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Metafísica 2. Dra. Rebeca Maldonado.Rafael Cielo Sánchez.
Reporte #1: Schopenhauer, Arthur. “El mundo como voluntad y representación.”, Vol. I.
Siguiendo el propósito del curso, que es estudiar el desarrollo del nihilismo en el
pensamiento occidental y oriental; hemos tenido la oportunidad de abordar la filosofía de
Schopenhauer; en especial el parágrafo 71 del cuarto libro de “El mundo como voluntad y
representación”; asombra las abundantes referencias a la mitología hindú, lo cual reafirma
los vínculos entre las diferentes explicaciones del nihilismo que venimos estudiando.
Si bien la intención es concebir la voluntad como objetivación o expresión del mundo, de la
vida o del ser humano, la parte que más nos interesa es la consideración que hace respecto
de la afirmación y negación de la voluntad y de la pre-determinación del mundo del
individuo y todos los seres; donde se introduce de lleno al tema de la nada. Temas como la
naturaleza, la vida, la muerte y el ser humano constituyen buena parte de la exposición
previa al tema de la supresión de la voluntad y con ello de la nada.
Bien podemos situar sus ideas como instrumentos que sirvan como punta de lanza para
algo más profundo que una propuesta de ética universal; sea que tratemos filosóficamente
la esencia del mundo, o del hombre. Pero hemos de centrarnos en la explicación existencial
de las relaciones que guarda la voluntad y la vida o manifestación fenoménica de la misma,
expresada en los distintos grados de objetivación de los distintos seres del mundo.
Es lícito identificar en Schopenhauer a la voluntad con el impulso de la vida, o sea, como “la
voluntad de vivir": “La voluntad, que considerada en sí es tan sólo una ciega pulsión
inconsciente e irresistible… su querer… no es otra cosa que éste mundo, la vida,
justamente tal como existe.” Pp. 369
Su relación con el individuo, es que como fenómeno de la voluntad, nace de la nada y a ella
retorna; no tiene ningún valor esencial para la naturaleza ya que está predispuesto a
sucumbir, o sea, a morir; “Así viene a expresar la propia naturaleza de un modo totalmente
ingenuo la gran verdad de que sólo las ideas, no los individuos, tienen realidad propia, esto
es, que únicamente ellas son la perfecta objetivación de la voluntad.” Pp. 370; el consuelo
del ser humano ante la muerte es poder situarse en la contemplación que él mismo es la
naturaleza objetivada de la idéntica voluntad de vivir, y que esa naturaleza de la que
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participa tiene vida inmortal; dice: “La muerte es un sueño en el cual queda olvidada la
individualidad: todo lo demás despierta de nuevo, o más bien sigue despierto” pp. 372.
El presente es la forma esencial del fenómeno de la vida, o sea de la voluntad; existe
siempre y es la única forma donde se manifiesta. Deja bastante clara su oposición a
conceptos estériles, abstractos y absolutos. En resumen define a la muerte como “final
cronológico del concreto fenómeno temporal”. Ello no implica que el ser humano no le
rehúya, ya que en el individuo como objetivación concreta de la voluntad, voluntad de
vivir, todo su ser resiste ante ella. La actitud de no tener temor ante la muerte y poseer el
conocimiento de la verdadera esencia del mundo, del presente, de la vida, o sea, de la
voluntad y de sus fenómenos y objetivaciones es lo que constituye la afirmación de la
voluntad de vivir.
Para agilizar la exposición de la negación de la voluntad de vivir, podemos tomar de
palabras del propio autor, que:
“…se muestra cuando aquel conocimiento pone término al querer, pues entonces los
fenómenos individuales conocidos ya no actúan como motivos del querer, sino que el
conocimiento global de la esencia del mundo, acrecentado por la comprensión de las ideas,
ese conocimiento que refleja la voluntad, se convierte en un aquietador de dicha voluntad y
hace que esta se anule a sí misma.” Pp. 380
Tanto la afirmación como la negación de la voluntad de vivir, vienen de un conocimiento
vital y no abstracto de los hechos y la conducta al margen de la razón. Justo en ésta parte
del pensamiento de Schopenhauer, se abre la interpretación de su pesimismo existencial;
ya no importa el individuo, sino la especie, la vida y la muerte son partes idénticas en la
voluntad de vida, no hay ni futuro ni pasado, se destruye la temporalidad quedando solo la
eternidad fuera del tiempo, ni la felicidad misma se salva del hastió, y ya que es imposible
negar que la vida de todos los seres es dolor y conflicto, la única salida a ese destino trágico
es la vía ascética de la negación de la voluntad de vivir; “…para quienes han dado la vuelta
y negado a la voluntad, este mundo nuestro tan real, con todos sus soles y galaxias, no es
nada.” Pp. 516
Obra citada: Schopenhauer, Arthur. “El mundo como voluntad y representación.”, Vol. I. FCE. México,
2013.