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  • REDSURRed Sudame icana de Econom a Aplicada

  • © 2014, Fundación ASTUR Iturriaga 3379

    11300 Montevideo, Uruguay tel.: (598) 2622 30 96 [email protected] www.fundacionastur.org

    Ediciones Trilce San Salvador 2075 11200 Montevideo, Uruguay tel.: (598) 2412 76 62 [email protected] www.trilce.com.uy

    ISbn 978-9974-32-635-4

    Primera edición: julio de 2014

    Ilustración de tapa: ©iStock.com/KrulUA

  • Contenido

    Prólogo por Enrique V. Iglesias 5 Presentación de la obra por Leo Harari, Cecilia Alemany y Mario Mazzeo 7 Agradecimientos 9

    Parte I Desafíos y escenarios globales para un Uruguay +25 sostenible e inclusivo por Cecilia Alemany 13 La experiencia de la CIDE: historia, legado, lecciones y recomendaciones por Adolfo Garcé 41 Sinuosa y convulsa: la economía uruguaya en el último medio siglo por Luis Bértola / Reto Bertoni 65

    Parte II Presentación a la Parte II 97

    Desafíos para el crecimiento en Uruguay: una mirada desde los fundamentos de largo plazo por Germán Deagosto / Federico Fraga / Rodrigo González / Gabriel Oddone / Damián Pirrocco 109

    Fluctuaciones macroeconómicas en el Uruguay de las últimas décadas: cambios en los patronesde volatilidad y comovimientos cíclicos por Bibiana Lanzilotta / Santiago Rego / Paola Regueira 117 Notas sobre crecimiento, empleo, desigualdad e inflación por Alberto Couriel 133 Innovación en Uruguay por Diego Aboal / Pablo Angelelli / Gustavo Crespi / Andrés López /

    Maren Vairo con la colaboración de Francisco Pareschi 139

    Escenarios de estructura productiva, competitividad y crecimiento. Desarrollo exportador Uruguay 2035 por Gustavo Bittencourt / Nicolás Reig 153 Estrategias de intensificación de la producción agropecuaria y adaptación a la

    variabilidad y cambio climático por Mario P. Mondelli / Carlos Paolino / Juan Francisco Rosas 167 Recursos naturales: implicancias sobre el crecimiento en Uruguay por Bibiana Lanzilotta / Gonzalo Zunino 181 Inversión y desarrollo. Recomendaciones sobre políticas: cinco propuestas por Andrés Rius 195 Uruguay 2030: Infraestructura. Presentación, entorno, escenarios y sinopsis por Javier de Haedo 207

    Parte III Presentación a la Parte III 227

    Posibilidades y restricciones para la inserción internacional del Uruguay en el futuro próximo por Gerardo Caetano / Álvaro Padrón / Viviana Barreto 233

    Alternativas de inserción internacional de una economía pequeña y abierta, en un mundo en globalización. Líneas estratégicas de acción futura por Marcel Vaillant 243

  • Parte IV Presentación a la Parte IV 253

    Apuntes acerca de la reforma del Estado por Conrado Ramos Larraburu 265¿Qué Estado, para qué y para quiénes? Sobre las difíciles relaciones entre

    el Estado, la sociedad y el mercado por Daniel Martínez F. Cue 275 Lineamientos para una política de inmigración en Uruguay por Juan Artola 301 Protección social en Uruguay: cambios recientes y escenarios futuros

    Carmen Midaglia / Fabricio Carneiro / Marcelo Castillo 311

    Desigualdad y desempeño macroeconómico: las implicancias del diseño de la política fiscal. Resumen ejecutivo de recomendaciones de políticas públicas por Leonel Muinelo Gallo / Oriol Roca Sagalés 325 Desafíos territoriales para la construcción del Uruguay futuro. Cambios recientes

    y estado de situación por Federico Bervejillo 333 Agenda de convivencia, seguridad y políticas públicas por Juan Faroppa Fontana 339

    Parte V Presentación a la Parte V 361

    La infancia primero. Hacia un sistema integral de protección a la primera infanciapor Cristina Lustemberg 367

    Distribución del ingreso, mercado laboral y educación. Un análisis para el período 1986-2012por Rodrigo Arim / Mauricio De Rosa / Andrea Vigorito 385

    Una nueva educación para una sociedad inclusiva: un ciclo renovado de políticas públicas. Apuntes para discutir por Renato Opertti 399 Algunos desafíos para pensar el futuro de la educación por Pedro Ravela 405 Concurso INEEd para jóvenes investigadores 409 Evolución de la estructura institucional y de la gestión de la educación pública.

    Agenda actual y desafíos a futuro por Lucas D’Avenia 414 (Re)pensar la educación secundaria para los próximos diez años. De la macro

    a la micropolítica educativa por Santiago Brum / Karina Silva 420 La mirada de los jóvenes 425

    Notas de los autores 431

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    Prólogo

    Hace cincuenta años, respondiendo a los impulsos políticos del presidente Kennedy de los Estados Unidos, se inició en la mayoría de los países de América Latina un esfuerzo de programación a mediano plazo para promover el estancado desarrollo económico y social de la región, en respuesta a las expectativas creadas por la revolución cubana. La iniciativa fue lanzada en la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA (CIES) en el mes de agosto de 1961. Uruguay fue el primero en asociarse a esa iniciativa, conformando un equipo técnico que tuve el honor de coordinar, con los auspicios de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) que operaba en el ámbito del Ministerio de Hacienda. El grupo estuvo integrado por especialistas nacio-nales y una inestimable colaboración de expertos internacionales. Este equipo produjo el primer diagnóstico integral de la economía y la sociedad uruguayas y propuso un Plan nacional de Desarrollo. En el año 2013 se cumplieron los cincuenta años de lanzamiento de aquella rica y estimulante experiencia que comenzó con la entrega al Gobierno y a la opinión pública del diagnóstico de la situación nacional. Se generaron nuevas fuentes de información estadística y se incursionó en programación a mediano plazo de la eco-nomía y la sociedad de inicios de la década de los sesenta.

    La Fundación ASTUR, uno de cuyos principales objetivos es promover el diálogo social, se propuso impulsar un esfuerzo mucho más modesto que el de la CIDE, que no se justi-ficaría en las presentes circunstancias, con el único propósito de ayudar a pensar el país y a inventariar los principales desafíos para los próximos veinticinco años. Las condicio-nes actuales son sustancialmente diferentes a las del lanzamiento de la iniciativa de la CIDE. El país se conoce mucho más que en aquella oportunidad. Dispone de estadísticas y análisis modernos, actualizados y regulares. En el campo económico, social y políti-co trabaja un gran equipo de analistas y expertos, que junto con los que componen el Gobierno, cubren todo el espectro ideológico y promueven un activo debate sobre los temas nacionales. Es dentro de esas realidades que queremos acotar esta iniciativa de la Fundación. Es bien sabido que resultan siempre difíciles los ejercicios de prospectiva económica, social o política, especialmente en momentos de cambios y transformación de los paradigmas vigentes, tanto en el campo del desarrollo nacional como en el de las relaciones internacionales. Los horizontes de previsión se han achicado considerable-mente, especialmente luego de la crisis financiera desatada en el mundo desarrollado en los años 2007 y 2008 y el surgimiento de nuevos actores económicos en el mundo. Aun reconociendo esas limitaciones, nos pareció oportuno sumarnos a los debates sobre la realidad nacional invitando a reconocidos expertos y a un grupo de pensadores jóvenes para reflexionar sobre las siguientes grandes preguntas que nos plantea la visión a largo

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    plazo del país: ¿Cómo llegamos al país que tenemos? ¿Podemos seguir creciendo? ¿Cuá-les son los grandes desafíos de las políticas económicas y sociales para lograrlo? ¿Cuáles son los grandes problemas que nos plantea la inserción internacional del país? ¿Qué modelo de bienestar queremos construir a futuro? ¿Cómo debemos formar a nuestros ciudadanos en una visión renovada de las políticas educativas? Para responder a estas preguntas nos asociamos con un grupo de instituciones de investigación agrupadas en la Red MERCOSUR de Investigaciones Económicas en las cuales trabajan y generan ideas los jóvenes especialistas del país de hoy. Al igual que en el caso de la CIDE, junto a la experiencia de reconocidos expertos, quisimos convocar las visiones de las jóvenes ge-neraciones que tendrán a su cargo la administración del país en las próximas décadas.

    El producto de esta convocatoria lo constituyen alrededor de cincuenta informes prepa-rados por más de un centenar de técnicos, todos ellos incorporados en el sitio internet de la Fundación ASTUR a disposición del público. Hubiéramos querido publicarlos todos in extenso, pero ello sería pesado y poco ágil. Intentamos la difícil tarea de seleccionar al-gunos de ellos y publicar en este libro versiones resumidas, invitando al lector a dirigirse a los sitios de internet para el conocimiento integral de todos los aportes.

    Quiero agradecer a todos los investigadores por sus importantes contribuciones y en par-ticular a las instituciones que integran la Red MERCOSUR. Igualmente un agradecimiento muy especial a las instituciones cuya decisiva contribución hizo posible movilizar este alto número de talentos, la Corporación Andina de Fomento, el banco Interamericano de De-sarrollo, el banco Mundial, el Instituto nacional de Evaluación Educativa y la Agencia na-cional de Investigación e Innovación. Un reconocimiento muy especial a Cecilia Alemany y a Mario Mazzeo, responsables de la coordinación del libro y particularmente mi agradeci-miento personal a Leo Harari por su compromiso y su dedicación a la dirección técnica de los trabajos y la concepción del libro en nombre de la Fundación ASTUR.

    Esta visión de conjunto de algunos de los principales problemas económicos y sociales del país me ha estimulado a producir mis propias reflexiones sobre el país del futuro, que pienso redactar en los próximos meses, a partir de la experiencia pasada y de mis vivencias nacionales e internacionales de este pasado medio siglo.

    Enrique V. Iglesias

  • 7

    Presentación de la obra

    Esta obra colectiva forma parte de un proyecto mayor que hemos llamado «Uruguay+25». Los orígenes del proyecto y su contexto institucional son relatados en el prólogo por el Presidente de la Fundación ASTUR, contador Enrique V. Iglesias, quien está en el corazón y al frente de esta iniciativa. El objetivo de esta presentación es dar cuenta de la metodología que orienta el proyecto y en particular al presente libro de manera de facilitar el máximo provecho de su lectura. El libro cuenta con cinco partes, quince grandes temas y los apor-tes de treinta y nueve especialistas. Intenta ser el cimiento de un proceso de construcción de una visión prospectiva de Uruguay y proporcionar bases para una reflexión estratégica del desarrollo del país. Pone sus miras en un período de tiempo más amplio que el ciclo electoral y se orienta a buscar elementos para componer consensos que conduzcan a po-líticas de Estado. Se trata de ayudar a responder a la pregunta: ¿qué Uruguay es deseable y cómo hay que hacer para que sea posible? Hemos planteado el desafío a reconocidos investigadores, académicos y especialistas, que responden desde sus documentos, una selección de los cuales, en versión resumida, forma la parte central del libro, y todos son libremente accesibles en su versión integral, con bibliografías y referencias, en los sitios de internet y . De esta forma, lo que tienen entre manos es también una guía para explorar los innumerables estudios, reflexiones y planteos que tienen que ver con nuestro futuro.

    El Proyecto «Uruguay+25» tomará su forma final con la publicación de la reflexiones de En-rique Iglesias, de su visión del Uruguay deseable y posible para el próximo cuarto de siglo.

    A los trabajos de investigación, análisis y prospectiva coordinados por el Proyecto con la cooperación de la Red Sudamericana de Economía Aplicada/Red MERCOSUR, se su-maron valiosos aportes de organismos multilaterales que apoyan y acompañan todo el proceso. La Corporación Andina de Fomento/banco de Latinoamérica, el banco Inte-ramericano de Desarrollo y el banco Mundial participaron de los encuentros temáticos y facilitaron expertos para confrontar los hallazgos de los especialistas uruguayos y realizar talleres de revisión de los documentos producidos. El Instituto nacional de Evaluación Educativa (InEED) hizo un llamado a concurso para investigadores menores de 35 años y un grupo importante de ellos fue becado para trabajar sobre sectores diversos del proceso educativo con una visión histórica que parte de los años sesenta y de las recomendaciones de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) para proyectarse en las necesidades que debemos enfrentar mirando el porvenir. La Fundación ASTUR hizo un llamado por la prensa y a través de universidades y redes sociales solicitando a jóvenes nacidos luego del retorno a la democracia trabajos con

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    su reflexión y así contar con sus aportes. Hemos tomado en cuenta también contribu-ciones voluntarias de personas que se han acercado al proyecto, y hemos compartido información y estudios con la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL), con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), con el Proyecto Uruguay 2030 entre otros. El Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) compartió con nuestro proyecto los trabajos de análisis prospectivo sobre Uruguay aún en curso. nuestro profundo agradecimiento a todos ellos; algunos verán sus contribuciones reflejadas en estas páginas en mayor o menor medida, pero todos fueron considerados insumos importantes para «Uruguay+25».

    Dedicamos los meses de julio y agosto de 2013 a reunir investigadores, políticos y representantes de diversos sectores de la sociedad, en encuentros temáticos que tu-vieron lugar en la Fundación ASTUR. En cada una de las partes de este libro hay una presentación que da cuenta de estas reuniones y de los aportes que en ellas surgieron, así como de los textos seleccionados que integran cada parte. Se cuidó en cada evento de invitar políticos, expertos y representantes de la sociedad civil con sensibilidades diferentes para poder contar con puntos de vista variados. Figuran en las presenta-ciones citas de opiniones vertidas por los participantes, sin atribución de los autores. Encontrarán los nombres de todos los invitados, incluyendo a quienes no pudieron participar. Algunos temas, como el de logística e infraestructura, de gran importan-cia estratégica para el país, no pudieron ser tratados, pero aprovechamos los estudios coordinados por el economista Javier de Haedo para ampliar información y brindar un punto de vista de las opciones con que cuenta Uruguay. Otros, como el papel que juega la cultura en la economía y en la sociedad, los asuntos de género, los recursos naturales, están mencionados transversalmente en diferentes partes del libro. Tam-bién se tomaron en cuenta algunas iniciativas con objetivos similares, que han tenido lugar en los últimos años, como la colección «La aventura uruguaya» (coordinada por Rodrigo Arocena y Gerardo Caetano), «Estrategia Uruguay III siglo» (OPP), «Propuesta Uruguay 2030» y otras. En algún momento fue necesario detenerse y dar cuenta de lo avanzado. Los coordinadores de este trabajo somos conscientes de que temas impor-tantes no han sido tratados y que a todos los que figuran se les podría haber agregado aún más puntos de vista. Recordamos que en los sitios en internet mencionados hay versiones exhaustivas y otros estudios y análisis. Muchos participantes con los que hemos debatido durante todo el año 2013 marcaban la necesidad de un nuevo pacto social, de un indispensable «Proyecto País». Aquí presentamos una modesta parte del material necesario para elaborar una reflexión sobre el futuro de un Uruguay que se está construyendo cada día y que es tarea de todos.

    Leo Harari, director del Proyecto «Uruguay+25»Cecilia Alemany, coordinadora general

    Mario Mazzeo, coordinador del libro

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    Agradecimientos

    Agradecemos a todos los que han contribuido al Proyecto «Uruguay+25» y a este libro en particular. A las instituciones que nos dieron apoyo financie-ro y técnico: la Corporación Andina de Fomento/banco de Latinoamérica, a su representante en Uruguay Gladis Genua, a nicole Perelmuter y sus co-legas; al banco Interamericano de Desarrollo (bID), a su representante Juan José Taccone, a Gustavo Crespi y sus colegas; al banco Mundial (bM) y a sus representantes Peter Siegenthaler y Ruxandra burdescu y sus colegas; al Instituto nacional de Evaluación Educativa (InEEd), a sus autoridades Alex Mazzei y Pedro Ravela y a su equipo, a la Agencia nacional de Investigación e Innovación (AnII), a la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional (AUCI), a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y su re-presentante Alba Goycoechea; al Centro de Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo (OCDE), a su director Mario Pezzini, a Christian Daude y su equipo. Agradecemos el apoyo del Centro Internacional de In-vestigaciones para el Desarollo (CIID-IDRC, Canadá), a la Red Sudamericana de Economía Aplicada/Red MERCOSUR. Agradecemos especialmente a las instituciones y centros que participaron en la elaboración de los estudios de base y pusieron a disposición del proyecto sus equipos de investiga-ción: el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Ad-ministración de la Universidad de la República, el Departamento de Eco-nomía y el Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, el Centro de Investigaciones Económi-cas (Cinve), el Centro de Formación para la Integración Regional (Cefir), el Centro de Investigaciones para la Transformación (Argentina), el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cenit, Argentina) y la Oficina de Servicios para Proyectos de naciones Unidas en Uruguay (UnOPS).

    Agradecemos también a los expertos y especialistas que revisaron los tra-bajos aquí publicados y dieron valiosas sugerencias, entre ellos a Ramiro Albrieu, Ariel Davrieux, Silvia da Rin Pagnetto, Gustavo de Armas, Robert Devlin, Holger Kray, Edgar Ortegón, Rafael Rubio, Carlos Sténeri, neste To-sera; a los jóvenes que respondieron al llamado para expresar sus puntos de vista, a quienes nos trajeron espontáneamente contribuciones que en-riquecieron el debate. noventa y dos investigadores y analistas hicieron aportes originales que figuran en esta obra y en los sitios y ; sesenta y tres estudios recientes, la mayor parte aún no publicados, fueron facilitados por diversas organizaciones nacionales e internacionales; cerca de dos-

  • 10

    cientos académicos, políticos, representantes de la sociedad civil, compar-tieron horas de debate en los encuentros de la Fundación ASTUR. A todos ellos nuestro más sincero agradecimiento.

    nuestro reconocimiento y gratitud a nelson Cesín por la elaboración de las relatorías de los encuentros, a Cecilia Silva y Mercedes Altuna, Pablo Jorba, Fer-nanda Fernández, Adriana Dalto y al equipo de Ediciones Trilce que con todo su entusiasmo y apoyo profesional han sido parte indispensable del esfuerzo que permitió concluir el presente trabajo.

    AdvertenciaLos documentos presentes en esta obra tienen su origen en investigacio-nes académicas. Para hacer el libro más accesible han sido despojados de buena parte de las referencias bibliográficas y reducidas las fórmulas, cuadros y gráficos al mínimo posible. Los lectores que deseen profundizar, acceder a las referencias y a la totalidad e integralidad de los documentos pueden hacerlo en o en .

  • Parte I

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    Desafíos y escenarios globales para un Uruguay +25 sostenible e inclusivo

    Cecilia Alemany

    IntroducciónEn este capítulo se retoman desafíos y fuerzas motrices que se han planteado en los di-ferentes estudios de base del Proyecto «Uruguay+25» cuyas versiones resumidas forman parte de este libro. El objetivo de este capítulo es poner en relación algunos de los ele-mentos identificados por los estudios de base, de cara a un grupo de escenarios posibles al 2040, tomando a la vez en consideración otros ejercicios prospectivos internacionales.

    Este año se cumplen cincuenta años de la CIDE y de la obra El Impulso y su freno, donde Real de Azúa (1964) retoma los rótulos con que se había catalogado a Uruguay como: «Utopía», «Welfare State o Estado de bienestar», «El laboratorio del mundo», «La Suiza de América» y «El Paraíso de los locos» también. Sostiene que la caída de ese orgullo mo-delizante se inició con el declive del batllismo pero que recién se empezó a tomar con-ciencia de ella después de la segunda guerra mundial en 1945, ya que diez años antes se «estaba demasiado cerca como para jerarquizar lo sustancial de lo accidental». Resalta que si bien a principios de los años sesenta las cifras que ponían en evidencia estos cam-bios no se manejaban aún, había un estado de percepción de «quiero y no puedo» tanto en lo político («la democracia perfecta»), como en lo social («el laboratorio del mundo»), lo cultural («la Atenas del Plata»), o lo económico («el país pequeño pero rico»)1.

    Parecería que más allá de la retórica sobre la existencia o no del Uruguay como una uni-dad de análisis válida, que ya retrataba Methol Ferré en El Uruguay como problema en esa

    1 Real de Azúa, Carlos, El impulso y su freno: Tres décadas de batllismo y las raíces de la crisis uruguaya, MEC, Co-lección de Clásicos Uruguayos, vol. 179, Montevideo, Ed. Jorge Liberati, 2009, pp. 15-18.

    Los contenidos de este artículo son de responsabilidad exclusiva de la autora y no representan la posición de UnOPS ni de la Red Sudamericana de Economía Aplicada. Se agradece a Mercedes Altuna y Fernanda Fernández la colaboración durante toda la ejecución del proyecto y la coordinación con los autores.

    CeCIlIa alemany. Candidata a Doctora por el IHEAL, París III Sorbonne La nouvelle. Máster en Prospectiva Internacional por la Universidad París V, René-Descartes. Coordinadora de la Red MERCOSUR y Gerente de proyectos de UnOPS en Uruguay.

  • 14 D e s a f í o s y e s c e n a r i o s g lo b a l e s pa r a u n u r u g u ay +25

    misma época (1967)2, cincuenta años después y en un contexto de crecimiento sostenido durante la última década, sigue existiendo una necesidad de encontrar fórmulas para ro-tular el país, ya sea para la construcción del orgullo nacional o la identidad o para hacerlo objetivo de críticas y autocríticas. Ya sea por marketing interno o externo o por la dualidad entre conformismo social (retratada en la expresión coloquial «es lo que hay») y la sensa-ción de que «todo pasado fue mejor», aquellos rótulos siguen resonando aún en el imagi-nario de algunas generaciones, y aún no parecen surgir nuevas interpretaciones colectivas o imágenes sintéticas que representen el Uruguay que se quiere o el Uruguay del futuro.

    El Proyecto «Uruguay+25» busca fomentar el debate sobre el futuro y discutir las impli-cancias de políticas, pero también contribuir a identificar algunos rasgos comunes que puedan ayudar a construir una imagen del «Uruguay que queremos», que recupere o va-lore características que hacen a la esencia del Uruguay y que movilizan a su gente, pero que sobre todas las cosas permita construir realidades de ese escenario deseable en el que la democracia se profundiza y consolida a través del desarrollo, y el bienestar de la mayoría se hace posible, en el que todos y todas pueden ejercer sus derechos civiles y políticos, pero también económicos, sociales, culturales y ambientales (derechos huma-nos incluidos los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales).

    Las introducciones a cada sección de este libro retoman los principales desafíos, puntos de inflexión y las diferentes posiciones que fueron surgiendo en los encuentros que fa-cilitó Enrique V. Iglesias desde la Fundación ASTUR, y ponen en evidencia algunos de los ejes de la visión del propio Iglesias sobre los debates del presente y el futuro de Uruguay.

    Desde Uruguay se tiende a creer que a pesar de la cultura del consenso hay serias dife-rencias en las visiones del Uruguay que queremos para el futuro. Sin embargo, al repasar los planteos de los debates que hicieron actores nacionales, los hallazgos de las investiga-ciones y análisis que se hicieron para el proyecto y las recomendaciones de políticas que surgen de unos y otros se puede afirmar que hay coincidencias profundas que podrían ser la base para la construcción de una visión sólida del país que se quiere construir.

    Hay valores que ningún sector de la sociedad quiere perder, por ejemplo: «el país donde naides es más que naides» ha resurgido en el discurso político como una revalorización de la cercanía social y la cercanía cordial a las que se refería Real de Azúa, al origen del Uruguay y a una forma de relacionamiento interpersonal y de encuentro de clases o gru-pos sociales que podría diluirse en la medida que se profundice la segregación territorial y social en la que varios factores actúan.

    Entre muchos otros elementos que buscan decodificar la centralidad del Uruguay y la explicación de su crisis, Real de Azúa retoma la definición del país como «País de las cercanías», integrando la cercanía física, la social y la cordial. Cincuenta años después de la publicación de El impulso, y habiendo superado buena parte del pesimismo y los pro-blemas que marcaban al Uruguay de fines de los sesenta, estas cercanías siguen siendo

    2 La versión in extenso de esta investigación y la bibliografía pueden consultarse en y .

  • U R U G U ay + 25 D o C U m E N to S D E I N V E S t I g AC I ó N 15

    necesarias pero tal vez se puedan definir como las cercanías territorial, socioeconómica e identitaria o interpersonal.

    El Proyecto «Uruguay+25» nace como una forma de reconocimiento a la experiencia de la CIDE que fue marcada por el liderazgo de Enrique V. Iglesias, y el interés de diversos analis-tas e investigadores de colaborar con él y la Fundación ASTUR en un ejercicio de reflexión de largo plazo y de sistematización también de nuevas miradas sobre el pasado reciente, la actualidad y los desafíos y potencialidades del país en el contexto regional y global. no pretende construir nuevos rótulos, pero sí aportar ideas, en el sentido que plantea Rilla, aludiendo a Garcé, al prologar El impulso, porque «las ideas inciden, cambian, promueven, trancan, producen política: se colocan en la cadena que lleva a las decisiones»3.

    Real de Azúa en su época buscó delinear lo que fueron las «fuerzas de impulsión» del Uruguay de principios del siglo XX, así como las «ideas-fuerza» del batllismo; a lo largo del Proyecto «Uruguay+25» y sus diferentes estudios de base, se buscó identificar (desde diversos estudios y disciplinas), a aquellas fuerzas motrices del Uruguay de principios del siglo XXI y los temas clave para el futuro del país, así como algunas ideas-fuerza para propuestas de políticas con un horizonte de veinticinco años.

    Los diferentes estudios que se llevaron adelante en el Proyecto «Uruguay+25» en 2013-2014 intentaron responder a algunos de los desafíos más importantes del futuro del Uruguay aportando análisis innovadores sobre la actualidad y el pasado, nuevas in-vestigaciones y conocimientos que permiten entender mejor algunas interrelaciones de la economía y la sociedad (por ejemplo: contribución del capital natural al crecimiento, contribución de la educación a la reducción de la desigualdad, relaciones entre desigual-dad y macroeconomía, innovación en el agro, etcétera).

    Desafíos globales, regionales y nacionalesLa división entre desafíos globales, regionales y nacionales es insuficiente y se presenta a modo de organización del análisis, pero no se pueden concebir por separado y muchos de los desafíos atraviesan todas las dimensiones y se retroalimentan.

    Desafíos globalesLa globalización se ha caracterizado por el aumento de la incertidumbre, por lo que cualquier mirada de largo plazo y cualquier esfuerzo por influir sobre las dimensiones económicas, culturales, sociales, o políticas de una realidad dada tiene que hacerse asu-miendo que a pesar de la incertidumbre algunos desafíos parecen estar presentes por unos años más:

    1. Todos los estudios prospectivos sobre desarrollo plantean que «más de lo mismo» ten-drá altos costos a futuro y que se requiere liderazgo político para promover transforma-

    3 Rilla, José, «Prólogo», El impulso y su freno: Tres décadas de batllismo y las raíces de la crisis uruguaya, MEC, Co-lección de Clásicos Uruguayos, vol. 179, Montevideo, Ed. Jorge Liberati, 2009, p. XLV.

  • 16 D e s a f í o s y e s c e n a r i o s g lo b a l e s pa r a u n u r u g u ay +25

    ciones profundas en la forma de concebir los procesos de educación, formación, inno-vación y desarrollo4.

    2. La incertidumbre y la interdependencia posiblemente sigan en aumento más allá de los impulsos o frenos de liberalización o protección de los mercados internacionales.

    3. La transnacionalización de los actores (empresas transnacionales, pero también socie-dad civil, redes, etcétera) y de las cadenas globales de valor posiblemente no se detenga, más allá de que los marcos internacionales o multilaterales las favorezcan o frenen.

    4. La falta de regulación del sistema internacional en diferentes arenas es un desafío que cobra cada vez más fuerza en la dimensión financiera desde las crisis de 2008-2009, pero será posiblemente un terreno de avances lentos y con fuertes intereses contrapuestos.

    5. La importancia de los países llamados BRICS o BRIICS (brasil, Rusia, India, Indonesia, China y Sudáfrica) parece ir en aumento de cara al 2040 no solo en su dimensión demográfica y económica. Estimaciones de abril de 2014 del banco Mundial señalan que a fines de 2014 la economía china ya será mayor a la de Estados Unidos integrando datos actualizados de su PIb y paridad de poder adquisitivo (PPP según sus siglas en inglés)5, lo que adelanta las previsiones del Fondo Monetario Internacional que planteaba que esto se lograría en 2019. Caetano, Padrón y barreto señalan que los bRICS son los verdaderos «ladrillos» del crecimiento económico mundial en los últimos años, concentran más de un 40% de la población y son los principales tenedores de reservas a nivel global, también lo son por su impacto en el sistema internacional donde los «emergentes» reclaman más espacio. Esto implicará una mayor difusión de la concentración del poder (Informe Global Trends 2030)6 aunque no se descarta que estos actores puedan ejercer roles de hegemonía en sus regiones si no optan por modelos de cooperación e integración regional que den garantías efectivas a todos sus miembros.

    6. El agotamiento del arreglo internacional económico y financiero postsegunda guerra mundial que se resume como «las instituciones de bretton Woods». Esta decadencia se da no solo por el déficit de adaptación de estos organismos a los cambios en las hege-monías y el surgimiento de los bRICS, sino porque, a pesar de sus propios procesos de autocrítica con relación a sus apuestas de políticas frente a las crisis internacionales de las últimas dos décadas, su legitimidad está fuertemente cuestionada y posiblemente lo esté aún más a futuro de no mediar una fuerte reestructura y una vuelta de la agenda del desarrollo. Estas transiciones son lentas, ya que los organismos e instituciones en general tratan de sobrevivir y mantener sus espacios de poder respaldados por ciertos grupos de países o grupos de interés, a lo que se suma que el incentivo para llegar a un nuevo arreglo internacional del tipo «bretton Woods» tiene que ser importante, tal como lo fue la segunda guerra mundial para el siglo XX.

    4 Véase en este sentido: el Informe de Asia 2050: Realizing the Asian Century, banco Asiático de Desarrollo, 2012; así como el Environmental Outlook 2050 de la OCDE.

    5 Véase más información en: .6 national Intelligence Council, Global Trends 2030: Alternate worlds, nIC 2012. Disponible en: .

  • U R U G U ay + 25 D o C U m E N to S D E I N V E S t I g AC I ó N 17

    7. La influencia del cambio de modelo chino que posiblemente se consolidará a lo largo de los próximos dos o tres planes quinquenales tendrá efectos sobre aquellas regiones intensivas en recursos naturales y en particular en aquellos países en los que su comer-cio, inversiones o financiamiento del desarrollo estén fuertemente vinculados a China. Este desafío es una oportunidad según como se den los posibles encadenamientos, pero China se ve a largo plazo consolidando las reformas en curso para transitar a un modelo basado en el consumo interno y el desarrollo de los servicios, lo cual a la larga tendrá impactos en esas cadenas de valor así como en aquellas economías intensivas en el uso de recursos naturales.

    8. La trampa de los países de ingresos medios o de desarrollo medio seguirá latente en la medida que no se logre exitosamente la transición de modelos de crecimiento o expor-taciones basados en recursos naturales hacia modelos de crecimiento basados en alto valor agregado o basados en la productividad (aunque sigan siendo dentro de las cade-nas intensivas en recursos naturales).

    9. El espacio para las políticas de desarrollo (policy space) en los países de menor tamaño relativo o economías pequeñas seguirá siendo limitado, sea cual sea la configuración geoeconómica o geopolítica global de los próximos veinticinco años.

    10. La dimensión de sustentabilidad de todas las políticas (sustainability) se ha valorizado en el debate internacional desde la Cumbre de Río+20, sin embargo se está muy lejos de un enfoque de coherencia de políticas económico-sociales, ambientales y de fortaleci-miento institucional (policy coherence).

    11. El fortalecimiento de la democracia y de la gobernanza seguirán en la agenda inter-nacional; el diálogo social, la transparencia, la convivencia, la rendición de cuentas y la solidaridad intergeneracional e intergrupos sociales serán tan importantes como las es-trategias para la eficiencia del Estado y el gasto público. Las capacidades de organización social seguirán en aumento, aunque sus modalidades no necesariamente coincidan con las de los dos siglos anteriores y posiblemente superen las categorías de clases sociales o movimientos sociales y requieran otro tipo de respuestas del Estado. Los Estados ten-drán cada vez más presiones internas y externas para consolidar democracias sustanti-vas con las distancias culturales e históricas de cada región/país.

    12. La reducción de las debilidades estructurales de los países en desarrollo, y en particular de sus grupos más vulnerables, seguirá siendo un desafío a largo plazo (grupos sociales en el sentido que plantea el capítulo de Midaglia, Carneiro y Castillo, pero también te-rritorios o comunidades más sensibles a shocks externos o el cambio climático). Si bien no cabe duda de los avances de la región, y Uruguay en particular, con relación a los aprendizajes de las crisis de 2001-2002 y los avances en la reducción de la desigualdad e indigencia, los grupos vulnerables siguen siendo importantes y no se deben de sub-estimar sus fragilidades en cuanto a acceso a vivienda, educación, empleo, en contextos de crecimiento y aún más de recesión o crisis. Arim, De Rosa y Vigorito advierten en su capítulo que «las caídas recientes de la desigualdad en la región son controvertidas pero podrían básicamente ligarse al contexto internacional favorable, el aumento del acervo

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    educativo de la población en el caso de brasil y la introducción de políticas redistributi-vas. En cualquier caso, todos los autores son escépticos en cuanto a la sostenibilidad de estos logros en contextos menos favorables».

    13. La vulnerabilidad al cambio climático no es un problema ajeno y deberá de atenderse cada vez con diversos instrumentos de políticas en la medida en que afecta de forma diferencial a los territorios y grupos más desfavorecidos (por ejemplo, inundaciones o sequía) por un lado, y porque afecta a los sectores productivos que son la base de la economía por otro lado, por lo que tienen un efecto multiplicador importante. Un shock de 1% en el agro afecta en un 6% el PIb y en un 3% a los demás sectores. En Uruguay, como señalan Paolino, Mondelli y Rosas, en el sector ganadero los productores inno-vadores asignan mayor importancia que los no innovadores a la variabilidad climática como obstáculo para incorporar actividades de innovación, lo que estaría indicando que las explotaciones innovadoras pueden estar aumentando su vulnerabilidad a la varia-bilidad climática. Mientras que en agricultura de secano, las explotaciones innovadoras identifican este obstáculo con menor frecuencia que las no innovadoras, lo que se puede asociar a la mayor disponibilidad de instrumentos en agricultura que permiten mitigar el riesgo asociado a la variabilidad climática, como la diversificación plantando en distintas zonas, el acceso a riego, o la cobertura con seguros contra eventos climáticos.

    14. Los desafíos de la marginalización y la urbanización son globales y comunes a través de las diferentes regiones, los polos de aumento de la desigualdad y la marginalización se concentran en los bolsones de pobreza de las zonas periféricas de las ciudades y se vive cada vez más en ciudades duales. La segregación territorial es a la vez un fenómeno mucho más difícil de revertir en la medida que se consolida esa dualidad y se erosionan los espacios tradicionales de encuentro y convivencia7. La tensión o distancia entre lo urbano y lo rural no está resuelta. En 2030 se estima que el 60% de la población vivirá en áreas urbanas8 lo que a su vez tendrá una fuerte presión sobre el ambiente, el uso de los recursos naturales y las necesidades de infraestructura y acceso a la vivienda digna.

    15. La creación de empleo de calidad, la integración de los y las jóvenes al mercado de tra-bajo en condiciones de «trabajo digno» seguirá siendo un desafío tanto para los países en vías de desarrollo como para los países desarrollados. La falta de respuestas de inclu-sión para los jóvenes marginalizados, o aquellos que en hogares de mejores condiciones socioeconómicas no trabajan ni estudian en el corto y mediano plazo afectará a la vez la calidad de la posible inserción en el mercado de trabajo de estos jóvenes a futuro así como las condiciones de sus jubilaciones.

    16. El crecimiento de la población mundial será más leve que en el pasado y decrecerá en algunos países como brasil, Japón, la Unión Europea. Las diferentes estimaciones osci-lan entre 10,1 miles de millones en 2100, y 9,15 y 9,3 miles de millones de personas en

    7 Véase en este sentido el análisis y las propuestas del capítulo de Faroppa.8 national Intelligence Council, Global Trends 2030: Alternate worlds, nIC2012. Disponible en: .

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    2050, de las cuales al menos 206 millones nacerán en África subsahariana. Por lo que los impactos en seguridad alimentaria, acceso al agua potable e ingreso de mano de obra se verán sobredimensionados en esa región con posibles efectos en la división interna-cional del trabajo o la conflictividad en esa región9. El envejecimiento de la población mundial al 2050 aparece como un desafío global y tendrá fuertes impactos en la econo-mía, la división internacional del trabajo y los esquemas de seguridad social.

    17. Las desigualdades de género que persisten en las diferentes dimensiones de la socie-dad (económicas, laborales, sociales y políticas) no se corregirán por sí solas y la integra-ción de más mujeres al mercado de trabajo o a la sociedad de consumo no garantiza la solución a estos problemas de desigualdad y discriminación que persisten aún en las sociedades más igualitarias.

    18. El individualismo y el inmediatismo que se ven exacerbados por el ritmo de las comu-nicaciones y la multiplicidad de canales de comunicación que en muchos casos sustitu-yen el encuentro y la empatía afectarán cada vez más a los países en vías de desarrollo, lo que podrá disminuir la capacidad de resiliencia de los individuos y la ciudadanía o las comunidades en su conjunto y modificar los vínculos de cercanía, vecindad y solidari-dad tradicionales o preexistentes. Las nuevas formas de solidaridad y cercanía «virtual» colocan nuevas dinámicas que en algunos casos podrán ser vías para la movilización o acción social (como ya lo han sido en los últimos diez años), y en otros podrán contribuir a la pérdida de relevancia de las formas de encuentro, asociatividad, solidaridad, organi-zación y movilización social del siglo XX.

    Por otro lado, varios estudios prospectivos identifican posibles «hacedores del cambio» o game changers10a nivel global que aún se colocan como interrogantes:

    El rol que asuman por un lado Estados Unidos y por otro China y los bRIICS en su conjunto, en el sistema multilateral, entre ellos y sus regiones.

    El impacto de las nuevas tecnologías en la producción, el conocimiento, el comer-cio internacional, el ambiente, etcétera.

    Posibles generalizaciones o derrames de conflictos locales o regionales en zonas sensibles (y posible escalada internacional).

    brecha de gobernanza: ¿los Estados tendrán la capacidad de reformar sus estruc-turas para adaptarse al cambio de era o se verán superados y se dedicarán a man-tener estructuras que respondían a las dinámicas del siglo XX?

    La acción de las empresas trasnacionales y sus poderosos lobbies, ya que no solo juegan un rol cada vez más importante en la construcción de cadenas globales de valor e imponen en gran medida una fuerte deslocalización de las decisiones que antes se negociaban en el seno de los Estados o entre Estados, sino que también influyen de forma cada vez más importante en los foros internacionales de toma

    9 FAO, World Agriculture towards 2030-2050, The 2012 Revision, ESA Working Paper n.º 12, 3 junio de 2012.10 Adaptado de Global Trends 2030.

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    de decisiones, donde el sector privado ha ocupado espacios como un actor más de la cooperación al desarrollo con los pros y contras que eso implica.

    Estos desafíos globales afectan de manera diferente las posibles trayectorias de futuro de Uruguay, y algunos forman parte de las preguntas clave para pensar el país en los próximos veinticinco años.

    Las tendencias fuertes internacionales pueden mantenerse o transformarse pero en cual-quier caso Uruguay deberá tomarlas como un dato de la realidad y definir cómo integra estas dimensiones y se anticipa en la concepción de sus estrategias de desarrollo y políti-cas públicas. En ningún caso estas tendencias y el aumento de la incertidumbre podrán ser tomados como un pretexto para la improvisación o la falta de planificación estratégica, ya que la falta de concertación entre los diferentes actores del desarrollo a nivel nacional y local lo único que hará es aumentar aún más las vulnerabilidades ante los cambios del contexto regional o internacional o ante shocks externos de diferentes naturalezas.

    Más aún, dado que estos desafíos globales muchas veces requieren soluciones o estra-tegias de amortiguación locales, se deberían encarar con la humildad y la conciencia de que otros países ya han pasado por procesos de definiciones de este tipo y han ensayado sus propias respuestas, de las que seguramente hay suficiente masa crítica como para poder aprender de sus fallas y aciertos.

    Desafíos regionalesLa integración regional aparece en varios estudios del proyecto, y se analiza en profun-didad en al menos dos documentos de base del proyecto: por un lado Caetano, Padrón y barreto realizan un análisis geopolítico de la región para elaborar una serie de propues-tas para la construcción de una estrategia clara en ese sentido. Por otro lado, Vaillant realiza un estudio desde la perspectiva comercial y a su vez propone una serie de reco-mendaciones para el diseño de una política comercial. bértola y bertoni suman elemen-tos para el análisis regional también en perspectiva histórica. Con relación al comercio con los países vecinos, Lanzilotta y Zunino colocan algunos elementos de interés y en el estudio de Flores y Rovira del Proyecto «Uruguay+25» sobre el comercio de Uruguay con la región y el mundo se identifican oportunidades comerciales con terceros países así como las oportunidades existentes en el seno del MERCOSUR.

    Los principales desafíos políticos a largo plazo de la región pasan por los propios pro-cesos de consolidación o profundización de las democracias y la gobernanza y por la inclusión de las mayorías y la consolidación de las llamadas clases medias a través de la reducción de la desigualdad. Las mejoras nacionales en la construcción de ciudadanía facilitarán la construcción de espacios de cesión de soberanía regionales y de estrategias concertadas de cooperación regional profunda en lo económico-productivo, lo ambien-tal, lo social y lo cultural, más allá de la retórica política. Como sostiene Iglesias más ade-lante no se puede pedir a los países más de lo que pueden dar.

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    La geometría variable de la retórica integracionista y los acuerdos comercialesCaetano, Padrón y barreto plantean que la situación de los procesos de integración a nivel hemisférico, no solo en América del Sur sino más ampliamente con relación a América La-tina, provoca incertidumbre. El escenario actual tiene al menos dos dinámicas divergentes: «mientras que por un lado los países con costas al Pacífico consolidan su esquema de inte-gración regional enmarcado en la trayectoria de apertura unilateral a la economía global, a partir de la Alianza del Pacífico, los países asociados en torno al MERCOSUR y el ALbA procu-ran (no sin dificultades importantes) consolidar a la integración regional como mecanismo que favorezca una inserción más virtuosa en el escenario global».

    Caetano, Padrón y barreto colocan al proyecto de la UnASUR como piedra angular del proyecto continental de Itamaraty, que parecería haberse orientado a objetivos espe-cíficos como la concertación política, los proyectos de infraestructura común y de arti-culación energética, y el más controversial tema del llamado «Consejo de Defensa». Al mismo tiempo, apuntan que «la CELAC (heredera de la labor del Grupo de Río) transita un lento proceso de consolidación como foro de concertación política y promoción de la paz en América Latina y el Caribe, a la vez que asume la representación en el diálogo interregional con la Europa en crisis». Por otro lado, Vaillant plantea que las estrategias deberán de apuntar a profundizar acuerdos existentes con los países del Pacífico de América Latina, integrándose a la Alianza para el Pacífico y acercándose al proceso en el que participa Estados Unidos en la Trans Pacific Partnership que reúne a estos países del Pacífico latinoamericano junto a otros del sudeste asiático.

    Lanzilotta y Zunino resaltan que en cuanto al destino de las exportaciones de Uruguay no se aprecian cambios significativos en los países compradores de los productos uru-guayos en los últimos seis años, aunque se destaca que la participación de China y brasil se ha incrementado en los últimos años, y las exportaciones a Argentina y Estados Uni-dos han disminuido desde 2008 (aunque por razones diferentes).

    Vaillant señala que lo que se concretó y obtuvo en materia de acuerdos comerciales internacionales es relativamente poco; de hecho, el acceso al mercado en bienes que se alcanzó como producto de sus acuerdos comerciales está muy acotado. Sobre todo es preocupante la posición relativa frente a sus principales competidores que están al-canzando un estatuto de libre comercio con los principales mercados de destino del Uruguay en los productos en donde se concentran sus ventajas (Estados Unidos, Unión Europea, sudeste asiático) mientras que el país está marginalizado de los procesos de creación de nuevos acuerdos preferenciales.

    En cuanto al MERCOSUR, Vaillant evalúa que Uruguay «falló en la capacidad de antici-pación de ciertos procesos. Se apostó a más y mejor MERCOSUR mientras que se podría anticipar que iba haber menos y peor, con independencia de las acciones que Uruguay tomara. Se apostó y se ejemplificó con la fundación de las nuevas y mejores relaciones bilaterales con Argentina y se terminó en una profunda crisis de relacionamiento. Con retrocesos evidentes en muchas materias del amplio espectro de las relaciones econó-micas y políticas con el vecino. El MERCOSUR está en una etapa de control de daños, y hay

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    que gestionar una situación difícil, pero sobre todo no hay que confundir el lugar que ocupa esta labor con relación a la agenda global. Ahora Uruguay está alineado con brasil, pero este bilateralismo no ha dado resultados claros hasta el momento. En una época en que el mundo quiere acercarse a brasil, ser un país limítrofe con un acuerdo comercial de los más profundos que brasil tiene con un tercero, no parece razonable alejarse de él. Este sentido común básico es compartido en todo el espectro político de Uruguay. Sin embargo, es necesario que el bilateralismo dé algunos frutos. Uno evidente y urgente es recuperar la capacidad de la suscripción de acuerdos con terceros países sin modificar ningún aspecto de las relaciones preferenciales obtenidas hasta ahora. El statu quo del MERCOSUR es inconsistente en esta materia, dado que funciona y funcionará como una Zona de Libre Comercio, pero tiene restricciones que están asociadas al funcionamiento como Unión Aduanera»11. no es mucho lo que Uruguay le reclama a brasil, sostiene Vai-llant, no es más que lo que Estados Unidos le da a México, por concesiones comerciales iguales o superiores. Vaillant coloca la valoración de la década pérdida de la integración regional y apunta algunas recomendaciones de cómo Uruguay debería salir de este paso reivindicando un mayor margen para la libertad comercial del país.

    Queda planteado el dilema de cómo asegurar ciertos márgenes de maniobra para una economía pequeña como Uruguay, cómo fortalecer el vínculo con brasil y mantener en el tiempo posibles logros en este sentido más allá de cambios de regímenes en uno o en otro país, y a la vez cómo volver a llenar de contenido y reglas claras al MERCOSUR, del que Uruguay ha sido uno de sus mayores defensores, para que sea algo más que una plataforma de exportaciones y algo más que una zona de libre comercio o una unión aduanera imperfecta.

    Desafíos regionales relacionados con la sostenibilidad ambientalTodos los países de la región tienen altas dotaciones de recursos naturales por lo que sus potencialidades y vulnerabilidades en este sentido son compartidas. Como resaltan Lanzilotta y Zunino en su aporte al Proyecto «Uruguay+25», si a las actividades primarias (8% del PIb), se les suma las industrias orientadas a transformación de productos prima-rios (7%) y el turismo (6%), resulta en que algo más de un 20% del PIb de Uruguay estaría estrechamente ligado a la explotación y procesamiento de diversos recursos naturales. A la vez, los patrones exportadores de todos los países de la región son también intensivos en el uso de recursos naturales, por lo que estos sectores juegan un rol importante en el total de exportaciones y el ingreso de divisas.

    A continuación se retoman algunos de los desafíos que fueron identificados por Ale-many y Lanzilotta en el Informe PnUMA/Red MERCOSUR donde se plantea que si bien hubo avances en los últimos treinta años estos han sido bastante limitados, y aún se está lejos de una construcción de una institucionalidad moderna que promueva sinergias y coordinación a nivel regional.

    11 «Uruguay+25», Vaillant (2014).

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    «A nivel regional, los procesos de integración deberían ser los espacios naturales para la coordinación de políticas medio ambientales y productivas. Se ha generado una inci-piente institucionalidad que aún dista de ser una alternativa real para una gestión coor-dinada con relación al uso de recursos. Falta cooperación y coordinación efectiva tanto a nivel regional como a nivel global, ya que por ejemplo, si bien se cuenta con instancias formales de coordinación a nivel de MERCOSUR (como las reuniones de ministros de me-dio ambiente o el Subgrupo de Trabajo n.º 6) e instrumentos tales como el Acuerdo Mar-co sobre medio ambiente del MERCOSUR (junio 2001) su efectiva implementación es aún una tarea pendiente. El Acuerdo Marco, que recién entró en vigor en 2004, tiene como objeto el desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente mediante la articu-lación de las dimensiones económicas, sociales y ambientales, contribuyendo a una me-jor calidad del ambiente y de la vida de la población, y pretende regular la cooperación ambiental a escala regional con énfasis en varias temáticas entre las que se incluye la gestión sustentable de los recursos naturales. Las políticas consensuadas a nivel regional en este ámbito aún no se aplican, se desperdician recursos y existe preocupación por la acción de agentes no estatales».12

    Como se señalaba en el Informe PnUMA/Red MERCOSUR, «los avances a nivel regional no solo dependen de avances normativos y del grado de internalización de estos compro-misos, sino que además dependen en gran medida de los mecanismos de confianza y voluntad política de los países involucrados para lograr una implementación efectiva. Coordinar regionalmente tiene beneficios, pero también costos o riesgos que difícilmen-te serán asumidos por los actores privados de no existir cierto liderazgo, incentivo o coerción por parte de los gobiernos nacionales. En el plano regional, así como en el in-ternacional, el liderazgo de los Estados para construir plataformas de compromiso com-partidas sigue siendo una pieza clave para lograr procesos que involucren a los demás actores del desarrollo y generen cambios reales en las normativas regionales e interna-cionales y en las prácticas en el terreno»13.

    Actores de países como Paraguay o Uruguay alertan que los procesos de integración padecen fuertes asimetrías, como las que existen en el seno del MERCOSUR, con prácticas proteccionistas de los países de mayor tamaño que lideran el bloque. Esto genera, entre otros problemas, desméritos y desprestigio del bloque regional y de los países líderes en el concierto internacional lo que puede impedir negociaciones más favorables con otros bloques. Además, en la medida de que no se avance en los mecanismos de reducción de asimetrías y compensación, se seguirán creando perjuicios innecesarios y sensibles para las economías de menor tamaño relativo. Estas dinámicas generan desconfianza hacia las ventajas naturales de los procesos de integración, y actúan de forma indirecta como desincentivos para la promoción o coordinación de políticas regionales en general, y para el uso eficiente de recursos en particular.

    12 Alemany, «Capítulo V: Escenarios regionales en materia de desarrollo institucional y de políticas orientadas a la eficiencia en el uso de los recursos», PnUMA-Red MERCOSUR, Eficiencia del Uso de los Recursos Naturales en América Latina (2010).

    13 Alemany, PNUMA-Red MERCOSUR (2010).

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    Los obstáculos de coordinación para la aplicación de los acuerdos regionales también se observan en la aplicación de acuerdos internacionales. Los principales desafíos insti-tucionales (de governance) que enfrentan los países de la región se pueden resumir en:

    Temas pendientes de alta prioridad en la agenda de desarrollo y sostenibilidad: la sostenibilidad ha permeado el discurso político, se ha traducido en algunas políticas y normas innovadoras, pero no siempre se implementa efectivamente.

    Contradicciones en las estrategias de desarrollo existentes: en términos de soste-nibilidad y definición de prioridades, sigue predominando la falsa oposición entre competitividad y sostenibilidad a pesar de la evidencia empírica contraria.

    Modalidades de construcción e implementación de las políticas ambientales, productivas y tecnológicas: hay falta de complementariedad y articulación entre actores y políticas, acompañada de falta de incentivos.

    Insuficiencias para la promoción de modelos de desarrollo sostenibles, en térmi-no de capacidades de todos los actores pero también en claridad de mandatos, niveles de toma de decisiones y tensiones entre diferentes poderes del Estado, y dimensiones territoriales, desde lo local a lo internacional.

    Desafíos a nivel país para un desarrollo sustentable e inclusivo

    Desarrollo económico-productivo: innovación y sustentabilidadLa base de la riqueza de Uruguay sigue siendo su tierra y el ganado, más allá de los grados de incorporación de tecnología. Lanzilotta y Zunino analizan los beneficios y perjuicios de que la economía posea una base productiva fuertemente basada en re-cursos naturales y hacen la primera estimación para Uruguay de la contribución del capital natural al crecimiento. Plantean que los argumentos típicamente utilizados para cuestionar la conformación de una matriz productiva con fuerte importancia de los sectores intensivos en recursos naturales no parecen confirmarse para el caso uru-guayo ya que, entre otros hallazgos, el sector agropecuario tiene un alto efecto multi-plicador y una capacidad de innovación mucho mayor de la que se creía. Por otro lado, varios autores coinciden en que una economía pequeña y abierta como la uruguaya, una senda de crecimiento sostenible requiere un crecimiento igualmente sostenible de los sectores de exportación.

    Paolino, Mondelli y Rosas así como otros autores de esta obra y del Proyecto «Uru-guay+25» coinciden en que «la economía del Uruguay está atravesando, durante la últi-ma década, por cambios muy significativos caracterizados por el dinamismo económico, el aumento inédito en la tasa de inversiones, la reducción y reestructuración de los ni-veles de deuda externa, y el aumento en el volumen y valor de las exportaciones. Como resultado de esta dinámica se comienza un proceso incipiente de convergencia, esto es, de acortamiento de la brecha económica entre Uruguay y el mundo desarrollado. Este proceso también se dio acompañado por una mejoría en los indicadores sociales y de distribución del ingreso».

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    Uno de los desafíos centrales que surge entonces de los diversos estudios del proyecto tiene que ver con el aprovechamiento del contexto del boom de los commodities y la agregación de valor que se ha venido dando en algunos sectores y cómo se puede potenciar/mantener en el tiempo a la vez que sus beneficios permitan la mejora de las condiciones de trabajo, el fomento del empleo y la reducción de las desigualdades y la pobreza.

    Es decir, ¿Uruguay será capaz de superar la trampa de los países de ingreso medio? Esta es la misma pregunta que se hacen hoy, en otra escala obviamente, los tomadores de decisión chinos y en la que buscan lecciones aprendidas con algunos de sus socios es-tratégicos del bloque de los bRICS, entre ellos brasil.

    Paolino, Mondelli y Rosas inician su estudio «Uruguay+25», afirmando que en el período reciente Uruguay «mantiene y profundiza el perfil de inserción internacional del Uru-guay especializado en la exportación de productos agropecuarios y agroindustriales con diferentes niveles de transformación, los cuales explican el 70% de la canasta exporta-dora de bienes». Lanzilotta y Zunino destacan la producción de cereales y oleaginosos (trigo, maíz y soja principalmente) y de carne (bovinos y ovinos en menor medida). En el capítulo de Paolino et al., se detalla que esto fue posible por incrementos destacados en la productividad de diversos subsectores durante los últimos diez años, lo cual también contribuye a explicar el muy sustantivo aumento en los precios de la tierra de uso agro-pecuario asociados a mayores expectativas de rentabilidad y cambios en las funciones de producción de las principales producciones sectoriales». Lanzilotta y Zunino resaltan que esto a su vez se ha visto favorecido por el hecho de que aproximadamente un tercio de la inversión extranjera directa (IED) —entre 2005 y 2011— que llega al Uruguay tiene como destino la producción directa de productos primarios o el sector turístico, por lo que se encuentra estrechamente ligada a la dotación de recursos naturales.

    En el estudio de Aboal, Mondelli y Vairo14 del Proyecto «Uruguay+25» presentan una se-rie de hallazgos sobre la innovación en el sector agrícola-ganadero, y presentan eviden-cia cualitativa de que en la década pasada los inversores extranjeros en granos y semillas oleaginosas trajeron capitales pero también nuevas tecnologías así como innovaciones no tecnológicas (nuevos modelos de organización y de negocios). Sin embargo, las in-versiones extranjeras en los sectores de manufacturas y servicios no muestran una co-rrelación sistemática entre la propiedad en manos de extranjeros y el esfuerzo innovador de sus firmas, por lo que parecería ser un canal particular de transmisión de innovación en el caso de algunas industrias agrícolas en Uruguay.

    Lanzilotta y Zunino plantean que cada incremento de 1% en los precios internacionales de los alimentos se traduce en un 0,3% de incremento del PIb uruguayo. De esta forma, el contexto internacional observado en los últimos años, donde los precios de los commo-dities alimenticios se incrementaron aproximadamente un 50% entre 2005 y 2012, repre-sentó un claro impulso para la economía uruguaya.

    14 Véase el estudio completo publicado por «Uruguay+25»: Aboal, Mondelli y Vairo (2014).

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    Pero, como señalan bértola y bertoni en su aporte a este ejercicio «el boom de precios de los commodities solo ha tenido efectos positivos de largo plazo en aquellos países que aprovecharon esas coyunturas para promover dinámicas de diversificación de la estruc-tura productiva capaces de viabilizar una inserción internacional» que permita reducir vulnerabilidades. A esto se agrega que el desafío no está solo en la diversificación sino en la agregación de valor y el derrame de los sectores intensivos en recursos naturales a otros sectores como el de servicios, producción de conocimiento, etcétera. En este sen-tido, Gustavo bittencourt y nicolás Reig presentan una serie de escenarios vinculados a la productividad donde se analizan en profundidad los factores motores y se presentan escenarios posibles y probables.

    Flores y Rovira sostienen también que «la trayectoria de crecimiento económico de los países está vinculada a su capacidad de avanzar en el patrón de especialización expor-tadora, ampliando las posibilidades de producir y exportar en forma competitiva pro-ductos de mayor valor, que requieren de la acumulación de nuevas capacidades tales como el capital humano, físico e institucional. Siendo las ventajas comparativas diná-micas, existen numerosos factores que posibilitan una transición exitosa hacia nuevos productos e industrias, desde el descubrimiento de nuevos recursos, o la existencia de incentivos adecuados para las decisiones empresariales, hasta las políticas educativas, de innovación, e industriales, incluyendo la promoción de inversiones y la política co-mercial, entre otras».

    Ahora bien, en el capítulo de Deagosto et al. se alerta que «Uruguay se encuentra en un estadio avanzado de su transición demográfica, y por ende, el margen para continuar creciendo a partir de la incorporación de mano de obra es cada vez más escaso. Como consecuencia de esto, el crecimiento de los próximos años deberá estar sustentado, principalmente, en el capital físico y en ganancias de productividad». Por lo tanto sos-tienen que «la posibilidad de seguir apoyando el crecimiento a partir de la acumulación de factores es limitada. La complementariedad de los factores hace que, en ausencia de cambios tecnológicos intensos y mejoras sustanciales de las formas de organizar los procesos de producción, las restricciones demográficas de Uruguay podrían ser un freno para el crecimiento económico. Incluso, incrementos adicionales de la tasa de actividad femenina podrían ser insuficientes para evitar que el factor trabajo termine operando como un freno para el crecimiento. Como consecuencia de lo anterior, el desafío de man-tener tasas de crecimiento más elevadas que en la segunda mitad del siglo XX requiere, además de tasas de inversión altas, avances sustanciales en los determinantes «últimos» del crecimiento que permitan sentar las bases para incrementar la calidad del capital humano, fortalecer la capacidad de innovación de los agentes, así como facilitar la incor-poración y adaptación de tecnología por parte del sector privado y público».

    Mordecki y Ramírez en su estudio del Proyecto «Uruguay+25»15 constatan una relación positiva entre crecimiento, inversión y empleo en Uruguay que sustenta el impacto po-

    15 «Uruguay+25», Mordecki y Ramírez (2014).

  • U R U G U ay + 25 D o C U m E N to S D E I N V E S t I g AC I ó N 27

    sitivo de las políticas de promoción aplicadas en la economía. Señalan a la vez que la relación entre la ocupación y la inversión no es clara y que en algunos casos aparece como negativa, lo que podría estar evidenciando un fenómeno de inversión ahorradora de mano de obra, y en sectores menos intensivos en mano de obra. Plantean que proba-blemente los sectores que principalmente recibieron la inversión en los últimos años no son los más empleadores, por lo que valoran positivamente el cambio en la Ley de Pro-moción de Inversiones poniendo énfasis en la creación de empleos para la evaluación de los proyectos a promover.

    Flores y Rovira analizan el patrón de especialización de Uruguay, «por su relevancia en cuanto a las opciones de transición hacia estructuras exportadoras más complejas y de mayor valor. Estas nociones se sintetizan en el concepto de “valor estratégico” de los productos o de las canastas de exportación, que implica considerar que la posibilidad de tránsito hacia nuevos productos depende de las capacidades disponibles, reconocidas como determinantes endógenos del crecimiento y reveladas en el patrón de especiali-zación del que se parte». En la literatura reciente se han desarrollado propuestas sobre la forma en que los países en desarrollo pueden realizar un cambio estructural, dadas sus ventajas comparativas, pero que no se trata de países donde la mayor riqueza son los recursos naturales y la tierra como es el caso de Uruguay.

    Flores y Rovira proponen enfocar los esfuerzos de política en la complementariedad de terceros países con Uruguay desde el punto de vista de su especialización comercial, lo que permite identificar socios potenciales, como es el caso de Irak, Liberia, algunos países de la Unión Europea y otros que recientemente se unieron a ese bloque, algunos países de Centroamérica y África, y finalmente los dos grandes socios del MERCOSUR. Con la excepción de Irak y Costa Rica, los autores sostienen que Uruguay no ha traducido estas complementariedades en comercio efectivo, lo que puede responder a barreras de distinta índole, en particular geográficas.

    Rius en su aporte al Proyecto «Uruguay+25», resalta además que tipos de cambio des-alineados con los principales socios comerciales, al igual que barreras al comercio intra-bloque, o proteccionismos más antiguos, son otros desafíos para las políticas que aspiren a favorecer la inversión. La cooperación regional e internacional en estas materias no pue-de darse por sentada, lo que demanda creatividad y pragmatismo en las respuestas del país. numerosas investigaciones señalan la relevancia de esas variables para el desarrollo productivo y los limitados márgenes de maniobra de una economía pequeña como la uru-guaya. Por su parte Vaillant analiza en profundidad el margen de maniobra de la política comercial de nuestra economía y plantea que los cuellos de botella son domésticos y se centran en el sector educativo, la infraestructura (transportes y energía) y la eficiencia en el desarrollo de las actividades económicas que monopoliza o controla el Estado.

    En cuanto a la política industrial en sí misma, Rius recuerda que se hace política indus-trial hasta cuando no la hay, y retoma algunas de las lecciones aprendidas en la región al respecto, destacando que la nueva política industrial se construye a partir de políti-cas horizontales (promueven el desarrollo productivo de las empresas sin que el Estado deba optar por sectores a favorecer) y verticales (discriminan positivamente a algunos

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    sectores, ramas o conglomerados). Plantea a la vez que son necesarios procesos técnicos y políticamente defendibles de selección de beneficiarios cuando se asignan recursos a sectores específicos.

    Los cambios sectoriales que se procesan en el agro están consolidando trayectorias tecno-económicas de intensificación de la producción agropecuaria inéditas en la his-toria nacional. Este proceso se da concomitantemente con un escenario de cambios climáticos globales que impactan crecientemente sobre la producción agropecuaria nacional, lo cual termina por configurar un escenario de mayor incertidumbre y se convierte entonces en una traba estructural a intentar remover, con los elementos tecnológicos disponibles y apelando a desarrollos institucionales ad hoc basados en políticas públicas explícitas.

    Uruguay tiene condiciones propicias para desarrollar capacidades en materia de armoni-zación productiva y ambiental, que pueden a su vez ser importantes en la diferenciación del país en la esfera internacional. La base renovada de competitividad refiere a las IED que tienen en el sector agropecuario, en el agroindustrial y en el turismo sus dos bases princi-pales. Esto provoca no solo un cambio en la estructura relativa de precios de los factores de producción, con impactos muy importantes en el aumento de precios relativos de la tierra, sino que se traduce en la selección de tecnologías de producción cada vez más intensivas en el uso de insumos tecnológicos y bienes de capital y en la obtención de mayores niveles de productividad. En esta situación la «presión ambiental» es creciente y esta mayor pre-sión va paripassu con cambios tecnológicos que implican una menor preservación de los recursos naturales e inauguran una nueva agenda ambiental.

    Rius amplía el análisis de inversiones y fiscalidad, introduciendo también los dilemas de la fiscalidad ambiental, entendida como los impuestos o subsidios orientados a desesti-mular comportamientos nocivos para el medioambiente e incentivar los ambientalmente deseables. Señala que las políticas tributarias dirigidas al uso responsable de recursos na-turales finitos deberían ser cada vez más reconocidas en la misma planificación integral de políticas de inversión para el desarrollo. Un componente fundamental de esas reformas se centra en la tributación sobre combustibles, reflejando la centralidad de transportes y energías en la emisión de gases de efecto invernadero. A su vez, en América Latina el transporte de pasajeros genera aproximadamente la mitad de las emisiones de todo el transporte, y en las grandes urbes se hace evidente la influencia recíproca de inversiones públicas en infraestructura, regulación del transporte público, y otros procesos de cambio social (movilidad hacia suburbios y vaciamiento de los centros) que involucran inversión de los hogares (en vivienda). Si eso no fuera suficiente, resalta que cambios en la fiscali-dad de los combustibles suelen tener efectos redistributivos entre estratos de familias y afectar desigualmente a sectores productivos y empresas. Estas interdependencias hacen que una perspectiva estrecha sobre instrumentos y objetivos de políticas corra el riesgo de generar efectos no previstos ni deseados, o de ser ineficaz respecto a la meta principal establecida. En definitiva, Rius plantea que si se busca inducir o facilitar decisiones econó-micas con una perspectiva de desarrollo inclusivo sustentable, se requieren paquetes de reforma fiscal ambiental más que innovaciones puntuales.

  • U R U G U ay + 25 D o C U m E N to S D E I N V E S t I g AC I ó N 29

    A su vez, Rius resalta que «las inversiones en infraestructura determinan decisiones de inversión de los demás sectores de la economía y, a través de ellas, condicionan el perfil ambiental de la estructura económica del país. Por ejemplo, descartar la opción del gas natural para la generación eléctrica y la industria (que se materializa en la regasificación off shore) implicaría retrasar la reconversión tecnológica de esos sectores (ya que las in-versiones de hoy comprometen el perfil de tecnologías del próximo par de décadas), prolongando en el tiempo a la vez condiciones de precios, competitividad e impacto ambiental inferiores».

    Desigualdad y vulnerabilidadLas vías informales de construcción de cohesión social históricas de Uruguay están en profunda transformación, y las llamadas clases medias dejaron de ejercer presión interna para la mejora de los servicios públicos privatizando la educación de sus hijos y la salud, así como la seguridad de sus hogares.

    Arim, De Rosa y Vigorito en su aporte al Proyecto «Uruguay+25» señalan que «algunos estudios han puesto de manifiesto que muchas de las reformas recientes ya desplegaron una buena parte de sus efectos sobre la desigualdad y que, por lo tanto, para mantener su tendencia al descenso se requieren intervenciones sobre sus determinantes en el largo plazo, así como una nueva ola de reformas. Estos aspectos referirían a los condicionantes de la estructura productiva y su capacidad para generar empleo y salarios de buena cali-dad, el acervo educativo de la población, las diversas formas de propiedad de los diferen-tes activos y su distribución y los márgenes para la expansión de las políticas redistributi-vas actualmente vigentes (básicamente transferencias e impuestos a la renta)».

    Por otro lado, Muinelo y Roca en función de los resultados de su estudio para el Proyecto «Uruguay+25» señalan que si bien las políticas fiscales han contribuido a consolidar la senda de crecimiento económico del país, no sería posible afirmar que las políticas fisca-les hayan permitido reducir sensiblemente la desigualdad.

    bértola y bertoni plantean que «son persistentes las dificultades para gestionar el gas-to público de manera de asegurar el cumplimiento de los objetivos de las políticas que sustentan y como consecuencia garantizar su impacto distributivo. Es decir, tanto del lado de la estructura tributaria como del lado de la eficiencia del gasto hay mucho por hacer». Rius por su parte sugiere que se deberá «considerar la adopción de reglas fisca-les que provean el grado adecuado de rigidez/flexibilidad, respetando las preferencias colectivas por la redistribución y las presiones de largo plazo sobre el Estado asociadas al cambio demográfico». En ese sentido, señala que «una agenda pertinente al Uru-guay de “reforma fiscal ambiental” plantea la posibilidad de financiar inversiones con el ingreso de impuestos que gravan comportamientos ambientalmente indeseables y el ahorro del retiro de subsidios (explícitos o implícitos) a similares conductas. Más específicamente, dichas reformas van dirigidas a corregir externalidades e incentivos para sustentar consumos, formas de producción y otras prácticas con menos efectos nocivos sobre el medio ambiente».

  • 30 D e s a f í o s y e s c e n a r i o s g lo b a l e s pa r a u n u r u g u ay +25

    Existen diferentes apreciaciones sobre el impacto de las políticas fiscales en la desigual-dad, pero todas las interpretaciones llevan a la conclusión de que para mantener la re-ducción de la desigualdad, en el corto plazo será necesario diseñar nuevas intervencio-nes que actúen sobre los factores determinantes de la desigualdad.

    En este sentido, Midaglia et al. sugieren integrar al análisis y a las políticas públicas la idea de vulnerabilidad que «busca conceptualizar a sectores susceptibles de movilidad social descendente o poco proclives a la movilidad social ascendente que pueden encontrarse tanto en sectores pobres como no pobres» (Filgueira, 2001). Señalan que en Montevideo el sector en condición definida como «vulnerable» se compone por un total de 60.535 hogares, mientras que en el interior es algo mayor y comprende a 69.082 hogares. De esos hogares, para ambas regiones del país, la cuarta parte está en situación de pobreza medida en términos de ingreso, mientras que la incidencia de la indigencia es baja, de un 1% de los hogares tanto para Montevideo como para el interior.

    HoGaRes VUlneRablesSu situación de relativo bienestar puede empeorar rápidamente frente a acontecimientos de excepcionalidad ex-terna —crisis económicas, fallecimiento de familiar, etcétera— así como por la etapa vital de los integrantes de hogar. A ese estrato social se lo denominó «vulnerable», teniendo en cuenta la precariedad de su ubicación en la escala social (Midaglia et al.).

    Según el estudio de Midaglia et al. existen enormes diferencias en los montos de las jubilaciones provenientes de algunas cajas paraestatales —bancaria y profesional— con relación a las demás cajas jubilatorias y sobre todo en comparación con el sistema estatal (bPS).

    En el marco del proyecto no se trabajó sobre los datos de pobreza rural y pobreza ur-bana, pero a futuro el planteo de las vulnerabilidades que desarrollan Midaglia et al. podría cruzarse con los hallazgos existentes en torno a la reducción de la desigualdad, el aumento del empleo, las mejoras en las condiciones de trabajo y remuneraciones que se han venido dando en el medio rural como parte del crecimiento y el boom de los commodities.

    bértola y bertoni destacan que «la posibilidad de articular políticas más o menos focali-zadas para garantizar el ejercicio de derechos y avanzar hacia verdaderos sistemas uni-versales —y solidarios— de protección parece una alternativa posible». En el marco del Proyecto «Uruguay+25» Midaglia et al. proponen recomendaciones relacionadas con la protección social a la que se suman aportes de Gustavo de Armas, se prepararon artícu-los sobre educación que se incluyen en este libro así como líneas fuerza para la inter-vención en la primera infancia a cargo de Cristina Lustemberg. Los temas de vivienda y salud no se trataron específicamente, pero merecen un análisis en profundidad, y quizás en vivienda aún más porque si bien existen varias iniciativas en curso, no se ha avanzado en un enfoque de sistema o política de Estado y hay mucho camino por hacer de cara a una concepción integral del derecho a la vivienda que se traduzca en políticas eficaces y de largo alcance.

  • U R U G U ay + 25 D o C U m E N to S D E I N V E S t I g AC I ó N 31

    Desafíos de gobernanzaLa construcción de bienes públicos: en varios estudios se reconoce el avance en la cons-trucción de bienes públicos en los diversos ámbitos de la sociedad (desde la trazabilidad genética del ganado hasta la reciente regulación del uso de los suelos), a futuro se debe-rá innovar en la construcción de bienes públicos en colaboración con los diferentes ac-tores del desarrollo y haciendo las apuestas estratégicas que resulten más beneficiosas para el país en su conjunto.

    La eficiencia del Estado y la calidad de los servicios públicos: a lo largo de todos los estudios se señalan los desafíos de coordinación y concertación, y en algunas áreas las deficien-cias de la ingeniería institucional son mucho más fuertes que en otras (como en recursos naturales o infancia/adolescencia). La necesidad de mejorar la planificación, el monito-reo y evaluación va de la mano de varias apreciaciones sobre la necesidad de mejorar la eficiencia del Estado, pero también se plantean interrogantes sobre las decisiones más estratégicas para el uso de los recursos en esta etapa de crecimiento de cara a la reduc-ción de vulnerabilidades a futuro. El Estado uruguayo ha avanzando en varias dimen-siones, pero sigue permaneciendo la duda de si será capaz de transformar su estructura típica del siglo XX a las necesidades del siglo XXI.

    En cuanto a la calidad de los servicios públicos y en particular aquellos relacionados con las funciones centrales del Estado, no escapa a ningún observador que la gran mayoría de los reclamos o debates de la opinión pública están vinculados con la percepción de que la calidad de la educación, la salud y la seguridad no responden a los desafíos pre-sentes. Faroppa en su estudio académico que se presenta más adelante plantea reco-mendaciones para la integración del enfoque de derechos humanos en la búsqueda de soluciones de política para los temas de seguridad y convivencia.

    La gestión del territorio: bervejillo señala en su estudio del Proyecto «Uruguay+25» que «se produjo una creciente incorporación de enfoques territoriales en algunas políti-cas sectoriales del gobierno nacional, especialmente las sociales, económicas y de infraestructura. Estos cambios suponen que las políticas sectoriales toman en consi-deración cada territorio (región, ciudad, barrio) como un espacio de acción específico, al cual deben ajustarse las propuestas, y a la vez como un ámbito de coordinación y cooperación de actores —gubernamentales y sociales— para la gestión de las políti-cas». El nuevo enfoque se está traduciendo también en una acumulación saludable de conocimiento experto y académico sobre las dinámicas territoriales, contribuyen-do a generar una incipiente «cultura del territorio». Sin embargo, queda mucho por hacer para consolidar los nuevos enfoques y prácticas, y para sustentar la eficacia de las nuevas políticas. Una de las carencias observadas se relaciona con el vínculo entre planificación espacial (urbanismo, infraestructuras), políticas sociales y políticas de de-sarrollo territorial. Este vínculo es aún incipiente, y enfrenta dificultades que resultan de la sectorización institucional y de la diversidad de culturas profesionales en juego. En lo institucional, aparece como un tema crítico, todavía no bien resuelto, el vínculo a nivel del gobierno nacional entre ordenamiento territorial y coordinación de políticas sociales, de desarrollo y medioambiente.

  • 32 D e s a f í o s y e s c e n a r i o s g lo b a l e s pa r a u n u r u g u ay +25

    La segregación territorial creciente en las ciudades, el aumento de los desafíos de la ur-banización que afectarán cada vez más al cordón urbano Colonia-Maldonado son solo parte de los problemas a los que se tiene que anticipar y no esperar que aumenten y se vuelvan aún más difíciles de resolver.

    Uno de los mayores desafíos a nivel nacional pasa quizás más por el reencuentro entre lo rural y lo urbano, donde es necesario un mejor conocimiento de las dinámicas del Uru-guay rural y sus aportes a la innovación, la producción, la generación del empleo y la des-igualdad, y donde es necesario avanzar en la valoración de las ventajas propias de cada territorio para fortalecer el Uruguay de cercanía territorial. Es decir, la cercanía territorial no es solo porque se trata de un país «chico» en superficie (lo cual también es relativo) sino porque los territorios tienen atributos y desafíos comunes y, en el caso de Uruguay, la cohesión territorial va de la mano de la cohesión social. Los avances preliminares que se han venido dando para la descentralización desde 2010 aún requieren de un empuje mayor y eso implica también una mejora en las capacidades de gestión de las estructuras gubernamentales subnacionales, así como la renovación del imaginario colectivo urbano-centralista, que sigue viendo al campo como en los años sesenta u ochenta.

    Prospectiva y escenarios globales +25

    Notas sobre el enfoque prospectivo y la revalorización creciente de la planificaciónEn el mismo sentido que señala Garcé en su aporte al Proyecto «Uruguay+25», desde los años noventa a nivel internacional y en América Latina desde comienzos del siglo XXI se ha venido dando una «revalorización de la planificación y de las políticas, que enfatizan la concepción estratégica tanto del diseño como de la ejecución, el carácter participativo de ambos subprocesos y la necesidad de asegurar la anticipación del futuro, la coordina-ción de las acciones y la evaluación de resultados»16.

    Pero el enfoque prospectivo se ha venido desarrollando en profundidad desde media-dos del siglo XX en torno a las escuelas francesa y sajona, que han sido referentes en el desarrollo de diferentes metodologías y herramientas de anticipación (entre las que se encuentran los escenarios), que integran elementos más intuitivos o más cuantitativos según las necesidades. Este enfoque se ha integrado de formas diversas en la organiza-ción del Estado y la planificación de políticas (tanto en la planificación tradicional en el pasado como en la planificación estratégica permanente desde fines de los años noven-ta), así como en organismos internacionales, empresas trasnacionales, iniciativas de la sociedad civil, y sus lugares de origen, es decir las agencias de inteligencia y particular-mente la inteligencia militar.

    Dado que la prospectiva se ha venido usando también intensivamente con sus propias variaciones o adaptaciones en Asia desde hace varias décadas (fundamentalmente en

    16 CEPAL-ILPES (2006) Lira, Luis, «Revalorización de la planificación del desarrollo», Serie Gestión Pública n.º 59, Santiago de Chile.

  • U R U G U ay + 25 D o C U m E N to S D E I N V E S t I g AC I ó N 33

    Japón y China pero no solamente), es posible que se pueda pensar en que se esté conso-lidando una escuela asiática con sus propias particularidades.

    La prospectiva es una disciplina de la ciencia política y de la historia para unos (escuela francesa), de la sociología o de las relaciones internacionales para otros (escuela nor-teamericana o sajona). Más allá de la adhesión a una escuela u otra, lo que interesa en la práctica, es la optimización de instrumentos que variarán según las necesidades de anticipación que se identifiquen en cada caso17.

    En Amérca Latina existen algunas iniciativas de prospectiva regional pero no hay una acumulación importante de ejercicios prospectivos nacionales o regionales. Por lo que pareciera que aún