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REDUCCIÓN AL ABSURDO POR ASIGNACIÓN DE
VALORES VERITATIVOS (RAAV) Y VALIDEZ ARGUMENTAL
Dr. Pedro Arturo Ramos Villegas Academia de Filosofía e Historia de las Ideas B, UACM
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM [email protected]
I. INTRODUCCIÓN
En esta ponencia propongo un procedimiento (algoritmo) para la aplicación
adecuada del método semántico de prueba de la Reducción al Absurdo por
Asignación de Valores veritativos (RAAV), cuando se lo aplica a la evaluación
de la validez de argumentos deductivos en el ámbito del segmento
proposicional de la lógica deductiva de primer orden. Respecto de los métodos
sintácticos de demostración de validez (axiomáticos o no), la ventaja general de
los métodos semánticos consiste en que permiten demostrar tanto validez
como invalidez de argumentos; a diferencia aquéllos, diseñados sólo para
demostrar validez. Respecto del método semántico de las tablas de verdad, la
ventaja del método de RAAV consiste, en particular, en evitar la confección de
dichas tablas, cuya complejidad crece exponencialmente según el número de
letras proposicionales: 2n filas para un conjunto de fórmulas con n letras
distintas; respecto del método de los tableaux semánticos, basados también en
la RAA, la utilidad y la potencia del método de la RAAV es similar a la de éste.1
El orden de mi exposición será el siguiente. En la § II introduzco algunas
definiciones que me serán de utilidad en la enunciación del método de
evaluación de RAAV; en la § III describo los pasos del método; en la § IV
1 En Max Fernández et. al., Lógica elemental, cap. 2, § 4, pp. 60-6 y María Manzano et. al.,
Lógica para principiantes, cap. 4, pp. 75-109, pueden consultarse sendas versiones del método semántico de los tableaux semánticos.
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expongo mis conclusiones y en la § V, la bibliografía utilizada en la confección
de esta ponencia.
II. ALGUNAS DEFINICIONES
Un argumento proposicional (argumento de aquí en adelante) es la
formalización de un argumento deductivo cuya adecuada evaluación de validez
no exige el examen de la estructura lógica interna de sus enunciados simples
componentes.
Una fórmula es una premisa cualquiera o la conclusión de un argumento.
Un caso de prueba de validez de un argumento consiste en una asignación
suficiente (no necesariamente completa) de valores veritativos a las letras
proposicionales de las fórmulas de un argumento (premisas y conclusión), tal
que dicha asignación permita asignar un valor definido: o verdadero (V), o falso
(F) o verdadero-y-falso (V/F) a todas o, por lo menos, a algunas de tales
fórmulas (un caso de prueba puede concluir en el momento en el que aparezca
una asignación V/F a alguna fórmula, hayamos asignado un valor definido o no
a todas las demás fórmulas).
Una asignación mínima es una asignación de valores veritativos a las letras
proposicionales de una fórmula que la verifica, o la falsifica, de acuerdo con la
hipótesis de que ésta es V, o F, mediante el expediente de asignar un valor
sólo a aquéllas letras que resulte suficiente hacerlo (quizá no a todas) a fin de
poder verificar o falsificar tal fórmula. V. g., basta con asignar V a un disyunto
cualquiera, o a un consecuente, para verificar la disyunción, o el condicional,
del que aquél forme parte; asimismo, basta con asignar F a un conyunto
cualquiera, o a un antecedente, para falsificar la conjunción, o verificar el
condicional, del que aquél forme parte.
Una asignación unívoca es la asignación única posible, si la hay, de valores
veritativos a las letras proposicionales de una fórmula que la verifica, o la
falsifica, de acuerdo con la hipótesis de que ésta es V, o F. Así, son unívocas
las asignaciones que verifican una conjunción y una negación y las que
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falsifican una negación, una disyunción y un condicional; siempre y cuando lo
que figure en tales fórmulas sean letras simples. Las asignaciones unívocas
son deseables porque abren casos únicos de prueba de validez en los
argumentos.
Una asignación equívoca es una asignación posible entre otras, si las hay, de
valores veritativos a las letras proposicionales de una fórmula que la verifica, o
la falsifica, de acuerdo con la hipótesis de que ésta es V, o F. Así, es equívoca
cualquiera de las asignaciones que verifican una disyunción (tres), un
condicional (tres) y un bicondicional (dos) y las que falsifican una conjunción
(tres) y un bicondicional (dos).2 Las asignaciones equívocas, aunque a veces
necesarias, no son deseables porque abren en principio casos múltiples de
prueba de validez en los argumentos (al menos los incluidos entre paréntesis
para cada conectiva).
De lo anterior se desprende que toda asignación unívoca es mínima y
toda asignación mínima es o unívoca o equívoca. De ahí que cuando se tenga
que hacer una asignación equívoca a una fórmula conviene cuidar que ésta
sea también una asignación equívoca mínima, a fin de evitar al máximo la
apertura de casos posibles de prueba de validez de un argumento. V. g., para
el caso de la verificación de una disyunción conviene asignar V a uno solo de
sus disyuntos, no a ambos, dejando el otro disyunto sin valor asignado, lo cual
abre un solo caso de prueba; de ser necesario abrir otro caso de prueba
relacionado con tal disyunción, se asignaría ahora V únicamente al otro
disyunto, dejando el primero mencionado sin valor asignado; eso abriría nada
más dos casos de prueba relativos a tal disyunción y no los tres equívocos
posibles que la verifican.
III. PASOS DEL MÉTODO
2 Entonces, v. g., una asignación que verifique la negación de una conjunción es
aparentemente unívoca pues cualquier negación es V sí y sólo si lo negado es F; sin embargo, como en este caso lo negado no es una letra simple, sino una conjunción y ésta incluye tres casos posibles de falsedad, en realidad una asignación que verifique una negación tal es equívoca.
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Caso 1º) Para un caso de prueba abierto
(1) Hipótesis: suponemos que el argumento a evaluar es inválido, i. e., que
tiene premisas Vs y conclusión F.
Veamos la aplicación del método al siguiente argumento a guisa
de ejemplo:
Hip.
V 1. (R N) (S T)
V 2. K (R U)
V 3. (M R) (A N)
V 4. S (T K)
V 5. M A
F 6. / U
(2) Asignamos los valores de verdad V o F a las letras proposicionales de
las formulas, de acuerdo con (1), sólo donde las asignaciones sean
unívocas. En nuestro caso, la única asignación unívoca posible es a la
conclusión: 6. U = F o Uf.
Si no es posible hacer alguna asignación unívoca de V o F a las
letras de las formulas de nuestro argumento, de acuerdo con (1),
aplicamos la siguiente salvedad.
Salvedad: Hacemos una asignación equívoca a una fórmula, cuidando
que sea una de las asignaciones mínimas que más fácilmente tiendan a
verificar las premisas y falsificar la conclusión. Además, debemos cuidar
la minimalidad de la asignación mencionada pues mientras más
asignaciones equívocas posibles tenga una fórmula más casos de
prueba de validez del argumento se abrirán en principio: uno por cada
asignación posible. Deberemos considerar tales casos luego de concluir
el primero, si es que en éste no se demuestra la hipótesis (invalidez), i.
e., si es que en éste no se demuestra que las premisas pueden ser Vs y
la conclusión F (véase (6.1)). (En el contexto de la aplicación de la
presente Salvedad, la no demostración de invalidez sucede si surge
alguna asignación -contradictoria- del valor V/F a alguna de las fórmulas
(véase (6.3)).
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(3) Distribuimos los valores V o F ya asignados a algunas letras, de acuerdo
con el paso anterior, al resto de figuraciones de las mismas letras en las
demás fórmulas del argumento.
En nuestro caso, la única distribución tal posible, de acuerdo con
lo mencionado, es a la premisa 2 (y dado que dicha asignación depende
de la previa hecha a 6, marcamos tal dependencia mediante minúsculas
apostrofadas a la derecha de las fórmulas; práctica con la que
continuaremos de aquí en adelante):
Hip.
V 1. (R N) (S T)
V 2. K (R Uf) a’
V 3. (M R) (A N)
V 4. S (T K)
V 5. M A
F 6. / Uf a
(4) De ser posible, determinamos sólo mediante nuevas asignaciones
unívocas el valor veritativo de aquellas fórmulas a las que les aplicamos
el paso anterior; de no ser posible hacerlo, aplicamos la Salvedad
enunciada en (2).
En nuestro caso, debemos aplicar la Salvedad por primera vez y lo
haremos a 5 pues, de entre todas las premisas 1-5, es la que admite la
asignación equívoca más mínima posible (observemos que esto abre en
principio al menos dos casos de prueba posibles de validez del
argumento bajo examen: Mv A y M Av; las demás premisas abren
aun más casos por ser más complejas). Consideremos, entonces, la
asignación mínima y equívoca que verifica 5: Mv A (como no
necesitamos asignar nada a A para verificar 5 no lo hacemos, a fin de
minimizar la apertura futura de casos de prueba posibles; también para
poder asignarle cualquier valor a A de ser necesario en el curso futuro
de la prueba presente)
Hip.
V 1. (R N) (S T)
6
V 2. K (R Uf) a’
V 3. (M R) (A N)
V 4. S (T K)
V 5. Mv A b
F 6. / Uf a
(5) De ser necesario, continuamos así, reiterando los pasos (3)-(4) (en ese
orden, dando lugar, entonces, a los pasos (5)-(6), (7)-(8), etc.), hasta
asignar un valor veritativo a todas las fórmulas del argumento.
En nuestro caso, la asignación b a 5: Mv A ocasiona lo siguiente
(véase abajo). Primero, su secuela b’ en 3: (Mv R) (A N).
Segundo, la asignación unívoca c en también en 3, de R = V, que
verifica su primer conyunto: Mv Rv y sus secuelas c’ en 1: (Rv N)
(S T) y en 2: K (Rv U). Tercero, la asignación unívoca d en 1, de S
= V y T = V, que la verifica: (Rv N) (Sv Tv) y su secuela d’ en 4: Sv
(Tv K). Cuarto, la asignación unívoca e también en 4, de K = V, que
la verifica: Sv (Tv Kv); pero esto genera una asignación F en 2 que
contradice la hipótesis de que debe ser V: Kv (Rv Uf). (Observemos
que ya no es necesario asignar ningún valor al segundo conyunto de 3:
A N, pues ya arribamos a una asignación contradictoria V/F, con lo
cual damos por concluido el caso 1º) de prueba; sin embargo, podemos
asignar A = F en 3 si así lo deseamos, a fin de verificarla.)
Hip.
V 1. (Rv N) (Sv Tv) c’/d
V/F 2. Kv (Rv Uf) a’/c’/e’
V 3. (Mv Rv) (A N) b’/c
V 4. Sv (Tv Kv) d’/e
V 5. Mv A b
F 6. / Uf a
Nuestra prueba podría haber finalizado de otra manera: luego de
la asignación d en 1, y su secuela d’ en 4 (véase arriba), puede concluir
con la asignación unívoca e en 2, no en 4 como antes, ahora de K = F,
que la verifica: Kf (Rv Uf); pero su secuela e’ falsifica 4: Sv (Tv
Kf), lo cual contradice la hipótesis de que 4 debería ser V.
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Hip.
V 1. (Rv N) (Sv Tv) c’/d
V 2. Kf (Rv Uf) a’/e
V 3. (Mv Rv) (A N) b’/c
V/F 4. Sv (Tv Kf) d’/e’
V 5. Mv Af b
F 6. / Uf a
(6) El proceso anterior puede finalizar de uno de los tres modos distintos
posibles siguientes:
(6.1) Concluimos que el argumento es inválido si no se generó alguna
asignación (contradictoria) del valor V/F a alguna de las fórmulas,
hayamos tenido que aplicar la Salvedad (una o más veces) o no.
(6.2) Concluimos que el argumento es válido si se generó alguna
asignación (contradictoria) del valor V/F a alguna de las fórmulas
y no tuvimos que aplicar la Salvedad.
(6.3) No podemos concluir nada si se generó alguna asignación
(contradictoria) del valor V/F a alguna de las fórmulas y sí tuvimos
que aplicar la Salvedad (pues su aplicación genera nuevos casos
de prueba que deben ser examinados antes de poder decidir la
cuestión).
Nuestra prueba cae en el apartado (6.3) pues tuvimos que hacer una
asignación equívoca a la premisa 5: Mv A (véase paso (4) arriba), por lo que
se abrieron en principio al menos dos casos de prueba para la hipótesis de que
5 es V y debemos proceder a examinar el segundo antes de poder decidir la
cuestión. Consideremos, pues, la asignación equívoca y mínima: M Av.
Caso 2º) Para dos casos de prueba abiertos
(7) Abrimos el caso 2º) de prueba reiterando (1) (la Hipótesis) y haciendo
una asignación equívoca pertinente a las letras de alguna fórmula; tal
asignación es alguna de las que quedaron pendientes luego de aplicar la
Salvedad, una o más veces, al caso 1º de prueba.
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Para nosotros, el caso 2º) de prueba se abre del modo siguiente.
Las asignaciones a y a’ las trasladamos del caso 1º) a éste y la
asignación b en 5, de A = V, es la que realmente abre el caso 2º): M
Av, con su secuela b’ en 3: (M R) (Av N):
Hip.
V 1. (R ˅ N) (S T)
V 2. K (R Uf) a’
V 3. (M R) (Av N) b’
V 4. S (T K)
V 5. M Av b
F 6. / Uf a
(8) Aplicamos los pasos (3)-(5) al caso 2º) exactamente igual que los
aplicamos antes al 1º).
En nuestro caso, la prueba continúa del modo siguiente (véase
abajo). Primero, mediante la asignación unívoca c en 3, de N = V, lo cual
verifica su segundo conyunto: (M R) (Av Nv) y su secuela c’ en 1:
(R Nv) (S T). Segundo, sigue con la asignación unívoca d también
en 1, de S = V y T = V, lo cual la verifica: (R Nv) (Sv Tv) y su
secuela d’ en 4: Sv (Tv K). Tercero, avanza con la asignación
unívoca e aún en 4, de K = V, que la verifica: Sv (Tv Kv) y su secuela
e’ en 2: Kv (R Uf). Cuarto, prosigue con la asignación unívoca f
también en 2, de R = F, lo cual la verifica: Kv (Rf Uf) y su secuela f’
en 3: (M Rf) (Av Nv). Quinto, concluye con la asignación unívoca g
aún en 3, de M = F, lo cual finalmente la verifica: (Mf Rf) (Av Nv).
En este caso 2º) de prueba no surgió una contradicción, lo cual es
afortunado como veremos.
Hip.
V 1. (R Nv) (Sv Tv) c’/d
V 2. Kv (Rf Uf) a’/e’/f
V 3. (Mf Rf) (Av Nv) b’/c/f’/g
V 4. Sv (Tv Kv) d’/e
V 5. M Av b
F 6. / Uf a
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(9) El proceso anterior puede finalizar de nuevo de uno de los tres modos
distintos posibles siguientes:
(9.1) Concluimos que el argumento es inválido si no se generó alguna
asignación (contradictoria) del valor V/F a alguna de las fórmulas.
(9.2) Concluimos que el argumento es válido si se generó alguna
asignación (contradictoria) del valor V/F a alguna de las fórmulas
y había sólo dos casos de prueba abiertos luego de haber tenido
que aplicar la Salvedad una sola vez (en el caso 1º) de prueba).
(9.3) No podemos concluir nada si se generó alguna asignación
(contradictoria) del valor V/F a alguna de las fórmulas y había
más de dos casos de prueba abiertos pendientes luego de
finalizar el caso 1º).
Nuestro caso 2º) de prueba cae ahora en el apartado (9.1) por lo que
concluimos que el argumento evaluado es inválido.
Caso no) Para un número n de casos de prueba abiertos
Podemos resolver n casos de prueba abiertos ejecutando pasos similares a los
(7)-(9) del modelo presentado para el caso 2º) de prueba (claro, luego de haber
pasado por los pasos (1)-(6) del caso 1º)), hasta n veces de ser necesario si
hay n casos de prueba abiertos.
IV. CONCLUSIONES
En esta ponencia diseñé un algoritmo para evaluar la validez de argumentos
deductivos proposicionales, formalizables adecuadamente en el segmento
proposicional de la lógica deductiva de primer orden. El algoritmo se basa en el
método semántico de prueba de la Reducción al Absurdo por Asignación de
Valores veritativos (RAAV). Como señalé en la Introducción, el método de
RAAV parece ser tan útil y potente como el de los tableaux semánticos. En
efecto, pues es fácilmente extensible a fin de que pueda cubrir la evaluación de
la tautologicidad, la contradictoriedad o la contingencia de fórmulas
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cualesquiera; por ello, también puede elaborarse una versión suya apropiada
para evaluar la validez de argumentos proposicionales bajo la forma del
“condicional asociado” a un argumento. En una versión más simple, que no
necesita apelar al método de la reductio, sirve también para evaluar las meras
verdad o falsedad de fórmulas cualesquiera, al igual que el método de las
tableaux.
V. BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ de Castro, Max, PREISSER, Asunción, SEGURA, Luis Felipe y
TORRES Falcón, Yolanda, Lógica elemental, UAM, México D. F., 1996.
MANZANO, María y HUERTAS, Antonia, Lógica para principiantes, Alianza
Editorial, Madrid, 2006.