repercusiones en la salud de los transgenicos

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Health & Medicine


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Page 1: repercusiones en la salud de los transgenicos

Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional 1

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26

SANTIAGO, CHILE

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20

02

PRESENTACIÓN

En todas las regiones del mundo, diversos organismos y grupos de mujeresestán preocupados por el avance de las aplicaciones de la biotecnologíaen los alimentos y en la agricultura.

En América Latina y el Caribe son mujeres, precisamente, quienes handado la voz de alarma, especialmente desde las organizaciones campesinasy las asociaciones de consumidores que están, en su mayoría, no sólointegradas sino dirigidas por ellas. Y también están las organizaciones demujeres ambientalistas y del movimiento de mujeres que investigan,informan o representan el sentir de otras mujeres en relación a este temaen foros regionales y mundiales.

El resuelto ingreso de la biotecnología al servicio de grandescorporaciones en diversas áreas rurales del mundo en la última décadacoincide, además, con la incorporación cada vez mayor de las mujeres alas tareas productivas del campo, como ha señalado recientemente laOrganización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación(FAO, por sus siglas en inglés).

En muchos países, son las campesinas quienes aseguran la mayor partede la producción alimentaria; sin embargo, esta población es la másdesatendida en la toma de decisiones, la más desfavorecida y la másexpuesta a la inseguridad alimentaria. Y la menos informada.

Con esta entrega, Agenda Salud busca proporcionar un panorama acercade los principales hitos de una tecnología que se puso en marcha sinninguna regulación, y cuyos efectos pueden ser peligrosos para la saludhumana, mujeres, niños, niñas y hombres –especialmente trabajadorasrurales–, e irreversibles para el medio ambiente.

Cuando se anunciaba el nacimiento de laoveja Dolly en 1997 y, al mismo tiempo,se avanzaba raudamente en el conocimien-to del genoma humano, hacía dos años quehabía sido creada la soya transgénicaRoundup Ready, patentada por la compa-ñía estadounidense Monsanto, y tres añosdesde que la Agencia de Control de los Ali-mentos y Medicamentos de Estados Uni-dos (Food and Drug Administration, FDA)aprobara el uso de una hormona trans-

génica (BSTr) para aumentar la produc-ción de leche de las vacas.

El siglo veintiuno parecía estar listo paraentrar de la mano de la llamada revolu-ción genética... y de la controversia, aun-que se dice que finalmente entró de lamano de la industria. Lo cierto es que an-tes de que hubiera regulación alguna, lasgrandes corporaciones biotecnológicasdecidieron lanzar sus productos al mer-cado.

TRANSGÉNICOS:

QUIÉNES GANANMarcela Ortiz B.

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2 Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional

Y mientras algunos sectores creen que losalimentos transgénicos llegaron para que-darse, otros consideran que aún es prema-turo afirmarlo. Con este tipo de alimen-tos, se afirma, puede ocurrir lo que suce-dió años atrás con los plaguicidas. Presen-tados en el mercado como un avance en lalucha contra las plagas, las cosechas per-didas y, por lo tanto, el hambre, los plagui-cidas se revelaron, al cabo de unos años,como enemigos no sólo de las plagas sinotambién de los seres humanos. En efecto,las enfermedades congénitas y respirato-rias surgidas en diversos puntos del pla-neta, hicieron que se regulara internacio-nalmente su uso. Una denominada “doce-na sucia” de plaguicidas está prohibida entodo el mundo; no obstante, varias de ellasaún contaminan a los campesinos y a susfamilias.

Para la mayoría escéptica, el problema delos transgénicos está ahí precisamente: enlas consecuencias futuras. Impredeciblespor ahora, ya existen sin embargo variosadelantos de los efectos de su liberaciónen el medio ambiente, y de los eventualesresultados de su consumo humano y ani-mal. Ninguno de ellos induce al optimis-mo. La excepción está en la posición di-vulgada por las compañías biotecnológi-cas, que argumentan que los alimentostransgénicos terminarán con el hambre ynutrirán mejor a la humanidad.

Con el paso del tiempo, no obstante, tal ar-gumento se ha vuelto cada vez más débil.

Nuevas especies

Los alimentos transgénicos se crean en la-boratorio con la ayuda de la ingenieríagenética, al transferir un gen de un orga-nismo viviente a otro, puesto que no esposible lograrlo con métodos naturales.Los organismos genéticamente modifica-dos reciben así un gen con característicasque antes no tenían, provenientes de otrasespecies e incluso de reinos –animal, ve-getal, bacterias, hongos– distintos.

Al modificar sus aspectos originales, secrea un organismo que no existe natural-mente: frutillas con genes de escorpiónpara producir tóxicos contra plagas, to-mates y berenjenas con genes de plantas

que viven en aguas saturadas de sal (paraque puedan ser regados con agua de mar),salmones con genes de otros peces paraque crezcan más rápido, plantas con genesde bacterias que se convierten en insecti-cidas, tomates con genes de peces para evi-tar el congelamiento, son algunos ejemplos.

Pero es, sin duda, la soya transgénica elalimento que ocupa el primer lugar en lalista por la magnitud de su producciónmundial: 52 millones 600 mil hectáreas enel año 2001, de acuerdo a Acquisition ofAgri-Biotech Applications, una entidadcreada por las compañías biotecnológicas.

Monsanto, transnacional estadounidensede la biotecnología, proporciona a los agri-cultores y campesinos muchos de susinsumos, desde plaguicidas a semillas;estas últimas patentadas, entre las que so-bresale la semilla llamada Terminator porsu corta vida. Los genes insertados en ellahacen que muera en una fase temprana degerminación. Así, los campesinos debencomprar semillas para cada siembra.

Soya resistente al glifosato

Estados Unidos es, lejos, el mayor produc-tor mundial de soya transgénica, con cer-ca de 36 millones de hectáreas. Le siguenArgentina, con cerca de los 12 millones, yCanadá, bastante más atrás, con tres mi-llones 200 mil hectáreas.

La soya más cultivada por esos tres paíseses la planta producida por Monsanto a par-tir de una semilla de soya transgénica re-sistente a un herbicida –el glifosato– pro-ducido también por Monsanto. Ese herbi-cida, bautizado como RoundUp por esacompañía, mata las malezas pero no laplanta de soya. Parece una buena idea pero,en la práctica, ha contaminado cultivosnaturales y originarios debido a poliniza-ción cruzada o a la proximidad física en-tre ambos cultivos y, según diversos testi-monios, ha hecho crecer súper malezas quetambién resisten a los herbicidas. Resul-tado: biodiversidad amenazada y uso in-tensivo de químicos.

El 3 de mayo de 2001, el doctor CharlesBenbrook, del Northwest Science andEnvironmental Policy Center, de Idaho,Estados Unidos, dio a conocer un extenso

Superficie mundial de cultivostransgénicos

Año Hectáreas(millones)

1996 1.7

1997 11.0

1998 27.8

1999 39.9

2000 44.2

2001 52.6

Fuente:

International Service for the Acquisitionof Agri-Biotech Applications.

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Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional 3

informe, donde concluye que debido a quela soya modificada es tolerante al herbici-da glifosato, requiere un promedio de 11por ciento más de agrotóxicos que la soyaconvencional para controlar las malezas,existiendo zonas donde se ha utilizadohasta un 30 por ciento más.

Silvia Ribeiro, investigadora de la Funda-ción Internacional por el Avance Rural(RAFI), informa que diversas investigacio-nes han mostrado que “el aumento masivode la utilización de un solo herbicida(glifosato) deja residuos hasta 200 veces másen los alimentos procesados que incluyensoya: conservas, panes, galletas, mermela-das, helados, jugos y un largo etcétera”.

La controversia comenzó cuando diversossectores –científicos, ambientalistas, cam-pesinas/os, consumidores– consideraronque no había suficiente investigación paraprobar su inocuidad en los seres humanos,los animales y el medio ambiente.

La Unión Europea se opuso a importarsoya transgénica gracias a la presión deesos sectores; Brasil impidió a Monsantosu cultivo tras una activa unión de organi-zaciones de consumidores y campesinas;Japón comenzó a buscar alimentos orgá-nicos en el mercado mundial y, en Ecua-dor, se aprobó la primera legislación dedefensa de los consumidores que regulael etiquetado de esos productos. A finesdel año 2000, la mayor federación mun-dial de organizaciones de consumidores,Consumers International, pidió una mora-toria de los transgénicos y lanzó una cam-paña mundial contra ellos. En la región,se creó la Red por una América Latina Li-bre de Transgénicos, replicada a nivel na-cional en los países de esta región, mien-tras los consumidores y ambientalistasponían el tema en la agenda pública.

En el ámbito internacional, las preocupa-ciones de los países en desarrollo y de laUnión Europea llevaron finalmente a laaprobación del Protocolo de Cartagena, el29 de enero del año 2000, pese a la oposi-ción de Estados Unidos y otros países (verdestacado páginas centrales).

Sin duda, esta preocupación responde, enparte, al fuerte empuje de la industriabiotecnológica, pero también a la convic-

ción de que la ingeniería genética presen-ta un peligro mayor que cualquiera de lastecnologías hasta ahora experimentadas:según los expertos, sus efectos nunca po-drán ser eliminados; los errores genéticospasarían a todas las generaciones futurasde una especie.

Los sectores opuestos a los cultivos trans-génicos se refieren, al menos, a tres sos-pechas acerca de los alimentos y cultivosde este tipo: su capacidad de exacerbar lasalergias, el probable aumento de toxinas yla posibilidad de producir resistencia a losantibióticos en los seres humanos.

Exacerbación de alergias

Podría ocurrir que una persona, alérgica ala frutilla, comiera una papa modificadacon genes de esa fruta, y no sabría por quéla papa le hizo daño. Peor aún, como noestá informada de lo que la papa contiene,no podrá protegerse contra una reacciónalérgica.

En 1996, la revista The New EnglandJournal of Medicine, de la MassachusettsMedical Society, publicó un estudio quedemostraba que un tipo de soya trans-génica que contenía un gen de un tipo denuez de Brasil –castanha do pará– podíacrear una peligrosa reacción en personasalérgicas a las nueces.

El peor caso conocido hasta ahora ocurrióen 1989. El triptófano, un aminoácido pro-ducido por una bacteria, era usado comoantidepresivo y suplemento alimenticiodesde hace muchos años en Estados Uni-dos, donde se vendía sin receta. Pero en1988, la compañía japonesa Showa Denkohabía lanzado al mercado un triptófanoproducido por una bacteria modificadagenéticamente para aumentar su produc-ción. A los pocos meses, el producto cau-só la muerte de 37 personas y provocódaños permanentes a otras mil 500. Lossíntomas fueron un aumento de célulassanguíneas llamadas eosinófilos, fuertesdolores musculares, parálisis y problemasneurológicos, entre otros. Se le llamó Sín-drome de Eosinofilia Myalgia.

Los estudios realizados sobre estetriptófano, revelaron la aparición de com-puestos tóxicos, entre ellos el llamado

Países con mayor área decultivos transgénicos

Año 2001

País Hectáreas %(millones)

Estados Unidos 35.7 68

Argentina 11.8 22

Canadá 3.2 6

China 1.5 3

Fuente:

International Service for theAcquisition of Agri-BiotechApplications.

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4 Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional

EBT, producido por los altos niveles detriptófano en la bacteria. La manipula-ción genética que había permitido a la bac-teria producir mas aminoácido, también,e inadvertidamente, la indujo a produciruna poderosa toxina que estaba presenteen el producto final.

El caso Starlink

Desde hace años, se sabe que el organismohumano es vulnerable a muchas sustanciaspresentes en los alimentos. También se hadescubierto la capacidad de algunas proteí-nas para causar alergias. El problema es quecuando se introduce un gen nuevo a un or-ganismo, se crean nuevas proteínas queantes no formaban parte de la dieta huma-na y que podrían eventualmente seralergénicas. Un caso emblemático en estesentido fue el del maíz StarLink.

En 1998, la transnacional Aventis solicitópermiso a la Agencia de Protección Am-biental (EPA) de Estados Unidos, paravender su maíz transgénico StarLink y secomprometió a ofrecerlo sólo para alimen-tación animal y uso industrial, aseguran-do que ese maíz no llegaría a la cadenaalimentaria ni sería un producto de expor-tación. Sin embargo, una investigación dela organización ambiental Friends of theEarth demostró que ese maíz sí había en-trado a la cadena alimentaria humana, lue-go de revelarse que el StarLink había lle-gado a Japón y a Corea del Sur.

Luego que el escándalo explotara, en sep-tiembre de 2000, varias entidades civilese industriales –como el laboratorioGenetic ID–, así como la Agencia de Con-trol de Alimentos y Medicamentos(FDA), llegaron a la misma conclusión.Esta última entidad declaró que ese maízpodría causar alergias en los consumido-res, y fue considerado no apto para losseres humanos.

La proteína incorporada al StarLink –lla-mada Cry9C– proviene de una bacteria quese introdujo al maíz a fin de volverlo tóxi-co para las plagas. Ahora se sabe que latoxina que genera este maíz modificadoes letal, tanto para plagas como para lasmariposas Monarca y otros insectos queno eran una amenaza para los cultivos.

¿Más toxinas, menos nutrientes?

En febrero de 2002, la Sociedad Real, unaprestigiosa academia científica británicaindependiente, fundada en 1660, divulgóun informe en el que señala que los efec-tos potenciales de los alimentos trans-génicos deberán ser investigados riguro-samente antes de permitir su incorporacióna alimentos para bebés o ser comerciali-zados a embarazadas, mujeres que estánamamantando, adultos mayores y perso-nas con enfermedades crónicas.

Los científicos británicos se manifiestanpreocupados, especialmente porque loscultivos genéticamente modificados pue-den causar alergias, “particularmente aagricultores y trabajadores/as de la indus-tria alimentaria”. Advierte que la mani-pulación genética “podría conducir acambios perjudiciales no previstos en elestado nutricional de los alimentos”. Elprofesor Jim Smith, que presentó el in-forme a los medios, manifestó la preocu-pación de la sociedad por cualquier gru-po que viva con una dieta restringida, porejemplo, las mujeres pobres de Centro-américa, para quienes el maíz constituyela mayor parte de su alimentación diaria,y cuya salud podría verse afectada porniveles nutritivos más bajos de los nue-vos cultivos.

Numerosas plantas contienen sustanciastóxicas naturales, como alcaloides y otroselementos químicos que les sirven paradefenderse de sus enemigos naturales, enespecial los insectos. Pero “los niveles deesas toxinas pueden ser elevados delibe-radamente por la ingeniería genética paraaumentar la resistencia de las plantas con-tra los insectos”, ha afirmado MichaelHansen de Consumers Union.

Un gen de una bacteria que desde siem-pre ha habitado el suelo y que ha servidocomo insecticida natural, el BacillusThuringiensis (Bt), ha sido transferido algenoma de plantas de maíz o papas paraque produzcan una toxina que elimine aciertos insectos. Sin embargo, se ha reve-lado que estas plantas insecticidas puedenmatar insectos benéficos, incluso las oru-gas de las mariposas Monarca. Ahora haymaíz Bt y papas Bt. También hay infor-mes que señalan que las esporas del Bt pro-

El Protocolode Cartagena

Firmado el 29 de Enero de

2000, en Montreal, Canadá,

el Protocolo de

Bioseguridad es el primer

acuerdo internacional que

reconoce que los

transgénicos son diferentes

a los productos

comercializados

normalmente y que

requieren una regulación

separada.

Más de 130 países

aprobaron este documento

que regula el comercio

internacional de organismos

modificados genéticamente,

a fin de evitar riesgos para

la salud y el medio

ambiente.

Los productos afectados por

el Protocolo son todos los

que entran en contacto con

el medio ambiente: semillas,

peces transgénicos y

productos agrícolas no

transformados. Sin

embargo, quedan excluidos

los productos elaborados,

como salsas, galletas y

otros alimentos que pueden

contener soya o maíz

transgénicos, y los

medicamentos, vacunas o

test de diagnóstico.

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Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional 5

ducen alergias a los trabajadores y a lastrabajadoras rurales.

Resistencia a los antibióticos

Otra importante preocupación generadapor la aparición de los alimentos trans-génicos en la cadena alimenticia, es la re-sistencia a los antibióticos que su consu-mo podría producir en los seres humanos.

Para modificar el genoma de la planta, seutiliza el gen que se quiere insertar y otrosgenes auxiliares. Algunos de estos últi-mos son genes de resistencia a ciertosantibióticos, lo que, a su vez, podría ha-cer más resistentes las bacterias patógenasque las personas y animales tienen natu-ralmente en la boca y en el estómago. Estotraería graves problemas de salud públi-ca, pues los antibióticos, hasta ahora ga-rantizados, podrían perder su eficacia. Dehecho, “el maíz modificado genética-mente también tiene el gen de la betalac-tamasa, que confiere resistencia a laampicilina”, de acuerdo a la biólogaTeodora Zamudio.

Patrice Courvalin, responsable del CentroNacional de Referencia sobre Mecanismosde Resistencia a los Antibióticos y directorde la Unidad de Agentes Antibacterianosdel Instituto Pasteur, señala en un informeque “ahora que las bacterias desarrollan unaresistencia cada vez más eficaz a todos losantibióticos, la introducción en gran escalade plantas transgénicas plantea el riesgo defacilitarles esa tarea. Muchos de esos orga-nismos genéticamente modificados portan,integrado a su genoma, un gen de resisten-cia a los antibióticos que sirve de marca-dor. Los expertos han tratado ese riesgo conligereza, pero es mucho más serio, dado queparalelamente se favorece la resistencia delas bacterias patógenas al utilizar gran can-tidad de antibióticos en la alimentación delganado. Antes de esparcir los organismosmodificados en el medio ambiente, seríaconveniente efectuar ‘construccionesgenéticas’ que no utilicen los genes de re-sistencia”.

Hallazgos realizados por investigadoresdel Oekoinstitut Freiburg de Alemania,también establecen que los genes de re-sistencia a determinados antibióticos pue-den pasar de las plantas a los animales ali-

mentados con ellas y, de éstos, a patógenosque afectan a los humanos.

La hormona BSTr fue la primera hormo-na animal transgénica aprobada en Esta-dos Unidos, y es comercializada porMonsanto. Su uso fue prohibido en Ca-nadá y en la Unión Europea y rechazadopor el Codex Alimentarius. En los ani-males tratados con esta hormona se en-cuentra un mayor número de infeccionesbacterianas, lo que obliga a los produc-tores a utilizar más antibióticos, señalaSezifredo Paz, Director Ejecutivo delForo Nacional de Entidades Civiles deDefensa del Consumidor de Brasil. “Con-secuentemente, hay un aumento de resi-duos de antibióticos en la leche para elconsumo humano y crece la posibilidadde desarrollar resistencia bacteriana aesos antibióticos”, agrega.

Las compañías

El Servicio Internacional de Adquisiciónde Aplicaciones Biotecnológicas (Interna-tional Service for the Acquisition of Agri-Biotech Aplications, ISAAA), una espe-cie de puente y facilitador –broker, comose autodenomina– entre las transnacionalesbiotecnológicas como Monsanto yNovartis, y los países en desarrollo, expli-ca así la “necesidad” de adquirir esta nue-va tecnología:

“La mera tecnología convencional no serácapaz de aumentar la productividad de losalimentos a un ritmo lo suficientementerápido para hacer frente al crecimiento dela población y a las presiones ambientalesy de sustentabilidad”. El uso de la agro-biotecnología “ofrece prometedores me-dios para alcanzar una agricultura más sos-tenible y un ambiente más seguro, propor-cionando alternativas al uso de pesticidasconvencionales tóxicos. Esto es una nece-sidad crítica en los países en vías de desa-rrollo, en donde vivirán más del 90 porciento de los 11 mil millones de habitan-tes del mundo en 2050”.

No obstante –añade–, los usos de labiotecnología son poseídos sobre todo porcorporaciones privadas, y las ventajas deestas tecnologías no son generalmente ac-cesibles a la mayoría de los países en víasde desarrollo. Por ello, explica, ha nacido

Uno de los logros más

importantes para los países

en desarrollo y para la

Unión Europea fue el

establecimiento del

Principio de Precaución.

Este permite que un país

pueda vetar la llegada de

un producto transgénico si

los análisis científicos

sobre su seguridad ofrecen

datos dudosos y, además,

puede pedir al país

exportador una evaluación

previa de riesgo ambiental.

Respecto del etiquetado, el

Protocolo sólo exige que se

especifique en la etiqueta

general de cada producto

que “puede contener

organismos vivos

modificados”. La fórmula

adoptada regirá durante

los dos años siguientes a la

entrada en vigor del

Protocolo; posteriormente

se podrá discutir la

posibilidad de un

etiquetado más concreto.

El Protocolo de Cartagena

requiere la ratificación de

50 países para entrar en

vigor. Se pretende que esto

ocurra en agosto próximo,

durante la reunión de

Río+10 que se llevará a

cabo en Johannesburgo. A

mayo de 2002, 16 países lo

habían ratificado.

Page 6: repercusiones en la salud de los transgenicos

6 Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional

ISAAA, “para unir programas nacionalesdel Sur y el sector privado del Norte”.

Las industrias agrobiotecnológicas estánrealizando millonarias campañas de re-laciones públicas para lograr entrar consus cultivos en los países en desarrollo.Entre 1999 y el año 2000, aumentó en un51 por ciento el área con cultivos trans-génicos en estos últimos, en tanto quesólo se incrementó en un 2 por ciento enlos países desarrollados. Todavía, sin em-bargo, están lejos de alcanzar el área cul-tivada que alcanza unos 34 millones dehectáreas en los países desarrollados, yalrededor de 11 millones en los países delSur, según la misma ISAAA.

De acuerdo a la investigadora María Isa-bel Manzur, de la Fundación SociedadesSustentables, las compañías biotecnoló-gicas esperan lanzar alrededor del año2005 una modalidad de trigo transgénico.Mientras tanto, agrega, “trabajarán paralograr la aceptación de los consumidoresa esos productos”. Estas compañías, dice,“dirigen su atención hacia los cultivos demayor superficie e interés comercial mun-dial”.

Silvia Ribeiro, de RAFI, escribió en mayode 2001 en el diario La Jornada, de Méxi-co: “Se nos quiere convencer de que lostransgénicos son un fenómeno global, alque no podemos renunciar porque que-daríamos fuera del progreso. La verdades otra. Sólo tres países –Estados Unidos,Canadá y Argentina– tienen el 98 porciento del área cultivada con transgénicosen el mundo”. Básicamente, agrega, “sehan plantado cuatro cultivos, todos de ex-portación: soya, maíz, algodón y colza-canola; 74 por ciento del total mundialfue plantado con cultivos modificadoscon una sola característica: la toleranciaa herbicidas patentados por las mismasempresas que venden las semillas”.

En 1999, cinco empresas –Monsanto,Aventis, Syngenta (Novartis más As-traZéneca), BASF y Dupont– vendieronel cien por ciento de las semillas de esoscultivos. Monsanto sola vendió 86 porciento del total. Queda claro, concluyeRibeiro, “que gran parte de lo que se dis-cute sobre normas e instituciones paraevaluar, regular y permitir la liberación y

consumo de transgénicos es por las ne-cesidades e intereses económicos de trespaíses, cuatro cultivos y, casi se podríadecir, una sola empresa”.

¿Transgénicos contra el hambre?

El principal argumento de las compañíasbiotecnológicas ha sido, como se ha di-cho, que los cultivos transgénicos comba-tirán el hambre en el mundo y reducirán eluso de plaguicidas, como beneficios sus-tanciales. Sin embargo, la investigaciónbiotecnológica tiende a concentrarse en elsector privado y a orientarse hacia la agri-cultura de los países de ingresos más al-tos, donde hay poder adquisitivo para susproductos, como lo planteó la Organiza-ción de Naciones Unidas para la Agricul-tura y la Alimentación (FAO) en una de-claración oficial sobre biotecnología (Ja-pón, 20 de julio, 2000), cuando se reunióun Grupo de la Comisión del CodexAlimentarius a fin de elaborar directricespara los alimentos derivados de labiotecnología.

En el prólogo a un documento de la FAOsobre los transgénicos, su Director Gene-ral, Jacques Diouf, señala que el mundo“tiene indudablemente una capacidad pro-ductiva que le permite obtener cantidadessuficientes de alimentos nutritivos paratodos, pero las desigualdades manifiestasen el acceso de la población a los recursos,las oportunidades y –no menos importan-te– una representación equitativa, perpetúanactualmente el hambre y la privación de másde 800 millones de personas”.

Diversas organizaciones de la sociedadcivil han coincidido con esta aseveración,manifestando que no se requieren más ali-mentos sino un acceso igualitario a ellos,unido a un consumo sustentable de partede la población mundial, en particular delos países industrializados.

La Vigesimoséptima Conferencia Regio-nal de la FAO para América Latina y elCaribe (La Habana, 22 y 23 de abril de2002), también señaló en su declaraciónfinal que las causas del hambre no debenbuscarse en la insuficiente producción dealimentos, sino en la inequitativa distribu-ción de los recursos productivos y de losingresos.

Patentes sobrela vida

Las mayores compañías

biotecnológicas,

farmacéuticas,

agroquímicas, de semillas,

alimentos y bebidas, salud

animal, que tienen patentes

sobre organismos vivos son:

� Estados Unidos

Archer Daniels Midland

Cargill

DuPont

Merck

Monsanto (Pharmacia)

Pfizer Inc

Philip Morris Inc

Pioneer Hi-Bred Int

� Estados Unidos y

Gran Bretaña

SmithKline Beecham

� Gran Bretaña

Astra-Zeneca

Glaxo Wellcome

Mars

Page 7: repercusiones en la salud de los transgenicos

Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional 7

Patentes: amenaza a labiodiversidad

Gracias a las normas comerciales globales,las transnacionales agroindustriales pue-den patentar variedades transgénicas queincluyen genes vegetales y animales, in-cluso células humanas. Pero la mayor partede la diversidad genética agrícola se en-cuentra en los países en desarrollo, por loque “los recursos genéticos extraídos delos países del Sur volverán a ellos más tar-de, convertidos en productos caros ypatentados”, dice el ya mencionadoHansen de Consumers Union. Esto se hacomenzado a llamar “biopiratería”.

Según Úrsula Oswald, investigadora delCentro Regional de InvestigacionesMultidisciplinarias de la Universidad Au-tónoma de México (UNAM), “la biodi-versidad es un bien común, resultado decientos de miles de años de evolución,apropiada colectivamente durante miles deaños por los seres humanos. Por ello, nopuede ser apropiada individualmente, nipuesta en peligro por intereses económi-cos de corto plazo”. En términos sociales,la expropiación de los conocimientos tra-dicionales incidió negativamente en el pro-ceso de desarrollo, cuyo resultado actualson 4 mil millones de pobres, el 70 porciento de ellos mujeres, agrega. “¿Es váli-do –se pregunta– que una empresa multi-nacional patente el conocimiento científi-co de miles de años generado por mujeresy campesinos?”

La biodiversidad también ha sido amena-zada por la contaminación genética. Elcaso que ha mantenido la atención públi-ca, desde noviembre del año pasado, es lacontaminación del maíz mexicano, ya quese trata del primer caso de contaminacióngenética de un centro de diversidad de unode los cultivos alimentarios más importan-tes del mundo.

Las mujeres campesinas semovilizan

Organizaciones no gubernamentales detodo el mundo solicitarán a la FAO, du-rante la Cumbre Mundial sobre Alimenta-ción 5 años después (Roma, 10 al 13 dejunio, 2002), que declare una moratoria

global de los cultivos transgénicos. Juntoa temas como Género y Nutrición, laBiotecnología es uno de los temas clavesde su agenda.

Un llamado similar hizo el Foro SocialMundial (Porto Alegre, enero 2001), don-de, además, las organizaciones presentespidieron una investigación pública e inde-pendiente sobre los transgénicos. Duranteel Foro, 130 campesinas y campesinos delMovimiento de Mujeres Trabajadoras, laPastoral de la Juventud Rural y otras, setomaron un centro de experimentación detransgénicos de Monsanto. Su objetivo fuellamar la atención mundial sobre “la mo-nopolización de la agricultura por empre-sas multinacionales, como la Monsanto, queestá acabando con la pequeña agricultura”.

No es la primera vez que mujeres campe-sinas alcanzan ese protagonismo. Dos añosatrás, en conjunto con el Instituto Brasile-ño de Defensa del Consumidor, mujeresagricultoras protestaron contra lostransgénicos ante supermercados de variasciudades brasileñas. Su creciente presen-cia parece no ser casual.

Un reciente informe de la FAO –prepara-torio de la Cumbre de Roma– señala queel cambio más destacado en la economíalatinoamericana durante la última década,“está asociado con la mayor presencia delas mujeres en la vida económica y socialdel campo”. Esta nueva situación “ha im-plicado la incorporación de las mujerescomo generadoras de ingreso, con respon-sabilidades y actividades en la producciónque antes hacían los hombres”.

Pero también se están organizando. Unamuestra del rechazo de las mujeres delcampo a los transgénicos es una carta quela Coordinadora Latinoamericana de Or-ganizaciones del Campo (CLOC) envió alos gobiernos el 19 de marzo de 2002. Enella, unas 30 organizaciones campesinasdemandan la prohibición total de la tec-nología Terminator y “tecnologías simila-res (Tecnologías para el Uso GenéticoRestringido) que controlan las caracterís-ticas de las plantas y de los animales”. LaCoordinadora pidió “una investigaciónbajo competencia de la FAO sobre la con-taminación transgenética en los bancosgenéticos internacionales”.

� Gran Bretaña y

Países Bajos

Unilever

� Alemania

AgrEvo

Bayer

Hoechst

� Suiza

Nestlé S.A.

Novartis

� Francia

Limagrain

Rhone-Poulenc

� México

Seminis

Fuente:

Women’s EnvironmentalNetwork.

Page 8: repercusiones en la salud de los transgenicos

8 Agenda Salud Nº 26/2002 Isis Internacional

En la CLOC participan varias organiza-ciones de mujeres, tales como la Federa-ción Nacional de Mujeres Campesinas deBolivia “Bartolina Sisa”, la AsociaciónNacional de Mujeres Indígenas de Chile,la Articulación Nacional de Mujeres Tra-bajadoras Rurales de Brasil y la Confede-ración Nacional de Mujeres del Campo deRepública Dominicana. En la carta men-

Fuentes:

Paul Brown: “Científicos británicos se vuelven contra los alimentos genéticamente manipulados”. TheGuardian. 5 de febrero de 2002. En:www.rel-uita.org/transgenicos/cientificos%20britanicos

Teodora Zamudio: “No hay actividad humana de riesgo 0”. Cátedra de Biotecnología, Biodiversidad &Derecho. En: www.bioetica.org

Robin Jenkins: “El polémico Bacillus Thuriengensis”. Red por una América Libre de Transgénicos. En:www.biodiversidadla.org/redial44.htm

Instituto Brasileiro de Defesa do Consumidor: “Mobilizacoes realizadas pelo Idec. A historia a engenhariagenetica”. En: http://server.digipronto.com.br/idec.org.br/paginas/engenharia_genetica.asp

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María Isabel Manzur: “Biotecnología y bioseguridad: la situación de los transgénicos en Chile”. Santiagode Chile, Fundación Sociedades Sustentables, noviembre de 2001.

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Agenda Salud

Nº 26Abril-Junio 2002

Directora: Ana María PortugalRepresentante legal: Ana María GómezEditora: Marcela OrtizCorrección de textos: Sylvia HernándezDiseño y diagramación: Rosa VarasImpresión: Andros Ltda.

Isis InternacionalCasilla 2067, Correo CentralSantiago, ChileTeléfono (56-2) 638 2219Fax: (56-2) 638 3142Correo electrónico: [email protected]ágina web: http://www.isis.cl

ISSN: 0717 - 2311

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cionada, estas organizaciones también se-ñalan que la próxima Cumbre sobre la Ali-mentación “debe llamar a los gobiernosnacionales a abolir las patentes sobre losorganismos vivos”.

Por esto, además, no es tan seguro que losalimentos transgénicos se queden parasiempre.