relaciÓn entre los factores de resiliencia y el...
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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
RELACIÓN ENTRE LOS FACTORES DE RESILIENCIA Y EL APOYO
SOCIAL PERCIBIDO EN ADOLESCENTES
Proyecto de Investigación presentado por:
Francis Y. FALCÓN PÉREZ
Tutor:
María GÓMEZ DE GONZÁLEZ
Barquisimeto, Junio de 2012.
UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
RELACIÓN ENTRE LOS FACTORES DE RESILIENCIA Y EL APOYO
SOCIAL PERCIBIDO EN ADOLESCENTES
Proyecto de Investigación presentado por:
Francis Y. FALCÓN PÉREZ
al
Programa de Licenciatura en Psicología
Como un requisito parcial para obtener el título de
Licenciada en Psicología
Tutor:
María GÓMEZ DE GONZÁLEZ
Barquisimeto, Junio de 2012.
Agradecimientos
A mi familia, por su incansable apoyo, el que me permitiera
lograr esta meta y por entender, y justificar mis ausencias durante
este proceso.
A los Docentes de la Universidad Centroccidental Lisandro
Alvarado, por ser fuente constante de educación y conocimientos de
calidad durante todo este tiempo.
Agradezco especialmente a los profesores: René Izquierdo,
Cecilia Garmendia, Jomana Gharzeddine, Yubián Ruiz, Lara Márquez
y Victor López, de los cuales tuve la suerte de ser alumna. Gracias por
todos los conocimientos, experiencias, por su paciencia y contribuir,
cada uno a su manera, en mi crecimiento personal y profesional.
A mi tutora y Decana del Decanato Experimental de
Humanidades y Artes, Dra. María Gómez, por el apoyo, interés y
dedicación con los que siempre me atendió.
A todos mis compañeros de estudio en esta etapa tan
importante y que siempre estuvieron acompañándome. En especial a
Ileana, Jhoislet, Marijó, Alexandra y Liz por su increíblemente valiosa
amistad, enseñanzas, experiencias y momentos de compañía. Con
cada palabra, dieron brillo a este trabajo, ¡Muchas Gracias!
A todo el personal y a los adolescentes de la Sede Central
Sociedad Civil “Ciudad de los Muchachos” de Barquisimeto, por su
disposición y preciada colaboración en este estudio.
i
Índice de Contenido
Pág.
INTRODUCCIÓN……………………………………….…………………..…….7
MARCO TEÓRICO……………….……………………………………………..10
Psicología Positiva……………….….…………………………….….…10
Adolescencia…………………………….….…………………………….11
Factores Protectores del Adolescente…………………………….…14
Resiliencia…………………………………………………………………18
Apoyo Social………………………………………………………..…....25
Estudios realizados………………………..…………………………...28
MÉTODO………………………………………………………………………….34
Problema…………………………………………………………………..34
Objetivo General………………………………………..........36
Objetivos Específicos…………………………………..........36
Definición de variables………………………………………………...36
Resiliencia………….……………………………………...........36
Apoyo Social Percibido…………………………………..........37
Variables extrañas………………………………………………………37
Originadas por los participantes……………………...........37
Relacionadas con la situación…….…………………..........37
ii
Tipo y Diseño de investigación…….…………………………………38
Diseño muestral………………………………………………………...38
Instrumentos…………………………………………………….……….39
Procedimiento…………………………………………………………....41
Consideraciones éticas……………………………………………..….42
RESULTADOS……………….…………………..………………………………44
DISCUSIÓN………………….………….……….……………………………….53
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES………………………..…..…57
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS….….………………………………….61
ANEXOS…………………………………………….…………………………....71
Anexo A: Inventario de Factores Personales de Resiliencia…...72
Anexo A: Cuestionario MOS de Apoyo Social...……………..…...75
iii
Índice de Tablas
Pág.
Tabla 1. Análisis de confiabilidad de las escalas……………………..….44
Tabla 2. Descripción de la media de los Factores Personales de
Resiliencia………………………………………………….………………...45
Tabla 3. Descripción de la media de los Factores Personales de
Resiliencia; Autoestima, Empatía, Autonomía, Humor y
Creatividad……………………………………………..…………………….46
Tabla 4. Análisis descriptivo de la media global del Apoyo Social
Percibido……………………………………….……………………………..47
Tabla 5. Niveles en los tipos de Apoyo Social Percibido; Emocional,
Instrumental, de Interacción Social Positiva y Afectivo……………48
Tabla 6. Correlación entre las variables de Factores Personales de
Resiliencia y Apoyo Social Percibido………………………………......49
Tabla 7. Correlación entre Autoestima, Empatía, Autonomía, Humor y
Creatividad con el Apoyo Emocional, Instrumental, de Interacción
Social Positiva, y Afectivo………………………………………………...50
iv
Resumen
El objetivo principal de este trabajo fue describir y relacionar la
Resiliencia con el Apoyo Social Percibido en la población de
adolescentes de 12 a 18 años que asiste a la Sede Central de la
Sociedad Civil Ciudad de los Muchachos de la ciudad de
Barquisimeto. El diseño fue descriptivo-correlacional, y se aplicó el
Inventario de Factores Personales de Resiliencia validado por Salgado,
(2004) y el Cuestionario MOS de Apoyo Social validado y
estandarizado por Sherbourne y Steward, (1991). Los resultados
indican que no se encontraron relaciones estadísticamente
significativas entre ambas variables, pero sí se hallaron relaciones
significativas en el factor empatía con relación a los tipos de apoyo
social, con un nivel de significancia de 0,01 (r = ,315; **p = 0,01).
Además se reflejó la existencia de altos niveles de resiliencia y altos
niveles de apoyo social percibido en la población estudiada. Lo cual
permite identificar en dicha población características y factores
resilientes que los protegen de la adversidad y le proporcionan un
desarrollo sano.
Palabras clave: Resiliencia, Factores Protectores, Autoestima,
Autonomía, Empatía, Humor, Creatividad, Adolescentes, Apoyo Social.
7
Introducción
Los adolescentes en América Latina conforman un 30% de la
población total y actualmente este grupo constituye una preocupación
a la salud pública. La población joven es un conjunto heterogéneo y
diverso con múltiples identidades las cuales merecen ser exploradas
(Maddaleno, Morello & Infante, 2003).
Existen amplias evidencias de la variabilidad de respuesta ante
estas situaciones estresantes, entonces, ¿por qué algunos individuos
toman actitudes positivas superando los obstáculos, enfrentándose y
saliendo fortalecidos de dichas situaciones mientras que otros se
quedan estancados y enredados en recuerdos negativos durante
mucho tiempo? (Grotberg, 2001; Amar, Kotliarenko y Abello, 2003;
Barrios, 2007; Oliva, Jiménez, Parra y Sánchez-Queija 2008; Gómez y
Kotliarenko, 2010).
Este trabajo se enmarca dentro del campo de la psicología
positiva ya que como lo plantea Manciaux (2003) aunque las
respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales e
incluso patológicas por los expertos, la literatura científica actual
demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta
común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable
ante la adversidad.
A las personas que logran salir fortalecidas de los contextos
riesgosos y experiencias adversas a las que están expuestas se les
reconoce como resilientes. Las investigaciones sobre resiliencia, en los
últimos años han estado dirigidas principalmente en dos sentidos:
riesgo y protección. Más que centrarse en los circuitos que mantienen
esta situación, la resiliencia se preocupa de observar aquellas
8
condiciones que posibilitan el abrirse a un desarrollo más sano y
positivo (Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla, 1997; Grotberg, 2001).
Es importante apelar a un abordaje específico de esta
problemática, como también la promoción de factores protectores
tales como la autoestima, habilidades interpersonales y para la
resolución de problemas, sentido de autoeficacia, integración y apoyo
social. La presencia de intereses y personas significativas dentro o
fuera de la familia también favorecen la manifestación de
comportamientos resilientes en circunstancias adversas. Más que
nuevas técnicas, lo que se precisa para orientar las intervenciones
son herramientas conceptuales que apunten a examinar la fortaleza
(Villalba, 2004; Cardozo y Dubini, 2005).
Es de gran relevancia incorporar una orientación desde los
aspectos más positivos descentralizándose de las miradas
tradicionalmente negativas de los adolescentes y sus conductas. La
resiliencia es la respuesta a este problema, es un cambio de
paradigma que privilegia el enfoque en las fortalezas, no en el déficit
o problema. Sin embargo, el carácter interactivo de la resiliencia
acentúa la importancia del vínculo positivo con los otros, lo cual ha
generado un enfoque basado en las características de la
imprescindible interacción con otros seres humanos para el desarrollo
de estos sujetos (Quintero, 2005; Melillo, 2008; Corona y Peralta,
2011).
Por ello, se ha encontrado necesario implementar estrategias
que articulen adecuadamente el fortalecimiento de factores de
protección e identificar los recursos comunitarios y personales con los
que cuenta el adolescente. Por lo que es claro el valor que adquieren
las redes formales e informales para el desarrollo de la resiliencia. La
existencia significativa de soportes y los recursos externos aparecen
9
como uno de los pilares fundamentales para la prevención y
promoción de la salud (Cardozo et. al. 2005; Sivak, Ponce, Huertas,
Horikawa, Diaz, Zukerfeld y Zukerfeld, 2007).
En relación a esto se ha estudiado ampliamente la necesidad de
reconocer y fortalecer las capacidades del adolescente. Asimismo, el
apoyo psicosocial del que puede disponer un joven durante esta etapa
es un factor importante para su salud tanto física como mental y es
determinante en crear una reacción positiva entre familiares y otros
significativos cercanos a su entorno. Se considera además que el
apoyo familiar es el soporte social más importante, ya que es en el
seno familiar donde se educa a los hijos y se les brinda seguridad y
apoyo tanto material como emocional (Muñoz y De Pedro, 2005;
Luengo, 2008; Palomar y Gómez, 2010; Morales y Díaz, 2011).
10
Marco Teórico
En este apartado se hace una revisión teórica de los conceptos e
investigaciones enmarcadas en el área de la psicología positiva y su
relación con los factores que desarrollan la resiliencia en niños y
jóvenes socialmente vulnerables. Posteriormente se describen y
analizan los resultados obtenidos en los diversos estudios realizados
con el fin de generar una línea teórica que sustente la investigación.
Psicología Positiva
Más allá de los modelos patogénicos de salud asumidos por la
mayoría de los expertos que focalizan su atención en las debilidades
del ser humano y conciben al sujeto que sufre una experiencia
traumática como una víctima que potencialmente desarrollará una
patología, existen otros modelos que entienden y conceptualizan el
trauma que desde una perspectiva más salutogénica, entienden al
individuo como un sujeto activo y fuerte, con una capacidad natural
de resistir y rehacerse a pesar de la vivencia de adversidades,
conocida como Psicología Positiva (Lamas, 2004).
Diversas investigaciones indican que la psicología positiva tiene
su foco en la promoción del bienestar y genera un marco conceptual
idóneo para la promoción de la salud. El cambio de este enfoque
desde el foco de la enfermedad hacia el desarrollo de las
potencialidades, fortalezas o virtudes del ser humano es llamado
enfoque salugénico. La base de este enfoque salugénico retomado por
la psicología positiva remite a cuatro pilares fundamentales de ésta:
las fortalezas humanas, las emociones positivas, las relaciones
11
interpersonales positivas y las instituciones positivas (Seligman,
2009; Garassini, 2010).
El objetivo de este modelo es mejorar la calidad de vida y
prevenir la aparición de los trastornos mentales y patológicos. Por
medio de la psicología positiva se otorgan instrumentos conceptuales
que junto al tradicional modelo médico, permite abordar la totalidad
del psiquismo humano. Asimismo, este concepto fue relacionado con
temas como la satisfacción, el autocontrol la creatividad,
afrontamiento, empatía, altruismo, moralidad y resiliencia
(Csikszentmihalyi, 1998; Vera, 2006; y Gancedo, 2008).
Las vinculaciones de cada una de las facetas de la resiliencia
estarían indicando que el apoyo emocional dentro del hogar y los
intercambios sociales positivos influirían significativamente sobre la
capacidad de los adolescentes para afrontar situaciones amenazantes
y salir fortalecidos (Omar, 2005).
Tomando en cuenta la importancia que tiene la resiliencia
dentro de la Psicología Positiva la presente investigación se encuentra
enmarcada dentro de ésta área, es por ello que se pretende estudiar
los factores protectores que influyen en la etapa de la adolescencia y
su relación con el apoyo social percibido.
Adolescencia
La adolescencia corresponde a la edad en la que se producen
intensos cambios físicos y psicosociales que generalmente se inician y
terminan dentro de la segunda década de la vida. Según datos de la
Organización Panamericana de la Salud, en América Latina los
adolescentes constituyen el 30% de la población, con grupos
comprendidos entre 10-24 años de edad. Se conoce que la
adolescencia es considerada la última etapa antes de llegar a la
12
adultez, en la que sucede un marcado desarrollo tanto físico como
mental (Aguirre, 2002; García, 2009).
La Adolescencia es un proceso dinámico y complejo donde se
produce un desarrollo simultáneo y asincrónico en diferentes áreas en
la vida del sujeto, en el área física haciendo referencia a cambios
corporales en la pubertad, el área cognitiva, psicológica y social. Es en
esta etapa donde suceden el desarrollo de características sexuales, de
adquisición de nuevas habilidades, sociales, cognitivas y emocionales
(Borras, Morales y Reboledo, 2009).
Vinaccia, Quiceno y San Pedro (2007) explican la adolescencia
como una etapa del ciclo vital donde suceden retos y obstáculos
significativos para el adolescente que se ve enfrentado al desarrollo,
en primera instancia, de su identidad y a la necesidad de conseguir la
independencia de la familia manteniendo al mismo tiempo la conexión
y la pertenencia al grupo.
Dulanto (1994) hace referencia a la adolescencia como una
etapa normal de desarrollo biopsicosocial, que ofrece a quien la vive
un vasto mosaico y formas de madurar en los diversos aspectos de su
vida, tanto físico, como emocional y social. Cada adolescente es único
y cuando inicia esta etapa, su vida representa una parcela abierta a
un gran campo de posibilidades para lograr la realización personal.
El mismo autor, señala que en gran parte, la adolescencia es el
resultado de la experiencia de vida infantil en la familia, del apoyo, la
educación, la orientación y un gran número de estímulos afectivos
que despiertan en el niño la vida interior y social. En este sentido, el
adolescente es un sujeto que emerge con características propias
resultado de una integración tanto biológica, como psíquica y social.
La adolescencia se define como un proceso continuo en el cual
se satisfacen necesidades y se desarrollan competencias, habilidades
13
y redes sociales con múltiples identidades de género, cultura, etnia,
estatus social y económico, vida urbana y rural, las cuales siempre
merecen ser exploradas. Es un proceso de crecimiento y desarrollo
acelerado donde los diferentes eventos de diferenciación se realizan
tan rápidamente que cumplen la importante función de lograr la
identidad en el sujeto, la adaptación e incorporación a la sociedad
(Maddaleno, Morello e Infante, 2003; Guillen, 2005).
Durante esta etapa ocurren eventos que permiten consolidar la
propia identidad además de la adopción de una nueva perspectiva del
conocimiento personal. Asimismo, definen la adolescencia como una
etapa de adquisición de valores personales, donde el sujeto se
desarrolla mediante la aproximación a las características de un grupo
de iguales siendo aconsejable alentar repertorios positivos de relación
entre pares. Es importante hacer referencia que para guiar un
desarrollo pleno en el adolescente hay claves importantes que se
deben tomar en cuenta, como el acceso a la salud, la educación, la
justicia, el empleo y la participación social, además del apoyo de las
familias o comunidades (Maddaleno et. al. 2003; Díaz-Aguado 2006;
García del Castillo y Días, 2007).
La literatura está repleta de investigación centrada en factores
de riesgo y dedica muy poco espacio a los factores de protección frente
a las diferentes conductas del adolescente. Tomando en cuenta la
importancia de esta integración biopsicosocial, no se pueden dejar a
un lado los factores que influyen directamente en este desarrollo
(Cardozo y Dubini, 2005; Avia y Vásquez 2006).
Para efectos de esta investigación se tomó en cuenta el concepto
de adolescencia como proceso dinámico y de desarrollo psicosocial del
individuo, etapa que se presenta en las edades comprendidas entre 12
14
y 20 años, y desarrollo que se ve altamente influenciado por factores
de riesgo y protectores.
Factores Protectores del Adolescente
Son muchos los avances que se han realizado en el campo de la
salud y la atención a la situación de la juventud. La prolongación de
la esperanza de vida, la globalización y una gran gama de complejos
estímulos incrementa la necesidad de los adolescentes y jóvenes de
encontrar en las situaciones que los rodean, los elementos para
asumir los cambios biopsicosociales que experimentan. El enfoque de
la atención a la salud juvenil, procura desde una perspectiva más
integral y articulada reducir los factores de riesgo, incrementar los
factores de protección y brindar oportunidades de reconstrucción y
avance en diversas situaciones (Krauskopf, 1995).
Los factores protectores se definen, como todas aquellas
características, hechos o situaciones propias del niño o su entorno
que elevan su capacidad para hacer frente a las adversidades o
disminuyen la posibilidad de desarrollar desajuste psicosocial frente a
la presencia de factores de riesgo. Entre los factores de protectores
mencionados por Silva (1999) se pueden nombrar:
Vínculos positivos de aceptación y redes de soporte social: una
o varias personas que confíen en el niño o adolescente, lo
alienten y acompañen es fundamental en su desarrollo.
Sentirse queridos y querer dar un sentido a la vida. Alimentar
su autoestima, poder ser cuidados, sentir soporte y poder
sostener a otros. Estas figuras pueden ser los padres, los
hermanos, algún familiar, el maestro o el mismo cuidador. Lo
central es posibilitar un vínculo cálido y de aceptación.
15
Clima emocional positivo para el desarrollo: un clima familiar,
escolar o socialmente adecuado en el cual el niño pueda
desarrollarse y aprender a ser positivo. Un clima que le permita
crecer en armonía, que promueva el juego, la recreación,
aprenda a sentir placer y satisfacción con lo que va logrando y
dónde se promueva el aprendizaje.
Aptitudes y habilidades: permiten enfrentar los retos propios
del desarrollo, así, abren las posibilidades a nuevos
aprendizajes y perspectivas. Ofrecer la posibilidad de realizar
actividades constructivas, dónde el niño aprenda algo que le
permita avanzar y haga sentir bien alimentando así su
autoestima. Comprometerse con actividades o situaciones que
brinden bienestar y la sensación de ser competentes para algo.
Desarrollar aptitudes para el mejoramiento de la vida
emocional.
Autoestima: todas aquellas experiencias que alimenten la
autoestima del niño se convierten en factores protectores y
estimulan la resiliencia, se menciona como un eje del desarrollo
y mantenimiento de la misma. Un niño desarrolla su
autoestima por medio de diversas fuentes: ser querido por
quienes lo rodean, tener aptitudes y logros por los cuales sea
reconocido.
Sentido del humor: la persona capaz de reírse de sus problemas
es más fuerte que éstos, el sentido del humor alivia las
tensiones, hace tomar la vida con optimismo y ayuda a que las
cosas no parezcan tan dramáticas cuando se presenta una
dificultad. Genera un clima relajado, donde es posible
experimentar placer, recreación, juego y diversión. Facilitando
las interacciones sociales se pueden propiciar en el niño un
16
clima y experiencias que favorezcan la risa y la expresión de las
emociones positivas.
Socialización: son aquellas que facilitan el desarrollo social del
niño en su entorno. Muchos de estos aspectos entrenan al niño
a fortalecerse brindándole oportunidades de crecimiento.
Por otra parte Guillen (2005) define los factores protectores
como aquellas características personales del adolescente, que
interactúan constantemente con la necesidad de explorar límites,
enfrentarse a sus dudas y emociones, desafiar las potencialidades de
su propio cuerpo y establecer nuevas formas de relación con los
adultos. Lo cual a su vez genera sentimientos de invulnerabilidad, de
omnipotencia, la necesidad de demostrarse a sí mismos y al entorno
la capacidad de desafiar la norma, manifestaciones que si bien son
normales y propias de la crisis fisiológica de la adolescencia, si se
hacen repetitivas o exceden los límites de un comportamiento social
aceptable, pueden convertirse en riesgos.
Los factores de protección son todas aquellas variables que
disminuyen la probabilidad de involucrarse en conductas de riesgo,
ya que fomentan la resiliencia y el autocuidado. Se entiende como
conductas de protección aquellas acciones voluntarias o
involuntarias, que pueden llevar a consecuencias protectoras para la
salud, son múltiples y pueden ser bio- psico-sociales (Moreno, 2010;
Corona y Peralta, 2010).
Guedeney (1998) se refiere a factores protectores como todas
aquellas situaciones que fortalecen el desarrollo positivo del joven,
entre ellos se nombran: actitud parental competente, buena relación
con alguno de los padres, el apoyo del entorno, una buena red de
relaciones informales, educación participativa, compromiso religioso
bajo forma de participación en un grupo de escucha del otro.
17
Se entiende por factores protectores aquellos que protegen de
situaciones adversas aquellas influencias que modifican, mejoran o
alteran la respuesta de una persona a algún peligro. Ello significa que
existen ciertos elementos que colaboran para el establecimiento de
situaciones que resulten benéficas para los individuos a pesar de que
éstos se encuentren frente a una determinada situación adversa
(Barrios, 2005).
No se puede pretender que el adolescente esté libre de riesgos,
pues el contacto con el mundo exterior lo expone a ellos, por tanto
hay que prepararlo para el enfrentamiento y para contrarrestar la
agresión, reforzando sus factores protectores, así se reduce la
vulnerabilidad al tener en el entorno la oportunidad de desarrollar
alternativas de respuesta que no sean destructivas; al recibir de
adultos significativos los modelos apropiados para la solución de
problemas cotidianos (Guillen, 2005).
Por su parte Ayamamani (2010) indica que los factores
protectores son considerados ese algo que opera para mitigar los
efectos del riesgo. Se consideran fuerzas internas y externas que
contribuyen a que el niño resista o aminore los efectos del riesgo, por
tanto, reducen la posibilidad de disfunción y problemas en estas
circunstancias.
Se ha podido comprobar que cuanto más relajada y acogedora
sea la primera persona que cuida al niño, mayor es la probabilidad de
consolidar una unión segura. Y esta unión será el más fuerte factor
que puede favorecer los resultados positivos de un desarrollo hasta el
final de la adolescencia (Redondo, 2002).
Por su parte Grotberg (2006) indica que existen una serie de
factores protectores los cuales interactúan de forma sinérgica, a
través de los cuales el ser humano desarrolla la capacidad para hacer
18
frente a las adversidades de la vida, lo cual el mismo autor define
como resiliencia, entre los factores se encuentran: los factores
interpersonales: vistos como la capacidad para solucionar problemas
y los apoyos externos que promueven la resiliencia a través de una o
más personas dentro del círculo del adolescente en quienes él pueda
confiar y lo alienten a un desarrollo saludable.
De acuerdo a la bibliografía estudiada cabe destacar la
importancia que tienen los factores protectores para el desarrollo
posterior de un perfil resiliente, por lo cual se hace necesario estudiar
los conceptos relacionados a esta variable.
Resiliencia
El término “resiliencia” aparece en la literatura especializada de
la salud mental como una hipótesis explicativa de la conducta
saludable en condiciones de adversidad o alto riesgo. Es así como la
“resiliencia” se relaciona a otros términos como: factores protectores,
factores de riesgo y vulnerabilidad, los cuales describen los elementos
predisponentes del sujeto, y aquellos del entorno que influyen en el
comportamiento saludable (Saavedra y Villalta, 2008).
Kotliarlenco et.al, (1997) definen la resiliencia como un
conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener
una vida sana, viviendo en un medio insano. Estos procesos tendrían
lugar a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre
atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural.
El resultado de una combinación o interacción de factores que
ayudan al adolescente a manejar y superar las adversidades en la
vida se conoce como resiliencia. Es decir, un factor protector que
modera y mitiga el impacto de riesgo en el desarrollo (Bacigalupo,
Covarrubias, y Vergara 1998).
19
La resiliencia, no es una cualidad estática, un rasgo o
característica inmutable, sino que es un proceso dinámico y
cambiante que se manifiesta frente a ciertas exigencias, mientras que
puede no observarse en otras condiciones o momentos (Kalawski y
Haz, 2003).
Por su parte, Lamas y Murrugarra (2005) señalan que la
resiliencia es un atributo que varía de un individuo a otro y que
puede crecer o declinar en el tiempo; los factores protectores son
características de la persona o del ambiente que mitigan el impacto
negativo de las situaciones y condiciones estresantes. La resiliencia
no es un fenómeno de “todo o nada”, ni ocurre en un tiempo
determinado. Los niños pueden mostrar más fortalezas en algunas
áreas (como apresto escolar) pero, al mismo tiempo, tener dificultades
en otras (como sus relaciones interpersonales).
En los jóvenes, la resiliencia tiene que ver entonces con la
capacidad para resolver el problema de la identidad en contextos
donde esta no posee as condiciones para construirse de un modo
positivo con el propósito de fortalecer la autonomía y la capacidad de
gestionar sus propios proyectos de modo responsable y diligente
(Saavedra et,al. 2008).
Sobre este particular, Manciaux (2003) sitúan la resiliencia en
una corriente de psicología positiva dentro de un concepto de
personas que aun habiendo vivido una situación traumática, han
conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en
un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera
desarrollado en ellos recursos latentes. Aunque durante mucho
tiempo las respuestas de resiliencia han sido consideradas como
inusuales e incluso patológicas por los expertos, la literatura
científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es
20
una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un
ajuste saludable a la adversidad.
Obando, Villalobos y Arango (2010) definen al sujeto resiliente
como un actor social que interactúa con su entorno de manera que
forma y hace parte de una ecología social. En esta medida, la
resiliencia se entiende como la capacidad que posee la persona para
construir su camino con los recursos de protección que su ecología
social le proporciona y la capacidad para negociarlos con su familia y
su comunidad manera significativa.
En este sentido, la resiliencia hace referencia a una variable
positiva que pudo haber tenido un valor o significado importante en la
vida del adolescente que de alguna manera vio afectada su infancia o
se enfrentó a situaciones no propias para su edad (Vinaccia et, al.
2007).
De esta manera, Mejías (2003) señala que para cumplir con los
criterios de definición de resiliencia la persona debe superar los
factores de riesgo y adaptarse en diferentes dominios, por ejemplo: el
cognitivo (respuesta al estimulo traumático o capacidad de buscar
soluciones después del trauma), o social (rendimiento social
académico y una apropiada interacción del niño-adolescente con su
círculo de amigos).
Asimismo, Prado y Águila (2003) definen al adolescente
resiliente como aquel que busca soporte emocional en personas fuera
de su entorno familiar, cuando éste no funciona o lo hace de manera
disfuncional. La resiliencia, a pesar de que requiere una respuesta
individual, no es una característica individual, pues está
condicionada tanto por factores individuales como ambientales
(Gonzalez, et. al. 2005).
21
Para Grotberg (1996) la resiliencia es importante porque es la
capacidad humana para hacer frente a las adversidades de la vida de
las cuales nadie está exento. Todos los seres humanos se enfrentan a
adversidades de diversos tipos (robos, guerra, incendios, terremotos,
inundaciones, accidentes, pérdida del trabajo, muerte, divorcio o
separación, enfermedad, pobreza, malos tratos, abuso sexual y/o falta
de vivienda) superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso
transformado es lo que se llama “ser resiliente”.
El mismo autor, en el año 2003 identifica cuatro categorías
diferentes en los factores de resiliencia: "yo tengo" (apoyo); "yo soy" y
"yo estoy" (atañe al desarrollo de fortaleza intrapsíquica); "yo puedo"
(remite a la adquisición de habilidades interpersonales y de resolución
de conflictos) definidos de la siguiente manera:
Yo tengo
Personas del entorno en quienes confío y que me quieren
incondicionalmente.
Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar
los peligros o problemas.
Personas que me muestran por medio de su conducta la
manera correcta de proceder.
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en
peligro o cuando necesito aprender.
Yo soy
Una persona por la que otros sienten aprecio y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les
demuestro mi afecto.
Respetuoso de mí mismo y del prójimo.
22
Yo estoy
Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
Seguro de que todo saldrá bien.
Yo puedo
Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.
Buscar la manera de resolver los problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso
o que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o
actuar.
Encontrar alguien que me ayude cuando lo necesito.
En efecto, las conductas resilientes suponen la presencia e
interacción dinámica de dichos factores, y los factores en sí van
cambiando en las distintas etapas de desarrollo. Por su parte, Melillo
(2002) hace referencia a que la aparición o no de esta capacidad
resiliente en los sujetos depende no solamente de la interacción de
estos factores sino de la interacción de la persona y su entorno
humano. Es por ello que establece los pilares de la resiliencia:
Autoestima consistente: es la base de los demás pilares y es el
fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente
por un adulto significativo, “suficientemente” bueno y capaz de
dar una respuesta sensible.
Introspección: Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una
respuesta honesta. Depende de la solidez de la autoestima que
se desarrolla a partir del reconocimiento del otro. De allí la
posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o
delincuentes, con el fin de obtener ese reconocimiento.
23
Independencia: Se definió como el saber fijar límites entre uno
mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener
distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. Depende
del principio de realidad que permite juzgar una situación con
prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos
ponen en juego esta capacidad.
Capacidad de relacionarse: Es decir, la habilidad para
establecer lazos e intimidad con otras personas, para balancear
la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a
otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen
aislamiento: si es baja por autoexclusión vergonzante y si es
demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que se
supone.
Iniciativa: El gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas
progresivamente más exigentes.
Humor: Encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite
ahorrarse sentimientos negativos aunque sea transitoriamente
y soportar situaciones adversas.
Creatividad: La capacidad de crear orden, belleza y finalidad a
partir del caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión,
se desarrolla a partir del juego en la infancia.
Moralidad: Entendida ésta como la consecuencia para extender
el deseo personal de bienestar a todos los semejantes y la
capacidad de comprometerse con valores. Es la base del buen
trato hacia los otros.
Por otra parte, Gonzalez, Valdez y Zavala (2008) establecieron
cinco factores de resiliencia relacionados al desarrollo del adolescente,
agregando a los factores ya mencionados los siguientes:
24
Afiliación: como la percepción que tiene el individuo de que
cuenta con redes de apoyo, genera un sentimiento de
pertenencia, vínculos significativos con los que cuenta para
enfrentar una situación de adversidad.
Altruismo: hace referencia a juicios generales acerca de la
capacidad que tiene el propio adolescente de proveer ayuda a
otros.
Según García (2009) la resiliencia es una característica
psicológica que hace referencia a la resistencia. De esta forma ciertas
características del entorno social y familiar influyen decisivamente en
la resiliencia de un sujeto, que expuesto a una situación de riesgo no
sucumbirá gracias a los factores protectores que le hacen inmune a
los riesgos.
Considerando lo anterior, Pereira (2007) señala que la
resiliencia se construye en relación, difícilmente un niño o joven
puede desarrollar un perfil resiliente por sí solo. Necesita sentirse
estimado, cómodo y respaldado para que pueda valorarse y tener
respeto hacia sí mismo y pueda respetar a los demás.
Igualmente, se hace énfasis en el género como variable que
diferencia la resiliencia, aseverando que los niños se perciben
inhibidos, inseguros y con problemas de comunicación, mientras que
las mujeres se ven más flexibles y dependientes. De esta manera,
estas últimas tienden a contar con mayores habilidades
interpersonales y fortalezas internas, lo que redundaría en mejor
capacidad de afrontar a partir de las redes de apoyo social (Peña,
2009).
Como se refleja en la teoría, la adolescencia es una etapa de
cambios y de integración, en este proceso el adolescente no se
encuentra solo, sino que se encuentra influenciado por la familia y el
25
entorno social donde se desenvuelve, por ello es necesario, en este
caso, considerar el apoyo social que el joven recibe en esta etapa,
como un factor importante dentro de su desarrollo.
Apoyo social
En el proceso de socialización la familia tiene un papel
fundamental en el cuidado y la crianza de los hijos y, principalmente,
en la transmisión de conocimientos, valores y costumbres, así como,
en el desarrollo de las habilidades emocionales y sociales que facilitan
su adaptación para integrarse a la sociedad como personas activas y
productivas (Fontana, Alvarado, Angulo, Marín y Quirós, 2009).
Cobb (1976) concibe el apoyo social como información
perteneciente a una de las tres siguientes clases: a) información que
lleva al sujeto a creer que cuidan de él, b) información que le lleva a
creer que es estimado y valorado, y c) información que lleva al
individuo a creer que pertenece a una red de comunicaciones y
obligaciones mutuas. Desde una perspectiva bio-psico-social la
familia es un contexto integrador donde existe una dinámica entre los
sistemas biológico, psicosocial y ecológico dentro de los cuales se
movilizan los procesos fundamentales del desarrollo del adolescente
(Hernández 1996).
Se distinguen dos tipos de abordaje en función de la perspectiva
desde la que se la estudie:
Perspectiva estructural. Hace referencia tanto a las
características cuantitativas u objetivas de la red de apoyo
social, tales como tamaño, densidad, dispersión geográfica, etc.,
como a las características de los contactos que tienen lugar
dentro de ella.
26
Perspectiva funcional. Desde la que se analizan los efectos o
consecuencias que le reportan al sujeto el acceso y
conservación de las relaciones sociales que tiene en su red
(Schaefer, Coyne & Lazarus, 1981).
Por su parte, Gracia, Herrero & Musitu (2002) destacan en
cuanto a las dimensiones que constituyen el concepto de apoyo se
distinguen: (a) el apoyo emocional entendido como la posibilidad de
compartir sentimientos, pensamientos y experiencias personales,
constituyéndose en un poderoso recurso contra las amenazas a la
autoestima y desempeñándose un importante rol en el fomento y
mantenimiento de la salud y el bienestar de las personas; (b) el
consejo que alude a las guías necesarias que moldean las estrategias
de afrontamiento emocional y conductual ante las distintas demandas
del entorno y (c) el apoyo instrumental, definido como la prestación de
ayuda material directa o servicios.
Igualmente, Barros (2002) diferencia varios tipos de apoyo
social, entre los que se encuentran:
Los apoyos materiales que implican un flujo de recursos monetarios
(dinero efectivo de forma regular o no, remesas, regalos, etc.) y no
monetarios bajo la forma de otras formas de apoyo material (comidas,
ropa, pago de servicios, etc.).
Los apoyos instrumentales pueden ser el transporte, la ayuda
en labores del hogar y el cuidado y acompañamiento.
Los apoyos emocionales se expresan por la vía del cariño, la
confianza, la empatía, los sentimientos asociados a la familia, la
preocupación por el otro, etc. Pueden tomar distintas formas
que van desde visitas periódicas, ser escuchado, transmisión
física de afectos, etc.
27
Los apoyos cognitivos se refieren al intercambio de experiencias,
a la trasmisión de información (significado), al dar consejos que
permiten entender una situación, etc.
El concepto de apoyo social percibido se refiere a la valoración
que una persona hace sobre su red social y los recursos que fluyen
desde ella, lo que implica destacar el grado de satisfacción que
obtiene del apoyo disponible. El apoyo social permite a la persona
lograr una mayor estabilidad, predictibilidad y control de sus
procesos, refuerza la autoestima favoreciendo la construcción de una
percepción más positiva de su ambiente, promueve el autocuidado y
el mejor uso de sus recursos personales y sociales (Gracia, 1997;
Barra, 2004).
Asimismo, Barrera (1986) plantea que el apoyo social percibido
emerge como un importante concepto entendiéndose como una
valoración cognitiva del sujeto de estar conectado con los otros.
Cohen y Syme (1985) definen el apoyo social como un concepto
multidimensional definido como la totalidad de recursos provistos por
otras personas.
La familia es el principal entorno que constituye la influencia
primaria en la vida de todo individuo y que en ella se aprenden las
pautas de interacción que serán fundamentales en un futuro. Se
entiende por apoyo familiar-social aquellas acciones que realizan uno
o varios miembros del contexto que favorecen los procesos de
enseñanza y de aprendizaje (Barrios, 2005; Fontana, et. al. 2009).
Dulanto (1994) señala que por medio de la convivencia en el
sistema familiar y social el adolescente aprende a entender, valorar y
encontrar un sentido en la convivencia, además desarrolla
habilidades y actitudes que le permitan vivir en sociedad. También,
la necesidad del joven de ser reconocido como alguien lleva a preferir
28
ser alguien temido o detestado que ser nadie, lo cual genera severos
rasgos de conductas riesgosas. Sin embargo, el apoyo social, los
estímulos adecuados y reconocimiento de valor en todos los ámbitos
familiar, escolar, institucional y comunitario actúan como factores de
protección ante este riesgo.
La mayoría de los jóvenes encuentran en su entorno familiar y
en los contextos en los que viven, las condiciones de protección y los
modelos que necesitan para desarrollarse. Sin embargo, en algunos
casos no reciben la atención necesaria por parte de las personas
encargadas de su cuidado. En estas situaciones, el desarrollo
evolutivo no se produce adecuadamente, afectando esto tanto a su
competencia y adaptación social, como su aprendizaje (Garrido y
Sotelo, 2005).
Ugarte (2000) hace referencia a que la confianza en el joven
adolescente pone en evidencia las fortalezas y aspectos positivos con
los que este cuenta, por ello se hace necesario reconocer la fortaleza
de los jóvenes desde la familia, los centros educativos y sus
comunidades, reduciendo así la vulnerabilidad, recibiendo de adultos
significativos los modelos apropiados para la resolución de problemas.
Posterior al abordaje previo de los conceptos relacionados a la
adolescencia, los factores protectores y el apoyo social, es necesario
hacer una revisión de diversos estudios que relacionan dichas
variables.
Estudios realizados
Wegner (1989) adaptó el concepto de resiliencia a las ciencias
sociales estudiando a un grupo de 698 niños nacidos en Hawái desde
el nacimiento hasta los 40 años, notando así que algunos niños que
estaban aparentemente condenados a presentar problemas en el
29
futuro al considerar todos los factores de riesgo que presentaban,
llegaron a ser exitosos en la vida, a constituir familias estables y a
contribuir positivamente con la sociedad. Señalando un hecho que se
daba sin excepción en la vida de estos sujetos: todos habían gozado
en su desarrollo del apoyo de algún adulto significativo, familiar o no.
Amar, Kotliarlenco y Abello (2003), obtuvieron en los resultados
de su estudio que la resiliencia tiene que ver con factores protectores
asociados con la adaptación y la competencia que mitigan los efectos
de crecer en las circunstancias adversas en que se desenvuelven.
Estos factores son percibidos como impulsadores de resiliencia en
situaciones de alto riesgo y se relacionan con los atributos
individuales del niño, los componentes sociales, tales como
autoestima y competencias o habilidades sociales. En el mismo
estudio se encontró que las características específicas del sistema
familiar, como también factores del entorno, los recursos
proporcionados por el medio y su habilidad para acceder a la ayuda
están relacionadas con el desarrollo de la resiliencia.
En un estudio realizado por Cardozo et al, (2005) donde se
investigaron los factores y conductas de riesgo así como factores que
promueven conductas resilientes, se obtuvo que en cuanto a los
factores protectores existen valiosos recursos personales y
comunitarios para afrontar las conductas de riesgo y promover
condiciones de vida más saludables. La existencia significativa de
soportes y recursos externos aparece como uno de los pilares
fundamentales para la prevención y promoción de la salud. A pesar de
los avatares que atraviesa la familia en la actualidad, la misma sigue
constituyendo el principal ámbito de contención afectiva y apoyo
social.
30
Sobre este particular, el estudio realizado por Saavedra y
Villalta (2008) con el objetivo de describir y comparar los puntajes
generales y por factores de la variable resiliencia, indicaron que no
existe diferencia estadísticamente significativa entre los niveles de
resiliencia de mujeres y hombres; sin embargo, se describe un perfil
resiliente distinto entre ambos géneros. Del mismo modo, los niveles
de resiliencia no están asociados directamente a los tramos de edad,
ya que se obtienen resultados similares en las diferentes etapas de
vida.
Oliva, Jiménez, Parra y Sánchez-Quejia (2008) encontraron en
su estudio sobre resiliencia y ajuste adolescente que las relaciones
familiares positivas, caracterizadas por la cohesión emocional y la
adaptabilidad, actuaron para algunos sujetos como un factor
protector de su ajuste comportamental. Además, la utilización de un
análisis centrado en el sujeto reveló que los adolescentes resilientes
gozaban de relaciones familiares de mayor calidad que los
adolescentes maladaptados. Por lo tanto, unas relaciones familiares
positivas durante la adolescencia pueden ser consideradas como un
factor de protección.
Es importante también resaltar el estudio realizado por Loos y
Nuñez (2008) donde se investigó la interacción que existe entre un
conjunto de creencias autorreferenciadas y las estrategias usadas
para lidiar y eventualmente superar la adversidad en adolescentes
que viven en situación de vulnerabilidad social. En el estudio
participaron 25 adolescentes de sexo masculino de 15 a 18 años. Los
resultados indican la importancia de establecer vínculos de afecto
donde el niño o el adolescente pueda lograr construir una identidad
con creencias positivas respecto de sí mismo, y que le permita
31
superar las adversidades vividas, será el educador o cuidador que
trabaja en la institución de abrigo.
En otra investigación Haquin, Larraguibel y Cabezas (2004)
donde buscaron determinar la realidad psicosocial en una muestra
representativa de la población infanto-juvenil obtuvieron que los
factores protectores más frecuentes en dicha población son: las
expectativas futuras, ausencia de conductas de riesgo social, de
alcohol y drogas y sexuales, y ausencia de maltrato.
En relación a la comunicación familiar, los investigadores Parra
y Oliva (2002) realizaron un estudio obteniendo como resultado que
progenitores y adolescentes se comunican con relativa frecuencia
sobre la mayoría de los temas. No obstante, tanto con padres como
con madres es más usual la comunicación sobre las normas del
hogar, sus planes de futuro o lo que hacen en su tiempo libre,
tratándose menos frecuentemente todo lo relacionado con drogas,
política, religión y sexualidad.
Una investigación realizada por Silas (2006) en la ciudad de
México con el objetivo estudiar la influencia que constituyen las
“personas significativas” reflejó que estas personas admitieron un
papel significativo como elemento fundamental para el desarrollo de la
resiliencia.
Igualmente, se menciona una reciente investigación realizada
por Ostos (2010) con el propósito de describir los Factores Resilientes
en el Desarrollo Psicosocial de los Adolescentes aplicado a 90
estudiantes que asistían al 1er año de estudio diversificado. Los
resultados obtenidos permitieron identificar que los adolescentes
poseen algunas características resilientes tales como: el acatamiento
de normas sociales, capacidad de relacionarse, deseo de bienestar
para sí mismos y los demás.
32
En este sentido Bulnes, Ponce, Huerta, Álvarez, Santivañez,
Atalaya, Aliaga y Morocho (2008) al relacionar estadísticamente las
variables resiliencia y socialización, encontraron índices de una
correlación altamente significativa entre ambas variables. Estos
resultados permiten resaltar la importancia que tienen las prácticas
de socialización en el desarrollo de conductas resilientes de los hijos,
evidenciándose que dichas conductas sobresalen en los adolescentes
cuyos padres expresan cariño cuando éste se comporta de manera
correcta y utilizan una comunicación bidireccional frente a una
actuación inadecuada de los hijos. Este tipo de contexto familiar es
positivo para el desarrollo afectivo del adolescente, ya que incrementa
su autoestima, favorece a la realización y autonomía personal y a la
formación de conductas de disciplina y orden.
En un estudio realizado por Velez (2007) se encontró que el
apoyo social de es un recurso valioso y efectivo para las familias con
adolescentes que viven en situación de vulnerabilidad, además,
puede actuar como amortiguador frente a las consecuencias
psíquicas y físicas derivadas de enfrentar sucesos vitales estresantes.
Por su parte, Aguirre (2010) realiza una investigación
relacionando los rasgos resilientes en las dimensiones de apoyo
afectivo obteniendo el factor Autoestima como el rasgo que más se
relaciona con el apoyo. Sin embargo, esto genera más preguntas, por
lo cual se requiere mayor interés hacia la descripción, exploración y
análisis de estos factores.
Luego de una revisión detallada a dichas investigaciones que
sitúan la resiliencia como una característica dinámica del individuo
en relación con su entorno, se destaca la importancia de seguir
estudiando dicho constructo y relacionarlo con otros factores que el
joven percibe tener de las personas que lo rodean. Asimismo, se
33
evidencia una escasa evaluación de dicha variable fuera del contexto
educativo, por lo cual, es preciso llevar la investigación a otros
contextos, buscando establecer una relación más detallada sobre los
factores personales con los que cuenta el sujeto resiliente y como
éstos se relacionan con el apoyo social que reciben.
Si bien el apoyo social forma parte importante en el desarrollo
de un perfil resiliente, el siguiente estudio tiene como objetivo evaluar
si existe una relación significativa entre los diferentes tipos de apoyo
social percibido por el adolescente y los factores de resiliencia
referidos a la autoestima, la empatía, la autonomía, el humor y la
creatividad como elemento protector en esta etapa, con el fin de
generar resultados más específicos. Lo cual será fundamental para
seguir desarrollando potencialidades en esta población y alentar un
desarrollo positivo de la misma.
En función a esto se realiza un estudio de campo de tipo
transversal-correlacional en una muestra de adolescentes entre 12 y
18 años pertenecientes a la Sociedad Civil Ciudad de los Muchachos
de Barquisimeto.
34
Método
Problema
Durante muchos años, la tendencia en las áreas que estudian
al ser humano estuvo enfocada a dar mayor énfasis a los estados
patológicos. Por este motivo, las investigaciones se centraron en la
descripción exhaustiva de las enfermedades y en el intento de
descubrir las causas que pudiesen explicar el surgimiento de una u
otra patología mental. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos
realizados en esta línea, muchas interrogantes quedaron sin
respuesta (Rutter y Hersov, 1985).
Diversas investigaciones realizadas en Latinoamérica apuntan
que los jóvenes quienes perciben menos apoyo están más
predispuestos a experimentar trastornos emocionales y físicos cuando
enfrentan altos factores de estrés, en comparación con las personas
que disponen de ese apoyo (Barra, 2004).
En este sentido, al realizar una observación de la realidad que
viven los jóvenes actualmente se evidencia como diversas condiciones
influyen negativamente en su desarrollo, entre ellas están: carencia
de redes de apoyo social y falta de protección de salud y falta de
oportunidades para expresar sus necesidades. Transformándose estas
en baja autoestima, ausencia de proyectos futuros y dificultad para
darle sentido al presente. Resulta claro entonces, la necesidad de los
jóvenes sean considerados como grupo de alto valor para el desarrollo
de la sociedad (Puerta de Klinker, 2007).
Por su parte, Peña (2009) estudió las fuentes de resiliencia en
estudiantes encontrando que la mayoría de ellos posee altos factores
de fortalezas personales y altos factores de apoyo del entorno,
35
corroborando que las primeras fuentes adquiridas son los factores de
soporte externo. En efecto, una relación de apoyo, cooperación y
respeto hacia la familia, con narrativas que fluyan en ambos sentidos,
pueden lograr actitudes muy favorables en el jóven, por lo general se
trata de una persona que se encuentra con el niño o la niña, le
permite explorar sus capacidades, demostrar sus talentos y sentirse
acompañado.
En el caso de Venezuela, se han realizado investigaciones en
113 niños desde los 8 a los 12 años encontrándose una tendencia
general de factores medios a altos de resiliencia. Asimismo se observó
la variabilidad en los factores personales según las condiciones de los
grupos estudiados, sin embargo, la autoestima nunca se presentó en
factores bajos. Por ello es importante continuar desarrollando
estudios de resiliencia en niños y adolescentes (López, Pérez, y
D'Aubeterre (2010).
Conviene profundizar en esta línea de trabajo, que permita un
claro entendimiento del fenómeno en cuestión. Se confirma la
necesidad de continuar investigando dicho constructo,
profundizando en el discurso adolescente, junto con una muestra
mayor y más representativa. Sin duda, se encuentra una limitación
en la escasa finura del instrumento al evaluar el impacto de la
resiliencia, ya que no se ha analizado qué tipo de rasgo resiliente es el
que aparece con mayor frecuencia y efectividad (García y Díaz, 2007;
Ocampo, Palacios y Gómez, 2008; Rodrigo, Camacho, Maiquez, Byrne
y Benito, 2009; Morales y Díaz, 2011).
Haciendo énfasis en el estudio de los factores que influyen en
etapa de la adolescencia y de cómo estos se relacionan con el apoyo
social percibido en el desarrollo de un perfil resiliente, se ha
planteado la siguiente interrogante:
36
¿Existe una relación significativa entre el apoyo social percibido
y los factores personales de resiliencia en el adolescente?
Para responder a la interrogante planteada se proponen los
siguientes objetivos:
Objetivo General:
Relacionar los Factores Personales de Resiliencia con el Apoyo
Social Percibido en los adolescentes que asisten a la Sede Central de
la Sociedad Civil Ciudad de Los Muchachos de Barquisimeto Estado
Lara.
Objetivos Específicos:
1. Determinar los Factores Personales de Resiliencia (Autoestima,
Empatía, Autonomía, Humor y Creatividad) en los adolescentes
que asisten a la Sede Central de la Sociedad Civil Ciudad de Los
Muchachos de Barquisimeto Estado Lara.
2. Determinar los niveles de Apoyo Social Percibido (apoyo social
escaso, apoyo social medio y apoyo social máximo) de los
adolescentes que asisten a la Sede Central de la Sociedad Civil
Ciudad de Los Muchachos de Barquisimeto Estado Lara.
3. Establecer una correlación entre los Factores Personales de
Resiliencia y los niveles del Apoyo Social Percibido en los
adolescentes que asisten a la Sede Central de la Sociedad Civil
Ciudad de Los Muchachos de Barquisimeto Estado Lara.
Definición de Variables
Resiliencia
Definición conceptual: se entiende como la capacidad del ser
humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y
ser transformado positivamente por ellas (Grotberg, 1998).
37
Definición operacional: se estimará mediante el puntaje
obtenido en el Inventario de Factores Personales de Resiliencia
(Salgado, 2004).
Apoyo social percibido
Definición conceptual: Se entiende por apoyo familiar aquellas
acciones que realizan uno o varios miembros del contexto familiar que
favorecen los procesos de enseñanza y de aprendizaje (Fontana,
Alvarado, Angulo, Marín y Quirós, 2009).
Definición operacional: se estimará por el valor obtenido en el
Cuestionario MOS de Apoyo Social Percibido de Sherbourne y
Steweard (1991).
Variables extrañas
Las variables extrañas, hacen referencia a aquellos factores que
afectan la validez interna de la investigación y que de no ser
controladas, generan explicaciones alternativas. Esto incluye las
variables relacionadas con los participantes, la situación y el diseño
(Ramos, Catena y Trujillo, 2004).
Originadas por los participantes
Edad: se refiere a la reportada por el sujeto al momento
del estudio, para controlarla ello se tomará en cuenta un rango
de edad comprendida entre los 10 y los 20 años de edad.
Género: para el siguiente estudio se tomará una muestra
homogénea entre hombres y mujeres. 60 masculinos y 60
femeninos.
Relacionados a la situación:
Características del ambiente: se refieren a la temperatura,
nivel de ruido e iluminación del medio físico o del contexto
38
social, las cuales serán constantes para los sujetos al momento
de la evaluación.
Instrucciones: hace referencia a la información que se les
dará a los participantes antes de responder a la evaluación, la
misma será constante y explicada de forma clara a todos los
sujetos.
Características del investigador: El tono de voz, la actitud
al momento de realizar la investigación, la apariencia, se
controlará aplicando la batería de pruebas por una sola
persona.
Tipo y Diseño de la investigación
Esta investigación se realizó por medio de un estudio de campo,
de tipo correlacional y de diseño no experimental transversal
correlacional. Sin manipular deliberadamente las variables, sino
observando el fenómeno tal como se da en su contexto natural, para
luego analizarlos. También se centró en determinar la relación entre
un conjunto de variables en un momento determinado (Hernández,
Fernández y Baptista, 2010).
Diseño muestral
Hernández et. al. (2010) describen la población como el
conjunto de todos los casos que concuerdan con una serie de
especificaciones, para el siguiente estudio se trabajará con la
población perteneciente a la Sede Central de la Sociedad Civil Ciudad
de los Muchachos de Barquisimeto, Estado Lara.
La muestra estuvo conformada por 114 sujetos de ambos sexos,
(57 masculinos y 57 femeninos) con edades comprendidas entre 12 y
39
28 años pertenecientes a la Sede Central de la Sociedad Civil Ciudad
de los Muchachos de Barquisimeto Estado Lara. El tipo de muestreo
fue no probabilístico intencional por conveniencia. En el primero, es
la persona que selecciona la muestra la que procura que ésta sea
representativa, dependiendo de su intención u opinión. Por otra parte,
en el muestreo por conveniencia el investigador decide según los
criterios de interés y basándose en los conocimientos que tiene sobre
la población, qué elementos entrarán a formar parte de la muestra de
estudio (Peña, 2009).
Instrumentos
Cuestionario MOS de Apoyo Social de Sherbourne y Steward
(1991).
Características del instrumento: El Cuestionario MOS de Apoyo
Social consta de 20 ítems con cinco opciones de respuesta de 1 a 5 el
primero de ellos valora el apoyo estructural y el resto el funcional,
dividido en cuatro sub-escalas (apoyo emocional, apoyo instrumental,
interacción social positiva y apoyo afectivo). Apoyo emocional: ítems
3-4-8-9-13-16-17 y 19. Puntuación máxima: 40, media: 24 y mínima:
8. Ayuda material o instrumental: ítems 2-5-12 y 15. Puntuación
máxima: 20, media: 12 y mínima: 4. Relaciones sociales de ocio y
distracción: ítems 7-11-14 y 18. Puntuación máxima: 20, media: 12 y
mínima: 4. Apoyo afectivo referido a expresiones de amor y cariño:
ítems 6-10 y 20. Puntuación máxima: 15, media: 9 y mínima: 3. El
índice global máximo de apoyo social es de 94, con un valor medio de
57 y un mínimo de 19. La consistencia interna medida por sus
autores mediante la alfa de Cronbach fue de .97 para la puntuación
total.
40
Inventario de Factores Personales de Resiliencia de Salgado
(2004).
Características del instrumento: La estructura del inventario
comprende 48 ítems, redactados tanto en forma positiva como
negativa, cuya modalidad de respuesta es de elección forzada (Si -
No), pudiendo efectuarse la aplicación tanto a nivel individual como
colectiva. Se estableció la validez a través del criterio de 10 jueces
expertos que contaban con el grado de maestro y/o doctor con
reconocida trayectoria y experiencia en el campo profesional, para lo
cual se utilizó el Coeficiente V. De Aiken obteniéndose que en cada
uno de los cinco factores no es menor a 0.93 y la significación
estadística es .001 (Ezcurra, 1988). Se consideraron dichos factores,
ya que a juicio de diversos investigadores, son los factores protectores
más importantes que se deben de tener en cuenta en todo proceso de
evaluación y/o intervención. Por ejemplo, los nexos entre autoestima
y resiliencia son mencionados por Soebstad (1995), Rutter (1985) y
Vanistendael (1995). Así mismo Rutter (1985) plantea que la
autonomía está asociada a la resiliencia. Mientras que Soebstad
(1995) y Vanistendael (1995) señalan la importancia del sentido del
humor, en el desarrollo de dicha variable. Por otro lado,Wolin &Wolin
(1993) consideran como características personales de quienes poseen
resiliencia, el humor y la creatividad. Y Fonagy et al. (1994) señalan
entre otros factores la autonomía, la empatía y el sentido del humor
positivo. El factor Autoestima: Consta de 10 items, 1-2-11-12-20-21-
30-31-40-41. (V= 0.98). Empátia: Consta de 10 items, 4-13-22-23-42-
3-32-33-43-44. (V= 0.99). Autonomía: Consta de 10 items, 5-6-14-15-
24-25-34-35-45-46. (V= 0.93). Humor: Consta de 10 items, 7-8-16-
17-26-27-36-37-47-48. (V= 0.97). Creatividad: Consta de 08 items, 9-
10-18-19-28-29-38-39. (V= 0.94). Asimismo, se establecieron las
41
siguientes categorías interpretativas para cada uno de los factores
personales: Autoestima (10-9 alto, 8-6 medio, 5-1 bajo). Empatía (10-
8 Alto, 4-5 medio, 4-1 bajo). Autonomía (10-8 alto, 7-4 medio, 3-1
bajo). Humor: (10-7 alto, 6-4 medio, 3-1 bajo). Humor (8-6 alto, 5-3
medio, 2-1 bajo).
Procedimiento
En primer lugar, por medio de un comunicado formal de parte
de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado se solicitó un
permiso hacia la institución para realizar el estudio. El investigador se
asistió al centro dónde se realizó el estudio en el cual se ubicó la
población, que contaron con un nivel básico de comprensión y lecto-
escritura para formar parte de la investigación. La misma estuvo
constituida por 114 sujetos de ambos géneros con edades
comprendidas entre 12 y 18 años de edad, en situación de
vulnerabilidad social. El investigador procedió a presentarse
identificándose como estudiante del último año de la carrera de
Licenciatura en Psicología de la Universidad Centroccidental Lisandro
Alvarado de la ciudad de Barquisimeto.
Posteriormente, se les solicitó a los individuos prestar su
colaboración para el estudio con la finalidad de servir de apoyo para
la realización de una investigación como requisito de un Trabajo de
Grado. Igualmente, se les comunicó que la información suministrada
y a sus datos personales sería totalmente confidencial y la misma se
utilizaría con fines netamente académicos y ninguna persona ajena a
la investigación podría tener acceso a ésta. Además una vez finalizado
el estudio se les facilitarían los resultados. Seguidamente se le aplicó
de forma colectiva la batería de pruebas seleccionada en la para dicha
investigación. Primeramente se aplicó el Inventario de Factores
42
Personales de Resiliencia, indicando lo siguiente: “A continuación
encontrarás algunas preguntas sobre la manera como te sientes,
piensas y te comportas. Contesta a todas las preguntas, aunque
alguna te sea difícil de responder, pero no marques SI y NO a la vez.
No hay respuestas buenas ni malas, por eso trata de ser totalmente
sincera/o, ya que nadie va a conocer tus respuestas”. Una vez
finalizado este instrumento. Se procedió a responder el Cuestionario
MOS de Apoyo Social, leyendo en voz alta el siguiente enunciado:
“Este cuestionario incluye 20 interrogantes dónde debes marcar la
opción que más refleje tu situación, solamente debes elegir una
opción para cada pregunta sin dejar ninguna en blanco. Trata de ser
lo más honesto posible”.
Una vez culminada la aplicación de ambos instrumentos
se solicitó a los sujetos guardarlos en un sobre y dejarlos sobre el
escritorio. Para toda la muestra las indicaciones fueron iguales
procurando un ambiente calmado, con iluminación y temperatura
adecuada. Asimismo, el investigador estuvo presente durante todo el
proceso de la evaluación evitando interrupciones al momento de
responder los cuestionarios.
Consideraciones éticas
Código de Ética del Psicólogo Venezolano:
Artículo 60: El investigador deberá garantizar el anonimato de
las respuestas de los sujetos sometidos a investigaciones y
evitar aminorar la posibilidad de cualquier daño moral a
aquellos.
Artículo 80:
8.1: El psicólogo está obligado a guardar el secreto profesional
en todo aquello que por razón del ejercicio de su profesión haya
43
recibido información.
8.4: La confidencialidad de los documentos se debe garantizar,
incluyendo informes de tests, evaluaciones diagnósticas,
documentos de asesoría y consejería, sesiones de terapia, etc.
Estos documentos deben conservarse en las condiciones
adecuadas de seguridad y confidencialidad. El psicólogo velará
siempre para que sus colaboradores y/o asistentes guarden el
secreto profesional.
44
Resultados
Para realizar el análisis de los resultados propuestos en los
objetivos de ésta investigación, se trabajó con una población de
adolescentes con edades comprendidas entre 12 y 18 años para un
total de 114 sujetos, del cual el 50% está constituido por hombres, y
el otro 50% por mujeres. La totalidad de dicha población asiste
actualmente a la Sede Central de la Sociedad Civil Ciudad de los
Muchachos de la ciudad de Barquisimeto, por ello la aplicación de los
instrumentos se realizó dentro de las mismas instalaciones.
Tabla 1. Análisis de confiabilidad de las escalas.
Alpha de Chonbach
Número de
Items.
Factores Personales de Resiliencia
,619
48
Escala MOS de Apoyo
Social Percibido
,886
19
Como se observa en la Tabla 1, se aplicó un coeficiente de Alpha
de Cronbach para conocer la confiabilidad interna de las escalas
aplicadas. El coeficiente más bajo se obtuvo en la escala de factores
personales de resiliencia con un valor de ,619 indicando una
confiabilidad media, ésta escala estuvo compuesta por 48 ítems de
elección dicotómica (Si/No), y en la escala de apoyo social percibido,
compuesta por 19 ítems de elección forzosa de diferentes alternativas
(Nunca-Pocas veces-Algunas veces-La mayoría de las veces-Siempre),
se obtuvo una confiabilidad de ,886 indicando una consistencia alta
en dicha escala.
45
Tabla 2. Descripción de la media de los Factores Personales de
Resiliencia.
N Rango Mínimo Máximo Media Desviación Estándar
(SD)
Factores
Personales de Resiliencia
114
Muy bajo: 0-18. Bajo: 19-23.
Promedio: 24-33. Alto: 34-42.
Muy alto: 43 o más.
24
45
33,62
4,611
Para responder al primer objetivo de la investigación, y como se
observa en la Tabla 2, se identificaron los factores personales de
resiliencia de Autoestima, Empatía, Autonomía, Humor y Creatividad
en los adolescentes que asisten a la Sede Central de la Sociedad Civil
Ciudad de los Muchachos, realizando un análisis descriptivo de la
media en los 114 sujetos, arrojando como puntaje mínimo 24, lo que
indica niveles promedios de resiliencia, un máximo de 45 reflejando
niveles muy altos según el rango de esta escala y como media 33, lo
que indica que en la población estudiada se encontraron valores
medios – altos de los factores personales ya descritos para el
desarrollo de la resiliencia.
46
Tabla 3. Descripción de la media de los Factores Personales de Resiliencia; Autoestima, Empatía, Autonomía, Humor y Creatividad.
N
Rango
Mínimo
Máximo
Media
Desviación Estándar (SD)
Autoestima
114
alto: 10-9 medio: 8-6 bajo: 5-1
4
10
7,88
1,415
Empatía
114
alto: 10-8 medio: 7-5 bajo: 4-1
3
10
6,89
1,519
Autonomía
114
alto: 10-8
medio: 7-4 bajo: 3-1
2
10
6,75
1,788
Humor
114
alto: 10-7 medio: 6-4 bajo: 3-1
2
10
6,18
1,632
Creatividad
114
alto: 8-6 medio 5-3 bajo: 2-1
1
8
4,97
1,436
En la Tabla 3, se describen los puntajes de la media de los cada
uno de los factores seleccionados para este trabajo Autoestima,
Empatía, Autonomía, Humor y Creatividad, en la población estudiada.
La media para la autoestima se ubica en 7,88 con un mínimo de 4 y
máximo de 10 y una desviación estándar (SD = 1,415). En cuanto a la
empatía, se obtuvo como media 6,89 con un mínimo de 3 y un
máximo de 10 y una desviación estándar (SD = 1,519). En autonomía,
se consiguió como media 6,75, con un mínimo de 2 y un máximo de
10, con una desviación estándar (SD = 1,788). En cuanto a los dos
últimos factores, Humor y Creatividad se obtuvieron los puntajes
medios más bajos. En cuanto al humor, se obtuvo como media 6,18
con un mínimo de 2 y un máximo de 10, con una desviación estándar
(DE = 1,632). Y en la creatividad, la media responde a 4,97 con un
mínimo de 1 y un máximo de 8 y una desviación estándar (SD =
1,436). Sin embargo, se indica, un puntaje medio-alto en la mayoría
de los factores personales para el desarrollo de la resiliencia en dicha
población.
47
Tabla 4. Análisis descriptivo de la media global del Apoyo Social Percibido.
N Rango Mínimo Máximo Media Desviación
Estándar
Apoyo Social Percibido
114
bajo: 0-18 medio: 19-57 alto: 56-95
21
95
71,18
14,507
Se presentan los resultados en la Tabla 4 en relación con el
segundo objetivo de la investigación al identificar los niveles de apoyo
social percibido en los 114 adolescentes que asisten a la Sede Central
de la Sociedad Civil Ciudad de los Muchachos, donde se encontró una
media de 71,18 indicando valores altos, con un mínimo de 21
reflejando valores medios y un máximo de 95 puntuando niveles
altos, es decir, que en los adolescentes que asisten a la sede central
Ciudad de los Muchachos de Barquisimeto, se encontraron valores
altos de apoyo social percibido.
48
Tabla 5. Niveles en los tipos de Apoyo Social Percibido; Emocional, Instrumental, de Interacción Social Positiva y Afectivo.
N Rango Mínimo Máximo Media
Desviación estándar (SD)
Apoyo
Emocional
114
bajo: 0-8
medio: 9-24 alto: 25-40
8
40
29,27
6,608
Apoyo Instrumental
114
bajo: 0-4 medio: 5-12 alto: 13-20
10
45
14,78
4,076
Interacción social
positiva
114
bajo: 0-4 medio: 5-12
alto: 13-20
4
20
15,01
3,603
Apoyo afectivo
114
bajo: 0-3 medio: 4-9 alto: 10-15
4
15
12,11
2,768
De igual manera, en la Tabla 5, se muestran los resultados de
la población por tipos de apoyo social percibido: Emocional,
Instrumental, de Interacción social positiva y Afectivo, encontrándose,
como media 29,27 para el apoyo emocional, con un mínimo de 8 y un
máximo de 40 con una desviación estándar (SD = 6,608). En el
Instrumental se encontró como media 14,78 con un mínimo de 10 y
un máximo de 45 con una desviación estándar (SD = 4,076). En la
Interacción Social Positiva, se halló como media 15,01, con un
mínimo de 4 y un máximo de 20. Por último, en el Afectivo se
consiguió como media 12,11 con un mínimo de 4 y un máximo de 15.
Es decir, que en la población estudiada, se encontraron valores
medios-altos del apoyo social percibido.
49
Tabla 6. Correlación entre las variables de Factores
Personales de Resiliencia y Apoyo Social Percibido.
La Tabla 6 presenta los resultados que responden al tercer
objetivo del trabajo, analizando la correlación entre los factores
personales de resiliencia y los tipos de apoyo social percibido ya
descritos en la población del estudio. Para ello se aplicó un coeficiente
de relación de Pearson el cual permitió analizar la relación entre los
niveles de cada una de las variables, a través del cual se halló que la
correlación entre los factores personales de resiliencia y los tipos de
apoyo social percibido es de intensidad débil. (r = 0,10, p = 0,290).
Apoyo Social Percibido
Factores
Personales de Resiliencia
Correlación de
Pearson Sig. (2-tailed)
N
,100
,290 114
50
Tabla 7. Correlación entre Autoestima, Empatía,
Autonomía, Humor y Creatividad con el Apoyo Emocional,
Instrumental, de Interacción Social Positiva, y Afectivo.
**, Significativo para un nivel de correlación de p=0.01
*, Significativo para un nivel de correlación de p=0.05
Sin embargo, en la Tabla 7 se presentan los resultados de un
análisis pormenorizado de la relación con cada una de las categorías
de ambas variables. Con respecto al factor de autoestima se obtuvo
una correlación de ,066 con el apoyo emocional (r = ,066; p = ,485),
con el instrumental de -,014 (r = -,014; p = ,883), con la interacción
social positiva de ,064 (r = ,064; p = ,496), y con el afectivo de ,042 (r
= ,042; p = 657). En el factor de empatía, se encontraron relaciones
estadísticamente significativas con todos los tipos de apoyo social
percibido, con el emocional una relación de ,315** (r = ,315**; p =
,001), de -,268** con el instrumental (r = -,268**; p = ,004), de ,293**
con la interacción social positiva (r = ,293**; p = ,002), y con el apoyo
afectivo de ,247** (r = ,247**; p = ,008). Sin embargo, cabe acotar que
Apoyo
Emocional Apoyo
Instrumental
Interacción Social
Positiva
Apoyo afectivo
Autoestima
Correlación de
Pearson Sig. (2-tailed)
N
,066 ,485 114
-,014 ,883 114
,064 ,496 114
,042 ,657 114
Empatía
Correlación de Pearson
Sig. (2-tailed) N
,315**
,001 114
-,268**
,004 114
,293**
,002 114
,247**
,008 114
Autonomía
Correlación de Pearson
Sig. (2-tailed) N
,013 ,889 114
-,085 ,368 114
,000 ,997 114
,120 ,203 114
Humor
Correlación de Pearson
Sig. (2-tailed) N
,045
,632 114
-,083
,380 114
-,056
,554 114
,068
,474 114
Creatividad
Correlación de Pearson
Sig. (2-tailed) N
-,080 ,395 114
-,068 ,475 114
-,074 ,437 114
-,079 ,401 114
51
esta relación se dio con un nivel de significancia de 0,01 y en el
presente trabajo se trabajó con un nivel de significancia de 0,05. En
cuanto a la autonomía, se encontró una relación de ,013 con el apoyo
emocional (r = ,013; p = ,889) de -,085 con el instrumental (r = -,085;
p = 368) de ,000 con la interacción social positiva (r = ,000; p = 997) y
de ,120 con el afectivo (r = ,120; p = ,203). En el humor, se halló una
relación de ,045 con el apoyo emocional (r = ,045; p = ,632) con el
instrumental de -,083 (r = -,083; p = 380), con la interacción social
positiva de -,056 (r = -,056; p = ,554) y de ,068 con el apoyo afectivo (r
= ,068; p = ,474). En relación con el factor de creatividad, se
encontraron relaciones negativas no significativas con todos los tipos
de apoyo social, con el emocional de -,080 (r = -,080; p = ,395), el
apoyo instrumental de -,068 (r = -,068; p = ,475), con la interacción
social positiva de -,074 (r = -,074; p = ,437) y con el afectivo de -,079
(r = -,068; p = ,475).
Estos resultados indicaron que en cuanto a las medidas
globales de los factores personales de resiliencia y el apoyo social
percibido no se encontraron relaciones estadísticamente
significativas. Lo cual supone, que en la población estudiada, el hecho
de percibir apoyo social de una persona cercana, no tiene aparente
relación en predecir el desarrollo de factores personales de resiliencia
y viceversa. Asimismo, se observa una relación negativa poco
significativa en cuanto al factor creatividad con los tipos de apoyo,
indicando en este caso, que la presencia de personas significativas y
de oportunidades de recreación y ocio en la muestra estudiada, no
responde necesariamente a aumentar los rasgos de creatividad en la
misma.
Cabe mencionar, que se encontró una relación negativa en el
tipo de apoyo instrumental con todos los factores personales de
52
resiliencia, reflejando en la población estudiada que aunque no se
perciben grandes bienes materiales, existe un desarrollo de la
resiliencia. Igualmente, con un nivel de significancia de 0,01 se indica
una mayor presencia del factor personal de empatía en las personas
que reciben apoyo social esto indica que conforme aumenta el apoyo
percibido, también lo hace el factor personal de empatía para el
desarrollo de la resiliencia.
Finalmente se observa que los resultados responden a los
objetivos propuestos en la investigación, al determinar la presencia de
los factores personales de resiliencia en la población estudiada,
además de estimar los tipos de apoyo social percibido en dicha
población. En este estudio, la presencia de apoyo social, en cuanto a
apoyo emocional, interacción social positiva, apoyo instrumental y
apoyo afectivo influyeron en el desarrollo del factor personal de
empatía en la resiliencia. En el resto de los factores no se encontraron
relaciones significativas en la población.
53
Discusión
Las condiciones de vulnerabilidad que llevan a un niño a
convertirse en sujeto en riesgo social no favorecen su desarrollo, sin
embargo, la capacidad que posee el propio sujeto de significar y re
significar la experiencia le permiten iniciarse en un proceso resiliente,
a partir del cual el sujeto logra darle un sentido a dicha situación y a
partir de ahí construir vías alternas en pro de su desarrollo (Obando,
Villalobos y Arango, 2008). Los resultados de la presente
investigación, responden al objetivo principal de la misma al
determinar la presencia de altos niveles de los cinco factores
personales para el desarrollo de la resiliencia (Autoestima, Empatía,
Autonomía, Humor y Creatividad), en la población seleccionada que
asiste a la Sede Central de la Sociedad Civil Ciudad de los
Muchachos.
Estos altos niveles de resiliencia reflejan la capacidad del sujeto
para seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel
superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en
ellos recursos latentes. Es necesario establecer, que el hecho de que
en la mayoría de los factores se hayan encontrado valores por encima
del promedio, sugieren la existencia de habilidades personales para
hacer frente a las adversidades en dicha población. Estos datos
respaldan los encontrados por Amar, Kotliarlenco y Abello, (2003)
donde estos factores son percibidos como impulsadores de resiliencia
en situaciones de alto riesgo y se relacionan con los atributos
individuales del adolescente, los componentes sociales, tales como
autoestima y competencias o habilidades sociales.
En Venezuela, se realizaron investigaciones en 113 niños desde
los 8 a los 12 años encontrándose una tendencia general de factores
54
medios a altos de resiliencia, afirmando los datos encontrados en este
estudio. Además se observó la variabilidad en los factores personales
según las condiciones de los grupos estudiados, sin embargo, la
autoestima nunca se presentó en factores bajos (López, Pérez, y
D'Aubeterre (2010).
Por su parte, en este estudio se encontraron niveles medios-
bajos de los factores personales de humor y creatividad,
considerándose la primera de ellas planteada por Wolin como la
capacidad de ordenar las experiencias y moldear disciplinas para
convertir el caos en arte. Y el humor como herramienta para
transformar situaciones de tragedia en superar esas tensiones
acumuladas, generalmente es la manifestación de que la adversidad
ya ha sido superada. En relación a estos resultados, sería válido
afirmar que el sistema dónde éstos jóvenes se desenvuelven, no son
propicios para favorecer la resiliencia en dichos factores. En contraste
a esto, se ha encontrado que en las clases sociales bajas se usa la
creatividad como mecanismo resiliente por excelencia, utilizando esta
capacidad para poner orden en el caos, en las experiencias problema,
logrando esfuerzo y disciplina en los jóvenes (Prado y Del Águila,
2003).
Diversas investigaciones realizadas en Latinoamérica apuntan
que los jóvenes cuando perciben menos apoyo son más vulnerables a
experimentar trastornos emocionales y físicos cuando enfrentan altos
factores de estrés, en comparación con las personas que perciben de
ese apoyo (Barra, 2004). Se ha podido comprobar que cuanto más
relajados y acogedores sean los primeros cuidadores en los primeros
años de vida, mayor es la probabilidad de consolidar una unión
segura, y ésta será el factor más fuerte que pueda favorecer los
resultados positivos de un desarrollo hasta el final de la adolescencia
55
(Redondo, 2002). Diversos hallazgos muestran que muchos niños sin
familia o que se encuentren fuera de circuitos de socialización y de
estructuras institucionales, que les permitan crear vínculos, crecen
mal socializados, con un grado de impulsividad que los lleva a
cometer actos destructores y los precipita hacia perturbaciones
emocionales (Villalobos, 2007).
Es por ello, que esta investigación refleja la importancia de la
presencia de apoyo social en la etapa de adolescencia. Según lo
encontrado en los resultados, la población estudiada responde a altos
niveles de apoyo social percibido tanto emocional como instrumental,
lo cual refleja la identificación de los jóvenes con modelos sociales
positivos. Asimismo, se confirma la tesis de Prado y Del Águila (2003),
al afirmar que los adolescentes logran desarrollar valores personales
que se alejen de los modelos paternos, aún cuando la situación en el
entorno familiar es disfuncional. Contrastando los resultados del
trabajo realizado por Omar, (2005) dónde las vinculaciones de cada
una de las facetas de la resiliencia estarían indicando, que el apoyo
emocional dentro del hogar y los intercambios sociales positivos
influirían significativamente sobre la capacidad de los adolescentes,
para afrontar situaciones amenazantes y salir fortalecidos. Por su
parte, Peña (2009) estudió las fuentes de resiliencia en estudiantes,
encontrando que la mayoría de ellos poseen altos factores de
fortalezas personales y altos factores de apoyo del entorno,
corroborando así que la importancia de establecer uniones y percibir
un apoyo social importante, son factores de un adecuado desarrollo.
Se debe señalar, que en estudios previos se hace referencia a
que la aparición o no de esta capacidad resiliente en los sujetos
depende no solamente de la interacción de estos factores sino de la
interacción de la persona y su entorno social (Melillo, 2002). Por su
56
parte, Aguirre (2010) realizó una investigación relacionando los rasgos
resilientes en las dimensiones de apoyo afectivo obteniendo el factor
Autoestima como el rasgo que más se relaciona con dicho apoyo. Sin
embargo, esto no se reflejó en los resultados observados en esta
investigación, dónde la relación mayormente significativa, con un
nivel de 0,01 se halló con el factor personal de Empatía. También se
encontró con una significación débil, una relación negativa entre el
factor de Creatividad y el apoyo social percibido.
Es decir, que en la población estudiada, el hecho de percibir
altos niveles de apoyo no influye en el desarrollo de su creatividad.
Probablemente, el no haber encontrado relaciones ampliamente
significativas en el resto de los factores responde a múltiples
explicaciones, en el caso de la metodología aplicada ya que fue un
estudio de tipo transversal, el cuál evalúa la ocurrencia de una
variable solamente en un momento determinado de tiempo, bajo
situaciones específicas. Resultados que se confirmarían de hacer una
evaluación longitudinal, donde exista la posibilidad de evaluar a los
sujetos en diferentes momentos, evidenciando así si existe
variabilidad de dicha respuesta. Asimismo, la naturaleza de las
variables estudiadas, por ser ambas dinámicas, y donde interfieren
múltiples elementos, como las características de la persona frente a
una situación específica y el desconocimiento de sus herramientas
para hacer frente a dichas situaciones.
57
Conclusiones y Recomendaciones
En términos generales, los resultados presentados en este
trabajo responden al inicio de una amplia línea de investigación, ya
que proporcionan los primeros datos en relación al estudio de las
variables de resiliencia y los tipos de apoyo social en una población de
adolescentes en situación de alto riesgo. Al describir cada una de las
variables, se encontraron niveles medios – altos en el 70% de la
población, indicando la presencia de factores personales de resiliencia
como la autoestima, la empatía, la autonomía, el humor y la
creatividad.
Asimismo, se hallaron niveles altos en cuanto al apoyo
emocional, instrumental, la interacción social positiva, y el apoyo
afectivo, lo cual evidencia la existencia de variables determinantes en
el ajuste psicosocial de los adolescentes. Sin embargo, no se
encontraron relaciones estadísticamente significativas al momento de
la evaluación entre dichas variables. Es decir, el hecho de percibir
apoyo social no demuestra una influencia importante en el desarrollo
de los factores de resiliencia en dicha población.
Los factores de resiliencia que obtuvieron los mayores puntajes
fueron los de autoestima, autonomía y empatía, evidenciando
capacidades en la población para reconocer las situaciones por las
que han atravesado, establecer relaciones positivas, identificar hechos
perturbadores y reconocer sus propios recursos para enfrentar
situaciones adversas. Con relación al humor y la creatividad, se
encontraron niveles bajos en la población, lo que implica una
necesidad de moldear en los adolescentes un carácter de auto
posición, esfuerzo y disciplina para identificar y reconocer sus
características como adolescente, el cual le permita posteriormente
58
generar una conducta mayormente resiliente, buscando elementos
motivadores para triunfar por encima de las dificultades (Prado y Del
Águila, 2003).
En relación a la segunda variable y objetivo de estudio, que fue
determinar los tipos de apoyo social percibido en la muestra de 114
adolescentes, se obtuvieron resultados gratificantes que afirman la
presencia de altos niveles de apoyo social emocional, de interacción
social positiva, apoyo instrumental y apoyo afectivo. Es decir, en estos
sujetos, se reflejan características que responden a una alta
disponibilidad de al menos una persona de su entorno que les brinda
apoyo en cuanto a posibilidades de compartir y comunicar sus
problemas, distraerse en actividades de ocio, además de contar con
alguien que les demuestre cariño y expresar estos sentimientos. Lo
cual afirmaría los trabajos realizados por Wegner (1989), donde
señala el hecho de que todos los niños que lograron superarse y ser
exitosos en la sociedad, habían gozado en su desarrollo del apoyo de
algún adulto significativo, familiar o no.
Por otra parte, el análisis de los datos a través del coeficiente de
correlación de Pearson mostró una correlación significativamente baja
entre ambas variables. Estas discrepancias pudieron deberse a las
limitaciones que presentó este estudio, entre las que se nombran; la
metodología aplicada, la diferencia entre los instrumentos aplicados,
que en este caso uno se presentaba con respuestas de elección
forzosa SI/NO y el otro con respuestas a nivel de frecuencia (Nunca -
Pocas veces - Algunas veces - La mayoría de las veces - Siempre).
Además de la naturaleza de las variables estudiadas, por ser ambas
dinámicas, y donde interfieren múltiples elementos, como las
características de la persona frente a una situación específica y el
59
desconocimiento de sus herramientas para hacer frente a dichas
situaciones, lo cual podría generar variabilidad en sus respuestas.
Así como lo plantea Puerta (2007), esto se manifiesta, en parte
en la falta de oportunidades que se les brinda a los jóvenes para que
puedan comunicar sus necesidades, desarrollar sus talentos, y
valorar sus aportes al entorno. Pero además, complementariamente,
se los visualiza como un segmento problemático, deficitario,
vulnerable, enfatizando sobre los aspectos negativos, con lo cual se
alienta la estigmatización de este sector.
Resulta clara, a partir de estas reflexiones, la urgente necesidad
de que tanto los niños, como los adolescentes sean considerados
como grupos de alto valor para el desarrollo de la sociedad. Que se
impulsen acciones tendientes a favorecer su inclusión social, que se
aproveche su capacidad, vitalidad y energía para participar
activamente en su entorno tanto social como familiar y construir su
proyecto de vida.
En este sentido, se presentan las siguientes recomendaciones
que permitan profundizar en los aspectos de conceptualización,
exploración y comprensión de las variables, tanto de los Factores
Personales de Resiliencia; Autoestima, Empatía, Autonomía, Humor y
Creatividad, como de la importancia del Apoyo Social en la etapa de la
adolescencia. También, realizar estudios donde se establezcan
correlaciones entre género y edad en poblaciones similares, para
verificar o rechazar los datos encontrados en este estudio. Fortalecer
los recursos psicológicos personales de los niños y adolescentes que
asisten a estas instituciones, encargadas de trabajar en el resguardo y
desarrollo sano de los niños y adolescentes. Planificar estrategias de
intervención y patrones de afrontamiento en contextos de riesgo y
situaciones de adversidad que puedan presentarse durante esta
60
etapa. Identificar e informar a los sujetos estudiados sus fortalezas,
capacidades y habilidades para así lograr establecer relaciones y
vínculos afectivos significativos. Igualmente, profundizar en aspectos
de conceptualización, información, construcción y desarrollo de
competencias en el humor y la creatividad en niños y adolescentes.
Trabajar con padres, madres y/o cuidadores desde la educación y el
entrenamiento en conductas saludables y resilientes ya que forman
una parte fundamental en el desarrollo sano de los jóvenes.
61
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71
Anexo A:
Inventario de Factores Personales de Resiliencia
72
INVENTARIO DE FACTORES PERSONALES DE RESILIENCIA Nombres y Apellidos: ______________________________ Sexo: _________
Edad:_________ 1 Tengo personas alrededor en quienes confío y quienes me quieren. SI NO
2 Soy feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi amor.
SI NO
3 Me cuesta mucho entender los sentimientos de los demás. SI NO
4 Sé como ayudar a alguien que está triste. SI NO
5 Estoy dispuesta a responsabilizarme de mis actos. SI NO
6 Puedo buscar maneras de resolver mis problemas. SI NO
7 Trato de mantener el buen ánimo la mayor parte del tiempo. SI NO
8 Me gusta reírme de los problemas que tengo. SI NO
9 Cuando tengo un problema hago cosas nuevas para poder solucionarlo.
SI NO
10 Me gusta imaginar formas en la naturaleza, por ejemplo le doy formas a las nubes.
SI NO
11 Soy una persona por la que los otros sienten aprecio y cariño. SI NO
12 Puedo equivocarme o hacer travesuras sin perder el amor de mis padres.
SI NO
13 Ayudo a mis compañeros cuando puedo. SI NO
14 Aunque tenga ganas, puedo evitar hacer algo peligroso o que no está bien.
SI NO
15 Me doy cuenta cuando hay peligro y trato de prevenirlo. SI NO
16 Me gusta estar siempre alegre a pesar de las dificultades que pueda tener.
SI NO
17 Le encuentro el lado chistoso a las cosas malas que me pasan. SI NO
18 Me gusta imaginar situaciones nuevas, como por ejemplo estar en la Luna.
SI NO
19 Me gusta cambiar las historias o cuentos, con cosas que a mi se me ocurren.
SI NO
20 Aunque me sienta triste o esté molesta, los demás me siguen queriendo.
SI NO
21 Soy feliz. SI NO
22 Me entristece ver sufrir a la gente. SI NO
23 Trato de no herir los sentimientos de los demás. SI NO
24 Puedo resolver problemas propios de mi edad. SI NO
25 Puedo tomar decisiones con facilidad. SI NO
26 Me es fácil reírme aún en los momentos más feos y tristes de mi vida.
SI NO
27 Me gusta reírme de los defectos de los demás. SI NO
28 Ante situaciones difíciles, encuentro nuevas soluciones con rapidez y facilidad.
SI NO
73
29 Me gusta que las cosas se hagan como siempre. SI NO
30 Es difícil que me vaya bien, porque no soy buena ni inteligente. SI NO
31 Me doy por vencida fácilmente ante cualquier dificultad. SI NO
32 Cuando una persona tiene algún defecto me burlo de ella. SI NO
33 Yo pienso que cada quien debe salir de su problema como pueda. SI NO
34 Prefiero que me digan lo que debo hacer. SI NO
35 Me gusta seguir más las ideas de los demás, que mis propias ideas. SI NO
36 Estoy de mal humor casi todo el tiempo. SI NO
37 Generalmente no me río. SI NO
38 Me cuesta trabajo imaginar situaciones nuevas. SI NO
39 Cuando hay problemas o dificultades, no se me ocurre nada para poder resolverlos.
SI NO
40 Me cuesta mucho trabajo aceptarme como soy. SI NO
41 Tengo una mala opinión de mi misma. SI NO
42 Sé cuando un amigo está alegre. SI NO
43 Me fastidia tener que escuchar a los demás. SI NO
44 Me interesa poco lo que puede sucederle a los demás. SI NO
45 Me gusta que los demás tomen las decisiones por mi. SI NO
46 Me siento culpable de los problemas que hay en mi casa. SI NO
47 Con tantos problemas que tengo, casi nada me hace reír. SI NO
48 Le doy más importancia al lado triste de las cosas que me pasan. SI NO
¡GRACIAS POR TU COLABORACIÓN!
74
Anexo B:
Cuestionario MOS de Apoyo Social
75
CUESTIONARIO DE APOYO SOCIAL MOS 1. Aproximadamente, ¿cuántos amigos o familiares cercanos tienes? (Personas con las que te
sientes a gusto y puedes hablar acerca de todo lo que te ocurre). Marca con una X en el recuadro correspondiente a tu respuesta:
REVISA QUE HAS CONTESTADO TODAS LAS PREGUNTAS ¡GRACIAS POR TU COLABORACIÓN!
1
2
3
+ de 3
¿Qué tan frecuentemente tengo…? N
un
ca
Po
cas
vece
s
Alg
un
as
vece
s
La m
ayo
ría
de
vec
es
Sie
mp
re
2. Alguien que me ayuda cuando tengo que estar en la cama
1 2 3 4 5
3. Alguien con quien puedo contar cuando necesito hablar
1 2 3 4 5
4. Alguien que me aconseja cuando tengo problemas
1 2 3 4 5
5. Alguien que me lleva al médico cuando lo necesito
1 2 3 4 5
6. Alguien que me muestra amor y afecto
1 2 3 4 5
7. Alguien con quién pasar un buen rato
1 2 3 4 5
8. Alguien que me informe y me ayude a entender alguna situación
1 2 3 4 5
9. Alguien en quien confiar o con quien hablar de mí mismo y mis preocupaciones
1 2 3 4 5
10. Alguien que me abrace
1 2 3 4 5
11. Alguien con quien pueda relajarme
1 2 3 4 5
12. Alguien que me prepare la comida si no puedo hacerlo
1 2 3 4 5
13. Alguien cuyo consejo realmente desee o aprecie
1 2 3 4 5
14. Alguien con quien hacer cosas que me sirvan para olvidar mis problemas
1 2 3 4 5
15. Alguien que me ayude en mis tareas si estoy enfermo/a
1 2 3 4 5
16. Alguien con quien compartir mis temores y problemas
1 2 3 4 5
17. Alguien que me da consejos de cómo resolver mis problemas personales
1 2 3 4 5
18. Alguien con quién divertirme
1 2 3 4 5
19. Alguien que comprenda mis problemas
1 2 3 4 5
20. Alguien a quién amar
1 2 3 4 5