revista spes unica nº 30 - abril 2013
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¡Acá estamos!TRANSCRIPT
ABRIL 2013ABRIL 2013
Escriben y colaboran en este número:
Horacio Otheguy Riveira; Mariano Liebana; Guillem de Rubenhor; Horacio Otheguy Riveira; Mariano Liebana; Guillem de Rubenhor; Horacio Otheguy Riveira; Mariano Liebana; Guillem de Rubenhor;
Chabela Ximénez; Oscar Ramentev; Roberto LangellaChabela Ximénez; Oscar Ramentev; Roberto LangellaChabela Ximénez; Oscar Ramentev; Roberto Langella
Año 4 Nº 30Año 4 Nº 30Año 4 Nº 30
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P á g i n a 2 S p e s U n i c a
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P á g i n a 3 S p e s U n i c a
Editorial 4
Soneto 126, por Lope de Vega 5
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (última parte), por Jorge Luis Borges 6
La visitante, por Horacio Otheguy Riveira 8
Canelita o el paso de azúcar amarga (5º parte),
por Chabela Ximénez
12
Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña 14
Se me cayeron las alas 16
Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella 18
Magníficos borrachos con su placentera amargura,
por Guillem de Rubenhor
19
El arte como ansia de lo ideal (2º parte), por Andrei Tarkovski 22
Las Horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira 24
¿Quimecontás?, por Mariano Liebana 26
Los signos del horóscopo chino (Gato) 28
Batman desencadenado (2º parte), por Oscar Ramentev 32
Misceláneas interrumpidas,
por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
36
El arte de Sven Fennema 40
Onomancia 42
Horóscopo 43
Sumario de los números anteriores 44
SumarioSumarioSumario
P á g i n a 4 S p e s U n i c a
Sin más divagaciones
E n este número presentamos la última de
las ―Divagaciones pelotudas‖ que Mary
Paz escribió para nuestra revista.
No quedan más, fueron todas publicadas, a lo
largo de estos años, y ahí están a disposición de
quien quiera leerlas, en el perfil de Issuu de la
Spes, junto con todos estos números.
Todavía no termino de revisar todo lo que tengo
de Mary Paz en su carpeta, posiblemente queden
cosas sin publicar, ella era muy prolífica, o hayan
otras que merezcan ser republicadas. Irán apare-
ciendo de tanto en tanto si es así.
Lo que estoy seguro es que no voy a forzar la
situación por seguir haciendo que aparezcan co-
sas de ella en estas páginas, hasta terminar siendo
que alguna sección de esta revista se vuelva así
como una especie de santuario, donde importe
más su presencia que sus contenidos. No es lo
que a mí me gustaría ocurra conmigo y estoy
seguro que a ella tampoco le gustaría pase, en
ningún caso.
Se me ha hecho algo duro desde que Mary no
está ir armando estos últimos números, y no por
la revista en sí misma, no es que haya perdido el
interés de hacerla, que me aburra ni nada por el
estilo. Es el acompañamiento que ella le daba a
esta tarea lo que extraño. Hay cosas que ocurrían
en esta revista, no sé qué tan a la vista, que ya no
ocurren más, que no volverán a suceder.
En fin, que la Spes Unica tiene larga vida, todav-
ía, y si un día tiene que desaparecer lo hará por sí
misma, porque es desde siempre un proceso que
se ha ido decantando, como si ella misma deci-
diera sus propios cambios, sus relativas suertes; a
veces la observo como un curso de agua que
busca sin prisa y sin pausa su propio destino, su
propia confluencia.
Están finalizando secciones, se inician otras nue-
vas, la Spes va cambiando, busca formas nuevas,
se abre paso, contempla otras posibilidades. A
mí me gusta pensar que se decanta de forma natu-
ral, sin forzarla. Arrancó con muy pocas páginas y
con pocas lecturas, hoy contamos con cerca de
cincuenta páginas y lejos más de mil lectores. Sé
que a algunos de ustedes—me lo han dicho—se
les hacía corta la revista y larga la espera a que
apareciera el próximo número. En determinado
momento especulé con la posibilidad de volverla
quincenal, hoy me doy cuenta que hubiera sido
imposible mantener esa regularidad sin ir en des-
medro de la calidad que hasta acá hemos sabido
conseguir. Probablemente en un tiempo crezca en
más páginas, no lo sé, no me desvela la cantidad,
me ocupa la calidad.
Estoy contento con los colaboradores que confor-
man esta revista, que le ponen el hombro por el
mero amor al arte, como quien dice, Chabela,
Horacio, Daniel, Guillem, ahora la suma de Maria-
no, sin ellos esta revista no sería posible.
También les agradezco a los ilustradores, a algu-
nos que hemos tenido, Antonio del Olmo, Pablo
Scalise, Cristian Kocak, que por una cuestión de
estilo de la revista, para bien o para mal no he po-
dido aceptarlos de manera permanente (y no sé
tampoco si ellos hubieran querido, claro).
Hay más autores de valía que han pasado por estas
páginas, y espero que un día, cuando gusten o
pueda, vuelvan a hacerlo.
Bueno, che, que esto no suene a despedida tampo-
co. No es eso, es que se avecinan cambios en esta
revista, lo sé, y juntos iremos viendo de qué se
trata, porque la verdad es que yo tampoco tengo
ni idea.
Pero a relajarse y a disfrutar, que nunca se trató de
otra cosa.
Roberto Langella,
Marzo de 2013.
P á g i n a 5 S p e s U n i c a
P ero ¿y los otros?
Hacia 1942 arrecia-
ron los hechos. Re-
cuerdo con singular nitidez
uno de los primeros y me
parece que algo sentí de su
carácter premonitorio. Ocu-
rrió en un departamento de
la calle Laprida, frente a un
claro y alto balcón que mi-
raba el ocaso. La princesa
de Faucigny Lucinge había
recibido de Poitiers su vaji-
lla de plata. Del vasto fondo
de un cajón rubricado de
sellos internacionales iban
saliendo finas cosas inmóvi-
les: platería de Utrecht y de
París con dura fauna herál-
dica, un samovar. Entre
ellas -con un perceptible y
tenue temblor de pájaro dor-
mido- latía misteriosamente
una brújula. La princesa no
la reconoció. La aguja azul
anhelaba el norte magnéti-
co; la caja de metal era
cóncava; las letras de la es-
fera correspondían a uno de
los alfabetos de Tlön. Tal
fue la primera intrusión del
mundo fantástico en el
mundo real. Un azar que me
inquieta hizo que yo tam-
bién fuera testigo de la se-
gunda. Ocurrió unos meses
después, en la pulpería de
un brasilero, en la Cuchilla
Negra. Amorim y yo re-
gresábamos de Sant'Anna.
Una creciente del río Tacua-
rembó nos obligó a probar
(y a sobrellevar) esa rudi-
mentaria hospitalidad. El
pulpero nos acomodó unos
catres crujientes en una pie-
za grande, entorpecida de
barriles y cueros. Nos acosta-
mos, pero no nos dejó dormir
hasta el alba la borrachera de
un vecino invisible, que alter-
naba denuestos inextricables
con rachas de milongas -más
bien con rachas de una sola
milonga-. Como es de supo-
ner, atribuimos a la fogosa
caña del patrón ese griterío
insistente... A la madrugada,
el hombre estaba muerto en el
corredor. La aspereza de la
voz nos había engañado: era
un muchacho joven. En el de-
lirio se le habían caído del ti-
rador unas cuantas monedas y
un cono de metal reluciente,
del diámetro de un dado. En
vano un chico trató de recoger
ese cono.
Un hombre apenas acertó a
levantarlo. Yo lo tuve en la
palma de la mano algunos mi-
nutos: recuerdo que su peso
era intolerable y que después
de retirado el cono, la opre-
sión perduró. También recuer-
do el círculo preciso que me
grabó en la carne. Esa eviden-
cia de un objeto muy chico y a
la vez pesadísimo dejaba una
impresión desagradable de
asco y de miedo. Un paisano
propuso que lo tiraran al río
correntoso.
Amorim lo adquirió mediante
unos pesos. Nadie sabía nada
del muerto, salvo «que venía
de la frontera». Esos conos
pequeños y muy pesados
(hechos de un metal que no es
de este mundo) son imagen de
la divinidad, en ciertas religio-
nes de Tlön.
Aquí doy término a la parte
personal de mi narración.
Lo demás está en la memo-
ria (cuando no en la espe-
ranza o en el temor) de to-
dos mis lectores. Básteme
recordar o mencionar los
hechos subsiguientes, con
una mera brevedad de pala-
bras que el cóncavo recuer-
do general enriquecerá o
ampliará. Hacia 1944 un
investigador del diario The
American (de Nashville,
Tennessee) exhumó en una
biblioteca de Memphis los
cuarenta volúmenes de la
Primera Enciclopedia de
Tldn. Hasta el día de hoy se
discute si ese descubrimien-
to fue casual o si lo consin-
tieron los directores del to-
davía nebuloso Orbis Ter-
tius. Es verosímil lo segun-
do. Algunos rasgos increí-
bles del onceno tomo
(verbigracia, la multiplica-
ción de los hrönir) han sido
eliminados o atenuados en
el ejemplar de Memphis; es
razonable imaginar que esas
tachaduras obedecen al plan
de exhibir un mundo que no
sea demasiado incompatible
con el mundo real. La dise-
minación de objetos de Tlön
en diversos países comple-
mentaría ese plan...6 El
hecho es que la prensa inter-
nacional voceó infinitamen-
te el «hallazgo». Manuales,
antologías, resúmenes, ver-
siones literales, reimpresio-
nes autorizadas y reimpre-
siones piráticas de la Obra
Mayor de los Hombres aba-
rrotaron y siguen abarrotan-
P á g i n a 6 S p e s U n i c a
do la tierra. Casi inmediata-
mente, la realidad cedió en
más de un punto. Lo cierto es
que anhelaba ceder. Hace
diez años bastaba cualquier
simetría con apariencia de
orden -el materialismo
dialéctico, el antisemitismo,
el nazismo- para embelesar a
los hombres. ¿Cómo no so-
meterse a Tlön, a la minucio-
sa y vasta evidencia de un
planeta ordenado? Inútil res-
ponder que la realidad tam-
bién está ordenada. Quizá lo
esté, pero de acuerdo a leyes
divinas -traduzco: a leyes
inhumanas- que no acabamos
nunca de percibir. Tlön será
un laberinto, pero es un labe-
rinto urdido por hombres, un
laberinto destinado a que lo
descifren los hombres.
El contacto y el hábito de
Tlön han desintegrado este
mundo. Encantada por su
rigor, la humanidad olvida y
torna a olvidar que es un
rigor de ajedrecistas, no de
ángeles. Ya ha penetrado en
las escuelas el (conjetural) «
idioma primitivo» de Tlön;
ya la enseñanza de su histo-
ria armoniosa (y llena de
episodios conmovedores) ha
obliterado a la que presidió
mi niñez; ya en las memo-
rias un pasado ficticio ocupa
el sitio de otro, del que nada
sabemos con certidumbre -
ni siquiera que es falso-.
Han sido reformadas la nu-
mismática, la farmacología
y la arqueología. Entiendo
que la biología y las ma-
temáticas aguardan también
su avatar... Una dispersa di-
nastía de solitarios ha cam-
biado la faz del mundo. Su
tarea prosigue. Si nuestras
previsiones no yerran, de
aquí a cien años alguien des-
cubrirá los cien tomos de la
Segunda Enciclopedia de
Tlön.
Entonces desaparecerán del
planeta el inglés y el francés
y el mero español. El mundo
será Tlön. Yo no hago caso,
yo sigo revisando en los
quietos días del hotel de
Adrogué una indecisa tra-
ducción quevediana (que no
pienso dar a la imprenta) del
Urn Burial de Browne.
P á g i n a 7 S p e s U n i c a
E s la tradi-
ción y la
ruptura de
todo convencionalismo al mis-
mo tiempo. En ese juego se
sentía a gusto: cumplir con lo
que se espera de uno cuando se
es un psiquiatra de prestigio
internacional y sorprender a
propios y ajenos con métodos
insólitos. Como llevar traje y
corbata calzando deportivas.
Bueno, esa es una imagen ya un
tanto trasnochada, y es que le
resultaba fácil trasnocharse, tal
vez fuera la suma de visiones y
experiencias a lo largo de su
vida como médico y profesor.
Siempre traje y corbata,
incluso en el más feroz de los
veranos. El visitante en un
sillón muy cómodo y el especia-
lista enfrente, en otro sillón
igual de cómodo, aunque lleva
años pensando que les iría me-
jor menos comodidad: los dos
sentados en taburetes de madera
sin cojines, tipo monasterio, mon-
jes en busca del alma perdida: la
del visitante y su guía.
Ni clientes ni pacientes,
ellos son visitantes misteriosos
que traen una historia cargada de
tensión y de angustia. Y el doctor
en psiquiatría y psicología el guía
escogido para conducirles por un
pasaje a menudo terrorífico, una
especie de tren fantasma para con-
versar con sus monstruos, que a
veces también son los suyos, bue-
no, siempre, de algún modo, claro,
como metáfora de la existencia en
constante progresión, la identifica-
ción momentánea es mutua, de lo
contrario no hay causa ni propósi-
to.
Aquella noche, la extraña
visitante llegó cuando ya no la
esperaba y se había quitado la cor-
bata y la chaqueta; se paseaba fu-
mando mientras escuchaba una
antología de comedias musica-
les, algo enormemente placente-
ro y de lo más idóneo para des-
conectar por completo de la
larga jornada de abrumadores
conflictos ajenos, siempre inte-
resantes, sí, hasta los que pudie-
ran parecer aburridos por reite-
rativos expresados en un tono
por demás monótono. Intere-
santes, sí, algunos emocionan-
tes, y en cualquier caso su voz
de Gran Gurú, serena, metódi-
ca, precisa, afectuosa y distante
en su punto justo. Semejante
combinación de emociones e
ideas suele dejarle agotado e
inseguro ante todas las situacio-
nes de las que es responsable: la
vida de los otros, sus visitantes.
Llegó empapada, sin
paraguas, cuando Dean Martin
lucía su espléndida voz en Suena
el teléfono, “Bells are ringing”,
Vicent Minnelli, 1960, donde
tanto se divertía con Judy Holli-
P á g i n a 8 S p e s U n i c a
day.
Abrió la puerta confiado
en recibir la comida china que
había encargado, pero era ella,
mojada de pies a cabeza, una
chica como tantas, que en cuanto
dio los pasos necesarios para
entrar por el sitio equivocado —
la entrada a su
hogar, y no a la con-
sulta de la puerta de
al lado, claramente
identificada— el
doctor tuvo una
sucesión de sensa-
ciones poco felices,
sí, de esas que im-
presionan tanto que
uno preferiría no
tener, dejar en la
mesa de al lado, en el caso de
que hubiera una mesa y de que
existiera una posibilidad de libe-
rarse tan sencilla.
Pero quedó paralizado.
No hizo nada de lo que debía ni
deseaba. Se dejó llevar fatalmen-
te por el impreciso encanto de la
joven. En lugar de pedirle que
volviera a llamar por teléfono
para concertar nueva cita o indi-
carle que le esperase unos minu-
tos, que la recibiría en la consul-
ta… se quedó pasmado deján-
dola entrar, o mejor dicho
dejándose invadir.
En un instante atravesó
la invisible barrera y velozmente
dejó de ser la que acababa de
ver: si le había parecido jovencí-
sima, sosa, en todo caso tacitur-
na, no más entrar se estiró
mostrándose altiva, segura de sí
misma, y al mismo tiempo sin-
gularmente ―artificial‖, deliciosa-
mente cautivante, y a medida
que hablaba y se movía fue ca-
yendo en un extraño estado de
hipnosis.
— No sé cómo discul-
parme, doctor, pero le ruego
comprensión; me fue imposible
abandonar el sitio
en que estaba, algo
que seguramente
entenderá a la per-
fección en cuanto
conozca mi situa-
ción. Un retraso
impensado pero
inevitable que segu-
ramente, uy, repito
las palabras, me
repito, un defecto,
bueno, no encuentro otra, de
seguro no me atrae, mejor segu-
ramente, sí seguramente usted
sabrá comprenderme, bueno, a
eso vengo, a pedirle colabora-
ción, encantada de ser su visitan-
te.
En tan breve entrega ya
P á g i n a 9 S p e s U n i c a
lo tenía todo servido. Si sabía lo
de los visitantes es que había
leído sus libros o asistido a al-
guna de sus conferencias, y si
era capaz de seducirle con una
serie de palabras encadenadas
también significaba que había
indagado en sus métodos, sus
estímulos para que las palabras
de la gente que se consideraba
en estado de shock en la vida
brotara con ímpetu y libertad
desordenada… encontrándose
a sí misma.
Pero cuando dejó de
hablar ya había abandonado el
abrigo mojado en el perchero
junto a la puerta, y su cuerpo
esbelto se afirmaba bajo la ropa
húmeda.
Se quedé paralizado,
perplejo, mudo, mirándola, su-
mamente atraído por el tono de
su voz, sus manos y las curvilí-
neas formas de su cuerpo, tan
atractivo que sentía una especie
de taquicardia que no recordaba
haber tenido jamás ante nadie,
ni por miedo ni por deseo. Con la
precisa sensación de que se per-
cibían los latidos de su corazón
como una erección compulsiva.
— En realidad llevo mu-
chos años esperando este momen-
to, doctor, demasiados, tantos que
ya me da pena que se acabe la jor-
nada de un modo tan abrupto, así
que tal vez lo mismo podríamos
hacer el amor frenéticamente, co-
mo dos amantes apasionados,
aunque no se entusiasme con la
idea porque usted no me gusta en
absoluto, y el motivo verdadero
de estar aquí, sentada en su sillón
preferido, cruzada de piernas de
manera que usted pueda ver uno
de mis muslos, no tiene más senti-
do que el presenciar este precioso
infarto que ya empieza a darle.
Está todo perfectamente medido,
doctor, y lamento mucho que us-
ted desaparezca, valga el eufemis-
mo, sin saber cómo ni por qué,
pero sólo soy una emisaria de los
verdaderamente interesados en
castigarle de este modo, una testi-
go que está ocupándose de que la
película salga en condiciones y
todos ellos puedan disfrutar de
la hermosa escena que estoy
filmando desde que llegué con
―métodos asaz modernos‖, co-
mo a usted mismo le gustaría
decir.
Se desnudó, paseó su
piel y su humedad por el cuerpo
encendido del terapeuta y no
cedió hasta que le vio irse en
sucesión de gemidos de infarto
hasta caer reducido de tal mane-
ra que lo guardó en una cajita
china muy elaborada con multi-
tud de dibujos en poco espacio
y un gozoso aire musical.
La visitante quedó ex-
hausta después de semejante
sesión amorosa. Guardó los
restos del médico en la cajita y
ésta en su bolso e iluminó la
casa encendiendo todas las lu-
ces con el fin de que su despe-
dida fuese a lo grande, como
debería haber vivido si no le
hubiese dado por la resistencia
dogmática.
P á g i n a 1 0 S p e s U n i c a
Una vez en el taxi se
despojó de su vestimenta con-
vencional.
El conductor también
era de su secta: iban desnudos
con un mono de obrero, un ofi-
cio, un resplandor en la noche,
un beso inesperado, una caricia
necesaria y una transformación
insólita: de la cajita china saldría
el doctor convertido en un
minúsculo ser que se transfor-
maría en humano con el tiempo
y siempre y cuando aprendiera a
deletrear palabras hasta ahora
desconocidas.
P á g i n a 1 1 S p e s U n i c a
….
C on el olor a pesca-do impregnándolo todo, era difícil
concentrarse en los olo-res propios del postre del menú. Canelita tuvo que probar por dos veces el relleno de la tarta para asegurarse de que lleva-ba todos los ingredien-tes. Aunque tenía la base preparada del día ante-rior, el secreto de una buena tarta de manzana radicaba en el flan que la cubría y en la mermelada que lo bañaba y en eso, precisamente, era en lo que se estaba esmeran-do en aquellos momen-tos. - ¿Te ayudo a cortar manzanas? –preguntaba Daniela, mirándola son-riente. Canelita era consciente de que despertaba ver-dadera admiración en la camarera de los pechos altos pero, en ése instan-te preciso, no estaba por la labor de mantener con ella una de sus intras-cendentes y vacías con-versaciones de compa-ñera. - Ya están cortadas y bañándose en limón –respondió secamente. - Eso se hace para que no se pongan negras ¿verdad? - seguía in-tentándolo. - Y desde cuándo te in-
teresa a ti la repostería –preguntó sin responder. - Bueno, se puede decir que desde que andas ena-morando a la clientela con tus postres –sonrió-. Ahí fuera está otra vez el chico de los botines negros. Ya ha preguntado por el post-re del día y no quita los ojos de la puerta de la coci-na, para ver si apareces. - ¡Deja de decir tonterías! No conozco al tal chico de los botines negros. De hecho nadie de mi barrio viene nunca por la venta, de modo que no se te ocu-rra meterme en problemas, o tendré que arrastrarte de los pelos por todo el galli-nero. - ¡Qué carácter, mujer! Si lo único que quería era darte conversación y ser simpática. Y, además, que yo no me invento nada. También Rufino y María Antonia han notado que te mira. Y Doña Pilar dice que lo ha visto sentado en la parada del autobús, espe-rando a que salgas para verte marchar. - ¡Yo es que no puedo cre-erlo! ¿Habláis de mí a mis espaldas? –Aquello era lo que se conoce vulgarmen-te como pasarse de casta-ño oscuro. Estaba claro que había llegado el mo-mento de pararle los pies a aquella Barbie Cotilla, si no quería ser la diana de to-dos los comentarios de la cocina. – Mira Daniela –
dijo haciendo acopio de una paciencia que desco-nocía que existiera en su persona-, si de verdad deseas ser simpática, empieza por olvidarte de mí y de mi vida. No quie-ro escuchar ni un comen-tario más sobre el chico de los botines negros que, entre otras cosas, dudo de que sea el prota-gonista de la película que os estáis montando. - Desde luego que no te enteras de nada, chica. Parece que vivieras en la luna. ¿De verdad que no te has dado cuenta de nada? - ¡Qué se va a dar cuen-ta! –Intervino Doña Pilar- Ella viene aquí a trabajar y es lo que hace. - ¡Oiga que yo también trabajo! –Daniela se sent-ía dolida en lo más pro-fundo, siempre teniendo en cuenta la profundidad que poseía Daniela-. - Si, hija, sí, además de todo lo demás. - Está visto que no se puede ser amable con la gente. Ya ven, yo sólo quería alegrarle el día a canelita. Con ésa cara que trae de amargada de la vida, siempre tan seria. Pero se ve que, hasta para ser agradable, hay que pedir permiso. Pues que sepan … -Y su voz se fue apagando, que no extinguiendo, a través del pasillo, en busca quizás
P á g i n a 1 2 S p e s U n i c a
de algún otro misterio que requiriera de su intelecto con urgencia. - Ve con Dios, querida –dijo Bienvenido sin levan-tar la vista del pescado que se doraba en la sartén. - ¡No blasfemes, hijo, que lo que te hacía falta era que Dios te castigara! - Pues no sé, madre, co-mo no me deje sin dien-tes, no imagino qué más puede echarme encima. - Podría mandarte una no-via –sonrió Canelita-, co-mo la mujer del sombrero. - Sin duda haríamos un gran cuarteto: La mujer del sombrero, yo, tú y el chico de los botines ne-gros. - ¡Serás…! –Y le lanzó una bola de base de tarta de manzana a la espalda. - Tú empezaste, princesa. Ahora aguanta tu vela co-mo cada palo –dijo esqui-vando el torpedo con una habilidad superior a la que cabría esperar, dado su volumen. - No sé qué mosca le habrá picado a todo el mundo con esto de querer buscarnos pareja, Bienve. Tendremos que parar el asunto de alguna forma. - ¿Qué tal si nos hacemos novios y acallamos los ru-mores? - Ni lo sueñes, amigo. ¿Crees que no me doy cuenta de que lo único que te mueve es el interés por mis postres? Aquello consiguió que el olor a pescado se aparta-ra un poco de la cocina y dejara galante espacio
para acoger a unas risas, que la inundó a la vez que consiguió relajar las
tensiones de sus habitua-les. Incluso Doña Pilar apartó por un momento su atención de la salsa verde, para unirse a la espontanea explosión de alegría. Canelita aparcó su enfa-do con Daniela y pospuso para más tarde su re-flexión sobre el chico de los botines negros. Por su parte Bienvenido, logró a duras penas relajar su interés en el maravilloso olor a flan casero, que amenazaba con filtrarse por cada uno de sus po-ros. Estaba muy cerca ya la hora del almuerzo cuando Canelita empujó el carrito hasta el comedor. De no ser por el codazo de Da-niela, hubiera vuelto a ol-vidarse del chico de los botines negros, pero aquel poco fortuito aviso la puso en alerta sobre lo que, en ese momento,
parecía ser el mayor mis-terio de su vida. Le sorprendió en un prin-cipio percibir que aquel rostro no le era del todo desconocido. Un algo fa-miliar emanaba de la faz de su enamorado y la chi-ca se preguntó tontamen-te si aquella impresión no sería un signo del destino. Por un momento, y deján-dose atrapar por lo melo-so de su oficio, deseó po-seer la clarividencia de Sebastián, para ser capaz de soñar con un encuen-tro como el que tuvo con la chica de los yacimien-tos. Pero al momento re-chazó la idea por parecer-le falta de toda la emoción que requieren las grandes aventuras. No era, pensó, de un atractivo llamativo. Tenía más bien el tipo de físico que hace pensar en los tristes poetas del romanti-cismo: De pelo negro y ojos tímidos, nariz fina, los labios perfilados en una boca algo mayor de lo habitual, perilla bien dibujada y pelo lacio, has-ta casi la altura de los hombros. El chico de los botines negros tenía un rostro in-teligente. Canelita em-pezó a dudar seriamente sobre la veracidad de las suposiciones de sus com-pañeros de trabajo. Real-mente era un tipo intere-sante. Le sostuvo la mirada du-rante un largo minuto, con las manos apoyadas en el carrito de los postres y el delantal salpicado de hari-
P á g i n a 1 3 S p e s U n i c a
na. Él le sonrió mostran-do apenas los dientes, con una mezcla de sor-presa y vergüenza en los ojos. Ella se sintió como una boba descarada, que es-taba provocando la risa de un cliente de la venta con su estúpida curiosi-dad. Enfadada consigo misma, volvió a la cocina y no salió de allí hasta que estuvo bien segura de que se hubo marcha-do del local. La comida sin embargo transcurrió con toda nor-malidad. El mero empa-nado a las tres salsas era la delicia de la clien-tela y Doña Pilar fue feli-citada por sus incondicio-nales, todos los camione-ros que desde hacía años la llamaban Mami y que la hacían dudar de si realmente no serían hijos suyos. La tarta de manzana, las tres bandejas de medio metro cada una, se agotó antes de las cuatro de la tarde. Bienvenido estaba deso-
lado.
(CONTINÚA EN EL
PRÓXIMO NÚMERO)
También pueden leer es-
ta historia en el blog de
la autora.
P á g i n a 1 4 S p e s U n i c a
H ay días aciagos en los que no damos pie con bola y si lo hacemos es para romper
algo. Hay momentos en la vida de una mujer, en que una busca una respuesta divina, así que yo decidí explorar otras religiones que no fueran la de mi tía Cloty, donde ya me tienen excomulgada y anotada en libro negro de los incorregibles.
Así que un día bendito le pedí a mi tía Lulú que me acompañara a ver qué era eso del Mahi Kari, que mi amiga Hamiel me hablaba linduras del lugar. Agarramos el colectivo y fuimos a buscar el templo ubicado en las inmediaciones del metro Za-pata.
Nos dirigimos al lugar y nos aden-tramos en una casa adornada al esti-lo japonés, música de gong, arpas y laúdes japoneses, incienso y flores. Todo era muy lindo y relajante, así que pagamos la entrada, donación voluntaria o no te dejan entrar, y nos quitamos los zapatos para ir de rodi-llas por un largo pasillo que atrave-saba todo el salón lleno de lo que me parecieron masajistas, y llegar al altar principal para postrarnos ante la diosa cuyo nombre no repetiré por miedo a ser severamente castiga-da. Que a mi no me importó hacer-lo, yo soy respetuosa con todos los dioses, pero mi pobre tía torturó sus rodillas que casi lloraba del dolor de meniscos. Pero como yo pensé que estaba emocionada con tan exótica experiencia, seguí haciendo carava-nas a mis guías japoneses repitiendo obedientemente las palabras que me decían. Estuvimos en meditación durante larguísimos minutos, aguar-dando a que nos armonizaran el agua y la tierra y otros elementos, que para eso eran las esteras donde te acuestan y te dan acupresión y algo parecido al reiki. Muy lindo todo.
Luego de unas dos horas y de atra-vesar nuevamente el salón de rodi-llas me costó mucho trabajo incor-porarme y luego poner de pie a mi pobre tía Lulú, que se despedía de las japonesas: ―sayonara‖, ―sazonara‖. Cuando al fin salimos a
la calle y a punto de abordar el mi-crobús de regreso, mi tía me jaló la oreja con fuerza, no me pateó por-que todavía le dolían mucho las rodillas.
Claro que no la invité a mi siguiente experimento, en una mezquita mu-sulmana, en las inmediaciones del metro Chapultepec. Esa incursión fue linda porque me enseñaron a cantar y las mujeres son muy lindas y se arreglan tanto que pasé desaper-cibida con mis anillos y pulseras estrambóticas. A los hombres les dan bebidas, mientras las mujeres están orando. A los hombres les convidan pipas de agua, las mujeres oran en el otro lado. A los hombres les dan de comer guisados exóticos y eructan, las mujeres oran en el rincón. ¡Buá! Lo hombre pueden tener muchas mujeres, pueden gozar del sexo; las mujeres, oran en el rincón. Ya no regresé.
Finalmente acepté un estudio de la Biblia con los Testigos de Jehová. Las chicas que me lo dieron son lindas, amables, agradables. Vinie-ron tres veces por semana, aún llo-viendo, aún con un frío de iglú, aún cuando me cortaron la luz, alumbra-das con velas. Me explicaron mu-chas cosas, lo entendí, todo lindo. Avancé tanto que al poco tiempo iba a las reuniones dominicales y las de entre semana al ―Salón del Re-ino‖. Dejé de usar pantalones, me compré faldas largas, es más, para garantizar que fueran largas, me las mandé a hacer. Todos me trataban tan bien que pasé algunos detalles por alto. ¿Cuáles? Nimiedades, algu-nos ―no saludes a fulano porque está castigado‖, ―perengano está señalado, por unirse a una mujer católica‖, ―es homosexual y no se arrepiente, no lo puedes tocar‖. Y es que yo me sentía al fin aceptada con tantos ―hermana‖ con los que me hablaba todo el mundo, hasta el anciano, cuando lo llegaba a encon-trar.
Claro que mis hijos la sufrieron, porque los quería traer emperifolla-dos y modositos, y son unas fieras. En fin, que no hay plazo que no se
cumpla y mi estilo es regar el tepa-che cuando menos lo pienso. Así que cuando me iban a bautizar, ya con la alberca lista, el anciano, a punto de decir conmovedor discur-so y mis preparadoras orgullosas de su obra mirándome desde lejos. Se me ocurrió ir y meter la mano a la alberca, para comprobar la tempera-tura, digo, era invierno y no veía yo el vaporcito que esperaba del agua calientita.
¡Virgen santísima! ¡Está helada!
El anciano me miró, las hermanas dejaron de sonreír, algunos abrieron mucho los ojos, otros se dieron media vuelta.
Y yo, me regresé a mi casa tan peca-minosa como antes de haber pisado el ―Salón del Reino‖ con un ―No puede bautizarse, no está prepara-da‖.
D i v a g a c i o n e s p e l o t u d a sD i v a g a c i o n e s p e l o t u d a sD i v a g a c i o n e s p e l o t u d a s , P o r m a r í a d e l a p a z r e y e s p e ñ a
P á g i n a 1 5 S p e s U n i c a
#266 16-nov-2010 18:50
Roberto Langella
Además que los perros de
Tíndalo se sienten atraídos
por las ofrendas de maíz y
gallos que umbandistas y
quimbandistas suelen dejar
en estos cruces.
#267 16-nov-2010 22:43
Eduardo Daniel Melgar
Con tonada de huayno que
lo caracteriza, el capitán Be-
to vende en la puertas de su
casa paquetitos de maíz y
morcilla de gallo para conju-
rar las esquinas a los pasean-
tes que van al cine. Gran
parte de su capital responde
a esto y a la quiniela de pa-
sos que le propone a los mis-
mos. Si desde la esquina a la
otra da menos de 90 pasos,
por solamente 2 pesos, los
premia con una carta natal
gratis y una recomendación
para escribir para suite, con
lo cual gana 5. "Aleje, vida-
litá, a los perros de Tíndalo,
vidalitá, y doble tranquilo,
doble tranquilo".
#268 16-nov-2010 22:58
Simón Domínguez Barahona
¡Jaja, épico!
#269 16-nov-2010 23:32
Roberto Langella
Así es, mi amigo, ¿quién
vive con un solo trabajo?
#270 17-nov-2010 23:34
Eduardo Daniel Melgar
Sí, el futuro es el tarot, ami-
go. Sus notas van de maravi-
llas, como a mí me gustan,
enredadas, difíciles, enigmá-
ticas. Me he puesto a leer un
poco de eso, pero no encuen-
tro las cartas que venían con
el librito. Las voy a dibujar,
en todo caso. La que más me
divertía es El Loco, un tipo
que camina con un perrito
enganchado en los fondillos.
Y cuán verdadera es esta ima-
gen, he visto tipos enojándose
con los perros ladradores y
retrocediendo sus pasos para
decirles algo y volver, reco-
ger un piedrita y amenazar,
como si se tratara de la sue-
gra que acaba de decirle una
verdad dolorosa. No sé si la
inversa es cordura o qué, en
esos bretes yo trato de hacer-
me amigo y le digo al perrito
que me cuente sus sueños.
#271 18-nov-2010 0:36
Roberto Langella
Mi amigo, si por lo menos
encuentra entretenidos esos
artículos del demonio, me
doy por entero satisfecho.
¡Me falta espacio para todo lo
que quiero poner!. Hoy pen-
saba en lo que usté me refería
acerca del símbolo del infini-
to en el sombrero de El Ma-
go. Hoy, escribiendo acerca
de "La Justicia", otra vez sa-
lió ese tema a colación, en mi
cabeza, y esta vez no pude
ponerlo, por razones de espa-
cio. Bueno, cuando termine
toda esta serie escribiré uno
acerca de "El Infinito en los
arcanos del Tarot"; es intere-
sante, porque el Tarot, como
el I Ching, son sistemas que
se basan en los procesos del
momento, sin por ello dejar
de referir a lo infinito, a lo
eterno. Solo que lo hace en
determinados momentos, y
es interesante intentar ver
por qué.
Respecto de su baraja de Ta-
rot perdida, bien perdida
está. Yo soy de la idea de
que cada cual debería diseñar
su propia versión de los arca-
nos. Una vez me puse a
hacer una, en base a collages,
pero terminé abandonando el
proyecto, porque se estaba
volviendo abstruso; era una
versión que solo yo podía
entender y aceptar. Por ejem-
plo, el arcano de "El Loco",
en mi versión se llamaba "El
Yuppie", y el personaje tenía
la cara de Marta Minujín,
que en vez de por un perro
era mordida en el culo por
Margarito Tereré. Presiento
que mi suerte iba a ser muy
negra, de echar esas cartas.
#272 18-nov-2010 0:53
Eduardo Daniel Melgar
El I Ching tirado con mone-
das es tan exacto e interesan-
te que llega a transformarse
en obsesión doméstica. Da
resultados sorprendentes y
para confirmarlo, uno puede
llegar a hacerse dependiente
si no parpadea un poco. Bué,
Se me cayeron las alas Se me cayeron las alas Se me cayeron las alas (parte 15) A la memoria de Eduardo Daniel Melgar
P á g i n a 1 6 S p e s U n i c a
lo dejé ahí porque ese apara-
to infernal reemplazaba mis
neuronas efectivas con tanta
eficacia que hubiera donado
mi seso para torrejas. Es de-
cir, no piensa, pero tiene to-
do pensado.
#273 18-nov-2010 1:23
Roberto Langella
El I Ching, en la versión de
Wilhelm, desde ya, es tan
exacto y objetivo que hay
que ser chino para asumir sus
consejos y llevarlos a la
práctica. A mí siempre me
pareció que le faltaba un
hexagrama, sin embargo, o,
en todo caso, a mí me hubie-
ra gustado escribir otro más,
el hexagrama 65, que es
cuando las monedas caen de
canto.
Y tirarlo con varitas de mi-
lenrama no es muy diferente
a jugar a los palitos chinos,
me parece.
#274 18-nov-2010 14:54
Eduardo Daniel Melgar
A veces me dejo llevar, por
ejemplo, con la borra del
café o del té cuando el saqui-
to está roto, veo casi siempre
caras, lo mismo que en la
ropa desordenada o las corti-
nas, las manchas de distinto
tipo como de humedad o des-
caramientos de la pintura.
Esa afición me vino de chico
cuando iba a la peluquería y
me la pasaba mirando las
vetas de un zócalo de
mármol, ya porque el pelu-
quero era aburrido (ese com-
promiso implícito de charlar
con el cliente) o porque se
hacía un silencio que sola-
mente la tijera gritaba men-
sajes tipo chas chas que nun-
ca me condujo ni siquiera a
un chamamé. Probé con las
nubes y es delicioso, pero
estas tienen mensajes del
planeta y somos tan chiqui-
tos como pulgas. Un amigo
japonés miraba sus heces,
pero no me pareció ortodoxo
concentrarse allí, bué, ellos o
los chinos también comen
gatos y otros bichos. Si algo
bueno saqué es que no volví
jamás a una peluquería, me
lo corto yo desde hace 40
años y además, tenían revis-
tas viejas. Una innovación
era el trapito usado con tinta
china con que limpiaba el
pincel o la pluma, no se ima-
gina los geniales dibujos que
se forman con el tiempo.
#275 18-nov-2010 15:00
Eduardo Daniel Melgar
Ahora me doy cuenta por
qué fracasaba en el Roschard
en las entrevistas de laburo,
tenía decenas de figuras que
se me ocurrían y al final deb-
ía decir "una mariposa", pero
ya era tarde.
#276 18-nov-2010 17:01
Roberto Langella
Es así, mi amigo, el mundo
está lleno de mandalas y uno
vive todo el tiempo en tran-
ce. Yo solía encontrar formas
inconfesables en las arrugas
del rostro de mi abuela pater-
na. De la materna no, porque
se murió pasando los 80 pero
sin una sola arruga en la ca-
ra, y sin un solo miligramo
de botox, que en ese tiempo
no existía. Canosa y sin arru-
gas; así murió mi abuela ma-
terna.
#277 18-nov-2010 19:32
Simón Domínguez Barahona
Ese Roschard y sus lamini-
tas... recuerdo el día en el
que creo volví loco a un po-
bre psicoanalista con mis
respuestas sobre las manchi-
tas.
#278 18-nov-2010 20:56
Eduardo Daniel Melgar
Usté y las minitas, no puede
con su genio.
#279 18-nov-2010 20:59
Eduardo Daniel Melgar
Con lo único que tengo pro-
blemas es con las minas de
los lápices de colores. Ah, la
juventú.
#280 18-nov-2010 21:01
Simón Domínguez Barahona
Sí, yo ya me siento viejo
compadre, jaja, y me refería
a las láminas de las man-
chas.... ¿aunque por qué no?
de las minas también, tanto
las de colores como las de
piel, jeje.
#281 18-nov-2010 21:04
Eduardo Daniel Melgar
Tiene cara de pendex, a no
ser que como la mayoría acá,
ponen una foto de hace va-
rias décadas. Bué, ahora que
me fijo, las gafas parecen de
su abuelita. Mmm.
P á g i n a 1 7 S p e s U n i c a
Derecho a permanecer en si-lencio
D eberían declarártelo ni bien nacés. Permanecer callado, ese derecho que
nadie parece estar demasiado interesado en defender. Que va, algunos tendrían que estar obli-gados. Pero a la gente no le interesa mantenerse en silencio debido a que el precepto que nos interesa se ha fundado sobre una base falsa: ―Todo lo que digas se te puede volver en contra‖. Mentira. La mayoría de las veces, digas la boludez que digas, no se va a volver en tu contra. Es más, la gente se dio cuenta rápido de esto y por eso se desinteresó también rápidamente de su dere-cho a quedarse callada. No, no es que lo dicho jamás se volverá en tu contra la ventaja de quedarse callado (porque, para el caso, el que calla otorga, es decir, también el silencio autoimpuesto puede volverse en contra). Entonces, ¿qué es?, ¿que en boca cerrada no entran moscas? Las moscas nacen en la cabeza humana, hermano, no entran, salen, y lo pueden hacer por cual-quier orificio. Mi problema comenzó (ay, si me hubiera quedado callado…) de muy chico, el día que le pregunté a mi mamá por qué tenemos om-bligo. No entendía entonces el énfasis puesto por ella al señalar que debía lavármelo particular-mente cada vez que me bañaba. Ok., lo mismo era respecto de las orejas, pero eso es más entendi-ble, con mugre en las orejas no se oye bien, por lo demás ¿qué va a andar mal a causa de un om-bligo sucio? En fin, no es la cuestión ahora. Pero sí que por mis dudas acerca
del ombligo fue que me enteré que las personas salíamos de adentro de nuestras madres. Fue horrible, monstruoso hacer-me a la idea. ¿Qué clase de injus-ticia era esa?, ¿qué habían hecho las mujeres para merecer eso?, ¿qué derecho nos arrogábamos los seres de salir de adentro de nuestras madres, de cualquier otro ser, del género y la especie que fuere?, ¿era esto la diferen-cia, la prueba concluyente de la siempre subyacente y nunca del todo declarada, confesada, supe-rioridad del macho? Bueno, mi madre al menos no parecía demasiado resentida (lo que en definitiva tampoco me pareció menos sospechoso). En fin, en cualquier caso, que el om-bligo era nada más que un nudo. Pero entonces sí reparé que en este único y unívoco hecho, ca-so, la especie sí había decidió hacer uso de su derecho a per-manecer en silencio. Es decir, el derecho a quedarse callado genera tabúes. Tabúes, aquello de lo que con-sensuadamente no se habla, so pena de sufrir algún tipo de es-crache, de marginarte, de con-vertirte en un paria. Además, porque mantener el tabú es cómodo. Hablemos de lo que hablamos pero hasta ahí, sin em-barullar la cosa. Por ejemplo, está muy mal que un tipo le pegue a la mujer. En-tonces agarran a la mujer y le dicen ―tenés que dejarlo, ¿no ves que no te ama?‖, y nadie se ex-plica por qué la mujer sigue al lado del tipo. ―Están enfermos, los dos por igual‖, dicen. Ponele, pero luego los tratan como si estuvieran sanos, como si fueran los tipos más cuerdos del mundo (y además, como si los admonitores del bien que vendrá tuvieran to-
dos sus retortijones resueltos). Pero no, ni los admonitores lo tienen, ni por enfermos que estén víctimas y victimarios de-jan de amarse.. ¿Que eso no es amor?, ¿que los enfermos no aman?, ¿no ama quien sufre cualquier patología, aunque no sea una amenaza para terceros?. Qué sé yo, Hitler aca-riciaba a sus perros, ¿lo hacía por el ¿qué dirán‖? ¿Estaba con Eva Braun nada más que por aburrimiento, o solo por su cuerpo, sin saber apreciarla de otra forma? Es fácil crear monstruos a los cuales luego perseguir por los bosques, horquillas y antorchas en mano. Pero bueno, luego no nos declaremos profundamente comprometidos con las causas, si solo vamos a analizarlas de manera sesgada. No despotri-quemos contra tanta Inquisición, si también ansiamos hacer justi-cia tal cual nos plazca. Se me acaba el espacio, debo ir cerrando. Es cierto, a veces el silencio también se impone, pe-ro como advirtió el poeta, el silencio también tiene sus soni-dos propios.
L e s i o n e s d e l b u e n v i v i r L e s i o n e s d e l b u e n v i v i r L e s i o n e s d e l b u e n v i v i r
p o r R o b e r t o L a n g e l l a
P á g i n a 1 8 S p e s U n i c a
E l arte y el alcohol forman una pareja de gran creati-vidad y autodestrucción
de poderes ilimitados. Desde tiempos remotos van unidos y persiste su cautivante influjo. Creadores que navegan en dulces y terribles ríos de bebidas vario-pintas en busca de un estado ideal que a menudo conquistan en obras de ficción y fugaces episodios reales. Un mundo en el que el negocio de los fabricantes y comerciantes organiza día a día su cocktail-asesino; eso sí, advir-tiendo que se beba con modera-ción. El influyente néctar y la delirante poesía se entrecruzan, se adoran y repelen en busca de un eterno paraíso.
No sé beber poco
H ay tanto y tan bueno para escoger que en lo que cabe en un artículo
me dejo llevar por la mera me-moria y el aroma de mi exquisita bebida on the rock junto al teclado. Por ejemplo, la hermosa madu-rez de Catherine Deneuve en Place Vendome (1998). Allí su per-sonaje —atribulada dama de jo-yero que la ingresa cada tanto en una clínica para desintoxicarla— reconquista su libertad una vez muerto su adinerado cónyuge. Se las apaña y lo consigue con ex-quisita lucidez. Pero en un mo-mento de peculiar desequilibrio, un hombre la quiere convidar: ¿Un poco de vino? Y ella responde: No sé beber poco, y rechaza la invitación. Y tampo-co saben beber poco los perso-najes que recuerdo ahora: un puñado de buenos amigos taber-narios, a caballo entre la ficción y la realidad, en ese punto inquie-tante en que se confunden las
obras maestras.
Bebedor y santo
E n 1939 —y en sólo 90 páginas—, Joseph Roth cerró su última obra, La
leyenda del santo bebedor, una aven-tura de puro ensueño en el últi-mo día de Andreas Kartak, quien recorre puras situaciones ideales de amor, sexo, dinero y bebida hasta morir, como lo haría el propio autor días más tarde con sólo 44 años. Un austríaco en París que ha dejado una obra muy rica (Confesión de un asesino, La cripta de los capuchinos), pero esta Leyenda del santo bebedor es la que me parece más interesante: Andreas avanza maravillosamen-te borracho en un contexto de notable ingenuidad religiosa y sexual: una apología del alcohol que le arropa y eleva hasta entre-garle dulcemente a los brazos de la parca. Y el autor sentencia: Denos Dios a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte.
La pareja enamorada en Días de vino y rosas
J oe Clay y Kirsten Arnesen forman una de las parejas de alcohólicos más atracti-
vas del cine. Hay bastantes más, pero con el denominador común de una sobrevalorada autodestrucción (Wanda y Hen-ry —Faye Dunaway y Mickey Rourke— en Barfly; Ben Sander-son y Sera —Nicholas Cage y Elizabeth Shue— en Leaving Las Vegas…), en cambio, Joe y Kirs-ten son víctimas de una situa-ción social mucho menos transi-tada en el arte: son simples mor-tales que se ven envueltos en la presión social de la copa ligada al trabajo, a las relaciones, luego a la ansiedad, más tarde al verti-ginoso intercambio de alcohol y vida. Se adoran, se divierten embo-rrachándose, se dislocan y se pierden. Causan estragos. Se desintoxican. Vuelven a caer y en un momento determinado él toma la decisión de empezar de cero sin una gota encima, mien-tras ella llega a prostituirse para alcanzar una última ronda que siempre resulta insaciable. Adaptada también al teatro, el éxito grande de la película se basó en gran medida en Jack Lemmon y Lee Remick: memo-rables protagonistas. Y una cu-riosidad: es el único drama de Blake Edwards, el divertido di-rector de comedias como La pantera rosa.
La revolución en curda
M oscú-Petushki o Moscú-Cercanías fue escrita por Venedikt Erof-
éiev (1938-1990), a su vez prota-gonista de la novela: un borra-
Magníficos borrachos con su placentera amargura,
por Guillem de Rubenhor
P á g i n a 1 9 S p e s U n i c a
Misteriosa Catherine Deneuve en la piel de una dama prisio-
nera del vino
cho empedernido que viaja en tren para conquistar definitiva-mente a su encantadora novia ―la más deliciosa de las rameras‖. En el viaje conocerá a mucha gente, un periplo que tiene bas-tante en común con La leyenda del santo bebedor, aunque ningún ele-mento en común con aquel autor ni con la religiosidad de aquel texto. Aquí, Venedikt es un re-belde al sistema soviético por estado de ensueño etílico, y lo más seductor de la obra queda para el final cuando —tras mu-chos momentos divertidos en compañía de un ángel sin refe-rencia mística alguna que le pro-tege de sucesivas desgracias— caen en las redes de un peculiar delirium tremens donde en lugar de bichos espantosos lo que ve es a los líderes de la revolución co-munista en mítines donde se va-naglorian del vodka a tal punto
que ordenan que se regalen cajas enteras a la población. Una exal-tación del alcoholismo en manos de un escritor que muere a los 52 años en un estado de embriaguez absoluto. Una actriz cuesta abajo-cuesta
arriba
G ena Rowlands interpreta a Myrtle Gordon, en Opening Night (Noche de
estreno, 1977). Una primera actriz
de teatro ensaya y vive una situa-ción dramática ante una admira-dora que muere en un accidente por perseguir su autógrafo. La diva alucina, le aterroriza cuanto vive, los años que pasan, su ma-durez, se replantea todo en unas horas alucinantes colgada de tan-ta cantidad de alcohol que todos temen que no asista al estreno, mientras el espectador se entera de que aquel accidente mortal no sucedió nunca, pero ha servido para que ella ponga su existencia boca abajo. Myrtle Gordon llega al teatro borracha perdida, sin mantenerse en pie, pero al acercarse al esce-nario se recompone y lleva a ca-bo una función espléndida ante un público más enamorado aún de ella. En cuanto acaba la fun-ción y agradece los aplausos, cae exhausta. Cuando a Rowlands le pregunta-
ron por su creación contestó: ―No tuve que esforzarme mu-cho. He trabajado con actrices más alcoholizadas que este per-sonaje y que, sin embargo, en escena resucitaban recordando todo el texto y desempeñándose brillantemente‖. La propia Row-lands no bebió en su ya larga vida (hoy 82 años). Sí lo hizo su marido, John Cassavetes, quien falleció a los 59 años.
Dean Martin bajo el cielo del bourbon
L a película de Gena brilla con luz propia y exhibe a una mujer muy bebedora
con capacidad de recuperación, pero en general son historias reales o ficticias con finales trágicos, y la moraleja que des-pliegan suele ser fatídica. Una de las grandes excepciones fue De-an Martin, un cantante-actor excelente que apenas lució una décima parte de su talento, ―felizmente‖ atrapado por las delicias de las bebidas de 40º. Murió a los 78 años, aunque desde los 50 muchas veces le dieron por muerto. El aconteci-miento más extraordinario lo protagonizó en un escenario completamente borracho, ante una sala llena de gente que le ovacionaba. En aquella oportunidad adaptó un clásico y lo convirtió en him-no a la borrachera. Se rió de sí mismo y en todo momento mantuvo su espléndida voz y dominio escénico, aunque era muy evidente que se mantenía en pie a duras penas. Hay que verlo deambular marea-do sobre el escenario. Deja en el piano su vaso de bourbon-whisky, coge el micrófono y can-ta la letra de When you´re smiling (Cuando tú sonríes) en una adapta-ción muy libre: When you´re drin-king: Cuando estás bebiendo…
https://www.youtube.com/watch?v=i3xPUOF0EwE Cuando bebes el espectáculo te parece
divino. Cuando bebes mejora tu punto de
vista. Pero cuando estás sobrio, cuando estás
sobrio, el cielo parece gris. Cuando estás sobrio la vida asusta,
así que sigue bebiendo, que eso es lo que más me gusta a mí.
Mundos beodos, curdas, embria-gados, ebrios, achispados…
P á g i n a 2 0 S p e s U n i c a
Gena Rowlands es la actriz Myrtle Gordon en Opening Night
Gente estupenda, gente terrible, un sinfín de histo-rias mientras la mayoría de los bares de nuestros pue-blos y ciudades destilan día a día, noche a noche, desde desayunos con su copa de licor a la penúlti-ma copa de madrugada, y esa placentera amargura de amar lo que sabes que te está destruyendo.
P á g i n a 2 1 S p e s U n i c a
Dean Martin, hasta el cielo del bourbon hasta los 78 años de edad
Una hermosa y trágica historia de amor en Días de vino y rosas
C uando un artista crea su imagen, está asimismo superando su pensa-
miento, que es una nada en comparación con la imagen del mundo captada emocionalmen-te, imagen que para él es una revelación. Pues el pensamiento es efímero, y la imagen, absolu-ta. Por eso se puede hablar de un paralelismo entre la impre-sión que recibe una persona espiritualmente sensible y una experiencia exclusivamente reli-giosa. El arte incide sobre todo en el alma de la persona y con-forma su estructura espiritual.
El poeta es una persona con la fuerza imaginativa y la psicolog-ía de un niño. Su impresión del mundo es inmediata, por mu-cho que se mueva por las gran-des ideas del universo. Es decir, no «describe» el mundo, el mundo es suyo.
Condición imprescindible para la recepción de una obra de arte es el estar dispuesto y ser capaz de tener confianza, fe, en un artista. Pero en ocasiones resul-ta difícil superar el grado de incomprensión que nos separa de una imagen poética percepti-ble exclusivamente por el senti-miento. Lo mismo que en el caso de la fe verdadera en Dios, también esta fe presupone una actitud interior especial, un po-tencial específico, puro, espiri-tual.
En este punto, a veces uno re-cuerda la conversación entre Stavrogin y Schatov en Los de-monios de Dostoievski:
«"Sólo quiero saber si usted mismo cree en Dios o no." Nikolai Vsevolo-dovich le miró con severidad.
"Yo creo en Rusia y en su orto-doxia… Yo creo en el Cuerpo de
Cristo… Yo creo que su retorno se dará en Rusia… Creo", tartamudeó Schatov fuera de sí.
"Y, ¿en Dios? ¿En Dios?"
"Yo… creeré en Dios".»
¿Qué se puede añadir? De forma absolutamente genial se ha reco-gido aquí esa confusa situación anímica, ese empobrecimiento interior, esa incapacidad, que cada vez más se va convirtiendo en irremisible característica del hom-bre moderno, al que se puede calificar de impotente en su inter-ior.
Lo bello queda oculto a los ojos de aquellos que no buscan la ver-dad. Precisamente el vacío inter-ior de quien percibe el arte y lo juzga sin estar dispuesto a re-flexionar sobre el sentido y la finalidad de la existencia de éste, ese vacío seduce más de la cuenta y lleva a una fórmula vulgar y simplista, al «¡No gusta!» o «¡No interesa!» Un argumento fuerte, pero es el argumento de quien ha nacido ciego e intenta describir un arco iris. Queda absolutamen-te sordo al padecimiento que su-fre un artista para comunicar a los demás la verdad que experi-menta en ello.
Pero, ¿qué es la verdad?
Una de las características más
tristes de nuestro tiempo es, en
mi opinión, el hecho de que hoy
en día una persona corriente que-
da definitivamente separada de
todo aquello que hace referencia
a una reflexión sobre lo bello y lo
eterno. La moderna cultura de
masas —una civilización de
prótesis—, pensada para el
«consumidor», mutila las almas,
cierra al hombre cada vez más el
camino hacia las cuestiones fun-
damentales de su existencia,
hacia el tomar conciencia de su
propia identidad como ser espi-
ritual. Pero el artista no puede,
no debe permanecer sordo ante
la llamada de la verdad, que es lo
único capaz de determinar y
disciplinar su voluntad creadora.
Sólo así obtiene la capacidad de
transmitir su fe también a otros.
Un artista sin esa fe es como un
pintor que hubiera nacido ciego.
Sería falso decir que un artista «busca» su tema. El tema va ma-durando en él como un fruto y le impulsa hacia la configura-ción. Es como un parto. El poe-ta nada tiene de lo que pudiera estar orgulloso. No es dueño de la situación, sino su vasallo, su servidor; la creatividad es para él la única forma de vida posible, y cada una de sus obras supone un acto al que no se puede negar libremente. La sensibilidad para la necesidad de ciertos pasos lógicos y para las leyes que los rigen sólo aparece cuando existe la fe en un ideal; sólo la fe apoya el sistema de las imágenes (o, lo que es lo mismo", el sistema de la vida).
El sentido de la verdad religiosa se da en la esperanza. La filosof-ía busca la verdad determinando los límites de la razón humana, el sentido del actuar y de la vida humanos (y esto es válido inclu-so en el caso del filósofo que llega a la conclusión de que el actuar y la existencia humanos carecen de sentido).
Al contrario de lo que se suele suponer, la determinación fun-cional del arte no se da en des-pertar pensamientos, transmitir ideas o servir de ejemplo. La finalidad del arte consiste más bien en preparar al hombre para
El arte como ansia de lo ideal (2º parte),
por Andrei Tarkovski (tomado de Esculpir en el Tiempo, ed. RIALP)
P á g i n a 2 2 S p e s U n i c a
la muerte, conmoverle en su interioridad más profunda.
Cuando el hombre se topa con una obra maestra, comienza a escuchar dentro de sí la voz que también inspiró al artista. En contacto con una obra de arte así, el observador experimenta una conmoción profunda, puri-ficadora. En aquella tensión específica que surge entre una obra maestra de arte y quien la contempla, las personas toman conciencia de los me-jores aspectos de su ser, que ahora exigen liberarse. Nos recono-cemos y descubrimos a nosotros mismos: en ese momento, en la inagotabilidad de nuestros propios sen-timientos.
Una obra maestra es un juicio —en su vali-dez absoluta— per-fecto y pleno sobre la realidad, cuyo valor se mide por el grado en que consiga expresar la indivi-dualidad humana en relación con lo espiritual.
¡Qué difícil es hablar de una
gran obra! Sin duda, además de
un sentimiento muy general de
armonía, existen otros criterios
claros que nos permiten descu-
brir una obra maestra dentro de
la masa de otras obras. Además,
el valor de una obra maestra es
relativo, en relación con el que
lo recibe. Normalmente se cree
que la importancia de una obra
de arte se puede medir por la
reacción de las personas frente a
esa obra, por la relación que
resulta entre ella y la sociedad.
En términos generales, esto es
cierto. Pero lo paradójico es que
la obra de arte, en ese caso, de-
pende totalmente de quienes la
reciben, de que esa persona sea
capaz o incapaz de descubrir, de
percibir lo que une la obra con
el mundo en su totalidad y con
una individualidad humana da-
da, que es el resultado de sus
propias relaciones con la reali-
dad. Goethe tiene toda la razón
cuando dice que es tan difícil
leer un buen libro como escri-
birlo. No puede existir una pre-
tensión de objetividad del pro-
pio juicio, de la propia opinión.
Cada posibilidad, aunque sea
sólo relativamente objetiva, de
un juicio está condicionada por
una variedad de interpretacio-
nes. Y si una obra de arte tiene
un valor jerárquico a los ojos de
la masa, de la mayoría, esto sue-
le ser el resultado de circunstan-
cias casuales y resulta por ejem-
plo del hecho de que aquella
obra de arte tuvo suerte con
quienes la interpretaron. Por
otra parte, las afinidades estéti-
cas de una persona en muchos
casos dicen mucho más sobre la
propia persona que sobre la
obra de arte en sí.
Quien interpreta una obra de
arte, normalmente centra su
atención en un campo determi-
nado para ilustrar en él su pro-
pia posición, pero en muy pocas
ocasiones parte de un contacto
emocional, vivo, inmediato, con
la obra de arte. Para una recep-
ción así, pura, haría falta una
capacidad fuera de lo común
para llegar a un juicio original,
independiente, «inocente» —
por llamarlo de algún modo—;
pero el hombre normalmente
busca confirmación de la propia
opinión en el contexto de ejem-
plos y fenómenos que ya cono-
ce, por lo que juzga las obras de
arte por analogía con sus ideas
subjetivas o con
experiencias perso-
nales. Por otro lado,
la obra de arte co-
bra, gracias a la mul-
tiplicidad de los jui-
cios que sobre ella
se emiten, una vida
cambiante, variopin-
ta, se enriquece, y
así. llega a obtener
una cierta plenitud
de vida.
CONTINÚA EN EL PRÓXI-MO NÚMERO
P á g i n a 2 3 S p e s U n i c a
C lamar al cielo en un tiempo que corroe y no
socorre. Se me ocurre que no vamos ni venimos
y para peor ni siquiera estamos quietos. Lo dijo
Groucho Marx: ―Hoy he tenido un día tan estúpido que
salí de casa cuatro veces y no fui a ninguna parte‖.
E s voluntad divina, dícese, así como humana —
corrígese— que la evolución vaya por diversos
caminos, siempre alborotada por la codicia de
unos y la necesidad de otros, dos extremos bien asenta-
dos. Dioses y hombres jamás estuvieron de acuerdo, y
pujaron lo suyo para dominar los territorios como la ma-
yoría de los animales, aunque entre estos, como en etnias
humanas, también los hay serenos y amantísimos de las
cosas de vivir, dispuestos a negociar antes que atacar.
Pero son los menos, los mínimos, cosa que no tiene por
qué importarnos, ya que las mayorías son un peligro tre-
mendo, y a la vez una necesidad: siempre moviéndonos
entre extremos muy extremos.
L as mayorías que, como la democracia, al decir
del eximio Jorge Luis Borges, ―Son un abuso de
la estadística‖, son a su vez imprescindibles para
remover las sociales conductas desde siempre dominadas
por la llamada clase dirigente. Sin mayorías no se hubiera
producido ninguna revolución y gracias a algunas revolu-
ciones el mundo se ha volcado, ha girado y se ha estrella-
do, pero millones de personas muertas de hambre, de
ignorancia y de locura han logrado una existencia en la
que mirar al vecino era un acto poblado de sonrisas bien
alimentadas.
A sí las cosas, entre estas palabras que se buscan
a sí mismas y a ratos se encuentran —y hacen
como que no se conocen— he de decir nada y
todo, ampuloso, pomposo, humilde, tímido, púdico e
impúdico, pero jamás callado, aprovecho la invitación
de Master Langella para dejar que mis dedos se desli-
cen sobre el teclado y ataquen iras y alegrías de la vida
y el pensamiento sin ton ni son o bailando al sol que
más nos calienta a la inmensa mayoría.
D e teatro en teatro, y de libro en libro, se-
mana a semana, a causa de mi trabajo
como cronista cultural, a veces doy con
Belén Herrero Cagigal, jefa de prensa del Teatro Es-
pañol de Madrid, simpática y bien avenida como ella
sola. En una ocasión le pedí entradas para un es-
pectáculo muy solicitado, y me respondió: ―No te
preocupes, Horacio, te tendré en mis horaciones‖. Y
añadió: ―Qué malo. Soy famosa por mis chistes ma-
los‖. Yo también, le contesté, con la diferencia de que
este chiste nunca me lo habían hecho y me produjo
una buena cantidad de diversión.
M e han llamado Rubenhor, Hora, Hori-
to, Hori, Bhoris, Bhorisio, Horilacio…
pero eso de que genero posibles hora-
ciones, encendidas y amistosas, pues nunca. Así que,
gracias muchas, Belenísima, y a ver qué sale mes a
mes de esta ―nuestra‖ página en revista producida en
Argentina para el mundo entero.
A sí las cosas, continúo con las horaciones
de esta ocasión en torno a lo humano y lo
divino, pero proclive a no plantearme nada
en especial, ni discurso ni contra-discurso, ni antisis-
tema ni tal para cual don Pascual: es voluntad de las
propias palabras y su teclado que me quede donde
comencé y trate de indagar por qué empecé así: Cla-
mar al cielo en un tiempo que corroe y no socorre. Se
me ocurre que no vamos ni venimos y para peor ni
Las Horaciones de Horacio, Las Horaciones de Horacio, Las Horaciones de Horacio,
por Horacio Otheguy Riveira
P á g i n a 2 4 S p e s U n i c a
para peor ni siquiera estamos quietos. Lo dijo Groucho
Marx: ―Hoy he tenido un día tan estúpido que salí de casa
cuatro veces y no fui a ninguna parte‖.
P ero me temo que no hay más que esta desazón
del alma mía frente a la necesidad olímpica de ir
a alguna parte evitando tropiezos y desastres en
medio de España, un barco que hace aguas pero aún pa-
rece tener muchos salvavidas: su gente, la solidaridad de
tantos que con su espíritu de lucha detestan que hablen
de los políticos y de la vergüenza nacional como propia
de ―todos los españoles‖.
U n amigo tuvo una dura experiencia en El Sal-
vador. Un taxista le robó varias pertenencias
importantes, entre ellas el ordenador portátil,
y ni modo de recuperar nada. Cuando fue a la comisaría
con el número del coche, pensando que seguro que har-
ían algo, se le rieron en la cara: ―Ya robaron mucho uste-
des, los españoles, así que con que les roben un poco
ahora tampoco pasa nada‖. Mi amigo se puso de mil co-
lores y torpemente intentó explicar lo obvio: ―Yo no fui,
yo no estuve en la colonización, yo…‖. Imposible. El poli
se reía. Y así sucede en la mayoría de los países, y en unos
y otros se generaliza. Aquí en España se hinchan a hablar
en contra de argentinos, colombianos, turcos… Y lo
hacen como se suele hacer en todo el mundo: con la vara
de medir de repetir lo que oyen por ahí o con la experien-
cia que hayas tenido, que es algo terriblemente estúpido
que a todos nos ha pasado alguna vez. Aunque no tiene
perdón cuando le sucede a un profesional de medios de
comunicación.
U na periodista de bastante popularidad —
todavía en el candelero en el área de la mal
llamada ―prensa del corazón‖— en los ochen-
ta escribió en un diario que los argentinos eran como las
cucarachas, que te los encontrabas por todas partes. Lue-
go se supo que había tenido un moderado disgusto con
un noviete oriundo de las Pampas.
N i etnias, razas, costumbres ni ideologías:
personas, por favor. Sólo personas. Aquí
y ahora en esta España que rezuma mise-
ria moral y corrupción a troche y moche hay mucha
gente valiosa que pone mucho de su parte cada día
para mantenerse en pie en compañía de otros. Así en
la educación, la sanidad, en el arte, en todas las esfe-
ras surgen manos tendidas, trueques de atención para
quienes no tienen dinero, cobijos, comida, y todo
aderezado de amistad y amor a raudales en una socie-
dad que ha padecido una guerra civil cruenta y una
dictadura durante 40 años y que después de 35 años
de democracia descubrió un montón de porquería
metida debajo de la alfombra y dentro de las cajone-
ras cerradas con llave.
U n descubrimiento terriblemente doloroso
porque los robos del Estado, Casa Real y
políticos gobernantes, generaron un défi-
cit bestial que ahora nos obligan a pagarlo a los llama-
dos ciudadanos de a pie. Una lucha que se prevé lar-
ga, difícil, entre criminales de mucho cuidado en gran
parte de Europa, pero, aquí y ahora, entre amigos
viejos y nuevos. Amigos que existen en una abundan-
cia que muchos no creímos posible, más allá de es-
tadísticas y votos: en el misterioso campo de esa vida
cotidiana que sólo tendría cabida en un telediario de
las buenas noticias.
P á g i n a 2 5 S p e s U n i c a
Mi abuelo el jeringón
E ntonces, primer concep-to: los gases existen.
Son materia. Y, si son materia, algún peso tendrán que poseer. ¿Por qué no pesan en un plato de una balanza? Por-que son una materia bastante rara.
Muy distinta a la papa o al sa-chet de leche: tratan de ocupar cualquier espacio vacío. Se ex-panden todo lo que pueden. Así que hay aire arriba de la balanza y debajo de ella. Y como los fluidos hacen fuerza también ―para arriba‖ -como descubrió Arquímedes al sumergirse en una bañadera, (cuando dijo ―Eureka‖, ¿te acordás?)- el aire que está arriba en la balanza se compensa con el que está abajo.
¿Cómo haríamos, entonces, para pesar el aire, o cualquier otro gas? Para mí, el primer paso sería juntarlo. Teniendo en cuenta que se escapa de cual-quier recipiente abierto, elegiría algo cerrado e impermeable a los gases. Como, por ejemplo, un recipiente de metal, o de vidrio. Con algún agujero por donde se pueda meter el gas. Y una llave, para cerrarla una vez que el gas esté adentro.
Ahí viene otro problema: el gas es muy ―livianito‖.
O, como dicen los químicos, es muy poco denso.
¿Qué quieren decir con eso?: que pesan muy poco PARA EL VOLUMEN QUE OCUPAN.
Y miden esa ―liviandad‖, esa densidad, como una PROPOR-CIÓN entre el peso del gas y el volumen de ese mismo gas. (Aclaración: en realidad ESO no es la densidad, sino un pri-
mo hermano, el Peso Específico, porque hay un quilombito-quilombote con el tema del Peso y la Masa, que después veremos, pero, para el caso, la explicación sirve igual).
Decíamos entonces que los gases son poco densos.
O sea que en una olla de un litro habrá muy poquito gas, que en-tonces pesará muy poquito tam-bién. O sea que la olla vacía pe-sará casi lo mismo que la olla con aire. De manera que el problema de pesar el aire para ver cuánta materia tiene incluiría algún pro-ceso para meter mucho aire en la olla, para que así tenga algún peso perceptible. Y entonces dividir ese peso entre la cantidad de volúmenes de aire que le metí. A ver: tengo una olla de un litro, es decir, el volumen justo para me-ter un litro de leche. Una olla chiquita, bah.
Una ollita, casi. Si está destapada tienes adentro un litro de aire. Que, como dijimos, apenas si pesa algo.
Para que pese algo razonable, lo lógico sería meterle, digamos, diez litros de aire. O cien, mejor.
¿Cómo harías para meter cien litros de aire en una ollita de un litro? Habría que meterlo a pre-sión, ¿no?
Para eso tendrías que tener la olla tapada, con un burlete de goma, o algo así, para que no se escape el aire. Como una olla a presión, ¿cierto? Y meterle el aire con una jeringa por el piquito de arriba, sin dejarlo salir después. Si tienes una jeringa de un litro (tremendo jeringón, me hace acordar a mi abuelo) y le echás 100 veces el aire que contiene adentro de la olla, tendrás 100 volúmenes de aire en el volumen final de la ollita. Es decir, tendrás
una relación 100 : 1 entre el vo-lumen inicial de aire antes de introducirlo y el volumen final de 1 litro de la olla. O sea que, si pesás la olla inicial, extraído por vacío el aire que tenía, y la olla después, con 100 volúmenes de aire, te dará una diferencia de pesos. Supongamos que la olla con cien litros de aire pese, diga-mos, por decir cualquier cosa, 130 gramos más que cuando estaba sin aire, ¿qué conclusión sacarías? Que, si 130 gramos son 100 litros de aire, entonces, ¿cuánto pesará UN litro de aire del que respiramos, no del COMPRIMIDO?
Eso es una regla de tres simple. Lo que los matemáticos llaman una relación lineal directa con ordenada cero en el origen. (Ya veremos bien esto). Y se calcula siempre igual: se hace el clásico planteo de la Primaria.
Si 100 litros pesan 130 gramos, 1 litro pesará X.
Con X igual al producto de los dos medios sobre el extremo conocido, ¿te acordás? En este caso X resultará igual a 1,3 gra-mos / litro. Hacelo, si no me creés. Que quiere decir que ca-da litro de aire -del que tenemos alrededor- pesa 1,3 gramos.
El gas, ese incomprendido.
R ecapitulando. Primero: mi abuelo era jeringón pero muy bueno. Se-
gundo: el estado de la materia que se llama estado gaseoso tiene varios problemas: no se ve, pesa re-poquito y se escapa de cualquier recipiente.
Pero hay que entenderlo bien porque, si no, es imposible hacer razonamiento alguno con la ma-
¿
P á g i n a 2 6 S p e s U n i c a
teria que es—justo— lo que estudia la química. Qué macana.
Así que vamos a seguir tratando de entender a los gases, a las propiedades que tienen todos ellos.
Es decir, a las leyes que los go-biernan. Volvamos, entonces, a la ollita a presión de 1 litro. Pri-mero, dijimos, le sacamos -con una jeringa bien encastrada- todo el aire que tiene. ¿Qué ten-dremos adentro de nuestra ollita tapada?: NADA. Lo que los Químicos llaman vacío. ¿Por qué me doy cuenta de que no hay nada? Porque, si peso la ollita (cerrada como está), no logro hacerla pesar menos, aunque haga más vacío.
O sea que, concluyo, no queda más materia por retirar.
(¿Te acuerdas de que toda la materia pesaba, no?).
Aristóteles: lola, estabas equivo-cado. El vacío EXISTE, aunque parezca una paradoja difícil de deglutir.
Bueno, le meto -con el jeringón de un litro- el litro de aire que le había sacado para dejarla vacía.
Si ahora saco el jeringón del piquito por donde entró el aire, ¿qué te parece que pasará? Pa-sará que no entrará ni saldrá aire NETO, porque tanto el de afue-ra como el de adentro están a la misma presión. Algo de aire saldrá, seguro, porque el aire se escapa de cualquier lado. Pero una cantidad equivalente en-trará, porque también se escapa del recipiente de la habitación hacia la ollita. (¿Cómo podrías hacer un experimento para sa-ber que, aunque no haya salida o entrada de aire NETO, sí hubo entrada y salida de aire?)
Bueno, tengo la ollita con 1 litro de aire.
Agarro de nuevo el jeringón y le mando OTRO litrito de aire (Y van dos). Si a la presión del aire en la olla vacía le digo PRE-
SIÓN CERO, y a la presión de la olla con un litro le llamo PRESIÓN UNO, o presión atmosférica, o presión de 1 atmósfera, o presión del aire que está en el ambiente, a esta nueva presión la llamaré DOS.
O presión de 2 atmósferas. Si saco el jeringón que está tapan-do el piquito, ¿habrá entrada neta de aire por el piquito, o salida neta?
Nota: Para contactar con el au-tor escribirle a [email protected]
P á g i n a 2 7 S p e s U n i c a
E l Gato llegó en cuarto lugar
a la llamada de Buda; es un
animal emblemático de
tendencia Yin; se orienta hacia el
Poniente y su estación es el otoño,
en donde un símbolo de su pureza
debe vivir en soledad o, al menos,
refugiarse en ella para poder ser él
mismo.
Discreto y prudente, honrado habi-
tante del silencio y de la medita-
ción inteligente, para un Gato no es
nada sencillo poder convivir con el
mundo externo y mantener, en su
pureza debida, el mundo interno.
Así, como casi todos los demás
seres humanos, debe llegar al com-
promiso, al equilibrio que le permi-
ta mantener las constantes aními-
cas y los sueños sin que unos y
otros se interfieran, sin que nadie
triunfe sobre su modesta voluntad.
No es fácil llegar a tal acuerdo
entre realidad y necesidad y se
produce, como reacción, un cierto
resquemor ante los demás.
Sin embargo, su actitud está lejos
del egoísmo, defecto que el Gato
teme especialmente a pesar de que
su desconfianza natural les pueda
llevar a ser abiertamente insolida-
rios.
Por el contrario, para los que le
conocen bien y han traspasado la
barrera protectora de la intimidad,
el Gato es el mejor amigo posible,
el más esforzado compañero. Les
cuesta tanto aceptar a alguien de
fuera dentro de su refugio, de su
hogar, que cuando lo hacen es con
todas las consecuencias de la hos-
pitalidad de la amistad plena.
Trabajador esforzado, ahorrador
prudente y generoso son otras ca-
racterísticas de este signo del Zod-
íaco chino.
Los años del Gato y los cinco elementos
( Cada uno de estos tipos se repiten cada doce años).
GATO-TIERRA
Los Gato nacidos en los años 1915
y 1975, tienen como elemento la
Tierra. Cuando esto ocurre, el
Gato tiende a sentirse en su ele-
mento y las condiciones serán
ideales para que armonicen su vida
con la naturaleza, para que encuen-
tren una tranquilidad que les es
más que necesaria.
Como siempre, los Gato tratarán
de hacerse su rincón al abrigo de
los disgustos grandes y pequeños,
pero ahora tendrán también la sen-
sación de que ha llegado el mo-
mento de ser tal y como desean
ser, sin que les puedan echar en
cara que están huyendo, porque
estarán seguros de que no es cierto,
de que suya es la razón.
GATO-FUEGO
En los años 1927 y 1987, cuando
el calor del sur gobierna la vida,
los Gato reciben su benefactor
impulso vital y les dará ese toque
de energía que necesitan para
arrancar y lanzarse hacia delante,
hacia una vida plena, sin estar su-
jetos por la cadena de la prudencia.
Con el Fuego los Gato se convier-
ten en creadores, no en simples
aprendices de la vida exterior a
ellos. Sólo hay peligro si no saben
ser dueños de esta nueva fuerza y
se dejan llevar por ella confundien-
do creación y destrucción; una
forma de equivocada potencia que
puede terminar por romper tam-
bién su existencia.
GATO-MADERA
La flexibilidad viene de la mano
de la Madera en los años 1903 y
1963, los Gato reciben la nueva
posibilidad de salir a la intemperie
y estar allá, sin temores, sabiendo
capear los temporales, que son
mucho menos fuertes y frecuentes
de lo que estos seres temen en un
principio. Encima, los Gato naci-
dos en los años de la Madera tie-
nen la gran ventaja de poseer cua-
lidades fácilmente observables,
eminentemente apreciables: son
elegantes, atractivos, con sensibili-
dad y arte para moverse, expresar-
se actuar y reaccionar. No es que
sean distintos a sus compañeros de
emblema, es que han tenido la
gran suerte de poseer la flexibili-
dad necesaria para poder vivir sin
temores, tal como son.
GATO-AGUA
En el año del Agua, 1951, es
cuando el frío del norte se apodera
de la tierra firme y de los seres que
en ella viven. Entonces el Gato,
invadido por el elemento Agua, se
ve aún más complacido por la
inacción, por la indolencia y toda
su atención se centrará en la cons-
trucción, en el logro del refugio en
óóó
( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s
A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a .
F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .
P á g i n a 2 8 S p e s U n i c a
el que piensa esconderse, aislarse,
separarse de los excesos y de las
exageraciones que no puede ni
nunca podrá soportar. No dirá
jamás que gran parte de sus moti-
vos se esconden en una fuerte timi-
dez y que su pretensión es huir de
la realidad, de los enfrentamientos.
GATO-METAL
El aire seco del oeste ha pasado
sobre la faz de la tierra y los Gato
que han nacido en los años 1939 y
1999, se benefician de la claridad
del Metal, de su pureza, sin mez-
clas ni manchas. El inmaculado
metal ha marcado su existencia y
ellos tienen que aprender a convi-
vir con los demás, mientras que un
rígido corsé les atenaza e impide la
suavidad, la matización.
Sus acciones oscilarán entre el
blanco y el negro, entre la pasión y
la cólera. Cualquier cosa menos
diplomáticos, los Gato de Metal
tienen la ventaja de no perderse en
comparaciones y el riesgo de la
inflexibilidad suma. Frente a lo que
en un principio se pudiera pensar,
no son gente de lucha y preferirán
evitar los enfrentamientos, aleján-
dose de la discusión, de la pelea.
El signo Gato y el amor
L os Gato son maestros en
todos esos pequeños deta-
lles como recordar aniversa-
rios, onomásticas, preparar un re-
galo, adornar una mesa o escribir
unas líneas de felicitación. Si pu-
dieran, estarían todos los días feli-
citando a sus amigos y también a
algún "semienemigo". Les gusta
tanto la felicidad, que tratan de
regar con ella a todos los seres que
se aproximan a su entorno. Los
Gato no se comprometen en ideas
o tendencias, pero nada les frena
en el amor; en esto sí que se com-
prometen a dar lo mejor de sí y a
ser fieles.
Salud
L os Gato tienen una sólida
salud y una excelente capa-
cidad para hacerse un refu-
gio en el que protegerse de los
ataques y las sorpresas. Sin embar-
go, esta virtud puede convertirse
en un contratiempo ya que siempre
necesitarán de dicho refugio. Si al
Gato se le saca al aire, a campo
abierto, todo su sistema se le viene
abajo, queda inerme frente a las
fuerzas sencillas de una naturaleza
que no puede controlar.
Desde luego, con su laboriosidad y
disciplina rehará su hogar y se
ocupará de los suyos, pero quedará
tocado por el susto, por la sorpresa,
y marcado por el temor de que
aquel desbarajuste pueda de nuevo
sobrevenirle en otra ocasión, tan
súbitamente como la primera vez.
Trabajo
P ara la cultura occidental
resulta muy extraño que el
símbolo del Gato pueda ser
también cubierto por una liebre o
viceversa. El felino y el roedor no
parecen poder estar al servicio del
mismo grupo humano; incluso, se
habla de la mixtificación con el
ejemplo de "dar gato por liebre",
poniendo a la liebre en el departa-
mento de lo bueno y al gato en la
casilla de lo malo, lo falso.
Pero en Oriente se puede intercam-
biar la figura de estos dos animales
sin que pase nada. De los dos se
dice que reflejan la prudencia y la
discreción; que son honestos y
perseverantes. Cuando se quiere
hablar más en contra, se resalta su
egoísmo y su susceptibilidad.
Lo único que no se le debe exigir
al Gato es que se encarame a una
cátedra y vaya tomando, una tras
otra decisiones de peso. Ese no es
su papel; él sabe administrar, mo-
derar, preparar, estudiar y realizar
todo lo que haga falta y un poco
más, si es necesario. No es perezo-
so, pero tiene un horror definitivo
a la equivocación y muchas deci-
siones son muchas probabilidades
a favor del error, muchas más de
las necesarias para su equilibrio
físico y mental.
Aventura
E n casi todos los animales
emblemáticos la aventura
puede ocupar una parte
importante en su vida, ya sea co-
mo motivo principal de sus sueños
o necesidades, o como una vía de
escape al tedio insostenible de la
vulgaridad diaria. En este apartado
de la personalidad zodiacal, en el
mundo del Gato, la aventura es un
peligro que acecha su estabilidad.
Correr una aventura pierde su sen-
tido de juego y la posible carga de
emoción, para convertirse en un
riesgo que acecha detrás de una
situación imprecisa.
El azar no es un reparto aleatorio
de la suerte, sea esta favorable o
desfavorable, es por sí mismo un
elemento nefasto, porque todo lo
que no sea conocido no se puede
prever y este animal necesita con-
trolar el presente y el futuro, con
un criterio de previsión que muy
pocos humanos pueden igualar.
Que algo pueda suceder o no, por
una mera organización aleatoria de
la vida, es algo que desagrada pro-
fundamente a los organizados y
metódicos Gato.
Compañeros de camino del sig-no Gato
GATO/RATA
Una mezcla bastante rara, un con-
trasentido de la naturaleza, que
obliga a dos símbolos extraños a
compartir toda una vida. Cuando
menos, esta mezcla puede resultar
bastante sorprendente, si se aguan-
ta el contrasentido y se tiene pa-
ciencia para unirse en lo bueno y
pasar por alto lo malo. Es el inten-
to de poner juntos a la Rata intro-
vertida y huraña y al Gato domés-
tico y familiar; puede ser agrada-
ble, por lo que tiene de absoluta-
mente complementario y al menos
es una forma de consolarse ante la
desgracia de tener dos fundamen-
tos opuestos o contradictorios.
P á g i n a 2 9 S p e s U n i c a
Esta pareja puede resultar en mu-
chos momentos inaguantable,
sobre todo ante una actitud emi-
nentemente conservadora. Pero
tal vez sea la pura costumbre, y
ésta no es la mejor forma de abor-
dar los problemas.
GATO/BÚFALO
Según los sabios orientales, del
Gato y del Búfalo sólo puede
esperarse una falta absoluta de
templanza y equilibrio, una conti-
nua oscilación entre la alegría y la
tristeza, entre la acción y la medi-
tación, entre la mesura y la des-
mesura; pero todo sin previo avi-
so.
Hay quienes opinan que quien
pierde en esta relación es el Búfa-
lo; él es apacible, al menos en
apariencia, y el Gato es visto co-
mo el que trastoca su plácida
existencia; es el felino quien saca
de sus casillas al testarudo fabri-
cante de surcos, al eterno trabaja-
dor. En cualquier caso, todos co-
inciden en calificarles de ser una
mala pareja.
GATO/TIGRE
Felino unido a felino, una doble
mezcla de engañosa apariencia y
mentirosa presencia. A muchos
les gusta tener y cuidar a un gato
en casa, algunos menos les puede
resultar agradable tener un tigre
en casa.
Aunque estos ejemplos zoológi-
cos sean eminentemente occiden-
tales, sirven de medida mínima
para poner un poco de orden en
los modos de pensar en animales
emblemáticos, tan distintos de los
signos zodiacales y tan completa-
mente construidos sobre la triple
base del año, la hora y el elemen-
to. Son doce por doce combina-
ciones, multiplicadas, finalmente,
por cinco, que hacen un total de
setecientas veinte posibilidades y
no todas van a ser buenas. En este
caso no lo sería para el gato, pero
tampoco sería recomendable para
los acompañantes de esta reunión.
GATO/GATO
En la intimidad de este doblete se
encontrarán uno o más secretos
profundos. En su intimidad podrá
existir cualquier cosa, por insospe-
chada que sea, pero sólo la podrá
encontrar el misterioso y reservado
doble gato, que no es precisamente
el ser más interesado en sacar pro-
blemas profundos, ni sentimientos
sepultados en esas absurdas profun-
didades de su alma misteriosa y
recóndita.
La actitud prudente por naturaleza
del Gato, se verá reforzada por esta
unión y se perderá en interminables
consideraciones antes de tomar
cualquier clase de decisiones, por
insustanciales que parezcan. Con
tanto misterio en su vida, tendrá la
ventaja única de resultar, a determi-
nadas edades, terriblemente seduc-
tor para un público bastante amplio
y ese misterio ambulante cosechará
grandes triunfos, aunque perderá su
encanto si desvela el misterio y
confiesa su eterno temor.
GATO/DRAGÓN
De la unión del Gato con el
Dragón hay que reconocer a un
triunfador en potencia. Esta mezcla
entre imperio de la fuerza y el do-
minio del saber y de la astucia es
una combinación de héroe con sa-
bio: una perfecta unión entre la
inteligencia y la creación.
Quien disfrute de esta compañía,
podrá llegar a ser un magnífico
rector de destinos, o convertirse en
un ser despiadadamente astuto, con
el placer insano de demostrarse a sí
mismo su capacidad de manipula-
ción.
GATO/SERPIENTE
No se puede decir que de los dos
emblemas se pueda esperar una
respuesta clara y cualquier cosa
puede resultar de esta reunión de
símbolos en una misma persona. Es
un producto verdaderamente volu-
ble, casi tanto como lo puede ser el
humano medio, con una personali-
dad característica, pero con una
maleabilidad que se confunde de-
masiado con la comodidad.
Con su desconcierto, heredado de
los animales entremezclados, po-
dremos encontrarnos con un insen-
sato bromista, con un jugador pro-
fesional o con un ser con grandes
y constantes deseos de sorprender
en todo momento; de saltar sobre
nuestra paz para desconcertar,
para jugar, para probar su capaci-
dad de encantamiento, de seduc-
ción y hasta de atemorizar.
GATO/CABALLO
Ante un ser de estas características
debemos dejar terreno libre porque
el Gato/Caballo es un ser lleno de
ansiedad. Ésta, quizá se deba a su
innata fiebre por quedar colocado
a la cabeza de casi todo lo que se
le ponga por delante, pues su meta
no está fijada de antemano: tiene
tantos deseos de ganar que sólo
puede atender a lo que aparece
más a mano.
Pero no es un ser atolondrado,
nada de eso, es un ganador nato y
para ganar sabe que hay que actuar
con prudencia, inteligencia y reso-
lución. Como es natural, si le que-
da tiempo se lo dedicará al resto
del mundo, pero sólo cuando esté
satisfecho y, normalmente, no
tiene mucho tiempo que perder en
estarlo.
GATO/CABRA
Un ser dulce donde los haya, un
soñador, un vagabundo del espíri-
tu y, si la fortuna le acompaña, un
vagabundo en la vida real; así pue-
de definirse al Gato que tiene co-
mo compañero de viaje a la Ca-
bra.
Pero la vida suele ser bastante
dura para los soñadores, así que le
cabe como recurso el dejarse en
exclusiva la parcela de las ensoña-
ciones para su uso privado y arros-
trar la realidad como una carga
aceptable; sobre todo, porque los
otros también la aceptan y él se
siente parte de un todo.
P á g i n a 3 0 S p e s U n i c a
Como compañero es un ser en-
cantador; como amigo, un bien
precioso, tranquilo, ecuánime y
tan resistente como el más firme
acero ante las contrariedades, por
muchas que sean y por muy se-
guidas que aparezcan. Si sufre
nadie va a notarlo porque si a él
no le gusta que le turben en sus
sueños, considera aún más imper-
donable turbar a los demás.
GATO/MONO
Este tipo de Gato se caracteriza
por ser personas inteligentes que
han logrado obtener la mejor
mezcla de imaginación y astucia,
intuiciones ancestrales y un pro-
fundo estudio de todo lo que pu-
diera quedar ignorado en un des-
cuido que para él o ella no debe
existir.
Los Gato/Mono tendrán el triunfo
al alcance de su mano, si es que
le llega a interesar el éxito. Por-
que una sabrosa unión como ésta
tiene más interés en el medio que
en el fin, en divertirse que en
ganar. Su habilidad es bien cono-
cida y no tiene ningún interés en
demostrarla a los demás, ni en
recordársela a sí mismo. Lo que
le gusta es el juego, lo lúdico, la
posibilidad de transformar cual-
quier trámite en una novedad, y si
encima consigue divertirse, ya no
necesita mayor premio.
GATO/GALLO
Un excelente y tranquilo compa-
ñero de camino como el Gallo,
irá apaciblemente de la mano del
Gato y juntos observarán el mun-
do con el dominio total de las
situaciones.
No será una pareja de caracteres
ganadores ni un par de aventure-
ros lanzados a la fama, sino un
sólido personaje con fuerza y
solidez para aguantar el más largo
y difícil recorrido. Su camino ya
se lo sabrá marcar él o ella, que
nadie puede tener la pretensión de
llevar a un Gato/Gallo a remolque
ni en tumultuosa turba. Gato y
Gallo irán por el buen camino y,
si no lo hay, lo harán: para ellos y
para todos, porque sin ser genero-
sos nunca serán egoístas. Ni de eso
ni de otras muchas cosas tienen la
más mínima necesidad.
GATO/PERRO
Un ser desconfiado, pero no cobar-
de; una persona triste, pero buena y
cabal; con una incapacidad innata
de atacar, de hacer daño a los de-
más, porque bastante pesar tiene
encima de sus costillas el Gato na-
cido entre las 19 y las 21.
En esa hora de oscuridad grisácea
se debate en angustias el que nace
bajo esta influencia, pensando en lo
que podía haber sido y no es, en lo
que pudo llegar y no llegó. En todo
este comportamiento del Ga-
to/Perro hay más de melancolía
constitucional que de causas reales,
desconfiando siempre de un futuro
incierto.
GATO/JABALÍ
También podría ser un triunfador, si
le interesase, pero nada en concreto
y todo en abstracto interesa al Ga-
to/Jabalí. Es inteligente y muy
organizado, como corresponde al
Gato, portador del emblema princi-
pal, pero tiene el vigor del éste ca-
rece. E
Suelen ser personas solitarias,
aunque no por falta de encanto,
sino por la necesidad de estar a
gusto con su soledad, sintiendo su
mundo sin ruido ni ecos. Le gusta
vivir bien, pero tampoco se va a
dejar atar por la riqueza, ni va a
perder la posibilidad de disfrutar
del conocimiento o de los senti-
mientos.
Sabe alegrarse con la presencia de
amigos y amantes y es, con fre-
cuencia, un tanto excesivo ya que
posee una moral bastante peculiar.
P á g i n a 3 1 S p e s U n i c a
Drew Barrymore, Gato de 1975
Capítulo II
Visita al Asilo Arkham.
Despertó pasado el me-
diodía, sufriendo una horrible
resaca, caído sobre la cama, aún
sin desvestir. Se le había relevado
de todas sus obligaciones habitua-
les, en el trabajo, en su nueva
misión no tendría horarios, por lo
que tampoco tenía apuro. Luego
de darse un baño y cambiarse de
ropas, bajó a la calle a comprar el
Gotham Examiner, para ir a leerlo
a un bar.
Desde la desaparición de
Batman, todos aquellos meses,
infructuosamente desde el Depar-
tamento de Policía se había inten-
tado llamar su atención, por me-
dio de la batiseñal. Aquella noche
solo sirvió para que hordas de
pandilleros tomaran por asalto el
edificio y arrojaran el artefacto
desde las alturas, de la terraza a la
calle. Ciudad Gótica se hallaba al
borde del colapso. Brad Stowell
cenó algo al paso y luego regresó
a su apartamento, a descansar,
puesto que le esperaba una dura
noche.
Pasadas las 0 horas, un
automóvil del gobierno fue a su
casa a buscarlo, en cuyo interior
ya se hallaba su jefe, el Dr. Ca-
meron. Se saludaron secamente,
continuaron todo el viaje en silen-
cio, hacia las afueras de la ciudad.
El automóvil surcó desoladas
calles mojadas por la lluvia.
Tras vadear los lindes
del bosque, dieron con la entrada
al Asilo Arkham, que recortado a
lo lejos, se imponía a la distancia
como un castillo tenebroso.
Fueron recibidos por el
Dr. Jeremías Fox, director del
asilo y centro de reclusión. Mien-
tras el Dr. Cameron hacía las pre-
sentaciones, sus asistentes saca-
ron los equipos del baúl del auto-
móvil y los ingresaron al edificio.
-He visto al entrar que se
instalaron cinco nuevas vallas de
seguridad-. Comentó el Dr. Came-
ron al Dr. Fox.
-Se instalaron cinco nue-
vas vallas, electrificadas y conte-
niendo distintas clases de trampas,
cada vez que el Guasón fue restitui-
do aquí por Batman, luego de cada
una de sus fugas-. Respondió el
hombre, preocupado. –Vayamos a
la sala de interrogaciones-. Agregó
después, invitando a los científicos
a deambular por largos, desolados y
oscuros corredores.
A los pocos minutos des-
embocaron a una enorme sala, de
paredes y pisos blancos, profusa-
mente iluminada, como queriendo
desesperadamente contrastar la
tétrica apariencia de las inmediacio-
nes.
-Una mesa, sillas, un toma
corriente-. Mostró el Dr. Fox a los
visitantes. -¿Falta algo de lo que
hayan pedido?.
Brad se quedó viendo un
extraño artefacto que se hallaba
enfrentado a la mesa, a unos metros
de ésta; parecía una pesada silla
eléctrica, con un respaldo alto, de
donde colgaba un no menos raro
casco.
-¿Qué es eso?-. Preguntó.
-No podemos tener a estos
peligrosos asesinos delante de no-
sotros sin una máxima sujeción de
sus miembros-. Explicó el Dr. Fox.
–Los atamos a ese sillón cada vez
que debemos interrogarlos. Pero
esta vez, sabiendo que su tratamien-
to consistirá básicamente en hipno-
sis, agregamos este casco, que se
ajusta por la frente del sujeto, y
cuyas finas pinzas adosadas bajan
por aquí, se fijan a los párpados, y
así obligan al individuo a permane-
cer con los ojos abiertos, indefenso
a su terapia.
-Más parece eso un apara-
to de tortura; no es el intento físico
de no dejarse hipnotizar el que me
preocupa, sino el psicológico-. Re-
plicó Brad.
-Pero mejor tomarnos
todas las precauciones-. Convino
el Dr. Cameron. –Sería una estupi-
dez que no pudiera hipnotizar a
alguno solo porque no quiere abrir
los ojos.
Alrededor de ellos, una
decena de hombres, entre guardias
y asistentes, esperaba sus órdenes.
-Muy bien, Dr. Stowell,
¿a quién quiere que le traigamos
primero?-. Preguntó el Dr. Fox.
Sentado a la mesa, Brad
repasó la lista de internos.
-A Harvey Dos Caras-.
Respondió al cabo de unos minu-
tos, en que parecía no poder deci-
dirse.
-¿Dos Caras?-. Se sobre-
saltó el Dr. Cameron. –Creí que
empezaríamos con el Guasón.
Tanto Brad como el Dr.
Cameron conocían de sobra el
perfil psicológico de Harvey Dos
Caras; ambos habían estudiado
profusa y detenidamente el Estu-
dio Criminal Psicológico de Har-
vey Dos Caras, redactado por la
Dra. Ruth Infantino. Dos Caras era
un desgraciado hombre con una
extraña y monstruosa deformación
de exactamente la mitad de su
rostro, debido a un ataque sufrido
cuando era Fiscal de Distrito. El
lado izquierdo de su cara era com-
pletamente verde, de una piel ru-
gosa y dura como la de un paqui-
dermo, con cabellos gruesos e
hirsutos como crines, cuyo ojo sin
párpado era rojo y los dientes co-
mo colmillos de bestia permanec-
ían a la vista, mientras que su lado
derecho guardaba la apariencia de
un hombre normal. Pero la misma
dualidad monstruosa se traspasaba
a su fuero psicológico, vivía entre
la cordura y la sinrazón, entre el
odio y la desesperación, entre el
arrepentimiento y la perversidad,
absolutamente a la vez. Era como
un Jekyll y Hyde sin solución de
continuidad, sin umbral, por estre-
cho que fuera; era dos personas a
la vez. Y para sobrevivir a esto,
había apelado al azar. Continua-
Batman desencadenado
P á g i n a 3 2 S p e s U n i c a
mente en su vida, al decidir qué
parte de su ser tomaría las riendas
sobre una situación, arrojaba una
moneda al aire, jugándoselo a cara
o cruz.
-Es el único sujeto que tenemos
aquí con un 50 % de probabilidad
de que colabore sin escarceos-.
Respondió Brad.
El Dr. Cameron hizo una
mueca de fastidio.
-Está bien-. Respondió,
sin embargo. –De cualquier mane-
ra, ésta será una noche muy larga.
“De cualquier modo, este
experimento es absurdo”, pensó
Brad. Los guardias se retiraron, en
busca de Harvey Dos Caras.
Al cabo de unos minutos,
Brad vio abrirse de par en par las
puertas de aquella sala, y entrar a
un inmenso personaje, alto y enor-
me como una montaña, enfundado
en un chaleco de fuerza y escolta-
do por los guardias. Le pareció
que, de querer, podría destrozar
sus amarres con la sola fuerza de
sus brazos, pero pronto notó tam-
bién que en su gesto se hallaba
como ausente.
-Ese hombre está droga-
do-. Dijo.
-¿Nunca antes vio a Har-
vey Dos Caras?-. Preguntó el Dr.
Fox. –Esa expresión es la que
tiene cuando se siente relajado y
sin participar en ninguna situa-
ción, pero créame que se halla
consciente de todo.
Los guardias sentaron a
Dos Caras en el sillón. Brad se le
quedó viendo un momento. El
semblante del lado derecho de
aquel ser era como la de un hom-
bre al límite de sus fuerzas, casi
agonizante, mientras que el de la
izquierda era el de una fiera al
acecho.
-Señor Harvey... -. Pro-
nunció Brad, con aprensión. -
¿Harvey Dos Caras?, ¿me escu-
cha?.
-Claro que sí, ¿qué quie-
re?-. Respondió con una voz que
sonó doble, y en tono neutro.
-Su colaboración...
¿Puede prestárnosla?.
La parte más aterradora
de su rostro pareció sonreír.
-No puedo decidirlo...
¿Sabe?, para eso necesito tener
una mano libre... -. Respondió del
mismo modo.
Brad miró al Dr. Fox.
Éste hizo un gesto de negación.
-¿Vale si soy yo quien
echa la moneda?-. Preguntó, vol-
viéndose hacia Dos Caras.
-Solo si lo hace ante mi
vista, y si tiene el tino de dejarla
caer sobre mi rodilla...
Brad se puso de pie y se
acercó lentamente hacia Dos Ca-
ras. Se sintió como debió sentirse
Teseo frente al Minotauro, pero
sin las agallas. Metió una mano en
el bolsillo.
-Con mi moneda, no con
la suya-. Agregó el criminal. –
Está en el doblez de mi chaleco, a
la altura del corazón; nunca salgo
sin ella, je...
Brad metió los dedos en
el doblez del chaleco y tomó la
moneda.
-Cara, colabora; cruz, no
lo hace; ¿de acuerdo?-. Dos Caras
afirmó con un gesto.
Brad tomó la moneda
entre el pulgar y el índice y la
arrojó al aire; la moneda giró va-
rias veces sobre sí misma y fue a
caer sobre la rodilla de Dos Caras.
Salió el anverso de la moneda.
-Usted gana-. Dijo Har-
vey, y su parte oscura pareció
adormecerse aún más, mientras
que la parte sana se reavivaba.
-Bien, señor Dos Caras...
El motivo que nos trae aquí es
porque Batman ha desaparecido
desde hace unos meses-. Lo que
debía decir a continuación le hizo
sentirse enormemente ridículo. –
Señor Dos Caras, quizás usted...
Sepa darnos algún indicio acerca
de cómo o dónde encontrarlo.
El hombre lo miró des-
concertado.
-¿Y cómo podría yo sa-
ber tal cosa?-. Casi exclamó.
Brad sintió estar sudando
frío.
-¿Y existe la posibilidad
de que su otra parte...?, ¿cómo
llamarle?...
-El asesino-. Respondió
Dos Caras.
-El asesino... ¿lo sepa?.
-No tengo acceso a sus
conocimientos, como él no lo
tiene respecto de los míos. Solo
nos respetamos porque uno y otro
nos necesitamos para la supervi-
vencia.
-Pero existe la posibili-
dad de que él tenga ese conoci-
miento.
-Quizás, no lo sé.
El Dr. Cameron dio un
feroz puñetazo contra la mesa.
Luego, al límite de su impacien-
cia, se levantó de su asiento y se
acercó a Dos Caras.
-Pues sáquelo aquí, aho-
ra-. Le dijo.
-No sé cómo hacerlo-.
Respondió Dos Caras. –Hasta que
no se resuelva esta cuestión me
veré obligado a estar al frente de
la situación, y hasta que no se
resuelva no volveré a aletargar-
me. Solo entonces cabe la posibi-
lidad de traer al asesino de vuelta
a la superficie, y eso solo si el
azar lo permite... De otra manera,
puede permanecer meses, años,
dentro de mí, ocultándose...
P á g i n a 3 3 S p e s U n i c a
-Pero, con el hipnotismo,
¿no podemos obligarlo a salir?-.
Terció el Dr. Fox.
-¿Y qué con eso?-. Res-
pondió Brad. –Aunque lo supiera,
¿qué razón puede tener un perver-
so para colaborar?.
-Una razón perversa-.
Replicó el Dr. Cameron. –
Intentémoslo.
Hicieron que los asisten-
tes acercaran la mesa frente a Dos
Caras, y luego montaron sobre
ella un equipo que constaba de un
aparato con una pantalla ligera-
mente parabólica, con una espiral
pintada dentro; la luz de una pe-
queña lámpara la iluminaba. Brad
pidió que apagaran las luces.
-Ahora, señor Dos Caras,
le pido que concentre su atención
en el centro del espiral-. Dijo, y
echó a andar el aparato. La espiral
comenzó a girar lentamente y
Brad siguió hablando, con una voz
cada vez más pausada y monóto-
na. Se siente cada vez más relaja-
do, señor Dos Caras... Está dejan-
do de sentir su cuerpo y solo pue-
de percibir el sonido de mi voz,
que es a lo único que puede res-
ponder... Empezaré a contar regre-
sivamente, de diez a uno, y mien-
tras tanto usted cada vez más pro-
fundizará su trance. Al oírme de-
cir “uno”, solo seremos usted y mi
voz... Diez... Nueve... Ocho... -.
Al terminar de contar, Dos Caras
parecía profundamente dormido. –
Señor Harvey, ¿puede escuchar-
me?.
-Sí...
-¿Quién de los dos está
ahí?.
-...Aún no lo hemos deci-
dido...
Brad alzó una mano, para
calmar a los doctores, que empe-
zaban a intranquilizarse.
-Bien, señor Dos Caras,
le diré qué haremos. Usted tiene
ahora una moneda entre sus de-
dos, esa es su moneda, ¿puede
verla?.
-Sí...
-Bien, ya conoce el jue-
go. Échela al aire, si sale cara, el
enemigo de Batman domina la
situación, y si sale cruz... -. Los
científicos se miraron entre sí.
Brad preguntó. –Señor Dos Caras,
¿echó usted la moneda?... ¿Señor
Dos Caras?...
El sujeto parecía profun-
damente dormido.
-Salió cara, ganó el asesi-
no, nos responderá solo si le dan
las ganas... -. Masculló el Dr. Ca-
meron.
-Señor Dos Caras-. Por-
fió Brad. –Hace tres meses que
Batman ha desaparecido, ¿sabe
usted dónde o cómo podemos
hallarlo?.
-Es inútil-. Afirmó el Dr.
Fox.
Entonces, la enorme ca-
bezota de Dos Caras se irguió, y
su ojo rojo se clavó en el rostro de
Brad, asumiendo su rostro un ges-
to feroz.
-Mátense todos, zánga-
nos, y vayan a donde de todas
maneras irán a dar sus huesos
algún día, al infierno-. Rugió. –
Allí encontrarán a Batman.
Brad sintió un escalofrío.
-¿Batman está en el in-
fierno?.
-Nunca estuvo en otro
sitio. Y no hablo con metáforas,
no soy el Acertijo.
-Vamos, Dos Caras-. Se
atrevió Brad. –Tu limitación es
tener que decir siempre la verdad.
Tu lado honesto no puede mentir,
y tu lado perverso no puede decir
nada más que mentiras. ¿Puedes o
no puedes decirnos dónde o cómo
encontrar a Batman?.
-Si me sueltan de aquí iré
a buscárselos a donde quiera que
se encuentre, y se los traeré en-
vuelto en papel de regalo.
-No sirve, llévenlo de
vuelta a su celda-. Dijo imprevis-
tamente el Dr. Cameron, encen-
diendo la luz.
-¡Apague la luz!-. Ex-
clamó Brad. -¡No puede interrum-
pir la terapia de este modo!.
-Lo que no puedo hacer
es permitir que este asunto se dila-
te por más tiempo, ¡vamos, trái-
ganme al Guasón!.
Los asistentes comenza-
ron a desamarrar a Dos Caras.
Brad se dirigió al Dr. Fox.
-¿No entienden?, su peor
parte quedó en la superficie...
-No importa, esta dormi-
do-. Replicó el Dr. Cameron. -
¡Tráiganme a el Guasón!.
-Pero cuando despierte
en su celda, ese monstruo estará
dominando la situación... -. Insist-
ía Brad, pero ya era tarde, los
guardias se habían llevado a Dos
Caras.
...CONTINUARÁ EN EL
PRÓXIMO NÚMERO...
P á g i n a 3 4 S p e s U n i c a
P á g i n a 3 5 S p e s U n i c a
S í, esa "soledad compartida con ella", de la que hablás, es igual a la distancia que
compartía con ella y de ella. Mary no tenía demasiada consciencia de los 7500 km que nos separaban. O tenía más confianza en el sistema que permitía nuestra unión, no sé. Ja, yo qué sé si internet es un siste-ma sólido o del todo endeble, a veces me parecía que nuestra unión dependía de que un cable no entrara en corto.
Bueno, te describo cosas que son obviedades también; las formas de la extrañeza son obvias, se ha escri-to canciones con eso, todos sabe-mos lo que es la fuerza de la cos-tumbre.
Bueno, es que te hago compartir mi duelo, quizás te abrume con ciertos detalles, pero mi amigo el oso come empanadas y tiene mu-cha espalda, gracias por la pacien-cia. Ya volveremos a nuestros te-mas habituales. Esta noche sale el número homenaje. En una semana se cumple el mes de la partida de Mary. Siento que la publicación de este número es el primer paso a empezar a despedirla, ya tengo que ir pensando en el número de di-ciembre, al que ya tengo bastante armado, pero al que no volví desde que empecé con este número homenaje. ¿Te acordás que te dije que no sabía si iba a llegar a termi-narlo para hoy?
R. L.
*
S í, me acuerdo que me dijiste eso, y me parece que el es-fuerzo que hiciste ha sido
muy bueno, muy bueno para todo cuanto te rodea, empezando por tu propia música interior, tan doloro-sa y tan dulce al mismo tiempo, los contrastes nos acompañan siempre y más aún a vosotros dos; vive tu duelo como quieras, nosotros no tenemos más lazo que el verbal, así
que por favor repantígate y repítete cuanto quieras, la repetición es suma de poemas y un poema en sí misma, necesitas que el teclado cante y re-cante lo que quieres decirte y si de paso me lo escribes y me lo envías ya somos dos en una especie de ker-messe donde no queremos luto ni nada parecido, a lo mejor echarnos a andar por esa playa de Veracruz mientras deambulamos por las calles que más te gustan de Lomas o de Barcelona, que recuerdas con tanto cariño... El tiempo y el espacio me resultan excesivamente veloces de un tiempo a esta parte, qué cosas, creo que van a una velocidad exagerada: ¡un mes ya! Hermoso será el trabajo que veré con gran ilusión mañana, precisamente el Día de Todos los Santos, donde se rinde un tributo a la muerte por lo general puramente formulista, por suerte no tengo muertos en los cementerios porque mis padres y la mayoría de sus fami-liares directos optaron por la crema-ción, por ser cenizas al viento, al mar, a los lugares donde fueron feli-ces como agradecimiento a las cosas de la vida... La vida, tan extraña, ¿y si nosotros no somos más que muertos de permiso? Es una frase que me impacta y no sé quién la dijo.
Ah, el Franco es todo un personaje, un exquisito, como aquel tipo con el que yo viajé sólo dos veces: Castelar-Once. Los dos leíamos, y un día me llamó la atención que leyera Esquilo, a quien yo andaba estudiando con entusiasmo, el primer gran autor teatral de la Grecia antigua, el tipo de Prometeo, el que se enfrentó a Zeus para darle el fuego a los hombres, la libertad... Y me puse a charlar, yo tenía unos 15-16 años. El hombre iba vestido de albañil, y lo era, ena-morado de la poesía y el teatro, había ido muy pocas veces a ver una obra, pero entonces se había hecho con una biblioteca y se leía todo lo que encontraba y después escuchaba las transmisiones en directo por la radio. Que era algo que también hacía yo, un pibe impoluto, de familia de clase media profesional, dos veces, el
tren... para mí siempre un milagro que me sacaba de la melancolía familiar.
H. O. R.
*
P ura Vida. Siempre me simpa-tizaron esos países que son pasillos entre supuestos esta-
mentos más importantes; Uruguay, que no es Argentina ni es Brasil; podría ser Portugal, que no es Es-paña ni Francia; Bélgica, que no es Francia ni Holanda. Y Costa Rica, o cualquiera de esos países que no son México, ni Cuba. Suelen ser muy orgullosos de su localidad, la defienden a puro canto de sus formas particulares. "Pura vida" no se dice en México ni se ha de decir en los países que circundan a Costa Rica. Qué tendrá que ver, pero oí que en Puerto Rico quieren mucho a los argentinos, porque en tiempos de exilios muchos docentes de aquí fueron a vivir allí, que fue-ron los que terminaron por armar el sistema educativo de ese país, por lo que, vaya, además habla de lo mu-cho que valoran su propia educa-ción, se sienten muy hermanados con nosotros. Yo no sé qué tan mala ha sido y es la educación argentina, lo que en-tiendo es que nadie en este país ha aprendido jamás un carajo; los adul-tos suelen decir que los más chicos no aprenden nada, pero realmente nadie sabe nada. Yo veo un progra-ma de preguntas y respuestas en la tv, que trabaja en la calle, los parti-cipantes son tomados de la misma calle y las preguntas son de cultura general, y en general, hombres, mu-jeres, viejos y jóvenes ves que no saben nada. Ayer preguntaban cuál es el planeta más luminoso, el sol responde una; "hirsuto" significa que tiene mucho o poco pelo, no sé, respondió otro. Una verdadera vergüenza la igno-rancia por desidia, porque te das
,
Por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
P á g i n a 3 6 S p e s U n i c a
cuenta que es toda gente que ha ido a la escuela, y es gente mayor, que después critica a los más jóvenes por pasársela todo el día con los videojuegos. Insisto con que sos el tipo indicado para llevar un muy buen taller lite-rario adelante. Yo no sabría hacer-lo, o antepondría siempre mis pro-pios parámetros de lo que es la escritura, o aunque pudiera ver los propios talentos de un tipo al escri-bir, no sabría acompañarlo en un desarrollo de eso, porque me falta esa experiencia tuya de haber leído y corregido a tantos escritores en géneros tan disímiles. Acá los coordinadores de taller son o bien profesores de literatura de la secundaria, que vienen con el ma-nual bajo el brazo acerca de cómo hay que escribir, o escritores vani-dosos que ven al aprendiz como una potencial continuación de sí mismos.
R. L.
*
S í, nos peliamos, carajo, ahí, a la mesa, tambaleándose los vasos de vinos: No digas
boludeces, el Branagh le da cien vueltas a la versión vetusta esa de Karloff, el peor actor del mundo; vetusta las pelotas, la gran puta, lo que hay que oír... Bueno, no sé si sería capaz pero unos gritos pegar-ía. Aunque estoy en una onda tan pacífica que me sorprendo. Oigo auténticas burradas y me quedo mudo, no me lo puedo creer, estoy aprendiendo. Ahora que he vuelto a ver gente tengo que controlarme porque hablo demasiado.
A mí no me gusta el cine de ese estilo. Ni la Hammer ni la Univer-sal me gustan para volver a ver. Lo disfruté en una época. Y ellos eran mis héroes, Cushing, Lee y Vincent Price el que más. Todos ellos eran buenos actores que les cayó del cielo el género y no tuvieron más remedio que dedicarse a ello por la guita, que no era mucha por enton-ces, pero sí eran muchas películas y así adquirieron fama. En una entre-vista en España por televisión Christopher Lee contó que una vez
le pilló una tormenta muy fuerte, muy británica en la carretera y el coche no le respondió, así que se lanzó a caminar hasta dar con una casa iluminada en las afueras. Llamó a la puerta, abrió un hom-bretón que, despavorido, gritó: "¡Él está aquí, Cathy!", y le dio un infar-to. Acababan de ver uno de sus Drácula cuando abrió la puerta... En la tele le dio una risa nerviosa y añadió que se puso al volante del coche de la familia, lo llevó al hos-pital con su mujer y una hija... En fin, que el hombre salió adelante y les hizo un buen regalo...
H. O. R.
*
B ueno, el Frankenstein de Branagh es pa vos y el de Karloff es pa mí, así no nos
peliamos. Me había hecho amigo de un muchacho inglés en Barcelona, Duncan Glynn, que era fanático de las versiones de terror de la Ham-mer, la versión inglesa de la Univer-sal, y discutíamos sobre cuáles ver-siones eran las mejores. Bueno, yo le admitía que el mejor Dr. Frankenstein era Peter Cus-hing, pero que el mejor monstruo era Karloff; luego él tenía razón con Drácula, Christopher Lee era el mejor. Y le decía que el mejor hombre lobo era argentino, el Nazareno Cruz de Favio, jajajajaja, total, él nunca la iba a ver. Vos sabés, cuando fui a Europa yo fui con especial interés de relacio-narme con sajones y franceses, sin despreciar a nadie, desde ya, pero me decía, para conocer a hispanos y latinos ya tengo con Argentina; nunca más tendría oportunidad de interactuar con gente de otra len-gua. Bueno, me integré a un grupo don-de habían españoles, chilenos, ar-gentinos, mexicanos, algún que otro colombiano, donde todos eran medio ariscos en admitir a ingleses, franceses, etc., por más que habla-ran español, que supieran hablar inglés, que la mayoría del grupo sabía. En fin, pero con el grupo nos reun-
íamos por las noches, durante el día yo me amigaba con ingleses, sajones en general, franceses, afri-canos, todo lo que no hablara espa-ñol, y con Duncan, por ejemplo, trabé tal amistad, y con unas chicas también inglesas, que empecé a integrarlos al grupo, y a todos los demás al principio no les gustaba demasiado, pero terminaron por aceptarlos. Así también Duncan me llevaba a los bares de su colectividad, donde no era muy bien recibido, me nin-guneaban, la mayoría. Pero había un bar en Barcelona, en la plaza George Orwell, entrabas ahí y era como estar en Londres, calculo. Servían bíter y distintos tipos de pies. R. L.
P á g i n a 3 7 S p e s U n i c a
P á g i n a 3 8 S p e s U n i c a
C o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c a C u r s o P r á c t i c o C u r s o P r á c t i c o C u r s o P r á c t i c o
d e T a r o t a d i s t a n c i ad e T a r o t a d i s t a n c i ad e T a r o t a d i s t a n c i a
Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica.
Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acer-ca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia.
La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con cono-cimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" me-ses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiem-po que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó.
Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otor-gará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como taro-tista.
Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como:
Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella o María de la Paz Reyes Peña, a elec-ción del alumno.
Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir).
Mazo de cartas Zenner (para imprimir).
Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4
Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes
Fuentes tipográficas para la computadora
Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype
Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta perso-nalizada, para toda la vida.
Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot.
La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien des-ee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina).
Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.
www.spesunicastrologia.com.ar
P á g i n a 3 9 S p e s U n i c a
El arte de Sven Fennema
P á g i n a 4 0 S p e s U n i c a
P á g i n a 4 1 S p e s U n i c a
VALENTIN
Indica largueza de ánimo y carác-
ter abierto. En ocasiones, y ex-
cepcionalmente, están tan agobia-
dos por su temor a lo desconoci-
do que apenas reparan en que se
les ofrece ayuda y consejo.
Dinero: Valoran el dinero lo sufi-
ciente como para no querer des-
prenderse de él.
Amor: Cuando sienten afecto por
alguien se lo manifiestan abierta-
mente.
Trabajo: Son perfeccionistas en
el trabajo, aunque algo inconstan-
tes.
VANESA
Indica dinamismo y afán por rea-
lizar proyectos que comporten
fama y celebridad. Es propio de
personas que sienten una especial
atracción por el brillo social, por
conocer gente: viven apegados a
las apariencias.
Dinero: En cualesquiera circuns-
tancias, siempre prefieren el dine-
ro.
Amor: Les sirve como medio
para conseguir un fin.
Trabajo: Realizan su trabajo
para ganar méritos o para conse-
guir prestigio.
VERÓNICA
Representa la necesidad que tie-
nen algunas personas de buscar la
verdad. Es propio de quienes se
afanan con insistencia en poner
orden en su vida y, en general,
nunca están satisfechas con los
resultados que obtienen.
Dinero: Es necesario e impres-
cindible.
Amor: El verdadero amor no es
fácil de encontrar, pero puede
aparecer; sólo hace falta recono-
cerlo.
Trabajo: El trabajo bien hecho
produce satisfacción.
VICENTE
Simboliza la persistente superación
de cualesquiera avatares contrarios o
adversos que puedan presentarse en
las diversas circunstancias de la
vida. Es propio de personas que se
preocupan por salir siempre adelan-
te.
Dinero: Conviene darle el valor que
tiene en cada momento, y saber uti-
lizarlo para los fines propuestos.
Amor: Siempre logran afecto y re-
conocimiento.
Trabajo: Realizan con celeridad y
rapidez sus tareas.
VICTOR
Nombre que indica valentía, atrevi-
miento y arrojo. Es propio de perso-
nas que saben salir de situaciones
difíciles o delicadas. Para estas per-
sonas no hay circunstancias adver-
sas; donde otras personas fracasan,
ellas salen victoriosas.
Dinero: Para conseguirlo están dis-
puestos a todo.
Amor: Piensan que vale la pena
esforzarse por agradar a los seres
más cercanos y queridos.
Trabajo: Toda tarea a realizar es un
reto.
VIOLETA
Indica cierta predisposición al hedo-
nismo y al sibaritismo. Es propio de
personas que huyen de todo sacrifi-
cio y que rechazan cualesquiera
exigencias que conlleven atisbos de
austeridad.
Dinero: El dinero abre todas las
puertas y satisface todos los capri-
chos.
Amor: Reflexionan largamente,
antes de elegir su pareja.
Trabajo: Les cuesta comprometerse
laboral y profesionalmente.
VIRGILIO
Revela un fuerte sentido de la ética
y una tendencia hacia el comporta-
miento correcto y la discreción. Es
propio de personas que no se dejan
impresionar fácilmente, pues su
mundo interior es rico y firme.
Dinero: Aunque muchos piensen
lo contrario, el dinero no es un fin
en sí mismo.
Amor: El afecto, el cariño y el
amor todo lo pueden.
Trabajo: Cumplen con sus obliga-
ciones laborales eficazmente.
VIRGINIA
Nombre que indica el deseo de
superación en todos los órdenes.
Es propio de personas que, al ex-
perimentar que el ambiente que les
rodea es desagradable y ruin, cre-
an un mundo intimo y único, a
base de imaginación e inventiva.
Dinero: Les preocupa el dinero,
pero pueden pasar sin él.
Amor: Es muy hermoso encontrar
el verdadero amor, pero muy difí-
cil.
Trabajo: Trabajar en lo que a uno
le guste es lo más valioso de esta
vida.
YOLANDA
Revela afabilidad en el trato y
buenos modos. Es propio de per-
sonas que mantienen cierto escep-
ticismo ante determinados esta-
mentos sociales, aunque no por
ello se abstienen de tomar partido.
Dinero: El dinero confiere poder y
prestigio.
Amor: Sentir el afecto de aquellos
a quienes se ama es lo más hermo-
so de la vida.
Trabajo: Realizan sus tareas con
parsimonia, pero con eficacia.
ZACARIAS
Nombre relacionado con el recuer-
do y la nostalgia. Es propio de
personas que viven más pendien-
tes de los hechos pasados que del
porvenir; aunque, en ocasiones, se
interesen por su futuro inmediato.
Dinero: Es lo más valioso de la
(Continúa en la página 43)
O n o m a n c i aO n o m a n c i aO n o m a n c i a : L e t r a “ V ” , “ Y ” y “ Z ” ( ú l t i m a e n t r e g a ) ( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s
A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a .
F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .
P á g i n a 4 2 S p e s U n i c a
Aries a Mes de cumpleaños para la ma-yoría de este signo. Arrancan este año con mucha energía y mucho magnetismo, llevándose el mundo por delante, si bien la comunica-ción puede hallarse un tanto blo-queada.
Tauro b Mes de cumpleaños para los del primer decanato. Lo mismo que para el signo de Aries, pero a partir del día 16.
Géminis c Con el foco puesto en las amista-des y los proyectos. Desde mitad de mes, tendencia a la introspec-ción y el aislamiento.
Cáncer d Mucha actividad y complicacio-nes en el ámbito social, profesio-nal. Hacia fin de mes el foco se traslada más al tema de amistades y proyectos. Cuidado con entrar en conflicto con figuras de autori-dad.
Leo e El foco puesto en las cuestiones extranjeras, o en las concepciones filosóficas, religiosas, las abstrac-ciones, el estudio y el arte supe-rior.
Virgo f La sexualidad toma el eje central, por lo menos hasta mediados de mes. Desde entonces, similar a lo
dicho para el signo de Leo.
Libra g Mes dedicado al tema de la pare-ja, en que se profundiza cada vez más y más.
Escorpio h Mes de mucho trabajo y con la atención puesta en temas de sa-lud. Hacia mitad de mes el tema de la pareja toma mayor relevan-cia.
Sagitario i Mes de mucha creatividad y muy
placentero, muy romántico tam-
bién, a cuidarse de los excesos.
Desde mitad de mes tendrá que
concentrarse más en el trabajo.
Capricornio j Dificultades y molestias con
asuntos domésticos, o referentes
al hogar o a los padres. Hacia
mitad de mes las cosas cambian,
se disfruta más de los placeres, la
creatividad y el romanticismo.
Acuario k El foco puesto en las ganancias,
el comercio, documentos y escri-
tos, el medio ambiente más
próximo, hermanos, vecinos.
Hacia mitad de mes problemas
domésticos, molestias debidas al
hogar o discusiones con los pa-
dres.
Piscis l
El foco puesto en las ganan-
cias, en las cuestiones de dine-
ro. Hacia mitad de mes, mayor
actividad en asuntos de ins-
trucción elemental, escritos y
documentos.
Horóscopo de AbrilHoróscopo de AbrilHoróscopo de Abril, por Roberto Langella
P á g i n a 4 3 S p e s U n i c a
vida: no debe uno desprenderse
nunca de su dinero.
Amor: Son fieles y exigen que
se les pague con la misma mo-
neda.
Trabajo: Realizan con parsi-
monia y meticulosidad su traba-
jo.
(Viene de la página 42)
(La lista completa de números anteriores la hallarán en el Faquin Blog o en el muro de la revista en Issuu.)
Revista Spes Unica nº 8 - Junio 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: La verdad no existe (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; Ninguno como yo / Me gustaría
tranquilizaros / Todos los premios (Horacio Otheguy Riveira); Los signos del zodiaco y el amor; Divagaciones pelotu-
das (Mary Paz Reyes Peña); Poema del invierno y de la primavera (Kenny Delgado Fragoso); Cómo escribir y llenarse de
dinero (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Onomancia; El arte de Remedios Varo; Horóscopo;
Instrucciones – Ejemplos sobre la forma de tener miedo (Julio Cortázar).
Revista Spes Unica nº 9 - Julio 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: No somos representativos de nada (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; Palillo y Cerilla
enamorados (Tim Burton); Los no fumadores (Bill Hicks); Los no fumadores y yo (Roberto Langella); Los signos del
zodiaco y la salud; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Ensayo al amor (Kenny Delgado Fragoso); Como es-
cribir un buen policial (Roberto Langella); Por la memoria de Eduardo Daniel Melgar (Roberto Langella); Nadie es per-
fecto (Luis García Orihuela); Reflexión acerca de „Nadie es perfecto‟, artículo de Luis García Orihuela (Roberto Lange-
lla); Onomancia; Correo de lectores; Horóscopo; El arte de Octavio Ocampo; Desperdicia (Tim Burton).
Revista Spes Unica nº 10 - Agosto 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: Carta del músico Fito Páez al diario Página 12 de Buenos Airea, tras las elecciones por la Gobernación
de la Capital Federal, julio de 2011; Noticias del mundillo literario; Ojos de videotape (Charly García); Dios ha muer-
to, el hombre ha muerto y yo no me encuentro bien (Felipe Muñoz Plaza); Anhedonia (Charly García); Los signos del
zodiaco y la salud; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Carta a la familia / De qué me sirve amarte (Kenny
Delgado Fragoso); Como sobrevivir a la buena onda de los colegas (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi);
Sobre la internacionalización del Amazonas (Gilberto Gil); Onomancia; Desarma y sangra / Vampiro (Charly García);
Horóscopo; El arte de Francisco Goya; El mito de la consciencia objetiva (Theodore Roszak).
Revista Spes Unica nº 11 - Septiembre 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: Soy kirchnerista (Roberto Langella); Noticias del mundillo literario; La larga previa de Roger Waters y The
Wall en Argentina (Roberto Langella); Los signos del zodiaco y el trabajo; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Pe-
ña); Como escribir poesía, ser poeta y que los demás le crean (Roberto Langella); Tanguito del riachuelo / Escollos /
País convulsionado / Corazonada / A ella que anda por ahí / Sensual Baires (Jorge Dossi); Misceláneas interrumpidas
(Otheguy Riveira-Langella); Pasiones / Versos a la muerte (Kenny Delgado Fragoso); Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 12 - Octubre 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: Noticias del mundillo literario; La impunidad en el hecho artístico (Roberto Langella); No apto para dia-
béticos / Cuchilla vieja (José Luis Colmenero); Apología sobre Sócrates (Silvia Ditro); Parajoda: Últimas consecuencias
de nuestra paradoja (Roberto López Moreno); Ninguno como yo (Horacio Otheguy Riveira); Silencio (Mayra Cabrera); Los
enigmas del mundo (Brian Stableford); El arte de Antonio del Olmo; ¿Qué se siente que te maten a un hijo? (Mary Paz
Reyes Peña); Los signos del zodiaco y el trabajo; Dios ha muerto, el hombre ha muerto y yo no me encuentro bien
(Felipe Muñoz Plaza); Ojos de carne, ojos de fuego (Theodore Roszak); Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); El
Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Pero (el Mero Ser); El Mero Ser y los descreídos (Roberto Langella); Doña Luisa (Yoselem
Divincenzo); Como escribir poesía erótica y no ser considerado un vulgar onanista (Roberto Langella); Diurno para el
adiós y un soneto (Juan Bautista Villaseca); Sin título (Bárbara Ghianda); Princesa de Talco (Raül Jurado Gallego); El Na-
zareno (Ángel Loyola); Balandra (Roberto López Moreno); Oda (Kenny Delgado Fragoso); Sensual Baires (Jorge Dossi); Mis-
Sumario de los números anteriores
P á g i n a 4 4 S p e s U n i c a
celáneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); Pobre alma mía (Simón Domínguez Barahona); Mensajes de Hotmail (y
otras divagaciones pelotudas) (Mary Paz Reyes Peña); Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 13 - Noviembre 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: La mejor manera de derribar un gobierno (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; ¿Existe el
alma gemela? (Roberto Langella); Pantalla del mundo nuevo (Pappo); Fue simplemente un viernes (Luis Adolfo Duarte
Reina); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Los signos del zodia-
co y la aventura; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Como ser filosofo
y que no se diga que usted ha perdido el contacto con la realidad (Roberto Langella); Dime que me necesitas / Tu
sombra (Kenny Delgado Fragoso); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 14 - Diciembre 2011
(Comprar versión impresa)
Contenido: Feliz 2012 para todos (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El mito de Lilith y el conflicto
primordial de la humanidad (Roberto Langella); Aforismos (Raúl Gustavo Aguirre); Fue simplemente un viernes (Luis
Adolfo Duarte Reina); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Los sig-
nos del zodiaco y la aventura; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Co-
mo ser un escritor de derechas con sentido del humor (Roberto Langella); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-
Langella); Todo mi desayuno / Se vuelca la sopa (Facundo Aguirre); Onomancia; Horóscopo; Historia de animales
(Domingos Pellegrini).
Revista Spes Unica nº 15 - Enero 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: Feliz 2012 para todos (2) (Reyes Peña-Langella); Crónica de una presentación anunciada (Mary Paz Reyes
Peña); Valerie Solanas, una mujer anatemizada (Roberto Langella); Sé tú mismo (Yoselem Divincenzo); El Astrólogo y la
Tarotista al banquillo; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me
cayeron las alas; Los signos del zodiaco en la historia (Aries); Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); El
Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Renata Schussheim;
Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 16 - Febrero 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: La hoguera de las vanidades (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; Cartas Zenner: Una
forma de medir la pes (Roberto Langella); O Crux Ave, Spes Unica (G. F. de Palestrina); Ideas y bosquejos para una
filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary
Paz Reyes Peña); Facebook como sucedáneo… ¡de todo! (Roberto Langella); Los signos del zodiaco en la historia: Tau-
ro; Nuestro presente (Yoselem Divincenzo); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Tu léxico (Yoselem Divincenzo); Misceláne-
as interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 17 - Marzo 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: La inercia (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; La adolescencia (Yoselem Divincenzo); El
sacerdote (William Faulkner); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey);
Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Adhiera a una nueva corriente literaria y que
no se note que ud. escribe para el orto (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Los signos del zodiaco
en la historia: Géminis; Rock: Música dura. La suicidada por la sociedad (Luis Alberto Spinetta); Misceláneas interrum-
pidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Norman Rockwell; Onomancia; Horóscopo.
P á g i n a 4 5 S p e s U n i c a
Revista Spes Unica nº 18 - Abril 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: 29 de febrero, perdón y después (Roberto Langella); Noticias del mundillo literario; La juventud (Yoselem
Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astro-
logía (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Las acólitas de Carrie
Bradshaw (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Los signos del zodiaco en la historia: Cáncer; De la
musa al poeta / Pecado / Desterrada / La muerte le sienta bien (María Ester Rinaldi); Misceláneas interrumpidas
(Otheguy Riveira-Langella); El arte de Pilar Giménez Bret; Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 19 . Mayo 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: De atenuantes y agravantes (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; La madurez (Yoselem
Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Malvinas en Madrid (Guillem de Rubenhor); Ideas y bosquejos para
una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas
(Mary Paz Reyes Peña); Los poetas malditos (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Grandes poemas
muy breves en español del siglo XX (Jorge David Alonso Curiel); Los signos del zodiaco en la historia: Leo; Compu-
manía (Mary Paz Reyes Peña); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Eva Besnyö; Onomancia;
Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 20 - Junio 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: Las flechas del tiempo, la aljaba de la edad (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El hués-
ped de Drácula (3º parte), por Bram Stoker; Norman Cousins, la risa es cosa seria, por Guillem de Rubenhor; El suicida,
por Enrique Anderson Imbert; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (8º parte), por
Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Acerca de las naturaliza-
ciones, por Roberto Langella; La poesía de Charles Bukowski, por Jorge David Alonso Curiel; Admirable, por Fabiana
Villafañe; El Astrólogo y la Tarotista; Los signos del Zodíaco en la Historia (Virgo); Golpes bajos, por María de la Paz
Reyes Peña; Garganta de sombras, por María Ester Rinaldi; Tom Traubert‟s Blues, por Tom Waits; Misceláneas inte-
rrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Edward Hooper; Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 21 - Julio 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: Noche de horror (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (última
parte), por Bram Stoker; Margarita Landi, señora del crimen, por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filo-
sofía y una hermenéutica de la astrología (9º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotu-
das, por María de la Paz Reyes Peña; Escuchame, por Horacio Otheguy Riveira; Tres poetas españoles que apuestan por la
claridad, por Jorge David Alonso Curiel; El Astrólogo y la Tarotista; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy
Riveira y Roberto Langella; Princesitas muertas, por Thomas Czarnecki; Los signos del zodiaco en la historia (Libra); Los
viejos de mierda, por Roberto Langella; Onomancia; Horóscopo.
Revista Spes Unica nº 22 - Agosto 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: Cortinas de humo (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El marciano (1º parte), por Ray
Bradbury; No está escrito en ninguna parte, por Horacio Otheguy Riveira; La voz de un pueblo dormido, por Fabián
Gutiérrez Reyes; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Damas del crimen en primera línea de fuego,
por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (10º parte), por Ar-
mando Rey; Se me cayeron las alas; El Astrólogo y la Tarotista; Recordando “Nueve Reinas”, de Fabián Bielinsky,
por Jorge Alonso Curiel; Los signos del zodiaco en la historia (Escorpio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Ot-
heguy Riveira y Roberto Langella; Pablo Scalise, de Llavallol para el mundo; Lo mejor (y lo peor) de Facebook; Onoman-
cia; Horóscopo.
P á g i n a 4 6 S p e s U n i c a
Revista Spes Unica nº 23 - Septiembre 2012
(Comprar versión impresa)
Contenido: Vamos por todo, por Mary Paz Reyes Peña; Noticias del mundillo literario; El marciano (2º parte), por Ray
Bradbury; Suzanne Leperrier, la trapèziste, por Horacio Otheguy Riveira; Ideas y bosquejos para una filosofía y una her-
menéutica de la astrología (11º parte), por Armando Rey; La pareja perfecta del siglo XXI (1º parte), por Simón Domín-
guez Barahona; Se me cayeron las alas; Poesía (El descubrimiento / De Dios / Él (Yo) / Resurgir primario / Miseran-
do), por Daniel Grustán Isabela; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir, por Ro-
berto Langella; El astrólogo y la tarotista, por Ñapi; Súbitos (El último suspiro de Narciso Ibáñez Menta), por Guillem
de Rubenhor; Los signos del zodiaco en la historia (Sagitario); Tumbas de la gloria, por Fito Páez; Misceláneas inte-
rrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; La escultura hiperrealista de Ron Mueck; Lo mejor de Face-
book; Lo peor de Facebook ; Onomancia; Horóscopo
Revista Spes Unica nº 24 - Octubre 2012
(Comprar versión impresa)
Editorial, por María de la Paz Reyes Peña; Dos años, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; El mar-ciano (última parte), por Ray Bradbury; Súbitos (Cuando ellas se desnudan), por Guillem de Rubenhor; La pareja perfecta del siglo XXI (última parte), por Simón Domínguez Barahona; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (última parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; La Pastora / Florencio: el maquis hermafrodita, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía, por Daniel Grustán Isabela (El ayeante primigenio, En menos de un millón de años, Tú que me lees); Lesiones del buen escribir, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir 2, por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Divagaciones pelotudas 2, por Roberto Langella; El Tarot de la Tarotista, por Ñapi; Los signos del zodiaco en la historia (Capricornio); Mis-celáneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Scott Davidson; Lo Mejor de Facebook; Lo peor de Facebook; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores.
Revista Spes Unica nº 25 - Noviembre 2012
(Comprar versión impresa)
Editorial, por Roberto Langella; Calaverita para mi flaco, por María de la Paz Reyes Peña; Introducción a Gritos desde el Hades, por María de la Paz Reyes Peña; Semillas, por Jorge Dossi; Aventuras de una tarotista alocada (Los trabajos negros de Gina), por María de la Paz Reyes Peña; María de la Paz en Veracruz, por Horacio Otheguy Rivei-ra; Poesía (Qué dirías / Vivir / Descubrimiento / Lo gris / Los villanos / Una promesa), por María de la Paz Reyes Peña; Poesía (Canción de amor para Mary Paz / A Mary Paz / Ouroboros consumada / Inventario / Escribir tu nombre con sangre), por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; La galería de arte del Astrólogo y la Tarotista, por Ñapi; El Facebook de Mary Paz; Lo efímero y lo perdurable, por Roberto Lan-gella y María de la Paz Reyes Peña; Los signos del zodiaco en la historia (Acuario); Onomancia ; Horóscopo ; Suma-rio de los números anteriores.
Revista Spes Unica nº 26 - Diciembre 2012 (Comprar versión impresa) Seguir viviendo sin tu amor, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; Los amantes, por Julio Cortázar;
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (1º parte), por Jorge Luis Borges; El fantasma de la tía Guillermina, por Horacio Ot-
heguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amargo (1º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por
María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas (parte 11); Sobre la astrología
predictiva, por Eloy R. Dumond; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El Elegido, por María de la Paz
Reyes Peña (1962-2012), por Guillem de Rubenhor; Esperando a Godot, por Ñapi; Misceláneas interrumpidas, por
Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Bruno Torfs; Lo mejor de Facebook; Los signos del zodia-
co en la historia (Piscis); Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores.
Revista Spes Unica nº 27 - Enero 2013
(Comprar versión impresa)
Editorial; La soledad, por Bersuit Vergarabat; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (2º parte), por Jorge Luis Borges; Tres cerve-
zas, dos tintos y un vermouth con ginebra, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (2º parte),
por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me
cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Valientes mujeres con pene, por Guillem de Rubenhor;
Los signos del horóscopo chino (Rata); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El
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arte de Winsor McCay; Escritoras; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números
anteriores.
Revista Spes Unica nº 28 - Febrero 2013
(Comprar versión impresa)
Contenido: Editorial; Hic et Nunc, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (3º parte), por Jorge Luis Borges; Deja
que te enseñe, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (3º parte), por Chabela Ximénez; Diva-
gaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones
del buen vivir, por Roberto Langella; El silencio de Lorna, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino
(Búfalo); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Cristian Kocak; Esperan-
do a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores.
Revista Spes Unica nº 29 - Marzo 2013
(Comprar versión impresa)
Contenido: Editorial; Se apaga la vista, por Arseni Tarkovski; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (4º parte), por Jorge Luis
Borges; Laureano y Eleonora, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (4º entrega), por Chabela
Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las
alas; Lesiones de astrología, por Roberto Langella; Médicos, enfermos y payasos, por Guillem de Rubenhor; El arte como
ansia de lo ideal (1º parte), por Andrei Tarkovski; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo
chino (Tigre); Batman desencadenado (1º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Ot-
heguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Erwin Olaf; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Suma-
rio de números anteriores.
El Astrólogo y la Tarotista - Edición especial nº 1
(Comprar versión impresa)
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C o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a
a d i s t a n c i aa d i s t a n c i aa d i s t a n c i a
Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de
cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica.
Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas
y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo.
La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará
desde el mismo punto donde lo dejó.
Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará
entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo.
Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y
contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como:
Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella
Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI
Tablas de Casas
Otras diferentes tablas
Plantilla para la confección de mapas astrales
Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4
Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes
Fuentes tipográficas de astrología para la computadora
Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el
programa de videoconferencias Skype
Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada,
para toda la vida.
Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de
Astrología.
La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de
Argentina).
Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el
artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.
www.spesunicastrologia.com.ar
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www.spesunicastrologia.com.ar
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Otros sitios de interés:
Roberto Langella Faquin Blog
Roberto Langella Faquin Poesía
A la memoria de María de la Paz Reyes Peña (1962-2012)
co-fundadora de esta revista y del consultorio astrológico
Spesunica. Por siempre.
Spes Unica. Año 4 nº 30. Abril de 2013
Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica
Dirección: Roberto Langella
Registro de Propiedad Intelectual: En trámite.
Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Nether-
lands
Colaboran en este número: Horacio Otheguy Ri-
veira; Mariano Liebana; Chabela Ximénez; Gui-
llem de Rubenhor; Oscar Ramentev; Ñapi.
Las afirmaciones y opiniones vertidas en los artí-
culos y textos son de exclusiva responsabilidad
de quienes los escriben.
Se prohíbe la reproducción total o parcial por
cualquier medio de esta publicación, sin previa
autorización de la editorial.
Contenidos registrados en www.safecreative.org
Los números atrasados pueden ser obtenidos
siguiendo este vínculo:
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