reseña histórica del teatro en mexico

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Enrique de Olavarría y Ferrari

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EL TlATîxO

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MEXICO

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OASA EDITORIAL, IMPRENTA Y LITOGRAFIA "LA EUROPEA"

RESEÑA HISTÓRICA ; v I

Ü

TEATRO EN MÉXICO POR ta

E ^ r i q ü e d e O l a V a r r í a y F e r r a r i

S E G U N D A EDICION

MEXICO IMPRENTA, ENCUADEHNACION Y PAPELERIA

" L A H T J R O P E A " Propietario, Femando Camacho. I Director, Juan Agnilar Vera.

Calle de Santa Isabel Nfim. 9

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É l t

i t ó i

FONDO PEREZ MALDONADO

E S T A O B R A E S P R O P I E D A D D E I , A U T O R .

O l ^ U - O G I f e ö

< Digo, pues, que hay hombres, que con no « ser ellos para nada, toman por oficio decir mal de «todo aquello que no va medido con su grosero jui-« ció. Tienen otra cosa rara , digna de tales sujetos, < y es, que si oyen a lgo fuera de lo que ellos han leí-« do en cuatro autores de gramática, lo asquean tan-«to, y lo burlan y mofan de tal suerte, como si sólo « aquello con que ellos han desayunado su entendi-«miento, fuese lo cierto y de fe, y lo demás fuese « patraña y sueño. Bien sé que el ingenio humano « no se contenta de una manera, ni con las mismas < cosas, y así, de lo que á unos parece bien, de eso « mismo murmuramos otros, y aquellos admiran y «engrandecen lo que estos abominan y burlan.— « P E D H O M A L Ó N D E C H E I D E . »

« Prefiero yo cualquier exceso de benevolen-« cia con los vivos, al olvido de los muertos; < pues vale más enaltecer con apoteosis á los no juz-c gados por la posteridad, que aguardar trescientos « años para consagrar con mezquinas é incorrectas < estatuas la gra t i tud.—EMILIO C A S T E L A H . »

HOMENAJE DE RESPETO

A L S E Ñ O R G E N E R A L

D. PORFIRIO DIAZ Y .4 L A S E Ñ O R A

D- CARMEN ROMERO RUBIO D E DIAZ

CARLOS PEREZ MALDONADO MONTERREY, MEXICO.

PEIMERA PARTE D e 1 5 3 8 á 1 8 2 1

P R E S E N T E D E C A R I Ñ O

A L SE. D. M A N U E L E O M B E O RUBIO

CAPITULO PRIMERO

1538. —1560.

Curioso sería el libro en que se procurase hacer la historia de los espectáculos públicos en México.

Para ello habría de remontarse su autor á los días mismos de la Conquista y escudriñar la obra maravillosa de la propagación de la Fe, realizada por los venerables religiosos que á estas regiones envió la pía Providencia. Esos n o bien admirados varones, cuyá sabiduría hace creer que sobre sus cabezas se repitió el prodigio realizado con los apóstoles al cumplirse los días de Pentecostés, nada desperdicia-ron de cuanto pudiese herir de un modo tangible la imaginación de las mult i tudes idólatras, y por consiguiente fueron aquí los primeros en usar de las representaciones teatrales. Así procedió el clero cris-tiano al hacer representar, en el interior de sus catedrales, pasos de la Sagrada Escri tura y del Evangelio, para contrarrestar la popularidad y los escándalos de los histriones italianos en los siglos X I y si-guientes, época en que también pasaron á España, puesto que Alon-so X, el Sabio, hubo de prohibir esas represenPaciones á los clérigos, como ya lo había hecho, conminándolos con severas penas, el Papa Inocencio I I I .

Naturalmente , los pasos represen tabas no fueron ni podían ser otra cosa que rudimentarias farsas: en el siglo X V y en España, este género literario no paso de las Eglogas en acción de Juan de la Enci-na , y de la tragicomedia de Rodrigo de Cota y Fernando de Rolas-en el siguiente, que fué el de la Conquista, al verificarse ésta sólo t a -b l a j e señalado como autores Gil Vicente y Torres Naharro , prime-ro de nuestros preceptistas, y aun no aparecía Eope de Rueda, á quien cabe la gloria de haber sentado los cimientos del Tea t ro Español

Eos citados venerables religiosos, propagadores de la fe cristiana en México, no pueden pretender puesto entre los dramáticos castellanos-

? u er l " C i e r ° n T i " ' m " í ° m á S d e 1 0 # d e b í a a r a r s e de humanas

fue zas, y ennobleciendo, pudiéramos decir, las farsas ó pasos, sacá-ronlos al aire libre y dándoles por escenario el suelo feraz y el es-pléndido cielo americanos, hiciéronlos servir para de un modo práctico explicar a las mult i tudes la doctrina y misterios de nuestra Religión

Diez y siete años después de la Conquista, hir iéronse en Tlaxca-la solemnes fiestas el 2 0 de Jun io de I 5 3 8 , día de Corpus Christi „ , ; f í 8 f S a f ° P ° r P r i ^ r a vez en público el escudo de armas

I " V C ° n C e d Í Ó " l 0 S T l a x c a I t — cuando á su pueblo hizo c iudad . " Si en ese día no hubo representación, aca-

so por falta de t i e m p o - d i c e D. Joaquín García I c a z b a l c e t a , - b i e n reparada quedo luego la omisión, porque el lunes siguiente (24 de Jumo) , día de San Juan Bautista, hubo cuatro, según lo refiere el Pa-dre Motohnia. Esos cuatro a « * , estuvieron escritos en prosa, y los

E Z T J r * r e p ~ ° n a P r e n d Í é r o " 1 - ^ memoria en sólo los dos d as sabado y domingo. E l asunto del primero " f u é la Anun-

rías Natividad de San Juan Bautista^hecha á su pad^et iaca-

" e n l l T T 611 f f ^ h M a ' a C a b a n d ° gentil motete ,« T 7 ° r g a n ° - Y 1 U e g ° a d e l a n t e ' e " ° t r o Oblado, representa-wUAnunctaaan d e N u e s t r a ^ ^ q ^ ^

4 a n i r * T ? ü f P r Í m e r 0 " D e S p U é S ' e ü d P a t Í O d e I ^ e s i a de "en ¿ o c \ P r ° C e S Í Ó n ' 1 U e g ° e U a U e g a n d ° ' a n t e s de misa,

en otro cadalso, que no eran poco de ver los cadalsos cuan gracio-

< T n T , e S t ? T c Í a d O S 7 e n r O S a d O S ' - p r e s e n t a r o n la vLación

^ m Z d a d T ^ f n l a I S a b e L D e S p U é S d e m Í S a ' S e representó la NaHmdad de San Juan, y en lugar de la circuncisión, fué bautis-mo de un mno de ocho días de nacido, que se llamó Juan ; y antes que dieran al mudo Zacarías las escribanías que pedía p c r s e ñ a !

"bóse est r f 1 0 k ^ ^ h a d e n d ° ^ ^ n t e n d ' í a n Acá " y vechios Z v ™ ^ ^ ^ ^ 7 los parientes

y vecinos de Zacarías, que se regocijaron con el nacimiento del hi-

' £ ^ Z ^ ^ 5 ' C ° m Í d a S ^ m U C h a S m a n e r a S ' y P U e s t a m e ~ •sa asentáronse a comer, que ya era h o r a . "

Tales fueron las pr imeras representaciones de autos hechas en Mé-

xico, de que se t iene noticia, según lo refiere el Sr. Icazbalceta en la Introducción que puso á su Edición de los Coloquios de González Eslava.

" N o fué menos solemne la fiesta que celebraron el día de la Encar-nación, continúa diciendo el Sr. Icazbalceta: cerca de la puerta del Hospital de los Cofrades de la Encarnación, aparejaron la escena para representar un auto que fué la Caída de nuestros primeros padres.'' Estaba tan adornada la morada de Adán y Eva (aquí copia á Mo-tolinía), que bien parecía paraíso de la t ierra, con diversos árboles con frutas y flores, de ellas naturales, y de ellas contrahechas de pluma y oro: en los árboles mucha diversidad de aves, desde buho y otras aves de rapiña, hasta pajari tos pequeños, y sobre todo tenían muy muchos papagayos, y era tan to el parlar y el gritar que tenían, que á veces estorbaban la representación: yo conté en un solo árbol catorce papa-gayos, entre pequeños y grandes. Había también aves contrahechas de oro y pluma, que era cosa muy de mirar . Eos conejos y liebres eran tantos, que todo estaba lleno de ellos, y otros muchos animalejos, que yo nunca hasta allí los había visto. Es taban dos ocelotles atados, que eran bravísimos, que ni son bien gato ni bien onza; y una vez descuidóse Eva y fué á dar en el uno de ellos, y él, de buen criado, desvióse: esto era antes del pecado, que si fuera después, t an en ho-ra buena no se hubiese llegado. Había otros animales bien contrahe-chos, metidos dentro unos muchachos; éstos andaban domésticos y jugaban y burlaban con ellos Adán y Eva. Hab ía cuatro ríos ó fuen-tes que salían del paraíso, con sus .rétulos que decían Phison, Gheon, Tigris, Euphrates; y el árbol de la vida en medio del paraíso, y cerca de él el árbol de la ciencia del bien y del mal, con muchas y m u y her-mosas f rutas contrahechas de oro y pluma.

' 'Estaban en el redondo del paraíso tres peñoles grandes y una sierra grande; todo esto lleno de cuanto se puede hallar en una sierra muy fuerte y fresca montaña, y todas las particularidades que en Abril y Mayo se pueden hallar, porque en contrahacer una cosa al natural , estos indios t ienen gracia singular . Pues aves no faltaban, chicas ni grandes, en especial de los papagayos grandes, que son tan grandes como gallos de España; de éstos había muchos, y dos gallos y una gallina de los monteses, que cierto son las más hermosas aves, que yo he visto en parte n inguna: tendría un gallo de aquellos tanta car-ne como dos pavos de Castilla.

"Hab ía en estos peñoles animales naturales y contrahechos. En uno de los contrahechos estaba un muchacho vestido como león, y esta-ba desgarrando y comiendo un venado que tenía muerto; el venado era verdadero, y estaba en un risco que se hacía entre una peñas, y f u é cosa muy notada.

"Elegada la procesión, comenzóse luego el auto: tardóse en él g ran

rato porque antes que Eva comiese ni Adán consintiese, fué y vino Eva , de la serpiente á su marido, y de su marido á la serpiente, t res ó cuatro veces, siempre Adán resistiendo, y como indignado, lanzaba de sí á Eva : ella rogándole y molestándole, decía que bien parecía el poco amor que le tenía, y que más le amaba ella á él que no él á ella; y echándole en su regazo, tan to le importunó que fué con ella al ár-bol vedado, y Eva en presencia de Adán comió y dióle á él también que comiese. Y en comiendo, luego conocieron el mal que habían he-cho, y aunque ellos se escondían cuanto podían no pudieron hacer tan-to que Dios no los viese, pues vino con gran majestad, acompañado de muchos ángeles; y después que hubo llamado á Adán, él se excusó con su mujer y ella echó la culpa á la serpiente, maldiciéndolos Dios y dando á cada cual su penitencia, t ra jeron los ángeles dos vestiduras bien contrahechas, como de pieles de animales, y vistieron á Adán y Eva . Lo que más fué de notar fué el verlos salir desterrados y llo-rando: llevaban á Adán tres ángeles y á Eva otros tres, é iban can-tando, en canto de órgano, Circumdederunt me. Es to fué tan bien representado, que nadie lo vió que no llorase muy recio: quedó un querubín guardando la puer ta del paraíso, con espada en la mano.

" L u e g o allí estaba el .mundo, otra t ierra cierto bien diferente de la que dejaban, porque estaba llena de cardos y de espinas, y muchas cu-lebras; y también había conejos y liebres. Llegados allí los recién mo-radores del mundo, los ángeles mostraron á Adán cómo había de labrar y cultivar la tierra, y á Eva diéronle husos para hilar y hacer ropa para su marido é hijos: y consolando á los que quedaban muy desconsola-dos, se fueron cantando, en canto de órgano, un villancico que decía:

" P a r a qué comió la primer casada, para qué comió la f ru ta vedada. La primer casada ella y su marido, á Dios han traído en pobre posada, por haber comido la f ruta v e d a d a . "

" E s t e auto f ué representado por los indios en su propia lengua, y así muchos de ellos tuvieron lágrimas y mucho sentimiento, en es-pecial cuando Adán fué desterrado y puesto en el m u n d o . ' '

E s digno de notar,, añade el Sr. Icazbalceta, que se cantaran esos versos castellanos por remate de un auto en lengua mexicana, y m á s cuando ésta se prestaba bien á la forma poética. De todas maneras,

ese villancico de 1538 es la más ant igua muestra que conozco de la poesía colonial.

Los mismos indios de Tlaxcala representaron en 1539, en el día del Corpus, y en celebridad de las paces de 1538 entre España y Francia , la Conquista de Jerusalén. Con igual ocasión los españoles de la Capi-ta l habían representado la Conquista de Rodas, habiendo referencia á ello en las Actas del Ayuntamiento , que dicen que en 27 de Marzo de 1539 se mandaron librar á Alonso de Avila ciento cuatro pesos y medio de oro que demostró haber gastado en nueve varas de damasco y nueve de tafetán y paño, y una gorra de terciopelo y naguas y ca-misas y otras cosas que se le mandaron comprar para el palio y las fiestas, y en la madera y clavazón que se emplearon en los tablados.

" L a primera par te de la fiesta de los indios de Tlaxcala , que se ce-lebró el 5 de Junio, consistió en un simulacro de la Conquista de Je-rusalén. Al efecto, aprovecharon unos edificios comenzados á levan-tar en una l lanura inmediata á Tlaxcala , destinados para nueva casa de Cabildo. Hincheron de t ierra la par te ya labrada, que tenía de al-tura un estado, y sobre ese terraplén levantaron cinco torres, la más alta en el centro y las otras en los ángulos. Enlazaba las torres u n a cerca almenada, y toda la fábrica estaba m u y adornada de flores. Aquella especie de castillo representaba la ciudad de Jerusalén. E n -frente, á la parte oriental, se hallaba aposentado el Emperador Carlos V ; á la derecha de Jerusalén quedaba el ejército español ; al otro la-do el de las tropas de Nueva España . E n medio de la plaza estaba San-ta Fe, memoria de la conquista de .Granada, y allí había de si tuarse el Emperador con su ejército. Todos estos lugares estaban cercados á imitación de fortalezas.

"Llegada la hora de comenzar el espectáculo y sentados en el tabla-do del Santísimo Sacramento los que componían la procesión, comen-zó á entrar en la plaza el ejército de España con sus trompetas, ataba-les, tambores y pífanos, y sus banderas de las diferentes provincias, marchando de cinco en cinco : en la retaguardia iban los alemanes é i talianos: un señor, indio principal, representando á D. Antonio Pi-mentel, Conde de Benavente, era el general de este ejército. En t ró en seguida el de Nueva España, repartido en diez capitanías, y los que las formaban iban vestidos con ricos trajes, á l a vanguardia T laxca la y México, y después los huastecos, zempoaltecos, mixtéeos, colhua-ques y los del Perú, Santo Domingo y Cuba, tarascos y cuautemal-tecos, mandado todo por otro indio principal representando á D. An-tonio de Mendoza, virrey á la sazón de la Nueva España.

" L o s ejércitos infieles estaban mandados por otros indios que repre-sentaban á Don Hernando Cortés que hacía oficio de Soldán y á Pe-dro de Alvarado, capitán general. No se alcanza la razón, dice el Sr . Icazbalceta, cuyas son estas noticias, que los religiosos, autores ú or-

B. H, T.—T, I.—2

denadores de la fiesta, tuvieron para agraviar á los conquistadores poniéndolos por jefes en el bando de los moros. "

E n el principio del simulacro, los moros, después de pelear un ra-to, se retrajeron á la ciudad, pero habiendo recibido un gran refuer-zo, hicieron una nueva salida y vencieron uno t ras otro al ejército es-pañol y al de Nueva España. Eos capitanes Benavente y Mendoza lo participaron al Emperador, por medio de cartas que el cronista Motolinía copia textualmente , así como las respuestas del Soberano. Este, con los reyes de Francia y de Hungr ía , todos con sus coronas en la cabeza, acudió en socorro de los suyos entrando en Santa Fe, y saliendo de ella á acometer á los moros, que una vez más quedaron vencedores. E n tal aprieto, el Emperador escribió al |Papa, quien después de consultarlo con los cardenales, contestó que ya mandaba hacer plegarias en toda la cristiandad. Dos veces más fueron los es-pañoles rechazados, y entonces el Emperador y los demás reyes y je-fes, con el Papa y los cardenales, fueron á arrodillarse ante el Santí-simo Sacramento, apareciéndoseles un ángel que les recomendó no desmayasen, pues en su auxil io venía el Apóstol Santiago, que en efecto entró montando un caballo " b l a n c o como la nieve, " y se pu-so á su f ren te ; pero esa vez también los moros quedaron vencedores.

Como la ayuda del Apóstol Sant iago n o había sido de provecho, fué preciso ocurrir de nuevo á la oración. De nuevo se presentó el ángel diciéndoles que Dios había permit ido que fueran humillados pa-ra probar su constancia, pero que en su auxil io enviaba á San Hi-pólito, patrón de Nueva España. Elegó éste montando un caballo morcillo y jun tándose con Santiago emprendieron un furioso a taque, arrojándose los combatientes " u n a s pelotas grandes hechas de es-padañas, y alcancías de barro secas al sol y llenas de almagre moja-do, que a l que acertaban parecía que quedaba mal herido y lleno de sangre, y lo mismo hacían con unas tunas coloradas: las flechas te-nían unas bolsitas llenas de almagre, " para producir igual aparien-cia : á espaldas de Jerusalén, en t re dos torres, estaba hecha una casa de pa ja á la cual se puso fuego " p a r a imitar el incendio. " E n el ma-yor hervor de la batalla, apareció en la torre del homenaje ó del cen-tro de la fortaleza el arcángel San Miguel, que entre el espanto de to-dos dijo á los moros : " S i Dios mirase á vuestras maldades y pecados " y no á su gran misericordia, ya os habría puesto en el profundo del " inf ierno, y la t ierra se hubiera abierto y tragádoos vivos; pero por-" que habéis tenido reverencia á los Eugares Santos, quiere usar con

vosotros su misericordia y esperaros á penitencia, si de todo cora-" z ó n á E l os convert ís ; por lo tanto, conoced al Señor de la Majes-" t a d , Criador de todas las cosas, y creed en su preciosísimo H i j o Je-"sucr is to , y aplacadle con lágrimas y verdadera penitencia. " Y esto dicho, desapareció.

Los moros conocieron su error, hicieron señal de paz, enviaron sti parlamentario, acudió el Emperador que tomó al Soldán de la mano, lo llevó delante del Papa y los cardenales, y postrándose todos an te el Santísimo Sacramento, dieron gracias-á Dios por tanta merced.

Lo más singular de este simulacro fué su remate. Tra ía consigo el Soldán muchos al parecer moros; pero que no eran sino indios adul-tos, prevenidos al intento, los cuales pidieron el bautismo al Papa, y fueron luego allí mismo real y verdaderamente bautizados.

Siguió después su curso la procesión, y en tres lugares distintos se representaron tres au tos : fué uno la Tentación del Señor: primero, con-gregáronse los demonios para dar la comisión á Lucifer, quien se dis-frazó de ermitaño; pero no pudo encubrir los cuernos y las uñas y és-tas le salían de cada dedo de los pies y de las manos, tan largas, como medio palmo: hechas la primera, segunda y tercera tentación, en que le ofreció al Señor las riquezas de Nueva España, Castilla, Jerusalén, Roma, Africa, Europa y Asia, Jesús le respondió: Vade, Sáthana, y el demonio se hundió en el peñón, que era hueco, entre espantoso rui-do que hicieron los demonios: vinieron luego los ángeles con comi-da para el Señor y le pusieron la mesa entre cánticos de alabanza. E l segundo auto representado ese día, fué el dé l a Predicación de San Fratiasco, quien comenzó hablando á las aves y encargándoles que en las mañanas y en las tardes loasen y cantasen á Dios: y en esto se presentó una espantable fiera que destruía los ganados, y el Santo la hizo prometer que nunca haría más daño en aquella t ierra. Después comenzó su sermón diciendo que mirasen cómo aquel bravo animal obedecía la palabra de Dios, y que ellos que estaban dotados de razón, estaban obligados á guardar los Santos Mandamientos. Le in terrum-pió un personaje representando un indio borracho, á quien reprendió y mandó callar, sin conseguir que le obedeciese, por lo cual l lamó á unos demonios que cargaron con el beodo. Luego interrumpieron el sermón unas hechiceras ' ' m u y bien con t rahechas , ' ' y como tampoco hicieron caso al Santo, otros demonios cargaron á su tu rno con ellas ; y así fueron representados y reprendidos varios vicios, terminando todo con prender fuego al infierno, ' ' que tenía una puerta falsa por donde salieron los que estaban dentro, y ardió tan espantosamente, que pareció que nadie se había escapado, lo cual ponía mucha grima y espanto en los circunstantes, aun á los que sabían que nadie se que-maba. " E l tercer auto fué el del Sacrificio de Abraham, para incul-car á los presentes la obediencia á los mandatos de Dios. " Y con esto, concluye el cronista, volvió la procesión á la iglesia. "

" E s muy probable, dice el Sr . Icazbalceta, que todas estas fiestas de Tlaxcala fueran dispuestas por el P . F ray Toribio de Motolinía, guardián de aquel convento, y señaladamente parece haber sido su-ya la del simulacro de la Conquista de Jerusalén. Si los demás escri-

tores hubieran puesto igual cuidado en transmitirnos la relación cir-cunstanciada de las fiestas de otras partes, tendríamos hoy gran co-pia de datos para escribir la historia de las representaciones sacras en México. Mas no fué así, pues por lo común se contentaron con la mención general de ellas.

" T a m b i é n en la capital de México hacían los indios sus represen-taciones de autos sagrados. F u é muy célebre la del Auto delJuicio Fi-nal, compuesto en lengua mexicana por el gran misionero Fray An-drés de Olmos, y representado en la capilla de San José de Naturales, á presencia del Virrey D. Antonio de Mendoza, del Obispo D. Fray J u a n de Zumárraga, y de un gran concurso de gente, así de la ciudad co-m o de la comarca ." Causó gran edificación á todos, indios y españo-les, " p a r a darse á la vir tud y dejar el mal vivir, y á muchas mu-je res erradas, para, movidas de temor y compungidas, convertirse á Dios. " Ese auto debió representarse entre 1535 y 1548. De esto ha-bló. Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana.

E n la escrita por Dávila Padilla se refiere que en el Corpus de 1575, en Etla, de Oaxaca, F ray Alonso de la Anunciación dispuso se les representase un auto á los indios para instruirlos en la fe, y levantó, ó más bien improvisó, un estrado cubierto para abrigo del Santísimo y de las personas principales que debían presenciar la representación. Con la gente que en él cargó, vencióse el estrado, envolviendo en su ruina al Santísimo, á los concurrentes y al mismo Fray Alonso, que allí perdió la vida, con otros muchos vecinos.

De la ant igüedad de las representaciones sacramentales en México, puede presumirse, por el hecho de que D. Fray J u a n de Zumárraga, primer Obispo, prohibió las representaciones poco honestas que se ha-cían en la procesión del Corpus; volvieron á consentirse después de su muerte, acaecida en 1548, aunque según un ant iguo cronista, poco tardó en revocarse el permiso, porque estando en la fiesta del Corpus todo dispuesto para dar la función y aparejados los representantes, llo-vió tanto, que no fué posible sacar la procesión, y esto lo tomó el Ca-bildo en Sede vacante, como un aviso del cielo, de que debía mante-nerse la prohibición del venerable Obispo. Este no quiso sin duda condenar sino sólo lo profano y deshonesto, pues según otro escri-tor , hubo un religioso, de apellido Eas Casas, que compuso una farsa int i tulada El Juicio Final, que dedicó al Sr. Zumárraga, é imprimió en 1546. Conste también que el Presbítero D. J u a n Pérez Ramírez, cada año recibía cuarenta pesos de minas por hacer la lista de las re-presentaciones sagradas, y en 1547 compuso un auto que llamó Des-posorio espiritual entre el Pastor Pedro y la Iglesia Mexicana. E l ter-cer concilio mexicano, celebrado en 1585, renovó la prohibición de representaciones profanas en las Iglesias; pero consintió, previa licen-cia del Obispo, las de historias sagradas y cosas santas y útiles al al-

ma, según se había hecho hasta allí, puesto que en 1578 y en el Co-legio de los Jesuítas, se representó por los alumnos una Tragedia en cinco actos, que existe impresa, int i tulada Triunfo de los Santos, en que se representa la persecución de Diocleciano y la prosperidad que se siguió con el imperio de Constantino. F iguran en esa obra San Silves-t re Papa, Constantino, Daciano, Cromacio, San Pedro, San Doroteo, San Juan, San Gorgonio, Albino, Olimpio, un Nuncio y un Secreta-rio, la Iglesia, la Fe, la Esperanza, la Caridad, la Gentil idad, la Ido-latría y la Crueldad.

E n las meritísimas obras del Sr. Icazbalceta, i lustre sabio, puede verse mucho, que aquí no cabe, sobre estos asuntos : allí se examina el cómo y por quién se representaban los autos sacramentales, presu-miéndose que su primer asilo fueron los templos y sus actores perso-nas eclesiásticas. Así lo indica González Eslava, haciendo, en uno de sus coloquios, decir á la Presunción " q u e iba á la iglesia á ver á los monacillos que recitaban el Esgrima, t í tulo de ese coloquio. Después salieron las representaciones á las calles, según se ve en varios pasa-jes del Diario de Guijo, en que se l ee : " e n 1658, á 8 de Junio, pu-sieron la custodia en el lugar acostumbrado para la comedia, y oyó-la el Virrey, Audiencia y Tribunales, y algunos Prebendados. " " E n 1653, octava del Corpus, estuvo el tablado donde se representó la co-media, al lado izquierdo de las andas donde estaba el Santísimo Sa-cramento ." " E n 3 de Agosto del mismo año prosiguió la procesión hasta la puerta de la Catedral, y en ella explicó la fábula un repre-sentante llamado Medina. " " E n 1660 no se puso el tablado en el cementerio de la Catedral, sino en los Portales de la Audiencia de a b a j o . "

CAPITULO II

1560 1700.

Ignórase también cuáles fueron las piezas que entonces solían re-presentarse y los nombres de sus autores. Sin duda se echaba mano de las escritas en España ; pero no faltaron en México q u i e t e s pudie-ran forjarlas apropiadas al carácter y costumbres del nuevo pueblo: los autores debieron abundar , pues en uno de los coloquios de Eslava dice Doña Murmuración á Remoquete ' ' poco ganarás á poeta, que hay más que estiércol: busca otro oficio. "

E l más ant iguo y famoso autor de quien se han conservado obras de este especie escritas en México, fué el Presbítero Fernán González de Eslava, de quien el Sr. Icazbalceta supone que puede haber sido

tores hubieran puesto igual cuidado en transmitirnos la relación cir-cunstanciada de las fiestas de otras partes, tendríamos hoy gran co-pia de datos para escribir la historia de las representaciones sacras en México. Mas no fué así, pues por lo común se contentaron con la mención general de ellas.

" T a m b i é n en la capital de México hacían los indios sus represen-taciones de autos sagrados. F u é muy célebre la del Auto delJuicio Fi-nal, compuesto en lengua mexicana por el gran misionero Fray An-drés de Olmos, y representado en la capilla de San José de Naturales, á presencia del Virrey D. Antonio de Mendoza, del Obispo D. Fray J u a n de Zumárraga, y de un gran concurso de gente, así de la ciudad co-m o de la comarca ." Causó gran edificación á todos, indios y españo-les, " p a r a darse á la vir tud y dejar el mal vivir, y á muchas mu-je res erradas, para, movidas de temor y compungidas, convertirse á Dios. " Ese auto debió representarse entre 1535 y 1548. De esto ha-bló. Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana.

E n la escrita por Dávila Padilla se refiere que en el Corpus de 1575, en Etla, de Oaxaca, F ray Alonso de la Anunciación dispuso se les representase un auto á los indios para instruirlos en la fe, y levantó, ó más bien improvisó, un estrado cubierto para abrigo del Santísimo y de las personas principales que debían presenciar la representación. Con la gente que en él cargó, vencióse el estrado, envolviendo en su ruina al Santísimo, á los concurrentes y al mismo Fray Alonso, que allí perdió la vida, con otros muchos vecinos.

De la ant igüedad de las representaciones sacramentales en México, puede presumirse, por el hecho de que D. Fray J u a n de Zumárraga, primer Obispo, prohibió las representaciones poco honestas que se ha-cían en la procesión del Corpus; volvieron á consentirse después de su muerte, acaecida en 1548, aunque según un ant iguo cronista, poco tardó en revocarse el permiso, porque estando en la fiesta del Corpus todo dispuesto para dar la función y aparejados los representantes, llo-vió tanto, que no fué posible sacar la procesión, y esto lo tomó el Ca-bildo en Sede vacante, como un aviso del cielo, de que debía mante-nerse la prohibición del venerable Obispo. Este no quiso sin duda condenar sino sólo lo profano y deshonesto, pues según otro escri-tor , hubo un religioso, de apellido Eas Casas, que compuso una farsa int i tulada El Juicio Final, que dedicó al Sr. Zumárraga, é imprimió en 1546. Conste también que el Presbítero D. J u a n Pérez Ramírez, cada año recibía cuarenta pesos de minas por hacer la lista de las re-presentaciones sagradas, y en 1547 compuso un auto que llamó Des-posorio espiritual entre el Pastor Pedro y la Iglesia Mexicana. E l ter-cer concilio mexicano, celebrado en 1585, renovó la prohibición de representaciones profanas en las Iglesias; pero consintió, previa licen-cia del Obispo, las de historias sagradas y cosas santas y útiles al al-

ma, según se había hecho hasta allí, puesto que en 1578 y en el Co-legio de los Jesuítas, se representó por los alumnos una Tragedia en cinco actos, que existe impresa, int i tulada Triunjo de los Santos, en que se representa la persecución de Diocleciano y la prosperidad que se siguió con el imperio de Constantino. F iguran en esa obra San Silves-t re Papa, Constantino, Daciano, Cromacio, San Pedro, San Doroteo, San Juan, San Gorgonio, Albino, Olimpio, un Nuncio y un Secreta-rio, la Iglesia, la Fe, la Esperanza, la Caridad, la Gentil idad, la Ido-latría y la Crueldad.

E n las meritísimas obras del Sr. Icazbalceta, i lustre sabio, puede verse mucho, que aquí no cabe, sobre estos asuntos : allí se examina el cómo y por quién se representaban los autos sacramentales, presu-miéndose que su primer asilo fueron los templos y sus actores perso-nas eclesiásticas. Así lo indica González Eslava, haciendo, en uno de sus coloquios, decir á la Presunción " q u e iba á la iglesia á ver á los monacillos que recitaban el Esgrima, t í tulo de ese coloquio. Después salieron las representaciones á las calles, según se ve en varios pasa-jes del Diario de Guijo, en que se l ee : " e n 1658, á 8 de Junio, pu-sieron la custodia en el lugar acostumbrado para la comedia, y oyó-la el Virrey, Audiencia y Tribunales, y algunos Prebendados. " " E n 1653, octava del Corpus, estuvo el tablado donde se representó la co-media, al lado izquierdo de las andas donde estaba el Santísimo Sa-cramento ." " E n 3 de Agosto del mismo año prosiguió la procesión hasta la puerta de la Catedral, y en ella explicó la fábula un repre-sentante llamado Medina. " " E n 1660 no se puso el tablado en el cementerio de la Catedral, sino en los Portales de la Audiencia de a b a j o . "

CAPITULO II

1560 1700.

Ignórase también cuáles fueron las piezas que entonces solían re-presentarse y los nombres de sus autores. Sin duda se echaba mano de las escritas en España ; pero no faltaron en México q u i e t e s pudie-ran forjarlas apropiadas al carácter y costumbres del nuevo pueblo: los autores debieron abundar , pues en uno de los coloquios de Eslava dice Doña Murmuración á Remoquete ' ' poco ganarás á poeta, que hay más que estiércol: busca otro oficio. "

E l más ant iguo y famoso autor de quien se han conservado obras de este especie escritas en México, fué el Presbítero Fernán González de Eslava, de quien el Sr. Icazbalceta supone que puede haber sido

andaluz y haber escrito entre 1567 y 1600. Sus Coloquios Espiritua-les y Sacramentales y poesías sagradas, se imprimieron por primera vez en México en 1610, y el Sr. Icazbalceta los publicó en segunda edición en 1877. De ellos dice ese insigne sabio: " T e n e m o s , en pri-mer lugar, que no todos son precisamente en loor del Misterio de la Eucaris t ía , y que algunos no constan de un solo acto, pues hay uno de siete jomadas y otro de dos. Conformándose con el uso general-mente admitido en su tiempo, no economizó el autor las figuras ale-góricas y casi siempre in t rodujo el personaje de Bobo ó Simple, con el principal objeto de provocar la risa. Aunque se podrán notar defec-tos en los Coloquios, y más si se cae en el error de juzgarlos conforme á las reglas del gusto dominante en nuest ra época, tampoco será di-fícil señalar en ellos bellezas que compensen con usura los defectos; y de todas maneras constituyen un monumento muy importante en la historia de la l i teratura mexicana, ó d é l a española, que es lo mis-m o . . . . Reimprimiendo este libro de suma rareza, he querido librar del olvido á un poeta notable, versificador fácil y teólogo entendido. Me conducía á ello, además, el deseo, ant iguo y arraigado, de hacer ver, hasta donde pueda, que México, en el primer siglo de la civili-zación cristiana, en esa época mal llamada de oscurantismo, puede figurar, y de un modo no despreciable respecto á la época, en todos los ramos del saber humano. "

Los coloquios son diez y seis, y tienen estos t í tulos ó indicación de sus asuntos: Del Obraje Divino: De la jomada que hizo á la China el Ge-neral Miguel López de Legazpi: De la consagración del Dr. D. Pe-dro Moya de Contreras, Arzobispo de México: De los cuatro Doctores de la Iglesia: De los siete fuertes que el virrey D. Martín Enríquez man-dó hacer en el camino de México á Zacatecas: De la fiesta del Santísimo Sacramento en la entrada del Conde de la Coruña: De la predicación de Jonás á Nínive: Del Testamento Nuevo de Cristo: De la Albóndiga Di-vina: De la Escrima Espiritual: Del Arrendamiento de la Viña: De la Batalla Naval de Don Juan de Austria: De la Pobreza y la Riqueza: De la pestilencia que dió sobre los Naturales: Del recibimiento de Don Luis de Velasco: Del Bosque Divino, donde Dios Nuestro Señor tiene sus aves y animales.

De la loa que precede al t i tulado El Obraje Divino, son las siguien-tes quintil las que dice la Nueva España, dirigiéndose al Virrey:

"Espe jo donde se muestra la verdad que lo acompaña, Señor, yo soy Nueva España, que mi alma en verse vuestra en mar de gloria se baña.

"Con alas de amor se ext iende mi querer firme y extraño, puro, sin mezcla de engaño; muestra por donde se entiende la fineza de mi paño.

"Vues t ra virtud reverbera en mi corazón constante, y él será de aquí adelante á vuestro querer, de cera y á los vicios, de diamante:

"Compáselo aquel compás que á vuestro querer cumpliere, que lo que en él se imprimiere imprimirá en los demás, que quieren lo que éste qu ie re . ' '

Al fin del Coloquio, la Iglesia Militante dice:

" D e percha sirvió la Cruz do el paño de Dios colgaron, y allí t an to lo estiraron que el paño de suma luz en dos partes lo rasgaron.

"Viendo el Divino Saber que estaba "el paño rompido de su H i j o tan querido, ordenó con su poder de zurcir lo dividido.

' 'Con cuatro dotes de gloria este paño se zurció, y así, lo que se rompió, porque cantemos victoria de este paño nos v is t ió ."

D. Francisco Pimentel, en su Historia Crítica, encuentra que los Co-loquios de Eslava son apreciables bajo el pun to de vista literario, his-tórico y lingüístico, y estima al autor como uno de los principales adornos de nuestra li teratura, por más que no pueda colocársele al lado de Eope y de Calderón.

En lo relativo á representaciones sagradas debemos decir aún , que no sólo no fué el clero enemigo de las honestas, sino que procuró pro-tegerlas, según se desprende del hecho de que, en 18 de Mayo de 1565, el Cabildo eclesiástico acordó dar cada año ' 'una joya de oro ó plata, de valor de hasta treinta escudos, á la mejor representación ó letra

que se hiciere para representarse el día del Corpus." E l premio se l lamaba joya, cualquiera que fuere su naturaleza, dinero, ropa, alha-ja , etc. Tres libros de comedias en mexicano escribió Fray J u a n Bau-tista, quien en 1599 dejó dicho: " T e n g o larga experiencia que con las comedias que he hecho representar en las Cuaresmas, ha sacado Nuestro Señor gran fruto, l impiando y renovando conciencias enve-jecidas en muchos años de ofensa s u y a . "

Al terminar el siglo X V I , el franciscano Fray Francisco de Gam-boa, inst i tuyó en México una cofradía de Nuestra Señora de la Sole-dad, en la Capilla de San José, y dispuso para todos los viernes unas prácticas religiosas, de que formaba par te un sermón, duran te el cual se representaría algún paso de la Pasión de Nues t ro Señor: las repre-sentaciones, añade el Sr. Icazbalceta, indudablemente serían mudas , pues de otra suerte hubieran sido incompatibles con el sermón.

" P o r aquel mismo t iempo int rodujo el historiador F r a y J u a n de Torquemada, unos autos, á que dieron el nombre de neixcuititli, que en lengua mexicana significa ejemplo. Hacíanse los domingos por la tarde, después del sermón, y se acostumbraban todavía un siglo des-pués. E l historiador mismo compuso, en lengua de los indios, mu-chas de las piezas que se ejecutaron, y a lgunas escribió su maestro, el gran naturalista y fecundo escritor Fray J u a n Bau t i s t a , " citado no ha mucho en este mismo capítulo.

Las representaciones de pasos de la Pasión, cont inuaron hasta lle-gar á nuestros días, suprimida la par te hablada, como en las dispues-tas por el Padre Gamboa, y conservando sólo la figurativa ó panto-mímica, acompañada de sermones, como en los llamados del Prendi-miento, Tres caídas y Descendimiento.

El Ayuntamiento, por su parte, protegía también á los autores: en un apunte que se sirvió facilitarme el dist inguido escritor D. Luis González Obregón, se lee:

" E n 29 de Agosto de 1594, el bachiller Villalobos metió escripto diciendo que era m u y digno que esta Ciudad tuviese autor , con sala-rio, para las fiestas del Corpus y San Hipólito, pues se usan letras vie-jas que en otras partes se han representado; que se le asignen dos mil pesos y él hará tres fiestas, el día de Corpus, su octava y la de San Hipóli to.

" E n 4 de Septiembre los Regidores t ra taron con Villalobos, que hará la letra para las tres fiestas y las demás que se ofrezcan á la Ciu-dad, corriendo de su cuenta las p inturas y artificios, vestuario de los personajes, de seda, á satisfacción de la Ciudad; para lo cual hará presentar tres piezas antes de la representación, y no saliendo á gusto, hará otras de nuevo; y que la Ciudad ha de correr con los tablados, haciéndolos del tamaño que se pudiere, y se le han de dar dos mil pesos. Se mandó dar noticia al Virrey y se t ra iga al Cabi ldo."

Sin duda no abundaban entonces los poetas mejores que éste, pues-to que los Regidores se sometían á t ra tar con el Bachiller Villalobos, hombre de poca formalidad, pues según las mismas notas: " E n 9 de Junio de 1589, se mandó que el Procurador Mayor j u n t e los papeles y represente contra el Bachiller Villalobos, por no haber cumplido con el concierto ó convenio de la función de Corpus . "

Alguna vez salían también en esa fiesta los famosos carros tan usa-dos en España. Así lo hace suponer una acotación de un coloquio de Eslava, que dice:

"Rendidos los vicios, les a tan las manos las Virtudes, y así presos y quitada la presa, los llevan ante un carro tr iunfal , hecho en la mis-ma forma y traza que está el cercado divino. Los cuatro Evangelis-tas sobre los animales que los vido Ezequiel, los Doctores de la Igle-sia y todos los que guardaron la casa de Cristo, han de salir cada uno con una bandera . . . . H a de ir en el carro el cordero que vido San Juan en su Apocalipsis, y Cristo crucificado en é l . "

De noticias de aquellos primeros comediantes, hallo en los mismos apuntes: " E n 17 de Jun io de 1588, se dieron cincuenta pesos de gala á un muchacho que lo hizo bien en la representación de la comedia.

" E n Julio de 1595, Navijo, el comediante, pidió ayuda de costa por la comedia de la conquista. En 5 de Mayo de 1597, los comisarios de la fiesta del Corpus dieron razón de haber a jus tado la comedia en seiscientos pesos, con tres entremeses. ' '

Los tablados de que en esas citas se hace mérito, levantábanse en los portales de las Casas del Cabildo de Ciudad ó .en el atrio de la Catedral, á juzgar por una nota de las que forman el Diario de suce-sos notables, de Guijo, que, según la cita que en anteriores párrafos se hizo, refiriéndose á 1651, dice: " l legaron á l a s t r e s á la Catedral, y pusieron la Custodia en el lugar acostumbrado para la comedia, y oyóla el Virrey, Audiencia y Tribunales , y algunos prebendados, y acabóse cerca de las cinco de la tarde y entróse á la Ca tedra l . "

Mis modestas pretensiones no pueden pasar de esta sencilla indi-cación acerca de esas farsas, las más de las veces irreverentes y sa-crilegas, anatematizadas en Europa por Concilios, Papas y Reyes, y de escasa ó n inguna influencia en el desarrollo del Teatro , del cual, lejos de haberle servido en su origen, recibieron majestad y nobleza cuando la Musa dramática anduvo en manos de poetas de la gran-diosa talla de D. Pedro Calderón de la Barca.

Por entonces demencia hubiese sido exigir más. E n el mismo si-glo X V I á que venimos refiriéndonos, el Tea t ro español apenas en su cuna estaba; á mediados de él, entre los años de 1544 y 1567, apa-reció y sentó sus buenos cimientos el insigne Lope de Rueda, poe-ta y actor á la vez, con recursos tan pobrísimos, que como dice Cer-vantes, " todos sus aparatos se encerraban en un mísero costal, y cons-

R. H. T.—T. I.—3

t i tuían su teatro cuatro bancos en cuadro, y cuatro ó seis tablas en-cima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos; el adorno era una manta vieja t irada con dos cordeles de una par te á otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos cantando, sin gui tarra , algún romance viejo. Las comedias eran unos coloquios como églogas, aderezados con dos ó tres entremeses, cuyas figuras hacía el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imag ina r se . "

Sus imitadores ó sucesores, cuyo catálogo honran Argensola, Cer-vantes y Guillén de Castro, ya pudieron disponer de mayor local y de más abundantes aparatos, al establecerse en la Villa y Corte de Madrid, y en 1568, el local para comedias que se llamó de La Pache-ca, reformado en 1579, un año antes de haber sido fabricado el no menos célebre de La Cruz.

Pero, ¡qué locales aquellos! Baste decir que su primitiva denomina-ción fué la de corrales. " Difícil es—dice un autor ,—dar idea de la po-breza de su escena: las decoraciones las componían retazos de telas de algodón y seda; el sol era figurado por una docena de faroles de pa-pel con su correspondiente luz de sebo ; los truenos, por un costal de piedras que se removía de un ext remo á otro, debajo de las tablas, y cuando en la escena se invocaba á los demonios, subían éstos muy tran-quilamente por las escaleras de los agujeros abiertos en el tab lado; fal tando las decoraciones, los mismos cachivaches servían para todo ; el recitante se ocultaba un segundo tras de uno de los colgajos que ser-vían de telones, y volvía á presentarse diciendo : " ya estamos en el Palacio, ó en el Castillo, ó en la Iglesia, ó en la g r u t a ; " y el es-pectador aceptaba la ilusión del cambio, como si en efecto se verifi-case. Las paredes del teatro las constituían las fachadas de las casas que daban al corral, y sus ventanas y balcones eran los palcos ó apo-sentos. E l techo lo formaba un toldo de lona que defendía del sol, pero no del agua, á los concurrentes de patio, verdadero patio, tosca-mente empedrado, con unas cuantas filas de bancos de madera, próxi-mas al escenario, y sin asiento a lguno en el resto, denominado mos-quete.

E n semejantes coliseos fué donde representáronse las admirables co-medias del Monstruo déla Naturaleza, según llama Cervantes al gran Prey Fél ix Lope de Vega, nacido en 1562 y muer to en 1635. A las de Lope, verdadero creador del Tea t ro español, sucedieron las de Tir-so de Molina, de 1585 á 1648; las del insigne D. Juan Ruiz de Alar-cón, muer to en 1639; las del grandioso, inconmensurable, D. Pedro Calderón de la Barca, de 1600 á 1681, y sólo, después de muchos años del fallecimiento de tan tas eminencias, los miserables corrales de la Cruz y de la Pacheca ó del Príncipe, se convirtieron en teatros regu-lares y cómodos, el primero en 1743 y el segundo en 1745.

Én este punto México fué más afortunado que su metrópoli. H u -biese ésta querido nuestro primer coliseo, anterior á 1673, sito en el claustro del Hospital Real de Naturales, cuya cédula de creación se remonta á 1553 ; ese coliseo, administrado como el hospital por los re-ligiosos Hipólitos, constituía una de sus rentas más pingües, del mis-mo modo que los de la Cruz y la Pacheca, construidos por cuenta de las cofradías de la Pasión y de la Soledad, sirvieron para el manteni-miento y asistencia de enfermos del Hospital General de Madrid y de otras casas de caridad. Esa era la época: todo lo que rendía algún pro-vecho, tr ibutaba ó era propiedad del poder eclesiástico, erigido en tu-tor de la sociedad civil y en promotor y director de la educación y de la beneficencia.

E l primer coliseo de México, posterior más de un siglo al corral de la Pacheca, tuvo sobre éste y los de la corte las ventajas de haber sido expresamente construido para teatro y de haber estado techado de fir-me, casi setenta años antes que aquel. Contra el pobrísimo aspecto de los corrales del Príncipe y de la Cruz, el coliseo de México ofrecía una agradable vis ta : sus dos andanadas, ó pisos de aposentos ó palcos, con entrada por los claustros del hospital, estaban formados por danzas ó series de arcos con antepechos de balaustres torneados, y provistos de celosías con sus correspondientes postigos, para ver ó ser vistos, á vo-luntad, los concurrentes á ellos: era muy cómoda su cazuela ó galería, formada de madera de cuartones ó maderos gruesos. El tablado para la comedia era de vara y media de alto, quince de largo y ocho de an-cho, y estaba separado de la sala por pilastras de madera m u y bien ade-rezadas, teniendo en medio del frontis el escudo de las armas reales. Pedro de Arrieta, maestro mayor ó arquitecto del Reino y de la San-ta Iglesia Catedral, en una relacioné informe acerca del dicho coliseo y del hospital que se le mandó reconocer, elogió s u construcción y adorno, que parece no fueron superados por los coliseos que le suce-dieron, hasta el del Tea t ro Principal, que aun existe.

E n unas Memorias de nuestro ' teatro, publicadas en los núms . 844 y 845 del tomo V I H del Diario de México, dánse a lgunas noticias del coliseo, sus representaciones y sus compañías. De t iempo atrás, y qui-zá en los tablados que, según hemos visto, contrataba ó construía el Ayuntamiento, hacíanse comedias en los barrios, sin duda por el sis-tema de Lope de Rueda, y representábanse las l lamadas conquistas ó farsas de guerras, según nos lo da á entender la cita que ha poco es-tampé, referente á Julio de 1595, en cuya fecha pidió ayuda de cos-ta por una comedia de conquista, el nombrado Navijo, pr imer comedian-te de que tenemos noticia.

E n 1673, Mateo Jaramillo era el autor ó Director de la Compañía del Coliseo, en la cual figuraban Isabel Gertrudis, Josefa y Micaela Ortiz, Antonia de Toledo, Francisco de Castro, José Martínez, Antonio,

V e n t u r a y Bartolomé Gómez, Diego Jaramil lo , Fel ipe de Via ja , Lo-renzo Va rgas y J u a n de Saldafia. N o es poco saber esta noticia, debi-da al ar t icul is ta del Diario de México: en España , donde la adquisi-ción de estos pormenores es menos difícil, la pr imera lista de Compa-ñía del T e a t r o del Pr íncipe q u e se t iene completa, es de 1633, tan sólo cuaren ta años anter ior á la de nues t ro coliseo.

E n 1683, po r haberse exonerado del cargo de au to r Ignac io Mar-qués , s e j u n t ó la compañía , dicen las " M e m o r i a s , " en casa del Pres-bí tero D. Anton io Acosta , adminis t rador del Hospi ta l Real , para pro-seguir la representación sin autor , obl igándose á solicitar las come-dias más en boga y á recibir sin r epugnanc ia el papel que se les re-par t iera , y así se verificó por convenio de los cómicos, q u e lo eran Ber-na rda Pérez de Rivera, María y A n a de Villegas, María Ortiz J a ra -millo, Ignac ia de Cárdenas, J u a n de Dios, A n t o n i o P in to , Diego de Sevilla, J u a n Ferre te , J u a n Ortiz de Tor r e s y An ton io V e n t u r a de Cer-d á n .

E a s representaciones debieron ser m u y sal teadas. E n Madrid mis-mo, en un principio, sólo eran permi t idas los domingos , las fiestas y las Pascuas, y poster iormente los mar tes y los jueves , y los qu ince días anter iores á Carnestolendas, en cuyo día cesaban las representaciones para volver á ejecutarse en la Pascua de Resurrección, s iempre por la t a rde y nunca por la noche, ya porque las condiciones de los corrales no permit ían i luminarlos con otra luz q u e la del día, ya por poner coto a los escándalos é indecencias á q u e se pres taba la oscuridad.

E n México, á fines del siglo X V I I y principios del X V I I I , las re-presentaciones se hacían también por las tardes, mas como nues t ro co-liseo era local cerrado y cubierto, cuando se pro longaban después d e la oración, se mal i luminaba el tea t ro .

Eos lunes y los j ueves dábanse en él funciones g ra t i s en obsequio de la clase pobre, funciones denominadas guanajas, del mismo modo q u e las que se daban en los ar rabales de la c iudad, con mot ivo casi s iempre de fest ividades religiosas.

E l j ueves 11 de Noviembre de 1700, en un tab lado erigido en la pla-zuela de San J u a n de Dios, comenzaron las comedias con que México celebró la canonización de ese s a n t o ; esa ta rde se representó El Prínci-pe prodigioso, y la del viernes 12, la t i tu lada No puede ser. Un escán-dalo ó r iña q u e ocurrió esa tarde, hizo q u e no se diera comedia el i t y se qui tase el tablado.

Nada puedo decir del mér i to de las comedias q u e en esos d ías se re-presentaban; pero sin duda debió ser ó m u y escaso ó nega t ivo .

CAPÍTULO III

1700.-1753.

Tales fueron los humildes pr incipios de las representaciones dramá-ticas en México, en aquel lo que ve rdaderamente puede l lamarse tea-t ro . Mas como en mi modes to libro, y á t í tu lo de curiosidad, h e m o s d e tocar cuanto de notable encont remos relat ivo á espectáculos públ i -cos, quizá n o esté de más refer i rnos á las pan tomimas propias de los indígenas, en uso an tes de la conquis ta , y a lguna vez repet idas en fies-tas de los pr imeros años del período virreinal .

Copiando de quienes nos han precedido en labores de historia, pues más no puede hacer quien n o ha presenciado los sucesos q u e relata , diré, que en sentir de his tor iógrafos y cronistas, n o solamente apre-ciaban los an t iguos mexicanos la poesía lírica, s ino t ambién la dra-mática. E l tea t ro en q u e represen taban sus dramas era un ter raplén cuadrado, descubierto, s i tuado en la plaza del mercado, ó en el a t r io inferior de a lgún templo, y bas tante al to para poder ser visto p o r t o -dos los espectadores. E l q u e había en la plaza de Tlal te lolco era de piedra y cal, según af irma Cortés, y tenía t rece pies de alto, y de largo, por cada lado, t re inta pasos.

Digna sin duda de crédito, por ir conforme con el carácter de aque-llos pueblos, es la descripción de su t ea t ro y de sus representaciones, dada por el Padre Acosta, en la que hace mención de las q u e se da-ban en Cholula, con mot ivo de las fiestas del dios Quetzalcoatl . ' ' H a -bía, dice, en el atr io del templo de aquel dios, u n pequeño tea t ro de t re in ta pies en cuadro, cur iosamente b lanqueado , que adornaban con ramas y aseaban con el mayor esmero, guarneciéndolo con arcos de p lumas y flores, y suspendiendo en ellos pá jaros , conejos y objetos cu-riosos. Allí se reunía el pueblo después de comer, y presentándose los actores hacían sus representaciones burlescas, fingiéndose sordos, res-friados, cojos, ciegos y tullidos, los cuales figuraban ir á pedir la sa-lud al ídolo. Eos sordos respondían despropósitos, los resfr iados to-siendo, los cojos cojeando, y todos referían sus males y miserias, con lo que exci taban la risa del audi tor io. Segu ían otros actores que hacían el papel de diferentes animales, unos vest idos á guisa de escarabajos, otros de sapos, otros de lagar t i jas y se expl icaban unos á otros sus res-pect ivas funciones, cada u n o ponderando las suyas . E ran m u y aplau-

Ventura y Bartolomé Gómez, Diego Jaramillo, Felipe de Viaja, Lo-renzo Vargas y J u a n de Saldafia. No es poco saber esta noticia, debi-da al articulista del Diario de México: en España, donde la adquisi-ción de estos pormenores es menos difícil, la primera lista de Compa-ñía del Tea t ro del Príncipe que se t iene completa, es de 1633, tan sólo cuarenta años anterior á la de nuestro coliseo.

E n 1683, por haberse exonerado del cargo de autor Ignacio Mar-qués, se j u n t ó la compañía, dicen las "Memor ias , " en casa del Pres-bítero D. Antonio Acosta, administrador del Hospital Real, para pro-seguir la representación sin autor, obligándose á solicitar las come-dias más en boga y á recibir sin repugnancia el papel que se les re-partiera, y así se verificó por convenio de los cómicos, que lo eran Ber-narda Pérez de Rivera, María y A n a de Villegas, María Ortiz Jara-millo, Ignacia de Cárdenas, Juan de Dios, Antonio Pinto, Diego de Sevilla, Juan Ferrete, Juan Ortiz de Torres y Antonio Ventura de Cer-dán .

Eas representaciones debieron ser m u y salteadas. E n Madrid mis-mo, en un principio, sólo eran permitidas los domingos, las fiestas y las Pascuas, y posteriormente los martes y los jueves, y los quince días anteriores á Carnestolendas, en cuyo día cesaban las representaciones para volver á ejecutarse en la Pascua de Resurrección, siempre por la tarde y nunca por la noche, ya porque las condiciones de los corrales no permitían iluminarlos con otra luz que la del día, ya por poner coto a los escándalos é indecencias á que se prestaba la oscuridad.

E n México, á fines del siglo X V I I y principios del X V I I I , las re-presentaciones se hacían también por las tardes, mas como nuestro co-liseo era local cerrado y cubierto, cuando se prolongaban después de la oración, se mal iluminaba el teatro.

Eos lunes y los jueves dábanse en él funciones grat is en obsequio de la clase pobre, funciones denominadas guanajas, del mismo modo que las que se daban en los arrabales de la ciudad, con motivo casi siempre de festividades religiosas.

E l jueves 11 de Noviembre de 1700, en un tablado erigido en la pla-zuela de San Juan de Dios, comenzaron las comedias con que México celebró la canonización de ese san to ; esa tarde se representó El Prínci-pe prodigioso, y la del viernes 12, la t i tulada No puede ser. Un escán-dalo ó riña que ocurrió esa tarde, hizo que no se diera comedia el i t y se quitase el tablado.

Nada puedo decir del mérito de las comedias que en esos días se re-presentaban; pero sin duda debió ser ó muy escaso ó negativo.

CAPÍTULO III

1700.-1753.

Tales fueron los humildes principios de las representaciones dramá-ticas en México, en aquello que verdaderamente puede llamarse tea-tro. Mas como en mi modesto libro, y á t í tulo de curiosidad, hemos de tocar cuanto de notable encontremos relativo á espectáculos públi-cos, quizá no esté de más referirnos á las pantomimas propias de los indígenas, en uso antes de la conquista, y alguna vez repetidas en fies-tas de los primeros años del período virreinal.

Copiando de quienes nos han precedido en labores de historia, pues más no puede hacer quien no ha presenciado los sucesos que relata, diré, que en sentir de historiógrafos y cronistas, no solamente apre-ciaban los ant iguos mexicanos la poesía lírica, sino también la dra-mática. E l teatro en que representaban sus dramas era un terraplén cuadrado, descubierto, si tuado en la plaza del mercado, ó en el a tr io inferior de algún templo, y bastante alto para poder ser visto por to -dos los espectadores. E l que había en la plaza de Tlaltelolco era de piedra y cal, según afirma Cortés, y tenía trece pies de alto, y de largo, por cada lado, treinta pasos.

Digna sin duda de crédito, por ir conforme con el carácter de aque-llos pueblos, es la descripción de su teatro y de sus representaciones, dada por el Padre Acosta, en la que hace mención de las que se da-ban en Cholula, con motivo de las fiestas del dios Quetzalcoatl. ' ' Ha-bía, dice, en el atrio del templo de aquel dios, un pequeño teatro de treinta pies en cuadro, curiosamente blanqueado, que adornaban con ramas y aseaban con el mayor esmero, guarneciéndolo con arcos de plumas y flores, y suspendiendo en ellos pájaros, conejos y objetos cu-riosos. Allí se reunía el pueblo después de comer, y presentándose los actores hacían sus representaciones burlescas, fingiéndose sordos, res-friados, cojos, ciegos y tullidos, los cuales figuraban ir á pedir la sa-lud al ídolo. Eos sordos respondían despropósitos, los resfriados to-siendo, los cojos cojeando, y todos referían sus males y miserias, con lo que excitaban la risa del auditorio. Seguían otros actores que hacían el papel de diferentes animales, unos vestidos á guisa de escarabajos, otros de sapos, otros de lagarti jas y se explicaban unos á otros sus res-pectivas funciones, cada uno ponderando las suyas. Eran muy aplau-

didos, porque sabían desempeñar sus papeles con sumo ingenio. Ve-nían después unos muchachos del templo, con alas de mariposa y de pájaros de diferentes colores, y subiendo á los árboles dispuestos al efecto, les t iraban los sacerdotes bolas de t ierra con las cerbatanas, aña-diendo expresiones ridiculas en favor de unos y contra otros. Por fin se hacía un gran baile de todos los actores, y así terminaba la función. Es to se hacía en las fiestas más solemnes. "

Eos primeros religiosos que anunciaron el Evangelio, aprovecharon aquellas inclinaciones de los indígenas, y viéndolos tan aficionados al canto y á la poesía, compusieron cánticos en lengua mexicana, en loor del Dios cristiano, para que aquellos los recitasen en sus panto-mimas. Dícese que el laborioso franciscano Bernardino de Sahagún compuso, en puro y elegante mexicano, é imprimió en México, tres-cientos sesenta y cinco cánticos, uno para cada día del año, llenos de los más devotos y tiernos sentimientos religiosos, y aun hubo indios que escribieron muchos sobre los mismos asuntos.

Boturini cita las composiciones de D. Francisco Plácido, Goberna-dor indígena de Atzcapotzalco, en loor de la Madre de Dios, canta-das por él en los bailes sacros que con otros nobles mexicanos hacía delante de la famosa Imagen de la Virgen de Guadalupe, y ya hemos visto que los celosos franciscanos, compusieron loas y aun una espe-cie de comedias en mexicano, sobre asuntos sagrados, para ser repre-sentadas por los indios.

E a cita que hemos tomado del Padre Acosta, hace suponer que las danzas sagradas de los ant iguos mexicanos, se convertían a lguna vez en farsas pantomímicas, entremezcladas de diálogos y canciones, que las asemejaban á las primitivas loas; pero en la mayoría de las veces, esos terraplenes, denominados teatros, servían de escenario á unas suertes de cacerías, en las que con gran bullicio de gritos y voces, fle-chaban ó tomaban á mano venados, liebres, conejos, comadrejas, ar-dillas y culebras, con anterioridad allí dispuestos para la diversión, ó en honor de a lguna de sus divinidades.

Según he indicado, esas cacerías se repitieron en los primeros años del período virreinal en a lguna solemne fiesta, cuya descripción no puede caber en mi libro, por ser ex t raño á ellas. Eas he citado para demostrar que procuro no olvidar cosa a lguna que con nuestro teatro tenga relación, por lejana que ella sea, y volvamos á mi relato

La suposición del mérito, escaso ó negativo, de las primitivas co-medias que dejo asentada al final del capítulo anterior, se funda en lo mal visto que los espectáculos teatrales venían siendo, de t iempo atrás, por toda clase de autoridades, no ya en México, sino en la mis-ma España . A virtud del informe de un Consejo ad hoc, formado por Felipe I I , fueron allá prohibidas las comedias, declarándose que "e ran ilícitas y pecado mortal representar las ." E n 1615, se permitieron con

muy numerosas cortapisas; y, en el reglamento respectivo, entre las penas con que eran conminadas las faltas á él, figuraban fuertes mul-tas para la primera, destierro para la segunda, y dos años de galeras para la tercera. En 1644 y 46, el Consejo llevó sus escrúpulos al ext remo de disponer, en el segundo artículo de su dictamen, lo siguiente: " Q u e las comedias sean de buen ejemplo, sin mezcla de amores, y para con-seguirlo se prohiban todas las que hasta entonces se han representa-do, especialmente las de Lope de Vega, que tanto daño han hecho á las costumbres." E l Consejo dió un úl t imo golpe al arte dramático, dis-poniendo en su art. 10: " Q u e no se puedan representar, de aquí ade-lante, comedias de inventiva propia de los que las hacen, sino de his-torias y vidas de Santos." S ias i era t ra tado en España el teatro, claro es que en su colonia no pudo serlo mejor.

N o hay, pues, que hacerse ilusiones acerca de la marcha del teatro entre nosotros, y esta convicción justifica la rapidez con que hemos de t ratar de esta primitiva época de nuestros espectáculos. Estos n o podían ser mejores que los de Madrid, acerca de los cuales un escri-tor holandés, citado por D. Ricardo Sepúlveda, dice: " L o s come-diantes no representan con luces, sino con la del día, y así privan á las escenas de cierta ilusión. Los vestidos de los actores no son sun-tuosos ni adaptados á los papeles. Una comedia de argumento roma-no ó griego, se representa con t ra je español. Todas l a s q u e yo he vis-to se componen de sólo tres actos, que los españoles l laman jornadas . Dánlas principio por un prólogo ó loa en música, y cantan tan mal, que su armonía se parece á chillidos de niños. En t r e las jornadas in-tercalan algún entremés, algún baile, ó a lgún sainete, que muchas veces es lo más entretenido de la comedia. ' ' Ni debe ex t rañar que así sucediese, cuando hemos visto que se prohibían, por inmorales, las obras del insigne Lope de Vega, dato que sublima la ignorancia y estupidez de las primeras autoridades. En el reinado de Felipe IV gozaron las representaciones teatrales de un bril lante período; pero á su muer te en 1665, ! a Reina Gobernadora ordenó que cesasen ente-ramente en toda la Monarquía, ' 'hasta que el Rey mi hi jo tenga edad' para gustar de e l las ," y adviértase que ese su hijo, que fué Carlos I I , contaba en esa época apenas cuatro años de nacido.

Tiempo y t raba jo costó que se revocase esa orden, y durante el rei-nado de aquel príncipe, á quien la historia llama El Hechizado, en vez de El Imbécil, los sucesores de Lope, Calderón, Tirso, Alarcón, Mo-rete. y Solís se vieron desdeñados, y perseguidos los comediantes.

" E s un dolor—escribe Jovellanos, refiriéndose á la época de Car-los I I , — q u e la Talía española que había pasado los Pirineos para ins-pirar al gran Molière, se vea aquí en Castilla, tan afrentada y perse-guida por el fanatismo que domina en la cor te . "

¿Acaso esas prohibiciones dieron algún resultado práctico para la

moralidad y las buenas costumbres? Sepúlveda dice: " N o hubo exce-so ni escándalo que no se cometiera, n i t ruhaner ía inmunda que no arrancase aplausos. En un auto sacramental en que el ángel anuncia-ba á la Virgen la Encarnación del Verbo, al responder, t raducidas en buenos versos castellanos, las palabras del Evangelio: Quomodo fiet istud quoniam virum non cognosco, los apostrofes hediondos del patio dirigidos á la cómica, interrumpían el espectáculo con irreligio-sa y sacrilega algazara, y hacían conocer á muchas madres cuán mal habían hecho en llevar consigo á sus hijas hones tas . ' ' Para esto se ha-bían prohibido las comedias de amores, las muy hermosas (cualesquiera que sus defectos sean), comedias de capa y espada, y ordenado que só-lo se representasen autos sacramentales y comedias de Santos. Con ra-zón el más ilustrado de los monarcas españoles, el gran Carlos I I I , al pasar de Nápoles á Madrid, prohibió la representación teatral de los autos sacramentales, por real cédula de n de Jun io de 1765.

Perdóneseme estas largas y frecuentes referencias al Tea t ro de la Metrópoli; pero me han parecido indispensables para dar á suponer cuál pudo ser el mérito de los espectáculos teatra les en la colonia, en sus primitivos tiempos. Sin esas referencias, el relato habr ía pareci-do incoloro y casi sin interés.

Poco tiene, en efecto, decir á secas, que por las escasas noticias pu-blicadas en los citados "Diar ios de México, ' ' se viene en conocimien-to de haber sido en 1707 asentista ó contratista de nuestro primer tea-tro, Juan Gómez Medina, y en 1712, Felipe Fernández de Santi l lana, y así por el estilo. Mas ya que este asunto tocamos, 110 dejaremos de decir que á lo que parece, ese Santil lana fué el primero en quien los religiosos Hipólitos descansaron de la carga de entenderse con la ad-ministración del Coliseo y de contratar y luchar con la levantisca com-pañía de comediantes. Eos religiosos habían tenido sendos disgustos con ellos y vastóse en compromisos con el público por faltas de forma-lidad. Una primera dama, Antonia Rivera, no cumplió con la contra-ta que había celebrado, y para supürla se a jus tó en su lugar á Gert ru-dis Cervantes, quien á su vez rompió su compromiso para entrar en un convento.

En 1718, y por la renta de tres mil pesos anuales, arrendaron el Co-liseo del Hospital , José y Eusebio Vela; de éste, dice Beristáin, y pru-dente será oírlo con ciertas reservas, " q u e fué poeta dramático, si no igual á Eope y Calderón, sí seguramente superior á los Montalvanes (cosa posible), y á los Moretos (cosa que no creo), en la decencia de las jocosidades." E l ameritadísimo D. Luis González Obregón, pien-sa también que "este Eusebio Vela fué, á no dudarlo, el autor dra-mático más importante del siglo X V I I I , " elogio quizás en ext remo exagerado, y que desgraciadamente hasta ahora no ha podido ser ni confirmado ni rectificado, pues sólo quedan los siguientes tí tulos de

sus comedias: El menor Máximo, San Francisco, El Asturiano en las bidias, Por engañar engañarse, Amar á su semejante, Las constantes españolas, Con agravios loco y con celos cuerdo, Por los peligros de amor conseguir la mayor dicha, El amor excede al arte, Si el amor excede al arte, ni arte ni amor á prudencia, La Conquista de México, El Apos-tolado en Indias, La pérdida de España por una mujer y El amor más bien premiado entre traición y cautela.

El autor de las Memorias del Teatro de México, cree probable que José y Eusebio Vela fueran los asentistas del Coliseo en 1722, año en el cual un incendio dió al t raste con la fábrica tan elogiada por el Maestro Mayor D. Pedro de Arrieta. La tarde del 19 de Enero se repre-sentó en dicho teatro la comedia " R u i n a é incendio de Jerusalén ó Desagravio de Cr is to ." A las cinco de la mañana del 20, el Padre Capellán, cuya habitación caía precisamente sobre la pieza en que se guardaban los palos, trastos y t ramoyas del Coliseo, creyó sentir que la última estuviese ardiendo. Dada la voz de alarma, se t rató de for-zar la puerta de la pieza que se quemaba, y lo mismo fué derribar esa puerta que levantarse las llamas, con ta l voracidad, que prendían como pólvora, según la frase de uno de los testigos, sin ser posible evi-tar la ruina de todo el Coliseo y de gran par te del Hospital Real. F u é preciso transladar prontamente el Santísimo Sacramento á San Fran-cisco, desguarnecer los altares, qui tar lienzos y envigados, arrancar puertas y ventanas y llevar los míseros enfermos á las casas de los vecinos, Ínterin se transladaban á los hospitales de San Hipóli to y del Espír i tu Santo. Todo esfuerzo para sofocar las llamas sólo bastó para impedir la ruina del Hospital , pero no del Coliseo, del cual sólo quedaron algunas de las más gruesas vigas. De las conjeturas que se hicieron en vista de las diligencias judiciales, se dedujo que el incen-dio provino de no haberse apagado bien los pabilos de las velas usa-das en la noche del 19, y guardádose así con los candiles en sus res-pectivos cajones. Para el día 20, en que ocurrió el incendio, estaba anunciada la comedia ' 'Aquí fué T r o y a . ' '

Poco después, y según se dice en e l ' 'Prólogo á las Constituciones y Ordenanzas del Hospital Real, impresas en 1778," no siendo jus to que el público se privara de la común diversión, n i el Hospital care-ciese del producto de su renta, se determinó restablecer el Coliseo, y al efecto se construyó otro, también de madera, en el mismo sitio del destruido por el fuego, hasta que enseñando la experiencia el grave perjuicio que sufrían los enfermos con el ruido de los concurrentes, ' 'se resolvió levantar un tercer teatro en un terreno sito entre el ca-llejón del Espír i tu Santo y la calle que en nuestros días conocemos por la del Coliseo Viejo, y entonces estaba invadida por la acequia que, pasando por el costado de Palacio, llegaba hasta el l lamado ca-llejón de los Dolores y al presente calle de la Independencia ."

B. H. T.—T. I .—i

Todavía puede verse en los portales del Coliseo el arco que daba acceso á la entrada del tercer teatro, y se dis t ingue por su mayor luz y por la cruz y dos almenas que rematan la pobrísima fachada de la casa que sobre él asienta; como los precedentes, fué de madera, y se construyó en 1725.

E n cambio de su mala fábrica lucieron en él, dice el Diario de Mé-xico, excelentes habilidades, pues desde 1731 le tomó á su cargo Este-ban Vela, que agradaba mucho en las tablas y fué muy protegido por el Canónigo D . Luis Antonio de Torres, Administrador del Hospi tal y admirador de su notoria habilidad. Debido á su influjo prorrogósele á Vela el arrendamiento en 1736 por nueve años más, dentro de los cuales falleció: los principales cómicos de su Compañía eran enton-ces Felipa Sánchez, Nicolás Campos, Alejandro Monzón, Clemente Figueredo y Diego Francisco de Asís.

Antes de proseguir, hagamos aquí lugar á unas citas que tomo de las Gacetas de 1728 y 29, y nos hablan de algunas representaciones en esa primera mitad del siglo, y del teatro que en el Palacio Virreinal existió. Del 12 al 28 de Noviembre del primero de los dos años ci-tados, la Compañía de Jesús celebró solemnes fiestas con motivo de la canonización de S. Luis Gonzaga y S. Estanislao de Kostka, y en ellas, el día 13, se recitaron cuatro coloquios, cuyos t í tulos fueron Los triunfos del cielo, La virtud coronada, La co7icordia de las ciencias y Las competencias del Paraíso. En 19 de Diciembre del mismo año se celebró, dice la Gaceta, " e l cumpleaños de nuestro monarca, con las fiestas de costumbre y la Real Audiencia, Tr ibunales y Ayuntamien-to, concurrieron las tres noches inmediatas á la comedia Celos, aun del aire matan, que se tuvo que representar en el suntuoso teatro del Real Palacio del excelentísimo Señor V i r r e y . " En las fiestas con que á su tu rno celebraron los Carmelitas la canonización de S. J u a n de la Cruz, del 15 al 24 de Enero de 1729, se corrieron toros y se repre-sentaron comedias. Por último, el 19 de Diciembre del mismo 1729, en celebridad del cumpleaños del Rey, ' ' las autoridades concurrieron por sus t runos á la comedia ' ' E l amor excede al ar te y Máquinas de Arqu ímedes , " que hizo representaren el Tea t ro de Palacio el Exce-lentísimo Señor V i r r e y . "

Volvamos al tercer Coliseo. Muerto Esteban Vela, quedó con el arrendamiento, después de un reñido pleito con la viuda de aquél , la m u y reputada actriz Ana María de Castro, á quien el público aplaudía y admiraba con entusiasmo. Vestía con gusto, dice el autor de las " M e m o r i a s " varias veces citadas; tenia gran caudal de exquisi ta ro-pa, y de su habilidad se dice en un informe de D. Francisco Cháva-rri al Duque de la Conquista: "es aclamada de todo el público su vi-veza en representar, lo bien sentido del verso, consonancia de sus pa-labras, la retórica y viveza de sus acciones, y la dulzura y armonía

de su voz en lo que can t a . " F u é el galán de su Compañía el ya nom-brado Diego Francisco de Asís, m u y diestro en su arte, y cuya muer-te, ocurrida á la edad de cuarenta y cinco años en 1753, fué m u y lamentada por la falta que á la comedia había de hacer. Diego de Asís fué natural de San Angel , y muy virtuoso debió ser cuando, se-gún se dice, el clero consintió que su cadáver fuese sepultado en la iglesia del Convento de San Bernardo. Mejor fin aún tuvo la citada primera actriz Ana María de Castro, de la misma Compañía, la cual, habla Beristáin, dejó el ejercicio de las tablas, convertida por los ser-mones del Padre D. Matías Conchón, que á este propósito compuso una poesía int i tulada " L a Despedida ."

Es ta conversión se operó, sin duda, en 1742, fecha en que, según las "Memorias del T e a t r o , " la Castro formó su Compañía, y en que las aficiones artísticas de D. José Cárdenas, Administrador del Hos-pital y Contador honorario del Real Tr ibuna l de Cuentas, elevaron las representaciones á un grado sobresaliente. Con licencia de Su Ma-jestad, Cárdenas hizo ajustar en Cádiz varias notabilidades, entre ellas á José Ordóñez, su muje r Isabel Gamarra y sus dos hijas, Vi-centa y Josefa. La últ ima casó con J u a n Gregorio Panseco, milanés, músico de los batallones de Marina y profesor de violín y flauta, y llegó á ser muy reputada primera dama. También entonces vinieron José Pisoni, Juan Bautista Arestín, Gaspar y Andrés Espinosa, Be-nito Andrés Preibus y Francisco Rueda, tocadores de violín, flauta, trompa y oboe, y Petronila Ordóñez, muje r del ú l t imo y habilísima cantarína.

Como compositor y maestro, Cárdenas hizo venir á D. Ignacio Je-rusalén, italiano, que llegó á ser Maestro de Capilla de la Catedral.

En 1749, año en que por decreto de 29 de Noviembre se suprimie-ron las celosías en el Coliseo y se separaron las cazuelas de hombres y de mujeres, estaba el tercer teatro tan inservible por lo podrido de muchas de sus vigas y lo mal acomodado de otras medio quemadas, por haber pertenecido al primitivo del Hospital , que la autoridad mandó suspender las representaciones. A influjo de la ya primera dama, Josefa Ordóñez, se revocó la orden de suspensión, cuando des-pués de tres semanas y con un costo de mil quinientos pesos, h u b o reparado la fábrica el maestro de arquitectura D. Lorenzo Rodríguez, y dádole su aprobación el Ingeniero D. Felipe Fer igán Cortés.

Pero la compostura no podía pasar de muy provisional y ni el mis-mo maestro Rodríguez la garantizó más allá de diez ó doce años.

Por otra parte, teníase noticia de que desde 1743 y 45, los ant iguos corrales de la Cruz y del Príncipe, en Madrid, habían sido convertidos en cómodos teatros dignos del ar te y de la Corte, y la capital del vi-rreinato de Nueva España no quiso ser menos que la metrópoli. E n ella y en la colonia disfrutábase de muy pasable bienestar bajo la

monarquía de Fernando V I y virreinato del primer Conde de Revilla Gigedo; el Hospi tal no tenía sino motivos de felicitarse por la renta que el Coliseo le proporcionaba, y el buen D. José Cárdenas, apro-vechando todas estas circunstancias favorables, quiso y pudo empren-der la construcción de un cuarto y definitivo Coliseo, el mismo que, con el nombre de El Principal, existe al presente.

E l que por su pobreza é inseguridad estaba llamado á desaparecer en un corto plazo, era de forma rectangular como sus dos predeceso-res y como habíanlo sido los de Madrid, construidos en patios ó co-rrales.

Su tablado ó escenario y las dependencias de utilería y cuartos pa-ra los cómicos, tuvieron entrada especial y distinta de la del público por una casa de vecindad del callejón del Espír i tu Santo. Y esto es todo cuanto sabemos.

Sin suspender las representaciones en el tercer coliseo, que quedaba al fondo y á la derecha del nuevamente proyectado, previa superior licencia de 6 de Febrero de 1752, el susodicho Administrador D. Jo-sé Cárdenas, procedió al derribo de casas que, habiendo pertenecido á D. J u a n Villavicencio, compró al mayorazgo D. José Gorraiz y Eu-yando, Secretario de la Gobernación del virreinato, en trece mil pe-sos, con más el reconocimiento de varios censos. Dichas casas esta-ban ubicadas frente á la de Irolo, en la calle que hasta entonces se l lamó del Colegio de las Niñas, y del Coliseo Nuevo, posteriormente á la construcción de éste, tomando el de Coliseo Viejo, que conserva hasta hoy, aquella en que estuvo la entrada del tercer teatro.

E l trazo y dirección de la obra á que se dió principio en los prime-ros días de Diciembre, corrieron á cargo de los maestros D. José Eduardo de Herrera y D. Manuel Alvarez, quienes ofrecieron con-cluirla en seis meses y la presupuestaron en diez y ocho á veinte mil pesos. E l autor del brevísimo artículo de Memorias del teatro, nos cuenta, y lo transcribo íntegro porque no lo entiendo, " q u e los maes-t ros ofrecieron hacer el Coliseo de figura aovada, lo cual no se pudo verificar, porque el teatro corta esa figura aovada en su menor diá-metro y forma mas bien la de una he r r adu ra . " Cualquiera podría suponer que más que un teatro habíase proyectado un circo ó coliseo romano. También se equivocaron los maestros en el cálculo del tiem-po necesario para la construcción, que fué de un año y no de seis me-ses, y aun así no nos parece mucho si consideramos el extraordinario é impropio espesor de los muros de la tal fábrica. Formaron el salón cuatro altos ó pisos, el superior destinado á cazuela ó galería y los demás con un total de cuarenta y un cuartos ó palcos, con balcones de hierro, de media vara de al tura y volados. Ostentaba las armas rea-les en el frente de la embocadura del escenario, diversas p inturas mitológicas adornaban los huecos del dicho frontis y el techo de la

sala, y los muros se cubrieron con los colores azul y blanco. Como no habría sido fácil tender azotea de tan grande extensión como el tamaño de la sala, el techo fué lo que se llamaba d a zaquizamí ó aguar-dillado, es decir, de armadura de vigas y tablazón, cubiertas de plomo. Su entrada principal, que por estar en la acera opuesta á la línea de la fachada del Colegio de Niñas, miraba al Occidente, la componía un portal de tres arcos, que á su derecha tenían una puerta , existente aún, para entrada á los atarlos ó palcos.

Eas ordenanzas sobre teatros, vigentes en España y sus posesiones, disponían en su art . V I I I , " q u e la comedia se empezase á las 2 en el invierno y á las 3 en el ve rano , " y por consiguiente la inaugu-ración del Coliseo Nuevo se verificó en la tarde del 23 de Diciembre de 1753, con la comedia "Mejor está que es taba , " y con asistencia del Virrey D. J u a n Francisco de Huemes y Horcasitas, Conde de Revilla Gigedo, y de su esposa Da Antonia Padilla.

Sin peijuicio de darlas más por extenso en sus lugares respectivos, pongo aquí las siguientes noticias de la disposición que guardaba el edificio en sus primeros tiempos.

Tenía el Coliseo tres pisos de cuartos ó palcos con diez y ocho en cada uno: cuatro bancas de lunetas con diez y ocho asientos la pri-mera, diez y seis la segunda y la tercera, y veinticinco la cuarta; había, á más, seis asientos que quedaban bajo los palcos 1, 2 y 3, que eran los que ocupaban los virreyes.

E l resto del patio no tenía asientos y se denominaba El Mosquete: la cazuela ó galería estaba dividida en dos partes.independientes y sin comunicación, u n a para los hombres y otra para las mujeres .

En t r e una y otra había un cuarto que se llamaba de los vuelos, y en él una enorme argolla por la que pasaba una cuerda ó soga de cá-ñamo que iba á dar al tablado ó escenario y servía para que por ella se deslizasen, no sin grave riesgo de su propia vida y de la de los concurrentes al patio y al mosquete, los ángeles ó los demonios de las comedias, agarrados á una enorme polea, que al girar en su eje, chi-rriaba de desagradabilísimo modo.

Algún tiempo después se alteró en par te la disposición del teatro: el proscenio se adelantó unas dos varas sobre el patio, afectando la forma de un trapecio, de cuyos vértices part ían las dos calles ó pasos para el público de bancas; cinco eran las filas de lunetas, y venían siendo tanto más largas cuanto más se acercaban á la mitad de la sa-la; excepción hecha de la pr imera que contaba veinte asientos, seguía la segunda con diez y nueve, la tercera con veinte, la cuarta con vein-tidós, y con veintitrés la quin ta . Oblicuas á los palcos contábanse á uno y otro lado otras tantas pequeñas filas de lunetas, con un to ta l de ciento diez y nueve asientos.

Detrás de la últ ima banca hallábase el mosquete, capaz para trescien-

tas sesenta y nueve personas que permanecían en pie duran te toda la función: alguna vez que en el mosquete se pusieron bancas, pudieron tomar asiento doscientas ochenta y ocho personas.

Los palcos primeros ó cuartos de primera andanada, eran diez y ocho, ocupando los virreyes los núms. i, 2 y 3: segunda y tercera an-danada contaban igualmente diez y ocho cuartos ó palcos, pero en los terceros los números del 8 al 13, que se llamaban del común, se vendían por asientos, debiendo tomarse por entero los demás.

E l paraíso, galería 6 cazuela, estaba dividido en dos partes entera-mente separadas y sin comunicación alguna: la cazuela de hombres con ciento cincuenta y nueve asientos, y la cazuela de mujeres con dos-cientos t re inta y seis.

E n los cuartos primeros cabían ciento sesenta y cuatro personas, ciento noventa y nueve en los segundos y ciento cuarenta y tres en los terceros.

Las temporadas cómicas se abrían el Domingo de Pascua de Re-surrección y se cerraban el Miércoles de Ceniza, dándose sin inte-rrupción funciones todos los días de la semana, excepto los sába-dos.

Un cuarto de primera ó segunda andanada, costaba de abono por toda la temporada $300, y $200 por sólo los días de fiesta; se pagaba, además, por entrada diaria por persona, dos reales los días en que se doblaban los precios, un real en días de fiesta ó t rabajo y nada en los que se l lamaban de coca, que eran funciones á bajo precio ó en ob-sequio al público, como ahora se dice. E l abono á banca ó luneta cos-taba $6 al mes; la entrada eventual, ó alquiler de una luneta , valía seis reales en los días dobles, cuatro en los de fiesta, t res en los de tra-bajo y uno en los de coca. Ea entrada al mosquete, un real en los dobles y medio en los demás; las cazuelas, dos reales en días dobles, un real en los de fiesta y t rabajo y medio en los de coca. La entrada eventual , ó alquiler de un palco, costaba $5 en días dobles, $3 .50 en los de fiesta y t rabajo y doce reales en los días de coca.

Por lo regular estaban abonados todos los palcos primeros y segun-dos, con excepción de cinco ó seis que se ponían á la venta, y todas las lunetas, excepto cincuenta.

Descontada la par te correspondiente al abono, el teatro hacía, de lo que podemos llamar entrada eventual, $600 en los días dobles.

Estaban exceptuados de todo pago de entrada, el Virrey y su fami-lia, y sus pajes y damas, el Juez de teatro y su familia, el Secretario y los alabarderos del Virrey, el Mayordomo del Hospital, los Oidores y sus mujeres, los Regidores, la oficialidad del Cuerpo de Granaderos que daba la guardia, el escribano del Coliseo y los cómicos y los bai-larines francos.

Los primeros años del Coliseo Nuevo abundaron en calamidades de

toda especie, que dificultaron su marcha material, pues en cuanto á la artística, nada podía esperarse digno de mención, no siendo ex t raño que nadie se preocupase en conservar noticias de unos espectáculos que, en la misma España , habían llegado entonces y continuaron mu-cho tiempo aún en supina decadencia.

E n las representaciones de ese tercio del siglo, dice un historiador madrileño, " n o había ni decencia ni sentido común: tuvo grande bo-ga ante aquel público ignorante, una comedia mitológica en que Dia-na bajaba á la escena en una nube de tul, cantando seguidillas y prin-cesas, así l lamadas en lenguaje de bastidores las coplas acompañadas á la guitarra. Otras veces era Semíramis la que salía peinada á la pa-pillota, con arracadas semejantes á las usadas por las charras, con ca-saquín de glacé, bucles angelicales, paletina de nudos, excusalí, ton-tillo y zapatos de tacón alto. A Julio César se le presentaba con su corona de laurel, peinado á la rinoceronte, sombrero de plumaje , colo-cado con gracia debajo del brazo izquierdo, chupa de t isú, casaca de terciopelo, medias á la virulé, espadín de concha, y corbata guarne-cida de encajes. Todo esto era acompañado por una orquesta forma-da por cinco violines desafinados y un contrabajo ronco " S i ta l situación guardaba el Teatro en Madrid muchos años después de inaugurado el Coliseo de México, ¿es creíble que fuera ni mejor ni más digna la del nuestro?

Para mayor desgracia, las calamidades y los lutos interrumpie-ron con frecuencia las representaciones. Ya era la muerte del Rey Fernando VI ; ya la del Marqués de las Amarillas, sucesor de Revilla Gigedo en el virreinato; ya los temores de que el país fuese invadido por los ingleses en guerra con España; ya las alarmas por la expul-sión de los Jesuítas. No faltan, sin embargo, referencias incompletas y escasas á representaciones y autores cómicos en México.

Buscando aquí y acullá, puede tropezarse con D. J u a n Ortiz de Torres quien, en 1645, hizo á una dama recitar un monólogo en ho-nor ó memoria de las Isabeles de España , en una fiesta del Santísimo Sacramento: Jerónimo Bezerra, en 1651, autor de una loa á la Poe-sía; Antonio Medina Soler, de quien en 2 de Febrero de 1667, se re-presentó una loa en el Cerro del Tepeyac con motivo de la colocación de la Imagen de Nues t ra Señora de Guadalupe; Agust ín Salazar y Torres, autor de varios Autos Sacramentales y de las comedias Ele-gir al enemigo, fuegos Olímpicos, El enca?ito en la hermosura y el he-chizo sin hechizo, de un drama para la Universidad de México, y de una loa para la comedia Tetis y Peleo; Alonso Ramírez Vargas, au-tor de El mayor triunfo de Diana, pieza representada en la Universi-dad, con un lujo y un gran aparato de transformaciones y tramoyas de que se hace lenguas Sigüenza, y que deben ponerse en duda, pues no es creíble que la colonia fuese en estos asuntos superior á la Metro-

poli. L a obra de Ramírez Vargas gustó tanto, que hubo necesidad de repetirla en las tardes de tres días seguidos.

De la misma época, entre 1651 y 1695. es la sobre toda ponderación insigne Sor Juana Inés de la Cruz, que á su tu rno escribió v a n a s loas, los tres autos El cetro de San José, San Hermenegildo y El Divino Narciso, y las dos comedias Amor es más laberinto y Los empeños de una casa.

Inquir iendo más aún, podrían citarse el Presbítero D. Manuel Zu-maya, t raductor de varias óperas italianas y autor de otra int i tulada Fartenope, que se representó en el Palacio Virreinal para celebrar el natalicio de Felipe V, y se imprimió en 1711 i escribió también el dra-ma El Rodrigo, representado en el Palacio también, en celebridad del nacimiento del Príncipe Luis F e r n a n d o : D. José Antonio Pérez Fuen-te con su comedia El portento mexicano y veinte loas en verso mexi-cano • Manuel Santos Salazar, con su coloquio La Invención déla Cruz, escrito en 1714, y u n a pequeña pieza dramát ica : el Padre Juan A m ó -la con su comedia, No hay mayor mal que los celos; el célebre D. Ca-yetano Cabrera, con sus comedias La esperanza malograda y El Iris de Salamanca; D. Francisco Soria, con sus Guillermo, Duque de Aqui-tania • La mágica mexicana; La Genoveva y De los celos y el amor cual es afecto mayor; el Padre Agust ín Castro, con su tragedia traducida La Troyana y sus saínetes de costumbres nacionales, Los remendones y Los Charros. Difícil sería mejorar ó completar listas de esa especie, que creo sean tan curiosas como poco ó nada importantes para la glo-ria de las letras mexicanas.

C A P Í T U L O IV

1755.—1786.

Apenas dos años después de inaugurado el tercer Coliseo por el pri-mer Conde de Revilla Gigedo, entregó éste el mando á su sucesor D. Agust ín de Ahumada y Villalón, Marqués de las Amarillas, a 10 de Noviembre de 1755. Durante el gobierno de este activo y laborioso virrey, á quien tocó celebrar las fiestas del pa t ronato nacional de la Virgen de Guadalupe en 1756, se arrendó por pr imera vez y en ese mismo año el Coliseo, en cuatro mil pesos anuales, á D. José de Cal-vo Rendón, cuyo contrato tuvo á bien aprobar, en Real Cédula de 25 de Octubre de 1759, Carlos I I I , que acababa de suceder en el t rono de

España á su hermano Fernando VI , muer to el 10 de Agosto del mismo año. A l siguiente, y en 5 de Febrero, falleció en Cuerna vaca el Mar-qués de las Amarillas, á quien sust i tuyeron primero la Audiencia y después D. Francisco Cagigal de la Vega, el cual, t ras breve interi-nato, hizo entrega del mando á D. Joaquín de Monserrat , Marqués de Cruillas, el 5 de Octubre de 1760.

A Cruillas tocó celebrar la j u r a de Carlos I I I , mostrarse benéfico con sus gobernados en la inundación que sufrió la Capital, dist inguirse por sus hábiles disposiciones militares para defender á Veracruz de posibles ataques de los ingleses, en guerra con España , y recibir al severísimo Visitador D. José de Gálvez, en 1764. De ese año y de 14 de Julio, es la Real Cédula que aprobó el arrendamiento del Coliseo por D. George Anastasio de Zúñiga en 1763, en la renta anual de cua-t ro mil quinientos pesos.

A Cruillas sucedió D. Carlos Francisco de Croix, Marqués de Croix, creador de la fortaleza de Per ote y enérgico ejecutor de la orden de expulsión délos Jesuítas, verificada en México el 25 de Jun io de 1767. E n su tiempo, el asentista del Coliseo lo fué D. Diego Ballesteros.

El íntegro y recto Virrey, tuvo por sucesor á D. Antonio Bucareli y Ursúa, fundador de los presidios ó acantonamientos de tropas del Norte, del Castillo de San Diego de Acapulco, reparador de la Acor-dada, y gran protector del comercio y de la minería. E n su época se fundaron el Montepío, el Hospicio de Pobres, el Hospital de San Hi -pólito y la Casa de la Cuna; se procuró el adelanto de las ciencias, el establecimiento de la fabricación de tejidos, el cultivo del lino y del cáñamo y la implantación de toda especie de mejoras. Todo ello hizo que su fallecimiento, ocurrido el 9 de Abril de 1779, causase un duelo general en la colonia, que contó á Bucareli en el número de sus más ilustrados gobernantes.

Un hombre como él, no podía haber visto con despego los asuntos teatrales, y, con efecto, hizo cuanto le fué dable para levantarlos del decaimiento en que se encontraban. En 13 de Febrerode 1777, D. J u a n de San Vicente ' ' remató el Real Asiento y Dirección de Comedias del Coliseo, por cinco años y pensión de cuatro mil quinientos pesos que habían de pagarse al Hospi tal Real de Na tu ra les . " D. Juan de San Vicente tuvo en este asunto la representación del Lic. D. Fé l ix de Sandoval, abogado que era de la Real Audiencia : por razón de su elevado cargo, Sandoval no quiso aparecer como asentista, pero sí se comprometió á facilitar los caudales necesarios para la empresa, ce-diendo á San Vicente la tercera par te de las utilidades, de la cual habría de descontarse la suma de veinticinco pesos mensuales que su representante pidió para su manutención. E l acuerdo ent re Sandoval y D. Juan de San Vicente, apenas duró un año, pues el apoderado no se portó bien con su poderdante, á quien no presentó cuentas de gas-

poli. L a obra de Ramírez Vargas gustó tanto, que hubo necesidad de repetirla en las tardes de tres días seguidos.

De la misma época, entre 1651 y 1695. es la sobre toda ponderación insigne Sor Juana Inés de la Cruz, que á su tu rno escribió v a n a s loas, los tres autos El cetro de San José, San Hermenegildo y El Divino Narciso, y las dos comedias Amor es más laberinto y Los empeños de una casa.

Inquir iendo más aún, podrían citarse el Presbítero D. Manuel Zu-maya, t raductor de varias óperas italianas y autor de otra int i tulada Fartenope, que se representó en el Palacio Virreinal para celebrar el natalicio de Felipe V, y se imprimió en 1711 i escribió también el dra-ma El Rodrigo, representado en el Palacio también, en celebridad del nacimiento del Príncipe Luis F e r n a n d o : D. José Antonio Pérez Fuen-te con su comedia El portento mexicano y veinte loas en verso mexi-cano • Manuel Santos Salazar, con su coloquio La Invención déla Cruz, escrito en 1714, y u n a pequeña pieza dramát ica : el Padre Juan Arrio-la con su comedia, No hay mayor mal que los celos; el célebre D. Ca-yetano Cabrera, con sus comedias La esperanza malograda y El Iris de Salamanca; D. Francisco Soria, con sus Guillermo, Duque de Aqui-tania • La mágica mexicana; La Genoveva y De los celos y el amor cual es afecto mayor; el Padre Agust ín Castro, con su tragedia traducida La Troyana y sus saínetes de costumbres nacionales, Los remendones y Los Charros. Difícil sería mejorar ó completar listas de esa especie, que creo sean tan curiosas como poco ó nada importantes para la glo-ria de las letras mexicanas.

C A P Í T U L O IV

1755.—1786.

Apenas dos años después de inaugurado el tercer Coliseo por el pri-mer Conde de Revilla Gigedo, entregó éste el mando á su sucesor D. Agust ín de Ahumada y Villalón, Marqués de las Amarillas, a 10 de Noviembre de 1755. Durante el gobierno de este activo y labonoso virrey, á quien tocó celebrar las fiestas del pa t ronato nacional de la Virgen de Guadalupe en 1756, se arrendó por pr imera vez y en ese mismo año el Coliseo, en cuatro mil pesos anuales, á D. José de Cal-vo Rendón, cuyo contrato tuvo á bien aprobar, en Real Cédula de 25 de Octubre de 1759, Carlos I I I , que acababa de suceder en el t rono de

España á su hermano Fernando VI , muer to el 10 de Agosto del mismo año. A l siguiente, y en 5 de Febrero, falleció en Cuerna vaca el Mar-qués de las Amarillas, á quien sust i tuyeron primero la Audiencia y después D. Francisco Cagigal de la Vega, el cual, t ras breve interi-nato, hizo entrega del mando á D. Joaquín de Monserrat , Marqués de Cruillas, el 5 de Octubre de 1760.

A Cruillas tocó celebrar la j u r a de Carlos I I I , mostrarse benéfico con sus gobernados en la inundación que sufrió la Capital, dist inguirse por sus hábiles disposiciones militares para defender á Veracruz de posibles ataques de los ingleses, en guerra con España , y recibir al severísimo Visitador D. José de Gálvez, en 1764. De ese año y de 14 de Julio, es la Real Cédula que aprobó el arrendamiento del Coliseo por D. George Anastasio de Zúñiga en 1763, en la renta anual de cua-t ro mil quinientos pesos.

A Cruillas sucedió D. Carlos Francisco de Croix, Marqués de Croix, creador de la fortaleza de Per ote y enérgico ejecutor de la orden de expulsión délos Jesuítas, verificada en México el 25 de Jun io de 1767. E n su tiempo, el asentista del Coliseo lo fué D. Diego Ballesteros.

El íntegro y recto Virrey, tuvo por sucesor á D. Antonio Bucareli y Ursúa, fundador de los presidios ó acantonamientos de tropas del Norte, del Castillo de San Diego de Acapulco, reparador de la Acor-dada, y gran protector del comercio y de la minería. E n su época se fundaron el Montepío, el Hospicio de Pobres, el Hospital de San Hi -pólito y la Casa de la Cuna; se procuró el adelanto de las ciencias, el establecimiento de la fabricación de tejidos, el cultivo del lino y del cáñamo y la implantación de toda especie de mejoras. Todo ello hizo que su fallecimiento, ocurrido el 9 de Abril de 1779, causase un duelo general en la colonia, que contó á Bucareli en el número de sus más ilustrados gobernantes.

Un hombre como él, no podía haber visto con despego los asuntos teatrales, y, con efecto, hizo cuanto le fué dable para levantarlos del decaimiento en que se encontraban. En 13 de Febrerode 1777, D. J u a n de San Vicente ' ' remató el Real Asiento y Dirección de Comedias del Coliseo, por cinco años y pensión de cuatro mil quinientos pesos que habían de pagarse al Hospi tal Real de Na tu ra les . " D. Juan de San Vicente tuvo en este asunto la representación del Lic. D. Fé l ix de Sandoval, abogado que era de la Real Audiencia : por razón de su elevado cargo, Sandoval no quiso aparecer como asentista, pero sí se comprometió á facilitar los caudales necesarios para la empresa, ce-diendo á San Vicente la tercera par te de las utilidades, de la cual habría de descontarse la suma de veinticinco pesos mensuales que su representante pidió para su manutención. E l acuerdo ent re Sandoval y D. Juan de San Vicente, apenas duró un año, pues el apoderado no se portó bien con su poderdante, á quien no presentó cuentas de gas-

tos y productos, é hízole de tal manera á un lado, que casi se convirtió en dueño absoluto de la negociación. Perdida la paciencia, Sandoval acudió á quienes pudiesen hacerle justicia, y por auto de 15 de Di-ciembre de 1778, firmado por D. Basilio Villarasa Venegas, Oidor de la Real Audiencia y Juez en tu rno de Hospitales y de la finca del Coliseo, San Vicente fué suspendido y embargado. Sandoval nombró entonces depositario á D. José Moreno, y encargó de la dirección del Coliseo á D . Pedro Galup, práctico é intel igente en el asunto.

Consultando ese expediente, hallo que las comedias más en boga en su tiempo, eran las in t i tu ladas : Los tres afectos de amor, EL poder de la amistad, No siempre lo peor es cierto. También la afrenta es vene-no, El catalán Serrallonga, Los siete Infantes de Lara, El garrote tnás bien dado, Antioco y Seleüco, Mañanas de Abril y Mayo, Reinar después de morir, El Diablo predicador, Felipa la lavandera, Rendirse á la obli-gación, La más cojistante mujer, El Mariscal de Virón, El Nazareno Sansón, La gitana de Menfis, Los amantes de Teruel, La Dama duen-de, Los áspides de Cleopatra, El negro más prodigioso, El mayor mons-truo los celos, No puede ser, El amo criado, El negro valiente en Flandes, La vida es sueño, La adúltera penitente, El bruto de Babilonia, El Aguila de la Iglesia, La Aridrómaca y otras muchas obras, cuyos t í -tulos no copio, por temor de hacer difusa esta relación.

Del 19 de Abril al 19 de Diciembre de 1778, los productos del Co-liseo fueron de treinta y cuatro mil doscientos veinticinco pesos cuatro reales; los gastos de veintitrés mil seiscientos dos pesos seis y medio rea-les, y las utilidades ascendieron á diez mil seiscientos veintidós pesos y cinco y medio reales.

E n t r e los saínetes en boga figuraban : La máscara, El Abate habla-dor, El arcabuceado, El maestro de cantar, La Puerta del Sol, Los payos simples, El payo y la novia, El niño bobo, La tostonera, El paje á la greca, El petimetre afectado, La besuguera, La viuda, El marido celoso, Las majas celosas, El tecolote, y Una tía y dos sobrinas.

E n el repertorio de tonadillas, constan : El amor buscón, La confusa turbada, Los mosqueteritos, El lance del ensayo, México adorado, El cuento del viejo, El emporio del Orbe, Atención, señores, Lo que pasa en los Cortejos, La maja naranjera, El amor de los hombres, Madrid de mi vida, Buenas noches, amado Coliseo, Viendo mis queridicos, Apoderación de las modas, La solterita, y Paisanitos graciosos.

Del catálogo de seguidillas más en uso, extra igo los siguientes t í tu-los : Un majo de chupete, El mar proceloso, A dónde vais, suspiros, La dicha de que gozo, Cuando un amanle adora, Queridos mosqueteros, A la fílente, Narciso, Aquí caigo rendida, No sé cómo me atrevo, Mi muer-te con tu ausencia, Oh qué terrible pena, Estaba yo una noche, Ay de aquel que cautiva, Filomenas del Campo, Tengo una quimerilla, Pajarillos que en los campos, El dueño que yo adoro, y Los celos son un fuego.

N o era este sólo el caudal de música de nuestro Coliseo, pues en el mismo inventario consta la s iguiente : ' ' Una ópera int i tulada La di-cha en el precipicio, tasada en cuarenta y cuatro pesos; las músicas para Psiquis y Cupido, La fuente de la fudía, Santa Genoveva, La boba y la discreta, La Conquista, El bruto de Babilonia, y La pru-dencia en la niñez, amén de tres cuartetos sueltos (e l inventario dice tres quatros) , dos arias, y un minué.

Entre los utensilios áe guarda-mueblas y de guarda-ropa, figuran : ' ' Cuatro lienzos de cotense pintados al temple, de Emperadores ro-manos; Tres banderas de lienzo blanco, con las armas de España; Cuatro lienzos de teatro en cotense florete nuevo, pintados al temple, que forman una plaza de la zarzuela Las Segadoras; Cuatro lienzos en cotense de abrigo, pintados de arboleda, que sirven en dicha zar-zuela; Dos lienzos en cotense de abrigo, con dos ninfas pintadas al temple; Una perspectiva de coche cerrado; Una estatua á caballo; Un morrión en cotense pintado; Seis leones; Una mitra; once máscaras; Una cabeza de león armada en otate y forrada de papel; Un carcaj de madera fileteada de oro; Una corona imperial de latón amarillo; Seis Gupiles de vaqueta pintados de encarnado; Seis sonajas de madera con cascabeles de hoja de lata; Un cencerro; Una grupera de vaqueta; Un báculo de otate; Dos violines ordinarios; Una fuen te de hoja de lata para el degüello; Una capilla de papel pintada al temple para la co-media de San Agustín,- Un clavo y un martillo de madera para la comedia del Mágico-, Cinco borlas para el entremés de Los Doctores; Dos áspides de badana para la comedia de Cleopatra; Un laurel de va-queta y pergamino; Una capucha negra; Siete anteojos de vaqueta; Dos barbas con sus cabelleras de ixt le para sátiros; Dos turbantes de moros; Una calavera de madera; Catorce cuchillos belduques; Un plato de peltre en dos mitades para el Pastelero de Madrigal; Seis pal-mas de cotense; Cuatro pares de ti jeras para el saínete de los Amola-dores; Un cartel de dos varas con las armas de España, al óleo; Un vestido de Muerte, de badana, pintado al temple; Un vestido de león, de cotense; Una chupa y calzones negros; Una saya vieja; Unos cal-zones de crea listada, de marinero; Un manto capitular de tafetán encarnado, con vueltas de felpa; Una marlota chica, de sangalete ama-rillo; Un vestido de figurón, blanco; Tres pares de calzones de zan-galete amarillo, para moros; Dos pieles de cotence pintadas al temple; Dos hábitos azules con sus capillas; Una marlota de moro de sangale-te nácar con vueltas amarillas; Un hábito de estameña musga, para duende; Una piel de bayeta blanca con pintas negras; Tres ropillas ne-gras para vejete; Una capa de seda azul, á la española an t igua . ' ' Verda-deramente, toda esta curiosa enumeración de útiles de teatro, no ha-bla mucho en favor de la riqueza del guarda-muebles y guarda- ropa del Coliseo de la Capital.

Tres meses y medio después del fallecimiento de Bucareli , tomó posesión del virreinato D. Mart ín de Mayorga, fundador del Hospital de San Andrés y de la Academia de Bellas Artes de San Carlos, nom-bre que le dió en honor del ilustre monarca que á la sazón reinaba en los dominios españoles. Durante su virreinato dióse en el Coliseo una función en celebridad de los d ías del Rey, declamando en ella los siguientes versos uno de los cómicos:

'' Elogio á nuestro Católico Monarca en el día de San Carlos del año de ij8i.

Heroico é insigne Carlos, Rey piadoso en quien contemplo, lo famoso y lo bizarro en vuestros merecimientos. Monarca el mayor del Mundo, pues á vuestras plantas vemos con sagacidad rendido el Occidental Imperio. Cristianísimo, Monarca, Adonis del europeo plantel, hermoso pensil que en aquel recinto ameno os ama, adora y venera, reconociendo por dueño. Vuest ra vida, oh Gran Señor, á par vaya con el tiempo, no fal tando vuestro amparo á este Mundo, y á aquel cielo de España, joya preciosa que puso Dios en el suelo. Que gocéis e ternamente la quietud en vuestros reinos, la paz en leales vasallos que os aman, y al mismo t iempo la victoria consigáis contra enemigos perversos que á la Iglesia Nues t ra Madre persiguen, y todos ellos á la Santa Religión r indan y postren los cuellos. Recibid, Monarca Augusto , el no ponderado afecto de que vuestra vida sea

iris de nuestro sosiego. E l insigne D. Martín de Mayorga, que obteniendo de Vice-Rey el comando, con sagacidad siguiendo, con caridad gobernando, el padre es de aquestos reinos, desea que vuestra vida del Fén ix sea renuevo. Y todo el concierto heroico que miro, noto y advierto, Nobleza en palcos y bancas, Militares y Pequeños, dicen que por muchos años viva Don Carlos Te rce ro . "

Después de este romance sonó la música y con acompañamiento de ella los cómicos cantaron á coro:

" Que viva, que reine el Monarca excelso, y sea sin segundo el que es sin p r imero . "

Agobiado á disgustos por la mala voluntad del ant iguo visitador D. José de Gálvez, ministro entonces de Carlos I I I , D. Martín de Mayorga dejó en 28 de Abril de 1783 la pesada carga del Gobierno al Teniente General D. Matías de Gálvez, hermano de aquel hombre poderoso. Poco duró en su empleo D. Matías; fallecido en México el 3 de Noviembre de 1784, la Audiencia recogió inter inamente el bas-tón de mando para entregarle al nuevo virrey D. Bernardo de Gál-vez, Conde de Gálvez, h i jo de aquel. Ya ilustre el conde por su va-lor y acierto en la guerra y en la gobernación de la Florida y de la Isla de Cuba, su virreinato, que principió el 17 de Jun io de 1785, fué muy beneficioso para la Nueva España . Sufriéronse en su t iempo ex-tremas escaseces y pestes mortíferas á resultas de pérdidas de cose-chas, males que remedió con cuantiosas sumas que, tomadas de su peculio particular, cedió á los pobres, y proporcionando t raba jo al pueblo, á cuyo fin emprendió entre otras obras públicas la recons-trucción del Palacio de Chapultepec, la fábrica de las torres y el ce-menterio de la Catedral y el trazo de las calzadas de Vallejo, la Piedad y San Agust ín de las Cuevas. E n todo mostró su liberalidad y amor á la colonia, que guardó grata memoria de su afabilidad y bril lantes dotes personales, y con positivo duelo lloró su muerte ocurrida el 30 de Noviembre de 1786.

Su protección al Coliseo y á sus espectáculos fué eficacísima. Reu-nidas las diversas disposiciones dictadas sobre teatros por a lgunas autoridades, con ellas formó su primer reglamento el Oidor D. Basi-lio Villarasa Venegas, Juez, según di je no ha mucho, de Hospitales y de la finca del Coliseo, en 1779: pero como en él se observaran al-gunas deficiencias, se reformó por el Conde de Gálvez en 11 de Abri l de 1786, pasando inmediatamente á la superior aprobación de Su Majestad. Como la finca se hallaba en grandes mal t ra to y abandono, ordenó su inmediata reposición, y el foro fué prolongado, se refor-zó el arco del proscenio, se cambiaron el movimiento y disposición de los bastidores, se dio luz al guarda-ropa , y se extendió y puso nueva la madera del tablado; reformóse también el palco del Virrey haciendo un solo arco de los dos que entonces tenía, y construyéron-se á la espalda del foro varias viviendas y u n amplio salón para aca-demia y ensayos de baile. Los gastos de estas obras f u e r o n : seiscien-tos trece pesos siete reales, en la recomposición del teatro; cincuenta pesos, en la prolongación del tablado; ciento cincuenta pesos, en el palco del Virrey; ochocientos cuarenta pesos, en la construcción de viviendas; setecientos setenta y seis pesos, en el salón de baile, y ochenta y cuatro pesos en el enladrillado: total , dos mil quinientos tres pesos y siete reales. E l telón deembocadura se hizo de nuevo según el proyecto contenido en la s iguiente nota anexa al presupuesto: " P a r a el nuevo telón grande se ha de formar un diseño que contenga el Mon-te Parnaso, y en él á las nueve Musas, Caliope que preside en el poe-ma heroico; Clío en la historia; Era to en la poesía amorosa; T a h a en la comedia; Melpomene en la tragedia; Terpsícore e:i el baile: Eu-tropia en los instrumentos; Polimnia en la oda y Urania en la astro-logia: á cada u n a de estas Musas se le ha de p in tar con el geroglífl-eo correspondiente al arte que preside. Al pie del Monte han de estar D. Pedro Calderón de la Barca, con hábito de Sant iago; Lope de Vega Carpió, con el de San Juan , y D . Antonio de Solís, cuyos re-t ra tos se procurarán adquirir . E n la cúpula ó cima del Monte, han de estar dos figuras que representen á Júp i te r y á Mnemósyna, pa-dres de las Musas, y sobre todos, Apolo de presidente, cada u n o de estos tres también con sus geroglíficos. Sin embargo de estos gero-glífieos que han de p in ta r le en cada una de estas figuras, se les pon-drán los nombres también al pie, y lo mismo á los t res poetas Calde-rón, Lope de Vega, y Solís. Debajo se escribirá este verso:

" E s el d rama mi nombre y mi deber el corregir al hombre, haciendo en mi ejercicio amable la vir tud, odioso el v ic io . "

Pero en lo que mejor demostró el Conde de Gálvez s u energía y

su talento, fué en moralizar á los cómicos, que en ese t iempo eran co-sa perdida sobre toda ponderación. Desde 1780 venía siendo prime-ra dama del Coliseo, Antonia de San Martín, bella gaditana, esposa de Antonio Pizarro; actriz de notables facultades y hermosa muje r , rebosaba en caprichos, orgullos y vanidades de toda especie. Al fin de la temporada de 1780, m u y pagada de la acogida del público y de los aplausos alcanzados en las comedias, Antonia de San Martín qui-so que se le aumentase el sueldo, y como hallase resistencia á ello, se presentó á D. Lorenzo Montalvo, sub-arrendatar io del Coliseo, y le manifestó, so pretexto de grandes quebrantos de salud, la imposibilidad en que se hallaba para seguir en el ejercicio de primera dama de co-medias. Y como Montalvo le contestase en un rapto de mal humor , tan común en empresarios, que condescendía lisa y l lanamente en su separación, la Antonia fuese á uno de los pueblos de los alrededo-res de la Capital, simulando que á un cambio de aires demandaba s u alivio, pero en realidad con el propósito d e n o alejarse mucho, en la seguridad de que gracias á su partido con el público, el empresario iría en su busca y solicitud accediendo al aumento del sueldo. Suce-dió en par te como lo esperaba, pues el día 29 del mes de Marzo de 1781 presentósele D. Lorenzo Montalvo con D. Mariano Cepeda, es-cribano del Coliseo, exponiéndole la necesidad en que se hallaban de primera dama: la Antonia respondió que por más que sus males no habían tenido alivio, se avendría á seguir t rabajando siempre que se aceptasen las fuertes condiciones que impuso.

Montalvo acudió al Virrey, que lo era D. Martín de Mayorga, y és-te y el Juez del Coliseo ordenaron ' 'se int imase á la Antonia que ó inmediatamente exhibiese las condiciones de su contrata ó d é l o con-trario á otro día se la sacaría de la ciudad con destino á la de Vera-c ruz . " Antonio Pizarro pasó en seguida á verse con el Juez y mos-trarle las condiciones pedidas, y como se juzgasen inadmisibles, el escribano notificó á la pr imera dama la orden " d e salir dentro de t res días del recinto de la corte v i r re ina l . "

Antonia de San Mart ín representó entonces al Virrey que estaba dispuesta á someterse á tanto rigor; pero que en vista de hallarse en cinta y tener dos criaturas, t an pequeñas que una estaba aún á pe-chos de ama de cría, se le concediese t iempo suficiente para salir de su cuidado y ver de conseguir mujeres que quisiesen seguirla en s u viaje á España dando el pecho á sus hijos. J u g ó bien el Virrey el papel enérgico que demandaba la necesidad de asustar á la San Mar-tín para no quedar sin primera dama en el Coliseo, y en 6 de Abril el escribano asentó en los autos la siguiente razón: " P o r mandato verbal del Excelentísimo Sr. Virrey, comparecieron ante mí Antonio Pizarro y Antonia de San Martín, á quienes en cumplimiento.de la superior orden de Su Excelencia, hice varias reconvenciones, de que

resultó el allanamiento de ambos á continuar sirviendo en el Coliseo por el mismo sueldo y condiciones del anterior año: en cuya vir tud les previne pasasen á presentarse al Sr. Juez del Coliseo y pidiesen á Su Señoría, hiciese que los admitiesen, de que di cuenta á Su E x -celencia, quien se sirvió aprobar lo ."

E n Febrero de 1783, el mismo D. Mart ín de Mayorga se vió obli-gado á conocer en la demanda de separación de Antonio Pizarro que le presentó la Antonia. Por respeto á mis lectores, aunque con per-juicio del rigorismo histórico, no insertaré íntegro el pedimento de la cómica, que acusa una inmoralidad y una impudencia repugnan-tísimas. No obstante, lo que pueda decir bastará para que aquellos de mis lectores que no hayan frecuentado los escenarios, sepan algo de la vida miserable y perversas costumbres de esas infelices que tan-ta ilusión suelen causar á quienes sólo las ven á la luz de las candi-lejas, y vistiendo los oropeles de los personajes-que interpretan.

E l ocurso de la Antonia empieza así: "Exce len t í s imo S e ñ o r . — Antonia de San Martín, vecina de esfa ciudad y Pr imera Dama del Real Coliseo, por el más oportuno recurso digo: Que en el espacio de poco más de diez años que llevo de casada con Antonio Pizarro, ha sido la mala vida que me ha dado tan continua, que falta toleran-cia para sufrirla y razones para explicarla: porque á pocos días de verificado el matrimonio, sin haberle dado el más leve motivo, co-menzó á maltratarme de obras y palabras, de suerte que hal lándome u n a ocasión grávida, sin atender á la delicadeza del estado, no tuvo embarazo para arrojarme á rodar una escalera, con un golpe que me dió, lo que fué suficiente para que se desgraciara la cr iatura, y las fatales resultas que por esto se han causado, hasta el presente exis-ten, como que de día en día exper imento notable quebranto en la sa-lud; y como no cesa la causa, que han sido los golpes con palo ó mano, n o pueden parar los efectos de enfermedades, cóleras y sinsabores que tan to me han consternado. (Sigue aquí un párrafo impublicable, relativo á los viciosos ext remos de Pizarro, en el uso de sus derechos como consorte.) Conducidos que fuimos de la ciudad «de la Habana á esta Capital, me coloqué en el Real Coliseo, y en lugar de que mi marido había de esforzarse en acudirme con los precisos alimentos y asistencias, lo que ha hecho es aprovecharse de la ocasión y con ella de mi sueldo, no perdonando ni aun las galas que se me dan, porque todo lo apropia y disipa en los vicios detestables de malas amistades, embriagueces y juegos; de suerte que cuando podíamos tener a lgún alivio, es cuando se verifican escaseces, siendo casi necesario ocultar la ropa y demás adornos para presentarse al público, que á no ser así, ni aun esto tuviera, á vista de su desarreglada conduc ta .—Siendo como son estos excesos dignos de severa corrección, aumenta más el delito con lo que infamemente practica; pues movido de sus pecu-

liares intereses, ha permitido la entrada en mi casa á varias personas y repudiado otras: de modo, que todos aquellos que contempla le pueden franquear cantidades para fomento de sus vicios, quiere que continúen, me interpela á recibirlos con agrado, que no me separe de sus conversaciones, y que los t ra te con la mayor afabilidad; por el contrario, aquellos que aun por el ejercicio que tengo es preciso me visiten, aunque sean con buena intención, les pone malos modos, los despide, y por lo mismo á mí me maltrata de obras y palabras, me vitupera con los mayores pesares, y quiere que sólo siga sus ideas. Estas son de la mayor infamia, porque sin a tender á la debida pure-za que se debe conservar en un matrimonio, ha permitido y sugerí-dome á deshonestas solicitudes, que j a m á s debiera haber admit ido en violación de la fe del contrato esponsalicio . . . . Y ya que han surti-do efecto con sumo desacato, me ha qui tado lo que se me ha minis-t rado por el servicio . . . No cabe, Señor Excelentísimo, en católicos corazones semejante inhumanidad, pues a u n los animales irraciona-les solicitan con el mayor esfuerzo que sus consortes no sean ofen-didas por otros . . . . Para acabar de dar una corta instrucción de la perversidad de mi marido, hago presente á Vuestra Excelencia, que habiéndome comunicado que se le proporcionaba acomodo en con-ducción de víveres para la ciudad de la Habana , me esforcé en lo po-sible así para que fuera con estimación, como para ministrarle mil pesos en reales y otras alhajas, con que pudiera conseguir a lgunos adelantamientos; y lo que ha resultado de todo, fué que habiendo llegado á Veracruz, de allí se regresó para la ciudad de Guana jua to á formar compañía cómica, donde tengo noticia que en embriagueces, juegos é ilícitas comunicaciones, ha disipado todo lo que le ministré, y tiene ánimo de regresarse de pronto á mi compañía. — Si esto se verifica, es preciso que continuando en su desarreglada conducta , intente que yo siga admitiendo los obsequios y pretensiones que á él le sirven de beneficio y á mí de perder mi alma . . . . y si éste advier-te en mí la más mínima resistencia, es de presumir que, aumentando los malos tratamientos, me qui te la vida. Aten to á lo cual la just i -ficación de Vuestra Excelencia, se ha de servir mandar se me re-ciba la información sobre los atentados particulares, con la debida reserva, y que el escribano D . Mariano Cepeda, certifique lo que le constare, de uno de los pasajes que presenció; haciendo que con apre-mio declaren las personas que señalaré, lo que igualmente les cons-te, para que instruida la sumaria en debida forma, determine Vuest ra Excelencia lo que tenga por oportuno, á vista de los graves excesos cometidos por Antonio Pizarro, en que queda ofendida la Divina Jus-ticia, el honor del matrimonio y la causa públ ica : á cuyo efecto in-terpongo querella en debida f o r m a . "

Como Pizarro no pudo justif icar empleo ú ocupación honesta y lu-B. H. T.—T. í.—6

crativa, las autoridades, celosas de que el Coliseo 110 perdiese el es-plendor que á los espectáculos daba el talento de la Pr imera Dama, el tal marido fué expulsado de la ciudad, como vago y mal entrete-nido, mientras otra más grave determinación se tomase.

Es to fué en 1783. Dos años después, h u b o nuevo pleito de la An-tonia con las actrices sus compañeras. H e aquí un resumen de lo de-terminado y sucedido, tomado de los autos originales: " E n la causa que se siguió, contra Bárbara Ordófíez, Sobresalienta del Tea t ro de México, por querella de Antonia de San Martín, Primera Dama, que se principió en 3 de Octubre de 1785, sobre amenazas de muer te he-chas por aquella á ésta, declaró la dicha Bárbara que el encono que le tenía la Dama, d imanaba de haberle parecido que ella se comuni-caba con D . Francisco Balmis, por cuya malicia le había requerido D. J u a n de San Vicente á la dicha Bárbara, no se tratase ni comuni-case con Balmis, porque la Dama estaba m u y resentida de ello, sobre que también citó la Bárbara á María La Carpintera y Ani ta La Que-rella.—Examináronse á estos tres, y San Vicente dijo ser cierta la cita, y que habiéndole dado queja la Dama de que la i n su l t abay la mofaba la Bárbara con asomarse á las cort inas del tablado á hacer señas á Balmis, le había prevenido lo excusase, por estar de ello muy resentida la Dama.—María Josefa Martínez Delgado, alias la Carpin-tera, expresó ser cierto que Antonia le encargó tuviese cuidado de si entraba Balmis en casa de Bárbara, que vivía f rente de dicha María Josefa, á que expone le había respondido que no lo había visto entrar , como así e r a : Que también era cierto que en una ocasión en que Bár-bara estaba chuleando á la declarante, le instó Antonia que se fuese á quejar con el E x m o . Sr. Virrey, y que le informase lo mala que era la Bárbara, y lo mismo le encargó a lgunas otras ocasiones, instándo-le á que si se ofrecía en el Palacio hablar de Bárbara , informase mal de e l la ; pero que nunca lo hizo la declarante, ni t u v o motivo para ello, como se lo había comunicado a lguna vez á su mar ido .—Ana de Hí j a r , que es la Queretana, dijo era cierto que var ias veces de las que ella iba á Palacio, le aconsejaba la Dama que si se ofrecía hablar de Bárbara con Su Excelencia, le informase mal de ella, lo que nunca hizo, y que un día en que fué á visitar á la Antonia , le encargó á la declarante que le llevase un papel al precitado Balmis, lo que no qui-so hacer, excusándose con decir que á eso no iba ella, que era una muje r casada.—Soltóse de fiado á la Bárbara para que se pusiese en cura, depositándola en casa de San Vicente, y teniendo la causa es-tado de prueba sin haber hecho a lguna n inguna de las partes, por au-to del día 13 de Febrero de 1786, en atención á haberse hecho compa-recer á u n a y á otra de las dos contendientes y convenido en que se cortasen estos procedimientos quedándose en el estado que tenían, se impuso perpetuo silencio en los Autos , mandándose que conforme al

allanamiento verbal de Bárbara, se le notificase se abstuviese de pro-vocar, contestar n i aun transitar por la calle en que viva Antonia , apercibida que en caso contrario se procedería contra ella á lo que hu-biese lugar, y se alzó el depósito y condenó á ambas partes en sus respectivas cos t a s . "

CAPITULO V

1786

Demos ahora extensa y pormenorizada razón de cómo estuvieron organizadas las Compañías del Viejo Coliseo en la época virreinal, to-mándola de un ant iguo documento que t iene por t í tulo ' ' Razón de los individuos de que se componen las Compañías de Cómicos, Bai-larines y Orquesta del Tea t ro de esta Corte, sus sueldos y obliga-ciones. Es te documento publícase hoy por primera vez.

"Mujeres.—ANTONIA D E S A N M A R T I N , Primera D a m a : gana mil ochocientos pesos en las temporadas que corren desde el primer día de Pascua de Resurrección hasta el úl t imo del s iguiente Carnaval. Según su Escri tura no se la ha de poder despedir en el t iempo de su ajuste, ni destinarla á otro papel que al de Pr imera Dama. Se le pa-gan por separado las comedias supernumerar ias al respecto de seis pesos, cada tina que ejecute á más de las. cuatro á que está obligada por los expresados un mil ochocientos pesos. No puede pedir aumen-to de sueldo ni gratificación a lguna con n ingún t í tulo. Debe hacer en cada mes una comedia de pilón (g ra t i s ) , para reemplazar con sus producíoslos gastos de adealas y gajes, y otra, además, de la misma suerte, siempre que muera a lgún individuo d é l a Compañía, hasta cu-brir con sus rendimientos cincuenta pesos que se dan para el entie-rro. Y en cada año ha de hacer también otra comedia de pilón para los gastos de la cera de la Oración de las Cuarenta Horas en el Hos-pital Real.

"Nota—En cuanto á estas comedias de pilón están obligados á hacerlas todos los individuos de la Compañía de Cómicos y de la Or-questa. También se debe entender generalmente que las obligacio-nes de los expresados individuos, inclusos los Bailarines, son lo mis-mo que la de la Dama, relativa á que sólo comprenden desde el día primero de Pascua de Resurrección hasta el úl t imo del siguiente Car-naval.

" M A R Í A O R T E G A Y R O C H A , Segunda Dama. Gana un mil pesos por las cuatro comedias semanarias, y en las supernumerarias lo que

crativa, las autoridades, celosas de que el Coliseo 110 perdiese el es-plendor que á los espectáculos daba el talento de la Pr imera Dama, el tal marido fué expulsado de la ciudad, como vago y mal entrete-nido, mientras otra más grave determinación se tomase.

Es to fué en 1783. Dos años después, h u b o nuevo pleito de la An-tonia con las actrices sus compañeras. H e aquí un resumen de lo de-terminado y sucedido, tomado de los autos originales: " E n la causa que se siguió, contra Bárbara Ordófíez, Sobresalienta del Tea t ro de México, por querella de Antonia de San Martín, Primera Dama, que se principió en 3 de Octubre de 1785, sobre amenazas de muer te he-chas por aquella á ésta, declaró la dicha Bárbara que el encono que le tenía la Dama, d imanaba de haberle parecido que ella se comuni-caba con D . Francisco Balmis, por cuya malicia le había requerido D. J u a n de San Vicente á la dicha Bárbara, no se tratase ni comuni-case con Balmis, porque la Dama estaba m u y resentida de ello, sobre que también citó la Bárbara á María La Carpintera y Ani ta La Que-rella.—Examináronse á estos tres, y San Vicente dijo ser cierta la cita, y que habiéndole dado queja la Dama de que la i n su l t abay la mofaba la Bárbara con asomarse á las cort inas del tablado á hacer señas á Balmis, le había prevenido lo excusase, por estar de ello muy resentida la Dama.—María Josefa Martínez Delgado, alias la Carpin-tera, expresó ser cierto que Antonia le encargó tuviese cuidado de si entraba Balmis en casa de Bárbara, que vivía f rente de dicha María Josefa, á que expone le había respondido que no lo había visto entrar , como así e r a : Que también era cierto que en una ocasión en que Bár-bara estaba chuleando á la declarante, le instó Antonia que se fuese á quejar con el E x m o . Sr. Virrey, y que le informase lo mala que era la Bárbara, y lo mismo le encargó a lgunas otras ocasiones, instándo-le á que si se ofrecía en el Palacio hablar de Bárbara , informase mal de e l la ; pero que nunca lo hizo la declarante, ni t u v o motivo para ello, como se lo había comunicado a lguna vez á su mar ido .—Ana de Hí j a r , que es la Queretana, dijo era cierto que var ias veces de las que ella iba á Palacio, le aconsejaba la Dama que si se ofrecía hablar de Bárbara con Su Excelencia, le informase mal de ella, lo que nunca hizo, y que un día en que fué á visitar á la Antonia , le encargó á la declarante que le llevase un papel al precitado Balmis, lo que no qui-so hacer, excusándose con decir que á eso no iba ella, que era una muje r casada.—Soltóse de fiado á la Bárbara para que se pusiese en cura, depositándola en casa de San Vicente, y teniendo la causa es-tado de prueba sin haber hecho a lguna n inguna de las partes, por au-to del día 13 de Febrero de 1786, en atención á haberse hecho compa-recer á u n a y á otra de las dos contendientes y convenido en que se cortasen estos procedimientos quedándose en el estado que tenían, se impuso perpetuo silencio en los Autos , mandándose que conforme al

allanamiento verbal de Bárbara, se le notificase se abstuviese de pro-vocar, contestar n i aun transitar por la calle en que viva Antonia , apercibida que en caso contrario se procedería contra ella á lo que hu-biese lugar, y se alzó el depósito y condenó á ambas partes en sus respectivas cos t a s . "

CAPITULO V

1786

Demos ahora extensa y pormenorizada razón de cómo estuvieron organizadas las Compañías del Viejo Coliseo en la época virreinal, to-mándola de un ant iguo documento que t iene por t í tulo ' ' Razón de los individuos de que se componen las Compañías de Cómicos, Bai-larines y Orquesta del Tea t ro de esta Corte, sus sueldos y obliga-ciones. Es te documento publícase hoy por primera vez.

"Mujeres.—ANTONIA D E S A N M A R T I N , Primera D a m a : gana mil ochocientos pesos en las temporadas que corren desde el primer día de Pascua de Resurrección hasta el úl t imo del s iguiente Carnaval. Según su Escri tura no se la ha de poder despedir en el t iempo de su ajuste, ni destinarla á otro papel que al de Pr imera Dama. Se le pa-gan por separado las comedias supernumerar ias al respecto de seis pesos, c a d a u n a que ejecute á más de las. cuatro á que está obligada por los expresados un mil ochocientos pesos. No puede pedir aumen-to de sueldo ni gratificación a lguna con n ingún t í tulo. Debe hacer en cada mes una comedia de pilón (g ra t i s ) , para reemplazar con sus producíoslos gastos de adealas y gajes, y otra, además, de la misma suerte, siempre que muera a lgún individuo d é l a Compañía, hasta cu-brir con sus rendimientos cincuenta pesos que se dan para el entie-rro. Y en cada año ha de hacer también otra comedia de pilón para los gastos de la cera de la Oración de las Cuarenta Horas en el Hos-pital Real.

"Nota—En cuanto á estas comedias de pilón están obligados á hacerlas todos los individuos de la Compañía de Cómicos y de la Or-questa. También se debe entender generalmente que las obligacio-nes de los expresados individuos, inclusos los Bailarines, son lo mis-mo que la de la Dama, relativa á que sólo comprenden desde el día primero de Pascua de Resurrección hasta el úl t imo del siguiente Car-naval.

" M A R Í A O R T E G A Y R O C H A , Segunda Dama. Gana un mil pesos por las cuatro comedias semanarias, y en las supernumerarias lo que

cor responda según pror ra ta de dicho sueldo. E s t á t ambién obl igada á hacer el pape l de Sobresalte nta, s iempre q u e se t e n g a por convenien-te , en cuyo caso, haciendo pape l de D a m a p r imera , ya sea en las co-medias supernumera r i a s ó en las cua t ro de la genera l obligación, por enfe rmedad de la propietar ia ó por ot ro motivo, se le h a n de satisfa-cer cinco pesos po r cada representación. Si quedase de Sobresáltenla d e p ie fijo, se le han de abonar en las noches de comedia supe rnume-rar ia los reales correspondientes al sueldo d e los mil pesos q u e van ci tados, a u n q u e en dichas noches n o h a g a papel a lguno, s iendo su obligación asist ir al T e a t r o en todas las representaciones vest ida, pei-n a d a y p ron ta á salir en cualquier accidente q u e ocurra , menos p a r a hacer la comedia t i tu lada La Tía y la Sobrina, p o r q u e ésta la t iene exc lu ida expresamen te en su Escr i tu ra para no representar la . I t e m : es obligada á devolver las sacas de comedias y demás piezas q u e se le en t r eguen , p a g a n d o las q u e fa l ten .

" A N A DE HIJAR, Graciosa. G a n a ochocientos pesos por las cua-t r o comedias semanar ias , y en l as supernumera r i a s cua t ro pesos por cada una , s i acaso hiciese a lgún papel en ellas. E s t á obl igada á hacer los papeles de Pr imera ó S e g u n d a Graciosa, s egún se le m a n d e ; asis-t i r d ia r i amente á la Escoleta de versos y de mús ica á las ho ra s q u e se le seña len ; aprender en ellas lo q u e se le e n s e ñ e ; asist ir a l Coliseo todos los días de comedia, desde la Oración has ta que se acabe el to-do de la representación, vest ida y peinada d e su c u e n t a ; cantar , todas las noches q u e se lo m a n d e n , seguidi l las , saínetes, tonadi l las , ansias y demás q u e se le enseñasen ; can ta r en las comedias y las músicas diar ias , hac iendo acompañamien to á las D a m a s ; vivir cerca del Tea -t ro ; man tene r decente la ropa d e él y la necesa r i a ; devolver las le-t r a s de tonadil las, saínetes ú o t ras piezas q u e se le en t r eguen , pagan-d o las q u e fa l tasen.

" T E R E S A D E A C O S T A , S e g u n d a Graciosa y Can ta r ína . G a n a cua-trocientos pesos por las cua t ro comedias semanar ias , y en las supernu-merar ias , s i hiciese a lgún papel en ellas, s e le h a n d e dar dos pesos por cada u n a ; t iene obligación de asist ir d ia r i amente á la Escole ta de representación y de música á la hora q u e se le señale, y allí aprender á can ta r lo q u e se le e n s e ñ e ; asistir al T e a t r o todos los días d e come-dia, desde la Oración has t a que se conc luya el todo de la representa- * ción, vest ida y pe inada de su c u e n t a ; ha de representar y can ta r to-das l as noches q u e se lo m a n d e n , comedias , entremeses , seguidi l las , saínetes, tonadil las , ans ias y demás q u e le e n s e ñ e n ; h a de can ta r en las comedias las músicas diar ias , hac iendo acompañamien to á l a s Da-mas ; ha de vivir cerca del T e a t r o ; ha de m a n t e n e r con decencia la ropa necesaria p a r a el tablado, y ha d e devolver las le t ras de tonadi -llas, sa ínetes ú otras piezas q u e para aprender las se le h a y a n ent re-gado, pagando las q u e le fa l ten .

" M A R Í A L G R E T O R E N D O N , Cantar ína y Bailar ina de los Bailes de la t ierra. Gana un mil pesos, los seiscientos por el can tado y los cuatrocientos por dichos bailes, en las cua t ro comedias semanar i a s : y en las supernumerar ias , si acaso t r aba j a r e en ellas, dos pesos por cada una . E n las demás obligaciones lo mismo q u e la Segunda Gra-ciosa.

" M A R Í A J O S E F A M A R T Í N E Z , Can ta r ína . G a n a seiscientos pesos & n las cuatro comedias semanarias , y dos pesos en cada una de las super-numerar ias si t raba ja re en ellas. E n las demás obligaciones lo mis-mo que la Rendón.

Hombres—JUSTO H I D A L G O G U E V A R A , P r imer Ga lán . Gana un ?nil doscientos pesos en las cua t ro comedias semanar ias , y en las su-pernumerar ias lo que le corresponda á p ror ra ta de su sueldo en cadk una , si t rabajare en ellas. E s de su obligación admit i r en las come-dias ó piezas que se hicieren el papel que se le seña la re : cuando n o sea de su carácter el que corresponda al Galán, ó se crea que puede desempeñarse con más propiedad por otro, ha de poder dársele a l q u e parezca me jo r : ha de man tene r con decencia la ropa necesaria pa ra el tablado, y ha de devolver las sacas de comedias, sa ínetes y demás que se le ent reguen, pagando los q u e fa l taren .

" J O S É D O M I N G O R O S A L E S , A u t o r y Segundo Galán . G a n a por es te úl t imo destino ochocientos cincuenta pesos, en las cua t ro comedias sema-narias, y en las supernumerar ias lo q u e corresponda á cada una , s egún prorrata de su sueldo. N o t iene Escr i tura a l g u n a por n o haber la hecho nunca, y haber cumplido, no obs tante , cuan to se le h a prevenido. Por lo de Auto r aun n o se le ha señalado cosa a lguna , po r no haberse re-ducido á pedir honorarios por este t rabajo , a u n q u e se le h a ins tado para ello. Sus obligaciones como Au to r , son, en t re otras , las del Go-bierno económico de la Compañía , como cabeza y pr incipal papel de ella; distr ibuir las órdenes que se le comun iquen por la Dirección del Teatro, haciéndolas observar con su responsabil idad; prevenir lo ne-cesario para la ejecución de las comedias y demás piezas, pidiéndolo con la debida anticipación; repar t i r á los cómicos sus sueldos, pa ra lo que en t ra rán en su poder los fondos necesarios á fin de cada semana, y hacer lo demás que se le p revenga , relat ivo á la representac ión .

F R A N C I S C O C A R R E J O , Te rce r Galán . G a n a quinientos pesos en las cuatro comedias semanar ias , y en l as supe rnumera r i a s lo q u e le co-rresponda á prorrata , si tuviese papel en ellas. E s de su obligación, á mas del dicho papel de tercer galán, supl i r las plazas de pr imero y segundo, sin ot ro abono ó gratif icación q u e el refer ido sue ldo : h a de mantener la ropa necesaria para el T e a t r o con aseo y decencia, y no haciéndolo se ha de reducir su sueldo á t rescientos se ten ta y cinco pesos : ha de devolver los papeles que se le en t r eguen para aprender los , pagando los q u e fal taren, y en caso d e q u e haga a lgún otro papel

dist into de los expresados, se le han de pagar separadamente según y como se haya hecho en sus respectivas clases en t iempo del arrenda-dor D. Manuel Lozano, de que habrá constancia en las papeletas diarias.

" N I C O L Á S J A I M E V I E L A V I C E N C I O , Cuarto Galán. Gana cuatrocien-tos cincuenta pesos por las cuatro comedias semanarias, y a este res-pecto lo que importaren cada una de las supernumerarias . E s de su obligación mantener la ropa del Tea t ro decente y necesaria, reducien-do su sueldo, de lo contrario, á trescientos pesos. E n lo demás como el tercer galán.

" C R I S T O B A L D E M E S A , Sobresaliente. Gana setecientos pesos, y es de su obligación ejecutar además de este papel, cualquiera otro que se le mande, sea de la clase que se fuere, sin réplica ni excusa alguna, en las cuatro comedias semanarias, y si en las supernumerar ias supliese algún papel de Galán, se le ha de satisfacer separadamente lo que co-rresponda á prorrata de dicho sueldo: tendrá la ropa necesaria y de-volverá los papeles que se le den para aprenderlos.

" J U A N M O R E N O , Segundo Gracioso. Gana trescientos sesenta pesos en las cuatro comedias semanarias, y en las supernumerarias á pro-rrata . E s de su obligación suplir las enfermedades y ausencias del primer gracioso: ha de mantener bien su ropa, y no haciéndolo, se le reducirá el sueldo á trescientos diez pesos : ha de cantar lo que se le mande, pagándosele dos pesos por la primera vez que recite cada pieza, y un peso en las demás : ha de ser primer figurante de todos y cua-lesquiera Bailes en que los haya, sin excluirlo de n inguno en la clase de tal figurante, pagándosele separadamente por este t raba jo dos pe-sos en cada ocasión que le tenga.

" M I G U E L Z E N D E J A S , Par te de por medio, con la calidad de desem-peñar los papeles que se le den de primeros galanes, segundos ó ter-ceros, ú otros que puedan ofrecerse. Gana trescientos cincuenta pesos y á más de lo dicho, es de su obligación mantener su ropa y devolver los papeles. E n las comedias supernumerar ias se le ha de pagar lo que corresponda al papel que ejerza ese día.

" J O S É M A R Í A V I V E R O S , Par te de por medio. Gana doscientos cin-cuenta pesos, siendo de su cargo representar los versos y papeles que se le manden y sean correspondientes á la clase de criados y partes de por medio que ha de ejercer, siendo de su obligación mantener decente su ropa en la clase de su destino, entendiéndose que en el referido sueldo se comprenden todas las comedias y funciones que se ejecuten, sean las cuatro semanarias ó las supernumerarias, pues en todas ha de servir en el lugar que se le destine, sin que por ello pueda preten-der cantidad a lguna más que la expresada.

" J O S E P H V I G Ü E R A S , Parte de por medio, con el mismo sueldo y obligaciones que el antecedente.

" V I C E N T E T O M A S I , Primer Barba. Gana novecientos pesos con la obligación de ejecutar además de los papeles que corresponden á di-cho destino, cualesquiera otros que se le manden, sean de la clase que se fueren, en las cuatro comedias semanarias; pero en las supernu-merarias en que supla algún papel de Galán, se le ha de satisfacer lo que corresponda á prorrata al sueldo que va asignado, y solamente en cuanto á este papel, y nada por lo que respecte á los otros que h a g a : y está obligado como los demás, en lo de mantener su ropa y devolver papeles.

" M A R I A N O R O S U K I . A , Vejete y Vejeta, con el agregado de hacer partes de por medio según se le destine. Gana trescientos pesos por comedias semanarias y supernumerarias, sin más gratificación que los que se llaman gajes y adealas.

" M A R I A N O C A R O , Guardarropa, con el agregado de repartir á to-dos los individuos de la Compañía de Cómicos los papeles que hayan de estudiar. Gana cuatrocientos pesos, sin asignación alguna por co-medias supernumerarias ni otro motivo alguno, á excepción de que se le destine á hacer algún papel que entonces se ha de pagar por se-parado. Es de su obligación habilitar las comedias, saínetes y demás piezas, de aquellas menudencias que diar iamente necesitan; tener prontos los vestuarios que sirven para las funciones, siendo respon-sable de ellos; habilitar de luces y candilejas el teatro, por el precio que tengan, según corra la postura del sebo, cuyo importe y el de los demás gastos menudos se le ha de abonar.

S E B A S T I A N D E G U Z M A N , Pr imer Sainetero. Gana seiscientos pesos en las cuatro comedias semanarias, y si cantare a lguna vez más, se le han de pagar en cada ocasión cuatro pesos á más de los expresados seiscientos. E n ropa y papeles como los demás.

J U A N P U E R T O , Segundo Sainetero. Gana cuatrocientos pesos, sien-do de su obligación asistir á la Escoleta de música siempre que se le mande, á las horas que se le señalaren, para aprender á cantar lo que le enseñen; haciéndolo todas las noches ó las que se le asignen, sea en las músicas de comedias, en seguidillas, saínetes, tonadillas, o anas , ó cualquiera otra cosa que se le mande y haya aprendido: entendiéndose este sueldo por semanarias y supernumerarias .

" N O R B E R T O I N Z A U R R A G A , Apuntador en el sitio que se le destine, alternando con sus compañeros. Gana cuatrocientos setenta y cinco pesos, pero si se le destinase á pie fijo al cajón del medio del tablado, se le han de abonar veinticinco pesos más en las cuatro comedias se-manarias, porque si se hiciere a lguna supernumeraria se le ha de abo-nar lo que corresponda á prorrata de dicho sueldo. E s de su obliga-ción apuntar todas las comedias, saínetes y demás piezas que se eje-cuten, y acudir á casa del Autor siempre que se lo prevenga, á repasar las comedias y corregirlas de los defectos teatrales que tengan cuín-

pliendo las demás órdenes que se le den respectivas á su ejercicio de apuntador ; y si quedaren en su poder a lgunas piezas las ha de devolver, pagando las que faltaren.

" M I G U E L A L A N I S , Otro Apuntador con el mismo sueldo, pactos y obligaciones que el antecedente.

" J O S E P H G U A N O , Tramoyis ta . Gana cuatrocientos cincuenta, pesos, y es de su obligación disponer las t ramoyas y decoraciones teatrales que requieran las comedias y demás funciones que se ejecuten, t ra-bajando por sí en lo que es carpintería, dándosele para ello los oficia-les y materiales que sean necesarios.

" J O S E D E F U E N T E S , Cobrador y Alquilador de cuartos, por cuyo encargo y demás que se le mande en servicio de la Casa, por la Di-rección del Teatro , gana doscientos noventa y cuatro pesos, con más veinticuatro para ayuda á pagar la casa en que vive, inmediata al Coliseo.

' ' J O S E Z U Ñ I G A , tiene obligación de i luminar el Tea t ro dentro del Tablado, arañas y candilejas; apagando todo después, y recoger los cabos y desperdicios del sebo que resul ten, entregándolos al Guarda-rropa: pone y qui ta los carteles de la comedia; avisa entre día á los cómicos cualquiera novedad que ocurra, ayudándole al mozo de Guar-darropa; limpia y asea diar iamente, a u n q u e n o haya comedia, cuan-tos cuartos y sitios hay de la pun ta del Tablado adentro, y hace to-do lo demás que le prevenga el Autor , relativo al Tea t ro . Gana cin-cuenta pesos y se le da lugar en la faena de tirar de los bastidores para que tenga esta ayuda de costa.

" M A T E O Z E B A L L O S , MOZO de la Guardarropa. E s J e su obliga-ción ayudar al Alumbrador en avisar á los Cómicos las novedades que ocurran; hacer todo lo que para el servicio del Tea t ro le preven-gan el Autor y el Guardarropa; cuidar de tener abierta y aseada la Escoleta, custodiando sus muebles y evi tando todo escándalo. Gana cincuenta pesos y casa en que vivir .

" F R A N C I S C O C E N T E N O , es de su obligación barrer diar iamente, aun cuando no haya comedia, todo el callejón desde la puer ta del ves-tuario hasta la calle; el Mosquete, Patio, Eunetas , y todos los luga-res comunes exteriores é interiores, l impiando los vasos inmundos. Gana seis pesos mensuales y se le da lugar en la corrida de bastidores.

" J O S E M A R Í A G A R C Í A y V I C E N T E E N R I Q U E Z , Acomodadores, el primero de la Cazuela de Mujeres y el segundo de la de Hombres . Tie-nen obligación de limpiar diar iamente, aun cuando no haya comedia, las dos cazuelas y sus escaleras, sin echar la basura debajo de ellas; acomodar á las gentes en sus asientos, con prohibición absoluta, so pena de quince días de cárcel, de exigir dinero a lguno por preferir á nadie en los asientos, que sólo deben obtener los que l leguen pri-mero. Gana cada uno un peso semanario, siendo de su cargo además

poner las luces del zaguán y del común que está j u n t o á las cazuelas, en los días de comedia, tomándolas de la Guardarropa, y encendién-dolas luego que vaya á anochecer.

" J Ó S E G O N Z Á L E Z , es de su obligación a lumbrar los tránsitos de los palcos; poner la iluminación general en los días que la hay; en-cender las luces de los cuartos del Excelentísimo Sr. Virrey; barrer diariamente, aunque no haya comedia, los corredores de los tres pi-sos y todos sus palcos, sacando la basura á la calle. Proveer de todas las sillas á aquellos; abre y cierra las puertas de la entrada de Su Exce-lencia; acomódalas gentes en los palcos que le necesiten; limpia los faroles de los tránsitos cada ocho días, y avisa cuando estén rotos y los cuartos que necesiten composición, lo mismo que los tránsitos: Ga-na ochenta y tres pesos.

" J O S É N A J E R A , Acomodador de las Bancas y Mosquete. Abre y cierra sus puertas para la salida y entrada de las gentes, con prohi-bición absoluta, so pena de quince días de cárcel, de n o pedir á per-sona alguna gratificación por preferencia de asiento, que no debe te-ner sino el qüe llegue primero. E s también de su cargo encender las luces del callejón de la Euneta , del que sigue hasta el zaguán, y la que se pone al cobrador de las Bancas, y por todo gana dos reales semanarios.

"Bailarines.—Hombres.— G E R Ó N I M O M A R A N I , es de su obliga-ción dirigir y poner todos los bailes que se ejecuten en el Teatro, po-niendo ocho nuevas grandes, en la temporada, y los demás que sean necesarios pequeños, conocidos por el nombre de Bailetes, Tercetos, Quintetos, Misceláneas, ú otros, con los cuales y la repetición que ha-ya de los que estén ejecutados, se completen los necesarios para los Domingos y Jueves de cada Semana, en que regularmente ha de ha-ber Bailes, suprimiéndose los de los Jueves siempre que haya día de fiesta de intermedio; pero siempre los debe haber en todos los de esta clase. Es también de su obligación disponer las decoraciones para todos los bailes y dar la música de ellos, cuyas copias se han de costear por el Asentista. Gana cuatro mil pesos para sí, su muje r y los dos hijos, estando todos cuat ro obligados á bailar siempre que se les mande.

" J O S É M O R A L I , Segundo bailarín. Gana un mil pesos. " J O S É I B A R R A , Bailarín en el lugar que se le señale. Gana cuatro-

cientos ciTicuenta pesos. ' ' J U A N M A R A N I , hijo de Gerónimo; está comprendido con su padre. " J O S É P I N T O , Bailarín en el lugar que se le señale. Gana tres-

cientos setenta y cinco pesos. " J O S É M A R Í A M O R A L E S , (alias El Bicho) Bailarín en la clase que

se le señale. Gana seis pesos por cada baile de aquellos en que en-trare, y además cincuenta al año por los de la t ierra .

B. H. T.—T. 1.—7

" J U A N J O S É Z E N D E J A S , Bailarín en la clase de figurante; gana dos pesos en cada baile de los q u e en t ra re .

" J O A Q U Í N RIVERA,-Ba i l a r ín como el anter ior . " J U A N M O R E N O , Bailarín en la clase de figurante; está compren-

dido cuando se t ra tó de los cómicos, cuyo papel ejerce t ambién . Mujeres.—TERESA MARANI, está comprendida con su marido. " J U A N A M A R A N I , está comprendida con su padre . " M A R Í A P I N T O , bai larina en la clase q u e se le señale. Gana cua-

trocientos cincuenta pesos. ' ' R O S A A R C I L L E S , como la antecedente . Gana cuatrocientos vein-

ticinco pesos: ' ' G E R T R U D I S A R A O N A , como la an tecedente . Gana trescientos se-

tenta y cinco pesos. " M A R Í A A R C I L L E S , como la antecedente y el mismo sueldo. " M A R Í A A N T O N I A C O R O N C I E R . Gana cuatrocientos cincuentapesos. " M A R Í A Z E N D E J A S . Gana trescientos setenta y cinco pesos. ' ' M A R Í A J O S E F A P A C H E C O . Gana tres pesos en cada baile de aque-

llos en q u e en t ra re . ' 'Todos los expresados bailarines es tán obl igados á bailar en cuan tas

ocasiones se les mande , ya sean Bailes completos en q u e en t ren todos, ó en los q u e no se compongan m á s que de cierto número , porque d e cua lquiera suer te q u e se h a g a n , sean pocos ó muchos , nuevos ó repe-t idos, ó piezas suel tas , h a n de salir á bailar todos ó cualquiera q u e sea señalado para ello, dándoseles so lamente los ves tuar ios q u e haya sido práct ica, y poniendo ellos el medio vestuar io .

" P E D R O E E R O Y ( e n otros documentos se le apell ida Ee r rua y Ea-r rué ) . Pe luquero del Tea t ro . E s t á a ju s t ado á razón de seis pesos men-suales por cada Muje r y tres pesos por cada H o m b r e de los q u e peina-re ; s iendo de cuenta de la Empresa so lamente el exceso que haya en lo an ter iormente pagado, q u e era ochenta y seis pesos y seis reales y lo ahora convenido q u e es ciento treinta y ocho.— ( E s t e a j u s t e va por vía de exper iencia respecto á duda r Mor^sieur Leroy q u e pueda tener le cuen-ta , y así sólo se obliga á cumpli r lo por t i empo d e t r e s meses, poniendo de su cuen ta sebo y polvos, y con la calidad de que si les vendiese de su T ienda a lgunos adornos para l a cabeza d e las mu je r e s ó a lgu-nos o t ros efectos á los hombres , lo deberá hacer á d inero en mano, porque si f u e r e fiado debe estar en la intel igencia de q u e n o podrá repetir su valor del semanar io que cada individuo t iene señalado, por necesi tarlo p rec i samente para c o m e r ) .

"Músicos.—Instrumentos de cuerda.— M A N U E L D E L G A D O , p r imer v io l ín ; con la obligación de enseñar cada cua t ro semanas dos pie-zas, comprendidas en és tas las de Tea t ro , por su t u r n o . G a n a quinien-tos noventa y siete pesos y cien más á sus h i jos José y Francisco Delga-do, p a r a q u e le ayuden .

" J O S É M A N U E L A L D A N A , s egundo violín, con las mismas obliga-ciones que el antecedente, más la de supl i r al p r imero ; gana quinien-tos cuarenta y cuatro pesos.

" J U A N M A R Í A C A M P U Z A N O , refuerzo del pr imer violín con las mismas obligaciones q u e los dos antecedentes , más la de asistir á los ensayos diarios de Baile y suplir al p r imer violín en caso de necesi-dad ; gana quinientos noventa y cuatro pesos.

" F R A N C I S C O M A R Í A C A M P U Z A N O , re fuerzo del s egundo violín con la obligación de asist ir á los ensayos diarios de los bai lar ines y de su-plir a l pr imer violín en caso de neces idad ; gana trescientos treinta y dos pesos.

" I G N A C I O C A B R E R A , con el encargo de Maest ro d e Cantar , y d e enseñar cada cua t ro semanas dos piezas, comprend idas en és tas las de Teat ro , por su t u r n o ; repasar la música á los cantores q u e la t ie-nen ya sabida; apun t a r en el Cajón del T e a t r o ( l a concha), las le t ras á los cantores y cantoras, y en las Músicas corr ientes de las mismas comedias; ins t ru i r á los q u e deben cantar las pa ra q u e n o se separen de la Orques ta ; gana quinientos diez y ocho pesos.

" J O S É A L V A , Te rce r violín, con la obligación de asist ir á los Bai-les pa ra ensayarlos en defecto de los destinados, empleándosele , ade-más, en cuan to accidenta lmente ocu r r a ; gana doscientos noventa pesos.

" N I C O L Á S M O R A , cnar to violín, con el encargo de pr imera viola y suplir de t rompa y clarín ; gana doscientos Jioventa pesos.

" M A R I A N O F L O R E S , cuar to violín, con el encargo de segunda viola y suplir de oboe y flauta; g a n a doscientos setenta y n ueve pesos.

" M I G U E L G A L V E Z , violón, con la obligación d e enseñar á can ta r cada cuatro semanas dos piezas, reparar la mús ica ya usada en el Co-liseo, y en caso preciso suplir en el con t r aba jo ; gana quinientos vein-tiocho pesos.

" J O S É I R A L A , contrabajo , con la obligación d e coordinar los pa-peles que cada noche han de serv i r ; gana trescientos un pesos.

" J O S É M A R I A N O O R T E G A , agregado á la Orques ta para tocar el violín cuando se le mande, con la obligación de visitar á los músicos para reuni r los ; gana cien pesos.

"Nota. Se convienen por los salarios a r r iba as ignados á las obliga-ciones del Coliseo, esto es, á las cinco comedias de cada semana y á cuantos bailes se e j e c u t e n . — E o s cinco Maestros Manue l Delgado, José Manuel Aldana, J u a n María Campuzano , Ignac io Cabrera y Mi-guel Gálvez, piden se les as igne hora para la Escoleta y ensayos, q u e sean de las que n o in t e r rumpan su asistencia á l a s funciones que t ie-nen accidentales de Iglesia y en la calle, y en la instrucción de todos los cantores y cantoras se obl igan al mayor desempeño.

" P a r a que n i n g u n o de los Músicos fal te á l a s obligaciones en q u e se han consti tuido, se imponen unán imes las penas s igu ien tes : E l

que ' fa l ta re á la Escoleta, ensayos y Orquesta, por la pr imera vez, un peso; por la segunda dos; por la tercera tres, y por la cuarta el sala-rio de una semana. De esto se hará un fondo para pagar músicos que suplan sus faltas, y lo sobrante se repartirá entre los que nunca las hagan , quedando á la voluntad de la Dirección del Tea t ro separar de . la Orquesta á los incorregibles.

" S i a lguno cayere enfermo se le considerará y abonará el salario de diez días, todo completo ; y si pasase de dicho término sólo cobrará la mitad, quedando la otra á favor del fondo para pagar al que lo reemplace.

" Considerando lo que el E x m o . Sr . Virrey se ha interesado en los aumentos de estos individuos, cuyo beneficio resulta en los patricios de este Reino, así en que se hagan hábiles en s u arte, como en pro-porcionarles caudal de papeles de Música, suplican rendidamente á Su Excelencia que en prueba de su agradecimiento les admita el obse-quio de que, cuando lo hubiere por conveniente, vayan á Palacio á ensayar los papeles de Música para su mayor acierto.

"Ul t imamente se convienen todos á estar subordinados á la Di-rección del Teatro , y en lo que pertenece á la instrucción de su mi-nisterio, al primer violín Manuel Delgado y á J u a n María Campu-zano, á aquél en cuanto á conciertos, oberturas, acompañamiento de arias, etc., y á éste por lo que toca á Bailes, tonadillas, seguidi-llas, etc., siguiendo las mismas reglas en la Escoleta, Ensayos y Or-questa .

Instrumentos de viento.—Luis B U S A R D , pr imer clarinete, y en caso preciso, servir de segunda flauta ó segundo octaviuo; gana doscien-tos pesos.

" L u i s A N S E L I N C H , segundo clarinete, con el encargo de suplir en la flauta en caso preciso; gana ciento ochenta pesos.

" F R A N C I S C O C H E D O M E S , primera t rompa ; gana ciento ochenta pesos. " L u i s S E G U E N , segunda trompa, con el encargo de suplir al pri-

mer clarinete en caso necesario; gana ciento ochenta pesos. " P A B L O B U S E N C H , primera flauta, con el encargo de suplir de ba-

jón ó primer octavino en caso preciso; gana doscientos pesos. " L u i s D E G R E S Ó , segunda flauta, con el encargo de suplir de se-

gunda trompa, bajo, octavino ó tocar el clarín en caso necesario; gana ciento ochenta pesos.

" A u m e n t o s para el mejor servicio del Tea t ro . F R A N C I S C O R U B I O ,

gracioso de la Compañía de Cómicos, que gana setecientos pesos, con más lo que á este respecto le corresponda en las comedias supernu-merarias que hiciere. ( N o se le descontará por ahora lo que se suplió á su familia duran te el t iempo de su enfermedad en el Hospital del Es-pír i tu Santo, y sin que tampoco sirva de óbice el que se halle enfermo de gravedad y que por lo mismo se haya traído en s u lugar al Gra-

cioso de Puebla, cuyo sueldo se arreglará después con presencia de su habilidad y de lo que se adapte al público).

" B E R N A R D O D A Z A , Portero del Vestuario, para que durante la re-presentación abra y cierre la puerta, cuidando de que sólo entren los Actores y demás necesarios á la representación : gana cincuenta pe-sos,, en toda la temporada.

" A N T O N I O A T A M O R O S , Segundo Barba, supliendo también las au-sencias y enfermedades del primero, y haciendo cualquiera otro pa-pel que se le reparta en las Pitipiezas y comedias en prosá, á mane-ra de la del Hipocóndrico y otras de su clase; usando la ropa del Tea-tro que da la casa, ó trayéndola de la suya, pero sin gaje a l g u n o : volverá dos semanas antes de concluirse la temporada todos los pa-peles que tenga, pagando los que falten. Sueldo, cuatrocientos cin-cuenta pesos, con comedia supernumeraria á este respecto.

" J O S É A L V A R E Z G A T O , Par te de por medio con trescientos pesos . y comedia supernumerar ia ; ha de cantar y hacer cualquiera papel que se le mande, pagándosele aparte dos pesos en cualquiera ocasión que lo ejecute.

" F E L I P A M E R C A D O ( alias La Gata), muje r del antecedente: ha de cantar diariamente una ó más veces, según se le mande ; no ha de representar versos, y se le ha de escoger la música según su carácter. Gana un mil cien pesos, y comedia supernumerar ia á este respecto.

" N I C O L Á S B E L M O N T E , Entonador de voces y Director de acciona-do en las partes de cantado, gana seiscientos pesos.

" M I G U E L M E N E S E S , Apuntador tercero, gana trescientos sesenta y seis pesos, con supernumeraria á este respecto de sueldo.

' 'Esta razón de Cómicos, Bailarines y Orquesta, está formada en J de Abril de 1786, por D. Francisco de Paula Sarmiento Fuentes Administrador General interino de la Sociedad de Señores Suscrito-res que por su cuenta había tomado el Tea t ro Cómico de la Capital por quiebra del Asentista D. Manuel Lozano, todo ello durante el Go-bierno del Exmo. Sr. Virrey D. Bernardo de Gálvez, CondedeGálvez "

CAPÍTULO VI

1786

la c S t J a C Ó r e S t a b a ' 1 ° r g a n i z a d a s l a s Compañías del Coliseo de la Capital en la época del Virrey Conde de Gálvez, que tanto hizo en favor del mayor lucimiento de sus espectáculos, demos ahora una

~ ? f ~ n e s entonces vigentes, relativas á e l l o " Kn una Real Cédula de x 2 de Mayo de 1703, se mandó que la Ad-

que ' fa l ta re á la Escoleta, ensayos y Orquesta, por la pr imera vez, un peso; por la segunda dos; por la tercera tres, y por la cuarta el sala-rio de una semana. De esto se hará un fondo para pagar músicos que suplan sus faltas, y lo sobrante se repartirá entre los que nunca las hagan , quedando á la voluntad de la Dirección del Tea t ro separar de . la Orquesta á los incorregibles.

" S i a lguno cayere enfermo se le considerará 5' abonará el salario de diez días, todo completo ; y si pasase de dicho término sólo cobrará la mitad, quedando la otra á favor del fondo para pagar al que lo reemplace.

" Considerando lo que el E x m o . Sr . Virrey se ha interesado en los aumentos de estos individuos, cuyo beneficio resulta en los patricios de este Reino, así en que se hagan hábiles en s u arte, como en pro-porcionarles caudal de papeles de Música, suplican rendidamente á Su Excelencia que en prueba de su agradecimiento les admita el obse-quio de que, cuando lo hubiere por conveniente, vayan á Palacio á ensayar los papeles de Música para su mayor acierto.

"Ul t imamente se convienen todos á estar subordinados á la Di-rección del Teatro , y en lo que pertenece á la instrucción de su mi-nisterio, al primer violín Manuel Delgado y á J u a n María Campu-zano, á aquél en cuanto á conciertos, oberturas, acompañamiento de arias, etc., y á éste por lo que toca á Bailes, tonadillas, seguidi-llas, etc., siguiendo las mismas reglas en la Escoleta, Ensayos y Or-questa .

Instrumentos de viento.—Luis B U S A R D , pr imer clarinete, y en caso preciso, servir de segunda flauta ó segundo octaviuo; gana doscien-tos pesos.

" L u i s A N S E L I N C H , segundo clarinete, con el encargo de suplir en la flauta en caso preciso; gana ciento ochenta pesos.

" F R A N C I S C O C H E D O M E S , primera t rompa ; gana ciento ochenta pesos. " E ü i s S E G U E N , segunda trompa, con el encargo de suplir al pri-

mer clarinete en caso necesario; gana ciento ochenta pesos. " P A B L O B U S E N C H , primera flauta, con el encargo de suplir de ba-

jón ó primer octavino en caso preciso; gana doscientos pesos. " L u i s D E G R E S Ó , segunda flauta, con el encargo de suplir de se-

gunda trompa, bajo, octavino ó tocar el clarín en caso necesario; gana ciento ochenta pesos.

" A u m e n t o s para el mejor servicio del Tea t ro . F R A N C I S C O R U B I O ,

gracioso de la Compañía de Cómicos, que gana setecientos pesos, con más lo que á este respecto le corresponda en las comedias supernu-merarias que hiciere. ( N o se le descontará por ahora lo que se suplió á su familia duran te el t iempo de su enfermedad en el Hospital del Es-pír i tu Santo, y sin que tampoco sirva de óbice el que se halle enfermo de gravedad y que por lo mismo se haya traído en s u lugar al Gra-

cioso de Puebla, cuyo sueldo se arreglará después con presencia de su habilidad y de lo que se adapte al público).

" B E R N A R D O D A Z A , Portero del Vestuario, para que durante la re-presentación abra y cierre la puerta, cuidando de que sólo entren los Actores y demás necesarios á la representación : gana cincuenta pe-sos,, en toda la temporada.

" A N T O N I O A T A M O R O S , Segundo Barba, supliendo también las au-sencias y enfermedades del primero, y haciendo cualquiera otro pa-pel que se le reparta en las Pitipiezas y comedias en prosá, á mane-ra de la del Hipocóndrico y otras de su clase; usando la ropa del Tea-tro que da la casa, ó trayéndola de la suya, pero sin gaje a l g u n o : volverá dos semanas antes de concluirse la temporada todos los pa-peles que tenga, pagando los que falten. Sueldo, cuatrocientos cin-cuenta pesos, con comedia supernumeraria á este respecto.

" J O S É A L V A R E Z G A T O , Par te de por medio con trescientos pesos . y comedia supernumerar ia ; ha de cantar y hacer cualquiera papel que se le mande, pagándosele aparte dos pesos en cualquiera ocasión que lo ejecute.

" F E L I P A M E R C A D O ( alias La Gata), muje r del antecedente: ha de cantar diariamente una ó más veces, según se le mande ; no ha de representar versos, y se le ha de escoger la música según su carácter. Gana un mil cien pesos, y comedia supernumerar ia á este respecto.

" N I C O L Á S B E L M O N T E , Entonador de voces y Director de acciona-do en las partes de cantado, gana seiscientos pesos.

" M I G U E L M E N E S E S , Apuntador tercero, gana trescientos sesenta y seis pesos, con supernumeraria á este respecto de sueldo.

' 'Esta razón de Cómicos, Bailarines y Orquesta, está formada en J de Abril de 1786, por D. Francisco de Paula Sarmiento Fuentes Administrador General interino de la Sociedad de Señores Suscrito-res que por su cuenta había tomado el Tea t ro Cómico de la Capital por quiebra del Asentista D. Manuel Lozano, todo ello durante el Go-bierno del Exmo. Sr. Virrey D. Bernardo de Gálvez, CondedeGálvez "

CAPÍTULO VI

1786

la c S t J a C Ó r e S t a b a ' 1 ° r g a n i z a d a s l a s Compañías del Coliseo de la Capital en la época del Virrey Conde de Gálvez, que tanto hizo en favor del mayor lucimiento de sus espectáculos, demos ahora una ~ ? f ~ n e s entonces vigentes, relativas á e l l o "

E n una Real Cédula de x 2 de Mayo de 1703, se mandó que la Ad-

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ministración del Tea t ro de las Comedias corriese al cuidado del Ma-yordomo del Hospi ta l Real de Natura les , orden que fué confirmada en el capítulo cuar to de la Real Cédula de 31 d e Diciembre de 1741, l lamada de Providencia por las muchas que contiene, disponiéndose al efecto que el dicho Mayordomo entendiese en la formación de la compañía de representantes, pues que era Soberana vo luntad q u e el t a l su je to tuviese la l ibre disposición del referido Tea t ro y pudiese nombrar au tor de su satisfacción. E n 1759 otra Real Cédula m a n d ó corriese el Tea t ro por a r rendamiento , sin embargo de estar dispuesto lo contrario, en atención á los per juicios que se acredi taron d e estarse adminis t rando por el Hospi ta l Real de Natura les . E n consecuencia, el Virrey quedó facultado para presidir los actos d e remate de l Tea -tro, el modo de formar la Compañía , a jus ta r actores y reemplazar los que fal taren. Dicho remate se hacía con la mayor solemnidad, y pa ra él se fijaban rotulones en la puer ta d e la pieza dest inada en el Pala-cio á las Reales Almonedas , en los corredores del Palacio, en la es-qu ina del puen te de éste, en las dos del Por ta l de Mercaderes y en la puer ta del Coliseo. Con sus correspondientes intervalos hacíanse t re inta pregones por el pregonero de la Ciudad, y el remate había de ser presenciado por el Fiscal de lo Civil, por el Mayordomo del Hos-pital y por el anterior a r rendatar io .

Ea Real Cédula en que S. M. se sirvió aprobar el Reglamento ú Ordenanzas de Teat ro , formado ó dispuestas en 11 de Abr i l de 1786. por el Conde de Gálvez, contiene, entre otras, que en obsequio de la brevedad debo suprimir , las s iguientes disposiciones:

" M A N D A E L R E Y , que componer las diferencias de los cómicos, conocer de sus causas por razón de su oficio, señalar la hora , cuidar de que las diversiones sean honestas , con lo demás a n e x o y depen-diente, corresponde al Superior Gobierno de su Vir rey . Concurr i rán por tu rno semanario, á ejemplo de Madrid, los Alcaldes del Crimen, á efecto de hacer observar con pront i tud el buen orden, qu ie tud y so-siego públicos, fungiendo de Juez de Tea t ro el Corregidor y Alcaldes ordinarios.

" Pa ra salir al encuentro á los inconvenientes que se s iguen de que la función te rmine á deshoras de la noche, se comience por p u n t o ge-nera l en esta Capital un cuarto de hora despues de la Oración.

" A l ex t remo del Tab lado y por su f ren te en toda la la t i tud, se ponga una tabla de a l tu ra de u n a tercia, á fin d e embarazar por este medio que se registren los pies de las ac toras al t iempo que están re-presentando.

" Q u e diar iamente se aseen el Pat io , Mosquete , Palcos, Corredo-res, entradas , y demás par tes del Tea t ro , para evitar la indecencia que en otras veces se advert ía .

" Que los mozos que venden agua y dulces lo h a g a n sin gr i tar , y

sólo en los intermedios de la representación, y sin pasar de los extre-mos de las bancas.

' ' Sin que se suprima el festivo desahogo y comedida libertad con que el público suele manifestar su complacencia por el acierto con que se ejecuta a lguna pieza, deberá estar entendido que no se le permi t i rá estrépito n i alboroto a lguno con q u e se hagan molestos, tolerándose solamente el que palmeteen á los Actores ó Actoras, luego que ha-yan concluido su relación ú otro pasa je que merezca la satisfacción y aplauso del todo ó par te del espectáculo, al que con sólo el silencio, y 110 de otro modo, le será lícito manifestar lo contrario, pues no es correspondiente á la decencia del público el abochornar á quien hace lo que puede y sabe, con deseo de agradar y con esperanza de discul-p a ; y al que se atreva á tu rba r el espectáculo con voces descompues-tas ó mofando á alguno de los dichos Actores, se le pondrá en la cárcel por ocho días no siendo persona dis t inguida , y si lo fuere será condu-cida á presencia del Gobierno para prevenirse lo que corresponda.

" A l público que ocupe los sitios inmediatos al Tablado, se le orde-na excusar las invectivas con que se ha solido insul tar á los actores.

" S e permiten las demostraciones que con el nombre de galas acos-tumbra el público á hacer á los Actores, con el objeto de que este aliciente les estimule al más exacto cumplimiento de sus obligacio-nes, pero deberán hacerse moderadas y prudentes , sin profusión y sin prodigalidad, pues de exper imentarse lo contrario se prohibirán en-teramente .

" Comenzada la representación nadie t endrá pues to el sombrero, y nadie tampoco permanecerá embozado.

" A la cazuela de mujeres no se permit i rá subir á n i n g ú n hombre, ni á la de hombres pasarán mujeres .

Habrá un escribano, con sueldo de doscientos pesos, para que ac-tué en todos los negocios civiles y criminales, y para asistir diaria-mente al Tea t ro ; para notificar por escrito ó de palabra cualesquiera mandatos del Juez ó Jueces, ya se di r i jan contra los concurrentes y a contra los comicos.

" Para el buen orden del Tea t ro se pondrán las quince centinelas s iguientes : Una en e l Puen te para que no se permita pararse coche alguno, sino que anden á una par te ú otra, de jando el paso franco • Una a las puertas del Tea t ro para que luego que se desocupen los coches sigan a su destino, y cuidar de que en las inmediaciones de su puesto no pare n ingún coche, y avisar si pasa Su Majestad y cual-quiera otra novedad que ocurra : Dos en las dos puer tas que venden

y b o s q u e t e u T ^ W & d e b i l l e t e * d e B a - a s L í a venta KM, T D E S C 3 N S O * * i » P R Í N C I P A 1 ' - P«esto í k T V b l U e t e S P a r a p r i m e r o > s e S u n d o y tercer p i so : Una en el recibidor de billetes d e pr imero y segundo piso: Una para el de

tercer piso : Una en cada Cazuela para la qu ie tud : Dos en él Mosquete para la qu ie tud : Una en la puer ta del Ves tuar io : Dos á los lados de los bast idores: Una en la escalera por donde sube S. E . : Una en la esquina de la calle de San Francisco.

" Los señores Oficiales, Sargentos, Cabos y Soldados de la Guardia que asiste al Tea t ro de la Capital y se reparte como queda dicho, cumplirán las siguientes órdenes que aclaran lo anter ior : La Centi-nela que se pone y debe continuar en el Puente que llaman del Colegio, t iene por objeto y debe cuidar de que no pare coche a lguno en el mismo Puen te si no son los de Palacio, que éstos deben quedar al pie del citado Puente, de cara á la calle Principal del Teatro y puestos de suerte que no incomoden el paso á los que vayan y vengan . H a de cuidar también que en la calle que está al costado y l laman de la Acequia, no haya coche alguno en toda ella, sea de quien fuere y sin excepción a l g u n a . — A la hora de salir de la comedia vendrán los co-ches desde el rumbo del citado Puen te del Colegio y no de otro a lguno del Coliseo, pero en habiéndolos tomado sus dueños podrán dirigirse por el lado que quieran, y á efecto de hacer observar el buen orden y evitar confusiones, permanecerá la Centinela en el mismo Puente , hasta el retiro de todos los coches .—Es ta Centinela no permitirá en las inmediaciones de su puesto gente a lguna detenida, sea quien fuere. — N o se golpeará en n ingún easo á las muías de los coches, n i á los cocheros; y si éstos no quisieren obedecer lo que se les mande, se asegurarán en la cárcel, dando cuenta á los Directores del Tea t ro para su correspondiente castigo. — L a Centinela que se pone y ha de con-t inuar en las puer tas del Teatro , ha de cuidar de que luego que los coches que conducen á sus dueños se apeen de en él, dejen desocupada la calle, marchándose al destino que les corresponda, pudiendo hacerlo por cualesquiera de los rumbos, sin que para este fin impida dicha Centinela que los expresados coches tomen vuelta en la calle principal del Coliseo, cuidando, sí, que esté desocupada. — L a Centinela que está á las puertas del Tea t ro no permitirá una considerable detención á los coches que vayan llegando para recibir á sus dueños, pero sí una prudente espera para que los criados tengan lugar de avisar á sus amos : cuidará d£ que en viendo ya la hora de la conclusión del Sainete no cruce coche alguno que venga del rumbo de la calle de San Francisco al Puen te del Colegio, pero antes de esa hora no se impedirá el que transite cualquiera que le acomode, bien venga con gente ó vacío, n i tampoco se impedirá que los vecinos de la calle que t ienen coches los saquen siempre que quieran, pero de modo que no impidan el paso. Tampoco esta Centinela golpeará á las muías de los coches, ni á los cocheras. — Dentro del Portal del Tea t ro debe sub-sistir otra Centinela con el objeto de auxil iar á los vendedores de billetes de las dos Cazuelas, siempre que lo pidan, evitando todo al-

boroto y desorden, y no permitiendo gente alguna detenida ni al en-trar n i al salir, más tiempo del preciso para transferirse á la cal le . ' '

Bien necesitaba aquel público, sin duda un tan to incivil, de esas detalladas providencias. Gobernando por muer te del Conde de Gálvez la Real Audiencia, hubo de fijarse en las puer tas del Tea t ro el si-guiente cartel: ' ' Habiendo acreditado la experiencia en los años an-teriores el desorden con que algunos concurrentes al Tea t ro han pro-cedido en los días de Carnaval, t i rando con inconsideración á los Palcos y al Tablado, grande porción de anises gruesos, almendras cubiertas y otras piezas de igual tamaño; usando varios de la impru-dencia de tirar también cebada, alvei jones y otras semillas, y aun á veces piedras pequeñas, con cuyos hechos no sólo incomodan á los demás concurrentes que los sufren, sino que les manchan la ropa, lastiman y se turba el espectáculo por el desconcierto en que ponen á los Actores y Actoras; se manda por la Real Audiencia Goberna-dora que ninguna persona use de los referidos medios en los expre-sados días de Carnaval, permitiéndose que puedan divertirse t i rando anises menudos de los que suelen llamar grajea ó mostacilla, y esto con moderación, bajo el concepto de que se han dado las órdenes con-venientes á la Tropa y á los Ministros de Justicia, para que sin ex-cepción de persona alguna aseguren en el acto á cualquiera contra-ventor y se le ponga en arresto, contra quien se procederá conforme haya lugar y las circunstancias del caso lo exi jan : y para que llegue á noticia de todos, se hace saber al público por medio de este Car te l . "

E n otro género de disposiciones son m u y . curiosas las que paso á extractar referentes á los ensayos de cantarínas y músicas. " A los maestros de Escoleta no se les dará menos del término de quince días para poner á las cantarínas los cuatros ( cuar te tos ) , por ser difícil y prolijo encajar cuatro voces á la memoria de quienes no tienen talento para discernir lo que en esto hacen; y aun para las arias y piezas sueltas hágase lo mismo, por cuidar de que las cantarillas no se enronquezcan como ha sucedido y hay de ello experiencia.

" E s conveniente que los ensayos que habían de ser en Domingo y otros días de fiesta, sean en la víspera, porque en n ingún t iempo se ha dado el caso de que en ellos se cumpla con dicho ensayo como se debe, porque, con el pre texto de oir misa, ó no vienen ó vienen con precisiones, y por fin el ensayo se queda en conversación.

Habiéndose presenciado el sumo t raba jo y demasiadas mohínas que le cuesta al maestro Cabrera convenirse con las cantoras en se-ñalar las piezas que se han de ejecutar la noche de la representación, porque todas por lo general ó no quieren cantar, ó cantan seguidillas que es lo más corto y de menos t rabajó para ellas, se les establecerá una regla fija, como el medio para abolir los muchos chiqueos con que todas se portan en esta materia. "

E . H . T .—T. I . — 8

Pero si los abusos ó los desórdenes en todos los ramos eran muchos, nunca se consintieron de buen grado por aquellas celosas autorida-des, y ciertamente sería interminable la simple lista de las mil dispo-siciones que para remediarlo se dictaban. Sobre cualquier cosa se for-maba un voluminoso expediente, y por curioso voy á poner aquí el relativo al a lumbrado del Vestuario ó Foro del Coliseo.

Empieza él con una nota que tex tua lmente dice: ' ' Explicación de la manteca que se gasta en la iluminación del Teatro.—Eos cajonci-Uos que tienen una tercia de largo, seis dedos de ancho y cuatro de alto, les cabe dos libras y cuarto de manteca, que á dos reales libra, y medio de mecha, son cinco reales. E l rezago que de esta cantidad queda, que es corto, se reemplaza con manteca buena, y la que que-da para el otro día baja de ley, y al tercero ya no sirve. E n las come-dias que tienen bailes, se carga la manteca, que llega á dos libras y media, y por consiguiente se aumentan mechas y se ponen con man-teca nueva. Los rezagos de unos y otros sobrantes quedan al otro día inservibles.—En los bailes se aumentan las docenas de cazuelas que pide el maestro de ellos, y éstas se pagan á tres reales docena y le co-rresponden á un real en cada dos cazuelas, viniendo á importar la do-cena seis reales; agréguensele las mechas, la t ira de hoja de lata y las cazuelas que se pierden y derraman, el valor de las que se com-pran al locero á medio real.

" E l peso de manteca que tiene cada morterete ó cazoleta de luz que sirven para los bailes, es de t res onzas. Las candilejas que se usa-ban antes en lugar de las que ahora (1786), se han puesto, de hoja de lata, eran también cazoletas, con la diferencia que las de los bailes como que sólo servían para ellos llevaban t res onzas, y las de come-dias cuatro y media onzas . "

Vista esta razón por el Sr. Contador D. Silvestre Díaz de la Vega tuvo á bien resolver: " Dígase á Mariano Rosuela encargado de la iluminación del Coliseo que seguirá en este encargo si se acomoda á que se le pague por los cajoncillos de hoja lata, t res pesos un real en lugar de seis pesos siete reales que se han estado satisfaciendo hasta ahora . ' ' A esto respondió Mariano Rosuela : " L a precisa obligación en que me he constituido de pagar la manteca que tengo en mi casa, fiada de una tocinería bajo de un fiador, me hace admitir dar la ilu-minación de los once cajoncillos de hoja de lata al precio de tres pe-sos y un real, y por cada cazoleta de los bailes, medio real, resultan-do cada docena á seis reales : Siendo esta admisión en la inteligencia de que no suba el precio de la manteca, como se teme de la calami-dad del t i empo . "

L a propuesta pasó á informe de Mariano Cano, Guardarropa del Teat ro , á quien se p reguntó " s i era jus to , sin daño de tercero, el precio de las diez candilejas ó cajoncillos de hoja de la ta , con cinco

torcidas ó mechas cada uno, en t res pesos un real cada noche, y el de seis reales por docena de morteretes para los b a i l e s . " Informó Cano: " H e observado que aun estando en el precio de tres pesos un real, las candilejas dejan utilidad, aunque m u y corta, siempre .que no suba el precio de la manteca. E n lo que toca á los morteretes paga-dos á seis reales, es donde se ha conocido lo que deja más ganancia ; pero como este renglón no es cuotidiano se hace tolerable. Y aunque consta de mi contrata que yo soy quien debe tener el beneficio de dar la iluminación, he considerado que el pobre que la t iene ha fundado su remedio en este oficio, y por lo tan to no quiero hacerle daño en que se me d é ; y espero de la piedad de Vuest ra Merced le haga la ca-ridad de dejárselas á dicho Mariano Rosuela, que á mí, Dios me so-correrá, según mi modo de pensar en este asunto, y el pobre recibe en esto el mayor beneficio." De u n a nota de gastos que tengo á la vista parece ser que este gasto de manteca para candilejas y cazole-tas importaba anualmente seiscientos cuarenta y ocho pesos; el alum-brado general del Coliseo, mil pesos; el part icular del palco y esca-lera del Virrey, ciento treinta y siete pesos cuatro reales; y las ha-chas de viento para la Guardia, veinte pesos: por un artículo del re-glamento de policía del Teatro , éstas hachas no debían encenderse de puertas adentro de la Casa de Comedias, para evitar el riesgo de un incendio.

Y pues he vuelto á referirme á reglamentos, añadiré á lo ya dicho anteriormente, que á fines de 1786 publicóse otro Cartel en que se hi-cieron las siguientes prevenciones: " Q u e en las Bancas, Palcos, Ca-zuelas y Mosquete que se alquilan por asientos no haya preferencia, sino que se tomen por los primeros que l leguen, sin que sirva de pre-texto que el Acomodador diga estar ya tomados ; pero las Bancas de la Luneta, como uno de los sitios más dist inguidos y señalados, de-ben estar ocupadas por las personas que concurran con t ra je más decente, por decoro de las mismas personas y por el debido al público.

" Q u e los concurrentes no podrán pedir con imprudencia la repeti-ción de Bailes, Tonadil las ú otras piezas, ó que salga algún Actor á ejecutar a lguna de estas habilidades, pero bien se permitirá el que las pidan con ta l que lo hagan con la moderación debida, y estando en-tendidos de que si por a lgún ju s to motivo no se les concediere, no se ha de instar á ello.

Que siendo tan general el uso del tabaco en humo en esta Capital, no es fácil impedirlo en el Coliseo, pero que sí debe prohibirse el que los concurrentes arrojen desde la Cazuela y Palcos, yesca encendida y cabos de cigarros al Patio, sucediendo no pocas veces que se que-men los vestidos y capas de las personas que ocupan los Pa lcos más bajos, Bancas y Mosquete; debiéndose prohibir igualmente el q u e escupan al Patio, t iren cáscaras de f ruta , cabos de velas, y otras co-

sas con que incomodan al concurso, manchan la ropa y suscitan al-gunas r i ñ a s . "

Es tas muestras de mala educación y grosería fueron m u y comunes y difíciles de extirpar , pues poseo un ejemplar de un bando fechado en Abril de 1794, en que se reproducen letra á letra las citadas dis-posiciones para su remedio.

Ea revista y estudio de las ordenanzas y reglamentos de Teatros de la Capital, hízome descubrir cuán ant iguas deben de ser en Mé-xico las representaciones hechas por t í teres que á tanta perfección han llegado aquí . E n 18 de Noviembre de 1786, D. Silvestre Díaz de la Vega, como Juez de Hospitales y Tea t ro que era, ordenó al Es-cribano del mismo Teatro , D. Mariano de Zepeda, lo s igu ien te : " Habiéndose eutendido que varios de los individuos de ambos sexos de la Compañía de Cómicos y de la de Bailarines del Tea t ro de esta Capital y otros dependientes de él, así en las noches en que no repre-sentan como en las que lo ejecutan, después de concluido se van á t ra-ba jar en el ejercicio de representaciones de Muñecos á las casas don-de hay Compañías de ellos, de que resulta que trasnochándose hasta deshoras de la noche, n o tienen al día s iguiente t iempo para estudiar sus papeles á cuyo desempeño están obligados, á que se agrega que por el desorden y embriaguez con que se t iene entendido proceden, acontecen enfermedades ó indisposiciones que les impiden la asisten-cia al Teatro , en grave perjuicio de los intereses de éste y también del público por lo mal servido que se ha l la ; para remedio de todo se da comisión en forma al Escribano D. Mariano de Zepeda, para que con la precaución y cautela conveniente, pase á las casas en donde se ejecutan las representaciones de comedias de Muñecos, y encontran-do en ellas a lgún cómico ó cómica, cantarín ó cantarína, ó bailarín ó bailarina, los ponga desde luego en la Cárcel á disposición de la Di-rección del Teatro , sin exceptuar á persona alguna, y procederá igual-mente á asegurar cuanto baste, el t iempo de la concurrencia á estas casas de las tales personas dependientes del Tea t ro , y también la li-cencia del Superior Gobierno con que se estén haciendo semejantes representaciones de Muñecos, y en el caso de que no haya a lguna procederá contra los representantes de estas figuras, según y como en semejantes ocasiones se acostumbra por el Juzgado de Teat ro , amo-nestando á los que tengan dicha Superior licencia, para que n o vuel-van á admitir en sus compañías á n inguno de los dependientes del Teatro, apercibidos de que de lo contrario se procederá contra ellos, y fecho todo, dará prontamente cuenta. "

Cumplió Zepeda como era de esperarse, haciendo parecer ante él á los dueños de empresas de muñecos : fué el primero " u n hombre que expresó llamarse Francisco Javier Alcántara , ser español origi-nario de Puebla, y desde pequeño avecindado en esta Ciudad, soltero,

de treinta y cinco años, que hoy vive en la calle de Venero pasada la Vinatería y Alcantarilla, al cual, para que declare, le recibí Jura-mento que hizo por Dios Nuestro Señor y la Santa Cruz, so cuyo cargo ofreció decir verdad en lo que fuere, p reguntado : y siéndolo so-bre qué oficio ó ejercicio t iene para su subsistencia, Di jo : Que en el día la consigue del muy Corto sobrante que le rinde la representación de una Compañía de Muñecos en hacer comedias, con licencia que para ello consiguió del E x m o . Sr. Virrey, que al efecto demues t ra : y yo, el Escribano, doy fe haberla visto, leídoydevuéltosela, que es dada en esta Ciudad en 15 de Diciembre del año próximo pasado de ochenta y cinco, con las calidades de que haya de comenzarse la comedia pre-cisamente á la Oración de la noche y acabar á las diez, que no haya desórdenes en comidas y bebidas, manteniendo bien i luminado el lu-gar en que se ejecute, y con la debida separación de personas de am-bos sexos que concurran, y que el Alcalde de barrio á quien toque, cuide del cumplimiento: la que le devolví con la prevención de que cumpla puntualmente con ella, y que no consienta la concurrencia de los cómicos y cómicas del Coliseo de esta Corte; de que entendido, expresó que no asisten en su casa n inguno de ellos, pues en donde lo hacen es en otra igual Compañía que se halla en una casa del Por-tal de Tejada, cuyo dueño ó Autor se apellida E s t r a d a . "

Compareció la segunda " una mujer que expresó llamarse Francis-ca Tomasa Montoya y Cadena, ser castiza, doncella, originaria de la ciudad de Puebla, y vecina de ésta ha el t iempo de diez y ocho años, y que cuenta cuarenta y ocho de edad, y que hoy vive en el Puen te Colorado, casa que llaman de las Comedias. " Recibido el Ju ramento y preguntada, " D i jo : Que con el motivo de sus enfermedades y can-sada edad, después de haber sido Cómica en este Coliseo, en el de Puebla y en el de Veracruz, está reducida en el día á un m u y corto estipendio que le queda con hacer comedias de Muñecos en dicha Casa, las que ejecuta desde el día 13 de Mayo de este año, en que el Exmo. Sr . Virrey le dió para ello licencia, que yo, Escribano, doy fe haber visto, por la que se le concede con la condición de no poder verificar la representación, si no es en los Barrios de esta Ciudad, y n o en el Cen t ro . " En lo demás, la declaración de la Montoya fué como la de Alcántara, é iguales también las prevenciones del Escribano.

"Resu l t ando por las dos anteriores declaraciones que en la calle del Portal de Tejada había representación de Comedias de Muñecos en la casa esquina que hace á dicha calle y callejón de la Polilla, arriba de la Vinatería, pasé la ta rde del día de hoy (24 de Noviem-b r e ) ^ ella, y habiendo entrado á su sala y visto el Teatro de la re-presentación, le pregunté por el dueño de ella á una muje r que allí estaba, la que me expresó ser vecina de la casa, y que el Autor se hallaba enfermo de Tabardülo , pero que éste podría contestar res-

pecto de estar aliviado; y con efecto, habiendo pasado á la últ ima pieza interior, encontré á un hombre en cama, rodeado de un petate, a l parecer enfermo, el que preguntado por su nombre, generales, y demás concerniente á esta averiguación, expresó llamarse José Es-trada, ser español, casado con Agust ina Morales, de oficio estirador de oro, de veinticinco años de edad : Que es cierto ser dueño de la representación de las comedias, las que ha hecho por ver si bus-caba algo más de lo que adquiere con s u t rabajo, porque en ellas hace el papel de primer ga lán ; Que el Tea t ro y Muñecos con que la veri-fica son propios de D. Felipe Manjarrés á quien se los t iene arrenda-dos en ocho pesos cada mes, bajo la fianza que le dió con D. José Ponce de León ; Que los que le ayudan á dicha representación son Francisco Coca, que hace el segundo galán, el tercero José Cano, el barba lo hacen José Romero y Mariano Zanca, y el de gracioso Ma-teo Cévallos; la primera dama Ana la Zanca, la segunda A n a Gar-cía; dos criadas, que son las cantarínas, la una María y la otra Pepa : Que es cierto que Francisco Carreño, Miguel Alanís, Teresa Acosta y José Viguera, alias el Maestrito, han hecho para diversión tres ó cuatro papeles, sin estipendio alguno, pues sólo Alanís ha tomado u n a ta l cual noche una galita: y preguntado con qué licencia hacía las comedias, respondió no tener a lguna, y que esta era la causa porque consentía que los referidos Carreño y demás hiciesen a lgunas veces los papeles, creído de que por medio de éstos no se le seguiría per-juicio alguno; en cuya vista le int imé me entregase los Muñecos con que hacía la representación, lo que ejecutó entregándome doce Mu-ñecos, los mismos que puse en poder del Señor Contador, é igual-mente le apercibí no reincida otra vez en hacer iguales comedias . ' '

Por último, en primero de Diciembre el Escribano Zepeda terminó su comisión haciendo comparecer ante él á " una mujer que expresó llamarse María Petra Aguilar,- ser española, casada con José Melén-dez, y mayor de t reinta y cinco años, originaria y vecina de esta Ciu-dad, en la actualidad en el Portil lo de San Diego . " Tomado el J u -ramento y llenadas las demás formalidades, d i jo : ' 'que en el día con-sigue su subsistencia por la representación de comedias de Muñecos que hace en la casa que habita en dicho Portil lo, nombrada la del Obraje, con licencia que para ello consiguió del E x m o . Sr . Virrey D. Matías de Gálvez, con previo informe del Señor Corregidor de esta Nobilísima Ciudad, la que demostró, y es dada á veintidós de Octu-bre de setecientos ochenta y tres, la que se le confirió en vir tud de Memorial que presentó, diciendo estar cargada de familia, y su ma-rido no poder t rabajar en su oficio de Sastre, por falta de v is ta : Que nunca ha representado ni hecho papel alguno, ni consiente á n inguno del Coliseo en su casa : Que las más ocasiones se hace la comedia con la asistencia de D. José Iglesias, Alcalde de Barrio de aquel Cuar-

te l : Que siempre ha cumplido y cumple con las calidades con que se le dió la l icencia."

Para completar las varias noticias que este capítulo contiene, y según creo, por primera vez se ven impresas, daré una idea del equi-paje de un actor de aquel tiempo, sirviéndome para ello de dos inven-tarios de los bienes que á su fallecimiento dejaron Agust ín Oquendo, parte de por medio, y Antonio Atamoros, Segundo Barba, muer to éste en 25 de Noviembre de 1786.

He aquí la mísera herencia de Oquendo, con la tasación de sus va-lores hecha por el Maestro Sastre José Mariano Ru iz : ' ' Un vestido morado de chupín y casaca, tasado en tres pesos: Otro de casaca, chupín y calzones de raso listado de azul, en catorce pesos: Dos pares de calzones negros, irnos de terciopelo del Bastón, y otros de raso, ambos viejos y remendados, en tres pesos: Un espadín de guar-nición chica de plata y con la hoja tomada, en seis pesos: Un capote de paño de la tierra, viejo, azul, en seis pesos: Dos pares de medias, viejas, unas de seda y otras de algodón, en un peso un real: Una so-lapa de género de Puntiví , en un peso: Una bolsa de pelo, flor y fleco, todo viejo, en un real : Un sombrero de Castor, viejo, en un peso cuatro reales: Unas hebillas con sus charreteras, en seis pesos. To-tal, cuarenta y siete pesos y seis rea les ."

Véase ahora el equipaje de Antonio Atamoros : " U n a cuchara y tenedor de p la ta : Unas hebillas Chatres con dos charreteras desigua-les: Un par de hebillas de cobre, redondas: Diez pesos en reales : Casaca y Chupín verde, bordada al canto, de oro : Casaca y chupín de Borborán-musgo, bordada al cauto de seda de colores: Una casaca musga, bordada de seda al can to : Un chupín de tela de oro y fondo nácar : Una casaca y chupín de paño verde : Un chupín de tela de oro y blanco: Una chupa de Moé-Morado, con flores verdes: Casaca y chupín de lustrina negros : Dos pares de calzones de terciopelo ne-gro, viejos: Un vericú de paño de grana, con su hebilla de cobre: Un espadín con puño de latón y guarnición de fierro: Un camisón de estopilla: Dos chupas blancas, hechas pedazos: Un par de calzo-nes blancos: Un paño de polvos, azul i to: Unos manguillos viejos: Dos corbatines de estopilla: Dos birretes viejos, remendados: Un par de calcetas de algodón : Dos vasos de cristal, uno de cuartillo y otro de medio: Dos pares de medias blancas, de seda, v ie jas : Un sombrero de la tierra, blanco : Una camisa de Pun t iv í : Un pañuelo viejo, de Bre taña : Un Capingón de paño azul de primera, v ie jo : Cuatro óvalos de Nuestra Señora de los Dolores, San José, San Fran-cisco y San Anton io : Una repisa grande, de t a j aman i l : Una luna de tercia: Un estante achinado ordinario, con su l lave: Una colcha vieja : Dos sábanas de manta : Unos anteojos : Un legajo de papeles, al pa-recer del Coliseo: Un bastón : Un espadín: Un sombrero de cas tor :

Una peluca : Dos cajas con dos pe lucas : U n a cana : Una ba rba : — Todo lo que se entregó á María Francisca Chávez, casada con Manuel Mendoza, de oficio cocinero y en el día está en la Cocina de Su E x -celencia . — Firmado, Rosales . ' '

CAPITULO v n

1786

E n 7 de Agosto de 1786 mandó el Conde de Gálvez se hiciese un cálculo prudencial de la gente que cupiese dentro del Tea t ro de la Ciudad de México y de lo que podría producir su entrada, á fin de averiguar las causas por las que había quebrado la Sociedad de Sus-critores que le tuvo en arrendamiento después del asentista D. Ma-nuel Eozano, que á su vez había perdido en ello una respetable suma. Eos motivos de las pérdidas de Eozano las enumera así un papel firmado por D. Juan Manuel de San Vicente : " E s t e tercer año de 1784 fué el más calamitoso para el Coliseo, por la dilatada peste de los dolores de costado; por dos novenarios de la Virgen de los Reme-dios y uno del Señor de Santa Teresa que estuvo cerrado el Coliseo, y por otro mes que también se cerró duran te la enfermedad, muer te y novenario de duelo del Exrno. Sr . Virrey D. Matías de Gá lvez . " H e aquí el cálculo prudencial que acabo de c i t a r :

Luneta.

Ea primera banca t iene veinte asientos; la segunda diez y nueve; la tercera veinte; la cuarta veintidós; la que está debajo del Palco dé S. E . nueve, y la de enfrente s ie te : Total , noventa y siete asientos. Es tán tomados por temporada, cincuenta y cuatro; se le da uno de gracia al Oficial de la Guardia, y quedan, pues, para arrendar al pr i -mero que lo solicita, cuarenta y dos. De los cincuenta y cuatro asien-tos que están arrendados por temporada, que se renueva cada mes, los cincuenta y uno pagan seis pesos cada uno y además la entrada que está computada en tres pesos, y todo importa nueve pesos, que en las veinte comedias que hay regularmente por mes, sale cada una á t res reales y medio con corta diferencia: y por este orden rinden los expresados cincuenta y 7in asientos diariamente, veintidós pesos, dos reales y seis granos. Eos tres asientos restantes sólo pagan seis pesos mensuales, por ocuparlos los Sres. Mayordomos Córdova y Salcedo,

que por sus empleos están exceptuados de pagar entradas, y á estos les sale un asiento en dos reales cuatro granos, y al teatro le produ-cen siete pesos. Eos cuarenta y tres asientos de arrendamiento even-tual, tienen señalado el precio de cuatro reales y uno de entrada en los días de t raba jo ; cinco reales el asiento y uno la entrada, en los de fiesta, y en los de paga doble, seis reales el asiento y dos la entrada. Al primer respecto, si se ocuparen todos en todos los días podrían producir, veintiséis pesos y siete reales: al segundo respecto, treinta y dos pesos y dos reales, y al tercero, cuarenta y cuatro pesos.

Patio ó Platea.

E n este sitio hay diez y nueve Bancas, de las cuales están desti-nadas siete para los Oficiales de los Cuerpos, y los dispersos que resi-den en esta Capital que se hallan abonados, los Capitanes á cuatro pesos, los Tenientes á dos pesos y cuatro reales, y los Alféreces y Cadetes á un peso y cuatro reales, todo mensual , que según el pri-mer abono importa en un mes doscientos cincuenta y siete pesos; y siendo los asientos que ocupan estas siete Bancas ciento uno, vienen á salir uno con otro á razón de dos pesos, cuatro reales y cuatro granos al mes, y al día en las veinte comedias que hay en cada uno, al res-pecto de un real, poco más, que en los ciento un asientos hacen dia-riamente doce pesos y cinco reales. E n las doce Bancas restantes hay ciento ochenta y siete asientos destinados para el público: estos asien-tos valen tres reales en cada día de t rabajo , cuatro en los de fiesta, y seis en los de paga doble. Al primer respecto, si se llenaren todos, produciría la entrada diaria setenta pesos y un real: al segundo, no-venta y tres pesos y cuatro reales, y al tercero, ciento cuarenta pesos y dos reales.

Mosquete.

El día 10 de Julio de este año, en que se celebraron los de la Exma . Sra. Virreina, entraron en este sitio trescientas sesenta y nueve personas; la paga en los días de t rabajo y de fiesta es á medio real, y á uno en los de entrada doble. Al primer respecto producirá ocupándose diariamente, veintitrés pesos y seis granos, y al segundo, cuarenta y seis pesos y un real.

Asientos en los Cuartos del Primer piso.

Los números 1, 2, 3 y 4, están destinados al Exmo. Sr. Virrey, y el 6 al Mayordomo del Hospital Real de Indios. En los Cuartos res-

R. H. T.—T. I—9

tantes se considera que unos con otros pueden ocupar ciento setenta y cuatro asientos. Su precio en los días de t rabajo y de fiesta es el de un real, y en los de paga doble, dos reales. Al primer respecto as-ciende á veintiún pesos y seis reales, y al segundo, cuarenta y tres pesos y cuatro reales.

Asientos en los Cuartos del Segundo piso.

E n éste se dan libres de paga el número i, al Secretario del Virrei-nato, y el 9 á la Nobilísima Ciudad. E n los demás cuartos se regula que pueden caber ciento noventa y nueve personas. Su precio es lo mismo que en el primer piso, y á este respecto importarían en días de t rabajo y de fiesta, veinticuatro pesos y siete reales, y en día de paga doble, cuarenta y nueve pesos y seis reales.

Cuartos y asientos en el Tercer piso.

El número 12 de esta clase está dado para la Famil ia de Escalera abajoáeX E x m o . Sr. Virrey. Eos números 1, 2, 3, 4, 15, 16, 17 y 18 son de arrendamiento por entero, y se paga por sólo el Cuarto dos pesos cuatro reales en los días de trabajo, t res pesos en los de fiesta y cinco en los de contribución doble. Si se arrendaren todos de continuo, valdrán en el primer caso veinte pesos, en el segundo veint icuatro y en el tercero cuarenta: las entradas á estos cuartos se pagan separa-damente al mismo precio que en los otros pisos, y regulándose que cabrían en estos ocho cuartos sesenta y cuatro personas, importan ocho pesos, y en los días de paga doble diez y seis pesos. Eos números 5. 6, 7, 8, 9, 10, xi, 13 y 14, están destinados á arrendarse por asien-tos, y cabrán en ellos por un prudente cálculo ciento cuarenta y t res personas, que pagan tres reales en días de trabajo, cuatro reales en los de fiesta y seis en los de paga doble. A l primer respecto valdrían estos asientos cincuenta y tres pesos y cinco reales; al segundo, se-tenta y un pesos y cuatro reales, y al tercero, ciento siete pesos y dos reales.

Cazuela de Hombres.

E n esta hay ciento cincuenta y nueve asientos, y valen un real en los días comunes y de fiesta, y dos en los de paga doble. Al primer respecto producirían diariamente diez y nueve pesos y siete reales, y al segundo treinta y nueve pesos y seis reales.

Cazuela de Mujeres.

Aquí hay doscientos treinta y seis asientos y pagan lo mismo que en la Cazuela de Hombres ; y así en los días comunes importaría vein-t inueve pesos y cuatro reales,y en los de paga doble, cincuenta y nue-ve pesos.

Puede rendir el Teatro en cada día de trabajo, trescientos treinta y tres pesos y cuatro reales.

En días de fiesta y de paga doble.

Luneta abonada Id . eventual Bancas ó Patio abonado Id. eventuales Mosquete Primer piso, en los asientos . . . Id. en los de segundo Arrendamiento de cuartos del

P'so 3? Entradas á éstos Id. en los que se alquilan por

asientos Cazuela de Hombres Cazuela de Mujeres

23.1.6 32.2.0 12.5.0 93-4-o 23.0.6 21.6.0 24.7.0

24.0.0 8.0.0

71.4.0 19.7.0 29.4.0

23.1.6 43.0.0 12.5.0

140.2.0 46.1.0

43-4-Q 49.6.0

40.0.0 16.0.0

107.2.0 39.6.0 59.0.0

Producto en día de fiesta.384.1.o; en día doble 620.3,6

En las cuarenta y cuatro semanas que hay de representación, se consideran doscientos veinte días útiles, los ciento seis de t rabajo, cien regulados como días de fiesta por estar incluidos los jueves en que por haber baile se cobra como si lo fuesen y los de Follas en que se exige lo mismo: quedan catorce de paga doble; y según las regu-laciones que van hechas, rendiría el Teatro en toda la temporada, las siguientes partidas:

E n los ciento seis días de t rabajo á razón de los 333 pesos y 4 reales en cada uno $ 35-35r. ,,

En los cien días considerados como de fiesta á 384 pesas y 4 reales cada uno 38.412. 4

A l a v u e I t a • • $ 73-763- 4

éá

De la vuelta $ 73.763. 4 E n los catorce de paga doble á 620 pesos y 3 rea-

les y medio en cada uno ,, 8.686. 1

Tota l producto de entradas y arrendamiento de ocho cuartos de tercer piso $ 82.449. 5

Arrendamiento de cuartos de primero y de se-gundo piso „ 7.580. „

Id . del Cuarto de la nieve que este año sólo ha estado arrendado tres meses, habiendo que-brado el que lo tomó 160. ,,

Tota l producto posible del Teatro $ 90,189. 5

Notas.

A cada asiento se le ha considerado media vara de hueco, para hacer más próximo á la realidad el cálculo, pues es constante que en días de mucho concurso en cada tres medias varas se colocan cuatro per-sonas y á veces más. — Debe advertirse que en estos cálculos van re-bajados todos los asientos que ocupan las personas que conforme al ar t . 39 del Reglamento del Tea t ro están exceptuadas de pagar entra-das, las cuales podrán llegar á cien personas diarias, que en los días de t rabajo y de fiesta, consideradas por la entrada más baja ascienden á doce pesos cuatro reales y en los de paga doble á veinticinco pesos: lo cual en los ciento seis de trabajo, cien de fiesta, y catorce de paga doble, importan 2,925 pesos, que rebajados dé lo s noventa mil ciento ochenta y nueve pesos y cinco reales, vienen á dejar á éstos en ochenta y siete mil doscientos sesenta y cuatro pesos y cinco reales.

Este cálculo acredita que siempre que se halle modo de que las gentes concurran al Teatro , podrá sacarse mucha utilidad de él, aun cuando de los productos que van regulados se rebaje todavía una sexta par te que importa catorce mil quinientos cuarenta y cuatro pesos, por todas las consideraciones que quieran hacerse para minorarlos; en este caso quedarán de rendimientos setenta y dos mil setecientos veinte pe-sos, que aun suponiendo que hubiese que gastar en cada un año cin-cuenta mil, que ya se ve que esto ni aun es imaginable, quedarían de beneficio veintidós mil setecientos veinte pesos.

Es tas reflexiones acreditan que el quebranto que ha sufr ido la So-ciedad de Suscritores, no ha dimanado de los gastos erogados, s ino del corto rendimiento de las entradas, que nunca se creyó ni podía esperarse, discurriendo racionalmente, mejorándose como se ha me-jorado en todas sus partes la diversión: y siendo la vínica decorosa

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que hay en México, es más ext raña la falta de frecuencia en ella, á menos que no tenga considerable par te en el retraimiento de las gen-tes, las calamidades y miserias que se han sufrido en el presente año . ' '

E l Conde de Gálvez decidido á proteger al Coliseo, dispuso que setenta asientos que en Lunetas y Bancas quedaban desocupados se enviasen al Real Consulado para que los repartiese á los individuos del Comercio, invitándolos á pagarlos al precio de seis reales en las ciento tres comedias que quedaban hasta el próximo Carnaval. A esta resolución acompañaba la nota s iguiente : ' ' Debe advertirse que en Madrid es el precio del asiento y entrada á la Luneta en cada co-media regular ocho reales y seis maravedís de vellón, y en las de Tea t ro once reales y uno y medio maravedís, según los últimos precios se-ñalados en 25 de Febrero de 1785; cuyo precio medio es de nueve reales y veinte maravedises y tres cuartas partes de otro, que consi-derados como de plata según la Real Cédula de comparación de mo-nedas de uno y otro reino, vendría á salir cada una de las expresadas ciento tres comedias á un peso, un real, veinte maravedises de plata y tres cuartas partes de otro; á cuyo respecto ascenderían á ocho mil seiscientos sesenta y tres pesos y seis y medio reales, en vez de la de cinco mil cuatrocientos siete pesos cuatro reales á que se van á dar en el Coliseo de México. ' '

He aquí ahora el presupuesto de gastos de ese fin de año de 1786, con las reducciones que se estimó conveniente hacerle:

Arrendamiento y limosna de cera al H o s p i t a l . . . . $ Alquiler de Guarda-ropa Demérito en los útiles del Tea t ro Tramoyista Mozo de Guarda-ropa Portero del Vestuario Caja y clarín Cobrador de Cuartos de 1? y 2? piso Idem de Lunetas Idem de Bancas y Mosquete Idem de tercer piso Idem de las dos Cazuelas Alumbrador del Tea t ro Acomodador de la Cazuela de Mujeres Idem de la de Hombres Idem del Mosquete Seis tiradores de Bastidores de cuya cuenta serán los

ayudantes que necesiten Escribano del Teatro

6,625 162

1,000 250

50 50 78

3x8 165 165 165 165 70 60 60 30

552 200

Orquesta con cinco violines, un violón, un contra-bajo, dos oboes, y dos trompas 3.5^4

Cómicos, cómicas, cantores y cantoras 19,024 Alumbrado 1,842 Gastos menudos 555 Pintor del Teatro, comprendidos carteles 400 Diez por ciento para imprevistos gastos 3 >549

El total de gastos anuales importaría según este presupuesto la can-tidad de treinta y nueve mil treinta y nueve pesos, quedando bien asis-tido el Teatro y con mayor número de actores que en temporadas precedentes. ' '

Demos ahora una noticia de las obras puestas en escena en nuestro Coliseo, en las cuarenta y nueve semanas de la temporada que empezó el Domingo 27 de Marzo de 1785 para concluir el 28 de Febrero de 1786. Empezó en aquel día con la comedia Hados y lados, siguiéndola en los sucesivos Los menestrales, Mejor está que estaba, y También la afrenta es veneno. E n Abril, El Conde de A lar eos, Fuego de Dios, Di-cha y desdicha, Gustos y disgustos, El Conde Luconor, El Príncipe tonto, Por un Rey, La niña de Gómez Arias, El Tetrarca de ferusaléti, Los Amantes de Teruel, Antiocoy Seleuco, El sabio en su retiro, Para ven-cer amor querer vencerle, La posadera. El Conde de Saldaña y El dia-blo predicador. Mayo principió el Domingo 1? con La Vida es Sue-ño, vió La farretiera y Los empeños de una casa entre otras, y terminó con No siempre lo peor es cierto. Junio empezó con una lucida folla y terminó con La Mujer prudente: Julio con El amor creado y La An-drómaca respectivamente. El lunes 1? de Agosto se repitió El sabio en su retiro, y vióse El Rico-Home de Alcalá, El Falso Nuncio de Por-tugal, Los Aspides de Cleopatra, La Conquista de México, el jueves 11, repetida con mucho aplauso el miércoles 17 y el miércoles 31. Prin-cipió Septiembre con El defensor de un agravio, y concluyó con una

folla. El Domingo 2 de Octubre se repitió Para vencer amor querer vencerle, y concluyó el Domingo 30 con repetición también de Los empeños de una casa. Dióse el martes 1? de Noviembre El garrote más bien dado, y el viernes 4 se celebraron los días del Rey con el estreno de El delincuente honrado y una bien dispuesta Loa, alusiva al nombre de Carlos, habla el programa respectivo, representándola seis actores, á saber, por la C., el corazón, rey de los miembros; por la A. , la águila, reina de las aves; por la R., la rosa, reina de las flores; por l a E e l león, rey de los animales; por la O., el oro, rey de los meta-les; y por la S v el sol, rey de los astros.

Siguieron, en subsecuentes días, Antes que todo es mi dama, La gran Cenobia, El castigo de la miseria, El Maestro de Alejandro, El se-creto á voces y la Dama duende. E l viernes 2 de Diciembre vió El Rico

Home, y concluyó con Hacer que hacemos el viernes 30. Principió el año de 1786 dándose el domingo 1? de Enero El desertor, y terminó el mes con una folla. Dióse el jueves 2 de Febrero La Andrómaca, vióse el 13 El Noé, el 16 El Nazareno Sansón y el 22 La Mujer con-tra el consejo. Entre las tonadillas más aplaudidas en la temporada fi-guraron La murmuración del Prado, Los títulos de comedias, y Los polaquitos, que fueron cantadas por Mariquita, Felipa y Eoreto: de las seguidillas gustaron mucho Yo soy una remaja, Qué lástima te tengo, La que tan fina adora, A la fíente Narciso, Filomenas del campo y Te-rrible es mi fatiga, luciéndose en ellas Eoreto, Ani ta y Fel ipa: los saínetes de mayor efecto fueron El abate y la moza, El francés de los violines, Los cortejos reñidos y Los majos de Cádiz.

En el mes de Junio se ofreció en el Coliseo el espectáculo nuevo de que habla el siguiente prospecto, que copio íntegro:

"Aviso al público. — H a llegado á esta ciudad el Señor Falconi, cé-lebre Físico, Maquinista y Matemático, que se puede llamar el solo y tínico en este género de espectáculo, que se compone de piezas Fí-sicas, Automáticas y Matemáticas de las cuales es el autor. E l buen suceso que ha obtenido en las varias Cortes á donde ha estado, como delante del Rey de Nápoles, de Francia, de Portugal, y últ imamente de Su Majestad Católica Carlos Tercero ( que Dios guarde) , y el ha-ber habido á Su Alteza el Príncipe de Asturias por discípulo, le hace esperar que gustará aquí. Eos Certificados, Licencias, Pasaportes y Recomendaciones que trae, hacen fe. El no tiene más que cuatro ó seis representaciones que ofrecer á este instruido y generoso Pú-blico.

" E s imposible poner en este papel todas las experiencias y habili-dades que hará en este poco tiempo que aquí promete; y como hay muchas de ellas que estando prevenidas pierden el mérito de la no-vedad, dará aquí solamente una idea de algunas piezas que en gene-ral compondrán la primera representación, advirtiendo que todas las representaciones serán diferentes.

Primero; un molino puesto sobre una mesa, por simpatía natural de una cajita que una persona tiene en la mano y una vela encendi-da en la otra, hará, á medida de su deseo, trabajar al molinero, en poniendo, cuando quiera, la vela debajo de la cajita, y retirarla cuan-do quiera parar dicho molino.

"Después, varias experiencias sobre la Catóptrica ó reflexión de los espejos. — E l maravilloso Dolfin, que á más de escribir lo que se le pide, dará la suma de seis columnas en números, que hará antes que los espectadores lo hagan. — La Cabeza de Teofratus Paracelsus, que es una cabeza de oro macizo, gruesa como una nuez, la cual puesta en un vaso cubierto, responderá por señales á lo que se le pregunte ; adivinará los números de dados que cualquiera eche; y también una

persona eeliará debajo de un sombrero los dados sin verlos, y Teofra-tos dirá los puntos que hay.

' ' Para no cansar más al lector, el Sr . Falconi, siendo el poseedor del gran secreto del Magnetismo animal de Mr. Mesmer de París, en él hará muchas experiencias, con otras habilidades que no están pues-tas aquí . Se acabará esta función con la gran sorpresa de la aparición de una paloma que llevará la respuesta de un billete que una perso-na habrá hecho, y puesto en una pistola cargada, sin dejarlo ver á nadie, la habrá disparado fuera de la ventana. Con lo que espero quede gustoso el púb l ico . "

Al siguiente día de la primera representación de Mr. Falconi, apa-reció en las puer tas del Teatro un pasquín en que el Rey de los locos de San Hipólito condenaba á destierro al ilusionista, como hoy se dice, " p o r q u e después de haberse publicado por insigne Físico y haber " prometido cosas dignas de la admiración, a jeno de ejecutarlas, sólo '1 ha logrado su artificio llamar la curiosidad para el engaño, y con "e l labenef ic iarse ácos ta de los que queriendo lisonjear su gusto sólo " h a n sacrificado su dinero. Falconi, con fal tar al exacto cumplimien-" to de sus promesas, sólo ha servido de cruel perseguidor de los bol-s i l l o s , queriendo divertir al público con frioleras y pueril idades co-" mo la suerte del tira y afloja, en la que después de unas largas y "d i l a t adas prevenciones y hacer subir dos arrenguiñes, dejó en sus-p e n s i ó n á todos los asistentes que esperaban a lguna ex t raña y sin-g u l a r notabilidad y no que resultase la suerte un propio j uguete de ' ' niños. Después de haber perdido toda la noche en esta y otras bo-" berías, quiso divertir al público con las sombras chinescas, en que " s e representaban las aventuras de Polilla, pasajes tan fríos y tan sin ' ' gracia que á falta de ellos hubieran dado los asistentes por bien em-' ' pleado el mal ra to de un e n t r e m é s . ' '

Después de Falconi, y con mejor éxito, t rabajaron en el Coliseo unos gimnastas y equilibristas, según reza el s iguiente programa :

'1 Los Bailarines de Cuerda Urbano Ortiz y Miguel Sandi, que han t rabajado en las ciudades más populosas del Reino, y Villas y Pueblos, con singular destreza, pues fueron discípulos, el primero de su mis-mo padre Juan Ignacio Ortiz, el mejor que en el Reino se ha visto en equilibrios y suertes de todas clases, y el segundo también lo fué de su padre, célebre Romano y profesor de esta habilidad, prometen di-vertir al respetable público de esta Capital, la noche del día 2 de Julio, con las siguientes suertes:—Miguel Sandi, principiará, al uso valen-ciano, con diferentes suertes en el suelo á todo rigor, vueltas en el aire y saltos mortales .—Urbano Ortiz seguirá en la cuerda tendida, ejecu-tando por primera vez esta suerte: que es, llevando un aro en la mano, poner en éste un vaso con agua y dos huevos, el que volteará repetidas veces, estando sin t imón en mitad de la cuerda, sin que en las veces

que lo ejecute pierda el ya relacionado equil ibrio.—En la misma cuer-da se pondrá una batea, en la cual se parará y meterá dentro de ella Urbano, moviéndola de un lado á otro, y formando desde ella un sal-to, que al tiempo de perder el equilibrio la batea, quede él parado en la cuerda.—El mismo tomará un fusil, y saldrá desde,la t i jera con él, marchando hasta la mitad de la cuerda, donde hará el manejo de éste y dará cuatro descargas.-—Divertirá con varios sones en dicha cuerda, y subiendo arriba en la floja, (que llaman columpio), ejecutará des-trezas no vistas, que llenarán la atención de los espectadores.—Con más, los Actores y Actrices de la Compañía darán una pieza de repre-sentado y otra de canto.

"Advertencia.—El arrendamiento de Palcos, Lunetas y demás asientos de temporada, se efectúa con respecto á cinco comedias sola-mente, cuando en la semana no se hacen bailes en Domingo, días de fiesta y jueves, según ant igua costumbre introducida y observada umversalmente por el público y el asentista; y de aquí es que cual-quiera diversión que haya en el Teatro , debe pagarse separadamente, como sucedería si las habilidades que han de ejecutar los individuos expresados, hubiesen de hacerlas en otra casa distinta que no fuera el Patio de las Comedias, y así se ha hecho siempre que en la Cua-resma ha habido en el de esta Ciudad diversión de equilibrios ú otras.

' ' Todas las comedias que dejen de ejecutarse con motivo de esta nue-va diversión, como las que se han omitido por el Novenario de Roga-ción á la Santísima Virgen de los Remedios, se reemplazarán y darán al público en el modo que va insinuado.—Todos los sujetos que en la ac-tualidad tienen palcos, lunetas y demás asientos tomados por tempo-rada, serán preferidos, conformándose con los precios que se señalarán adelante, y pagando cada uno su palco ó asiento á la entrada en la diversión, que será á la hora de la Oración de la nochc.

" L o s precios que se pagarán en cada espectación de estas, serán los siguientes: Los palcos de primero, segundo y tercer piso, exclu-sos los del señor Juez de Teatro , Nobilísima Ciudad, Secretario del Virreinato y Mayordomo del Real Hospital de Naturales, se pagarán á dos pesos cuatro reales, y los que no se alquilen por asientos en el tercer piso á dos pesos dos reales.—Cada asiento en las Bancas, á tres reales y medio.—-Los de los palcos de primero, segundo y tercer piso común, á dos reales cada uno.—En los cuartos de tercer piso que se toman por asientos, dos reales cada uno de estos.—Los de ambas Ca-zuelas á un real, y en el Mosquete, medio por persona.—Los asientos de las Lunetas á cinco reales, tomándose en las noches en que se eje-cute esta diversión, aunque sea por las personas que los t ienen por temporadas.

" P a r a mayor lucimiento de la función, estará el Teatro completa-R. H . T .—T. I . — 1 0

mente i luminado, y se da esta noticia con permiso y acuerdo del Su-perior Gobierno.

" E n el cuarto de la nieve ó Nevería, se servirán al público y á pre-cios económicos, nieve y fiambres."

CAPITULO VIII

1787—179©

E l fallecimiento del insigne protector y reglamentador del Coliseo de México, D. Bernardo de Gálvez, Conde de Gálvez, suspendió ó in-ter rumpió la marcha de sus mejoras; éstas fueron nulas durante la breve administración de su sucesor D. Alonso Núfiez de H a r o y Pe-ralta, Arzobispo de México, digno prelado á quien hubo que agrade-cer las solemnes exequias que celebró en honra del dicho Conde de Gálvez al trasladar con gran pompa á la Iglesia de San Fernando los restos del ilustre Virrey que por su liberalidad y bril lantes dotes per-sonales supo captarse las voluntades de sus gobernados.

Haro y Peralta, en 17 de Agosto de 1787 entregó el mando al Te-niente General D. Manuel Antonio Flores. Es te dedicó principal-mente su atención al arreglo del ejército y progreso del arte de la Minería, y no hizo gran cosa por el Teatro , si bien no lo vió tampoco con indiferencia. Para captarse su voluntad, el Asentista y la com-pañía dispusieron en 22 de Mayo de 1788, y para celebrar los días del Virrey una solemnísima función que dió principio con u n a Loa feli-citando á S. E- Esa Loa, la nueva tragedia " E a E l m i r a , " y un en-tremés segunda par te de Los Aba/es locos, " f u e r o n dispuestos, di-" c e La Gaceta, en obsequio del Virrey, por D. J u a n Pisón y Vargas , ' ' cuyo ingenio es bien conocido por otras piezas que ha publicado en " E u r o p a , y desde luego llenó con las presentes la espectación del nu-" m e r o s o concurso que las presenció, puesto que el Adminis trador " d e l Coliseo se vió en la precisión de repetirlas el siguiente Domin-" g o , para complacer á los muchos que quedaron sin verlas aquella " n o c h e . "

Con más ó menos irregularidad por razón de lutos, novenarios y una que otra causa de entorpecimiento, continuáronse dando en las sema-nas sin fiestas cuatro comedias ordinarias y una supernumerar ia los domingos, lunes, martes, jueves y viernes y no los miércoles y sábados por ser aquel día de correo y el segundo m u y ocupado para la gente

de oficio ó artesana y dedicado por la sociedad más dist inguida á re-ligiosas prácticas en los Santuarios de Guadalupe, la Piedad y los Angeles. Así, pues, en miércoles ó sábados, sólo si eran festivos, ha-bía función de comedia. Nuevo golpe recibieron éstas con el falleci-miento del gran Carlos Tercero, ocurrido el 14 de Diciembre de 1788, pues si sucesos semejantes eran siempre motivo de duelo para el Reino español y sus colonias, más había de serlo en el caso éste, pues España y sus Indias perdían un verdaderamente ilustre é insigne mo-narca.

Cuando el t rastorno en esta causa originado húbose apaciguado un tanto, el Subteniente de Milicias Provinciales de Tolucá, D. Ma-nuel Lozano, que protegido por ricos capitalistas había vuelto á ha-cerse cargo de la Dirección del Coliseo, comenzó á reorganizar las cosas para la temporada de 1789. E n la anterior había, como desde nueve años á esa fecha, seguido con aplauso público en el puesto de primera Dama, Antonia de San Mart ín; pero á lo que parece llevóse mal con sus compañeras Josefa y Bárbara González, actrices conoci-das por las Habaneras, que dícese no pudieron aguanta r el genio altivo é intrépido de la Antonia . Es ta , ocho días después de las Car-nestolendas de 1789, al ser preguntada por Lozano si estaría dispues-ta á continuar en su Compaiiía, contestó que sólo se avendría á ello si Lozano aceptaba las tres siguientes condiciones: primera, que 110 habían de continuar en el cuadro Josefa y Bárbara González; seguti-da, que no había de hacer escritura, quedando á su arbitrio salirse cuando quisiera; y tercera, que aunque 110 hiciese comedias supernu-merarias, se le había de satisfacer una en cada semana.

Lozano encontró inconvenientes y gravosas estas condiciones, y, desentendiéndose de la Antonia, contrató á Josefa González con mil ochocientos pesos, sueldo de primera, y á su hermana Bárbara como segunda. E n cuanto la Antonia lo supo ocurrió al Virrey D. Antonio Flores, pidiéndole que Lozano no la excluyese, y como la bella y re-voltosa actriz gaditana tenía buenos apoyos é influencias, pasado el ocurso al Asesor Valenzuela, éste opinó porque se contratase á la San Martín y que la Habanera y su hermana, siguiesen en los mis-mos términos que en el año anterior habían estado, y el Virrey acordó al margen como parece al Asesor. Así se les notificó á ' todos los inte-resados, el día 4 de Abril .

Al siguiente, Bárbara González expuso debidamente y en forma, " q u e hallándose bastante enferma y resuelta por esta causa á dejar el Teatro y quitarse para siempre de ser cómica, destino á que su in-feliz suerte la había coaducido, muy contrario á su genio, índole y nacimiento, estaba determinada á no seguir en él, pues el ejercicio la conduciría precisamente al sepulcro, con perjuicio suyo y de sus cuatro hijos, que siendo todos pequeños, no tenían más amparo que

mente i luminado, y se da esta noticia con permiso y acuerdo del Su-perior Gobierno.

" E n el cuarto de la nieve ó Nevería, se servirán al público y á pre-cios económicos, nieve y fiambres."

CAPITULO VIII

1787—179©

E l fallecimiento del insigne protector y reglamentador del Coliseo de México, D. Bernardo de Gálvez, Conde de Gálvez, suspendió ó in-ter rumpió la marcha de sus mejoras; éstas fueron nulas durante la breve administración de su sucesor D. Alonso Núfiez de H a r o y Pe-ralta, Arzobispo de México, digno prelado á quien hubo que agrade-cer las solemnes exequias que celebró en honra del dicho Conde de Gálvez al trasladar con gran pompa á la Iglesia de San Fernando los restos del ilustre Virrey que por su liberalidad y bril lantes dotes per-sonales supo captarse las voluntades de sus gobernados.

Haro y Peralta, en 17 de Agosto de 1787 entregó el mando al Te-niente General D. Manuel Antonio Flores. Es te dedicó principal-mente su atención al arreglo del ejército y progreso del arte de la Minería, y no hizo gran cosa por el Teatro , si bien no lo vió tampoco con indiferencia. Para captarse su voluntad, el Asentista y la com-pañía dispusieron en 22 de Mayo de 1788, y para celebrar los días del Virrey una solemnísima función que dió principio con u n a Loa feli-citando á S. E- Esa Loa, la nueva tragedia " E a E l m i r a , " y un en-tremés segunda par te de Los Aba/es locos, " f u e r o n dispuestos, di-" c e La Gaceta, en obsequio del Virrey, por D. J u a n Pisón y Vargas , ' ' cuyo ingenio es bien conocido por otras piezas que ha publicado en " E u r o p a , y desde luego llenó con las presentes la espectación del nu-" m e r o s o concurso que las presenció, puesto que el Adminis trador " d e l Coliseo se vió en la precisión de repetirlas el siguiente Domin-" g o , para complacer á los muchos que quedaron sin verlas aquella " n o c h e . "

Con más ó menos irregularidad por razón de lutos, novenarios y una que otra causa de entorpecimiento, continuáronse dando en las sema-nas sin fiestas cuatro comedias ordinarias y una supernumerar ia los domingos, lunes, martes, jueves y viernes y no los miércoles y sábados por ser aquel día de correo y el segundo m u y ocupado para la gente

de oficio ó artesana y dedicado por la sociedad más dist inguida á re-ligiosas prácticas en los Santuarios de Guadalupe, la Piedad y los Angeles. Así, pues, en miércoles ó sábados, sólo si eran festivos, ha-bía función de comedia. Nuevo golpe recibieron éstas con el falleci-miento del gran Carlos Tercero, ocurrido el 14 de Diciembre de 1788, pues si sucesos semejantes eran siempre motivo de duelo para el Reino español y sus colonias, más había de serlo en el caso éste, pues España y sus Indias perdían un verdaderamente ilustre é insigne mo-narca.

Cuando el t rastorno en esta causa originado húbose apaciguado un tanto, el Subteniente de Milicias Provinciales de Tolucá, D. Ma-nuel Lozano, que protegido por ricos capitalistas había vuelto á ha-cerse cargo de la Dirección del Coliseo, comenzó á reorganizar las cosas para la temporada de 1789. E n la anterior había, como desde nueve años á esa fecha, seguido con aplauso público en el puesto de primera Dama, Antonia de San Mart ín; pero á lo que parece llevóse mal con sus compañeras Josefa y Bárbara González, actrices conoci-das por las Habaneras, que dícese no pudieron aguanta r el genio altivo é intrépido de la Antonia . Es ta , ocho días después de las Car-nestolendas de 1789, al ser preguntada por Lozano si estaría dispues-ta á continuar en su Compaiiía, contestó que sólo se avendría á ello si Lozano aceptaba las tres siguientes condiciones: primera, que 110 habían de continuar en el cuadro Josefa y Bárbara González; segun-da, que no había de hacer escritura, quedando á su arbitrio salirse cuando quisiera; y tercera, que aunque 110 hiciese comedias supernu-merarias, se le había de satisfacer una en cada semana.

Lozano encontró inconvenientes y gravosas estas condiciones, y, desentendiéndose de la Antonia, contrató á Josefa González con mil ochocientos pesos, sueldo de primera, y á su hermana Bárbara como segunda. E n cuanto la Antonia lo supo ocurrió al Virrey D. Antonio Flores, pidiéndole que Lozano no la excluyese, y como la bella y re-voltosa actriz gaditana tenía buenos apoyos é influencias, pasado el ocurso al Asesor Valenzuela, éste opinó porque se contratase á la San Martín y que la Habanera y su hermana, siguiesen en los mis-mos términos que en el año anterior habían estado, y el Virrey acordó al margen como parece al Asesor. Así se les notificó á ' todos los inte-resados, el día 4 de Abril .

Al siguiente, Bárbara González expuso debidamente y en forma, " q u e hallándose bastante enferma y resuelta por esta causa á dejar el Teatro y quitarse para siempre de ser cómica, destino á que su in-feliz suerte la había conducido, muy contrario á su genio, índole y nacimiento, estaba determinada á no seguir en él, pues el ejercicio la conduciría precisamente al sepulcro, con perjuicio suyo y de sus cuatro hijos, que siendo todos pequeños, no tenían más amparo que

el suyo. Expon ía también que á pesar de su repugnancia, había ce-dido á las súplicas de Lozano para continuar en el Teat ro , seducida por la oferta del sueldo de Primera Dama; pero desde el momento en que el Decreto de 4 de Abril le qui taba ese sueldo para dárselo á la Antonia, pedía y suplicaba se le permitiese dar por nula su contrata y retirarse del dicho ejercicio de cómica que la aniquilaba y destruía de alma y cue rpo . "

Opinó el Asesor, que "s i bien los términos modestos y persuasivos del ocurso de Bárbara González parecían convencer de su justicia, n o dejaba por ello de haber motivo fundado para creer que fuere su pro-ducción un efecto de sentimiento, paliado con el pre tex to de mejorar de vida. Pero que siendo ello un asunto de conciencia, opinaba por-que se le concediese su separación, apercibiéndola con cinco arios de Recogidas en la Casa de esta Corte, si se verifica que en cualquiera de los pueblos de este Reino se la encuentra representando, sea con el papel ó pretexto que fuere:'' E l terrible Asesor continuaba dicien-do así: " Y para coadyuvar V. E . á que no se destruya ni aniqui le su alma como expone en su citado Escrito, mandará igualmente, sien-do de su superior aprobación, que el señor Juez de Providencia ó cualquiera de los de esta Ciudad á quien toque el Cuartel donde ha-bite la citada Bárbara, cuide m u y part icularmente de la vida que ésta guarde, tratos y comunicaciones que tenga , prohibiéndole las que puedan ser sospechosas, y castigándole las que traigan algún escán-dalo si acaso hubiere alguna de éstas, dando cuenta de todo á V. E . Ult imamente, se hará saber á la citada Bárbara que no pueda mudar-se á otra casa a lguna ni salir de esta Ciudad para otro pueblo, sin pre-via licencia del Superior Gobierno, apercibida con dos años de Reco-gidas por cualquiera t ransgres ión ." Casi á la vez que esto aconseja-ba el Asesor Valenzuela, disponía que Josefa González fuese puesta ocho días en la cárcel si se obstinaba en n o hacer el papel que el Asentista Lozano habiále repart ido.

Ambas hermanas dieron sus poderes á D. Francisco Antonio Bus-tamante y D. Mariano Pérez de Tagle , para que á su nombre agita-taran sus derechos contra el Asentista, obligándole á cumplirles el contrato hecho con ellas antes de que se le ordenase escriturar á la San Mart ín, ó darles un premio por el perjuicio que de no cumplírse-les se les haría. Por for tuna para ellas, en 19 de Octubre del mismo año de 1789, D. J u a n Vicente de G ü e m e s y Pacheco, Conde de Revi-lla Gigedo, recibió de su antecesor Flores el mando supremo, y el terrible Asesor Valenzuela dejó de conocer en este asunto . Revilla Gigedo, segundo Virrey de este nombre, se humanizó con las dos des-venturadas hermanas y ordenó que se le levantase á Bárbara la cua-si proscripción fulminada por Valenzuela, dejándola en libertad para ret i rarse del Tea t ro ó seguir en él, y mandó que á Josefa se le pa-

gase una indemnización que Lozano hubo de transar en doscientos pe-sos, de los cuales la interesada dió recibo en 10 de Diciembre del cita-do 1789.

Desde el momento en que el gran Revilla Gigedo húbose hecho car-go del Gobierno, diéronse pasos para mejorar el espectáculo cómico que había vuelto á caer en suma postración, al grado de que uno de los solicitantes á su arrendamiento decía en su ocurso: "Deseando que la amena diversión del Coliseo sea agradable al público, y no sufra por más tiempo la molestia é indisplicencia que notoriamente le ocasiona el modo y término en que se está manejando en el día, t an to que los más de los espectadores concurren á ella por defecto de otra diversión y se jun tan en la casa de Comedias, no á gustar de éstas por lo mal que las representan, sino más bien á conversar unos amigos con otros, he formado el plan que me ha parecido más á propósito á establecer una diversión completa y agradable y lo presento con toda veneración á V. E . para si mereciese su superior aprobación. "

El firmante de esta solicitud lo fué D. Ramón Blasio, Subteniente retirado de la Compañía de Granaderos del Regimiento de Infantería Española del Príncipe de Asturias, y Alcalde del Cuartel número 31, quien decía así: Prometo llenar enteramente el gusto público, dando una diversión completa que imite de a lgún modo la de los Teatros de la Europa en cuanto posible sea, y para ello propongo mi plano, que es el siguiente:—Dar al público comedias de gusto y al propósito al estado en que se halla el ramo de cómicos, y poner los mejores aun-que estén ausentes; las comedias serán de Calderón y Moreto y los mejores autores; pondré los mejores bailarines, y los Domingos haré una comedia de todo gusto, con una tonadilla buena, unas seguidillas en el primer intermedio, y en el segundo una zarzuela ó saínete y un Baile grande, bien entendido que variará la diversión para no dar lo mismo unas semanas que otras. Lunes, comedia de capa y espada, á medida del gusto del país; una petipieza-, tonadilla en el primer inter-medio, y en el segundo saínete y seguidillas. Martes, ídem. Miércoles, tres petipiezas, una tonadilla, dos seguidillas, dos saínetes y dos bailes cortos. Jueves, comedia grande, tonadilla, seguidilla, baile bueno, saínete y más seguidillas. Viernes, comedia decapa y espada, entre-més bueno, seguidillas, saínete y más seguidillas. Sábado, una peti-pieza, dos entremeses buenos, dos tonadillas, un sainete y dos bailes cortos.

" Todos los cómicos saldrán bien vestidos y con la mayor decencia, entrando y saliendo en su lugar, sin que se vean los desfigures que hasta el día se ven. Las t ramoyas bien ejecutadas; los apuntadores que no se perciban; que todos sepan sus papeles; que la música sea buena; que el a lumbrado sea mejor que el que está, y que la voz no se pierda tanto para que se oiga de todas partes.

" Y si se me ha de dejar el teatro por todo el quinquenio próximo, me comprometo á traer y hacer venir de Europa los cómicos y cómicas, cantores y cantoras que se pueda enganchar allí, como asimismo mú-sica, saínetes, seguidillas, comedias y demás cosas propias para el mejor cumplimiento y diversión, como también un compositor y maes-tros de teatro en todas facultades.

" Y en vir tud de estar la casa del Tea t ro en una disposición fatal, pues la mayor parte de los cuartos no tienen la vista correspondiente, y que por más que se haga 110 se le puede dar tornavoz, el Hospi tal hará las reformas necesarias.

' ' Siendo un país tan escaso en diversiones, y teniendo presente que los Señores y Señoras son muy aficionados á bailes, y que éstos no los t ienen por las incomodidades que traen consigo, con el Superior permiso podré correr el tablado hasta el Mosquete y hacer bailes en cualquier t iempo y también en Carnaval de Máscaras, al uso de Europa, para cuyo fin dispondré la casa en términos que no pueda haber discordias, y con el mayor celo prometo evitar picardías en los escondrijos. Asimismo disponer tengan refrescos y cenas con unos precios cómodos.—México, 18 de Enero de 1790.—Firmado, Ra-món Blas io . "

Este quizás muy ex t raño Memorial no dió resul tado á su autor , en primer lugar , por haber pedido que se le eximiese de la fianza que exigía el Hospital , y en segundo, porque parecieron más prácticas y formales las proposiciones de Gerónimo Marani, en cuyo favor cedió D. Manuel Eozano todos sus derechos, quedando por asentista y di-rector del Coliseo para la temporada de Pascua de Resurrección de 1790.

Ea Compañía quedó formada así: D E R E P R E S E N T A D O : Pr imera Dama, Antonia de San Mart ín: Segunda dama, Ger t rudis Fernández Solís: Primera graciosa y Sobresalienta, Josefa González: Segunda graciosa, Teresa de Acosta: Quinta Dama, sirviendo también de Can-tarína, Ana Espíndola: Pr imer Galán, Jus to Guevara : Segundo, Mi-guel Zendejas: Tercero, Nicolás Jaime: Cuarto, Miguel Meneses ( el Chico')-. Quinto, José María Viveros: Sexto, Miguel Ayala: Séptimo y Vejete, Mariano Rosuela: Octavo, y Encargado del Guarda- ropa , José Francisco Morales: Primer Barba, José Domingo Rosales: Se-gundo, José Antonio Zorrilla: Primer Gracioso, J u a n Moreno: Segun-do y sainetero, José Fragoso: Primer Apuntador , Francisco Inzau-rraga: Otro, Francisco Javier Mart iarena: Otro, Miguel Meneses ( e l Grande.)

D E C A N T A D O : Pr imera Cantarína, Felipa Mercado: Segunda, Ma-ría Martínez: Tercera, Micaela Méndez: Pr imer Sainetero, Sebastián Guzmán: Segundo, Juan Puerto: Tercero, Mariano Arízar.

D E M Ú S I C A : Primer violín, Manuel Delgado: Segundo y Maestro,

José Aldana: Tercero, José María Delgado: Cuarto, Francisco Del-gado: Viola, Mariano Flores: Otra, Gabriel Martínez: Bajo, Juan Muñoz: Contrabajo, Rafael Domínguez: Pr imer Oboe, Euis Brosat: Primera Trompa, Nicolás Mora: Segunda, Manuel Correa: Primera Flauta, Pablo Buisem: Segundos Maestros, Juan Ignacio Cabrera y Francisco Ceballos.

D E B A I L E : Primera Bailarina, Teresa Marani: Otra, Juana su hi ja : Primer Bailarín, Gerónimo Marani: Otro, Juan su hijo: Otro, José Sabella Morali: Otros, José María Morales, José Ibarra, José Joaquín Rivera: Bailarinas, Ana Zendejas, María Pacheco, Gertrudis Sánchez y María Antonia hija de Marani.

S E R V I C I O D E L T E A T R O : Administrador, Miguel Meneses: Carpin-tero, Juan de Zúñiga: Peluquero, Rafael Gómez: Portero, Ignacio Vega: Mozo de Guarda-ropa , José Tenorio: Id. de Cuartos, Mariano el largo: Id . de luces, José Lino Zúñiga: Guarda-Casa , José Dimas: Pintor, Francisco Bravo.

" N O T A S . Al Peluquero se le paga su honorario al respecto de doce reales cada baile. Anter iormente se pagaba por cada individuo; ahora se ha arreglado como queda dicho, para que sirva á la Compa-ñía de Bailarines.

" M a r a n i , s u familia y Morali no t ienen salario, porque siendo el primero en quien se traspasó el Teatro , deben ser suyas las utilidades ó pérdidas que resulten, y componerse con los demás individuos que no tienen asignación.

" L a Compañía del Tea t ro excede en la presente temporada á la úl-tima anterior en veinte individuos; dos de representado, dos de can-tado, dos de música, doce de baile y dos de servicio, teniendo un to-tal de sesenta en 1790, cuando sólo fué de cuarenta en 1789.

" A n t e s se hacían bailes, pero sólo en los días grandes, y ahora se repiten lo menos dos veces cada semana, con cuyo fin hay Compañía formal de esta clase.

" L o s gastos son: Salarios de la Compañía, veinticuatro mil nove-cientos veintiséis pesos: Arrendamiento del Teatro, ocho mil dos-cientos veinticinco pesos: Id . de la Escoleta, doscientos ochenta y ocho pesos: Porteros y cobradores, mil cuatrocientos veinticinco pe-sos: Alumbrado, á cinco pesos diarios, mil doscientos veinticinco pesos: Comedias sepernumerarias, setecientos ochenta y seis pesos: Gastos menudos de la Papeleta diaria, cuatro mil cuatrocientos no-venta y siete pesos: Total de gastos, cuarenta y un mil trescientos se-tenta y dos pesos ."

He aquí, ahora, cómo era juzgada la Compañía en un papel manus-crito que su autor inti tuló: "Quere l l a contra el estado del Coliseo, representada la acción popular por un Hermano de la Cofradía del Recato."

! > " Si el Derecho popular con que puedo presentarme da derecho de quejarme sin decretar no ha lugar, nadie podrá fulminar que vulnero la just icia, que produzco con malicia, que no digo la verdad, que hablo con temeridad y demando una injust icia.

" Un mes há que está burlado el público que hace forma, y el infeliz se conforma con haberse querellado; mas ya desesperanzado, desesperado el deseo, cuando jugue te le veo de la mofa y la irrisión, quiere en esta petición quejarse del Coliseo.

" Por fuerza quieren que guste del Güero los aullidos, de Nicolás los berridos, y de Tules el embuste: y aunque á la vista no ajuste su infelice, tibia llama, quiere, quien así lo t rama, con novedad bien ex t raña , que represente una araña papel de primera Dama.

' ' ¿En qué pensamiento impropio cupo hacer Sobresaliente un pigmeo á quien la gente observa por microscopio ? E l más largo telescopio no dis t ingue su figura y sólo por conjetura de aquellas dos charreteras tan ext rañas y primeras, se le infiere la estatura.

' ' Por graciosa quien sin gracia desde su natal salió, el buen gusto la eligió porque en errar no se sacia.

Agrégase á su desgracia para dar más al t ravés la figura que la ves de una pandorga sin cola, una albóndiga, una bola, un tonel que anda en dos pies.

' ' Por cualquiera verso trepa la gentil Dama segunda, y en no medirlo se funda la gracia de nuestra Pepa: acciona como que increpa, y todo afecto revoca, hace como que provoca, y cuando quiere ostentar, lleva para pronunciar de estopa llena la boca.

" Vuelvo al Güero á definir: gran traza de facistol, poca luz, mucho farol que nunca podrá lucir: no escucha para decir, acciona siempre á puñadas, ajusta el verso á patadas y lucen sus perfecciones sólo en Las cuatro Naciones, y escenas afrancesadas.

' ' Si Nicolás se fundiera quizás consiguiese, acaso, que en su boca cualquier paso no fuese como escalera: mas porque gracia tuviera la excita en gri tos atroces, y con sus versos veloces, con destemple y menos tino, ni acciona, ni dice fino, y sólo sabe dar voces.

" Zendejas, que es lo mejor, y lo llega á confesar sin que lo pueda negar el más necio espectador, irá de mal en peor porque estímulo no t iene ni sobresalir previene, porque cuando más consiga

B. H . T . - T . I . — 1 1

puede ser que se le d iga que en las tablas no conviene.

" Rosales se va secando de ver la esterilidad de t an ta bestialidad en el Tea t ro pastando: suele, sí, de cuando en cuando estar torpe en su papel , pero finalmente, él desempeña en sus afectos los infinitos defectos de su compañía infiel.

" Moreno es un presuntuoso gracioso de patara ta , que sólo de saber t ra ta tejer paños de rebozo: él hace un fatal destrozo con que á su papel da fin; hace muecas de Arlequín y en desacato cruel, Los Amantes de Teruel agracia con el bacín.

" Los Meueses buenas pescas son, y serán padre é hijo: que desertaron, colijo, de algunas sombras chinescas: para hacer cosas burlescas es figura de ajedrez, y si hace locos tal vez es su numen enfandoso, tan neciamente gracioso como fué El tiesto de Inés.

" Y la otra pobre infeliz que hace segunda graciosa con el grado de mocosa, tiene honores de lombriz; canta con tanto desliz que no es fácil concebir si entona para aburr ir , pues con términos ingratos, es su estilo como gatos que están á medio morir.

" La estética cantarína cuya voz por cerbatana

al compositor J u a n Rana le diera de oiría mohina, con cualquiera chilindrina vieja y de ant igua invención, cumple con la obligación de cantar en Tonadil la á modo de seguidilla a lguná lamentación.

" A q u e l hombre de cartón con los ojos de empachado, con traza de garrotado, y sin estilos de Anfión, pone toda su atención en el estilo pomposo de Majo muy relumbroso, y con esta patarata se nos da en jarra de plata la peor agua de pozo.

" A fe que se me olvidaba hablar de la Carpintera; canta bien, y más luciera, pero t iene a lgo de pava: mas por ella se pasaba á ésta; pasando á la Gata, también es su voz muy grata, música de profesión, de buena disposición, mas de vista muy ingrata .

" E l vejete . . . ¡qué animal! y el Barba segundo, infiero que es algo más que cabrero y de voz irracional. La comparsa es bien igual al resto de compañía, porque no se encontraría si con candil los buscaran, n i mas léperos se hal laran en la mejor pulquería.

" D i r á n , como si lo oyera, quién me mete á criticar y me pone á censurar como si de ello entendiera. Mas si el que dice supiera saber lo que no entendió

conociera lo que yo, motroco, que aunque se tapa, ba jo de mi pobre capa buen bebedor se encubrió.

' ' La malicia sospechosa que oculta su ceremonia, que soy parcial de la Antonia inferirá venenosa; y de sátira injuriosa t ra tará todo mi estilo. Pero de la audacia el filo nunca me podrá cortar lo que no puede sacar por la hebra de su hilo.

' ' Diré si se me pregunta , que la posesión teatral tiene Antonia bien cabal, proporcionalmente j un t a . Versos al caso, que apunta , tiene afectos con finura, sabe decir con mestura, acciona regularmente, el estilo es bien decente, y admirable su locura.

" S i acaso algún calzonudo, que con damas no me meto, saca la cara indiscreto si acaso sacarla pudo, traiga consigo el escudo que labra la ingenuidad, y armado de integridad destierre la adulación, y verá la conclusión que le hace la verdad.

" N o me mezclen con los Jueces, n i enreden con Asentista, porque ni soy embrollista ni ejerzo yo tales veces. Si por saberlo pereces, sabe que soy hombre honrado, y que soy Apoderado que cumpliendo con mi parte , con estilo, modo y arte, me tengo por presentado.

" D i g a el Juez lo que quisiere, y al conjuez le dé la gana, que yo á la pata la llana diré lo que verdad fuere. Y si acaso se sintiere alguno, que no lo creo, sígame causa por reo, sentenciando con destreza destinarme á la Profesa por no ver el Coliseo.

' ' Me dirán que sin deslices, recatando mis horrores, t ra té de buscar Actores y solicitar Actrices. Pero me da en las narices que si digo lo que infiero me tendrán por un grosero: y yo, para más no errar, diré que pueden cerrar y ahorrarnos nuestro d inero . "

CAPITULO IX

179©

Con el fin de que en los espectáculos del Coliseo, hubiese el ma-yor decoro posible por la buena elección de las obras que se repre-sentasen, el Conde de Re villa Gigedohizo en la persona de D. Cosme de Mier y Trespalacios, del Consejo de Su Majestad y su Oidor en la Real Audiencia, especial nombramiento para Juez del Teatro de Comedias, y á la vez designó por su ilustración, luces y experiencia, al Padre D. Ramón Fernández del Rincón, para censor de las pie-zas, que debían serle presentadas para su examen, un mes antes de ser puestas en escena.

Procurando vengo ser lo más breve posible en este mi relato, que mucho podría extender si hubiere de dar salida al cúmulo de mis apuntes y documentos; mas, habrá de permitírseme aquí dar com-pleta razón de cómo se ejercía en la Nueva España esa previa censu-ra, insertando algunos de los más notables juicios producidos por el

conociera lo que yo, motroco, que aunque se tapa, ba jo de mi pobre capa buen bebedor se encubrió.

' ' La malicia sospechosa que oculta su ceremonia, que soy parcial de la Antonia inferirá venenosa; y de sátira injuriosa t ra tará todo mi estilo. Pero de la audacia el filo nunca me podrá cortar lo que no puede sacar por la hebra de su hilo.

' ' Diré si se me pregunta , que la posesión teatral tiene Antonia bien cabal, proporcionalmente j un t a . Versos al caso, que apunta , tiene afectos con finura, sabe decir con mestura, acciona regularmente, el estilo es bien decente, y admirable su locura.

" S i acaso algún calzonudo, que con damas no me meto, saca la cara indiscreto si acaso sacarla pudo, traiga consigo el escudo que labra la ingenuidad, y armado de integridad destierre la adulación, y verá la conclusión que le hace la verdad.

" N o me mezclen con los Jueces, n i enreden con Asentista, porque ni soy embrollista ni ejerzo yo tales veces. Si por saberlo pereces, sabe que soy hombre honrado, y que soy Apoderado que cumpliendo con mi parte , con estilo, modo y arte, me tengo por presentado.

" D i g a el Juez lo que quisiere, y al conjuez le dé la gana, que yo á la pata la llana diré lo que verdad fuere. Y si acaso se sintiere alguno, que no lo creo, sígame causa por reo, sentenciando con destreza destinarme á la Profesa por no ver el Coliseo.

' ' Me dirán que sin deslices, recatando mis horrores, t ra té de buscar Actores y solicitar Actrices. Pero me da en las narices que si digo lo que infiero me tendrán por un grosero: y yo, para más no errar, diré que pueden cerrar y ahorrarnos nuestro d inero . "

CAPITULO IX

179©

Con el fin de que en los espectáculos del Coliseo, hubiese el ma-yor decoro posible por la buena elección de las obras que se repre-sentasen, el Conde de Re villa Gigedohizo en la persona de D. Cosme de Mier y Trespalacios, del Consejo de Su Majestad y su Oidor en la Real Audiencia, especial nombramiento para Juez del Teatro de Comedias, y á la vez designó por su ilustración, luces y experiencia, al Padre D. Ramón Fernández del Rincón, para censor de las pie-zas, que debían serle presentadas para su examen, un mes antes de ser puestas en escena.

Procurando vengo ser lo más breve posible en este mi relato, que mucho podría extender si hubiere de dar salida al cúmulo de mis apuntes y documentos; mas, habrá de permitírseme aquí dar com-pleta razón de cómo se ejercía en la Nueva España esa previa censu-ra, insertando algunos de los más notables juicios producidos por el

dicho Padre D. Ramón Fernández del Rincón en el año de 1790. H e aquí varios de ellos:

" La comedia inti tulada El más honrado más loco, que manuscrita se me ha traído para su revisión, es un fár rago monstruoso en que se falta á todas las reglas del Arte . E n la primera jo rnada se ven dos acciones bien considerables por su extensión, de las cuales una pasa en Nápoles y otra en el Reino de Aragón. E n la segunda aparece el personaje principal que habiendo estado en la primera en Nápoles, vuelve después de un viaje de mar y de una larga campaña, á v e r lo que pasa en su casa ; y aquí también se introduce un largo coloquio entre dos graciosos, el más insípido é inconducente que se puede ima-ginar. En la tercera, ya no sé lo que se dice, porque falta la pacien-cia para leerla, y porque basta haber registrado las dos anteriores, para conocer que toda la pieza es un agregado de inepcias y boberías indignas de la atención de cualquiera hombre que haya uso de razón. —Es cierto que en las producciones de Calderón, Moreto, Solís, Can-damo y demás poetas cómicos acreditados, y principalmente en las Tragedias y Comedias Heroicas, se ven violadas las reglas de la uni-dad y se experimentan otras i r regular idades; pero la fluidez y na-turalidad del metro, la hermosura de los pensamientos, la gravedad de muchas sentencias oportunas, el feliz encadenamiento de algunos lances y otros varios pormenores, hacen tolerables los demás defec-tos y aun los esconden á los ojos de los poco inteligentes. Pero en la pieza en cuestión, nada hay que no choque y que no ofenda al sen-tido común, porque á más de que, como va dicho, no se observan las leyes esenciales del Drama, la versificación es forzada, los conceptos son viles y chavacanos, las expresiones vagas y a lgunas impías é irre-ligiosas, las bufonadas insulsas y groseras, y todo ello un cúmulo de desatinos. Por lo cual soy de sentir que Vuestra Señoría debe man-dar que la dicha comedia int i tulada El más honrado más loco, sea para siempre proscrita y desterrada del Teat ro , y que en consecuencia se re-coja del Asentista y se rompa.—México , Abril i o d e 1790 .—Rincón."

No salió mejor librada la que fué objeto del siguiente parecer: "S i endo la intención del E x m o . Sr. Virrey, el que en el Tea t ro de esta ciudad se representen piezas dignas de la atención de un con-curso civilizado, en que hay muchos individuos que, por su fina edu-cación y por un discreto uso del mundo, saben juzgar rectamente de los espectáculos que se les ofrecen, no me parece conveniente que se ejecute la comedia intitulada, Astucias por heredar un sobrino á un Tío, por varios defectos de que adolece. No es el mayor la inverosi-militud de que los sucesos de la acción pasaron en el espacio de dos horas y media, cuando en este término apenas se pueden leer pasan-do la vista rápidamente. Este , como digo, 110 es defecto tan grande que no se pueda remediar, pues con poner que k) actuado entre los

personajes, duró un día ó poco menos, ya se hacía verosímil y se ve-rificaba la unidad de tiempo. H a y otros yerros más chocantes y más irremediables. E l primero es la insolencia con que la criada Luisa trata á su Amo D. Lucas, cargándolo de improperios y dicharachos los más injuriosos, y, á consecuencia, los más repugnantes á una bue-na razón, pues no se puede concebir que haya Amo tan flemático que sufra sin alteración un nublado de baldones, y criada tan im-prudente que se atreva á proferirlos sin motivo personal, y más cuan-do, como ella dice, espera que D. Lucas le gratif ique sus servicios con un cuantioso legado.— E l segundo es el grosero artificio con que el criado Crispín in tenta que D. Lucas le tenga por su sobrino, vistién-dose para esto de mujer , pues por más tocas y faldas que se pusiera, la voz, las barbas, puesto que se figura hombre provecto y viudo, lo abultado de los miembros y lo tosco de las facciones, habían de ha-cer traición al disfraz y descubrir el embuste, no digo á D. Lucas que lo veía en pleno día, sino á un ciego con sólo que lo oyera y palpa-ra.—El tercero es el otro embeleco, con que el mismo Crispín quiere engañar á los Escribanos ante quienes otorga el testamento. ¿Cómo es posible que unos Notarios de Madrid, al oir la voz entera de un hombre sano, se persuadieran que hablaba un viejo caduco, enfer-mo, y próximo á morir ? ¿ Y cómo es posible que teniendo bastante luz para escribir, no la tuvieran para ver que el testador que se de-cía D. Lucas, era el mismo criado que había ido á llamarlos? Seme-jantes farsas sólo pueden pasar en los entremeses, en que el empeño de hacer reír, lleva la ridiculez hasta el exceso, pero no son tolera-bles en la comedia, que, por su esencia, es una imitación de las ac-ciones humanas. — Lo cuarto es la discrepancia que se advierte en-tre el testamento y su copia: el original se dictó en verso y el testi-monio salió en prosa, y prosa muy mal forjada, con lo que se faltó á la constancia que según el arte debe haber en las palabras, del mismo modo que en las costumbres. — Lo quinto es la primera escena de la jornada segunda, en que Lucía refiere á Crispín el casamiento de D. Lucas, la determinación que tiene de hacer testamento, el here-dero que quiere insti tuir , y los legados que ha de dejar á sus dos so-brinos, todo lo cual ha pasado ya en la primera jornada, y con su repetición se da á los espectadores la molestia de que oigan dos veces una misma cosa, fal tando en esto á uno de los más importantes pre-ceptos.— E l sexto es la introducción del Boticario, en la segunda jornada. Es te es un personaje totalmente ocioso, porque no sirve pa-ra entablar la acción ni para conducirla y terminarla, y sólo compa-rece á invectivar á D . Lucas, á declamar contra los médicos y á ha-blar palabras asquerosas; y así, este actor es para la comedia lo que un parche de la botica para un cuerpo humano, que aunque lo abulta, lo deforma y afea. E l séptimo es el embolismo y confusión de lu-

gares que se observa en la tercera jornada. Al fin de la tercera esce-na dice D. Pedro que va á la casa de P? Teresa, á ocultar unos va-lores que ha extraído de entre los papeles de su Tío , y retirándose deja á los dos criados hablando entre sí: éstos también se retiran y comienza la escena cuarta, en que salen P . Pedro, P ? Teresa y su hija, t ra tando ya de la ocultación de los valores, con lo que se con-vence que los tres están en la casa de P? Teresa, á donde P . Pedro dijo que iba á diligenciar este negocio; permaneciendo aún en el si-tio, sigue la escena quinta , apareciendo Crispín y diciendo que lle-ga á l a sala P . Lucas, quien de facto se presenta y cont inúa en el puesto hasta el fin de la pieza. Aquí salta la reflexión, de que si la sala á que, según el aviso de Crispín, llega P . Lucas, es en la casa de P ? Teresa, se comete una inverosimilitud de marca, porque es increíble que un viejo moribundo que acaba de padecer un profundo paroxis-mo, pueda salir á la calle y andar alguna distancia: y si es la casa de P . Lucas ¿cómo estaban allí P ? Teresa y su hi ja al t iempo de sa-lir Crispín á darle el aviso, cuando no hay algún antecedente por donde inferir que estas Actrices habían vuelto á ella, cuando las dos y P . Pedro hablaban de la ocultación de los valores, cosa que según el mismo P . Pedro se había de hacer en la casa de D:> Teresa y no en la de su Tío, de la cual se salió para este efecto? Es te es un em-brollo confusísimo que echaría á perder la composición mejor traba-jada . Todos estos defectos son muy visibles, y como por otro lado no se encuentren algunos primores, pues en la comedia no se observa ni pureza de lenguaje, ni dulzura de metro, ni brillantez de concep-tos, n i oportunidad en su acción, ni otro méri to recomendable, soy de sentir que V. S. debe negar la licencia para que se represente la comedia Astucias para heredar un sobrino á un Tío, y mandar que se devuelva á su dueño, para que si quiere la corrija y enmiende . "

El acuerdo del Juez de Teatros, recaído sobre esta censura, dice: " Hágase saber al Empresario reforme por sí ó por el Autor de esta pieza, los defectos é impropiedades notadas, y verificado esto, trái-gase nuevamente para deliberar de su representación según con-v e n g a . "

Para representarse en Maj'o, señaláronse en la lista que se remitió al censor, las siguientes comedias: Majencioy Constantino, No siem-pre lo peor es cierto, No hay contra un padre razón, El Villano del Da-nubio, Los Aspides de Cleopatra, El mayor monstruo los celos, La escla-va del Negro Ponto, Troya abrasada, La Andrómaca, El Defensor de su agravio, La más constante mujer, Los esclavos de su esclava, El escondido y la tapada, El Elector de Sajonia, El Católico Recaredo, La Niteti, Lucinda y Velardo, Fingir y amar, y El Conde de Saldaña.

La censura del P . Rincón fué la que sigue: " Y a que no tenemos suficiente provisión de buenas comedias, para convertir el Teatro en

una divertida Escuela de vir tudes privadas y sociales, á lo menos no se deben ofrecer al Público aquellas piezas monstruosas que sin me-jorar las costumbres, sólo sirven de estragar el gusto y hacer el abu-so más dominante . Según esta máxima que á mí me parece que debe seguirse en la necesidad en que nos hallamos, he registrado las co-medias contenidas en la lista de la vuelta, y hallo que debe deste-rrarse desde ahora y para siempre, la int i tulada Lucinda y Velardo: éste es un historión fuera de todas las reglas, en que no se reconoce ni disposición, ni verosimilitud, n i metro, ni el menor agrado. E n la primera Jornada aparecen en España unos moros expugnando á Valen-cia, y en la misma jo rnada se ven de vuelta en Constantinopla, pre-sentando al Gran Señor unos cautivos. E n la segunda se presenta la Princesa del Imperio Otomano soñando y viendo visiones, como si fuera Profetisa. E n la tercera, esta misma y su Amante , que hace de cathequista, padecen martir io por la Fe, y bajan los ángeles con pal-mas y coronas á aplaudir su tr iunfo, por cuyo capítulo es también digna de repelerse, por ser contra la orden de Su Majestad, que pro-hibe la representación de materias sagradas como es el Martir io.— En la misma turquesa está vaciada la comedia de Los esclavos de su esclava; aquí también hay apariciones del Cielo, conversión de Mora, un muerto que viene del otro mundo á libertar á unos prisioneros, y otras cosas de este jaez. Y lo más admirable es que la primera Jor-nada comienza en Argel y sigue ei^ España ; la segunda pasa en Es-paña, y la tercera, par te en Argel y par te en España , y si hubiera cuarta Jornada , el poeta la hubiera hecho pasar en el Cayro, en Ton-quín, ó en otro país más l e j a n o . — A u n q u e la comedia Lograr el ma-yor imperio por un feliz desengaño, acepta entre sus Actores á Santa Elena, y en la tercera jornada ó acto, como le llama el poeta, hay u n a disertación sobre la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, y se tocan otros puntos de Religión, sin embargo, me parece que puede permitirse su representación, según el estado en que la han dejado el Apuntador ó el Empresario, señalando con unas líneas mar-ginales todo lo que se debe suprimir , pues con esta limitación es m u y poco lo que le queda de sagrado, y, por otro lado, Santa Elena sólo interviene como una matrona piadosa y respetable.—La tragicomedia Troya abrasada, aunque no contiene cosa sagrada, sí contiene el gran desatino de querer reducir al t iempo que debe durar una acción tea-tral, una guerra que duró diez años, y no es razón que se entretenga al público con semejantes boberías.— Por lo cual soy de sentir que V. S. debe negar licencia para que se representen las referidas come-dias de Lucinda, de los Esclavos y de Troya, y concederla para que se representen las demás.

" L a s comedias int i tuladas Las Roncalesas, El Dómine Lucas y Un hijo de cuatro padres y de tres madres, con que el Asentista quiere

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reemplazar en este Mayo las tres que se le repelieron, se pueden eje-cutar con tal de que en la representación de la úl t ima, se observen las testaduras y correcciones que le he puesto para honestar algunas expresiones poco decentes . ' '

H e ahora el dictamen del Padre censor á la comedia Pueblo Feliz: " Los mejores caracteres, son el del Aba te y el del Boticario santu-rrón, y también son los más propios de la comedia, cuyo objeto es imitar las acciones ridiculas de las personas de mediana condición, para corregirlas con la fisga: Ridendo castigat mores. E n lo demás, la pieza t iene muchas cosas buenas; sólo me parece que la acción principal no está completa, porque consistiendo en el gobierno del Corregidor, nos quedamos sin saber si este Magistrado consiguió la prórroga de su Oficio, ó si pasó á servir su plaza de Oidor, y á con-secuencia nos quedamos con el deseo de saber si continuó la felici-dad del Pueblo, ó se acabó con la ida del Bienhechor .—Es calidad que el Boticario no salga con hábi to exterior de Tercero, porque a u n q u e de él han abusado muchos picarones, siempre es t ra je de pe-nitencia, por lo cual y porque no es necesario para expresar el carác-ter del personaje, deberá éste salir con un vestido pardo y poco cu-rioso que demuestre su ánimo a v a r o . — E n cuanto al Abate , no es-crupulizo, porque el t r a je no es el que traza la Iglesia en sus cánones, y se puede tener por un t ra je escolar, de que usan con bastante profanidad todos los señoritos de España, que se dedican á los estu-dios, como lo demuestran las estampas que de allá nos v i enen . "

E l juicio por el Censor formado, debió satisfacer el amor propio del poeta, que se avino de buen grado á contentar la curiosidad del Padre Rincón, relativa á si el Corregidor siguió haciendo la felicidad de sus gobernados, y en el expediente relativo consta el s iguiente aumento hecho á la pieza: " Todo lo que está entre las dos cruces y con las vírgulas al margen se omite, y en s u lugar Florencio prosigue leyendo:

"Resue lvo en el empleo continuarlo, con los honores de Oidor, por el t iempo de mi agrado, declarándolo acreedor á mayor merced, y aguardo de su recti tud y celo que prosiga gobernando con el acierto que hasta ahora en su conducta ha mos t r ado . " ¡ Qué es lo que aquí leo! Amigos, el gusto que tengo es tan to que proseguir no me deja .

Todos.

Alonso.

Escribano. Benigno.

Todos de gozo l loramos: viva nuestro Padre, v iva! Mal estamos, Escribano. (.Aparte.) E l honor que os hace el Rey gozadlo por muchos años. Yo os doy muchos parabienes. Si no os conociera, falsos. (Apar t e . ) Vuestra atención agradezco, pero sepa el vecindario que el Rey quiere que me quede para castigar engaños. Para que el Pueblo Feliz concluya con este acto felizmente.

La pieza en cuestión debió ser escrita ó arreglada para felicitar al Virrey, en su Santo ó por otro motivo, pues la acotación continúa con que dirigiéndose el Actor al palco de S. E . dice Leandro:

Y Vuecelencia sírvase oír con agrado este breve rasgo, que humildes le consagramos.

La conducta, Señor, del Magistrado que gobernó de un pueblo el corto suelo, nunca es d igna de entrar en paralelo con el celo que activo habéis mostrado.

Aquél tuvo por único cuidado ser de los labradores el consuelo, mientras vos extendéis vuestro desvelo á todos los objetos del Estado.

Aquél con buena influencia fué el Apolo que hizo un terreno fértil y fecundo y vos i lumináis aqueste Polo

Con la luz de un espíritu profundo: aquél hizo feliz á un pueblo solo, y vos hacéis feliz al Nuevo Mundo.

Benigno. Pues todos nuest ra dicha celebremos y á nues t ro excelso Protector cantemos.

Coro.

Tributemos aplausos á nues t ro Protector, etc.

A otra pieza, Leandro, ó la Virtud perseguida, el Padre Rincón pu-so la siguiente censura: " L o que encuentro que le falta á la pieza es un interés sostenido, pues ni el empeño que manifiestan las mu-chachas para obtener el premio de sus labores, puede prestar al espec-tador bastante asunto para ello, n i la vir tud perseguida de Eeandra ofrece escenas con los contrastes convenientes para excitar la compa-sión necesaria á empeñar su deseo de verla premiada. Por otra par-te, está sembrada toda la pieza de expresiones dirigidas á vilipendiar á la Nobleza, y esto debe disgustar á los concurrentes de esa c lase ."

N o era el cargo de Censor de Comedias tan llano y fácil que no pro-dujese de vez en cuando tal ó cual conflicto. Húbolo , y de importan-cia, con motivo de un Drama Heroico escrito y representado en Mé-xico, según paso á decir tomando mis noticias del voluminoso expe-diente qué en la Biblioteca Nacional ó de San Agus t ín existe.

E n 13 de Septiembre de 1790, el Contador General de la Ren ta de Tabacos D. Silvestre Díaz de la Vega, por encargo y ausencia del Pa-dre D. Ramón Fernández del Rincón, examinó y aprobó la represen-tación de la comedia inti tulada México rebelado, con advertencia de que en los carteles se. la llamase México Segunda vez conquistado, y con las correcciones y anotaciones que estimó oportunas. E n vista de ello, el Juez de Teatro D. Cosme de Mier y Trespalacios, concedió li-cencia para la representación, que se verificó el 19 de Setiembre, con una entrada de trescientos cuarenta pesos, y una util idad para el asentista, de cien pesos siete reales. Según parece, una buena par te del público aplaudió con furor la comedia, con indecible disgusto de los españoles concurrentes. Señalada nuevamente para el 21, " f u é s u s -p e n d i d a por aviso privado, por haberse propalado que en dicha co-" media se representan hechos falsos, inciertos y contrarios al carác-" t e r de la Nac ión . "

E l Juez Mier dispuso que el Censor Díaz de la Vega se justificase de los cargos que pudieran resultarle de no haber estudiado bien el asunto, y Díaz de la Vega produjo en 22 de Octubre un extenso in-forme que paso á extractar, sirviéndome siempre que pueda, de sus mismas palabras.

Comienza por demostrar que sí vió con atención la comedia, y se-ñala las correcciones que estimó conveniente hacerle. En la pr imera jornada suprimió la expresión de rebelado en el título, cambiándola por la de Segunda, vez conquistado: qui tó la palabra absoluto mudán-dola en como antes. E n la segunda jornada suprimió estos versos:

Porque soy en la jerarquía que advierto, contra el idólatra torpe y contra tu acto soberbio.

l

E n la tercera jornada tachó asimismo,

Que yo no lo he querido ver, porque siendo el Juez superior aquí, es preciso ocupe el mismo lugar que si fuera Carlos Quinto, y entonces juzga ran que con el perdón les convido.

Todo lo cual se reformó ' ' por estimar que con ello pudiera pare-cer impropio y mal sonante á los políticos oídos.". Ahora, para de-mostrar que no se t ra tan en la comedia hechos falsos, inciertos y contrarios al carácter de la Nación, entra el Censor á relatar el ar-gumento .

" Rendido México (1? parte) , á impulsos de la sangrienta batalla que sostuvieron gloriosamente los españoles, propuso Hernán Cor-tés, su General, a Guat imotzm, sucesor de Moctezuma, que que-daría reconocido de sus vasallos, sin más novedad que lo de que con igualdad ó de común acuerdo, gobernaren el Imperio los dos. (Págs . 3, 8 y 9 de la copia.) Segunda parte: Asintió Guatimotzín con condición de que no se le faltase al decoro y honores á la Emperatr iz su esposa, y, avenido Cortés, fué rémora á la primera providencia que iba á tomar sobre la entrada del agua dulce á México, de la Al-berca de Chapultepec, impedida por la fracción de los Acueductos acaecida en la batalla, un inopinado accidente que sobrevino á la Emperatr iz . (Págs . 11 y 12.) Tercera par te: Divulgó en seguida Ju-lián, soldado español del ejército, que el General Cortés era cómpli-ce con el Emperador y el Señor de Tacuba en la ocultación, que su-ponía, de los tesoros de estos dos, de cuya indecorosa calumnia no-ticioso Cortés, se vió obligado á convenir en la cuestión de tormento en que le propusieron sus soldados pusiese á Guatimotzín y su pri-mo el Señor de Tacuba Nesehualcoyol. ( P á g s . 17, 18, 23, 24, 33 á 43. 46, 47 Y 55-) Cuar ta 'pa r te : Al acto de la ejecución los libertó Cortés á quien comunicó Guatimotzín, haber arrojado en un estanque de su palacio varias piezas de oro, y en la laguna sus armas; y ase-gurado Nesehualcoyol á Alvarado no tener oculto tesoro alguno, le prometió éste interponer su valimiento á fin de atraerle la benevo-lencia de su General Cortés. ( P á g s . 56 á 65.) Quinta parte: Pasado algún tiempo, supo Cortés que Guatimotzín había jun tado todos los principales de su ejército, los que proponiendo la tr iste situación de la monarquía mexicana por falta de mando independiente, convinie-ron en dedicar el esfuerzo todo de sus tropas contra los españoles, asegurando el logro de la empresa en hallarse Cortés en estado de

no esperar traición a lguna; con lo que poniendo éste su tropa sobre las armas, mandó prender á Guatimotzín y Nesehualcoyol, y tomadas sus declaraciones y puesto el proceso en estado, teniendo considera-ción del riesgo en que se hal laban las vidas de todos, y de perderse lo conquistado si volvían á formar una nueva conjuración cogién-dolos de sorpresa, firmó sentencia de horca contra los dos, y ejecu-tada, amotinados los mexicanos presentaron batalla á los españoles, en la que lograron éstos una completa victoria, quedando así Méxi-co pacificado segunda vez. ( P á g s . 77 á 79, 90 á 95 y 105 á 107. )"

Según el Censor, la primera par te del a rgumento estaba justifica-da con la Historia de México, Población y Progresos de la América Sep-tentrional, conocida por el nombre de Nueva España, Segunda parte, su autor D. Ignacio de Salazar y Olarte, que acababa de reimprimirse en 1786. Lo mismo sucedía en cuanto á la segunda, en la misma Historia, y otro tan to la cuarta y la quin ta . Al efecto de probarlo, t ranscribe Díaz de la Vega, los párrafos de Salazar conducentes, y añade: " E l autor ( d e la comedia) , fué fiel, sin más diferencia que haber agregado algunas expresiones que moderasen el concepto de los procederes de los españoles. ' '

Defiende después á éstos por lo de la codicia, asentando " q u e es una injusticia evidente juzgar á los conquistadores de América, con el rigor del derecho de gentes que de presente usamos . ' ' T rae á cuen-to las crueldades romanas en el Reino de Epiro, en Cartago y Co-rinto, y á Mario y á Sila y los robos de Catilina y las proscripcio-nes del Tr iunvi ra to . Dice después que ni la Corte aprobó lo hecho por los conquistadores, ni lo encontró jus to su población sensata, que siempre fué inclinada á la piedad, ni puede ser responsable de lo he-cho, no por toda ella, sino por uno ó algunos de sus individuos, y así " n i la comedia contiene hechos contrarios al carácter de la Na-ción, y está apoyada en el dicho de los historiadores, pues nada en resumen hay en ella que no esté casi á la letra en la Historia de Sa-lazar . "

Encont rando inconveniente el celo de la autoridad que había sus-pendido la representación del México Segunda vez conquistado, observa " q u e la Corte ha permitido la impresión y ejecución en sus Teat ros de dos dramas que contienen hechos acaecidos en el descubrimiento y conquista de las Américas, como son el Atahualpa y el Cristóbal Colón, que sin embargo no se impidieron representar á la vista del Solio; y si en la Corte no ocurrieron embarazos para esas representa-ciones, ¿ cómo me había yo de determinar en n ingún caso á ponerlos para que aquí no se verificase otra igual respectiva, teniendo ciencia cierta de aquella ejecución?" Concluye pidiendo " q u e en respeto á los derechos del Empresario y en justificación suya, se siga permitiendo la representación, y que pase su informe al Padre Rincón para que

lo e x a m i n e . " E l Padre Rincón acababa de regresar de un viaje á Querétaro.

Acordado lo último, en 24 de Octubre, por el Juez Mier, el dicho Padre Censor contestó lo que paso á extractar : "Dos son los puntos á que este incidente se reduce: á si los procedimientos del ilustre Cortés contra Guatimotzín y su primo el Señor de Tacuba, que hacen el fondo del drama, son constantes y ciertos, y á si son contra el ho-nor de la Nación española y también contra su carácter .—Las accio-nes de Cortés que chocaron á los espectadores, fueron la tor tura que mandó dar á aquellos, y la pena infamante de horca en que les quitó la vida para impedir la sublevación. Pero todo ello consta en las his-torias de Indias, de Salazar, Bernal Díaz, López de Gomara, Anto-nio de Herrera y Fray J u a n de Torquemada , y sólo puede creerlos falsos el que sólo conozca la de D . Antonio de Solís, que 'acaba con la rendición de México.—El honor de una Nación no pende de la conducta de a lgunos particulares, como dice el Aba te N u i x ; y si Cortés se equivocó en unas cosas, acertó en otras aun en provecho de los Indios: aunque los Héroes sean héroes, también son hombres, y Cortés fué obligado por Aldereté y los soldados, y no de su gusto . Ese recaudador de la Real Hacienda y esos soldados plebeyos ¿com-ponían, acaso, la mayor y más noble porción de los individuos de la monarquía ? ¿ Pues por qué se ha de imputar á todos su inhumanidad? Así pues, esto no desmerece á España .

' 'Lo de la horca sí es sólo de cuenta de Cortés, y Bernal Díaz lo califi-ca de muer te muy in jus tamente dada: pero la falta de un individuo no puede recaer sobre España, máxime cuando sus mismos compañeros la desaprobaron. Er ró el gran Constantino, erró David, erró Salomón y erraron otros muchos, y como ellos erró Cortés, y si con tales ejem-plos no hubo desdoro para Cortés que tan to bueno hizo, menos pue-de causar desdoro á España . Pero todos esos crímenes son opuestos al carácter nacional, que es la dulzura, como se demuestra en las de-fensas de Zumárraga y de los primeros misioneros, cuyas voces llega-ron á los Reyes haciéndoles legislar en favor-de los Indios .—Estuvo, pues, bien dada la aprobación de D. Silvestre Díaz de la Vega, que no pudo pensar que hubiese espectadores t an delicados que dieran por agraviada á la Nación de lo que ella j a m á s ha hecho duelo, y que en vez de censurar la pieza en lo que peca, la culpasen sobre un capítulo en que se halla inocente.—Peores cosas se ven en la comedia El Va-liente Justiciero, de Moreto, en La Niña de Gómez Arias, de Calde-rón, y La Raquel, de García de la Huer ta , y nadie acusa á España de los horrores que en ellas cometen los personajes, y nadie ha pro-hibido nunca su representación aunque sobrados motivos habría para prohibirla. Ciertos crímenes como ellos, forman los asuntos de los dramas y el poeta con su fantasía los engrandece: en el México, Se-

gunda vez conquistado, su asunto cayó por desgracia en manos de un aficionado, que sin saber ni aun lo que es unidad de lugar , como se le nota al fin de la tercera jornada, tej ió un historión prolijo que en vez de excitar la compasión, que es el objeto de la tragedia, sublevó contra sí la mohína y el enfado de los mirones; y éstos, ignorando también las leyes del Teatro , no adivinaron la causa de su pesadum-bre, y para desahogarla tomaron por pre tex to el honor de la Nación.

" E s a comedia es mala, pero si sólo se permitiesen buenas, ó ha-bría que cerrar los Teat ros ó que estar repitiendo constantemente un corto número. Yo soy el pr imero que me alegraría de que hubiese una suficiente colección de buenas composiciones dramáticas, que sirviese de frecuentes lecciones de honor, de regularidad, de senti-mientos nobles, de grandeza de ánimo y de otras vir tudes civiles, y al mismo tiempo aprendieran á discurrir con exact i tud, con método y con buen juicio. Me alegraría de que no se repit ieran á cada ins-tan te esos amores tan vivos y tan patéticos, esos celos tan necios y t an mal fundados, esos desafíos quijotunos, esas cuchilladas y pen-dencias de que abundan nuest ras comedias, que al mismo tiempo que corrompen el corazón pervierten el espíritu con la hinchazón del ver-so, con lo afectado de las pinturas, con la desproporción de las hipér-boles, con la inverosimilitud de los lances y con otros muchos defec-tos que se encuentran á cada paso: pero, lo repito, habr ía que cerrar los teatros.

" E n resumen: los hechos apuntados no son contra el honor de la Nación, porque fueron acciones de particulares que ella j a m á s orde-nó ni aprobó, y antes bien procuró remediar en el modo posible. Así , pues, la aprobación puesta por D. Silvestre Díaz de la Vega, fué jus ta , prudente y conforme al Reglamento de Teatros.;—Enero 20 de 1791.—Ramón Fernández del Rincón"

E l Juez de Teatro , volvió al Padre Rincón su informe, haciéndole observar que la Raquel había sido úl t imamente prohibida; que El Príncipe Perfecto, de Eope, era peor que ella: que lo que en su infor-me se leía acerca de que el Mosquete era m u y dueño de silbar, pare-cía una chocarrería indigna del carácter del Censor, y que el México Segunda vez Conquistado no sólo á los indoctos había causado pesa-dumbre, sino al Mosquete, á la Luneta y á los Palcos, causando tal indignación, que a lgunos dieron queja al Virrey. Que todo esto se le decía por si deseaba reformar su informe.

E l Padre Rincón acogió de mal ta lante la devolución y estas ad-vertencias, y respondió que á él no le constaba la prohibición de la Raquel al escribir su dictamen; que El Príncipe Perfecto no venía al caso, pues él hablaba de lo que se representaba frecuentemente, y la comedia de Lope no estaba en este caso; que el derecho del Mosque-te á la silba, lo creía jus to , y por su parte lo sostenía, y que si su dic-

97

tamen no le parecía bien al Juez, podía éste consultar á otra perso-na, pues la suya no estaba en disposición de reformar el de 20 de E n e r o . "

Ignoro cómo concluyó este curioso asunto, pues el expediente de la Biblioteca no aparece terminado. Ahora bien: ¿quiénes fueron los autores de estas comedias escritas en México ? Por mi par te nada sé; pero quizás puedan averiguarlo los distinguidísimos D. José María Vigil, D. José María de Agreda , D. Luis González Obregón y D. Je-sús Galindo y Villa, á quienes gustoso dejo el t raba jo de la investi-gación y la gloria de resolver la incógnita. Me basta á mí la satisfac-ción de ser el primero que haya hablado de dichos curiosos asuntos, que en las páginas de mi libro ven, también por pr imera vez, la luz de la publicidad.

CAPITULO X

* * * * *

Si de obras de a lguna importancia escritas en México no me es po-sible dar más noticias que las m u y breves ya puestas en anteriores capítulos, sí diré algo de una colección de loas y entremeses, y de comedias de santos y pastorelas, que una casualidad t ra jo á mis manos. Esa casualidad, no producirá, desgraciadamente, honra grande á las letras patrias, y quizás hubiérase perdido poco 110 sacando á luz la colección; tan pobre así es el ha l lazgo: pero supla á lo bueno lo cu-rioso. H é aquí una muestra.

"LOA EN OBSEQUIO DE LA PURISIMA, que dirá un Indio frutero, el que sacará un canasto en la cabeza con todo lo que se expresa.

Música. E s María en su concepción un espejo cr is tal ino: en todo el poder divino puso toda su atención.

El indio, gritando. Toman ustedes manzanas, granada, melón, zapote, sandía, perón, camote, y unas buenas avellanas :

B. H. T.—T. I.—13

gunda vez conquistado, su asunto cayó por desgracia en manos de un aficionado, que sin saber ni aun lo que es unidad de lugar , como se le nota al fin de la tercera jornada, tej ió un historión prolijo que en vez de excitar la compasión, que es el objeto de la tragedia, sublevó contra sí la mohína y el enfado de los mirones; y éstos, ignorando también las leyes del Teatro , no adivinaron la causa de su pesadum-bre, y para desahogarla tomaron por pre tex to el honor de la Nación.

" E s a comedia es mala, pero si sólo se permitiesen buenas, ó ha-bría que cerrar los Teat ros ó que estar repitiendo constantemente un corto número. Yo soy el pr imero que me alegraría de que hubiese una suficiente colección de buenas composiciones dramáticas, que sirviese de frecuentes lecciones de honor, de regularidad, de senti-mientos nobles, de grandeza de ánimo y de otras vir tudes civiles, y al mismo tiempo aprendieran á discurrir con exact i tud, con método y con buen juicio. Me alegraría de que no se repit ieran á cada ins-tan te esos amores tan vivos y tan patéticos, esos celos tan necios y t an mal fundados, esos desafíos quijotunos, esas cuchilladas y pen-dencias de que abundan nuest ras comedias, que al mismo tiempo que corrompen el corazón pervierten el espíritu con la hinchazón del ver-so, con lo afectado de las pinturas, con la desproporción de las hipér-boles, con la inverosimilitud de los lances y con otros muchos defec-tos que se encuentran á cada paso: pero, lo repito, habr ía que cerrar los teatros.

" E n resumen: los hechos apuntados no son contra el honor de la Nación, porque fueron acciones de particulares que ella j a m á s orde-nó ni aprobó, y antes bien procuró remediar en el modo posible. Así , pues, la aprobación puesta por D. Silvestre Díaz de la Vega, fué jus ta , prudente y conforme al Reglamento de Teatros.;—Enero 20 de 1791.—Ramón Fernández del Rincón."

E l Juez de Teatro , volvió al Padre Rincón su informe, haciéndole observar que la Raquel había sido úl t imamente prohibida; que El Príncipe Perfecto, de Eope, era peor que ella: que lo que en su infor-me se leía acerca de que el Mosquete era m u y dueño de silbar, pare-cía una chocarrería indigna del carácter del Censor, y que el México Segunda vez Conquistado no sólo á los indoctos había causado pesa-dumbre, sino al Mosquete, á la Luneta y á los Palcos, causando tal indignación, que a lgunos dieron queja al Virrey. Que todo esto se le decía por si deseaba reformar su informe.

E l Padre Rincón acogió de mal ta lante la devolución y estas ad-vertencias, y respondió que á él no le constaba la prohibición de la Raquel al escribir su dictamen; que El Príncipe Perfecto no venía al caso, pues él hablaba de lo que se representaba frecuentemente, y la comedia de Lope no estaba en este caso; que el derecho del Mosque-te á la silba, lo creía jus to , y por su parte lo sostenía, y que si su dic-

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tamen no le parecía bien al Juez, podía éste consultar á otra perso-na, pues la suya no estaba en disposición de reformar el de 20 de E n e r o . "

Ignoro cómo concluyó este curioso asunto, pues el expediente de la Biblioteca no aparece terminado. Ahora bien: ¿quiénes fueron los autores de estas comedias escritas en México ? Por mi par te nada sé; pero quizás puedan averiguarlo los distinguidísimos D. José María Vigil, D. José María de Agreda , D. Luis González Obregón y D. Je-sús Galindo y Villa, á quienes gustoso dejo el t raba jo de la investi-gación y la gloria de resolver la incógnita. Me basta á mí la satisfac-ción de ser el primero que haya hablado de dichos curiosos asuntos, que en las páginas de mi libro ven, también por pr imera vez, la luz de la publicidad.

CAPITULO X

* * * * *

Si de obras de a lguna importancia escritas en México no me es po-sible dar más noticias que las m u y breves ya puestas en anteriores capítulos, sí diré algo de una colección de loas y entremeses, y de comedias de santos y pastorelas, que una casualidad t ra jo á mis manos. Esa casualidad, no producirá, desgraciadamente, honra grande á las letras patrias, y quizás hubiérase perdido poco 110 sacando á luz la colección; tan pobre así es el ha l lazgo: pero supla á lo bueno lo cu-rioso. H é aquí una muestra.

"LOA EN OBSEQUIO DE LA PURISIMA, que dirá un Indio frutero, el que sacará un canasto en la cabeza con todo lo que se expresa.

Música. E s María en su concepción un espejo cr is tal ino: en todo el poder divino puso toda su atención.

El indio, gritando. Toman ustedes manzanas, granada, melón, zapote, sandía, perón, camote, y unas buenas avellanas :

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plátano, naranjas , moras, ciruelas, peras y nueces, j icama, cañas y reices, con cacahuate y anonas, pera que ya está cocida, uvas por libras ó arrobas ?. . . . . . . . ¡ Válgame el Virgen ! ¿no lo hay quien me lo compre, señores ?

(Viendo á la Satitísimá Virgen que estará en sus andas).

Osté que viene tan alta con sos cuatro cargadores, cómpremelo osté mi f ruta; mire osté que estoy moy pro ve. Desde el alba ando vendiendo y no hallo quien me lo compre ni al medio día ni á la tarde, y ya lo llega la noche : desde el principio hasta el fin del mondo llegan mis voces, y siendo tan natorales se hace sordo quien las oye.

Pero ¿qué es es Lo que miro T o majestad me perdone! Si to eres paraíso ameno, ¿ cómo quiero que me compres, siendo vos la t ierna Virgen que da los frutos mexores, y toda es f ru ta pintada la que en mí se reconoce ? . . . .Apar to mi f ru ta á un lado, suspendan las atenciones, y sea la f ru ta el asunto, Señora, de vuestros loores.

Pena fiera el mondo espera porque con prevención vana por un yerro una manzana vendió la primer f ru t e r a : y si bien se considera, f u é yerro de valor tal , que hizo al hombre tanto mal de una manzana un bocado, que á uno y á otro le ha qui tado al Universo el caudal.

Viendo Dios que nos perdimos porque la nuez salió vana, de Eva , nos dió una avellana conque la gracia adquirimos; de uvas nos dió los racimos y de dulzura nos ca rga : no es de la cáscara amarga el f ru to de esta criatura, pues su carne es dulce y pura que de la culpa descarga.

E l melón está calado y ya su fragancia exhala; también la sandía calada explica el Verbo encarnado. E l capulín sigue ahora, que es f ru ta que el ser recibe de Dios, que en la gracia vive á vista de esta Señora, que en lo más pequeño mora y con Dios siempre reside.

¿Qué ta l va quedando el loya? ¿ les cuadra á los mormorones ? ¿ lo habla bien los natorales, lo mesmo que el españoles ?

Pues agora lo verán todos esos habladores, que debajo de un mal capa los hay güenos bebedores.

Vámonos ya poco á poco ó nos iremos al t rote, porque el pera y la cirgüela me dejó como un camote.

Pero espérese u n poquito que un verso quiero lo trove el mi rústico cacumen : sospendan sos atenciones que aqueste dulce armonía ya va á declarar sus voces.

Música. Esta que ves es María, clara luz, divina estrella; si el que la hizo nació de ella, contempla qué tal la haría.

Indio. E s del Padre E te rno pira, es de su t rono columna,

es inmaculada y pura, y es espejo en quien se mira : es manantial que respira s u sant idad: ¡ qué a legr ía! es el sol y luz del día, es la torre de David pues di jo el Señor as í :

Música. "esta que ves es María." Indio. E s de la gracia el maná,

es fijo reclinatorio, es divino consistorio de la augusta Tr in idad. E s madre de la verdad, es en todo Virgen bella, fué á gusto del Padre en ella que el Verbo había de encarnar, y así se llegó á fo rmar :

Música. " clara luz, divina estrella." Indio. E s Madre, es H i j a , es Esposa,

de tres personas iguales, en divinidad cabales, y en tr ina ciencia una sola. Del Padre H i j a poderosa, es del H i j o Madre bella, es Esposa y es Doncella del Espíri tu, es verdad y aseguro en realidad :

Música, "si el que la hizo nació de ella." Indio. De la más realzada ciencia

la hizo Dios tan poderosa, cándida azucena hermosa de la más alta eminencia. E s de tan sacra excelencia, de toda la gerarquía la escogió con alegría haciéndola sin igual, sabia, maestra genera l :

Música. " contempla qué tal la liaría."

Indio. Y a te lo dije el glosista, Sacra divina Señora. Mi froti ta se ha quedado y voy á venderla agora . Y te dejo soplicado, Sacra María Virgen pura,

que en todo le des auxil io á nuestro párroco y cura , pues con su ejemplo asegura buscando felicidad á este pueblo en realidad pues todo bien nos procura.

Y á nues t ro señor Alcalde que domina aqueste pueblo, por su celo muy constante corónalo allá en el cielo, en unión del poeta autor que con m u y crecido anhelo os dedica aquesta loa con amor muy verdadero, y si acaso, Virgen pura , merecen un corto premio, colócalos en t u Reino que es lo que mi amor procura. Y en conclusión, todos d igan : viva i/ viva ! María pura !''

Paréceme que mis lectores convendrán conmigo en que la ta l loa sólo á t í tulo de curiosidad merece haber sido por primera vez impre-sa en estas páginas.

Sin duda era en esos t iempos m u y de gusto del público ver á los indios en escena chapurreando el castellano. E n un entremés para las Posadas, representado en 1790, y que original poseo, figuran los si-guientes personajes: Pascual, indio: Una moza: Un monigote: Juan de la Cruz, indio: Candelaria, itidia: y Encarnación, india. H e aquí como habla Pascual:

Alabado sea el Sior, que sea por siempre alabado. Téngalo ostied buena noche con todo el gosto culmado. Y a veo dirán sos merciedes, al diablo el indio borracho, que sin que nadie lo llame en la mesa está parado. Mas el que así lo dijere se le seque el espinazo. Yo soy aquel buen Pascual que ostied habrá oido mentado. H e sido Gobiernador, agora alcalde parado.

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Este es el pora verdad como tres y dos son cuatro. N o soy indio carbutiero; lo soy algo españolado. Por so lado de mi agüela soy noble, no hay que dodarlo. Por so lado de mi pagre no tengo de que contarlo, porque lo era un buen persona, pues luego luego lo ahurcaron. Por so lado de mi magre el conceptu lo está claro pues aunque era prieta, prieta, t iene so ojo blanco, blanco; y á mí comtiémpleme ostied

\ si soy bueno 6 si soy malo.

También , lo habéis de saber, soy on poco estodiantado, y lo sé cantar on réquiem, on secolaron cantado. Lo entiendo estodiar las loas sin decir desatinados.

Después de esto y de un villancico en honor de los Santos Peregri-nos, el indio Pascual t rama disputa con una moza de la casa, y es preciso que intervenga y le pacifique Monigote, diciéndole:

Pascual, en estos parajes usa de grande política, y mira que es buena crianza el ser la gente rendida.

Monigote, hace entrega de unas car tas que t rae de Cura de Zagualica, y dice á Pascual:

Siquelguí incarnación, ó iguán ó se Mariquilla ynoseltín J u a n de la Cruz, simo calaquí vanican . Onicancatí , Señor. Pues asean Siguala n ican. De la par te de mi Cura vuesas mercedes reciban sus espresivas memorias de su grat i tud florida, y que de su par te vienen

Pascual. Monigote.

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Encarnación y su t ía Candelaria, y Juan Pascual su padre, y J u a n de la Cruz. Se reduce su venida á que Encarnación se casa con J u a n de la Cruz, y estilan estos tomar bendición de las personas que est iman. Aquí llega Encarnación.

Encarnación. Cómo lo está ostied, Magrina, maquí momachín, Señora.

Monigote. Habla la lengua castilla. Juan de la Cruz. Yo lo soy maestro-capil la.

Yo lo soy hombre de bien, lo entiendo de solfería; lo sé cantar un respunso que lo oyera en el esquina: también lo sé yo cantar el Misa angeliquería, que me estoy en los amenes cerca de lo medio día. Toco todos instromentos, lo sueno la organería, arpa, violín, tulolochi, flaota, salbajonería; así lo quisiera ostied que yo lo viniera on día y que lo cantara el coro, porque lo canto tan recio que la dejara atordida.

Pascual. Yecuale Don J u a n Sichaqua, parece ostied taraviya. E s fuerza ostied convidar que lo fuere ostied on día á honrar sos güeñas personas, que no fal tará on tortilla y lo divirtiera ostiedes, lo t ra jera mi borrita lo montaran sos miercedes poco á poco, está mansi ta : comerán sopicho meló, que lo mato mi cochina, t an gordo verán ostiedes da tanta mantequer ía .

Encarnación.

Pascual.

%

Todos.

Y yo también, Virgen Santa , t e soplico con anhelo que á todos, todos, toditos nos junté is allá en el cielo, quedando el pulque en su calma no lo persiga el topile, mas que lo pierda el huepile como no lo pierda mi alma: no se lo lleve la palma el diablo, con so caverna; te lo pido José t ierno por vida to mogercita no lo muere con el pi ta y me lo lleve al infierno. También pedimos los dos yo Piscual y mi moger, que no nos dejéis beber, por ser on bebida atrós el polque, porque, Señor, ta rantado muero yo, y me lo dice on mochacho que si la doy en borracho el diablo me lo llevó. Cate ostied aquí acabada la fonción de la Jornada . Y así digan todos con suma alegría que aquí siempre asistan Josef y María. Festejen y aplaudan en aqueste día la Posada hermosa de José y María.

Angeles y arcángeles, venid y cantad hoy en la Posada que hay en mi corral.

Podrían bastar las muestras presentadas para no dejar deseos de conocer otras, pero debo proseguir y prosigo con otro manuscri to de mi colección. Trátase de una Loa en obsequio de Nuestra Señora de

Guadalupe. E n ella toman parte los siguientes personajes : Un loco; un meco; San Miguel; Lucifer.

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Música. Al mayor portento que América vio, salve le prevenga la celeste Sion, y en himnos alegres con acorde unión, celebren amantes su alta Aparición.

(Sale el loco comiendo alguna cosa.) Ola! ¿ qué música es ésta ? ¿ qué casta de prevención nos viene aquí dando indicios de que puede haber función ? ¿ Quiénes con tan ta imprudencia y t an grande sinrazón alborotan mi contento é inquie tan nues t ra pasión, cuando cada uno ocupado está en su negociación, unos pensando en los astros, otros pensando en su amor,

v otros en la valentía, otros en la sinrazón, otros pensando en la ciencia, otros en composición? E n fin, cada uno en su tema pero yo en la t ragazón ; y así, cállense la boca ; silencio, chito, ch i tón! Déjenme comer á gus to porque si me enojo y o . . . .

(tira lo que come) he de hacer que se estremezca todo el Orbe y la región esférica de este Globo y Celeste Pabellón; y en este esférico mundo pelearé t a n fuer te yo que empedraré con cabezas toda su circulación.

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¿ Pero onde está mi comida ? ¿ Quién de aquí se la llevó ?

(Cantan el primer verso y sale San Miguel.) Loco. Y dale con la porfía !

Sin duda que locos son, pues siguiendo van su tema, M a s . . . . me causa confusión, pues las voces por el aire esparcen su entonación. ¿ A quién le iré á p regunta r ? ¿ó quién me dará razón de toda esta novedad ?

Miguel. Esa vengo á daros yo. Loco. Ay ! qué hermoso pa ja ró te !

¿Sois canario, ó sois gorr ión? No de balde por el viento se escuchaba tu canción. E n fin, declara quién eres: acaba; dime ¿ quién sois ? ¿ Por ventura eres a rmado ? Creo que traes morrión ; más bien pareces danzante . P e r o . . . . aguárda te ; que no, que no, mírenle los pies. No hay que hace r : es bailador. Pero bailador con alas, ¿qué será? válgame Dios! E n fin, sea lo que fuere, vaya, dime t u intención antes que vuelva á venir esa cantada ó rumor, que no me deja comer cuando más á gusto estoy.

Miguel. Soy paraninfo celeste, y la alta disposición del Juez Eterno y Supremo, que ba jara decretó, pues aunque el hombre primero ingrato se le mostró allá, en el Sacro paraíso, y el precepto quebrantó, como que lo hizo á su imagen, de su culpa se apiadó y por su misericordia

á su precioso H i j o envió á hacerse hombre por el hombre, dentro el más puro candor de la más pura doncella que para madre escogió, siendo amada hi ja y esposa de tan Supremo Hacedor.

Loco. Jesús ! qué dicha tan grande el primer hombre alcanzó, que el hijo de Dios viniera á hacerse hombre por su amor. Vamos, que es grande fineza.

Miguel. Pues á más grande llegó, que después de haber nacido sufriendo tan to rigor, por el hombre padecer quiso cruel muer te y pasión, hasta dar en una cruz la sangre del corazón.

Loco. Todos en Adán pecamos y á todos nos contagió. Conque si por esto vino á padecer el Señor, hasta á nosotros los locos sin duda nos alcanzó.

Miguel. Es así como lo dices, y más se explayó su amor á todo el género humano, que para su salvación, bajo las santas especies de pan y vino quedó, y esto por siglos sin fin hasta la consumación.

Loco. E s infalible verdad; sabes más que Salomón, y esto y lo más que me has dicho 110 t iene ni duda, no; y todo, á puño cerrado, firmemente creo yo.

Miguel. ¿ Ya ves tantos beneficios ? Pues otro grande favor á el Orbe, de polo á polo, ha causado admiración.

Loco. Y ¿ cuál es ese primor ?

Miguel. Enviar á su propia Madre para que contra el error de la culpa y la malicia, rayos, pestes y traición, como que es corredentora, sea amparo del pecador. Y así, yo vengo del cielo, pues Dios el decreto dió de que lo intime en la t ierra, para que la devoción de todo el género humano se aliente con gran fervor, celebrando de María la celeste aparición. Y como Luzbel rabioso siembra zizaña y error, cuando á esta Emperatr iz Sacra se le rinde adoración, vengo á que esté advertido todo el mundo en conclusión, contra ese monstruo maldito, para hacerle oposición. Yo de mi par te te encargo el que aquesta narración á todos cuantos encuentres intimes con gran primor, para que todos unidos en tan célebre función, r indan á su Reina y Madre alma, vida y corazón.

Loco. Salto, brinco de contento! Yo lo haré con grande amor, y á todo aquel que se oponga á nuestra proposición, si me coge con la luna le aventaré con el sol, cosa que se abrase todo siendo al infierno tizón. Ya yo me voy á comer, y con esto, adiós, adiós! E l encargo que me haces, pierde cuidado, que yo lo haré con crecido empeño, con grande ánimo y valor.

Que lo acredite mi mano. i le da la mano).

Desde hoy t u compadre soy. Miguel. Y yo siempre á vuestro lado

seré vuestro protector. , Va se cada uno, y suenan cajas y truenos y sale

Lucifer).

Lucifer. Arma ! arma ! guerra ! gue r ra ! infamia ! furia y hor ror ! Avaricia, Lujur ia , I ra , aprontaos! l lamo y o ! Gula, Pereza y Envid ia ! Vengan todos á mi voz, que está en campaña el contrario. Aquí de todo el furor de mis ardientes entrañas , cuyo veneno manchó á todo el género humano, y del Paraiso arrojó á aquel hombre que á su imagen hizo el E te rno Creador! Pero . . . . ¿ qué es esto ? ay de mí ! No sé qué trasmutación entre preludios y asaltos me sofoca el corazón, pues veo que del cielo hermoso con cristalino fulgor resplandecen las esferas, luna, luceros y el sol, y los Angeles ¡ qué pena ! se postran con fino amor á esa que nombran su Re ina! Ay de m í ! qué compasión ! ¿ Posible es que una muje r me cause tan to temor ? No es posible! no es posible! ¿Quién tan gran bajeza vió? ¿ No soy yo el Rey de los vicios ? ¿ No soy quien se coronó por Príncipe del Abismo, y de él tomó posesión ? ¿ No fui quien me opuse al cielo y de su centro arrancó

la tercia parte de nueve del Angélico escuadrón ? ¿ No soy quien le dió las fuerzas al t i tánico Faraón, por medio del mar bermejo siguiendo al pueblo de Dios ? ¿ N o hago adorarme á mí mismo cual Nabucodonosor ? Contra el fuer te Mardoqueo ¿ no pudo más mi ambición en la privanza que tuvo con Asuero ? ¿ No soy yo aquel fuerte Roboán que contra la emulación muchas estatuas ofrezco de oro al ídolo Dagón, para que me adoren luego ? ¿ No soy el que á Cain soberbio la qui jada le ofreció que al inocente de Abel infausta muerte le dió ?

Y por último, ¿ mi esfuerzo no los cielos revolvió, ni soy, en fin, el que quiso oponerse al mismo Dios ? Pues si todo ese poder ha encerrado mi rencor, ¿cómo ahora me atemoriza, cómo ahora me da pavor solamente una mujer? ¡ Muera quien tal pronunció! ¡ Muera todo aquel que in tente el rendirle adoración! Y en fin, ¡ muera todo el mundo antes que la devoción se le sacrifique amante á quien no puedo ver, yo que pirata de estos montes, vestido de la traición, bandolero de las selvas, seré el más fuer te campeón, que armando fuertes de vicios, y un formidable escuadrón de pecados y de ofensas,

discordia, murmuración, tengo de impedir celebren esta Sacra Aparición que me da tan to tormento y terrible confusión. Y si hay quien contra mi intento quiera hacerme oposición, sacándole las entrañas , rompiéndole el corazón, el centro de mis furores será su eterno panteón !

[Sale el loco sin ver al Diablo]. Loco. Bien haya la Providencia

de aquel bendito Señor que á mi Padre San Hipóli to tanta caridad le dió; he comido como un loco, y á lo loco lo que soy. Pero tengo reflejado que ya tan loco n o estoy desde que con mi compadre tuve la contestación de aquel encargo que me hizo, y no se me olvida; no, aquí tengo de aguardarlo. Sentaréme.

[Se sienta J. Lucifer. Qué r igor!

Ya los cielos se conspiran en mi con t ra ! Qué dolor!

[Rtiido dentro. Se para el loco, abre la puerta y sale el Meco].

Loco. Ah í viene ya mi compadre; pues á recibirlo voy. ¡ Sagrada Virgen María! por Jesús, que me espantó : en qué instante mi compadre ya se me transfiguró !

Meco. Amigo, no os asustéis, que á buscar vuestro favor vengo, como desvalido, fugi t ivo del furor de en t re mis propios amigos. Del Nuevo México soy

. II!

í SMiíHí

el más valiente entre todos los de aquella mi nación, y viendo que con mi Rey me he llevado la atención, solicitan envidiosos mi muerte , y por eso yo vengo buscando el amparo acá, por vuestra nación.

Lucifer, (aparte.) Todas aquestas razones tormentos para mí son.

Loco. Pues si el patrocinio buscas de la cristiana nación, no la hay en otra más grande que el que por dicha logró tener á María por Reina, y tener por Rey á Dios, para afianzarnos su amparo y darnos su protección.

Lucifer, (aparte.) Oh! pese á todo el Infierno! Meco. Pues mi Rey será tu Dios,

ya que esa Reina María me ha inspirado el corazón: y así t e ruego me digas algo de tu religión.

Loco. Pues mira, el E te rno Padre, • que es el verdadero Dios, n i principio ni fin t iene; cielos y t ierra creó; luego, de su propia imagen el Verbo Eterno salió; y del amor tan recíproco conque se amaron los dos el Espír i tu Divino al ins tante procedió. Son tres personas dist intas y tan sólo un solo Dios. La segunda, que es el Hi jo , á tomar carne bajó en el puro y casto vientre de la que en su Aparición, nos mostró todo su anhelo, y siempre Virgen quedó. Es ta es la Reina del Cielo, á quien hoy se hace función.

Lucifer, (aparte.) Oh! quién licencia tuviera de arrancarte el corazón!

Meco. Pues esa Virgen me valga y válgame vuestro Dios. T u ley pre tendo seguir .

Lucifer. Eso sí digo que no. Vil, bárbaro! ¿os atrevéis á olvidar vuestra nación?

Loco. ¿Y quién le mete á usté en eso? Lucifer, (agarrándolos.) Aquí morirán los dos! Miguel, (saliendo.) Dime, serpiente infernal ,

común enemigo atroz, ¿qué t u s astucias pretenden?

Lucifer. Estorbar la devoción. Miguel. Pues porque veas, soberbio,

rendido vuestro furor , á mis plantas obediente has de quedar , vil t raidor.

Lucifer. ¿Cómo rendirse Luzbel? Miguel. De este modo, infame, atroz!

{Riñen.) Lucifer. ¿Quién cómo yo en el poder? Miguel. ¿Quién ha de ser como Dios?

(Cae á sus pies.) Meco. Válgame! qué fuerzas tiene;

es más valiente que yo. Loco. Pues si éste es compadre mío:

¿ya ves como lo mató? Aguárdate , le hablaré . Compadre: aquí estamos dos que venimos con g ran gusto á hacer lo que me encargó, pues queremos celebrar la admirable Aparición. Y no t enga usté cuidado, ya éste sabe la lección, y á mí, Dios, como piadoso ya el juicio me restauró. Pero empiece usté primero en esta celebración.

Miguel. Como Reina de los Angeles esa Es ther que preservó el Divinísimo Asuero, me viene de obligación,

i i 4

y así, angélicas cadencias suenen desde la alta Sion, celebrando de María la admirable Aparición.

(Música por dentro.) Miguel. Celebren los hombres Loco. La alta Aparición Meco. De María sagrada Lucifer. Contra mi furor . Miguel. Sagrada Virgen María,

Madre, H i j a , Esposa de Dios, bendita entre las mujeres, pues la culpa no os tocó, porque en el primer instante de tu limpia concepción todo el Poder Sempiterno en hacerte se esmeró. Y tan to os quiso, Señora, con tan indecible amor, que el tesoro de la gracia todo en t i depositó, y por nuest ra Reina y Madre tu amparo nos endonó, y á esta América felice amante la cultivó, para que tu patrocinio explayara con amor á cuantos lleguen humildes á pedirte su favor.

Lucifer. Basta, Paraninfo, basta tanta mortificación. Baste de tan to tormento. Cese ya tan to rigor!

(Música.) Nací de alta jerarquía , me despeñó mi altivez, yo vencí al mundo después, y á mí me venció María.

Lucifer. (parándose.) E n una silla t r iunfante me vi, oh desdicha fiera! luciendo en aquesa esfera como una estrella brillante. Mas mi soberbia arrogante perdió el gozo que tenía,

y es t an cruel la pena mía y tan mísero quedé, que t iemblo diciendo que.

Música. Nací de alta jerarquía. Lucifer. Quise oponerme al Creador,

vano, soberbio y osado, pero me vi castigado con indecible rigor. Miguel! terrible dolor! dió con mi dicha al través; penas, desdichas, después se volvió el gozo profundo, porque á un fuego sin s e g u n d o . .

Música. Me despeñó mi altivez. Lucifer. Mas mi envidia sin tardanza

dispuso, según se prueba, contra Adán y contra Eva , la más infame venganza. Eos engañé, y su mudanza míos los hizo esa vez, mas según el caso es y de todos conocido, habiendo sido vencido

Música. Yo vencí al mundo después. Lucifer. E n fin; ya que á mi pesar .

ha de seguir la función, voyme á mi eterna prisión pues no lo puedo estorbar. Miguel, déjame pasar; ya no estorbo esta alegría. Cristianos, aqueste día gracias den al Sempiterno porque á pesar del Infierno

Música. A mí me venció María. Miguel. Vete ya, monstruo infernal,

que ya me ordena mi Dios te sepulte en las cavernas de esa tu oscura región, (vase.)

Lucifer. ¿Qué es esto que me sucede? ¿qué es lo que pasa por mí? Tr is te Luzbel, no hay remedio! ¡Ay infelice de t i! (vase.)

Meco. Anda donde no hagas daño y déjanos á los dos,

porque nosotros faltamos de alabar la Aparición.

Loco. Rosicler puro y hermoso, bella Luna , claro Sol, Palma, Ciprés, Torre, Espejo en donde Dios se miró.

Meco. Huer to cercado, Jardín , Ciudad grande y la mejor: Sagrada Imperial Paloma en donde habitó el Señor.

Loco. De Juan la pluma sagrada dice que del Sol vestida, eres luz de eterna vida y de estrellas coronada.

Meco. ¿Quién es capaz, Virgen pura , de alabar tanta grandeza, santidad, gracia y pureza como Dios en ti asegura?

Miísica. Viva la que en candores de gracia es llena,

pues la hizo Dios sin mancha, blanca azucena.

Meco y Loco á la vez. Y todos alegres en acorde unión, repitan que viva tu alta Aparición.

T e ofrezco hoy por oblación, Aurora Guadalupana, en esta función m a ñ a n a rendido mi corazón.

Y sochipisagua criollita hermosa, y sochipisagua queridita mía, y sochipisagua Madre amorosa, y sochipisagua del alma mía.

Defiéndenos con anhelo, siendo por gloria cristiana tu imagen Guadalupana de la América el consuelo.

Y sochipisagua, criollita hermosa,

y sochipisagua queridita mía, y sochipisagua Madre amorosa, y sochipisagua del alma mía.

CAPITULO XI

Todas aquellas piezas representables en los teatros unas veces y ante las mismas Imágenes otras, según se ve indicado en las que ex-tractadas ó copiadas dejo en el precedente capítulo, abundaban en acrósticos, romances en ecos, glosas, poesías mudas , laberintos, poe-mas cúbicos, consonantes equívocos, y los mil y un primores ó za-randajas que codificó el celebérrimo D. Juan Díaz Rengifo, na tura l de Avila, bajo el t í tulo de " Arte poética española, con una fértilísima .silva de consonantes comunes, propios, esdrújulos, reflejos, y un Di-vino est ímulo del Amor de Dios, aumentada en esta últ ima impre-sión (1759), con dos Tratados, uno de Avisos y Reglas, otro de aso-nantes, con cuarenta y ocho capítulos y con un compendio de toda el Ar te Poética, y casi cinco mil consonantes ."

Siguiendo la regla, ó mejor sería decir receta, de Rengifo, para la formación de laberintos, y dice,

" A l derecho y al revés, por atrás y por delante, á la morisca y través, j un tando dos y tres pies hallarás el consonante , "

en las loas, entremeses, pastorelas y coloquios á que hago referencia, abundan los esfuerzos de ingenio mal gastado y de paciencia mal em-pleada, productores de estrambóticas maravillas métricas.

De un enorme parlamento escrito en México y dedicado á celebrar la Eimpia Concepción, tomo las siguientes quintillas, de las que su

porque nosotros faltamos de alabar la Aparición.

Loco. Rosicler puro y hermoso, bella Luna , claro Sol, Palma, Ciprés, Torre, Espejo en donde Dios se miró.

Meco. Huer to cercado, Jardín , Ciudad grande y la mejor: Sagrada Imperial Paloma en donde habitó el Señor.

Loco. De Juan la pluma sagrada dice que del Sol vestida, eres luz de eterna vida y de estrellas coronada.

Meco. ¿Quién es capaz, Virgen pura , de alabar tanta grandeza, santidad, gracia y pureza como Dios en ti asegura?

Miísica. Viva la que en candores de gracia es llena,

pues la hizo Dios sin mancha, blanca azucena.

Meco y Loco á la vez. Y todos alegres en acorde unión, repitan que viva tu alta Aparición.

T e ofrezco hoy por oblación, Aurora Guadalupana, en esta función m a ñ a n a rendido mi corazón.

Y sochipisagua criollita hermosa, y sochipisagua queridita mía, y sochipisagua Madre amorosa, y sochipisagua del alma mía.

Defiéndenos con anhelo, siendo por gloria cristiana tu imagen Guadalupana de la América el consuelo.

Y sochipisagua, criollita hermosa,

y sochipisagua queridita mía, y sochipisagua Madre amorosa, y sochipisagua del alma mía.

CAPITULO XI

Todas aquellas piezas representables en los teatros unas veces y ante las mismas Imágenes otras, según se ve indicado en las que ex-tractadas ó copiadas dejo en el precedente capítulo, abundaban en acrósticos, romances en ecos, glosas, poesías mudas , laberintos, poe-mas cúbicos, consonantes equívocos, y los mil y un primores ó za-randajas que codificó el celebérrimo D. Juan Díaz Rengifo, na tura l de Avila, bajo el t í tulo de " Arte poética española, con una fértilísima .silva de consonantes comunes, propios, esdrújulos, reflejos, y un Di-vino est ímulo del Amor de Dios, aumentada en esta últ ima impre-sión (1759), con dos Tratados, uno de Avisos y Reglas, otro de aso-nantes, con cuarenta y ocho capítulos y con un compendio de toda el Ar te Poética, y casi cinco mil consonantes ."

Siguiendo la regla, ó mejor sería decir receta, de Rengifo, para la formación de laberintos, y dice,

" A l derecho y al revés, por atrás y por delante, á la morisca y través, j un tando dos y tres pies hallarás el consonante , "

en las loas, entremeses, pastorelas y coloquios á que hago referencia, abundan los esfuerzos de ingenio mal gastado y de paciencia mal em-pleada, productores de estrambóticas maravillas métricas.

De un enorme parlamento escrito en México y dedicado á celebrar la Eimpia Concepción, tomo las siguientes quintillas, de las que su

autor advierte tener cada una de ellas, la curiosidad de que lo mismo pueden leerse ' ' de arriba abajo que de abajo arriba:"

En su limpia Concepción más reluciente que estrella, le dió al Orbe admiración esta preciosa doncella pisando al fiero dragón.

Del rapto de culpa y pena es María privilegiada, pues cual cándida azucena se presenta inmaculada, de toda la Gracia plena.

Con peregrino arrebol amaneció aquesta Aurora aun más brillante que el Sol; de luces los campos dora como encendido Farol .

E s un intacto Santuario, con los bienes de la Gloria, de gracias teniendo Erario, cantó el mundo la victoria de su común adversario.

Más agraciada que Es ther , sin sombra de culpa alguna la vió el Orbe amanecer, sin menguan te hermosa Luna con bril lante rosicler.

Del Occeano de pureza el Sefíor con eficacia formó esta rara belleza, dotándola de la Gracia de su liberal Grandeza.

Adán por la sierpe as tu ta el precepto quebrantó, y en una vedada f ru ta á su prole contagió con u n a culpa absoluta.

Del cielo desheredado el hombre con todos daños se miraba aprisionado por más de cuatro mil años en el más mísero estado.

De t u vientre virginal salió nuestro Redentor sin la culpa original hecho hombre por nuestro amor para librarnos del mal.

T e nos mostrastes Aurora en el más bril lante día, que del hombre intercesora, Hermosísima María, fuiste la corredentora

Y así sigue y sigue esa serie de quintillas, que, como notarse pue-de, nada nuevo ni señalado dicen ni leídas al derecho ni leídas al re-vés, sin pasar de un simple amontonamiento de palabras y de frases.

E n la misma colección hay dos décimas igualmente dedicadas á la Inmaculada Concepción, con la curiosidad de que cada uno de sus versos t ienen por centro ó el sol ó la luna.

Del sacro Copia fué del Hermoso El A este Lo hace Y que este Nazca Porque el E s

' Soberano Divino, que previno en su regio arcano, del ser humano sin sombra alguna en su cuna con resplandor, de su candor

. sin mancha importuna.

«

La décima que tiene la luna por centro, dice:

E s María bella que como es Es ta pura se vió tan rara la nueva fué

L U N A

luciente, sin menguante, flamante en candor creciente, en claro Oriente, sin lección en su estación del cielo, que al suelo en su Concepción.

La Culpa, que en esa loa toma parte, habla en el s iguiente altiso-nante estilo;

Espera, temible acento! contén la voz! no prosigas! que t u s métricas candencias rompen de la cristalina esfera, el azul celeste, cuyas diáfanas cortinas se empavesan de luceros con bizarra gallardía, ostentando en sus celajes de los astros la divisa, pues son vasallos de Febo los fulgores que allí brillan. Retira tus consonancias, ó al impulso de mis iras convertiré en tempestades toda la máquina empírea, forjando ligeros rayos que conviertan en cenizas con los efluvios del fuego á esta vasta Monarquía. Enmudece los violines, rompe las cadentes liras, destiempla bajos y t rompas que con gran melancolía canten mientras lloro yo, ó pese á las fur ias mías! ¿A una mujer tan to aplauso? No comprendo tal enigma, que á la que es hi ja de Adán y en su mismo ser nacida, le han de dar tales aplausos, siendo consecuencia fija que le comprendió la culpa de la venenosa arpía del pecado original que á su prole contamina. ¿Cómo libre se ha de hallar la que es de su herencia misma? Mienten todos los anuncios, son falsas las profecías, que procuran separarla y que quieren distinguirla.

E s falso que esta mujer se mirara tersa y limpia contra el orden natura l . No puede ser, es mentira , es imposible; no hay duda, es falsa Filosofía. Dios no ha hecho cosa imperfecta y esa muje r lo sería á estar libre del pecado que á su prole contamina. Eso no es verdad, es falso; y si a lguno me replica ó contradecirme quiere, salga en forma silogística á defender lo contrario: la Culpa los desafía sin reserva de personas en la cumbre de la cima.

A tan grandes bravatas de la Culpa se presenta la Gracia y quieras que no quieras, y ayudándose con celestes coros, demuestra su error á la Culpa.

¿ E s posible que esto escuche y que al ins tante no muera ? Reniego de mi poder! ¿ De qué sirve mi soberbia ?

De nada en efecto le sirven, pues á la voz de la Gracia

á pesar de t u s astucias y tus ardides y enredos, se presentan valerosos con ínfulas y capelos Doctores y Santos Padres, agotando los t interos en universal defensa del Purísimo Misterio de la Concepción en Gracia de la Reina de los Cielos. Sacando á luz sus errores que se presente Lutero; en fin, sin limitación que salgan en este puesto calvinistas ' mahometanos

B. H. T.—T. I.—18

y todo el infeliz gremio de paganos y gentiles, que el Santo Doctor Angélico Sapientísimo Tomás los despachará al infierno.

La Culpa se va al fin, echando pestes por aquella boca:

Reniego de mi desdicha ! Mi pecho en ira se abrasa pues ha t r iunfado de mí esta Reina inmaculada. Retiróme á las cavernas á llorar en sus entrañas el bien que logran los hombres por Niña tan soberana. Pero yo de los mortales tomaré crüel venganza, inventando nuevas culpas que devoren á las almas, ya que aquesta Mujer Fuer te la Original deja atada.

\

De esas altas filosofías descansaba el buen público de las fiestas re-ligiosas, con los entremeses en que era gracioso el Indio: vaya una muestra más de los chistes de aquellos graciosos: la tomo del saine-te El Indio criado:

Alabado sea J isós! Cuánto cansado lo vengo de boscar on convenencia porque de hambre me lo muero. Ayer me j u í al catarral , por señas lo iba saliendo á on sifior con so piloca, so chopa largo, moy goeno, on pañi to culurado con sos adornos bermejo: yo no mas le puse el mano y se me enredó en los dedos. E l siñor no lo vió nada y yo lo quedé sospenso. ¡ Válgate Dios por pañi to ! ¿ con este paño qui haremo ?

no sea el Diablo que soceda lo que socedió á tio Pegro, que por cosa como este no más, le dieron doscientos, no dineros, sino azotes con on pero verdoguero. Mi agüelo, mírelo osted, ese fué otro fondamento: no li cuadraba la agu ja , n i el dedal, ni por lo p ienso! A lo grande se inclinaba, á los vestidos m u y güenos, los relojitos de plata, los centillos, cosas goeno. A mi hermano lo azotaron por j u r tón y matutero . Mi tata, mírenlo ostede, ese j u é otro fondamento: por nueve veces casado salió so acompañamiento en on burro aparejado con ojos en so piscuezo, con so coroza m u y grande y so vitor güeno, güeno.

Pero donde más resaltan el candor y.el ingenio de esos días y esos autores, es en los coloquios y pastorelas que dando principio en la rebelión de Euzbel venían á terminar en la adoración de los pastores á Jesús recién nacido.

Ea primera escena tenía lugar en el cielo, entre Euzbel y Miguel: el primero, en todo el esplendor de su príst ina belleza, recreándose en sí mismo, tomando para sí los cánticos de alabanza de todas las jerarquías , pretende convencer al segundo de su absoluta igualdad con el Ser Supremo, pues lo creó tan hermoso y perfecto cual lo es él mismo. Miguel llega á perder la paciencia al oir las blasfemias del soberbio espíritu, y desenvainando su espada arroja por t ierra al in-grato, gri tándole con voz de t rueno:

Bárbaro! ¿quién como Dios?

Aunque ya en la desgracia, Euzbel no se da por vencido y exclama:

¡Qué importa que del cielo in jus tamente Dios me haya arrojado

si con la ciencia infusa me ha dejado? ¿No es perpetuo mi ser? ¿pues cómo ignora que igual tengo de ser á su grandeza? Por la que en mi, infinita se atesora ¿podrá acabarse mi naturaleza?

No obstante, tiénele intranquilo el saber que Dios se entret iene en formar de vil arcilla la humana criatura, en la que infundirá un alma á su imagen y semejanza, y en la cual pondrá todo el amor que dejó vacante la rebeldía de Luzbel. Juzga éste que la fabricación de se-mejante muñeco, es un entretenimiento indigno de Dios y la mayor burla que á él puede hacérsele, y se prepara á vengarse echándole á perder su nueva criatura. Gracias á la ciencia infusa de que ya nos habló, al ver á Eva adivina Luzbel el lado flaco de Adán .

Ya acierta mi experiencia! La costilla que en su fragil idad es fortaleza, á mi cautela juzgo qne se humilla. Guárdese el hombre, que mi enojo empieza.

Aparece el Paraíso: Adán galantea á su hermosa compañera, y le ex-plica cuánta es la mult i tud de los favores que ambos deben á Dios, quien todo les consiente y permite, menos u n a sola y única cosa.

Todo es vuestro, amada esposa; pero mirad que os advierto que aquel árbol no toquéis, que es soberano precepto de Dios, y en viendo su gloria fácil reconocimiento, no quiere más su grandeza que este divino precepto. E l que probare la f ru ta y no obedezca el decreto, está condenado á muer te su eterna gracia perdiendo.

Vase Adán , queda sola Eva ; y en el acto piensa así:

Si he de decir la verdad, yo por ver el árbol muero, que al pensamiento ligero sigue la curiosidad.

Luzbel acaba de deslizarse detrás del árbol prohibido y se prepara á contestar á las dudas de Eva , en la forma que Rengifo llama eco:

Eva. ¿Qué puedo perder en ver la f ru ta vedada?

Luzbel, (oculto.) Nada! Eva. ¿Y qué haré al la ver? Luzbel, (oculto.) Comer! Eva. Si el árbol vedado toco

¿habré delinquido? Luzbel, (omito.) No! Eva. ¿Quién me ha respondido? Luzbel, (oculto.) Yo! Eva. ¿Qué aventuro en esto? Luzbel. Poco? Eva. ¿Qué más claro desengaño?

pues sin saber cómo ó quién dice quien y dice bien, mucho el miedo y poco el daño, resuelta voy á tocar el árbol y ver el f ruto , pues es negar el t r ibuto comer pero no mirar .

Eva come la f ruta , la hace comer á Adán , sobreviene á poco una tempestad en que se manifiesta la cólera de Dios; Miguel, armado con espada de fuego, arroja del Paraíso á los primeros pecadores, y la escena múdase en un Templo en que se presentan Daniel é Isaías á anunciar que es llegada la hora en que el hombre empiece á ser re-dimido con la llegada del Mesías. E l ejemplar que manuscrito poseo, dice al llegar á este pasaje del coloquio y pastorela: " Pi to de infier-no . A este pito se descubre la vista de Infierno, en la que aparecerá Lucifer en una peña recostado y un caudillo á sus pies. E l Pecado, prevenido por vuelo grande, y Satanás por escotillón de la izquier-da , hasta sus correspondientes pitos. Lluvia de fuego para la hora del Conciliábulo, Cajas, Tempestades, Caudillos, y Diablos ."

Al son de músicas tristes, dice la comedia, laméntase Luzbel de los pesares que le afligen sin tener siquiera el consuelo de poder dormir;

á un mortal no se le niega del sueño el dulce letargo, y yo, infeliz, por más que hago más y más de mí se aleja.

Dime, sueño, in jus to amigo, ¿ por qué tan to te escaseas con un desdichado? Di. Que si yo te poseyera sosegara el pensamiento y minorara mis penas, porque eres tan parecido á la muer te en tal manera que el que de t u sueño goza ó el que t u amistad profesa, n i agradece beneficios ni se previene á cautelas.

Su mal humor se desfoga en maldiciones y blasfemias, que hacen que el coro, con música alegre, le repita las palabras de Miguel ,

Bárbaro, ¡ quién como Dios!

Por supuesto que Luzbel responde encolerizado repitiendo sus eter-nas amenazas, llegando á ponerse de pinito de caramelo cuando los co-ros de músicas alegres, le anuncian el próximo parto de la Virgen, que no dejará de serlo ni aun siendo madre. E n el colmo de la irritación exclama Euzbel:

No lo creo ni por pienso, pues aunque más santa sea, más hermosa ó más divina que pueda haber en la esfera, vasallos tengo tan leales, y tan valientes se muestran, que á las mural las más al tas han derribado sus fuerzas. Y para que juzgue el Orbe que Euzbel verdad profesa, al l lamado de mi voz acudan á hacerle guerra .

(Con terrible y estruendosa voz) Horrible noche del Caos profundo! Eclips soberbio del primero mundo! Noche común del hombre inobediente! Contagio del Oriente y Occidente! Abismo lobregoso. Eunar feo del huer to deleitoso! Aspid entre las flores!

N u b e del día, horror de sus candores! Mancha de Adán que á todos has tocado! Pecado original!!!

Pecado, (alpaño.) ¿Quién me ha llamado? Lucifer. T u Príncipe y Señor! Pecado. Ya te obedezco

y hoy de nuevo á servirte á ti me ofrezco.

Inmediatamente Euzbel llama y hace venir á Satanás, que en el acto acude diciéndole:

Príncipe invicto, ¿qué mandas? Aquí estoy á tu obediencia: que aunque somos, Gran Señor, los dos nacidos de un parto, y nada puede perderse entre dos que son hermanos, dejo á mejor ocasión poner mi derecho á salvo.

Euzbel, antes de decirles el objeto de su llamado, les refiere la crea-ción del universo y del hombre, su soberbia y su rebeldía, su perdi-ción y la de los ángeles que le siguieron, amenizando su enorme par-lamento con descripciones como esta:

Con admirable prudencia hizo el cristalino Globo. Luego, con suma grandeza, de uno á otro polo fijó dos ejes que lo rodean, para que los once cielos que la evidencia enumera, y el estrellado Zafir, firmamento que se muestra á un paraninfo celeste que arrebatado voltea todo el esférico río que le dió la Omnipotencia. E n medio del cuarto cielo de los que os hablo en mi tema, puso el Sol, porque alumbrase giro á giro, esfera á esfera; y por influencia dispuso astros, signos y planetas,

dando lo muy conveniente á cada cual en su esfera.

Todo cuanto aquí os lie dicho es porque veáis que á mi ciencia nada se le oculta, y todo se encuentra sujeto á ella. Pero aquí mismo principian mis dolores y mis penas, pues dicen las que manejo ciencia infusa y sabias letras, que ha de nacer de una estéril una niña, en cuya perla será en que se deposite la sagrada Omnipotencia.

A todo está dispuesto Luzbel para impedir que se cumplan las pro-fecías, y todo lo intentará antes de que su cabeza pueda servir de al-fombra á la doncella elegida, y al caso dice hermosamente:

primero, tantos pedazos contra estos muros la hiciera, que t an sólo en recogerlos un joven se envejeciera.

Satanás y el Pecado original convienen en poner en pie de guerra á todo el infierno; el Pecado trata de dar ánimo á su Señor recordán-dole la importante ayuda que en todas las ocasiones le ha prestado para rellenar de condenados el abismo, y después de mucho argumen-tar y de mucho discutir, pues todos tres son impertérritos habladores, resuélvense á salir á campaña.

Luzbel. Amigos, con vuestra ayuda todo mi poder se anima, y, así, empiece la venganza.

Los dos. Nuestra venganza prosiga! Pecado. A h ! de esa lóbrega estancia! Satanás. A h ! de esa fogosa hornilla! Lucifer. Donde impera mi poder. Pecado. Donde reina mi malicia. Satanás. E h ! valientes capitanes! Luzbel. E h ! valerosas cuadrillas! Pecado. Salid del oscuro averno ! Satanás. Dejad la laguna Est igia! Luzbel. Que vuestro Príncipe os l lama!

Pecado. Que ya el Pecado os inci ta! Satanás. Muera el hombre á nuestras manos! Luzbel. Dadle al hombre batería! Satanás. Toque al arma nuestro aliento! Luzbel. Al arma, infernal milicia! Pecado. Con vuestras voces, Señor,

todo el infierno se alista para ganar las victorias que tenemos á la vista

Y en efecto " á sus voces, dice la acotación de la comedia, toma cada uno*posesión de su lugar, y , al pito, se irán, Lucifer, por vuelo grande; Pecado, por escotillón de la derecha; Satanás, por el de la izquierda y los caudillos y los demás diablos por la boca del infierno, y todo esto será muy violento.

Sigúese en decoración de Templo el acto de elegir Mana esposo, que es José, cuya vara florece de improviso, y la boda queda cele-bríid.3-

La segunda parte empieza con la salutación del Arcángel Gabriel y con la conformidad de la Virgen á la voluntad divina; sobreviene José, y María se turba no resolviéndose á decirle lo acontecido, y ter-miné la escena conviniendo ambos esposos en ir á visitar á su prima Isabel Esta , sin más pesar que el de tener mudo á su esposo Zaca-rías ocúpase en el arreglo de su casa y en dar buenos consejos y to-mar cuentas á sus pastores, por los cuales sabe el matrimonio de su prima María, fausta nueva que la regocija grandemente. Entonces es cuando hace su primera presentación en la comedia el pastor Bras, que de sí mismo dice:

Señora, me llamo Bras; pero debes entender soy Brasito en t rabajar y Brasote en el comer.

Con él se dan también á conocer Bato y Güa, tan graciosos y bue-nos consortes que cuando Güa p regun tas ! la ha extrañado, contesta Bato:

Bien sabes que te he querido como á un dolor de costado.

Gila. Así lo tengo entendido; t a habrás de morir por mí.

Bato. Pues si muriera por ti, ¿qué te harías de otro Bato?

B . H . T .—T. I . — 1 7

Gda. Yo buscara con desdén otro marido segundo.

Bato. ¿Y habrá marido en el m u n d o que á su muje r quiera bien?

Gila. Los buenos lo hacen así. Bato. Pues yo soy que ni de palo

y si algo tengo de malo lo habré aprendido de t i .

Gila. Mejor es que al monte vayas por leña, para amasar.

Bato. Ahora vengo m u y cansado, mejor será i rme á acostar. Adiós, Gila de mi vida.

Gila. Adiós, Bato, tuya soy. Bato. Y de cuantos quieras eres.

Riñas y galanterías semejantes entre ambos esposos, se repiten á cada momento en el curso de la obra.

Igua lmente burdos, glotones y holgazanes, Bato y Bras son los eternos camaradas de aventuras y merodeos, y unidos acometen las más arresgadas empresas: á la husma de cuál será la muje r elegida para madre del Mesías, Luzbel se presenta en los campos vecinos á la casa de Isabel, y en uno de sus monólogos tristes echa roncas de su pecho, y maldiciones y blasfemias que sorprenden Bato y Bras, y sin asustarse con la fea catadura del Rey de las Sombras, conciben el atrevido proyecto de ensillarle y ginetearle.

Bras. Bato amigo, ¿no escuchaste lo que ese j u m e n t o dijo?

Bato. N o he entendido una palabra porque el miedo aun no disipo.

Bras. Pues qué ¿no tendrás valor . . . . de lazar á ese pollino y montados á caballo le llevamos al aprisco?

Bato. ¿Y si acaso se voltea el chirrión por el pali to y nos ensilla á nosotros?

Vencidos los reparos de Bato, éste y Bras vanse en busca de los útiles necesarios para la empresa, y á poco rato vuelven, dice la aco-tación respectiva, Bato con un almartigón y Bras con un fus te viejo, y hablan en voz baja:

Bato. Este es un almartigón de mi ya di funto tío.

Bras. Qué ¿tu tío era caballo? Bato. E ra de su animalito,

¿y t ú qué traes cargado? Bras. E s un fuste, amigo mío,

que se ponía mi padre cuando salía al camino.

Bato. ¿Conque tu padre era bestia? me harás perder el sentido

Bato. Pues acércate primero. Bras. Si tendré valor no has dicho. Bato. Ensíllalo, y caminemos. Bras. Y t ú acaso ¿estás tullido? Bato. Pues ¿hasta qué hora lo coges? Bras. T ú le t ienes miedo, amigo. Bato. No sé si sabrá de ancas. Bras., ¿No ves que no t iene brío? Bato. Date prisa, no se vaya. Bras. A un t iempo démosle el grito.

E l primer in tento no les sale bien, pues Lucifer los rechaza y tira al suelo:

Bato. Todo ¡ay! me ha descuadrillado! Bras. Una pierna ¡ay! me ha rompido!

Pero después, invocando á Dios y á San Miguel, logran ensillar y montar á Lucifer, que dice:

¡Que por orden del Creador , y su poderoso edicto,

sea yo jugue te y escarnio de villanos que abomino! Acaba, suerte t irana! Oh! Miguel: tú me has vencido! pero yo me vengaré con doblar al hombre el vicio, y avivando mis astucias todos irán al abismo!

Lucifer arroja al suelo á Bato y Bras, y huye por un escotillón del que salen l lamas y humo que tizna á los dos pastores.

Bato. Grita, que el monte se quema: ¿no miras el fuego activo?

Pastor. ¿Y quién os ha puesto así? Bato. Por juga r al caballito

sobre un potranco cerrero, echó un reparo el maldito, y á los dos nos ha dejado muy bien t iznado el hocico, con fuego que por la cola le salió como á torito.

Gila. Bonito par de figuras para espautar muchachitos!

E n medio de los bailes y canciones con que sus pastores y colonos quieren distraer á Isabel, Bato y Bras vuelven á dar aviso de que lle-gan María y José, quienes son recibidos con pastoriles festejos por Isabel y todos los moradores de su casa y de sus campos.

Pero, so pena de extendernos por demás, desistamos de seguir pun-to por punto esa nueva edición de la Biblia y del Evangel io puestos en verso, y l leguemos á los instantes solemnes en que se prepara el nacimiento del Redentor. Ea acotación dice "por vuelo San Miguel y en bosque corto."

Miguel. Montes que de ese velo t ransparente poseéis el influjo más luciente; íiscos cuya eminencia á las nubes les hacen competencia; altos, verdes escollos de estos prados de variedad de flores matizados; fuentes que con risueños movimientos corrientes explicáis los sentimientos; aves cuyo concento lisonjero en primores os puso el mes de Enero, prorrumpa nuestro canto en voz sonora dulces acentos hoy á vuestra aurora, que yo por ello in tento esparcir alegrías por el viento, siendo mi voz clarín dulce y sonante que á las aves despierte vigilante, y pues soy de los cielos mensajero sea la voz acento lisonjero, y sus canciones saetas que despierten del sueño á los proíetas.

Entáblase una especie de diálogo entre los coros que cantan coplas con música alegre, y San Miguel que las comenta en ampulosos versos, hasta el ins tante en que lo in terrumpe Euzbel gr i tando dentro:

Vivan Euzbel y sus tropas! Soldados míos, alerta! que está el contrario en campaña. Arma! arma! guerra! guerra!

Preséntanse Euzbel y el Pecado que andan sin saber por dónde, en busca de la muje r que ha de dar á luz al Mesías, y cruzan la escena María y José, que andan de peregrinos y se detienen á aplacar su sed en una fuente que allí brota. Miguel se presenta á saludar y ofrecer sus respetos á María:

Al fin, llegaron mis ansias á ver el monte celeste donde se dieron de amor las más soberanas leyes; á ver la mesa más franca de este cordero eminente, de ese divino retrato que con su hechura engrandece á el Apeles más divino, cuyos sagrados pinceles para dibujarla hermosa vertieron esplendideces sin tasas y sin medidas en esta imagen que ofrece el figurado maná que es de la vida la fuente . Pásmense el mundo y los cielos pues esta antorcha luciente, esta carroza del sol, hoy, desquiciando sus ejes, se bajara si pudiera para postrar altiveces. Y así, criaturas todas montañas, riscos y fuentes , plantas, flores, valles, cumbres, aire, t ierra, aguas y peces, prevenid todos posadas á quien por todos hoy viene,

dejando alcázares ricos por nacer en un pesebre.

María le contesta con humildad y sencillez celestiales,

Oh! divino Embajador , cuya presencia me t iene absorta, por ver que el Cielo tantos favores previene para aquesta humilde esclava que en verdad nada merece: Paraninfo soberano, cumplida veréis en breve vuestra súplica, pues ya toda mi alma se siente anegada con los gozos de mi alumbramiento breve.

E l Pecado entra en escena y procura ganarse la buena voluntad de la Virgen, fingiéndose un pobre simple, pero á pesar de su disfraz es conocido y Miguel le maltrata y arroja á los pies de María. E l Peca-do pide auxil io y salen Lucifer, Satanás, San Gabriel y San Rafael y se entabla una lucha enconosa por ambas partes. Lucifer, soberbio siempre, gri ta:

Quién como yo, di, Miguel!

y Miguel le contesta con voz tonante

Quién como Dios! di, serpiente!

y Luzbel queda vencido y humillado, y el Pecado y él y Satanás se desahogan con el s iguiente laberinto:

Pecado. Sólo eso siente mi pena! Satán. Sólo eso mi pena siente! Luzbel. Que á mí me ofenda y lo mire! Pecado. Que no la mate y me vengue! Satán. Que no me vengue y la mate! Luzbel. De aquesta suerte Luzbel! Pecado. Pecado de aquesta suerte! Satán. A mí te atreves, esclava! Pecado. Que esta esclava á mí se atreva!

Luzbel. Y que no pueda valer me! Satán. Y que valerme no pueda! Luzbel. Que me ofenda así su vista! Pecado. Que así su vista me ofenda!

Acábase por poner en fuga á los diablos, y por ello felicitan los án-geles á María, que sigue su camino para Belem. A la entrada del pue-blo sitúase Euzbel para impedir que las gentes vayan á adorar al ni-ño Jesús, ya que no le es posible impedir su nacimiento. Los primeros individuos que con él se tropiezan son Bato y Bras, que l legan cansa-dos y con hambre y hablando, como de costumbre también, grosera-mente:

Bato. A mí me t iene rabiando la puerca de mi mujer .

Preséntaseles Luzbel, y se renuevan las ordinarieces y los insultos:

Luzbel. Villano! si yo me enojo te haré morir á mis manos.

Bato. N o te enojes, cara negra : ya no te diremos nada.

Bras. Con esa cara t iznada te pareces á mi suegra.

Sirviéndose de su glotonería, Luzbel ofrece á Bato y á Bras una su-culenta comida con tal de que le firmen una escritura vendiéndole sus almas: Bato y Bras admiten en apariencia, pues lo que quieren es jugar le una burla , y después de comer y beber como príncipes, á la hora de firmar, para lo cual trae Satanás tintero, pluma y papel, ambos pastores dicen que no saben ni leer n i escribir. Luzbel se enfurece con aquella burla y manda colgar á Bras y enterrar vivo á Bato, pe-ro llega Miguel y los salva. Después de esta úl t ima derrota, ni Luz-bel n i sus demás infernales camaradas vuelven á presentarse.

E n vista de calle, con muralla y centinela en ella, dice la acotación, salen María, José y Miguel buscando donde hospedarse. José llama á las puer tas de dos de sus parientes, que uno t ras otro le despachan con cajas destempladas y más que groseras razones. Después pide po-sada en un mesón del que es portero un pobe negó que les responde que no hay lugar ni albergue para nadie, y menos para una mujer que está para parir y podría despertar á los demás huéspedes. Miguel se dirige entonces al centinela ordenándole que abra las puertas de la ciudad.

Sabe que á tus puer tas tienes la Redención de Israel: abre las puer tas que viene el verdadero Mesías á que los muros le entregues.

Pero contra el tal centinela Miguel y su Quién como Dios! nada pue-den, y el implacable soldado acaba por llamarle impert inente y vol-ver la espalda á los peregrinos, que al fin se resuelven á guarecerse en mísero y desmantelado portal.

Estamos en un campo yermo y á todos los aires del invierno más cruel, no obstante lo cual el poeta mezcla y confunde las Estaciones, obligado por la fuerza del consonante, puesto que los pastores dicen, y por dos veces,

Feliciano. Son crecidos los rigores con que nos maltrata el frío.

Rosaura. Ya me acaba el cruel estío: paremos aquí , pastores.

Bato. Gran t rabajo es caminar con tan riguroso estío.

Rosaura. Helada vengo de frío; démonos prisa á cenar .

Todo lo disponen para el caso, y pronto se enciende el fuego y es-t á lista la cena, que alegremente despachan, armado cada pastor con su cuchara. E l glotón Bato exclama,

Quién tuviera veinte bocas y cuarentamil barrigas para llenarlas de migas.

A lo que responde Bras:

O quién tuviera un gaznate de cinco varas de largo

Gila. Guarda, Bras, para mañana , que te acabas la cazuela.

Bras. Anda á moler á tu abuela: todavía tengo gana.

Suenan de pronto músicas alegres que cantan,

Acudid, pastores todos con fervor, que á la media noche ha nacido el sol.

Es ta copla vieja viene á demostrar que es más ant iguo de lo que se creía aquello de noche en que el sol brilló, que tan to ha sido criticado á un excelso poeta mexicano.

Viene Gabriel, anuncia á los pastores el nacimiento del niño Dios y les invita á ir á Belem á adorarle, lo que ellos hacen m u y de buen grado, y aparece el Porta l y Jesús en un pesebre y María y José á sus lados, y cántase la gloria y alegres coplas y gozosos villancicos, y ca-da cual ofrece al Niño lo mejor que posee, viandas, frutas, flores y pu-ro y sincero amor, y la pastorela concluye abriéndose sobre el feliz portal de Belem todos los esplendores de la Gloria, que durante trein-ta y t res años habr ía de quedar huérfana de la segunda persona de la

Omnipotente Tr in idad. Feliz el para nosotros ignorado poeta, que de tan ant iguos tiempos

viene recreando á los sencillos de corazón con su humildís ima obra, por la cual viven en el mundo infantil el valiente Miguel, el fanfa-rrón Luzbel, el gri tón Pecado original, los rústicos Bato y Bras y la poco escrupulosa Gila!

CAPITULO x n

1791 1792.

N o pudiendo, en obsequio á la brevedad, hablar de todas las fun-ciones de la temporada de 1790 á 1791, me referiré á las más notables por cualquiera circunstancia. E l domingo 25 de Abril la función del Coliseo estuvo dedicada á celebrar " l o s felices años que numera la Serenísima In fan ta de España y Princesa del Brasil, D;.1 Carlota Joa-quina de Borbón, en debida manifestación de vasallaje á nuestro So-berano el Señor D. Carlos I V (que Dios guarde) , y como un peque-ño átomo del amor que debe rendir todo fiel vasal lo:" púsose en es-cena la gran comedia El maestro de Alejandro, y siguió el suntuoso baile, invención de Mr. Morali, Divertimiento de los villanos. E l pro-grama dice: " A todo Teatro ( y con previa general i luminación de vistosos y armoniosos candiles, de nueva invención y exquisito gusto) ,

. B . H . T . — T . I—18

Sabe que á tus puer tas tienes la Redención de Israel: abre las puer tas que viene el verdadero Mesías á que los muros le entregues.

Pero contra el tal centinela Miguel y su Quién como Dios! nada pue-den, y el implacable soldado acaba por llamarle impert inente y vol-ver la espalda á los peregrinos, que al fin se resuelven á guarecerse en mísero y desmantelado portal.

Estamos en un campo yermo y á todos los aires del invierno más cruel, no obstante lo cual el poeta mezcla y confunde las Estaciones, obligado por la fuerza del consonante, puesto que los pastores dicen, y por dos veces,

Feliciano. Son crecidos los rigores con que nos maltrata el frío.

Rosaura. Ya me acaba el cruel estío: paremos aquí , pastores.

Bato. Gran t rabajo es caminar con tan riguroso estío.

Rosaura. Helada vengo de frío; démonos prisa á cenar .

Todo lo disponen para el caso, y pronto se enciende el fuego y es-t á lista la cena, que alegremente despachan, armado cada pastor con su cuchara. E l glotón Bato exclama,

Quién tuviera veinte bocas y cuarentamil barrigas para llenarlas de migas.

A lo que responde Bras:

O quién tuviera un gaznate de cinco varas de largo

Gila. Guarda, Bras, para mañana , que te acabas la cazuela.

Bras. Anda á moler á tu abuela: todavía tengo gana.

Suenan de pronto músicas alegres que cantan,

Acudid, pastores todos con fervor, que á la media noche ha nacido el sol.

Es ta copla vieja viene á demostrar que es más ant iguo de lo que se creía aquello de noche en que el sol brilló, que tan to ha sido criticado á un excelso poeta mexicano.

Viene Gabriel, anuncia á los pastores el nacimiento del niño Dios y les invita á ir á Belem á adorarle, lo que ellos hacen m u y de buen grado, y aparece el Porta l y Jesús en un pesebre y María y José á sus lados, y cántase la gloria y alegres coplas y gozosos villancicos, y ca-da cual ofrece al Niño lo mejor que posee, viandas, frutas, flores y pu-ro y sincero amor, y la pastorela concluye abriéndose sobre el feliz portal de Belem todos los esplendores de la Gloria, que durante trein-ta y t res años habr ía de quedar huérfana de la segunda persona de la

Omnipotente Tr in idad. Feliz el para nosotros ignorado poeta, que de tan ant iguos tiempos

viene recreando á los sencillos de corazón con su humildís ima obra, por la cual viven en el mundo infantil el valiente Miguel, el fanfa-rrón Luzbel, el gri tón Pecado original, los rústicos Bato y Bras y la poco escrupulosa Gila!

CAPITULO x n

1791 1792.

N o pudiendo, en obsequio á la brevedad, hablar de todas las fun-ciones de la temporada de 1790 á 1791, me referiré á las más notables por cualquiera circunstancia. E l domingo 25 de Abril la función del Coliseo estuvo dedicada á celebrar " l o s felices años que numera la Serenísima In fan ta de España y Princesa del Brasil, D;.1 Carlota Joa-quina de Borbón, en debida manifestación de vasallaje á nuestro So-berano el Señor D. Carlos I V (que Dios guarde) , y como un peque-ño átomo del amor que debe rendir todo fiel vasal lo:" púsose en es-cena la gran comedia El maestro de Alejandro, y siguió el suntuoso baile, invención de Mr. Morali, Divertimiento de los villanos. E l pro-grama dice: " A todo Teatro ( y con previa general i luminación de vistosos y armoniosos candiles, de nueva invención y exquisito gusto) ,

. B . H . T . — T . I—18

se harán visibles sus decoraciones, presentándose á igualdad respec-t iva Actores y Actrices, con la más posible decencia, en debida gra-t i tud de tan festivo día: el adorno de los intermedios será de la mejor elección, así en lo armonioso de su compuesto, como en la novedad de su invención que aumentará la brillantez. Y siendo indispensable aumentar los costos, lo es asimismo, que la paga sea doble, previa licencia y calificación super ior . "

Aqu í es oportuno decir, en qué consistía el aumento de luces del Tea t ro en días solemnes, y cuánto importaba el gasto, según una nota firmada por Miguel Meneses: " R a z ó n del número de Candiles y luces que en ellos se aumentan los días de Besamanos.—Cinco can-diles en el cielo raso de á doce luces cada uno, que son sesenta luces: Otro dicho con diez y ocho luces: Cuatro dichos del frente del Tea-t ro con seis luces en cada uno, y son veint icuatro luces: Cinco otros dichos de á seis luces en cada uno en el cielo raso, y son treinta lu-ces: Veintisiete candiles chicos en Palcos y Cazuelas de á cuatro lu-ces cada uno, y son ciento ocho luces. Total , cuarenta y dos candiles con doscientas cuarenta luces . "

E n 22 de Jun io se fijó en las puer tas del Tea t ro un cartel impreso en que se avisaba: " Para mejor comodidad del público concurrente al Teatro en sus salidas de él, se han aumentado varias puer tas que la f ranquearán diariamente, y también en cualquier suceso extraor-dinario de temblor de tierra ó de incendio. Una de ellas, que se ha-lla ya en uso, gobierna ó da paso del primer piso al Portal donde es-tán los tres arcos ó puer tas principales. Otra lo facilita del tercer piso y Cazuela de hombres á la misma calle del Teat ro , á distancia pro-porcionada de dicha puerta principal y de la que da comunicación al segundo piso, para que no impida la llegada de los coches. Otra fran-quea la misma salida á la gente del Pat io y Mosquete, que se condu-cirá por la Puer ta nuevamente hecha, además de las otras que se han usado hasta aquí . E l paso interior que hay del primer piso al segun-do, quedará franco para que los concurrentes usen de él como les convenga al tiempo de salir; pero el que había y ha servido hasta ahora para el mismo fin en el tercer piso, quedará privado para tal objeto, y lo propio la salida ant igua de dicha Cazuela de hombres. Eas puer tas nuevamente habilitadas, estarán en franquía desde que medie la tercera jo rnada de las funciones teatrales, dándose principio el día 24 de este mes. En las entradas no se hace novedad, pues és-tas han de continuar por los mismos parajes que hasta ahora. Tam-poco ha de haber variación en la salida del segundo piso, que ha de continuar como hasta aquí. Y para que llegue á noticia de todos, se da la presente, de orden del Gobie rno . "

E n el mismo mes de Jun io de 1790 y á 12 de él, la Compañía del Coliseo fué reforzada con un nuevo Galán de bien ex t raño apellido.

He aquí la copia de su contrata, al uso de la época: " Digo yo J u a n Lagenheim, que me ajusté con Gerónimo Marani, Asentista del Tea-tro de esa Corte, á servirle en él y por el sueldo de quinientos pesos, desde hoy día de la fecha, hasta el úl t imo del Carnaval próximo ve-nidero, en la plaza de Pr imer Galán, haciendo por ahora en cada se-mana solamente dos comedias en los domingos y jueves de ellas ó en los que se me señalen con la debida anticipación; y en caso de que llegue á estar en apt i tud de ejecutar a lgunas comedias más, las ha ré por sólo el salario de los expresados quinientos pesos. Asimismo se-rá de mi obligación hacer todos los Galanes en comedias ó en zarzue-las de música, y en esta clase, si se ofreciere, cantaré saínetes y to-nadillas en algunos intermedios, precediendo la anticipación de una perfecta enseñanza. E n las comedias que además del Galán tengan otros papeles de carácter igual ó que no desmerezcan de él, será de mi obligación hacerlos á más' de las comedias referidas, y se me pa-garán aparte aquellas adealas y gages que me toquen, sin abono de comedia supernumeraria , por lo que me obligo á t rabajar también la comedia que se da de pilón en cada mes. E n verdad de lo cual firmé la presente en México á 12 de Jun io de 1790 —Juan de Lagenheim:' " Caudal de comedias de J u a n de Lagenheim: La Morbella, El des-dén con el desdén, El Mariscal de Virón, El Desertor, La Eugenia, An-tioco y Seleuco, Reinar después de morir, La fuerza del natural, El Prín-cipe jardinero y fingido Cloridano, El delincuente honrado, Progne y Fi-lomena, Del Cielo viene el buen Rey, El cerco de Roma, El Tetrarca, La Zayda, Ponerse hábito sin pruebas y Guapo fulián Romero, El Abrahán castellano, El carbonero de Londres, Los carboneros de Francia, Gustos y disgustos son no más que una imaginación, Dar la vida por su dama, Las armas de la Hermosura, No cabe mcis en amor, Conquista de las Molucas, Mustafá."

E n la noche del 9 de Julio se dió en el Coliseo u n a función por una Compañía de Bolatines, con el siguiente programa: " L a maravillosa Suerte de la Tabla, Mesa y Silla, de diferente modo que el visto has-ta aquí, se mantendrá sentada la Romanita á cuyo beneficio es la fun -ción, y otros dos haciendo un equilibrio, todos al mismo tiempo, y se hará otro parándose de pies en la silla, á que seguirá el salto de la cinta, con salto de Dama y sin palo, cont inuando la suerte de la Ca-pa y el Sombrero; y el Payaso bailará el Jarabe, vestido de muje r , en la misma maroma. Habrá saltos en el aire, haciendo varios nuevos, con los grandes del Trampolín, y después de otros distintos el de la Puente , concluyendo con el mortal de pasar por cima de cuatro ca-ballos con sus ginetes. E n la pequeña cuerda floja se harán las Cam-panas de París con fuego de artificio. Se repetirá el equilibrio de la Escalera suelta, de diferente modo que hasta aquí . H a b r á también dos suertes de manos que serán, la primera, quitarle á uno la camisa

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sin que lo sienta, y la segunda cargar una pistola con una bala que aparará uno encima. La Romani ta bailará el Minuet de la Corte y se dará fin con nuevas Sombras impalpables . ' '

A beneficio de Teresa Márani , se representó el sábado n de Se-t iembre El Padre avariento, y " l a pieza de mucho chiste y gracia El embarazo y el parto fingido. Se cantó el buen sainete de El medio sim-ple del caudal de Felipa Mercado, y una tonadilla nueva á solo, nom-brada La hidalga en la Corte, por María Martínez, alias La Carpinte-ra. También hubo dos bailes, el uno de El Ametamiro, y el otro el de Los locos. Es ta función, añadía el Programa, es dispuesta por Te-resa Marani , pr imera Bailarina del Teatro , impulsada de su mayor agradecimiento á la benignidad pública que ha disfrutado, de la que aguarda, con el numeroso concurso, la for tuna de agradar acertando á servi r . ' '

E n 23 de Octubre la beneficiada fué Antonia Marani , con las pie-zas El chasco de la anciana, La forma del sombrero; el sainete La Pro-cesión, y los bailes El Quácaro, y El amor corsario. Siguió Juana Ma-rani con las piezas El sastre y su hijo, Cada uno en su casa y Dios en la de todos, y Los maridos engañados: cantáronse las seguidillas Dor-mido en una peña, y No lloréis, Fabio, celos; y bailáronse Los bergan-tines, La cucaña, Las boleras, La alemanda, y los bailes del país, Los garbanzos por Ani ta Espíndola, alias La Magueyito, y La Tirana. E l programa traía esta advertencia: " E n cuanto á la entrada, desearía s inceramente la interesada que su querido público la disfrutase f ran-ca; pero ya que esto no es compatible con su suerte, deja á lo menos al arbitrio de los que ocupan los palcos y lunetas el hacer la contri-bución que sea de su agrado, pidiéndoles, sí, la asistencia de todos modos. Pa ra los lugares no arrendados, la paga será como en día de t r a b a j o . "

E n otras ocasiones de beneficio los programas eran redactados en verso y aquí va una muestra , que recomiendo:

Ult imo Beneficio, que de gracia Su Excelencia piadoso ha concedido, en que su grat i tud benigno espacia premiando su méri to sabido: previene dar lugar con eficacia á quien también quiere sea atendido: disfrutaránle pues, Antonia San Martín, con fuanito Marani, bailarín.

Y así en jus ta razón su afecto amante procurará esforzar con vivo anhelo, el ansia que profesan incesante de al público servir con leal desvelo,

para lo cual disponen elegante una Folla, que excita su consuelo en que si lo mejor no fuere, lo escogido, iguale á lo pasado en divertido.

Las piezas que por buenas han nombrado es El Viudo Epifanio y El Tramposo, pieza que aquí no se ha representado y esperan dará gusto en lo jocoso: las dos partes también se han colocado de la loca y sillero codicioso nombrado por el chiste en su porfía El monigote astuto y Lotería.

Dos piezas de cantado primorosas harán los intermedios divertidos, siendo del mejor gusto, y deleitosas, que con placer ofrecen m u y rendidos, Las lanchas y Boleras tan graciosas, y otros sones del pais, ya conocidos, farabe y Bergantines cantarán, las que Acosta y Morales bailarán.

Atendiendo á dar gusto, han preparado La Alemanda, que enlaza en acción fina, y el gran baile de todos celebrado que es Las ferias del Puerto, se destina: con esto pondrá fin todo el cuidado, y á suplicar, su afecto leal se inclina, se sirva vuestra fiel Benevolencia honrarnos esta vez con su asistencia.

Nota. Se cobrará la entrada lo mismo que en los pasados benefi-cios: en cuanto á Cuartos y Asientos de temporada, se deja la contri-bución á la generosidad de las Nobles Personas que los ocupan . "

E l programa para el beneficio de María Marcela y Morales, en ver-so también, terminaba así:

Ani ta Hi ja r ofrece boleras nuevas, y Felipa Mercado da gusto en ellas.

E l beneficio del Primer Galán Juan de Eagenheim (que en el pro-grama está escrito Languenheim, aunque él firmaba como primero va puesto), comenzó con la Pitipieza nueva, Industria contra miseria ó el

Chispero: en el primer intermedio se cantaron las seguidillas Un rús-tico á un jilguero, por María Martínez, alias la Carpintera; y bailó el Jarabe y una Tiranita Ana Maguei y Espíndola. Siguió la pieza Los locos de mayor marca, y en el intermedio bailó La Bamba Poblana Jo-sé María Morales, acompañándole el figurante José Acosta, y cantó Felipa Mercado las seguidillas Los más finos afectos. Continuó la fun-ción con la Pitipieza' El enfermo fugitivo; Juana M a r a n i y su hermano bailaron La Alemanda; María Martínez bailó y cantó unas Boleras á solo, y siguió el gran baile de Los artesanos y riña de peluqueros. Con-cluyó el espectáculo con la pieza El Caballero de Medina.

La concesión de funciones de beneficio correspondía al Virrey, que las acordaba según el mérito de los Actores y como una recompensa de los esfuerzos que por agradar al público hacían los interesados. Por ser digno de esta gracia el Primer Galán Fernando Gavila, aun-que 110 había hecho toda la temporada por haberse a jus tado con Ma-rani ya m u y avanzada, tuvo á su vez su beneficio con las piezas El Albañil borracho y el Abate caído en la trampa, El ciego por su provecho y el Payo imprudente, El chico y la chica, en la que cantó Ana Maguei unos airecillos graciosos, y El tonto Alcalde discreto. En t r e pieza y pieza se bailaron el farabe de la t ierra, unas Boleras, un Solo á la in-glesa y El fandanguillo de Cádiz. María Martínez, la Carpintera, can-tó unas Boleras nuevas del mejor gusto, y para conclusión se dió el baile El Florero astuto.

Vino después el beneficio de J u a n Moreno, primer gracioso, Mi-guel de Ayala, segundo, y José Duque, tercer galán, con las piezas El Alcalde de Moda ó Crítica de los españoles afectos á lo extranjero, El mundo al revés ó el Triunfo de las mujeres, y Los Borlados: se re-presentó después el unipersonal ó monólogo compuesto por Fernan-do Gazula, que también era autor dramático, y que él mismo dijo para dar gracias á nombre de los beneficiados. Amenizaron la función los saínetes El Oso y La Venta, y los bailes El esqueleto, El jarabe y El Fandanguillo.

Los saineteros Machuca y Arízar representaron en su función de gracia Don Cosme el Toreador, El paje pedigüeño, El engaño y el des-engaño y El Abate albañil: Felipa Mercado, alias la Gata, cantó unas seguidillas, y otras nombradas Las naves muy veleras María Martínez. Machuca bailó La muerte de Arlequín y La Bamba, y Arízar y la Ma-gueyito El Jarabe.

Gerónimo Marani, como empresario que era, tuvo un segundo be-neficio con El día de Lotería y El Chasco del Sillero, Las burlas de Crispín, El callejón de la Plaza Mayor y El Alcalde justiciero. Canta-ron la Gata y la Carpintera, y bailáronse La Cucaña, La Feria del Puerto, Las Boleras y los bailes de la t ierra Bergantines y Jarabe. La función de beneficio del Bailarín y Empresario ó Asentista fué buena

en aplausos y en productos, porque Gerónimo Marani, contaba con buenos y numerosos amigos, y era muy apreciado por su habilidad. Su repertorio ó caudal de Bailes constaba de los siguientes: La esta-tua, Los Floreros, El enano, El piriodo, El sastre, La silla de manos, El casamiento de los labradores, Los jardineros, Los amoladores, El horno de vidrio, Los húngaros, El caballito, El médico, El baile inglés, Los cazadores, Los pescadores, El Sarao, El Ametamiro, El convidado de Piedra, El baile de Baco y los Locos. Con ellos al ternaban los del caudal de Morali, ex t ran je ro también, en que figuraban El amor cor-sario, El Gran Señor, El escidtor, El fraquesar de Londres, Venus y Vul-cano, La sorda, Los gitanos, La muerte de Arlequín, Los viejos remoza-dos, El capitán de navio, El holandés, El esqueleto. La dama celosa, La Conquista de México, La jamaica, Los maridos burlados, El barbero per-lático y el Escribano ladrón.

E l final de aquella temporada, no fué m u y bueno, á causa de que Antonia de San Mart ín dió en enfermarse ó en darse por enferma, obligando al empresario á cambiar f recuentemente las comedias anun-ciadas por otras en que aquella no trabajase, ó á confiar á la Sobre-salienta los papeles en que la Antonia seguía siendo la favorita de sus m u y numerosos partidarios. Quejóse y con justicia el Asentista, ocurrió al Virrey para que pusiese en orden á la primera Dama, obli-gándola á ser menos informal en su t rabajo; pero ella presentó ex-tensos certificados de sus enfermedades é imposibilidad de t rabajar , que firmaban las siguientes eminencias médicas de la Colonia, cuyos nombres y títulos creo curioso poner aquí, y fueron los siguientes: — D . J o s é Gracida y Bernal, Bachiller en ambos derechos, Licenciado en Artes, Doctor en Medicina, Catedrático de Anatomía y Cirugía en esta Real y Pontificia Universidad, Médico de pública aprobación y ejercicio, y uno de los del T u r n o del Apostólico Colegio de Propa-ganda F ide de San Fernando de esta Corte, e tc .—El Lic. D. Manuel Antonio Moreno, de la Real SociedadVascongada.de los Amigos del País, y Director de la Real Escuela de Anatomía y Cirugía, de esta Capi ta l .—El Bachiller D. Alejo Ramón Sánchez, Director de Ana-tomía del Real Anfiteatro, Cirujano Mayor del Real Hospital de Na-turales y Cirujano Mayor del General de San Andrés de esta Capi-tal. E l Dr . Gracida tuvo su habitación en las calles de Jesús María y su Es tampa, con despacho en la esquina de la calle del Parque .

Aunque respetables todos ellos, D. Cosme de Mier y Trespalacios, como Juez de Teat ros por especial acuerdo del Virrey, quiso que la An-tonia fuese reconocida por otro médico por él nombrado, y al efecto designó á D. Daniel de Usúliban, Doctor en Filosofía y Medicina, Ex-Profesor de Matemáticas en el Real Colegio de Tolosa, Premia-do del Premio Universal de Filosofía en dicha Universidad, Indivi-duo de la Real Sociedad Médica de Edimburgo, y de la de Cádiz, Co-

«respondiente de las de Londres, de la de Ciencias de Tolosa, Médico de los Hospitales de San Andrés y de Jesús Nazareno, del Regimien-to de Infanter ía de Puebla, etc.

Como puede verse, el Médico elegido por el Juez, ganaba en t í tulos á sus tres colegas. La Pr imera Dama no encontró la amable condes-cendencia de aquellos para con sus melindres y caprichos, y sin más ni más informó que sus enfermedades no eran causa bastante para que dejase de t rabajar ; pero si contra su opinión insistía ella en no creerse capaz de hacerlo, estimaba conveniente que se la sujetase á un enérgico sistema curativo, " ministrándole preparaciones de Mer-c u r i o y haciendo á un lado los pretendidos descubrimientos con que " e l charlatanismo ha procurado en todos t iempos y países abusar de " l a credulidad del v u l g o . "

La P r i m e r a Dama negó indignada que pudiese necesitar semejantes medicamentos, y añadió que ' ' hablando con el respeto debido, no pue-de cumplir con lo que se le m a n d a ' ' en tal supuesta curación, ' ' por lo cual está pronta, si se necesitare, á cont inuar en su plaza de Primera Dama, desempeñándola hasta donde alcancen sus fuerzas y s a lud . "

E l Virrey creyó necesario castigar á la Actriz que así se vendía á sí misma, y por su orden el Juez Mier, dictó la siguiente sentencia: " Vista la anterior respuesta en que se descubre la resistencia de An-tonia de San Martín á curarse radicalmente de la enfermedad de que adolece, con la que es notorio no puede desempeñar su plaza, como ha acontecido en el año anterior en que percibió dos mil cien pesos por su contrata y la comedia que l laman supernumerar ia , haciendo repe-t idas y continuas faltas so color de sus indisposiciones, avisando de ellas á la hora crítica de empezar la comedia, todo lo que incomoda á la compañía, perjudica gravemente á la pública diversión que de-be sostenerse, y considerando asimismo que perjudica y t u rba el buen orden exterior del Teatro: Por estas y otras razones debía man-dar y mando al Asentista del Teat ro , proceda prontamente á formar lista de la Compañía según le conviniere y acomodare sin contar con Antonia de San Mart ín.—Marzo 26 de 1791." Que todo ello fué con-certado y convenido para mortificar la soberbia y las veleidades de la hermosa y aplaudida Primera Dama, se comprueba con u n a razón que firmada por el Escribano Zepeda consta en el expediente, y dice que " llevada su declaración al Dr. D. Daniel Usúl iban, se excusó de firmarla," con un fúti l pretexto.

Sobrevino en esto la cuaresma de 1791, y el coliseo suspendió sus comedias y fué ocupado por una Compañía de Bolatines del País, que t rabajar ía los Domingos, Martes y Jueves. H é aquí su primer progra-m a fechado el 17 de Marzo. " A v i s o al Públ ico .—Ha llegado á esta ciudad la famosa Compañía de Bolantines, que se anunció por el im-preso del día 7 de este mes.—Como allí se indicó han t rabajado en

varias cortes extranjeras , á presencia de sus soberanos, á saber: en Alemania, Moscovia, Londres y París, y también en la de Madrid, en donde lograron e l 'mayor aplauso, como lo esperan también del delicado gusto de este respetable público.—Esta compañía dará pr in-cipio á sus funciones el 17 del presente mes en el Teatro , mostrando su destreza en las muchas habilidades que harán en Maromas t i ran-tes, con balanza y sin ella, en cuerdas de voltear, Alambre flojo y Equilibrios: Saltos de nueva invención con diferentes posturas; Suer-tes particulares de extraordinaria vista, que serán en la Maroma el Baile inglés, un salto atrás girando el cuerpo de un lado á otro, con una suerte de entrar y saür por un aro; Saltos singulares como el de la Cinta, el grande del Guerrero, y otros; en el Alambre se j uga rán tres naran jas en el aire con un tenedor en la boca y otro en cada ma-no, á ensartarlas todas á un mismo tiempo; en la cuerda floja poner-se de pie derecho y hacer un molino de viento; á más se harán otras suertes.—El primero de los individuos de dicha compañía que subi-rá á la Maroma Tesa, será uno llamado Escaramuza, Americano; Se-gundo el Caraqueñito; Tercero el Holandés; Cuarto el célebre Payaso, privilegiado por el Rey de Francia, primer Volteador en el Aire .— Este y todos los demás harán lo posible por complacer á este respe-table público, y acreditarle que sus ofertas no son comunes y sí ver-daderas, acerca de la destreza, primor y singularidad con que ejecu-tarán sus habilidades, en que opor tunamente tendrá par te la hi ja del Romano, cuya salida se anunc ia rá . "

Por satisfecha se dió Antonia de San Martín con la determinación de Mier de dejarla en libertad para no escriturarse, lo cual ella desea-ba, contando, como contaba, con más que suficientes ahorros, y segura de que el Coliseo sería á la postre el perjudicado. E n consecuencia, para la temporada que había de correr desde el primer día de Pascua de Resurrección de 1791 hasta el últ imo día del carnaval de 1792, en que terminaría el remate de Gerónimo Marani, la Compañía del Co-liseo de México estuvo así formada:

DE REPRESENTADO.—Primera Dama, Gertrudis Solís: Segunda y Sobresalienta de la Primera, Josefa González: Primera Graciosa y So-bresaliera de Primera y Segunda Dama, Marcela Elizondo (nueva): Segunda Graciosa, Ger t rudis Rocha (nueva): Quinta Dama con obliga-ción decantar, Elena Zeballos (nueva):Primer Galán, J u a n Lagenheim: Sobresaliente, Fernando Gavila: Segundo Galán, Miguel Zendejas: Ter-cer galán y Segundo Barba, Nicolás Jaime: Cuarto, Miguel Meneses, el joven: Quinto, José María Tenorio: Sexto, Miguel Ayala: Sétimo y Vejete, Mariano Rozuela: Primer Barba, José Domingo Rosales: Ter-

cero, José Vicente de Rivera: Primer Gracioso, Juan Moreno: Segundo, José Fragoso: Primer Apuntador, Norber to Inzaurraga: Segundo, Mar-celino Garfaño.

B . H . T . — T . I.—19

DE CANTADO.—Primera cantarína, Fel ipa Mercado: Segunda, Ma-ría Mart ínez: Tercera, Rosalía Chacón (nueva) : Cuarta, E lena Zeba-llos: Primer Sainetero, Sebast ián de Guzmán : Segundo, Mariano Arí-zar: Tercero, J u a n Puer to : Cuarto, José Fragoso.

ORQUESTA.—Primer violín, Manuel Delgado: Segundo y Maestro, Manuel Aldana : Primer Ripiano, Francisco Delgado: Segundo, Ga-briel Mart ínez: Primera viola, José Mora: Segunda, Fé l i x Ortiz: Pri-mer clarión, Pablo Buisem: Segundo, José Delgado: Bajo, Mariano Flores: Contrabajo, J u a n Ramírez: Maestro de Escoleta, J u a n Ignacio Cabrera.

DE BAILE.—Gerónimo Marani , J u a n Marani , Teresa Marani Jua -na Marani : Baüarines de jila, José María Morales, Fe rnando Gavila, José Joaquín Rivera, José Vigueras: Bailarinas, A n a Zenayas, María Pacheco, Ger t rudis Sánchez, María Anton ia Marani .

Servicio del Teatro.—Administrador, Miguel Meneses: Carpintero, J u a n de Zúfíiga: Peluquero, Rafael González: Portero, Fel ipe Sol: Guar-darropa, Miguel Silva: Mozo de cuartos, Mar iano Espinosa: Mozo de luces, E ino Zúñiga : Guarda-Casa, José Dimas: Pintor, Francisco Bra-vo: Mozo de Bancas, Serapio Al tamirano: Acomodador de la Cazuela de hombres, Vicente Enr íquez : Id. de la de mujeres, José Mart ínez .

Escribano del Teatro, Mariano de Zepeda. E l a r rendamiento del Tea t ro , pagado al Hospi ta l de Natura les ,

importar ía ocho mil doscientos veinticinco pesos. Y aquí debemos hacer mención de una n u e v a Real Cédula firma-

da por Carlos I V , resolviendo las competencias suscitadas en t re los Virreyes y la Audiencia en lo referente á asuntos de Tea t ro , y dice:

" EL REY.—Corregidor y Alcades Ordinarios de la Ciudad de Mé-x ico .—En carta de veintiocho de Mayo del año p róx imo pasado me representó con tes t imonio y u n a certificación D. Francisco Javier Gamboa, Regen te de esa Audiencia , lo ocurrido con mi Virrey de esas Provincias, de resul tas de haberle nombrado Yo y á sus sucesores eti el mismo empleo en Real Cédula de 19 de Set iembre de mil setecien-tos noventa , por Juez del Hospi ta l Real de Ind ios de esa Capital; nombrándose cada dos años un Oidor para que le ayudase en los asun-tos que le encargara , y el efecto d iminuto que dicho nombramien to había surt ido, á fin de que enterado de ello me sirviera resolver lo que fuera de mi Real agrado. Visto en mi Consejo de las Indias , con lo que en su inteligencia y de los antecedentes expuso mi Fiscal, y consul tándome sobre ello en t re inta y uno de E n e r o de este año, h e resuelto declarar como por esta Real Cédula declaro, que al Regen te de esa Audiencia como Juez del Hospi ta l , de quien es finca el Coli-seo de Comedias, sólo compete en este respectivo á obras, reparos, y cobro de productos en que se arr iende, pudiendo concurr i r , si qui-siere, por vía de diversión al Palco que parece tener reservado el mis-

mo Hospi ta l , en el lugar que corresponde á su dest ino. Que el com-poner las diferencias de los Cómicos, conocer de sus causas por razón de oficio, señalar la hora , cuidar de que las decoraciones sean hones-tas, con lo demás a n e x o y dependiente , corresponde á ese Superior Gobierno, y que mandando mi actual Virrey cesar al Juez de T e a t r o que había elegido, se preveuga que á ejemplo de Madrid concurran por t u r n o semanar io los Alcaldes de la Sala del Crimen de esa mi Real Audiencia, á efecto de hacer observar con pront i tud el b u e n orden, quie tud y sosiego público du ran t e la representación; entendiéndose que l i concurrencia del Regente , si quisiere ir al Tea t ro , sea al Palco q u e según contrata de a r rendamiento se hubiese asignado al Hospi ta l ; y asimismo, que la concurrencia del Juez del propio Teat ro , sea de Vos el Corregidor y Alcaldes Ordinarios , y no de los referidos Alcal-des del Crimen de esa Audiencia ; lo que os part icipo para vues t ra inteligencia y gobierno, y á fin de que, como os lo ordeno y mando, cumpláis y hagáis cumpli r y e jecutar , pun tua l y efect ivamente en la par te que respect ivamente os corresponda, la expresada mi Real reso-lución: en intel igencia de que con esta fecha de este día se comunica también al propio efecto al nominado mi Vir rey , al Regente de esa Audiencia y á la Sala del Crimen de ella, por ser así mi v o l u n t a d -Fecha en Aran juez á quince de Abr i l de mil setecientos noventa y dos. Y o EL REY.—Por mandado del Rey Nues t ro Señor.—Antonio Ventura de Tara neo."

Es ta Real Orden f u é cumplida y obedecida en México á 14 de J u -lio del mismo año de 1792.

CAPITULO x n i

1792 1794.

Del 8 de Abri l de 1792 al 12 de Febre ro de 1793 la Compañía del Real Coliseo de México estuvo así fo rmada: Primera Dama, An ton ia de San Mart ín : Segunda, Marcela El izundo: Sobresalienta, Josefa Gon-zález : Primera Graciosa, Teresa Acosta : Segunda, A n a de Castro: Primer Galán, Fe rnando Gavi la ; Otro, J u a n de Eagenhe im; Segundo, Miguel Zendejas: Tercero, Nicolás J a ime : Cuarto, Miguel Meneses (el menor): Primer Barba, José Domingo Rosales: Segundo, Gerónimo Guerrero : Primer Gracioso, J u a n Moreno: Segundo, Miguel de Ayala : Partes de por medio, Mar iano Rozuela, José Duque , Ignac io Vega ,

Manuel Alanís, Diego Luciano Rodríguez: Primer Apunte, Norberto Inzaurraga: Segundo, Miguel Meneses: Tercero, José Garduño: Guar-darropa, Mariano Rivero: Ayudante, Miguel Silva .—Cantores: Prime-ra, Felipa Mercado: 2? María Martínez: 3^ María Loreto Rendón: 4? Francisca Montes: 5? Matilde Guzmán: 6'.1 Rosalía Es t rada : Primer Sainetero, Sebastián Guzmán: 2? Mariano Ir ízar: 3? Ignacio Flores: 4? Mariano Girón.—Bailarines: Gerónimo Maran i , su muje r y cuatro hijos: José María Morales: Figurantes, Joaquín Rivera, José Vigueras, Mariano González, Ana Zendejas, Gertrudis Sánchez, A n a Pacheco, Feliciana Espinosa, María Albina: Para cantar y bailar sones del país, José Bonilla.—Pintores, J u a n Ignacio Tamayo, Juan Sáenz: Carpin-tero, J u a n Zúñiga: Peluquero, Antonio Gómez.—Director, Dionisio Vernad .

1' Notas.—Las dos partes de por medio, Manuel Alanís y Diego Lu-ciano Rodríguez, fueron ajustados lo mismo que los otros tres ante-riores; pero siendo unos sujetos viciosos á más de su poca apt i tud, y habiéndose ausentado, se tuvo por mejor para la Casa que no siguie-sen. Por las mismas razones fué echado el Guardarropa Rivera. La bailarina Feliciana Espinosa fué despedida, y por su falta se admitió á la Pacheco. Ult imamente, la bailarina Ana Zendejas, habiéndose casado se imposibilitó para ejercer su oficio, y en su lugar se puso á María Albina.

" No siendo suficientes las cantoras que entraron desde el principio para desempeñar las dos piezas diarias conforme á sus aj ustes, se ad-mitió en 19 de Enero á A n a Esp índo la . "

Para dar razón de t rabajos de esa temporada y de las dificultades que se presentaban para la siguiente, traslado aquí el Informe que el Director-Administrador dirigió con fecha 12 de Noviembre de 1792 á D. Francisco Javier de Gamboa, del Consejo de S. M. , su Regente en esta Real Audiencia, y Juez privativo del Hospi tal de Naturales.

Dice así: " B i e n notorios son á V. S. las Rentas con que subsiste el Hospital Real de Naturales de mi cargo, y que, mirado á todas lu-ces, no tiene otra más segura y menos expuesta á lastimosas contin-gencias que la de la finca que sirve de Coliseo, aun cuando se arrien-de por cuatro mil pesos que es el precio más ínfimo que hasta el día se ha ofrecido en estos próximos tiempos, y aun cuando el mismo Hos-pital haya corrido con ella, que es lo que se infiere del Capítulo I V de la Real Cédula expedida en 31 de Diciembre de 1741, en que man-da S. M. no se dé en arrendamiento, sino que precisamente se ma-neje por su Dueño. *

" Los fundamentos en que esta declaración pudo estribar, no de-bieron ser otros que la mucha utilidad que por entonces se experi-mentaría , respecto de los arriendos: y ello es, que en aquella época fué cuando estaban subiendo dichas rentas, en el grado que recomen-

dó el Sr. D. José Cárdenas al Soberano, exponiendo haberlas aumen-tado en su t iempo desde siete mil hasta t re inta y siete mil pesos. Así nos persuadiríamos que la administración del Coliseo por el Hospi-tal tuvo bastante parte, y no cesó hasta el año de 1756, en que repre-sentando el propio Sr. Cárdenas, la pérdida que en los de 54 y 55 había sufrido, de cuyo repentino accidente no se conocía la causa, se arrendó la Casa por siete años, y se ha estado arrendando en todos los veintiséis subsecuentes y en diferentes precios, de modo que, cuan-do más han llegado á dar por ella ocho mil y tantos pesos, habiendo por lo general bajado en suma considerable.

" Ya V . S. lo ha visto en el presente, pues á pesar de repetidas Al-monedas, 110 hubo postor que pasase de cuatro mil y quinientos pesos-, lo que advertido por su justificación, tuvo á bien consultar al Exce-lentísimo Sr . Virrey, y de su acuerdo determinó la administración por el Hospital , conociendo sin duda las máximas de los arrendata-rios en tan to ext remo gravosas como que se dirigían contra unos mi-serables Indios enfermos, careciendo de las limosnas y otros arbitrios que los demás Hospitales disfrutan, siendo constante que su subsis-tencia es sólo debida al incesante duro t rabajo en que se hallan su-mergidos, y á las piadosas entrañas del Rey, cuya Real protección es su único consuelo.

" De esa sabia determinación fué consiguiente mi entrada en dicha Casa, que aunque me fué sensible en los principios, t an to por la con-sideración del mecanismo en que es forzoso entender, cuanto por el temor de lidiar á todas horas con los Actores y otros dependientes de extraviados pensamientos, estoy contento en el día con el hecho de llegar á descubrir el valor de una finca, que por instantes veía acer-carse á ser víctima dolor osa del desprecio.

" Y o no podía entrar en ella de otro modo que con los ojos cerra-dos á la luz que necesita la materia teatral, mayormente habiendo sido esa entrada intempestiva, porque las circunstancias que la mo-tivaron no era posible diesen lugar á otra cosa. Ya se ve que ella es una materia bastantemente oscura aun para los más instruidos cómi-cos, siempre que mediante la práctica no se acomoden al gusto del país, ya disponiendo con arreglo á éste unas ú otras funciones, ó ya proporcionando su ejecución por éstas ó las otras habilidades.

" Pero de cualquier manera, lo que no tiene duda es, que, según los progresos del t iempo que hasta hoy contamos, pueden ascender las utilidades en el año á doce mil pesos, sobre poco más ó menos, que, como ve V* S., es un exceso desmedido aun en comparación del más subido arrendamiento. Y en verdad que si esto sucede cuando la di-versión no está perfectamente desempeñada ¿qué deberíamos esperar trayéndose de otros parajes las personas de que ciertamente se care-ce para la representación y bailes?

" E n t o n c e s , sin disputa se dedicarían las gentes de este vasto pú-blico á la continua asistencia del Teatro , porque no echarían de me-nos la ejecución de buenos papeles, ni les cansaría la repetición de una misma cosa en los intermedios de la comedia, sino que les serían deleitosas las nuevas invenciones, de que en el día, á más no poder, se privan; con lo cual no sentirían en la paga el aumento que era consiguiente para compensar al principio los costos que se causasen en la enunciada conducción de Actores, y después el mayor realce de sueldos.

" P o r de contado, son precisísimos un Galán, una Dama, un Bar-ba, una Graciosa y un Gracioso, porque aunque es cierto que para to-das estas plazas hay sirvientes, también lo es que en todas ellas se advierten ciertos escollos difíciles de allanar.

" ¿De qué sirve, pues, que en la primera estén ocupados dos hom-bres, si el uno no gusta al público y el otro, aunque merece la gene-ral aceptación, está forzado y por eso cont inuamente achacoso? ¿De qué sirve que la segunda lo esté con la bien recibida Antonia de San Martín, si enfermándose ésta no hay otra que ocupe su lugar , y, á más de gastarse el dinero, se lasta por otro lado, aflojando las entra-das, por no ser capaz la que se pone de suplir un papel t an principal como el de sobresalienta de la enferma? ¿De qué sirve que la terce-ra lo esté con el adaptable Rosales, si este pobre, con tantos años de ejercicio, está de tal manera quebrantado que sólo su acreditado buen porte puede guiarlo á t rabajar a lgunas noches? ¿De qué sirve, por último, que lo estén las otras dos, si la Graciosa se ha llevado lo más de la Temporada enferma, y el Gracioso, como que sirve ya contra su voluntad, no t rabaja del modo que exige el papel que obtiene?

" Pues esto es, n i más ni menos, lo que he visto y lo propio que sucede én la Compañía de Bailarines, siendo por lo mismo indispen-sable el a juste y trasporte de dos intruídos sujetos, y de lo contrario dudo que para el año que viene pueda mantenerse esta esencial par-te de la diversión; pues á más de otras cosas tenemos ya la experien-cia en las manos, viendo á los principales que hoy la componen, so-bre agobiados de la avanzada edad, mucho t iempo hace impedidos, y ahuyentados por eso algunos apasionados del baile.

" Por eso vuelvo á decir, y es la materia de esta representación, que sería muy conveniente traer las sietes expresadas habilidades de otras partes: y como quiera que n inguna se encuentra en este Reino por la poca inclinación de sus patricios al Tea t ro , me parece á pro-pósito que en atención á lo expuesto, se sirva V. S. consultar al E x -celentísimo Sr. Virrey lo que tenga por más acertado en el particular; y si su determinación fuere de conformidad con lo que yo he pensa-do, suplicar desde ahora á Su Excelencia se digne tomar inmedia-tamente las providencias oportunas, con especial encargo de que no

fal tando en Europa Graciosas que ejercen la Música y Graciosos que hacen también papeles serios, cantando en las piezas que lo piden, se busquen de esa calidad para que así se vean mejor logrados los referidos proyectos ."

E l Virrey aprobó lo propuesto por el Mayordomo Administrador D. José del Rincón, apoyado por persona de tan to influjo y tan dis-t inguida como D. Francisco Javier de Gamboa, y acto continuo, dié-ronse los pasos convenientes para alcanzar de S. M. el permiso para proceder á la contrata de Actores y Bailarines, de los teatros de Ma-drid y de Cádiz, á cuyas dos ciudades se enviaron cartas dir igidas á elevados personajes y ricos comerciantes, instruyéndoles en la elec-ción de art istas y poniendo á sus órdenes los fondos necesarios. Na-da de ello dió un resultado inmediato por razón de circunstancias políticas, pero sí influyó y no poco en que los individuos de la Com-pañía de nuestro Coliseo se disgustasen con el Administrador, con el Regente de la Audiencia y con el mismo Virrey, Conde de Revilla Gigedo.

Ea primera manifestación de ese disgusto fué originada en un de-creto del Virrey, relativo á funciones de beneficio en la temporada de 1793 á 1794, duran te la cual siguió la misma Compañía que poco ha dimos á conocer. E l decreto decía así: "México , 6 de Julio de 1793 — Aunque fueron determinadas las personas á quienes al t iempo de for-malizar el a jus te de las Compañías Cómica y de Bailarines de este Coliseo, ofrecí ventajas en esta temporada, sin embargo, he resuelto que gocen todos de ellas en la par te que sea posible, y al fin de que así se verifique, tendrán los beneficios siguientes, por el orden y en los días que se indican, á saber: Domingo Rosales, el miércoles 17 de Julio: Marcela Elizundo, el miércoles 24 de ídem: Gerónimo Ma-rani , el miércoles 31: Antonia de San Martín, el miércoles 7 de Agos-to: Ana de Hi j a r y Castro, el sábado 17 de Agosto: Ana Espíndola, el martes 27: Miguel Zendejas, el miércoles 4 de Setiembre: Felipa Mercado, el sábado 14: Ger t rudis Solís, el miércoles 25: María Mar-tínez, el miércoles 2 de Octubre: Fernando Gavila, el sábado 12: J u a n de Eagenheim, el miércoles 23: Teresa Acosta, el sábado 9 de No-viembre: Gerónimo Marani (segunda vez), el sábado 15: José María Morales, el miércoles 27: los cuatro saineteros, el miércoles 4 de Di-ciembre; el Cuarto Galán y 1? y 2? graciosos, el sábado 14: Figuran-tes de los bailes, el miércoles 8 de Enero de 1794: Partes de por me-dio, el sábado 18: Apuntadores , el miércoles 29: Partes de Cantado, el sábado 8 de Febrero: F iguran tes de los bailes, el miércoles 29.— Cada uno de estos individuos, señalará la comedia y pequeña pieza que haya de ejecutarse en su respectivo día, pero no en el Baile n i en los intermedios de cantado, pues en estos se seguirá el orden que se acostumbra.

" Respecto á que todos son beneficiados recíprocamente, todos tam-bién se t rabajarán de balde, de modo que cada individuo tenga á s u fa-vor el producto líquido de su función, sin pagar otra cosa que los gas-tos precisos de alumbrado, cobradores, orquesta y los demás que sean indispensables, aunque no el Arrendamiento de la Casa, pues desde luego les hago esta gracia por varias consideraciones jus tas que me mueven á ello.

" C u a n d o el beneficio sea á favor de dos, tres, ó más personas, re-part i rán entre sí, á partes iguales, su producto líquido.

" T o d o s los que tengan Cuarto ó Asiento ajustado por temporada, deben pagar en estos días de beneficio; pero con rebaja, porque la experiencia en semejantes casos anteriores, ha acreditado que con-viene así; y en este concepto, por cada cuarto de los de esta clase se pagará un peso, proporcionando á este modo la Lune ta y asientos que se hallen en el caso: pero los demás que no sean ajustados por temporada, satisfarán el todo de lo que les corresponda, como se eje-cuta diar iamente.—Quedará al arbitrio de los beneficiados el cobrar la cuota que se señala á los ajustados por temporada, ó el contentar-se con lo que cada uno quiera voluntar iamente darles, ya sea más, ya menos, ya nada; pero debe entenderse que de n ingún modo han de entrar con bandeja para recoger estas contribuciones en los cuar-tos, ni en las Lunetas y Bancas, sino que han de cobrarse en la Puer-ta, anunciándose al mismo tiempo que la Comedia, y en el Cartel, que la persona á cuyo favor es el beneficio, no exige á los a justados por temporada otra contribución que la que quieran voluntariamen-te, ó por el contrario, que exige la cantidad señalada de un peso por cada cuarto.

" A fin de que todos los actores se hallen enterados de esta resolu-ción, se les j u n t a r á del mismo modo que cuando se les ajustó, y se les hará saber para su inteligencia y gobierno.—Revilla Gigedo."

D. Cosme de Mier y Trespalacios, Juez de Teatro , ordenó que este Decreto se comunicase en la mañana del 9 de Julio á los interesados. La certificación del Escribano, de haberlo hecho, dice, " á poco más de las once, estando el Sr. Juez en la pieza del Tablado, y el Mayor-domo Administrador D. José del Rincón, presentes todos los más de los citados, mandó S. S. se les leyese como se les leyó de verbo ad verbum el Superior Decreto del E x m o . Sr. Virrey; y de él enterados, la mayor parte guardaron silencio en manifestación de su obediencia, y la Dama Antonia de San Martín dijo: Que por sus enfermedades 110 puede dar abasto ni aun á las de su obligación, y menos podrá ha-cer veintidós comedias para ella y sus compañeros: sin embargo, da muchas gracias á S. E . por haberla tenido presente .—Fernando Ga-vila asentó también el hallarse enfermo, sin poderse acomodar á este temperamento: da igualmente las gracias á S. E . sintiendo no poder

disfrutar del beneficio, y que deseará conseguir salud para hacer las que le toquen en la Casa.—Norberto Inzaurraga, ídem.—José Duque, ídem, por ser nuevo en la plaza de 3? y 4?, y porque no le alcanza el tiempo para estudiar, no teniendo caudal sabido.—María Martínez di-ce: que respecto á sus achaques no asegura t rabajar en todas las vein-tidós comedias, pero que lo hará en las que cómodamente pueda.—Feli-pa Mercado, ídem.—Juan Moreno dice: que agradece mucho el favor de S. E . , pero que los miércoles y los sábados son los únicos que le permiten descansar y ejercitarse en dar giro á su comercio, por lo cual no puede admitir el beneficio, una vez que sólo ha de t rabajar las co-medias de la Casa . ' '

Por pr imera vez se daba el caso de que los cómicos del Real Coli-seo rechazasen osadamente una gracia del Virrey, como dando á en-tender que no necesitaban de ella, y que no procuraban hacer méri-tos para ser nuevamente escriturados, anticipándose así á lo que sobre su separación hubiere de determinarse una vez que llegasen las emi-nencias que se quería echarles encima. Pero el Conde de Revilla Gi-gedo no era hombre capaz de aguanta r pulgas de esta especie, y apenas se le comunicó lo acontecido, dictó lo siguiente:

' ' H e visto con el mayor desagrado por el testimonio que me acom-paña V. S. con fecha de ayer, las contestaciones dadas en vista de mi Decreto de 6 del corriente mes, por Antonia de San Martín, Fernan-do Gavila, Norberto Inzaurraga, José Duque y J u a n Moreno; y en consecuencia prevengo á V. S. que haga se le presenten inmediata-mente los expresados sujetos, y que citando también al Administra-dor del Hospital , vuelva á leerles el Escribano del Coliseo mi citado Decreto en la par te que les corresponda, para que expongan nueva-mente lo que se les ofrezca, en el concepto de que han de ser también instruidos de esta orden, quedando en la inteligencia de que si abu-san más de mi bondad y de la consideración con que los t ra to y de que no son acreedores, tomaré con ellos u n a providencia que no sólo los escarmiente y enseñe á obedecer y acatar como corresponde mis supe-riores determinaciones, sino que los separe para siempre del espíri-t u de part ido en que ahora se hallan, y del engreimiento, altivez y soberbia que infundadamente t ienen y de que deben estar m u y dis-tantes .

' ' María Martínez y Felipa Mercado ó entendieron mal mi referido decreto ó no se les explicó bien, pues debiendo t rabajar en las come-dias de beneficio no sólo ellas sino A n a Espíndola y las otras partes de cantado, es bien claro que no pueden hacerlo las dos pr imeras ci-tadas en las veintidós que han de ejecutarse: así pues, es necesario que haciéndolas V . S. comparecer solas, les haga esta explicación pa-ra que estén enteradas de que lo mismo que ellas pidieron es lo que vir tualmente mandaba mi citado Decreto, y que en este concepto es-

B. H. T . — T . I .—20

toy persuadido á que reiterarán las pruebas de su obediencia que me han dado en otras ocasiones.

" Dios guarde á V . S . muchos años. México, 10 de Julio de 1793.— El Conde de Revüla Gigedo.—Sr. D. Cosme de Mier y Trespalacios ."

Juzgaron los descontentos que estando como estaba adelantada la temporada, más cuenta les tenía concluirla y guardar sus resenti-mientos para la próxima, y en la segunda notificación del Decreto sometiéronse á lo que en él se disponía, dando por disculpa de su primera act i tud su mismo deseo de cumplir con el público y el temor de no haberse hecho dignos de la bondad del Virrey, aceptando un t raba jo excesivo.

Pero llegó el Carnaval de 1794 y t ras él Abril , en que debía formarse el nuevo plan de sujetos dependientes del Real Coliseo, y aquello fué brotar por todos lados odios, exigencias, oposición y desconcierto. E l Virrey, tomando á lo serio la Real Orden que le erigía en único árbitro para componer las diferencias de los cómicos, excluyó á los más irreducibles, y con el resto y con otros que hizo venir de teatros de Provincia formó la Compañía, repart iendo obligaciones y señalan-do sueldos como mejor le pareció, y dispuso que, según costumbre, se hiciese reunir á los electos para hacerles saber el Superior Decreto. Cómicos y bailarines, comprendiendo que aquello no tenía ni pies ni cabeza, y que sería imposible sostener temporada con tan incompleto y deficiente cuadro, resueltamente se negaron á firmar sus escritu-ras tal como estaban concebidas, y los unos pidieron se les dejase en completa libertad para irse á donde mejor les acomodase, y los otros ofrecieron entrar en la Compañía sólo en el caso de que sus contratas se reformasen según cada uno tuvo por conveniente.

La demasiada extensión que he venido dando á noticias teatra-les de los últ imos años, me obliga, á mi pesar, á reducir las que tengo aún, puesto que creo ya conseguido mi objeto de haber dado exacta idea del modo con que estuvo consti tuido el Tea t ro de Mé-xico duran te el Gobierno de los Virreyes, y esto basta para mi pro-pósito.

Ahora , del nuevo conflicto, nada puede dar mejores noticias que el siguiente t ronante decreto fechado el 9 de Abril de 1794. Héle a q u í : " Impuesto de la contestación dada por Gerónimo Marani al Administrador del Coliseo de esta Capital, á consecuencia de mi de-terminación para su a juste y el de su familia para t rabajar en la tem-porada próxima, no accedo á n inguna de sus proposiciones sentadas con poco respeto á mi citada determinación y con n inguna conside-ración á los beneficios que le he proporcionado en la temporada últi-ma, y que de n ingún modo hubiese tenido si hubiese yo podido pre-sumir su desagradecimiento: en consecuencia; notificándosele así, se le mandará exhibir en el mismo acto la licencia con que pasó á estos

Reinos, á fin de que en su vista pueda yo dictar la providencia á que haya lugar .

" Hágase saber á Mariano Arízar, que por las mismas razones de desagradecimiento indicadas por lo respectivo á Marani , queda ex-cluido de t rabajar en este Coliseo, y prohibido absolutamente de eje-cutarlo en cualquiera otro del Reino, sin que pueda salir de esta Ca-pital sin mi Superior permiso, y finalmente, dent ro de tercero día contado desde la notificación de este decreto, me ha de acreditar en debida forma, por conducto del Sr. Corregidor, estar ocupado en ejer-cicio que le produzca para mantenerse, pues de lo contrario, será t ra tado como vago, ocioso y mal entretenido.

' ' Si Pedro Montero no se conformare en el acto de esta notificación con lo que dispuse por lo respectivo á su salario, deberá entregar en el mismo acto la licencia con que vino á estos Reinos, y presentarse diar iamente al Corregidor de esta Capital, mientras que en vir tud de aquel documento dicto la providencia que convenga.

" M e ha costado t rabajo entender por la indebida distinción que se le da, que D. Mariano Flores es un músico del Regimiento de Dra-gones de México, y marido de María Martínez (al ias la Carpintera)-. es m u y jus ta la determinación de que ésta se cure; pero no lo es me-nos la de que se le notifique que dentro de tercero día contado desde que se le haga la notificación, debe salir de esta Capital á incorpo-rarse en su Regimiento, llevando en su compañía precisamente á su m u j e r ; quedando en la inteligencia de que ni uno ni otro han de po-der ser empleados en Coliseo alguno de este Reino, n i menos tener conciertos en su casa ni fuera de ella; que haré celar estrechísima-mente sobre la conducta de ambos, que serán castigados como corres-ponda á los excesos que cometan y que hasta ahora les he disimu-lado por pura conmiseración; y úl t imamente, que á fin de que se verifique su salida de esta Capital sin la menor indulgencia, paso con esta fecha la orden conveniente al Sargento Mayor de la Plaza, y lo mismo ejecutaré por lo respectivo al Jefe de su Regimiento y á los Magistrados de Puebla, quedando abolido desde ahora para siem-pre el t ra tamiento de Don que se le da.

' ' Nadie pide con más injust icia que José María Morales, pues debía tener bien presentes los beneficios que se le han hecho en la últ ima temporada, y la consideración con que he t ratado sus punibles excesos: por esta razón, quedando él y su muje r excluidos del Coliseo, me harán constar, del mismo modo que queda prevenido para Mariano Arízar y en igual término de tres días, la decente ocupación con que adquieren para pasar la vida, quedando entendidos de la prohibición absoluta que les impongo para t rabajar en otro Coliseo, de que no han de salir de esta Capital sin previa licencia mía, y de que haré celar su conducta con el mayor escrúpulo.

' 'Teresa de ACosta fué igualmente beneficiada en la temporada últi-ma, no sólo por lo respectivo á intereses," sino en no haber tomado con ella la providencia á que se hizo acreedora duran te dicha temporada: pero desentendiéndose de todo, repugna ahora la jus ta determinación de que asista diar iamente á los ensayos, por cuya razón quedará des-de luego despedida del Coliseo, manifestando en el acto de la notifi-cación la casa y calle donde vive, acreditando en debida forma dentro de tercero día, la honesta ocupación con que pasa la vida, y quedando entendida de que no podrá mudar de casa sin hacerlo saber an tes al Juez Mayor de su Cuartel, n i menos salir de esta Capital sin permiso mío, en el supuesto de que haré que se vigile sobre su conducta, con la mayor escrupulosidad, y si vuelve á incurrir en los pasados desór-denes, será t ra tada como corresponde.

" S i J u a n Moreno no quiere continuar dándome gusto, como dice, por la asignación que le he señalado, quedará á su voluntad el hacer lo que más le acomode, pues no me hallo en ánimo de repetir las be-nignas insinuaciones que le he hecho en los dos años anteriores, y que eran más que suficiente motivo para que, si pensase con la con-sideración que corresponde, hubiera omitido en esta ocasión el ma-nifestar su in jus ta repugnancia .—Revi l la Gigedo."

E l encargado de comunicar y hacer cumplir el anterior Decreto lo fué el Sr. D. Bernardo Bonavia y Zapata , Coronel de Infanter ía de los Reales Ejércitos, Caballero del Orden de Alcántara , Comendador de Betundeira en la misma, Corregidor de esta Nobilísima Ciudad, y Juez del Teatro de la Capital.

Ea primera en responder al destemplado Decreto, fué Teresa Acos-ta, que lo hizo toda humilde y cariacontecida, diciendo entre otras cosas: " A l Público y á S. E . vivo tan agradecida que sólo con la sangre de mis venas podré remunerar les la gra t i tud que les reconoz-co, y sólo pensar que le tengo disgustado ha causado en mi espíritu tal opresión que puede costarme la vida. Vivo tan achacosa y enfer-ma de accidentes anteriores, que no soy capaz de nada, y cada día estoy derramando la vida, como pueden atestiguarlo mis médicos D. José Earrañaga y D. Francisco Fe r ra r í s . " Defendiéndose del cargo de no querer asistir á los ensayos, d ice : " E l ensayo es la cosa más molesta y menos útil. Se reduce á sólo instruirse el representante de con quién ha de salir y por qué puerta . Para esto se incomoda toda la mañana, faltan las mujeres á los deberes de su casa y no adelan-tan cosa alguna, pues aquella instrucción mejor se toma en su misma habitación, sin estar expuesta á los desaires de los ociosos." E n cuan-to á sus medios de subsistencia honrada, d ice: " T e n g o por el tra-bajo de mi padre y hermanos con que subsistir , pues entre todos ganan lo suficiente para a l imentarme con decencia, y esto es lo que me es-t imula á separarme del Coliseo; que cuando en lo absoluto me fal te

todo auxil io en socorro de mi honestidad y salud, buscaré casa donde estar y servir en lo que pueda, y cuando no, hay Hospicio de Pobres sin ser necesario tomar otros arbitrios menos cr is t ianos."

Mariano Flores, marido de María Martínez, sólo pidió que se le diese mayor t iempo que el de tres días para ir á reunirse con su Re-gimiento, levantándosele el sambenito que se le echaba encima or-denando que se le vigilase y celase por sus Jefes, pues nunca había dado qué decir en lo más mínimo en lo tocante á su conducta.

Gerónimo Marani , expuso ser na tura l de Italia, y que hallándose de bailarín principal en el Coliseo de Cádiz, le solicitó y condujo á México para el mismo fin el Virrey Conde de Gálvez, según el docu-mento que presentaba ' ' para calificar que fui solicitado y no embar-gado como los que llaman polizones: vine en efecto con mi muje r y nuestros hijos, en la esperanza de mejorar de fortuna, abandonando la que lograba en Cádiz. Al principio me ajusté en cuatro mil pesos, incluyendo en ellos á mi muje r y á mis hijos; muer to aquel Virrey busqué mi vida en otros pueblos como las ciudades de Sant iago de Querétaro y la Purís ima Concepción de Celaya, y al fin volví t am-bién solicitado. Ult imamente el Mayordomo del Hospi tal de Natu-rales me solicitó para nuevo ajuste, pero era tan bajo el que me pro-ponía que me fué imposible admitir , y le hice mis proposiciones por las cuales se me reprendió graduándolas de excesivas. Después se me mandó presentar la licencia con que vine á este Reino, y que no ha-biéndola se me haría restituir á mi Patr ia . Por qué vine ya lo he di-cho, y en cuanto á hacerme emprender una pronta ejecutiva marcha, sería consumar mi propio sacrificio y el de mi inocente familia; lo primero, porque mi pobreza es incapaz de soportar un viaje tan costoso y dilatado de Mar y Tierra , y se me obligaría á caminar arrastrando desdichas; lo segundo, por el riesgo que correríamos en la presente constitución de Guerra, y lo tercero porque sería preciso abandonar una cortísima finca rústica que compré inmediaciones de esta Capital en Popotla, para que por mi muer te hubiera mi desgraciada familia un pedazo de pan .

' ' De aquí se deduce hallarme ya con algún arraigo, constituido va-sallo del mejor de los Monarcas, y sujeto á sus Leyes, así como me amparan las establecidas para todos. Yo, por la Divina Misericordia, no nací esclavo, de consiguiente no me parece soy digno de expul-sión sin haber cometido delito que lo exija, como no lo es el que no me acomode á lo que se quiere, pues esto es libre en todo individuo de la República, al modo del que compra y vende. Yo no tengo más mercaderías ni peculio que el t rabajo personal de mi habilidad : si vendiéndolo á la pública utilidad, no acomoda el precio que estimo correspondiente á mi manutención y la de mi familia, me quedaré reducido á cultivar el pobre rincón de la misma finca que ya me t iene

arraigado, y buscar otros arbitrios que me ayuden, con la misma hon-radez que tengo acreditada, como que no he dado la más leve nota que merezca reprensión. Estos mismos auxilios no podré buscar, exis-tente mi sujeción al Coliseo, pues ya he servido en él por ba jo sueldo con la oferta de aumento si había ganancia, y se verificó ésta, mas no la oferta. Es te año se me mandó pusiera algunos bailes que se me pagarían apar te : puse hasta once, y los cuatro no se me pagaron y de los siete se me hizo un fuerte rebajo. Vendí al mismo Mayordomo varias decoraciones y vestidos en quinientos noventa y nueve pesos, y sólo se me han dado ciento, y los restantes no se me quieren pagar . Todo ello forma conciso detalle para venir en conocimiento de la des-gracia que después de muer to el E x m o . Señor Virrey que me t ra jo , comencé á experimentar .

" T o d o lo cual expongo á la piadosa consideración de V. E . confia-do en que no ha de permitir perezca toda una familia desdichada, sólo porque así lo quieran el Mayordomo del Hospi tal y otros, guiados de u n celo poco conforme á las reglas de Equidad y de Just icia distribu-t iva.—Firmado, Gerolamo Marani."

José María Morales presentó constancias de que podía vivir hones-tamente dando lecciones de baile por la paga mensual de doce pesos por persona, siendo discípulos suyos Joaquín Botello, Gerónimo Prie-to, Francisco Acevedo, José Gallani y a lgún otro. Pedro Montero, dijo haber venido con licencia del Gobernador del Perú; J u a n Moreno expuso que para retirarse del teatro y poder vivir sin embargo, bas-tábale ir á Puebla, donde tenía una madre anciana fabricante de pastas y dulces, á quien podría ayudar en su t rabajo . Así por el estilo fueron contestando los actores y actrices disidentes, sin que el Virrey en-contrase bastante fundadas las razones de n inguno ni depusiese su atrabiliario enojo. A la digna y valiente exposición de Gerónimo Ma-rani acordó: "hágase l e comparecer y repréndasele con la mayor aspe-reza, por las insultantes, poco regulares, y descomedidas expresiones vertidas en su escrito, apercibido de que si en lo sucesivo no mejora su modo de producirse, será t ratado con el mayor r i g o r . " También se le exigió "d i j e se quién le había formado el expresado escr i to ," que resultó haber sido obra del Doctor en Eeyes D. José de Ahedo, que vivía por el rumbo de San Cosme.

Todo ello no pasó de un simulacro de enojo, pues en oficio Reser-vado, decía el Virrey á su Juez de Tea t ros : " P o r la ad jun ta copia se instruirá V . S. de las providencias que he tomado sobre lo acaecido con los cómicos, teniendo en cuenta lo urgente de reducirlos al orden para poder abrir el Coliseo en tiempo urgente . Es ta clase de gentes deben gobernarse con mucho tino y prudencia, y es muy conveniente tratarles con afabilidad; pero en ocasiones importa siempre hacerles conocer la superioridad y el respeto que deben t e n e r . "

Como el Virrey lo esperaba, los cómicos y bailarines dejáronse in-t imidar por el enfado de su Superior, y para el mes de Mayo la Mar-tínez y su marido Flores, Marani y su familia, el sainetero Mariano Arízar y la mayoría de los descontentos habían solicitado y obtenido el ingreso en la Compañía del Coliseo, que inauguró la temporada dando en los tres días de Pascua las comedias Caprichos de amor y celos, El Parecido en Rusia y El secreto á voces.

CAPITULO XIV

1794 1805.

Como era de temerse estando la Compañía compuesta de gente ca-si forzada, las funciones del Coliseo dejaron mucho á desear y el pú-blico concurrió en escaso número á ellas, seguro de que habría de estar mal servido. Ea primera Dama se enfermó seriamente y el Ad-ministrador Director pasó mil y un t rabajos para encontrar Sobresa-lienta que la supliese. Todo el t rabajo vino á pesar sobre Teresa de Acosta, quien estando contratada como primera Graciosa, contrajo en esa mala época singulares méritos, supliendo plazas de Dama. E n este aprieto se creyó conveniente contratar á Mariana Coronel y á María Dolores Tenorio, actriz que se hallaba en Pátzcuaro t rabajan-do en la Compañía del vulgarmente l lamado el Pastillero, y usando del derecho que los teatros de Capitales como las de Madrid y Méxi-co tenían para l lamar á ellos artistas de cualquier Coliseo de Provin-cia, el Virrey ordenó al In tenden te de Valladolid, que en el acto hi-ciese poner en camino para México á la susodicha Tenorio. E l Ad-ministrador no se hacía grandes ilusiones respecto á la Coronel, y en su informe acerca de las dificultades de la Dirección, se expresaba así: " N o he creído ciertamente que pueda esa muje r ser capaz de desempeñar inmediatamente la falta de la Pr imera Dama, tan to por ser principianta en las Tablas , cuanto por no tener caudal de come-dias con que arrojarse á ese desempeño; pero tampoco hay otra que llene en el modo que ella puede hacerlo el lugar de la Segunda Da-ma, cuando ésta suba á Primera; así lo expresé exponiendo que la Coronel representaba tal cual, lo que j u n t o con la felicidad de su me-moria podría hacerla útil, mayormente corrigiéndola en la par te que sea susceptible, conforme á lo que se note. Con estas consideraciones

arraigado, y buscar otros arbitrios que me ayuden, con la misma hon-radez que tengo acreditada, como que no he dado la más leve nota que merezca reprensión. Estos mismos auxilios no podré buscar, exis-tente mi sujeción al Coliseo, pues ya he servido en él por ba jo sueldo con la oferta de aumento si había ganancia, y se verificó ésta, mas no la oferta. Es te año se me mandó pusiera algunos bailes que se me pagarían apar te : puse hasta once, y los cuatro no se me pagaron y de los siete se me hizo un fuerte rebajo. Vendí al mismo Mayordomo varias decoraciones y vestidos en quinientos noventa y nueve pesos, y sólo se me han dado ciento, y los restantes no se me quieren pagar . Todo ello forma conciso detalle para venir en conocimiento de la des-gracia que después de muer to el E x m o . Señor Virrey que me t ra jo , comencé á experimentar .

" T o d o lo cual expongo á la piadosa consideración de V. E . confia-do en que no ha de permitir perezca toda una familia desdichada, sólo porque así lo quieran el Mayordomo del Hospi tal y otros, guiados de u n celo poco conforme á las reglas de Equidad y de Just icia distribu-t iva.—Firmado, Gerolamo Marani."

José María Morales presentó constancias de que podía vivir hones-tamente dando lecciones de baile por la paga mensual de doce pesos por persona, siendo discípulos suyos Joaquín Botello, Gerónimo Prie-to, Francisco Acevedo, José Gallani y a lgún otro. Pedro Montero, dijo haber venido con licencia del Gobernador del Perú; J u a n Moreno expuso que para retirarse del teatro y poder vivir sin embargo, bas-tábale ir á Puebla, donde tenía una madre anciana fabricante de pastas y dulces, á quien podría ayudar en su t rabajo . Así por el estilo fueron contestando los actores y actrices disidentes, sin que el Virrey en-contrase bastante fundadas las razones de n inguno ni depusiese su atrabiliario enojo. A la digna y valiente exposición de Gerónimo Ma-rani acordó: "hágase l e comparecer y repréndasele con la mayor aspe-reza, por las insultantes, poco regulares, y descomedidas expresiones vertidas en su escrito, apercibido de que si en lo sucesivo no mejora su modo de producirse, será t ratado con el mayor rigor." También se le exigió "d i j e se quién le había formado el expresado escr i to ," que resultó haber sido obra del Doctor en Eeyes D. José de Ahedo, que vivía por el rumbo de San Cosme.

Todo ello no pasó de un simulacro de enojo, pues en oficio Reser-vado, decía el Virrey á su Juez de Tea t ros : " P o r la ad jun ta copia se instruirá V . S. de las providencias que he tomado sobre lo acaecido con los cómicos, teniendo en cuenta lo urgente de reducirlos al orden para poder abrir el Coliseo en tiempo urgente . Es ta clase de gentes deben gobernarse con mucho tino y prudencia, y es muy conveniente tratarles con afabilidad; pero en ocasiones importa siempre hacerles conocer la superioridad y el respeto que deben t e n e r . "

Como el Virrey lo esperaba, los cómicos y bailarines dejáronse in-t imidar por el enfado de su Superior, y para el mes de Mayo la Mar-tínez y su marido Flores, Marani y su familia, el sainetero Mariano Arízar y la mayoría de los descontentos habían solicitado y obtenido el ingreso en la Compañía del Coliseo, que inauguró la temporada dando en los tres días de Pascua las comedias Caprichos de amor y celos, El Parecido en Rusia y El secreto á voces.

CAPITULO XIV

1794 1805.

Como era de temerse estando la Compañía compuesta de gente ca-si forzada, las funciones del Coliseo dejaron mucho á desear y el pú-blico concurrió en escaso número á ellas, seguro de que habría de estar mal servido. Ea primera Dama se enfermó seriamente y el Ad-ministrador Director pasó mil y un t rabajos para encontrar Sobresa-lienta que la supliese. Todo el t rabajo vino á pesar sobre Teresa de Acosta, quien estando contratada como primera Graciosa, contrajo en esa mala época singulares méritos, supliendo plazas de Dama. E n este aprieto se creyó conveniente contratar á Mariana Coronel y á María Dolores Tenorio, actriz que se hallaba en Pátzcuaro t rabajan-do en la Compañía del vulgarmente l lamado el Pastillero, y usando del derecho que los teatros de Capitales como las de Madrid y Méxi-co tenían para l lamar á ellos artistas de cualquier Coliseo de Provin-cia, el Virrey ordenó al In tenden te de Valladolid, que en el acto hi-ciese poner en camino para México á la susodicha Tenorio. E l Ad-ministrador no se hacía grandes ilusiones respecto á la Coronel, y en su informe acerca de las dificultades de la Dirección, se expresaba así: " N o he creído ciertamente que pueda esa muje r ser capaz de desempeñar inmediatamente la falta de la Pr imera Dama, tan to por ser principianta en las Tablas , cuanto por no tener caudal de come-dias con que arrojarse á ese desempeño; pero tampoco hay otra que llene en el modo que ella puede hacerlo el lugar de la Segunda Da-ma, cuando ésta suba á Primera; así lo expresé exponiendo que la Coronel representaba tal cual, lo que j u n t o con la felicidad de su me-moria podría hacerla útil, mayormente corrigiéndola en la par te que sea susceptible, conforme á lo que se note. Con estas consideraciones

la propuse con sólo el l imitado sueldo de quinientos pesos anuales, lo que no sucedería s i ' fuese ya mu je r de acreditada apt i tud . V . E . determinará después de oir al Sr . Corregidor, ante quien he citado á la interesada, para hacer los experimentos que su Superioridad me or-d e n a . " Mariana Coronel se presentó al público del Coliseo en la fun-ción de la noche del 20 de Abril de 1794, teniendo la desgracia de no gustar á los espectadores, por lo cual, y á petición suya, el Juez de Teat ros dispuso quedase separada de la Compañía, dándosele u n a gratificación por su t raba jo de la citada noche.

Para la venida de María Dolores Tenorio, cuya habilidad se ex-t iende, dice el informe, á cantar bien, parece que se pulsaron algu-nas dificultades acerca de su viaje, pues leo en un escrito del Admi-nistrador D. José del Rincón: " Dije también que pudiera haberse conducido por Arrieros conductores y efectivamente creo que con es-to no padecería el honor de la Casa, porque aun cuando esa cómica de la legua, fuera una Señora doncella de muchas circunstancias, se ve generalmente que esos tales conductores, t ransportan á personas decentes con toda seguridad, como puede V . E . in formarse ." Tam-bién se solicitó á la cantarína María Ignacia Rueda, dotada de "buen estilo y regular voz, que, á juicio del Maestro Aldana, prometía mu-chas esperanzas ," y á la ya conocida María Loreto Rendón.

Pero con nada de esto pudo componerse la Compañía, con grave detrimento de los productos que de ella esperaba el Hospital , por lo que fué necesario ocurrir á lo que á decir voy valiéndome de docu-mentos oficiales. Sea el primero el s iguiente ocurso del t an tas veces citado Rincón:

" Para cubrir el papel de Sobresalienta he procurado instruirme de las habilidades que hay en el Reino suficientes para ello, según en la necesidad que nos hallamos, y sólo he podido saber que para esa pla-za no hay otra fuera de esta Capital, que María Bárbara Ordóñez, presa en la Casa de Recogidas de Veracruz, y sentenciada por la Real Sala del Crimen á la de la Magdalena de Puebla, por cierto homici-dio que se dice cometió. Es ta me ha escrito desde su prisión, mani-festando sus deseos de servir en este Teat ro , aunque sea estando en la Real Cárcel ó en una Casa segura, depositada el t iempo de cuatro años que le faltan de reclusión, á más de cerca de t res que hasta el presente lleva, lo cual parece asequible una vez que llega á experi-mentarse la continuación de su captura con sólo la l ibertad de salir asegurada á servir á un Público, cuya diversión es precisísima para distraerlo de otras gravemente perjudiciales que el ocio t rae consigo: siendo también esta providencia m u y conforme á varias disposiciones de Derecho y de las Leyes que previenen ' ' que si a lguna persona peritísima en su Arte , cometiese algún delito, deberá suspenderse la ejecución de la pena y consultar al Príncipe su revocación, imponién-

dose otra menor en términos que pueda ejercer su oficio y ser út i l á la Repúbl ica ." Por eso y por la recomendación del piadoso interés que tiene el Hospital en esta diversión pública, entiendo que la Real Sala del Crimen podrá acceder á la solicitud de esta mujer , mediante el Oficio q u e V . E . se sirva pasarle, teniendo á mayor abundamiento por compurgado en bastante par te el delito que se dice cometió, con la larga prisión de dos años y nueve meses sufrida en la Cárcel de Veracruz y Casa de Recogidas de la misma Ciudad. De este modo no serían ya tantos los t rabajos que la escasez de cómicas origina, pues se lograba restaurar una habilidad que ha sabido dar gusto en las Tablas en la plaza de Sobresalienta de primera, segunda y tercera dama, con el sueldo de novecientos pesos que únicamente tuvo el año de 1785,último que t rabajó a q u í . "

Tramitado este ocurso con apoyo del Virrey, vino á resolverse se-g ú n se verá en el siguiente Auto :

" E n la Ciudad de México, á n de Jun io de 1794, los Señores Go-bernador y Alcaldes del Crimen de la Real Audiencia de esta Nueva E s p a ñ a : Habiendo visto la instancia de D. José del Rincón, Conta-dor Mayor Honorar io del Real Tr ibunal y Audiencia de Cuentas, y Adminis trador del Hospital Real de Natura les de esta Cor te : lo pe-dido por el Fiscal de S u Majestad, con lo demás que se tuvo presente y ver convino; Mandaron : Que sin que sirva de ejemplar, y en cali-dad de presa, se traslade la Rea Bárbara Ordóñez del Recogimiento de Santa María Egipciaca de la Ciudad de Puebla á esta Corte, con el preciso objeto de servir en el Coliseo, de cuenta y riesgo del refe-rido Administrador D. José del Rincón, quien la pondrá como tal presa en casa de su satisfacción, hasta cumplir el t iempo de su con-dena, cuidando que no salga de ella sino á las obligaciones de Misa los días festivos y á la representación aí Teatro, conducida por per-sona que sea de su confianza, avisando la casa que sea, á este Tr ibu-nal, para estar á la mira de sus procedimientos, y seriamente aperci-bida que en caso de incurrir en el más leve defecto, se trasladará á las Recogidas y se cast igará con todo rigor.

" Y para cumplimiento de todo lo referido, se libre el correspon-diente Despacho al Sr. Gobernador In tendente de Puebla. Así lo pro-veyeron y rubricaron.

' ' Señalado con las de los Sres. Saavedra, Irizarri, Valensuela y Urrutia.—José Mariano Benítez."

Enterado del Auto el Fiscal de Su Majestad, el escribano asentó lo que sigue :

" E ü el propio día 14 de Junio, Yo el Escribano, presente D. José del Rincón, le hice saber lo mandado en Auto de 11 del corriente, y m su inteligencia dice lo oye, y que cumplirá lo que en él se le previene. Es to respondió y firmó, Rincón. Doy fe, José Mariano Be-

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nitez. Y para que lo m a n d a d o t enga puntua l cumplimiento, el Sr. Go-bernador In tendente de la Ciudad de Puebla, luego que reciba el presente, hará que se notifique á la Rea Bárbara OrdóSez, y se aper-ciba seriamente según se previene en el Superior A u t o inser to : y la entregará á la persona que por el Contador Honorar io D. José del Rincón se señale, sacándola al efecto del Recogimiento de Santa Ma-ría Egipciaca de esa Ciudad, donde exis te : y de haberlo ejecutado dará cuenta, devolviendo diligenciado el presente, que firmó el Sr. Se-manero, en México, á 14 de Jun io de 1794 —Mamiel José de Urrutia. —José Mariano Benítez."

Sigue á esto la designación hecha por Rincón, y dice: " S e ñ a l o pa-ra que se entregue, en mi nombre, de la persona de Bárbara Ordóñez, á quien elija D. Francisco Antonio de Zamacona, Factor del Taba-co, de Puebla .— Ut Supra.—José del Rincón."

Nada más elocuente que los anteriores documentos para pintar el estado deplorable á que había ido á dar el Coliseo de la Capital al acercarse el fin del Gobierno del gran Virrey Conde de Revilla Gige-do. Has ta allí no pudieron alcanzar el influjo de su buen juicio y profundo saber, el talento singularísimo y la energía y perseverancia de aquel gran carácter. Consiguió establecer la seguridad pública persiguiendo y castigando malhechores en los caminos reales, y dando á la Capital el espectáculo imponente de la ejecución de los asesinos de D. Joaquín Dongo: mejoró la ciudad haciendo empedrar y em-banquetar las calles y dotarlas de a lumbrado : amparó los bosques y arbolados reglamentando el corte de maderas : abrió y reparó cami-nos: protegió las empresas marítimas, las ciencias y las a r tes : estuvo siempre a tento á cultivar y mejorar las clases ínfimas y menesterosas: combatió los abusos y facilitó la just icia, l legando á establecer un bu-zón público en que recogía toda especie de avisos, advertencias y con-sejos que le hacían estar al t an to de cuanto pasaba, y dejó á su pér-fido y mal agradecido sucesor una útilísima Instrucción reservada de cómo debía regir y mejorar la perla de las colonias españolas. Ea misma naturaleza le ayudó á descubrir y desenmascarar picaros y bri-bones, pues muchos de ellos asustáronse con la Aurora Boreal de la noche del 14 de Noviembre de 1789, y creyéndola fuego de la cólera celeste, á voces publicaron sus delitos pidiendo para sus culpas mi-sericordia. Sólo no pudo dominar á la gente de teatro, levantisca, é inmoral y corrompida.

Podríamos registrar aún muchas disposiciones suyas referentes á esta materia. E n 24 de Abril de 1794, dispuso que la viuda Gert ru-dis Banda, se abstuviese de hacer t í teres en la calle de San Juan , y se dedicase con sus dos hi jas doncellas á otro ejercicio que no fuera ese, contra el cual representó el Adminis t rador del Coliseo, invocan-do una antigua disposición que prohibía tí teres y maromas en el cas-

co de la Capital. E n 7 de Mayo dijo por oficio al Director del Teat ro : " S e notan en las representaciones algunos defectos é impropiedades que conviene evitar y considero de fácil remedio. Tales son el pasar por delante de los que hacen papeles principales, los que representan los de c r i a d o s y otros inferiores: ponerse éstos el sombrero delante de aquellos, y unos y otros en parajes donde nadie acostumbra tenerlos puestos, como dentro de las casas : concluir las comedias y entre-meses pidiendo los Actores al Público perdón de sus faltas, lo que es contra la i lusión, calidad tan esencial en el Teat ro , que sin ella se re-duce á nada cuanto se representa ; y úl t imamente, salir t an andrajo-sos los que tienen que figurar pobres ó individuos de ínfima plebe, que rayan en lo indecente, fa l tando gravemente al decoro y al respeto debido al Público, defecto que suele llegar á un exceso insoportable cuando se acompaña con acciones descompuestas. Conviene, pues, poner el remedio posible en estos defectos, para hacer más agrada-ble la diversión, y al intento encargará Vuest ra Señoría al Admi-nistrador que procure se reformen los advertidos, prohibiendo se use de andrajos y vestuarios indecentes en los entremeses, y también que los que representan en las comedias papeles de criados y cria-das, salgan, lo cual es muy reparable, mejor vestidos que los princi-pa les . "

Pero por más que se procuraba evitarlo, el asunto teat ra l iba de mal en peor. E l número reducido de las habilidades, disminuía más aún con la mala salud de aquellos ya viejos y cansados actores. Una de las más aplaudidas cantarínas, la l lamada A n a Maguei ó la Ma-güentos, pidió licencia para retirarse á uno de los pueblos de los al-rededores, y hubo que concedérsela, en vis ta de un certificado de D. José Grac iday Bernal y D. José Rafael de Cuevas, Médicos de pú-blica aprobación y ejercicio, que decía a s í : " Certificamos y en caso necesario juramos, que de unánime acuerdo hemos asistido á Ana Maguei más de mes y medio, de las varias y graves enfermedades de que ha adolecido, hasta haberle mandado recibir el Sagrado Viático, y que habiendo logrado se restableciese de lo ejecutivo de sus acci-dentes, permanece aún expuesta á a lgunas accesiones epilépticas, de las que juzgamos podrá convalecer mudando de aires y de tempera-mento por algún espacio de tiempo, con el auxil io de otras medici-nas nervinas y tónicas de que igualmente deberá u s a r . "

De otras dificultades y tropiezos enterará á mis lectores el siguiente ext racto de un informe de D. José del Rincón, en respuesta á una consulta que se le hizo de si creía ó no conveniente que se suprimie-ran ó cont inuaran los Bailes en la escena.

" A u n cuando los clamores de los últ imos Arrendatar ios contra la subsistencia de los Bailes por las pérdidas que con ellos han sentido, se hayan tenido hasta aquí por aparentes, no creyéndose que esa mo-

derna diversión es, como dicen aquellos, polilla suficiente para acabar con los intereses que por medio de las otras ant iguas puede producir el Coliseo, sería bastante para variar en par te de dictamen el ver aho-ra un ahorro de cinco mil quinientos y tantos pesos que se pagaron en la úl t ima temporada, á que pueden agregarse cuasi cuatro mil ó más en que se calculan prudentemente los gastos de papeleta y otros extraordinarios, como el mayor a lumbrado en las candilejas, ilumi-nación de cera para los trasparentes, sin contar con los crecidos cos-tos que ocasiona la postura de los nuevos Bailes.

' ' Todos estos ahorros me parece á mí que son efectivamente supe-riores al quebranto que pueda exper imentarse con la supresión, pues á mi entender, la frialdad del público no durará sino hasta que pierda las esperanzas de que los h a y a : pues ahora lleva á capricho no asis-tir al Teatro, por ver si así consigue hacer creer que son precisos, llevados algunos de dichos concurrentes de estímulos de los mismos bailarines, á quienes por protección sencilla ó por otras causas no m u y difíciles de comprender, desean mantener en el Tea t ro y com-placerlos.

' ' Lo cierto es que aquí no hubo nunca Bailes hasta de pocos años al presente, ni aun desde que comenzaron se han hecho en todos los t iempos. Y así, se ha conocido práct icamente que sin ellos es segura la ganancia en el Coliseo, como lo demuestra la ret irada de asentistas con el motivo de su continuación, lo que creo no sucederá si se abo-liesen. Dígalo la Sociedad de suscritores abonados, dígalo D. Manuel Lozano y dígalo D. Francisco Villa y To r r e : la primera no deja de sentir que los bailes tuvieron bastante par te en aquella excesiva pérdida de t reinta y ocho mil pesos, de la cual se evadió el segundo habiendo experimentado aumento sin ellos y resarcido la pérdida que le causaron duran te se mantuvieron. E l úl t imo que es Villa y Tor re lo explicó más claro en la Almoneda celebrada el año de 1792, pues asentó que no tendría embarazo en hacer postura siempre que se le cumpliese la condición de no continuar los bailes en el Teat ro . Estos arrendatarios que debemos considerar amigos del aumento de su cau-dal, no paso yo á creer quisiesen, por sólo tema, perder el logro que les resultare si los referidos Bailes fueren provechosos á la negocia-ción: y sin embargo, han permanecido sin aprovechar la Almoneda de 1792 que aun se mantiene abierta, y á pesar de las ganancias que en estos dos años ha tenido el Coliseo.

" Y o no pongo duda en que á unos les gus tan los bailes, se entien-de los pocos que hay buenos: pero tampoco debo dudar que á otros no les agradan por sus repeticiones continuas y su poca variedad, pues siempre son unos mismos los saltos y unos mismos los actores, con sólo la diferencia de una que otra ta l vez fastidiosa pantomima, co-mo que es facultad poco extensiva á variaciones. Lo sería ciertamen-

te, si el Coliseo tuviese un abundante fondo con el único objeto de divertir á toda costa al público, sacrificando á este fin su interés pro-pio: en este caso se harían muchos Bailes nuevos con continuas ideas en vestidos y decoraciones, de cuyo modo sería esa pieza uno de los mejores adornos de intermedips en las principales de representado, y también mayor la concurrencia si se lograba ir haciendo el país á funciones serias, pues vemos que hasta el día es llevado más en ge-neral que de ellas de comedias de Valientes, Mágicos y Vuelos, con otras vulgaridades semejantes con que se llena la casa, á pesar de la n inguna sustancia que les hallan algunos concurrentes de mejor gusto.

" ¿Y qué diremos si faltan un Director como Marani y su sust i tuto Morales? Que entonces subirá de pun to la pérdida de enseres; y si se siguen ejecutando por otros no inteligentes, vendremos á quedar ex-puestos á la indignación del público, cuyos efectos son temibles y ya se han experimentado a lguna vez eti el año anterior, si no se hubie-se echado el telón antes de t iempo para cubrir una escena acreedora de la irrisión y mofa de las gentes.

"Ul t imamente , es el Baile contra los rendimientos de la Casa, por lo que ésta se expone á perder con ellos en un incendio, que no es m u y remoto por los cerillos que arden en las decoraciones transpa-rentes, cuya inmediación, por más cuidado que haya, se deja cono-cer el riesgo que amenaza, siendo el aceite uno de los ingredientes de la pintura , y ya se vió en el anterior año pegar á una bambalina la flama del cerillo, con que nos vimos bas tantemente apurados para cortar el fuego, que si hubiera seguido todo se habr ía perdido.

" L a superioridad de S. E . determinará lo que parezca más conve-niente, pues no debo insistir por la consideración de esas pobres fa-milias que, mantenidas hasta hoy con los bailes, quedarían perdidas si no continuasen, quejándose de mi in f lu jo . "

Como nota referente á Teat ros durante el Gobierno del gran Con-de de Revilla Gigedo, digamos algo de otro autor dramático del país. Nada debe desperdiciarse á este respecto. Por Octubre de 1793 el Ba-chiller Córdova pidió al Virrey remediase sus necesidades dando or-den para que se representasen unas comedias de su invención que tenía presentadas. E l informe del Juez de Teat ros dijo: " E s verdad que ha hecho una comedia que ya tengo en mi poder, la cual puso en manos del Sr . D. Cosme de Mier, y pasó á la aprobación del Pa-dre Revisor, quien di jo que podía representarse por no contener co-sa a lguna que se oponga á nuest ra Religión ni desdiga de la modes-t ia que inspira la moral cristiana.

" E n este estado fué cuando yo vi la comedia, y como conocí que el Bachiller Córdova no la presentaba graciosamente á la casa, de ahí nació la precisión de inquirir si sería pieza de alboroto como La

Mexicana ú otras cuasi semejantes, capaz de dejar producto y grati-ficar al que la había presentado.

"Después de un prolijo examen saqué en limpio que la comedia no pasa de común; que no es por su materia y lances, superior á las del precio de dos reales, á lo menos para el gusto del público, y que al igual de ella y aun mejores las tengo impresas por dicho precio en la casa del Padre D. José Jáuregui , sin quedar con su representación expuesto á que se gratif ique si, por ventura , en su estreno hubiese una regular entrada, ocasionada de la novedad de ser moderna y es-crita por ingenio americano, aunque luego no se considerara digna de una sola repetición.

"Mien t ras yo andaba en esta inquisición, me entregó Córdova una pequeña pieza, que no hay duda ha caminado con la misma for tuna como él expresa; pero tampoco la hay en que para ello me ha suge-rido las mismas razones que para la inadmisión de la anterior, sin que para no dar al público una y otra me haya llevado de conceptos de cómicos, cuyas sugestiones me serían indecorosas; y sólo el Ba-chiller Córdova que no t iene conocimiento de mi modo de pensar, podrá asentar que en esta materia me sugieren, sobre que se servirá V. E . hacerle el correspondiente apercibimiento.

' 'También he sabido que la comedia t i tulada La Ermione, que es el nombre de la presentada, ha mucho t iempo que está impresa, y por curiosidad la he mandado pedir á D. José Camblón.á José Gar-duño, Apuntador de este Coliseo y al plaza de por medio Ignacio Vega, que cada uno tenía un ejemplar; y lo cierto es que, no habien-do podido conseguir n inguno por haberme respondido todos que se les ha extraviado, ocurrí á tomar noticias de su argumento y me lo han pintado igual al de la de Córdova, con sólo la diferencia del verso, que donde ésta lo t iene de arte mayor ó heroico, está escrito en aquella con el corriente de Romance; pero aun en los personajes que son unos mismos, me han ido señalando los nombres de todos, y no encuentro variedad entre los de una y los de otra.

" E n estos términos, parece que deben devolverse al Bachiller Cór-dova sus dos piezas, una vez que n inguna es suficiente de convidar al público para contribuir en dos ó tres repeticiones anuales, á más de llenar en la pr imera noche su representación, de cuyo modo sería compatible el remediar las necesidades de su autor , pues quedaba el Hospi ta l Pea l esperanzado del reintegro para cubrir las más urgen-tes que padece. De lo contrario, sería gravar sus fondos, mayormen-te, cuando como llevo dicho, hay comedias nuevas por dos reales, que, sin la contingencia de desembolso en el caso de que engañosa-mente pinten bien, t ienen menos costo que aventurar para llegar á e jecu ta r las . "

Por este ejemplo se ve cuán ant iguo es el egoísmo de las Empre-

sas de nuestros teatros, que pudiendo representar de balde las come-dias venidas de España, niéganse á pagar cosa a lguna á los autores de comedias escritas en México.

E n 11 de Jul io de 1794 el muy i lustre D. J u a n Vicente de Güemes y Pacheco, Conde de Revilla Gigedo, hizo entrega del mando del Vi-rreinato á su sucesor D. Miguel de la Grúa Talamanca , Marqués de Branciforte, digno pariente y hechura de D. Miguel Godoy; pérfido y envidioso contra Revilla Gigedo, á quien con sus acusaciones ori-ginó graves disgustos; enriquecido con la venta de empleos y gra-cias, de acuerdo y en sociedad con el Conde de la Contramina, y de-rrochador de fondos públicos en la organización de tropas que para nada eran aquí necesarias. Débesele, sin embargo, el que, por adu-lación á la imbécil Majestad de Carlos IV, mandase labrar el mo-delo y fundir la magnífica estatua ecuestre que, por apodo del vulgo, conocemos con el despectivo mote de El Caballito de Troya. Con motivo de la colocación de la provisional en yeso, en la Plaza de Armas, celebráronse en la Capital suntuosas fiestas. De ellas y en' lo que al Tea t ro se relaciona, dijo La Gaceta:

" E n 9 de Diciembre de 1796, con motivo de las fiestas con que se celebró el adorno de la Plaza Principal y la erección de la es ta tua ecuestre provisional de Carlos IV, el Virrey Marqués de Branciforte asistió á las siete y media de la noche al Coliseo, que estaba suntuo-samente i luminado, y se representó el nuevo drama en un solo acto, La lealtad anierkana; se cantó una tonadilla m u y graciosa y siguió después un hermoso baile tragi-cómico-pantomimo, cuyo asunto era la reciente historia y muer te de Muley Eliacid, Emperador de Ma-rruecos. ' '

Nada notable hay que registrar en pun to á teatros de 31 de Mayo de 1798 á 29 de Marzo de 1800, período del gobierno de D. Miguel José de Azanza, y menos aún de esa úl t ima fecha á la del 4 de Enero de 1803, en que terminó el virreinato de D . Fé l ix Berenguer de Marqui-na , y dió principio el de D. José de I turr igaray, en cuyo t iempo in-t rodujo en México la vacuna contra la viruela D. Francisco Balmiz, y principió en 1? de Octubre de 1805 el Diario de México fundado por D. Jacobo Vil laurrut ia y D. Carlos María de Bustamante, que tanto habrá de servirnos en las siguientes páginas.

N o quiere esto decir que no nos haya sido ya út i l en precedentes noticias, la imprenta, en México introducida, antes que en n inguna otra ciudad de América, por el primer Virrey D. Antonio de Mendo-za, con el cual vino en Octubre de 1535 y produjo el primer libro en 1536, impreso por J u a n Pabloso, ficial y dependiente de J u a n Crom-berger , célebre impresor establecido en Sevilla. Ya nos hemos servido, y citádola varias veces, de la Gaceta que, según el eminentísimo sabio D. Joaquín García Icazbalceta, empezó á publicarse en 1671, impresa

por la Viuda de Bernardo Calderón. Esta especie de publicaciones periódicas sólo contaba en aquel entonces sesenta y seis años de vida en Europa, tocando á los Países Bajos, dependientes entonces de los Reyes españoles, la gloria de haberlas creado en 1605, en la ciudad de Amberes. Veintiséis años más tarde, en 30 de Mayo de 1631, fundó Re-naudot La Gaceta de Francia, y á ésta sólo en cuarenta años fué poste-rior la Gaceta de la Viuda de Calderón. Eos números de ella no se pu-blicaban en época fija, por carencia de noticias, ni por un mismo impre-sor: en 1687 la siguió imprimiendo María de Rivera, heredera de la Calderón, y duraron por lo menos hasta 1721. Hacia 1693 (s igue ha-blando el Sr. Icazbalceta), publicó D. Carlos de Sigüenza y Góngora su Mercurio, y en x ? d e E n e r o d e 1722 fundó el Dr. D. Juan Ignac iode Castoreña y Ursúa la Gaceta de México, que mensualmente aparecía impresa por la Viuda de Miguel de Rivera Calderón, en el Empedra-dillo. Duró sólo hasta Julio del mismo año, y después de cinco y me-dio de suspensión, la renovó D. Juan Francisco Sahagún de Arévalo, con el mismo título de Gaceta de México desde Enero de 1728, siendo empresario y editor el Bachiller Hogal. Por escasez y carestía de pa-pel se suspendió en los "años de 1740 y 41: continuó en 42 con el nom-bre de Mercurio de México. En 1768 publicó el Padre Alzate su Dia-rio Literario; en 1772 y 73 hizo otro tanto el Dr. D. José Ignacio Bar-tolache con su Mercurio Volante, y de 1788 á 1795 su Gaceta de Lite-ratura el ya nombrado Padre Alzate. El periódico más notable y co-nocido de la época virreinal, es, sin embargo, la Gaceta de México, que D. Manuel Antonio Valdés comenzó á publicar el 14 de Enero de 1784 y vino á ser como el origen de los periódicos oficiales de Méxi-co, y según queda dicho, en 1? de Octubre de 1805 dió principio la publicación del Diario de México.

CAPITULO XV

1805.—I8O6.

Ya comenzado el siglo X I X , el Coliseo Nuevo fué objeto de gran-des reformas y mejoras, según se lee en la Gaceta de 3 de Mayo de 1806, que á la letra dice:

" E l Coliseo de esta Corte acaba de presentarnos un testimonio de que la pintura y la arquitectura adquieren, en cierto modo, su perfec-ción, cuando son dirigidas por las letras. Había mandado el Exmo. Sr. Virrey que, atendida la representación del Mayordomo Adminis-

trador del Hospital de Naturales, y propuesta del Sr. Decano de esta Real Audiencia D. Ciríaco González de Carbajal, se procediese á su reedificación. En consecuencia, comisionóse para ello al Sr. Alcalde de Corte, D. Manuel del Campo y Rivas, el que en menos de un mes le ha dado toda la comodidad, seguridad y hermosura de que es sus-ceptible, advirtiendo el público que se tuvieron presentes cuantas circunstancias se requieren para hacer apreciable esta casa de recreo. Fueron sus artífices: de arquitectura D. Joaquín de Heredia; de pin-tura, el célebre Francisco Zapari, y D. Gerónimo Marani de la má-quina, quienes comprendiendo á fondo los conceptos de dicho señor Ministro, los ejecutaron en términos que el Coliseo de México casi puede competir con cualquiera de los de E u r o p a . "

Aun en esa reforma precedió nuestro Coliseo Nuevo al del Prínci-pe en Madrid; éste, al cual un incendio ocurrido en Julio de 1802, maltrató en extremo, no vino á quedar reedificado sino en Agosto de 1807, quince meses después del de México.

He aquí la lista de los actores ajustados para el año cómico ó tem-porada de 1806 á 1807.

Damas: Primera, Euz Vallecillo, con dos mil pesos anuales ; Se-gunda, Agustina Montenegro, con mil trescientos; Graciosa, Juana Mendoza, quinientos; Criada, Juana Martínez, doscientos treinta; otra segunda, Dolores la Fina, quinientos; Galanes: Autor, galán y primer gracioso, Luciano Cortés, con sueldo anual de tres mil pesos; Segundo, José Duque, con mil doscientos; Sobresaliente, Fernando Gavila, con mil; Tercer galán, Antonio Abad, ochocientos; Cuarto, Teodoro Borja, quinientos: Estrada, quinientos; Plazas de por medio, Pedro Rivera y José Aragón, con doscientos cincuenta cada uno; Jo-sé Mendoza, doscientos; José García, ciento ochenta; Barbas: Prime-ro, Francisco Carreño, novecientos; Segundo, Mariano García, qui-nientos; Sobresaliente, Ignacio Miranda, cuatrocientos; Graciosos: Se-gundo, José Tenorio, setecientos; Idem, Francisco Saldafia, quinien-tos; Apuntadores: Primero, Mariano Lara, setecientos cincuenta; José Rincón, cuatrocientos; Leopoldo Olmedo, doscientos cincuenta; Ar-chivero, José Zabalza, doscientos setenta y cinco. Cantarines: Dolores Munguía, mil seiscientos; Josefa Cárdenas, mil; Timotea, seiscientos; Juana Felbeta, trescientos noventa; Andrés Castillo, mil quinientos; Victorio Rocamora, mil cincuenta; Antonio Bemasconi, seiscientos; Bailarines: Guadalupe Gallardo, seiscientos; Magdalena Lubert , tres-cientos diez; Isabel Rendón, doscientos setenta y cinco; María Peña-losa, doscientos cincuenta; Cecilia Ortiz, quinientos; José María Mo-rales, seiscientos cincuenta; Juan Marani, quinientos cincuenta; Or-questa, cuatro mil seiscientos pesos; Guardarropa, doscientos; Pelu-quero, trescientos; Sastre, doscientos; Portero y Guardacasa ciento treinta; Carpintero tramoyista, trescientos veinticinco; Pintor, quinien-

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tos. Interventor, D. José Carbelo, ochocientos. Escribano, D. Fé l ix Zamorano, doscientos. Escribiente. D. José J u a n Romero, doscientos ochenta.

E l prospecto anunciando la pr imera función para la noche del Do-mingo 6 de Abril de 1806, decía así:

' ' Todo sabio é i lustrado gobierno, ha promovido y sostenido en todos tiempos las diversiones y espectáculos públicos como máxima de política para el mejor orden. E l nuestro, llevado de ese benéfico deseo, ha tomado las más jus tas y activas providencias para su logro, y si por ahora ha determinado la suspensión de los grandes bailes, ha sido por la consideración de que son sólo una diversión de los sentidos y no de entendimiento, por su poca variación y principalmente por los excesivos costos que demandan y no puede sufrir una casa de misericordia t an recomendable como es el Hospi tal de Natura les de esta Capital .—Como el fin es enseñar divirtiendo y esto se logra con la poesía dramática, se han mejorado en todo lo posible las Com-pañías de representantes, cantarines y bailarines para los sones del país, y mejorado el Coliseo en todas sus par tes .—Por ahora, mientras haya quien haga en propiedad de primera dama, sólo se darán cinco funciones á la semana; pero luego que haya proporción y esté la Com-pañía en estado de dar extraordinarias en los miércoles y sábados, se harán seis ó siete funciones á la semana .—Entre tan to se experi-menta si puede sostenerse la diversión en el pie establecido, no se hace aumento alguno en palcos, lunetas, mosquete, cazuelas y demás asientos, como tampoco en las entradas, sin embargo del extraordi-nario costo que ha tenido la casa en mejorar la finca.—Sólo estarán libres de paga de entrada las personas q u e ha determinado este Su-perior Gobierno y constan en la s iguiente l is ta:—Agraciados en el a r t 39 del Reglamento del año de 1806, para entrar de balde en el Coliseo de esta Capital: Eos Exmos . Sres. Virreyes: de su famüia, Secretario Particular, Mayordomo, Damas y Pajes de servicio, y el Caballerizo: Secretario de Cámara y su esposa; Oficial Mayor y los de número con los de Guerra, Señores Ministros Togados y sus mu-jeres, sin familias. E l Sr. Corregidor, Alcaldes ordinarios, Regidores y sus mujeres, sin familias; todos los individuos de la Guardia de Alabarderos, sólo cuando vayan de servicio; el Administrador del Hospital y su mujer , sin familia.—Se dará principio á la temporada esta noche, con la comedia moral de La Reconciliación ó los dos Her-manos: su primer intermedio se cubrirá con el minuet Congo por la Sra. María Guadalupe Gallardo y el Sr. J u a n Marani, y cantará una buena tonadilla la Sra. Josefa Cárdenas, y el segundo cantarán la Sra. Do-lores Munguía y el Sr. Luciano Cortés, la chistosa tonadilla del Pre-sidiario, y bailarán La Morenita las Sras. Magdalena Luber t é Isa-bel R e n d ó n . "

Por ese t iempo y aun muchos años después, n i en México ni en España podían usar los cómicos el Don, n i nadie se lo daba.

Preocupaciones basadas en la incorrecta conducta pública y priva-da de muchos de ellos, justif icaban hasta cierto pun to lo mal vistos y recibidos que eran fuera del escenario y en la sociedad de gente educada. E n 1808 el Ayuntamiento de Madrid prohibió á los cómi-cos de la Cruz y del Príncipe ' ' que asistieran á las representaciones desde los palcos bajos y principales, para evitar de este modo el mal efecto que su presencia producía en elpiiblico, permitiéndoles solamente que presenciaran la función desde los palcos segundos . " E l gran Isi-doro Máiquez reclamó contra ta l af renta , y gracias á él consintió el Ayuntamien to en alzar la prohibición, "s iempre que pagaran el asien-to y guardaran el mayor orden y compostura, para no verse precisa-da la Corporación á tener que adoptar respecto á ellos ciertas medi-d a s , " y todavía muchos años después, con fecha 2 de Abril de 1833 el Director del Real Conservatorio de Madrid, propuso á la Comisión de Tea t ros que se les diera dicho t ra tamiento de Don á los famosos actores Carlos Latorre y José Luna, y la Comisión contestó que no podía acceder á ello.

Mucho t iempo había de pasar aún para que la Sociedad alzase, y 110 de un modo general y completo, el terrible anatema que pesó aun sobre tan ilustres comediantes como Iusepa Vaca, la amiga de todos los nobles de la corte de Felipe I I I ; Gerónima Burgos, la favorita de Lope; María Calderón ó La Calderona, por obra de Felipe I V madre de D. J u a n de Austr ia en 1629; Rita Luna , t rágica eminente; Isido-ro Máiquez, amigo y discípulo de T a i m a y reformador del arte escé-nico en España , reforma que inauguró en el teatro de los Caños del Peral cuando á él se transladó la Compañía cómica, mientras se reedi-ficaba el del Príncipe.

Demos ahora una idea general de nuestros espectáculos y recreos públicos al principio del siglo, tomándola de un papel de la época, q u e dice:

' 'E l principal espectáculo es el de la comedia; sus decoraciones son buenas; los representantes no son malos, y entre ellos hay algunos que pudieran lucir en Madrid mismo y en Nápoles: la casa es cómo-da y en ella reina el buen orden por la vigilancia de los jueces . Sólo se nos ofrece preguntar , ¿por qué la par te sensata de los concurren-tes se mezcla en aplaudir unos entremeses que se ejecutan sólo para congeniar con la ínfima plebe? ¿Ignora ta l vez que un aplauso intem-pestivo arraiga más fuer temente el gusto depravado con que se elogian unas representaciones que debían desterrarse en un siglo y en un país t an i lustrado como el nuestro? E n lo demás debemos hacer justicia á la verdad: los teatros de Europa no guardan la misma moderación y decencia que ostenta el nues t ro en cuanto al t rato interior de los pal-

eos y luneta. Un poco de gusto moderno en la elección de las piezas, mayor estudio en los cómicos, menos ejercicio en los apuntadores, el olvido de los cigarros en el t iempo de la escena, y, finalmente, el fa-vor de la opinión para que cualquiera pueda sentarse en el patio sin consultar su vestido, y menos preocupación en contra de una diver-sión que en sí no t iene nada malo, pueden, no sólo mejorar nues t ro teatro, sino hacer mucho más agradable y út i l su concurrencia.

" L a Pelota, cuya casa es pública, ofrece un buen rato al especta-dor, y un ejercicio provechoso á la salud del que juega . Las apues-tas que se hacen á favor de algún partido no debieran pasar de pocos pesos. E l que atraviesa cantidad de onzas de oro, da á conocer que va allí á buscar un juego ruinoso y no una honesta diversión.

" L o mismo diríamos en cuanto á las peleas de gallos. La casa des-t inada á este fin pudiera pasar por la más perfecta, si los corredores que manejan y combinan las apuestas no abarcasen tantas acciones de un golpe, y fuesen más prontos en dar razón de si hay ó no quien reciba los envites.

" L o s Cafés no han servido en México más que para almorzar y formar un rato de tertulia; las discusiones l i terarias empiezan ya á tener lugar en ellos. El Diario, La Gaceta y El Jornal (?) Econcnnico Mercantil, suministran bastante pábulo al criterio público. ¡Dichosos nuestros papeles si por medio de la crítica misma que sufran, conser-van los Cafés libres de las cábalas y murmuraciones que en otras partes abrigan y por ventura no se han deslizado en los nuestros!

" E l paseo más considerable y de asistencia casi precisa, es el de la Alameda los días de domingo. La mult i tud de coches, la diversidad de sus colores y estructura, el aseo del t ra je , los sujetos ilustres que concurren, la finura de las madamas que lo hermosean, todos esos objetos contr ibuyen á hacer muy agradable esta especie de espec-táculo público. Sólo el capricho lo embaraza a lgún tanto: aquella precisión de mantenerse en coche mirándose á la cara unos á otros, y la costumbre de no poderse presentar á pie sin chocar con los prin-cipios contrarios de la opinión, son unas violencias insufribles, espe-cialmente para quien no t iene coche. T a l cual, ya se empiezan á co-nocer estos perjuicios y quizás presto se sacudirán.

" P o r cuaresma comienza el paseo que llaman de la Viga y dura hasta el día de la Ascensión del Señor. La frondosidad de los árbo-les que lo rodean, su agradable sombra, las chinampas inmediatas, la hermosa acequia navegable con la mult i tud de gentes que andan en las canoas y barcos, las quintas ó casas de campo cercanas, la be-lla arquitectura y jard ines de éstas, no sólo lisonjean la vista sino también inspiran un dulce entusiasmo y elevan el espíritu hasta la meditación del Supremo Creador de la Na tu ra l eza . "

Sin pensarlo he ido más ade lan te de lo que exige el orden crono-

lógico, á que soy tan afecto, y pasádome sin hablar algo de nuestro teatro en los meses anteriores á su reforma de 1806. Por Octubre del precedente se representaban las comedias La Holandesa, Amar después de la muerte y Los esposos reunidos. Un programa del 4 de ese mes, dice: " H o y se ejecuta una primorosa Folla, compuesta de las piezas siguientes: De representado: 1? la pieza La forma del sombrero; 2? Un loco hace ciento; 3? El pleito del pastor. De cantado: Unas boleras por el Sr . Andrés del Castillo, obligadas á t rompa por D. Antonio Salot. E l saínete nuevo int i tulado La Vizcaína y el cirujano, por la Sra. Dolores Munguía y el Sr. José Estoracio. Se tocará un concier-to de música obligado á violín por D. Andrés Ramírez, ciego de na-ción, del mejor gusto. E l baile gratule será del maestro Sr . Juan Me-d i n a . " Folla, perdonen los que ya lo sepan, significa diversión tea-tral compuesta de varios pasos de comedia inconexos, mezclados con otros de música.

E r a n m u y comunes en esa época, especialmente en los beneficios. E n el suyo dió el Sr . Andrés Castillo, á 9 de Octubre de 1805, las si-guientes piezas: De representado: 1? La hija embustera y la madre más que ella. 2? Las astucias desgraciadas. 3? Elperláticofingido. Decan-tado: la aria obligada á t rompa y unas nuevas boleras con acompaña-miento de dos gui tarras y t rompa, por el dicho Castillo. Por el mis-mo, Sra. Dolores Munguía y Sr . José Estoracio, un nuevo saínete llamado La novia artista. De baile: el agraciado de los Negrillos á cuatro, y por grande uno de los mejores.

A estas follas seguían, ó a l ternaban con ellas, las comedias, Tam-bién la afrenta es veneno, Los áspides de Cleopatra, La petimetra co-rregida, Catalina Segunda Emperatriz de Rusia, No hay burlas con el amor, El hombre singular, El Aguador de París, La Misantropía, La Matilde, Mujer, llora y vencerás, La jura de Artagerjes, No pie-de ser guardar á una mujer, El mágico de Salerno, y cien otras en que se mezclaban los nombres de los más ilustres autores del siglo de oro con los de D. José de Cañizares y los poetastros de que fué in-fatigable maestro, cual el sastre célebre Juan Calvo y Vela, que com-puso para los cómicos del Príncipe la citada comedia de El Mágico de Salerno ó Pedro Vayalarde.

Pero el mayor atractivo para la generalidad no educada del público, eran los saínetes y los bailes, unos y otros suficientemente groseros á lo que parece. " Toda la gracia, todo el chiste de aquéllos, decía un colaborador del Diario, consiste por lo regular en dichitos sobre glo-tonería, sobre cobardía, sobre tercería ó sobre chismería. Es preciso pasar por mil impropiedades é impertinencias para encontrar u n a gra-cia. Las más veces que hacen reir es por equivoquillos indecorosos ó por e x t r a v a g a n c i a s . . . . También me tomo la libertad de recomendar-le declame contra la disolución de a lgunas bailarinas, pues para tna-

infestarnos su agilidad y destreza en las mudanzas, no necesitamos que nos acompañen éstas con impurezas; pues aunque algunos hom-bres estragados, aun antes de la edad porque han abusado de todo, las aplauden y palmotean, efecto, sin duda, de necesitar de la inde-cencia para que despierte en ellos la vida apagada, ¡qué desconsuelo es para un padre que se ve en la necesidad de permitir presenciar tales disoluciones á una hi ja á quien ama y en cuya moral se interesa!"

Para concluir este capítulo pondré aquí, tomándolas de los progra-mas de la época, una breve noticia de las tonadillas y bailes más en uso y de las piezas de cantado.

En una Folla de 12 de Octubre, siempre de 1805, se ejecutó el bai-le de el Agraciado de Zanga?iillo y porgrande, ó sea de espectáculo, el de Adelaide de Guesclin, de la composición del Maestro Juan Medina. E l 25, y á beneficio de Victorio Rocamora, á la "chis tosa comedia en un acto, El Encuentro feliz, siguió la zarzuela bufa en dos, del célebre Cimarrosa, el Filósofo burlado, que cantaron María Dolores Munguía, Mariana Arguello, Andrés del Castillo y el beneficiado. En un in-termedio se bailó la Bamba, á cuatro, y por fin de fiesta el de Ade-laide de Guesclin." El 29, y á beneficio de la bailarina María Guadalu-pe Gallardo, después de los sainetes el Soldado fanfarrón, los Bandos del Avapiés y el Celoso confundido, cantaron y bailaron unas Boleras y la tonadilla de el Pethtietre majo Castillo y Rocamora, la beneficia-da y Juan Marani; por grande se bailó el Apeles y Campaspe, compo-sición también de Juan Medina, autor de Dido abandonada, bailado el 4 de Noviembre en celebridad del cumpleaños del Rey.

En el beneficio del bailarín José María Morales, se estrenó un j u -guetillo en que cantaron Andrés del Castillo la Polaca del Astrólogo, y el mismo, la Munguía, Victorio Rocamora, y Rosalía Medina, un terceto, unas boleras y el sonecito la Chipicuaraca. Siguió la tonadi-lla general de la casa de locos por Mariana Argüello, María Guadalupe Gallardo, José Estoracio y Euciano Cortés. De baile hubo lo siguien-te: el Minuet fandango, el Churripamplí, por Ana María Cendejas y Antonio Medina, y por grande el de Chaveta en la ciudad.

El 2 de Diciembre fué el beneficio del galán de música Victorio Ro-camora, con los sainetes: la Maja majada, el Negro sensible, el Solda-do fanfarrón, el Terceto del Campanello, la tonadilla la Disputa de los amigos, el baile Diana y Silvio, compuesto por Medina, y el dúo de los Rivales de amor, obra de D. Manuel de Arenzana, Maestro de Ca-pilla de la Santa Iglesia Catedral de Puebla de los Angeles, y autor de la ópera en dos actos El Extranjero, cantada en el Coliseo Nuevo ó Principal el 25 de Noviembre anterior, con mucho aplauso.

CAPITULO XVI

I 8 O 6 — 1 8 1 3

Dije en el capítulo precedente cómo estuvo formada la Compañía del Coliseo Nuevo para el año cómico de 1806 y 1807, y aun di tam-bién el programa de la primera función.

Siguiéronse las comedias Buen amante y buen amigo. Cumplir dos obligaciones, ó Duquesa de Sajonia, y Las víctimas del libertinaje, con intermedios como la Polaca ó dúo el amor es dulce hechizo, y el agracia-do sonecito El Bejuquito.

El viernes 11 de Abril se dió, por primera vez en México, la fa-mosa comedia del célebre Moratín, El Café, anunciada con la tona-dilla El paje en la tinaja por la Munguía, Castillo, Saldaña y Miguel Maya y el saínete El payo de la burra. Vinieron después en las si-guientes noches la comedia heroica de El Duque de Pentiebre, El ca-samiento por fuerza, El payo de la carta y una graciosa Folla en que figuraron el Examen de cortejos, y la pieza Perdónela enferma, en la que además de los individuos de la Compañía salieron á dar muestra de sus habilidades Cristóbal Flores, Mariano El Texcucano, Felipe Bae-za y María Dolores, diestros volantines que hicieron en la maroma diversas y difíciles suertes: concluidas ellas, Luciano Cortés dijo el unipersonal de las contradanzas, se cantó la tonadilla de El Cocherito Simón, y se representó la pieza El Viudo Don Ejñfanio.

Diéronseenelres to de aquel Abril: el 20 una tercera representación de El Café; se presentó María Dolores Carpintero con una tonadilla, género en que lucía su salero y su gracia Inés García, guapísima y seductora mujer y cómica y cantarína, más conocida por la Inesi-lla, y se representó El tonto, Alcalde discreto. E l 22 se dió la comedia Trampa adelante. El 24 el Galeote cautivo, desempeñando el galán Fernando Gavila y el gracioso Luciano Cortés; en esa obra se estrenó una magnífica decoración del diestro y acreditado pincel de D. Fran-cisco Zapari. El 27, en celebridad del cumpleaños del Virrey Iturri-garay, se dió la gran comedia de música La prudencia en la niñez y Rei-na loca de Hungría, desempeñando el papel de dama de cantado María Dolores Carpintero. El 29 El falso Nuncio de Portugal y tonadilla del Petimetre y lapatrona.

En Mayo fueron dadas: La madre engañada, el Majo celoso, Entre bo-bos anda el juego, el Parecido en la Corte, el Buen Labrador, el Segundo

infestarnos su agilidad y destreza en las mudanzas, no necesitamos que nos acompañen éstas con impurezas; pues aunque algunos hom-bres estragados, aun antes de la edad porque han abusado de todo, las aplauden y palmotean, efecto, sin duda, de necesitar de la inde-cencia para que despierte en ellos la vida apagada, ¡qué desconsuelo es para un padre que se ve en la necesidad de permitir presenciar tales disoluciones á una hi ja á quien ama y en cuya moral se interesa!"

Para concluir este capítulo pondré aquí, tomándolas de los progra-mas de la época, una breve noticia de las tonadillas y bailes más en uso y de las piezas de cantado.

En una Folla de 12 de Octubre, siempre de 1805, se ejecutó el bai-le de el Agraciado de Zanga?iillo y porgrande, ó sea de espectáculo, el de Adelaide de Guesclin, de la composición del Maestro Juan Medina. E l 25, y á beneficio de Victorio Rocamora, á la "chis tosa comedia en un acto, El Encuentro feliz, siguió la zarzuela bufa en dos, del célebre Cimarrosa, el Filósofo burlado, que cantaron María Dolores Munguía, Mariana Arguello, Andrés del Castillo y el beneficiado. En un in-termedio se bailó la Bamba, á cuatro, y por fin de fiesta el de Ade-laide de Guesclin." El 29, y á beneficio de la bailarina María Guadalu-pe Gallardo, después de los sainetes el Soldado fanfarrón, los Bandos del Avapiés y el Celoso confundido, cantaron y bailaron unas Boleras y la tonadilla de el Pethtietre majo Castillo y Rocamora, la beneficia-da y Juan Marani; por grande se bailó el Apeles y Campaspe, compo-sición también de Juan Medina, autor de Dido abandonada, bailado el 4 de Noviembre en celebridad del cumpleaños del Rey.

En el beneficio del bailarín José María Morales, se estrenó un j u -guetillo en que cantaron Andrés del Castillo la Polaca del Astrólogo, y el mismo, la Munguía, Victorio Rocamora, y Rosalía Medina, un terceto, unas boleras y el sonecito la Chipicuaraca. Siguió la tonadi-lla general de la casa de locos por Mariana Argüello, María Guadalupe Gallardo, José Estoracio y Euciano Cortés. De baile hubo lo siguien-te: el Minuetfandango, el Churripamplí, por Ana María Cendejas y Antonio Medina, y por grande el de Chaveta en la ciudad.

El 2 de Diciembre fué el beneficio del galán de música Victorio Ro-camora, con los sainetes: la Maja majada, el Negro sensible, el Solda-do fanfarrón, el Terceto del Campanello, la tonadilla la Disputa de los amigos, el baile Diana y Silvio, compuesto por Medina, y el dúo de los Rivales de amor, obra de D. Manuel de Arenzana, Maestro de Ca-pilla de la Santa Iglesia Catedral de Puebla de los Angeles, y autor de la ópera en dos actos El Extranjero, cantada en el Coliseo Nuevo ó Principal el 25 de Noviembre anterior, con mucho aplauso.

CAPITULO XVI

I 8 O 6 — 1 8 1 3

Dije en el capítulo precedente cómo estuvo formada la Compañía del Coliseo Nuevo para el año cómico de 1806 y 1807, y aun di tam-bién el programa de la primera función.

Siguiéronse las comedias Buen amante y buen amigo. Cumplir dos obligaciones, ó Duquesa de Sajonia, y Las víctimas del libertinaje, con intermedios como la Polaea ó dúo el amor es dulce hechizo, y el agracia-do sonecito El Bejuquito.

El viernes 11 de Abril se dió, por primera vez en México, la fa-mosa comedia del célebre Moratín, El Café, anunciada con la tona-dilla El paje en la tinaja por la Munguía, Castillo, Saldaña y Miguel Maya y el saínete El payo de la burra. Vinieron después en las si-guientes noches la comedia heroica de El Duque de Pentiebre, El ca-samiento por fuerza, El payo de la carta y una graciosa Folla en que figuraron el Examen de cortejos, y la pieza Perdónela enferma, en la que además de los individuos de la Compañía salieron á dar muestra de sus habilidades Cristóbal Flores, Mariano El Texcucano, Felipe Bae-za y María Dolores, diestros volantines que hicieron en la maroma diversas y difíciles suertes: concluidas ellas, Luciano Cortés dijo el unipersonal de las contradanzas, se cantó la tonadilla de El Cocherito Simón, y se representó la pieza El Viudo Don Epifanio.

Diéronseenelres to de aquel Abril: el 20 una tercera representación de El Café; se presentó María Dolores Carpintero con una tonadilla, género en que lucía su salero y su gracia Inés García, guapísima y seductora mujer y cómica y cantarína, más conocida por la Inesi-lla, y se representó El tonto, Alcalde discreto. E l 22 se dió la comedia Trampa adelante. El 24 el Galeote cautivo, desempeñando el galán Fernando Gavila y el gracioso Luciano Cortés; en esa obra se estrenó una magnífica decoración del diestro y acreditado pincel de D. Fran-cisco Zapari. El 27, en celebridad del cumpleaños del Virrey Iturri-garay, se dió la gran comedia de música La prudencia en la niñez y Rei-na loca de Hungría, desempeñando el papel de dama de cantado María Dolores Carpintero. El 29 El falso Nuncio de Portugal y tonadilla del Petimetre y lapatrona.

En Mayo fueron dadas: La madre engañada, el Majo celoso, Entre bo-bos anda el juego, el Parecido en la Corte, el Buen Labrador, el Segundo

Séneca de España, Amar después de la muerte, el Secreto á voces, el Otelo, la comedia de figurón el Hechizado por fuerza, el Señorito mimada, la zarzuela la Isabela, la Fulgencia para presentación de la dama María Dolores Vélez, la Raquel, Sancho Ortiz de Roelas, los Falsos hombres de bien, la Viuda generosa, Matilde de Orleitn, los Hijos de Nadarti, y el Músico chasqueado.

E n Junio: La Mogigata, El Chismoso, la comedia compuesta por un ingenio de la Capital con el t í tulo de Napoleón Bonaparte en el paso del Adigey batalla de Arcóle, la Cecilia, elVinatero de Madrid, la Misantro-pía, el Rey Demofonte de Tracia, la Presumida y la hermana, Nataliay Carolina, la Tía y la sobrina, ó déla calle vendrá quien de cosarios echará; la Modesta labradora, el Buen hijo ó María Teresa, el Montañés; para presentación de la dama Dolores Tapia el Soldé España en Oriente ó toledano Moisés, la Moza de cántaro y el Asombro de jerez ó fuana la Rabicortona.

E n Julio: Cuantas veo tantas quiero, la Emilia, el Nuevo Mundo des-cubriendo, la Escondida y la tapada, el Temistocles, el Filósofo enamo-rado, Fuego de Dios en el querer bien, Cristóbal Colón, el Conde Ols-bah, el Dómine Lucas, el Negro y la blanca, la facoba, el Católico Recaredo y el amante generoso. Merece mención especial la función dada á 25 de diclio Julio, que se anunció así: " Bonaparte en Egipto y toma del Cairo, drama nuevo heroico en tres actos, adornado con vistosas escenas y comparsas francesa y mameluca, t ra jes propios, evoluciones, música militar, vistas del caudaloso Nilo y del interior de la magnífica pirá-mide de Cheops, y gran plaza de la ciudad conqu i s t ada . "

E n Agosto: Mudanzas de la fortuna, El convidado de piedra, Cortés en Tabasco, Chirivitas elyesero, Pablo y Virginia, El Principe prodigioso, La Conquista de México, El esclavo en grillos de oro, México por Carlos Quinto, Los empeños de un acaso.

E n Setiembre: Marta la Romarantina, t ragedia La Shore, La Real jura de Artagerjes, El premio de la humildad, Hacer que hacemos, El lindo Don Diego, El Rábula, El encanto por los celos ó Fuente de la Ju-día, El Gran Conde de Saldaña, También la afrenta es veneno, Capri-chos de amor y celos. E n el programa de Marta la Romarantina, se anunció: " e l primer galán Sr. Fernando Gavila volará del castillo á la linternilla del centro, con todas sus vistas y t r amoyas . "

E n Octubre: El parecido de Rusia, El tejedor de Segovia, El error y el honor, El Licenciado Farfulla, La más hidalga hermosura, Alberto I , ó la Adelina, El anillo de Giges, No siempre lo peor es cierto, El prisio-nero de guerra. E n ese mismo mes se dió el d rama trágico La insubor-dinación, presentándose~en él una ejecución con todos sus pormeno-res, y se cantó el dúo misturado en los dos idiomas, i taliano y caste-llano, nominado de calma qiiel core, por María Dolores Carpintero y Victorio Rocamora.

E n Noviembre: Dios hace justicia á todos, Más vale el loco en su casa, El natural vizcaíno, Mentir y mudarse á un tiempo.

E n Diciembre fué el espectáculo más notable, el estreno en nues-tro teatro de El Barbero de Paisiello, verificado el 4 y repetido el 9.

E l Diario de México, periódico minúsculo, pero que nadie que es-criba sobre asuntos de nuestro país debe dejar de consultar, huyendo de la manía t an común en cierto género de prensa de atacarlo todo sin producir nada y sin fomentar nada, procuraba en la medida de sus fuerzas, dar aliento á la l i teratura dramática nacional, abriendo concursos y señalando premios en dinero á los autores. E n esos hu-mildes, cuanto meritorios certámenes, salió premiado, allá por Abril , un entremés ó petipieza, t i tulada: Al mayor libertinaje la prudencia con-tra el vicio. E l 9 de Julio el Coliseo anunció " El blancopor fuerza, crí-tica nueva escrita en este Reino y que se sacó el premio, se ejecuta-rá con el mayor esmero, t ra jes propios que pide y demás necesario á su ac ier to ." E l citado periódico anunció en uno de sus números de Diciembre que en su ju rado calificador del día 6, salió premiado el saí-nete El miserable engañado y niña de la media almendra. " Abier to el pliego, se halló ser autor D. Francisco Escolano y Obregón, oficial de libros de la fifiatura de la Real Casa de Moneda , " al cual se invi-tó á pasar á la librería de Arizpe á recibir el premio en dinero seña-lado en la convocatoria.

Para el año cómico de 1807 y 8, la Compañía del Coliseo Nuevo se formó así . primer galán, Luciano Cortés; segundo, Miguel Cende-jas ; tercero, Bartolomé Arias; barbas, Carreño y Zorrilla; graciosos, J u a n Moreno y Francisco Saldaña; damas, Ger t rudis Solís y Dolores Munguía ; graciosas, Josefa Cárdenas, Juana Martínez y Dolores Vé-lez; cantarínas, Dolores Munguía , Dolores Carpintero, Inés García, Abundia Cárdenas; cantarines, Andrés Castillo, Victorio Rocamora, Miguel Maya; baile, José María Morales, Guadalupe Gallardo, Isa-bel Rendón, Magdalena Luber t , Sebastiana Peñalosa; apuntadores, Manuel Lara, José Rincón, Leopoldo Olmedo; Director de Orquesta, J u a n Campuzano. Es ta Compañía, con sus partes de por medio y de-más empleados, costaba al año $35>5°5> y anunció que daría come-dias los siete días de la semana.

Después de pormenorizada la lista de obras puestas en escena en el año anterior, creo innecesario referirme á las de la nueva tempo-rada, más ó menos igual ó semejante, y paso á decir quiénes forma-ron la Compañía en 1808 y 1809. Actores, Fernando Gavila, Teodoro Borja , Bartolomé Arias, Mariano Ayala, José María Ruiz, Agus t ín Castillo, Mariano Aragón, José Mendoza, Francisco Carreño, Maria-no García, J u a n Moreno, Francisco Saldaña; cantarines: Andrés Cas-tillo, Victorio Rocamora, Miguel Maya; actrices: Agust ina Montene-gro, Luisa Aguilar , Antonia Rodríguez, María del Carmen Uribe,

Dolores Pérez, Dolores Munguía , Dolores Carpintero, Inés García, María Josefa Echarte; baile: Josefa, Manuela y Rafaela Olivarre, Ana María Cendejas, Guadalupe Gallardo, Cecilia Ortiz, Magdalena Eu-bert , María Pefíalosa. Maestro de escoleta y primer violiti de orquesta, José Manuel Aldana.

Ea primera función de temporada, el Domingo de Resurrección, 17 de Abril de 1808, se compuso de la comedia El amor y la intriga, una tonadilla cantada por la Carpintero, el saínete de El Majo celoso por Dolores Munguía y Andrés Castillo, y el sonecito del Churripampli.

No debo extenderme á más só pena de hacer monótona y cansada la lectura: por otra parte, los ánimos no estaban para diversiones; la Madre España acababa de ser invadida por Napoleón, sus monarcas habían abandonado á su heroico pueblo que mataba ó se hacía matar en desesperada y desigual lucha, y en México la torpeza y el orgullo del ambicioso I turr igaray, t ra ían á mal t raer los asuntos del virrei-nato. Puestos, por su causa, en pugna el part ido español y el ameri-cano, aquél no se anduvo con chicas y por sí y ante sí asaltó el Pala-cio en la noche del 15 de Set iembre de 1808, aprisionó y dest i tuyó al Virrey y puso en su lugar al ochentón D. Pedro Garibay, y sin darse cuenta de ello, los mercaderes conspiradores prepararon la mag-na insurrección de 1810.

Mas no adelantemos los sucesos, como dicen los novelistas, y re-duzcámonos á nuest ra modestísima tarea de cronistas de espectáculos.

A ese respecto, la novedad de principios de 1809 la ofreció el Ca-pitán D. Felipe Eailson, quien desde Julio del año anterior , había hecho anunciar en la Gaceta, que se ocupaba en levantar un Circo " p a r a dar una temporada de cjcrcicios de equitación y volteo, semejan-tes á los ejecutados en varias Cortes de E u r o p a . " E l revistero de la Gaceta, decía en 4 de Enero del de 1809, " n o sólo ha presenciado este público la grande habilidad del Capitán D. Felipe Eailson en di-ficilísimas suertes y equilibrios sobre los caballos, s ino que ha visto que obedeciendo á su voz ejecutan por sí mismos cosas sólo reserva-das á la inteligencia del hombre. Actualmente t iene dispuesto para la primera función, el que otro animal ejecute cosas enteramente nue-vas á las que ha verificado con otros caballos. U n mono se presenta-rá vestido de General francés y hará varias evoluciones, con otras co-sas raras y divertidas; este mismo animal sabe escribir estas palabras: yo soy mono, y al parecer imita la voz del hombre . Vide et credei Di-fícil es imaginarse más càndida admiración.

Para concluir con este asunto, copio aquí el programa de una de esas funciones del llamado Real Circo de Equitación: 1 'Se tocará una marcha compuesta por D. Felipe Eailson, dedicada al noble pueblo mexicano. Seguirán varias maniobras ejecutadas por toda la Compa-ñía. E l Capitán Eailson hará la de las naranjas , sombrero de los tres

arcos, etc. , acompañando varias act i tudes teatrales. E l mono, vesti-do de general francés, será sentenciado y él mismo demostrará que lee su sentencia antes de ejecutarse; se advert irá que procura este animal cumplir exactamente con su obligación delante de tan respe-table públ ico .—Habrá doble o rques ta . "

Terminadas la Cuaresma y Semana Santa , el Coliseo abrió nueva-mente sus puer tas el 2 de Abri l de 1809 con la siguiente Compañía:

Primera dama, María de la Euz Vallecillo; segundas, Bernardina Saavedra, Antonia de San Mart ín; graciosas, María del Carmen Uri-be, Ignacia Estrada; primer galán, con obligación de hacer figurones y graciosos, Euciano Cortés; segundos, Manuel Diez, Bartolomé Arias, José Torremocha, Mariano Ayala , José Aragón y José Martínez; so-bresaliente general, Fernando Gavila; gracioso, Francisco Saldaña; bar-bas, Francisco Carreño y Mariano García; saineteros, Victorio Roca-mora y Miguel Maya; cantarillas, Dolores Munguía , Inés García, Mi-caela Aguilar , Josefa Olivares; bailarinas, Guadalupe Gallardo, Isabel Rendóu, Sebastiana Peñalosa, Manuela Olivares. Maestro Director, Antonio Medina, y de escoleta, José Manuel Aldana y Vicente Virgen. E l estreno de temporada se hizo con Sancho Ortiz de las Roelas.

E n funciones notables sólo hallo en esa temporada la del 18 de Ma-yo, en que se representó el drama nuevo acabado de llegar de España , Los patriotas de Aragón. Su éxito fué grande, pues estaba en moda celebrar á los héroes de la península y deprimir é insultar á los in-vasores. Ya vimos que Eailson trató de explotar á su público, vis-t iendo á un mono de general de Napoleón; los poetas producían dia-rias diatribas contra los franceses, y en el Sábado de Gloria de 1810, que cayó á 21 de Abril , se publicó una letrilla con el t í tulo de Los juditas de nuevo cuño, que decía:

" E s t e Sábado de Gloria ya no sirves, Judas viejo; ya yo tengo otro pellejo de que hacer judas de moda.

" S i saldrá con todo y cola del rey Don Chepe un juditas? ¡Bravo! ¡y con sus botellitas!

Es te Judas arderá! Todo es fuego 1

Allá va, señoritas, el judero .

" E s t e Sábado de Gloria del nuevo cuño, muchachos,

de esos malditos gabachos he de hacer judas de moda.

"Si saldrá con todo y cola de Soult un par de juditas? ¡Bravo! y sacan tres colitas!

Es te judas arderá? Todo es fuego!

Allá va, señoritas, e l j u d e r o .

' 'Este Sábado de Gloria enriqueces, Pantaleón; del t i rano Napoleón he de hacer judas de moda.

' 'Si saldrá con todo y cola? ¡Cáspita! si todo es patas! Miren un Judas á gatas!

Es te Judas arderá? Más que el fuego!

Allá va, señoritas, e l j u d e r o . "

Para la temporada de 1810, quedaron en la Compañía muchos de los cómicos ya apuntados anteriormente, y fué primera dama Agus-t ina Montenegro y director de orquesta José María Bibién: no repro-duzco la lista completa, por no hacer cansada esta parte. E n cuanto al éxito de la temporada, casi me parece innecesario decir que no fué bueno.

España continuaba luchando con grandioso heroísmo contra Na-poleón, su Jun ta Central Gubernat iva pedía sin dencanso recursos pa-ra continuar la guerra, su colonia no escaseaba ciertamente esos au-xilios, y el exaltado amor patr io de la generalidad habría estimado casi un crimen emplear en diversiones el dinero que podía destinar-se á al imentar ó vestir á un soldado. Para colmo de preocupaciones, dos días después de haber tomado posesión del virreinato D. Fran-cisco Javier Venegas, estalló en Dolores la formidable rebelión de D. Miguel Hidalgo contra el gobierno establecido, y las acciones de Guana jua to y Valladolid y la del Monte de las Cruces, sembraron el luto y la alarma por donde quiera, y acabaron de dar al t raste con el brillo de los espectáculos públicos. Ea felonía del traidor Elizondo entregó á las balas realistas las vidas de los patriotas que habían es-capado á los reveses de Aculco y Calderón, y el terrible Calleja vi-no á México á principios de 1812 á recibir el premio de sus victorias

sobre los insurgentes del primer período de la guerra de Indepen-dencia.

E n t r e los festejos que se le hicieron, figuraron algunas funciones en el Coliseo, siendo en ellas de tal modo aplaudido y aclamado, que el Virrey Venegas, que con el je fe realista había tenido ya más de un motivo de disgusto, sintió celos y determinó no volver á concu-rrir al teatro mientras Calleja permaneciese en la Capital, puesto que la veleidad pública le obligaba á hacer un papel secundario y des-airado. Un revistero de la época nos dice que " e n esas funciones de obsequio á Calleja, se adornó el Coliseo como en los días de santo ó cumpleaños de los monarcas: colgaduras de muselina y seda, primo-rosamente bordadas de oro y estambres de colores, cubrían los ante-pechos; coronas y guirnaldas de flores de tela se entrelazaban con los trofeos, alegorías y tar jetones con las iniciales de Fernando VI I ; las arañas ó candiles, que pendientes del cielo raso derramaban la luz producida por la combustión del aceite, eran aumentadas , y grandes albortantes de madera sostenían grupos de olorosas velas de cera con arandelas de papel enca r ru j ado . "

La Compañía cómica venía siendo casi la misma que en las ante-riores temporadas, y he aquí la curiosa noticia que de las intr igas y disgustos entre sus individuos di en mis Episodios Históricos: Dolores Munguía , primera dama de música y Agust ina Montenegro, primera de representado, se miran hace t iempo mal, y aun se dice, que aqué-lla puso en juego todos sus recursos femeniles para que la segunda no fuese contratada. Miguel Maya, galán de música, teme que Lucia-no Cortés continúe siendo el favorito del público, que de él se enamo-ró desde que en la temporada últ ima interpretó á la perfección el Barbero de Sevilla, de Paisiello, pr imera ópera italiana conocida en México. María Ramírez, que cuenta los amigos á millones, hace im-prudente alarde de su popularidad ante Sebastiana Peñalosa, que es la favorita del Empresario, y por consiguiente, la t i rana de sus com-pañeras. José María Amador teme las venganzas de Manuel Díaz, á quien fué preferido y el cual le ha ju rado sublevarle una noche á los inquietos concurrentes al mosquete, y todos, en fin, se aborrecen, se odian, se detestan, se insultan, infaman y desacreditan, y es el esce-nario t rasunto de desorden, semillero de disgustos, fábrica de intri-gas y cúmulo de todas las pasiones, si bien las nobles escasean y las indignas crecen, se agigantan, y todo lo invaden y lo t rastornan to-do. ¡Cuán viejos son estos vicios del teatro!

Creo haber venido dando hasta aquí idea bastante del modo de ser de nuestro teatro duran te la dominación española, sin entrar en mu-chos pormenores, que sería materialmente imposible hacer caber en estos artículos, sin que dejaren este carácter y se convirtiesen en verdaderos tomos que pocos leerían y comprarían muchos menos. No

Son nuestros días ni nuestros gustos para escribir libros de este gé-nero, no porque nos falte quienes puedan escribirlos, pero sí porque carecemos de lectores y de compradores, como acabo de indicar. N o busco los últimos pero sí los primeros, y estoy cierto de que los per-dería si entrase en muchos detalles, como por ejemplo, el de copiar los elencos ó listas de compañías.

El i jamos, pues, lo más agradable por anecdótico, buscándolo allá por 1813, en que tomó posesión del Gobierno del Virreinato D. Fé l ix María Calleja, á quien nuestro Coliseo debió a lguna protección.

Señalábase por esos días como una de las más intel igentes y gra-ciosas actrices, la ya varias veces nombrada Inés García, más cono-cida por la Inesilla. H é aquí cómo la retraté en mis citados Episodios Históricos, guiándome por informes fidedignos. E l óvalo de su rostro, tenuamente apiñonado, se encerraba graciosamente en un marco de suavísimos cabellos negros, artificialmente rizados: negros y grandes sus ojos, miraban al medroso ante su hermosura, con graciosa picardía, y al atrevido, con apacible sencillez: la boca era en la Inesilla un ca-nastillo de verdaderas gracias; pequeños y encendidos los labios, di-minutos y blancos los dientes, embriagador y aromático el aliento. No era de alta estatura, pero tenía la bastante para sobresalir por la corrección de sus formas entre sus demás compañeras; sus manos eran finas, alargadas, como las de las señoritas de buena clase; sus pies pe-queños y delicados y en ellos tenía cifrado su orgullo femenil, no sin justicia y razón.

Por la nombradía que con su belleza adquirió, hago cita especial de la Inesilla y voy á hablar de uno de sus beneficios. E n Nueva España , esas funciones de gracia eran otorgadas á los cómicos por los virre-yes, como ya tengo dicho y consta en el siguiente curioso programa:

' 'E l lunes primero del corriente se sigue á gozar del beneficio que el E x m o . Sr. Virrey ha proporcionado á los individuos de este Real Coli-seo, la segunda dama de música y cantarína Inés García, quien con la esperanza de que el benigno público, su amado favorecedor, concurri-rá á prestarle la atención que acostumbra, fomentando ahora el mayor lucimiento á que aspira por el interés que le puede resultar, ha dis-puesto una función que considera suficiente para el lleno de sus deseos.

" Se representará, pues, la famosa comedia t i tulada La Mexicana en Inglaterra, en cuyos intermedios se ejecutarán los siguientes agra-dables adornos: la pequeña pieza de El Casero burlado por amor á la inquilina: las seguidillas nombradas En los campos de Arminda por la misma interesada: unas primorosas boleras á solo, por Isabel Rendón: La Alemanda, por José Morales: el son de la t ierra l lamado el Jarabe y la La Bamba Poblana: la zarzuela La Amalia, por Euciano Cortés y la interesada: el baile grande de La Estatua ó el escultor, en que danzarán todas las parejas Las Boleras al t iempo de la contradanza.

' 'Ea paga será como de día de t rabajo, y en cuanto á los palcos y asientos de temporada, no exige la cantarína otro interés que el que cada persona quiera entregar voluntar iamente al cobrador ."

¡Cuán segura no estaría la Inesilla del cariño del público, que no fijaba precio a lguno á las localidades!

E l éxi to que esperaba la bella actriz, fué completo, y es de asom-brar en estos t iempos tan distantes de aquellos en derroches de ri-quezas y entusiasmo.

Ea Inesilla dedicó su beneficio á Calleja, y éste hizo que sus ayu-dantes, al presentarse en las tablas la hermosa actriz, arrojasen á sus pies más de cien onzas de oro; la Virreina le envió uno de sus mejo-res aderezos de brillantes. Otras muchas personas del público arroja-ron también al escenario onzas y otras monedas de oro, y entre los obsequios de alhajas, que fueron numerosos, figuraron hilos de per-las, aretes, cruces y aderezos completos de brillantes, cofrecitos de oro, rosarios y relojes con piedras finas.

Según costumbre de ese t iempo y como vemos en el programa, la Inesilla no señaló precio de entrada á las localidades abonadas, de-j ando al arbitrio de las personas que debían ocuparlas, el dar por ellas lo que fuese su voluntad. A este fin, si tuábase en la puer ta de entrada el cobrador con u n a gran charola, bandeja ó azafate de pla-ta , y cada cual depositaba en ella, lo que por conveniente tenía, y siempre mucho más del valor ordinario del asiento.

Apar te , pues, de los obsequios en alhajas, el beneficio de la biesúla produjo mil seiscientos pesos de localidades, y mil novecientos en mo-nedas, arrojadas al tablado.

Ea beneficiada hizo repart ir , impreso en seda con letras doradas ó en papel blanco con letras rojas, la siguiente invitación ó dedicatoria con t í tulo de Soneto acróstico:

p e s a r o s a mi dicha, nir quisiera

to oluntad y posibles, ¡r-i ujo y grandeza ^ así lograra Conociesen mi afecto Q>mi eficacia, ta ien encuentro que inútil trin todo he sido <;o es esta culpa mía ^ e s mi destino

ustosa advierte <;orte en vuestras piedades O y otra suerte

•^i dudos o tan feliz di

"^iva harí ^ cción más generos b e mi fe amoros hi n mi porfí

as en tal maní fcis y ocios ¡^ erxes con la Greci

maginad C orno me despreci Qi h corte venerad tq n que apreci

a beneficiad

»A

Las letras mayúsculas de mitad de cada verso y las iniciales de ellos, dicen leídos de arriba para abajo Viva de México el Público be-nigno, teniendo además ese llamado soneto y disparatada composición v

la curiosidad de que todos sus catorce versos terminan en una A que en el original, que poseo, iba sacada á la derecha.

CAPITULO XVII

1 8 1 2 — 1 8 3 1 .

Para cerrar esta primera parte de mi libro, relativa al teatro en México durante el gobierno Colonial, daré aquí algunas de las letras ó tonadillas que en sus tiempos se cantaban en los intermedios de las funciones. En la época más remota, y cuando las canciones eran del género español, la cantarína era acompañada por diestros tocadores de guitarra ó de vihuela, que formábanle semicírculo sentados en si-llas: pero cuando se dispuso de orquesta, á su cargo corrieron las músicas y acompañamientos.

He aquí una de esas letras-.

" A l que sufre de celos notoria pena,

satisfacción oculta no le aprovecha.

De todo desconfía, y en su dolor constante, lo adverso da por cierto, duda lo favorable. Exhala fuego su pecho amante, gime á los cielos, suspira al aire.

Ni el halagüeño hechizo ni el atractivo afable, de su adorada causa, mitiga los pesares; pues siempre persuadido de su pública ofensa, satisfacción oculta no le aprovecha.

Porque quien ama tiene de lo que estima

desconfianza.

Nada le satisface ni hay causa suficiente para que cuerdo sufra lo que el corazón siente. Ya se arrebata, ya se suspende, y vacilante nada resuelve.

La ternura le aplaca el celo le enfurece, y en opuestos volcanes batalla el triste siempre. Pues jamás disuadido

de su pública ofensa, satisfacción oculta

no le aprovecha."

Véase ahora la siguiente en que se relatan las dificultades de los artistas para complacer á sus oyentes.

"Llega á las bancas uno y oye atento mil pareceres entre gustos ciento.

Unos, quieren por lo majo, otros, patético aman, otros, alegre es su agrado; unos, pasos de gorgeo, otros, el manejo y garbo, unos fuerte, otros piano.

Si se canta tonadilla con música de primor, dicen luego:—ya nos cantan sin duda lamentación.

Si se canta cosa alegre con su gustosa invención, dicen que es muy ordinaria y ajena de la razón.

Si el cantarín canta grueso dicen que es un berracón,

B . H . T . — T . I .—24

que mejor que sainetero pudiera ser cargador.

Si tiene, acaso, delgada, el que ejecuta, la voz, dicen:—este hace mal gallo, gallina fuera mejor .

Queriditos del a lma bien considero

que pero no se halla sin tener pero. Y en esta vida

en la más bella cosa hay su cosilla.

Si la sainetera es amante de su recato, dicen que es cosa m u y fría y una estatua en el teatro.

Si la que canta echa airosa un poco de aire de taco, dicen que es desenvoltura, y más que garbo descaro.

Si se prende, presumida; si no viene bien, p ingajo; si anda aprisa ¡qué carrera! ¡qué nieve! si anda despacio.

Si canta alto ¡desentona! ¡no se oye! si canta bajo; si risueña ¡es una loca! si seria ¡habrán regañado!

Mas el medio del mundo es sin remedio

que el un medio se ríe del otro medio. Y en el teatro

no hay un malo sin bueno, bueno sin m a l o . "

No son, en verdad, modelo de poesía las dos letras ó tonadillas pre-cedentes; pero las hubo aun peores y doy como ejemplo la int i tulada La Solterita, que sin duda es de las más viejas, pues, como podrá re-

cordarse, es una de las tonadillas ci tadas entre las que se embargaron en 1778 á D. Juan de San Vicente, según se dijo en el Cap. I V de esta primera parte. Me resuelvo á publicarla sin enmienda alguna, por-que ofrece la curiosidad de que en ella se citan todos los conventos de monjas que entonces existían en México, las especialidades que en ellos se fabricaban ó vendían, y aun los defectos ó vicios de tal cual comunidad. Dice así La Solterita:

Para qui tarme del mundo Y su quimera,

Viéndome pobre, soltera Y abandonada;

Hal lándome atr ibulada Me fui á un ja rd ín

A pensar cuál sería el fin De mis amores :

Hal lándome entre las flores Más especiales,

Pa ra alivio de mis males Quise pensar,

Un destino que tomar Para mi es tado:

Si me meto con soldado Me causa tedio,

Pues una muje r con medio No ha de hacer n a d a :

Yo no quiero ser casada Por mis hij i tos,

Cuando tengan hambre , á gritos Me a tu rd i r án :

Si ni frijoles ni pan Tengo que darles,

Será preciso pegarles Y esto me amohina :

Si me meto á Capuchina, Soy dormilona;

Para ayunar , soy t ragona, Y es impaciencia;

No quiero hacer penitencia, Que es t i r an ía :

Si voy á Jesús María, Pelan las cocas,

Y querrán que haga las sopas Pa la func ión :

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Si vóy á la Encarnación Por mi desdicha

Querrán que haga yo la chicha Y que esté fina :

Si me meto á Catalina Por mis conflitos,

Querrán que haga rosaritos Y de San Blas :

E n la Enseñanza no más E s gritería,

Querrán que á toda porfía Sea maestra de amiga;

No estoy para hacer fatiga Por n ingún p ienso:

Si me meto á San Lorenzo Como pudiera,

Querrán que sea alfeñiquera, E n conclusión :

Si voy á la Concepción Arman mil buyas,

Querrán que cante aleluyas Todi to el d ía :

E n Santa Clara á porfía, Como son pocas,

Querrán que haga yo las tocas Para las muer tas :

E n Santa Isabel son tuer tas Eas mandaderas,

Y tendré mil molederas, Pues no ven bien :

E n las Brígidas también Recolección,

Y querrán que á la oración Ya esté durmiendo:

Monja de San Juan, no entiendo Ser Franciscana,

Andar vestida de lana Y amor ta jada :

E n Regina no habrá nada, Ni quien me asista,

Querrán que yo sea organista, Y á la verdad

Al ay de mi falsedad Estaré ensayando;

Todo me estará amohinando Pues 110 lo entiendo :

Si Jerónima pretendo Como pudiera,

Buena calabazatera Saldré de a l l í :

Eas Bernardas para mí Son cocoritas,

Querrán que haga tostaditas Pa los purgados,

Gastaré dos mil enfados Por mi falacia :

Monja en San José de Gracia E s gran tontera,

Querrán que sea campanera Cuando novicia,

Y será grande injusticia Hacerlo as í :

Bahmiera para mí E s buen convento;

Pero tampoco consiento Porque son finas,

Hacen flores cartulinas Sin interés:

Si me meto á Santa Inés Allí se observa,

Estar haciendo conserva Que es buena pieza :

Yo no quiero ser Teresa, Pues me hará mal

Comer comida sin sal Y mondar habas :

E n las Mochas, paño y naguas H e de tener,

¿ Quién me querrá mantener Allí metida ?

Pues me hallo tan desvalida Del val imiento:

Si yo á las Niñas consiento Ent ra r , me muero,

Pues querrán que el día primero Pague mi piso:

¿ Quién me hará este beneficio ? No tengo qu i en :

E n las Vizcaínas también Son gachupinas,

Y como aquellas son finas Y yo soy criolla,

Con mi tompeati to y mi olla Vendré á parar,

Sin poderlo remediar De l imosnera:

No be de ser recamarera N i ama de llave,

Quiero un t rabaj i to suave, De sentadita,

Y á cualquiera fiestecita Que se me ofrezca

Salir á pasear bien puesta, Bien regalada,

Bien comida y bien paseada, Todo lo admi to :

E n la nocbe á un fandangui to Me llevarán,

Ya sea Pedro, ya sea Juan , Nada me importa,

El fin es buscar la torta Y nada más.

Demos ya término á esta primera parte , relativa á nues t ro ant iguo Coliseo en la época colonial. Eo dicho en los precedentes capítulos basta para que cualquier lector pu^da darse cuenta de la escasa impor-tancia que en ese dilatado espacio de t iempo alcanzaron en la Nueva España los espectáculos teatrales, y nada verdaderamente importante podríamos añadir á las muy curiosas y, en su mayoría, hasta hoy inéditas noticias que he tenido la suerte de poder agrupar en estas páginas.

Para mejor completarlas pongo aquí algunos otros pormenores ex-tractados de unas cartas que se publicaron en el Diario de México, y d icen:

" E n lo tocante á la orquesta, se hacen elogios del expresivo D. Ma-nuel Delgado, del singular D. Matías Tru jeque , del incomparable D. Antonio Salot, del diestrísimo en el violoncello y violín conocido por el Habanero, de las habilidades bien notorias de D. Vicente Virgen, y del sin par contrabajo D. Rafael Domínguez.

" E n t r e los cantarines se cita á nuestro benemérito Victorio Roca-mora y á Inés García, al gran Andrés Castillo, á la nunca bien elo-giada Rodríguez, á Dolores Munguía , y á Luciano Cor tés : no hay

quien llene como él su papel en las zarzuelas la Isabela y la Ama-lia; no exigen nada superior á su voz y habilidad, y la parte cómica desmerece infinito no desempeñándola él, porque cabalmente es su elemento, y no t iene igual en el carácter de viejo enamorado. Tam-poco hay quien le supla en la par te que canta en la tonadilla Oros son triunfos, y lo hace muy bien en otras.

" Ea Ramírez t iene una voz sonora, flexible y teatral , y bastante despejo; no hay otra de mejores esperanzas.

" La voz dulcísima, afinada y dócil de la Olivares, si deja de can-tar siempre á solo y tonadillas viejas, hará conocer su mérito.

" A h o r a bien, mientras no se varíe más de funciones y se echen nuevas, nunca habrá el atractivo que se necesita. E n México hay dos óperas nuevas con su música, y quien las ponga en castellano; hay asuntos, hay poetas, y hay compositores de música para saínetes y tonadillas nuevas y peculiares del país, que agradarían más; ¿cuánto no ha producido el Barbero de Sevilla sobre lo que costó ?

" E n cuanto al representado, puede ocurrirse á Amador , la Valle-cilio, J u a n a Martínez, la Montenegro, la Peñalosa, la Ramírez, el chatillo Diez y la Munguía , distr ibuyéndolos a s í : Amador y Arias para galanes; la Vallecillo y la Martínez para damas; la Rodríguez, Castillo y la Munguía para primeros cantarines; bailarines maestros Morales y Marani, y como sobresaliente general y primer gracioso y barba Luciano Cortés, dando primer lugar á Inesilla García, inimi-table en el Barbero por la dulzura de su voz y por su empeño y apli-cación constante.

' ' A todo puede cubrir nuestro Coliseo que estando completo pro-duce en una entrada doble seiscientos pesos así repart idos: bancas, dos-cientos treinta; mosqtiete, sesenta; entrada de primera y segunda fila de palcos, cincuenta; palcos terceros de comunidad, noventa; dichos de alquiler por entero, setenta; cazuela de mujeres, sesenta; cazuela de Jiombres, cua ren t a . "

No vale la pena de hacer perder el t iempo á mis lectores con el re-lato de funciones de nuestro Coliseo en los años que precedieron á la consumación de la Independencia. Los sucesos políticos en España y en México, no se prestaban al lucimiento de nuestros espectáculos teatrales, que fueron decayendo lenta pero fatalmente, al grado de no encontrar asentistas ó empresarios que quisiesen afrontar los riesgos y obligaciones de tales. Si el Coliseo no se cerró de un modo defini-tivo, fué porque los .primeros actores, los de mejor sueldo, tomaron la empresa por su cuenta, 110 ya para buscar ganancias, sino para ir mal viviendo.

Sus funciones no ofrecían novedad alguna; reducía y estrechaba su repertorio la necesidad de complacer á la clase plebeya, única que al Coliseo concurría, y eso tan sólo cuando esas funciones se le daban

casi de balde, y en ellas se le cantaban tonadillas como La definición del cortejo, Yo soy, señor, una mocita, La Salerosa, El lance del extran-

jero, La desapasionada, ó seguidillas del género de las t i tuladas Del bien que adoro ausente, Un dolor inhumano, Oh ! cuánto un pecho sufre, Atiende, dueño mió, No me quejo, tirano. Los saínetes entonces prefe-ridos eran El desafio de Polonia, El novio hidalgo, El Abate hablador, El barbero y su mujer, Paloma turbada, La paya de los pavos.

De vez en cuando los cómicos recurrían á adular al Virrey brin-dándole con funciones en su obsequio : en una de esas se dió á cono-cer una canción marcial compuesta por Benito Erbi t i , director de la música del 2? Batallón de Patriotas, con letra más que depresiva para los insurgentes.

Con motivo de la aprehensión del insigne D. Javier Mina, fusilado con lujo de crueldad en 11 de Noviembre de 1817, nuestro Coliseo dió una impía función á que se refiere así La Gaceta: ' ' E l leal co-mercio de México, en unión del profesor D. Manuel del Corral, lleno del mayor entusiasmo patriótico, suplicó á un sujeto, en el mismo momento de haberse publicado la plausible noticia de la prisión del traidor Mina por el célebre Sr. Coronel D. Francisco de Orrantia , que hiciese una marcha patriótica para celebrar debidamente este hecho, y se f ranqueó gustoso á ello, entregando en el acto la siguiente, que puso en música el expresado Corral, y dedica al virtuoso y digno jefe que nos gobierna, el Excmo. Sr . D. J u a n Ruiz de Apodaca.

' ' Rompa el aire con rápido vuelo nuest ra voz de lealtad inflamada, y re tumbe en el cóncavo cielo el acento de gloria y placer, porque el bravo español victorioso, siempre fiel al augus to Fernando, sus blasones y honor aumentando sólo sabe tr iunfar y vencer.

" De soberbia y de crímenes lleno un traidor que la patr ia detesta, nuevamente el rebelde veneno sobre México osara sembrar . Mas el héroe que r ige este mundo de exterminio las órdenes diera, y al momento sus plantas se viera el iluso bandido besar.

" Y a gimiendo entre duras prisiones yace el monstruo que ingrato y perdido

de proscriptos infandas legiones altanero llegó á levantar : y enemigo del Rey que lo honrara y la Patr ia que amádole había, de ambos quiso su loca porfía la ventura y el nombre arruinar .

" O d i o á Mina, baldón del Ibero, que aborrecen los nobles hispanos desde el cántabro fiel y guerrero hasta el bético alegre y leal. Odio siempre, y perezca entre horrores aquel vil que á manchar se atreviera la lealtad española que fuera su divisa y tesoro inmortal .

"Glo r i a eterna, repiten las voces, á Fernando feliz y adorado, gloria eterna, los ecos veloces, á Apodaca invencible y sagaz. Gloria siempre al intrépido Orrantia, gloria igual al ejército fiero que abatiera el orgullo altanero del que quiso turbar nuestra p a z . "

"Mient ras se cantó esta marcha, que fué repetida, permaneció en pie el Virrey, y á su imitación todos los concurrentes á la función del Coliseo, y al oir el nombre de Fernando prorrumpió en vivas de acla-mación, que fueron respondidos con igual entusiasmo por los espec-tadores . "

Es to dijo La Gaceta y yo añado que no puede darse mayor núme-ro de insultos en más detestables versos, dignos de la raquítica y mi-serable musa de la Nueva España de aquellos días, en los que no encuentro más Sociedad literaria que la t i tulada Arcadia Mexicana con su presidente denominado mayoral y sus socios bautizados con el de árcades ó zagales: sus composiciones publicábanse en el Diario de México é iban firmadas con los seudónimos de Flagastro Cieñe, Bati-lo, Ammto, Ciorlapa, Tirsis, Damón, Ascanio, El Aplicado Anfriso, y otros por el estilo. F u é uno de sus presidentes ó mayorales el P . Fray José Leal de Gavie, que producía epigramas como el siguiente:

" A n t e s que yo me casara era un ángel mi mujer ;

K. B- T—T-J.-25

¡qué humildad, señor! ¡qué cara! ¡aquel modito de ver! ¡vaya! si era cosa rara!

" Pero después de casado, ¡qué genio! ¡qué altanería! ¡qué hocico tan retobado! más que con ella valía vivir con un condenado!"

E n otros números, el Diario apadrinaba y dábanse á luz prodigios de cultura é ingenio como el siguiente:

" U n maestro dijo á un muchacho: ¿me tienes por macho? di! y el chico respondió—sí, porque quien no es hembra es m a c h o . "

A falta de más espontáneos elogios, los árcades mismos se felicita-ban por sus mutuos talentos en composiciones que, como dejo dicho, veían la luz en el Diario, s iempre á la cabeza del periódico, y según los tales, estrecho les venía el Parnaso para albergar las grandezas de sus méritos. Eo enteco de la inspiración corría parejas con lo ba-ladí de los asuntos que escogían para sus composiciones, escritas ca-si constantemente en versitos de ar te menor, que en su mayor par te demostraban desconocimiento de la prosodia en sus autores, ó su fal-ta de oído, como dicen familiarmente: vaya si no otra muestra del ingenio de un árcade, que firmaba, Noatino Glosado:

" Y o vi, Tania inconstante, en el ciprés erguido á una tórtola amante que desde el tr iste nido á Júpi ter Tonan t e dirigía su quejido.

" Porque en el bosque hojoso un impío cazador con el arpón filoso del arco destructor, le dió muer te á su esposo, sordo á tan to clamor.

' ' De compasión cubierto la dije con blandura lloremos de concierto nuestra igual desventura

t ú á tu consorte muerto yo á mi viva p e r j u r a , "

Otro árcade, por mal nombre Antimio, cantaba así:

" Préstame, suave Orfeo, t u delicada lira, para-cantar las gracias de una discreta n iña .

" E s una honesta Diana, una hermosa Ericina, una sabia Minerva, y una Safo poetisa.

" Has ta su bello nombre de lo divino es cifra, pues se llama ¡Oh misterio! la sin par Ange l i t a !"

E n nuestros días, que no son en verdad los de Homero , conpoemas como el anterior felicitan nuestros muchachos el santo á su papá, ó pide el repartidor de periódicos su calavera ó su tarasca.

Con el mismo mal gusto cantaban otros árcades menos risibles asuntos con rebuscados giros y anticuadas voces, necedad de la que no están exentos algunos de nuestros contemporáneos, positivos tra-peros del idioma que urgunean los escritos de Cervantes y Fray Euis sin ser capaces de parecérseles ni en el ingenio ni en la inspiración.

Y para que no se estime este juicio, na tura l resultado de mi insufi-ciencia, copio aquí á una autoridad, la de D. Francisco Pimentel , quien aun queriendo ver en la l i teratura colonial lo mejor posible, nos dice en su Historia Critica:1 'Si bien lo referido demuestra el pro-greso literario de México en el siglo X V I I I y principios del X I X , esto no significa que todos los escritores en verso de entonces fueran buenos poetas; por el contrario, la mayoría de los citados por Beris-táin resultan« meros aficionados á la poesía, y muchos de ellos malos versistas. Efect ivamente, si tomamos en una mano la Biblioteca de Beristáin y en otra las composiciones á que se refiere, veremos que la mayor par te son del tenor siguiente: un mal soneto castellano ó un epigrama en latín macarrónico para a lgún arco tr iunfal; un devocio-nario gongorino; a lgún romance prosaico; elementos didácticos fríos y descarnados; biografías, narraciones ó descripciones cansadas, ver-daderamente soporíferas; todo, menos talento poético, imaginación

creadora, verdadero sentimiento, buen gusto " No es más favorable la opinión del Sr. Pimentel acerca de los au-

tores dramáticos de la misma época: " d e sus producciones, dice, ape-

ñas pueden entresacarse a lgunas muy medianas, necesitándose llegar á D. Manuel Eduardo de Gorostiza para encontrar obras dramáticas de méritos reales y posi t ivos."

Por lo que toca á la decadencia de los espectáculos teatrales en la Capital, sus causas principales estuvieron en la pobreza que empezó á generalizarse y en las enconosas luchas civiles. E n efecto, las al pa-recer inagotables fuentes de riqueza pública, habían quedado cegadas por los préstamos infinitos y continuos al gobierno de la Metrópoli, y por la ruina que originó la guerra de Independencia, guerra en la cual realistas é insurgentes compitieron en actos crueles contra la vi-da y la propiedad, al grado de que apenas hubo familia en uno y en otro campo que no vistiese las tocas de luto ó los andra jos de la mi-seria.

Once años después, y cuando los más acérrimos enemigos de la In -dependencia vieron que empezaban á brillar los primeros resplando-res de las luces que habían de dar nombre á nues t ro siglo; cuando echaron de ver que la heroica España que con ciego patriotismo había bregado contra el mayor Capitán de los t iempos modernos, aceptaba muchas de sus ideas de regeneración y progreso humanos , y que, más ó menos t ímidamente, derrocaba las entidades legendarias del anti-guo régimen, traicionáronse á sí mismos y otorgaron á D. Agust ín de I turbide el honor de dar cima á la obra emprendida por el vene-rable Hidalgo, el nunca bien admirado y cual n inguno insigne Mo-relos, y el generoso Mina, y el miedo á la libertad permitió que la li-bertad t r iunfase en las tres veces secular colonia, y los márt i res in-surgentes quedaron justificados por los asimiladores tr igarantes.

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H O M E N A J E D E R E S P E T U O S O C A R I & O

A L SR. D. J O A Q U I N B A R A N D A

CAPITULO PRIMERO

SEGUNDA PARTE

1821—1824.

Al consumarse la Independencia, el estado de nuestro Coliseo y de sus espectáculos era tristísimo. Ea pobreza, la ruina originadas por aquella terrible guerra de once años, alcanzaron á todos y en to-do se hicieron sentir .

La imperfección del Coliseo, en punto á decoraciones, era extrema, según nos los dice un papel de la época, el Semanario político y litera-rio.—"¿Cómo, exclama, cómo ahora que tenemos cómicos muy ca-paces de desempeñar con esmero nuestros mejores dramas, no piensan los empresarios en adornar la escena conforme al carácter de las pie-zas que r e p r e s e n t a n ? . . . . Todo está mal pintado, sin perspectiva, sin el menor conocimiento de arquitectura, sin n ingún efecto de claro oscuro, y es ta l la confusión en los bastidores, que rara vez convie-nen con el telón. Tan mal arreglado, tan mal dirigido está todo lo que pertenece á esta par te esencial del teatro, que á veces se me fi-gura que presencio las farsas de aldea, y sólo en fuerza del hábi to y de su mucha prudencia puede sufrir el público tan garrafales descon-ciertos. Cuando el patio está bien i luminado, no hay luz en la escena, tan to que las más veces no se dist inguen desde el centro del teatro,

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y auti mucho más cerca, los personajes que hay en ella. Todas las noches, y sea cual fuere el drama que se representa, salen las mismas decoraciones, y siempre estamos en la misma ciudad, en la misma habitación y en el mismo cuarto. Otras veces sirve para la t ragedia la misma decoración que para la comedia ó sainete, y no contentos con representarnos de la misma manera el edificio griego que el de Cons-tan tinopla, y las formas y los adornos arquitectónicos del t iempo de Alejandro, los mismos enteramente que los de quince ó veinte siglos después, quieren también hacernos creer que las casas de Madrid y Par ís no se dist inguen de los antiguos palacios de Venecia y Roma, y que los reyes de Castilla y Aragón edificaban y decoraban sus ha-bitaciones lo mismo absolutamente que los egipcios y cartagineses. Conozco decoraciones que tienen quince ó veinte años de pintadas, y durante todo ese t iempo se han aprovechado de ellas los asentistas con tanto t ino y economía, que han hecho papel en todos los países que alumbra el sol y han servido para cuantos sucesos públicos y privados, grandes y chicos, han acaecido desde los primeros siglos hasta nuestros días. Las decoraciones hechas después de mi salida de México, salvo una de un subterráneo, bastante buena, que copió Aparicio de una de las Tadei , t an aplaudidas en Madrid y Barcelo-na, son sin duda las peores de nuestro t ea t ro . "

" L a elección de las funciones, dice el mismo periódico, debía estar á cargo de un hombre de conocimientos que n o permitiese represen-tar ejemplos de inmoralidad como la escandalosa altercación entre el Marinero y el Capitán Sabó en la opereta del Marinerito, y otros mu-chos con que cada día se nos enseña á menospreciar todas las ideas de honradez y todos los principios de la buena educación. Cuidaría también del méri to literario de los dramas, procurando ir infundien-do en los espectadores el verdadero gusto clásico, á que por desgra-cia se va sust i tuyendo el que conocen en Europa con el nombre de romántico. De las comedias de Moratín, Cienfuegos y Quintana co-nocemos pocas; en lo que llevamos de temporada sólo se han ejecu-tado El Café y el Sí de las niñas, del primero, sin hacer caso del Vie-

jo y la niña, la Mogigata y el Barón; de Quintana sólo se ha dado El Pelayo. Estos y las comedias de Vega, Calderón, Moreto, Cañizares, etc., pudieran proporcionarnos una diversión bastante variada y na-da perjudicial .—Las tonadillas y saínetes que sirven de intermedios, deben desterrarse para siempre, porque además de ser casi todos un tejido de desvergüenzas y deshonestidades, están puestos en una mú-sica tan estrafalaria que hacen muy poco honor al gusto de los espec-tadores. Piezas cortas hay que al ternando con los bailes y a lgunas arias escogidas, pudieran servir, no de intermedios, porque estos des-t ruyen todo el efecto y la ilusión del drama principal, sino de final de las funciones, las cuales siempre deben terminar á una hora pro-

porcionada sin que nunca se verifique que unas veces salgamos á las once y media y otras á las nueve en punto , como ha sucedido en los últ imos días.

" L o s bailes exigen también una reforma; su esencia no consiste en dar saltos y brincos sin objeto alguno: ellos son unos poemas co-mo otro cualquiera, y por consiguiente deben tener un argumento expresado por medio del gesto y de la pantomima, y aunque se eje-cutan a lgunos de esta clase, los quintetos y sextetos que vemos diaria-mente son las composiciones más monstruosas y chocantes del mundo.

" E n cuanto á la propiedad de los trajes, se ha adelantado mucho de uno ó dos años á esta parte, pero aun se usa un vicio sumamente ridículo y es la reverencia que hacen al público todos los actores lue-go que salen por pr imera vez á la escena, sin embargo de hallarse expresamente prohibido por el Sr. D. Carlos I I I en real orden de 11 de Diciembre de 1786, que se encuentra entre las leyes de la Novísi-ma Recopilación, cuyas palabras nos parece conveniente copiar: "110 " p o d r á n , dice, dichos actores y actoras hacer gestos, señales, n i co-r r e s p o n d e r con cortesías á las que recibieren, ó al retirarse de la " e s c e n a á los aplausos que les dieren: pues además de los inconve-n i e n t e s morales que resultan de algunos de estos abusos, todos cons-p i r a n á destruir la ilusión t e a t r a l . "

" E l teatro, que debe ser la escuela de las buenas costumbres, de la educación y de la finura, es en esta Capital la cátedra de la corrup-ción y de la grosería: los dramas que se representan son inmorales y escandalosos, tales como el Diablo predicador cuyo argumento, con-trario á todas las reglas del arte, es además un tejido de impiedades y burlas de la Religión: la Inocente Dorotea no presenta sino un cua-dro inhonesto: el Falso Nuncio de Portugal es de la misma clase de el Diablo predicador. Los personajes más respetables no aparecen si-no en ridículo, las lecciones que se dan en el teatro son inmorales; el ridículo cómico, el de opinión, se han abandonado por las accio-nes romancescas y por los delitos atroces; los tí tulos de las comedias bastan para atemorizarnos en vez de excitarnos á risa, objeto de' la comedia; el Asesino, el Hombre de la Selva negra, la Terrible noche de un proscrito, los Piratas en el bosque délos sepulcros. . . . todo nos asus-ta con sólo su nombre; cuanto se presenta en las tablas respira san-gre, sensualidad y escándalo.

" E n su mayoría los cómicos no procuran abandonar el l ibertinaje y los extravíos á que se entregan como consecuencia del abatimiento social en que se encuentran, y sucede que la que representa el papel de Lucrecia t iene dividido el resto de la noche con una par te de los admiradores de la vir tud, como dice un ilustre escritor. Y en los es-pectadores, ¿qué otra cosa se nota por lo común, sino mala educación y grosería? Ya estos t ra tan de comercio; ya otros con guerreros y

legisladores; ya, en fin, todos hablan alto, todos fuman á la vez, to-dos molestan al que quiere tener un rato de desahogo y que al fin no lo consigue, porque los que concurren al ter.tro y se t ienen por ilus-trados son los primeros que lo impiden, pues parece que todo su em-peño es incomodar á los d e m á s . "

Otro periodista, comentando las anteriores censuras, añadía : ' ' Na-da en efecto se ha reformado en el teatro : el público se cansa de su-frir y apenas hay noche que no manifieste su disgusto con silbidos, que más bien que á los actores se dirigen á las piezas que ejecutan, y no es ext raño que aburr idos los espectadores se entretengan en con-versaciones ajenas al lugar en que se h a l l a n . "

Sin embargo, parece que al menos de vez en cuando dábanse fun-ciones notables que merecían ser cantadas por nuestros poetas. E n el Semanario Político de 28 de Agosto de 1821, se hacen elogios del primer galán de la Compañía y se inserta la s iguiente

Poesía al Sr. Aragón en la representación de la tragedia H A M L E T .

" Y o lo vi, yo lo vi; puñal sangr iento era en su mano, y el ardiente joven venganza grita, y re tumbó venganza desde el fuerte cimiento al artesón del anchuroso alcázar.

Ea augusta sombra del d i funto padre miradas de terror al joven lanza; " h é t e , le dice, en la orfandad sumido, hete al arbitrio de nefanda madre y de adúltera vil; venga mi mue r t e : ¿ eres hi jo de Hamle t ? ¡ pues sé fuer te ! ' '

— S í : yo te vengaré, será teñido de sangre parricida el pavimento, y yo tal vez los seguiré á la t u m b a . . . . Mas nada importa, que morir es dulce si las venganzas al morir p r e c e d e n . . . .

Tiembla, t iembla de mí, madre inhumana , sangre pide la víctima inocente; con muertos y con sangre pueden sólo sus gri tos acallarse, y es la tuya la sangre que me pide; él me lo dice, óyelo y muere de vergüenza luego-¿no le mataste t ú? júra lo al punto , que de mi padre las cenizas frías reciban el sagrado ju ramento . Mas tiemblas! te d e s m a y a s ! . . . . i n f e l i c e ! . . . . "

¿Y todo fué i lusión? ¿Y Hamle t furioso es un actor no más? ¿Y es solamente el joven Aragón? I lustre pueblo, siga t u admiración, t u aplauso siga y premios dignos al actor p rod iga . "

E n ese año de 1821 hubo en el Coliseo una función notable, la de la noche del 27 de Octubre. Por bando imperial de 13 del mismo, fué dicho día 27 designado para la proclamación y ju ra solemne de la Independencia consumada por el jefe del Ejérci to Tr igarante . Ea ce-remonia, que fué de lo más fastuoso, se verificó en la ta rde de ese día en la plaza principal ó de armas, en un vistoso templete decorado con pinturas y poesías alusivas, levantado en el centro de ella y dispuesto de modo que ocultaba la estatua ecuestre de Carlos IV, que estaba entonces allí.

E n la noche hubo función de gala en el Teatro , representándose el melodrama, México Libre, escrito por el poeta mexicano D. F ran -cisco Ortega, li terato y hombre público muy distinguido. " S u melo-drama,, en concepto de Pimefítel, se recomienda por su argumento sencillo y está desempeñado por medio de personajes alegóricos: la Libertad favoreciendo á la América; Marte y Palas ayudando á la Li-bertad y pretendiendo cada cual haber decidido el buen éxito de la Independencia : Mercurio aparece mediando en la controversia; el Despotismo, la Discordia, el Fanatismo y la Ignorancia, confiesan los males que han ocasionado á México, se declaran culpables y huyen á los abismos. E l lenguaje es correcto y la versificación a rmoniosa ."

D. Francisco Ortega, diputado al primer Congreso mexicano, fué uno de los pocos miembros de él que hicieron oposición á I turbide y con motivo de su coronación, como primer Emperador , le compuso una oda en que le decía con honrada f r anqueza :

Esos loores con que al cielo te alzan los vítores confusos que de Anáhuac Señor hoy te proclaman, del rango de los héroes, inhumanos, te arrancan, y encaraman al rango ¡ oh Dios! fatal de los tiranos.

el cetro aborrecido arroja presto, que tu gloria empaña.

Con la severidad del Segismundo de Calderón de la Barca, los po-líticos mexicanos habían derrocado á D. Agust ín de I turbide y ofre-

cido, si bien á regañadientes, el p lanteamiento del sistema federal. A los exóticos títulos nobiliarios del primer Imperio, sucedieron las exageraciones democráticas, y los cómicos hubieron de ajustarse al nuevo patrón. E l programa para la función del 9 de Set iembre de 1823 está así concebido :

" E s t a noche serán ejecutadas las piezas que siguen : Una sobre-saliente ober tura : una aria escogida, por la ciudadana Mariana Gu-tiérrez : un concierto de violm obligado por el profesor ciudadano Francisco Delgado: aria por la ciudadana Amada P l a t a : aria bufa por el ciudadano Victorio Rocamora : dúo por los nombrados Maria-na Gutiérrez y Rocamora; terceto por Amada Plata, Miguel Maya y Victorio Rocamora: te rminando la función con la chistosa comedia en un acto, la Inocente Dorotea, en la que desempeñará la damita una joven de diez a ñ o s . "

Inser to ese programa porque es el primero que tengo íntegro en mi repertorio de noticias; pero no quiere decir que esa fuese la pri-mera función de la temporada. A u n q u e con mucha irregularidad y varias interrupciones, la Compañía venía t rabajando desde mediados de Abril, en cuyo día 25 ofreció una función á los Jefes del Ejérci to Libertador, que así era llamado el que derrocó á I turbide, represen-tándose la t ragedia La Viuda de Padilla, que fué recibida con sin igual entusiasmo.

Las irregularidades é interrupciones á que he hecho alusión, eran causadas por el terrible estado de intranquil idad en que México vivió en esos meses, originado por las enconosas luchas de centralistas y federalistas que se disputaban la influencia que uno ú otro habrían de ejercer sobre el nuevo Congreso const i tuyente. Es ta agitación trascendía al teatro, y en cada función se armaban magnas peloteras en el público, sobre cualquier frase ó liberal ó realista, de las comedias que se ejecutaban. Para cada noche de representación era necesario permiso expreso del Gobierno, que lo negó muchas veces.

E n 11 de Setiembre la Compañía expidió el siguiente anunc io : Habiéndose alcanzado del Supremo Gobierno extendiese su per-

miso para otras cuatro funciones sobre las ocho ya ejecutadas; deseoso el ciudadana empresario Victorio Rocamora de que en lo sucesivo se guarde el orden más exacto para que este respetable público quede del mejor modo servido, ha determinado distribuir boletines para to-das las localidades, comenzando el domingo 14 con una sobresaliente obertura; un rondo obligado á fagot, que cantará la ciudadana Ma-riana Gutiérrez; un concierto á t rompa por el ciudadano Salot; una aria bufa por el ciudadana Victorio Rocamora : otra aria por la ciu-dadana Amada Plata; dúo por la Gutiérrez y Miguel Maya : el quin-teto de la Dama Volturia por los dichos y el ciudadano Luciano Cor-tés, y la comedia en un acto El Esplín."

Para el día 18, s iguiente al de la solemne ceremonia de la coloca-ción de los restos de los caudillos insurgentes en el al tar de los Reyes en Catedral, se anunció la contrata de los ciudadanos José María Ama-dor y Juana Martínez. Un tan to cuanto gastada, pero hermosa aún , también figuraba en aquel cuadro Inés García; pero la nueva estrella teatral éralo por entonces Cecilia Ortiz, de la cual no tardaré mucho en hablar .

E n cuanto á la disposición de las funciones, poco, según hemos visto, se había variado. Aquello era una estrambótica mesa revuelta; júzguese por las siguientes citas. E l 21 de Set iembre la función se compuso de la ópera El Barbero de Sevilla, y el sainete de El Burro afeitado. E n los días siguientes, y no cito fechas por no hacerme can-sado, se dieron en variada confusión Sancho Ortiz y la tonadilla de Los Hidalgos de Medellín, la t ragedia Otelo y el dúo del Tío y la Tía.; la ópera El Califa de Bagdad, Lo cierto por lo dudoso, la tonadilla El inglés y la gaditana, y las boleras por Margarita Olivares y J u a n Marani .

Por cierto que á las bailarinas no se las juzgó, sin duda, dignas de ser ciudadanas, pues hallo que en 27 de Setiembre, en la conmemo-ración del aniversario tr igarante, después de la comedia Las C-uatro Sultanas, se bailó el quinte to de Dido abandonada, por las madamas Isabel Rendón é Ignacia Aguilar , y los ciudadams Morales, Rodrí-guez y Victoriano Mota. E n 29 de Set iembre se representó el Pintor fingido y cantaron un dúo Inés García y Manuel Pat iño.

Las funciones se anunciaban, como era antiquísima costumbre, con un cartel que se fijaba en la entrada del Portal de Mercaderes; esos carteles solían estar adornados con pinturas de las escenas más notables, y á este propósito encuéntrome en el programa que insertó El Sol el 29 de dicho Setiembre, la s iguiente " N o t a . E n el cartel de ayer en que se anunció la t ragedia El Orestes, se pintó un cuadro de la ciudad de Argos atacada á fusilazos por los enemigos del Egip to . Lo advertimos para que se sepa que la invención de la pólvora fué poster ior . ' '

E n 1? de Octubre, para celebrar los t r iunfos de la República de Colombia sobre las fuerzas invasoras españolas, se representó en el Coliseo El Duque de Pentievre ó el buen Gobernador.

El día 9 de ese mismo mes de Octubre de 1822 merece fijarse de un modo especial en estas memorias, porque en él y por pr imera vez en su larga vida, el Coliseo Nuevo tuvo un competidor, según cons-t a del siguiente programa ó anuncio, que estimo m u y curioso:

" Teatro en el Palenque que fué de Gallos.— La Compañía cómica del ciudadano Luciano Cortés, que t iene el honor de ofrecerse á t an respetable público, comenzará sus tareas la noche de este día en el teatro nuevamente formado en el palenque que fué de Gallos, con la

comedia en cinco actos t i tulada Aradín Barba Roja o los piratas en el bosque de los sepidcros. Su primer intermedio se cubrirá con un ter-ceto por los ciudadanos Mariana Gutiérrez, Victorio Rocamora y Ber-nardo Contreras, y el segundo con el bolero que bailarán los ciuda-danos Margarita Olivares y J u a n Marani .— La hora de comenzar será á las siete y media si el tiempo lo permitiere.''

¿Qué quiso decirse con esta condicional? ¿Acaso la cubierta del teatro no era impermeable á la lluvia? Ese ant iguo palenque ó plaza de gallos ocupó un extenso terreno entre las calles de las Moras y de Celaya en los solares que hoy ocupan á su vez las casas núms . 17 y 19 de la primera calle citada y las núms . 17 y 18 de la segunda. E l local era cómodo y grande, y como construido de madera en su mayor par-te, mucho más airoso y aun elegante, relativamente, que el Coliseo su predecesor. E n las funciones subsecuentes á su estreno dió El Des-dén con el desdén, El médico á palos, La mujer firme ó lo cierto por lo dudoso, la tonadilla de El Presidiario, por Francisco Esquivel y Ber-nardo Con tremas, y Quien á otro mal desea es fuerza que en sí lo vea, ó El prisionero de guerra.

T a l fué el modesto principio del Tea t ro de los Gallos, que no tar-dó mucho en gozar de un relativo esplendor artístico, para venir á dar más tarde en los mayores descrédito y miseria, al ex t remo de que México había casi olvidado el ta l teatro cuando en un cierto día de Todos Santos, hubo de reducirle á cenizas un incendio producido por el aguarrás de la esponja de un globo que cayó sobre los apolillados ta jamaniles de su vetusta techumbre.

Con Euciano Cortés, empresario y director de aquel cuadro, com-part ía los t r iunfos Cecilia Ortiz, guapa y muy graciosa mujer , de quien sus contemporáneos hacen así el retrato: " g u s t á b a l e lucir su garbo en la calle, y vestía por lo regular un t ra je corto y alto de talle, de muselina con olanes de tar jas , que le permitía lucir sus menudos pies calzados con zapatos escotados de seda; casi siempre llevaba al cuello un grueso hilo de perlas con un pendiente de dos granos en figura de guaje , montado en diamantes rosas; los zarcillos eran de igual forma y montura que el pendiente; sujetaba el reloj á la cintu-ra con un broche de oro en que remataba la soguilla, de un delicado t rabajo de filigrana; llevaba con mucha gracia la mantil la de punto blanco, y solía cubrir sus hombros con un magnífico tápalo de Chi-na, que recogía con la mano izquierda en la cintura, á la moda de las majas españolas ."

E n un Romance Heroico publicado por Erasmo Euján , en El Soldé 8 de Noviembre de 1823, se leen los siguientes elogios de la Ortiz y de sus compañeros Torremocha, Amador y Euciano Cortés, á propó-sito de una representación de El delincuente honrado.

" No sus antiguos cómicos ostente Roma, que tan to fueron celebrados; ni á sus modernos la i lustrada Europa prodigue encomios ni prevenga lauros.

" E n el Anáhuac hay quien los imite, muy mal he dicho, hay quien en sus teatros los aventaje á todos, pues en su ar te inimitables son; no hay que dudarlo.

' ' Venga á México, venga aquel que juzgue que sólo la pasión mueve mi labio, para alabar así nuestros actores en cuyo d igno elogio aun quedo escaso.

' ' Aquí , pues, los verá cuando en la escena muestran al noble delincuente honrado, ni hay, ni puede, n i j a m á s ha habido genios en su arte tan aventa jados ."

Va haciendo después el autor de la composición el elogio de cada uno de los cómicos susodichos, y al llegar á Cecilia Ortiz, exclama con entusiasmo:

" Apolo dijo, no hay quien aventa je á los actores tres que van nombrados, mas Melpomene al punto le presenta á Cecilia que lleva de la mano.

' ' ¿Cecilia ... . sí, Cecil ia . . . . no mal dije: la divina Cecilia, el gran milagro cómico, que reunir en sí ha sabido la tragedia, comedia, baile y canto.

' ' ¿Quién n o se sorprendió la tr iste noche que la vimos llorar su esposo amado? ¿qué pecho diamantino no se mueve? ¿qué férreo corazón no queda blando?

' ' Al admirar su procer estatura por Andrómaca alguno la ha juzgado, que llena de aflicción y sentimiento lloraba las exequias de Héctor bravo.

" ¡Ay! por piedad, Cecilia, no, no finjas con tantas veras t u dolor t i rano: ¿qué, quieres darle muerte verdadera al auditorio con tormento falso?

" ¡Qué lágrimas! ¡qué afectos! ¡que sollozos! ¿Es cierto ó es fingido lo que palpo?

¿Puede a los hechos verdaderos, reales, la ilusión sola aventa jar acaso?

" No es ilusión, es cierto cuanto miro: ved cómo llora y gime.. . . ¡ay! . . . . un desmayo. . ¡Desmayo! No: ¡La muer te en un instante á Cecilia por siempre ha arrebatado!

" Pero no, que otra vez m u y lentamente torna á mover los miembros fatigados. La ilusión me engañó: ya reflexiono que sólo fué aparente el lance aciago.

" T a n bien fingido estuvo, que j u r a r a que á tocarla llegué su rostro helado: yo de su cuerpo vi salir su sombra buscando pura los elíseos campos.

' ' Con razón Melpomene ante su Apolo de la t ragedia le consigna el mando, y el Pitio dios en su serena frente ciñe el inmarcesible y digno lauro.

— " E l l a es sin duda en todo la primera, dice el Délfico dios, á nadie es dado imitar á Cecilia, y solamente ta l prodigio formé para admirarlo.

" ¿ E n el ligero baile no la visteis llevar graciosa los veloces pasos, y entre sus plantas corazones y ojos á la par unos y otros va enredando?

*1 Los t iernos geniecillos ledos mueven sus vestidos hacia éste y aquel lado, para que al talle airoso más agracien y den al pie ligero paso franco.

" Cuando escena amorosa representa ¿qué amante en la comedia no le ha echado una ojeada á la joven á quien ama, y de la que es también luego mirado?

" P í r a m o y Tisbe, Psiquis y Cupido el fuego del amor nunca expresaron con los suaves afectos que lo expresa Cecilia con su ardor y su entusiasmo.

" L a s apacibles gracias, los amores, salen sonriendo de sus dulces labios. ¡Ay! los amantes ¡ay! no sé qué s ienten. . . . ¡cuántos suspiros causa! ¡cuántos llantos!

" S i entre los suaves tonos de la orquesta el oido regocija con su canto,

no habrá a lguno que no lo califique de dulce, de armonioso y arreglado.

" V e n conmigo, concluye el Dios Apolo; ven conmigo, Cecilia, con Luciano, con Amador y Torremocha unidos, que hoy el debido premio voy á daros.

" Así dijo, y en u n a blanca nube coloca el dios de Délos á los cuatro, y los lleva consigo, asaz contento, á morar para siempre en el P a r n a s o . "

No obstante esto, vivieron aún algunos años sobre la t ierra, y al fin murieron sin dejar semilla, lo cual fué lástima, t ra tándose de no-tabilidades que así enloquecían á Apolo.

Las noticias que de España se recibían ponderándonos el esplen-dor alcanzado en Madrid por la ópera interpretada por el tenor Mon-tresor, los bajos Magiotti y Vacani, la tiple Cortesi, y la contralto Fá-brica, fueron causa de que con el objeto de t raer una Compañía de Canto Italiano, varias personas de buen gusto convidaran á fines de Enero de 1824 á la formación de una empresa de abonados, por ac-ciones de á cien pesos: el encargado de recibir las adhesiones^ lo fué el librero D. Mariano Galván, pero desgraciadamente la asocia-ción no llegó á tener efecto, porque con la cosa de que los españoles europeos andaban alebrestados, no concurrieron á suscribirse mu-chas de sus familias, que eran las de mayores posibles y elementos. Los t r iunfos de los federalistas en las discusiones del proyecto de Constitución, y la resistencia de los conservadores, fueron sembran-do en el país los impacientes y los descontentos, y las revueltas y sediciones sucedíanse con rapidez. E n la tierra caliente diversos cabe-cillas habían levantado bandera contra los españoles, tan numerosos en aquel rumbo, pidiendo el despojo y la expulsión inmediata de to-do gachupín.

La pobreza era suma y apenas circulaba otro dinero que el odioso papel moneda mandado imprimir por el Poder Ejecut ivo en el rever-so de las bulas sobrantes de la Santa Cruzada, á fin de que no fuera fácil falsificarlo, con cuyo papel moneda se sust i tuyó el expedido por el Gobierno Imperial de I turbide , que se recogió é inutilizó.

E n los primeros días de 1824 y últ imos de Enero , el Gral. Lobato y el Comandante Stávoli se pronunciaron en la misma Capital, exi-giendo á su vez el despojo y expulsión de españoles, y gracias á la entereza del Poder Ejecut ivo y del Congreso, los amotinados hubie-ron de desistir de obtener por las armas lo que no había de tardar en concedérseles por vías legales.

CAPITULO II

1 8 2 4 — 1 8 2 5 .

Dejando aparte la historia política de aquella tristísima época, en la que tuvo principal lugar el impío fusilamiento de D. Agust ín de Iturbide, hablemos de nuestros dos teatros, el " A n t i g u o " ó del Co-liseo, y el " N u e v o , " "Moderno" ó " Provisional ," como era llamado el de los Gallos ó de las Moras. Del estreno de éste di ya noticia, y de sus cómicos nos hizo hiperbólicos elogios el poeta Erasmo Lujan, anagrama que usó el distinguidísimo escritor y periodista D. Juan Morales, nacido en Guanajuato el 29 de Agosto de 1788, venido á Mé-xico en 1809, donde hizo brillantísima carrera, aun en medio de su pobreza indecible, que en 1812 le produjo un gravísimo ataque de insulto, causado por el hambre, y donde más tarde fué famoso y co-nocido por el Gallo Pitagórico.

Digamos ahora, copiando un impreso de 1824, cuál era la situación que guardaban en esa época los espectáculos públicos:

" E n la temporada que acaba, se han desenterrado todas aquellas piezas que el buen gusto había condenado á justo olvido, por ejem-plo, San Francisco Javier, Nuestra Señora de Guadalupe, Santa Mar-garita de Cortona y toda la corte celestial convertida en diversión y mofa de nuestro vulgo, sin olvidar los Mágicos de Salerno y de As-tracán y Juana la Rabicortona, Agustín Lorenzo y una multi tud de gua-pos que la ignorancia estúpida ve salir con gusto sobre la escena.

' ' Es menester que no se abandone á la codicia de los empresarios nuestro teatro; que la autoridad vele sobre la ejecución de las piezas y sobre el decoro de la ejecución, tratando de formar un repertorio

• cual conviene al gusto y decoro de nuestra nación, desterrando para siempre esos comediones que suelen destinarse para las representa-ciones de las tardes, y que sólo con que se vean sus anuncios en nuestros periódicos basta para desacreditarnos.

" Creemos que sería oportuno que acudiese á remediar estos males nuestro Ayuntamiento, á quien de derecho toca, desde que el decreto de 21 de Febrero de 1822 suprimió el decadente Hospital de Naturales y el Municipio se encargó de la administración de sus rentas y del arriendo del Coliseo. Al celo y buen gusto de los regidores, toca, re-petimos, mandar revisar y expurgar la lista de las comedias cuya re-

presentación está permitida y hacer todos los esfuerzos que están en sus facultades para mejorar nuestro teatro en todas sus partes.

" Ent re las piezas que pueden representarse, habrá acaso algunas que en las circunstancias no convengan, y esto no por defecto de ellas mismas, sino por la interpretación que pueda darles el auditorio. Así hemos visto suceder con la Alsira de Voltaire, bautizada entre nos-otros, quién sabe por qué, con el nombre de la Elmira. ¡ Qué lejos estaba Voltaire al componer esta pieza, cuyo objeto moral, como él mismo dice, es hacer resaltar las virtudes del cristianismo en las per-sonas de Guzmán y su padre, sobre las puramente naturales, de que ella sirviese de pretexto é iniciativa para voces de persecución y de sangre! Si el viajero que él finge en una de sus novelas que va dan-do la vuelta al mundo, y que regresa horrorizado al ver en España un auto de fe, en Constantinopla una ejecución, etc., hubiese apor-tado á nuestra ciudad y visto nuestro teatro en el momento de aque-lla representación, ¿ qué habría dicho ? ¿ Qué habría dicho el autor de la pieza, el hombre humano y tolerante por esencia, si hubiese sabido que después de la representación de ella, se fijaban en las esquinas listas de proscripción de españoles? No es de nuestro objeto exami-nar más detenidamente la circunstancia de la representación de esta pieza, y sí únicamente recomendar á las autoridades encargadas de la policía del teatro que celen para evitar en la temporada próxima semejantes escenas que honran tan poco á nuestra civilización.

"Pud i e r a , acaso, variarse y hacerse más interesante el teatro, dan-do de cuando en cuando algunas de aquellas óperas italianas que no necesitan un gran número de actores para su ejecución. Convendría también mucho cuidar de la propiedad de los t rajes y adornos, ha-ciendo que fuesen acomodados á los países y tiempos en que se su-pone verificarse el argumento que se representa ; pero sobre todo, se necesitaría vigilar sobre el aseo del teatro mismo y sus dependencias, que están en el más chocante estado de suciedad.

"Pudié ramos indicar otras mil cosas, pero harto será que se logre algo de lo dicho, y, por otra parte, la ilustración del Ayuntamiento no necesita de nuevas advertencias. Se ha hablado de conciertos du-rante la cuaresma; ésta sería una diversión que ocuparía agradable-mente esas horas de descanso y que evitaría que muchos las consu-miesen en distracciones menos honestas y acaso perjudiciales."

No parece que hicieran mucho efecto estas juiciosas observaciones, pues en la lista de comedias representadas en ese año de 1824, figu-ran con frecuencia varias de las obras criticadas, y otras de títulos tan extraños é inconmensurables como La delirante por amor ó conse-cuencias de una inconsideración; La emigrada del colegio ó justo proceder de la verdadera nobleza; La mujer prudente vence ó domina al marido; La huérfana ó lo que son los parientes; La muerta viva ó el sepulcro de

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Adelaida y El villano del Danubio ó el bnen juez no tiene patria. A la vez, y en compensación, al ternábanse las mejores obras dé los poetas españoles del siglo de oro, con La escuela de los maridos, La Raquel, Otelo, El viejo y la niña é Indulgencia para todos.

Las óperas que en el mismo año de 1824 mal cantaron nuestros có-micos, t raducidas al castellano, pues ni ellos conocían el italiano, ni el público gustaba de ese idioma, fueron Los dos gemelos, La Isabela, El duende jingido, El secreto, El tío y la tía, La italiana en Argel, La no-via impaciente y La travesura.

E n Jul io de ese año de 1824, se presentó en nuestro viejo Coliseo un dist inguido actor español, Diego María Garay, quien se anunció y saludó al público mexicano, en el s iguiente manifiesto que estimo digno de reproducir, y decía a s í :

"Respetable público; llegó el momento que anhelaba con impacien-cia; si una casualidad tan imprevista como fatal para mí me priva del equipaje, y por consiguiente, el poder empezar á ofrecer mis escasos talentos con un drama digno de la ilustración de nuestro siglo, al me-nos me glorío de no haber omitido desvelo alguno para el buen éxi to de la tragedia conocida por Los Caballeros Templarios, la que tendré la satisfacción de ejecutar el jueves 29 de éste. Ea reforma de alumbra-do en el proscenio, un nuevo telón de boca y los lucidos t ra jes que se han hecho al intento para los comparsas, no dudo contribuirán al decoro y esplendor de la escena. A los señores de la comisión nom-brada por el E x m o . Ayuntamiento para entender en los asuntos tea-trales, se debe la mayor par te de esta mejora ; ellos, convencidos de la utilidad que ofrece á los pueblos un teatro culto, y que él es el barómetro por donde se mide la cul tura de las naciones, t rabajan con un celo infatigable, á la verdad digno de emulación, para desterrar los abusos que ocupan la escena, mejorándola acaso hasta el grado de perfección de que es susceptible, pues así lo reclama la ilustración mexicana, y así lo exige su regeneración política. Yo, identificado con los deseos de estos señores, uniré mis esfuerzos á los suyos y á los de los directores de la Empresa, que animados de tan bellas ideas, nada omiten de cuanto está á sus alcances para la posible reforma.

" E a premura del tiempo, la carencia de mis trajes y comedias y los inconvenientes que presenta una compañía que no esperaba tener en su seno nuevos actores, con otras mil t rabas que entorpecen no po-co, acarrearán a lgunas veces dificultades var ias ; pero en n inguna de aquellas se verá desmentido el ardentísimo deseo que tengo de com-placer al pueblo mexicano, con quien me unen ínt imamente afectos de amor y agradecimiento.

" D í g n a t e , oh público amable y benigno, admitir mis votos y mis deseos, y nadie se dirá más feliz que Diego María Garay."

Frecuente ocasión tendremos para hablar de ese actor español muy

ameritado, quien desde luego mereció que el revistero del periódico El Sol, d i jese :

" Eas funciones ejecutadas en el teatro de esta Capital en las no-ches del 29, 30 y 31 del próximo pasado, deben llamar la atención de toda persona amante del buen gusto. Apenas se habrán representado en él piezas tan bien desempeñadas n i que más hayan agradado al públ ico: y si consideramos el vivo interés que ha manifestado en estas representaciones el inmenso concurso que de todas las clases del pue-blo ha asistido á ellas, hallaremos que si hasta ahora se han dado aplausos á esos comediones informes y ridículos de tramoyas, apari-ciones y vuelos, y á los grotescos y bárbaros modos de algunos có-micos, no es tan to por la falta de gusto que se exagera, como por carecerse de actores capaces de inspirarlo. N o dudo que antes de mu-cho desaparecerán las Juanas Romarantinas, las Santas Genovevas y toda esa mul t i tud de disparates, que ya deberían estar proscritos como contrarios á la ilustración, y que .con algunos otros pocos ac-tores de la escuela del Sr. Garay, lograremos tener un teatro digno de ser frecuentado por los nacionales y ex t ranjeros del más delicado g u s t o . "

Queriendo Garay corresponder al aprecio del público y captarse la buena voluntad de los liberales descamisados que parecían ser los dueños de la cosa pública, anunció para la noche del jueves 12 de Agosto " l a c o m e d i a nueva en cuatro actos, nunca aquí representada, La virtud perseguida por la superstición y el fanatismo, de la que decía el p rog rama :

" E s t e drama, sacado de un hecho histórico perteneciente á la isla de Mallorca, manifiesta hasta qué ex t remo llevaban sus t iranías los satélites del l lamado Santo Tr ibunal de la Inquisición, oprimiendo á los virtuosos que caían ba jo su despótico furor. Otro país menos culto miraría esta representación con aquel fanat ismo que ofrece la escla-vitud; mas el director ofendiera la ilustración mexicana, si vacilase un momento en creer que no la recibiese México como un pueblo li-bre que detesta la in iqu idad ."

E n otro de sus programas, la Empresa había anunciado los ensa-yos de ese drama, diciendo de é l :

" E n la semana entrante se ejecutará en el Tea t ro de esta Capital, por el ciudadano Garay, una sobresaliente comedia, cuyo tí tulo e s : La Inquisición por dentro. E l méri to de esta pieza respecto á las re-glas que constituyen un drama bueno, será inúti l encarecerlo cuando los inteligentes harán al autor la just icia de que es digno. La materia de su argumento merece un lugar dist inguido entre las composiciones de esta especie. Un padre sensible arrebatado del seno de su familia, sin más deli to que el del jus to , y sacrificado al furor inquisitorial, ofrece á los concurrentes el espectáculo más t ierno. E l secretario de

la Inquisición, no pudiendo conseguir de una hi ja suya sus abomi-nables designios, es la causa de su ruina y le conduce al suplicio, cubriendo de orfandad á una pacífica familia. Es tas interesantes es-cenas, que t ienen por objeto odio implacable á estos tigres carniceros de la humanidad, presentarán un grandioso cuadro de iniquidad con-trastada por la santa vir tud, que en todos tiempos hace aborrecibles á los perversos y cr iminales ."

Estos anuncios hicieron entrar en alarma á la mayor porción de la sociedad mexicana, y la autoridad, cediendo á poderosas influencias, dispuso que el estreno fuese suspendido, contra lo cual el dicho pe-riódico El Sol, insertó en sus columnas el s iguiente comunicado ó re-mitido :

" A y e r ha corrido la voz de que se ha mandado suspender la eje-cución de la comedia t i tulada la Inquisición por dentro, que ustedes nos anunciaron hallarse dispuesta para la presente semana, por ha-berse prohibido. Creo sin duda que ésta ha sido u n a invención de algunos fanáticos que desean que así suceda, para que el pueblo j a -más llegue á i lustrarse bastantemente, y á fundar con solidez el odio que manifiesta profesar al monstruoso y sanguinario t r ibunal de la Inquisición, y á conocer las perversas maquinaciones de que se valían sus bárbaros ministros, para t r iunfar de la inocencia oprimiéndola con fiereza. Este es cabalmente el a rgumento de esa pieza, cuya repre-sentación necesitamos "en el día más que nunca, para acabar de des-arraigar las preocupaciones de un pueblo oprimido por trescientos años, que ahora es cuando empieza á conocer las inhumanidades que cometían los monstruos que se llamaron inquisidores.

" F e l i z m e n t e disfrutamos de un sistema de gobierno verdadera-mente libre y es llegado el t iempo de sacudir el oprobioso yugo del fanat ismo.

' ' Ea comedia de que se trata no contiene nada que sea contrario á los dogmas de la santa y única verdadera religión que profesamos; por el contrario, en su a rgumento se ve t r iunfar la santa virtud, de la perversidad de falsos acusadores, que con la máscara de la religión que no conocen, sacrificaban víctimas á sus pasiones y ambición in-saciable, vertiendo la sangre humana .

' ' E s hacer una injusticia notoria á nuestro gobierno, el persuadirse que sea cierto que ha prohibido ese útil drama, y es necesario des-preciar á los que se atreven á esparcir unas voces que tan poco honor hacen á nuestras autoridades. ¿Qué dirían los ilustrados ex t ranjeros que se hallan entre nosotros, si acaso fuese cierta esa noticia? dirían, y con razón, que aunque en la República Mexicana está abolido el t r ibunal de la Inquisición, aun hay inquisidores que la defienden, y que tal vez t ra tan de restablecerla. ¡ A h ! lejos de nosotros semejante idea. Me lleno de ira sólo de pensar que haya todavía hombres su-

persticiosos que hablan según sus deseos y opiniones absurdas, sin reflexionar que con inventar semejantes quimeras desacreditan nues-tro sabio gobierno creyéndolo capaz de sostener las preocupaciones ridiculas. Más valiera que los que se entretienen en promulgar estos desatinos, se avergonzaran de presentarse ante los hombres ilustra-dos y amantes de la h u m a n i d a d . "

Pero el autor de ese comunicado no estaba en lo cierto al proclamar el desdén público contra el fanat ismo y la superstición, que entonces se encontraban en todo su auge. E n comprobación de ello léase el s iguiente artículo publicado en El Sol del 31 del mismo Agosto :

" A n t e a y e r , poco antes de las oraciones de la noche, se ha cometido en esta ciudad un asesinato por todas sus circunstancias a t roz : un zapatero, natural de los Estados Unidos del Nor te de América, poco t iempo hacía avecindado en esta ciudad con tienda de zapatería en una accesoria de las casas del Estado en el Empedradillo, estaba m u y t ranqui lamente en su accesoria, á t iempo que pasó delante de ella el Divinísimo que salía del Sagrario con dirección á la calle de Santo Domingo. Un hombre vestido con una esclavina se arrodilló delante de la puer ta de la ¿zapatería y el zapatero lo hizo, es dudoso si antes ó después de haberlo requerido el de la esclavina, en una silla del interior de su casa; el de la esclavina exigía que se viniese á arrodi-llar al umbral de la puerta , con lo que se hicieron de razones, siendo el resultado caer atravesado de una estocada él infeliz zapatero y po-nerse en salvo con la fuga el bárbaro asesino. Sólo la historia de las guerras de religión de Francia y Holanda, puede presentar algún he-cho comparable con esta atrocidad que prueba evidentemente el errado principio de instrucción religiosa que se ha seguido por desgracia en nuestro país, haciendo consistir la religión en puras prácticas exte-riores y olvidando casi del todo la moral cristiana. Así hemos visto por f ru to de este funesto sistema un hombre que arrastrado por el fanatismo, no se ha hecho escrúpulo de asesinar á otro, y sí se lo hacía de que éste adorase al Santísimo en la puerta de la calle ó en lo in-terior de su casa. ¡ Quiera Dios que una instrucción mejor dirigida haga entender á nuestro pueblo que la caridad es la primera de las vir tudes cristianas, y que sólo las autoridades t ienen la obligación y el derecho de celar la conducta de los demás! Pero ya que esto sólo puede ser obra del tiempo, es preciso que entre tanto se logra, una just icia severa y vigorosamente administrada ponga á cubierto á to-dos los habitantes de este país, cualquiera que sea el de su origen, contra semejantes atentados, capaces de deshonrarnos para con to-das las naciones cultas. ' '

Es te crimen causó en México terrible sensación, y obligó al Go-bierno á publicar el siguiente aviso:

" Habiendo sido alevosamente asesinado Seth Hayden, natural de

los Estados Unidos de Nor te América, en su vivienda en la casa del Es tado sita en el Empedradil lo, en la ta rde del domingo anterior 29 de Agosto, por un hombre que se fugó y cuyo nombre y paradero se ignoran, y estando la causa radicada en el Juzgado de Letras del Lic. D. Francisco Ruano de esta Capital, se ofrecen dos mil pesos á la per-sona ó personas que verifiquen el descubrimiento y legal seguro arres-to del verdadero reo, para que sea entregado y juzgado conforme á las leyes, cuya cantidad está puesta para este objeto á la disposición de los señores el Cónsul de los Estados Unidos y el Cónsul General d e S . M. B., y deberá dividirse equitat ivamente entre los descubrido-res y aprehensores luego que el reo sea convicto ó confeso.—México, 4 de Setiembre de 1824."

Pero no sólo en aquel terrible suceso se dió á conocer la violencia de las supersticiones reinantes entonces. Por esos días t rabajó en nuestros teatros un prestidigitador italiano apellidado Castelli, y mil y un disgustos le valió su habilidad, pues el vulgo le tomó por un bru jo ó hechicero, y caro hubiese pagado el aplauso que recibió de las personas más ilustradas, á no haberle tomado bajo su protección la policía. Esto dió lugar á un artículo que con s u firma publicó El Pensador Mexicano en El Sol del 3 de Agosto de 1824, y entre otras cosas decía así:

" Es te joven ha concluido sus funciones y está para salir de Méxi-co á continuarlas en otras partes. Yo deseando manifestarle el apre-cio que hago de su persona y habilidad, quiero recordarle, por me-dio del periódico de vdes. unas cuantas reflexiones, que no le serán del todo inútiles.

" E n tres clases se dividen los espectadores que debe tener en to-das partes: ilustrados, ignorantes y necios. Los primeros conocen que todas sus suertes ó juegos consisten en un mero mecanismo ó des-treza con que engaña el sentido de la vista; pero que es imposible que convierta la aguá en vino, que resucite un pajar i to , que rest i tuya á su primitivo ser un pañuelo quemado, ó un cintillo hecho añicos, etc. , etc.; porque á n ingún hombre es dado el t rastornar el orden na-tural; pero celebran la gracia con que mantiene la ilusión á merced de sus instrumentos y destreza. Los aplausos de estos espectadores debe apreciarlos, porque recaen precisamente sobre su mérito.

' 'Los segundos espectadores, que son los ignorantes, y son los más, ordinariamente, después que se divierten, lo temen y odian, creyen-do que si no es el mismo diablo, t iene con este duende un parentes-co m u y cercano. Es ta clase de gente es disculpable por su misma ignorancia, todo lo maravilloso que n o alcanza lo atr ibuye á milagro ó á maniobras diabólicas. E l Sr Castelli se habrá reído bien y se rei-rá á costa de estos brutos.

' ' La tercera clase de sus espectadores, son los -necios, que sin per*

tenecer á la pr imera ni del todo á la segunda, desprecian sus juegos haciéndose de los habilones, y murmurándolo luego que advierten ó les parece que saben en qué consiste la ilusión, como si porque yo sé que en el equilibrio consiste que el volatín se mantenga en la cuer-da, ya me creyera capaz de bailar en ella un wals, sin advertir lo que va de la teórica á la práctica. Si uno de esos habilones se parara en el teatro con los ins t rumentos de Castelli, nada hiciera digno si-no de los silbos generales. Estos tontos vanos merecen compasión.

" E l Sr. Castelli debe saber que en lo que le falta que correr de América va á luchar con mucha ignorancia y con un fanatismo deses-perado. E s menester que siempre advierta en sus carteles que no es Dios ni Diablo y que sus juegos son obras puramente naturales, para que sus espectadores no se escandal icen."

Garay no por esto cesó en su empeño de combatir el fanatismo con piezas teatrales, y ya que la Inquisición se le escapase de las manos, arremetió contra aquel por medio de otro drama que en 3 de Setiem-bre anunció así:

" Carlos IX ó sea la escuela de los reyes. Es t a delicada composición que por la fluencia de sus versos, lo sublime de su estilo y la brillan-tez de sus escenas está tenida por u n a de las pr imeras en su clase, hace recordar el ominoso fanat ismo con que en aquella desgraciada época se degollaron hombres á millares, y part icularmente en la ho-rrorosa matanza l lamada de San Bartolomé, que formará época en los anales de la Francia . Al paso que su autor acomodó perfectamen-te par te de estos hechos á las estrictas leyes de la escena, retrató al vivo la delicada intr iga, los vicios y perfidias que se anidan en los palacios, preparando al espectador curioso á detestarlas sin que pier-da j amás el grato interés de ver el patriotismo en pugna con la ti-r a n í a . "

Promulgada la pr imera Constitución Federal en 4 de Octubre, el Gral . D. Guadalupe Victoria, electo Presidente de la República, to-mó posesión de su elevado puesto el 10 del mismo, y cinco días des-pués, en el Ant iguo Coliseo, se le ofreció una función que se com-puso de la t ragedia El Régulo ó el patriotismo en triunfo, un Terceto de baile asiático y un apropósito int i tulado Alegoría del triunfo de la li-bertad.

E n 2 de Diciembre fué cantado El Solitario, y dice tex tua lmente el programa de esa audición: ' " S e ejecutará la grande ópera en tres actos t i tulada El Solitario, cuyo heroico argumento está sacado de la conocida historia de Carlos el Temerario, y la música es original del acreditado Cristiani, compuesta por él en esta Capi ta l . " La obra de Cristiani gustó y se repitió con frecuencia en ese año y en el siguien-te de 1825, que además del repertorio citado, dió diferentes veces el Don Dieguito, El Café, Los piratas del bosque de los Sepulcros, El Pi-

taco ó renunciar al trono por el bien de la patria, El imperio de la ver-dad ó el ilustre sepulturero, La terrible noche d: un proscripto ó Eduardo en Escocia, El hijo criminal juez de su inocente padre y otras así. E n -tre las óperas se cantaron El Califa de Ragd ii y Ramón y Rosilia ó la paña negra.

El autor de la citada ópera El Solitario l lamábase Esteban Cristia-ni y fué, según parece, un dist inguido profesor de música y un buen maestro de piano.

En t r e las curiosidades teatrales de ese afio, encuentro el s iguiente programa:

"Lunes j de Enero de 1825. Con motivo del beneficio que resulta á este benemérito público, de que el día de hoy hayan empezado los t rabajos del desagüe de la notoria rica mina de Valenciana, ha re-suelto la Compañía Cómica solemnizar tan próspero suceso con una sobresaliente función que dedicará los señores interesados en tan út i l como importante empresa.

" S e abrirá la escena con una rumbosa marcha con letra al intento, á la que seguirá la comedia heroica en dos actos Isabel primera de Rusia. E n su intermedio se cantará el famoso terceto de La Espada, y por fin de función se presentará por primera vez á bailar un á solo el C.Victoriano Mota, profesor y habilidad en este ramo.—La casa y teatro se adornará é i luminará completamente.

"MARCHA que en celebridad de comenzarse la grande obra del desagüe de la mina de Valenciana, se cantará la noche del j de Enero en el Coliseo de esta Capital.

"Guana jua to , tu nombre famoso en los paises del orbe resuena; y hoy de gozo tu Estado se llena porque torna á su ant iguo lucir.

" D e tu suelo feraz y abundoso beneficios aguarda t ene r : presto, juzga , que vuelvas á ser, y seguro contar tu exist ir .

C O R O .

''Loor eterno al inglés generoso cuyo auxilio tan útil te fué : él florezca también venturoso y la suya en tu dicha granjé.

' 'Esas, pues, soberbísimas cumbres de graciosas espesas montañas ,

que oro forma sus firmes ent rañas manifiesten su rico poder.

" A l influjo de celestes lumbres luego vuelvan tesoros á crear, y no cesen de remuherar la tarea que se supo tener.

" L a admirable, la gran Valenciana, la que ha sido del mundo el abismo, sea en delante, en riqueza lo mismo que al principio de su hallazgo fué.

"Re t r ibuya de muy buena gana el afán de sus dueños prolijo : sea su f ruto seguro, sea fijo, el durar que el pronóstico cree.

" D e Neptuno el t remendo coraje su raudal apacigüe violento, y ext inguido se logre al momento la abundancia y riqueza gozar.

" E l minero con gusto t rabaje , su indigencia remedie, y ufano reconozca al Anglo-Mexicano los recursos que quiso prestar .

"Recomiende este pueblo tan grato en los dueños de tal posesión, que olvidando su propia razón vieron sólo el común interés.

" N o pudiera del fiel Guana jua to soportar el crisol de su suelo n ingún hombre, que el público celo no animase sin falso doblez.

"Celebremos contentos y unidos este día de ventura y placer, y mil votos al Supremo Ser dir i jamos con alma veraz :

" B a j o el t rono grandioso rendidos imploremos con pura intención la constante fraternal unión, libertad en la ley, y la paz . "

Increíble parece que un suceso que se decía ser tan próspero no hubiese encontrado un menos detestable poeta que le cantase.

H e aquí ahora un resumen del pésimo modo de ser de nuestros teatros en los primeros años de la independencia nacional, dispuesto en forma de preguntas por un articulista de El Sol:

E. H. T-—T- 1.—28

2 1 8

" ¿Es ilustración que en un país libre, rico y privilegiado de la na-turaleza, se deje el Coliseo y sus actores en tal abandono que dé lugar á que los ext ranjeros nos miren con aire de desprecio?

' ' ¿Es ilustración que haya un santi to en su capillica á la entrada de la mansión de Tal ía y Melpomene, en medio de los fétidos olores que despiden las cloacas é inmundicias que tienen que atravesar los concurrentes ?

' ' ¿Es ilustración que una par te de éstos atiendan sólo al a rgumento de la pieza cuando es nueva, y que cuando no lo es se pongan en ter-tul ia y armen tal susurro que se moleste el espectador más atento aunque sea sordo ?

" ¿Es ilustración que se hable con tal furor en los palcos inmedia-tos al proscenio que se confunda el eco con el de los actores?

" ¿ E s ilustración que se fume cuando la cortina esté levantada y que en el pasaje más patético se sienta sacar lumbre á los que no pu-dieron esperarse un poco ?

" ¿ E s ilustración que estando el público más interesado en el des-empeño, de un buen drama salgan en el entreacto con sus cantatas la Esquivel , Maya ó Rocamora á arrebatar toda la ilusión á los es-pectadores ?

' ' ¿Es ilustración que haya quien quiera formar partidos en el patio para dar silbidos, y quien diga que es mejor el Solitario de Cristiaui que las óperas de Rossini, que hemos visto medianamente ejecutadas por los esfuerzos del Sr. Castillo ?

' ' ¿Es ilustración que cuando sale la Corderito ó Isabelita á divertir con sus honestísimos y decorosos meneos, salgan también á la escena aquellos zamacucos que tocan y cantan, y que por cada bastidor se vea un grupo de muchachos y criadas t rapientas formando un cuadro de zahúrda ?

" ¿ E s ilustración que no haya un juez de carácter que contenga estos abusos y haga entender á la Sra. Cecilia Ortiz que no debe in-vertir el orden de la Compañía ni obstruir sus funciones, ni insultar groseramente á los que ajustaron las cuentas de su señor marido por-que no salieron á su gusto ?

'1 ¿Es ilustración el no haberle contestado al sonetero que deliró por amores de la Sra. Ortiz, y metió en la danza á todo el patio cuando hubo hombre que bostezó veinte veces al oir los gipidos y altisonantes, oscuros y monótonos de esta señora con que tanto ha acreditado el nin-gún conocimiento que t iene del arte que profesa ?

" ¿ E s ilustración consentir que cualquier zarramplín enamorado, enemistado ó arr imado á las cómicas y cómicos tome el nombre res-petable del público para estampar en sus escritos lo que se le viene á las mientes y conviene á sus miras ?

" ¿Es ilustración que los amantes de la justicia estén callados, y sin

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contestarlos dejen correr impresos en los periódicos de esta Capital los fárragos indecentes en que se critican las comedias de Solís, se celebran las del remendón Castañeda, y se deprime el mérito del Sr . Garay, que es el único que hemos visto con conocimiento de lo que es acción, gesticulación y declamación?

' ' ¿Es ilustración dejar que exasperen á un actor dist inguido que más de una vez se ha calzado el coturno, mientras se sufre que Arias no estudie, que Luciano esté sordo, que Melquíades se equivoque siempre, que el apuntador grite, que las damas vistan como quieran sin n inguna propiedad, que nos presenten decoraciones l lenas de ro-turas y manchas y que nos estén exhaumando con el humo del mal-dito aceite que emplean en sus luces ?

" ¿ Y será ilustración, por último, que la temporada entrante caiga el teatro en manos mercenarias que no atiendan más que á su prove-cho, y que el Gobierno deje abandonado este barómetro de la cul tura de los pueblos, pr ivando además las piezas que tan to contribuyen á desfanatizar á la muchedumbre y á cimentar la opinión y gloria de una República nac ien te?"

Es tas y semejantes censuras se extremaron al concluir la temporada de principios de 1825, y léase lo que un revistero dijo acerca de ello :

" E n la p róx ima pasada temporada estuvo el teatro en poder de los cómicos, y ya ha demostrado la experiencia que no valen maldita la cosa para asentistas. Se puede asegurar que es el primer año en las diversas ocasiones que lo-han arrendado por sí, que han concluido la temporada. E n el de 18x7 ó 1818 se empeñaron en ser asentistas, y contrataron el teatro; pero se dieron tan buenas mañas, y procuraron conservar ta l armonía, que á los siete meses no se las podían acabar unos con otros, de manera que para quedar en paz y que no faltase al público la diversión, se vieron precisados á traspasar sus derechos á D. Hipóli to Ondrai ta , que asociado con otros sujetos sostuvo el teatro los años siguientes. E n el de 1823 se les volvió á antojar el ser empresarios, y á los dos meses doblaron las mani tas y anunciaron por papeletas impresas que no podían continuar con el cargo que volun-tar iamente tomaron sobre sí, dando el gran golpe de cerrar el teatro, á pesar de los razonables part idos que les proponían el Excelent ís imo señor Jefe Político y Ayuntamiento , que no perdonaron sacrificio por evitar un acontecimiento tan desagradable. Pero los actores habían pronunciado el fallo y el teatro Se cerró.

" E s bien notorio de la manera que concluyó la temporada últ ima, y la paz y buena fe que presidía á sus deliberaciones: todas eran renci-llas, todas in t r igas ¡Pero qué intrigas! Todas desavenencias, artifi-cios y trácalas miserables. E n vez de reunirse para facilitar la ejecución de las piezas que hubieran agradado al público que tanto afectan respetar y desean complacer (¿pues, no te digo?) se ocupaban en inventar mo-

dos de obstruirlas y entorpecerlas, confiados en la paz y concordia de los abonados que satisfacían sin falta los recibos del mes adelantado, se les daba un pito de que rabiasen al verse tan pésimamente servidos, con ta l que no dilatasen el pago de sus asientos.

" D e nada nos servía que hubiese dos galanes primeros y dos da-mas de mérito en su ejercicio. Si t rabajaba Amador , no parecía Ga-ray; y si este actor se dignaba salir á la escena, como si no existiese aquel en el mundo. Si la Sra . Montenegro desempeñaba la función, estaba enferma la Sra. Ortiz, y cuando esta actriz se restablecía de su indisposición traspasaba los males á su compañera, y con tan reco-mendable y bonita voltereta complacían sus pasiones á expensas del público, careciendo éste de sus habilidades, teniendo que contentarse con que las comedias fueran desempeñadas por los molonguetes, aun-que otros menos sufridos conociendo las intrigas, daban al diablo ( y el diablo no los quer ía ) , á los traviesos y sus t ravesuras. Cada uno de los actores nombrados t iene su mérito part icular y también sus ami-gos y apasionados. Estos están contentos cuando ven á su predilecto en la escena, y nada habría más acertado que el que noche por noche nos favoreciesen con su presencia y habi l idad ."

Todo quedó en suspenso con la llegada de la Cuaresma, 3' queda-ron por únicos recreos las procesiones de pasos de la Semana Santa en los pueblos de los alrededores; hé aquí como, censurando las irre-verencias que en ellas se cometían, las pintaba un papel de la época :

" De un año para otro se hace j u n t a del vecindario, presidida por el juez territorial y asistida del párroco, en la que eligen bajo la pe-na de una mul ta arbitraria, el capitán de la sentencia, el centurión, el beato Alano, y otra caterva de ridículos farsantes. Elegado el día en que han de representar, dispuestos á la puer ta de la iglesia y por las calles varios tablados que susti tuyen los perversos tr ibunales de Anás, Caifás, Herodes y Pilatos, colocada la imagen de Jesús en me-dio de la iglesia, sube el predicador al púlpito, quien después de ha-blar a lguna cosa sobre la Oración del Huer to , l lama á Judas que entra al templo en fuerza de carrera atropellando al auditorio: le p regunta el sacerdote sobre las señas que ha dado á los judíos para entregar á su Maestro, brinca aquél á las andas, besa el carrillo del Divino Re-dentor , enseña al pueblo la talega, mueve sus manos para llamar la comparsa, entran de tropel los fariseos, p regunta el predicador ¿á quién buscáis? Responden que á Jesús Nazareno: caen en tierra, da licencia el orador para que se levanten y le prendan, lo verifican con algazara, gr i tan las mujeres, hay lágrimas fingidas, etc., y ba ja el sacerdote del púlpi to entre las aclamaciones de un pueblo carnal.

" E l e v a n la imagen á la puer ta de la iglesia, en donde los simula-dos pontífices, que han cubierto sus corrompidos corazones con ropas y mascáras ridiculas, pronuncian entre gestos y acciones bur lescas la

sentencia de muer te contra nues t ro Redentor, cuya escena repiten en los demás tablados.

' ' Fórmase después la procesión i luminada con hachas de brea, en que se ve uno blandiendo la pica que ya j ugó dentro de la iglesia, otro montado en un caballo que va haciendo brincar, Judas dando talegazos á los espectadores, los rabinos t iran unas cadenas que des-componen muchas piernas, otros con una mesa en que juegan los da-dos, los pontífices tomando tragos repetidos de quién sabe qué licor, otros que también comen y beben representando el Cenáculo, el bea-to Alano con una muleta fingiéndose cojo, y con una lente que entre escandalosas morisquetas dirige á las mujeres más bien parecidas, ó á las que más lo inclinan sus desordenados sensuales apetitos, y otros disciplinándose. Sigue el carretón de la muerte, Eonginos, San Eá-zaro desnudo y est irando un perro, luego las jóvenes más bonitas del lugar figurando á Judi th , Rebeca, Débora, Esther , Viuda de Naín, rei-na Sabá, tres Marías, Verónica, Sibilas, muchas Rosalías y otra infi-nidad de t ruhanes que van l lamando la atención de un pueblo diver-tido. A continuación van las imágenes de San Pedro, San Juan , la Magdalena y de otros santos, las que según mi parecer, acompañan á Jesús, á quien verdaderamente va crucificando la tumul tuosa ple-be. E n t r e estos santos simulacros se dis t ingue la efigie del Redentor hecho el j ugue te de unas manos sacrilegas, que por medio de corde-les la hacen caer y volver la sagrada cabeza con otros movimientos, según el antojo de sus espíritus groseros.

' ' Desde el Jueves Santo hasta el Sábado de Gloria el zafio indio que representa al Iscariote t iene derecho para meterse en casas y en t iendas y cogerse de ellas todo lo que le acomoda, sin que nadie se lo impida: los robados ponen sus espías para enterarse de donde el Judas esconde lo que se lleva. Elega el Sábado de Gloria, suenan las campanas que anuncian la Resurrección, y entonces, todos los despojados corren en busca del indio Iscariote y á palos y ápedradas con que medio lo matan, le exigen que les devuelva lo que les llevó, sucediendo que muchos objetos ya no parecen.

' ' Nadie podrá negarse á la justicia con que se declame contra estos desórdenes, y me admiro de verlos consentidos sin castigar á sus au-tores, principalmente cuando después de la infracción de las citadas leyes, y de los insultos hechos á Dios y á la religión, concluye aque-lla farsa con un gran refresco y cena, con que echando por tierra el precepto del ayuno, remachan los clavos en la cruz. Yo juzgo que semejantes excesos exigen imperiosamente un pronto remedio, como diametralmente opuesto á la santidad de la religión que profesamos, y porque cediendo su disimulo en destrucción de los pueblos, se debe obligar á sus vecinos n o sólo á que sean buenos ciudadanos, s ino tam-

bién buenos cristianos, respetuosos y obedientes á las leyes de la Iglesia y á las demás au tor idades ."

E l anteriormente citado profesor Esteban Cristiani, autor de la ópera El Solitario, el lunes 28 de Marzo de 1825 dió en los entresue-los de la casa de la Condesa de Miravalle, sita en la calle del Espír i tu Santo, un lucido concierto, al precio de dos pesos la entrada. E n él cantaron Andrés Castillo, la Gutiérrez y Amada Plata; Palomino to-có un obligado á violín y Cristiani una gran fantasía en el pianoforte.

Ent re nuestros aficionados y profesores venía dist inguiéndose D. Mariano Elízaga, quien, con apoyo del gobierno, abrió el lunes 18 de Abril de aquel año las clases de la "Sociedad F i la rmónica , " en la casa n ú m . 12 de la calle de las Escalerillas, mientras se le propor-cionaba un lugar á propósito. E l domingo 17 de Abril se verificó en el salón general de la Universidad la apertura de la susodicha acade-mia filarmónica, con asistencia del Presidente D. Guadalupe Victoria y la de todos los funcionarios públicos: por la noche hubo un gran concierto en el mismo salón, y el jueves 21 se cantaron en la iglesia de San Francisco misa y Te Déum en celebridad de esa inauguración y en honor de su patrona Santa Cecilia.

E l arribo de W a r d y de Poinsset, Ministros de la Gran Bretaña y de los Estados Unidos ante nuestra República, suceso que hizo excla-mar á Victoria en celebérrima y casi humil lante proclama: "Llegas-teis, mexicanos, al colmo de la ventura; la más poderosa de las na-ciones os enumera en su catálogo," dió motivo á grandes fiestas, bailes y funciones de teatro. Uno y otro ministro presentaron sus credenciales en 1? y 2 de Junio , y días antes, el 28 de Mayo, fueron obsequiados con un baile magnífico que les sirvió de presentación an-te la más escogida sociedad de la Capital, muy entretenida con las fiestas de la Pascua que aquel año cayó á 25 del mes úl t imamente ci-tado, fiestas animadísimas que llevaron á San Agust ín de las Cuevas gran concurso, y dieron origen á enormes pérdidas y ganancias en los juegos de monte y de gallos. En cambio las lides de toros sufrieron un rudo golpe con la completa destrucción de la Plaza Nacional taurina, que en la madrugada del 9 de Mayo comenzó á incendiarse, cebán-dose las l lamas en aquella enorme construcción de apolíllada madera, con tal actividad, que en poco t iempo quedó reducida á cenizas.

A la vez que se fundaba nuestra pr imera Sociedad Filarmónica, creábase en el ant iguo convento de Betlemitas y por el mes de Julio, la escuela mu tua del sistema Lancáster. La sociedad de la Compañía Lancasteriana habíanla introducido en México el 22 de Agosto de 1822, los que entonces eran editores del periódico El Sol, D. Eulogio Vil laurrut ia , el Médico D. Manuel Cordoníu, el Lic. D. Agus t ín Buenrostro y D. Manuel Fernández Aguado, quienes desde luego abrieron la primera escuela mutua , que l lamaron " E l S o l , " con ca-

pacidad para una asistencia de trescientos niños, en el salón que fué del Secreto en la ext inguida Inquisición. Circunstancia notable y que debe recordarse fué la de que en esa época el Gobierno no auxiliaba con fondos n ingunos á la Compañía, la que atendía á todos sus gas-tos con la cuota mensual de dos pesos que pagaba cada socio. Puesto que un libro como mi humilde Reseña, puede servir para dar idea de nuest ra cultura intelectual, no me parecen fuera de lugar estas noti-cias que a lgún día serán sin duda consignadas en libros especiales que hoy por hoy no han sido escritos. Mientras eso se hace, los que ama-mos á México no debemos desperdiciar ocasión de recordar los nom-bres de nuestros personajes distinguidos, á los cuales la ingrat i tud ignorante suele anteponer enojosas cuestiones de falso patriotismo, que envenenan los ánimos y reproducen odiosas é inútiles rencillas que nos empequeñecen y quitan el crédito ante la civilización.

Pero reanudemos nuest ra relación de sucesos de 1825, año de agi-taciones y desórdenes en la Capital, donde eran casi desconocidas la t ranqui l idad pública y la seguridad personal. A cada momento re-gistrábanse en México motines, robos y asesinatos, y el vecindario se veía afligido por enfermedades como el sarampión y la escarlatina, que causaron horrible mortandad aun entre los adultos, especialmen-te en la clase de tropa: según la estadística oficial, sólo e 1 la ciudad murieron en Julio quinientas cuarenta y nueve personas, en Agosto mil setecientas setenta y siete, mil cuatrocientas diez y siete del 1? al 15 de Septiembre, y novecientas cuatro del 16 al 30.

F u é necesario abrir suscriciones para ocurrir al socorro de t an ta calamidad; la legislatura de México se apuntó con quinientos pesos, Mr. Ward , con mil; Santa María, Ministro de Colombia, con veinte onzas de oro, y el Cónsul inglés, O 'Gorman, con tres mil ciento diez pesos, que reunió entre sus compatriotas.

E n cuanto á lo de la inseguridad en que se vivía, sólo diré que en 3 de Setiembre el Sr. Mora, Presidente de la Cámara de Diputados, hizo pública la siguiente q u e j a : ' 'Hace unas cuantas noches que una part ida considerable de bandidos recorre el barrio del Puen te de Al-varado; esta misma cuadrilla que, á lo que se dice, se reúne en una pulquería que existe, contra el bando de la materia, que se llama de La Niña, h a saqueado varias casas y dado diferentes ataques á otras, en t re ellas la de un comerciante llamado D. Alonso; por último, an-tes de anoche, un grupo considerable asaltó la mía á las ocho, sor-prendiéndome en un gabinete donde escribía á la sazón, hir iendo á un criado y estropeando á mi madre y resto de mi familia, todos los que salvamos porque una criada logró subir á una azotea, desde don-de llamó á los vecinos, uno de los cuales disparó una pistola, y al ru ido huyeron los malhechores . "

El Sol, de 13 del mismo Setiembre, dijo: " A las siete de la noche

ha sido robada la casa del Sr. D. J u a n Cervantes, en la calle de San Francisco, por una cuadrilla de diez hombres bien vestidos. Robaron cinco mil pesos, ataron á los criados, y cuando volvió Cervantes le maltrataron é hicieron entregar las llaves; á un amigo suyo que le esperaba le robaron cuatro onzas y le hirieron de una puñalada cre-yendo que iba á defenderse. Nada se notó por los serenos de las es-quinas en una calle tan céntrica, estando si tuada la casa de manera que enfrente tiene la Guardia de la Audiencia del Estado, en una de las esquinas de la cuadra la guardia del Monte Pío, y en la opuesta el centinela del Coliseo. E l mismo día, á las once, fué robado de la Catedral un atril de plata. No parece sino que los lazos de la socie-dad se han disuelto en la Capital, y que los hombres están destinados á ser víctimas de una compañía de ladrones, que sin duda se ha or-ganizado y es dueña de sus b ienes ."

Basta lo dicho para hacer notar que no era aquella época la más propicia para que los espectáculos teatrales progresasen: los morado-res de México tenían miedo de alejarse de sus casas y de transitar por las calles después de las oraciones.

Sin embargo, D. Diego Ramón Somera, propietario entonces del Tea t ro Provisional ó de los Gallos, tuvo bastante dinero y entusias-mo artístico para proceder desde el mes de Mayo del dicho año de 1825 á su completa reconstrucción, obra bien necesaria, pues aque-lla ant igua plaza de gallos ofrecía tan malas condiciones para teatro, como nos lo indica el aviso ó anuncio de su primera función de es-t reno que copié en el anterior capítulo, y dice: " l a hora de comenzar será á las siete y media, si el tiempo lo permitiere:' Quiere decir que su techumbre, suficiente para proteger de los rayos del sol de la ma-ñana á los aficionados á las peleas de gallos, no lo era para resguar-dar de la lluvia á los concurrentes á funciones nocturnas . Ea recons-trucción emprendida por Somera no fué mejor que la empleada en salas de su especie; todo se hizo de vigas y tablas, y la techumbre se revistió de hoja de lata; el conjunto y la vista interior del salón y del escenario eran agradables, y todo se compuso y adornó del me-jo r modo posible.

Su inauguración y estreno, se verificaron en la noche del 21 de Agosto con la comedia La Niña en casa y la Madre en las máscaras; el éxi to fué grande, pues realmente el reformado Tea t ro de los Ga-llos ofrecía mucho más airoso aspecto que el pesadote Coliseo ant i -guo, con sus paredes como murallas de fortaleza. E n la Compañía figuraban el gran cantante de anas de música, Andrés Castillo, el bai-larín, Andrés Pautret , y la graciosa bailadora de boleras Manuela Gar-cía Gamborino.

Ea sección de cantarines y cantarínas, ba jo la hábil dirección de Castillo, puso con grandísimo éxito, y á 13 de Setiembre, en escena,

la ópera La urraca ladrona, y á 29 de Diciembre la no menos famo-sa y aplaudida Tancredo. La sección dramática estrenó allí mismo las t ragedias Sila y el Duque de Viseo y obtuvo grandes aplausos con las comedias El Mendigo y Teresa, La familia nueva, Las cuatro bodas á un tiempo, Aventuras de Camda y Cobián, El disfraz venturoso y la Mogigata, E n 27 de Diciembre estrenó una comedia escrita en Méxi-co con el t í tulo de La puerta de tierra de Veracrus. La sección de bai-le presentó á su vez las grandes pantomimas coreográficas: Hossidg y Ovando ó los hermanos enemigos, en t res actos; Aider-Alí-Kan ó los celos del serrallo en dos, y fasón en Corinto ó los encantos de Medea, en tres.

E l ant iguo Coliseo sufr ió un rudo golpe con la reapertura del Tea-t ro Provisional, y para quitar le su público, la Empresa y los cómicos de aquél hicieron circular unos pasquines diciendo que el Provisio-nal se hundir ía con el peso de la gente, por estar construido casi to-do sólo con madera. A este propósito di jo El Sol: " E l nuevo teatro ha comenzado sus funciones; para evitar que el concurso en él fuese crecido, se fijó en las esquinas de varias calles un pasquín lleno de especies a l tamente subversivas, pretendiendo hacer asunto de parti-do lo que no lo es más que de diversión. Con este motivo, ha salido á luz un papel en que se inserta y rebate dicho pasquín, que no ha producido, en verdad, gran efecto, pues el Tea t ro Provisional ha es-tado muy concurrido en las tres noches que lleva de funciones y casi desierto el Ant iguo. Sería de desear que ambos rivalizasen, no por tan ruines y punibles medios, sino compitiendo en el mérito de los actores y en la elección de las piezas. E l público está ya demasiado ilustrado para dejarse llevar por los groseros impulsos que en el pas-quín han querido darle: mientras que en un teatro se represente el Anillo de Giges y en el otro La niña en casa y la madre en las másca-ras, es claro que las gentes i lustradas han de concurrir al segundo, no sólo siendo sus actores conocidos y estimados, sino aun cuando acabasen de llegar de Guinea. Así, pues, el modo de atender á los intereses de los pobres indios de San Gregorio, á cuyo Colegio han sido aplicadas las rentas del ant iguo Hospi ta l Real, desde Octubre del año de 1824 pasado, y de atraerse un gran concurso, no es más q u e mejorar el Teatro Ant iguo y hacer que el público lo prefiera porque encuentre en él mayor diversión que en el o t ro . "

E l mismo diario, pasando revista á las funciones del Provisional, ó Moderno, ó de los Gallos, nos da las siguientes curiosas noticias:

" Haremos notar al Sr. Diego María Garay, Director de la Com-pañía de Verso, que tres t ragedias consecutivas no han tenido el efec-to que debían por la mala repartición de papeles, y éstas son los Tem-plarios, la Mérope y el Süa, todas tres por no haber desempeñado el joven Cruz el papel que le tocaba, y haberlo hecho en la primera y

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tercera la Sra. Manuelita Gamborino y en la segunda el Sr. Patifío. " P a r a que las piezas salgan bien desempeñadas, es necesario aco-

modar los papeles al genio, carácter y personal físico de los actores: la Sra. Gamborino desempeña perfectamente los papeles de una jo-ven franca, natural y viva, ya sea juiciosa ó coqueta, como lo hemos visto en La niña en casa, en El seductor moralista, en el Fingido Es-tanislao y en la Terrible noche de un proscrito y otras; pero este carác-ter, su bonita figura, y su poca edad, que, vestida de hombre, parece menor, no son á propósito para expresar la fiereza y heroísmo de un guerrero; se pierde la ilusión, principalmente en el Sila, en cuyo fin es nombrado cónsul el personaje que figura, empleo para el que era necesario tener una edad que no representa la Gamborino vestida de hombre con mucha deferencia. Es ta mutación la he visto ejecutar en Europa en a lgunas óperas en que por falta de hombres que desem-peñen la voz de contralto, lo hacen mujeres; pero en las óperas no es extraño, porque en ellas n i se busca el a rgumento ni la ilusión, sino la música y la consonancia de las voces.

' ' El Sr . Pat iño no es á propósito ni por su físico, ni por su voz, n i por nada, para desempeñar el joven Ejisto de Mérope; pero sí haría bien á Catilina en el Sila, desempeñando Cruz el papel de Fausto.

' ' Sin embargo de esto, yo doy las gracias al Sr. Garay por el deseo que t iene de servir al público, y á la Gamborino porque no se excusa de t rabajar , haciendo más de lo que puede y de lo que es su obliga-ción. A Garay le pido que alternen las óperas que saben y dejen des-cansar al Tío y la Tía, el Secreto, el Marinerito, y la Travesura, y que muden la repartición de papeles de la Italiana, haciendo Martínez al Bey, Castillo á Li?idoro, y Maya á Aly. Nada digo en punto á damas de música, porque se ha repetido mucho sobre el asunto, y parece que en la compañía de canto la primera ha de hacer á la primera, véngale ó no le venga . ' '

En otra revista el mismo crítico decía: " N o s tomamos la confianza de manifestar al Sr . Garay lo disgustado que se halla el público por el n ingún aprecio á las insinuaciones para que no tengan lugar los saínetes, tonadillas y piezas de baile en los intermedios, pues es suma-mente impropio interrumpir el curso de los a rgumentos con frivoli-dades de aquella clase.

Tampoco se ha al ternado el t raba jo de drama, ópera y baüe como se había ofrecido: si las causas son enfermedades de los primeros ac-tores ó actrices, claro está que podían y debían sucederles las segundas clases. Por ejemplo, que Madama Pautre t se halle enferma, que no lo dudamos y sentimos en extremo, no es un inconveniente para que deje de haber baile, pudiendo tomar su lugar la Sra. Gamborino, á pesar de que su mérito no llenará el hueco de aquella señora su maestra.

Además, aunque el público sufre ser espectador de malísimas pie-

zas de representado, canto y baile, j amás esperó pantalones remen-dados del Sr. Fernández, y otras ridiculeces como las que frecuenta el Sr. Maya en actitud de esprimir na ran jas "

Concluyamos con la historia de los espectáculos en la Capital du-rante ese año de 1825, que en su mes de Setiembre vió nacer la funes-tísima á México asociación masónica de los Yorkinos, fundada por D. José María Alpuche é Infante , cura de una parroquia del Estado de Tabasco y Senador por el mismo Estado. Por for tuna, si México hubo de lamentar y por largos años esta desgracia, túvose la grata suerte de que el Brigadier D. José Coppinger, Gobernador del Castillo de Ulúa, se viese obligado á capitular con el Gral . D. Miguel Barragán en 17 de Noviembre y hacer entrega de la fortaleza, en la que hasta entonces había ondeado la bandera española y en la cual á las once y media de la mañana del 23 del citado mes,enarboló el general ven-cedor el pabellón mexicano, en grato anuncio de haber cesado por completo la ocupación española iniciada por Hernán Cortés.

E n la Capital se hizo pública oficialmente la noticia de la rendición de San Juan de Ulúa, á las dos de la ta rde del miércoles 23, entre el estruendoso repique de las campanas de todas las iglesias, el estrépito de los cañonazos y el vocerío alegre de las multi tudes. D. Guadalupe Victoria expidió entusiasta proclama que empezaba a s í : "Conciuda-danos : el pabellón de la República tremola en el Castillo de Ulúa. Yo os anuncio con indecible gozo que al cabo de trescientos cuatro años han desaparecido de nuestras costas los pendones de Cast i l la ."

E l suceso inspiró á un poeta el s iguiente soneto, que tomo de un periódico de la época:

l ' ' Salve mil veces, país afortunado,

pues cuentas con la vida interesante del diestro General, del digno At lante que t u concepto y gloria ha asegurado.

1 ' Su celo infatigable, su cuidado ha sido en tu defensa tan constante, que no pudiera ser más vigilante el genio de la guerra celebrado.

" Viva edades sin fin, y su existencia sea el apoyo feliz del patrio suelo, y de su memorable independencia.

' 1 Y pues á Barragán conserva el cielo, alabemos de Dios la omnipotencia que ha dado á Veracruz este consuelo."

Cierro el capítulo copiando el programa de la función que en 17 de Noviembre dió el Tea t ro Provisional, y d ice:

1 ' P r imero : La pieza t i tulada La Tragedia de Buñuelo.-— S e g u n d o : E l nuevo recreo de baile en cuatro par tes : i? Introducción por los fi-gurantes y terceto por J u a n Antonio Medina y Reinaldo : 2'1 Solo por Antonio del Aguila, acompañado por los figurantes: 3? Boleras á seis por Manuela García, Luisa Martínez, Dolores Cordero, Mariano Ro-dríguez, José Romero, Andrés Pau t r e t : 4? E l gran solo de la araña, desempeñado con castañuelas por María Paut re t , con su acompaña-miento de jaleo. Tercero : Concluirá con la pieza en un acto El Triun-fo del interés.''

CAPITULO III

1 8 2 6 .

Ent re las más notables funciones de nuestros teatros en los prime-ros meses de 1826, sólo citaré dos con carácter lírico, en uno y otro Coliseo. E l 6 de Enero el Provisional anunció la s iguiente : " D a r á principio con la sinfonía Efigenia en Aulide; á continuación la canción El modo de enamorar á las mujeres; en seguida la pieza El desafío; se-guirá la canción de la Intriga y finalizará con el baile La flauta mágica."

El 16 del mismo mes, en el Ant iguo ó Principal, se dió el beneficio de la orquesta, según este p rograma: " Obertura de la Italiana; co-media en cuatro actos El opresor de su familia : el primer entreacto se cubrirá con un concierto á clave por el profesor ciudadano Elízaga, y concluido se cantará una aria de la composición del Maestro Paisiello ; en el segundo un concierto de violines por los ciudadanos Francisco Delgado y Vicente Castro; en el tercero un obligado á flauta por los ciudadanos Matías é Ignacio Tru jeque , finalizando con un bolero á cua t ro . ' '

Aquel año cayó el Domingo de Carnaval á 5 de Febrero, y el miér-coles 8 dió principio la Cuaresma, y se suspendieron en ambos teatros las representaciones ordinarias, es decir, las de abono y de comedias ó dramas, pues á las de canto y baile no se negaba á concurrir aquella sociedad de extraños católicos. E n prueba de ello, diré que á media-dos del mes la Empresa del Tea t ro Provisional hizo circular el siguiente aviso: " H a b i e n d o alcanzado del Gobernador del Distrito permiso para dar en el Provisional diez funciones de ópera y bailes, los ciudadanos Andrés del Castillo y Andrés Paut re t ofrecen sus nuevas tareas á este inteligente público, comenzando el jueves 23 del corriente Febrero

con la gran ópera de Rossini El Barbero de Sevilla.—Palcos cinco pe-sos; lunetas y galerías seis reales; cazuelas dos reales; entrada á palcos dos reales."

Parece que Andrés del Castillo tomó esta determinación de t rabajar en el Provisional, para vengarse de una herida que en su amor propio estimó haber recibido de la operista Sra. Santa Marta, que acababa de llegar de España contratada para el Coliseo Ant iguo ó Teatro Prin-cipal. Esa cantante, cuyos t rabajos debían principiar en la próxima Pascua, accedió á la invitación de la Empresa para que diese a lgunos conciertos, el primero de los cuales se verificó en la noche del 19 de Febrero. A tomar par te en él fué invitado Castillo, que aceptó can-tando a lguna aria y unos dúos con la Santa Marta, quien pasado el concierto remitió á Castillo una gratificación de veinticinco pesos: pareció insignificante esta suma al orgulloso cantarín, tan acreditado en México, y no sólo no la aceptó, sino que la devolvió con una carta, en que anunciaba que no tomaría participio en el segundo concierto, so pre tex to de que encontrándose enfermo había determinado dedicar la Cuaresma al descanso en su residencia de Tacubaya . Como la Santa Marta, aunque le contestó con suprema finura y delicadeza lamen-tando la enfermedad y el no haber podido hacer mayor obsequio, no mostró pena a lguna por la falta del concurso de Castillo, éste se alivió repent inamente y autorizó la publicación del aviso del Teatro Provi-sional á que me he referido.

E n estas y otras pequeñeces pasáronse las semanas de Cuaresma y llegó el domingo de Pascua caído en 26 de Marzo, casi sin haberse podido organizar los cuadros de art istas de comedia, ópera y baile que deberían actuar en el Principal, parte por culpa de la empresa que quería organizar sus compañías de modo que le fuere casi imposible á otra a lguna hacerle competencia; par te por intr igas de los princi-pales actores de an t iguo residentes en México, ofendidos con la em-presa susodicha, porque ésta, buscando el mayor esplendor de nuestros espectáculos y las mayores utilidades posibles, había hecho venir y contratado á un m u y dist inguido artista español que por credenciales de sus méritos traía m u y satisfactorias cartas y recomendaciones de D. Manuel Eduardo de Gorostiza, residente entonces en Europa, en la cual D. Mariano Michelena habíale nombrado á mediados de 1825 Cónsul General de México en los Países Bajos y ciudades anseá-ticas.

Dicho actor español habíase en 1818 presentado en el Teatro del Príncipe, procedente de Barcelona en la cual era apreciadísimo, co-mo segundo del gran Isidoro Máiquez; puesto que, con general aplauso, conservó en el mismo teatro en 1820 y 21, en aquellas es-pléndidas compañías en que brillaban, aparte del insigne Máiquez, los eminentes Concepción Rodríguez, Carlos Latorre, Antonio Guz-

mán, García Luna, Antera Baus, Manuela Molina y los después nues-tros huéspedes Rosa Peluffo y Pedro Viñolas.

Era ese ameritado actor Andrés Prieto, primer verdadero artista que se desprendió del teatro español para visitar la América, t rayén-donos la escuela del gran Isidoro Máiquez, del reformador de la de-clamación española hasta él enfática y ridicula, del amigo y discí-pulo del celebérrimo Taima, á quien admiró y estudió en el mismo París de 1799 á 1801. Con Andrés Prieto vino á México su hermano Manuel , actor m u y secundario con quien no debe confundirse el ca-marada de Máiquez y querido amigo de Gorostiza.

E n 31 de Marzo del repetido 1826, la Empresa del Principal, jus ta -mente orgullosa de su adquisición, anunció que en la siguiente sema-na se presentarían Prieto y la Santa Mar t a ; y en efecto, el martes 4 d e Abril , día de San Isidoro, elegido al intento por el actor español en recuerdo de su amigo Máiquez, hizo Andrés Prieto su presentación en México, con la tragedia Los Templarios. E l sábado 8 hizo la su-ya la Santa Marta con la ópera Tancredo.

El público sensato y prudente acogió con entusiasmo indecible á Pr ie to ; mas el vulgo de ignorancia recalcitrante se unió á los acto-res existentes en México, envidiosos y tacaños, para censurar en Prie-to lo que no eran capaces de comprender los unos y de imitar los otros. Andrés Prieto no por esto se mortif icó: exactamente lo mis-mo habíale pasado al gran Máiquez á su presentación en Madrid, cu-yo vulgo, también de recalcitrante ignorancia, encontró imperfecto todo lo que no fuese enfático y r idiculamente cadencioso; " no ac-cionar, no gesticular como un demen te—dice un i lustre crítico es-pañol, — era ser f r ío ; no declamar con énfasis, y casi cantando, era ser insulso: porque se rebeló contra estos defectos, mereció Mái-quez de sus contemporáneos los dictados de galán de invierno, agua de nieve, voz de cántaro y otros no menos necios y despreciables. " Máiquez no sacrificó sus ideales al mal gusto del público, y con ad-mirable constancia le hizo frente hasta conseguir que su escuela prevaleciese, pues solía decir " q u e la constancia y el t iempo todo lo vencen, y que los obstáculos puestos á una innovación en sus prin-cipios no impiden que sea por fin admitida con aplauso, si tiene por apoyo la razón, " y el t iempo acreditó esta verdad. Máiquez, á su re-greso de París, alcanzó tantos tr iunfos cuantas representaciones dió en el teatro de los Caños del Peral .

Lo mismo sucedió en México á Aqdrés Prieto, pero hasta que lo-gró tr iunfar é imponerse con su talento, no le faltaron penas . Para ignominia propia, varios escritores, cuyos nombres no merecen ser sacados del olvido, atacaron y censuraron al distinguido artista; pueden verse en el periódico El Sol, varios de los artículos esos.

So pretexto de que la Empresa había fijado los precios de abono á

lune tas en quince pesos y los de palco en sesenta y cinco por mes, de veinticuatro funciones, precios más altos que los usuales, un ar-ticulista que firmaba A. B. C., salió en el periódico citado t ronando contra empresarios y artistas. ' ' E l presupuesto que se nos ha dado para justificar el alza, dice el escritor, es parecido á las cuentas que llaman del Gran Capitán ; yo he hecho las cuentas, y repart iendo la suma de los sueldos entre los individuos de la lista de la compañía, con inclusión de Prieto y la Santa Marta, resultan sobrantes para los Sres. Sabatini, Valladares y los dos tenores que aun no l legan, vein-t inueve mil pesos, cantidad muy excesiva, y ahora salen los asentis-tas con que en aquel estado no están inclusos los trece mil pesos que gozan Prieto y la Santa Marta : véase si se ha procurado ó no abu-sar de la credulidad de' los espectadores y engañar al público.

" Pasando á hablar de las mejoras tan decantadas por los asentis-tas en las compañías, me parece que para desmentirlas no es nece-sario más que decir que en la compañía de baile falta la segunda bai-larina, cuyo hueco no llenan Isabel Rendón, Ana Pardo y Desideria Castañeda, que en la lista aparecen en su lugar : la primera fué bue-na para los sonecitos del país, y en el día ni aun para eso ; las dos si-guientes no pasan de figurantas, aunque en el tal manifiesto las de-nominen bailarinas. Si el público podrá ó no negar el completo y bril lante estado de la Compañía dramática, que lo digan los especta-dores que han asistido á las funciones dadas hasta el día, y que no hay una de que hayan salido contentos y sí muy mortificados y aun reventados por haber tenido que sufr ir la dirección de Estremerà, los gritos descompasados y contorsiones de Amador, la voz chirriosa, llorona y amujerada de Herrera y al demasiado ridículo de Fernán-dez. E s cierto que esta Compañía t iene mucha más gente que el año pasado; pero, como se dijo en El Iris, t iene muchos zoquetes, y la me-jora que debe darle Prieto (que hasta ahora no nos consta), será úni-camente para los días en que él trabaje, y aun en esos, ¿quién le ayu-dará? ¿podrá sólo un buen actor desempeñar una función para que sal-ga completa, aunque sea un Taima ó un Máiquez? Si Prieto es t an bueno como se dice, ¿qué distancia habrá tan grande de él á cualquie-ra de los que deben hacer el segundo papel? Dicen los asentistas que recargar hoy la Compañía con la plaza del Sr. Diego María Garay, sería multiplicar sin necesidad los quebrantos de la Empresa; es ne-cesario perdonarlos, porque no saben lo que se dicen; pero sí es a tre-vimiento, sólo disimulable por la ignorancia, que digan que no hay necesidad de este actor á un público que ha visto las ocho funciones que llevan dadas, de las que ni una sola siquiera ha sido regularmen-te desempeñada ."

El descaro del articulista no llegó al atrevimiento de atacar á Prie-to en la interpretación de Los Templarios, en que dicen estaba ad-

mirable, y aguardó que llegase otra función para decir lo que sigue: "Anteanoche , por primera vez en esta temporada, asistí al Tea t ro Principal, estimulado de lo mucho que había oído decir acerca de la habilidad del ant iguo actor Prieto. Se representó la comedia El sor-do en la posada, y, á la verdad, diré á ustedes f rancamente que la fa-ma que había corrido preconizando la habilidad de este actor, no co-rrespondió con lo que ejecutó; yo esperaba ver una habilidad extraordi-naria y nunca vista; pero, sea que el papel que representaba no prestase materia para lucir, ó sea que el Sr. Prieto trabajó mal, el resultado es que no agradó á una porción de gentes que estaban á mi inmediación; yo esperaba de un actor t an afamado que hiciese guar-dar en la escena decoro y compostura; pero, cuál fué mi sorpresa al ver lo contrario, y únicamente aconsejo al Sr . Prieto, si quiere con-servar su buen nombre, no olvide que el teatro es la escuela de las buenas costumbres, y que debe guardarse el respeto, la buena moral y el decoro á un público tan respetable "

Por supuesto que en esas apasionadas censuras, además de las in-tr igas de Garay, entraban en grado máximo el odio y la mala volun-tad que en grado creciente iba desarrollándose contra los españoles. E n la sesión de la Cámara de Diputados, de 15 de Abril , el famoso Cañedo—y copio aquí el acta respec t iva—"expuso que en todas las naciones civilizadas se prohibe la entrada á los enemigos; que conti-nuamente , á pre texto de emigración, están en t rando muchos espa-ñoles, y éstos han conspirado en Guatemala, lo que se debe evitar, prohibiéndoles la entrada mientras dure la guerra . Que, además, han vuelto con unas intenciones perversas muchos de los que se fueron, desembarcando por varios puntos y bajo otros nombres, y siendo sa-bido que la España se vale de estos individuos para sus ideas, no de-ben permitirse aquí . Que también es público y notorio que hay un rezago de expedicionarios y que éstos no pierden tiempo. Y, últ ima-mente, que ya no es tiempo de andar con negligencia en esa materia, debiéndose asegurar la tranquil idad públ ica ."

E l influjo de esas predisposiciones de nacionalidad en ciertos ata-ques al actor español, se reveló más claro con motivo de una repre-sentación de la t ragedia Pelayo. Un articulista de El Sol, refiriéndo-se á los actores que no teniendo la tacha de españolismo tomaron papel en la obra, decía: " Ea tragedia me parece buena, aunque mal ejecutada por Estremerà, pues no sabía su papel, y á la verdad, más valía que estudiara lo que va á representar que no estarse metiendo á director de piezas teatrales que el público detesta. E l Sr. Mel-quíades lo hizo como regularmente acostumbra, y es, no sabien-do su papel. Eos demás así, así. Ea Sra . Cecilia lo hizo bastante bien, pues se conoce había estudiado: le suplico, y al Sr. Herrera lo propio, dejen de usar ambos el tono que se han tomado, de plañir

en todos los papeles; la Munguía no lo hizo tan mal como esperá-bamos . "

E l crítico pasaba después á vapular á Prieto so pretexto de haber éste osado decir, en recomendación de la tragedia, que los actos gene-rosos del héroe español al liberar á su patr ia ó iniciar su reconquis-ta, tenían analogía con los de los héroes insurgentes mexicanos. E l ta l articulista dióse por ofendido y mostró su estúpida instrucción y n inguna caballerosidad en la siguiente diatriba: " Ea tragedia, Sr . Pr ie to , por más que usted nos dijo ser análoga á nuestros héroes, no me lo parece: si se compara con la historia, poco ó nada t iene de se-mejanza: en ésta sabemos que Pelayo, ese que nos presenta por hé-roe y le quiere dar analogía con los nuestros, desapareció de la ba-talla de Jerez; luego en Gijón fué grande amigo del moro, y según se deduce, su confidente en sus amores con su hermana. Ese grande amor patrio que demuestra Pelayo, no lo despertó el deseo de la li-bertad, y sí solamente el odio y la ansia de vengarse de un golpe que le dió el moro, j ugando á las damas, con el tablero. Ya ve usted que no t iene esto semejanza con nuestros héroes, porque éstos no han li-bertado su patria por medios débiles ni por venganzas particulares, s ino por amor á la l ibertad y por deseos de verla libre é independien-te de la esclavitud en que la tenían esos godos que usted nos presen-t a llenos de honor y de virtudes. Ea representación de. esta pieza y otras de su jaez, no me parecen políticas en las circunstancias pre-sentes por infinitas razones que usted conoce y yo y todos conoce-m o s . " Difícil parece que puedan superarse semejantes groserías y falta de educación para con el huésped extranjero .

Elevó nuevos materiales á esas rencorosas críticas el poeta cubano D. José María Heredia , que había llegado á México huyendo de los disgustos y peligros que en la Isla habíase buscado. Queriendo seña-larse en t re los malquerientes de los españoles, contra los que en esos días circulaba un insul tante papel, t i tulado Odio eterno á los gachupi-nes que intentan nuestra esclavitud. obra del profesor de primeras le-t ras C. Ignacio Paz, hizo Heredia una apasionada crítica de a lgunos defectos de Prieto y censuró acremente la traducción de la comedia El marido cortejante, obra del actor. Has ta allí, Andrés Prieto había sufr ido en silencio las críticas y las diatribas, porque ellas part ían de escritores mexicanos y porque no estimó prudente empeorar la situa-ción que preparándose venía á sus compatriotas. No le pareció deber hacer lo mismo con Heredia , quien, por más que renegase del país d e su cuna, nacido había en terri torio español, y el actor contestó duramen te á la crítica, volviendo injur ia por in jur ia .

Los periodistas mexicanos simpatizaban con Heredia é hicieron su-ya la cuestión y diéronse vuelo en contra de Prieto, sin respetar la varonil dignidad de su víctima, que así dábales muestra de poseer

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no sólo un gran talento como artista, sino un enérgico valor civil co-mo caballero.

" E n resumidas cuentas, dijo el articulista de El Sol, procurando envenenar la polémica al tomar contra México lo que sólo se refería á Heredia, nosotros los mexicanos fu imos unos majaderos porque no aplaudimos los afectos bien expresados en la t ragedia del Pelayo, que arrancaron aplausos á los españoles y franceses, porque no nos puede ser placentero el patriotismo de los Godos, porque fué siempre servil y siempre el rey era antes que la patria, con quien confundían á esos mise-rables enemigos de la especie humana; y finalmente, si allí no encontra-ban defectos, aquí, hablando conforme á nuestro paladar, podemos encontrarlos; y aquel que sufra la crítica debe procurar corregirse ó defenderse con la moderación debida, con razones y no con sarcasmos, porque ofender de un modo tan grosero á un escritor de tan buenas cualidades como Heredia, es atacar el decoro de un público que apre-cia demasiado sus vir tudes y su ta lento .—Finalmente , Prieto es un actor sobresaliente, pero es hombre y puede y debe incurrir en algu-nos defectos, y que éstos se anoten y se le corr i jan por Heredia ó por otro de los que pagamos nuestro dinero, es una cosa na tura l y una excesiva soberbia no sufrirlo. Las autoridades, inclusas las supremas, sufren la crítica de un cualquiera ciudadano, y la aguantan , porque para esto es la l ibertad de imprenta, y el Sr. Prieto ¿no ha de tener calma para sufr ir una ligera reconvención, después de tan to mundo y de haber vivido tan to t iempo en países libres? Yo no dudo, por con-siguiente, que en adelante se eviten personalidades odiosas, que He-redia seguirá con su crítica teatral del mismo modo que siempre, evi-tando la más leve sospecha de la parcialidad de que con razón ó sin ella lo acusa Prieto, y que éste cont inuará desempeñando sus pape-les con la maestría que acostumbra, oyendo con ánimo sereno las críticas. ' '

A pesar de toda esa enemistad que en par te se moderó al ser con-tratados en fines de Abril Diego María Garay y Manuela García Gatn-borino, el ta lento y la buena escuela de Andrés Prieto lograron im-ponerse y ser admirados, como lo demuestra el hecho de que aun el mismo apasionado censor, cuyo art ículo en El Sol acabo de copiar en parte, le l lama actor sobresaliente y le recomienda continúe desem-peñando sus papeles con la maestría que acostumbra. Esos ataques fue-ron, pues, hijos más de la pasión política, que de la escasez de crite-rio del censor.

Largo sería dar siquiera breve noticia de las buenas y numerosas funciones puestas en ese año en el Tea t ro Principal, ya tomando parte en ellas Andrés Prieto, ya s implemente bajo su magistral dirección. El tutor celoso, El Viejo y la Niña, El sordo en la posada, Pelayo, Tar-tufo ó el hipócrita, La niña en casa, Oscar, La escuela de los maridos,

El Café, El prisionero de guerra, Indulgencia para todos, El marido cortejante, El desdén con el desdén, Los Templarios, El vergonzoso en Palacio, Don Dieguito, Eduardo en Escocia, El Abate L'Epée, El es-condido y la Tapada, La Mojigata, El sutil tramposo, Graco, El Alcal-de de Zalamea y otras muchas obras del teatro ant iguo, del contem-poráneo, del español y del francés, fueron el repertorio de esa Com-pañía, muy jus tamente favorecida por el público. Otelo ó el Moro de Venecia, f ué siempre un t r iunfo en cada repetición.

E n 1? de Agosto púsose en escena la tragedia en cinco actos, Selim, obra del autor mexicano D. Luis Anteparán , que la dedicó á D. Ig-nacio Esteva, entonces Ministro de Hacienda. Según los papeles de la época, la t ragedia era perfectamente mala. E l 14 de Octubre se pre-sentó con El si de las niñas y en el papel de Doña Paquita, la actriz mexicana Guadalupe Munguía , de quien el revistero dijo: " n o cabe expresión más fiel de inocencia, sencillez, candor y sensibilidad, que la demostrada por Guadalupe; ojalá adelante en la carrera que empieza con tan buenas esperanzas, bajo la dirección de su maestro Andrés Prieto, quien estuvo verdaderamente magnífico en su pape l . "

E l dist inguido actor español vino por fin á reconciliarse con el poeta D. José María Heredia, quien le pagó con imparciales y continuados elogios las injustas y apasionadas críticas á que nos hemos referido. E l artista español agradeció el cambio de proceder de Heredia, po-niendo en escena el 8 de Enero del s iguiente año de 1827 la comedia El Tiberio, o r i g i n a l del escritor cubano. Parece que la obra agradó y que Prieto hizo una insigne creación de su papel, arrebatando al audi-torio y enloqueciendo de grat i tud á Heredia .

La sección coreográfica obtuvo á su vez numerosos éxitos con los bailes Los hermanos enemigos, La niña mal guardada ó el novio despe-dido, Zéjiro y Flora, El fanático por el baile, Los celos del Serrallo, Las bodas de Camocho, Ni amor se libra de amor, La heroína americana y otros. Los directores del cuerpo coreográfico eran Andrés Paut re t y su esposa, que establecieron una academia en la que admitían cuantos jóvenes y niños les fueron presentados. En t r e éstos estuvo Soledad Cordero, llamada más tarde á ser insigne actriz mexicana: nacida en 1816 entró en la academia de Paut re t en 1825, es decir, á los nueve años de edad, y lució mucho en el citado baile Zéjiro y Flora, estre-nado el 5 de Mayo de 1826, según leo en un artículo de El Sol. Tam-bién tomó parte en el baile Ni amor se libra de amor, composición de Pautre t y muy elogiado á su estreno, verificado el 9 de Agosto, por su bonita combinación y buena música; la Paut re t estuvo muy bien en la par te de Psiquis, la Gamborino en Venus, Agui la en Mercurio, y la Cordero, Martínez, Rodríguez, Reinaldi, la Munguía y Juan Medina en los pasos para los que fueron designados. Entonces , como en los tiempos siguientes, los artistas t an pronto representaban como baila-

ban, como tomaban par te en las óperas, con sólo que tuvieran media-na voz. Acabamos de ver que la Gamborino bailó en Zéfiroy Flora, lo que no impidió que desempeñase el papel de la protagonista en la comedia Fray Lucas ó el Monjío deshecho, dada á su beneficio el 15 de Agosto. Dijimos también que los papeles públicos se la habían re-comendado á Prieto, como una primera actriz, que, con el primer actor Garay, le era indispensable.

A propósito de los progresos de la sección coreográfica y en elogio de su maestro Andrés Pautret , El Sol de 6 de Mayo publicó un remi-tido en que se decía: "Con singular deleite hemos visto ejecutar ano-che el baile de Zéfiro y Flora. Es t a graciosa invención no desmiente el genio fecundo y la maestría de su compositor el Sr. Pautre t . Los episodios en que abunda están llenos de expresión y de gracia: la mú-sica es encantadora, los bailables bien colocados y vistosos, con par-ticularidad el cuarteto. Su desempeño en lo general ha sido el mejor, y por él se ve la asiduidad y esmero con que el director hace sus en-sayos. No contento con cumplir dignamente con los deberes de un buen director, ha tomado el noble empeño de dejar una grata y eterna memoria á los mexicanos, para cuando haya de salir de entre nosotros, como lo prueban sus desvelos en la enseñanza gratui ta de los niños que tiene á su cargo: el joven Melquíades dentro de poco t iempo será un buen bailarín, lo mismo que la niña que lo acompañó en e lpadedú. Debemos estar muy agradecidos al Sr. Paut re t , y recompensaren parte sus afanes y trabajos, t r ibutando continuos aplausos á su conocido mé-rito. Su esposa y Aguila, también son dignos de nuestro aprecio, por la par te que toman en las tareas de Pautret , y por su delicada ejecu-ción. E n la Cordero y Rodríguez notamos cada día adelantos que son debidos á la eficacia del director. Sentimos que en a lgunos bailes no s® presente el Sr. Pautret , y deseamos nos vuelva á hacer el de Elfa-nático, en el que desempeña con la mayor perfección el p ro tagonis ta . "

Por lo que al cuadro de ópera toca, dícese que fué grato á aquel pú-blico, por entonces poco exigente. La Santa Marta ó sea Ri ta Gon-zález de Santa Marta, cantó con buen éxi to Tancredo, La Italiana en Argel, El tío y la tía, La travesura, El Marinerito, La peña negra, El Secreto, El Barbero de Sevilla, La Isabela, La novia impaciente, Adolfo

y Clara y La Urraca ladrona, en que lució mucho Andrés Castillo, y desempeñó la Santa Marta el papel de Pipo. Es t a cantante fué tam-bién una excelente profesora que abrió u n a muy buena academia en su casa habitación, en la calle de Betlemitas, n ú m . 1, y dió lecciones particulares á las señoritas de las más dist inguidas familias de la Capital.

Pongo fin á las citas relativas á ese año, copiando el siguiente ar-ticulejo del tantas veces nombrado Sol: "Anoche 13 de Noviembre se representó el interesante drama nuevo, t i tulado: La Víctima del Claus-tro, y el público quedó gustosísimo por lo bien desempeñado que estuvo,

principalmente por el Sr. Prieto en el carácter de un sabio, p rudente y sensible ministro del altar; la Sra . Munguía en el de la joven Ma-tilde encantó á los espectadores por la energía, nobleza y propiedad con que manifestó los sentimientos de una víctima despechada y en-t regada al dolor, al mismo tiempo que respetuosa y afable con su t i rano padre. Esta amable actriz se hace cada día más apreciable por su apli-cación, al paso que da con sus gracias un nuevo esplendor al teatro mexicano. E l Sr. Salgado no dejó que apetecer en el papel del joven Don Carlos."

CAPITULO IV

1 8 2 7 .

Tremendo fué aquel año de 1827. No discutiré si tuvo ó no razón D. Carlos María Bustamante para asentar que los disgustos de esos días provinieron de que D. Guadalupe Victoria no conocía la na tu-raleza del sistema según el cual estaba obligado á gobernar, n i la aplicación de las leyes complementarias, n i menos aún las garantías que ofrece; pero sí ha ré observar, apoyándome en Bustamante, en Zavala y en otros historiadores, que el Gobierno de Victoria no fué ni tan fausto, n i tan próspero, ni t an benéfico á su patria como la vulgaridad ha querido presentarlo.

E n una oda, y no en verdad de las peores, que obtuvo mucha bo-ga, increpábale así el anónimo poeta:

" Podrás, fiero t irano, llegar á domeñar la patr ia mía; podrás, ardiendo en ambición, insano, alzado en medio de la tu rba impía mil sacrificios exigir . Acaso los suspiros del pobre desvalido, el llanto de la viuda, y los sollozos del que fuera en tu nombre perseguido, de placer l lenarán tu pecho duro.

' ' Desde el recinto lóbrego y oscuro do celebras del vicio los misterios, do oprimes la verdad, do se levanta el crimen colosal que ya presenta el agudo puñal á la ga rgan ta

ban, como tomaban par te en las óperas, con sólo que tuvieran media-na voz. Acabamos de ver que la Gamborino bailó en Zéfiroy Flora, lo que no impidió que desempeñase el papel de la protagonista en la comedia Fray Lucas ó el Monjío deshecho, dada á su beneficio el 15 de Agosto. Dijimos también que los papeles públicos se la habían re-comendado á Prieto, como una primera actriz, que, con el primer actor Garay, le era indispensable.

A propósito de los progresos de la sección coreográfica y en elogio de su maestro Andrés Pautret , El Sol de 6 de Mayo publicó un remi-tido en que se decía: "Con singular deleite hemos visto ejecutar ano-che el baile de Zéfiro y Flora. Es t a graciosa invención no desmiente el genio fecundo y la maestría de su compositor el Sr. Pautre t . Los episodios en que abunda están llenos de expresión y de gracia: la mú-sica es encantadora, los bailables bien colocados y vistosos, con par-ticularidad el cuarteto. Su desempeño en lo general ha sido el mejor, y por él se ve la asiduidad y esmero con que el director hace sus en-sayos. No contento con cumplir dignamente con los deberes de un buen director, ha tomado el noble empeño de dejar una grata y eterna memoria á los mexicanos, para cuando haya de salir de entre nosotros, como lo prueban sus desvelos en la enseñanza gratui ta de los niños que tiene á su cargo: el joven Melquíades dentro de poco t iempo será un buen bailarín, lo mismo que la niña que lo acompañó en e lpadedú. Debemos estar muy agradecidos al Sr. Paut re t , y recompensaren parte sus afanes y trabajos, t r ibutando continuos aplausos á su conocido mé-rito. Su esposa y Aguila, también son dignos de nuestro aprecio, por la par te que toman en las tareas de Pautret , y por su delicada ejecu-ción. E n la Cordero y Rodríguez notamos cada día adelantos que son debidos á la eficacia del director. Sentimos que en a lgunos bailes no s® presente el Sr. Pautret , y deseamos nos vuelva á hacer el de Elfa-nático, en el que desempeña con la mayor perfección el p ro tagonis ta . "

Por lo que al cuadro de ópera toca, dícese que fué grato á aquel pú-blico, por entonces poco exigente. La Santa Marta ó sea Ri ta Gon-zález de Santa Marta, cantó con buen éxi to Tancredo, La Italiana en Argel, El tío y la tía, La travesura, El Marinerito, La peña negra, El Secreto, El Barbero de Sevilla, La Isabela, La novia impaciente, Adolfo

y Clara y La Urraca ladrona, en que lució mucho Andrés Castillo, y desempeñó la Santa Marta el papel de Pipo. Es t a cantante fué tam-bién una excelente profesora que abrió u n a muy buena academia en su casa habitación, en la calle de Betlemitas, n ú m . 1, y dió lecciones particulares á las señoritas de las más dist inguidas familias d e la Capital.

Pongo fin á las citas relativas á ese año, copiando el siguiente ar-ticulejo del tantas veces nombrado Sol: "Anoche 13 de Noviembre se representó el interesante drama nuevo, t i tulado: La Víctima del Claus-tro, y el público quedó gustosísimo por lo bien desempeñado que estuvo,

principalmente por el Sr. Prieto en el carácter de un sabio, p rudente y sensible ministro del altar; la Sra . Munguía en el de la joven Ma-tilde encantó á los espectadores por la energía, nobleza y propiedad con que manifestó los sentimientos de una víctima despechada y en-t regada al dolor, al mismo tiempo que respetuosa y afable con su t i rano padre. Esta amable actriz se hace cada día más apreciable por su apli-cación, al paso que da con sus gracias un nuevo esplendor al teatro mexicano. E l Sr. Salgado no dejó que apetecer en el papel del joven Don Carlos."

CAPITULO IV

1 8 2 7 .

Tremendo fué aquel año de 1827. No discutiré si tuvo ó no razón D. Carlos María Bustamante para asentar que los disgustos de esos días provinieron de que D. Guadalupe Victoria no conocía la na tu-raleza del sistema según el cual estaba obligado á gobernar, n i la aplicación de las leyes complementarias, n i menos aún las garantías que ofrece; pero sí ha ré observar, apoyándome en Bustamante, en Zavala y en otros historiadores, que el Gobierno de Victoria no fué ni tan fausto, n i tan próspero, ni t an benéfico á su patria como la vulgaridad ha querido presentarlo.

E n una oda, y no en verdad de las peores, que obtuvo mucha bo-ga, increpábale así el anónimo poeta:

" Podrás, fiero t irano, llegar á domeñar la patr ia mía; podrás, ardiendo en ambición, insano, alzado en medio de la tu rba impía mil sacrificios exigir . Acaso los suspiros del pobre desvalido, el llanto de la viuda, y los sollozos del que fuera en tu nombre perseguido, de placer l lenarán tu pecho duro.

' ' Desde el recinto lóbrego y oscuro do celebras del vicio los misterios, do oprimes la verdad, do se levanta el crimen colosal que ya presenta el agudo puñal á la ga rgan ta

del que á sus solas tu maldad lamenta, dispones de la suerte y la fortuna, los brazos de los libres encadenas, y apagando la luz de sus ingenios á dura servidumbre los condenas.

" S e aproxima tu tiempo. Ven y espera; el premio de t u afán que aqueste sea; las provincias al hambre reducidas, las ciudades y villas derrocadas, y á tus miradas tristes y encendidas las t r ibus de tus siervos prosternadas.

" P e r o no esperes, no, fiero t irano, de todos merecer adoraciones, que aun respiran los Brutos y los Casios y renacen los Decios y Catones.

" ¡Ciudadanos! ¡valor! E l monstruo indigno educado en la escuela del ibero, violar in tenta nuestro augus to fuero. E l derrama tesoros, él prodiga á la traición funesta sus desvelos, él insul ta sacrilego á los cielos, desgarra el seno de la paz amiga, concita la venganza y las injur ias , á nuest ra vida insidia temerario y enciende las antorchas de las Fur ias

" E l veneno, el puñal , las asechanzas, los odios y los celos, son los f ru tos de su vil ambición; el caro hermano al hermano aborrece: el asesino exige el precio de su infando oficio.

1 ' ¿Y dormidos yacéis en ocio blando? ¡Oh! ¡padres de la Patria! E l edificio que los héroes del mundo levantaron al a lma libertad y á las virtudes, ¿abrigará en su seno á un reptil débil de ignorancia lleno?

" Ea gloria mexicana, los trofeos con tanta sangre y vidas adquiridos, nuestras leyes eternas é inmutables ¿habránse de perder en sólo un día sucediendo la negra tiranía?

" ¡Oh! ¡padres de la Patria! en vuestras manos la espada vengadora resplandece y el rayo, destructor de los t iranos.

" Salvad la Eibertad, y vuestros nombres en tablas de diamantes esculpidos, recordarán constantes á los hombres vuestros hechos, por siempre esclarecidos."

Claras están en la anterior composición las alusiones á la masone-ría de esos tiempos, tan funesta para México. " E l establecimiento de las sociedades yorquinas—dice D. Lorenzo de Zavala—fué un lla-mamiento al pueblo para organizarse contra las clases privilegiadas. Las dos asociaciones de yorquinos y escoceses parecían dos ejércitos lanzados el uno contra el otro en toda la extensión de la República. Un entusiasmo general ' se había apoderado de muchos hombres que veían en el establecimiento de los yorquinos su felicidad; los preten-dientes de empleos un fácil acceso á los que los distr ibuían; los libe-rales u n a columna fuer te de la libertad y de las instituciones; los grandes empleados un sostén, un apoyo en la fuerza de la opinión; los ricos y grandes propietarios un asilo en las turbulencias políticas. E n ese año, 1825, nació esa funesta clasificación de yorquinos y es-coceses, bajo cuyos nombres han combatido en la República duran te cinco años las ambiciones disfrazadas de sus directores. La inmensa mayoría de la nación no tomaba par te en esas agitaciones en que los hombres que predicaban más patriotismo eran los que menos servi-cios hacían á sus conciudadanos. Empleados y aspirantes á destinos públicos poblaban las logias yorquinas y escocesas; los generales que ambicionaban mandos ó ascensos á grados superiores ó quizás la pre-sidencia de la República; Senadores, Diputados que procuraban ser Ministros ó reelectos en sus destiuos; Ministros que esperaban con-servarse en sus puestos por ese arbitrio: hé aquí los elementos de las asociaciones de que trato. Para encubrir estas miras se hacían mu-tuas recriminaciones y se acusaban ante el público los unos á los

otros " E n Setiembre de 1826, varios senadores que no podían ser tachados de poco liberales, pidieron se procurase la extinción de las logias, por lo que pudieran influir en la pérdida de la l ibertad y en el desprecio de las instituciones; pero el gobierno encontró modo de burlar á los proponentes, quienes no se atrevieron por entonces á in-sistir, mereciendo la burla de un periodista, que los puso en ridículo en un papel que, al uso de la época, tituló: " Tronó en el Senado un cohete y salió un domingo siete."

Según el atrabiliario pero valiente periodista ó folletista de esa épo-ca D. Francisco Ibar , el modo con que el gobierno bur ló el clamor de quienes pedían la supresión de las logias, fué el autorizarlas para que tomasen la apariencia de casas de juego, pre textando que el tesoro pú-blico estaba necesitado de recursos, y podía sacarlos de la reglamen-tación de un vicio que no era fácil ext irpar , y convenía hacer menos

peligroso y ruinoso reglamentándolo y obligándolo á no ocultarse y esconderse: " Qué vergüenza!—exclama I b a r , — q u é vergüenza pa-ra la República el que se vean grandes rotulones, en los que se leen con indignación estos lemas de la corrupción: Juego de monte con su-perior permiso / " Así pues, "e l antemural con que se parapetan esos facciosos, es ese vuelo dado á los juegos, autorizándolos con su consentimiento, con tal que paguen. De aquí es, que al sorprender una reunión de masones inmorales sacan sus barajas, y con desca-ro exponen que es una reunión de amigos que se están divirtiendo. Ta l es el descargo con que inutilizan la prueba autént ica de cogerlos reunidos, y con el que t rabajan en la ruina de la patria, á la sombra del mismo gobierno. Y después de esto ¿aun permit irán nuestros ac-tuales jefes que se prolongue esa licencia de j u g a r públicamente, con daño de la tranquil idad pública y con el escándalo universal? Dero-gúese al ins tante esa ley inicua; recójanse esas patentes vergonzosas, y entonces se podrá agarrar á los facciosos: qui tando el pretexto, ellos se guardarán de formar reuniones, y si las formaren y se les sorpren-diere, cuélgueseles al momento de los balcones de la casa misma en que se pillen: de lo contrario, ellos se burlarán con insolencia de las providencias más enérgicas . . . . Las reuniones esas se forman en la mitad del día y en los parajes más públicos de la ciudad; se forman en San Jacinto en la posesión que ha adquir ido Is idro Rafael Gon-dra: en la calle de Cadena, en la casa de Rejón; en la casa de Mone-da, en la habitación de Rionda, en el Colegio de San Ildefonso, en los entresuelos llamados de la Pinacata, esquina de la calle Real; en el cuartel de cívicos, á la sombra de la guardia, de la calle del Hos-picio: en la calle de Ortega, en la casa de Arce, quien al ser descu-bierto tuvo el descaro de decir con insolencia ¿ya no se pueden reu-, nir los amigos?; pero si era una reunión de amigos ¿por qué se despa-chan fuera de la casa á los criados, mientras q u e la forman? ¿por qué dicen que era un almuerzo, cuando no había que almorzar?"

A poner en peor estado las cosas vino el periódico diario El Correo de la Federación, del cual D. Lorenzo de Zavala, que fué uno de sus editores, dice lo que sigue: " E s t a b a escrito en el sentido del par t ido yorquino, y de consiguiente contaminado de las aficiones de secta: en estos diarios se depositaban los odios, los rencores, las pasiones de los partidos, y, lo que es peor, de las personas sin atención á lo que se debe á la verdad, á la decencia pública y á la conciencia. A falta de datos se fingían hechos, se f raguaban c a l u m n i a s . . . . Así es que los periódicos redactados por semejantes gentes, corrompen el gusto del pueblo, hacen odiosa, ó al menos desagradable, la l ibertad de imprenta, extravían el gusto del público y alimentan los odios de par t ido . ' '

Principió el año de 1827 con la instalación del segundo Congreso

General,verificada el día primero de Enero: " M á s de la mitad de sus miembros—dice Zavala—lo eran también de la sociedad de yorqui-nos y muy pocos solamente de las logias escocesas; en los Es tados las Legislaturas estaban también compuestas de yorquiuos. En t ramos pues, en un período en que las facciones, abandonando los t rámites constitucionales, se lanzaron á la arena para disputarse la presa en el campo de batalla, buscando en las bayonetas el apoyo que no en-contraban en la justicia de la causa y oponiendo la fuerza bruta l al imperio augus to de las l eyes . " E n el úl t imo tercio del s iguiente año habrían de verificarse las elécciones de sucesor de Victoria, y antes de que ellas llegasen, importaba á los yorquiuos haber nulificado á los escoceses, que con grande actividad venían reorganizándose, y á su vez á los escoceses importaba haber debilitado á los yorquinos para que 110 hiciesen j u g a r en las elecciones la influencia gubernat iva de que disfrutaban.

Uno y otro part ido son igualmente criminales ante la historia, pues como con exact i tud dice el autor citado, los escoceses se dirigían á la t iranía militar y los yorquinos al despotismo de las masas, t an to más insufrible cuanto mayor es la ignorancia que las domina. La astucia y los mayores elementos estaban de par te de los escoceses, como que en ellos vinculaban todos los intereses que produjeron con el Plan de Igua la la independencia; pero ese mismo hecho arrojaba sobre ellos la tacha de borbonistas por sus alianzas con los españoles que aun que-daban en el país, intereses que se suponían contrarios á la indepen-dencia no reconocida por España , que era sabido t rabaj aba con la Santa Alianza para la reconquista de sus ant iguas colonias. Los yorquinos, que iban á su fin sin pararse á discutir los medios, encontraron en esta úl t ima circunstancia el a rma decisiva de su triunfo, y lanzando la acu-sación de traidores á los escoceses, revivieron los no ext inguidos odios insurgentes y provocaron á las masas ignorantes y burdas al combate, alentándolas con la promesa del despojo de gachupines, disfrazado de patriotismo y de exigencia de salud pública.

A cada instante, á cualquier movimiento de un buque español que entraba ó salía de la Habana , se anunciaba como próxima é inminente la invasión de las costas de México, y el Gobierno, necesitado de re-cursos, explotaba estos rumores, ya para obtener facultades discrecio-nales con que anonadar á sus enemigos, haciéndolos sospechosos de traición, ya para hacerse de dinero y obtener, como obtuvo del Senado, la facultad de disponer de dos millones de pesos para fortificar la costa de Veracruz.

Has t a allí n ingún fundamento evidente habían reconocido estas alarmas; pero á part ir del 19 de Enero de 1827, las supuestas traiciones borbonistas presentáronse como innegables, con motivo de una cons-piración iniciada por un fraile de pésimos antecedentes, l lamado Joa-

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quín de Arenas, tan imbécil ó loco, que lo mejor que se le ocurrió para a tentar contra la independencia de México, fué el proponérselo á las mismas autoridades mexicanas interesadas en impedirlo. E l partido escocés, de quien se supuso ser hechura ó agente el tal Padre Arenas, p re tex tó contra ello, proclamando que la ponderada conspiración era una farsa de los yorquinos, sin base ni fundamento de n inguna especie; pero sus negat ivas se achacaron á cobarde empeño de negar su com-plicidad en un plan abortado, y los yorquinos lograron su propósito de presentar como traidores á los escoceses y como un peligro para la in-dependencia á los españoles, identificando con éstos á aquellos ante el odio de las masas, que eran su fuerza principal.

Entonces y después se dijo, y tuvo Ibar el valor de imprimirlo en su periódico La Regeneración, que todo fué obra ' 'de desvergonzadas intr igas puestas e n j u e g o para apoderarse de los empleos, quitándolos á los que los tenían. E n el centro de las tinieblas, en la gran logia de York, que había susti tuido á la del Aguila Negra, gracias á la maldad del inicuo Poinsett , se t ramó la conspiración más sangrienta y tam-bién la más falsa que los siglos han visto, para perder á aquellos que podían hacer sombra á los planes de los aspirantes. Para ello se pro-curó exal tar el fanat ismo del fraile Arenas , y pronto se le condujo al matadero para que nada pudiese descubrir . Si se registraran por per-sonas imparciales las tales causas del fraile Arenas y de los demás que fueron al patíbulo,se hallaría que la intr iga y el odio fué la única causa que les proporcionó la muerte . Es ta verdad es inconcusa, y es de notar que cuando todos los mexicanos esperaban ver comprendidos en el aten-tado del fraile Arenas á la mitad de la República, según la exageración de los inventores de la conspiración, vimos que sólo cuatro individuos fueron el blanco de su rencor y rabias. No habiendo surtido el efecto deseado este plan (porque los escoceses negaron la supuesta complici-dad con Arenas ) , se echó mano de otra t rampa más inaudita; la de suponer despachos de Fernando V I I para los hombres más amantes de su país, cuyos despachos se habían de interceptar en los correos, y de esta manera hacerlos criminales, y por consecuencia castigarlos con la pena de muer te como traidores á la patr ia. A pesar de que esta ma-niobra se puso en planta, fué á t iempo denunciada al.público por me-dio de un impreso t i tulado Los malvados se descubren cuando menos se imagina, y sus autores abandonaron la empresa casi al e jecu tar la . "

D. José María Bocanegra que en su calidad de abogado tuvo que hacer las causas formadas al Padre Arenas y demás reos, no logró sin-cerarse de la fea nota de haber intervenido en un asesinato jurídico, según indicó Zavala en su Ensayo Histórico. De la débil defensa que de sus actos y contra lo dicho por Zavala, in tentó Bocanegra, resulta que para dictar las sentencias sólo se procedió por indicios, sin haber obtenido plena prueba de la conspiración, y resulta también que el

Gobierno no se atrevió á hacer pública la causa íntegra, quizás para que no se echasen de ver torpes intrigas, y se limitó á dar de ellas un extracto que formó, de orden superior, Bocanegra. N o faltan quienes den como cosa cierta que todo lo sucedido en el asunto del Padre Are-nas fué efectivamente una intriga yorquina, mala y torpemente t rama-da, para salir de la cual, fué necesario sacrificar al imbécil y desventura-do Arenas y á otros infelices. Y se apoyan para creerlo así en lo confuso de los extractos y documentos publicados, y en la defensa que del prin-cipal reo hizo el teniente del primer batallón permanente D. Manuel Andonegui , no por amor del prójimo ni por su gusto, pues claramente manifestó que le dolía el que siendo mexicano no estuviese en su ar-bitrio eximirse de defender á un español. E l teniente Andonegui no pudo, á pesar de la repugnancia con que aceptó aquel cargo de oficio, cerrar sus ojos á la verdad, y vino á demostrar ' 'que no hay en la causa toda un dato positivo que acredite que el plan era restablecer el go-bierno del tirano de España , y sí sólo presunciones que no salen de la esfera de presunciones: que falta la existencia del cuerpo del delito, porque por mucho que se t raba je no se encontrará el plan que se ase-gura presentó al Comandante General, y sí sólo algunas copias, nin-guna de las cuales tenía el Padre Arenas cuando se le aprehendió y cuando se hizo un cateo formal en su celda, debiéndose tener enten-dido que no se le dió lugar para prepararse á una ocultación. Esas copias y otros papeles, aparecieron preso ya el Padre Arenas y por con-ducto miserable y sospechoso. Su delito, que el defensor no niega, se reduce no á volvernos al dominio de España, pues no hay dato positivo que lo acredite, sino á haber querido reducir al Gral. D. Ignacio Mora para que se adhiriese á un plan, que tampoco corre en la causa, cuyo objeto principal era conservar la religión en los propios términos en que se hallaba en el año de 1808: así, no se t ra tó más que de cosas de aspecto religioso, y no hay mérito para aplicarle la pena de muerte . E n todo ello sólo se ve que Arenas t iene la cabeza trastornada por el fu -ror del fanatismo, y así dió el paso atrevido de dirigirse al Sr. Mora sin llevar amistad con él, sin contar con su opinión, y sólo frenética-mente cegado por demente fanatismo religioso pudo entregarse á sus manos para que procurara su castigo. "

Pero el golpe ya estaba dado; n i se podía ni convenía retroceder, y bueno ó malo se tenía el pre texto para aniquilar á los escoceses y á los españoles, á quienes en ese t iempo se les l lamaba coyotes, y contra los cuales se cantaba una copla que decía:

Nula es nuestra independencia, falsa nuestra libertad, mientras tengan los coyotes el palo, el mando y el pan .

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Preciso era aprovechar las circunstancias y para convencer á los yorquinos de esa precisión, empleáronse todos los medios hasta el de aplicarles una fabulilla que con deleite reprodujeron todos los papeles, y decía así:

' 'Todos los días barría mi criada el aposento, qui tando como de intento cuanto una araña tej ía .

"Maldi ta tela! decía; ¡que no he de poder con ella! Mas yo la dije:—Doncella, ¡cuánto tu celo te engaña! como no mates la araña no acabará tu quere l la ."

Poniendo manos á la obra, el 14 de Mayo se promulgó una ley dic-tada el 10, ordenando la inmediata separación de los españoles de los empleos públicos que venían disfrutando; en 2 de Jun io y en el camino de Chapultepec que conduce á Tacubaya, al pie del puente que aun existe allí, f ué fusilado por la espalda el Padre dieguino F r . Joaquín Arenas. Animados con estos ejemplos de rigor, en Oaxaca y en el Sur numerosos cabecillas volviéronse á alzar en armas, renovando sus exi-gencias de expulsión de españoles, que allí y aquí y en todas partes se vieron injuriados, maltratados y perseguidos con un encono y una crueldad de que es difícil dar idea en un libro como éste, que ni puede ni debe entrar en más pormenores.

Así las cosas, el Coronel D. Luis Castrejón, dueño de una regular for tuna y como pocos entusiasta por los espectáculos teatrales, tuvo la para él pésima ocurrencia de hacerse empresario de nuestros Coli-seos, para traer á ellos la ópera italiana, que en los Estados Unidos venía haciendo las delicias de nuestros vecinos, cantada por los sin-gulares art istas de que era jefe y alma el gran tenor, grande entre los más grandes, y célebre entre los más célebres, D. Manuel García, na-cido en Sevilla en 22 de Enero de 1775, muer to en París el 2 de Jun io de 1832.

Este eminentísimo artista había empezado su carrera musical á los seis años de edad, como niño de coro en la catedral de Sevilla. Las excepcionales condiciones de su voz hicieron que fuese solicitado para algo de mayor lucimiento que el canto eclesiástico, y á los diez y siete años se estrenó con extraordinario éxi to en el teatro de Cádiz. No lo alcanzó menor en Madrid, en el de los Caños del Peral, con la inimi-table Briones y el donosísimo Cristiani, y allí también se reveló com-positor con sus operetas El reloj de madera, No hay guarda para el amor,

Quien porfía mucho, alcanza; El poeta calculista, y otras primicias de su genio original y fecundo.

E l nombre hasta allí adquirido y su noble ambición de gloria, le llevaron á París, en cuyo teatro I tal iano hizo su primera representa-ción el 11 de Febrero de 1808, con la Griselda de Paér , alcanzando un extraordinario t r iunfo. Allí se hizo admirar y querer por la fogo-sidad con que animaba la escena, contrastando con la frialdad y fal-ta de mímica de los cantantes italianos. E n 1 8 n cantó en Tur ín , Nápoles y Roma, entusiasmando á aquellos entendidos públicos: allí recibió lecciones de Anzani , uno de los mejores tenores italianos, quien le enseñó vocalización y le infundió las tradiciones de los gran-des art istas del siglo X V I I I , que García t rasmit ió más tarde á sus discípulos.

E n 1812 hizo cantar en el San Carlos de Nápoles su ópera El Ca-lifa de Bagdad, con gran éxi to, y allí conoció á Rossini que escribió para él la Elisabetta. ' ' E l compositor, exclama un biógrafo del artis-ta español, acaba de encontrar á su más digno intérprete, y nadie ha llegado á personificar á Almaviva con mayores gracias y finezas. E n 1816 volvió al I tal iano de París, haciendo la delicia de sus admi-radores en el Paolino del Matrimonio Secreto, en Cosifan tutte de Mo-zart , y en la Italiana en Argel de Rossini. La Empresar ia , Mad. Ca-talani, sintió celosa envidia del aprecio que García alcanzaba, y el gran artista dejó su compañía y pasó en 1817 á Londres, donde, co-mo en todas partes, obtuvo inmarcesibles lauros.

Su cariño á París le hizo regresar bien pronto á la gran Capital del arte, y en ella, de 1819 á 1824, cont inuó cosechando laureles en Otelo, en Almaviva y en Don Juan, los tres florones de su corona ar-tística, " p u e s que, habla su biógrafo francés, esos personajes ja más han encontrado más potente y sublime intérprete."

La fama de Manuel García, salvando los mares llegó á la Améri-ca; los Estados Unidos del Nor te quisieron á su vez admirar á aquel grandioso talento, y García partió para ese país al frente de una ex-celente Compañía en la que figuraban el tenor Crivelli, Angrisani , el bajo Rosihc, la Barbieri, su misma esposa y sus hijos María y Ma-nuel . Los resultados, así artístico como pacuniario de su estancia en Nueva York, fueron tan buenos que García resolvió fijar allí su re-sidencia: pero los rigores de aquel clima extremoso quebrantaron á tal punto su salud, que mudando de parecer y ya suficientemente ri-co, resolvió regresar á su querido París. Contaba entonces cincuenta y dos años de edad y t reinta y cinco de brillante carrera.

Sobre sus méritos, se expresa así el Diccionario de Larouse: " P u e -de decirse que García no ha tenido rival n i como cantante ni como actor: esta sorprendente reunión de cualidades escénicas, rara vez se ha encontrado en tan superiores proporciones como en el tenor sevi-

llano. Ya era un día el elegante Almaviva, gracioso y correcto, ya otro el admirablemente satánico Don Juan, ya, en fin, el salvaje Ote-lo rugiendo como un león y sacudiendo su negra cabellera en terrible acceso de celos. Qui pourra jamais nous rendre GarcíaP"—exclama el biógrafo.

Las obras de García cantadas y aplaudidas en todos los teatros de Europa , fueron, aparte de las ya citadas, La Florinda, El Califa de Bagdad, El Príncipe de Ocasión, é II Fazzoletto, óperas cómicas; La Donzella di Raab, La Muerte del Tasso, Florestán ó el Consejo de los Diez, y El Abufar. Umversa lmente conocidas eran su Endimión, can-tata á t res voces: sus excelentes misas, sus arias, sus oberturas, sus sinfonías y las innumerables composiciones del género español, que circulaban en todos los conciertos y academias. Pero lo que más con-t r ibuyó á perpetuar su nombre, fué su incomparable Método de canto ó Arte de aprender á cantar, obra enteramente original y única, en que no sólo se hallan filosóficamente combinados todos los principios que puede necesitar el que desee cantar bien, sino que se dan reglas seguras para evitar los defectos que se oponen al fácil manejo de la voz y para adquirir la flexibilidad que requiere el canto más difícil, sea cual fuere la calidad de la voz del que aprende. García da en esos elementos consejos útiles para adquirir la expresión musical, perfec-ción rara que hasta allí había sido considerada más bien como un don de la naturaleza que como una cualidad que el ar te puede trasmit ir . Con tales principios fué como formó á sus eminentes discípulos Nou-rrit, Meric Ealande, Rimbaut , Favelli , Geraldi y, sobre todo, á sus hijos Manuel, María ó la Malibrán, y Paulina ó la Viardot.

" M a n u e l García—añade otro de sus biógrafos—ejecuta con igual facilidad las obras maestras de los más eminentes compositores: la flexibilidad de su ta lento como actor es una de sus prendas más dig-nas de admiración: en Otelo parece inspirado por la musa tenebrosa y sangrienta de Shakespeare; en Almaviva lo está, en efecto, por los recuerdos de su patria y por toda la gracia y soltura de Anda luc í a . "

T a l era el artista, que, después de muchas dilaciones y á costa de mil esfuerzos, hizo D. Euis Castrejón venir á México, que sólo co-nocía medianías muy apreciables, pero medianías al fin.

E l 22 de Enero del año de 1827, año de cuyos espectáculos nos ocupamos, nuestro Andrés del Castillo había cantado por primera vez en México, en castellano, por supuesto, y en el Tea t ro Provisional ó de los Gallos, el Otelo de Rossini, repetido con mucho éxi to el 30 del mismo y el 4 y el 13 de Febrero, en cuyo mes el insigne Andrés Prieto y su Compañía dieron El Gran Conde de Saldarla, La Muerte de Agamenón, El Seductor moralista, El amigo intimo, y otras, con las óperas Otelo y Tancredo, a l ternando con sus espectáculos las expe-riencias y suertes del físico y aeronauta Mr. Perinor.

Pasada la Cuaresma y venida la Pascua, en que quedaron, con dis-gusto del público, fuera del cuadro la Munguía , Fe rnández , Estre-merà, Garay, Amador y Herrera , suplidos con Palomera y con Arias, y sin a juste Rita González de Santa Marta, dió principio la nueva temporada, siguiendo siempre al frente de la Compañía Andrés Prie-to. Sin embargo, sus tareas casi se redujeron á las de simple Direc-tor , pues como acababa de pasar lo del Padre Arenas , el público ba-j o andaba exal tado contra los españoles; Prieto, que lo era y hacía gala de serlo, fué molestado más de una vez hallándose en escena, por los que con el nombre de cócoras formaban y forman aún un círculo de espectadores groseros, ordinarios y, las más de las veces, indecentes.

Muchas veces, cuando su talento se imponía obligando al público á estallar en formidable salva de aplausos, los cócoras le gri taban: ¡Bravo por el gachupín! ¡Bravo por el coyote! denigrantes apodos muy en uso entonces, y nadie ignora cuán doloroso es verse insultado allí donde uno está de visita ó se hospeda, y sin posible revancha por la mayoría numérica de los cobardes ofensores.

Cuando estuvo seguro de que García habíase puesto en camino para México, el Coronel Castrejón procedió á recomponer y adornar con relativo lujo el Teatro Principal, empleando en ello una fuerte suma, y desde luego sufrió un primer tropiezo al solicitar del Ayun-tamiento la licencia para el nuevo espectáculo, pues la Corporación Municipal encontró excesivos los precios señalados á las localidades por la Empresa, y dispuso se rebajasen según tuvo por conveniente. Reclamó Castrejón con energía y aun llegó á anunciar que en caso de no permitirle cobrar dos pesos en patio, ocho en los palcos,veinte reales en anfiteatro y cinco por entrada general, desistiría de dar principio á las funciones. E n apoyo de su solicitud adujo la cuantía de sus sacrificios en pro del esplendor y fausto de nuestros teatros, lo nulo de sus utilidades por efecto d e la situación angustiosa y alar-mante que atravesaba el país, ponderó los méritos mil de Manuel García y t r a tó de demostrar la importancia civilizadora del nuevo es-pectáculo.

E l Regidor D. Matías Fernández, á nombre de la mayoría de sus compañeros, impugnó los fundamentos de la solicitud del empresario y el dictamen de la Comisión de Teatros y petición de los síndicos fa-vorables á aquél, sosteniendo que ni al Ayuntamiento le importaban un ardite las pérdidas ó ganancias de un empresario, ni á sus miem-bros les constaba si el mérito del artista era real ó exagerado, n i podía permitir la Corporación Municipal, como representante del pueblo, que á las clases ínfimas se les impidiese civilizarse é instruirse, estor-bándole con lo exagerado de los precios, la asistencia á la ópera. Tam-bién creyó oportuno que se hiciese loposible para estorbar que los extran-

jeros se llevasen el dinero que tan necesario era en México, aunque esos

extranjeros fuesen grandes artistas, tasando á cuotas altas su talento. A l fin, la mayoría armada en autoridad, t r iunfó del empresario y le ordenó que cobrase los sillones de anfiteatro á dos pesos, el asiento en patio á doce reales, los palcos á siete pesos y la entrada á las cazuelas ó galería, á cuatro reales.

" E s menester, escribía El Sol, reclamar f rancamente la conducta del Ayuntamiento de México, que llevado de su excesivo celo por el bien público, ha traspasado nuest ras insti tuciones y los principios, obligando á los empresarios á dar sus famosos espectáculos por los precios que fijó la misma Municipalidad, bajando los que había desig-nado la empresa. Nosotros, que no tenemos ni el más ligero participio en ella y vemos, por consiguiente, el negocio con despreocupación, consideramos el a taque formidable que el Ayuntamien to ha dado á la libertad y á la propiedad. Todos los días oímos recomendar estas pre-ciosas garantías; la Constitución las consagra y son los primeros prin-cipios de una República: cada uno es libre para hablar, para escribir y para obrar, como no ofenda la moral y las leyes; cada uno t iene en su propiedad un derecho absoluto por el que dispone de ella igual-mente á su arbitrio, sin que n ingún part icular n i autoridad alguna, por elevada que sea, pueda perturbarlo en el uso de ese derecho: este es el sistema en que vivimos, éste el de un país libre, éste el de una República.

"¿Cómo, pues, el Ayuntamiento se ha entrometido á que los em-presarios de la grande ópera hayan de presentar sus diversiones por cierto precio contra su voluntad, quitándoles por la fuerza de la au-toridad el arbitrio en que se hallan de arreglarlos conforme á sus in-tereses? Si las Constituciones no son los almanaques para sólo el año en que se sancionan, si las leyes no han de ser de resorte, y si hemos de ser escrupulosos para salvar los principios, el Ayuntamiento ha cometido una violencia que no podía pasar en silencio.

" E n buena hora que sus deseos se dirij an á que se ext ienda el círculo del pueblo que haya de disfrutar de las distracciones públicas; pero si estos deseos se han de cumplir á t rueque de tropelías anticonsti tu-cionales, el pueblo que agradece á los señores capitulares su empeño, les dispensa de los medios de lograrlo á tanta costa. E l Ayuntamiento , para conseguirlo legalmente, puede reponer á los empresarios el déficit que les resulte por seguir la tarifa capitular.

" E n Europa los gobiernos gastan sumas cuantiosas para conservar los teatros principales: imitando el Ayuntamiento de México tales ejemplos, se convendría fácilmente con los asentistas en la baja de los precios. Así quedaría el público complacido de todos modos, y reci-biría con mayor aprecio la caravana de Su Excelentís ima Municipa-lidad, pues que no se la haría con sombrero ajeno.

' 'No sabemos por qué el Ayuntamiento ha tomado esa particular

ingerencia en los teatros, hasta el ext remo de arreglar por sí los precios de entrada, cuando no se maneja del mismo modo respecto á la mul-t i tud de objetos de su inspección, y de que el pueblo t iene necesidad más forzosa que de espectáculos de puro lujo. Si nuestro i lustre Ayun-tamiento se cree autorizado para estos procedimientos con respecto á nuestros teatros, ¿por qué no ejerce esas facultades en señalar el valor del agua, pan , carne y otros comestibles? ¿Por qué asimismo no obliga á los mercaderes á vender sus efectos por precios cómodos á juicio de los Regidores? De este modo lograría el Ayuntamiento en todas oca-siones el fin que hace valer en cuanto á teatros. Porque si redujese á quince ó veinte pesos el vestido de cincuenta, sería más extensa la órbita de las personas que disfrutasen este lujo. Pero para nada de esto se halla autorizado el Ayuntamiento , y no se alcanza de dónde emana tan desmedida autorización, por la que se sobrepone á las sa-gradas consideraciones expuestas; y ya que la ha ejercido, el Gobierno contendrá abuso tan escandaloso.

" N o se just if ique el Ayuntamien to con haber creído que es suma-mente alto el valor de asientos propuesto por los empresarios, porque además de que todo hombre puede imponer á sus mercaderías los pre-cios que quisiere, so pena de atacarse la libertad y propiedad por el funcionario que impida ese arbitrio, se ha de atender á que nada es caro ni barato sino respectivamente. Eos precios que ha habido en el teatro antes de ahora pueden llamarse subidos, porque las más de las funciones eran malas, y el público estaba disgustado como lo mani-festó muchas veces; los que habían arreglado ahora los empresarios pueden decirse regulares, supuesto que se presenta un espectáculo que por todos sus aspectos es digno del gusto de los mexicanos, y que en las capitales y principales ciudades de otros países se paga bien; por-que para su establecimiento se escogen las mejores habilidades en los ramos que lo componen, y todo se ejecuta con ostentación y elegancia.

" E n la Grande Opera Francesa de Par ís el asiento en balcón cuesta diez francos, y en la I tal iana siete francos cincuenta céntimos; la di-ferencia que hay entre esos dos pesos y doce reales y los precios se-ñalados por los empresarios para iguales lugares en nuestra Gran Opera Ital iana, la producen mil causas, y entre otras el dinero con que contri-buyen los gobiernos para sostener esos teatros, la mucha mayor ca-pacidad que ofrecen los edificios, la comodidad de la obra de mano para todo lo necesario de adornos, ins t rumentos y demás.

' '¿Tendrán los mismos precios en México que en Francia ó Ingla-terra los pianos, arpas é ins t rumentos precisos para la orquesta , los candiles para la i luminación, las lanas, sedas y lienzos para los ves-tidos, las p inturas y adornos para decoraciones y otra infinidad de ar-tículos indispensables para la empresa? E s imposible. Con todo eso, en la Gran Opera de Eondres, cuyo tea t ro es capaz para más de seis

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rail personas, en un país tan sumamente barato para los objetos ex-presados, cuesta un asiento igual á los referidos veintiún rea les ."

E l redactor de El Sol, concluía su artículo insistiendo sobre la li-bertad en que debía dejarse á los empresarios para imponer sus pre-cios, y recomendando al Gobernador del Distrito que pusiese coto á los abusos de autoridad del Ayuntamiento , pero sin conseguir su pro-pósito, según pronto vamos á ver.

CAPITULO Y

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E l viernes 29 de Junio , festividad de San Pedro y San Pablo, y año de 1827, dió Manuel García su primera función de ópera en el Tea-tro Provisional ó de los Gallos, con El Barbero de Sevilla, de Rossi-ni, cantado en italiano: la segunda la dió en la noche del domingo primero de Julio, repitiendo la misma obra, en la que, como hemos dicho, no tenía rival.

E l periódico El Observador de la República Mexicana, dijo del estre-no: " D e s d e el día 29 se presentó este dist inguido actor en el Tea t ro Provisional, habiendo su desempeño correspondido á la impaciente expectat iva que fué común desde que se anunció su arribo á las pla-yas de nuestra República, por lo que todos se hal lan contentos, an-siosos y sat isfechos." E n el mismo número de El Observador, se insertó un estudio biográfico de García, escrito en Londres por D. José Joa-quín de Mora, y publicado en su No me olvides del año de 1825.

La fama del artista, el buen gusto de muchos y el inst into novele-ro de los más, llenaron de bote en bote el Tea t ro Provisional, elegi-do por Castrejón con preferencia al Principal que también tenía arren-dado y en que mantuvo á Prieto y su Compañía Dramática, por ser el de las Moras mucho más capaz que el ant iguo Coliseo. Todas las primeras funciones fueron extraordinarias, hasta el 9 de Jul io , en que se publicó un aviso ci tando á las personas que desearen abonarse á verse con el Adminis trador del Principal, D. Cayetano Castañeda, en la inteligencia de que las funciones de abono comenzarían el viernes 13, con el estreno de la ópera Abufar, composición de García.

Con gran sorpresa encontróse aquel incomparable artista blanco de las más enconosas censuras, y decimos con gran sorpresa, porque co-mo él mismo manifestó á los editores del Sol, acostumbrado estaba

á ser elogiado en todas partes, y para él todos los países eran uno sólo y, como artista, se tenía sin distinción por ciudadano de todos. Mucho por consiguiente le ex t rañó que en su contra influyese el he-cho de haber nacido en España, circunstancia que él estimaba debie-se haberle sido aun más favorable en México, puesto que su gloria artística refluía en cierto modo sobre la raza hispana de que México era hijo. ¿Qué tenía él que ver con los motivos más ó menos fundados que asistiesen á México para ver mal á la colectividad de sus anti-guos dominadores? ¿Acaso había influido él, n i poco ni mucho, en la desatentada conspiración del Padre Arenas?

Jus tos y lógicos eran estos reparos del insigne artista; pero en aquel entonces el part ido ant i -español no veía n i pelo ni color en sus mons-truosos odios. Quienes conozcan la historia de México en aquellos días se habrán asombrado del s innúmero y apasionamiento de los papeles insul tantes para los españoles, que vomitaban las imprentas: se habrán dolido de las burlas impías de que fué objeto la nobilísima dama, esposa de D. Pedro Celestino Negrete , por haber salido á la defensa de éste, aprehendido el 22 de Marzo por orden del Ministro Gómez Pedraza, sólo porque Negrete era español, y con olvido de lo bien que había servido á la causa de la Independencia á partir del Plan de Iguala; y sin duda se habrán avergonzado de que la historia de ese t iempo diga, al hablar de la ejecución del General español D. Vicente Arana en la plazuela de Mixcalco: "Arana fué insultado por toda la carrera: hubo malvado que acercándose á él le tocó el hom-bro y le d i jo :—ve á mor i r ; de nada te sirvió tu San J u a n de Esco-cia.-—Luego que cayó muerto le rodearon muchos espectadores y una malvada muje r pisó su sangre y dijo que á honra tenía hacerlo por ser la sangre de un traidor; á imitación de esta harpía algunos a r c a r o n piedras sobre el cadáver . "

E n su calidad de español, no pudo llegar García en época peor de la que llegó. Prevalidos de la intentona del Padre Arenas, los a n t i -españoles procuraban á todo trance hacerlos odiosos á los ojos del vulgo ignorante, y promover definitivamente la expulsión. " T o d a s eran ficciones de partido, dice D. Lorenzo de Zavala; pero ¿quién po-dría desimpresionar al vulgo de la opinión de que los españoles re-sidentes en el país t rabajaban por restablecer su dominación? Nin-guno podía creer que en efecto estuviesen satisfechos con el cambio en el orden de cosas y de sistema; mas ¿era jus to castigarlos é impo-nerles penas por malos pensamientos? Aunque yo era uno de los prin-cipales directores entre los yorquinos, me opuse á los proyectos de expulsión, y circulé á las Legislaturas de los Estados una manifesta-ción contra esta medida, por la que, en mi opinión, se faltaba á las promesas del Plan de Iguala, á los pactos del t ratado de Córdoba, y á las garantías ofrecidas en la Constitución á todos los ciudadanos

rail personas, en un país tan sumamente barato para los objetos ex-presados, cuesta un asiento igual á los referidos veintiún rea les ."

E l redactor de El Sol, concluía su artículo insistiendo sobre la li-bertad en que debía dejarse á los empresarios para imponer sus pre-cios, y recomendando al Gobernador del Distrito que pusiese coto á los abusos de autoridad del Ayuntamiento , pero sin conseguir su pro-pósito, según pronto vamos á ver.

CAPITULO Y

1 8 2 7 .

E l viernes 29 de Junio , festividad de San Pedro y San Pablo, y año de 1827, dió Manuel García su primera función de ópera en el Tea-tro Provisional ó de los Gallos, con El Barbero de Sevilla, de Rossi-ni, cantado en italiano: la segunda la dió en la noche del domingo primero de Julio, repitiendo la misma obra, en la que, como hemos dicho, no tenía rival.

E l periódico El Observador de la República Mexicana, dijo del estre-no: " D e s d e el día 29 se presentó este dist inguido actor en el Tea t ro Provisional, habiendo su desempeño correspondido á la impaciente expectat iva que fué común desde que se anunció su arribo á las pla-yas de nuestra República, por lo que todos se hal lan contentos, an-siosos y sat isfechos." E n el mismo número de El Observador, se insertó un estudio biográfico de García, escrito en Londres por D. José Joa-quín de Mora, y publicado en su No me olvides del año de 1825.

La fama del artista, el buen gusto de muchos y el inst into novele-ro de los más, llenaron de bote en bote el Tea t ro Provisional, elegi-do por Castrejón con preferencia al Principal que también tenía arren-dado y en que mantuvo á Prieto y su Compañía Dramática, por ser el de las Moras mucho más capaz que el ant iguo Coliseo. Todas las primeras funciones fueron extraordinarias, hasta el 9 de Jul io , en que se publicó un aviso ci tando á las personas que desearen abonarse á verse con el Adminis trador del Principal, D. Cayetano Castañeda, en la inteligencia de que las funciones de abono comenzarían el viernes 13, con el estreno de la ópera Abufar, composición de García.

Con gran sorpresa encontróse aquel incomparable artista blanco de las más enconosas censuras, y decimos con gran sorpresa, porque co-mo él mismo manifestó á los editores del Sol, acostumbrado estaba

á ser elogiado en todas partes, y para él todos los países eran uno sólo y, como artista, se tenía sin distinción por ciudadano de todos. Mucho por consiguiente le ex t rañó que en su contra influyese el he-cho de haber nacido en España, circunstancia que él estimaba debie-se haberle sido aun más favorable en México, puesto que su gloria artística refluía en cierto modo sobre la raza hispana de que México era hijo. ¿Qué tenía él que ver con los motivos más ó menos fundados que asistiesen á México para ver mal á la colectividad de sus anti-guos dominadores? ¿Acaso había influido él, n i poco ni mucho, en la desatentada conspiración del Padre Arenas?

Jus tos y lógicos eran estos reparos del insigne artista; pero en aquel entonces el part ido ant i -español no veía n i pelo ni color en sus mons-truosos odios. Quienes conozcan la historia de México en aquellos días se habrán asombrado del s innúmero y apasionamiento de los papeles insul tantes para los españoles, que vomitaban las imprentas: se habrán dolido de las burlas impías de que fué objeto la nobilísima dama, esposa de D. Pedro Celestino Negrete , por haber salido á la defensa de éste, aprehendido el 22 de Marzo por orden del Ministro Gómez Pedraza, sólo porque Negrete era español, y con olvido de lo bien que había servido á la causa de la Independencia á partir del Plan de Iguala; y sin duda se habrán avergonzado de que la historia de ese t iempo diga, al hablar de la ejecución del General español D. Vicente Arana en la plazuela de Mixcalco: "Arana fué insultado por toda la carrera: hubo malvado que acercándose á él le tocó el hom-bro y le d i jo :—ve á mor i r ; de nada te sirvió tu San J u a n de Esco-cia.-—Luego que cayó muerto le rodearon muchos espectadores y una malvada muje r pisó su sangre y dijo que á honra tenía hacerlo por ser la sangre de un traidor; á imitación de esta harpía algunos a r c a r o n piedras sobre el cadáver . "

E n su calidad de español, no pudo llegar García en época peor de la que llegó. Prevalidos de la intentona del Padre Arenas, los a n t i -españoles procuraban á todo trance hacerlos odiosos á los ojos del vulgo ignorante, y promover definitivamente la expulsión. " T o d a s eran ficciones de partido, dice D. Lorenzo de Zavala; pero ¿quién po-dría desimpresionar al vulgo de la opinión de que los españoles re-sidentes en el país t rabajaban por restablecer su dominación? Nin-guno podía creer que en efecto estuviesen satisfechos con el cambio en el orden de cosas y de sistema; mas ¿era jus to castigarlos é impo-nerles penas por malos pensamientos? Aunque yo era uno de los prin-cipales directores entre los yorquinos, me opuse á los proyectos de expulsión, y circulé á las Legislaturas de los Estados una manifesta-ción contra esta medida, por la que, en mi opinión, se faltaba á las promesas del Plan de Iguala, á los pactos del t ratado de Córdoba, y á las garantías ofrecidas en la Constitución á todos los ciudadanos

mexicanos; se cometía un acto de injusticia contra una clase de ha-bitantes, imponiéndoles penas graves sin causa ; se proscribía una porción de familias inocentes; se castigaba en cada español, padre de familia, á cinco ó seis mexicanos; se destruían muchas fortunas; se extraían otras del territorio y se empobrecía al país en muchos mi-llones de pesos, en población y en brazos útiles é industriosos. Pero ¿qué puede la débil voz de la razón contra el torrente de las faccio-nes? La Gran Logia me llamó á su seno para hacerme cargos severos de que sostenía á los españoles, y yo contesté que no podía entrar en ligas ni en partidos en que se intentaba una injusticia; que no hay libertad

en donde no se respetan los principios, y que en mi opinión era un crimen que no quedaría impune proscribir tantas familias y derramar la desolación en las casas de tantos mexicanos . . . . "

Pero volvamos á Manuel García, al cual molestaron ciertos grupos del público y del periodismo, acusándole de poca novedad, de fre-cuentes repeticiones, y de cantar las óperas en italiano. E l mejor mo-do de enterar de todo á mis lectores, es el darles á conocer la defensa que de García hizo El Sol, contra un cierto articulista, y dice: " D o s representaciones se han dado hasta ahora con II Barbieri di Siviglia en el teatro destinado para la Grande Opera, bien dispuesto, pintado y adornado, y en verdad que nos hemos complacido mucho con una función tan magnífica en toda su extensión. No creo que el articu-lista tuviese idea de ella cuando escribió, conformándose con los pre-cios y reclamando anticipadamente las repeticiones de una ópera que habíamos visto tantas veces, porque de lo contrario se hacía muy po-co favor confundiendo las óperas cómicas que se nos han presentado antes, con la grande Opera Italiana de que comenzamos á gozar, y en este caso sería para el articulista una misma cosa la maroma que el baile grande, y lo malo, regular y bueno, igual á lo muy bueno.

" Y a que se ha tocado este punto de repeticiones diré, francamen-te, que las de óperas sobresalientes, como espero sean todas las de nuestro teatro italiano, y tan to más en adelante en que habrá abun-dancia de excelentes voces, debe apetecerse como efecto del buen gusto, pues en la vez primera que se representa una gran ópera de esta clase, la imaginación más bien queda enajenada que satisfecha, y e s en la repetición cuando se toma todo el gusto, se estudian mejor los encantos y se saborea verdaderamente el alma: j amás se llena el espectador con oir una ocasión las piezas bien desempeñadas, aun cuando no sean filarmónicas.

" A p e n a s habrá teatro de grande ópera en que no se repitan mu-chas veces las funciones. La Lámpara Maravillosa, en París, se re-pitió tantas, que baste decir que los ejemplares que se expendían al público á mediados del año de 1822, eran ya de tercera edición, sien-do así que en cada impresión se t i raban muchos y que la ópera es de

las más modernas ; sin embargo, aquel gran teatro siempre estaba lleno de gente en una ciudad en que hay como quince espectáculos grandes de representado.

" M a s como la repetición continua será siempre fastidiosa, y por otra parte, todos somos amigos de la novedad, yo aconsejaría á los empre-sarios, que las grandes óperas no se repitiesen cont inuadamente más de una vez, tan luego como haya caudal suficiente de piezas ensaya-das, y que las demás repeticiones fuesen después de haberse dado otras funciones de óperas diferentes, también con su única repetición cada una. Así entiendo que se l lenan todos los objetos.

" E n cuanto al idioma en que han de darse las grandes óperas ita-lianas, sobre que habló otro articulista, yo suplicaría encarecidamente á los empresarios, á nombre del buen gusto, que jamás variasen el original de la composición: una ópera traducida del i taliano al caste-llano ó á cualquier otro idioma, queda enteramente desgarrada en la letra, y por consiguiente en la música á que había acomodado el autor los períodos, acentos y sonidos italianos, con las medidas y ajustes del arte. Y ya. redondeada así la letra con la música ¿qué oído delicado podrá pasar por ese t rastorno y descomposición?

" Y o me atrevo á llamar la consideración del público sobre este punto , con a lgunas versiones que he leído de ciertas arias en la célebre ópera II Tancredi, de que se puede inferir si se lograría formar concepto, n i aproximado siquiera, de la composición ni en la música, n i en la letra, n i en su sentido, cuando la traducción se hace para cantarse. ¿Qué conexión se advierte en la de te adoraré eternamente con la pre-ciosa y significativa frase nei tuoi bei rai mipascero? ¿Es siquiera literal te veré por tirevedró? Y aun cuando haya alguna expresión cuya ver-sión salga casualmente a jus tada como la dejo te saludo por io tesaluto, ¿podrá darse á ese yo el acento sonoro del io italiano, con el que parece se canta aun cuando se usa en la conversación?

" N o desacreditemos nuest ra delicadeza, gusto y finura en un arte á que tenemos una pasión tan decidida que puede llamarse innata en los mexicanos. Si el reclamo del articulista para traducir las expresadas óperas lo hubiese hecho un inglés, alemán ú otro semejante, no era ex t raño por la ext remada diferencia entre la aspereza del idioma de esos ext ranjeros y suavidad del italiano; pero por un americano cuyo idioma t iene tanta analogía con éste, es bastante raro.

" U n medio podía adoptarse para no incidir en las dificultades apun-tadas y dar gusto á los que no quieran jus tamente perder ni una pa-labra de la letra, y es el que se usa en los teatros de ópera italiana en Europa: t radúzcanse l i teralmente al castellano las óperas italianas que se den y véndanse al público con los dos textos á la vista. Con esta providencia, sobre conservarse ileso el original para el canto, y gus-tarse por consiguiente de la dulzura é integridad de letra y música

conforme la compuso el autor, se va adquiriendo insensiblemente la inteligencia de un idioma ext ranjero que siempre es útil, mayormente cuando en él debemos tener las mejores composiciones de canto, y cuando mucho t iempo antes nos hemos familiarizado con varias, can-tándolas en nuestros estrados sin traducirlas, y oyendo algunas en nuestro Teatro Principal desempeñadas igualmente para llenar in-te rmedios ."

E l artista español no se mostró dispuesto á acceder á la exigencia de que las óperas fuesen cantadas en castellano, y hé aquí cómo en el Aguila Mexicana, periódico sumamente desafecto á los españoles, se insistió en la exigencia: "Anoche, viernes 13 de Julio, se ejecutó por primera vez en el teatro Provisional la ópera italiana El Abufar, que ciertamente llenó la expectación del numeroso y lucido concurso que asistió á ella. Eos aplausos fueron vivos y sinceros; el Sr. García, su esposa é hijo, manifestaron su grande y extraordinaria habilidad y co-nocimientos en el arte, no quedándose atrás el Sr. Waldek y la Sra. Santa Marta. Sin embargo, somos de opinión que si no se trata de ejecutar las óperas en el idioma del país, aun cuando desmerezcan un poco en su mérito musical, no es fácil que se sostenga la Empresa , porque el número de personas inteligentes en el italiano, ó que se con-tenten sólo con el gusto del canto y de la música, sin entender de lo que se trata, no puede ser en México tan considerable como en París y Londres, n i bastar por consiguiente para cubrir los costos que de-mandan esta clase de representaciones. Si el Sr. García y su familia fuesen italianos, habría mayor dificultad; pero t ra tándose de que can-ten en el idioma de su patria, no nos parece que dejarán de prestarse á ello si los señores empresarios toman empeño . "

No era t an llano como se lo parecía á los editores del Aguila y de otros papeles, poder cantar las óperas traducidas al castellano: hacía muchos años que García faltaba de España y habíase olvidado mucho de su idioma nativo, que pronunciaba defectuosamente, con acento ya italiano, ya francés, ya inglés; sucedíale otro tanto á su esposa Joa-quina Briones, y en cuanto á sus hi jos Manuel y Paulina, el primero había sido llevado á la edad de tres años á París, y la segunda tuvo por cuna la gran Capital: ambos poseían el francés y el inglés, y por razón natural el italiano, como no conocían el español. Waldek, la Pellegrini y los demás artistas que acompañaban al gran tenor, no co-nocían ni poco ni mucho el castellano. Sin embargo, la empresa hizo que se contratasen Andrés del Castillo y Palomino, y con ellos y la Santa Marta ofreció García a lgunas obras en español, como El poeta calculista, y otras de las que él mismo compuso allá en sus primeros años en el idioma nativo, pero n inguna de las de legítima escuela ita-liana, si bien en a lgunas funciones con carácter más bien de concierto que de función de ópera, canto con los dichos Castillo, Palomino y la

Santa Marta algunos dúos, tercetos y aun actos sueltos del Barbero, el Otelo y la Urraca.

El vulgo no se dió por satisfecho con estas concesiones, y poco á poco fué dejando de concurrir al Teatro Provisional, sin que García, que por ser ya suficientemente rico no se dolió del fracaso pecuniario, se decidiese á ceder á la exigencia: á mediados de Agosto, la Gran Opera Italiana había hecho fiasco y quedado en ruina D. Luis Cas-trejón, y mal visto García, de quien se habló mucho y pésimo como de un gachupín orgulloso con su dinero y con su fama, digno del odio con que eran vistos todos sus compatriotas, contra los cuales en ese mismo mes de Agosto la Legislatura del Estado de México, pronun-ció de una manera decidida y resuelta la expulsión, que el Congreso General había de decretar á fines de aquel año, fundándose en el he-cho innegable de una conspiración descubierta, con más ó menos apa-rentes ramificaciones en Puebla y Oaxaca, y complicidades y ligas con los escoceses sospechosos de estar en tratos para restablecer la monar-quía española.

No quiere decir esto que el gran artista no hubiese encontrado en México público más ó menos escaso, pero bastante entendido para apreciarle y aplaudirle. La alta sociedad mexicana fué entusiasta y devota de su talento. E n 19 de Setiembre los propietarios de la Lonja dieron un gran baile y concierto con el concurso de García, su esposa, Castillo, la Santa Marta y el profesor D. Manuel Elízaga. Todos ellos fueron regiamente obsequiados por los socios de aquel ant iguo círculo de comercio y de recreo.

Manuel García hubiérase puesto desde luego en camino para fuera de la República, á no habérsele enfermado gravemente su esposa y vístose forzado á aguardar su restablecimiento ó cuando menos su ali-vio. Además, manteníale en América el deseo de no apartarse mucho de su hi ja María Felicia, la más célebre cantatriz italiana del siglo X I X , como se la l lama en el Diccionario de Pierre Larouse. Es ta artista insigne sobre toda ponderación, nacida en 1808, presentada por su padre y maestro e i Kings Theatre de Londres en 1824 con el Romeo y Jtdieta de Zingarelli, y por él t raída á los Estados Unidos como la joya de su Compañía, casó en Nueva York con un comerciante fran-cés apellidado M. Malibrán,-que pasaba por ser inmensamente rico. María Felicia, más conocida por la Malibrán, que contaba en 25 de Marzo de 1826, fecha de su matrimonio, diez y siete años, casó con Malibrán contra su propia voluntad y sólo por obedecer á García. Po-cas semanas después de su enlace, el banquero se presentó en quiebra y María Felicia hizo á su padre tan severos cargos por haberla hecho víctima de su ambición, que hi ja y padre se disgustaron y éste vínose á México, dejando en Nueva York á María, que no sólo se negó á se-guirle, sino que, con resolución varonil, tomó por su cuenta la empresa

lírica y la regenteó con grande acierto é inteligencia, no sólo para man-tenerse y mantener á sus artistas, sino también para pagar muchas de las deudas de aquél cuyo apellido había de hacer eternamente célebre en los fastos del arte.

María Felicia García de Malibrán, después de algunos meses de esa brega, part ió en 1827 de Nueva York para Francia, y por consi-guiente, nunca estuvo en México, como algunas personas creen y yo á mi vez he dicho en a lguna ocasión equivocadamente y por fiarme de inexactos informes. De las hi jas de Manuel García sólo le acom-pañó en su estancia entre nosotros Paulina, de edad entonces de sie-te años, casada más tarde con el dist inguido literato francés Luis Viardot, y sucesora en la escena lírica de los t r iunfos de su hermana María. Esta , á su regreso de América á París, sentó sus reales en aquel Gran Teatro, presentándose con Semiramis, y compartiendo con la eminentísima Enr ique ta Sontag, el cetro del arte y el imperio de la música. E n Marzo de 1835 se divorció de su primer marido, y un año después casó con el famoso Carlos Beriot, yendo á morir po-cos meses más tarde, en Manchester, cuando apenas acababa de cum-plir veintiocho años. Su fallecimiento causó un duelo universal.

Manuel García, hijo, sí estuvo, según he dicho, en México, y can-tó en nuestro Tea t ro Provisional. Su voz fué de escasa importancia y no pasó de un segundo bajo; sólo la obediencia filial le pudo obligar á presentarse en la escena, que dejó tan pronto como n o consideró necesario su concurso: su jus ta celebridad la hizo no como cantante, sino como profesor, y como autor de muchas obras de enseñanza, inspiradas en el método de su padre, entre ellas su Memoria sobre la vos humana, presentada á la Academia de Ciencias de París , su Es-cuela de García ó tratado completo del arte del canto, y sus Observacio-nes fisiológicas sobre la voz humana, por él mismo elegantemente es-critas en francés y en inglés.

E n el úl t imo tercio de 1827, los teatros en México habían caído en la más absoluta postración: la mayoría de las familias que sostenían ese género de espectáculos se abstenían de concurrir á ellos, preocu-padas con el mal giro que iba tomando la mala voluntad contra los españoles, con los cuales estaban ligadas, pues como con exact i tud di-ce Zavala, el mal que se hiciese pesar sobre cada español de México, hería á la vez á cinco ó seis mexicanos con él identificados.

A n t e la perspectiva de los peligros y de la expulsión, los actores y art istas de la maltratada nacionalidad habían perdido el entusiasmo para el trabajo, y con ese pretexto los empresarios, que veían vacías las principales localidades de sus coliseos, dejaban de satisfacerles los sueldos y fal taban escandalosamente á las obligaciones de sus con-tratos, seguros de que, dada la pasión popular, los quejosos no halla-rían just icia ante los tr ibunales del país.

El Sol de mediados de Octubre, decía: "Sabemos con desespera-ción que la Empresa ha faltado á la Santa Marta, anulándole de su propia autoridad una escritura pública, en que está contratada para el servicio de ambos teatros; que ha anulado, igualmente, la de An-drés Prieto como Director y Actor, y faltádole al pago de a lgunas semanas devengadas, por el in jus to y frivolo pretexto de no haber presentado dos ó tres comedias nuevas que tenía ensayadas y que no pudo verificar por la separación de Salgado, la San ta Marta y otro actor cuyo nombre no tenemos presente, á cuyo defecto la Empresa debió subvenir, pues que Prieto no puede representar solo, n i la E m -presa obligarle á semejante imposible.

" E a Santa Marta y Prieto l lamaron á la Empresa á conciliación; pero ésta no quiso asistir, provocándolos de este modo á juicio con-tencioso, tal vez segura de su t r iunfo por el fastidio en que necesa-riamente habían de caer los agraviados al verse envueltos en un plei-to ruinoso, cuyos t rámites y diligencias arredrarían al hombre más tenaz. E n este estado las cosas, mediaron varias personas imparcia-les, abocándose con D. Euis Castrejón y D. J u a n Francisco Azcára-te, su apoderado, y consiguieron se firmasen las tres siguientes pro-posiciones:

"Se le darán á la Sra. Santa Marta cuarenta pesos cada noche, que "se rán dos veces de obligación para el empresario, y si cantare tres " ó más por disposición del mismo, lo verificará aumentándole los "mismos cuarenta pesos: tendrá un beneficio por la noche con la "obligación de repetirlo á beneficio de la Empresa íntegro, y quedan "concluidas todas las diferencias pendientes. A Prieto, al respecto de "c inco mil pesos, con seis tardes de dos cruces ó domingos, á medias "con la Empresa, ó al respecto de seis mil pesos sin tardes, con u n a "noche de beneficio, ó mitad de líquido de entrada eventual ó cuarta "par te de abono en cada día que represente, y sin beneficio.

" P e r o á lo mejor la Empresa se negó á cumplir lo convenido y fir-mado, y quiso que Prieto pasase por ciento treinta pesos semanarios y un beneficio, por representar y dirigir trece funciones al mes, con obligación de dar dos de ellas nuevas, y á la Santa Marta á cuarenta pesos á la semana por no quererse que cante sino sólo una vez en ella.

" E s t o pasa entre la Empresa y Prieto; se le debe y no se le satis-face so pretextos insuficientes; se sobresee por par te de Prieto, en cuanto á la deuda, á vir tud de nuevo contrato celebrado por apode-rados mediadores, y se falta á lo pactado sin más que el no quiero ya sitio esto otro. E l agraviado conoce la intr iga, está convencido de que una conspiración ratera le obstruye los medios de servir al público; éste calla porque está cansado de gri tar para obtener lo que desea, y entretanto el público se aburre noche por noche, perdiendo en ello indefectiblemente la Empresa misma, por dejarse arrastrar de los

B , B . T . — T , 1 , - 3 3

enemigos irreconciliables del mérito y de la superioridad, siéndonos har to sensible que el Ayuntamien to hasta ahora no haya dicho á la Empresa : cumple lo que has pactado. ' '

" E a Empresa contestó que el fracaso de la Opera I tal iana no había sido obra suya sino de las circunstancias y de los mismos actores. Que Prieto t rabajaba con desgano y sin poner nada nuevo, y que su separación de la Compañía la hizo sobresaltado por el odio que se había acarfeado de los demás actores por el mal t rato que les daba, y por no habérsele pagado una semana. Queriendo conciliario todo—

-sigue diciendo la Empresa—se consiguió que Garay se encargase de la dirección, volvió Palomera, se a jus tó al Sr. Fernández y á la Sra. Ar toud; se entró en capitulación con Prieto, ofreciéndosele ciento treinta pesos semanarios, sin embargo de las escaseces del teatro, presentándosele el ejemplo de los demás actores, que generosa y vo-luutar iamente habían.hecho una rebaja de sus sueldos: si este señor no se conviene, ¿es culpa de la Empresa?"

Para mejor justificarse, la Empresa ocurrió á censurar al artista que hasta allí la había sostenido, y por ser m u y característica de la época, reproduzco la crítica, que dice así:

' ' Queremos solamente hablar del Sr. Garay y poner á éste y al Sr. Prieto en su jus to lugar. E l Sr. Prieto, delicado y exacto en los vie-jos de Moratín, Molière y Gorostiza, no puede compararse con Ga-ray, noble y sublime en los brillantes rasgos de Alfieri, Racine, Dur-val y Shakespeare, y fino y galán en los diálogos de Eope de Vega, Moreto y Calderón, que ha sabido t ransportarnos á los campos del Morven y patria de Fingal , y que ha podido aterrarnos y enterne-cernos con los cuadros borrascosos de las pasiones y presentarnos y hecho admirar las vir tudes de Régulo, Bruto, Ti to y Graco, y detes-tar y aborrecer los crímenes de Sila, ios Filipos y los Tiberios: él ha sabido recrearnos con la galantería del siglo de Carlos V y ha hecho saltar nuestras lágrimas con los melancólicos sentimientos de Kotze-bue, y darnos por fin, el ridículo de la hipocresía y de los vicios y preocupaciones pintadas por Molière y Martínez de la Rosa.

" Nadie negará que el Sr . Prieto, confesando antes el acierto ori-ginal y único quizá, con que desempeña los papeles de bata y pelu-ca, en lo que ciertamente es inimitable, al grado de habernos hecho conocer obras que j amás nos interesaron en la escena antes de su ve-nida, se ha chasqueado cuando ha salido de su línea y ha querido hacerse general . Díganlo si no el Sancho Ortiz, el Ores tes, la Ciega, la Novia impaciente, y otras en que no ha podido convenirse la ima-ginación con su físico, su voz y sus maneras, cuando al contrario el Sr. Garay, si no ha desempeñado tari perfectamente el Anciano y los jóvenes, á lo menos se puede asegurar que el público ha quedado com-placido.

' "Aun diremos más: en a lgunas le saca algunas ventajas , merced á ciertas circunstancias personales, como en el Opresor de su familia, en la que los dos primeros actos, siendo del carácter del Sr. Prieto, no se despegan del de el Sr. Garay; pero los dos últ imos en que el protagonista desenvuelve toda la sensibilidad reconcentrada y ocul-ta en su corazón, son entera y exclusivamente del resorte del últ imo. Decimos lo mismo de la Misantropía y otras.

"Ul t imamen te , confesemos que este señor, aunque nos ha dejado asombrados en el Darlemón, del Abate L'Epée, en el Don Diego del Sí de las niñas y en el Pedro Lainez del Cid, también es de creer que si siempre estuviéramos viendo representar viejos y más viejos, se podría decir á los que suspiran por D. Andrés Prieto, aquello de Go-rostiza que él dice tan boni tamente en el Amigo íntimo, de que si á un hombre le dieran huevos moles al almorzar, huevos moles al comer, huevos moles al cenar y huevos moles á todas horas, daría los hue-vos moles á todos los diablos.

" Por conclusión, y dejando aparte el mérito de ambos en su res-pectivo lugar, ¿quién es más preferible, el Sr. Prieto que se retira y sacrifica á una desmedida ambición el gusto mexicano, ó el Sr. Ga-ray que con la mayor generosidad, sin ajuste, sin sueldo y con grave riesgo de su salud, redacta un drama liberal para celebrar el aniver-sario del 16, que lo ensaya, lo ejecuta, y que sigue aún bajo el mis-mo orden reorganizando, dirigiendo y trabajando?

' ' Prescindimos de la dureza, orgullo y despótica altivez con que el Sr. Prieto t ra ta á sus compañeros y aun al dueño de la negocia-ción: pero el Sr. Prieto, m u y apreciable en la sociedad y en la esce-na , es intratable en cuanto funge de protagonista y se acuerda que es uno de los hijos de Edipo, el gran Maestre de los Templarios ó el Emperador César Augusto, porque se reviste de más tono que un sul-tán en medio de sus mujeres, eunucos y esclavos. Dígalo Martínez que estuvo muy cerca de embutir le en la cabeza un caudelero en el acto de la representación de la comedia El Distraído."

Demos aquí término á este capítulo, que, reflejo exacto y fiel de la historia de esa época, como ella es triste, desconsolador y amargo. Meditando sobre los sucesos de esos dolorosísimos días, es como me-jo r pueden apreciarse el progreso y bienestar de los presentes, y la lucha cruel que México hubo de sostener con la adversidad para lle-gar á la al tura de civilización que hoy alcanza.

CAPITULO VI

1 8 3 7 . — 1 8 2 8 .

En la defensa de sus actos y en sus ataques á Andrés Prieto, el ar-ticulista nos da los siguientes pormenores de los gastos y productos del Teatro en aquel último tercio de 1827: " E l abono mensual está reducido en la actualidad á cuatro mil doscientos pesos: los sueldos de la Compañía importan al mes nueve mil pesos y ciento cincuenta el arrendamiento de casas. Repartidos en treinta días al mes, corres-ponden á cada uno trescientos veinticinco pesos, á cuya suma hay que agregar cuarenta y cinco ó cincuenta de papeleta. Eas entradas even-tuales no dan para cubrir esos gastos, y noches hay en que la Empresa ha perdido doscientos diez pesos cuatro reales ."

"Como el que más—decía el articulista en otro párrafo—lamenta-mos la pérdida de la ópera, ramo precioso que embelesa y encanta, deplorando permanezca en México una habilidad tan sobresaliente como la del Sr. D. Manuel García, y que no sólo estemos privados de sus dulces y melodiosos trabajos, sino lo que es más, que paladeados con las grandes óperas, carezcamos de las que antes de su venida pro-porcionaban muy buenos ratos al público; sería de desear que á costa de alguna alteración en el precio de los abonos se combinase el agre-gado de una ópera semanaria, pero trabajada y dirigida por el citado célebre actor, lo que contribuiría mucho para sacar el teatro de la so-ledad y abatimiento en que lo vemos noche por noche: pero por su-puesto que habían de ejecutarse en el Teatro Principal, pues pensar en el de la calle de las Moras es un disparate, porque á todos incomoda la dis tancia ."

Las razones alegadas por el empresario á nadie parecieron buenas, y El Sol de 15 de Octubre las combatió así: "Siempre será de lamen-tarse la separación del inimitable Prieto y de la contralto Santa Marta. ¿Quién después de haber visto á Prieto en el Sí de las Niñas, el Ocu-lista por amor y los Hijos de Edipo, ha de soportar con paciencia el Guillermo Tell, el Aviso á los solteros y el Avaro, desempeñados por individuos de tan inferior mérito y reputación? El público que conoce que ni la salida de Garay, ni la vuelta de Fernández, ni la adquisi-ción de Palomera pueden compensar la ausencia de este profesor, por las enfermedades del uno, la desaplicación del otro, y la falta de juicio

y órgano del tercero, y mucho menos llenar el hueco de la Santa Marta con la Gutiérrez y la Amada Plata, espera del empresario remedie estos males ."

El semanario El Amigo del Pueblo, decía á su turno: "Visiblemente vamos retrocediendo en lo que el teatro adelantó anteriormente. Mien-tras la verdadera escuela de las costumbres pueda ser objeto de espe-culación y codicia, mientras se ponga precio al talento y á los esfuerzos del genio, debemos desesperar de que los trabajos escénicos sean dig-nos de la gran México.

' 'El Sr. Prieto, sublime cuando calza el coturno é inimitable cuando ridiculiza los caprichos y la fatuidad de la última edad del hombre, se entrega también al abandono, acaso por disgustos con la Empresa. La ausencia de las tablas del Sr. Garay ha debido contribuir á esta desidia, por la falta de competencia de que tan vivamente se afectan los hombres de talento. El Sr. Garay en la ejecución del terrible Os-car, es tan superior como Taima en el Regido, y el Sr. Prieto en el Sí de las niñas, en el Anciano y los jóvenes, no puede tener competidor acaso en el mundo. El público se complacería de que estos dos sobre-salientes actores le dedicasen sus servicios nuevamente, y vería sin duda con agrado que la joven Guadalupe Munguía, la discípula más adelantada del Sr. Prieto, restituida á México adquiriese los conoci-mientos que nadie le puede dar en Puebla, donde brillará como her-mosa, pero no como Rita Luna.

" L a Sra. Manuela Gamborino, trágica fama de la escena y con las mejores disposiciones para desempeñar el papel de primera dama, no se esfuerza hoy día más allá de lo preciso para cumplir. El Sr. Sal-gado es sin duda merecedor de la satisfacción del público y de nues-tros elogios, por su constante aplicación. Hemos notado que se inclina á las chanzas de la comedia más bien que á las fuertes concepciones de la tragedia, y se ha extraviado en el camino de la gloria que se le prepara. Así que se le ve declamar vivamente cuando el asunto no pide más que la ironía del desprecio y modulaciones suaves: lo invi-tamos á que haga el estudio de las pasiones vehementes, y á que arre-bate al Sr. Prieto el sangriento puñal de Otelo.

" L a Sra. Agust ina Montenegro se acerca á una edad en que no se puede avanzar mucho en esta clase de estudios; sin embargo, agrada por su decoro en las tablas y porque al menos no retrocede. La sola presencia del Sr. Arias en la escena, es un insulto al público; aunque parezca exagerado este concepto, no lo omitimos, pues que ya no da esperanza de enmienda: el público se enfada de encontrar á Sileno en los júbilos de la gran Toledo.

" E l Sr. Pautret , compositor, según dicen, de los carteles en que se anuncian los grandes bailes, y nada más, nos obsequia, y esto si no ha enfermado á mademoiselle Rubio, con ciertos bailes tan repetidos,

que los podemos bailar hasta eu sueños. E n el año de 1826 todas erau promesas, y hoy que se ha conocido la gran paciencia del público mexi-cano, n ingún empeño se tiene en agradarle. Ea Sra. Pautre t sorprende siempre con su asombrosa agilidad, y no es en esta par te menos digna de e ogio la nina Gamborino. E l Sr. Aguila es un Hércules volando

e n ¿ Z T S , f T 6 ^ S r a > C ° r d e r 0 y R o d r í ^ e z « f c ent rado en la moda de los palmoteos, merecen ciertamente aplausos. Eos de-mas que componen la festiva familia bailarina, hacen bien el acom-panamiento.

" N o tenemos grande ópera por ahora, y es ciertamente m u y sen-

T1Z17J:amos p r i v a d o s l a r g 0 t i e m p o d e ~ a l

Inút i les fueron las tentat ivas hechas para convencer á Manuel Gar-

a £ T a P T Í O S í n f i m ° S q U e P ° d í a n e l Empresar io y el publico d e mediopelo que al teatro asistía, más que por gozar é ins-^ u i r s e por divertirse, á l o s a c t o r e s e n m

m e n t e a los españoles, con los cuales más de una vez pasaba de las burlas groseras al insulto cobarde. E l famosísimo tenor ni quiso ni

al ó rnTs í e X P O U " S e ' ^ V e j a C Í ° n e S ' y s u orgullo le vaho ffias y mas la antipatía del vulgo, pero sólo del vulgo; las prin-cipales familias solicitaban sus visitas, y las correspondían inmedia-l E : g 7 ° 7 ^ S U C O n V G r S a C Í Ó 1 1 a m e a a y d e ™ consejo para los

eios n I r " ^ ^ ^ ^ C a n t ° d e d k a b a n s u s ocios, con-sejos que García no negaba, si bien en México no se dedicó á la en-señanza. Para corresponder de alguna manera á esas atenciones y satisfacer el ansia que de oírle se tenía, el gran artista dispuso dar unos conciertos en salón que no fuese teatro, y no á menos precio del que estaba acostumbrado á hacerse pagar en Europa y en los Estados Uni-dos, y en 20 de Noviembre circuló el s iguiente aviso-

" E o s profesores de Música, Manuel García, su esposa, Andrés del Castillo y Santa Marta , unidos en sociedad han determinado, con el correspondiente permiso, servir al público que carece y solicita oir las bellas producciones músicas de los más célebres autores, cantando las piezas mas escogidas, para lo cual ha solicitado y conseguido el gran Salón de la Lonja , dondese darán espectáculos escénico-filarmónicos, desempeñados por los cuatro profesores arriba mencionados y una bri-llante orquesta, verificándose el primero el jueves próximo 22 del co-r r i e n t e . - D i c h o s espectáculos se compondrán de arias, dúos, tercetos y cuartetos en los idiomas italiano y c a s t e l l a n o . - L a sociedad ofrece no perdonar medio que esté á su alcance para la mayor comodidad de os espectadores que se dignen honrarlos, así como para el decoro y

brillantez de los e spec t ácu los . -Los billetes se expenderán desde el miércoles a las diez del día hasta las seis de la tarde en el almacén del Sr . Ackerman, frente de la Profesa, y en la misma Lonja , siendo el

precio de cada boletín á dos pesos, dando principio la función á las siete y media de la noche . "

Apenas anunciada esa serie de conciertos, estallaron de modo irre-primible los odios civiles, sirviéndoles de base y pretexto el aun no resuelto punto de la expulsión de españoles. La abortada conspira-ción del Padre Arenas y otra que se dijo iniciada en Jamiltepec de Oaxaca por dos frailes, dieron pábulo á las voces de que todo debía temerse de los españoles, y á la creencia de que todo era lícito para exterminarlos y salvar á la patr ia. E l Alcalde de Petat lán y Teniente de Milicias Gallardo; el Gral. Montes de Oca, Comandante de Aca-pulco; Vázquez en Michoacán, y otros más insignificantes, pero no menos terribles cabecillas en Izúcar, Chietla y Chalchicomula, ha-bíanse alzado en armas persiguiendo gachupines y pidiendo su expul-sión, tan de acuerdo con el Gobierno General, que el Ministro de la Guerra, Gómez Pedraza, al dar cuenta al Senado de esos desórdenes, pretendió persuadirle " q u e ésta era la uniforme voz de la nac ión , " á lo cual un senador contestó, " q u e si así lo creía el Gobierno, presen-tase la iniciativa correspondiente, pues el Senado no estaba dispuesto á que sobre él recayese la odiosidad."

A la Legislatura del Es tado de México, que fué la primera en de-cretar la expulsión, sin más excepciones que las de imposibilidad fí-sica ó moral, siguió la de Puebla, que dictó igual decreto el 12 de Diciembre. Desde el 26 de Noviembre, el Senador Alpuche, había presentado á la Cámara un proyecto de igual naturaleza, que no fué admitido, corriendo mejor for tuna el que inició ante la de Diputados, facultando al Gobierno para confinar á determinados sujetos, cuyos nombres hizo públicos un papel que se imprimió con el t í tulo de "E j e -cución de justicia en coyotes despojados ."

Admit ida esa iniciativa, por sus pasos naturales se t ra jo al tapete la de la expulsión franca y resuelta, pedida por los pronunciados de Ajusco y Toluca, á quienes, se dice, ofrecieron Zavala y el Gral . Gue-rrero que sus deseos serían cumplidos. " L a discusión en las cámaras fué m u y acalorada: los escoceses y los imparciales, dice Zavala, sos-tenían, fundados en principios de justicia, de conveniencia y de ra-zón, que el Congreso General no tenía facultad para dar una ley en que se imponía una pena tan grave á una considerable porción de ciudadanos, como eran los españoles avecindados en el país después de muchos años, con hijos, esposas, familias numerosas y bienes ad-quiridos legalmente.

" L o s españoles habían venido al país á establecerse cuando era par te de la monarquía española; habían adquirido, ó mejor dicho, conservado, sus derechos civiles y políticos, y con el Plan de Iguala se había estipulado que permanecieran como los demás mexicanos. Ent ra ron en la nueva sociedad formada en 1821. Contribuyeron, co-

mo los h i jos del país, á la Independencia , unos ac t ivamente con sus caudales, otros con sus servicios como mili tares; con t inuaron en los dest inos de mayor confianza, y n o se había adver t ido q u e fal tasen á sus deberes, pues si unos cuantos , t ra idores á sus j u r amen tos , habían proc lamado la ru ina de las ins t i tuc iones ó conspi rado para el resta-blecimiento del sistema colonial, en lo genera l n o se notaba el mis-mo espír i tu .

" Los yorquinos , hab lando á las pasiones y á la imaginac ión , ex -ponían q u e los españoles no hab ían cesado de conspi rar cont ra la in-dependencia nacional desde que , pasado el p r imer m o m e n t o de sor-presa , habían vuel to á sus an t iguas esperanzas . Recordaban los su-cesos de Juch i y To luca , cuando las t ropas expedic ionar ias i n t en ta ron en Abri l de 1822 restablecer la dependencia ; p in t aban con los colores más fuer tes las escenas sangr ien tas de la pasada revolución; invoca-ban los manes de las víc t imas i lustres sacrif icadas por las manos de los españoles, quienes en el seno de la nación que hab ían despedaza-do d i s f ru taban t ranqui los de las r iquezas q u e hab ían usurpado en las guer ras civiles: Yo no voy á la ciudad, decía u n o de los e x a l t a d o s , / ¿ r no ver á los asesinos de mis padres: las familias a r ru inadas , las v iudas y huér fanos q u e pedían venganza , y la jus t ic ia nacional hollada, á la q u e se debía una reparación correspondiente á la m a g n i t u d de los males . Muchos oradores se r emon taban has t a H e r n á n Cortés y se const i tu ían defensores de Cuauh temotz ín y Moctezuma. Pe ro el pro-yecto hor rendo de la ú l t ima conspiración, ese a t en tado q u e era impo-sible, según se decía, q u e n o fuese el resul tado de combinaciones pro-fundas y de u n a complicidad general , era suficiente causa para q u e el Congreso, acordándose de que la salud del pueblo es la suprema ley, decretase la genera l expuls ión de los españoles .

" L a exal tac ión era ex t raord inar ia , y el Pres idente Victor ia nada hacía para contener la ; el Gra l . Guer re ro influía para q u e se diese la ley de expuls ión y Pedraza hacía ot ro t an to , a u n q u e con menos f ran-queza.

" S o s t e n í a n la expuls ión en la Cámara de Diputados: D . José Ma-ría Torne l , D. J u a n T a m e s , D. Ramón Pacheco, D . J o s é Manue l H e -rrera, D. Anas tas io Cerecero, D . Is idro Rafae l Gondra y otros . E n el Senado: D . José S ix to Verduzco, D. J u a n Nepomuceno Acosta , D . J u a n N. Rosá ins y D . Demet r io del Castillo.

" Cont ra la expuls ión se p ronunc ia ron con calor y energía en la Cámara de representantes : D. A n d r é s y D. Mat ías Quin tana , D . Ma-nuel Crescencio Rejón, D . Cayetano Por tuga l , D. F e r n a n d o del Va-lle, D. José Ignac io Espinosa y D . J u a n de Dios Cañedo . E n la de Senadores : D. Francisco Molinos del Campo, D. Ignac io Paz, D. Francisco Ta r razo y otros.

" E r a un esfuerzo de filosofía y civismo hacer f r en te á la m u l t i t u d

y con t ra r res ta r u n a opinión públ ica facticia expresada con amenazas

y fu ro r . , " E l Congreso General , movido por los agi tadores , dio el pr imer

decreto d e expuls ión de los españoles el 20 de Diciembre. L a s hi jas , las esposas, las familias de los expu l sos corr ían de u n o á ot ro p u n t o implorando la clemencia de los legisladores. Hicieron exposiciones enérgicas , pidieron al Pres idente Victor ia apoyo en su infor tunio ; pe-ro n o encon t raban quien escuchase sus reclamos, y apenas puede creerse cómo el corazón de los mexicanos , t a n noble , t an generoso, t an compasivo, resist ía al espectáculo q u e presen taban esas familias desoladas, q u e rec lamaban u n derecho como se pide u n a gracia q u e expon ían sus desgracias y no inspi raban compasión, que manifes ta-ban sus pequeños hi jos , la miseria y abandono en q u e iban a que-dar ó la obligación de seguir la suer te de un padre desven turado en países desconocidos, y n o hac ían revocar u n a resolución t a n barba-ra. ¡Tanto el espí r i tu de facciones desv i r túa el verdadero caracter del h o m b r e y sus t i tuye á la razón los efectos de la pas ión ! "

L a ley de expuls ión se publ icó el 22 del mismo Diciembre, fecha en la cua l el T e n i e n t e Coronel D . José Manue l Montaño publico a su vez un P lan en O t u m b a , p idiendo la ext inc ión de las sociedades ma-sónicas, el cambio de Ministerio, el pasapor te para el Minis t ro Poms-set y el cumpl imien to de la Const i tuc ión. Gómez Pedraza desplego la mayor act ividad para repr imir aquel movimiento , al q u e se adhir ió el Gral D . Nicolás Bravo, Vicepres idente en tonces de la Repúbl ica y enemigo abier to y f ranco de los yorquinos . E l 7 de Ene ro de 1828 el Gra l D Vicen te Guer re ro , j e fe de las t ropas del Gobierno, ocupo á Tu lanc ingo , cuar te l genera l de los rebeldes, y D . Nicolás Bravo, amigo ins igne y grandiosa hechura del gigantesco D. José M a n a Mo-relos, f ué t ra ído preso á Méx ico y v i lmente insu l tado por los patr io-te ros de los cafés y del Congreso .

" E n la t a rde del día en q u e se tuvo noticia de la prisión de Bra-v o — d i c e B u s t a m a n t e — l a Gran Sociedad, l uga r de cita de nues t ros ho lgazanes y viciosos, á semejanza de la Fontana, de Madrid , f ué el t ea t ro donde comenzaron á desarrol lar estos perdidos sus pasiones. Más de qu in ien tos se presentaron allí b las femando de Bravo, l l amán-dole t ra idor y g r i t ando ana temas contra él y los españoles, con voces y pa labras descompasadas y una alegría fr ivola, efecto del calor del v ino: h é aqu í la pr imera pa r t e de l a horrorosa escena representada en

aquel la botillería. " A l son de u n a ronca corneta y desen tonado tambor , como a las

seis de la t a rde se reun ió u n a comparsa de léperos, capi taneada por el Senador Alpuche : uniéronsele el Diputado Cerecero, un cocinero i ta l iano y porción de frailes, y pusiéronse en marcha cogidos de los brazos. E n la calle del Esp í r i tu San to , unos franceses de la calaña

b . h . t . — t . i.—34

t o s U n a b a n d e r a n a d o n a I : t o m í ™ l a dos indivi-

s a verde T f T - , e * t r e m 0 S ' 7 U n ° ' C ° n U " a e s P a d a < « »

T ° a gt ° I p e S y á g r i t 0 S - C o m o s i f u e r a n « » « U q m a ó

tal ismán. La comitiva siguió su marcha, entró en San Francisco donde d e c u e r p o presente ^ cad.ver ™J¡¡

á k T e , m p r e c a c l o n e s indecorosas. Marcharon después alH 2 a u m m t a d ° s i a s t a el pun to de no caber en elfa y

s en t T a í f ^ T * * ^ 4 l a * <*>lo¿, ón de ese I " 1 , " " * ̂ ^ ^ « l a

cion de ese día 8, se presentaron dos mequetrefes de éstos con ha-

os iuntame e n t " « ™ ^ la lista de los o f i c i e s pr -

m e p t a 0 d í C ° U V ° ; 4 M d a n ° m b r e «U= W a n a c o m P a ñ a b a n D N c o l l R

R ° S 0 ' R 6 ^ C O R R E S F ™ D I F C « » *>** Y palmoteo. •' J f o ! B ? ; ° d e s n i n t i a e n a 4 l l e I l a o c a s i ™ «Jto valor que jueces preffuntad^6 * ̂ M = P ^ c i a , y al ser p o r L luctón Z Z C O " J U é d e r e C b ° S e P ° U Í a á l a d<= 'evo-íucion armada, respondió:

" cOnstítución^vd T T * H P á U n t r a S t o r a o d e

1 ' toria r e s^ t íó á 1 ^ ^ * m Í S m ° C ° n * t t e e l Res iden t e Vic-í e s e l a ^ las intentonas de I turbide, que nos preparaba una

' ' do ( te la Ren iVhr T * * * * ^e segundo Magistra-" l e v e s v h f P ' P í a h a b , a r y V e k r s o b r e l a observancia d é l a s leyes y hacerlas cumpl i r . "

Como la derrota de Bravo significaba el tr iunfo definitivo de lo ,

2 3 f c £ l0tS e S C ° C e S e S ' 1 0 8 V e n C e d 0 r e S ' - ^ confiisión de ideas que caracteriza esa época tristísima de la historia de Méxi-

T t a f a a S ' 611 k q U e - P o s i b l e d e s l i n -dar eampos políticos y clasificar opiniones, los vencedores, repito ce-

una r c r I a ; g k S Í a d e S a n t ° * » * » * > « del ¿ de 1 2 tor T) Fra ^ T ° d ° P 0 d e r 0 S 0 ' 7 « ella predicó el Doc-° o

r ? ; f a n C ! S C ° A / » á n d a r > arador que era de la cámara de la Gran logra Yorquina. A la función de iglesia siguió un om£ú servido en el y estando á la mesa, alguien dió la ^ dT£3fc

X q ; D , ?r t e Guerrero'que á ia wíóq h h con toda su oficialidad, contradijo enérgicamente y reprimió la inso-lencia de quien la profirió. P * Señalado el 23 para decidir en la Cámara de Diputados la suerte de Bravo se citó á éste para que, si lo tenía á bien, c o n c u r r i e s e T p r e

^ B r a v o c o n t e s t ó q u e n ° *

C o m o * " « * reemde L\nte,iclneS. Como era de esperarse, el Congreso declaró haber lugar á formación de causa, y el asunto pasó á la resolución de la Suprema " r t e d e

Justicia. Mas como ésta temiese dictar sentencia contra el héroe, el Gobierno ocurrió á promover y obtener del Senado el destierro por seis años de los cómplices en la conspiración de Montafío, y en 21 de Abril , el caudillo insurgente fué sacado de la Sala Capitular del Ayuntamien to de México, que le servía de prisión, y conducido al Puer to de San Blas, en donde se le embarcó para Guayaqui l .

Da mejor censura de aquellos actos, que daban el t r iunfo al Minis-t ro de la Guerra Pedraza y al Ministro americano Poinsset, contra los cuales iba el plan de Montaño, la hizo la musa popular, fijando en las esquinas el s iguiente pasquín:

" P o r sostener á un ministro y á un ext ranjero bribón, que perezca la nac ión . "

Sería ofender á mis lectores detenerme á demostrarles que durante esos meses n ingún éxito ni brillo pudieron alcanzar los espectáculos públicos en la Capital. Das obras más aplaudidas por la plebe, á que el empresario procuraba halagar para ayudarse siquiera á cubrir los gastos, fueron Fray Lucas ó el Monjío deshecho; A un engaño otro ma-yor ó el burro afeitado; Encontrar tres imposibles: mujer firme, amigofiel y criado agradecido; El fiscal de su delito, juez cuerdo, y testigo ciego; El perlático fingido; El Abate LEpée, y otras por el estilo.

Bien es verdad que todo perdía su interés para reconcentrarse en el que los partidos ponían en las elecciones de Presidente y Vicepre-sidente de la República que habían de tener lugar en el inmediato Se-tiembre, j ugando en ellas D.Vicente Guerrero, candidato dé los yor-quinos y D. Manuel Gómez Pedraza protegido por Victoria que le deja-ba usar y aun abusar de los elementos oficiales, y apoyado por los esco-ceses, que después del fracaso de Montaño decidiéronse por el Minis-t ro á quien debieron su derrota, por considerar que entre uno y otro ext remo debían decidirse por el menos malo. Verificadas las eleccio-nes t r iunfó Gómez Pedraza por el voto de once legislaturas contra el de nueve que obtuvo Guerrero.

Comprendieron los yorquinos la suerte que les aguardaba con aque-lla audaz maniobra de los elementos que habían creído aniquilar en Tulancingo, y resolvieron disputar con las armas la victoria, ó hacer-la tan costosa que su enemigo llegase al poder debilitado y vacilante. Al efecto influyó con D. Antonio Dópez de San ta -Anna , incansable agitador, el primero en alzarse por todo y contra todo, y á la vez partidario de Guerrero, y no le fué difícil impulsarle á proclamar, como lo hizo en 16 de Setiembre, la nulidad de las elecciones en fa-vor de Pedraza, la validez de las de Guerrero, y la total expulsión

de españoles como origen de los males públicos. Puesto fuera de la ley por el Congreso General y eficazmente combatido por el Gral . Mora y el Coronel Rincón, que impidieron que Jalapa y Veracruz secundasen el movimiento, S a n t a - A n n a hubo de escapar al Es tado de Oaxaca, en donde dió gran impulso y fuerza á su rebelión, que poco tardó en verse apoyada en diversas localidades y por distintos jefes, y en estallar en la misma Capital por obra de D. Eorenzo de Za-vala, director del formidable motín de 30 de Noviembre de dicho año de 1828, conocido por el motín ó revolución de la Acordada.

La pluma se resiste á entrar en detalles de aquella asonada que duran te tres días afligió á la ciudad con toda clase de crímenes y atro-cidades, que terminó con la fuga de Pedraza y tuvo por epílogo el saqueo del edificio ó bazar, que con el nombre de El Parián, f ué por más de un siglo el emporio del comercio dé nueva España, y que aún en estado de decadencia, encerraba un valor en numerar io y en efec-tos que se hace subir á la enorme suma de dos millones y medio de pesos. " D u r a n t e la tarde del 4 y toda la noche se robó sin intermi-ción alguna, dice Tornel , y se cometieron crímenes de mucho tama-ño, incluyéndose en ellos asesinatos á sangre fría, para disputar va-liosos ó miserables artículos que pasaban de las manos de unos ladro-nes á las de otros. Ea devastación del Par ián se asemejaba á la que causa un voraz incendio; todas las puer tas fueron desquiciadas y ro-tas: algunos techos ardieron y no quedó ileso ni un mostrador, n i una sola t ienda. E l empeño de azuzar al pueblo contra los españoles eu-ropeos había producido sus efectos, y como eran ellos los propietarios del mayor número de los cajones del Parián, fácil fué á los instigado-res marcarlo como botín de la inmoral guerra de que era presa la in-feliz c iudad . "

" L a revolución había tenido por móvil y verdadero fin — continúa diciendo Torne l—evi t a r que el Sr. Pedraza llegase á poseer la Presi-dencia para que había sido nombrado; pero sea que los directores del motín no considerasen esta causa de suficiente prestigio para agitar la masa del pueblo, sea que la fermentación de los ánimos t ienda siem-pre entre nosotros á señalar á los españoles como su blanco favorito, lo cierto es que la expulsión de esos hombres desgraciados estaba en todas las bocas.

"Como Gobernador del Distrito y para evitar mayores perjuicios á los españoles, discurrí—habla D. José María Tornel—expedir les res-guardos, mientras que el Congreso resolvía definit ivamente acerca de su suerte: estos documentos, repartidos de balde y profusamente, sal-varon á los nativos de España, si no de la violencia, que estimé muy remota, sí al menos de investigaciones que los hubieran atormentado mucho. Y no me limité á estas demostraciones; procuré seguridad á los que resolvieron abandonar la República; cuarenta españoles sa*

lieron de la Capital con todos sus bienes, en los días más angustiosos, ba jo la escolta de unos cuantos gendarmes á las órdenes del Capitán Ri to Velasco, que en esa vez l ibertó las vidas é intereses de esos in-felices, con valor y serenidad "

Puesto que hablaba en defensa suya y de sus actos como autoridad del Distrito, Torne l no pudo decir sino que todo había pasado del mejor modo posible. Sin embargo, es falso que sólo la ruina del sa-queo hubieran tenido que lamentar los españoles europeos, según eran llamados los que en México residían.

E l famoso tenor D. Manuel García, sabedor de que su h i ja la Ma-librán habíase embarcado para París, convencido de que en México nada podría hacer, y deseoso de salir de aquella f ragua de odios con-tra los españoles, despidióse de sus amigos de la Capital y después de solicitar y obtener u n a escolta, con su familia se puso en camino para Veracruz. Bueno estaba México para teatros, y para convencerse de ello basta leer El Sol de 1828, cuyos redactores, después de anunciar que, según sus corresponsales, la Malibrán estaba causando furor en el teatro I tal iano de París, " e n cambio, decían, nosotros nos vemos privados de los placeres que nos causaban García y Madamas Pel-legrini y Santa Marta y Prieto; falta tan to más sensible cuanto que todos conocíamos los adelantos de la Salgado al lado de Prieto y de Amada Plata al de García; hoy se a jus tan cincuenta y dos días de cerrado el teatro por nuestras discordias civiles, y contamos por única diversión los espectáculos de Mr. Perinor, que en la calle del Espír i tu Santo n ú m . 3, casa de la Marquesa de Miravalle, exhibe su aparato solar megascomicroscópico, que nos permite ver la circulación de la san-gre en los insectos, y una pulga de veinticinco ó t re in ta varas de su-perficie . . . . "

A pesar de su escolta, el artista español no pudo hacer sano y salvo, como los españoles protegidos por Tornel , el trayecto entre nuestra Capital y nuestro primer puerto. " A l regresar á Europa , dice su no-ticia biográfica publicada en el Diccionario de Orozco y Berra, Manuel García fué acometido en el camino de Veracruz por unos ladrones que le despojaron de todo el f ru to de su t rabajo , por lo cual se vió preci-sado, así que llegó á París, á comenzar de nuevo á dar sus lecciones de can to . . . . "

Mucho t iempo busqué en periódicos y papeles de esa época porme-nores de ese asalto á García, ó informes siquiera del punto en que se perpetró. No pude hallar nada en esas fuentes, pero consultando más ta rde la Relación de la Expedición Francesa del Almirante Baudin, es-crita por Blanchard y Dauzats en 1839, me encontré que al describir ese libro el camino que pasa al pie de las montañas de la Malinche y del Piñal, dice: " C ' e s t dans ce défilé formé par les deux montagnes, que le célèbre ténor García, pére de madame Malibrán, de glorieuse

et douloureuse mémoire, fu t dépouillé par une bande de voleurs du f ru i t des économies qu ' i l avait faites; non content de lui dérober son argent, ils le forcèrent à leur chanter un de ses airs favoris- on ne se serait guère a t tendu à t rouver des mélomanes parmi les voleurs des savannes de l 'Amér ique!"

Ta l fué la ûlt ima y desgraciada aventura que Manuel Garcia corriô en sus expediciones en la América.

CAPITULO V I I

182».

Consecuencia del t r iunfo de los amotinados de la Acordada fué que el nuevo Congreso General, instalado el 1? de Enero de 1829, decla-rase á los pocos días insubsistente y de n ingún efecto la elección de Gómez Pedraza y subsistentes y valederos los votos de las legislaturas que no habían sufragado por él. Acto continuo, la Cámara procedió a la elección de Presidente de la República entre D. Vicente Guerrero y D. Anastasio Bustamante, que seguían á aquél en número de votos y de las quince diputaciones que allí estaban representadas, la una-nimidad votó por Guerrero para Presidente y la mayoría de trece por Bustamante. para la Vicepresidencia.

E l principal objeto de los yorquinos estaba logrado. Guerrero sería Presidente de la República: faltaba sólo conseguir el que los rebeldes de la Acordada habían invocado como primero y primordial para al-zarse contra el Gobierno y encubrir el de la elección del héroe del Sur . E l acta firmada en aquel edificio el 30 de Noviembre de 1828, dice-" S e convino en adoptar el plan propuesto por el Sr. Cadena, reducido " á que se pasara al Gobierno un oficio pidiendo quedentro de veinti-

cuatro horas hiciera reunir en la Cindadela á todos los españoles resi-dentes en este Distrito, para ser de allí conducidos bajo escolta de nuestro

" ejército para hacerlos embarcar

Elevado el asunto al Congreso, en vano ilustres oradores le comba-tieron: la mayoría le fué favorable, y el decreto se expidió sin que de nada sirviesen los lamentos y voces de misericordia de las esposas é hi jas de españoles, ni la exposición que á Guerrero presentaron aque-llas infelices, poniéndose ante él de rodillas, según se dice. E l decreto lo expidió y firmó en el Palacio del Gobierno Federal en 20 de Marzo de 1829 el Presidente D. Guadalupe Victoria; el mismo día lo comu-

nicó al Gobernador del Distrito el Ministro de Relaciones D. José María Bocanegra, y el siguiente, 21, lo publicó por bando D. José María Tornel y Mendívil, Coronel, Diputado y Gobernador del Distrito Federal . D. Francisco del Moral, como Presidente de la Cámara de Diputados, y D. José Farrera , como Vicepresidente del Senado, habían firmado el decreto.

Constaba de once artículos, y completábanle trece providencias acla-ratorias: los españoles deberían salir de los Estados ó territorios un mes después de publicada la ley, y dentro de los tres siguientes deja-rían la República, sin exceptuar más que á los impedidos físicamente, y aun esto sólo mientras durase el impedimento, y á los hijos de ame-ricanos. E n caso de no salir en los términos señalados, sufrirían una prisión de seis meses en una fortaleza y serían embarcados después: á los que careciesen de recursos se les costearía el viaje hasta un puerto de los Estados Unidos, por cuenta de la Hacienda pública, y con la más estricta economía: los exceptuados por impedimento físico no po-drían avecindarse en las costas.

T a l fué en sus principales artículos aquella inicua é impolítica ley, cuya publicación consti tuye uno de los últimos actos del Gobierno de D. Guadalupe Victoria, nipróspero, nifeliz, ni t ranqui lo para su patria.

En t r e los males s innúmero que formaron la triste herencia legada á su sucesor, hubo de contarse el de hacer que se cumpliese el decreto de expulsión, tarea inicua que tocó llenar á D. Vicente Guerrero, quien ocupó la Presidencia el día 1? de Abril de 1829. E l mismo Zavala, que tanta culpa tuvo en ello, confiesa que, convencido de la injusticia de la medida, la combatió por medio de la prensa, aliándose al insigne patriota y distinguidísimo escritor y hombre público, D. Andrés Quin-tana Roo: ' 'difícil es, añade, resistir á la voz de la humanidad doliente, y el corazón sensible de un magistrado lo forzaba á no cumplir el de-creto con aquellas personas que se presentaban cargadas de familia y de miseria, cuyo destino iba á ser el de perecer en un país extranjero, por falta de recursos y por los rigores del c l i m a . . . . La ley se dió más rigurosa, de manera que dejaba poco lugar á excepciones y mul-t i tud de gentes honradas-corrían por las calles de México buscando asilo para ocultarse á la terrible persecución. E l hecho es que nume-rosas familias se vieron obligadas á abandonar el país para ir á perecer de miseria y de necesidad á los Estados Unidos, después de haber su-fr ido maltratos y latrocinios infames por par te de los capitanes de bu-ques de esa nacionalidad. Los expulsos más pudientes se trasladaron á Francia . E l resentimiento de todos se desbordó, como era de espe-rarse, exagerando, en donde quiera que fueron, los vicios y defectos de una República que, como dice el escritor mexicano, tan rudo golpe daba á la civilización y al interés nacionales ."

Facul tado el Gobierno para exceptuar de la aplicación de la ley á

los españoles que á su juicio lo mereciesen, publicáronse diversas lis-tas en que constaban los nombres de los agraciados, y en una de ellas encabezada así: "Lis ta de los españoles exceptuados de la ley de 20 de Marzo de 1829 por impedimento físico t empora l , " se encuentra D. Andrés Prieto: no consta ni he podido averiguar cuál fué el impedi-mento temporal que se prestó á que el dist inguido actor español eva-diese aquella pena común á sus compatriotas, de que no pudo eximirse otro actor español, por entonces casi inapercibido, y sin fama a lguna, y más tarde señalado y dist inguido en primera línea. Me refiero á D . Miguel Valleto, nacido en 1808, presentado como actor en Zaragoza á los diez y seis años de edad, venido á Veracruz cuando apenas con-taba diez y nueve, es decir, en 1827. E n el de 1828 subió á la Capital y t raba jó en el Viejo Coliseo, sin que por entonces, repito, se señalase más que por su juveni l y agraciada presencia y exquisi tos y finos mo-dales. Comprendido de lleno en la ley de 20 de Marzo de 1829, Miguel Valleto hubo de salir del país en que más tarde había de dejar sus ce-nizas y una familia artista como él, aunque en dist into ramo, y en que es perdurable su memoria al par de la de Soledad Cordero, que en ese mismo año de 1829 decididamente dejó el género coreográfico para dar los primeros pasos en el cómico y dramático, aleccionada por el insigne Andrés Prieto y por la excelente Agust ina Montenegro, pasada en años pero rica en talento escénico.

Ignoro, vuelvo á decir, cuál fué el impedimento temporal que sirvió á Andrés Prieto para evadirse por entonces de la expulsión, pero el hecho es que en el Amigo del Pueblo encuentro un artículo relativo á teatros, en que se decía: " P a r a la compañía de verso se ha a jus tado á Prieto y á los mejores actores y actrices, contándose entre las se-gundas á la mexicana Cecilia Ortiz. Desearíamos que se incluyese en la lista á la joven Guadalupe Munguía , que ha manifestado dispo-siciones muy excelentes, y que cultivaría con suceso al lado de ma-dama Dubreville, tan recomendable en su c lase ."

E l artículo continúa con los siguientes conceptos, que recomiendo como una demostración de la manera con que entonces se entendía la libertad, y del criterio de nues t ros patr iotas y escritores públicos.

" E l señor Gobernador del Distrito ha nombrado un censor i lustrado para piezas de teatro, encargándole muy particularmente que no aparez-can en la escena reyes, si no es pára recomendar su muerte ó su castigo, cuando hayan infr ingido las santas leyes de la sociedad y de la na tu-raleza. De este modo corregirá la risa las costumbres, y el teatro será u n a escuela de virtud.

' ' Sabemos con sentimiento que caprichos de amor y celos impedirán ta l vez que tengamos baile en la presente temporada. Recomenda-mos al Ayuntamiento, por si aun fuese t iempo, esta Compañía, que es la única en que casi todos son mexicatios, cuando en las de ópera

y verso casi todos son españoles. No negamos el mérito de éstos, aun-que sean paisanos del mismo Cid Campeador, y sólo queremos a lguna consideración para nuestros lares y penates. De otra manera no po-drán justificarse los altos precios á que se asegura van á abonarse los palcos y lunetas. Ya que el Ayuntamien to sacrifica á este objeto fon-dos que podrían hacer falta para otros de preferencia, que sea agra-dando tan to á la opinión, que enmudezca.

"Obse rvamos con dolor que los ingenios mexicanos, favorecidos tan s ingularmente por el Cielo, no se dedican á formar composicio-nes para el Teatro , cuando la historia de la ant igua México abunda en sucesos dignos del sublime cantor de Ulises. ¿Por qué la viva-cidad de los mexicanos y las gracias de su entendimiento no han de marchar sobre las huellas de Corneille y de Moliere? Tene-mos costumbres originales, y la invención encontraría un campo a m e n o . "

El Sol, menos optimista, encontraba que las comedias eran mal elegidas y peor ejecutadas por Amador, " q u e cada día — dice,— des-cubre un nuevo defecto, y aunque no dejan de salir Prieto y Garay, el primero 110 representa nuevas piezas, y el segundo no sale de las ant iguas. La ópera cuenta con un cantante malo, el Sr. Ramati , al que se le pueden dar los t res mil pesos que gana de sueldo con tal de que no vuelva á cantar, y mejor sería repartirlos entre Plata, Cordero y otros, para justif icar los altos precios de abono de diez y seis pesos luneta y cien pa lco . "

E n efecto, en mi lista de las comedias representadas en ese año, figuran, como en los anteriores, La Moza de cántaro, La mujer dedos maridos, Juana Calas, La Mujer Jirme, La Mogigata, La Juventud de Enrique V, El perro del Hortelano, Los inquilinos de Sir John ó la fa-milia de la India, El jugador, El amigo íntimo, El sordo en la posada, La reconciliación, La Elmira, La Fulgencia, El diablo predicador, El Agamenón y cien obras, buenas muchas, malas las más, y realmente todas muy gastadas y vistas. En t r e los bailes figuran: Las bodas de Camocho, Las Rumas de Palmira, La heroítia americana, El fanático, El Macbet y La lucha de mar.

La importancia de los sucesos políticos, quitaba la suya á los es-pectáculos. E l 31 de Jun io súpose en la Capital que pocos días antes había desembarcado en Cabo Rojo á a lgunas leguas de Pueblo Viejo de Tampico, un ejército español al mando de D. Isidro Barradas, que en nombre de Fernando V I I debía procurar la reconquista de Nueva España .

Es te suceso, que venía esperándose de mucho t iempo atrás, sor-prendió, sin embargo, á todo el país, al grado de que muchas perso-nas lo pusieron en duda y otras más lo negaron, suponiéndolo un ar-did del Gobierno para arrancar á las cámaras facultades discrecionales

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con que vengarse de sus numerosos enemigos y hacerse de recursos en dinero.

Pero pronto se tuvo de un modo indudable la certeza del hecho, y la jus ta indignación de los mexicanos unió por un momento sus di-vididas y aun opuestas voluntades, y es seguro que si Fernando V I I no hubiese dispuesto, con la torpeza que distinguió siempre todos sus actos, aquella expedición, y hubiérale dado elementos para sostener-se a lgún tiempo, toda la República habríase movido con patriótico impulso sobre Barradas.

Por fortuna, tan necio alarde no estuvo apoyado con los formida-bles elementos de guerra que más ta rde desplegó la Francia, á cu-yas exigencias hubimos de sucumbir , y la República venció y ano-nadó á bien poca costa á la reducida y mal aconsejada división de Barradas.

Pero esto no podía saberse en los primeros instantes, y por lo mis-mo, la facilidad de la victoria no quita su mérito al entusiasmo con que todo mexicano se preparó á haber cooperado á ella.

Como era de esperarse y de disculparse en ese momento, el odio á los españoles llegó á un período álgido, y los ingenios y las imprentas se desataron en invectivas contra ellos. Toda venganza, toda repre-salia quedó permitida y aun autorizada, y un himno que la plebe voci-feraba á todas horas y por todos lados, incitaba al combate contra ellos, poniéndolos en peor condición que á perros callejeros, á los que no se-ría un crimen ex te rminar .—Hé aquí el estribillo ó coro de ese himno:

" A la lid, á la lid, mexicanos; alentad, preparad los mastines; no mancháis vuestras diestras, hermanos, ' sólo vais á matar gachup ines . "

E l patriotismo en esa vez se sobrepuso á todas las dificultades y suplió cuanto pudo necesitar el Gobierno de la época. E l Gral. D. Antonio López de San ta -Anna , con arrojo y resolución al tamente meritorios, fué el primero en improvisarlo todo, lo mismo las tropas que los recursos, y pronto cayó sobre el ejército invasor, que, victo-rioso en los primeros combates, perdió todas sus ventajas por las tor-pezas de su jefe, por la insalubridad del clima y por la astucia de San ta -Anna , que no perdonó medio que le condujese al fin de escar-mentar al audaz é insolente invasor, quien se vió precisado á capi-tu lar el i i de Setiembre del mismo año de 1829, después de haber perdido en acción de guerra y á resultas de la peste terrible que se desarrolló con los calores y las l luvias en el campamento español mil setecientos ocho hombres de los tres mil quinientos que, según D. Manuel de Mier y Terán , desembarcaron.

La completa derrota de los invasores se supo en México en la no-che del 20 de Setiembre por un par te que D. Vicente Guerrero reci-bió hallándose en el Tea t ro Principal, en el que asistía á la repre-sentación de la comedia Un momento de imprudencia. E n la emoción que experimentó el ilustre suriano, dió á comprender que algo fausto pasaba, y hecho público el suceso, la concurrencia toda prorrumpió en atronadoras aclamaciones de júbi lo y siguió al Presidente que se trasladó á Palacio entre los vítores de la mul t i tud entusiasta. En un momento se cubrió la ciudad de improvisadas i luminaciones y los co-hetes y los repiques pusieron en vela á todos sus habitantes .

D. Vicente Guerrero, rodeado de cuanto había en la Capital, desde el más pobre hasta el más rico, confundido entre las oleadas de los que le hablaban á la vez y le l lamaban el Padre de la Patria, sólo contestaba con lágrimas de gozo y recibía en sus brazos á toda clase de ciudadanos, entre los que no se conocía en aquellos felices mo-mentos n inguna diferencia de partidos ni opiniones. Parecieron ha-ber desaparecido, en aquella noche de general alegría, el odio y el resentimiento.

E n la del 1? de Octubre, llegaron á la Capital los oficiales Mejía, Stávoli, Wol y Beneski, conduciendo las banderas tomadas al ene-migo. E l Presidente dispuso dedicarlas á la Virgen de Guadalupe y ofrecer ese trofeo á la patrona de los mexicanos. Nada faltó á es-ta augusta ceremonia, viéndose la calzada que se ext iende desde México á la Villa de Guadalupe, cubierta de un gentío inmenso, que sáludaba á D. Vicente Guerrero con aclamaciones de una alegría sin-cera y legítima.

Los poetas pulsaron sus liras (no me atreveré á llamarlas de oro), y produjeron odas, cantos épicos, coplas é himnos infinitos, cuyo mé-ri to dejo á juicio de mis lectores, presentándoles breves muestras para que califiquen.

D. Luis Antepara fué autor de un h imno que comenzaba así:

" D e Terán y San ta -Anna las frentes con el lauro de Palas cubrid. ¡Vivan, vivan los dos vencedores de los hi jos guerreros del Cid!

"Cua l relámpago brilla en el cielo, en la espléndida lucha brillaron las espadas que invictos sacaron mil guerreros de lustre inmortal .

' ' A Landero y á Lemus y á Iberri arrayanes y mirtos y rosas, y las cítaras más sonorosas, y la oliva, el amor y la paz.

" Y a San t a - A n n a á la América puso en su globo divino asentada, de diamantes y perlas ornada, nos anuncia las dichas y el bien;

"Celestial su sonrisa nos dice que del mundo será la señora, que aproximan los cielos la aurora de su grande y eterno poder.

' 'A la bóveda suba del cielo del gran pueblo la bélica gloria, y en sus páginas diga la historia que es ya México libre y feliz.

" ¡Cuál la palma del t r iunfo en la mano con un plácido orgullo tenemos! Seis millones de libres sabremos ó salvar nuestra patr ia ó m o r i r . "

De D. Jacobo Amat son las siguientes octavas á la gloria de las armas nacionales:

" Y a el ibero rindió la frente altiva al valor de las armas mexicanas: vió f rus t rada su torpe tentat iva, sus necias esperanzas las vió vanas: nuestra valiente tropa siempre viva pues supo castigar plantas profanas, que tuvieron, osadas, el arrojo de ocupar nuestra playa en Cabo Rojo.

' 'Tr iunfó San ta -Anna del usurpador, bárbaro, fiero, español t irano; mostró en Tampico todo su valor batiendo brioso al orgulloso hispano, ¡Oh joven General! eterno loor te canta agradecido el mexicano, que á tu brazo concede y á tu espada honor, valor y lustre de su armada.

" H é r o e divino, castigaste brioso el temerario arrojo del ibero; pero ¿cuándo creyó que victorioso no salieras al fin México entero? Aquí las gentes llenas de alborozo y de confianza á tu vibrante acero,

dirán: " S i al gachupín bate San ta -Anna el t r iunfo es de la patr ia mex icana . "

Del mismo D. Jacobo A m a t son las dos siguientes estrofas de una silva:

" ¡ O h Hidalgo, Allende, Aldamas y Morelos, Matamoros invicto, i lustre Bravo, que allá desde la a l tura de los cielos habéis llevado al cabo la jus ta independencia comenzada que con vidas tan dignas fué comprada; recibid héroes divos la memoria, que hoy la patr ia felice en oblación, d ignamente consagra á vuestra gloria, y pues el Septentrión se mira libre del furor hispano, reconozca ta l suerte á vuestra mano!

" Y a no Fernando Séptimo, el t i rano eres de la pupila americana, ya tu mano de bronce, t u cruel mano, á pesar de t u gana, no osará descender á la cerviz de la nación que hicistes infeliz. Es tá ya constituida; ya sus leyes, bajo el sabio sistema federal, detestan á los reyes y queriendo ser j usta y liberal, para siempre arrojó tu despotismo á la caverna oscura del ab i smo ."

Un aficionado, D. J . A. S. B., produjo la s iguiente décima:

' '¿Qué hará Vives en la Habana cuando vea que á sus soldados vencidos y desarmados se los remite San ta -Anna? ¡Viéralo de buena gana! y con voz m u y varonil diríale á ese esclavo vil: ¿qué tal fué de borbonistas? ¿cómo va de reconquistas? ¿No envías otros cuatro mil?"

E n la función dedicada por los moradores del barrio de Regina á celebrar el t r iunfo de Tampico, se hicieron célebres las siguientes octavas:

Dijeron Santa-Arma y Terán.

" H u y e , Barradas, al inmenso Océano y sepulta en su abismo proceloso esas huestes serviles del t i rano que intenta per turbar nuestro reposo; huye y respeta al libre mexicano que humilla la cerviz del león furioso; huye y dile á tu rey, á ese impotente, que México ya es libre, independiente ."

Respondió Barradas.

' 'Si a r rogante in tenté la reconquista de este pais de mi rey infortunado, me apoyé en el partido borbonista, que en mil folletos me tenía anunciado. ¿Pero dónde se encuentra? A nuestra vista furiosos hombres se han presentado que conservan su ser independiente y humillan la cerviz del íeón r u g i e n t e . "

Para honor de las letras mexicanas, no fueron las citadas las úni-cas composiciones que cantaron ese t r iunfo. Eas hay del mérito que falta á éstas, y con gusto citaría a lguna de sus estrofas, pues las fir-man D. Joaquín del Castillo y Eanzas, D. Francisco Ortega y D. Francisco Manuel Sánchez de Tagle ; pero n inguna es de la época del t r iunfo de Tampico sino muy posteriores, como que fueron escri-tas en las buenas épocas de San ta -Anna , y para halagarle en días de prosperidad. Por lo tan to ni pueden ni deben caber aquí .

Reanudemos, pues, nuestras referencias á la historia política de aquellos años, distantes por fortuna.

E n México, país de impresiones, las glorias y las famas duran po-co, y pasados los primeros días de festejos por la victoria de Tampi-co, el Gral. D. Vicente Guerrero volvió á ser el blanco de las cen-suras que le valieron las torpezas, abusos y errores de sus consejeros, á quienes desgraciadamente se sometió casi de un modo incondicio-nal, ya jk>r lo débil y corto de su carácter, ya porque no pudiese elu-dir la influencia de quienes, más por interés propio que por méritos

del candidato, eleváronle á la Presidencia, causa de todas las desgra-cias é infortunios del héroe suriano. Su tardanza en desprenderse de su Ministro Zavala, odioso á la generalidad; en despojarse de las facultades extraordinarias que se le otorgaron al desembarco de Ba-rradas; la confianza cándida con que permitió á D. Anastasio Bus-tamante seguir al f rente del ejército de reserva acantonado en Jalapa, cuando no era de temerse que España intentase ya reconquista alguna, decidieron su rápida caída del puesto de Presidente que tan ilegal-mente ocupaba.

E l susodicho ejército de reserva se pronunció el 4 de Diciembre contra Guerrero, ofreciendo la suprema jefa tura á Bustamante, que la admitió incontinenti , y cuando el héroe suriano, cediendo á Boca-negra la Presidencia, salió contra los rebeldes, la Capital se adhirió al pronunciamiento de los jalapistas y creó un poder Ejecutivo for-mado por D. Pedro Vélez, D. Euis Quintañar y D. Eucas Alamán, que aunque opuestos en ideas, estrecharon amistad, al decir uno de ellos: "con t ra estos malvados todos somos u n o s . " Guerrero, aban-donado por su misma escolta, decidió retirarse á la vida privada, y así lo comunicó al Congreso, y en 31 de Diciembre de 1829, Busta-mante entró victorioso en la Capital, y como Vicepresidente que era, se encargó del gobierno de la República.

Eos poetas de aquella reacción cantaron su tr iunfo y la derrota de Guerrero,víctima expiatoria de los crímenes del yorquinismo, con una marcha patriótica cuyo estribillo ó coro decía:

" Ya respiran los hombres virtuosos, la justicia del crimen tr iunfó, los perversos se miran destruidos, de las leyes se escucha la voz. ' '

Otro poeta enderezó su péñola contra los caídos y dió á luz el si-guiente soneto, t i tulándolo paralelo entre los médicos Zavala y Bus-tamante :

"¿Qué mucho que Zavala impunemente al político cuerpo americano lo dejase tan débil, t an insano, si lo sangró tan repetidamente?

" ¿Qué mucho que este médico imprudente no dejase del cuerpo hueso sano, si no pudo escaparse de su mano ni su benefactor el Presidente?

" M a s por contrario imperio, Bustamante, tú, médico también, le diste vida á la pobre nación, que ya fluctuar,te,

"Víct ima pudo ser de un homicida, mereciendo tu fama ser brillante y entre nuestros campeones dis t inguida ."

Ese mismo vate ú otro que valía tanto como él, compuso y publicó el siguiente epitafio:

" E n este oscuro agujero York, al fin, quedó sumido:

.murió solo y desvalido y nació de un extranjero.

"¡Oh! sensible pasajero que pisas estos lugares! Mira á aquel por quien á mares derraman lágrimas t iernas las cárceles, las tabernas, garitos y lupanares ."

El extranjero á quien en esa décima se alude, fué Mr. Joel Poins-set, funesto Plenipotenciario americano, que, al ver la derrota de sus hechuras, salió para los Estados Unidos el domingo 3 de Enero de 1830. El Sol dijo al dar noticia dé l a marcha de Poinsset: "al huir de entre nosotros el famoso autor del yorquinismo, va acompañado de millones de maldiciones."

A los pocos días de instalado Bustamante en la Presidencia, el Se-nador Pacheco Eeal propuso se declarase al Gral. Guerrero imposibili-tado para gobernar la República. Abierto dictamen sobre esta propo-sición, los miembros de la Cámara encargados de extenderle, opinaron que no debiendo considerarse al héroe como un obstinado delincuente, sus faltas y errores debían estimarse hijos de su incapacidad moral, efecto de su absoluta ignorancia, que es una grave enfertnedad del alma. Pasado el 18 del mismo Enero el dictamen á la Cámara de Diputa-dos, en vano el ilustre Quintana Roo se opuso á aquel atentado, ob-servando con justicia que los hechos de Guerrero podrían probar ma-la administración, pero no incapacidad moral, y el día 4 de Febrero se publicó el Decreto declarando, sin más explicaciones, que el Gral. D. Vicente Guerrero tenia imposibilidad para gobernar la República.

" C o m o esta declaración en nada tocaba á los actos electorales,— dice Alamán — Bustamante quedó gobernando como Vicepresidente sin ninguna contradicción, cosa que no habría podido hacerse si en

vez de recurrir á ese expediente de la incapacidad moral, se hubiese declarado, como se hizo con la de Pedraza, insubsistente la elección de Guer re ro . "

Ta l fué el origen del poder del partido que, según Alamán, se for-mó "de los restos de los escoceses, y de toda la gente respetable que había entre los yorquinos, y del clero, y del ejército y de toda la cla-se propietaria, tomando la denominación de partido de los hombres de bien

Ese partido hizo mucho bueno por el progreso de los espectáculos públicos en México, pero ese asunto lo será del siguiente capítulo.

CAPITULO VIII

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En el año de 1830, primero del gobierno jalapista, no fué grande el impulso dado á nuestro teatro, porque los gobernantes apenas en verdad tuvieron tiempo para más que combatir la revolución que se encendió en el Sur, acaudillada por Guerrero, Alvarez y otros; en San Luis, por Márquez y Gárate; en Michoacán, por Salgado y Coda-llos, y en Puebla, por Rosáins. Como éste no es un libro de historia, aunque en él se toque todo aquello que sirva para explicar los moti-vos de decaimiento ó de adelanto de nuestros espectáculos, no haré referencias á la energía desplegada por el Gobierno para reprimir la revolución, sin pararse en medios, lo cual dió á la guerra un horrible carácter de ferocidad.

E l Teat ro Principal vivía miserablemente con las Ruinas de Pal-mira, Felipa la Lavandera, La Llave falsa, La huérfana de Tlalnepan-tla, La niña en casa y la madre en las máscaras, Sise empeña una mu-

jer no hay remedio que ha de ser, El Babú y otras. En varias ocasiones cantábase alguna cosa, allá como se podía: en

uno de los programas de mi colección se lee: "Consecuente á lo que se tiene ofrecido, cantará la Sra. Pellegrini la cavatina y dúo de la ópera intitulada El Turco en Italia."

En una revista de espectáculos del mes de Mayo, se dice: "Mag-nífico espectáculo tuvimos á la vista la noche del domingo 9 del co-rriente en el Teatro de esta Capital; el agradable y crítico argumento de la comedia titulada La escuela del gran tono; la propiedad, exacti-tud y buen gusto con que fué representada, fueron sin duda los obje-

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tos más cumplidos y satisfactorios. Mas por desgracia, no faltó entre los actores quien se presentara con mucha impropiedad, pues el que desempeñaba el papel de Conde de la Culebra, se mostró en la escena con frac azul y pantalón blanco, vestido no propicio á semejante per-sonaje ni á la sociedad donde se hal laba. Las decoraciones no cum-plieron tampoco su objeto, porque es cosa m u y notable que en la casa de la Condesa de Talco, y á la que concurrían personas de alta cate-goría, hubiese por adorno una decoración con dosel y pocos muebles de ostentación y lujo. Las luces faltaron á buen tiempo; de manera que cuando se acabó el tercer acto, apenas se podían dist inguir los objetos, y los directores deberían tomar a lgunas medidas respecto á ese ramo.

" P a r e c e que sólo falta dedicación y empeño para que nues t ro tea-tro tenga un buen brillo, pues el ciudadano José María Miranda, direc-tor de canto, nos ha presentado á la joven María López, de edad de catorce años, cuyos conocimientos, buena disposición y mejor voz, hacen sorprendentes sus canciones, á lo que debe agregarse el buen gusto de su maestro, ya en la elección de sus piezas, y ya en el modo de desempeñarlas. A más de esto, se conoce que a lguna señora se ha decidido enteramente á perfeccionarla en sus acciones y ademanes teatrales, cuyo nombre callo porque conozco su modestia; y en fin, es necesario confesar que en esta República hay elementos sobrados para todo.

"Concluyamos con una reflexión concerniente al mismo asunto: hemos sabido que se está ensayando un nuevo baile nunca represen-tado en este teatro, y que por su a rgumento y disposición será sin duda el mejor de cuantos hemos visto. La llegada de Telémaco á la isla de Calipso, presenta un campo demasiado ameno para hacer sobre él m u y grandes representaciones; pero el Sr. Paut re t ha dado el papel de Mentor, uno de los primeros actores de este emblema, al ciudadano Tomás Maldonado, que aunque desempeña m u y bien sus papeles, no está en su categoría éste, y estaría mucho mejor que el Sr. Pau t re t hiciera á la gran diosa Minerva bajo la figura de aquel virtuoso y an-ciano ayo á quien Telémaco debió la perfección de sus vir tudes y ta-len tos . "

A este artículo contestó el representante en él aludido, mostrando extrañeza por la indicación de no parecerle bien que se hubiese en-cargado al ciudadano Tomás Maldonado el papel de Mentor en el nuevo baile Telémaco en Calipso: " e n obsequio del méri to de Maldonado— decía la réplica—debo manifestar que , aunque no puede compararse con el Sr . Pautret , que en el arte mímico es inimitable, no por eso debe juzgársele incapaz de desempeñarlo, y esto mismo ha debido te-ner presente el Sr. Paut re t , como director del ramo, para encargár-selo. Es m u y cierto que el Sr. Paut re t desempeñaría admirablemente el papel de Minerva, que bajo el aspecto de un sabio anciano servía

de guía al h i j o de Ulises; pero no nos desconsolemos tan anticipadamen -te, persuadiéndonos de que Maldonado no corresponda á la confianza del director, pues ya conocemos su aplicación y esmero en los papeles que ejecuta en los bailes de Macbeth y de la Heroína. Persuádase fi-nalmente el articulista, de que el baile del Telémacb no será menos brillante y digno del buen gusto de los mexicanos, porque el Sr. Mal-donado desempeña en él un papel pr inc ipa l . "

Discusión tan baladí fué digna de aquellos público y escritores que en su Cándida vanidad se repetían, cuando hasta allí todo actor ó can-tante notable había sido traído de fuera, es necesario confesar que en esta República hay elementos sobrados para todo.

La creencia era falsa de toda falsedad; y por más esfuerzos que Pau t re t hizo para sostener abierto el teatro, no pudo conseguirlo, fal-tándole como le faltaban los primeros actores directores, Prieto y Ga-ray, que en su calidad de españoles habían salido de la República y se encontraban en la isla de Cuba.

E n tal estado las cosas, el gobierno de D. Anastasio Bustamante decidió ponerles remedio, facultando al Coronel D. Manuel Barrera para l lamar al país actores españoles, y promover la resurrección de nuestros muertos Coliseos.

Al efecto, le pasó el s iguiente oficio: "P r imera Secretaría de Esta-do .—Depar tamento del Inter ior .—Sección Segunda.—Deseando el Excmo. Señor Vicepresidente proporcionar á los habitantes de esta Capital una compañía de teatro, digna de su ilustración, en los ramos de verso, canto y baile, y bien penetrado de las cualidades que ador-nan á V. S. para llenar los indicados deseos, ha tenido á bien S. E . comisionarle para que, asociado á los .demás individuos que han pro-puesto hacer algunas anticipaciones, se sirva practicar cuanto sea necesario al efecto, formando y presentando á esta Secretaría el Re-glamento que V . S. estime conveniente.—Dios y Libertad.— México, 2 de Octubre de 1830.—Atamán.—Sr. Coronel D. Manuel Bar re ra . "

Lást ima es que cuando esta ocasión se nos presenta de hacer un elogio de ese Gobierno, la p luma se rebele contra ese propósito y, por sentimientos de humanidad y de horror impulsada, se niegue á trazar todo cuanto no sea censura y anatema á una de las más infames trai-ciones que la historia registra.

Mientras aquel s igno de civilización daba el gobierno jalapista, sus prohombres maquinaban con el vil genovés Francisco Picaluga, de paso en México, la compra de la vida de un compatriota y de un hé-roe insurgente, el infortunado Gral . D. Vicente Guerrero. Las mil y una rebeliones que por donde quiera venían brotando, no se dejaban sofocar ni por las derrotas ni por los cadalsos, y el i lustre incapacitado por la Cámara de 1830, seguía siendo el centro y espíritu de aquellas manifestaciones de disgusto que surgieron á raíz misma del t r iunfo de

los conspiradores del Ejérci to de Reserva. Bustamante quiso concluir de una vez, y su gobierno compró en cincuenta mil pesos al Capitán del "Colombo" la entrega del caudillo suriano. Innecesario es contar á mis lectores ese drama espantoso que nadie desconoce. Todos ellos saben que el genovés, repudiado por su misma patria, que de haberle dado vida se avergonzó, cumplió su palabra entregando en 20 de Enero de 1831 y en el puerto de Huatu lco la persona de D. Vicente Guerrero, al cual los sicarios jalapistas, t ras una apariencia de juicio militar, fusilaron en Cuilapa el 14 de Febrero del mismo año.

Con ánimo, sin duda, de borrar la impresión dolorosa que la noti-cia de ese atentado de lesa humanidad y lesa patria había de causar, con fecha 13 del citado Febrero de 1831, el Coronel D. Manuel de la Barrera publicó una especie de manifiesto relativo á la misión que en 2 de Octubre anterior habíanle confiado.

E l Coronel empresario decía así: " E o s gravísimos acontecimientos políticos que han ocupado la atención del Supremo Gobierno, no han impedido que dirigiese un día una ojeada cuidadosa sobre el teatro, y notase la extrema decadencia en que se ha precipitado el de esta Capital, pues la ilustración y buen gusto mexicanos echan menos una diversión que siempre le ha sido grata y preferida á los demás espec-táculos; y deseoso de restablecerla, tuvo á bien comisionarme para que procediese á organizarlo en los términos más adecuados y pro-pios para obtener la aprobación y complacencia del público.

" Inmedia tamente se procedió á calcular y combinar los medios que parecieran más á propósito para llenar las miras del Excelentísimo Señor Vicepresidente, y se adoptaron los que se creyeron capaces de co-rresponder mejor para el logro de una empresa tan to más embarazo-sa y difícil, cuanto que no se encontraban en toda la extensión de la República los elementos necesarios para realizar su plan, por la no-toria escasez de actrices y actores en todos los ramos que componen la armonía del teatro, careciéndose de habilidades que fueran dignas y proporcionadas al buen gusto del i lustrado público á cuya especta-ción se han de presentar .

" E o s concurrentes al teatro en la temporada cómica que está ex-pirando, no necesitan se les repita la debilidad de la Compañía que actualmente lo ocupa, puesto que la t ienen á la vista, siendo, con la pequeña diferencia de dos ó tres actores y actrices que se hallan en los teatros de Guadalajara y Puebla, la reunión de los más sobresa-lientes y señalados en el ar te escénico que existe en la República, restos tristísimos de las bellas Compañías que amenizaron en los años de 1825, 26 y 27.

" P e r o aunque todos se hallasen en esta Capital, es innegable que no podrá formarse una Compañía de representado, digna de la fina deli-cadeza del público mexicano, y confesando en obsequio de la verdad

que se encuentran entre los actores que están t rabajando hoy, dos ó tres aplicados, pundonorosos y susceptibles de grandes adelantamien-tos en su difícil arte, es también preciso convenir en que los esfuer-zos aislados de éstos, sin el auxil io de otros que los acompañen en la escena, no podrán producir la complacencia á que aspira el concurso de espectadores.

' ' Así es, que para organizar una Compañía cómica y trágica que merezca atención y no cause tedio y fastidio, tropezó luego la Em-presa con el inconveniente que le presentaba la absoluta escasez de art istas de uno y otro sexo, y ha sido indispensable ocurrir en su so-licitud fuera de los domicilios de la República, y hasta el día no pue-de presentarse al público la lista de cuáles sean éstos, porque aun no llegan las contestaciones de que está pendiente con relación á este punto .

" D e los actores existentes aquí, se hallan contratados los Sres. Sal-gado y Bustamante; el Sr . Carlos Palomera no lo está también, por-que no se conforma con el sueldo de dos mil trescientos pesos que le ofreció la Empresa en el año cómico, dándole además una función de tarde en día festivo en clase de beneficio. A la joven Soledad Corde-ro, que comienza ahora á adquirir una opinión y habilidad cómica se le han ofrecido dos mil pesos, porque se comprometa á desempeñar los papeles que, según su disposición para el arte, le repar ta el direc-tor del ramo de verso, y tampoco ha admitido el precio indicado, pre-tendiendo absolutamente el sueldo de tres mil pesos, á lo que la Em-presa no puede acceder sin exponerse á experimentar m u y graves y seguros perjuicios.

" Ea Sra. Agus t ina Montenegro, apreciando las proposiciones que la Empresa le hizo, contestó que no podía comprometerse desde aho-ra, por impedirlo el mal estado de su salud, pero que avisaría en cuan-to se encontrase en tan buena disposición que no temiera faltar á sus compromisos.

' ' E l Sr . Melquíades tampoco ha admitido mil pesos que se le ofre-cieron, no habiéndoseles hablado á otros actores, porque no conside-rándolos en la clase de primeros ni segundos, se espera hacerlo cuan-do se tenga organizado el cuerpo principal de la Compañía, de cuya reunión debe resultar el número de terceras y cuartas plazas que sean necesarias para su entero complemento. E l primer apuntador está también ajustado, y el segundo puede considerarse que lo quedará igualmente, por ser muy corta la diferencia que ha detenido la con-clusión del contrato.

" A la joven Guadalupe Munguía , se le han ofrecido dos mil qui-nientos pesos y un beneficio en la tarde de un día festivo, por la obli-gación de desempeñar papeles que en su clase le señale el director en el ramo de verso, y aun 110 acaba de decidirse, renunciando á la

pretensión de cuatro mil pesos que solicita, los que tampoco puede acordarle la Empresa, sin caer en los inconvenientes y pérdidas efec-tivas que procura cuidadosamente evitar .

" L a Sra. Amada Plata y el Sr. Estremerà, que se hallan actual-mente en Guadalajara, están aún pendientes de las contéstaciones que necesita resolver la Empresa para combinar sus contratos respectivos. A la Sra. Rubio de Paut re t se le han pasado las condiciones y noti-cia del sueldo que puede ofrecérsele por su habilidad mímica y bailes, y aun no ha dado su terminante resolución. E l Sr. Paut re t está com-prometido para la composición de los bailes grandes, en unión de otro compositor y autores de su ramo que se esperan de Francia, habién-dose escrito al Sr. D. Tomás Murphi , Cónsul de nuest ra República en dicho país, para que ajustase y dirigiese á esta Capital dos baila-rinas primeras, dos bailarines primeros y un segundo compositor y baila-rín grotesco, cuyos actores, unidos á los que aquí se hallan y á los alum-nos de la escuela de Pautre t para cuerpo de baile, compondrán una com-pañía capaz de presentar espectáculos dignos del pueblo mexicano.

" Para dar fomento á este ramo tan agradable en la escena, la Em-presa ha admitido la proposición que le ha hecho el mencionado Sr. Pautret , ofreciendo establecer una escuela gratui ta de baile, en la que se admitirán y aleccionarán todas las niñas, niños y jóvenes de am-bos sexos que gusten aprender en ella, y cuyas familias convengan en que se dediquen á este arte, proporcionando la Empresa el local y la música para que se ejerciten y adquieran toda la agilidad y perfec-ción de que puedan ser susceptibles, con la esperanza de que de este alegre plantel puedan salir con el t iempo a lgunas habilidades que ocupen y adornen los teatros de toda la República, abriendo este nue-vo recurso de subsistencia para los que tengan el ta lento necesario para aprovecharse de sus conocidas ventajas .

' 'Con el mismo obj eto se establecerán escoletas de música y de verso, para los aficionados á estos dos interesantes ramos, y se les facilitarán todos los útiles necesarios para que se puedan combinar funciones proporcionadas á sus adelantos, cuyos productos se distribuirán á su favor, sin tener más gastos que los que les cause su representación y el local donde las ejecuten, que será el Tea t ro Provisional. Al pro-porcionar esta facilidad de aprender y adelantar á los aficionados á la escena en cualquiera de sus tres ramos, y con el estímulo de las uti-lidades que les produzca el desempeño de las funciones que puedan combinar y ejecutar, se declara suficientemente que todo el empeño de la Empresa se dirige á que se formen actores y actrices mexicanos, que no dejen caer el Teatro en el deplorable estado en que se halla actualmente, n i sea necesario recurrir á climas distantes en solicitud de habilidades que lo ocupen y entretengan al público, pudiendo sin n inguna dificultad crearse en nuestro propio suelo.

" A l Sr . Gorostiza se le ha recomendado también, para organizar el ramo de verso, el a juste y remisión de un primer actor cómico y trá-

fico, dos ídem segundos, un ídem tercero, un primer barba, un segundo ídem y dos graciosos; una dama primera, dos segundas jóvenes, una gra-ciosa, una actriz para matronas y ancianas y una sobresaliente general, para lo cual se han situado en Europa los caudales necesarios, tanto para sus transportes, como para las anticipaciones que sea menester hacerles; en la inteligencia de que estos caudales los han f ranqueado generosamente varios ciudadanos mexicanos y extranjeros, sin otro interés que el anhelo de sacar el teatro del estado de anonadamiento á que se halla reducido, y contribuir al logro de los deseos del Supre-mo Gobierno respecto de tan interesante establecimiento, dest inando los sobrantes que pueda producir la empresa al fomento y auxil io de casas de beneficencia pública.

" P a r a que se consigan todas las ventajas de que es lícito lisonjearse, ha hecho el Excmo. Señor Ministro de Relaciones en su Memoria pre-sentada á las augustas Cámaras de la Unión, una iniciativa para que se destinen veinte mil pesos anuales á favor de la subsistencia de las compañías de teatro, único modo de que no decaiga ni retrase su mar-cha; bien entendidos de que ba jo el método, arreglo y economía con que está planteado el proyecto de la Empresa, es muy difícil que se experimenten las desgracias que lo han sumergido en su situación actual, y que los fondos destinados para su entretenimiento peligren y se pierdan.

" P a r a la formación de la Compañía de óperas, ha sido preciso ocu-rrir á Italia, donde se cultiva con mucho esmero ese arte, y al efecto, se comisionó como inteligente al Sr. Cayetano Páris, para que eligiese y ajustase una dama segunda de música, otra ídem tercera, dos primeros tenores, otro ídem segundo» un bajo cantante, otro ídem segundo, un bufo cómico, otro dicho segundo, un maestro de música compositor y director, y otro ídem de coros, cuyos individuos reunidos á la Sra. Pellegrini y al Sr. Benedicto, que se hallan en esta ciudad, y al cuerpo de coros que se formará de los jóvenes que gusten aplicarse al canto, y de los que trabajaron en las óperas del Sr. D. Manuel García, compondrán una Compañía, que espera la Empresa merezca la aprobación de los es-pectadores.

"También se ha encomendado al mencionado Sr. Páris la compra de t reinta óperas nuevas, siendo veinticuatro bufas y semibufas, y las seis restantes de carácter serio, para que se amenicen con ellas y en alternativa los espectáculos, debiendo esta Compañía dar dos funcio-nes cada semana, por ser condición expresa del contrato que se ha hecho.

" D e Lima se esperan también dos actores y una actriz, todos de primera clase, que desde aquel paí§ han hecho proposiciones de a juste

para este teatro, y se les ha contestado favorablemente en un todo, ofreciéndoles mil pesos más sobre los sueldos que allí disfrutan, por lo que no dudamos se t ransladarán inmediatamente para esta Capital, y estamos informados del mérito escénico que poseén por el Sr. D. J u a n Alberto Gutiérrez que los ha recomendado.

" L a orquesta que ha de t rabajar en la temporada entrante, y que se compone de los más hábiles y acreditados profesores que existen en esta ciudad, está ya contratada y corriente.

" E l miércoles 16 del presente se comenzará la obra y p intura del Coliseo, y para vestir completamente la escena se están construyendo diez decoraciones nuevas, y su p intura la desempeñan los profesores de más opinión en esta clase de trabajos.

" L a Empresa no ha omitido nada con ta l de organizar las Compa-ñías del modo más digno y correspondiente á la ilustración y buen gusto que tanto abunda en México, y si no puede reunir todos los elementos necesarios para que se logren sus deseos con la velocidad que pretende, es porque la mayor par te de ellos dependen de viajes marít imos cuyas vicisitudes no ha sido posible evitar .

" E s t e será el mayor obstáculo que ta l vez impida la apertura del Tea t ro el domingo de Pascua de Resurrección como se acostumbra, pero le parece preferible el carecer de dos ó cuatro semanas de fun-ciones, que luchar con las dificultades que embarazan al actual Di-rector de la Compañía para continuar un cierto número de funciones en las cuales no puede haber elección ni gusto, sino un sentimiento servil á la fuerza de la necesidad.

" L o s t ra jes de comparsas y coros van también á construirse de nue-vo, pues es necesario formar un depósito de guardarropa de que se carece actualmente, lo mismo que de vestidos para el cuerpo de baile y de óperas.

" L a Empresa tiene mucha satisfacción en dar noticia de cuanto ha practicado para llevar á cabo la reforma y restablecimiento de las com-pañías que han de servir el teatro, cumpliendo el encargo que al efecto se le hace por el Excmo. Señor Vicepresidente.

"Cuando por inopinados acaecimientos no correspondiese la exacta perfección de las compañías á las esperanzas que la Empresa t iene fundadas en el conocimiento de no haber omitido la más leve diligen-cia y precaución para que éstas sean escogidas y selectas, encomen-dando sus ajustes á personas de buen gusto y de conocido talento, se consolará con el testimonio de que nada ha olvidado poner en práctica, en solicitud de adquirir las tan perfectas como todavía t iene la con-fianza de que lo sean en efecto.

" Ins t ru ido el público de estos pormenores, se espera nos favorezca con su buen concepto, y los señores abonados que gusten conservar sus palcos y asientos en la próxima temporada, pueden ocurrir á la

calle del Reloj, núm. 11, desde las cuatro de la tarde del jueves 17 del actual, donde se les informará por el Contado* nombrado aí efecto, del método que la Empresa ha adoptado para darlos, y de los precios que tendrá el abono, en la inteligencia de que no contestándose desde ese día hasta el sábado 26 del presente mes, se entenderá libre la Em-presa para disponer de los locales á favor de otras personas que los soliciten.-—México, 13 de Febrero de 1831."

Cuatro meses después la Empresa no había podido aún dar princi-pio á la temporada. N i el cónsul D. Tomás Murphi enviaba el cuerpo de baile, n i el agente Cayetano Páris comunicaba el resultado de su reclutamiento de cantantes italianos.

H é aquí como, con fecha 15 de Junio, se explicaba la E m p r e s a : " Cuando se propuso el Supremo Gobierno tomar bajo su protec-

ción el Teatro de esta Capital, sacándolo del abatimiento y nulidad á que lo redujeran las oscilaciones políticas que tan to han perjudica-do la prosperidad y riqueza de la República, formó el proyecto de que se plantease su organización con toda la extensión, dignidad y decoro que se debe al i lustrado público mexicano. E n el prospecto que se repartió con fecha 13 de Febrero del presente año, se hizo la manifestación más ingenua, de las disposiciones que había dado pa-ra conseguir las compañías de verso, ópera y baile que necesitaba, escribiéndose al efecto al Excmo. Sr. D. Tomás Murphi , cónsul de nuestra República en Francia , para el envío de varias habilidades de baile. El viaje á I tal ia del Sr. Cayetano Pár is en solicitud de la Com-pañía de Opera, es de pública notoriedad, y según noticias debía em-barcarse con dirección á esta República, en principios del próximo pasado Mayo; y estos individuos unidos á la Sra . Carolina Pellegrini y al Sr . Benedicto que se hal lan en esta Capital, compondrán una Compañía que se lisonjea la Empresa merezca la aprobación de los espectadores, pues por conseguir este resultado confió el a juste y elec-ción de los actores á la inteligencia que el nominado Sr. Pár is ha ma-nifestado tener para el caso. Remitidos á Europa los fondos necesa-rios, la Empresa no ha omitido diligencia a lguna, y ha practicado cuanto ha creído conveniente para acelerar la reunión de las compa-ñías que han de divertir al público: pero no ha estado en su mano impedir las vicisitudes y demoras de los viajes que la privan de la sa-tisfacción de haber concluido ya su obra y llenado completamente el encargo que se le cometió al efecto por el Superior Gobierno.

" La Compañía de verso se ha reunido con más pront i tud, pues á pesar de que no han llegado á esta Capital todos los actores y actri-ces solicitados por la Empresa , hay ya un número suficiente para que principien sus tareas y se desempeñen con desahogo las representa-ciones cómicas y trágicas. Así pues, aunque no se intentaba abrir el teatro hasta que se hallasen completas todas las compañías, para cuín-

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plir exac tamente lo que se manifestó al público en 13 de Febrero úl-timo, se han repetido con tal instancia, por muchas personas que de-sean los espectáculos, las solicitudes para que comiencen las repre-sentaciones de la Compañía de verso, que la Empresa cree qüe no puede dar mayor muestra del deseo que la anima de complacerlos, que convenir en la apertura, presentando todo cuanto hasta ahora ha logrado reunir , y hará lo mismo con las habilidades que espera, t an breve como lleguen á esta ciudad. También se l isonjea que su con-descendencia en esta par te no sirva de pretexto para que se la cen-sure y critique, pues con la mayor ingenuidad pone la lista de los actores y actrices con quienes cuenta en el día como presentes en esta Capital, sin procurar entretener al público con otras esperanzas y exageraciones que dentro de breve serían desmentidas, sino con la relación exacta de cuanto ha obrado para la organización de las com-pañías, lo que espera, y los sucesos acaecidos en las multiplicadas contestaciones que ha tenido que sostener para realizar sus p l anes . "

En el mismo papel ó manifiesto de la Empresa , se invitaba al pú-blico á concurrir á las funciones de esa temporada, con arreglo á las siguientes bases:

" E o s señores abonados de palcos, lunetas y demás departamentos del teatro, que han convenido, bajo sus firmas, con las proposiciones de la empresa, se servirán entregar las cantidades estipuladas, en la

calle del Reloj, casa n ú m . n , en la inteligencia que los que no lo hayan verificado para el sábado 18 del actual , no tendrán dere-cho a lguno para hacer reclamaciones, pues la empresa será árbi-tra á disponer l ibremente de dichos locales.

" E o mismo se entenderá con los que gusten abonarse en lo suce-sivo, conforme á la tarifa siguiente:

"Palcos: anticipación, ciento cincuenta pesos: abonos que se paga-rán por quincenas anticipadas y sin entradas, cuarenta y cinco pesos. —Pat io en lo general: anticipación, cuarenta pesos: abonos como los anteriores, doce pesos cuatro reales.—Asientos comunes, en terceros, por cada uno y pagados por quincenas anticipadas, diez pesos .—Am-bas cazuelas: cada asiento, cuatro pesos cuatro reales:—Palquitos de éstas: anticipación, c incuenta pesos, abono mensual, veinticinco.— Ventilas sólo para señoras: anticipación, t re inta y seis pesos; abono mensual, diez y ocho.—Eas entradas diarias serán anunciadas opor-tunamente por el cartel de la func ión . "

Pa ra evitar á la Empresa dificultades, se prohibía á los abonados cambiar ó traspasar sus localidades, pues á los que por a lguna razón quisiesen dejarlas en cualquier t iempo se les devolvería lo que les restase de las cantidades que hubiesen anticipado. Verdaderamente , pocas Empresas de espectáculos habrán dado una muestra semejante de su buena fe mercantil .

CAPITULO IX

1831.

H é aquí, según el prospecto de 15 de Jun io de 1831, la lista de la "Compañía Cómico y T rág i ca . "

'' Directores: Bernardo Avecilla, J u a n Salgado.—Autor de las compa-ñías: Mariano Bustamante.—Actrices: María Josefa Dubreville, Sole-dad Cordero, Eucía Martínez, María Eópez, que hará damas jóvenes y cantará intermedios; Guadalupe Flores, ídem. Ramona García. Tres partes de por medio.—Actores: José María Fernández, sobresalien-te; Mariano Bustamante, Miguel Valleto, Evaristo González, primer barba; Joaquín Martínez, gracioso; Agus t ín Villegas, Tiburcio Anto-nio Eópez, José Eamadrid . Cuatro partes de por medio.

''Ramo de baile: Director, maestro y compositor, Andrés Pautre t .—Pa-ra operaciones grotescas y con obligación de bailar intermedios, Tiburcio Antoniio Eópez.—Para cubrir intermedios mientras llegan las primeras

plazas, Guadalupe Flores, Eoreto Flores, José Ortiz. ' 'Empleadosy orquesta: Apuntadores, Nicolás Enato , José María Bor-

j a . Archivero, Euis Eejarazu. Portero, Juan Felveta.—Orquesta: Di-rector, Quirino Aguiñana . Primeros violines, Eduardo Campuzano, Vicente Covarrubias, Francisco Garcés, Mateo Velasco. Segundos violines, José María Miranda, José Eoreto Covarrubias, Simeón Vi-vián, Fernando Covarrubias. Flautas y clarinetes, Joaquín Salot, Ma-nuel Boija . Oboes, Agus t ín Villerías, José María Beristáin. Trompas y clarinetes, Manuel Salot, Felipe Eozada, Timoteo Alcuí. Bajos, Jo-sé María Bustamante , Rafael Domínguez. Violoncello, Ignacio Ocá-diz. Violas, Francisco Arévalo, José María Castel. Fagots, José Ma-nuel Pérez, José María Santillán.—Contador de la Empresa, Cayeta-no Castañeda.

" E o s expresados—dice el manifiesto de la Empresa,—son los indi-viduos contratados para servir al público la presente temporada en el teatro de esta Capital, estando todos comprometidos á recibir los papeles que les repartan los directores de sus ramos.

" E a Sra . Manuela Molina, con su hi ja y la familia del Sr. Aveci-lla, se esperan de un día á otro, sin que se pueda dar una noticia segura de la causa que haya originado la demora que se nota.

" E l Sr. Joaquín González hay noticia de hallarse ya en camino

desde Guatemala con dirección á esta ciudad, contratado para el teatro.

" L a Sra . María Rubio de Paut re t recibió las proposiciones que le hizo la Empresa para su ramo de baile, en la clase en que lo había desempeñado anteriormente, y contestó que resolvería á su t iempo y con oportunidad; aunque ésta ha pasado, siempre aquella, consecuen-te con los principios adoptados en favor de la amenidad de los espec-táculos, le sostendrá las mismas proposiciones y ofrecimientos hechos, desde el momento en que se presente en esta Capital y se declare pronta á servir al público unida á la Compañía de baile.

" E l Sr. Carlos Palomera está a justado para este teatro en vir tud de repetidas diligencias y empeños que hizo para serlo luego que perdió la esperanza de que la Empresa volviera á solicitarlo, sentida del modo brusco con que contestó á las moderadas proposiciones que se le habían hecho. Cuando afectaba la mejor buena fe, y se decía satisfecho del nuevo contrato, que firmó según costumbre y como lo habían hecho los demás actores, haciendo ofrecimientos voluntarios que no se había pensado en proponerle, cambió ins tantáneamente de parecer, de resultas de haber llegado á esta Capital un comisionado de Guaua jua to con el proyecto de a jus tar actores para su teatro, pre-firiendo burlarse de su palabra, promesa y firma, primero que renun-ciar al placer de correr la posta hacia la nombrada ciudad, y de hacer ruido con su indebido procedimiento, bien que esto mismo había he-cho en otra ocasión.

" Noticiosa la Empresa de la intención y proyectos de dicho actor, le requirió amistosamente por la formalidad de su contrato, y viendo que se obstinaba en llevar adelante su idea, le citó para comparecer ante uno de los señores alcaldes constitucionales, cuyo juez previno á Palomera se abstuviese de salir de esta Capital mientras no se de-cidiese por la autoridad que podía hacerlo, si estaba en el caso de anularse el compromiso que tenía contraído para servir en este tea-t ro . Se dió por notificado y fingió acomodarse á todo, para adorme-cer la vigilancia que pudiera* tenerse de sus operaciones, aguardando cautelosamente que llegasen los días de la Semana Santa , en que to-dos los tr ibunales han dado punto, y se fugó la noche del miércoles santo, habiendo enviado un caballo en la tarde fuera de la gari ta.

' ' Tan reprobado proceder exigía se tomase a lguna providencia pa-ra corregirlo, en vista del desprecio que había hecho de la prohibición que le notificó el juez constitucional y del ul t ra je que hacía de su au-toridad. Se expidió exhor to por uno de los señores jueces de Distrito dirigido al Sr. Alcalde de primera nominación de Guanajua to , pidien-do se presentase Palomera en esta Capital y contestase la demanda de la Empresa en t r ibunal competente, y ni ese exhorto , ni el que se expidió después, han sido obsequiados, á pesar de que se vocifera

por el señor Alcalde que se administra exactamente la justicia en di-cho Estado: nada ha valido el haber recomendado el asunto al mismo Excmo . Gobernador, porque cierto señor Asesor de la referida ciu-dad ha tenido la peregrina ocurrencia de querer abocarse un negocio originado y entablado en esta Capital, y ha estado entreteniendo el t iempo con mucha gracia, dejando correr los días y más días, pero con la circunstancia de olvidarse de la exacti tud del despacho, mas no del cobro de los derechos, siendo preferible al cabo que esto hubiese sucedido al revés.

" S e ha hablado con tanta extensión de Palomera, para que el pú-blico esté impuesto de la causa que hay para que se encuentre en la lista de actores, después de haber asegurado la Empresa que este in-dividuo se hallaba contratado para este teatro. E n el día le es indi-ferente , porque considera que no podía esperarse un t rabajo regular de un actor que entraba en la Compañía con tan mala fe, y porque está sust i tuida su plaza suficientemente.

' ' Resta manifestar al público que hay noticia de que para Agosto próximo deben llegar á esta Capital varios actores de los que se le encargaron al Excmo . Sr . D. Manuel Eduardo Gorostiza, y con al-guna diferencia de t iempo los dos actores y u n a actriz que desde Li-ma ha de enviar ya contratados D. Juan Alberto Gutiérrez, que los recomendó especialmente, y fué autorizado para conceder las propo-siciones que hicieron para trasladarse á esta ciudad.

"Sobrecargada la Empresa así por los individuos que actualmente t iene presentes en la Compañía, como por los que expresa que ya se hayan comprometido, no ha podido admitir los buenos deseos que ha manifestado el Sr . D. Diego María Garay, para t rabajar en este tea-tro, cuyo actor ha venido oficiosamente de la Habana á la Repúbli-ca, sin esperar á que se le hubiera hecho invitación a lguna. E l pre-supuesto de gastos excede ya de lo que se había señalado en un prin-cipio, y esta es otra razón por la que no se le ha colocado en la Com-pañía de verso, aun cuando no existiese el inconveniente que siempre produce la multiplicación de los directores en un mismo ramo.

"Consecuen te con cuanto se ofreció al público en la fecha referi-da, se han construido y se han pintado por el profesor F . Tamayo, arreglándose á los diseños que le ha suministrado el Sr. Carlos Páris , las vistas que han de decorar la escena, asegurándose que son ente-ramente nuevas y aprobadas por muchos inteligentes en el arte. La casa se ha pintado igualmente , procurando darle el adorno de que ha sido susceptible, y la calificación de estas obras queda sometida al gusto de los espectadores.

" E l a lumbrado ha tenido un aumento de mucha consideración, pues no se ha omitido arbitrio a lguno para darle la fuerza que nece-sita, una vez tocada la dificultad que se presentó para haber estable-

cido el de gas hidrógeno. Igualmente se ha cuidado de que la ilumi-nación de los tránsitos de los departamentos sea decente y no manche á los concurrentes, evitando la fealdad de unas candilejas sucias y en cont inuo goteo de aceite, que exigían un part icular cuidado al pasar inmediato á ellas. Los candiles para la i luminación están demostran-do lo mucho que ha sido preciso hacer para ponerlos en el estado en que se hallan, pues no eran otra cosa que esqueletos y residuos de lo que habían sido.

" Los vestidos de guardarropa han tenido también un lugar de consideración, pues ha sido preciso hacer nuevos la mayor par te de sus enseres ."

Bernardo Avecilla, director de la nueva Compañía, empezó á fi-gurar en el Teatro del Príncipe en Madrid en 1809, en tercer lugar entre los actores, de los que era primero y principal el gran Isidoro Máiquez. E n 1812 quedó clasificado como barba ó actor de carácter; en 1818 figuró como autor de Compañía en el mismo primer teatro español con siete mil reales de sueldo anual y t re inta diarios como actor, al lado de Isidoro Máiquez con sesenta; como tal actor, en el elenco aparece primero Máiquez, después Andrés Prieto, y en ter-cer lugar Avecilla. E n 1820 fué siempre en el Príncipe, galán prime-ro con cuarenta reales. Conservó su calidad de primer actor en los cuadros de los siguientes años, t raba jando con el eminente Carlos Latorre y con Rosa Peluffo, y Pedro Viñolas, artistas también en el Príncipe y más tarde nuestros huéspedes. Actor dist inguido y de la buena escuela de Máiquez,vino precedido d'e jus ta y merecida fama, que sólo aquí pudo ser puesta en tela de juicio, por efecto de las in-tr igas de sus demás camaradas en el arte, especialmente del también español Diego María Garay, artista m u y estimable pero-que nunca figuró en el primer teatro español ó sea el del Príncipe. A la presen-tación de Avecilla en nuestro Tea t ro Principal, hubo en el público cierta división, resultado de esas intrigas, y corrió, muy aplaudido como ingenioso juego de palabras, el s iguiente epigrama ó pasquín:

" Una oferta l isonjera nos hizo esperar gran cosa, y en vez de un águila hermosa una avecilla cua lquiera ."

Diego María Garay, que contaba en México muchos amigos y apa-sionados, que era buen actor y padecía de un carácter envidioso é intr igante , no sólo atacó más ó menos disfrazadamente á Avecilla, como antes había atacado á Andrés Prieto, sino también á la Empre-sa, dando motivo al párrafo del preinserto manifiesto en que aquella

se disculpa de no haberle contratado, y revela que Garay se había presentado en México sin ser llamado. Es to era grave para él, pues como español expulso no podía haber vuelto sin permiso especial que sólo la Empresa, competentemente autorizada, tenía facultad de ex-pedir. Para castigar á Garay se le reprochó esta transgresión de la ley y aun se llegó á enviarle un pasaporte para que se pusiese en ca-mino para la Habana , rigor que sus amigos influentes impidieron se llevase adelante, abogando por Garay ante aquel Gobierno que nin-g ú n interés tenía en hacer cumplir una ley á la que habíanse opues-to los hombres que le formaban.

Otro actor, también español expulso, D. Joaquín Pat iño, na tura l de Galicia, recurrió, para regresar á México, á obtener en Nueva Or-leans carta de ciudadanía americana, que una agencia de aquel país eminentemente mercantil , hacía expedir, por la módica suma de vein-ticinco pesos, á cuantos hubieran residido quince días en aquella po-blación de los Estados Unidos. Dícese que esa medida la tomaron excepcionalmente las autoridades americanas para librarse de mendi-gos, como eran l lamados los infelices expulsos que no tuvieron posi-bilidad de ir más allá de la Gran República.

Por el referido manifiesto de la Empresa, que he creído conveniente copiar íntegro, mis lectores han podido enterarse del estado misera-ble en que habían caído nuestros espectáculos en esos últimos años de continuas revueltas y desórdenes de toda especie. Siento no poder entrar en mayores detalles que huelgan en un escrito que no pretende pasar de una simple Reseña, y que de otro modo alargarían demasiado el número y tamaño de estos capítulos. Dejo, pues, los comentarios, á juicio de los lectores; únicamente les hago notar que D. Miguel Valleto, con el t iempo tan jus tamente renombrado en México, sin contar con los dos directores de la Compañía, ocupaba el tercer lugar en el cuadro de art istas de nuestro teatro.

E n el manifiesto de la empresa se indica haber fracasado en sus tentat ivas para i luminar el teatro con gas hidrógeno. Para introdu-cir esa mejora estuvo en tratos con el suertista y físico Mr. Perinor , al cual nombré ya anteriormente, que tuvo establecido en la calle de Zuleta n ú m . 14, lo que l lamó Teatro Pintoresco y mecánico. Copio aquí uno de sus proyectos anunciando las novedades y maravillas que daba á conocer: " I luminación con gas hidrógeno que cada día se hace más importante en la sociedad: teoría de los globos aerostáticos; produci-miento de sonidos armónicos con una corriente de gas; glóbulos de aire fu lminante , etc., etc. Se terminará la función con el mundo en miniatura ó panorama de las cercanías de México, con t rajes y figu-ras nuevas relativas al país. —Lune t a s , seis reales; patio, tres reales; los niños, la mitad de precios ."

Por fin, en 23 de Jun io de 1831, se fijó en esquinas y periódicos el

s iguiente aviso: "Tea t ro Principal. La Empresa del Tea t ro ha lo-grado vencer los inconvenientes que se habían ofrecido para su aper-tura : se abre, pues, desde esta noche y se proseguirán dando los es-pectáculos de que el piiblico había carecido por t an to t i empo ."

Ea primera obra representada en la noche de ese día fué El labra-dor más honrado, García del Castañar; el 24 se dió Indidgenciapara todos, advirtiendo el programa que era "obra del Excmo . Sr . D. Ma-nuel Eduardo de Gorostiza, Ministro mexicano en F ranc i a . " Siguie-ron el 25, Castillos en el aire; el 26, El hombre agradecido; el 27, Todo ó nada ó el Veleta, y un baile por Loreto Flores y Jacobo Ortiz; el 28, El Rico-Home de Alcalá y un dúo de la ópera Goradino, cantado por María López y Joaquín Martínez; el 29, la comedia Los hermanos á la prueba. E l 3 de Julio se representó por pr imera vez en México el drama en cinco actos El Pastelero del Madrigal, y el 4, la tragedia, Blanca y Moncatzin, que fué un gran t r iunfo para Bernardo Avecilla.

A éstas siguieron, y serán las úl t imas obras que cite, para no ha-cerme cansado, las comedias Todo extremo es vicioso, ó Don Desiderio; Las segundas nupcias, Las mocedades de Enrique V, Misantropía ó Arrepentimiento, A Madrid me vuelvo; las t ragedias El ilustre sepultu-rero, Los Templarios; los saínetes A un engaño otro mayor, Alcalde tonto discreto, El buñuelo, El enfermo fugitivo ó el enemigo de la jeringa. Las funciones iban amenizadas con boleros manchegos, Minuets afan-dangados, Boleros y cavatinas y dúos de Rossini.

E l público no estaba muy satisfecho, y la prensa menudeaba párra-fos y articulejos pidiendo la contrata de Garay. Pero éste había ofen-dido y continuaba ofendiendo á los empresarios, y éstos no quisieron dar su brazo á torcer y anunciaron haberse dirigido á Andrés Prieto que se encontraba en la Habana . " E n el próximo Agosto, dijo en un aviso el agente D. Cayetano Castañeda, pueden llegar á esta Capital algunos actores de los que se encargaron al Ecxmo. Sr. D. Edua rdo Gorostiza, y con a lguna diferencia de t iempo una actriz y dos actores más que desde Lima ha de enviar D. J u a n Alberto Gutiérrez. E l Sr . Prieto, cuya habilidad ha dejado gratas memorias en este teatro, ha escrito también, haciendo proposiciones por sí y á nombre de la Sra. Santa Marta, que se hallan decididos á trasladarse á esta Capital y t rabajar en la escena; y aunque las peticiones son bien avanzadas, se le ha contestado con otras proporcionadas á las circunstancias en que se encuentran los fondos de la empresa y los productos del tea-tro, las que serán sostenidas siempre que las acepte y se resuelva en su consonancia. Por esta razón no se han podido admitir los buenos deseos de D. Diego María Garay, no porque exis tan animosidades contra su persona, sino por llenar y cumplir el encargo del Superior Gobierno que previene se procure salvar el capital empleado en el fomento del Coliseo, y se soliciten algunas uti l idades que se compar-

tan entre los Establecimientos de beneficencia pública que tuvo á bien des igna r . "

Así las cosas, el público se regocijó al dársele noticia de que ya habíase embarcado la Compañía de Opera contratada por el Sr . D. Cayetano Páris, t rayendo á su frente á Filippo Galli, célebre cantante italiano nacido en Roma en 1783. Hábi l músico, desde la edad de diez años se dist inguió por su notable ta lento como pianista y como acompañante. Casado á la edad de diez y ocho años, las necesidades de la vida matrimonial le decidieron á presentarse al público, estre-nándose en Bolonia, en 1804, con La casa de Enriqne IV, de Gene-raldi. E l éxi to logrado hizo que se le clasificase entre los mejores tenores, cuando una grave enfermedad cambió la naturaleza de su voz, convirtiéndose en bajo. Espantóle esta transformación, pero Paisiello le consoló incitándole á perfeccionar su nuevo t imbre. Galli siguió el consejo, y el estudio y el ejercicio desarrollaron en él una voz de bajo cantante , de una sonoridad extraordinaria. Su estreno en su nuevo empleo lo verificó en Venecia con el papel de Taraboto en el Inganno felice de Rossini. Al año siguiente creó en Milán el Sigillaro de La Pietra delparagone, del mismo maestro.

Los papeles del Bey en la Italiana en Argel, y de Turco en El Turco en Italia, pusieron el sello á su reputación. Galli, encontrando de-masiado restringido el repertorio bufo, quiso abordar los personajes dramáticos. Rossini aplaudió su determinación y escribió para él, en 1817, en Milán, el papel de Fernando en La Urraca ladrona, y después el de Mahcnnetto, en 1820, en Nápoles.

E n 1821 Galli se estrenó en París, con su gran papel de Fernando, y causó una sensación profunda con su apasionada ejecución. Algún t iempo después Galli salió de Francia para volver á ella en 1825. Ac-tor trágico, y consumado cantante, desempeñó muchos importantes papeles con satisfacción general. E n 1828 Galli recorrió España y regresó á Italia, en donde Cayetano Pár is le contrató para México.

El Registro Oficial, nombre del periódico del Gobierno de México en esa época, dijo al dar la noticia de la llegada de Pár is á Veracruz: " E l Sr. Pár is es acreedor á todo elogio, así por la prudencia y eco-nomía en gastos con que se ha manejado, como por la pericia é inte-ligencia que ha mostrado en la elección de individuos, compra de mú-sica, etc. H a tenido varias dificultades que vencer, y entre ellas no fué la menor el obstáculo que le puso la policía de Milán, negándose por las circunstancias de la revolución de Italia, á conceder los pa-saportes indispensables para la salida de la Compañía, que todo lo tenía ya listo para verificarla. Al fin, después de muchos pasos y di-ficultades, logró tener una audiencia particular con el Virrey del reino Lombardo Véneto, que es hermano del Emperador de Austr ia : fué bien acogido y le concedió el favor que solicitaba. Le habló larga-

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mente sobre nuestro país, manifestándole la satisfacción que le cau-saba el estado de civilización y gusto que indicaba el establecimiento en él de la Opera I tal iana. La Empresa ha causado gran sensación, no sólo en Milán sino en toda Italia, siendo el asunto de la conver-sación de muchos días, y formando época en la crónica teatral, por ser la primera Compañía completa que sale de aquellos países para el Nuevo M u n d o . "

E l párrafo transcrito pinta por sí solo la candidez y vanidad de los redactores del periódico oficial y de sus lectores.

E n los días 24 y 25 de Jul io la Compañía de Galli dió dos concier-tos en Veracruz en los salones de la Sociedad de " L a U n i ó n , " por no haber otro local más propio, pues según El Censor, periódico de aquel puerto, " p o r una triste fatalidad dejó de existir el teatro único que allí h a b í a . "

" E n t r e la concurrencia que asistió—dice el mismo Újusoé—lucida y numerosa, fué unánime el parecer de que el Sr. Páris ha desempe-ñado su comisión con part icular acierto. Puede caberle esta satisfac-ción al promotor de la feliz idea de que el público no careciese de una Compañía selecta de Opera: bien que por cualquier lado que se exa-mine semejante determinación, se hallará tener fundados motivos que la hagan recomendable.

" S e r í a imposible entrar en una minuciosa relación personal res-pecto de la ejecución, sin extendernos demasiado. E n la Sra. Masini, agradó la expresión y notable sensibilidad que acompañaba á su can-to; en el Sr . Finagl ia , el desembarazo y facilidad con que gobernaba su voz; en el Sr . Sissa lac la ra y bien definida entonación; del Sr . Ga-lli está demasiadamente bien sentada su fama para que sea necesario decir de ella otra cosa sino que dió testimonio de ser bien merecida; el S r . Mussati , encantó. Las pequeñas composiciones que desempeñó el Sr. Pighi, t an to en la flauta como en el corno inglés, merecieron también muchos aplausos. E n fin, el méri to en la ejecución, fué ge-neralmente admitido por cuantos tuvieron el gusto de hallarse pre-s e n t e s . "

La llegada de la Compañía y las noticias que de su mérito daban los periódicos veracruzanos se prestaron á que los de la Capital reco-mendasen al público se hiciese digno de un tan elegante espectáculo, suprimiendo las demostraciones de grosería y mala educación de que era campo la sala del teatro. ' 'E s de sentirse, decía el Registro Oficial, que se noten a lgunas cosas que no sólo ofenden su buena policía in-terior, s ino también la cul tura y civilización, dando una idea poco ventajosa de la educación de los sujetos que se las permiten. Ta l es la desconsiderada franqueza con que se arrojan de arriba para el pa-tio salivas, cigarros concluidos y otras porquerías.

" Tampoco es m u y conforme á la razón el modo con que a lgunos

señores concurrentes suelen manifestar su desagrado hacia tal actor ó tal pieza, pues que, en efecto, á n inguno se le corrige con algazaras y rechiflas, y na tura lmente debe quedar todo cortado un actor que se ve hecho el objeto de una burla estrepitosa. E l desagrado puede ma-nifestarse de otro modo que produzca mejores efectos, y que sea me-nos repugnante con la decencia que debe reinar en los concursos pú-bl icos ."

Cayetano Pár is y la Compañía de Opera llegaron á la Capital el 6 de Agosto, é inmediatamente se anunció que comenzarían sus repre-sentaciones tan pronto como se recibiesen la música, t ra jes y demás accesorios, detenidos en el camino de Veracruz á México por el mal estado, en que teníanle las lluvias.

Entre tanto , el público tuvo una agradable sorpresa con la presen-tación del cuerpo de baile de niños mexicanos formado por Andrés Paut re t , según habíalo ofrecido. E l suceso ocurrió el 6 de Setiembre y el periódico oficial dió cuenta de ello de la manera siguiente: " A n o -che se han presentado en el teatro los niños discípulos del Sr. Pau-tret , y han desempeñado á satisfacción del público el baile inti tulado: El Nido de Amor, composición de su maestro. E l número de niños de uno y otro sexo fué de t reinta y uno, y había entre ellos dos ni-ñas, una de cuatro y otra de cinco años : las dos de mayor edad, cuentan diez. Debiendo comenzar dentro de poco la Opera Ital iana, puede presentarse el teatro de esta Capital con un lustre y conjunto de habilidades poco comunes . "

¡ Sorprendente candidez! Valiente ilusión debían causar los pasos de baile de ciertas óperas, ejecutados por una criatura de cuatro años y su comparsa de chiquillos!

Demos razón del estreno d é l a Compañía de Galli, sirviéndonos se-gún costumbre, de incontestables documentos, que en este caso es nada menos que un artículo de fondo del Registro Oficial.

" A n o c h e , lunes 12 de Setiembre de 1831, se ha presentado en el teatro de esta Capital por la Compañía de Opera, una de las mejores de Rossini.

' ' Eligió para dar la primera muestra de las habilidades de que se compone, la grande ópera de Torbaldo y Dorlisca. E l teatro estaba completamente ocupado por una brillante concurrencia que manifes-taba los más vivos deseos de juzgar cuanto antes del talento de los nuevos operistas. Las recomendaciones del mérito respectivo de cada uno, el ensayo de sus talen tos hecho en Veracruz, hacían esperar mu-cho de los todavía no conocidos, lo mismo que de la Sra. Pellegrini.

" Llegados los momentos de la ejecución, cada uno supo exceder las esperanzas concebidas. E l Sr . Galli y la Sra. Pellegrini, que lle-varon los papeles principales, los desempeñaron á toda la satisfacción de los espectadores, excediendo el concepto que de ambos se tenía.

" E l público admiró en el Sr. Mussati una voz dulcísima, una gran maestría, y una ejecución brillante; en el Sr. Finaglia el desempeño de un excelente bufo, y en la Sra. Baduera la perfecta ejecución del papel que le tocó, aunque de una naturaleza secundaria.

"Añad iendo á esto la propiedad y hermosura de los trajes y deco-raciones, la orquesta numerosa y compuesta de excelentes profesores y la clase de concurrentes que llenaba el teatro, puede decirse sin exa-geración que desde la fundación del Coliseo de México, no se había visto el público tan perfectamente servido, ni había gozado de un es-pectáculo tan brillantemente ejecutado y que le llenase de más satis-facción.

" E s t o puede decirse con más razón comprendiendo los demás ra-mos que abraza el Teatro, como el de verso, que merece el aprecio ge-neral, y el de baile, que se ha hecho más interesante desde que se pre-sentaron los niños discípulos del Sr. Pautret á dar muestras de sus bellos adelantos.

" Ea Capital, pues, goza de esta clase de diversión bajo un pie de perfección y hermosura, que así es digno de su grandeza y dignidad como de su buen gusto y civilización. Si ésta se mide por la natura-leza y carácter de los espectáculos, puede decirse que poco ó nada tiene México que ceder á los demás países donde se habla la lengua castellana.

' ' Ea Administración actual tiene la satisfacción de haber atendido .con fruto, no sólo á lo necesario y útil, sino también á lo agradable. H a logrado ver tranquila y pacífica la República, restablecido el or-den y desterrada la anarquía, y tiene también el placer de haber pro-porcionado á la Capital un espectáculo de que carecía y estaba de-mandando la ilustración de sus habi tantes ."

No cabe duda en que el "Regis t ro Oficial del Gobierno de los Es-tados Unidos Mexicanos," llenaba bien su deber de encontrarlo todo bueno por obra y gracia de la autoridad á la cual servía.

CAPITULO X

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El éxito alcanzado por la Compañía de Eilippo Galli, no perjudic á los demás espectáculos de ese tiempo, de relativo bienestar en cuanto á elementos de vida, en la Capital. El físico Mr. Perinor seguía en-cantando á su público del teatrito de Zuleta, con programas como éste: "Agua helada en el vacio; Un preso por la sola presión del aire; El gato bajo el recipiente; La lámpara maravillosa; El tubo de cristal armonioso; Los truenos, relámpagos y formación de agua en la atmósfera; Pistolete de bolsa y de gas, que se carga con aire fulminante, arroja balas de plomo y se dispara con una chispa eléctrica; Combustión del acero y del fósforo en el gas oxigeno, produciendo una luz tan clara como la del sol, terminándose con el panorama de autómatas:'' En el teatro de los Gallos, en la calle de las Moras, hizo una buena temporada el circo ecuestre de Carlos G. Green, "art is ta de Nueva York y Filadelfia, maestro en la educación de asombrosos caballos, volteos, juegos de equilibrio y otras cosas tan admirables como divert idas."

Como según vimos en los prospectos de la Empresa del Principal, la ópera sólo dos funciones daba por semana, las demás noches las cubría el cuadro dramático. El mérito y talentos de Bernardo Ave-cilla eran aplaudidos por unos y negados por otros, conviniendo todos en que como trágico valía poco ó nada, y como barba y actor de ca-rácter era una notabilidad.

La Molina y la Dubreville adquirían en cambio, con cada represen-tación, nuevos triunfos y nuevos amigos: el desempeño de sus papeles en el Orestes les valió hasta el ser cantadas en verso. El poeta se duele del infortunio que cupo á Clitemnestra, papel desempeñado por la Mo-lina, al ser muerta por el puñal de Orestes, y pregunta:

" . . . .¿Dónde los ojos la verán? . . . . Mil veces, mil veces, sí, que la Molina de ella todo el carácter toma, y nos conduce á Argos, al siglo que pa^ó dejando de catástrofe tal perenne aciterdo. ¡Salve, célebre actriz! ¡Salve! Las Musas rodean tu frente celestial y pura .

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- Y tú , sensible Dubreville, divina enemiga del hijo imperdonable de Thyeste ; ven, del pueblo numeroso toda la muda admiración recibe. Animada y feliz en tus pinturas, eres, y grande y rápida tendiendo sobre tu t rono de terror el manto. ¿Quién como t ú de Electra ha trasmitido el dolor y el carácter en la escena? ¡Actriz sublime y mágica! ¡cuál vibras el trágico puñal con mano alzada! Enérgica en tus versos y terrible tifies las aguas de Hipocrene en sangre. Allá desde do moras te saluden los autores de Edipo y Catilina, y extiéndase tu fama, cual se ext iende la luz del sol por el desierto cielo. ' '

Pero nada da mejor idea del teatro de entonces y de sus críticos, que una especie de Revista que con el t í tulo de Lo que sobra y lo qiie falta en el teatro, poseo, y dice:

"Sobran quinqués; falta aceite para iluminarlos; de aquí resulta que sobran lentes y falta que ver. —Sobran actores y falta un trágico por mala voluntad del Empresar io .—Sobran modales al Sr. Avecilla en el género cómico; le faltan demasiado en el trágico, y m u y prin-cipalmente t ino para dirigir; así es que sobran comedias viejas y faltan piezas conformes al gusto del día; también sobran años y ronquera á este individuo para hacer de joven galán y calavera, y le falta com-pos tu ra .—Sobra talla, embompoint y edad á la Sra. Molina para que aun resuenen en sus labios amores, requiebros y desdenes; faltan vo-ces para explicar el mucho mérito de esta actriz que tan to ha hecho ganar al teatro de México, con su despejo, dominio teatral , na tura-lidad de sus movimientos, fuerza de su expresión, ya como trágica, ya como mat rona .—Sobra aplicación al Sr . Salgado, deseo de com-placer y fuerza para pronunciar la R; le falta que abandone la manía de imitar al insigne Prieto, porque no pudiendo esto conseguirse cae en r id ículo .—Al Sr. Bustamante le sobran lágrimas para pelear cuan-do tiene que entrar en campaña y le falta valor; le sobra movimiento en la cadera, y le falta en el brazo contrario al que pone en acción. — A la Sra. Dubreville y al Sr. González les sobra propiedad, buen desempeño, y exact i tud en el cumplimiento de su deber: les falta opo-nerse á t rabajar en funciones malas .—Nada sobra ni falta al Sr. Va-lleto, ni al Sr. Martínez y su esposa. — Al Sr . Fernández sobra tiempo

para imponerse de sus papeles, pero le falta un poco de dedicación al estudio, y como, según malas lenguas, no le falta inclinación á los placeres de la mesa, siempre le sobra camote que tragar.—Cuando re-presenta el Sr. López le sobran zetas y le faltan pausas.— A las que bailan las calabacitas, la chispa, etc., sobra decoro para faltar con estos soeces sonecillos á un público decente é i lus t rado.—Sobran puros, cigarros, pipas y todo cuanto contr ibuye á formar una atmósfera de humo densa y pesadísima: sobran platicones y faltan a t en tos . "

Pero quizás para nadie había tan grande admiración como para Andrés Pautret , y todo por su almácigo de liliputienses bailarines: " n o sólo nos promete, decía El Sol, las más lisonjeras esperanzas res-pecto de nuestros jóvenes y nos da á conocer de cuánto son capaces los talentos mexicanos, sino que nos presentan á Pautre t como á un hombre que tanto se interesa por los adelantos de nuestra patria, y que siendo digno de la protección del Supremo Gobierno, se hace también acree-dor al amor y reconocimiento de todos los mexicanos "

Con motivo del estreno del baile El nido de amor, ó el pimpollo y la rosa, los niños ejecutantes fueron obsequiados con una comida en el Café Verolt, inmediato al teatro, en el mismo local que después se llamó del Progreso, y en ese banquete se improvisaron varios brindis en honor de Pautret y de sus alumnos.

El Sol publicó esos brindis, de los cuales tomo las siguientes líneas:

" F u e r z a es que t r ibute este momento el elogio tan jus to y merecido, pues por t i la belleza y el talento de los niños aztecas ha lucido.

" ¡Oh , juven tud peregrina! vuestro baile me ha encantado, y mi pecho alborozado á celebraros no atina.

" U n a escena tan divina, una tan grande belleza, vuestra sinigual destreza y cuanto por m j pasó, nadie podrá creerlo, no, sin presenciar su certeza.

" T ú , de gozo alborozado, has brindado en este día, y en efecto tu poesía logró su objeto deseado.

" Y o te sigo entusiasmado y brindo por el amor

que me inspira el noble honor de unos padres tan queridos, y estos niños, dirigidos por t an sabio d i rec tor . "

EL Registro Oficial, periódico del Gobierno, dedicaba á su vez fre-cuentes editoriales á ponderar los méritos de éste, por su acierto en i lustrar á sus gobernados. " N u e s t r o Tea t ro va poniéndose cada día más brillante, decía, y vemos desvanecidas ciertas suposiciones que a lgunos vertían como argumentos indisputables: una de ellas, que siendo nuestros conciudadanos sólo amigos de la novedad, no gusta-rían las óperas más de la primera vez que se representasen. Los he-chos han probado lo contrario, y los mexicanos han dado pruebas en el particular, de que son susceptibles de tanto gusto como en cual-quier. otro país civilizado de Europa puede tenerse. La ópera de Tor-baldo y Dorlisca nunca ha gustado tanto como en la cuarta vez que se ha representado; los concurrentes han encontrado en dicha represen-tación nuevas bellezas en la música, que en las otras no habían ad-vert ido. ' ' Paréceme ésta una maravillosa observación muy en su lugar en las columnas del periódico oficial de un Gobierno.

E n otras ocasiones, sus redactores desmentían, enérgica y compe-tentemente autorizados, las voces propaladas por la oposición, de que la Compañía de ópera andaba desunida. " T o d o falso: si la Cenicienta no se había cantado aún , eran porque fal taban diez y seis bastidores y nueve bambalinas que pintar . Falso era también que á la Badue-ra se le hubiese suprimido una aria en esa ópera, para impedirle lu-cirse; lo cierto era que ella misma la había cambiado por otra más en armonía con sus cuerdas vocales. Carecía á su vez de fundamento la especie de que Cayetano Páris retardaba la salida de la primera con-tralto Sra. Massini de Sirletti , para no opacar á la Sra . Pellegrini, pues ni la Massini, n i el tenor Sirletti, estaban comprendidos en el presupuesto que se le dió, y él los t ra jo voluntar iamente; prueba ma-nifiesta de su buena fe, porque si hubiera querido no deslucir á la Pellegrini, le hubiese bastado con no t raer á otra pr imera, sujetándose de este modo exactamente á las instrucciones que se le dieron para n o traer más que cuadro bufo. En t r e una y otra can tan te había tan buen acuerdo, que cuando á la Massini se la invitó á que ella misma designase la ópera con que quisiera estrenarse, y ella eligió Tebaldo é Isolina, la Pellegrini, á pesar de no tener en dicha obra un papel m u y bril lante ni el más á propósito para su voz, condescendió con gusto en su desempeño, en obsequio y lucimiento de su compañera . "

E n efecto, y por lo que á esto úl t imo respecta, en la noche del 27 de Octubre se cantó la ópera en cuestión, Tebaldo é Isolina, de Mor-lachi, con un éxi to colosal. ' ' E s menester confesar, dice el redactor

del Registro, que la armonía de esta ópera es deleitosa y que hay pe-dazos verdaderamente sublimes; tales son el hermosísimo dúo del Sr. Sirletti y de la Sra. Massini, en la escena sétima del primer acto, que comienza Questo acciaro, che del sangue, y sobre todo la cuarteta,

Vidi nn raggio di contento ¡ Come rápido spari! Le mié pene ¡Oh Dio! lo sentó Frinirano cdmiei di,

que fué ejecutada con un gusto, con una modulación, que arrebata-ron al auditorio. Pero no hay elogio suficiente para el admirable, el encantador dúo de las Sras. Massini y Pellegrini, que comienza ¡Ah! finiendo; a me non lice, cuyo final mereció reiterados aplausos, y se le hubiera dado el honor de la repetición, según el público pedía, si no fuese un pedazo tan largo y de una ejecución muy fatigosa para estas dos excelentes cantarínas.

" S i este dúo pareció admirable, no lo fué menos la t iernísima es-cena que comienza con el sublime recitado Notte tremenda ¡ orribil notte! oh! fossi, el cual con el aria que lo termina Caro suono lusin-ghier, con acompañamiento de arpa, cantó la Sra . Massini, de una ma-nera, que desde la primera noche que se la ha visto en la escena, le ha dado un lugar m u y dist inguido en ella. E l público quedó m u y contento también del Sr. Sirletti, y toda la pieza, así como todos los actores, merecieron repetidos aplausos. E l aparato en decoraciones, trajes, etc. , fué cier tamente magnífico, haciéndose cada vez más ho-nor en las pr imeras nuestro hábil artista el Sr . T a m a y o . "

Así escribíase en ese t iempo el periódico oficial del Gobierno, y aunque su t amaño no llegaba al de un pliego de papel florete, el re-dactor ocupaba con su crónica una columna, de la sección editorial nada menos.

No por esto', sin embargo, debe entenderse que el país se hallase en un lecho de rosas bajo aquella administración; la guerra civil per-sistía indominable, y la inseguridad y los atentados contra las perso-nas habían tomado escandaloso incremento, sin que las autoridades judiciales se preocupasen en mejorar aquel tristísimo estado de cosas. Según mi costumbre, ó por mejor decir, mi procedimiento de evitar-me polémicas, apoyando mi dicho en documentos de notoria autori-dad, copio del Registro Oficial lo que sigue: "Mient ras el Sr. Sirlet t i y su esposa la Sra. Massini encantaban al público en el Teat ro , otros se divertían á expensas de estos actores de otro modo. Algunos mal-vados aguardaban la ocasión de su ausencia, para introducirse en su casa y robarlos: así empezaron á hacerlo, mas por fortuna, se sintió

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ruido en la vecindad, ocurrió gente, y Boemondo, que perdió la sobe-ranía de Al temburgo en la escena, perdió m u y poco de sus efectos en su casa. E l público está verdaderamente escandalizado del grado á que lia llegado la impudencia en los ladrones y el número de los asesi-natos en estos días. Eo está todavía más de ver la falta de castigos de estos criminales, pues ellos se repiten todos los días, y los primeros no se ven sino raras veces, y esto casi exclusivamente por la juris-dicción mili tar.

" No parece sino que Temis ha huido de su palacio, y parece que en-contrando inútil en sus manos la espada de la just ic ia , la ha puesto en las de los asesinos, que la usan despiadada é impunemente. E l honor de nuestra civilización, de nuest ras leyes, y el personal de nuestros Magistrados, todo se interesa igualmente en que estos males t engan remedio pronto. ¡Tribunales encargados de la administración de jus -ticia! ¿qué es esto? ¿Eos mexicanos no sentirán, no gozarán del in-flujo de las leyes y serán víctimas de los ladrones y asesinos?" Qué tal andarían las cosas, que así hablaba el periódico oficial del Go-bierno.

Ea ópera de Tebaldo é Isolina, f ué un buen filón para la Empresa , pues verdaderamente fanatizó al público en sus numerosas y bien aco-gidas repeticiones. Los periódicos hicieron con ese motivo memorias del gran Manuel García, á cuya obstinación artística en repetir ópe-ras y en cantarlas en italiano, se debía que Galli hubiese encontrado al público bien dispuesto á aceptar una y otra cosa. Sembrados están los papeles de la época de elogios á los intérpretes de la obra de Mor-lachi y á la obra misma. " L a Sra. Carolina Pellegrini desempeñó e l aria Ce forse a mi vicitw con una maestría que a t ra jo la atención de los inteligentes por lo firme de sus entonaciones y la expresión que supo darle: eu el cuarteto Ahí no so vincere, la armonía que formaban las voces de los Sres. Sirletti y Finagl ia y las Sras. Pellegrini y Mas-sini, es de lo más expresivo que puede darse; mas lo que acabó de arrebatar fué la escena novena del segundo acto, en que Tebaldo can-ta acompañado del clave que se figura estarse tocando en el palacio del hermano de Acomberga. Yo vi correr las lágrimas á más de u n espectador y con esto basta para hacer el elogio más cumplido de la Sra . Massini. Gran compañía es ésta, y nunca dejaremos de conmo-vernos con el talento de Galü, ni oiremos sin afectarnos la voz atrac-t iva de Mussati , y la admirable de la Massini, n i de ja rá de hacernos impresión el Sr. Sirletti, ni nos cansaremos de elogiar lo sonoro y cla-ro de la voz del Sr . F inag l i a . " "Debemos insistir en los elogios que la Sra. Angela Massini merece por su rara habilidad: el metal y dul-zura de su voz, la maestr ía de su ejecución, la expresión que sabe dar á la música esta singular actriz, han producido indecible entusiasmo. La Sra. Pellegrini, cuyo concepto está tan acreditado en el pueblo

mexicano, puede lisonjearse de tener en la Massini una rival digna de ella. También debemos celebrar á un buen tenor como el Sr . Luis Sirletti, y á un actor tan discreto como el Sr . Sissa, quien con el Sr. Lombardi completa el excelente cuadro de art istas de la Opera.

" T o d o en ella es perfecto, y así lo ha probado en la Italiana en Ar-gel, que estuvo muy bien desempeñada. La Sra. Massini, que tanto tardó en darse a conocer, nos agrada cada día más: no sólo cantó su par te esta nueva prima donna con la mayor expresión, gusto y maes-tría, part icularmente el aria del Espejo y la coreada del fin del segundo acto, sino que ha acreditado su talento cómico en el papel de coqueta, tan ajeno al de Tebaldo. Del ilustre Galli, ¿qué podremos decir, sino que su Mustafá iguala, si no es superior, al mérito del Duque Ordow, de Don Magnífico y de todo cuanto hace? E n fin, es digno de su fama. EISr . Mussati cantó mejor que nunca la cavatina Languirper una bella. E n suma, nada dejó que desear la ejecución de esta alegre opereta.

" A propósito: hemos oído varios elogios de la ópera Doña Caritea Reina de España, del célebre Mercadante, que desearíamos se nos diese después de la de Ricardo y Zoraida, que se está ensayando. Creemos que será tan bien recibida como lo han sido hasta hoy Tor-baldo y Dorlisca, La Italiana en Argel, La Cenicienta, Tebaldo é Isolina y El Matrimo?iio Secreto."

No debiendo extenderme de modo que esta Reseña pierda su ca-rácter modesto, me limitaré en lo relativo á espectáculos de ese año, á citar una que otra función notable de las compañías de verso y de baile. E l miércoles 30 de Noviembre, Miguel Valleto dió su primer beneficio con el estreno, en México, de la comedia en tres actos Los dos sargentos franceses en el Cordón Sanitario, obra que venía siendo aplaudidísima en los teatros europeos, y cuyo argumento decíase ser de oportunidad por los estragos que la epidemia del cólera morbus viene causando en el Viejo Mundo, con grande alarma del nuevo.

La anunciada función tuvo un buen éxito, por la curiosidad que el drama despertó, y porque día á día Miguel Valleto hacíase más simpático y querido á la sociedad mexicana, en la cual había de aca-bar por tener lugar honroso como perfecto caballero.

Con menos for tuna anduvo Bernardo Avecilla, e ternamente discu-tido por sus partidarios y por sus enemigos, pues aunque todos an-daban conformes en reconocerle mérito en papeles cómicos y de barba, los segundos no le aceptaron jamás como artista dramático y trágico, por más que en la interpretación de Otelo rayó, según varios periódi-cos, á grande al tura. Manuela Molina sí pudo alcanzar amigos nume-rososy éxitos notables; su función de beneficio, celebrada el miércoles 7 de Diciembre con la tragedia en cuatro actos El Duque de Weimar y el baile El chasco de los casados, composición de Pautret , le valió buenos productos y entusiastas aplausos.

E n la noche del 10 de Noviembre, los niños del Conservatorio del Teatro de la Capital, ejecutaron el bonito baile Los amores campestres ó el mal Alcalde, con argumento tomado de los cuentos de Marmontel — " y no puede encarecerse, dice un cronista, la gracia con que lo hi-cieron, sin una equivocación en más de cuarenta niños, el mayor de ellos de nueve años, que van descendiendo hasta c i n c o . " — U n o de esos niños éralo Angel Padilla, de edad muy corta entonces, y más tarde acreditado actor mexicano.

Sin variación a lguna en la composición y t rabajo de las compañías, principió el año de 1832, úl t imo de la administración jalapista, que á sí misma habíase herido de muer te al sacrificar impíamente al i lustre D . Vicente Guerrero. Su sistema opresor y cruel; la insolencia con que sus folletistas insultaban á los escritores independientes como Quintana Roo, á quien atacaron al ex t remo de ofenderle por sus re-laciones amorosas con la noble patriota D? Eeona Vicario, que era ya su esposa; la inmoral organización de sus empleados en cuerpo de po-licía, encargado de espiar en cafés, teatros, paseos y tertulias á las personas prominentes del partido contrario; su renovación de odios y enémistades entre los insurgentes de los dos distintos períodos de la guerra de independencia, con su torpe y pequeña intriga de celebrar raquít icamente las fechas de los aniversarios de la revolución de Hi-dalgo, y con fastuosas solemnidades los de las campañas de I turbide; éstas y otras muchas causas que no puedo ni debo enumerar aquí, hicieron que donde quiera se indicasen síntomas de posibles y próxi-mos trastornos, contra los cuales quiso prevenirse el Gobierno esta-bleciendo un cantón de sus mejores tropas en Orizaba, so pretexto de tener á raya á los cosecheros de tabaco, pero con el efectivo y secreto propósito de estar ojo avizor sobre S a n t a - A n n a , de quien se murmu-raba hallarse pronto á acaudillar cualquier revolución que allanase el camino á su candidatura á la Presidencia.

Sus temores no eran infundados: el 2 de Enero la guarnición de Veracruz inició la revuelta con un plan en que pedía la remoción del Ministerio: el Secretario de Guerra, Fació, salió á su defensa y la de sus compañeros, separándose temporalmente de su cartera, para ase-sorar en su campaña al Gral . Calderón, quien en 3 de Marzo derrotó en las inmediaciones del pueblecillo de Tolomé á los rebeldes, á cuyo frente habíase puesto S a n t a - A n n a . Este, vencido pero no deshecho, regresó á Veracruz, y ante sus murallas, la división victoriosa se vió reducida á entablar un sitio desastroso. Tamaulipas, Zacatecas, Ja-lisco y otras entidades federativas, pidieron, como Veracruz, la re-moción del Ministerio que Bustamante acordó así en 17 de Mayo, pero sin darle sucesor y encargando del despacho á los oficiales ma-yores. Tomado esto como burla , la rebelión no cejó en sus vías de hecho; S a n t a - A n n a salió de Veracruz convirtiéndose de agredido en

agresor, y cuando lo estimó oportuno hizo suyo el plan de las Legis-la turas de Zacatecas y de Jalisco, que pidieron la separación de Bus-tamante y el reconocimiento de D. Manuel Gómez Pedraza como Presidente constitucional. E n 6 y 7 de Agosto, el Congreso general nombró Presidente interino a l Gral . de Brigada D. Melchor Múzquiz y dió licencia á D . Anastasio Bustamante para ponerse al f rente del Ejérci to.

E n 18 de Setiembre se libró la reñida acción del Gallinero, en t re Bustamante y el disidente Moctezuma que quedó completamente de-rrotado. E n cambio, en 1? de Octubre, S a n t a - A n n a derrotó en San Agus t ín del Palmar á D. José Antonio Fació. Ea victoria del Galli-nero permitió á Bustamante restablecer en San Euis sus autoridades, y la del Palmar facilitó á S a n t a - A n n a la ocupación de Puebla. Es te úl t imo suceso desconcertó y acobardó al gobierno de Múzquiz, que vanamente procuró un arreglo; los rebeldes victoriosos salieron de Puebla el 18 de Octubre con ánimo de atacar por las armas á la Ca-pital, en la que llegó á reinar un pánico profundo; pero al tener no-ticia de que Bustamante acudía en auxil io de la ciudad federal, S a n t a -Anna regresó á Puebla el 6 de Noviembre para evitar que de ella se apoderase el Vicepresidente, cuyas avanzadas, al mando del Gral . Durán, habíanse de improviso presentado en las inmediaciones.

T ra s de varios combates sangrientos é infructuosos, los represen-tantes de S a n t a - A n n a y de Bustamante convinieron el x 1 de Diciem-bre en convocar al pueblo á nuevas elecciones, reconociendo, has ta que ellas se verificasen, como legítimo Presidente á Gómez Pedraza, quien el 5 de aquel mes había desembarcado en Veracruz, t raído por los revolucionarios. Negó el Congreso su aprobación á ese t ratado, y entonces Bustamante, de propia autoridad lo celebró y firmó en la ha-cienda de Zavaleta, de la cual tomó nombre el plan que dió al t ras te con la administración jalapista . Pedraza se encargó en Puebla de la presidencia, Múzquiz se retiró t ranqui lamente á su casa, después de haber visto á la guarnición de la capital pronunciarse por los conve-nios de Zavaleta, y, según habíaselo propuesto, D. Antonio López de S a n t a - A n n a vió surgir, como la única posible en aquellas circuns-tancias, su candidatura para la presidencia.

La tristísima situación del país la p inta así el Manifiesto expedido por las Cámaras, condenando el plan de Zavaleta: " L o s Estados de la Federación se hallan unos en fermento, otros invadidos, algunos en neutral idad insostenible, y todos amagados. De las autoridades constitucionales de ellos, unas están depuestas con violencia, otras contagiadas, y todas sin verdadera l ibertad. E l Gobierno Supremo carece de recursos aun para lo más indispensable, y ya no puede llamar suya la tropa que debe sostenerlo. Los lazos sociales están laxados todos, los giros arruinados, el crédito perdido y la miseria

oprime despiadadamente mul t i tud de familias. La desconsoladora in-quietud quiere y no puede rasgar el velo fu turo , y la incert idumbre atormenta los ánimos. Todo, en fin, nos indica que pesa sobre nos-otros, la jus ta cólera del cielo, y que la sociedad sufre uno de aquellos sacudimientos peligrosos con que se destruyen ó regeneran las nacio-nes. ' ' Con estos antecedentes pasemos á reseñar la historia de nues-tro teatro en 1832.

CAPITULO XI

1832.—1833.

Con un a lumbrado malo y escaso por haberse sust i tuido con velas de esperma muchos de los ant iguos candiles de aceite; renegando de los peinetones de las señoras, que no permit ían ver l̂ a escena á los que tomaban asientos detrás de ellas; maldiciendo de los desórdenes á que daba lugar la entrada libre del dulcero en las cazuelas de hom-bres y de mujeres; quejoso de los gri tos del apuntador, á ello obliga-do por la semisordera de Bernardo Avecilla, que representaba las co-medias sin saber de memoria sus papeles; aplaudiendo á la Platero por bonita y por graciosa; celebrando á la Cordero por lo bien que se vestía y doliéndose de su extrema frialdad; encantado con las repeti-das pruebas que de su talento daban la Dubreville, la Molina, la Mar-tínez, la Munguía y la Flores, y González, Valleto y Fernández, nos pinta un revistero de la época el estado de nuestro Tea t ro Principal en principios de 1832, y en lo referente á su compañía de verso.

La de Opera Italiana continuaba siendo la favorita de ese público, al cual, en los primeros días de Enero, dió á conocer con el nom-bre de La Inés, la ópera en dos actos Agnese, del Maestro Paér . Los concurrentes, acostumbrados á las obras de Rossini y de Morlachi, no la recibieron con mucho agrado, salvándose de un fracaso gracias sólo á la perfecta ejecución que de ella hizo el excelente cuadro de artistas que Felipe Galli dirigía.

Agradó mucho más El Matrimonio Secreto, de Cimarrósa, notabi-lísima en la invención melódica, pero m u y débil en su instrumenta-ción, basada toda en los más sencillos efectos. Esa obra, interpreta-da de un modo admirable en Europa por Rubini , Crivelli, la Todolini, la Strinassachi, la Amigo, la Damoreau, la Pasta, Raffanelli , Labla-

che y otros notables artistas de diferentes nacionalidades y teatros, no lo fué menos bien en nuestro Principal, al decir de los cronistas.

Pero el gran éxi to fu^ para Semiramis, cantada el 20 de Febrero y repetida numerosas veces sin que el público se cansara de oírla. El Registro Oficial decía: " L a s decoraciones, los trajes, todo ha sido co-rrespondiente, y sin duda en la Opera Italiana d e París no se mejo-raría el lu jo y la propiedad con que se ha montado en México la Se-miramis. Así lo hemos oído con complacencia á extranjeros inteligen-tes y de gusto. E n efecto, el templo y la estatua de Belo, el salón de mármoles verdes del alcázar, el salón regio, el interior del santuario, el exterior de la tumba de Nino, y la tumba misma, son tan bien eje-cutadas, que producen la ilusión más completa á la vista, mientras que el a lma se penetra del interesante a rgumento y de su apropiada música.

" E n lo general todos han llenado su papel, y sobre todo las Sras. Pellegrini y Massini y el Sr. Galli; las primeras en los papeles de Se-miramis y Arsace, y el segundo en el Assnr, arrebataron muchas ve-ces los aplausos del público. Cuando la Sra. Pellegrini ejecutó su par te entre el terror general que poseé á los espectadores por el t rueno que in terrumpe la unión de Semiramis y Arsace y por el apareci-miento de la sombra de Nino, el entusiasmo de los aplausos casi no la dejaba concluir, y en verdad es imposible ejecutar con más inteli-gencia el excelente trozo que comienza Qual morto gemito—Da quella tomba. La sangre parecía helarse en las venas de los espectadores al oir los dos versos II sangue gelasi di vena in vena, que hace parte de la misma estrofa.

" Igua les aplausos mereció en el dúo del segundo acto con la Sra. Massini, y el pr imero de ésta con el Sr. Galli. Sería demasiado pro-lijo enumerar todas las bellezas de primer orden que ofrece esta bri-l lante composición; pero no podemos excusarnos de citar la cavatina de la Sra. Massini Ah quel giorno ognor rammento.... el aria coreada de Semiramis, Bel raggio lusinghier, el dúo de ésta y de Arsace y todo el final del primer acto, que es una obra maestra.

" E n el segundo acto el dúo entre Assury Semiramis, que comien-za Se la vita ancor te caro, y en especial la par te del mismo dúo que comienza La forza premiera. La propiedad con que la Sra. Pellegrini hace esta clase de papeles, brilla principalmente en este pasaje, y, ciertamente, la Reina Semiramis en su palacio no podría decir con mayor fuerza y dignidad Regina e guerriera punirti saprò! Es excelen-te y perfectamente ejecutada por la Sra. Massini el aria coreada Si, vendicato el genitore. No gustó menos la grande escena y aria de Assur antes de bajar al sepulcro de Nino. E l dúo entre Semiramis y Arsace Giorno d'orrore excitó el mayor entusiasmo, expresado por una tri-ple salva de aplausos, par t icularmente al E dolce al misero. E l últ imo

terceto entre éstos y As sur, L'usato ardir el mió valor dove? es, igualmente, trozo excelente y bell ís imamente ejecutado.

" L o s coros merecen una mención part icular , pues que en n inguna otra ópera se han ejecutado mejor que en la Semiramis, siendo de tan to más aprecio su buen desempeño, cuanto que en ésta son mucho más difíciles. También merecieron, en just icia, ambas orquestas, los elogios del público, haciendo un efecto muy mágico la música mili-tar t ras de las decoraciones. Sólo nos falta recomendar que se reme-dien pequeños defectos para completar en todas sus partes el espec-táculo más magnífico que ha visto nunca Méx ico . "

La entrada de la Cuaresma detuvo esa sucesión de t r iunfos, á los que se mezclaron el éxi to de Mr. Crombé, uno de los bailarines con-tratados en Francia, "deb ido — habla El Registro—á su excelente ejecución llena de gracia y finura, y á su buena presencia ," y el duelo de multitud de personas, causado por el fallecimiento del Gran Elefante del Mogol, que venía siendo exhibido, de algunos meses atrás, en las plazas de toros. Los periódicos noticiaron así esa catástrofe: ' 'E l ele-fante que por muchos días ha atraído la atención de México, murió ayer 12 de Abril . Creése que la causa haya sido la enorme cantidad de alfalfa que consumía y que es muy dañina cuando se da húmeda . La Administración del Museo quiso comprar el cadáver; pero no lo hizo por lo exagerado del precio de mil quinientos pesos que pidió su propietar io ."

Al acercarse la Pascua y disponerse la formación del cuadro de ver-so, se suscitó la discordia entre los inquietos cómicos. " S a b e m o s — dijo El Sol—que las Sras. Molina y Dubrevil le están contratadas para la temporada entrante; el Sr. Martínez y su esposa, la Sra. Pla-tero, el Sr. Evaristo González y el Sr. Fernández lo están igualmente; pero el Sr. Salgado y la n iña Cordero no han querido comprometer-se. Dícese que el Sr. Salgado se rehusa á que el Sr . Avecilla le diri-j a , y aunque á éste no se le pueda conceder el don acertado de la dirección, pues se le han visto cosazas atroces, no debía ser esto un pretexto para la repugnancia de aquél . Uno y otro merecen recibir lecciones del memorable Prieto, y también del Sr. Garay, que en cuanto á Director, los sobrepuja ventajosamente. No hemos conse-guido averiguar en qué se funda la repugnancia de la Corderito, y si insiste, perderá mucho del mérito adquir ido y podrá sucederle lo mismo que á la niña Munguía , que llegó á ser t an interesante por su aplicación en t iempo del Sr . Prieto, con el que adelantaba prodigio-samente; después se marchó á Puebla y olvidó mucho de lo que sa-bía y se atrasó last imosamente en su carrera.

" Ins is t imos sobre la necesidad de que se contrate á Prieto y á Ga-ray: el primero de estos dos actores, único seguramente hoy en su línea en los teatros españoles, ha dado en mejores días el más puro

placer á los espectadores nacionales y ext ranjeros que han concurri-do al nuestro, con su rara habilidad.

' 'Prescindamos del defecto de la dureza de su carácter personal, con que lo han tachado nuestros cómicos mexicanos; considerémosle co-mo actor célebre y pongamos fuera de duda que su presencia aquí es de absoluta necesidad, si se quiere disfrutar de las escenas de la vida, representadas por el arte dramático. ¿Podremos olvidarnos por ven-tu ra del Sí de las niñas, del Anciano y los jóvenes, del Solterón y su criada, del Opresor de su familia, de Misantropía, del Hombre agrade-cido y de tantas otras piezas en que aquel hombre singular arrebató nuestra admiración y conmovió nuestra sensibilidad en toda clase de afecciones?

" M a s no se limita á esto sólo su relevante mérito: él también for-maba actores con sus lecciones y ejemplo. Ya lo vimos en la joven actriz Guadalupe Munguía ; lo hemos palpado igualmente en nuestro Salgado, cuya nimia decisión por imitar las maneras de aquel maes-tro, le hacen incurrir en un ext remo que desluce su natural habili-dad . Si Prieto hubiese permanecido en nuestro teatro, Salgado sería hoy un acabado-actor; la joven Cordero se habría formado á los gol-pes de aquel duro cincel, y movería á sus oyentes no sólo con el atrac-t ivo de su bella figura, sino con el imperio de su voz y de su modo de expresar las pasiones. Pero ahora, ¿qué es esta novel actriz?: una hermosa figura de mármol, fría como él é incapaz de excitar n ingu-no de los sentimientos del poeta, cuyos conceptos simplemente rela-ta . La joven Munguía nos servirá de prueba para lo que acabamos de afirmar; todos la vimos y admiramos cuando nos manifestó los ade-lantos de una tan sabia dirección.

" A s í es que considerado Prieto ya como actor, ya como di rec tory maestro, es absolutamente preciso en nuestro teatro, si es que en él han de presidir el buen gusto y el juicio. ¿Quién podrá imaginar que los Sres. Avecilla y González, n i separados ni los dos jun tos , sean capaces de reemplazar á Prieto? Hemos visto ya lo que es Avecilla; de las diez comedias que nos da, las nueve causan sueño: los carac-teres que puede desempeñar con acierto son m u y pocos, y carece del don de dirigir y de aquel espíritu creador de Prieto. Si hubiésemos sido únicos gobernantes en nuestra patria, ese hombre no habría sa-lido de ella, pero las cosas van como quiere la suerte, y Prieto salió de aquí dejando nuestro teatro á oscuras. Mas ya que aun existe, ¿por qué no se le hace volver ? Nosotros daríamos por él tres Avecillas.

" G a r a y ha dado igualmente muestras de su habilidad en los t iem-pos anteriores. Su mérito no es comparable al del primero, porque también es de otro género. La tragedia carece de órgano para hacerse entender entre nosotros desde que falta este actor. Su dirección con-tribuiría á que en nuestra escena se viesen piezas dignas de la ilus-

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tración del siglo, y á que se ahuyentasen de ella los insulsos é i n m u n -dos fárragos con que se ve prosti tuida. Su par te material también se mejoraría, pues d e nada sirve que nuestro hábil pintor Tamayo se queme las cejas para dejar bien acabada u n a decoración, si el direc-tor no sabe presentarla n i t iene gusto para fingir ciertos fenómenos, como los relámpagos, para los que allá va un puño de brea encendi-da por entre los bastidores, y á la vista del espectador "

Es te artículo del ant iguo y acreditado periódico, t r ibutaba, aunque tardíamente, á Andrés Prieto, la just icia á que era acreedor y mu-chos habíanle negado en otro t iempo, y á la vez produjo uno de los efectos que con él se buscaban, pues Diego María Garay fué contra-tado para compartir la dirección con Bernardo Avecilla. Esto pudo hacerse, gracias á haberse separado de la gerencia del teatro el Coro-nel Barrera, que de ella hizo dimisión en 3 de Mayo, por medio de un oficio en el cual con vivos colores pintaba los disgustos, bur las y aun insultos de que venía siendo blanco por par te del público en ge-neral , y de los abonados en particular. E l Gobierno aceptó la renun-cia, y encomendó la dirección de la Empresa á una j u n t a formada por los Sres. D. Francisco Fagoaga, Dr. D. Francisco Antonio Cendoya, Coronel D. Eulogio Villa Urrutia, D. José Pizarro y D. José María Gutiérrez Est rada .

A esa Jun ta tocó presentar al público, y en 7 de Junio, á la bailarina Amada Gueno, contratada para nuestro teatro por el Cónsul mexica-no en París, D. Tomás Murphi , según se anunció en los programas respectivos, sin que nadie se asombrase de este nuevo oficio de nues-tros empleados consulares. Amada Gueno agradó mucho, y con el m u y aplaudido Crombé hizo las delicias de los numerosos aficiona-dos á este género de espectáculos, que entre sí cuotizaban á altos pre-cios las lunetas laterales y las más próximas al escenario para recrear-se de cerca con los menudos pies de bailarinas y actrices.

Citaré, para conocimiento de mis lectores, las principales obras lle-vadas á la escena por los cuadros de ópera y de verso del Tea t ro Principal, bastante favorecido por el público, para poder dar, como daba, sin interrupción, función diaria. Constituyeron el repertorio de Galli y sus excelentes artistas, La Cenicienta, Mahometto II, El ma-trimonio secreto, Tebaldo é Isolina, Clotilde, del maestro Coccia; Se-ntir amis, La Inés, Tancredo, cantada por pr imera vez por esa compa-ñía el 4 de Agosto; Torbaldo y Dorlisca y Elisa y Claudio.

E l cuadro de verso representó Malek Adhel, del Duque de Rivas; Treinta años ó la Vida de un jugador, estrenada en n de Mayo; Tar-tuffo, La Villana de Vallecas, El Barbero diplomático, El carpintero de Livonia, Las tres hijas de la viuda, El Babú, La escuela del gran to-naba Mogigata, Don Dieguito, Los falsos hombres de bien, El desdén ron le desdén, El pastelero del Madrigal, Los hijos de Edipo y otras

cien más ó menos conocidas ya, de varios géneros y autores diversos. De los grandes bailes, el más aplaudido fué el t i tulado Los vendi-

miadores del Medoc. A veces los programas iban precedidos de advertencias explicato-

rias de la razón por que eran representadas a lgunas piezas. Al anun-ciarse los ensayos de Treinta años ó la Vida de un jugador, la Empresa dijo: " E a s repetidas cuestiones y disputas literarias entre clásicos y románticos, reducidas á criticar los primeros las monstruosas compo-siciones dramáticas que por desgracia han infestado la escena, parti-cularmente las t i tuladas melodramas, y la obstinación de los segundos pretendiendo probar que guardando las unidades que prescriben las reglas del arte, no es fácil interesar al público con los argumentos, fueron poderosas razones para estimular á Víctor Decance á presentar en uno de los teatros de París el fur ibundo melodrama de que se t ra ta , lo que verificó no sin un jus to recelo de que fuesen infructuosos é incapaces sus t rabajos de contrarrestar los esfuerzos del part ido con-trario. Pero muy pronto quedaron desvanecidos sus temores, pues en el momento que Decance concluyó su composición y el público de Par ís se penetró del plausible objeto de su argumento, reducido á manifestar los males que acarrean á las familias las innumerables casas de juego que, con autorización del Gobierno, hay en París, los em-presarios de éstas se apresuraron á ofrecer á Decance cuarenta mil francos porque no la diese á luz; pero él, constante en su propósito, despreció la oferta y el drama se puso en escena. E l efecto que causó en París fué tal, que se dieron cien representaciones consecutivas, consiguiendo por este medio el saludable fin que había concebido, pues el horror que inspiró esta pieza á los habi tantes de París fué de tal naturaleza, que visiblemente se hizo sentir el ejemplo, disminu-yéndose considerablemente el número de aficionados á los juegos lla-mados imperial ó ruleta. E s necesario confesar de buena fe, que el drama es disparatado, pero al mismo tiempo brillan en él escenas de mucho interés, y la prueba de esta verdad se halla corroborada con la aceptación que ha merecido en todos los teatros de Europa en que ha tenido lugar su representación.

' ' Para que en el de esta Capital, cuyo delicado gusto se manifiesta ca-da día más y más á manera que se le proporcionan ocasiones de ejercitar su juicioso criterio, la Empresa y el Director de escena Avecilla no han perdonado gasto ni fatiga alguna para ofrecerla con todo su teatro correspondiente, esperando por premio de sus desvelos la aprobación de un público á quien por tantos t í tulos son deudores del más grande reconocimiento. ' '

Nada, digno al menos de especial mención, queda por decir en cuanto á espectáculos de ese año, como no sea la separación de Fina-glia de la Compañía de Opera, y la presentación del jugador de manos

Mr. Wiess en el salón del Café de la Gran Sociedad, pocos días des-pués del susto mayúsculo que dieron á la Capital las tropas del Gral . S a n t a - A n n a , contra el que los poetas jalapistas vertieron las siguien-tes décimas:

"Cua l un Proteo descarado S a n t a - A n n a á su patria aflige, no hay sistema en que se fije, nada para él es sagrado. Si á Pedraza ha proclamado en su actual revolución, no lo hace de corazón, lo aborrece en su alma impura, su conducta lo asegura; él contrarió su elección.

"¿Has ta cuándo tu ambición, S a n t a - A n n a cruel, inhumano, nos dejará de su mano y cesará su opresión? E l clamor de la nación se levanta contra ti: infeliz, tr iste de mí, dice la patr ia afligida, tú me has quitado la vida, yo á tu muer te doy el sí.

" N o te bastan los millares de hombres que has sacrificado á t u soberbia, malvado, y has hecho llorar á mares. Ju ro al fin por nuestros lares, que tu ambición refrenada será por la invicta espada del virtuoso Bustamante; S a n t a - A n n a , llega el instante, teme á la patr ia enojada.

" E n Zumpango te has metido Sant a - Ann a, cobardemente; nada tienes de valiente, sí de traidor fementido. T u vida un tejido ha sido de sorpresas y patrañas; las maldades más ex t rañas fueron y son tus laureles: así es como los lebreles manifiestan sus hazañas.

" N u n c a en campo raso dieras, S a n t a - A n n a , nunca, batallas, pues con ellas mal te hallas y sabes pegar carreras. Pero siempre entre barreras eres valiente atrevido, lo mismo con el vencido, porque esto es propio de t u alma: nunca disfrute de calma tu corazón pervert ido.

"Rodeado de las pasiones y lleno de criminales, á t u patr ia muchos males has dado con tus legiones. E n todas las ocasiones que se ha alzado rebelión, de la infamia el cruel pendón tú el primero has colocado: cesa de vivir, malvado, no alcances de Dios p e r d ó n . "

Ningún resultado práctico dieron esas maldiciones, sin duda por-que por lo detestable de los versos la Providencia no quiso oírlas, y S a n t a - A n n a , armado del t r iunfo por los convenios deZavaleta , entró en México el 2 de Enero de 1833, é instaló en la Presidencia á Gó-mez Pedraza, quien en 16 del dicho mes decretó que se diera cumpli-miento á la ley de 20 de Marzo de 1829, que expulsaba de la Repú-blica á los españoles no exceptuados. E l decreto de Pedraza, publicado por su Ministro de Relaciones y de Guerra D. Bernardo González Angulo , era amplio en excepciones, acordándolas á los casados ó viu-dos que tuviesen hi jos mexicanos y á los naturalizados en naciones amigas; pero tenía un art . 4? que le facultaba á expedir pasaporte á cualquiera de los mismos exceptuados, siempre que su permanencia en el país fuese calificada de pei judicial al orden público, facultad discrecional de que se quiso armar al poder para todos aquellos casos en que creyese conveniente hacer uso de ella. Una vez obtenida, el Gobierno no se dió prisa a lguna á cumplir esa ley, que, aunque fe-chada el 16, no vino á publicarse sino diez días más tarde, porque Santa - A n n a no quiso que lo fuese hasta después de haberse él reti-rado á su hacienda de Manga de Clavo, para la que salió el 21 de Ene -ro, con el propósito firme de aparentar que no tomaba parte en n in-guna de las medidas ext remas de la reacción liberal, que tenía que ser resultado del t r iunfo de los enemigos de la opresora administra-

ción de Bustamante, y ganarse así las simpatías de las clases privile-giadas, únicas que podrían proporcionarle elementos de engrandeci-miento. Ese doble juego había de verse coronado por el más completo é x i t o ; por lo pronto, á los liberales debió su elección para la Pre-sidencia de la República, á la que en 30 de Marzo fué elevado por declaración de las Cámaras y por los votos de diez y seis Legislaturas, de las que once sufragaron por D. Valentín Gómez Far ias para la Vicepresidencia. La crítica de estas elecciones y de estos manejos la hizo un insolente impreso publicado, al estilo de la época, con un epí-grafe ó t í tulo, que decía:

" E s t a es la verdad pelada, tan picaro es Bustamante como Pedraza y San t a - A n n a . "

Comunicada al hacendado de Manga de Clavo su elección, el há-bil Proteo político, como ya era y siguió siendo llamado, contestó afectando desinterés, ó quizás porque así lo hubo ofrecido para ga-narse partidarios, que su salud delicada no le permitía por entonces pasar á México á encargarse de la Presidencia, de la cual, en 1? de Abril , se encomendó Gómez Far ias como Vicepresidente.

E n esos primeros meses de 1833, el Tea t ro Principal n o había in-terrumpido su serie de diarias representaciones, sin ofrecer el cuadro de ópera otra novedad que la int i tulada Federico Segundo de Prusia, entre numerosas y bien aceptadas repeticiones de Tancredo, Clotilde, Mahometto, La Urraca, Semiramis, Torbaldo, Elena y Claudio, Tebal-doy La Cenicienta. E l cuadro de verso repitió su repertorio común y corriente, con especialidad las obras de Bretón de los Herreros . E n la Plaza de toros de la Alameda, convertida en circo de equitación, Mr. Green se a t ra jo al todo México con su aplaudida escena de El sol-dado borracho y su pasatiempo famoso el Guardarropa volante ó las mo-das de las señoras de México, y su celebérrimo salto sobre ocho caba-llos pasando por un globo de fuego elevado á diez y seis pies del suelo.

Vinieron después la interminable serie de alarmas y agitaciones provocadas por las avanzadas medidas reformistas de Gómez Far ias ; el pronunciamiento de Escalada por Religión y Fueros en Morelia; la extrañís ima aventura de la prisión de San t a - A n n a , por sus mismas tropas rebeladas con Arista; y la mentadísima ley del Caso que abrió las puer tas del destierro á elevados personajes del partido conserva-dor. E n medio de todo ese desorden, cuyos mil y un incidentes, to-dos graves, no puede detallar un libro como el mío, tuvo lugar en México la aparición del cólera morbus. La terrible enfermedad entró en la República por Tampico; de allí saltó á San Luis y Guana jua to

á mediados de Junio, produciendo verdaderos estragos en la hacien-da del Jaral . E n la ciudad de México se dió el primer caso el 6 de Agosto, y en sólo el día 17 de ese mes, murieron mil doscientas diez y nuevepersonas. Mientras el cólera devastaba la Capital, Gómez Fa-rías secularizaba misiones, se incautaba de sus bienes, suprimía la Universidad, relevaba á los fieles de la obligación de pagar diezmos, y á los religiosos de uno y otro sexo del cumplimiento de votos mo-násticos; disponía la nulidad de cuantas operaciones hiciese el clero con sus bienes, que debían estimarse como propiedad nacional, y li-cenciaba los cuerpos de tropas permanentes y activas que se hubieran sublevado contra el sistema federal. T a n continuados ataques á lo hasta allí sagrado é inmutable, y el crecimiento del cólera, dieron de través con el buen humor de todos, y mataron el ansia de diversio-nes, que vinieron á caer en profundo abatimiento. La ciudad se vió convertida en un vasto hospital y lugar de duelo, y espantaba la fre-cuencia, ó mejor , cont inuidad con que atravesaban en todas direccio-nes calles y plazas los conductores de cadáveres, los más sin acompa-ñamiento ni pompa algunos. Pocos iban metidos en ataúdes, los más envueltos en sábanas ó petates; los sepultureros huían del oficio, ate-rrados al ver á muchos que se les entregaban como cadáveres, levan-tarse demacrados pero vivos, en el instante de ir á ser depositados en las fosas. Por donde quiera que se tendiese la vista, sólo descubríanse fúnebres comitivas, personas vestidas de luto y semblantes doloridos y desolados. " E n t r á b a m o s en los templos, cuyas campanas, por orden de la autoridad, estaban mudas—dice D. Carlos B u s t a m a n t e — y sólo oíamos preces, letanías y ruegos fervorosos al Señor Sacramentado, implorando misericordia: las casas de los particulares semejaban mo-nasterios, ya por la sobriedad con que se comía, ya por los rezos re-gulados á ciertas horas del día y de la noche, teniendo el primer lugar el Rosario de la Buena Muerte, que por momentos -esperábamos oírlo á las cabeceras de nuestras c a m a s . . . .

" L a s golondrinas huyeron de aquella atmósfera e n v e n e n a d a . . . . E n el laboratorio químico de Minería se hizo el análisis del agua que bebíamos en México, y resultó que abundaba en gas hidro - sidf úrico y que era necesario hervirla para t o m a r l a . . . .

" A l terror causado por la epidemia en sí misma, se unió el que causó el s innúmero de procesiones, de rogativas que invadían las calles, procesiones que los devotos veían pasar postrados en tierra y pidiendo á voces misericordia y perdón de culpas que sin n ingún secreto pu-blicaban á gritos, entre patéticos sollozos, ayes y lamentos de toda especie, sin que las autoridades se atreviesen á impedir aquellos actos que, en úl t imo resultado, refluían en mal público, propagando la alarma, por temor de concitarse la animadversión general que atribuía aquella plaga á castigo que la Providencia enviaba sobre los mexi-

canos por su cobardía en sufr ir á un Gobierno como el de Gómez Pa-rías, t an criminal, impío y sacr i lego."

La más solemne de aquellas imponentes procesiones fué la de 25 de Agosto, dedicada á honrar la imagen del Señor de Santa Teresa; D. Carlos Bustamante asegura que, á partir de aquel día, comenzó á disminuir la fuerza del cólera. Como para mostrar su reconocimiento á la misericordia divina, la mul t i tud t imorata acogió con alegría el pronunciamiento del héroe insurgente, D. Nicolás Bravo, cuya pro-clama, que remitió á S a n t a - A n n a invitándole á aceptarle y á sepa-rarse de la canalla, concluía así: "glorioso será el morir mártires, á " un t iempo por la fe de Jesucristo y por la libertad de la p a t r i a . "

CAPITULO XII

1833.—1834.

E n medio del t rastorno producido en las conciencias por las refor-mas que intentó Gómez Farías, y en las familias por aquella primera visita del cólera, la Empresa del Principal hizo cuanto pudo por sos-tener sus espectáculos. E n 4 de Jun io puso en escena Galli, el Moisés en Egipto; en 7 del s iguiente el Ricardo y Zoraida,, y en 10 de Diciem-bre La danta- del lago, y repitió El Barbero de Sevilla, El Conde Ory, Semiramis, La Urraca, Clotilde| Inés, Tebaldo, Cenicienta y otras de su abundante repertorio. E l cuadro de verso ofreció duran te ese mis-mo año de 1833, poquísimas obras nuevas, mereciendo apenas citarse, por su grande éxito, la comedia La musa aragonesa; por los aplausos con que Palomares fué recibido, la t i tulada Las tramas de Garulla, y por haber servido para la presentación del actor Soler, la llamada La mujer de dos maridos.

E n Junio de ese año regresó á México, su patria, D. Manuel Eduardo de Gorostiza, cargado de laureles y de méritos de toda especie: el Re-gistro Oficial del 4 de Diciembre publicó, á propósito del eminente poeta y diplomático citado, el s iguiente curioso párrafo: " V a m o s á dar á los amantes del teatro una noticia que no puede menos de agra-darles, y es que mañana jueves 5, se representará una comedia nueva y original demuest ro Gorostiza, int i tulada Contigo pan y cebolla. Sa-bemos igualmente que su autor la es'cribió en Londres con intención de que se estrenase en su patria, pero los españoles obtuvieron, por alguna superchería sin duda, una copia, y la acaban de representar

en Madrid con tal entusiasmo, que La Revista Española dice que n o se había visto igual desde los t iempos del Sí de las niñas"

E n lo que á otros espectáculos toca, hallo en los periódicos de la época el s iguiente anuncio que puede servirles de interesante dato á quienes escriben sobre progresos materiales en México:

" N u e v o espectáculo.—A los capitalistas y amigos del adelanta-miento de las Artes y de las mejoras de la Gran Nación Mexicana. — Con este objeto se exhibirá á la espectación de este respetable pú-blico, en la calle de Zuleta núm. 5, letra B, una muestra de los mayores descubrimientos alcanzados por el ingenio humano; es decir, una re-presentación perfecta, aunque en pequeño, del modo con que en el día se puede viajar con una velocidad de doce leguas por hora, en Francia, en Ingla ter ra y en los Estados Unidos de N o r t e - A m é r i c a . Dicha representación se hará por un carruaje y una máquina de vapor que lo impulsa á correr por un camino de mortaja , semejante á los que úl t imamente se han construido en las referidas naciones, para hacer fáciles, cómodas y seguras las comunicaciones y los transportes de las personas y efectos. También se mostrarán las observaciones científi-cas, mapas, modelos y presupuestos de gastos necesarios para la cons-trucción de un camino semejante para carruajes de vapor, que se puede establecer de esta ciudad á la de Veracruz; todo lo cual se ha impreso y dedicado al pueblo mexicano, con el especial intento de convencer de la utilidad y conveniencia que este género de empresas acarrea á las nac iones .—La casa se hallará abierta todo el día, siendo el precio de entrada dos reales por pe r sona . "

Otras novedades de aquellos días últ imos de 1833 y primeros de 1834, fueron el Gran Cosmorama establecido, por primera vez en gran-des proporciones, en la casa núm. 15 de la 1'-' calle de Plateros; el for-midable chasco de un fracaso de ascensión en globo por Mr. Adolfo Theodore, de cuyo asunto hablaré en extenso más adelante, y el pe-ligro en que México estuvo de quedarse sin Opera Italiana.

" E l Sr. Galli — copio aquí un art ículo de La Lima de Vidcano — en unión de toda la compañía de ópera, se resistía á cantar en la pre-sente temporada, mientras no se le pagasen los tres ó cuatro meses de sueldos que se le deben, y sobre todo se le asegurase la validez de la nueva contrata que por dos años más hizo con el mismo Gobierno que hoy t ra ta de anularla , por aquella liberal y cómoda regla de sic volo sic jubeo. Siguiéronse muchas contestaciones sin que los italia-nos prescindiesen de su derecho, y entonces nuestro ilustrado, bene-mérito, paternal y jus to Gobierno del Sr. Gómez Farías, adoptó el mezzo término de poner el pasaporte en la mano del Sr¡ Felipe Galli, por conducto del Ministro de Relaciones D. Francisco Lombardo, pa-ra que saliera de México dentro de tres días, y de la República den-t ro de treinta, á la vez que se hacía lo mismo con el Obispo de Pue-

K . H . T . — T . I .—11

bla, por su resistencia á las reformas en asuntos eclesiásticos. ¿No es un contraste chocante ver aplicar en un mismo día la famosa ley del caso á un príncipe de la Iglesia porque protesta contra actos ilega-les, y á un operista porque no canta gratis, y á quien no sólo no pa-ga el Gobierno lo que le debe, sino que declara nula la nueva con-trata, celebrada hace seis meses con todas las formalidades legales?" Por for tuna para el público, el Gobierno retrocedió ante la censura general, y celebró con Galli un nuevo arreglo.

Antes de pasar adelante, citaré, como otra curiosidad las famosas y celebérrimas funciones hípico-tnhnico-acrobáticas de la compañía Green en la Plaza de toros de la Alameda; hé aquí a lgunos de los nú-meros de un programa de esa compañía México-Americana: "Caye-tano, el joven sin igual, hará juegos portentosos que ha ensayado nuevamen te .—El Sr. Eeón, después de una serie de act i tudes y jue-gos primorosos, saltará por cima de u n a mesa servida y cubierta de va j i l l a .—El Sr . Green comenzará por las actitudes romanas, dando el dificilísimo salto inverso en forma de Mercurio a l ado .—El payaso cantará con su acostumbrado gracejo una canción popular .— Caye-tano, á pelo y sin freno, ejecutará mil travesuras, con la velocidad y gracejo que no tienen segundo en n ingún niño de tan t ierna edad.— Para fin de fiesta, la gran pantomima de Don Quijote y Sancho Pan-za, nunca vista en esta República, según el siguiente reparto de ac-tores: D. Quijote, Sr- Cristóbal; Sancho Panza, Suárez; Mujer, due-ña del molino, Cayetano; Capitán de caballería, Eeón; Ladrones, Los de la Compañía . "

Así tex tua lmente lo dice el programa respectivo. No eran ladrones lo que entonces fal taba: El Telégrafo, que tal

era el nombre que en esa época llevaba el periódico oficial del Gobier-no, decía en su sección editorial del 17 de Enero de 1834: " L a Capi-tal de la Federación se halla t an plagada de ladrones, que sus pací-ficos habitantes no se encuentran ya seguros ni en los lugares más concurridos, n i en el recinto de sus mismas casas. Diariamente se advierte el aumento que adquiere la insolencia de los bandidos, que, no contentos con robar, añaden muchas veces á este crimen el detes-table del homicidio, ó cuando menos el de herir gravemente á los in-felices que a sa l t an . "

Y pues de asaltos hablo, no debo dejar sin cita el que á las Musas dió un Sr. Lclardo, á quien no citaría ante mis lectores si su compo-sición no hubiese sido considerada digna de ser publicada en la Sec-ción de Variedades del periódico del Gobierno, con el nombre de Be-lla Literatura i Canto en elogio del tolteca Papantzín, inventor del agua-miel y de otros varios usos del maguey. E l can to llevaba por epígrafe este verso de Horacio: Dignum laude virum Musa vetat mori. Y as í , comienza:

" I lus t r e americano Papantzín, ¿por qué fatal destino, por qué causa ha de quedar t u nombre oscurecido é incógnito á la Historia y á la Fama? ¿Acaso porque fuiste infeliz padre de la Xóchi t l hermosa y desgraciada que dió á luz el azote destructor de la nación tolteca y de su patria? Mas ¿qué culpa ha tenido un hombre honrado, qüe su deshonra con valor reclama y resistir no puede á la violencia de la pasión furiosa de un monarca? Nadie te inculpa. N i los hombres fueron la causa principal de las desgracias que han destruido ciudades y naciones con grande estrago de la especie humana . Este influjo funesto desde luego á sólo la muje r se reservaba, desde que la primera t ra jo al mundo el desorden fatal con la manzana. . . . . Y porque no quedase el nuevo mundo sin sentir esta influencia malhadada, las bellezas de Xóchit l y Malintzin hacen la desventura americana. ¿Por qué, pues, ¡oh! buen viejo, 110 eres loado ni tu renombre con buril se graba en el registro de los hombres grandes que bien merecen de la gente indiana? No hay más razón, si bien se considera, que ser americano, y esto basta para que el preocupado mundo ant iguo ó no te conociera ó te olvidara. . . . . T ú eres el Noé del nuevo continente que ha sabido hacer uso de una planta que no ofrecía á la vista el dulce f ruto como al primero lo mostró la parra . T ú hiciste conocer al mexicano el maguey que en sus campos sin cul t ivo creciera inúti lmente en abundancia. T ú analizaste la naturaleza de aqueste vegetal, producción rara que da al hombre el vestido, el alimento, bebida, medicina, armas y casa. T ú con ella enriqueces tu nación,

y un licor le convidas, que aventa ja á los que celebraron las an t iguas y á cuantos boy la moda usa y alaba.

Por él sin duda cambiarían con gusto su té la China, su café la Arabia, su cerveza el Albión, su ponderado y generoso vino Iberia y Francia . . . . . T u s descendientes, en mejores días, en días de paz, de gloria y de abundancia , cuando más jus tos sepan apreciar los bienes que el destino les prepara; cuando unidos y ricos y contentos, convirtiendo las lanzas en azadas se apliquen al cultivo de la tierra harto con sangre y con sudor regada; en medio de sus grandes magueyales de blanco mármol formarán tu es ta tua , y con manto de ayatl, por tirso el quiete, y de su flor tejida la guirnalda, en su torno danzando alegremente, al ternando los brindis y las salvas, vivan Papan, dirán, Papantzin viva, que con dones tan gratos nos r ega l a . "

E n los humildísimos tamaños de mi libro, no pueden caber juicios críticos sobre la poesía en general entre nosotros, máxime cuando, sin falsa modestia, 110 me estimo competente para el caso. Simple y llano cronista, m e limito y continuaré l imitándome á presentar ejem-plos, dejando la ardua sentencia á cargo de mis lectores. Ellos podrán decidir por sí mismos acerca de esa l i teratura ó gongorina ó prosaica, sin inspiración, sin estilo, vulgar , sin prosodia, casi enteramente pri-vada de la vida y el genio de la poesía, y en la q u e — s i g o en esto la opinión del distinguido Pimentel ,—son caracteres distintivos la falta de novedad, las imágenes tri l ladas, la falta de elevación y de profun-didad, el abuso de palabras y de expresiones prosaicas, la ordinariez en lo jocoso y lo epigramático, el desprecio de la gramática y de la corrección de la forma.

No quiere decir esto que por el mismo rasero deban estimarse to-dos los escritores de aquella primera parte de la historia literaria de México independiente. De vez en cuando el investigador y el que estudiar ansia, encuéntranse con más ó menos reducidos oasis en aquel desierto del buen gusto, y aplaude á D. Anastasio de Ochoa, á D. Francisco Ortega, autor de algunas estimables odas y elegías; al mo-

reliano D. Francisco Manuel Sánchez de Tagle, el cantor de la En-trada del Ejército Trigarante, de A la luna en tiempo de discordias civiles, y de Al Ser Supremo, estimadas como verdaderas joyas de la l i teratura mexicana; al poblano D. José Joaquín Pesado que, allá por el año de 1821, empezó á escribir versos y á adquirir nombradía con sus com-posiciones religiosas; á D. Manuel Carpio que, hacia 1831 y á los cua-renta de edad, no satisfecho con sus glorias de médico distinguido, experto arqueólogo y clásico literato, publicó sus primeras poesías y entregó á la memoria de sus amigos admiradores, aquello de:

érase un valle plácido 5' ameno poblado de frondosos tamarindos, de palmeras ruidosas y flotantes, de naranjos altísimos y l i n d o s . . . .

y los más conocidos versos de su famoso Camino del Gòlgota:

Flotan en Siria lánguidas las palmas y en Jericó desmáyanse las r o s a s . . . .

Allá, repito, ent iéndanse y decidan mis lectores, pues yo no me atrevo á tanto, ni me creo voto para terciar en la no resuelta cuestión de si Carpio y Pesado fueron los restauradores de la poesía lírica y descriptiva entre nosotros, ó si lo fué F r . Manuel de Navarrete , ó si ese honor 110 corresponde de derecho á n inguno de los tres, según opinan muchos críticos.

E n t r e éstos no faltan quienes acuerden la preferencia al i lustre D. Andrés Quintana Roo y le estimen poeta eminente, restaurador del buen gusto, àrbitro entre la exageración del gongorismo y la desnu-dez del prosaísmo, modelo en lenguaje castizo," estilo noble, versifi-cación armoniosa, tono inspirado, sentimiento vivo, giros valientes y oportunos adornos poéticos, citando al efecto su oda á La Libertad.

Este intachable patriota, verdadero patriota, fué hijo de Yucatán , como lo fué también D. José María Alpuche, autor de muy estimadas composiciones patrióticas; calificación de bondad á su vez acordada al ja lapeño D. José Jesús Díaz, el mejor productor de leyendas y ro-mances de la Conquista y de la Independencia, t an excelentes para algunos críticos, que no falta quien se ext ienda á decir que sus ro-mances susodichos nada desmerecen comparados con los del Duque de Ri vas.

Y pues de poetas tratamos, procurando señalar los más distingui-dos, citaré también, sin entrar en detalles, á uno de grandes méritos

l

que, si bien no nació en México, aquí vivió, casó y dejó sus cenizas en 1838. Le nombré diversas veces al t ratar de las campañas artísti-cas de Andrés Prieto, y con esta £eña, mis lectores se acordarán de que el poeta á que me refiero fué D. José María Heredia. Nacido en 1803 en Santiago de Cuba, t rájole á México su padre, aquí enviado por el Gobierno español con un alto empleo en 1819. De regreso en la isla, el joven Heredia tomó parte en una conspiración para hacerla independiente, y fué desterrado. Volvió á México en 1825 y logró el aprecio de D. Guadalupe Victoria, que le otorgó varios empleos y le hizo Diputado á la Legislatura del Es tado de México. Para no t raer á cuento sino una opinión suficientemente autorizada, diré que D. Alberto Lista calificó á Heredia de gran poeta, versificador fluido y valiente, pero poco correcto.

Estos señalados escritores y poetas, ameritadísimos sin duda fue-ron; pero debemos convenir eu que hasta el ins tante en que mi Rese-ña alcanza, poco habían hecho sentir su influencia sobre el infinito número de los versistas detestables que producían composiciones co-mo la Oda á Papantzin, del caballero Lelardo, vista sin duda con sufi-ciente aprecio, puesto que nada menos que el Periódico Oficial le daba acogida en sus exiguas columnas.

E n ellas también puede leerse el " H i m n o Cívico," que, dedicado á celebrar los días del E x m o . Sr. Presidente D. Antonio López de S a n t a -A n n a y para cantarse en el Teatro Principal, compuso el Lic. D. Ig-nacio Sierra y Rosso, que allí se int i tula " t raductor de óperas italia-nas del mismo t ea t ro . " N o puedo resistir á la tentación de copiar sus primeras estrofas:

' 'Cuando el yugo de Iberia espantoso sobre México tr iste pesaba, y en letargo profundo velaba noche eterna, tiniebla letal; una aurora bellísima y pura se anunció venturosa en el cielo, augurando fatídica al suelo que llegaba la fin de su mal.

" Y fué el trece de Jun io bril lante cuando rico de púrpura y grana, del excelso, del grande San ta -Anna , Febo alegre el na ta l anunció: de Aquilón detenidas las furias, estos ecos al manso Favonio: "Libertad, ha nacido un Antonio," susurrando decir se le oyó.

s '

" Y , en efecto, naciera el valiente que de t ronos libró al Nuevo Mundo, y en Tampico al abismo profundo á los leones de España lanzó: con justicia los genios del cielo descendieron entonce á la tierra; Libertad y el dios de la guerra cada uno su cuna meció."

Los versos 110 podían ser peores; mas debieron sonar gratos á los oídos de San ta -Anna , cuyo cumpleaños se celebró entonces con gran-de regocijo: "desde temprano por la mañana—dice El Periódico Ofi-cial,—multitud de pueblo que le esperaba en la plaza lo proclamaba con vítores á su persona, á la libertad y á la Religión: por la tarde, el paseo, en que se hallaban s i tuadas músicas militares, estuvo so-lemnemente asistido, y eu la noche el teatro ofrecía, por la numero-sísima y lucida concurrencia de gente toda decente, un espectáculo que de muchos años a t rás no se había visto. Al presentarse S. E . re-petidos vítores anunciaron la complacencia general; pero siempre rei-nando en aquel lugar y en todo el día la tranquil idad y el o r d e n . " E n otro de sus números decía el mismo periódico, elogiando la re-presentación de la ópera nueva Zelmira: " la composición es excelen-te y fué perfectamente ejecutada por los individuos del ramo: la Sra . Pellegrini, después de hacerse cargo de la parte más difícil de las di-versas piezas interesantes de toda ella, ejecutó admirablemente el difícil é interesante final con que concluye. E l papel del Sr . Galli es propio y bien desempeñado. E l Sr. Mussati llenó también los deseos del público, y sería de apreciarse cantara íntegra la letra de la pieza con que da pr incipio ."

N o faltaba motivo á tanta alegría del órgano oficial: la buena ciu-dad de México, con su Ayuntamiento al frente, habíase, el 13 de Ju-nio de 1834, pronunciado por el plan de Cuernavaca, allí firmado el 25 de Mayo, desconociendo al Congreso, derogando todas sus leyes, excluyendo á Gómez Farías y declarando supremo protector y auto-ridad única á D. Antonio López de San t a -Anna .

Los pronunciados en la Capital lucían en los sombreros cintas blancas ó azules con el letrero Viva la Religión y el Ilustre Santa-Anna, que convertido á las sanas ideas clericales, nombró su Minis-t ro al Obispo de Michoacán, D. J u a n Cayetano Portugal , y pronto puso término á cuanto en su tarea reformista habían iniciado las Cámaras y el Vicepresidente Gómez Farías: éste, ante el general cla-mor de las mult i tudes conservadoras, pidió y obtuvo licencia para re-t irarse, y el 8 de Setiembre salió para el ex t ranjero "ab rumado este

hombre execrable—dicen los periódicos gobiernistas,—con las impre-caciones más jus tas de toda una ciudad, la pr imera del Nuevo Mun-do de Colón, sobre la que pesaron inmediatamente sus terribles desa-fueros. Gómez Far ías atrajo, cual ominoso cometa, el cólera y la mi-seria, la inmoralidad y la tiranía, el espionaje y la traición, la ignorancia y el sacrilegio, la exaltación de los delincuentes y la depresión de los honrados, el t r iunfo de la canalla soez y el abat imiento de la porción escogida, el terror y el luto de las familias, las proscripciones, el llanto, la muerte bajo mil y más formas horrorosas. Fernando V I I se aver-gonzó de ver que en sus ant iguas colonias se produjo y fué elevado un monstruo que le excediera en escándalos y terrorismo, y descen-dió al sepulcro satisfecho de que ya no era necesaria su presencia so-bre la faz de la t ierra para afligir á la H u m a n i d a d . "

N o pueden exagerarse más la inquina y el insul to ; en cambio, S a n t a - A n n a , á quien también vimos insultado en las décimas in-sertas en el precedente capítulo, era entonces una especie de nuevo Mesías, con el cual le comparó el Cabildo Metropolitano al anunciar un solemne Tr iduo de acción de gracias. La l i teratura periodística oficial, decía al referirse á un baile dado en la Lonja en obsequio de S. E-: " e l General Presidente ha recibido un nuevo testimonio de aprecio de todas las clases: la mala noche no estorbó una hermosa y numerosísima concurrencia de las señoritas más decentes, y podrían calcularse en más de ochocientas las personas de ambos sexos que en aquella inocente reunión manifestaban su alegría y entusiasmo; todo era orden y decoro, y por la propiedad de los t ra jes y de la etiqueta se conocía desde luego que estábamos á mediados del año de ocho-cientos treinta y cua t ro . ' '

El mismo Periódico Oficial dice en 13 de Setiembre, haciendo to-mar par te á la Providencia en los festejos al héroe que nos libertó de Farías: "Cuando ha sido constante que las festividades nacionales que se solemnizan en este mes, regularmente son interrumpidas por recios aguaceros, consiguientes á la fuerza de la estación, y hemos visto que la del once, aunque amagada por aparatos, no llegaron á verificarse, diríamos, hablando poéticamente, que hasta la naturaleza quiso por su parte cooperar á solemnizar el plausible aniversario de los tr iunfos gloriosos de Tampico. Su Excelencia recibió en la Ciudadela las felicitaciones de las autoridades, y después de servido allí un decente ambigú, á las ocho de la noche una salva de artillería anunció la salida del General Presidente para el Teatro. E n éste se representó la ópera Maliomet II, y ya por lo exacto de la ejecución como por el adorno, i luminación y numerosísima concurrencia, pre-sentaba el espectáculo más interesante. Así cada vez más, afianzán-dose la libertad y sistemándose el orden, este hermoso suelo adelanta en ilustración y cu l t u r a . "

Nuevamente los poetas palaciegos pulsaron su lira en honor del vencedor de Tampico; dejémosles hablar :

" N o es la adulación, yo la detesto, la que mueve mi labio : es la santa verdad ; ella me inspira y sus acentos cantará mi lira.

"Nac ió S a n t a - A n n a en el lugar más bello que en la creación hiciera el numen santo en el jardín del mundo; vedlo que apenas el bri l lante bozo á su semblante agraciando viene, cuando valiente ciñe la espada del honor; joven esbelto de sangre noble y de figura grata , á la campaña par te magnánimo, resuelto, h i jo mimado del sañudo Marte .

" S e d de laureles, de bril lante gloria, lo lleva por doquier á la victoria: deja en eterno olvido el blando lecho, el pabellón dorado, y en la grama tejidido mientras el astro de la noche impera t ranqui lo se reposa, ceñida á la c intura para su ardor ligera, pero pesada y fú lg ida armadura .

" S u pais recorre entero, entonces oprimido, y sus costumbres observando aprende : pero sonó guerrero en Iguala el clarín ; San t a -Anua entonces " ¡Viva la Pa t r ia ! " grita, y ardoroso al fragor de los bronces allá marcha adelante, empuñando brioso el pabellón invicto t r igarante .

" ¡ Heroica Veracruz! los fuertes muros que ostentas elevados y seguros escalados están. E l héroe joven los derribó el primero, el adalid á quien el Orbe entero ya saluda entusiasta;

B . H . T . — T . I . — 4 2

oíd el himno santo con que dirige al vencedor su canto.

" Y el canto no cesaba todavía cuando otros miles de entusiasmo ardiente publican sonorosos alegría :

" H a vencido, ha vencido el valiente, loor eterno, inmortal á S a n t a - A n n a ; al enviado infeliz de la H a b a n a de Tampico en la arena humil ló.

"Vencedor del Panúco, te levanta , gri tara Veracruz, con breve planta vuela, vuela y caiga en este día la doméstica, odiada t i ranía .

" Y el t i rano cayó, y la victoria al héroe santo coronó de gloria. La patria venerable entonces se salvó ; salvóse luego también de la impiedad, y agradecida bendijo al salvador| su nombre adora y en él enclava ahora sus ojos celestiales bril lantes con la luz de la esperanza, y en segura confianza de hallar alivio á sus infandos ma les . "

Ta l era el lamentable modo con que ensayábase en lo épico el poe-ta ese, dejando á otros cosechar no el laurel de Apolo, pero sí la ador-midera de Morfeo, con simplisísimas composiciones sobre asuntos chavacanos.

De ese género es la oda—así la int i tuló su autor , — q u e dedicada á la dist inguida cantante Carolina Pellegrini, decía :

" Dos actores i lustres de la ópera italiana, divinamente accionan y bellamente can tan . Exc i tan movimientos de amor y de esperanza, las almas enternecen y los pechos inflaman. ¡ Cómo será posible que ilusiones tan gratas terminen para s iempre!

¡ Oh Nación i lustrada ! Fomentemos la empresa y Carolina amada tan expresiva y dulce que nunca de aquí p a r t a . "

E l motivo que inspiró esa Oda fué el haberse anunciado que la Pellegrini se separaría del cuadro de Opera, disgustada con la Em-presa, á cuyo frente habíase puesto D. Manuel Eduardo de Gorosti-za, quien delegó todos sus poderes en un ant iguo y mal recibido actor nombrado Joaquín Patiño, hombre no desprovisto de ingenio, pero in t r igante y mal intencionado para con todo artista, según nos lo pin-tan los periódicos de esa época, entre ellos el que se t i tuló La Lima de Vulcano, que haciéndose eco de in jus tas prevenciones llegó á de-cir de é l : "como buen gallego es torpe y obstinado en sus torpezas ," y más adelante añad ía : " Eas intr igas de Pat iño para indisponer á los artistas del cuadro de Opera Ital iana, han producido fuer te alar-ma en el público y originado entre los abonados y en la Empresa un conflicto que acaba de resolver el Ministro Sr. Lombardo, expidién-dole pasaporte para que salga del país. ¿ Has ta ahora le vino á las mientes á S. E . , que Pat iño debía ser expulsado de la República co-mo español no exceptuado ? "

A su t iempo volveré á t ratar de Patiño, cuyas intrigas estuvieron, en 1836, á punto de promover un motín, que del teatro trascendie-se á la política.

CAPITULO XIII

1833 1835.

No pretendiendo mi libro, como no pretende, señalarse como un es-tudio filosófico y crítico de la marcha y progreso del Teatro en Mé-xico, pues de ello no me juzgo capaz, vengo procurando hacerle me-nos insignificante al convertirle en una especie de repertorio de noticias de nuestros espectáculos, á fin de que tenga, al menos, esa curiosidad. Por tal motivo, hablaré aquí de las primeras ascensiones aerostáticas intentadas ó realizadas en México en aquellos días.

E l primero que procuró verificarlas fué Mr. Adolfo Theodore, fran-cés, na tura l de Lyon. Este individuo, de quien ya dije ser conocido

y apreciado como físico y pres t idigi tador , y por haber sido el p r imero q u e aqu í iustaló el a lumbrado por gas h id rógeno eu u n t e a t n t o de la calle de Zuleta, en q u e t ambién expuso un pequeño modelo de ferro-carril de vapor , f u é presentado y recomendado al Genera l D. Manue l Barrera , el famoso negociante y empresar io , por el actor español Ber-na rdo Aveci l la .

Theodore mostró á Barrera periódicos de la H a b a n a y de Matanzas , recomendando lo sorprendente de sus operaciones de ascensión de glo-bos y solicitó formar u n a Compañía q u e explotase t a n nuevo y bri-l lan te espectáculo, por n o creer q u e u n a sola persona se de te rminara á aven tu ra r cinco mi l pesos q u e calculó necesarios para verificar la ascensión. Barrera se entus iasmó con la fácil verba del b u e n f rancés , y le ofreció minis t rar le esa s u m a en calidad de que le s e n a reembol-sada con los productos de la pr imera func ión .

Theodore dió el pr imer paso, obteniendo en n de E n e r o de 1833, y de D José Joaqu ín de Her re ra , Genera l de br igada y Gobernador del Dis t r i to Federal , l icencia para hacer ascensiones aerostát icas en la Plaza de Toros de San Pablo, propiedad de Barrera . E n tal con-cepto, éste principió á minis trar le cuan tas can t idades iba necesi tando para la construcción del globo, aparatos, compra de ácidos, etc. , has-ta l legar á ocho mil t rescientos y pico d e pesos, q u e consumio en sus preparat ivos, has ta anunciar su sexta ascensión, y p r imera en esta ciu-dad, para el pr imer día de Mayo de 1833. > ( (

Del p rograma respectivo tomo el s iguiente curioso pár rafo : h,s en aquel momento que el impávido viajero se desprende d e es te sue-lo privi legiado de la natura leza ( q u i z á p a r a n o volverle á p i s a r nunca , según los arcanos de la Divina P rov idenc i a ) , que los mayores s ínto-mas de sensibil idad se manif ies tan en el semblan te de cada u n o de los espectadores, fluctuando sus espír i tus en t re el temor y la esperanza, al considerar el desamparo tota l que s igue al v ia jero en t an espanto-sa carrera A la elevación de mil varas , el volador de ja ra ba ja r un hermoso p a r a c a í d a s d e tafe tán, conducido has t a el suelo por un águi -la dedicada al Sr . Genera l D . Manue l Barrera , en p rueba de su agra-decimiento y respeto por haber le suminis t rado las cant idades para ha-b i l i t e ! esta función. Remontándose más en su vuelo, no se d is t inguirá al ae ronauta , cuando todavía se divisará desde el imperio de Júp i t e r el globo mex icano como un lucero de fuego en medio de los celajes.

E l día ci tado para la pr imera ascensión avisó Mr. Theodore , por carta q u e pasó al Alcalde en tu rno , D . José Mar ía Mejía , q u e 110 po-dría verificarla, V supues to q u e se p reparaba en la a tmósfera tempes-tad y l l u v i a , " excepciones q u e hab ía pues to en su cartel , y que con tales apara tos le era imposible cumpl i r su compromiso . ' ' E l mencio-n a d o Alcalde y el Síndico D . Agus t ín Buenrostro , g raduaron de fr ivo-lo p re t ex to los t emores de Theodore y tomaron cont ra él providen-

cias q u e excedieron de la jus t ic ia , conc luyendo por meter lo en la cárcel .

Vis i tado en ella por el Gobernador del Distr i to, el infeliz aeronauta fué pues to en l iber tad ba jo fianza, después de obl igarse an t e el Escr i -b a n o D. Francisco Bala á verificar la ascensión, s iempre q u e Barrera f ranquease lo necesario para la const rucción de un globo más capaz.

Cons t ru ido este s egundo aeróstato, los catedrát icos de Miner ía D . Manue l Te j ada , D . Manue l Castro y D . T o m á s Ramón del Moral , en 10 de Oc tubre del mismo año de 1833, in formaron , por comisión del Gobierno , q u e el globo ten ía vo lumen y capacidad bas tan tes pa ra so-por ta r su carga , aun cuando no se l lenasen de gas más de las t res cuar tas par tes : observaron á la vez q u e p a r a la producción del gas era suficiente la provisión de hierro hecha por Theodore , pero no la de ácido su l fúr ico , que , en su concepto, debía ser de ve in te quin ta les más .

E l ae ronau ta tuvo su dif icul tad para conseguirlos, pues el fabrican-te d i jo no tenerlos l istos y necesi tar t res s emanas para su elaboración. Theodore los buscó por var ios lados y logró conseguir los , si bien á mayor precio del ordinar io , y anunc ió su ascensión para día 13 del re-ferido Octubre ; pe ro la víspera de él, el Gobierno mandó suspender la , i n fo rmado de que fa l taban al ae ronau ta los conocimientos necesarios para hacer la sin r iesgo de su pe rsona .

E n un largo escri to del Genera l Barrera , d e q u e me sirvo, casi á la le t ra , eu estos apuntes , se dice: ' 'Yo m e hab ía abstenido de hablar sobre este par t icular , po rque n o quer ía decir q u e el Sup remo Gobier-no hab ía sido la causa y origeu pr incipal de q u e n o se hub ie ra veri-ficado la ascensión, de q u e se hub ie ran hecho t an tos gas tos inút i l -men te y de q u e á Mr . Theodore le quedase camino para disculparse.

Fenomena l fué la zambra q u e se a rmó con es te s egundo chasco: Ba-r rera y Theodore fueron insul tados á más y me jo r en los papeles pú-blicos y el a sun to se consignó á las au tor idades judic ia les á fin de q u e se procurase la devolución del precio de los boletos vendidos; pero Barrera , pe r sona je de g randes influencias, se descargó con el desven-tu r ado T h e o d o r e y demos t ró que , si b ien era cierto q u e los bil letes habían producido catorce mil cuat rocientos veint iséis pesos, los gas-tos ascendían á catorce mil qu in ien tos c incuenta y seis y gastádose, por lo t an to , ciento t r e in ta pesos de más sobre aquella suma . E n el pr imer globo se emplearon setecientas t re in ta va ras de ta fe tán , q u e costaron mil cua t roc ientos pesos, y mil t rescientas t re in ta y cua t ro en el segundo , con un valor de mil doscientos c incuenta y u n pesos: c incuenta qu in ta les de ácido su l fúr ico valieron mil novecientos pesos.

Quer iendo probar q u e T h e o d o r e y no él era el responsable de t an -to fracaso, Barrera d e m a n d ó al ae ronauta , le r edu jo á prisión y en ella le t u v o has t a el 26 de Marzo de 1835, en que consiguió q u e le devol-

viese el segundo globo y los utensilios y ácidos que no habían tenido empleo. Theodore, reducido á la miseria, fué escarnecido así por los redactores de La Lima: "Noso t ros tuvimos la for tuna de calificarlo de calabaza ó bribón á la vista del aparato con cuyo auxil io se iba á remontar hasta el anillo de Saturno, porque desde luego se notaba que era necesario desconocer las leyes generales de los fluidos para haber intentado henchir el globo de la manera que él lo pretendía. Mas cuando hemos visto que de nada influyó su gas alcalino para as-cender, no podemos dejar de rendirnos á la evidencia, diciendo que voló, no el Montgolfier, sino el dinero de los empresarios, el del pú-blico y la más pequeña opinión que pudiera recomendar al físico via-jero. ¡ Qué t u n a n t e ! ' '

D. Manuel Barrera, para acallar la gri ta que encima se le vino por la no devolución de las entradas, procuró, con pre texto de compensar al público, proporcionarse otro aeronauta, y explotar este nuevo es-pectáculo, que tanto parecía interesar á sus conciudadanos, puesto que al anuncio del primer ensayo habían acudido con la respetable su-ma de más de catorce mil pesos.

La fortuna, que siempre siguió á Barrera, hizo que llegase á los Estados Unidos, precedido de jus ta fama, el notable aeronauta Mr. Guillermo Eugenio Robertson, nacido en París en 1799, é hi jo del celebérrimo Esteban Gaspar, na tura l de Lieja en Bélgica. Es te últi-mo, dist inguido profesor de física en la Universidad de su patria, pasó á París en 1793, época la más tempestuosa de la revolución francesa, á proponer á aquel gobierno un espejo de Arquímedes perfeccionado, con el cual pretendía poder incendiar las flotas de Inglaterra . E n sus gabinetes del Jardín de Capuchinos y del Pabellón de Echiquier , sor-prendió y asombró á todo París con sus experiencias fantasmagóri-cas, en las que hacía presentarse los espectros de los revolucionarios y de sus víctimas, con tan perfecta ficción, que la autoridad hubo de

- intervenir en moderar el escándalo, y se creyó obligada á desterrar á Robertson de la Capital.

Algún t iempo después, y de regreso en París, dió la primera idea de emplear los globos como recurso estratégico, y construyó y montó el aeróstato histórico Fleurus. E l genio activo de Napoleón, encon-t rando el globo muy molesto y muy lento para seguir el vuelo de sus águilas, se deshizo de esta máquina, que no le pareció út i l desde el momento en que también el enemigo podía servirse de ella.

Esteban Robertson fué el primero, á su vez, que dió á conocer en Francia el Galvanismo. Como aeronauta ejecutó en Europa cincuenta y nueve ascensiones, y en la que verificó en H a m b u r g o en 18 de Ju-lio de 1803, alcanzó la al tura de tres mil seiscientas sesenta toesas, á que nadie antes de él había llegado. Suya fué también la invención del paracaídas, malamente atribuida á Garner ín . Enriqueció la física

recreativa con mult i tud de ingeniosos descubrimientos, escribió una obra que inti tuló La Minerva ó navio aéreo, destinado á los descubri-mientos, propuesto á todas las Academias europeas, y redactó é impri-mió en dos volúmenes sus memorias, interesantes por su saber en ciencias físicas, por su estudio de las costumbres de los diversos paí-ses que visitó, y por sus picantes anécdotas acerca de los soberanos y hombres célebres con quienes mantuvo relaciones. Es ta obra estu-vo de venta en la librería de Seguín, sita en el Portal de Mercaderes, al precio de once pesos en pasta.

Su hijo, Guillermo Eugenio, fué también notable por sus expe-riencias de física y por sus numerosas ascensiones aerostáticas en Lis-boa, Oporto, Madrid y París. Hallándose en Lisboa, ejecutó en 10 de Diciembre de 1819 un descenso en paracaídas, desde la altura de dos mil quinientas toesas. Físico entusiasta por su arte, t ra jo al Nuevo Mundo el majestuoso espectáculo de las ascensiones aerostáticas, y Filadelfia, Nueva York, Nueva Orleans y la Habana , por él conocie-ron este importante descubrimiento, gloria y honra del genio francés.

Volvamos á t ra tar de su venida á México. " L u e g o que supe que Mr. Robertson se encontraba en los Estados Unidos—dice D. Ma-nuel Barrera — y que había verificado varias ascensiones en Nueva York, pract iqué las mayores diligencias para atraerlo á esta Capital, á cuyo efecto hablé con D. Antonio Par ro t para que invitara al ae-ronauta á emprender el viaje. Cuando llegó á esta ciudad lo solicité por medio del corredor D. Ernesto Massón, y acordamos las condi-ciones ba jo las cuales verificaría su ascensión, quedando estipulado y firmado que le he de entregar diez mil pesos por el desempeño de la función, cuya suma será depositada tres días antes, en la casa de comercio que el aeronauta señale, sin hacer uso de ella hasta el día siguiente de haber verificado la ascensión, de cuyo contrato fueron testigos, y lo firmaron también, el coronel D. Francisco Garay, que casualmente se hallaba presente, D. Ernesto Massón, como corredor, y D. Manuel P r u n e d a . "

Previa licencia del Gobierno del Distrito, el aeronauta anunció pa-ra el jueves 12 de Febrero de 1835, su primera ascensión en México, á las once en pun to de la mañana , y en la Gran Plaza de Toros de San Pablo.

" A las nueve de la mañana — dice un periódico — se franquearon las puer tas de la Plaza, y vióse el esferoide de proporcionada magni-tud , henchido ya de gas hidrógeno cuanto cabe para el efecto que se pretende. Consecutivamente fueron lanzados los pequeños globos pre-cursores, para indicar la dirección del viento. A las once, poco más, en t ró Mr. Robertson en su preparada barquilla, donde se despidió t i e rna y afectuosamente de sus amigos y otras personas notables que detenían el vuelo del globo hasta el debido momento de verificarlo.

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Lenta, majestuosamente y con toda la expresión de la calma en su semblante, recorrió en torno del anfiteatro, para rendir las demostra-ciones de su urbanidad y finura ante el Excrao. Sr. Presidente D. Miguel Barragán y respetable público, y concluyó en part icular sa-l d a n d o al Gral. Barrera que se hallaba en la Plaza. A la sazón que-dó libre el globo, y tomando una dirección vertical se elevó muchos pies sobre la Plaza; de ahí describió una línea oblicua hacia el Su-deste y después al Sudoeste, remontándose hasta un pun to que no podía distinguirse á la simple v i s t a . "

" ¡Cuántas y cuán vivas, añade La Lima, fueron las emociones de ternura y de placer, al contemplar lo grandioso y patét ico de aquel acto! Las almas sensibles eran agi tadas por la suer te del hombre in-trépido que así penetraba sobre el aire inconstante, y los espíritus ilustrados hallaban un deleite suavísimo, observando tranquilos las inmutables leyes de la Naturaleza. Robertson se ha hecho digno de nuestros elogios, y de eterna remembranza para México. Desde el momento en que se perdió de vista hasta hoy 14 de Febrero, todas habían sido vanas conjeturas y noticias sin fundamento sobre la suer-te del aeronauta, que en efecto era ignorada; pero al fin se halla den-t ro de la ciudad, testigo de su talento é impavidez: su viaje aéreo fué tan rápido que atravesó veintidós leguas en menos de dos horas, pues á la una y media de ayer, posó sobre un árbol á inmediaciones de Chalma; allí necesitó auxilios para su regreso, y hoy ha sido cumpli-mentado según su méri to por su S. E . el Presidente, por las personas más visibles, por sus amigos y por el público todo que le aprecia ."

Poseo un rarísimo ejemplar de una estampa litogràfica que repre-senta á Robertson en la barquilla de su globo, al que circunda una ancha faja con una fecha que no puede leerse completa: el aeronauta tremola dos banderas mexicanas, y la estampa dice: " P r i m e r a as-c e n s i ó n en México por Eugenio Rober t son .—Febrero 12 de 1835. " — E s t e célebre aeronauta, el primero que ha viajado por la atmósfe-" ra mexicana, dió el agradable espectáculo de su elevación á las once " y media de la mañana , y descendió á las dos horas en la falda del " c e r r o de Zempoala, á 20 leguas de distancia, con dirección S. O. E . "

Motivos independientes de su voluntad impidiéronle ejecutar una segunda ascensión el 22 de Marzo, y hubo de transferirla, primero al domingo 5 de Abril y después al jueves 30 del mismo, sin poder en n inguno de ellos verificarla, lo que le valió varias in jus tas burlas en prosa y verso, entre ellas unas décimas que concluían:

' ' preparad breve otro adobo como éste tan sazonado, pues quedaréis bien pagado á costa de tanto bobo . "

No le faltaron en las diversas funciones de fantasmagoría y física recreativa, que dió en el Teatro Principal, en combinación con el cuadro de verso, y cuando el t iempo hubo mejorado y cedido en par-te la fuerza de las lluvias, llevó por fin á cabo su segundo viaje ae-rostático el domingo 13 de Setiembre, en celebridad del aniversario de la victoria de Tampico.

" E n menos de una hora y media —dice el cronista — Mr. Euge-nio Robertson llenó su grande aeróstato, de modo que los espectado-res vieron desde el principio la operación hasta el desprendimiento del globo. Es tando todo arreglado, el impávido Robertson se embar-có en su leve navecilla, teniendo en su diestra el pabellón mexicano; después de haberse despedido de todos los concurrentes, puesto en pie, en su barquil la, dió la orden de soltar las amarras á las once y cinco minutos. Al salir del medio de la plaza y á la al tura del techo, fué arrojando una cantidad de papelitos que contenían versos análo-gos al día que se celebraba, y agi tando su pabellón, en t re los víto-res y palmoteos de la mul t i tud . E l globo continuó elevándose en lí-nea vertical hasta que llegó á la a l tura de las nubes, que eran de ún color blanquísimo ; el globo entonces apareció t ransparente como el crismal, presentando un efecto maravilloso y verdaderamente indes-criptible. Poco á poco fué desapareciendo hasta perderse completa-mente de vista, pero como á los quince minutos se le vió aparecer por el Oriente dentro de las altas regiones.

" M r . Robertson, después de haber pasado por encima de toda la ciudad y de haberla inspeccionado minuciosamente, empezó á ma-niobrar para verificar su descenso. Por fin, el globo vino á parar en el Potrero de Balbucna, detrás de la Candelarita, donde una multi-t ud inmensa se agolpó para socorrer al valiente y audaz aeronauta. Desde una grande al tura Robertson se dirigió á los circunstantes, y con su bocina les gr i tó : / Viva la Nación Mexicana! ¡ Viva la Liber-tad! ¡ Viva el General Santa-Anna l ¡ Viva el héroe de Tampico! y el pueblo le respondió con entusiasmo. Cuando hubo tomado tierra dió libre salida al gas, y entró en la ciudad aclamado como un tr iun-fador . "

Pero la más famosa de sus ascensiones en México, fué la tercera en nuest ra República y vigésimatercera en su vida, realizada el do-mingo 11 de Octubre del mismo año de 1835.

" Creemos imposible, dicen los redactores de La Lima, que el pú-blico haya sido j amás llamado para ser testigo de un espectáculo más hermoso, más interesante y más digno de una gran Nación, que el que nos ha sido ofrecido con la ascensión de Mr. Eugenio Robertson y su compañera y compatriota nuest ra .

" A las nueve y media de la mañana se comenzó á echar en los to-neles el ácido sulfúrico, lo cual se hizo con el mayor orden y con una

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puntual idad admirables. Es ta operación, de un género más difícil de lo que vulgarmente se cree, fué dirigida con ta l acierto y con tanta felicidad, que á las once menos cuarto el grande aeróstato liabía re-cibido toda la cantidad de gas suficiente para llevar á los dos nave-gantes aéreos.

" E l aviso anticipado que se tenía de que u n a joven de nuestro país debía acompañar al aeronauta y participar de los peligros de se-mejante viaje, había picado vivamente la curiosidad general, pero más part icularmente la de su propio sexo. Por este motivo, desde por la mañana, todas las calles que conducen á la Plaza de Toros de San Pablo estuvieron intransitables, por el gran número de curiosos que querían gozar del espectáculo nuevo y magnífico que se les ofrecía. Eas lumbreras de la plaza, vendidas á 24 pesos, estaban ocupadas por una mult i tud de señoras, á cual más hermosas y vestidas con mu-cho lu jo y elegancia; un s innúmero de personas ocupaban los demás asientos, vendidos, sin distinción de sol n i sombra, á dos pesos cada uno. Por la par te de afuera una población inmensa cubría los sitios vecinos y las ventanas, azoteas y hasta los árboles estaban cubiertos de espectadores.

" E l cielo, enteramente cubierto en los días anteriores, se despejó y el sol parece que quiso alumbrar con sus rayos benéficos los pri-meros pasos que iba á dar una joven mortal en las inmensas regio-nes de su imperio, é inspirarle más confianza en el día en que iba á emprender por pr imera vez un viaje tan majestuoso.

" Lanzáronse varios globitos de prueba, uno de ellos adornado con las armas nacionales y la inscripción : A D. Miguel Barragán, y otro en forma de esfera celeste con una banda de seda en que estaba pin-tado el retrato del Excmo . Sr. Presidente D. Antonio Eópez de San-t a - Anna . Al t iempo de elevarse este globito fué saludado con mil gri tos de alegría.

' 'Concluidos los preparativos, se suspendió al aeróstato una ligera góndola adornada con mucho gusto con géneros de seda y guirnal-das de flores. E l Sr. Robertson se ausentó por algunos instantes, y el público "esperaba verle aparecer con la joven que debía part icipar de la gloria y de los peligros de este memorable día; pero como le vie-ran volver solo, un murmullo corrió por toda la concurrencia, creyen-do que la joven renunciaba á su peligrosa empresa, y que esto servi-ría de motivo para no verificar la ascensión. Pero Robertson se ausen-tó de nuevo y regresó dando la mano á una señorita vestida m u y elegantemente. Eos aplausos re tumbaron por todas partes en señal de aprobación y de entusiasmo. La joven era hermosa y de un porte m u y decente, y se adelantó con paso firme y seguro hacia la barqui-lla, entre dos vallas de espectadores que la aclamaban. E n todo este t iempo demostró tanta sangre fría é intrepidez como su experimenta-

do piloto, mostrándose tan serena como si hubiera ido aí teatro ó á un baile.

"E levado un tanto el globo, la joven se despidió del público con graciosos ademanes, arrojando á la vez mult i tud de flores y poesías, luciendo en su rostro una sonrisa agradable y sincera. Después de un instante el globo quedó libre, entre los sones de los instrumen-tos guerreros. La joven mexicana continuó duran te los primeros mo-mentos de su ascensión esparciendo flores y versos, y saludando con su blanco pañuelo.

"Rober tson, en pie en la barquilla, con ademán noble y satisfecho, parecía un vencedor conduciendo un trofeo al Capitolio. Gritos de alegría y ruidosas aclamaciones saludaron la partida de los intrépidos aeronautas. Nada es capaz de describir un momento tan patético y una satisfacción más general: este hermoso cuadro se concibe mejor que puede pintarse. Hubiera sido necesario tener un corazón de hie-lo para 110 ser conmovido é interesado en favor de los atrevidos que se confiaban con tan to ánimo y valor al elemento más ligero, pero a lguna vez el más terrible.

"La madre de la joven no había consentido en dejar ascender á su h i ja y confiarla al Sr. Robertson, sino bajo la precisa condición y la promesa de que no se elevaría demasiado alto y no prolongaría su viaje, á fin de que pudiera encontrarse cerca de ella en el momento ' del descenso. Fiel á su compromiso, en cuanto el globo se dirigió á campo raso, Robertson abrió la válvula del aeróstato, y dejando sa-lir una cantidad de gas, descendió en una pradera llamada de las Cu-lebritas, después de haber permanecido en el aire media hora. Soco-rridos por D. Manuel Viveros, de Mixcoac, y por el destacamento de Caballería enviado por el Sr. Conde de la Cortina, nuevo Gobernador del Distrito, Robertson empleó tres cuartos de hora en vaciar com-pletamente el globo, y él y su compañera, montando hermosos caba-llos, entraron en la ciudad por la gari ta de San Antonio, rodeados de inmensa cabalgata que los aclamaba con entusiasmo indefinible por el atrevimiento de Robertson y el valor de aquella joven, la pri-mera de su nación, que sin n ingún temor había arrostrado unos pe-ligros que quizá algunos hombres hubieran temido.

" N o s hemos informado del Sr . Robertson del modo con que nues-tra joven compatriota se había conducido durante el viaje, y nos asegura que mostró la misma resolución y presencia de ánimo que en el momento de su salida de la Plaza.

" E l público ha estado muy satisfecho de este úl t imo viaje aéreo, que ha excedido á los deseos de todo el mundo. No hay mexicano que no se lisonjeé de haber visto lanzarse con ánimo en el vasto océano de los aires y por la primera vez, á una de sus conciudadanas. Su sexo se enorgullece de la intrepidez que una de sus semejantes ha

mostrado, y que da á conocer que las mujeres tienen, cuando ellas quieren, una fuerza de sentimiento y de carácter, así como una reso-lución determinada, que sólo parecía reservada para el otro sexo, y prueban con esto que saben asociarse á las empresas más grandes del hombre.

1 'No tenemos que añadir n ingún elogio en favor del Sr. Eugenio Robertson; continúa siempre mereciendo los favores y la estimación del público, sin acrecentar por esto su reputación, que está demasia-do bien establecida entre nosotros, así como en otros países donde pasa por ser uno de los más valientes é intrépidos aeronautas del m u n d o . "

Por el momento sólo me queda por decir, que en la librería de Gal-ván estuvieron de venta las relaciones de los Viajes aéreos de Mr . Eugen io Robertson, en las que podrán hallarse detalles que 110 co-rrespondería hacer caber aquí.

CAPITULO XIV

1835.-1836.

Expat r iado Gómez Farías, y en auge el partido antirreformista, el nuevo Congreso declaró, en 26 de Enero de 1835, que el Vicepresi-dente cesaba en sus funciones en vir tud de haber sido desconocido por la nación; y para que el .Presidente S a n t a - A n n a pudiese gozar de la licencia que pidió para ret i rarse á su hacienda de Manga de Cla-vo, nombró en 28 del mismo, á D.Migue l Barragán, Presidente in-terino.

Dados estos primeros pasos en la senda de la reacción, derogáronse sucesivamente todas las leyes expedidas por Farías; la guarnición de Ulúa proclamó en 23 de Febrero el centralismo; se redujeron ó nuli-ficaron en 26 de Marzo las milicias cívicas; derrotó S a n t a - A n n a al Gobernador de Zacatecas D. Francisco García, que quiso oponerse á esa reducción ó nulificación; se declaró jus to y necesario el Plan de Cuernavaca, fuente de aquella situación política; se erigió en consti-tuyente el Congreso y en 22 de Octubre dictó sus Bases Constitucio-nales, que Barragán ju ró solemnemente el 3 de Noviembre, y , como dice D. Carlos Bustamante, " l a Constitución de 1824 quedó con ella sepultada, y buena sólo para ser llevada á un museo como monumento de nuestros errores cometidos en la infancia política." Ea ruina del sis-

tema federal era ya un hecho, y en ese día dió principio el imperio del centralismo, t r iunfo conservador amargado por la rebelión de la Provincia de Texas , contra la cual fué necesario enviar un ejército, á cuyo f rente se puso S a n t a - A n n a , saliendo al efecto de México para San Euis en 28 de Noviembre.

E n ese año de 1835, nuestros espectáculos, salvo lo relativo á las ascensiones aerostáticas de Robertson, 110 ofrecieron mucho de par-t icular . Desavenidos art istas y empresarios, el cuadro de ópera tra-bajó con mucha intermitencia, conquistando de vez en cuando me-recidos aplausos con el Moisés en Egipto y Adelaida y Comingio, de la que se elogiaron mucho la pr imera y la úl t ima aria cantadas por la Pellegrini, los dúos de ésta con Galli y con Mussati, un quinteto y algunos coros. El cuadro de verso no andaba mejor avenido: en prin-cipios de Marzo Valleto y la Dubreville anunciaron su separación, fuer temente hostilizada la últ ima so pretexto de que sólo quería des-empeñar damitas jóvenes, lo que ella negó invocando el testimonio del empresario D. Manuel Gorostiza y del Director D. Bernardo Ave-cilla.

De las pocas funciones notables dadas entonces, debo citar la ve-rificada el sábado 14 de Noviembre, á beneficio del actor José M. Ea Madrid: principió con la obertura de Fra Diavolo; siguió la comedia La Chimenea, cuyo protagonista estuvo á cargo de Palomera, y se terminó con un concierto en que se cantaron un terceto de Rossini por Galli, Mussati y Spontini, un dúo por Galli y la Isabel Martínez, una Cavatina de Bellini por Spontini, otra de Mercadante por la Mar-tínez, y un dúo del maestro Generalini por Galli y Mussati.

E l domingo 29 de Noviembre y en el Teatro de los Gallos, Joaquín Past rana puso en escena la tragedia famosa int i tulada Recompensa á la codicia por la indiana Tepoczina, ó sea dos víctimas inmoladas por el tirano opresor. E n el mismo teatro habíase dado otra función cuyo programa creo deber insertar íntegro, con su peculiar idioma y no menos pulida sintaxis, dice así:

' ' Teat ro Provisional de los Gallos.— Gran función por la tarde. —Domingo 22 de Noviembre de 1835.— Reunidos algunos a lumnos del Tea t ro Principal, los cuales, atendiendo á la consideración con que otras veces se les ha visto en sus anteriores representaciones, hoy acordándose de la benevolencia de tan dist inguidos espectadores, y buscando medios con que recompensar esa misma indulgencia, han hecho elección de una pieza enteramente nueva, en la que no vacilan un punto ser de su agrado, por presentar en ella los milagros de una imagen, á quien hemos prodigado nuestra devoción todos los mexi-canos.

' ' Después de u n a brillante Obertura, composición del acreditado maestro Rossini, seguirá la comedia int i tulada El Sol eclipsado en Ita-

lia y brillante en nuestro suelo, ó sea la Milagrosa aparición de Nuestra Señora de los Remedios.— La que será exornada con todo el aparato teatral que exige su grandioso a rgumento , pues nada ha omitido la Compañía para darle el realce que en si requiere, en obsequio de sus favorecedores. Para el efecto, se ha construido una amena- montaña, la que será poblada con magueyes, p lantas propias de nues t ro país natal , siendo uno de éstos en que la Santísima Virgen se nos mostró como madre, cuya escena será adornada con una vistosa Gloria, gru-pos de ángeles, nubes, etc. A continuación, el feliz catástrofe de J u a n Tovar , el que fué privado de la vida por un imprevisto acontecimien-to, y restaurado á ella por un milagro de esta Señora, cantándose en este preciosísimo paso el Tota pulchra est María. Acto continuo, ha-brá una ordénada procesión por el patio, para llevar á la Santísima Imagen al templo, bailándose una graciosa danza de indios, la que ha sido ensayada con la mayor prolijidad, la cual será en el discurso de la procesión, y concluyéndose el todo de la función con una gran Salve, después de la colocación de la Sagrada Imagen.—¡Generosos mexicanos! si conseguimos que esta función sea de vuestro agrado, se habrán colmado los deseos de la Compañía, pues no es otro su an-helo, más que el de complaceros ."

Los redactores de La Lima dedicaron un editorial á ese programa y á esa representación, diciendo con sobrada just icia: " L o s que han atr ibuido á las personas que consumaron la feliz revolución del año de 1834 tendencias propias del Siglo X ; los que inculpan á la pre-sente administración de una marcha retrógrada en la carrera de las luces, ¿no encontrarán un argumento especioso para confirmar estas acusaciones, haciendo mérito de las piezas dramáticas que hoy se dan en la escena? ¿Quién no nos creerá en los t iempos de Marquina si pasa los ojos por el anuncio de la función teatral , que se ejecutó en el de los Gallos la noche del domingo último? ¿Quién no nos consi-derará en el más deplorable estado de abyección mental , al ver que se ofrece al público de México como espectáculo digno de su civili-zación y costumbres, una pieza tan bárbara por medio de un cartel más bárbaro?

" H a y cosas que se debilitan comentándolas, y ésta es una de ellas; porque el menos instruido echa de ver toda la deformidad de ta l abor-to. E n él se profana lo más sagrado de nuest ra augusta religión, se la envilece é insulta, se la deprime, se la bur la y desfigura con los más sucios andrajos de un misticismo exótico, de una superstición estúpida y de un culto idolátrico. E n él se corrompe más el gusto de la gente incivil, y se injur ia enormemente á la porción ilustrada de la Capital, suponiéndola capaz de solazar el ánimo con insulsas y pueriles escenas, milagros apócrifos, y revelaciones erótico-profanas. En él, por último, se deprava la moral, confundiendo el dogma con

la opinión, y lo sagrado con lo profano, torciendo el fin de la verda-dera piedad, y mezclando en un sémiburdel las oraciones consagra-das por la Iglesia, con las hablillas libres de una concurrencia en desorden.

"¿A quién culparemos más de que haya salido al teatro semejante pieza monstruosa, en la noche del citado domingo? No á otro que al Sr . Gobernador del Distr i to; á él incumbe por razón del oficio, el examen y aprobación de los dramas con que se haya de divertir al público, deleitándolo é instruyéndolo, y las notorias luces, la fina ci-vilización, los viajes, hacen menos disimulable esta falta en el Sr. Conde de la Cortina. Además, su Señoría fué advertido oportuna-mente por el Ordinario, con el objeto de que se evitasen aquella pro-fanación y escándalo; mas no pudo obtenerse un fin tan loable del celo decantado del actual jefe pol í t ico."

Y tras esta cita, pasamos al funest ís imo año de 1836: en él ocurrió la breve y vergonzosa campaña de Texas , cuyos colonos norte-ame-ricanos, allí establecidos desde 1819, tomando por pretexto el derro-camiento del sistema federal en México, proclamáronse independien-tes, acaudillados por Samuel Hous ton é instigados á la rebeldía por el t r is temente célebre D. Lorenzo de Zavala, dueño de grandes terre-nos en aqusl territorio, que él ayudó á segregar de su patria. En un principio, las armas mexicanas derrotaron por donde quiera á los aventureros texanos; pero en 21 de Abril el Gral . San ta -Anna , fué vencido á su vez y hecho prisionero en San Jacinto, mientras dormía una siesta frente al enemigo, y su segundo, Filisola, afirmó el t r iunfo del territorio rebelde con su indisculpable retirada, hecha á virtud de órdenes del Presidente prisionero, que obedeció diz que por no exponer á S a n t a - A n n a á ser asesinado por sus aprehensores.

Ya por ese tiempo había muer to D. Miguel Barragán en 1? de Mar-zo, y sido electo por el Congreso en 27 de Febrero, D. José Jus to Corro, Presidente interino; á él tocó hacer publicar las llamadas Siete Leyes, Código Constitucional del Centralismo, aprobado y firmado por las Cámaras en 29 y 30 de Diciembre del año de 1836.

Durante él, varias y notables fueron las novedades teatrales en nuestro Principal. D. Joaquín Pat iño, representante y Gerente de la Empresa , duran te la ausencia de D. Manuel Eduardo de Gorostiza, que se encontraba en los Estados Unidos del Norte encargado de la Legación de México en ese país, acababa de reformar la Compañía de Opera I tal iana bajo la dirección y según las indicaciones del insig-ne Felipe Galli.

E l estreno tuvo lugar*el lunes 1? de Febrero con Sonámbula, de Bellini, cantada por las Sras. Passi, Majocchi y Baduera, y por Mus-sati, Santi , Spontini y Leonardi. A Sonámbula s iguieron Norma, para presentación de la Albini y el tenor Strazza, y á ésta sucedió

Semiramis, para estreno de la Césari y de Fornasari . Cantáronse des-pués La Cenicienta y Moisés en Egipto.

La protagonista de Sonámbula la desempeñó la Passi, parece que con bastante perfección. " E s t a artista —dice un periódico de la épo-ca ,—se halla dotada de excelentes disposiciones, notándosele sola-mente los defectos de desentonarse a lgunas veces y de darle á su voz un temblor continuo que desagrada, especialmente en a lgunos pasa-jes en que en n inguna manera conviene ." Hablando de ella en el papel de Adalgisa, otro crítico se expresa así: " esta interesante jo-ven t iene elementos para llegar á ser sobresaliente en su arte; siente la música con vehemencia y con la misma expresa todo lo que siente; su voz es agradable, sobre todo, en los puntos bajos, que son de ex-celente calidad; pero es preciso que t rate de corregir ese constante temblor y falta de afinación de los puntos agudos de exal tación, que no parece sino que dimanan de debilidad del pecho . "

Como dije, la Albini se presentó á su turno con la protagonista de Norma: " s ó l o el temor de alargar demasiado este ar t ículo—decía el cronista del Diario del Gobierno—nos contiene en los jus tos elogios que merece la Sra. Albini, especialmente en esta ópera que bajo todos aspectos le concierne; baste decir que se mostró en ella superior á cuanto habíamos oído hasta en tonces . " " L a Sra. Albini —añad í a otro revistero,—ha llenado en el papel de Norma los deseos de las personas más difíciles de contentar, que no son pocas entre los inte-ligentes y muchas más entre los que no lo son; la pureza y extensión de su agradable voz, la singular exacti tud de su ejecución, la afina-ción en todas las notas y la expresión tan verdadera que da á cuanto canta, hacen á esta artista digna de ser colocada en primer rango. Sus puntos bajos son, á la verdad, tan llenos, tan gratos al oído, t an claros y sonoros, como los de la célebre Malibrán; pero los demás, y principalmente los agudos, son inmejorables. Como actriz, no es me-nor su mérito que como can tan te . " A esta dist inguida artista cantó así nuestro insigne Guillermo Prieto, en la infancia entonces de su talento y de su vida:

" T u dulce, tu grato, tu plácido canto, excita mi encanto, mi t ierna emoción. Rival de las gracias, de amor precursora, ya se oye sonora t u angélica voz.

"Desp lega su raudo, su eléctrico vuelo, se pierde en el cielo su curso fugaz, en tan to que luce con noble heriñosura tu nítida y pura , tu cándida faz.

' 'Arroba las almas tu armónico acento, inspira t u aliento sublime fervor,

y aquel que á tu vista de gozó respira, se extasía , te admira, t e da el corazón.

" S i acaso afligida remedas quejosa á amante llorosa ó á madre infeliz, anubla t u s ojos el lúgubre l lanto y se oye en tu canto la voz del gemir.

" E l hombre, entretanto, de todo se olvida, t e ve enternecida, resiente tu mal, se exalta, suspira, padece martirio, de dulce delirio se siente embriagar .

" S i juegas amable la voz voluptuosa que in funde ardorosa la intensa pasión, el pecho al ins tante se abrasa en t u fuego, se pierde el sosiego, se embriaga de amor.

" Mas ¿ quién cuando cantas perdido no te ama? y ¿ quién no se inflama si sabe sentir ? De amor, de ventura , me brindas los goces; Cuando oigo t u s voces no soy infeliz.

"Alcance mi musa del t iempo memoria, y guarde la gloria tu canto inmortal; tu nombre, y el nombre del grande Bellini, ¡oh mágica Alb in i ! resuenen en p a z . "

Es ta excelente artista, cuyos nombres y apellidos fueron María Na-poleona Albini de Vellani, había nacido en Módena á fines de 1808 y era or iunda de familia i lustre é h i ja de uno de los primeros y más ricos comerciantes de aquella ciudad. Su decidida vocación por el arte la hizo presentarse, á la edad de trece años, en un teatro de afi-cionados que exist ía en Parma, con un éxito tal , que pronto desea-ron contratarla los más acreditados maestros directores, pero se re-sistió á ello hasta 1823, en que cantó con gran aplauso en el teatro de Mantua; de allí pasó al Comunal, de Módena; al Re, de Milán; al Coreano, de la misma ciudad; al de Venecia, al Principal, de Barce-lona, con Bonoldi y la Remorani, y al Italiano, de París, con Galli, la Césari, Donzelli, Bordogna y Zucheli, adquiriendo gran nombra-día en Semiramis, Otelo, Zelmira y otras.

Colmada de aplausos y asegurada en la fama, t rabajó en el Princi-pal, de Madrid, de 1827 á 1829; volvió á I t aüa con la Pantanell i y Montresor, y después fué á Roma con la Mar ianni ; en el San Carlos, de Nápoles, hizo furor en El Asedio de Corinto y en la Inés de Castro, en la que tuvo la satisfacción de cantar en compañía de la inmortal Malibrán.

E n México dejó imperecedera memoria en Norma, El Pirata, La a . h . t . — t . i .—44

Strantera, La Donna del Lago, Zelmira, Juana Sfior, Cenicienta, Gui-llermo Tell, Los Normandos en París, Ana Bolena, Capuletos y otras óperas, luciendo en ellas su hermosa voz, su maestría artística, y la dignidad y finura en la acción, elogiadas por Fet is y Torelli .

La Césari se dió á conocer con Semíramis, ópera en que no entu-siasmó porque el público estaba acostumbrado á oírsela y aplaudírsela á la Massini. Sin embargo, como era maestra en su arte, no ta rdó en conquistarse partidarios y admiradores; actriz consumada y del más puro método, no en balde los largos años de su t raba jo en Europa habían pasado, haciendo perder a lguna claridad á su voz.

Copiando siempre los juicios de los periódicos de la época, véase cómo fueron estimados en méritos, los art istas de aquel cuadro: " la Srita. Majocchi posee una bonita voz, pero t iene aún mucho que es-tudiar y t rabajar ; su graciosa carita y bonito cuerpo suplen muchas faltas. Ea voz del tenor Strazza es de corta extensión y casi siempre t iene que cantar con esfuerzo; de ahí proviene que en los puntos al-tos se queda las más de las veces más ba jo que la orquesta; obser-vamos igualmente que tiene mal modo de sacar la voz, de lo que re-sul ta una lent i tud en su ejecución que hace padecer al que oye; su falsete es, asimismo, débil, y el t ránsi to de éste á la voz natural , es duro y penoso; sin embargo, t iene algunos momentos felices, sobre todo, en aquellos en que lo que t iene que ejecutar no excede los límites de su voz. Spontini ha desempeñado bien el papel de Oroveso, y dado pruebas de un estudio y empeño que le hacen digno de la aprobación del público.

" E l verdadero mérito de Fornasari ha hecho que se le prodiguen merecidos aplausos; posee este artista cualidades de mucho valor. Su voz potente, sonora y agradable, de rara extensión en los canto-res de su cuerda, y lo que es aun más raro en ellos, de una flexibili-dad extraordinaria, unida á una afinación exacta , y á un excelente método y buen gusto, le hacen digno de ocupar un lugar m u y dist in-guido entre los bassi cantanti. Hemos oído en Europa á los más cé-lebres dé esta clase, como Eablache, Tambur in i , San ti y Zuchelli, y sabemos que Fornasar i puede competir con ellos.

" E l Sr. Santi , que se presentó con el papel de Rodolfo en Sonám-bula, t iene buena voz, pero es bisoño en el canto y medianísimo có-mico . "

Director y maestro de esa Compañía de Opera, lo fué el Sr D. Lau-ro Rossi, autor de la música de un h imno patriótico, cantado por sus artistas el 17 de Abril en una función dedicada á socorrer á los heri-dos y á las viudas de los valientes que habían perecido en la toma del Fue r t e del Alamo por las tropas de San ta -Anna , en su campaña con-t ra los texanos. E n esa función cantaron el Mahornet, de Rossini, la Albini y la Césari, y Galli, Strazza y Sissa. Según el programa, la

letra del h imno de Rossi fué obra de un patriota mexicano, y comen-zaba así:

" H i m n o s de civismo, de honor y de gloria, en el patrio suelo se oigan resonar; h imnos mil se entonen á la gran victoria que contra los viles se llegó á alcanzar.

" M a l h a d a d o día, t iempo sin ventura, en que generosa la augusta nación, á infames extraños, para su amargura , les diera acogida, para su baldón.

' ' Ingratos , traidores, hollaron las leyes y se apoderaron del feraz terreno, y en él se colocan cual si fueran reyes y escuchar hicieron de la guerra el t rueno.

" A s í á la victoria á los bravos guiara el h i jo de Marte, varón eminente, el que los destinos de la patria cara rige, y sus destinos sostiene valiente.

" I lustre San ta -Anna , preclaro caudillo, todo á tu presencia se vuelve vencible, eres en el t r iunfo bondoso y sencillo, pero en el combate, con razón temib le . "

Pero déjense ustedes de aquella guerra, pues salvo lo que tuvo de cruel y vergonzoso para la patria, fué juego de niños comparada con la que se suscitó en nuestro coliseo entre el empresario y el público y los artistas. E l celebérrimo Joaquín Patifio, representante, según dije, de la Empresa y del ausente Gorostiza, dió en proteger con toda su influencia á la Passi y en deprimir á la Albini y á la Césari, no sólo en las tablas sino en la prensa, posponiéndolas en aquellas y cri-t icándolas en ésta por medio de unos artículos que firmaba con el seudónimo de El Pelón; artículos ofensivos para el público más que para nadie, pues Patiño no pudo sufrir que sus abonados no fuesen de acuerdo con sus preferencias.

Como era de esperarse, Patiño, generalmente mal querido, no se quedó sin contestación, y esto le irr i tó hasta hacerle perder los es-tribos, adquiriendo la polémica proporciones que llegaron á ser ex-plotadas por los desafectos al Gobierno, cuyo Periódico OJicial dijo, a l lááprincipios de Setiembre: ' 'De resultas de algunas cuestiones tea-trales, los abonados ocurrieron al Excmo. Ayuntamiento con diversas solicitudes, en vista de las cuales mandó suspender la representación de la ópera Capulleti e Montechi, y parece que después varió de deter-

minación; pero habiéndose dicho de nul idad an te el Supremo Gobier-no, el señor Oficial Mayor, encargado de la Secretaría de Relaciones, para poder contestar á la nulidad elevada contra el Ayuntamiento , pidió el expediente que se ha formado en el Gobierno del Distrito. H é aquí los hechos que han dado margen á los señores del Cosmopolita para impugnar acremente al Excmo . Ayuntamiento y para querer ridiculizar al Gobierno; pero lo más singular es que no quieren que sea éste un asunto de policía, y que después, á continuación, se que-j a n de que no se tomasen providencias sobre el desorden ocurrido en el mismo teatro, pidiendo la representación de la ópera mencionada ."

Los opositores á Pat iño desatáronse verdaderamente contra él y sus intrigas, sobre la base de que el público de México era uno de los primeros públicos del Universo: " S e puede decir—escribía uno de nuestros críticos,— que el público de México, excepto en el número , no cede en nada á los públicos de otras capitales, y se puede tener por mejor que los de otras ciudades muy populosas de aquel viejo mundo: y ¿cuál habrá sido mi sorpresa al ver que se ataca á ese pú-blico, y se t ra ta á nuestro escogido pueblo de ignorante y de gente de mal gusto ? Ta l arrojo no podía ser más que de un músico y lite-rato pelón, que para atacar al público y á México la toma nada menos que con la Césari, una de las actrices que hacen sus delicias. Atacar al público de México en su Césari, s u Albini , su Mussati, su Galli, su Fornasari y su San ti, es causa desesperada. N o se imagine el pelón que me voy á ocupar de contestarle, y basta que la Césari nos haga la justicia de acordarse que su único y poco noble enemigo no es me-xicano. Esfuércese la Passi cuanto quiera, y obtenga a lgunas veces aplausos, mas nunca subirá á la riqueza de una Albini, ni á la gracia seductora de una Césari, n i á la maestría escénica de un Galli, n i al gusto y exact i tud de un Mussati. No, nunca llegará á superar á la Cé-sari de la que con razón dice un literato mexicano: ' ' M a s cese la ilusión, rasgúese el velo,—Adela es la que encanta, la adorable." E n lo que no cabe duda es en que el teatro de esta Capital, j amás se ha visto t an

mal servido como ba jo la dirección del gallego pelón, que en la épo-• • , /

ca en que fué cómico demostro que n inguno se encontraría con mas defectos que él, y no comprendemos como pueda estar en sus intere-ses arruinar á la Empresa á que representa; él destruyó la ópera anti-gua,, después la Compañía de verso que teníamos, y por último, con-cluirá con la que existe hoy; es indispensable que las autoridades in tervengan y vigilen para evitar mayores males, y que los disgustos tomen un carácter que á ellas mismas pe r jud ique . "

Estos temores no tardaron en verse confirmados, y un editorial del periódico gobiernista, d i jo después de uno de aquellos escándalos. " A n o c h e se susurraba un motín en el teatro, en que pudimos con-templar la algazara acalorada, la gri ta descompuesta, las amenazas,

«

los dicterios, y todos los síntomas precursores de una ruptura hostil. E n este inminente conflicto quizás se habia preparado algún combusti-ble serio para un incendio político en circunstancias tan delicadas, figu-rando en ello personas conocidas por sus esfuerzos en alterar la paz, y es de sentirse que con tan frivolos pretextos se comprometa la t ranqui-lidad del vecindario y aun el buen orden socia l ."

Lejos de darse término á tan estrambóticas rencillas, passistas, al-binistas y cesaristas se exaltaron más y más, y escribieron verdaderas atrocidades, de una de las cuales habló así el Diario del Gobierno:

" H e m o s leído con el mayor disgusto un folleto t i tulado La Euro-pa y la Cesan: la virulenta p luma de su autor ataca en él y despeda-za cuanto encuentra delante, y la Administración de la Opera Italia-na, las actrices, los concurrentes, los franceses, los mexicanos, el General Tornel , los demás Ministros, el Gobierno Nacional, el de Francia, las naciones amigas, todo se impugna y á todos se calum-nia, tomando por pre texto una cuestión puramente artística y tea-tral . Desde luego se conoce que sólo la odiosidad contra la actual Administración dirige la p luma del despreciable autor del folleto, pues se atreve á estampar que ha hollado la Constitución y las leyes del país, y que su empeño se dirige á que no quede una sola igno-minia, una sola desgracia que no haga llover sobre la pa t r ia . . . . "

Creo que lo dicho basta para dar una idea de nuestro teatro, nues-tro público y nuestros empresarios en ese año de 1836. E n medio de esos escándalos, disgustos y pequeñeces, cantáronse, además de las óperas que ya he citado, y de repeticiones de otras ya conocidas, El Pirata, Ana Bolena, El Condestable, La Pietra del Paragone y Guiller-mo Tell, e jecutada ésta por primera vez en nuestro Tea t ro Principal el 16 de Setiembre de dicho 1836, por ser, según reza el revistero del periódico del Gobierno, análoga á la celebridad del día.

Al acercarse Diciembre y con él los úl t imos días de la temporada, el inquieto Pat iño de nuevo suscitó odios y rencores, disponiendo que Fornasari quedase fuera del cuadro. "Cor re por a h í — d i c e un cronista — la voz de que el compromiso del Sr . Fornasar i en nues-tro teatro, concluye con el año, y que no quiere el Sr. Pat iño que continúe. No creemos que este señor lleve á tal pun to las pasiones mezquinas que se le han supuesto en los debates teatrales que han ocurrido desde que t ra jo esta Compañía, y que al gusto de satisfacer esas pasiones todo lo sacrifique, y pasiones mezquinas se llama tener una predisposición de odio contra un actor, ó celo miserable y mal entendido de no haberlo a justado. Obsérvase que tenemos cinco ba-jos, que son: Galli, Santi , Spontini, Leonardi y Fornasari . Galli es el músico más instruido, el actor más sobresaliente, y el director más hábil; por nada de este m u n d o quisiéramos privarnos de nuestro Ga-lli, pero no es culpa suya si su laringe s igue la suerte general de la

condición humana . E s inimitable en los caracteres bufos, porque en estos papeles debe brillar más el actor que el cantor, mas por su pro-pia gloria debe dejar los caracteres serios: su A sur no es ya aguanta-ble, su Enrique no t iene una entonación en su lugar , y su Fernando no vale más: en la Urraca, en el dúo que canta con la Passi apenas se sueltan los dos es cosa de echar á correr, por los desentonos de ambos. N i Eeonardi n i Spontini se pueden poner en comparación con Fornasari : la diferencia de sonidos de sus voces es la que hay entre el sonido de una campana y el de una puer ta , y el Sr . San ti no es ba-jo sino barí tono. Así, pues, n inguno de ellos puede reemplazar al Sr. Fornasari . Suplicamos á la Empresa que nos conserve al Sr . Ga-lli para director de escena y para los papeles bufos, y que nos con-serve á Fornasar i para reemplazar á aquél en los ser ios . ' '

Á1 copiar este artículo, el Diario del Gobierno añadió: " E s t a m o s enteramente de acuerdo con el articulista, porque somos apóstoles del orden y de la l ibertad bien entendida, y por nada quisiéramos que volviesen á ocurrir los desórdenes tan desagradables de días pasados: no se puede dejar de convenir en que en los espectáculos establecidos para el público y con los que se especula sobre su bolsa, t iene dere-cho este público á pedir tal ó cual cosa, y á ser servido de ésta ó de aquella manera, sin que esto ofenda el derecho de propiedad: éste es amplio é indispensable para abrazar ó no empresas de este género; pero una vez entrado en ellas se aceptan todas las obligaciones anexas á servir á un públ ico . "

Del cuadro de verso, poco menos que nada tengo que decir. Según hemos visto en a lgunas de las críticas que dejo copiadas, las malas voluntades y pequeñeces de Patiño, también entre los. actores del Principal habían introducido la desunión, y los mejores faltaron en ese año de 1836. Ea Dubreville y la Cordero, y Fuentes , Castro y González llevaron el peso del t rabajo, distinguiéndose los susodichos Soledad Cordero y Antonio Castro que, si bien m u y al principio de su carrera artística, iban ya descubriendo los méritos sobresalientes que debían conquistarles lugar eminente en los anales del arte dra-mático en su patria.

Pat iño y sus errores como autor de esas compañías, compartieron la celebridad con las pildoras inglesas de Morison, introducidas en ese año en México con grande escándalo y oposición de los boticarios, que combatieron su uso como peligroso, en miles de articulejos y pá-rrafos de periódico, ya en serio, ya de burla . E n cierto día uno de esos farmacéuticos, criticando que á las pildoras se las t i tulase uni-versales, se dirigió á un agente con la siguiente pregunta :

' ' Señor Morisoniano, dígame usted;

¿sus pildoritas curan callos de pies? ¿Hay, por ventura , algún certificado de aquella cu ra? ' '

Y el irritado agente, que parece que era un sastre, contestó tam-bién por medio de un periódico:

" Mediquín, tu versito bien nos enseña, que tú t ienes los callos en la cabeza. Si quieres cura, Morison te aconseja trépano y muda"

Como se ve, no fal taban ingenio ni buen humor en medio de las infinitas calamidades que entonces afligían á México.

Dejando á un lado esos chistes, y volviendo á nuestro teatro, diga-mos algo del actor mexicano Antonio Castro que no ha mucho nom-bré. Ea hermosa Guadalajara, Capital de Jalisco, fué el lugar de su nacimiento, ocurrido el 2 de Mayo de 1816. H i j o del Teniente Coro-nel D. Antonio Castro y de D? María Montes de Oca, fué traído á México á la edad de seis años, con objeto de darle una educación co-mo á su clase convenía, pero cuando la hubo adquirido y llegó el ca-so de elegir carrera, venciendo las preocupaciones de familia y socia-les optó por la de artista dramático, y para seguirla, ingresó en la Academia ó Conservatorio que fundó el Gobierno en 1831, poniéndola bajo la dirección de D. Bernardo Avecilla, de quien el joven Castro recibió las primeras lecciones de declamación. Protegido por D. Ma-nuel Eduardo de Gorostiza, Antonio Castro hizo su presentación en el Tea t ro Principal el 15 de Agosto de 1834, en la comedia francesa La Madrastra, t raducida por Gorostiza. E l éxi to de esa presentación fué de lo, más satisfactorio para el nuevo actor, que en el invierno del mismo año t rabajó con mucho aplauso en Veracruz. Ya con a lguna experiencia y con a lgún caudal de obras, regresó á México en 1835, para desempeñar el puesto de galán joven en la Compañía Dramática del Principal, puesto que supo llenar honrosamente, descubriendo, como hace poco dije, los méritos sobresalientes que debían conquis-tarle en pocos años, lugar distinguidísimo entre los art istas mexi-canos.

CAPITULO X V

1837—1838.

Cansaríatise mis lectores, y yo con ellos, si pretendiéramos seguir paso á paso la historia de los espectáculos en la Capital en el año de 1837, que con pocas variantes tuvo las mismas compañías de Opera y de Verso que el precedente y aun el sucesivo.

N i tampoco fué favorable el t iempo para diversiones: la plata ha-bía sido ret irada de la circulación y sólo abundaba, signo de la pú-blica pobreza, la moneda de cobre, causa de revuel tas y motines gra-vísimos, semejantes á los de la moneda de níquel en nuest ra época. Las intr igas políticas moviéronse como pocas veces para nulificar la Presidencia de San ta -Anna , que en 20 de Febrero entró en Veracruz de regreso de su cautiverio en los Estados Unidos, y para alzar Pre-sidente á D. Anastasio Bustamante, que de ese puesto tomó posesión el 19 de Abril . A cambio de que en 1? de Mayo aprobaron las Cáma-ras los tratados de paz y amistad con España , que por fin reconocía la Independencia de México á los quince años de consumada, Fran-cia se preparaba á declararnos una cruel é in jus ta guerra . Pequeñas ambiciones hicieron que en el mismo Mayo encendiesen de nuevo la guerra civil los Grales. Moctezuma y Paredes, originando la muer te de aquél. Nuevo México se rebeló contra la madre patria, s iguiendo el mal ejemplo de Texas ; ocurrieron por doquier numerosos p ronun-ciamientos; Bustamante llegó á temer que lo destronaran los mismos á quienes debía la Suprema Magistratura; las famosas Siete Leyes re-sultaron inaplicables é impopulares, y para que nada en punto á fa-talidades faltase, el 22 de Noviembre espantó á México el terremoto formidable conocido por temblor de Santa Cecilia.

Mis citas de espectáculos serán, pues, reducidas: el primer día de Enero se dió en el Tea t ro Principal una función dedicada á> celebrar el ju ramento de la Constitución centralista, cantándose por la Com-pañía de Opera I tal iana un h imno que comienza:

" ¡Salve, Salve! Sagrado tesoro conque Themis la patr ia enriquece, y en que el cielo bondoso le ofrece paz constante, ventura cabal

" Y a del astro la frente radiosa aparece en el Código Santo, y las sombras retiran su manto, y el Averno va el mal á ocultar

" S a b i o s padres del pueblo escogidos, vuestro afán nos sazona este f ruto , recibid el debido t r ibu to de alabanza, de amor, grat i tud "

Ea verdadera novedad artística de 1837, no fué, sin embargo, n i ese h imno ni los nuevos t r iunfos de los Galli y los Santi , y de las Albini, Césari y Passi; lo fué la exhibición de que da cuenta el si-guiente prospecto, que por curioso copio:

"Espec t ácu lo extraordinario de las pulgas industriosas y sabias. — Para el domingo 22 de Enero y días siguientes en la calle del Co-liseo Viejo n ú m . 18 .—Estas pulgas son las únicas que han obtenido generales aplausos en las principales capitales de Europa, y las que han causado la admiración de los espectadores: han conseguido en París en Noviembre del año pasado el premio más lisonjero, después de haber demostrado sus habilidades ante las Augus tas Personas Rea-les de Francia, Ing la te r ra y Bélgica, y ú l t imamente en las más gran-des ciudades de los Estados Unidos de América, la Habana y el Ca-nadá .

' ' Se representará una sala de baile donde se presentarán dos pul-gas vestidas de señoras á bailar un wals: al mismo tiempo, otras diez pulgas formarán una orquesta, cada una con su inst rumento de un tamaño proporcionado, cuya orquesta será dirigida por otra pulga, que representará á M. Gabenek, de París . Además, las pulgas indus-triosas se baten á la espada, arrastran coches, cañones, cajas de gue-rra, un navio de guerra, un elefante l levando sobre su lomo el obe-lisco de Luxor , cuarenta millones de veces más grande que la pulga que lo lleva. Se verá al Duque de Wel l ington, al Gral. Jackson y al Rey de Argel montados sobre pulgas lu josamente enjaezadas, que aparecerán en seguida paseándose con toda uniformidad.

' ' Ea exposición de estas escenas estará franca todos los días por poco t iempo, desde las diez de la mañana á las diez de la noche: pre-cios de entrada, cuatro reales por persona y dos para niños que no pasen de diez años.—Se verá en dicha exposición un autómata de un mecanismo perfecto, representando al Emperador de los chinos, que ejecutará varios juegos de m a n o s . "

E n compensación de esas y otras bobadas, que eran, después de todo, lo único que producía dinero, pues la ópera y la comedia deca-yeron mucho, la l i teratura mexicana comenzó á animarse de un mo-do notable. E n 1837 comenzó á publicarse El Año Nuevo y Presente

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Amistoso, colección, m u y digna de est ima, de composiciones en prosa y verso, firmadas por J . M. Eacunza, J . Navarro , J . J . Pesado, J . Rodríguez Galván, J . R. Pacheco, M. Tossiat Ferrer , Guillermo Prie-to, Manuel Payno, F . Ortega, José M. Tornel , M. Navar ro y Anto-nio Larrafiaga. Entonces empezó también El Mosaico Mexicano, se-manario que, entre mil copias y traducciones, publicó artículos y poesías de méri to de nuestros literatos mexicanos, que no se desde-ñaban entonces de adornar con sonetos y composiciones cortas, cal-zadas con sus firmas, los tar je tones del Templete de la Alameda en los aniversarios del 16 de Setiembre.

Y dió principio el tristísimo año de 1838 viéndose obligado el Go-bierno á solicitar de la empobrecida nación fondos para proseguir la guerra con Texas y hacer frente á la que Francia se preparaba á traer. Eos ministros entraban y salían sin conseguir hacer nada por su país, l lamáranse Mora, Bravo, Cuevas, Gorostiza, Pesado, Tornel y tan-tos y tantos otros. E l 4 de Marzo se publicó por bando nacional so-lemne la anudación de relaciones con España , y el 26 recibió el Go-bierno el insolente ultimátum del Barón Deffaudis. Como si se espe-rase que quien tuvo la for tuna de consumar la Independencia en 1821 fuese en sus manes propicio á la jus ta causa de México contra Fran-cia, el 22 de Agosto fueron exhumados los restos de D. Agust ín de I tur bidé, trasladados á la Capital el 25 de Setiembre y depositados el 24 de Octubre en la Catedral.

¡Vano empeño! Cuatro días después, el 28 de Octubre de 1837, el Almirante Baudin, se presentó con su formidable escuadra frente á Veracruz á sostener con todas las insolencias, con todos los abusos del fuerte contra el débil, las demandas del Gobierno Francés, en su mayoría notoriamente absurdas: con motivo de un tumul to fueron rotos unos cuantos vidrios en la t ienda de un francés, y por ello re-clamó de indemnización dos mil quinientos pesos; otro de los recla-mantes era un pastelero, que, por la destrucción ó violento consumo de algunos pasteles por una par t ida de soldados hambrientos com-prometidos en los disturbios civiles, presentó un cargo que llegaba nada menos que á la suma de veinte mil pesos; otro tercero, exigía treinta mil por habérsele decomisado t reinta barras de plata en el ac-to de ponerlas en Mazatlán á bordo de un buque, estando prohibi-da absolutamente su extracción por una ley, á no ser en el caso de especial permiso.

Esas demandas pueden servir como muestra de la mayor par te de las presentadas por los franceses, hasta la suma de seiscientos mil pesos, con más la exigencia de la degradación y castigo de varios al-tos funcionarios, generales, jueces, etc. , y cien otras ventajas que po-

nían á los franceses en mej or condición que á los mismos mexicanos. Esa demanda de d inero e r a tanto más excesiva, cuanto que todo el

mundo sabía los escasos arbitrios de los aventureros y negociantes franceses que marchaban á países ext ranjeros con sus insignificantes pacotillas, cuyo valor l legaba apenas á algunos cientos ó miles de francos. E n esa época el comercio de exportación de Francia para Mé-xico, apenas alcanzaba á siete millones de francos; ¿cómo no había de ser absurda la reclamación de tres millones, por sólo el concepto de perjuicios?

Pero como sin injusticias no habría guerras, Francia insistió en la suya, y obrando con felonía en 27 de Noviembre atacó la fortaleza de Ulúa y se hizo dueña del castillo, y en 5 de Diciembre sorprendió al puer to y ciudad de Veracruz, y sus fuerzas de desembarco se reti-raron á sus buques, - l levando prisionero al Gral. Arista, y dejando mal herido á D. Antonio Eópez de San ta -Anna , á quien un cañona-zo causó la pérdida de la pierna izquierda, que fué necesario ampu-tar le más abajo de la rodilla. Como no se supo aprovechar el patriotis-mo de los unos, y el Gobierno nacional se vió combatido aun en esos instantes supremos por revolucionarios poco dignos del nombre de mexicanos, nada mejor pudo hacerse que aceptar los buenos oficios del enviado inglés, Mr . Pakenham, para dar solución al conflicto, so-metiéndose con pocos cambios á las exigencias de Francia.

E n El Recreo de las Familias, semanario de l i teratura, editado por la casa de Galván en 1837 Y x838, y muer to á los pocos meses por falta de suscritores, encuéntranse noticias de nuestros teatros en esos años desgraciadísimos. Fuentes , Salgado, Palomera, la Dubreville, la Platero y los cada día más adelantados Soledad Cordero y Anto-nio Castro, compartían con for tuna escasa los aplausos y las entra-das de reducido público. Angelo, tirano de Padua; El hombre gordo, de Bretón; Marino Faliero, El tirarlo como cualquiera, parodia de An-gelo, y otras obras con las cuales se procuraba ó conmover hasta el horror ó divertir hasta no tenerse de risa, formaron el repertorio de la temporadá en el ramo de verso.

Ea Albini , la Césari, la Passi, y Galli, Santi , Mussati y el distin-guido J u a n Bautista Montresor, que vino en refuerzo de la Compa-ñ ía de Opera, mantenían ésta con no menores dificultades que los ar-t istas dramáticos la suya .

Ese cuadro lírico puso, entre otras obras, en escena El Cruzado en Egipto, ópera que á los redactores del Recreo pareció bellísima, inme-jorables los t rajes , buenas las decoraciones y magnífico el desempe-ño . Al repetirse la obra, hiciéronsele a lgunas supresiones en las es-cenas más largas, "pe ro el público se enojó con aquella prudencia, habla el citado periódico, y un magnífico concierto de palmadas, gri-tos, palos, chiflidos y patadas, regaló por a lgún t iempo los oídos de los filarmónicos. E l coro era el que t raba jaba en aquel lance fatal, y como el público observase que la ópera continuaba sin hacérsele caso,

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comenzó á entonar la voz, y bien pronto se acompañó con el coro, y no se escuchaba ya más que un bramido espantoso y pausado como el que produciría un volcán poco antes de reventar .

" N o gustándole al coro el acompañamiento, se retiró de la escena quedándose uno de sus respetables miembros para arengar al pueblo, á quien dirigió la empanada siguiente: " U n a palabra .—Porque so-" m o s americanos se nos trata así: grac ias ." Y dió la vuelta ponién-dose el turbante , que á la sazón tenía en la mano. Al público no le gustó la arenga, y la chifló como era de esperarse, y algunos grita-ron que llevaran al orador á la cárcel, y era, en verdad, la medida más prudente: el público fué insultado por un hombre sin mérito ar-tístico que le recomendara, por un hombre que ta l vez venía de la ta-berna y en ella se a rmó de atrevimiento y de insolencia; tampoco se trataba de mexicanos y extranjeros, sino de que se representara la ópera completa; por consiguiente, el orador se apeó por el rabo.

Si esto acontecía en el primer teatro, en el Tea t ro Principal, figú-rense los lectores qué ocurriría en el Provisional ó de los Gallos, en-tregado entonces á compañías de medio pelo. Vuelvo á copiar escri-tos de los redactores del Recreo. T ra ta de su asistencia á ese teatro. "Aquel lo parecía un teatro y era de forma circular; en el patio había mucha gente de todas calidades y condiciones; j u n t o á una capa una frazada; j u n t o de un frac una.camisa; j u n t o de un pantalón de paño un calzón de manta; j u n t o de un tápalo de seda un rebozo de lana. E n los palcos se veía lo mismo, y en lo que se puede l lamar la cazuela, una piña de cabezas tan compactas como un empedrado. No viéndo-se más que las cabezas, imposible me era reconocer de pronto á qué sexo pertenecían; pero al cabo observé que era un revoltillo de hom-bres y mujeres.—¡Oh! exclamé para mis adentros, esto es lo que se llama vivir con libertad y sin ceremonia; aquí deberán ser las gentes muy sencillas, muy inocentes, m u y puras: no ha llegado hasta estos lugares el aire corruptor de la malicia humana ; la candidez debe rei-nar en los diversos corazones que pertenecen á esta mul t i tud de ca-bezas que veo y otras que no distingo; si fuera lo contrario, ya la policía hubiera puesto remedio.

"Chil ló un violín y empezó á bramar el teatro; cada espectador te-nía un .palo, ó cuando más dos: á mi lado estaba un hombre que gritaba, pateaba, y azotaba dos garrotes sobre la banca, como si to-cara un tambor . Me levanté despavorido, no sin recibir al paso mu-chos pisotones y palos. Me creí libre al fin y fuera de peligro, cuan-do sonaron dos silbatos en mis oídos. Corrí á otro lado, me senté, y lanzó uno tras de mí tan estrepitosa carcajada que me hizo estreme-cer. Arrojé un suspiro; levanté el cuello de mi capa y sumí la cabe-za como un armadillo. Me sentí algo mejor en aquella postura, pero mi capa padeció bastante, porque resultó escupida, empapada en

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pulque por unas partes, y por otra taladrada con los cigarros encen-didos que caían sobre ella.

" L e v á n t a s e el telón y da principio el drama; es Angelo, tirano de Padua ¡Oh Víctor H u g o infeliz! Si hubieras visto, como yo, á tUxhijo aporreado, estropeado, derrengado, asesinado, despedazado, cuál hubiera sido tu dolor, tu angust ia , tu desesperación!

" E r a s e de ver allí un Homodei con una pierna no buena, vestido de turco y con cachucha: un Angelo, una Tisbe, una Catalina, que no hay más que pedir; un Rodolfo ¡ah! un Rodolfo que se dispara-ba más que sus compañeros, que agachaba la cabeza y embestía co-mo un toro á Tisbe, hablándole as í :—"¿ Y me lo decís á mí? Vos mis-" m a acabáis de decírmelo, y aun creo que con jatancia."

" T o d o s allí corregían al autor á su antojo, embrollando el diálogo, diciendo, en fin, lo que á las mientes se les venía, y aun creo que con jatancia. Con gri tar , levantar las manos y los ojos al cielo, ó más bien á un mal tejado guarnecido de petates, ya se creían, sin duda, unos Prieto ó unos Máiquez. Duran te la representación y principal-mente cuando Catalina y Rodolfo se figuraban solos, salía un hom-bre á recoger ya una gui tarra , ya una vela, etc. Aquello fué sólo pa-ra visto.

" L o s espectadores, duran te la representación, estuvieron apalean-do los bancos y riendo incesantemente: el estruendo aumentó des-pués de concluida la pieza: se levantó el telón y aparecieron, para ser aplaudidos, todos los actores, hasta Anafesto Galeoja, que ape-nas había hablado dos palabras en el drama. E l telón volvió á caer y el estruendo no cesaba; chiflidos, patadas, gritos, manotadas, pa-los, cuantos recursos puede inventar el hombre para dejar sordo á su semejante, otros tantos se pusieron en práctica. Volvió á levantarse el telón y volvió la celebérrima Compañía á presentarse: el bramido de la tempestad, el del mar, el de u n volcán vomitando lavas, fue-ron nada en comparación de aquello. Entonces vi que los hombres aplauden silbando y ríen con el terrible Angelo: quizás llorarán con El médico á palos: quizás se calentarán á la sombra y se refrescarán al sol; reirán con un entierro y l lorarán con un baile, se pondrán el sombrero en los pies y los zapatos en la cabeza.—La función conclu-yó con el anuncio de la próxima, con un majadero bailecillo y con la borrasca susodicha ."

Tales eran en aquel entonces los espectáculos que ofrecía y el es-tado que guardaba el teatro de los Gallos ó de la calle de las Moras, inaugurado, según dije á su tiempo, el 9 de Octubre de 1822, por el famoso Luciano Cortés. Lo m u y provisional de las obras materiales ejecutadas en ese local, hizo que fuera necesario reconstruirle en Ma-yo de 1825, y así reformado, le estrenó el aplaudido cantante Andrés Castillo. Después, en 29 de Jun io de 1827, el que fué ant iguo palen-

que de Gallos, se vió honrado con la presencia del m u y insigne tenor Manuel García, y más tarde su mala situación por su lejanía del cen-tro, fué causa de que el público dejara de concurrir á su sala, buena únicamente para compañías como la que nos describe el cronista de El Recreo. Nuevamente y andando el t iempo, el Tea t ro de los Gallos se levantó de su miseria, y, según pronto diremos, albergó á la m u y dist inguida Castellán, y á Mariquita Cañete, y otra vez más descen-dió á verse ocupado por compañías pésimas y poco cultos espectácu-los, y como ya dije también, vino á desaparecer en un incendio que se debió á la inflamada esponja de un globo. Ese incendio del Tea t ro de los Gallos, ocurrió poco antes del medio día del viernes i ? de No-viembre de 1844, según se lee en el Diarto Oficial del Gobierno de Mé-xico, correspondiente al sábado 2 del mismo Noviembre de aquel año; en ese periódico se publicó el par te que el Gral. D. Joaquín Rangel elevó á la autoridad superior, dándole noticia de las disposiciones que tomó para impedir que el fuego se comunicase á las casas vecinas al teatro, ya que fué totalmente imposible evitar que el incendio redu-jese á pavezas aquel coliseo que permaneció consagrado á espectácu-los teatrales casi veintidós años.

Ea Compañía de Opera y el maestro Lauro Rossi tuvieron un gran t r iunfo con la ópera nueva, con letra castellana y música del susodi-cho maestro, La casa deshabitada. " M u c h o s placeres hemos disfru-tado con esa ópera, dice un cronista. Poseemos un hábi l maestro que ha acertado con la cuerda de los mexicanos en lo serio como en lo bufo. Los que lloran con Juana Shore han reído de buena gana con Doña Sinforosa, y México se complace de ser el teatro de la gloria del maestro Rossi.

" E l asunto ha sido m u y bien escogido, pues se trata de un hom-bre que se vale de la credulidad de las gentes para que se abandone u n a casa que le interesa conservar inhabi tada. La música, perfecta-mente acomodada al género, t iene una t ravesura, una ligereza, una gracia que encantan y se sostienen en todo el cuerpo de la obra. E l primer cuarteto es magnífico, y aunque se dice que t iene semejanza con otras piezas que ya conocemos del maestro Rossi, es porque obe-dece á su modo y carácter propios. E l público pidió que se presen-tase el Sr. Rossi sobre la escena para aplaudirle y darle las gracias.

" E n la ejecución no hay que notar si no es la perfección con que á porfía ha sido desempeñada la obra, y lo que es más, la habilidad de hacerlo en un idioma que no es el propio de los artistas que tra-bajaron. Galli, el mejor bufo que se ha conocido", es el alma de esta clase de composiciones que morirán con él, como murieron otras con García, y como con Ta ima la t ragedia francesa. La Sra . Albini ca-racteriza su papel á maravilla, así en su t ra je como en su par te tea-t ra l . E l j i lguero Mussati canta la primera aria con la flexibilidad,

gusto y seguridad de entonaciones que se pudieran pedir á un cla-rinete. La amable Passi estuvo magnífica: ¡qué expresión de fisono-mía! ¡qué tal le tan esbelto! ¡qué gallardía para llevar y manejar aquel t raje! ¡qué gracia, qué coquetería, qué finura en todo! Era siem-pre Amina, aquella Amina que hizo llorar á México de emoción, y que no podrá ser reemplazada por nadie en ese papel . ' '

Y es cuanto creo necesario decir, pues extenderme más equival-dría á estar repitiendo los t í tulos de óperas y de comedias ya varias veces citadas, y los de los art istas de uno y otro cuadro, que pronto iban á desmembrarse con la separación de la Dubreville y de Salga-do, con la marcha de Galli para Europa y con la de la Albini para la Habana . La Passi vino al fin á ser esposa de Patiño, explicándose así sus preferencias por esa artista, causa de los disgustos de que á su t iempo di razón.

Verdad es que entonces esa clase de zambras eran de uso común y corriente: hablé ya de las del Tea t ro de los Gallos, y algo dije de las del Principal; pero n inguna de ellas fué úl t ima. E n el Recreo, tantas veces citado, hallo la descripción de uno de esos motines ocurrido en el Ant iguo Coliseo, por Diciembre de 1837, al representarse la paro-dia de Angelo, con el t í tulo de Un tirano como cualquiera.

" A p e n a s principiaba la comedia hubo en el patio su ruido, pero sordo: cayó el telón y cada uno calificó el primer acto como su gana se le dió. Al segundo ya hubo gestos, y se marcaron algunos resor-tes de conspiración contra la comedia. Principió el tercer acto, y al llegar á la escena en que el T i rano envenena á su esposa, se oyó un chiflido, luego otro, luego golpes descompasados, y en fin, una voz terrible que dijo: ¡abajo el telón!

" Y como los chiflidos, los golpes y los gritos cont inuaban, tuvie-ron los actores que callarse, y los mites que bajar el telón. Sin em-bargo, siguieron los gritos; unos decían: " que siga la comedia,;" otros "no, no;" a lgunos pidieron un saínete, otros su dinero, hasta que le-vantado el telón y calmado el bullicio, dijo el Tirano con tono muy afa-ble: "Señores , se ha preguntado al señor juez de Teatro , qué es lo que se debe hacer, y nos ha dicho que de su orden se continúe la come-dia. ¿Qué hacemos?" Entonces redoblaron los gritos de: "abajo el telón" "no queremos esa comedia" "que nos echen un saínete" y no sé cuántas cosas más. Lo cierto es que cayó el telón para no volverse á levantar .

" P e r o el bullicio continuó, aunque de cuando en cuando'había in-tervalos de profundo silencio; luego, repentinamente, crugió el cielo, temblaba la t ierra, silbaba el viento y resonaba|con estrépito el rayo de la mofa. Concluyó esta escena, con un múdese cada uno á su casa, pues el director mandó que se apagasen las luces, y se fuesen los ac-tores en compañía del púb l ico . "

De un artículo descriptivo, también publicado en el Recreo, tomo los siguientes detalles del modo de ser del público y del Tea t ro en 1837 y 38.

" A la entrada del teatro se forman dos hileras de ociosos para ver pasar á las gentes, y hacer de ellas anatomía comparada y descripti-va. Si en el infierno se murmurara , debían nuestros ociosos ir á po-ner cátedra en él, y sin duda saldrían airosos. J u n t o á mí estaban dos pisaverdes charlando ¡Qué lenguas las suyas, gran D i o s ! . . . . po-dían apostarlas con la más afamada verdulera, y puedo asegurar sin temor de equivocarme, que eran los más moderados.

" C u a n d o me resolví á entrar , no poco t raba jo me costó encontrar un asiento, pues aun cuando había muchos desocupados, tenía yo que andar errando á merced del acomodador que no me dejaba sen-tar en n inguno, á no ser en el anfiteatro, porque, según decía, todos los de la luneta eran de sujetos abonados. Resuelto en un principio á salirme, varié de resolución y decidí quedarme, y en consecuencia l lamé con fuerte voz repetidas veces al acomodador, que estaba á la sazón con seis cojines sobre la cabeza, para alquilarlos al primero que los necesitara, y después de gran t iempo se fué acercando á mí con pasos lentos, y poniéndome cara de condenado ó de sepulturero, que es peor.

— " ¿Será posible — le d i j e — q u e no haya un asiento para mí? — " Y a le he dicho á vd. que no — me respondió con voz y cefio

de superior. "Paciencia y barajar , me dije, y poniéndole en la mano una pro-

pina todo se me facilitó. — " ¿ P o r dónde quiere vd. su asiento? — me preguntó el acomo-

dador con halagüeño semblante. — " L o más cerca posible. —' 'E l caso es que tengo dados unos y abonados otros pero no falta-

rá y dicho y hecho, me dió uno de los mejores. Como los asien-tos no están numerados ni son fijos más que para los abonados, quien toma una luneta tiene que gratificar al acomodador, si quiere estar bien colocado.

" E s t a n d o en esta fat iga, oí un estruendo horrible y á continuación sentí algo que se desprendía sobre mí; el ruido lo producía el público, dando palos, palmadas, puntapiés, gri tos y chiflidos, y lo que cayó sobre mí eran anises de dulce, arvejones y confites que arrojaban de las localidades altas, por ser las carnestolendas de 1838; al mismo tiempo, y por igual motivo, se estrellaron sobre mí dos ó tres casca-rones rellenos de har ina y papelitos de colores, que mancharon to-do mi t ra je; hube de consolarme con ver que á todos los demás concu-rrentes les pasaba lo mismo.

" D e pronto se oyeron los golpes de los t imbales y comenzó la

obertura, que apenas se oía por el interminable habladero de los con-currentes, el cual iba aumentando conforme llegaba más gente. Le-vantaron el telón y la representación dió principio, pero no fué posi-ble enterarse de ella. E l Tea t ro Principal es una gran tertulia adonde se va por tono y no por gozar del espectáculo, por consiguiente, la etiqueta exige entrar lo más tarde que se pueda y haciendo ruido para llamar la atención. Una parte de los asistentes comienza por indagar la vida y milagros de la par te pacífica; luego que levantan el telón se sigue con la de los cómicos, conforme van saliendo á las ta-blas, y concluyen por despedazarse á sí mismos.

" Algunos de los que no quitan créditos, se entretienen con sus ne-gocios particulares, en hablar de política, en noticiar las ocurrencias del día, en valorizar los t ra jes de las señoras y de los cómicos, en apuntar sus anteojos, sirviéndoles de respaldo el infeliz que está á su lado, en quien se recargan para poder dirigir bien y con descanso su telescopio de dos cañones.

" J u n t o á mí estaba un francés elogiando á gri tos la ópera, y pal-moteando, y pateando y gesticulando sin cesar; otro individuo nos enflautó también en voz alta, el a rgumento de la ópera con todos sus pelos y señales, al mismo tiempo que un otro estaba delante de mí leyendo á voz en cuello un programa á su compañera. Todo, en fin, se oía, menos la música de la ópera.

" Inesperadamente un individuo de un palco, que para ver mejor estaba de pie sobre una silla y apoyado en los hombros del que tenía delante, perdió el equilibrio y salió disparado sobre la orquesta, rom-piendo un bajo, t res violines y dos trompas. E l público se alarmó creyendo se t ra taba de un pleito ó riña, que eran frecuentísimos, ó de un pronunciamiento, que eran el pan de cada día. Algunos, ó por miedo ó por chiste, gr i taron: ¡Fuego! ¡Fuego! y toda la gente se le-vantó, todos querían salir á la vez; los muchachos chillaban, las mu-je res y todos estábamos pálidos como cadáveres.

" ¡ Q u é estrépito! ¡qué movimiento! Unos saltaban á los palcos ó á las tablas para salvarse más pronto; otros, dejando los sombre-ros y las capas, se hacían lugar á codazos y puñadas; una señora cla-maba por su hi jo; otra por su marido; aquélla por su padre, y las puertas, pequeñas, m u y pequeñas, apenas daban salida á una per-sona.

" A l salir á la calle, la escena era otra. E l Gobierno, que siempre vivía alarmado, había tenido noticia del escándalo, y temeroso de que envolviese un fin político, había enviado cantidad de tropas; los sol-dados daban cañonazos á diestro y siniestro; los coches se atrepella-ban unos á otros, y por todas partes las gentes corrían gri tando: ¡Re-volución! ¡Revolución! haciendo cundir el miedo y el espanto hasta los barrios extremos de la ciudad "

E . H T . — T . I .—46

- E l humorístico articulista no exageraba gran cosa en su cuadro de costumbres de ese tiempo. Más de una vez aconteció algo muy se-mejante .

CAPITULO XVI

1839.—1840.

Con la perspectiva del pago de una fuer te indemnización de gue-rra y con el Erar io en bancarrota, poco podía hacer el Gobierno de D. Anastasio Bustamante para atender como era debido al heroico ejército mexicano, cuya historia, que aun está por escribir, si por al-guien fuese hecha, asombraría al mundo, no ya como crónica mili-tar sino como anales de martirio. Ea miseria y abandono de nues-tros soldados, valientes como el que más y cual n inguno humildes y sumisos, movieron á piedad el corazón de la sociedad civil y un nu-meroso grupo de damas y caballeros dist inguidos acudió en su auxi -lio, organizando diferentes funciones con cuyos productos se atendie-se al alivio de los heroicos necesitados.

En t r e esas funciones fué bril lantísimo el concierto que en i? de Fe-brero de 1829 y en el Teatro Principal, á favor de los hospitales de sangre, organizó una J u n t a cuya representación llevaron las Sras. D? María Euisa Vicario de Moreno, D* Juana Castilla de Gorostiza, D a Agus t ina Bonüla de Tornel , D? Ana Bringas de Mangino, D? Pi-lar Tovar de Audrade y D? E i n a F a g o a g a de Escandón. Fueron di-rectores de la parte musical D. José María Chávez y D. J u a n Nepo-muceno Retes, y la función produjo más de tres mil quinientos pe-sos utilizándose á favor de los heridos casi dos mil novecientos. Eos palcos se vendieron á veintidós pesos, la luneta, á tres y los asientos de galería, que en esa noche fueron ocupados por concurrentes tan distinguidos como los de las localidades bajas , costaron dos pesos y dieron un producto de cuatrocientos seis.

La misma J u n t a ofreció al público en el mismo teatro y en 3 de Mar-zo, la ópera Capuletosy Montequios, desempeñada por part iculares afi-cionados á la música, con el deseado éxito material , y con el más ex-traordinario lucimiento para los improvisados art istas.

Bien es verdad que el cultivo de la música venía haciendo notables progresos en los últ imos años. E n el de 1838, los profesores D. Joa-quín Beristáin y D. Agust ín Caballero, habían formado una Acade-

mia que pronto hizo rápidos adelantos, tan rápidos y tan brillantes, que menos de un año después, el 17 de Jul io de 1839, sus alumnos pu-dieron cantar en uno de los salones del edificio de la an t igua Inqui -sición la Sonámbula de Bellini. La Sra. Lizaliturri desempeñó con perfección la parte de la protagonista, mereciendo al poeta I . G. el siguiente soueto en su elogio:

" A l elevar t u acento de armonía mi pecho te escuchaba enternecido; de tus vivos afectos conmovido palpitaba veloz, veloz latía.

" T u dolor, tu placer, mi alma sentía, y en un sueño también me crei dormido, cuando de tu entusiasmo poseído casi maquinalmente te aplaudía.

" P a r a el que la Sonámbula ha escuchado de tu escénica acción y voz preciosa tal ha sido el poder, tal el encanto,

"E l ina , que se veia t ransportado á la mansión etérea, deliciosa, con las ondulaciones de t u canto. '

E n 17 de Agosto se repitió el concierto de i ? d e Febrero, dedicán-dose sus productos al piadoso Establecimiento de la Cuna, que en-tonces regía una J u n t a formada por las Sras. D i María Luisa Vica-rio de Moreno, D:> Manuela Rangel de Flores y D? María Josefa Ro-dríguez de Uluapa.

E n ese tiempo el bello sexo mexicano daba frecuentes ejemplos de filantropía, de ta lento y de ilustración, no faltando en él distingui-das cultivadoras de las letras, como la Srita. Rosario Bossero, auto-ra de una novela que, con el t í tulo de Amor Filial, publicó en 1839 la colección de autores mexicanos impresa por Cumplido con el nom-bre de La Guirnalda.

E n la suma pobreza á que habían llegado las cajas federal y mu-nicipal, fué necesario ocurrir á funciones de teatro y toros para dis-poner de fondos con que hacer los gastos de las festividades del 15 y 16 de Setiembre. " E n razón de las notorias escaseces del erario y de la penuria general — decía el Diario del Gobierno—el pensamiento ha sido muy feliz, pues sin él, esos preciosos recuerdos de la grandiosa obra de nuestra independencia, no se perpetuarían con la solemnidad que otros a ñ o s . " Al efecto, los Sres. José María I turralde, Alejan-dro Ihary , Antonio de Icaza y Luis G. Chávarri , individuos de la J u n t a Patriótica, dispusieron para el sábado 31 de Agosto, y en el

Teat ro Principal,"la siguiente función: "Ober tu ra por la orquesta: el marcial dúo de la ópera Belisario, de Donizetti, nuevo en este tea-tro, cantado por los Sres. Sissa y Spontini : primer acto de la comedia La mujer de un artista: magnífico rondó de la ópera antes citada, por la Sra . Majocchi, con acompañamiento deco ros de ambos sexos, y con todo el aparato que exige su interesante argumento: graciosa Ober-tu ra que precederá á u n recreo de majos, desempeñado por las Sri tas. Jesús Moctezuma y Soledad Sevilla, y los Sres. Antonio Castañeda y Tomás Maldonado: acto continuo se ejecutará, por las Sritas. Au-rora y Joaquina Pautret , el sonecito español el Jaleo, compuesto por Andrés Pautre t ; aplaudido dúo de la ópera Los Normandos de París, por la Sra. Majoccbi y el Sr. Spontini, te rminando el todo de la fun-ción con el segundo acto de la comedia ya anunciada: las piezas de canto serán desempeñadas con los t ra jes y aparato correspondientes.

E l programa de la función de toros fué el que sigue: "Domingo 1? de Setiembre. Tan luego como se presente S. E . el señor Presi-dente , las músicas de los regimientos lo saludarán, y á continuación se hará el despejo del circo por la compañía de Granaderos del Ba-tallón del Comercio: siete toros escogidos de las razas de Huaracha y Thahuipi lpa, al ternándose la corrida con las diversiones siguien-tes: un globo adornado con las armas nacionales y los retratos de los héroes Hidalgo é I turbide: en su elevación hará una salva de bom-bas, y al mismo tiempo arrojará porción de pájaros y obleas que for-marán una hermosa vista: un toro j ineteado por Ignacio Chávez: el salto que ejecutará Marcelino Salceda, y por fin de fiesta, la pantomima de Los mecos, en laque se lidiará un toro embolado, picándolo en ca-ballos en pelo y dándole muerte con u n a macana de f u e g o . "

Uno y otro espectáculo dieron el resultado apetecido, y las fiestas patrióticas del 16, en que el Ministro de Relaciones D . J u a n de Dios Cañedo pronunció el discurso oficial, terminaron con la representa-ción, en el Principal, del drama histórico en cinco actos traducido del francés, El Gondolero, adornado con el aparato teatral que le co-rresponde.

E l viernes 27 de Setiembre se celebró, entre otros festejos, con el que reza el s iguiente programa: ' 'P laza de T o r o s . — E n jus ta cele-br idad de la entrada del Ejérci to Tr igaran te á esta Capital, con que f u é consumada la grandiosa obra de nuest ra independencia, la em-presa ha dispuesto una sobresaliente función para la tarde de este día, del modo siguiente: Euego que llegue el Excmo . Señor Presi-den te y haga la tropa el despejo, se presentará el Triunfo de la Inde-pendencia: un grupo de españoles traerá cautiva la América, y vista por los mexicanos procurarán librarla, empeñándose unos y otros en u n a vistosa lucha, sostenida por los españoles á caballo y los mexi-canos á pie, cada uno con los t ra jes y armas propios de su nación,

siendo el resultado la victoria de éstos contra aquellos, la l ibertad de la América y la unión de los guerreros.

" Concluido esto, la colocarán ambos en un hermoso caballo y la conducirán en t r iunfo por todo el círculo de la plaza, hasta ponerla en el centro, en cuya posición dará un salto sobre un pedestal de dos varas de altura, quedando el caballo en act i tud de estatua, tremolán-dose por ella el pabellón nacional. Acto continuo, se presentará un vistoso carro con el retrato del Señor Iturbide, adornado de una rá-faga, en el cual los guerreros de ambas naciones colocarán á la Amé-rica, acompañada de los genios de Eibertad, Independencia y Unión, y entre aquellos la conducirán por toda la plaza, esparciendo octa-vas alusivas, retirándose todo este aparato al son de una marcha mi-l i t a r .—Un toro t igre lidiará con los mexicanos que se separarán del grupo anterior, picándolo en caballos en pelo y dándole muerte con una macana de fuego. Seis toros serán lidiados por la Compañía, y en el intermedio, vistosos equilibrios, que ejecutará el c iudanano Ig-nacio Osornio, con dos n iñas de nueve á diez a ñ o s . "

Ultimo espectáculo notable del año de 1839, que no tuvo comple-tas ni Compañía de Verso, ni Compañía de Opera, fué la instalación solemne, en un salón del Colegio de Minería, de la Gran Sociedad Filarmónica, fundada en 15 de Diciembre por el profesor D. José An-tonio Gómez, quien pronunció un discurso en el cual, entre otras co-sas, dijo: "Observando yo por la historia, por la inducción y por la experiencia, que el carácter dulce del pueblo mexicano le hace el más apto para la adquisición y cultivo de las bellas artes como de las be-llas letras, hasta el punto de que podrá llegar á no necesitar de otro a lgún pueblo y á rivalizar con todos los demás, y siendo, por últi-mo, constante, que menos prometía y menos importancia tuvo en su principio el Conservatorio de Madrid, concebí el proyecto de reali-zar este pensamiento sobre escala más extensa "

E n el mismo acto el joven D. Alejandro Gómez recitó una oda, de la que tomo los versos que en seguida van:

" S u b l i m e inspiración, t iempla mi lira, hincha mi pecho de entusiasmo ardiente, y tu canto robusto y elocuente concédeme esta v e z . . . .

" ¡Música celestial! ¿quién desconoce tu hechicero poder? . . . ¿Habrá queja más t ierna y dolorida que tu queja infeliz, Norma engañada? Miradla, delirante y conturbada cabe á los hi jos del amor violado;

ved al rival que sus delicias era, lleva el engaño en el semblante impreso; escuchad los sollozos de Oro veso al conducir la víctima á la hoguera .

' ' Mas ¿quién canta tan plácido y festivo? Ved á Fígaro allí, loco, contento, con sus cantares abrumando al viento. ¡Cuán ingenuo! ¡qué vivo! Su vida nos relata, su casa nos re t ra ta , en placer nos aniega, con la música juega , en tonos seductores sabemos sus amores, y el público embebido está ufano al mirarle complacido

Quien algo conozca la Histor ia de México, no encontrará ex t raña t an ta pobreza de espectáculos en 1839. La impía é in jus ta guerra, que, apoyada en su fuerza y en nuest ra debilidad, nos t ra jo la Fran-cia, concluyó con los recursos nacionales y con el prestigio del Go-bierno, batido á la vista del francés por numerosos y poco patrióticos pronunciamientos, que llegaron á hacer preciso que el mismo Presi-dente D. Anastasio Bustamante tomase el mando del Ejérci to , de-j ando en su lugar como interino á D. Antonio López de S a n t a - A n n a rehabili tado de los fracasos de Texas , ante la movilidad de senti-mientos de sus compatriotas, por su herida del 5 de Diciembre an-terior en el muelle de Veracruz. Más afor tunado y mejor sostenido Baudin que Barradas, el Almirante francés impuso á nuestros ple-nipotenciarios el inicuo tratado de paz de 9 de Marzo, no entregó Ulúa sino hasta el 7 de Abril y no zarpó de Veracruz sino en 29 del mis-mo, cuando h u b o recibido par te de los seiscientos mil pesos de in-demnización y asegurádose de que no dejaría de satisfacérsele el res-to . La injusticia con que México fué entonces t ratado por la Francia, no quedó compensada con el ridículo nombre de la guerra de los pasteles que se dió á esa página nada envidiable de la historia de esa nación.

E n ese año de penas y amarguras , la Capital se estremeció con el escándalo del descubrimiento de la formidable banda de ladrones que tenía acosada á media República, bajo la dirección nada menos que de un Coronel del Ejérci to , el desventurado D. Juan Yáñez, que, descubierto, aprehendido y sentenciado á muerte , se libró de haber salido vivo al cadalso degollándose con una nava ja de barba en su calabozo de la ex-Inquis ic ión el 13 de Jul io. La revolución contra el

sistema central sufrió rudo golpe en Acajete el 3 de Mayo con la vic-toria por S a n t a - A n n a obtenida sobre las tropas de D. José Urrea y D. Antonio Mejía, que allí fué fusilado; pero sin ser completamente dominada en otros puntos, al de estallar en México estuvo en 23 de Noviembre, y aunque sofocada entonces quedó no domeñada y la-ten te para 1840; en él volvió á levantar la cabeza acaudillada enton-ces por Urrea y Gómez Farías, quienes echaron toda suerte de ca-lamidades sobre los pacíficos é indefensos vecinos, en las luctuosas jo rnadas del 15 al 26 de Julio, en que de nuevo salió vencedor D. Anastasio Bustamante, para ser definit ivamente vencido en 1841.

E n el de 1840, la primera diversión notable, fué un baile de t ra jes dado en el Tea t ro Principal el 8 de Enero por la Jun ta de Beneficen-cia, á favor del Hospicio de Pobres. La Comisión la constituían D. Mariano Domínguez, Mr. Erven C. Makintosh y D. Diego Ramón Somera: éste cedió á los pobres asilados el producto del consumo de helados, licores y cenas que hicieren los concurrentes, los cuales pre-cisamente habían de ser personas conocidas y honorables, y de pagar diez pesos por sus boletos: las señoras concurrirían gratis y por invi-tación personal é intransferible.

Con tales precauciones, y á influjo de la novedad, el éxi to del bai-le fué tan bueno como era de desearse, y excusado parece decir cuán-to sería el lu jo que desplegó en él nuest ra elegante sociedad, esplén-dida como la que más, y por ese tiempo m u y unida y bien dispuesta á reunirse siempre que la ocasión se le ofrecía.

Más tarde fué cuando se pronunciaron en ella la división y los odios, llevados éstos á un indecible ext remo de exageración. Por entonces, y cuando no la afligía alguna calamidad, en cuyo caso toda á la vez se ret iraba como una sola familia poniendo en bancarrota á cual-quier empresa, la sociedad mexicana á todo concurría y lo embelle-cía todo.

Así lo hizo en el gran concierto que la Sociedad Filarmónica de D. José Antonio Gómez dió el sábado 1? de Febrero con arreglo á este programa: " F a n t a s í a de piano y violín, de Rumet , por la niña Mer-cedes Agestas; Cavatina de Sonámbula por la niña Josefa Cordero; Aria de Semíramis por la Srita. María de Jesús Lombardini , coreada por los Sres. Ja ime Simpsou, Mart ín Miguel Azparren, José Castro, Agust ín Sebet, Jorge Iñarra , Tomás Murphi, Juan Tamariz , Manuel Muguiro , José Carrascosa y José María Tamariz; Fantas ía de piano y trompa, de Gallai, por la Srita. Angela Yáñez; Aria de la Opera Amelia, de Rossi, por la Srita. Dolores Mozo; Variaciones para pia-no, de Hun te r , por la Srita. Lombardini ; Casta Diva, de Norma,-por la Sri ta . Bonilla, coreada por las Sritas. Cayetana Agestas, Josefa Piña, Bonilla, Josefa Cordero, Concepción Arellano, Mercedes Ages-tas, María Lombardini, Dolores Mozo, Bárbara OrtiZ, Angela Yáñez,

María Eoreto Aguir re y Villaseñor, y los señores antes nombrados; Rondó, de Hunte r , por la Srita. Bárbara Ortiz; Aria de Lucía, por Alejandro Gómez, y Aria de Ana Bolena, por la Srita. Mercedes Ages-tas y coros ."

E n ese tiempo, la Sociedad Filarmónica y su Conservatorio, tenían al servicio de sus alumnos las siguientes cátedras: Solfeo, vocaliza-ción, canto, piano, violín, vihuela, clarinete, flauta y acompañamien-to: Escri tura inglesa y española, gótica, redonda, formación de ca-rátulas y modelos: Idiomas italiano, francés é inglés: Tenedur ía de Eibros, baile y esgrima: Dibujo natural , minia tura y aguada. Eos conciertos se verificaban reglamentar iamente los días i? y 15 de cada mes.

Sin extenderme á más que á simple cita, diré que en el Carnaval de ese año se dieron, por pr imera vez con carácter público, en el Tea t ro Principal, bailes de máscaras, tan bien concurridos, elegan-tes y ordenados, cuanto no lo son en la actualidad, y obtuvo boga grande en una casa de la 1? calle de San Francisco el gran panorama artístico formado por el pintor Calyó.

Allá por el mes de Julio, visitó nuestra Capital el insigne violinista, pianista y compositor Guillermo Vicente Wallace, profesor del Real Conservatorio de Eondres, Director de la Sociedad Anacreóntica de Dublín, y aplaudido concertista en los principales teatros europeos. Brillante pianista, se distinguió por su firme y á la vez delicada pul-sación, y por el ligado y picado más perfectos. " S u ejecución, dice uno de sus críticos, es rapidísima y hay momentos en que el oído apenas puede seguirle: t iene un singular t ino para saltar con suma presteza y con la misma mano dos, t res y más octavas; se complace en juga r con las fugas de Hendel l y Bach, y al presente es muy su-perior á Tha lbe rg y á E i sz t . " En t r e los conciertos que dió en Méxi-co, fué notabilísimo el del 4 de Noviembre en el Principal, según el programa que copio aquí: ' 'Primeraparte: obertura de Preciosa, de Weber , á g rande orquesta; Aria de Lucia por el Sr. Eeonardi; Varia-ciones brillantes para violín, de Mayseder, Wallace; Dúo de Belisa-rio, por los Sres. Avecilla y Eeonardi; Gran fantasía, de Paganini , ejecutada por Wallace sobre una sola cuerda, qu i tando todas las otras á su violín. Segunda parte: Obertura de la Muda de Pórtici, de Auber , por la orquesta; Aria de Roberto Devereux, de Donizetti , por el Sr . Eeonardi; Grandes variaciones para piano, sobre la marcha de Otelo, de Her tz , por Wallace; Dúo de Luciat por los Sres. Avecilla y Eeonar-di. A petición de varios aficionados á la música, el Sr. Wallace ejecu-tará por últ ima vez las aplaudidas variaciones de Paganini , para vio-lín con acompañamiento de orquesta, sobre el tema Nelcorpiu non mi sentó" A su tiempo veremos que el aprecio que Wallace se conquis-tó en México le hizo no abandonar la Capital duran te largos meses.

E n el de Set iembre se celebraron, con relativo esplendor, los ani-versarios patrióticos, que en ese t iempo se conmemoraban con misas de gracias en todas las parroquias, entre siete y nueve de la mañana del 16. A las nueve, el Presidente de la República y todos los fun-cionarios civiles y militares, asistían en la Catedral á un solemne Te Deum y á la misa cantada que celebraba de pontifical el l imo . Señor Arzobispo. De regreso en Palacio el Presidente era felicitado por to-das las autoridades y corporaciones, y de allí salía en comitiva para el templete levantado en la Alameda, para escuchar el discurso cívi-co; en 1840 pronunció ese discurso el Gral. D . José María Torne l . E n la tarde las músicas militares si tuábanse en los paseos públicos, y en la noche se i luminaban los edificios del gobierno y la mayoría de los particulares: seguíase la función de teatro, que en el año de que t ra tamos se dió en el Principal, estrenándose la comedia El mé-dico y la huérfana, y cantando una aria el Sr . Eeonardi . Por supues-to no fal taban los fuegos artificiales en la Plaza, á las ocho de la no-che, s iempre que el t iempo lo permitiera, que era pocas veces.

E n el aniversario del 27 se seguía un programa m u y semejante al del 16. E l discurso en la Alameda corrió en ese año á cargo del Co-ronel D. Manuel Micheltorena. E n ese día y en esa fiesta, fueron distribuidos por el Presidente Bustamante, en persona, los premios decretados por el Congreso, á las tropas que se mantuvieron fieles al Gobierno duran te los tr is tes días de la revolución de Jul io. Digamos algo de ella.

Poco después de la media noche del 14 de ese mes, el 5? Batallón de Infanter ía , el del Comercio de México y una porción de oficiales sueltos, sorprendiendo á la guardia de la ex-Inquis ic ión en cuyos ca-labozos se hallaba detenido D. José Urrea, puso á éste en l ibertad, y, con él al frente, apoderáronse, también por sorpresa, del Palacio Nacional, aprehendieron á D. Anastasio Bustamante , y corrieron á buscar á D. Valentín Gómez Farías, á quien colocaron al f rente del audaz movimiento.

Avisado el Gral . D. Gabriel Valencia, que se hallaba de tempora-da en Tacubaya , se trasladó rapidísimamente á la Ciudadela, y con fuerzas competentes se dirigió sobre el Palacio, despachando sus co-lumnas por las calles de las Rejas de Balvanera, San Pablo y Santa Teresa . E n los momentos de disponer así su ataque, se le presentó el Director del Colegio Militar D. Pedro García Conde con todos sus a lumnos, que con generoso impulso pedían se les permitiese tomar par te en la liberación del Presidente de la República. Valencia acce-dió á ello y tomando á sus inmediatas órdenes á los a lumnos de ma-yor edad, encomendó á los más pequeños la guardia y defensa de la Ciudadela.

Rudos combates fueron aquellos: los pronunciados habían formado E . H . T . — T . I . — 4 7

parapetos y barricadas en las bocacalles que afluían á la Plaza, y las tropas del Gobierno se vieron rechazadas con mucha pérdida, y les fué necesario romper á conveniente distancia fuego de cañón; acto continuo, fueron ocupadas por las tropas fieles y como puntos estra-tégicos, el Convento del Espír i tu Santo, la Profesa, las casas de la Condesa de Miravalle y de Mr. Moren, la Concepción, Santa Clara, San Francisco, Santa Isabel y el Hospi tal de Jesús .

La energía y decisión de Valencia, que no cesó de hacer fuego grueso sobre el Palacio, sin arredrarse por la idea de que en él se encontraba preso el Presidente, t an sereno éste ante sus aprehensores, que se negó á todo avenimiento con ellos ni aun en medio del peli-gro que corría, pues las balas de sus t ropas atravesaban los tabiques de la pieza que le servía de prisión, dieron por resultado que los pro-nunciados dejasen en libertad á Bustamante , ba jo la promesa de que les facilitaría una reconciliación.

Abier ta la serie de proposiciones de parlamento, ni Bustamante ni Valencia pudieron acceder á las exigencias de los revolucionarios y el fuego continuó duran te mortales días, hasta desconcertar á los re-beldes, á ta l grado, que no faltaron muchos de los más pusilánimes, que, según el par te de Valencia, ofrecieron á éste entregarle mania-tados á Urrea y á Far ías si se oponían á un pronto arreglo.

Por fin, á las 11 de la noche del 26, y en el edificio de la Gran So-ciedad, se celebro un convenio por el que las fuerzas pronunciadas se pusieron á disposición del Gobierno y dejaron el Palacio para ir á si tuarse en los puntos que se les designaron, para deponer las fratri-cidas armas.

A las 11 del lunes 27, el Presidente y sus Ministros, el General en jefe y su oficialidad y las demás autoridades, se dirigieron desde su cuartel general de San Agust ín á la Catedral, para asistir al Te Deum que cantó D. Manuel Posada y Garduño, primer Arzobispo mexica-no consagrado después de la Independencia, en 31 de Mayo de aquel año de 1840 i

"Causacompas ión , dijo el Diario del Gobierno, el estado del Pala-cio y de algunas de sus oficinas, especialmente el Ministerio de Re-laciones Exter iores y el Archivo General , que han sido destrozados, faltando del primero muchos objetos importantes, entre otros, los t ra-tados originales celebrados con a lgunas naciones ext ranjeras , lo que sólo pufede atribuirse á los sellos que los acompañaban y á los adornos de oro y plata que los guarnecían "

Las pérdidas materiales fueron grandes; los destrozos causados por la artillería del Gobierno en el Palacio, hicieron necesarias importan-tes reparaciones, y mientras éstas se llevaban á cabo, el Presidente y los altos funcionarios hubieron de alojarse provisionalmente en San Agus t ín .

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Numerosos edificios públicos y particulares, en especial los de la Plaza de Armas, sufrieron daños de consideración. Muchos particu-lares y ciudadanos pacíficos, fueron muertos por las balas que entre sí cruzaban los contendientes, y las familias carecieron aun de lo más indispensable para su sustento, ó lo pagaron á enormes precios, con-siguiéndolo con indecibles riesgos.

D. Carlos Bustamante computa en más de novecientas las víctimas de la revolución del 15 de Julio. "Encon t rá ronse , añade, no pocos cadáveres enterrados en los patios, callejones y caballerizas del Pa-lacio y aun en la Universidad, que despedían un pésimo olor. Tam-bién en las calles de Portacceli y Monterilla se encontraron cadáve-res comidos de perros; muchos de ellos se sepultaron en el cemente-rio de San A g u s t í n . "

Aquella sangrienta revolución inspiró á Guillermo Prieto la si-guiente oda:

" E r a la noche: en lóbrega tiniebla México sollozando se envolvía; N i una estrella en el al to firmamento, N i una voz, n i un sonido interrumpía La escena pavorosa De este drama tristísimo y sangriento.

"Le jana al Sur la tempestad rugía E n los cargados cielos; si su lumbre Lívida exhala el precursor del rayo Refleja en el semblante macilento, De la ciudad en llanto sumergida. E r a el dolor estúpido y profundo De la madre que envuelve con su manto Al hijo destrozado, moribundo.

"¿Y eras la misma, patr ia idolatrada, Que á la sombra de bélicos pendones,

. De tus ant iguos lazos libertada, T e acataron, señora, las naciones?

" E l buitre atroz de la ambición proterva Desgarra las entrañas de t u s hijos, Ludibrio vil de impúdica caterva Eres, patr ia adorada, patr ia mía, No la patria gallarda y opulenta Que en rico trono de diamantes y oro Se mostró t ras catástrofe sangrienta Vindicando su nombre y su decoro.

" E l fatídico silbo de las balas E r a el gemido de la paz que liuía. Y en el mismo lugar que respetaron Eos procónsules viles de los reyes, Destrozó la discordia aborrecida E l código sagrado de las leyes.

"¿Más sangre? ¿más horror? ¿Eos mexicanos De experiencia tristísima herederos, A u n esgrimen furiosos los aceros, Y los clavan riendo en sus hermanos?

" E a s caducas naciones, nuest ra lucha Ven más allá de los inmensos mares; Su compasión mentida es el sarcasmo A nuestros intensísimos pesares.

" ¿ H u y e s por siempre, paz idolatrada, De la cuna opulenta de Morelos? Con sangre de asesinos mancillada T u túnica se encuentra , virgen bella Del Septentrión. ¿De libertad la estrella Por siempre nos cubrió guerra ominosa?

"¿Y siempre nuestros sueños borrascosos Per turbarán el fratricida bronce, Y de muer te los l lantos pavorosos?

' '¿Siempre veremos en desiertas calles Como yo vi ¡qué horror! aun me parece Que lo tengo delante de los ojos?

" E r a un Valiente de membruda talla, Rostro marcial, marcial su continente: E r a su pecho intrépida muralla: Tiene el sello de honor sobre la f rente . A su lado y gimiendo de amargura Con ambas manos el semblante oculto, H u y e ver el cadáver insepulto Ea esposa que adoraba con te rnura : En t r e tan to los canes devorantes Del guerrero entre sí se disputaban Eos miembros p a l p i t a n t e s . . . . Por el suelo sangriento los llevaban

Medio cubiertos del marcial vestido, Y con gozo feroz los sacudían. ¡Qué horror! ¡qué horror! la esposa desdichada Es túp ida no mira aquella escena, Y no quise ver más, patr ia adorada.

" ¡Ay! de los que vertieron á torrentes Sangre de sus hermanos, los maldigo Y los maldice la deidad suprema, A vista de este cuadro de escarmiento Ees lance Dios airado su a n a t e m a . "

Para no cerrar este capítulo con ese tr iste relato de una de las mu-chas causas que impidieron el auge de nuestros espectáculos en 1840, daré noticia de la función solemne celebrada en el Sagrario Metro-politano en la Noche-Buena de ese año, porque esa función fué una verdadera solemnidad filarmónica, que puso de manifiesto los ade-lantos de los profesores y aficionados de México.

A la obertura de Fausta, de Donizzeti, siguieron una aria y un in-troito cantados por Basilio Guerra; los Kiries, música de Rossini, los cantaron las Sritas. Jesús Zepeda y Cosío, tiple, y Guadalupe Tor'nel, contralto. Ea Gloria, música de Rossini, comenzó por hermosísimos coros; después la Srita Zepeda ejecutó el aria de Laudamus te; la Srita. Octavia Anievas u n solo coreado con un obligado de violín por el Sr . Chávez; á continuación un tr ío por las Sritas. Anievas, Rosario Mar-zán y el Sr. Birmingan, que también cantó un solo de bajo con un obligado á clarinete que ejecutó el Sr. Villerías.

E n el Gradual, música del Sr . D. Manuel Espinosa de los Monte-ros, ejecutó un solo la Srita Anievas.

E l Credo, composición del Sr. Wallace, así como el resto de la misa, comenzó con un brillante coro; el Incarnatus f ué cantado á dúo por las Sritas. Marzán y Anievas; la Sra. D i Fanny Calderón de la Barca tocó un obligado de arpa, acompañada por el Sr. Wallace, que ejecutó á solo de violín el Cruáfixusyel Sanctus, con acompañamiento de coros. Tocó en seguida la orquesta la obertura de Emitía de Ris-burgo, de Mercadante.

E n el Agnus ejecutaron un tr ío las Sritas. Zepeda, Marzán y Anie-vas, concluyendo la misa con la obertura del Caballo de Bronce, de Auber .

Eos coros estuvieron desempeñados por las Sritas. Jesús Anievas Enr ique ta y Dolores Eetamendi , Ana O 'Gorman, Cruz Drusina, Jo-sefa Eeño, Francisca y Carmen Heras , María Vergara y Rosario Go-rostiza; y por los Sres. J u a n Escalante, Teodoro Bahre, Hipólito Thyvol , Héctor Tousis, José Tornel, Manuel Bazabe, Camilo Bros

Vicente Tagle, Germán y Adolfo Sengstak, Agus t ín Letamendi , Be-nedet to Lombardy, Dueñas, Inda , Rebollar y Ver gara.

La orquesta, en número de 52 individuos, estuvo formada por los siguientes profesores y aficionados: Violines: Wallace, De Bary, Pa -blo Martínez del Río, Castro, Morán, Arango, Barrueta, Gana, Lam-ber g, Murillo, Chávez, Garcés, García, Miranda, Aguiñagar , So-to, Ramírez y Buitrón.— Clarinetes: T ru jeque , Gambino, Villerías y Castro.—Flautas: Salot, Anievas y López.—Fagot: Buenrostro.— Trompas: Manuel Salot, Lozada, Julio Salot y Alpuí , padre é hi jo, Trombones: Guazco y Benavides.—Trompa baja: Florencio.—Clari-ties: Leotrón y Villegas.— Violoncellos: Espinosa de los Monteros. Fontecha, Guzmán y Zayas.—Contrabajos: Coronel Garmendia, Bus-tamante , Ríos y Cortés.—Timbales: Ortega. E l Director fué D . J u a n Nepomuceno Retes.

Aquella manifestación del talento de nuestros aficionados, que á sí mismos se excedieron, según dice un cronista, mereció jus t amen te el aplauso y el entusiasmo de la concurrencia más bri l lante y selecta de México; esta función, por sí sola, fué la prueba más autént ica de los adelantos del buen gusto, del aprecio de la música y de los pro-gresos de la culta sociedad mexicana en ese año de 1840.

De su entusiasmo por el arte y por nuestros compositores y maes-t ros da u n a idea la oda que pongo aquí, escrita en elogio del nota-bilísimo músico mexicano, D. Mariano Elízaga, varias veces citado en mi libro. Dice así:

"Absor to , embebecido, Y en éxtasis divino arrebatado T e oí, t e contemplé, Genio sublime. A los primeros giros de tu mano La cuerda suena maest ramente herida, Y el alma conmovida De un modo desusado Sacude fuer temente Mi fibra descaecida. E l corazón se ensancha, y al rehacerse Salta la roja sangre á borbotones; Y rápida circula, y se enardece, Y comunica, por doquier que toca, Con toda su energía, E l inefable influir de la armonía. Vuelve aquella á su curso, Y eu cada movimiento repetido Vigoroso latido al a lma incita; Y en ese mutuo de sentir sabroso

Inmóvil quedo, y miro, y oigo sólo La lira de oro, que maneja Apolo. De él aprendiste, Elízaga: su mano T e guió desde su infancia; Y sé que con jactancia, N o bien habías nacido, Selló t u t ierna f rente Con el beso de amor más encendido. Lo sé, lo sé m u y bien; y de otro modo No hubiera comprendido Cómo puede tu mano Decir con expresión tan elocuente Cuál piensa tu alma, y tu alma cómo siente: J amás entendería De qué modo tus dedos Presentan á mis ojos E l pensar y sentir del gran Bellini, De Mozart, de Bethoven, de Rossini. Mueves tus manos, explicando el suave, E l tierno, el agradable sentimiento, Y veo correr el arroyuelo manso, Y deslizarse al céfiro apacible. Expresas las pasiones tumultuosas, Y aquellas miro en duro movimiento, Cual nos pinta atrevida Nuest ra imaginación acalorada Caer á la cascada estrepitosa Y saltar, y volverse enfurecida. Nos dices el coraje y la bravura, Y son tus dedos huestes denodadas, Que corren, que se t raban, que se chocan Destrozándose, en fin, desapiadadas. ¿Y qué diré si el pensamiento exige Un paso majestuoso, ó si travieso Inclínase á los juegos y á la trisca? Diré que imitan con cabal finura E l pasear del Monarca de la selva, O al suelto cabritillo en la l lanura. ¡Tus pausas ¡Oh mi amigo! ¡Cuán preciosas, Qué mano tan t ranquila! Qué descanso de dedos tan profundo! Eres inimitable, hombre divino, Eres inimitable. Yo quisiera (¡Oh si dable me fuera!)

Escoger en el mundo A todo aquel, que uniera por su dicha Suavidad y dulzura, Y un ojo filosófico-avisado Un ojo entendedor; y que te viera: Estoy seguro de que repit iera, Sin dudar de su tino, Eres inimitable, hombre divino. ¡Oh! con razón la Fur ia descarnada Por once lustros respetado hubiera Vida tan apreciada! Sí; no le toques, insaciable fiera: Debe ser inmortal: mira su frente, Y abate tu cabeza orgullecida; Y sabe, maldecida, • Que si envidiosa, y necia, y cruel, y dura Descargares el golpe irreparable, Nunca te será dable Exterminar su plácida memoria . Vive Elízaga agora, y vivir debe E n todo corazón tierno y sensible Mil años, y otros mil, y cien t ras ellos. Nunca podrá t u mano De sangre llena, de pavor y luto, Evi ta r el t r ibuto, Que la gra ta armonía Le rendirá sobre la losa fr ía . Debe ser inmortal, gri ta este siglo. Debe ser inmortal, dirá el fu turo . Debe ser inmortal, del cielo puro Oiráse siempre el eco repetido. ¡Honor bien merecido, Que ha destinado el Evo venturoso A este hombre portentoso, . Al dulce americano, Bello ornato y decoro Del apacible suelo mexicano!"

En cuanto á la poco propicia situación de la cosa pública, t an con-traria en ese entonces á los espectáculos teatrales, nada tenemos que añadir á lo que apuntado queda. Sin embargo, como una demostra-ción más del optimismo de los periódicos oficiales, cierro este capítu-lo con el juicio que al órgano del Gobierno merecieron, los sucesos del agitadísimo año de 1840: no está fuera de lugar en este mi libro

que, hasta donde es posible, da y debe dar muestras de los diferentes ramos de las letras en México.

" S e cree generalmente que las naciones no adelantan en la carre-ra social duran te la época tormentosa de sus revoluciones. La agi ta-ción perpetua en que viven, agi ta en efecto las pasiones; y perpe-tuando la agitación, enjendra las reacciones que se suceden, alcan-zándose unas á otras, como las olas del mar . La mult i tud de las leyes, cuando no se ponen en práctica ni se obedecen puntualmente , origi-nan la división de un país en bandos y fracciones que se odian y detestan. La corrupción de las masas y el disgusto que les inspira al t rabajo el hábi to que contraen de estar con las armas en la mano, y otras mil causas que sería difícil enumerar , se miran comunmente como las señales más inequívocas de que la nación se desmorona, á la manera de un viejo edificio minado por el tiempo, y á quien sacu-den violentos terremotos, ó como las convulsiones de un cuerpo que anuncian se ha apoderado de él la gangrena, que por instantes le va privando del principio de la vida. Pero las personas capaces de ver más allá de la superficie de las cosas, ba jo de esa corteza de muerte , descubren una nueva existencia, que se desarrolla progresivamente, dotada del vigor lozano de la juven tud , y amaestrada por las reflec-ciones del escarmiento en cabeza propia, únicas capaces de enseñar el conocimiento de la verdad á la raza humana , á pesar de la niebla espesa en que envuelven á los pueblos semejantes crisis, los ven ca-minar á la verdad por una vereda estrecha y resbaladiza, pero que sin embargo se acerca á la eminencia escarpada de la prosperidad que l legarán á ganar aunque á paso lento, pero ta l vez más seguro.

" M u c h o hemos sufrido: la república ha padecido mucho: nuest ras revoluciones presentan escenas que quisiéramos borrar con nues t ra sangre del libro de la historia; y porque no figurasen'en ella, desea-ríamos, á costa de cualquier sacrificio, que fuesen devoradas por el olvido; pero la sangre derramada y las aberraciones de nuestra inex-periencia no han dejado de producir a lgún f ru to .

" T a l es el convencimiento que han adquir ido ya los pueblos, de que el oficio ú ocupación natural de los ciudadanos, no es conspirar n i sublevarse, n i combatir bajo la bandera de éste ó aquel partido, sino dedicarse á industr ias útiles que aseguren la subsistencia propia y la de sus familias. La mayoría de los mexicanos se va curando ya de aquella fiebre perniciosa que le hacía creer como positivos los sueños irrealizables en política, que les habían infundido como dog-mas, ciertos genios exaltados, cuando por el contrario, la práctica más constante les ha demostrado con fuerza irresistible, que no son sino el corrosivo que produce inevitablemente la disolución de las insti tuciones sociales. Los pueblos conocen ya que el objeto de éstas, es la amalgama del orden con la libertad, y no una licencia desen-

» . h t . — t . i . - 4 8

frenada, tumul tuosa , alborotadora, cubierta con los andrajos de la miseria, respirando el ambiente de los vicios, y hablando el lengua-j e del desenfreno á que por una especie de mofa insul tante á la espe-cie humana , se ha querido apellidar libertad. Los gobiernos han co-nocido también en la experiencia de lo pasado, la necesidad de cal-mar las pasiones, de evitar las persecuciones, de contener el influjo de los partidos, y de sostener el orden público, sin degenerar en aquel despotismo feroz que nada respeta y nada considera.

"Semejantes elementos hacen esperar con razón, que la violenta crisis que México ha sufrido, agitado por el espíritu revolucionario, se halla próxima á su término, y que los mexicanos, más cautos en el porvenir por el recuerdo de lo pasado, se unirán más ínt imamen-te, sacrificando sus particulares intereses y opiniones en las aras de la patria, y reformando en medio de la calma y de la t ranqui l idad, sus instituciones polí t icas."

F I N D E L T O M O P R I M E R O .

CARLOS PEREZ MALDONADÖ M O N T E R R £ V . M E X I C O .

I N D I C E

d e l

T O M O P R I M E R O .

PRIMERA PARTE—DE 1538 A 1821.

PágS. C a p i t u l o L—1538.—1560.—Los religiosos como introductores de las represen- ~~

taciones teatrales.—Primeros Autos representados en Tlaxcala y en Mé-xico.—Prohibición de representaciones profanas en las Iglesias.—Loa actores y los tablados para las representaciones 5

C a p i t u l o II.—1560.—1700.—Los poetas autores.—Fernán González de Eslava y sus coloquios.—Pasos de la Pasión.—Los neixcuititli.—'EA Bachiller Vi-llalobos autor de A utos.—Carros para las representaciones.—El come-diante Navijo.—Los tablados.—Principios del Teatro en España.—Los corrales.—Primer Coliseo de México en el Hospital de Naturales.—Las conquistas.—Mateo Jaramillo y su compañía de cómicos.—Días y horas de las representaciones en los siglos X V I I y XVIII.—Las guanajos.— Representaciones en las fiestas de la canonización de San Juan de Dios. 13

Cap i t t t t . o TII-1700.-1753.—Representaciones anteriores á la Conquista.—T<¿ rraplenes para representaciones en Tlaltelolco y Cholula.—Representa-ciones burlescas por los indígenas.—Pantomimas y danzas sagradas.— Prohibiciones de representación de comedias en España.-Pobrezaé im-propiedades del Teatro en E^á^a.—Asentistas ó contratistas del Coli-seo del Hospital Real de Naturales en 1707 y 1712,-Los asentistas José y Eusebio Vela—Eusebio Vela autor dramático.—Incendio del Coliseo del Hospital Real en 1722.-E1 segundo Coliseo en el Hospital Real.— El tercer Coliseo construido en 1725.—Esteban Vela y su compañía de cómicos.—Teatro en el Palacio Virreinal.—La actriz Ana María de Cas-tro y su conversión.—El galán Diego Francisco de Asís.—Compañía ajustada por D. José Cárdenas, Administrador del Hospital.—Refor-mas y composturas en el tercer Coliseo.—Fundación del Coliseo Nuevo en 1752.—Inauguración del Coliseo Nuevo el 25 de Diciembre de 1753.— Descripción del Coliseo Nuevo.—Temporadas cómicas.-Noticias de las representaciones en los primeros años del Coliseo Nuevo y de los auto-res de comedias en aquellos días 21

C a p i t u l o IV.—1755.-l7S6.-José de Calvo Rendón primer arrendatario del Coliseo N u e v o - O t r o s arrendatarios.—El Coliseo durante el virreinato de Bucarel i -Productos y gastos del Coliseo en 1778.—Comedias, saine-tes, tonadillas, seguidillas y Operas en boga en 1778.—Guardamuebles y guardarropa.—Loa en honor de Carlos III.—El Coliseo durante el vi-rreinato de D. Bernardo de Gálvez.—Primer reglamento del Coliseo en

frenada, tumul tuosa , alborotadora, cubierta con los andrajos de la miseria, respirando el ambiente de los vicios, y hablando el lengua-j e del desenfreno á que por una especie de mofa insul tante á la espe-cie humana , se ha querido apellidar libertad. Los gobiernos han co-nocido también en la experiencia de lo pasado, la necesidad de cal-mar las pasiones, de evitar las persecuciones, de contener el influjo de los partidos, y de sostener el orden público, sin degenerar en aquel despotismo feroz que nada respeta y nada considera.

"Semejantes elementos hacen esperar con razón, que la violenta crisis que México ha sufrido, agitado por el espíritu revolucionario, se halla próxima á su término, y que los mexicanos, más cautos en el porvenir por el recuerdo de lo pasado, se unirán más ínt imamen-te, sacrificando sus particulares intereses y opiniones en las aras de la patria, y reformando en medio de la calma y de la t ranqui l idad, sus instituciones polí t icas."

F I N D E L T O M O P R I M E R O .

CARLOS PEREZ MALDONADÖ M O N T E R R £ V . M E X I C O .

I N D I C E

d e l

T O M O P R I M E R O .

PRIMERA PARTE—DE 1538 A 1821.

PágS. C a p i t u l o L—1538.—1560.—Los religiosos como introductores de las represen- ~~

taciones teatrales.—Primeros Autos representados en Tlaxcala y en Mé-xico.—Prohibición de representaciones profanas en las Iglesias.—Loa actores y los tablados para las representaciones 5

C a p i t u l o II.—1560.—1700.—Los poetas autores.—Fernán González de Eslava y sus coloquios.—Pasos de la Pasión.—Los neixcuititli.—'EA Bachiller Vi-llalobos autor de A utos.—Carros para las representaciones.—El come-diante Navijo.—Los tablados.—Principios del Teatro en España.—Los corrales.—Primer Coliseo de México en el Hospital de Naturales—Las conquistas.—Mateo Jaramillo y su compañía de cómicos.—Días y horas de las representaciones en los siglos X V I I y XVIII.—Las guanajos.— Representaciones en las fiestas de la canonización de San Juan de Dios. 13

Cap i t t t t . o TII-1700.-1753.—Representaciones anteriores á la Conquista.—T<¿ rraplenes para representaciones en Tlaltelolco y Cholula.—Representa-ciones burlescas por los indígenas.—Pantomimas y danzas sagradas.— Prohibiciones de representación de comedias en España.-Pobrezaé im-propiedades del Teatro en E^á^a.—Asentistas ó contratistas del Coli-seo del Hospital Real de Naturales en 1707 y 1712,-Los asentistas José y Eusebio Vela—Eusebio Vela autor dramático.—Incendio del Coliseo del Hospital Real en 1722.-E1 segundo Coliseo en el Hospital Real.— El tercer Coliseo construido en 1725.—Esteban Vela y su compañía de cómicos.—Teatro en el Palacio Virreinal.—La actriz Ana María de Cas-tro y su conversión.—El galán Diego Francisco de Asís.—Compañía ajustada por D. José Cárdenas, Administrador del Hospital.—Refor-mas y composturas en el tercer Coliseo.—Fundación del Coliseo Nuevo en 1752.—Inauguración del Coliseo Nuevo el 25 de Diciembre de 1753.— Descripción del Coliseo Nuevo.—Temporadas cómicas.-Noticias de las representaciones en los primeros años del Coliseo Nuevo y de los auto-res de comedias en aquellos días 21

C a p í t u l o IV.—1755.-l7S6.-José de Calvo Rendón primer arrendatario del Coliseo N u e v o - O t r o s arrendatarios.—El Coliseo durante el virreinato de Bucarel i -Productos y gastos del Coliseo en 1778.—Comedias, saine-tes, tonadillas, seguidillas y Operas en boga en 1778.—Guardamuebles y guardarropa.—Loa en honor de Carlos III.—El Coliseo durante el vi-rreinato de D. Bernardo de Gálvez.—Primer reglamento del Coliseo en

Págs-

1786—Reformas y mejoras en el C o l i s e o - A v e n t u r a s de la primera da- ^

° de cómicos, bailarines, empleados, y orquesta del Teatro de la Capital, ^

naí - R e a l e s cédulas de 1703,1741, 1759 .-0rdenauzas ó Reglamento del S o n d e de Gálvez, en 1786.-Cartel relativo á las fiestas del Carnaval -B,egteoento para escoletas y ensayos. Represión de desórdenes ^ fos - E l alumbrado del Col iseo-Disposic iones referentes al público concurrente al Col iseo -Representaciones de comedias con titeres- ^ FrfiuiDáie de un actor en 1786. ;

C A P I T U L O V H - 1 7 8 6 - C a p a c i d a d del Coliseo y distribución de sus locaUda-d ¿ - L u n e t a , Patio ó Platea, Mosquete, Cuartos ó palcos Cazuelas de hombres y de mujeres -Entradas grat is . -Precios de local,dades y pro-I Z Z T e L f u n c i o n e s - A b o n o s - P r e s u p u e s t o s de gastos-Comedias , Loas Tonadillas—Prestidigitadores y jugadores de manos—El físico, maquinistay matemático Falconi. Gimnastas y equilibristas—Espec-táculos durante la cuaresma—Nieve y fiambres ••••

C A P I T U L O V I I I - 1 7 S 7 - 1 7 9 0 - D . Juan Pisón y Vargas, autor d r a m á t i c o -Aventuras de las actrices Josefa y Bárbara González alias U^ Habane-^ -Mejoras de los espectáculos en el virreinato del segundo Conde de Revi l la-Gigedo-Sol icitudes y proyectos de empresarios en 1 , 9 0 -Compañía de Jerónimo Marani.-Critica de la Compañía por el Co/ra- ^

G j ^ ^ S ^ ^ ^ ' o ^ W ^ Í Trespalacios, Juez de T e a t r o -El Padre Fernández del Rincón, Censor de comedias -Comedias some-tidas á la censura del P. R i n c ó n - I n c i d e n t e s de la representaron y censura de la comedia México rebelado, de autor del p a í s - P o l é m i c a entie el P . Silvestre Diaz de la Vega y el P. Rincón, como censores y Mier y Trespalacios como Juez, á propósito de la comedia México re-belado.—Disgustos entre criollos y españoles con motivo de esa come- ^

dia—Enojo del P. Rincón: • C A P I T U L O X - L o a en obsequio de la P u r í s i m a - E n t r e m é s para las Posa-

do- s -Loaen obsequio de Nuestra Señora de Guadalupe........... ^ C A P I T U L O Caprichos métricos: Quintillas á la Concepción: Décimas de

sol y de la ^ a - P a r l a m e n t o de la Culpa.-Réplica de ta G r « « a - E l indio cr iado-Coloquios y P a s t o r e l a s - L a caída de Luzbel: El pecado de Eva y Adán: El conciliábulo: E l Pecado original: Casamiento de María: Gila, Bato y Bras: Peleas con Lucifer: La Anunciación: En bus-ca de posada: El Nacimiento. ............................

C A P I T U L O X I I — 1 7 9 1 - 1 7 9 2 — F u n c i o n e s notables—Alumbrado de l l eatro en días s o l e m n e s - N u e v o s arreglos de entradas y s a l i d a s - E l galán Laeenheim—Compañía de wta«ímes—Funciones de beneficio—Pro-gramas en verso—Concesión de beneficios—Nuevas aventuras de la l a n M a r t í n - I n t r i g a s de la primera dama y del asentista y el j u e z -Otros volantines.—Compañía del Coliseo para la temporada de 1791 á 1792. - R e a l cédula de 1792 reglamentando asuntos del Coliseo LM

C A P I T U L O X I I I — 1 7 9 2 — 1 7 9 4 — C o m p a ñ í a del Coliseo para la temporada de 179* á 1793 - I n f o r m e sobre asuntos del Coliseo—Contrata de cómicos y bailarines de los teatros de Madrid y de Cádiz para el de México—Dis-eusto de los cómicos del Coliseo—Resistencias y rebeldías de los cómi-cos —Desagrado é irritación del Virrey Revil la Gigedo. -Disposiciones violentas del Virrey: destierros, detenciones, medidas de policía dicta-das contra los cómicos—Defensa de los cómicos—Enérgica protesta de Jerónimo Marani—Término conciliatorio del conflicto entre el Virrey y los cómicos

Págs.

C a p i t u l o XIV—1794—1805—Dificultades para el buen arreglo de los espec-táculos.—Nuevas actrices.—La actriz María Bárbara Ordóñez pasa de la prisión á la escena.—El conde deRevi l la Gigedo y sus disposiciones sobre el Coliseo.—Dificultades y tropiezos en la temporada—Pretende el asentista la supresión de los bailes.—El Bachiller Córdova, autor dramático.—Informe del censor, desfavorable á Córdova.—Función en el Coliseo en celebridad de la erección de la estatua ecuestre de Carlos IV.—Periódicos en México 159

C a p i t u l o XV—1805—1806—Mejoras y reformas en el Coliseo—Compañía para la temporada de 1806 á 1807.—Anatema social contra los c ó m i c o s -Diversos espectáculos y recreos en principios del siglo: la Comedia: Juego de pelota: Peleas de Gallos: los Cafés: Paseos de la Alameda y la Viga.—Representaciones en el Coliseo.—Los beneficios.—Las Follas. Tonadillas—Bailes—Piezas de cantado 168

C a p i t u l o XVI.—1806—1812.—Representaciones en4os primeros meses de la temporada.—Concursos abiertos por el "Diario de México."—Compa-ñías para las temporadas de 1807 á 1808 y de 1808 á 1809—El circo de Lailson.—Nueva compañía—Letrilla contra los franceses.—Principio de la guerra de Independencia.—Funciones en honor de Calleja.—In-trigas délos cómicos.—La Inesilla—Beneficio de Inés Carcía.—Esplen-dideces en los beneficios—Soneto acróstico de la Inesilla 175

C a p i t u l o XVII.—1812—1821.—Letras de diversas tonadillas.—La orquesta. —Los cantarines.—Actoras y Actrices—Productos del Coliseo—Mar-cha patriótica denigrante para D. Javier Mina.—La Arcadia Mexica-na, sus mayorales, árcades, y zagales.—Miseria de las letras.—Crítica de los poetas del siglo X V I I I y principios del X I X tomada á D. Fran-cisco Pimentel—Decadencia de los espectáculos al fin de la domina-ción colonial 184

SECUNDA P A R T E — D E 1821 A 1840.

C a p i t u l o I—1821—1824.—El Teatro y sus espectáculos al consumarse la In-dependencia de México—Poesía en honor del cómico Aragón.—Fun-ción notable en la jura de la Independencia.—D. Francisco Ortega y su melodrama México libre.—Tratamiento republicano.—Programas de varias funciones—Ciudadanas y Madamas.—Los carteles—Estreno del Teatro de los Gallos—Luciano Cortés—Cecilia Ortiz—Romance de Erasmo Lujan en honor de los cómicos—Fracaso de un proyecto de Empresa de Opera 197

C a p i t u l o II—1824—1825—Estado y necesidad de reformas de los espectácu-los públicos—Presentación del actor español Diego María Garay.— Prohibiciones de comedias—Fanatismo y supersticiones—El prestidi-gitador Castelli—Función de obsequio á Victoria—El Solitario, ópera de Cristiani—Función en celebridad del desagüe de la Valenciana.— Censura de representaciones—Pantomimas irreverentes durante la Se-mana Santa—Conciertos de Cristiani—Fundación de una Sociedad Fi-larmónica—Baile á Ward y Poinsset—Incendio de la Plaza de Toros. —La Compañía Lancasteriana—Epidemias y bandidos—Reconstruc-ción del Teatro de los Gallos—Compañía de Andrés Castillo— Diego María Garay—Manuel Patiño—El yorquinismo.—Rendición de Ulúa. —Función en el Teatro de los Gallos ó Provisional 208

Págs.

C a p i t u l o III.—1826.—Funciones en el Principal y en el Provisional.—Fun-ciones líricas.—El primer actor Andrés Prieto.—Intrigas contra Prie-to. - L a Santa Marta.—Disgustos entre Andrés Prieto y D. José María Heredia.—Reformas en la Compañía del Principal.—El SéUm, de An-teparan, y El Tiberio de Heredia.—Andrés Pautret director de baile. —Bailarines mexicanos.—Operas cantadas por Rita González de San-ta Marta.—El Drama La víctima del Claustro 228

C a p i t u l o IV—1827.—Oda contra D. Guadalupe Victoria.—Escoceses y yor-quinos.—Conspiración del Padre Arenas.—Aversión & los españoles. —El eminentísimo artista lírico D. Manuel García.—Gachupines y co-yotes.—El coronel Castrejón empresario de la Opera.—Dificultades de Castrejón con el Ayuntamiento.—Censura de los abusos del Ayunta-miento 237

C a p i t u l o v.—1827.—Primera función de Manuel García en el Teatro Pro-visional.— Odio públieo contra los españoles.—Ataques á García.— Pretensión de que las óperas fuesen cantadas en español.—Defensa del gran artista, hecha por la prensa sensata.—Negativas de García á cantar las óperas en castellano.—El fiasco de la ópera.—Obsequios á García.—Los hijos de García, Felicia (la Malibran), Paulina {la Viar-dot).—Decaimiento de los espectáculos.—Disgustos de Prieto y la San-ta Marta con sus empresarios, con los periódicos y con otros actores... 250

C a p i t u l o vi.—1827—1828. — Dificultades de empresarios y compañías.—Con-ciertos de Manuel García en el Salón de la Lonja.—La expulsión délos españoles.—Desórdenes y atropellos.—Motín de la Acordada y saqueo del Parián.—Despedida de Manuel García.—Robo á García en el cami-no de Veracruz 260

C a p i t u l o VII.—1829.—Cumplimiento del decreto de expulsión de españoles. —Andrés Prieto queda exceptuado de la expulsión.— El Gobierno del Distrito prohibe que aparezcan reyes en la escena.—Los actores y las re-presentaciones.—Expedición de Barradas.—Celebración de la derrota de Barradas—Himnos, odas y poesías referentes á la derrota de Barradas. —Pronunciamiento contra Guerrero.—Zavala y Poinsset y los yorqui-nos.—El partido de los Hombres de Bien 270

C a p i t u l o VII.—1830.—1831.—Vanidad patriótica en asuntos teatrales.—Com-petencias de méritos entre actores mexicanos y extranjeros.—Postra-ción de los espectáculos.—El Presidente Bustamante promueve la me-jora de las representaciones teatrales.—Nombramiento del coronel D. Manuel Barrera para la formación de un reglamento ó proyecto de me-jora del Teatro.—Traición de Picaluga y sacrificio de D. Vicente Gue-rrero.—prospecto de la reorganización de compañías para el teatro.— Contratas de actores, cantantes y bailarines.—Condiciones de abono 281

C a p i t u l o IX.—1831—Compañía de Bernardo Avecilla.—Actores, bailarines, orquesta.—Deserciones de varios eómicos.—Alumbrado y guardarro-pa—Bernardo Avecilla.—Diego María Garay.—Patiño.-El físico Peri-nor y su Teatro Pintoresco.—Iluminación de gas hidrógeno.—Primera función en el Principal.—La compañía de ópera del gran Filippo Galli. —Niños mexicanos discípulos de Pautret.—Estreno de la compañía Ga-lli el 12 de Setiembre de 1831.—Exito de la Compañía Galli 291

C a p i t u l o X.—1831. -1832 ,-Perinor.—Avecilla.—La Mol ina . - La Dubreville. —Lo que falta y lo que sobra al Teatro.—Fiesta á los discípulos de Pau-tret.—La ópera.—Intrigas de empresarios y cantantes.—Inseguridad pública.—Lucimiento de los espectáculos líricos.—Revolución contra los Jalapistas y caída de Bnstamante •••• 301

C a p i t u l o XI.—1832.—1833:—Compañía Avecilla.—Nuevos triunfos de la com-pañía de Opera.—El bailarín Crombé.—El gran Elefante del Mogol.— La compañía dramática: recuerdos de Andrés Prieto.—La bailarina Amada Gueno.—Operas, dramas y bailes.—Treinta años 6 la Vida de un

jugador.—El jugador de manos Mr. Wiess.—Décimas contra Santa -Anna.—Nueva expulsión de españoles—Funciones de ópera y de co-media.—El circo Green en la Alameda.—El vicepresidente Gómez Fa-rías.—El Cólera de 1833.—Las procesiones 310

C a p i t u l o XII.—1833.—1834—Representación de la comedia Contigo pan y cebolla de G oros ti za.—Exhibición de nn modelo de Ferro-carril de va-por.—Gran Cosmorama.—Adoldo Theodore y su primer ensayo y fraca-so de ascensión aerostática en México.—Decrétase el destierro de Galli: suspensión de la orden.—La compañía acrobática Green.—Ladrones.— Canto á Papantzín.—Escritores y poetas mexicanos. —Himno á Santa-Anna.—Función de ópera en el aniversario de la acción de Tampico.— Ensayo" épico.—Oda á la Pellegrini.—Patiño y sus intrigas contraía ópera 320

C a p i t u l o XIII.—1833.—1835.—Los fracasos de ascensiones aerostáticas por Theodore. —El célebre aeronauta Guillermo Eugenio Robertson.—Pri-mera ascensión aerostática en México.—Otras ascensiones de Robert-son.—Una joven mexicana acompaña á Robertson en una de sus ascen-siones aerostáticas.—Entusiasmo público : 331

C a p i t u l o XIV.—1835.—1836.—Intermitencias en los trabajos de la compañía de Galli.—La tragedia Tepoczina. -Comedia histórico religiosa de Nues-tra Señora de los Remedios, censuras de que fué objeto.—La campaña de Texas.—Nueva compañía'de Galli: la Passi, la Albini, la Césari.—Him-no patriótico de Rossi.—Grave conflicto provocado por Patiño.—Las pil-doras de Morison.—Valleto, la Cordero, Antonio Castro 340

C a p i t u l o XV.—1837.—1838.—Función en celebridad del juramento de la Constitución Centralista.—Exhibición de las pulgas industriosas.—El Año nuevo y Presente amistoso. —Inicua guerra promovida por Francia, —El Recreo de las Familias.—El tenor Juan B. Montresor refuerza la compañía de ópera de Galli y la Albini.—Escándalos en el Principal y en el de los Gallos.—Referencias al estreno, campañas é incendio del Teatro de los Gallos.—La casa deshabitada, ópera escrita por el Maes-tro Lauro Rossi, con libreto en castellano, y estrenada en México —Sa-len para Europa Galli, la Albini y otros operistas.—Casamiento de Pa-tiño con la Passi.—Escándalo en la representación de una parodia de Angela.—El Teatro y el público de México en 1837 y 1838. 352

C a p i t u l o XVI.—1839.—1840.—Grandes conciertos ofrecidos por ilustres afi-cionados de la mejor sociedad mexicana.—D. Joaquín Beristáin, D. Agustín Caballero.—La Sra. Lizaliturri en Sonámbula.—La Srita. Ro-sario Bossero, novelista mexicana.—Concierto en el aniversario de la Independencia.—Funciones de toros.—La Sociedad Filarmónica funda-da por el profesor D. José Antonio Gómez.—La banda de ladrones del coronel Yáfiez.—Baile de trajes en el Teatro Principal, bajo la direc-ción de Makintosh y Somera.—Gran concierto en que tomaron parte las discípulas de D. José Antonio Gómez.—Cátedras del Conservatorio de la Sociedad Filarmónica.—Primeros bailes de máscara en el Teatro Principal.—El gran violinista, pianista y compositor, Guillermo Vicen-te Wallace, visita á México.—La revolución de Julio.—Solemne función de fin de año en el Sagrario Metropolitano, con el concurso de los más distinguidos aficionados de la culta sociedad mexicana: las Sri tas. Jesús Zepeda y Cosío, Guadalupe Tornei, Octavia Anievas, Rosario Marzán y la Sra. Fanny Calderón de la Barca: Coros de distinguidas personas: Orquesta de aficionados ilustres, bajo la dirección de Wallace. —Poesía en honor de D. Lorenzo Elízaga.—La política en 1840 .. 362