recambioyalternancia

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2008: Recambio y alternancia El 2008 debe significar un giro en la calidad de la política que se está haciendo en Chile. No cabe duda que, desde 1990, esta se ha venido deteriorando y empiezan a surgir síntomas preocupantes. La corrupción, el desgobierno y la improvisación han dejado de ser hechos completamente aislados. Además, se aprecia una cierta sequía de ideas y un relativo agotamiento de los proyectos que enrarece el ambiente. Este estado de cosas facilita el nacimiento de grupos y liderazgos que, sin propuestas del todo claras y sin coherencia doctrinaria, pueden ser caldo de cultivo para el populismo y la demagogia que tanto daño han causado al continente. En este contexto, continuar hablando únicamente de las políticas públicas y reformas que se requieren para alcanzar el desarrollo en un plazo relativamente breve – plazo que la Concertación, por su incapacidad, ha ido alargando-, parece no ser suficiente. En efecto, las innovaciones en educación, en emprendimiento, en igualdad de oportunidades y en empleo, son absolutamente necesarias. Sin embargo, sin un cambio en el tipo de política que se está realizando, estas transformaciones no serán suficientes para alcanzar la meta y serán difíciles de concretar. El país requiere aquello que Jaime Guzmán calificó en sus días, a propósito del descalabro ocurrido en 1973, como un “nuevo estilo de hacer política”. Este se caracteriza por la existencia de partidos políticos leales a sus convicciones, veraces acerca de sus ideas y propuestas, y que desarrollan un trabajo serio y cercano a la gente. Guzmán imaginaba una política franca, honesta, con alto sentido patriótico, y alejada de las ideologías que dificultan el progreso y son fuente de conflicto. Estos mismos elementos son los que Chile requiere hoy para superar su estancamiento. El desprestigio de la política, el desinterés de los jóvenes y la baja adhesión que tienen en la ciudadanía los partidos y las principales coaliciones, tienen, como causa fundamental, un modo de hacer política que se ha alejado de estos ideales. Muchas veces, quienes se dedican a ella –no todos, por cierto- aparecen frente al país como una elite encapsulada, incapaz de guiar conforme a principios, preocupada únicamente de la mayor o menor popularidad y trenzada en disputas que no tienen otro origen que las ambiciones personales. Las elecciones municipales del 2008 deben constituirse en una oportunidad para mejorar la calidad de la política y para producir el recambio generacional indispensable. Lo esencial para ello está, pues, en medio de la telaraña que, parece, nos empieza a cubrir, existen el bagaje doctrinario y las personas capaces de liderar este proceso. La alternancia juega en esto un papel esencial, pues facilitará la transformación que Chile necesita hacia un “nuevo estilo de hacer política”. Miguel Flores Vargas Director Ejecutivo Fundación Jaime Guzmán E.

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Las elecciones municipales del 2008 deben constituirse en una oportunidad para mejorar la calidad de la política y para producir el recambio generacional indispensable. Lo esencial para ello está, pues, en medio de la telaraña que, parece, nos empieza a cubrir, existen el bagaje doctrinario y las personas capaces de liderar este proceso. La alternancia juega en esto un papel esencial, pues facilitará la transformación que Chile necesita hacia un “nuevo estilo de hacer política”.

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2008: Recambio y alternancia

El 2008 debe significar un giro en la calidad de la política que se está haciendo en

Chile. No cabe duda que, desde 1990, esta se ha venido deteriorando y empiezan a surgir síntomas preocupantes. La corrupción, el desgobierno y la improvisación han dejado de ser hechos completamente aislados. Además, se aprecia una cierta sequía de ideas y un relativo agotamiento de los proyectos que enrarece el ambiente. Este estado de cosas facilita el nacimiento de grupos y liderazgos que, sin propuestas del todo claras y sin coherencia doctrinaria, pueden ser caldo de cultivo para el populismo y la demagogia que tanto daño han causado al continente.

En este contexto, continuar hablando únicamente de las políticas públicas y

reformas que se requieren para alcanzar el desarrollo en un plazo relativamente breve –plazo que la Concertación, por su incapacidad, ha ido alargando-, parece no ser suficiente. En efecto, las innovaciones en educación, en emprendimiento, en igualdad de oportunidades y en empleo, son absolutamente necesarias. Sin embargo, sin un cambio en el tipo de política que se está realizando, estas transformaciones no serán suficientes para alcanzar la meta y serán difíciles de concretar.

El país requiere aquello que Jaime Guzmán calificó en sus días, a propósito del

descalabro ocurrido en 1973, como un “nuevo estilo de hacer política”. Este se caracteriza por la existencia de partidos políticos leales a sus convicciones, veraces acerca de sus ideas y propuestas, y que desarrollan un trabajo serio y cercano a la gente. Guzmán imaginaba una política franca, honesta, con alto sentido patriótico, y alejada de las ideologías que dificultan el progreso y son fuente de conflicto. Estos mismos elementos son los que Chile requiere hoy para superar su estancamiento.

El desprestigio de la política, el desinterés de los jóvenes y la baja adhesión que

tienen en la ciudadanía los partidos y las principales coaliciones, tienen, como causa fundamental, un modo de hacer política que se ha alejado de estos ideales. Muchas veces, quienes se dedican a ella –no todos, por cierto- aparecen frente al país como una elite encapsulada, incapaz de guiar conforme a principios, preocupada únicamente de la mayor o menor popularidad y trenzada en disputas que no tienen otro origen que las ambiciones personales.

Las elecciones municipales del 2008 deben constituirse en una oportunidad para

mejorar la calidad de la política y para producir el recambio generacional indispensable. Lo esencial para ello está, pues, en medio de la telaraña que, parece, nos empieza a cubrir, existen el bagaje doctrinario y las personas capaces de liderar este proceso. La alternancia juega en esto un papel esencial, pues facilitará la transformación que Chile necesita hacia un “nuevo estilo de hacer política”. Miguel Flores Vargas Director Ejecutivo Fundación Jaime Guzmán E.