resurgimiento de la economia social

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  1 Un panorama del resurgimiento de la economía social y solidaria en la Argentina Rodolfo E. Pastore 1   I.  Introducción 2  En la Argentina y otros países de América Latina, existe en los últimos años una notable presencia del debate sobre la economía social , ya sea bajo esta denominación u otras afines, como economía solidaria, nueva economía social o economía popular solidaria, por citar algunas expresiones que, si bien tienen matices diferenciados de importancia, pertenecen en conjunto al campo plural de lo que en el presente trabajo denominaremos  Economía Social y Solidaria (ESS) 3 . La temática también se ha instalado en las políti- cas públicas, tanto de la Argentina como de distintos países del continente, incorporan- do programas y proyectos destinados a promover emprendimientos socioeconómicos. Ahora bien, es importante destacar que este resurgimiento del debate y de las políticas públicas sobre ESS tiene un antecedente empírico previo y más profundo, el cual hecha sus raíces en la expansión de iniciativas socioeconómicas autónomas de los sectores populares y sus organizaciones de apoyo como respuesta social a los crecientes niveles de pobreza, exclusión social y precariedad laboral del mundo actual. Esas iniciativas sociales han impulsado emprendimientos socioeconómicos como opciones de trabajo, ingresos y búsqueda de mejorar la calidad de vida de sus comunidades de pertenencia. En el caso argentino, entre las experiencias socioeconómicas más sobresalientes de los últimos tiempos, se encuentran: - las iniciativas de asociatividad en emprendimientos de la economía popular (deno- minados localmente “microemprendimientos”); - las experiencias socioeconómicas impulsadas por los movimientos sociales y de trabajadores desocupados; - las “empresas recuperadas” por sus trabajadores (que en el caso argentino cobraron una dimensión significativa antes y después de la crisis de 2001); 1  Director del Proyecto CREES (Construyendo Redes Emprendedoras en Economía Social), Universidad Nacional del Quilmes. e-mail: [email protected]  2  Este trabajo fue elaborado en el marco de la colaboración con los Proyectos Redes de Empre- sas-Redes de personas: a) Programa de apoyo al fortalecimiento del sector de empresas sociales en la Argentina (Cospe-Fado-Redesa); b) Programa de fortalecimiento del sector de empresas recuperadas en la Argentina como factor de desarrollo local de la zona sur del Gran Buenos Aires ( Cospe-Fundem os). Próximo a publicarse en la Revista de Ciencias Sociales , UNQ 3  Es muy amplia la referencia bibliográfica sobre la cuestión, y se destacan entre los principales autores para América Latina: Coraggio, Gaiger, Razeto, Singer o Vuotto, entre otros.

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Analisis de un fenomeno actual

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    Un panorama del resurgimiento de la economa social y solidaria en la Argentina Rodolfo E. Pastore1

    I. Introduccin2 En la Argentina y otros pases de Amrica Latina, existe en los ltimos aos una notable presencia del debate sobre la economa social, ya sea bajo esta denominacin u otras afines, como economa solidaria, nueva economa social o economa popular solidaria, por citar algunas expresiones que, si bien tienen matices diferenciados de importancia, pertenecen en conjunto al campo plural de lo que en el presente trabajo denominaremos Economa Social y Solidaria (ESS)3. La temtica tambin se ha instalado en las polti-cas pblicas, tanto de la Argentina como de distintos pases del continente, incorporan-do programas y proyectos destinados a promover emprendimientos socioeconmicos. Ahora bien, es importante destacar que este resurgimiento del debate y de las polticas pblicas sobre ESS tiene un antecedente emprico previo y ms profundo, el cual hecha sus races en la expansin de iniciativas socioeconmicas autnomas de los sectores populares y sus organizaciones de apoyo como respuesta social a los crecientes niveles de pobreza, exclusin social y precariedad laboral del mundo actual. Esas iniciativas sociales han impulsado emprendimientos socioeconmicos como opciones de trabajo, ingresos y bsqueda de mejorar la calidad de vida de sus comunidades de pertenencia. En el caso argentino, entre las experiencias socioeconmicas ms sobresalientes de los ltimos tiempos, se encuentran:

    - las iniciativas de asociatividad en emprendimientos de la economa popular (deno-minados localmente microemprendimientos); - las experiencias socioeconmicas impulsadas por los movimientos sociales y de trabajadores desocupados; - las empresas recuperadas por sus trabajadores (que en el caso argentino cobraron una dimensin significativa antes y despus de la crisis de 2001);

    1 Director del Proyecto CREES (Construyendo Redes Emprendedoras en Economa Social),

    Universidad Nacional del Quilmes. e-mail: [email protected] 2 Este trabajo fue elaborado en el marco de la colaboracin con los Proyectos Redes de Empre-

    sas-Redes de personas: a) Programa de apoyo al fortalecimiento del sector de empresas sociales en la Argentina (Cospe-Fado-Redesa); b) Programa de fortalecimiento del sector de empresas recuperadas en la Argentina como factor de desarrollo local de la zona sur del Gran Buenos Aires (Cospe-Fundemos). Prximo a publicarse en la Revista de Ciencias Sociales, UNQ 3 Es muy amplia la referencia bibliogrfica sobre la cuestin, y se destacan entre los principales

    autores para Amrica Latina: Coraggio, Gaiger, Razeto, Singer o Vuotto, entre otros.

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    - el cooperativismo de trabajo, que ha registrado un notable crecimiento en los lti-mos aos;

    - el desarrollo de formas de intercambio equitativo, mercados solidarios y monedas sociales (por ejemplo Ferias Francas, Clubs del Trueque, redes de Comercio Justo, etc.); - la expansin de diferentes experiencias de finanzas solidarias (particularmente los programas de microcrdito, que han cobrado un dinamismo notable en aos recientes); - las diversas iniciativas asociativas de insercin social o de desarrollo comunitario, como los denominados emprendimientos sociales y empresas sociales.

    De all que en este trabajo utilicemos la expresin economa social y solidaria para designar en un espacio comn a las experiencias histricas del cooperativismo y mutua-lismo (conjunto tambin llamado economa social tradicional), as como a estas nue-vas formas organizativas de hacer economa social (llamada nueva economa social o economa solidaria). Sin duda, dicho conjunto abarca una diversidad de experiencias, organizaciones y emprendimientos que tienen caractersticas distintivas entre s, pero desde nuestro punto de vista, lo ms significativo es que poseen una matriz identitaria de atributos compartidos, entre los que se destaca el desarrollar actividades econmicas con una definida finalidad social (en trminos generales, mejoramiento de las condicio-nes, ambiente y calidad de vida de sus propios miembros, de algn sector de la sociedad o de la comunidad en un sentido ms amplio), a la vez que implican elementos de carc-ter asociativo y gestin democrtica en un contexto de autonoma tanto del sector priva-do lucrativo como del Estado. En tal sentido, este trabajo se propone presentar una serie de cuestiones vinculadas a la expansin de la nueva ESS en la Argentina. Algunas preguntas que guan ese itinerario son: A qu se debe el resurgimiento contemporneo de la ESS? Cul es su contexto de expansin? A qu tipo de problemticas viene a dar respuesta la nueva economa social? Cules son sus principales trayectorias empricas?

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    II. El contexto contemporneo de resurgimiento de la ESS La hiptesis central que sostiene toda una corriente de opinin sobre el resurgimiento contemporneo la ESS se asocia con el cambio trascendental de poca que est viviendo el mundo en materia econmica en las ltimas dcadas y sus negativos efectos sobre la integracin social, particularmente en trminos de trabajo digno y acceso a servicios pblicos de calidad y magnitud suficiente. Algunos elementos claves que suelen carac-terizar esa transformacin hacen referencia a los procesos de globalizacin y regionali-zacin econmica, a la creciente revolucin tecnolgica y comunicacional, a la crisis del Estado de bienestar o a la profunda trasformacin de la sociedad salarial. Todos esos procesos estaran repercutiendo de manera directa sobre la metamorfosis de la cuestin social y, en particular, sobre los problemas de empleo, condiciones de vida y trayecto-rias de exclusin social de amplias capas de la poblacin, tanto en los pases centrales como, con ms gravedad an, en los pases perifricos, tal es el caso de la Argentina. Dicho conjunto de transformaciones, ms all de coyunturas favorables, tienden a ero-sionar las races mismas de los compromisos sociales y de las reglas institucionales que constituan las bases del modelo de desarrollo en el mundo occidental de posguerra del siglo XX, llmese modelo fordista desde el punto de vista del rgimen productivo de acumulacin; Estado del bienestar, desde la perspectiva de las polticas pblicas y accin estatal; o sociedad salarial, desde el punto de vista de la cuestin social mo-derna. Desde dicha perspectiva, son estos fenmenos los que se encuentran en el centro de la problemtica social en las economas occidentales contemporneas, haciendo patente de manera dramtica los lmites del mercado global para generar por s mismo una econo-ma integradora, equitativa y socialmente responsable. No obstante, al mismo tiempo se reivindica la necesidad de un papel activo y potente del Estado, aunque tiende a ponerse en cuestin la capacidad exclusiva de este para dar respuestas socialmente apropiadas a estos dilemas. Esa puesta en cuestin del dominio estatal se basa, por una parte, en cuestiones estructurales asociadas a las transformaciones en curso de la economa global que, sin predeterminar una prdida categrica de la soberana estatal, generan nuevos condicionantes para su ejercicio. Por otra parte, ese cuestionamiento se asocia tambin a la propia lgica de acumulacin de poder y de relaciones de dominancia en que puede derivar la accin estatal cuando no es acompaada de manera efectiva y activa por insti-tuciones y actores colectivos de contrapeso, transparencia y control social.

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    Para algunos autores, esta es una de las claves esenciales para entender el porqu de la importancia y resurgimiento de las experiencias y debates sobre la otra economa; a tal punto que puede hablarse de una nueva economa social o economa solidaria surgida de la accin y de las estrategias de organizaciones colectivas que desarrollan economa como respuesta social a los dilemas relacionados con los problemas estructu-rales de integracin social que surgieron de las crisis del empleo asalariado y del Estado social tradicional. Esta otra economa tiene como principal horizonte de accin su finalidad social, su arraigo en comunidades territoriales, su forma de gestin autnoma y democrtica y su perspectiva de sustentabilidad integral (econmica, social, ambiental e intergeneracional). En tal sentido, la estrategia de esa nueva economa social podra ser un componente clave en la bsqueda por renovar las bases de sustentacin de nuevos compromisos e institucionalidades solidarias y democrticas, que colaboren junto con una accin pblica transparente y participativa a reconfigurar el desarrollo de socieda-des ms integradas en trminos sociales, polticos y econmicos. Esto es, un nuevo tipo de configuracin de sociedad del bienestar que, sin dejar de considerar el lugar de los mercados en una economa mixta (es decir, economa lucrativa, economa estatal y eco-noma social y solidaria) y ms an el papel indelegable del Estado democrtico de de-recho en la promocin del bien comn, tienda a replantear sus lgicas de funcionamien-to y accin para favorecer la expansin simultnea de los anhelos que dieron origen a la modernidad democrtica de igualdad, libertad y fraternidad.

    El contexto en la Argentina Aproximndonos en este marco al caso de la Argentina, y ms all de los debates al respecto, puede decirse que, dentro del contexto latinoamericano, desde la dcada del cuarenta y hasta mediados de los aos setenta, la Argentina contaba con una sociedad relativamente equitativa, estructurada en torno a dos grandes ejes de integracin social: el empleo asalariado y un conjunto de dispositivos estatales de servicios pblicos com-plementarios de relativa universalizacin. Es decir, una sociedad donde existan bajos niveles de desempleo y subempleo, una distribucin relativamente equitativa de la ri-queza y una organizacin colectiva poderosa de la clase trabajadora, la cual adems haba conquistado una serie de beneficios sociales bsicos, tales como salud, educacin, jubilaciones, vacaciones, derechos laborales, entre otros, que como regla general deban ser garantizados por el Estado.

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    Se sabe que esa economa de desarrollo sustitutivo tena una serie de tensiones estruc-turales que fueron sealadas ya en los aos sesenta por las distintas variantes del mode-lo econmico stop and go, tales como el problema de las brechas externa y fiscal, la puja distributiva o el proceso inflacionario4. Pero puede decirse que la principal dificul-tad de dicha sociedad radicaba en la falta de correspondencia entre la dominacin eco-nmica y la hegemona poltica, centrada en un conflicto de poder entre dos bloques alternativos de fuerzas sociales, que defina una condicin estructural de empate hege-mnico 5.

    En contraposicin, la tremenda crisis econmica y social que afrontamos los argentinos en el ao 2001 puso de manifiesto la cara ms brutal de la exclusin econmica y social, que fue pergendose en un proceso histrico de ms de dos dcadas. Sin duda, esa cri-sis tiene sus antecedentes directos en las nefastas consecuencias de las polticas neolibe-rales aplicadas durante la dcada del noventa; pero tampoco debe olvidarse que su ori-gen histrico est anclado en los cambios socioeconmicos y de poder que trajo consigo el ltimo golpe de Estado, la brutal dictadura militar de 1976-1984, que busc definir esa situacin de empate hegemnico a favor del bloque de poder dominante. Desde en-tonces, y por ms de dos dcadas, tendi a prevalecer un patrn estructural caracteriza-do, entre otras cuestiones, por la apertura indiscriminada de la economa a la globaliza-cin, la des-industrializacin productiva, la tremenda concentracin econmica y de ingresos, el desmantelamiento y la privatizacin del Estado o el deterioro creciente de los servicios pblicos. El neoliberalismo de los aos noventa fue la manifestacin ms contundente de esas tendencias, y hoy resultan indudables los graves efectos que esos procesos trajeron aparejados sobre la situacin social, las condiciones de vida y de tra-bajo de la mayor parte de la poblacin. Al respecto, una de las expresiones ms dramticas de ese deterioro ha sido el terrible crecimiento de los niveles de pobreza, precariedad laboral y desempleo, sobre todo en las regiones ms densamente pobladas, como son los suburbios de las grandes ciudades de nuestro pas. Si bien la recuperacin econmica registrada en los ltimos aos en un principio signific una mejora relativa en los indicadores sociolaborales, sigue resultan-do ms que problemtica la situacin social y de insercin productiva de amplios secto-

    4 Es decir, una dinmica estructural que cuando la economa interna creca, tenda al mismo

    tiempo a generar dficit en el comercio exterior y dficit fiscal. Ver Diamand M. (1972); Braun O. y L. Joy (1981); 5 Portantiero, J.C. (1973)

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    res populares. En particular, las condiciones de vida y las posibilidades de reintegracin plena de los grupos de mayor vulnerabilidad social contina siendo una de las proble-mticas de mayor preocupacin. Ms an en un nuevo contexto de crisis econmica internacional y sus repercusiones locales, en el cual es equvoco creer que la dinmica del sistema econmico formal pueda por s misma reintegrar, va empleo asalariado, de manera plena y estable, a tan amplia cantidad de poblacin. Ante esta situacin, las diferentes variantes de polticas asistenciales de paliacin de la pobreza, ms all de constituir respuestas para atender la urgencia y extrema necesidad, muestran sus lmites estructurales como salida de ms de largo plazo, no slo por el deterioro adquisitivo de dichas transferencias de asistencia, sino tambin por el tipo de vnculo asistencial que estas generan, al no estar asociadas al fomento de las capacida-des de trabajo y relacin de los propios involucrados. De all que la validez del reclamo por una vida mejor y un trabajo digno sigue siendo el tema principal de la agenda pblica en la Argentina actual. Al respecto, y desde una perspectiva de ms largo plazo, la posibilidad de proyectar e impulsar estrategias y ac-ciones de integracin social desde la ESS puede resultar no slo necesaria, sino impres-cindible.

    III. Las problemticas a las cuales se busca dar respuesta En este cuadro general, tambin en el caso argentino tendieron a expandirse y diversifi-carse en las ltimas dcadas los emprendimientos de la ESS, bsicamente, como hemos dicho, en respuesta a las grandes transformaciones socioeconmicas en curso y a la cuestin social de all emergente (precariedad laboral y pobreza estructural, aumento de necesidades humanas insatisfechas, fragmentacin y desintegracin social, etc.). En tal sentido, ms all de los ciclos macroeconmicos de corto plazo, en las ltimas dcadas son fundamentalmente tres los procesos estructurales implicados al respecto: a) las problemticas de empleo; b) la persistencia de la pobreza estructural y la desigualdad social; c) los dficits en la provisin y acceso a servicios pblicos de calidad.

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    a) Las problemticas de empleo Ya hemos sealado algunas transformaciones en el mundo de la economa y la produc-cin con sus secuelas de agravamiento estructural de los problemas de empleo. Un mar-co de largo plazo indica que ms all de las mejoras observadas en los ltimos aos, es evidente, en trminos estructurales, el severo agravamiento de las problemticas de em-pleo entre el modelo econmico vigente hasta mediados de la dcada del setenta y las profundas restricciones en la dinmica del empleo asalariado originadas en un contexto ms general de globalizacin excluyente. En efecto, por una parte, si bien en el lustro 2003-2008 se observ una cada en los indi-cadores de la tasa de desocupacin abierta, aun en este caso el desempleo sigue resul-tando un problema de magnitud particularmente importante en determinados grupos sociales, en especial, desempleados de larga duracin, mujeres y, mucho ms significa-tivo an, en el caso de los jvenes6. Pero es reconocido tambin que la problemtica laboral se asienta no slo en el desem-pleo abierto, sino de forma creciente en la significativa importancia de diversos modos de subempleo, desproteccin social, informalidad, inestabilidad y precariedad laboral. Adems de la falta de aportes previsionales, seguro y salud, el empleo precario e infor-mal tiene asociado, por lo general, remuneraciones menores que el registrado, horarios de trabajo ms extendido, peores condiciones ambientales de trabajo y elevada inestabi-lidad laboral. Es as que ms all del mejoramiento relativo durante los recientes aos de recuperacin econmica, la tasa subempleo registr un aumento en los aos 2008 y 2009 (que lleg a poco ms del 10%), en tanto que el empleo no registrado alcanza el 36% para este ltimo ao7. Una lectura de la magnitud de esta ltima problemtica pue-de realizarse, por ejemplo, en una reciente medida oficial de significacin, como resulta el decreto de "asignacin universal por hijo para proteccin social", que al reconocer el derecho de asignacin familiar por hijo para las familias que no perciban otro beneficio, pone de manifiesto tambin el alcance de la poblacin comprendida en situacin de falta de empleo o precariedad laboral8.

    6 En efecto, en 2007, mientras que el promedio de desempleo fue del 8,5%, en el caso de los

    hombres era solo del 6,7%; en el de las mujeres, del 10,8%; y, ms grave an, en el caso de los jvenes de 15 a 24 aos ascenda al 26% (CEPAL, 2008). 7 Ver Boletn de Estadsticas Laborales disponible en Internet:

    www.trabajo.gob.ar/left/estadisticas/bel/index.asp. 8 Decreto PEN 1602/09, Asignacin universal por hijo para proteccin social.

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    En este marco, la presente coyuntura econmica mundial pone an ms en el tapete la centralidad de la problemtica. En efecto, a pesar de las leves mejoras registradas en los indicadores econmicos de algunas de las principales economas occidentales, son acia-gos los efectos de la crisis econmica en el empleo, y se proyecta a nivel mundial un incremento sustancial del nmero desempleados, empleos vulnerables y trabajadores pobres9. Amrica Latina, en general, y la Argentina, en particular, no estn exentas de estos efectos10. De hecho, se estima que en el ao 2009 la economa de Amrica Latina y el Caribe tuvo una cada del 1,8%, en tanto que el PBI per cpita cay un 2,9% (CE-PAL, 2009, p. 13). Por su parte, en el caso de nuestro pas, se registr una de las mayo-res desaceleraciones, al pasar de un crecimiento de 6,8% en 2008 a slo el 0,7 % en 2009 (CEPAL, 2009, p. 85). En este contexto regional y local de fuerte cada del creci-miento econmico, tiende a agravarse el cuadro del mercado laboral (sobre todo en sub-empleo, informalidad y precariedad laboral), con un mayor impacto sobre los hogares de bajos ingresos y los grupos socialmente ms vulnerables. Justamente las nuevas experiencias de ESS que se han expandido en las ltimas dcadas son una respuesta social a dicha problemtica. Una respuesta efectiva, vale decirlo, de amplia magnitud que no slo genera iniciativas de trabajo para amplios colectivos socia-les expulsados del mercado laboral, sino que al mismo tiempo tiende a reconstituir la significacin social del esfuerzo y el trabajo, de las capacidades, potencialidades y ex-pectativas de los involucrados, as como a fortalecer sus tramas relacionales y socio-vinculares de solidaridad y apoyo mutuo.

    b) Pobreza y desigualdad Otro de los elementos contextuales fuertemente negativos lo constituye la persistencia estructural de altos niveles de pobreza y elevada desigualdad social. En efecto, aunque superados los peores momentos de la crisis (2001-2003), es cierto que los actuales indi-cadores de pobreza estn por encima de los registrados a principios de los aos noventa y comprometen a, por lo menos, diez millones de personas.

    9 Segn un reciente informe de la Organizacin Internacional del Trabajo, Tendencias mundia-

    les del empleo, en los tres escenarios proyectados para 2009 se sumaban al desempleo entre 8 y 30 millones de personas. Ver: OIT, 2009a. 10

    Segn el mencionado informe, por primera vez desde 2003 se registrara en Amrica Latina un aumento del nivel de desempleo, sumndose a este entre 1.5 y 3.0 millones de personas.

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    Debemos considerar que esta cuestin no slo se vincula con las problemticas estructu-rales de empleo comentadas en el punto anterior, sino tambin con la creciente des-igualdad de la sociedad argentina de las ltimas dcadas. Ello puede observarse de di-versas maneras. Por ejemplo, en una comparacin internacional, entre los aos setenta y la presente dcada, no slo se observa una considerable prdida del ingreso promedio de la Argentina en comparacin con los pases desarrollados; lo ms significativo es el mayor decrecimiento sufrido por los sectores de menores ingresos11. Por otra parte, an teniendo en cuenta la mejora relativa en la distribucin del ingreso en comparacin con los peores momentos de la crisis (2002), en una mirada de largo plazo la disparidad de ingresos entre el 10% ms rico y el 10% ms pobre de la poblacin pas de cerca de 12 a 1, en los aos setenta, a cerca de 30 a 1 en la actualidad. A su vez, mientras esta franja ms enriquecida se queda hoy con el 34,4% de la riqueza, la poblacin ms pobre ape-nas se lleva el 1,2% del total (Kosacoff, B., 2009). En resumen, en una perspectiva estructural de largo plazo los niveles de desigualdad social resultan muy elevados y, al mismo tiempo, tienden a persistir profundos proble-mas de pobreza en una proporcin muy importante de la sociedad argentina. En tal sen-tido, las nuevas experiencias de ESS en la Argentina son una de las principales expre-siones sociales de respuesta a dichos problemas, pues los distintos tipos de experiencias socioeconmicas, por regla general, buscan integrar a los colectivos socialmente ms desfavorecidos, planteando alternativas concretas de distribucin ms equitativa de in-gresos. Al mismo tiempo, ello no significa condenar a la ESS a una economa de po-bres para pobres, sino que uno de los principales desafos resulta plantear estrategias y senderos efectivos de consolidacin y expansin de la ESS como un sistema especfico dentro de una economa mixta.

    c) Dficit en la provisin y acceso a servicios sociales y residenciales Junto a las problemticas de empleo, pobreza y desigualdad social que venimos consi-derando, otra de las caractersticas sobresalientes desde una perspectiva de mediano plazo es la transformacin estructural regresiva del Estado que se inici a fines de los

    11 As, si entre 1970 y 2000 el ingreso promedio de la Argentina en relacin con los pases des-

    arrollados descendi poco ms de veinte puntos (es decir que, mientras en los setenta el ingreso promedio de nuestro pas representaba el 67% de los desarrollados, en la presente dcada cay al 40%), en el caso de los sectores de menores ingresos esa cada fue mucho ms pronunciada an, y pas de representar casi un 50% en la dcada del setenta a solo un 16% en la actualidad (Kosacoff, B., 2009).

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    setenta y se profundiz en la dcada del noventa. Si bien se observan cambios conside-rables en los ltimos aos en la intencionalidad, discurso y accin de la poltica pblica (en particular de los programas sociales y de desarrollo local), lo cierto es que en trmi-nos estructurales preexiste una profunda descomposicin de los servicios pblicos y bienes de salario indirecto, persistiendo severas dificultades de acceso a servicios socia-les, educativos, sanitarios y residenciales de calidad por parte de los sectores socialmen-te ms vulnerables. En tal sentido, es reconocido que las situaciones de pobreza y exclusin social, adems de estar relacionadas con las dinmicas de trabajo y distribucin del ingreso, se vinculan tambin con las capacidades de acceso a bienes y servicios de satisfaccin de necesida-des, en particular de acceso a bienes pblicos. Al respecto, los trabajos que abordan esta problemtica muestran un cuadro de graves restricciones en la satisfaccin de necesida-des y en el acceso a servicios pblicos de los sectores ms empobrecidos de nuestra sociedad. As, por ejemplo, algunos estudios sobre los hogares en situacin de pobreza indicaron que las principales restricciones se presentaban en la carencia de servicios residenciales bsicos, inadecuada asistencia mdica y sanitaria, importantes dficits de seguridad pblica, falta de servicios educativos con enseanza de nuevas tecnologas y escasa cobertura de planes o programas sociales12. Es decir, un significativo conjunto de restricciones de accesibilidad que perjudican o ponen en serio riesgo las oportunidades, las condiciones de vida y la dignidad de la poblacin afectada. En ese contexto de pobreza urbana tambin se ha generalizado un grave cuadro de de-gradacin ambiental, del hbitat y de la infraestructura bsica (ver FADU s/f), as como tendencias psicosociales de baja confianza institucional, dificultades de relacionamiento social, deterioro de sentido hacia futuro o malestar psicolgico en un considerable n-cleo de personas13.

    12 As, sobre un clculo estimado de 3.5 millones de hogares que para el Observatorio de la

    Deuda Social Argentina representan el ncleo duro de la pobreza urbana, se seala que el 89% tiene dficit de acceso a los servicios residenciales bsicos; el 68% no tiene seguro de salud (prepaga u obra social) y el 50% no accede a asistencia mdica por problemas econmicos; el 48% no accede a clases de computacin en la escuela; el 47% tiene dficit de acceso a servicios de seguridad pblica (con ms de 2 de cada 10 hogares que sufren hechos de violencia o delin-cuencia) y el 60% no recibe ningn programa o plan social. Ver Observatorio de la Deuda So-cial Argentina, 2009. 13

    En tal sentido, dicho estudio sobre la deuda social seala (siempre para la misma poblacin pobre de referencia) que ms de dos tercios tienen desconfianza en los partidos polticos, sindi-catos e instituciones gubernamentales; ms de un tercio, en las instituciones de la sociedad civil; y cerca de un quinto, en los medios de comunicacin. En la dimensin subjetiva, casi la mitad

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    De all que se necesite una fuerte inversin social para atender estas necesidades, con polticas pblicas de carcter universal, pero tambin integradas, territorializadas y de atencin especfica a las problemticas de cada grupo. Entre esas polticas, resulta clave la articulacin, apoyo y promocin sustantiva de las iniciativas asociativas de empren-dimientos que han surgido como respuestas sociales a estas problemticas. Este es el caso particular de los nuevos tipos de emprendimientos de la ESS, que vienen desarro-llando otras maneras de gestionar los servicios de atencin de demandas emergentes de la sociedad, incluyendo diversas modalidades de gestin social reactivas al monopolio operativo gubernamental. En dichas trayectorias, los servicios sociales ya no quedan bajo dominio exclusivo de gestin operativa estatal, ms all de requerir un fuerte im-pulso de su parte en trminos de definicin de polticas pblicas concertadas, facilidades y promocin de la actividad o adecuados niveles de financiamiento y de regulacin p-blica del servicio. Por ello dichas iniciativas muestran nuevas modalidades de articula-cin estatal-organizaciones ciudadanas, las cuales no slo permiten mejorar el alcance e impacto de dichos servicios, sino tambin potenciar las capacidades de los destinatarios. Entre este tipo de experiencias, se destacan las iniciativas que proveen servicios de proximidad a las comunidades (tales como atencin domiciliaria, cuidados socio-sanitarios, nuevos servicios educativos, preservacin y mantenimiento del ambiente, etc.) o la insercin de colectivos en distintas situaciones de vulnerabilidad social (perso-nas con problemas estructurales de insercin laboral, en proceso de recuperacin de adicciones, personas en situacin de calle, personas con discapacidad fsica o mental). As, este tipo de iniciativas resulta una trayectoria emprica relevante en un camino que tienda a renovar las bases de reconfiguracin del Estado social y brinde nuevas respues-tas colectivas a las necesidades sociales emergentes. Avanzado ya este cuadro contextual, a continuacin hacemos revista de esa pluralidad de trayectorias empricas de la ESS, para sealar luego algunas tendencias presentes en el caso de las nuevas iniciativas de la Argentina.

    dice no poder pensar proyectos a futuro; un tercio dice no saber qu hacer con su vida, y ms de un quinto evidencia riesgo de malestar psicolgico (depresin). Y en los aspectos de relaciona-lidad social, ms de la mitad no cuenta con otros para resolver sus problemas ni para recibir apoyo emocional; un tercio no cuenta con tiempo libre o no sabe qu hacer con l, y otro tercio usa el tiempo libre para ver televisin.

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    IV. La pluralidad de la economa social y solidaria Este es el marco en el que se inscriben las estrategias y acciones de la otra economa o economa social y solidaria en el caso argentino. En otro trabajo (Pastore, 2006), hemos desarrollado que la expresin economa social no tiene un nico sentido, sino que, como han puesto de manifiesto varios autores, constituye un trmino polismico que designa distintos niveles de cuestiones14. Por nuestra parte, en el trabajo referido propo-nemos tres dimensiones analticas: a) una dimensin de trayectorias empricas de otra forma de hacer economa, de creciente importancia y diversidad en las ltimas dcadas; b) una dimensin conceptual que denota un enfoque alternativo a la economa de los economistas convencionales; c) una dimensin propositiva de proyectos alternativos de sociedad. Por cuestiones de espacio y objetivos analticos, en este trabajo nos detendremos en la primera de dichas dimensiones, referente a las trayectorias empricas. Como hemos ade-lantado, en este caso, el trmino economa social y solidaria busca designar un con-junto heterogneo de emprendimientos econmicos que se han ido desarrollando de manera diferenciada a la tpica empresa capitalista y a las formas de organizacin esta-tal, aunque tambin a las iniciativas desconectadas de la economa popular de subsisten-cia. Desde este punto de vista, la ESS se constituye por entidades u organizaciones que realizan actividades econmicas (es decir, de produccin o distribucin de bienes o ser-vicios, incluyendo las actividades financieras), pero cuya principal finalidad se orienta al bienestar humano y que, al mismo tiempo, contemplan elementos organizativos de autogestin asociativa y democrtica, as como vnculos solidarios con su comunidad de pertenencia. En otras palabras, sus acciones se orientan a mejorar la calidad de vida, tanto de sus integrantes como de su comunidad de pertenencia, privilegiando para ello a las personas, sus capacidades y vinculaciones. Al respecto, reproducimos aqu un es-quema sinttico de clasificacin de esa diversidad de tipos de emprendimientos de la ESS.

    14 Otras aproximaciones al carcter polismico de la economa social como enfoque terico e

    histrico, disciplina y tipos de organizaciones pueden verse en Bastidas-Delgado y M. Richer (2001); Chaves R. (2003); Lvesque B. y M. Mendell (2003).

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    Cuadro 1

    Economa social tradicional o histrica

    Cooperativas de trabajo, agropecuarias, servicios pblicos, vivienda, consumo, crediti-cias y bancarias, de seguros, de provisin profesional. Mutuales entre otras en actividades como: proveedura, vivienda, salud; educativas y culturales, previsionales, deportes, guarderas, seguros, hogares, sepelios y velatorios, turismo. Asociaciones socioeconmicas que producen y/o proveen bienes o servicios de diverso tipo.

    Nueva economa social

    Produccin-servicios: empresas recuperadas; nuevas cooperativas de trabajo; empren-dimientos asociativos de la economa popular, etc. Intercambio: experiencias de ferias sociales, ferias francas, comercio justo, mercados de moneda local, club del trueque. Finanzas solidarias: entidades de microcrdito y microfinanzas, fondos rotatorios, ban-ca social, banca tica. Societales: iniciativas econmicas comunitarias, socioambientales; empresas sociales (insercin, servicios sociosanitarios); emprendimientos socioculturales; redes de ayuda mutua, asociativismo rural y comunal, etc. Fuente: Pastore, 2006

    Es reconocido que, en trminos de trayectorias concretas, sus antecedentes asociativos ms relevantes se remontan a la primera mitad del siglo XIX, como respuesta a los efec-tos sociales negativos de la Revolucin Industrial, y se expresaron desde entonces en diversas experiencias cooperativistas, mutualistas y de asociacionismo obrero y popular, una trayectoria que en muchos contextos nacionales ha sido denominada economa social y que como hemos dicho tambin suele llamarse economa social histrica o tradicional15. En el caso argentino, el desarrollo de este tipo de economa social fue significativa desde fines del siglo XIX hasta entrado el siglo XX, tanto en el asociacio-nismo de sectores populares e inmigrantes (por ejemplo, con las sociedades de socorros mutuos de espaoles, italianos u otras colectividades de inmigrantes) como con el desa-rrollo del cooperativismo en sectores como el agropecuario o el de consumo. Como en

    15 Entre otras referencias histricas pueden verse los textos de Levesque B. y M. Mendell (2003)

    y Chaves R. (2003b).

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    otros contextos nacionales, desde los aos cuarenta del siglo XX, la expansin del mer-cado, por una parte, y del Estado social, por otra, hizo perder peso relativo al cooperati-vismo y a las asociaciones de ayuda mutua, al no adaptarse a las condiciones estableci-das por las dinmicas de estos sectores. Como hemos sealado, desde fines del siglo XX sobresale tambin en la Argentina el surgimiento de una nueva economa social en la agenda pblica contempornea, la cual se ha expandido bsicamente como respuesta social a las problemticas que trajo aparejada la globalizacin excluyente y el desguace del Estado social, reseadas en el apartado anterior. El conjunto de dichas iniciativas y experiencias pas a denominarse economa solidaria y ha replanteado de manera prctica la relacin entre economa, sociedad y Estado democrtico, reivindicando la relacin entre lo econmico, lo socio-cultural y lo poltico desde un punto de vista de autogestin y de accin solidaria. Es as que, como muestra el cuadro previo, desde un punto de vista emprico podemos llamar economa social y solidaria al conjunto de experiencias que incluyen tanto a las expe-riencias histricas de la economa social presentes hoy en da como a la diversidad de trayectorias alternativas de hacer economa que se expandieron en las ltimas dcadas del siglo XX.

    V. Las trayectorias de la nueva economa social en la Argentina En este contexto evolutivo pueden sealarse tres grandes trayectorias evolutivas de esta nueva economa social, las cuales responden a diferentes historias constitutivas de lo socioeconmico: a) la economa popular solidaria; b) las iniciativas comunitarias o aso-ciativas de integracin social; y c) la organizacin del trabajo autogestivo colectivo.

    a) De la economa informal hacia la economa popular solidaria En las estrategias de subsistencia de los sectores populares, tanto en las grandes urbes de la Argentina como en otras ciudades del continente, pasaron a tener una mayor inci-dencia las actividades de autoempleo o el desarrollo pequeos emprendimientos econ-micos, particularmente con el crecimiento del denominado sector informal. Es decir, emprendimientos, en general, de base familiar o de relaciones de proximidad, con fuerte peso en el sector de servicios o en actividades de oficio y con un alto grado de informa-lidad o de economa no registrada. Sin duda, estas iniciativas en s mismas no forman parte de la ESS. Por ello en los pases centrales no se encuentran insertas en estrategias

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    de desarrollo de economa social, a pesar de tampoco integrar el sector tpicamente capi-talista, sino ms bien un conjunto variado de iniciativas econmicas de autoempleo, artesanado o pequeas unidades socioeconmicas familiares. Sin embargo, entendemos que en el caso de Amrica Latina la situacin resulta muy diferente, ya que una parte importante de la economa popular est siendo apoyada cada vez ms por organizacio-nes territoriales, movimientos sociales o entidades de apoyo, con el objeto de ganar en asociatividad, articulacin vertical y horizontal, capacidad de relacionamiento, acceso a recursos y tecnologa, etc. En otras palabras, las experiencias de la economa popular estn siendo incluidas en una estrategia ms amplia de desarrollo de la ESS, a tal punto que puede hablarse, como en el caso de Brasil, de una economa popular solidaria, al impulsarse un conjunto de acciones concretas para incluirla en un proyecto de ESS que implique al mismo tiempo una transformacin de dicha economa popular con sentido solidario, organizacin colectiva y gestin democrtica. Sin duda ello obedece al signi-ficativo peso que la economa popular tiene en los pases latinoamericanos, particular-

    mente el amplio sector informal urbano y los pequeos productores rulares familiares y campesinos, lo que lleva a la necesidad de integrar a estas experiencias en estrategias de desarrollo asociativo que les permitan sortear las limitaciones de escala productiva, dis-ponibilidad de capital de trabajo, dificultades de acceso a mercados de mayor valor agregado, escaso poder de compra individual, o incorporacin y generacin de innova-ciones tecnolgicas.

    Entre los ejemplos que pueden sealarse al respecto, se encuentra el apoyo tcnico o financiero para avanzar hacia formas asociativas entre pequeos productores urbanos o rurales con el objetivo de ganar eficiencias colectivas en la produccin (tal como la cua-si integracin productiva en algunas experiencias de cadenas valor, por ejemplo, en in-dumentaria, muebles, apicultura, etc.). De igual forma puede mencionarse el desarrollo de canales de comercializacin y mer-cados solidarios con el objetivo de mejorar la insercin mercantil de los emprendimien-tos, ganando en escala y regularidad de ventas o nuevos segmentos de consumo. Tal es el caso, por ejemplo, de las ferias francas que han tenido un gran desarrollo en varias provincias del nordeste argentino, en especial, en la provincia de Misiones), las cuales vinculan de manera directa pequeos productores rurales con consumidores de ciudades intermedias. En el mismo sentido pueden mencionarse distintas experiencias de construccin organi-zativa de personas que trabajan en recoleccin y reciclado de residuos urbanos, los de-

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    nominados cartoneros, actividad informal que creci de manera significativa a partir de la crisis socioeconmica, a pesar de ser marginada por la sociedad, sumamente pre-caria, de bajos ingresos y con muy malas condiciones de trabajo. De hecho, las expe-riencias de constitucin de cooperativas u otras formas asociativas de este sector buscan mejorar en condiciones laborales, etapas de la cadena de reciclado de mayor valor agre-gado, poder de negociacin econmica, incidencia poltica o fomento de dispositivos que faciliten la clasificacin, recoleccin y reciclado de residuo en territorios especfi-cos en articulacin con los residentes del lugar. Un ejemplo de inters a nivel nacional de este crecimiento organizativo lo constituye el Movimiento Nacional de Trabajadores Cartoneros y Recicladores (MOCAR), del que se presenta una sntesis en el cuadro si-guiente.

    Cuadro 2 Movimiento Nacional de Trabajadores Cartoneros y Recicladores (MOCAR)

    El MOCAR nace en 2003, a partir de la confluencia del trabajo previo y el encuentro de distintas organizaciones del sector, y logra su personera jurdica en 2006. El movimiento est integrado por 75 organizaciones en todo el pas, de las cuales 36 son cooperativas, 26 son asociaciones civiles, y 13 son organizaciones de base de cartoneros o carreros. El movimiento fomenta el reconocimiento de la comunidad y los gobiernos de la activi-dad realizada por cartoneros, recuperadores y recicladores como socialmente til y ne-cesaria. Socialmente til porque recupera cientos de miles de toneladas diarias de mate-riales, que si se recuperan y reciclan se convierten en riqueza y generan empleo genui-no. Necesaria porque esta tarea disminuye la contaminacin, al evitar que esos materia-les recuperados se entierren o se quemen en basurales a cielo abierto. Entre sus principales objetivos se encuentran: la creacin de una organizacin sindical representativa de los trabajadores de recuperacin, reciclado y tratamiento de los resi-duos slidos urbanos; la promocin de un convenio colectivo de trabajo que regule la actividad del sector; el adecuado tratamiento impositivo de los materiales y emprendi-mientos del sector, para favorecer su registro y evitar que se tribute varias veces el mis-mo impuesto; el fomento de la separacin en origen y reciclado de los residuos; el im-pulso a la construccin de plantas de separacin, clasificacin y reciclado de residuos, administradas en forma cooperativa por los mismos recuperadores; el desarrollo de pro-gramas de formacin integral y capacitacin continua de sus miembros. En el sur del Gran Buenos Aires, el MOCAR realiza actividades complementarias, co-mo programas de microcrdito, e integra un espacio de gestin compartida en economa social y desarrollo local: la Mesa de Promocin de la Economa Social y Solidaria de Quilmes. Ver: http://cartonerosmocar.blogspot.com .

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    Otra trayectoria de apoyo a la economa popular bajo una estrategia de economa social y solidaria la constituye el avance al financiamiento solidario dirigido a pequeos pro-ductores urbanos y rurales, el cual se ha extendido de manera significativa en los lti-mos aos, en particular, en la forma de programas de microcrdito. En efecto, si bien en relacin a otros pases de Amrica Latina este desarrollo es reciente y con un menor grado de cobertura respecto de la demanda potencial de crdito de los sectores que no acceden al sistema financiero formal, el dinamismo del sector resulta sumamente impor-tante en la presente dcada. El mapa actual de las instituciones que actan en el sector es mucho ms complejo y rico que en la dcada anterior, y se calcula que existen ms de trescientas entidades que desarrollan programas de microcrditos con una cartera activa de 100 millones de pesos, que brindan este servicio financiero a ms de 55.000 emprendedores de la economa popular (Higa, 2008). Esa variedad de entidades incluye organizaciones internacionales, bancos comerciales, organizaciones no gubernamentales dedicadas a las microfinanzas, organizaciones territoriales que desarrollan programas de microcrdito junto con otras actividades de promocin socioeconmica y comunitaria. En ese sentido se destacan dos programas pblicos de la ltima dcada que tendieron a impulsar las actividades micro-crediticias de este tipo de organizaciones. Por una parte, en el ao 2002 se cre, en el marco del Ministerio de Desarrollo Social, el programa denominado Banco Popular de la Buena Fe (BPBF), que entre dicho ao y 2007 otorg de manera descentralizada 23.000 crditos a unos 20.000 prestatarios (Mi-nisterio de Desarrollo Social, 2008). Para este ltimo perodo, el BPBF contaba con 65 organizaciones regionales de coordinacin y 443 organizaciones locales que desarrolla-ban en todo el pas programas de microcrdito. La mayora de estas organizaciones lo-cales se formaron en el proceso de eclosin de la crisis socioeconmica argentina (el 61% lo hizo del ao 2000 en adelante) y desarrollan esta actividad de manera comple-mentaria a otras funciones de promocin socioeconmica, tales como promocin social, educacin y capacitacin, promocin laboral, cultural y de salud. Por otra parte, en el ao 2006 se promulg la Ley de Promocin del Microcrdito, me-diante la cual se cre un programa especfico16 con un fondo nacional de unos 100 mi-llones de pesos, para apoyar programas de microcrdito desarrollados por entidades sin

    16 El denominado Programa Nacional del Microcrdito para el Desarrollo de la Economa So-

    cial Padre Carlos Cajade, el cual es administrado por la Comisin Nacional de Coordinacin de Microcrdito dependiente del mismo Ministerio de Desarrollo Social.

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    fines de lucro que colaboran con el desarrollo de las polticas sociales y se asocian en consorcios o redes territoriales para implementar los fondos otorgados. Dichos fondos se aplican a la capitalizacin de instituciones adheridas, subsidindose total o parcial-mente la tasa de inters, gastos operativos y de asistencia tcnica, eximindose tambin de cargas fiscales tales como el impuesto a las ganancias o al valor agregado. Un ele-mento interesante desde el punto de vista de convergencia organizativa es que las orga-nizaciones que se postulan para acceder a dichos fondos deben asociarse entre s territo-rialmente, ya sea en redes de microcrdito (cuando no participan organismos del Esta-do) o bien, consorcios (cuando adems de las entidades no gubernamentales tambin las integran los gobiernos locales o provinciales). Presentamos a continuacin una sntesis de dos experiencias de la Provincia de Buenos Aires: la Red del Conurbano Sur y el Consorcio de Gestin Compartida para el Desarrollo Local.

    Cuadro 3 Consorcio de Gestin Compartida para el Desarrollo Local de la Provincia de Buenos Aires

    El Consorcio de Gestin Compartida para el Desarrollo Local es el resultado del trabajo conjunto del gobierno de la provincia de Buenos Aires con organizaciones de la econo-ma social y solidaria que viven en su territorio. El espacio se gener ante la necesidad de pensar, formular y ejecutar polticas pblicas, y de que el Estado y organizaciones, sin delegar sus respectivos niveles de responsabilidad, promuevan y apoyen procesos de desarrollo local inclusivo, mediante la participacin activa de los actores de la economa social en sus territorios, administrando en forma conjunta fondos de la Ley Nacional de Microcrdito. El Consorcio se propone fortalecer organizaciones, redes de organizaciones y munici-pios que lleven adelante estrategias de microfinanciamiento, de comercializacin popu-lar, de consumo asociado, de capacitacin y asistencia a los productores y emprendedo-res, para fortalecer el crecimiento del sector de la ESS en el mbito urbano, periurbano y rural de la provincia. Sus lneas de accin son: a) fondeo a organizaciones para el desarrollo de actividades de financiamiento a los actores de la economa social; b) fortalecimiento institucional y consolidacin de capacidades de construccin territorial; c) apoyo a infraestructura pro-ductiva y de comercializacin para los actores de la ESS. Integrantes: Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires; Fideico-miso Programa Fuerza Solidaria (Gobierno de la Provincia, Banco de la Provincia e Instituto Provincial de Loteras y Casinos); Asociacin Civil SEDECA (Secretariado de Enlace de Comunidades Autogestionarias, Mesa Abierta); Asociacin Civil Ayuda So-lidaria (Tandil y Centro de la provincia de Buenos Aires-Bancos Populares de la Buena Fe); Mesa Provincial de Organizaciones de Productores Familiares de Buenos Aires (Cooperativa Agropecuaria Asociacin de Productores Familiares de Florencio Varela y Asociacin Civil CEDEPO). Ms informacin: http://www.consorcioba.com.ar

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    Cuadro 4

    Red Conurbano Sur (RCS) La Red nace en el ao 2006 ante la necesidad de articular acciones concretas en el terri-torio de las nueve entidades que la integran, las cuales desarrollan programas de micro-crdito y acciones desde la ptica de la economa social en los partidos de Almirante Brown, Berazategui, Florencio Varela, Lomas de Zamora y Quilmes. Las entidades que conforman la RCS actan socialmente en una amplia gama de pro-blemticas vinculadas a las necesidades de los sectores populares (niez, adolescencia y juventud, tercera edad, mujer y gnero, etc.), pero todas ellas han encontrado en el mi-crocrdito un instrumento que les permite contribuir a mejorar la economa y reproduc-cin social de las familias y comunidades con las que trabajan. De tal forma, el micro-crdito es concebido y operado en la Red como una herramienta de promocin socioe-conmica, la cual se dirige principalmente a financiar capital de trabajo (adquisicin de materia prima, insumos y mercaderas) de ms de mil emprendimientos socioeconmi-cos populares de dichos distritos. As, bajo la figura de red de gestin asociada, administra fondos pblicos en el marco de la Ley 26117 de promocin del microcrdito, a travs del vnculo institucional con la Comisin Nacional de Microcrdito del Ministerio de Desarrollo Social. Pero la RCS tiene una perspectiva ms amplia en su accionar e integra estas lneas de microcrdito con otras lneas de financiamiento y apoyo al sector. Por una parte, de manera complementaria, ha implementado otras lneas de finanzas solidarias, tales como crditos de mayor tamao para la reconversin tecnolgica o la incorporacin de maquinarias y equipos, as como lneas especiales de financiamiento para oportunidades de negocio que fortalezcan el desarrollo econmico local y generen mejores posibilidades de desarrollo sectorial. Tal es el caso del financiamiento de las rondas de negocios o crculos de crdito recproco entre emprendimientos de la eco-noma social, como espacio de compra-venta del sector que genera nuevos canales de comercializacin y mejora la vinculacin entre productores y revendedores de los secto-res de indumentaria, calzado y accesorios del mismo territorio. Adems de estas lneas de financiamiento, incluye otras lneas de trabajo complementa-rias, tales como capacitacin, asistencia tcnica, asesoramiento y acompaamiento per-manente. Entidades participantes: Asociacin Civil Nuestro Espacio Abierto, Critas Quilmes, Centro de Capacitacin de la Comunidad Taller San Jos, Comedor Infantil Contra Viento y Marea, Centro Cultural y Biblioteca Popular Daniel Ayala, Asociacin Civil Amigos para Ayudar, Asociacin Civil EMAC, y Asociacin Civil Horizonte Propues-tas para el Desarrollo Humano. Tres de estas entidades integran a su vez la Mesa de Promocin de la Economa Social y Solidaria de Quilmes: Asoc. Civil Horizonte; EMAC y Critas Quilmes.

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    b) De la organizacin comunitaria a las estrategias socioeconmicas Adems del apoyo a las iniciativas de la economa popular, en los ltimos aos irrumpi tambin una diversidad de prcticas socioeconmicas de carcter asociativo o comunita-rio que crearon nuevas formas organizativas o reconfiguraron las preexistentes y pasa-

    ron a desarrollar actividades econmicas orientadas a la integracin social. En efecto, en trminos sintticos puede decirse que emergieron tambin dos tipos de iniciativas asociativas en las comunidades locales: - Por una parte, aquellas orientadas a la inclusin social de colectivos en situacin de extrema vulnerabilidad sociolaboral, tales como personas con problemas estructurales de insercin laboral, jvenes en proceso de recuperacin de adicciones, personas en situacin de calle, ex convictos, personas con discapacidad fsica, usuarios de servicios psiquitricos y de salud mental, etc. - Por otra, aquellas iniciativas socioeconmicas que buscan dar nuevas respuestas a las necesidades sociales emergentes, particularmente de comunidades populares, en alimen-tacin, salud, educacin, cultura o problemas socioambientales17. Bajo la denominacin de emprendimientos asociativos o empresas sociales, estas experiencias muestran una dinmica emergente de inters y potencialidad, a pesar de que an no cuentan con legislacin especfica de cooperacin social, como sucede en otros pases del mundo tal es el caso pionero de Italia, y otros ms recientes y cerca-nos, como Brasil o Uruguay. Un ejemplo al respecto lo constituyen cerca de veinte experiencias de este tipo vinculadas a un proyecto de promocin de empresas sociales y a una red local especfica (ver recuadro).

    17 Por ejemplo, hay varias experiencias de emprendimientos sociales que trabajan en temas am-

    bientales tales como limpieza, desmalezamiento y saneamiento de arroyos en zonas degradadas socio-ambientalmente del Gran Buenos Aires.

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    Cuadro 5 Proyecto Redes: Fortalecimiento de empresas sociales y REDESA (Red de empresas sociales argentinas) El Proyecto Redes de Empresas-Redes de Personas: Programa de apoyo al fortaleci-miento del sector de empresas sociales en la Argentina es una iniciativa de cooperacin entre Italia y la Argentina con el objetivo de favorecer el fortalecimiento del sector en sus aspectos productivos, sociales e institucionales. En el plano institucional se propone contribuir a la consolidacin de REDESA, espacio compartido por un conjunto de orga-nizaciones que promueven el desarrollo sostenido y solidario del sector de empresas sociales en nuestro pas. REDESA nace en el ao 2000 y est formada por veinte empresas sociales de diferentes rubros, tanto en el mbito productivo como en el sector de servi-cios. Todas estas empresas que la integran trabajan con grupos vulnerables, ofreciendo oportunidades de insercin laboral y social. Estn integradas por ms de 300 socios activos; dan trabajo a ms de 200 personas en sus organizaciones y coordinan ms de 340 voluntarios en sus actividades productivas, sociales y culturales. Operan y producen en los rubros de: panificacin, servicio de catering; periodismo grfico, arte y cultura; serigrafa, estampera y artesanas; reciclado de residuos; movimiento de suelo y parquizacin. Participantes del Proyecto: COSPE Conosur (Cooperazione per lo Sviluppo dei Paesi Emergenti); FADO (Federacin de Agrupacin de ONG); REDESA (Red de empresas sociales argentinas). Ms informacin: http://www.redesa.com.ar

    En tal sentido, las experiencias vinculadas a dicho proyecto pueden catalogarse segn las problemticas que abordan en dos tipos principales: a) la inclusin social de grupos vulnerables, integrndolos en emprendimientos sociolaborales; y b) la atencin de nece-sidades sociales emergentes, desarrollando para ello actividades que generan puestos de trabajo. Como puede verse en el cuadro adjunto, en este caso son ms las que se dedican a la primera de las finalidades, ya que tres de cada cuatro empresas tienen como orientacin principal la inclusin sociolaboral de personas en situacin de vulnerabilidad social es-pecfica. En efecto, este grupo de empresas asociativas que se dedican a la inclusin social trabajan con colectivos afectados por situaciones especficas de desventaja, entre los cuales sobresalen, por la cantidad de empresas implicadas, los grupos de jvenes en condiciones de riesgo social, las personas (jvenes y adultos) con discapacidades fsicas o mentales, o la poblacin que vive en situacin de calle en la ciudad de Buenos Aires. Asimismo, los otros dos grupos de destinatarios son ex presidiarias y personas con pa-

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    decimientos oncolgicos, mientras que en otros casos de la Argentina, adems de los grupos mencionados, tambin hay importantes experiencias en servicios de salud mental o personas en proceso de recuperacin de adicciones.

    Cuadro 6 Emprendimientos segn problemtica que busca atender Tipo de problemtica %

    Jvenes en riesgo 23% Personas con discapacidad 23% Personas en situacin de calle 18% Otros grupos (ex presidiarias, pacientes oncolgicos) 12%

    Inclusin social

    Subtotal inclusin 76% Trabajo y medioambiente 18% Atencin demanda social (comunicacin comunitaria) 6% Trabajo y/o demanda social Subtotal trabajo y demanda social 24%

    Total 100%

    Fuente: Pastore 2009

    Un rasgo diferenciado de este tipo de iniciativas de la economa solidaria es que, por lo general, articulan al mismo tiempo alguna combinacin de bienestar de la comunidad, integracin social y potenciacin de capacidades humanas de los implicados, incluyen-do, como hemos dicho, una diversidad de experiencias que van desde las iniciativas asociativas comunitarias para atender necesidades socioeconmicas de sus territorios de origen hasta este tipo de emprendimientos asociativos de insercin sociolaboral.

    c) Cooperativismo de trabajo y empresas recuperadas Una tercera trayectoria de importancia es el crecimiento del peso relativo de las coope-rativas de trabajo dentro de la socioeconoma institucionalizada, particularmente las nuevas cooperativas de trabajo autogestivo, vinculadas a polticas pblicas de hbitat y desarrollo urbano local, las cuales en algunos casos son articuladas por movimientos sociales territoriales. En efecto, reciente informacin disponible indica que sobre un total de 8800 cooperativas vigentes al ao 2006, casi 5300 de ellas haban declarado como objeto social ser cooperativas de trabajo. El nmero de trabajadores declarados tambin resultaba relevante, ya que los socios de las cooperativas de trabajo representa-

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    ban ms del 75% del total de los casi doscientos treinta mil puestos de trabajo generados en todo el sector cooperativo. Pero a su vez, el 70% de dichas cooperativas de trabajo (3700 cooperativas), haban sido creadas en el marco de programas pblicos de hbitat o desarrollo local18. Sin embargo, en este ltimo caso, la evidencia emprica de tipo cuali-tativo indica que estos nmeros puede estar ocultando realidades mucho ms complejas y problemticas, tal como la transitoriedad de cooperativas de este tipo una vez que concluyen las obras encaradas para dichos planes y programas. De igual modo se destaca la importancia de las experiencias provenientes de empresas en situacin crisis (quiebra, cierre o graves incumplimientos del contrato salarial) que fueron recuperadas por sus trabajadores dndoles continuidad operativa con el objetivo principal de preservar fuentes de trabajo. Si bien este proceso se desarroll temprana-mente en pases como Italia o Espaa (entre fines de 1970 y la dcada siguiente), en la Argentina tuvo su mayor apogeo en los aos centrales de la crisis (desde fines de los aos noventa y, sobre todo, entre los aos 2000 y 2002), pero tambin se registra un nueva emergencia, aunque de menor dimensin relativa, con los coletazos de la actual crisis internacional. Es as que, como puede apreciarse en el grfico siguiente, que el pico de ocupaciones que dieron origen a estas experiencias se concentran en los princi-pales aos de dicha crisis. En tal sentido, si bien las empresas recupradas son conse-cuencia fundamental de los efectos negativos sobre la continuidad laboral que generan las crisis capitalistas, tambin han tenido un peso especfico los antecedentes de organi-zacin y de lucha previa de los trabajadores, as como la propia experiencia social del proceso de recuperacin de empresa de todos estos aos, tal como lo muestran las recu-peraciones registradas en aos ms recientes.

    18 En orden de importancia, segn el nmero de cooperativas creadas, son: Programa Federal de

    Emergencia Habitacional; Centros de Integracin Comunitaria, Plan Agua Ms Trabajo; Plan Manos a la obra; Obra Pblica Municipal.

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    Grfico 1 Distribucin del nmero de recuperaciones de empresa por ao de origen

    Fuente: Rebn J. y R. Salgado, 2009.

    Luego del apogeo del proceso de recuperacin de los aos centrales de la crisis, se cal-cula que actualmente existen unas ciento cincuenta empresas recuperadas que generan ms de diez mil puestos de trabajo. El proceso muestra en s que la autogestin de los trabajadores logr aquello que la gestin del capital se declar incapaz de hacer: la con-tinuidad productiva de las propias empresas. No obstante, pasados los aos de apogeo del proceso, en trminos generales los desafos actuales tambin resultan significativos y entre otros logros implican: el pase de propiedad de las empresas a manos de los tra-bajadores (se calcula que aproximadamente un tercio de las que estn en vigencia lo han logrado), el mejoramiento de su capacidad productiva, capitalizacin e innovacin tec-nolgica, la ampliacin de su insercin de mercados, o el fortalecimiento de sus cuadros tcnicos y dirigenciales. En tal sentido, durante los ltimos aos surgieron instancias gubernamentales de apoyo a las empresas recuperadas, particularmente dentro del Ministerio de Trabajo de la Na-cin, as como proyectos de cooperacin internacional que han buscado impulsar las capacidades de organizacin colectiva, el mejoramiento productivo y la insercin terri-torial, tal como lo hace el proyecto que se sintetiza en el cuadro siguiente.

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    Cuadro 7 Proyecto Redes de Empresas Recuperadas

    El Proyecto Redes de Empresas y Redes de Personas, programa de fortalecimiento del sector de Empresas Recuperadas en la Argentina como factor de desarrollo local de la zona sur del Gran Buenos Aires (Berazategui, Florencia Varela y Quilmes) se propone promover la generacin de empleo y el ingreso de la poblacin ocupada precarizada, subempleada y desempleada de dichos municipios. Son sus destinatarios directos unos 300 trabajadores de 12 empresas recuperadas de la zona sur del Gran Buenos Aires (GBA) involucrados en el Consorcio Productivo del Sur; ms de 600 trabajadores de otras 18 empresas recuperadas del GBA; 150 jvenes y 200 mujeres seleccionados entre los familiares de los trabajadores de las empresas recu-peradas o vinculados al entorno social y geogrfico de estas. El Proyecto ha contribuido al fortalecimiento de las empresas recuperadas participantes as como del Consorcio Productivo del Sur que conformaron, brindando formacin, asistencia tcnica, acompaamiento institucional, encuentros y viajes de intercambio de experiencias. Asimismo, en 2007 se inaugur la Unidad de Gestin de Diseo Industrial (UGDI), la cual brinda servicios de diseo industrial, grfica e ingeniera de producto, puntos de venta y diseo.

    Entidades promotoras: COSPE (Cooperazione per lo Sviluppo dei Paesi Emergenti, Italia); MLAL (Movimento Laici America Latina, Italia); FUNDEMOS-UOM (Funda-cin para el estudio y el rol del movimiento obrero en la democracia y la transformacin social, Argentina).

    COSPE Conosur y FUNDEMOS participan a su vez en la Mesa de Promocin de la Economa Social y Solidaria de Quilmes.

    Ms informacin: www.proyectoredes.com.ar; www.cospe.org.ar

    Una cuestin importante desde el punto de vista organizativo es la bsqueda de incorpo-rar estas experiencias de nuevo cooperativismo de trabajo dentro de los espacios institu-cionalizados, sea por caso dentro de algunas federaciones del movimiento cooperativo o de las estrategias o estructuras del movimiento sindical19 y ms an la reciente con-fluencia organizativa del cooperativismo de trabajo con la conformacin de la Confede-racin Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT).

    19 Tal el caso de la conformacin del ANTA (Asociacin Nacional de Trabajadores Autogestio-

    nados) dentro de la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) o del papel de la Unin Obrera Metalrgica Regional Quilmes, en el apoyo y fortalecimiento a las empresas recuperadas del sur del Gran Buenos Aires.

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    Cuadro 8 Confederacin Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT)

    Recientemente se conform la CNCT, con la integracin de 21 federaciones de coopera-tivas de trabajo (FECOOTRA; FACTA; FECOOAPORT; FECOOTRAUN FLOREN-CIO VARELA; FECOTRAUN CORRIENTES; ANTA; FECOOTRAR; FERYCOO-TRA; PADRE CARLOS MUGICA; FEDERACIN EVITA; RECONQUISTA; FE-COSOL, FECO SANTA CRUZ; COTRAFER; ADICCRA; IFICOTRA; FEDERA-CIN OBRA PADRE MUGICA; UMISCOOP; FEDERART; RED GRFICA). La confluencia organizativa del cooperativismo de trabajo constituye un hecho de relevan-cia, dado su creciente peso en las ltimas dcadas y la desarticulacin histrica en su conformacin. Esa confluencia, adems de permitir mejores condiciones para la defensa reivindicativa del sector, constituye una plataforma organizativa ms propicia para la articulacin y negociacin con el Estado y para avanzar en propuestas de legislacin y normativas ms adecuadas al desarrollo del sector.

    VI. Consideraciones finales Llegados a este punto resulta conveniente concluir presentando un paneo de las princi-pales actividades de las nuevas iniciativas socioeconmicas en el caso argentino y or-genes.

    En tal sentido, estas han tenido mayor potencialidad de desarrollo en algunas reas y actividades econmicas en particular, entre las que pueden destacarse: a) produccin o servicios desarrollados por medianos y grandes establecimientos origi-nados en las experiencias de empresas recuperadas por sus trabajadores; b) articulacin asociativa en la produccin, logstica o distribucin entre productores de pequea escala, manufacturas locales, formas de produccin artesanales, etc.; c) construccin, reparacin, mantenimiento y refaccin de viviendas, centros comuna-les, infraestructura de servicios y autoconstruccin colectiva, particularmente con algu-nas experiencias que se desarrollan en el marco de los programas pblicos ya sealados de hbitat e infraestructura; d) gestin de servicios sociales, tales como comedores comunitarios, centros sociocultu-rales y recreativos, asistencia socioeducativa; e) canalizacin de financiamiento y ahorros hacia finanzas solidarias, entre los que se destacan los programas de microcrdito;

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    f) mercados sociales, ferias francas, redes de trueque y algunas experiencias de comer-cio justo; g) proteccin del medioambiente, recoleccin y reciclaje de residuos, en particular en zonas urbanas con elevada degradacin socioambiental; h) iniciativas emergentes en servicios personales que, si bien an no tienen la dimensin que en otros pases, muestran alternativas de inters en servicios tales como cuidado domiciliarios de ancianos o personas minusvlidas; atencin teraputica, tratamiento de adicciones, etc.; i) medios de comunicacin social y comunitaria, los cuales pueden tener una mayor incidencia con la creciente vinculacin en red entre ellas y ms an en el marco de la nueva Ley de Medios de Comunicacin; j) experiencias de grupos y redes de consumidores de la ESS, las cuales, si bien hasta ahora constituyen experiencias muy puntuales, muestran caminos para avanzar en un

    rea de mucha potencialidad, como es el consumo solidario y responsable.

    Estas experiencias de la nueva economa social comparten, en mayor o menor grado, una serie de caractersticas distintivas, como por ejemplo: - Nuevas denominaciones que las identifican: empresas recuperadas, empresas socia-les, emprendimientos sociales o comunitarios, programas y organizaciones de microcr-dito, redes asociativas, entre otras. - Diversidad de actores comprometidos: trabajadores autogestionarios, destinatarios, voluntarios, comunidad local, promotores sociales o gubernamentales, militantes.

    - Revaloracin del espacio pblico en la sociedad civil y del asociacionismo en red para desarrollar y expandir a los emprendimientos socioeconmicos.

    - Combinacin (hibridacin) de fuentes de financiamiento basada en principios de intercambio mercantil (sobre todo en mercados privados, aunque con algunas experien-cias en mercados pblicos); reciprocidad (donaciones y aportes voluntarios); redistribu-cin de recursos pblico estatales.

    - Proyeccin simultnea en las dimensiones econmica, social y poltica, particular-mente con el crecimiento de formas organizativas en red.

    - Algn tipo de combinacin entre satisfaccin de intereses sociales de sus miembros, beneficios para la comunidad y construccin de identidad colectiva.

    - Importancia de la territorialidad, lo comunitario y lo local.

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    Por ltimo, pueden distinguirse distintos tipos de tradiciones colectivas que han dado origen a esta nueva economa social, entre las que rescatamos seis:

    - Experiencias autogestionarias de trabajadores organizados con el objetivo de man-tener o crear fuentes de trabajo, tal es el caso particular de las empresas recuperadas, as como una parte de las nuevas cooperativas de trabajo. - Iniciativas asociativas de pequeos productores o de emprendimientos de la econo-ma popular con la finalidad de fortalecer sus capacidades organizativas, tcnicas, co-merciales y de acceso a recursos. - Acciones y formas organizativas desarrolladas por agrupamientos de base o asocia-ciones de ciudadanos, para atender necesidades sociales emergentes en sus comunida-des, barrios o territorios.

    - Emprendimientos promovidos por entidades de apoyo, servicios socioprofesionales o grupos de ciudadanos, con la finalidad de favorecer la integracin social de sectores vulnerables.

    - Prcticas socioeconmicas impulsadas desde organizaciones sociopolticas o sindi-cales, o movimientos sociales con objetivos de construccin organizativa y poder eco-nmico y social.

    - Experiencias que se originaron fundamentalmente a partir de programas y polticas pblicas que han sido promovidos por el Estado nacional, provincial o local.

    Considerando que la expansin y crecimiento de este tipo de emprendimientos y orga-nizaciones ha puesto en tensin a las estructuras ms tradicionales de la socioeconoma, as como a las entidades tradicionales de la sociedad civil, se potencia la necesidad de reconfigurar la identidad, su finalidad, sus formas organizativas y reconocimiento legal. Esa construccin de identidades colectivas compartidas requiere tambin potenciar con-fluencias organizativas que, reconociendo la diversidad y riqueza de las distintas trayec-torias, avance en procesos de representacin colectiva unificada del sector para ganar en capacidades de negociacin e incidencia poltica. Al mismo tiempo, resulta un desafo potenciar el fortalecimiento econmico del sector, facilitando tambin el acceso a cono-cimientos y tecnologas apropiadas y socialmente tiles. En este ltimo caso, la consoli-dacin y expansin del sector necesita del aumento de las capacidades tcnicas, produc-tivas, tecnolgicas, econmicas y comerciales. De all tambin la importancia de pro-fundizar el vnculo con el sistema cientfico-tcnico y, en particular, con las universida-des pblicas, con las cuales se vienen desarrollando avances de significacin.

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    En definitiva, en este paneo se observa un conjunto de experiencias que, con sus avan-ces y desafos por afrontar, ensean un camino ya emprendido y por fortalecer an de ESS que, liberando las energas del trabajo y las relaciones humanas, ana economa y necesidades sociales, riqueza y trabajo, intercambio y solidaridad, fuerzas sociales y capacidades personales. Es decir, una realidad social en construccin en la bsqueda de construir una sociedad cultural, econmica y socialmente ms justa e inclusiva.

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