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Cual círculo cromático girando, donde cada uno se presta,

se juega, logrando algo nuevo que solo existe si están todos.

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Universidad de la República - UruguayComisión Sectorial de Extensión y Actividades en el MedioServicio Central de Extensión yActividades en el Medio

Dr. Rodrigo ArocenaRectorDr. Humberto TommasinoPro Rector de Extensión

REVISTA ESTUDIOS COOPERATIVOSasociativismo - cooperativismo - economía solidariaextensión universitaria – desarrollo rural

Consejo EditorFernando de Torres, Gerardo Sarachu y Felipe Stevenazzi

Consejo Académico Asesor

Elena Albornoz - Universidad Nacional de Entre Ríos - Argentina Antônio Cruz - Universidade Federal de Pelotas - BrasilRicardo Dávila - Universidad Javeriana - Colombia Pedro de Hegedüs- Universidad de la República – UruguayGabriel Fajn - Universidad de Buenos Aires - ArgentinaGuillermo Foladori – Universidad Nacional de Zacatecas - MéxicoPablo Guerra - Universidad de la República - UruguayPedro Narvarte - Universidad de Santiago de Chile - Chile Daniel Olesker - Universidad de la República - Uruguay Paulo Peixoto de Albuquerque - Universidade Federal do Rio Grande do Sul - BrasilMarcos Supervielle - Universidad de la República – Uruguay

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Brandzen 1956/203C.P. 11200 - Montevideo - Uruguay

Tel. (598) 2409.02.86.Fax. (598) 2408.31.22

Correo Electró[email protected]

Sitio en Internetwww.extension.edu.uy/uec/revista

Nº ISSN 1510-2300Deposito Legal:

Diseño y armado:Lic. Lucas Stevenazzi - http://pixelando.110mb.com

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Apertura ............................................................................10

• Movimientos sociales, bloque popular y liberación en América Latina. Alejandro Casas

Investigación ...........................................................................................30• De la colonia colectiva al predio individual. Formas y procesos asociativos en productores familiares colonos - El caso de la Colonia Damón. Rossana Cantieri

...........................................................................................46• Educación para la liberación: Educación Cooperativa y Pedagogía Crítica, dos propuestas contra-hegemónicas.Evangelina Tifni

Ensayos y polémicas ...........................................................................................58• Y el viento los amontona: reflexiones sobre grupos, políticas públicas y recursos naturales. Alicia Migliaro

...........................................................................................72• Las cooperativas de educación hacia la educación cooperativa. Felipe Stevenazzi ...........................................................................................80• El lugar de la utopía en la construcción de “otros mundos posibles” Pulsión de muerte y‘principio esperanza’. Anabel Rieiro ...........................................................................................88• Formación con trabajadores para la construcción de proyectos socio-productivos rurales. Análisis desde la extensión universitaria del proceso de colonización en la Colonia Raúl Sendic (Bella Unión-Uruguay). María Echeverriborda, María Ingold, Álvaro Moraes, Martina Otero, Gabriel Oyhantçabal

...........................................................................................108Del sector cooperativo

• La promoción del cooperativismo y el desarrollo local: la experiencia de Canelones Cooperativo. Daniel Arbulo

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Estamos presentando un nuevo número de la revista “Estudios Cooperativos” en su décimo quinto año.

Desde su inicio en 1990 como boletín donde se publicaban artículos fundamentalmente de actores del sector cooperativo a la actualidad de una revista de Estudios Cooperativos han pa-sado muchos años y transformaciones dentro de la Unidad de Estudios Cooperativos (UEC) que es su editora, pero se mantiene la característica de espacio que habilite la libre expresión y documen-tación de distintas posiciones, combinando saber y posicionamiento, rigurosidad y compromiso. Estamos procurando avanzar en el reconocimiento como publicación arbitrada, queremos agradecer el apoyo que hemos tenido para esto en nuestro Consejo Académico Asesor, en la confianza de los autores y la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el medio órgano cogobernado del que depende el Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio y la UEC como una de sus unidades.

Asociativismo CooperativismoEconomía Solidaria ExtensiónDesarrollo rural

REVISTA ESTUDIOS COOPERATIVOS

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La vida de nuestra Unidad y la posibilidad de desarrollar distintos emprendimientos como la Incubadora de emprendimientos asociati-vos populares, la realización del Curso-taller sobre cooperativismo y asociativismo, y los grupos de estudio, nos han posibilitado ir ma-durando y profundizando teórico-metológicamente sobre la temática cooperativa asociativa.

Al mismo tiempo nuestro trabajo se viene desarrollando en forma articulada al proceso de transformación de la extensión universitaria por el que está atravesando nuestra Universidad en lo que se ha denominado “Segunda reforma”, y particularmente en el desarrollo del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio del que formamos parte. Este proceso nos ha llevado a ampliar la temática abordada desde la revista, incorporando como temáticas: asociati-vismo - cooperativismo - economía solidaria – extensión - desarrollo rural. La amplitud a estas temáticas, se fundamenta básicamente en la interacción que estas tienen con lo cooperativo asociativo, que es el recorte temático primero desde el cual la revista viene trabajando, y con la realidad de la extensión universitaria que se propone trabajar sobre estos temas desde una perspectiva que articule las funciones de enseñanza, extensión e investigación hacia las prácticas integrales en nuestro desarrollo universitario.

Con ese espíritu, este número contiene el artículo de Alejandro Casas parte haciendo algunas caracterizaciones sobre el capitalismo contemporáneo y sobre la actual crisis civilizadora, así como de las transformaciones operadas en el campo de las luchas socio-políticas y trasformaciones institucionales en América Latina actual y se inten-ta dar cuenta de algunos aportes teóricos para reflexionar sobre las luchas sociales en términos de la constitución de alternativas frente al orden del capital y el sistema de dominación.

Daniel Arbulo se plantea dar cuenta de una experiencia del sector cooperativo y tiene como objetivo aportar algunos conceptos para el debate, en cuanto a las políticas públicas de promoción y fomento del cooperativismo y en cuanto al papel de las cooperativas en el desarrollo local.

Alicia Migliaro en su artículo reflexiona sobre grupos de produc-tores, políticas públicas y recursos naturales. Aborda a los grupos en una doble dimensión: como sustento material de las experiencias asociativas y como innovaciones tecnológicas respecto a la organi-zación del trabajo.

Felipe Stevenazzi propone en su artículo una serie de reflexiones sobre las particularidades y desafíos que tienen las cooperativas cuyo trabajo es la educación, desde el entendido que lo cooperativo debiera jugar un doble rol como estructurante de la organización de los trabajadores y de la propuesta pedagógica, constituyéndose en el principal desafío de esas cooperativas.

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Evangelina Tifni se plantea analizar tanto las diferencias como las similitudes entre las propuestas pedagógicas del modelo de Educación cooperativa y la Pedagogía Crítica, entendiéndolas como herramien-tas para la lucha contra hegemónica.

Rossana Cantieri desde el trabajo realizado en su monografía de grado de la Licenciatura de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR, presenta una parte del proceso de investigación desarrollado con productores familiares de la Colonia Damón, del Instituto Nacional de Colonización, el estudio se orientó a recuperar las formas asociativas que existieron y existen así como del proceso en que las mismas han devenido. Se identificaron fac-tores que promueven o facilitan el asociativismo, la cooperación y las formas colectivas, así como aquellas que disgregan o tienden a impedir esos procesos.

El Equipo docente del Centro de Formación Popular de Bella Unión, integrado por María Echeverriborda, María Ingold, Álvaro Moraes, Martina Otero y Gabriel Oyhantçabal, nos presentan la experiencia de formación en la Colonia Raúl Sendic Antonaccio para ampliar las capacidades de autogestión de los colonos, generando un conjunto de reflexiones sobre el método, los contenidos, el contexto y la inten-cionalidad de las acciones universitarias.

Pretendemos que la revista continúe siendo un espacio de diálogo en el cual los distintos integrantes de los colectivos donde se trabaja (docentes, estudiantes, egresados y miembros de las organizaciones vinculadas) tengan un espacio para transmitir análisis, investigaciones y reflexiones.

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Movimientos sociales, bloque

popular y liberación en América Latina 1

Dr. Alejandro Casas*

Partiendo de algunas caracterizaciones sobre el capitalis-mo contemporáneo y sobre la actual crisis civilizatoria, así como de las transformaciones operadas en el campo de las luchas socio-políticas y transformaciones institucionales en América Latina actual, se intenta dar cuenta de algunos aportes teóricos para reflexionar sobre las luchas sociales en términos de la constitución de alternativas frente al orden del capital y el sistema de dominación. Se recurre para ello, entre otras vertientes, a la propuesta de la “política de la liberación” (Dussel) y a la conceptualización de “pueblo social” y “pueblo político” (Gallardo), replanteando algunas interpretaciones sobre el lugar del Estado y la sociedad civil, los movimientos sociales, el horizonte ético-cultural, la revolución y la transformación social.

1- Este ar tículo se nutre del intercambio colectivo con muchos com-pañeros/as y espacios sociales y académicos en estos últimos años. También retoma y profundiza algunas líneas de análisis abordadas en la Tesis de Doctorado en Servicio Social (Casas 2007) y en trabajos posteriores. *- Dr. en Servicio Social (UFRJ, Brasil), Prof. Adjunto Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales, docente del curso de Etica Filosófica, Extensión Universitaria e investigador en temáticas de América Latina y movimien-tos sociales. Integrante equipo coordinador Núcleo Interdisciplinario “Pensamiento crítico en América Latina y sujetos colectivos”, Espacio Interdisciplinario, UR. Integrante del equipo asesor de la Defensoría del Vecino de Montevideo. Correo: [email protected]

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Introducción

América Latina y el Caribe representan hoy, a nivel global, un sub-continente pautado por la innovación en las luchas sociales y las tentativas de construc-ción de alternativas pos-neoliberales, algunas de las cuales se vinculan a la renovación de la praxis y teoría socialista, por ejemplo en los formatos del/los “socialismos en el siglo XXI”. Estamos insertos en un contexto de reestructura-ción y crisis global del capitalismo, que afecta fuertemente la reproducción de la vida humana y de la naturaleza externa al ser humano (Hinkelammert 2006) – lo que no significa naturalmente una eventual pronta desaparición del capitalismo ni su derrumbe por sus propias contradicciones –-. Hemos transitado, en pocas décadas, desde el ocaso de las perspectivas desarrollistas, las dictaduras de seguridad nacional, las peores formas del capitalismo neoliberal hasta las ten-tativas de constitución de órdenes pos-neoliberales, donde cobran fuerza los esfuerzos integracionistas supranacionales.

Las luchas sociales han pautado, como lo hicieran en otras destacadas coyun-turas de nuestros procesos históricos, tanto las resistencias al neoliberalismo, como el intento de constitución de estrategias diferentes de desarrollo, siendo responsables, en buena medida, del giro a la izquierda o centro-izquierda en buena parte de los gobiernos de nuestros países.

Este proceso de luchas sociales y de constitución de alternativas, en términos de una dialéctica entre luchas instituyentes e institucionalización de algunas reformas de signo democratizador y/o transformador, que conviven con es-trategias restauradoras del orden de dominación, no ha estado ni está exento hoy de múltiples conflictos y riesgos. Al contrario, la tendencia hegemónica a la integración de las izquierdas en el marco de las lógicas institucionales que impone el poder político en las sociedades capitalistas, ha puesto en tela de juicio la posibilidad del bloque popular de consolidar estrategias de desarrollo alternativas, que eviten los riesgos de la cooptación, la fragmentación y el po-sibilismo, donde juega un papel no menor la constitución, en el mismo proceso de luchas, de un proyecto utópico transformador.

En este artículo intentaremos dar cuenta de algunos aportes, que han surgido más o menos articulados con el mismo proceso de resistencias, luchas sociales y constitución de alternativas en América Latina2, y que se expresan en algunas perspectivas teóricas, entre otras posibles, que aportan a la posibilidad de con-ceptualizar dichas luchas sociales y el proyecto de transformación.

2- Entendemos que es posible hablar de América Latina y el Caribe, en términos de la conjunción de formaciones sociales particulares, pero que comparten algunos trazos comunes y determinaciones socio-históricas, que hacen posible hablar de una unidad en la diversidad en nuestros países y pueblos. En este sentido no abordaremos aquí las particularidades de los procesos nacionales o subregionales en Nuestra América– salvo al referirnos a ejemplos o procesos para ilustrar determinaciones más generales –, sino que partiremos de una caracterización general de los procesos actuales del capitalismo a nivel global y en nuestro subcontinente. Ello puede correr el riesgo de obviar algunas particularidades no menores de los procesos nacionales, y de un cierto grado de abstracción y generalidad.

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Para ello procederemos, en primer lugar, a intentar analizar algunas transfor-maciones contemporáneas en el capitalismo actual, para luego situar el objeto de análisis en América Latina y en algunas potencialidades de sus luchas so-ciales, incorporando algunas perspectivas más de tipo teórico-normativo para el análisis de horizontes de emancipación social.

Un capitalismo cada vez más irracional y destructivo y un imperialismo de nuevo tipo

Diversas perspectivas teóricas contemporáneas postulan el carácter cada vez más destructivo del capitalismo actual. Lo interesante es que varias de estas perspectivas ya pronosticaban de alguna forma una crisis estructural del capita-lismo, sobre todo en la modalidad de la acumulación especulativa y neoliberal, que se manifestó claramente a partir de 2008 y que continúa en la actualidad, afectando fuertemente a los países centrales y al mundo en su totalidad.

El filósofo marxista húngaro István Mészáros (2002) parte de la afirmación de la crisis estructural del sistema de capital, a partir del hecho de que las tres grandes formas de desarrollo ensayadas en el siglo XX no pudieron cumplir en nada sus promesas. Ellas fueron la acumulación y expansión monopolista del capital privado, la “modernización del Tercer Mundo”, y la economía plani-ficada de tipo soviético. Cincuenta años de “modernización” dejaron al Tercer Mundo en una peor condición. El sistema soviético tuvo un colapso dramático, sin cualquier perspectiva de estabilización por su entrada en la lógica plena del capitalismo semiperiférico; y los pocos países del “capitalismo avanzado” están pasando por momentos de recesión en intervalos cada vez más cortos (2002: 49). El impulso del aparato militar-industrial, el agotamiento de los recursos naturales no renovables, la tasa de utilización decreciente del valor de uso de las mercancías, el carácter cada vez más incontrolable del sistema, muestran el carácter progresivamente destructivo del capitalismo y con la perspectiva de una crisis estructural cada vez más profunda. Ello cambia los parámetros de su conformación anterior, de tipo cíclica, que alternaba fases de desarrollo productivo con momentos de “tempestad”.

En el sistema soviético se configuró un sistema de capital pos-capitalista, en países que fueron incapaces de romper con el sistema de sociometabolismo del capital. Para Mészáros, el sistema de sociometabolismo del capital es más pode-roso y amplio que el propio capital, teniendo su núcleo constitutivo conformado por el trío capital, trabajo y Estado. Siendo que estas tres dimensiones funda-mentales del sistema son materialmente constituidas y están interrelacionadas, resulta imposible superar el capital sin eliminar el conjunto de los elementos que comprende este sistema. Los países “no capitalistas” mantuvieron intactos los elementos básicos constitutivos de la división social jerárquica del trabajo que configura el dominio del capital. El desafío, por tanto, implica superar el trío en su totalidad, incluyendo allí su pilar fundamental, dado por el sistema jerarquizado del trabajo, con su alienante división social, que subordina el trabajo al capital, complementándose con el Estado político. (cf. Antunes 2002: 16).

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El Estado moderno aparece como una “estructura totalizadora del comando político del capital”. La crisis estructural del capital coincide con la del Estado moderno en todas sus formas3. Bajo el dominio del capital, la sociedad debe estructurarse de manera antagónica, ya que las funciones de producción y de control del proceso de trabajo deben estar radicalmente separadas una de la otra, y atribuidas a diferentes clases de individuos. (Mészáros 2002: 98)

Por su parte David Harvey (2006) desarrolla un análisis en buena medida coincidente con algunos de estos puntos. Habla de la vigencia, cada vez más importante en el capitalismo actual, de una acumulación capitalista mediante desposesión, en oposición relativa a una acumulación pautada por una re-producción ampliada. Al mismo tiempo incorpora la cuestión de los ajustes espacio-temporales, como respuestas del orden capitalista a las crisis de sobre acumulación, que se manifiesta en términos de “excedente de capital” y de creciente desempleo. (2006: 96 y ss)

Así como amplio es el abanico de cuestiones que demuestran la violencia, el pillaje, y la opresión del “desarrollo capitalista”4, las que se han mantenido en la geografía histórica del capitalismo, también lo es, de una forma agravada, en el actual proceso pautado por la acumulación por desposesión. Allí Harvey ubica desde las promociones bursátiles, la destrucción premeditada de bienes mediante la infla-ción, el vaciamiento de activos mediante fusiones y adquisiciones, la promoción de niveles de endeudamiento humillantes, el fraude corporativo, el pillaje de los fondos de pensiones y el diezmado de los mismos por los colapsos corporativos, los que constituyen pilares fundamentales del capitalismo histórico. Pero aparecen otros mecanismos nuevos: control de material genético de semillas mediante patentes y registros, la biopiratería, el marcado agotamiento de los recursos naturales comunes (tierra, agua, aire) y la creciente degradación del hábitat, que son consecuencias de la mercantilización de la naturaleza en todas sus formas. Además se mercantilizan las formas culturales, la historia y la creatividad intelectual, la música, activos antes públicos como las universidades, se privatiza el agua y los servicios públicos de todo tipo, la salud, etc. Esto tiene todo que ver con el neoliberalismo, y con el saqueo del Estado y de sus funciones públicas que aseguraban cierto bienestar, junto con la privatización en amplias ramas sociales. (Harvey 2006: 109-10)

La acumulación por desposesión está presente en todos los períodos histó-ricos pero se agudiza en contextos de crisis de sobre acumulación y expansión de la producción, cuando parece que no hay otras salidas posibles más que la devaluación. Supone un nuevo imperialismo, que asoma sobre todo a partir de la crisis de la década del 70. La hegemonía que los Estados Unidos mantenían en los sectores militar, financiero y productivo en el período de posguerra se derrumbó en el sector productivo después de 1970, y bien podría volver a hacerlo, según Harvey, en el financiero, dejándole únicamente el poderío militar.

3 Retomaremos esta cuestión del Estado, en el marco de los procesos socio-políticos actuales en América Latina en una sección posterior, intentando “concretizar” esta lectura. 4 Esta lógica del “desarrollo capitalista” no es otra que la que el mismo Marx analizara al respecto del proceso de la acumulación originaria del capital, aunque no se pueda confundir con el proceso de la acumulación capitalista propiamente dicho. Ver al respecto el capítulo XXIV del Tomo I de El capital. (Marx 1982)

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En este sentido el equilibrio entre acumulación mediante desposesión y acumulación por reproducción ampliada, ya se ha roto a favor de la primera, y parece poco probable, según Harvey, que esta tendencia se revierta, constitu-yéndose en emblema del nuevo imperialismo. Harvey identifica la cúspide de este nuevo imperialismo financiero en la tríada Wall Street/Tesoro norteameri-cano/FMI (sin dejar de mencionar el complejo industrial-militar), asociado con otros centros financieros en Europa y Japón, y sobre todo articulándose con la emergencia e intereses de las grandes corporaciones capitalistas trasnaciona-les. (2006: 114, 120)

Muchas de estas previsiones demostraron estar en lo cierto. La novedad parece ser que la acumulación por desposesión planteada por Harvey, que se desató claramente en forma de crisis global en el 2008, y que continúa en la actualidad, parece haber afectado fuertemente a los países del capitalismo central (golpeando actualmente a varios países europeos), con brutales efec-tos sobre las condiciones de vida de millones de personas en todo el mundo, y con el recrudecimiento de la escalada armamentista de parte de los Estados Unidos. Por su parte, el agravamiento de la crisis ecológica, que tuvo como correlato el fracaso de la reciente cumbre de Copenhague en 2009, incorpora elementos nuevos para esta crisis de carácter planetario, pudiéndose hablar de una verdadera crisis civilizatoria.

No está nada claro el desenlace de la misma. Se trata por un lado de un mo-mento particularmente propicio para el rediseño de la ingeniería institucional del poder global, que surgió con los acuerdos de Bretton Woods luego de la segunda guerra mundial, y que pautaron la hegemonía de los Estados Unidos en el mapa mundial. El replanteo de una nueva arquitectura económico-financiera a nivel global aparece hoy como una necesidad cada vez más palpable, y así ha sido reclamada también desde los países más pobres de la periferia. La crisis de la hegemonía norteamericana, tanto en el plano productivo como ahora financiero, parece indicar, según algunas lecturas como la de Giovanni Arrighi, una transi-ción hacia la constitución de Asia como el centro hegemónico del poder global. (Apud Harvey 2006: 117). A esto se le suma el fuerte cuestionamiento a los organismos multilaterales de crédito y de comercio (FMI, Banco Mundial, OMC, etc.), así como el papel del dólar como moneda hegemónica en los intercambios comerciales. Sin embargo, los Estados Unidos mantienen amplia superioridad en el plano militar, así como en el plano tecnológico y cultural. Nuevos países de la periferia capitalista parecen entrar en escena, como el caso de Brasil, India, Rusia, China, configurando un escenario cada vez más complejo en la arquitectura de poder internacional y del capitalismo global.5

5 Algunas reformas propiciadas en los Estados Unidos, como la de la salud aprobada recientemente, junto con las nuevas regulaciones en materia financiera propuestas por el gobierno de Obama, parecen indicar una nueva onda de políticas de corte neo-keynesiana a su interna, sugiriendo nuevos parámetros en la redistribución de la riqueza, en la priorización de infraestructuras físicas y sociales, etc., que pueden indicar que se “absorva el capital y el trabajo ocioso en tareas socialmente útiles, distintas de aquellas puramente especulativas” (Harvey 2006: 119). Sin embargo la derecha fundamentalista, neoliberal e imperialista continúa plenamente operante en los entornos del gobierno y en amplios niveles decisorios. No otra cosa puede apreciarse al analizar la posición connivente que tomó el gobierno norteamericano frente al reciente golpe de Estado en Honduras, o su intervención “humanitaria” en Haití con el des-embarco de sus marines frente al devastador terremoto de enero de 2010, o en las amenazas cada vez más claras de intervención armada en Irán.

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Nuevas resistencias y luchas sociales en la búsqueda (incierta pero perma-nente) de alternativas

Nuevas formas de lucha y de resistencia han emergido en estos últimos años y décadas, en la que han tenido particular importancia diversas luchas y movimientos oriundos de América Latina. Una de ellas ha sido la experiencia de los Foros Sociales Mundiales y del llamado movimiento “antiglobalización” capitalista o neoliberal. Si bien este movimiento parece haber entrado en una fase de reflujo en los últimos años6 (por razones que no viene al caso traer aquí) luego de las protestas mundiales contra la guerra en Irak, ciertamente también ha sabido identificar en el capitalismo neoliberal, y en los organismos supranacionales de dominación global (FMI, BM, OMC, etc.), un enemigo al cual combatir frontalmente. Por su parte ha planteado como lema el de “otro mundo es posible”, lo que supone el afirmar una o varias posibilidades de transformación de la realidad actual en un horizonte emancipatorio.

No nos interesa aquí realizar un balance de dicho movimiento “antigloba-lización”, sino simplemente señalar que el mismo expresó y articuló muchas resistencias e intentos de constitución de alternativas al capitalismo neoliberal y depredatorio, ampliamente dominante sobre fines de la década de los 90 y en la primer década del nuevo siglo, sobre todo porque se constituyó en una de las primeras experiencias de resistencia global de la sociedad civil y los movimientos sociales y socio-políticos, luego del término de la guerra fría, en un contexto de fuerte retraimiento de la izquierda a nivel mundial.

Desde la lectura de Mészáros (2002), por su parte, enfrentar el sistema de sociometabolismo del capital en la actualidad supone repensar las prácticas emancipadoras y revolucionarias de los trabajadores y los movimientos sociales, ya no orientadas en un sentido defensivo, sino necesariamente ofensivo. Ya no se trata en todo caso de obtener la conquista de derechos a través de restarle algunos pocos privilegios al capital, en el marco de una lucha centrada en el aparato estatal y en el desarrollo de un sistema de protección social como lo fueran los tímidos y excluyentes Estados de bienestar en América Latina, sino que se trata de ir más allá de ello, apuntando a conformar un nuevo modo de control socio-metabólico, como una superación dialéctica del capitalismo, del propio trabajo alienado y del propio Estado burgués moderno como soporte inevitable de dicho orden de dominación. El propio capitalismo ha entrado en una fase de destructividad cada vez mayor que hace inviables las luchas es-trictamente defensivas de las fuerzas de izquierda.

En este sentido hay en su perspectiva una crítica muy fuerte a la separación entre la lucha política, y aquella vinculada a la reproducción de la vida material, que caracterizó en buena medida una “división del trabajo” entre partidos de izquierda (comunistas, socialistas y otros), y los sindicatos de trabajadores. La reconstitución de dicha unidad “es la característica esencial definidora del modo socialista de control socio metabólico”. (Mészáros 2002: 30-1)

Si estamos efectivamente ante una crisis estructural del capitalismo, pautada por su carácter cada vez más destructivo e irracional, dejan de tener sentido

6 De todas maneras el movimiento parece mantener cierta vitalidad y capacidad crítica en América Latina, más que en otros continentes, expresado por ejemplo en la realización de los Foros Sociales regionales.

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las luchas meramente defensivas frente al mismo. En este sentido se vuelve necesario impulsar cada vez más una ofensiva global desde la izquierda y las fuerzas sociales anticapitalistas, donde tiene un papel central un proyecto de transformación radical de las estructuras sociales de dominación y explotación. Sin embargo el panorama no es tan claro en cuanto a poder identificar actualmen-te alternativas reales frente a dicho patrón de dominación. Más bien parecerían seguir predominando estrategias defensivas, muchas de ellas orientadas a la simple y necesaria sobrevivencia, que incluyen distintas acciones de resistencia y construcción de alternativas, pero que tienen dificultades en cuanto a constituir una estrategia global de transformación social.

Sin embargo esto no nos debe llevar a cierta lectura “paralizante” al respecto de la caracterización y del impulso de las luchas sociales y políticas, que se expresan en términos de muchas movilizaciones y movimientos socio-políticos. Ella podría desprenderse de una lectura equivocada, inspirada incluso errónea-mente en planteos como los de Mészáros. Exigirle a las luchas y movimientos sociales ese carácter puede plantearles una “sobre exigencia” que no están en condiciones de asumir, y que depende de otros factores, instituciones, sujetos y procesos que se encuentran en una fase aún poco clara en cuanto a sus orientaciones y tendencias de desarrollo.

Más que pensar en términos de proyectos societarios ya definidos, es po-sible e imprescindible pensar en la construcción de los mismos a partir de la incertidumbre, y en el marco de proyectos que se plantean como “ideas regu-lativas”, en el plano de postulados ético-críticos7. Ello no supone la definición de proyectos totalizantes, acabados ni cerrados; permite además ampliar los horizontes interpretativos para la jerarquización de experiencias y procesos (muchos de ellos emergentes y con muchas contradicciones, pero que renacen permanentemente) que van más allá del plano de lo inmediato o de lo visible. Supone cuestionar inclusive algunas lecturas realizadas desde posiciones su-puestamente críticas, que van desde un marxismo dogmático (economicista/fatalista), hasta algunas versiones posmodernas que han proclamado la “muerte del sujeto”. En este sentido son sugerentes también las pistas que ofrece el portugués Boaventura de Sousa Santos, en términos de construcción de una sociología de las ausencias y de las emergencias. (cf. Por ejemplo 2006).8

Tomando en cuenta algunas de dichas salvedades, también parecen estar configurándose estrategias de carácter más propositivo y articulador de distintas

7 Estas perspectivas han sido ampliamente desarrolladas por Franz Hinkelammert, sobre todo a partir de su Crítica de la razón utópica (1990), y por Enrique Dussel en la formulación de su política de la liberación, en varias obras (cf., entre otros, sus 20 Tesis de Política, 2006)8 Esto es particularmente importante en el caso uruguayo, donde la matriz estado y partidocéntrica de su formación social, esconde generalmente el protagonismo y la misma existencia de múltiples sujetos colectivos que se apartan de los formatos de la izquierda “tradicional”, tanto en su versión política como social. Aquí los sujetos colectivos privilegiados son el movimiento sindical, el estudiantil, incluso el propio movimiento cooperativo de vivienda por ayuda mutua, o el de derechos humanos que emerge en la lucha contra la dictadura, etc., en sus articulaciones, cercanías y eventuales distancias con la izquierda política. Esto no significa desconocer la importancia que estos movimientos han tenido históricamente y tienen actualmente en la formación social uruguaya, al contrario; pero supone abrir las perspectivas interpretativas y explicativas para incluir otras formas de acción colectiva y otras luchas sociales, incluyendo aquellas que dan la batalla en un terreno ético-cultural, concebido éste en sentido amplio, y que se esconden muchas veces en algunas lecturas politicistas e institucionalistas que son hegemónicas en nuestros ámbitos académicos y en nuestra cultura política. En este sentido entendemos que se trata de pensar en términos de constitución de un bloque social de los oprimidos y explotados, o en términos del pasaje del pueblo social al pueblo político, o de la constitución del pueblo como sujeto, como argumentaremos más adelante.

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experiencias de lucha, aunque el carácter global y de sus múltiples articula-ciones todavía no esté planteado claramente (en términos de su unidad en la diversidad). El cuestionamiento a la separación entre las luchas políticas y las vinculadas a la reproducción de la vida material, indicadas por Mészáros, parece estar abriéndose paso, en el ensayo de distintas experiencias organizativas y de construcción económico-política. Un ejemplo de ello puede estar vinculado a la emergencia de movimientos socio-políticos, que no separan dichas esferas y que no se piensan subordinadas a las estrategias de los partidos políticos. Si bien no se trata efectivamente de movimientos que sustituyan a los partidos, su relación con los mismos parece ser de nuevo tipo. En todo caso se apuesta desde el movimiento a constituir herramientas que incorporen una visión y pro-puestas globales de transformación, al mismo tiempo que se da la batalla en el terreno de la construcción de alternativas en el mundo de la vida cotidiana y de las micro experiencias, que incorporan la dimensión central de la producción y reproducción de la vida material (incluyendo aquí una batalla ético-cultural no secundaria, sino central para cualquier proceso de transformación), y se forta-lecen múltiples alianzas con diversos colectivos de la sociedad civil. 9

Como decíamos, la necesidad de una ofensiva de la izquierda y de las fuerzas sociales anticapitalistas, no supone que la misma se haya configurado como tal en nuestros días, ni que vaya a hacerlo necesariamente en el futuro. Aquí estamos alejados de cualquier determinismo o teleologismo. En todo caso aparece cada vez más como una necesidad intrínseca para la superación del orden del capital, en la medida que éste se vuelve cada vez más excluyente, violento, irracional, habiendo perdido cualquier capacidad de ofrecer alternativas de desarrollo civilizatorio a la humanidad, como en otros momentos pareció apor-tarlas. También podemos esperar mayor barbarie y destrucción si no logramos colectivamente como humanidad encontrar alternativas viables al mismo.

En este sentido no son de menospreciar distintas luchas sociales que han intentado e intentan, y en ocasiones han logrado, frenar diversas facetas destruc-tivas del capitalismo en su versión neoliberal, o en su modalidad de acumulación por desposesión, al mismo tiempo que van construyendo distintas alternativas desde la praxis de resistencia y transformación de la realidad, en distintos esferas de la vida social (económica, política, ético-cultural y/o ideológica).10

9 Un ejemplo de ello es sin duda la práctica del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, o la emergencia del movimiento campesino-indígena en Bolivia, que aparece claramente como un actor socio-político. Este, por su parte, reivindica la plurinacionalidad y amplias autonomías en el gobierno, focalizándose en una transformación cultural y civilizatoria al amparo de la concepción del “buen vivir”.Otros ejemplos de la no separación entre la esfera de la producción y el control del proceso de trabajo pueden estar dados en el caso de las empresas recuperadas por sus trabajadores, algunas de las cuales asumen formatos cooperativos, donde no se separa la lucha económica de la lucha política, donde se intenta pensar y practicar integralmente la esfera de la producción y el control del proceso de trabajo, donde se da una apuesta al desarrollo de la autonomía y la autogestión, aspectos definitorios para pensar en fermentos para un socialismo de nuevo tipo.10 Podemos citar aquí, entre otras, las luchas por verdad y justicia que hasta el día de hoy libran nuestros pueblos contra el avasallamiento de las dictaduras de seguridad nacional y el olvido sobre lo ocurrido y sobre las implicancias actuales de los mismos en nuestras sociedades; las luchas contra las privatizaciones y la mercantilización de las polí-ticas sociales promovidas por la reestructuración capitalista global y por los gobiernos neoliberales; las luchas actuales que se libran en América Latina contra las grandes compañías trasnacionales y algunos Estados que promueven una economía extractivista, mercantilizando nuestros recursos naturales y bienes (agua, tierra, minerales, material genético, etc.) y que despojan de dichos bienes a nuestros países y diversos grupos sociales; las luchas contra los tratados de “libre comercio” promovidos por los Estados Unidos, o contra las manifestaciones de la guerra imperialista;

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Al decir de Walter Benjamin, referirnos a la revolución hoy es hacerlo desde una perspectiva antievolucionista y que cuestiona la linealidad del progreso técnico-científico e instrumental asociado al desarrollo capitalista, donde, parafraseando su posición, más bien la revolución supone activar el “freno de mano de la locomotora del progreso”.11

Incluso esto supone repensar las categorías de tiempo y espacio de la moder-nidad capitalista y euro céntrica, tanto en términos de reivindicar la importancia de las tradiciones y la cultura, en algunos casos, como para pensar la superposición y re-articulación necesaria entre distintas temporalidades, las que por momentos parecen “convivir” de forma muy conflictiva, y en los mismos espacios nacionales y regionales, en América Latina. Se hace necesario también para pensar y elaborar nuevos escenarios futuros que ya empiezan a construirse en el presente, y que están articulados con las luchas y memorias del pasado. En ese sentido pueden ser importantes algunos aportes teórico-culturales del “romanticismo revolucionario”, vinculados, por ejemplo, a las categorías de “redención” y “rememoración”, sobre los que no podremos entrar aquí.12 De todas maneras estas nuevas relaciones en-tre temporalidad y espacialidad parecen estar colocadas en las luchas de muchos movimientos sociales contra hegemónicos en la actualidad.

En este sentido entendemos que se vuelve imprescindible una reinterpretación permanente de los procesos de constitución, desarrollo y crisis del capitalismo y de las formaciones sociales en América Latina y el Caribe, que escape de lecturas euro céntricas o desarrollistas. No podemos olvidarnos que el capitalismo se ha configurado históricamente en nuestro subcontinente asociado a una matriz neo-colonialista, euro céntrica y patriarcalista. Al decir del peruano Aníbal Quijano,

La globalización en curso, es, en primer término, la culminación de un pro-ceso que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colonial/moderno y euro centrado como un nuevo patrón de poder mundial [...] América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de poder de vocación mundial y, de ese modo y por eso, como primera id-entidad de la modernidad. (2002, destacados del autor)

Para ello fueron necesarios dos procesos históricos convergentes: “la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta diferente estructura biológica que ubicaba los unos en situación natural de inferioridad respecto de los otros” y, por otra parte, “la articulación de todas las formas históricas de control del trabajo, de sus recursos y sus productos, en torno del capital y del mercado mundial”.13 (Quijano 2002: 201-2)

aquellas que cuestionan el actual modelo de “desarrollo” y sus límites estructurales, por ejemplo en cuanto al freno del calentamiento global; los movimientos antirracistas; las luchas con un perfil de género y de cuestionamiento del patriarcalismo, etc.11 Su análisis estaba claramente inspirado por el materialismo histórico, pero se alejaba ciertamente del marxismo evolucionista vulgar de su época, que concebía la revolución como el resultado natural e inevitable del progreso económico y técnico (o de la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción). La verá, en cambio, como la “interrupción de una evolución histórica que lleva a la catástrofe”, hablando de una “alarma de incendio”, como una premonición histórica de las amenazas del progreso capitalista. Esta premonición es hoy mucho más clara que en los tiempos en que la formulara, cercanos al comienzo de la II Guerra Mundial. (Cf. Löwy 2005, y el desarrollo y comentario sobre las Tesis sobre el concepto de historia de Benjamin)12 Ver al respecto el trabajo de Michel Löwy (1990) 13 Para Quijano el actual sistema global que comenzó a formarse con la conquista de América tiene en común 3 elementos centrales, “que afectan la vida cotidiana de la totalidad de la población mundial: la colonialidad del poder, el capitalismo y el eurocentrismo”. En este sentido, debe hablarse de una “historia nueva y diferente” que no puede ser analizada con un simple “concepto eurocéntrico de la modernidad”. (Quijano, 2002: 213; destacados del autor)

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Entendemos que estas particularidades de América Latina son compartidas en buena medida con otras zonas de la periferia y semiperiferia del capitalismo central, tema sobre el que no podemos entrar aquí. Por su parte pautan tam-bién los nudos de conflictos estructurales que atraviesan a nuestros pueblos y estados, y que también son ciertamente diversos según las regiones y territorios de Nuestra América.

3. Política de la liberación, Estado y sociedad civil en la América Latina actual

Como planteábamos en la introducción, América Latina y el Caribe viven momentos particularmente intensos desde el punto de vista político-social, caracterizado por algunos autores como de “primavera política” (cf. Dussel 2006). Laboratorio de las peores manifestaciones del capitalismo por despo-sesión en su versión neoliberal, nuestra región ha sido también el ámbito en el que han emergido diversas luchas sociales que han generado interesantes transformaciones en el ámbito político social actual, incluyendo el triunfo por vía electoral de gobiernos progresistas y de izquierda. A la resistencia y dignidad demostrada por la revolución cubana (aún con múltiples dificultades y con he-rencias no resueltas del período del socialismo burocrático) se le han sumado un conjunto importante de países y de fuerzas sociales. En esto ha tenido un lugar destacadísimo la emergencia de nuevos sujetos sociales, entre ellos cla-ramente el movimiento indígena y/o campesino, abriendo el campo político para sujetos tradicionalmente desdeñados por el sistema hegemónico. Y no sólo por este, sino que también lo fueron por organizaciones y sujetos que reclamaban en otros momentos exclusividad en el proceso de dirigir las transformaciones sociales, desde una posición falsamente “vanguardista”, como algunos partidos de izquierda y la clase obrera industrial. También lo han hecho otros sujetos que se han constituido como tales en términos socio-políticos, como las mujeres, los desocupados, los grupos ambientalistas, los grupos de derechos humanos, grupos por la diversidad sexual, movimientos por una comunicación y cultura alternativos, movimientos vinculados a la teología de la liberación y educación popular, movimientos antirraciales, movimientos de trabajadores que se alejan de los formatos populistas y corporativos hegemónicos en América Latina, etc.

Por su parte parece necesario señalar que se están procesando otras transformaciones importantes en nuestros países. El Estado, en muchas de estas experiencias de gobiernos progresistas y de izquierda, asume un nuevo rol en términos de su intervención en la economía y la sociedad, al mismo tiempo que se ensayan nuevas políticas sociales de corte predominantemente asistencial; nuevas modalidades de relacionamiento entre Estado y sociedad civil son implementadas, nuevas constituciones políticas de signo renovador han sido aprobadas (claramente en el caso de Bolivia, Ecuador y Venezuela), nuevas propuestas de democracia participativa son reivindicadas, etc. Pero al mismo tiempo se detecta la persistencia de importantes formas de depen-dencia económica, cultural y política, que se manifiestan, por ejemplo, en un proceso de “reprimarización” de nuestras economías y el peso que adquieren

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las lógicas extractivistas del gran capital en nuestra región, en la importancia que continúan teniendo los medios masivos de comunicación de masas en manos de grandes monopolios y oligopolios, con los impactos socioculturales que ello conlleva, etc.

En este sentido nos interesa aquí rescatar algunas contribuciones y desafíos que plantean las luchas sociales en nuestro subcontinente, todavía preliminares, en términos de sus aportes para un nuevo paradigma y praxis emancipatoria global. Una de las contribuciones sin duda está vinculada con una nueva con-cepción de la política, del contenido ético-cultural y de la praxis de liberación que parece atravesar a muchas de estas experiencias. El filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel realiza un aporte importante al respecto, en términos de los aportes de estas luchas para la conceptualización de una “política de la liberación” (Dussel 2006)

Al desarrollar sus 20 tesis de política, reflexionará a partir de una concepción de la política entendida no como esfera autónoma de la vida social, sino como “actividad que organiza y promueve la producción, reproducción y aumento de la vida de sus miembros” (Dussel 2006: 24), y que tiene que ser al mismo tiempo consensual y factible. Ella se enfrenta a un fetichismo del poder (tesis 5) (donde se afirma al Estado como soberano, última instancia del poder, separado de la comunidad), ya que el poder político tiene como referencia primera y última al poder de la comunidad política. Frente al poder fetichizado que se centra en la “potestas” (tesis 3) (como ejercicio delegado del poder desde las instituciones, necesario pero funcionando como instancia derivada) se contrapone el llamado poder obediencial (tesis 4), que también se ejerce delegadamente, pero que se basa en la “potentia” de la comunidad (tesis 2), la cual detenta el poder como última instancia de la soberanía, de la autoridad y de lo político.14

En este caso los “principios políticos de liberación” (tesis 13) se vinculan con tres esferas:

1) la esfera material (como contenido de la política): en este caso deben poder afirmar la vida de todos los seres humanos, lo que supone negar y supe-rar las relaciones de explotación, dominación y exclusión, para permitir la vida de las víctimas15 del sistema (ellas son tales porque “no pueden vivir” y porque han sido excluidas de la participación de las decisiones que sufren), así como favorecer el “desarrollo civilizador de todo el sistema” (2006: 102); el principio crítico material supone al mismo tiempo una dimensión ecológica, una dimensión económica, y una dimensión cultural (tesis 18);

2) una esfera formal de la legitimidad democrática, que supone la irrupción de nuevos derechos, “la paz perpetua” y la defensa de la alteridad (tesis 19).

14 Es importante, con todo, señalar algunas precauciones que el propio Dussel realiza en relación al poder obediencial – en una muestra, dígase de paso, de honestidad y permanente búsqueda intelectual –, que sigue ubicándose en el terreno del poder delegativo, y debe diferenciarse del poder participativo, que es ejecutivo, y allí “manda el pueblo””: “Sin embargo el poder obediencial es el poder que ejerce el elegido del aparato representativo, pero en el nivel de la participación el poder es ejecutivo. En el caso del pueblo mismo cuando participa, en ese caso se obedece a sí mismo. Pero al poder participativo también hay que organizarlo. Me he dado cuenta de que los últimos años he pensado mucho en cómo reformar, mejorar, fiscalizar el poder representativo. En el poder participativo el que manda, que es el pueblo, mandata, pero como pueblo, no como representante”. (Entrevista en Semanario Brecha, 3/9/10) 15 El significado de la víctima refiere al pensamiento de Walter Benjamin, y subsume incluso al concepto de pobre que Dussel enfatizara en trabajos anteriores.

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Esto supone transformaciones en la esfera del derecho, suponiendo una modalidad heterogénea, diferenciada, respetuosa de prácticas jurídicas diversas, donde tienen un papel fundamental los movimientos sociales y el pueblo16 en la lucha por la consagración de nuevos derechos; por su parte implica articular una democracia representativa con la democracia participativa. Aquí se postula la necesidad de creación de un “cuarto poder”, concebido como poder ciudadano, donde Dussel toma elementos de la constitución venezolana. Al mismo tiempo se estimulan nuevos mecanismos, como el referendo, la consulta popular, la revocatoria del mandato, la elección de jueces de parte del poder ciudadano, etc.17 Se trata de estructuras y mecanismos de fiscalización de las instituciones de representación, basadas en la participación ciudadana. Se trata de “evadir el monopolio de los partidos políticos y de la clase política en la gestión del ejercicio delegado del poder” (2006: 149). Ello supone también reclamar el “derecho a la información veraz” y la “regulación democrático-popular de la mediocracia”, democratizando los medios de comunicación. (2006: 149-50)

3) por último, a un principio de factibilidad18, que se expresa en una perspec-tiva transformadora (tesis 20). Ello supone incorporar el plano de la racionalidad instrumental, dicho proyecto tiene que ser efectivamente posible (es decir darse las estrategias, tácticas, medios e instrumentos para su cumplimiento), yendo más allá de la dicotomía clásica entre reforma y revolución en el seno de las izquierdas.

Esto nos parece ir en la dirección que indicara Mészáros sobre la crítica a la separación artificial entre táctica y estrategia, o entre reforma y revolución. Para Dussel la oposición central es entre reforma y transformación, donde la revolución supone una modalidad posible, la de la transformación radical, pero donde también se reconoce la importancia de las transformaciones parciales (tesis 17)19.

16 Hablar de pueblo no tiene nada que ver con reivindicar el populismo, como parece entenderlo Ernesto Laclau. Por el contrario, el populismo remite en América Latina a un momento histórico datado en el período de “sustitución de importaciones” y en el marco del “desarrollo” del capitalismo, cercano al concepto que Gramsci (2000) utilizaba de “revolución pasiva”, o revolución-restauración, “por lo alto”, con componentes “transformistas” y sin plena participación popular. Este concepto tampoco puede trasladarse mecánicamente a los procesos actuales en América Latina, como lo hacen los intelectuales orgánicos de la derecha y de una centro-izquierda bien comportada para caracterizar, no sólo al proceso venezolano sino también al boliviano, ecuatoriano, incluso al uruguayo, etc. Adherimos plenamente a las reflexiones de José Luis Rebellato al respecto: “Al utilizar el término popular, no se busca identificar esta interpre-tación con planteos populistas o con sacralizaciones románticas de lo popular. Precisamente, las posturas populistas son la expresión más clara de la sustitución del protagonismo de los sujetos en un proceso de transformación. La sacralización de lo popular, al absolutizar el concepto de pueblo, lo saca de la historia y pone en su lugar el protagonismo de una fuerza histórica personalizada que opera en forma mesiánica. Popular aquí, no es ni un término definido a priori, ni un concepto reductible a sus marcos sociológicos; más bien, supone una caracterización ético-política. Se refiere a la vez, a una situación histórica y a la toma de conciencia de dicha situación y de las posibilidades de transformarla. El concepto de pueblo se refiere a los sujetos que históricamente sufren la explotación, la dominación y la exclusión, así como también a aquellos que se identifican con la causa de quienes buscan transformar dicha situación” (Rebellato 2009: 154)17 Aquí Dussel retoma con mucha fuerza algunos elementos de la constitución venezolana, centrándose en la creación de nuevos mecanismos institucionalizados de participación ciudadana, en función de la creación de un “cuarto poder”. De todas maneras creemos que puede ser una alternativa, aunque no la única, y que puede correr el riesgo de suponer una participación ciudadana que se construye “desde el Estado”. 18 Este principio ha sido desarrollado extensamente en la obra de Franz Hinkelammert, particularmente en su Crítica de la razón utópica. (1990) 19 Esta posición parece ser similar a la sostenida por el intelectual brasileño Carlos Nelson Coutinho en Marxismo e política… (1994), quien plantea su perspectiva de un reformismo revolucionario.

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Lo importante aquí parece ser nuevamente la perspectiva estratégica de transformación social en la que se inscriben las transformaciones parciales20.

No es posible disociar aquí la democracia participativa, en tanto redistribución y socialización del poder, de una nueva relación de los sujetos sociales en relación a la riqueza social y culturalmente producida. Y tampoco esta utopía puede ser únicamente la expresión de buenos deseos, debiendo generarse las condiciones de factibilidad para que ella pueda forjarse. El capitalismo, en una perspectiva de larga duración, es antagónico con una democracia participativa y radical, y más aún en tiempos de vigencia de un capitalismo cada vez más depredatorio.

Al mismo tiempo, una lucha por una ampliación democrática que permanece en la disputa de nuevos mecanismos institucionales en el marco del sistema político hegemónico, que no cuestiona la existencia de clases sociales y que tiende a quedar divorciada de la esfera material, de la creación y redistribución de la riqueza, pierde igualmente poder transformador. En términos de Mészáros, continúa divorciando la esfera de la producción de la vida material de la esfera político-ideológica.

En cuanto al Estado, a su naturaleza y a una estrategia conducente a su “diso-lución” nos parece importante realizar algunas precisiones. Dicha estrategia que combate al Estado en tanto que aparato de dominación no debe conducirnos a una lectura equivocada, cuál sería la de desconocer al Estado como ámbito en el que también se expresan luchas sociales.21 Una concepción determinista del Estado puede llevarnos a creer que el mismo es solamente aparato de dominación, sim-ple “comité ejecutivo de la burguesía para gerenciar sus asuntos comunes”, como puede desprenderse de una lectura simplista de algunos pasajes de la obra de Marx (la referencia anterior es a El Manifiesto Comunista). El Estado es también un ámbito de expresión de las luchas sociales, y sobre todo en los países de la periferia donde se hace necesaria una reconstrucción democrática del Estado. En nuestros países el mismo ha tenido lazos estrechos con los grupos oligárquicos y con las burguesías trasnacionales, desarrolló un tímido aparato legal-racional, pero también ha expresado en diferentes momentos históricos algunas demandas e intereses de la clase trabajadora y otros grupos subalternos.

No podemos olvidarnos que la reestructuración capitalista pos-70 ha ataca-do en buena medida algunos componentes redistributivos que habían pautado el desarrollo del capitalismo en su “edad de oro” (al decir de Eric Hobsbawm 1995) apuntando para su privatización, para la apertura indiscriminada de las economías a los grandes capitales trasnacionales de carácter especulativo, a la mayor mercantilización de las relaciones sociales. Y si esto era necesario ha-cerlo desde una brutal coacción extraeconómica (¿que otra cosa representaron sino las dictaduras?) no hubo mayor dificultad en hacerlo. Es decir, el Estado en el contexto neoliberal asume explícitamente un perfil orientado a sostener las condiciones de reproducción del capital.

20 En este sentido parece más sugerente esta incorporación de una visión estratégica transformadora en la que se puede ubicar una transformación o experiencia particular con carácter transformador, que el plantear la oposición entre movimientos defensivos u ofensivos que indicara Mészáros. 21 Una perspectiva muy problemática en este sentido remite a las tesis de John Holloway con su Cambiar el mundo sin tomar el poder (2002). Si bien son ampliamente sugerentes y críticos muchos de sus análisis, las consecuencias políticas de una lectura de este tipo pueden ser muy ingenuas y negativas en una perspectiva de emancipación social.

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Pero no desaparece como tal. Es claro que el capitalismo no podría funcionar sin Estado, el Estado burgués continúa teniendo una raíz de clase ineliminable y garantiza en buena medida el sostenimiento del orden de dominación. El mercado autorregulado ha sido una gran falacia e imposibilidad histórica, no existe mercado sin regulaciones extraeconómicas, en este caso sin Estado, tal cual lo advirtiera claramente la perspectiva de Karl Polanyi (2007).

Algunas experiencias recientes en América Latina también indican la posibilidad de la reconstitución democrática del Estado, y esto nos parece que es otra de las lecciones de estos nuevos procesos instituyentes en América Latina, donde se in-tenta, en los casos más avanzados, una recuperación del Estado para un proyecto de nuevo tipo. Esto es realizado tanto en términos de sus capacidades institucio-nales (legales-racionales), como en sus aspectos de producción y redistribución de la riqueza, al mismo tiempo que se rediseña, al calor de las luchas sociales y de la promoción de nuevos mecanismos institucionales y principios ético-políticos transformadores, nuevos mecanismos de participación democrática de las clases subalternas en una perspectiva de progresiva democratización del Estado. Esto no impide que el Estado continúe expresando las contradicciones de clase que se materializan en su seno, pero puede, en un proceso de largo aliento, sentar las bases para una progresiva socialización de la participación política, en función de un poder obediencial, y ya no fetichizado, que incorpora un nuevo proyecto societario y civilizador. En ello han tenido, tienen y tendrán un lugar insustituíble las luchas sociales, los movimientos sociales y su capacidad de articulación en términos de un bloque socio-político contra hegemónico y de un proyecto transformador, como veremos en la última sección.

5. Bloque histórico, pueblo y movimientos sociales

En este proceso de liberación, que Dussel asienta sobre los principios de “alteridad, solidaridad y liberación” (2006: 158), tienen un papel insustituíble los movimientos sociales, el pueblo en su conjunto, los sujetos colectivos que se estructuran en el campo de la sociedad civil. El pueblo, en su versión de “plebs”22, supone la constitución del bloque social de los oprimidos, que des-de la exterioridad del sistema (siendo excluidos, por sus reivindicaciones no satisfechas), como desde la participación en la totalidad del mismo (por ser oprimidos)23, luchan, en articulaciones con otros grupos y sujetos sociales, por la

22 “Llamaremos plebs (en latín) al pueblo como opuesto a las élites, a las oligarquías, a las clases dirigentes de un sistema político. Esa plebs, una parte de la comunidad, tiende sin embargo a englobar a todos los ciudadanos (populus) en un nuevo orden futuro done las actuales reivindicaciones serán satisfechas y alcanzarán una igualdad gracias a una lucha solidaria por los excluídos” (Dussel, 2006:91)23 Entendemos que esta “distinción” entre oprimidos/explotados y excluídos no debe plantearse en términos abso-lutos. Más bien es una distinción analítica, y no de la realidad concreta. En la realidad socio-histórica dichas lógicas se entrecruzan y afectan, aunque de diversas formas, a las distintas clases subalternas. Incluso el propio concepto de exclusión puede ser problematizado. Cabe una crítica en este sentido a algunas concepciones y lecturas sobre la obra de Robert Castel sobre los nuevas formas de “desafiliación” y exclusión, etc. que suponen personas que pasan a ser “inempleables”, “inútiles para el mundo”, etc. (esto fue advertido claramente por la T.S. uruguaya Laura Valle Lisboa, en su reciente Defensa de Tesina de Grado). De un lado el movimiento del capital puede caracterizarse como una estrategia permanente para “librarse” de su dependencia del “trabajo vivo”, por la vía de la incorporación tecno-lógica, el desplazamiento geográfico del capital, la aniquilación más o menos encubierta de poblaciones, etc.. Pero esto siempre es relativo en la medida que su propia reproducción depende de subsumir al trabajo vivo en provecho propio. Si bien los fenómenos de “exclusión” parecen agravarse en los tiempos actuales, indicando la “apariencia”

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conformación de un bloque histórico en el poder y la construcción de una nueva hegemonía (tesis 16), a partir de una praxis de liberación de los movimientos sociales y políticos (tesis 15):

Todo sujeto al transformarse en actor, más cuando es un movimiento o pueblo en acción, es el motor, la fuerza, el poder que hace historia. Cuando es una actividad crítico-práctica” la denominaremos praxis de liberación. (Dussel 2006: 111-12; destacados del autor)

La praxis de liberación se constituye en el marco de un proceso, supone una actividad práctica pero crítica al mismo tiempo, no está prefijada de antemano, está abierta a las posibilidades históricas. Ella supone reivindicar un concepto de hegemonía (inspirado en Gramsci), que garantice al mismo tiempo la diver-sidad y el pluralismo. Esta tarea no es de un único sujeto, sino que en todo caso remite, en cada caso concreto, a la constitución y conformación de un bloque histórico, que garantice la emergencia y afirmación de múltiples sujetos que han sido negados históricamente en tanto que tales.24

En un sentido similar, retomando la perspectiva del chileno Helio Gallardo (2006), y desde una concepción que pone fuerte énfasis en los procesos ético-culturales en el análisis de la constitución de los sujetos colectivos en America Latina, distinguirá entre los conceptos de pueblo social y pueblo político. El sistema de dominación construye y consolida asimetrías. Estas se construyen mediante una práctica de poder que “institucionaliza (objetiva, subjetiva, sujetivamente25) una relación social de poderío y sujeción (dominación)”. Dicha sujeción puede darse en el ámbito familiar (autoritarismos de género, de generación), en el económico (relación salarial), en el político (gobernabilidad) o en el cultural (patriarcalismo, etnocentrismo, racismo, fatalismo, culpa). Con ella se vincula el concepto de pueblo social, asociado a las identificaciones que promueve el sistema:

Las asimetrías y su articulación, o sistema de asimetrías sociales, vista desde quienes las sufren, conforman el pueblo social. El concepto designa lugares sociales, subjetividades (identificaciones) y subjetividades falsas gestadas por lógicas de some-timiento y funciones de ellas. Sobre el pueblo social recaen prácticas de dominaciones locales, nacionales e internacionales. El pueblo social puede ser entendido, asimismo, como un ámbito sin exterior donde las dominaciones son asumidas (sentidas) como condición «natural» de existencia. (2006: 82-3; destacados del autor)

de la no necesariedad de grandes contigentes de población de parte del capital (que sin embargo sí contribuyen a la reproducción del capital global en la medida que son incluídos y necesarios, parcialmente, en la esfera del consumo y la circulación, así como de las condiciones socio-políticas de “gobernabilidad” del sistema), si nos posicionamos desde una perspectiva etico-crítica frente al sistema de capital (que no es otra que la opresión y explotación que denuncian las víctimas del sistema), y se afirma el principio de la vida y su dignificación como criterio ético-político fundamental, caen por su propio peso algunas lecturas apologéticas sobre la exclusión y la integración social. 24-Debe destacarse particularmente la producción en términos de producción sobre la cuestión del sujeto y la demo-cracia en América Latina, en la obra del filósofo uruguayo Yamandú Acosta (cf. 2005 y 2008). 25- Para el chileno Gallardo el verdadero sentido de la revolución está vinculado a la “autoconstitución como sujetos”. Para ello apela al concepto de “sujetividad”. En aquella juegan un papel central la “espiritualidad” o conciencia social, las dimensiones ético-culturales, la vinculación entre conocimiento e imaginación, la voluntad y el deseo: “La voluntad, el deseo, la imaginación creadora, la sensibilidad, el conocimiento, la utopía, en cambio, son parte de la objetiva rea-lidad revolucionaria. Se articulan con su espiritualidad o conciencia social (de género, campesina, obrera, mapuche, de asalariado, etc.) y constituyen así la matriz de su sujetividad: la voluntad de hacerse sujeto, de constituirse como sujeto. Autoconstituirse como sujeto es la referencia central de los procesos revolucionarios. La sujetividad no es algo que solo se siente, sino que se testimonia, es un signo, muchos signos: una objetividad. La sujetividad consiste en ponerse en condiciones de darle carácter propio a los procesos en que se interviene. Reconocerse o asumirse en ellos, por tanto, y apropiárselos “ (2006: 23-4; destacados del autor)

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Dichas asimetrías pueden ser experimentadas o vividas como experiencias de contraste, que resultan de la capacidad humana de “tomar distancia” de lo experimentado mediante emociones (irritación), sentimientos (resistencia), comunicación, etc... Una experiencia de “contraste popular” se caracteriza por un sentimiento o emoción de irritación o protesta que intenta moverse hacia la necesidad de una negativa, de una oposición o resistencia, como embrión de la aspiración a “algo distinto”. Ese algo distinto se liga con una acción o produc-ción por quien vivencia la experiencia de contraste. Contiene, de alguna forma, “la voluntad de ser sujeto, protagonista de una cancelación de lo vivido como sujeción o sometimiento. Expresa, al menos en su inicio, una subjetividad y una subjetividad alternativas” (Gallardo 2006: 83-4; destacados del autor). Dichas experiencias de contraste conducen a algún tipo de crisis. Ellas están en el origen de la posibilidad de la constitución del pueblo social en pueblo político. Ello supone desnaturalizar la realidad a partir de una praxis que, partiendo de la irritación y el malestar, combata las identificaciones opresoras y afirme la constitución de alternativas frente a las mismas, a partir de “auto transferencias” de poder, que combatan las asimetrías, con base en las luchas sociales:

La comunicación con otros, o a otros, de las experiencias de situaciones de contraste (otros que también las experimentan o pueden imaginarlas) forma parte de la dinámica de empoderamiento de subjetividades, subjetividades y objetividades sociales particulares. El camino de resolución política y cultural de las crisis sentidas en las experiencias de contraste populares es el camino del tránsito del pueblo social al pueblo político. Forma parte del pueblo social el individuo o sector que vive su sometimiento como externo y «natural». […] En el origen del pueblo político, en cambio, está el sentimiento, comunicación y discernimiento de que lo que se padece no es natural y puede ser cambia-do. […] Las experiencias de contraste demandan espacios de encuentro y de organización social. […] Las experiencias de contraste populares están en la base de las acciones sociales populares, de sus movilizaciones y movimientos. Estas últimas son alternativas si se proponen como uno de sus objetivos orga-nizaciones de lucha que se autotransfieren poder. Las «explosiones» sociales pueden gestar experiencias de contraste, pero por sí mismas no las constituyen. (Gallardo, 2006: 84-5)

Gallardo, en un lenguaje claro y profundo, expresa que el pueblo político “es quien no es dueño de su vida y lo sabe” (2006: 85). El pueblo social se mueve en el marco de una sociedad civil que no discierne críticamente el sistema de dominación26: se trata de una sociedad civil “bien portada”, o a lo sumo “torpe-mente reformista”. En cambio, los movimientos sociales populares vinculados al pueblo político expresan “una sociedad civil emergente que enfrenta, en la

26- No entraremos aquí al análisis de las relaciones entre el pensamiento crítico y la praxis de los movimientos sociales populares. De todas maneras es interesante la perspectiva de Gallardo al respecto. El discernimiento es clave en la acción transformadora del pueblo político: “Pensar y discernir suponen una teoría. Los diversos sectores del pueblo político […] deben producir la teoría particular que, junto a su voluntad para constituir identidad desde sí mismos, conforman su proceso y sensibilidad propios de resistencia y lucha. Las movilizaciones y movimientos sociales constituyen los espacios epistémicos para el pensamiento crítico, en el sentido marxista original, y alternativo, o sea revolucionario. Este pensamiento crítico, por su gestación, es plural, pero puede ser articulado” (2006: 85)

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pluralidad de su ataque, a diversas o a todas las instituciones de sometimiento: familia, régimen salarial, ciudadanía formal o pasiva, iglesias idólatras, etc., y a las lógicas que las animan (sexismo, machismo, capitalismo, fetichismo, adulto centrismo) y que en, su conjunto y por separado, conforman el sistema de dominación social”. Dichos movimientos pueden “darse un carácter revolu-cionario”, en la medida que intentan el reemplazo de identificaciones falsas por identidades efectivas, “producidas, apropiadas y comunicadas: autoestima y autonomía”. (2006 38-9; destacados del autor)

En este sentido importa profundizar en algunos elementos en torno a la articulación de las distintas luchas sociales con un sentido emancipador y supe-rador del capitalismo, como lo expresan las posiciones reseñadas de Dussel y Gallardo. Parece quedar claro que ya no pueden sostenerse las tesis del hege-monismo de la clase obrera industrial sobre el resto de las clases subalternas, así como tampoco del partido político “revolucionario” sobre la sociedad civil y diversos sujetos colectivos oprimidos y explotados. Parece también claro que se trata también de impulsar una verdadera reforma intelectual y moral, al decir de Gramsci, con fuerte contenido ético-cultural, lo que supone, yendo incluso más allá de su planteo, una transformación de carácter civilizatorio.

Para el filósofo uruguayo José Luis Rebellato, se trataba de afirmar justa-mente al pueblo como sujeto, apuntando a la constitución del sujeto popular. Ello requiere, por un lado, defender y reconocer la diversidad emergente en las luchas de varios movimientos sociales, al mismo tiempo que supone recurrir a algunos aportes de una “ética de la articulación”, en el sentido planteado por Charles Taylor. (Rebellato 2009b: 243-4). No se trata de exaltar la diversidad como valor ético central, al estilo de los posmodernos; en este sentido es ne-cesario prevenirse sobre cualquier discurso abstracto sobre la misma. Por otro lado es necesario replantearse el proceso de constitución de las clases sociales y de los movimientos populares, desde una revalorización de las luchas sociales y experiencias que se procesan en el campo de la cultura y la vida cotidiana (articuladas con las transformaciones más sistémicas y globales), donde no se disocie el plano de la “ruptura epistemológica” (en el terreno de un conocimiento crítico) del plano de la “ruptura analítica” (en el plano de las identidades y la lucha cultural) 27:

Las clases explotadas y los sujetos dominados perciben la viabilidad del cambio a partir de experiencias y prácticas de transformación; desde el horizonte de sus vivencias, de sus articulaciones, de sus vínculos, de sus lazos comunitarios. La sub-jetividad – dialógica, resistente, propositiva, beligerante – aparece en el corazón de una ética de la dignidad y de la liberación. A mi entender, los procesos de cambio que se operen desarrollando vínculos más estrechos con la vida cotidiana, la memoria histórica y las tradiciones culturales, adquieren mayor radicalidad y se afianzan con más fuerzas que aquellos procesos donde lo político aparece desligado del contexto vital, aún cuando éstos logren ritmos más acelerados. (2009b: 242-3)

27-“Si la dominación cultural es integral, no basta contraponerse a ella en el plano epistemológico, económico y político”. Aquellos planos son necesarios pero no suficientes. La cultura de la dominación genera procesos de iden-tificación violenta. Enfrentarla y superarla “requiere de una ruptura analítica, en cuanto orientada a la producción de una identidad - personal y colectiva - inspirada por una utopía liberadora. Es decir, una identidad madura, crítica, que desarrolla la autonomía y las potencialidades de los sujetos” (Rebellato 2009c: 198)

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Esto no supone obviamente negar el necesario componente de transforma-ción de las estructuras políticas y económicas, lo que sería una ingenuidad. Pero sí supone adscribir dichas transformaciones en un horizonte mucho más amplio, que tome en todo caso a la vida de todos y todas (concreta, corporal, subjetiva y objetiva al mismo tiempo), su ampliación y su desarrollo como criterio ético-político central de los procesos de transformación social.28

Volviendo a la pregunta que de alguna forma ha permeado la búsqueda de este tra-bajo, ¿cómo podemos pensar y promover la articulación/atravesamiento entre diversas resistencias y luchas sociales desde América Latina, que enfrenten efectivamente al capitalismo por desposesión y depredatorio que vivimos actualmente, y que al mismo tiempo vayan construyendo alternativas que apunten a la constitución de un nuevo proyecto societario pos-capitalista y que afirme y desarrolle efectivamente las distintas formas de la vida humana y de la naturaleza externa al ser humano?

Para Dussel (2006: 88) se trata del proceso por el cual las reivindicaciones de los movimientos van incorporando las demandas de los otros movimientos en la propia. Por “mutua información, diálogo, traducción29 de sus propuestas, praxis militante compartida, lentamente se va constituyendo un hegemón analógico”, que incluye a todas las reivindicaciones, aunque algunas de ellas puedan guardar prioridad sobre las otras. Esa categoría se condensa en el pueblo, que no niega sino que incorpora la categoría de clase, lo que supone la constitución de una alternativa (contra) hegemónica basada en el pluralismo y la diversidad.

Ello no supone negar el rol de los partidos políticos, pero si resituarlos en un nuevo escenario. El partido “es el lugar donde el representado puede rege-nerar su delegación del poder construido desde abajo”, pero al mismo tiempo corre el riesgo de la “corrupción” y de convertirse en mera “máquina electoral”. (Dussel 2006: 124)

Para Gallardo, por su parte, se trata de al menos dos direcciones de acumula-ción de las luchas de los movimientos sociales, que permiten crecer en conciencia y capacidad de transformación. De un lado, supone una articulación en densidad o “hacia adentro” (intensidad) del movimiento social: “Consiste en aprender a leer estratégicamente sus raíces y en darse las formas orgánicas y el referente utópico eficaces para los combates”. Allí se gesta un “poder local, una práctica que deter-mina espacios en los que se puede ejercer como sujeto”. Pero también se da una necesidad de articulación con otras instancias de las luchas populares. En ello consiste la “articulación horizontal o hacia afuera, que produce cambios críticos en la perspectiva que lleva a la lectura de raíces”. Dicho crecimiento en densidad e intensidad se expresa pues como “una mayor capacidad de articulación sin perder raíces”. (Gallardo 2006: 128; destacados del autor).

28 - Al hablar de la vida como criterio ético central, nos inscribimos aquí en una tradición más articulada con el marxismo y la filosofía de la liberación latinoamericana, que con la perspectiva de la “biopolítica”, planteada entre otros por Michel Foucault, Deleuze y Guattari, o Antonio Negri. 29-De alguna forma dicho análisis se vincula también con la propuesta de la “traducción” de Boaventura de Sousa Santos, aunque dicho intelectual dude de las soluciones universalistas y ello pueda limitar las perspectivas críticas de transformación del sistema de dominación: “Más que una teoría común, lo que necesitamos es una teoría de la traducción que vuelva las diferentes luchas mutuamente inteligibles y permita a los actores colectivos “conversar” sobre las opresiones a las que resisten y las aspiraciones que los animan […] Es por la vía de la traducción y de lo que yo designo como hermenéutica diatópica que una necesidad, una aspiración, una práctica en una cultura dada, puede volverse comprensible e inteligible para otra cultura” (2000: 27,31)

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Reflexiones finales

Hoy, a pesar de la barbarie capitalista y neoliberal cada vez más acentuada, y de la crisis ideológica de las izquierdas a nivel global, aparecen sin embargo signos esperanzadores de renovación de luchas sociales, movimientos sociales anticapitalistas y de la izquierda. América Latina juega en este proceso un rol clave a nivel mundial.

Recuperar el sentido de un proyecto de izquierda transformadora es hoy más importante que nunca. Y, aún hoy más que en el pasado, supone un pro-yecto ciertamente internacionalista, y hasta supranacional, en la medida que el capitalismo y sus consecuencias son cada vez más ampliamente globales. De ello depende nada menos que la posibilidad de ofrecer una alternativa a este “nuevo imperialismo”, pautado por una “acumulación por desposesión”, por una “crisis estructural del capitalismo”, incluyendo una crisis civilizatoria que está relacionada sin duda a las lógicas de explotación y dominación que sustenta el capitalismo actual y su ataque a las más diversas formas de la vida.

La constitución del pueblo como sujeto; el pasaje del pueblo social al pue-blo político; entender la revolución como un proceso de “autoconstitución de sujetos”; repensar la constitución del bloque social y político de los oprimidos y explotados (sin falsos vanguardismos); comprender la necesidad y practicar la articulación, el diálogo, la reflexión, la traducción entre las distintas luchas y movimientos sociales (antipatriarcalistas, antirracistas, anticapitalistas, de afirmación de la identidad cultural, ecologistas, de liberación nacional, etc.), pero “sin perder las raíces”; recuperar los espacios de resistencia, la capacidad de rebeldía e indignación frente a una realidad y estructuras opresoras; dar la batalla en el campo ético-cultural, de la memoria y de la vida cotidiana y las micro-experiencias, sin eludir la posibilidad de resistir/construir en el campo de las alternativas económico-políticas más amplias, reconstituyendo el entrete-jido permanente entre las luchas económicas, culturales y políticas; asumir la necesidad de las transformaciones institucionales que pasan por un combate frontal a la lógica del capital, por una verdadera transformación democrática del Estado y una repolitización permanente de la sociedad civil, por una reapropia-ción social y autogestionaria de las condiciones y medios para la producción y aumento de la riqueza y un nuevo equilibrio ecológico. Todo ello no surge de especulaciones teóricas o utopismos estériles, ni de proyectos cerrados o predefinidos, sino que se encuentra presente, aunque muchas veces de forma contradictoria, confusa y más como potencialidad no explorada, en la praxis, la búsqueda y las aspiraciones de diversos sujetos y pueblos que aspiran y luchan por su liberación.

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De la colonia colectiva al predio

individualFormas y procesos asociativos

en productores familiares colonos. El caso de la Colonia Damón1

Rossana Cantieri*

El trabajo que se presenta, es parte de un proceso de investigación, corres-pondiente a la fase final de la Licenciatura de Trabajo Social, cual se desarrolló territorialmente en la Colonia Damón, perteneciente al Instituto Nacional de Colonización, sita en el departamento de San José –Uruguay-, y creada en el año 1953. Se trabajó principalmente con los productores familiares colonos, y el estudio se orientó a recuperar las formas asociativas que existieron y existen, así como del proceso en que las mismas han devenido. También de qué manera se imbricaban estos elementos, en la configuración de dinámicas territoriales concretas. En la misma identificamos factores que promueven o facilitan el asociativismo, la cooperación y las formas colectivas; así como aquéllos que disgregan o tienden a impedir estos procesos. Esto sucede en un contexto marcado por cambios históricos, geográficos, económicos y culturales, en el cual se dio un proceso de re-estructuración productiva, que reorientando la producción hacia el tambo, la quesería y la lechería. Considerando también un abordaje metodológico, en torno a los cambios que se vienen produciendo en el concepto de ruralidad: “nuevas formas de adaptación al medio de los individuos (…) generan distintas formas de concebir la relación con la naturaleza, con el medio y con sus semejantes; en fin, una nueva cultura”2.

1- Trabajo presentado como Monografía de Grado de la Licenciatura de Trabajo Social, de la Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR, Montevideo, febrero de 2010 *- Rossana Cantieri, Dpto. de Trabajo Social, FCS, Udelar: [email protected] Fernández, Emilio. Abril 2008. “La sociedad rural y la nueva ruralidad”, en El campo uruguayo: una mirada desde la Sociología Rural. Chiappe, Marta; Carámbula, Matías; y Fernández, Emilio; Dpto. de Publicaciones de Fac. de Agronomía – Comisión Sectorial de Investigación Científica (Csic) Facultad de Agronomía- Universidad de la República- Montevideo- Uruguay

Investigación

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Introducción

El presente trabajo, propuesto como Monografía final de la Licenciatura de Trabajo Social, de la Universidad de la República (UdelaR), buscó ser un aporte a la investigación y a la generación de conocimiento, tanto para el ámbito universitario en el cual se constituyó, como para el propio medio (rural) del cual se nutrió y con el cual intercambió saberes.

Se profundizaron áreas temáticas relacionadas a lo rural, específicamente vinculadas a la cooperación (sobre todo interinstitucional), a la colectivización y al asociativismo, en torno a tres ejes: familia, prácticas asociativas e inserción de la colonia en la región; haciéndose hincapié en la unidad familiar como espacio de producción y reproducción del ser social.

A partir de lo expuesto, surge el interés de presentar este resumen en es-pacios que posibiliten la discusión, la crítica y el intercambio.

En este sentido, estimamos que podría ser un aporte al debate en la propia Universidad, y en particular a este espacio que conforma la Unidad de Estudios Cooperativos (UEC). Pues como se resume desde su propia publicación virtual “la revista tiene como objetivo general favorecer y estimular la producción aca-démica y participar del debate público sobre los temas cooperativo-asociativos, colaborando en el análisis crítico de experiencias, investigaciones y aportes diversos que habiliten el encuentro y la reflexión”3.

Siguiendo en el mismo eje de esta puntualización, podría resultar relevante a este espacio el reflexionar en torno a ¿cómo se constituyen los sujetos co-lectivos? y ¿porqué los sujetos se interesan o des-interesan de la propuesta que se les ofrece desde muchas instituciones entorno a lo grupal, lo colectivo, lo asociativo?

Esta investigación teórica se propone pensar sobre: ¿Cuáles son los factores que se encuentran en la génesis del surgimiento

de las formas asociativas?¿Cuáles son los que promueven, potencian, sostienen dichas formas y

procesos?¿Cuáles ofician como disgregadores y desintegradores de los mismos? ¿Cuáles pueden a la vez oficiar como promotores y/o desintegradores de

dichas formas y procesos asociativos?Desde la presente investigación se pretendió generar una propuesta de

cómo potenciar factores que agrupan, para así disminuir la influencia de aquéllos factores que los separan.

“Nacidas de la fuerza del movimiento y de la potencia instituyentes, pero quizás corriendo el riesgo de quedar cristalizadas en lo instituido (…)Su nove-dad, no siempre manifiesta, por momentos no nos deja vislumbrar que quizás allí se está construyendo lo inédito”4.

3- Recuperado en http://www.extension.edu.uy/uec/revista4- Rebellato, José Luis. 2000. Ética de la liberación- Ed. Nordan Comunidad. Montevideo, Uruguay

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La Metodología

La complejidad de lo social exige optar por mecanismos y propuestas de inter-vención que permitan adentrarse en la configuración de sentido de la subjetividad y la interacción como vías para avanzar en la comprensión de la realidad y en la construcción de procesos de trabajo profesional. Las propuestas cualitativas avanzan hacia espacios de comunicación que integran lenguajes figurados, descubriendo mensajes que están ocultos, detrás de otros lenguajes. Se abren entonces espacios plenos de sentido, de símbolos, de significación; espacios que apelan al respeto y a la confianza, a la pregunta y a la re pregunta. Espacios a través de los cuales establecemos una comunicación dialogante, de intercam-bio; en los cuales se nos habilitan llegadas y se nos establecen límites, donde lo cuantitativo escasamente llega, y en donde se abre la posibilidad de abordar cuestiones de creencias, motivaciones, actitudes que aportan los sujetos con los cuales dialogamos, profundizando aquel objeto que buscamos explicar.

El explorar dimensiones humanas, explica el porqué de la elección de esta metodología cualitativa; lo cual, aún presentando una menor estandarización que la de los métodos cuantitativos, no implica la obtención de una información menos confiable, precisa o medible. Cada método presenta sus potencialidades y sus debilidades. Lo importante es reflexionar sobre lo de mayor utilidad y lo más beneficioso para lo que nos proponemos interpretar. Que en este caso comprende básicamente la exploración de procesos sociales, de patrones cotidianos de conducta, de actitudes que tienen un significado e instituyen una significación particular en relación al contexto histórico, geográfico, económico, social, político y cultural.

Objetivos

Como objetivo general nos planteamos estudiar las formas asociativas –formales e informales-, que están en la base de la producción familiar rural, en las que participan y se integran; y de los procesos asociativos en que las mismas devienen, con sus distintas manifestaciones sociales, económicas, culturales y productivas.

Y como objetivos específicos, se plantean una sucesión de pasos para llegar a identificar las formas y procesos asociativos, para luego indagar e investigar en los factores que generan cooperación y aquéllos que los llevan al distanciamiento.

Preguntas de investigación

Partimos de la base de aquéllas preguntas que nos hiciéramos inicialmente, y que luego orientaron y sirvieron de guía a la presente investigación. Las mismas fueron planteadas a modo de ir encontrando respuestas y avanzar en el conoci-miento de la temática estudiada: las formas y procesos asociativos, de la producción familiar, en el medio rural.

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En este sentido, la búsqueda realizada a partir del presente trabajo de investi-gación, nos aproxima a un mayor conocimiento, que, aún incompleto, avanza en la posibilidad de encontrar explicación.

¿Cuáles son las formas y procesos asociativos que existen hoy en la Colonia Damón?

¿Qué es lo que prima en sus vidas para juntarse-asociarse y/o para sepa-rarse?

¿Cuáles son los factores que llevan al surgimiento, promueven, potencian y sostienen dichas formas y procesos asociativos?

¿Cuáles son los factores que ofician como disgregadores y desintegradores de los mencionados procesos?

¿Cómo estos factores orientan su proyección de vida familiar y productiva en la colonia?

¿Cuáles son las instituciones con mayor presencia en el territorio de la Colonia Damón y como ha sido el vínculo con los colonos y sus familias?

¿De que manera dicha institucionalidad se relaciona con las formas y pro-cesos asociativos: de promoción, de neutralidad o de desintegración?

¿Qué medidas, acciones o políticas son llevadas adelante por esta institu-cionalidad en relación a dichas formas y procesos asociativos?

Técnicas y estrategias de investigación

El interés al escoger una determinada estrategia metodológica y las técnicas adecuadas para llevar adelante, coincide con el de generar conocimiento, en un proceso concreto y específico de búsqueda de respuestas a las preguntas que desde la propia investigación se nos plantean.

La presente investigación fue construida a partir de las entrevistas realizadas a colonos y técnicos, informantes calificados ambos, tanto desde quienes pro-ducen y se reproducen en el territorio, como quienes intervienen y se integran en él, desde las propias instituciones.

En las entrevistas hechas a los colonos, se buscó recoger la palabra de quienes están al frente de los proyectos productivos, siendo generalmente el hombre quien, dentro de la relación matrimonial, tiene la palabra, quien decide y emite opinión. Pero de las entrevistas dejaron entrever también el involucra-miento de la mujer en todo el proyecto productivo. Además de confinarse a las tareas domésticas, y al cuidado de los hijos, muchas veces están detrás de decisiones significativas para la actividad predial, y en ocasiones, ante proble-mas de enfermedad o ausencia del marido –del hombre-son ellas quienes se ocupan y se preocupan de llevar adelante la tarea y la producción.

Se ha querido también a partir de las entrevistas, recoger la palabra, de la primera generación de colonos, de aquellos que formaron la Colonia, quienes han vivido y transitado por muchos cambios, quienes han visto surgir y culminar muchos procesos, y muchas re-estructuraciones tanto productivas, sociales, económicas así como culturales.

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Asimismo, se buscó recoger la mirada de la población más joven de la Colonia, de quienes hoy apoyan en los proyectos productivos de sus padres, y se presentan en el horizonte sucesorio de dichos predios, como posibles continuadores del proyecto familiar. Jóvenes que en muchas ocasiones, llevan adelante responsabilidades y tareas, sin preguntárseles o tener capacidad de elegir; quienes a veces tienen la posibilidad de optar por una formación y capacitación según sus preferencias; quienes se debaten entre la identidad rural o el “cambio” que les ofrece el modo de vida en la ciudad. Hacia ellos se proyecta, y sobre ellos se fundan las expectativas de la continuación y la sucesión productivo-familiar.

Se realizaron un total de veinticuatro entrevistas, de las cuales dieciséis fueron hechas a colonos y nueve a técnicos de instituciones presentes e inter-vinientes en el territorio.

Adicionalmente, la fuente documental es una herramienta a la que también se acudió, a modo de consulta y registro. Documentos que describen y transcriben el trabajo realizado en tres años de intervención y trabajo en la Colonia Damón (sobre todo bajo la modalidad de taller, jornadas de intercambio, asambleas, exposiciones, jornadas de capacitación, recreativas, de salud, intercolonias, beneficios, etc.), así como de algunos documentos de otra naturaleza (censos, estadísticas, informes múltiples), y de otras fuentes, a los que igualmente ac-cedimos por la pertinencia de su información.

Se buscó por sobre todo, llegar a técnicas sencillas y abarcativas de la realidad que pretendíamos estudiar, analizar e investigar; y a partir de ellas recoger una información que sea a la vez fiable y válida, que obtenga respuestas y a la vez genere y facilite nuevas preguntas. Comprender y explicar, generar movimiento, profundizar en la temática, de manera de aportar a través de la investigación, a un conocimiento creativo, crítico, pero siempre incompleto e inacabado.

Definición del objeto de estudio: ¿Por qué se seleccionó la Colonia Damón?

La definición del objeto no puede ser un tema abstracto, tiene que ser algo en concreto y por ello es síntesis de múltiples determinaciones. Lo cual significa que es un complejo de complejos. La forma en que estos fenómenos aparecen, son dinámicos, no son de una vez para siempre, sino que han tenido un devenir histórico, y sus explicaciones no se pueden dar en forma lineal. Integran el pensar y el hacer, el conocimiento y la intervención, la enseñanza y el aprendizaje, la formación y la práctica profesional.

En una búsqueda continua por posicionarse desde el lugar que los colonos ocu-pan en este espacio social –rural- específico, necesitándolo –como dice Bourdieu-, interrogándolo desde ese punto, y poniéndonos de su lado, buscando llegar a una comprensión genérica y genética del ser colono y productor familiar; fundada en el dominio (teórico o práctico) de las condiciones sociales que lo producen5.

5 Bourdieu, Pierre. 1999. “Comprender”; en La miseria del mundo, Madrid, España, Ed. Akal, (Reimpr. de la 1ª Ed. 1993)

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A partir del conocimiento de las distintas trayectorias de las vidas familiares en la Colonia, de un modo de vivir y producir, de existir y resistir, de este productor familiar rural, en un contexto económico, social, geográfico, político, cultural, que es a la vez determinante y condicionante; se plantean distintas demandas y problemáticas que es importante reconocer al momento de plantearse el objeto de la investigación.

Nos llevó inicialmente por el sendero de las demandas y objetos institucio-nales: población envejecida, suelos desgastados, situaciones de pobreza e inviabilidad, conflictos, desunión, falta de organización, entre otros.

Pero también, el reconocer la complejidad social de la colonia, nos aproximó a la cotidianeidad de la vida diaria en la Colonia Damón, con sus tiempos de trabajo (dos ordeñes diarios), sus labores en el tambo, la quesería, el cuidado de animales, el pastoreo, el trabajo asalariado y/o changas en predios de vecinos, sus tiempos de descanso, su forma de vivir y producir individual –hacia adentro del predio- casi sin asociaciones o grupos.

Nos llevó a reconocer un Salón Comunal cuyas actividades generaban a la vez participación y ausencia, pertenencia e indiferencia, aprobación y conflicto –muchos de los cuales precedían a nuestra intervención y superarían nuestra mediación-. El trabajo circuló entre la individualidad y especificidad de cada fa-milia, y las formas asociativas que se presentaban en la colonia. El movimiento entre lo particular y lo colectivo, nos hizo volver a uno y a otro, para entender y comprender los procesos que se han venido sucediendo, y que uno no pueden explicarse en su complejidad y completitud, el uno sin el otro.

A partir de allí, el reconocimiento del tema de las formas y procesos asocia-tivos, como centralidad a ser investigada y estudiada.

Se investigó sobre la presencia y el modo en que las distintas formas y procesos asociativos, se presentan hoy en la Colonia Damón; cómo han per-durado (o no), las distintas familias colonas, en ese devenir social concreto, en el cual se han organizado en tiempos para la producción, la reproducción y el trabajo. Que factores las han hecho resistir y fortalecerse; y cuales habrían impulsado a la desintegración y fragmentación de las mencionadas formas y procesos asociativos.

Problema de investigación: El Asociativismo Rural

“Un filósofo escribió una vez, que es mucho más difícil la soledad de ermitaño que la soledad en compañía”

“Es una agrupación de personas que se junta por un fin común, que... todos lo llevan hacia el mismo objetivo; generalmente son sociales…y económicos también por supuesto…la parte de cooperativas y todo eso… más en el medio rural: económico y sociales, son los dos objetivos principales me parece a mí”

“Tenés otra fuerza, se te abren distintas puertas (…)”

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Partimos de algunas de las opiniones expresadas por los colonos entrevis-tados para el presente trabajo de investigación, desde donde el asociativismo comenzó a esbozarse como una posibilidad que tienen los sujetos, un medio de sumar esfuerzos e integrar ideas, a través de una estrategia determinada, para buscar y demandar respuestas colectivas a ciertas necesidades o proble-mas sociales, sentidos o vividos como tales.

Contextualizándonos en este medio rural, el asociativismo, como movimiento colectivo y de cooperación, es un concepto que involucra múltiples dimen-siones: identidad, historia, conocimientos, tradiciones, costumbres, intereses (económicos, productivos, sociales, culturales, políticos), que hacen a la forma específica con la que se presenta: “…desde las formas más estructuradas, más formales, que alcanzan a sociedades de movimiento rural, gremiales, con un nivel de estructuración importante hasta pequeños grupos de asociaciones con fines productivos o no; con fines de vinculación que involucren productores familia-res… en el que haya un vinculo aunque sea vecinal, pero que haya un interés de un objetivo común…aparte de las cuestiones productivas o económicas…”6.

Entendiendo que el contexto en el que estos grupos, o colectivos, vienen de-sarrollándose no es el más alentador. Asistimos a un escenario de precariedad, de fragilidad, de vulnerabilidad, de creciente inseguridad, en donde múltiples pobrezas se instalan en todos los órdenes de la vida humana, generando no sólo carencia material, sino también de participación, de conocimiento, de representación.

Las relaciones sociales por lo tanto, se encuentran bajo una lógica cultural, económica, social, que de alguna manera amenaza el sentido de lo grupal; una lógica que fractura la colectivización y los vínculos sociales.

Desde su individualidad, el propio sujeto, replegado sobre sí mismo, aislado, atomizado, en un medio que le presenta múltiples desigualdades, que le es incierto, y que determina y condiciona su futura proyección, familiar e indivi-dual, social y productiva, presupone que “hay cada vez menos posibilidades de apoyarse en una acción colectiva para resolver sus dificultades o hacer progresar sus reinvindicaciones”7.

Es precisamente en estos momentos de incertidumbre, en estos espacios de contradicción y de conflicto, de fragmentaciones y uniones, de individualismos y espacios colectivos, de grupos organizados y movimientos espontáneos, cuando pensamos que también se presentan espacios para recuperar prácticas que puedan serles útiles, apropiadas, con las que se identifiquen. Es justamente cuando el aporte del asociativismo como tal, puede significar una alternativa posible y viable.

Pensar en formas y procesos asociativos entonces, es buscar modos, estrategias adecuadas para contrarrestar los efectos desintegradores, que fomentan la división y el aislamiento. Es detenerse en la necesidad de elaboración colectiva, de un proyecto que tiene múltiples dimensiones (social, productivo, cultural, político), que quizás requiera de un acompañamiento institucional, y su continuidad hasta lograr el afianzamiento y la autogestión (al auto-sostenimiento).

6- Entrevista Nº 18 a Técnica Antropóloga del Mgap7- Fitoussi, Jean Paul; Rosanvallon, Pierre. 2006 (5ª Reimpr. de la 1ª Ed. de 1996). La nueva era de las desigualdades, Ed. Manantial, Bs. As. , Argentina

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Un proceso en cuyo seno se pueden generar instancias de discusión y re-flexión, que posibiliten capitalizar (conservar) capacidades existentes y que genere acuerdos sobre administración, organización y gestión. Un proceso que supere conflictos, contradicciones y tensiones, provenientes de problemas y frustraciones no resueltos.

Si partimos de la base de que estos conflictos, contradicciones y tensiones son inherentes a los propios procesos asociativos, son ellos mismos los que generarán la solución, a partir de su reconocimiento y superación.

Asimismo, la existencia de estas formas y procesos asociativos, representan para el productor individual y aislado, un potencial instrumento y una herramienta para la construcción colectiva de viabilidad8, posicionándonos desde la visión de desarrollo rural sostenible9.

Pensando en las limitantes y las dificultades, que, en relación a este tema del asociativismo, plantea el capitalismo en su fase actual, sucede que estas formas y procesos asociativos, estas distintas modalidades organizativas en las que los sujetos se nuclean en este medio rural, se presentan como una contra-tendencia, una respuesta, una alternativa a los procesos de desintegración y fragmentación social.

Experiencias novedosas, que muchas veces recuperan viejas usanzas, tradiciones, y que, lejos de ser sentidas como ajenas por los propios colonos, parten de su concepción de lo asociativo, y a la vez conjugan temas como el territorio, el parentesco, la actividad productiva, y la institucionalidad presente en el medio.

En lo que atañe específicamente a la producción familiar, el tema del aso-ciativismo rural introduce, o bien recupera, una oportunidad para pequeños y medianos productores aislados, empobrecidos y con problemas de escala, inestabilidad, o sustentabilidad, como vía para superar dificultades socio-económicas, y conseguir un adecuado nivel de producción –tanto en cantidad como en calidad-.

Priorizando estos sectores sociales rurales, que presentan más dificultades, entre los que se encuentran los de pequeña y mediana escala, trabajadores ru-rales desocupados, en condiciones de pobreza, desde el asociativismo pueden generarse caminos para promover otra forma de relacionarse y de producir.

En este sentido, y de acuerdo a la información obtenida por uno de los técni-cos entrevistados10, podríamos enumerar cuatro niveles, o ejes, pues no están jerarquizados, en relación al asociativismo. Es oportuno aclarar que estos niveles de asociativismo, están básicamente pensados para este medio rural,

8- Sarachu, G. Set.2009. “Prácticas integrales hacia la construcción colectiva de viabilidades: un análisis de las realizaciones y desafíos de la Incubadora de Emprendimientos Económicos Asociativos Populares”. En Revista de Estudios Cooperativos No 1, UEC- UDELAR , Montevideo, Uruguay9- Proyectos que beneficien la reducción de la pobreza rural, una planificación territorial integral, el desarrollo del capital social, el fomento de la competitividad y eficiencia productivas, la descentralización el desarrollo institucional, la formulación diferenciada de políticas, la ampliación de oportunidades de acceso a activos productivos como forma de mejorar la equidad, tener en cuenta la dimensión ambiental considerando el adecuado manejo de recursos ambientales y ecosistemas frágiles, entre otros.10- Entrevista Nº 16, al Técnico Asistente Social Coordinador de la UEC (Unidad de Estudios Cooperativos, Cseam, UdelaR)

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y más específicamente, para el caso de productores familiares. Asimismo, otra particularidad que influencia, y opera como condicionante el rubro productivo dentro del cual se encuentran estos productores familiares (tambo, lechería, quesería), siendo uno de los más demandantes y exigentes dentro de esta ruralidad.

Distinguimos entonces los siguientes niveles de asociatividad:En torno a condiciones materiales y subjetivas de subsistencia: condiciones mate-

riales y necesidades básicas, que generan estrategias en los productores buscando resolver sus problemas y satisfacer necesidades cotidianas. Pensando en un productor, como lo es el familiar, que está “profundamente arraigado al territorio”11, también sucede que estos satisfactores se encuentran promovidos por referentes o promotores territo-riales, afincados en el propio espacio donde se desarrollan. El arraigo territorial, hace a la vinculación con lo cultural y sus expresiones frecuentes: domas, criollas, beneficios, festivales, danzas. Espacios de encuentro, de sociabilidad.

En torno a la gestión-administración de la producción propiamente dicha: donde se presentan la gestión de insumos, estrategias de comercialización de sus productos, entre otras. Son aquéllas seguidas por los productores familia-res, buscando abaratar costos de insumos en general y rutas de salida para su producción, a través de prácticas que les permitan ganar volumen y/o desarrollar economías de escala.

En torno a la producción asociada: analizando el rubro específico en el cual se desarrollan estos productores familiares -tambo, lechería, quesería-, y qui-zás ampliándolo a otros rubros productivos. Es un nivel que aún se encuentra en proceso de desarrollo, sobre todo en lo que tiene que ver con la producción familiar y posibles trabas estructurales al momento de generar procesos pro-ductivos asociativos. Suponen un cambio en la lógica de tenencia y gestión de la tierra; por lo cual suponen cambios culturales, que van más a lo estructural, “la propiedad social, autogestionaria, la propiedad colectiva (…)donde la propia producción es colectivizada, donde la tierra y el espacio son colectivizados (…)Supone otro tipo de integración de la familia en un sentido más amplio (…)un trabajo compartido, colectivo, más allá de la relación individual, familiar ”12 (ej. Ud. Cooperaria Nº1 –Cololó)

En torno a la vinculación gremial, asociativo-política, gremial-política: tiene que ver con entidades de representación de intereses y de incidencia en dis-tintos campos de intereses colectivos (Asociación de Colonos, Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay, Comisión Nacional de Fomento Rural, Asociación de Productores de Leche, etc.)

Centralidades y generalidades de las entrevistas a colonos y técnicos

Presentamos una pequeña síntesis de aquéllas centralidades que surgieron en torno al asociativismo, de las entrevistas hechas a los colonos y de las he-chas a los técnicos de las instituciones presentes en el territorio.

11- Ibídem12- Ibídem

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Esta pequeña síntesis, nos servirá para agrupar puntualizaciones en común, algunas coincidencias y diferencias; agrupándolas en categorías: productiva, económica, social, cultural, institucional, geográfico, medio ambiental, temporal (histórico), gremial y político-jurídico; para facilitar su visualización y análisis.

factores que favorecen el asociativismo▪Productivos- El rubro productivo: el tambo, la quesería, la lechería en general, los aúna

en torno a temáticas, programas e intereses comunes (compra de insumos, micro-créditos, programas institucionales)

- Homogeneidad de los proyectos productivos: comparten técnicas, tecno-logías, formas de producir

- Acceso a tecnología y servicios: requieren de una inversión muy importante que individualmente no pueden y no justifica que hagan, pues no es recuperable (individualmente)

- Supone una ruptura, pues interpela un modelo productivo tradicional: posibilidad concreta y efectiva a escala familiar, que mediante el asociativismo puede superarse hacia escalas mayores

▪EconómicosEconomizar, aprovechar y potenciar recursos; y superar limitaciones por la

escala productiva: compra de insumos, acceso a maquinarias, financiamiento, asistencia técnica.

Construir sostenibilidad, en un medio, en el cual la producción familiar no en-cuentra fácilmente oportunidades: forma de presión hacia instituciones públicas y privadas, en la formulación de nuevas y mejores políticas públicas.

▪Sociales-Intercambio-diversidad de opiniones-conocimiento intergrupal: aprenden a

respetar otras ideas y opiniones-Comunicación, vinculación e información: mejora el contacto con sus veci-

nos, ayuda a circular la información-Liderazgos naturales que surgen (“caudillos”), guían, apoyan y dan rumbo

a estos procesos grupales-Necesidades de socialización, integración, acceso a bienes culturales:

mayor dificultad de llegada a estos medios rurales (talleres de formación, de capacitación, actividades lúdico-recreativas, encuentros, espectáculos)

▪Culturales-Aprendizaje- enseñanza: prácticas cotidianas, el estar asociado genera

discusión, aprendizajes, enseñanzas; conforman un capital-Red de apoyo: comparten con otros, además del territorio y el arraigo a la

tierra, otras subjetividades, problemas, adversidades, visiones.-Cultura propia de la colonia: en situaciones de gravedad (accidente, enfer-

medad, pérdida de bienes) se juntan más allá de las diferencias-Cultura grupal: superar el interés individual por el colectivo, evita el aislamiento-Comparte lógica con el desarrollo sostenible: apoyo al desarrollo de regiones

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pues estimulan y generan procesos que de alguna manera revierten procesos de larga data (despoblamiento, migración, etc.)

▪Institucionales-Mayor presencia y llegada institucional: de programas, proyectos, que han

visualizado, a los que se han adherido y los han beneficiado -Organizaciones previas facilitan organizaciones futuras: se aprehenden

mayores niveles de organización. Favorece la inserción y acceso a la red ins-titucional.

-Asociativismo: eje central de las políticas de fortalecimiento y desarrollo rural llevadas adelante y promovidas desde la institucionalidad competente y presente en el territorio. Promueve la organización tanto social, como cultural, económica, productiva, gremial.

▪Geográficos -Lo territorial: el territorio los define y los hace reconocerse como integrantes de él.▪Medio ambientales-Cuestiones ambientales: se genera la posibilidad de conservar cuestiones

propias de la producción familiar, fuertemente arraigada al territorio. Preservación y conservación de los recursos naturales.

factores que limitan el asociativismo

▪Productivos-Rubro productivo y exigencia de la actividad: la lechería específicamente,

por ser una actividad de mucha exigencia, ha generado pocos emprendimientos colectivos

-Heterogeneidad de los proyectos productivos: dificulta el aunar los produc-tores más prósperos, con los más empobrecidos, por cuestiones de calidad y escala de lo producido

-Sentimiento de competencia entre proyectos vecinos: permeados por la lógica del mercado. Lógica de competencia muchas veces favorecida desde la propia institución

-Cambios en las condiciones de producción: trabajan más horas, más integrantes de la familia, con menos descanso, y aún no logran superar sus dificultades

▪Económicos-Experiencias pasadas negativas: que han generado pérdidas económicas

y productivas. Fracasos que hoy limitan la asociación▪Sociales-Frustración: por la falta de apoyo de la comunidad en actividades colectivas▪Culturales-Individualismo: en formas de actuar, pensar y tomar decisiones-Esquemas históricamente aprehendidos: se naturaliza la desunión, el vivir

aislados e individualmente (hacia adentro del predio) -Cultura aprendida: no percibir el asociativismo como un beneficioInstitucional

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-Percepción y manejo del poder: las instituciones deben recoger las deman-das desde la comunidad, y no obrar imposición; se generan efectos adversos e insostenibles en el tiempo

-El tema de la “contrapartida”: para tener acceso a un programa, política, subsidio. Es contraproducente el inducir a organizarse o asociarse, pues no genera el aprendizaje necesario

▪Geográficos-Geografía: la cercanía a centros poblados o rutas nacionales, permite sa-

tisfacer las necesidades más fácilmente y de modo individual-Temporal (histórico)-Tiempo que lleva generar la organización de los sujetos, llegar a acuerdos,

superar conflictos, lograr una planificación y dar continuidad a los equipos técnicos que dan apoyo, sostienen y hacen seguimiento de estas formas asociativas.

-Político-jurídicoInexistencia de formas jurídicas adecuadas a esta ruralidad

factores que pueden estar favoreciendo y/o limitando la asociación

▪Productivos-EconómicosFacilidades impuestas por la venta de servicios, el productor terceriza el tra-

bajo: ya no precisan asociarse. Se facilitan los procesos, se evitan problemas-Problemas y fracasos generados por anteriores grupos: sobre todo de ma-

quinarias; responsabilidad por mantenimiento, roturas, pérdida -Grupos que se han apartado de sus objetivos iniciales: engrosan experien-

cias de frustración, con las consiguiente pérdida económica, productiva, de comercialización

▪Sociales-Participación: experiencias negativas del pasado reciente generan recelo y desin-

terés; se busca mantener lazos de vecindad y no involucrarse en zonas conflictivas-El problema es generar una práctica asociativa sistemática, reflexiva, donde

el sujeto sea realmente conciente, que puedan continuarse, sostenerse y generar procesos menos efímeros

▪Culturales-Cultura que han aprendido y se les ha transmitido: forma de vivir y producir

individual. Se privilegia lo conocido.-Abrir posibilidades, comprender otros aspectos de la realidad, no sólo lo

productivo, lo social, lo económico. Integrar otros factores. ▪InstitucionalesFalta de políticas a largo plazo de sostenimiento de procesos asociativos.Asociativismo muchas veces queda librado al técnico o funcionario institu-

cional interviniente en el territorio. Asociativismo: sostenido más por la institucionalidad que por los propios

integrantes. ▪GremialAbrir espacio a lo gremial, a la discusión, a la comprensión sobre la realidad

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en la que se encuentra cada productor▪Político-jurídicoAporte y enriquecimiento que genera esta producción familiar al resto de los

trabajadores, desde un punto de vista más político (es mutuo).

Conclusiones y sugerencias A partir de aquí se exponen una serie de conceptos propuestos como con-

clusiones y resultados, de lo recogido por las entrevistas, y de lo analizado propiamente desde la teoría y desde el estudio de caso aquí presentados.

La presente Tesis –Monografía de grado-, quiso ser un aporte, una creación que sea relevante y útil para aquéllos a quienes va destinado: los colonos, las formas asociativas, y las instituciones que en el territorio se encuentran. Para ello se han intentado exponer hipótesis claras y sencillas, argumentos adecua-dos, y reflexiones comprensibles y comprensivas, a la vez que respetuosa de la palabra que contienen. Como decía Rebellato, la tarea clave de todo intelectual orgánico13, es a través de la investigación, poder trabajar y ayudar a las comuni-dades, enfrentándose a su propia contradicción, mostrando las incongruencias, y las incoherencias, descubriendo potencialidades y señalando extrañamientos: “debemos ser investigadores de la esperanza, no de la resignación. Investiga-dores desafiantes, no meros facilitadores”14.

Concluimos que, como resultado de las políticas neoliberales que se han venido aplicando, en las últimas décadas, se ha producido una descomposición en la agricultura familiar, evidenciada por pequeños y medianos productores familiares empobrecidos, aislados, produciendo y comercializando en contextos desfavorables, con deficiencias en técnicas y acceso a tecnologías, con proble-mas de escala, de acceso a insumos, con proyectos productivos que se tornan inviables y difícilmente sostenibles.

Las varias instituciones que están interviniendo en el territorio, encuentran dificultades al momento de llevar adelante un trabajo coordinado. En general se presentan dificultades en la comunicación, en los tiempos acordados y en el manejo de información, que sin ser sustanciales, enlentecen la coordinación interinstitucional y la organización de actividades colectivas de inter-cooperación.

En la medida en que las intervenciones llevadas adelante por las institucio-nes sean sostenidas y continuadas en el tiempo, se tiende a generar un mejor espacio de confianza entre los técnicos y las poblaciones con las que se tra-baja, lográndose actividades y proyectos con mayor apropiación y autogestión. Continuidad que está planteada tanto en lo que refiere a actividades precisas (talleres, capacitación, integración), como en lo que atañe a los integrantes del equipo de trabajo que interviene en el territorio. La cercanía territorial, y la continuidad física estarían operando como favorecedores al momento de la intervención propiamente dicha.

13- […] es la formación técnica la que sirve para formar la base del nuevo tipo de intelectuales, un “constructor, organizador, persuasor”, que debe llegar “de la técnica-trabajo a la técnica-ciencia y a la concepción humano-histórica, sin la cual permanece especialista y no se vuelve dirigente” […]La organicidad del intelectual se mide con la mayor o menor conexión que mantiene con el grupo social al cual se refiere: ellos operan, tanto en la sociedad civil que en la sociedad política o estado […]. Recup. en Enciclopedia Libre Wikipedia: es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Gramsci -14- Rebellato, José Luis. 2000. Ética de la liberación- Ed. Nordan Comunidad. Montevideo, Uruguay

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Los procesos asociativos promovidos desde las instituciones, deberían respetar lógicas, funcionamientos y tiempos de los sujetos que en ellos se involucran e integran. Integrándolos a la planificación y trabajo propuestos desde el propio saber técnico-profesional. De ello dependerán aceptaciones y/o frustraciones que luego declaren sus integrantes; y que facilitará o establecerá un conflicto (una traba) a futuras asociaciones.

A lo cual agregamos una serie de reflexiones que a continuación explicitamos.El factor tierra, sigue ocupando un espacio fundamental, en situaciones

de proyectos productivos desfavorecidos, y con dificultades en su viabilidad y sostenibilidad ante una familia eminentemente creciente.

Encontramos que los proyectos más comprometidos productivamente, se caracterizan por un bajo nivel de capitalización y de tecnificación, que influye directamente sobre la calidad y la escala de producción. La tecnificación en muchos casos se va produciendo con rezago, en relación a las necesidades actuales y reales de cada uno productor/familia.

Se percibe desde aquéllos colonos que se encuentran al frente de proyectos productivos con mayores dificultades (viabilidad y sostenibilidad), que en relación a ellos se sostiene una convocatoria diferenciada, por parte de sus vecinos en mejor situación (económica, productiva, social, cultural y familiar en general), lo cual genera disparidad y desigualdad en la participación.

Esta dualidad de criterios, es percibida tanto en el trato desde las institu-ciones, como desde los propios colonos que están al frente de las principales formas asociativas de la Colonia. Estos productores tienen una visión más crítica y negativa hacia las instituciones. Consideran insuficientes las políticas que apoyan los procesos de producción y de organización, que integren activa y participativamente a los productores/trabajadores rurales. Por esto mismo se visualizan estrategias más individuales y aisladas; de manera que, escasa-mente, consideran estrategias asociativas o colectivas, como una alternativa posible y/o beneficiosa.

A nivel de la colonia, no se ha generado una identidad tal, que favorezca una innovación organizacional, entendiendo por tal, aquella que fácilmente podrían adoptar: asociándose para mejorar su situación productiva, acceso a maquinaria, a tecnología, a mercados, a insumos, a una mejor comercialización. Quizás visualizan en los cambios tecnológicos, y apuestan fuertemente a ellos como forma de acceso a una mejor situación productiva, que pueda mejorar su nivel y calidad de vida; restando importancia, o subvaluando cuestiones de organizativas y de asociación, que rápidamente podrían implementar, ya que están al alcance de sus posibilidades, permitiéndoles acceder a dicha tecnología en forma colectiva.

El asociativismo que se expresa a este nivel social y familiar, no tiene su correspondencia a nivel productivo, donde toda propuesta para asociarse o juntarse, es vista como favorecedora de la competencia y la rivalidad entre colonos.

Es notoria la dificultad que genera la carencia de espacios gremiales, que aporten instancias de diálogo, en la resolución de problemas y demandas

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comunes, y fortalezcan el sentir de los colonos frente a las instituciones. Se han visualizado escasas organizaciones gremiales que tengan incidencia en la región; que pueden habilitar y favorecer, un mayor conocimiento y aprendizaje en cuestiones de asociativismo y organización. Podría identificarse aquí, quizás, una dificultad de tipo político-partidaria, de afinidades con determinados grupos o sectores, de influencia territorial, que manifiestan su distancia en relación a lo gremial.

Los niveles de enseñanza y capacitación, muchas veces no responden a las necesidades sentidas y demandadas desde este medio. En ocasiones las instituciones educativas, se presentan poco abiertas y participativas, sin recoger necesidades, inquietudes, saberes propios de un territorio, su propia subjetividad e identidad.

Se percibe a la Universidad como una institución que logró acercarse a todos por igual, que oyó todas las voces, y convocó a todos los colonos por igual. Tam-bién la intervención de Trabajo Social, como disciplina específica, en el territorio rural, y concretamente en predios pertenecientes al INC, ha sido visualizada como positiva, como un aporte en instancias de capacitación, en temas inhe-rentes a la creatividad, a la participación, al asociativismo y nucleamiento.

Los procesos asociativos se han visto favorecidos y se han consolidado por el acompañamiento que se ha promovido desde las instituciones.

Pensando en fortalecer procesos asociativos y aprendizajes organizativos, espacios de discusión, de comunicación y de vinculación, es que esta disciplina, Trabajo Social, se situó con una direccionalidad y teleología de promoción y fortalecimiento de espacios colectivos. Oficiando de puente y mediador, entre las instituciones y los colonos -productores familiares- que en el territorio producen y se reproducen, que existen y resisten los avatares de un devenir complejo, que muchas veces condiciona y determina sus formas de producir. A partir de la comunicación y el acercamiento de estos productores, se promueve una mayor democratización en el acceso a planes, programas y políticas, a las que a veces reaccionan con ajenidad e indiferencia, por el simple desconocimiento de las mismas.

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Introducción

La hegemonía -es decir la dirección política y cultural de una sociedad- no es algo que se encuentre en un solo lugar sino que está presente en todos los ámbitos de la sociedad. Es decir, todos los sujetos sociales poseen una construcción biográfica previa a su construcción como sujetos sociales. Esto conlleva un proceso de formación de sujetos institucionalizados, o sea, asalariados, esco-larizados, ciudadanos.

Podemos afirmar que los campos hegemónicos no son espacios compactos, sino que dentro de ellos existen luchas de sentido, disputas de intereses. Por lo tanto, cuando pensamos en lo hegemónico pensamos también en la resistencia. Esta resistencia se da en distintos ám-bitos y se expresa de diferentes maneras.

Investigación

*Centro de Investigaciones y Estudios del Trabajo, Facultad de Ciencia Política y RR II, CONICET, [email protected]

Educación para la liberación

Educación Cooperativa y Pedagogía Crítica,

dos propuestas contra-hegemónicas

Evangelina Tifni*

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Consideramos que dentro de la resistencia contra la hegemonía podemos ubicar a las propuestas pedagógicas enmarcadas en los modelos de Educación Cooperativa y de la Pedagogía Crítica. Si bien estas propuestas surgieron en momentos históricos diferentes, ambas comparten la concepción que por medio de la educación se puede transformar al hombre y a la sociedad.

En el presente artículo intentaremos en una primera sección referenciar el concepto de hegemonía propuesto por Antonio Gramsci. En una segunda parte, describimos y analizaremos los principales postulados del modelo pedagógi-co de la Educación Cooperativa, iniciado por los Pioneros de Rochdale, para concluir retomando la propuesta de la Pedagogía del Oprimido formulada por Paulo Freire.

Objetivo general

A lo largo de este trabajo nos proponemos analizar tanto las diferencias como las similitudes entre las propuestas pedagógicas del modelo de Educación Cooperativa y de Pedagogía Crítica, entendiéndolas como herramientas para la lucha contra-hegemónica.

Marco de Referencia

Sobre el concepto de Hegemonía

La hegemonía está presente en todos los ámbitos de la sociedad. Cada sujeto social posee, como tal, una construcción biográfica previa. Como bien señala Butler, “la hegemonía pone el énfasis en las maneras en que opera el poder para formar nuestra comprensión cotidiana de las relaciones sociales y para orquestar las maneras en que consentimos (y reproducimos) esas relaciones tácitas y disimuladas en el poder.” (Butler, J; 2004: p. 20) Necesitamos tener en cuenta que el poder no está ahí, no es una cosa que es posible de aprehender como la riqueza o algún otro bien en particular, no se posee, no se basa sólo en la violencia física, y tampoco no es sólo represión.

El poder se ejerce, circula, transita, existe solamente en tanto que se pone en acción. Es una relación que se despliega y guía las posibilidades de conduc-tas para obtener determinados fines. Es una forma de inducir, seducir, facilitar o dificultar el accionar de otros; es inseparable de las relaciones sociales. “Es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como una instancia negativa que tiene como función reprimir” (Foucault, M; 1992: p.193)

Tanto el poder como la hegemonía llegan hasta el punto más íntimo del individuo, penetran en su cuerpo, en su lenguaje, en sus gestos, en sus discur-sos, en su vida cotidiana. El poder produce: produce discursos, conocimientos, realidad, placer pero a la vez es un producto del discurso. Estas relaciones de poder atraviesan, construyen todo el cuerpo social; y como tales no pueden di-

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sociarse ni establecerse sin una producción y articulación del discurso. “No hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad que funcionen en, y a partir de esta pareja.” (Foucault, M; 1992 b: p.148)

Es necesario remarcar que la hegemonía no se trata sólo de un fenómeno político, sino que abarca la concepción del mundo de una sociedad. Según Gruppi, la hegemonía es la “capacidad de unificar a través de la ideología y de mantener unido un bloque social que, sin embargo, no es homogéneo, sino marcado por profundas contradicciones de clase.” (Gruppi, L; 2008: ed. Digital) Es decir, una clase es hegemónica, dirigente y dominante, cuando, por medio de su acción política, ideológica, cultural, conserva junto a ella un grupo de fuerzas heterogéneas e impide que las diferencias internas estallen al punto que esa unión se rompa y desencadene una crisis de la ideología dominante.

Gramsci es uno de los autores que más importancia le otorga al concepto hegemonía. Él lo define como algo que opera tanto sobre la estructura económica y la organización política de la sociedad como también sobre el modo de pensar, sobre las orientaciones teóricas, y hasta sobre el modo de conocer. Podemos decir que, según este autor, la hegemonía es la capacidad de dirección, de conquistar alianzas, la capacidad de proporcionar una base social al Estado. En palabras de Gramsci, podemos decir que “el Estado es todo complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados.” (Gramsci, A; 2001: p. 96)

Las clases sociales, dominadas o subordinadas, poseen una concepción del mundo que es impuesta por las clases dominantes a través de continuas luchas sociales. Esta ideología de las clases dominantes se corresponde con su función histórica. Esta influencia, que se produce por diversos canales, permite a la clase dominante construir y mantener la conciencia colectiva, es decir, su hegemonía. Entre los canales por los cuales se reproduce la ideología podemos nombrar: las escuelas, la religión – particularmente la Iglesia-, el servicio militar, los medios de comunicación.

Siguiendo con su propuesta, podemos afirmar que la conciencia del hombre es el resultado de las influencias del medio en el que vive; o sea, que es el resultado de una relación social. Es la conciencia misma una relación social y como tal se trata de una relación de poder. De la misma manera se constituye la conciencia del niño. Es decir, no se trata de algo individual sino que esta es un reflejo de la porción de la sociedad en la que el mismo se encuentra, de las relaciones sociales en las que participa. Es decir, que en su conciencia se manifiestan las relaciones sociales en las que está inmerso en tanto pertene-ce a un barrio, a una familia, etc. que entran en contradicción con las que se encuentran en los programas escolares. En síntesis, no existe un alma del hombre en tanto esencia de este sino que posee una conciencia producto de un proceso social.

Especial atención le dedica Gramsci a las escuelas como reproductoras de

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la hegemonía ya que estas tienen a su cargo la formación de los intelectuales, en correspondencia con los procesos históricos. Se han conformado grupos que tradicionalmente ‘producen’ intelectuales. En este sentido, nos dice que “los intelectuales son los ‘empleados’ del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político.” (Gramsci, A; 2006: p. 16)

Así, Gramsci observa que las escuelas estaban organizadas en dos grupos fundamentales: la escuela profesional para las clases dominadas y la escuela clásica para los dominantes e intelectuales. En este sentido, nos muestra la tendencia de la época de cada oficio o profesión de crear su escuela como así también cada actividad intelectual a crear círculos pos-escolares que facilitaban la difusión de los avances científicos de cada especificidad.

Nos dice también que la escuela tradicional siempre ha sido oligárquica ya que estaba destinada a la formación de los nuevos dirigentes. Pero no era oligárquica por la forma de enseñanza sino porque cada grupo social tenía su tipo particular de escuela destinado a mantenerlo en la posición social en la que se encontraba. Este tipo de escuelas tiende a cristalizar las diferencias tradicionales. Para revertir esta tendencia es necesario generar un nuevo tipo de escuela preparatoria que permita a los jóvenes poder realizar la elección profesional, formando sujetos capaces de pensar, estudiar, dirigir o de controlar a quien lo dirige.

Por otra parte, podemos afirmar que la hegemonía tiende a construir un bloque histórico, es decir, a realizar una unidad de fuerzas sociales y políticas diferentes que trata de mantener unido por medio de la concepción del mundo que la misma ha trazado y difundido. En un bloque histórico, o sea una situación histórica global, podemos encontrar por un lado la estructura social que resulta de las relaciones de producción; y por otro lado, una estructura ideológica y política. El nexo orgánico entre ambos elementos lo realizan determinados gru-pos sociales que operan en el nivel superestructural. Este es el rol pertinente de los intelectuales.

De lo recién planteado, se desprende la importancia que le otorga a la educa-ción y no sólo a las escuelas, en tanto encargada de formar a los intelectuales. Considera que “cada generación educa a la nueva generación, es decir, que la forma y la educación son la lucha contra los instintos ligados a las funciones biológicas elementales, una lucha contra la naturaleza para dominarla y crear al hombre ‘actual’ en su época.” (Gramsci, A; 2006: p. 132)

Lo esencial del bloque histórico no es la relación existente entre estructura y superestructura sino, por el contrario, el carácter orgánico y dialéctico de la misma. Este vínculo orgánico es realizado por los intelectuales. Estos efectúan el análisis del bloque histórico y el ejercicio de la hegemonía. Es decir, que la hegemonía de la clase dirigente se caracteriza especialmente por la atracción que sus representantes producen en otros sectores intelectuales. La primacía de un grupo social sobre otro no sólo se ejerce por medio de la dominación, de

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la fuerza, sino también se lleva a cabo mediante la dirección intelectual. Como bien señala Gruppi, “no se limitan a ser solamente los técnicos de la produc-ción, sino que son también los que dan a la clase económicamente dominante la conciencia de sí misma y de su propia función, en el campo social y en el campo político. Dan homogeneidad a la clase dominante y a su dirección.” (Gruppi, L; 2008: ed. Digital)

Por último, podemos afirmar que los campos hegemónicos no son espacios compactos, sino que dentro de ellos existen luchas de sentido, disputas de inte-reses. Como bien plantea Laclau, para que exista la hegemonía se necesita que los objetivos sectoriales de un grupo operen en nombre de una universalidad que los trascienda. Aunque ese universalismo es de un tipo particular, ya que no se trata de una decisión contractual sino que ese vínculo modifica la identidad de los sujetos hegemónicos.

Como marcábamos al principio, si pensamos en el sector hegemónico tam-bién pensamos en la resistencia a dicho grupo. Esta resistencia no es unívoca, no se da en un solo frente, sino que se construye de maneras diferentes en los diversos ámbitos de la sociedad. En este trabajo nos centraremos en las resis-tencias que se establecen en el ámbito de la educación no formal, básicamente en las propuestas de Educación Cooperativa y de Pedagogía Crítica.

Resultados y Discusión1

Educación CooperativaDentro del movimiento cooperativo, la educación cooperativa es uno de los

factores principales para propiciar su desarrollo.

Este se trata de un instrumento socio-económico que intenta responder a las diferentes necesidades de los socios y para que éstos puedan soportar los avatares de la economía. En pocas palabras, como dice Shujman (1976), el cooperativismo se trata de un “movimiento de cambio y progreso social”.

Los primeros en plantear el Principio de Educación Cooperativa fueron los Pioneros de Rochdale, en 1848, al crear el ‘Fondo de Educación’ que se generó con fondos de la cooperativa para contribuir a la capacitación de sus asociados. Sabían que para mejorar sus condiciones de vida no bastaba con mejorar su situación económica sino que era necesario acceder a la educación. Así fue como demostraron que uno de los factores más importantes para el desarrollo de la ideología cooperativista era la educación.

La educación cooperativa no puede restringirse a la formación técnica de los cooperativistas y otros miembros de la organización. Este modelo pedagógico

1- El presente apartado es presentado en dos secciones. En las mismas se trabajan por sepa-rado los modelos pedagógicos de Educación Cooperativa y Pedagogía Crítica para poder así analizarlos en profundidad.

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se sostiene sobre tres pilares fundamentales: esfuerzo propio, ayuda mutua y solidaridad. Uno de sus principales objetivos es promover la dignidad del hombre. Se trata de buscar un cambio global en la mentalidad de todos los involucrados en las cooperativas. “Para los dirigentes, la educación se convierte en la herramienta para orientar y expandir adecuadamente las actividades comunes. Los socios convenientemente informados y capacitados están en mejores condiciones para participar activamente en sus cooperativas.” (Mateo, G; 2006: p. 66)

La cooperación moderna, que tiene como objetivo transformar la organización económica de la sociedad y poder instituir un régimen basado en las asociaciones económicas al servicio de los trabajadores, tiene como fundamento doctrinal a los utopistas – Tomás Moro y Bacon -. Para ello la educación cooperativa tiene dos frentes: uno externo al movimiento cooperativo a través del que intenta acercar a quienes se encuentran fuera de dicho movimiento y otro interno, mediante el que capacita a sus asociados y demás participantes.

Sin embargo, Robert Owen (1771-1858) es considerado el padre del coope-rativismo moderno y uno de los primeros en teorizar sobre la importancia de la educación cooperativa como herramienta para mejorar la calidad de vida de los obreros. Esta preocupación lo llevó a elaborar un programa de reformas sociales que incluía: reducir la jornada de trabajo de 17 a 10 horas, prohibir el trabajo de menores de 10 años y aumentar los salarios. Para los niños propone la educa-ción gratuita. Procuró obtener precios razonables y alojamientos sanos para los obreros y sus familias. Creía que los problemas sociales se resolverían aplicando el método de ‘asociación económica’ basado en la propiedad colectiva.

Su paso por diferentes empresas capitalistas, le mostró las condiciones de vida de los obreros. Consideraba que para poder cambiar las relaciones eco-nómicas dominantes era necesario acabar con la ignorancia, que consideraba la única causa el mal y las injusticias sociales. Su concepción y preocupación de la educación como herramienta de transformación social es una constante en su vida. Es en estos aspectos que se acerca al pensamiento marxista, como así también por su ateísmo y sobre su concepción del trabajo como medida del valor. Sin embargo, se aleja del marxismo ya que rechaza la idea revolucionaria y de lucha de clases. (Blando, O; 1980: p. 137)

Owen, considerado un ‘socioalista utópico’, es el primero en quien aparece la idea de organización cooperativa pensada en base a una organización inter-nacional. Siguiendo este objetivo, en 1835, funda en Londres la “Asociación de todas las clases de todas las Naciones” en la cual trata de poner en práctica su sistema social basado en la organización cooperativa internacional. Como bien señala Blando, “Robert Owen advirtió las consecuencias sociales de la revolución industrial y los rigores del incipiente capitalismo e intentó su solución. Pero más allá del éxito o fracaso de su tarea, allí germinó y creció una idea vigente aún hoy –y más que nunca-: la idea de la cooperación.” (Blando, O; 1980: p. 141)

Aunque en su momento, estas ideas no tuvieron seguidores, con el tiempo el Dr. William King (1786-1865) las retoma. Fue un precursor de las ideas de la Educación Cooperativa. Consideraba que era necesario reunir el poder de consumo de los obreros y que éstos generen cooperativas de consumo.

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Sus planteos influyen en la creación de la cooperativa de tejedores de Roch-dale. Sostenía que la clase trabajadora sólo podrá salir del estado de miseria y dependencia en que se encuentra frente a la clase capitalista por medio de la cooperación. Por lo tanto, la emancipación de la clase obrera deberá hacerse por sus propios medios.

King sostenía que la cooperación no podía ocuparse sólo de la organiza-ción económica sino que debía también contribuir a la transformación moral de los hombres. La cooperativa se encargará de la educación integral de los cooperadores. La escuela tradicional se ocupa de cultivar la inteligencia de los niños pero no su alma. Impulsa la creación de escuelas cooperativas para la enseñanza económica y la organización cooperativa.

Según King, “el fundamento social y económico de la cooperación consiste en la organización del trabajo en interés de los que proporcionan el trabajo. La cooperativa proporciona la oportunidad al factor trabajo de liberarse del estado de dependencia en que él se encuentra frente al factor capital.” (Mladebatz, G; 1969: p. 38) No solo expresó teóricamente sus ideas sino que las llevó a la práctica creando el periódico mensual ‘El Cooperador’ (1828-1830). Exponía en él tanto los principios cooperativos como también los medios para que los obreros logren emanciparse.

Existieron otros autores que si bien reconocían la importancia de la edu-cación cooperativa no ofrecieron los caminos para desarrollarla. Entre estos podemos nombrar a Louis Blanc (1812-1882) Si bien reconoció la importancia de la educación para el cambio a la mentalidad solidaria de los trabajadores, no aplicó fórmulas educativas para realizar esta transformación. Consideraba que la solución a los problemas sociales del orden económico debía buscarse en la organización del trabajo por la asociación.

Blanc culpaba a la libre competencia de todas las miserias dentro de dicho orden económico. La sociedad debe asegurar a cada individuo la posibilidad de trabajar. La célula del nuevo sistema económico va a ser el taller social.

Se trata de una asociación de base democrática formada por obreros de una misma industria, eliminando la competencia entre sus asociados, generando un nuevo sistema económico nacional. En ellas, el sistema salarial estaba basado en el principio por el que cada uno produce según su necesidad, cada uno consume según sus necesidades. (Mladebatz, G; 1969)

Siguiendo con esta línea de pensamiento, encontramos a Herman Schulze (1808-1883). Era un ferviente creyente en que sólo por la vía de la educación y por la consolidación de la actividad del individuo se podía elevar la vida de la sociedad. En una carta que le escribe a Bernstein señala que la educación nos enseña a gobernarnos tanto en la vida privada como en la vida pública y que la sociedad no puede prosperar sino es mediante la unión de todas las actividades humanitarias, económicas y políticas.

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Todos los autores mencionados contribuyeron a la conformación de la con-cepción cooperativa y de sus valores, aunque con diferentes planteos, todos acuerdan en el rol fundamental de la educación como instrumento de consolida-ción del movimiento cooperativo. Más en particular, todos reconocen, en algún momento, la importancia de la Educación Cooperativa como herramienta para la liberación de la clase trabajadora y para la consolidación de un nuevo sector en la economía, que contribuiría al bienestar de sus miembros.

Pedagogía Crítica

La propuesta de la Pedagogía Crítica será abordada centralmente por los planteos teóricos-metodológicos realizados por Paulo Freire (1921-1997) Este brasilero, de familia trabajadora, es uno de los pedagogos que analizó la problemática educativa desde una visión integral. Su propuesta surge a partir de una crítica ideológica que realiza al sistema capitalista y, específicamente, al sistema educativo que este promueve. Considera que toda intervención educativa es histórica, cultural y política.

Como consiguiente, la pedagogía dominante es, en realidad, la pedagogía de las clases dominantes. Como oposición a ésta, como forma de liberación de los hombres, plantea la pedagogía del oprimido, la cual no se realiza ni para ni con, sino que es la pedagogía del oprimido. Es decir, que esta propuesta pedagógica intenta que el hombre se descubra y se conquiste como sujeto histórico y transformador de su propio destino. “Pedagogía que haga de la opresión y sus causas el objeto de reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el compromiso necesario para su lucha por la liberación, en la cual esta pedagogía se hará y rehará.” (Freire, P; 2008: p. 38)

Como punto de partida, Freire señala la ‘deshumanización’ como conse-cuencia de la opresión. Esta afecta tanto a los oprimidos como a los opresores. La violencia de los opresores impide a los oprimidos ser, y la respuesta a ésta es la búsqueda por parte de los oprimidos del derecho de ser. Por lo tanto, los opresores al prohibirles ser no pueden ellos mismos ser. Los oprimidos, en su lucha por la liberación, al quitarles el poder de oprimir, les restituyen la huma-nidad perdida en el ejercicio de la opresión2.

De esta forma, al liberarse los oprimidos no sólo se liberan a ellos mismos sino que también liberan a sus opresores.

Paralelamente, considera que los oprimidos son seres duales que alojan al opresor en sí. En esta conciencia dual que se necesita reconocer se aloja la contradicción del oprimido: para él ser es parecer y parecer es parecerse al opresor. Los oprimidos, inmersos en la estructura de la dominación, temen a la libertad porque no se sienten capaces de poder correr el riesgo de asumirla. Le temen también porque luchar por ella implica una amenaza, no sólo para el opresor sino también para los compañeros oprimidos que temen mayores represiones. Sufren una dualidad en lo más intimo de su ser. “Quieren ser, más temen ser. Son ellos mismos al tiempo que son el otro yo introyectado en ellos mismos como conciencia opresora. Su lucha se da entre ser ellos mismos o ser duales. Entre expulsar o no al opresor desde ‘dentro’ de si (...)

2- “La opresión sólo existe cuando se constituye como un acto prohibitivo al ser más de los hombres.” (Freire, P; 2008: p.53)

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Entre decir la palabra o no tener vos, castrados de poder crear y recrear, en su poder de transformar el mundo.” (Freire, P; 2008: p. 42)

En un primer momento, cuando el oprimido toma conciencia de su situación tiende a convertirse en opresor ya que su estructura de pensamiento oprimido está condicionada por las experiencias vividas en contradicción. Como ejemplo de esto, Freire nos dice: “en un caso específico, quieren la reforma agraria, no para liberarse, sino para poseer tierras y, con éstas, transformarse en propietarios o, en forma más precisa, en patrones de nuevos empleados.” (Freire, P; 2008: p. 38) Muchas veces los oprimidos, cuando son promovidos en sus puestos de trabajo, se convierten en opresores de sus antiguos compañeros y, en algunos casos, ejercen una violencia mayor que los anteriores opresores.

Por lo tanto, para que la pedagogía de la liberación tenga efectos positivos no basta con reconocerse inmersos en una situación de opresión; esta misma comienza cuando al reconocerse oprimidos los hombres comienzan la lucha por su liberación. La pedagogía del oprimido tendrá dos momentos interrelacionados. En el primero, los oprimidos van descubriendo el mundo de la opresión y se comprometen con su transformación. En el segundo momento, al transformarse la realidad opresora, la pedagogía deja de ser del oprimido para convertirse en la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación, en la pedagogía del hombre nuevo.

Por lo dicho hasta aquí, podemos afirmar que Paulo Freire entiende a la educación como un proceso de permanente construcción. Critica a la educación tradicional que denomina educación ‘bancaria’. Este modelo educativo mantiene en el centro de su concepción la contradicción opresor / oprimido. Se considera al educador el sujeto real de la educación y al educando un objeto, un recipiente vacío donde el educador deposita el saber. Por el contrario, en el modelo de la pedagogía del oprimido, educador y educando son ambos sujetos en tanto descubren la realidad y la conocen críticamente, como así también por el acto de recrear el conocimiento a través de la reflexión y la praxis.

En la narración del educador ‘bancario’ los contenidos son retazos de la realidad que no se relacionan con la totalidad que los genera ni con el contexto que les otorga su sentido. De esta forma, las palabras se vacían de contenido, convirtiéndose en un verbalismo alienado y alienante.

En este sentido, el saber es concebido como una donación realizada por los que se creen sabios hacia quienes ellos creen ignorantes. “Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideología opresora: la absolutización de la ignorancia, que constituye lo que llamamos alienación de la ignorancia, según la cual se encuentra siempre en el otro.” (Freire, P; 2008: p. 72) De esta manera, el educador será siempre el que sabe en contraposición a los educandos que serán siempre los que no saben. Así la educación pierde el carácter de búsqueda y proceso constante. La educación ‘bancaria’ busca transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación de opresión en la que éstos se encuentran.

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Como contraposición a este modelo, Freire propone a la educación ‘proble-matizadora’ en la que el proceso educativo es siempre un acto cognoscente y contribuye a la liberación. Esta se consigue rompiendo con la dicotomía educador / educando y convirtiéndose ambos en educadores y educandos. De esta forma, el educador es educado a través del diálogo con el educando, quien a su vez, al ser educado, también educa. Así se rompen los argumentos de autoridad: “ya nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión, y el mundo es el mediador.” (Freire, P; 2008: p. 85)

Para Freire, el lenguaje no existe sin un pensar y estos sin una estructura a la que se encuentren referidos. Entonces, para que exista un verdadero diálogo es necesario que el educador conozca las condiciones estructurales en las que se construyen el lenguaje y el pensamiento del educando. Las prácticas del lenguaje entre individuos y grupos reflejan la realidad, organizan el universo social y refuerzan lo considerado como límite posible. Es por esta dimensión subjetiva del lenguaje que hace hincapié en la alfabetización como herramienta de lucha por el ser más de los hombres. (Mac Laren, P; 1996)

La educación como práctica de la libertad, no puede concebir al hombre como ‘vacío’ a quien el mundo ‘llena’ de contenidos. Por el contrario, debe concebir al hombre como ‘cuerpos concientes’ y a la conciencia como conciencia inten-cionada al mundo. La educación problematizadora busca la inserción crítica de los sujetos en su realidad.

Conclusiones

Como bien señalamos en la introducción, las luchas contra la hegemonía no se dan en un solo ámbito ni de una sólo manera, sino que van revistiendo diversos rasgos dependiendo del sector y del momento histórico en el cual se sucedan.

A lo largo de este trabajo presentamos dos alternativas que se plantearon en la historia, en diferentes momentos y diferentes escenarios como resistencias a los modelos de educación dominante, o mejor dicho –como bien planteaba Paulo Freire- al modelo educativo de las clases dominantes.

Es necesario señalar que todo planteo pedagógico posee una finalidad y un contenido, transmite un sistema de ideas que predetermina la acción –tanto individual como colectiva- y se da en un medio social y económico determinado. Por tanto, retomando a Gramsci, podemos decir que todo modelo pedagógico incide en la construcción de la conciencia del hombre. No sólo esto sino tam-bién inciden sobre la enseñanza los medios de comunicación, información y deformación de la opinión pública.

Si bien las dos propuestas abordadas a lo largo del artículo fueron producidas en diferentes contextos, pudimos observar que ambas tenían como objetivo principal la liberación de las clases oprimidas, más específicamente del hom-

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bre oprimido. Se propusieron la posibilidad de generar un hombre nuevo y de esta forma lograr una nueva sociedad, donde la opresión, la dominación, ya no tengan lugar. Ambas propuestas –si bien desde lugares diferentes- entendieron que la educación es un instrumento de lucha para poder romper las ataduras de la dependencia y modificar las atrasadas estructuras de producción. De esta manera, ambos modelos intentan generar nuevas ideas, nuevas reglas de conducta, porque también el desarrollo económico y social, en otra dimensión requiere la formación de una conciencia. (Shujman, L y Streiger, M; 1976)

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…Y el viento los amontona:

Reflexiones sobre grupos, políticas públicas y

recursos naturales.

Lic. Alicia Migliaro*

En los últimos años se han sucedido una importante cantidad de políticas públicas de promoción del desarrollo rural que basan su estrate-gia de implementación en la organización de colectivos de trabajadores, principalmente de los sectores sociales más empobrecidos. Esto ha gene-rado el surgimiento explosivo de innumerable cantidad de agrupamientos como sostén de emprendimientos productivos, que, con aciertos y errores conforman un entramado de experiencias particulares sobre las que es preciso reflexionar.

Si bien la estrategia de lo grupal está ampliamente difundida, los procesos grupales suelen ser verdaderos puntos ciegos en el diseño e implementación de las políticas, y más aún en colectivos que realizan sus prácticas productivas en relación con la explotación de recursos naturales. Se parte del presupuesto que los grupos se constituirán mágicamente en función de la capacidad de desempeño de sus integrantes, olvidando que la conformación de organizaciones de trabajo colectivo son verdaderas rupturas respecto a la cotidianidad de las prácticas productivas, y que por ende suponen profundas transformaciones en la subjetividad de trabaja-dores y trabajadoras

En este artículo nos proponemos abordar a los grupos en una doble dimensión: como sustento material de las experiencias asociativas y como innovaciones tecnológicas respecto a la organización del trabajo.

Ensayos y Polémicas

*- Universidad de la República. Licenciada en Psicología. Maestranda en Psicología Social. Docente del Servicio Central de Extensión y Acti-vidades en el Medio.

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Advertencia al lector

Las reflexiones aquí planteadas son producto de distintas experiencia de trabajo con productores rurales y pescadores del Uruguay, en el marco de prácticas universitarias (de extensión e investigación) y en el marco de progra-mas de desarrollo rural. Las experiencias que sirven insumo para el análisis se sucedieron entre los años 2006 y 2009, en los departamentos de Cerro Largo, San José, Paysandú y Rocha.

En esta oportunidad dejaremos de lado la riqueza de cada experiencia en particular para hacer énfasis en el sesgo común del trabajo con estos emprendi-mientos: el intento colectivo de crear y recrear formas organizativas que permitan llevar adelante proyectos de vida mas justos y solidarios.

Así tomadas son un esfuerzo por pasar al papel charlas, reuniones, discusio-nes, intercambio, penas y alegrías que he compartido con distintos grupos de hombres y mujeres (productores lecheros, horticultores, chacareros, pescadores artesanales) mientras transitábamos estos desafíos.

En ellas se cuelan manos y voces de compañeros y compañeras (psicólo-gos, técnicos agropecuarios, trabajadores sociales, agrónomos, veterinarios, antropólogos) con quienes he tenido el gusto de ensayar alternativas para pulir la herramienta de una academia crítica con su tiempo socio-histórico, comprometida políticamente; reclamando su lugar al lado de los procesos de transformación social.

Es por estas que estas líneas no son, no podrían ser, en singular.A todos y todas, gracias por el nosotros.

1. Presentación

En los últimos años, principalmente a partir de la instalación primer gobier-no progresista en nuestro país, se han sucedido una importante cantidad de políticas públicas de promoción del desarrollo rural que basan su estrategia de implementación en la organización colectiva del trabajo. Como ejemplo de esto podemos mencionar las propuestas de desarrollo rural promovidos por el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (Programa Uruguay Rural, Proyecto de Producción Responsable, Programa Ganadero), las propuestas del Instituto Nacional de Colonización de adjudicaciones colectivas y los planes de desarrollo local que han desarrollado distintos gobiernos municipales del Uruguay.

Sea para recibir asesoramiento técnico, para la compra-venta de productos e insumos, la gestión de créditos, o el acceso a la tierra; la estrategia de la organización colectiva del trabajo ha sido ampliamente difundida y promovida, principalmente en aquellos sectores sociales mas empobrecidos. Esto ha ge-nerado el surgimiento explosivo de innumerable cantidad de agrupamientos de trabajadores y trabajadoras como sostén de emprendimientos productivos, que, con aciertos y errores conforman un entramado de experiencias particulares sobre las cuales nos proponemos reflexionar.

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2. “Lo que buscamos es que se agrupen”: políticas públicas

Antes de adentrarnos en estas reflexiones conviene recordar que, si bien hablamos aquí de grupos en un sentido genérico, parecido no es lo mismo.

Comenzaremos por desentrañar el concepto mismo de “grupo”, el cual ha sido ampliamente abordado por la vasta y rica tradición teórico-conceptual de la Psicología Social rioplatense. Como clara exposición de esta tradición, tomare-mos los aportes de Enrique Pichon Rivière, quien define a los grupos como:

“Conjunto de personas que, ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna, se proponen en forma explícita o implícita llevar a cabo una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de adjudicación y asunción de roles” (Pichon Rivière, E.:1985)

Si bien esta definición encuadra un primer recorte, a la vez que una herra-mienta para el análisis sobre estos denominados grupos, basándonos en las experiencias transitadas, podemos afirmar que esta definición, nos limita, cuando no inhabilita, el pensamiento y acción a las alturas a las que estos colectivos nos desafían1.

Profundizando en el área de la Psicología Social proponemos un acercamien-to desde lo que Ana María Fernández denomina el 3° Momento Epistémico de abordaje de lo grupal (2002), fase que se da desde los mediados del S.XX en adelante. La autora plantea que los abordajes grupales, como objeto de estudio e intervención, se inscriben en la dicotomía disciplinar y profesional individuo vs. sociedad; si bien en un principio se propone al grupo como espacio mediador entre ambos campos, al complejizarse las propuestas y análisis se tensa al grupo en su condición de mediador y esta clásica tensión entre psicologismo y sociologismo deviene en neta contradicción.

Frente a esta encrucijada epistémica y ante las exigencias de un mundo social cada vez más complejo, diferentes autores (de distintas tradiciones y trincheras disciplinares) proponen algunas nociones innovadoras respecto a los grupos y grupalidades, las cuales constituyen el signo distintivo de este 3° Momento Epistémico de abordaje de lo grupal. En primer lugar se plantea el agotamiento de la lógica de objeto discreto para el abordaje de lo grupal, apremia la perspectiva interdisciplinar para entender los procesos grupales y el indisciplinamiento de las prácticas se torna en necesidad. En segundo lugar la inscripción grupal en redes institucionales y organizacionales pasa a ser entendido como un proceso de resignificación mutua; las lógicas institucionales permean al grupo, influyen en su constitución y dinámica, y las prácticas grupales construyen, posibilitan u obturan, la reproducción institucional.

1- Escapa a los objetivos de este trabajo repasar el vasto abordaje de las Ciencias Sociales sobre lo grupal. Para profundizar en los grupos como objeto de estudio sugerimos el texto de Ana María Fernández “El campo grupal. Notas para una genealogía”. En el mismo se realiza un análisis genealógico y epistemológico de las distintas propuestas teórico-técnicas de trabajo con grupos que han desarrollado las Ciencias Sociales.

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Desde esta óptica las lecturas e intervenciones sobre lo grupal cambian cua-litativamente, el grupo se expresa a través de su productividad (de sus “hacer” material y simbólico), es en ella donde explicita sus sentidos, es allí donde se produce subjetividad.

Asumiendo el desafío que esta perspectiva propone ensayaremos algunas dimensiones desde donde acercarse a la singularidad de los procesos de estos grupos de trabajadores rurales; a saber, sus condiciones de surgimiento y grado de asociativismo.

De los grupos promovidos por las políticas públicas, encontramos por un lado, aquellos que se forman a instancias de la mediación de técnicos o a partir de la gestión de un bien común, y aquellos que se nuclean en forma aparentemente más autónoma como frente a la propuesta de la política pública. Desde nues-tra perspectiva de trabajo, las condiciones de surgimiento, son algo así como la prehistoria de los procesos grupales, y en este sentido son condicionantes pero nunca determinantes del devenir grupal. Es frecuente encontrar, tanto en los ideólogos de las políticas públicas como en los técnicos que las ejecu-tan, la tesitura que si los grupos se juntan por motu propio funcionan y si son promovidos por otros fracasan; a nuestro entender los orígenes grupales son material para entender al grupo y trabajar con el, pero en ningún caso explican, unidimensionalmente, el destino de los mismos. Esta afirmación se fundamenta en una distinción conceptual entre el acto fundante del grupo (el momento en que el grupo se reconoce y nomina como tal) y el proceso grupal que a partir de él se habilita (la dinámica cotidiana de trabajo y sus implicaciones materiales y subjetivas). Valiéndonos de nuestras herramientas teóricas y metodológicas es que proponemos distinguir estos dos acontecimientos, abriendo el proceso grupal como campo de intervención, ya que es sobre este proceso que se da la conformación de la organización del trabajo asociado.

Al acercarse a estos grupos denominados cooperativas, siempre cabe pre-guntarse, a que nivel se da la asociación, es decir, que es lo que comparte el grupo, ya que esto supone grados de compromiso y de reorganización en relación a las prácticas productivas totalmente diferentes. No es lo mismo los grupos que se asocian para comercializar o para comprar insumos, que los grupos que gestionan bienes comunes, o los grupos que deben compartir el trabajo cotidia-no con recursos en común. Si leemos estos grados de asociativismo desde las configuraciones de las relaciones entre capital, trabajo y medios de producción, se entiende claramente esta afirmación. Sintéticamente planteamos que a mayor nivel de integración de los tres factores en el proyecto colectivo, mayor es los desafíos y la complejidad de la propuesta (tanto en términos materiales como simbólicos) así como mayor es el potencial de disputa contra hegemónica de la misma. Estas diferencias son centrales y determinan las propuestas teórico-técnicas de abordaje de los procesos grupales.

Más allá de las condiciones específicas de surgimiento o del grado de asociativismo puesto el juego, el signo común que encontramos en ellas es la apuesta a lo colectivo como estrategia de organización del trabajo.

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En el intento de superar o mejorar la situación actual se propone el trabajo asociado (el dispositivo de organización grupal del trabajo) lo cual supone un cambio en la lógica con la que se venían desarrollando las prácticas productivas que los sujetos venían desarrollando con anterioridad.

Estas políticas de promoción de lo grupal tienen como trasfondo un sesgo ideológico que es necesario poner en el tapete para su discusión.

En primer lugar es necesario desarmar la ficción de la política de lo grupal como estrategia de socialización y distribución de la riqueza. A nuestro entender, el signo distintivo de estas propuestas, es que diseñan dispositivos particulares desde donde organizar la “bajada” de políticas públicas a aquellos sectores ol-vidados por el Estado Neoliberal. Estamos asistiendo al armado de una nueva configuración del Estado de Bienestar, ya no organizado desde la centralidad del Estado dirigiendo políticas públicas hacia los individuos, sino desde la diseminación de las políticas y los recursos estatales sobre agrupamientos y colectivos. Esto vale tanto para los beneficiarios de las políticas públicas, como para los ejecutores de las mismas, esto es, las ONG’s y diferentes asociaciones civiles contratadas y los técnicos que las llevan adelante.

Se diluye el accionar estatal, los mecanismos de control se flexibilizan y efectivizan; un claro ejemplo de esto es el uso, y cuando no abuso, de los proyectos concursables y las licitaciones de corto plazo, lo cual tiene un fuerte impacto sobre la organización del trabajo de quienes ejecutan las políticas pú-blicas. Paradójicamente se genera condiciones de trabajo precarias, trabajar con colectivos precarizados.

Atravesando estas políticas opera la idea de que el asociativismo es una estrategia alternativa a las formas típicas del capitalismo, o que el asociarse es bueno y solidario en si mismo. Entendemos que esto parte de una mirada muy maniquea de los procesos vinculados al capital, donde el asociativismo es vinculado exclusivamente a figuras organizativas cooperativas que pretenden una relación del trabajo-capital que, jerar-quizando el primero, organicen una distribución equitativa y solidaria de los recursos gestionados y generados. El asociativismo pobre para pobres invisibiliza en el método del trabajo asociado el o los objetivo (es frecuente encontrar más de uno y hasta algunos contradictorios entren sí) que el grupo persiga. Las intencionalidades del colectivo (¿aumentar el capital?, ¿mejorar las condiciones de trabajo?, ¿hacer la revolución social?), en lo global, y de los sujetos que lo componen, en lo particular, suelen ser abordadas solamente desde el plano discursivo consciente, quedando relegadas en el proceso de trabajo y constitución de lo grupal. Es justamente en este proceso, en el transcurso del mismo en donde los objetivos e intencionalida-des varían, mutan, cambian, se alejan o se aceran de las intencionalidades de las políticas públicas, se alejan o se acercan de los posicionamientos ideológicos de los técnicos que ejecutan las mismas. Estas distancias son conflictos latentes que fácilmente se pasan por alto en la mirada bonachona de la solidaridad.

El Estado (a través de los múltiples dispositivos desde los que actúa) opera como un capitalista encubierto; provee capital a aquellos que solo pueden ofrecer trabajo y les impone una lógica organizativa funcional a las necesidades del propio Estado, fundamentalmente en relación a los compromisos asumidos con el Mercado.

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Se trata de capitalizar organizaciones de pequeño porte que no compitan deslealmente en el mercado, y que ,a través de la idea de generar estrategias donde los sectores excluidos puedan compensar carencias para la inclusión social, tengan la base material sobre la cual desarrollarse. Desarrollo basado en una mi-rada principalmente economicista que lleva a pequeña escala, ciertas lógicas que encontramos a nivel global. Estas nuevas organizaciones pueden verse así, como pequeñas empresas/cooperativas en desarrollo, a las que si les va bien, algún día podrán llegar a ser empresas/cooperativas desarrolladas.

El corolario de estas miradas maniqueas sobre el capital y sus procesos, es un abordaje lineal y simplista de los grupos que llevan adelante estas propuestas. Las políticas públicas de promoción de lo grupal suelen ignorar y/o encubrir el proceso de constitución de lo grupal. Los grupos no se conforman mágicamente al rellenar un formulario o entregar un proyecto. Estas acciones serán, depen-diendo del caso, mojones mas o menos significativos en el proceso grupal que deberá continuar su devenir, transitando entre el trabajo cotidiano. Los grupos no se forman por mera sumatoria de voluntades o de acuerdo a recetarios de manuales sociales, exigen procesos singulares y únicos, tiempo de trabajo con ritmos e intensidades propias que pueden encontrarse o no con las necesidades de las instituciones y las políticas públicas que los promueven.

Siguiendo esta línea de análisis, es frecuente encontrar, por parte de técnicos y actores políticos, una visión profundamente moralista en relación a los grupos. Preexiste el ideal que siempre positivo el trabajo asociado (principalmente en aquellos sectores de menos recursos) y que alcanza con agrupar a “gente de trabajo” y facilitar algún capital para lograr constituir proyectos cooperativos; invisibilizando, cuando no negando, la dimensión subjetiva en cuanto a la con-formación de la organización del trabajo.

Esta mirada idealizada de los procesos grupales cristaliza los conflictos bajo el manto de la unidad. Se suele encontrar la tesitura, tanto en los participantes como el los técnicos, que el grupo debe ser un todo homogéneo, donde todos deben pensar y actuar en forma similar. De esta manera se oculta relaciones de poder, atravesamientos institucionales, tensiones y contradicciones entre lo singular y lo colectivo, diferencias políticas e ideológicas.

En muchos casos los valores y principios cooperativista operan en un sen-tido normativo (del deber ser) restringiendo la posibilidad de darse las formas organizativas mas acordes a las necesidades de ese grupo en concreto. El grupo ideal (unido, parejo, homogéneo) coarta las posibilidades de desarrollo del grupo real, dificultando el procesamiento de los conflictos y el tratamiento de las situaciones particulares. Los desacuerdos son vividos como amenazas a la unidad grupal y como tal se opta por dejarlos a un lado y “de eso mejor no hablar”... mientras se pueda.

Sin embargo, a pesar de estas críticas o precisamente por ellas, desde nuestros posicionamientos político-académicos estamos convencidos de lo colectivo como estrategia desde donde construir prácticas contra-hegemónicas a las lógicas del capital, desde donde disputar también a nivel subjetivo, los proyectos alternativos de organización del trabajo.

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Entendemos la subjetividad como

“(...) la forma peculiar que adopta el vínculo humano-mundo en cada uno de nosotros, es el espacio de libertad y creatividad, es el espacio de la ética (sin embargo) el sujeto no se caracte-riza solamente por su subjetividad, sino por ser al mismo tiempo capaz de objetivar, es decir de convenir, de acordar en el seno de la comunidad, de producir un imaginario común y por tanto de construir su realidad” (Najamanovich, D.:2001)

Desde nuestra perspectiva, al hablar de subjetividad en colectivos de tra-bajadores y trabajadoras, no hablamos de una entelequia que sobrevuela al grupo; es aquello que transita entre el grupo y que se evidencia a través de las prácticas del colectivo.

2. “Las medias son pa “las patas”: los grupos

Nuestra propuesta es atender a los procesos grupales que se promueven o dinamizan a partir de las políticas públicas de desarrollo rural. En este sentido nos proponemos desplegar a los grupos como campo de análisis e intervención, rescatando a los sujetos que componen los colectivos de los agrupamientos asociativos. Esto es, enfocarnos en los procesos que podrían habilitar la cons-trucción de un proyecto colectivo, rescatando la singularidad de los mismos más allá de la política y los abordajes teórico-técnicos que los matrizan.

Proponemos centrar la mirada en los grupos, en los hombres y mujeres que se organizan con distintos objetivos y de diversas maneras y que crean en un proceso singular y único, su propia historia. Es desde este entramado colectivo que se sustenta y se posibilita la tarea asociativa.

Tomaremos entonces a los grupos como componente tecnológico desde don-de leer el sustento material de los procesos asociativos. El trabajo con grupos y grupalidades, es un dispositivo tecnológico de abordaje de las ciencias sociales, principalmente de las disciplinas que intentan explicar el comportamiento humano (psicología, sociología, antropología), y como toda herramienta de intervención amerita ser pensada desde sus condiciones de producción y creación.

Al proponer o promover a los sujetos que se organicen en forma asociativa, no solo les estamos pidiendo que acuerden formas de trabajo en el presente, les pedimos también que acuerden un proyecto común, una proyección de trabajo a futuro, un compromiso tácito para con los otros.

Esta proyección puede tornarse una tarea muy complicada en sectores so-cioeconómicos que desarrollan estrategias laborales de corto o mediano plazo. El pasar de la remuneración diaria o semanal producto de la venta de la fuerza de trabajo, que se zanja en el presente; a la gestión asociativa de un proyecto dependiente de los acuerdos generados con otros en un plano de equidad; es una verdadera revolución respecto a las organización material y simbólica del trabajo, ya que le exige a los sujetos integrar, en un mismo movimiento, la dimensión temporal y la colectiva.

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Sin lugar a dudas es más fácil armar un grupo que desarmarlo, estos grupos no se desarman, se desmiembran. Cuando las cosas no funcionan bien no se firma el divorcio, generalmente los miembros se van alejando, por conflictos mani-fiestos o por desinterés, van quedando menos, el grupo se va deshilachando.

Hay una paradoja fundante de los procesos colectivos: el proyecto colectivo

se construye desde la singularidad de los sujetos que los llevan adelante, con-forme a un proyecto común, el cual debe ser sostenido desde la singularidad.

“Lo singular y lo colectivo conviven en una suerte de autonomía integrada, en donde cada una se define en interrelación con la otra en un proceso constante y dinámico, por sobre el cual transitan los sujetos en su cotidianeidad” (Migliaro, A., Picos, G.:2008)

Hablamos de procesos singulares y no individuales, porque partimos de la base que los procesos de los sujetos, por más íntimos que parezcan, se pro-ducen siempre en un contexto de relaciones interpersonales, donde el sujeto no es en solitario. Los procesos que a simple vista entendemos como procesos individuales de los integrantes de un grupo son parte de otros procesos colec-tivos. El proceso grupal de los colectivos que se embarcan en la tarea de lo asociativo, es un esfuerzo por pasar del mi al nuestro; sabiendo que ese nuevo nuestro debe estar en armonía con otros nuestros. Al singularizar procesos no podemos mirar solo la relación del sujeto con el grupo, debemos ver a este sujeto inmerso en una red de relaciones (familiares, de filiación política, otros trabajos, etc.) que interactúan con el grupo y viceversa. Los acuerdos generados con la cooperativa deben interactuar en armonía con las otras inscripciones grupales de los sujetos, de lo contrario lo que se genera es una competencia por tiem-pos, espacios y recursos de un grupo sobre otro, tensando las capacidades y posibilidades de la persona.

El proceso de construcción grupal es un verdadero punto ciego para las políticas públicas. Estas proyectan su accionar sobre ya constituidos, orgáni-cos y funcionales, en donde el grupo es un medio desde donde transferir las propuestas tecnológicas o viabilizar la política a desarrollar. No se dimensiona como tarea la conformación del grupo y la reorganización del trabajo. Esta cobra especial relevancia si se pretende intervenir con un horizonte de promoción de autonomía, en donde los grupos funcionen mas allá de la presencia del técnico o de los beneficios de las políticas. El grupo es un medio para la implementación de la política, y se parte del presupuesto que los grupos se armarán mágica-mente, que alcanza con reunir los ingredientes necesarios; sujetos adecuados trabajadores y fines consensuados.

Este trabajo con grupo “Doña Petrona”, suele culminar en fracasos grupales, con teorías más o menos fundadas sobre la responsabilidad de fulano o mengano que “no sabía trabajar”, “se quería quedar con todo para él”. En el análisis de las experiencias fallidas, la historia la cuentan unos pocos, y se suele excluir del análisis la dimensión institucional, la coyuntura y el trabajo de los técnicos y representantes de organismos e instituciones públicas. Las lecturas sobre los éxitos o fracasos grupales suelen estar teñidas por la valoración de los resultados del proceso grupal en relación a los objetivos de las políticas que los promovieron.

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Las experiencias fallidas, los fracasos, suelen quedar presentes en la historia local, como verdaderas historias negras del cooperativismo, que reafirman que “las medias son pa' las patas”

4. “Enseñando trucos nuevos a un perro viejo”: innovación tecnológica

En coherencia a la línea de pensamiento que venimos trabajando, propone-mos pensar la estrategia de lo grupal como una innovación tecnológica respecto a la organización del trabajo, similar a la incorporación de una maquinaria nueva, un plan de siembra de pasturas o de manejo del rodeo.

En este sentido entendemos que mientras las políticas públicas propongan la conformación de grupos como innovación para el desarrollo productivo, las ciencias sociales están desafiadas a poner en práctica el bagaje conceptual y metodológico respecto a los grupos y organizaciones colectivas del trabajo. El pensar los grupos como innovación tecnológica, jerarquiza el trabajo en relación al proceso grupal, objetivando una dimensión poco considerada en el diseño y ejecución de las políticas públicas.

La inocente y simple consigna del juntarse para trabajar encierra toda la complejidad de reorganizar el trabajo cotidiano conforme al proyecto colectivo. El organizador del trabajo ya no es, solamente, la práctica productiva, sino la producción en arreglo al proyecto grupal. Esto requiere acordar tareas, distri-buir roles y responsabilidades, lo cual suele ser difícil de mantener. Es común que las instancias de reunión sean vividas como una pérdida de tiempo, como tiempo que se le quita la trabajo, “nos pasamos de reunión en reunión y nunca trabajamos solo hablamos, hablamos”. Este mismo exceso de pragmatismo, que sobredimensiona el producto sobre el proceso, se observa también en las exigencias de los organismos de promoción y financiación de las políticas públicas.

Junto con esto, ubicamos la problemática de la autoridad y el control en el trabajo. Generalmente los trabajadores están acostumbrados a trabajar o bien por cuenta propia o bajo el control de un capataz. En proyectos autogestionados, los propios compañeros, pasan a ser también quienes controlan el trabajo rea-lizado, lo cual genera fuertes tensiones derivadas de la dificultad de adaptarse a estos nuevos mecanismos de contralor.

Como ejemplo compartimos una anécdota de un grupo de aspirantes a Colonos que explotaban en forma conjunta una fracción hortícola-lechera. Este colectivo tenía serias dificultades para socializar las actividades que cada integrante realizaba en el predio; a raíz de la sugerencia del equipo técnico y sorteando varias resistencias comenzaron a registrar el trabajo diario en un cuaderno. Este cuaderno quedaba en el predio para que cualquier integrante pudiera consultar las tareas realizadas, en tono jocoso, este cuaderno fue bautizado como “El Capataz”

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Como toda alternativa tecnológica, el dispositivo grupal, debe ser adecua-do a las necesidades productivas del grupo, sino resulta ineficiente. Cuando se proponen modelos organizativos importados de otras experiencias y crea-do para otros fines, sin tomar en cuenta la situación y requerimiento de los grupos, se está aplicando una tecnología obsoleta o por lo menos inadecuada. Un claro ejemplo de esto es el impacto que tiene el modelo organizativo jurí-dico (personería jurídica) en los grupos, el cual, frecuentemente es tomado como el modelo a seguir, como la única organización grupal posible, mas allá de que sirva a las necesidades del colectivo, máxime cuando la figura de formalización que los grupos precisan para acceder a los beneficios de las políticas públicas es la personería jurídica. Es común encontrar grupos perfectamente constituidos (con presidente, secretario, tesorero) y que se entienden como colectivos organizados, pero con grandes problemas de funcionamiento para llevar adelante el proyecto productivo, con dificultades para organizar y gestionar el trabajo colectivo. Frente a la anomia organiza-tiva, el modelo de las asociaciones civiles suele ser tomado como la manera correcta, la buena forma de la organización cooperativa, aún cuando sea incompatible con los intereses y necesidades del grupo.

Un ejemplo de esta inadecuación nos las ofrece una cooperativa de pes-cadores artesanales del Río Uruguay. Producto de la dinámica productiva es frecuente que algunos de ellos (que tenían “cargo” como secretario o tesorero) acamparan por algunos días en las islas del río, razón por la cual se ausenta-ban del pueblo y no podían mantener la frecuencia de reuniones formales de la cooperativa. Este hecho era vivido como una imposibilidad del colectivo de ser una verdadera cooperativa (hecho que generaba un gran malestar con los pescadores que se ausentaban) y no como una dinámica de trabajo que exigía otra modalidad organizativa.

La tecnología de lo grupal debe estar adecuada al la situación del grupo en concreto, a las necesidades de sus integrantes y dinámicas productivas, de lo contrario se está aplicando una tecnología obsoleta. Si bien consideramos que es válido traer reglamentos y modelos organizativos de otros colectivos, es útil siempre y cuando sirva como referencia, como punto de partida desde donde dar la discusión sobre que tipo de organización quiere tener ese grupos. Habilitar la discusión sobre la forma en que el grupo organiza es tan difícil como necesaria. Es necesaria en tanto es la base de acuerdos sobre donde construir el sustento material del proyecto productivo (¿que queremos hacer?, ¿como lo vamos a hacer?), y difícil en tanto explicita el compromiso de los integrantes para con el proyecto colectivo (¿quienes lo van a hacer?).

La innovación de lo grupal es bastante mas compleja en aquellas propuestas que suponen compartir la dimensión del trabajo cotidiano. En estos casos, no se trata solo de saber desempeñar una tarea, hay que saber desempeñarla en conjunto. Esto suele motivar conflictos y desencuentros entre los integrantes, ya que los sujetos se expone en su condición de trabajadores.

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Entendemos al trabajo, desde los aportes de la teoría marxista, es decir, como una mediación entre el hombre y la naturaleza, en la cual éste modifica su entorno para satisfacer sus necesidades vitales. Esta actividad es central y organizadora de la vida cotidiana de los sujetos y las organizaciones sociales. En el desarrollo de esta actividad los sujetos se van modificando a si mismos, desarrollando su potencial tanto lo personal como en lo colectivo, la organización grupal se inscribe en la intimidad de este proceso hombre-naturaleza.

El grupo (los otros) se interponen entre el hombre y su trabajo. A saber, lo que antes se hacía en solitario, de acuerdo a mis criterios personales o familia-res, en mis tiempos y rutinas, ahora debo compartirlo con otros, adecuarme a sus modalidades de trabajo que, seguramente, no serán en todo iguales a las mías. Trabajar estas diferencias en el colectivo grupal suele ser muy difícil, ya que en cierta medida, es exponer la intimidad de la práctica productiva, de la relación del sujeto con su trabajo. Es un esfuerzo por objetivar y consensuar la dimensión subjetiva de las prácticas productivas.

Esta apreciación fundamenta la premisa metodológica de abordar en forma integrada las dimensiones productivas y organizativas. La producción agropecuaria y la producción de lo grupal, son procesos inseparables que se construyen en forma integrada. La base material de la organización del trabajo está dada por los desafíos que plantee el proyecto productivo, el cual a su vez será concretado desde la capacidad organizativa que tenga el grupo para desarrollarlo. Es un proceso de doble producción, producción agropecuaria y producción de lo grupal.

La organización asociativa del trabajo se construye en la interrelación del proceso grupal y el proceso productivo, cuando estas actividades se dan en relación a la explotación de recursos naturales la complejidad es aún mayor. Dependiendo del tipo de explotación, es frecuente que pasen semanas e in-clusos mesas entre inicio de las tareas del colectivo y la materialización de la producción; producción que a su vez, se inscribe en los ciclos naturales y está sujeto a ella. De esta las características territoriales y los factores climáticos, se presenta como una variable mas de indeterminación en el devenir del pro-yecto. El armado de procesos asociativos con organizaciones que trabajan con recursos naturales (producción agropecuaria y/o extracción de recursos) tienen que tener en cuenta los ciclos naturales, los tiempos productivos y las distintas intensidades en cuanto al trabajo; ya que es sobre este entramado de ritmos y zafras que se debe inscribir la organización grupal. Un ejemplo de esta dificultad la vivimos con un grupo de productores que compartía un proyectos asociativo en una chacra en la zona de San José, los cuales además del trabajo en la chacra, los integrantes del grupo mantenían otros proyectos productivos propios (lechería, olería). En el armado del proyecto productivo resultaba muy difícil acoplar las exigencias de la cooperativa con las exigencias personales y más aún organizarlo en relación a las distintas exigencias de las tareas según las etapas de la producción.

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En este sentido es preciso que, tanto los colectivos de trabajadores como los técnicos puedan integrar la planificación estratégica como forma de manejar un margen de flexibilidad que permitan contemplar estas incertidumbres propias del área de trabajo a la vez que avanzar en la consolidación del proyecto en su doble producción (agropecuaria y grupal).

Por otra parte no podemos desconocer el contexto particular en que se dan estas experiencias en relación a la actual coyuntura por la que atraviesa el complejo agropecuario. En la etapa actual, entendemos al agronegocio como la máxima expresión del modelo de desarrollo rural hegemónico conforme a los intereses que capital transnacional imponen a nivel nacional y regional. Este modelo productivo surgido en la década de los `90, y busca la producción de commodity (materias primas producidas a granel y cotizadas en el mercado fi-nanciero) minimizando riesgos y maximizando ganancias. Para ello se vale de la utilización de paquetes productivos que combinan biotecnología, agroquímicos, maquinarias, transporte y almacenamiento.

El análisis de las implicaciones de este modelo escapan a los objetivos de este trabajo y merecen una atención mas detallada.

Esbozaremos, simplemente, el desplazamiento del trabajo rural tradicional hacia nuevas formas de empleo, caracterizadas por la menor necesidad de mano de obra permanente y de baja especialización y el aumento de la zafralidad, esto ha generado un aumento de la flexibilización y precarización de la oferta del mundo del trabajo (Migliaro, Santos: 2010). A su vez la alta tasa de rentabi-lidad que la nueva agricultura genera en el mercado internacional ha elevado el precio de la tierra a valores nunca antes alcanzados, desplazando a pequeños y medianos productores. A su vez, la propia lógica productiva del agronegocio, impone un uso excluyente del territorio, ya que supone una explotación intensiva y extensiva de los recursos naturales que resulta incompatible con producciones de menor escala o que se basen en otra lógica productiva. Esta situación impacta objetiva y subjetivamente que ameritan ser pensada desde las mutaciones del mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo:

“Dos manifestaciones son las mas virulentas y graves: la destrucción y/o precarización, sin paralelismo de toda la era moderna, de la fuerza humana que trabaja y la degradación creciente, en la relación metabólica entre el hombre y la naturaleza, conducida por la lógica orientada prioritariamente para la producción de mercancías que destruyen el medio am-biente” (Antunes, R.:2000)

En este sentido, entendemos que un marco analítico interesante para el estu-dio de estas realidades lo aporta la ecología política como campo de producción y acción. Hermanada con el pensamiento crítico y la acción política, la ecología política, surge ante la necesidad de comprender integralmente los conflictos (manifiestos o latentes) que se dan en torno al uso, apropiación, distribución y conservación de los recursos naturales en el sistema capitalista.

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“La ecología política emerge en el hinterland de la economía ecológica para analizar los pro-cesos de significación, valoración y apropiación de la naturaleza que no se resuelven ni por la vía de la valoración económica de la naturaleza ni por la asignación de normas ecológicas a la economía; estos conflictos socio-ambientales se plantean en términos de controversias derivadas de formas diversas-y muchas veces antagónicas- de valorización de la naturaleza, donde los valores políticos y culturales implicados desbordan el campo de la economía política, incluso de una economía política de los recursos naturales y servicios ambientales de allí surge esta extraña politización de la ecología.” (Leff, 2004: 22, 23).

De la mano de del economista catalán Martínez Alier, entendemos que estas apuestas gubernamentales se dan en el marco de conflictos ecológicos distributivos; en donde no solo hay una apropiación y gestión de los recursos naturales en manos del capital, sino también hay una injusta distribución de los costos generados generados por el sistema. De esta manera los pobres no solo pierden en recursos (tierra, agua), sino que ganan en el impacto de los costos de producción sobre el ambiente (contaminación, deshechos). Este ha denominado “ecologismo de los pobres” a los conflictos ambientales llevados adelante desde los sectores subalternos y asociados con conflictos de subsistencia y reproduc-ción social (trabajo, hábitat), en contraposición a los conflictos de abundancia que caracterizan al ecologismo clásico de los sectores dominantes.

Desde esta perspectiva se nos abre una nueva óptica desde donde entender la inscripción de estas propuestas “alternativas” en el sistema socioeconómico actual, y desde donde entender los atravesamientos de las lógicas socio produc-tivas y de organización del trabajo en las prácticas productivas de los mismos. En relación a lo antedicho consideramos al promover proyectos productivos asociativos para mejorar o superar las críticas condiciones laborales en las que se encuentran los trabajadores del medio rural, no podemos hacerlo de espaldas a esta coyuntura, debemos asumirla e integrarla, promoviendo la capacidad de crítica y acción política de estos colectivos.

5. Consideraciones finales

Nuestra crítica no se dirige hacia los grupos sino a la estrategia de promoción de lo grupal, en forma acrítica y masiva, sin atender a los procesos grupales por los que transitan esos colectivos, al “dios los cría y el viento los amontona”

Entendemos que las políticas públicas de promoción de asociativismo tienen su sustento material en los grupos de hombres y mujeres que se organizan para mejorar sus condiciones de vida y trabajo. En este sentido, la apuesta de organi-zación grupal es una innovación tecnológica respecto a las prácticas productivas y la organización del trabajo asociado como tal debe ser trabajada.

Miramos los procesos sociales desde una perspectiva en que la subjetividad configura nuestras prácticas cotidianas, diagrama proyectos de vida. Se vuelve necesario trabajar allí donde se crean y recrean los procesos subjetivos, es

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decir en la intimidad de los procesos productivos, en la interrelación entre la producción agropecuaria y la producción de lo grupal.

Estas producciones deben desarrollarse atendiendo a las singularidades de estos colectivos. Se debe tomar en cuenta las características cíclicas del trabajo con recursos naturales, pensando desde la relación entre los trabajadores y la naturaleza. A su vez, se debe tomar en cuenta el contexto socioeconómico y político en que se dan estas propuestas, socializando estas lecturas con los co-lectivos en la búsqueda de proyectos autónomos y autogestionados que puedan subsistir más allá de la ejecución de la política y/o el apoyo económico.

Proponemos rescatar a los grupos, desplegándolos como campo de inter-vención y análisis, posibilitando el devenir del proceso grupal; creando, alter-nativas viables y habitables, practicas contra hegemónicas al capital desde donde disputar organizaciones trabajo que construyan proyectos de vida, mas justos y solidarios.

vi. bibliogRafía

Antunes, R.(2000) “El trabajo y los sentidos”. Serie: Los desafíos del mundo del trabajo. Cuaderno 1. Grupos de Estudio del Trabajo. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República. . Montevideo

Fernández, A M. (2002) “El campo grupal. Notas para una genealogía” Ed. Nueva Visión. Buenos, AiresFoucault, M. (2005) “Las redes del poder” en “Lenguaje libertario: Antología del pensamiento anarquista

contemporáneo”. Comp. Christian Ferrer. Ed Utopía Libertaria (versión electrónica). 1º edición. La PaltaLeff, E (2006) “La ecología política en América Latina. Un campo en construcción.” en “Los tormentos de

la materia: Aportes para una ecología política lationamericana.” . Ed. CLACSO, Buenos AiresMartinez Alier, J. (2005) “El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración”.

Ed. Icaria, BarcelonaMigliaro, A., Picos, G.(2008) “Por la tierra y con..¿?. Estrategias de intervención en procesos asociativos

vinculados al Instituto Nacional de Colonización”, en “Crítica de la cultura organizacional. Clave para cambiar la organización del trabajo” IX Jornadas de Psicología. Organizacional y del Trabajo. Facultad de Psicología. Universidad de la República. Ed. Psicolibros. Montevideo

Migliaro, A.; Santos, C. (2010), “La pesca no es sólo eso. Producción, reproducción social y ambiente”, ponencia presentada en el VI Coloquio de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, Montevideo.

Najmanovich, D.(2001) ”Pensar la subjetividad”. Utopía y Praxis Latinoamericana, Revista Internacional de filosofía Iberoamericana y Teoría Social, Universidad de Zulia, Venezuela, Año 6 N° 14, Septiembre 2001.

Pichon Riviére, E, (1985) “El proceso grupal (Del Psicoanálisis a la psicología social), Ed. Nueva Visión, Buenos Aires

Sabbatella, I. (2010) “Capital y Naturaleza: Crisis, desigualdad y conflictos ecológicos” http://www.mar-xismoecologico.blogspot.com/

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Las cooperativas de educación

hacia la educación

cooperativaFelipe Stevenazzi Alén*

Este artículo se propone organizar una serie de reflexiones sobre las particularidades y desafíos que tienen las cooperativas cuyo trabajo es la educación, desde el entendido que lo cooperativo debiera jugar un doble rol como estructurante de la organización de los trabajadores y de la propuesta pedagógica, constituyéndose en el principal desafío de estas cooperativas. Estas reflexiones se amparan en el trabajo colectivo -aunque la responsabilidad es exclusiva del autor- desarrollado fundamentalmente en dos ámbitos, el Equipo de Formación de la Unidad de Estudios Co-operativos y el ciclo de talleres realizado en conjunto entre la Unidad de Estudios Cooperativos y la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay con las cooperativas de educación.

Ensayos y Polémicas

*- Lic. en Ciencias de la Educación –FHCE-UdelaR, Magíster en Ciencias Sociales con Orientación en Educación –FLACSO Argenti-na. Docente G. 2 de la Unidad de Estudios Cooperativos – SCEAM –UdelaR. [email protected]

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1. La potencialidad de las cooperativas de educación

Las cooperativas de trabajo asociado, cuyo objeto es brindar un servicio educativo, esa sería la denominación precisa, pero en delante las llamaremos cooperativas de educación, como son conocidas generalmente. Tienen diversos orígenes en Uruguay, lamentablemente no contamos con información sistemati-zada sobre las diferentes cooperativas de educación, de todas formas me permito señalar al menos tres matrices de surgimiento: a) como empresas recuperadas por los trabajadores docentes, opción tomada ya sea por cierre, crisis o redefini-ción de la institución que gestionara el proyecto educativo; b) como desarrollo de una propuesta pedagógica diferente, que también se expresó como estrategia de resistencia y sobrevivencia a la última dictadura militar (1973-1985) buscando generar espacios que permitieran sostener una propuesta pedagógica alternativa al tecnicismo autoritario y a su vez el trabajo de muchos docentes destituidos por la dictadura; c) como fomento de las políticas públicas. En esta circunstancia se pueden ver en el último tiempo varias experiencias de cooperativización de ex funcionarios de ONG que por diversos motivos comienzan a retirarse de los convenios que mantenían fundamentalmente con el Estado.

Estas matrices de surgimiento definen en parte la identidad de las coopera-tivas y sus objetivos, de todas maneras entiendo que más allá de ello, tienen en común la potencialidad de interpelar desde lo cooperativo tanto su propuesta pedagógica, como su organización. Esto que por momentos linda con lo obvio, insume algunos desafíos sobre los que propongo reflexionar.

1.1. El desafío del formato en educación

Así como en la poesía forma y contenido, sólo pueden ser separados mo-mentáneamente para el análisis, en educación sucede algo similar. Tanto el contenido como la forma que se adoptan en una relación educativa, no son ingenuos, ni neutros, se vuelven sustancialmente educativos.

Podremos transmitir contenidos que busquen potenciar, desarrollar y desafiar al cooperativismo desde cualquier formato escolar. Entiendo que no y justamente allí está una de las trampas en las que solemos caer.

Me parece pertinente entrar en la definición de los formatos escolares1

La modernidad instaló una arquitectura material y simbólica que como plan-tea Frigerio:

“Lo hizo con modalidades organizacionales y en contextos específicos de acción que se consolidaron alrededor de ciertas invariantes, a las que damos el nombre de forma o formato escolar.” (Frigerio, 2007: 331)

1- Si bien lo escolar está aquí entendido en sentido amplio, refiere fundamentalmente a las prácticas educativas donde podemos identificar en forma clara: un educador y un educando, en un marco institucional definido.

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La escuela emula en muchos sentidos la forma organizacional de la fábrica, estableciendo grados, niveles de autoridad, tiempos y ritmos precisos, una rutina que conforma la subjetividad necesaria para la mejor adaptación a la vida en la sociedad capitalista.

Si bien se pueden reconocer quiebres y alternativas a este orden establecido e invariante, es cierto que la forma escolar genera en quienes son formateados un nivel de impregnación tal, que permite su autopoiesis. Justamente por esta potencia es que al momento de trabajar lo cooperativo, no podemos subestimar las formas desde las cuales lo hacemos.

Se hace necesario repensar los formatos escolares, y quizás la actual y prolongada crisis de los sistemas educativos, además de ser una oportunidad, este dando cuenta al menos de sus desajustes. Frente a ello, no se plantea aquí la destitución de lo escolar, por el contrario, la apuesta planteada es resignificar lo escolar como espacio público y posibilidad de construcción democrática a través de un doble encuentro con el “legado”, aquello valioso a ser transmitido y con el “otro” aquel diferente en el que puedo reconocerme.

En acuerdo con Natalia Fattore:

“En tiempos donde ‘el futuro llegó hace rato’ y no hay garantías de que ‘mañana es mejor’, recuperar un sentido ‘positivo’ de la tradición en tanto forma de contacto con el pasado quizá sea una forma de ‘cualificar’ la vida. Un proyecto educativo sin tradición, sin el apuntalamiento que brinda ese ‘pasado’, es un modelo ‘inmune’ y, por lo tanto, susceptible de ser devastado. Si la forma escolar deber ser ‘reinventada’, en ese contrato con el pasado –contrato que no supone reconstrucción constante- residirá una de las formas de resistencia a la tribalización de la sociedad.” (Fattore, 2007: 29-30)

En momentos históricos donde la globalización parece generar procesos en los que el espacio público es cada vez más privatizado y el encuentro con los “otros” solo pareciera posible a través de la pertenencia a una tribu, se torna imprescindible restituir espacios que desafíen formas más colectivas y democrá-ticas, lo que requiere necesariamente de reinventar las actuales. La educación desempeña un rol preponderante en la constitución del sujeto y su apropiación de determinados valores, teniendo claro que solidaridad, equidad, interés por el colectivo, ayuda mutua, son valores que al menos se ven amenazados por un proyecto social que lejos está de poner el interés por el otro en el centro, se torna imprescindible doblar la apuesta.

En este marco a las cooperativas de educación, les cabe el desafío de experimentar formas escolares que permitan el desarrollo y potenciación de lo colectivo. Urge “ampliar lo pensable” como plantea Frigerio, desafiando también los corsé en los que fuimos formateados y desde los cuales pensamos.

En este sentido comparto que:

“La rutinización amenaza siempre el pensar y la naturalización conlleva cercos cognitivos que vuelven impensable aquello de lo que urge ocuparse”. (Frigerio, 2007: 325)

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Mientras no podamos dar ese salto cualitativo desprendernos de lo conocido y someternos a la búsqueda, estamos condenados a la reiteración tortuosa de lo conocido, con el triste regocijo de no correr grandes riesgos.

“La forma escolar se adapta y cambia al menos en parte, es algo que se puede sostener en tanto la escuela es una producción cultural e histórica, más allá de estos cambios y adaptaciones existen un conjunto de invariantes que constituyen esa forma de larga duración. Los rituales con los que se acompaña el trabajo en la forma escolar, es uno de los invariantes más fuertes, quizá justamente por lo impensado del actuar.” (Stevenazzi, 2009: 91)

Muchas veces nos encontramos con proyectos pedagógicos en los cuales se plantea el desarrollo de valores como solidaridad, colectivo, autonomía, pero cuando nos internamos en las formas desde las cuales lo ponen en juego, nos encontramos con ciertos invariantes que al menos ponen en cuestión la posibili-dad de desarrollo de esos valores. Para poner en tensión aquello que queremos desarrollar desde la propuesta pedagógica y el formato, propongo detenernos en un valor central para el cooperativismo como es la autonomía.

1.2. La autonomía y el formato

La autonomía es uno de los principios del cooperativismo, y es también condición necesaria para que pueda desarrollarse la autogestión. De ahí que se torne en uno de los contenidos estructurantes de una propuesta pedagógica que se plantee desarrollar el cooperativismo.

La autonomía es una búsqueda, un proyecto individual y social como lo planteara Castoriadis, entendida como:

“Autonomía: auto-romos (darse) uno mismo sus leyes... Aparición de un eidos nuevo en la historia del ser: un tipo de ser que se da a sí mismo, reflexivamente, sus leyes de ser.” (Casto-riadis, 1997: 11)

En tanto proceso no hay un momento en el que la autonomía se conquista, sino que es “un movimiento sin fin, de una manera a la vez individual y social” (Castoriadis, 1997: 12). Es darse uno mismo sus propias leyes, en relación con otros, de ahí que no sea un proceso exento de conflictos, una disputa y fundamentalmente un espacio privilegiado en el cual combinar individualidad con colectivo hacia la superación de ambos.

Dada la importancia de la autonomía para la autogestión, ésta se vuelve contenido y forma que desafía cualquier propuesta pedagógica que se proponga el desarrollo de la autogestión.

Como planteamos en educación la separación entre forma y contenido sólo funciona en términos analíticos, pero qué implica asumir la autonomía en la propuesta pedagógica y desde qué formatos podemos desarrollarla.

La forma escolar en tanto producción cultural histórica y capitalista -aunque su mención pueda parecer obvia- de la institución moderna escuela, tiene como mandato la producción del ciudadano. Esas formas escolares, están planeadas para formatear un proyecto de hombre y de mujer, funcional a un régimen social sustentado en la heteronomía.

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Un proyecto pedagógico sustentando en la búsqueda de autonomía, requiere de habilitar otras formas de estar y ser en la relación educativa y por lo tanto otras formas de enseñar y aprender.

El aprendizaje cooperativo permite modificar las estructuras tradicionales del aula para permitir la interacción verbal entre los alumnos, la resolución de los conflictos por los pares y la discu-sión que permite el conflicto cognitivo susceptible de llevar a mayores análisis, comparaciones, confrontaciones de ideas, argumentación y adquisición de competencias de alto nivel (Sabourin, 1999). (Citado por RICHER y ST-PIERRE, 2007: 6)

La autonomía se aprende ejerciéndola, por lo que se torna necesario ad-vertir que plantearla como práctica no implica desconocer la responsabilidad que como docentes nos compete, por lo que nunca debería leerse autonomía como abandono, por el contrario requiere de una presencia docente que de confianza a los estudiantes en las decisiones que toman, así estar presente para marcar dificultades o reorientar el trabajo. Como concepto relacional, la autonomía requiere del otro tanto para su ejercicio como para su aprendizaje, así como nos conformamos como humanos junto con otros, nos hacemos au-tónomos junto con otros.

Es necesario también pensar la autonomía en la educación de los niños más pequeños que dependen del adulto, pero que a su vez están en una eta-pa de la vida fundamental para adquirirla, la potencialidad que tiene ese niño de ser autónomo estará dada por la educación que reciba para ejercerla en el futuro. En este sentido es importante analizar los límites para este ejercicio en las instituciones educativas cada vez más vigiladoras y contenedoras, las que en diferentes contextos socioeconómicos, porque en esto pareciera que los extremos se tocan, cada vez habilitan menos espacios no mediados por los adultos. Se hace necesario repensar la autonomía en estas propuestas, porque sino para que estamos educando.

En esta búsqueda de otros formatos que den soporte a nuestro proyecto pedagógico, necesariamente nos enfrentaremos a lo establecido, hay que tenerlo claro para poder sostener ese enfrentamiento, pero también nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones. En nuestra corta experiencia en la docencia universitaria hemos advertido al menos dos trabas: por un lado la costumbre que poseen los estudiantes en un formato universitario que deja poco espacio para la autonomía, por lo que no es ejercicio habitual su desempeño y por otro nuestras propias limitaciones como docentes al momento de desarrollar una propuesta que en el discurso puede estar clara y formar parte de una convicción consensuada, pero que al momento de la verdad nos encontramos con pocas herramientas para concretarlo y además con el desafío de romper esa potencia autopoiética a la que nos referimos.

Estas búsquedas no pueden ser desarrolladas en soledad, se requiere del grupo, tanto para reflexionar como para actuar en forma conjunta en el desa-rrollo de una propuesta pedagógica que pueda además de promover desafiar la autonomía.

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El formato escolar, encuentra en sus formateados sus principales agentes de reproducción, es como si la sobrevivencia aunque con algunas modificaciones estuviese garantizada, y cuando nos disponemos a desarrollar una actividad educativa, más allá del marco ideológico y metodológico sobre los que se asienta nuestro proyecto pedagógico, nos vemos tortuosamente condenados a repetir el formato del que somos producto. Por esto no es posible quebrar con él, si no contamos al menos con dos elementos: una formación que habilite la búsqueda como método y un colectivo que permita la reflexión sobre la práctica en forma constante. En el equipo docente del que formo parte, llamamos a esto la inconformidad, partimos de ella, no para satisfacerla, sino para encontrar una diferente, lo que necesariamente se traduce en movimiento. Pero también en inseguridad, de allí la insistencia con el colectivo, lo que no quiere decir que no se pueda desarrollar la docencia en forma individual, pero siempre formando parte de un colectivo de referencia que habilita y sostiene esa búsqueda en la inconformidad.

2. Resituar la educación como espacio público

En Uruguay lo público está asociado directamente a lo estatal, y culturalmente cuesta mucho desprenderse de esta confusión. La educación en sentido general es pública, un derecho que el Estado debe garantizar y se desarrolla a través de la gestión estatal y privada. Por otra parte, por la misma conformación es-tado céntrica la escuela estatal sigue concentrando la matrícula escolar, según datos del Anuario estadístico del Ministerio de Educación y Cultura 2008 (último disponible), en educación inicial la gestión estatal corresponde al 64,6 % de la matrícula, en Primaria el 85,7%, y en Secundaria el 84,3%.

A pesar de las dificultades que atraviesa la educación estatal, sometida a décadas de desmantelamiento material y simbólico, culturalmente tiene un arraigo importante como uno de los iconos del Uruguay de las oportunidades para todos, a través de su impronta moderna de igualdad. Quienes somos hi-jos de la “escuela pública” valoramos fundamentalmente de ella la posibilidad del encuentro con los otros y sus diversas experiencias de vida, que aquella escuela resguardaba.

Entiendo que como sociedad nos enfrentamos al desafío de restituir y resig-nificar lo público. La oleada neoliberal que adquiere su máxima expresión en la década de los noventa, pero que podemos ubicar su comienzo con la última dictadura militar (1973-1985). dejó reducido a la mínima expresión “lo público”, y esto en buena medida explica parte de las problemáticas socioculturales por la que estamos atravesando.

Parte importante de este desafío está en la educación, generando una nueva concepción del sistema educativo, una “sociedad educadora” en la que todos debemos sentirnos comprometidos con educar, de manera de dirigir nuestras acciones en ese sentido. Teniendo presente que la educación es un fenómeno amplio que involucra a toda la sociedad, desbordando lo escolar y sus “formas escolares”, como plantea Frigerio (2001).

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La escuela entendida como institución donde se formaliza la educación y que debe ser recreada según las necesidades de cada época.

La educación como asunto público, que preocupa a todos y que todos están comprometidos en desarrollar de la mejor manera. Lo público como aquello que compete a toda la sociedad, diferente de lo estatal que tiene que ver con el Estado.

Si la sociedad toda no se percibe involucrada con la educación, difícilmente se pueda dar lo que aquí se plantea, modificaciones que necesariamente exigen un mayor esfuerzo de toda la sociedad, para darse una educación acorde a los desafíos que enfrenta.

Entiendo que el cooperativismo tiene aquí una oportunidad privilegiada; en sus principios se plantea una preocupación por la educación de sus socios, y el interés por la comunidad, si conjugamos estos dos principios podemos resig-nificar la importancia política del cooperativismo entendido como organización socio económica pero también como movimiento político.

Las cooperativas de educación, tienen un rol fundamental a desarrollar en esta disputa política por reinstalar lo público, como valor a ser resguardado, desde sus propias propuestas pedagógicas, aunque éstas puedan sentirse per-didas, en tanto experiencias que pongan en práctica estos valores, son sin duda canteras desde las cuales tomar elementos para generalizarlos en proyectos más abarcativos. El cooperativismo desde sus inicios es contratendencial, desde el momento que se propone valores y principios contrarios en muchos aspectos a los impuestos por el capitalismo, en educación esa lógica contratendencial hay que potenciarla en la búsqueda de propuestas pedagógicas diferentes, cuidando que tampoco se transformen en burbujas que abstraigan a quienes están dentro de la realidad, pero sí que preserven la posibilidad de desarrollar otras formas sociales, frontera por otra parte difícil de advertir.

La autonomía que tienen las cooperativas y las de educación en particular, debiera ser además de una garantía, un desafío para construir la propuesta pedagógica en la que los docentes se encuentren a gusto como profesionales, en definitiva ellos cuentan con la posibilidad de darse sus propias leyes, aun cuando se encuentren enmarcados en una institución. Y esta autonomía que debiera estar garantizada por la propia naturaleza del oficio docente, en una cooperativa debiera estar doblemente presente.

A modo de cierre

A través de este artículo, he pretendido en forma humilde y como parte de una construcción colectiva, enumerar una serie de desafíos que entiendo las cooperativas de educación en particular y la sociedad en general, tenemos por delante para dar un salto hacia un modelo social donde el centro este en la persona.

Reiterando que la transformación de la sociedad en la que vivimos, se torna urgente, si queremos preservar los lazos cada vez más frágiles que nos unen.

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La autonomía se conquista, no está al alcance de la mano, por el contrario, debe ser disputada y como construcción social, requiere de diferentes esfuerzos para alcanzarla, teniendo en cuenta su carácter procesal y colectivo. La educa-ción es una parte importante en esa conquista, pero para ello se torna necesario desarrollar formas que permitan su desarrollo, potenciando la autonomía como forma de estar en el mundo, como estrategia para acercarse al conocimiento, para vivir en sociedad.

El desarrollo de otras formas escolares, desde las cuales desarrollar y de-safiar la autonomía y los proyectos de autogestión, requieren de espacios para la experimentación que es necesario proteger, las cooperativas de educación pueden constituirse en ellos, para lo cual como se planteara hay que acompañar la reflexión, la formación y el intercambio.

RefeRencias bibliogRáficas:

FRIGERIO, Graciela, (2001) “Los bordes de lo escolar”, en BIRGIN, A., DUSCHATZKY, S., (2001), ¿Dónde está la escuela? Ensayos sobre la gestión institucional en tiempos de turbulencia, Ed. Flacso-Manantial, Buenos Aires.

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FATTORE, Natalia, (2007) “Apuntes sobre la forma escolar ‘tradicional’ y sus desplazamientos”, en BA-QUERO, R., DIKER, G., y FRIGERIO, G., (comps.) Las formas de escolar, Del Estante, Buenos Aires.

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Documentos

Anuario estadístico 2008, Ministerio de Educación y Cultura, Uruguay.

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El lugar de la utopía en la construcción de

“otros mundos posibles”

Pulsión de muertey ‘principio esperanza’-1

Mag. Anabel Rieiro*

Abolido el placer,rechazada la creatividad,quebrada la imaginación,

el deseo en ruinas…el presente es absoluto,

todo es ahora.Zack Winestine - “States of control”

1- El artículo es resultado de una estadía de investigación reali-zada en la UQAM- Univers i té de Québec Au Montreal , Canadá. *- Docente del Departamento de Sociología- Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR. Integrante de la Unidad de Estudios Cooperativos- Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio y del Espacio Interdisciplinario “Pensamiento crítico y sujetos colectivos en América Latina“.

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El “término” utopía nace con el libro del abogado londinense Thomas More2, publicado por primera vez en 1516. En dicho libro se toma la utopía para hacer referencia a lo que en Grecia venía significando el ‘lugar que no existe en ninguna parte’ y que venía siendo parte del pensamiento renacentista europeo. More ([1516] 1997) escribe sobre las ‘memorias’ de los viajes a una isla imaginaria llamada Utopía. El hecho que fuera una isla (como Gran Bretaña) pero en con-traste tan fuerte con su realidad cotidiana (basada en un imaginario inspirado en la República de Platón), comenzó a hacer discutir si esta ‘no realidad’ podría tener espacio en aquella ‘realidad’.

More logra sintetizar el proceso utópico y según Mazauric (prefacio en More, [1516] 1997:6&7) la utopía obtiene de esta manera una triple función: 1. nutrir el sueño de una sociedad mejor, diferente, alimenta la esperanza retrospectiva de una transformación voluntaria del mundo real. 2. describiendo la organización ideal de ese mundo inaccesible, facilita la toma de distancia crítica a las insti-tuciones políticas y sociales dominantes en las que vivimos, 3. en oposición a la posibilidad de otra vida, el proceso utópico puede devenir en una invitación a la contestación práctica, que rechaza la resignación a lo que se vive.

“La utopía puede entonces devenir alteración polémica, alteridad de pensa-miento y llamado a una alternancia política. La utopía reaviva en la historia el ‘principio esperanza’” (Mazauric en More [1516] 1997).

“El devenir no se reduce a un croquis de una utopía que un arquitecto del siglo veinte proyecta en el espacio imaginario del “mundo después del 2000”.

Con esta frase Münster (1989:6) intenta explicar que el devenir no es una ciencia ficción, sino que refiere a las tendencias reales del ser y estar de todos los sujetos. En este sentido, significaría la creación de posibilidades de transforma-ción, según el actual estado de la materia y el espíritu, es decir, la construcción de nuevos imaginarios sociales que posibiliten nuevas praxis.

La teoría social dentro del campo académico, se ha caracterizado en nuestra región por la presencia de pensadores y pedagogos populares, comprometidos con el desarrollo de una ‘epistemología ética’ que nos permita pensar a los sujetos políticos-sociales como ‘sujetos’ y no como simple ‘objetos de nuestra investigación’ (véase Freire, Borda, Dos Santos, Rebellato, Escobar).

Sin embargo, el contenido ético ha sido interpretado, no pocas veces desde el campo académico como contenido ‘político’, desde una escuela de pensa-miento occidental que defiende la neutralidad como propiedad inherente a la ciencia. La neutralidad no existe en las ciencias sociales. La relación entre el académico y la sociedad es inevitable ya que como sujeto individual se vin-cula de determinada manera con ‘los otros’, lo que no implica que no puedan construirse metodologías y procesos de neutralidad que se logran a través de la propia discusión ética.

La neutralización del debate ético dentro del campo académico ha sido una característica que se ha profundizado en la década de los noventa, con los impulsos ‘profesionalistas’ y la tendencia a otorgar a ‘los datos’ y su análisis es-tadístico más importancia que la interpretación teórica que se hace de ellos.

2- Thomas More fue decapitado en 1535 por haber combatido el proyecto del rey de Inglaterra donde se convertiría en jefe de su Iglesia.

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Tosel (en Caloz-Tschopp, 2008:22) nos advierte la actual necesidad de promover el poder pensar sin la cultura nihilista. Dicha cultura es típica de las sociedades de consumo, donde se incentiva la creación de objetos absurdos olvidando a los sujetos, quienes son transformados y representados como sujetos-sujetados que oscilan entre el deseo de consumir y la explosión del resentimiento, y no tanto en la revolución de los sentimientos.

La pulsión de muerte, inherente a toda forma de vida orgánica según Freud, definida por él como pulsión por "restablecer un estado anterior [es decir inor-gánico]" (Freud, [1920] 1995:56) se experimentaría con tendencias a la auto-destrucción o relacionamiento agresivo y destructivo del ser.

La tensión entre la pulsión de muerte (vuelta a lo inorgánico) y la pulsión de vida (tendencia a conservar el estado orgánico) constituyen el sujeto freu-diano. Distintos autores retoman este eje para analizar las resistencias a la dominación.

Lacan insiste en reconocer los mecanismos de repetición y reproducción en la cadena de significantes desprendida del ‘phallus’, como dimensión privile-giada, dominante y trascendente del inconsciente. Desde esta perspectiva, es el proceso desprendido del phallus en tanto que significante de “falta” el que determinaría en gran medida al sujeto.

Para Lacan entonces “el centro que determina el sujeto no es otro que una falta, un vacío” (Sato, 2007:56). El inconsciente está ligado a un saber que no se sustrae de la consciencia y cuya estructura es comparable a la del lenguaje. El inconsciente es atemporal y sin localización espacial, como una memoria transgeneracional que excluye toda reducción de la vida psíquica a una lógica causal-racional (Tribolet, 2008:25-27)

Por otro lado, Deleuze y Guattari (1991) representan la tensión entre pulsión de vida y pulsión de muerte a través de la representación de los “cuerpos sin órganos” como cuerpos portadores de la muerte y motor inmóvil del deseo (‘el deseo propio como deseo del otro’). Para dichos autores la tensión sería entre cuerpos sin órganos y las máquinas deseantes. A la representación unitaria, fija y descentrada lacaniana, los autores proponen la idea de un sujeto múltiple descentrado por la producción deseante.

El deseo constituirá un lugar importante y central en las resistencias a la dominación social que lo reprimen; sin embargo, encontramos en dichas teorías que el sujeto propiamente dicho se mantiene nuevamente al borde de dicho proceso y los procesos. La emancipación y resistencia se reducen a procesos del deseo comprendidos desde el cuerpo como unidad singular. Se evidencia así, dentro de la búsqueda de resistencia la falta del sujeto en el centro del análisis y la falta del enfoque relacional. El sujeto sigue descentrado en relación al individuo y a los grupos y relaciones sociales que lo conforman.

Entre el sujeto individual y los procesos de asujetamiento social, se hace indispensable el estudio de las propias relaciones sociales y la conformación de sujetos colectivos capaces de innovar los imaginarios sociales y los sistemas de representación a través de acciones concretas contra la dominación. El deseo colectivo de cambiar la realidad.

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En este sentido el ‘hombre nuevo’ no se construye únicamente a través de la intención y los sueños individuales de las personas, ni sus pretensiones de cambiar, sino también de su capacidad de constituir fuerzas colectivas capaces de disputar los imaginarios sociales.

Desde esta perspectiva, toda fuerza de resistencia a las relaciones de domi-nación, se constituye no sólo en solitario y a través de procesos psicoanalíticos de ‘emancipación’ respecto a la propia historia, sino en relación a los otros. Esto significa cuestionar lo propuesto por Foucault en Hermenéutica del sujeto (1981-1982), donde no habría otro punto, primero y ultimo, de resistencia al poder político que dentro de la relación de si consigo mismo.

Por supuesto, reivindicar el rol de lo relacional y colectivo no significa opo-nerse a la reversibilidad que cada sujeto individual puede activar frente a la dominación. Las fuerzas de dominación y resistencia son partes del mismo sujeto y estas se revitalizan desde la construcción de una ética y singularidad a través de un entramado relacional histórico y concreto. Spinoza (2002) nos habla del cuerpo de manera tanto individual (deseo) como colectiva (auto-organización).

Nietzsche ([1887] 1996) menciona la disposición ascética, es decir la dis-posición dedicada a perfeccionar la práctica y la espiritualidad. Pero, para él ¿cuál era el propósito de ideales libremente ascéticos? Nietzsche responde: ninguno (Fink, 1965:170). La voluntad de acción es presentada como voluntad de la nada, una tendencia nihilista de la vida3.

Al analizar dicha negación a todo dogma o todo proyecto ‘moral’ nietzsche-liano (inspiración central del pos-estructuralismo) aparece central retomar la dimensión ética desde la perspectiva de Spinoza ([1677] 2005) y su propuesta de Conato (conatus)4.

Retomando la concepción de Spinoza (1990) sobre el sujeto práctico, la actividad humana posee una estructura teleológica y deseante como forma de subjetividad en acto y naturaleza práctica. La voluntad y acción del sujeto hu-mano encuentra causas finales (no siempre de manera racional y consciente) de orden afectivo, religioso, estético, material, moral, político y ético.

“Es este el corazón de la resistencia-activa sobre los problemas reales que surgen acerca de la vida y la muerte. Lo que reencuentra el sujeto, en y por la resistencia alegre a la tristeza, la afirmación misma de la vida. (…) Es según esta necesidad vital que el sujeto estratégico puede devenir sujeto ético”. (Bove, 1996:71)

3- “No se puede negar también la naturaleza y el significado de la voluntad en la que el ideal ascético trabaja; el horror de los sentidos, razón misma, este miedo de la felicidad y la belleza: el deseo de escapar de todo lo que está aparentemente cambiando, cada vez, la muerte, el esfuerzo, el deseo mismo. ... Todo esto significa estar dispuesto a la frustración, a la hostilidad hacia la vida, a la negativa a reconocer las condiciones fundamentales de la vida, pero por lo menos, es todavía, una disposición” Nietzsche, [1887] 1996 :284). 4- Conato se refiere a una inclinación o tendencia innata de la materia y/o espíritu por continuar existiendo y mejorarse (Traupman, 1966 52:)

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Es esta posibilidad de conformación del “sujeto ético” lo que se propone pro-fundizar en este artículo. Es decir, nos interesa indagar aquí las tendencias a la auto conservación y superación del ser humano como irrupción de lo imposible (Derrida) o construcción del devenir (Guattari, Althusser, Castoriadis) desde una perspectiva relacional y ética.

Se defiende la idea de que el ‘espejo’ y la imagen de un futuro distinto a la realidad actual, -no por ello menos realizable- tiene también un lugar sustantivo en la constitución del propio sujeto y es central a la hora de comprender los mecanismos de resistencia individual y colectiva.

Es en este sentido, que se abordará la cuestión de la utopía o utopías, como parte constitutiva del ser humano y en gran medida lo que lo diferencia del resto de las especies al poder pensar en el futuro no como mera reproducción del presente.

Ernest Bloch (1976) en el “principio esperanza” parte de las fuerzas más oscuras de la imaginación constituyente devenidas ‘lemotiv’ en la construcción estructural psicoanalítica, para contraponer la existencia de fuerzas inconscien-tes que empujan a los hombres a componer una mejor humanidad.

El método propuesto por Bloch consistía en liberar la pluridimensionalidad de lo real mostrando aquello que está en lo profundo y que existe en el modo de posibilidad. En este sentido, se considera la negatividad productiva como una conquista del hombre a través de la historia. Su crítica eminente se dirige así hacia la teoría que niega las potencialidades realizables por enquistarlas en interpretaciones estáticas y lineales.

La historia es tomada no como ordenamiento y repetición de los hechos, sino como proceso dialéctico que puede siempre cambiar de dirección y generar nue-vos movimientos sociales capaces de portar mayor consciencia emancipadora. Esta concepción se habilita al pensar la estructura social como un ensamblaje de estructuras que pueden dinamizarse y transformarse, transformando así la estructura global.

La actividad humana y el sujeto devienen el centro del análisis y no única-mente los mecanismos y estructuras que explican lo que son a través de las fuerzas de dominación que los habitan. De esta manera desde una especie de ‘antropología marxista’ se opone a las interpretaciones del hombre de carácter psicoanalistas y estructuralistas.

Para Bloch (Furter, 1977:15) los dinamismos de la existencia humana fundan elementos dispersos con los que es posible construir una concepción unitaria del principio esperanza, concebido desde una óptica materialista y dialéctica, donde se asocian el trabajo conceptual y la práctica de la emancipación.

En este sentido, se rechaza la definición de utopía como ideal político o social irrealizable, al no tener en cuenta los hechos reales de la naturaleza del hombre y sus condiciones de vida.

Ya en 1954 Mannheim, en su libro “Ideología y utopía” definía la utopía como todo estado de espíritu en oposición con el orden social realmente existente y práctico, tendiente a transformar parcial o totalmente el orden de las cosas. Se le otorga a la utopía una función dinamizadora de la historia.

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La utopía instalaría la discusión sobre a dónde queremos ir, los imaginarios por los que guiaremos nuestras acciones concretas, así, se recobra la dimen-sión de la historia vista como ‘proceso’, rompiendo con la repetición eterna de la dominación y el consumo –fragmentación de imágenes, tiempo, espacio que instala el capitalismo a través de un individualismo exacerbado-.

En el mismo sentido, Ernest Bloch (1976) propone comprender la utopía como posibilidad que reside en la propia materia. La utopía nacería del anhe-lar una vida mejor, como ansias capaces de lograr modificar las condiciones sociales existentes.

Karamazov (2007) nos sintetiza el pensamiento de Bloch de la siguiente manera: “pensar significa traspasar”. Bloch (1976) encuentra que las utopías históricas sufren del mal tendencial a la abstracción, lo que genera impotencia. Por ello, defiende la necesidad de que la utopía se sostenga en lo concreto y analice dialécticamente la realidad. La dialéctica entre realidad y teoría, debería generar una sinergia de acción práctica hacia el devenir y no una impotencia que produzca la resignación.

Claro que el problema aquí está justamente posado en la definición de qué es ‘lo real’ y qué es ‘lo ideal’; o mejor dicho, la definición de qué esfera de teoría y construcción de imaginarios sociales pueden tensar y transformar efectivamente la realidad mediante la acción.

La cuestión no admite respuestas fáciles ni únicas, para responderla parece necesario conocer el grado de participación y apropiación de los sujetos indi-viduales que son capaces de construir imaginarios colectivos con un sentido compartido.

Es aquí que emerge la cuestión del sujeto social y las acciones colectivas, su dinámica propia de las relaciones sociales que la sociedad y sus individuos sean capaces de establecer –inexplicable a partir de la suma de las acciones e intenciones individuales-.

Reivindicar el lugar central del sujeto supone no reducirlo a la reproducción, al asuje-tamiento o al reflejo inmediato de ‘lo real’; sino partir de sus potencialidades productivas y creadoras, analizándolas en conexión a las relaciones de poder y dominación.

A modo de reflexión

La conciencia histórica no se decreta por ‘leyes objetivas’ que las vanguardias puedan develar, sino que se concreta a través de la construcción de la reali-dad cotidiana en la que muchas personas recrean sus imaginarios colectivos y sobre estos ajustan su accionar. Es desde este supuesto donde emerge la importancia de la utopía.

Si el accionar colectivo intenta ser dirigido en base al imaginario de una mi-noría sin ser compartido, sería lo que retoma Furter (1977) de Bloch, advirtiendo que la muerte del espíritu y de los imaginarios se da cuando no hay lugar para el reconocimiento del otro, sino la amenaza de exclusión, prisión y el exilio.

Esta subjetividad construida desde la rivalidad, competencia y destrucción ‘del otro’ es el que se encuentra en los contextos totalitarios, radicalización del odio hacia el otro que lleva a eliminarlo.

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En los contextos caracterizados como ‘democráticos’ encontramos construc-ciones similares. “En esta perspectiva, la muerte aparece una vez más inexo-rablemente, pero sus verdaderas razones son, de una parte, la mala gestión y la mala organización de una sociedad y, por otra parte, la dificultad en hacer vaciar por categorías jurídicas las nociones de fraternidad, de autogestión, de responsabilidad y de libertad” (Furter, 1977 :22).

Con Spinoza la ciencia ética deja de ser una especulación sobre cuál sería el mejor régimen político para afirmarse en la estrategia del conato del cuerpo colectivo en un proceso real de auto-organización que permita el poder-hacer.

Si se comprende la autonomía como un proceso siempre inacabado y rela-cional, esta búsqueda puede instituir nuevos horizontes utópicos, capaces de recrear la esperanza, orientando las acciones colectivas e individuales.

¿Qué rol juegan las cooperativas y el movimiento auto-organizado en este proyecto político? ¿Qué función han tenido los gobiernos progresistas en la región?

Si ser radical, como dijo Marx, es “atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo“, la humanización y la defensa de un proyecto democrático basado en la auto-organización y procesos de autonomización creciente se hace indispensable.

En este sentido, la construcción de imaginarios colectivos derivados de nue-vas utopías sociales y con capacidad de instituir nuevas luchas sociales interpela a nuestros movimientos sociales contemporáneos y su rol en los procesos de democratización social.

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Formación parala colonización y

la autogestiónEl caso de la Colonia Raúl

Sendic Antonaccio-Bella Unión-Uruguay

Echeverriborda, María1

Ingold, María2

Moraes, Álvaro3

Otero, Martina4

Oyhantçabal, Gabriel5

La reactivación del complejo cañero-azucarero iniciada en Bella Unión en 2005 genera para los trabajadores la oportunidad de mejorar sus con-diciones de vida. Este hecho desencadena conflictos que resultan en la implementación de un Centro de Formación con participación de Extensión Universitaria, y en la instalación de una Comisión de Políticas de Tierras (CPT), que discute junto a los trabajadores el diseño de una Colonia en 2.000 ha adquiridas por el Instituto Nacional de Colonización. En este contexto Extensión desarrolla un proceso de formación para ampliar las capacidades de los colonos, generando un conjunto de reflexiones sobre el método, los contenidos, el contexto y la intencionalidad de las acciones universitarias.

1- Servicio C. de Extensión y Actividades en el Medio–UdelaR. [email protected] Servicio C. de Extensión y Actividades en el Medio–UdelaR. [email protected] Servicio C. de Extensión y Actividades en el Medio–UdelaR. [email protected] Servicio C. de Extensión y Actividades en el Medio–UdelaR. [email protected] Servicio C. de Extensión y Actividades en el Medio–UdelaR. [email protected]

Ensayos y Polémicas

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1. ORígENES Y ANTECEDENTES

La reactivación del complejo cañero-azucarero iniciada en Bella Unión en 2005 coloca nuevas perspectivas para la zona a partir del lanzamiento del Proyecto Sucro-alcoholero encabezado por ALUR SA6, generando para los sectores históricamente más perjudicados la oportunidad de mejorar sus con-diciones de vida.

Las expectativas de los trabajadores organizados se traducen en reivindica-ciones y propuestas orientadas a lograr participar en el diseño del proyecto local y a conseguir el acceso a tierra para trabajar. Se desencadena así, un proceso de conflicto y negociación que resulta a partir del 2007 en la implementación del Centro de Formación Popular Bella Unión (CFPBU) con la participación de Extensión Universitaria7, retomando el trabajo ya iniciado por un colectivo de estudiantes desde el 2002. Asimismo, también como resultado de la negociación se instala una Comisión de Políticas de Tierras8 (CPT), cuyo principal objetivo es atender la demanda de tierra y ampliar la superficie cañera.

A partir de 2008, la CPT debate sobre la construcción de un proyecto socio-productivo a implementarse en 2.000 ha que el Instituto Nacional de Coloniza-ción (INC) adquiere para crear la Colonia Raúl Sendic Antonaccio (CRSA). En 2009, el INC adjudica esta Colonia a cuatro grupos de asalariados y pequeños productores a través de sus organizaciones gremiales.

generalidades del trabajo de la Universidad en Bella Unión.Los objetivos que se propone el equipo de Extensión para el trabajo en Bella

Unión consisten en:Promover el acceso a tierra para trabajadores como forma de superar las

condiciones de vida signadas por situaciones de desigualdad y pobreza.Apoyar y contribuir al desarrollo de proyectos colectivos socio productivos

que tiendan hacia la autogestión de y para los trabajadores organizados.Fortalecer las organizaciones de trabajadores y pequeños productores de

Bella Unión.Contribuir a la actual coyuntura de desarrollo productivo de la zona en el

marco del Proyecto Sucro-Alcoholero.Para alcanzar el logro de estos objetivos, el trabajo se organiza en dos frentes.

Uno en la Comisión de Políticas de Tierras (CPT), de carácter eminentemente político, que busca aportar en la discusión de las políticas vinculadas a la de-manda y el acceso a tierra para los trabajadores organizados. Y otro de carácter formativo, en conjunto con las organizaciones de trabajadores, aportando ele-mentos para la reflexión en temáticas vinculadas al acceso a la tierra.

6- Alcoholes del Uruguay S.A. Empresa integrada por un 90% de acciones de la empresa estatal ANCAP y 10% de acciones de PDVSA - Venezuela.7- Siempre que nos referimos a Extensión lo hacemos al Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio (SCEAM), de la Universidad de la República.8- Integrada por ALUR, Instituto Nacional de Colonización, Programa Uruguay Rural - Ministerio de Ganadería, Agri-cultura y Pesca (PUR-MGAP), SCEAM–UDELAR, Junta Local de Bella Unión, Asociación de Pequeños Agricultores y Asalariados Rurales de Bella Unión (APAARBU), Gremial Granjera, Sindicato Único de CALAGUA (SUCAL), Sindicato de Obreros de ALUR (SOCA), Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA).

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2. METODOLOgíA

El presente trabajo busca reflejar algunos de los aportes surgidos a partir de la experiencia de sistematización que desarrolla el equipo docente de extensión universitaria en el marco del trabajo conjunto entre universitarios y trabajadores en el Centro de Formación Popular Bella Unión, particularmente en la línea de intervención en la Colonia Raúl Sendic Antonaccio.

Se pretende realizar una interpretación crítica de nuestras prácticas que permita a partir de la objetivación de lo vivido, transformar la experiencia de extensión que se viene llevando adelante en el CFPBU. La sistematización permite construir nuevos conocimientos para “develar” por qué pasó lo que pasó, no realizando una construcción cronológica y descriptiva de los aconte-cimientos, sino acercándonos a la lógica interna de los hechos en términos de aprendizaje (Jara, 2002).

La experiencia analizada se enmarca en el período temporal que va desde comienzos de 2009 hasta comienzos de 2010, período durante cual se llevaron a cabo diversas acciones tendientes a la formación de los trabajadores rurales vinculados al proceso de colonización de la CRSA.

El trabajo con los aspirantes a tierra como sub-programa dentro del Centro de Formación se fundamenta en la importancia que tiene la Colonia como conquista de las organizaciones de asalariados y productores familiares, fruto de diversas movilizaciones demandando el acceso a tierra. Cobra especial relevancia entonces su preparación para construir un proyecto de, por y para los trabajadores.

La sistematización se organizó en función de las etapas en que se configuró la intervención y el trabajo en dos frentes o dimensiones: el político relaciona-do con la participación de Extensión en la CPT como espacio general de toma de decisiones; y el formativo relacionado con la formación en sí misma en el marco del Centro de Formación Popular Bella Unión orientado a incrementar las capacidades de los trabajadores para comprender e intervenir en el proceso de colonización. Las etapas mencionadas son resultado tanto del contexto general del diseño y acceso a la Colonia como de la estrategia definida por el equipo universitario. Estas son:

Visualización de la CRSA como proyecto colectivo.Conceptualización de la CRSA y su contexto.Intervención con los trabajadores-colonos.Las primeras dos surgen de la estrategia pedagógica definida para aproximar-

se al objeto de estudio, considerando primero la necesidad de clarificar que se quiere para luego avanzar en su comprensión y en los caminos para su realiza-ción (etapa de conceptualización). La tercera tiene que ver estrictamente con el cambio de etapa que significa el ingreso a la Colonia de los aspirantes, exigiendo un pasaje desde un abordaje abstracto-ideal hacia un abordaje real-concreto de la CRSA como experiencia productiva concreta de los trabajadores.

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2.1 Visualización de la CRSA como proyecto colectivo

La primera etapa del trabajo se focalizó en la generación de aportes teóricos para que las organizaciones de trabajadores, a través de sus delegados a la CPT, tuvieran mayor capacidad de incidencia en la negociación del destino de la CRSA.

A nivel de la CPT se asumió la preparación y coordinación de un taller para todos los trabajadores-aspirantes (no sólo para los delegados) y los delegados institucionales para avanzar en su diseño. Desde Extensión se elevó una pro-puesta que contenía los objetivos, las aspiraciones y preceptos éticos del equipo universitario hacia la construcción de la CRSA (SCEAM, 2009).

La propuesta se centró en la concepción de la CRSA como “un lugar de vida y trabajo. En la que los trabajadores rurales puedan llevar adelante la producción obteniendo alimentos e ingresos para sostener a sus familias y como proyecto de vida”, proceso que necesariamente debe promover “la participación activa de todas la familias involucradas, tomando en cuenta sus sueños y sus proyectos de vida” (SCEAM, 2009: s/n).

La propuesta de formación se abordó en dos momentos: 1) soñar/proyectar la colonia, y 2) relevar el nivel de conocimiento sobre la misma, para desencadenar el proceso de formación so-cializando información. El encadenamiento de estas actividades supuso asumir una secuencia que permitiera, visualizando lo que se quiere (los sueños) y el estado de situación (la “realidad”), diseñar una estrategia para la consecución de los objetivos.

2.2 Conceptualización de la CRSA y su contexto

En esta etapa el trabajo estuvo signado por un permanente movimiento entre el análisis de la situación actual de los aspirantes, sus sueños y la valo-ración de las posibles formas de transitar desde aquel punto de partida hacia el escenario deseado.

Una idea fundamental que guió el abordaje, tanto en la dimensión formativa como en la política, fue que quienes hacen sean quienes decidan. En este sentido se pretendió fortalecer a las organizaciones para que logren una inser-ción más activa y planificada en la CPT. Al mismo tiempo, se buscó contribuir al involucramiento y participación activa, en los temas relacionados al diseño de la CRSA, de todos los aspirantes y sus familias -y no sólo de los delegados a la CPT- en el entendido de que los procesos de colonización afectan tanto a las organizaciones en su trayectoria de lucha, como a la vida cotidiana de cada una de las familias.

En la dimensión política, se trabajó en la elaboración de la síntesis de los acuerdos del taller de la CPT y se intentó contribuir en el avance de las discu-siones de la Comisión, promoviendo la participación activa y planificada de los trabajadores.

Mientras, en la dimensión formativa se mantuvo como objetivo aportar a los trabajadores elementos para discutir en sus organizaciones, analizando

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las propuestas de diseño de la CRSA presentadas en el taller de la CPT y la coyuntura a partir de nuevas categorías teóricas. Por este motivo se tomó como material de análisis las propuestas colocadas en el espacio político. A la inversa, se esperaba que los trabajadores pudieran enriquecer las discusiones de sus organizaciones y fortalecer su postura en la CPT a partir de los fundamentos, argumentos y herramientas analíticas trabajadas en el Centro de Formación.

2.3 Intervención con los trabajadores-colonos

La tercera etapa estuvo centrada en el diseño de la estrategia de trabajo con los colonos a partir del momento de la adjudicación de las tierras. La particula-ridad de la nueva etapa, iniciada a comienzos del 2010, es dada por el hecho de que la formación deja de estar en el plano del diseño abstracto de la colonia, pasando a estar centrada en el plano de la ejecución y “puesta en funcionamien-to” del emprendimiento. La característica saliente de la misma es la construcción de los acuerdos de trabajo a ser puestos en marcha durante 2010.

El trabajo planteado para el nuevo momento se sostuvo sobre los siguientes pilares:

Autonomía del equipo universitario en cuanto a los objetivos, metodología y criterios, para superar intermediaciones entre trabajadores y universitarios.

Carácter colectivo y co-conducido a partir de acuerdos e interés explícito de los trabajadores.

Trabajo a partir de las prácticas concretas, estableciendo modalidades de intervención que permitan conocer e incidir en el quehacer cotidiano de los co-lonos, en sus particulares procesos de trabajo, modalidades de relacionamiento, representaciones y prácticas.

Concepción de la CRSA como un territorio en disputa (Mançano, s/f). En el plano ético-ideológico, se enfrentan por un lado elementos ideológicos e inten-cionalidades de prácticas signadas por la pasividad, subordinación e individua-lismo, y por otro lado, representaciones y prácticas orientadas al establecimiento de relaciones fundadas en la cooperación, la igualdad y la afirmación de los sujetos colectivos. En el plano económico-productivo, la disputa refiere a cómo se resuelven las necesidades materiales de los trabajadores que provienen de trayectorias como asalariados y se enfrentan a la posibilidad de procesos autogestionarios.

Concepción de la CRSA como resultado del proceso de organización y lucha de los trabajadores en el marco de esfuerzos por la superación de las actuales condiciones de vida, al mismo tiempo que se evidencia fraccionamiento y dis-persión de, según Antunes (2005), la clase-que-vive-del-trabajo.

En coherencia con estos pilares, la estrategia de trabajo se definió de acuerdo a criterios establecidos por el equipo universitario discutidos con los trabajadores-colonos. Los acuerdos se realizaron a partir del análisis de:

-Las condiciones de la realidad en la que se realizaría la intervención.-El interés de los directamente involucrados en la CRSA.-Las posibilidades del equipo universitario.

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Los aspectos valorados buscaron generar condiciones para cumplir con las tareas fundamentales del quehacer universitario como son la formación y la generación de conocimiento. Este enfoque permite valorar las condiciones de la realidad en general y, en particular, el ambiente institucional y el respaldo de las organizaciones a la propuesta de intervención.

Contemplar los intereses de los trabajadores con el objetivo de llegar a com-promisos de trabajo que superaran los discursos y se validaran en la práctica (el interés se valora más en el “hacer” que en el “decir”). Y analizar las posibilidades referidas a las capacidades y recursos del equipo universitario para desarrollar la tarea. Se asumió como premisa de trabajo que no se abordarían todos los aspectos de la CRSA, sino que se haría énfasis en aquellas temáticas estraté-gicas y pasibles de ser modificados en el proceso de intervención.

La definición de la estrategia de trabajo requirió la definición simultánea de:El sujeto del proceso de intervención (con quién trabajar). Los acuerdos

se construyeron en los espacios de toma de decisiones de los trabajadores. El objeto de intervención (sobre qué trabajar). Se establecieron las po-

sibles áreas de trabajo en función del conjunto de problemáticas que surgieron de la construcción colectiva de los acuerdos. Se partió de la premisa, siguiendo a Martins de Carvalho (2004), que el objeto de intervención debe estar próximo del conjunto de campos temáticos sobre los cuales los sujetos tienen control efectivo, o por lo menos más posibilidades y capacidades de control.

3. ANÁLISIS DE LA EXPERIENCIA DE EXTENSIÓN

Se presenta un análisis de la experiencia enfatizando primero, en las re-flexiones particulares de cada etapa y luego en las reflexiones generales de todo el proceso.

3.1 Primer etapa: febrero-mayo 2009

Esta etapa tuvo como momento saliente en el frente político la alta partici-pación en el taller que involucró a los trabajadores-aspirantes y a los delegados institucionales. Sin embargo, el taller evidenció a la hora de la exposición de las propuestas las dificultades de las organizaciones de trabajadores para ob-jetivar, explicitar y exponer sus propuestas. Este hecho jerarquizó el peso de las instituciones, contraviniendo la perspectiva de que los trabajadores puedan intervenir sustancial y activamente en el proceso de toma de decisiones sobre su propio futuro.

En esta instancia se explicitaron distintas posibilidades para organizar la colonia: fraccionamiento de las 2000 hectáreas y asignación de una parcela a cada familia; adjudicación a todas las organizaciones para que la trabajen colectivamente; subdivisión de las tierras en tres o cinco fracciones correspon-dientes a tres o cinco cooperativas integradas según pertenencia organizacio-nal o afinidad personal/laboral; combinación de fracciones familiares con una fracción colectiva.

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Por su parte, en el frente formativo fue posible en el momento dedicado a soñar la CRSA identificar las aspiraciones de los trabajadores, poniendo en juego intereses, anhelos y esperanzas de cambio de las condiciones de vida y de trabajo. Fue posible construir un escenario deseado común a partir de los sueños individuales, estimulando la posibilidad de proyectarse a largo plazo como señala Martins de Carvalho (2004). Se explicitaron así las proyecciones de los trabajadores depositadas en el proyecto colonizador (mejorar las condi-ciones materiales de vida -vivienda y servicios relacionados-, acceso a lugares de recreación, etc.). El aspecto que más relevancia adquirió dentro de las aspi-raciones fue la Colonia como lugar de vida antes que como espacio productivo. En cuanto a los aspectos organizativos se manifestó la intención de promover relaciones de cooperación y colectivización de los factores de producción (tierra, trabajo y capital).

Posteriormente se abordaron las preguntas e interrogantes sobre la CRSA, organizadas en distintos ejes(9) para facilitar un trabajo ulterior que permitiera responder cada una de las preguntas. Algunas de las interrogantes que surgieron denotaban falta de información, en tanto otras daban cuenta de aspectos aún sin resolver. En este momento surgieron nuevamente deseos, sueños, aspira-ciones, ideas, pero no ya centrados en la CRSA como lugar de vida, sino en los criterios con que se definen los aspirantes, la deuda inicial, las condiciones de ingreso a la tierra y aspectos organizativos10.

A partir de estas, y con el objetivo de nivelar información, se realizaron acti-vidades de estudio de las normas regulatorias de la colonización (leyes 11029 y 18187) para clarificar el marco jurídico-institucional, y se identificaron los espacios de decisión sobre la colonia y sus integrantes.

La metodología utilizada en esta etapa permitió la participación activa de aspirantes y dirigentes de distintas organizaciones junto con algunos familiares. Combinó momentos de discusión en sub-grupos con momentos de producción colectiva (construcción de “maquetas” de la colonia soñada). En particular las re-presentaciones gráficas de la colonia soñada fueron un producto concreto sobre el cual se volvió permanentemente a lo largo de todo el proceso formativo.

Esta primer etapa permitió involucrar a varios trabajadores-aspirantes así como a algunos de los delegados a la CPT, generando un espacio para el debate y la formación entre trabajadores de diversas organizaciones que no existía hasta ese momento. La participación, por más que en ninguna de las instancias alcanzó a la mayoría de los aspirantes, aglutinó a buena parte de los mismos evidenciando la necesidad de generar espacios de discusión.

9- Instituciones vinculadas y espacios de toma de decisiones; quiénes ingresarán; diseño y organización; proyecto de producción y trabajo; recursos productivos necesarios; y la CRSA como espacio de vida.10- Sobre la definición de los aspirantes, se manejaron diversos criterios de ingreso, acordando sobre la necesidad de combinar criterios definidos por organización con otros definidos entre todos. Para la conformación de los grupos de trabajo se identificaron como principales criterios la afinidad personal y/o laboral, o la pertenencia organizacional. En lo referido a las condiciones de ingreso se sugirieron entre otras reivindicaciones: un subsidio/salario hasta que la producción genere ingresos; la exoneración de renta durante el primer período; la necesidad de transporte mientras no sea posible vivir en la colonia. Reivindicaron tener claro antes de ingresar el monto global y la composición de la deuda generada, las condiciones de pago y los plazos. En relación a la organización de la colonia se jerarquizaron los aspectos colectivos, y la importancia de tener reglas claras para facilitar el entendimiento y la resolución de conflictos.

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3.2 Segunda etapa: mayo-diciembre 2009

La dimensión política durante esta etapa, luego del taller general de la CPT y hasta finales del año, estuvo signada por el debilitamiento del espacio de discusión/negociación. Tanto las organizaciones de trabajadores como las insti-tuciones y en particular el Instituto Nacional de Colonización fueron negligentes a la hora de jerarquizar la negociación política en el espacio de la CPT. En esto incidieron movimientos de diverso tipo. Por parte del INC, la sistemática convo-catoria a las organizaciones de trabajadores, en ocasiones todas juntas, otras veces de forma separada, a espacios bilaterales donde sin mayores discusiones de fondo se tomaban definiciones trascendentales11. Las organizaciones de tra-bajadores, tanto delegados como aspirantes, accedían a estas convocatorias, legitimando dichos espacios, en parte impulsados por la idea de que "hay que entrar a la tierra y luego pelear desde adentro". Estos movimientos apresuraron el proceso de decisión sobre la CRSA, lo que dificultó aún más las posibilidades de incidencia de los trabajadores. Un hecho importante a destacar es la deci-sión de que algunos trabajadores-aspirantes a la colonia fueran empleados por ALUR SA para iniciar el proceso de producción cañera en la Colonia, en una modalidad transitoria donde ALUR se instituyó como el patrón. Esto se realizó en el marco de un acuerdo ALUR SA – INC avalado por la CPT.

A su vez las organizaciones de trabajadores tenían ámbitos de discusión in-ternos relativamente difusos, sin estar claro en qué espacios organizacionales se discutían los aspectos vinculados a la CRSA y se tomaban posturas de cara a la negociación con las instituciones. Sin embargo, existieron algunos esfuerzos que intentaron anteponerse a esta situación, constituyendo un espacio que funcionó durante un breve período que convocaba a la totalidad de los aspirantes. Estas instancias tenían la fortaleza de aglutinar a los involucrados, trascendiendo la pertenencia organizacional diversa. El intento estuvo signado por dificultades entre las discusiones sobre temas a resolver en el corto plazo y la proyección estratégica de la CRSA. Por otra parte, el espacio no fue jerarquizado como ámbito de toma de decisiones de las organizaciones, generando confusiones en torno a qué espacio debían tomar como referencia los delegados de la CPT. Esto último provocó que en algunas ocasiones no hubiera correspondencia entre lo discutido en este espacio y las posturas llevadas por los delegados a los espacios de negociación bilateral con el INC, y a la CPT.

En cuanto al rol de Extensión durante esta etapa, se intentó explicitar una lectura crítica en las escasas instancias de la CPT convocadas. En este senti-do, de acuerdo a la responsabilidad ética de la Universidad, se intentó “alertar” acerca de las consecuencias negativas que traería la aceleración del proceso, la falta de discusión en profundidad de temas fundamentales, y las condiciones limitadas de participación que se procuraban para aspirantes y organizaciones de trabajadores. Estas acciones tensaron el espacio de negociación, en particular la relación entre el SCEAM y el INC. Al mismo tiempo, si bien en ámbitos infor-males o en las actividades de formación, los trabajadores manifestaban críticas

11- Las iniciativas del INC estuvieron a su vez fuertemente condicionadas por el escenario electoral y la posibilidad de continuidad del gobierno del Frente Amplio, que los “obligaba” a acelerar el proceso de adjudicación.

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al proceso, no conseguían sostener estas posturas en los espacios formales, de la misma manera que no lograban sostener sus propias reivindicaciones. Respecto al trabajo con las organizaciones, se intentó jerarquizar el espacio de aspirantes inter-organizaciones visualizando su potencial como aglutinador de las reivindicaciones e intereses del conjunto de los trabajadores. En efecto se mantuvo una presencia sostenida pero sin alcanzar un aporte formativo concreto.

En el frente formativo se abordan contenidos a partir de cuatro ejes centrales: 1. estudio de las propuestas de diseño de colonia presentadas;2. análisis de la coyuntura política local y nacional; 3. lugar que ocupa el trabajo dentro del capitalismo; 4. particularidades de los emprendimientos colectivos autogestionarios.

1. Como etapa introductoria, el análisis se centró en las diversas propuestas de diseño de la CRSA, discutiendo ventajas y desventajas de cada una de ellas en relación con los sueños de los trabajadores, en el sentido de conectar los deseos con las diversas posibilidades. A partir de los sueños y de las propuestas se identificaron los distintos elementos que aparecían en cada caso: viviendas, servicios, maquinaria, rubros productivos, formas de organización, gestión de la tierra, ingresos de las familias, etc. La multiplicidad de aspectos emergentes daba cuenta de la complejidad de la realidad de la CRSA y del carácter multi-di-mensional de la misma. En este sentido, se caracterizó la colonia como complejo de complejos (Lessa, 2007), clasificando las dimensiones como sub-complejos según su relación con la esfera social (la colonia como lugar para vivir), con lo económico-productivo o con la gestión político-organizativa. El proceso de formación se inició haciendo foco en el sub-complejo económico-productivo debido a tres motivos. En primer término porque no es posible abarcar todos los elementos de la realidad al mismo tiempo. Una vez visualizada la complejidad inherente a la realidad sensible, su conocimiento exige algunos movimientos de abstracción para poder luego volver con más claridad sobre la totalidad concreta (Kósik, 1975). Segundo, porque todo hacía pensar que la dimensión social de la CRSA se definiría en un momento posterior, más próximo a la ad-judicación de las tierras. Tercero, por la convicción de que la forma de gestión político-organizativa debe responder a los objetivos económico-productivos del emprendimiento, a la finalidad del proyecto, y no determinarla o condicionarla. En este sentido, se hacía preciso comprender primero qué problemas preten-dían resolver los trabajadores con esta iniciativa, para luego definir cuál sería la mejor manera de gestionarla.

Con la mirada centrada en el sub-complejo económico productivo, se identifi-caron los factores de producción que se combinan en cualquier emprendimiento productivo y que adquiere un significado particular (no capitalista, solidaria, autogestionaria) en las iniciativas económicas asociativas (Antonio Cruz, 2007): trabajo humano, tierra y medios de operación (insumos, implementos agrícolas, maquinaria, etc.).

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Como la idea de complejo exige relacionar sus diferentes componentes, se abordaron los diferentes grados de colectivización que contenía cada propuesta de colonia. Es decir, se vinculó la idea de factores de producción con el análisis de las diferentes propuestas de gestión político-organizativa presentadas en el taller de la CPT, según se basaran en la gestión común de uno, algunos o todos los factores de producción.

Posteriormente el foco fue colocado sobre el factor trabajo humano. El trabajo se abordó a nivel filosófico en su carácter de categoría fundante del ser social, entendido como actividad vital específica del hombre a través de la cual los seres humanos transforman la naturaleza a efectos de satisfacer sus necesidades al tiempo que se transforman a sí mismos (Lukács, 2004). Desde esta perspectiva se analizó el lugar que debería ocupar el trabajo en un emprendimiento auto-gestionado por trabajadores como la CRSA.

2. De acuerdo con la idea de complejidad, resulta claro que la colonia no está aislada de la realidad más general. Siendo así, no es posible comprender cabalmente todas las aristas problemáticas que se presentan sin visualizar todos los factores, aparentemente externos, que la afectan. Por este motivo se realizó un análisis de coyuntura a partir de un mapeo de actores (Guedes et al., 2006), que permitiera desmenuzar el marco político, local y nacional, en que se ubica la CRSA, identificando los diversos actores que intervienen sobre esa realidad y los intereses que los motivan.

Esta actividad fue concebida especialmente vinculada a la dimensión política, dada la importancia de tener claridad sobre cómo se posicionan y mueven los distintos actores, para avanzar en la definición de la estrategia y preparar de mejor forma la negociación. Es así que se planificó una devolución del análisis de coyuntura realizado en las actividades de formación al espacio que congre-gaba a todos los aspirantes.

3. El tercer eje de la formación implicó la problematización del lugar que ocupa el trabajo en el capitalismo como factor de producción. Se abordó el concepto de plusvalía ubicando la explotación del trabajo humano como la base de la acumulación de riqueza en el capitalismo, siendo que en este modo de producción, el trabajo es subordinado al capital (Foladori y Melazzi, 2009). De esta manera se diferenciaron las iniciativas productivas de los capitalistas de las de los trabajadores, tanto por los diferentes puntos de partida como por el destino del resultado económico12.

El punto de partida fue el análisis de la situación más conocida para los aspirantes: el trabajo dependiente-asalariado.

12- Los capitalistas colocan el capital inicial para adquirir medios de producción y, como una mercancía más, compran el trabajo humano que genera la riqueza con la que aumentan su tasa de lucro. Los trabajadores, en cambio, aplican su fuerza de trabajo a los medios de producción para producir bienes que, al venderlos en el mercado, les aportan dinero con el cual comprar otros bienes con los que intentan satisfacer las necesidades básicas de sus familias (modo de producción mercantil simple) (Foladori y Melazzi, 2009).

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Al analizar la posibilidad de superar las relaciones de dependencia en la colonia, quedó de manifiesto que, si bien acceder a tierra puede terminar con la necesidad de trabajar como asalariado en una empresa ajena, no pone fin a la subordinación pues aún con tierra, los trabajadores no controlan el proceso global de producción (Narotsky, 1997).

En este sentido, se estudiaron las diferentes formas de extracción de valor/trabajo que sufren las iniciativas productivas de los trabajadores, según los mercados de tierras, de trabajo, de productos, de capital y de insumos (Piñeiro, 1985).

La permanencia de la subordinación como signo en los emprendimientos de los trabajadores, no sólo responde a la inserción subordinada en distin-tos mercados, sino también a las pautas socio-culturales asociadas que determinan particulares formas de relacionamiento entre los géneros y las generaciones. En este sentido, cuando los trabajadores rompen la relación de dependencia laboral y se dedican a producir por su propia cuenta, en general, la única variable que en mayor o menor medida controlan es el trabajo. De esta forma el trabajo es la variable de ajuste por lo que para producir más y obtener mejores resultados, la opción que generalmente aparece es la de aumentar las horas de trabajo de la propia familia en el emprendimiento. Asimismo, para cumplir con las obligaciones del emprendi-miento muchas veces se postergan aspectos vinculados a la vida doméstica o familiar. Ocurre entonces una superposición de proyectos a la interna de las familias de trabajadores-productores (Piñeiro, 1994), dándose relaciones de complementariedad en muchos casos, pero de competencia en otros tantos. Esto refiere también a los vínculos que se establecen dentro de la familia y los roles y tareas que asumen o no mujeres, hombres, ancianos/as y niños/as. Las primeras generalmente resultan subordinadas a los segundos que son quienes asumen un lugar central en la toma de decisiones respecto del proyecto productivo. Sin embargo, son todos, hasta los niños/as en muchos casos, quienes aportan trabajo para que el emprendimiento funcione. Es así que, por las condiciones en que los trabajadores acceden a tierra, muchas veces terminan reproduciendo situaciones de explotación y auto-explotación a la interna de sus familias (Ingold 2009, Martins de Carvalho 2009).

4. En último término, se reforzó la idea de que el proyecto en la colonia debía responder en primer lugar a las necesidades de los trabajadores, para lo cual se abordó el concepto de necesidades, distinguiéndolas de los satisfactores, desmitificando la suficiencia de los mínimos y reivindicando los niveles básicos imprescindibles (Max Neef, 2001).

Al mismo tiempo, considerando que tanto en los sueños como en las pro-puestas, lo colectivo se reiteraba como forma de organizar algunos o todos los factores de producción, fue abordada la cuestión de la cooperación. De acuerdo con el MST (2008) hay razones políticas, económicas y sociales para

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la cooperación que deben ser tenidas en cuenta al emprender un proceso co-lectivo de producción. En esta línea se relacionó esta forma de gestión colectiva y autogestionaria presentada como alternativa haciendo énfasis en las cinco rupturas con el modo capitalista que implica la autogestión (Sarachu, 2009): trabajo asalariado, propiedad privada de los medios de producción, apropiación particular de los resultados económicos, concentración del conocimiento en una cúpula y toma de decisiones reservada para los patrones. La contra-cara de estos cinco puntos estaría dada por proyectos donde reinen las relaciones de interdependencia entre los trabajadores, que reivindiquen la propiedad social de los bienes y los resultados económicos, y donde todos manejen toda la in-formación y participen activamente en la toma de decisiones de la misma forma en que participan en el trabajo (Sarachu, 2009).

Respecto de la metodología empleada para el abordaje de los ejes concep-tuales reseñados, cabe reflexionar acerca de tres cuestiones principales:

1. fomento de la problematización y la actitud crítica;2. apuesta a una forma determinada de conocer y comprender la realidad;3. diversidad de técnicas y herramientas didácticas empleadas.

1. Se partió de la premisa de promover una actitud crítica frente a la realidad, buscando explicaciones e intentando no tomar respuestas, propuestas, acciones políticas y condiciones actuales como algo naturalmente dado. En este senti-do, el esfuerzo formativo pretendió introducir distintos conceptos, habilitando la aplicación de categorías analíticas a fin de contribuir a la comprensión de la realidad. Para ello se procuró partir siempre desde la experiencia concreta de los trabajadores, tomando como punto inicial sus saberes y opiniones. Esta forma de encarar el proceso de formación exigió jerarquizar los momentos de planificación y preparación de las actividades, aspectos que no habían aparecido con tanta relevancia en la primera etapa del camino.

2. El enfoque utilizado para conocer y comprender la realidad pretende dar cuenta de su complejidad al tiempo que profundiza en el análisis de algunos de sus componentes. Como fuera mencionado, dado que no es posible abarcar de forma totalizante a la realidad en un solo movimiento, fueron necesarios algu-nos niveles de abstracción, clasificando los variados elementos que la integran y avanzando por partes. Se buscó recorrer este camino recordando que más allá de los recortes que se realicen para el análisis, todo se relaciona con todo, siendo preciso tener presente la realidad como totalidad compleja para evitar interpretaciones fragmentarias o simplistas.

Estas ideas se materializaron en la elaboración colectiva de un esquema básico de trabajo que contenía todos los elementos emergentes en la realidad de la colonia: el "complejo de complejos". Luego, en cada actividad, se hizo foco en alguno de los elementos, profundizando por partes en la reflexión, pero volviendo siempre sobre el esquema general inicial, dejando claro cómo no es posible decidir sobre alguna parte de la colonia sin contemplar las demás, de

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la misma forma que las decisiones tomadas para cada dimensión afectan al resto. Esta forma de trabajo buscaba facilitar el aprendizaje y la incorporación de los conceptos, acumulando siempre sobre el mismo esquema básico, lo que configuró un hilo conductor de la formación.

3. Fueron diversas las herramientas utilizadas para desarrollar las actividades de formación desafiando permanentemente la creatividad. Todas las actividades integraron momentos expositivos, donde se hacía el nexo con la totalidad del programa y se colocaban conceptos teóricos. Las exposiciones se combinaron con otros recursos: construcción colectiva de soportes gráficos, discusión en pequeños grupos, trabajo con música y artículos de prensa, recuperación de frases textuales de los trabajadores, y uso de dibujos o figuras para representar ciertas ideas. Normalmente se trabajó en actividades generales, es decir, con los trabajadores de todas las organizaciones involucradas juntos/as, aunque por momentos esta modalidad se alternó con instancias sub-grupales por or-ganización.

3.3 Tercer etapa: enero-marzo 2010

En esta etapa se confirma la tendencia hacia la desarticulación de la CPT, demostrando la incapacidad del espacio para definir programática-mente sobre la CRSA. En este contexto, sumado al debilitamiento de las organizaciones, el INC define adjudicar en forma directa cuatro de las seis fracciones de la colonia a colectivos de trabajadores propuestos por las organizaciones. Es destacable que la adjudicación no fue acompañada por resoluciones o recomendaciones explícitas sobre las condiciones bajo las cuales ingresarían los nuevos colonos.

Las incertidumbres respecto al futuro inmediato de la CRSA y la omisión de notificación sobre la efectivización de la adjudicación, fueron precursoras de un conflicto que estalló en los primeros días de 2010 mediante la ocupación de la colonia. La medida tuvo como resultados el compromiso del INC de ad-judicación a los trabajadores, y una serie de apoyos a ser estudiados por las instituciones estatales para propiciar condiciones más favorables para el inicio de la producción: i) financiación para la compra de un parque de maquinaria; ii) acceso a la estructura de costos del sistema de riego y apoyo a la ejecución del programa de riego; iii) adelantos financieros mensuales para el mantenimiento de las familias; iv) traslado de los trabajadores a la colonia; v) plan de siembra futuro; vi) gestiones para la construcción de viviendas; vii) financiación para proyectos de diversificación; viii) cobro de renta cañera únicamente en el área realmente plantada.

Por su parte en el frente formativo, y a los efectos de ordenar los temas identificados a partir del “pool” de aspiraciones y problemas manifestadas por los grupos, se retomó la idea de colonia como complejo de complejos, proble-matizando los temas a fin de identificar y definir áreas de intervención.

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De esta forma se estableció el proceso de intervención en la CRSA trabajando a dos grandes niveles: de los grupos de trabajadores-colonos, y del conjunto de la colonia.

A nivel de los grupos de trabajadores-colonos, se acordó el abordaje de te-mas a trabajar específicamente en cada grupo. Según los sub-complejos antes referidos, los temas acordados fueron:

En el sub-complejo gestión político-organizativa: toma de decisiones; orga-nización del trabajo; contabilidad y gestión financiera; forma jurídica.

En el sub-complejo económico-productivo: diversificación; planificación pro-ductiva; identificación y gestión de recursos (financiación, asistencia técnica, maquinaria); organización del trabajo en combinación con la caña de azúcar; distribución de utilidades (ingresos).

Por su parte a nivel del conjunto de la colonia se acordaron los siguientes temas:

En el sub-complejo económico-productivo: financiamiento; recepción de iniciativas surgidas en los grupos (diversificación por ejemplo); riego; cosecha centralizada; adquisición y uso de maquinaria; infraestructura productiva (ca-minos, puente).

En el sub-complejo gestión político-organizativa: relación colonos con sus organizaciones de referencia; relación y gestión ante instituciones públicas y privadas para la obtención de apoyos.

En el sub-complejo social: vivienda; transporte; espacio “donde estar” en la colonia; educación; salud; actividades culturales; financiamiento; gestión de bienes comunes a toda la CRSA (infraestructura existente: viviendas, galpón, corrales, espacio libre).

3.4. Reflexiones generales

Contexto

Inicialmente cabe señalar que el contexto general en el que se inscriben las organizaciones de trabajadores de Bella Unión, se caracteriza por las acciones llevadas adelantes reivindicando políticas de acceso a tierra que responda a las necesidades e intereses de asalariados y productores familiares. Los tra-bajadores, muchos de ellos viviendo en condiciones paupérrimas, son capaces de reconocerse violentados por las condiciones de trabajo y de vida imperan-tes, logrando desnaturalizar las relaciones sociales de las que son parte para generar procesos de protesta y rebeldía que dan lugar a acciones colectivas concretas.

Como explica Iamamoto (1997) la expresión política de las clases requiere su existencia social objetiva, es decir, tienen que haber condiciones históricas que posibiliten intereses sociales comunes y la apropiación colectiva de éstos por los individuos sociales.

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Es en este movimiento de apropiación colectiva y de organización de sus in-tereses, que la conciencia de clase se elabora y los procesos de lucha adquieren una dimensión universal, en la que se basan las acciones políticas orientadas a la lucha por la hegemonía.

Los trabajadores aspirantes a tierra poseen intereses sociales comunes, algunos de los cuales han podido identificar como tales. Lograron a su vez or-ganizarse para acceder a la Colonia Raúl Sendic Antonaccio a fin de mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, se deben destacar algunas limitantes del alcance organizativo de estos trabajadores en el proceso de negociación en torno al proceso colonizador en curso, lo que se evidencia en las instancias en las que confluyeron con las instituciones estatales.

En éstas, logran expresar sus problemáticas y aspiraciones en forma confusa, a pesar de que en su quehacer cotidiano viven y comprenden.

En múltiples espacios -a la interna de sus organizaciones y en los de for-mación- los trabajadores colocan sus aspiraciones, críticas y propuestas. Sin embargo, al mismo tiempo se encuentran con grandes dificultades para desa-rrollar un punto de vista propio y genuino construido colectivamente.

Para comprender estas dificultades es importante ubicar esta experiencia en la realidad socio histórica actual, que encierra una lógica cultural cuyas tenden-cias fortalecen acciones individuales, corporativas y despolitizantes (Simionatto, 1998). En el momento socio político presente, en el que el capital reorganiza sus formas de dominación societal, reorganizando el proceso productivo, pero también buscando recuperar la hegemonía en las más diversas esferas de la sociabilidad, donde destaca el plano ideológico (Antunes, 2000), la correlación de fuerzas para los trabajadores se muestra intensamente desfavorable.

Desafíos para Extensión

Esta correlación de fuerzas, ha colocado algunas interrogantes, tensiones y desafíos en el trabajo de la Universidad, tanto en el frente político como en el formativo.

Con respecto al plano político, ¿qué modalidad de intervención es la más pertinente y apropiada en este escenario, cuando la pretensión es contribuir a que el acceso a tierra signifique una superación de las condiciones de desigualdad y pobreza en las que viven los trabajadores, al tiempo que los fortalezca como sujeto político? ¿Qué acción concreta tomar ante la constatación de que se generan condiciones desfavorables para los proyectos socio-productivos de los trabajadores, cuando los propios trabajadores no logran denunciar y enfrentar estas condiciones? ¿Qué le compete realizar a la Universidad, en tanto institu-ción generadora de conocimiento crítico sobre la realidad social, para aportar a un proceso colonizador que contemple las necesidades de los trabajadores en esta coyuntura particular?

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Como afirma Iamamoto (1997), una primer consideración a realizar es que para comprender y orientar el significado social de la práctica universitaria es necesario insertarla en el juego de las relaciones entre las clases sociales y sus mecanismos de poder. El sentido dado a las prácticas y el establecimiento de las alternativas, solo pueden ser descubiertas a partir de la historia de la sociedad de la cual la Universidad forma parte.

En el intento de superar posiciones fatalistas -que naturalizan la vida social, negando la posibilidad de cambio- y actitudes mesiánicas -basadas en una visión mágica e ingenua de la transformación social privilegiando las intenciones volun-taristas- (Iamamoto, 1997), la estrategia de trabajo asumida implicó explicitar la perspectiva ética, ideológica y política del equipo. Se enunciaron las principales debilidades y críticas identificadas, intentando generar alternativas favorables a la construcción de un proyecto beneficioso para los trabajadores.

Esta perspectiva supuso en algunos momentos cierta tensión cuando las posiciones explicitadas significaban diferencias importantes con otras institu-ciones. Tensión que exigía evitar asumirse como portavoz de los trabajadores, pero haciendo aportes que redundaran efectivamente en la mejora del proyecto. Más allá de que la crítica se entiende legítima en sí misma, es necesario que esta se vuelva pertinente y apropiada, aportando las bases para identificar alternativas que transformen lo que se critica. Así entendido, las acciones rea-lizadas se apoyaron en el imperativo ético de colocar nuevos elementos que contribuyan a potenciar las iniciativas que hagan viable el proyecto colonizador de los trabajadores, fortaleciendo sus procesos de organización y formación. Este mismo criterio condujo también a la autocrítica de algunas decisiones tomadas, reconociendo errores y reorientando acciones.

En la dimensión formativa, gran parte de los elementos vertidos se orientaron a aportar nuevas referencias para los trabajadores que significaran contribucio-nes a la hora de imaginar la colonia soñada, y que colaboraran en el diseño de la estrategia para acercar necesidades y aspiraciones. En términos generales, se observaron a nivel individual procesos sustantivos de aprehensión de estos elementos que redundaron en mayor capacidad de comprensión, problemati-zación y propuesta. El proceso realizado por los trabajadores que participaban asiduamente en las actividades evidenciaba también el desarrollo de capaci-dades de expresión y comunicación con sus compañeros.

Como debilidad, se debe indicar que fue sumamente difícil que estos procesos de carácter individual tuvieran su correlato en los espacios colectivos. La ina-sistencia de muchos de los aspirantes a los espacios de formación, unida a las dificultades internas de las organizaciones, obstaculizaban que los elementos de formación fueran incorporados a los ámbitos de discusión más orgánicos donde, en definitiva, los trabajadores elaboraban las opiniones a ser trasladadas a la CPT. Esto limitó la posibilidad de alcanzar el objetivo inicial de aportar elementos pasibles de ser retomados por ellos al discutir la CRSA en sus organizaciones, analizando los aspectos del proyecto colonizador discutidos en la CPT.

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Los temas abordados en los ámbitos de formación casi no eran retomados en los procesos de discusión de las organizaciones, por tanto no se lograba incorporar lo que podían ser nuevos argumentos para elaborar las posturas a llevar al espacio político.

Si bien estas dificultades no pueden ser superadas exclusivamente por la formación -de hecho no sería acertado pretender que la formación diera soluciones que requieren cambios en otros esferas-, aparece como desafío la instauración de modalidades de trabajo que intenten acercar la formación con las orgánicas de las organizaciones, de modo tal que pueda avanzarse en su mutua interrelación, manteniendo la naturaleza específica de cada ámbito.

Un aspecto positivo de gran provecho educativo desde el punto de vista didáctico, fue la construcción de un esquema básico que ofició de ordenador durante todo el ciclo de formación: la colonia como complejo de complejos. Además de permitir hacer hincapié en la realidad como totalidad, el esquema facilitaba la conexión necesaria entre los distintos aspectos abordados en cada encuentro. Asimismo, idear la colonia soñada, permitió tener una referencia común de aquello que los trabajadores desean, y fue colocada en variadas oportunidades para apelar al escenario deseado que de algún modo se configuró como objetivo a alcanzar. Desde un punto de vista más concreto, es destacable el buen resultado que tuvo la utilización de herramientas que no se limitaban a la oralidad y al lenguaje escrito, como ser los gráficos e imágenes construidos con los trabajadores.

Es importante destacar la necesidad del equipo docente de formarse en cómo aprenden los adultos para desarrollar capacidades teórico-prácticas en el trabajo de formación, y en la implementación de metodologías de evaluación del aprendizaje.

Otra tensión presente a lo largo del proceso de trabajo, se vincula con la rela-ción teoría–práctica, o en otros términos abstracto–concreto. El desafío parece estar en la construcción de una síntesis que no quede en un nivel demasiado abstracto que no aporte elementos para la coyuntura particular, ni permanezca sólo en el quehacer diario de los trabajadores (su conocimiento empírico), favo-reciendo la reproducción acrítica del pensamiento cotidiano sin brindar nuevos elementos teóricos que interpelen el orden establecido.

CONCLUSIONES

Los trabajadores son capaces de problematizar algunos aspectos de la desigualdad que experimentan y así generar procesos de mayor consciencia. Concretan a través de la organización de clase, el logro de metas propuestas para el corto plazo. Al mismo tiempo estas concreciones muestran dificultades en la construcción de un proyecto de largo alcance para el conjunto de los trabaja-dores. Sus logros en lo organizativo, sus expresiones de rebeldía y movilización, si bien logran superar la resignación y la pasividad, tienen alcances limitados para lograr articular una síntesis que vaya configurando un proyecto propio.

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Estas dificultades obstaculizan la posibilidad de elaboración de un plan de largo aliento que, superando lo urgente e inmediato, permita plantear objetivos colectivos, analizar el escenario actual y en función de estos trazar una estra-tegia hacia su consecución.

Lo anterior configura un marco de asimetrías de carácter estructural que determina las relaciones predominante en los espacios multisectoriales con el Estado. La participación en la implementación de esos espacios se inscriben en la correlación de fuerzas desfavorable para los trabajadores y en la contradicción que viven las organizaciones sociales, en su aspiración en incidir en la definición y construcción políticas que beneficien a los sectores populares del campo.

Inmersa en las relaciones sociales de poder se encuentra la acción universi-taria. Al mismo tiempo que se hace explícita la intencionalidad en la contribución a la superación de las condiciones de vida signados por la pobreza a través del acceso a tierra y el fortalecimiento organizativo de los trabajadores en tanto sujetos políticos, se hace imprescindible la permanente valoración del escenario actual. Al igual que los trabajadores, los equipos universitarios comprometidos en estos procesos de intervención deben exigirse un continuo análisis de las condicionantes y potencialidades, analizando la coyuntura de manera de ajustar el trabajo de acuerdo a la realidad concreta.

De esta forma, en el proceso de de trabajo universitario, la crítica y autocrítica son herramientas necesarias para el aporte formativo-conceptual, de cara a la transformación de lo que se critica. Además requiere una permanente vigilancia político-metodológica, en evitar asumirse como portavoz de los trabajadores.

Desde el punto de vista del proceso de formación, se hace necesario comprender los aspectos implicados e instrumentar dispositivos que garan-ticen al menos los siguientes niveles: a) la apropiación individual de nuevos referentes conceptuales para comprensión del mundo en su totalidad y en su concreción inmediata; b) la relación con los espacios colectivos de manera permanente y sistemática que permita la construcción de referentes comunes de análisis y proyección; y c) el establecimiento de una modalidad trabajo que jerarquice la interrelación entre las decisiones políticas y la acumula-ción alcanzada en la formación avanzando en los niveles de organicidad y estrategia de los trabajadores.

En este sentido, la formación debe integrar sin superponer o sustituir el proceso de organización de los trabajadores. El cual requiere ser comprendido en su doble dimensión: la acción política-reivindicativa y el nuevo desafío de la organización económica en base a relaciones sociales de trabajo y producción superadoras de la dependencia y la apropiación desigual de la riqueza.

Para finalizar, es pertinente enfatizar que los procesos de formación no gene-ran resultados de manera inmediata, ni dan respuesta al conjunto de problemas que enfrentan las organizaciones de trabajadores.

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Pero, también es cierto que la formación logra incidir a favor de la aprehensión de mayores grados de consciencia, a favor de la negación de la inmediatez de la condición impuesta por el statu quo social. En este sentido se reivindica a la formación como una estrategia apropiada para incidir en el plano ideológico, que contribuya al fortalecimiento de los procesos de organización de los traba-jadores. Estrategia que no puede ser pensada de forma apriorística y general, sino que debe dar respuesta, en una coyuntura particular, a individuos concre-tos. Estrategia que necesita, de forma permanente, la profundización teórica rigurosa y el desarrollo de la creatividad. Estrategia que solo puede ser definida y analizada, enmarcándola como parte del proceso social más general, sin relegar la responsabilidad que tienen los equipos universitarios en la dirección dada a su accionar.

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo toma en cuenta la ponencia presentada en el marco del Seminario RULESCOOP desarrollado durante el año 20091 y describe los avan-ces del “Programa de reactivación económica y creación de empleo a través del fomento del cooperativismo y la recuperación de empresas en el Departamento de Cane-lones, Uruguay1 (Canelones Cooperativo), financiado por la UE, del que son socios la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU), la Intendencia Muni-cipal de Canelones (IMC), y las ONGs italianas COSPE e ISCOS.

* Licenciado en Sociología, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República; fue promotor de Cooperativismo del Programa Canelones Cooperativo y actualmente es el Coordinador del Programa Alternativa Solidaria, un programa de fomento del Cooperativismo en las cárceles de Canelones.

Del sector cooperativo

Mateo Daniel Arbulo*

La Promoción del Cooperativismo

y el desarrollo local: la experiencia de

canelones cooperativo

1- Ver: www.canelonescooperativo.org.uy

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Éste artículo da cuenta de una experiencia concreta y tiene como objetivo aportar algunos conceptos para el debate, en cuanto a las políticas públicas de promoción y fomento del cooperativismo; y en cuanto al papel de las cooperativas en el desarrollo local. No implica la evaluación de los resultados del proyecto, ya que está aún en ejecución; y toda evaluación del mismo debe hacerse ex – post, tomando en cuenta la complejidad de las dimensiones.

Para el desarrollo del presente artículo, nos basamos en los datos del proyecto a mayo del año 2010, luego de tres años de ejecución; en cuanto a la conformación de cooperativas y el fortalecimiento de las ya instaladas; con el objetivo de aportar al debate en cuanto a las políticas de promoción del cooperativismo.

Canelones Cooperativo es un programa, cuyo diseño inicial se remonta al año 2004 y que se viene ejecutando desde Abril del año 2007 y está en la etapa de cierre de su ejecución. Esta experiencia es favorable en cuanto a la coordi-nación de acciones entre el Estado y la organización Cooperativa y presenta un interesante potencial en el aprovechamiento de oportunidades locales.

Cabe consignar que el debate presentado, se basa en los datos que a Mayo del corriente contaba el Programa, y como mecanismo de análisis se discuten tales datos a la luz de algunas propuestas analíticas, en cuanto a las políticas de promoción cooperativa y respecto al desarrollo local.

Cabe consignar, que éste trabajo no puede ser catalogado como una investi-gación, sino como un aporte de difusión de una experiencia práctica desarrollada en nuestro país.

ANTECEDENTES DE POLíTICAS PÚBLICAS SOBRE COOPERATIVISMO EN URUgUAY

El vínculo entre el cooperativismo de trabajo y el estado nacional ha tenido distintos niveles de compromiso de parte de los gobiernos, desde los primeros antecedentes de cooperativas a fines del siglo XIX hasta la reciente aprobación de la Ley General de Cooperativismo en el año 2008.

Nos dice Bertullo:”El surgimiento, expansión y crecimiento, ha estado ligado a la acción del Estado que por medio de leyes, normas, o diversas disposiciones ha manifestado su apoyo o no a este desarrollo.

Esta valoración no ignora, que el movimiento cooperativo uruguayo ha tenido y tiene independencia de los poderes públicos. Sin embargo se estima que la oportunidad y la forma. en que se han procesado algunas normas legales han facilitado u obstaculizado, circunstancialmente el desarrollo del movimiento cooperativo.”2

Las actividades estatales pueden categorizarse en actividades de contralor, diseño de normativas nacionales y Departamentales, actividades de promoción y actividades de fomento, capacitación y asistencia técnica.

2- Jorge Bertullo ;Gabriel Isola;Diego Castro; Milton Silveira. “El Cooperativismo en Uruguay” , en ww.rau.edu.uy/sui/publicaciones/algunosTopicos/doc_tr22.pdf Pág. 4

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Detenernos en las actividades específicamente según el objetivo no es posible por motivos de espacio de todos modos digamos que en el caso de las actividades de fomento, muchas de éstas acciones se confunden las Pequeñas y Medianas empresas con las cooperativas.

Desde la década de 1920 han sido variados los intentos de formalización de las cooperativas, en general desde una perspectiva específica para cada modalidad.

Más acá en el tiempo y en el marco del primer gobierno de izquierda en Uru-guay, se destacan dos momentos que inciden fuertemente en el fomento público al cooperativismo, es el caso de la creación de la figura de Cooperativas Sociales y la aprobación de la Ley General del Cooperativismo en el año 2008.

Para el caso de la modalidad de Cooperativas sociales; El Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) tiene a su cargo el fomento, la capacitación y el mo-nitoreo de los avances de la nueva modalidad. En particular, la capacitación en cooperativismo es responsabilidad de la Unidad de Cooperativas Sociales del MIDES previo a la aprobación de los estatutos de cada cooperativa. El número de cooperativas sociales rondaba a mediados de 2009 el centenar, con un patrón geográfico de concentración en el área metropolitana.

La ley general de Cooperativas (Ley Nº 18407), mantiene la declaración de interés general de las cooperativas, así como las define como “instrumentos eficaces para contribuir al desarrollo económico y social, al fortalecimiento de la democracia y a una más justa distribución de la riqueza”3.

Además, la ley contribuye al ordenamiento de la normativa vinculada con el cooperativismo, y crea el INACOOP, una persona jurídica de Derecho Publico no estatal, con financiamiento mixto entre las cooperativas y el Estado que prevé una estructura con un Directorio, un Consejo Directivo con participación de cooperativistas y un consejo consultivo de amplia participación.

Martí y otros en el trabajo “Políticas Públicas De Fomento Del Cooperativismo De Trabajo En El Cono Sur. Balance Y Propuestas” , dan cuenta de las preocu-paciones que dan origen a algunos programas públicos de fomento cooperativo en el Cono Sur, en la etapa de identificación, a saber4:

• Decisiones tomadas en reacción a un problema estructural: en general estos programas se han creado para dar respuesta a la problemática situación del alto nivel de desempleo en los países.

• Preponderancia de preocupaciones políticas: a pesar de la consideración del contexto en que se realiza, la integración de un problema a la agenda pública estatal, está influenciada principalmente por los agentes políticos partidarios involucrados. (…)

3- Ley general de Cooperativas, Art 2ª 4- En base al trabajo: “Políticas Públicas de fomento del Cooperativismo de trabajo en el cono Sur. Balance y Pro-puestas”, Juan Pablo Martí (coordinador), año 2007, www.unircoop.org

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• Problema de pertinencia del modelo Cooperativo: (…) Cuando el modelo cooperativo no es aplicado con las condiciones necesarias para que pueda desarrollarse bajo los principios doctrinarios se corre peligro de generar un desgaste.

• Evaluaciones anteriores: Los programas que se inician realizan un diag-nóstico de la situación a nivel local y caracterizan un problema, aplicando su respectiva solución. Sin embargo, un ítem que suele no ser considerado es la evaluación de un programa anterior realizado en el lugar.

PROgRAMA CANELONES COOPERATIVO

En base a la tipología anterior, Canelones Cooperativo es un caso típico del primer tipo (en respuesta a un nivel de desempleo que en el 2004 promediaba los 15 puntos) con una fuerte preponderancia de la organización cooperativa en su impulso.

Es interesante el hecho que en la ejecución de éste programa de fomento del cooperativismo, las acciones son desarrolladas conjuntamente por el movimiento cooperativo y la Intendencia Departamental, por actores públicos y privados con un anclaje local y el respaldo de actores internacionales.

Se discute desde la práctica, la idea respecto a que las políticas públicas, son acciones guardadas para la exclusividad del accionar Estatal, el concepto que sustenta este proyecto es la necesidad de ampliar la esfera pública y de tender puentes entre los involucrados hacia la generación de “Políticas de Estado” en lo que tiene que ver con el desarrollo del Cooperativismo.

El objetivo general del proyecto Canelones Cooperativo puede ser enunciado de la siguiente manera:

“Contribuir al desarrollo económico y social del departamento de Canelo-nes, a la generación de trabajo, a través de la recuperación de empresas y la formalización de cooperativas”

El programa tiene tres Componentes:Desarrollo de nuevos emprendimientos CooperativosFortalecimiento de Cooperativas de Producción InstaladasCapacitación de Funcionarios e Instalación de la Oficina de Desarrollo Co-

operativo.En el presente artículo nos referiremos a los primeros dos componentes

principalmente, no porque el último de los componentes no sea interesante sino porque merece un capítulo especial, por el mismo motivo no se hará mayor referencia al caso de las empresas recuperadas.

Resultados del ProgramaComo quedó dicho previamente, sólo se presentarán los resultados al mes

de mayo, lo que tiene que ver con el Desarrollo de nuevos emprendimientos y el apoyo a Cooperativas ya Instaladas.

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Por motivos de espacio se omite lo que tiene que ver con la Unidad de De-sarrollo Cooperativo en la Intendencia de Canelones, la consolidación de una red de funcionarios de las Juntas Departamentales, una interesante experiencia de difusión del cooperativismo en las Utus de San Ramón y Solymar Norte; así como el seguimiento y apoyo a las cooperativas Sociales y las Empresas Re-cuperadas. La riqueza de ésos acontecimientos nos impide en ésta instancia, más que darlos a conocer.

A) Desarrollo de nuevos emprendimientos

A.1) La lógica de intervención

Una característica sobresaliente ha sido el armado de un equipo multi-disciplinario, vinculado a la Federación de Cooperativas de Producción y los otros socios privados y la estrategia de inclusión de funcionarios y funcionarias municipales en el apoyo a los grupos que solicitaban ser incluidos siendo el papel de éstos, al menos a la hora del diseño, la vinculación inicial y un análisis primario de aquellos grupos pre cooperativos que se vinculaban.

El curso teórico inicial de la Intervención sería:

GRUPO PRECOOOP(primer contacto, presentación del programa y del grupo)

JUNTA LOCAL(formulario inicial de evaluación)

EQUIPO DE CAMPO (segundo contacto, acuerdo de trabajo conjunto )

VINCULACIÓN CON EL EMPRENDIMIENTO Apoyo y Seguimiento Apoyo en la Formalización Armado de Proyectos de Desarrollo

Una vez que se toma contacto entre los grupos y el programa, se hace una primera evaluación, del grupo, del proyecto inicial y sus potencialidades y se acuerda respecto a la estrategia a seguir, sobre todo en cuanto a diagnosticar cuales son las prioridades a enfrentar (aspectos del negocio, organización cooperativa, etc.). Esta evaluación inicial, está a cargo de los funcionarios y funcionarias de las Juntas Locales.

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Por motivos de espacio se omite lo que tiene que ver con la Unidad de De-sarrollo Cooperativo en la Intendencia de Canelones, la consolidación de una red de funcionarios de las Juntas Departamentales, una interesante experiencia de difusión del cooperativismo en las Utus de San Ramón y Solymar Norte; así como el seguimiento y apoyo a las cooperativas Sociales y las Empresas Re-cuperadas. La riqueza de ésos acontecimientos nos impide en ésta instancia, más que darlos a conocer.

A) Desarrollo de nuevos emprendimientos

A.1) La lógica de intervención

Una característica sobresaliente ha sido el armado de un equipo multi-disciplinario, vinculado a la Federación de Cooperativas de Producción y los otros socios privados y la estrategia de inclusión de funcionarios y funcionarias municipales en el apoyo a los grupos que solicitaban ser incluidos siendo el papel de éstos, al menos a la hora del diseño, la vinculación inicial y un análisis primario de aquellos grupos pre cooperativos que se vinculaban.

El curso teórico inicial de la Intervención sería:

GRUPO PRECOOOP(primer contacto, presentación del programa y del grupo)

JUNTA LOCAL(formulario inicial de evaluación)

EQUIPO DE CAMPO (segundo contacto, acuerdo de trabajo conjunto )

VINCULACIÓN CON EL EMPRENDIMIENTO Apoyo y Seguimiento Apoyo en la Formalización Armado de Proyectos de Desarrollo

Una vez que se toma contacto entre los grupos y el programa, se hace una primera evaluación, del grupo, del proyecto inicial y sus potencialidades y se acuerda respecto a la estrategia a seguir, sobre todo en cuanto a diagnosticar cuales son las prioridades a enfrentar (aspectos del negocio, organización cooperativa, etc.). Esta evaluación inicial, está a cargo de los funcionarios y funcionarias de las Juntas Locales.

Luego se inicia el proceso de seguimiento de los emprendimientos a cargo del equipo interdisciplinario, en función de las necesidades de cada grupo.

A.2) Los grupos:Se ha dado apoyo a 34 grupos pre-cooperativos, de los cuales 10 se han

formalizado en Cooperativas de Trabajo5, 5 de ellos en el sector de la educación, tanto sea formal como informal y dentro de los primeros, educación primaria y secundaria. Otros sectores de actividad son la industria alimentaria, la gestión ambiental y el sector de salud.

Un dato no menor tiene que ver con el hecho que la mayoría de las personas que formalizaron sus cooperativas estaban trabajando previamente, en ésta consideración no incluimos a las personas que han formalizado sus emprendi-mientos como cooperativas sociales, quienes mayoritariamente no tenían un trabajo formal.

Se podría esgrimir la siguiente hipótesis de trabajo: Las cooperativas son tomadas por parte de los trabajadores como un avance en la calidad de su em-pleo, aún en condiciones de estabilidad laboral, claro que sería impropio para este artículo avanzar en más consideraciones, pero queda abierta la posibilidad del análisis futuro.

Asimismo, los grupos que se cooperativizaron, en una amplia mayoría con-taban con la experiencia previa de una organización colectiva, a nivel sindical o vinculados a organizaciones locales. Esto último nos lleva a una segunda hipótesis de trabajo, el camino de la cooperativización, es una estrategia co-lectiva vinculada al “capital social” de los grupos.

Existen aspectos tales como la vinculación a redes sociales, la pertenencia a organizaciones sociales, que implica la aceptación de determinadas normas y valores, que facilitan la acción colectiva y la cooperación entre los individuos. Para Durston (2000) el capital social comunitario tiene las siguientes caracte-rísticas y funciones6:

“Creación de confianza entre los miembros del grupo, la cooperación co-ordinada en tareas que exceden las capacidades de una red, la movilización y gestión de recursos comunitarios, la legitimación de líderes y ejecutivos con funciones de gestión y administración, y la generación de ámbitos y estructuras de trabajo en equipo.” De manera que estamos frente a un juego de causa-efecto, en el cual las acciones colectivas previas (como fuente de capital social) facilitan la integración en el emprendimiento cooperativo, que configura además una fuente de capital social comunitario.

5- En un proceso de fomento público del cooperativismo paralelo, se han formalizado 8 Coo-perativas sociales a las que se asesora actualmente mediante un convenio entre la FCPU y el Ministerio de Desarrollo Social.6- J. Durston “Qué es el Capital Social Comunitario”, Serie Políticas Sociales, N38, CEPAL, Santiago de Chile 2000

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Tabla 1: Nuevos Grupos Cooperativos en el marco de Canelones Cooperativo1

Nombre Localidad Sector Total MJ MA HJ HA

Coo.edu.ca. Canelones Educación 44 2 29 4 9

COOPENAP Las Piedras Curtiembre 15 0 1 5 9

Naturuguay San Francisco Alimentos 7 1 0 0 6

Ágape Progreso Alimentos 8 3 5 0 0

CODEPUCA Las Piedras Publicidad 6 1 3 1 1

Traful Toledo Educación 6 0 0 1 5

Emergencia Canelones Cerrillos Salud 40 2 13 2 23

Extremo Pando Gestión ambiental y educación 5 2 0 3 0

Andares Barros Blancos CAIF 10 8 2 0 0

Moirú(ex Carmencita) Ciudad de la Costa CAIF 11 1 10 1 0

TOTAL 2 152 20 63 17 53

No avanzaron en el proceso de formalización un número de 24 grupos pre-cooperativos, a juicio del autor esto responde a varios elementos, entre los que se resaltan algunos en el siguiente cuadro:

tabla 2: “aspectos problemáticos en la consolidación de emprendimientos, en el caso de canelones cooperativo”Aspectos Ejemplos

Aspectos Grupales “Liderazgos problemáticos”, diferencias respecto a los fines a perseguir

Respecto al ProyectoRespecto a la modalidad cooperativa como alternativa, Respecto a los clientes, respecto al papel de socios y socias

Inviabilidad Económica Más allá de la fortaleza grupal y la definición del proyecto, éste no era viable.

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Evidentemente la no continuidad de los emprendimientos es una combinación de los aspectos presentados previamente, combinado con algunos aspectos estructurales como puede ser:

Logísticos Apoyos locales adicionales Aspectos vinculados con la cadena productiva

Seguiremos más adelante con éste debate, en cuanto a aquellos grupos que no se conformaron como cooperativas.

B) Cooperativas ya instaladas

Tabla 3: “Personas integrantes de Cooperativas ya Instaladas antes de Canelones Cooperativo”

MujeresJovenes

MujeresAdultas

HombresJovenes

MujeresAdultas

TOTAL 196 21 126 12 37

Los antecedentes de Cooperativas de Trabajo en Canelones, dan cuenta que en la FCPU, estaban afiliadas cooperativas de salud, además del Molino Santa Rosa que es una empresa recuperada por sus trabajadores ícono en la lucha por la autogestión obrera en Uruguay, varias cooperativas vinculadas al mundo rural, cooperativas de servicios y al sector de la educación.

Desde el proyecto Canelones Cooperativo se ha apoyado a 14 cooperativas ya instaladas, muchas de ellas cooperativas sociales, que fueron formalizadas desde la Unidad de Cooperativas Sociales del MIDES a la que se hizo referencia anteriormente.

De las seis cooperativas sociales a las que se apoya, cinco están vinculadas a la gestión ambiental, un sector con potencial en un Departamento de grandes superficies pobladas, muchos espacios verdes descuidados y un sector público que no puede dar satisfacción a las necesidades de la población en la materia.

El apoyo por parte del Programa a estos grupos se centra sobre todo en lo que tiene que ver con el armado de proyectos y en formación cooperativa. En cuanto al armado de proyectos, desde el equipo técnico del programa se ha apoyado la presentación en distintos llamados públicos de apoyo a cooperativas.

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Imagen 13: Ubicación de las Cooperativas en el Departamento de Canelones

Aportes para el debate

En términos cuantitativos, el programa ha llegado a cerca de 500 trabajado-res y trabajadoras en los tres años de su desarrollo, con una presencia similar entre hombres y mujeres y una minoría considerables de menores de 30 años, que no superan al 20 % del total de la población beneficiaria. Cabe recordar que estos datos surgen de los informes preliminares del Programa Canelones Cooperativo.

Un comentario aparte, tiene que ver con la trayectoria seguida por aquellos grupos que no han logrado consolidar su proceso hacia la cooperativización, cuyos datos globales se sintetizan en la siguiente tabla y que ya presentamos un análisis inicial anteriormente.

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tabla 4: “Personas integrantes de grupos no consolidados como cooperativas de canelones cooperativo”

mujeres Jovenes

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Hombres Jóvenes

Hombres adultos

total de personas 150 8 81 17 43

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Comparando con quienes formalizaron el emprendimiento como cooperati-va, quienes no se cooperativizaron, son un número similar de personas (en el entorno de las 150), no obstante hay que aclarar que son un total de 24 gru-pos, más del doble de aquellos grupos que se cooperativizaron sin tomar en cuenta las cooperativas Sociales que tienen una realidad particular que exige otro análisis.

Estos 24 grupos, fueron grupos pequeños en cuanto a integrantes (un pro-medio de 6 personas por grupo), muchos de ellos vinculados con tareas que se realizan de forma doméstica (tejido por ejemplo) y con muy baja formalización, además de contar poca experiencia previa de participación colectiva.

Además es probable que para muchas de éstas personas, el cooperativismo les sea ajeno en lo cotidiano, con lo cual el proceso de gestación de la cooperativa tiene un punto de inicio anterior al que pueda tener en otros casos, en términos de acumulación colectiva. Estas circunstancias exigen una estrategia distinta a la estrategia desarrollada en otros grupos, con mayor experiencia colectiva.

A futuro, una vez culminado este proceso, y debido a la menor presencia del programa en las agendas locales, ya sea a través de los medios locales o de la difusión de actividades o del propio boca a boca de los vecinos, es dable esperar en el territorio una disminución de las personas que se interesen en el desarrollo del Cooperativismo de trabajo, tomando en cuenta que es un activo que deja de estar al alcance de la mano, y que en términos generales ha sido un hecho inédito en la vida cotidiana de las personas.

Otro apunte a resaltar es que en términos de incidencia regional el proyecto en cuanto a la presencia fue ejecutado en las 29 juntas locales, en lo que tiene que ver con la capacitación de funcionarios y la consolidación de éstos como agentes locales del fomento cooperativo; además los emprendimientos que se cooperativizaron están ubicados gran parte del territorio, con una fuerte inci-dencia del área metropolitana.

Se ha desarrollado una red de funcionarios municipales que cumplen la función de promotores del Cooperativismo en cada una de sus localidades. La capacitación y sensibilización de funcionarios municipales da cuenta de una nueva lógica de vínculo entre la administración y sus funcionarios; pero ade-más da el pie para explorar alternativas por el estilo en futuras experiencias de fomento del cooperativismo.

7- Datos a Abril de 2010, construidos en base a los informes del equipo de trabajo.

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La sostenibilidad en el largo plazo de los emprendimientos formalizados pasa por el aprovechamiento de las estructuras locales, y sobre todo las opor-tunidades que configuran aquellas necesidades insatisfechas por parte de la población de Canelones ya que el mercado en el que se proponen producir es casi que exclusivamente el Local. Respecto a esto es central tomar en cuenta el papel prioritario de los agentes públicos como clientes.

Los emprendimientos son parte del motor del desarrollo local desde dos puntos de vista, en cuanto a lo laboral y en cuanto a dar servicios a las locali-dades que previamente no tenían, por ejemplo, es el caso de las cooperativas de gestión ambiental.

El sustentarse en lo local, contribuye además en la construcción de una identidad local que en algunos casos se fue deteriorando como parte de un proceso caracterizado por la ausencia de desarrollo sustentable en las locali-dades Canarias y que tuvo como consecuencia la migración a la capital y los cinturones de sus alrededores.

Dice Arocena : “(…) lo fundamental de los procesos de desarrollo local es lograr al mismo tiempo, la especificidad de lo local con la integración necesaria en los procesos que trascienden las sociedades locales y regionales, es decir, con la integración necesaria de esos procesos a una economía y a una socie-dad que es necesariamente nacional, necesariamente supranacional y nece-sariamente planetaria.”8 De ahí la necesaria consolidación de redes de trabajo e intercooperación, que integre vertical y horizontalmente a las cooperativas, tomando en cuenta las especificidades de los casos.

Conclusiones

Interesa resaltar, algunas de las oportunidades que a futuro se presentan para el desarrollo cooperativo en el departamento de Canelones y en su vincu-lación con el área metropolitana, a la luz de algunos activos generados tras la ejecución del programa.

Construcción de redes de intercooperación: La mayor presencia de cooperativas en el territorio, así como la vinculación

desde la cotidiana y la pertenencia a sectores claramente complementarios, son elementos favorables para la práctica de la intercooperación.

Satisfacción de necesidades locales:

Esta oportunidad que se presenta, da cuenta del enfoque de la mayoría de los sectores de actividad en los que funcionan las cooperativas, en el caso de los servicios de mantenimiento, en la limpieza, y sectores similares, no son sectores atractivos para empresas capitalistas, en territorios pequeños, lo que genera una oportunidad tanto par los emprendimientos como para los territorios.

8- http://www.neticoop.org.uy/article257.html

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Trabajo digno en la localidad

El hecho que los trabajadores y las trabajadoras, hayan logrado gestionar su propio emprendimiento, es un elemento de dignidad en si mismo más allá que es necesario esperar y sobre todo hacer una evaluación, tomando en cuenta la visión de los protagonistas, pasado el tiempo.

Difusión de los valores Cooperativos y fomento desde lo localEste es un elemento interesante, que rompe con la lógica instalada hasta el

momento de difusión del cooperativismo. El Programa Canelones Cooperativo ha permitido la difusión y el fomento, desde lo local, tomando en cuenta como factor de difusión, el rol de funcionarios y funcionarias municipales, que son parte de la vid cotidiana de las poblaciones.

El programa Canelones Cooperativo, presenta aspectos positivos, en lo que tiene que ver con la coordinación en las políticas públicas de fomento y promoción del cooperativismo, ha sido una experiencia interesante en cuanto a las estrategias de apoyo técnico a aquellos emprendimientos precooperativos y cooperativos vinculados. Ha facilitado la vinculación entre emprendimientos y ha configurado una plataforma interesante de trabajo en red a futuro.

notas:

1- MJ: Mujeres Jóvenes/MA: Mujeres Adultas/HJ: Hombres Jóvenes/HA: Hombres adultos 2- Datos al momento de formalización de los emprendimientos, sin actualización.3- Elaboración en base a los informes preliminares del Programa Canelones Cooperativo.

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Impreso en el mes de Diciembre de 2010en Montevideo, Uruguay por

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