RENACER CAPÍTULO I – EL AVISO

uando ingresé a la sala, mis hermanos ya se encontraban sentados allí. Por la expresión en sus rostros, me di cuenta de que estaban tan ansiosos como yo

por saber el motivo por el cual nuestros padres nos habían citado en esa habitación a esa hora. Se menté al lado de Zachary. En ese momento mis padres ingresaron a la sala. Ninguno de los cinco habló.

C- Bueno chicos, - dijo finalmente mamá – se estarán preguntando por qué los juntamos aquí ¿no?

Nos miramos con Joseph, mi otro hermano. Odio cuando los padres comienzan a dar vueltas y no van directo al grano. Joe preció comprenderme y preguntó.

- ¿Pueden decirnos de una vez?

- Bien, – dijo papá. Suspiró – debemos mudarnos, hijos.

- ¿Tanto lío por esto? – dijo Zac. Me reí cuando vi que Joe le daba un codazo. Papá se molestaba cuando le contestábamos.

- Mudarnos de PAÍS, Zachary - dijo elevando el tono de voz.

- ¿Qué?... No. ¡Esto debe ser una broma! - dijo Zac al levantarse- No podemos irnos del país. No ahora, papá.

Todos permanecimos en silencio. Zachary cerró la puerta dando un golpe, y se podía oír que subía las escaleras a toda prisa.

- Y... ¿Para cuándo la supuesta mudanza? - preguntó Joe.

- En dos semanas, Joseph - contestó papá.

- ¿Qué? - grité - ¿No podían avisarnos eso antes?

- Nosotros tampoco nos lo esperábamos.

- ¿Ésa es su respuesta? ¿Ustedes tampoco lo...?

- Vámonos Clair - dijo Joe y me empujó hacia la puerta.

Salimos de la sala. Noté que mi respiración estaba más acelerada que nunca. Subimos las escaleras y nos conducimos a mi cuarto. Antes de llegar, miré a través de la puerta semi-abierta de la habitación de Zac. Estaba sentado frente a su computadora. Ingresé silenciosamente sin tocar la puerta. Joe me observaba desde la puerta. Vi que Zac estaba chateando con una chica. Cuando llegué a una

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distancia lógica como para ver de qué hablaban, oí un ruido proveniente del lugar donde se encontraba Joe. Me giré para ver que había sucedido. Joseph había tirado el bate de Zac. Le hice señas para que lo levantara, por suerte, Zac estaba escuchando música con sus auriculares puestos con un volumen muy elevado. Cuando Joe colocó el bate en su lugar, tiró la pelota de béisbol. Le hice señas de "estas muerto", y esta vez la levantó con más cuidado. Miré la pantalla de la computadora, Zac escribía: "...Lo siento, debemos terminar, lo nuestro no va a funcionar de esta manera. Mis padres decidieron mudarse de país, y nos vamos en poco tiempo...".

Estaba atónita, Zac se había puesto de novio con una chica, justo cuando nuestros padres decidieron mudarse de país. Desconecté sus auriculares y me quedé frente a él en silencio.

- ¿Por qué no tocaste la puerta antes de entrar? - preguntó.

- Lo hice - mentí - pero no contestaste. ¿Por qué cortaste con esa chica?... ¿Solo porque nos mudamos?

Zac rió entre dientes. Estaba sorprendida. ¿No estaba mal por haber terminado con su novia? Lo miré confundida.

- Estoy con ella hace más de un mes. Me di cuenta de que no es la persona indicada para mí, y utilicé esto como una excusa. No quería herir sus sentimientos. Me pareció que ésta era la mejor manera. - explicó. Estaba cada vez más sorprendida. No me esperaba eso de Zac.

- Pero te fuiste de la sala sin... - dijo Joe.

- Papá y mamá sabían que tenía novia, aunque no sabían quién era. Por lógica, tendría que cortar con ella, y si no me mostraba molesto, ellos vendrían con sus interrogatorios y saben - remarqué esa última palabra - lo aburridos que son.

- Demasiado - coincidió Joe.

- Buen argumento - dije y salí del cuarto.

Bajé las escaleras y me dirigí al comedor. Me apoyé sobre la isla y me quedé pensando en silencio. ¿Cuál sería el motivo de esta mudanza? ¿Existía alguna razón importante? ¿Nos la contarían algún día?

Mamá ingresó a la habitación e interrumpió mis pensamientos.

- Hola hija, ¿puedes colocar la mesa? Ya va a estar la cena - dijo mamá - y luego llama a tus hermanos.

Comencé a hacer lo que me había ordenado sin muchas ganas. Busqué los platos y los vasos y los ubiqué en su lugar. Hice lo mismo con los cubiertos y luego salí de la cocina. Subí las escaleras y entré, nuevamente, al cuarto de Zac. Joe ya no se encontraba allí.

- Baja a cenar, Zac - le dije.

- Bajo en un minuto - contestó. Cerré la puerta y me dirigí al cuarto de Joe, que se encontraba entre el mío y el de Zac.

- Ya está la cena, Joe - volví a decir.

- Ya bajo - dijo.

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Volví a bajar las escaleras y a entrar al comedor. Papá ya se encontraba allí con mamá, sentado en la mesa. Me senté junto a ellos sin pronunciar palabra. Joe y Zac entraron, y mamá comenzó a servir la comida. Había preparado pollo con salsa de champiñones, la comida preferida de Joe. Todos se sentaron y comenzaron a comer.

- Y... ¿A dónde sería la mudanza? - pregunté para romper el silencio que nos atormentaba a todos.

- A Miami - contestó mamá.

- Mmm... - opiné - Principal ciudad del condado estadounidense de Miami-Dade. Ubicada en el sureste de Florida sobre el río Miami, entre los Everglades y el Océano Atlántico. Fundada el 28 de Julio de 1896 y según el consenso de 2007 cuenta con una población de 409.719; su área metropolitana es la séptima más grande de Estados Unidos. Interesante, en mi opinión.

Todos me miraron con cara de "¿qué haces?". Yo me levanté, ya había terminado de comer. Apoyé mi plato en la mesada e hice señas de "síganme la corriente" a mis hermanos. Zac fue el primero en comprenderme.

- La ciudad posee nueve de los diez rascacielos más altos del estado de Florida, siendo el más alto la torre del Hotel Four Seasons, con 240 metros de altura - agregó - no me lo puedo perder.

- El clima de Miami es subtropical, con veranos calidos y húmedos e inviernos suaves y secos. Las temperaturas medias nunca han bajado de los 18ºC. La mayoría de las precipitaciones ocurren en verano y es, generalmente, una estación seca en invierno - agregó Joe.

¡Wow! Era increíble, Joseph Smith había dicho algo productivo. En realidad, Joe era muy inteligente, aunque pocas veces lo demostrara. Me reí entre dientes. Ese "buen" momento finalizó, por lo menos para mí, cuando Joe volvió a hablar.

- ¿Cuándo saldríamos? - preguntó.

- En dos semanas - dijo papá. Se me cayó el vaso de las manos y se partió en miles de pedazos. En dos semanas sería mi cumpleaños. Zac pareció leer mi mente.

- ¿Qué día? - preguntó.

- Un lunes, seguramente - dijo mamá.

- Está definido, el domingo de la otra semana viene el camión de mudanzas y el lunes, a primera hora, salimos. Si o si. - dijo papá con tono cortante. Zac me miró.

Salí del comedor y me dirigí a las escaleras. Cuando llegué al piso superior, entré a mi cuarto y busqué mi agenda. Efectivamente: dentro de dos semanas sería LUNES 9 de NOVIEMBRE. Mi cumpleaños.

Apagué la luz y me acosté en mi cama. Entraba tan sólo un hilo de luz desde el pasillo. Todas las preguntas volvían a mi mente sin respuesta alguna. En ese momento, me quedé dormida.

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