recopilando reflexiones

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Recopilando Reflexiones

¿Hacia dónde nos

dirigimos?

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¿Hacia dónde nos dirigimos?

R U D Y S P I L L M A N

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Este libro no podrá ser reproducido ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reserva-

dos. ISBN N° 978-965-90580-7-5 ב"מסת

Registrado en la ciudad de Bnei Barak, Estado de Israel, con fecha 2 de diciembre del año 2007.

Sitio Lulu http://www.lulu.com/es

Blog Lulu del Autor

http://stores.lulu.com/rudyspillman

Blog del Autor: "Libro Abierto" http://libroabiertorudyspillman.blogspot.com

Domicilio de Correo Electrónico del Autor

[email protected]

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A mis padres, Annie y Willy,

que aunque ya no están, yo sé que siguen estando.

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Ser útil a los demás, en la medida de sus fuerzas

y según sus medios, es para un hombre la más hermosa de sus empresas.

Sófocles

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Prólogo del Autor Recopilando Reflexiones es, en cierto modo, la continuación de

El Paraíso Escondido detrás de Nuestras Desgracias. Si bien

carece de técnicas o métodos de autoayuda, abunda en reflexio-

nes profundas y las que no lo son tanto, que me permiten

advertir hasta que punto temas entroncados con nuestras vidas

se me han quedado en el tintero. Pido aquí disculpas al lector de

mi primer libro, por el apuro que puse en su publicación deján-

dolo acéfalo en sus partes vitales, las que hoy se ven

complementadas y completadas con este segundo libro que in-

tentará irrigarlas de principios que permitan al lector vislumbrar

la unidad de conceptos.

Asimismo, siento la obligación de expresar aquí lo que omití

decir entonces y que es igualmente valedero para ambos textos y

consiste en sincerarme por completo con el lector, como condi-

ción "sine qua non" para la vigencia de los mismos. He aquí mi

declaración:

Lo único que me ha impulsado a escribir, primero El Paraíso

Escondido detrás de Nuestras Desgracias y ahora, Recopilando

Reflexiones, es la casi certeza que entonces me invadió y que

hoy persiste en mí, de poder ayudar a través de mis experien-

cias y reflexiones, a mis congéneres, en el mejoramiento de su

salud, de su estado de ánimo general y a poder vivir una vida de

felicidad plena (como la llamo yo, porque la felicidad si no es

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plena, no es felicidad, es quizás sólo euforia momentánea). Co-

mo lo he expresado también alguna vez, no soy médico ni

científico. Esto es importante que el lector lo sepa, por dos ra-

zones:

La primera es que el trato es de igual a igual. Aquí el autor es

también un lector más y esto es en el estricto sentido de la pala-

bra. Vengo releyendo mi primer libro sobre autoayuda (El

Paraíso Escondido detrás de Nuestras Desgracias) de tanto en

tanto, intentando una y otra vez, el éxito en preceptos que en-

tiendo y comparto pero que todavía no he logrado del todo

aplicar.

La segunda hace una corta referencia a la forma de expresarme

en la escritura de mis textos. Soy consciente de que a veces lo

hago como si de un catedrático, erudito o alguna otra autoridad

en la materia se tratase. Pero aseguro que en mí no se alberga

la soberbia. Nada más lejos. Soy un hombre común con apenas

cierta capacidad para escribir y otra para pensar. De ambas,

parece haber surgido, quizás por don de la Providencia, este

bagaje de experiencia que se traduce en constantes mensajes de

mi mente explicándome como se debe hacer para vivir una vida

plena de felicidad. Explicaciones que de todas maneras no lo-

gro del todo implementar. Es por ello que explico al lector que

soy un lector más. Y me encuentro en el mismo camino de quien

se identifique con los principios y las premisas que aquí se es-

criben. Y en el cual avanzaremos unos más y otros menos. Cada

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uno a su propio ritmo y esto será igualmente meritorio para to-

dos.

Recopilando Reflexiones es mi primer libro que no cuenta una

historia. A través de sus aforismos y su prosa en general, intenta

salpicar nuestras conciencias en forma desordenada pero preci-

sa, de reflexiones que nos inciten a un incisivo análisis de cada

situación. Aquí ofrezco también al lector mi punto de vista so-

bre profundos temas filosóficos y existencialistas, sobre las

relaciones interhumanas con sus connotaciones y derivaciones,

socavando en los sentimientos del alma.

Una parte de los textos que habitan este volumen, ha sido ex-

traída de mis libros publicados con anterioridad, por especial

pedido de lectores que sin manifestarme su desinterés por mis

relatos y novelas han querido ver recopilados en un mismo tomo

mis pensamientos en temas puntuales de interés universal.

Me he permitido agregar escritos volcados en las páginas Web

de mis blogs, borradores depositados en viejos cuadernos, a la

antigua usanza y frases, aforismos y pensares extraídos todos de

un diario íntimo cuyos orígenes datan de la década de los 80 y

que hoy ha quedado en desuso, depositado en un emotivo cofre

imaginario.

Espero que esta amalgama de letras, palabras y frases que se

reúnen dándole texto a este libro sirvan a su principal propósito,

esto es, aunar a todos los seres humanos (debiendo empezar tan

sólo por mis lectores) en una reflexión mancomunada que nos

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pueda señalar hacia dónde nos dirigimos… y si deberemos qui-

zás, cambiar de rumbo todos juntos, hacia un destino común.

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Llegar a ser Dios quiere decir: haber ensanchado tanto el alma que pueda volver a comprender

nuevamente todo.

Herman Hesse

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El Kamikaze Inconsciente

Muchas son las personas que viven hoy sus vidas como si

pilotearan un avión dirigiéndolo en embestida hacia tierra y

creyendo que lo están elevando al cielo con la intención de

atravesar sus espesas nubes y llegar al Sol en un maravillo-

so vuelo de brillo y de vida.

Es la actitud autodestructiva que yace dentro nuestro como

una verdadera amenaza. Atentará en forma constante contra

nuestra salud poniendo en serio riesgo nuestras vidas y sin

ninguna posibilidad de obtener salida alguna que no co-

mience con la propia reflexión sobre lo que estamos

haciendo. Sólo luego de una profunda y correcta toma de

conciencia podremos indagar en los motivos que nos llevan

a actuar de esa manera, pudiendo recién entonces encarar la

modificación de nuestras actitudes y hábitos.

Lo primero que deberemos tener en cuenta como arma fun-

damental frente a semejante enemigo es el siguiente

precepto:

"Es imposible intentar corregir un error si uno mismo no

es consciente de que éste exista".

La autodestrucción presenta 2 formas: una consciente y la

otra, inconsciente.

La primera, aunque pareciera de menor gravedad debido a

que el individuo al menos sabe que se está dañando, gene-

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ralmente, el sentimiento de culpa, la auto valoración dismi-

nuida, la falta de seguridad en sí mismo y la clara sensación

de merecimiento del daño autoprovocado, dificultan signifi-

cativamente la salida de esa situación.

En la autodestrucción inconsciente, a diferencia de la pri-

mera, el individuo no es consciente de lo que hace y suele

no aceptar la idea de estar dañándose intencionalmente.

Podemos observar a su vez, 2 distintos grados de actitud au-

todestructiva:

- una forma mediata, por la cual la persona inflige un daño

a su salud, en forma lenta y progresiva. Es el caso de los

fumadores, alcohólicos, etc.

- y una forma inmediata, por la que la persona pone en pe-

ligro su vida de manera inminente y casi continua. Es el

caso, entre otros, de los drogadictos, que suelen a veces

encontrar una muerte segura como resultado de las sobre

dosis.

Pero la forma más común y conocida es la que presentan en

forma masiva, un alto número de individuos, actuando de

manera tal que ha permitido catalogarlos como personas que

siempre tropezarán con la misma piedra. Es decir que esta

actitud autodestructiva no necesariamente pondrá en peligro

la salud o la vida del individuo pero le hará sentir la sensa-

ción de que todo le sale mal, sin permitirle advertir que es él

mismo el que está repitiendo los mismos errores, una y otra

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vez, por no detenerse a observar los resultados de sus accio-

nes y poder así aprender de las experiencias vividas. Suele

desembocar en una fuerte sensación de impotencia y fracaso

en casi todo lo que la persona realiza. La continua búsqueda

de culpables de sus traspiés y la posición de víctimas en la

que se suelen colocar les impide tomar al toro por las astas

y lograr así salir de la situación en la que se encuentran.

Aconsejo a todo aquel que se encuentre en ésta u otra situa-

ción similar, lo mismo que me he aconsejado a mí mismo:

Toma responsabilidad por cada uno de tus actos por más

pequeños que éstos sean. Exceptuando los hechos provo-

cados por las fuerzas de la naturaleza, actos de fuerza

mayor o hechos fortuitos y situaciones inevitables, tú eres

el responsable de todo lo que te ocurre en la vida, inclu-

yendo lo relacionado con los demás seres. Sentirte

culpable no te acercará a soluciones ni traerá paz a tu es-

píritu. Si intentas colocar la culpa en los demás, puede ser

que esto te traiga un alivio momentáneo pero nunca resol-

verás tus problemas ni lograrás control completo sobre tu

vida. Asume la culpa pero no te sientas culpable, de mane-

ra que puedas corregir tus errores. Poder detectarlos sin

autocensurarnos es el camino. Si decides que eres el único

responsable por lo que te ocurra en la vida obtendrás el

beneficio de poder dirigirla. Tener el control absoluto so-

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bre nuestras vidas nos permitirá conocer los cambios que

deseamos realizar y poder llevarlos a cabo.

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Confusiones Afectivas

Pesimismo/Optimismo versus Negativismo/Positivismo

La gente suele confundir el significado de estos términos,

asimilando como sinónimos las palabras "pesimismo" y

"negativismo", como así también, las palabras "optimismo"

y "positivismo".

Pongamos un poco de orden en la terminología que nos pre-

cede:

El positivismo y el negativismo tienen más que ver con una

visión externa y objetiva de una situación determinada. No

se involucran con los deseos o esperanzas que alguien pueda

tener respecto de la misma. Mientras que el optimismo y el

pesimismo se refieren a una actitud interna y subjetiva del

individuo, casi siempre, respecto de la vida en general.

Es por ello que podemos encontrar personas optimistas res-

pecto de la vida en general pero negativas respecto del

análisis objetivo de una determinada situación. Será más di-

fícil encontrarnos con personas pesimistas en general pero

positivas en lo específico (tema puntual), puesto que el pe-

simismo que proviene de su interior, siendo subjetivo,

seguramente las arrastrará a apreciar toda situación con un

agudo tilde pesimista.

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En definitiva, podemos concluir que existen sólo personas

optimistas y pesimistas, desde que éste es un aspecto de la

personalidad del individuo.

El positivismo y el negativismo sólo pueden ser aplicados

como una visión particular respecto de una situación deter-

minada y como producto de la aplicación de un análisis

relativamente objetivo.

Por ende, es obvio y muy probable que la persona pesimista

muestre una clara tendencia a impregnar de pesimismo (que

siempre es subjetivo) toda situación externa, colocándole así

su sello pesimista. No así, la persona optimista, la que podrá

observar en forma objetiva y alternada cada situación y opi-

nar tildándola de "positiva" o " negativa", según las

circunstancias. Existe una tendencia a considerar "positivas"

a las personas que expresan su optimismo, incluso en situa-

ciones extremadamente negativas. En realidad se trata de

personas "optimistas" que llevan su optimismo a extremos

de análisis irreal, aunque existen casos concretos en los cua-

les los resultados de la situación analizada por este tipo de

personas les otorgan milagrosamente la razón. Pero como ya

todos sabemos, las excepciones y los milagros existen.

El análisis de las diferencias conceptuales terminológicas

que acabo de exponer tiene como propósito otro análisis de

diferente tenor y cuya cuestión reza de la siguiente manera:

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Se trata de la situación interna que enfrenta un individuo que

se encuentra en una de las etapas de purificación de su amor

(tema desarrollado en el libro: "El Paraíso Escondido De-

trás de Nuestras Desgracias" y transcripto al final del

presente libro), pero que a la misma vez su mente le propone

a través del razonamiento, un análisis negativo del mundo y

la humanidad.

He aquí, que la persona que considere sinónimos a las pala-

bras "optimismo" y "positivismo", como así también haga lo

propio respecto de los vocablos "pesimismo" y "negativis-

mo", se encontrará en un problema que pueda quizás

tergiversar su concepto de la realidad e influir negativamen-

te en su ánimo. Estará actuando de la misma manera que lo

hace quien padece un dolor y no logra diferenciarse del

mismo. Cree que él es también el dolor que siente, asegu-

rando así su agravación y permanencia.

El individuo que arrastra una constante sensación apocalíp-

tica respecto de la humanidad no verá influido su ánimo en

demasía, si advierte que la humanidad y sus posibles progre-

sos en un sentido u otro, no son él mismo. Podrá advertir

que todo resultará de la manera que deba ser, luego de la

suma de los aportes y pequeños esfuerzos que él y todos los

que posean su misma visión y sentimiento, realicen para que

las cosas resulten de determinada manera. Y esta actitud le

traerá la tranquilidad espiritual que le demostrará que él es

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un ser "optimista" a pesar de ser "negativo" respecto de la si-

tuación de marras.

La persona que, por el contrario, vive su vida con la clara

sensación de que la humanidad progresa avanzando hacia

destinos superiores, no deberá hacer más que vivir ese paraí-

so que le ha sido asignado y que es su vida, pues su versión

interior coincide con lo que ve en el exterior. ¡Y esto es ma-

ravilloso! Esta persona es optimista porque es positiva y es

positiva porque es optimista.

Por último, la persona que deba engañarse creyendo ver un

paraíso donde en realidad ve todo lo contrario, no encontrará

descanso y felicidad real hasta tanto no asuma su verdadera

posición e intente descubrir a cual de las dos categorías ante-

riores pertenece. El lograr enrolarse en la suya propia le

proporcionará la tan merecida paz interior, la que se tornará

invulnerable a las vicisitudes del mundo exterior. Pero para

llegar a esto, antes deberá descubrir su autoengaño. Logrado

esto, podrá continuar evolucionando a través de las diferen-

tes etapas de purificación de su amor hasta integrarse por

completo a las fuerzas energéticas del Universo, como una

única e indestructible energía de amor.

Transcribo a continuación la definición que la Real Acade-

mia Española otorga a los cuatro vocablos en cuestión. Las

diferencias encontradas en la significación terminológica de

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los mismos, obedece a la necesidad del autor de tratar el as-

pecto filosófico y no tanto el semántico.

optimismo

1. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.

2. Doctrina filosófica que atribuye al universo la mayor perfección po-sible.

positivismo.

1. m. Tendencia a valorar preferentemente los aspectos materiales de la realidad.

2. m. Afición excesiva a comodidades y goces materiales.

3. m. Actitud práctica.

4. m. Sistema filosófico que admite únicamente el método experimen-tal y rechaza toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto.

pesimismo.

������������

1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavora-ble.

2. m. Sistema filosófico que consiste en atribuir al universo la mayor imperfección posible.

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negativo, va.

������������� ����

1. adj. Que incluye o contiene negación o contradicción.

2. adj. Perteneciente o relativo a la negación.

3. adj. pesimista ( que propende a ver y juzgar por el lado más desfa-vorable).�

Faltar a la Verdad sin Mentir

No se trata de un juego de palabras. La mayor parte de noso-

tros explicaría que faltar a la verdad es la forma elegante y

educada de decirle a alguien, que sabemos que ha mentido

(Ha faltado usted a la verdad, le diríamos). Sin embargo,

considero que ambos términos (en el primer caso se trata de

una frase), distan bastante de poder ser considerados simples

sinónimos.

La verdad es una realidad externa o no a la persona, que

puede o no ser conocida por quien la transmite. De hecho,

existen verdades no conocidas por el ser humano y que es

muy probable que nunca lo sean. Faltar a la verdad alude al

hecho concreto y objetivo de estar transmitiendo datos no

verídicos sobre una determinada situación o hecho. Nada di-

ce la frase sobre si el individuo transmisor es consciente o

no de su desconocimiento, como así tampoco hace referen-

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cia a si éste cree poseer y transmitir los datos fidedignos al

respecto. Solamente si el individuo sabe que está omitiendo

o falseando la verdad, nos encontraríamos frente al hecho

realizado con intencionalidad. Recién entonces estaríamos

en condiciones de aseverar que la persona ha mentido. De lo

contrario, sólo ha faltado a la verdad.

¿Y porqué será importante distinguir entre ambas situacio-

nes? Esto ya es otra cuestión. Suele suceder que las personas

nos apuramos demasiado en censurar a nuestros interlocuto-

res sin detenernos en realizar el más mínimo y elemental

análisis, perdiendo así la oportunidad de que éste nos arroje

luces sobre cualquier malentendido que se hubiese podido

suscitar. Es allí donde comienza a crecer un ovillo de confu-

siones que culmina en la incomprensión e intolerancia que

existe en todos los estratos de cualquier sociedad.

La Humanidad ha tomado un camino por el que la carencia

de confianza entre nuestros semejantes crece a paso agigan-

tado. Esto produce desazón, con la consecuente sensación de

haber sido engañado. A veces el resultado desemboca en una

escalada de la violencia en todos los órdenes de la vida. Vi-

vimos apresurados por juzgar al prójimo. No disponemos de

tiempo suficiente como para preguntar, analizar, incluso in-

vestigar y razonar las situaciones, buscando quizás el desliz

de un malentendido, como lo he expuesto anteriormente. El

poder detenernos en el análisis o estudio de las pequeñas co-

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sas (que a veces no lo son tanto) en la interrelación humana,

nos permitiría quizás descubrir a los verdaderos malinten-

cionados y no permitir con nuestra dejadez y desaprensión

que se entremezclen con los inocentes personajes de buena

voluntad que intentan junto con nosotros, vivir en un mundo

mejor, construido de relaciones sinceras, basadas en la con-

fianza y el apoyo mutuo entre los seres humanos, lo que a la

vez redundaría en el beneficio individual de cada uno de los

involucrados. Esto ocurre en la inmensa masa que es la

Humanidad, sin distinción de credos ni razas. Eso sí, se nota

con mucho mayor intensidad en los estratos de mayor cultu-

ra y de más alto nivel social, tanto en las sociedades como

en grupos más pequeños (de trabajo, partidos políticos, sin-

dicatos, universidades, escuelas, clubes, etc.) hasta llegar al

reducto social en el que definitivamente no debiera aparecer

ni siquiera un síntoma de la situación de análisis, debido a

las características de su formación. Nos referimos a la fami-

lia. En las organizaciones y demás grupos mencionados es

siempre algún interés mutuo, esquema de trabajo, proyecto

común, etc., que mueve a dicho grupo a formarse. En la fa-

milia, el móvil es el amor (o debiera serlo). Sin embargo

hoy, para nuestra sorpresa, es en el seno de esta institución

donde se teje y entreteje la madeja creando raíces cada vez

más difíciles de extirpar a medida que se suceden las gene-

raciones.

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Traigo a consideración del lector el precedente análisis, no

con la intención de sumar votos para la eliminación de la

familia como institución, puesto que ésta se está tristemente

autoeliminando sola. Mi única intención es llegar a los pa-

dres de familia de hoy (los que quedan, pues cada vez son

más los separados y divorciados). Y llamarlos a la reflexión.

Si nos preciamos de ser seres en busca de un mundo mejor

que no termine sus días autoaniquilándose, piensen:

Los hijos son el valor más importante y precioso que po-

seemos. Son el único diamante que, sin advertirlo, estamos

convirtiendo en barro. No basta con amarlos con ese amor

humano, tullido, egoísta, que sólo busca la propia satisfac-

ción sentimental. Debemos procurar que puedan llegar a

ser hombres y mujeres de bien, libres y que puedan elegir

su propio destino. Purificar cada día un poco más el amor

que seguramente sentimos hacia ellos para que a su vez

ellos sólo sepan brindar la pureza del amor que recibieron.

Y eso, diría, casi depende exclusivamente de nosotros como

padres.

Y si no, observemos a la mayor parte de los líderes del

Mundo de hoy y pensemos en la infancia que les habrá toca-

do vivir…

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Amor versus Confianza

Abordamos aquí el eterno dilema entre la razón y el afecto,

la mente y el corazón, como solemos insinuar simbólica-

mente. Y quizás, por nuestro empeño en no elegir es que

reiteradamente confundimos ambas áreas llegando a con-

vencernos que se trata de una sola. ¿Es que no podemos

amar a alguien en quien no confiamos? ¿O confiar en al-

guien que no amamos? Por supuesto que sí. Es cierto que si

el ser al que amamos se hace digno de nuestra confianza,

tanto mejor. Éste será un complemento ideal del amor. Pero

no debemos confundirnos: el amor se siente, la confianza se

razona. Veamos, quien ama a una persona no puede dejar

de amarla por un acto voluntario de decisión. Podrá dejar de

frecuentarla, incluso interrumpir su relación con ella para

siempre, pero su sentimiento de amor permanecerá hasta que

el paso del tiempo, que no siempre actúa como quisiéramos,

o cualquier otra circunstancia, borre el sentimiento. Nunca

dependerá, en forma exclusiva, de la voluntad del ser que

ama. No obstante, existen no pocos ejemplos de situaciones

en que vemos al amor, de manera repentina, convertido en

indiferencia o incluso en odio, generalmente producto de al-

gún desengaño por parte del ser que ama. Pero no se trata de

un hecho voluntario sino impulsivo, que viene a probar una

vez más que el torbellino de afectos y sentimientos que se

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mueven en nuestro interior son los que suelen decidir por

nosotros. Excepto en los casos en que podamos decidir, y lo

hagamos, que será nuestra razón la que prevalecerá. Estas

posibilidades dependerán del carácter y personalidad de los

individuos involucrados.

En el caso de la confianza resulta más sencillo de entender

puesto que no existen hilos invisibles que nos presionen a

actuar de determinada manera. Aunque hay casos en que el

ser que ama se dejará llevar por su sentimiento, ofreciendo

confianza al ser amado, aun cuando éste haya dado pruebas

de no merecerla, como prolongación de su sentimiento de

amor, entremezclando ambas áreas, como ya hemos afirma-

do más arriba, que ocurre a veces. Cuando mencionamos "el

amor", nos referimos a sus múltiples formas de expresión,

ya sea, el de pareja (conyugal), paternal, maternal, fraternal,

de amistad o cualquier otra forma de expresión de dicho sen-

timiento.

Es común la situación contraria. Por ejemplo: dentro del

ambiente laboral, el jefe deposita su confianza total en un

empleado con el que mantiene una relación laboral de mu-

chos años y el que sobrada y reiteradamente se ha ganado la

merecida confianza de su superior. Aquí no existe relación

de amor alguna. Y sin embargo, puede ocurrir que el jefe

confíe más en su empleado que en su propia esposa, a la

cual ama.

Page 32: Recopilando Reflexiones

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Asumir Responsabilidad sin Sentir Culpa

Un fenómeno muy común entre nosotros, los mortales, es el

corrosivo sentimiento de culpa que solemos sentir, en espe-

cial, los que somos considerados seres "normales", en

contraposición con los seres "sin escrúpulos", entre los que

se cuentan muchos criminales y también a veces los que no

lo son. Los psicópatas conforman otro de los grupos dentro

del género humano que no cuentan con la posibilidad de

desarrollar el sentimiento de culpa.

Lo anteriormente expuesto no significa que la "gente buena

y normal" esté haciendo bien cuando se tortura sintiendo

culpas. Es importante distinguir entre los que poseen la ten-

dencia a sentir culpa por todo (o casi todo). Ellos se sentirán

culpables por los hechos sobre los que en realidad son res-

ponsables, pero también sobre los que no lo son o les atañen

a veces en forma lejanamente indirecta: Si no le hubiese

permitido viajar esto no hubiese pasado, diría una madre

angustiada al enterarse del accidente sufrido por su hijo, sin-

tiendo ser la responsable directa del hecho. Estos individuos

suelen disponer de grupos enteros de familiares y amigos

dispuestos a convencerlos de que en realidad no han tenido

responsabilidad alguna sobre lo acontecido. Y están también

los que suelen sentir culpa, a veces con la misma intensidad

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que los anteriores, pero sólo luego de haber realizado un ba-

lance más objetivo y llegado a la conclusión de que les

corresponde la culpa que sienten.

Por último, están y que no son pocos, los que "a priori" han

decidido no ser culpables prácticamente de ningún hecho.

Su actitud suele ser inconsciente pero sistemática, revistien-

do el carácter de "misión casi imposible" el lograr

convencerlos de su responsabilidad en algún hecho. Es pro-

bable que el intenso dolor propio o ajeno vivido en alguna

situación de culpa experimentada en el pasado haya creado

defensas por las que el individuo decida no volver a sufrir

una situación emocional y afectiva similar. Aun así, no son

conscientes de que lo único que resuelven, en tal caso, com-

pete sólo al factor exterior revestido por su relación con los

demás. En su fuero interno, su subconsciente alberga ese

sentimiento de culpa, el que de una forma u otra molestará al

individuo hasta que logre concientizarlo y lidiar con él. La

sociedad los suele tildar de personas que están siempre a la

defensiva. Pero dentro de ellos mismos, muy profundo, se

libra una constante batalla de la que no suelen lograr defen-

derse con éxito.

Sin descartar el escuchar la opinión de los demás y tomar-

la en consideración, en última instancia, cada uno de

nosotros deberá realizar un honesto examen de conciencia

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a la hora de indagar sobre su probable responsabilidad

respecto de hechos que hayan causado algún daño o per-

juicio. Pero si corresponde, y no ha sido intencional,

asumir la culpa reparando en la medida de lo posible el

daño causado y la predisposición a aprender una lección

de vida que nos evite repetir el mismo error en un futuro,

es suficiente. Los seres humanos somos imperfectos. Sentir

la culpa nos causará un daño anímico agregado que en

ningún caso reparará el daño causado.

El sentimiento de culpa en sí mismo es un sentimiento es-

téril que no lleva implícito propósito alguno que no sea la

autoflagelación. Por supuesto que, como todo sentimiento,

no resulta fácil de manipular a voluntad. Si existe, no se

puede impedir a uno mismo el sentirlo. Pero reflexionar

sobre lo dicho probablemente permita disiparlo con natu-

ralidad y criterio, evitando así, qué éste nos continúe

atormentando.

La Moral, La Ética y El Juicio de Valoración y Compor-

tamiento Adecuados

De la misma manera que la fiebre (alta temperatura del

cuerpo) viene a manifestar la defensa del organismo en

contra de agentes externos (microbios, virus) que lo han in-

vadido, la conciencia actúa de forma similar cuando el

Page 35: Recopilando Reflexiones

- 35 -

individuo no se encuentra preparado para conocer y aceptar

facetas de su propia personalidad. Ésta ejerce su defensa de

manera continua, pero no lo hace elevando la temperatura

del cuerpo, sino enviando al subconsciente la información

que la persona no se atreve a descubrir sobre sí mismo. De

ahí, el conocido dicho del filósofo griego Sócrates: conócete

a ti mismo, pues, por más conveniente que esto resulte no

parece ser muy sencillo de lograr.

Existen 3 tipos de personas con características bien definidas

en su respectivo comportamiento, el que variará de un modo

u otro según el conocimiento que cada uno posea sobre sí

mismo, en relación con su moral y ética, y en especial, con

lo que he dado en llamar la lista de juicio de valoración y

comportamiento adecuados. Esta lista es confeccionada por

todo individuo a lo largo de su vida, de forma conciente y a

veces inconsciente. Su confección no es resultado de un pro-

ceso racional, sino que va apareciendo en forma automática,

en función de sus vivencias y sus mecanismos de adopción y

rechazo de las distintas normas y comportamientos sociales

de su entorno.

Teniendo en cuenta los datos aportados, podemos finalmente

referirnos a los 3 tipos de personas mencionados más arriba:

Identificación Positiva: quedan enrolados dentro de este

grupo los individuos poseedores de principios morales y éti-

cos, los que junto con su lista de juicio de valoración y

Page 36: Recopilando Reflexiones

- 36 -

comportamiento adecuados, coinciden en un todo (o casi to-

do) con lo que el individuo es y su comportamiento frente a

sí mismo y a la sociedad.

Por ejemplo: una persona que considera reñido con las nor-

mas de la moral y la ética al acto de robar y nunca se ha

apropiado de lo ajeno (principios morales y éticos), o quien

considera fundamental en la vida el poseer una profesión y

dedica los años de estudio necesarios hasta la obtención de

su título universitario (lista de juicio de valoración y com-

portamiento adecuados).

Identificación Negativa: corresponden a este grupo los indi-

viduos marginados que por cualquier motivo se sienten

abandonados, despreciados y/o relegados por los familiares,

amistades y/o la sociedad toda, lo que contribuye a que ca-

rezcan de principios morales y éticos (o posean una moral y

ética propias) y desarrollen la creación de una lista de juicio

de valoración y comportamiento adecuados, también muy

particular, pero reñida con los estándares sociales. Por ejem-

plo: quien considera la capacidad de robar sin ser atrapado,

un don que recibe y que merece utilizar quien ha sido despo-

jado reiteradamente de sus pertenencias materiales tanto

como de los afectos a los que cree ser acreedor y no recibir

(ausencia de ética y moral), como también, la persona que

rechaza la importancia de poseer una actividad laboral y de-

Page 37: Recopilando Reflexiones

- 37 -

sarrolla su ingenio para vivir sin trabajar (lista de juicio de

valoración y comportamiento adecuados).

Falta de Identificación: por último, formarán parte de este

grupo la mayor parte de las personas de cualquier sociedad

moderna. Aquí, lo que ocurre es que el individuo suele po-

seer un mediano o alto grado moral y ético en sus principios,

pero que en no pocas oportunidades éstos no coinciden con

su conducta para consigo mismo y/o con los demás, cuando

no resultan contradictorios por completo. Por ejemplo: un

individuo que considera que no se debe dañar al prójimo,

pero es dueño de una fábrica de armas de guerra (principios

morales y éticos) o quien considera importante la constitu-

ción de una familia, pero vive hasta su avanzada madurez en

absoluta soledad (lista de juicio de valoración y comporta-

miento adecuados).

Como podemos apreciar, en los primeros 2 casos (identifi-

cación positiva y negativa), el individuo vive feliz, en un

estado de relativa conformidad producto de la identificación

que se produce entre su interior y su exterior (su comporta-

miento) que evita la necesidad de que su conciencia deba

intervenir en su salvaguarda enviando datos al subconscien-

te. Y esto es válido tanto para el caso de quien posea

Page 38: Recopilando Reflexiones

- 38 -

elevados principios morales y comportamiento social ejem-

plar como el que no.

Es el último caso el más conocido por ser el que sufre la

mayor parte de la gente: la falta de identificación. Aquí no

será relevante cuales sean los principios morales y éticos del

individuo o como haya construido su lista de juicio de valo-

ración y comportamiento adecuados, porque de lo que se

trata es de la falta de identificación entre sus propios princi-

pios (y los que figuran en su propia lista) en contraposición

con su conducta exterior. Esto demandará la intervención de

su protectora conciencia, la que en la medida de lo posible y

necesario, le impedirá enterarse de todo lo que este indivi-

duo no esté preparado para saber sobre sí mismo.

Un caso muy conocido por su repercusión y notoriedad en

las últimas décadas lo conforma la homosexualidad en am-

bos sexos. Quien no pudiendo descubrir su inclinación (por

considerarla una aberración) ha formado una familia (esposa

e hijos) se encontrará encuadrado dentro del último grupo

analizado (falta de identificación). Mientras que la persona

que, conociendo su inclinación, se acepta a sí misma reco-

nociendo su derecho a mantener una relación acorde con sus

apetencias afectivas, formará parte, sin lugar a dudas, del

primer grupo analizado (identificación positiva), tanto si

mantiene la intimidad de su situación, como si logra salir

del armario (como se suele decir en estos días), llegando a

Page 39: Recopilando Reflexiones

- 39 -

llevar a cabo, a veces, incluso su enlace matrimonial público

(ceremonia aceptada y difundida actualmente en algunos

países desarrollados).

Page 40: Recopilando Reflexiones

- 40 -

Page 41: Recopilando Reflexiones

- 41 -

Nuestra Relación con el Dinero

Difícilmente exista situación más engañosa que la que expo-

ne nuestra relación con el dinero. La mayoría de nosotros

creemos saber cuánto lo amamos o lo odiamos (figurativa-

mente), pero no sabemos advertir que este sentimiento

nuestro, por así decirlo, se encuentra relacionado con qué

cantidad del mismo poseemos o carecemos. A veces, tam-

bién tiene que ver con qué hemos obtenido del mismo,

además de posesiones y/o bienestar. O qué es lo que preten-

demos obtener. Resulta que quien haya interrumpido su

relación con un ser querido por desavenencias económicas,

quedando un vacío en su corazón; o quien haya sufrido un

ataque cardíaco o cualquier otro trastorno grave de su salud

como consecuencia de las peripecias económicas vividas

(por dar sólo algunos de los tantos ejemplos existentes), su-

ponemos que no manifestará hacia él gran simpatía, aun

cuando reconozca su necesidad de poseerlo, como un mal

necesario. Quien haya padecido profundas penurias econó-

micas, a veces junto a sus familiares (pobreza, hambre,

enfermedades, hasta llegar a veces a la muerte por falta de

atención médica y/o provisión de medicamentos) creará

probablemente, un lazo indestructible con el dinero que co-

locará a éste en primer lugar en su lista de prioridades con el

Page 42: Recopilando Reflexiones

- 42 -

único objetivo de obtener poder a través de su posesión y

evitar carencias futuras.

Es también conocida la situación psicológica de alta depen-

dencia al dinero con motivo del mal manejo o manipuleo de

sentimientos como el amor, los celos, la envidia y por su-

puesto, la codicia, entre otros. En todos estos casos, la

persona se crea la ilusoria sensación de poder satisfacerse

afectivamente a través de su posesión. Aun en los casos en

que dichas personas lograran relacionarse con otras que ac-

cedieran a vender sus afectos por dinero, esta actitud no

dejaría de ser un error, en cuyo contexto ambas personas

quedarían convertidas en víctimas de la misma trampa.

La obtención de dinero no puede nunca configurar una meta

en sí misma, sino ser sólo vehículo para la obtención de cier-

tos objetivos. Pero dichos objetivos, como la adquisición de

la casa, el automóvil o la avioneta de nuestros sueños, se

descubrirán como metas ilusorias para lograr la felicidad

plena, ni bien sean adquiridas.

El dinero en sí mismo no posee ningún valor intrínseco. Se

trata de un trozo de papel o moneda a los que por motivos de

comodidad se les adjudica un determinado valor. Es el in-

termediario existente entre los objetos de valor, consumo y

servicios, y nosotros. Es la versión moderna y ágil del anti-

guo trueque.

Page 43: Recopilando Reflexiones

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Colocar la obtención de dinero como una meta en nuestra

vida es un error que arrastra errores creándonos la ilusión de

que acumulando cantidades astronómicas del mismo, sere-

mos felices. No precisamos explicar aquí que esto no es

cierto. Los resultados están allí fuera, por doquier, al alcance

de todos los que deseen enterarse.

Toma la debida distancia del dinero a los efectos de poder

atribuirle su verdadero valor. Si no permites que compre tu

moral o que adquiera el dominio sobre ti, si logras adjudi-

carle su verdadero valor como herramienta de pago de

todo lo necesario y lo utilizas como elemento de estabilidad

material para hacer frente a las necesidades propias y las

de los tuyos, lograrás servirte de él y no que él se sirva de

ti. No lo utilices para obtener poder, no dejes que engendre

en ti el sentimiento de codicia. No le permitas al dinero

cambiar quien tú eres y estarás colocándolo exactamente

en el lugar que le corresponde.

Si has logrado purificar tu amor lo suficiente, sentirás la

necesidad de compartir con el prójimo necesitado, una

parte de tu dinero que consideres sobrante.

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Page 45: Recopilando Reflexiones

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El Prejuicio

Según se desprende del mismo término, el prejuicio consiste

en un juicio previo que se emite respecto de alguien o de

alguna situación o grupo. Nos referimos a previo, en cuanto

a la aseveración anticipada a la comprobación de los hechos

o dichos en cuestión.

La actitud es aplicada con desconocimiento de causa y en

general, en disfavor de quien se emite el juicio o adopta la

actitud. Por lo tanto, suelen consistir en una determinada ac-

titud que responde a una falta de adaptación basada en el

desconocimiento.

El prejuicio, cuando se produce en grupos y respecto de

otros grupos suele degenerar en violencia. Por lo general, se

origina de enseñanzas que se reciben durante la niñez y su-

fren una fuerte influencia del medio social en que se mueven

los individuos involucrados, por lo que resultan muy difíci-

les de erradicar. A veces generan ira y odio, contaminando

la posibilidad de purificación del amor y alejando al indivi-

duo de su posibilidad de disfrutar de la ya mencionada

felicidad plena.

Alejarnos de los conceptos, enseñanzas, costumbres e ideo-

logías (en todo o en parte), adquiridas durante nuestra

niñez, luego de la búsqueda a través de nuestro propio ra-

Page 46: Recopilando Reflexiones

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ciocinio, nos devolverá la libertad que nunca perdimos pe-

ro que tampoco supimos utilizar. Nos acercará a nosotros

mismos, a conocernos y a apreciarnos por lo que somos y

pensamos. Y que nuestros errores y aciertos sean los nues-

tros… y no los de los demás.

Page 47: Recopilando Reflexiones

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El Rencor

Se encuentra emparentado con el odio, el resentimiento, el

espíritu de venganza y todo otro sentimiento destinado a in-

fligir sufrimiento a quien lo padece y sin resolver el

problema que lo ocasionó.

Si alguien nos ha querido lastimar intencionalmente, a través

del rencor o el odio, estaremos permitiéndole instalarse

dentro nuestro y continuar torturándonos en forma sistemá-

tica todo el tiempo que dichos sentimientos perduren.

Si sentimos rencor es porque hemos sido heridos en nuestro

ego o dañados emocionalmente de alguna manera, agregan-

do a veces la sensación de decepción respecto de la persona

que nos ha ofendido. Esto pareciera provocar suficiente su-

frimiento en nosotros ¿Con qué motivo podríamos desear

agregar más pesar a nuestro dolor? Sólo por desconocimien-

to. ¡Entonces enterémonos!

El dolor emocional que alguien nos haya causado, lo cau-

só en el presente. No atormentemos nuestro espíritu

prolongando a través del rencor un dolor que no hemos

originado. Intentemos comprender aun lo incomprensible

a nuestra mente con la sabiduría de entender que también

lo que no comprendamos tiene su explicación. Entonces

podremos liberarnos y liberar a quien nos dañó.

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La Envidia

Envidiar significa desear algo que vemos en el prójimo. Se

puede tratar de un objeto o situación material, como así

también de algo abstracto, como un aspecto del carácter o la

personalidad de un individuo al cual admiramos. En conclu-

sión, puede tratarse de cualquier cosa, con la única

condición de que habiéndola visto en el prójimo, deseemos

fervorosamente poseerla. Es un sentimiento generalmente

condenado por cualquier sociedad, cuando en realidad el

hecho en sí mismo de sentir envidia en su más estricto, puro

y simple sentido no conlleva acto censurable alguno. Es

más, si quien experimenta tal sentimiento, lo potencia en pro

de obtener logros positivos en su propia vida sin el deseo de

perjudicar a nadie, su actitud sólo será pasible de elogios.

Se suele relacionar este sentimiento a deseos maliciosos por

parte de quien lo siente, hacia la persona envidiada. De ser

ésta la situación, se generará una relación que podrá causar

daño tanto a la persona que envidia como a la envidiada, de-

pendiendo esto de los extremos a los que el individuo que

sufre el sentimiento esté dispuesto a llegar. Pero en todo ca-

so, éste debiera tener en cuenta que sus actitudes sólo

podrán agregar pesar a su aflicción y nunca logrará de este

modo, resarcirse con la obtención de lo envidiado.

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De lo antedicho podemos deducir, que de la misma manera

que hemos podido observar que ocurre en otros casos (res-

pecto de otros sentimientos y/o actitudes), el hecho en sí

mismo de sentir envidia no arrastra consigo nada censurable.

Será entonces la propia perspectiva del individuo y lo que

este sentimiento genere en su interior, que condicionarán el

positivismo o negativismo de sus actitudes.

El individuo que, merced a sus sensaciones, vea estimuladas

sus ansias de obtener logros sin la intención de dañar a na-

die, estará sacando buen rédito de su sentimiento de envidia.

Por el contrario, quien sienta dolor y pena por sí mismo,

evidenciando una marcada falta de seguridad propia y redu-

cida autovaloración al pretender, a través de su sentimiento

de envidia, objetivos que considera no poder lograr y/o mere

cer, no vacilará en acudir a pensamientos y hasta a actitudes

maliciosas, de las cuales el principal destinatario y el más

perjudicado será él mismo. Aunque a veces, también causan

daño intencional a la persona envidiada, como si ésta fuese

culpable de sus frustraciones y creándose la ilusión de que

las mismas desaparecerán con el daño proferido a su inocen-

te víctima.

El sentimiento de envidia que no es canalizado hacia el amor

a sí mismo y a los demás tiñe el alma de dolor y no causa

más que pena. Quien asuma la aparición de sentimientos

como éstos y advierta que no le aportarán beneficio alguno,

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- 51 -

podrá optar por analizar estos conceptos y lograr así utilizar

esta herramienta que se le ofrece (la envidia) para cambiar

su vida en forma positiva.

Un puñal no sólo sirve para herir y matar. Puede también

ser utilizado para cortar los lazos que nos liberarán, a no-

sotros y a los demás.

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Los Celos

El sentimiento de celos proviene de la sensación que el indi-

viduo experimenta de no ser amado lo suficiente por la

persona a la que cela, combinado a veces con la convicción

agregada de merecer o no dicho desamor. También se en-

cuentra relacionado al concepto de pertenencia y propiedad,

o temor a la pérdida de las mismas, que el individuo percibe

respecto de la otra persona evidenciando un claro síndrome

de falta de seguridad en sí mismo, como también, autoesti-

ma y autovaloración disminuidas.

La aparición de este sentimiento resulta más común e inten-

sa en las relaciones de pareja, aunque es pasible de aparecer

en las relaciones entre hermanos, amigos, padres e hijos y

toda otra relación que se encuentre fundada en el sentimien-

to de amor.

Quien decide volver a sus raíces e ir evolucionando en las

diferentes etapas de purificación de su amor (como se des-

cribe en el libro: El Paraíso Escondido Detrás de Nuestras

Desgracias), se descubrirá velando por la felicidad del ser

amado y no esperando retribución alguna a cambio. La mar-

cada disminución o desaparición de la figura de su ego

eliminará su sentido de pertenencia y propiedad respecto de

las personas. Esto se produce como un proceso que el indi-

viduo revive en forma natural y que a su vez, por obvias

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razones, neutraliza la aparición del sentimiento de celos, de

la misma manera que lo hace con el odio y todo otro senti-

miento que surja como ramificación contaminada que tiende

siempre a degenerar la pureza original del amor con el que

lo humanos nacemos.

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El Odio

Se suele escuchar decir, no sin razón, que el odio es la otra

cara del amor. Tal aseveración no parece estar tan equivo-

cada. Quizás convendría aclarar el concepto.

Si hacemos una breve referencia a lo que sucede en las rela-

ciones familiares podremos observar que sólo se puede odiar

a quien previamente se ha amado. Comúnmente, se trata de

un desengaño (frecuente en la relación de pareja), pero pue-

de tratarse de una decepción o en general, cualquier

conducta no acorde con las expectativas del ser que amaba y

que por ello, ahora odia.

Pero si salimos del contexto de las relaciones familiares ob-

servaremos que resulta muy difícil odiar en estos casos

puesto que existe indiferencia sentimental y afectiva respec-

to de las personas que no conocemos. Podremos reprobar

conductas y actitudes, condenar enérgicamente mentalidades

y comportamientos (como ocurre, por ejemplo, cuando es-

cuchamos noticias políticas nacionales e internacionales o

cuando intervenimos en calidad de meros observadores en

disputas o contradichos originados entre personas de nuestro

conocimiento, pertenecientes a diferentes esferas sociales

pero a las cuales no nos une relación afectiva alguna), pero

difícilmente podamos llegar a sentir hacia esos seres desco-

nocidos el odio que sentimos por ejemplo, hacia el ser que

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nos ha traicionado en la pareja o el amigo y socio que des-

apareció con todo el capital de nuestra empresa, dejándonos

en la calle. Esto cambia cuando el individuo abandona su

ámbito individual para incorporarse al colectivo. En grupos,

las personas sienten y actúan de diferente manera. Unidos en

grupos caracterizados por sus identificaciones, suelen en-

frentar con odio muchas veces irracional, a otros grupos. La

identificación siempre se produce dentro de cada grupo. Lo

que enciende la desenfrenada violencia desatada, son las

pronunciadas diferencias conceptuales existentes entre los

mismos, generalmente basadas en aspectos ideológicos y re-

ligiosos. Aunque existen ejemplos, como la violencia y el

odio expresados dentro de las canchas de futbol, entre los

simpatizantes de los equipos contrincantes, que muestran

hasta que niveles de confusión puede llegar el ser humano.

Cuando empezamos a sentir verdadero odio por lo que

hacen y dicen esos seres desconocidos (actuando como indi-

viduos y no en forma colectiva), esto significa que estamos

logrando ampliar nuestro espectro afectivo por encima de

nuestra relación con los conocidos, amigos y familiares. Y

esto posee una única lectura: nuestro amor se encuentra en

proceso de purificación; aun cuando el cambio se produzca

dentro del ámbito del sentimiento de odio, que es el princi-

pal contaminante del amor. Pero esta nueva sensación nos

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- 57 -

estará demostrando nuestra falta de indiferencia frente al

prójimo.

Recién cuando advertimos que nuestro sentimiento de odio

proviene de nuestro ego lastimado, pero que por haberlo

creado nosotros mismos, nos erigimos en los únicos culpa-

bles y que este sentimiento que proviene siempre de

nuestro interior nunca depende de las actitudes de los de-

más, entonces nos liberamos y el odio se convierte en pena

sincera que sentimos por el ser que actúa de manera inco-

rrecta. Y entonces, como un ovillo de lana que rueda y

crece, así crecen nuestra bondad y comprensión purifican-

do en nosotros mismos cada vez más ese amor que hasta

hace poco era odio y que hoy ha transformado el suplicio

de nuestro sufrimiento en un profundo sentimiento de paz

y amor en nuestro espíritu.

¿No vale la pena el intento? Saque el lector sus propias con-

clusiones.

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La Violencia

Es sabido que desde hace millones de años el hombre viene

evolucionando como todos los seres vivos. Difícil resulta

precisar cual es el momento exacto en que el germen de la

violencia se instala con las características propias que lo

hace en la especie. Es probable que sea con la aparición del

homo sapiens, cuyo cerebro muestra características definiti-

vamente diferenciales. Tanto el hombre de Cromagnon

como el de Nederthal desarrollan la habilidad de producir

fuego, mejoran notablemente la fabricación de herramientas

inicialmente utilizadas para la caza, reuniéndose en grupos

que encuentran la forma de comunicarse, aun sin idioma pe-

ro sí a través de ideas abstractas. No es éste el espacio

adecuado donde analizar los motivos por los cuales la vio-

lencia se instala en el ser humano con parámetros de

crueldad que exceden todo lo imaginable. Pero pensemos

que no existe ser vivo aparte del hombre, capaz de ejercer su

agresividad hasta el punto de torturar y disfrutar observando

el daño causado a sus congéneres.

Pero aun así, hasta hace 20 o 30 años, la violencia en el

hombre no había llegado a los niveles de intensidad y proli-

feración a los que nos hemos debido ir acostumbrando.

Basta reparar en las muertes por enfrentamientos, ocurridas

en las canchas de futbol, el excesivo y desproporcionado

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crecimiento de la violencia casera (entre familiares y ami-

gos), destacándose la violencia de género, la que hoy cobra

un asombroso número de víctimas entre las llamadas "muje-

res golpeadas" o la violencia callejera en manos de la

adolescencia, representada por jóvenes cuyas edades nos

producen escalofrío; para advertir que en los últimos tiem-

pos algo ha cambiado mucho entre nosotros y en nuestro

propio detrimento.

Dejando a un lado los crímenes, la delincuencia, las guerras

y otros factores de violencia que siempre han existido, no

podemos dejar de mencionar el fenómeno de la aparición

masiva en todo el mundo del método "kamikaze" o "bomba

humana", que si bien ha existido anteriormente, nunca se

había manifestado en las proporciones a las que llega en

nuestros días.

La carrera armamentista, el desarrollo y evolución del poder

nuclear, químico y biológico nos utiliza a todos los seres

humanos de títeres, dependiendo de la salud mental de algu-

nos pocos líderes que decidirán si continuamos con vida o

no, según se les ocurra mover los piolines de los cuales nos

sujetan, en un sentido o en otro.

El cinismo humano nos lleva a presenciar la lucha de los

"buenos" por defender las democracias del Mundo en aras

de que los pueblos puedan mantener sus legítimos dere-

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chos de decidir sus propios destinos, cuando la Humani-

dad toda se encuentra a expensas de las decisiones de unos

pocos.

Cuando nuestro éxito dependa de la aplicación de violen-

cia, el fracaso de nuestra empresa por haber renunciado a

ella, nos proveerá el mayor de nuestros éxitos: la paz espi-

ritual que nos brinda el amor, el que se purificará más con

cada renunciamiento que practiquemos por tales motivos.

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La Cobardía

Me permitiré aquí, traer una versión muy particular de lo

que es la cobardía.

No se trata de un defecto en la personalidad de un individuo

que lo lleva a adoptar actitudes bochornosas y reprochables

frente a ciertas situaciones, como se intenta inculcar en la

mayor parte de las sociedades, por no decir en todas.

La cobardía es un sentimiento que vive el individuo, de

acuerdo a su lista de juicio de valoración y comportamiento

adecuados, que fue construyendo a lo largo de su vida y que

como ya hemos visto, recibe las influencias de la sociedad

donde vive (tema desarrollado en las páginas 34 y siguientes

de este libro). Este sentimiento torturará a la persona si es

por ella concientizado. Caso contrario, su subconsciente se

encargará de alojarlo en su interior, pero continuará estando

allí y mientras lo esté, la víctima que lo padece, de una for-

ma u otra, sufrirá.

Pero en realidad, se trata de un sustantivo abstracto e inexis-

tente, hasta el momento en que el individuo le da vida. Éste

no será cobarde porque lo determinan los demás. Tampoco

lo será por haber tomado una actitud determinada frente al

hecho en cuestión. Solamente lo será si él mismo esta con-

vencido de ello.

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Un soldado no es cobarde porque sienta temor a morir en-

frentando al enemigo para defender su patria. Y tampoco

será cobarde si en virtud de tal temor escapa del frente de

ataque defendiendo su vida ante todo, acto natural en cual-

quier ser viviente. Tampoco será un héroe quien decida

arriesgar su propia vida en defensa de…

Los héroes y los cobardes no existen. Por supuesto que, si

desde que la especie humana lo es, existe y ha existido

siempre un pequeño grupo de individuos que ha sabido in-

ventar e inculcar ambos conceptos a las mayorías por obvias

razones de propia conveniencia, es fácil llegar a la conclu-

sión de que esta situación continuará por los tiempos de los

tiempos, pues es la forma más práctica que encuentran los

poderosos de prolongar la seguridad y bienestar de sus vidas

y los suyos, a expensas del riesgo asumido por los demás.

Aparecen a veces, aquí y allá, excepciones a la regla, como

ocurre con todas las cosas.

Este tipo de situación, la sensación de sentirse "un cobarde"

puede darse en cualquier ámbito de nuestras vidas. No sólo

le puede tocar al joven enrolado en las filas de un ejército. A

quien ha sido víctima de un robo a punta de pistola y ha vis-

to morir a un ser querido en el atraco, quizás le resulte difícil

no sentirse culpable de haber actuado con cobardía y no

haber impedido el hecho infructuoso. Aunque su sensación

sea equivocada, su sentimiento es genuino. Sólo el propio

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individuo tendrá la posibilidad si quiere, de darse cuenta que

todo ser humano tiene derecho a proteger y defender su vida

ante todo. Esta es la idiosincrasia natural con la que nace-

mos y que nos permite aumentar las posibilidades de

perpetuidad de la especie. Todo lo demás es creado y provo-

cado en forma deliberada persiguiendo otros intereses,

ajenos a la naturaleza de las cosas y con la sola intención de

manipular a quien se deje.

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La Bondad y la Maldad

Se trata de dos términos por completo subjetivos, estrecha-

mente ligados al estado de purificación o contaminación del

amor desarrollado por el individuo de quien se trata.

Como bien se suele decir, tanto la bondad como la maldad

coexisten dentro del ser humano. Son las 2 caras de una

misma moneda, de manera similar a como ocurre con el

amor y el odio. No existe una forma de medir cuánto de la

bondad o maldad expresada por una persona nace con su

personalidad y cuál es la dosis que va creciendo como pro-

ducto de sus vivencias, enseñanzas y experiencias en el

medio ambiente en el que se mueve. Dejemos expresa cons-

tancia de que no se trata de una contradicción conceptual, el

hecho de que hayamos aseverado previamente que cuando el

ser humano nace, lo hace con el amor en su estado más puro.

Deberemos detenernos en este punto y explicar el tema.

Según lo expuesto en: El Amor, del libro "El Paraíso Es-

condido detrás de Nuestras Desgracias":

El amor en su estado más puro se encuentra latente dentro

de esa masa energética que somos. El amor es la masa

energética. Pero al igual que el alma, se instala dentro

nuestro al materializarnos en un cuerpo.

Es decir, que el amor llega a nosotros con toda su pureza, en

su condición de masa energética. Es recién al contactarse

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con el cuerpo tangible que se abren todas las posibilidades

de contaminación. Es entonces que las características de su

incipiente personalidad podrán cargar con las diferentes po-

sibilidades de desarrollo de la bondad y la maldad, en sus

tan variadas dosis.

Todo pasa por la intencionalidad y no por el resultado de las

acciones. Volviendo a nuestro tema, diremos que será nece-

saria la intención de causar un daño o perjuicio para que

exista maldad. De la misma manera, se requerirá la inten-

ción de causar un beneficio o el bien a alguien para que

quede manifestada la bondad.

El éxito en el proceso de regreso a nuestros orígenes con la

consecuente purificación completa de nuestro amor, quitará

todo resabio de maldad existente en el alma del individuo,

puesto que los orígenes de donde proviene su masa energéti-

ca son aun anteriores a las propias características de su

personalidad.

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Aforismos

“El ser humano mejor dotado intelectualmente es, sin duda, el que menor grado de estupidez posee”.

“No existe la posibilidad de averiguar sobre sí mismo y no sorprenderse”.

“La cordura es la locura de las mayorías”.

“Si la Humanidad asumiera lo que es, no necesitaría disimu-larlo”.

“Dejarse quitar es otra forma de dar”.

“Quien pudiera no anhelar nada de la vida, casi lo estaría te-niendo todo”.

“La única forma que encuentro de no creer en los monstruos, es continuar siendo siempre niño”.

“Lo que el dinero da, el poseerlo lo quita”.

“Quizás la distancia entre tú y yo radique, en que tú me has demostrado siempre más de lo que me has podido querer y yo te he querido más de lo que te he podido demostrar.” (Situa-ción común dada repetidamente entre seres queridos).

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"El hombre se parece al pez. El grande siempre se come al chico. La diferencia radica en que el pez lo hace por necesidad de alimentarse y el hombre, por alimentar su necesidad."

"No existen los sabios, sólo los menos ignorantes."

"No existe felicidad más estable y duradera que la que se pro-duce al descubrir que no somos nada."

"Todo es, lo que resulta ser, después de todos nuestros esfuer-zos por lograr que fuera de determinada manera."

"No importa todo lo serio que el tema que abordamos pueda ser, si lo condimentamos con una pizca de humor, siempre re-sultará más sabroso y fácil de digerir."

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Creación de la Humanidad … Y luego de mucho pensar, decidió penetrar su vagina, rom-

piendo así el frágil velo de su virginidad, que a su vez separa su

útero del mundo exterior, para depositar dentro, la más mala de

las semillas de la maldad. Pero no tuvo en cuenta que, para su

correcta gestación y buen desarrollo, dicha semilla requeriría de

su complementación con otra que, casualmente, era pura bon-

dad. Tampoco tuvo en cuenta que esta última, yacía justamente,

dentro de aquel mismo útero.

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Acercándose al Cielo sin Volar A partir de la comprensión de que los conceptos del bien y del

mal responden a la conveniente inventiva del hombre, nuestra

última meta debiera consistir en lograr desligarnos de dichos

conceptos. Ello no implicaría desconectar nuestro

comportamiento social de arraigados conceptos morales y

éticos, los que no debieran requerir apoyo en los mencionados

conceptos en tanto estos estén basados en profundas

convicciones filosóficas. En cambio, el alcance de esta meta nos

permitirá comprender y aceptar todos los acontecimientos de la

Naturaleza y comportamientos sociales quitándoles todo tilde de

censura o crítica y aceptándolos tal cual son. Y aunque nos

encontremos un tanto lejos de lograr nuestro objetivo,

alcanzarlo constituirá un importante paso dado en el

descubrimiento del significado de la vida terrenal.

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- 74 -

Page 75: Recopilando Reflexiones

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El Único Gran Sueño “Absolutamente nada existe. Ni siquiera el vacío. No existimos

nosotros ni nada de lo que nos rodea. No existen los átomos ni

las moléculas. No las galaxias ni los sistemas solares. No lo ab-

stracto ni tampoco lo concreto. No existen las plantas ni los

animales. No los mares ni los colores. No las virtudes ni los er-

rores. No existe el tiempo ni las costumbres. Ni la historia, de

nada ni de nadie. No existimos nosotros, los humanos. Ni nos

cubren los cielos que tampoco existen. Ni Tierra alguna nos al-

berga. Ni ningún Dios nos protege…”

“Es imposible intentar explicar la Teoría de la Inexistencia

Absoluta. Puesto que no existe la forma de probar que absolu-

tamente nada existe. Se trata de un acto de fe. De profunda

convicción y creencia. Y que a la vez, no nos impida continuar

viviendo esta ilusión. Pero sin la necesidad de creer en los Mis-

terios de lo Desconocido para el Hombre. Sí, el hombre, pues,

es el único ser que cree desconocer cosas, porque cree conocer

otras. Cuando en realidad se equivoca en ambas apreciaciones.

Se trata de temas como el de la existencia, el tiempo, el espacio,

la eternidad, la vida, la muerte, el infinito. Somos tan solo los

protagonistas de un inmenso y único sueño. Un sueño eterno.

Un sueño sin tiempo.”

Cuando soñamos, vivimos nuestros sueños como una exagerada

y a veces grotesca realidad. Pero al despertar descubrimos el

engaño al que hemos sido sometidos por nuestra propia natura-

Page 76: Recopilando Reflexiones

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leza. A veces alegre y otras, tristemente. Pero casi siempre en-

contramos que los mismos hacen referencia a nuestras propias

vivencias de la vida real. La que nosotros creemos que existe.

Nuestros sueños son el lugar donde nosotros armamos la tela-

raña de nuestras vidas de acuerdo a nuestras propias

necesidades. Y sin ningún tipo de conciencia sobre ello.”

Un eterno sueño no soñado por nosotros es lo único que existe.

Es un sueño único. Y es lo único que existe ¿Qué es lo que dife-

rencia a nuestros sueños (los sueños humanos), de este único y

gran sueño que nos estaría haciendo creer y vivir una vida que

en realidad no existe? Este gran sueño es todo lo que hay, hubo

siempre y habrá. Existe por si solo sin que nadie lo sueñe. Por

eso es que no tiene comienzo y tampoco final. Porque nadie ha

debido dormirse para que comenzara y nadie nunca de él des-

pertará. Todas las complicaciones de la vida se dan tan solo

dentro de este único gran sueño. El cual no existe. No es nada,

puesto que no hay siquiera quien lo esté soñando. La Nada es

demasiado simple para aceptarla tal cual es. Para aceptar que

la Nada es Todo lo que hay.”

Durante un infinito número de años (palabra inventada por los

humanos como medida del tiempo), este sueño soñó cosas como

rocas, planetas, estrellas, espacios, nubes, soles, vientos, aguas,

tierras en sus diferentes formas: cráteres, montañas, volcanes,

islas. Y soñó cantidad de diferentes situaciones entre las

mismas. Hasta que se produjo una primer mutación importante

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en aquel sueño. La aparición del color verde. Y así fue como el

sueño se vio entretenido durante unos cuantos millones de años

más, soñando con prados y valles y algas marinas. Y disfrutó

soñando a los árboles crecer dando sus frutos. Y soñó con

jugosas verduras y frutas. Y con coloridas flores. Y continuó

soñando durante mucho tiempo, sin tiempo, con todo lo que el

hombre dio en llamar como los primeros vestigios de seres

animados, la vida vegetativa. Luego hubo una nueva mutación

en el sueño. Comenzó a soñar con peces y pájaros. Y luego una

tercera: soñó con animales terrestres. Hasta que se produjo en

el sueño, la última de sus mutaciones: la aparición del hombre.

Pero esta última mutación traería un cambio muy importante

que el sueño introdujo con la creación de su nuevo personaje:

se imaginó (soñó) un ser con conciencia, con alma,

sentimientos, inteligencia. ¿Y qué era todo esto? Nada. Nuevas

características inventadas y aparecidas en el nuevo personaje

del sueño. Así fue como el sueño creó un ser con espíritu.

Capaz de razonar. Y desarrollarse. Hasta el punto de poder

superar al propio sueño que lo creó. Y así poder taparlo,

esconderlo, convertirlo en inexistente. Para poder él, el

hombre, existir. Y así perdurar y convertirse en el dueño de la

Creación. Ayudado por un Dios, nacido de su propia necesidad,

para poder sepultar definitivamente su verdadero y único

origen: este único gran sueño. Pero en los últimos tiempos ha

ocurrido una quinta mutación. La que amenaza al hombre con

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abrir aquella sepultura y descubrirlo. Entonces el hombre

sucumbirá. Salvo que decida enfrentar su verdadero destino. El

destino de no ser nada. El destino de formar parte de La Nada

Total. La que siempre ha estado y siempre estará. La que no

necesita creador, pues no hay lo que crear. La que simplemente

está. Sencilla, monótona, aburrida. Sin posibilidad del más

mínimo cambio en ella. Pero la única real…Esta Nada Total

flota en una absoluta soledad. Ni el átomo o molécula más

pequeños podrían reconocer su existencia. Puesto que no

existen. Es ella sola flotando en un espacio inexistente,

aceptando y reconociendo su única y solitaria realidad.

(Párrafo extraído del libro: "EL ENTE DVORAK").

Page 79: Recopilando Reflexiones

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La Única Guerra He comenzado una guerra. A decir verdad, se trata de una bata-

lla, que es como comienzan casi todas las guerras. Mi enemigo

es cruel, despiadado. No descansa en su hábil esmero por des-

truirme. Es rápido, convincente, intenta lavar mi cerebro e

inundarlo con su droga. Llegar a mi corazón y quitarle todas sus

cualidades. Incluso en mis gestos, mis modales, mi mirada, en

mi cuerpo físico todo se sentirá su presencia si le permito inva-

dirme. Si lo dejo… me destruirá por completo.

Alzo mi estima como si fuese una espada. La enfrento a él con

todo mi poder y convicción para que sepa que no me rendiré. Y

comienzo a blandirla por doquier. Porque éste es el problema

más grave que existe cuando uno se enfrenta a un adversario de

semejante talla. Nadie sabe dónde está.

Golpeo desenfrenadamente el aire con la única cordura que re-

cibí al nacer y no la que acumulé con los años. Y escucho el

fuerte silbido como si se tratase de un sable. Hasta que advierto

que así no lo atraparé. Se escapa, se escabulle, se esconde y te

somete. Entregado a él estoy… ya casi por perder la guerra.

La primer parte de mí que él toma de rehén es el cerebro. Lue-

go, el corazón. Y entonces descubro cuál es el arma que debo

esgrimir en su contra y con la que seguramente lograré aplastar-

lo, eliminarlo por completo y para siempre de mi ser. Arrojo a

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un lado mi estima, mi poder y mi convicción. Lo mismo hago

con mis dos corduras. Frente a este enemigo no me sirven.

Giro todo mi cuerpo y emprendo mi retirada. Todos me aplau-

den, me adulan, me gritan lo grande que soy. Pero yo ya no me

doy por aludido. Mis gestos, mis modales, mi mirada… mi

cuerpo físico todo denota que él ya no está. Casi, no percibo ni

su ausencia. Como si nunca hubiese estado. Mi ego se ha esfu-

mado.

Me abrazo a mi indiferencia, la convierto en mi inseparable

amiga ya por siempre. Y finalmente, me siento plenamente fe-

liz. He ganado esta guerra.

"La única guerra que debiera existir es la que libra-

mos con nosotros mismos. Si venciéramos,

evitaríamos todas las demás."

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Reflexiones de un Niño Adulto Siendo apenas un niño vivía rodeado de temores. Temor a que

sus padres se murieran, temor a que le pasara algo malo a sus

hermanos, temor a que alguna gente querida se volviera loca,

temor a morirse ahogado en uno de sus ataques de asma, temor

a que le desapareciese el pene y se viera convertido en una niña.

Temor a que un día ocurriese una enorme explosión y se acaba-

ra el Mundo.

Dejando de lado este último, que de haber ocurrido hubiese ter-

minado con todo lo demás y luego de ver transcurrida gran

parte de su vida, pudo apreciar que ninguno de los hechos que le

producían tanto temor, habían ocurrido. Pero tuvo la sensación

de que aunque hubiesen sucedido, incluso todos juntos, no le

hubiesen hecho sufrir tanto como lo hizo el temor que se infligió

a sí mismo durante tanto tiempo.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda Au-

tobiográfica).

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La Libertad ¿Qué es la libertad? ¿No estar recluido en una de esas tantas

cárceles que nuestras sociedades ofrecen a las personas que han

cometido delitos o crímenes, quedando separadas por barrotes

de hierro de las personas llamadas buena gente? No, la libertad

no es eso. La libertad nos la damos y la quitamos nosotros mis-

mos.

La libertad proviene de nuestros corazones, de nuestro espíritu,

de lo más profundo de nuestro ser. Es una sensación en virtud

de la cual tomamos una determinada actitud en la vida. Decidi-

mos alejarnos de los dictámenes de la sociedad en que vivimos

y encontrarnos con nosotros mismos.

La libertad no sólo significa poder circular libremente por la ca-

lle pudiendo decidir a cada momento, si tomar a la derecha o a

la izquierda. Significa poder evitar que la gente nos manipule.

Poder expresar nuestros afectos sin que esto nos obligue a hacer

por los demás lo que consideramos que no podemos realizar.

Saber manejar el sentimiento de culpa pudiendo discernir con

objetividad suficiente a la hora de decidir nuestra responsabili-

dad sobre determinados hechos o situaciones.

En definitiva, se trata de que podamos llegar al término de este

sendero con la tranquilidad espiritual de haber sido los únicos

protagonistas responsables sobre nuestras vidas, midiendo todos

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nuestros actos, tanto aciertos como errores, con la misma varilla

de la buena intención puesta en lo que hacíamos.

Ser libre significa poder liberarse de las ataduras invisibles que

nos sugiere la sociedad. Poder evitar vender nuestros salarios

por adelantado a través de interminables créditos en el tiempo

que nos acercan a niveles de vida y a posesiones materiales, a

los que sólo podríamos acceder en un futuro, encadenándonos a

lugares de trabajo donde quizás ya no deseamos permanecer,

trayéndonos una sensación similar a la que siente la persona que

nos mira detrás de los barrotes por haber cometido algún delito.

Esto es falta de libertad.

Llegamos a este Mundo con las limitaciones propias de no po-

seer la libertad absoluta de hacer todo lo que se nos plazca. Pues

bien, no cercenemos aun más nuestra libertad con actitudes vo-

luntarias que nos encadenarán a situaciones que a veces duran

toda una vida.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda Au-

tobiográfica).

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El Ego

¿Qué es el ego? Es un cáncer invisible que nace con nosotros.

Viene ubicado en el cerebro, entremezclado con todas las fan-

tásticas y beneficiosas funciones del órgano. Si no lo extirpamos

a tiempo, cosa que realmente muy poca gente logra hacer, este

tumor sin volumen físico se encargará de darnos una muerte se-

gura y muy dolorosa: la muerte en vida.

¿En qué consiste el ego? ¿Cuál es su función? Simplemente ha-

cernos creer que somos alguien. Y a partir de esa creencia,

hacernos creer que crecemos.

Detrás de esta metáfora se esconden realidades que sería conve-

niente tener en cuenta. Veamos, que el ego nos haga creer que

somos "alguien" no significa que "no seamos nadie".

Vivimos una vida en la que todo lo tangible pareciera ser lo más

importante. Lo físico, lo que tiene volumen y ocupa un lugar en

el espacio pareciera ser lo único que existe y rige nuestras vidas:

Los automóviles, las casas, el dinero, nosotros mismos (nuestros

cuerpos). Todo lo que algún día desaparecerá. Todo lo que no

llevaremos a ninguna parte.

No sabemos advertir que esencialmente nosotros somos alma,

espíritu, energía. La materia que somos es como el automóvil, la

casa o los dólares. O el Planeta que nos cobija. Efímero. Todo

desaparecerá. Es una cuestión de tiempo.

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En cambio, la energía de nuestro espíritu ha estado siempre allí

y siempre estará.

La masa energética que flota en el espacio del Universo desde

todos los tiempos es la que se convierte en alma y espíritu al

tocar la materia, lo tangible: nuestros cuerpos, los cuerpos de los

animales (incluyendo los insectos y las bacterias) y las plantas.

Tres composiciones energéticas diferentes existen para cada uno

de los tres tipos de seres animados que habitan nuestro Planeta

desde sus mismos orígenes. Qué sucede en otros planetas, en

especial, en otras galaxias de otros universos, no lo podemos

saber. Pero no parece ser muy difícil llegar a la conclusión de

que todos somos lo mismo y único, desde los comienzos en el

infinito de los tiempos: una enorme masa de energía, la que sólo

comienza su proceso de descomposición en miles de millonési-

mas de partículas en el preciso momento del nacimiento del

cuerpo tangible. Nace un alma, sea que esto ocurre en el mundo

de los humanos, los animales o las plantas.

No resulta tan difícil de concluir que cada vez que muere un

cuerpo (humano, animal o vegetal), el alma que lo habita vuelva

a sus orígenes: aquella masa energética que siempre flota en el

espacio.

Volviendo a nuestro Mundo, quien pueda entender y aceptar los

preceptos de esta teoría, podrá concluir también en que tan sólo

somos una partícula entre una cantidad de las mismas cuya cifra

contiene una innumerable sucesión de ceros a su derecha, lo que

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la hace muy lejana a la comprensión de la mente y óptica huma-

nas. Pero de todas maneras, la aceptación de estos preceptos nos

permitirá relajarnos en la convicción de la inexistencia del yo.

No somos nadie, apenas una infinitésima partícula en el espacio.

Y a su vez, somos todo. Formamos parte del mayor poder ener-

gético existente. Lo más grande y lo único: nosotros mismos,

una masa energética de vida eterna.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda Au-

tobiográfica).

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La Mentira

La mentira siempre intenta inducir a un error a quien recibe el

mensaje sea éste verbal, escrito, por señas, imágenes o cualquier

otro tipo de expresión, distorsionando intencionalmente, en todo

o en parte lo que el emisor considera real o verdadero.

Existen personas que evitarán siempre decir una mentira, sea

cual fuere el precio a pagar. Las hay, que mentirán sólo en el

caso que dicha mentira reporte un beneficio o evite algún daño a

ellos mismos o a los demás. Están los que mentirán de todas

maneras, aun cuando no exista necesidad alguna de hacerlo.

La palabra es el medio de comunicación más utilizado entre los

hombres. Debiera poder decir que es también el más efectivo en

esa función, pero la falta de comprensión y entendimiento entre

los seres humanos le impide serlo.

Desde niños, nuestros padres nos suelen enseñar que "no se de-

be mentir". Pero... ¿Porqué no se debe mentir? ¿Quién podría

explicarnos porqué no debemos mentir? ¿Qué principio moral o

ético podríamos estar violando? Ninguno. Podríamos coincidir

en que no nos "conviene" mentir pero nunca que no tengamos

derecho a hacerlo. Incluso las leyes contemplan esta posibilidad

cuando los códigos de legislación expresan: nadie está obligado

a declarar en su propia contra.

Esto quiere decir que la ley permite la mentira si ésta servirá

para no auto delatarnos.

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Podríamos decir que quien decide mentir debe tomar total res-

ponsabilidad respecto de su actitud. Quien vive una vida repleta

de mentiras deberá asumir la desventaja de no gozar de credibi-

lidad por parte de quienes le conocen. Porque quien cree que

puede ir por la vida mintiendo permanentemente sin que nadie

advierta su actitud, vive un error que suele crearle no pocos pro-

blemas.

La mentira es un derecho íntimo de cada persona en su comuni-

cación con los demás. Sin embargo, las consecuencias de su

actitud, sean ventajosas o no, deberá asumirlas en su totalidad y

en soledad.

La mentira en sí misma no guarda aspecto moral o ético alguno.

Existen mentiras destinadas a crear situaciones beneficiosas al

prójimo mientras otras guardan altos grados de malicia en su

intención.

Sepamos decidir por nosotros mismos, si mentir o no hacerlo,

según las circunstancias. No permitamos que los demás nos in-

fundan sentimientos de culpa. Asumamos toda la

responsabilidad por nuestras mentiras, si las hay, como por to-

dos nuestros actos en la vida. Sepamos rechazar la culpa y

responsabilidad que los demás intenten endilgarnos. No come-

tamos el error de mentirnos a nosotros mismos.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda Au-

tobiográfica).

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La Competencia

Existen 3 tipos de competencia: la leal, la estéril y la ilegal.

Competencia Leal: Todo tipo de competencia en la que los

competidores respetan las reglas de juego, en busca del objetivo

unánime que premie al mejor o a los mejores. Se da tanto en el

ámbito deportivo, como el comercial, estudiantil, laboral y polí-

tico.

Competencia Estéril: Se trata en general de competencias so-

ciales. Resultan las más perniciosas debido a que quien compite

de esta manera va lastimando su propio espíritu. Provienen de la

contaminación que se produce al entremezclarse con sentimien-

tos y sensaciones de celos, envidia, odio, etc. Suelen alejarnos

de nuestros propios objetivos y crearnos un futuro con proble-

mas de difícil solución.

Este tipo de competencias no conllevan objetivo alguno y gene-

ralmente las personas no advierten que a veces sus

circunstancias no son las mismas que las de los demás. Debido a

que su mirada está puesta en los otros se olvidan de tomar en

cuenta su propia situación y circunstancias para la toma de deci-

siones.

Competencia Ilegal: Todos conocemos este tipo de competen-

cias. Se encuentran reñidas con todo principio moral y ético y

con las normas legislativas de cualquier sociedad.

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Las solemos ver en el mundo de los deportes a través de los de-

fraudadores resultados de los "tests antidoping", en áreas

gubernamentales, mostrándonos la constante actitud inescrupu-

losa de algunos políticos y en el mundo laboral y comercial,

donde nos resulta familiar observar la actitud de personajes que

no escatiman esfuerzos para obtener lo que desean.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda Au-

tobiográfica).

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El Temor

El temor fisiológico en el ser humano, como capacidad, genera-

rá la liberación dentro del organismo, de una dosis de

adrenalina, permitiéndole aguzar sus sentidos, aumentar la con-

centración y sentido de alerta y tonificar sus músculos para, en

definitiva, estar preparado para neutralizar algún peligro real

aparecido. En los animales, la ayuda que el miedo ante un peli-

gro les ofrece, les da la posibilidad, muchas veces, de salvar sus

vidas, aún con resultados más asombrosos que los logrados por

la especie humana.

Pero la constitución del cerebro de una persona y la consecuente

desintegración de la masa energética al contacto con el cuerpo

tangible, como ya hemos podido observar, produce la aparición

de sensaciones y sentimientos entre los que se cuenta el miedo.

Pero el miedo o temor que no proviene de un peligro real o in-

minente, suele ser producto del estado de impureza del amor.

Entonces aparecerá este temor injustificado en función de los

viajes que nuestra mente realiza hacia el pasado y hacia el futu-

ro. Por ejemplo, quien vivió una situación de peligro o hecho

concreto no deseado, en el pasado, imaginará la posibilidad,

quizás con sensación de certeza, de que dicho peligro ya inexis-

tente pueda volver a manifestarse en un futuro próximo. El

pasado y el futuro no existen. Los peligros para que sean tales,

deben manifestarse en nuestro presente, pues de lo contrario no

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existen. Y mientras no existan sería conveniente que no sintié-

ramos temor respecto de los mismos pues estaríamos

malgastando energías en situaciones inexistentes.

En el caso que se dieran las condiciones para concluir que existe

una probabilidad cierta sobre la amenaza del peligro en un plazo

de tiempo más o menos inmediato, convendría ya, no sumirnos

en el temor o preocupación por algo aun inexistente sino "ocu-

parnos" del tema, intentando tomar todos los recaudos para

evitar la aparición de dicho peligro o en el caso de ser inevita-

ble, estar preparados para enfrentarlo y combatirlo.

Este tipo de temores no basados más que en reminiscencias del

pasado o conjeturas del futuro, suelen derivar en las fobias, ma-

los hábitos producto de las tensiones, neurosis varias y un

pronunciado deterioro en el ánimo de la persona basado en si-

tuaciones que a veces nunca llegan a suceder.

Los comprimidos del tipo Prosac son un fiel testimonio de la

dependencia de las sociedades a un fármaco que en última ins-

tancia calmará la ansiedad de poblaciones enteras pero que

nunca tendrá el efecto de neutralizar los peligros que en realidad

se nos presenten.

Debemos domesticar nuestra mente para evitar que ésta conti-

núe controlando nuestras vidas y empezar a ser nosotros mismos

los que decidamos cuales serán nuestros pensamientos.

En última instancia, deberemos entender que si nos sentimos

obsesionados por la propagación de un incendio inminente que

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sólo existe en nuestras mentes (aunque el temor aparezca por la

vivencia de un incendio real ocurrido en el pasado), sólo logra-

remos apagar sus llamas trabajando en nuestro interior.

La comprensión de los hechos combinada con ejercicios de con-

centración y meditación a los efectos de lograr el control sobre

nuestra mente es la mejor solución que he encontrado al pro-

blema.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda Au-

tobiográfica).

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La Muerte

Debiera ser un acto tan feliz como el del nacimiento. Nuestro

error es pensar sobre la muerte como seres vivos. Tanto en rela-

ción con nuestros seres queridos como respecto de nosotros

mismos. Esto no significa que debemos morir para pensar co-

rrectamente sobre ella. Sino que nos cuesta desprenderlos y

desprendernos. Quedamos aferrados a principios terrenales, co-

mo si luego de muertos continuáramos viviendo en las mismas

condiciones que lo hacíamos. Y en el mismo lugar. Por eso es

tan común la escena que nos muestra a seres queridos, aferrán-

dose a un cuerpo inerte, entre gritos y llantos, reteniéndolo e

intentando evitar su entierro. La persona ya no está aunque po-

damos tocar su cuerpo. ¿Porqué no dejarla ir adonde nosotros

también iremos? Si es eso lo natural y lo que ha ocurrido siem-

pre.

"No lo puedo creer". Siempre se escuchan las mismas palabras.

Si pudiéramos advertir que el ser querido que nos ha abandona-

do vuelve a sus orígenes y que no sufre sino que disfruta de un

estado de estabilidad armónica imposible de percibir puesto que

no es terrenal, nos quedaríamos conformes con su alejamiento.

Permitirnos estar tristes sí, puesto que entendemos que nos

hemos tenido que despedir de un ser que amamos y no volvere-

mos a ver en esta vida terrenal, situación que ha ocurrido sin

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nuestra voluntad y probablemente tampoco la del ser que nos ha

abandonado.

Si por el contrario, se acerca nuestra hora de abandonar esta vi-

da, intentaremos actuar de la siguiente manera:

- Será muy difícil prever nuestra forma de reaccionar al

momento de enterarnos que nos iremos definitivamente.

Deberemos abandonarnos a nuestros impulsos, por lo

menos en un primer momento para permitir a nuestros

afectos expresarse en forma auténtica. Esta primera for-

ma de actuar nos ayudará a adaptarnos a la nueva

situación para ir lentamente cambiando las tensiones por

comprensión, para finalmente terminar sintiendo alivio y

aceptación auténtica de la nueva situación y no simple

resignación.

- Cuando nuestro momento llega la situación resulta irre-

versible por lo que nos conviene entender esto ya que en

la medida que nos resistamos lo único que lograremos es

agregar padecimiento psíquico y también físico (puesto

que somos una unidad) a nuestros últimos momentos.

- Deberemos intentar estar en paz con nosotros mismos. Si

hemos estado practicando algún tipo de meditación so-

bre bases diarias y ejercicios de concentración en nuestra

propia respiración para impedir que nuestra mente nos

domine llevándonos como un torbellino a pensamientos

que no deseamos tener, éste es el momento.

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- Por último, si tenemos fe en que “es a través de la últi-

ma de nuestras desgracias que conoceremos el paraíso

definitivo”, nuestro rostro sabrá mostrar una auténtica

sonrisa cuando el momento llegue. Y esto ayudará a los

seres que nos quieren a apaciguar su dolor por haberlos

abandonado, dolor que ya no contará entre nuestras po-

sibilidades en el paraíso adonde hemos viajado.

"...el campesino llevaba tres días caminando por el desierto,

sacudido y golpeado por los fuertes vientos que casi lo tum-

baban, castigando su agrietado rostro con el arena que se

fijaba en sus mojadas mejillas de tanto llorar. Iba en busca

del Maestro, el que le habían dicho que vivía allí. Él nunca

había estado en el desierto pero debía encontrar una res-

puesta a su pregunta. Y sólo el Maestro se la podía dar. Los

cuatro puntos cardinales mostraban lontananza el mismo

paisaje, desierto, arena, dunas, todo movido por un viento

que no se cansaba de agitarse. Todo se mezclaba a lo lejos

con un cielo gris de nubes igualmente sacudidas y desinte-

gradas. El desierto lo abarcaba todo como si fuera lo único

que existía.

El cuarto día llegó con reminiscencias de un sol rojo y ame-

nazante que aun se escondía entre las lejanas dunas, cuando

el campesino divisó a lo lejos una carpa de lona blanca que

parecía reflectar más luz que la del propio día. Supo ense-

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guida que el Maestro se encontraba dentro. A medida que

avanzaba hacia la extraña carpa su corazón latía fuerte y

cada vez más de prisa. Un corazón que se había debilitado

por tanto dolor. Cuando estuvo frente a la misma se detuvo

por un momento y sólo escuchaba el incesante ruido del vi-

ento y el de la lona sacudiéndose. Acto seguido, escuchó

una voz melodiosa desde el interior de la carpa, que detuvo

por un momento todos los ruidos:

-Entra hombre... vamos, te estaba esperando-

El campesino traspasó la puerta de lona que colgaba y ya

dentro todo se calmó. No hubo más viento ni ruido alguno.

Parecía haberse trasladado a otro lugar. El afuera y el

adentro no coincidían. El lugar era mágico. Sus lágrimas se

secaron y el dolor de su corazón desapareció.

Temeroso y con cierta inseguridad penetró dentro y se que-

dó parado mirando al Maestro, mientras éste a su vez le

sonreía y con un ademán hecho con su brazo izquierdo lo

invitaba a sentarse sobre un acolchado almohadón coloca-

do en el suelo frente a él. Hasta el momento el Maestro no

había hablado. Era un hombre difícil de describir, incluso

para el campesino. Supo en ese momento, que el Maestro

era como lo veían los ojos del que lo miraba. Y eso lo recon-

fortó. Quedaron mucho tiempo mirándose uno al otro sin

emitir palabra alguna. El silencio era extremadamente pla-

centero. Pero de pronto, como todo, se rompió:

Page 101: Recopilando Reflexiones

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-Ya se que todo el dolor por el que haz hecho tan largo via-

je, para verme, ha desaparecido... pero está bien...-

Y le volvió a sonreír amablemente:

-así debe ser para que puedas entender la respuesta a tu

pregunta, pues tú mismo sabrás responderla-

Cerrando los ojos y juntando sus manos, le dijo al campesi-

no:

-haz tu pregunta, hijo mío-

Y quedó tieso como una estatua hasta que el campesino se

decidió a hablar:

-Maestro-

Ya sin emoción en su corazón, bajó su vista mientras el

Maestro permanecía en la misma posición y con sus ojos

aun cerrados y empezó a hablar envuelto en una fuerte sen-

sación de estar allí solo:

-Maestro- dijo el campesino nuevamente,

-viví una vida de trabajo, sólo dedicado a mi esposa y mis

tres hijos. Como todos en esta vida hemos pasado momentos

buenos y momentos malos, entre los que debimos soportar

la terrible enfermedad de mi esposa, de la cual por suerte se

repuso; las inundaciones y luego la plaga que nos arruina-

ron por completo las cosechas, dejándonos en la ruina.

Luego perdimos todo el rebaño de ovejas en manos de una

voraz manada de lobos. Todo ocurrió en diferentes épocas

de nuestras vidas. Y siempre supe entender al destino por-

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que de mi padre aprendí de joven, que existe un paraíso es-

condido detrás de cada una de nuestras desgracias. Y así

siempre sucedió. Todos nuestros problemas se fueron solu-

cionando y siempre con paciencia supimos esperar hasta

que el destino nos mostrara que todo lo que había ocurrido

era lo mejor para nosotros... Esto, mi padre lo aprendió de

Usted, Maestro...-

A esta altura del monólogo el campesino supo que ya no se-

ría interrumpido por el Maestro, el que mostraba un rostro

por demás complaciente que parecía saber como continua-

ría el monólogo de aquel hombre y cual sería el desenlace.

-Yo siempre supe esperar con paciencia y con el paso del

tiempo y la observación, siempre llegaban las respuestas

mostrándome que lo que había sucedido había sido siempre

lo mejor por más doloroso que nos hubiese resultado-

De pronto el hombre sintió la boca y la garganta secas y

colocando una de sus manos sobre el cuello, le habló al

Maestro:

-Por favor Maestro, ¿podría darme un vaso de agua?-

El Maestro, tieso aun y en la misma posición adoptada des-

de el principio, murmuró en voz muy baja:

-Mueve tus mandíbulas como si estuvieras mascando algo.

Sentirás tu propia saliva mojando tu boca y tu garganta.

Haz este ejercicio hasta que sientas que ya es suficiente y

luego continúa hablando-

Page 103: Recopilando Reflexiones

- 103 -

El campesino pudo ver los labios del Maestro moverse ape-

nas un poco sólo para emitir aquellas palabras. Fue todo lo

que se movió de él y volvió a su solemne quietud. El hombre

hizo lo que el Maestro le dijo. Su boca y su garganta se mo-

jaron y pudo continuar hablando:

-El último otoño se adelantó. Nos azotaron fuertes vientos,

lluvias y tormentas. Pedro, el mayor de nuestros hijos empe-

zó a sentirse mal una mañana. Aun así, quiso ir a los

campos para salvar parte de las cosechas y resguardar los

animales de las fuertes tormentas. Durante la noche su sa-

lud empeoró. Tuvo mucha fiebre. A la mañana siguiente

deliraba. Preparé la carreta y el caballo para llevarlo al

pueblo en busca del médico. Mi esposa quiso acompañarme

y los pequeños críos no podían quedar solos en el rancho.

Así fue como todos viajamos al pueblo. Los esfuerzos

hechos por el médico fueron en vano. Cuando llegamos con

Pedro hasta lo del médico, el niño agonizaba. Tenía neumo-

nía. Murió esa misma noche. Mi esposa y yo quedamos

destrozados. No podíamos siquiera juntar las fuerzas nece-

sarias para enterrarlo. La hermana de mi mujer y su esposo

llegaron al lugar y nos llevaron con ellos, a su casa en un

pueblo cercano. Se ocuparon del cuerpo de Pedro y de

atender a los críos. Nos quedamos unos meses con ellos y

les estuvimos muy agradecidos. Pero desde entonces no ha-

cemos más que buscar y buscar...-

Page 104: Recopilando Reflexiones

- 104 -

El recuerdo de aquellas vivencias derritió témpanos de lá-

grimas acumuladas en el corazón del campesino. Agotado,

por tener que revivir esos hechos, continuó hablando. Hizo

un último esfuerzo sabiendo que aquel monólogo llegaba a

su fin:

-Maestro, ¿qué paraíso puede haber escondido detrás de

semejante desgracia?-

Entonces, por primera vez, el Maestro abrió sus ojos y se

movió. Se levantó del suelo con lentitud y fue en busca de un

tazón de porcelana oscura conteniendo un brebaje que

humeaba:

-Bébete este té, hijo mío. Luego intenta dormir un rato-

Para lo cual le acercó otro almohadón más grande:

-Cuando despiertes habrás encontrado respuesta a tu pre-

gunta y podrás volver con tu familia-

El Maestro enfiló hacia la salida de la carpa. A espaldas del

campesino colgaba la puerta de gruesa lona. El hombre gi-

ró su torso para observar. No creía que el Maestro, así sin

más, abandonaría su propia carpa. Pero así fue. Lentamen-

te y sin pronunciar palabra, el Maestro abandonó el lugar.

El campesino tuvo un impulso por seguirlo, pero recordó el

mandato del Maestro y se recostó sobre el otro almohadón.

Quedó dormido casi en forma inmediata.

El campesino soñó su propia historia y la de su familia. So-

nó con los momentos previos a la enfermedad de su hijo

Page 105: Recopilando Reflexiones

- 105 -

Pedro. Soñó con otra versión de la historia y pudo enterarse

de qué hubiese acontecido si su hijo no hubiese enfermado.

Al día siguiente al de la neumonía de Pedro, exactamente

cuando el niño agonizaba y moría, haciendo vanos los in-

tentos del médico por salvar su vida, una tribu indígena con

sed de sangre llegaba a la zona donde su rancho se encon-

traba ubicado. Encontrarían todo vacío y continuarían su

camino hasta llegar a un rancho vecino. Cuando la tribu

abandonó el lugar, los siete integrantes de una misma fami-

lia que allí habitaban yacían colgados de los árboles que

rodeaban la casa.

El campesino despertó sobresaltado al ver tan claramente

los siete cadáveres colgando. Buscó los almohadones. Miró

a su alrededor buscando la carpa que lo había cobijado del

incesante viento, pero no encontró nada.

Se encontraba tendido en la cama de madera de roble, en la

habitación de adobe de su propia casa. Mientras su mujer

preparaba el desayuno aquella mañana, él pudo ver aso-

marse al mayor de los críos. Ya tenía la edad de Pedro

cuando tristemente los había abandonado."

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda

Autobiográfica).

Page 106: Recopilando Reflexiones

- 106 -

Page 107: Recopilando Reflexiones

- 107 -

Auto Consejos

- No intentes conformar a los demás, te estarás alejando

de ti mismo.

- Lleva una vida haciendo lo que te plazca con sólo tres

limitaciones: no dañar al prójimo, no dañarte a ti

mismo y no permitir que te dañen a ti.

- Cultiva tu interior y no habrá adversidad que te doble-

gue.

- No intentes mostrar quien no eres, la autenticidad no

disimulada te traerá una paz interior que no se paga

con nada.

- Luego de un austero y objetivo (en la medida de lo po-

sible) análisis, decide sólo tú sobre tus culpas y

responsabilidades.

- Hazte responsable de tus actos (errores) sin considerar

el costo. Especular con ganancias y pérdidas en estos

casos, a futuro, termina siempre en pérdidas.

- No permitas que los demás te manipulen. Deja estable-

cidos tus límites claros y precisos desde un principio.

- Intenta conocerte cada día un poco más con la idea

certera de que cualquier cosa que descubras estará

bien o por lo menos mejor que manteniéndola escondi-

da en el subconsciente.

Page 108: Recopilando Reflexiones

- 108 -

- No pretendas tener razón, nadie la tiene. En estos

asuntos el que gana, siempre pierde.

- No necesites explicar tus verdades. Con que tú las en-

tiendas es suficiente.

- Relaciónate con los demás pensando que eres tú.

- Aprende a disfrutar de la soledad y el silencio. Acos-

túmbrate a meditar sobre bases diarias como si de

necesidades biológicas se tratara.

- Luego de haber agotado los medios de los que dispones

para gozar de una completa salud, acepta las dolencias

que te aquejen sin protestas estériles que sólo agrava-

rán tu situación. La enfermedad es parte de nuestra

salud. Sabe distinguirte de ella. Cuando deba estar, que

habite sólo tu cuerpo.

- Vive tu vida con coherencia y respetando tus propios

principios y la muerte se te asomará como una amiga

que te ayuda a dar los siguientes pasos y tú con satis-

facción y sin miedo te envolverás en sus brazos.

(Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO

DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS" – Auto Ayuda

Autobiográfica).

Page 109: Recopilando Reflexiones

- 109 -

¿Hacia dónde nos dirigimos? Supongo que no será la primera vez que el lector se encuentra

frente a semejante pregunta, la que peca por su falta de origina-

lidad a su vez que la observamos repetirse una y otra vez,

siempre en su calidad de interrogante y nunca dando una res-

puesta que nos satisfaga. Quizás, porque el final que

vislumbramos no es el más promisorio. Las respuestas que so-

lemos encontrar a este interrogante nos soslayan en general, que

los humanos poseemos esta tremenda capacidad de avanzar a

medida que retrocedemos, o retroceder a medida que avanza-

mos. Y aquí, nos podemos permitir el juego de palabras, puesto

que también, como en las matemáticas, el orden de los factores

no alterará el producto.

Quisiera aprovechar y transcribir, en este preciso momento y

lugar, un escrito que no data de muy lejos en el tiempo (puesto

que de lo contrario, en su época hubiese sido confundido con

algún relato tétrico de ciencia ficción), pero que refleja lo que

acabo de expresar, trayéndonos una imagen nada original (pues

se repite día a día) pero cierta de nuestra realidad de hoy.

Apocalipsis Ayer: Se dice que el ser humano es la especie

dominante sobre la Tierra. En cierto modo esto es verdad.

También es la única especie viva que a través de su existencia

Page 110: Recopilando Reflexiones

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ha podido procurarse evolución y desarrollo a sí mismo.

Ningún otro animal sobre la Tierra hubiese descubierto el

fuego, otros planetas, la redondez de la Tierra o la cantidad de

drogas (fármacos) que hoy controlan y curan enfermedades

alargando la vida de la especie. Como tampoco hubiese podido

ninguna otra especie animal, inventar el pararrayos, el

telégrafo, el teléfono, la televisión, el ordenador, el internet, los

teléfonos celulares, por mencionar sólo algunos. Ningún otro

animal hubiese sabido descubrir la pólvora o inventar armas de

las más sofisticadas, crear bombas nucleares, químicas o

biológicas.

Ninguna otra especie que no sea el hombre podría haber puesto

en peligro la subsistencia del Planeta rompiendo las propias

leyes de la Naturaleza. Sólo el hombre es capaz de algo así. El

hombre agujereó la capa de ozono, contaminó los mares y océ-

anos con petróleo, incendió bosques y reservas vegetales

naturales, provocó la extinción de especies animales con su ca-

za, contaminó la atmósfera de gases tóxicos. El hombre

amenaza con la extinción del agua potable del Planeta en cues-

tión de años. El hombre acostumbra acumular la mayor

cantidad de bienes que puede, en forma ilimitada, sobrepasando

en muchos casos, largamente lo necesario y privando a sus

congéneres de lo mínimo para una vida digna o inclusive, para

la subsistencia.

Page 111: Recopilando Reflexiones

- 111 -

El hombre es el único ser capaz de lograr los adelantos más

beneficiosos para la Humanidad y el Planeta todo y a la vez, el

único también capaz de destruirlo dejando tan sólo fragmentos

de éste flotando en el Universo. Aún sabiendo que no podría

presenciar los resultados de su propia obra. El hombre es a la

vez Dios y Diablo de sí mismo. Y cuando el bien y el mal coexis-

ten, el mal vence, aunque se suela decir lo contrario.

Habiendo efectuado ya el último giro y enfrentando la recta fi-

nal de nuestras reflexiones, desearía a modo personal, salirme

un tanto de nuestro libreto e intentar alguna otra explicación que

nos reporte un halo de esperanza en los días por venir:

¿Hacia dónde nos dirigimos? Ésta es nuestra pregunta ¿ver-

dad? Pues bien… ¿y si no estuviéramos dirigiéndonos a

ninguna parte? Porque la pregunta, de la manera que está

formulada presupone dos cosas. La primera consiste en que

no sabemos "hacia dónde nos dirigimos". Pero la segunda

sugiere que adonde sea que vayamos, nos dirigimos "todos

juntos". Tamaño error. Si justamente lo que nos separa es lo

que nos enfrenta. Nadie parece estar de acuerdo con nadie. Y

si encontramos factores en común para sentirnos unidos, esto

sucede sólo en pequeños grupos, los que utilizan sus principios

comunes para aliarse en contra de…

Page 112: Recopilando Reflexiones

- 112 -

En vez de ir en busca de nuestras similitudes, cada vez más,

nos aferramos a nuestras diferencias. No respetamos que el

vecino piense de manera distinta a la nuestra. Nos sentimos

dueños de la verdad. Nuestras diferencias ideológicas, de raza,

credo, religión, color de piel, tradiciones, lengua, nos están

enfrentando cada día más en un mundo en el que sin un moti-

vo justificado, la convivencia se vuelve más y más hostil.

El hambre y la pobreza, descendiendo a niveles por debajo de

los considerados mínimos para la dignidad humana en un

mundo con recursos para alimentar a un número tres veces

mayor de pobladores del que lo habitan, perdiendo el respeto

al derecho básico de la libertad, salud y vida de todos los habi-

tantes de este Planeta, sí justifican la resistencia y lucha del

individuo por obtener lo mínimo que le corresponde. Los líde-

res del mundo debieran ya entender que la política del

"exclusivo interés propio", sumada a la apatía e indiferencia

por la situación de nuestros congéneres, tarde o temprano, no

traerá otra cosa que "el efecto bumerán".

"Hacia dónde nos dirigimos". Ya ni siquiera es un interrogan-

te. No nos dirigimos a ninguna parte. Por lo menos, no todos

juntos. Como perdigones de algún cartucho disparado o las

esquirlas de una granada activada, así viajamos los humanos

por el mundo. En miles de diferentes direcciones.

Es por todo lo antedicho que vengo a proponer por medio de

este modesto libro de reflexiones y ya en las líneas finales de

Page 113: Recopilando Reflexiones

- 113 -

su redacción, la consideración de algunos principios en pro de

una nueva comunicación entre los seres humanos, teniendo

en cuenta el bien común y con la única pretensión de que las

futuras generaciones encuentren un mundo más parecido al

que todos nos merecemos. Y para ello, no encuentro mejor

oportunidad que ésta para transcribir aquí mis consideracio-

nes respecto del "Amor", extraídas de mi libro: "El Paraíso

Escondido detrás de Nuestras Desgracias."

El Amor: El amor en su estado más puro se encuentra latente

dentro de esa masa energética que somos. El amor es la masa

energética. Pero al igual que el alma, se instala dentro nuestro

al materializarnos en un cuerpo.

De la misma manera que las propiedades del espíritu varían

según éste habite en un cuerpo humano, animal o vegetal, lo

propio ocurre con el amor.

Las propiedades energéticas del amor humano abren un campo

afectivo de mayores posibilidades que las de los animales o

plantas, como todos sabemos.

Pero el amor humano en su estado más puro dista bastante del

concepto de amor que conocemos y reconocemos habitualmente

en nuestros congéneres y en nosotros mismos.

Muy pocas son las personas que poseen la dicha de experimen-

tar el sentimiento de amor en su fase más pura. Esto es, sin

ningún tipo de contaminación social.

Page 114: Recopilando Reflexiones

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El niño nace envuelto en una poderosa masa energética, expre-

sada a través del aura que desborda su cuerpo y el de todo ser

humano. Ésta incluye una fase que se convertirá en amor en su

estado más puro, al producirse el contacto de dicha masa ener-

gética con el cuerpo tangible. Pero luego, ya desde los

comienzos de su joven vida, empezará a experimentar la parti-

ción de ese sentimiento, de una forma similar a la que se

produce cuando se desintegra en partículas la masa energética

que flota en el Universo, al momento de entrar en contacto con

los cuerpos tangibles. En este caso, el amor en estado puro se

irá desintegrando, para compartir su espacio con otros senti-

mientos y sensaciones que lo irán contaminando. El primero en

aparecer es el temor, al que luego se le irán agregando los sen-

timientos de celos, lento crecimiento del ego, incluyendo el

ilusorio desarrollo del sentido de propiedad y de pertenencia,

para dar paso más tarde, en etapas más avanzadas del creci-

miento del niño, a sentimientos que terminarán de contaminar

la pureza de ese sentimiento de amor con el que nacimos, como

los sentimientos de envidia, codicia y odio, entre otros.

De todas maneras, todos sabemos que el amor no queda desin-

tegrado sino entremezclado con los anteriores. Es por eso que

solemos a veces experimentar sentimientos encontrados como

amor y odio a la vez hacia la misma persona. O nos acosan el

arrepentimiento y el sentimiento de culpa luego de haber senti-

do celos o envidia hacia un ser querido.

Page 115: Recopilando Reflexiones

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Nuestro amor ha perdido el timón y queda a merced de los olea-

jes y tempestades que se susciten en este inmenso mar que es la

vida. Salvo que seamos concientes de esta situación y decida-

mos tomar cartas en el asunto. Desde el momento en que el niño

nace con su sentimiento de amor tan puro, hasta que se convier-

te en adulto, su amor sufrirá reveces de los que no resulta fácil

recuperarse.

La persona adulta cree saber siempre qué es lo mejor para sus

seres queridos e intenta a veces influir por todos los medios pa-

ra que el otro haga exactamente lo que él quiere. Las personas

llegan a veces a extremos inimaginables de manipuleo para lo-

grar su cometido. Pero están confundidas. No advierten que su

amor se ha contaminado y está dirigido sólo a sí mismo.

El amor en su estado más puro es proyectado hacia toda la es-

pecie. Una vez contaminado por las influencias sociales no

encontrará más posibilidades que las de dirigirse hacia una o

varias personas. Y si la contaminación es aún mayor, el amor

que sentirá por esas personas estará sólo destinado a su propio

bienestar afectivo. Y por último, si la contaminación es comple-

ta, todo su amor será apresado por una poderosa sensación de

resentimiento hacia sus congéneres y el Mundo todo y quedará

convertido en odio. Lamentablemente, el crecimiento del fun-

damentalismo en las últimas décadas deja un triste testimonio

de los niveles a los que puede arrastrarnos la contaminación

del amor.

Page 116: Recopilando Reflexiones

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Por otro lado, debemos reconocer que el amor, como todo sen-

timiento, no puede ser inducido por la fuerza. No proviene de la

decisión voluntaria de las personas. Y esto es lo que hace nues-

tra tarea más difícil de llevar a cabo.

Primero, la persona adulta deberá reconocer la existencia de la

raíz y el origen de su amor en estado puro apenas llegado a este

Mundo.

A continuación, si reconoce la contaminación de su sentimiento

de amor y la pérdida de paz interior y felicidad plena que esto

le significa, nacerá en él la libre y voluntaria decisión de volver

a sus raíces, porque entonces percibirá la convicción de que ese

es el paso obligado para volver al estado de felicidad plena no

condicionada por ningún factor externo a él.

Una vez logrado este primer paso, el resto lo hará la práctica.

El ejercicio de la ayuda y preocupación por los demás ira mos-

trándole de a poco los efectos y beneficios personales que se

sienten al ir recuperando la pureza del amor.

Es el amor a sí mismo, a través de la comprobación de que el

regreso a los orígenes nos vuelve a brindar esa felicidad plena

en nuestros espíritus, perdida hace tanto tiempo y que nos me-

recemos por ser lo único que nos pertenece, que nos permitirá

finalmente sentir en forma incondicional, amor hacia los demás,

pudiendo ya en paz comprender todo aún cuando no entenda-

mos los motivos.

Page 117: Recopilando Reflexiones

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Todos estamos unidos por la misma cuerda invisible, la que

nos podrá ahorcar o liberar según nuestras propias decisiones.

No vayamos en diferentes direcciones pues nuestra cuerda in-

exorablemente se tensará. Cuando existan desavenencias,

podremos acceder o que los demás accedan a ir en un sentido

u otro, juntos, sólo en virtud de habernos convencido unos a

otros utilizando nuestra herramienta más poderosa: el diálogo.

Si comprobamos que nos hemos equivocado, siempre estare-

mos a tiempo para cambiar de rumbo. Si no hemos logrado

convencer, dejémonos convencer, aun sin estar convencidos,

puesto que la otra opción sólo consistirá en estirar la cuerda.

Una Última Reflexión

"Hemos arribado a un punto de nuestra historia en el que des-

preciamos el valor de nuestras vidas para obtener nuestros

objetivos, sin advertir que desaparecida la vida, desaparecen

también los objetivos. La posibilidad de alcanzarlos se ha ido

con ella."

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Í n d i c e Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos? .................................................... 3 Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos? .................................................... 5 Dedicatoria ........................................................................... 7 Prólogo del Autor ............................................................. 11 El Kamikaze Inconsciente ............................................. 17 Confusiones Afectivas ..................................................... 21 Pesimismo/Optimismo versus Negativismo/Positivismo … 21 Faltar a la Verdad sin Mentir ……………………………... 26 Amor versus Confianza ……………………………………. 30 Asumir Responsabilidad sin Sentir Culpa ……………….. 32 La Moral, La Ética y El Juicio de Valoración Y Comportamiento Adecuados …………………………… 34 Identificación Positiva .……………………………………… 35 Identificación Negativa ...…………………………………… 36 Falta de Identificación ………………………………………. 37 Nuestra Relación con el Dinero …………………. 41 El Prejuicio ……………………………………………… 45 El Rencor ………………………………………………... 47 La Envidia ……………………………………………….. 49 Los Celos …………………………………………………. 53 El Odio ……………………………………………………. 55 La Violencia ...…………………………………………… 59 La Cobardía .…………………………………………….. 63 La Bondad y la Maldad ...……………………………. 67 Aforismos ...………………………………………………. 69 Creación de la Humanidad …………………………... 71 Acercándose al Cielo sin Volar ……………………… 73 El Único Gran Sueño (Párrafo extraído del libro: "EL ENTE DVORAK") .……….. 75 La Única Guerra ………………………………………... 79

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Reflexiones de un Niño Adulto (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") ... 81 La Libertad (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") ... 83 El Ego (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") ... 85 La Mentira (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") ... 89 La Competencia Competencia Leal Competencia Estéril Competencia Ilegal (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") …………………………………………...... 91 El Temor (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") ... 93 La Muerte (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica") ... 97 Auto Consejos (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica").. 107 ¿Hacia dónde nos dirigimos? .………………… 109 Apocalipsis Ayer ……………………………………...…… 109 El Amor (Párrafo extraído del libro: "EL PARAÍSO ESCONDIDO DETRÁS DE NUESTRAS DESGRACIAS-Autoayuda Autobiográfica").. 113 Una Última Reflexión ...……………………………… 117

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