Retrato mío, tomado por el fotógrafo argentino de fama internacional, radicado en Vancouver, Canadá, Alexander

Waterhouse-Hayward. Durante sus dos últimas visitas a Buenos Aires (2013, 2016) fue hospedado en mi casa. Las

líneas que se pueden leer más abajo, están insertas en su página web

“El rebozo que dejaste aquella noche fue testigo de momentos tan felices…” bien podría

decirse parafraseando al bolero del portorriqueño Tito Rodríguez, aquel inigualable cantautor

de los ’70.

Alex con su curiosidad siempre latente y su magia escondida detrás de un lente fotográfico

hizo el resto. Me hizo posar para la posteridad con ese manto sagrado y me sentí parte de una

historia sin saber muy bien cual era esta, de donde venía y hacia donde iba.

Poderosa imagen visual que me acompañará el resto de mi vida porque resume y evidencia

diversas sensaciones agradables.

Una: estar en la plenitud de mi vida intelectual que se traduce en libros y artículos editados de

mi autoría, en charlas y conferencias sobre el tema que me apasiona y en el asesoramiento a

los más jóvenes que se introducen en los laberintos de nuestra historia argentina

contemporánea.

Otra: retrato fotográfico que se condice con un momento feliz en mi pareja, donde Nora se

vuelve paradigma de amor, honestidad y empuje frente a un futuro, que a su lado, ya no

parece tan incierto.

Una más: el que me apunta con la lente para obtener esa instantánea es Alex Waterhouse-

Hayward, que siento que me privilegia con su amistad y con el cual he construido un canal de

diálogo, afecto y complicidad que no es muy común se manifieste en dos personas con más de

tres cuartos de sus vidas hechas. Sus sentimientos –que él muchas veces trata de ocultar-

afloran, desbordan, enriquecen, cada una de sus acciones, haciéndolo un ser humano

irrepetible y único. Y esos sentimientos me llegan, y me potencian y me motivan “ad

infinitum”. No es poco.

Abrazo a todos.

Roberto Baschetti

25 de octubre de 2013