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REVISTA EUROPEA. NÚM. 13 24 DE MAYO DE 1 8 7 4 . AÑO I. EL SITIO DE BILBAO (Continuación.) + v. Nuevo asilo.—Mis pérdidas.—Kefugio contra las bombas.—Nueva vida.— Arrecia el bombardeo.—La fábrica de harinas.—Prudencia de los li- berales.—Cañoneo de Somorrostro.—Proposición de los carlistas.— Moriones rechazado.—Desaliento. He dicho anteriormente que unos parientes nuestros se habían refugiado en sitio más seguro que su habi- tación. Era éste un entresuelo que ordinariamente se destinaba á almacén de géneros coloniales, situado en una de las calles más céntricas, y en casa de las me- nos castigadas por su orientación. Recordó este refu- gio cuando corría con mi mujer las oailes, y pude encaminarla hacia allí. Con muy buen deseo fuimos recogidos: nos repusi- mos de nuestro susto, y pasamos la noche del mejor modo posible. A la mañana siguiente fui á reconocer nuestra casa. Una bomba había taladrado todos los pisos y estalla- do en el que nos servia de techo, rompiendo parte de éste sus cascos. De atravesar uno más hubiéramos perecido de fijo toda la familia. Mi habitación habia sufrido poco; en cambio la superior estaba destrozada, y apenas quedaba en ella un tabique en pió. Comencé á recoger aigunos efectos para hacerlos trasportar á mi nuevo domicilio. Al entrar en la cocina y despensa vi que había penetrado por una ventana que daba á un patio, sin duda en nuestra ausencia, algún otro pro- yectil, ó quizás algún gran casco, no sé cuál de las dos cosas, y habia destruido por completo nuestra ba- tería de cocina, enterrando entre cascote y escom- bros casi todas nuestras provisiones. Nos hallábamos, pues, á la merced de lo que pu- diéramos encontrar, y era inútil toda la previsión que habíamos tenido. Por fin recogí mis más indispensa- bles enseres y los hice trasportar, no sin varios in- convenientes, á mi nueva morada. El entresuelo pertenecía á una casa antigua y só- lida, con viguetas de roble, entarimado de ladrillo, y por tanto un poco más segura que las ordinarias de la población. Tres familias nos encontrábamos en aquel inmenso salón, en el que no habia cocina, ni alcoba, ni separación alguna. Unos colchones coloca- dos en el suelo y algunas camas; una gran mesa co- mún; unas cuantas sillas: hé aquí todo nuestro mo- * Véase el número anterior, pág. 353. TOMO I. biliario. Se hizo una división por medio de sobreca- mas colgadas; á un lado dormían las mujeres y niños, al otro nos acostábamos los hombres. Este era el sis- tema general seguido en todas las bodegas y almace- nes que servían de refugio á los bilbaínos. Los portales estaban convertidos en cocinas; ocho hogares distintos ardian en el nuestro, y eso que las tres familias de nuestro entresuelo teníamos uno sólo. Como disponíamos de poco carbón vegetal, quemába- mos la madera de los escombros, y no nos faltaron puertas rotas, ni tablas desvencijadas que sirvieran para condimentar nuestros alimentos. Formaban parte de nuestra nueva y más numerosa familia dos individuos del batallón de auxiliares, que al volver de sus guardias nos daban cuenta de lo acaecido en las avanzadas. No sentíamos en aquel sitio caer tantas bombas como en mi antigua casa. Esto y la compañía de las demás mujeres que allí habia distraía mucho á la mia, y me permitía salir á observar lo que por fuera ocur- ría con mayor tranquilidad y confianza. Los niños tenian nuevos compañeros con quienes jugaban alegremente, y las mujeres se distraían con las faenas domésticas, mientras nosotros procurába- mos allegar algunos medios de subsistencia. Los tres balconcitos del entresuelo estaban com- pletamente cerrados, blindados al exterior con tablo- nes y aMnterior con colchones. No recibíamos más luz direcxa que la de una ventana que daba á un es- trecho patio interior, y aun ésta muy disminuida con un parapeto de colchones que se habia colocado para evitar el efecto de algún casco que por allí pudiera introducirse. Teníamos luz encendida dia y noche, y vivíamos en una verdadera cueva. Una de las familias refugiadas en el entresuelo vivia en el piso principal de la casa, lo cual la habia per- mitido subir tierra desde la calle y colocar una gruesa capa de ésta encima de la parte del entresuelo que dedicábamos á dormitorio. Los chicos se acercaban instintivamente á la poca luz que entraba por la ventana del patio; es que ellos como las plantas necesitan aire y sol para prosperar. Pero inmediatamente que se sentía la señal que anun- ciaba una bomba, corrían las mujeres á retirarlos de aquel sitio. Como el ruido no nos permitía oir á veces estas se- ñales, teníamos un hombre á sueldo en el portal que nos avisaba por medio de un pito, y que tenia ade- más el encargo de acudir á las habitaciones altas, 25

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REVISTA EUROPEA.NÚM. 13 2 4 DE MAYO DE 1 8 7 4 . AÑO I .

EL SITIO DE BILBAO

(Continuación.) +

v.Nuevo asilo.—Mis pérdidas.—Kefugio contra las bombas.—Nueva vida.—

Arrecia el bombardeo.—La fábrica de harinas.—Prudencia de los li-

berales.—Cañoneo de Somorrostro.—Proposición de los carlistas.—

Moriones rechazado.—Desaliento.

He dicho anteriormente que unos parientes nuestrosse habían refugiado en sitio más seguro que su habi-tación. Era éste un entresuelo que ordinariamente sedestinaba á almacén de géneros coloniales, situado enuna de las calles más céntricas, y en casa de las me-nos castigadas por su orientación. Recordó este refu-gio cuando corría con mi mujer las oailes, y pudeencaminarla hacia allí.

Con muy buen deseo fuimos recogidos: nos repusi-mos de nuestro susto, y pasamos la noche del mejormodo posible.

A la mañana siguiente fui á reconocer nuestra casa.Una bomba había taladrado todos los pisos y estalla-do en el que nos servia de techo, rompiendo partede éste sus cascos. De atravesar uno más hubiéramosperecido de fijo toda la familia. Mi habitación habiasufrido poco; en cambio la superior estaba destrozada,y apenas quedaba en ella un tabique en pió. Comencéá recoger aigunos efectos para hacerlos trasportar ámi nuevo domicilio. Al entrar en la cocina y despensavi que había penetrado por una ventana que daba á unpatio, sin duda en nuestra ausencia, algún otro pro-yectil, ó quizás algún gran casco, no sé cuál de lasdos cosas, y habia destruido por completo nuestra ba-tería de cocina, enterrando entre cascote y escom-bros casi todas nuestras provisiones.

Nos hallábamos, pues, á la merced de lo que pu-diéramos encontrar, y era inútil toda la previsión quehabíamos tenido. Por fin recogí mis más indispensa-bles enseres y los hice trasportar, no sin varios in-convenientes, á mi nueva morada.

El entresuelo pertenecía á una casa antigua y só-lida, con viguetas de roble, entarimado de ladrillo, ypor tanto un poco más segura que las ordinarias dela población. Tres familias nos encontrábamos enaquel inmenso salón, en el que no habia cocina, nialcoba, ni separación alguna. Unos colchones coloca-dos en el suelo y algunas camas; una gran mesa co-mún; unas cuantas sillas: hé aquí todo nuestro mo-

* Véase el número anterior, pág. 353.

TOMO I .

biliario. Se hizo una división por medio de sobreca-mas colgadas; á un lado dormían las mujeres y niños,al otro nos acostábamos los hombres. Este era el sis-tema general seguido en todas las bodegas y almace-nes que servían de refugio á los bilbaínos.

Los portales estaban convertidos en cocinas; ochohogares distintos ardian en el nuestro, y eso que lastres familias de nuestro entresuelo teníamos uno sólo.Como disponíamos de poco carbón vegetal, quemába-mos la madera de los escombros, y no nos faltaronpuertas rotas, ni tablas desvencijadas que sirvieranpara condimentar nuestros alimentos.

Formaban parte de nuestra nueva y más numerosafamilia dos individuos del batallón de auxiliares, queal volver de sus guardias nos daban cuenta de loacaecido en las avanzadas.

No sentíamos en aquel sitio caer tantas bombascomo en mi antigua casa. Esto y la compañía de lasdemás mujeres que allí habia distraía mucho á la mia,y me permitía salir á observar lo que por fuera ocur-ría con mayor tranquilidad y confianza.

Los niños tenian nuevos compañeros con quienesjugaban alegremente, y las mujeres se distraían conlas faenas domésticas, mientras nosotros procurába-mos allegar algunos medios de subsistencia.

Los tres balconcitos del entresuelo estaban com-pletamente cerrados, blindados al exterior con tablo-nes y aMnterior con colchones. No recibíamos másluz direcxa que la de una ventana que daba á un es-trecho patio interior, y aun ésta muy disminuida conun parapeto de colchones que se habia colocado paraevitar el efecto de algún casco que por allí pudieraintroducirse. Teníamos luz encendida dia y noche, yvivíamos en una verdadera cueva.

Una de las familias refugiadas en el entresuelo viviaen el piso principal de la casa, lo cual la habia per-mitido subir tierra desde la calle y colocar una gruesacapa de ésta encima de la parte del entresuelo quededicábamos á dormitorio.

Los chicos se acercaban instintivamente á la pocaluz que entraba por la ventana del patio; es que elloscomo las plantas necesitan aire y sol para prosperar.Pero inmediatamente que se sentía la señal que anun-ciaba una bomba, corrían las mujeres á retirarlos deaquel sitio.

Como el ruido no nos permitía oir á veces estas se-ñales, teníamos un hombre á sueldo en el portal quenos avisaba por medio de un pito, y que tenia ade-más el encargo de acudir á las habitaciones altas,

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acompañado de uno de nosotros, no bien presumía-mos que pudiera haber caido allí algún proyectil. Allíteníamos á prevención cubas con agua para sofocaralgún incendio incipiente.

El cuarto dia del bombardeo siguió éste con igualintensidad, causando una muerte, algunos heridos ydos incendios. Duró toda la noche, aunque con máslentitud que durante el dia. Los veteranos patrulla-ban la población, y los zapadores sofocaban los incen-dios. Dos bombas echaron á pique en este dia á losvapores Osear y Primero de España, que se hallabanatracados á uno de los muelles.

Se suprimió el toque de todas las campanas, y sehicieron parar los relojes de la población, á fin de quelas señales de aquellas fueran exclusivamente paraanunciar bombas. Se redoblaron todas las precauciones.

El tiempo de que veníamos disfrutando era exce-lante, y continuó así durante varios dias. El quinto debombardeo, ó sea el 28, tuvimos un viento Sur terri-ble, y el bombardeo fue más fuerte que nunca. Lanoche, sobre todo, fue horrorosa. Hubo momentos enque contamos cuatro bombas en el aire á la vez, y losdisparos se sucedían de minuto en minuto.

El viento soplaba con verdadera furia. Los carlis-tas habian cortado el dia anterior una de las pocascañerías que surtía á la población. A cada instantetemiamos que se declarara un incendio, y que éste nopudiera ser dominado. Sus consecuencias debian serhorribles; Bilbao es una población muy apiñada; ensus casas abunda la madera de tal suerte, que algu-nas de las fachadas son sencillos entramados.

La Providencia veló por nosotros; no hubo un soloincendio que no fuera inmediatamente sofocado. Eneste dia falleció víctima de un proyectil una de las se-ñoras más conocidas de Bilbao, ó mejor dicho, fuóherida en él, muriendo á los pocos dias; me refiero áuna infeliz demente, de distinguida familia, que, en-tre otras manías inofensivas, tenia la de acompañar álos oficiales de ejército.

Los carlistas apuntaban perfectamente: notóse quedirigían sus fuegos hacia una fábrica de harinas al va-por situada en la margen izquierda del rio. Debíacausarles mucha ira el ver el penacho negro de suchimenea, pues gracias á ella podian molérselos gra-nos y legumbres. Uno de los proyectiles atravesó lacaldera, pero pudo recomponerse la avería y seguirdesafiando el furor de los carlistas.

Debo hacer notar en este punto la gran prudenciade los liberales bilbaínos enfrente de las indicacionesque hacían varias familias conocidamente carlistasresidentes en la población. A pesar de que estas ma-nifestaban de un modo ó de otro su contento al verlos escombros de los edificios, conteníanse siemprelos liberales y procuraban no aplicar la pena del Ta-lion á los que por su crueldad y temeridad la tenianbien merecida.

De esta suerte continuamos los dos dias siguientes.Varios de los proyectiles habian caido en las iglesias.El Ayuntamiento, la Diputación y otros edificios pú-blicos habian sido bastante castigados. Nos íbamosacostumbrando á lan salvaje medida, y sólo germina-ba en nuestros corazones la idea de odio y desprecioá los carlistas, concentrando todas nuestras maldicio-nes contra Valdespina y Andéchaga.

Creíamos haber notado los dias anteriores granfuego de cañón hacia la parte de Somorrostro, y sehabian visto á nuestros buques de guerra en el Abrade Portugalete tirando contra la costa. Sabíamospor confidencias que Moriones venia en nuestro socor-ro por la parte de Castro. Esto aumentaba nuestraconfianza, y nos hacia llevar con paciencia tantos sin-sabores.

Solíamos subir al fuerte de Miravilla, desde dondese alcanza el mar, para observar el vivo coñoneo delos dias 25 y 26. Discutíase largamente sobre el puntoen que se daba la batalla, pues batalla y no otra cosadebía de ser, á juzgar por el tiroteo. Quiénes calcula-ban que ésta tenia lugar junto á la ria de Somorros-tro; otros suponían que la cosa se verificaba tres kiló-metros más cerca, esto es, hacia San Pedro Abanto;algunos se atrevían á sospechar que todavía era másinmediato el lugar de la ocurrencia, fijándolo haciaNocedal, y algunos 16 adelantaban hasta San Salvadordel Valle. Lo cierto es que la distancia de cuatro ácinco leguas hasta el centro de estos puntos, lo que-brado del terreno que dificulta el acceso de la mirada,la poca trasparencia del ambiente en este país, nues-tra escasa costumbre en tales problemas y lo entur-biada que tenian nuestra vista los sucesos, nos impe-dia apreciar con exactitud la distancia.

La ansiedad era horrible. Si Moriones triunfaba selevantaría el sitio, y yo estaba decidido á abandonarla población por no encontrarme en otro percanceanálogo. Si era derrotado, ¿qué seria de nosotros?

El dia 27 corrieron por la población rumores muyalarmantes. En vano los desmentían los periódicos;en vano los buenos patriotas procuraban animar á todoel mundo. Se decia que Moriones había sido derro-tado con grandísimas pérdidas.

Lo cierto es que un hombre se había presentado eldia anterior por la tarde en la avanzada de Albia conuna carta de Dorregaray al gobernador militar, di-ciéndole que tenia en su poder un gran número deheridos liberales de que no podia cuidar, y si queda-mos recibirlos en la plaza. Tan inusitada petición diri-gida á un pueblo sitiado chocó en extremo, compren-diendo en seguida que se trataba con este pretextode comenzar á hablarse, de romper el hielo, en unapalabra.

Era,en efecto,sóloun pretexto de Dorregaray, quiense abstuvp de indicar el resultado de la batalla. Elgobernador militar no quiso que se le tachara de in-

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humano y contestó afirmativamente, aunque extra-ñándose de lo singular del caso. Los heridos no vi-nieron, pero se recibió al día siguiente otra comu-nicación dando cuenta de la derrota de Moriones,pidiéndole que rindiera la plaza, é instando á que nom-brara una comisión que examinara el campo de batallay las obras de defensa que existian en Somorrostro,para que se convenciera de que el ejército liberal nopodría venir á socorrernos.

El general Castillo rechazó, como es consiguiente,todo lo relativo á rendición, y propuso á la comisiónde defensa si seria conveniente enviar algunas perso-nas á hacer el reconocimiento indicado por los carlis-tas. Aceptóse en un principio esta proposición, y hastase designó al presidente de dicha comisión y á un ofi-cial de ingenieros para que fueran a Somorrostro. Lacuriosidad triunfaba de la prudencia.

Reflexionando un poco sobre este asunto, la comi-sión pensó con mayor cordura y decidió que nadiesaliera de Bilbao, con el justo temor de que. si las for-tificaciones eran tan inexpugnables como los carlistasdecían, podria desanimar á la plaza el saber la verdaddel caso. Los hechos posteriores han venido á justi-ficar la prudencia de tal medida, y os probable que áconocer los bilbaínos las formidables trincheras de SanPedro Abanto, y el número de bajas que tuvo el ejér-cito, hubiera decaído mucho su ánimo. ¡Cuan ciertoes que los más pequeños sucesos suelen ocasionartrascendentales consecuencias cuando se trata de co-sas de la guerra!

El desaliento se apoderó de muchos al notar quehabía cesado por completo el fuego que hacia Somor-rostro se había oído los dias atrás, y la desaparicióndel Abra de los buques de guerra. Nadie dudaba deque Moriones había sido rechazado, y muchos creianque su derrota era completa.

Volví á mi casa triste y abatido. Seguían cayendolas bombas, y la esperanza de socorro se había ale-jado. ¿Podríamos resistir así mucho tiempo?

VI.

Sigue el bombardeo..—Defensa de Begofia.—Fundición de proyectiles.

—General No imparta.—Desgracias.—Distracciones.—Falsos ruma-

res.—Crueldad carlista.—Los hospitales.—Batería de la vida.—Ren-

dición de una avanzada.—Máquina da petróleo.—Suspensión del

bombardeo.

El bombardeo continuaba casi sin interrupción, yel día primero de Marzo comenzó á hacer fuego labatería carlista de Ollargan. Continuó de esta suertedurante los primeros dias de este mes, arreciando enunos y haciéndose más lento en otros, pero no inter-rumpiéndose por completo en ninguno. Los destrozosde la población iban en creciente aumento: habíacasas que contaban varios proyectiles en muy cortotrecho. *

Es notable la defensa que durante este tiempo, y

hasta el final del sitio, hizo la guardia foral posesio-nada de la iglesia de Begoña y casas inmediatas. Labatería de Artagan no distaba doscientos metros deeste edificio religioso, y le domina por completo. Ha-cia sobre él un vivísimo fuego de bala rasa, granaday lusilería. Otro tanto sucedía con la batería de SantaMónica, colocada en un convento inmediato á Begofia.La guardia foral, subida á las bóvedas y torre del edi-ficio, se batía con bravura y gran vigilancia.

El fuego de cañón llegó á ser tan considerable, quela torre de la iglesia, reconstruida por suscricion pú-blica á consecuencia de haber sido volada en la guerraanterior, quedó casi completamente destruida. Seapelóá toda clase de medios para hacer rendir la guardiaforal, y más adelante indicaré el conato de incendiocon petróleo que se trató de realizar. La guardia foralno se intimidó y alcanzó el justo renombre que hoygoza ante la consideración y gratitud del pueblo deBilbao.

No eran muy abundantes los proyectiles de cañónque había en la plaza; por lo cual se fundían en untaller de Achuri, montado ad hoc en este barrio. Seaprovechó todo el lingote y fundición vieja disponi-ble; pero como el consumo de proyectiles era consi-derable, se comenzó á utilizar los mismos que nosmandaban los carlistas. Se decomisaron éstos y seabonaba cierta cantidad á los zapadores por cada pro-yectil entregado.

La audacia de los carlistas era tal, que lograroncortar durante la noche del 3 el hilo telegráfico queunía la plaza con la iglesia de Begoña, del mismomodo que existian hilos entre aquella y todos los fuer-tes. Molestaban constantemente á nuestras avanzadascon fuego de fusilería, sobre todo al hacerse el relevo.

El tiempo era excelente en general, y uno de los me-jores inviernos que ha visto Bilbao. Sin embargo, nopodia olvidarse de llover de cuando en cuando, y en-tonces penetraba el agua por los agujeros de los teja-dos, formando con los escombros grandes barrizalesen las bohardillas y pisos altos.

El espíritu publico se iba levantando, y se hallaba alfrente de nuestras filas el general JVo importa, quetantas batallas ha ganado en España. Era, sobre todo,extraordinario el buen espíritu del bello sexo. Sólorespiraba odio contra los carlistas é infundía ánimo átodo el mundo.

Ocurrían entre tanto algunas desgracias, que no so-naban mucho por verificarse en su mayor parte engentes del pueblo. Sin embargo, perecieron dos perso-nas muy conocidas en la población; una respetableseñora en su propia casa, y un caballero muy aficio-nado al tapete verde, á quien alcanzó un casco pasan-

, do por la calle y refugiándose en un portal.La vida de la población tenia entonces un carácter

especial. Como todo el mundo vivia en los entresuelosy pisos bajos había cierta animación en los momentos

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388 REVISTA EUROPEA.—24 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.°13en que el bombardeo no era muy recio, y hallábansemuy concurridos los portales. Al oir el toque de cam-pana nos refugiábamos en éstos los transeúntes, y los.jóvenes de buen humor aprovechaban esta circunstan-cia para acercarse á ciertas personas sin necesidad depresentación alguna.

En algunas de estas habitaciones bajas reinaba laalegría propia de los pocos años y muy común entrelois bilbaínos. En ellas se reunían á ciertas horas va-rios jóvenes que se entregaban á las delicias de lamúsica y del baile, contribuyendo á endulzar aque-llas amargas horas. La fiesta era interrumpida al es-cuchar una detonación inmediata; pero se reanudabaá los pocos instantes, olvidándose sus comensales deque jugaban en los bordes de un volcan.

Corrieron por entonces algunas falsas noticias res-pecto á concederse nuevos plazos para salida de mu-jeres, niños y ancianos. Estos no llegaron nunca porcrueldad de los carlistas.

Un dia que volvia yo á mi refugio, por la mañanatodavía, encontré inusitada animación en mi gente:las criadas de las familias allí reunidas habían traídola noticia de que se concedía un nuevo plazo, é irre-flexivamente querían las mujeres aprovecharse de él.Fácil es notar que, además de ser falsa la noticia ypoco probable en lo sucesivo, era preciso separarnos,puesto que yo, y en mi caso otros varios, no podría-mos acompañarlas, conforme aconteció en la primerasalida, y según es costumbre en tales casos. Antetales razones desistieron todas y no volvieron á pen-sar en tamaño despropósito.

Por otra parte, según las noticias que se tenían, con-firmadas más tarde, la conducta de los carlistas conlas personas que aun remotamente pudieran tener al-guna relación con el elemento liberal, eran ultrajadasy maltratadas por algunos caciques de la facción. Ha-bia gran rigor y hasta crueldad en este punto. Si laspersonas eran pudientes, se las imponía, á veces sólopor haber estado en Bilbao, multas en metálico ó enefectos, siendo muy acostumbrada la de exigir uncierto número de pares de borceguíes: si era pobrese la apaleaba; si muchacha se la cortaba el pelo yhasta se la emplumaba.

Citaré á este propósito lo que ocurrió poco antesdel sitio de Portugalete. Salió de su recinto un diauna criada al inmediato pueblo de Santurce, domina-do por los carlistas, quienes la detuvieron por haberbailado con los soldados de la villa citada dentro de laantigua iglesia, convertida en fortaleza y cuartel. Al-gún cura opinó que debiera fusilársela, y se discutía lapena que se la habia de imponer, cuando sabido estopor el jefe de la plaza liberal, cogió rehenes entremujeres de ésta, cuyos maridos militaban en la fac-ción, y amenazó con infligirlas análoga pena á la quesufriera la pobre muchacha. Bastó esto para que fuerapuesta en libertad.

Los castigos impuestos por los carlistas á sus adep-tos y á aquellos de quienes sospechaban, revestíansiempre mucha dureza y ferocidad, siendo en esto ló-gicos con la idea despótica que defendían en la per-sona de su soberano. Las exacciones que efectuabaneran muy frecuentes; cogían cuantos efectos pudieranservirles para la guerra, y hacían trabajar por lafuerza á todo el mundo, así como antes habían arran-cado de sus hogares á los campesinos. ¡Linda manerade realizar el espíritu foral, defensor de la integridaddel individuo y de la santidad de su hogar!

Continuó el bombardeo sin interrupción durante losdías siguientes, variando su intensidad según el esta-do del tiempo y conforme á circunstancias que nopodíamos apreciar. Nuestras baterías le contestabandurante el dia; pero, á decir verdad, no obtenían granresultado aparente. La que más daño debía causarlesera la situada en la estación del ferro-carril, cuyocañón de á 16 se rompió por la boca, y era apro-vechado como un verdadero mortero, que les lanzabaproyectiles por elevación. Así debia ser, pues se notóque hacia este punto dirigían con encono sus dispa-ros, como lo prueba el gran número de proyectilesque penetraron en este recinto, que es una de las me-jores y más solidas estaciones de vias férreas que hayen la Península.

Fue preciso quitar ol hospital militar del Instituto,pues á pesar de haber trasladado á sus pisos bajos losenfermos, no se encontraban seguros: pasaron á unacasa de la calle del Víctor, que previamente se hizodesocupar.

El hospital civil, aunque bien situado en Achuri,recibió también varios proyectiles. Cayó uno de éstosen la noche del 4 y reventó en medio de una sala:apagáronse los faroles, lanzáronse despavoridos desus lechos los enfermos, y cruzaban á la desvandadapor los ámbitos del espacioso edificio, como sombrasaterradoras que salian de sus sepulcros, evocadaspor el genio del mal. Fue preciso trasladar los enfer-mos á las partes más bajas del edificio y reforzar elblindado de éste.

Se notó que algunos proyectiles llegaban despuésdel choque, de rebote, empleando una palabra muygráfica tomada del juego de pelota en que tan dies-tros son los vascongados, á ciertos sitios que en unprincipio se creyó seguros, por lo que fue precisoafianzar el blindaje y disponerle en puntos determina-dos. Recuerdo á este propósito que en uno de los pisosbajos de la ribera mejor blindados, habia un letreroquedecia: Batería de la vida, en contraposición á lade La muerte, situada en la Sendeja, cuyo nombre secopió del que tuvo otra situada en el mismo puntodurante los sitios de la anterior guerra civil, y célebrepor el gran número de bajas que en ella sufrieron losdefensores de Bilbao.

El precioso paseo del Arenal, orgullo de los bilbai-

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EL SITIO DE BILBAO. 389nos, se hallaba estropeado: los proyectiles habian des-gajado algunos árboles y abierto grandes hoyos en elsuelo. Los vecinos sacaban de él la tierra para el blin-daje. Era arriesgado recorrerle en ciertas horas, por-que silbaban sobre él las balas de fusil: su guarda sehizo célebre por el esmero y valor con que le cuidaba.

El dia 18 de Marzo hubo gran excitación en la villa.Una avanzada de carabineros, compuesta de 35 hom-bres al mando de un teniente, destacada en la Salve, serefugiaba por la noche en la casa inmediata del señorDelmas. Atacada á favor de la oscuridad consumió susmuniciones, y tuvo que rendirse al ver que los carlis-tas trataban de dar fuego á la casa. Atribuíase estahazaña á un tal Villachica, que había sido el segundode Abasólo en su contra-guerrilla, y que fue destituidode este puesto por su mala conducta, desertando á Io3carlistas por despecho é ira con dos ó tres de los suyos.

Esto habia ocurrido en la noche del 14 al 15. For-máronse grupos en la población, pues habia cesado elbombardeo en dicho dia, y se criticaba por algunos ála autoridad militar por no haber socorrido á los cara-bineros, censurando al propio tiempo la precipitacióncon que éstos habian consumido sus municiones. Estooriginó ciertas falsas noticias que por entonces corrie-ron por todos los ámbitos de la Península, asegurandoque el pueblo de Bilbao habia destituido á su autori-dad militar.

La conducta de ésta no merece censura alguna porun hecho de tan poca importancia y tan frecuente enempresas militares.

Otro acontecimiento notable ocurrió la misma nochenn la parte de Begoña, tan vigilantemente defendidapor la guardia toral, según anteriormente hemos di-cho. Deseaban los carlistas á todo precio posesionarsede la iglesia y de la casa de Ayuntamiento inmediataá ella. Al efecto construyeron un marco de maderacon enrejado de alambre, dentro del que colocarononce botellas de vidrio llenas de petróleo; el todo cu-bierto con una lona embreada. Colocaron al aparatouna espoleta análoga á la de las bombas, y por mediode una cuerda lo lanzaron entre dos hombres movien-do ésta á guisa de honda. A pesar de arrojarlo desdeuna altura, no llegó al tejado como ellos suponían;chocó en la fachada, rompiéronse las botellas, pren-dióse fuego al petróleo y cayó todo al pió de la casa,sin resultar daño alguno para ésta, pues se consumióel liquido inflamable y ardió cerca de sus paredes.

Ni en todo el dia 1S ni el 16 de Marzo tuvimosbombardeo. Atribuíase por algunos á escasez de mu-niciones de los carlistas, ó á su convencimiento de queno lograrían por este medio penetrar en Bilbao. Corriótambién por la villa el rumor de que habian sido re-chazados en Galdames por nuestro ejército, y que unaparte de éste habia desembarcado cerca de Plencia.Esto sin decir las estupendas noticias que algunos in-ventaban para solaz propio y ajeno.

Al vernos sin nuestras asiduas compañeras las bom-bas, todo el mundo salió á la calle á respirar el airepuro y ver la luz del sol. Las calles y paseos estabaninundados de mujeres y niños. La alegría era muyconsiderable. Las gentes discurrían con los mismostrajes que usaban en sus casas, y creian que habianpasado las horas más amargas del sitio. Pronto seconvencieron de lo contrario.

VIL

Intermitencias del bombardeo.—Noticias del ejército.—NoeTO ataque áBegoña.—Fuego de Somorrostro.—Muerte de Urrutia.—Salud pu-blica.—Otra desgracia.*—Escasez de grano.—Línea de San PedroAbanto.—Las célebres trincheras.—Fusilería y artillería.--Batalla deMarzo.

El dia 17 de Marzo se reanudó el bombardeo in-terrumpido en los dos anteriores. Fue suave, pero eldia 18 fue el más fuerte que hasta entonces habiamossufrido; se nos dispararon 424 proyectiles, de ellos319 bombas. Aflojó el dia 19, y aún más el dia 20, yse interrumpió desde éste al 27.

En dicho dia 17 se fijó al púlico un parte remitidopor el presidente del Poder EjecuÜvo con fecha 10,introducido á gran costa por un confidente. En él senos daba cuenta que Moriones habia sido rechazado enSomorrostro el 25 de Febrero, y que el general Ser-rano se habia encargado en persona del mando delejército, que estaba reforzándose convenientemente.Esto nos animó en extremo, y si bien el generalSerrano no tenia grandes simpatías en la villa por elconvenio de Amorevieta, juzgaban todos que al ha-cerse cargo el jefe del Estado del mando en personaallegaría los poderosos recursos necesarios para ven-cer á los carlistas, ya que nuestras indicaciones demesesv%nteriores habian sido ineficaces para probaren Madrid que la insurrección carlista no era cosabaladí. Se alababa también este acto de patriotismodel duque de la Torre al trocar las comodidades de suvida cortesana por las fatigas de la del campamento.

En la noche del 17 renovaron los carlistas su ataqueá Begoña. Prepararon al efecto varios carros cargadoscon paja y una bomba de riego llena de petróleo. Lostorales estuvieron tan acertados en sus disparos, y convigilancia tan exquisita, que lograron imposibilitar elque los carlistas se acercaran.

El dia 28 oimos gran fuego de artillería hacia So-morrostro, y pasamos el dia observando con anteojoslas partes visibles de este valle, sin podernos darcuenta cabal de lo ocurrido. La autoridad militar nosanunció que el ejército avanzaba victoriosamente,cuya frase en lo sucesivo se hizo popular y nos ladecíamos unos á otro3 en son de broma al preguntar-nos las noticias del momento.

Otro tanto hicimos al día siguiente. En una casasituada encima del hospital, que escogíamos algunoscomo observatorio, nos colocó algún chusco el si-

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guíente letrero, al ver la ineficacia y divergencia denuestras tareas: Manicomio modelo; desde aqui áLeganés.

El dia 27 no fuimos tantos los observadores, puesse habia reanudado el bombardeo: los carlistas habianestablecido una nueva batería en la antigua cadena dela carretera deMurguia, al lado de Artagan.

Por la noche oimos gran repique de campanas en lainmediata iglesia de Deusto, lo cual nos hizo sospe-char que la batalla de aquellos días en Somorrostro nohabia sido favorable á las armas carlistas. Notamosque en los dias siguientes hubo gran silencio haciae! campo de batalla; esto nos confirmó en que el com-bate no habia sido decisivamente propicio á nuestroejército. Continuó el bombardeo, aunque no muyfuerte hasta fin de mes.

Falleció el dia 30, á consecuencia de un balazo defusil recibido en un reten, el voluntario de la 7.a com-pañía D. Manuel Urrutia y Beltran, cuya pérdidafue muy sentida en la población. Abogado de talento,joven aún y de carácter bellísimo, habia ocupadopuestos muy distinguidos en la localidad. Era miamigo: nos habíamos alcanzado en las universidades,y lloré su muerte cual la de un hermano.

Hacia ya tiempo que carecíamos de carne, y las ha-rinas escaseaban ya. Desde el dia 28 sólo se distribuíael pan, dando media libra á cada persona y una á lasarmadas. Algunos artículos habian alcanzado preciosmuy considerables. La vida comenzaba á hacerse,pues, precaria.

Yo pude reunir algunas provisiones á peso de oro,pues me encontraba sin ninguna desde la catástrofede mi antigua habitación. Verdad es que partíamosnuestras existencias los que nos albergábamos en elmismo entresuelo. No hay más comunismo posible queel sancionado por la necesidad y alimentado por lacaridad.

El mayor y el más pequeño de mis hijos se habianresentido en su salud á consecuencia de la falta deaire, y sol de nuestra morada. El módico que los visi-taba nos decia, ó mejor dicho, me decia á mí en par-ticular, que abrigaba serios temores por la salubridadpública si continuábamos aquel género de vida á quelas carlistas nos obligaban. La mortandad aumentaba:el número de defunciones, que ordinariamente enBilbao no llega á dos diarias, pasaba de diez.

Este dato, que es auténtico como todos los quedoy, prueba una vez más que en todas las empresasmilitares hay un enemigo mucho mayor que las balas,cual es las enfermedades; bien lo prueba en nuestrosdias la mortífera guerra de la Isla de Cuba, y se con-firma en todos y cada uno de los sitios que sufren lasplazas.

Mi esposa habia sufrido de reuma, y yo temia muchoque se agravara en la nueva habitación; pero sin dudapor ese predominio de la parte moral sobre la ma-

terial, tan notable sobre todo en las madres de fa-milia, se repuso algún tanto y no sufrió recargo al-guno durante todo el sitio.

Presenciamos en cambio un triste acontecimientoen nuestro entresuelo. El marido de la parienta porquien fuimos á parar allí venia sufriendo de un amagoaplopético, aunque no le impedia salir todos los dias.Era un hombre de edad madura, refugiado como yoen Bilbao por no querer tratar con los carlistas, buenesposo y excelente padre. A consecuencia de los malosalimentos tuvo una indigestión que determinó en élun nuevo ataque aplopético, el cual le mató casi ins-tantáneamente. Velamos, pues, su cadáver consolandoá su atribulada viuda, y al dia siguiente le dimos hon-rosa sepultura. Al hacer esta operación llovían sobrenosotros las bombas, y salimos ilesos á fuerza de pre-caucionas y vigilancia.

Comenzamos el mes de Abril, suspendiendo en estedia los carlistas el bombardeo hasta el 8, en que loreanudaron. No nos explicábamos estas intermiten-cias, como no fuera por falta de municiones ó pordeseo de mortificarnos con mayores torturas.

La escasez de grano era tal, que sabiendo la exis-tencia de varias fanegas en una fábrica inmediata á lapoblación, bajo los fuegos de sus fuertes, salieron denoche tres compañías de cazadores de Alba de Tormesá recoger este grano, lo que realizaron, pero con pér-dida de un oficial y tres soldados, además de otro he-rido. Recibimos el dia 2 tres alocuciones dirigidas álos bilbaínos por Valdespina, dicióndonos que en loscombates del 2b, 26 y 27 habia sido derrotado nuestroejército, muriendo Primo de Rivera y estando grave-mente herido Loma. Confesaba la muerte de Olio y laherida de Radica, y excitaba á la plaza para que serindiera por un deber de humanidad. Comentamoseste documento para tratar de hallar en él algún rayode luz sobre la tremenda batalla de los dias citados, ynos reimos de la intimación del célebre marqués.

Dos dias más tarde recibimos un número del Cuar-tel Real, suministrado de intento por las avanzadascarlistas, en el cual se describía á su manera dichabatalla; pero de su lectura deducíamos que nuestrastropas habian avanzado hasta Murrieta y esperamosver llegar de un momento á otro el ejército libertador.

Aunque sea interrumpiendo el hilo de mi narra-ción, voy á describir ligeramente lo que yo mismo ob-servé en las posiciones de San Pedro Abanto, cuando,después de levantado el sitio, vine á recorrer el ter-reno en los primeros dias de Mayo. Servirá esto comode aclaración á mi escrito, y para que mis lectoresno se atengan á las descripciones que hacían losperiódicos de Madrid contemporáneos de la batalla,los cuales exageraban las fortificaciones y defensas delas líneas carlistas en diverso sentido, según que seproponían pintar la facilidad ó dificultad del paso delas mismas.

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N.° 1 3 EL SITIO DE BILBAO. 391

Como el lector habrá observado, peco algún tantode curioso, y no pude resistir al vivo deseo de exami-nar personalmente las celebradas trincheras y recorreruna vez más este terreno por mí tan frecuentado enexpediciones de caza ó en pequeños viajes.

Comienzo por confasar que no encontré trincheraalguna casamatada ni esas obras maravillosas que hevisto descritas en los periódicos, sino trincheras or-dinarias, bien construidas y hábilmente trazadas. Elferro-carril minero de la Diputación estuvo en acti-vidad durante todo este tiempo para llevar á su ter-minación en Ortuella l»s provisiones de los carlistasdesde la estación del Desierto. La via del ferro-carrilminero desde Sestao á Galdames la hallé sentada entodo lo que pude alcanzar. No debian tener, por con-siguiente, los carlistas esa gran cantidad de barra-car-riles de que se ha hablado, y teniéndola á la mano noquisieron ó no supieron emplearla.

Prescindiendo por ahora de la primera línea de de-fensa, ó sea la de San Pedro, creía yo que tendríanuna segunda hacia Nocedal, ó bien dominando elriachuelo que va desde la falda de Sarantes al rio deGalindo. Hay allí los puntos llamados Balleui, Ballontiy Sestao que se prestan á una buena defensa, si bienla escuadra puede molestar algo desde el Abra.

Ninguna hicieron los carlistas en todo este terreno,ni siquiera cortaron el gran pontón de Balleni.

Su tercera línea me parecía que debia ser la queusaron con tanto éxito el año 36; los montes de Ca-bras y Banderas á la derecha del rio, el de Castrejanay el llano deBurceña á su izquierda. Aquf hicieroncon efecto algunas obras, pero no tan formidablescomo las que permite el terreno.

En la célebre línea de San Pedro Abanto no se hanencontrado, que yo sepa, aquellos depósitos de pól-vora ó dinamita con los que se decía iban á volar ánuestro ejército. Sin embargo, se halló en el parque dePortugalete una pila eléctrica y medios que pudieranhaber utilizado en la voladura. Los pares de ruedasde wagones subidos á Montano para ser desprendidosdesde allí sobre nuestros soldados eran uno de tantosingeniosos medios ideados por un célebre inventorcarlista, poco prácticos casi todos. Las máquinas deguerra deben realizar la doble condición de ser muydestructoras y de fácil manejo, como sucede con elfusil, el cual andando los tiempos será sustituido poralguna otra máquina más terrible y quizás más sen-cilla.

La línea de San Pedro Abanto se apoyaba en su de-recha sobre Montano, elevadísima prominencia dependientes muy ásperas, y que impedia un movi-miento envolvente de nuestro ejército por aquel lado,por hallarse muy próximo al mar. Seguía á éste otradepresión del mismo monte llamado Montano chico, éinmediatamente una derivación del mismo aún másbaja llamada Monte Maatres. A continuación se halla

la colina en cuya cúspide está situada la iglesia de SanPedro Abanto. Sigue, marchando hacia la izquierda,aunque un poco retrasada, otra colina en cuyo vérticese alza la ermita de Santa Juliana. Ésta va siendo do-minada por alturas sucesivas hasta llegar al monteTriano, célebre por sus minas de hierro, y luego á losmontes de Galdames.

Esta línea, de unos 10 kilómetros, aunque la parteprincipal desde Montano á Triano sólo comprende lamitad, estaba fortificada del modo siguiente: En Mon-tano,y sobretodo en Mantres.habia trincheras guarda-das con poca fuerza. En la colina de San Pedro Abantohabia una trinchera en ángulo que abarcaba, no sóloel frente, sino también la izquierda que domina lacarretera: tenia fuegos desenfilados, poseía caminoscubiertos y formaba con la pequeña pero fuerte iglesiaun buen reducto. La vertiente de Santa Juliana habiasido desprovista de los árboles que la cubrían; desdeella hasta Triano habia varias trincheras, así como va-,rías cortaduras en el ferro-carril minero de Galdamesque por allí pasa. Habia también trincheras avanzadasen toda esta parte izquierda, cuyo suelo es muy que-brado. Ninguna de ósta3 tenia foso ni aspilleras, aun-que sí camino cubierto y banqueta para subir ádisparar.

Mucho se ha hablado de ingenieros austríacos quehan trazado estas fortiticaciones; pero todo ello escompletamente falso. Me inclino á creer, aunque nopuedo afirmarlo, que el trazado de estas obras corres-ponde á los jefes carlistas, y que su ejecución y deta-lles pertenecen á los varios contratistas de obras,aparejadores, capataces, etc., que militaban en las filascarlistas. Bien sabido es queóstos son muy inteligentesen esta clase de trabajos, y como su aplicación al artede la guei^a puede hacerse sin haber pasado por lasacademias militares, realizaban perfectamente el ob-jeto que se proponían. Hay además entre los carlistasun elemento con que no cuenta nuestro ejército; eneste último han de ser los ingenieros quienes ejecutentales ó cuales obras; en aquel trabajan todos; y cuandoesto no basta, obligan á trabajar hasta las mujeres yancianos del país. Por esto levantaban en una solanoche parapetos que causaban el asombro de nuestrossoldados.

Ya que de las trincheras voy tratando, debo mani-festar que no es extraño el extraordinario éxito quehan tenido, dada la clase de armas modernas. Con elfusil antiguo era preciso que el soldado lo levantaradespués de haber he<;ho fuego, bnjara al fondo do latrinchera, cargara allí, volviera á colocarlo en posi-ción, apuntara é hiciera fuego. La cosa es hoy muydistinta: colocado el fusil acostado en la direcciónconveniente, el soldado no necesita moverse paracargarle ni sacar siquiera la cabeza fuera del parape-to, bastando que mire al rectificar la puntería. Esto,unido al gran número de tiros que pueden dispararse,

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y al alcance de las balas, hace muy difícil tomar defrente una trinchera bien defendida.

Nuestro ejército procuraba contrarestar las gran-des ventajas de estas trincheras y de su situación deataque con el empleo de la artillería, muy superior ála carlista. Pero es muy difícil introducir en las trin-cheras granadas ni otros proyectiles, y de aquí la ne-cesidad de un gran cañoneo antes de mandar colum-nas de ataque.

No describiré la batalla de los dias 25, 26 y 27 deMarzo, pues además de ser bastante conocida, mehallo desprovisto de los conocimientos militares nece-sarios para narrarla, y mucho monos para juzgar suplan. Es lo cierto que el primero de estos dias avanza-ron nuestras fuerzas á cosa de un kilómetro de lalínea carlista ya descrita, costando gran trabajo ven-cer las posiciones avanzadas de la izquierda del ene-migo. Sólo se alcanzó á Pucheta, situado al pió delmonte de Triano y á las Carreras enfrente de SanPedro. Continuóse el fuego el dia 26, y el 27 se tomó,despuesde grandísimas pérdidas, el barrio de Murrieta,situado al pié de Mantres y á unos 300 metros de SanPedro Abanto, del que le separa una hondonada.

Esto costó á nuestro ejército unas 4.000 bajas, y álos carlistas más de 2.000, perdiendo sus mejoresjefes, Olio y Radica, y siendo mal heridos los másreputados de los nuestros, Loma y Primo de Rivera.Do todas suertes se comprobó á posleriori que sólohabia conseguido nuestro ejército llegar á la línea dedefensa carlista, y que era muy difícil rebasarla defrente.

Entonces se pensó en hacer venir nuevos refuerzoscon el general Concha y efectuar un movimiento en-volvente por la izquierda carlista, para lo cual eranprecisas grandes fuerzas.

El aspecto del campo de batalla, tal como yo le en-contré en los primeros dias de Mayo, indicaba cuanruda debió ser allí la pelea. Elriente valle de Somor-rostro con los verdes campos de San Juan; el preciosobarrio de Povefia dominado por el monte Janeo; lasarenas de la ria y el azulado mar al fondo, no pare-cían indicar que allí se habia jugado la suerte entre elrégimen liberal y el absolutista. Más arriba ya, hacialas Carreras, nos señalaban algunos de los labradoressin casa ni hogar los campos que encerraban muchoscadáveres, y veíamos talados los montes y arrasadoslos sembrados. Notamos en Pucheta muchas casasquemadas, y en Murrieta casi todas. En el suelo seencontraban á cada paso granadas enteras y cascosde las que habían reventado. La ermita de Santa Ju-liana estaba en ruinas, y de la iglesia de San Pedrosólo quedaba algún lienzo de pared: las esculturas desus altares yacian entre los escombros; los huesos delcementerio inmediato blanqueaban en la superficie.Todo el terreno estaba cubierto de hoquedades cau-sadas por nuestra artillería, si bien algunas de éstas y

de los desperfectos anteriores procedían del ataqueque se verificó un mes después. La muerte y la deso-lación se habían paseado por aquellos lindos valles yverdes colinas.

VIH.

El incendio.—Pan de habas.—Carne de caballo.—Legumbres secas.—

Vino artificial.—Alumbrado público.—Sermones carlistas.—La inun-

dación.—Sus efectos.—Proyecto de comunicación con botellas, palo-

mas y globos.—Sefiales y telégrafos. —Parte oficia!.

Desde el dia S de Abril al 8, ambos inclusives, con-tinuó el bombardeo, que se interrumpió desde estafecha hasta el 28 do dicho mes. A pesar de estos diasen que nos veíamos libres de tan terrible enemigo, na-die se atrevía á abandonar su nueva morada por temorde verlo reaparecer á cada instante. Algunas de lasfamilias que en el primero de estos interregnos volvióá su casa, tuvo que correr precipitadamente y en me-dio de la noche á la bodega de refugio. Esto sirvió deescarmiento para todos, y ya nadie pensó en cambiode domicilio.

Una de las bombas que cayó en uno de estos últimosdias, produjo un incendio en una casa inmediata á lanuestra. El proyectil se había sentido á las once ymedia de la noche, pero no se notaron las llamashasta las dos de la mañana. Al oir los gritos corríprecipitado para prestar mi ayuda, y con asombro vique los bomberos acudían ya. Tal era su vigilancia j¡actividad. El incendio tenia proporciones alarmantes,y ya comenzaba á arder el alero de la casa inmediata,esto es, de la nuestra.

Bajé yo á prevenir á las mujeres para que estuvierandispuestas á abandonar sus lares si el incendio sepropagaba, y volví al punto del peligro. Parecía queel enemigo tomaba por blanco aquella hoguera, puespasaban por encima de nuestras cabezas muchos pro-yectiles, y cayó uno muy cerca de nosotros. Al cabode algunas horas logramos dominar el fuego, y yo noabandonó este lugar hasta que vi apagada la últimapavesa. Era bien entrado el dia, y me retiré á descan-sar molido y semi-asfixiado. Temí que mi quebran-tada salud no resistiera esta fatiga; pero felizmente nofue así.

Algunas noches nos daban también los carlistasespectáculos de incendios, quemando las preciosascasas de campo que rodean á la población, propiedadcasi todas de las personas en ella residentes. Se ce-baban con especialidad en las pertenecientes á los quetomaban una parte activa en la defensa de la plaza.

Se empezó á vender por entonces un pan com-puesto de 60 por 100 de harina y 40 de haba molida.Su color era oscuro, su aspecto terroso, su saboramargo, sobre todo en la corteza; se endurecía confacilidad, y entonces era casi imposible de comer. Losniños no querían aceptarlo, y era preciso apelar á todaclase de promesas y engaños para que lo comieran.

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N.°13 EL SITIO DE BILBAO. 393

El dia 11 de Abril comenzó la repartición de este pan.De lo que estábamos peor era de carne, y hacia dias

que muchos comían la de caballo. Los primeros caba-llos que se comieron fueron dos del ejército, á quie-nes mató un proyectil en el cuartel de San Francisco,y los del carruaje de una señora. Comenzó á venderseen el mercado público á 12 cuartos la libra, en la dudade que tuviera compradores; al cabo de una hora sevendía á tres reales, y al fin del mismo dia á cuatro.

Como los granos eran tan caros, y el maíz y lashabas tenían gran consumo en la población, mataronsus caballos sucesivamente muchos de sus dueños;los del ejército se destinaban á los hospitales, y seimponía á todos la obligación de dar para éstos á pre-cio ordinario la mitad de todo animal que se mataba.El precio de la carne de caballo llegó á subir hasta 12reales libra; la de buey no existia. La carne de caba-llo difiere poco en su textura de la de un buey joven;pero es menos sabrosa y algún tanto dulce.

Algunas personas se resistían á comerla por faltade costumbre ó injustificada repugnancia. La mayoríanos acostumbramos á ella, y aun no tendríamos in-conveniente en comerla hoy de cuando en cuando.Los niños la aceptaron con mucho gusto, y fue ungran recurso para estos inocentes seres. Daba por sucocción un caldo de mucho color y sustancioso; co-míamosla asada y en toda clase de guisos. Se hizo tam-bién cruda guerra á los gatos: éstos no son muy apeti-tosos, por más que en las fondas nos los hayan hechocomer más de cuatro veces sin apercibirnos de ello.

Las grandes existencias de provisiones que hanhecho posible la defensa de Bilbao, se deben á cir-cunstancias fortuitas, más bien que á la previsión desus autoridades. Se iban acabando los depósitos he-chos por el Ayuntamiento y la administración militar.121 bacalao, que en tan grandes cantidades suele exis-tir ordinariamente en esta villa, alcanzaba precios fa-bulosos. Felizmente existían habas, judías, garbanzosy aun arroz en poder de algunos particulares, quehabían traído grandes remesas de las clases inferioresde estos artículos para venderlas á los millares de tra-bajadores que en las minas y obras de ferro-carrilesse ocupaban unos meses antes del cerco. Así comodebíamos á Barcelona el combustible, debimos tam-bién á los mineros el no morirnos de hambre, puesestas legumbres fueron la base de la alimentación entan azarosa época.

La existencia de vinos se habia agotado también, ápesar de haber consumido las madres que tenian al-gunos almacenistas para la exportación, que se ven-dían á cuatro reales cuartillo. Como Bilbao es un puntocomercial por el que se introducen en España géne-ros ultramarinos, habia gran cantidad de aguardientede caña, que sustituía al vino, y con el cual, y el palode campeche, se fabricaba un brevaje, que muchoscompraban y consumían como verdadero vino.

Hacia dias que la población se hallaba sin gas parael alumbrado, á consecuencia de haber caído variosproyectiles dentro de la fábrica, y haberla inutilizado.En un principio salíamos á la calle de noche con faro-les y linternas. Después colocó el Ayuntamiento bu-gías esteáricas en los faroles del alumbrado; éstasexistían en abundancia. El petróleo se había conclui-do liempo atrás; el aceite común escaseaba; y se de-dicaba á la condimentación de alimentos el aceiterefinado destinado á las fábricas de conservas. Losdestrozos de la población eran ya considerables. Feliz-mente no hubo voladura alguna en parques ni en ba-terías. El Ayuntamiento tuvo que celebrar sus sesionesen una casa particular, situada en el barrio opuesto alque ocupa su palacio.

Recibíamos algunas noticias indirectas del ejércitosalvador por medio del Cuartel Real que nos propor-cionaban los carlistas, y por lo que oíamos á éstos ensus avanzadas. Sabíamos que Concha venia con lsguardia civil y los carabineros. Tenian también los car-listas la costumbre de dejar algunas veces al retirarsede los puntos á que de noche se adelantaban, algunascartas á modo de sermones, en que trataban de con-vencernos para que nos rindiéramos, y se nos dabanlas más estupendas noticias. Algún dia nos dejaban unpedazo de pan blanco al lado de otro del negro quecomiamos, como para instarnos á cesar en nuestrossufrimientos.

Los diaf 11 y 12 llovió sin cesar; las aguas del riosubieron extraordinariamente, y hubo lo que en Bil-bao se llama una riada 6 aguaducho en la noche in-termedia. Hallábase colocada la pólvora bajo uno de¡os arcos en seco del puente del Arenal al nivel delmuelle, y el agua amenazaba desbordarse é inundareste sitio. La alarma era fundada porque no sobrabala pólvora; pero el Ayuntamiento dispuso con activi-dad de todos sus dependientes, y logró salvarla porcompleto.

Por desgracia causó otro desperfecto la crecida delrio. Gran número de las pinazas ó gabarras que parael trasbordo de las mercancías hay en la ria se ha-bian hecho subir á Bilbao para librarlas de las ase-chanzas de los carlistas, y se habían colocado aguasarriba del puente. Con el empuje de las aguas rom-piéronse sus amarras y se precipitaron contra las pilasde dicho puente. Entre las gabarras habia dos de gran-dísimo tamaño hechas con dos cascos de buques vie-jos. Atravesáronse éstas contra las pilas y formaronuna verdadera presa, en la que se detuvieron lasdemás.

Esta presa hizo que el agua embravecida con aquelobstáculo empujara fuertemente á las pilas y produ-jera grandes desperfectos en éstas. Una de ellas seinclinó, otra se hundió por un extremo casi tres me-tros, probando á un tiempo mismo su mala cimenta-ción y su excelente construcción. Temimos que el

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puente resultara inservible por el momento, lo cualno sucedió felizmente; pero ha quedado de tal suerte,que exige su demolición. Se trató de volar con dina-mita las gabarras da la presa, pero no se consiguió unresultado favorable.

Esta crecida del rio que mirábamos entonces comoUBa gran calamidad, fue por el contrario un incalcu-lable beneficio, pues destruyó los fuertes pasos quelos carlistas habían establecido en la ria. Las barcasque los formaban fueron lanzadas al mar rompiendolas cadenas con que chocaban. La corriente teniatal ímpetu, que arrastró un buque de alto bordo quelos carlistas habian echado á pique más abajo deOlaveaga, llevándolo hasta el Desierto, ó sea una leguamás abajo. Calcúlese cuál seria la fuerza del agua paraarrastrar por el fondo del rio, que es muy sinuoso, unbarco de tales dimensiones lleno de mineral.

Antes de terminar esta inundación, se ocurrió á al-gunos echar al rio botellas vacías, en cuyo interior sepusieron escritos, que hacían ver la situación angus-tiosa de la plaza. Se colocó en su parte superior unabanderita blanca para hacerlas visibles. Pensábamosque estas botellas serian arrastradas hasta el mar porla corriente, y recogidas allí por algún buque denuestra escuadra. Ninguna de ellas llegó á su destino.Los carlistas, sea por previsión, sea por otra causa,encomendaron á varios muchachos el recoger las bo-tellas que se acercaran á las orillas, y cuando el rioadquirió su cauce ordinario establecieron una red álo ancho del mismo con objeto de detener éste y cual-quier otro objeto flotante que lanzáramos á las aguas.

No se crea que la completa incomunicación deBilbao con el ejército habia ocurrido sin que intentá-ramos valemos de todos los medios posibles pararomperla. Antes de comenzar el sitio se habian man-dado á Castro unas cuantas palomas, encomendandoá un caballero de aquella villa, el Sr. Insausti, paraque las lanzara con las noticias convenientes escritasen pequeños papeles que se encomendarían á estoscorreos. Al hacer la prueba se vio que ninguna de laspalomas volvía á Bilbao. No eran á propósito para elobjeto, ó temían las balas carlistas. Al tratar de me-jorar este servicio ocurrió el cerco antes de poderefectuar los ensayas oportunos.

También se nos ocurrió emplear globos aereostá-tieos, á fin de dar noticias nuestras. No habia mediosni personas en Bilbao para construir globos montadospor aereonautas, y nos limitamos por tanto á hacerlosde pequeñas dimensiones. Los dos primeros llenos deaire caliente se quemaron en el aire. El levantamientodel cerco nos sorprendió con uno ya hecho de telamuy ligera, que íbamos á llenar de hidrógeno, cuyodiámetro era de tres metros, y que podia levantar bas-tante carga.

La cuestión de señales con el ejército fue la bata-llona durante el último mes del asedio. Montóse en

Miravilla, desde cuya eminencia se descubre el Abra yel Monte Janeo, un gran mástil en el que se izaronlas banderas con arreglo al telégrafo marino. La grandistancia y la poca trasparencia del ambiente hicieronque estas señales no fueran vistas. Discutióse mucho,sin embargo, sobre ellas. Cuatro capitanes de buquesmercantes las dirigían. Creyóse notar una vez haciaJaneo una bandera azul que indicaba la señal de inte-ligencia; cambiáronse entonces los colores de nues-tras banderas para expresar una frase, y se vio queno éramos entendidos.

Los carlistas colocaron algunos telégrafos de seña-les, sin duda para desorientarnos. Otro dia izaron,para burlarse de nosotros, en una altura próxima unapercha, de la que colgaron una bota de vino, un cuartode vaca, un pan y una gran olla. Nos reimos de susimpleza y continuamos á oscuras en todo lo relativoá señales.

No faltó quien propuso la luz eléctrica como mediopara hacerlas sobre un gran bastidor; pero no se llegóá realizar por causas que ignoro. Esto es tanto mássensible, cuanto que se habian hecho traer poco antesdel sitio seis aparatos de luz eléctrica, y poseíamostodos los medios necesarios para montarlos. Alguno deellos se habia ensayado en uno de los fuertes con elfin de iluminar durante la noche el campo enemigo;esto se hizo antes del cerco; pero no se aplicó nuncadurante él; ignoro también por qué razones.

El dia de la inundación, y á primera hora, leímosen las esquinas un despacho del jefe de Estado Mayordel ejército del Norte, fechado en Somorrostro el dia9, dándonos cuenta de la batalla última, no decisiva,fijando las posiciones de las tropas y la próxima llegadadel marqués del Duero con 20.000 hombres para reali-zar el movimiento envolvente por la izquierda de loscarlistas.

Todos saltamos de contento; olvidamos las moles-tias pasadas, y juzgábamos que nos hallaríamos prontoen libertad. ¿Pero cómo habia llegado aquel parte algobernador militar?

IX.

La marcha del carabinero.— Sus penalidades.—La enfermedad.—Sueños

y realidades.—Bando de precios.—Provisiones de los ricos.—Penali-

dades de la clase media.—Himnos patrióticos.—Canciones popula-

res.—Entusiasmo de las mujeres.

Un carabinero que habia sido hecho prisionero conel destacamento situado en Luchana, y que por ciertotenia su familia dentro de Bilbao, se prestó voluntaria-mente al jefe de Estado Mayor del ejército para intro-ducir el parte. Le hizo conocer dicho jefe lo arries-gado de la empresa, y que si caia en poder de los car-listas le fusilarían irremisiblemente, no bien identifi-caran su persona, ó le cogieran el parte, y quizás consolo sospechar su misión: no se arredró el carabinero,

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N.°13 EL SITIO DE BILBAO. 395

y sólo encargó que en tan triste caso velara el Go-bierno por su atribulada familia.

Vistióse, pues, de aldeano vascongado, y conociendoperfectamente los caminos y veredas, emprendió sumarcha, retrocediendo hasta Castro, y salvando entremontes las distancias, huyendo siempre de todo en-cuentro con los carlistas. Viajaba sólo de noche yquedaba escondido durante el dia eu los bosques ymalezas. Era por entonces precisamente la época degrandes lluvias, que causó la inundación, y que tantomolestó á los soldados de nuestro campamento, des-truyendo parte de las obras que habían efectuado.Esto favoreció su empresa al par que le hizo sufrirgrandes fatigas.

Empleó en su viaje cuatro dias, y llegó en un estadolastimoso á la línea de circunvalación de Bilbao. Laatravesó de noche burlando la vigilancia de los cen-tinelas carlistas y liberales, gracias á la tormenta y ásu habilidad. Temia, en efecto, tanto una bala de susenemigos como una de sus amigos antes de que lereconocieran. Una vez en las puertas de la plaza sehizo conducir ante el comandante general y le comu-nicó el parte y las instrucciones especiales que traia.

Al dia siguiente le asediaban todos á preguntas; porél se supieron muchas cosas que los periódicos localesse apresuraron á insertar, y fue tan popular que seabrió una suscricion á su favor. Vendíase su foto-grafía.

No nos supo dar bien razón de cuál era la meseta enque se hallaban situados los cañones con los que sedisparaba todos los dias á las cuatro en punto de latarde; creíamos aqui que se hallaba en San Miguel, ósea algo más cerca de nosotros que de San PedroAbanto; pero hasta después de levantado el sitio nosupimos que era en monte Janeo. En cuanto á la sig-nificación de los disparos, que era darnos á entenderque el ejército estaba allí para venir á nuestro socorro,sólo lo supimos cuando nos lo explicaron las tropasdepues de su entrada en Bilbao.

Pocos dias después de este acontecimiento seagravó la enfermedad de mi hijo pequeño, cuya salud,así como la del mayor, se habian quebrantado por lamala alimentación y la falta de aire. Su estado llegóá ser bastante grave, pero á fuerza de cuidados y gas-tando mucho en proporcionarle algunos alimentos,evitamos una desgracia. Cada gallina me costaba sieteduros; creo haber dicho que el precio de la leche eraseis reales cuartillo, y porcada par de huevos se pa-gaba doce reales. Yo no me separaba un momento dela cabecera del enfermo, pero sabia lo que pasaba enla población por mis convecinos y por los amigos quevenian á visitarnos.

Cuántas veces en aquellas largas noches en que ve-laba yo el sueño de mi inocente hijo pensaba en lasdesdichas de la patria y en la comprometida lucha deque era testigo. No sé si por el estado de mi ánimo ó

por el conocimiento de estas provincias se me figurabaque la guerra no podia terminar á tiros, y que seriaaceptable un convenio en el que todos transigieran,cediendo los carlistas de su fanatismo, abdicando losrepublicanos de sus exageraciones. Vencíame á vecesel sueño, cuando notaba que el de mi hijo era sose-gado, y la fantasía evocaba la imagen de una Españafeliz, restañando sus heridas y preparándose al im-portante papel que le señalan en los destinos euro-peos sus tradiciones, el valor de sus hijos, la fecun-didad de su suelo y la riqueza de los minerales queencierra.

Entonces se me representaba mi pintoresca casa,donde entregado á los goces de la familia, á las dulzu-ras del campo y mis aficiones literarias, veia pasartranquilamente la vida, procurando ayudar en lo po-sible á mis semejantes y no rehuyendo los serviciosque á la medida do mis fuerzas pudiera prestarles.

Por aquellos dias fijó la autoridad un bando seña-lando los precios máximos á que se habian de venderlos artículos de consumo ordinario, á consecuencia dehaberlo pedido varias personas y la prensa local: estosprecios eran bastante inferiores á los entonces vigen-tes. La consecuencia de esta medida era lógica, comocorolario de la sencilla ley c'e la oferta y demandaque rige á todas tas transacciones mercantiles. Sólo seconsiguió que los especuladores retiraran sus génerosy los vendieran subrepticiamente á precios todavíaalgo más elevados que los anteriores al bando, parasubsanar el riesgo que corrían. Se notó que la dife-rencia entre el coste de venta al por mayor y pormenor era muy considerable á favor del primero.Desaparecieron sobre todo el arroz y el tocino, que yaescaseaban.

El-Aa 19 se concluyó la ración de pan de haba, ycomenzó á repartirse otra de maíz de mediana cali-dad, la cual duró pocos dias, suprimiéndose luego porcompleto. Se habia requisado desde algún tiempoatrás la harina y algunos otros artículos que tenian losparticulares: se repitió la requisa al darse el bando.Costóle una multa de veinticinco duros á un amigomió el haber mandado hacer una arroba de galleta y laconsiguiente pérdida de ésta, por haber sido delatado.

Como acostumbro á decir siempre la verdad, ó almenos lo que por tal tengo, debo manifestar que lamayoría de las personas pudientes de la poblacióneludieron las requisas y comían pan blanco. Nosotroshaciamos en nuestro entresuelo unas pequeñas torta3con buena harina para los niños, que no querían co-mer otra clase de pan, y aun alcanzaba algo paratodos los demás. Sé de algunas familias á quienes so-braron jamones y embutidos, y uno de los más entu-siastas defensores de la plaza conservó pavos, que leduraron hasta después del sitio. Decíase también quelas autoridades comían pan blanco, aunque no meconsta.

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396 REVISTA EUHOPEA —24 DE MATO DE 4874. N.° 13

Precisamente por estas provisiones particulares, creoyo que la plaza hubiera podido resistir por hambre quizáun mes más de la duración del sitio. La mayoría de lasfamilias pudientes pasó privaciones, pero no muy gran-des. Otro tanto ocurrió á la clase pobre, dentro de suestado relativo, pues con el comedor económico y laslimosnas de la postulación pudo sobrellevar sus mo-lestias. Quien verdaderamente sufrió grandísimas pri-vaciones, y hasta miseria, fue la clase media, la másnumerosa de todas en una población. Los dependien-tes de las casas de comercio, los empleados de pocosueldo, los comerciantes en pequeña escala, los quetenían sus ahorros en papel del Estado; todos estos,así como los artistas y muchos artesanos, no tenianmedios de hacer provisiones, ni de pagar como lasclases pudientes los artículos que á grandes precios yen pequeñas cantidades se ofrecían al consumo.

No podia tampoco esta clase media acudir al come-dor económico, por vedárselo su pudor, y aunque acu-diera no bastaba esto á calmar sus necesidades. Hahabido, pues, en Bilbao lo qus suele existir frecuen-temente en las grandes ciudades, el pobre vergonzan-te, que por orgullo no puede pedir una limosna, y queno halla medio de emplear su actividad. Familias deestas conozco que han empeñado ó malvendido susalhajas ó ropas para poder atender á su subsistencia.Para colmo de sus desdichas no existe en Bilbao unMonte de Piedad en que los préstamos se hagancon un fin benéfico, sino miserables casas de empeño,cuyos usureros desgarran las víctimas que á ellos acu-den. ¡Ojalá sirva esta indicación para que el celosopueblo bilbaíno llene tal vacío montando un buenMonte de Piedad, como existe en todas las poblacionescultas!

En la tarde del dia 19 obsequiaron los auxiliares albello sexo con una función en el teatro, que se habi-litó del mejor modo posible. Yo no asistí á ella, perosé que hubo orquesta y coros, los que ejecutaronvarias piezas musicales, y un himno compuesto por el8r. Villar, de la 6.* compañía, y cuya letra es anóni-ma. La noche anterior habian obsequiado al generalCastillo, al Ayuntamiento y al comandante de la mili-cia con una serenata, en la que se cantó el citadohimno acompañado de violines y guitarras. El ilustrem úsico Ledesma, que comparte con Eslava las gloriasdel género religioso en nuestra patria, y que á pesarde sus ochenta años solia hacer el servicio de vetera-no, acudia al club de regatas y dirigía el ensayo dealgunos cánticos marciales que habia compuesto du-rante el sitio. Todos rodeaban con veneración y res-peto á tan eminente profesor y cariñoso amigo.

También los músicos de las bandas militares com-pusieron y ejecutaron himnos guerreros. En la impo-sibilidad de reproducirlos todos, copiaré la letra delhimno del Sr. Villar y el solo de tenor para uncanto que se intercalaba en el himno.

CORO Y ESTROFAS

en el himno dedicado al batallón de auxiliares de Bilbao, puesto en música

por D. Manuel Villar.

CORO.

Ya nos llaman á las armas,Compañeros, acudid,Y corramos sin demoraNuestro deber á cumplir.¡A vencer!! ¡ó á morir!!

Primera estrofa.

Somos auxiliaresSin color ni grito,Somos defensoresDe este pueblo invicto.Somos liberalesY derramaremosToda nuestra sangroPor la libertad.

Segunda estrofa.

Nunca cederemosA leyes injustas,No sucumbiremosA la fuerza bruta.Sepan desde ahoraLos que nos escuchan,Que antes moriremosPor la libertad.

Tercera estrofa.

Dios que nos protege,Dios que nos atiende,Sabe que este puebloSu gloria defiende.Si su suerte aciagaEs morir luchando,Sópase que muerePor la libertad. •

CANTO DEL AUXILIAR.

Estrofas intercaladas en ci himno, puestas en música per el mismoprofesor.

PRIMER CANTO.

Madre mia que escuchas mi cantoY hace poco me viste luchar,Sólo exijo de tí un beso santoComo premio del pobre auxiliar.Esta gorra que llevo es mi escudo,Respetuoso la quito yo aquí,Y con ella en la mano saludoA mi Dios, á mi patria y á tí.

SEGUNDO CANTO.

Con la calma renace el contento;Niña mia sal á pasear,Y tu vista mitigue un momentoLa fatiga del pobre auxiliar.

Sal sin tardar,Antes que vuelvanA bombardear,

Y seria mi mayor tormentoIr sin verte mi puesto á ocupar.

TERCER CANTO.

Cuando todos en nuestras faenasOcupados estemos en paz,Recordando del sitio las penasLlorarán nuestras madres quizás.Mas no llores hoy, prenda mia;Pronto el fin de esta guerra vendrá,

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N.° 4 3 CRUZADA. HÜBENS. DIPLOMÁTICO ESPAÑOL. 397

Y por premio á su noble porfíaNuestra villa RE-INVICTA será.

Además de esto, que era, por decirlo asi, la músicafina, cantaba el pueblo al son de jotas ó de tonadillaspopulares varias canciones que respiraban odio y des-precio hacia los carlistas, las cuales animaban muchoá la población. En ellas pululaban las voces carca,epíteto que parece ser contracción de carcunda, y quees el que generalmente se aplica aquí á los carlistas;la de mandilona, equivalente á cobardona, y que erauna especie de imprecación hacia el bello sexo quetemia por los militares: el origen de esta palabra essoldadesco, debida á los carabineros dirigiéndose ásus mujeres, y se oia pronunciar frecuentemente átodo el que vestía uniforme. Esto, unido á las palabrasvascongadas sinsorgo (soso), arlóte (perdido) y otrasdel pueblo bajo, y á la graciosa construcción de sulenguaje, hacia muy chuscas estas canciones.

El entusiasmo del pueblo iba en aumento, sobretodo en estos dias del mes de Abril en que no habiabombardeo. Ni una queja hubo ante las autoridades;todos soportaban gustosos sus penalidades. La ani-mación era mayor en algunas mujeres: habia una quepronunciaba verdaderos discursos en el patio de sucasa ante todos los vecinos, y aun en las calles antelas comadres inmediatas. En ellos exhortaba el odiohacia los carlistas y proclamaba que antes comeríahierba y se dejaría matar, que rendirse á estos ene-migos.

Entre tanto pasaban los dias, y el socorro nollegaba.

UN TESTIGO OCULAR.

(La continuación en el próximo número.)

RUBENSDIPLOMÁTICO ESPAÑOL.

SOS V l i J t S i I S P A Í U ,

SDS GK8T1ONSS COMO AGENTE DIPLOMÁTICO SECRETO

OBRAS DE SU MANO QUE AUN SI CONSERVAN 1N MADRID.

(Continuación.) *

Por el mismo correo envia al Conde-Duque otra carta, que puede llamarse des-pacho de noticias políticas, en el que relatacuriosas luchas y trascribe datos muy inte-resantes de las intrigas y amaños de la po-lítica francesa, que solamente con dar deellos cuenta, como lo hace Rubens, sobrabay bastaba para que su estancia en Lon-dres fuese grandemente útil y provechosapara el Conde-Duque; quien, en verdad, le

* Véanse los números 1, 2, 4, 5, 8, 10 y 12; paginas 6, 40,97,189, 2Í!S, 289 y 364.

habia encargado muy especial que le conta-ra todo, hasta las más insignificantes peque-neces de la corte de Londres que pudierandarle conocimiento de lo que allí pasaba, yde lo que valia cada uno de los hombrespolíticos que rodeaban al rey, ó influian enel Parlamento, ó iban allí con alguna misióndiplomática ó política.

Véase cuan acertadamente sabe Rubenscumplir este cometido.

(Estado:=Legajo 2.519, f. 20.)Copia de carta autógrafa de Pedro Pablo Rubens al Conde-Duque, fechada

en Londres á 22de Julio de 16-29 (1).

Excelentísimo Signor:Non posso tralasciar d'auisar a V. Ex.* quello che

il signor Cotinton mi ha detto in gran confidenza toc-

(1) Londres 22 Julio, 1629.—Al Conde-Duque.—Excmo. Señor.—No puedo aplazar el dar cuenta a V. E. de lo que el Sr. Cotinton me hadicho en gran confianza, y es que un inglés llamado Turlon vino aqutpor la posta dias pasados, enviado por el cardenal de Kichelíeu, y trajopara el gran tesorero un papel, cuyo tenor es que, por la amistad que alprésenle se tenían querian dar pruebas de su sinceridad asi como de ladel rey de Francia, su señor, al rey de Inglaterra, advirtiéndole los en-gaños délos españoles que buscan bajo el pretexto de una paz, hacerletraición y arruinarlo, ofreciéndole cosas que no quieren ni podrán cum-plir nunca, porque la restitución del Palatina do que el rey de Españapromete no está en su mano, pues que depende de todo el imperio y par-ticularmente del duque de Baviera, con quien el rey de Francia puedemucho más 6 causa de la estrecha amistad que con él tiene y no con elrey de España, de quien está quejosísimo. Y que por lo tanto, estandoresuelto el rey de Francia á atacar al de España por todas partes, y Amarchar en persona contra Litacia (sic) en socorro de sus aliados, entrolos cuales cuenta al duque de Saboya, para batir la gente cesárea y ácuantos quieran oponérsele, hallándose concertado con los holandesespara hacer al mismo tiempo otro tanto por su cuenta, y á hacer mar-char también un ejército contra el franco-condado de Borgoña, no podiamenos e^rey de Inglaterra de asistirle con una escuadra para infestaren compañía de los holandeses la España. Que sí el rey de Inglaterraquería dejar de hacer la infame paz con España, el rey de Francia leenviaría carta blanca para pedir todo lo que estuviese en su mano con-cederle. Que el rey de Francia mandaba á la reina de Inglaterra unahermane para más amar y respetar al rey su marido como convenia (yconviene notar que el rey de Inglaterra está enamoradísimo de la reinasu mujer, y que ésta puede mucho con S. M. y es grande enemiga deEspaña). Yf en fin, aseguraba que, para que volviese la hermana deS. M. al Palatinado, valia más la fuerza y la amistad del rey de Franciaque la del rey de España, quien, aun cuando ahora tuviese intencian dehacerlo, hasta aquí no la ha tenido, ni lo querrá en lo porvenir. Queel rey su señor no habia hecho la paz con sus rebeldes por otra cosamás que para poder ayudar á sus amigos á hacer la guerra con todassus fuerzas á España. Y en fin, ofrecía gran suma de dinero al gran te-sorero en capital ó en pensión, como mejor quisiera- Y es de extrañarque este mensajero traia orden de no comunicar este papel al embajadorque está aquí, como me dice Colimen. El gran tesorero dio inmediata-mente este documento al Sr. Cotinton, quien en seguida lo llevo al rey,que dijo no hizo más que reírse y decir que conocía los engaños y trai-ciones del cardenal de Richelieu, y que antes haría liga con Españacontra la Francia, que lo contrario. Este escrito me ha revelado el señorCotinton, con tanto encargo del silencio, que apenas me quiso concederlicencia de comunicarlo á V. E. Y no ocurriendo más, beso á V. E. conhumildísima reverencia los pies, y de nuevo me recomiendo á su buenagracia. De V. E. humildísimo servidor. —PIITRO PAOLO ROBEN».—DtLondres A 22 de Julio de 1629.

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398 REVISTA EUROPEA.—24 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.°43cante un ingles Furston venne qua per la posta gligiorni passati mandato del Cardenal Richeliu il qualeporto al gran tresoriero un papel di questo tenore; chestante l'amicitia presente uoleva dar signali della suasincerita e realta si come del Re de Francia suo se-ñor al Re de Inglaterra con aduertirlo de gli engannidelli espanoli, che cerchauano, sotto il pretesto di unapaz de tradir et ruynarlo offerendo li delle cose chenon voleuanone poteuano mantener giamai, poi chela restitutione del Palatinato che il Re de España pro-mete, non sta nella sua mano ma depende del consen-so di tutte l'imperio e particularmente del Duque deBauiera col quale il Re de Francia puo piu assai, invertu della stretta amicitia seco che non il Re deEspaña del quale egli e disgustatissimo che pero stan-do risoluto il Re de Francia di attaccar il Re de Espa-ña da tutte le bande et di marchiar in persona uersoLitacia (sic) ¡n socorro de gli suoi confederati tra qualenomina il Duque de Sauoya, a batere le genti cesárea equelli che borrebbono opporsi, sendosi concertato colholandesi di fare nel medesimo tempo altretanto delcontó suo, et che lui faria ancora marchiar una altraarmata verso la franche conté de Rorgona, nodeman-daua altro del Re de Inglaterra si non l'asistenza deuna armata nauale per infestar in compañía de gliholandesi la España, e che si il Re de Inglaterra volenalasciar di fare la infame paz con España il Re de Fran-cia gli mandarebbe carta blanca per domandar tuttoquello che fosse in poter suo di conzederli, che il Rede Francia mandaua a la Reyna de Inglaterra unasorella de amar e rispetar il Re suo marito comoconueniva Bisogna notar chel Re de Inglaterra stainamoratissimo de la Reyna su mujer et che ella poassai appresso di S. M. et elle e grandemente contra-ria a España. Et in fine asiccuraua che per remeteré lasorella di S. M. nel Palatinato valerebbe piu la forzaet amicitia del Re de Francia che del Re de Españaquando pur hauesse intention de farlo, la quale noha giamai auuto per il passato ni l'hauera per l'ha-uenire; che il Re suo señor non haueua fatto la pazcon su Ribelli per altra causa che per poter asis-tere a gli suoi amici e far con tutte le sue forzóla guerra a España. Et in fine offeriua una grossasomma de dinero al gran tresoriero in capitale o inpensione come piu voleva. E strano che costui ha-ueua ordine di non communicar questo papel colembaxadordi Francia che sta qui, comme diseCotin-ton, il qual diede súbito questo papel al signor Cotin-ton che le porto súbito al Re, che non face altro queridersi e disse che ben cognosceua gli inganni e tradi-mento del Cardenal Richeliu et che farebbe piu tostóliga con España contra la Francia che altrimenti.Questo scrito me ha riuelato il señor Cotinton contanto incarico de silencio che apena mi volse conce-deré licensa di darue auiso a V. E x l E no hauendoaltro bacio a V. Ex.a con humilissima reuerenza gli

piedi et di nouo mi raccomando nella sua buonagracia.

Di vostra Excellenza, humilissimo seruitore, PIETROPAOLO RUBENS .

Di Londra il 22 de Giulio 1629.

Como el embajador de España no llega-ba, ni Rubens tampoco podia dar nuevasseguridades de su llegada á Londres, puesque los despachos que del Conde-Duquerecibia más eran demoratorios para su ges-tión que otra cosa, se aplaza para más tardela salida de Cotinton de Londres, y las ne-gociaciones no avanzan mucho, si bien poreso Rubens no deja de trabajar cuanto es ima-ginable, ya apoderándose de la gracia delrey de Inglaterra, ya fiscalizando y dandoparte de cuanto maquinaba la intriga fran-cesa, y ya, en fin, suavizando la actitud dela corte de España, aunque sin conseguirque en lo del Palatinado el rey Carlos con-cediese cosa alguna. El siguiente despachoda los detalles sobre el particular.—(Esta—do:=Legajo2.519, f. 22.)

Copia de carta autógrafa de Pedro Pablo Rubens al Conde-Duque fecha-da en Londres á 22 de Julio de 1629 (1).

Excellentissimo Signor:Spero che a Y. Ex.a saranno espítate tutte le mié

lettere scrite de Londra il 15 et 30 de Giunio et il primo

(1) Londres 22 Julie, 1629.—A! Conde-Duque.—Excmo. Señor.—Creo que V. E, se habrá enterado de todas mis cartas escritas en Londresel 15 y el 30 de Junio y el 1.° y el 6 de Julio, por las cuales habrá que-dado completamente enterado de cuanto yo podia decirle de los negociosque siguen hasta ahora en el mismo estado. Sólo añadiré que viendo yotanta instabilidad y diversidad de pareceres entre estos ministros, y te-miendo algún cambio por el esfuerzo que baga el embajador de Francia»me decidí á pedir al rey que me diese por escrito lo que S. M. me habíaverbalmente dicho, lo que al cabo, aunque no sin dificultad he obtenido,escrito de Orden y en nombre del rey, pero hablando la persona del grantesorero y firmándolo de su mano, cuya copia en cifra mando á V. E.,no pareciéndome prudente arriesgar el original con un correo que podráser desvalijado en cualquier parle. Basta que yo lo tenga en mi poder. Yes muy verdad que el rey no ha querido explicarse tan claro en el papelcomo en las conversaciones que ha tenido conmigo; y si V. E. recapacitabien sobre el sentido de las palabras que al parecer ofrecen alguna ambi-güedad, hallará que la sustancia es la misma; para lo que me remito á lasagacidad y prudencia de V. E. Desea por lo tanto S. M. tener algunarespuesta sobre esto antes de que pacta el Sr. Cotinton, para que vayamás particularmente instruido, habiendo de ser su intención ir a Españaexclusivamente para esta paz, anticipada sobre la promesa de S. M. ca-tólica, de que, pudiendo ó no persuadiré inducir al embajador y al rey deBaviera á la restitución del Palatinado, entregará de todos modos al reyde Inglaterra las plazas que tiene en el Palatinado al fin de la conferen-cia, que se tendrá en Madri-l con intervención de los embajadores delemperador y del duque de Baviera. La partida de Cotinton queda comosiempre aplazada para e! primer día de Agosto, según el viejo estilo, 6 eldía 10, según el nuevo, aunque pudiera aplazarse por la tardanza queocasionará la respuesta del rey de España* como el rey de Inglaterra meha dicho. En la mencionada conferencia no podrá entretenerse al sefior

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CRUZADA.—RUBENS, DIPLOMÁTICO ESPAÑOL. 399

et 6 deGiulio per le quale restara intievaments informa-ta de tutto quelloch'io poteua dirgli tocoante il negocio,che si confirma sin adesso nel medesimo stato: solo ag-giungerd che vedendo io tanta instabilitá et diuersitáde pareri fra questi ministriet temendo qualque muta-tione per il sforzo che farebbe l'embassator de Francia,

Cotinton como él y el señor tesorero me han hecho saber, quienes me han

prometido escribir á V. E. Me dijo el rey de Inglaterra el día 11 de Julio,

que yo debia avisar á V. E., que él confiaba en su generosidad y discre-

ción mucho más que en la del cardenal de Richelíeu, al cual jamás hu-

biera fiado tal papel á la mano, porque lo entregaría inmediatamente &

la parte contraria para hacer su negocio. Que esta su proposición debe

de todos modos mantenerse secretísima, para lo que se remite á la pru-

dencia y buen juicio de V. E. Cierto es que cuando S. M. católica se re-

suelva á hacer la paz bajo estos extremos, será necesario que las condi-

ciones mencionadas se concierten en secreto, sin publicarlas, para no

ofender al emperador y al duque de Baviera. Me añade el rey de Ingla-

terra que el embajador de Francia no se ha dejado aún entender particu-

larmente sobre los puntos principales de su comisión, porque el principal

asunto de su segunda audiencia ha sido sobre las cosas de Alemania, y

que había nombrado comisarios para tratar con él: pero qua sus negocia-

ciones, sean las que fueren, no destruirían jamás punto alguno contenido

en el escrito consabido. Me protestó, además, que no había tenido parte

alguna en la paz hecha entre el rey de Francia y los hugonotes, y que

no creía que esto debiese alterar en nada nuestro asunto. Yo le dije

que V. E, me había asegurado en su carta de 11 de Junio, de la cual di,

inmediatamente que fue en mis manos, parte a) mismo Soubise la provi-

sión para la asistencia de Soubise, que tendría yo muy pronto. Respon-

dióme que lo sabia, y que por la obligación en que quedaba por ello,

estimaba mucho la presteza y buena voluntad de S. M. católica, pues sí

bien ellos mismos se habían incapacitado para este y cualquier otro sub-

sidio, no se da fe al artículo de la susodicha paz, en que se estipula que

se deben demoler todas las fortalezas nuevas y viejas de todas la ciuda-

des y plazas de los hugonotes, y que tres que son Metz, Montauban y

Chartres continuarán fortificadas del mismo modo que ahora se hallan y

en manos de loa hugonotes para su seguridad. Yo no quiero extenderme

aqu! en las demás particularidades de esta paz, sabiendo que V. E. estará

mejor enterado que yo por el señor marqués de Mirabel y otros que le son

vecinos. Extraño es que M. de Soubise no tenga aviso alguno del du-

que de Rohan, su hermano, sobre este acuerdo, en el cual se dice estar

comprendido, y que tendrá en Holanda el regimiento de M. Haulteriue,

hermano de este «mbajador Chaleauneuf. Yo no he escrito á nadie más

que á V. E., ni hecho mención de este papel, habiéndome prohibido el

rey de Inglaterra dar conocimiento de él al Sr. Barozzí, agente de Sa-

boya, y por esta razón no me arriesgo á mencionarlo en mi carta al

abate Scaglia, á quien no es necesario inducir á desconfianza, bastando

comunicarle su sustancia sin hablar del papel. De todo lo cual me remito,

no obstante, á la prudencia de V. E., que no tiene necesidad de mi con-

sejo y parecer, y besándole los pies humildemente me recomiendo en

gracia, como se desea vivir y morir. De V. E. devotísimo y humildísimo

servidor.—PIBTRO PA.OLO ROBEKS. De Londres á de Julio de 1629.

Este rey partió con la reina el 11 de Julio de Groenitz á hacer su

anual expedición, en la que se separará poco de Londres y volverá dentro

de pocos días á Groenitz y una ó dos veces á Londres.

(Papel unido á la carta.)

No puedo dejar de decir & V. E. que el embajador de Francia dice pú-

blicamente que el rey su señor no tiene cuestión alguna suya particular

con el rey de España, sino por interés tan sólo y protección de sus alia-

dos, que son el Papa, la señoría de Venecia, el duque de Mantua y el

duque de Saboya. Sé que hace todo género de esfuerzos p¿ra impedir la

marcha del Sr. Cotinton á España, y que sobre esto negocia secreta-

mente con el gran tesorero, el cual me prometió, juntamente con el se-

tter 81 (Cotinton), mandarme hoy sus cartas para V. E. ,peio que, como

no han llegado aún, no me ha parecido necesario detener el despacho,

dejando el mandarlas para la primera ocasión, que será dentro de pocos

días.

per si risolue de domandar al Re che mi tlesse enscritto tutto quello che S. M. mi haueua detto de boceasua propia il che finalmente non senza molta difñcultaho ottenuto, scrito con ordine et a nome del Re, maparlado in persona del gran tresoriero et firmato desua mano, de che mando a V. Ex." la copia in ziffera,non parendomi raggione de arrisigar el origínale conun corriero che potrebbe esser sualiggiato i» qualqueparte; basta che io lo tengo en mano e ben vero ch'elRe non ha voluto meterlo cosi chiaro in scrito comemi lo dice de bocea, pur si V. Ex.a considerará ben ilsenso delle parolle, che in apparenza apportano qual-que ambiguitá, trouará la sostanza esser la medessima,de che mi rimelto alia sagacita y prudenza de V. Ex."Desidera pero S. M. d'hauer qualque risposta sopraquesto, inanci la partenza del signor Cotinton, per cheveuga piu particolarmente instrutto, eendo la sua in-tentione de venire solamente in España per far questapaz anticipata sopra la promesa di S. M. católica, chepotendo o non potendo persuader et indurre l'emba-xator et il Duque de Bauiera alia restitutione delPalatinato rendera in ogni caso il Re d'Inglaterra lepiazze che tiene en il Palatinato, al fine de la confe-renza che se tendrá a Madrid colla interuenciorie degli ambaxatori del Emperador del Duque de Bauiera,nella che resta determinata per il primo de Agosto,secondo il stilo vecino, ma secondo il stilo nouo sara ildezimo Potria esser pero che vinesse differito per latardanza de la risposta de España come il Re de Ingla-terra me ha detto quale non potra tratenersi il signorColinton como lui et il gran tresoriero mi dicono; ilquali mi hauno promesso de scriuere a V. Ex.* Midisse pero il Re de Inglaterra il 11 de Giulio ch'io do-uessi auisar V. Ex." che lui si conflde nella generositásua e^liscretione piu di quello farebbe col Cardinal deRieheliu, al quale no darebbegiamai un tal papello inmano per che lo communieharebbe súbito alia partecontraria per farue il suo proposito, che questa suapropositione deue in tutti modi esser tenuta secretis-sima per ogni, verso de che se rimette alia prudenza ebuon giudicio de V. Ex." Certo e che quando S. M.católica si risoluesse a far la paz sopra queslo piedesaria negessario che la condición sopradette foseroconcertale secretamente senza publicarle, per non of-fendere l'imperalor et il Duque de Bauiera. Mi disse dipiu il Re de Inglaterra ch'el embaxator de Francia nonsiera iasciato ancora intendere particolarmente sopragli punti principali della sua commisione, pur che ilprincipal suggieto della sua seconda audienza fu soprale cose de Alemania et che gli haueua dato comisaryper tratar con essi che pro la sua negociacione qualella si fosse non impedirebbe giamai alcun punto con-tenuto in questa scrilura: mi protestó ancora di nonhauer auuto alcuna parle nella pace fatta fra il Re deFrancia et Hugonoti et che non credetia che questadouesse alterar de niente il nostro negocio. Ye gli dissi

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che V. Ex." mi aueua asicurato colla sua lettera de11 de Giunio, de la qual lettera io diedi súbito, chel'hebbi parte al medesimo Subise, la prouisione perl'asistenza de Subissa et che io l'haueua in pronto. Mirispóse d'hauerlo inteso et che per l'obrigo che haue-ua a quel partito stimaua molto questa pronteza ebuona volunta de S. M. católica, ben che lor stessi sierano resi incapaci di questo et ogni altro sussidio, nonsi presta fede qui aquel articulo della sudetta pace chesidebbono demoliretuttelefortificationi noue e viechiede tutte le citta é piazze de gli Hugonoti: ma che TresMetz, Montauban e Chartres resteramo nel modo chesonó fortifícate adesso in mano de gli Hugonoti, per lalor sicui tá. lo non me stendo sopra le particolarita dequesta pace sapendo V. Ex.* esser meglio e piu tostóauisata di me per il signor Márchese di Mirabel et altriche sonó viciui. Strano e che monsignor de Soubise nonha alcun auiso del ducca de Rohan, suo fratello, dequesto accordo, nel quale si dice lui esser compresoet che hauera in Hollanda il regimentó de monsignorde Haulterine, fratello de questo ambasciator Chasteau-neuf. Yo non ho scrito ad alcun altro che á V. Ex.» nefato mencione de questo pápelo, hauendo mi prohibitoil Re de Inglaterra di darme parte al signor Rarozziagente di Sauoya, et per questa causa io non ardiscodi mentionnarlo tanpoco nella mia lettera al abateScaglia, il quale pero non bisogna metiere in difñden-za, ma bastara communicarli la sostanza senza parlardel pápelo de che mi rimetto pero alia prudenza deV. Ex.* che non ha de bisogno d'alcun mió pareroconsiglio; alia quale humilmente baciando gli piedi miraccomando in gratia come se disidera de viuere etmoriré.

Di vostra Excellenza deuotissimo et humillissimoservitore,

PlETRO PAOLO R Ü B E N S .

Di Londra il de Giulio de 1629.

Questo Re parti colla Reyna il 11 de Giulio de Groe-nylz a far il suo Annuo progresso, nel quale se discos-tara poco di Londra et ritornara sia pochi giorni aGroenytz et uns o doi volte a Londra.

Unido á la carta está el siguiente papel:Non posso lasciar de diré a V. Ex." che l'ambascia-

tor de Francia disse publicamente che i! Re suo signornon haueua alcuna question sua particolare col Re deEspaña ma solo per l'interesso et protettione de glisuoi confederati che sonó il Papa, la Signoria de Vene-cia, il Duca de Mantua et il Duca de Sauoya.

Intendoche gli fa ogni gran sforzo per impediré I'an-data del signor Cotinton yn España et che sopra questonegocia secretamente col gran tresoriero, il quale mihaueva promeso insieme col signor 81 (1) di mandar-mi hoggi le lor lettere a V. Ex.*, ma non essendo com-

Cotinlon.

parse sino adesso non mi ha parso necessario perquesto detener il dispaccio potendosi mandare collaprossima occasione che sara fra otto giorni.

Por fin en Madrid se nombra embajadorextraordinario cerca de S. M. Británica, alsesudo é imparcial historiador de parte denuestras guerras de Flandes, al noble caba-llero y valiente soldado D. Carlos Coloma,caballero del hábito de Santiago, comenda-dor mayor de Montiel y la Ossa, del Conse-jo Supremo de Guerra de S. M., gobernadory castellano de Cambray y capitán generalde Cambresi, ya conocido muy ventajosa-mente en Inglaterra, por haber desempeña-do anteriormente el mismo cargo.

Mucho agrada este nombramiento en Lon-dres, pero no por eso parte para España enla fecha fijada el señor Cotinton, quien pormás que diese aceptables excusas por sutardanza, dejaba entrever que dilataba suviaje porque queria esperar á que se reci-biera en Londres respuesta al papel del rey,suscrito por el gran tesorero, que Rubenshabia enviado en cifra por el correo que sa-lió de Londres el 22 de Julio. Rubens sedefendía como podia y hacia prodigios de as-tucia para conseguir que Cotinton partierade Londres, y principalmente para dejar enlibertad de acción al Conde-Duque, sin quepudiera achacársele culpa alguna en la tar-danza que empleara en responder al papel.Pero Rubens, como hábil diplomático, sabehacerse valer con el Conde-Duque, que ha-bia de haberse permitido decir, que cual-quiera otra persona más caracterizada, ha-bría conseguido más que él en las negocia-ciones, y le demuestra que habia alcanzadovencer muchas dificultades, como en efectose desprende de este despacho, en que porfin se colige que Inglaterra no se apartaríaun ápice de lo que decia en el papel tantasveces mencionado, y que por desgracia noestá entre estas cartas. El bueno del señorCotinton parece que ya piensa de veras ensu viaje, pues comienza á hacer valer mu-chisimo para con el Conde-Duque la impor-tancia de sus gestiones y los sacrificios desu viaje, y pide indirectamente que en Ma-drid encuentre casa puesta á propósito parasu persona y rango.

(Estado:—Legajo 2.519,folios 40 y 41.)

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CRUZADA. RUBENS, DIPLOMÁTICO ESPAÑOL. 401

Copia de carta autógrafa de Pedro Pablo Rubens al Conde-Duque,

fechada en Londres á 24 de Agosto de 1629 (1).

Excellentissimo mió signor:Hauendo riceuuto il dispaccho di V. Ex.a del 26 di

Giulio il 17 de Agosto, yo me n'andai il giorno siguente

( i ) Londres 24de Agosto.—Al Conde-Duque.—Excmo. Señor mío.—

Habiendo recibido los despachos de V. E. del 2G de Julio y del 17 de

Agosto fui al siguiente dia en busca del señor gran tesorero y de don

Francisco Cotinton, que estaban en el campo en su casa, así como el rey

que se halla en una casa distante de Lóndre3 siete leguas, que se llama

Outland, y habiendo dado cuenta á S. M. del nombramiento de don

Carlos Coloma, me respondió que quedaba satisfechísimo y se alegraba

mucho de esta elección de la persona de D. Carlos, porque le conocía

por caballero de buenísimas partes y muy aficionado á los negocios. Pre-

guntando yo sí el Sr. D. Francisco Cotinton se halla con ánimo de partir

presto, puesto que ya no se podia hacer más por nuestra parte ante»

de su marcha,—de lo cual avisaré yo inmediatamente á la señora in-

fanta, para que haga venir cuanto antes á D. Carlos,—me contestó el

rey que, por ciertos embarazos de su cargo, no podría marchar antes de

fin de Agosto, pero que á más tardar partirla al principio de Setiembre,

según el viejo estilo; lo cual me ha sido confirmado ahora por el gran

tesorero y por el mismo Cotinton, quien me festejó aqueila noche en su

palacio del campo, en el que hace una vida de principe con todas las

comodidades imaginables. Allí hablamos largamente de su viaje, nos-

otros solos, y á pesar de que yo no le habia dicho que hubiese, hecho

relación á V. E. de las proposiciones consabidas, me preguntó si creia

yo que vendría respuesta alguna sobre el papel •jusodíche, estrechándome

mucho sobre esto el gran tesorero, quien añadió que el contenido del tal

papel continuaba tan en secreto que ni el embajador de Francia, ni el de

Holanda, ni ninguno otro sabia nada absolutamente, hasta ahora. Yo

respondía uno y á otro que no podia saberlo con certeza, pero conside-

rando que V. E. decía en todas sus cartas que no se podia tratar desde

lejos porque habia que expedir correos con mucha incomodidad y pér-

dida de tiempo sobre cada palabra, pensaba yo que lo aplazaría todo

hasta la llegada del Sr. Cotinton á España, que sabría mejor declarar la

intención de S. M., estando el papel redactada en términos demasiado

oscuros y ambiguo. Respondiéronme que el papel era bastante inteli-

gible, y que habiendo yo hablado con el rey mismo y oido de su boca el

sentido del papel, no sabían cómo habia tardado tanto en interpretarlo

claramente en mis cartas á V. E. Yo contesté que, aun cuando S. M. me

habia instado para que me procurase la respuesta (presuponiendo que el

papel habría ido con el despacho del nombramiento del embajador y de

la fecha de su marcha) habiendo tardado luego en entregármelo más de

quince dias, no me pareció bien,— tanto más cuanto que no quedaba casi

tiempo bastante para poder recibir la respuesta antes de 1." de Agosto,

fecha señalada para su marcha,—originar duda, bajo algún pretexto,

por el tiempo de la ida del embajador, y creí mejor dejar á la discreción

y prudencia de V. E. el responder ó no. Asi, pues, no me replicaron

más; de modo que si V. E. responde 6 no, será tenido siempre por

bueno. Se alargó luego á hablarme del contenido del papel y dijo

que no dudaba de que en España se negaban en una cosa y era en pensar

que si Rubens ha sacado esto, los embajadores sacarán mucho más, y

me juró que creia ciertamente que no les darian otra instrucción más

que proponer las cosas contenidas en el papel y aun quizá con alguna

limitación allí no mencionada, como seria saber el tiempo en que el rey

nuestro señor prometería entregar las plazas, sí seria de un aiío 6 cuál

seria el que se estipulara. Yo respondí que á esto nada podia contestar,

y que no tenia orden de embarcarme, y que ni sobreestá ni ninguna otra

condición habia concertado ni de palabra ni por escrito al rey de Ingla-

terra tiempo alguno, y a im cuando habia preguntado cuál seria, res-

pondí yo que debiendo el rey de España tratar de esto con el emperador

y con el duque de lía viera, como S. M. ordenaba, no podía limitar un

cierto tiempo para las negociaciones, que dependían en su mayor parte

de otras personas, ni responder de dilaciones de otros, por cuyas razones

no se habia hecho mención alguna del tiempo en el papel; quedando el

rey nuestro señor satisfecho sin replicar más. En suma, continuó di-

ciendo me que no llevaría más que orden de que si el rey nuestro señor

TOMO U

a trouar il signor gran tresoriero e D. Francisco Co-tinton che stauano in campagna alie lor ville, si comeancora il Re in una sua casa discorta di Londra 7leghe che si chiama Outland, et hauendo dato contó aS. M. della nominacione de D. Carlos Coloma mi ris-posse che restaua sodisffatissimo et si rallegraua moi-to di questa electione de la persona de D. Carlos, perche lo cognosceua por cauagliero de buonisime partie ben affettionato al negocio; e domandando io si ilsignor D. Francisco Cotinton era in ordine de partirpresto per che non se poteua far altro del canto nos-tro inanci la sua partenza, della quale io auisarey sú-bito la Serenissima Infanta, per che fac.eresse venirquanto prima D. Carlos, mi rispóse il Re che percerti embarazzi dil suo cargo non potrebbe spedirsepf ima del íin d? Agostó, si che per il piu tardo parte-

no aceptaba las condiciones comprendidas en el papel, volverse luego A

Inglaterra, ó de que, si por el contrario, el rey nuestro señor hace las

dichas promesas, renovar al instante la paz del año 1054, y & un tiempo

publicarla y con esto volverse á su casa, porque el cargo que tiene en

Hacienda no permite su ausencia. Sobre esto el gran tesorero me dijo

que, en el caso en que debiese ir entonces, como debería necesariamente,

otro embajador de aquí á España, para intervenir en ulteriores trabajos,

si mandara igualmente el rey en seguida otro embajador aquí, sería

bien prevenir desde ahora el nombramiento de la persona. A esto re

pliqué que nada sabia, pero que tiempo teníamos de prevenirlo, no pu-

diendo entre tanto surgir inconveniente alguno, hallándose aquí don

Carlos, que no bastase de parte del rey nuestro señor para continuarlo

aun después del regreso del Sr. Cotinton; con lo que el señor tesorero

quedó contento. En lanto el Sr. Cotinton me ha encargado que escriba

á la serenísima infanta para que mande S. A. un pasaporte para poder

entrar libremente en todos los puertos de España Ó de Portugal, porque

hasta ahora parece resuelto, por intereses particulares suyos, á desem-

barcar fin Lisboa, como V. E. comprenderá, que al fin me dice que no sa-

liendo bien con este negocio, esta jornada se echaría á perder sin algún

remedio, y que desde agora V. E. debía tener lástima de él, pues

que lo hacia solo por su mandado y por las obligaciones gue le tiene,

que con los demás, y particularmente con el rey de Inglaterra, fácil-

mente *£ excusará, que bien podrá si quiere V. E, facilitar las cosas.

Mas porque tiene miedo que hallaran mil dificultades y no le presta*

ran fe en las cosas dr, su propio servicio le parece demuestra tu

muerte. Y haciéndole yo presente la dificultad de escribir yo estas

cosas á V. E., porque creia yo que hablaba de aquella manera para en-

carecer el negocio y acrecentarlo y ponerlo todo á cuenta de V. E . , nue-

vamente me dijo que ponía á Dios por testimonio de que hablaba de

veras y que el tiempo diria la verdad, que habia hecho un milagro en

sacar este papel del rey de Inglaterra y de ser aprobado de su consejo,

en esta coyuntura que los franceses ofrecen carta blanca al rey de In-

glaterra sólo por impedir esta paz con España. Que la promesa sola

de no hacer cosa con Francia perjuicio de España contenida en los

postreros ringlones del papel es de tanta importancia que traviesa y

quiebra todos los artificios, y machinas de la parte contraria. El gran

tesorero me dice además que á la llegada del Sr. Cotinton á España se

haria la paz en una hora ó no se hará nunca, y asi será forzoso hacer

laa cosas de manera distinta que hasta aquí porque el estado presente no

puede durar.

De todo esto me ha parecido bien avisar á V. E. refiriéndole sencilla-

mente lo que me han dicho estos señores, de lo cual V. E. podrá usar

con arreglo á su prudencia, á la cual, besando humildemente los pies, me

recomiendo con toda sumisión á su buena gracia. De V. E. humildísimo

y devotísimo servidor.—PIETRO PAOLO RUBIHS.—De Londres á 24 de

Agosto de 1629.

Aquí darán casa amueblada y provista á D. Carlos Coloma, y será

bien proveer con tiempo igualmente una para D. Francisco Cotinton en

Madrid.

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rebbe al principio del mese di Setiembre, secondo ilstilo vechio. Me viene conflrmato ancora del grantresoriero e del istesso signor Cotinton, il quale mifisteggio quella notte nel suo palazzo di villa, nel qualefa una vita di Principe con tutte le commodita imagi-nabili, qui mi tenue longi discorsi sopra il suo viaggiosolo a solo e non ostante ch'io non gli habbia dettod'hauer fatto alcuna rilacione a V. Ex." delle proposi-tioni gia auisate, mi demando si io pensaua che vine-ría alcuna risposta sopra il papel sopra diche ancorami haueuapressato molto il gran tresoriero. Chi diseil tesorero che il contenuto di questo papel restauatanto secreto. Ch'el embaxador de Francia, ni de Ho-landa , ni alcun altro non ne. sapeua niente sinadesso. Ma io rispóse a l'uno e l'altro c'hio non po-teua saperlo de certo, ma considerando che V. Ex."diceua in tutte le sue lettere che non si poteua tratardi Lontano, douendo con molto inconimodo e perditade tempo spedir sopra ciascuna parolla corrieri. lopensaua remitteria il tutto per l'arriuo di esso signorCotinton in Spagna, che saprebbe miglio dichiararela intentione di S. M., sendo posto il papel in terminiassai oscuri et ambigui; mi rispóse che il papel eraassai inteligible et che io hauendo trattato col Repropio et inteso di sua bocea il senso del papel, nonhauea come pensaua tardato sin adesso ad interpre-tarlo chiaramente colle mié lettere á V. Ex." Yo dissiche ben che S. M. mi hauesse fatto instanza di pro-curarme la risposta (presuponendo che il papel anda-ría col dispaccio de la nominacione del ambasciatoree del tempo de sua partenza), tardando poi ad intre-garmelo piu de 1Í5 giorni non mi parue bene tanto piuche non remanaua quasi tempo per mezzo per poterhauer risposta inanci il primo d'Agosto, che fu deter-minato per la sua partenza, de riuocar in dubbio sotoalcun pretesto il tempo della partenza del ambascia-tore ma dislaciar a lia discretione e prudenza deV. Ex.a de responderé o non. Di maniera che non mireplícarono altro, et si V. Ex." risponde o non, sarapreso in buona parte. S'allargo pero il señor a parlarsopra il contenuto del papel et disse che si dubitauache en España s'ingannarebbono in una cosa pen-sando che s« Rubens ha sacado esto, los embaxado-ros sacarían mucho mas, y me juró che credeua certamente che non gli darian altra instrucción che diproporre le cose contenute nel papel, e forse ancoracon qualque limitación che non ui e mentionata come saria del tempo, a sapere ch'el Re nostro signorpromettera de render le piazze riel termino de unanno, o quel tempo che saria stipulato, et che io ris-póse ch'io non poteua dir niente a questo, non ñauendo ordine aicuno de imbarcarmi piu oltra ni alcunecondicioni; che pero il Re de Inglaterra ne di boceane in scrito haueua concertato alcun tempo, ben chelo haueua (iomandato. Ma respondendo io che il Rede Spagna douendo trattar con altri ció e el Empera-.

dor et il Duque de Baviera come S. M. voleua, nonpoteua limitar un certo tempo alie negociationi chedependerebbono la mayor parte d'altri, ne responderéper l'altrui dilacioni e longezze et de per queste rag-gioni non si era fatto alcuna mentione di temponel papel, restandone ilRe nostro signor sodisffatosenza replicar davantaggio. In somma mi continuo dediré che luí non portarebbe altro ordine che si il Renostro signor non accettaria le condicioni compresenel papel de voluerse luego a Inglaterra, ó al contra-rio, si el Re nostro signor fara la detta promesa dirinouar al instante la paz del anno 1604, et in untempo publicarla e con questo ritornarsene a casa, perche il suo cargo di Hazienda che tiene non suffre suaabsenzia. E sopra questo il gran tresoriero mi doman-do caso che douese allora come deueria necesaria-mente andaré un altro ambasciator de qui a Españaper intrauenire nel ulterior trattalo, si parimente il Rede España mandaría súbito un altro ambasciator inca et che saria bene di peruenir la nominacione desdeadesso de la persona. lo risposi non saper niente diquesto, ma che saria tempo da prouederci non po-tendo nascere inconueniente nessuno fra tanto, standoD. Carlos in questa corte che andando de qui qualsorte di personnaggio che fosse non poteua di tantoeccedere le qualita de D. Carlos che non bastasse daparte de) Re nostro signor di continuarlo ancoradoppo il ritorno del signor Cotinton; con che il teso-riero resto contento. In tanto il signor Cotinton miha incargato de scriuera alia Serenissima Infanta perun passaporto de S. A. per poter entrar liberamentein ogni porto di España o Portugal per che sin adessomi par risolto di andaré per qualque suo particulardisegno o interés come V. Ex.a ben comprendera asbarcar a Lisboa mi disse in fine que no saliendo biencon este negocio esta jornada se echaría a perdersin algún remedio, et que desde agora V. Ex." deuiatener lastima del, pues que lo hazia solo por sumandado y por las obligaciones que le tiene, quecon los demás y particularmente con el Re de Ingla-terra fácilmente se excusara, que bien podrá si quie-re V. Ex.' facilitar las cosas, mas porque tienemiedo que hallaran ay mil dificultades y no le pres-taran fe en las cosas de su propio seruicio, le pa-reze demuestra su muerte e facendo io dificulta discriuer queste cose a V. Ex." credo che parlasse diquella maniera per incargar il negocio et accrescerlomaggiormenle per metterlo tutto a contó di V. Ex.»,mi disse de novo che pigliaua il Signor idio per tes-timonio que hablaua de veras et que el tiempo diríala verdad, que se hauia hecho milagro a sacar estepapel del Rey de Inglalerra y de ser approuado desu consejo, en esta congiuntura que los francesesoffrezen carta blanca al Rey de Inglaterra solo porimpedir esta^paz con España. Que la promesa solade no hazer cosa con Francia a preiuycio de España

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N.° 13 GAFFAREL. EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. 403

contenida en los postreros renglones del papel es detanta importancia, que trauiesa y quiebra todos losartificios y machinas de la parte contraria. II grantresorero mi disse ancora che al arriuo del signorCotinton in España se faria la paz in una hora o nonsi fariagia mai: ansi saria forza di far delle cose del tallocontrarié poiche le cose non poteuano durar piu nelstato presente.

Di tutto questo mi ha parso bene d'auisar V. Ex."reflrendole semplicemente quello che mi viene dettoda questi signori di che V. Ex.a podra usar secondo lasua prudenza. Alia quale baciando humilmente glipiedi mi raccomando con ogni summisione nella suabuona gracia.

Di V. Ex.a humillissimo y deuotissimo seruitore.PlETRO P A O I . 0 RUBENS.

Di Londra il 24 d'Agosto 16529.Qui daranno casa apparecciata e fornita a D. Car-

los Colonia e sara bene di proueder per tempo símil-mente una per D. Francisco Cotinton a Madrid.

G. CRUZADA YILLAAMIL.

(La continuación en el próximo número.)

EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICAANTES DE CRISTÓBAL COLON. ( 1 )

De todos los marinos que entregados á la brú-jula se han arriesgado en lejanos viajes, afron-tando alegremente los peligros del Océano, nohay ningunos que hayan avanzado tanto y tanaudazmente como los de Dieppe. Esta ciudad áfin del siglo XV era el gran puerto comercial ymilitar á la vez de Francia, es decir, el Marsellay el Brest de entonces. Sus negociantes eran tanactivos como valientes sus corsarios. Diríase queconservaban en parte el heroísmo y el espírituaventurero de sus antepasados los northmanos.En las guerras del siglo XIV los dieppeses fueronlos mejores marineros del almirante Juan deViena, y muchas veces el pabellón normando in-sultó las costas inglesas. Eran tan atrevidos pes-cadores que perseguían en alta mar la ballena óel cachalote, y en su ardorosa fiebre se dejabanllevar por la tempestad á enormes distancias,siendo también viajeros intrépidos, sobre todo en

(1) Muy notable por su forma y curiosísimo por sus (latos y detalles,

el presente articulo tiende á demostrar que alguna comarca americana fue

descubierta por un marino de Dieppe antes que por Cristóbal Colon. En

nuestro concepto no lo consigue porque se apoya en una tradición, y

sólo con hipótesis y suposiciones rebate las objeciones que se han hecho

al descubrimiento del capitán Cousin; pero no por eso deja de ser muy

apreciable y muy patriótico, bajo el punto de vista del autor, el trabajo

de Jí . Paul Gaffaref, mereciendo ciertamente la inserción que le conce-

demos en la REVISTA EUROPRA.—f¿V. tXe la R.J

las costas de África. El origen de la industria deltrabajo del marfil, de que Dieppe ha conservadosiempre el monopolio, procede del comercio quehacia con las comarcas africanas en que se en-cuentra tan precioso producto animal.

Gracias á sus batallas, á sus pescas, á susviajes de descubrimientos y exploraciones, lareputación de los marinos dieppeses era notoriaen Francia y en Europa. Si se trataba de una ex-pedición difícil se iba á Dieppe á reclutar la tri-pulación. Si había necesidad de un piloto experi-mentado, Dieppe lo suministraba. La reputaciónde sus pilotos había aumentado desde que elsabio abate Descaliers ó Desceliers fundó, bajo losauspicios de la clase media, una verdadera es-cuela en que enseñaba la teoría de la navegación,dejando á sus discípulos el cuidado de practicarla.Descaliers nació hacia 1440; recibió las órdenes yfue agregado á una iglesia de Dieppe. Las mate-máticas, y sobre todo la astronomía, eran sus es-tudios favoritos. La proximidad del mar y laconcurrencia de marinos le animaron á aplicará los progresos de la navegación las ciencias quecultivaba, y á distribuir los tesoros de su ex-periencia á todo el que quisiera aprovecharlos.Obtuvo tal éxito en esta patriótica obra, y el nú-mero de sus discípulos llegó á ser tan considera-ble, que aseguró recursos para comprar libros éinstrumentos, y gran holgura y comodidad paraperfeccionar su enseñanza.

Su discípulo más querido, dieppés como él, sellamaba Juan Cousin; pertenecía á una de lasmejores familias del país, y desde muy joven sehabía dedicado á la navegación. Tan pronto sol-dad» como negociante, se había distinguido enun combate contra los ingleses y había hechosus pruebas en las costas del África y en variosviajes de larga navegación. Corria el año 1488. Lasgrandes guerras contra Inglaterra habían termi-nado; Luis XI, al reprimir la turbulenta actividadde los señores feudales, había cerrado la era de lasguerras civiles. El comercio exterior renacía, y alruido que produjeron los descubrimientos portu-gueses en África, á la idea de los nuevos mundosque se abrían á las aspiraciones mercantiles,hubo como una recrudescencia en el comerciodieppés. Algunos mercaderes ricos se asociaron ypropusieron á Juan Cousin un viaje de explora-ción, en el cual debía esforzarse por preceder álos portugueses en las Indias Orientales. Necesi-taba avanzar al Sur del Ecuador con los buquesde aquel tiempo, tan sobrecargados de velas y decuerdas inútiles, y afrontar las corrientes que hoymismo hacen todavía tan difícil la aproximacióná la costa africana.

Juan Cousin no titubeó. Se hallaba entonces en

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todo el vigor de su edad y en todo el ardor de susesperanzas; podia contar con una buena tripu-lación, y su maestro Descaliers le daba las ins-trucciones, los consejos y las enseñanzas jnásprovechosas. Aceptó, pues, los ofrecimientos delos armadores dieppeses y se dio á la vela en 1488.La fecha exacta de su partida no se puede fijarporque la tradición sólo ha conservado el recuerdode este viaje.

Nunca expedición alguna había sido más fe-cunda en resultados inesperados. Descaliers re-comendó á su discípulo que aprovechase losvientos de mar adentro y no se aproximase mu-cho á las costas, á ñn de evitar las tempestades,siempre frecuentes en aquellos parajes. Cousinobedeció fielmente estos sabios consejos. A laaltura de las Azores fue arrastrado al Oeste poruna corriente marina, y llegó á una tierra des-conocida cerca de la embocadura de un rio in-menso. Tomó posesión de aquel continente, perocomo no tenia tripulación numerosa ni recursosmateriales suficientes para fundar un estableci-miento, se embarcó de nuevo. En vez de volverdirectamente á Dieppe para dar cuenta de su des-cubrimiento, singló en la dirección del Sudeste, esdecir, del África austral, descubrió el cabo quedespués ha conservado el nombre de las Agujas,tomó nota de los sitios y de las posiciones y subióal Norte á lo largo del Congo y de Guinea, dondecambió sus mercancías, y regresó á Dieppeen 1489.

Tal fue el viaje de Juan Cousin. ¿Será verdadque en la primera parte de su viaje, precursorinmediato de Cristóbal Colon, haya descubiertoen América el Brasil y el rio Amazonas? ¿Seráverdad que en la segunda parte de su expedición,precursor de Vasco de Gama, haya casi dobladoel África é indicado el camino del Indostan? Porcierto que si estas presunciones fueran fundadas,no seria poco honor para nuestro país (1) habersido la cuna del que descubrió el Nuevo Mundo yaumentó tan desmesuradamente el dominio de lahumanidad. Pero dejemos á un lado todo amorpropio nacional; no imitemos el furor de un sabioque, rehusando aceptar en este punto la másligera controversia, afirmaba sin examen queJuan Cousin era un impostor; y discutamos sincalor, pero con sinceridad, la validez ó la falsedadde la tradición dieppesa.

Nos ocuparemos solamente de la primera par-te, es decir, del descubrimiento real ó ilusorio dela América.

Empezando por las objeciones, he aquí la másgrave: no existe ninguna prueba auténtica de este

(1) Advertimos que es un catedrático francés el que escribe.

viaje de Cousin; ningún documento oficial con-serva su relato; y los títulos en que se apoyan losque tratan de desposeer á Colon de su antiguagloria, no tienen ningún valor. En efecto, el únicorecuerdo que existe del descubrimiento de Cousinse conserva en una obra casi desposeída de espíri-tu crítico, y que, por lo tanto, no puede constituirautoridad. Esta obra, escrita por Desmarquets,se titula Memorias cronológicas para la historia deDieppe y de la navegación francesa (2 vol. en 12°,París, 1785). Está llena de errores y de olvidos,pero redactada en vista de manuscritos oficialesy de relaciones extraídas del archivo del almi-rantazgo y del ayuntamiento, y se distingue máspor exceso de detalles, que por la claridad de sufondo. Hasta que hubiera otra mejor, esta obraconstituye nuestra única autoridad, y por consi-guiente la objeción subsiste. Los dieppeses ase-guran que Cousin, siguiendo la antigua costum-bre de los capitanes normandos, habia consigna-do en la oficina del almirantazgo el relato de suexpedición, pero que en el bombardeo é incendiode la ciudad por los ingleses en 1694, la citadarelación desapareció entre las llamas, como todaslas que se conservaban desde tres siglos antespor lo menos. El incendio de los archivos deDieppe en 1694 es cierto, y en este conceptopuede ser verdad que la relación de Cousin sequemase con las demás. Pero el porvenir nos re-serva á veces más de una sorpresa. Todos losdias, gracias á la actividad de nuestros sabios, sesuele modificar la historia. Quizá un manuscrito,hasta ahora olvidado, podrá aparecer el mejordia en cualquier archivo de provincia, en el másínfimo armario municipal, ó en alguna empolva-da sacristía; y entonces podremos saber que he-mos tenido un Cousin, no porque lo diga Des-marquets, sino porque lo revele el mismo Cousin.Solamente cuando llegara este caso podría des-aparecer la primera grave objeción.

Segunda objeción. No se comprende que Cousin,que debía faldear la costa de África, hubieraavanzado al Oeste hasta el extremo de encontrarel GulfStream que le arrojara sobre las costasdel Brasil. Pero hacia muchos años, los marinosde Dieppe frecuentaban las riberas africanas;conocían todos los peligros; sabían que aquellosparajes eran muy poco hospitalarios, sobre todocuando soplaba el Noroeste. Los portugueses,con los cuales estaban en relaciones constantes,habían confirmado sus temores, y era, por decirloasí, una noción corriente entre los pilotos diep-peses que, para tomar tierra en las costas africa-nas, era preciso hacerse mar adentro hasta la al-tura del punto exacto á que se deseaba abordar.En este concepto no es extraño que Cousin se

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haya conformado á las prescripciones general-mente admitidas, y que, queriendo abordar mu-cho más al Sur que sus compatriotas, hubieseavanzado más al Oeste en el Atlántico, hasta en-contrar el Gulf Stream, á cuya corriente se aban-donara. En esto no hay nada de inverosímil. Cou-sin pudo empezar por seguir el ejemplo de suspredecesores, y después seguir la comente en quehabia entrado por casualidad.

Tercera objeción, contemporánea por completoy relativa al maestro de Cousin, abate Desca-liers. Un erudito italiano, Cristóforo Negri, hacomunicado al conservador de los archivos de lamarina, M. Pierre Magry, un mapa hecho enArques en 1550 por el abate Pierre Descaliers.Se sabia que Descaliers habia nacido en 1440,y por lo tanto debia tener ciento diez años, edaden que no es natural que conservara la ple-nitud de sus facultades hasta el punto de cons-truir un mapa. Si, pues, Descaliers hacia mapasen 1550, no podia haber nacido en 1440 ni darlecciones á Cousin en 1488; y si el maestro noenseñaba en esta época, claro es que el discípulono habia podido aprovechar sus lecciones, y porlo tanto la tradición es falsa. Esta objeción pa-rece á primera vista irrebatible. Observemos enprimer lugar que pueden haber existido dos aba-tes Pierre Descaliers. En segundo lugar, el mapade que habla el erudito Negri puede ser copia deotro realmente ejecutado por Descaliers, conser-vando á la copia el nombre de su primer autor,porque este fue siempre y es todavía el uso cuan-do se copia un mapa, aunque sea antiguo. Elautor anónimo de la citada copia, hecha muchosaños después del original, pudo muy bien, por in-advertencia, inscribir la fecha de la copia en vezde poner la del primitivo mapa. En esta suposi-ción nada se opone á que Descaliers naciera en1440 y que fuera el maestro de Cousin.

Nos queda la última objeción. En 1500 el por-tugués Alvarez Cabral, que queria también dar lavuelta al África, y se entró mucho en el Océano,fue arrastrado por la misma corriente, y el 22 deAbril llegó á la vista de un continente que desig-nó con el nombre de Vera-Cruz. Era el Brasil ac-tual. Tomó posesión de aquel continente en nom-bre del rey de Portugal, y nunca los marinerosde Dieppe le disputaron los derechos de primerocupante; de donde se deduce que Cousin no ha-bia descubierto el Brasil en 1488, doce años antesque Cabral, como dice la tradición. Es verdadque los dieppeses nunca han protestado, porque,como los fenicios en la antigüedad, guardabancuidadosamente el secreto de sus descubrimien-tos. Temían la concurrencia, y cuando por casua-lidad aparecian algunos rivales en los paises con

los cuales sólo ellos habían comerciado, se aleja-ban y buscaban en otras partes aventuras másaprovechables y comarcas más misteriosas. Ade-más, como no estaban sostenidos ni por el go-bierno francés, ni por sus compatriotas de otrospuertos del reino, y sólo tenían el carácter de sim-ples negociantes, nunca pudieron tener la idea deentrar en lucha con un soberano extranjero paradisputarle el ejercicio de cualquiera de sus dere-chos; porque, dadas las ideas de la época, podianhaber sido considerados como contrabandistas ytratados como tales. A partir de 1493 en que elPapa Alejandro VI concedió á los reyes.de Casti-lla y de Portugal la posesión de todas las tierrasdescubiertas entre las Azores y las Molucas, todoextranjero que se aventuraba en el dominio deestos dos príncipes á probar fortuna, no solamen-te violaba un decreto pontificio, sino que se expo-nia á ser tratado como merodeador sorprendidoen flagrante delito de robo en propiedad privada.Los portugueses especialmente defendían estepretendido derecho con gran energía. Un es-critor contemporáneo ha dicho: «Aunque el pue-blo portugués sea el más pequeño del globo, este,todo entero, no le parece bastante para satisfacersu avidez. Es preciso que los portugueses hayanbebido gotas de sangre del corazón del rey Ale-jandro para demostrar una ambición tan desme-surada.» Así se comprende que los marinos deDieppe no se atrevieran á reivindicar para nin-guno de ellos el honor del descubrimiento delBrasil, ni á desafiar á la vez el poder pontificio yel de la marina portuguesa. Prefirieron, pues, de-jar á Cabral que tomara posesión, en nombre désu asno, del país que creía habir descubierto an-tes que nadie, y se limitaron á continuar explo-tando las riquezas déla comarca.

Hemos citado los testigos de cargo. Ahora ve-remos los testigos de descargo. Sus pruebas seencadenan más rigurosamente y presentan unaverosimilitud más completa.

En primar lugar, ¿es posible el viaje de Cousin?Lo es geográfica é históricamente. La tradicióndieppesa, en efecto, se funda solamente en la ca-sualidad de una corriente que hubiera llevado áCousin al continente americano. Pero esa cor-riente existe. Nace á lo largo de las Azores, en elOcéano, un verdadero torrente marítimo que sedirige al Oeste, hacia la costa del Brasil, sube alNorte, da la vuelta del golfo de Méjico, sale porel estrecho de Bahama, y se despliega en la di-rección de Europa. Es el famoso Gulf Stream.Sus aguas están animadas de un movimientoconstante de traslación; arrastran enormes peda-zos de madera, troncos de árboles, cañaveralesque parecen arrancados por las aguas de na

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rio continental. Un buque que penetra en esa cor-riente puede abandonarse á ella para llegar á lasAzores ó al Brasil. Tanto se conoce hoy la fuer-za y la impetuosidad de sus aguas, que todos losbuques, aun los de vapor, que hacen el trayectode Europa al Brasil, se meten en dicha corrienteahorrando gran gasto de combustible y de tiem-po,, mientras que, por el contrario, la evitancuidadosamente cuando vuelven del Brasil á Eu-ropa. Cousin encontró la corriente y se dejó lle-var, fiándose en la casualidad que le sirvió de unmodo admirable. Geográficamente, pues, el viajees posible.

Bajo el punto de vista histórico lo es también.Los portugueses y aun los castellanos empezabaná lanzarse á todos los mares. Eran rivales podero-sos para los marinos de Dieppe, porque los sobera-nos de esos dos países tomaban una parte directaen las expediciones, y las ayudaban, cuando no laspromovían. El comercio era para Dieppe una cues-tión de vida ó muerte. A la competencia extran-jera necesita responder con una actividad febril yuna audacia mayor todavía. Los dieppeses estu-vieron á la altura de su antigua reputación, y deeste modo se explica la expedición proyectada poralgunos negociantes de la expresada ciudad, queconfiaron el mando á Juan Cousin.

El teniente de Cousin era un castellano llamadoPingon (1). Envidioso de su capitán había inten-tado sublevar la tripulación contra él. Cousintuvo necesidad de toda su firmeza y de su elo-cuencia para contener á los descontentos; en vezde castigar al traidor le conservó el mando, perono tardó en arrepentirse de su generosidad. Alregreso, en la costa de Angola, envió á su tenien-te á tierra para cambiar las mercancías. Los afri-canos pidieron un aumento de precio, pero Pin-gon no solamente les negó su petición, sino quese apoderó á la fuerza de los objetos de su comer-cio. Los africanos quisieron recuperarlos y asal-taron á los dieppeses en el momento del em-barque. La expedición iba á fracasar, y la repu-tación de probidad de los marinos de Dieppe sevio comprometida en aquella costa. Pingon habiafaltado á sus deberes de teniente y se habia por-tado mal como negociante. Cousin lo demandóante el consejo de Dieppe, que más tarde se con-virtió en tribunal del almirantazgo, y le hizo de-clarar iaepto para servir en lo sucesivo en la ma-rina dieppesa. Pingon aceptó el juicio y se retiróá Castilla. Todo hace creer que este Pingon es elmismo á quien Colon confió tres años después elmando de uno de los tres barcos de su pequeñaescuadra, aprovechándose de los conocimiento del

(1) Conspiramos la ortografía francesa que emplea M. Gaffarel eneste apellido.

teniente de Cousin sobre el descubrimiento denuestro capitán dieppés.

Entre los marinos de Dieppe y los de Castillaexistían frecuentes relaciones, y se exceptuabanrecíprocamente de ciertos derechos. Se ha con-servado una ordenanza de 1364 que dispensa á loscastellanos de pagar toda retribución por el farode cabo Caux. Desde que los marinos de las dosnaciones habían aprendido á estimarse, comba-tiendo juntos á los ingleses bajo los reinados deCarlos V y de Enrique de Trastamara, habíanmantenido continuadas relaciones. Los dieppe-ses hacían fortuna en Castilla, como Uobert deBraquemont, que llegó á ser almirante de Cas-tilla, ó Juan de Bethencourt que obtuvo el títulode rey délas Canarias, bajo la soberanía de Casti-

lia. Los castellanos por su parte se habian esta-blecido en Dieppe. Ningún buque dieppés ó cas-tellano se hacia á la mar sin llevar á su bordo unintérprete ó un piloto castellano ó dieppés. Es,pues, natural que Cousin escogiera por tenienteá un castellano muy reputado por sus conoci-mientos náuticos.

Si por otra parte recordamos que Colon habiaperdido toda esperanza, cuando de repente fue aco-gido por tres marinos de Palos, hábiles, pruden-tes y reputados que se hicieron sus amigos, susconfidentes, y después sus asociados, ¿hemos desuponer que esos tres marinos se dejaran conven-cer por el entusiasmo comunicativo de Colon? Lomás probable es que la reflexión y no la pasión,el recuerdo de un viaje anterior ó la conformidadde planes y esperanzas, no la confianza ciega enun solo hombre, fue lo que decidió á los tres friosy avisados navegantes. ¿Cómo se llamaban esostres oscuros castellanos que daban á Colon lo quele habian negado los soberanos extranjeros? Alon-so Pingon, Vicente Yañez Pincon y Martin Pin-gon; es decir, que uno de los tres, Alonso Pingonera el antiguo teniente de Cousin que habia yaentrevisto el Nuevo Mundo, y hablado de ellofrecuentemente á sus hermanos. Para llegar áencontrarle necesitaba un hombre de acción; Co-lon se presentó, y de los intereses confundidos detodos nació la asociación.

Más todavía que la acogida hecha á Colon, ó laconformidad del apellido, lo que parece indicaren Alonso Pingon el conocimiento anterior de otrocontinente, es su conducta durante el viaje. Aun-que bajo las órdenes del Almirante, pues Colonhabia recibido de la corona de Castilla este títuloy la investidura de los futuros descubrimientos,Pintón obraba siempre á su gusto. El hijo de Co-lon en la Vida de su padre, que escribió más tar-de, no intenta siquiera disimular que, en las cir-cunstancias difíciles, Colon consultó siempre á

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Alonso Pintón, lo cual no seria á título de mari-no, porque Colon habia navegado toda su vida yno tenia necesidad de lecciones de nadie, ni comoteniente, porque entonces le hubiera hecho ir ábordo del buque que montaba para celebrar con-sejo, en vez de ir él mismo como hacia frecuente-mente al buque que montaba Pintón, con quiense encerraba largas horas consultándole en todo.Diríase que se dirigía menos á su ciencia que ásus recuerdos. Cuando Pintón insistía varias ve-ces, y especialmente el 6 de Agosto, el 18 de Se-tiembre y el 6 de Octubre por enderezar hacia elSudoeste á fin de encontrar tierra, ¿no seria porel recuerdo de la gran corriente ecuatorial, yqueriendo encontrarla para ser arrastrado porsus aguas? En el gran proceso entablado despuésde la muerte de Colon entre su hijo Diego y lacorona de Castilla, diez testigos depusieron queel almirante preguntaba á Pincon si se marchabaen buena via, y que Pintón contestaba siemprenegativamente, hasta que se tomó la direccióndel Sudoeste. Colon marchaba como un hombreque no hace más que soñar lo que ejecuta, y Pin-tón como si buscase un camino otras veces recor-rido por él; estaba tan convencido, tan seguro desí mismo, que Colon concluyó por escucharle.Algunos dias después llegaban á San Salvador.

Alonso Pincon era, pues, un asociado más bienque un subordinado. El 6 de Octubre, cuando lastripulaciones desanimadas pedían á gritos el re-greso, y Colon reunió los capitanes á su bordopara tomar una determinación decisiva, AlonsoPincon fue el primero que tomó la palabra, tran-quilizando á los espíritus alarmados. En aquellafirme voluntad de conservar la misma dirección,habia algo más que pura casualidad ó feliz ter-quedad. La afirmación, que repetía mucho,dedes-cubrir tierra en aquella dirección no era una sim-ple conjetura. Pincon no hubiese obrado de otramanera si estuviera seguro de la existencia deun continente; y lo estaba, como lo probó el resul-tado del viaje.

Su conducta ulterior después del descubrimien-to demuestra que habia obrado con reflexión. Porprimera vez abandonó á Colon, como si no pudierasoportar la idea de permanecer bajo sus órdenes,y durante cuarenta y cinco dias descubrió él solonumerosas islas. Cuando por casualidad se re-unió al almirante, intentó abandonarle por se-gunda vez, y llevar el primero á Europa la feliznoticia del descubrimiento. Se ha dicho que la en-vidia le excitaba; sin duda ese sentimiento odiosodictaba en parte su conducta; pero el amargosentimiento de no aprovechar más que en segun-da línea el descubrimiento anterior entraría pormucho en su determinación.

Pero, se dirá, el Pintón, teniente de Colon, ¿esel mismo Pincon teniente de Cousin? En 1489 elPincon de Cousin fue despedido de la marina deDieppe, y dos años y medio después la escuadrade Colon entraba en el Atlántico. Pintón habiatenido tiempo de ir á Castilla, entenderse con sushermanos y preparar la expedición. Sin insistirsobre la semejanza absoluta del nombre, obser-varemos además que las señas convienen perfec-tamente: estatura, porte, doblez, pero tambiénfirmeza y perseverancia. Si, pues, la cronología,los nombres, los caracteres, todo se reúne paraprobar la identidad de ambos tenientes en unasola persona, ¿no es esto una confirmación de laautenticidad de la tradición dieppesa?

Quizá se objetara que si realmente Pincon hu-biera descubierto la América antes que Colon, nohabria dejado de reivindicar para él este honor,con motivo del proceso que se entabló á la muertedel almirante. Pero Pincon habia sido despedidocon mala nota de Dieppe, y no queria sin dudarecordar aquel hecho y exponerse á la afrenta deser públicamente desmentido por los dieppeses, sireclamaba para sí la gloria de haber visto elprimero la tierra nueva.

Era como una herencia de familia en los Pinco-nes el viajar en la dirección del Brasil. En 1499Vicente Yañez Pinijon, sobrino de Alonso, em-prendia á su costa una expedición á América, yse dirigía precisamente hacia el punto de la costaque Juan Cousin habia descubierto en 1488 encompañía de su teniente castellano, es decir, ha-cia el Brasil, entre Pernambuco y la embocaduradel Amazonas. Si era casualidad, coincidenciafortmita ó designio premeditado, se ignora. YañezPinQon queria sin duda aprovechar por su cuentalas indicaciones de su tio Alonso. Su viaje fuefeliz. El 20 de Enero de 1500, antes que Cabral, alcual se atribuye ordinariamente este descubri-miento, llegó á una tierra que designó con elnombre de Santa María de la Consolación; des-pués, remontando la costa á partir del cabo SanAgustín, exploró las embocaduras del Amazonas,que era el rio entrevisto por Cousin. El mismoaño 1499 salió de Palos, es decir, del puerto enque vi via la familia Pincon, uno de sus marine-ros, Diego Lepe, que observó la embocadura delOrinoco y costeó el Paria. Habia, pues, en Palos,en la familia y en los amigos de los Pintones, unatradición verdadera, cuyo origen debía ser elantiguo teniente de nuestro Cousin. La coro-na de Castilla reconocía en parte los derechosde esta familia al descubrimiento de América,cuando en 1519 Carlos V le concedió títulos denobleza, con un escudo de armas representandotres carabelas vogando en plena mar, y una

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mano extendida hacia una isla llena de salvajes.A estas pruebas biográficas podría añadirse

otra, pero de valor secundario. En el interior de laiglesia de San Juan de Dieppe, construida por elfamoso armador Juan Ango, hay esculpidos al ladodel Evangelio algunos personajes divididos en tresgrupos. El primero es de indios, el segundo deafricanos y el tercero de americanos. No puededesconocerse el tipo brasileño en aquellos salva-jes casi desnudos. Si los detalles de las plumasque pone en las mujeres, del tipo y de las fisono-mías se hallan ejecutados <;on una precisión tanminuciosa, es porque los escultores conocíanmuy bien el país cuyos habitantes representabancon tanta fidelidad. El ilustre M. Vitet ha dado laprimera explicación de este bajo-relieve, y ha de-mostrado sin trabajo que el fastuoso constructorde aquel monumento había querido figurar en lapiedra todos los pueblos con los cuales habíaestado en relaciones; de lo cual deduce que Amé-rica en general y el Brasil en particular, eranconocidos de los dieppeses mucho tiempo antesque de Colon, y que no solamente es cierto el viajede Cousin, sino que éste habia tenido imitadores.Seguramente si la iglesia de San Juan hubierasido construida antes de 1492, esta prueba delviaje de Cousin seria indiscutible. Pero la iglesiadata de 1530, treinta años después del descubri-miento de Colon, y sabido es que, á principiosdel siglo XVI, todo el mundo se precipitó contanto ardor en la vía de las exploraciones maríti-mas, que en breve fue reconocido todo el conti-nente. En ciertas épocas un año vale un siglo. Unatlas manuscrito en la biblioteca de la facultad demedicina de Montpellier, compuesto algunos añosdespués del viaje de Magallanes, indica ya casitodas las costas del Pacífico. Un Ptolomeo de 1519,perteneciente á la biblioteca de Dijon, describecon detalles la costa brasileña hasta la emboca-dura del Plata. En los primeros años del renaci-miento, los sucesos pasaban con rapidez y losconocimientos geográficos se propagaban conmaravillosa facilidad. Ango, ó más bien sus capi-tanes, habian visitado diferentes veces aquellatierra virgen, que se ofrecia entonces á todas lasimaginaciones como una mina inagotable deriquezas. Trajeron de sus viajes curiosidades órecuerdos que los escultores de Dieppe no tuvie-ron más que copiar en el bajo-relieve indicado.Las esculturas de la iglesia de Santiago cons-tituyen, pues, un monumento contemporáneo,pero no anterior al descubrimiento de América.

La mejor prueba de la probabilidad del viaje deCousin está en el gran número de expedicionesmarítimas emprendidas por los marinos de Diep-pe en la dirección del Brasil; expediciones fre-

cuentes y regulares que indican un conocimientoanterior del país á que se dirigían. Cousin habiaenseñado el camino y sus compatriotas le seguíancon ardor.

Cerca de un siglo después de Cousin, en 1582,uno de sus compatriotas, Ropelliniere, decia yade nuestro héroe: «Cousin no ha tenido el espírituni la discreción de tomar medidas para la seguri-dad de sus designios, tan altos como los de losdemás. Durante dos siglos nadie habló de Cou-sin, y ahora es cuando Estancelin y Vitet en susHistorias de Dieppe, y Magry en sus Navegacionesfrancesas del siglo X VI han roto tan prolongadosilencio. M. Gabriel Gravier, de Rúan, uno de lossabios franceses que honran á su ciudad natalpor sus eruditos trabajos, anunciaba últimamenteun importante trabajo sobre su compatriota JuanCousin. No hemos intentado precederle, persua-didos que su estudio tendrá riqueza de detallesbiográficos, de que nuestro trabajo carece. Sola-mente intentamos, no modificar una opinión pre-concebida, sino establecer que probablemente cor-responde á un francés el honor de haber pisado elprimero el suelo americano.

PAUL GAFFAREL.

(Reme politique et literaire.)

UN VERDADERO POETA. ( 1 )

¡Curioso país! En él combaten ferozmente lasideas, las ambiciones, los fanatismos; truena sincesar el cañón; relampaguean en los aires las ba-yonetas y los puñales; estallan en el hogar y en laplaza pública las grandes cóleras; empéñase en elalma y en el cuerpo social terrible lucha; unaconvulsión inmensa estremece toda la sociedadespañola; y en medio de este drama sangriento yoscuro, lleno de incertidumbres y de ansiedades;en medio de esta gestación dolorosa y grave,ábrense templos al Arte junto á los templosde la guerra, en los que Krupp sustituye á Ja-no; al lado de los arsenales en actividad conti-nua y de los cuarteles alborozados, las muche-dumbres aplauden á los nuevos autores, al mismotiempo que victorean á los nuevos caudillos: undrama despierta igual interés que un telegramadel Norte; la muerte de un poeta es aconte-cimiento público, como un episodio importantede la campaña; la compra de un cuadro adquierelas proporciones de una cuestión nacional, y unlibro de versos puede rivalizar en notoriedad conel bandido Santa Cruz.

¡Curioso país!¡Curioso y feliz! iPor qué no? Feliz, no obs-

tante la crisis terrible y dolorosa que atraviesa;

(1) Con el mayor gusto insertamos este artículo del excelente critico

portugués Luciano Cordeiro, uno de los escritores del vecino reino que

con más frecuencia se ocupan en el estudio y examen de nuestra lite-

ratura.

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N.°13 C0RDE1R0.—ÜN VERDADERO POETA. 409

feliz, porque la monarquía que le robó el fruto de sutrabajo y engendró una revolución, porque el cle-ricalismo esterilizador que le explotó las concien-cias, porque estas dos plagas que le debilita-ron el espíritu y que se atreven aún á desafiarsu brio y su nombre, no consiguieron arrebatarletoda aquella vitalidad riquísima y ubicua, y re-ducirlo, como lo han conseguido con otros pue-blos, á una existencia automática, mezquina, si-lenciosa, estancada.

Las mismas prensas, que fulminan á todas ho-ras rayos de ira y de entusiasmo, que bombar-dean reputaciones y partidos, y mantienen unaguerra tan encarnizada como la que arde en lascumbres y desfiladeros del Norte, esas mismasprensas fijan cuotidianamente en el papel las se-renas concepciones del estudio y de la inspira-ción, de la ciencia y del arte, que en el mercadoconcurren valerosamente con la declamación ycon la dialéctica dudosa de la exaltación de lospartidos.

En medio, pues, del ardor y el estruendo de estasituación,Ventura Ruiz Aguilera, colecciona, cor-rige y publica en nueva y elegante edición sus es-trofas, tan conmovedoras, tan exquisitas de sen-timiento, y en que rebosan la buena y amable en-señanza de aquel corazón opulento, las robustasy honestas inspiraciones de aquella conciencia se-rena, y los destellos y esplendores de aquellaalma expansiva, artística, geauinamente meri-dional, genuinamente castellana.

En medio de las angustias y turbulencias de tansuprema crisis, aparece la cuarta edición de lasElegías y Armonías del primer lírico español deestos últimos tiempos, edición hermosa, que co-mienza con el retrato de una niña angelical, lahija, prematuramente muerta, del autor; retratoexcelente, grabado por el buril de Weger, de Leip-sic, en el que la finura de los contornos, la sua-ve delicadeza de los toques y de la expresión, lablancura de los lirios que le adornan el pecho; ensuma, la gracia infantil del conjunto, reflejan ladelicadeza, la gracia espontánea, los dolores in-genuos y puros, las inefables alegrías y aspira-ciones esparcidas y enlazadas en todas aquellaspáginas.

¡Oh, qué verdaderas, qué profundas, qué sin-ceras son estas Elegíasl El lirismo de Aguilera,como el de nuestro Juan de Dios, es espontáneo,comunicativo, franco, natural; no ficticio, forza-do, artificial como el que á menudo se vende enel comercio. Sube, desciende, gira, recorre elvasto teclado del alma colectiva como el delalma individual, del vivir cuotidiano como el delos grandes acontecimientos y de las grandesideas, sin que ni en las alturas, ni en el deslizarpor los senderos vulgares, ni en el loco vuelo delgenio que le inspira, le abandone la admiraciónrespetuosa y sana, el placer estético de las almaspuras y varoniles que le siguen y con él se iden-tifican.

Como del poeta de las Horas de la tarde(Avondstonden) (1) decia Taillandier: « acontecealguna vez que el poeta, buscando la sencillez,no evita las inspiraciones vulgares;» felizmente,sin embargo, la nobleza del corazón nunca leabandona, y hay allí como un candor particularque lo penetra y lo envuelve todo.

(1) El flamenco H. Conscíence.

Tiempo há conozco á Ruiz Aguilera. Antes queuna correspondencia epistolar, que aprecio enmucho, me hiciese conocer directamente estasimpática individualidad, habia formado de ellaen mi espíritu una idea completa rodeada de sim-patías y respeto.

Cuando estuve en Madrid, no habiendo podidoencontrar al poeta, adquirí tres obras suyas, ti-tuladas: El libro de la patria, La Arcadia mo-derna (églogas é idilios realistas), é Inspiraciones,que son un verdadero monumento de renovacióny de gloria literaria. ¿Qué alma, accesible á losimpulsos estéticos, á las grandes aspiraciones dela conciencia moderna, á la fecunda y sublimepoesía que brota de la historia del progreso hu-mano y del seno ubérrimo de la Naturaleza-Ma-dre, dejará de sentirlos efluvios de la comunica-bilidad artística y genial, oyendo aquella Gaitagallega

«Que no sé deciros»Si canta ó si llora;»

leyendo aquella sencilla y sentida balada: El tri-buto de sangre,

«Esa ley que Dios maldijo,«Que roba á la madre el hijo»Y el báculo á la vejez, etc.»

ó la entusiasta canción:•(¡Paso ala rauda

«Locomotora 1«¡Paso, que es hora»De partir ya! etc;»

ó El Mar, ó, en fin, la espléndida Balada de Ca-taluña, que Balaguer vertió al catalán, el prín-cipe Wiüiam Bonaparte-Wyse al inglés, Rou-mieux al provenzal, y que después de saludadacon cariñosas aclamaciones por la multitud depoetas reunidos en los juegos florales de Barcelo-na, recibió la espontánea consagración de lasmanos callosas y de los corazones leales y fran-cos de los operarios de Tarrasa y de toda la viejaCataluña?

¡Qué bella, y sobre todo, qué buena poesía lade estos tres libritos!

Altora aparecen reproducidos, ampliados. iNoes singular, no es casi incomprensible para nos-otros principalmente, á quienes la menor, la másmezquina preocupación política aleja de las re-giones apacibles y elevadas del arte, —en las cua-les ni aun en la más grande monotonía cívica per-manecemos mucho tiempo;—no es singular, di-go, extravagante casi, la empresa de la reimpre-sión regular, rápida y voluminosa de las obrascompletas de un poeta lírico, dada la situaciónpresente de España?

Por otra parte , esta reimpresión no es un ca-pricho, es una empresa costosa; hácese despuésde reimpresiones recientes, ya agotadas; es la sa-tisfacción de una necesidad del mercado de lasletras; el segundo volumen, que acabo de recibir,Elegías, Armonías, Rimas varias, tiene el anunciosignificativo de Cuarta edición, y es digna de lasprensas de Aribau y Compañía.

¿No significa esto mucha vida, una notableubicuidad en la vida nacional, una cierta seguri-dad de la conciencia pública, entre los desastresy amenazas de lo presente?

Principia este último volumen con la poesía,pudiera dacir, con el poema El dolor de los dolores,una de las obras más originales que conozco, yque ya ha sido traducida al francés por Mlle. Tel-

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ma Campano y Gildo, inteligente joven de quinceprimaveras; al italiano por Gothardo Aldighieri;al alemán por el notable poeta Juan Fastenrath,y al polaco por José Leonard.

Madres que tenéis hijosEn el sepulcro,

Y el corazón cubiertoDe eterno luto;

Yo tenderé mis alas,Y á consolaros

Iré á vuestros hogares:Yo soy el llanto.

Llorad, que el llanto alivia;Llorad conmigo;

Esta historia es la historiaDe vuestros hijos.

¡Dichosos los que lloran,Porque han amado!

Yo iré á vuestros hogares:To soy el llanto.

Es una historia sencilla y sombría, vulgar yterrible, encantadora y dolorosa, la historia deuna niña que se murió, «lirio tierno,» apenasabierto en un pequeño mundo de amor, la pe-queña historia de la hija única de Ventura Agui-lera, contada por él, contada con minuciosidadamarga, con insistencia aflictiva por su padremismo.

Es un tejido—permítaseme expresarme así,pues no es impropia aquí esta palabra, — es untejido admirable de sentimiento, de delicadeza,de doliente simplicidad, de un realismo opulento,la opulenta, la inmensa, la sublime realidad delos amores y de los dolores de los padres. El jú-bilo inaudito, único; aquel abrirse y florecer elalma, loca de alegría y de felicidad, al primer va-gido de la niña;

Flores eran los campos,Y luz los aires ,

Gorgeos y susurrosLas soledades; etc.

el primer sueño;Al son de las canciones,

Que nadie sabe,Para dormir los niños,

Como las madres;aquel crecer; aquella maravilla de todos los dias;las gracias, las ingenuas curiosidades, los juegosinfantiles; los cuidados , los afanes, los temores,los proyectos de porvenir formados por los pa-dres; los ojos, la boquita, los cabellos;—y los ca-bellos le inspiran una estrofa magnífica:

Con suaves resplandoresEl copioso cabello, mansamente,Como lluvia de floresCaia en sueltos rizos de su frente;Hubiera dado mi querer profundoPor un cabello suyo todo un mundo;—

todo, en fin, es descrito, recordado, llorado, digá-moslo así, en la sucesión espontánea y viva deaquellos versos.

«Bajo una forma suave y apacible — dice deelloa Carolina Coronado,—tienen estos versos talrefinamiento de crueldad contra su mismo autor,que dudo si su objeto ha sido escribir ó suicidarse.Esto último parece cuando canta en tono bajo ycon acento balbuciente todo lo más pueril y pun-zante que hay en sus memorias

«Todo lo recorre con engañosa tranquilidad, ygoza en destrozar su alma, hasta que, al fin,exasperado al hacer la comparación de aquellaNoche-Buena en que vivia la niña, y esta noche enque está solo, clama con voz dura:

»¡Esta noche es noche mala!»Son perfectamente exactas las palabras de Ca-

rolina Coronado. La tristeza, la saudade, el has-tío de la vida, las desesperaciones febriles, el des-aliento de los pobres padres, modélanse y seexpresan en cuadros, en episodios y en ritmoshondamente conmovedores. La majestad de aqueldolor inmenso se impone en toda la larga compo-sición , como el fatwm de las viejas tragedias,hasta en los episodios más insignificantes, en losdetalles más pueriles. En todo se siente el

« eco de un almaQue se consume.»

¡Qué candor, y al mismo tiempo qué sencilleztan dolorosa hay en este episodio!

Del balcón á las floresTodos los dias,

Viene una blanca y sueltaMariposilla,

Desde que ha muertoMi dulce niña.

No sé qué me da al verla;Y, en crueles ansias,La pobre madre dice:—¿Si será su alma?

La fantasía y la fó,—Aguilera es un poeta pro-fundamente cristiano , y si hubiese nacido en elNorte tendría tal vez la credulidad infantil deKcerner,—la fantasía y la fé le envuelven y arre-batan el dolor paterno á regiones de un romanti-cismo místico, en que no deja, con todo, deafirmarse la idealidad plástica del hombre delMediodía.

«Un jardinito hacer quieroPara que, entre flores, duermaA los rayos de la lunaAquella adorada prenda,Y amorosas aves cantenSu gloria, y lloren mi pena.Y quiero con estas manosDe abrojos limpiar la tierra,Y con mi llanto regarla,Si llanto á mi alma le queda.Y en la estación de las floresVeréis, veréis brotar frescasDe su frente, y boca, y ojos,Como elocuentes emblemas,Violetas y rosas blancasY pálidas azucenas.»

Aguilera es un Uhland del Sur; la muerte espara él una nueva eflorescencia ; pero una verda-dera eflorescencia, en la concepción poética.

La figura de la desventurada madre no es de lasmenores bellezas de la composición.

«Al pié de la cruz negraDe sus dolores,

Un alma sin consuelo,Llorando inmóvil,Pasa los dias,Pasa las noches

sola y triste,Flor deshojada,Noche sin luna,Fuente sin agua......

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N.° 13 C0RDE1R0. UN VERDADERO POETA. 411

¡Original composición ésta! No será fácil encon-trar una que se le parezca.

Aquella preciosa historieta de Conscience,Rikke-tikke-iak, en que un padre pierde tambiénsu niña, pero torna á encontrarla, y en que lacriatura, acercándose á las sombras amigas delhogar perdido, cuenta las saudades y trabajos desu vida en la cancioncita que aprendió en otrotiempo sentada sobre las rodillas de su padre;aquella tierna historia tiene el candor, las dulcesvulgaridades y rasgos de encantador realismoque ésta; pero la insistencia, el desmenuzar pun-zante de recuerdos, lo irremediable, lo innarrabledel dolor, que circula y se siente en las estrofasde Aguilera, la verdad directamente sentida ypintada de aquella situación, es lo que le da unsello particular de originalidad y de comunicabi-lidad artística. Nunca el realismo fue más real.

En ésta, como en otras composiciones de Agui-lera, el realismo, ó si se quiere, el naturalismo,ó mejor aún, esta compenetración de la natura-leza, de la verdad de las montañas, de los horizon-tes, de los cielos, del mundo físico, en llu, comodecia Ruskin, y de la verdad del mundo moralpor la facultad artística, es uno de los caracteresmás brillantes de Aguilera.

Digna hermana de estas producciones es laArmonía campestre: «.Los Nidos», que comienza:

El almendro florece;Ábrese el lirio, luegoLa amapola de fuego,Que una llama parece;

hermosos versos, que dispensaban los dos quesiguen:

Y, con sordo murmullo,La rosa también rompe su capullo.

¡Qué ternura, qué gracia en la descripción delpajarillo implume que se asoma al nido suspen-dido sobre la campiña

Llena de luz, de cánticos y flores!¡Qué delicadeza de toques, como se diria en

pintura, y qué vigoroso y rápido rasgo de elevadamoralidad, como se dice en la fábula!

Oidlo:¡Cómo, al nido asomado,

Moviendo sin cesar la calva frente,El polluelo inocenteCampiña, y luz, y arroyos ve pasmadolDel mundo al contemplar las ricas galasTender quiere las alas,Y volar, y vivir... pero le asustaLa extensión del espacio, retrocede,Y torna, y otra vez al temor cede;Hasta que el padre le acompaña y guia,Mostrándole su celo,Con el peligro, la segura via.

Ved ahora el complemento del gentil cuadrito:, La madre, que en su ausencia no reposa,A recoger desciende presurosaYa paja, y heno, ó la sutil bedijaAl cordero robadaPor el zarzal avaro;Ya la pluma olvidadaDe otras amigas aves,Y aromáticas hierbas y suaves;Y el preciso alimentoDe la familia que dejó un momento:Y cuando al nido torna,De inquietud maternal y de amor llena,Dentro, muy dentro suena

Con mal formados sones,Como rumor confusoDe besos, y de gozo y bendiciones.

¡Espléndido! ¿Qué diferencia hay entre esta"pobre hembrila, y aquella adorable mujer^ la afa-nosa madre de que habla Juan de Dios con elo-cuencia igualmente graciosa é íntima?

Vede-a ao bergo sofrega de vida,Que a sua é pouca para dar ao filho.Ella em cama de espinhos, mal vestida,Elle enfaxado em bergo de tomilho,Ella em continua azafamada lida,Elle vendo se apanha á luz o brilho...

Pero aquellos cuadros, ledos y suaves, tienenjunto á sí un contraste de sombras y tormentas.El mismo epígrafe—Armonía campestre—es casiun epigrama involuntario y siniestro. Ved cómola armonía se desenvuelve:

Pasaron las risueñas alboradasY las tranquilas noches de verano;Vinieron las ventiscas desatadas,Que la alta cumbre y llanoDespojan de hermosuraTrayendo en pos de sí la niebla oscura.

Y después, en medio de la nieve, de las ventis-cas desatadas, de la desolación terrible del in-vierno

En el hueco de encinas y de peñas,Colgados entre breñas,Ó en un rincón de viejos palomaresDo no llega el calor de los hogares,Solos se ven y yertosComo cunas vacíasDe pobres niños muertos,Los nidos que otros diasPoblaron monte y valle de armonías.

¡Qué delicada, y expresiva y penetrante nota—permítaseme decirlo así—aquella del calor de loshogaresl

¡Qué oportunamente colocado, cuan conmove-dor es aquel verso:

Do no llega el calor de los kogaresl¡Cómo se deja ver en el poeta el padre, y en el pa-dre esta dulce, y bendita, y consoladora entidad:la familia!

Esto se explica fácilmente: en vano Aguileraintentaba ocultar, al describir tan risueños yencantadores episodios, la mal cicatrizada he-rida. Ya en el curso d>: ellos la traia la inspira-ción. Él mismo escribe á la amorosa y leal com-pañera de su vida, con motivo de estos versos:«un recuerdo cruel me prestó sus colores som-bríos para trazar la desolación del invierno.»

Ya he dicho que Aguilera es un poeta profun-damente cristiano, y que esto constituye uno delos rasgos más notables de su carácter literario.

No afirmaré, seguramente, que aquellas estro-fas llenas de unción evangélica y de la apacibleclaridad de un corazón amable y expansivo pue-dan librarse de los anatemas del Syllabus y sufririncólumes el examen de la ortodoxia ultramon-tana. Aguilera es un poeta altamente humanita-rio y democrático; en su fe vigorosa y buena serealiza una especie de unión mística—unió mas-tica—como dicen los doctores, de la revelaciónteológica con la evolución histórica. Si es ciertoque el hombre hace un Dios á su imagen, Agui-lera, como otros, crea en la exuberancia de susentimiento una religión y una filosofía, en la quela fe primitiva y la razón emancipada, lejos de

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412 REVISTA EUROPEA. 2 4 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N . O 4 3

excluirse y de reemplazarse, se abrazan en unaconcepción social, humanitaria y hasta cósmica,única y armónica. Ciertamente, la naturaleza yla ciencia tienen derecho á rebelarse contra estaespecie de arrianismo del sentimiento, y él mismoes infecundo y absurdo fuera de la concentraciónde la psicología individual.

Cuando intenta imponerse la actividad colec-tiva en sustitución de las leyes positivas de lanaturaleza y de la historia, inviértense las conse-cuencias, y se desmienten nuestros propósitos:el dulce quietismo deseado por las almas delica-das, á quienes las grandes agitaciones socialesimportunaban, y que en él pretendían hallar elreposo, la serenidad, la esperanza que no encon-traban en ninguna parte, este tranquilo quie-tismo trasfórmase en la vida social en turbacio-nes, en desengaños, en tempestades terribles: elespíritu amable, que en el individuo absorberá elespíritu austero y positivo de la justicia, confun-diéndose con él, es en la acción social impo-tente para crear y sustituir, y se pierde en elfrenesí de la pasión, en injusticias odiosas, encóleras ciegas y en deplorables demoliciones.

Gran parte de la moderna democracia, y unaparte, no menor, de cierto socialismo, nuevo en elnombre, viejo en los hechos y anacrónico en laafirmación, padece de este grave mal social, quequizás sea un gran bien individual p ira las almastímidas ó afectadas de esta uniomystica, que po-dremos llamar racionalismo cristiano. Él ha sidoel poderoso obstáculo, y el que ha traido el ma-yor desprestigio á las formaciones y ensayos con-temporáneos de organización democrática y deorganización social.

La España contemporánea es un ejemplo deello.

La fe que hoy puede allanar las montañas es lafe en la Ciencia y en la Naturaleza, es la compren-sión lúcida de las leyes de la historia y de las le-yes de la vida universal.

Volvamos a Aguilera. La fe cristiana no leabandona: la oración es una necesidad psicoló-gica de su corazón creyente y contristado. Él noindaga las sutilezas teológicas que la explican;la oración no es para su alma de artista una delas muchas cosas que sólo pueden ser compren-didas sub specie aterni. La oración es sencilla-mente

escalaPor donde sube fácilEl corazón sedientoEn sus tranquilas ondas á saciarse;

Vaso lleno de lágrimasY de alegrías cáliz,Que á Dios ofrece el hombreDe amor y gratitud en homenaje:

Tabla de sus naufragiosCuando la rota naveNo halla puerto en la tierra,Ni ve socorro humano que la salve.

Es una bella poesía esta de la oración. Con laternura y la gracia de que ya le vimos dar prue-bas, el poeta repite, ó mejor dicho, aplica másadelante el tema, en la poesía Al despertar: ora-ción para los niños.

La noche ha pasado,La noche sombría:¡Qué bello es el dia!¡Qué hermosa la luz!

Suspiran las fuentesY campos floridos;Despiertan los nidos,El cielo es azul.

Señor, á tu gloriaVeráme hacer salvaDel rayo del albaLa luz virginal, etc.

Otra oración para los niños tenemos en este vo-lumen:

Señor, yo te bendigo;Tu mano generosaQue esencia da á la rosa,Al hombre le da amor.Y es el amor estrellaQue vivida fulguraEn la tiniebla oscuraDe todo corazón...

La poesía iLa limosna,-* es una de las más co-nocidas y estimadas. ¡Qué hermosa ingenuidaden la manera de decir, cuando la lágrima delpobre ciego agradece la escasa limosna!

Y con gozoso pechoProseguí mi camino, triunfante,Altivo, satisfecho;Y hubiérame envidiado en ese instanteLa no sabida paz que en mí se encierra,El monarca más grande de la tierra.

El mar, el inmenso, el profundo, el sombrío, elasombroso mar, inspiró á Ruiz Aguilera unosversos magníficos, que Luigi Gualtieri vertió alitaliano.

Verte ¡oh mar! es creer...

y solamente seanDulces tus brisas, tus murmullos suaves,Tu augusta calma protectora, cuando,Por norte la virtud, á la conquistaDel ideal en su conciencia escrito,En pacífica alegre caravanaTus olas atravieseDe un polo al otro la familia humana.

Este relámpago de inspiración social y revolu-cionaria no es el único, ni muere en las fantásti-cas y luminosas serenidades de la contemplaciónde la naturaleza. Alma estremecida por la tem-pestad de reformas y aspiraciones sociológicasque por todas partes azota las instituciones tra-dicionales é impele las nuevas conciencias, Agui-lera procura no aislarse egoistamente en la con-templación naturalista, en el drama de la psico-logía individual, ó en la dulce filosofía del hogardoméstico. Él es, ya lo he dicho, un poeta hu-manitario y democrático; su inspiración es unainspiración moderna, original, expansiva,ubicua.

No jura sobre los cánones del viejo Arte; y si aloirlo hablar de la naturaleza, al verlo absorberseen ella, entregarle su alma tan profundamenteartística, se pued« decir—no obstante la uncióncristiana que lo denuncia—con Musset:

Ainsi done, quoi qu'on dise, elle ne tarit pasLa source immortelle et fecondeQue le coursier divin fit jaillir sous ses pas;Elle existe toujours, cette séve du mondeElle coule et les dieux sont encoré ici-bas!

al ver cómo su hermosa imaginación, cómo sucorazón excelente de poeta tiene colores tan vi-

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vos y amor tan vigoroso y franco para cantar lasgrandes glorias y las grandes aspiraciones denuestro tiempo; cómo sabe descubrir en éste, tancopiosos raudales de buena y elevada poesía, re-cordamos aquel magnífico consejo de MáximoDucamp:

Travaillez, apprenez, comprenez, ó poetes!

Car ü faut étre fort dans les temps ou vous étes.L'esprit, comme un géant, marche par l'univers:Bcoutez ce qu'il dit, repétez ses paroles,Agrandissez nos coeurs...Mais... oubliez le langageDes poetes passés; chaqué chose a son temps;Ne parlez plus de dieux morts depuis mille ans;Qu'ils restent au Ténare avec tout leur bagage!

Esto me sugiere cada nueva lectura de La lo-comotora, de la Balada de Cataluña, etc.; esto mesugiere la encantadora poesía Sombra del pasado,dedicada á D. Nicolás Salmerón, y que ahoratengo á la vista.

El poeta habla de la pena de muerte, y se di-rige á las primeras Cortes Constituyentes de larevolución. ¡Qué amarga verdad la de astas es-trofas!

A presenciar la torturaVan, con febril impaciencia,El niño, todo inocencia,La mujer, toda ternura;Llenando, como en funcionesEn que gozar es costumbre,Bulliciosa muchedumbreLas calles y los balcones.

Escucha, aunque mal te cuadre,La voz de esas dos mujeres:—¿Quién sres tú?... Y tú ¿quién eres?— Yo, la esposa. —Yo, la madre.

Mas teme que cuando creasDe tí al mundo satisfecho,Diciendo:—Soy el Derecho,—Él diga:—¡Maldito seas!

Invocando después — ¡ tristísima ilusión! — laaugusta soberanía, en nombre de la cual se abrióaquel Congreso legislador y supremo, dice:

No por débil llegue apenasMi súplica á vuestro oído;Yo la voz he recogidoDe todas las almas buenas.

Y para que España ejemploSea peregrino y santo,Os la repite mi cantoEn vuestro Rublime templo.

El pueblo, rey de los reyes,A engrandecerla os convida;Que corra un soplo de vidaPor el libro de las leyes.

Voy hojeando al acaso y rápidamente.El cántaro roto no puede pasar desapercibido.

Allí se acentúa una vez más el brillante y finotalento descriptivo, la exuberancia artística deAguilera.

Cantando alegrementeDe amor, y vida, y esperanza llena,Una niña morenaPor agua va á la fuente,Que susurra entre mirtos y entre rosas,Del carmin de sus labios envidiosas.

La muchacha sencillaA la fuente llegó con ágil pasoCuando el sol ya tocaba en el ocaso,Y puso el rojo cántaro en la orilla.

Tornando en derredor los negros ojos,Con el afán inquieto del que aguardaLo que mucho desea y mucho tarda, etc.

¡Encantadora sencillez! El cántaro roto es unaestrofa completa de la vasta odisea rural, sin lasempalagosas y alambicadas fantasías de ciertospastiches á la manera de Florian, como tambiénsin las absurdas y sistemáticas crudezas de algu-nos pseudo-realistas á lo Courbet, que sólo cono-cen del maestro el nombre, y nunca llegarían ácomprender el carácter particular de la obra. Fas-tenrath tradujo al alemán esta bella compo-sición.

Voy á concluir por ahora: poco he hablado delpoeta; de la variada forma en que se ha vaciadosu genio poético, no menos vario, hay mucho quedecir aún. En tanto, basten las muestras queacabo de presentar.

LUCIANO CORDEIRO.

(O PAIZ, de Lisboa, 1 y 6 de Enero de 1874.)

BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS

Academia de Ciencias de París.27 ABRIL.

M. Abel presenta tres Memorias sobre las ma-terias explosibles. Se sabe que estas materias, alestallar, pueden ejercer en algunos casos una ac-ción muy viva sobre otros cuerpos fulminantes,mientras que en otras circunstancias tal acciónes nula. Así, por ejemplo, el choque de un cebofulminante determina la explosión de la nitro-glicerina; pero, aunque se haga estallar un frascoque cpntenga nitro-glicerina muy cerca de unacapa cíe algodón-pólvora comprimida, esta sus-tancia no se inflama, sino que, dividida mecáni-camente, se extiende en el aire en forma de polvonevado. Si se recoge este polvo filamentoso y sele pone en contacto con el fulminato de mercu-rio, al menor choque se produce la explosión, locual prueba que el algodón-pólvora, al pulveri-zarse, no ha sufrido alteración esencial por efectode la nitro-glicerina. M. Abel atribuye estos di-versos fenómenos á las diferencias de las vibra-ciones determinadas por la explosión; y ha ave-riguado de una manera precisa las condicionesen las cuales esas vibraciones pueden obrar laaunas sobre las otras, poniendo las materias ex-plosibles en las dos extremidades de un tubo.

En el algodón-pólvora se produce ó no explo-sión según la fuerza del choque: una bala queatraviese una paca de algodón-pólvora muy apre-tada, pasa unas veces á través de la sustanciaexplosible sin producir inflamación ninguna, yotras veces produce una inflamación lenta ó unaviva explosión.

M. Abel ha descubierto que, introduciendo unaquinta parte próximamente de nitrato de potasaen la trama del algodón-pólvora, aumenta la po-tencia explosiva de esta sustancia detonador a,

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lejos de disminuirla ó debilitarla, al mismo tiem-po que reduce considerablemente el precio de fa-bricación.

El algodón-pólvora, que encierra ordinaria-mente cerca de 2 por 100 de agua, pierde todassus propiedades balísticas cuando contiene 30 ó40 por 100; pero si se solidifica este agua conayuda de una mezcla refrigerante, se aumenta lafacilidad de explosión. Por último, si se inflamauna pequeña cantidad de algodón-pólvora secoal lado de una masa de la misma sustancia hu-medecida por completo, y que parece incapaz deexplosión, el algodón-pólvora mojado produce sudetonación entera como si estuviera seco, y conviolencia tal, que 7 gramos de esta sustanciamojada producen el mismo efecto que 350 gramosde pólvora de cañón. La artillería inglesa haadoptado este sistema de emplear algodon-pól-vora para cargar los obuses.

—M. Prillieux da lectura de un trabajo sobre laproducción de la goma en los árboles frutalesconsiderada como fenómeno patológico. La apa-rición de la goma constituye una verdadera en-fermedad que designa con el nombre de gomosa,y para su remedio propone la escarificación ó in-cisiones en la corteza, procedimiento que obracomo un poderoso derivativo.

—MM. Deherain y Moissan presentan el resulta-do desús estudios sobre la respiración nocturna delos vegetales, y particularmente de las hojas. Lacantidad de ácido carbónico emitida por las ho-jas en la oscuridad es comparable á la que exha-lan por la respiración los, animales de sangrefria, como las ranas ó las salamandras, siempreque la comparación se haga entre amimales yplantas de igual peso, y funcionando durante elmismo tiempo. La actividad de la respiración delas hojas se aumenta con la elevación de la tem-peratura del medio en que se hallan, de la mis-ma manera que aumenta el desarrollo de laplanta.

Comparada la cantidad de ácido carbónicoemitida á la del oxígeno consumido, se ve queesta última cantidad domina siempre, tanto máscuanto la temperatura sea más baja. ¿En qué seemplea la parte de oxígeno que no se exhala enestado de ácido carbónico? En oxidar de una ma-nera incompleta los principios inmediatos conte-nidos en la planta, en dar productos fijos, talescomo los ácidos vegetales, lo cual se compruebaperfectamente por lo que sucede en las regionesfrias, donde las plantas consumen mucha mayorcantidad de oxígeno de la que devuelven en es-tado de ácido carbónico, y por lo tanto producenmás ácidos orgánicos por la oxidación incom-pleta de los principios neutros existentes en laplanta.

Congreso de Portland.De la posibilidad de que el sol tenga tina corteza

líquida, aunque su estado sea principalmente ga-seoso.—El profesor Young presenta un estudiosobre este punto, y dice que la débil densidad delsol prueba que su estado es gaseoso, y loa fenó-menos eruptivos que no cesan de manifestarse ensu superficie obligan casi á suponer la existenciade una corteza cualquiera conteniendo el gas queaprisiona, y á través de la cual se abre paso enforma de chorros de gran violencia. El profesor

Young cree que esta corteza puede consistir enuna capa más ó menos continua de una lluviaanimada de un movimiento de alto á bajo, ycompuesta de los vapores de esos cuerpos cuyaexistencia en la atmósfera solar ha descubiertoel espectróscopo, y cuya condensación y combi-nación constituyen probablemente la fuente delcalor del astro.

—Mayor dimensión de un arco de meridiano.—M. Hilgard, deWashigton, dice que hamedido dosarcos de meridiano á consecuencia de los trabajosdel Coast-Survey, y que resulta un aumento de2.000 metros en los 10.000.000 de metros que seatribuye á la dimensión del cuadrante terrestre,base del sistema métrico, y por lo tanto el me-tro usual contiene un error, pues debe tener0,0002 más de la dimensión actual. Cantidad in-significante é inapreciable es una quinta partede milímetro, pero para la ciencia tiene gran im-portancia.

—La fluidez de la tierra.—M. Barnard analizalos trabajos de Hopldns sobre la fluidez interiorde la tierra, y saca deducciones opuestas; es de-cir, que en su concepto el globo terrestre es com-pletamente sólido.

— La frecuencia de las auroras boreales. —M. Elliott, de Wasington, presenta el resultado desus estudios acerca de 12.263 auroras boreales.La frecuencia máxima de estos fenómenos es enMarzo, y sobre todo en Setiembre, y está en re!a-cion con la velocidad con que la tierra se apro-xima ó se aleja del sol. M. Elliott atribuye las au-roras boreales, que coinciden algunas veces conerupciones volcánicas y temblores de tierra, áuna gran variedad de causas, de las cuales losfenómenos terrestres sólo indican un pequeñonúmero.

—Telescopio gigantesco.—M. Vander Veyde dacuenta de la construcción proyectada de un te-lescopio gigantesco, que costará un millón de du-ros. Los lentes que servirán de objetivo tendránun diámetro de 55 á 60 pulgadas, y su construc-ción será exclusivamente americana.

—De la conversión del sonido en electricidad.—M. Dolbear dice que si se pone en contacto un dia-pasón ordinario ó un cuerpo cualquiera que emitavibraciones sonoras con un hilo termo-eléctricoligado á un galvanómetro muy sensible, la agujase desviará, demostrando esta experiencia que laelectricidad no es más que una forma del movi-miento molecular.

—El crecimiento de la raza humana y la edad delhombre en la tierra.—El profesor Whittlesey pre-senta una Memoria, cuyo objeto es investigar larazón de la progresión que representa el creci-miento de la raza humana durante el período his-tórico, y deducir una serie de datos que, tomadosen sentido inverso, pueden servir para indicar lafecha del origen del hombre. De los extensos cua-dros numéricos que contiene la Memoria, resultaque desde la era cristiana hasta 1800 la poblaciónde la tierra sólo se ha doblado una vez.

—Sistema monetario internacional.—El profesorElliott aconseja la adopción del sistema japonés,basado en el marco de oro y en su peso que tienerelación exacta con el gramo. Después hace unadescripción de los diversos sistemas monetariosempleados en las diferentes naciones, y de los es-fuerzos que se,han hecho para llegar á la unifor-midad.

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N.°13 BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES. 415

—Las regiones árticas.—El profesor W. Wheil-don demuestra la existencia de una temperaturamás dulce en las latitudes elevadas y la probabi-lidad de que exista el mar libre del polo.

— Del origen de las especies. — El profesorC. Swallow presenta una Memoria, en la cual sedeclara partidario del origen distinto de cada es-pecie. Con este motivo se entabla un largo debatesobre este asunto de moda, en el cual toman partemuchos miembros del Congreso, unos en pro yotros en contra de la teoría de Darwin; pero sinllegar á ningún resultado práctico, porque cadacual se marchó más aferrado á sus opiniones.

—Animales que se comen á sus hijos.—M. BrownGoode presenta un estudio de las costumbres dealgunas serpientes de tragarse á sus hijos cuandoles amenaza algún peligro, y tenerlos en la gar-ganta como en un refugio, sacándolos despuésque pasa el peligro. Esta costumbre se ha demos-trado en el lagarto Zooloca vivípara, en los pecesde los géneros Arius, Bagrus y Qoophagus, y enlas serpientes Eutmnia sistalis,'Eut. saürita, Cait-disona hórrida, etc., y generalmente en las ser-pientes del género crotal.

Sociedad fllomática de París.25 ABRIL.

M. J. Montier presenta el resumen de sus in-vestigaciones sobre la atracción y repulsión queproducen los cuerpos sonoros- El doctor J. Guyotdemostró en 1834 que los cuerpos vibrantes atraenlos cuerpos ligeros que se hallan próximos. Esteresultado ha sido confirmado recientemente porlas experiencias de Guthrie y Schellbach. Esteúltimo físico ha demostrado que los cuerpos vi-brantes atraen los cuerpos más pesados que el me-dio sonoro y repelen los más ligeros. M. W. Thom-son considera estos fenómenos como una conse-cuencia de su teoría de los torbellinos; M. Challislos interpreta seg'in las ecuaciones de la hidrodi-námica. M. Montier indica una explicación fun-dada sobre el modo de propagación del sonido:cuando el sonido se propaga en un medio homo-géneo, cada capa de aire se queda en reposo des-pués de haber comunicado el movimiento á lacapa contigua; pero no sucede lo mismo en unmedio heterogéneo. Aplicando las leyes del cho-que de los cuerpos elásticos se puede dar cuentade los fenómenos observados; estas considera-ciones se aplican igualmente á las experienciasrecientes, por las cuales M. Tyndall ha demos-trado que el sonido no se propaga en un medioheterogéneo formado por la superposición de dosgases distintos.

Sociedad astronómica de Londres.Los astrónomos no han podido determinar to-

davía si la luna tiene ó no atmósfera. Sobre estepunto sólo tenemos observaciones negativas, yéstas nunca prueban nada, porque se puede ha-cer la objeción de que la experiencia no se hahecho en condiciones convenientes ó con un ins-trumento bastante sensible para demostrar laexistencia de la atmósfera. Lo único que se puedeafirmar es que no se conoce ninguna experienciadecisiva, y que si la luna tiene atmósfera es pocoelevada y poco densa. .M. Neison afirma ahora queel estudio atento de las ocultaciones de estrellas

por la luna prueba la existencia de la atmósferade ésta. En efecto , las observaciones hechas enGreenwich y en algunos otros observatorios deInglaterra, demuestran que el diámetro de laluna, medido en los lentes, es un poco grande, ydebe ser disminuido en dos segundos de arco pró-ximamente. Pues bien, M. Neison calcula que laaltura y densidad de la atmósfera de la luna debeser capaz de producir una refracción horizontal dedos segundos de arco, que es precisamente lo queparece mayor el diámetro de nuestro satélite.

—Se sabe que en Febrero de 1790, W. Hers-chel descubrió alrededor de Urano dos satélites,Ariel y Umíriel, que en el orden de las distanciasde planetas eran los más lejanos. Desde entoncesno se han visto estos astros, y se ignora si el cé-lebre astrónomo fue víctima de alguna ilusión deóptica. Este año Urano se encuentra en el cieloen una posición muy parecida á la que teniaen 1790. M. Martk recomienda á los astrónomosque tengan poderosos lentes que hagan observa-ciones de los satélites de Urano á ver si se en-cuentran los indicados por Herschel.

Sociedad de ingenieros civiles de París.M. Vauthier presenta un mapa de la capital de

Francia, en el cual ha trazado curvas parecidas álas curvas de nivel, las cuales pasan por los pun-tos de igual población. Esta manera ingeniosa deexpresar los datos de la estadística puede prestargrandes servicios en el estudio de los trabajos deutilidad general, y permite observar por interva-los regulares los hechos referentes á las cuestio-nes sociales y legislativas de hacer notar las va-riaciones é investigar sus leyes.

—M. Letellier cita un gran número de hechosque demuestran la posibilidad de explotar loslargos túneles, y añade que la locomotora de gasresolverá quizá definitivamente ei problema.

BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES.

Los astrónomos ingleses están demostrandouna pasmosa actividad en los preparativos nece-sarios para observar el paso de Venus en Diciem-bre de este año. La dirección de un estudio tanimportante ha sido confiada á M. Airy, directordel observatorio de Greenwich, quien ha decre-tado e! establecimiento de cinco estaciones princi-pales en Alejandría, Honolulú, Rodríguez, NuevaZelanda y la isla de Kerguelen, y estaciones se-cundarias en Howai y Atooi, pequeñas islas delgrupo de las Marquesas. Las colonias inglesastambién hacen grandes preparativos y están es-tableciendo estaciones en los alrededores del Hi-malaya. Las estaciones principales estarán en losobservatorios de Melbourne y Sidney.

Además de estas expediciones preparadas ácosta del gobierno de la metrópoli ó de los go-biernos coloniales, un rico señor inglés está orga-nizando una expedición gigantesca para la islaMauricio.

***En el hospital nacional de Madrid se ha hecho

con buen éxito, hasta ahora, la difícil operación dela trasfusion de la sangre. El doctor Ustariz, quela llevó á cabo, lo hizo con su propia sangre,

Page 32: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · brara una comisión que examinara el campo de batalla y las obras de defensa que existian en Somorrostro, para que se convenciera de que el

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abriéndose una vena de su mano y vertiéndola enuna copa dentro del baño de ni aria á 40 grados.Después descubrió la vena mediana cefálica de laenferma, la incindió, y con una simple geringa decristal, fue inyectando poco á poco hasta unos 30gramos de sangre. Quizá sea esta la primeratrasfusion de sangre que se hace en Madrid, ycon una sencillez que parece increíble.

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Para representar á la Administración españolaen el: congreso postal que se reunirá en Berna enDiciembre de este año, y del cual tienen ya noti-cia los lectores de la REVISTA EUROPEA, han sidonombrados el Director de correos y el Jefe del ne-gociado internacional D. Emilio O. de Navasqüés,Director de la Revista del ramo.

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En el gran teatro del Liceo de Barcelona se haestrenado con aplauso la ópera del maestro espa-ñol D. Felipe Pedrell, titulada El último Abencer-raje , que lleva unas cuantas representaciones,todas con gran éxito. La música, rica en modu-laciones vagas y ritmos que revelan su estilo me-ridional, es por lo tanto esencialmente españolay ha merecido los elogios de todos. El libro, delSr. Fors de Üasamayor, inspirado en la novelalegendaria de Chateaubriand, presenta situacio-nes dramáticas y tiene buenos versos.

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El domingo último se abrió al público la Expo-sición regional de las provincias del Este de Es-paña.

La exposición de flores verificada después hasido muy notable. Sólo duró un dia, porque na-turalmente los ramos no podían estar muchotiempo expuestos. Eljurado, compuesto de seño-ras, adjudicó los premios, y luego rifó los ramosá beneficio de los heridos del ejército, habiéndosevendido todas las papeletas en la primera horade la rifa.

# *Como una dependencia de la célebre universi-

dad de Oxford, acaba de establecerse en el parquede la misma y en sitio muy á propósito, un ob-servatorio destinado especialmente á la astrono-mía física. Cuenta con una poderosísima ecuato-rial , los instrumentos necesarios y todos losrecursos que en un país como Inglaterra se en-cuentran siempre para los adelantos científicos.

BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO.

Los POEMAS DEL PIAHISTA. Critica analítica, anec-dótica, y biografía de las obras de piano de losgrandes maestros; recopilación por Felipe Pe-drell. Tomo primero: BI.ETHOVEN, sonatas de pia-no, lln tomo en 4.°— Vidal, editor, Barcelona.

Aunque poco original la presente obra, puessu autor confiesa modestamente que está extrac-tada de las más notables publicaciones de litera-tura musical, su importanciano puede oscurecerseá nadie, sobre todo en España, donde la aparenteinercia de la música reconoce por causa la esca-sez de publicaciones de este género. A la casa

editorial de música de D. Andrés Vidal y Roger,de Barcelona, le corresponde la honra de haberdado á luz algunas importantes obras de litera-tura musical, y entre ellas,últimamente, la del se-ñor Pedrell que anunciamos, la cual contiene, porvia de introducción, tres estudios muy notablessobre la música de piano y sobre los progresos dela música dramática y de la instrumental. Des-pués contiene una biografía crítica del granBeethoven, un estudio sobre sus tres estilos, eljuicio analítico y detallado de cada una de sus so-natas de piano y el catálogo cronológico de lasobras del gran maestro. El Sr. Pedrell, además deliterato-musical, es distinguido compositor; enotro lugar de este número damos cuenta del bri-llante éxito que su ópera El último Abencerraje hatenido en el teatro del Liceo de Barcelona, dondese ha estrenado.

OBRAS ESCOGIDAS DE QDEVEDO. Un tomo en 8.° de 240páginas. Madrid, Biblioteca nacional económica.

He aquí un libro del cual nada tenemos quedecir al dar cuenta de su aparición. Todos cono-cen á Quevedo, casi como si fuera contemporáneo;todos conocen sus obras, al menos en su mayorparte; ¿qué hemos de decir de estas y de aquel?Haremos observar únicamente que este libro esel primer volumen de una Biblioteca, nacional eco-nómica que han empezado á publicar dos distin-guidos escritores, deseosos de dar á conocer unavez más, y al alcance de todas las fortunas, lostesoros que encierran las obras de nuestros clá-sicos.

ZARAGOZA, por don Benito Pérez Galdos. Volu-men VI ae EPISODIOS NACIONALES. Un tomo en8.°, Madrid, 1874.

La gloriosa defensa de Zaragoza, acerca de lacual escribió un general francés, testigo de vista,«que la alteza de ánimo que mostraron aquellosmoradores fue uno de los más admirables queofrecen los anales de las naciones después de Sa-gunto y Numancia», es el asunto del nuevo librodel Sr. Pérez Galdos que, como Erckmann-Cha-trian en Francia, se ha propuesto dotar á nuestropais de relaciones populares en que se condensenlos grandes hechos nacionales. Pero, para ser jus-tos, necesitamos decir que el Sr. Pérez Galdos nomuestra la intransigencia y estrecho espíritu depasión política que á veces constituyen lunaresen las llamadas novelas nacionales francesas deErckmann-Chatriaa; y al abarcar todo un períododeterminado lo hace más en conjunto que el es-critor francés, ó mejor dicho, los escritores fran-ceses, porque Erckmann-Chatrian es pseudónimode dos distinguidos literatos, lorenés uno y alsa-ciano el otro. A pesar de esta ventaja, para nos-otros indudable, del Sr. Pérez Galdos, nos conten-tamos, sin embargo, con desear á sus libros elmismo éxito que obtienen en Francia los de Erck-mann-Chatrian .

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Los MAGYAR.ES, zarzuela en tres actos del maestroOaztambide, arreglada para piano por J. Rogel.Entregas 1.a, 2.a y 3.a—Villegas editor, Madrid.

Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo. Rubio, 25.