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RESE ÑAS RELACIONES 100, OTOÑO 2004, VOL. XXV

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R E L A C I O N E S 1 0 0 , O T O Ñ O 2 0 0 4 , V O L . X X V

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pológico la posibilidad de refundarlo,creando un nuevo proyecto que tengacabida en la realidad social contem-poránea, requiere de la reformulaciónde la tradicional pregunta que susten-tó durante casi 200 años una disci-plina que ahora se encuentra en unnuevo cruce de caminos, la decisiónseguramente no es ni evidente ni fá-cil, tal vez lo peor sea no plantear al-ternativas de cambio o mantener unainercia que a mi juicio equivaldría alsuicidio.

Para finalizar no me queda másque hacer una invitación al lector, arealizar una travesía por La otredad cul-tural. Entre utopía y ciencia, porque, co-mo dice el refrán “los viajes ilustran”.

José Luis VeraENAH-INAH

[email protected]

ERIC R. WOLF, FIGURAR EL PODER. IDEOLO-

GÍAS DE DOMINACIÓN Y CRISIS, MÉXICO,

CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS

SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL,

2001, 417 P.

La publicación en español del últi-mo libro que escribió Eric R. Wolf an-tes de morir resulta especialmentegratificante para el público mexicano.Es muy conocida la influencia que sustrabajos tuvieron durante las décadas

de los cincuenta a los setenta en el de-sarrollo de enfoques para el estudiode los campesinos y las colaboracio-nes que mantuvo con importantes fi-guras de la antropología nacional(Hewitt 1988 [1984], 113-144). En esasobras y trabajos conjuntos, abordóuna serie de problemas que poníanespecial interés en los términos en quelas personas construían sus identida-des en el marco de organizaciones so-ciales contradictorias y asimétricas.Sus estudios posteriores siguieronesas sendas, y podemos observar queen este trabajo presenta de forma de-purada los resultados obtenidos traslargos años de conocer la historia eco-nómica y cultural global, así como susconexiones con poblaciones locales.

El libro consta de seis capítulos.En el capítulo introductorio y en lasconclusiones se abordan principal-mente los aspectos concernientes a ladefinición teórica de su estudio. En elapartado II se elabora una historia delas ideas del pensamiento occidental;y del capítulo III al V se analizan tressituaciones empíricas.

El objetivo general es explorar lasrelaciones entre ideas y poder en laconfiguración de distintos órdenes dedominación. Wolf utiliza el procedi-miento antropológico de elegir “ca-sos” para observar cómo el poderopera a través del despliegue de ideo-logías, concretadas en rituales y cos-

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mologías. Los casos referidos son loskwakiutl, los aztecas y la Alemanianacionalsocialista. La selección siguetres tipos de criterios. El primero, decarácter emocional, vincula diversasetapas de la vida de Wolf como jovenjudío, estudiante en formación y an-tropólogo consumado en la Europacentral, las islas de Vancouver en laColumbia Británica y México, respec-tivamente. El segundo criterio, aun-que menos explícito, ajusta los casosseleccionados al empleo del conceptomarxista de modo de producción y alos distintos modos de producciónque Wolf distinguió –parentesco, tri-butario, capitalista– en Europa y lagente sin historia (1982 [1987]). Final-mente, el tercero concede a cada casoser representativo de “expresionesextremas”, tales como el sacrificio hu-mano entre los antiguos tenochcas, laideología nazi que condujo a la ma-tanza de millones de personas, y elconsumo conspicuo asociado al pot-lach de los kwakiutl.

Wolf había ya manifestado la im-portancia de que los antropólogos es-tuvieran preparados para discernir lasconsecuencias del poder en los signifi-cados y la organización social (1990).Sugirió vincular el poder a la cultura,dentro de una conexión que no enten-diera a las representaciones mentalescomo autónomas de procesos mate-riales e históricos. En este libro reafir-

ma dicho planteamiento. De acuerdoa Wolf, a menudo el poder es conside-rado como una entidad unitaria e in-dependiente, a veces encarnando laimagen de un monstruo, el Leviatánde Hobbes, o de una máquina. Anteestas apariencias, no es posible sabercómo realmente trabaja. Wolf sugiereentonces una noción para estudiarloetnográfica e históricamente. Para esteautor, el poder tiene que entendersede forma “correlativa”, como “un as-pecto de todas las relaciones entre laspersonas” (p. 20).

Concretamente, Wolf plantea com-prender el poder a través de las cua-tro modalidades en que se expresa:individual, institucional, organizacio-nal y estructural. El primer tipo refie-re al poder como un atributo nietz-cheano que un individuo consiguedentro de juegos de poder. El institu-cional, en un sentido weberiano, im-plica la habilidad de un ego de impo-ner su voluntad a un alter. La terceramodalidad, también llamada táctica,consiste en los medios o instrumentoscon los cuales un agente ejerce un po-der sobre otros dentro de contextosespecíficos de dominación, como pue-de ser un campo o una arena política.El cuarto poder, el estructural, resultael más importante para Wolf. Es el po-der que articula las demás modalida-des. Define esta noción a partir de losplanteamientos de Foucault sobre la

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habilidad de estructurar, en términosde la gobernabilidad, un campo posi-ble de acción de otros (donde se cons-truyen subjetividades). Además, tomade Marx el énfasis en el poder “paradesplegar y distribuir la mano deobra social” (20). Debemos entenderque el poder estructural establece lostérminos en que el trabajo es distri-buido en el mundo material; mientrasque en el terreno de las ideas, el po-der se encuentra imbuido por signifi-cados ideológicos a través de la co-municación.

Con este marco analítico y apoya-do en datos etnográficos e históricos,Wolf establece la directriz en la queconducirá el entendimiento de los ca-sos seleccionados. Esto implicó “deli-near el vínculo entre el poder y elproceso de formación de ideas, si-tuándolo en relación con la historiadel pueblo y las formas y prácticasmateriales, de organización y signifi-cación de su cultura” (33-34).

Los kwakiutl (o los kwakwaka-’wakw como se llaman a sí mismos)tienen un lugar notable en la historiade la antropología. No únicamenteporque Franz Boas, Marcel Mauss yRuth Benedict hayan estudiado susrituales, también porque su culturaha sido vista por éstos y otros autorescomo una esencia congelada en eltiempo, con una premisa de que sudinámica interna no está vinculada a

contextos estructurales occidentales.Wolf usa este caso para demostrar quela lógica cultural de esta gente estárelacionada con los cambios genera-dos por la expansión del capitalismoy la formación de un Estado invasor.Comienza ubicando a los kwakiutl enel espacio y en el tiempo, con el obje-to de entender que procesos materia-les ligados principalmente a la econo-mía política de la segunda mitad delsiglo XIX y las consecuencias demo-gráficas de un alto descenso de la po-blación nativa en las islas de Vancou-ver tuvieron efectos en su sistemasocial y cultural. En su conjunto, estoafectó tanto las bases para el controlde recursos y mano de obra como lasépocas sagradas de recolección de ali-mentos y desarrollo de ceremoniales,transformando con ello la posicióntradicional de los jefes.

Wolf prosigue con un análisismás atento a las articulaciones de losaspectos sociopolíticos de rango, je-rarquía, descendencia y sucesión conla transmisión de los títulos ceremo-niales y patrones de matrimonio, asícomo con los rituales en los que sedistribuía la riqueza y se conmemora-ba las transferencias de privilegios deun bando o generación a otro. A suvez, liga estas relaciones con los rela-tos y representaciones mítico-his-tóricas que buscaban ofrecer una ex-plicación sobre la génesis de las

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distribuciones rituales. En esta des-cripción, Wolf dedica una especial in-terés a la comprensión de la cosmo-logía, las ceremonias kwakiutl yespecialmente al potlatch, un ritualpara exhibir y afirmar privilegios en-tre la élite de jefes a través de la trans-ferencia de objetos de valor simbólicoen presencia de invitados que fun-gían como testigos. El examen de es-tas cuestiones lo realiza dentro de losmarcos internos de la propia cultura,pero también en relación con las fuer-zas que la transformaron. Wolf acier-ta en mostrar la existencia de una lu-cha cultural, en la cual los antiguosjefes, poseyendo sus armas cosmoló-gicas, no pudieron detener la penetra-ción del capitalismo y la subversióndel orden social. Empero, en estosdías la revalorización del potlatch estáasociada al crecimiento de un renova-do sentimiento de identidad en loskwakiutl.

Según Wolf, el caso de los aztecaso tenochcas hace referencia al surgi-miento de un Estado altamente estra-tificado y centralizado. En éste el sa-crificio humano fue clave en su vidapolítica y ritual; al tiempo que se esta-bleció un poder estructural que go-bernó la fuerza de trabajo de la so-ciedad, basada en las relaciones entrelos productores primarios de tributosy los receptores de los mismos. Wolftraza hábilmente la trayectoria del

poderío azteca en el centro de Méxi-co. Primero, ubica los humildes oríge-nes de este grupo como mercenariosque establecieron inestables alianzasmilitares con señoríos de la cuenca la-custre. Después de eso, aborda lasconsolidación y expansión de su im-perio a través de la guerra, los cam-bios políticos que modificaron reglasde sucesión en el sistema de gobiernoy la reinvención de la mitología me-soamericana.

Wolf delinea la creación de un or-den hegemónico dentro del cual los az-tecas se consideraban a sí mismoscomo los herederos de las funcionesde mantener el cosmos, con lo cual re-levaban en esa misión a los antiguosolmecas, teotihuacanos y toltecas. Losrituales asociados al ascenso de sobe-ranos, el papel de la guerra, el sacrifi-cio y el autosacrificio, las relacionesentre las tareas de los sacerdotes y elcalendario, las ceremonias que mos-traban la identificación plena con eldios Huitzilopochtli, hacían referen-cia a la obligación de ese pueblo “ele-gido” de perpetuar el orden sociocós-mico, correspondiente al Quinto Soldel tiempo tenochca. La elite aztecatransformó ese mito en una ideología.Por lo tanto, la nobleza impulsó unaescalada de violencia, a través del“sacrifico transformador” para pagarla deuda que el pueblo contrajo al re-cibir el don divino de la vida. De esta

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forma, la inmolación recreaba posi-blemente la matanza de los dioses enTeotihuacan y el asesinato de la rebel-de Coyolxauhqui, cometido por suhermano Huitzilopochtli.

Para Wolf, el estudio de la cos-mología azteca permite claramenteidentificar el vínculo entre ideas y po-der. La considera como el sustratopara que surgiera un sistema jerár-quico de posiciones sociales, pues ha-cía referencia a un orden “que dioses,nobles, plebeyos y esclavos ocupabande acuerdo con una serie graduada,en donde cada grado distintivo teníaderechos y obligaciones correspon-dientes”. (245).

En el caso final dedicado a la Ale-mania nazi, Wolf explora cómo cier-tas ideas exaltaron un patriotismoque condujo a una gran catástrofe hu-mana. Este autor estudia la forma quela ideología de los nacionalsocialistasderrocaron el orden existente paraimponer por la fuerza uno nuevo, ba-sado en el ensalzamiento de la vitali-dad germánica y en el fomento devisiones apocalípticas de corrupciónracial que condujo a la persecución ymuerte de otros pueblos que conside-raban “infrahumanos” (256). Wolf re-lata la historia de Alemania con res-pecto a ciertos valores y significadosque impulsaron esas formas de nacio-nalismo que a la postre resultaronfunestas. En ese relato, observa cons-

tantemente la prominencia de las dis-tinciones de clase y los escenarios su-mamente localizados en que dichasformas de diferenciación se expresa-ron. Wolf narra una sucesión de con-textos históricos. Comienza con el sur-gimiento del Primer Reich, en el año800 d.C., compuesto de múltiples paí-ses, principados, ciudades y reinos decaballeros de escala y tamaño varia-ble, para entender mejor el ascenso dePrusia y el Segundo Reich como unEstado que apoyó su formación en lamanipulación de mitologías popula-res sobre un pueblo “unificado” yculturalmente distintivo. Aunque talunificación presentó fisuras, el régi-men fue exitoso en ampliar su maqui-naria bélica, apoyándose en los con-ceptos de honor social asociados a laestructura jerárquica prevaleciente ymanifestados en la violencia rituali-zada que se exhibía en nuevos cam-pos de la vida social (por ejemplo, enel duelo). Wolf se detiene a explorarlas consecuencia que tuvo la partici-pación y derrota alemana en la Prime-ra Guerra Mundial para exaltar resen-timientos y odios de una generaciónque posteriormente apoyaría los lla-mados del nacionalsocialismo.

El autor muestra además el surgi-miento de un nacionalismo apoyadoen ideas distintas pero interrelaciona-das: Volk, raza, Reich y Führer. Aunqueexpresadas con ahínco en este perio-

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do, sus significados tenían una histo-ria muy profunda y hacían referenciaa la creación de un pueblo cultural-mente unificado, a la superioridad ra-cial aria, al surgimiento de una comu-nidad redentora para todas las clasesy a la conducción política y moral deun líder fuerte y predestinado a serlo.Wolf describe con detalle las accionesque el Estado alemán llevó a cabopara erigirse como instrumento parafomentar “la purificación y la higieneracial” (310). Igualmente, trata de ex-plicar los términos inconcebibles enque las ideas nazis dieron pie a unaorganización brutal que condujo a lamuerte y al dolor de millones de ju-díos. Luego de esto, narra los planesde los nacionalsocialistas de expandirsu dominio hacia el este, a través de laoperación “Barba Roja”. Sus objetivosbuscaban someter al dominio ario la“inferioridad” de las poblaciones es-lavas; sin embargo, en las campañasmilitares para conseguir esa finali-dad, el Tercer Reich sufriría afortuna-damente una aparatosa derrota.

En el análisis de los casos, el ma-yor esfuerzo de Wolf consiste en de-mostrar la inseparabilidad del poderde otras dimensiones de la vida hu-mana. No obstante, parece que el pen-samiento social se ha empeñado endesunir esas realidades. De hecho, co-mo ya señalé, el segundo capítulo ylas conclusiones del trabajo se dedi-

can por entero a discusiones teóricasque tratan de entender particular-mente la génesis de esa desvincula-ción, que no corresponde únicamentea justificaciones metodológicas sinotambién políticas. Por lo tanto, Wolfofrece una valiosa historia del pensa-miento intelectual europeo, y ésta esasociada a los propulsores de la mo-dernidad y a sus oponentes. En estaperspectiva, la aparición de teoríasestá ligada a distintas fuerzas, ideas,ideologías y clases enmarcadas a suvez en sucesivas y variantes configu-raciones de poder. Wolf reconstruyeun marco conceptual donde palabrasfuertes y abstractas como razón, pro-greso, universalidad, secularización,etcétera, tuvieron sus respectivas an-tinomias. El análisis que Wolf hace so-bre la oposición entre la ilustración yla contrailustración, le sirve para in-dicar que en tal confrontación se defi-nen términos como ideología, culturay sociedad, al igual que se desarrollanciencias sociales como la sociología.Wolf identifica también nuevos prota-gonistas intelectuales y políticosopuestos a cada una de dichas posi-ciones enfrentadas. Se trataba de quie-nes cuestionaron, bajo el “pragma-tismo” y nociones neokantianas, la“metafísica” de todos los intentos porreducir la conducta humana a “leyesgenerales”, o bien rechazaron el ocu-par los métodos de la ciencia natural

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en el estudio de la historia y las cien-cias humanas. Este tipo de cuestiona-mientos estimuló particularmente enla antropología, a principios del sigloXX, el desarrollo de conceptos, teoríasy orientaciones que definieron sus ob-jetivos y metodologías básicas.

Aunque la separación para su es-tudio de procesos y fenómenos socia-les resulta de las diversas controver-sias teóricas, Wolf reitera la necesidadde su entrelazamiento. Por ejemplo,él piensa que cultura y clase resultanentidades que en la realidad no se ex-cluyen entre sí, ocurren al mismotiempo y se traslapan de variadas for-mas. Sin embargo, la clase no debeconsiderarse como una realidad obje-tiva establecida por la condición en elcontrol de los medios de producción,la cual marca intereses comunes y ac-ciones colectivas. Siguiendo a E. P.Thompson, considera que la clase seforma a sí misma. Pero la formación yla pertenencia a la clase se entiendemejor en cuanto a las relaciones quese desarrollan históricamente dentrode un campo social. Tal configuraciónalberga diferentes tipos de personasque mantienen relaciones cambiantesy contradictorias entre sí, generadaspor las nuevas formas de dirigir lamano de obra social. Además, las cla-ses cuentan con legados culturalesdistintos, los cuales tienen que aco-modarse a las exigencias de un nuevo

orden social. Pero las clases no sonentidades fijas, pueden “deshacerse”y sus integrantes ocupar nuevas agru-paciones y estratos. Si hay algunafuerza que unifica a la clase, ésta hasido la cultura, que se ha expresadomejor en el marco de la política y laguerra. Wolf dice que si esto pruebaque la cultura puede ligarse con laclase, se requiere sin embargo unadefinición diferente a la de la esencia“espiritual” de un pueblo o nación.Para él, la cultura refiere a prácticasmateriales, conductas y representa-ciones mentales de diversos actoresdiferenciados por cuestiones de géne-ro, generación, ocupación y autori-dad ritual. Las diferencias atañen nosólo a la posición que ocupan las per-sonas desde donde hablan y actúande diferentes maneras, también esoslugares albergan ambigüedades ycontradicciones. La cultura no proveede manera dada un material comúnpara la unificación. “Cualquier cohe-rencia que exhiba es el resultado deprocesos sociales gracias a los cualesla gente se organiza en una acciónconvergente o propia” (94).

Tal organización está implicadacon el poder. Por lo tanto, Wolf plan-tea una definición de poder que nosea una entelequia unitaria. Como yaseñalamos, el poder debe definirse demanera relacional, “opera en distin-tos niveles y en distintos campos y la

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manera en que se articulan estas dife-rencias se vuelve una importante pre-gunta de investigación... algo quedebe demostrase no suponerse” (94).Wolf transforma esta aseveración enuna metodología para observar cómofunciona el poder en la realidad, reco-nociendo que la cultura y el lenguajeno se reproducen por la fuerza de unaesencia interna. Por un lado, sugiereidentificar los medios instrumentales,ideológicos o de organización quemantienen a las costumbres o ratifi-can la búsqueda de la coherencia; porotro, propone reconocer a los agentesenvueltos en tales propósitos.

Cuando Talal Asad (1987) hizouna revisión del libro Europa y la gentesin historia, cuestionó que Wolf con-firiera a la perspectiva occidental laautoridad para escribir desde ese con-tinente la historia de las poblacionesligadas a la expansión del capitalismomoderno. Asad sostuvo que pese aesa expansión existían otras historiasen la formación de sujetos sociales; serefería a historias locales acerca detradiciones y prácticas que constru-yen los deseos de la gente. Acaso, pre-guntó, ¿no debemos estar preparadospara contar cómo las personas fueronexitosas o fallaron en hacer su propiahistoria? Este autor cuestionaba bási-camente la definición de Wolf de cul-tura, que era bifurcada en aspectosmateriales y mentales. De acuerdo a

Asad, tal noción parecía unarecreación de la formula marxista dela base que determina la superes-tructura, por lo cual la ideología eraconcebida como la falsa reproducciónde la realidad. Wolf fallaba así en verque los discursos políticos aparecíanen circunstancias históricas diversaspara conformar motivaciones, cambiarcompromisos y reorganizar experien-cias sociales. Ante este cuestionamien-to, Asad señala que no se puede espe-rar hacer la historia del capitalismoindustrial como la aventura en que lagente de todo el mundo se ha articu-lado para hacer su propia historia, sinocomo el avance de poderes (sociales)que han alterado las condiciones, losvalores y los anhelos de las personasen diferentes partes del mundo.

Wolf define en su última obra unanoción de cultura lo suficientementeflexible y global para superar esa crí-tica. Con tal concepto, consigue derri-bar la falsa oposición entre relacionesmateriales y configuraciones ideoló-gicas, observando su enlazamiento enla organización social. Para él, las per-sonas actúan sobre el mundo y lotransforman; esos cambios crean lasposibilidades, amplias o restringidas,para actuar en el futuro. De forma si-multánea, construyen y utilizan sím-bolos que orientan sus actividades enla vida social y entre sí. En este proce-so, prácticas de trabajo y de poder ar-

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ticuladas crean esas interpretacionesculturales. “Luego, cuando la accióncambia, tanto el mundo como las re-laciones de las personas entre sí, éstasdeben revaluar las relaciones de po-der y las proposiciones que sus signoshan hecho posibles. Tales actividadespueden separarse analíticamente;pero, al actuar en la vida real, la genteintroduce y activa cuerpos y mentesdesde su posición como persona com-pleta”. (369).

La obra constituye así un logradotrabajo de antropología histórica.Estamos ante un esfuerzo notable porentender prácticas, ideas y organiza-ciones relacionadas con el desplieguedel poder social, en diversos tiemposy espacios. En adición, el trabajoconstituye un propuesta bastante útilpara continuar indagando acerca delos términos en que se pueden escri-bir historias de dominación y resis-tencia. Ante la importancia actual dehacer relatos que expliquen desde po-siciones no hegemónicas los efectoshistóricos del capitalismo moderno,tal como creo entender señala Asad,Wolf lega un enfoque que siempre

participará críticamente en este pro-yecto que es tanto académico comopolítico.

REFERENCIAS

ASAD, Talal, Are There Histories of Peo-ples Without Europe? A Review Arti-cle, Comparative Studies in Society anHistory 29 (3), 1987, 594-607.

HEWITT DE ALCÁNTARA, Cynthia, Imágenesdel campo: La interpretación antropológi-ca del México rural, México, El Colegiode México, 1988 [1984].

WILLIAMS, Raymond , Keywords. A Vocabu-lary of Culture and Society, NuevaYork, Oxford University Press, 1983.

WOLF, Eric R., Facing Power-Old Insights.New Questions. American Anthropolo-gist 92, 1990, 586-596.

–––, Europa y la gente sin historia, traducidopor Agustín Bárcenas, Fondo de Cul-tura Económica, México, 1987 [1982].

Francisco Javier Gómez CarpinteiroINSTITUTO DE CIENCIAS

SOCIALES Y [email protected]