pueblos urbanos. identidad, ciudadanía y territorio en la ciudad de méxico

412

Upload: jaquesmercury

Post on 08-Jul-2016

156 views

Category:

Documents


16 download

DESCRIPTION

Etnografía

TRANSCRIPT

Page 1: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México
Page 2: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

COMITÉ EDITORIAL DEL CEIICH-UNAM

Norma Blazquez Graf

Gloria Patricia Cabrera López

Horacio Cerutti Guldberg

Gian Cario Delgado Ramos

Diana Margarita Favela Gavia

Olivia Joanna Gall Sonabend

Rogelio López Torres

Elisa Margarita Maass Moreno

Isauro Uribe Pineda

Page 3: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Pueblos urbanos

identidad, ciudadanía y territorio en la

ciudad de México

Lucía Alvarez Enríquez Coordinadora

MEXICO 2011

Page 4: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Primera edición, junio del año 2011

D.R. © 2011

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

CENTRO DE INVESTIGACIONES INTERDISCIPLINARIAS

EN CIENCIAS Y HUMANIDADES

Torre II de Humanidades 4° piso

Circuito Interior, Ciudad Universitaria

México, 04510, D. F.

www.ceiich.unam.mx

©2011

Por características tipográficas y de diseño editorial

MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

Derechos reservados conforme a la ley

ISBN 978-607-401-430-3

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta

del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la au­

torización expresa y por escrito de los editores, en términos de lo así

previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los

tratados internacionales aplicables.

PRINTED IN MEXICO IMPRESO EN MÉXICO

Page 5: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

INTRODUCCIÓN.

LOS PUEBLOS Y LA CIUDAD DE MÉXICO

IVÁN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

En la ciudad de México del siglo XXI, existen más de cien pueblos de origen prehispánico o colonial ubicados tanto en la zona rural y semi-rural del sur como en las regiones plenamente urbanizadas. No hay

una sola de las 16 delegaciones que conforman el Distrito Federal que no tenga este tipo de asentamientos (Mora, 2008). Estos pueblos han permane­cido históricamente invisibilizados para la ciudad y su régimen político y en una condición de subalternidad. Hasta tiempos muy recientes se han hecho visibles para el gobierno local y para el resto de los habitantes de la ciudad; esto se debe en buena medida a que en algunas zonas de la urbe, estos pue­blos han generado movilizaciones y acciones de protesta en respuesta a di­versas políticas locales que los han afectado. Su aparición en escena ha sido tan significativa que ha dado lugar a que por primera vez en su historia éstos sean reconocidos en la legislación capitalina. En este año que corre han sido introducidos en la Ley de Participación Ciudadana, como entidades sociales específicas y, en consecuencia, han sido reconocidas para ellos ciertas moda­lidades particulares de representación (los Consejos de los Pueblos). De igual manera, por vez primera se está debatiendo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una ley específica sobre Pueblos Originarios y Comunidades de Origen Étnico en el Distrito Federal, lo que significa un reconocimiento relevante, inédito en la vida política capitalina.

Estas circunstancias de los llamados pueblos originarios han motivado el trabajo que se presenta en este volumen y ha dado lugar a una exploración académica colectiva sobre este tema. La primera inquietud al respecto ha sido indagar acerca de la relación que históricamente han mantenido estos pueblos con la ciudad de México y cómo han subsistido a lo largo de casi

V

Page 6: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

cinco siglos ante procesos de transformación tan relevante como los que han tenido lugar en la Cuenca de México. Para acercarnos a esta realidad se pre-senta de inicio un recorrido por la historia de esta relación.

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y LA CIUDAD DE MÉXICO

La ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, desde lo alto semeja una gigantesca mancha de cemento y asfalto. Aun para quienes la habitan no es fácil distinguir que está asentada en una cuenca natural que, en otro tiempo, albergaba una inmensa laguna. Sobre una de las islas, se levantaba la ciudad de México-Tenochtitlan, la capital de un vasto imperio que comprendía parte im-portante de lo que hoy es México. Pero, además de esa gran ciudad, la cuenca era un complejo formado por varias ciudades y muchos pequeños pueblos que, al momento de la conquista, sumaban más de 200 centros poblacionales que al-bergaban a cerca de dos millones de personas (González Aparicio, 1988).

La nueva ciudad colonial española se levantó sobre las ruinas de la capital de los mexicas y su herencia marcó para siempre a la nueva metrópoli. Sus edificios fueron diseñados por arquitectos de España, pero construidos por mano de obra indígena, muchas veces utilizando las piedras de las pirámides destruidas y la huella de las construcciones y los caminos precedentes. En una fecha tan temprana como 1524 comenzó a construirse la nueva traza e inme-diatamente el centro fue habitado por los conquistadores, de tal manera que en 1528 la isla de Tenochtitlan era una nueva realidad (Mier y Terán, 2005). Como símbolo de este proceso, la catedral se erigió encima de los restos del templo de Hutzilopochtli, la deidad principal de la ciudad mexica.

Se estableció así un aspecto fundamental del imperio español que, a decir de José Luis Romero, concebía a las ciudades como "vigorosos centros de con-centración de poder", que aseguraran la presencia de la cultura europea (Ro-mero, 2005: 9). Esta acción, la ocupación física y simbólica de los espacios del antiguo poder político y religioso, seguía la máxima del aniquilamiento de las viejas culturas y del sometimiento de su población, lo que quedó plasmado en el escudo de la ciudad refundada: en el centro, dos torreones de Castilla fran-queados por leones montados sobre la laguna y alrededor una fila de nopales, que representaban a los pueblos indios sometidos.

Pero el entorno de la nueva ciudad se mantuvo, incluso a pesar del severo despoblamiento, a causa de la violencia propia del proceso de conquista, la explotación del trabajo indígena y, sobre todo, por la propagación de enferme-dades nuevas, para las que la población local no tenía defensas naturales.

VI • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Page 7: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

INTRODUCCIÓN • VII

Pese a las dimensiones de la catástrofe, existen numerosas pruebas que demuestran la capacidad de adaptación de los pueblos de la cuenca al nuevo estado de las cosas. Por supuesto, fue importante su papel como trabajado-res, de tal manera que la construcción de la ciudad y el desarrollo de las ac-tividades económicas serían impensables sin su aporte. También fue muy destacado su papel como productores agrícolas. Los españoles pronto descu-brieron que era mucho mejor dejar en manos indígenas el abasto agrícola y los cultivos traídos de la Península se desarrollaban bajo sus cuidados.

Los pueblos de la cuenca poseían una agricultura desarrollada que com-binaba el uso de chinampas, la pesca y caza ribereñas con la agricultura de montaña por medio de terrazas. En particular fue importante la producción agrícola por medio de chinampas, que consistían en fracciones rectangulares de tierra que se le ganaban al lago, sostenidas por hileras de un tipo de árbol, el ahuejote, que literalmente abraza la tierra con sus raíces. Las chinampas eran alimentadas por los nutrientes depositados en el lodo y permitían le-vantar hasta tres cosechas anuales. Esta cultura agrícola permitió a los pue-blos contar con una base económica propia y también con un importante grado de autonomía a lo largo de la Colonia.

Apoyados en alianzas con las órdenes religiosas, especialmente los francis-canos, los pueblos de la cuenca de México aprovecharon aspectos de las Leyes de Indias y aprendieron argucias legales para defender sus territorios ante las cortes coloniales, como lo demuestran los documentos conocidos como Títu-los Primordiales. Varios de estos títulos siguen en manos de las comunidades del Distrito Federal.

Los pueblos se plegaron a las reglas impuestas por el poder español, pero mantuvieron en cierta forma la lógica de su organización precedente: cada uno tenía un territorio, un dios o santo particular, un templo en su honor, un tlatoani o gobernador que al principio descendía de los linajes principa-les, y una población basada en el parentesco y los compadrazgos. Los pueblos se subdividían en calpultin o barrios que reproducían ese esquema. Esta for-ma modular o simétrica permitió una unidad orgánica y una gran plastici-dad a los pueblos, que podían crecer o disminuir su tamaño (Lockhard, 1999). De esta manera, si bien durante el periodo colonial desaparecieron las grandes unidades políticas, subsistieron los pueblos constituidos como agrupaciones de familias, unificadas por un territorio y un santo patrono.

De esta manera, los pueblos originarios de la cuenca de México se man-tuvieron durante el periodo colonial y parte del siglo XIX. El surgimiento de nuevas instituciones como los ayuntamientos y los cabildos, y más adelante municipios o municipalidades, fueron más cambios de forma que en la prác-

Page 8: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

VIII • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

tica siguieron subordinadas a las costumbres que habían prevalecido en el tiempo de la colonia (Guarisco, 2007).

Sin embargo, el predominio de las ideas anticomunales dentro de corrien­tes del liberalismo triunfante fueron modificando las cosas y obligando, por ejemplo, a que los pueblos se vieran obligados a comprar sus propias tierras, en particular aquellas de importancia general, como las que les garantizaba el acceso al agua, que de esta manera siguieron siendo colectivas pese a ser legalmente propiedad privada.

A finales del siglo xx, en el largo periodo de Porfirio Díaz, la voracidad de las haciendas llevó a una nueva ofensiva para despojar ele sus tierras a los pueblos de todo el país, incluyendo la capital. Entre otras cosas, los hacenda­dos aprovecharon la desecación de partes de las lagunas die Texcoco, Chalco y Xochimilco, financiada por el gobierno, y se quedaron con las tierras resul­tantes del proceso. Fueron comunes todo tipo de arbitrariedades lo que expli­ca por qué, cuando estalla la Revolución mexicana en 1910 y Emiliano Zapata levanta la bandera de restitución de tierras a los campesinos, muchos de los pueblos de la cuenca simpatizaron con el Ejército Libertador del Sur y le brindaron su apoyo.

El poder central y los grandes capitales asentados en la capital se preocu­paron mucho por el aliado natural que tenía el zapatismo en los pueblos originarios y su fuerte incidencia en la zona sur de la ciudad. Bien sabida era la presencia del cuartel general de Zapata en Milpa Alta o el apoyo del ejér­cito suriano a las celebraciones religiosas de Semana Sarta en el pueblo de Iztapalapa. La participación de los revolucionarios permitió continuar una tradición que databa de 1833 y había sido suspendida por la prefectura de Xochimilco unos años antes. Por ello representó una muestra más de poder popular frente a la dictadura.

La violencia que vivieron los pueblos originarios, en especial en la zona sur limítrofe con el Estado de México y con Morelos llevó a la destrucción y desocupación forzada de muchos de ellos. Lo anterior, aunado a la incidencia de la llamada gripe española y otras enfermedades, cobró tal nivel de vidas que los que regresaron a refundar sus pueblos eran menos de la mitad de los que habían salido.

La alianza con los Zapatistas explica por qué al final de la Revolución, entre 1916 y 1917, para detener la influencia de Zapata en esa región, el nuevo ré­gimen comenzó muy temprano a afectar una porción de las haciendas para repartir tierras entre los campesinos. De hecho se trata de los primeros repar­tos agrarios en todo el país, y significativamente fueron en los pueblos chi-

Page 9: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

INTRODUCCIÓN • IX

namperos de Iztapalapa, Mixquic y Xochimilco, además del norteño pueblo de Cuautepec y más adelante muchos otros pueblos de la cuenca.

Tales repartos tuvieron un sentido político más que una respuesta a las de-mandas de los pueblos: la dotación por jefe de familia fue muy pequeña y de baja calidad, mientras que muchos de los grandes propietarios conservaron las mejores tierras, además de que en los repartos agrarios de varios pueblos nunca pasaron del papel, dada la influencia y habilidad políticas de los hacendados.

Sin embargo, pese a sus limitaciones, el reparto agrario contribuyó a que los pueblos se fortalecieran, además de que varios de ellos nunca habían deja-do de tener en sus manos las tierras de chinampas, así como sus bosques. Pero, a partir de 1940 el crecimiento exponencial de la urbe trastocó la situa-ción. A fines de esa década el gobierno federal inició el proceso de expropiación de las tierras de labor de muchos pueblos para convertirlas en reserva territo-rial para el establecimiento de unidades habitacionales y de industrias. La enorme migración campo-ciudad fue canalizada hacia terrenos de los pueblos, como los casos de Iztapalapa, el Ajusco Medio y el Pedregal de Santo Domin-go, por mencionar algunos casos relevantes. Entre 1950 y 1980, más de medio centenar de pueblos vieron severamente trastocadas sus condiciones de vida, de tal forma que muchos desaparecieron en apariencia.

En la mayor parte de los casos, la pérdida de la tierra fue un proceso en el que menudeó la injusticia y el uso desmedido del poder central. Tal es el caso de los 16 pueblos de Iztapalapa, donde expropiaron sus chinampas por medio de un decreto presidencial. Además, los montos de la indemnización no corres-pondieron al valor de los terrenos, y todavía hoy, 30 o 40 años después, existen organizaciones que exigen el pago para muchos de los afectados. Al destruir esta porción de las chinampas desapareció una importante herencia del mundo pre-hispánico. Otro caso es el de la comunidad de San Pedro Mártir que ha sufrido 14 expropiaciones, incluyendo los terrenos que hoy albergan el Colegio Militar.

Los pueblos afectados no sólo perdieron la tierra. A la par desaparecieron sus autoridades civiles, que subsistían precariamente desde 1929 cuando se suprimió la figura del municipio para imponer las delegaciones políticas en la capital. La base campesina de muchos pueblos fue destruida de tajo. Pero, en medio del asfalto, varias decenas de pueblos y barrios originarios mostra-ron una asombrosa capacidad de resistencia y una gran vitalidad. Pese a que su territorio quedó reducido a la zona habitacional, los pueblos mantienen su decisión de seguir existiendo aferrados a su organización social y a su cultura, dentro de la cual la religiosidad popular ocupa un sitio relevante.

Todo habitante de la ciudad de México es testigo del paso solemne de las peregrinaciones, de la algarabía de las fiestas patronales, o de cómo se para-

Page 10: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

X • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

liza, por ejemplo, una importante vía rápida para dar paso a la celebración de la victoria de las tropas nacionales contra la invasión francesa en el siglo xix en el pueblo del Peñón de los Baños. Son muy pocos los días en que la gran urbe no se ilumina con los fuegos de artificio de las fiestas de los pueblos.

El caso de Iztapalapa, al oriente de la ciudad, es bastante ilustrativo. Allí existe, como se comentó líneas atrás, una magna representación de la pasión de Cristo, que nació cuando la región era azotada por una epidemia del cólera mor­bus. Actualmente esa celebración congrega a más de un millón de personas. Pero, a partir de la segunda mitad del siglo xx, coincidiendo con la expropiación de sus tierras, aparecieron varias representaciones más en los pueblos de esa demarcación, lo que parece indicar que uno de los mecanismos de defensa de los pueblos es renovar o fortalecer su unidad en torno a la religiosidad popular. El dramatismo del via cruris parece ser un espejo de su propia realidad.

Una de las características más sobresalientes de los pueblos originarios y que mayor impacto ha tenido sobre la ciudad es la defensa de sus tierras que es a la vez la defensa de los recursos naturales. Tal es el caso, por ejemplo, de la experiencia de los comuneros de Milpa Alta. Entre 1974 y 1982 desarro­llaron una importante lucha por detener la tala de los bosques a manos de una compañía papelera e impidieron el despliegue de compañías fracciona-doras en el bosque. Otro tanto puede decirse de la movilización realizada en la década de los noventa, por Santa Cecilia Tepetlapa para impedir la insta­lación de campos de golf que hubieran dañado de manera irreversible el en­torno ecológico de Xochimilco, o la defensa que los ejidatarios de San Mateo Tlaltenango hacen de sus tierras y el bosque del Desierto de los Leones.

Pese a su resistencia, la presión ha sido tan fuerte que algunos grupos han sucumbido, y con ellos naufragan los mecanismos internos de sanción social en contra de quienes venden la tierra para obtener dinero fácil y transformar tierras de cultivo en zona urbana, lo que ha acelerado la ¡pérdida de suelo de conservación. En áreas industriales como Azcapotzalco subsisten con dificul­tad pueblos o barrios originarios. Inclusive en áreas residenciales de capas medias, encontramos por ejemplo, el pueblo de Tlacoquemécatl, en plena co­lonia del Valle o el de San Lorenzo Xochimanca, cuyo territorio era el Parque Hundido, ambos en zonas residenciales muy conocidas de la ciudad.

Los pueblos de la cuenca han sufrido un proceso de invisibilización, que ha llevado a que no se respeten sus nombres y su misma condición de pue­blos. No existen estadísticas confiables sobre ellos y los que han concluido su proceso agrario son oficialmente considerados colonias. Sin embargo, en las últimas dos décadas se aprecia un proceso de fortalecimiento de las iden­tidades de los pueblos de la cuenca, como expresión de desarrollos propios y

Page 11: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

INTRODUCCIÓN • XI

de los cambios políticos en la capital del país. No cabe duda de que actual­mente existen mejores niveles de interlocución entre los pueblos y las auto­ridades capitalinas, sin dejar de existir contradicciones incluso muy serias, como son las existentes en torno a obras que, como el metro, afectan zonas agrícolas, forestales o tradicionales de Iztapalapa y Tláhuac, o las que se proyectan en Cuajimalpa.

LOS PUEBLOS EN LA ACTUALIDAD

Actualmente se pueden distinguir al menos tres tipos de pueblos, que corres­ponden a tres regiones del Distrito Federal. Más que una clasificación, tal tipología busca identificar los procesos de consolidación de los pueblos. Cabe aclarar también que es una visión general que indica tendencias y no puede comprenderse de manera absoluta o tajante.

1. Los pueblos rurales y semirurales ubicados en la zona sur y surponien-te del Distrito Federal, que poseen la superficie de bosques y zona de chi­nampas todavía en producción.

Son cerca de 50 pueblos distribuidos en las delegaciones de Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac, así como partes de Tlalpan, Magdalena Contreras, Alvaro Obregón y Cuajimalpa. De ellos, son seis los pueblos chinamperos que subsisten: San Pedro Tláhuac y San Andrés Mixquic en la delegación Tláhuac,-San Luis Tlaxialtemalco, Santa María Nativitas, Santa Cruz Acalpixca y San Gregorio Atlapulco en la delegación Xochimilco. Pese al crecimiento urbano, estos pueblos continúan siendo abastecedores de legumbres y flores para la ciudad y constituyen una valiosa herencia de las culturas prehispánicas.

Estos pueblos se caracterizan porque al menos parte de su subsistencia depende de la tierra (agropecuaria, silvícola o recientemente turismo ecoló­gico) y poseen en su mayor parte formas de representación civil (enlaces terri­toriales, subdelegados y otras figuras).

Dentro de los pueblos originarios, se trata de los actores más organizados y con la vida comunitaria más completa. Poseen un complejo calendario ri­tual apoyado en un sistema de cargos que funciona con una gran eficacia y poseen un considerable grado de autonomía en muchas de sus decisiones.

2. Pueblos urbanos con un pasado rural reciente. Se trata de pueblos muy semejantes a los mencionados líneas arriba, pero que perdieron su carácter rural y agrícola en las últimas 4 o 5 décadas. Son más de 30 pueblos ubicados en las delegaciones de Iztapalapa, Coyoacán, Iztacalco, Benito Juárez, Ve-nustiano Carranza y parte de las delegaciones mencionadas antes.

Page 12: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

XII • IVÁN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Su transformación a entidades urbanas se debe a la venta de la tierra por la presión del crecimiento urbano y sobre todo a las expropiaciones presiden­ciales aplicadas las más de las veces arbitrariamente y con el uso de la fuerza. Al perder la tierra, estos pueblos perdieron también, en su mayoría, formas de representación cívicas, y sólo poseen los sistemas de cargos tradicionales basados en las mayordomías, las fiscalías y otras, así como en algunos casos, una representación agraria muy limitada. En otros casos han aprovechado dar cierta continuidad a su representación cívica mediante los nombramien­tos de representantes vecinales.

Aunque varían mucho los casos, en general se trata de pueblos con una importante y en ocasiones vigorosa vida comunitaria, especialmente en sus celebraciones. Y pese a que sin duda fueron gravemente afectados por la desaparición de su antigua forma de vida, muchos pueblos de este tipo muestran un proceso de fortalecimiento.

3. Pueblos urbanos con una vida comunitaría limitada. Se trata de más de una treintena de pueblos ubicados en el centro y norte del Distrito Federal, en las delegaciones Cuauhtemoc, Miguel Hidalgo, Gustavo A. Madero y Azcapot-zalco, cuya existencia como comunidades era más precaria desde hace más de un siglo.

Muchos de estos pueblos fueron revitalizados por los repartos agrarios, pero las prontas expropiaciones y otros factores no les permitieron consolidar una vida comunitaria más amplia. No obstante, son apreciables una gran di­versidad de estrategias de subsistencia, así como la voluntad en muchos de ellos de continuar existiendo. Mantiene algunas festividades fundamentales y con frecuencia participan también de peregrinaciones hacia, otros pueblos.

Pese a que son evidentes las diferencias entre pueblos rurales, pueblos ur­banos con fuerte vida comunitaria y pueblos que carecen de esto último, es claro que comparten las tres características que los definen como pueblos ori­ginarios, a saber: todos cuentan con un claro origen prehispánico o colonial; están constituidos por grupos de familias que poseen una noción de territorio originario y se nuclean alrededor de una o varias organizaciones comunitarias que garantizan la continuidad de sus principales celebraciones.

4. Existen pueblos de otros orígenes que se han asimilado a formas de organización de los pueblos originarios. En la ciudad de Mé:rico, además de los pueblos originarios que descienden de poblaciones prehispánicas y colonia­les locales, existen otros pueblos que comparten muchas de las características y que incluso son considerados como tales. Entre ellos se pueden distinguir diferencias importantes:

Page 13: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

INTRODUCCIÓN • XIII

a) Los pueblos producto de desplazamientos antiguos de otras entidades y que, pese a no tener su raíz más antigua en el Distrito Federal, están establecidos en él desde hace más de un siglo. Tal puede ser el caso de San Juan Aragón, en la Gustavo A. Madero, que es un pueblo trasla­dado de otra entidad. Salvo este dato, comparte el resto de las caracte­rísticas de los pueblos originarios, por lo que no pareciera haber moti­vos para diferenciarlo del resto.

b) Los pueblos conformados por asentamientos mucho más recientes y de una población que no constituía anteriormente ni pueblo ni comunidad. Tal es el caso de Tepepan, en Xochimilco, cuyos integrantes, que tienen orígenes muy diversos, por decisión propia se han asimilado a la forma de organización de los pueblos originarios que son vecinos suyos.

c) Pueblos recientes que también han asimilado formas de organización de los pueblos originarios pero que, a diferencia de los anteriores, es­tán conformados por población campesina e indígena que emigró a la ciudad, ya sea de una o de varias etnias y comparten por tanto muchas características culturales y comunitarias.

En estas circunstancias se mantienen los pueblos urbanos de la ciudad de México, que son el objeto de atención de este trabajo. Nuestro interés se centra en comprender los complejos procesos a través de los cuales los pueblos han logrado sobrevivir y adaptarse a las condiciones de la urbe, preservar su condi­ción de pueblos, manteniendo sus identidades y formas de autorregulación, así como construir una relación con la comunidad política capitalina y defender su pertenencia a través de ejercer diversas modalidades de ciudadanía.

Con esta perspectiva, hemos integrado el presente volumen, resultado de un proceso de investigación colectivo, interdisciplinario e interinstitucional, finan­ciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en el cual hemos querido ofrecer una visión particular de estas entidades sociales, los pueblos urbanos, que forman parte de la vida cultural, política y social de la ciudad de México. La particularidad de esta visión radica en buena medida en la mirada interdiscipli­naria con la que hemos pretendido acercarnos al objeto de estudio, en una inter­pretación multidimensional de estos pueblos que ha puesto la atención en sus circunstancias territoriales, culturales, sociales y políticas, en el énfasis puesto en su relación con la ciudad y en la intención manifiesta de poner de relieve la diversidad de características que manifiestan estos pueblos.

Con estos supuestos integramos el presente volumen con siete capítulos: en el primero se presenta el marco conceptual y metodológico que da susten­to a este trabajo, así como las preguntas sustantivas que orientaron la inves-

Page 14: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

XIV • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

tigación. En el segundo capítulo se ofrece un análisis territorial de los pue­blos y de los cambios en sus condiciones con relación a la ciudad a lo largo del proceso de transformación del territorio urbano durante el siglo xx. En los siguientes cinco capítulos se presentan cinco estudios de caso, que corres­ponden a cinco pueblos ubicados en cinco zonas diferenciadas de la ciudad: el occidente (Cuajimalpa), el norte (Gustavo A. Madero), el oriente (Iztapa-lapa), el centro-oriente (Coyoacán) y el sur (Tláhuac).

La selección de las zonas y de los estudios de caso tuvo como propósito ofrecer, en primera instancia, una visión que pusiera de relieve la diversidad que presentan los pueblos urbanos; y, en segundo término, evidenciar la cir­cunstancia de que la ubicación de estos pueblos se encuentra en las distintas zonas del territorio del Distrito Federal. De esta manera, el tercer capítulo está dedicado el pueblo de San Pablo Chimalpa, en Cuajimalpa, el cuarto al pueblo de Cuautepec, en Gustavo A. Madero, el quinto al de Santa María Aztahuacán, en Iztapalapa, el sexto a Culhuacán, en Coyoacán e Iztapalapa, y el séptimo a San Pedro Tláhuac, en la delegación Tláhuac; se finaliza con un Epílogo a manera de cierre de la reflexión.

Mapa 1. Ubicación de los pueblos en el contexto del Distrito Federal

SIMBOLOGIA Delegaciones del Distrito Federal

1. Alvaro Obregón 2. Azcapotzalco 3. Benito Juárez 4. Coyoacán 5. Cuajimalpa 6. Cuauhtemoc 7. Gustavo A. Madero 8. Iztacalco 9. Iztapalapa 10. Magdalena Contreras 11. Miguel Hidalgo 12. Milpa Alta 13. Tláhuac 14. Tlalpan 15. Venustiano Carranza 16. Xochimiko

PUEBLOS

Fuente cartográfica: ocim, 2005 Elaboración: María Alejandra Moreno Flores

Page 15: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

INTRODUCCIÓN • XV

Merece una especial mención en este trabajo el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, al que extendemos nuestro más amplio agradecimien­to por el financiamiento durante tres años del proyecto "Pueblos originarios, democracia, ciudadanía y territorio en la ciudad de México", cuyos resulta­dos dieron origen al presente trabajo.

BIBLIOGRAFÍA

AGUILERA, Carmen y Miguel León Portilla, Mapa de México-Tenochtitlan y sus con­tornos hacia 1550, México, Celanesse Mexicana, 1986.

CASTILLO LEDÓN, Luis, La fundación de México, México, Cultura, 1925. BONFIL, Guillermo, México profundo. Una civilización negada, México, Conaculta,

1997. ESCÁRCEGA LÓPEZ, Everardo, Cuadernos de información agraria. Distrito Federal,

1916-1986, México, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, 1989.

GIBSON, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, México, Siglo XXI, 1994.

GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ, Iván, Pueblos arrasados. El zapatismo en Milpa Alta, México, Secretaría de Cultura, GDF (en prensa).

, Para que sepan los que aún no nacen. Construcción de la historia en Milpa Alta, México, UACM (en proceso de publicación).

GONZÁLEZ APARICIO, Luis, Plano reconstructivo de la región de Tenochtiüan, Méxi­co, INAH, Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, H. Cámara de Diputados, 1988.

GUARISCO, Claudia, Los indios del Valle de México y la construcción de una nueva sociabilidad política 1770-1835, México, El Colegio Mexiquense, 2003.

La cuenca de México, en Arqueología Mexicana, vol. xv, núm. 86, septiembre de 2007.

LOCKHART, James, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México Central, siglos xvi-xvin, México, Fondo de Cul­tura Económica, 1999.

LÓPEZ CABALLERO, Paula, Los Títulos Primordiales del Centro de México, México, Conaculta, 2003.

"Los pueblos originarios de Iztapalapa". Memorias del Primer Encuentro de Pueblos, UACM (en preparación).

Page 16: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

XVI • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

MEDINA HERNÁNDEZ, Andrés (coord.), La memoria negada de la ciudad de México. Sus pueblos originarios, México, UNAM-IIA, UACM, 2007.

MIER Y TERÁN ROCHA, Lucía, La primera traza de la ciudad de México 1524-1535, México, UAM-FCE, 2005.

MORA, Teresa (coord.), Atlas etnográfico de la ciudad de México, México, INAH,

2008. PORTAL ARIOSA, María Ana, Ciudadanos desde el pueblo. Identidad urbana y religio­

sidad popular en San Andrés Totoltepec, Tlalpan, México, Conaculta, 1997. ROJAS, Teresa, Las siembras de ayer. La agricultura indígena en el siglo xvi, México,

SEP-CIESAS, 1988.

SANDERS, William T, "El lago y el volcán: la chinampa", en Teresa Rojas (comp.), La agricultura chinampera, México, Universidad Autónoma Chapingo, 1983.

Page 17: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 1

PUEBLOS URBANOS: ENTORNO CONCEPTUAL

Y RUTA METODOLÓGICA

MARÍA ANA PORTAL ARIOSA

LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

Los conceptos utilizados en toda investigación son constructos que se redefinen en el proceso mismo de investigar. Surgen de bagajes teóricos que se confrontan con las realidades sociales estudiadas en campo, y

en ese vaivén se resignifican y se delimitan generando un marco teórico es­pecífico.

El proceso aquí mostrado implica un trabajo colectivo de reelaboración conceptual que traza el camino de esta investigación. Este trazado represen­ta al mismo tiempo una revisión de la construcción y reelaboración de los conceptos empleados y la ruta seguida para esto. Es decir, implica una re­flexión metodológica sobre el proceso realizado.

Este fue un recorrido que estuvo mediado por la interdisciplina, dado que la composición del equipo de investigación integró las miradas de sociólogos, antropólogos, geógrafos e historiadores -no siempre coinci­dentes-, lo cual obligó a realizar un trabajo colectivo intenso para acercar dichas miradas, enriqueciendo de esta manera la reflexión final. La inter­disciplina resultó más un punto de llegada que uno de partida; más una práctica sistemática de reflexión, que un imperativo teórico dado: es pues una construcción conjunta que marcó el proceso mismo de la investiga­ción.

La hipótesis de inicio consistió en considerar que en la ciudad de México conviven distintas identidades y formas de pertenencia y de organización que implican diferentes maneras de comprender y ejercer la democracia y la ciudadanía. Tales diferencias trascienden el marco jurídico político estable­cido y se vinculan a dinámicas socioculturales -ancladas en los llamados pueblos originarios- cuya estructura obedece a elementos de tipo histórico,

1

Page 18: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

2 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

étnico y de clase. Estas dinámicas se manifiestan en las formas de concebir y organizar los tiempos y espacios sociales y, a través de ellos, de concebir y organizar el mundo y la experiencia urbana, así como de regular la vida so­cial, incidiendo de manera significativa en los procesos locales de construc­ción de ciudadanía.

Consideramos que el proceso de globalización, que implica transforma­ciones económicas, políticas, territoriales y sociales, ha alcanzado a la ciu­dad de México en las últimas décadas y ha tensado la contradicción existen­te entre tres lógicas estructurales: la lógica societal de los pueblos originarios, la lógica propia del proceso de urbanización que segmenta y rearticula el es­pacio urbano y la lógica centralista del régimen político local. Y esta es una circunstancia histórica que implica un enorme reto para la construcción de un régimen democrático.

En ese contexto, la pretensión fue estudiar las diversas formas de or­ganización que se gestan en los pueblos originarios de la ciudad de México y explorar las modalidades en que sus habitantes ejercen y hacen suyo el concepto de ciudadanía, así como las maneras específicas en que, a partir de ello, generan procesos de organización y de participación ciudadana. Estos procesos implican necesariamente formas diferenciadas de cons­truir pertenencias y membresías, por lo que también se consideró impor­tante retomar diversos ejes en la construcción de las identidades locales: territorio, comunidad, memoria, etcétera., e identificar la existencia de instancias y mecanismos internos de autorregulación política, adminis­trativa y cultural que subsisten en los pueblos, y que frecuentemente entran en contradicción con las instituciones y mecanismos del régimen político local (delegacional, municipal y del gobierno central del Distrito Federal), y del federal.

Lo anterior ubicado en un contexto espacial y político amplio: el de la ciudad de México, que nos permitiese observar pueblos con características contrastantes a partir de ejes compartidos que favorecieran las comparacio­nes entre los casos analizados.

Es importante señalar que en el proceso de construcción teórica se acu­dió a un plano general de definición conceptual y a un plano particular, que refiere a la manera en cómo se realizó la apropiación de cada una de las no­ciones y se articuló a los intereses de la investigación.

En este marco, los dos conceptos centrales fueron el de ciudadanía y el de pueblos originarios. A partir de ellos aterrizamos en el concepto de iden­tidad, en cuya definición se logró tejer nuestra propuesta de abordaje teórico, buscando integrar los dos primeros conceptos.

Page 19: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 3

ACERCA DE LA CIUDADANÍA

En relación a la ciudadanía hay que decir que ésta alude en principio a la pertenencia a una comunidad política de individuos y grupos; y también a la plena competencia de éstos ante esta comunidad. Se trata de una condi­ción que remite en primera instancia, como se reconoce comúnmente, a derechos y obligaciones, a la existencia de reglas compartidas y observadas y a la vigencia de la igualdad de los individuos ante las leyes y las institucio­nes. Pero el asunto de fondo de la ciudadanía es el de la inclusión. La perte­nencia y la plena competencia de los individuos se registra y verifica en la capacidad inclusiva e integradora que ofrecen la comunidad, el Estado, el régimen político, la ciudad; en la capacidad de integrar a los diferentes, de distribuir beneficios, de compartir atribuciones, de atender los asuntos co­munitarios y de construir en común; y se verifica también en la capacidad de los individuos para tomar parte en las exigencias de la vida en común. Refie­re a prácticas y condiciones que de ida y vuelta, en una doble dirección, idealmente promueven y afirman una inclusión integral, que trasciende los contornos de la exclusiva igualdad individual ante la ley (Alvarez, 2009).

Es por esto que el concepto de ciudadanía constituye uno de los ejes con­ceptuales de nuestro proyecto y el punto de referencia central para el aborda­je de la problemática de los pueblos originarios en la ciudad de México. Se trata de la ciudadanía en una doble dimensión: en tanto pertenencia y enti­dad identitaria que cohesiona internamente a las comunidades étnicas o a los pueblos urbanos, y en tanto pertenencia a la que se aspira y la que al mismo tiempo se reclama en relación a la comunidad política urbana y al régi­men político del Distrito Federal.

En esta doble dimensión el concepto de ciudadanía al que apelamos tiene su anclaje al mismo tiempo en la tradición occidental, adoptada mediante los procesos de mestizaje cultural y político, y en la tradición indo-colonial (mesoamericana).

LA TRADICIÓN OCCIDENTAL

En la modernidad occidental, a partir del siglo xvm, el concepto de ciudada­nía referido históricamente a la pertenencia a las ciudades, se convierte en el referente distintivo de la nación y alude a la membresía de los individuos a realidades sociales y culturales diferentes que depositan en los valores de li­bertad e igualdad los principios articuladores de su relación política ante y

Page 20: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

4 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

frente al Estado. El ciudadano es el individuo que forma parte de este Estado nacional y participa en las decisiones que le competen mediante mecanis­mos predeterminados como el voto y el sistema de representación.

En el siglo xx, la teoría social define a la ciudadanía como el tránsito del "status al contrato" y como una membresía social urbana directamente vincu­lada al desarrollo de la modernidad concentrada en las ciudades. Diversos autores (Weber, Durkheim, Parsons, Toennies) coinciden en una concepción de ciudadanía como conjunto de prácticas sociales que definen el ser miem­bro de una sociedad altamente diferenciada en la cultura y en las institucio­nes, y donde la solidaridad social se sustenta en valores universales. La ciu­dadanía que aquí se reconoce se define en clara oposición a otras formas particulares de integración social, como la familia, la comunidad local y ve­cinal y la etnia (Ramírez, 2008).

En la segunda mitad del siglo xx, la ya clásica visión de T.H. Marshall (1977) desarrolla una concepción evolutiva de la ciudadanía que se centra en los derechos y distingue tres etapas de desarrollo de éstos: la civil o legal, la política y la social. La primera comienza a formalizarse en el siglo xvn y re­fiere a los derechos de propiedad, amparo y juicio individual y justo; la se­gunda se desarrolla en los siglos xvm y xix paralelamente a la democracia parlamentaria y a la institucionalización del sistema de partidos, y remite al derecho al voto, a la libre asociación y a la participación en los órganos de gobierno; y la tercera se despliega durante el siglo xx y refiere a los derechos de bienestar y seguridad social: derechos laborales, seguro de desempleo, servicios de salud y educación, esta dimensión se traduce en las distintas naciones occidentales en la vigencia del Estado de Bienestar.

El aporte de Marshall apunta a atender la contradicción existente en las sociedades modernas entre capitalismo y democracia, así como a la que se expresa entre igualdad política formal y desigualdad social. Su visión lleva implícita la institución del Estado de Bienestar como respuesta a estas con­tradicciones, mediante el establecimiento de derechos que suponen un prin­cipio redistributivo ante el impacto negativo del mercado y la desigualdad social capitalista (Turner, 1993).

De acuerdo con Turner (1993), la ciudadanía así entendida puede ser vista como generadora de solidaridad social, pero al mismo tiempo funge también como motor de diversos conflictos políticos y sociales, al generar expectativas que no logra satisfacer en realidad ante los problemas estructu­rales del capitalismo. De esto deriva en buena medida el cuestionamiento de si existe una sola forma de ciudadanía o distintas formas situadas en contex­tos culturales, políticos y sociales diferenciados. Esto es así, debido a que las

Page 21: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 5

modalidades de ciudadanía diferenciada pueden generarse desde arriba (el gobierno y la institucionalidad) o desde abajo (movimientos sociales, revuel­tas ciudadanas, etcétera), dando lugar a ciudadanías pasivas (otorgamiento de derechos desde arriba) o activas (conquista de derechos desde abajo); en otro recorte, también es posible que se generen en el ámbito público o en el privado. Para este autor, esta línea de análisis sugiere que la combinación de los ejes abajo/arriba y público/privado conduce a identificar y diferenciar for­mas y nociones distintas de ciudadanía que pueden observarse a través de culturas diferentes, de la tradición de diversos Estados nacionales y, tam­bién, a través del concepto mismo de ciudadanía (Ramírez, 2008).

De acuerdo a lo anterior, resulta erróneo plantearse una teoría unitaria de la ciudadanía, pues es claro que en las sociedades contemporáneas han emergido distintas formas de ciudadanía acordes con sus diferentes procesos de modernización y la estructuración de sus Estados nacionales. El proceso de la ciudadanía social, en el marco del siglo xx se ha revelado en una doble dimensión; por una parte, a través de medios normativos e institucionaliza­dos de reconocimiento y membresía social (desde arriba) y, por otra parte, mediante las condiciones sociales heterogéneas que promueven el conflicto y las luchas sociales en función de las demandas insatisfechas. De aquí que la ciudadanía se instituya a través de procesos institucionales de inclusión social y a partir de las muy diversas condiciones de exclusión que dan lugar a numerosos movimientos sociales en busca de ser incluidos en los paráme­tros de la comunidad política de pertenencia.

La construcción de ciudadanía no es, por tanto, únicamente el resultado de un reconocimiento legal y la acreditación de pertenencia a una "comuni­dad" política abstracta, sino la búsqueda del ejercicio de una condición efec­tiva de pertenencia y adscripción a una comunidad social tangible, mediante la asunción de compromisos y obligaciones públicas, pero también mediante el goce de derechos, el acceso a una vida digna y la participación en los bene­ficios del desarrollo comunitario. La búsqueda de inclusión en estas condi­ciones ha implicado históricamente complejos y conflictivos procesos de confrontación y diálogo con el régimen instituido, protagonizados por diver­sos actores políticos y sociales, que han propiciado en largos periodos trans­formaciones institucionales, reconocimiento de derechos ciudadanos, re­orientación de políticas públicas y adecuaciones normativas significativas (Álvarez, 2006).

La búsqueda de inclusión de los actores sociales se ha expresado median­te muy diversas acciones articuladas a partir de sus distintas condiciones de exclusión; se pueden mencionar, entre otras:

Page 22: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

6 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

- Los movimientos sociales y prácticas colectivas que "se apropian" de distintos espacios de la política formal, reglas, normas e instituciones ya constituidas, y que representan para los actores un aprendizaje nor­mativo.

- Los movimientos por la inclusión territorial, jurisdiccional, de servi­cios, de derechos, que pueden expandir la normatividad y las reglas de convivencia estatal.

- La ocupación y creación de espacios públicos donde sectores sociales excluidos o no visibles se hacen presentes a través de modalidades propias, espontáneas o tradicionales.

- Las prácticas colectivas que reivindican identidades, comunidades y derechos puntuales, que apuntalan y cuestionan las relaciones socia­les y ponen en tela de juicio la normatividad establecida, ampliando el catálogo de derechos, de reglas y de instituciones en vigencia.

- Las demandas de comunidades étnicas por el reconocimiento de sus derechos colectivos en la ciudad o en la nación.

- La participación de los actores en la búsqueda por incidir en las políti­cas públicas y en la orientación de las acciones del Estado.

Los procesos de construcción de ciudadanía representan de este modo la lucha de los actores por la reducción de las exclusiones (San Juan, 2003); pero para que este proceso sea reconocido y se haga efectivo es necesario que se exprese en la creación de espacios y medidas institucionales que reviertan la exclusión e instituyan mecanismos de inclusión. Esto se traduce, en pri­mer lugar, en la ampliación del sistema de los derechos formales de las per­sonas, políticos, económicos, sociales y culturales, pero también en el desarrollo de los contenidos reales de tales derechos, mediante la formulación de polí­ticas públicas que los pongan en vigencia (Borja, 2000).

Para que la condición de ciudadanía se haga efectiva es necesario que la acción social vaya más allá de la gestión inmediata de las demandas y, al mismo tiempo que atienda este plano, esboce o promueva también valores y reglas de convivencia, cuestione las relaciones de dominación o de desigual­dad, promocione valores culturalmente pertinentes de igualdad y libertad, o propicie la identificación de los individuos y los grupos con los valores y las reglas de convivencia instituidas (Mouffe, 2000). Este proceso supone igual­mente la adopción de compromisos y responsabilidades de los individuos y los grupos para con la comunidad inmediata o para con la sociedad; el mero acceso a beneficios económicos o a bienes y servicios no acredita la condi­ción ciudadana,- lejos de ello convierte a los individuos más bien en recepto-

Page 23: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 7

res pasivos o en beneficiarios. La condición de plena competencia como miembros de la sociedad hace necesaria la respuesta social, el compromiso tangible de los individuos, su incidencia en el debate sobre los asuntos de interés común y su participación en la satisfacción de las necesidades colec­tivas. La construcción de ciudadanía apela así a una dimensión que involu­cra a los individuos en el interés general (Álvarez, 2006).

En tiempos más recientes, la noción de ciudadanía ha trascendido su adscripción exclusiva a la problemática de la relación ciudad/Estado y a la relación sociedad/Estado nacional. En el marco actual de cambios globales y la nueva relación Estado/economía/sociedad el tema de los derechos ciuda­danos se ha desplegado y se ha orientado hacia problemáticas particulares, grupos específicos y minorías, dando lugar a los llamados derechos de cuarta generación, o derechos difusos, que se refieren a temáticas particulares y condiciones de grupos constituidos; aquí entran los temas del desarrollo, la ecología, el género, la homosexualidad, los intereses grupales de pueblos, naciones, etnias, mujeres, consumidores, jóvenes, etcétera (Kymlicka, 1996; Turner, 1922).

Los contenidos de la ciudadanía se traducen así en: pertenecía, identi­dad, reconocimiento y participación.

LA TRADICIÓN INDO COLONIAL

La ciudadanía para los pueblos de origen indígena adquiere un significado real durante la Colonia, en la época de la transición ibérica hacia la Repúbli­ca. El proceso de constitución de la comunidad política liberal en el antiguo continente trae a la América hispánica la condición de ciudadanía que inte­gra a los españoles y a los criollos, pero incorpora también a los indígenas y mestizos, al reconocer la condición de vecino como constitutiva del sujeto ciudadano. La Constitución de Cádiz (1812) transforma la comunidad local en la fuente de los derechos políticos liberales que mediante la vecindad se extiende hasta los indígenas. El ser vecino confiere a la ciudadanía su conno­tación orgánica al territorio de pertenencia (Carmagnani y Hernández, 2003) y da pie para el reconocimiento dentro de la nación no únicamente a los ciudadanos individuales adscritos a una entidad universal, sino a la inte­gración de las comunidades y los pueblos que forman parte de los virreina­tos, en este caso de la Nueva España.

De este modo la condición de ciudadanía se despliega a la vez en una doble dimensión: la abstracta universal y la particular comunitaria. Esto trae

Page 24: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

8 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

a su vez dos visiones de nación distintas para los españoles y para los indí­genas; para los primeros representa una entidad unitaria de individuos, mientras que para los segundos representa una entidad plural, un conjunto de pueblos (Guerra, 2003).

Algunos autores, como Aniño (2003) señalan que la noción de ciudadanía y la condición que de ella emana fueron difundidas en la Nueva España antes de la independencia y fueron apropiadas por los pueblos, mediante los muni­cipios indígenas, para defender su condición de pueblos ante el Estado liberal e impedir así la destrucción de sus identidades comunitarias. Esto es, los indí­genas y mestizos habitantes de los pueblos utilizaron la noción liberal de ciu­dadanía para cubrir con un reconocimiento legal su condición comunitaria dentro de la República y protegerse ante la tendencia liberal homogeneizante. Este autor destaca la particularidad de la condición de ciudadanía que emerge de este proceso, como un gran potencial del caso mexicano que produjo lógicas peculiares de sincretismo cultural y político a través de las cuales estos pue­blos fueron adaptándose al proceso de occidentalización, al mismo tiempo que lograron preservar su condición comunitaria.

La ciudadanía posee entonces en este proceso una dualidad en lo que a su acepción se refiere, que se mantiene a lo largo de varias décadas y de algún modo persiste en la actualidad en el ámbito de los pueblos indígenas y de otras etnias en nuestro país y en la ciudad de México. Es una condición de­finida y asumida de manera diferenciada por la institucionalidad central vi­gente y por las comunidades periféricas, y para comprenderla en su cabal complejidad en México, es necesario reconocer las diversas dimensiones sociales y culturales que esta institución adquiere en el tránsito hacia la so­ciedad liberal.

En esta disparidad de acepciones se advierte no obstante un sustrato co­mún que remite al justnaturalismo católico de la tradición colonial, que es el que las prácticas de los actores sociales sobreponen al nuevo lenguaje libe­ral. De ello resulta un nuevo léxico político inventado por las comunidades locales, a través del cual éstas logran mantener y controlar la continuidad con el liberalismo y la discontinuidad. Esto se traduce en los variados inten­tos de los pueblos por redefinir y adaptar la ciudadanía a valores, memorias y prácticas, verdaderamente distintas a las oficiales, a través de las cuales mantienen su confrontación con la "modernidad política" (Aniño, 2003).

Con la Constitución de Cádiz, al ser reconocido el vecino como el ciuda­dano de la República, a la soberanía abstracta y homogeneizadora se contra­puso en el mismo texto y en la realidad una ciudadanía diferente, de carácter básicamente territorial, que dependía totalmente de las comunidades loca-

Page 25: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 9

les; con este hecho la comunidad local fue transformada por la Constitución como fuente de derechos políticos, y al ser el indígena un vecino-ciudadano, la comunidad indígena quedó transformada también de facto en esta fuente de derechos constitucionales. Algunos de estos derechos fueron los políticos, a votar y ser votados, y a constituir parte de las instituciones gubernamenta­les de los municipios. En este proceso numerosos municipios fueron consti­tuidos por indígenas y mestizos y mediante sus prácticas del pasado colonial y sus estrategias de apropiación de los nuevos recursos liberales, muchos de estos municipios electivos con el tiempo se transformaron en un poder juris­diccional autónomo,- con esto se otorgó a la ciudadanía el valor de un dere­cho a la constitución de autogobiernos locales (Aniño, 2003). También de aquí emanó la proclamación de municipios soberanos que reivindicaban su derecho a aceptar o no la autoridad de los gobiernos, con base en una libertad no concedida por la Constitución, sino preexistente a ésta.

El municipio liberal, con la posibilidad que ofrecía de reubicar las tierras bajo su jurisdicción, se convirtió en un instrumento de las comunidades para defender­se de los aspectos amenazantes de la igualdad liberal. Tierra, ciudadanía y justi­cia estructuraron de esa manera un sujeto institucional nuevo, distinto del proyectado en la Constitución, expresión directa de los intereses y de las cultu­ras locales mexicanas. Todo este cambio institucional se realizó al margen del control del Estado colonial y de las élites criollas,- fue un proceso autónomo de los pueblos, y por consiguiente alteró no sólo el antiguo orden sino también el nuevo (Aniño, 2003: 74).

En todo este proceso de constitución de la ciudadanía subyace el recono­cimiento de dos esferas distintas, la de la ciudadanía "natural", legitimada por las actas de adhesión de los ciudadanos libremente convocados en asam­blea por los municipios y la "constituida", legitimada por medio del voto. La primera instituida de alguna manera desde las leyes de Indias que reconocie­ron siempre a los vecinos el derecho de reunirse en asamblea para decidir sobre asuntos del bien común-, y la segunda por el principio de representa­ción de la Constitución de Cádiz.

De este modo, las comunidades indígenas pasaron a formar parte de la nueva nación republicana, pero basadas en sus propios intereses y creencias, constituyeron otra idea de nación. En la idea de nación que se formula en 1877 corresponde a un esquema bastante complejo que "articula principios modernos con mitos y lenguajes jurídicos de la tradición colonial y del jus-naturalismo católico, pero no del oficial de la tradición escolástica" (Aniño,

Page 26: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

10 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

2003). El primer elemento histórico que define la patria-nación indígena mexicana es la legitimidad de los títulos de ocupación del suelo antes de la llegada de los españoles.

Resulta interesante que por los elementos aquí vertidos la idea de ciuda­danía que proviene de la tradición indo-mestiza mexicana es una ciudadanía compleja, que involucra elementos de la ciudadanía liberal republicana con elementos políticos y culturales de las comunidades indígenas precolombi­nas. Se trata de una ciudadanía desdoblada en una doble dimensión, como pertenencia a un pueblo y como pertenencia colectiva, comunitaria, a una nación. Sin embargo, es importante destacar que de manera individual, esta ciudadanía no desarrolló un sentido de pertenencia al Estado sino que, por el contrario, reforzó y legitimó su resistencia contra él.

Ahora bien, recuperando las dos tradiciones anteriores, encontramos dos vertientes de análisis que les son comunes y que hemos recuperado como líneas de reflexión y observación para la investigación sobre la ciudadanía en los pueblos urbanos en el caso de la ciudad de México. Una es la que refiere a la ciudadanía como pertenencia y que supone un sustrato de identidad que se construye en relación con la comunidad (al pueblo, a la ciudad o al Esta­do); y la otra es la que remite a la ciudadanía como generación de derechos, a la que se consideran acreedores y son reclamados por los miembros de una comunidad: derecho al territorio, a los recursos naturales, a los bienes públi­cos, a la participación en los asuntos públicos, a la diversidad, al patrimonio histórico cultural, entre otros. Hemos asumido a ambas líneas de reflexión como una guía metodológica para la reconstrucción de la ciudadanía en los pueblos originarios.

LOS PUEBLOS EN LA CIUDAD: PUEBLO ORIGINARIO/PUEBLO URBANO

La delimitación de los llamados pueblos originarios implicó un ejercicio de reflexión teórica en dos dimensiones: como categoría analítica y como ele­mento definitorio de la elección de nuestro universo de estudio.

Como todo concepto el de pueblo originario tiene una historia, reciente por cierto, ya que según información de Teresa Mora (2009: 27) el término se acuñó en 1996 por los pobladores de Milpa Alta en el marco del Primer Foro de Pueblos Originarios y Migrantes Indígenas del Anáhuac. Con esta noción se asumen como legítimos herederos de los antiguos pobladores del Anáhuac, por lo que tienen derecho incuestionable a su territorio. Pero al mismo tiempo es un término que los distingue de los pueblos indígenas del

Page 27: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 11

resto del país. En este sentido, el concepto nace cargado de un significado político, ideológico e identitario e implica una delimitación geográfica ya que se refiere exclusivamente a los pueblos ubicados en la cuenca de México.

Aparece entonces una primera distinción: entre pueblos migrantes (indí­genas) y pueblos originarios, que se diferencian fundamentalmente por el tipo de demandas que cada uno realiza: en el primer caso -los migrantes-buscan reconocimiento jurídico como comunidades indígenas y representa­ción política como tales; la principal demanda de los originarios se refiere el reconocimiento jurídico de sus formas tradicionales de organización, de su territorio y de sus recursos naturales.

Si bien en ambos casos se habla de "derechos políticos" y de "especifici­dad cultural", posiblemente la mayor diferencia entre ellos está en el recono­cimiento jurídico del territorio y los recursos naturales.1 Pero también hay un plano ideológico e identitario de distinción: los originarios reconocen un pasado prehispánico, pero no se consideran indígenas. Esto es fundamental en el proceso de autoidentification.

Esta distinción representa un punto central en su delimitación teórica,2

ya que conceptualmente no deben ser equiparados los pueblos originarios a los pueblos indígenas, pues sus características, sus problemáticas y sus de­mandas son diferentes.3

En el proceso de definir a los pueblos originarios como nuestra materia de trabajo, se identificó que la mayoría de los autores que nos precedieron4

en esta tarea los definieron fundamentalmente a partir de criterios culturales tales como:

a. Tienen un origen prehispánico reconocido. b. Conservan el nombre que les fue asignado durante la Colonia, com­

puesto por el nombre de un santo o santa patrona y un nombre náhuatl; aunque hay algunos casos en el que sólo conservan uno u otro.

'Al respecto véase Pablo Yanes, Virginia Molina y Osear González (2004). 2Hacemos énfasis en la idea de delimitación teórica pues, como veremos más adelante,

sabemos que el concepto tiene una dimensión política que en la actualidad involucra la lucha por su reconocimiento jurídico en la ciudad, lo cual tiene otras implicaciones.

3La definición de lo indio, ha sido un tema histórico y de debate en la antropología mexi­cana. Desde Gamio hasta nuestros días ha sido sumamente problemático encontrar los crite­rios para definir a los grupos indígenas en México. Pero también representa un problema práctico en la definición de políticas públicas y para la aplicación de programas sociales. A la fecha prácticamente el único que opera es el criterio lingüístico como se utiliza en el censo.

4Véanse textos como los de Andrés Medina (2007); Sánchez (2006); Mora (2009), entre otros.

Page 28: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

12 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

c. Mantienen un vínculo con la tierra y el control sobre sus territorios y los recursos naturales.

d. Reproducen un sistema festivo centrado en las fiestas patronales y organizado a partir del sistema de cargo.

e. Mantienen estructuras de parentesco consolidadas. f. Tienen un panteón sobre el que conservan control administrativo. g. Reproducen un patrón de asentamiento urbano particular caracteriza­

do por un centro marcado por una plaza a la que rodean, principal­mente, la iglesia, edificios administrativos y comercios.

En la diversidad de pueblos que existen en la ciudad de México -117 según datos de Teresa Mora (2009: 28)- y la complejidad de sus dinámicas con la urbe, condujo a poner en cuestión el sentido del pueblo originario debido a que:

a. No todos los pueblos tienen un origen netamente prehispánico. Mu­chos de ellos fueron creados durante el periodo colonial y casi todos fueron refundados después de la Revolución de 1910.

b. Aún los pueblos de origen prehispánico sufrieron fuertes transforma­ciones durante el periodo colonial y adquirieron estructuras institucio­nales y simbólicas diferentes a lo que se pudiera considerar como "original", es decir, han soportado procesos de hibridación y sincretis­mo que los han llevado a incorporar prácticas y elementos mestizos, transformando así su carácter clásicamente indígena.

c. Asimismo, muchos de ellos han perdido control sobre su territorio y sobre todo de sus recursos naturales (el agua, la tierra, etcétera) lo que los ha despojado de sus principales elementos constitutivos.

d. Y, finalmente, es muy diferente la experiencia histórica de los pueblos del norte de la ciudad que de manera muy pronta se incorporaron a procesos industriales y urbanos, que los del sur, sur oriente y sur po­niente, que conservan una estructura agraria que en ocasiones todavía opera y cuyos procesos de urbanización son sumamente tardíos.

Esta manera de definir a un pueblo originario pronto mostró sus límites, dado que si se quiere comprender la dinámica urbana en su conjunto -que era uno de los intereses primordiales del trabajo- definir un fenómeno social por sus rasgos nos enfrentó a problemas clasificatorios que rápidamente nos ubicaron en los terrenos del escencialismo, la "autenticidad" y lo "genuino", cerrando el concepto e impidiendo ubicarlo en la complejidad de sus redes y sus conexiones con lo urbano.

Page 29: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 13

Si se toma en cuenta que el desarrollo de la ciudad necesariamente ha impactado, de manera desigual y diferenciable, a los pueblos asentados en la cuenca de México,5 entonces ¿qué pueblos entrarían en esta clasificación? y ¿qué tipo de criterios históricos, geográficos, demográficos y socioculturales los delimitarían?

Al formular la pregunta sobre ¿cómo romper con el escencialismo?, se pensó que la multitemporalidad y la heterogeneidad espacial y la manera en que los distintos actores sociales se hacen cargo de ello, podría significar un acercamiento a un comprensión diferente del fenómeno.

El trabajo de campo realizado en las distintas zonas de estudio dio cuen­ta muy pronto de que al respecto existían profundas diferencias, dado que los pueblos se encuentran articulados a la ciudad de muy diversas maneras: al­gunos con procesos de urbanización tempranos y con densidades demográfi­cas muy altas, frente a otros, con una vocación agrícola presente y con pro­cesos de urbanización muy tardía. Pueblos dedicados al comercio y a los servicios, frente a pueblos que combinan las actividades agrícolas con las urbanas,- pueblos densamente poblados -como, por ejemplo, Cuautepec y su entorno con más de 300,000 habitantes- frente a otros que no rebasan los 10,000; algunos que usan el náhuatl frente a otros totalmente monolingües en español; aquellos que reconocen su pasado indígena frente a los que se reconocen sólo como mestizos, entre otros.

Estas circunstancias de diferenciación, condujeron a identificar que la manera de romper con el problema metodológico del listado de rasgos con­sistía en analizar aspectos específicos temporo/espaciales, porque es allí -en las formas en que se estructuran y se usan los tiempos y espacios sociales-en donde se construye la diferencia en los lugares urbanos.

Se llegó a la conclusión de que un barrio popular, un pueblo, una colonia, una unidad habitacional, un barrio residencial, etcétera, son espacios urba­nos diferenciables, no sólo por su estructura urbana o por los servicios con los que cuenta -que en muchos casos pueden ser similares- sino por la for­ma en que se concibe, se ordena y se consume el espacio, y por la forma en que se ordena la vida (organización temporal).

En esta perspectiva, la reproducción de las diferencias culturales entre los grupos sociales -en este caso urbanos- se da entonces, "en función del uso, la organización y el control que se ejerce sobre el tiempo y el espacio" (Aguado/Portal, 1992: 69).

5La cuenca tiene distintas regiones, que a grosso modo se divide en una lacustre, una serrana y una de valle.

Page 30: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

14 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

TIEMPO Y ESPACIO

De esta manera, la definición de pueblos originarios, más que a partir de un cierto tipo de rasgos, como señalamos antes, se tendría que dar en función de la manera específica en que éstos ordenan sus tiempos y sus espacios. De aquí derivan algunas preguntas, como: ¿cuáles son los ejes centrales de ese ordenamiento? ¿Cuál es la historia de dicho ordenamiento? ¿En qué se dis­tingue de otros espacios urbanos?

Para hacer operativas estas reflexiones retomamos la idea de Guadalupe Valencia cuando plantea que:

El tiempo es la manera en que existimos. Por eso desaparece cuando cesa nues­tro estar en el mundo: somos tiempo. El tiempo es la cualidad misma de la existencia, es su forma de estar; de ahí que su nombre se enmascare y se con­funda con los de las cosas a las que hace existir. Acaso el tiempo no sea sino "una redundancia de la realidad en su devenir".6 Una manera de ser de las cosas que se oculta en la penumbra del lenguaje,- que se enmascara y se nos escapa cada que pretendemos atraparlo (Valencia, 2010).

En este sentido, el tiempo se puede pensar en dos vertientes: como historia -que implica un orden cronológico-; y como ritmo de vida -asociado a ciclos. Por otra parte, el espacio es concebido más que como un "contenedor" de las prácticas sociales, como una red de vínculos de significación que se establece al interior de un grupo social con las personas y las cosas, mientras que el tiempo sería el movimiento de esa red, con un ritmo, una duración y una frecuencia (Aguado/Portal, 1992: 72). Estos supuestos evidencian una dis­tancia con las definiciones esencialistas, al hacer énfasis en los procesos y en la constructividad del espacio. Retomando a Doreen Massey, consideramos que "el espacio es necesariamente parte integral de ese proceso de construc­ción y también un producto del proceso" (Massey 2005: 107). Como conte­nido y contenedor de las prácticas sociales el espacio es un marco desde donde se organizan las prácticas, pero es también lo que significan esas prác­ticas ordenadas culturalmente:

Todo grupo social construye y se apropia del tiempo y del espacio, modificándo­lo y construyéndose a sí mismo en el proceso, a partir de un capital cultural determinado (Aguado/Portal, 1992: 69).

6Cfr. Étiene Klein, Las tácticas de ciónos, Siruela, Madrid, 2005, p. 29.

Page 31: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 15

Para Massey el espacio es la dimensión que hace posible la existencia de la multiplicidad, de la diversidad, y enfatiza la importancia de reconocer la espacialidad de la vida social como lugar de relaciones, interacciones, en­cuentros y desencuentros, que intervienen en la construcción de la historia de comunidades diferentes.

En este punto es importante distinguir entre territorio y espacio. Para Pa­tricia Ramírez Kuri (2009), el espacio se había entendido como una noción abstracta que alude a la extensión física de una superficie sin límites precisos, sin embargo, al concebirlo como construcción social y cultural, se entiende entonces como un lugar permeado de intención, de acción y de significado, en contextos y circunstancias históricas específicas. Mientras tanto, el territorio, como categoría concreta, alude a las formas de apropiación y valoración de un espacio determinado. De acuerdo con Gilberto Giménez:

[...] el territorio resulta de la apropiación y valoración de un espacio determina­do [...], esta [...] puede ser de carácter instrumental-funcional o simbólico ex­presivo. En el primer caso se enfatiza la relación utilitaria [...] mientras que en el segundo se destaca el papel de territorio como espacio de sedimentación sim­bólico cultural, como objeto de inversiones estético afectivas o como soporte de identidades individuales y colectivas. [...] las necesidades económicas, sociales y políticas de cada sociedad [...] su producción está sustentada por las relaciones so­ciales que lo atraviesan; [...] el territorio es también objeto de operaciones sim­bólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales [...] proyectan sus concepciones del mundo. Por eso el territorio puede considerarse como zona de refugio [...] pero también como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego efectivo [...] como 'geosímbolo' (Giménez, 2000: 24).

Consuelo Sánchez Rodríguez, por su parte, considera que la historia es un instrumento de la geopolítica de todos los pueblos, y "no es posible com­prender el significado que tiene el territorio para los pueblos originarios sin tomar en cuenta su propia percepción histórica del mismo"; por lo que el eje es la representación histórica de la territorialidad (Sánchez Rodríguez, 2006: 13). Esta idea obliga a profundizar sobre los contextos históricos de los pue­blos, como elemento central de su definición.

En función de lo anterior, cabe preguntarse ¿cuál es la forma específica en que los pueblos de hoy articulan y ordenan sus tiempos y sus espacios?; y esta pregunta es pertinente porque las referencias al tiempo y al espacio no sólo los van a diferenciar de otros espacios de la ciudad, sino son algo que

Page 32: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

16 MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

también les permite distinguir sus especificidades frente a otros pueblos. Entonces, ¿cómo concretar los conceptos de tiempo y espacio haciéndolos operativos para los propósitos de esta investigación?

A partir de aquí se definieron cuatro planos para ordenar el material obte­nido en campo: espacio social / territorio; historia / ritmos, todo ello en el or­denamiento de la vida cotidiana. Estos planos pensados no como estancos cerrados, sino a partir de sus interacciones y conexiones hacia adentro (al in­terior del pueblo) y hacia fuera (en relación con la dinámica urbana). A partir de ello se buscó generar procesos relativamente homogéneos que permitieran hacer ejercicios de comparación entre los pueblos elegidos para esta investiga­ción, observando aquellas variables constantes y aquellas cambiantes.

Fue en ese marco en que realizó una revisión de las primeras definiciones de pueblo originario, reenfocándolas desde la perspectiva temporo espacial.

Como parte de la discusión interna del proyecto se realizaron diversos ejercicios reflexivos que generaron documentos de discusión interna. En ese marco, Iván Gomezcésar (2010) formuló una propuesta de definición de pueblo originario en el contexto de la discusión de la recientemente elabora­da "Ley Indígena y de Pueblos Originarios de la ciudad de México". A partir de su reflexión se distinguen cuatro aspectos definitorios de los pueblos ori­ginarios en torno a los cuales es posible articular los planos antes propuestos y vislumbrar algunas de sus características nodales, utilizando los ejes de tiempo y espacio como parámetros de reflexión:

1. Tienen como base un conjunto de familias autoidentificadas como originarias; esto se expresa en la predominancia de algunos apellidos que son claramente identificables.

Es decir, tienen una historia que parte de las redes de parentesco, que se constituye en una suerte de mito de origen y que permea la organización territorial (ya que generalmente los originarios ocupan las partes centrales del pueblo). Esta es una diferencia fundamental frente a otros espacios urba­nos en donde el parentesco no tiene una función fundacional. El parentesco se constituye en parte del espacio social y del territorio. Lo cual nos lleva a que:

2. Poseen un territorio en el que se distinguen espacios de uso comuni­tario y para desarrollar la vida ritual. Una parte de los pueblos poseen terrenos agrícolas o forestales en forma de ejidos, propiedad privada o comunidad agraria y por tanto su noción de territorio es clara. Pero

Page 33: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 17

incluso en aquellos pueblos que han perdido sus terrenos y han queda­do reducidos a medios urbanos, existe una idea de espacio originario, en el que se identifica un centro y otros espacios comunitarios, entre los que las más de las veces se cuenta la iglesia o capilla, la plaza, el mercado y el panteón.

Aquí el territorio está ordenado a partir de visiones de mundo específicas -en donde se mezclan no sólo lo prehispánico con lo colonial, sino también elementos contemporáneos característicos de la llamada modernidad- gene­rando un patrón de asentamiento urbano particular.

3. Su continuidad está basada en formas de organización comunitaria y un sistema festivo, que tiene como elemento central un santo o santa patrona. En el sistema festivo pueden apreciarse elementos culturales de origen mesoamericano, colonial y una permanente capacidad de adaptación a las nuevas influencias culturales de su entorno, que no se reducen a los elementos religiosos.

Espacio y organización están totalmente articulados. La fragmentación de los espacios y de la vida social, característicos de muchos de los espacios urbanos, para el caso de los pueblos adquiere una dinámica diferente. El terri­torio es ritmado por la organización festiva, la cual no es un apartado de la vida (un momento de excepción) sino es la vida misma.

4. Las festividades religiosas y cívicas cumplen la función de generar li-derazgos en torno a los nombrados para ejercer los cargos, y para el colectivo es el medio para refrendar la pertenencia al pueblo, contribu­yendo a la continuidad de las identidades locales. El santo patrón y otras deidades son la base a partir de las cuales se establecen nexos duraderos con otros pueblos.

En este punto se vislumbra la dimensión política de lo antes dicho: el poder no sólo atraviesa la vida social sino que se articula a las estructuras tradicionales (al sistema de cargos) al mismo tiempo que se articula a las instancias del régimen político y de la ciudad. Dicho de otra manera, las estru-cutras de poder pasan por las redes de parentesco, constituyéndole en un rasgo particular del poder local. Esto genera una concepción diferente del mismo y una lógica de gobierno distinta en donde lo comunitario prevalece sobre lo individual y la estructura de parentesco obliga a una lógica que po-

Page 34: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

18 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

dríamos llamar de "cara a cara" y procesos de rendición de cuentas en donde se juega mucho más que un puesto: el prestigio, la pertenencia, el reconoci­miento.

Recapitulando sobre lo antes expuesto, consideramos que es necesario repensar y distinguir el concepto de pueblo originario en dos sentidos: como concepto teórico y como propuesta política.

Como propuesta política tiene su propia agenda cuyo resultado más visi­ble hasta ahora es la Ley Indígena y de Pueblos Originarios de la ciudad de México, y el reconocimiento de estos pueblos en la reforma más reciente de la Ley de Participación ciudadana. Aquí el uso de la noción de "originario" ad­quiere sentido en la medida en que se reclama un territorio, recursos, reco­nocimiento y visibilidad frente a las instancias gubernamentales de la ciu­dad.

Como concepto teórico, que tendencialmente ha sido construido desde la mirada esencialista, como se señaló antes, presenta algunos problemas. De ellos, el que resulta más difícil de resolver es el que nos ubica en un es­cenario en donde se favorece la comprensión "cerrada" de pueblo originario. Esta tendencia no sólo dificulta la construcción analítica de las redes y las interconexiones entre los espacios urbanos, sino que nos impide compren­der las cambiantes dinámicas políticas y sociales a su interior, así como los procesos históricos que han conformado las profundas diferencias entre pue­blos de la misma ciudad. Es decir, impide ver el cambio, el conflicto y las transformaciones, así como los vínculos con lo urbano.

El término mismo de originario contiene aspectos esenciales o esencia-listas de la identidad ya que implica procesos de autenticidad, imposibles de resolver y que conducen a preguntas tales cómo ¿desde dónde se construye esa autenticidad?, ¿quiénes son los depositarios de ésta?, ¿desde dónde y cuándo se determina el origen?

Como investigadores es necesario tomar distancia de este proceso para ubicarlo en otra dimensión, como parte de los fenómenos urbanos. Sin em­bargo, no se puede hacer caso omiso de su existencia política, ideológica y simbólica. Si políticamente constituye una realidad social es necesario con­siderarlo y atenderlo. Pero, ¿cómo redimensionarlo para romper con la idea esencialista que conlleva el mismo término de "originario"?

Una posibilidad es acudiendo al concepto de identidad, en la medida en que entendemos lo "originario" como parte de las identificaciones que los pueblos hacen sobre sí mismos. Se trata del reconocimiento de un punto de partida colectivo que les permite resignificar el pasado y que se constituye en una identificación social a través de la cual reconocen su pertenencia y asu-

Page 35: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 19

men un lugar en el mundo, al tiempo que son reconocidos por otros en ese lugar. Es pues una práctica de espaciación.

Cabe señalar que este concepto de originario no se contrapone al de ur­bano. Los pueblos originarios son preexistentes a la condición urbana actual, de allí que son considerados sin duda como originarios. Sin embargo, hasta mediados del siglo xx se desarrollaron también en una dimensión rural. La transformación de fondo se da a partir de la relación contemporánea con la ciudad. Si bien lo que les da identidad es el vínculo con la tierra, esta tierra cambia de sentido convirtiéndose en lugares, que muchas veces pasan a ser lugares urbanos. Lo anterior nos llevó a preguntarnos si una característica del pueblo es entonces lo rural. Al respecto consideramos que:

a. La relación de los pueblos con la ciudad no se da sólo por la urbani­zación.7

b. La connotación de ciudad igual a moderno, y pueblo igual a rural no opera de manera absoluta. Aquí no se entiende lo rural como lo opues­to a lo urbano, se refiere a procesos tales como tipo de actividades económicas, la introducción de los servicios y la transformación de la vivienda, entre otros.

c. El crecimiento de la ciudad no implicó sólo la incorporación de los pueblos de manera pasiva, es decir, se desarrollaron diversas estrate­gias de inserción.

d. También es necesario tomar en cuenta la dinámica del crecimiento interno de los pueblos y sus necesidades específicas. El proceso urbano in­terno no es necesariamente urbanización.

Ahora bien, es importante tener presente el contexto en el que se gene­ran estos procesos identitarios, la ciudad de México; de ahí que no estemos hablando entonces de cualquier proceso identitario, sino de procesos ancla­dos histórica, económica y culturalmente en la vida urbana. Es decir, en territorios históricamente construidos y apropiados con relación a procesos urbanos específicos, lo que les otorga formas particulares de entender, ordenar y sig­nificar los tiempos y espacios sociales. Esto condujo a considerar y proponer

7Es importante distinguir entre lo urbano y la urbanización. Lo urbano se refiere a los procesos internos que vinculan actividades propias del pueblo con prácticas citadinas, mien­tras que la urbanización se refiere a aquellos indicadores que dan cuenta de actividades eco­nómicas de mejoramiento de los niveles de bienestar y de la vivienda e inmuebles del pueblo, consolidación de las vías de comunicación, etcétera.

Page 36: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

20 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

la utilidad y pertinencia de hablar entonces de pueblos urbanos, definidos éstos no a partir de rasgos inamovibles, sino de procesos identitarios en construcción continua, en movimiento, que se insertan en los procesos de la ciudad.

Al identificar la inserción de los pueblos en la ciudad, surge de inmedia­to el tema de la pertenencia y la problemática de la construcción de ésta en el contexto de la ciudad. En este sentido, el ordenamiento temporo/espacial es uno de los fundamentos de la cultura porque implica la construcción de las formas de pertenencia y conlleva la delimitación del adentro y del afuera, de las fronteras simbólicas de adscripción: es decir, los procesos identitarios. De aquí que se considerara necesario abordar además de la dimensión polí­tica de la pertenecía, que implica la condición de ciudadanía, la dimensión cultural, que supone la condición de identidad. Es desde la identidad como se define el concepto de pueblo urbano, ya que es una categoría que permite hacer operativos los elementos constitutivos de la ciudadanía.

ACERCA DE LA IDENTIDAD

El concepto de identidad se integró como un tema eje de la discusión, dado que existen diversos mecanismos mediante los cuales los pueblos urbanos se construyen a sí mismos y se distinguen tanto de otros pueblos como de otros espacios de la ciudad. Pero, ¿qué implicaciones metodológicas y teóricas ten­dría esta propuesta? ¿Desde qué perspectiva trabajar un concepto tan com­plejo y discutido como el de identidad?

En este sentido, es importante puntualizar brevemente el concepto de identidad, como uno de los rasgos distintivos de los pueblos. Se parte de la idea de que la identidad refiere a un constante proceso de identificaciones que reproduce un grupo social a partir de sus experiencias históricas. Es un proceso que se recrea permanentemente a partir de prácticas culturalmente determinadas y que tiene que ver con tres aspectos centrales:

1. La permanencia en el tiempo: es decir, los mecanismos y estrategias culturales que garantizan la supervivencia, individual y colectiva.

2. La distinción: que se refiere a los procesos de diferenciación frente a otros.

3. La adscripción: mediante la cual, una vez diferenciadas, las colectivi­dades se asumen como parte de un determinado grupo social y con un territorio con el que se identifican.

Page 37: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 21

La identidad no es un objeto, ni un conjunto de rasgos predeterminados, como una fotografía que queda grabada de manera permanente. Es un proce­so cambiante, que se recrea a través de la memoria de individuos y grupos, y es siempre relativo: los individuos nos definimos -en lo individual como en lo colectivo- con relación al afuera, en contraste y oposición a otros, y en cir­cunstancias específicas.

Se trata de un concepto que tiene que ver con la idea de unidad -sin la cual no puede pensarse ningún proceso identitario- pero de una unidad "re­lativa" que se descompone y se recompone de manera continua en, por lo menos, dos ejes: el que vincula lo individual a lo colectivo y el que vincula la estabilidad al cambio.

En este sentido, el proceso identitario se gesta siempre en dos planos:

• Plano individual (que siempre será nuestro inevitable punto de parti­da) que es el de la identidad como experiencia, como vivencia corporal, la cual se construye desde nuestra individualidad.

• Plano social, colectivo, que implica la memoria como construcción social, a partir de un marco cultural particular, en donde se encuen­tran inmersos los sujetos.

A través de esta reproducción en dos planos -distinguibles pero total­mente imbrincados- grupos e individuos garantizan la permanencia en el tiempo, la generación de identificaciones culturalmente determinadas y con ello la adscripción. Finalmente, a partir de esa adscripción se produce la di­ferenciación frente a otros.

Ahora bien, para el análisis de la identidad es fundamental el concepto de identificación. La identidad social se recrea a partir de la forma concreta en que las colectividades se construyen, se recrean y se apropian de las iden­tificaciones sociales. (Portal, 1997). Es a partir de ellas como los sujetos re­conocen sus semejanzas con los miembros de su grupo, al tiempo que se distinguen de los sujetos de otros grupos; se construyen así a partir de un doble movimiento: de "adentro" hacia "afuera" y de "afuera" hacia "aden­tro", en razón de la capacidad de interpelación que tengan "adentro" los significados gestados "afuera".

Estas identificaciones conformadas a partir de experiencias concretas históricamente determinadas varían en el tiempo. Esto se traduce en pre­guntas tales como: ¿cómo me ven los otros? ¿de qué manera me nombran?; y de esas identificaciones ¿con cuáles me quedo o cuáles de ésas influyen en la manera en que me miro a mí mismo y cómo me considero en relación al

Page 38: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

22 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

grupo social? Es en este sentido que definimos la identidad como un "proce­so de identificaciones históricamente apropiadas que le confieren sentido a un grupo social y le dan estructura significativa para asumirse como unidad" (Aguado/Portal, 1992 :47).

La capacidad de autoidentificación y de apropiación de las identificacio­nes ajenas se gesta en un proceso histórico en el cual el grupo se autodefine y es definido por otros en contextos sociales y culturales específicos, muchas de las veces anclados a territorios concretos, de tal suerte que a partir de es­tas identificaciones se van conformando los sujetos sociales y se van incor­porando los cambios.

Estos procesos de identificación social son procesos ideológicos, es decir, que se realizan en prácticas sociales. Las identificaciones se constituyen en evidencias sociales al ser apropiadas grupalmente y en este proceso se con­vierten en parte constitutiva de la ideología y de la cultura.8

En este contexto, la identidad se construye en lo concreto, y requiere de procesos selectivos. No la podemos pensar como algo definible de una vez y para siempre: se define en momentos históricos específicos a partir de prác­ticas concretas.

Si esto es así, hay que reflexionar en torno a ¿cuáles son las identificacio­nes sociales que distinguen a los pueblos de la ciudad? ¿A partir de qué ejes históricos construyen su pertenencia? ¿Cómo se transforman éstas en el tiempo? ¿Cómo se anclan al espacio?

Se puede pensar pensar que la primera identificación que los define es la idea de pueblo. El origen está amarrado al lugar -simbólico y real- que es más que un territorio: es el espacio social en donde se tejen todas las relacio­nes sociales.

Como construcción identitaria -en movimiento- en la definición de pueblo encontramos más que tiempos cronológicos, tiempos cíclicos, regu­lados por el ciclo festivo, a partir de la idea contrastante del antes y el ahora. Esto no quiere decir que no haya la noción de historia -con su consecuente cronología- sino que el énfasis está dado en el mareaje del ciclo ritual que ordena la vida y le da sentido.

8En el libro Identidad, ideología y ritual se desarrolla ampliamente el concepto de eviden­cia ideológica, la cual, en síntesis, proponemos como: "... una unidad inseparable en donde entran en juego lo somático y lo cultural, que si bien se nutren de la experiencia inmediata, la transforma en una representación para los individuos de dicha cultura ya que es útil para la acción sin ser explicativa del fenómeno" (Aguado/Portal, 1992).

Page 39: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 23

El pueblo representa igualmente el origen, el punto de partida. Allí tam­bién encontramos movimiento. El origen es referencia de momentos distin­tos e imbricados: lo prehispánico, lo colonial, lo contemporáneo.

Pero la pertenencia se delimita también a partir de la noción de parien­tes. Se es en función del territorio, pero fundamentalmente en función de las familias que lo pueblan. Las relaciones de parentesco le dan solidez y estruc­tura a la organización social, lo cual les provee de una columna vertebral sólida a partir de lo cual tejen sus redes hacia fuera y hacia adentro.

Los ejes territorio/parentesco/sistema ritual, genera formas específicas de organización, representación y participación atravesadas por el plano político. Es desde allí desde donde se construyen los derechos y obligaciones bajo la lógica de la reciprocidad y las necesidades de la comunidad. Esta conciencia de lo colectivo, de lo comunitario, es incomprensible sin los ejes anteriores.

Todo ello se materializa a través de prácticas cotidianas que se constitu­yen en estrategias culturales, que garantizan la permanencia en el tiempo -de generación en generación- y generan referentes concretos que les permi­ten distinguirse de otros y reconocer su lugar en el mundo.

La identidad en tanto proceso en movimiento, favorece romper las esen­cias, para comprender los constrastes y las redes que a partir de ellos se construyen.

REFLEXIÓN FINAL

Los hallazgos durante este proceso de investigación llevaron a cuestionar el bagage teórico inicial y a reconceptualizar los puntos de partida. Un elemen­to sustantivo en este proceso lo constituyó la interdiscicplina que modificó las miradas disciplinarias -histórica, antropológica, sociológica, socio territo­rial y política- de cada uno de los participantes. La interdisciplina permitió observar el fenómeno de estudio desde una dimensión múltiple e integral y a replantearnos tanto la manera en que se concibió el problema inicialmente como la posibilidad de incorporar nuevos elementos analíticos. Un ejemplo de ello fue la ampliación de la dimensión territorial hacia aspectos tales como las fronteras físicas y simbólicas, la mirada de región, las formas de propiedad y tenencia de la tierra, más complejas y profundas de lo que se consideró en un inicio.

Otros aspectos relevantes, fueron el cuestionamiento de las nociones pre­vias iniciales en su dimensión atemporal y transespacial, así como la com­prensión de las tensiones y dinámicas en las redes sociales entre pueblos y

Page 40: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

24 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

ciudades y la manera en que éstas se construyen. De igual manera, resultó importante poder marcar y explicar la diferencia entre lo urbano y la urbaniza­ción, que tendencialmente se han entendido como expresiones equivalentes.

Desde luego hubo preguntas que no se consiguieron responder a cabalidad y se identificaron aspectos que sin duda requieren continuarse trabajando; particularmente el referente a la visión esencialista en torno al concepto de pueblos originarios y el que refiere a la tensión entre lo rural y lo urbano.

Entre otras, queda pendiente una tarea central: la elaboración de una propuesta de tipología de los pueblos urbanos que permita a los estudiosos del tema encontrar elementos de contraste y comparación, con un marco teórico desde donde sustentarla.

Finalmente, resulta importante plantear la necesidad de la realización de un censo, que permita profundizar sobre el número de pueblos realmente existentes en la ciudad de México y el número de habitantes que congregan en conjunto, para comprender cabalmente su peso demográfico y su valor político y cultural en el contexto de la ciudad capital.

BIBLIOGRAFÍA

AGUADO VÁZQUEZ, José Carlos, María Ana Portal Ariosa, Identidad, Ideología y ri­tual", México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/División de Ciencias Sociales y Humanidades. Texto y Contexto 9, 1992.

ÁLVAREZ, Lucía, "Actores sociales, construcción de ciudadanía y proceso democrático en la ciudad de México", en Álvarez, San Juan y Sánchez (coords.), Democracia y exclusión. Caminos encontrados en la ciudad de México, México, UNAM-UAM-

INAH, 2006. , "Historia de la conformación ciudadana en la ciudad de México", en De la

RosayTreviño (coords.), Ciudadanía, espacio público y ciudad, México, Univer­sidad Autónoma de la Ciudad de México, 2009.

ANIÑO, Antonio, "Ciudadanía versus gobernabilidad republicana en México", en Hilda Sábato (coord.), Ciudadanía política y formación de las naciones, México, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 2003.

BORIA, Jordi, "Los desafíos del territorio y los derechos de ciudadanía", en Memoria del Seminario Internacional Costos y Financiamiento de la capital, México, CDF-Colmex, 2000.

GUERRA, Francpis Xavier, "El soberano y su reino. Reflexiones sobre la génesis del ciudadano en América Latina", en Sábato, ciudadanía política y formación de

Page 41: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

PUEBLOS URBANOS • 25

las naciones, México, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 2003.

KYMLICKA, Will, Ciudadanía multicultural, Barcelona, Paidós, 1996. MARSHALL, Thomas, Class, citizenship and social development, Chicago, Londres,

University of Chicago Press, 1977. MASSEY, Doreen, "La filosofía y la política de la espacialidad: algunas consideracio­

nes", en Leonor Arfuch (comp.), Pensar este tiempo. Espacios, afectos, perte­nencias, Buenos Aires, Argentina, Paidós, 2005.

MEDINA HERNÁNDEZ, Andrés, (coord.), Historia negada de la ciudad de México: sus pueblos originarios, México, UNAM/UACM, 2007.

MOUFFE, Chantal, El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical, Paidós, Barcelona, 1999.

PORTAL ARIOSA, María Ana, Ciudadanos desde el pueblo: identidad urbana y práctica religiosa en San Andrés Totoltepec, México, Tlapan Distrito Federal Culturas Populares/uAM-i., 1997.

SAN JUAN, Carlos, "La ciudadanía como instrumento para el análisis", mimeo, Méxi­co, 2003.

SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, María del Consuelo, Ciudad de pueblos. La macrocomunidad de Milpa Alta en la ciudad de México, México, Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, 2006.

RAMÍREZ KURI, Patricia, Espacio público y ciudadanía en la ciudad de México. Per­cepciones, apropiaciones y prácticas sociales en Coyoacán y su Centro Históri­co, México, Miguel Ángel Porrúa/UNAM, 2009.

, "La fragilidad del espacio público en la ciudad segregada", en Cordera, Ra­mírez, Ziccardi (coords.), Pobreza, desigualdad y exclusión social en la ciudad del siglo xxi, México, Siglo XXI-UNAM, 2008.

TURNER, Brian, "Contemporary problems in the Theory of Citizenship", en Brian Turner (ed.), Citizenship and Social Theory, Londres, Sage Publications, 1993.

Page 42: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México
Page 43: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 2

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL,

UNA RECONSTRUCCIÓN TERRITORIAL

MARÍA SOLEDAD CRUZ RODRÍGUEZ, ALEJANDRA MORENO,

LETICIA CRUZ RODRÍGUEZ Y MARISOL GUTIÉRREZ

EL POBLAMIENTO TRADICIONAL Y LA DIMENSIÓN TERRITORIAL EN LA URBANIZACIÓN RECIENTE

Uno de los primeros problemas para explorar el papel de los pueblos en el terri­torio metropolitano es el hecho de que las fuentes actuales que dan cuenta de las características socio demográficas de la población urbana en la ciudad de México no reconoce figuras de poblamiento como colonias, fraccionamien­tos, barrios, pueblos, etcétera. Toda la información que se procesa y sistemati­za el INEGI1 homologa toda la diversidad del poblamiento en las AGEB urbanas,2

que a fin de cuentas se convierten en una delimitación física arbitraria que sólo da cuenta de la cantidad de población, sus características socioeconómi­cas y de la superficie que se densifica en el crecimiento urbano.

Las características y diferencias de las formas de poblamiento de la ciu­dad, desde la década de los ochenta, se han elaborado a partir de trabajos realizados por investigadores urbanos interesados en este tema y por instan­cias del gobierno de la ciudad dedicados a políticas urbanas de carácter social. De esta manera, la configuración del territorio en la zona metropolitana de la ciudad de México ha sido abordada fundamentalmente desde la investiga­ción académica y de alguna manera ha sido retomada por instancias de go­bierno, en las que el perfil social y político de sus intervenciones ha requeri­do de elementos que expliquen la diversidad de intereses y de identidades (barriales, de los pueblos, de las colonias) urbanas. Esta situación en el caso

'Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. 2La AGEB es la unidad que el INEGI define para contabilizar la población urbana del país.

27

Page 44: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

28 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

de los pueblos ha dividido su presencia en el espacio urbano en torno a dos dimensiones: la territorial y la relacionada con la histórica identitaria.3 Este trabajo abordará fundamentalmente la parte territorial.

La premisa desde la dimensión territorial para estudiar el papel de los pueblos esta constituida por los antecedentes prehispánicos y coloniales que imponen sus rasgos en el proceso de metropolización de la ciudad de México a partir de la mitad del siglo xx.

LOS PUEBLOS EN LA HISTORIA TERRITORIAL DE LA ZONA METROPOLITANA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

La presencia de los pueblos en el valle de México es un antecedente histórico fundamental que marca las características del poblamiento de este territorio una vez consumada la conquista. El eje organizador del poblamiento en la Colonia inició con la separación entre ciudades para españoles y pueblos de indios. Durante los siglos xvi, xvn y todavía hasta el xvm, este criterio de segregación étnica determinó las zonas colonizadas por los españoles y la reorganización territorial de las zonas más pobladas en aquel entonces. En esta reorganización del poblamiento, los españoles retomaron algunas de las formas que los antiguos mexicas habían utilizado para ejercer el dominio político y tributario de los pueblos dominados en diferentes territorios.

En este contexto, se retoma el concepto de altepetl que había sido el eje central de la organización de los pueblos en la época prehispánica. En térmi­nos generales, el altepetl refería a un territorio constituido por varios compo­nentes llamados calpullis y a un gobernante dinástico denominado tlaotani. Se trataba de una figura de gobierno socioterritorial, ya que varios calpullis (cuatro, seis, siete o hasta ocho) conformaban un altepetl. Cada calpulli te­nía un gobernador y un origen étnico relacionado con un linaje, sin embargo había un orden jerárquico relacionado con la importancia o el dominio de un "tlatoani mayor". De esta manera aunque existían varios tlatoanis, siempre había uno al que se subordinaban los demás; el tlatoani más importante era el encargado de recoger el tributo y entregar la parte correspondiente a otro

3Esta dimensión ha sido retomada fundamentalmente por antropólogos y politólogos que han retomado la historia de los pueblos como eje central para explicar la sobrevivencia de prácticas sociales comunitarias, que se reflejan en las fiestas religiosas, de inmuebles y plazas con valor histórico, y de espacios en los que existen intereses políticos heterogéneos derivados de las particularidades propias de la estructura de la población del pueblo (como la distinción entre nativos y avecindados).

Page 45: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 29

tlatoani de mayor jerarquía, de otro altepetl. Se trataba de una organización administrativa territorial, que respetaba la organización interna y los gober­nantes de cada calpulli. Además consideraba una organización de la tenencia de la tierra que garantizaba la propiedad del gobernante y las propiedades de los calpullis para satisfacer las necesidades de la población y pagar el tributo. En este sentido, a la llegada de los españoles la población indígena estaba organizada en "altepetls complejos" con la organización ya referida (Lochart, 1999).

Es importante señalar, que para los indígenas esta forma de organización político territorial no implicaba la referencia a la existencia de núcleos urba­nos. Con la reorganización Colonial, los españoles tenían como referencia inmediata la existencia de asentamientos humanos que se definían de acuer­do al número de población que vivía en ella y se clasificaban en villas, ciuda­des, aldeas. El altepetl es reconocido por ellos como una organización de personas que domina un territorio y que definen como pueblo, y que por lo tanto se diferencia de las ciudades y villas. Así la estructura territorial y de gobierno de los altepetls se retomaron y se reconocieron como los pueblos de indios. Un altepetl como cabecera se constituía por los ithuaüi (vecindades) y calpulli (barrios) de un territorio que generalmente tenían algún origen común. A lo largo de este periodo, a las subdivisiones de los pueblos indíge­nas se les llamó barrios porque habían quedado fuera de la ciudad española; estos barrios continuaron asignados a sus cabeceras [altepetl). Los españoles definieron como "cabeceras" a los elementos que correspondían a los "alte­petls mayores" y como "sujetos" a los que correspondían a los altepetls su­bordinados denominados barrios o estancias (Gibson, 1967).

De esta manera, el poblamiento del territorio de México quedaría deter­minado por: la conformación de núcleos de población urbana definidos de acuerdo a las legislaciones españolas tradicionales y la población "rural" constituida por los pueblos de indios. Estos últimos lograron mantener su estructura relacionada con el linaje, la organización jerárquica de diferentes gobernantes (también denominados caciques) y la "relativa autonomía" del manejo de los recursos proporcionados por la corona española (tierras de los pueblos) para pagar los tributos. En suma, para algunos historiadores se tra¿

ta de la formación de dos repúblicas: la española (concretizada en el territo^ rio en ciudades y villas) y la indígena, constituida por los pueblos [altepetls) (Cruz, 1991).

Durante los tres siglos coloniales esta organización de pueblos se man­tuvo con algunos cambios. En el siglo xvr prácticamente se mantuvo el pa­trón de distribución territorial de la población indígena, y la organización del

Page 46: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

30 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

altepetl permaneció en tanto se logró traducir en términos administrativos la jerarquía de los diferentes gobernantes de los pueblos. En el siglo XVII la drástica disminución de la población indígena intensifica la política españo­la de congregaciones,4 cuestión que genera la desaparición de altepetls y la concentración de la población en otros pueblos. Este proceso determinó el reforzamiento de las cabeceras, para lo cual se dieron nuevos criterios para diferenciarla de manera sustancial de sus "sujetos". Es importante mencio­nar que este sistema de cabeceras y sujetos fue retomado por la Iglesia para fortalecer la labor de evangelización de los indígenas. Así se introducen una serie de elementos que dieron paso a una transformación del espacio del pueblo cabecera, como la construcción de mercados, iglesias, plazas, traza inicial cuadrangular, etcétera Estos cambios espaciales así como la estabili­zación y recuperación demográfica de la población indígena, con el paso del tiempo, ya en el último siglo colonial, llevó a que también los pueblos se definieran en función del número de población residente, cuestión que des­plazó el concepto socio territorial del altepetl.

Para terminar con este breve recorrido del periodo colonial, es importan­te resaltar que los pueblos de indios tuvieron tierras que podían ser dedica­das al cultivo, al pastoreo o a los usos comunes de la población (corno la re­colección de carbón entre otras cosas). La estructura de la propiedad de los pueblos no se basó en la propiedad individual sino en una propiedad "comu­nal" ya que la gestión, uso y posesión de las mismas radicaba en el núcleo denominado pueblo. De esta manera, la propiedad de la tierra también se vinculó con los elementos políticos del altepetl y con las prácticas comuni­tarias tradicionales en los pueblos de indios.

Por otra parte, también es necesario llamar la atención sobre la organiza­ción territorial de esta época que tuvo como eje vertebral la separación tajan­te entre las ciudades como núcleos urbanos y la población indígena organi­zada en cabeceras y sujetos. Ambos con leyes diferentes y con formas de gestión administrativa relacionadas, en el primer caso, con el gobierno de las ciudades y, en el segundo, con la recaudación eficiente de los tributos indíge­nas, pero que reconocía la autonomía de la administración de los pueblos. Hacia el siglo xvm con la consolidación de las haciendas y ranchos aparecen nuevos pueblos que no tendrán relación alguna con el altepetl originario.

4Ante la radical disminución de la población indígena hacia el siglo xvn, la Corona espa­ñola realiza una política de poblamiento tendiente a "congregar" a los indios que habían so­brevivido en un solo pueblo. Esto determinó una movilidad importante de la población indí­gena, la desaparición de pueblos y tierras, y la consolidación de otros.

Page 47: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 31

LA PÉRDIDA DE LA AUTONOMÍA DE LOS PUEBLOS

Y LOS CAMBIOS TERRITORIALES

El siglo XIX y la construcción de una nación independiente inició con una cla­ra ofensiva contra los pueblos y sus tierras. La derogación de la República de indios y la reorganización política administrativa del territorio en torno al municipio transformó de manera radical la situación de los pueblos. La igual­dad de derechos políticos entre españoles e indios significó la incorporación de los pueblos a las reglamentaciones político-administrativas que se generaron en torno a la construcción de la República. En este sentido, la prohibición de que las corporaciones (dentro de las cuales estaban consideradas los pueblos) tuvieran propiedades implicó la pérdida de gran parte de las tierras de los pue­blos, sólo lograron mantener aquellas que correspondían al fundo legal del pueblo. Algunos pueblos dividieron sus tierras en propiedades individuales y lograron mantenerlas (como en el caso del pueblo de Los Reyes la Paz en el Estado de México, y de Santo Tomás Chiconautla en Ecatepec), sin embargo esta estrategia no se generalizó, por lo que prácticamente se despojó a los an­tiguos pueblos de indios de sus tierras (Cruz, 2001).

Además de la pérdida de las tierras de los pueblos, otro elemento importan­te que desarticuló los vínculos entre los pueblos fue la reorganización político-administrativa. Si bien al final del periodo colonial el declive de la organización cabecera-sujetos era un hecho, la relación de prácticas sociales comunes (en torno a las fiestas religiosas, y la "gestión comunitaria de los bienes del pueblo") y la vinculación territorial entre los pueblos era inegable. Con la organización municipal como célula de la organización política adniinistrativa se inician una serie de cambios en la delimitación territorial que trastornaron los vínculos es­tablecidos por los pueblos durante siglos. Si bien se mantiene la figura de cabe­cera, y algunos pueblos obtienen esta categoría (de hecho hay vestigios de algu­nos pueblos que logran convertirse en municipios) (Lira, 1983; Mora, 2007), ésta asume una serie de tareas administrativas y de centros de actividad comer­cial importante. Los pueblos son considerados en tanto que forman parte de un territorio municipal en el que tienen que pagar impuestos y formar parte de los diferentes niveles de la estructura política que va del gobierno central, al estatal y al local; y si todavía fueran propietarios de tierras, estas pasaban directamente a formar parte de las propiedades municipales (Lira, 1983).

En el caso del Distrito Federal hubo otro tipo de cambios, la creación territorial de un Distrito que albergara al gobierno central de la República implicó cambios de delimitación territorial y de pertenencia para los pue­blos. La definición de los límites tuvo cambios importantes desde su crea-

Page 48: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

32 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

ción en 1828 hasta la definitiva en 1898 e involucró los territorios de los estados de México y Morelos. Esto implicó que muchos pueblos que habían esta­do ubicados en el Estado de México pasaran a la jurisdicción del Distrito Federal (Mora, 2007). Además de la indefinición territorial del Distrito Fede­ral en este periodo, la organización política administrativa tuvo muchos vaivenes relacionados directamente con las vicisitudes de la organización política del país. En estos años existieron diferentes modalidades de organi­zación del territorio, se crearon departamentos, después distritos, prefectu­ras, municipalidades. El periodo es confuso y la historia está por hacerse (Herrera, 2000).

De manera aparente esto sólo significaba para los pueblos el pago de im­puestos y contribuciones en otro territorio. Sin embargo, dado las relaciones, redes y prácticas sociales y culturales de los pueblos generadas durante siglos en torno a la figura cabeceras-sujetos, esto no fue asimilado durante mucho tiempo.

El mismo proceso sucedió al interior del Distrito Federal cuando de la delimitación de las municipalidades que prevaleció durante el siglo xix hasta 1928, se pasó a la creación de las delegaciones, con límites muy distintos a las municipalidades precedentes. Esto, de igual manera que en el caso ante­rior, provocó que pueblos cabecera que pertenecían a la municipalidad de Coyoacán pasaran a la delegación Iztapalapa (como Culhuacán), o de perte­necer a Xochimilco al otro día estuvieran en Milpa Alta. Otro tipo de casos fue cuando algunos barrios que se relacionaban con pueblos cabecera fueron separados de manera artificial por la delimitación territorial. Con el creci­miento del área urbana y de los mismos pueblos, estos cambios han genera­do problemas referidos a los límites de tierras de los pueblos que trascienden la delimitación física delegacional.

Otro de los cambios importantes del siglo xix fue el impulso dado en el periodo porfirista a la centralización del poder político en la ciudad de Méxi­co, cuestión que influyó de manera directa a que en este espacio se realizaran importantes proyectos urbanísticos, electrificación e introducción de infra­estructura urbana. Todo esto generó un importante ensanchamiento de la urbe que se expresó en la aparición de nuevas colonias tanto para clases pu­dientes como para los trabajadores que alimentaban a las nuevas industrias ubicadas en la ciudad. Los linderos de la ciudad empiezan a alcanzar a los pueblos circunvecinos, y al paisaje rústico se agregarán las nuevas construc­ciones urbanas denominadas colonias, figura que aún no es muy utilizada en esta época para referirse a la configuración de la ciudad (Cruz, 1994).

Page 49: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 33

LA DESAPARICIÓN VIRTUAL DE LOS PUEBLOS

EN EL TERRITORIO METROPOLITANO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Así, para fines del siglo XIX se cuenta con un poblamiento rústico en el que la presencia de los pueblos, barrios, villas, ciudades, colonias, haciendas, ranchos, etcétera, muestran la heterogeneidad del paisaje mayoritariamente rural. Las poblaciones se distinguen sólo por el número de población, y por la importancia administrativa de las cabeceras municipales. La carta coro-gráfica de García Cubas elaborada en 1877 da cuenta de estas características territoriales, de manera particular para el Distrito Federal. De hecho este documento es de utilidad fundamental para la reconstrucción de los límites territoriales de este territorio ya que para este año todavía no estaban total­mente definidos. Las actuales delegaciones de Alvaro Obregón, Magdalena Contreras, una proporción muy importante de Tlalpan, la región de los Ajuscos, y una gran parte de Gustavo A. Madero, la cercana a la Sierra de Guadalupe, eran parte del Estado de México. Hacia fines de este siglo, en 1899, se elaboró otra carta corográfica en la que los límites actuales del Dis­trito Federal ya están definidos. Ambos documentos son de ayuda funda­mental para rastrear y ubicar a los pueblos que formaban, y que aún son parte, del territorio urbano del Distrito Federal.

Durante la primera mitad del siglo xx las definiciones de las categorías del poblamiento que marcaba García Cubas se mantienen. Los pueblos se consideran como parte del territorio del Distrito Federal y fuera de la ciudad de México. La Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal de 1903 reconoce 13 municipalidades, en las que se encuentran una ciudad, colonias, ranchos, haciendas pueblos y poblados. La desaparición de las mu­nicipalidades en el Distrito Federal en 1929 y la creación de las delegaciones también incidieron en cambios territoriales en los pueblos. En algunos casos las tierras quedaron en dos delegaciones limítrofes, en otros, antiguos barrios fueron separados de sus pueblos (cabeceras iniciales).

De 1917 a 1940 algunos pueblos tendrán cambios importantes al ser con­siderados como sujetos agrarios de dotación de tierras ejidales. En este periodo una parte importante de los pueblos fueron dotados de tierras ejidales y en las delegaciones del sur, en Tlalpan y Milpa Alta se ratifican terrenos comunales (Cruz, 1994). Llama la atención que las tierras dotadas y ratificadas se locali­zaron de acuerdo a los antiguos linderos y límites de las propiedades de los pueblos y haciendas con antecedentes coloniales y del siglo XIX; de nuevo, las delimitaciones político-territoriales (como son las delegaciones) no tuvieron ninguna incidencia en la localization de los ejidos de los pueblos. Esto tam-

Page 50: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

34 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

bien generó graves problemas, ya que las tierras ejidales de algunos pueblos que se urbanizaron posteriormente se pueden encontrar en dos delegaciones limítrofes e incluso hasta en algún municipio mexiquense.

Las leyes orgánicas del Distrito Federal hasta 1960, reconocieron un territorio organizado en función de las formas del poblamiento rural y de la propiedad agraria. Después de la reforma agraria desaparecen las haciendas y aparecen los ejidos y las tierras comunales; y se mantendrán las colonias como figura del poblamiento urbano. El Censo de 1960, reconoció la organi­zación territorial de un México todavía rural. Se identifican ciudades que van hasta más de 10,000 habitantes, pueblos y villas con población entre 500 y 10,000 habitantes y ranchos y rancherías inferiores a 500 habitantes.

La creciente urbanización y el proceso de metropolización de la ciudad cambiará de manera radical la forma y categorías para describir y caracterizar el poblamiento del territorio de la zona metropolitana del valle de México. El Censo de 1970 es el último que da cuenta de un poblamiento heterogéneo y diferenciado en el que se pueden encontrar todavía, pueblos, colonias, barrios, etcétera. A partir de esta década, justo cuando se asume por las autoridades federales que México es ya un país urbano, porque la mitad de su población vivía en ciudades, desaparecen de la configuración territorial, en este caso del Distrito Federal, la categoría de pueblo.

El proceso de urbanización y las características de la población urbana se convierten en el eje rector del análisis del territorio y de su poblamiento. El supuesto de esta nueva etapa se identificó en el análisis de la población des­de la relación rural-urbana, concebida como un continuum cuyo fin se cons­tituía en la inexorable urbanización del territorio y del poblamiento rural (Unikel, 1976). De aquí que las categorías del poblamiento se redujeran a considerar la cantidad de habitantes, la relación con el centro de la ciudad y las actividades económicas. De esta manera ya no se hizo referencia a pue­blos, colonias y barrios, sino a localidades y estas se definieron de la siguien­te manera:

a) localidades rurales: menos de 5,000 habitantes; b) localidades mixtas-rurales: entre 5 y 10,000 habitantes; c) localidades mixtas urbanas: entre 10 y 15,000 habitantes,- y localida­

des urbanas: mayores a 15,000 habitantes (Cruz, 1994).

De 1980 hasta ahora, la metodología de conteo censal del INEGI tiene como base la homologación de la población urbana a partir de las ageb, lo que redujo aún más esta forma de dar cuenta de la relación de la población

Page 51: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 35

y el territorio urbano. Para 1990 se trabajó con AGEB, y dividió la contabilidad de la población en localidades urbanas (definidas como aquellas que tienen más de 2,500 habitantes) y rurales (menores a 2,500 habitantes).

La definición de los componentes del poblamiento y su relación con el territorio quedan a cargo de las leyes orgánicas de los gobiernos locales, funda­mentalmente municipales y en el caso que nos ocupa del Distrito Federal. Son estas legislaciones donde se inicia el rastreo de la existencia de los pueblos. Es importante hacer notar que si se quisiera realizar un análisis territorial de la presencia de los pueblos en las últimas décadas; sería imposible hacerlo con los datos censales de los últimos 30 años, es necesario reconstruir la historia territorial de los pueblos a partir de las grandes líneas planteadas en estas cuartillas.

En este sentido, en las siguientes partes del trabajo se realiza un análisis de la configuración territorial de los pueblos en cuatro delegaciones: Cuaji-malpa, Tláhuac, Coyoacán, Iztapalapa y Gustavo A. Madero. Los ejes cen­trales para ordenar el estudio son los planteados arriba y en particular se refieren a la diferenciación territorial entre pueblos de indios y ciudades es­pañolas,- la relación diferenciada entre los pueblos cabeceras y sujetos, cues­tión que incide en la traza interna de los pueblos y en la definición de cabe­ceras municipales; las vicisitudes de los cambios en las delimitaciones territoriales de las unidades político administrativas; el impacto de la refor­ma agraria en la configuración de la propiedad de la tierra y el proceso de urbanización; y, finalmente la incidencia de las particularidades del procesos de urbanización y de la legislación político-administrativa del Distrito Fede­ral en la organización territorial de los pueblos.

De esta manera se presenta para cada delegación una reconstrucción histórica de su configuración territorial a partir de los pueblos, y se ejempli­fica con el estudio de un pueblo las particularidades de su estructura interna y de su relación con el proceso de urbanización. Para los casos de los pueblos se trabajó con base en la información del Observatorio Urbano de la ciudad de México (OCIM),5 con los datos históricos por localidades del INEGI y con fotografías áreas del google earth digitalizadas a partir de la cartografía del OCIM. Los casos de los pueblos que se presentan son los que se estudiaron por el equipo de investigación de pueblos originarios.

5E1 OCIM está conformado por un equipo de investigadores de la maestría en Planeación y Políticas Metropolitanas en la UAM Azcapotzalco, que han trabajo desde hace ya varios años en la conformación de Sistemas de Información Geográfica para la Zona Metropolitana de la ciudad de México.

Page 52: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

36 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

Mapa 1. Ubicación de los pueblos en el contexto del Distrito Federal

Fuente cartográfica: OCIM, 2005 Elaboración de María Alejandra Moreno Flores

LA HISTORIA TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS

LA DELEGACIÓN CUAJIMALPA

En la Carta corográfica de 1877 Cuajimalpa ya era parte del territorio del Distrito Federal, lo que ahora es la delegación Alvaro Obregón y Magdalena Contreras eran parte del Estado de México.6 Para este año la entonces muni­cipalidad de Cuajimalpa tenía una estructura de poblamiento relacionada con el ámbito rural y estaba constituida por dos cabeceras de municipalidad en pueblo, Cuajimalpa que es reconocido como el centro de población indí­gena más antiguo (Cuauhximalpan [Gibson, 1967]), y Santa Fe, pueblo indígena fundado bajo el auspicio de don. Vasco de Quiroga bajo el principio de "hos­pital" como modelo de la vida cristiana en comunidad, su fundación data de 1531 (Kubler, 1982: 234-235). Además se identificaban tres pueblos: San

6E1 territorio de estas dos delegaciones ya aparecen como parte del Distrito Federal en la Carta corográfica de 1899 realizada por Manuel Fernández Leal.

Page 53: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 37

Pablo Chimalpa, San Bernabé y Acopilco; tres haciendas: Contadero, las Maromas y la Venta; un rancho, el Tianguillo, y tres barrios: La Plaza, Tres Cruces y El Calvario.

Para fines del siglo XIX, se integran al Distrito Federal los actuales terri­torios de las delegaciones Alvaro Obregón y Magdalena Contreras, que eran parte del Estado de México. Hacia 1929 Cuajimalpa deja de ser municipali­dad y se transforma en delegación, lo que implicó también cambios en las delimitaciones de las delegaciones. En estos años se presentan transforma­ciones en la estructura del poblamiento relacionados con los cambios terri­toriales y con el aumento de la población en algunos barrios que pertenecían a otra unidad político administrativa.

Mapa 2. Cuajimalpa en la Carta corográfica de 1877

Fuente. Carta corográfica del Distrito Federal, 1877. La simbología se añadió al documento original

Page 54: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

38 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

La reconstrucción del plano del poblamiento en 19007 indica la desapa­rición como cabecera de Santa Fe y del pueblo de San Bernabé. No hay estu­dios ni muchos datos sobre el porqué de esta transformación, como ya se mencionó arriba la historia territorial de los pueblos en la ciudad de México a partir del siglo XIX está por hacerse, así que sólo se pueden plantear algunas hipótesis al respecto. En lo que se refiere a Santa Fe, el supuesto del que se parte es que dejó de tener importancia como centro de población. Con res­pecto al pueblo de San Bernabé, ubicado al sur de la delegación y muy cerca de la actual delegación Magdalena Contreras, se puede suponer que con los cambios en las delimitaciones municipales hacia fines del siglo XIX, dejó de ser parte de Cuajimalpa.

Si bien desaparecen dos pueblos de la escena territorial, aparecen otros dos: San Mateo Tlaltenango y Contadero. Con esto Cuajimalpa queda cons­tituida por cinco pueblos: Cuajimalpa, Chimalpa, Acopilco, San Mateo y Contadero. Para completar la estructura territorial se identifican ocho ran­cherías, un rancho y los restos de la hacienda La Venta.

Para 1970 la estructura del poblamiento de la delegación aún mantiene los rasgos generales del poblamiento tradicional, sin embargo ya se observan indicadores de la creciente urbanización de ciudad de México. Aparece la fi­gura de colonias, y el criterio de definición de un pueblo estuvo directamente relacionado con el número de habitantes del lugar y ya no con su presencia territorial en el pasado. De esta manera, para la década que nos ocupa, Cua­jimalpa tenía cuatro colonias, cinco pueblos, trece rancherías y un rancho. Es importante hacer notar que en este caso las colonias no se refieren a asenta­mientos urbanos, tal como los conocemos ahora, se trata de colonias cam­pestres en las que los habitantes pudientes de la ciudad de México pasaban los fines de semanas en el amable paisaje forestal y campirano que predomi­naba en esta época en la delegación.

Aquí es importante hacer un alto para señalar las diferencias de origen que existen entre los pueblos que conformaron la estructura territorial de la delegación Cuajimalpa hasta 1970. Se trata de cinco pueblos, uno, Cuaji­malpa, con antecedentes históricos muy claros de su importancia como "cabecera", lo que se expresó a través del tiempo en ubicarla como centro de los servicios político-administrativos de la delegación. Su traza original se mantiene y se caracteriza por la importancia de la construcción de su iglesia, la plaza y la ubicación de los edificios que atienden los servicios públicos y administrativos. A la cabecera se unen dos pueblos con antecedentes histó-

7Archivo histórico de localidades del INEGI.

Page 55: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 39

ricos de sujetos desde la colonia San Lorenzo Acopilco y Chimalpa, por lo tanto siempre fueron reconocidos como pueblos de origen indígena.

A los pueblos anteriores se agrega el caso de San Mateo Tlaltenango, también reconocido como pueblo indígena, pero que no formaba parte de las relaciones territoriales del Distrito Federal por lo menos hasta el siglo XIX, prácticamente se incorpora a la historia del territorio defeño en el siglo xx. El pueblo estaba localizado en el Estado de México, después en las delegaciones Magdalena Contreras y Alvaro Obregón8 y finalmente queda en Cuajimalpa. Tal parece que el pueblo tenía relaciones conflictivas con el pueblo de Santa Rosa Xochiac, que en el siglo XIX pertenecía al Estado de México y para el siglo xx ya es parte de Alvaro Obregón. Ambos poblados presentan conflictos referentes a los límites de las tierras de los pueblos, inicialmente esto podría tener su explicación en el hecho de que San Mateo posiblemente era barrio de Santa Rosa en el siglo XIX, por lo que con la separación política territorial y con el aumento de su población, seguramente logró independizarse y con­vertirse en pueblo.9

El pueblo de Contadero es un caso distinto a los anteriores, sus antece­dentes no son de un poblamiento indígena, en la Carta corográfica de 1877 se identifica como un poblamiento relacionado con un rancho, que con el paso del tiempo se convirtió en un centro de población y se le denominó pueblo. De los cinco pueblos reconocidos en Cuajimalpa fue el que tuvo me­nos habitantes (en 1900 contaba con 225 habitantes, mientras que Acopilco tenía 1,794).10 Con el paso del tiempo la población creció de manera impor­tante debido en gran medida al crecimiento de la ciudad y al poblamiento del lugar por habitantes urbanos que construyeron sus casas campestres, así, entre 1950 y 1960 pasó de 950 habitantes a 1,686, lo que representó un incremento poblacional del 77 por ciento.

La Ley Orgánica del Distrito Federal del 20 de diciembre de 1970 modi­ficó de manera importante la percepción del poblamiento tradicional de la delegación. Esta ley omite todos los referentes del poblamiento rural, barrios, rancherías. Como un efecto de la ley referida, los pueblos de Cuajimalpa dejan de considerarse como una categoría de definición de la estructura del poblamiento y se conurba a todos los pueblos existentes, a excepción de Lo-

"Recordemos que en esta época las delimitaciones de las delegaciones cambian constan­temente y sus territorios se redeflnen, lo que da paso a nuevas delegaciones.

9Datos obtenidos del archivo histórico de las localidades de INEGI y de algunas entrevistas realizadas con pobladores de los pueblos.

'"Archivo histórico de las localidades de INEGI.

Page 56: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

40 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

renzo Acopilco, al pueblo de Cuajimalpa. Con esto desaparecieron de la geografía territorial de la delegación, y en su conjunto del Distrito Federal, la figura de pueblo11 y aquellas relacionadas con los barrios, rancherías, etcétera. Este hecho redujo de plumazo el poblamiento rural tradicional y promovió la centralización y crecimiento urbano en torno al pueblo de Cuajimalpa, que se consolidó como el centro urbano y administrativo de la delegación (Cruz y Moreno, 2007).

Mapa 3. Cuajimalpa y los pueblos en 1970

Fuente cartográfica, OCIM, 2005 Elaboración: María Alejandra Moreno Flores

La conurbación de los pueblos incluyó a localidades rurales con catego­rías de ranchos, rancherías, lo que implicó por una parte, el no reconoci­miento de la existencia territorial de los poblados con características tradi­cionales. Es importante resaltar que dicha conurbación no fue física, sino que simplemente se sumó la población de las localidades desaparecidas (que por cierto no todas colindaban con Cuajimalpa) a la cabecera administrativa. Un efecto de lo anterior también fue la transición inmediata de las comuni-

nLa que sólo se retomará por el Gobierno del Distrito Federal para efectos de la política social.

Page 57: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 41

dades rurales a localidades urbanas sólo por haber aumentado el número de su población.

A finales de los años setenta, la delegación tenía una significativa urba­nización caracterizada por:

1) Áreas dedicadas a sectores sociales altos, éstas se concentraban en desa­rrollos de vivienda residencial en torno a la cabecera delegacional, Contadero y el fraccionamiento Vista Hermosa,-

2) Por un poblamiento importante en los pueblos y 3) Por zonas aisladas en las que todavía el crecimiento urbano no era tan

evidente y en las que existían poblamientos pequeños con característi­cas rurales.

Las actividades económicas se realizaban alrededor de la cabecera del pueblo de Cuajimalpa, existía poca relación con otras delegaciones urbanas y su perfil se centraba en las necesidades locales de la población que se con­centraba fundamentalmente en los pueblos de Contadero y San Mateo Tlal-tenango.

Este panorama se transformará hacia la última década del siglo xx. Las grandes inversiones realizadas para refuncionalizar la delegación a partir de la realización del macroproyecto Santa Fe, a mediados de los años ochenta, determinaron en los albores del siglo xxi la aparición de un patrón de urba­nización y poblamiento totalmente diferente al que históricamente la dele­gación había tenido. El paradigma de la construcción de espacios globales a partir de la generación de grandes mails comerciales y de conglomerados de edificios corporativos y residenciales de alto nivel se impuso al poblamiento tradicional y a la herencia territorial de los pueblos.

De esta manera, a partir de 1990 y hasta 2005 la importancia de la urba­nización de alto nivel en la delegación subordina los rastros del poblamiento rural. Los datos censales de población indican prácticamente la desaparición de la población rural, ya que la población urbana en 1990 era el 94 por cien­to de la población total, para el 2005 la población rural apenas representó el 0.5 por ciento del total de habitantes. Sin embargo, la estructura de la dele­gación por tipo de poblamiento muestra que para el año 2000, 30 por ciento de la población se ubica en colonias populares,- 15 por ciento en poblamiento residencial alto,- 43 por ciento en pueblos conurbados,- y 11 por ciento en pueblos no conurbados. En estos datos resalta una cuestión interesante, la ausencia del tipo de poblamiento residencial medio y la marcada diferencia­ción espacial y social existente entre grupos de altos ingresos y el poblamien-

Page 58: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

42 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

to popular constituido por habitantes de colonias populares y de los pueblos (Cruz y Moreno, 2007).

Los datos anteriores muestran la importancia del poblamiento tradicio­nal, aunque esto no se refleja en los datos de la población rural. Entre 1990 y 2000 la población en pueblos conurbados creció en 31 por ciento, en los no conurbados el incremento llegó al 159 por ciento. Si a esto le agregamos la existencia de 44 localidades rurales (con menos de 2,500 habitantes) com­prenderemos que el territorio de la delegación se caracteriza por una marca­da presencia de poblamientos "urbanos" y "rurales" (en estos últimos se consideran a los pueblos y las localidades pequeñas).

La ambivalencia entre lo urbano y lo rural se expresa en el territorio por una parte, en una transición forzada de los pueblos, con características rurales (trabajo de la tierra, propiedad ejidal, densidades bajas de población y vivienda) a colonias urbanas; y, por otra, en la coexistencia de fraccionamientos y con­juntos residenciales con colonias populares y poblamientos dispersos en tierras rurales. Así, el Programa de Desarrollo Urbano delegacional reconoce que por su ubicación y por sus características geográficas privilegiadas y su escasa con­taminación del aire, la delegación se ha convertido en un lugar idóneo para el desarrollo de grandes extensiones de habitación residencial que desplaza a la población nativa, así como a la población de ingreso medio y bajo, las que ocupan terrenos en suelo de conservación; por supuesto que eso da paso al crecimiento acelerado de sus poblados rurales.

EL PUEBLO DE SAN PABLO CHIMALPA

San Pablo Chimalpa durante la Colonia fue un pueblo indígena sujeto de la cabecera Cuajimalpa; durante el siglo XIX se mantuvo con la categoría de pueblo y en 1970, con la Ley orgánica del Distrito Federal, perdió, por lo menos en la administración local territorial, la categoría de pueblo y pasó a formar parte de Cuajimalpa.

En el siglo xx, el pueblo tuvo hasta 1940 una presencia importante en el territorio de la actual delegación, de hecho en esta época fue uno de los pue­blos más importantes, junto con Acopilco.12 El crecimiento demográfico entre 1910 y 1940 fue cerca de 11 por ciento, pasó de 878 habitantes a 925, y durante este periodo concentró de 30 a 20 por ciento de la población total en los pueblos de la delegación. A partir de la segunda mitad del siglo, la

'•Archivo histórico de las localidades del INEGI.

Page 59: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 43

población mantuvo su crecimiento, pero la cabecera de Cuajimalpa comenzó a concentrar la mayor parte de la población, razón por la cual el pueblo dis­minuyó su importancia en el poblamiento territorial.

Gráfica 1. Distribución de la población entre los pueblos de la delegación Cuajimalpa de 1900 a 2005

0% 20% 40% 60% 80% 100%

Fuente: Gráfica elaborada a partir de los datos del archivo histórico de localidades de INEGI.

Cuadro 1. Población de San Pablo Chimalpa 1990 2005

Año

AGEB 1

AGEB 2

1990

5744

0

Í995

7061

0

2000

7109

312

2005

7828

414

Durante las décadas 1960-1990 la población se cuadruplicó, y a partir de entonces su ritmo de urbanización tuvo un desarrollo importante. Sin em­bargo, su localización en la periferia de Cuajimalpa le ha permitido mante­ner características rústicas y con ello una configuración territorial corres­pondiente a un pueblo. El pueblo y sus alrededores (correspondientes a las AGEB urbanas) tiene una superficie, para 2005, de 159.11 hectáreas, una po­blación total de 8,242 habitantes. De su superficie total, 40.41 hectáreas es

Page 60: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

44 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

área urbana (25.3 por ciento), 65.69 hectáreas es área boscosa (41.2 por cien­to) y 53.11 hectáreas corresponden al área no urbanizada o tierras de cultivo (33.3 por ciento).

En general, el territorio del pueblo tiene usos rurales y se distinguen dos zonas que corresponden a las AGEB identificadas por el INEGI. La primera de ellas tiene una superficie de 146.57 hectáreas, de las cuales 37.03 son área urbana; 58.89 son boscosas, y 50.62 son área no urbanizada y tierras de cultivo. Esta parte corresponde a la urbanización inicial del pueblo, que, como ya se comentó antes, inicia hacia 1950, la propiedad ocupada es fundamen­talmente privada.

En esta parte se encuentra el centro del pueblo, determinada por una zona patrimonial definida en el Plan de Desarrollo Delegacional consti­tuida por 17.38 hectáreas, dentro de las cuales se ubica la iglesia princi­pal y el panteón (éste tiene una superficie aproximada de 4,000 m2), además de la mayor concentración urbana. Las calles en la zona urbana se encuentran pavimentadas, existen lotes de tamaño regular (120 m2

aproximadamente), ocupados casi al 100 por ciento. Las vialidades más importantes están pavimentadas y son muy amplias. Conforme los asen­tamientos se van extendiendo del centro hacia los extremos en forma concéntrica, los lotes se van haciendo más grandes (entre 300 y 500 m2) y con menor densidad de ocupación. El mayor crecimiento se observa hacia el noreste y el sur, donde los asentamientos colindan con el bosque y con algunas zonas de siembra.

Al interior del área urbana se identifican áreas verdes con grandes árbo­les, que sin duda fueron parte del bosque que rodea al pueblo. En sus alrede­dores, en la zona no urbanizada se encuentran algunos asentamientos dis­persos sin vialidades bien definidas, los lotes son mucho más grandes (hasta 3,500 m2) y con una gran importancia del terreno desocupado sobre la vi­vienda. Hacia el suroeste la mayor parte de estas tierras se distinguen como terrenos de cultivo.

La segunda zona que forma parte del pueblo corresponde a la reciente urbanización de la primera década del presente siglo. Se localiza al sur de la primera y tiene una superficie de 12.57 hectáreas, de las cuales 3.38 corresponden al área urbana, 6.7 a bosques y 2.49 no están urbanizadas, el tipo de propiedad es privada. Los asentamientos que se ubican aquí están en lotes grandes (aproximadamente. 250 m2), con amplias áreas arboladas y sin vialidades importantes, en los alrededores no se observan tierras de cultivo.

Page 61: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 45

Las características de urbanización del pueblo corresponden a un perfil rústico relacionado con una periferia rural que rodea la creciente urbaniza­ción de la delegación Cuajimalpa. El mantenimiento de su estructura terri­torial tradicional llama la atención, en un contexto en el que la urbanización determinada por los procesos globales se presenta de manera abrumadora. Sus formas de relación con el entorno rural, con la creciente urbanización y sus mecanismos internos para mantener sus formas tradicionales de vida son temas importantes para profundizar.

Las características del pueblo llaman la atención sobre la ambivalencia existente entre los procesos urbano y rural. Este aspecto es muy importante ya que en él se expresan las contradicciones territoriales de dos procesos con determinantes distintas que se encuentran en un mismo territorio. La pervi-vencia de prácticas rurales, la fuerte presión para la urbanización de zonas boscosas y la ocupación de suelos de conservación para vivienda urbana y para la vivienda de las localidades rurales, son sólo algunos de los aspectos que marcan la problemática de las tierras que se encuentran en la periferia de los pueblos de la delegación Cuajimalpa.

Mapa 4. Urbanización de las tierras del pueblo de San Pablo Chimalpa 2005

El polígono delimita el crecimiento del pueblo hasta 1970, el resto corresponde a décadas posteriores de urbanización. Fuente cartográfica, OCIM, 2005 Elaboración. María Alejandra Moreno Flores/Marisol Gutierrez

Page 62: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

46 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN TLÁHUAC

La constitución del territorio delegacional de Tláhuac ha pasado por varios cambios a través del tiempo. En la Carta corográfica del Distrito Federal de 1877, el territorio se organizaba por Distritos, los que estaban conformados por vanas municipalidades. En el mapa 5 se puede observar la constitución general del territorio, es importante recordar que para esta época aún existían los lagos de Xochimilco y Chalco con una extensión importante. De hecho, los pueblos de Tláhuac todavía eran parte de la ribera del lago de Chalco. y algunos territorios del surpomente eran aún parte del Estado de México.

Mapa 5. Distritos y municipalidades en la zona de Tláhuac en 1877

El Distrito de Xochimilco constituía una zona en la que predominaba un importante poblamiento con antecedentes indígenas. La importancia de los pueblos era tal, que algunos de ellos y sus alrededores formaban municipios su configuración territorial no tiene relación alguna con las actuales delega­ciones de Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, ya que se trata de

Page 63: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 47

una sola región. En este documento de 1877 se identifican dos cabeceras de Distrito en pueblo: Tláhuac y Mixquic; cinco pueblos: S. Catarina, Tlalten-co, Zapotitlán, Ixtayopa y Tetelco, y la hacienda de Tetelco (mapa núm. 6). En la Carta corográfica de 1899, los Distritos cambian por Prefecturas y mantienen su constitución con varios municipios. No se identifican cam­bios importantes, permanecen los municipios considerados en la carta de 1877 y se agrega el municipio de Tlaltenco.

Mapa 6. Los pueblos de Tláhuac en 1877

Fuente: Carta corográfica del Distrito Federal 1877. La simbología se añadió en el documento original

La historia de la constitución territorial de la delegación de 1900 a 1930 no se ha realizado, y por ahora no tenemos muchos datos para perfilarla. Lo que sí es importante señalar es que sin duda hubo varias definiciones de los límites territoriales, ya que en este primer tercio de siglo, los pueblos identi­ficados ahora como parte de la delegación cambiaron continuamente de adscripción territorial. Los datos nos muestran que todos los pueblos presen­taron cambios en la municipalidad:13

• San Pedro Tláhuac: en 1910 pasa a la municipalidad de Xochimilco, regresa en 1926.

'•'Archivo histórico de las localidades del INEGI.

Page 64: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

48 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

• San Andrés Mixquic: en 1900 está en la municipalidad de Mixquic co­mo cabecera, en 1910 pasa a Xochimilco y en 1926 pasa a Tláhuac.

• San Juan Ixtayopan: en 1910 pasa a la municipalidad de Xochimilco y en 1926 regresa a Tláhuac.

• San Nicolás Tetelco: en 1910 pertenecía a la municipalidad de Mix­quic, en 1910 pasa a Xochimilco y en 1926 regresa a Tláhuac.

• Santa Catarina Yecahuitzotl: en 1900 pertenecía a la municipalidad de Tlaltenco, en 1910 pasa a Iztapalapa y en 1930 pasa a Tláhuac.

• San Francisco Tlaltenco: en 1900 estaba constituida en municipali­dad y el pueblo como cabecera, en 1910 pasa a Iztapalapa y en 1930 a Tláhuac.

• Santiago Zapotitlán: en 1900 pertenecía a la municipalidad de Tlalten­co, en 1910 pasa a Ixtapalapa y en 1930 pasa a Tláhuac.

Para 1930 los siete pueblos arriba mencionados pasan a ser parte de la delegación Tláhuac, y a partir de esa década la configuración del territorio se mantiene estable hasta la fecha. Llama la atención que de 1900 a 1970 la distribución de la población se da de manera equilibrada entre los pueblos. En este periodo la población fluctuó en San Andrés Mixquic de 17 por ciento a 12 por ciento; San Juan Ixtayopan de 12 a 11 por ciento; San Francisco Tlaltenco de 26 a 21 por ciento; Santiago Zapotitlán del 15 a 21 por ciento y San Pedro Tláhuac que concentró 18 a 27 por ciento; estos tres líltimos pueblos se distinguen como los más poblados.

En 1970 con la Ley Orgánica del Distrito Federal, San Francisco Tlalten­co y Santiago Zapotitlán, pasaron a considerarse como parte de la cabecera de San Pedro Tláhuac, con lo que se intensificó el crecimiento demográfico de los pueblos. Después de la conurbación, se hace clara la alta concentración de la población en la cabecera, llegando a 85 y 86 por ciento y para los cuatro pueblos restantes concentraron en promedio 3.7 por ciento de población en los años que van de 1990 a 2005. Los ritmos de crecimiento de los tres pue­blos "conurbados" se modificaron significativamente. Entre 1940 y 1950 de los pueblos de San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán creció en 45 y 46 por ciento, respectivamente, cuando en el periodo inmediato anterior fue de 17 y 7 por ciento. En el periodo de 1960 a 1970 el incremento fue notable ya que pasó a un porcentaje de crecimiento de 83 y 101 por ciento, respecti­vamente. El caso de San Pedro Tláhuac fue similar en el primer periodo, pero no así entre 1960 y 1970, años en los que alcanzó sólo el 33 por ciento (véase cuadro 2).

Page 65: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 49

Cuadro 2. Población de los pueblos de Tláhuac 1900-2005

POBLACIÓN

PUEBLOS 1900 1910 1921 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000 2005

Tláhuac 1752 2079 2017 2793 3296 4818 5936 13850 146923 174198 214341 257092 294415 (cab)

San Andrés 1661 1737 1832 2147 2552 3364 4285 6045 0 9850 10913 11739 12525 Mixquic

San luán 1127 986 1047 1507 1913 2595 3620 5654 0 11358 17215 19359 22668 Ixtayopan

San Nicolás 720 720 468 561 683 902 1340 1906 0 4649 5043 5879 3573 Tetelco

Santa 529 474 230 390 470 650 679 2112 0 5585 6690 7248 8416 Catarina Yecahuizotl

San 2482 2292 1998 2313 2711 3934 5743 10521 Francisco Tlaltenco

Santiago 1451 1306 1509 2069 2218 3248 5163 10393 Zapotitlán

Fuente: Elaboración a partir de los datos del archivo de las localidades, INEGI 1900-2005.

La delegación Tláhuac ya para el siglo xxi es una de las delegaciones pe­riféricas de la ciudad de México, todavía con marcados rasgos rurales: 27.6 por ciento de su superficie tiene usos urbanos y el resto está constituida por las áreas de preservación ecológica. De 1950 a 1970 se consideró como una delegación en transición de rural a urbana, actualmente se considera total­mente urbana (Ibarra, 2000), pero mantiene una actividad agrícola impor­tante y gran parte del poblamiento de la delegación está constituido por siete pueblos que han mantenido su presencia en el territorio desde principios del siglo xx. Después de este tipo de poblamiento le siguen en importancia las colonias populares y, finalmente, los conjuntos habitacionales.

En el patrón de urbanización de la delegación se pueden identificar tres ejes: el primero, se ubica en el centro de la delegación en torno a San Pedro Tláhuac, lugar del que parte la vialidad principal, avenida Tláhuac, con dirección hacia el sur que ha generado una área continua de urbani­zación hacia el pueblo de San Juan Ixtayopan,- el segundo eje en el noro-riente de la delegación, vinculado con el desbordamiento de la urbaniza­ción de la delegación de Iztapalapa, en el que se localizan las colonias populares y algunos asentamientos irregulares, así como los pueblos de

Page 66: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

50 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

Mapa 7. Los pueblos de Tláhuac y el suelo de conservación en 2005.

San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán; y un tercer eje al sur de la delegación, que ha crecido a menor ritmo en los que se encuentran los pue­blos sureños de San Andrés Mixquic y San Nicolas Tetelco. La parte nororiente y central de la delegación ha crecido fundamentalmente en tierras ejidales.

EL PUEBLO DE SAN PEDRO TLÁHUAC

En el análisis territorial del pueblo se distinguen ocho barrios y tres colonias relacionados con su dinámica de crecimiento. Los barrios son: La Asunción, Santa Ana, San Mateo, La Guadalupe, San Miguel, La Magdalena, Los Reyes y San Andrés. Las colonias son San José, Santa Cecilia y La Habana. El pueblo de San Pedro Tláhuac no tuvo un incremento significativo de población en la década de 1990 a 2000. Sin embargo, sí tuvo un crecimiento relevante en cuan­to a la construcción de vivienda pues para este periodo el incremento fue de 43 por ciento. Para el quinquenio 2000-2005 la población creció 32 por ciento, y la vivienda mantuvo el ritmo de la década anterior, se incrementó 48 por ciento.

Page 67: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 51

El proceso de urbanización del pueblo se identifica a partir de 1953 e inicia en el centro y se expande hacia la periferia. Entre 1953 y 1970 el crecimiento ocupa fundamentalmente tierra propiedad privada y algunas ejidales; se da hacia el norte en las colonias San José (que eran tierras ejidales) y Santa Ceci­lia, y en el barrio La Asunción; y hacia el sur en el barrio San Andrés. En los años recientes del 2000 al 2005 la urbanización se ha extendido en propiedad: ejidal y privada, en esta última es en la que se presenta un fuerte incremento de vivienda (casi 60 por ciento con respecto a 2000). A pesar de que la zona ejidal es considerada por las autoridades locales como suelo de conservación su urbanización no se ha evitado, pero sí ha determinado que el patrón de los asentamientos localizados en ellas sean dispersos, ya que se identifican am­plias zonas sin urbanizar (cerca de 68 por ciento, 134 hectáreas).

El análisis de la morfología territorial del pueblo muestra cuatro zonas. La primera corresponde al casco del pueblo, se identifica como la zona patrimonial y tiene calles pavimentadas. Este espacio está conformado por la iglesia, el mercado, el panteón (que ocupa una extensión de 3.22 hectáreas) y las oficinas de gobierno. La traza es irregular, se observan lotes grandes que oscilan entre los 600 m2 y 1,200 m2, lo que explica el amplio tamaño de las manzanas, sin embargo, también exis­ten lotes de 200 m2 producto de la subdivisión de los lotes (cuestión que responde a las necesidades de crecimiento demográfico de los habitantes del pueblo). Con base en las características de las viviendas, se puede decir que el poblamiento es popular, ya que la mayor parte de la zona es de color gris, con pocos espacios arbo­lados, con más de 90 por ciento construido y está densamente poblado.

La segunda zona se localiza al norte del casco del pueblo, es propiedad ejidal y se urbanizó a partir de la parcelación de tierras de cultivo. Aquí se ubica la colonia Santa Cecilia, su traza es regular, las características de la vivienda corresponden a colonia popular, la superficie de los lotes oscila en­tre 132 y 103 m2. Las calles están pavimentadas y en general hay pocos es­pacios verdes, a excepción del deportivo Tláhuac.

La tercera zona corresponde también al poblamiento de una colonia popu­lar y se observa una mayor densificación de la vivienda. Los lotes son peque­ños, van de 80 m2 a 126 m2, en el centro del polígono no se observan grandes espacios arbolados como jardines o parques, los lotes están más saturados, y la mayor parte de las construcciones para vivienda están en color gris. Su traza es poco regular, en algunas fracciones al sur del polígono se observa una retícula más amplia con respecto al poniente de la zona donde es más angosta.

La cuarta zona corresponde a un poblamiento rural disperso, de muy re­ciente creación, es parte de la zona chinampera y del suelo de conservación del Distrito Federal. Al suroriente se observa un conjunto habitacional abierto con

Page 68: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

52 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

espacios verdes y campos de terracería. Aunque los lotes son más grandes que la zona dos y tres, oscilan entre los 250 m2 y los 600 m2, las características de la vivienda corresponden a un poblamiento popular. En la parte sur, se observa una parte arbolada, el resto del área está sin urbanizar, se trata de tierras sin cultivar, con terrenos planos, limpios y susceptibles de urbanizar.

San Pedro Tláhuac, de manera similar que San Pablo Chimalpa en la delega­ción Cuajimalpa, tiene un marcado contraste entre la urbanización y los proce­sos rurales. Gran parte de sus tierras forman parte del suelo de conservación del Distrito Federal y su crecimiento demográfico está relacionado más con el desdo­blamiento de la población del pueblo que con la invasión de la expansión urbana. Estos son elementos que es importante considerar en la problemática urbana y rural que presentan las delegaciones del sur del Distrito Federal.

Mapa 8. Propiedad de la tierra y urbanización del pueblo de San Pedro Tláhuac 2005

LAS DELEGACIONES COYOACÁN E IZTAPALAPA,

UNA HISTORIA TERRITORIAL COMPARTIDA: "L.OS CULHUACANES"

"Los Culhuacanes" corresponde a una amplia zona que se caracteriza por la presencia de varios pueblos que en la Colonia conformaron un solo territo­rio, pero que con el paso del tiempo quedaron divididos entre la delegación de Coyoacán e Iztapalapa. Su historia territorial es compleja, ya que la orga-

Page 69: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 53

nización de los pueblos tiene antecedentes prehispánicos, que después se modifican con las peculiaridades de la Colonia (en la zona se crea "la villa de Coyoacán" poblamiento español muy importante en su momento), y en el siglo XIX y xx la zona fue alterada por continuos cambios en las delimitacio­nes territoriales administrativas. Finalmente, los pueblos y barrios vincula­dos ancestralmente quedaron separados en dos delegaciones limítrofes.

Los antecedentes de Coyoacán se ubican en la fundación de una villa de espa­ñoles. El concepto español de "villa" alude a un poblamiento urbano, y durante la Colonia "la villa de Coyoacán" siempre fue considerada como una ciudad impor­tante, no sólo porque Cortés la fundó sino que fue un sitio estratégico para cam­biar, en algún momento crítico, el lugar de la ciudad de México como el centro del poder colonial.14 Al igual que en otros lugares de México, los pueblos de indios se mantuvieron en la periferia de las ciudades españolas. La "villa" se estableció como cabecera española, se le dieron más recursos y la población que habitó en la zona fue de mayor nivel económico, con el paso del tiempo se incrementó el valor de la propiedad. Todos estos elementos determinarán en los años posteriores el desarro­llo urbano de la zona y la preeminencia territorial de la villa española.

En el caso de Iztapalapa, se le reconoce como una zona prehispánica impor­tante en el valle de México, era una zona lacustre en la que la actividad chinam­pera se llevaba a cabo por los pueblos localizados en las zonas ribereñas del lago de México y Texcoco. Desde la Colonia hasta su creación como delegación su orga­nización territorial correspondió a la de pueblos de indios, separados de la ciudad y con la presencia significativa de actividades agrícolas y ganaderas. Su desarrollo urbano posterior estará marcado por esta presencia de pueblos y tierras con activi­dades relacionadas con el trabajo de la tierra y las actividades lacustres.

Las diferencias de los procesos de urbanización que se manifiestan en las delegaciones de Coyoacán e Iztapalapa fueron determinados por la organiza­ción histórica del territorio desde la época colonial. La creación de una "villa española" en este territorio subordinó al poblamiento indígena en pueblos, y con ello aparecerá una zona de influencia claramente dominada por la "ciu­dad española". Este proceso se expresó en las definiciones de las cabeceras de pueblos y municipales de la zona. En la época colonial Coyoacán se conside­ró como "villa", mientras que en lo que hoy es Iztapalapa existieron varios pueblos cabeceras con sus respectivos pueblos-sujetos.

"Durante casi toda la etapa colonial el gobierno virreinal siempre consideró a Coyoacán como un lugar estratégico al cual mudarse en caso de rebeliones indígenas, inundaciones o castastrófes "naturales de la ciudad" (Cruz, 1991).

Page 70: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Pueblos

Pueblo Los Reyes

San Antonio

Pueblo Culhuacán

Barrio Tula

San Simón

San Andrés Tomatlán

Santa María Tomatlán

Pueblo San Francisco (Incluye los barrios de San Juan, Santa Ana

y La Magdalena)

Zonas habitacionales ubicadas en la zona urbana

ejidal de San Francisco Culhuacán

Delegación

Iztapalapa

Iztapalapa

Iztapalapa

Iztapalapa

Iztapalapa

Iztapalapa

Iztapalapa

Coyoacán

Coyoacán

Fuente: Plan del Desarrollo Urbano Delegacional, 1997.

Las vicisitudes en las delimitaciones territoriales estuvieron presentes en Iztapalapa y Coyoacán e incidieron también en la definición de las cabeceras. En 1861 existían en el Distrito Federal cuatro prefecturas o distritos: Guadalupe Hidalgo, Tacuba, Xochimilcoy Tlalpan; dentro de ésta última se ubicaban cinco municipios: Iztapalapa, San Ángel, Coyoacán, Iztacalco y Tlalpan de los cuales cada uno tenía sus cabeceras. Para el caso de Coyoacán la cabecera fue por su importancia histórica la "villa de Coyoacán"; mientras que para Iztapalapa, Iz­tacalco y Tlalpan eran pueblos. La presencia significativa de los pueblos en Izta­palapa, explica por qué se distinguen tres pueblos con categoría de cabecera hasta el siglo XIX, San Francisco Culhuacán, Santa María Aztahuacán e Iztapa­lapa. A partir de esta época, el criterio del número de habitantes de los pobla-mientos definirá también la categoría adquirida, ya sea pueblo o barrio. Los cambios en el comportamiento demográfico de los pueblos incidió en su perma­nencia como pueblos. Así, por ejemplo en caso del pueblo de los Reyes Culhua­cán (ubicado en los alrededores de Coyoacán), se registra como pueblo en 1877, pocos años después en 1900 se considera barrio.15

15Hasta 1950 que vuelve a tener la categoría de pueblo. Esto responde seguramente a su cercanía con el pueblo de Culhuacán y la importancia de éste y seguramente al tipo de reía-

54 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

Cuadro 3. Los pueblos en la zona de "Los Culhuacanes"

Page 71: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 55

En la Carta corográfica de 1877 aparecen en la zona de Coyoacán e Izta-palapa cuatro Cabeceras de Municipalidad: Coyoacán (cabecera "ciudad"), San Francisco Culhuacán, Iztapalapa y Aztahuacán (pueblos cabecera). En ese documento todavía los pueblos formaban parte de una sola unidad terri­torial y pertenecen a Iztapalapa. Seguramente con la desaparición de las municipalidades y la definición territorial de las delegaciones, los pueblos que hasta entonces habían estado en un solo territorio se dividen entre la delegación Coyoacán e Iztapalapa. De esta manera, las tres antiguas cabece­ras de pueblos quedan localizadas de la siguiente manera: San Francisco Culhuacán en Coyoacán y el resto de los pueblos en Iztapalapa (véase mapa 5). La urbanización de los pueblos tuvo características muy distintas a las que se identifican en la "villa de Coyoacán", la delimitación de las delegaciones también incidirá en las formas de urbanización en su territorio.

En la zona de los Culhuacanes, el proceso de urbanización se da primero en los pueblos de Los Reyes y Culhuacán entre 1929 y 1953, posteriormente de 1953 a 1970 se desarrolla San Francisco Culhuacán, y finalmente, entre 1970 y 1990 crecen todos los conjuntos habitacionales en la Zona Urbana Ejidal de San Francisco Culhuacán.

Mapa 9. La zona de "Los Culhuacanes" en las delegaciones Coyoacán e Iztapalapa

Fuente: Cartográfica y datos OCIM 2005 Delimitaciones zona Culhuacanes: Con base en la invesitgación realizada para el proyecto "Pueblos Originarios, Democracia, Ciudadanía y Territorio en la Ciudad de México" Elaboración: Marisol Gutiérrez Cruz

ciones establecidas entre ambos poblamientos, tan sólo para 1921 Los Reyes se censa con éste y lo dan de baja en los registros hasta 1950.

Page 72: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

56 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN DE COYOACÁN

En 1521 Hernán Cortés estableció en Coyoacán su cuartel general y fundó aquí el primer ayuntamiento de la cuenca de México. En esa época los asen­tamientos como Coyoacán y Tacubaya formaban parte del Marquesado de Cortés y como tenían mayor población que los pueblos se les otorgó la cate­goría de villas. Por decreto, el 16 de diciembre de 1899 Coyoacán se integró al Distrito Federal. En las primeras décadas del siglo xx se convirtió en zona de quintas y casas de fin de semana para las clases acomodadas de la ciudad de México.

El primer periodo de crecimiento urbano en Coyoacán se dio entre 1820 y 1929 en la zona donde se ubicó la "villa de Coyoacán" y los pueblos de San Mateo Churubusco y San Lucas. Con el paso del tiempo estos pueblos fue­ron absorbidos por la cabecera y a partir de 1910 dejaron la categoría de pueblos y fueron incorporados totalmente a la villa. La importancia histórica de la localidad de Coyoacán como cabecera en esta época se manifestó con una alta concentración de la población con respecto a los pueblos registrados en aquel entonces. El proceso de urbanización en los años posteriores se dio a partir de la cabecera y su crecimiento se fue desarrollando hacia el sur has­ta ocupar el territorio por completo.

A partir de 1929 y hasta 1953, laiirbanización avanzó hacia el sur y el orien­te donde se ubican los pueblos de Los Reyes, La Candelaria y San Pablo Tepetla-pa. El tercer periodo se da entre 1953 y 1970, fue el más intenso, ya que casi se urbaniza por completo el territorio de la delegación, el proceso se orientó hacia el sur y el oriente con lo que se integraron los pueblos de San Francisco Culhua-cán, Santa Ursula Coapa y Copilco el Alto. Es notable la importancia de "villa Coyoacán" en el crecimiento de la zona, aunado a esto la presencia de los pue­blos en la dinámica de la delegación fue muy importante. Hasta 1950 la pobla­ción en los pueblos representó en promedio 78.6 por ciento del total de habitan­tes de la delegación,- en la segunda mitad del siglo xx se identifica una baja importante, hacia 1960, los pueblos significaron 59 por ciento y en 1970 fue de 36 por ciento.16 El pueblo que absorbió el crecimiento poblacional en estas déca­das fue justamente San Francisco Culhuacán y la zona urbana ejidal de éste en

16Cinco hasta 1950: La Candelaria, Los Reyes, San Francisco Culhuacán, San Pablo Te-petlalpa y Santa Úrsula Coapa. Siete a partir de 1960 y hasta la conurbación en 1970, que incluye a estos cinco y dos más: Copilco el Alto y Copilco el Bajo.

Page 73: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 57

Cuadro 4. Población de los pueblos de Coyoacán 1900-2005

PUEBLOS

Coyoacán

(Cabecera)

La

Candelaria

Los Reyes

San

Francisco

Culhuacán

San Pablo

Tepetlapa

Santa

Úrsula

Coapa

San Lucas

San Mateo

Churubusco

Copilco el

Alto

Copilco el

Bajo

1900

1607

443

709

799

485

497

488

483

1910

9333

s/d

s/d

1393

s/d

s/d

1921

11329

474

911

369

696

1432

1930

16484

525

1067

1059

1058

1443

1940

23724

862

1639

1315

1250

2006

POBLACIÓN

1950

46030

1559

3046

1983

2294

3570

3960

54866

4261

6225

12108

4217

4830

0

0

2826

3813

1970

31045

6547

11016

17909

5784

6813

5840

2345

1980

597129

1990

640066

2000

640423

2005

628063

Fuente: Elaboración a partir de los datos del Archivo Histórico de las Localidades, INEGI 1900-2005.

el cual se ubican un importante número de unidades habitacionales. Por Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal del 29 de diciembre de 1970, todos los pueblos se conurban a la localidad de Coyoacán (véase cuadro 4).

El último avance en el crecimiento urbano de la delegación ocurre entre 1970 y 1990,17 y con ello se ocupó por completo el territorio de la zona de Los Pedregales y de las actuales unidades habitacionales ubicadas en las cercanías del pueblo de San Francisco Culhuacán, colindantes con la dele­gación Iztapalapa. Desde su formación como delegación, este territorio tuvo una tendencia a ser ocupada por colonias de nivel residencial medio y alto, de aquí que en la actualidad una parte importante de la delegación esté ocupada por este tipo de poblamiento; en otra zona se distinguen los pueblos; las colonias populares que se concentran mayoritariamente en la

17Datos de periodos de urbanización de Observatorio de la Ciudad de México (OCIM). UAM-Azcapotzalco. 2005.

Page 74: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

58 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

zona de los Pedregales y los conjuntos habitacionales ubicados en su mayor parte en la zona de los Culhuacanes (límite con Iztapalapa).

En Coyoacán, para el año 2005, la mayor parte del suelo era propiedad privada. En los pueblos de San Francisco Culhuacán, San Pablo Tepetlapa y Santa Ursula Coapa existieron zonas ejidales; también se identificó una área de propiedad comunal en los Pedregales, zona cercana a Copilco el Alto y Los Reyes. A pesar de ser terrenos de propiedad ejidal o comunal, la mayoría de ellos fueron vendidos para lotificarse y actualmente forman parte de la urba­nización de la delegación.

Es importante llamar la atención sobre que el desarrollo urbano de la delegación tuvo tres ejes centrales:

1) El primero está relacionado directamente con la importancia de la antigua villa colonial de Coyoacán, sus alrededores mantuvieron en el transcurso de la historia territorial una evolución urbana que con­sideró el equipamiento y los servicios urbanos necesarios para una población residente de nivel económico medio y alto, algunos pueblos y barrios como Churubusco, Santa Catarina se convierten en asenta­mientos residenciales.

2) El segundo tiene referencia directa con los pueblos anteriormente conjuntados en un solo territorio, los Culhuacanes, en este caso los pueblos tuvieron un desarrollo totalmente diferenciado, los que quedaron del lado de Coyoacán tuvieron mejores equipamien­tos y servicios, mientras que los que quedaron en Iztapalapa su urbanización se orientó totalmente al poblamiento popular. Llama la atención que la existencia de tierras ejidales, en las etapas más intensas de la urbanización fueron consideradas como reservas de suelo urbano, ya que su urbanización tendió a la creación de uni­dades habitacionales.

3) El último eje, está ubicado en la zona de los Pedregales y en algunos pueblos que estaban en este territorio pero que no tuvieron necesaria­mente antecedentes de pueblos de indios, como el caso de Copilco y Santa Ursula, en estos casos la urbanización popular se desarrolló de manera abrumadora a partir de invasiones muchas veces masivas en los años setenta del siglo xx.

Page 75: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 59

Mapa 10. Etapas de urbanización y pueblos en Coyoacán

Mapa 11. Propiedad de la tierra y pueblos en Coyoacán

Fuente cartográfica y datos, OCIM, 2005. Elaboración, María Alejandra Moreno Flores/Marisol Guitierrez

Fuente cartográfica y datos, OCIM, 2005. Elaboración, María Alejandra Moreno Flores/Marisol Guitiérrez

Page 76: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

60 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN DE IZTAPALAPA

Iztapalapa es un territorio con antecedentes prehispánicos muy importantes ya que Culhuacán junto con Teotihuacán fueron a lo largo de los primeros 3,000 años de urbanización de la cuenca de México los únicos dos asenta­mientos que alcanzaron un alto nivel de prestigio y trascendencia en la épo­ca.18 En el siglo x Iztapalapa se fundó por las relaciones entre los culhuas y los mexicas en las faldas del Cerro de la Estrella, se estableció como su capi­tal a Culhuacán.

En el periodo colonial este territorio mantuvo su organización territorial basada en los pueblos de indios y concentró un número importante de ellos. Con estos antecedentes se comprende que la distribución de la población se hiciera de manera más o menos homogénea en los pueblos existentes en la zona, de aquí que hacia inicios del siglo xx el pueblo de Iztapalapa, no concen­trara la mayor parte de la población (gráfica 2). En un parágrafo anterior ya se hizo referencia a las vicisitudes de los cambios territoriales en el siglo XIX, aquí sólo es importante resaltar que Iztapalapa se mantuvo como municipalidad desde mediados del siglo XIX hasta diciembre de 1928 cuando desaparecen las municipalidades del Distrito Federal y se forman las delegaciones.

En Iztapalapa sí se registraron varios cambios de municipalidad entre 1910 y en 1928 en los que se vieron afectados siete pueblos que pasaron a la municipalidad de Iztapalapa provenientes de las municipalidades de Hasta-huacán, General Anaya y Tlaltenco: Santa María Hastahuacán, San lorenzo Tezonco, Santa Cruz Meyehualco, Santa Martha Acatitla, Santiago Acahual-tepec, San Andrés Tetepilco y San Andrés Tomatlán. Los pueblos que resal­

gue acuerdo con Edmundo López de la Rosa en Historia de las Divisiones Territoriales de la Cuenca del Valle de México "... En múltiples relaciones indígenas encontramos el vocablo Tollan, que literalmente significa "en el lugar de espadañas o tules". Dicho término, sin embar­go, en el contexto en cuestión, adquiere un sentido metafórico. Designa sitios donde abundan agua y vegetación. Su semántica culminó al fin como expresión del ámbito más adecuado de asentamiento para la comunidad, hasta llegar a significar la idea de población grande y flore­ciente, ciudad y metrópoli. Se habla de Tollan Teotihuacán, Tollan Chollolan, Ibllan Xocotitlán, Tollan Culhuacán..., las ciudades de Teotihuacán, de Cholula, de Xocotitlán y de Culhuacán. Partiendo de la voz tollan se derivó la de Toltecatl, el habitante de una Tula, el poblador de una ciudad o metrópoli. A su vez, el vocablo Toltecatl hizo suyo el sentido de hombre refinado, sabio y artista. De él se formó a la postre el abstracto Toltecayotl: el conjunto de todo aquello que pertenece y es característico de quienes viven en una Tollan, una ciudad. Los relatos en náhuatl nos dicen que una Toltecayotl abarcaba los mejores logros del ser humano en sociedad: artes y urbanismo, escritura, calendario, centros de educación, saber acerca de la divinidad, conoci­miento de las edades del mundo, orígenes y destino del hombre" (1980: 18-19).

Page 77: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 61

tan su papel de concentradores importantes de población (después de la ca­becera), desde 1900 hasta 1940 son Culhuacán y Santa María Aztahuacán (gráfica 2).

Gráfica 2. Distribución de la población entre los pueblos de la delegación Iztapalapa 1900-2005

Fuente: Gráfica elaborada a partir de los datos del Archivo Histórico de las Localidades del INEGI.

Después de la Revolución mexicana, Iztapalapa se mantuvo como un pueblo más sin mucha significación, sin embargo, desde el primer tercio del siglo xx su territorio presentó fuertes presiones hacia la urbanización popu­lar. En un estudio realizado por Montano (1984) se muestra cómo desde los años treinta existen proyectos tendientes a urbanizar tierras rústicas y a los eji­dos recién formados. Hacia 1950 se inicia de manera rotunda el proceso de urbanización en los alrededores de la cabecera (pueblo de Iztapalapa) y en las zonas aledañas de lo que ahora es la delegación Iztacalco.

En el curso de las cuatro décadas posteriores a 1950, el territorio delegacio-nal se ha urbanizado fundamentalmente a partir de la formación de numero-

Iztapalapa (Cabecera)

Culhuacán

Sta. Ma. Huastahuacan

San Marcos Mexicaltzingo

Aculcoo

San Juanico Nextipac

San Lorenzo Tezonco

Sta. Cruz Meyehualco

Sta. Marta Acatitla

Santiago Acahuakepec

Magdalena Atlazolpa

San Andrés Tomatlán

San Lorenzo Xicoténcatl

San SEbastián Tecoloxtitlán

Page 78: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

62 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C Y MARISOL G.

sas colonias populares, se calcula que en este periodo se formaron unas 200 colonias de carácter popular y unas 30 zonas de clase media alta. Este intenso proceso de urbanización tuvo como causas principales la amplia oferta de sue­lo barato para vivienda popular, la mayor parte sin infraestructura básica, y la construcción de múltiples conjuntos habitacionales impulsados por la política habitacional de los años setenta, aunado a la buena accesibilidad de la zona por medio de la red vial que la articula con el resto de la ciudad y a la disponi­bilidad de servicios de transporte público.19 Los pueblos desaparecen de su nomenclatura hacia 1970 con la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal expedida el 29 de diciembre de dicho año.

En el proceso de urbanización de la delegación Iztapalapa se identifican tres periodos: el primero se da entre 1929 y 1953 en las zonas donde se ubi­can los pueblos; el segundo periodo va de 1953 a 1970 y se desarrolla en las tierras de los alrededores de los pueblos como crecimiento de los mismos. Finalmente, el tercero de 1970 a 1990, cuando ocurre el mayor crecimiento urbano y se ocupan gran parte de las tierras ejidales que existieron en las cercanías del antiguo Lago de Santa Marta y en la Sierra de Santa Catarina.20

Las colonias populares se localizaron en la zona mencionada, así como en áreas de difícil acceso o en áreas naturales protegidas como el Cerro de la Estrella y la Sierra de Santa Catarina.21

Actualmente la estructura de poblamiento de la delegación Iztapalapa está definida por pueblos conurbados, colonias populares y conjuntos habi­tacionales. En mucha menor proporción se encuentran las colonias residen­ciales de nivel medio. Para el año 2005, la mayor parte del suelo de la dele­gación Iztapalapa era de propiedad privada, aunque aún se encontraban algunas zonas de propiedad ejidal cercana a los pueblos de Santa María Az-tahuacán, Santa Cruz Meyehualco, San Lorenzo Tezonco, San Andrés To-matlán y Culhuacán. La mayoría de estos terrenos han sido vendidos para lotificarse y están completamente urbanizados.

En este territorio resalta un desarrollo urbano definido a partir de la pre­sencia de los pueblos. El proceso de urbanización inicia prácticamente en al­gunos de ellos y la expansión urbana se da en sus tierras ya sea ejidales o de los mismos pueblos. Llama la atención la casi homogeneidad del poblamiento

"Programa Delegacional de Desarrollo Urbano 1997. 20Idem. 21De acuerdo con datos de la Coordinación Ejecutiva de Vigilancia Ambiental, de la Se­

cretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, en Iztapalapa se encuentran 39 Asenta­mientos Humanos Irregulares en 57.92 hectáreas, ubicados en el Cerro de la Estrella y en la Sierra de Santa Catarina. 2006.

Page 79: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 63

popular en la delegación, casi todo el poblamiento se refiere a colonias popu­lares22 y crecimiento de los pueblos. Como ya se indicó antes, seguramente esto se debe a la disponibilidad de suelo urbano, que estaba considerada en las tierras ejidales que existieron en la zona. La desecación de los lagos, la desapa­rición de las chinampas y con ello las actividades agrícolas fueron otros de los elementos que explican la creciente urbanización de la zona. Lo que vale la pena rescatar aquí, es que a fin de cuentas los pueblos si bien tienen una pre­sencia importante en el territorio su significación en el proceso de urbaniza­ción y su papel en la configuración territorial es poco considerado, probable­mente por la subordinación de los pueblos en la historia del Distrito Federal.

Mapa 12. Etapas de urbanización y pueblos en Iztapalapa

Fuente cartográfica y datos, OCIM, 2005

Elaboración: María Alejandra Moreno Flores/Marisol Guitiérrez

EL PUEBLO DE SANTA MARÍA AZTAHUACÁN

El pueblo de Santa María Aztahuacán se ubica al nororiente de la delega­ción Iztapalapa, con una superficie de 414.54 hectáreas. El poblado consti­tuía una de las dos Cabeceras de Municipalidad en pueblo de la zona de Iztapalapa (Carta corográfica de 1877), en el periodo de 1910 a 1928 el pueblo fue parte de la municipalidad de Iztapalapa. Desde entonces ha

22Iztapalapa es una de las delegaciones con mayores problemas de tenencia de la tierra, de dotación de agua potable y de servicios urbanos.

Page 80: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

64 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

mantenido su importancia sobre los otros pueblos, concentró entre 1900 y 1940 el 12 por ciento de la población total de los pueblos de Iztapalapa, ocupando el tercer lugar después de la cabecera y de Culhuacán ¡en aquel entonces se trataba de un total de 11 pueblos más la cabecera, de 1950 y hasta 1970 se trató de 15 pueblos).

De los elementos que constituyen el casco de un pueblo (iglesia princi­pal, el kiosco, la plaza, el mercado y el panteón), solamente sobrevive la plaza principal con la iglesia del siglo xvn y la traza urbana original: irregular y con terrenos que alguna vez fueron de grandes superficies (600 m2, aproxi­madamente) y que a través de los años han sido subdivididos para cumplir con las necesidades de las familias que ahí habitan y de la población que ha llegado posteriormente.23 Esta es una característica con la que también se puede identificar el casco de una cabecera con la de un pueblo sujeto, ya que es en aquéllas se da mayor jerarquía a la plaza principal y los edificios que se ubican a su alrededor; en algunos pueblos sujetos aparecen los mismos ele­mentos pero en proporciones menores o sencillamente o ninguno. Por estos componentes el INAH24 ha catalogado el pueblo como Zona Patrimonial. En esta zona la mayor parte del uso del suelo es de vivienda unifamiliar y no se tienen terrenos de reserva para crecimiento posterior, es decir que se encuen­tra totalmente urbanizado.

El resto del territorio del pueblo está constituido por la zona urbana eji-dal de Santa María Aztahuacán, en la que se ha desarrollado una zona habi-tacional mezclada con industria que ha llegado a ser de importancia mayor para la zona y para la delegación. A pesar de su relevancia, esta zona también representa un riesgo para la población ya que en ella se desarrollan indus­trias peligrosas que manejan productos altamente inflamables o tóxicos.25 Es muy sencillo distinguir que toda esta área se desarrolló posteriormente al pueblo tradicional, ya que su traza urbana es regular y su lotificación tam­bién. El tamaño de los lotes varía dependiendo del uso que se les da, para uso industrial tienen aproximadamente 1,500 m2y para uso habitacional 450 m2

con varias construcciones en un mismo terreno. Esta zona se encuentra también totalmente urbanizada, sin posibilidad de crecimiento posterior.

23Información basada en lo escrito por Jan Bazant (2001), en Periferias Urbanas. Expan­sión incontrolada de bajos ingresos y su impacto en el medio ambiente.

24Instituto Nacional de Antropología e Historia. "Datos del Plan Delegacional de Desarrollo Urbano. 2005.

Page 81: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 65

En cuanto a la caracterización del poblamiento de la zona y los periodos de urbanización de identifican: la zona que corresponde al casco del pueblo está clasificada por el Observatorio Urbano de la ciudad de México, OCIM,

como cabecera conurbada y se urbanizó entre 1929 y 1953; mientras el resto de su territorio (la zona urbana ejidal) se caracteriza como colonias popula­res, se desarrollan entre 1953 y 1970.26 El tipo de propiedad en la zona de Santa María. Aztahuacán corresponde, en las colonias Monte Albán y Pue­blo Santa María Aztahuacán, a propiedad privada urbanizada en 1970 y se ubica en el periodo de urbanización más antiguo (1929-1953). Un importan­te porcentaje es propiedad ejidal, ocupada por las colonias Zona Urbana Ejidal Santa María Aztahuacán y Ampliación de la Zona Urbana Ejidal San­ta María. Aztahuacán, su desarrollo urbano se dio entre 1953 y 1970.27

A pesar de encontrarse completamente incorporado al área urbana y sin posibilidades de crecer más, Santa María Aztahuacán ha mantenido su im­portancia a nivel de la delegación. Esto se debe al reconocimiento del lugar entre los pobladores más antiguos del pueblo por sus tradiciones y antece­dentes históricos y también, como se había mencionado antes, debido al desarrollo industrial que se ha ubicado en esta zona. Igualmente ha conser­vado algunas de sus tradiciones ancestrales como la forma de celebrar los matrimonios y los velorios y en especial la realización de su carnaval.

Mapa 13. Propiedad de la tierra y urbanización del pueblo se Santa María Aztahuacán

26OCIM. 27Idem.

Page 82: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

66 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN GUSTAVO A. MADERO

Esta delegación se ubica al norte del Distrito Federal y limita con la sierra de Guadalupe, cordillera que divide actualmente el Distrito Federal del Estado de México, su antecedente inmediato es la municipalidad de Guadalupe Hi­dalgo (existente hacia la mitad del siglo XIX). La historia territorial de los pueblos en esta zona es muy compleja, ya que a través del tiempo, la delega­ción ha pasado por muchos cambios que han modificado su estructura terri­torial. La superficie de la delegación ha cambiado constantemente desde la segunda mitad del siglo XIX hasta 1941 (cuando quedan por fin definidos tal como se conocen ahora); estos cambios se relacionan con los cambios histó­ricos, en los que se delimitan las fronteras del Distrito Federal, de la delega­ción Azcapotzalco y del municipio mexiquense de Tlalnepantla (con el que actualmente colinda). Estos procesos inciden en los cambios de adscripción de los pueblos y en la diversidad existente entre ellos, ya que no todos ellos refieren al antecedente colonial de pueblos de indios.

Durante el periodo colonial no existían las delimitaciones entre el Dis­trito Federal y el Estado de México, todo era parte de un mismo territorio y la organización territorial de los pueblos que actualmente forman parte de la delegación tuvo tres ejes:

1) La creación del santuario de Guadalupe. 2) La primacía de la cabecera del pueblo de Tlalnepantla con sus pue­

blos sujetos (estos últimos se localizaban fundamentalmente en el norponiente, norte y nororiente de lo que hoy es el Distrito Federal).

3) La existencia de pueblos cercanos al santuario pero que estaban suje­tos a la cabecera de Azcapotzalco.

En el caso del pueblo de Guadalupe, su antecedente inmediato no es la pre existencia de un pueblo de indios. Los datos históricos indican que está relacio­nado directamente con la creación del santuario de la virgen de Guadalupe, cuyo culto tiene bases prehispánicas relacionadas con la diosa Tonatzin. Como es del conocimiento general, la Villa de Guadalupe refiere a la construcción del culto a la virgen desde el siglo xvi, la importancia dada por las autoridades coloniales tanto al culto como al lugar determinó que se erigiera un pueblo con el nombre de Guadalupe en 1741, año en que se define su fundo legal. La impoitancia de la Villa de Guadalupe subordinó sin problema a algunos pueblos existentes en ía zona como: Santa Isabel Tola, San Pedro Zacatenco y Santiago Atzacoalco. La cabecera quedó en la Villa y los pueblos mencionados fueron sus sujetos. La

Page 83: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 67

Villa a partir de entonces fue considerada un poblamiento importante, las prác­ticas relacionadas con el culto a la virgen subordinaron totalmente a los pueblos de indios existentes en los alrededores, situación que perdura durante toda la historia territorial de la conformación de la delegación y que determina la poca visibilidad de los pueblos desde el siglo XVIII a la fecha.

Mapa 14. La organización territorial de los pueblos en Gustavo A. Madero

Fuente corográfica del Distrito Federal de 1899. Manuel García Leal

Más hacia el norte, ya en pleno territorio de la sierra de Guadalupe, se ubicaron un número importante de pueblos que mantuvieron relaciones con la cabecera de Tlalnepantla (entre ellos San Lucas Patoní, Cuautepec, Tico-mán, etcétera). La importancia de este poblado se ha mantenido a través de la historia ya que de ser una cabecera de pueblo colonial, desde el siglo XIX se ha mantenido como cabecera municipal hasta la fecha. La constitución de su actual configuración territorial estuvo determinada por la definición de los límites del Distrito Federal en la segunda mitad del siglo XIX. Este proceso

Page 84: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

68 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

también impactó a los pueblos sujetos, ya que de pertenecer a Tlalnepantla pasaron a ser parte del Distrito Federal.

En el territorio más central de la actual delegación se localizaban los pueblos de San Bartolo Atepehuacán, San Juan Hitzahuac, Santiago Atepetlac y Santa María Capultitlán, estos pueblos tenían relación fundamentalmente con Azcapotzalco.28 Coatlayauhcan se convirtió en Magdalena de las Sali­nas, ya que sus tierras estaban anegadas y desoladas por lo que sus habitan­tes se dedicaron a la explotación de la sal y del tequesquite. Algunos de estos pueblos, en algún momento de la historia de la delegación también pasaran a ser parte del territorio de Guadalupe Hidalgo, para después integrarse to­talmente a lo que sería la delegación Azcapotzalco.

La lejanía de los pueblos del norte con respecto a la Villa de Guadalupe, la frontera geográfica de la sierra de Guadalupe y los cambios de adscripción de los pueblos que inicialmente estaban en Azcapotzalco, fueron elementos que incidieron en una falta de articulación así como de comunicación entre los pueblos del territorio delegacional. Cuestión que sin duda impacta en la poca presencia y consideración de las autoridades urbanas de estos poblados.

La conformación de la municipalidad de Guadalupe Hidalgo tiene sus antecedentes territoriales en la Carta corográfica de 1877, documento en el que ya aparece, pero con la mitad del territorio de lo que actualmente se conoce. Como ya se mencionó, la parte correspondiente a la sierra de Gua­dalupe pertenecía a Tlalnepantla en el Estado de México. La estructura de poblamiento estaba constituida por:

• Una cabecera de Distrito en ciudad: la Guadalupe Hidalgo. • Diez pueblos: San Lucas Patoni, San Bartolo (Atepehuacán), Zacatenco,

Isabel Tola, Atzacoalco, Aragón (Villa), Santiaguito (Santiago Atepetlac), Magdalena (de las Salinas), Calpatitlán (Calputitlán) y Ticomán.

• Cuatro haciendas: la Escalera, la Patera, Ahuehuetes y Aragón.

Es importante resaltar en esta estructura el caso del pueblo de San Juan de Aragón, que tampoco tiene antecedentes coloniales de pueblo de indios. El pueblo se constituye en 1856, cuando el presidente Comonfort entregó tierras a los pobladores cercanos para fundar el pueblo (Cruz, 2001). Dada su "reciente formación", en el siglo que nos ocupa, rápidamente es integrado como parte de la municipalidad de Guadalupe Hidalgo.

28Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Gustavo A. Madero, 1997. Anteceden­tes históricos.

Page 85: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 69

Hacia fines del siglo XIX, en la Carta corográfica de 1899, el territorio de la municipalidad de redefine y se amplía considerablemente. La sierra de Gua­dalupe se anexa y junto con él un pueblo más, Cuautepec, ubicado prácticamen­te en la serranía, que por supuesto había sido parte del Estado de México y era sujeto de Tlalnepantla. En esta nueva delimitación San Lucas Patoní queda definitivamente en el municipio de Tlalnepantla y se considera dentro de los límites del Distrito Federal al pueblo de San Juan de Aragón. Es im­portante señalar que el territorio que quedó adscrito al Distrito Federal sepa­ró territorialmente al municipio de Tlalnepantla, ya que la sierra de Guada­lupe como parte del Distrito, dividió a este municipio en dos territorios separados, el oriente y el poniente. Este cambio territorial incidió de manera fundamental en la situación y en el arraigo territorial de los pueblos ubica­dos en esta zona y en la intensa y caótica urbanización popular que se dará a partir de la segunda mitad del siglo xx.

Gráfica 3. Distribución de la población entre los pueblos

de la Delegación Gustavo A. Madero 1900-1970

Gustavo A. Madero |Cab|

Cuautepec el Alto

Capultitlán

San |uan de Aragón

Santa Isabel Tola

Santiago Atzacoalco

San Bartolo Atepehuacán

San Pedro Zacatenco

Santa Ma. Ticomán

Santiago Atepetlac

Tlacamaca

Magdalena de las Salinas

Cuautepec de Madero

Estanzuela

Fuente: Gráfica elaborada a partir de los datos del Archivo Histórico de las Localidades del INEGI.

Hacia 1900 la cabecera de Guadalupe Hidalgo concentraba la mayor parte de la población (57 por ciento), de hecho en torno a ella aparecieron las primeras colonias urbanas en el norte de la ciudad (como la colonias Carrera Lardízabal/Constitución de la República, el crecimiento de éstas dieron paso

Page 86: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

70 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

a la formación de la actual colonia Martín Carrera). En la estructura del po-blamiento le seguía en importancia Cuautepec con el 15 por ciento del total poblacional en la municipalidad, San Juan de Aragón con el 8 por ciento y Ticomán con el 7 por ciento. Para 1910 ya era notorio el incremento en la cabecera ya que para esta época se concentraba al 72 por ciento de la pobla­ción de la municipalidad.

Es importante señalar que con el cambio de municipalidades a delegacio­nes al iniciar el año de 1929, desaparece como tal la municipalidad de Guada­lupe Hidalgo,- el antiguo territorio quedó dividido entre las delegaciones de Azcapotzalco e Iztacalco. El 7 de agosto de 1931 se decidió conforma]' de nue­vo el territorio de la antigua municipalidad de Guadalupe Hidalgo, pero ahora como delegación. Esta delegación duró como tal poco tiempo ya que días des­pués (el 21 de agosto) vuelve a desaparecer. Diez años más tarde, en diciembre de 1941, la delegación reaparecerá de manera definitiva, pero ahora con el nombre de Gustavo A. Madero.29 Sin duda alguna todos estos cambios impac­taron a los pueblos, por lo menos se puede afirmar que la ausencia en la con­tinuidad de la integración territorial de la delegación ayudó a que los pueblos mantuvieran sus relaciones con las antiguas cabeceras: Tlalnepantla y Azca­potzalco. Esto no sólo impidió la visibilidad de los pueblos en la estructura territorial delegacional, sino que los mantuvo vulnerables al intenso proceso de urbanización que se desarrolla en la segunda mitad del siglo xx.

Otro proceso importante de considerar en la historia de la delegación es el reparto agrario, ya que algunos de sus pueblos fueron beneficiados por la dotación y restitución de tierras ejidales. El pueblo de Cuautepec fue uno de los primeros en recibir tierras (en 1917 se le dan 200 hectáreas a este pobla­do); otros pueblos beneficiados en la década de los años veinte fueron San Juan de Aragón, Santiago Atzacoalco, San Bartolo Atepehuacan, Magdalena la Salinas, Santa María Ticomán, San Pedro Zacatenco, Santa Isabel Tola y Santiago Atepetlac. En el periodo que va de 1917 a 1947 se entregaron en total 3,719.75 hectáreas a los pueblos mencionados arriba (Cruz, 1994). Llama la atención como este proceso fue totalmente ajeno a las vicisitudes de las delimitaciones territoriales, a fin de cuentas no importaba la pertenen-

29Op. cit. Decreto del 7 de agosto de 1931 dispuso que el nombre de la delegación, Guadalupe Hi­dalgo, fuera cambiado por el de Gustavo A. Madero. Muy pronto, sin embargo, el Decreto del H. Congre­so de la Unión, publicado el 21 de agosto, dividió al Distrito Federal en ciudad de México y 11 delegacio­nes. Una de las que desaparecen es la de Gustavo A. Madero, parte de cuyo territorio quedó considerado en la de Atzcapotzalco y otra parte en la de Ixtacalco. En la Ley Orgánica del Distrito Federal del 31 de diciembre de 1941 reapareció esta delegación dentro de la división territorial de la entidad, con el nombre de Villa Gustavo A. Madero.

Page 87: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 71

cia a cualquier municipalidad o delegación, ya que el reparto agrario respon­dió a la lógica agraria derivada del proceso revolucionario.

La existencia de los ejidos fue muy breve en la delegación, la creación de la delegación Gustavo A. Madero en 1941 coincidió con el proyecto indus-trializador de México y de manera particular de la ciudad de México. El go­bierno federal decidió que esta delegación conjuntamente con la de Azcapotzalco constituyera el espacio territorial para iniciar, fomentar y consolidar las acti­vidades industriales. De esta manera, en la década de los cuarenta se expro­pia una importante superficie de tierra ejidal para construir y habilitar la zona industrial Vallejo. Los pueblos más vinculados a Azcapotzalco fueron afectados por las expropiaciones para las nuevas industrias, posteriormente, a fines de los cuarenta e inicios de los cincuenta se llevaron a cabo expropia­ciones para la construcción de equipamiento educativo, en este sentido el IPN se construye en tierras ejidales de los pueblos de Zacatenco y Santa Isa­bel Tola (Cruz, 1982).

De esta manera hacia mediados del siglo xx, la tendencia hacia la indus­trialización de la delegación estaba claramente definida. Esto tuvo un impac­to definitivo en las actividades de los pueblos, ante este perfil y la pérdida de sus tierras, desaparecieron en muy poco tiempo las actividades agrarias en esta parte de la ciudad. La industria trajo consigo la necesidad de espacios habitacionales para los trabadores, cuestión que impulsó la acelerada forma­ción de colonias populares en tierras de los pueblos o cercanas a ella. En este caso, en esta delegación el proceso de urbanización se presentó de manera intensa y avasalladora, para los pueblos significó la pérdida de sus ejidos, de las tierras de los pueblos y la urbanización de un entorno con características industriales, con un poblamiento creciente a partir de colonias populares, y de la construcción de unidades habitacionales para los trabajadores.

De manera similar a las otras delegaciones en 1970, la Ley Orgánica del Distrito Federal conurbó a todos los pueblos y los poblados tradicionales existentes hasta entonces a la localidad de Gustavo A. Madero. El crecimien­to urbano de la delegación se intensificó en esta década, el poblamiento po­pular se desborda sobre las zonas más alejadas de la parte central de la dele­gación y sube por la sierra de Guadalupe. Esta zona constituye un lugar estratégico ya que colinda con el municipio de Tlalnepantla, cuya sección oriental también se incorporó en la misma época a la industrialización (tam­bién a costa de las tierras de pueblos como Santa Clara Xalostoc y Santa Clara Coatitla). Algunos puntos de la delegación se distancian de este proce­so, ya que en torno al antiguo poblado de la Villa de Guadalupe se desarro-

Page 88: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

72 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

lian colonias de carácter medio y residencial como son: Lindavista, Zacaten-co, Guadalupe Insurgentes y Guadalupe Tepeyac.

Mapa 15. Propiedad de la tierra y pueblos en Gustavo A. Madero

EL PUEBLO DE CUAUTEPEC

Los antecedentes históricos del pueblo se encuentran en el mapa de Sigüen-za y el Códice de García Granados, en el que se identifica el topónimo de Cuautepec. En los documentos de los Anales de Tlatelolco aparece como pueblo y territorio perteneciente a los señores de Azcapotzalco. Durante el periodo colonial, esta zona tuvo cambios importantes, para la segunda mitad del siglo xvi, Cuautepec se convirtió en un pueblo-sujeto de Tlalnepantla. Como producto de la evangelización y el control eclesiástico de la época a cada pueblo se le daba un prefijo cristiano que se añadía a su nombre indíge­na, de esta manera el pueblo adquirió el nombre de Santa María Cuauhte-pec. No se encontraron muchos datos sobre los antecedentes del pueblo, los testimonios indican que durante los siglos xvii y xvm no hubo cambios para el pueblo y su relación se mantuvo fundamentalmente con su cabecera.

Para la segunda mitad del siglo XIX, Cuautepec era un pequeño pueblo típico de las cercanías de la capital del país. En los textos de García Cubas,

Fuente cartográfica, OCIM, 2005 Datos, OCIM, 1970

Elaboración: María Alejandra Moreno Flores.

Page 89: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 73

así como en la Carta corográfica elaborada por él, no aparece referencia alguna que vincule al pueblo a la ciudad. Su adscripción territorial corres­ponde en esta época al municipio de Tlalnepantla en el Estado de México. A fines del siglo que nos ocupa, en la Carta corográfica de 1899 la zona correspondiente a la sierra de Guadalupe ya es parte del Distrito Federal, por lo que ya se identifica al pueblo como "Cuautepec" dentro de los lími­tes del Distrito Federal. En este periodo el pueblo estaba dentro de los lin­deros de la antigua hacienda La Escalera, que también aparece registrada en la Carta corográfica a la que hacemos referencia. Las crónicas de los habitantes originales del pueblo lo refieren como una localidad típica del porfiriato: con una vinculación muy cercana a la hacienda, ya que la pobla­ción laboraba como peones y labriegos; con actividades relacionadas con la extracción de recursos naturales para la construcción; y con una activa participación en la construcción del ferrocarril.

En 1900, Cuautepec ya forma parte de los 10 pueblos registrados en el municipio de Guadalupe Hidalgo dentro de los límites territoriales del Distri­to Federal. Durante la primera mitad del siglo xx el pueblo fue uno de los más importantes de la delegación, después de la cabecera municipal, Guadalupe, llegó a concentrar la mayor parte de la población existente en los pueblos (sin considerar la cabecera). En 1900 concentró 33 por ciento del total de pobla­ción, en 1921 45 por ciento, en 1930 50 por ciento y en 1940 33 por ciento de la población. A partir de 1950 decae la población de Cuautepec debido a con­flictos internos entre los pobladores (por pugnas entre barrios) que llevaron a la división del pueblo. Una parte importante de la población residente abando­na el casco original y se funda otro pueblo, en territorios que eran propiedad de los nativos del pueblo, que se denominó como Cuautepec el Bajo; el pueblo original se reconoció como Cuautepec el Alto o Cuautepec de Madero.

Así, para el año 2005, el pueblo de Cuautepec de Madero se ubica en la parte norte de la actual delegación de Gustavo A. Madero, tiene una superfi­cie de 2,419.05 hectáreas, de las cuales 62.7 por ciento está urbanizado y el resto corresponde a suelo de conservación. Su urbanización se inicio de ma­nera acelerada en 1970 y se caracterizó por una fuerte formación de colonias populares en la sierra de Guadalupe, zona en la que actualmente la delega­ción detecta los principales problemas de asentamientos irregulares y defi­ciencias en la dotación de servicios básicos.

La traza del pueblo es de calles irregulares, anchas y pavimentadas. En el casco se identifican como construcciones importantes la Plaza Hidalgo y la iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo (que data el siglo xvi), hacia el sur se ubi­ca el panteón de Cuautepec. Hasta 1960 el pueblo era muy pequeño y se en-

Page 90: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

74 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

contraba rodeado por un paisaje característico de la serranía campirana, de hecho, las montañas y lomeríos lo mantuvieron relativamente aislado de la administración delegacional. Cuatro décadas más tarde la avasallante urbani­zación cambió radicalmente el paisaje, por grandes lomeríos grises, densa­mente poblados por colonias populares y con ausencia de áreas verdes.

Mapa 16. Propiedad de la tierra del pueblo de Cuautepec 2005

Ante la expansión de la urbanización, las características físicas del pueblo apenas se mantienen ya que su entorno está caracterizado por una urbaniza­ción popular casi homogénea. Con el paso del tiempo el ejido fue ocupado por colonias populares y expropiado para construir el Reclusorio Norte de la ciudad de México, y el remanente se declaró por el gobierno del Distrito Federal como suelo de conservación. Es importante notar que la propiedad privada existente en la zona siguió la misma tendencia de urbanización que los ejidos.

El crecimiento urbano inicial se dio a partir de Cuautepec barrio Alto, de aquí se extendió, primero hacia las zonas bajas de los cerros en terrenos casi planos, hasta ir ocupando cada vez zonas más altas en los mismos cerros, lo que provocó terrenos con pendientes importantes y que ponen la vivienda en alto riesgo. La más reciente urbanización (1979-1990) se ha dado en mayor

Page 91: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 75

medida en las zonas altas. De acuerdo con el Plan de Desarrollo de la Dele­gación, 50 por ciento de su territorio se encuentra constituido por estratos bajos que tienen ingresos familiares bajos y pertenecen a la clase popular baja y media baja. Esta población se ubica en colonias localizadas en la zona nor­te de la delegación, en las faldas de la sierra de Guadalupe y en las zonas noreste y suroeste.

Las características de la vivienda en esta zona son de urbanización popu­lar, en el tipo de construcción predominan las fachadas en color gris, sin terminados, lo que indica una construcción por etapas progresiva; el tamaño promedio del lote es de 200 m2 ocupado al 80 por ciento; y se distinguen al­gunos terrenos baldíos grandes. Se identifica un déficit importante de servi­cios urbanos, de equipamiento educativo, deportivo, de salud y cultural. Lo anterior se debe fundamentalmente a la lejanía histórica y física de la dele­gación, y a la poca importancia que el gobierno delegacional ha dado a este tipo de poblamiento. Además de todo lo anterior sus características topográ­ficas han sido un fuerte obstáculo para que se introduzca equipamiento y servicios suficientes para la población que habita la zona. Desde la perspec­tiva de los pobladores de Cuautepec todo esto ha mantenido al pueblo rele­gado y desvinculado de la cabecera delegacional.

A pesar de las transformaciones económicas y sociales, producto de la fuerte urbanización popular, Cuautepec mantiene algunos aspectos que ca­racterizan a los pueblos. Esto se manifiesta en la pervivencia simbólica de las fiestas religiosas y cívicas que son muy importantes para la vida de la comu­nidad y que contribuyen a la cohesión de los nativos del pueblo. De las fies­tas que se celebran, la más importante para los originarios es la fiesta patro­nal del Señor de Cuautepec (celebrada el 1° de junio), seguida de la fiesta del cuarto viernes de Cuaresma que se realiza regularmente en marzo y dura tres días (ésta es la más conocida y concurrida). Entre las fiestas cívicas que perduran son las del 15 y 16 de septiembre. Se mantienen presentes elemen­tos simbólicos del casco del pueblo, tal es la caso de la plaza y la iglesia, es­pacios que permiten la convivencia social y el desarrollo de actividades cul­turales en Cuautepec. En este sentido, en los últimos años, los originarios del pueblo han realizado obras en la Plaza Hidalgo que aluden al rescate de las tradiciones de las familias fundadoras del pueblo. Este esfuerzo de distin­ción y de pertenencia a un espacio rodeado mayoritariamente por colonias populares, ha implicado problemas con los "otros pobladores urbanos" en torno al rescate de los espacios públicos, cuestión que plantea la discusión sobre quiénes pueden hacer uso de estos espacios, los "originarios del pue­blo" exclusivamente o también los "colonos urbanos".

Page 92: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

76 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

REFLEXIONES FINALES

Es difícil plantear conclusiones sobre este trabajo, la exploración del papel de los pueblos en la configuración territorial muestra la gran heterogeneidad exis­tente en los diferentes espacios del Distrito Federal. A pesar de la importancia histórica de los pueblos en el poblamiento del Valle de México, ellos no son considerados como elementos constitutivos del territorio actual. Sin duda esto deja un vacío importante para explicar muchos de los problemas actuales re­lacionados con la urbanización popular, el crecimiento urbano de los pueblos, la relación de los pueblos ubicados en la periferia urbana y la urbanización, los problemas de límites entre delegaciones y pueblos, etcétera.

La Ley Orgánica del Distrito Federal de 1970 prácticamente desapareció a los pueblos de la estructura del poblamiento urbano. La creciente urbani­zación absorbió de manera absoluta una forma de poblamiento que fue y es característica de una ciudad, en la que la mayor parte de su historia los pue­blos han sido elementos sustanciales en su desarrollo. A pesar de esto, si bien en los datos oficiales de la ciudad no existen los pueblos, en la nomen­clatura cotidiana de la urbe ellos están presentes, no sólo con la superviven­cia de sus costumbres y fiestas, sino en los rasgos territoriales como su traza, sus formas particulares de vivienda y su relación con las diferentes formas de urbanización, y con las instancias de administración y gestión urbana.

En este sentido la historia territorial de los pueblos en el Distrito Federal permite identificar algunos ejes centrales que explican la estructura actual de algunas delegaciones. Estos ejes tienen un carácter histórico, pero sus efectos en la estructura actual son evidentes. En esta parte, retomaremos algunos de ellos con el objeto de plantear algunas reflexiones y posibles lí­neas de trabajo para profundizar este tema.

Uno de los ejes principales que dan cuenta de la organización territorial y su desarrollo desde la Colonia hasta la actualidad es la división básica en­tre la ciudad española y los pueblos de indios. Este trabajo muestra que los pueblos de indios en general fueron subordinados a la presencia de pobla-mientos españoles. El caso de Coyoacán es bastante claro en este sentido, sus antecedentes de ciudad española sin duda alguna determinó que en los siglos XIX y xx la zona tuviera inversiones importantes para mantener a una población con nivel económico más o menos elevado. La diferencia de equi­pamiento entre la zona de influencia de la villa española y los pueblos es bastante clara en la zona de los Culhuacanes. No sólo la villa española tuvo esta preeminencia, el poblado de Guadalupe en la actual delegación Gustavo A. Madero, creado por las autoridades españolas para sostener el culto gua-

Page 93: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 77

dalupano, tuvo un efecto similar al de Coyoacán, la subordinación y hasta la invisibilidad de los pueblos en el territorio.

La organización colonial de los pueblos en cabeceras y sujetos también tuvo efectos territoriales importantes. Aun cuando estas redes tuvieron un claro objetivo de dominación colonial económica y evangelizadora, llama la atención la permanencia de las relaciones entre los pueblos a través del tiem­po. Incluso cuando en el siglo XIX desaparece la distinción entre ciudades es­pañolas y pueblos de indios, las cabeceras se siguen reconociendo como una forma administrativa eficaz para gobernar el territorio. Muchas cabeceras de pueblo en la Colonia, mantuvieron su importancia en el siglo XIX y en la pri­mera mitad del siglo xx, y se reconocieron como partes fundamentales del Distrito Federal. En zonas en las que predominaban los pueblos, como Iztapa-lapa y Tláhuac, existieron varias cabeceras de pueblo reconocidas.

Esta forma de organización territorial también tuvo efectos internos en los pueblos, su organización espacial, la traza y las construcciones importantes estuvieron relacionadas con el hecho de ser pueblos cabeceras o no. La diver­sidad existente de la organización espacial de los pueblos tiene relación directa con los antecedentes de pueblos cabecera o sujeto. Sin embargo, la existencia de una traza inicial basada en esta relación indica no sólo los antecedentes históricos del lugar, sino también la configuración interna del pueblo.

Otro efecto importante de la relación cabecera-sujeto fue la pervivencia de relaciones territoriales referidas a las actividades religiosas y festivas de los pueblos. Estas relaciones, que se pueden plantear como identitarias, sin duda tienen un antecedente colonial y hasta prehispánico, y se basaron en la existencia de un territorio organizado en función de la administración de varios pueblos. Su división en años posteriores, en diferentes instancias terri­toriales para su gestión, no afectó la relación entre los pueblos, cuestión que explica en los casos estudiados aquí la diversidad de los ejes de la estructura territorial y urbana, así como la independencia de los pueblos de la adminis­tración urbana y la poca atención de ésta hacia los mismos.

La existencia de una continuidad territorial a través del tiempo en el Distrito Federal es un supuesto cuestionado en este trabajo. Las delimitaciones territoria­les administrativas en el Distrito Federal son relativamente recientes. Los límites del Distrito Federal quedaron conformados prácticamente al iniciar el siglo xx, y su organización y delimitación territorial interna, que pasa de prefecturas, muni­cipalidades a delegaciones, se definió hasta la década de los cuarenta. Mientras esto sucedió hubo desde el siglo XK una cantidad importante de cambios en las definiciones territoriales. Esto plantea preguntas en torno a la forma en que se negocian los territorios del Estado de México y del Distrito Federal, y la pérdida

Page 94: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

78 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

de territorios de municipios como el de Tlalnepantla, que queda dividido en dos zonas separadas (que en la actualidad se presentan como dos áreas diferentes con serios problemas de gestión urbana). Los cambios de adscripción de los pueblos, del Estado de México al Distrito Federal, de diferentes municipalidades y delega­ciones es otro elemento que podría explicar los conflictos de linderos entre los pueblos. Lo que llama la atención es que dentro de los pueblos, todos estos cam­bios administrativos no tuvieron efectos, tal parece que el proceso de formación de un nuevo gobierno local no incidió en su organización social y política interna. Esto sólo puede conocerse a partir del estudio de casos que aborden esta cuestión. De todo esto, lo que es importante puntualizar es que la conformación territorial administrativa del Distrito Federal no contribuyó a integrar a los pueblos en la nueva estructura del poblamiento urbano.

Si bien en este trabajo no se profundizó mucho en el proceso agrario y su relación con los pueblos y su urbanización, sí se pudo identificar que el reparto agrario tampoco tiene relación con la división territorial. La lógica del proceso agra­rio, de las relaciones entre diferentes pueblos son totalmente ajenas a la orga­nización territorial del Distrito Federal. Estos elementos también forman parte de la compleja problemática en la que ejidatarios, pueblos y población relaciona­da con ellos se conforman como actores activos de la vida urbana.

Finalmente, una de las reflexiones más importantes derivadas de este trabajo es la diversidad existente entre los pueblos urbanos del Distrito Fe­deral. Si bien parece que una gran parte de los pueblos que existen en este territorio tiene antecedentes coloniales, algunos fueron creados directamen­te por diferentes autoridades, como los casos de Santa Fe en Cuajimalpa y de Guadalupe en Gustavo A. Madero, también hay pueblos que se crean en el siglo XIX con una lógica totalmente distinta a la colonial, como San Juan de Aragón también en la Gustavo a Madero. Aunque parecen casos aislados es importante considerar la diversidad interna de los pueblos si en algún estu­dio se quisiera profundizar en sus aspectos territoriales.

Una de las cuestiones finales que hay que plantear para terminar este trabajo, es que sin duda los pueblos en su relación con el proceso de urbani­zación han presentado efectos diferenciados y en muchos casos problemáti­cos. Gran parte de sus tierras han sido ocupadas por colonias populares y unidades habitacionales, tal parece que la urbanización tomó sus tierras y ellas se poblaron con grupos de bajos recursos económicos, y con serios proble­mas de equipamiento y servicios urbanos. Lo que llama la atención es que esto no subsumió su estructura, de hecho mantienen su "identidad territo­rial" ya que se identifican con una traza urbana distinta a las colonias urba­nas y con prácticas sociales que se han recreado a través del tiempo.

Page 95: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 79

BIBLIOGRAFÍA

Comité PAPO, Imágenes e historias de Cuauhtepec UACM, Coordinación de enlace comunitario, Gobierno ciudad de México, Sederec, 2008.

CRUZ, María Soledad, "La emergencia de una ciudad novohispana. La ciudad de México en el siglo xvn", Espacios de Mestizaje Cultural, México, UAM Azcapot-zalco, pp. 89-116, 1991.

, Crecimiento urbano y procesos sociales en el Distrito Federal 1920-1928, México, UAM Azcapotzalco, 1994.

, Propiedad, poblamiento y periferia rural en la ZMCM, México, Red Nacional de Investigación Urbana RNIU, UAM-Azcapotzalco, 2001.

y Aída Carrillo, "Un ejercicio de planeación y la construcción de nuevos espacios urbanos: el caso de Santa Fé", en María Soledad Cruz (coord.), Espacios metropolitanos 2. Población, Planeación y Políticas de Gobierno, México, RNIU-

UAM Azcapotzalco, pp. 141-173, 2006. y Alejandra Moreno, "El poblamiento tradicional y la reorganización del

espacio urbano en el territorio global en la Zona Metropolitana del Valle de México", Banlieues et peripheries des métropoles laüno-américaines, L'ordinaire latino-americain, núm. 207, Université de Toulouse-Le Mirail, pp. 47-68, 2007.

GIBSON, Charles, Los aztecas bajo el dominio español, México, Siglo XXI, 1967. HERRERA, Ethel, Evolución gráfica del Distrito Federal, México, Gobierno del Distri­

to Federal (cd-room), 2000. IBARRA, Valentín, "Delegación Tláhuac", en Gustavo Garza (coord.), La ciudad de

México en el fin del segundo milenio, México, El Colegio de México, pp. 616-622, 2000.

KUBLER, George, Arquitectura mexicana del siglo xvi, México, FCE, 1982. LIRA, Andrés, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, México, El Co­

legio de México, El Colegio de Michoacán, 1983. LOCKHART, James, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de

la población indígena del México central, siglos xvi-xvm, México, FCE, 1999. MATTOS, Carlos A., "Santiago de Chile de cara a la globalización, ¿otra ciudad?", en

Adrian Aguilar (coord.), Procesos metropohtanos y grandes ciudades. Dinámicas recientes en México y otros países, México, Instituto de Geografía, UNAM, pp. 19-52, 2004.

MÉNDEZ, Ricardo, "Transformaciones económicas y dinámicas urbanas: la periferia metropolitana de Madrid", en Adrián Aguilar (coord.), Procesos metropolitanos y grandes ciudades. Dinámicas recientes en México y otros países, México, Ins­tituto de Geografía, UNAM, pp. 119-143, 2004.

Page 96: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

80 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

MORA, Teresa (coord.), Los pueblos originarios de la ciudad de México. Atlas etnográ­fico, México, Gobierno del Distrito Federal, INAH, 2007.

OCIM, Observatorio Urbano de la ciudad de México, Escenarios demográficos y urba­nos de la Zona Metropolitana de la ciudad de México 1990-2010, México, CEN-VT/UAM Azcapotzalco, 1996.

UNIKEL, Luis, El desarrollo urbano de México, México, El Colegio de México, 1976.

Fuentes

Archivo histórico de localidades INEGI.

Antonio García Cubas, Carta corográfica del Distrito Federal, México, 1877. Manuel Fernández Leal, Carta corográfica del Distrito Federal, México, 1899. Ley organización política y municipal del Distrito Federal, 1903. Ley Orgánica del Distrito Federal, 20 de septiembre de 1970.

Page 97: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 3

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA

MARÍA ANA PORTAL

CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

INTRODUCCIÓN

Lo que distingue a un pueblo urbano del resto de los asentamientos de la ciudad es la manera en que construyen, usan, significan y se apropian de sus tiempos y sus espacios. Esta forma de construcción y apropiación se da a partir de procesos históricos amplios, en territorios concretos, que se consti­tuyen en el contexto indispensable para comprender sus particularidades.

San Pablo Chimalpa, corresponde al grupo de pueblos que Iván Gomezcé-sar tipifica como:

pueblos rurales y semirurales ubicados en la zona sur y surponiente del Distrito Federal, que poseen la superficie de bosques y zona de chinampas todavía en producción [...] que se caracterizan porque al menos parte de su subsistencia depende de la tierra (agropecuaria, silvícola o recientemente turismo ecológico) y poseen en su mayor parte formas de representación civil (enlaces territoriales, subdelegados y otras figuras) [...] con los actores sociales más organizados y con la vida comunitaria más completa (Gomezcésar, 2010: 2).

Sin embargo, se distingue de éstos por estar ubicado en Cuajimalpa de Morelos, actualmente una de las delegaciones más dinámicas y con mayores índices de crecimiento, en el sur poniente de la ciudad.

De los cuatro pueblos que conforman esta delegación, Chimalpa es reco­nocido como uno de los más antiguos. Estos dos aspectos -su antigüedad y el hecho de que se ubique en una delegación con un desarrollo acelerado y con una vocación de modernización de punta- lo convierte en un lugar que

81

Page 98: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

82 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

se debate entre la conservación de sus poderosas tradiciones ancladas en un sistema de organización socio-religioso sumamente complejo, y una ciudad que tiende a incorporarlo rápidamente a su lógica espacio-temporal.

Situado a cuatro kilómetros de la cabecera delegacional, colinda al po­niente con San Jacinto y Zacamulapa en el municipio de Huixquilucan, Es­tado de México; al norte con San Lorenzo Acopilco y el bosque de La Venta; al sur y oriente con San Pedro Cuajimalpa y la colonia Zentlapatl. Esta ubi­cación lo coloca en una zona de grandes contrastes tanto económicos, como políticos y sociales, ya ha sido uno de los polos de mayor desarrollo urbano desde hace por lo menos 20 años. Pero también resulta un lugar estratégico por su colindancia con Huxquilucan que a su vez es uno de los municipios más ricos del país, con procesos de urbanización muy importantes.

Mapa 1. Ubicación y colindancias de la delegación de Cuajimalpa

Fuente: Boletín Finsemaneando ciudadanosenred.com.mx

Page 99: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 83

La delegación de Cuajimalpa es una zona boscosa, con ríos, barrancas y manantiales que actualmente ocupa 71 kilómetros cuadrados1 en la sierra de las Cruces, importante conjunto montañoso que se localiza en la parte este del cinturón volcánico transmexicano y constituye un límite físico entre las cuen­cas de México y Toluca. Este conjunto está conformado por ocho estratovolca-nes2 que vistos de sur a norte son: Zempoala, La Corona, San Miguel, Salazar, Chimalpa, Iturbide, la Bufa, la Catedral, así como otras estructuras menores como el volcán del Ajusco o el cerro del Teopazulco en Chimalpa.

De origen prehispánico, se consolidó durante la Colonia como pueblo y mantuvo una larga tradición de leñadores y carboneros, acompañado de agri­cultura y ganadería de subsistencia. Durante el siglo XIX y principios de xx, San Pedro Cuajimalpa pasó de pueblo a cabecera de municipio y a partir de 1929 es cabecera delegacional.

Como señalamos antes la delegación Cuajimalpa está conformada por cuatro pueblos (San Mateo Tlaltenango, San Lorenzo Acopilco, San Pedro Cuajimalpa y San Pablo Chimalpa) y 54 colonias, muchas de ellas de inva­sión o de reacomodo, que conviven con fraccionamientos residenciales para personas con alto poder adquisitivo, así como con modernos edificios donde se establecen grandes corporativos, en especial en el área de Santa Fe y sus alrededores (incluida la carretera a Toluca), un megaproyecto urbano que detona el desarrollo de la zona a partir de los años noventa.

En ese contexto, Cuajimalpa se ha caracterizado por ser un lugar de mu­chos contrastes socioeconómicos, por tener un crecimiento y un proceso de urbanización tardío, si lo comparamos con el resto de la ciudad, y por un crecimiento poblacional vertiginoso: en 1980 había 91,200 habitantes en toda la delegación; para 1990 la poblaban 119,669 personas, cinco años des­pués 136,865; en el 2000 habían 151,222 habitantes3 y para el 2005 ya eran 172,172 habitantes.4 Sin embargo, el mayor incremento absoluto de pobla­ción se dio justamente entre 1970 y 1980, cuando se incrementó el proceso de urbanización, con un incremento de la población de 36,200 habitantes a 86,725 (Preciat y Contreras, 2000: 565).

'Esto representa 4.7 por ciento del total de territorios del Distrito Federal. 2Un estratovolcán es un tipo de volcán cónico y de gran altura, compuesto por múltiples

capas de lava endurecida. Al respecto se puede consultar a Vicente Araña Saavedra y José López Ruiz (1974).

3Esto significa que creció 3.2 veces entre 1970 y el 2000. ••Documento elaborado por Soledad Cruz con base en el Archivo Histórico del INEGI, el Con-

teo General de Población 1995 y 2005 y el Censo General de Población y Vivienda 1980-2000.

Page 100: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

84 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Esta dinámica -que implica 24 por ciento de crecimiento anual- la ubica como una de las cuatro delegaciones con mayor crecimiento poblacional del Distrito Federal, y responde a dos procesos: por un lado, al crecimiento na­tural de la población, y por otro, con un creciente proceso de migración tan­to de sectores populares provenientes de otros estados de la República -prin­cipalmente del Estado de México, Michoacán, Puebla e Hidalgo- como del propio Distrito Federal, en donde también se incluyen sectores altos y me­dios que originalmente vivían en Polanco o Las Lomas de Chapultepec.

Mapa 2. Estructura de poblamiento en la delegación Coajimalpa en 1938

La migración de las clases altas atraídas por el megadesarrollo de la zona ha generado, según el mapa de ingresos del Instituto Nacional de Estadística Geogra­fía e Informática ¡INEGI) que esta zona -particularmente en el área de Santa Fe- sea la única en donde conviven territorialmente las personas de mayor ingreso per capita, junto a aquellas con los menores ingresos de la ciudad (Moreno, 2009).

Todos estos grupos -tanto los de muy altos ingresos como los de meno­res ingresos- se asientan en esta zona porque que todavía cuenta con impor­tantes extensiones de terreno disponibles para compra, muchos de los cuales provienen precisamente de las tierras y bosques pertenecientes histórica­mente a los pueblos. Ello se puede observar en el hecho de que mientras el

Cartografía delegacional, OCIM, 2005 Estructura de poblamiento con base en el plano ejidal de 1938, Cuajimalpa, Archivo General Agrario. Localidades. Archivo Histórico de las Localidades INECI Elaboración: María Alejandra Flores

Page 101: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 85

conjunto del Distrito Federal tiene una densidad de población de 2,130 ha­bitantes por km2, Cuajimalpa sólo alcanza 497 hab/km2.5

En la dimensión territorial llama la atención que todos los pueblos de la delegación se ubican en las zonas altas, mientras que los fraccionamientos residenciales ocupan las partes bajas de las colinas, principalmente la zona noreste de la delegación, aunque también llegan a ocupar algunas zonas de estas montañas en terrenos que antes pertenecieron a los pueblos.

Este dinamismo la coloca -junto con Milpa Alta y Tláhuac- dentro de lo que se han considerado delegaciones "jóvenes". Es decir, que a diferencia de las otras delegaciones del Distrito Federal cuya población tiende a mantenerse estable en su crecimiento provocando el aumento en la edad promedio de su población,6 Cuajimalpa tiene una población promedio de 24 años de edad. Este aspecto es muy importante cuando se traduce en necesidades de servicios y otros aspectos socioeconómicos que tendrán que ofertar las autoridades a mediano y largo plazo. Lo antes descrito, ha generado una enorme presión sobre los territorios de los pueblos, que han vendido grandes extensiones de sus tierras de labor -principalmente propiedad privada y ejidal- para dar paso a la construcción de fraccionamientos residenciales cerrados y colonias popu­lares perdiendo así mucho de sus territorios originales. Esto se expresa en el hecho de que si para 1950 la población económicamente activa dedicada a labores agropecuarias y forestales representaba 46 por ciento de los habitantes de la delegación, para 1990, sólo era 1.3 por ciento, de tal suerte que para 1997 46 por ciento del suelo era para uso habitacional, 15 por ciento mixto y 4 por ciento de recreación, lo que nos deja un reducido 35 por ciento para activida­des agropecuarias y zonas de conservación (Preciat y Contreras, 2000: 566).

Frente a esta dinámica de crecimiento, las autoridades delegacionales y la ciudadanía enfrentan un consecuente deterioro ecológico ya que 30 por ciento de su población se asienta en suelo de conservación. Esto se traduce en escasez de agua, problemas de contaminación del aire, ríos y barrancas, presión sobre el precio de la tierra, pérdida de terrenos agrícolas y una pro­funda transformación en el perfil laboral de su población.

Es en este contexto que ubicamos a San Pablo Chimalpa. Considerado, en el Programa Delegacional de Desarrollo Urbano, todavía como poblado rural,7 ocupa

5Breviario de la Delegación Cuajimalpa de Morelos, 2009. 6Por ejemplo, en Benito Juárez la edad mediana de los residentes es de 33 años. 7De acuerdo al Programa Delegacional de Desarrollo Urbano que se presentó en el 2007,

pero no fue aprobado, la nueva versión se puso a consulta de la población hace unos meses y en ella se siguen definiendo los pueblos de Cuajimalpa como rurales.

Page 102: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

86 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

158.52 hectáreas que se asientan en un área boscosa entre pendientes y dos barran­cas, la del río Borracho al norte y poniente y Honda al oriente, cruzadas todavía por algunos ríos y manantiales provenientes del Cerro Teopazulco, que surten de agua potable a la comunidad. Por lo mismo tiene una topografía irregular que ha determinado tanto el trazo irregular de sus calles, como su imagen urbana.

De estas 158.52 hectáreas 40.41 son área urbana, 65.69 son área boscosa y 53.11 corresponden al área no urbanizada o tierras de cultivo.8 La topogra­fía accidentada debiera representar un límite al crecimiento; sin embargo, la poligonal del pueblo ha sido rebasada hacia las zonas de barranca o arbola­das, al establecerse asentamientos irregulares, muchos de ellos en zonas de riesgo. Entre los asentamientos irregulares están: El Carmen, río Borracho, Almeya, Panazulco, Acazulco, Ahuastitla,9 Camino a Moneruco y Camino a Chimalpa. Hacia el suroriente del poblado se encuentran terrenos agrícolas de propiedad privada.

Ahora bien, a pesar de encontrarse en medio de lugares pujantes inmer­sos en procesos modernizadores y globalizadores, paradójicamente Chimal­pa es un pueblo con una estructura tradicional consolidada, que tiene meca­nismos propios de reproducción y formas de organización que determinan tanto los ritmos de la vida cotidiana como sus espacios.

Lo que llamamos estructura tradicional hace referencia a dos dimensio­nes que caracterizan a San Pablo Chimalpa: la dimensión espacial/territorial, que se distingue de otros pueblos de la zona por estar constituida sólo por propiedad privada, y la dimensión temporal que se refiere a las formas de organización cívica y religiosa, la cual es articulada por las relaciones de pa­rentesco, ritmando la vida tanto festiva -cuyo eje lo constituye un complejo sistema festivo que tiene como núcleo la fiesta patronal- como cotidiana de la comunidad. Todo ello construido a lo largo del tiempo a partir de procesos específicos como veremos en estas páginas.

Lo que a continuación presentamos es una reflexión en torno a la cons­trucción del espacio social, el territorio y la organización del pueblo atrave­sado por la idea del tiempo histórico y el tiempo como mareaje de ritmos en la vida cotidiana. De allí que esté dividido en dos grandes apartados que muestran este proceso.

"Consultado en la base de datos del Observatorio Urbano de la Ciudad de México, OCIM-SIG, elaborado por María Soledad Cruz Rodríguez.

9Estos son algunos de los parajes que conforman el pueblo, que se ubican en la periferia y es a donde se han ido vivir los hijos y nietos de los originarios, los consideran irregulares pues se encuentran en suelo de conservación.

Page 103: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 87

CHIMALPA: ESPACIO SOCIAL Y TERRITORIO

Si, como planteamos al principio, la reproducción de las diferencias cultura­les entre los grupos sociales -en este caso urbanos- se da, en función del uso, la organización y el control que se ejerce sobre el tiempo y el espacio, la pregunta obligada es ¿cómo se da este proceso en el caso de San Pablo Chimalpa? ¿Cuáles son los ejes organizativos fundamentales?¿Qué lo diferencia de otros pueblos urbanos?

El espacio es concebido más que como un "contenedor" de las prácticas sociales, como una red de vínculos de significación que se establece al inte­rior de un grupo social con las personas y las cosas, mientras que el tiempo sería el movimiento de esa red, con un ritmo, una duración y una frecuencia (Aguado y Portal, 1992: 72).

... el espacio es necesariamente parte integral de ese proceso de construcción y también un producto del proceso (Massey, 2005: 107).

Es al mismo tiempo contenido y contenedor de las prácticas sociales; es un marco desde donde se organizan las prácticas, pero es también lo que significan esas prácticas ordenadas culturalmente. El espacio es, así, funda­mento de los saberes locales ya que no se conoce ni se aprende en abstracto, "el conocer está ligado al espacio vivido y a la tipología del territorio" (Labor-da, 2006: 70). Para este autor, el espacio vivido:

... no es un mero soporte, una sustancia primaria, sino un canon de realidad, que otorga sentido a lo que se percibe, pues integra la ideología, es decir, lo que sigue la lógica propia de las ideas de la comunidad: su conciencia, sus creencias y mitos, sus valores y objetivos. En definitiva, las leyes de la representación de esta comunidad son las que levantan los principios de interpretación y de con­sistencia de lo físico, de lo exterior (Laborda, 2006: 71).

En este contexto el espacio social es una abstracción o, como dice Massey (2005), ... "no es superficie". El territorio en cambio hace refe­rencia a lo materialmente fáctico. De ahí que tanto el espacio social como el territorio son producto de un proceso social específico. Esto nos lleva a preguntarnos ¿cuál es la forma histórica y social en que San Pa­blo Chimalpa construye, articula y ordena su espacio y el territorio en que habita?

Page 104: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

88 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Históricamente Chimalpa surge en la época prehispánica, más como un caserío disperso que como una población consolidada, que por su ubicación -en la serranía del Teopozulco y de cara a la zona otomí- recibió su nombre, el cual quiere decir: "sobre el escudo" que viene de las palabras del náhuatl chimalli que significa escudo y pan sobre. En efecto, este asentamiento juga­ba el papel de escudo o barrera de contención para evitar que los otomís cruzaran las fronteras. Se dice incluso que era un fuerte militar, sin embargo, no hay claros vestigios de ello, aunque en las tierras de Chimalpa se han encontrado puntas de lanza de obsidiana y otros enseres.

Es durante la época colonial cuando realmente se consolida como pueblo al formar parte del Marquesado del Valle.

LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO DE CHIMALPA DURANTE LA COLONIA

Tres años después de consumarse la conquista de México -Tenochtitlán, el emperador de España, Carlos I, premió a Cortés con una "merced real" que

Page 105: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 89

consistió en la donación de 23,000 vasallos (españoles e indios) a perpetui­dad, con jurisdicción civil y criminal, y las concesiones del Título de Mar­qués del Valle y de Capitán General de la Nueva España. En la carta de do­nación se hace expresa mención de los alcances territoriales y jurídicos de la merced real.10 Territorialmente el Marquesado era muy grande. La superficie otorgada a Cortés incluía 22 pueblos y múltiples poblados y barrios ubicados en lo que hoy se conocen como los estados de Oaxaca, Veracruz, Distrito Federal, Estado de México, Morelos y Michoacán, aunque no presentaban una unidad territorial pues se hallaban en varias regiones separadas entre sí. Por lo mismo, los pueblos donados fueron agrupados en nueve jurisdicciones conformadas del modo y la manera que lo estaban las de la Real Corona:

1) Alcaldías mayores, que en este caso eran tres: Cuernavaca, de las Cua­tro Villas Marquesanas (Oaxaca), Tuxtla y Cotaxtla.

2) Corregimientos, que eran cinco: Coyoacán, Yecapixtla, Oaxtepec, Te-huantepec, Toluca y Charo Matlalcingo.

El Corregimiento de Coyoacán tenía una extensión de 550 km2. Su ca­becera era la Villa del mismo nombre y contaba con 34 poblados. A esta ju­risdicción estaban sujetos los pueblos: Mixcoac, San Agustín de las Cuevas, San Ángel, Churubusco, Tacubaya y San Pedro Cuajimalpa, incluidos sus barrios y poblados: San Pablo Chimalpa, San Lorenzo Acopilco y San Mateo Tlaltenango. Tanto los alcaldes como los corregidores eran gobernadores de sus respectivas localidades. Sus funciones administrativas eran muy varia­das y tenían que ocuparse del cobro de los tributos, de repartir las 600 varas de tierra en redondo que por ley se daban a toda comunidad erigida en pue­blo, de tomar medidas si se presentaban epidemias, y ocuparse de mantener puentes y caminos en buen estado. Para cumplir con sus funciones los alcal­des y corregidores podían nombrar a un teniente. En Cuajimalpa había un teniente del corregidor de Coyoacán (García Martínez, 1969).

10A partir de la conquista de tierras mesoamericanas por la corona española, en 1521, ésta empezó a repartir a los pobladores españoles "mercedes reales", en tierras, como remu­neración por los servicios prestados a la conquista material y espiritual de los pueblos indí­genas. Las mercedes eran concesiones sobre uso de suelo y no donaciones de tierra en plena propiedad, pero pronto estas concesiones se fueron transformando en derecho a la propiedad sobre terrenos colindantes de los pueblos de indios, a través de la venta de bienes realengos o baldíos y el acaparamiento de tierras de comunidad. La República de españoles coexistió con la República de Indios, éstos eran "encomendados" al "señor español" quien debía garan­tizar la instrucción religiosa y recaudar el tributo en especie o trabajo.

Page 106: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

90 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Entre 1530 y 1534 Hernán Cortés realizó una serie de litigios contra el Ayuntamiento de México para demostrar los límites y posesión del Marque­sado del Valle que le había sido otorgado por el rey. Le interesaba proteger, por su cercanía a la ciudad de México, sus propiedades de Tacubaya y Co-yoacán, pero en especial el camino de la ciudad a Lerma y Toluca, donde había ricos cultivos y grandes haciendas ganaderas de su propiedad.

Cortés decidió demostrar sus privilegios y derechos de posesión fundando a los lados del camino real a Toluca, pueblos de indígenas11 con todas las formalida­des de la ley a que recurrían para garantizar sus actos, colocó en el gobierno de dichos poblados a un gobernador indígena de toda su confianza y le otorgó las tierras inmediatas (Valdés, 1983: 93).

Entre la serie de documentos que presentó Hernán Cortés para defender sus tierras se encontraba el códice Cuauhximalpan que fuera creado para demostrar cómo el conquistador había donado y otorgado el control de cier­tos pueblos y barrios a determinados caciques indígenas, los cuales en con­traparte se volverían subditos del marquesado y vasallos del rey español, como lo indica -para Cuajimalpa- el propio códice:

Ha quedado todo esto registrado para que todos los habitantes del pueblo lo sepan y firman las autoridades contemporáneas, nobles y funcionarios que parecen incluir a Don Gabriel Cuauhtlecoatzin, Tecocomoc, Don Melchor Cuauhtlecoatzin (hijo de Moctezuma II) Tlayacanqui y Juan Caciqvie. El tla-cuilo12 o escribano firma como Lucas Mateo. La concesión se dio en el mo­mento de la llegada del primer virrey de Nueva España, en el año de 1535

HEn 1534 Hernán Cortés procedió a fundar varios pueblos y a dotar de tierras a otros que ya existían, como San Pedro Cuajimalpa, San Pablo Chimalpa, San Lorenzo Acopilco y San Mateo Tlaltenango y los que se encuentran en otras circunscripciones como: San Bartolo Ameyalco, Santa María Magdalena, San Jerónimo, San Bernabé Texotitlán, Santa Lucía, Te-telpan Axciotzingo, San Nicolás y Santa María Axoxoxco. Casi todos ellos estaban situados en los caminos de Mixcoac, Coyoacán y Tacubaya a la Casa Real de Cortés ante su presencia y la de todos los habitantes del pueblo, en el que se describen las características de las tierras y sus linderos (Báez Recillas, 2000). En este proceso una de las acciones que se efectuaron fue la de imponer un nombre católico a cada pueblo con nombre indígena, conservando ambos.

12Los tlacuilos eran los encargados de dibujar los códices en que los indígenas llevaban registros de toda naturaleza. Para formar los códices usaban papel de amate, piel de venado, tela de algodón tejida en telar de cintura, y, tal vez, papel de maguey, así como tinta, exclusi­vamente negra y roja, para las pinturas y glifos. Los códices se guardaban, doblados a manera de biombos, en amoxcalEs, o casas de códices (Wikipedia).

Page 107: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 91

(véase: ficha de la foja 20v, en el capítulo 6, estudio analítico del texto]. Al parecer teniendo a Hernando Cortés, conquistador de México y quién poste­riormente recibió el título de "marqués del valle..." como el gran señor (huey tlatocatzin). A él deberían entonces pagarle tributo en lo inmediato, a éste último debía tomar su parte y entregar a la administración de la corona en esta Nueva España la parte correspondiente. En el folio 25v, líneas 10-14 se dice que en la casa real se reunieron todos los habitantes y ante su presencia se realizó, escribió y/o firmó, este papel de tierras. Tal vez, como representante de los habitantes del pueblo de Cuajimalpa firmó el nombrado Juan Cacique, por los nobles (al menos de su propio linaje), Don Gabriel y Don Melchor Cuauhtlecoatzin Tlayacantzin y Tecocomoc. No hay nombre que indique la presencia del linaje Xihuytl Temoc tzin, a nuestro parecer el de mayor impor­tancia y probable principal interesado como particular en la elaboración del escrito; más que nada como miembro de los primeros fundadores y goberna­dores de esta tierra de quien por cierto, su último representante aparece en el códice en el folio 5v (Don Francisco) y quizá sea el mismo del folio 5r, quien gobernaba a la llegada de los castellanos (Báez y Recilla, 2000).

San Pablo Chimalpa, por encontrarse en un camino secundario que debía recorrerse por barrancas y laderas muy empinadas (que resultó un camino poco transitado para pasar al valle de Toluca), es poco mencionado en la his­toria y eso dificulta la interpretación de lo ocurrido. No obstante, los poblado­res de Chimalpa narran -a partir de lo que sus antepasados les dijeron- que originalmente el pueblo se encontraba en la cúspide del cerro, lo que permitía mucha mayor visibilidad de la zona y el valle, pero que después se asentaron en la zona un poco más plana, donde actualmente se encuentra y donde había un estanque de agua o manantial al que bajaban a tomar agua los animales del monte, en especial los venado.13 Allí se construyó una pequeña capilla o ado-ratorio, en torno al cual se edificaron las primeras viviendas.

La posición de la iglesia de San Pablo Chimalpa tiene todos los elementos para pensar que también había una pirámide o un templo debajo. La iglesia estaba, o ese espacio está construido sobre lo que fue un manantial, a mitad del cerro, es algo extraño, pero hay vestigios. Incluso a principios del siglo pasado hay quie­nes dicen que todavía era zona pantanosa, que circulaba agua. Otras personas dicen que en la segunda torre se escucha como circula agua. Lo cierto es que al estar un manantial en medio del cerro, para las culturas prehispánicas era algo

'De ahí que a los chimalpenses se les conozca con el sobrenombre de venados.

Page 108: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

92 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

relevante y por lo tanto merecía la construcción de un templo, un adoratorio, tal vez no de grandes dimensiones, pero sí importante. Lo que propició que las per­sonas que vinieron a evangelizar dieran por hecho que ese sería un punto reli­gioso, y por el sincretismo que se dio en la conquista pudieron fundar una capi­lla o un templo.14

Esta práctica corresponde también a la necesidad que tenían los españo­les y en especial los evangelizadores de agrupar a los indios dispersos por el territorio15 en puntos precisos del mismo y más cerca de las cabeceras o pue­blos centrales. Pero la reorganización de la población indígena en congrega­ciones y el establecimiento de las encomiendas tenía también una orienta­ción económica ya que facilitaba el pago del tributo en dinero, especie y servicio personal, estableciéndose para lo mismo el repartimiento de indios destinados principalmente al trabajo agrícola, forestal y al de los centros mineros. Se dice que:

Los indios que habitaban los pueblos de Cuauhximalpan, Chimalpan y Acopilli no aceptaron pagar un tributo en dinero, así que se les pidió que talaran los bosques que rodeaban estos pueblos, el tributo fue su trabajo y la madera era entregada en la ciudad (Valdés, 1983: 25).

Con esta política, la cabecera San Pedro Cuajimalpa se fortaleció y creció, en especial porque en ella se ubicaba el mercado, la iglesia y oficinas guberna­mentales en torno a la plaza cívica. Los barrios o poblados aledaños (Acopilco, San Mateo y Chimalpa) también siguieron aglutinando población en especial en torno a las capillas e iglesias que se empezaban a construir en estas zonas. Algunas fuentes señalan que fueron los dominicos los que iniciaron la cons­trucción de la capilla de San Pablo en 1700, lo cual es posible ya que la construc­ción de la iglesia de San Pedro Apóstol de Cuajimalpa se atribuye a esta misma orden, quienes iniciaron la construcción de ese templo en 1628, aunque se concluyó con todo y su torre norte hasta 1785. En los entornos de dicha zona se encuentra también el Convento del Desierto de los Leones, fundado en 1604, por los Carmelitas descalzos.16

'"Entrevista realizada a Ernesto García. 15Lo que se llamó congregaciones de indios. 16Dentro de esta orden se acostumbraba, a manera de penitencia y reposo espiritual, ha­

bitar los llamados "desiertos", palabra destinada por ellos al referirse a lugares aislados, bos­cosos, pintorescos y alejados del bullicio humano. En estos sitios los frailes realizaban peni­tencias como la autoflagelación y el ayuno, así como votos de silencio. Inicialmente el

Page 109: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 93

El Templo de Chimalpa dedicado al apóstol San Pablo -de ahí su nom­bre- se conservó, hasta principios del siglo xx, como una construcción mo­desta, de adobe, con una sola torre. Poco a poco los habitantes la han ido restaurando y ampliando y se constituye en un referente central para el pue­blo, ya que hasta la fecha forma parte de su identidad además de que ha de­finido el patrón de asentamiento del poblado: en torno a la iglesia se estruc­tura el poblado, y a su alrededor se desarrolla gran parte de la vida social, como veremos más adelante.

Otro aspecto importante de tomar en cuenta es el territorio que se va construyendo durante el periodo colonial. En este momento la estructura de la propiedad territorial de los pueblos no se basó en la propiedad individual sino en la propiedad comunal. Las tierras indígenas se poseían y explotaban de manera comunal y no podían enajenarse. Existía el fundo legal, que con­sistía en la mínima extensión que debía tener un pueblo de indios. Era como el casco o lindero que no comprendía tierras de labor designadas para la sub­sistencia comunitaria y se le denominaba ejido.

Los pueblos de indios también se favorecieron con la dotación de ejidos, dehesas y fundos legales. El ejido, que en esa época no tenía nada que ver con la forma de la propiedad que actualmente se conoce, era aquella extensión de tierra con­cedida a los pueblos, villas y ciudades para uso común y gratuito de sus habitan­tes, su superficie no debía estar ocupada por casas o edificios públicos. Es impor­tante notar que los ejidos no eran tierras de labranza, ni se trataba de tierras de comunidad, más bien se identificaban como tierras comunes dedicadas a satis­facer las necesidades colectivas del pueblo (como el pastoreo y la recolección de

convento se iba a establecer en Puebla, no obstante, por esos tiempos ocurrió la milagrosa aparición de la imagen de San Juan Bautista en San Mateo Tlaltenango ante Fray Juan de la Madre de Dios (fraile franciscano), a quien se le indicó construir una iglesia en el pueblo, construcción que se inició en 1571. Se dice que años después este mismo santo indicó a los carmelitas construir su convento en los montes llamados de Santa Fe. Cuellar (la persona que financió la obra) aceptó cambiar la ubicación del convento, para lo cual se consiguió el permi­so del virrey Marqués de Montes Claros y la fundación se llevó a cabo el 16 de diciembre de 1604, aunque el convento se concluyó en 1611. Por diversas razones los frailes solicitaron, después de la independencia, dejar el convento (entre éstas se encuentran las frecuentes disputas en torno a la propiedad de la tierra, el clima, las batallas que se libraron ahí, la ocupación del convento por parte de los insurgentes, entre otras. Una vez que el nuevo convento terminó de construirse -en los montes de Nixcongo en Tfenancingo hoy Estado de México- se fueron y lo entregaron a la jurisdicción de la ciudad de México. Estas tierras después serían solicita­das por los habitantes de Chimalpa a manera de restitución de tierras.

Page 110: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

94 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

leña). La dehesa era una superficie cualquiera de terrenos acotada por cercas, vallas y paredes, destinada al pastoreo del ganado (Cruz, 2001: 28).

El ejido era entonces el terreno de uso común para la explotación de montes, pastos y aguas que se encontraba a la salida del pueblo. Estaba ex­cluido de ser sembrado o labrado para uso particular.

Las tierras de repartimiento, de parcialidades, o llamadas comúnmente "par­celas de común repartimiento", provenían de las tierras otorgadas a las familias en usufructo, con obligatoriedad de utilizarse siempre. Sus productos, como en este caso el carbón y la madera, se destinaban a cubrir determinados gastos pú­blicos de la comunidad y estaban libres de arbitrios e impuestos.17 Había terrenos que se destinaban para el pastoreo de los animales, práctica que se mantuvo has­ta la mitad del siglo xx como relatan los habitantes de Chimalpa:

... los campesinos de aquí lo que querían era que las tierras produjeran, no les importaban tanto las inmobiliarias y todo eso, lo que les importaba es que pro­dujera, y como allí no se producían muy bien porque los padres no la cultivaban, sólo la dejaban así que estuviera como monte, como llano, nada más tenían pasto. Entonces para lo único que lo utilizaban los de aquí era para llevar a sus animales, pasando Cuajimalpa está un como rancho, y los llevan y los dejan allí porque lo único que hay allí son pastos. Es para lo único que lo utilizaban por­que la tierra era tan infértil que no se producía nada.18

A partir de los siglos xvn y xvm se favoreció la formación de haciendas y ranchos a través de las llamadas "composiciones de tierras" que consistían en regularizar los títulos falsos o defectuosos contratados con la corona. Es­tos nacen de terrenos baldíos o bienes realengos vendidos por la corona, en donde este tipo de composiciones eran determinantes para saber qué tierras estaban baldías y disponibles; asimismo se constituyeron de mercedes otor­gadas para las estancias ganaderas -que pese a las prohibiciones reales com­binaban las actividades ganaderas con las agrícolas-. Con todo ello se con­formó un tipo de propiedad de españoles, que se localizaba en los linderos de los pueblos. Así, regularizaron tierras apropiadas ilícitamente y adquirieron

17Boletín informativo de la Dirección General de Archivo Histórico y Memoria Legislati­va., año ni, núm. 24 http://www.senado.gob.nrx/content/sp/memoria/content/estatico/con-tent/boletines/boletin_24.pdf. Senado de la República, marzo-abril, 2003.

'"Entrevista con la señora Ofelia Martínez, originaria de Chimalpa, abril de 2008.

Page 111: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 95

otras más a bajo costo.19 Las haciendas crecieron a partir de asentamientos fijos de trabajadores agrícolas, residentes y asalariados y a partir del despojo de las tierras de los pueblos indios.

La estructura en cuanto a la propiedad de la tierra se modificó de manera profunda a partir de la Independencia pero sobre todo al finalizar el siglo XIX, cuando, auspiciada por la política porfiriana, se presenta el mayor proceso de acaparamiento de tierras, se constituyen grandes haciendas y se forman ran­chos. En el caso de Cuajimalpa se identifican tres grandes haciendas: La Venta, Jesús del Monte y Buenavista (mapa 2).

Este proceso de acaparamiento de tierras sufrirá un importante revés después de la Revolución de 1910, en donde se pueden observar nuevas ten­dencias en torno a la propiedad de tierra y su distribución.

EL IMPACTO DE LA REFORMA AGRARIA

Después de triunfar al frente del Ejército Constitucionalista, en abril de 1916, Venustiano Carranza estableció definitivamente su gobierno en la ciudad de México e inmediatamente se propuso llevar a cabo reformas socia­les, entre ellas las relativas a la cuestión agraria, un problema social y nacio­nal, para lo que dispuso que se legalizaran las reformas agrarias que preten­día el Plan de Ayala.20 Inspirada en los lincamientos de la propuesta de Andrés Molina Enríquez21 y redactada en Veracruz por Luis Cabrera -colabo­rador de Carranza-, fue expedida la Ley Agraria, el 6 de enero de 1915, en la que se concebía al ejido no como un nuevo sistema de tenencia, sino como reparación de una injusticia.

"Aunque los pueblos de indios no contaban con instrumentos legales de tipo español para protegerse de despojos, porque organizaban y legitimaban sus tierras de manera interna según sus costumbres particulares, algunos lograron conseguir con­firmaciones sobre sus propiedades porque continuaron pagando tributo y eso conve­nía a los intereses de la corona. Véase Bernardo García Martínez, "Estancias, ha­ciendas y ranchos. 1540-1750", en Ibidem, tomo n, p. 20.

20El periódico de México. http://www.elperiodicodemexico.com/historia_agraria.plip. "Promulgación de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915".

21En 1909, el abogado mexiquense Andrés Molina Enríquez escribió un libro al que inti­tuló: "Los grandes problemas nacionales", en éste hacia referencia a la gravedad de la situa­ción del campo mexicano y propuso algunas soluciones, sin embargo, su obra no tuvo mucha resonancia.

Page 112: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

96 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Esta ley pretendía restablecer el patrimonio territorial de los pueblos despo­jados y crear nuevas unidades con terrenos colindantes a los pueblos que se ex­propiarían para el efecto. A fin de que tal mecanismo se llevara a cabo, los pue­blos debían enviar su solicitud a una comisión agraria local, la cual decidía sobre la justicia de la restitución o dotación y en caso de proceder cualquiera de las dos, tornaba al comité particular ejecutivo la orden de deslinde y entrega provi­sional. El dictamen sobre cada caso lo resolvía una comisión nacional agrícola; por su parte, el Poder Ejecutivo expedía los títulos respectivos,- las personas afec­tadas podían apelar. Los beneficiarios de esta ley eran los "pueblos", concepto que la misma ley no definía con exactitud. Además, el campo mexicano incluía otros sectores sociales a quienes la ley les era indiferente, entre ellos: medieros, arrendatarios, peones agrícolas y acasillados que, inconformes con las reformas carrancistas, recurrieron a la violencia. Ante tal situación, Carranza expidió un manifiesto a la nación el 11 de junio de 1915, en el que declaró que para resolver el problema agrario no habría más confiscaciones de tierras, sino que la cuestión se resolvería por la distribución equitativa de tierras que aún conservaba el go­bierno, así como por la reivindicación de aquellos lotes de que hubieran sido ilegalmente despojados individuos o comunidades. Esto se haría mediante la compra y expropiación de grandes lotes -si fuera necesario- y por los demás medios de adquisición que autorizaban las leyes del país. En este manifiesto se agregaba también que las propiedades que se hubieran adquirido legítimamente por individuos o gobiernos legales, siempre y cuando no constituyeran un privi­legio o monopolio, serían respetadas. Tal era el caso de Chimalpa.

Aunque los postulados de la Constitución de 1857 y la ley del 6 de enero no se contradecían, el Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos del 5 de febrero de 1917 fue el que mejor expresó los an­helos revolucionarios. En él se contemplaron las bases para iniciar la Refor­ma Agraria. Su base jurídica señala que corresponde a la nación el dominio territorial y será ésta la que otorgue la propiedad privada a los particulares. En su redacción original, dicho precepto propone el fraccionamiento de los latifundios, el desarrollo de la pequeña propiedad, el fomento de la. agricul­tura y la prevención de los recursos naturales.

No es difícil pensar que esta situación es la que haya motivado al señor Cenobio González (dueño desde 1892 por herencia, de una porción de la Hacienda de la Venta22) a vender en 1921 una superficie de 28 hectáreas 22 áreas y 27 centiáreas a los señores, originarios de Chimalpa, Práxedis Mar-

22Según consta en los documentos agrarios la hacienda de la Venta se empezó a fraccionar desde 1886, uno de los dueños, el señor Margarito Vásquez le vendió al señor Lenz (dueño de

Page 113: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 97

tínez, Máximo Pérez, Cirilo Granados y Desiderio Romero en $5,000.00.23

Quienes a su vez fraccionaron y vendieron a las demás familias del pueblo, en lo que hoy se conoce como Loma del Padre.24

Sin embargo este proceso no estuvo exento de conflictos:

... por el Yaqui toda esa parte de por allí, eso pertenecía a nosotros. Pero no nada más porque sí: eso pertenecía a unos padres, por eso le llamaban la Loma del Padre. Mi papá me contaba que el tenía por allí unos terrenitos, bueno que los había adquirido porque en ese tiempo un tal representante Máximo Pérez, vino y le dijo: "...mira, ya hablé con los padres; me mandó llamar el delegado y el subdelegado y me dijo que van a vender todos esos terrenos, entonces nos los ofrecen a nosotros". Pero fíjese cómo plantearon las cosas: vamos a comprar todos esos terrenos que es de los padres, el monte, la loma de los padres y de acuerdo a lo que den ustedes de dinero se les darán unos terrenitos. Fuimos dándole el dinero a él, a Don Máximo, según los recursos que nosotros tenía­mos, y después nos entregó según le habíamos dado, una parcelita, y bueno los que dieron más pues recibieron parcelas más grandes. Y resulta que era en la época en que se les estaba recogiendo la tierra a los grandes caciques, a los pa­dres y todo eso. Y el representante de aquí que era -yo digo- o más ignorante o más listo para que se quedara con esos terrenos, porque se quedó con muchísi­mos terrenos y luego fue el más rico de aquí, y compró los terrenos y luego los repartió, cuando en lo que es Cuajimalpa, San Mateo y Acopilco, se ponen muy listos y lo expropian y se quedan con todo, por eso ellos tienen ejido y tienen comuneros. Sólo los de Chimalpa compramos y pequeños terrenos. La Loma del Padre no era tierra muy fértil no producía porque los padres la dejaron así como monte. Entonces los de aquí, que sólo les interesaba que la tierra produjera, pues tuvieron que llevar sus animales allí porque había pastos. La tierra era tan infér-til que pues no les servía.25

la fábrica de papel Loreto y Peña Pobre) 254 hectáreas de monte para contar con la materia prima (madera) para la fabricación del papel.

"Según consta por escritura de 30 de diciembre de 1921, ante el notario Antonio Sán­chez Aldana y registrada el 9 de febrero de 1922 en el número 68 a fojas 44 vuelta del tomo 35 de la sección primera de Tacubaya con estos linderos: al norte con propiedad de Práxedis Martínez; al sur con la antigua Hacienda de La Venta; al oriente con la compañía de Tranvías de México y con barranca; y al poniente con la Hacienda de La Venta estando a la fecha (1929) viva esta inscripción. Archivo Agrario Expediente 24/3, legajo 1. Fojas 120-12.

"Archivo Agrario Expediente 24/3, legajo 1. Fojas 041-064. "Entrevista realizada por María Ana Portal a mujer originaria de 65 años en abril de

2008.

Page 114: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

98 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Por otra parte, estas reformas motivaron a los habitantes de los pueblos a exigir la restitución de sus tierras. Los pobladores de San Pablo Chimalpa hicieron lo propio solicitando dotación de tierras ejidales de la Hacienda de La Venta, en concreto las tierras de Loreto y Peña Pobre, como consta en los documentos agrarios:

Los que suscribimos, vecinos del pueblo de Chimalpa, Delegación de Cuajimalpa, Distrito Federal, comparecemos ante usted para solicitar de acuerdo con el artícu­lo 27 constitucional [...] la dotación de tierras ejidales y con la petición no perse­guimos otra cosa que nuestro mejoramiento económico, pues siendo trabajadores del campo vivimos en una situación precaria, que nos vemos privados hasta de los más indispensable [...]. La dotación de tierras a que hacemos mención, solicitan­do parte de la Hacienda de La Venta, jurisdicción de Cuajimalpa Distrito Federal, por ser nosotros hombres de clase humilde y trabajadores de campo. La citada propiedad es del señor Alberto Lens, extranjero dueño también de una fábrica de papel, y por lo tanto, él no trabaja estas tierras por lo que consideramos de toda justicia pasen a poder de mexicanos, que las necesitamos para que con nuestro trabajo coman nuestras familias. [...] Protestamos a usted nuestros respetos. Chi­malpa, Cuajimalpa, Distrito Federal, a 26 de septiembre de 1936.- Presidente, Esteban Romero.- Secretario, Gilberto Hernández, Vocal Primero Arnulfo Pérez, Vocal Segundo Inocencio Olivo.- Eufemio Alva, Melesio Pérez, Antonio Pérez, Juan Hernández, Andrés Romero, Manuel Romero, Ricardo Pérez, Victoriano Nava, Teodoro Alva, Emilio Pérez, más treinta y cinco firmantes.26

La respuesta del tribunal en torno a la solicitud realizada para recuperar tierras del Desierto de los Leones fue positiva, no obstante el Jefe del Depar­tamento del Distrito Federal no lo aceptó por tratarse de un Parque Nacio­nal, conforme el siguiente argumento:

... en los casos concretos de los expedientes de los pueblos de Chimalpa y el de el Contadero, en opinión del suscrito, el C. Jefe del Departamento, no debe aprobar los dictámenes de la Comisión Agraria Mixta del Distrito Federal, por no estar apegados a la ley, ya que el Parque Nacional del Desierto de los Leones no puede ser afectado por dotaciones ni restituciones de carácter agrario como se

26Diarío Oficial, Sección Primera, México, miércoles 14 de octubre de 1936, tomo XCVIII, núm. 36, p. 11. Publicación de Solicitud de Dotación de Ejidos presentada por los vecinos de Chimalpa, Distrito Federal. Rubrica el C. Adolfo Ruiz Cortines, Presidente de la República.

Page 115: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 99

demuestra a continuación: con fecha 28 de abril de 1937, publicado en el Diario Oficial de 7 junio próximo pasado, es decir, con anterioridad a la fecha de las resoluciones, que son del Io de los corrientes, el C. Presidente de la República expidió el siguiente acuerdo: 'a los departamentos agrario y forestal y de caza y de pesca.- considerando que los bosques de las más altas cumbres de las serra­nías, tienen un importante papel de protección contra la denudación del suelo [...] considerando.- que es urgente y necesario restaurar por la vía natural o en su caso, por la artificial, el estado boscoso de esas cumbres para que presten bene­ficiados antes apuntados [...] considerando los parques nacionales tienen las características de bienes del dominio público y que sobre estos bienes el gobier­no federal estima indispensables someterlos a un régimen especial, sin prejuicio de dictar las medidas que tienden a asegurar el aprovechamiento de los pastos, maderas muertas y demás esquilmos que no perjudiquen ni destruyan dichos parques, en beneficio exclusivo de los ejidos o núcleos de población rural inme­diatos a los mismos, con fundamento en el artículo 39 del reglamento de la ley federal de 5 de abril de 1926 [...] por todo lo anterior, esta oficina opina que el parque nacional del Desierto de los Leones no puede ser afectado por dotaciones agrarias para los pueblos de Chimalpa y el Contadero [...] rubrica Jefe de Oficina, Antonio Ortiz Mena, 20 de julio de 1937.27

Para los efectos descritos (solicitud de tierras ejidales) entre el 2 y 7 de noviembre de 1936 se realizó un censo de empadronamiento de todos los vecinos de San Pablo Chimalpa, "arrojando como datos totales los siguien­tes: 850 habitantes, 259 jefes de familia y 296 individuos capacitados para recibir parcela".28 Más adelante, algunos de ellos, siguieron comprando terrenos de Cuajimalpa, rancho San José, Zentlapatl, etcétera.

Este proceso explica el hecho de que la tierra en Chimalpa sea en su to­talidad propiedad privada. Sin embargo, dichos terrenos, si bien fueron com­prados por cuatro o cinco jefes de familia, involucró la cooperación de todos los habitantes, de tal suerte que una vez adquiridos, eran distribuidos entre los vecinos de acuerdo a la aportación que dieron para la compra de los mismos. Un aspecto que llama la atención es que en este proceso de "privatización" de la tierra, se mantuvo la antigua estructura de tierras comunales o de uso

17Diarío Oficial, México, sábado 21 de agosto de 1937, tomo CIII, núm 45, p. 40-41. Resolu­ción en el expediente de dotación de ejidos del pueblo El Contadero, Distrito Federal, negativa.

28Solicitud del estado que guarda el expediente de Chimalpa en la Comisión Agraria Mix­ta del Distrito Federal. Rúbricas del presidente Esteban Romero y el secretario Pedro Hernán­dez de la Comisión "Tierra y Libertad", 11 de enero de 1937.

Page 116: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

100 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

común. Es decir, formalmente no hay tierras comunales, sin embargo exis­ten tierras de uso público que se compran colectivamente para uso comuni­tario (como las tierras donde brotan los manantiales, en donde se instaló el tanque de agua, etcétera) o se compran individualmente y luego son donadas al pueblo para construir espacios comunitarios como las escuelas (primaria y secundaria), el gimnasio, la CONASUPO, el centro de salud, el centro comu­nitario, etcétera. Esto le da una característica sui generis al espacio público del poblado ya que jurídicamente es propiedad privada.

EL SIGLO xx. LA REVOLUCIÓN COMO REFUNDACIÓN MODERNA

DEL PUEBLO: SU POBLACIÓN Y VIDA COTIDIANA

El censo de 1900 da cuenta de que en Cuajimalpa residían 4,882 personas y en Chimalpa 741, es decir 15 por ciento de la población total de la munici­palidad, misma que para 1910 la población se había incrementado ligera­mente (331 habitantes más).

La Revolución de 1910, trajo graves problemas a Cuajimalpa. En su terri­torio boscoso se produjeron numerosos combates entre Zapatistas y carrancis-tas. De acuerdo con Alfonso Taracena (I960)29 Cuajimalpa fue ocupada en varias ocasiones por el Ejercito Zapatista. Miles de hombres del ejército del sur combatieron el 12 de febrero de 1915 contra los Carrancistas en Cuajimalpa y Santa Fe, siendo rechazados aquéllos, quienes se refugiaron en el Desierto de los Leones. Al siguiente día, los Carrancistas continuaron su contraataque sobre la línea de Cuajimalpa y Santa Fe, obligando al general Quintanilla y a sus 600 hombres a entregar las armas. El 28 de enero, de 1916, se libró un nuevo combate en Cuajimalpa entre carrancistas y Zapatistas.

Estas confrontaciones provocaron una profunda alteración en las condicio­nes en las que transcurría la vida de las familias de esa región. La mayor parte de los pobladores de San Pablo tuvieron que adaptarse a las nuevas y más difí­ciles condiciones: la violencia, la escasez de alimentos, la destrucción de las viviendas y las cosechas y la irrupción continua de fuerzas destructivas de fuera -carrancistas o Zapatistas- que obligaron a las familias a establecer me­canismos de defensa y sobrevivencia. Algunos se enlistaron en el ejército za-

29Alfonso Taracena en su libro La verdadera revolución mexicana relata la historia de Valentín Reyes, un revolucionario que venía del pueblo del Ajusco y que aún es recordado por los viejos de la región por las tropelías que cometió. Entre otras cosas recuerdan, así nos lo dijeron en entrevistas, que les cortaba una oreja para distinguirlos de los carrancistas.

Page 117: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

I

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 101

patista, pero la gran mayoría huyeron y se refugiaron en los pueblos vecinos de Huixquilucan, sobre todo en el pueblo de San Jacinto, San Juan Yautepec y en Santiago Yancuitlapan (Santiaguito), en el Estado de México, también en las cañadas donde había cuevas que les permitían ocultarse, entre la que destaca la cueva ubicada en el paraje conocido como "el rancho".

La población tuvo que arreglárselas para continuar con su vida, para buscar el sustento, para cuidar sus pertenencias, para comunicarse con los seres que­ridos, para curar sus enfermedades y sepultar a sus muertos en especial aquellos acaecidos por la influenza española. Esta "gripa", como ellos le llaman, ocasionó una gran mortandad en la ciudad que se propagó por todos lados.

Ellos, nuestros padres y abuelos, la sufrieron, pues nos platicaban que salieron de aquí del pueblo a esconderse quién sabe por dónde y ya después cuando se retiraron los soldados [...] ya entraron a su pueblo [...] dicen que los soldados sacaban todo lo que había, algunas cosas de la iglesia las escondieron en la torre, cuando regresaron los habitantes de Chimalpa ya no había nada de sus cosas [...] sus cobijas, todo lo que dejaron (...) ya no encontraron nada (...) Pues sí (...) ahora sí que volvieron a comprar todo... es lo que nos platicaba mi papá, porque ellos sufrieron tanto de la revolución como del hambre (...) Vino la necesidad de hambre, vino el tiempo de la gripa y que muchas familias se murie­ron, ya francamente no tenían nada (...) ni para su caja (ataúd) ahora sí que los enredaban en un petate y ya nada más abrían una zanja para que los meterían, quién sabe cuántas personas murieron (...) es lo que nos platicaba (...) Sí hubo una gripe (después de la revolución) y una carestía (...) ahí donde le dicen El Contade­ro ahí nos fuimos a formar toda la noche para que pudiéramos comprar un kilo de masa y esconderla porque si nos la veían nos las quitaban y pues teníamos que caminar hasta el 14 kilómetros de la carretera México-Toluca, hasta Becerra. Pues para que consiguiéramos íbamos dos, para que uno se formara y otro sacara para traer hasta cinco kilos, pero donde nos vieran nos los quitaban...30

Por todo ello consideramos que el periodo revolucionario y lo que de éste se deriva representa una suerte de refundación "moderna" de los pue­blos de la zona. Tal es el caso de San Pablo Chimalpa, que prácticamente se despobló para ser rehabitado una vez que terminó el conflicto armado y se pre­sentaron las condiciones para el retorno, asegurando e incluso acrecentando sus propiedades. Poco a poco la vida cotidiana volvió a tomar forma, los campos volvieron a cultivarse y la vida se restauró.

30Entrevistas a señoras originarias de Chimalpa, julio de 2009.

Page 118: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

102 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

En ese sentido, encontramos cambios significativos en varias direccio­nes: la recuperación del territorio donde se establece el poblado, la transfor­mación demográfica, el aumento en las extensiones que se tenían en propie­dad a partir de la iniciativa de cinco personas de comprar los terrenos aledaños, como ya lo hemos comentado, pero también a nivel organizativo -tanto festivo como cívico- ya que podemos considerar que tanto las fiestas como las formas en que se organizan también fueron refundadas a partir de la memoria que de ellas se tenía y con los elementos nuevos que incorpora­ron después del retorno.

Líneas arriba comentábamos que en 1936 se realizó un censo agrario con objeto de determinar quiénes tenían derecho y quiénes no a la dotación o res­titución de sus tierras. En un análisis más detallado de este documento encon­tramos que de los 850 habitantes que se reportan, 417 eran hombres y 433 mujeres, por lo que desde estos años se aprecia la tendencia demográfica de una proporción mayor de mujeres, quienes estaban dedicadas fundamental­mente a las labores domésticas y crianza de los hijos. No obstante, a pesar de que no se les reconoce formalmente en el censo como trabajadoras agrícolas, la gran mayoría comenta que tuvieron una participación activa en el cuidado de los animales, en la cosecha, en las faenas y ayudaron o eran responsables de la venta de productos. Un dato interesante es que, para esos años, predomina­ba la población adulta, 40 por ciento tiene menos de 18 años. Las familias no son extensas, en promedio están compuestas por cuatro miembros (porcentaje que disminuye pues hay varias parejas jóvenes sin hijos), se trata fundamen­talmente de familias nucleares, unas cuantas extensas, en especial porque vi­ven con la madre o el padre viudo. Otro dato que destaca es que la mortandad infantil era muy alta, todas las mujeres que entrevistamos nos hablaron de algún hijo muerto, por lo general recién nacidos o pequeños, los que logran pasar la adolescencia en general sobrepasan la esperanza de vida de aquel mo­mento. En esos años, 15 por ciento era mayor de 60 años (el más longevo en el censo tenía 93 años) y, según nos han relatado los entrevistados, al menos uno de sus padres llegó vivir más de 80 años. De hecho nosotros entrevista­mos a varias mujeres y hombres que sobrepasaban esa edad. En el censo al que hacemos alusión eran más los hombres mayores de 60 años. Una de las prin­cipales causas de muerte entre los hombres eran problemas derivados del alco­holismo, una cuestión de salud pública en Chimalpa, hasta la actualidad.

Los vínculos con la ciudad tuvieron que ver tanto por la situación de paso de esta zona hacia el centro del país, como con la intensa vida econó­mica. Así, las crónicas de los siglos xviii y XIX comentan que era frecuente ver a los arrieros con sus muías cargadas de leña o carbón, recorriendo las veré-

Page 119: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 103

das, entre bosques y campo, dirigirse a Santa Fe, Tacubaya y al corazón de la ciudad para vender o intercambiar (trueque) sus productos, especialmente madera y carbón.

Esta actividad perduró hasta la mitad del siglo xx, cuando se prohibió la explotación del carbón:

.. .Antes hacíamos carbón y había muchas horneras. Las horneras se han perdido hasta la fecha; pero antes las horneras se usaban para hacer carbón. Yo aprendí de mi papá a hacer el carbón, aquí, enfrente del terreno [...] Ahí en el monte duraba todo un año para hacer el carbón, terminaba ése y se iba para acá atrás. Hay una historia muy especial de los carboneros de Chimalpa, que bajaban unos a vender y otros a hacer carbón aquí y tenían sus negocios en Tacubaya, lo trans­portaban por medio de trenecito [...] Por ejemplo la familia de mi madre tenían carbonerías en el Centro Histórico, de hecho mi madre me ha referido sitios es­pecíficos donde estaban las carboneras y cómo se tenía que trasladar de una car­bonera a otra porque ya no había alrededor [...] Mi señor hacía carbón en los montes. Hacían carbón de encino, de tronco también sabía hacer; aquí se vendía, luego de aquí lo llevaban para Tacubaya, había unos señores que se encargaban, lo compraban, lo bajaban [...] tenían sus animales y lo llevaban hasta Tacubaya [...] yo estoy mala de los pulmones porque trabaje mucho tiempo el carbón. Aquí mismo lo hacíamos, como este terreno era un monte, era un bosque, entonces todos nosotros, arrancábamos troncos, tirábamos árboles y aquí mismo se traba­jaban los hornos, no lo acarreábamos ni nada, aquí mismo estaban los hornos [...] Cuando se prohibió la venta de carbón a mí me agarraron una vez y me lle­varon a la venta, a mí y a dos señoras nos tuvieron tres días y yo cargando un niño. Sí nos dejaron salir, pero agarraron el camión donde íbamos con todo y costales y ahí nos subieron, entonces íbamos y veníamos después porque quería­mos que nos entregaran el carbón pero ya no nos lo dieron. Nos lo recogieron ellos, fuimos hasta el centro a la forestal, fuimos nosotros y los que nos agarra­ron, nos llevaron. Finalmente no nos hicieron nada porque éramos señoras.31

La producción de carbón era el centro de la economía del pueblo, y según relatan había división del trabajo: unos vendían la madera y/o alquilaban sus tierras para que en ellas produjeran carbón, otros se dedicaban a producirlo -en sus propias tierras- o en terrenos alquilados especialmente aquellos que produ­cían grandes cantidades para vender en las carbonerías de Tacubaya, Mixcoac,

31Testimonios captados en diversas entrevistas realizadas a hombres y mujeres del pue­blo, durante 2009.

Page 120: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

104 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

en el Centro, en la Roma, en Lindavista (lugares que nos han referido) o en los hornos de tabique como en Santa Fe, el Capulín o en Las Águilas. Algunos sólo surtían a las carbonerías, otros eran dueños de ellas o las administraban. Tam­bién la producción del pulque era relavante, eran tlachiqueros, producían pulque y, -en especial las mujeres- lo vendían en Tacubaya. Todos cultivaban maíz, hortalizas, leguminosas, tenían árboles frutales y ganado, la mayor parte para el autoconsumo, aunque algunos también vendían estos productos en la ciudad.

Según nos comentan, trasladarse a la ciudad de México era relativamen­te fácil, aunque al mismo tiempo complicado pues antes de 1957 no había vialidad por donde transitara el transporte público, por lo que se tenían que ir caminando a La Venta o al Contadero que era por donde pasaba el tranvía eléctrico que iba a Tacubaya.32 Ahí en Tacubaya transbordaban hacia el cen­tro, La Merced o adonde fueran.

Había los sábados, domingos y días festivos una ruta llamada La Venta, que salía de la Alameda de Tacubaya, hacia La Venta en el Desierto de los Leones, esta ruta era de mucho peligro por sus subidas y bajadas tan pronunciadas, entre otros lugares pasaba cerca de Santa Fe, donde se encontraba la fábrica de muni­ciones del Ejército, esta ruta era el máximo deleite de todo excursionista que gustaba de ir a La Venta, estos tranvías sólo lo operaban tranviarios que en el último año no hubiesen tenido ningún accidente, era un honor entre el gremio trabajar en esa ruta y además tenían un sobresueldo. Era común en la Alameda de Tacubaya, subir al tranvía por las ventanillas, las cuales estaban protegidas por tres o cuatro hileras de barrotes horizontales, los cuales cubrían cuatro o cinco ventanillas, pero estas rejas se podían bajar hacia afuera, sirviendo de es­calera, para ganar lugar. Recuerdo varias ocasiones en que estuve formado para subir al tranvía por la puerta, y al llegar adentro el tren estaba ya Heno.33

Y, en efecto, era tan peligroso que en dos ocasiones hubo accidentes fuertes, el último fue en 1953. En ese accidente murieron varias personas, y el conductor, conocido de varios de los chimalpenses, quedó paralítico y a partir de ahí se can­celó la vía. Los habitantes de los distintos pueblos de Cuajimalpa se organizaron para que se habilitaran las calles y pudieran transitar los transportes públicos.

También nos han comentado que cuando regresaban de la ciudad se ba­jaban en la terminal de La Venta y de ahí se venían caminando entre las

MEsta línea se inauguró en 1913 e iba a Santa Fe. Años después se extendió a La Venta. MHéctor Galán Pame, Los tranvías de la ciudad de México 1850-1970, cfi. página web

h ttp .7/www. mexicomaxico.org/Tranvias/TRANVIAS. htm

Page 121: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 105

veredas del bosque. Como no había luz eléctrica en el pueblo se alumbraban con antorchas, velas o quinqués. El pueblo se electrificó en 1957.

Cabe mencionar, que la carretera principal, Cuajimalpa-Huixquilucan, que dentro del pueblo lleva el nombre de Constitución, se logró gracias a la participación de los pobladores por medio de faenas permanentes. Al principio se trataba de un camino de terracería que los vecinos fueron acondicionando para poder transitar; en 1938, según consta en una carta que nos fue mostrada por los habitantes,34 se le hace la solicitud formal al presidente Lázaro Cárde­nas para que apoye con el material necesario para concluir con la carretera. Lo interesante es que debido a que su actividad principal -la explotación de los bosques- había sido prohibida,- le proponen al gobierno que se les contrate -se les pague un sueldo- para construir la carretera y de esa manera no tener que desplazarse a la ciudad a conseguir trabajo, y así se hizo.35

Fue en el año de 1952 que se retoma el trabajo de la carretera. El subdelegado de Chimalpa gestionó con las autoridades correspondientes, en ese entonces el delegado de Cuajimalpa, Ascención Chon Almaráz, para concluir el trazo de la vialidad principal. Durante el lapso de tiempo 1952-1953 se siguió con el trabajo de la apertura de la brecha que se había comenzado en 1938. Se hacía mediante faenas que las compañías organizaban; a cada persona se le daba un tramo para ir abriendo, y lo hacían con diferentes herramientas. La faena era solamente por dos o tres horas, comenzaban aproximadamente a las cuatro de la mañana y terminaban a las siete, se programaban a esta hora con el fin de que los partici­pantes (entre ellos hombres y mujeres) pudieran realizar sus actividades diarias sin que la faena obstaculizara sus horarios normales. Tal y como comenta la se­ñora Asunción, originaria del pueblo de Chimalpa:36

... la carretera eran nomás puras veredas, no eran carreteras, eran caminos anchos pero no eran carreteras. Entonces un señor que se llamaba Cecilio (Romero) fue el que metió; solicitó los carros, pero primero estaba bien angostita la carretera apenas cabía un camión. Entonces, cuando ya se amplió la carretera nosotros íbamos a trabajar [...] los sargentos nos decían "a ustedes les toca mañana trabajar. A las cuatro de la mañana nos íbamos porque no íbamos en el día, a las cuatro de la ma-

34La carta tiene fecha del 20 de septiembre de 1938. Fue proporcionada por los habitantes del pueblo.

35En las entrevistas recogimos varios testimonios de personas que fueron contratadas para la construcción de ésta y otras carreteras de la zona. También se nos ha indicado que varios de los caciques del pueblo se dedicaron a la construcción, como Teófilo Romero, quie­nes a su vez trabajaban para el Departamento del Distrito Federal.

36Entrevista realizada a la señora Asunción Rosales en julio de 2009.

Page 122: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

106 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

ñana; íbamos a la carretera, arreglando los tramos que nos daban de ella para irla ampliando, íbamos tres señoras y tres señores,- íbamos seis para no ir en el día. Ya para las siete regresábamos a almorzar y nos íbamos a trabajar, pero ya nosotros habíamos hecho la faena. Por eso me da coraje que luego en Tacubaya me dicen "fórmese señora" ¡pues si vieran lo que trabajó uno!, nosotros trabajamos mucho en la carretera cargando la tierra con la carretilla, rascar con el pico, con azadón, como la gente se acomodaba, pero si nosotros los trabajamos [...] Aquí había un contratis­ta de carreteras era el señor don Teófilo Romero; él hacia los contratos y ya llevaba a la gente a donde les pedían él era el contratista yo me acuerdo todavía [...] Antes se hacían faenas para iniciar la carretera, por compañías cada ocho días o cada quin­ce días le daban su tramo (de carretera) a cada compañía para hacer sus faenas. Y ahora ya no se usa, ahora vienen del departamento (delegación).

Una vez construida la carretera la primera línea de autobuses que llegó a Chimalpa fue la de Monte de las Cruces, mejor conocidos como los Aco-pilcos.37 Los dueños de la línea ofrecieron sus servicios a la población de San Pablo Chimalpa, e incluso los invitaron a asociarse con ellos con objeto de poder ampliar la línea. Antes de esto se transportaban en animales de carga o a pie, después para hacer uso de este servicio, los habitantes tenían que caminar hasta la parada de Contadero, después transbordaban en Tacubaya y posteriormente se desplazaban al centro o diferentes partes de la ciudad. Cabe mencionar que en la actualidad Tacubaya sigue siendo un punto de referencia importante para los chimalpenses.

El agua es uno de los elementos que ha estructurado la vida de San Pablo Chimalpa: algunos mitos giran en torno a este elemento, como por ejemplo la referencia de que la iglesia se erigió al lado de un manantial, o bien la leyenda del Torito.38 De igual modo se preservan algunas tradiciones entorno a ésta, como la bendición del agua el sábado de gloria en Semana Santa; el pueblo está ro­deado de manantiales, ojos de agua y ríos que hasta mediados del siglo pasado eran referentes de la vida cotidiana de los chimalpenses. Ante la falta de servi­

rse les conoce así por ser originarios de Acopilco los dueños de los autobuses y quienes formaron la compañía. Después invitaron a personas de otros pueblos a ser socios. Varias

personas de Chimalpa participaron y adquirieron camiones. 38Cuentan algunas personas que debajo de la cima del cerro de Toepazulco habita un toro

encadenado que cuida el pantano rodeado de bellas flores y que por un orificio esta imagen se puede observar. Este toro algún día, furioso, buscará su libertad y el cerro se derrumbará abriendo paso a un torrente de agua que acabará con el pueblo. Esta historia era contada a los niños del pueblo para que no se portaran mal con sus padres pues una actitud grosera podría poner furioso al toro que vivía en la punta de la montaña.

Page 123: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 107

ció de agua potable en la comunidad, los habitantes tenían que acarrear este vital líquido en chochocoles (cantaros de barro) del río Atitla. El día comenzaba cuando los hombres bajaban a bañarse a las cinco de la mañana en los manan­tiales de Izpitzu; las pencas de magueyes eran acondicionadas para servir como regadera. Más tarde las mujeres lo hacían acompañadas de sus hijos pequeños para también lavar la ropa. Los chimalpenses guardan en su memoria colectiva estas actividades y la importancia que tiene el agua para ellos.

Antes no había agua aquí, íbamos a lavar hasta el río todo el día, teníamos nues­tras piedrotas para lavar (en Izpitzu), todo el día paradas en el agua,- el agua nos llegaba hasta el estomago, era un río grande y yo creo que eso fue lo que nos hizo daño, yo y otra hermana mía que ya murió...39

La introducción del agua potable en San Pablo Chimalpa se fue realizan­do por etapas. La primera de ellas, como ya se mencionó, fue en 1935, cuando los habitantes del pueblo compraron los terrenos donde se ubica el manan­tial, en Moneruco; en 1936, el agua llegó al pueblo mediante una red de hi-drantes que se instalaron en diferentes puntos, a donde iban los habitantes para acarrearla hasta sus viviendas. Cabe destacar que hay indicios de que en los trabajos de entubamiento, las mujeres que habían perdido a sus esposos, participaron transportando los tubos para esta red.

... imagínese, el agua para servirse en lo doméstico se tenía que traer con cánta­ros de barro, las mujeres o los hombres con botes y con un palo que se le llama­ba aguantador porque era cargarlo a los hombros y con un bote a cada lado. Esos manantiales están, yo calculo, como a unos 800 metros de aquí del pueblo, del centro. Entonces de ahí se empezó a alimentar a los habitantes, después para que ya no se sufriera tanto, se compró el terreno de Moneruco, esos son límites de Acopilco y Chimalpa. Se compró porque ahí hay un manantial de agua y como queda por el lado sur del pueblo pues fue fácil. Una vez que se compró, se ges­tionó todo para poder entubar el agua y que llegara a los hidrantes, esto fue en 1938, después de 20 años se introdujo la red para las casas del pueblo. Todo se hizo con faenas y la cooperación del pueblo, sólo venían los contratistas e inge­nieros para guiar el trabajo.40

39Entrevista realizada por María Ana Portal, Cristina Sánchez Mejorada y Monserrat Espín a la señora Felicitas, 2010.

40Entrevista realizada por María Ana Portal, Cristina Sánchez Mejorada y Monserrat Espín, al señor Irineo Galicia, 2009.

Page 124: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

108 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

En 1945, se hace la conexión al tanque denominado Las Manzanitas, ubicado entre los límites de La Venta y del Desierto de los Leones; al igual que otros pueblos, Chimalpa se conectó a este sistema de abastecimiento de agua potable. En estas obras el pueblo participó en faenas donde hacían las cepas para introducir las tuberías, mientras que el gobierno dotó del material necesario para estas obras.

ESPACIO Y VIDA PÚBLICA. GOBIERNO Y GESTIÓN

Los procesos anteriores no se dieron de manera aislada sino siempre de cara al desarrollo de la ciudad de México, a sus transformaciones y a sus vaivenes polí­ticos y geográficos, los cuales impactaron de manera importante tanto al espacio social como al territorio y a las formas de organización de Chimalpa. Así, la historia de las transformaciones jurídico-administrativas de la ciudad nos per­miten observar las formas en que el pueblo se fue construyendo a sí mismo en tensión entre la conservación de sus tradiciones y su articulación a lo urbano.

El Distrito Federal se funda el 18 de noviembre de 1824 y se establece a la ciudad de México como sede oficial de los poderes de la nación a la que se le asignó la superficie comprendida en un círculo de dos leguas (8,800 metros), tomando como centro la plaza mayor. Cuajimalpa, como buena parte de los pueblos de la periferia, se ubicaba fuera del círculo y por tanto siguió perte­neciendo al Estado de México. Esta situación se mantuvo hasta el 20 de fe­brero de 1837 cuando se cambió el sistema de gobierno nacional por el de una República Centralista con departamentos en vez de estados. En este periodo desapareció el Distrito Federal para convertirse en el Ayuntamiento de México. Con ello aumentó su ámbito de gobierno tomando bajo su con­trol los denominados partidos de Tláhuac, San Ángel y Guadalupe, lo que es más o menos el territorio actual del Distrito Federal menos las delegaciones Tláhuac, Milpa Alta y el sur de Tlalpan, los cuales formaron parte del De­partamento de México con capital en Toluca.

En cada cabecera de distrito había un prefecto nombrado por el gobernador y confirmado por el Presidente de la República. Sus funciones eran políticas, policiacas y administrativas. En los lugares del distrito que no eran la cabecera había subprefectos que actuaban como auxiliares y tenían dentro de su jurisdic­ción atribuciones en materia de policía, salubridad, comodidad, ornato, orden y seguridad. En las rancherías como, en aquel entonces, Cuajimalpa y Chimalpa, había Jueces de Paz que realizaban todo lo conducente para el bien mayor del vecindario. Estas funciones de la autoridad local permanecieron vigentes hasta

Page 125: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 109

entrado el siglo xx. Inclusive, se vincula la estructura de las compañías -estruc­tura central en la organización del pueblo como veremos más adelante- al ejer­cicio de orden y seguridad de este tiempo, ya que las compañías mantienen una lógica militar -sargentos y cabos- y en sus orígenes cumplían estas funciones.

En 1847 se recuperó lo establecido en la Constitución de 1824: el general Santa Anna a través de un decreto publicado el 16 de febrero de 1854 des­marcó minuciosamente la extensión del Distrito Federal y se le dividió en ocho prefecturas centrales interiores (ocho cuarteles en los que se dividía la municipalidad de México) y tres exteriores que tenían por cabecera: Tlalne-pantla (norte), Tacubaya (poniente) y Tlalpan (sur).

La de Occidente (su cabecera Tacubaya), limitaba al N.O., con el propio camino de San Pedro, hasta el molino viejo, comprendiendo a este lugar lo mismo que el pueblo de Azcapotzalco y otros. Al S.O. tocaban a esta prefectura los pueblos de Sayavedra, Ranchería de Apaxco y Chimalpa del Norte, y tomando al Sur con alguna inclinación al Este, Huisquilucan; Chimalpa del Sur hasta la Maroma, de aquí al N.E. seguía por el Camino de Toluca, quedando dentro de la Prefectu­ra Sta. Fe, Tacubaya y Chapultepec (DDF, 1941).

El 5 de marzo de 1862 otro decreto dio forma y creó varios de los municipios que formaban el Distrito Federal. El sistema quedó con 17 municipios, que se repartían en cuatro partidos: Guadalupe Hidalgo, Xochimilco, Tlapan y Tacuba­ya. Este último se integraba por los municipios de Tacubaya, Tacuba, Santa Fe y Mixcoac. En ese lapso, se agregó a ese Partido el Municipio de Cuajimalpa, el que se conformó por instrucciones del gobernador del Distrito Federal, Anastasio Parrodi (quien tenía la facultad de definir las poblaciones, villas y barrios corres­pondientes a cada Partido), con parte del territorio de Santa Fe y San Ángel.

Así se fundó el Municipio de Cuajimalpa que a su vez se integraba por los pueblos de San Pedro Cuajimalpa, San Mateo Tlaltenango, San Pablo Chimalpa y San Lorenzo Acopilco, las haciendas Buena Vista y La Venta y las rancherías de Tianguillo y Maromas, y se incorpora formalmente al Dis­trito Federal. La cabecera del Municipio -San Pedro Cuajimalpa- no contaba con un ayuntamiento sino con un prefecto nombrado por el gobernador del Distrito Federal, funcionario que a su vez dependía del gobierno federal.

Parece, sin embargo, que el Ayuntamiento no quedó instaurado sino hasta el 6 de febrero de 1862 y la existencia de dicha municipalidad fue reconocida en la División Electoral del Distrito que hizo el gobierno por Reglamento de 3 de Sep­tiembre de 1867, en su artículo Io fracción II, que dice el Séptimo Distrito se

Page 126: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

110 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

forma de la Prefectura de Tacubaya, cuyas municipalidades son la de la cabecera, Tacuba, Mixcoac, Cuajimalpa y Santa Fe. En otro documento se hace constar la extensión superficial de la municipalidad y la que corresponde a cada uno de sus pueblos: Cuajimalpa (cabecera), Acopilco, Chimalpa, San Mateo y Santa Lucía, de las rancherías de Tianguülo y Maromas y de las fincas La Venta, el Desierto y Buena Vista... (Archivo Agrario. Fojas 021-024. Enero de 1925).

A finales del siglo, el gobierno porfirista se dispuso y logró llevar a cabo una serie de tratados y acuerdos para definir y aclarar problemas territoriales que había entre las diferentes entidades de la federación, en el caso del Dis­trito Federal se lograron acuerdos con el Estado de México y Morelos, e in­ternamente se organizó el Distrito Federal en una municipalidad, seis pre­fecturas (antes partidos) divididos en municipios, los cuales se agrupaban en 1899 en: Municipalidad de México y las Prefecturas de Guadalupe Hidalgo, Azcapotzalco, Tacubaya (que seguía abarcando los municipios de Tacubaya, Mixcoac, Cuajimalpa y Santa Fe); Coyoacán. Tlalpan y la de Xochimilco (Ley de Organización Política y División Territorial, 1899).

Por su complejidad y la falta de órganos municipales capaces de llevar a cabo los actos de gobierno, en 1903, se decidió modificar el número y exten­sión del municipio, quedando dividido el Distrito Federal en 13 entidades, 12 municipios (Guadalupe Hidalgo, Azcapotzalco, Tacuba, Tacubaya, Mix­coac, Cuajimalpa, San Ángel, Coyoacán, Tlalpan, Xochimilco, Milpa Alta e Iztapalapa) y la municipalidad de México, que era propiamente la ciudad de México (Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, 26 de marzo de 1903).

A partir de este decreto Cuajimalpa se deslinda de Santa Fe y éste junto con Santa Lucía se mantiene en Tacubaya.41 La ranchería de Contadero, an­tes de Santa Fe, pasa a la jurisdicción de Cuajimalpa. Para esos años en el Municipio de Cuajimalpa residían 4,882 personas, 15 por ciento de la cuales vivían en San Pablo Chimalpa. Como vemos aquí, a diferencia de otros pue­blos de la zona, Cuajimalpa y sus pueblos mantuvieron una relativa estabi­lidad en sus fronteras, lo que le evitó los graves problemas de linderos y de pertenencia que pueblos del norte, sur y del oriente de la ciudad enfrentaron en algunos momentos cuando pertenecían al Estado de México y luego eran regresados a la normatividad del Distrito Federal.

En el territorio de lo que ahora es la delegación Alvaro Obregón.

Page 127: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 111

La Ley de 190342 reconocía la existencia de ayuntamientos en las muni­cipalidades en las que se dividía el Distrito Federal, los cuales conservaban su función administrativa, pero se suprimió su personalidad jurídica mante­niéndose como cuerpos consultivos y de vigilancia. En cada municipalidad había un Ayuntamiento y en las foráneas un prefecto político por cada una de ellas, nombrados y removidos por el Presidente de la República. En las poblaciones que no fueran cabeceras de municipio, como el caso de Chimal­pa, había comisarios de policía y jueces de paz.

Cabe señalar que la figura de juez de paz hace referencia a un tipo de órgano jurisdiccional que aparece en la tercera parte del siglo XIX y cobra fuerza al principio del xx, en la medida en que se complejiza el papel de los prefectos. Habitualmente eran órganos judiciales unipersonales con jurisdic­ción en el ámbito local, generalmente un municipio o poblado en el que no existía un juzgado de primera instancia y eran atendidos por jueces no pro­fesionales (no abogados).43 Se encargaban de resolver controversias de escasa cuantía en materia civil, así como el enjuiciamiento de las faltas, es decir, las infracciones penales más leves. Fundamentalmente se buscaba que los con­flictos sometidos a su competencia fueran solucionados mediante la conci­liación entre las partes, según reglas de equidad o conforme a las costumbres particulares de la comunidad donde el juez prestaba sus servicios (Derecho Consuetudinario) es decir, usos y costumbres. Una de las señoras del pueblo nos comentaba que un familiar: "no tenía estudios, pero sabía leer y escribir y leía mucho. Entró a trabajar a la municipalidad como barrendero, pero se fijaron en él porque sabía muchas cosas, poco a poco fue ascendiendo hasta que llegó ser juez".44 De la misma manera nos mostraron un oficio fechado en 1914 en donde el Primer Jefe Constitucionalista Venustiano Carranza, nombra al señor Balbino Romero como juez de paz de Chimalpa.45 Entre 1898 y 1930, según recuerdan algunos de los entrevistados, fueron designa­dos jueces de paz: Clemente Pérez, Lázaro Galicia, Juventino López, Arnulfo Pérez, Pascacio Romero, Zacarías Pérez, Máximo Pérez H., Cirilo Granados e Inocencio Olivo.

^Diario Oficial de la Federación. Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, 26 de marzo de 1903.

43La figura del Juez de Paz se mantiene a la fecha, en la delegación Cuajimalpa lo hay, solamente que ahora se requiere se abogados titulados y con experiencia, tienen que realizar exámenes y ganar concurso de oposición. Y son designados por el consejo de la judicatura del Distrito Federal.

""Entrevista realizada a la señora Enedina Hernández, originaria de Chimalpa, 2010. "Documento obtenido del archivo de Chimalpa, en la Galería del pueblo.

Page 128: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

112 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Con la Constitución de 1917, se restableció a los ciudadanos del Distrito Federal la posibilidad de hacerse presentes en los municipios, conforme a las siguientes bases constitucionales:

a) El Distrito Federal y los territorios se dividirían en municipalidades con extensión territorial y número de habitantes suficientes para po­der subsistir con sus propios recursos y poder contribuir a los gastos comunes.

b) Cada municipio estaría a cargo de un ayuntamiento de elección popu­lar directa.

c) El gobierno del Distrito Federal estaría a cargo de gobernadores que dependían directamente del Presidente de la República, quien los nombraba y removía libremente.46

En ese mismo año, con la expedición de la Ley Orgánica del Distrito y Territorios Federales47 se estableció una sola unidad de mando para el gobierno del Distrito Federal y se ampliaron las facultades del gobernador y sus colabo­radores. Los ayuntamientos actuaban en esos asuntos en el ámbito puramen­te local, y cuando tales servicios, por su extensión o alcance, abarcaban dos o más municipalidades, su atención quedaba a cargo del gobierno de la entidad. Entre las principales funciones del gobernador se encontraban: la ejecución de las leyes federales y locales, la prestación de los servicios públicos, la ejecución de obras públicas y el mando de la policía, entre otras. La principal autoridad política municipal era el presidente municipal quien se auxiliaba con delega­dos que funcionaban en las poblaciones de cada municipalidad,48 pero sus funciones eran realmente muy limitadas y prácticamente no tenían recursos. Por otro lado, la ambigüedad de la ley para definir las facultades de cada ins-

46Véase Fracción VI, Artículo 73 de la Constitución de 1917. *7 Diario Oficial, t. V 4a. época, num. 87, 14 de abril de 1917, pp. 414-417. 48Se tiene conocimiento que el primer prefecto político de Cuajimalpa fue Ángel González y

le siguieron Juan de Mata González y Lucio Cortés pero se desconocen las fechas. Después fueron: Enrique Rivera (1903-1910); Pedro Segura (1910-1912), Rómulo Luna (1912-1913), José María Leyva, nombrado por Madero (1913-1914): Marcelino Nava, nombrado por Huerta (1914-1915): Pedro Muciño, electo (1915-1919): Maurilio Sánchez, nombrado por Carranza (1920-1920): Margarita Vázquez, electo (1921-1923): Enrique Segura, electo (1923-1925): Jacinto Ortiz, electo (1925-1929). En Chimalpa entre 1918 y 1929 hubo 13 Delegados Municipales que por lo general duraban sólo un año en el cargo. En 1927 el señor Julián Mora fue Regidor.

Page 129: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 113

tancia de gobierno federal, territorial y local49 y también las propias vicisitudes y competencia políticas, dieron lugar a una serie de conflictos de orden políti­co y social, que llevaron a que el 31 de diciembre de 1928, siendo presidente Emilio Portes Gil, se promulgara la Ley Orgánica del Distrito y de los Territo­rios Federales, en la que quedaron establecidas las facultades de gobierno y administración que ejercería el Presidente de la República a través de un de­partamento administrativo y político, el Departamento del Distrito Federal. Las funciones encomendadas al Departamento serían desempeñadas por un Jefe del Departamento para todo el Distrito, quien a su vez sería jefe del De­partamento Central y también de los 13 delegados, en las poblaciones forá­neas. En esta ley orgánica el Distrito Federal fue dividido en dos zonas, princi­pales conocidas popularmente como:

a) La Zona Interior, conocida como Departamento Central, y que com­prendía las antiguas municipalidades de México, Tacuba, Tacubaya y Mixcoac, y

b) La Zona Exterior, compuesta por trece delegaciones: Guadalupe Hidal­go, Azcapotzalco, Iztacalco, Coyoacán, General Anaya, San Ángel, Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Tlalpan, Iztapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac (Sánchez Mejorada, 2005).

En 1941 se vuelve a modificar la ley Orgánica del Distrito y de los Territo­rios Federales y de nueva cuenta se divide el territorio en la ciudad de México y 12 delegaciones, Cuajimalpa mantiene sus límites originales. La ciudad de México sería la capital del Distrito Federal y las cabeceras de las delegaciones serían las poblaciones con el mismo nombre. En estas cabeceras debía haber un delegado que tuviera a su cargo la administración de los servicios públicos loca­les, y que además asistiera puntualmente a las juntas mensuales que celebrara el Jefe del Departamento del Distrito Federal para tratar asuntos relativos al mejoramiento y la coordinación de los servicios públicos de su demarcación. Debían informar al Jefe del Departamento de las irregularidades o deficiencias que advirtieran y podían proponer los remedios más adecuados a las mismas. Para el desempeño de sus funciones podían auxiliarse con los subdelegados que fueran necesarios, a juicio del Jefe del Departamento, los cuales desempeñarían su encargo en las poblaciones que fueran cabeceras de su delegación como pue­blos y villas, como fue el caso de San Pablo Chimalpa.

49Lo que implicaba la duplicidad y evasión de facultades, la restricción de atribuciones, conflictos electorales, disensiones internas, entre otros.

Page 130: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

114 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Cabe señalar que a raíz de que México le declara la guerra a los países del eje, en mayo de 1942, en México, pero especialmente en el Distrito Federal, se toman una serie de medidas para la defensa de la ciudad. Entre éstas des­tacan la Ley de Servicio Militar Nacional que se pone en vigencia con objeto de capacitar civiles para responder a las necesidades de la guerra y fortalecer y respaldar a los efectivos del ejército. Además del servicio militar obligatorio se estableció la instrucción militar para aquellos que tenían entre 19 y 45 años, y se instituyeron los Comités de Defensa Civil. De acuerdo con el De­creto.50 Los órganos de ejecución de la defensa civil eran las autoridades civi­les, los comités centrales, comités regionales y subcomités regionales, bajo el impulso de las comandancias militares. Los comités regionales residían en las cabeceras delegacionales y los subcomités en los otros centros de po­blación como los pueblos, tarea a la que se abocaron las delegaciones de manera prioritaria. En la ciudad se formaron 24 comités regionales, 12 en la ciudad de México y los otros 12 en las delegaciones políticas. La presidencia y vicepresidencia de los mismos recaía en las autoridades civiles y la secreta­ría en un representante de las organizaciones campesinas (en el caso de los 12 cuarteles de la ciudad de México, esta responsabilidad recaía en represen­tantes de las organizaciones obreras). También se nombraron jefes de man­zana que eran los responsables de realizar un censo de aquellos que se en­contraban en posibilidades de alistarse y estimular la participación de sus vecinos. Por otra parte el Partido Nacional Revolucionario desde 1937 pro­puso que obreros y campesinos se prepararan militarmente y se incorpora­ran a los 180 batallones que se conformaron en el Distrito Federal (Sánchez Mejorada, 2001).

Esto operó de manera más radical a partir de 1942, no obstante, los ve­cinos de Chimalpa nos mostraron un documento dirigido al general Lázaro Cárdenas a través del cual le solicitan armas y municiones y le informan que el 15 de septiembre de 1937 se reunieron los viejos revolucionarios del 8o

distrito y que en esta reunión acordaron organizar las defensas sociales para salvaguardar las instituciones y el gobierno. Al mismo tiempo decidieron nombrar al compañero Filiberto Manzo, director del Desierto de los Leones, jefe de las Defensas Sociales de ese distrito y a los comandantes de las defen­sas: Mauricio Pérez de San Mateo Tlaltenango, Teófilo Romero de San Pablo Chimalpa, Lorenzo Pérez de Acopilco y Benjamín Vázquez de Cuajimalpa.

^Gaceta Oficial del Distrito Federal. Decreto que instituyó la Defensa Civil en el Distrito Federal el 14 de agosto de 1942.

Page 131: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 115

Diversos analistas de la época han señalado que este ejercicio sirvió más como un instrumento social para abatir las diferencias sociales de educación y cultura que como un instrumento real de formación militar. Con ello coin­ciden los habitantes de Chimalpa, quienes señalan que haber realizado su servicio militar y/o haberse incorporado a las milicias sociales fue muy im­portante pues se alfabetizaron, y mejoraron y ampliaron sus conocimientos básicos (primaria y a veces secundaria), desarrollaron ciertas habilidades y sobre todo descubrieron otras cosas. Ellos dicen que esto fue importante pues les permitió ver las cosas de otra forma, los avances que había en la ciudad y la necesidad de modernizar su pueblo. También les permitió esta­blecer y fortalecer contactos con las autoridades y otros miembros del parti­do. Cabe también destacar que estos comités de defensa civil sirvieron de base para que el Partido de la Revolución Mexicana (1938) y posteriormente el Partido Revolucionario Institucional (1946), hicieran trabajo proselitista a nivel del territorio.51

En 1947 se hicieron ajustes a la legislación y se permitió que los subdele­gados fueran electos a través de un plebiscito, el requisito era que fueran nativos del pueblo y se les reconociera como personas honorables. A partir de entonces se nombraba a los subdelegados cada tres años, aunque podían repetir en el cargo. Los subdelegados eran funcionarios auxiliares pagados por el Departamento y su papel consistía fundamentalmente en ser los in­termediarios entre la población y la delegación, pero especialmente con el Departamento Central. Algunos de los subdelegados en San Pablo Chimalpa comentan que ellos atendían todos los problemas y necesidades y gestiona­ban directamente en el Departamento pues era allí donde había recursos y tenían más atribuciones, ahí realmente se resolvían sus problemas.

La mayor parte de su trabajo tenía que ver con la gestión de los servicios y obras públicas, lo cual implicaba no sólo promover ante las autoridades centrales los recursos y la introducción de los servicios, sino organizar la cooperación de la población para garantizar los materiales y la mano de obra que habría de necesitarse.

Tampoco existía una red de agua, solamente había hidrantes públicos en la vía pública y de ahí tomaban el agua. Estos hidrantes se hicieron en 1937 y prove­nían de un manantial cerca de Acopilco, se llama Moneruco. Fue el primer manantial que abasteció de agua a Cuajimalpa y la tubería estaba hecha a base de tubo galvanizado. Como consecuencia del aumento de la población, el agua

5'Entrevista colectiva a varios ex representantes del pueblo, julio de 2010.

Page 132: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

116 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

que provenía de estos hidrantes, no cubría las necesidades del pueblo en cuanto a este servicio, así que el subdelegado solicitó traer el agua del Desierto de lo Leones. El sudelegado gestionó ante el delegado quien a su vez lo solicitó al De­partamento Central, el que hizo un estudio. La labor de hacer la cepa (la excava­ción para colocar las tuberías) fue a base del pueblo y la asesoría técnica corrió por parte del departamento del Distrito Federal es decir, los vecinos trabajamos en conjunto con las instituciones las que tenían como intermediario al subdele­gado del pueblo.52

Además de estas atribuciones los subdelegados tenían autoridad para sancionar a aquellos vecinos que cometieran faltas a la moral, intervenieran en riñas y pleitos entre familiares y vecinos, y en función del agravio ponían una multa. Había también un comisariado que hacía las veces de policía y estaba al tanto de que se fijaran las multas.

Abajo del kiosco había una pequeña habitación que era donde los encerrábamos. Si alguno robaba, le pegaba a su mujer o se emborrachaba le imponíamos faenas de castigo, tenía que ir trabajar durante ocho días o más según la falta y en lo que se necesitara que fuera para el beneficio del pueblo. Hay constancias tam­bién, cartas, que muestran como los delegados de Cuajimalpa remitían a los detenidos a la cárcel de la subdelegación para que estuvieran detenidos por una semana, misma en la que también realizarían trabajos comunitarios, por ejem­plo los trabajos para la introducción del agua del Moneruco en 1935.53

La instancia que permitía la participación organizada de la población eran las Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material, "célula política y social básica de la comunidad vecinal", como se definían formalmente. Estas juntas aparecen desde el siglo XIX y a través de ellas se pretendió incorporar a los distintos sectores sociales para la ejecución de los programas destina­dos a la superación moral de los individuos y su colectividad, por lo que en materia de obras públicas tenían que priorizar aquellas con un directo bene­ficio social (Faya, 1981).

Las juntas estaban integradas por un presidente, secretario y los vocales que se consideraran necesarios para la gestión. Ellas recibían el material y

"Entrevista realizada a Salvador Arias Romero, subdelegado entre 1966-1970, junio del 2009.

53Conversación con el señor Hermilo Pérez, 2009. Documento presentado por el señor Leopoldo Galicia, julio de 2010.

Page 133: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 117

organizaban a los vecinos para las faenas.54 En el caso de San Pablo Chimal­pa esto se hacía, como lo hemos comentado, retomando la estructura orga­nizativa religiosa de Fiscales y Compañías, estructura sobre la que profundi­zaremos en el siguiente apartado.

Por ejemplo, para construir la carretera Cuajimalpa-Chimalpa (que era muy angosta), se convocó a las ocho compañías y a cada una se le asignaron los tramos sobre los que iba a trabajar. El Departamento del Distrito Federal puso la maquinaria y les dio los materiales, los pobladores eran responsables de transportar y acarrear los materiales al lugar donde se encontraba la obra y realizar las faenas de construcción del camino. Cada compañía ponía a dos personas -hombres o mujeres- por día y en total se reunían al menos 16 per­sonas para cada faena. Así fue durante el año que duró la obra. No obstante, las gestiones para que se realizara la carretera duraron cinco años. De la misma forma se introdujo la red de agua potable, el drenaje, el alcantarilla­do, se ampliaron y empedraron las calles, se construyeron las escuelas, etcé­tera, siempre con el trabajo y colaboración económica de la población.

Las autoridades delegacionales eran las responsables de constituir las Juntas de Mejoras Materiales y de fomentar la participación de la comuni­dad. La prensa e informes de gobierno dan cuenta de la gran cantidad de trabajo aportado por los vecinos.55 Por otro lado, debido a las limitaciones presupuéstales de las delegaciones, en los decretos de los presupuestos de egresos, se planteó claramente que las direcciones y dependencias del Depar­tamento del Distrito Federal tendrían a su cargo la atención de los servicios públicos en las delegaciones; principalmente en aquellas donde se carecía de personal, o bien, de asignaciones especiales para la atención de dichos servi­cios, por encontrarse estos centralizados, como era el caso de Cuajimalpa.

Por el propio proceso de urbanización y poblamiento, la gestión pública en las delegaciones empezó a complicarse. Al ser los delegados y subdelega-

^Faenas, tequio, mano vuelta, son los diferentes nombres como se conocen las acciones de solidaridad y reciprocidad en algunas comunidades en México. Es un sistema de trabajo gratuito, en donde se apoyan colectivamente obras de construcción, ya sea a nivel de una fa­milia, o en obras para la colectividad, en donde los miembro del grupo se compromete a rea­lizar trabajos de mejoras diversas, de tal suerte que cuando él o su familia necesitan, por ejemplo, construir su casa o arreglar la calle, etcétera, cuenta con el trabajo colectivo para hacerlo en la medida en que ellos trabajaron, para otros, en su momento.

55Las obras de las delegaciones se consideraban dentro del plan de trabajo diseñado para el conjunto del Distrito Federal y por ende no contaban con presupuesto propio. Todos los requerimientos los cubría el Departamento Central y en esta instancia se establecían también los convenios con los contratistas que desarrollaban las obras.

Page 134: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

118 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

dos los intermediarios entre la población y las autoridades centrales y al te­ner que organizar a la población para la introducción de los servicios, entre otras tareas, empezaron a cobrar mayor presencia política y su papel en la organización de las elecciones se volvió cada vez más destacado.

En las elecciones que tuvieron efecto al finalizar el sexenio de Miguel Ale­mán claramente se aprecia este fenómeno. Asimismo destaca la redistribución de los distritos y la franca incorporación de las delegaciones al proceso electoral a través de un fuerte trabajo proselitista de los partidos políticos, en especial del Partido Revolucionario Institucional. En el caso de Chimalpa la articulación con el partido se daba a través de la Confederación Nacional Obrero Popular (CNOP) y en concreto la Confederación de Pequeños Propietarios.

En 1970 el Distrito Federal sufrió otra transformación importante cuan­do se modificó la Ley Orgánica: su territorio se dividió en 16 delegaciones a las que se desconcentraron ciertas funciones y atribuciones. Dichas atribu­ciones serían ejercidas por un delegado y un subdelegado general quienes a su vez descansaban en cuatro grandes subdelegaciones: la de Obras y Servi­cios, Administrativa, de Desarrollo y Bienestar Social, y la Jurídica y de Go­bierno. Sus principales funciones eran: atender y vigilar la debida prestación de los servicios públicos; expedir, otorgar y revalidar licencias,- prestar servi­cios de carácter asistencial; coadyuvar con la Dirección General de Policía y Tránsito y Bomberos; atender las demandas sociales de la población (espe­cialmente en torno a la regularización de la tenencia de la tierra), y promover y vigilar la formación de las Juntas de Vecinos.

En 1978 de nueva cuenta se modificó la Ley Orgánica introduciéndose una importante modalidad en la estructura de participación y gestión.56 A partir de esta nueva reglamentación y en un esfuerzo por incorporar a la po­blación en la resolución de los ingentes problemas de la ciudad, en enero de 1980 se promovieron e instituyeron los Órganos de Colaboración Vecinal y ciudadana. Una nueva fórmula de participación que combinó elementos de ejercicios anteriores, retomó la idea de Consejo Consultivo de la ciudad, pero ahora con una representación territorial más que sectorial. Se estableció así una estructura piramidal en cuyo vértice superior se ubicaba el Consejo

56En 1978 se modifica nuevamente la Ley Orgánica del Distrito Federal, y en la lógica de fomentar la participación de los vecinos en la toma de decisiones que estipula que el Consejo Colectivo y las Juntas de Vecinos podrán conocer oportunamente los planes y programas de obras y servicios para proponer y adicionar modificaciones. Con esta atribución se les faculta para defender a nombre de los capitalinos los intereses vecinales. En aquel entonces esto permi­tió que las asociaciones de residentes y juntas de vecinos discutieran los Programas de Barrio y los Planes Parciales de sus respectivas delegaciones.

Page 135: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 119

Consultivo de la ciudad, integrado por los presidentes de las 16 Juntas de Vecinos; éstas a su vez se encontraban integradas por los presidentes de las Asociaciones de Residentes, de tantas colonias, fraccionamientos, unidades habitacionales, barrios y pueblos como hubiera en la delegación, que se inte­graban por los jefes de manzana, quienes eran electos por los vecinos de cada una de las manzanas de su localidad (Sánchez Mejorada, 1997).

En el caso de Cuajimalpa desaparecieron las subdelegaciones y en los pueblos también se formaron las Asociaciones de Residentes57 como la de San Pablo Chimalpa que vino a sustituir a la Junta de Mejoras Materiales pero también al subdelegado.

El presidente de la Asociación de Residentes seguía haciendo las veces de subdelegado, solamente que ahora sin paga, y se auxiliaba para la gestión de un secretario, tres vocales y los jefes de manzana. Todos ellos electos en la asamblea que se convocaba (el mismo día en todo el Distrito Federal) para ese efecto.

La conformación de esta estructura de gestión significó, además del con­trol, formalizar la injerencia de los vecinos en el gobierno y/o la gestión de-legacional reconociéndolos, básicamente, como sujetos de consulta o bien como responsables directos de la prestación de bienes y servicios públicos. Las diferentes Asociaciones de Residentes que representaron a Chimalpa entre 1980 y 1998 se abocaron a la gestión de los servicios, dado que el pue­blo crecía y las necesidades cada vez eran mayores.

El pueblo de San Pablo Chimalpa destacó por el nivel de trabajo y cola­boración entre los vecinos del pueblo, especialmente los originarios. Resulta interesante que en dos ocasiones ganaron premios: en 1962 se ganaron un premio de limpieza con el que se construyó parte del kinder. Asimismo, en el marco del programa de solidaridad se premió al pueblo por haber realizado el mejor trabajo comunitario con 10 millones de pesos (de aquella época) con los que se construyó el Centro de Salud:

Después de ese trabajo, también el pueblo que sacara mejor calificación en su trabajo por lo grande que fuera, obtenía un premio de 10 millones de pesos, cuando todavía no le quitaban los ceros al dinero. Esos 10 millones que se gana­ron se compro parte [...] porque se lo gano Chimalpa, del Centro de Salud, por­que el dueño de esa propiedad es originario de aquí, compro esa propiedad y donó una parte para el servicio del Centro de Salud [...] pero como no era total-

57En otras delegaciones se mantuvo esa estructura a la que también se le denominó Enlaces Territoriales pero seguían teniendo las mismas funciones.

Page 136: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

120 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

mente amplio (sic) para instalar todo eso que era necesario se tuvo que: comprar y esos 10 millones se le tuvieron que dar a ese señor más otra parte que se reunió por cooperación que se hizo y se le compró más terreno y se hizo esa construc­ción que hasta ahorita está funcionando.58

Como veremos más adelante esta capacidad organizativa y de acopla­miento a los procesos de transformación de la ciudad, se relaciona con la estructura tradicional del sistema de cargos y las fortalecidas redes de parentes­co. Aunque debe decirse que estos procesos de gestión, en donde la mayoría de la población participaba, no estaban exentos de conflictos al interior del pueblo por diversos intereses y concepciones sobre los problemas y las for­mas de atenderlos.

Un caso paradigmático y muy doloroso para los pobladores fue el del entubamiento del agua potable a principios de los ochenta. Un grupo cerca­no al Partido Mexicano de los Trabajadores identificó que la introducción y entubamiento del agua potable proveniente de sus manantiales respondía más que a la necesidad de agua de la población a las necesidades de las na­cientes y crecientes zonas residenciales del poniente de la ciudad y por lo mismo se opusieron rotundamente y con mucha beligerancia a la introduc­ción de la misma. Así lo relata una de las principales activistas:

Entonces tuvimos que hacer a un lado la autoridad del señor de la Asociación de Residentes y formamos una comisión que se llamo la Comisión del Agua, enton­ces esta comisión se dio a la tarea de investigar, ir a la delegación, de decir que esto que estaban haciendo, que dónde iban los tubos para qué, y todo eso porque nosotros tenemos un depósito de agua allá arriba que es el que surtía de agua, entonces los tubos que metieron los metieron hasta el depósito porque era obvio que por ahí se iba a sacar el agua de los manantiales. Se hizo un gran movimiento, mucha gente participó, gente que nunca había participado, esto fue, más o menos por los setenta, en el sexenio de López Portillo. Fue en ese tiempo que se hizo, y entonces bueno, se hacían las comisiones, nunca había habido un movimiento así tan grande, fue enorme toda la gente participa, les llega hasta el alma lo del agua, y nosotros formamos parte de la comisión. Por si fuera poco, uno de los terrenos más afectados era de mi papá en ese tiempo y mi papá, como ya estaba grande como que no decía nada, pero la gente nos apoyó a mí y a mi hermano para decir­les que bueno, nosotros no íbamos a dejar que ahí hiciera nada porque ahí se hizo con cárcamo y un edificio para captar agua y se la querían llevar, entonces decía-

58Entrevista realizada al señor Irineo Galicia, 2009.

Page 137: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 121

mos "cómo se la van a llevar" en el pueblo había llaves en la calle para traerla con cubetas, ¿con qué nos íbamos a abastecer?, no teníamos agua adentro. Hicimos una encuesta y apenas el 30 por ciento de la población tenía agua adentro el resto no tenía, todos íbamos a las llaves de la calle. Entonces logramos que introdujera el agua potable a las casas, se le dio al 10 por ciento. Fue un logro pero nos costó mucho, muchísimo, bueno nada más aquí enfrente donde esta ahorita la tortille-ría ahí todavía terreno vacio, muy grande lleno de maíz bueno todo eso estaba lleno de granaderos cuando nosotros tuvimos el movimiento, así entre al maíz se metieron, trajeron tanquetas, fue terrible, lo hicieron porque nosotros vivíamos aquí, y bueno pues nosotros éramos la parte más dura y que no dejaba que se lle­varan el agua y que no subieran y todo eso, finalmente cedimos para que se hicie­ra el cárcamo y que se trajera el agua pero en algún momento logramos que se cerraran incluso los tubos que ya se habían metido. No se llevaron el agua.. ,59

Los primeros jóvenes de aquí que llegaron a la UNAM, empiezan a traer ideas del marxismo, del comunismo, toda esa cuestión en un pueblo rico en tradiciones, muy solidario, entonces se empiezan a marcar las primeras diferencias, empie­zan a haber grupos. Se empezó a conformar un grupo que creía en las tradicio­nes y que pagaban en las fiestas (para su realización) y el otro, aquellos que no[...] este grupo se desliga a partir de 1980, para ser exacto se desliga a partir de 1978, ese año es cuando se da la ruptura donde se hacen dos grupos total­mente marcados, que hasta la fecha persisten.60

LAS TRANSFORMACIONES DEL PUEBLO:

URBANIZACIÓN Y NUEVAS FORMAS DE VIDA EN EL CHIMALPA DE HOY

El crecimiento demográfico y físico de Chimalpa se da directamente relacio­nado con la introducción de los servicios y el equipamiento básico. Es decir, en el momento en que se inicia la urbanización.

Es aquí cuando podemos plantear una transformación sistemática y con­solidada del espacio social y de la forma de apropiación y uso del territorio.

Después de que se introduce la luz, se entuba el agua y se construye la carretera que los comunica a Cuajimalpa, la vida cotidiana en San Pablo Chimalpa empieza a cambiar notablemente y su población aumenta de ma­nera considerable. Tan sólo entre 1970 y 1990 la población se duplica y a

'Entrevista realizada a la señora Ofelia Martínez originaria de Chimalpa, junio de 2009. 'Entrevista realizada al señor Raúl López originario de Chimalpa, 12 de diciembre de 2009.

Page 138: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

122 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

partir de entonces cada 10 años la tasa de crecimiento es superior al prome­dio del resto de la ciudad.

... para finales de los setenta y toda la década de los ochenta, cuando se empezó a vender de manera más libre (antes no era muy común que la gente quisiera com­prar o vender en Chimalpa, todavía había eso de conservar los terrenos familiares y se trata de conservarlos o hacer la compra venta- entre la misma población ori­ginaria), se comienza a fraccionar y vender a quien los quisiera comprar, así co­mienza la migración, sobre todo de comunidades del Estado de México, de Mi-choacán incluso, que tenían que venir a trabajar a la ciudad de México y esta ruta les permitía acceder a un punto donde podían establecerse y quedar a la mitad de sus lugares de trabajo y su origen, buscan este tipo de espacio.. .61

El crecimiento natural de la población ha llevado a la necesidad de dividir y cederles a los hijos y a los nietos un pedazo de tierra donde vivir. Las fami­lias se han multiplicado y con ellas la necesidad de viviendas. Tan sólo en el año 2000 se contabilizaron 1,596 viviendas y para 2005, 1,889, es decir, en cinco años hay 293 viviendas más. Es común ver en un lote varias casas -por lo general autoconstruidas por sus habitantes- y en éstas varias familias.

Después de subdividir y heredar a nuevas generaciones comenzaron a vender sus tierras de cultivo -de acuerdo a las necesidades económicas de sus dueños- con lo que aparecen nuevas colonias y asentamientos, como los que se encuentran en Zentlapatl, el Carmen, La Papa, y Loma del Padre.

... ¿qué pasa? Pues los hijos empiezan a crecer, se casan, tienen necesidad de otras casas, y fueron tirando los árboles, -porque aquí cada uno tenía su casita y en cada casita sus árboles, inclusive algunos tenían su milpa en la casa y cultivaban su maíz, su frijol, su calabaza [...], pero era un pueblo donde todo el mundo tenía árboles- esto realmente se deforma a partir del 85 -del terremoto- porque mucha gente se viene a vivir aquí y mucha gente vende sus terrenitos: que dame quinien­tos pesos por este tanto, o dame mil pesos por este otro. Se empezó a construir y le dieron al traste a todo esto. [...] La gente por la situación económica dice bueno: yo necesito dinero y no tenemos, o mi hijo necesita una carrerita, o necesito un coche, y hay gente que cambia su terreno por un coche [.. .].62

"Entrevista realizada a Ernesto García Romero, joven originario del pueblo que también está reconstuyendo la historia de su pueblo, mayo de 2009.

"Entrevista realizada a la señora Ofelia Martínez, habitante originaria del pueblo, abril de 2008.

Page 139: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 123

Esto trajo consigo un cambio radical en el perfil ocupacional del pueblo pues muchos abandonaron sus tierras de labor, y se ocupan de empleados, choferes, maestros, albañiles, comerciantes, etcétera, tanto en Cuajimalpa como en otras delegaciones de la ciudad.

Mapa 3. Zonificación de San Pablo Chimalpa63

63Elaborado por Monserrat Espín, tomando como base recorridos sobre el territorio y el Plan de Desarrollo Urbano de Cuajimalpa 1997. Cartografía OCIM. Imagen Google Earth, 2010.

Page 140: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

124 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Actualmente el territorio de Chimalpa está organizado a partir de cuatro espacios claramente definidos:

a) El casco: que es la parte central del pueblo y según el Plan Parcial de Desarrollo Urbano de 1997 contiene la zona patrimonial. El casco es un polígono que está delimitado al norte por la calle Encinal, al orien­te por la calle Atitla, al sur por la calle y cerrada de la Concordia y al poniente por la calle Fraternidad y Andador hasta su entronque con Prolongación Constitución. Se caracteriza por sus pendientes y el sue­lo accidentado. En esta parte del pueblo se localiza la iglesia, el pan­teón, la escuela primaria "Valerio Trujano", el Centro de Salud, el jar­dín de niños "Gabino Palma" y el centro comunitario. Es en esta zona donde se ubica la mayor parte del comercio. Es una planicie donde se encuentra el equipamiento más reciente. Sobre la calzada que va al Tecnológico se encuentran ubicados el gimnasio Chimalpa, el cual cuenta con dos canchas de basquetbol que en su momento son acon­dicionadas como canchas de voleibol y fútbol de salón, también cuen­ta con un ring de box y lucha e instructores de atletismo. También podemos encontrar el Centro de Estudios Técnicos y de Servicios Núm. 29 (cETys 29) y la Secundaria Diurna 289 (ambos construidos en 1982).

b) El Carmen, ubicada en la parte baja del pueblo está limitada, al sur por la calle Encinal y su intersección con Prolongación Juárez, al oriente por calle Atitla; al norte y al poniente está delimitado por el área de preservación ecológica de Cuajimalpa. Esta porción de territorio se caracteriza por estar rodeada de recursos forestales por encontrarse en la zona de las barrancas. Se trata de un asentamiento irregular en don­de familias que vienen de otros lugares de la ciudad o del país han comprado y autoconstruido sus viviendas. La zona no cuenta con to­dos los servicios. El nombre se le atribuye a que una persona del pue­blo puso ahí un nicho con la imagen de la virgen del Carmen como una forma de protección para evitar la tala y desmonte que se venía dando en la zona. No obstante a finales de los años setenta se empezó a fraccionar.

c) El Teopazulco, es la zona del pueblo enclavada en las partes altas y montañosas, cuyos límites son, al oriente avenida. Constitución, al sur las tierras comunales de San Lorenzo Acopilco, al poniente con el río Borracho -que también delimita a la delegación Cuajimalpa y el municipio de Huixquilucan- y al norte por la calle y cerrada de la

Page 141: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 125

Concordia. Este lugar se caracteriza por contar con algunas ranche­rías donde sus pobladores se dedican a la agricultura de autoconsu-mo y a la cría de animales. Cabe señalar que en la parte baja de esta zona se presenta un poblamiento de nivel económico medio alto que se caracteriza por residencias de descanso. Muchos de los terrenos de esta zona son propiedad de los originarios que viven en el casco del pueblo, los cuales están destinados a la siembra o la cría de anima­les. A esta zona del pueblo los servicios básicos no han llegado en su totalidad, aunque si se cuenta con energía eléctrica y teléfono en al­gunos casos.

d) También, en la zona baja del pueblo, se encuentra ubicado el fraccio­namiento Rancho Santa Laura y Xalitemi, en donde la mayoría de los habitantes son personas de fuera que compraron terreno a los origina­rios de este lugar.

A pesar de la creciente urbanización y poblamiento, como se puede apre­ciar en la foto aérea todavía hay una buena cantidad de bosque: 42 por cien­to y de superficie no urbanizada: 33 por ciento. Por otro lado, si bien se conserva el patrón de asentamiento original nucleado por la iglesia, encon­tramos una diversidad de construcciones que poco a poco han ido desplazan­do las tradicionales viviendas de adobe y madera (foto 2).

Page 142: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

126 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Por encontrarse en la periferia del Distrito Federal y por la manera cómo se pobló, San Pablo Chimalpa manifiesta una gran heterogeneidad en el ni­vel económico de sus habitantes. Este pueblo -con un pasado ligado a la producción de carbón y leña y agricultura de autoconsumo- hoy en día pre­senta una composición socioeconómica diversa en donde la mayor parte de la población se dedica al comercio (68 por ciento).

Otro aspecto importante que ha impactado la forma de vida es el nivel de escolaridad que se ha incrementado considerablemente en las últimas déca­das ante la presencia de una mayor oferta en la zona, aunque todavía la mayoría de la población sólo concluye la educación básica (primaria y secun­daria)64 y un porcentaje pequeño tiene acceso a la educación superior. Sin embargo, se reconoce en el proceso educativo una poderosa vía para el mejo­ramiento de las condiciones de vida por lo que se observa un esfuerzo por parte de los padres para que sus hijos tengan acceso a mayores niveles de estudio.

TRANSFORMACIONES POLÍTICAS Y DE REPRESENTACIÓN

Una de las transformaciones más importantes que se pueden observar en el pueblo se dio en la dimensión política se relaciona con los procesos de "de­mocratización" que se han desarrollado en las últimas décadas tanto en la ciudad como en el país. La llegada de diversos partidos y las modificaciones en la estructura política de la propia ciudad, han transformado de manera profunda las formas de representación del pueblo, sus estrategias de gestión y la articulación con las instituciones del gobierno central.

En 1994 la Cámara de Diputados aprobó el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal. Dicho estatuto aunque no tiene las facultades de una Constitución local, sí es un instrumento jurídico que se encuentra por encima de la Ley Orgánica que durante 65 años rigió al gobierno y la estructura administrativa del Departamento del Distrito Federal. Regula aspectos de estricto derecho político como la distribu­ción de atribuciones entre los poderes de la Unión y los órganos locales de gobier­no de la administración pública del Distrito Federal, incluyendo la participación ciudadana. En este estatuto se reconocían como figuras de participación los Con­sejos ciudadanos y se mantienen las figuras de Asociaciones de Residentes y Jefa­turas de Manzana. En 1997 por primera vez hay elecciones para elegir al Jefe de

"Anteriormente la mayoría de la población cursaba sólo la primaria y en muchas ocasio­nes no la concluían. Esto es notable entre pobladores de 50 años o más.

Page 143: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 127

Gobierno del Distrito Federal, y a partir del 2000 a los delegados. Por ello, la com­petencia política entre partidos se incrementa de manera notable a nivel territo­rial. Para el caso de Chimalpa, esto va a incidir y a fragmentar a los vecinos ya que en una población pequeña el impacto del multipartidismo es mucho mayor, aun­que en realidad solamente se identifican dos grupos claramente confrontados fundamentalmente por cuestiones ideológicas. Aún así, en las elecciones para elegir a los Consejeros ciudadanos en Cuajimalpa65 la población participó de ma­nera activa:

En San Pablo Chimalpa, Delegación Cuajimalpa, el elevado nivel de participa­ción en las elecciones de consejeros ciudadanos (55.7 por ciento) es atribuido a la fuerte cohesión que la estructura del sistema de cargos da a la comunidad al permitir la comunicación entre los grupos domésticos, sean nativos o avecinda­dos (Gómez, 1998: 78).

En 1998 se aprueba la Ley de Participación ciudadana a partir de la cual desaparecen los Consejos Delegacionales y las asociaciones de residentes y aparecen los Comités Vecinales. A cada Comité Vecinal le corresponde un número de integrantes que oscilará entre siete como mínimo y 15 como máximo. La elección de los Comités Vecinales se llevó a cabo el domingo 4 de julio de 2000, por medio del voto universal, libre, secreto y directo de los ciudadanos inscritos en el padrón. De acuerdo con la Ley, la integración de los Comités Vecinales se realizó de manera proporcional bajo el principio de cociente natural resto mayor. Es decir, a la planilla que tuviese más votos se le otorgaría un número determinado de lugares, la que le sigue ocupa otros y la que le sigue otros, de manera proporcional de acuerdo al número de votos obtenidos. Si al realizar la operación resta una cantidad menor a uno, el lugar se le otorga a la que tuvo mayor votación (Sánchez-Mejorada, 2009).

Por tanto los Comités Vecinales se integraron no sólo con los miembros de una planilla, sino de todas las que contendieron. En el caso de San Pablo Chi­malpa se registraron tres planillas, la primera integrada por militantes o ex mi­litantes del PRI encabezada por Enrique Romero, la segunda por simpatizantes del PAN encabezada por el ingeniero Jaime Pérez con 15 personas y la tercera por los que tradicionalmente han sido reconocidos como la oposición y más radica-

65Las elecciones para constituir a estos Consejos (representantes de 365 áreas vecinales) se realizaron en junio de 1995. Los Consejos Delegacionales estuvieron en funciones hasta 1997, ya que por acuerdo del 13 de noviembre de 1996, en el contexto de la negociación de la reforma política a nivel federal, el Congreso de la Unión determinó que éstos desaparecerían ese año.

Page 144: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

128 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

les dentro del pueblo, encabezada por la señora Ofelia Martínez integrada por 12 personas. El día de la elección emitieron su voto 1,840 personas, casi 1,000 votos fueron para la primera, poco más de 500 para la segunda y cerca de 300 para la tercera. Por ello la planilla se conformó por seis personas de la primera, cuatro de la segunda y dos de la tercera. Una conformación de este tipo implica que los miembros de los Comités Vecinales difícilmente podrían trabajar juntos y llegar a acuerdos dado que eran contrincantes en la contienda política, con proyectos y propuestas diferentes. Si a esto le agregamos que durante 10 años no ha habido nuevas elecciones, no es de sorprendernos que los Comités no pudie­ran cumplir con los objetivos para los que fueron creados.

En el caso de Chimalpa, desde el primer año trabajaron pocos, no obstante realizaron diversas actividades. Al año, los que se mantenían activos, presenta­ron su informe de trabajo. A este informe acudió y dio respuesta el delegado de Cuajimalpa, Francisco de Souza (residente del Contadero que contendió y ganó por el PAN, y ahora trabaja en el gobierno de Marcelo Ebrard). Continuaron tra­bajando durante cuatro años, pero al no haber elecciones empezaron a desaten­der el asunto, incluso el que lo encabezaba se incorporó a trabajar en 1a delega­ción. Ante esto, y argumentando que era necesario que se reciclara el comité, los miembros del éste que provenían de la planilla tres convocaron a una asamblea y empezaron a realizar diversas actividades y gestiones. No obstante, no conta­ban con la suficiente legitimidad y al no volver a haber elecciones, poco a poco se fueron desafanando de la gestión en general, aunque mantuvieron un trabajo importante en torno al rescate y actividades ecológicas. Ahora son los que enca­bezan la discusión del Programa de Desarrollo Urbano de la Delegación de Cuajimalpa. El que se quedó a cargo de las diversas gestiones y a atender los problemas del pueblo es el señor Enrique Martínez, de edad avanzada, quien atiende fundamentalmente los problemas y controversias entre los vecinos. Recientemente se reincorporó el anterior presidente del comité, pues legítima­mente, al no haber habido elecciones, le corresponde el nombramiento.

Digamos que durante al menos cinco años se dio un impasse en la gestión debido a varios de los factores enunciados, generándose un vacío de poder y un problema de legitimidad del originalmente electo. Esto ha provocado que la comunidad no participe en cuestiones de gestión como lo hacía antes, quedan­do un tanto a la deriva y a las posibilidades individuales de intervención.

El Comité Vecinal reactivado (en buena medida porque se aproximan las elecciones) está gestionando de manera muy activa actividades culturales y muy especialmente la celebración del bicentenario y centenario de la Independencia y la Revolución con una gran fiesta en el pueblo. Forma parte y participa de un consejo asesor que integró el delegado con representantes de colonias residen-

Page 145: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 129

ciales, populares, fraccionamientos y pueblos de Cuajimalpa.66 No obstante, esto ha generado inconformidades y ha sido muy mal visto por los pobladores.

Desde nuestro punto de vista el proceso de transformación se dio de ma­nera notoria cuando se da el cambio en la estructura vecinal, es decir de Asocia­ciones de Residentes al de Comité Vecinal, fundamentalmente por la forma de elección y representación vecinal. Las Asociaciones de Residentes, como he­mos dicho, se integraban por los jefes de manzana -en Chimalpa las manza­nas están conformadas fundamentalmente por familiares o personas muy cercanas- quienes eran electos por sus vecinos de forma directa y en asamblea (como se elegía al subdelegado), en tanto la elección de los Comités Vecinales, integrados por planillas previamente registradas en el Instituto Electoral del Distrito Federal, se da en las urnas a través del voto libre y secreto, lo que corres­ponde más a la lógica de la política liberal. Aunque en el caso de Chimalpa -se­gún comentan los originarios- antes de las elecciones ellos acordaron quiénes integraría la planilla en una asamblea y estaban conformes con ella, el proble­ma fue que a los tres años no hubo elecciones (así lo determinaron las autori­dades de la ciudad) y no pudieron ser nombrados a los nuevos representantes y por lo mismo tampoco hubo una competencia sana.

La fuerza de la figura del subdelegado y después la de la mesa directiva de la Asociación de Residentes en San Pablo Chimalpa, se daba en la medida en que su prestigio y autoridad se apoyaba en los usos y costumbres del poblado y en el sistema de parentesco. Es decir, el sistema de cargos religiosos -consti­tuido por dos figuras: la de fiscales y la de las Compañías como veremos más adelante- eran los medios para llevar a cabo la gestión al hacerle llegar al delegado las principales demandas del pueblo. En algunas ocasiones las Compañías actuaban por iniciativa propia para mejorar las condiciones de la comunidad sin que se acudiera a la delegación para solicitar algún servicio, pero siempre a partir de acuerdos discutidos en asamblea y con el relativo consenso de la población, incluidos los representantes.

El debilitamiento de la figura del representante o líder del Comité Vecinal, ha traído como consecuencia, una suerte de inmovilización y de invisibilización del pueblo frente a las autoridades delegacionales en donde se desdibuja el carác­ter colectivo y prevalece el sentido individual en la gestión de servicios.

En este contexto, el sistema de cargos religiosos paradójicamente se for­talece al constituirse en la estructura organizativa más importante, que da sustento a la lógica y al sentido de reproducción del pueblo.

66Entrevista a los señores Enrique Romero, Enrique Martínez del Comité Vecinal de Chi­malpa. Julio 2010.

Page 146: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

130 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

TIEMPO Y ORGANIZACIÓN: RITMOS DE LA VIDA COTIDIANA

Partimos de la idea de que una de las formas en que se expresa el tiempo -pensado como ritmo y frecuencia de una comunidad- es en función de la organización social.

En el caso de Chimalpa este proceso resulta muy claro en la medida en que esta organización social tiene como eje central el ámbito religioso que se va a articular con los procesos cívicos, generando un complejo sistema festi­vo que marca los ciclos anuales de la comunidad y ritma su vida cotidiana. Este sistema, construido a partir de la red de parentesco, constituye un ele­mento fundamental para entender la dinámica del pueblo.

LAS FAMILIAS

Una diferencia central entre los pueblos y otros lugares de la ciudad donde los vínculos sociales se establecen a partir de relaciones laborales, políticas o civiles entre otras muchas, son los lazos de parentesco. Es decir, aunque hay diversos tipos de relaciones que también pueden ser laborales, políticas, por afinidad religiosa, etcétera, lo que aquí se privilegia es la relación entre fami­lias. Es a partir de estos lazos como se organizan los espacios y prácticas más importantes del pueblo.

En San Pablo Chimalpa las familias y las redes de parientes son particu­larmente importantes, pues es a través de ellos como se construye una parte fundamental de su identidad y de su pertenencia al pueblo. La propia histo­ria del lugar inicia siempre en relación a las familias.

... primero vinieron del pueblo de Tacuba, esa es una historia más larga, pero de ahí han venido las descendencias, porque los que ya estamos aquí: los Galicia, los Romero, los Pérez, los Hernández, los Martínez, los Arias esos ya somos totalmente originarios [...] Antes de la revolución de Carranza y Zapata ya exis­tían esas familias aquí.67

Pertenecer es apellidarse de una determinada manera. Es conocer de quién se es hijo, nieto, hermano, primo o tío. Esa es una de las formas en que se distinguen de los de afuera, de los avecindados o fuereños.

Entrevista realizada al señor Irineo Galicia, junio de 2009.

Page 147: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 131

La mayoría de aquí [del pueblo] se conoce por los apellidos. Mencionan apellidos que ya no son de aquí y nosotros que nos conocemos como Romero, Pérez, Her­nández, García, Martínez...68

Resulta interesante revisar los árboles genealógicos de las familias para darse cuenta de lo complejo de estas relaciones y las alianzas entre familias a partir de los matrimonios (se anexa el de la familia Romero).

Las relaciones de parentesco se expresan en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pero de manera muy clara por lo menos en dos ámbitos funda­mentales: a) en la historia del pueblo pensada desde su territorio, y b) en la organización social.

PARENTESCO, HISTORIA Y EL TERRITORIO

La refundación del pueblo después de la Revolución de 1910, como señalamos en la sección anterior, estuvo determinada por la forma en que se consolidó el territorio del poblado: a partir de la compra de los terrenos en los que hoy se asienta el pueblo. Este proceso se relaciona con la intervención de cuatro jefes de familia que, como señalamos anteriormente, compraron los lotes, los sub-dividieron y los vendieron posteriormente al resto de las familias:

Cuando se compraron los terrenos allá, que eran de la ex Hacienda de La Venta, se compró desde el límite con el bosque hasta la carretera que limita Zentlapatl, todo eso se compró y precisamente don Dimas Pérez fue uno de los que tenía propiedades ahí en Loma de la Papa, porque su papá que se llamó Máximo Pérez y otro señor Práxedis Martínez [...] y Desiderio Romero, Cirilo Granados y Cris­pin Romero, bueno ellos fueron los encargados de comprar toda la ex hacienda [...] y cuando ya acabaron de vender los lotes, tuvieron que quedarse con una parte de propiedad, por eso tienen allá [...] También don Natividad que fue hijo de Práxedis Martínez, como don Dimas que fue hijo de don Máximo que él tenía propiedades, porque fueron los principales de la compra [...] don Dimas fue hijo de don Máximo Pérez. Don Dimas fue de 1907, mi papá de 1905. El dueño de esta ex Hacienda de La Venta [...] creo que se apellido González, de Cuajimalpa [...] originarios de Cuajimalpa, ellos compraron más antes esas pro­piedades y luego el hijo de ese señor González, que vendió esta parte de la ex hacienda, que la compra Chimalpa, su hijo se queda como heredero y [...] posee

'Entrevista realizada a habitante originaria de 22 años, 2009.

Page 148: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

132 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

la hacienda de San José de los Cedros, desde Aurrera lindando por este lado [nororiente] con Jesús del Monte hacia abajo todo para allá hasta San Fernando, se quedó como heredero el hijo de ese señor González y como los señores de aquí cumplieron el compromiso de pagar lo de la ex hacienda, les ofrece nueva­mente a los mismos de aquí más de la ex hacienda, les ofrece esa parte de terre­no todo lo que es el territorio y de nuevo compran [...] entran de nuevo don Máximo, don Desiderio, don Cirilo Granados [...] y no recuerdo quién más, pero son los señores que vuelven a comprar y después de comprado lo vuelven a vender con los mismos vecinos de aquí por lotes, por partes chicas lo venden.69

El territorio está marcado desde su origen por estos lazos familiares. La fundación moderna del poblado se sustenta en nombres y apellidos y de allí se desprende toda la lógica de cómo está organizado. En el censo de 1936 los apellidos que destacan son: Romero, Alba, Segura, Pérez, Alva, Galicia, Arias, Muciño, Rosales, López, Hernández, De la Rosa, Granados, Nava, Olivo, Villaluz y Carrillo.

Esta forma de organización marca una lógica que no se encuentra fre­cuentemente en las ciudades: el territorio está dividido por grupos familia­res, no sólo por la herencia o compra de los terrenos y su eventual fragmen­tación con el fin de repartirlos entre todos los hijos, sino también porque el pueblo -como vimos antes- está dividido en parajes y en estos parajes gene­ralmente viven núcleos familiares. Esto hace que haya una distribución particular de las familias en el territorio.

Así, por ejemplo, se reconoce que muchos de los miembros de la familia Pérez viven en uno o dos parajes específicos:

La mamá de mi papá -esposa de Teófilo- era Mónica Pérez Martínez, porque de ahí empiezan todos los Pérez [...] aquí era una veredita nada más. Aquí se llama Topozanco (calle de Fraternidad); de aquí para allá (teniendo como referente la Privada de Fraternidad y al poniente de donde nos encontramos) es Corrazulco. Topozanco era por parte de mi abuelita, de los Pérez. Corrazulco era de los Pé­rez, todo por acá era de los Pérez y también Romero en Tlayeca. Ahí vivía el abuelito del señor Margarito. Enfrente estaba Miltonco, por donde vivía don Hilarión y el finado Landino, que fue el mayor de ellos.. 7°

69Entrevista realizada la señora Felicitas Pérez originaria de Chimalpa, de 83 años, 2009. '"Entrevista realizada a la señora Felicitas Pérez Reyes originaria de 83 años, 5 de

octubre de 2009.

Page 149: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 133

Mapa 4. Parajes con sus nombres en náhuatl71 El territorio adquiere entonces un sentido parti­cular a partir de la presen­cia de familias y hay una suerte de territorialización del parentesco, de ahí que como hemos descrito la or­ganización comunitaria por manzanas también fun­cionó bien.

Lo anterior no quiere decir que las familias per­manecen siempre en un sólo lugar o que no haya movilidad dentro del terri­torio, por el contrario, el crecimiento natural de ellas ha hecho que se habi­te más allá de los parajes familiares a través de la compra y venta de terre­nos, inclusive habitando lugares más distantes que anteriormente pertenecían

al pueblo y que con el tiempo se convirtieron en colonias -como Zentlápatl, la Papa, o San Fernando- en donde también se tienen terrenos en propiedad y se heredan a las nuevas generaciones.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL

La organización del pueblo tiene como eje central dos estructuras articuladas entre sí, pero que implican ámbitos organizativos de diverso orden: las Com­pañías y las fiscalías. La primera se relaciona con la estructura de parentesco y la segunda con el ámbito de lo religioso. Es a través de ellas donde se gene­ran los referentes de identidad más importantes, gestándose plenamente la

71Este mapa fue laborado por Hugo Núñez con base en el mapa que se encuentra en k Gale­ría del pueblo elaborado por el señor Roberto Arias y la información del señor Leopoldo Galicia.

Page 150: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

134 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

pertenencia o no de sus habitantes. Lo que nos interesa mostrar aquí es pre­cisamente la compleja articulación entre ambas y la estructura social que les da sustento.

LAS COMPAÑÍAS

Las Compañías son grupos de parientes representados por dos cargos: el de sargento y el de cabo. Estos cargos se rotan anualmente entre los miembros activos de las mismas e implican un compromiso muy importante frente a la comunidad.

Son ocho compañías que están formadas por un número variable de pa­dres de familia -entre 150 y 400 personas por compañía-. Cabe señalar que existió una novena compañía compuesta por mujeres, pero sobre ello abun­daremos más adelante.

Aunque no se sabe a ciencia cierta el origen de éstas, al parecer surgen vinculadas a los rondines que antiguamente se hacían para la protección del pueblo. Algunas personas consideran que ya existían desde el siglo XIX.

[...] ya desde entonces, mi abuelo formó parte de una Compañía, nosotros so­mos de la quinta [...] Se formó, la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta, la sexta, la séptima y la octava [...] La idea de hacer compañías y los sargentos es para que junto con los fiscales las festividades salieran mejor, pero estos sargentos se encargan de pedirle a los habitantes una cooperación para poder quemar cohetes [...], ahora se acostumbran castillos, antes también pero era mínima la cosa. La mitad, cuatro compañías se encargan de quemar juegos pirotécnicos, y cuatro compañías se encargan de pagarle a la bandas de música, que se necesitan siempre en la festividad [...] esa es la función de estas personas para hacer más amplia la fiesta [sic], que salga más lujosa. Porque los fiscales lo único de lo que se encargan es de adornar la iglesia y también con los mismos sargentos ponerse de acuerdo y hacer que las festividades que se hacen en todo el año, según sus fechas, salgan mucho mejor.72

Fue en 1928 cuando las Compañías se organizaron y se dividieron las labores que les corresponde realizar, de tal suerte que a la tercera, cuarta, quinta y sexta, se les asignó la compra de cohetes para alegrar la fiesta y a los de la primera, segunda, séptima y octava atender la promesa de comprar un

"Entrevista realizada a la señora Felicitas Pérez Reyes, originaria de 83 años, 2009.

Page 151: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 135

castillo. Después se comenzaron a designar a las Compañías para atender a los visitantes de otros pueblos que llegaban durante la fiesta patronal a dejar la promesa.73 Todo ello en estrecha relación con los fiscales y con el fin de engrandecer la fiesta patronal.

Ahora bien, aunque hay una historia general de cómo las compañías asumieron los compromisos que ahora tienen, cada compañía tiene su pro­pio origen y su historia particular. Por ejemplo, de la séptima compañía hay documentos que muestran que existe desde 1916 y estaba compuesta por unas 20 familias.

La pertenencia a ellas se establece cuando los hijos de cada padre de fa­milia -miembro de una compañía- contraen matrimonio. En ese momento pasan a formar parte de la compañía de su padre, lo que implica que deberán pagar las cuotas anuales y participar en las actividades del grupo. En algunas ocasiones los yernos se integran en la compañía de su suegro cuando éste no tiene hijos. Las mujeres forman parte de la compañía de sus padres y cuando se casan pasan a la del marido. Cuando una mujer se casa con alguien de fuera, éste puede integrarse a la compañía de su suegro si así lo desea.

Cada Compañía tiene un apellido predominante, aunque claro está que se amplían a través de los matrimonios. Por ejemplo:

... si hablamos de la Ia hay puros Romeros o gran parte,- si hablamos de la 8a hay gran parte de Hernández; en la 7a Hernández, pero son de otros Hernández di­ferentes, y así son prácticamente familia con pura familia. [...] Ahora la 2a son Pérez, Villaluz, Pantaleones, y Albas. En la 3a hay Albas pero son otro tipo de Albas diferentes. Por decir: "Yo soy Alba pero con b grande, yo soy Alva pero con v chica". Hay Musiños, a los que les decimos los conejos porque son un mundo, [... ] En la 4a hay Albas, Galicias y otros tipos de familia también, los Nava.74

La elección de sargentos y cabos se realiza un domingo antes del día de muertos, y para que las Compañías estén coordinadas entre sí se nombra anualmente un presidente de todas las compañías.

73Las promesas o correspondencias son un sistema de intercambio recíproco entre comu­nidades, en donde el santo festejado recibe regalos de los pueblos con los que tienen estable­cidos estos compromisos. Con ello queda obligado a llevar un regalo de igual valor o más al santo que le llevó dicho regalo, el día de la fiesta correspondiente. La Compañía recibe a las siete promesas o correspondencias que llegan al pueblo el día de la fiesta a la virgen de Dolo­res, que es la fiesta principal.

74Entrevista colectiva realizada a los tres fiscales que desempeñaron el cargo durante 2009, abril de 2010.

Page 152: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

136 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Cada padre de familia aporta una cuota anual para los gastos de la igle­sia, cantidad que será entregada a los fiscales. En 2010 había registrados 1,800 personas que aportaban cuotas a los fiscales.

La relación entre fiscales y sargentos es muy estrecha pues juntos orga­nizan las festividades del pueblo y acuerdan la forma en que se invierte el dinero sobrante de las cuotas que reciben para hacer mejoras al pueblo.

Primero nacen los fiscales, encargados de la iglesia, después nacen los sargentos que se encargan de las festividades y van juntos porque son de la misma religión.75

El pago de las cuotas es sumamente importante y se lleva un registro minucioso de las mismas ya que de ello depende si una persona puede ser enterrada en el panteón del pueblo y si se repican las campanas cuando mue­re. De hecho el panteón está dividido en ocho secciones. Cada una corres­ponde a una Compañía. Los hombres de las Compañías tendrán que mante­ner limpia y arreglada su sección, lo cual se hará colectivamente dos veces al año: el 3 de mayo y dos días antes del día de muertos. Esta es una de las funciones centrales de las compañías, pues a través de ella se determina quiénes tienen derechos -y desde luego deberes- como miembros del pueblo y quiénes no los tienen.

Las personas que no cooperan pagando las cuotas correspondientes no son enterradas en el panteón del pueblo,- son enterradas fuera, generalmente en el panteón de Cuajimalpa.

Además de las funciones antes señaladas -el aportar una cuota para los cas­tillos y los cuetes que se queman en las fiestas, recibir las promesas o correspon­dencias que vienen de los pueblos vecinos, y cuidar el panteón- las Compañías tienen otras actividades sustantivas: se encargan de la promesa de la caña en la fiesta grande y anteriormente eran los encargados de distribuir las faenas para las obras de mejora del pueblo, en donde los habitantes del pueblo trabajaban voluntariamente como señalamos anteriormente. Asimismo, se encargan de hacer las festividades -junto con los fiscales- dentro de la población.

Cada Compañía tiene -como señalamos antes- históricamente asignada una correspondencia: a la primera le toca Santiaguito, a la segunda, quinta, sexta San Bartolo, a la cuarta Cuajimalpa, a la tercera Copilco, a la séptima Santa Rosa y a la octava Tecamachalco. Ellos se encargan de darles de comer y de atender a todos los que llegan a visitar a la virgen.

75Idem.

Page 153: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 137

Cuando Chimalpa va a cumplir sus compromisos con los pueblos que les visitaron en su fiesta, todas las compañías se unen para cobrar una coopera­ción con el fin de llevar las correspondencias a cada pueblo en el momento de su festividad: un castillo, una banda, cuetes. Allí ya no van como compañías sino como pueblo. Es decir, se presentan frente a los otros pueblos como San Pablo Chimalpa. Hay un orden en esta tarea que tiene que ver con las fechas en que se celebra a los otros santos: primero a San Bartolo Ameyalco, le sigue Cuajimalpa, luego Santiago Yancuitlapan, San Lorenzo Acopilco, Santa Rosa Xochiac y terminan el ciclo anual con San Miguel Tecamachalco.

La quema de castillos es una cuestión muy importante para los habitan­tes del pueblo ya que tienen fama de que son los castillos de Chimalpa los mejores de la región. Esto conlleva varias actividades: contratar a los maes­tros en pirotecnia, brindarles un lugar de trabajo en el pueblo para que ar­men el castillo, darles hospedaje y alimentación, etcétera.

El trabajo para llevar una correspondencia a otro pueblo es intenso pues los sargentos van casa por casa invitando a los habitantes del pueblo a que los acompañen a visitar a uno u otro santo dependiendo de la fiesta que sea. La cantidad de gente que asiste a una correspondencia depende de muchos fac­tores, pero algunos de ellos son presencia, prestigio y capacidad de convocatoria que tengan los sargentos dentro de su comunidad:76

Es importante la amistad que tengan los sargentos en su momento porque invi­tan y lo acompañan más gente. A veces los jóvenes son -sino secos- más apar­tados y aunque la labor de ellos es invitar a uno por uno: "señores aquí está mi cooperación y no se les olvide que tal día salimos para Tecamachalco..." Hay veces que los jóvenes no hacen esa labor -insignificante pero es importante-porqué cuando lo hace así la gente dice: "me invitó mi sargento, ah que bueno, no voy pero estoy enterado", saben de lo que se trata.77

En ese sentido, los sargentos cumplen también una función informativa de tal suerte que ayudan a la comunicación al interior de pueblo para que la gente sepa lo que acontece en él.

También cumplen un papel primordial en la organización para las mejo­ras del pueblo y para la gestión e introducción de servicios. Son ellos los que

76Que a una promesa asita un número grande de personas es importante porque el pueblo en su conjunto queda bien, adquiere visibilidad y prestigio frente a los demás pueblos de la zona, al mismo tiempo que refuerza su presencia como colectividad.

"Entrevista colectiva realizada a los tres fiscales que desempeñaron el cargo durante 2009, abril de 2010.

Page 154: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

138 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

convocan a la comunidad, por ejemplo, para pintar la barda que delimita el panteón, para quitar el pasto y la basura que se haya dentro y fuera de este espacio, para abrir caminos, para arreglar las calles, etcétera.

De hecho parte de la fortaleza de las Compañías y de su crecimiento tienen que ver con esta capacidad de gestión y solución de las necesidades colectivas. Por ejemplo:

... vamos a trabajar la parte lateral de la iglesia. Necesitamos cantera. Hacia allá hay unos bancos de cantera: le toca a Juanito Hernández -por decir- que es de la prime­ra compañía que es el primer grupo. Así va naciendo. Y él invita a sus hermanos, a sus tíos y así sucesivamente. [...] Es como un árbol que va creciendo.78

No todas las Compañías son iguales en cuanto a número de miembros, o a capacidad económica. Hay Compañías que tienen más recursos que otras porque sus miembros son más ricos o porque hay un número mayor de per­sonas. Eso les permite tener un mayor control sobre las actividades que se realizan y sobre su presencia en las fiestas y en el pueblo en general.

Hay compañías que son poderosas porque sus padres siempre tuvieron más re­cursos y más tierras. Otras compañías no tienen ese respaldo.79

Cabe señalar que en 1974, por iniciativa de la señora Claudia Romero, se fundó la novena compañía. El objetivo era apoyar las fiestas con los gastos de los castillos con la idea de que no se perdiera una costumbre importante para el pueblo.

En realidad aquí se gasta mucho dinero en todas las fiestas que hay aquí. Enton­ces yo formé un grupo, cuando empezamos éramos como 40 personas y cuando terminamos fuimos como 60 mujeres, se le puso [el nombre] de Novena Com­pañía, éramos las Damas Voluntarias [...] así se le puso. Nosotras lo iniciamos porque en ese tiempo estaban unas personas como encargadas del pueblo que decían que ya se habían perdido las costumbres, se perdieron porque era mucho el dinero que se gastaba, sobre todo en fuegos pirotécnicos se quema mucho dinero [...] decían que se tenía que acabar esa costumbre [...] Entonces un grupo de mujeres nos juntamos y dijimos que a poco nomás los hombres pueden,

nIdem. 79Idem.

Page 155: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 139

también nosotras las mujeres podemos, no hay que dejar que la tradición de nuestro pueblo se termine. Mi papá se llamaba Ismael Romero Martínez y el fue igual un gran representan­te del pueblo, ellos fueron los que abrieron las carreteras, el agua, porque inclu­sive mi hijo ahí tiene los papeles donde consta que desde el abuelito Teófilo, que era el papá de él, ellos fueron los que iniciaron Los Pueblos Unidos, por eso ahora se les llama Pueblos Unidos como es Tecamachalco, San Bartolo (Ameyal-co), Santa Rosa, Acopilco, Santiago (Yancuitlalpan), Chimalpa, Cuajimalpa [...] son los pueblos donde se van a dejar las promesas. Por ejemplo, nosotros acaba­mos de dejar una promesa, se llevó un castillo a San Miguel Tecamachalco, que acaba de pasar la fiesta. Entonces así se formó esa Novena compañía.80

La Compañía duró 19 años, de los cuales 15 estuvieron a cargo de Clau­dia Romero. En ella participaban principalmente mujeres que no tenían es­posos: madres solteras, viudas, solteras, etcétera. Al igual que en las otras compañías se cobraba cooperación y tenían asignada la promesa de San Bar­tolo Ameyalco.

Por ejemplo, le voy a mostrar el primer recibo que fue en 1978, que fue del pri­mer castillo que dimos nosotros y que nos costó 2,500 pesos, En ese tiempo éramos 40 y nos toco de a 20 pesos.81

En algunos casos había mujeres casadas, cuyos esposos cooperaban en la compañía que les correspondía, y aparte de ello, las mujeres cooperaban en la novena.

Los castillos eran diseñados bajo la supervisión de la señora Claudia y estaban a cargo del señor Dionisio Puentes, maestro de la pirotecnia y de renombre del pueblo de San Mateo Tlachichilpa, en Almoloya de Juárez. Pero no sólo se encargaban de los castillos, también llevaban promesa a otros lugares.

Nosotros, al igual que los hombres, llevamos la promesa aquí a Zentlapatl, aquí están las fotografías de lo que año con año donábamos...82

""Entrevista realizada a la señora Claudia Romero, 11 de octubre de 2009. S1ldem. nIdem.

Page 156: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

140 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Los compromisos adquiridos no son sólo de palabra. Se reafirman por escrito. Así lo que se otorga de regalo como parte de la promesa se registra en la iglesia y queda para la posteridad. La señora Claudia nos lo explica de esta manera al mostrarnos una fotografía suya:

Ahí estoy firmando cuando estoy dejando la promesa en la colonia Zentlapatl, porque levantan el acta de lo que uno lleva y todo eso [...] entonces uno tiene que firmar.

Uno de los problemas que enfrentaron las mujeres de la 9a Compañía era tener la solvencia económica para sostener la onerosa cooperación requeri­da, ya que muchas veces no contaban con ingresos propios o tenían salarios bajos. Así, por ejemplo, en 1978 el costo del castillo fue de 2,500 pesos y para 1981 había aumentado a 28,000 pesos.83

Con el tiempo fue difícil mantener ese ritmo de cooperación y poco a poco ya no hubo entre las que formaban el grupo quiénes se comprometieran, por lo que desapareció. Sin embargo, el empeño que pusieron durante el tiempo que se sostuvo la novena compañía fue muy importante. Muchas de ellas con­tinúan de diferentes maneras su compromiso con el pueblo y con sus creen­cias. Participan en las diversas Asociaciones, son voluntarias en eventos especia­les, y desde luego juegan un papel central durante las fiestas religiosas pues son las encargadas de abrir las puertas de sus casas a los visitantes y darles de comer a todos ellos, generando vínculos de amistad y compadrazgo que asegu­ran la continuidad tanto de las familias como de las tradiciones.

... yo aquí guiso tres días, porque tenemos muchas amistades, gracias a Dios, viernes, sábado y domingo [...] a las once de la mañana ya está el moiito y si ustedes gustan, este año, si Dios nos permite llegar, los invitamos a que vengan a comer [...] Que hoy me sobra [mole] para mañana lo doy para los tacos, es decir, luego vienen amistades que también nosotros vamos a los pueblos que nos conocen, que compadres o así amigos, nos dan un taco pues yo también les pongo el taco, a mí me gusta todo calientito en el momento. Así era [...] luego mi yerno me decía "suegra yo pongo el refresco", mi hijo "pues yo te voy a dar para el pollo mamá" y yo pues compro el mole verdad...

83Había además que conseguir un lugar donde armar el castillo que reuniera las condicio­nes de seguridad necesarias, pues es una actividad peligrosa. Asimismo había que pagar los pasajes para ir a buscarlos y darles de comer a los señores encargados de la pirotecnia durante varios días en lo que concluían sus trabajos, entre otros gastos.

Page 157: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 141

LA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL: LAS FISCALÍAS

Los fiscales son tres: primero, segundo y tercer fiscal. Siempre hombres,84

que se encargan del mantenimiento de la iglesia, de apoyar y organizar los diferentes elementos que requiere una fiesta, y en general de procurar mejo­ras al pueblo.

Las fiestas nos han mantenido unidos pero pasa una cosa, en las fiestas se reúne una buena cantidad de dinero [...] Para hacer la fiesta se invierte entre uno y dos millones de pesos, la delegación pide que se le aporte una cantidad de dinero pero ellos no aportan nada. Nosotros sacrificamos a nuestra familia para poder cumplir con todas esas cooperaciones que nos piden y ¿qué beneficio tenemos? Otra: llega a haber algunas ganancias y bueno ese dinero ¿a dónde se va? hay que invertirlo en cosas provechosas: comprar terrenos, ampliar el centro de salud, captar más agua, por ejemplo, comprar una propiedad en el paraje Tlacotitla, ahí hay un nacimiento de agua muy bueno y se puede captar esa agua y llevarla al cárcamo.85

Es decir, lo religioso y lo cívico están ideológica y prácticamente enlaza­dos. El concepto de fondo es el de comunidad. Se hace aquello que reditúa primero a la comunidad y luego al individuo.

Ahora bien, ser fiscal es un privilegio y una obligación. Implica el sacri­ficio personal por el bien de la colectividad. Es un cargo al que se aspira por­que otorga prestigio si se realiza cabalmente. Hace visible a las personas y a sus familias, y está siempre bajo la atenta mirada del pueblo, que exige y reclama su correcto desarrollo.

El cargo dura un año y para acceder a él hay un protocolo bien estableci­do: el primero de enero se realiza el cambio de fiscales. Este momento es muy importante porque garantiza la continuidad de las tradiciones. A las once de la mañana del primer día del año, acólitos, sacristanes, fiscales y párrocos entran en procesión hasta el altar de la iglesia. La misa comienza con el anuncio de que se celebrara la sucesión de los fiscales.

Al finalizar, el sacerdote pide a los asistentes levantar el brazo derecho y jurar por la virgen de los Dolores para que la honren y le sirvan todo el año.

84La justificación de por qué las mujeres no pueden ser fiscales es porque no pueden tocar las campanas de la iglesia -tarea sustantiva de los fiscales- ya que si lo hacen las campanas se quiebran.

85Entrevista realizada a los señores Irineo Galicia y Flavio Margarito Romero, 2009.

Page 158: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

142 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Sin importar edad, filiación política, situación económica, edad o sexo, todos los asistentes lo hacen. Con este juramento se legitiman y se salvaguardan las tradiciones, es un compromiso para quienes se identifican con ellas, un gusto de quienes las celebran pero también una obligación para quienes viven ahí.

Después del juramento, los acólitos toman en sus manos los báculos que representan el cargo de fiscal y los presentan ante la feligresía que los con­templa con respeto. Acto seguido, el sacerdote le pide a los fiscales salientes que pasen al frente para que sean reconocidos por su labor, lo cual sucede con un sonoro aplauso de todos los presentes. Los acólitos que se habían colocado al costado del altar le entregan al sacerdote los báculos correspon­dientes a cada uno de los cargos: el que se le entrega al primer fiscal es un bastón de mango curvo; el del segundo fiscal es una cruz y el del tercer fiscal es una cruz con doble travesano. Todos son de metal. Estos báculos se guar­dan en la iglesia y se sacan sólo para la ocasión.

Los fiscales dan un último mensaje a la comunidad de San Pablo Chi-malpa, en el orden de su jerarquía.

Los acólitos seden su lugar a los fiscales salientes y al sacerdote y pre­sentan a la comunidad a los nuevos fiscales. Los fiscales salientes uno a uno van entregando los báculos que les otorgaban el reconocimiento de su cargo, a los fiscales entrantes. De inmediato los nuevos fiscales empiezan sus quehaceres.86

A pesar de que formalmente el cargo concluye ese día, los fiscales sa­lientes dedican los siguientes meses en enseñar algunos de los aspectos básicos del trabajo de fiscal a los nuevos fiscales. Asimismo, va casa por casa de todas las personas que cooperaron a presentarles personalmente a los nuevos fiscales.87 El nombre de los nuevos fiscales se da a conocer seis meses antes, durante la promesa a San Miguel Tecamachalco el 29 de sep­tiembre.

Hay dos formas para asumir el cargo de fiscal: por invitación de los fiscales salientes o cuando una persona voluntariamente se propone para hacerlo. Generalmente los fiscales salientes van a la casa de algún miem­bro respetable de la comunidad y le hacen la invitación. La persona les dice que lo va a pensar y que necesita consultarlo con su familia y ponen cita para una segunda visita. Pueden ser varias las visitas antes de que una persona acepte un cargo. Para ello, entre otras cosas, tomará en cuen-

86Información obtenida del Reporte de Campo elaborado por Hugo Sánchez Pineda. 87En 2009 la lista de personas que cooperaron era de 1,800 y la cooperación anual para la

fiesta fue de 150 pesos por cada una de ellas.

Page 159: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 143

ta su situación económica, pues se necesita solvencia económica, ya que durante todo el año no podrán trabajar pues dedicarán todo su tiempo a la iglesia y al pueblo. Asimismo necesitan de su familia para que los res­palde pues hay mucho trabajo que se reparte entre los miembros de la familia del fiscal.

Una vez que se da una respuesta positiva la persona que acepta buscará a las otras dos personas que constituirán la fiscalía. Casi siempre son perso­nas de su confianza que elige entre los parientes, compadres y amigos. Ge­neralmente la persona a la que primero se invitó ocupará el cargo de primer fiscal, teniendo una jerarquía mayor y por tanto mayor responsabilidad. Los cargos de segundo y tercer fiscal se distribuyen ya sea también por el orden en que fueron invitados o se ponen de acuerdo y se decide quién ocupará cada cargo.

En el archivo de la iglesia se tiene el registro de las personas que han participado como fiscales desde 1946, pero los habitantes del pueblo consi­deran que esa forma de organización es más antigua y data de por lo menos 100 años. Ambas afirmaciones seguramente son ciertas si pensamos -como propusimos antes- que el pueblo se refundo después de concluido el conflic­to armado de 1910 y de haber superado todas las vicisitudes posteriores a él. De allí que consideramos que, en efecto, tanto las fiestas como la propia organización social del pueblo fueron reconstruidas y resignificadas durante las primeras décadas del siglo xx.

LA DIMENSIÓN FESTIVA

Es importante destacar que la definición de pueblo está articulada a las fies­tas, fundamentalmente -pero no de manera exclusiva- a la fiesta patronal. No podemos pensar en un pueblo de México que no tenga fiestas en todo el año. Muchas de ellas estaban relacionadas en su origen a los tiempos de siembras y a los de cosecha, a los momentos de lluvia y a los de secas, a la abundancia y a la escasez.

En los pueblos ubicados en la ciudad estas distinciones se van borrando en la medida en que dejan de ser agricultores y se dedican a otras labores, pero permanecen muchas de las estructuras festivas de antes, y se reprodu­cen con los nuevos elementos que introduce la urbanización.

Page 160: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

144 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Cuadro 1. El calendario festivo

Fecha variable (marzo o abril) Viernes Santo, fiesta grande a la virgen de los Dolores Semana Santa 30 Día del Niño

3 Día de la Santa Cruz. Lim­pieza del panteón 5 Batalla de Puebla 10 Día de las Madres 15 Día de San Isidro Labrador en donde se bendice a los ani­males ya sean mascotas o para el campo. 4°Domingo del mes: Promesa a Santa Rosa Xochiac en honor al Divino Rostro

Promesa a Zentlápatl en honor al Divino Rostro 2°Jueves del mes: Jueves de Cor­pus 24 Día de San Juan Bautista 29 San Pedro y San Pablo (fiesta chica)

16 Celebración a Nuestra Seño­ra del Carmen

2 celebración de Nuestra Se­ñora de los Angeles, con una celebración eucarística 31 de julio, 1 y 2 de agosto ce­lebración en la iglesia de San Pablo Chimalpa en honor a los Santos Jubileos.

15 Conmemoración de la Inde­pendencia 16 Desfile conmemorativo 29 Promesa a San Miguel Teca-machalco en honor a San Miguel Arcángel

2o o 3o Domingo: Carrera del Venado 28 y 29 Limpieza del panteón

1° y 2o Día de Muertos 22 Día de Nuestra Señora de Santa Cecilia patrona de los músicos

12 Fiesta en honor a la virgen de Guadalupe 16 al 24 Posadas 25 Natividad de Cristo 31 Misa de fin de año

1" Cambio de fiscales 6 Reyes Magos 2o Domingo del mes: Promesa a San Bartolo Ameyalco en honor al Dulce Nombre de Jesús

2 Día de la Candelaria o levan­tamiento del Niño 3o Domingo del mes: Promesa a San Pedro Cuajimalpa en vísperas de cuaresma. Carna­val. 24 Conmemoración del día de la Bandera

20 Domingo del mes: Promesa a Santiago Yancuitlapan (Huixqui-lucan) 19 Fiesta anual de la Iglesia de San José de lo Cedros 4o Domingo del mes: Promesa a San Lorenzo Acopilco en honor a Nuestro Padre Jesús 21 Conmemoración del Natalicio de Benito Juárez

Page 161: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 145

Las fiestas son una parte central de la vida en San Pablo Chimalpa por­que les permite recrear quiénes son a través de sus formas organizativas. Todas las fiestas se realizan con la participación de diversas organizaciones interrelacionadas entre sí: los fiscales, las compañías, los grupos y las asocia­ciones: Comité de Fiestas Patrias, Asociación de Guadalupanos, de la Virgen del Carmen, Pastoras, Rezanderos, Grupo Unión, Grupo Amistad, Grupo Progresista, entre otros. Los habitantes del pueblo participan de manera in­dividual, pero sobre todo a través de estas organizaciones ya que casi siempre son miembros de una o varias de ellas.

La organización festiva -centrada en dos cargos pero donde participan diversas organizaciones locales- van a generar un ritmo y una lógica tempo­ral particular. La vida de sus habitantes se estructura fundamentalmente a partir de estas celebraciones que se constituyen en un verdadero sistema ri­tual de largo alcance. En él no sólo se reproducen prácticas religiosas, sino todo un mundo de creencias de visión de mundo que garantizan un sentido cultural de la comunidad. El ritmo se establece precisamente por los mo­mentos festivos que irrumpen en el ritmo cotidiano de la vida diaria. De hecho toda la vida cotidiana parece tener un solo sentido: la fiesta. El mo­mento más importante de este proceso lo representa la fiesta patronal, cons­tituida por dos fechas: la de la virgen de Dolores -que se considera la fiesta mayor y dura cuatro días- y la de San Pablo Apóstol -fiesta menor que dura sólo dos- del santo patrón que da nombre al pueblo.

El porqué se celebran dos fiestas patronales, en donde paradójicamente la importante es la de la virgen y no la del santo patrón que otorga el nombre al poblado, seguramente tiene que ver con procesos históricos que se deberán profundizar en otros trabajos. Para algunos autores esto se relaciona con creencias prehispánicas en donde se articulaba el ciclo ritual a procesos agra­rios por lo que se tenía la veneración a un dios articulado al tiempo de lluvias y otro vinculado a las secas. Y en efecto, la virgen de Dolores pertenece al tiempo de sequía ya que se celebra el viernes santo -con fecha variable entre marzo y abril- mientras que a San Pablo le corresponde el 29 de junio, cuan­do ya ha iniciado la temporada de lluvia.

El calendario festivo es muy extenso y en él se incluyen tanto fiestas re­ligiosas como conmemoraciones cívicas, que como podemos ver en el cuadro 1, incluyen actividades durante todo el año. No encontramos un mes en donde no se celebre algo.

La estructura de parentesco es el sostén de todo el proceso religioso, pero también lo es del proceso político y de representación ya que en la vida de un sujeto se espera que ocupe uno o todos los cargos que mantiene la organiza-

Page 162: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

146 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

ción del pueblo. Esto es interesante, ya que cuando se genera un vacío de poder político, como consecuencia de los procesos jurídicos de la ciudad, el sistema de cargos puede sostener cierto poder que da cohesión a la comuni­dad en su conjunto.

REFLEXIONES FINALES

Sin lugar a dudas San Pablo Chimalpa es un pueblo sui generis en su estruc­tura y organización, que pese a su ubicación y su relativa lejanía, siempre se ha mantenido muy cerca, en lo afectivo y en lo económico, de la ciudad. En los testimonios de sus habitantes, la ciudad nunca apareció como algo lejano y extraño a ellos sino por el contrario, como un referente cercano, cotidiano, que marca -de manera diferente a la fiesta- el ritmo de sus vidas en lo laboral, lo comercial, en lo político y en la gestión entre otros, en el continuo ir y venir.

Sin embargo, por la riqueza natural de sus tierras, bosques y ríos, no han tenido una relación de dependencia o de sumisión ya que siempre fueron autosuficientes en cuanto a la alimentación y siempre tuvieron recursos económicos para poder intercambiar su producción por otros bienes y servi­cios. Este entorno natural, como dice Cynthia Radding:

... no es un mero telón de fondo escénico del drama humano, sino que forma parte del relato histórico; la naturaleza abarca el ambiente físico, con sus restric­ciones topográficas, climáticas, hidrográficas y biológicas, así como los paisajes creados por el hombre y los significados culturales que conllevan [...] Cultura y naturaleza se combinan en procesos históricos de adaptaciones recíprocas. La creatividad humana y sus efectos ponen en marcha fuerzas sociales y económi­cas de producción y reproducción, destrucción y renovación, con múltiples re­percusiones tanto en la naturaleza como en la sociedad a lo largo del tiempo (Radding, 2005).

A través de su historia y de su relación con el territorio han construido identidad y ciudadanía. Identidad en el sentido de pertenencia y de sentido cul­tural; ciudadanía vista como una dimensión política de esa pertenencia, que implica derechos y obligaciones y un concepto propio de participación en los asuntos públicos, en tanto que sean de interés colectivo.

Antes, como ahora, tanto la lógica territorial como la social se sostienen en la estructura de parentesco, dando unidad relativa -construida histórica­mente- al pueblo y generando referentes de identidad sólidos, que marcan

Page 163: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 147

claramente el lugar -o los lugares- desde donde se tejen la redes entre ellos, con otros pueblos y con la ciudad.

La propiedad de la tierra sin duda les ha dado, en lo particular y en lo colectivo, bastante autonomía. Ellos han creado y recreado las normas de intercambio, social y político. La conflictiva relación con el gobierno dele-gacional y de la ciudad, aunado a los procesos internos de organización -muchas veces también conflictivos- han llevado a construir un concepto de lo público entendido como aquello construido por la colectividad: la iglesia, el kiosco, la explanada, las calles, las danzas, la música y las ban­das, etcétera, son parte del patrimonio local, en donde las autoridades, políticas y eclesiásticas, tienen poca injerencia -porque históricamente no han sido partícipes en su consolidación- y sólo ocasionalmente aparecen como invitados de la comunidad. En este sentido, el espacio es público en tanto le pertenece a la colectividad, aun cuando en sentido formal, pue­da ser propiedad privada.

Este elemento es interesante ya que, a pesar de los procesos de privatiza­ción de la tierra surgidos en el siglo xx, prevalece un sentido comunal que reconocemos desde el tiempo prehispánico.

Los problemas organizativos son múltiples y la lucha por el poder entre los diversos grupos es muy clara, no obstante, cuando va de por medio la dignidad del pueblo y todo aquello que les genera identidad y fuertes vínculos como: parentesco, fiestas religiosas y civiles, autoridades religiosas, políticas y civiles, sus tierras y los servicios, actúan como algo homogéneo. Frente la adversidad, los problemas internos y la desatención de las autoridades, se presentan como actores colectivos, no individuales.

En este complejo proceso entre lo tradicional y lo "moderno" llama la atención que permanecen vigentes prácticas como la toma de decisiones en asambleas y por consenso, el reciclaje de los cargos y la rendición de cuentas.

Hemos podido comprobar que, como dice Salmerón (2001: 39), el indi­viduo mismo no existe socialmente sino como parte de una colectividad re­gida por normas enraizadas en el parentesco.

BIBLIOGRAFÍA

AGUADO VÁZQUEZ, José Carlos, María Ana Portal Ariosa, Identidad, Ideología y ri­tual, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/División de Ciencias Sociales y Humanidades, Texto y Contexto 9, 1992.

Page 164: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

148 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

ALVAREZ, Lucía y Carlos San Juan, Cristina Sánchez Mejorada (coords.), Democracia y exclusión. Caminos encontrados en la ciudad de México, México, UNAM/UAM/

UACM/INAH/Plaza y Valdés Editores, 2006. ARAÑA SAAVEDRA, Vicente y José López Ruiz, Volcanismo: Dinámica y Petrología de

sus productos, México, Ediciones Istmo, 1974. ÁVILA ESPINOSA, Felipe Arturo, La vida Campesina durante la revolución: El caso

zapatista, México, CM-efe, 2006. BÁEZ ]., Claudia y Miguel Ángel Recillas, "Desciframiento y lectura del códice

de Cuajimalpa (Distrito Federal), Techialoyan. Pictórico indígena tradicio­nal (s. XVII-XVIII)" tesis para obtener el grado de licenciado en Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, 2000.

COULOMB, Rene, "La democracia ciudadana, entre el barrio y la ciudad", en Lucía Alvarez, Carlos San Juan, Cristina Sánchez Mejorada (coords.), Democracia y exclusión. Caminos encontrados en la ciudad de México, México UNAM/UAMAJACM/

INAH/Plaza y Valdés Editores, pp. 131-152, 2006. CRUZ RODRÍGUEZ, María Soledad, Propiedades, Doblamiento y Periferia rural en la

zona Metropolitana de la ciudad de México, México, RNiu/UAM-A/División Cien­cias Sociales y Humanidades, 2001.

Departamento del Distrito Federal, Antecedentes Históricos de la Organización Po­lítica Administrativa del Distrito Federal, México, Distrito Federal, 1941.

FAYA VIESCA, Jacinto, "Actividad Política y Participación ciudadana Municipal", en Gaceta Mexicana de Administración Pública Estatal y Municipal, núm. 3, julio-septiembre, México, INAP, 1981.

GALÁN PANE, Héctor, Los tranvías de la ciudad de México 1850-1920, http://www. mexicomaxico.org/tranvias/tranvias.htm

GOMEZCÉSAR, Iván, Documento interno de trabajo, copia digital, 2010. GÓMEZ GONZÁLEZ, Ariadna Verónica, "Intercambios ceremoniales en la periferia de

la urbe. El caso de San Pablo Chimalpa, Cuajimalpa, D.F", trabajo terminal para obtener el grado de licenciatura, México, Departamento de Antropología de la UAM-I, 2004.

LABORDA, Xavier, "Hermenéutica de los lugares: nueve principios y un epílogo", en Revista Urbano, mayo año/vol. 9, núm. 013, Concepción, Chile, Universidad deBíoBío, pp. 70-77,2006.

MASSEY, Doreen, "La filosofía y la política de la espacialidad: algunas consideracio­nes", en Leonor Arfuch (comp.), Pensar este tiempo. Espacios, afectos, perte­nencias, Buenos Aires, Argentina, Paidós, pp. 101-128, 2005.

MORENO CARRASCO, María "Cultura global a la venta: vivienda, imágenes sociales y marketing en Santa Fe, ciudad de México", en Miguel Ángel Aguilar, Eduardo Nivón, María Ana Portal y Rosalía Winocur (coords.), Pensarlo contemporáneo:

Page 165: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 149

de la cultura situada a la convergencia tecnológica, España, AnthroposA/AM-i, pp. 205-220, 2009.

PRECIAT LAMBARRI, Eduardo y Sergio Contreras Prado, "Delegación Cuajimalpa de Morelos", en Gustavo Garza (coord.), La ciudad de México en el fin del segundo milenio, México, El Colegio de México/ciudad de México, pp. 564-570, 2000.

RADDING, Cynthia, Pasajes de poder e identidad: fronteras imperíales en el desierto de Sonora y bosques de la Amazonia, México, Publicaciones de la Casa Chata/ CIESAS/UAM-A/EI Colegio de Sonora, 2005.

RAMÍREZ KURI, Patricia, "La fragilidad del espacio público en la ciudad segregada", en Rolando Cordera, Patricia Ramírez Kuri y Alicia Ziccardi (coords.), Pobreza, desigualdad y exclusión social en la ciudad del siglo xx¡, México, Instituto de Investigaciones Sociales/ UNAM, 2009.

ROMERO GARCÍA, Juana, La manifestación de la racionalidad económica del sistema de cargos de San Pablo Chimalpa, tesis para obtener el grado de licenciatura, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1996.

SALMERÓN CASTRO, Fernando, "Modernidad y prácticas políticas: democracia, esla­bonamientos y mediaciones en la sociedad civil", Revista Mexicana de Sociolo­gía, núm. 1, vol. LXIV, enero- marzo, México, pp. 31-65, 2002.

SÁNCHEZ MEJORADA FERNÁNDEZ, María Cristina, "El Distrito Federal frente a la Se­gunda Guerra Mundial. Medidas e Implicaciones", Revista Relaciones, vol. 22, núm. 86, Zamora, Michoacán, México, El Colegio de Michoacán, pp. 249-294, 2001.

, Rezagos de la modernidad. Memorias de una ciudad presente, México, UAM, Serie Ensayos 83, 2005.

, "¿Construcción de ciudadanía? Reflexiones sobre la política de participa­ción ciudadana", en Ana Helena Treviño Carrillo y José Javier de la Rosa Rodrí­guez (coords.), La ciudad de México, ciudadanía, espacio público y ciudad.,Universidad Autónoma de la ciudad de México, 2009.

TARACENA, Alfonso, La Verdadera Revolución Mexicana 1915-1917, Colección Se­pan Cuantos, núm. 612, México, Editorial Porrúa, 1960.

UZETA, Jorge, "Prácticas de ciudadanía, prácticas de costumbre", Revista Cuicuilco, vol. 13, núm. 36, México, ENAH, pp. 259-27, 2006.

VALDÉS INCHAUSTI, Alberto, Cuajimalpa, México, Departamento del Distrito Fede­ral, 1983.

WOLDENBERG, José, "La reforma política del Distrito Federal en 1993", en Lucía Al­varez (coord.), Participación y democracia en la ciudad de México, México, La Jornada Ediciones/Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades/UNAM, pp. 179-194, 2005.

Page 166: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México
Page 167: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 4

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO

LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

INTRODUCCIÓN

Cuautepec es uno de los numerosos pueblos situados en el Distrito Federal, cuyos primeros asentamientos poblaron la cuenca de la ciudad de México desde la época prehispánica. De entonces a la fecha es un pueblo que ha te­nido una evolución peculiar, desarrollándose en ciertas épocas (la Colonia) en una relación más cercana con lo que actualmente corresponde al Estado de México: Tenayuca, Tlalnepantla y Chalma, y en épocas recientes (siglo xx), en relación más estrecha con la ciudad de México.

Actualmente, Cuautepec forma parte de un conjunto de pueblos ubicados desde tiempos antiguos en el norte de la cuenca: Magdalena de las Salinas, Capultitlán, San Juan de Aragón, Santa Isabel Tola, Santiago Atzacoalco, San Bartolo Atepehuacán, San Pedro Zacatenco, Santa María Ticomán, San­tiago Atepetlac, Tlacamaca y Estanzuela, todos ellos situados en la actual delegación Gustavo A. Madero. Sin embargo, su desarrollo cultural e incluso territorial estuvo siempre más emparentado con los pueblos de lo que hoy en día conocemos como el territorio mexiquense y mantuvo por tanto muy es­casa relación con la zona de la Villa de Guadalupe, que representó el referen­te histórico y político más importante para el resto de los pueblos de la de­marcación.

Se ubica en el extremo norte de la capital del país, en la circunscripción de la delegación Gustavo A. Madero, en una franja de territorio alejada del resto del Distrito Federal y adentrada de lleno en los municipios del Estado de México: Tlalnepantla y Ecatepec; rodeado por la Sierra de Guadalupe y colindando al sur con Ticomán. Actualmente abarca un territorio extenso

151

Page 168: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

152 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

(2,419 hectáreas) y densamente poblado (305, 302 habitantes), debido al crecimiento acelerado que experimentó a partir de los años setenta por im­portantes oleadas migratorias del interior del país y por la atracción de po­blación que ejerció el proceso de industrialización de los municipios mexi-quenses colindantes.

De este modo, Cuautepec es un pueblo multicultural, con población originaria de composición indígena y mestiza, y con importantes asenta­mientos también indígenas y mestizos de otras etnias, provenientes de dis­tintas entidades de la República: Estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Hidalgo, Guanajuato, Michoacán, Guerrero y Puebla.

Elaboración: Natalia Tenorio Tovar.

Page 169: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 153

La población originaria está compuesta por un conjunto amplio de fami­lias constituidas a partir de 55 apellidos, que se concentran en torno a sus dos plazas históricas centrales: Plaza Hidalgo, en Cuautepec Barrio Alto, y Jardín Madero, en Cuautepec Barrio Bajo. Desde finales del siglo XIX existió la división del pueblo en dos asentamientos, reconocidos entonces como dos barrios: el "Barrio de arriba" que creció en torno a la iglesia de La Preciosa Sangre de Cristo, y el "Barrio de abajo", que extendió el poblamiento hacia el sur; esta diferenciación fue reconocida administrativamente hasta 1950, cuando ambas circunscripciones fueron registradas como Cuautepec Barrio Alto y Cuautepec Barrio Bajo.

Alrededor de la zona central constituida por las dos plazas la población más reciente se distribuye habitando en 55 colonias populares y cuatro uni­dades habitacionales. La extensión urbanizada y el crecimiento demográfico han hecho de Cuautepec una de las zonas más densamente pobladas del Distrito Federal; a pesar de haber sido una región agrícola con importantes áreas boscosas y ejidales, actualmente es una zona altamente urbanizada con escasas áreas verdes.

Las fuertes oleadas migratorias han hecho de Cuautepec un pueblo complejo y difícil de aprehender, dado que la gran mayoría de la población no comparte ya la misma historia y las mismas tradiciones. Éstas se man­tienen y se expresan con fuerza, pero de manera fragmentada, dado que cada uno de los grupos y etnias asentados ejerce sus derechos sobre el territorio y realiza sus propias fiestas y costumbres. El vínculo con la tierra se ha desdibujado debido a la pérdida de la mayor parte del ejido, permane­ce en la memoria de algunas familias pero no existe ya un referente que le dé sustento; y las prácticas comunitarias han desaparecido en su mayor parte.

En el pueblo se realizan escasas actividades económicas agrícolas y de sobrevivencia, por lo que el modo de vida de la población se encuentra ya muy hgado a la vida de "afuera", a la vida urbana, de ahí que los contornos entre la vida del pueblo y la de la ciudad tiendan a diluirse. Sin embargo, entre los núcleos de originarios permanece una vivencia de ser "pueblo" que los man­tiene ligados al ejercicio de sus costumbres, en el reconocimiento de sus la­zos de parentesco y en sus formas de identidad. Se trata de una vivencia compleja, que se entremezcla con una cotidianidad entrelazada con las prác­ticas citadinas pero que lucha por sobrevivir. Y desde esta vivencia se man­tiene igualmente otra, que es la de la pertenencia a la propia ciudad de Méxi­co, con relación a la cual existe también un fuerte sentimiento de "ser parte".

Page 170: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

154 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

EL ESPACIO DEL PUEBLO

Este es un pueblo con un origen prehispánico y colonial, pero su historia más próxima se ubica en el tránsito del siglo XIX al xx, momento históri­co en el que el pueblo, conocido entonces como Santa María Cuautepec, pertenecía aún al territorio de Tlalnepantla, Estado de México, y en el que mantenía una relación tensa y conflictiva con los dueños de la Ha­cienda de La Escalera, situada en la zona y una de las más antiguas de la Nueva España. Las propiedades de la hacienda rodeaban prácticamente al pueblo y ejercían fuerte presión sobre las tierras de éste amenazando constantemente con invadirlas, hacia finales del siglo XIX usurparon in­cluso algunas de las propiedades del pueblo y dieron lugar a un fuerte enfrentamiento.

En estos tiempos se mantenía aún vigente la estructura de las haciendas modernas en el país, con las modalidades conocidas de explotación del tra­bajo sustentadas en la mano de obra de peones acasillados y labriegos, en grandes plantaciones, el desarrollo industrial y textil, el uso del ferrocarril y la electricidad.1 La Hacienda de La Escalera no era la excepción, por el con­trario, era una de las más extensas y poderosas del centro del país y luchaba por extender sus dominios en la zona.

En el contexto de este conflicto se llevó a cabo la redefinición de los lími­tes territoriales del Distrito Federal y del Estado de México. El 13 de: diciem­bre de 1898 se firmó el convenio de los límites entre la Villa de Guadalupe y Tlalnepantla, a partir del cual Santa María Cuautepec,2 con sus barrios Alto y Bajo, pasó a ser parte del Distrito Federal, y más adelante, el 7 de febrero de 1899 se incorporó a la municipalidad de la Villa de Guadalupe. El conflic­to se agudizó al grado que llegó a llamar la atención del entonces presidente Porfirio Díaz, quien favoreció los intereses de los dueños de la Hacienda y amenazó a los pobladores de Cuautepec con desterrarlos de su territorio y transferirlos a las lejanas tierras de Yucatán, si mantenían su postura ante la disputa.

'Cuautepec era uno de los pueblos por los que pasaba el ferrocarril; había un ramal de Tenayuca a Cuautepec, que derivaba de la ruta México-Tlalnepantla-Monte Alto, necesario para el traslado de la cantera y la piedra que se extraía de los cerros de la zona, así como de la madera de los encinos que se explotaban en los alrededores, y se llevaba hacia la ciudad de México. Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, en julio de 2007.

2G. Padilla, Monografía municipal de Tlalnepantla, Ibluca, Emahia, 1998.

Page 171: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 155

Panorámica de Cuautepec. Fotografía de Sandra Hernández.

Los testimonios de algunos de los vecinos originarios aseguran, actual­mente, que fue a partir de este momento cuando los habitantes del pueblo asumieron como estrategia de sobrevivencia y de defensa de su territorio, la necesidad de extenderse dentro de él y poblar más intensamente la zona de Barrio Bajo, con la idea de asegurar la posesión sobre el mismo. De este modo algunas de las familias originarias emigraron hacia el sur del pueblo y se asentaron en su entorno.3

A pesar de que legalmente el conflicto por las tierras no favoreció a los pobladores de Cuautepec, en enero de 1903 la dueña de la Hacienda de La Escalera, la señora Dolores Barrón de Rincón Gallardo cede una porción de la propiedad adjudicada a la Hacienda a los vecinos del pueblo.4 En la minu­ta del contrato se establecen diversas cláusulas, en donde se estipula, entre otras cosas, la cesión a título gratuito al pueblo de seis y media a siete y me-

3Entrevista con la maestra Sofía Viveros, originaria de Barrio Bajo, 27 de mayo de 2009. escritura número 76 por el Notario Público Alberto Ferreiro, de enero de 1903.

Page 172: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

156 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

dia caballerías que habrán de dividirse entre sus vecinos con arreglo a la ley; igualmente la obligación de la señora propietaria de la hacienda de costear la entubación del agua para dicho pueblo; el reconocimiento del pueblo de Cuautepec de que no tiene a su favor y a cargo de la Hacienda de La Escalera las servidumbres de pastos, vías y otras que en épocas anteriores ha alegado indebidamente; finalmente la concesión al pueblo de las vías de comunica­ción que daban salida por los cerros: la primera para Cuautitlán, la segunda para Coacalco y la tercera para Ecatepec.5

La extensión y los límites del pueblo se mantuvieron estables durante la primera década del siglo xx, y fueron modificados sólo hasta después de la Revolución mexicana, cuando fue objeto del reparto agrario. Durante el periodo re­volucionario Cuautepec no se involucró en la guerra y tampoco estuvo compro­metido con alguna de las facciones que en ella participaron. Por distintos testi­monios se sabe que algunos de sus pobladores apoyaron a los Zapatistas y a los carrancistas y también que algunos de éstos se convirtieron en sus seguidores. Tanto carrancistas como Zapatistas estuvieron de paso por el pueblo, se asenta­ron de manera provisional en los alrededores, se abastecieron de alimentos y contaron con ayudas aisladas, pero no tuvieron nunca un apoyo manifiesto por parte de la población local. De lo que sí existen testimonios es de que en determi­nado momento, Carranza se escondió en el pueblo y que la gente lo protegió.6

De este modo, el proceso revolucionario no tuvo un impacto significativo para la vida del pueblo; sin embargo, como aconteció en muchas otras poblacio­nes del país, la guerra dejó pobreza, desabasto, incertidumbre e inestabilidad; también desorden en la tenencia de la tierra, debilitamiento de los hacendados y reclamos de seguridad con relación a las propiedades. En este marco, una vez terminada la guerra de revolución, la gente del pueblo solicitó al nuevo presiden­te, Venustiano Carranza, ser beneficiarios del reparto agrario prometido por la nueva Constitución. Originalmente lo que se solicitó fue la restitución de las tierras, pero para que ésta procediera era necesario que la gente del pueblo entre­gara documentos fidedignos que confirmaran su posesión legítima sobre el terri­torio y que sus tierras las habían perdido con posterioridad al 25 de junio de 1856. Como el pueblo no logró cubrir tales requisitos, la "restitución" no proce­dió y lo que operó fue la "dotación" de tierras.

información recuperada del texto Cuauhtepec: memorias de ayer y hoy, Programa de Apoyo a los Pueblos Originarios, Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comuni­dades, GDF, 2010.

6Entrevista a la maestra Sofía Viveros, mayo de 2009.

Page 173: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 157

De este modo, Cuautepec fue objeto de su primera acción agraria el 6 de diciembre de 19177 que procedió a través del reparto de tierras; se le dotó de 200 hectáreas de tierras ejidales, que fueron expropiadas a la Hacienda de La Escalera, beneficiando a 312 personas que adquirieron la categoría de eji-datarios. El presidente Carranza distinguió al pueblo acudiendo a entregar en forma personal las escrituras del ejido. Con ello Cuautepec pasó a ser el primer pueblo en recibir dotación de ejidos en el Distrito Federal, lo que muchos consideran fue la recompensa que el presidente dio al pueblo por haberlo ayudado durante la guerra revolucionaria. Las tierras recibidas en­tonces corresponden actualmente a las colonias Zona Escolar y Santa Tere­sa, al Reclusorio Norte y una parte del Deportivo Carmen Serdán.

A partir de esta dotación y de la creación del ejido, se gestó en el pueblo un nuevo actor importante que, desde entonces, pasaría a ser de los princi­pales protagonistas del acontecer local: los ejidatarios. Este actor se convirtió en una suerte de autoridad relevante, que participaba en los conflictos inter­nos del pueblo y representaba a la población originaria en la interlocución y gestión ante las autoridades delegacionales y centrales del Distrito Federal.

La llegada del ejido contribuyó en mucho a la estabilidad de la tenencia de la tierra en el pueblo y mitigó sin duda los conflictos en torno al territorio, sin embar­go, al haberse entregado a cada ejidatario media hectárea, también fragmentó la propiedad para el cultivo de los productos naturales. De este modo, la producción agrícola se atomizó y disminuyó la rentabilidad de la tierra. A pesar de que hubo una continuidad de la producción agrícola, la producción de pulque y la crianza de animales, los cambios en la tenencia de la tierra modificaron la importancia de las actividades económicas y la gente del pueblo fue orientándose poco a poco hacia el comercio y otras actividades productivas, algunas de éstas fuera de los contornos del pueblo, en Tlalnepantla, la Villa de Guadalupe y la ciudad de México.8

En 1927, por solicitud de sus habitantes, Cuautepec fue objeto de su se­gunda acción agraria, que operó por la vía de la "ampliación". En este año le fue entregada una superficie de 644 hectáreas, de las cuales 600 pertenecían a la Hacienda de La Escalera y 44 a la finca Pirineos y Anexas.9 Estas tierras

7Diario Oficial, del 26 de diciembre de 1917. 8Jorge, Rojas, "Cuautepec, sentimental y turbulento", en El reportaje moderno (antolo­

gía), Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, 1976, p.86. Citado en Imágenes e historias de Cuauhtepec, Proyecto de Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO), del Gobierno del Distrito Federal, 2009.

9Diano Oficial, 8 de julio de 1929, citado por Alma Zenón, en "Rememorando y descu­briendo un pueblo que se resiste al olvido; memoria y territorio en Cuauhtepec", tesis de li­cenciatura en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, 2009.

Page 174: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

158 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

pertenecen actualmente a la colonia Loma de la Palma. A esta acción agraria, siguió una tercera, que correspondió a la segunda ampliación solicitada por el pueblo en 1934.10 En esta ocasión la superficie fue de 56 hectáreas, que corres­ponden ahora a las colonias: La Pastora, Benito Juárez, El Arbolillo y Castillo Grande. Finalmente, la última ampliación se dio en 1945,11 con más de 31 hectáreas, de las cuales 12 fueron donadas por su propietario, Ramón Echeni-que, y el resto eran terrenos que ya habían sido ocupados por los ejidatarios; algunas de estas tierras fueron antes parte del rancho del Arbolillo.

En las décadas que siguieron a la revolución, no obstante los cambios jurisdiccionales y territoriales, Cuautepec permaneció aislado del resto de la ciudad de México,- las condiciones orográficas del territorio y la falta de vías de comunicación eran factores que no contribuían a la integración del pue­blo a la capital. Esta situación empezó a cambiar hasta la década de los trein­ta, cuando Cuautepec recibió la visita del presidente Lázaro Cárdenas y co­menzó a ser objeto de mayor atención por parte del gobierno local. Fue en estos años cuando se construyó la carretera a la Villa, que abrió una comu­nicación directa con otras poblaciones de la ciudad y puso al pueblo en con­tacto con la vida urbana.

Con todo, las condiciones de vida de Cuautepec no cambiaron sustan­tivamente hasta mediados del siglo pasado. Permaneció como un asenta­miento con vida pueblerina, con tradiciones y costumbres propias, y con un sustento en las actividades agrícolas y ganaderas,- éstas estaban orienta­das principalmente al autoconsumo, aunque algunos productos eran co­mercializados en ciertos mercados y tianguis en La Villa, La Merced y Tlalnepantla. Se producía básicamente maíz, frijol, hortalizas, calabaza y nopal, además del pulque que fue un producto tradicional en la zona. Tam­bién se realizaban algunas actividades comerciales y otras ligadas a la in­dustria extractiva, con la explotación de la cantera proveniente de los cerros aledaños.

CARACTERÍSTICAS TERRITORIALES

Como se ha mencionado, Cuautepec pertenece actualmente a la circunscrip­ción de la delegación Gustavo A. Madero, la zona ubicada más al norte del Distrito Federal. Esta zona fue denominada así a partir del siglo xx, dado que

10Diarío Oficial, 4 de noviembre de 1939, op. cit. "Diario Oficial, 4 de octubre de 1947, op. cit.

Page 175: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

GJAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 159

en el siglo anterior una parte pertenecía al Estado de México y otra a la capi­tal de la República. A finales del siglo XIX la mayor parte del territorio actual de la Gustavo A. Madero formaba parte de una de las cuatro municipalida­des del Distrito de México la municipalidad que llevaba por nombre Guada­lupe Hidalgo,- las otras tres eran: Tacubaya, Tacuba y Azcapotzalco.

La estructura de poblamiento de este territorio está registrada en la carta corográfica de 1877, y corresponde a una Cabecera de Distrito en ciudad, diez pueblos y cuatro haciendas. La Cabecera de Distrito era Guadalupe Hidalgo, los diez pueblos eran San Lucas Patoni, San Bartolo (Atepehuacan), Zacaten-co, Santa Isabel Tola, Atzacoalco, Aragón (Villa), Santiaguillo (Santiago Ate-petlac), Magdalena (de las Salinas), Calpatitlán (Calputitlán) y Ticomán,- y las cuatro haciendas eran La Escalera, Ahuehuetes, Patera y Aragón. Como se puede observar, Cuautepec el Alto aún no se encuentra registrado en esta Carta, debido a que en estos años todavía formaba parte del Estado de Méxi­co, lo mismo que el pueblo de Tlacamaca. Es hasta 1900, cuando el Institu­to Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) presenta el primer registro de estos pueblos en el Distrito Federal.

En el plano delegacional, el proceso de urbanización avanza por distin­tos poblados en los diferentes periodos durante el siglo xx. Entre 1920 y 1929 se da en la parte que corresponde entonces a Guadalupe Hidalgo, Carrera Landizabal y la Hacienda de Aragón. Entre 1929 y 1953 crece ha­cia los pueblos de Santiago Atzacoalco, Capultitlán, Tlacamaca, San Barto­lo Atepehuacan y de manera incipiente hacia los pueblos de San Juan de Aragón y Cuautepec el Alto. De 1953 a 1970 avanza sobre San Pedro Zaca-tenco, Ticomán, Santa Isabel Tola, Santiago Atepetlac y hacia el norte en el territorio donde estuvo asentada la Hacienda Ahuehuetes. Finalmente, entre 1970 y 1990 la urbanización cubrió todo el norte de la delegación, en la zona que corresponde actualmente a Cuautepec el Alto y Cuautepec de Madero (el Bajo).

Con relación al tipo de poblamiento, en esta delegación predomina el de colonia popular, ya que la mayor parte de la población aquí asentada corres­ponde a la de ingresos bajos y medios,- después al de unidades habitaciona-les, que fueron creadas en la parte suroriente en los terrenos aledaños al pueblo de San Juan de Aragón, en donde se identifica también la Ciudad Central que pertenece al periodo de urbanización más antiguo.

En cuanto al tipo de propiedad, la predominante es sin duda la propiedad privada, situada en la zona urbanizada a partir de 1970, en donde también se ubicaban algunos terrenos de propiedad ejidal que mediante un proceso de regularización cambiaron más adelante a propiedad privada. La propiedad

Page 176: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

160 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

de tipo comunal fue identificada en una parte muy acotada que corresponde al poblado de Santa Isabel Tola y la propiedad ejidal se concentra básicamen­te en el pueblo de Cuautepec, aunque ésta ha sufrido una notable reducción en las últimas décadas.

En este marco delegacional la situación de Cuautepec respecto al pobla-miento y a la urbanización es complicada y conflictiva, debido a que se trata de un conjunto amplio de asentamientos densamente poblados, algunos de ellos irregulares y distribuidos de manera caótica en el territorio. La superfi­cie total de este conjunto amplio de asentamientos identificados como Cuautepec (el Alto y el Bajo) es de 2,419 hectáreas, de las cuales 1,517.88 son urbanizadas y 901.17 corresponden a terrenos no urbanizados, como cerros y reservas ecológicas. Tiene una población total de 305,002 habitan­tes y un total de 68,162 viviendas.

Como se mencionó antes, se trata de una zona relativamente aislada debido a su ubicación geográfica, y es en buena medida por esta razón que ha carecido y carece aún de equipamiento y servicios suficientes para la atención a la numerosa población que la habita. La carencia de equipa­mientos y de servicios es menor en la parte sur, cercana a Ticomán y Acue­ducto de Guadalupe, que es una zona concentradora de actividades comer­ciales y de servicios a nivel delegacional, dado que en esta parte se encuentran importantes equipamientos como el Reclusorio Norte, el De­portivo Carmen Serdán, los centros comerciales Chedrahui y Wal Mart, los predios de la Dirección General de Operación Hidráulica y el caso antiguo de la Hacienda El Arbolillo. Desde el punto de vista urbano, en esta área se identifican tres centros de barrio que son: Cuautepec Barrio Alto, El Arbo­lillo y La Palma.

El proceso de urbanización en esta zona se ha dado a partir de Cuautepec Barrio Alto, que es donde se ubica la fecha de urbanización más antigua: 1929. Desde este poblado el proceso ha avanzado primero en sus alrededo­res y después en las áreas bajas de los cerros, en terrenos casi planos; más adelante creció hacia zonas más altas de los mismos cerros hasta cubrir buena parte de éstos, generando construcciones en grandes pendientes y por tanto viviendas en situación de alto riesgo. La parte más antigua ocupa alrededor de 130 hectáreas y coincide con la zona patrimonial y el centro de barrio de Cuautepec Barrio Alto, registrados en el Plan Delegacional de Desarrollo. La zona urbanizada entre 1953 y 1970 ocupa 710 hectáreas y la zona urbanizada más recientemente, entre 1979 y 1990, ocupa 1,562 hectáreas,- la mayor parte de estas últimas se ubican en las partes más altas de los cerros (véase mapa).

Page 177: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 161

En términos de población, este proceso de urbanización se expresa en un aumento drástico de población en la zona que pasa de 5,961 habitantes en 1950 a 287,831 en el año 2000 y a más de 300,000 en la actualidad.12

De acuerdo con la información del Plan de Desarrollo de la Delegación, el 50 por ciento de este territorio se encuentra constituido por estratos bajos que tienen ingresos familiares bajos e inconstantes y pertenecen por ello a las clases populares baja y media baja. Estas colonias se encuentran localiza­das en la zona norte del territorio, en las faldas de la sierra de Guadalupe, y algunas también en las zonas noreste y suroeste. En estas partes del territo­rio se ubican igualmente varios poblamientos irregulares que carecen en su mayoría de servicios básicos,- entre éstos se encuentran Tlalpexco, Malacates y Ampliación Malacates.

La mayor parte del territorio de Cuautepec es propiedad privada con ex­cepción de la colonia Arboledas de Cuautepec El Alto, el terreno del Reclu­sorio Norte y dos áreas de conservación ecológica, que corresponden todas éstas a la propiedad ejidal. Como se ha señalado, este tipo de propiedad constituye una parte minoritaria y se ha reducido en las últimas décadas debido a expropiaciones para equipamientos y reserva ecológica, y también a la venta de numerosos terrenos de los ejidatarios originales (véase mapa).

De acuerdo con las características del poblamiento en Cuautepec se han identificados cuatro zonas: residencial medio, conjuntos habitacionales, colo­nias populares y zona patrimonial. La primera zona, residencial medio se en­cuentra en el sur de Cuautepec. La zona de conjuntos habitacionales está conformada por las colonias Solidaridad Nacional, El Arbolillo, Unidad Habi-tacional CTM y Unidad Habitacional El Arbolillo 2, en estas colonias existen tanto viviendas unifamiliares como plurifamiliares; es también una zona con importantes equipamientos y buenos servicios, que fue urbanizada en dos periodos, primero entre 1953 y 1970 y más adelante entre 1970 y 1990.

La zona de colonias populares es la más extensa, ocupa una superficie de 1,136 hectáreas y se divide en zona plana, zona antigua y zonas altas. Las tres zonas cuentan con ciertas características similares, como la construcción de viviendas unifamiliares populares, y de techos grises, así como la carencia notable de áreas verdes. En la primera de ellas la traza es regular y las calles están pavimentadas, en la segunda la traza es más irregular y las calles pavi­mentadas, pero en la tercera, es donde se encuentran los asentamientos más irregulares y la carencia de servicios más alta. Algunas de las colonias que se

12Datos recuperados de los Censos Nacionales de Población y Vivienda; véase Sandra Hernández, "Monografía de Cuautepec", mimeo, p. 31.

Page 178: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

162 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

encuentran en esta zona son: La Pastora, Benito Juárez, Chalma de Guadalu­pe, Loma de la Palma, Juventino Rosas, El Tepetatal, La Casilda, Arboledas de Cuautepec El Alto, Malacates y Compositores Mexicanos.

Finalmente, la zona patrimonial se ubica en Cuautepec el Alto, su perio­do de urbanización es el más antiguo y corresponde a 1929-1953. La traza de sus calles es irregular, pero éstas se encuentran pavimentadas y son an­chas; al igual que las colonias populares, sus techos son grises y posee muy escasas zonas verdes. Aquí se encuentra ubicada la plaza principal "Jardín Hidalgo" y también la iglesia más importante de todo el pueblo La preciosa sangre de Cristo, construida en el siglo xvm (aproximadamente en 1767), lo cual indica el terreno del casco del pueblo.

A lo anterior, hay que agregar el área correspondiente a la reserva ecoló­gica conformada por la Sierra de Guadalupe, que es una de las pocas zonas reconocidas como Áreas Naturales Protegidas en el norte de la ciudad de México. Posee una gran importancia para los territorios conurbados por ser uno de los pocos pulmones naturales y un espacio también de esparcimiento para la población. Sin embargo, es un área constantemente amenazada debi­do a la fuerte presión urbanizadora que proviene de los crecientes asenta­mientos irregulares.

CAMBIOS RECIENTES Y SITUACIÓN ACTUAL

De acuerdo con los antecedentes históricos y el proceso de urbanización del norte del Distrito Federal, es posible identificar algunos de los cambios sus­tantivos que sufrió la zona y comprender las características que actualmente la definen. Entre estos cambios destacan algunos de carácter económico, que tienen que ver de manera particular con las relaciones de trabajo y las activi­dades económicas que se desarrollaban en este lugar. Como se ha menciona­do, el trabajo de la tierra en esta zona durante el siglo XIX se dio a través de la organización de las Haciendas, y esto determinó en buena medida que los trabajadores no fueran campesinos, en sentido estricto, ligados al trabajo de la tierra a través de la pequeña propiedad privada; su condición fue más bien la de peones acasillados que vivían en pequeños poblados y laboraban en las propiedades de los hacendados. Fue hasta después de la Revolución mexica­na cuando tomaron formalmente posesión de la tierra mediante el Reparto Agrario y la propiedad ejidal, y se dedicaron a actividades agrícolas para el autoconsumo y algunos intercambios comerciales. Por estas circunstancias, y debido al proceso de industrialización de los municipios colindantes, a las

Page 179: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 163

subsiguientes oleadas migratorias y al intenso proceso de urbanización, el trabajo con la tierra no fue definitorio de la actividad económica del pueblo durante el siglo xx; por el contrario, éste tendió a desaparecer a medida que transcurrieron las décadas y fue sustituido progresivamente por la actividad comercial.

Otro cambio significativo estrechamente ligado al anterior, fue el tránsi­to de la vida pueblerina a la vida urbana, que se dio de manera paralela por el abandono de las actividades agrícolas y el progresivo avance de la urbani­zación. El pueblo originario, constituido por los dos poblados de Cuautepec Barrio Alto y Cuautepec Barrio Bajo, con una población mestiza más o me­nos homogénea y una vida autorreferente y endogámica, rápidamente se fue rodeando de numerosas colonias populares, con población perteneciente a distintas etnias que provenían de diferentes estados de la República y de la propia ciudad de México. De este modo, la extensión del pueblo creció hacia los tres costados colindantes con el Estado de México, alcanzó los cerros y absorbió algunas de sus laderas hasta convertirse en una de las áreas más pobladas de la ciudad capital. También se transformó en una población mul­ticultural, en la que los usos y costumbres se multiplicaron, diferenciándose entre sí y diversificando la naturaleza de las fiestas populares y las celebra­ciones; con las nuevas colonias surgieron también nuevas parroquias, ritua­les y festividades que se asentaron sin mayor resistencia por parte de la po­blación originaria.

La reducción de la tierra ejidal y la creciente pérdida de los ejidos confor­mados en la época posrevolucionaria, ha sido otro de los grandes cambios de la zona, que contribuyó en mucho al tránsito de la vida campirana a la vida urbana. Esta transformación se ha observado por dos vías paralelas; la pri­mera, la venta de los lotes por sus propietarios ejidatarios; la segunda, por las expropiaciones que ha realizado el gobierno para reserva ecológica y equipa­miento urbano.

El caso de la venta de terrenos ha ocurrido principalmente a partir de los años sesenta; en esta época:

... empezaron también las personas a vender sus terrenos porque eran lotes de 3,000 a 5,000 metros cuadrados y pues el problema era que ahí se sembraba por temporal; hubo una época de sequías y ya no se sacaba la cosecha, ya no era redituable, y las familias eran numerosas, y pues tenían que sobrevivir; entonces se les hizo fácil vender sus terrenos y fraccionarlos; les dieron las posesiones a las personas y muchos ya no terminaron de pagarlas. Por otra parte, con la lle­gada de los nuevos asentamientos había el temor de las invasiones, entonces,

Page 180: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

164 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

los que tenían ejidos dijeron "antes de que me lo invadan lo malbarato" y lo vendieron, entonces ya no se podía sembrar porque no había agua aquí; el agua era de la lluvia para las cosechas del temporal, la mano de obra, lo mismo y con el problema de que llegó la industrialización a Tlalnepantla, en esos años, los jóvenes en lugar de trabajar el campo decían "¡Vamonos a la fábrica!'; y ya no se interesaron por cultivar el campo.13

La realización de las expropiaciones fue también progresiva a partir de los años setenta, cuando el gobierno realizó la primera gran expropiación para la construcción del Reclusorio Norte (1972), y otras para la regulariza-ción de la tenencia de la tierra a través de la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Coret). En 1990 se llevó a cabo la expropiación ma­yor, de 500 hectáreas de la Sierra de Guadalupe, para la zona de reserva, a partir de la cual el pueblo perdió en conjunto cerca de 1,000 hectáreas de sus tierras ejidales. Esta situación generó numerosos problemas con la tenencia de la tierra y mucha irregularidad con la posesión de la misma, dado que numerosos ejidatarios se inconformaron y se metieron a litigios en defensa de sus propiedades.

A partir de esto, el ejido conservó únicamente 60 hectáreas en propiedad ejidal y 300 hectáreas en propiedad privada, que tiene bajo su posesión. Al respecto comenta un ejidatario:

..la otra parte que nosotros le llamamos el cerro de Moctezuma, es el que esta­mos en posesión más de 1,600 propietarios, en donde actualmente todavía se siembra. Y ahí sí diríamos que es comunitario entre comillas, porque ya está parcelado y cada propietario está en posesión de su parcela; entonces no es un bien comunitario. Y fuera de eso no tenemos otro tipo de propiedades comuni­tarias, únicamente dos manantiales que sí lo son.14

Actualmente existen 540 ejidatarios en Cuautepec; 490 regularizados y cerca de 60 que se encuentran en juicio o realizando diversos trámites para la regularización de su propiedad; pero existen numerosos ejidatarios ya sin tierras y la mayor parte de las tierras que fueron ejidales, se encuentran aho­ra ocupadas con distinto tipo de equipamientos.

"Entrevista con la maestra Sofía Viveros, originaria de Cuautepec barrio bajo, en mayo de 2009.

1 "Entrevista con el señor Humberto Mondragón, originario de Cuautepec y ex Comisario Ejidal, en marzo de 2008.

Page 181: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 165

En otra vertiente, el tránsito se dio también en dirección directa hacia la búsqueda de la vida de la ciudad de México. Ante el desdibujamiento de las actividades agrícolas y la explosión de necesidades de sobrevivencia y desarrollo de una población en expansión, cada vez mayor número de gente se fue in­sertando en las actividades citadinas y adhiriéndose a la dinámica y las cos­tumbres de la vida urbana. En busca de trabajo, de opciones educativas y culturales, los pobladores de Cuautepec trascendieron rápidamente sus fron­teras y hacia la segunda mitad del siglo xx se integraron de lleno a la vida urbana. A ello contribuyó, sin duda, la apertura de vías de comunicación entre el pueblo y la ciudad: (la apertura de las dos calles principales que co­nectaron al pueblo con Ticomán, La Villa, y el centro de la ciudad, el acceso de numerosas líneas de transporte a la zona y la ausencia de numerosos equipamientos (escuelas, clínicas, hospitales, centros culturales, etcétera) y servicios públicos, como el teléfono, que atraían a la población local hacia distintas zonas de la ciudad.

Virtualmente el pueblo dejó de ser pueblo y se transformó en zona urba­na; de ser un poblado que era requerido incluso como set cinematográfico para la realización de numerosas películas en la época de oro de cine nacio­nal,15 por sus características pueblerinas, pasó a ser un conglomerado de colonias populares, de aspecto popular y densa población. Sus fronteras se modificaron, pasando de ser un poblado delimitado por símbolos territoria­les y naturales de algunos kilómetros a la redonda en torno a sus dos plazas principales: la sierra de Guadalupe, el cerro del Chiquihuite, la vía del ferro­carril, etcétera, a una gran área de 2, 419 hectáreas que actualmente se ex­tiende por el norte, oriente y occidente hasta tres municipios del Estado de México, y hacia el sur con el pueblo de Ticomán.

Para tener una idea de los cambios generados por el desarrollo urbano, podemos decir que actualmente, la zona de Cuautepec cuenta con dos via­lidades secundarias a nivel de la delegación: calle Cuautepec-Venustiano Carranza y Avenida Río de los Remedios. Otras vialidades importantes son: Chalma-La Villa-Pto. Mazatlán y avenida Tecnológico-Francisco Villa-Juárez-La Ventisca. Estas vialidades, sin embargo, no son suficientes para el traslado y la comunicación de la densa población y de la cantidad de vehículos de la zona con el resto de la ciudad de México; hace falta una

15La zona de Cuautepec sirvió, en efecto, de escenario a películas tales como Los tres huastecos (1948), La oveja negra (1949), No desearás a la mujer de tu hijo (1949), La mujer que yo perdí (1949) y Las mujeres de mi general (1950). Véase Imágenes e historias de Cuauhtepec, Proyecto Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO), GDF.

Page 182: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

166 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

vialidad importante que comunique las vialidades primarias de la delega­ción con la zona habitacional.

Por otra parte, existe un corredor de baja intensidad que comprende los lotes con frente a vías primarias y secundarias, a lo largo de las cuales predo­mina el uso mixto, vivienda, comercios y servicios, así como equipamiento básico. Este corredor presenta características de centro de barrio y está for­mado por las calles: avenida Cuautepec, Emiliano Zapata, Venustiano Carran­za, Juventino Rosas, Santa Teresa, 5 de Mayo, Miguel Lerdo de Tejada, Ran­cho Grande y Felipe Angeles.

En lo que toca al equipamiento urbano, existen seis deportivos, entre los cuales se encuentra la ciudad Deportiva Carmen Serdán; dos clínicas de la Se­cretaría de Salud, una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, una clí­nica odontológica de la UNAM, el CONALEP de la Gustavo A. Madero, el CECATI No. 156, el Centro Escolar Benemérito de las Americas (propiedad de los mor-mones), una preparatoria del GDF, una Unidad de la Universidad Autónoma de la ciudad de México, tres Casas de la Cultura, dos Bibliotecas y un Centro Eco­lógico para las personas de la tercera edad. También está el Reclusorio Norte, asentado en un terreno ejidal expropiado, numerosas tiendas de autoservicio y mercados, así como diversos tianguis sobre ruedas. En términos de la influencia a nivel delegacional el Centro Escolar Benemérito de las Americas, el Reclusorio Norte y el Deportivo Carmen Serdán tienen gran relevancia.

Por las características de la zona, la situación de los servicios es irregular y más bien precaria. El servicio de agua potable es problemático: la infraestruc­tura existente -la red de distribución, las estructuras de abastecimiento y el bombeo-, es sin duda insuficiente para el abasto de los habitantes. La mayor parte de las colonias ubicadas en los asentamientos irregulares tienen la nece­sidad de abastecerse de agua mediante el servicio de carros de tanque que lle­gan a ellos cada tercer día. Algo semejante ocurre con el drenaje, dado que una parte importante de las viviendas no cuentan con la infraestructura adecuada y las descargas se hacen todavía a cielo abierto, con todos los riesgos que ello implica. Finalmente, la energía eléctrica sí llega a la mayor parte de las vivien­das, excepto a aquellas ubicadas en los asentamientos irregulares.

A pesar de estos cambios inminentes, la gente que habita en la zona conti­núa nombrándolo e identificándolo como "pueblo", aunque en términos reales el "pueblo" antiguo ha quedado reducido a unas cuantas colonias (Palmatitla, del Bosque, El Carmen, Zona Escolar, Ahuehuetes, Cocoyotes, "Valle de Madero, El Arbolillo, La Pastora y Benito Juárez) y un grupo amplio de familias que habitan en torno a las plazas centrales: Jardín Hidalgo y Plaza Madero (también conoci­da como Plaza del Carmen, por la iglesia ahí ubicada). Sin embargo, hay que

Page 183: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 167

mencionar que buena parte de los habitantes de las colonias nuevas, creadas a partir de los años cincuenta y setenta, sí reconocen como referentes de la zona ("del pueblo") espacios y símbolos del pueblo antiguo, tales como las plazas centrales, y la iglesia de La Preciosa Sangre de Cristo y los panteones; igualmen­te, muchos de ellos participan en las fiestas tradicionales realizadas por las fami­lias originarias y que corresponden a las celebraciones históricas, de origen colo­nial, con fuerte arraigo en el pueblo originario.

ESPACIO Y VIDA PÚBLICA

El asunto del espacio en Cuautepec es también un tema conflictivo, debido a la numerosa población y a la densidad de viviendas. Como se ha mencio­nado, es una zona preponderantemente urbanizada y cuenta por tanto con muy escasos espacios verdes. Con la excepción de la Sierra de Guadalupe que está en sus bordes, del Jardín Hidalgo, la plaza de Barrio Bajo, el parque Juventino Rosas y un área de los deportivos, la mayor parte del territorio es asfalto, y las áreas verdes son indudablemente insuficientes y desproporcio­nadas con relación al resto de la zona.

En estas circunstancias, los espacios públicos no coinciden generalmente con las áreas verdes, sino con las propias calles y algunos equipamientos, como las escuelas, los centros deportivos, el Salón Ejidal y la Casa del Pue­blo, que se encuentra ubicada en el Jardín Hidalgo a un costado de la iglesia principal, en Barrio Alto. La vida pública de los habitantes del pueblo, tanto las fiestas tradicionales, como las celebraciones cívicas, los actos de tipo po­lítico, numerosas actividades comerciales (tianguis) y las actividades recrea­tivas y de esparcimiento se llevan a cabo muy frecuentemente en la calle, en particular en las avenidas principales: Cuautepec-Emiliano Zapata-Venus-tiano Carranza y Juventino Rosas, que corresponden a la misma avenida, y Guadalupe Victoria-Ezquerra, que corresponden a la otra principal.

Entre los espacios públicos relevantes se encuentra sin duda el parque Juventino Rosas, que posee para los habitantes del pueblo importante signi­ficado, pues es un espacio en homenaje a uno de los personajes que la gente identifica como amigo de la población: Juventino Rosas; no era originario, pero era amigo de una familia nativa (los Carbajal) y pasaba largas tempora­das por allá; cuentan que estuvo enamorado de una de las mujeres de esa familia, y fue a ella (Mariana Carbajal) a quien dedicó su conocido vals Sobre las Olas, escrito en el parque a la orilla de un arroyo que pasaba por ahí.16

16Entrevista con el señor Rafael Mendoza, originario de Cuautepec, en julio de 2007.

Page 184: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

168 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

También se encuentra el Deportivo Carmen Serdán que tiene campos e instalaciones muy extensas y sirve para el esparcimiento y las actividades de­portivas de niños y jóvenes,- así como algunos campos deportivos aislados que se conservan en algunas de las áreas ejidales que no han sido vendidas ni ex­propiadas. Pero los dos espacios públicos por excelencia del pueblo son las dos plazas de armas, el Jardín Hidalgo y el Jardín Madero, que se ubican, respecti­vamente, en Cuautepec Barrio Alto y en Cuautepec Barrio Bajo. Es en éstas en donde se llevan a cabo la mayor parte de las actividades públicas y las que constituyen un fuerte referente histórico, especialmente para las familias ori­ginarias. En el Jardín Hidalgo se encuentra la iglesia La Preciosa Sangre de Cristo y el kiosko principal; se encuentra rodeada de numerosos comercios establecidos y también aloja una edificación histórica que fue sede de las ofici­nas de la sudelegación territorial, y a la que actualmente se le conoce como "La Casa del Pueblo". En el Jardín Madero, se encuentra otro kiosco y un edificio con valor patrimonial, que fue el juzgado del pueblo décadas atrás; actualmen­te son oficinas del Registro Civil y del Gobierno del Distrito Federal. Muy cerca de esta plaza, a una cuadra de distancia, se ubica la iglesia de la Señora del Carmen, que es la segunda en importancia en la zona.

Kiosco del Jardín Hidalgo, Cuautepec Barrio Alto. Fotografía de Alma Zenón.

Page 185: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 169

Con relación a la calle como espacio público hay que decir que Cuaute­pec es un pueblo populoso y generalmente las calles están copadas por sus pobladores. No es un pueblo pacífico y solitario sino un poblado dinámico, alegre y con mucho movimiento; es común ver el tránsito permanente de la gente por sus numerosas arterias o reunidas en pequeños grupos en torno a los puestos de vendimia, afuera de las escuelas, en los comercios callejeros o en las esquinas. La gente está muy presente en la calle durante el día, e in­cluso en las noches acostumbra recorrerla y ocupar sus distintos espacios. Es gente de todas las edades la que la ocupa, pero por las tardes y noches son los jóvenes los que más se apropian de ella. En particular los fines de semana tienen sitios selectos en los que acostumbran juntarse para emigrar después a una fiesta o a una tocada.

También los atrios de las iglesias son espacios usualmente utilizados para festividades y otras actividades de carácter público; son lugares de reunión de las mujeres y los niños, así como de las familias que asisten semanalmen-te a las misas parroquiales. Debido a tradición y a la fuerte influencia de las iglesias en la vida del pueblo, estos sitios son importantes para la población y constituyen un referente del patrimonio común.

La situación de los espacios públicos es, sin embargo, conflictiva ya que no todos están abiertos a la plena disposición de los habitantes del pueblo. En algunos casos, éstos han sido apropiados por algunas organizaciones de pobladores, y son ellos quienes de algún modo "administran" tales espacios, y deciden el tipo y las condiciones para su uso.

Este es el caso, por ejemplo, del Jardín Hidalgo de Barrio Alto que está bajo la custodia y el control de una organización social, que es de las que más se han preocupado por la defensa del territorio y la preservación de las tradi­ciones. También es el caso del atrio de la iglesia La preciosa Sangre de Cristo, que por voluntad de esta organización ha pasado de ser espacio de esparci­miento y reunión a estacionamiento público. En una situación semejante se encuentra la llamada Casa del Pueblo, que está igualmente bajo la custodia de la misma organización de originarios, y son éstos quienes la regulan y quienes han definido su perfil. En términos generales, se usa para reuniones de los allegados de esta organización y para la celebración de algunas activi­dades políticas y culturales, pero se ha erigido también como el espacio cen­tral en torno al cual se desarrollan los actos cívicos y festivos de las fiestas de Barrio Alto. Se trata de una edificación particular que esta organización de originarios ha pretendido convertir en un símbolo de la historia, la iden­tidad y la lucha de las familias nativas por conservar las tradiciones y el control de la gestión del territorio. Posee en uno de sus costados un mural,

Page 186: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

170 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

que representa el testimonio de los orígenes del pueblo, la lucha de los habi­tantes de Cuautepec en defensa de su pueblo, y el reconocimiento de las fa­milias originarias que lo han habitado. En la parte del frente tiene un enor­me retablo con una frase de un poblador originario ya difunto, que reza: "Mis ideales siempre fueron conservar y preservar las costumbres y tradiciones de mi pueblo Cuauhtepec, espero que mis hijos, hermanos y amigos guarden y continúen este legado", Andrés de la Cruz Ortiz, q.e.p.d.17 la cual ha preten­dido ser promovida como un emblema para los nativos.

La situación de estos espacios públicos es conflictiva debido a que existe una abierta disputa por sus usos y su administración. Los miembros de la organiza­ción que los custodia y administra defienden su derecho a este ejercicio:

Decidimos expropiarlos al templo de Cuautepec (se refiere al Jardín Hidalgo y a la Casa del Pueblo), lo que era el atrio, porque el atrio, era el panteón primero de Cuautepec; entonces un cura por ahí decidió pavimentar y quitar las tumbas, cometiendo un homicidio contra la tradición de Cuautepec; entonces nosotros decidimos retomar el atrio, lo convertimos en estacionamiento público, que como resultado nos atrae recursos, para la situación de la fiesta del pueblo.18

Sin embargo, no existe una consulta ni una representación reconocida por los habitantes del pueblo, ni aún del conjunto de las familias originarias, para la definición de estos usos del espacio público. Esta misma organización ha asumido la administración de los usos del Jardín Hidalgo, otorgando per­misos y cobrando comisiones a organizaciones de comerciantes ambulantes que ocupan los pasillos del jardín de diferente manera, durante las fiestas patronales y en la vida cotidiana. De tal forma que el Jardín no está disponi­ble para la realización de otro tipo de actividades. A pesar de esta situación, el Jardín Hidalgo es la plaza más grande de todo el pueblo y donde tienen lugar las principales festividades de Barrio Alto.

Este tipo de conflicto no existe en todos los espacios públicos del pue­blo; la mayor parte de éstos permanecen abiertos al libre tránsito de las personas y a su libre ocupación para actividades recreativas y culturales diversas y, en general, están administrados por la delegación. Únicamente con la Sierra de Guadalupe ocurre algo similar, con relación al acceso res­tringido por parte de la población, dado que una parte de ésta es reserva

17Esto significa: "Que en paz descanse". 1 entrevista con Pablo Peña, habitante originario y miembro de la Alianza Democrática

ciudadana Cuautepec siglo xxi, octubre de 2007.

Page 187: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 171

ecológica y otra parte ha sido privatizada y ocupada por las grandes televi­soras y otras compañías de comunicación. Además, un tramo de la colin-dancia del pueblo con los bosques de la sierra ha sido bardeada por protec­ción ecológica y por motivos de seguridad, de tal manera que existen en realidad pocos accesos a esta área que históricamente fue parte de los pa­seos cotidianos de la población:

.... Todo lo que son los cerros de la zona norte, sí eran como espacios abiertos de la comunidad; había ojos de agua, se iba ios fines de semana, se hacían días de cam­po, nadaban y se llegaba con las familias y todo lo necesario para instalarse todo el día. Se acostumbraba ir al bosque a la zona boscosa o ir a algunas cuevas, "al cerro", así se le decía, el cerro era un referente común identitario [...] Antes servía para ir de día de campo, como es un poco agreste, se llegaba y se quedaban ahí las familias, y los que querían se iban al cerro de la Cruz, a donde de vez en cuando la gente del pueblo hacía peregrinaciones [... ] Pero ahora ya no, ya es prácticamen­te imposible, por la inseguridad que hay; está bardeado y sólo se puede entrar por dos o tres lugares por donde hay brecha, pero digamos, cruzar por en medio del bosque por la zona arbolada, ya no, está controlado el acceso, entonces práctica­mente ha desaparecido el "ir al cerro".19

De este modo, en tiempos recientes el ámbito del espacio público se ha restringido en Cuautepec y por la misma razón existe una fuerte disputa y presión sobre los que existen actualmente.

LOS TIEMPOS DEL PUEBLO

LA PERTENENCIA Y LA PRESENCIA DEL TIEMPO HISTÓRICO

Antecedentes históricos

De acuerdo con distintas fuentes y testimonios se sabe que en la zona que se ubica actualmente el pueblo de Cuautepec, se estableció uno de los primeros asentamientos de la cuenca de México, cuyos habitantes ocuparon el área al­rededor de 2,500 a 400 años antes de nuestra era. Los primeros restos arqueo­lógicos en este territorio correspondieron a cerámica, herramientas de piedra y hueso y a figurillas de terracota ("caritas sonrientes") en la zona conocida

"Entrevista con Cuauhtemoc Ochoa, originario de Cuautepec, en mayo de 2008.

Page 188: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

172 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

como "El Arbolillo", ubicada en la parte central de Cuautepec.20 A esta época situada en el preclásico pertenecen también los asentamientos de Zacatenco y Ticomán, dentro del área geográfica de la hoy delegación Gustavo A. Madero.

Los primeros pobladores que habitaron esta zona fueron los tepanecas, que fueron el tercer grupo en llegar a la cuenca después de los xochimilca y los chal-ca, hacia el siglo XIII, después de una larga travesía desde Chicomoztóc. Sus asentamientos principales fueron Tacuba, Tlalnepantla, Azcapotzalco, Tacuba y Tenayuca, de donde se extendieron hacia el norte al vencer a los otomíes en Ecatepec, Cuautepec e Iztacala, de acuerdo con Los Anales de Cuautitlán.11

Más adelante, en el periodo posclásico, entre los siglos xi y xvi, existen evidencias de que el grupo establecido en la zona era de origen chichimeca, de las tribus provenientes del norte que llegaron y se establecieron ahí. Entre los principales asentamientos hegemónicos de la zona se encuentra Tenayu­ca, para esos años adscrito bajo la influencia tolteca. Años más tarde, antes de la llegada de los españoles, durante la época mexica en el posclásico, los asentamientos más importantes de la región eran Ecatepec, en primer lugar, Tenayuca y Coacalco, en la parte norte.

Cuautepec siempre estuvo ligado a Tenayuca y era parte de sus tributa­rios. De esto y sus orígenes existen menciones en diversas fuentes importan­tes como la Tira de la peregrinación, el Códice Granados y el Mapa de Si-güenza y Góngora. Se dice que a la llegada de los españoles, Cuautepec era un lugar de culto, debido a la altura de los cerros que lo rodeaban, por tanto era la sede de importantes fiestas religiosas y lugar de sacrificios; de esto da cuenta Fray Bernardino de Sahagún en sus crónicas:

En las calendas del primer mes del año, que se llamaban quauiteoca, y los mexi­canos le llamaban ailcahualco, el cual comenzaba segundo día de febrero, ha­cían gran fiesta a honra de los dioses del agua o de la lluvia llamados Tlaloque [...] Los lugares donde mataban los niños son los siguientes: el primero se llama Quauhtépetl: es una sierra eminente que está cerca de Tlatelolco [...] A los ni­ños o niñas que ahí mataban componíalos con los papeles teñidos de color en­carnado (Sahagún, 1989).22

20Véase Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, México, Siglo XXI, 2003, pp. 5-6.

21 Véase Horacio Sentíes, Antecedentes históricos de la Gustavo A. Madero, México, DDF, 1990, p. 15.

22Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, México, Porrúa, 1989, p. 98.

Page 189: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 173

Entre los años 1000 y 1010 de nuestra era un líder chichimeca llamado Xólotl, emigró con su grupo al valle de México y se estableció en el área de Tenayuca en donde formó un imperio del que Cuautepec fue parte. Los de-cendientes de Xólotl se erigieron en gobernantes y mantuvieron el control sobre la región, vinculándose de manera importante con los gobernantes de Tlatelolco y de otros pueblos del valle de México. Existe la versión de que de esta casta de gobernantes descendió Cuauhtemoc, el último emperador mexica.23 Por estos antecedentes, la relación entre Cuauhtepec y Tenayuca siempre fue cercana y ambas mantuvieron también un fuerte vínculo con Tlatelolco, que era sin duda el señorío más importante de la parte norte de la isla principal del Lago de Texcoco.

De entonces data el significado que se ha adjudicado al nombre del pueblo, pues en las fuentes antes mencionadas, se registra un topónimo que representa un águila encima de un cerro, que en el Códice García Gra­nados es identificado como el cerro de Quauhtepec, en donde, según Los Anales de Tlatelolco, aparece el pueblo de Cuauhtepec como territorio per­teneciente a los señores de Azcapotzalco.24 De aquí que el nombre de Cuauhtepec provenga de cuauhtli: águila, y tépetl: lugar, y signifique "Cerro del águila" o "Lugar de águilas".25

Lo anterior muestra que Cuautepec tiene claros antecedentes prehispánicos y es por ello uno de los pueblos incuestionablemente originarios del valle de México, en el sentido de que es de origen indígena y preexistente a la fundación de la Nueva España y a los pueblos que se crearon en la época colonial.

Después de la llegada de los españoles, como muchos otros pueblos, Cuautepec pasó a formar parte de la nueva organización articulada por los españoles y se convirtió en una visita, lo que significó un pequeño poblado que quedó adscrito a una suerte de capital religiosa llamada cabecera de doc­trina. Estas cabeceras eran poblados grandes en donde se establecieron las parroquias y las residencias clericales, y tenían bajo su adscripción a diversos pueblos que eran las visitas. En este caso, la cabecera fue Tlalnepantla, y

"Horacio Sentíes, "La historia de Cuautepec", en Apuntes al vuelo, año XII, num. 138, julio 2005, p. 12.

24Véase "Los pueblos y las genealogías en el Códice Tlachialoyan García Granados", nota introductoria al Códice Tlachialoyan García Granados, p. 49 citado en Comité PAPO, Catálogo fotográfico. Imágenes e historias de Cuauhtepec, México, GDF, p.15.

25Cabe señalar que debido a esta transformación del nombre y a sus antecedentes prehis­pánicos y coloniales, todavía actualmente algunos pobladores de la zona acostumbran escribir Cuauhtepec, con "h", en lugar de Cuautepec. Sin embargo, de manera oficial esta zona ha sido reconocida sin la "h", sólo como Cuautepec.

Page 190: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

174 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Cuautepec quedó bajo su circuito. En esta época a todos los pueblos se acos­tumbraba otorgarles un prefijo cristiano para acompañar a su nombre origi­nal, y a partir de entonces el pueblo se llamó Santa María Cuauhtepec.

A partir de entonces existió cierta confusión con respecto al nombre correcto del pueblo, pues en ocasiones se hace referencia a éste como Santa María Coatepec, en otras como Cuauhtepec, en otras como Quauhtepec y, final­mente, también como Quauhtepeque. Al respecto, en todo caso lo que hay que decir es que depende en mucho de las fuentes consultadas y de si éstas refieren al antes o después de la conquista, pero todos estos refieren al mis­mo pueblo del que nos estamos ocupando.

Cuando llegó el reparto del territorio entre los españoles y las nuevas familias allegadas en función de su participación en las diversas fases de la conquista, se dio paso a las Encomiendas, que consistían en la asignación de un territorio a una persona para que éste la explotara, la usufructuara y man­tuviera el control sobre sus pobladores; también se pretendía que se lograra la pacificación de la zona. La primera persona que se hizo cargo de la zona de Cuautepec fue don Diego de Mendoza Austria Moctezuma, quien era reco­nocido como hijo de Cuauhtemoc y bajo cuya tutela quedó también la región de Tlatelolco. A ello se debe que por muchos años esta parte del territorio fuera conocida como "El rincón de Don Diego".

Este personaje, que era igualmente descendiente de Moctezuma, contri­buyó al reordenamiento territorial y político de la zona posterior a la con­quista, y gobernó también Tlatelolco, formando un gran cacicazgo. Le fueron concedidas las cédulas reales en donde se asignaban las tierras bajo su man­do. A su muerte, sus herederos mantuvieron el cacicazgo por un tiempo hasta que, por diversas causas, éste se fue diluyendo. El momento de su oca­so coincidió con la instauración en la Nueva España del régimen virreinal y con la fundación de las grandes haciendas en el centro de México.

Como ya se ha mencionado, en la época de las grandes haciendas, la de San José de la Escalera fue la que se creó en la zona de Cuautepec. Lo que se sabe acerca de ésta es que tuvo varios dueños en distintas etapas, entre los cuales destacaron: Cristóbal de Tapia, hijo del conquistador Andrés de Tapia, Luisa Vanegas, Antonio Vallejo, Pablo Oyagúren, Mará Vallejo y el doctor Juan Pérez de Oyagúren.26

Al igual que el resto de las Haciendas, la de La Escalera se caracterizó por el trabajo de explotación y la división de sus tierras. Un primer sector era el

26 Véase Horacio Sen ties, La Villa de Guadalupe. Historia, estampas y leyendas, México, DDF, 1991, pp. 66-68.

Page 191: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 175

mejor ubicado, comunicado y con sistema de riego; era conocido como de "explotación directa" y contaba con dos áreas, una destinada al comercio y otra al autoconsumo. Un segundo sector estaba formado por tierras pobres, que carecían de infraestructura y se daban en arrendamiento, aparcería o colonato. Finalmente estaba un tercer sector, en donde se ubicaban las tierras no explotadas que eran conservadas como reserva.27

El trabajo de explotación en las haciendas propició que los hacendados quisieran extender sus propiedades, ya fuera de manera legal o ilegal, y que se apropiaran frecuentemente de las tierras de los pueblos circundantes, ge­nerando con éstos un sinnúmero de conflictos. Este fue el caso que se obser­vó entre el pueblo de Santa María Cuautepec y la Hacienda de La Escalera por varios años, al que ya se ha hecho referencia.

Dentro de los antecedentes importantes de Cuautepec vale la pena des­tacar su relación histórica con Tlalnepantla, dado que ésta fue muy relevan­te en sus orígenes y se mantuvo por varios siglos, e incluso de diversas ma­neras se prolongó hasta la mitad del siglo xx. Esta relación tuvo su origen en la época prehispánica, cuando el pueblo era sujeto de Tlatelolco, pero se afianzó en el siglo xvii, cuando éste pasó a formar parte de la cabecera de Tlalnepantla que pertenecía a su vez a la Encomienda de Tacuba. Santa Ma­ría Coatepec, era entonces su nombre. Esta relación se dio en el marco en el que con fines del cobro del tributo indígena se articuló una estructura de organización de los pueblos basada en el criterio de la división parroquial, y en el caso de la ciudad de México fueron consideradas nueve de las catorce parroquias existentes, a las cuales se agregaban las que formaban los pueblos foráneos, y los barrios situados en otra jurisdicción parroquial, como Ixtacal-co, la Villa de Guadalupe, las doctrinas de Tacuba y Tacubaya y el curato de San Antonio de las Huertas.28

Reconocimiento de una población y un territorio con pasado común. El núcleo del pueblo: linajes y familias originarias

Se ha mencionado ya que de los cerca de 300,000 habitantes de Cuautepec únicamente una parte minoritaria es la que corresponde a la población ori­ginaria y es por tanto la población base del pueblo que pervive. Es difícil sa­ber con exactitud cuántas personas la conforman, pero lo que sí se puede documentar es que permanecen apellidos históricos de familias que han es-

27Vease Cuauhrepec: memorias de ayer y hoy, PAPO, op. cit. 28Vease Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México: Tenochtitlan y

Tlatelolco, sus pueblos y sus barrios, 1812-1919, México, El Colegio de México, 1995, p. 32.

Page 192: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

176 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

tado asentadas en este territorio por más de un siglo y que se consideran a sí mismas parte del patrimonio del lugar.

De acuerdo con distintas fuentes y testimonios, entre los que destacan actas notariales y actas de cabildo del siglo XIX, se registran en la actualidad alrededor de 51 apellidos originarios, que corresponden a familias amplia­das que habitan en distintas colonias de Cuautepec. Es decir, no se trata únicamente de núcleos familiares (familias nucleares) sino de familias ex­tensas con ascendencia que se han reproducido y han permanecido en su mayor parte en Cuautepec. Los apellidos que aparecen en las actas y también en el mural de la Casa del Pueblo son: Cedillo, Nolasco, Carbajal, Tinoco, Fragoso, Peña, López, Montano, Ayala, Mata, García, Fuentes, Roldan, Torres, Mendoza, de la Paz, Téllez, Zúñiga, González, Montiel, Santillán, Jiménez, Olopa, Pacheco, de la Cruz, Mondragón, Carrión, Arenas, Plata, Alfaro, Celestino, Pineda, Lazcano, Cumbres, Chávez, Ortega, Noriega, Carrillo, Vidaurri, Viveros, Zamudio, Corona, Ramírez, Frías, Reyes, Ta­pia, Escamilla, Arroyo, Oscoi, Duran y Díaz.29

De estos apellidos es frecuente encontrar numerosos habitantes en Cuautepec, y algunos de éstos se reivindican como parte de los linajes más antiguos del pueblo y los más persistentes. Entre éstos destacan: Cedillo, Peña, Oscoi, Olopa, Carrillo, Mendoza, Viveros, Tinoco, Torres, Mondragón, de la Cruz y Plata, algunos de los cuales se reconocen como de la quinta o sexta generación de su familia, y cuentan entre sus miembros con personas de más de 90 y 100 años. Las 51 familias, constituyen el núcleo duro del pueblo y son básicamente las que participan en la conservación de las tradi­ciones y en la reproducción de distintas prácticas culturales.

En la memoria de estas familias, más que un sentido histórico de la im­portancia de largo plazo del asentamiento, lo que prevalece es una memoria de mediano plazo, que remite a sucesos, personajes y costumbres de finales del siglo XIX y del transcurso del xx, y que se expresa en un fuerte arraigo al territorio, las fiestas de origen colonial, y en numerosas costumbres cotidia­nas que hacen a la vida social (pueblerina), a las relaciones y ceremonias fa­miliares, al vínculo con las poblaciones cercanas y a la relación con el entor­no natural: el campo, los cerros y, más recientemente, el ejido.

En términos de la preservación de la historia del pueblo, entre los ori­ginarios ha existido el interés por trasmitir a las nuevas generaciones lo

29Comisión Local Agraria del Distrito Federal, Registro Agrario Nacional de la Secretaría de la Reforma Agraria, 26 de octubre de 1936.

Page 193: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 177

que fue Cuautepec y la importancia que ha tenido; al respecto comenta Mario Plata:

... ves precisamente esas cosas, que los hijos y los nietos ya no preservan o no tienen la imagen de lo que fue Cuautepec es lo que nos invita a mantenerlo y a seguirlo preservando. Por eso nos interesó hacer lo del mural de la Casa del Pueblo porque llegaban los niños y nos preguntaban ¿qué es Cuautepec?, ¿por qué se llama Cuautepec?, ¿qué significa? Y pues uno no siempre tiene esa infor­mación, y es bonito que tengan la preocupación por querer saber.30

Sin embargo, vale la pena aclarar que en los intentos por reconstruir esa historia del pueblo, como señala Cuauhtemoc Ochoa también originario,31

hay igualmente muchos mitos y fragmentos construidos por los mismos pobladores. No toda la historia que la gente del pueblo conoce o recuerda está documentada. Pero como ocurre frecuentemente, esos mitos o fragmen­tos reconstruidos por la gente se vuelven parte de su "verdad" y los conser­van en el discurso como parte de su historia y de las vivencias compartidas.

En este sentido, existen por ejemplo menciones frecuentes a los brujos y los curanderos del pueblo, quienes eran muy reconocidos porque curaban y hacían brujería con hierbas de la zona. Dado que Cuautepec era una zona aislada y alejada de la ciudad, los habitantes no tenían oportunidad de visitar a los médicos y asistir a los hospitales; acudían por tanto a las personas re­conocidas del pueblo que curaban con métodos naturales o energéticos. Una curandera aún viva explica sobre esto:

Desde jovencita empecé a curar, sin mentirles, saben con qué curaba yo, me van a perdonar lo que les voy a decir; para quietarles el aire me quitaba yo el fondo y los limpiaba yo con el fondo, y les echaba yo humo de cigarro y los limpiaba con un huevo y el árbol, y mire, se me aliviaba la gente [...] [Para el espanto] tendía yo una cobija allá afuera, y hacía una cruz de cal y ahí los acostaba yo, luego iba yo con la piedra y le gritaba su nombre: "responde me llamo fulano de tal, otra vez, tres veces". Y luego les echaba el agua de colonia y la pomada de cigarro y ya: "órale, ya levántate y vete"... [Para los partos] yo no necesité que me viera un viejo o una vieja ¿sabe qué le decía yo a mi esposo? "Sácate con tu enfermera, córrele cabrón no te quiero aquí" ¿Sabe qué me tomaba yo? Sopacle

'Entrevista con el señor Mario Plata, de Cuautepec Barrio Alto, en septiembre de 2009. Entrevista con Cuauhtemoc Ochos, de Cuautepec Barrio Alto, en mayo de 2008.

Page 194: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

178 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

con un pedazo de chocolate, me bañaba y me secaba: "Tú tráeme mis cobijas y sácate de aquí, déjame sola".32

Otra evocación frecuente es Cuautepec como lugar campirano y como vergel. En la memoria de estas familias es frecuente identificar la nostalgia por aquel pueblo rodeado de cerros y de un entorno natural prolífico y colorido, que dista mucho de la extensa zona asfaltada que actualmente lo identifica:

¡Cuautepec era un valle muy bonito!, con unas 40 o 50 familias. Toda la gente se dedicaba al cultivo del maíz, frijol, haba, calabaza, maguey, tuna y nopal; había huertas muy bonitas en el pueblo con toda clase de frutas como granadas, zapote blanco, higo, capulín, manzana, naranja y todo esto en tiempos de lluvia ¡Era un vergel! [...] Se sembraba mucho maíz y mi papá tenía dos colotes de cinco palos, donde se guardaba el maíz; en esta época en las milpas se levantaba la cosecha y aunque no era negocio, si sobraba, se llevaba a vender a Tlalnepantla, al Centro, al mercado del Carmen, a la Merced, a la Plaza Hidalgo y a San Joa­quín, en los camioncitos que teníamos aquí.33

Acerca del entorno natural y de la fauna del lugar existen también mu­chos recuerdos y vivencias de la gente, dado que, en tanto ambiente campi­rano, los paseos y la vida cotidiana de las personas estaba muy ligada a la relación con la naturaleza. En cuanto a los cerros, recuerda don Avelino San-tillán Mondragón:

De los que yo me acuerdo que rodean Cuautepec, comenzando al oriente con el Chiquihuite, el Cuautis, Joya de Nieve, el Cerrito Colorado, y de ahí al norte: el Moctezuma, había otro que le decían El Tecolote, el Pulpito, el Mirador, y para el poniente: el Águila, la Viuda, Binguineros, el Panal, el puerto Metates, el Piedras Negras, luego la Corona y el Tenayo. ¡Era una cosa muy bonita el valle de cerros que rodean Cuautepec! [...] de animales había: conejo, armadillo, coyote, víbora de cascabel, que había bastante; íbamos al cerro a cazar conejos para comer, había tejón, zorrillos, tlacuaches y también gato montes. En el cerro de Piedras Negras había muchos coyotes, había poquitas casas en el cerro que tenían sus chivos, y como a las 6 o 7 de la tarde oías el chilladero de coyotes. No nos daban

32Entrevista con la señora Clementina Suaste Sánchez, originaria de Barrio Bajo, en junio de 2009. Véase Memorias de ayer y hoy... op. cit.

33Entrevista con el señor Avelino Santillán Mondragón, originario de Barrio Bajo, en julio de 2009. Véase Memorias de ayer y hoy... op.cit.

Page 195: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 179

miedo, íbamos al cerro a cuidar las vacas y nos encontrábamos con los coyotes y los correteábamos a pedradas; luego nos decían que atacaban, pero no, nunca nos pasó nada [...] [De aves silvestres] había gorrión, huitlacoche, calandria, azulejos, carpinteros, colibrí, cardenal, chumbinero, primaveras, golondrinas, tórtola de las dos: de cola blanca y otra chuquita que chillaba al volar, de esas había muchas; había lechuza, zopilote, tecolote, también había muchas águilas allá por el cerro de la Joya de Nieves, por la tarde aparecían volando en el cerro, pero ¡eso ya se acabó!...34

En estas evocaciones es usual el recuerdo común de los medios de trans­porte de finales de siglo XIX y hasta mediados del siglo xx, que eran básica­mente, primero, los animales y las carretas, después, el ferrocarril, y más adelante, dos camioncitos que durante muchos años fueron el enlace de la gente del pueblo con Tlalnepantla y la ciudad de México. El ferrocarril repre­senta todo un símbolo para la gente porque distinguía al pueblo con el hecho de tener una estación particular, lo que no era común para los pueblos de entorno:

El ferrocarril de Monte Alto, llamado "Monte Alto-Cuautepec" con sus rutas [estaciones] intermedias,- una era Tenayuca. En el proceso de modernización de Porfirio Díaz, la espina dorsal fue el ferrocarril, como una forma de acercar a los pueblos, como sería el internet actualmente. [En] los pueblos [con] importancia productiva siempre hubo ferrocarril doméstico,- a Cuautepec le tocó por la situa­ción de los productos agrícolas, la cantera, la mica, para la fabricación de cerá­mica que era importante. Entonces Porfirio Díaz decide poner un ramal del tren de Monte Alto a Cuautepec, con un solo vagón de pasajeros que casi nunca se llenaba, el que iba siempre lleno era el de la cantera y productos agrícolas. Orgu-llosamente podemos decir que con la cantera de Cuautepec se construyeron [...] Las avenidas de la ciudad de México...35

En los años treinta, cuando se abrieron los caminos hacia la ciudad de México y Tlalnepantla, se introdujo al pueblo el otro medio de transporte original que fue el camión. En estos años no había rutas oficiales desde la ciudad hasta el pueblo, así que los camiones que comenzaron a circular y a comunicar a Cuautepec con el entorno fueron de particulares. Estos camio-

34Entrevista con Avelino Santillán Mondragón, originario de Cuautepec, en julio de 2009, Imágenes ehistorias de Cuautepec... op. cit.

35Entrevista con Pablo Peña Martínez, originario de Barrio Alto, en julio de 2009.

Page 196: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

180 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

nes tenían sólo tres corridas diarias de Cuautepec a su destino y de regreso. Salían muy temprano por las mañanas, a partir de las 4:30 y regresaban hasta tarde por las noches; así que la gente tenía que aprovechar los horarios establecidos si quería viajar a la ciudad. Al respecto comenta el maestro Ra­fael Mendoza:

... únicamente teníamos la salida a la carretera que va de aquí a la Villa; bueno en ese tiempo sólo había dos camioncitos de transporte, antes de esos camion-citos la gente se trasladaba a la Villa o a Tlalnepantla a pie, otros a caballo, otros en burro [...] pero por allá de 1930-1932, hubo dos personas, pues de las más riquillas del Cuautepec que compraron un camioncito [...] en ese tiempo el ca­mión de pasajeros sería del tamaño del microbús, no cabía mucha gente cuando mucho 30 gentes, y cómodamente viajaban,- ya había camiones, pero no había carretera, era pura terracería; a veces llovía mucho ahí por La Pastora y pues a veces ahí se atoraban los camiones y ya no salían. ¿A qué salía la gente tempra­no? A vender nopales, a vender tunas, a vender hierbas como quelites, calabaza, flor de calabaza, que era lo que producían los terrenos y los iban a vender a La Villa [...] El dueño del camioncito de arriba era don Apolonio Tinoco y el de abajo era don Jesús Tinoco. Eran los choferes que llevaban y traían; había dos o tres corridas en la mañana, una corrida empezaba a las 4:30, acá por donde está la iglesia y el kiosco estaba la terminal, y silbaba el camión y yo lo oía, y mi abuelo decía: "Va a bajar el camión, hay que prepararnos" [...] Otro camión salía alas 5:30 y otro a las 7:30.36

En relación a las comunicaciones de Cuautepec con el entorno existe, sí, el recuerdo de la relación con la ciudad de México, con la Villa de Guadalupe, con La Merced, con el centro de la ciudad; sin embargo, subyace de manera más cercana la relación con Tlalnepantla y los pueblos del Estado de México. Como se ha mencionado, anteriormente el pueblo perteneció a este territo­rio y desde tiempos remotos el vínculo con los poblados de esta zona fue mucho más estrecho que con la ciudad de México. La vida cotidiana de los habitantes de Cuautepec y los lazos familiares se sostenían de manera más intensa con la población mexiquense:

Nuestra relación con la ciudad era muy distante porque había un solo camión que salía para la Villa y salía a las 7 de la mañana y si no lo alcanzábamos pues ya no nos íbamos [...] Había relación con la Villa de Guadalupe y hasta el cen-

36Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Barrio Alto, en julio de 2007.

Page 197: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 181

tro, con el Zócalo, para las compras; pero más que nada era con la Villa y La Merced que iban por la fruta y las verduras; sin embargo, la relación se hacía más con Tlalnepantla, la gente de aquí del lugar iba mucho a Tenayuca. Por ejemplo, las familias convivían mucho con San Bartolo Tenayuca, con San Lu­cas, con San Miguel Chalma, con Chalmita; se emparentaban y había compa­drazgos y la convivencia como que jalaba a más gente. Por ejemplo, nosotros íbamos mucho a Tlalnepantla porque nuestros padrinos eran de allá; entonces había mucha convivencia y migración, por los lazos y compadrazgos de familias que se casaron. Por ejemplo, Chela Tinoco, su mamá era de Santa Cecilia; de los Jiménez, sus compadres eran de Chalma y también por ejemplo había relación con los de San Bartolo Tenayuca, había mucha migración.37

Se hace mucha referencia a la relación afectiva, familiar y amistosa con Tlalnepantla, y se diferencia claramente de la relación formal "oficial" con la ciudad de México, a la cual era necesario acudir a realizar numerosos trámi­tes debido a la pertenencia jurisdiccional al régimen capitalino. Se mencio­nan los trámites para el pago de las contribuciones, las gestiones en la teso­rería, en el Departamento Central, en la delegación, etcétera. Y, más adelante, la relación laboral con distintas dependencias del gobierno federal o local.

De este modo, se hace evidente el conflicto de pertenencia que para los pobladores de Cuautepec significó el cambio de adscripción del Estado de México al Distrito Federal. Mientras que con el primero existía una pertene­cía histórica y una relación cultural, natural, con la capital de la República se fue desarrollando una relación más bien forzada y, en muchos casos, obliga­da por los efectos de la urbanización de la zona, por la necesidad de realizar trámites y por la búsqueda de opciones laborales o educativas.

A todo esto es importante agregar la memoria acerca de la vida del pue­blo que se llevaba a cabo en Cuautepec. Existe en el recuerdo de numerosos originarios, la nostalgia de una convivencia pueblerina en la que todos se conocían, se ubicaban por las familias de pertenencia y participaban de di­versas ceremonias y festividades familiares. Los bautizos, las primeras co­muniones, las fiestas de 15 años, las bodas y los sepelios eran frecuentemen­te ocasiones de reunión de buena parte del pueblo, sea de Barrio Alto o de Barrio Bajo, de manera diferenciada. Así también estos acontecimientos eran motivo para una organización de tipo comunitario en los que el evento no era responsabilidad únicamente de la familia involucrada sino que toma-

Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Barrio Bajo, en mayo de 2009.

Page 198: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

182 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

ban parte de manera natural los vecinos de la calle o de los alrededores. La maestra Sofía Viveros narra su experiencia:

... ya no es el pueblo que fuimos porque antes éramos una casa por la loma y otra por otra loma y teníamos una mejor convivencia, bonita pues, por ejemplo que era cumpleaños de alguien o fiesta de alguien y todos acudíamos a esa reunión, a Barrio Alto o a Barrio Bajo. Todavía en los años sesenta se ponía "domicilio conocido" y todo sabían donde era. Ahora todo eso ya se perdió.38

El tema del ejido, es otro referente obligado de los originarios de Cuaute-pec,- de una forma o de otra está en la memoria de la gente y forma parte de su historia común. En algunos prevalece la parte histórica, y al orgullo que refiere al hecho de que el pueblo haya sido uno de los primeros sitios que fue objeto de dotación de tierras ejidales después de la Revolución. En otros, la referencia es a la presencia del ejido como permanencia de la vida campirana y de la actividad agrícola en la zona. Otros más reivindican a los ejidatarios, más que al ejido, como un actor relevante y activo del pueblo que ha soste­nido a lo largo de los años importantes episodios de defensa de las tierras de los nativos. Algunos otros, lo que ponen de relieve son los agravios al ejido por parte del gobierno y de particulares que lo han atacado, mediante ventas y expropiaciones, y han acabado de esta manera con uno de los patrimonios más importantes de la gente del lugar. Finalmente, para otros es un emble­ma que reivindica parte de la "personalidad" propia del pueblo, a pesar de que en términos reales la porción ejidal y su influencia en la vida del pueblo ha sido siempre bastante reducida.

Como quiera que se le vea, el ejido está presente en los testimonios de los originarios de Cuautepec y, sin duda, forma parte de sus referentes iden-titarios:

Hoy [los ejidatarios] ya no tenemos nada, más que una parte del Cerro del Chi-quihuite, tenemos 200 hectáreas que están reconocidas [...] Nosotros lo campe­sinos teníamos nuestros terrenitos, sembrábamos allá en el monte. Entonces esa posesión la fuimos tomando y tomando y fue de los ejidatarios [...] Como en 1990 se quiso venir a expropiar para la sierra de Guadalupe, pero como vie­ron aquí en la escritura que decía "Propiedad privada de la Señora Dolores Rin­cón Gallardo" ya no le pagaron a los ejidatarios esas 450 hectáreas del lado del norte del pueblo. Sin embargo, ni el gobierno se las quedó ni se las dejó al pue-

'Idem.

Page 199: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 183

blo. El pueblo somos nosotros los ejidatarios, somos los que actualmente recla­mamos el pueblo [...] Y reclamamos porque ya no tenemos autoridades legíti­mas de aquel tiempo que vean realmente por el pueblo [...] No se ha desaparecido el ejido, porque tenemos todavía cinco predios que acreditamos con escritura, y una superficie en el cerro del Chiquihuite que son 200 hectá­reas, y lo de la parte norte.39

El ejido es sin duda algo que los originarios consideran como parte cons­titutiva del pueblo, pues en su memoria del mediano plazo éste aparece liga­do a los episodios más relevantes de Cuautepec. A esto hay que agregar que los ejidatarios, por derecho y por decreto, son todos originarios y que en ese sentido el ejido está en la historia de Cuautepec:

Las condiciones necesarias para ser ejidatario eran: ser nativo del pueblo y ser mayor de edad, sin embargo no había mucha gente en Cuautepec, entonces por eso muchas familias tienen más de un derecho; cada derecho era para una cabeza de familia, pero muchas personas tenían hijos que ya podían trabajar la tierra, y de esa manera muchas familias obtuvieron más derechos que otras, porque los hijos ya estaban en posesión, incluso cuando vienen las siguientes ampliaciones entran gentes menores [de edad] porque era necesario. Realmen­te de las primeras personas que recibieron el ejido [podemos mencionar a] Cornelio Cedillo,- yo creo que podríamos decir que es el padre del ejido; fue un señor muy luchador, muy combativo, y es de los que recibieron el ejido por primera ocasión.40

Otro elemento identitario que aparece con frecuencia en las narraciones de la gente es el pulque, dado que fue un producto muy recurrente en el pueblo. Algunos afirman que la zona de Cuautepec se caracterizó por ser fuerte pro­ductora de pulque; mientras otros aseguran que el pueblo no era productor pero que ahí se distribuía y circulaba ampliamente, e incluso que estaba insta­lada ahí una aduana para la comercialización de este producto. La cuestión es que, en efecto, de acuerdo a los testimonios, el pulque se consumía de manera popular en las fiestas familiares y del pueblo y en la vida cotidiana.

•"Entrevista con el señor Agustín Cedillo, ex Comisario Ejidal y originario de Cuautepec Barrio Alto, en junio de 2008.

""Entrevista con Arturo Torres Peña, originario de Barrio Alto, en julio de 2009, en Me­morias de ayer y hoy... op.cit.

Page 200: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

184 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Se habla de la existencia de numerosas pulquerías, a las que se nombraba como "tendajos". El más importante de Barrio Alto se llamaba Sobre las Olas, en honor a Juventino Rosas, se localizaba en la calle contigua a la plaza Hidalgo, y era propiedad de la familia Carbajal; el de Barrio Bajo se llamaba La conquista y pertenecía al señor Eulalio Tinoco y a doña Lucina Chapa de Tinoco, se ubicaba en medio de la calle que sale del Jardín Madero hacia la iglesia del Carmen.41 De estos tendajos sobreviven algunos muy tradiciona­les principalmente en Barrio Alto. Sobre este tema, narra Pablo Peña:

Este producto [...] salía de Cuautepec a diario para la ciudad de México. En ese momento [se refiere a la época porfiriana] había más de 3,000 pulquerías en la ciudad, era económicamente para Cuautepec bastante fuerte. Aquí se conocían todas las variedades de maguey, se sabía raspar, capar, se sabía el término de cuando se acababa de raspar y de cuando se empezaba [...] Si fue un capital [im­portante] el pulque, hasta que llegó la cerveza, que vino a deshancar al pulque como una producción industrial contra la producción artesanal. Por muy efi­ciente que sea el pulque siempre va a ser artesanal y la cerveza es en masa, abarata los precios. Vino un ataque muy fuerte en los años treinta, encabezado por José Vasconcelos en contra del pulque, por la penetración de la cerveza, por­que ni siquiera en el porfiriato que ya estaba la [cerveza] "Cuauhtemoc", aquí la "Moctezuma" había impactado tanto. Cuando ven que no había mucha ganan­cia en la cerveza la convierten en la mejor del mundo y, encabezados por José Vasconcelos en sus famosas cuestiones culturales, dice que el pulque ya no ser­vía, que era porquería todo aquello, [así] lo desbanca la cerveza [...] Todos toma­ban pulque, no podía faltar el pulque en la mesa de la gente de Cuautepec; era remedio [...] además, ¡lo que conllevaba el maguey! Se hacía el lazo para amarrar animales, servía de techo y de paredes en las chozas de la gente pobre, servía de alimento con los gusanos de aguamiel [...] se hacía atole. En la época de la rece­sión económica de la gripe española, lo que llegó a comer la gente de Cuautepec fue la tortilla revuelta con el memechal y el olote, no había nada más que comer y hacían tortillas de ello. El quiote, la flor capeada con huevo, es un manjar, por eso es una representación de la fecundidad humana, la parte del hombre; el quiote, es el pene que brota erecto y el semen es la flor blanca del pulque,- es la fecundidad del pulque.42

41Véase Alma Zenón, tesis de licenciatura, op. cit. 42Entrevista con Pablo Peña, originario de Barrio Alto, en julio de 2008, en Memorias de

ayer y hoy... op. cit.

Page 201: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 185

Finalmente, entre otros referentes de los originarios de Cuautepec existe la permanente alusión a diversos personajes que de distintas maneras han sido parte de la vida del pueblo o le han dado a éste alguna relevancia. En términos generales no se habla de personajes nacidos ahí, sino de gente que en distintas circunstancias o situaciones ha visitado el pueblo, ha generado algún episodio memorable o ha reivindicado alguna faceta de la vida en este lugar. En esta perspectiva existen en la memoria de los originarios personajes tan diversos como el presidente Carranza, el compositor Juventino Rosas, el actor Pedro Infante, el general Cárdenas y el pintor José María Velasco, nin­guno de los cuales fue oriundo de ahí, pero todos han sido apropiados de diversas maneras por sus habitantes y se han convertido en una suerte de or­gullo para los lugareños:

Me interesa que se dé a conocer, por ejemplo, que Cuautepec fue el lugar donde se inspiró Juventino Rosas para su vals Sobre las Olas-, aparte de esto, que Pedro Infante, como muchos artistas filmaron muchas películas aquí en el pueblo, y así como esto, antes de todo, el señor presidente Venustiano Carranza venía mucho con la familia del señor Cornelio Cedillo; fue un hombre que tuvo mu­cha relación con él y que estuvo muy cerca del presidente Carranza, incluso por gestiones del señor Cedillo, Cuautepec se incorpora al Distrito Federal, pues antes era parte del Estado de México. Todo eso mucha gente no lo sabe. Y hay mucha historia, incluso José María Velasco venía a pintar aquí sus acuarelas al cerro del Chiquihuite; en fin, hay mucha historia que rescatar.43

En el recuento de personajes importantes que visitaron Cuautepec o rea­lizaron alguna labor ahí, algunos originarios ligados a la historia política re­ciente del pueblo, incluyen a Cuauhtemoc Cárdenas, quien en el marco de la campaña de las elecciones de 1988 y en la formación del Frente Democrá­tico Nacional (FDN) estuvo en el pueblo y generó la adhesión de numerosos simpatizantes. Incluso se afirma que es a partir de entonces cuando clara­mente la gente de la zona se vuelca a la izquierda, después de haber sido básicamente priista, y Cuautepec se convierte en un bastión de apoyo para el futuro Partido de la Revolución Democrática:

43Entrevista con el señor Francisco Mondragón, originario de Barrio Bajo, en marzo de 2008. Cabe aclarar que el testimonio ha sido transcrito de manera fiel a la narración del en­trevistado sin corregir la información que él trasmite.

Page 202: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

186 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... yo creo que es el momento más acabado en la historia de Cuautepec: la llega­da de Cuauhtemoc Cárdenas. Ese día cayó un aguacero, todos [estábamos] mo­jados, [con] el ingeniero totalmente empapado lleno de lodo llegamos a Barrio Alto ¡se le cayó un zapato y no lo encontraba!, ¡se tocaron las campanas a todo vuelo! ¡Fue magnífico, es el momento histórico más importante, más que el ejido, más que todo, más importante históricamente hablando, es Cuauhtemoc Cárdenas...!44

Estos son algunos de los elementos que se han podido recuperar de los aspectos inscritos en la memoria de los originarios de Cuautepec que remi­ten a una vivencia identitaria. Además de lo aquí registrado, existe una me­moria clara y un fuerte arraigo con algunas de las costumbres más conserva­das, como es el caso de las formas de organización comunitaria y fiestas religiosas, cívicas y populares, a las cuales, por su importancia, se ha reser­vado un apartado especial.

Formas de organización comunitaria y fiestas populares

El tema de las formas de organización comunitaria es uno de los aspectos de la historia del pueblo más difusos y poco aludidos, teniendo como referencia al pueblo antiguo y a la historia de éste. Al parecer, con la excepción del ejido y del Comisariado Ejidal, existe escasa memoria al respecto y, en realidad, existen pocos espacios de referencia. Se puede decir que es uno de los ámbi­tos de la vida del pueblo que más rápidamente se perdió y fue desapareciendo poco a poco a la luz de los intensos procesos de urbanización que tuvieron lugar durante el siglo xx.

Actualmente, las formas de organización comunitaria que se mantienen son básicamente las que se relacionan con la organización de las fiestas cívi­cas y religiosas, y en algunos casos las que tienen que ver con la conservación de los vínculos identitarios con las comunidades de origen, que es la situa­ción de las comunidades de migrantes de origen indígena o aquellos que proceden de lugares específicos del país. Pero, en todo caso, se trata aquí de agrupaciones muy fragmentadas y endógenas y no de formas de organiza­ción generales para el pueblo de Cuautepec.

De manera paralela, a lo largo del siglo xx y en la actualidad, han existi­do un tipo de organizaciones de carácter más bien político, avocadas a la gestión de demandas diversas y de servicios, que no han sido necesariamen-

'Entrevista con Pablo Peña, originario de Barrio Alto, en libro PAPO.

Page 203: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 187

te comunitarias, ligadas a las costumbres del pueblo, sino de carácter veci­nal, algunas independientes y otras más relacionadas con los partidos políti­cos. Por sus características y sus propósitos, este tipo de organizaciones se tratarán en un apartado posterior.

Pero tratándose de la organización comunitaria existen muy pocos regis­tros de la costumbre de agruparse, como sucede en otros pueblos, para acti­vidades de trabajo colectivo {faenas o tequios), para atender necesidades de obra del pueblo, para realizar alguna labor de interés común, e incluso algún trabajo ligado a la iglesia. Lo más sobresaliente al respecto es la organización para las fiestas del pueblo, y aun en este caso, lo que se observa en Cuaute­pec son modalidades peculiares más modernas de agrupación. No sobrevive ninguna forma de organización que evoque a las mayordomías o al sistema de cargos, y existe, en cambio, muy poca memoria al respecto.

Entre los escasos testimonios de organización comunitaria, se ha podido recuperar la referencia a la participación en labores relacionadas con la con­servación de la iglesia principal del pueblo, en diversos momentos de la se­gunda mitad del siglo xx:

En la iglesia no había sacerdote de planta, mandaban padres de la Villa cuando había una flestecita o algo así, después llegó el padre Bernardo que fue el primer sacerdote de planta [...] Luego vino el padre León Rudnik, yo sí tuve mucha amistad y relación con él, porque hicimos un patronato donde se arregló la igle­sia y yo fui el tesorero de ese patronato, siendo Gonzalo Carvajal el presidente y Juventino Plata el secretario,- como era chico el pueblo se dividió en cuatro par­tes y entre amigos y compañeros les daba yo las libretas para que fueran por zonas y la cooperación era de 20 o 25 centavos cada ocho días y así se fue jun­tando para la iglesia. Se arregló el techo porque se trasminaba, se le metió vari­lla, también se arregló donde se hacía la misa,- todo eso lo hicimos nosotros, ya no se juntó dinero y eso fue como en 1950 o 1955. Después vino el padre Rafael López y se pusieron los pisos, porque eran de tarima o duela, también arregla­mos lo del órgano que era de madera y se hizo todo de cemento y quedó muy bien [...] cada mes se hacía corte de caja, actualmente yo tengo los papeles de esa época, hasta la chequera de pago donde íbamos a depositar el dinero y todo eso, así fue la situación...45

"Entrevista con el señor Avelino Santillán Mondragón, originario de Cuautepec, en julio de 2009. Libro PAPO.

Page 204: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

188 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Más allá de esta referencia al trabajo comunitario convocado por la igle­sia y avocado a ella, lo que existe en la memoria de manera muy vaga en este aspecto es la existencia de las mayordomías para la realización de las fiestas religiosas. Es interesante observar que el recuerdo de este tipo de or­ganización no es frecuente y en la mayor parte de los habitantes actuales de Cuautepec, incluso de algunas personas de edad adulta y ancianos, no existe el registro de esta estructura de cargos. Da la impresión de que no fue muy arraigada y no formó parte vital de la vida del pueblo. Algunas referencias al respecto son las del maestro Rafael Mendoza, la maestra Sofía Viveros y el señor Avelino Santillán. Con relación a la organización de las fiestas de Barrio Alto recuerda Rafael Mendoza:

Había mayordomía, sí, la mayordomía estaba auxiliada por varias personas que les llamaban topiles; los topiles eran señores que tenían que andar de casa en casa; cada quien tenía su área para visitar a los vecinos, pues ya los vecinos sabían que iban a llegar y había que donar a la iglesia cinco o diez centavos, y los que no te­nían daban semillas, maíz, frijoles, huevos, aves, para gastos de la iglesia porque el día del santo del Cristo venían padres, venían otras gentes de la alta iglesia, y lógicamente había que atenderlos y darles de comer, darles pues todo el sustento de los días que estuvieran ahí, [...] eso se daba en esa forma [...] [también] el ma­yordomo tenía mucho en cuenta los petates, los zarapes, las almohadas para que durmieran los músicos y a veces gente que los venía a ayudar.. ,46

La maestra Sofía Viveros hace referencia a la organización de las mayor­domías a partir de la iglesia:

... se reunían, se hacía una junta con el cura, el sacerdote, y de ahí sacaban lo que iba a ser el fiscal y el mayordomo y ellos se encargaban de toda la fiesta, de los juegos, de las luces pirotécnicas, de los eventos que se iban a realizar, y en­tonces a la fiesta del Cuarto Viernes, que es la tradicional de Cuautepec, venían las familias desde unos ocho días antes o más, y venían también a traer sus cosas, como era un intercambio comercial, entonces venían y ponían sus pues-tecitos.47

Finalmente, el señor Avelino Santillán narra su recuerdo de estas formas de organización:

46Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Cuautepec Barrio Alto, en julio de 2007. "'Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Cuautepec Barrio Bajo, en mayo de 2009.

Page 205: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 189

Las fiestas de Cuautepec eran muy bonitas, se organizaban en el pueblo, que era chico, entre todos; en esa época el Io de julio era la fiesta del patrón de la iglesia [...] se hacía una especie de patronato, había una persona que la asignaban con cierta anterioridad de uno o dos años y lo nombraban el topil, o los topiles, y el mayordomo, y aquí a varias personas les tocó ser uno de ellos, como el señor Tomás López, otro [fue] don Trinidad Fragoso y mi abuelo Emilio Mondragón, y se hacía muy bonita la fiesta; ahí en la casa del mayordomo les daban de comer a los músicos y a toda la gente, porque hacían una recaudación antes de la fiesta, salían unos señores que estaban en la iglesia con el séquito [peregrino] cargando, y en cada casa llegaban y les daban: frijol, blanquillos, gallinas, guajolotes, ha­bas, lo que quisiera dar la gente y eso lo juntaban para el día de la fiesta, y las mujeres de los encargados ayudaban a limpiar y a hacer comidas; llegábamos a la casa del mayordomo y decía: "pásenle a comer", junto con los músicos, con unas 20 o 25 gentes...48

Como se puede observar en las narraciones, existe la mención a la exis­tencia de mayordomos, de mayordomías, de "topiles" y fiscales, como la gente encargada de organizar las fiestas del pueblo, pero no hay registro en los testimonios recabados de lo que pudiera ser una estructura de cargos, propiamente dicha, y tampoco de las funciones pormenorizadas de los que eran los miembros de estas mayordomías. Por ello no se sabe a ciencia cierta en qué medida se desarrollaron estas formas de organización que son tradi­cionales en la mayor parte de los pueblos, incluso en varios de la ciudad de México. Tampoco se sabe por cuánto tiempo existieron y cuando desapare­cieron de Cuautepec.

Lo cierto es que la gran mayoría de los habitantes del pueblo no tiene en su memoria estas modalidades de organización comunitaria y no hacen re­ferencia a ellas. De igual manera, no hay testimonio, como en otros pueblos, de que los cargos de fiscal o de topil fueran buscados o hasta disputados por los nativos y fueran detentados con orgullo, como muestra de gran honor ante la comunidad. Lo anterior sugiere que tanto la nomenclatura como los cargos pueden haber sido adoptados por imitación de otros pueblos, pero que no constituyeron parte sustantiva de la vida comunitaria en el caso de Cuau­tepec. Sin embargo, este es un aspecto en torno al cual no hay suficiente información como para poder corroborarlo.

48Entrevista con el señor Avelino Santillán, originario de Cuautepec, en julio de 2009. Libro PAPO.

Page 206: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

190 • LUCÍA ALVAREZ ENRIQUEZ

Lo que si resulta interesante es que a pesar de no haber contado con estas estructuras o, en su caso, de que éstas no hayan permanecido a lo largo de los años, la costumbre de las fiestas se ha mantenido, así como la tradición de que éstas sigan siendo organizadas por gente de la comunidad. Cierta­mente, no se trata de una organización de toda la comunidad, sino de algu­nas partes de ésta; sin embargo en el caso de las fiestas religiosas como en el de las cívicas, son grupos de originarios los responsables de organizarías, buscar el financiamiento y conducirlas.

La organización de las fiestas es distinta en Barrio Alto, en Barrio Bajo y en las colonias aledañas; cada ámbito de Cuautepec ha seguido tradiciones distin­tas, dependiendo de los grupos étnicos de origen en el caso de las colonias, de las costumbres de las familias originarias, en el caso de Barrio Bajo, y del vínculo de los originarios con agrupaciones políticas, en el caso de Barrio Alto. Ni en Barrio Alto ni en Barrio Bajo existe un registro claro de cómo ocurrió el proceso de transformación de las mencionadas mayordomías a las actuales modalidades de organización comunitaria en función de las fiestas, pero ésta se mantiene y ha adoptado ciertas características peculiares en cada una de estas zonas.

Las fiestas son numerosas y se llevan a cabo a lo largo del año, pero como se mencionó antes, la mayor parte de ellas son "barriales", ligadas a las tra­diciones de las etnias migrantes, o muy locales. Únicamente existen tres fiestas religiosas y una cívica que se hacen extensivas al conjunto de los ha­bitantes de la zona y en las que participan tanto las colonias como las áreas del pueblo antiguo. Estas fiestas son: la del Santo patrono (el Cristo sangran­te o Señor de Cuautepec), el Io de julio, la del Cuarto Viernes de Cuaresma, en marzo-abril, la de Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio, y las fiestas patrias, el 15 y 16 de septiembre. Las dos primeras se llevan a cabo en Barrio Alto, la tercera en Barrio Bajo y la fiesta cívica se realiza en las dos zonas, pero de manera separada.

Como sucede en muchos pueblos, las fiestas que se conservan no se reali­zan de la misma manera que antes. La mayor parte de éstas ha sufrido modi­ficaciones con el paso de los años y ha adoptado nuevas modalidades. En algu­nos casos, los cambios se registran en la forma de organización y en los grupos que se encargan de ello, en otros en la secuencia de los momentos de la fiesta, y en otros más, en la omisión o el agregado de elementos de la fiesta. En el caso de Cuautepec se verifica en general un cambio significativo en los tres aspectos, y existe una añoranza entre la población por las "fiestas de antes". Sin embargo, lo significativo es que a pesar de las grandes transformaciones urbanas y demográficas que ha padecido la zona en las últimas décadas, estas fiestas se mantienen y convocan a buena parte de la población.

Page 207: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 191

La fiesta patronal del Io de julio

En términos generales, se puede decir que esta es la celebración principal del pueblo, ya que es la fiesta dedicada al santo patrono del lugar: el Cristo san­grante. Sin embargo, debido a la tradición no es la fiesta más popular y más masiva dentro del pueblo, pues es un evento que se ha conservado básica­mente en su aspecto ritual y no conlleva actividades propiamente festivas, como bailes y romerías. Se trata de una fiesta sagrada que se concentra en la veneración al santo patrono y en el culto a éste a través de una procesión.

En décadas pasadas esta fiesta era organizada por grupos de originarios en coordinación con el párroco de la iglesia, y se llevaba a cabo en Barrio Alto en torno a La Preciosa Sangre de Cristo. En el pasado era una fiesta que convocaba a numerosos visitantes de las poblaciones aledañas, principal­mente de los pueblos del actual Estado de México. Algunos testimonios re­fieren a cómo se realizaba esta celebración alrededor de los años treinta:

Venía mucha gente a venerar al santo, mucha gente; venían de Santa Cecilia, de Tlalnepantla, de San Lucas, de Tenayuca, de Chalma, de Chalmita y caminaban sobre todo sobre el carril donde pasaba el tren [...] venían gentes muy limpias, muy aseadas, traían su comida, traían sus canastos, venían con su familia,- al­gunos venían descalzos, otros con huaraches, traían hasta sus petates y alrede­dor de la iglesia hay un arroyo, que ahora es una cosa muy fea porque corre el agua de la parte alta, pero antes había arboles, estaba todo arbolado, entonces ahí descansaban, buscaban su lugar, y dejaban por ahí su lunch y entraban a la iglesia a darle gracias al santo porque era un año más de vida que ellos pudieron haber visitado, y también almorzaban o comían. Pero los padres organizaban la procesión, y como el atrio en ese tiempo era limpio y no había estorbos, en cada esquina construían unas enramadas que ellos les decían pozas; en cada enrama­da, abajo, ponían una mesa bien adornada con un mantel y con ceras, y salía el santo y lo llevaban a cada enramada y ahí descansaba, eran las cuatro enrama­das. Después de eso salía la procesión, alrededor del poblado [...] acudían en la procesión todas las personas que venían de visita de diferentes lugares y todos los nativos de aquí. Claro, la procesión se hacía con cohetes, con música, iba el padre, iban cargando al Cristo, descansaban y volvían a seguir la caminata has­ta llegar a la iglesia nuevamente. Ya cuando llegaban a la iglesia pues ya era un repique de campanas, y toda la gente satisfecha porque ya había convivido con el santo. Y pues lógicamente [había] fuegos pirotécnicos, había toritos, había castillos que todavía los hacen, y pues el gusto de que todavía hasta las ocho o

Page 208: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

192 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

nueve de la noche alguien cargaba los toritos y ahí andaban corriendo alrededor [...] y la gente se divertía.49

A pesar de ser la fiesta más significativa de Cuautepec desde el punto de vista religioso existe poca información con respecto a su desarrollo y conser­vación a través de los años y a las particularidades de su realización. Actual­mente se sigue llevando a cabo con una participación más reducida y con escasos visitantes de los otros pueblos. Es una fiesta que se concentra prin­cipalmente en la procesión. Uno de sus organizadores comenta sobre esto:

Nosotros la realizamos en lo clásico, lo que es pasear al Cristo en las calles del pueblo, las mañanitas con sus tamboras, sus mariachis y el pueblo. Lo que ha­cemos en sí es un reencuentro espiritual más que nada con la iglesia, partiendo de las misas que hacemos en honor a los fieles difuntos, a los comerciantes, al pueblo en general; entonces, eso es lo que principalmente se hace.50

En el caso de esta fiesta y de la del Cuarto Viernes de Cuaresma, ambas de Barrio Alto, la organización es muy peculiar, pues aunque está depositada en los originarios es una organización política: la Alianza Democrática ciu­dadana Cuauhtepec Siglo xxi, la que se hace cargo del evento. En este caso no existen "Comisiones" ni "Encargados" ni "Comisionados", elegidos entre los habitantes del pueblo para tal efecto, sino un grupo de originarios de edad madura (no ancianos) que por decisión propia y apelando a la conservación de la tradición, han asumido la responsabilidad y se han hecho cargo de los festejos.

De acuerdo con la información disponible, no existe una claridad con respecto a cómo se dio el tránsito hacia esta forma de organización, de las mayordomías de los años treinta y de las Comisiones posteriores a la orga­nización política actual, contamos únicamente con los testimonios de los miembros de la organización actual en donde argumentan y justifican su decisión de hacerse cargo de los festejos para conservar la tradición. Al res­pecto, narra Pablo Peña:

Mira, la situación de la fiestas de Cuautepec salía muy cara, bastante cara, en­tonces se acostumbraba a que se nombrara un Comité, aquí eran comités pro-fiesta, de fiesta patronal; entonces este comité se elegía entre los vecinos, se

"'Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Cuautepec Barrio Alto, en julio de 2009. 50Entrevista con el señor Mario Plata, originario de Barrio Alto, en septiembre de 2009.

Page 209: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 193

llamaba a una asamblea, se elegía a un comité y ese comité trabajaba todo el año para la evolución de la fiesta. Uno de sus objetivos era pedir de casa en casa con los vecinos cooperación para la fiesta, dando un recibo y bueno [...] la gente cooperaba y se hacía la fiesta. Pero conforme fue creciendo Cuautepec a la gente le fue interesando menos esta situación porque no se sentía con el arraigo de la fiesta, ya no se identificaban, entonces se fue perdiendo. La gente dejó de coope­rar, a la gente le dejó de importar ser parte de ese comité, porque ese comité, en su momento, hasta los años setenta, te daba una categoría durante todo el año [...] Te daba una categoría social, como una categoría religiosa, porque entonces tenías permitido que el santo descansara en tu casa, en ciertas fechas, que la banda fuera a tocar a tu casa; era tan interesante, que la gente gastaba su lana, le daba de comer a la banda y todo ese rollo, pero se perdió con el crecimiento urbano, a la gente le dejó de importar y se perdió totalmente, entonces la Alian­za, en mi caso no como una cuestión religiosa sino como una cuestión de cultu­ra, en el caso de Felipe si fue una cuestión religiosa, [porque] es sumamente creyente o [el caso] de Chucho o del difunto Andrés, decidimos rescatarla, decidi­mos hacer la fiesta otra vez cuando ya nadie la hacía. La fiesta se reducía a que iban e instalaban las ferias y las romerías y eso era la fiesta, entonces nosotros decidimos rescatarla y decidimos realizarla, se rescata y se realiza la fiesta pero ahora a través de una organización política, ya no dirigida por nadie sino por nosotros.51

De este modo ocurrió la transformación en la organización de las fiestas de Barrio Alto, de una organización tradicional comunitaria, a una liderada por una agrupación política. Al parecer, en efecto, la tradición de las fiestas se fue desdibujando con el crecimiento poblacional y con la saturación de la zona y se mantuvo por varios años como un acontecimiento más bien económico y de diversión, sin un liderazgo claro por parte de las organizaciones tradiciona­les de los originarios y tampoco de la Iglesia. En esas circunstancias, este gru­po de originarios ligados a la organización política mencionada, vinculada a su vez con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), tomó la iniciativa y reorganizó las fiestas tratando de recuperar su sentido original.

Este tránsito ocurrió recientemente, en 1990, y de entonces a la fecha ambas fiestas se llevan a cabo pretendiendo convocar a la mayor parte de la población. Al decir de sus organizadores, todos ellos pertenecientes a fami­lias originarias, existe un interés profundo en este compromiso, que consiste en no dejar que Cuautepec pierda su sentido histórico y originario y conser­ve las tradiciones que le han dado identidad. En este sentido, los integrantes

51Entrevista con Pablo Peña, originario de Barrio Alto, en octubre de 2007.

Page 210: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

194 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

de la Alianza Democrática realizan una serie de actividades, además de las fiestas, que se dirigen en la misma dirección, como es el caso de la gestión de la Casa del Pueblo, y de diversos talleres y prácticas que se llevan a cabo en esta sede.

Ciertamente, no existe un consenso evidente entre los nativos de Cuautepec con relación al liderazgo asumido por la Alianza en estas tradiciones, y tam­poco sobre las modalidades que han adoptado las fiestas actualmente, sin embargo, no parece que se haya generado en los últimos años una resistencia de su gente al respecto y tampoco que haya surgido algún otro grupo que dispute esta actividad. De esta manera, es sin duda una experiencia intere­sante, y hasta cierto punto inédita, la forma en la que se han conservado las fiestas en Cuautepec. A la fecha no se sabe de otro pueblo en la ciudad de México cuyas fiestas estén coordinadas por una organización política; esta es una singularidad de este pueblo.

La tiesta del Cuarto Viernes de Cuaresma

Al lado de la fiesta del Santo patrono, está la fiesta de Cuarto Viernes de Cuaresma, que es sin duda la fiesta más popular de Cuautepec. Es una cele­bración también de carácter religioso y por ello ligada a la iglesia, pero tam­bién es un evento festivo al que la gente acude masivamente a divertirse. Es una de las fiestas más antiguas que se realiza desde el siglo XIX, de manera alternada, con otras fiestas de la región que tienen su sede en los pueblos aledaños de Cuautepec, como parte de una secuencia de festejos, que ratifi­can el vínculo de este pueblo con los poblados del Estado de México. Esta fiesta se realiza, como su nombre lo indica, el cuarto viernes de cuaresma (que es el cuarto viernes a partir del miércoles de ceniza), que corresponde de manera variable a los meses de marzo y abril. Sobre el origen de esta fiesta narra el padre Rafael López:

Mire, resulta que cuando los misioneros estaban de planta en lo que ahora es la catedral de Tlalnepantla y no podían ir a todos los pueblitos [de la zona], entonces [a cada uno] le asignaban [...] el primer viernes de cuaresma, el segundo viernes, el tercer viernes, el cuarto viernes le tocó a Cuautepec y el quinto le tocó a San Juanico [...] Ahora ya está todo comunicado, pero antes era puro cerro e iban ca­minando, entonces, ahí se acomodaban y prácticamente se quedaban una semana ahí los misioneros y hacían la gran fiesta. Ahora, ¿por qué [era así] ? Le voy a ex­plicar [...] en tiempos prehispánicos el cerro del Chiquihuite era un centro cere­monial donde iban a la guerra florida que Moctezuma hacía para juntar doncellas,

Page 211: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 195

engordarlas y luego ofrecérselas a Huitzilopochtli o a Tláloc para que en la prima­vera hicieran grandes caravanas del Arbolillo, de Zacatenco, de Tenayuca, de to­dos esos lugares [...] entonces, en grandes comunidades iban al cerro y llevaban a las doncellas y a los niños y entonces el sacerdote, se las llevaba, les metía el cu­chillo de pedernal, les sacaba el corazón y se lo ofrecía al sol para que les enviara lluvia en abundancia [...] Llegan los misioneros, ven esas cosas y dicen "caramba, cómo están haciendo eso muy bárbaro', y [entonces] llevaron al Cristo sangrante y lo empezaron a pasear por todos los campos para pedirle lo mismo que le pedían a los anteriores, que les mandaran la lluvia y tuvieran buena siembra. Y con cohetes, con todo lo clásico de aquel entonces, y sigue esa tradición. Y desde entonces, desde que yo me acuerdo, siempre que sacan el cuarto viernes al señor de Cuau­tepec, siempre ha llovido [...] Entonces es para eso, cambiando la crueldad de sacrificar seres humanos por el Cristo sangrante que les llenó los ojos y el corazón a los indígenas y lo admitieron fácilmente. Los misioneros de antes eran gente muy preparada, muy culta, eran franciscanos que venían del convento de Tlalne-pantla [...] de eso viene el cuarto viernes.52

Esta fiesta se ha realizado entonces desde tiempos remotos y ha consti­tuido una parte importante de la identidad del pueblo. Como otras costum­bres, ha sufrido transformaciones importantes desde que Cuautepec era un pueblo más auténtico y acotado, y mantenía una forma de vida más comu­nitaria. Acerca de esta fiesta en la primera mitad del siglo xx, narra la maes­tra Sofía Viveros:

Cuando yo era niña, para las fiestas, en las casas se hacía comida y cualquier per­sona que llegara a la casa, pues se le daba de comer: desde la mañana había tama­les, atole, café, luego la comida del medio día, había romeritos, bacalao, que lo remojaban y lo secaban, lo capeaban, como si fueran chiles rellenos. Las personas llegaban y se les ofrecía la agüita de horchata, de chía, de jamaica, el pulque cura­do y el pulque natural [...] eso era normal, era una convivencia muy bonita... También se acostumbraba prepararse para la fiesta, todo se estrenaba el día de la fiesta, la casa lucía, las cortinas eran de manta de cielo y la orilla la hacían a gan­cho, las servilletas de las tortillas también las bordaban, o sea que era estrenar la casa para recibir a la personas; luego era la misa de la Asunción y llegaban las fa­milias todos estrenando ropa, zapatos, y era muy bonito. La cuestión de estrenar

'Entrevista con el padre Rafael López, antiguo párroco de Cuautepec el Alto, en julio de

Page 212: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

196 • LUCÍA ALVAREZ ENR/QUEZ

también era una tradición que tenía que ver con las fiestas prehispánicas del "fue­go nuevo", en las cuales se rompía todo y todo se renovaba.53

Esta fiesta se ha modificado considerablemente con el paso del tiempo, pero en esencia, se mantienen aspectos básicos de la misma como el recorri­do del santo por el centro del pueblo y la misa con las mañanitas al santo patrono. La gente del pueblo se junta en la iglesia y participa de estos even­tos, que se realizan de acuerdo a un programa previo elaborado por la orga­nización de los originarios de la Alianza Democrática en acuerdo con el párro­co de la iglesia. Se elabora el programa y se da a conocer en lugares públicos para que la gente esté al tanto de los horarios de cada actividad.

Pero entre las actividades de esta fiesta están también nuevas costum­bres, como la vendimia en la plaza y la romería, en la que participan nume­rosos comerciantes ambulantes que establecen sus puestos en la plaza Hi­dalgo. Igualmente los juegos mecánicos en la misma plaza, las peleas de gallos en palenques improvisados, las carreras de caballos, que se llevan a cabo en ciertas partes de los cerros, tardeadas de jóvenes y los bailes popula­res. En este sentido, la fiesta del cuarto viernes no es únicamente una cele­bración religiosa, sino un acontecimiento festivo y de diversión, que tiene opciones para los distintos tipos de población de la zona y para las distintas edades:

Es una costumbre esperar el día de la fiesta porque [...] vaya, se espera con gus­to, para dar gracias por los favores que hayas recibido. Los que siembran, pues porque cosechen bien, porque haya algo benéfico económicamente para ellos. Pero para los más chavos, que no entienden a veces las ideas de las personas adultas, pues es un día de cotorreo, un fin de semana de diversión y ya. Pero para la gente que participa en los preparativos, sabemos que es estar pensando en sacar el Cristo a pasear.54

En realidad en esta fiesta se da una combinación de actividades que van desde las más religiosas y tradicionales emparentadas con las antiguas cos­tumbres, hasta actividades económicas y de entretenimiento. En las carreras de caballos, por ejemplo, se acostumbra asistir al cerro con toda la familia o con grupos de amigos, llevar comida y bebidas alcohólicas y sentarse a convi-

53Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Cuautepec Barrio Bajo, en mayo de 2009. 54Entrevista con la señora Leonila Tinoco, ex Comisaria Ejidal de Cuautepec, en mayo de

2009.

Page 213: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 197

vir con otras familias mientras se lleva a cabo el evento. También llegan gru­pos musicales como tríos o grupos norteños que animan la convivencia. Esto coexiste con el paseo del Santo por el pueblo, seguido por la gente devota y acompañado de bandas musicales; el recorrido culmina en la iglesia, a donde regresa el santo, y las bandas musicales continúan tocando en el kiosco de la plaza para la gente que pasea entre los puestos y los juegos mecánicos.

Por la noche se lleva a cabo el baile popular, que tiene lugar en sitios adaptados para la ocasión, y a veces en el salón ejidal. Se contratan grupos musicales diversos y se baila durante varias horas; a estos bailes asiste pobla­ción de todas las edades y de las distintas colonias de Cuautepec. Existe una tradición de contratar a los mejores grupos de la región o de la ciudad, como muestra del esplendor con que se realiza la fiesta. En numerosos testimonios se hace referencia a la presencia de orquestas típicas como la de Pérez Prado y Acerina y su danzonera, entre los cincuenta y los sesenta, actualmente se llevan a cabo con grupos menos conocidos o locales.

Aunque para numerosos originarios la fiesta "ya no es como antes" y existen muchas quejas de que se ha convertido en asunto de lucro y comer­cialización, la fiesta continúa realizándose ineludiblemente cada año en las mismas fechas y es, sin duda, un acontecimiento que se espera con gusto y que marca una pausa en la vida de los lugareños. Se sabe que vendrá y de distintas maneras la gente se dispone para ello. La plaza se adorna y cambia de fisonomía, algunas calles se cierran y la iglesia se abre para recibir a los devotos.

Algunas personas han manifestado su desacuerdo con la forma en que actualmente se lleva a cabo esta fiesta, pues no coinciden con la introduc­ción de actividades comerciales y con el hecho de que exista cierta discrecio-nalidad en el otorgamiento de permisos y lugares para los vendedores que participan de la vendimia. Sin embargo, hay un reconocimiento de que la actual organización se ha interesado efectivamente en mantener la tradición y en conseguir que la fiesta se realice.

Con relación al financiamiento, la fiesta ya no se sostiene con la coope­ración de los vecinos, como era antes, actualmente el gasto fuerte proviene de la gente de la Alianza Democrática y de los cobros y comisiones que ob­tienen de los comerciantes que se asientan en la plaza, de los dueños de los juegos mecánicos y de las cuotas de los taxis piratas. Se trata, como señala Pablo Peña, de un financiamiento sui generis para una fiesta de este tipo, porque la mayor parte proviene de los agremiados de la organización política. Esta circunstancia hace que la organización tenga autonomía en la realiza­ción de la fiesta:

Page 214: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

198 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... hasta ahorita somos autónomos porque ni la delegación participa. Es más, si usted nota, somos autónomos hasta para dar el grito en la casa del pueblo, por­que lo sentimos muy nuestro, que todavía nos pertenece.55

De este modo, la fiesta del Cuarto Viernes continúa siendo una tradición en Cuautepec; una tradición reconvertida, transformada y actualizada de acuerdo a nuevas circunstancias, a nuevas formas de gestión, a la participa­ción de nuevos actores, nuevos grupos de población y nuevas generaciones, y a la diversificación también de las actividades que se realizan en la zona.

La fiesta de la Señora del Carmen

Esta es la fiesta principal de Barrio Bajo, que se lleva a cabo el 16 de julio en torno a la iglesia del Carmen. Es una fiesta más contemporánea, porque la iglesia también es más reciente (mediados del siglo xx), sin embargo, es una fiesta tradicional que convoca a toda la gente de esta zona. Al igual que la del Cuarto Viernes, es una fiesta religiosa y de esparcimiento, en la que se com­binan distintos tipos de actividades, aunque, en términos generales, prevale­cen las religiosas muy ligadas a las costumbres de la iglesia.

La fiesta consiste principalmente en la realización de un novenario, las mañanitas a la virgen muy temprano, y después una serie de celebraciones que la gente del pueblo acostumbra concentrar en ese día: bautizos, confir­maciones, primeras comuniones, la misa de la Asunción y otras misas, ade­más de los rosarios. Todo esto se lleva a cabo en la iglesia, de acuerdo a un programa previamente establecido.

Otra parte de la fiesta se realiza en una de las calles principales, la Benito Juárez, y en el Jardín Madero, donde tiene lugar la kermes, donde se instalan los juegos mecánicos y se realiza la feria, y donde se hace también el baile y algunos otros eventos culturales. Hay igualmente vendimia y romería.

En términos de organización esta fiesta tiene una tradición distinta a la del Cuarto Viernes, pues en este caso no hay antecedentes de mayordomías o algo semejante. Se habla más bien de Comités, como las formas que adop­taron los vecinos organizados en función de la fiesta:

Para los Comités era una cuestión puramente vecinal; nos reuníamos y hacía­mos votaciones para ver quién era el presidente, el secretario, el tesorero y los vocales [...] obviamente cada quien se autoproponía o proponíamos a gente que

"Entrevista con Mario Plata, originario de Cuautepec el Alto, miembro de la Alianza Democrática y parte del grupo organizador de las fiestas, en septiembre de 2009.

Page 215: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 199

fuera responsable y que supiéramos que haría buenos manejos de lo que se re­colectaba.56

Este Comité se encargaba de organizar la fiesta y de hacer la colecta para financiarla, la cual, por tradición, no provenía de los vecinos sino de los par­ticipantes en la fiesta o de los usuarios de la calle, como el comercio ambu­lante o los tianguistas. En general, se acostumbra pedir cooperación a los dueños de los juegos mecánicos, a los que ponen puestos de artesanías, y a las personas de los puestos de los tianguis que se ponen los domingos y los martes.

Esta organización fue originalmente independiente, es decir, solamente vecinal. Sin embargo, con el paso de los años tuvieron lugar algunos conflic­tos vecinales que llevaron a los organizadores, recientemente, a solicitar la intervención de las autoridades:

Ahora ha cambiado un poquito la modalidad porque el Comité que se formaba los únicos que lo reconocíamos eran los vecinos, no había ninguna autoridad que dijera quién la iba a organizar, pero entonces se empezó a corromper y em­pezaron a haber conflictos por los grupitos que se formaban, y por eso empezó a participar la autoridad, en este caso la delegación; apenas el año anterior, la de­legación dio el primer reconocimiento oficial por parte de la Dirección General de Participación ciudadana a quienes formamos el Comité. Anteriormente era reconocido por todos los vecinos; eran los vecinos de las calles en donde se ha­cían los festejos los que podían votar, las colonias principales, el castillo Chico, la colonia del Carmen, la Madero y la del Bosque [...] pero este año fue la dele­gación la que organizó el proceso de elección. Uno de los requisitos fue que se formaran planillas y nada más participaron dos planillas, y a la que ganó se le entregó el reconocimiento como Comité, es el primer Comité reconocido legal-mente por la Gustavo A. Madero.57

Como se puede observar, se trata de un caso cualitativamente distinto al de Barrio Alto, en donde la defensa de la autonomía para la realización de la fiesta es imperativo. En Barrio Bajo, se ha establecido un acuerdo con la dele­gación y se ha oficializado. De la misma manera, existe un cierto acuerdo con la iglesia, la cual se hace cargo de organizar la parte correspondiente a las acti­vidades religiosas, con cierta independencia del Comité. A cargo de éste que-

56Entrevista con el señor Raymundo Carvajal, de Barrio Bajo, en octubre de 2008. 57ídem.

Page 216: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

200 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

dan principalmente, la kermes, la romería, el baile, la contratación de los grupos musicales y los juegos pirotécnicos. Existe también la convención de que este mismo Comité es el encargado de organizar las fiestas patrias en Barrio Bajo, y que de la fiesta del Carmen deben salir los recursos para éstas.

Finalmente hay que mencionar que la fiesta del Carmen es una fiesta puramente local que no tiene la tradición de un vínculo o intercambios con fiestas de pueblos aledaños; únicamente con Barrio Alto existe un intercam­bio y se invitan mutuamente a sus festejos, aunque, cabe mencionar en este aspecto, que existe también cierta competencia entre las dos zonas por la originalidad y el esplendor de sus fiestas. Cada uno reivindica la propia como "la mejor" o "la más relevante".

Las fiestas cívicas

Otra de las peculiaridades de Cuautepec con relación a las fiestas populares, es que, a diferencia de lo que ocurre en otros pueblos, las celebraciones que se llevan a cabo en éste son también de carácter cívico, y que éstas son tan importantes para los lugareños como las religiosas. Este tipo de fiestas se centran básicamente en la celebración de las fiestas patrias, es decir el 15 y 16 de septiembre.

Como se había mencionado, realizan tanto en Barrio Alto como en Barrio Bajo, en cada caso con modalidades propias y de manera paralela. Son celebra­ciones que se realizan desde hace varias décadas y cuya organización está en manos de los originarios; comenta sobre esto el maestro Rafael Mendoza:

Nosotros hicimos de la fiesta del 15 de septiembre una fiesta muy bonita; todas las gentes cooperaban. Me acuerdo, no había ningún puesto en la placíta,- ador­nábamos el kiosco, adornábamos lo que ahora llaman la Casa de la Cultura; se adornó muy bonito, se pintó, podamos los arbolitos, los caleamos, se les puso su moño tricolor, y todas esas cosas, se dio el grito el día 15 y acudimos todos los que trabajábamos; se llenó todo muy bonito ¿no? Hubo la coronación de nuestra reina y al día siguiente hubo desfile, invitábamos a las escuelas [...] en ese tiempo eran únicamente dos, la Felipe Barriozabal y la Juventino Rosas que es la escuela pionera de Cuautepec. Fue hace muchos años porque ahora ya hay muchas escuelas, hay como treinta y tantas y con doble turno, ¿verdad? [...] Entonces se formaba un contingente enorme porque también los padres de fa­milia desfilaban, con carro alegórico para la reina, todo muy bonito con música. Originalmente así se hacía la fiesta del 15 de septiembre, acostumbraban toda­vía a subir los músicos con carros de esos de redilas y ahí iban toque y toque, y

Page 217: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 201

cohetes y cohetes cuando pasaba el desfile de los niños; así se hacía pero ya no se puede hacer esto por tanto tráfico.. .58

Actualmente, en el caso de Barrio Alto, la responsable es igualmente la Alianza Democrática ciudadana Cuautepec Siglo xxi, y en el caso de Barrio Bajo es el mismo Comité quien organiza la fiesta religiosa. En las dos zonas se trata de una celebración en la que participan de manera rigurosa las auto­ridades delegacionales y las de las Direcciones Territoriales (antes "subdele-gaciones") de Cuautepec, también algunas escuelas primarias y a veces algu­nas secundarias del pueblo y de los alrededores y desde luego, los vecinos del lugar. Resulta interesante el hecho de que a pesar de ser una celebración cí­vica, generalmente se cuenta con la representación de la iglesia, especial­mente en Barrio Alto, es decir, con la presencia del párroco en turno. De tal manera que es un acontecimiento significativo que convoca a distintos acto­res del pueblo.

La celebración consiste en la realización de un programa nutrido de acti­vidades ceremoniales y festivas. Comienza en general, con el izamiento de la bandera en las plazas centrales (jardín Hidalgo y Jardín Madero) por la ma­ñana, que se hace de manera casi simultánea con la presencia de los subde­legados de la zona y casi siempre con la presencia del propio delegado de la Gustavo A. Madero. Es decir, es una ceremonia a la que las autoridades le reconocen cierta importancia y la avalan con su presencia. En el izamiento se encuentran presentes algunas escuelas, la banda de guerra y vecinos inte­resados. El delegado, algunos maestros o directores de las escuelas y algún miembro de la organización convocante transmiten mensajes y emulan la importancia de la fiesta, posteriormente se canta el himno nacional.

Después de este acto, se procede a llevar ofrendas a los héroes de la patria cuyas estatuas se encuentran en distintos lugares de Cuautepec. Se realiza una suerte de procesión a pie hasta los monumentos, se depositan las ofren­das y se emiten nuevamente mensajes alusivos a la fecha, a los aconteci­mientos respectivos y a los héroes participantes.

Por la noche, se arma una romería en las plazas y a veces la verbena po­pular, y se convoca a la población para la celebración del grito. En ocasiones se invita a alguno de los subdelegados a darlo o a alguna autoridad de la de­legación, aunque también suele elegirse a un miembro del Comité organiza­dor. En el caso de Barrio Alto, en general, lo da alguno de los miembros de la Alianza Democrática o algún vecino notable invitado por esta organización.

58Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Barrio Alto, en julio de 2009.

Page 218: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

202 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

En particular en esta última zona existe un simbolismo especial en este acto, con el que reivindican su reconocimiento como pueblo y su autonomía para la realización de este tipo de eventos que en otras partes de la ciudad gene­ralmente quedan en manos de las autoridades (delegados o jefe de gobierno). El hecho de que aquí el grito lo den los vecinos originarios representa para éstos de algún modo el refrendo de su autoridad sobre la zona.

El día 16 se realiza un desfile con la participación de algunas escuelas y con carros alegóricos y se lleva a cabo la coronación de la reina, en Barrio Bajo. Sobre esta trayectoria narra el actual presidente del Comité de esta zona:

... es una fiesta cívica. Lo curioso es que de los recursos que se generan en la fiesta del Carmen se tiene que financiar la fiesta cívica y nada tiene que ver una con otra [...] el Comité maneja el evento, es el mismo Comité para las dos fies­tas; lo que se acostumbra es primero gestionar apoyos en la delegación, se da el grito, lo da el presidente del Comité. Lo que se acostumbra [también] es lanzar la convocatoria para seleccionar a la reina de las fiestas patrias,- dentro de los requisitos que se manejan son chicas de 15 a 18 años, no les pedimos que estén estudiando, o que sean guapas [...] es para todas las que quieran participar, y la forma de seleccionarlas es con la venta de votos, la que venda más votos es la que queda como reina [...] Hay baile, grupos, antojitos mexicanos, juegos pirotécnicos, los 21 cañonazos, la quema del castillo, pero también se hace la invitación a la asociación de charros para el 16 hacer el desfile [...] Obviamente no es el mismo formato cada año, porque van cambiando los comités, pero lo que siempre hay es el izamiento de bandera y el grito. La plaza principal se llena [...] El 16 de septiembre se cita a la reina, a las princesas que son las que menos votos vendieron, se preparan los carros alegóricos y con la asociación de charros hacemos el desfile, que sale de la plaza principal a Barrio Alto, esa es la conexión con Barrio Alto, porque llegamos al Jardín Hidalgo y ahí hay otros charros y se hace otra pequeña ceremonia de izamiento a la bandera, y luego se hace el recorrido de regreso a Barrio Bajo.59

La tradición de la elección de la reina se realizaba también en Barrio Alto hace algunas décadas, pero es algo que ya se perdió y se lleva a cabo actual­mente sólo en Barrio Bajo. Sin embargo, en general, el resto de las activida­des son muy semejantes en las dos zonas, y a pesar de que existe cierta co­nexión entre ambas fiestas en cada plaza hay una organización particular. Al igual que las fiestas religiosas, estas fiestas se llevan a cabo anualmente.

59Entrevista con el señor Raymundo Carvajal, de Barrio Bajo, en octubre de 2008.

Page 219: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 203

EL TIEMPO PRESENTE

La convivencia en la diversidad

Como se ha comentado antes, debido al intenso proceso de urbanización de la zona de Cuautepec y a las fuertes oleadas migratorias, actualmente es un espacio multicultural. Esto no se refiere únicamente a que la gente que lo habita proviene tanto de la ciudad de México como de distintas entidades federativas, sino también a que, en términos étnicos, la población es mayo-ritariamente mestiza, pero está compuesta igualmente por diversas etnias de distintos lugares del país. De la misma manera, existe población que pro­fesa distintas religiones e incluso iglesias para distintos cultos: católica, mormona, evangelista, entre otras. Por esta circunstancia, a pesar del legen­dario origen indígena de mexicas y chichimecas, y de la primacía de la reli­gión católica, hoy en día es un territorio variopinto, en el que tienen lugar manifestaciones culturales muy diversas. La maestra Sofía Viveros comenta al respecto:

Pues yo pienso que ya se está mostrando un cambio aquí en el pueblo, porque mire, estas personas que llegaron empezaron también a traer sus costumbres y su tradición. Por ejemplo, acá en Palmatitla, llegó gente de Michoacán y enton­ces se trae al Señor de los Milagros, y hacen la fiesta ahora en agosto; allá en San Martín, allá por La Brecha, y en El Arbolillo, la Candelaria, que es el 2 de febre­ro; y se van haciendo así, cada colonia ya tiene su propia fiesta. Por acá anda también la Virgen de San Juan de los Lagos, la virgen del Rosario de Oaxaca, el Señor de Chalma y según cada quien va trayendo lo suyo es una diversidad de costumbres...60

Esto ha dado lugar a que lo que es "la tradición", propiamente dicha, no sea unitaria sino plural y a que la gente de la zona conviva cotidianamente con distintas costumbres, lenguas y festividades religiosas. De este modo, la identidad de la gente de Cuautepec es compleja y hasta cierto punto difusa. Ciertamente existen costumbres más hegemónicas, como las señaladas en los apartados anteriores, y referentes históricos definidos que comparte la parte mayoritaria de la población, que son las que aquí se han marcado como

'Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Barrio Bajo, en mayo de 2009.

Page 220: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

204 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

los aspectos identitarios del pueblo antiguo, pero en relación al "pueblo" nuevo difícilmente se pueden definir:

... sobre todo en la parte de la zona urbanizada con la nueva oleada de los años ochenta, hay indígenas ñañús, hay varios grupos de Oaxaca, unos son zapotecas otros son mixtéeos, y bueno, eso también hace que la identidad de Cuautepec sea tan difusa, es decir: ¿Cuautepec de quién o para quién?61

Ante esta situación, y probablemente por la frecuencia de las influencias exteriores y el asentamiento de poblaciones de orígenes diversos, en Cuaute­pec sucede un fenómeno poco común en los pueblos de la ciudad, que es la baja intensidad de la conflictividad entre los originarios o nativos y los avecin­dados.62 Ha sido tanta la emigración en las últimas décadas que de algún modo los originarios se han habituado a la convivencia con otros grupos sociales y otras culturas sin que esto entrañe un conflicto particular. La convivencia que se aprecia es tan cordial o tan difícil como la que se da en otros barrios popu­lares y no parece estar mediada por la circunstancia de ser o no ser nativo. En términos generales, existe una convivencia pacífica entre los distintos grupos, etnias y costumbres. En general se ha aceptado la presencia de "los otros", pues los unen necesidades y problemas que los afectan por igual.

Las fiestas hegemónicas de la zona son, sin duda, las de Barrio Alto y Barrio Bajo, y éstas convocan a la población en general de Cuautepec; en tanto que las fiestas de las colonias y de los distintos grupos étnicos o de provincia, son de carácter más bien local, pero se admite la participación de la gente de otras colonias o de las zonas centrales, de tal manera que tam­poco hay conflicto o exclusión en este ámbito.

Otro fenómeno que resulta peculiar en este aspecto de la convivencia es el del panteón. A diferencia de lo que acontece en la mayor parte de los pueblos tradicionales de la ciudad, en Cuautepec el panteón ya no es con­siderado como patrimonio exclusivo de los originarios. Al parecer, por tra­dición fue exclusivo y estuvo manejado por los originarios, pero desde hace varias décadas es considerado de orden civil y es administrado por el go­bierno central:

"Entrevista con Cuauhtemoc Ochoa, originario de Barrio Alto, en mayo de 2008. 62Esta conflictividad existió en un inicio y existe la percepción entre algunos originarios

de que la llegada de los avencidados cambió el pueblo, sin embargo, no existe una confronta­ción permanente y profunda.

Page 221: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 205

El panteón tiene una historia muy simpática, digo yo. Me platicaba mi abuelo que en un principio a los difuntos los sepultaban frente a la iglesia; todavía ahí hay losas con el nombre de algunos difuntos, pero después vieron que ya no cabían ahí y seleccionaron el lugar en donde está ahora. Cuando terminaron de bardearlo dijeron "pues ya, ahora a ver quién lo estrena; a la persona que lo es­trene le vamos a hacer su fiesta, lo traemos con música, con cohetes e invitamos a toda la población de Barrio Alto y de Barrio Bajo [...] porque entre los dos barrios se cooperaron para gestionar el terreno y para bardearlo [...] Y pues que se va muriendo un señor de Barrio Bajo, y ya luego se supo, en ese tiempo con pocos habitantes y ante un acontecimiento tan importante, pues dieron a saber que ese mismo día en la noche se muere un señor de acá de arriba [Barrio Alto], y entonces se mueren los dos y acordaron las familias que el sepelio fuera a la misma hora y que los dos entraran al mismo tiempo, y así lo hicieron; y enton­ces dividieron el terreno, la parte entrando hacia el sur para Barrio Bajo y la parte del norte para Barrio Alto [...] después fueron aumentando los muertitos, pero como es un panteón que es del Departamento [del Distrito Federal] nos llegaban también muertitos de la Villa, muertitos del centro, de todas partes.63

Finalmente, en relación a la convivencia en la diversidad, cabe mencionar que la existencia de originarios y avecindados, y de distintos grupos sociales y distintos actores ha mantenido en el aire la pregunta formulada en el testimo­nio de Cuauhtemoc Ochoa: ¿Cuautepec de quién y para quién! Y se puede decir que en este aspecto, sí existe cierta conflictividad, dado que ha habido, y a la fecha se mantiene, un interés primordial de los originarios, o al menos de al­gunos grupos de éstos, por reclamar y hacer patente su derecho sobre el territorio y su primacía por la gestión de los espacios considerados como co­munitarios (espacios públicos). Esto se abordará en el siguiente apartado.

La disputa por el territorio y formas propias de gestión

Acerca de esta temática, es importante reconocer en principio que Cuautepec es un pueblo en el que subyacen muy escasas formas de organización comuni­taria y, por tanto, prácticamente no existen autoridades tradicionales recono­cidas por los originarios y por la población en general. Esto es significativo porque hay dificultades para el reconocimiento de las autoridades oficiales y para el ejercicio del poder sobre el territorio y los bienes del pueblo.

'Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Barrio Alto, en julio de 2009.

Page 222: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

206 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Como en otros pueblos, en éste existieron antes dos figuras que eran re­conocidas como autoridades por la gente: el juez de paz y el subdelegado. En el primer caso, se trataba de una persona que llegaba al pueblo nombrado por los tribunales de la ciudad de México, y que cumplía funciones de interme­diación entre los vecinos, de solución de problemas de la convivencia en el pueblo y de asuntos varios relacionados con la vida en la comunidad, incluso asuntos familiares de desavenencias o violencia interna. El juzgado de paz estaba ubicado en la plaza Madero de Barrio Bajo y ahí atendía a la gente. En la memoria de los pobladores esta figura es recordada, hacia los años cin­cuenta y sesenta como una autoridad:

Un juez de paz era aquí como un notario, pues ellos también tenían hechuras de documentos que acreditaban propiedades privadas. Había un pleito e iban con el juez de paz, era la máxima autoridad.64

Sin saber cómo, después de los años sesenta estos jueces desaparecieron y sus funciones no fueron recuperadas por otro tipo de actor o autoridad. Es uno de los numerosos cambios que experimentó Cuautepec en la segunda mitad del siglo xx.

Por otra parte, estaban los subdelegados (hoy directores territoriales), que eran los intermediarios entre el pueblo y las autoridades delegacionales. Aunque no se encontraron referencias precisas sobre el procedimiento, se sabe que estos eran electos por la gente del pueblo, y en ese sentido eran re­presentantes de éste ante las autoridades. Sus funciones se circunscribían básicamente a la gestión de necesidades y la atención a los problemas urba­nos; así como a la realización de los trámites correspondientes.

Esta figura subsiste en Cuautepec, básicamente con las mismas funcio­nes, sólo que actualmente no se trata de representantes de la población sino de funcionarios de la Delegación nombrados por el delegado en turno. Exis­ten tres subdelegados, uno por cada una de las circunscripciones delegacio­nales, que son las correspondientes a las zonas 8, 9 y 10.

La otra autoridad reconocida en el pueblo ha sido, sin duda, el Comisa-riado Ejidal, que, como se mencionó antes, ha atendido tradicionalmente de manera específica la problemática de los ejidatarios, y, durante las últimas décadas, la situación particular que ha enfrentado el ejido en el pueblo ante la embestida de las ventas de terrenos, la fragmentación de los ejidos y las expropiaciones. El Comisariado tiene entre sus funciones la de velar por los

64Entrevista con el señor Agustín Cedillo, de Barrio Alto, en junio de 2008.

Page 223: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 207

intereses de los ejidatarios, procurar la legalización de su situación, gestionar los pagos de los terrenos expropiados y la emisión de las escrituras de los terrenos, además de "ver que se cumpla la ley agraria en este territorio".65

Como autoridad agraria históricamente realizaba las gestiones ante las auto­ridades correspondientes: Tribunal agrario, Comisión de Regularización de la Tenencia de la Tierra (CORET), Comisión de Recursos Naturales (CORENA), la Delegación, etcétera; sin embargo, en las últimas décadas el Comisariado ha perdido presencia social y económica. Por este motivo se mantiene única­mente como un referente de identidad de los originarios, pero sin capacidad real de interlocución de la población en general.

En este marco, hacia los años ochenta, afloró un nuevo actor en Cuaute­pec que de alguna manera se ha asumido también como autoridad y ha rea­lizado diversas acciones orientadas a disputar a las autoridades oficiales y a los líderes del Partido Revolucionario Institucional (y actualmente también con algunos del PRD), el territorio y algunos bienes públicos del pueblo. Se trata de la organización de originarios que se ha mencionado reiteradamente: la Alianza Democrática ciudadana Cuautepec Siglo xxi, la cual ha asumido un papel protagónico en las últimas décadas y ha tenido como iniciativa la "expropiación" y la gestión de algunos inmuebles y espacios públicos, a nombre de la comunidad.

Se trata de una organización singular que conjunta su carácter de "origi­naria" con el de una agrupación "de izquierda", que tiene su origen en el movimiento democrático generado en torno a Cuauhtemoc Cárdenas en 1988. En tanto originarios y gente de izquierda los miembros de esta organi­zación han asumido la misión de recuperar para el pueblo lo que le pertene­ce por derecho propio: su territorio, sus bienes públicos, su tradición y su cultura y también su autoridad. La decisión que dio lugar a estas iniciativas acontece en una coyuntura particular:

CORET (la Comisión de Regularización de la Tenencia de la Tierra) llega aquí porque en 1988 todo lo que era la base priista de las organizaciones vecinales, pasan a formar parte del Frente Democrático Nacional; entonces, con algunas gentes que veníamos de la izquierda formamos un movimiento muy fuerte en Cuautepec, a través de la candidatura del ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas, y ganamos la Asamblea de Representantes, la diputación federal, que era de las primeras que se ganaba; se gana por voto directo, se le gana a Salinas de Gortari

65Entrevista con la señora Leonila Tinoco, en ese tiempo Comisaria Ejidal de Cuautepec, y la primera mujer en detentar el cargo, en mayo de 2008.

Page 224: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

208 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

[...] Entonces como ve Salinas que esta es una zona contraria al PRI, contraria a su gobiemo[...] decide traer programas clientelares, como es la regulación de la tenencia de la tierra, entonces entra CORET a través del gobierno de Camacho Solís, del Departamento del Distrito Federal; entonces CORET toma en sus ma­nos una serie de terrenos y de instalaciones de Cuautepec para poner sus ofici­nas, una en la hoy Casa del Pueblo, otra fue un terreno que está en la bajada del Cerrito y otra fue un terreno en la Brecha. Bueno, [ante esto] un día en la noche hicimos una asamblea, una serie de gentes nativas de aquí, con algunos donati­vos, y decidimos retomar lo que era nuestro, que era de Cuautepec, del pueblo de Cuautepec [...] En esta situación decidimos dos cosas: uno, crear un Comité de Defensa de Cuautepec, como su nombre lo dice, íbamos a defender Cuautepec, ¿de qué? Una, del embate salmista y del embate camachista del Distrito Federal, y, otra, de la situación de Antorcha [Popular] que le habían dado rienda suelta para invadir zonas ecológicas de aquí y tres proyectos de vivienda para atraer muchos clientes, ¿no? Y tres, más militantes,- en esa asamblea [...] como prime­ra medida que tomamos junto con un grupo de ejidatarios, fue retomar el terre­no del Cerrito, que perteneció a un ejidatario de Cuautepec; desalojamos a CORET,

sacamos sus cosas y las echamos a la calle y tomamos posesión del terreno [...]Luego, fuimos a la Brecha y se tomó el terreno, actualmente por ahí hay un proyecto de un centro comunitario; y la última medida fue desalojar lo que es la Casa del Pueblo, y esa sí la tomamos en físico, tomamos posesión de ella los nativos y después vino la otra medida de desalojar a los líderes del PRI que tenían controlado el comercio informal en el jardín Hidalgo; fueron las medidas que se hicieron. Y por eso pues ya del 89 para acá es que tenemos la Casa del Pue­blo.66

Este testimonio da pie para precisar algunas cuestiones importantes:

1) En este pueblo sí existen aún formas propias de gestión y apropiación del territorio y de los bienes públicos por la población originaria.

2) Estas formas de apropiación se han llevado a cabo en nombre del derecho propio de los originarios al acceso y control de estos recursos, pero también en el marco de una disputa política.

3) Como ocurre en otros pueblos y en otras zonas de la ciudad de México, la disputa por el territorio y los bienes públicos no se da únicamente en rela­ción con los avecindados, sino que entran en juego otros actores relevantes

66Entrevista con Pablo Peña, de Barrio Alto y miembro de la Alianza Democrática ciuda­dana Cuautepec Siglo xxr, en octubre de 2007.

Page 225: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 209

como son los partidos políticos, los comerciantes, algunas organizaciones sociales, las constructoras y el propio gobierno del Distrito Federal.

4) Tanto las organizaciones de nativos como los partidos y el gobierno desarrollan prácticas clientelares y corporativas para el acceso y uso de los recursos de la zona.

5) Debido a este tipo de procesos, y después de haber sido bastión del PRI, Cuautepec ha sido en las últimas décadas una zona muy politizada, con un perfil mayoritariamente de izquierda y, desde el punto de vista partidista, afín al PRD.67

Es importante mencionar, sin embargo, que este tipo de prácticas de admi­nistración y gestión de los bienes públicos por parte de esta organización de originarios no cuenta con el consenso del conjunto de los nativos del pueblo antiguo; para algunas familias este manejo representa un atropello para la comunidad, debido a que espacios públicos como el atrio de la Preciosa Sangre de Cristo, el Jardín Hidalgo y la Casa del Pueblo no cumplen funciones para todos sino solamente las que decide la Alianza Democrática. El atrio es actual­mente un estacionamiento, el Jardín Hidalgo es sede de comerciantes infor­males ligados a la Alianza y en la Casa del Pueblo se llevan a cabo únicamen­te actividades asignadas por esta organización. Sin embargo, hay que decir, que no ha habido a la fecha otra organización interesada en administrar estos es­pacios y que dispute por tanto la gestión de la Alianza.

La gestión y la representación

Otra dimensión de la dinámica de la vida cotidiana de Cuautepec ha sido la correspondiente a la gestión que como pueblo y como zona ampliada se ha realizado en función de las demandas y necesidades de la población,- así como las formas de organización y representación que los pobladores han instru­mentado para tal efecto. Tanto la dinámica como las modalidades han cam­biado con el paso del tiempo y en muchos casos se han ido adaptando a las opciones organizativas que les ha ofrecido el mundo institucional, ya sea central, delegacional o partidario.

Como se ha observado, este pueblo ha contado históricamente con esca­sas formas de organización comunitaria, y la mayor parte de éstas se ha concentrado en el ámbito festivo y religioso. De aquí que la organización para los asuntos de la gestión se encuentre más emparentada con una orga-

67Esto no implica que no existan actualmente otras organizaciones afines al PRI que con­tinúan disputando el territorio en la zona.

Page 226: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

210 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

nización de tipo "vecinal" o "barrial" que comunitaria. Este tipo de organiza­ciones tiene su trayectoria en la historia reciente de Cuautepec y, debido a las múltiples necesidades del pueblo en transformación, ha sido una trayec­toria relevante por los bienes conseguidos.

La organización vecinal ha estado históricamente ligada a la población originaria o a los antiguos habitantes; sin embargo, en tiempos más recien­tes, ha emergido también en las colonias nuevas y ha estado dirigida por población avecindada. Por las características territoriales, de aislamiento y escaso desarrollo urbano en el contexto de la ciudad de México, el menú de necesidades de la población de esta zona ha sido muy nutrido desde hace varias décadas. Desde los servicios más elementales como el agua y el drena­je hasta los más desarrollados como la educación, la vialidad y la seguridad han formado parte de las demandas en cuestión:

Bueno, nosotros fuimos formadores porque no había organización aquí [...] Nos organizamos porque llegamos a Cuautepec sin nada, ni agua, ni drenaje, ni pa­vimento, ni calles, ni transporte, ¡nada! Había carros de transporte, uno o dos, que hacían servicio de aquí a la Villa, pero solamente medio los tenía la parte céntrica, lo demás nada [...] nos dimos a la tarea de hacer un programa, muy analfabetas pero hicimos un programa [...] En el sesenta completamos el progra­ma pero chocábamos con una situación muy grande: en la Gustavo A. Madero los empleados ponían "Cuautepec, Estado de México", imagínese, entonces fue una situación muy dura porque no se sabía ni dónde estaba Cuautepec. No apa­recía ni en la Guía Roji [...] y entonces nos dimos a la tarea de hacer un plano de Cuautepec; este plano lo hizo el doctor Maya, un general retirado muy en­trón,- él nos hizo el primer pianito desde un punto de vista general del Distrito Federal y entonces con ese nos movíamos.68

Las primeras organizaciones vecinales surgieron en la década de los se­senta y fueron muy versátiles, adaptándose a las características de la admi­nistración pública y realizando muchas veces gestiones directas con las au­toridades y los representantes en turno; ya sea con el Departamento del Distrito Federal, con la delegación Gustavo A. Madero o con los diputados. Se trataba de organizaciones que pretendieron mantenerse independientes pero que en algunos momentos entraron a las estructuras partidarias o cor­porativas para tener acceso a la gestión.

68Entrevista con el señor Miguel Ochoa, avecindado de Barrio Alto, con 50 años de vivir en el pueblo; en abril de 2008.

Page 227: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 211

Uno de los grupos más activos proviene de un conocido "Club 14-20", que se formó en 1960, en el que participaban de manera voluntaria tanto originarios como avecindados que originalmente tuvo un sentido más bien cultural, pero que contaba con gente con mucha iniciativa y con interés por mejorar las condiciones de vida de sus familias y del pueblo en general. De esta organización emergieron otras, que fueron integrándose con presidentes de distintas colonias con numerosos problemas, como Zona Escolar, La Pas­tora, Benito Juárez, Castillo Chico, El Tepetatal, El Carmen, La Forestal, La Casilda, entre otras.

Hacia finales de los sesenta estas organizaciones se articularon con la estructura delegacional a través de figuras institucionalizadas como el "Co­mité de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Cuautepec", que funcio­nó más bien en Barrio Alto. Y más adelante la organización vecinal también se articuló con la estructura del PRI, a través de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, formando el "Primer Comité Regional de la Gus­tavo A. Madero". Las organizaciones agrupadas en torno a estas estructuras fueron modificando sus estrategias de gestión y cambiando también sus es­pacios de actuación y sus interlocutores. Cuando se dio la escisión del PRI a finales de los ochenta, la mayor parte de las agrupaciones emigró al FDN y posteriormente al PRD.

En este trayecto, se fueron gestionando para Cuautepec servicios básicos como el agua, el teléfono, el correo, el transporte, el drenaje y las vialidades, además de asuntos varios relacionados con la legalización de las formas de propiedad:

Pues estuvimos en un principio, como en el 75 u 80, exigiendo los servicios, inclusive yo recuerdo que cuando llegamos a vivir aquí teníamos una sola toma de agua para toda la colonia, en la colonia Zona Escolar. Posteriormente hubo necesidad de organizarse con los vecinos para colocar tuberías y tener una toma por calle, una toma por manzana; posteriormente para poner agua potable en todas las casas, la pavimentación, el drenaje, luego unirse a agrupaciones como era el movimiento proletario independiente para exigir el cableado de las líneas telefónicas. Los servicios que entraban a la comunidad eran pagados por todos los colonos; en Zona Escolar nos tocó pagar coladeras, drenaje, banquetas, ca­bleado, todo...69

69Entrevista con la maestra Rosario Segundo, avecindada de la colonia Zona Escolar, en octubre de 2009.

Page 228: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

212 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

El desarrollo y la urbanización de Cuautepec, como ha sucedido en numero­sas colonias populares, ha sido producto principalmente de la labor de las orga­nizaciones vecinales. En muy pocos casos ésta ha derivado de la iniciativa guber­namental. Existe entre la población local un importante aprendizaje con relación a la necesidad de la organización vecinal para el logro de los bienes comunita­rios, y ha sido por esta vía que se han conseguido la mayor parte de los beneficios de los que actualmente goza la zona. Para ello, se han ensayado diversos tipos de liderazgos y modalidades de organización, adaptándose en ocasiones a la oferta gubernamental y al sistema corporativo, pero constituyendo a veces también agrupaciones propias, independientes de las instituciones:

... yo creo que hubo una etapa en la que los representantes de las colonias tuvie­ron una gran labor, entre los setenta y los ochenta porque yo recuerdo que cuan­do llegué todo era magueyes, sembradíos y demás. Cuando los ejidatarios em­piezan a ver que se está poblando la zona entonces trataron de regularizarse. Pero en eso los representantes de las colonias tuvieron un papel muy fuerte[...] En realidad eran gente que estaba en el gobierno priista; entraban a trabajar para el PRI, entraban como gestores, pero en muchos casos trabajaban también para la comunidad. Era a través del sistema corporativo que ellos fueron dando a la comunidad los recursos que necesitaba [...] Esto ocurrió en la mayor parte de las colonias.70

En la época priista se aprovecharon las instancias abiertas por el partido oficial; cuando surgió el PRD, numerosas organizaciones se acogieron a este partido y los vecinos de la mayor parte de las colonias se adscribieron a las asambleas vecinales y a los programas que emergieron del gobierno de López Obrador. Sin embargo, permanecieron algunas asociaciones independientes que, sin estar en pugna con el gobierno perredista, desarrollaron sus estrate­gias de gestión por fuera de sus contornos.

A través de las agrupaciones independientes se llevó a cabo en los años noventa la gestión de una clínica IMSS, la número 49, cerca de El Arbolillo, sin ninguna adscripción política formal. Fue producto de una organización local de jubilados y pensionados y de la Asamblea Cívica de Colonias y Unidades Habitacionales del Norte del Distrito Federal. Esta última organización fue "autónoma, autonombrada y no institucionalizada", y todavía existe,- su obje­tivo ha sido "mantener viva la organización vecinal en Cuautepec".71

70Idem. 71Entrevista con el señor Miguel Ochoa, de Cuautepec Barrio Alto, en diciembre de 2009.

Page 229: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 213

Entonces formamos una organización que se llamaba "Asamblea cívica de colo­nias" que ha tenido por objetivo traer los servicios a Cuautepec. Ahora, por ejemplo, acabamos de lograr un servicio social, que no es cualquier cosa: una clínica de salud, que fue un trabajo de 10 años, pero que no se dejó y no se dejó. Siendo simpatizantes perredistas y lograr una cosa así, para nosotros fue un triunfo. Teníamos que ser de dos caras. El que llevaba todo este trabajo era un ser­vidor. Yo llegaba después de trabajar y andaba en reuniones todavía a las 9, 10 y 11 de la noche en los cerros, pero no me daba miedo, andaba organizando a la gente para esta gestión [...] Esta organización todavía existe, el día que yo me muera se acaba.72

A pesar de que la organización vecinal en Cuautepec ha estado frecuen­temente ligada a las instancias oficiales y partidarias, el caso de los Comités Vecinales no prosperó. Éstos fueron electos e instalados en las distintas Uni­dades Territoriales, pero no lograron arraigar en la población, de tal manera que no han fungido como instancias de representación de la población. La gestión y la representación en Cuautepec continúa llevándose a cabo de ma­nera fragmentada,- en ocasiones por vías institucionalizadas como los parti­dos políticos, los diputados locales, las asambleas vecinales y los programas gubernamentales; en otros casos a través de organizaciones independientes o de gestores particulares.

Como en otros pueblos, existen las instancias conocidas como Direccio­nes Territoriales, que, como se mencionó antes, cumplen una función de intermediación para la gestión entre la población y el gobierno delegacional; pero se trata de instancias institucionales, que tienen al frente a funciona­rios designados por la Delegación y que no son, por ello, representantes de la gente. No existe, como en otros pueblos, la figura del Coordinador de Enlace Territorial, que formalmente es un funcionario delegacional pero que en nu­merosos casos es electo por la comunidad y cumple por ello auténticas fun­ciones de representación. De este modo, la representación en Cuautepec es muy precaria.

Para concluir este aspecto, hay que decir que en esta zona existen, pese a todo, numerosas formas de organización; las cuales, en términos generales, trabajan en la gestión de intereses particulares de grupo y responden a lógi­cas propias. Son muy escasas las organizaciones que se han constituido con un carácter más comunitario y que estén interesadas en la gestión de las

entrevista con el señor Miguel Ochoa, de Cuautepec Barrio Alto, en abril de 2008.

Page 230: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

214 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

necesidades del pueblo antiguo o de la población general de la zona.73 Entre estas últimas podemos reconocer el trabajo de la Alianza Democrática ciu­dadana Cuautepec Siglo xxi y la Asamblea Cívica de Colonias.

Algunas otras agrupaciones de la zona son: Molineros y tortilleras de Cuautepec, Organización de taxistas piratas y legalizados, Organización de microbuseros de las rutas 18 y 88, Comité de Defensa de Cuautepec, Frente ciudadano, Alianza de Organizaciones Sociales, Cuautepec en Mar­cha, Alianza de Barrios de Cuautepec, Unión de Colonias Populares, Antorcha Popular, Frente Popular Francisco Villa, y algunas organizaciones deportivas, religiosas y de la tercera edad.

REFLEXIÓN FINAL

Las peculiaridades actuales que definen a Cuautepec y los rasgos de su evo­lución histórica y urbana de las últimas décadas han hecho de ésta una zona difícil de definir. En efecto, las cualidades de "pueblo" se han desdibujado y tienden cada vez más a diluirse; la apariencia física de la zona y su dinámica de vida cotidiana se parecen más en estos tiempos a las de un área popular urbana y, en cierto modo, una zona semi marginal de la ciudad que a un pueblo urbano; las actividades económicas del pueblo antiguo vinculadas al trabajo de la tierra y a la ganadería se han disminuido drásticamente, y la propia tierra cultivable se ha reducido a su mínima expresión.

Cuautepec ha sido objeto de algunos de los cambios más dramáticos que han experimentado las zonas periféricas de la ciudad de México a partir de la segunda mitad del siglo xx: alta densidad poblacional, fuertes migraciones, proliferación de poblamientos populares, irregularidad urbana y de tenencia de la tierra, carencia de servicios básicos y fuertes problemas de vialidad, sanidad y seguridad. A esto se añade que se trata de una zona, desde los tiempos de la hegemonía del PRI, muy politizada, cuyo territorio y capital político han estado en disputa por distintos partidos políticos, grupos de interés y agrupaciones sociales; de tal manera que ha estado marcada por una fuerte presión de intereses poblacionales, políticos, económicos y hasta culturales (religiosos).

En este marco, es relevante que sobrevivan identidades, vínculos, tradi­ciones y costumbres de un pueblo antiguo que perteneció siempre a este

73Esto se ha debido en gran medida a la diversidad de intereses de la población y de los grupos existentes.

Page 231: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 215

territorio y cuyos herederos mantienen el interés por conservar y hacer valer. Es un asentamiento complejo y en cierta medida "en transición", que con­serva aspectos identificables de pueblo y al mismo tiempo posee un claro perfil urbano popular. En él es posible encontrar formas peculiares de vivir en espacio/tiempo, de apropiarse del territorio y de un interés manifiesto por imprimirle su sello y asegurar que permanezca bajo su custodia, aun a pesar de que la tierra ejidal prácticamente ha desaparecido y el territorio común se circunscribe a las plazas centrales, los espacios públicos y las calles aledañas. En este sentido, la disputa de los originarios por el territorio es intensa y posee aún la pretensión de otorgar a éste una cierta orientación comunitaria, como ámbito de pertenencia de quienes comparten una historia y han habi­tado en ese lugar por generaciones y generaciones.

También permanece aquí una manera peculiar de vivir el tiempo, princi­palmente el tiempo largo, los ciclos anuales que se traducen en la periodici­dad de las actividades festivas y religiosas. Más allá de la dinámica de vida cotidiana impuesta por la integración a la dinámica urbana, los habitantes de este pueblo mantienen la referencia de un tiempo circular, que se renueva año con año a través de los rituales cívicos y religiosos, a los que dan vida las organizaciones comunitarias.

Mediante estas vivencias y la recreación de festividades y actividades comunitarias es que se afirma y confirma la identidad de los que aquí habi­tan. En la población originaria existe una memoria del antes, del ayer y del pasado común, que alimenta las prácticas contemporáneas y les da sentido. A pesar de las modificaciones que han experimentado las fiestas y las cele­braciones, la adoración de las deidades principales: el Cristo Sangrante y la Señora del Carmen significa la continuidad en esa experiencia y el punto de comunión entre estos pobladores; así como la repetición anual de las fiestas religiosas y la referencia permanente de los geosímbolos (como el cerro del Chiquihuite y la Sierra de Guadalupe) que han estado ahí desde que los ha­bitantes tienen memoria de los orígenes del pueblo. De tal manera que, aun inmersos en la vida urbana y alternando su cotidianidad con numerosas etnias y culturas fuereñas, la identidad permanece y se recrea.

De forma paralela se vive también la pertenecía a la ciudad, la conciencia de ser pueblo, pero igualmente parte de la ciudad; y esto es así debido en gran medida al acelerado proceso de urbanización de la zona de Cuautepec que integró virtualmente el pueblo a la ciudad y le confirió nuevas características urbanas. Sin embargo, existe la percepción de ser una parte abandonada y descuidada por el gobierno tanto delegacional como central, que no ha sido atendida e incorporada como otras zonas de la ciudad. En este sentido la

Page 232: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

216 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

pertenencia a la ciudadanía capitalina es algo que se vive como conflictivo y que se ha convertido en un reclamo permanente de los habitantes de Cuau-tepec. A éstos les ha costado mucho trabajo llamar la atención de las autori­dades capitalinas y ser objeto de consulta e interés por parte de éstas. Es un pueblo que durante el siglo xx, después de la revolución, tuvo que organizar­se de manera expresa y movilizarse permanentemente para obtener servicios y ser escuchado por las autoridades; de ahí que el reclamo de reconocimien­to haya sido una demanda siempre presente. No obstante, también ha sido un pueblo muy activo y participativo en la vida política del Distrito Federal, particularmente en las décadas recientes, cuando se ha hecho partícipe de los cambios políticos recientes.

Por todo lo anterior, en el desarrollo reciente de Cuautepec no se trata de una lucha frontal entre modernidad y tradición, sino de ser tomado en cuen­ta como parte de la sociedad capitalina y de tener acceso a sus beneficios; de igual manera, se trata de mantener lo propio: la tierra, los espacios comuni­tarios, las tradiciones y la memoria, en el seno de la avalancha urbanizadora y homogeneizadora que tiende a borrar identidades y patrimonios. Esto no ocurre únicamente con la población originaria sino también con algunos grupos de avecindados que se han apropiado del lugar y están interesados en preservarlo.

En esta perspectiva, el proceso de Cuautepec es sin duda importante y atrac­tivo, además de sugerente y revelador en relación con la complejidad de la inte­gración de los procesos culturales y populares particulares a la vida de la ciudad. Entre otras cuestiones importantes, pone de relieve la necesidad de instancias y espacios de intermediación entre estas poblaciones y las autoridades delegado-nales y del gobierno central, con facultades reconocidas, capaces de gestionar las necesidades propias de estas poblaciones y trabajar en la conservación de su patrimonio.

BIBLIOGRAFÍA

CRUZ, María Soledad y Alejandra Moreno, "Descripción de la Zona de Cuautepec, Delegación Gustavo A. Madero", en Sistema de Información Geográfica del pueblo de Cuautepec, mimeo, 2009.

GARCÍA CUBAS, Antonio, Carta corográfica del Distrito Federal, México, 1877. GIBSON, Charles, Los aztecas bajo el dominio español, México, Siglo XXI, 2003. LIRA, Andrés, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México: Tenochtitlan y

Tlatelolco, sus pueblos y sus barrios, México, El Colegio de México, 1995.

Page 233: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 217

PADILLA, G., Monografía municipal de Tlalnepantla, Tbluca, Ed. Emahia, 1998. Proyecto de Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO), Imágenes e historias de Cuauhte-

pec, México, Gobierno del Distrito Federal, 2008. , Cuauhtepec: memorias de ayer y hoy, México, Gobierno del Distrito Fede­

ral, 2009. ROJAS, Jorge, "Cuautepec, sentimental y turbulento", en Reportaje moderno (antolo­

gía), México, UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 1976. SAHAGÚN, Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España, México,

Porrúa, 1989. SENTÍES, Horacio, Antecedentes históricos de la Gustavo A. Madero, México, Depar­

tamento del Distrito Federal, 1990. , "La historia de Cuautepec", en Apuntes al vuelo, año XII, núm. 138, julio

2005. , La Villa de Guadalupe. Historia, estampas y leyendas, México, Departa­

mento del Distrito Federal, 1991. ZENÓN, Alma, "Rememorando y descubriendo un pueblo que se resiste al olvido:

memoria y territorio en Cuauhtepec", tesis de licenciatura, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2010.

Page 234: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México
Page 235: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 5

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA

IVÁN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

S anta. María Aztahuacán, de aztatl (garza), hua (posesivo) y can (locati­vo), significa "lugar de los que poseen garzas" o "lugar de garzas". Es un pueblo de origen prehispánico que se mantuvo merced a sus chinam­

pas y a los productos de la laguna hasta mediados del siglo xx y que ha logra­do adaptarse a una de las zonas urbanas más densas en la ciudad de México, tanto por la concentración de la población, como de los problemas derivados de este crecimiento: la delegación Iztapalapa. Es, pues, un sobreviviente de un largo y complejo proceso. Las presentes notas buscan dar cuenta de esa historia y mostrar algunas de sus particularidades.

VIVIR EN IZTAPALAPA

Santa María Aztahuacán está ubicada en la delegación de Iztapalapa que, con 1,820,888 habitantes (conteo de 2005), es la más poblada de la ciudad de México (concentra 20.9 por ciento del total de sus habitantes) y el muni­cipio más grande en este sentido de todo el país, pero también es una de las zonas urbanas con mayores conflictos.

La ubicación de Iztapalapa, que forma parte del oriente del Distrito Fede­ral, permite apreciar su condición de espacio de frontera: colinda hacia el sur con Tláhuac y Xochimilco, región en que aún subsisten pueblos chinampe­ros, de los que otrora formó parte. En cambio, al poniente colinda con dos delegaciones de capas medias y altas: Coyoacán y Benito Juárez. De hecho, el cambio comienza en las zonas territoriales de Churubusco y Granjas, que

219

Page 236: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

2 2 0 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

poseen los niveles de desarrollo más elevados y son las más occidentales de la propia Iztapalapa.

En cambio, el camino hacia el oriente y el norte es donde se concentran los problemas de pobreza y desigualdad y se continúan naturalmente hacia los municipios de Nezahualcóyotl, La Paz y Chalco Solidaridad, en el Estado de México. Más adelante, en esa misma dirección, están Chimalhuacán y Chalco, que también han seguido un crecimiento poblacional acelerado y caótico.

El primer dato a resaltar de Iztapalapa es, por supuesto, la concentración poblacional. Es la delegación o municipio más poblado del país, aunque segui­do de cerca por Ecatepec, en el Estado de México. En el año 2000 representó, según Conapo, la suma de los 1,849 municipios menos poblados del país.

Pero es la zona oriente de la delegación donde se condensan los proble­mas. Un análisis sociodemográfico arroja que allí se presentan las siguientes características:

• Es la región en que residen el mayor número de inmigrantes a la ciu­dad de México: entre 23 y 49 por ciento en las diferentes AGEB que conforman la región.

Page 237: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 221

• Es la que concentra la población más joven: entre 50 y 60 por ciento tienen menos de 24 años.

• No asisten a la escuela 25 por ciento de los niños entre 6 y 14 años; esto en la delegación que tiene el mayor analfabetismo del Distrito Federal (24 por ciento del total).

• Es donde existen, junto con la zona territorial de Tezonco, los más bajos ingresos promedio, en una delegación de por sí pobre: 53.5 por ciento recibe dos salarios mínimos o menos, y 74 por ciento tiene que vivir con tres salarios mínimos (Arango, 2010).

Estos datos permiten tener una idea del contexto en el que se desenvuel­ven los pueblos originarios asentados en el oriente de Iztapalapa y dan la medida de las dificultades que han tenido que sortear. Para ello es menester hablar de los orígenes, cuando Iztapalapa no era sinónimo de índices de delin­cuencia o de rezago social, sino la referencia obligada era la península.

LA PENÍNSULA DE IZTAPALAPA

Para un habitante actual de la ciudad de México no es fácil imaginar a Izta­palapa como una península, pero eso fue durante mucho tiempo: un brazo de tierra que dividía por el lado sur al gran lago del valle de México. Una pequeña serranía, la sierra de Santa Catarina le daba vida y terminaba en el Huizachtépetl, conocido ahora como Cerro de la Estrella.

La península durante una época del año solía ser inundada por la cre­ciente del lago y quedaba dividida en dos: el lado más occidental, donde se localizaban los importantes poblados de Iztapalapa, Mexicaltzingo y Cul-huacán, y el lado oriental, donde se encontraba Aztahuacán y un grupo de pueblos de los que nos ocuparemos a continuación.

Es importante destacar una característica básica de la región: el lago te­nía una parte salada -el lago de Texcoco-, ubicado hacia el norte de la penín­sula, y la parte de agua dulce -el lago de Xochimilco- localizado en el sur. Existía una gran obra conocida como el albarradón que comenzaba en Izta­palapa y terminaba en Atzacoalco que separaba y buscaba controlar el movi­miento de ambos tipos de aguas.

De la circunstancia geográfica se desprende una característica básica de los pueblos del oriente de la península de Iztapalapa: eran pueblos ribereños de la parte salada del lago. Esto los distinguía tanto de los que estaban ubi­cados en la otra parte de la península, que son los mencionados Iztapalapa,

Page 238: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

2 2 2 • I V A N G O M E Z C É S A R H E R N Á N D E Z

Mexicaltzingo y Culhuacán, como de los que estaban, del lado sur de la sierra, como Tezonco y Tlaltenco, en el lago de Xochimilco (mapa 1).

Los pueblos del oriente de Iztapalapa, todos ellos con documentación que avala su existencia desde el México antiguo son, en el orden en que se encuentran de poniente a oriente: Santa Cruz Meyehualco, Santa María Aztahuacán, San Sebastián Tecoloxtitlán, Santa Martha Acatitla y Santiago Acahualtepec. Cabe aclarar que uno de ellos, Tecoloxtitlán, fue considerado hasta hace apenas unas décadas un barrio del pueblo de Acatitla.

Los cinco pueblos conforman una región bien delimitada, en tanto com­parten una misma zona geográfica, que fue la costa norte del oriente de la península de Iztapalapa: son los pueblos de la parte salada del lago. Pese a que tenían diferencias en cuanto a su vocación productiva artesanal o co­mercial, todos ellos tenían en la agricultura chinampera una base funda­mental de su economía, así como en la caza y la pesca en el lago.

Es de destacarse que, hasta fechas muy recientes, Aztahuacán jugó mu­chas veces el papel de pueblo principal de este conjunto de pueblos. Su im­portancia se confirma por las menciones que existen en diversos documen­tos. En el Códice Xólotl se identifica con un jeroglífico que muestra una garza parada sobre un monte de donde brota agua y en el Códice Aubin sola­mente con la figura de la garza. Chimalpain señala que en el siglo XII Azta-

Page 239: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 223

huacán limitaba con Chalco Amaquemecan, lo que indica que tenía una considerable área de influencia.1

Pero la mención más detallada aparece en el Códice Iztapalapa, un docu­mento de finales del siglo XVII. María Raquel Crespo, quien ha estudiado este códice, señala que

Resalta la importancia jurídica que Santa María Aztahuacán tenía en el mo­mento de la realización del códice. Observamos lo anterior porque el tlacuilo dibujó su tecpancalli -casa de justicia- y a dos personajes históricos del manus­crito, a quienes se da un tratamiento de muchísimo respeto: aztacahuacanecat-zitzin: "los muy respetados aztahuacanos". Más adelante se vuelve a hacer én­fasis en la nobleza aztahuacana: totecuyohuan pipilti altepehuaque aztapahuacaneca "nuestros nobles señores naturales aztahuacanos". Las tierras de Santa María Aztahuacán consignadas en el Códice Iztapalapa pertenecían a los naturales de Aztahuacán únicamente. No se generaliza la pro­piedad de la tierra, como en otros sitios, a tlaltepehuaque o ymaxca altepehuan-que, sino que se especifica tlalaztahuacaneca -tierra de aztehuacanos-. Este es otro elemento más que indica la importancia de este pueblo [...]2

Los nombres de los nobles aztahuacanos eran To Petólo Tayatzin y Ton Pelaltino Te Xante Malia Xilomatzin, o sea: don Pedro Tayatzin y don Ber­nardino de Santa María Xilomatzin.3

Durante la mayor parte de la colonia, Aztahuacán, referido en los docu­mentos como Ixtahuacan, fue estancia de Tenochtitlan, lo mismo que otros pueblos chinamperos. Su economía dependía de la agricultura, de la pesca y de la caza de patos y otros animales de la laguna.

El modelo de organización de parcialidades y estancias, especialmente las que se encontraban distantes, fueron gradualmente abandonadas, de tal forma que muchos pueblos del sur de la cuenca, entre ellos Aztahuacán, fueron transfe­ridos a la jurisdicción de Mexicaltzingo al final de la Colonia.4

La existencia de una base económica propia permitió que los pueblos chinampanecos del sur de la cuenca gozaran de una cierta autonomía de jacto. El control económico indígena incluía la ruta de canoas a través de los

'Grupo Cultural Ollin, Aztahuacán ayer y hoy, 2007, pp. 15-16. 2María Crespo, El códice de Iztapalapa, citado por Tenorio Castillo, 2010, p. 20. 3Grupo Cultural Ollin, op. cit., p. 18. "Charles Gibson, Los aztecas bajo el domio español, 1519-1810, 2000, pp. 318 y 384.

Page 240: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

2 2 4 • I V A N G O M E Z C É S A R H E R N Á N D E Z

lagos de Chalco y Xochimilco, que penetraba hasta el centro de la ciudad por la acequia real y terminaba cerca de la plaza principal.5

Además, tal como lo argumenta Gibson, la política colonial permitió el surgimiento de gobiernos propios, si bien limitados al nivel de cabecera. Esto es, los españoles desarticularon las estructuras de poder más amplias, pero les resultó útil establecer su control sobre la base de contar con gobiernos locales que les garantizaran sus principales intereses: la organización de la mano de obra, la producción y el abasto de alimentos a las poblaciones españolas, el pago de los tributos y el avance de la evangelization, entre otros.

Lo anterior explica la elección de funcionarios propios y la existencia de prácticas en esos pueblos que seguían el modelo del gobierno municipal es­pañol, pero en las que también está presente la lógica indígena del altépetl. Según Lockhard, las encomiendas, las parroquias rurales y las municipalida­des, fueron construidas sobre los altépetl ya existentes. Se trata de un modo celular o modular: partes relativamente separadas y autónomas [calpulli-cal-putin), que constituían el todo, cuya unidad consistía en el número y dispo­sición de esas partes, su relación idéntica con respecto a un punto de referen­cia común, y su rotación ordenada, cíclica. Sobre esa base se creaban grandes unidades.

Requerían un territorio, un conjunto de partes constitutivas cada una con su nombre propio (calpulli) y un gobernante dinástico [Üatoani), así como un templo (recinto del dios étnico especial) y un mercado. Cada calpulli debía tener dioses particulares, nombres asociados a rasgos geográficos o a filiacio­nes étnicas y jefes. Los calpultin serían desdoblamientos poblacionales y tam­bién grupos externos aceptados. Serían microcosmos del altépetl, que a su vez se dividían en secciones o distritos, cada uno de los cuales tenía un líder res­ponsable de la asignación de tierras, de los impuestos y otras actividades. Los calpultin contribuían a las obligaciones comunes del altépetl.

Un conjunto de altépetl, dispuestos numéricamente y, de ser posible, simétricamente, iguales y separados y, no obstante su igualdad, jerarquiza­dos en orden de procedencia y rotación, constituía el estado más grande, al que también se consideraba un altépetl. Los altépetl reforzaban sus lazos mediante alianzas matrimoniales. Esto explica la gran plasticidad del altépetl. Podía crecer naturalmente o por absorción de inmigrantes, o por lo contra­rio, que se redujera de tamaño y alcance.

Los españoles no se enfrentaron a un "imperio" unificado. Subsistían los altépetl dispuestos a negociar con conciencia histórica y deseos de mantener

5Ibidem,p. 371.

Page 241: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 225

sus fortalezas. Buscaron liberarse de las cargas impositivas a que estaban sujetos, por lo que, desmoronada la Triple Alianza, el camino era negociar con los altépetl. Se sucedió la fragmentación: la gran diversidad de pequeñas etnias. El modelo de los calpultin se reproducía hasta el plano de la familia ampliada.6

Como señala Guarisco, en el periodo colonial, los pueblos indios del valle de México se fincaron como una agrupación de familias, alrededor de un territorio en el que la ciudadanía se adquiría cuando el hombre formaba una familia. Al casarse, los indios de un pueblo adquirían tierra de reparti­miento para el sustento de su familia y, junto a ello, los derechos políticos potenciales para ser electo para un cargo dentro de la República de Indios, lo que iba aparejado con una serie de obligaciones frente a la iglesia, y frente a los gobernantes. Las primeras consistían, sobre todo, en la cesión de trabajo y dinero excedentario para las actividades culturales.

Las leyes preservaron el carácter excluyente de los gobiernos indios al prohibir que cualquier español, mestizo o mulato, participara de ellos. Fue­ron principalmente dos los derechos básicos de estos pueblos: contar con tierras y aguas suficientes para su subsistencia y el derecho a tener un tribu­nal capaz de administrar justicia.

Importa destacar las atribuciones de las autoridades indígenas, porque va a existir una notable continuidad de varias de ellas a través del tiempo: te­nían autoridad en materia de justicia interna en sus pueblos en asuntos menores; actuaban también como jueces agrarios, encargados de vigilar y distribuir la tierra; organizaban los trabajos colectivos en la tierra del común y en las obras públicas, así como el manejo de los Bienes de Comunidad. Tenían dos asociaciones paralelas, la fiscalía "una asociación administrativa de la iglesia" sobre la que el párroco delegaba funciones auxiliares y la cofra­día del pueblo, encargada de "organizar el culto y sufragar los gastos". Cada unidad que dependía de la República, tenía sus propias autoridades, las más de las veces electas por periodos de un año.7

La existencia de un sistema jurídico en el que, independientemente de la normativa escrita, en la práctica los pueblos indios mantenían un cierto grado de autonomía política, va a explicar la capacidad de estos pueblos de transitar sin grandes problemas a las nuevas estructuras que se impusieron en el fin de la Colonia y en el siglo XIX.

'James Lockhart, Los nahuas después de la conquista, 1999. 'Claudia Guarisco, Los indios del valle de México, 2003, p. 62.

Page 242: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

2 2 6 • I V A N G O M E Z C É S A R H E R N Á N D E Z

Como expresión de las reformas que trajo consigo la Constitución de Cádiz en España, en 1813-1814, en pleno proceso de la revolución de inde­pendencia en la Nueva España, se formaron 11 ayuntamientos en el valle de México. En ese marco, Mexicaltzingo se dividió en Iztapalapa, Culhuacán, Churubusco, Tezonco, Iztacalco y Aztahuacán.

Como señala Guarisco, en el tránsito al México independiente, los in­dios del valle de México pactaron con los no indios la adopción de nuevas instituciones que, pese al cambio formal hacia los cabildos, en la práctica siguieron subordinadas a las costumbres que habían prevalecido en el tiem­po de la colonia.8

A través de la conversión de sus repúblicas en ayuntamientos indígenas, muchos indios de hecho siguieron viviendo de acuerdo a las costumbres es­tablecidas en la Colonia. Las funciones de los ayuntamientos, dictadas en 1825, prolongaron las atribuciones de sus autoridades en materia de justicia, que cubrían una gama muy amplia de asuntos.

Una buena parte del siglo XIX ha sido muy poco historizada y en la me­moria oral de los pueblos raramente aparecen elementos de esa época. Se sabe que va a cambiar de categoría política como efecto de los numerosos cambios de un siglo muy complejo: Aztahuacán pasó, como muchos otros pueblos, de ayuntamiento a municipalidad y a municipio, hasta que las pos­trimerías del porfiriato anunciaron grandes cambios.

EL INICIO DEL SIGLO XX Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Al inicio del siglo xx, Aztahuacán y los tres pueblos que de él dependían te­nían características que los asemejaban a una gran parte de pueblos indios del país. Según el censo de 1900, organizado por Antonio Peñafiel, Aztahua­cán era una municipalidad de la prefectura de Xochimilco, con una pobla­ción total de 4,545 habitantes, de los cuales 1,067 eran de Santa Martha Acatitla, 534 de Santiago Acahualtepec, 931 de Santa Cruz Meyehualco y 2,013 propiamente de Aztahuacán.

El primer dato que llama la atención es el carácter fuertemente endogámi-co, 4,441 habitantes eran originarios de la región, o sea 98 por ciento. Sabían leer y escribir 546, lo que representa 12.3 por ciento, lo que pese a todo se comparaba favorablemente con buena parte del país. En los cuatro pueblos se contabilizaron 1,330 jacales, 712 casas de un piso y sólo una de dos pisos.

ibidem, p. 23.

Page 243: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 227

Las principales ocupaciones reportadas fueron: profesores: dos hombres y seis mujeres; comerciantes, 27; arrieros, 105 y peones de campo, 1,114. Este es el segundo dato que llama la atención: el número de peones equivalía a 80 por ciento de los hombres adultos, lo que parecería expresar una gran uniformidad social. Pero, en realidad, estaba presente una gran desigualdad social.

El pueblo de Aztahuacán, como los otros pueblos ribereños, vivió duran­te el porfiriato la ofensiva de las haciendas y de los caciques. Todo el oriente de Iztapalapa quedó bajo la férula de la hacienda del Peñón, y los recuerdos hablan en particular de Justo Chávez en Tecoloxtitlán, pero también de los Acevedo y José Alejandre en Aztahuacán, del amo Torres en Acatitla y de la familia Díaz en Acahualtepec.

Guillermo González Cedillo, quien recogió el testimonio de sus padres y abuelos señala:

Don Justo Chávez se valía del hambre y la pobreza del pueblo,- algunos campe­sinos le empeñaban los documentos de sus tierras o de sus casas a cambio de algún préstamo y en caso de no pagarlo en cierto tiempo, se quedaba con la pro­piedad empeñada. Además funcionaba en su casa la tienda de raya, donde pres­taba dinero y alimentos a cambio de propiedades, haciéndolo acumular una gran riqueza, además de la que poseía en tierras desde el 19 de noviembre de 1895, año en que su compadre, Porfirio Díaz Mori, le había dotado de 591 hectáreas, 23 áreas, 82 centiáreas gracias al compadrazgo que tenían.9

Así es como se hizo dueño de tierras de varios pueblos, entre ellas el Pe­ñón del Marqués y su laguna, así como las lagunas de Chachacuaco, Iztapil, Santísimo y El Salado. Controlaba buena parte del comercio de patos, chi-chicuilotes, pescados y otros productos de la laguna. Además, Justo Chávez "se casaba con las mujeres que quería para cobrarse las deudas, de esta ma­nera formó varios matrimonios con diferentes señoras y tuvo hijos con cada una de ellas".10

Una vez iniciado el movimiento revolucionario -agrega González Cedillo-, los pueblos de San Sebastián Tecoloxtitlán, Santa Marta Acatitla, Santiago Acahu-latepec y Santa María Aztahuacán fueron presa fácil y flanco débil para el ataque de los rebeldes y federales. Empezaron a sufrir constantes asaltos por parte de

'Guillermo González Cedillo, "Cuatro pueblos en la lucha zapatista", 1991, p. 110. 10Ibidem, p. 126.

Page 244: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

228 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

todo tipo de facinerosos que aprovechando la situación hacían de las suyas; por ser los primeros al oriente de la ciudad, eran los más atacados. Dicen los abuelos que siempre tenían que estar pendientes de que el cerro de San Pablo y en la sierra de Santa Catarina no hubiera señales de lumbre, porque entonces había que esconder sus pertenencias y animales, y esconderse ellos mismos en subterrá­neos. Las lumbreras indicaban que los rebeldes seguramente bajarían a los pueblos para surtirse de alimentos; en ocasiones se llevaban a las jóvenes o señoras de las casas y en muchos casos ya no se volvió a saber de ellas.11

Las cosas se agudizaron a partir del ascenso al poder del general Huerta, pues echó mano de la leva, esto es, una política indiscriminada de incorporar hombres al ejército, aun contra su voluntad. Además, en general, las medi­das represivas contra los pueblos aumentaron. En esas condiciones y en es­pecial después de que las tropas federales colgaron a varios rebeldes origina­rios de los pueblos del oriente de Iztapalapa, muchos lugareños se sumaron a las filas del Ejército Libertador del Sur, encabezado por Emiliano Zapata.

Una parte de ellos decidió incorporarse a la tropa del general de División, Everardo González, el zapatista más importante de toda la zona sur del Dis­trito Federal y de parte del Estado de México: con él combatieron en Morelos y en los estados aledaños. Otra parte formó una fuerza militar bajo las órde­nes de Herminio Chavarría, quien llegó a ser general brigadier dentro de la división del general morelense Amador Salazar.

El general Chavarría murió muy pronto, en 1915, como consecuencia de complicaciones de una herida en combate. Se le confirió el honor, que com­partió con algunos otros Zapatistas, de ser enterrado en el atrio de la iglesia de su pueblo. Sin embargo, en su caso, sus restos fueron poco después desen­terrados y profanados por personas fieles a su acérrimo enemigo, Justo Chávez. El caso de Chavarría merece un estudio particular, pues subsisten en Aztahuacán opiniones encontradas sobre su figura.12

Como en toda la zona sur del Distrito Federal, los recuerdos de la revo­lución están cargados de dolor:

Las familias de estos pueblos sufrieron los estragos de la revolución, pues los padres de familia, hermanos y abuelos se habían ido a pelear. Solas y sin protec­ción alguna, se iban a vivir con amistades o compadres que tenían en algunos pueblos circunvecinos, como Tlaltenco, Tláhuac, Milpa Alta, Santa Ana Tlaco-

nIbidem, p. 107. 12Grupo Ollin, op. cit. y González Cedillo, op. cit.

Page 245: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 229

tenco, Tulyehualco, Santa Anita, Mixhuca, Iztacalco, Mexicaltzingo, Iztapalapa, Chimalhuacán, Zumpango, Xaltocan, Tlalpizáhuac, Ayotla o Chalco. Algunos ya no volvieron y se quedaron para siempre en esos lugares. Otros [...] regresa­ron a sus pueblos sufriendo toda clase de apuros.13

El recuerdo más fuerte fue la masacre que llevó adelante el ejército en contra de los pueblos del oriente de Iztapalapa como represalia por su sim­patía con el zapatismo y por la noticia de que el propio Emiliano Zapata había estado en Aztahuacán: fueron cateados casa por casa y todos los hom­bres encontrados, incluidos algunos muy jóvenes, fueron colgados. Otro re­cuerdo imborrable es cuando la población civil, hombres y mujeres, armados sólo de aperos de labranza y antorchas, expulsaron a los federales de la igle­sia de Santa Marta, que había sido convertida en cuartel y las imágenes reli­giosas habían sido profanadas.

Después de largos años de inestabilidad y violencia, sobre los pueblos cayó como una maldición la enfermedad. En 1916, favorecida por la hume­dad de la laguna, hubo una epidemia de paludismo, que se prolongó hasta 1918, año en que además apareció la influenza española, ocasionando am­bas una gran mortandad en toda la región.

Finalmente, entre 1919 y 1920 la lucha cesó y los habitantes de los pue­blos iniciaron su retorno:

El regreso fue lento. Los que habían ido a vivir a Mixquic también empezaron a llegar a sus pueblos, que se volvieron a llenar de vitalidad; se iniciaron nueva­mente sus costumbres de labor, así como en la laguna las armadas de pato; muchos de ellos se vieron obligados a irse al centro para desempeñarse en algu­na fábrica o trabajo manual. Nuevamente la consanguinidad de los pueblos se reconocía con la unión de sus miembros y su regreso.14

La importante participación de Aztahuacán con el general Chavarría en las filas del zapatismo está consignada en un documento encontrado en el Archivo General de la Nación en el que están nombrados cada uno de los revolucionarios que participaron bajo sus órdenes: son más de 200 nombres, lo que da una idea de la relevancia del hecho.15

"González Cedillo, op. cit., p. 113. l4Ibidem, p. 149. 15Grupo Ollin, op. cit.

Page 246: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

230 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Pero el costo había sido muy alto. Toda Iztapalapa, cuya población mayo-ritaria entonces era de los pueblos, va a sufrir una grave mortandad y aban­dono: el censo de 1921 revela la pérdida de más de la mitad de la población, una afectación similar a la del estado de Morelos, corazón del zapatismo. En el caso de Aztahuacán, la población de 1910 es un número similar a la de 1950, o sea que tardó 40 años en recuperarse. Este dato por sí solo muestra las difíciles circunstancias que tuvo que afrontar.

LA REFORMA AGRARIA

Una de las repercusiones de la presencia zapatista en la zona fue que el nue­vo gobierno emergido de la revolución echó mano del reparto agrario para "pacificar" la zona y generar condiciones de gobernabilidad. Eso es lo que explica que el más temprano de los repartos -en este caso restitución- fue en el pueblo de Iztapalapa, a fines de 1916, aun antes de que se firmara la nue­va Constitución. Además, entre 1922 y 1924 se dotó a los pueblos iztapala-penses de Tezonco, Culhuacán y Mexicaltzingo.

Entre 1924 y 1930 se dotó a los pueblos del oriente de Iztapalapa, con excep­ción de Santa Cruz Meyehualco, cuyas tierras eran comunales (cuadro 1).

Llaman la atención las cifras del reparto. Si se considera el caso de Azta­huacán, el número de beneficiarios es prácticamente la totalidad de las fami­lias, si consideramos que fue registrada una población de alrededor de 1,000 personas en 1921, y de ellos los padres de familia serían muchos menos. El promedio de hectáreas dotadas es de poco más de dos por beneficiario. En el resto de los pueblos la situación es similar. El censo de ejidatarios de Azta­huacán se fue depurando hasta quedar 180 que es el número actual.

Cuadro 1. Dotación agraria en los pueblos del oriente de Iztapalapa

Año Superficie (hectáreas) Beneficiarios

Santa Martha Acatitla 1924 591 324

Santa María Aztahuacán 1925 1,000 422

Santiago Acahualtepec 1930 184 161

Totales 1,775 907

Fuente: Everardo, Escárcega, La Reforma Agraria en el Distrito Federal, México, CEHAM.

Page 247: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 231

De las mil hectáreas dotadas a Aztahuacán, sólo 128 eran cultivables, mientras que el resto eran ciénegas y cerros comunitarios. Sin embargo, se­ñala Chirino.

La distancia que separaba al pueblo de Aztahuacán de los terrenos ejidales y dado que la mayoría de los nuevos ejidatarios no tenían necesidad real de nue­vas tierras, en poco tiempo el ejido constituido en los terrenos de la exhacienda del Peñón Viejo quedó totalmente abandonado.16

Lo anterior indica que una parte importante de las tierras chinamperas continuaron en manos de los campesinos durante el porfiriato.

Con todo, la acción agraria, y la destrucción del poder de los principales latifundistas de la zona, permitieron que el pueblo se recampesinizara, es decir, muchos de los que, dado el despojo de sus tierras, habían sido conver­tidos básicamente en peones, pudieron nuevamente regresar a sus trabajos de la tierra y, en este caso, también del agua. Es interesante apuntar que se revitalizó la antigua tecnología cultural que representa el cultivo mediante chinampas, y que habían sido obligados a abandonar.

Sin embargo, esta revitalización se enfrentaría unas décadas después a dos factores negativos. En primer lugar, las tierras fueron invadidas por el salitre -debe recordarse que estaban del lado salado del lago-, lo que hizo que bajara la pro­ductividad agrícola. El comisario ejidal refiere que, en opinión de su padre, el exceso de salitre se debió en parte al empleo de una técnica de barbecho errónea: "la gente pensando que al escarbar más la tierra, al hacer más profundo el bar­becho iba a tener mejor productividad, fue como la fueron ensalitrando".

Todavía más grave fue la presión que comenzó en la década de los cua­renta por el incontenible crecimiento poblacional. Los campesinos de Azta­huacán se vieron en la disyuntiva de vender sus tierras o esperar a que los expropiaran. Es por ello que no opusieron tanta resistencia como la que se observó por ejemplo en Iztapalapa y estuvieron más dispuestos a vender o negociar sus terrenos.

Aun así, varios de ellos se mantuvieron fieles hasta el final a su herencia campesina. Todo mundo recuerda, por ejemplo, "la chinampa de don Tran­quilino, que se encontraba a un costado de lo que actualmente es la Primaria Cuauhtemoc, desapareció en los años setenta, siendo esta la última en ha­cerlo".17

I6Luis Chirino Castillo, Aztahuacán ¡Donde ya no volarán las garzas!, s/f. 17Citado por Tenorio, op. cit., p. 38.

Page 248: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

232 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Las expropiaciones comenzaron en la zona oriente de Iztapalapa menos de tres décadas después de las primeras dotaciones (cuadro 2).

Cuadro 2. Expropiaciones de tierras en los pueblos del oriente de Iztapalapa

Santiago Acahualtepec

Santa María Aztahuacán

Santa Martha Acatitla

Santa Martha Acatitla

Santa María Aztahuacán

Santa Martha Acatitla

Santa María Aztahuacán

Año

1950

1950

1950

1954

1958

1976

1985

Superficie (ht

184

128

247

3

152

326

628

Fuente: Everardo Escárcega, La Reforma Agraria en el Distrito Federal, México, CEHAM.

Entre 1950 y 1985 se le expropiaron a Aztahuacán 908 hectáreas. La primera expropiación fue a favor de la entonces Secretaría de Comunicacio­nes y Obras Públicas, para construir una antena de telecomunicaciones. El pueblo solicitó la electrificación a cambio. Después fueron afectadas otras 152 hectáreas a favor del Departamento del Distrito Federal "para los relle­nos sanitarios mal llamado Santa Cruz Meyehualco, digo mal llamados porque al final de cuentas eran tierras de Santa María Aztahuacán, eran par­te de las 1,000 hectáreas con se nos dotó". La expropiación de 1985 fue para regularizar lo que de facto había pasado: la venta de terrenos para la cons­trucción de las colonias y la zona industrial aledañas.

Si bien los asuntos agrarios han dejado de tener la importancia del pasa­do, en Aztahuacán existe una representación ejidal encargada de los proce­sos de regularización pendientes, de las indemnizaciones que aún no se cu­bren y de los remanentes de la propiedad ejidal.

Dentro de ellos hay dos terrenos que guardan una especial significación para el pueblo: los terrenos del panteón y una zona conocida como Los Teati-nos. Este último, cuyo nombre al parecer deriva de una organización monacal, es un terreno en el que existía un cerro de tezontle, del que sólo queda una elevación rocosa de formas caprichosas, debido a la explotación que durante mucho tiempo se llevó a cabo. Se dice que de ahí salió mucho del tezontle que cubre los edificios del centro histórico. Era un terreno de común del pueblo y de los ingresos que de él se obtenían se construyó la ampliación de la iglesia.

Page 249: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 233

En el pueblo hay quienes sostienen la idea de que en este espacio se de­sarrollaba el culto a Xochiquetzalli, diosa de la fertilidad, pero que a partir del levantamiento de un monasterio de los agustinos, evangelizadores de la región, en un paraje de esos cerros llamado Minirrayas, se impuso la celebra­ción de la virgen del Rosario cada 7 de octubre, fecha que coincide con la cosecha de maíz en las partes altas.18

Parte de la estrategia para revitalizar esa celebración fue hacer una gran fiesta precisamente en el terreno de Los Teatinos, que también es sede de parte de las festividades del carnaval. Cuando la organización ejidal se per­cata de que está en riesgo de ser expropiado este terreno, el comisariado eji­dal señala que "convenimos con la CORETT para que reservaran cuatro hectá­reas de esa zona para el centro ceremonial de usos y costumbres de Santa María Aztahuacán". Finalmente se perdieron varios de los juicios y el terre­no quedó sólo de 23,000 metros cuadrados, "escriturados a favor de los eji-datarios, pero sabemos bien que es para el pueblo de Santa María Aztahua­cán o sea es para el uso y disfrute de las festividades o de usos y costumbres del pueblo de Santa María Aztahuacán".19

Es interesante apuntar que existe una cierta contradicción entre los eji-datarios, que son los propietarios legales del predio, y las organizaciones de grupos de comparsas, o sea quienes hacen uso sistemático de Los Teatinos. Existen voces dentro de los primeros que alegan por repartir esa tierra entre sus familiares, mientras que del lado de las comparsas existe la petición de que los ejidatarios cedan las escrituras del predio. Es por ello especialmente importante que se haya reservado el uso para centro ceremonial.

Los Teatinos quedaron fuera del pueblo y están rodeados de las colonias populares Xalpa, Citlalli, Tenorios y la Unidad Habitacional Teatinos. Son zonas deficitarias de áreas verdes y por lo tanto este espacio les resulta atrac­tivo. Los jóvenes de las colonias realizan graffiti en las peñas y con frecuen­cia usan los recovecos existentes para reunirse, tomar, fumar y otras activi­dades. Resulta interesante que el mismo espacio sea escenario de importantes fiestas del pueblo de Aztahuacán, y que a la vez sea compartido por las bandas de jóvenes de las colonias.

El otro predio comunitario de propiedad ejidal es el panteón. Posee su pro­pia organización comunitaria integrada por un patronato. El comisariado eji­dal señala que la defensa de esas dos hectáreas sería suficiente para que conti-

18Chirino Castillo, op. cit., p. 22. ''Entrevista realizada al doctor Pedro Romo Castillo, comisariado ejidal de Aztahuacán,

el 15 de octubre de 2009.

Page 250: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

234 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

núe existiendo la organización ejidal, porque "es algo por lo que siempre se ha luchado". El panteón tiene una barda de piedra hecha a mano por los presos que "es un patrimonio del pueblo". En este caso, la organización ejidal garan­tiza que este espacio continúe siendo "para usos y costumbres del pueblo de Santa María Aztahuacán, porque son tradiciones que tenemos y por ese cachi­to de tierra tendríamos que seguir existiendo como núcleo agrario".

FAMILIA Y SOCIEDAD EN EL SIGLO XX

Como se ha señalado, Aztahuacán vivió un siglo de crisis y de grandes trans­formaciones: el despojo y la injusticia durante el último periodo del porfiria-to; la violencia de la Revolución mexicana, que tuvo consecuencias muy se­rias en cuanto a la pérdida de vidas humanas y, por último, la invasión urbana y la extinción de sus terrenos de labor, con lo que se dio fin a su for­ma de vida campesina.

El cuadro 3 permite apreciar una dinámica poblacional muy diferenciada entre el pueblo de Aztahuacán y la delegación Iztapalapa:

Entre 1910 y 1930, ambos decrecieron debido a las repercusiones del movimiento armado. Pero existe una diferencia significativa: mientras la delegación se recuperó con cierta rapidez y ya en 1950 tuvo un crecimiento importante (que es, por cierto, mucho mayor a lo que indican los datos, puesto que para esa fecha se le ha separado Iztacalco, que se convirtió en delegación propia), el pueblo de Aztahuacán tiene en ese año la misma po­blación que 40 años atrás.

Cuadro 3. Población de la delegación Iztapalapa y de Santa María Aztahuacán (años seleccionados)

Delegación Iztapalapa

Santa María Aztahuacán

1910

24,507

2,080

1930

21,917

1,687

1950

76,621

2,094

1970

522,095

6,622

2000

1,773,343

11,952

Fuente: Censos de Población y Vivienda.

Un fenómeno tan agudo de despoblamiento y lento crecimiento tuvo, por supuesto, implicaciones en todos los órdenes. Fue producto de la mor­tandad generada por la violencia revolucionaria, el hambre y las enfermeda­des, pero también el abandono. Y está ligado a la noción de derrota. Como reflexiona el comisariado ejidal:

Page 251: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 235

Santa María Aztahuacán quedó mal (después de la revolución). Yo creo que si Santa María no hubiera sido Zapatista, a lo mejor no hubiéramos quedado tan mal. Aquí se tomaron represalias como en todas partes cuando se abraza una corrien­te y pierde y nosotros fuimos de los vencidos al final de cuentas, porque muere Zapata, es traicionado. (Entrevista al doctor Romo)

De 1950 en adelante tiene lugar un crecimiento extraordinario de la delegación, que pasa de 76,000 habitantes ese año a medio millón 20 años después, y a 1800,000 en 2000, o sea que crece más de 20 veces en medio siglo. En cambio, el pueblo crece, pero a un ritmo mucho menor (cuadro 3).

Pero si ya el dato numérico es muy contrastante, si agregamos la compo­sición de la población resulta mayor. Iztapalapa creció como consecuencia de la migración interna del Distrito Federal, pero de manera importante de la migración externa de otros estados, principalmente a partir de población de escasos recursos, muchas veces de origen campesino. Así tenemos, por ejemplo, que la delegación cuenta con la más alta concentración de pobla­ción de origen indígena en la capital. De donde resulta que Iztapalapa repre­senta una gran diversidad y complejidad sociales.

En cambio, el dato más elocuente del pueblo es que, pese a la radical transformación que significó pasar de pueblo rural a urbano, Aztahuacán mantiene un carácter claramente endogámico: la población nacida en la co­munidad sumó 10,009 personas en el 2000, lo que representa 85 por ciento de la población total, mientras que las restantes 1,804 personas (15 por cien­to del total) fue de los nacidos fuera de la comunidad.

La transformación de rural a urbano significó, entre otras cosas, el acceso a la luz eléctrica en 1957 y poco después al drenaje y agua potable, a la pavi­mentación primero de la calle principal y en general el acceso a los bienes y servicios urbanos básicos. En todo ello, cómo se verá más adelante, fue muy importante la movilización y la capacidad de negociación de líderes del pue­blo. Pero significó también la destrucción del paisaje campirano, de las ace­quias, las trajineras y canoas, de los cultivos y de la comida basada en los productos de las lagunas.

Muchos de los campesinos se transformaron en trabajadores, obreros, costureros que se dedican al trabajo de maquila, son empleados de gobierno o comerciantes. Sin duda fue una ventaja que en los terrenos que fueron del pueblo se instalara una zona industrial, que se convirtió en una de las prin­cipales fuentes de trabajo. Allí se localizan fábricas o bodegas de Ricolino, Broncolín, Duracel y otras. El XII Censo de Población de 2000 señala que

Page 252: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

236 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

69.8 por ciento de los habitantes de Santa María Aztahuacán, el pueblo y sus colonias, son obreros o empleados.20

El factor familia siguió teniendo mucha importancia en el paso de cam­pesinos a trabajadores, cómo se muestra en el siguiente testimonio:

.. .nosotros somos lo que se llama pueblo y siempre hay una persona que sale a trabajar, entonces esta persona cuando consigue un buen trabajo y jala gente, para empezar a la familia, te jalas a los hermanos, a los primos, a los tíos, en­tonces, si es un trabajo grande ya el primo llama a otro amigo y, pues, se empie­za a hacer la comuna.. .21

En su investigación sobre Aztahuacán, Morales encontró una estrate­gia de solidaridades. Las personas

obtienen los empleos asalariados utilizando sus redes sociales de reciprocidad, las cuales les dan seguridad no sólo económica sino también emocional. En cuanto a los trabajos realizados por cuenta propia se observa que en algunos casos no sólo participa la familia sino también la unidad doméstica por lo que se participa quedando implícito que el trabajo beneficiará a todos los actores que conforman dicha unidad.22

De igual forma, la fortaleza de la estructura familiar y la ocupación sistemática de los espacios públicos del pueblo es lo que explica que el fe­nómeno del pandillerismo, sin dejar de estar presente, tenga una dimen­sión mucho menos acusada que en otras colonias del oriente de Iztapalapa, que, como se dijo atrás, es una de las zonas más conflictivas del Distrito Federal.

Es importante anotar que, para las personas del pueblo, los "originarios" no lo son sólo por haber nacido en el pueblo, sino por su pertenencia a algu­na de las familias reconocidas, es decir, por tener la raíz allí. En opinión de Tenorio Ochoa, en Aztahuacán son esencialmente 15 apellidos los predomi­nantes: Chavarría, Alonso, Corona, Castillo, Acevedo, Romo, Torres, Cedi-11o, Chirino, Flores, Alejandre, Galindo, Medina, Vázquez y Palma.23 Esta

20Berenice Morales, "Aquí somos pueblo y no podemos negarlo", s/f., p. 80. "Ibidem, p. 79. 21Ibidem, p. 87. "Tenorio, op. cit.

Page 253: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 237

lista difiere un poco de una anterior, que agrega seis apellidos Ávila, Casta­ñeda, Constantino, Gutiérrez, Hernández y Montes.24

LAS FIESTAS DE AZTAHUACÁN

No cabe duda que las festividades en Aztahuacán es uno de los aspectos en que es más visible la vitalidad de este pueblo. Si sólo se conoce este aspecto, sería muy difícil imaginar las adversidades a que se han enfrentado a lo largo del siglo. Existen varios trabajos, todos recientes, que abordan el sistema de fiestas de Aztahuacán (Grupo Ollin, 2007; Morales, s/f; Tenorio Ochoa, 2010) por lo que aquí sólo haremos una breve semblanza general.

Existen varias grandes festividades religiosas al año, que incorporan a buena parte del pueblo. La principal es la fiesta patronal, la Asunción de María, organizada a través de una mayordomía. Dura más de diez días, en que se realizan nueve misas.

Otras cinco fiestas cuentan con la compleja estructura de la mayordo­mía: la Candelaria, la Cera del Santísimo, la Santísima Trinidad, la virgen de Guadalupe y la virgen del Rosario. En todos los casos existe un mayordomo principal; dos regidores, un secretario y un tesorero. La base son los socios (entre 100 y 300), cuya composición se apoya en las familias involucradas, que son quienes aportan las cuotas. Pero es un hecho que cada vez es más común que avecindados participen como socios, lo que les da derecho de participar en las fiestas, asunto que abordaremos más adelante.

La organización de otras fiestas que no cuentan con mayordomía es muy parecida: la base está compuesta por las familias, cuentan con un día fijo en el calendario y un espacio para su realización, que puede ser una ermita en la calle o un lugar dentro de alguna casa. Al parecer, lo que cambia es la escala en que funcionan con base en una cierta jerarquía y presencia. Así es como van desde las festividades consagradas por la tradición, que involucran una com­pleja organización, que duran varios días, ocupan los espacios comunitarios más importantes e implican cuantiosos gastos, hasta las más sencillas, que ocupan espacios menos relevantes.

De igual forma hay que apuntar que se trata de un proceso dinámico; mientras algunas fiestas crecen y se fortalecen, otras decaen. Este es el caso de la fiesta de San Pedro, que se celebra en lo que antiguamente era un ojo de agua y hoy está organizada sólo por una familia.

'Chirino, op.cit, p. 41.

Page 254: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

238 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Entre las fiestas emergentes están las de San Judas Tadeo (el santo de las causas difíciles) y Santa Cecilia, así como recientemente la Santa Muerte. Esta última es un buen caso para ejemplificar la dinámica en que crece un culto y la competencia que se establece entre las imágenes: inició en 2005 o 2006, como cumplimiento de una promesa, cuando un habitante cayó en el reclusorio y al salir le construyó un altar en la calle. Existieron al principio conflictos con otros creyentes católicos porque se asociaba la imagen de la Santa Muerte a la delincuencia y por el tipo de celebración más "juvenil" o contestataria, en que tenían lugar tocadas de rock.

Una vez que los organizadores se percataron de la resistencia de habitan­tes del pueblo, decidieron eliminar los aspectos que provocaban mayor repu­dio, cesan las tocadas y se realizan rosarios y una peregrinación hacia Tepa-tepec, Hidalgo, donde se encuentra el santuario más importante de la Santa Muerte, que logra convocar a personas del pueblo, pero también de Xochi-milco, Chalco, Tepito, Neza, Amecameca y Pachuca.

A pesar de no poseer el reconocimiento del Estado o de la Iglesia,

sus fieles realizan el evento como si formara parte del calendario de fiestas reli­giosas del pueblo [...] la procesión contiene elementos muy parecidos a los de la fiesta patronal del pueblo -como la banda, los cohetes, la procesión, las paradas en las casas donde se ofrecen alimentos y bebidas alcohólicas- y sus seguidores buscan ese reconocimiento.25

Otras de las expresiones festivas más importantes son las peregrinacio­nes. Las más importantes son a Chalma, Estado de México, y a Tlanepantla y Tepalcingo, Morelos, aun que ésta última se ha reducido considerablemen­te. Dentro de la ciudad destaca la peregrinación a la Villa de Guadalupe y más recientemente a San Hipólito, sede de San Judas Tadeo.

La cercanía geográfica, pero también cultural e histórica con los otros pue­blos del oriente de Iztapalapa, se aprecia también en las celebraciones religio­sas. Un caso muy destacado es el Carnaval, tal vez la festividad más grandiosa, que logra una gran concurrencia, en que participan las vistosas comparsas de Charros y Chichinas. Antiguamente se organizaba por barrios, pero ha crecido hasta sumar más de 20, algunas de ellas muy pequeñas.

Esta festividad congrega expresiones de devoción muy fuertes, como la procesión del santísimo y la bendición de la cera, con las manifestaciones más estruendosas de algarabía, que dura varios días. Y sin duda ha sido las más

'Morales, op. cit., pp. 69-70.

Page 255: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 239

exitosa en congregar no sólo a la población de los originarios, sino a la de otros pueblos y de numerosos avecindados, especialmente los jóvenes atraí­dos por los bailes y, en general, lo llamativo de la fiesta.

El Carnaval se ha transformado en un espacio compartido con el resto de los pueblos de la zona oriente, en que cada año se ponen de acuerdo para que las principales actividades no coincidan, sino que sigan un orden que permi­ta a los pobladores participar en todas las que puedan, además de intercam­biar danzantes y otras actividades.

Otra festividad que se comparte y que ha cobrado creciente importancia es la bajada de la Cruz del cerro del Peñudo, o cerro de las Cruces, que es el punto de referencia más importante del pueblo, visible prácticamente desde cualquier punto, aun de Los Teatinos o el panteón. Inició en 1975 a instan­cia de vecinos de la Unidad Habitacional de Santa Cruz Meyehualco. Esta fiesta precede al día de la Santa Cruz, el 3 de mayo, cuando se realiza una procesión encabezada por personas de Meyehualco y seguida por la colonia ejidos de Santa María y del pueblo de Aztahuacán.

Cada uno de ellos tiene su cruz en lo alto del cerro. Es interesante apuntar que la composición de los participantes vecinos de la unidad Habitacional de Santa Cruz y de la colonia ejidos de Aztahuacán está conformada mayoritaria-mente por jóvenes, mientras que los del pueblo de Aztahuacán son visiblemen­te gente de mayor edad. Si en alguna ocasión falta alguna de las organizaciones para la bajada de la cruz las dos restantes se encargan de hacerlo.

Page 256: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

240 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Muchas de las festividades estaban ligadas al calendario agrícola, por ejemplo, en el carnaval antiguamente la ceremonia concluía con "la cuelga" en que en cada extremo se colocaba un danzante: de un lado estaba un hom­bre vestido de mujer, que representaba la primavera, y del otro, un hombre que representaba el invierno,- quien venciera representaba el clima que pre­dominaría en el siguiente ciclo.26

En la parafernalia que se aprecia en la mayoría de las fiestas de Aztahua-cán se mezcla una religiosidad profunda, una actitud de devoción verdadera con la música, los bailes, el estampido de los cohetes, de los "toritos" y de los castillos, los disfraces de las chichinas o de los charros -elaborados con hilo de oro-, la abundancia y generosidad con que se comparte la comida y tam­bién la bebida. Se llega, incluso, a excesos, como el que participantes en la fiesta descarguen sus armas disparando hacia el cielo en los momentos de mayor paroxismo.

Aunque las fiestas son muy antiguas, y posiblemente contengan elemen­tos mesoamericanos, lo cierto es que estas expresiones de vistosidad extre­ma son el resultado de adaptaciones más bien recientes. Como muestra Karina Tenorio, en el caso de la mayordomía de la virgen de la Candelaria se dio un quiebre a principios de los años ochenta. Anteriormente la imagen se man­tuvo por un largo periodo en manos de una señora, quien era la responsable de realizar una celebración que al final del periodo convocaba a pocas perso­nas, en su mayoría de edad avanzada. Una vez que otras personas se hicieron cargo de la mayordomía, se replanteó la fiesta y se le incorporaron nuevos elementos: los mayordomos se cambian cada año y existe una fuerte compe­tencia entre ellos,- la base de socios se amplió considerablemente,- se le agre­garon bailes populares que son de gran atracción para los jóvenes: el resultado es que hoy la fiesta es de nuevo un foco de atracción y en ella participan mu­chos avecindados, que incluso se han integrado como socios y realizan sus aportaciones como el resto.

Tal como se ha venido comentado, una constante en las festividades de Aztahuacán es una creciente participación de los avecindados, lo cual repre­senta una particularidad destacada que distingue a este pueblo de otros, en los que la relación con la población de los originarios es más tirante y donde incluso las fiestas son uno de los factores de confrontación. Ello tiene que ver, en primer lugar, con el proceso de poblamiento de las colonias. Parte de las familias de los originarios construyeron viviendas en las colonias aleda­ñas, como Ejidos de Aztahuacán o Ampliación Ejidal, de tal manera que h

'Tenorio, op. cit.

Page 257: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 241

población se entremezcló en estos espacios. Es probable que también haya jugado un papel importante el tipo de migración predominante en el oriente de Iztapalapa, en la que se sabe hay una presencia destacada de población oaxaqueña con tradiciones comunitarias a la que no le resultaron extrañas las costumbres festivas de Aztahuacán. Se da el caso de que en las colonias se organizan festividades propias, en las que el modelo es evidentemente el pueblo. En paraje Zacatepec se realiza la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús sobre la base de la cooperación de los vecinos y cuenta con muchos de los elementos comunes a las fiestas: castillos, toritos, bailes.

Algunas festividades expresan elementos del pensamiento mesoamerica-nos. Tal es el caso, sin duda, del día de muertos, aunque también es eviden­te la permanente adaptación de esta fiesta. Aztahuacán comparte con mu­chos pueblos indios el profundo sentido de la ofrenda. Pongamos el caso de doña Petrita, famosa en Aztahuacán por el celo con que recuerda a sus muer­tos. Desde mucho tiempo antes se prepara todo para transformar la sala de la casa en espacio de la celebración, que seguirá el canon, el primer día, para recibir a los muertos de muerte no natural, como los accidentados,- el segun­do día, los muertos niños y el día 2 de noviembre, los muertos adultos. La ofrenda, que cubre la pared del fondo, en un espacio de cinco por tres metros, tiene todo lo necesario, desde la silla y el petate para que descansen los muertos, y el jorongo para el frío, hasta la tilma, el morral y la canasta para que se lleven lo que quieran. Y por supuesto, está llena de comida, con el pan que se hace especialmente para ese día y las frutas y viandas que más gustaban, incluidos guisos, agua, bebidas alcohólicas y cigarros.

El dato más interesante es que la mayor parte del espacio, unos ocho por cinco metros lo ocupa una estructura metálica hecha ex profeso en que se colocan los cirios. El costó, ese año, fue de 38 pesos, por unidad y suman unos 115. Cada uno de ellos representa a una persona, y el riguroso control lo lleva doña Petrita en un cuaderno, de la misma forma que lo llevó su ma­dre y su abuela. Puede ser que alguna persona decida sumar a un fallecido recientemente, que puede ser familiar o no. En este caso, se agrega una vela más, y se tiene claro registro de su colocación.

En otra casa me tocó observar cómo, llegado el momento, un niño de la familia va leyendo el nombre de cada uno de sus muertos y en ese orden se va sirviendo en la ofrenda la comida caliente, con su dotación de tortillas, de la misma manera que se sirve a los vivos. La noche del día 2 es el momento más importante y en algunas casas hay mariachis en vivo. Doña Petrita saca su armónica y les dedicaba varias piezas a sus deudos.

Page 258: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

242 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

A la par tienen lugar las celebraciones públicas, una tradicional y en cierta forma recuperada recientemente y otra, el hallowyn, producto de las mixturas culturales de las últimas décadas. La primera es conocida como los tintilimales, expresión que al parecer es una onomatopeya del sonido de las campanas, y consiste en que un pequeño grupo de personas, al fren­te de las cuales quien dirige al grupo lleva un cráneo en las manos (que anteriormente refieren era verdadero), mientras quienes lo siguen llevan tilmas de ixtle. Van recorriendo las casas y piden permiso para entrar. Fren­te a la ofrenda, hacen un breve rezo y al final el que encabeza el grupo so­licita a la mujer del hogar, mediante la expresión "male, cabito" que le dé un cabo de vela que ya no use. Reciben, además, panes, frutas y otros bie­nes de las ofrendas con los que van llenado sus tilmas. Al final, a eso de la una o dos de la madrugada, llevan todos los cabos a la iglesia antigua y los colocan alrededor del atrio: son la ofrenda para todos aquellos muertos que no son convocados, para todos los olvidados. Antiguamente las velas en­cendidas se colocaban en la parte alta de la iglesia, lo que constituía un espectáculo único, pero se abandonó por resultar riesgoso, dado que el edi­ficio está en malas condiciones.

Mientras esa celebración tradicional, que estuvo en riesgo de perderse pues sólo una familia la conservaba y ha renacido gracias a la voluntad de algunas personalidades y grupos culturales, entre ellos el muy activo Grupo Ollin, en otros espacios abiertos del pueblo tienen lugar ruidosas celebraciones del hallowyn, donde los habitantes, especialmente jóvenes y niños, se visten de dráculas y momias, piden dulces y marchan en las calles. Aparentemente no habría diferencias con otros lugares de la ciu­dad, pero no es así. En Aztahuacán hasta esta celebración de origen nor­teamericano impuesta por el cine y la televisión tiene un sello totalmen­te propio. Cada barrio va organizado, y precedido por una banda de música contratada, esto es, sigue un patrón parecido al resto de las fies­tas, pues implica una organización familiar y territorial y los niveles de participación son mucho más altos que en cualquier colonia del Distrito Federal.

La concepción sobre la muerte no se expresa solamente el 31 de octubre, y el 1 y 2 de noviembre. Está presente en todo el ceremonial de los velorios. Es frecuente dar de comer a los asistentes, empezando por la persona fallecida: se le sirve en primer lugar junto al cajón el alimento caliente acompañado de tortillas o pan, y después al resto de los presentes, que es básicamente la fa­milia. El recorrido al panteón va acompañado de una banda, que suele tocar música alegre de moda. En el panteón no hay enterradores profesionales: es

Page 259: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 243

la propia familia y las amistades quienes se encargan de todos los aspectos del entierro incluido cavar la fosa.

La comitiva rumbo al panteón va engrosando hasta formar un nutri­do contingente, que tiene que atravesar la avenida Ermita Iztapalapa, cuyos ocho carriles son paralizados por unos minutos, ante la sorpresa de los automovilistas, que difícilmente se atreven a manifestar abierta­mente su oposición. Como comentó Citlalín Hernández, recordando un dicho de su padre: "se quedaron con los terrenos pero deben respetar nuestras costumbres". A diferencia de Los Teatinos, el panteón está abierto sólo para los pobladores originarios, integrantes de alguna de las familias reconocidas.

El sistema de cargos y el calendario festivo es un recurso cultural de pri­mordial importancia que le ha permitido al pueblo mantener una cohesión colectiva. Es el resultado de algunas prácticas comunitarias fundamentales, entre ellas estarían la elección anual de los mayordomos, que garantiza una rotación rápida de la toma de decisiones y establece una competencia muy clara por lograr cada vez los mejores resultados. De igual manera es muy impor­tante la rendición de cuentas: cada administración está obligada a informar de los ingresos que recibe y los gastos realizados, lo que posibilita una base de confianza. Se puede decir que en el sistema de cargos hay un ejercicio verda­dero de autonomía, dado que, pese al carácter religioso de la mayor parte de las fiestas, la intervención de la iglesia es secundaria y lo mismo se puede decir de las autoridades gubernamentales.

Las fiestas son, además, "un mecanismo de reafirmación de su espacio, pues cuando realizan procesiones y recorren calles, avenidas y ejes viales, van trazando de manera simbólica las líneas de su territorio".27 Sirven como mecanismo de refrendo de la pertenencia al pueblo y a la vez para alimentar su red de relaciones con la región del oriente de Iztapalapa a la que pertenece Aztahuacán, así como con otros pueblos.

Un dato de la capacidad de adaptación de Aztahuacán a su entorno urba­no es que, en las últimas décadas se ha levantado la exigencia de ser origina­rio del pueblo para integrarse como socio de una mayordomía y excepcional-mente incluso como mayordomo: esto ha redundado en una capacidad de integración de los avecindados al sistema de fiestas. Esta estrategia de adap­tación exitosa, es una de las particularidades de Aztahuacán respecto a los pueblos originarios que conservan su carácter rural o semirural, en los que la relación originarios-avecindados suele ser más difícil.

27Arturo Permsquia, "Iztapalapa, la otra cara de la moneda: sus pueblos originarios", 2005.

Page 260: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

244 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

FORMAS DE REPRESENTACIÓN

Las formas de representación civil y política en Aztahuacán, al depender del sistema político de la capital de la república, fueron crecientemente acota­das. El considerable grado de autonomía que conservaron los pueblos de Iz-tapalapa durante la Colonia y parte del siglo XIX concluyó con la mayor centralidad política que se impuso desde la última década de la dictadura de Porfirio Díaz mediante la figura de las prefecturas. Después de la revolución, se restableció el municipio, pero por un corto tiempo, cuando Aztahuacán todavía no se recuperaba del todo de la contienda armada.

En 1929 se reestructura el poder en la capital con el surgimiento de las delegaciones. Los pueblos entonces pasan a ser subdelegaciones y los subde­legados a ser nombrados directamente por el delegado. La práctica de votar y elegir directamente a sus representantes se limita grandemente al intervenir los poderes de una autoridad política superior, que conforme crece explosiva­mente la delegación, menos tiene que ver con los pueblos. Además, los dele­gados ahora eran nombramientos directos del regente, por lo que el autorita­rismo se reforzó. Además de acotada su autoridad civil, los pueblos debieron enfrentar la división de atribuciones: ahora los comisariados ejidales ejercían importantes espacios de poder.

En el periodo posrevolucionario y pese a la debilidad en que queda, el pueblo de Aztahuacán todavía da pruebas sólidas de su voluntad de creación comunitaria. Como resultado de los ingresos colectivos que se generaban con las armadas o caza de patos de la laguna, un comité ciudadano se puso al frente para construir el reloj monumental en el centro de la plaza del pue­blo, que todavía hoy es uno de sus mayores orgullos. La nueva obra guardaba armonía con el edificio del juzgado de paz, construido a fines del siglo XIX.

Los grandes cambios que trajo consigo la urbanización tuvieron que es­perar hasta 1957, cuando se introdujo la luz eléctrica, y más adelante el agua potable. Pero cada cambio exigió la movilización del pueblo, como fue el caso de la electrificación negociada con el gobierno local en el marco de la primera expropiación agraria.

El subdelegado tal vez más recordado es Eusebio Hernández, mejor cono­cido como "el Chicuarotas", que significa el revoltoso en náhuatl. Su gobier­no comenzó a principios de los años sesenta. "El Chicuarotas", como mu­chos otros de sus paisanos, había salido desde muy joven de su pueblo para ganarse la vida primero como diablero en el mercado de La Merced y más adelante como chofer de camión materialista, lo que le permitió recorrer buena parte del país e incluso Estados Unidos. Cuando regresó a Aztahua-

Page 261: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 245

can, se empeñó en trabajar por el desarrollo del pueblo. Logró que lo nom­braran subdelegado y en un corto tiempo, a partir de organizar a los comer­ciantes, gestionó que se construyera el mercado y más adelante un jardín de niños. Se le recuerda también por el impulso a una sala que impartía cursos de costura, bordado, corte y confección y otros oficios destinados a una po­blación con fuertes problemas de desempleo.

Durante su gestión se construyó una carretera federal cercana, por lo que los camiones materialistas pasaban por el medio del pueblo en una calle que no tenía pavimento, lo que generaba mucho polvo. Don Eusebio aprovechó la circunstancia y movilizó a la gente para que cerraran el paso a los camiones hasta que se pavimentó la calle principal. Se cuenta que tenía un carácter muy fuerte, andaba siempre armado y muchas veces él mismo castigaba a infractores menores con penas corporales. Aún no concluía su periodo cuan­do fue asesinado, al parecer por intervenir en contra de los intereses de per­sonas que medraban con los terrenos ejidales.28

La figura de subdelegado, aunque muy debilitado, se mantiene hasta 1970, cuando el presidente Echeverría decide conformar las Juntas de Veci­nos, que eran 20 por delegación, nombrados por el propio delegado. Su fin era encausar y contener la participación ciudadana y fueron considerados en su momento como articuladores de la promoción electoral. Tan desdibujado estaba el poder civil en Aztahuacán que no hubo oposición capaz de impedir la destrucción de uno de sus monumentos, el Juzgado de Paz, que fue derri­bad impunemente en 1973.

De ahí en adelante se darán muchos cambios en torno a la representa­ción vecinal en el Distrito Federal, decididos desde el poder central, que se comentan a continuación, pero que en resumen tendrán muy pocos efectos positivos en Aztahuacán:

En 1978 se añaden las Asociaciones de Residentes que estaban confor­madas por Comités de Manzana. La función de ambas figuras era identificar las demandas vecinales, enviarlas a las autoridades y mantener informada a la población de sus avances. Eran, pues, órganos auxiliares de las delegacio­nes sin representación vecinal.

Esto cambió en 1989, cuando se transforman de Comités a Jefes de Manzana y junto con las Asociaciones de Residentes se les confiere un carác­ter representativo: son electos 40,700 Jefes de Manzana y 1,652 Asociacio­nes de Residentes. Ese fue el primer proceso electivo de carácter vecinal desde 1928.

'Entrevista al señor Hernandez, hijo de don Eusebio, marzo de 2010.

Page 262: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

246 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Apenas seis años después, lo que revela las debilidades de esa elección, se introduce la figura de Consejos ciudadanos, uno por delegación, electos por sufragio directo y secreto. Esta nueva centralización tampoco tiene ma­yor efecto y en 1999, una vez que en la capital de la República pierde el PRI su monopolio sobre el gobierno, el primer Jefe de Gobierno, Cuauhtemoc Cárdenas abóle los inoperantes Consejos ciudadanos e impulsa la figura de Comités Vecinales. Fueron electos 1,352 comités vecinales, uno por cada unidad territorial.29

Aunque en la mayor parte del Distrito Federal estas elecciones generaron muy poco entusiasmo, pasaron casi desapercibidas logrando muy baja parti­cipación ciudadana, eso no fue el caso de Aztahuacán. Allí fueron verdadera­mente unas elecciones competidas. En Aztahuacán existía desde mucho antes una estructura de poder ligada al partido gobernante, el PRI, y a la de­legación de Iztapalapa que hacía muy difíciles los cambios. En opinión del actual representante del pueblo "la gente que se ponía ahí era para robarle al pueblo [...] para todo pedían cooperación". Eran intermediarios con las auto­ridades y para cada gestión imponían una cuota: para poner la luz, arreglar una luminaria, para el servicio de pipas de agua. Si alguien se les oponía, usaban su poder para intimidar. "Siempre ganaban por que decían si no me apoyas te voy a joder por otro lado, y si tu tenías una tiendita, te echaban [a]los inspectores, ellos mismos los traían y tenías que ir a verlos: échame la mano, mira me van a clausurar y pues estabas de parte de ellos".

Uno de sus principales recursos era que obtenían grandes ingresos por manejar las romerías de las fiestas, las ferias y el panteón. "Estábamos har­tos de que para todo era dinero y nos tenían así porque las autoridades apo­yaban mucho a estos grupos", señala el actual representante del pueblo.

La oposición a esas prácticas era muy grande y en la coyuntura de 1999 se organizó en una planilla para participar en las elecciones. Las planillas ligadas al PRI, al percatarse de que corrían riesgo de perder sus posiciones privilegiadas, comenzaron a difundir rumores, como decir que la oposición iba a cerrar la iglesia y que iba a enterrar a las personas paradas en el panteón. Ante ello, la planilla independiente contraatacó diciendo que iba a dar mantenimiento a la iglesia sin pedir contribuciones, y que iba a dejar de pedir cuotas a las mayordomías y a la feria, que seguramente fueron puntos que redundaron en un buen apoyo popular. Así, pese a que se presentaron cinco planillas, la única independiente ganó la mayoría el día de las elecciones.

'Gustavo Emmerich, Las elecciones en la ciudad de México, 1376-2005, 2005.

Page 263: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 247

Las cosas, sin embargo, no eran tan fáciles. La ley preveía que las plani­llas perdedoras se integrarían al Comité, y en este caso las cuatro planillas que perdieron hicieron causa común, influidas por la estructura de poder y sumaron ocho miembros del comité, mientras que la planilla independiente alcanzó siete. Con esa mayoría, se convirtieron en un dique a la puesta en marcha de los cambios e incluso pretendieron mantener sus antiguas prácti­cas. El punto de quiebre fue cuando en las reuniones con el delegado, se le dio la razón al nuevo comité de que las mayordomías manejaran directa­mente sus recursos: al carecer de una fuente segura de ingresos, que era la exacción a las organizaciones encargadas de las celebraciones religiosas, se quitó la base a los grupos que se habían beneficiado indebidamente durante largo tiempo.

Superado el conflicto inicial, la representación del pueblo retomó algu­nas de las tareas que se tenían en las subdelegaciones, como la organización de las festividades cívicas y sociales, como son la celebración del año nuevo, el día de reyes, el día del niño, el día de las madres, el grito de independencia, el desfile del 16 de septiembre y la conmemoración de la Revolución mexicana. También continúa encargado de gestionar permisos ante la delegación para cerrar calles cuando se realizan fiestas familiares, cuando se solicitan pipas de agua, vigilar las instalaciones de la iglesia y otras.

Ahora los comités vecinales han perdido peso político, dado que desde hace una década es un puesto que no se ha renovado porque, de manera inexplicable, en todo el Distrito Federal no se ha abierto el proceso para la renovación de esta figura. Por esa razón, en Aztahuacán su principal tarea tal vez sea la de encarnar un juzgado de paz. Los siguientes son ejemplos de cómo el representante del pueblo interviene en los conflictos del pueblo:

... por ejemplo, que el señor tiene problemas con ella, que porque sus niños rompie­ron sus vidrios y entonces vienen y nosotros [no les decimos] vayanse a la delega­ción, simplemente les decimos: mira me dice la señora que tus niños fueron a romper los vidrios y dice que tiene varios testigos y te van a poner una demanda. ¿Cuánto puedes pagar?, compra esos dos vidrios, te puedes gastar como 30 pesos [... ] y evítate problemas. Mira, de puros pasajes ir y venir a la delegación vas a pagar 200, 300 pesos y la vergüenza de que te vas a ir a parar a la delegación. Dale sus dos vidrios y ya que se calme la señora. Si verdad, pues dile, y ya voy: mire doña, le van a pagar sus dos vidrios: es lo que quiero que me paguen, no, que yo lo voy a deman­dar y lo voy a meter al bote. Evítense problemas doña, ¿qué es que quiere usted? Que se repare el daño, bueno, está bien ya voy y le digo saben que los vidrios se los van

Page 264: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

248 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

a poner y ya; pero dígale que ya no quiero ver esos chamacos por acá, por que los voy a agarrar y los voy a llevar a la delegación. Señora, no haga eso porque la pueden acu­sar de secuestro y ¿sabe usted que es un secuestro? Va usted al bote y la van a encerrar. Pero eso no es cierto. Eso lo decimos nosotros, las autoridades no; van a decir que sí porque usted tiene el niño y eso está penado. Bueno, está bien, ya que se vayan los escuincles y se va. La gente tiene problemas y tratamos de solucionarlos. Cuando son problemas muy graves mejor los mandamos con los diputados de aquí, pues conocemos a varios diputados y ya los mandamos. [si] están peleando una propiedad, pues allí no podemos nosotros intervenir o que la señora la golpearon y que está herida, ahí nosotros ya no podemos. Sabe usted, si quiere llegar a un acuerdo, hable con la señora, pagúele sus curaciones, sus honorarios y ahí queda y tratamos de intermediar las cosas. Y cuando dicen: no es que yo no estoy de acuerdo, yo quiero demandarlo, háganlo, yo le aconsejo que no, porque va a gastar mucho tiempo y dinero, no importa. Cuando ya se aferran es cuando les decimos, vayanse con la diputada, porque ahí nosotros no nos po­demos meter ni darle un abogado, ellos sí tienen y ya los mandamos. Pero cuando dicen, bueno, está bien que me paguen mis curaciones y mis honorarios y es cuando vamos con la otra parte y le informamos: sabe que la señora quiere el pago de sus curaciones y sus honorarios y cuánto gana diario, pues tanto, dile que le voy a dar una quincena y ya; oiga doña dicen que le van a dar una quincena, si está bien, que me los den y ya se arreglan y ahí quedó el problema. [si la esposa dice] yo lo voy a demandar y es cuando le pregunto, bueno lo quieres o ya no lo quieres, no es que sí lo quiero y ya mandamos traer al muchacho y tú ¿quieres a tu esposa o no la quieres, por qué le pegas? Pues la verdad, por esto y por lo otro, pero yo sí la quiero. Bueno pues entonces mejor platiquen, lleguen a un acuerdo, porque tú lo quieres y él te quiere, mejor lleguen a un acuerdo. Por qué no se sientan a platicar y llegan a un acuerdo y ya los mando traer y se ponen a discutir todas sus cosas y ya uno interviene, mira si llegas y ella no te ha hecho tu cena, no la golpees, aguanta y dile: sabes que, prepara la cena, ayúdale, los dos trabajan y es que es un matrimonio y si tú la quieres y ella te quiere, cual es el problema y ya llegan a un acuerdo y al rato ya vienen, gracias señor Alejandro, nos hizo reaccionar, recapacitar y es que esa es la forma en que podemos apoyarlos. Porque si les decimos como no falta que les digan: dale una chinga y córrela y búscate otra, eso es lo que hacen muchos y sí la corren y demandan y es un pro­blema serio. Nosotros hemos salvado muchos matrimonios y a muchachos que han querido matar a sus esposas.30

30Entrevista al señor Alejandro Corona, representante del pueblo Santa María Aztahua-cán, Io de octubre de 2009.

Page 265: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 249

El representante del pueblo guarda cierto prestigio entre la comunidad de originarios "debido a que él y su familia afianzan constantemente su identi­dad y pertenencia a través de su participación en ciertos rituales religiosos o fiestas tradicionales"31 por ejemplo, se dedican a la elaboración de carros alegóricos para los carnavales y organiza una de las ofrendas más vistosas del día de muertos.

Pero la existencia de esta figura es precaria. Carece de atribuciones lega­les claras. No tiene ningún tipo de apoyo económico gubernamental. Carece de oficina o espacio donde operar, por lo que trabaja en su casa. Lo asombro­so en realidad es que siga operando, a diferencia de la mayor parte de la ciudad, donde esta figura ha sucumbido al no existir un marco normativo adecuado y una política de Estado que la apoye.

CONCLUSIONES

Santa María Aztahuacán es uno de los pueblos históricos de la ciudad de México. Existen constancias documentales de ello y una memoria históri­ca viva de su origen entre sus pobladores. Pertenece a una región -el orien­te de Iztapalapa- integrada por otros cuatro pueblos con los que comparte origen e historia y de los que fue cabeza por mucho tiempo.

La existencia de una región es parte de la explicación de la capacidad de sobrevivencia y la vitalidad de Santa María Aztahuacán, pues existen numerosos lazos de relación y solidaridad entre ellos, como son el paren­tesco y el compadrazgo, así como la organización conjunta de algunas fiestas.

El pueblo de Aztahuacán y la región de pueblos del oriente de Iztapala­pa vivió graves crisis durante el siglo xx: el despojo y la opresión durante las postrimerías del porfiriato, la mortandad y el abandono que trajo con­sigo la Revolución de 1910 y la pérdida de sus tierras agrícolas y comuni­tarias, y por tanto, de su forma de ser campesina a partir de la década de los cuarenta.

Pese a estar integrado a una de las zonas urbanas más complejas y satu­radas, el pueblo de Santa María Aztahuacán ha logrado conservar su estruc­tura poblacional básica, apoyada en las familias "originarias" expresado de diferentes maneras:

Morales, op. cit.

Page 266: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

250 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

a) En los casos como el presente, en que el pueblo ha perdido sus terre­nos de cultivo y comunitarios, el sentido del territorio tiene como sustento la residencia de las principales familias del pueblo: hay pues un territorio histórico originario y otro móvil: el de la memoria y el actuante. Se tiene claro lo que el pueblo fue (los terrenos agrícolas y comunitarios), y lo que el pueblo es (los sitios que continúan habitan­do).

b) Las familias son el basamento concreto del sistema de cargos: las ma-yordomías tienen como socios principalmente a sus propios familia­res, aunque por supuesto esto no excluye la participación de otros no familiares. Cuando un mayordomo asume el cargo, de facto está com­prometiendo a toda la familia extensa, en la que son visibles ciertos roles más o menos fijos, como es la participación de las mujeres en la elaboración de la comida.

c) Además de la participación en los diversos trabajos que implica una mayordomía u otro cargo, la familia apoya mediante donativos econó­micos o en especie: la carga, pues, no es individual, sino colectiva y esencialmente familiar.

d) Es importante destacar que entre la estructura familiar y el sistema de cargos se da la continuidad cultural: los principales personajes involu­crados son los mayores (hombres y mujeres), gentes de respeto que permiten una suerte de continuidad generacional. Es un liderazgo na­tural que posibilita la incorporación de los jóvenes mediante un proce­so paulatino y competido. En ese proceso se generan los intelectuales entendidos como organizadores de la cultura.

e) Familia y "ciudadanía" del pueblo: una vez que un joven se casa o tie­ne hijos, ya se le puede pasar a cobrar su cooperación para celebrar la fiesta y empieza a ser parte de un colectivo, a través de su condición de representante y jefe de su familia ante la comunidad.

f) En el tránsito de campesinos a trabajadores, empleados, comerciantes y otras labores urbanas, también la estructura de la familia ha jugado un importante papel.

En un pueblo urbanizado como Aztahuacán, la noción de territorio se sustenta en:

a) La memoria histórica de la población. b) Los espacios comunitarios que existen y tienen un uso colectivo: el

panteón y Los Teatinos, la plaza y el reloj de principios de siglo, su

Page 267: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 251

símbolo; el mercado, y por supuesto, el cerro del Peñudo o de las cru­ces, que domina todo el paisaje.

c) Los espacios que habitan las familias originarias.

Pese a las grandes transformaciones ocurridas en el siglo xx, el calenda­rio festivo y el sistema de cargos continúan mostrando una gran vitalidad y son una expresión clara de la capacidad de adaptación a los cambios, espe­cialmente al nuevo entorno urbano. Una de las claves ha sido la transforma­ción de las fiestas de tal forma que sean capaces de atraer a la población del entorno. Otro tanto ha significado la flexibilización de los criterios de perte­nencia a la base de las mayordomías, en los que cada vez es más frecuente que participen avecindados.

La estrategia de Aztahuacán responde claramente a una existencia urba­na. Así, pese a que en su vestimenta y sus costumbres se puede apreciar un gusto campesino, los aztahuacanos son personas completamente integradas a la ciudad: desde sus trabajos y negocios y estudios, como en sus capacida­des de actuar.

BIBLIOGRAFÍA

ARANGO DURAN, Arturo y Cristina Lara Medina, "Delegación Iztapalapa: Perfil so-ciodemográfico", en Análisis sobre la violencia social en la Delegación Iztapala­pa, ICESI, Center of American Studies, UCSD, disponible en http://seguridadpu-blicaenmexico.org.mx/iztapalapa/docum,entos/estudios/htm (fecha de consulta: 12 de julio de 2010).

CHIRINO CASTILLO, Luis, Aztahuacán ¡Donde ya no volarán las garzas!, México, edi­tado por el autor, (s/f).

CRESPO, María, El Códice de Iztapalapa, manuscrito pictórico indígena tradicional Techialoyan, México, ENAH, 1996.

EMMERICH, Gustavo Ernesto, Las elecciones en la ciudad de México, 1376-2005, México, IEDF-UAM, 2005.

ESCARCEGA, Everardo, La Reforma Agraria en el Distrito Federal, México, CEHAN.

GIBSON, Charles, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, México, Siglo XXI, 14a edición, 2000.

GONZÁLEZ APARICIO, Luis, Plano reconstructivo de la región de Tenochtitlan, Méxi­co, INAH, Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología H. Cámara de Diputados, 1988.

Page 268: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

252 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

GONZÁLEZ CEDILLO, Guillermo, "Cuatro pueblos en la lucha zapatista", en María Dolores Cárdenas Herlinda Barrientos y Guillermo González Cedillo, Con Za­pata y Villa. Tres relatos testimoniales, México, INEHRM, 1991.

GUARISCO, Claudia, Los indios del valle de México y la construcción de la nueva so­ciabilidad política. 1770-1935, México, El Colegio Mexiquense, 2003.

Grupo Cultural Ollin, Aztahuacán ayer y hoy. Historía oral, México, Sederec-PAPO, 2007.

LOCKHART, James, Los nahuas después de la conquista. Historía social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI-XVIII, México, Fondo de Cul­tura Económica, 1999.

MORALES, Berenice "Aquí somos pueblo y no podemos negarlo", Imaginario, conflic­to y juventud: el caso de Santa María Aztahuacán, Delegación Iztapalapa, Méxi­co Instituto Tecnológico Autónomo de México, (s/f).

PERRUSQUÍA, Arturo "Iztapalapa, la otra cara de la moneda: sus pueblos originarios", ManoVuelta, revista de la UACM para las comunidades, núm. 3, 2005.

TENORIO CASTILLO, Karina Yazmín "La mayordomía de la Candelaria frente al pro­ceso de urbanización, pueblos de Santa María Aztahuacán", tesis de licenciatura en Comunicación y Cultura, UACM, 2010.

GOMEZCÉSAR, Iván, Para que sepan los que aún no nacen. Construcción de la histo­ría en Milpa Alta, México, UACM/Conacyt, 2010.

MORA VÁZQUEZ, Teresa (coord.), Los pueblos originarios de la ciudad de México. Atlas etnográfico, México, INAH/GDF, 2007.

PORTAL ARIOSA, María Ana, Ciudadanos desde el pueblo. Identidad urbana y religio­sidad popular en San Andrés Totoltepec, Tlalpan, México, Distrito Federal, México, CONACULTA/UAM, 1997.

YANES, Pablo, Virginia Molina y Osear González, Ciudad, pueblos indígenas y etni-cidad, México, UCM/DGEDS-GDF, 2004.

Page 269: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 6

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN*

PATRICIA RAMÍREZ KURI"

INTRODUCCIÓN

Culhuacán "lugar de los colhuas" es uno de los pueblos de origen prehispá-nico más antiguos en la ciudad de México. Este pueblo originario es un lugar histórico-patrimonial que ha sufrido multiples alteraciones y cambios socio-territoriales que se expresan en las actividades humanas cotidianas, funcio­nales y rituales, y en su morfología física y social. Situado en la actual fron­tera entre Coyoacán e Iztapalapa, Culhuacán es un espacio que ha sido apropiado, valorado, y delimitado geográfica y simbólicamente por habitan­tes y usuarios locales y de la ciudad. Se inscribe en una micro-región urbana más amplia que históricamente formó parte del territorio del pueblo hasta el siglo xx, cuando las expropiaciones de tierras ejidales desde la década de los años cincuenta, trazaron la pauta para la incorporación de los pueblos de

'Este estudio es parte de un proyecto coordinado por Lucía Álvarez Enríquez, titulado Pueblos originarias, territorio y ciudadanía (CEIICH-UNAM, HS-UNAM, UACM, UAM-A, UAM-I, CONACYT). Mi gratitud por el apoyo invaluable y generoso de don Agustín Rojas, cronista del pueblo de Culhuacán. A vecinos y mayordomos del pueblo les doy las gracias por sus voces, experien­cias, testimonios y puntos de vista, que fueron una valiosa contribución para que este estudio pudiera realizarse. Agradezco el apoyo del grupo de becarios del proyecto: María de Lourdes Velasco y Lilian Lorenzo durante un semestre en 2009, y a Osear Armando Cruz, becario durante 2008, quien realizó la monografía sobre Culhuacán, y participó en el trabajo de cam­po, en la investigación documental, hasta el primer semestre de 2010. A Marcela Meneses y a Violeta Rodríguez, les doy las gracias por su apoyo sensible y desinteresado en una etapa de realización de este estudio.

"Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autóno­ma de México.

253

Page 270: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

254 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

estas delegaciones a la expansión y crecimiento urbano de la ciudad de Méxi­co con usos predominantemente habitacionales para albergar a nuevos resi­dentes.

El pueblo de Culhuacán, condensa elementos geo-simbólicos e identita-rios inscritos en el entorno construido que revela la diversidad de relaciones socio-culturales y de poder que han intervenido en la producción del espacio social, transformándolo en un "soporte de la memoria colectiva" (Giménez, 2000). Como lugar patrimonial, comparte la historia urbana de la capital del país al ser resultado de procesos históricos, políticos y socio-culturales que han transformado la estructura, la imagen y las funciones del territorio. Por ello, la realidad urbana local y micro-regional de Culhuacán, nos propone pen­sar en la importancia y significado de ser pueblo en una ciudad capital como la nuestra, donde los procesos urbanos han tendido a desplazar a las tradicio­nes, subordinándolas a proyectos modernizadores. Y donde los habitantes de las micro-geografías urbanas reconstruyen y reivindican su identidad a partir de un conjunto de referentes materiales y simbólicos, de relaciones y de prác­ticas sociales que revelan formas diversas de ser ciudadanos.

En esta línea de reflexión, Mariana Portal destaca que la tierra y el paren­tesco son dos factores centrales que influyen en el significado de ser pueblo y en las prácticas sociales que le dan especificidad. Estos factores articulados por la devoción religiosa producen y reproducen identidades sociales muy diversas. Las creencias religiosas cruzan las relaciones que se generan entre estos dos factores, cumpliendo un papel ordenador en términos simbólicos donde el santo patrón es la representación principal (Portal, 1997: 45). Al hablar de los pueblos originarios como aquellos asentamientos antiguos en el centro de México, Iván Gomezcésar (2008) se refiere a las comunidades con ascendencia prehispánica, pero también, aquellas fundadas por los espa­ñoles, o bien, refundadas y reconocidas después de la conquista y durante la Colonia, como parte del reordenamiento de poblaciones y territorio ante las tendencias al despoblamiento, entre otros factores. En la ciudad de México, nos dice, se trata de pueblos que se consideran como tales, que no necesaria­mente se identifican como indígenas y que reconocen su ascendencia hispá­nica.

Al recuperar estos enfoques, tratamos de acercarnos desde el pueblo de Culhuacán, a los cruces socioculturales donde convergen prácticas tradicio­nales y modernas que revelan la manera como distintos actores urbanos usan y se apropian de la heterogeneidad multitemporal que distingue a so­ciedades como la nuestra (García Canclini, 1989: 15). En este sentido, el pueblo de Culhuacán es un espacio urbano de interacción social y de identi-

Page 271: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 5 5

ficación simbólica, donde convergen en la actualidad elementos materiales e inmateriales prehispánicos, coloniales y aquellos de los distintos momentos de la modernidad del siglo XIX y de la modernización del xx. Se trata de un con­texto micro-regional diverso y heterogéneo, donde distintos miembros de la sociedad local y de la ciudad desarrollan actividades cotidianas, funcionales y rituales que los acercan o los separan. Con esta perspectiva, nos aproxima­mos a la identidad como un proceso que se construye en la relación entre unos y otros, a partir de un cúmulo de experiencias significativas, comparti­das y discordantes. Estas experiencias están cruzadas por referencias yuxta­puestas que alteran, redennen y resignifican las relaciones de pertenencia hacia este lugar concreto y las formas de integración social.

En Culhuacán, la población originaria, está constituida en grupos familia­res que por generaciones han transmitido referentes simbólicos y formas orga­nizativas a partir de las cuales participan en la vida pública. El desarrollo de prácticas sociales y religiosas da continuidad y sentido a las tradiciones cultu­rales que se renuevan en el sistema de cargos y en las fiestas patronales que se celebran en el curso del año. Estos aspectos determinan que, a diferencia de los residentes que llegaron a vivir a la micro-región durante el último medio siglo y en años recientes, para los habitantes con antecedentes de parentesco desde el siglo XIX y principios del xx, el pueblo sea un lugar referente de identidad, asociado a la disputa por la tierra y por el derecho al lugar social y simbólico. Esta disputa, asociada a la defensa del patrimonio cultural, es una cuestión central que cruza la espacio-temporalidad de este lugar histórico, lo que ha influido en la reconstrucción del discurso y en el redimensionamiento de los significados que grupos diferentes, asignan a la experiencia urbana.

La ciudadanía emerge aquí como categoría de análisis y como proceso que se construye asociado al significado de ser pueblo en la ciudad, y nos acerca a la comprensión de las formas de pertenencia al territorio, a la región y al lugar, y a las formas de acceso a los recursos urbanos. Este proceso, se expresa en la trama de relaciones y de prácticas socio-culturales que se inscriben en el en­torno construido, y que revelan en el espacio social del pueblo, la manera in-terconectada como se transformáis ciudadanía y la identidad.

Los procesos urbanos nuevos y pre-existentes hasta la primera década del siglo xxi, se han impuesto en forma no prevista en la vida del pueblo, enfatizan-do las condiciones de desigualdad y los conflictos urbanos aún no resueltos por la reivindicación de derechos sociales, patrimoniales y urbanos. Estas cuestiones tienen que ver con la experiencia de ser ciudadano del pueblo y de la ciudad; lo que implica el reconocimiento de la pluralidad de demandas y de formas de organización y de participación en asuntos de interés común. En el contexto de

Page 272: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

256 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

la ciudad de México, este estudio pone atención en los procesos y prácticas que han influido en la producción y transformación del espacio local y de la vida pública cotidiana y ritual en el pueblo de Culhuacán y sus 11 barrios.

EL ESPACIO DEL PUEBLO DE CULHUACÁN EN EL TIEMPO

LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO LOCAL Y DEL LUGAR HISTÓRICO

Culhuacán es un espacio local y micro regional que históricamente se ha producido en tensión con los procesos socio-territoriales, culturales y urbanos de la capital del país. Esta situación se expresa en la disputa por la tierra, en la defensa de las tradiciones e identidades locales, y en las contraposiciones derivadas de la convergencia problemática de procesos y de actores sociales diferentes -hegemónicos y subalternos-. También se expresa en el predomi­nio de condiciones socio-económicas desventajosas y de pobreza de los habi­tantes, en la tendencia al deterioro de la calidad del entorno urbano local y del espacio público, y en la existencia de intereses diferentes e incluso opues­tos, articulados a procesos urbanos locales, regionales y globales.

El espacio local del pueblo se ha producido social, histórica y simbólica­mente en estrecha relación con las transformaciones de la ciudad de México. En este proceso se distinguen continuidades, rupturas y conflictos que han dejado huella en el entorno construido y han alterado el significado que le asignan los habitantes al lugar de origen donde se construye cotidianamente la experiencia de vida urbana. El espacio del pueblo actualmente se superpone a las delimitaciones político-administrativas contemporáneas, a través de prácticas individuales y colectivas de los diversos actores sociales que usan y se apropian del entorno construido: calles, plazas, calzadas, escuelas, igle­sias, panteones, canales, viviendas, parques, bardas, tianguis, mercados, entre otros elementos.

ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS Y COLONIALES DE CULHUACÁN

Los orígenes más referidos de Culhuacán están vinculados con los Tolte-cas, pero se ha reconocido que la presencia previa de grupos humanos en la región antecede a los aztecas en su ubicación en la cuenca del Valle de México. Distintas referencias históricas afirman que Culhuacán fue funda­do desde tiempos ancestrales, alrededor de cinco siglos antes de la era cris-

Page 273: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 257

tiana por migrantes del norte del país al Valle de México. Estudios recien­tes explican que en el espacio local de Culhuacán se han encontrado "restos culturales -fundamentalmente cerámicos- que permiten establecer de ma­nera general una ocupación humana evidenciada al menos desde el periodo Preclásico Medio, 100 a 500 A.C" (Vanegas, 1995: 38). En la actualidad este pueblo se ha constituido en un referente de las culturas primigenias del México prehispánico. Por ello Gibson (1994: 42) afirma que "la historia de los tlatoque de la propia Culhuacán es de las más antiguas del valle". Este autor explica que las civilizaciones clásicas que abarcan los primeros nueve siglos de la era cristiana desarrollaron una sociedad teocrática gran­diosa y altamente organizada pero enigmática en términos de su decaden­cia y las causas que la generaron. En el periodo posclásico que abarca seis siglos antes de la llegada de los españoles, se habla de una

nueva inmigración de los pueblos tolteca, chichimeca, otomí y azteca [...] -y de que- en una serie de cambios de poderes, las comunidades de Xaltocan, Culhua­cán y Azcapotzalco ascendieron y cayeron como centros de autoridad (Gibson, 2007: 8).

En este contexto, en el siglo vn Culhuacán adquiere mayor desarrollo y visibilidad en el contexto de ciudades prehispánicas a raíz de la llegada de los toltecas procedentes de Tula en el año 670, "quienes lo fundaron como la primera ciudad del valle de México" (Rojas, 2007: 31).1 Para el siglo xi, las culturas arcaicas se habían transformado profundamente y Culhuacán se había constituido en señorío independiente, hegemónico en la región. Se afirma que "es en Culhuacán donde Mixcoatl, gran jefe y reconocido guerrero fundó la primera capital tolteca" (Bedolla y Venegas, 1997: 12). A partir de entonces y hasta el siglo xiv, se consolida como centro ceremo­nial, religioso, cultural, político y social. El referente geo-simbólico princi­pal fue el Cerro Culhuacán -cuya forma da nombre al pueblo-, en la actua­lidad Cerro de la Estrella (Huizachtepetl), lugar de representación de la ceremonia del "Fuego Nuevo", cada 52 años del calendario mexicano. El glifo de Culhuacán nos muestra precisamente este "cerro encorvado" em­blema sagrado que también se ha interpretado como "lugar de los abuelos" y como "montaña torcida. El cronista del pueblo Agustín Rojas, habla del significado,

'Domingo Francisco de San Antón Muñón (Chimalpáhin Cuauhtlehuanitzin), Memorial breve acerca de la fundación de culhuacán. (Los manuscritos de Paria), UNAM, 1988.

Page 274: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

258 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Comenzaremos por decir que Culhuacán es el cerro de la Estrella y el poblado establecido en su proximidad, el nombre quiere decir "lugar que tiene curva o prominencia" o "lugar con joroba como lo indica su glifo" (Rojas, 2007: 30).

Culhuacán ha ganado calificativos como "el legendario pueblo de ascen­dencia teotihuacana que creció en los márgenes del lago de Tezcoco" (Flores-cano, 1999: 139). Expresa las formas de organización socio-territorial de los pueblos indígenas de la región central de México representadas por los "alté­petl". Lockhart explica que estas unidades territoriales de escala variable gozaban de soberanía real o potencial, y se articulaban en grandes confedera­ciones que "carecían de un solo centro [...] y compartían deberes y beneficios" (Lockhart, 1999: 27). Antes de la conquista, los imperios,

... eran conglomerados en los que algunos altépetl dominaban y otros eran su­bordinados, pero tanto a la unidad que daba tributo como a la que lo recibía se le llamaba invariablemente altépetl [...] los requerimientos mínimos para un altépetl, en la acepción nahua de la palabra [...] era un territorio, un conjunto [...] de partes constitutivas cada una con su nombre propio, y un gobernante dinástico o tlatoani [...] en el centro de México, en casi cualquier altépetl se conservaba la tradición de haber sido establecido por inmigrantes en la misma forma que tenía en el siglo xvi (Lockhart, 1999: 28-29).

Como forma organizativa de la vida comunitaria nahua y del orden so­cial local un altépetl estaba constituido por un templo, algún mercado y un conjunto de sub-unidades llamadas calpolli,

Un altépetl ya establecido tendría un templo principal, símbolo de su soberanía [...] también alguna clase de mercado central [...] a las partes constitutivas del altépetl, se les conoce con el nombre de calpolli, término que significa literal­mente "casa grande" [...] subunidades del altépetl. El número de los calpolli no era cosa dejada al azar [...] Con frecuencia cada parte tenía su propio dios (Lockhart, 1999: 30-31).

Hacia mediados del siglo xiv (1347) Culhuacán es invadido por los mexi-cas, es sometido transformándose en pueblo tributario, proveedor de produc­tos agrícolas a través de canales, calzadas y acueductos, a la ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio azteca. Esta condición prevalece hasta la conquista en el siglo xvi (1521), cuando, bajo el dominio español, la región se transforma en encomienda creada como recompensa para los conquistadores, incorporan-

Page 275: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 5 9

do las "unidades prominentes llamadas altépetl [...] a las que llamaron pue­blos" (Lockhart, 1999: 47).2 La extensión de su territorio antes y después del dominio del imperio mexica alcanzó dimensiones regionales. Se habla de la delimitación y alcance de su territorio de influencia de diferentes maneras, incluso se mencionan enclaves culhuas en la región de Texcoco y presencia en Cuauhtitlán (Gibson, 2007; Sejourné, 1991).

En Culhuacán, la producción agrícola chinampera y el labrado de piedra volcánica conocida como "recinto", abastece a la capital durante el periodo colonial que abarca tres siglos de procesos discontinuos. En este periodo y como parte de la organización socio-territorial y del proceso de evangelization, Cul­huacán se divide en 18 barrios, cada uno con nombre de un santo católico pero conservando el topónimo (Gorbea Trueba, 1959). La devoción religiosa desde entonces actúa como referente de identidad central de la vida pública local representado en la fiesta como práctica socio-cultural y ritual que preva­lece hasta nuestros días. El cronista del pueblo explica que,

Durante la época prehispánica, en Culhuacán se explotaban sus canteras para tener tezontle y piedra, también se obtenía agua de sus manantiales para llevar­las a Tenochtitlan, como pago de tributo o para realizar trueque con ella. La primera como material de construcción para levantar el templo mayor y la se­gunda en virtud que los manantiales del lugar no tenían la calidad de la proce­dente de Culhuacán. Durante la Colonia se siguió esta costumbre para la cons­trucción de sus palacios y templos, terminando esta actividad hasta la década de 1930 con la construcción del monumento a la Revolución y el Palacio Legislati­vo (A.R. 14-02-2008).

Interesa mencionar en forma esquemática que durante la Colonia se introducen nuevas formas organizativas y de propiedad de la tierra basadas en las parroquias, municipalidades, haciendas, ranchos, parajes, barrios, obrajes y los conventos que cumplieron una función importante como cen­tros evangelizadores y educativos. Estas formas, coexisten con formas de propiedad comunales y prácticas culturales que les antecedieron. El altépetl es incorporado durante el dominio español adquiriendo la definición de pue-

2"En su diccionario de 1571 [...] fray Alonso de Molina, define altépetl como 'pueblo' [...] 'Pueblo' o 'ciudad' es frecuentemente la mejor traducción al español en cualquier caso [...] 'Pueblo' significa no sólo una localidad sino también el conjunto de los habitantes de un lugar y, en este sentido, el término español era perfecto, porque cada altépetl se imaginaba a sí mismo como un pueblo perfectamente separado" (Lockhart, 1999: 28).

Page 276: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

260 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

blo. Lockhart señala que "todo lo que los españoles organizaron fuera de sus propios asentamientos en el siglo xvi [...] fue sólidamente construido sobre altépetl individuales ya existentes" (Lockhart, 1999: 28).3

Los pueblos indios incorporan a las estructuras y jerarquías sociales y políti­cas coloniales, elementos significativos de las formas organizativas prehispánicas y adoptaron formas de representación del modelo colonial.4 La continuidad de estos elementos y su incorporación a los títulos y a las nomenclaturas del mo­delo español fueron centrales no sólo en el desarrollo de los gobiernos munici­pales, de los cabildos y de su funcionamiento independiente en la región del valle de México. Tal es el caso de los títulos de alcaldes, regidores y escribanos. También elementos de las formas de organización territorial y de poblamiento que se permearon en esquemas coloniales desde el siglo xvi, como lo fueron las congregaciones y los corregimientos que se apoyaron en el altépetl.5 De acuerdo con Lockhart, durante la Colonia se distingue la existencia de estas unidades independientes en la estructura sociopolítica indígena del México central, lo que no alude "tanto a una fragmentación u homogenización sino a un proceso des-centralizador que era una de las posibilidades inherentes en la organización so­ciopolítica indígena desde el principio" (Lockhart, 1999: 88).

Este panorama nada exhaustivo de los complejos procesos de continuidad y discontinuidad que modificaron la relación sociedad-territorio y cultura durante el dominio colonial, es de interés para comprender al pueblo de Culhuacán en la ac­tualidad. Las comunidades desarrollaron durante 300 años, formas colectivas de resistencia y de supervivencia a partir de complejas prácticas sociales y simbólicas que se prolongan hasta las primeras décadas del siglo XIX. En este siglo se introduce la categoría de ciudadanía en un sentido occidental y liberal, no sólo al léxico políti-

3"Como secuela a la creación de las encomiendas en la década de 1520, llegó el establecimien­to de las doctrinas o parroquias indias [...] En la década de 1530, los funcionarios españoles empe­zaron el proceso de reconformar el gobierno indígena siguiendo el modelo de las municipalidades españolas. Una vez mas las unidades eran en gran medida las mismas" (Lockhart, 1999: 47).

"Está claro que los nahuas igualaron, en un sentido general, las estructuras y los cargos sociopolíticos de antes de la conquista con los del periodo que la siguió, y hubo supervivencias significativas de un periodo al otro (Lockhart, 1999: 60).

5"La distribución esencial del altépetl y el calpolli no fue afectada. Muchas de estas "con­gregaciones" parecen ser algo similar o lo mismo que la institución formal del cabildo de tipo español en un altépetl, con la consiguiente confirmación de sus límites y los de sus partes constitutivas...esta también se apoyaba en el altépetl, aunque no siempre en una clara rela­ción de uno a uno, pues la mayoría de los casos los corregimientos contenían varias munici­palidades indígenas [...] En un número no pequeño de casos, todo un altépetl complejo se convirtió en un solo corregimiento, y el todo continuó funcionando a la vez como una unidad municipal" (Lockhart, 1999: 72-74).

Page 277: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 1

co, constitucional y al debate público. También es usada y apropiada por las comu­nidades indígenas para defender su identidad ante el estado liberal lo que se expresa en la primera mitad del siglo XK en las décadas posteriores a la Independencia.

Antonio Aniño (1999: 63), al hablar de los orígenes excepcionales de la ciudadanía en México, plantea que previo al surgimiento del Estado nacional emerge una "ciudadanía liberal y pluriétnica" con arraigo territorial, que influye en las relaciones posteriores entre los gobiernos y los pueblos. Su fuerza radica en que durante décadas "fue monopolizada por los pueblos [...] reprodujo lógicas de sincretismo cultural y político no muy distintas de las que en los tres siglos coloniales habían permitido a las comunidades adap­tarse a la occidentalización..." De acuerdo con este autor, este proceso favo­rece la construcción de un "liberalismo popular" -que nace en el constitucio­nalismo gaditano y no en las guerras civiles-, entendido como "la adhesión política de los pueblos al partido liberal y su monopolio sobre algunas insti­tuciones liberales" que ocurre en décadas anteriores a la formación de la República (Aniño, 1999: 64).6 La discusión estaría menos en el significado de la ciudadanía y más en la manera diferenciada en la que se usa tanto por el Estado como por los distintos actores sociales y entonces preguntarse,

cuánto este particular tipo de ciudadanía liberal y pluriétnica, nacida antes del Estado nacional y con un fuete arraigo en el territorio, pesó luego sobre las rela­ciones entre los gobiernos y los pueblos donde [...] vivía la mayor parte de la po-blación[...] En suma, no cuenta lo que es la ciudadanía, sino el uso diferenciado que de ella pueden hacer el Estado y ciertos actores sociales (Aniño, 1999: 64).

En convergencia con este enfoque destaca aquel que plantea que precisa­mente en el siglo que transcurre de la Independencia a la Revolución (1810-1910), se expresa un nacionalismo popular. Este nacionalismo -en contraste

6Antonio Aniño (1999: 66), explica que las estrategias materiales e inmateriales cons­truidas por los pueblos indígenas y no indígenas durante la Colonia entran en crisis con la independencia y la República al enfrentar "el fin de su diversidad jurídico-institucional y la transformación de los comuneros en ciudadanos [...] en sujetos nuevos sin ninguna co­nexión con el pasado [...] se tiene la impresión de que las comunidades intentaron, con cierto éxito, contener las amenazas más peligrosas para su identidad, al menos durante unas déca­das. Este éxito [...] fue favorecido por un proceso más general que he llamado 'desliz de la ciudadanía' y que involucró también a los pueblos no indígenas. Con el término 'desliz' he de­finido el más notable cambio institucional que se consumó en el interior de las nuevas estruc­turas constitucionales ideadas en Cádiz y difundidas en la Nueva España entre 1812-1814 y 1820-1824: la inesperada conquista, por parte de los pueblos, de la nueva ciudadanía liberal.

Page 278: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

262 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

con el nacionalismo de élite-, representado por comunidades campesinas e indígenas que luchan simbólica y políticamente por una idea de nación y de identidad distinta, defiende a través de diversas estrategias el territorio, la au­tonomía y las tradiciones histórico-culturales en las que, la religión popular cumple un papel cohesionador (Héau y Giménez, 2005). Esta defensa de una identidad distinta, cuestiona el nacionalismo oficial y los mitos acerca de las formas de integración cultural de las comunidades étnicas (Gutiérrez, 2001).

En esta línea de reflexión, se afirma que en el siglo XIX la historia de Méxi­co "ha sido en buena parte la historia de una larga disputa entre una concep­ción autonomista y descentralizadora de la nación propia de las comunidades campesinas, y una concepción centralista e integradora de la misma, propia de las élites políticas" (Héau y Giménez, 2005: 107). Podemos pensar entonces, que esta disputa al articular identidad y ciudadanía, da continuidad en el siglo xx, a la tensión histórica entre formas autonómicas y formas centralizadas de organización social, de gestión y de gobierno. Se expresa en el territorio cru­zando las nuevas y antiguas demandas de los movimientos sociales, así como las diversas luchas de los pueblos a favor del reconocimiento de sus diferencias y de la reivindicación de derechos territoriales, sociales, culturales, políticos, urbanos, patrimoniales y jurídicos, entre otros.

El siglo XIX condensa en el país y en la capital, transformaciones sin prece­dentes en las formas de organización socio-territorial, económica, política, cultural y jurídica. Inscrito en las recurrentes modificaciones de las divisiones político-territoriales de la ciudad de México, Culhuacán, pasa a formar parte de Coyoacán y durante la primera mitad del siglo, vive los efectos sociales y territoriales de la Independencia (1810), de la creación del Distrito Federal (1824), de las guerras de intervención (1847). Y, durante la segunda mitad del mismo siglo, del liberalismo de Juárez y de la Reforma. La desamortización de las propiedades de las corporaciones religiosas y civiles (1856) inscrita en estos procesos, provocó el inicio de una notable reorganización espacial durante la dictadura porfirista, que introduce un discurso modernizador articulado a la idea de progreso social e impulsa la concentración de la propiedad en particulares, la ruptura con la traza colonial y la introducción de conceptos franceses y en menor escala ingleses (Morales, 1978; Cruz, 2001).

En este contexto nacional, la ciudad de México recupera la centralidad política y económica que había perdido después de la Independencia. En circunstancias de inestabilidad política se introducen una serie de cambios en la división territorial del Distrito Federal, y se establece un poder central fuerte que impulsa una orga­nización socio-territorial y política del país a partir de la capital que se reconfigura como la ciudad más importante del país (Moreno Toscanoy Florescano, 1977). En

Page 279: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 263

los años que marcan el cambio del siglo xrx al xx, se introducen nuevos cambios jurídico-políticos en la organización territorial y en la estructura socio-económica y comienza un importante crecimiento demográfico impulsado por un intenso proceso migratorio rural-urbano paralelo a la expansión urbana de la ciudad sobre el entorno rural que la rodeó desde la Colonia.7 Surgen los primeros fracciona­mientos y colonias modernas, las grandes avenidas, la luz eléctrica, el ferrocarril y las primeras tiendas departamentales. En el espacio urbano del núcleo central de la ciudad de México y en los pueblos dispersos en torno a las delegaciones centra­les, se producen procesos de privatización del suelo y de incorporación al libre mercado asociados a distintas formas de segregación socio-espacial de los grupos más pobres, indígenas y no indígenas hacia la periferia.

CULHUACÁN EN LA CIUDAD DE MÉXICO DURANTE EL SIGLO XX

El cambio de siglo, del xrx al siglo xx, se distinguió por la condición de exclusión de los pueblos de la vida política de la capital y del país, asociada a formas de des­precio y racismo, a las privatizaciones y a los despojos por parte de las haciendas.

En las tres primeras décadas del siglo xx y paralelo a la continua reubicación de la población, el núcleo central de la ciudad de México registra un aumento notable de 344,000 habitantes en 1900 a 1029,000 en 1930. De acuerdo con las referencias históricas de la ciudad de México, en Coyoacán e Iztapalapa, desde 1900 se localiza un cúmulo de pueblos que, con marcadas variaciones registraba 21,510 habitantes incluyendo las respectivas cabeceras. En el caso de Coyoacán, los nueve pueblos existentes tenían una población de 3,904 habitantes que inclu­yendo la villa en el Centro Histórico (cabecera con 1,607 habitantes) ascendían a 5,511 habitantes. En el mismo año, el 20 por ciento de esta población se concen­traba en Culhuacán, uno de los nueve pueblos ubicado en el oriente, donde habi­taban 799 personas. Para 1921, esta población había descendido casi a la mitad, y representaba sólo el 10 por ciento del total de habitantes de los pueblos (3,882 habitantes), decremento que pensamos asociado al reacomodo socio-espacial im­pulsado por el proceso revolucionario, que se recupera hasta los años treinta cuan-

7En 1898-1899, se redefinen los límites geopolíticos del Distrito Federal, con un superfi­cie de 1,483 km2. Mientras en 1900 este territorio estaba dividido en 22 municipalidades y seis distritos, en 1903 se introduce una nueva subdivisión que establece 13 municipalidades (Meyer, 2000j. En este mismo año la capital pasa a depender del Ejecutivo federal a través de la aprobación de la Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, decretada por Porfirio Díaz, que con el argumento de evitar el enfrentamiento de poderes, limita la fun­ción de los ayuntamientos a la de los órganos consultivos (De Gortari, 1987).

Page 280: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

264 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

do se registran 1,059 habitantes en el pueblo de Culhuacán, equivalente a la quinta parte de la población de los pueblos de la delegación.

Al iniciarse la segunda mitad del siglo xx, en 1950, la población de Cul­huacán casi se había duplicado respecto a los años treinta, alcanzando 1,983 habitantes equivalente a l ó por ciento de la población total de los pueblos de Coyoacán que ascendía a 12,452 personas. Dos décadas después, en 1970, San Francisco Culhuacán había alcanzado una población de 17,909 habitan­tes y los pueblos de la delegación registraban 56,254 habitantes.8 Estos pue­blos se conurban a la delegación en 1970 de acuerdo con los lineamientos establecidos en la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal en el mismo año. En esta delegación, existen además once barrios reconocidos, cuatro de ellos integran el pueblo de San Francisco Culhuacán: San Juan, San Francisco, Santa Ana y La Magdalena.

Mapa 1. Estructura de poblamiento en la delegación Coyoacán

N SIMBOLOGlA

Fuente: Cartografía y datos OCIM. Archivo Histórico INEGI Elaboración: Marisol Gutiérrez Cruz

"Los ocho pueblos restantes en la delegación Coyoacán son: La Candelaria, Los Reyes, San Pablo Tepetlapa, Santa Úrsula Coapa,. San Mateo Churubusco y San Lucas (barrios con antece­dentes de pueblos), Copilco el Alto (pueblo con antecedentes de rancho) y Copilco el Bajo (con antecedentes de pueblo desde 1960). Observatorio de la ciudad de México OCIM-UAM-A (2009), Secretaría de Desarrollo Urbano, Programa Delegacional de Desarrollo Urbano (1997).

Page 281: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 5

En el caso de Iztapalapa, los 17 pueblos registrados en 1900 estaban habitados por una población de 15,999 habitantes incluyendo la cabecera donde se concentraba cerca de la mitad de esta población (7,171 habitan­tes). Cuihuacán concentraba la cuarta parte de la población total de los pueblos, equivalente a 2,174 habitantes, proporción que baja en las déca­das posteriores a la Revolución y se incrementa a partir de los años cin­cuenta cuando el conjunto de pueblos de la delegación registraba ya más de 30,000 habitantes (30,342), sin considerar la cabecera. Esta cifra, en dos décadas (1970), se incrementa a 116,515 habitantes, de los que la porción de la micro-región de estudio en esta delegación, concentraba 24,253 per­sonas: Cuihuacán 8,698; Los Reyes, 12,634, y San Andrés Tomatlán, 2,921 personas. Los pueblos de Iztapalapa se conurban en 1980 a esta de­legación, quedando ubicados en la micro-región de estudio cuatro de éstos: los tres mencionados y Santa María Tomatlán.9 En esta delegación existen además ocho barrios de los cuales tres, San Antonio, Tula y San Simón forman parte de Cuihuacán.10

DE LA REVOLUCIÓN A LA ACTUALIDAD

Durante la dictadura de Porfirio Díaz, la agudización de los conflictos agrarios por el despojo de tierras de los pueblos otorgadas y reconocidas en la Colonia fueron factores -entre otros-, que contribuyeron al comen­zar el siglo xx al resurgimiento de la lucha histórica por la tierra y por la autonomía municipal. En la primera década del el siglo xx y en el contex­to de la Revolución mexicana, Cuihuacán formaba parte de la región agrícola que se extendía en la franja sur de la ciudad de México. La pobla­ción rural carecía de escolaridad formal y la producción agrícola de una parte se desarrollaba a través de cultivos de temporal y de subsistencia que los habitantes llevaban a cabo en pequeñas chinampas. De otra, a

'Los 16 pueblos restantes en la delegación Iztapalapa son: Santa María Aztahuacán, San Marcos Mexicaltzingo, Acúleo, San Juanico Nextipac, San Lorenzo Tezonco, Santa Cruz Me-yehualco, Santa Martha Acatitla, Santiago Acahualtepec, Magdalena Atlazolpa, San Andrés Tetepilco, San Andrés Tomatlán, Los Reyes, San Lorenzo Xicoténcatl, San Sebastián lecolox-titlán, El Arenal y San Andrés más arriba {Ibidem, 2009 y 1997).

10En Iztapalapa, San Andrés Tomatlán tiene antecedentes como pueblo desde el siglo xrx, en 1874, mientras Los Reyes, sus antecendentes son como barrio del pueblo de Cuihuacán y datan de 1921. Archivos Históricos, INEGI, Observatorio de la ciudad de México, OCIM-UAM-A, 2009.

Page 282: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

266 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

través del sistema de haciendas y tiendas de raya donde trabajaba la po­blación local una parte del año en condiciones laborales de precariedad, abusos y malos tratos de capataces y caciques. Tres eran las haciendas que se extendían en torno al pueblo: San Antonio Coapa, La Soledad y San Nicolás Tolentino. La historia de despojos de tierras y recursos hacia los habitantes por los hacendados se hace más evidente durante el porfi-riato lo que entre otras cuestiones, contribuye a que el pueblo de Culhua-cán diera apoyo a los Zapatistas y a que muchos de sus vecinos se incor­poraran al movimento revolucionario. Don Agustín Rojas, cronista y mayordomo del pueblo señala al respecto que:

Los culhuacanenses se entregan a la causa y luchan a su lado con la única espe­ranza de vencer o morir defendiendo esa causa, como fue el caso de nuestro ve­cino del barrio de Tomatlán, don Próspero García que por su convicción y méri­tos llegó a ser coronel zapatista...(Rojas, 2007).

El reclamo legítimo de restitución de tierras condensado en el proyecto político del movimiento revolucionario zapatista (Plan de Ayala y Plan de San Luis) incorpora en 1911 a los pueblos del sur de la ciudad de México en una lucha común (Héau y Giménez, 2005). Es en este contexto de la Revolución mexicana, que Culhuacán cumple un papel activo como lugar de tránsito y de alojamiento de las tropas Zapatistas, a las que se incorporan vecinos y familias del pueblo apoyando la causa del movimiento revolucionario en lucha por la reivindicación de derechos por la distribución de las tierras y sus recursos, pertenecientes a las haciendas y ranchos (Rojas, 2008).

Una de las consecuencias del proceso revolucionario quedó expresada en la Constitución de 1917, que incorporó en el artículo 27 el derecho de los pueblos a la propiedad de la tierra al institucionalizar la propiedad privada, la propiedad ejidal y de las comunidades. Antonio Azuela explica al respecto que el texto de este artículo genera múltiples confusiones debido a que establece

la existencia de dos modalidades del sistema de propiedad privada: la de los in­dividuos y la de los "pueblos", hoy llamados "núcleos agrarios". Si bien se acla­ra11 que se trata de dos tipos de propiedad privada que reconoce a los pueblos

"Antonio Azuela señala que se trata de la interpretación de uno de los autores del texto constitucional en el tema, Andrés Molina Enríquez, quien aclararía en 1922 que en "nuestro sistema de propiedad privada" existen "dos modalidades, [...] la individual", por un lado, y la "comunal de los pueblos", por el otro (Molina Enríquez, 1922).

Page 283: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 7

como propietarios de sus tierras y les devuelve su existencia como personas ju­rídicas, esta interpretación se abandona por aquella que distingue entre tres ti­pos de propiedad: la pública, la privada y la social (Azuela y Cancino, 2007).

Este autor señala que uno de los poderes esenciales de todo Estado es la expropiación, porque elimina en forma legítima la propiedad a favor de un interés considerado superior y en su dimensión política tiene el propósito de regularizar la tenencia de tierra. En este enfoque, la expropiación es un me­canismo jurídico-político en la reconfiguración de las nuevas estructuras de propiedad inscritas en el proceso de urbanización de la ciudad de México, en el que cumple "una forma de mediación política fundamental" (Azuela, Herrera y Saavedra, 2009). En el caso del régimen agrario mexicano fue "hasta 1992, la única manera de regularizar la posesión de los habitantes pobres de las áreas urbanas surgidas en tierras ejidales o comunales, era a partir de una expropiación" (Azuela, Herrera y Saavedra, 2009: 16-17).12

En el periodo posrevolucionario y en el contexto de la Reforma Agraria, en los años veinte, se dota al pueblo de tierras ejidales pertenecientes a la Hacienda de San Antonio Coapa. En esta misma década (1929), al consti­tuirse las delegaciones políticas del Distrito Federal y sus nuevas delimita­ciones geográficas que conservan hasta la actualidad, una porción del terri­torio del pueblo de Culhuacán es incorporada a la Delegación Iztapalapa y la otra, de menor escala a la Delegación Coyoacán.13 En el marco de este pro­ceso y aun predominando en el territorio una clara distinción entre lo rural y lo urbano, la lucha previa de los culhuacanenses se plantea ante el gobier­no como demanda de restitución de las tierras que previamente tomaron las haciendas. El proceso, iniciado en 1918, implicó la validación de los títulos de propiedad de los demandantes, algunos de los cuales se habían otorgado desde la época colonial, sin embargo se ha señalado que esta demanda no tuvo efectos debido a que no hubo comprobación legal. Ante esta situación, se solicita la dotación de tierras, que fue aprobada en 1922 por una exten­sión de "640 hectáreas, dieciocho áreas, setenta y un centiáreas de tierras tomadas de la hacienda de San Antonio Coapa, propiedad de la señora María

12Explica este autor que en virtud de que la ley declaraba "inexistentes" las ventas de di­chas tierras, el gobierno tenía que expropiar para legalizar las ventas realizadas por los cam­pesinos a los nuevos habitantes de sus tierras en las periferias urbanas.

"Proceso que inicia en 1928 con la presidencia de Plutarco Elias Calles y concluye en 1929 con Emilio Portes Gil como presidente y M. Puig Casauranc como regente de la capital (Davis, 1999).

Page 284: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

268 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Escandón de Buch" (Archivo de la Comunidad de Culhuacán, ASFC).14 Fue hasta el 25 de marzo de 1923 cuando se incorpora por decreto presidencial al marco jurídico como derecho legal la dotación definitiva de tierras al pue­blo de Culhuacán a través de la asignación de 700 hectáreas de la hacienda de Coapa (Archivo General Agrario, 1928 y 1923, 23/35).1S Existe referencia de otras demandas de dotación ocurrida en décadas posteriores, tales como la de un terreno a un costado de la capilla en el barrio de San Antonio (1936), y de construcción de un campo deportivo en San Francisco (1940).16

El acelerado proceso de urbanización y de industrialización que inicia des­de los años cuarenta en la ciudad de México, tiene efectos profundos en el pueblo de Culhuacán al modificar la relación territorio-sociedad en la forma, la estructura y las actividades de sus habitantes, y con esto, el régimen de pro­piedad de la tierra. Los conflictos por la tierra resurgen desde finales de los años treinta y cuarenta con las primeras expropiaciones, pero se agudizan du­rante las décadas posteriores -de los cincuenta hasta los setenta-, al avanzar el acelerado proceso de urbanización de la ciudad que impulsa transformacio­nes sin precedentes en la micro-región de pueblos y barrios de Culhuacán. Destaca paralelo a esto, la donación de tres parcelas por acuerdo de la junta ejidal para la creación de un campo deportivo ejidal en 1943, cuya construc­ción quedaría bajo la responsabilidad del entonces Departamento Central de la ciudad.17 Las primeras expropiaciones se orientan a la ampliación de la es­tructura vial (1938) y a favor de trabajadores del Sindicato de la Compañía de Teléfonos Ericsson (1947) lo que genera quejas de ejidatarios.18

Es notable que en 1939 el Cuerpo Consultivo Agrario aprueba la crea­ción y nombramiento de cinco comisariados ejidales correspondientes a la organización y división interna del territorio del pueblo en cinco núcleos ejidales. Al respecto, existen referencias de que en 1942, a partir de una eva-

uPeriodo presidencial del general Alvaro Obregón 1920-1924, y de la regencia de Abelar­do Rodríguez, 1923-1924 (Davis,1999).

15Archivo General Agrario, expediente núm. 23/35 legajo 1 de 2, Dotación de Tierras Eji­dales. Diario Oficial de la Federación, 9 de abril de 1923. Véase Coyoacán, Monografía 2009.

"•Periodo presidencial del General Lázaro Cárdenas, 1934-1940 (Davis, 1999). 17Con base en acuerdo de la junta ejidal y para la creación de un campo deportivo los

vecinos deciden la donación de tres parcelas: 829, 833 y 835. Los dueños de estos terrenos serían reubicados a otra parte del ejido. 17 de junio a 23 de diciembre de 1943, Archivo Ge­neral Agrario, expediente núm. 23/35 legajo 1 de 2, Dotación de Tierras Ejidales.

18Ibidem, de acuerdo con un informe del AGA, en 1938 se realiza la expropiación para e] camino Iztapalapa-Tláhuac, por una superficie de 42,287.70 metros cuadrados con un costo de 2.20 el metro cuadrado. Y, en 1947 se registra una queja de expropiación a siete ejidatarios de Culhuacán a favor de trabajadores del Sindicato de la Compañía de Teléfonos Ericson.

Page 285: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 269

luación oficial se argumentó que la subdivisión de tierras de acuerdo a las delimitaciones de los barrios se contraponía a la lógica del Ejido y contrave­nía la ley.19 No obstante esta afirmación, la situación deriva en 1945 en la solicitud y demanda de los ejidatarios de San Francisco a favor de la división oficial del ejido con el argumento de que el pueblo de Culhuacán está cons­tituido por cinco barrios.20 Esta demanda culmina el 21 de febrero de 1950 con la aprobación del dictamen para la división de los ejidos en cinco nú­cleos, y con el decreto presidencial que determina que la dotación previa de las 700 hectares de tierras ejidales, se subdividiría en cinco núcleos de pobla­ción que formarían los ejidos definidos de acuerdo a la delimitación de los cinco barrios en beneficio de 1,036 ejidatarios (Archivo General Agrario 1950, 231.3./35).21 Se establecen a partir de entonces las Zonas Urbanas Ejidales (ZUE) creadas en la ciudad desde 1942 como áreas de vivienda y ser­vicios para ejidatarios (Cruz, 2001). En Culhuacán se delimitan tres en los siguientes barrios: los Reyes Culhuacán, Santa María Tomatlán y San An­drés Tomatlán.22

La nueva división territorial se establece al comenzar la década de los años cincuenta de la siguiente forma: cuatro de los núcleos ejidales de pobla­ción, Culhuacán, Los Reyes Culhuacán, San Antonio Culhuacán y San An­drés Tomatlán, quedan ubicados en la frontera de la Delegación Iztapalapa con la delegación Coyoacán. En ésta, en colindancia con los cuatro núcleos

19En 1942, el evaluador afirmó en este sentido que, "se ha dividido a posteriori a razón directa de sus barrios y en contraposición con la lógica técnica del ejido, en cinco comisaria-dos ejidales", Archivo General Agrario, Expediente 272.2/35, legajo 1.

20Presidencia de Manuel Ávila Camacho 1940-1946 y de Javier Rojo Gómez en la regen­cia de la capital (Davis, 1999).

21Presidencia de Miguel Alemán Valdez 1946-1952 y de Fernando Casas Alemán en la regencia de la capital (ídem., 1999).

21Idem. Existen testimonios de que en asamblea general organizada por los miembros del Comisariado Ejidal el 15 de marzo de 1948 el pueblo de San Francisco Culhuacán acordó dividir el núcleo principal correspondiente a Culhuacán y se establecieron las porciones eji­dales correspondientes a cada uno de los cinco núcleos: San Francisco Culhuacán 162-16-25 (ciento sesentay dos hectáreas., dieciséis áreas y veinticinco centiáreas); San Antonio, 68-00-00 (sesenta y ocho hectáreas); Culhuacán, 128-62-50 (ciento veintiocho hectáreas, sesenta y dos áreas y cincuenta centiáreas); Culhuacán, zona urbana, 13-20-00 (trece hectáreas, y veinte áreas); Tomatlán, 165-46-25 (ciento sesenta y cinco hectáreas., cuarenta y seis áreas y veinticinco centiáreas); Tomatlán zona urbana, 17-16-25 (diecisiete hectáreas., dieciséis áreas y veinti­cinco centiáreas); Los Reyes, 101-35 (ciento una hectáreas., treinta y cinco áreas); Los Reyes zona urbana, 19-60 (diecinueve hectáreas., y sesenta áreas) y Parque Nacional Cerro de la Estrella, 24-43-75 (veinticuatro hectáreas., cuarenta y tres áreas y setenta y cinco centiáreas). El total es equivalente a 700 hectáreas.

Page 286: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

270 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

anteriores, queda ubicado el quinto núcleo, correspondiente al pueblo de Culhuacán y tres barrios que lo integran: La Magdalena, Santa Ana y San Juan.23 Surgen con estos cambios, diversas demandas sociales de ejidatarios entre las que destacan aquellas en favor de la creación de un pozo de agua (1950), de construcción de lavaderos y baños públicos (1951), de deslinde de terrenos por ocupaciones irregulares (1956), de permuta (1957) y quejas por conflictos de límites entre los ejidos Culhuacán y la Zona Urbana Ejidal de Tomatlán (Archivo General Agrario, 23/35, 1959).24 En esta misma década el Departamento del Distrito Federal expropia con fines de utilidad pública una porción de tierras ejidales para instalar siete bombas con el propósito de incrementar el abasto de agua de la ciudad de México (Archivo General Agrario, 1956).25

En las décadas subsiguientes Culhuacán se incorpora a las transforma­ciones urbanas aceleradas de la capital del país, que se había convertido en sede de la producción manufacturera e industrial del país. En el pueblo de Culhuacán la expansión urbana de la ciudad se expresa a través del desarro­llo de grandes proyectos habitacionales y de infraestructura vial, y en el sur­gimiento de colonias populares en las tierras ejidales expropiadas, lo que modificó la morfología social y urbana de los pueblos y barrios. La década de los sesenta marca un hito en la historia urbana del pueblo en el siglo xx.26 Lo más notable en esta década fue la expropiación de los cinco núcleos de tierras ejidales en agosto de 1965 sustentada en cinco decretos presidenciales lo que genera múltiples reuniones y asambleas ejidales que se realizan los dos años subsiguientes (1966-1967), para que los vecinos decidieran lo que ocurriría con las indemnizaciones y las demandas colectivas sobre cada núcleo eji-

23La división del pueblo en 1948 incluía nueve porciones ejidales que incluían el Parque Nacional Cerro de la Estrella, establecido por decreto presidencial el 27 de julio de 1938, afectando veintitrés parcelas. El 22 de mayo de 1950 por resolución presidencial (doc. 22) se aprueba la división de los ejidos, publicada en el Diario Oficial el 29 de mayo de 1950 (doc. 8), lo que implicó que el pago de predial fuera en forma separada por cada núcleo (doc. 68). Ar­chivo General Agrario, Expediente 231.3/35, legajo 1 de 2.

24Presidencia del Adolfo Ruiz Cortinez 1952-1958 y Ernesto P. Uruchurtu en la regencia de la capital (Davis, 1999).

25Se declara la expropiación de 162.70 metros cuadrados con el compromiso de pagar una indemnización de 371.91 pesos. Decreto de expropiación, Diario Oficial, 30 de abril, 1956, Archivo General Agrario, doc. 2 y 3.

26En los inicios de los años sesenta se registran casos como la solicitud de expropiación a favor de la Secretaría de Salubridad y Asistencia para la creación de un centro de salud (1961).

Page 287: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 1

dal.27 Al referirse a las expropiaciones, el testimonio de un habitante explica que,

Al expropiarse el ejido al ejidatario se le privó de un medio de vida dejándolo desamparado, pues, de la parcela que aunque era de temporal obtenía maíz, frijol y forraje para alimentar a su familia y a sus animales, estos últimos al cuidado de la esposa e hijos [...] le llaman, ganadería de traspatio [...] por ejem­plo el que tenía vacas pues ni compraba leche y tenía para vender, el que tenía gallinas pues ahí tenía sus pollos pues, para sus gastos.

Esta situación se inscribe en un mismo proceso iniciado desde los años treinta prolongándose hasta los noventa. Se expresa en una secuencia con-flictiva de expropiaciones y de intervenciones que transforman de manera profunda la organización social y territorial del pueblo. Respecto a las de­mandas de indemnizaciones por expropiaciones de tierras ejidales y comu­nales, lo que ocurría, siguiendo a Antonio Azuela, era que "se pagaban mal y tarde" o, peor aún, "mal y nunca", lo que se explica porque,

durante décadas, la propiedad de los núcleos era notoriamente débil; era una forma de propiedad (una modalidad, según el lenguaje de la Constitución mexi­cana) caracterizada por la subordinación política; la relativa facilidad con la que los núcleos eran expropiados y mal indemnizados para dar paso a obras públicas era parte de esa relación. No obstante, eso ha cambiado radicalmente en las úl­timas décadas (Azuela et. al, 2009).28

Una de las decisiones fue que el monto de las indemnizaciones formaría parte del Fondo Nacional de Fomento Ejidal para que los ejidatarios lo usa­ran posteriormente. Entre las demandas se encuentra la creación de zonas urbanas como "beneficio último de la revolución" para las siguientes genera-

27Los decretos expropiatorios fueron firmados por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y por Uruchurtu, Jefe del Departamento del Distrito Federal. Se realiza para la creación de un "núcleo de población formado por habitaciones populares, escuelas, mercados, campos deportivos, edificios públicos, albergues infantiles, un hospital infantil, un asilo para ancianos, calles, parques, jardines y servicios públicos" (ASFC).

28Antonio Azuela et. al, (2009), al referirse a la capacidad de los núcleos ejidales, propie­tarios de tierras, de resistir las expropiaciones promovidas desde el gobierno federal explica que "Durante las décadas en que el autoritarismo mexicano se combinaba con "políticas de desarrollo" (en particular las relacionadas con las grandes infraestructuras) las expropiaciones afectaban mayoritariamente a los núcleos agrarios".

Page 288: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

272 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

ciones sin tierra. A las demandas de creación de zonas urbanas ejidales se agrega la petición de lotes y casas para los ejidatarios (Archivo General Agra­rio, 1965-1967).29 Antes de finalizar la década, en 1969, se realiza otra ex­propiación a favor de la Hidroeléctrica Amacuzac en el pueblo de San Fran­cisco [Ibidem, 1969).30 Para 1970, se establece la existencia de un total de 288 ejidatarios, de éstos, 191 con derechos registrados vigentes y 97 por re-gulalizar [Ibidem, 1970, doc. 527). En esta década de los años setenta, se emiten nuevos decretos de expropiación de tierras con fines de utilidad pú­blica y procesos especulativos de compra-venta de suelo urbano. Se inician también las quejas por falta de pago de indemnizaciones.31

En este contexto, surge el conflicto en el barrio de San Francisco por la expropiación de terrenos ejidales que no se destinaban a usos agrícolas sino que estaban rentados en forma ilegal por los propietarios para hornos de ta­bique en parcelas donde además se ubicaban construcciones precarias y provisionales que albergaban a los trabajadores de los hornos. En este caso, tanto el Comisariado Ejidal como quienes se denominaban propietarios de estos hornos reclamaron indemnización (1966).32 El informe del año si­guiente indica que había un total de 418 hornos -no todos funcionaban-, establecidos en 245 parcelas. No obstante que se establece que la situación contraviene los lineamientos del código agrario, se acuerda dividir la indem-

29Las demandas en cada núcleo fueron las siguientes: en Los Reyes, la ampliación de la Zona Urbana Ejidal (ZUE); en San Andrés la formación de una ZUE en terrenos expropiados además de lotes de 500 m2 y la indemnización de los terrenos expropiados por la Secretaría de Obras Públicas para construcción de la carretera México-Tulyehualco, demanda comparti­da por San Francisco y Culhuacán. San Antonio solicitó la formación de una ZUE y San Fran­cisco demandó lotes para los ejidatarios de 500 m2 y de 200m2 para sus hijos, y, Culhuacán además de la indemnización demandó la creación de una ZUE y casas para los ejidatarios, (does. 25-29, del 3 de diciembre de 1966 y 16 de abril de 1967). En el caso de la Hidroeléctri­ca, se expropian 2.47 hectáreas con una indemnización de 86,450 pesos (doc 11, Diario Ofi­cial, sábado 23 de enero, 1969). Documentos firmados por el Comisariado Ejidad y las fami­lias firmantes, Perez, Galicia, Rosas, Salas, Salvador, García, Luna, de la Rosa, Castillo Linares, Peña, Nava, Damián, Lagunas, Salinas, Domínguez, Pasten, Rodríguez, Cacho, Ro­cha y Martínez, entre otras (Archivo General Agrario, espediente 272.2/35 legajo 1 de 2).

30Se reporta una superficie expropiada de 2.47 hectáreas con una indemnización de 86,450 pesos. Publicación en el Diario Oficial, sábado 23 de enero de 1969. Ibidtm., legajo 1.

31Presidencia de Luis Echeverría Alvarez 1970-1976, y de Alfonso Martínez Domínguez (1970-1971| y Octavio Sentíes (1971-1976) en la regencia de la capital (Davis, 1999).

32En el caso del centro de salud, la superficie afecada fue de 7,200 m2. En el segundo caso, de los hornos se argumenta que se construyeron sin consentimiento del Comisariado Ejidal. 7 de julio, 1966, does. 16-18, Archivo General Agrario, expediente 271.2/35, legajo 1 de 2.

Page 289: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 273

nización en 60 por ciento para los ejidatarios y el 40 por ciento para los propietarios de los hornos.33

Es importante mencionar que, de acuerdo a la información consultada en el Archivo General Agrario y a testimonios de los habitantes, posterior a las expropiaciones y paralelo a procesos de compra-venta de suelo, resurgie­ron en la década de los setenta diversas quejas y solicitudes ante las institu­ciones para: obtener constancias de propiedad; conocer si los terrenos se si­tuaban o no en la zona ejidal con intenciones de venderlos; dar solución a problemas de tierras relacionadas con límites y linderos, o con invasiones y violencia contra los habitantes de Culhuacán, o bien, con derechos de ave­cindados por despojos causados por no pagar las cuotas a líderes, entre otras cuestiones.

Al finalizar la década de 1970 y comenzar los años ochentas,34 la conflicti-vidad no resuelta en el caso de Culhuacán, se expresó entre otras cuestiones, en la solicitud de los ejidatarios al delegado agrario en el Distrito Federal de la extinción legal de los núcleos ejididales de Culhuacán (26 de agosto de 1983) con el argumento de que no existen más tierras cultivables.35 La solicitud se negó argumentando que los demandantes carecían de facultades para deman­dar la extinción de los ejidos, y se pone en duda que se trate de una decisión del pueblo a través de una asamblea. Continúan en esta década las quejas por falta de pago de las expropiaciones y solicitudes de amparo (agosto de 1986) por el Comisariado Ejidal de San Francisco ante el Juzgado de Distrito en Ma­teria Agraria y de aclaraciones del barrio de San Antonio (enero de 1987) por las expropiaciones de 1965.36 Estas cuestiones aluden tanto a la falta de certe­za de diversos miembros de la comunidad de Culhuacán ante los cambios ocurridos, asociados a la ambigüedad del régimen agrario, así como al reclamo por la reivindicación de derechos sociales y patrimoniales. Un habitante origi-

33Informes sobre la situación de los hornos de tabique, 2 de febrero y 4 de mayo de 1967. El 28 de febrero en Acta del Comisariado Ejidal se establece que se pagó 40 por ciento a los dueños de los hornos y que los horneros se obligan a desocupar el ejido al recibir la indemni­zación. Firman el Comisariado Ejidal, Isaías Flores, presidente Isaías Silva Fragoso, secreta­rio, y, por los representantes de los horneros, Juan Flores Mendoza, Marcelino Castro, José Luna Peña y Maximino Benitez. Archivo General Agrario.

34Presidencia de J. López Portillo 1976-1982 y de C. Hank González en la regencia de la capital (Davis, 1999).

35Presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado 1982-1988, y de Ramón Aguirre Velásquez en la regencia de la capital [ídem).

36Archivo General Agrario, expediente núm. 272.2/35, legajo 1 y 2. Documentos 239, 241-245.

Page 290: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

274 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

nario del pueblo habla de estas cuestiones problemáticas que convirtieron al ejidatario en obrero o en comerciante:

Cuando se expropió el ejido hubo graves problemas por el incumplimiento de las autoridades en el pago correspondiente y la falta de claridad en los conve­nios, y abusos hacia los ejidatarios, que al asesorarse de abogados estos actuaron sin ética profesional. El ejidatario tuvo que convertirse en comerciante ambu­lante, en obrero de fábricas y empresas, algunas afortunadamente seguras como la Compañía de luz, la de teléfonos, mientras otras, no dieron ninguna garantía al trabajador [...] otros se quedaron poniendo un puestecito, un comercio.

Para la primera mitad de la década de 1980 en el país y en la capital con­tinúan con mayor fuerza las protestas de organizaciones ejidales y comuni­tarias que se oponen a las condiciones de precariedad de las indemnizaciones y al inclumplimiento de los acuerdos respecto a las expropiaciones, lo que condujo "al gobierno federal a instaurar la práctica de convenir con los ejida­tarios o comuneros, los términos de las indemnizaciones". En los espacios urbanos y particularmente en las ciudades la regularización de la tenencia de la tierra apoyada en decretos y acciones expropiatorias de acuerdo con Azuela y Cancino, evidenció las ambigüedades del régimen agrario. Estos autores argumentan que los ejidatarios en calidad de propietarios vendían sus tierras a pobres urbanos,

... en casi todos los casos han sido los mismos miembros de los núcleos quienes han vendido su tierra a los pobres urbanos (o a algún intermediario) y a pesar de que la ley definía esa práctica como un delito, jamás fue perseguida por las au­toridades. Así, unas ventas que la ley declara "inexistentes" (pero que han sido toleradas a cambio del apoyo político de las organizaciones campesinas) han sido sistemáticamente legalizadas a través de la CORETT, que es el organismo que ha llevado a cabo el programa de regularización urbana más duradero del mundo (Azuela y Cancino, 2007).

Estas ambigüedades del régimen agrario expresadas en la compra-venta ilegal de tierras derivada de las expropiaciones, influyeron entre otras cues­tiones, en la condición de debilidad o de fortaleza de los núcleos agrarios, contribuyendo a la expansión del mercado ilegal del suelo.

La ficción legal de la inexistencia de las ventas hechas por los campesinos adqui­rió de ese modo una enorme eficacia, ya que hizo invisible el mercado ilegal de

Page 291: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 5

la tierra, en prejuicio de millones de habitantes pobres de las periferias urbanas. Aquí el uso de la expropiación manifiesta una fortaleza, no una debilidad, de los propietarios de la tierra (Azuela y Cancino, 2007).37

En la década de los noventa, en el contexto del orden económico neolibe­ral y de transformaciones en la relación Estado-sociedad y territorio inicia­dos en la década previa, se modifica el artículo 27 constitucional en 1992, lo que hace posible el cambio de titularidad de tierras de propiedad ejidal, su lotificación, privatización y venta. Esta medida influye en los procesos urba­nos que se producen en los pueblos de la ciudad de México y este es el caso de San Francisco Culhuacán, que en la misma década comienza con nuevos decretos de expropiación de tierras,38 y de regularización de la tenencia de la tierra de tres secciones de la colonia Presidentes Ejidales (1991).39 Estos úl­timos decretos, hacen referencia a los acuerdos y convenios celebrados 20 años atrás, en los años setenta, con los núcleos ejidales con el compromiso del entonces Departamento del Distrito Federal de lotificar y urbanizar las colonias a través del fideicomiso propuesto para tal propósito.40

El surgimiento de nuevas realidades urbanas ha generado mayor diversidad y heterogeneidad socio-territorial lo que se expresa en la forma, en la estructu­ra y en las funciones contemporáneas del pueblo y de su micro-región.

La problemática aún no resuelta respecto a los núcleos ejidales y el recla­mo de los pagos pendientes de las indemnizaciones por las expropiaciones de estas tierras en los años sesenta resurge en 1994, cuando se emite un nuevo amparo por parte de los ejidatarios. En éste, se pronuncian en defensa de los acuerdos incumplidos por el Departamento del Distrito Federal. Ante

37Con ello, la expropiación ha dejado de ser un "acto de imperio"; al menos en apariencia, se trata de una merma del poder de expropiar, que es uno de los elementos que definen la soberanía en los Estados modernos (Azuela, 2007).

38Se registran en estos años al menos tres expropiaciones en Culhuacán: la primera el 30 de septiembre de 1991 que aparece en el Diario Oficial, hace referencia a decreto previo de expropiación en 1975 a favor del Departamento del Distrito Federal, legajo 6, documento 9. La segunda, solicitada por la CORETT se publicó en la Gaceta Oficial del DDF el 29 de junio de 1992, legajo 5, documento 86. La tercera, publicada en el Diario Oficial el 17 de mayo de 1994, legajo 6. Archivo General Agrario, expediente 272.2/35.

^Presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y como regente Manuel Camacho Solís (1988-1993) (Davis, 1999).

""Decreto de Regularización publicado en el Diario Oficial, 13 de agosto de 1991. Archivo General Agrario, 272.2/35 legajo 5, pp. 34-35.

Page 292: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

276 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

esta situación, se produce un informe del historial agrario de Culhuacán,41 y en diciembre del mismo año, en asamblea ejidal, a la que asisten 93 ejidata-rios del pueblo, se crea una comisión encargada de dar seguimiento a los acuerdos en cuestión.42 Según testimonios y documentos de la comunidad, las inconformidades de los ejidatarios expresadas en tres amparos frente a lo que definen como despojo, y una serie de mesas de negociación con presen­cia de las partes involucradas, las que fueron suspendidas en 1998.

El proceso de dotación de tierras y de expropiación posterior -reseñado en forma no exhaustiva-, en el caso del pueblo de San Francisco Culhuacán, fue muy complejo porque además de los problemas derivados de los cambios en las delimitaciones territoriales, de la falta de claridad en los deslindes de predios, de los usos irregurales por renta o venta ilegal para usos no agrícolas o para nuevos asentamientos con nuevos residentes, y de los acuerdos in­cumplidos por parte de las instituciones co-responsables de las expropiacio­nes, se produjeron problemas en las relaciones sociales y de poder al interior de la micro sociedad de ejidatarios. Estos problemas están asociados a con­flictos surgidos desde que se constituye el ejido, derivados de la imposición de prácticas y acciones que afectaron las relaciones internas de convivencia entre los miembros de la comunidad, provocando división y malestar social entre los habitantes, dejando huella en la memoria colectiva.

Un ejemplo de esta situación es que los liderazgos que representaban a los ejidatarios, asignaron los mejores y más próximos terrenos para unos, mientras para otros se asignaron las tierras en condiciones desventajosas en lo que se refiere a la calidad del suelo y al acceso a la parcela. Al ser la tierra un referente de identidad, los habitantes originarios no pensaron realmente en privatizarla sino en la búsqueda de alternativas para continuar trabajando colectivamente sus parcelas. Por ello, cuando dan inicio las expropiaciones y posteriores regularizaciones resurgen formas de resistencia de los ejidatarios como actores colectivos, a lo que podríamos llamar un doble sentido de des­pojo y de agravio. El proveniente de las instituciones y el provocado por el papel de las representaciones y liderazgos de las organizaciones que debían actuar a favor del interés general de la comunidad. En los dos casos se debi­litaron los vínculos de confianza.

41E1 informe del historial agrario del ejido señala entre otras cuestiones que se ha expropiado una superficie que excede a la concedida. 26 de octubre, 1994, Ibidem., legajo 2, documento 131.

42Asamblea Informativa, 14 de diciembre, 1994, Ibidem, legajo 2, documento 133.

Page 293: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 7

Interesa mencionar, con base en los testimonios aportados de habitantes originarios de Culhuacán, los siguientes factores particulares que influyeron en el papel que jugaron los ejidatarios como actores colectivos en los procesos de cambio expuestos en este apartado: el primer factor es que al dotarse los ejidos, se formaron parcelas de media hectárea en promedio, las cosechas eran de con­sumo doméstico sin posibilidad de excedente significativo para comercializar. A esta situación se agregan limitaciones para trabajar la tierra por la falta de agua como recurso común para riego, asociadas a la condición de agricultura de sub­sistencia y de temporal que distinguió a la micro-región. El segundo factor es que no había rotación con otros cultivos, por ejemplo, haba o frijol, lo que fue afectando la producción. Predominaba el monocultivo de maíz, y se producía alfalfa para alimentar al ganado. El tercer factor es que ante esta situación aso­ciada a la necesidad de ingresos adicionales, una parte de los ejidatarios comen­zaron a salir a trabajar durante la semana en actividades urbanas en otras loca­lidades próximas o lejanas de la ciudad, como albañiles y carpinteros en la industria de la construcción o como técnicos en servicios en compañías de telé­fonos, de comunicación, de electricidad, entre otras.

Un cuarto factor es que los habitantes que salían y se empleaban como asa­lariados fuera de la micro-región, trabajaban su tierra los fines de semana -sába­do y domingo-, solos o con el apoyo de peones de campo. También rentaban las parcelas y la producción se dividía a la mitad entre el arrendador y el propietario. Entre los que se quedaban y se dedicaban a actividades agropecuarias de tiempo completo, había casos en que trabajaban varias parcelas, llegando a abarcar has­ta cinco hectáreas y a tener hasta 30 vacas para la producción de leche y queso, lo que hacía más rentable la actividad agropecuaria. El quinto factor es que la producción fue decreciendo debido a que realmente no había condiciones para trabajar la tierra de manera redituable y sustentable. Esto ocurre de manera paralela a la llegada de nuevos residentes que no conocían el trabajo de la tierra, y que se establecieron en colonias de reciente creación como fue el caso del Mi­rador, asentamiento que inicia con 400 viviendas familiares. Existen testimo­nios que afirman que los nuevos residentes se robaban el maíz de la cosecha lo que derivó en tensiones y hostilidades entre unos y otros.

Finalmente, la expropiación más reciente con fines de interés público se llevó a cabo en el año 2008 en dos terrenos baldíos de propiedad priva­da, con una extensión de 17,000 metros cuadrados (16 hectáreas) ubica­dos en la avenida Tláhuac en la delegación Iztapalapa. La realizó el go­bierno del Distrito Federal mediante un decreto que declaró de utilidad pública estos terrenos, con el propósito de ampliar el panteón de Culhua­cán, el cual incorporará 5,000 espacios adicionales, a la capacidad actual

Page 294: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

278 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

de aproximadamente dos mil lápidas.43 Esta acción respondió a la deman­da de los 11 barrios del Pueblo de Culhuacán ante la saturación del pan­teón existente y de los conflictos derivados por la falta de espacios para defunciones.44 El proceso expropiatorio ha sido complicado y no ha con­cluido debido al conflicto de intereses surgido a raíz de que los dueños se ampararon y no aceptan indemnización. A causa de este litigio la propie­dad está resguardada por el gobierno de la ciudad de México y las obras aún no han comenzado.

SOBRE EL PROCESO DE URBANIZACIÓN

Las transformaciones y conflictos por la tenencia de la tierra mencionados en el apartado anterior, se inscriben en el proceso de urbanización que se desarrolla en Culhuacán en el siglo xx. En este proceso se distinguen tres etapas. La primera etapa, de 1929 a 1953, abarca de finales de los años vein­te hasta comienzos de los años cincuenta y corresponde a la urbanización de los pueblos de Los Reyes Culhuacán, de Culhuacán y de los barrios de San Antonio, Tula y una porción de San Simón. La superficie que ocupa es de 136.65 hectáreas ocupadas un 100 por ciento por un tipo de poblamiento con rasgos propios de colonias populares. La traza es irregular como resulta­do de los cambios ocurridos en el proceso de expansión del pueblo asociado al crecimiento demográfico, a la subdivisión de los lotes que previamente eran de 500 a 1,000 metros cuadrados -para responder a las necesidades de las fami­lias que se multiplicaron y a su adaptación a la irregularidad de las parcelas, lo que transforma los caminos rurales de terracería en calles urbanas.45 En el área tradicional, correspondiente al espacio local de pueblos y barrios, se delimita una parte de las zonas patrimoniales de Iztapalapa (OCIM, 2009).46

La segunda etapa de urbanización (1953-1970), corresponde a los pueblos de San Andrés Tomatlán y Santa María Tomatlán, así como a los barrios de La

43"Les abren espacio a más muertos", nota de Alberto Cuenca en el periódico El Univer­sal, 2 de noviembre, 2008.

44Entrega el GDF lotes a pueblos nahuas para que amplíen panteón. Nota de i^ngel Bola-ños y Josefina Quintero, en La ¡ornada, domingo 2 de noviembre, 2008. La noticia publicada en distintos medios de comunicación habla del terreno de propiedad federal, sin embargo, testimonios recabados para este estudio afirman que se trata de propiedad privada.

45Una parte importante de la información presentada en este apartado se desarrolló con base en el documento de trabajo proporcionado para este proyecto, por el OCIM-SIG-UAM-I, 2009.

46De acuerdo con los Programas de Desarrollo Urbano de Coyoacán e Iztapalapa, 1997.

Page 295: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 9

Magdalena, San Juan Culhuacán, Santa Ana Culhuacán y San Francisco Cul-huacán. A éstos se agregan las zonas urbanas ejidales de Santa. María y San Andrés Tomatlán, Estrella Culhuacán y una parte del ex ejido de San Francisco. En estos años se edifican en los ejidos de Culhuacán las unidades habitacionales Culhuacán sección I, II y y el STUNAM. La superficie ocupada en esta etapa es de 373.11 hectáreas., de las que el 59.02 por ciento corresponde a colonias popula­res, con características elevada densidad, escasos espacios arbolados, con predo­minio de color gris, no obstante que se observan algunos techos de color. En esta zona de colonias populares, los lotes oscilan de 110.05 a 280.43 metros cuadrados, el ancho de las calles varía de 5 a 6.7 metros y el de las avenidas al­canza 9.14 metros. 19.3 por ciento corresponde a unidades habitacionales y 1.93 por ciento a unidades habitacionales de densidad media. Es notable que el 11.2 por ciento de la superficie ocupada por vivienda residencial media, presen­ta menor densidad, traza irregular y lotes más grandes que los de las colonias populares, con superficies de 200 a 350, incluso hasta 516 metros cuadrados en construcciones altas que podrían ser edificios departamentales.

En esta zona de vivienda media se identifica una porción del espacio patri­monial de Culhuacán, en los barrios de San Juan, Santa Ana y San Francisco, donde se ubica el panteón y la capilla de Santa Ana. Los asentamientos irregu­lares surgidos en la franja del Canal Nacional en la Cuchilla de La Magdalena representan 0.35 por ciento. Estos asentamientos albergan alrededor de ochen­ta familias, colindan con conjuntos habitacionales y equipamiento urbano.47

Los conjuntos habitacionales edificados en esta zona presentan características homogéneas en su interior, de traza reticular y con zonas de estacionamiento y áreas compartidas. En la forma y perfil de estos conjuntos se distingue por un lado edificios en línea sin áreas verdes. Por otro, edificios paralelos articu­lados por un cubo para las escaleras o donde se ubica la bomba de agua, con escasos espacios verdes o arbolados (OCIM, 2009).

Hay que subrayar que este tipo de crecimiento popular estuvo influido por la concepción que orientó la formación de la delegación Iztapalapa como un espacio para asentamientos populares. La superficie restante está desti­nada a equipamiento urbano y representa 8.1 por ciento. Se distingue en esta zona, la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Electrónica (ESIME) que se ubica en el suroriente con una extensión de 25.51 hectáreas, y al nor­te una planta de tratamiento de agua en el barrio de La Magdalena. Para 1970, la década de mayor crecimiento urbano, predomina la propiedad pri-

47El Programa de Desarrollo Urbano de Iztapalapa los reconoce como asentamientos irregulares.

Page 296: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

280 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

vada y urbanizada, la traza es irregular en los pueblos y barrios, y es regular en las unidades habitacionales de acuerdo a la lotificación de las parcelas.

La tercera etapa de urbanización ocurre de 1970 a 1990. En esta etapa el crecimiento urbano se extiende hacia el sur del pueblo, en las tierras ejidales de Culhuacán, a partir de la proliferación de colonias populares y conjuntos habi­tacionales. Se observan tres formaciones espaciales diferentes. La primera corresponde a las colonias populares establecidas en las zonas urbanas ejidales de Los Reyes, Estrella Culhuacán, San Andrés Tomatlán y Santa María Tomatlán, El Mirador, Valle de las Luces secciones I, II, III y la ampliación Valle de las Lu­ces, Fuego Nuevo, 12 de Diciembre, la Ampliación San Francisco, ex ejido de San Francisco, entre otras. Se observa en el entorno construido de una parte la traza reticular, edificaciones de color gris, de elevada densidad y con lotes que oscilan de 65 a 180 y hasta 260 metros2, en los que se regristra más de una vi­vienda. De otra, se distinguen tres conjuntos habitacionales, una ladrillera en el nororiente de la zona urbana ejidad de Los Reyes -sin urbanizar al igual que el camino al panteón del Cerro de La Estrella-, pocos espacios verdes o arbola­dos, y por último, tres canchas de fútbol.

La segunda formación corresponde a los Conjuntos habitacionales de Cul­huacán sección III, IV, VII, X-A, VIII, IX-A, IX, X, INFONAVIT Piloto V, Unidad Habitacional Canal Nacional, CROC VI, Unidad Habitacional STUNAM. Se trata de espacios homogéneos en la forma y estructura interior, de edificios en línea, con una retícula regular, de elevada densidad y con área de estacionamientos. Los es­pacios verdes o arbolados no están integrados a los edificios y son de uso común. Se distingue una tercera formación físico-social representada por conjuntos habi­tacionales homogéneos, pero menos densificados, con espacios arbolados entre un edificio y otro, espacios comunes de recreación y áreas de estacionamiento. La superficie ocupada es de 540.3 hectáreas, de las que 68.1 por ciento corresponde a los conjuntos habitacionales, el 24.4 por ciento a las colonias populares y 7.5 por ciento a conjuntos habitacionales de densidad media. La propiedad predominante es la urbanizada desde 1970 cuando CORETT y la Secretaría de la Reforma Agraria regularizaron colonias de propiedad ejidal y comunal.

Ante los conflictos derivados de la irregularidad en tierras de propiedad pri­vada, la instancia responsable de resolverlos fue la Dirección General de Regu-larización Territorial (DGRT). Se distinguen casos tales como San Francisco Culhuacán, que tenía asentamientos irregulares en tierras ejidales y conflictos agrarios derivados de expropiaciones a tierras ejidales y comunales. Y las tierras del pueblo de Los Reyes, que tenía asentamientos irregulares en el ex ejido de San Francisco Culhuacán, Presidentes Ejidales y el Pueblo de los Reyes. La traza regular predomina como resultado de la notificación de las parcelas.

Page 297: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 281

En esta etapa de urbanización capitalista (1970-1990), como hemos visto, se intensifica en la micro-región de Culhuacán la construcción de fraccionamientos, unidades habitacionales, espacios comerciales, deporti­vos y recreativos. Además de las más grandes unidades habitacionales en la ciudad de México y en el país, la CTM Culhuacán y la Alianza Popular Revolucionaria, en tierras ejidales en la primera mitad del siglo xx, se edi­fican planteles educativos como La Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco; la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Electró­nica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional; un Plantel de la Escuela Naval Militar, una preparatoria y dos colegios de bachilleres. Lugares públi­cos como la Alameda del Sur (122,000 m2), la casa de cultura "Ricardo Flores Magón", el parque zoológico "Los Coyotes" (1985) con 13.8 hectá­reas de extensión y el Parque Recreativo Los Culhuacanes (la franja de Taxqueña, de tres hectáreas de extensión), el gimnasio "Francisco José Mú-jica", el deportivo "José de Jesús Clark Flores" y la alberca semiolímpica "Bicentenario de Benito Juárez García".

EL PROCESO DE URBANIZACIÓN RECIENTE

Culhuacán, se sitúa en una micro-región urbana del centro oriente de la capital del país, entre las delegaciones Coyoacán e Iztapalapa. En la escala micro-regional, se extiende en una superficie de 1,050 hectáreas, donde habitan 210,390 personas distribuidas en pueblos, barrios, colonias y gran­des unidades habitacionales. El acervo habitacional para esta población de acuerdo con cifras oficiales, es de 51,690 viviendas. En la actualidad en Culhuacán coexiste el espacio socio-cultural histórico con el espacio geo-político y administrativo contemporáneo. El espacio socio-cultural históri­co está integrado, por 11 localidades "tradicionales". Éstas son los pueblos y barrios históricos de Culhuacán, a los que se agregan en los registros de principios del siglo xx los pueblos de Los Reyes de Culhuacán, San Andrés Tomatlán y Santa María Tomatlán. Y los barrios de La Magdalena, San Juan, Santa Ana, San Antonio, San Simón y Tula. Estos lugares ocupan en su conjunto 33.4 por ciento de la superficie y concentran el 36.4 por ciento de la población total (76,651 habitantes).48

48Cifras obtenidas de Conteo de Población, INEGI, IRIS-SCINCE por AGEB- 2008 y de OCIM-SIG-UAM-A, 2009, Osear Cruz, 2010.

Page 298: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

282 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Cuadro 1. El Pueblo de Culhuacán. Población y barrios por delegación 2005

Iztapalapa Coyoacán

Población 52,108 hab. Población 24,543 hab.

Culhuacán San Francisco

Los Reyes La Magdalena

San Antonio Santa Ana

Tula San Juan

San Simón

Santa María Tomatlán

San Andrés Tomatlán

De otra parte, el espacio geo-político y administrativo contemporáneo se configura superpuesto al anterior, a través del surgimiento sobre todo en la segunda mitad del siglo xx de múltiples colonias, conjuntos departa­mentales y grandes unidades habitacionales, edificadas en tierras que fue­ron de propiedad ejidal y pertenecieron a los pueblos. Entre éstas, se en­cuentran colonias populares, zonas urbanas ejidales y unidades habitacionales que ocupan la mayor parte de la superficie equivalente al 66.6 por ciento, donde se concentran 133,739 habitantes lo que equivale al 63.6 por ciento de la población total de la zona.49

Entre el espacio socio-cultural histórico y el espacio geo-poli tico con­temporáneo, se extiende el Canal Nacional, lugar emblemático de paso y de movilidad que cruza con rutas peatonales y amplios camellones arbola­dos, los barrios de San Antonio, Tula, Tomatlán, La Magdalena y San Fran­cisco. En la imagen urbana del pueblo es una marca territorial del paisaje agrícola y lacustre que la antecedió, y que en años recientes ha sido objeto de programas de rescate institucionales y de acciones vecinales para su conservación.50 Este amplio camino de agua se puede observar desde dis­tintos ángulos de la traza urbana que, a través de puentes y grandes aveni-

49Entre las colonias destacan Valle del Sur, Estrella del Sur, El Mirador, Fuego Nuevo, Doce de Diciembre, ex ejido San Francisco, Ampliación San Francisco y Valle de las Luces I, II y III. Y, las Unidades Habitacionales Valle de las Luces, San Marcos, Zona Urbana Ejidal (ZUE| Estrella Culhuacán, Zona Urbana Ejidal (ZUE) Los Reyes, Zona Urbana Ejidal |ZUE) Santa María Tomatlán, CTM Culhuacán secciones de la I a la X-A, CROC VI, STUNAM, Canal Nacional, INFONAVIT piloto V IRIS-SCINCE, 2008 y OCIM-SIG-UAM-A, 2009.

50Véase Monografía de Culhuacán, Osear. Cruz, 2010.

Page 299: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 283

das, articula al pueblo de Culhuacán, a los barrios y a la micro-región, a la estructura vial y de transporte de la ciudad de México y delimita a las co­lonias, unidades habitacionales y asentamientos surgidos en el siglo xx. Esto ocurre a través de cinco vialidades primarias que interconectan a las delegaciones de Coyoacán con Iztapalapa: la calzada Taxqueña (prolonga­ción de Miguel Ángel de Quevedo), cruza horizontalmente el pueblo de San Francisco -de poniente a oriente- y entronca con la avenida Tláhuac. El eje tres oriente que pasa por Culhuacán de norte a sur y divide a San Antonio en dos porciones territoriales. Es en la calzada Taxqueña donde se constru­yó en años recientes (2006) el puente vehicular que es parte del Eje Troncal Metropolitano. En estas vialidades, de 2008 a la fecha, se construye la lí­nea 12 del metro como parte de la ampliación de la infraestructura urbana del Distrito Federal. A éstas se agregan, la calzada de la Virgen -norte a sur- y la calzada de las Bombas y la calzada del Hueso que cruzan transver-salmente la porción sur de la zona.51 En las vialidades y calles principales se concentran diversos servicios comerciales formales e informales, y el equipamiento urbano.

Entre los profundos cambios en la morfología física y social que se pro­dujeron en el pueblo asociados al proceso de urbanización del siglo xx, des­tacan esquemáticamente:

• disolución de los límites geográficos del lugar histórico • procesos migratorios rural-urbanos e intraurbanos • modificaciones en el régimen de propiedad: expropiación de ejidos,

privatizaciones y fenómenos especulativos en el mercado del suelo • modificaciones en la estructura económica y en las actividades pro­

ductivas locales • agotamiento del paisaje rural de tierras de cultivo • predominio de usos habitacionales para sectores populares y pobres

urbanos • surgimiento de nuevas demandas de suelo, vivienda y servicios urbanos • políticas y acciones urbanas de infraestructura y vivienda de la ciudad

hacia la micro-región y hacia el pueblo • surgimiento de nuevas fronteras materiales, sociales y simbólicas en­

tre barrios y colonias, y entre la micro-región y la ciudad

51Programas delegacionales de Coyoacán e Iztapalapa (1998); OCIM-SIG-UAM-A, 2009; 2000.

Page 300: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

284 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

• acciones concertadas entre instituciones de vivienda, empresas priva­das y habitantes, para la parcelación y venta de tierras intensificando el proceso de urbanización y la llegada de nuevos residentes

• deterioro ambiental y patrimonial • desempleo e inseguridad • macro-proyectos urbanos: distribuidor vial (2003) y linea 12 del metro

Tláhuac

EL ESPACIO-TIEMPO CONTEMPORÁNEO

ESPACIO LOCAL Y ESPACIO SOCIAL

Al comenzar el siglo xxi, el pueblo de Culhuacán es un espacio local notable­mente diferente al que prevaleció hasta la primera mitad del siglo xx. El proceso de urbanización modificó la forma de vida rural, articulada a la tierra y a las actividades agrícolas, imponiendo un modo de vida urbano. En el úl­timo medio siglo los habitantes de este lugar histórico-patrimonial, viven los efectos del tránsito de una economía predominantemente industrial a una economía comercial y de servicios, así como de los cambios en la relación entre el Estado y la sociedad. En la actualidad este pueblo se sitúa en el cen­tro-oriente del Distrito Federal, en una micro-región urbana consolidada en la frontera entre las delegaciones de Coyoacán e Iztapalapa, dos de las 16 subdivisiones político-jurídicas y administrativas básicas de la organización socio-territorial del Distrito Federal (cuadro 2). En esta ciudad capital del país, se concentran recursos económicos, financieros y culturales, y circulan flujos de capital, de comunicación, de información y de imágenes.'2

Entre Coyoacán e Iztapalapa existen diferencias en extensión, funcio­nes y actividades, en la estructura social y urbana, así como en las proble­máticas socio-urbanísticas que revelan complejas características socio-territoriales y político-culturales. Las condiciones no sólo son diversas sino marcadamente desiguales en la calidad, en la distribución y en el ac-

52De acuerdo con Gustavo Garza (2000), la ciudad de México forma parte de un subsis­tema urbano que incluye las 16 delegaciones del Distrito Federal, 40 municipios del Estado de México, uno de Hidalgo, 22 de Puebla-Tlaxcala, seis de Toluca, seis de Cuernavaca, Mo-relos y dos de Pachuca, Hidalgo. Esta mega-ciudad, está estructurada a través de un com­plejo entramado de lugares, de redes sociales, de interacciones y de actividades locales, re­gionales y mundiales.

Page 301: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 285

Mapa 2. Estructura de poblamiento en la delegación Iztapalapa 1950

ceso arecursos urbanos.53 Iztapalapa es la delegación más poblada del Dis­trito Federal con elevados índices de marginalidad y pobreza. En contraste, Coyoacán ocupa el cuarto lugar en población y no obstante que es un espa­cio local con marcadas desigualdades socio-espaciales, en promedio tiene bajos niveles de marginalidad, pero entre las localidades que registran altos y muy altos niveles en esta Delegación, destaca el barrio de San Francisco Culhuacán. Cada delegación representa un espacio local de gobierno y de gestión del espacio social y urbano, distinguiéndose igual que las demás

53Las cifras presentadas en este apartado fueron obtenidas del Censo General de Población y Vivienda, 2000 y Conteo de Población, 2005, IRIS-SCINCE por AGEB, 2008; y Monografía de Culhuacán, Osear Cruz, 2010.

Fuente Cartografía y datos OCIM. Archivo Histórico INEGI Elaboración: Marisol Gutiérrez Cruz

Page 302: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

286 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Cuadro 2. El Pueblo de Culhuacán en la ciudad de México 2000-2005 Población y Superficie

Categoría Culhuacán Delegación Delegación Distrito Zona Metro-Coyoacán Iztapalapa Federal polüana del

Valle de Mexico (ZMVM)54

SUPERFICIE Micro-región 53.63 km2 116.67 km2 1,500.04 4,645.30 km2

1,050 has. kms2

Pueblos y barrios 5,400 has. 11,667 has. 300 has.

POBLACIÓN Pueblos y barrios 2000 77,994 640,423 hab. 1,773,343 8,605,239 18,396,677

POBLACIÓN Micro-región 2005 200,732 628,063 hab. 1,820,888 8,720,916 19,239,910

Pueblos y barrios 76,651

Fuente: INEGI, Censo General de Población y Vivienda, 2000, y Conteo de Población, 2005. OCIM-UAM.

delegaciones del Distrito Federal, por estar delimitadas y jurídicamente establecidas con criterios y propósitos político-administrativos.

Estas delegaciones revelan una historia urbana y de poblamiento muy diferen­te que ha influido en las sucesivas transformaciones sociales y urbanas ocurridas al interior de los barrios antiguos y localidades modernas que integran esta micro-región. La urbanización de Iztapalapa inició en el siglo xx entre los años de 1929 y 1953, y las formaciones físico-sociales predominantes son las colonias popula­res y los conjuntos habitacionales. En contraste, los antecedentes de la urbaniza­ción en Coyoacán inician en el siglo XIX, en la Villa Coyoacán, cabecera situada al norte. Tienden a predominar en esta delegación formaciones físico-sociales resi­denciales medias y medias-altas que alternan con colonias populares, pueblos y barrios antiguos en el centro geográfico donde se ubican, entre otros, los pueblos de Los Reyes y La Candelaria, y colonias populares como Santo Domingo y Ajus-co, y en el oriente donde se ubica San Francisco Culhuacán.

Las diferencias son notables si consideramos el grado de marginación en cada una de estas delegaciones. En el cuadro 3 podemos observar que mien-

54Superficie estimada para la ZMCM. Comprende la población del Distrito Federal de 40 municipios del Estado de México y uno de Hidalgo. La proyección que contempla 58 munici­pios presenta una cifra de 18,652 habitantes para el mismo año. Gustavo Garza, 2000.

Page 303: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 287

Cuadro 3. Coyoacán e Iztapalapa, comparación de grados de marginación por Unidades Territoriales (UTS)

Grado de marginación

Muy Alta

Alta

Media

Baja

Muy Baja

Coyoacán. Población total: 640,423 habs.

UUTS

4

9

7

25

71

Población

82,471

133,339

45,799

129,783

249,031

Por ciento

12.9

20.8

7.1

20.3

38.9

Iztapalapa Población Total: 1,773,343 habs.

UUTS

65

45

46

15

15

Población

761,332

388,813

444,089

107,638

71,471

Por ciento

42.9

21.9

25.1

6.1

4.0

Fuente: Sistema de Información Económica, Geográfica y Estadística, SIEGE, Secretaría de Desarrollo Econó­mico, D.F, 2003, en: http:/Avww.siege.df.gob.mx/geografico/delegaciones.html Fecha de consulta: 22 de julio de 2010.

tras en Coyoacán la población en condiciones de alta y muy alta margina­ción representa 33.7 por ciento, en Iztapalapa esta proporción asciende a casi 65 por ciento de la población total.

En la escala local observamos que los 11 barrios que integran el pueblo de Culhuacán en las dos delegaciones concentran población con niveles altos y muy altos de marginalidad, expresando algunos de los principales efectos so­ciales del desarrollo urbano desigual de la capital del país (cuadro 4).

Cuadro 4. Culhuacán. Marginalidad

Bairío(s)

La Magdalena y San Juan

San Francisco y Santa Ana

San Antonio

San Simón (y la ZUE Estrella Culhuacán)

Tula

Población

9,291

14,413

6,142

5,961

1,842

Grado de marginación

Muy Alto y alto en mayor escala

Muy Alto. Alto y medio en Sta. Ana

Alto. Muy alto en torno al Canal Nacional

Alto y medio Muy alto en Cerro de la Estrella

Alto y medio. Muy alto en colindancia con San Francisco

Page 304: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

288 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Cuadro 4 (Continuación)

Barrio(s)

Culhuacán centro (y la colonia El Mirador)

Los Reyes

San Andrés Tomatlán

Santa Maria Tomatlán

Total

Población

6,595

7,379

5,392

12,465

69,480

Grado de marginación

Alto y medio

Alto, bajo y muy alto

Alto, medio y muy alto

Muy Alto sobre todo en colindancia con el Canal Nacional

Fuente: Elaboración propia con base en el Sistema de Información Económica, Geográfica y Estadística, SIEGE, Secretaría de Desarrollo Económico, D.F, 2003, en: http://www.siege.df.gob.mx/geografico/delegaciones.html Fecha de consulta: 22 de julio de 2010.

De otra parte, destaca que más de la mitad de la población es menor de 30 años, y es claro el predominio de población infantil de 0 a 14 años (29.69 por ciento) y de jóvenes con edades de 15 a 29 años quienes en el 2000 re­presentaban cerca de 30 por ciento de la población. Los grupos de 30 a 49

Gráfica 1. Culhuacán

Page 305: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 8 9

años abarcan 27 por ciento mientras los adultos mayores de 50 años poco más de 12 por ciento (gráfica 1).55

Observamos también, que la proporción de población económicamente activa (PEA), representa 54.34 por ciento predominando las actividades en el sector terciario que ocupan a poco más de la mitad de esta población. Es notable de una parte, el predominio de personas con ingresos muy bajos re­gistrándose un 42 por ciento que percibe de uno hasta dos salarios mínimos, mientras 10 por ciento percibe menos de uno. Y 34 por ciento se sitúa en niveles salariales de dos a cinco salarios mínimos. Salta a la vista que las mujeres representan 71 por ciento de la población analfabeta, en contraste con 29 por ciento de hombres en 2005, no obstante que el analfabetismo se reduce significativamente en el mismo periodo (Cruz, 2010). Estos indicado­res ilustran en forma muy esquemática la desigualdad social y de género que distingue a la vida urbana en el pueblo de San Francisco Culhuacán.

USOS Y APROPIACIONES DEL ESPACIO

En la primera década del siglo xxi, en el contexto del capitalismo flexible y de la economía de mercado, en el pueblo de Culhuacán ya no hay tierras de cultivo y las actividades económicas de los habitantes dejaron de ser agríco­las desde hace casi medio siglo. Los usos agropecuarios no están permitidos de acuerdo con los lincamientos de zonificación y usos de suelo en los res­pectivos programas de desarrollo urbano de las delegaciones donde se ubica la micro-región del pueblo. Sin embargo, aún existen algunas familias que en sus predios de propiedad privada han conservado un espacio en el traspa­tio de sus hogares para la cría de aves o establos destinados a la cría de gana­do vacuno para uso doméstico y comercialización a escala micro-local de productos lácteos tales como leche y quesos. Predomina la propiedad priva­da, pero existen algunos predios de pequeña escala de propiedad colectiva ejidal como es el caso de terrenos de canchas de fútbol, y del Deportivo Cul­huacán perteneciente al Comisariado Ejidal y al grupo de ejidatarios. Otros casos de propiedad colectiva son las que pertenecen a la Mayordomía del Calvario, asociación civil propietaria de un terreno contiguo a la Plaza Leona Vicario, frente a la Capilla del Calvario; dos panteones vecinales administra-

55Para el 2005 se observa una tendencia a la disminución de la población infantil y joven (0-34 años) en los barrios de las dos delegaciones, pero es mayor en Coyoacán donde se regis­tra un decremento de aproximadamente 10 por ciento.

Page 306: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

290 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

dos por patronatos integrados por habitantes "originarios" del pueblo. Y la Capilla del Señor del Calvario en el centro de Culhuacán.

El espacio urbano contemporáneo del pueblo de Culhuacán, es espacio urbano construido, habitado y de elevada densidad. En la primera década del siglo xxi, este pueblo es un espacio local de pequeños propietarios privados donde predomina la heterogeneidad socio-territorial. Al hablar del espacio local actual y de su delimitación, don Agustín Rojas, cronista y mayordomo de Culhuacán, nos dice que,

Culhuacán en la actualidad pertenece a las delegaciones de Coyoacán e Iztapala-pa, cuyos límites los fija el Canal Nacional. Está formado por once barrios, perte­neciendo cuatro a Coyoacán y el resto a Iztapalapa, estos barrios son independien­tes en sus festividades locales, uniéndose en su totalidad para celebrar la fiesta de la Santísimo Trinidad en la Capilla del Calvario (A.R., 14-02-2008).

Existen diferencias en el tamaño de las localidades y de los predios, en el tipo y calidad de vivienda, en los usos sociales de los lugares públicos; en el tipo de familias, en las edades, actividades, escolaridad, gustos y preferen­cias, así como en las formas organizativas de los habitantes. Estas dife­rencias se inscriben en el entorno construido, mostrando no sólo los efec­tos fragmentadores y segregadores de los cambios y de las políticas urbanas instrumentadas en la ciudad de México. También revelan distintos niveles de pobreza, formas de exclusión, tensiones y conflictos latentes derivados de los cambios en la tenencia de la tierra, de la manera como ocurrieron es­tos cambios y de las formas de apropiación, uso y control del espacio ur­bano.

En la actualidad, los usos y funciones predominantes son habitacionales unifamiliares, plurifamiliares, multifamiliares y mixtos coexistiendo con usos comerciales y de servicios. En la última década han ocurrido múltiples cambios en el espacio público local que influyen en la vida local. Una familia originaria del barrio de Tula cuenta que los principales cambios en la prime­ra década el siglo xxi han sido los puentes, el incremento del comercio y de los automóviles. Agregan que proliferaron los bancos, las empresas automo­trices, Elecktra se expandió y hay más puestos de comercio ambulante. En efecto, además de los mercados locales y de los tianguis de fin de semana, prolifera un cúmulo de micro y pequeños negocios: tiendas de abarrotes, de alimentos, fondas, tiendas de artículos para el hogar, talleres mecánicos y refaccionarías, entre otros. En muchos casos estos negocios desdoblan su oferta de servicios hacia la calle disputándose el uso de las banquetas con los

Page 307: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 291

peatones, con los puestos de periódicos y de alimentos preparados al mo­mento como jugos y tacos, o bien con puestos de dulces y cigarros, y con el comercio callejero. Se distinguen también las empresas medianas y grandes: supermercados, panaderías, tiendas de electrónicos, de muebles, de ropa, de automóviles, entre otras, a las que se agregan empresas financieras, como son los bancos.

Es notable en la imagen urbana de los barrios y en las principales calles y avenidas que delimitan al pueblo, la saturación de publicidad comercial derivada de la abundancia de anuncios y espectaculares de establecimientos comerciales, entre los que se distingue Elecktra, Soriana, Telmex, productos far­macéuticos Similares y un amplio repertorio de productos de consumo. La diversidad de usos y de usuarios coexiste con la intensiva movilidad urbana cotidiana de peatones, de automóviles privados, de vehículos de carga y des­carga y de transporte público.

ESPACIO PÚBLICO. LOS LUGARES COMUNES Y LA CONVIVENCIA EN LA DIVERSIDAD

En ciudades como la nuestra, el espacio público en la escala local y micro-regional, alude a dos dimensiones articuladas de la vida urbana: los lugares comunes y abiertos a todos, y las relaciones, prácticas y usos sociales que en estos se llevan a cabo. En estas dimensiones se expresa la calidad física y relacional del entorno construido donde se desarrollan formas de vida públi­ca, de organización social y de apropiación colectiva del espacio habitado. A partir de estas dimensiones nos acercamos a la manera como habitantes y usuarios conviven, realizan actividades funcionales y rituales que le dan sentido a la experiencia urbana de la gente. En Culhuacán, las calles y las plazas, las iglesias y los atrios, el exconvento y los mercados, son lugares públicos por excelencia a los que podemos agregar el parque, el deportivo y los panteones, que cumplen un papel activo y significativo en las formas de convivencia de las comunidades locales. Una residente que ha vivido 20 años en el pueblo, emparentada con una familia originaria señala que,

Culhuacán es un centro de actividades, es un centro de cultura, incluso tene­mos nuestro ex convento de Culhuacán que cada ocho días nos brinda muchí­simas actividades, desde música, pintura, cursos de verano para los niños, muchísimas actividades. Tenemos el centro de Culhuacán, el Centro Comu­nitario de Culhuacán también ahí tenemos muchas actividades por parte de la delegación (E.F. 3-06-2010).

Page 308: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

292 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Se trata de lugares de encuentro, de movilidad, de sociabilidad y de ac­tividad que la gente usa no sólo en la vida cotidiana sino también en las fiestas y celebraciones abiertas a todos los que concurren. Estos lugares tienen un núcleo central, La Santísima Trinidad, donde se ubica la capilla del Calvario, que es el principal referente simbólico de los 11 barrios. Esta capilla es identificada como espacio de devoción religiosa y de encuentro de la comunidad, a cargo de los mayordomos y donde se lleva a cabo el cambio de mayordomía. Es un lugar de celebraciones religiosas y punto de llegada y de salida de las procesiones en las trayectorias de las fiestas patronales. Un lugar central en el pueblo es la plaza de la Ancianidad también llamada Leona Vicario que se extiende frente a esta parroquia siendo el punto de referencia para todos los barrios, rodeada de casas de dos plantas habitadas por familias originarias y, a excepción de los días de fiesta, cotidianamente se usa para estacionar los vehículos de los vecinos. Al hablar de este lugar, habitantes de distintos barrios consideran que es el más importante, pero tiene problemas de descuido, falta de mantenimiento, seguridad en la no­che y falta de servicio de luz. Con este espacio abierto de pequeña escala entroncan dos calles centrales: la calle 16 de Septiembre que comienza en un costado y la 15 de Septiembre que conduce a la plazoleta contigua con su kiosco. En torno a este espacio se establece el tianguis semanal de fruta y verduras. Frente al kiosco se ubica el Mercado de Culhuacán y la escuela Gustavo A. Madero, en la calle Agustín de Iturbide que entronca con ave­nida Tláhuac.

A un costado del núcleo central, destaca otra calle emblemática para la comunidad, la calzada Morelos, donde se encuentra el ex convento de San Juan Evangelista (1562-1569-1576) que data del siglo xvi y donde en la ac­tualidad se encuentra el Museo de Culhuacán y el Centro Cultural Comuni­tario. El ex convento es el principal espacio público local y translocal que se usa como lugar de reunión y como centro cultural y de espectáculos donde concurre gente del pueblo y de las colonias populares contiguas de las dos delegaciones, pero también de otras localidades de la ciudad de México. Los domingos, la mayoría de los visitantes y usuarios son de fuera del pueblo. En esta calzada se ubica, contigua al exconvento, la iglesia de San Juan Evange­lista (1880-1897) y el panteón de Culhuacán, para servicios de sepultura de difuntos de los barrios del pueblo.56 Esta calzada es uno de los caminos que

56A1 considerar al convento como la primera escuela de lenguas de la Nueva España, Gorbea supone, pero dice no poder comprobarlo, que incluso Fray Bernardi­no de Sahagún, tuvo una enstancia, durante la cual enseñó en este convento. Ade-

Page 309: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPAIAPA Y COYOACÁN • 293

conducen al Cerro de la Estrella. Benito Juárez es otra calle articuladora co­nocida por la población, paralela a avenida Tláhuac.

En San Francisco destacan las calles 5 de Mayo y Ejido. Esta última cam­bia de nombre a Rosa María Sequeira al entroncar con la avenida de Los Apaches en colindancia con las unidades habitacionales y la Escuela Naval Militar. Al hablar de la calle 5 de Mayo, un grupo de jóvenes cuenta acerca de las bandas juveniles,

5 de mayo sale de avenida Taxqueña [...] donde está ubicada la iglesia de San Francisco [...] ahí se encuentran varias banditas que se traen riña y cuando hay fiesta y se realiza un baile pues ahí se realizan hasta los golpes. Pues ora que sí que es como todo [... ] pues es que es el Barrio de San Francisco, y no es por los que van, pero hay mucha delincuencia, mucha drogadicción, todo eso [...] Pues [...] ora sí que los chavos no se meten con los mismos del barrio, ora sí que respetan lo que es San Francisco (29-05-2010).

Al interior de San Francisco, destacan dos calles emblemáticas, la Miguel Hidalgo que introduce al barrio desde avenida Taxqueña y la calle Santa Ana, calle de salida que se extiende perpendicular a la primera, conduce a la pla­zoleta y a la parroquia. Santa Ana es donde se encuentra el panteón para los servicios de sepultura de los cuatro barrios ubicados en Coyoacán. Los prin­cipales lugares donde se reúne la gente, son las pequeñas plazas barriales,

Algunos barrios cuentan con una pequeña plazuela donde celebran sus festivi­dades o diversos eventos. El ex convento ahora es el principal centro de reunión donde se realizan espectáculos cada domingo (A.R. 14-02-2008).

La calle se usa como vía de comunicación, es importante para los habi­tantes como lugar de paso y de movilidad en el día, pero existen problemas que afectan su calidad física y social, tales como asaltos, robo de auto partes y drogadicción. Las calles centrales en la noche representan un lugar de in­seguridad y de falta de servicios, como señala un habitante

... efectivamente, algunos maleantes han tomado estas calles poco transitadas para cometer actos ilícitos, y algunos vecinos para depositar sus bolsas de basu-

más este autor fecha así la trayectoria del convento: la edificación fue iniciada en 1562, terminada antes de 1569 y ampliada hacia 1576. La iglesia actual del ex-con-vento se construyó entre 1880 y 1897 (Gorbea, 1959: 10).

Page 310: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

294 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

ra que después los perros sin dueño se encargan de esparcir dando una imagen de calle sucia, pese a que diariamente el barrendero la recoge [Ibidem, 2008).

Una joven adolescente que vivió su infancia en el pueblo y regresa con sus padres a visitar a la familia, habla de los usos de los espacios públicos,

... son comidas familiares, venimos aquí al mercado, los domingos se pone el tianguis y venimos todos a comprar.. .o pasamos aquí al convento un rato.. .ten­go amigos pero casi no me dejan salir...solo platico con ellos por teléfono o por la computadora...(N.V 30-V-2010)

Los problemas de seguridad pública han generado miedo hacia la calle por parte de jóvenes y adultos, quienes en diversos testimonios hablan de calles identificadas como puntos problemáticos debido a las condiciones físicas de las banquetas donde camina la gente, por la falta de iluminación o por la pre­sencia de personas con problemas de alcoholismo o de consumo de drogas,

... no salgo mucho y no salgo sola [...] por ejemplo, la calle de Benito Juárez está muy sola, entonces me dicen "si ves a algún señor te pasas del otro lado o tipos drogándose, ahí con la mona o lo que sea, te pasas del otro lado. Siento que hay que andarse cuidando de la gente..." [Ibidem, 30-05-2010).

Algunos testimonios aluden a calles que tenían nombres conocidos y han cambiado de nombre, como es el caso de la calle Jacobo Wats en el barrio de San Simón. En el caso del barrio de Tula, el más pequeño, no hay un nú­cleo central, está cruzado por una sola calle sin banqueta,

Es una sola calle, ni banquetas hay, por ejemplo donde vivimos nosotros [...] no hay banquetas [...] no hay plaza ni nada (J.S., 3-04-2008).

El Canal Nacional, el deportivo Culhuacán y los panteones, son lugares de importancia para la gente por los usos sociales y simbólicos que se llevan a cabo y porque revelan prácticas sociales inscritas en problemáticas de la vida del pueblo. Respecto al Canal Nacional los vecinos consideran que la calidad mejoró un tiempo pero se ha degradado,

Se arregló para paseo, lo inauguraron con una canoa [...] la gente comenzó a ir a caminar pero se fue deteriorando, con basura, por tanto hay ratas. Hay gente que se droga o se emborracha. Asaltan... (E.S. 6-07-2008).

Page 311: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 5

Un vecino originario del pueblo, habitante del barrio de San Antonio Culhuacán y miembro de la organización de rescate del Canal Nacional ex­plica que,

... conocí el Canal Nacional en su fase principal [... Jcuando había mucho árbol, mucha vegetación, mucha fauna, desgraciadamente se dejó caer. Ahora un gru­po de vecinos nativos de aquí de Culhuacán, estamos tratando de que el canal no se nos pierda. El tramo que nos corresponde, si ustedes lo ven, siempre está limpiecito, es a base del trabajo de los vecinos. Los que estamos jubilados, por ejemplo yo, tenemos el tiempo suficiente, los jóvenes que trabajan, vienen el sábado o domingo y nos ayudan...(B.R. 29-05-2010).

El Canal fue objeto de recuperación en el 2006 como resultado de un proyecto urbano entre las delegaciones Iztapalapa y Coyoacán. Se rediseña-ron áreas verdes y arboladas, con bancas de concreto distribuidas a lo largo del paseo peatonal rehabilitado, y al interior del agua del canal se introduje­ron patos y una canoa de madera para uso de los vecinos. Sin embargo, la posterior falta de mantenimiento ha deteriorado la calidad de este lugar in­fluyendo en los usos y en los usuarios,

Lo que hace falta al canal es limpiarlo, ya sea el lirio o de, igualmente, el pasto, las plantas, porque le digo, cuando lo inauguraron pues se veía bien bonito, arregladito, el pastito bien cortadito y todo alumbrado, bien, lo que es estar bien arreglado, pero ahorita hay muchas lámparas fundidas, se ve muy oscuro (M.A.R. 1-06-2010).

En las condiciones físico-ambientales actuales del Canal, destacan pro­blemas de contaminación del agua que están produciendo la muerte de los patos en una parte del Canal,

... y no crea, que otra vez se nos volvieron a morir, ya no tenemos ni uno otra vez y ya los enterramos, yo la semana pasada vine a enterrar los únicos cinco que queda­ban. Pero es raro, nada más se pone así muy triste, se deja flotar en el agua y ahí se queda. Y de aquel lado está bien sucio y ahí hay patos, fíjese [...] Los gansos que ven ustedes allá son de nosotros, los tuvimos que mandar para allá porque aquí estaban muriendo [...] es raro que nada más en esta parte ser nos mueran [...] no está lim­pio, nada más vean. Ahorita hay mucha carpa... (B.R. 29-05-2010).

Page 312: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

296 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Los usos públicos, sociales y funcionales del Canal expresan fenómenos de apropiación irregular y de disolución social. De una parte, a un costado del Canal se distingue el uso irregular de un área verde por una base del transporte público, transgrediendo acuerdos con la comunidad, obstruyendo el paso peatonal y ocupando porciones del jardín,

si usted ve allá a los señores de los micros, ya agarraron como base, aquel era un jardín y ya se lo echaron y nadie les pone un hasta aquí eh [...] ya no dejan ni pasar... (B.R. 29-05-2010).

De otra, los vecinos afirman que existen fenómenos de drogadicción en grupos de jóvenes que usan el Canal como lugar público de reunión sobre todo durante la noche y madrugada, lo que representa un problema que preocu­pa a los vecinos,

Después de las 10 están aquí un montón de muchachas y muchachos, ven la patrulla, se acuestan todos, la patrulla no es capaz de subirse. Nos han prome­tido [...] que iban a acabar con esto, iba a mandar a su gente que subiera y que caminara, nunca lo hizo y [...] un día vengan a las 10, 11 de la noche y vean cómo está... (B.R. 29-05-2010).

Al comentar que existen pocos espacios públicos en el pueblo, entre los que destaca el deportivo, una residente originaria integrante de

... no tenemos espacios públicos, ya no hay. Si [...] se piensa vender el deportivo a Walmart, entonces ¿dónde van a ir nuestros hijos? Yo lo veo muy encaminado a que se haga, yo no le veo intenciones ni al jefe de gobierno ni a la jefa delegado-nal que hagan esa compra (C.R 3-06-2010).

Al referirse al panteón vecinal de Culhuacán, explica que si bien hay un patronato, hay problemas de saturación y de irregularidad,

antes cada quien tomaba un lugarcito y luego se regularizaba [...] ahora se satu­ró, no se puede caminar como antes, hay problemas de irregularidad de tumbas ...(E.S. 6-07-2008).57

"Testimonio de una adulta joven (35 años), ex residente del barrio de Tula. Regresa los fines de semana a visitar a su familia originaria del lugar, es co-propietaria de la casa de

Page 313: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 7

En el pueblo de Culhuacán, los espacios de sociabilidad y entretenimien­to son escasos, particularmente para jóvenes. Aparte del ex convento y su oferta cultural, los cines más cercanos están en Tláhuac o en Miramontes. Con pocas excepciones, como el ex convento, el parque Culhuacán y la pla­zuela adoquinada en la calle de Santa Ana y Los Reyes, frente a la capilla, en los espacios cotidianos predomina la baja calidad física, de equipamiento y la inseguridad. Este es el caso de los lugares habilitados en años recientes con juegos infantiles, bancas y columpios en los camellones que quedaron debajo de los puentes nuevos edificados en los primeros años de esta década en la avenida Taxqueña. Su diseño de concreto, cerrado con maya ciclónica para prevenir accidentes, sitúa al transeúnte y usuario ante la vialidad pri­maria de rápida circulación que se extiende por ambos lados. Estos lugares son de paso, no se usan para estar y no atraen a la comunidad por la conta­minación por humos tóxicos, por el ruido de vehículos y por el polvo.

TRADICIONES, FIESTAS Y CELEBRACIONES

Las fiestas patronales son representaciones socio-culturales de tradiciones autónomas de los pueblos en las que se expresan las formas de organización de los poderes locales. Las familias originarias son las que han asumido el compromiso de preservar estas tradiciones y la responsabilidad de organizar las fiestas que se realizan durante todo el año. El sistema de cargos es la base de esta organización en la que es central la figura de los mayordomos de cada barrio bajo la coordinación del mayordomo mayor que al igual que los pri­meros son nombrados cada año. Entre estas familias destacan apellidos tales como Rojas, Rosas, Nava, Morales, Juárez, Reyes, Salas, Silva, Pasten, Salva­dor, Galicia, Luna, Valverde, entre otras. Al hablar de quienes son los origi­narios del pueblo, don Agustín, cronista y miembro del grupo para el Resca­te Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, afirma que no es posible conocerlos a todos,

Hace algunos años todos los habitantes de los barrios nos conocíamos, o lo identificábamos de dónde era o de qué familia procedía por su apellido, ahora con tanta gente es imposible (A.R., 5-07-2008).

los padres que siempre ha tenido modificaciones para construir vivienda para los hijos. Es enfermera del IMSS y residente de la delegación Cuauhtemoc.

Page 314: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

298 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

En el contexto local, las fiestas patronales condensan el esfuerzo de la comunidad por conservar y reproducir el sentido de ser pueblo y las tradicio­nes que se representan periódicamente en el espacio público. En Culhuacán se relizan alrededor de 85 festividades durante el año. Todas las fiestas son importantes pero la más grande es la fiesta de la Santísima Trinidad, en la que se rinde homenaje al Señor del Calvario y se realiza entre mayo y junio con la participación de los 11 barrios.

esta festividad es la más grande de todos los barrios de Culhuacán, todos los barrios vienen a festejar al Señor del Calvario y como le digo, es la fe lo que nos mue­ve a nosotros, queremos mucho al Señor del Calvario y pues aquí estamos (M.A.R., Io- 06-2010).

En el 2010 la fiesta se realizó durante la semana que abarca del domingo 30 de mayo al domingo 6 de junio. En la víspera se llevó a cabo una proce­sión encabezada por los mayordomos, para recibir la visita de mayordomos y miembros del pueblo de Xaltocan, Xochimilco. Esta procesión parte acom­pañada de una banda musical desde la capilla del Calvario, hasta el parque Culhuacán. Sigue la trayectoria peatonal acostumbrada atravesando la plaza y calles principales hasta cruzar el puente que conduce hacia la avenida Tax-queña hasta llegar al parque Culhuacán, donde ocurre el encuentro con miembros de la comunidad de Xaltocan.58 Posterior al saludo se unen a la procesión y hacen el mismo recorrido a la inversa hasta llegar al punto de origen, la capilla del Calvario. La comunidad de Xaltocan trae una portada para el altar de la capilla y al llegar se prepara el guacamole para los tacos que se brindan a todos los asistentes que se reúnen posteriormente en el atrio de la capilla. La portada que se coloca en la entrada de la capilla este año estuvo a cargo de la mayordomía de San Francisco. Las portadas son estructuras significativas hechas de productos de la tierra, tales como semillas y flores diferentes, que terminan de armar en la plaza Leona Vicario, a la vista de los asistentes. Acerca del diseño y costo de las portadas que asciende a 80,000 pesos aproximadamente, una participante nos cuenta que,

58Cruza la plaza Leona Vicario, recorre la calle 15 de septiembre, atraviesa la avenida Tláhuac hacia el puente vial, caminando sobre éste por un costado, y permitiendo la circula­ción de los automóviles por el otro, con el apoyo de cuida-coches locales que reorientan el flujo vehicular con una banderilla roja.

Page 315: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 9

lo realizan ahora si que las cabezas más antiguas, que ya tienen varios años en esto, ellos son los que ya tienen sus patrones. El costo de la portada, realizarla desde el armado del bastidor hasta ya tenerla presentada es de alrededor de unos 80,000 pesos, más o menos, nada más en gastos de portada. Es una cooperación de todo el grupo.

Los lugares donde se desarrolla la fiesta son la capilla del Calvario, el atrio que es el espacio donde se instala la cocina, el comedor y la música para los que concurren a desayunos, comidas y meriendas. La plaza Leona Vicario, el centro de encuentro y de actividad, donde bailan las comparsas, donde se arman y encienden los castillos, y donde terminan de montarse las portadas para la parroquia. Las calles que colindan con esta plaza de pequeña escala, se iluminan para la fiesta, en éstas se instala el tianguis de alimentos y bebidas, y la gente camina, entra y sale del lugar. Este año no hubo feria ni juegos como en otras ocasiones, una joven vecina cuenta al respecto que,

por estas fechas es la fiesta y generalmente se pone la feria en esta calle, creo que es Morelos [...] y esta vez no hubo juegos [...] la gente se unió para no permitirlos porque obstruyen las calles para el paso de la gente que vive allá en Valle de las Luces, creo que se llama así [...] los chavos se drogaban y nada más venían a eso [...] hay un montón de puestos que vendían cervezas...la gente se unió para un buen fin común [...] tenemos las fiestas ya más tranquilas (N.V 30-V-2010).

La fiesta patronal está a cargo de los mayordomos, donde el mayordomo mayor cumple un papel de autoridad y de coordinador de los demás con atribuciones de tomar decisiones,

se podría decir que el mayordomo mayor es el que lleva la batuta de los mayor­domos de cada barrio [...] de la comida o de las cosas que se van a hacer aquí en la parroquia para las festividades, pues es el que tiene la última palabra... (M.A.R., 3-06-2010).

La fiesta comienza y termina diariamente con música, comida y casti­llos, las misas se celebran a medio día. Para esto se usan los recursos de la mayordomía y de acuerdo a testimonios cada uno de los ocho mayordomos principales aporta una contribución de 10,000 pesos. El domingo es el pri­mer día, abren en la mañana con la banda y los mariachis para darle las mañanitas al Señor del Calvario, y recibir a los barrios de Coyoacán: San Francisco, San Juan, La Magdalena y Santa Ana. Al hablar de la organización de la fiesta el mayordomo mayor explica que,

Page 316: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

300 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

... tenemos que ir viendo, primero, nuestra aportación [... ] cuánto vamos a aportar para pues la comida, los refrescos, todo lo que se va a hacer. Igualmente pues tenemos que prepararnos desde antes para tener la parroquia en buenas condiciones, pintarla, este, hacerle su remodelación para que se vea bien ¿no? para que se vea presentable (M.A.R.,l°-06-2010).

Durante la fiesta, cada día inicia a las ocho de la mañana con la llegada del barrio que corresponde con la imagen de la parroquia. Los recibe el ma­yordomo mayor y los mayordomos de la capilla,

... vienen los barrios que les toca hacer la festividad con sus imágenes, nosotros pues los invitamos a que pasen aquí al terreno de la parte de atrás de la parro­quia para que se tomen un café y tamales o lo que les invitemos ¿no? Y, en la tarde del domingo vienen, les llamamos vísperas del barrio que le toca el lunes [...] el barrio de Los Reyes, traen nosotros le llamamos "el mayorcito" a una imagen que va a todos los barrios y se la llevan para que otro día por la mañana también vengan a darle las mañanitas al señor del Calvario [...] sigue la comida, y por la noche la quema de castillo (M.A.R., Io- 06-2010).

A partir del lunes se inicia la llegada de los siete barrios de Iztapalapa, comenzando con Los Reyes. El martes corresponde a Culhuacán, que orga­niza la festividad de ese día que concluye con la quema del castillo que algu­nos consideran el más grande, en la plaza Leona Vicario,

... en la noche va a ser la quema del castillo, del barrio de Culhuacán [...] luego hay como piques de los barrios a ver quién quema el castillo más grande y más bonito. Antes de la fiesta nos vienen a ver para pedirnos de favor que les prestemos las ins­talaciones y la magnitud de su castillo yo pienso ahora que va a ser el más grande porque va a poner hasta luces alrededor de la parroquia... (M.A.R., 1-06-2010).

Al hablar del origen de esta fiesta que tradicionalmente ha sido el día de la Santísima Trinidad, y de la celebración del martes con relación a la aparición del Señor del Calvario a los trabajadores de la cantera, en el lugar donde está la ca­pilla, una residente originaria que habita frente a la plaza nos cuenta que,

soy originaria de Culhuacán y lo que les pueda contar, lo poquito o mucho, lo sé por mis padres y mis abuelos [...] Trabajaban en la cantera, porque no había trabajo más que ese, sacar piedra [...] el domingo no trabajaron, el lunes estaban eruditos y llegaron hasta el martes a trabajar, le ponen un cuete a la piedra para

Page 317: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 0 1

que tronara, fue cuando apareció el Señor del Calvario eh, y entonces la fiesta es: la Santísima Trinidad, que es domingo y el martes, que es cuando encontra­ron al Señor del Calvario (M.L.M, 1-06-2010).

De acuerdo con este testimonio, el terreno para la capilla fue cedido por un vecino del lugar y todo el pueblo cooperó para la edificación, de aquí que corresponde un día de celebración a cada barrio, que organizan los mayordo­mos con la secuencia siguiente:

el pueblo de San Francisco el domingo, el lunes Los Reyes, el martes Culhuacán que, como le dije ¡la mera fiesta! Porque ese día se apareció, miércoles no hubo quién lo agarrara y lo agarraron los mayordomos que están en El Calvario, que son los ocho de uno de cada barrio, el jueves le toca a San Simón, viernes a los famosos de San Antonio, que siempre están diciendo que son los principales, y lo son, sábado le toca a Tula, domingo Tomatlán y San Andrés, y ahí termina la fiesta (M.L.M, 1-06-2010).

Al referirse al origen de la imagen del Señor del Calvario, el cronista del pueblo, explica que de acuerdo con la tradición oral la imagen data de mediados del siglo xw, con la presencia de los Agustinos en Culhuacán. Pero en realidad, la imagen es del siglo XVII y se ha relacionado con el Señor del Sacromonte, la imagen de Amecameca con la presencia de los Dominicos y, con el Señor de la Cuevita en Iztapalapa, mucha gente les llama los hermanitos porque creen que son de la misma época. Se trata de apariciones de cristos crucificados como el señor de Chahna. Al hablar de la capilla del Señor del Calvario explica que,

Es la capilla más importante que tiene Culhuacán, su imagen del Santo Entierro ha sido venerada desde el siglo xvi por todos los culhuacanenses y los pueblos vecinos, principalmente Xochimilco y Tlálpan (Rojas, 2007: 54).

La fiesta del martes Io de junio del 2010 finalizó el día con la quema de un castillo espectacular en la plaza Leona Vicario, que se transformó en un espacio de celebración del pueblo, con una concurrencia masiva que reunió a grupos sociales locales y translocales diversos en edad y género. Los vecinos que habitan en torno a esta plaza se reunieron en las azoteas con sus familias a observar la parroquia üurninada y el espectáculo de pirotecnia que cubrió el cielo de colores que caían sobre la mirada de la multitud, y no obstante la proximidad, transcurrió sin incidentes ante el asombro y disfrute de todos los participantes. Al comentar acerca del gusto por la fiesta que se celebra afuera de su casa, nos dice,

Page 318: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

302 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Mire, me gusta, pero a la vez la detesto, porque me ponen los castillos aquí en­frente. Yo nunca los gozo, los castillos, porque tengo que estar pendiente. El año pasado llegaron los cuetes hasta acá, me rompieron la instalación de la lavadora y por ese motivo es que no, ponen las bombas ahí, que es lo que no quisiera yo abajo del castillo ponen las bombas (M.L.M, 1-06-2010).

Entre los jóvenes que asisten a la fiesta se encuentran los que participan organizando y bailando en la comparsa, para quienes participar en este evento es significado de unión y en esta fiesta fueron convocados para bailar atrás de la portada de San Francisco. Cuentan algunos de estos jóvenes que les gusta la fiesta, el castillo, la comida y el baile, socializan toda la semana en grupo, in­vitan a amigos que no son del pueblo, pero no participan en la organización. Para estos jóvenes, hijos de quienes son o han sido mayordomos, "la experien­cia [...] la tienen los padres, nosotros no, casi no". Afirman que "les llama la atención ser mayordomos" pero no en esta etapa en la que participan poco en los rituales religiosos, desconocen al Culhuacán prehispánico, saben de los ejidos y de aquellas actividades agropecuarias de los padres y abuelos, pero no conocen la experiencia de las expropiaciones. Conocen los barrios y las calles pero no perciben problemas relevantes en éstos. Asisten a la fiesta por diver­sión y entretenimiento otros grupos de jóvenes locales y translocales que mantienen una relación marginal con la comunidad local organizada.

En la fiesta y en su organización también participan aquellos habitantes que se han integrado a las familias originarias a través del matrimonio con descendientes, estableciendo lazos de parentesco y relaciones de pertenencia con el lugar. Este es el caso de hijos (as) de migrantes de otros estados, como Oaxaca, Puebla o Zacatecas, que se establecieron hace aproximadamente cinco décadas en barrios y colonias aledañas. El testimonio de una de las participantes dice lo siguiente,

Llego aquí porque mi familia emigra de Zacatecas, originalmente viene de allá y radican en un pueblo -colonia- que se llama Fuego Nuevo, aquí cerquita. Al contraer matrimonio me vengo a radicar a Culhuacán, mi esposo es originario deaquí(E.F. 3-06-2010).

La comida es un elemento muy importante durante la fiesta, provee aten­ción e inclusión de todos los concurrentes que comparten platillos tradiciona­les que revelan el sincretismo entre lo prehispánico y lo colonial, a través de productos de la tierra que mezclan aromas, sabores y colores. La preparación está a cargo de un amplio equipo de mujeres que laboran todo el día en la co-

Page 319: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPAIAPA Y COYOACÁN • 303

cina instalada en el atrio de la capilla. Entre los platillos se distinguen los tacos de guacamole, los tamales de frijol y de pescado (miztlapique), los chilaquiles, las enchiladas de mole, el mole de olla y arroz. El agua de jamaica, el café y el pan de dulce complementan los alimentos. Una madre de familia casada con un oriundo de Culhuacán, habla del papel de las mujeres "primordialmente en el trabajo de cocina" en las fiestas organizadas por las mayordomías,

Las mujeres, generalmente en todas las mayordomías, nos encargamos de lo que son los alimentos, alimentar a la gente que está trabajando, desde los desayunos, cenas, el apoyo de las ayudadoras, darles a ellas su aportación de que estuvieron trabajando todo el día, su taco; y los hombres se dedican al trabajo de transportar las bases de las portada, de armarlas, de subirlas, incluso de enflorar, ese trabajo ya es mixto, pero de transportar la portada es un trabajo ya masculino (E.F. 3-06-2010).

El contenido católico-religioso de la fiesta se condensa en la capilla del Cal­vario, porque pertenece a la comunidad y está bajo el cuidado de los mayordo­mos quienes se encargan de invitar a un sacerdote para la celebración de las misas. La capilla no pertenece a ninguna mitra, es independiente de las demás iglesias y la más representativa de todos los barrios. Por tanto no tiene un párro­co asignado por ninguna orden religiosa y formalmente no está reconocida por el obispado. El conjunto de reglas y recursos materiales y humanos que implican estas celebraciones, se organizan a través del sistema de cargos, en forma inde­pendiente de la parroquia de San Juan Evangelista y sin el apoyo del párroco que pertenece al seminario secular de Tlalpan. De acuerdo con testimonios de la comunidad estas órdenes no están de acuerdo con este tipo de celebraciones independientes e incluso quieren que desaparezca la mayordomía, lo que podría relacionarse con cuestiones económicas y de control de recursos.

Las fiestas y las peregrinaciones "han marcado la historia del pueblo [.. .]has-ta nuestros días, Culhuacán ha sido referencia como punto de llegada después de un viaje largo en busca de un mejor lugar" (Rojas, 2007: 43). En la actualidad, cumplen un papel articulador entre la sociedad y el territorio lo que se expresa en la amplia convocatoria que tienen hacia grupos distintos, para compartir generosamente la ritualidad, la sociabilidad, la comida y la bebida, lo que con­vierte a las calles, plazas, y al atrio de la parroquia, en lugares públicos abiertos a todos. Las formas de apropiación colectiva que ocurren en estos lugares reve­lan al pueblo desde diferentes formas organizativas y prácticas sociales impulsa­das por las mayordomías, a las que se incorporan grupos de residentes, vecinos y asistentes locales y translocales, y comerciantes de alimentos y bebidas que despliegan sus puestos de venta en torno a la plaza Leona "Vicario. Estas prácti-

Page 320: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

304 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

cas socio-culturales no están siempre, ni necesariamente articuladas en forma directa a la devoción religiosa y a la fe cristiana.

Culhuacán. Algunas celebraciones y fiestas, 2010

Fecha Lugar

6 de enero

17 de enero

2 de febrero, día de La Candelaria

Semana santa, desde el miércoles de ceniza al domingo de resurrección*

1 de mayo

3 de mayo (día de la Santa Cruz)

Mayo-junio * Fiesta de la Santísima Trinidad

24 de junio

22 de julio

26 de julio

6 de agosto

4 de octubre

28 de octubre

1 y 2 de noviembre celebración de día de muertos

30 de noviembre

8 de diciembre

12 de diciembre día de la Virgen de Guadalupe

Diciembre (posadas)

25 de diciembre (nacimiento del niño Dios)

27 de diciembre

Barrio de Los Reyes

San Antonio

Parroquia del Calvario y plaza Leona Vicario

Barrio de Tula

Parroquia del Calvario y plaza Leona Vicario

Barrio de San Juan

Barrio de La Magdalena

Barrio de Santa Ana

Capilla del Calvario

Barrio de San Francisco

Barrio de San Simón

Barrio de San Andrés

Santa María Tomatlán

Parroquia de Culhuacán

*En estos casos las fechas son movibles. Fuente: Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, Las voces de Culhuacán, Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), UACM, Coordinación de Proyectos de Enlace Comunita­rio, Secretaría de Cultura del Distrito Federal, Centro Comunitario Culhuacán y Ce-Acatl A.C., México, 2006, pp. 87-112.

Page 321: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 305

Peregrinaciones, Culhuacán

Fecha Lugar

Febrero Santuario del Señor de las Misericordias, Coyoacán, Distrito Federal.

Miércoles de ceniza Amecameca, Estado de México.

Tercer viernes de cuaresma Tepalzingo , Estado de Morelos.

Mayo - junio Virgen de Xaltocan en Xochimilco.

Agosto San Juan de los Lagos, Jalisco.

Agosto Santuario del Señor de Chalma, Estado de México.

Septiembre Virgen de los Milagros en el estado de Tlaxcala.

Noviembre Tepeyac a saludar a nuestra Tonantzin la Virgen de Guadalupe

Fuente: Agustín Rojas Vargas, Relatos, leyendas y cuitas de Culhuacán, GDF (Programa de Apoyo a los Pueblos Originarios), México, Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, UACM, Coordi­nación de Proyectos de Enlace Comunitario, 2007, pp. 43-44.

Durante estas celebraciones concurren públicos muy distintos a la plaza, al museo y a la calle, en unos casos atraídos menos por la tradición religiosa, y más por el espectáculo, el entretenimiento y la sociabilidad. El consumo de bebidas alcohólicas cruza las formas de diversión que se realiza en los luga­res públicos. En otros caso, sin duda existe un vínculo claro entre parentesco y religiosidad como referentes de "lo nuestro" y de "nosotros" que recrean formas particulares de identidad social que resurgen en cada fiesta.

VIDA PÚBLICA FORMAS DE ORGANIZACIÓN Y DE PARTICIPACIÓN PROPIAS

En Culhuacán existen diversas formas de vida pública socio-política y cultural, en las que intervienen distintos actores sociales: mayordomos, ejidatarios, habitantes, comerciantes, instituciones públicas y representantes de gobierno delegacional y central, organizaciones sociales locales, agentes in­mobiliarios, instituciones financieras privadas y públicas, entre otros. Interesa poner atención en organizaciones sociales independientes que cumplen un papel activo en la vida pública local, en la conservación del patrimonio histórico, arquitectónico y cultural, plantean demandas ante las instituciones de gobierno, intervienen con propuestas y acciones ante problemas de interés general, y expresan puntos de vista diferentes frente a las transformaciones ocurridas y sus efectos. Entre éstas organizaciones, el

Page 322: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

306 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

sistema de cargos y la mayordomía -como parte del primero-, se distingue por ser la forma de organización local propia que más presencia, autoridad y respeto tiene en la comunidad, por ser responsable de las fiestas, de dar continuidad a las tradiciones y de conservar la parroquia.

Al hablar del significado de ser mayordomo, explican estos representan­tes que es un acto de fe y de servicio al Señor del Calvario, y con esto, de relación social con la comunidad local en una labor cotidiana de interacción y de cooperación, con el propósito común de la obtención de recursos para conservar la parroquia y las celebraciones tradicionales. Recuperando pun­tos de vista de los participantes,

Mire, ser mayordomo es la fe, la fe nuestra hacia el Señor del Calvario [...] invo­lucramos a toda la familia porque en nuestro barrio nos corresponde andar con una demandita ¿no sé si sepa usted qué es una demandita? (M.A.R., 3-06-2010).

Cada mayordomo de cada barrio, visita a los vecinos con una represen­tación en pequeña escala del Señor del Calvario, conocida como demandita, que es

una réplica del Señor del Calvario pero en pequeño, y andamos en todo el barrio cada semana, ya sea sábado o domingo para el mantenimiento de aquí de la iglesia [...] se podría decir que el mayordomo mayor es el que lleva la batuta de los mayordomos de cada barrio, [...]de la comida o de las cosas que se van a hacer aquí en la parroquia para las festividades pues es el que tiene la última palabra... (M.A.R., 3-06-2010).

Se trata de una labor familiar y de redes familiares que construye y con­serva lazos sociales y afectivos, relaciones de cooperación y de solidaridad entre los vecinos del barrio,

mi esposa también anda aquí conmigo, mis hijas también se involucran, bueno, involucramos a toda la familia [...] mucha gente ha sido solidaria con nosotros, mucha gente nos acompañó en los momentos difíciles que nosotros vivimos e igualmente este, la mayordomía pues nos sirve ¿no? Le digo, es la fe de nosotros con el Señor del Calvario, que igual yo andaba muy deprimido por esta pérdida y no sé, me quise refugiar aquí con el Señor del Calvario y pues aquí estamos, estamos ha­ciendo la mayordomía lo mejor que se pueda... (M.A.R., 3 de junio de 2010).

Page 323: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 0 7

El testimonio de una participante en la mayordomía, con relación de parentesco político con una familia originaria, habla de la importancia del origen y de la tradición,

Para mí es muy importante porque yo creo que tenemos un origen y el origen no lo podemos negar, no podemos ser una persona sin raíces [...] yo no soy de Cul-huacán, pero como mexicana estoy involucrada en cualquier tipo de rito que se realice en cualquier pueblo. Me encanta mi tradición, me encanta cómo es México, yo creo que no podría vivir en otra parte del mundo, porque lo que es Méxi­co me endulza la boca solamente mencionarlo (E.F., 3-05-2010).

La experiencia de un mayordomo de Culhuacán que ocupó el cargo en años recientes habla del sentido de responsabilidad hacia la imagen y hacia la comuni­dad que aporta sus donativos para los gastos y mantenimiento de la parroquia,

pues para mí es algo muy hermoso, algo que no lo vas a volver a vivir [...] impli­ca tener mucha responsabilidad hacia la imagen. Nosotros somos representan­tes de cada pueblo, de cada barrio [...] lo que me gusta es que la gente es muy amable [...] nos dan un donativo de cinco, diez, quince pesos, de a cincuenta centavos, un peso, todo para la manutención aquí de la iglesia, es para pagar agua, predio [...] todo lo que se requiere [...] esa es nuestra labor como mayor­domos (RC.A.I, 09-02-2008).

El punto de vista de una residente originaria que no participa en la orga­nización de la fiesta ni en la mayordomía pero que sus familiares han parti­cipado, expresa lo siguiente,

¿Qué es la mayordomía? Pues que se junta uno de cada pueblo, mayordomo de San Antonio, mayordomo de tal parte, o sea que son ocho y [...] suba al Calvario para que vea lo que hace la mayordomía, ahí se dará usted cuenta cómo está la iglesita [...] para atrás esta una cuevita [...] la han arreglado con sus jardines y todo, eso es lo que hacen los mayordomos (ML.M. Io. junio-2010).

En convergencia con las mayordomías, se han desarrollado organizacio­nes civiles que se expresan en defensa y conservación del patrimonio histó­rico y cultural, y en demanda de la recuperación y mejora de la calidad de los espacios públicos. Este es el caso del Grupo Cultural Culhuacán que ha he­cho denuncia pública acerca de la posibilidad de compra-venta con Wal Mart, del Deportivo Culhuacán predio que aún es propiedad ejidal,

Page 324: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

308 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

vemos que quieren vender parte de ese patrimonio que todavía es el deportivo. No estamos en contra de que lo vendan, que lo vendan, pero al gobierno, para que sea parte de la comunidad (CE 3-06-2010).

En este discurso de defensa del patrimonio, surge el referente de la tierra expropiada, lo que se entiende como un despojo a favor de la urbanización, que al no derivar en mejores condiciones de bienestar y de calidad de vida para los habitantes, abre la interrogante, aún sin respuesta, acerca de los propósitos de la expropiación.

también en el cerro de la Estrella muchos fueron despojados de esa parte, las expropiaron, y no entendemos por qué después mediante intereses fueron todos urbanizados. En ese caso, decían muchos de los vecinos: pues hubiéramos inva­dido nosotros, para tener un poco más de tierra. Porque nos las quitaron y des­pués vemos que se formaron las colonias, no entendemos cuál fue el objetivo de la expropiación (CE 3-06-2010).

Pero, no obstante que se habla de despojo en el Cerro de la Estrella, hay que aclarar que en éste no hubo expropiación, lo que ocurrió fue que los eji-datarios, en calidad de propietarios vendieron tierras, lo que según algunos testimonios fue auspiciado por el Comisariado Ejidal de entonces. Respecto al deportivo, esta organización propone que el gobierno de la ciudad y la de­legación compren el predio a los ejidatarios y que se rescaten los 12,500 metros para uso público de la comunidad. Sin embargo, el hecho de que el gobierno compre el predio no garantiza el uso público de la propiedad,

Hemos solicitado [una audiencia] con el jefe de gobierno, pero nos dicen que ellos están en veremos y la delegación igual, lo están estudiando [...] No sé qué es­tudian, porque hay una línea dorada que nos está rozando, hay un deportivo que va a ser un centro comercial, es atroz, son 12,500 metros que puede ser refores-tado con plantas originales y ya lo metimos a mejoramiento barrial para que se rehabilite, para que sea el lugar de esparcimiento de nuestras familias (CE 3-06-2010).

De acuerdo con los testimonios de miembros de esta organización, lo que buscan es un espacio de comunicación con las instituciones y sus repre­sentantes para demandar servicios, seguridad, mejoramiento de calles y la rehabilitación del deportivo, cuya defensa dio lugar en el 2009 a una protes­ta pública -que se difundió en los periódicos- en la que participaron niños y

Page 325: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 0 9

familias de la comunidad en demanda del rescate de este lugar para usos deportivos. Las demandas de esta organización van más allá, al considerar la necesidad integral de mejoramiento de la calidad física del entorno y de la ima­gen arquitectónica, en los once barrios que integran el pueblo de Culhua-cán,

con una arquitectura como la de este espacio, que es muy antiguo y que se reha­bilite el centro deportivo con una cancha empastada, con buenas gradas, con espacios para los pequeños. Lo que queremos es que mejoramiento barrial se meta, pero con una buena propuesta de un arco para los barrios, con una arqui­tectura como la del ex convento (C.P. 3-06-2010).

La reivindicación de ser pueblo se expresa en la demanda legítima de mejoramiento de la imagen arquitectónica del lugar histórico, en la que se distingue el reclamo de elementos de distinción como pueblo originario pre-hispánico, frente a localidades contiguas como las unidades habitacionales, con las que no desean ser confundidos, porque se consideran diferentes,

¡nos confunden con la unidad CTM! No somos unidad, somos un pueblo prehis-pánico, pero no tenemos algo que diga "Pueblo de Culhuacán", "Barrio de Los Reyes", "Barrio de San Simón" (C.P. 3-06-2010).

En la lucha por la reivindicación y reconocimiento de ser pueblo origina­rio prehispánico han tenido una participación activa en apoyo a la Ley de Pueblos Originarios y a la protección de usos y costumbres. Han asistido a foros, a diplomados, mesas de discusión,

y vemos que a nivel internacional la norma 169 protege estos usos y costumbres y tradiciones, los fomenta o, vamos, es una riqueza que todavía otros países los conservan y la motiva, pero aquí no [...] otras [...]organizaciones civiles tienen más apoyos, hasta económicos o de vivienda. Es lo que vemos, que nosotros que somos de aquí, que somos originarios, que no nos hemos movido de aquí duran­te siglos, porque nuestras tierras no las vendemos, las heredamos. Las que con­servamos vienen decretos presidenciales y las expropian, para qué, para hacer unidades habitacionales como la Unidad CTM que todavía hasta la actualidad se les deben a los ejidatarios (C.P. 3-06-2010).

Esta organización ha impulsado formas de comunicación en red con resi­dentes de cada barrio, creando una página en internet para difundir la condi-

Page 326: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

310 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

ción de Culhuacán como patrimonio histórico-cultural, y estableciendo víncu­los con organizaciones sociales afines y con instituciones públicas. Presentaron propuestas de participación ciudadana en proyectos de conservación del espa­cio patrimonial a través del Programa de Mejoramiento Barrial. Con estos programas y a través del apoyo de la Secretaría de Cultura, proponen impulsar el proyecto guardianes del patrimonio para que en un sentido pedagógico, vin­cule a la sociedad y a las instituciones para la valoración y conservación del espacio local y del lugar patrimonial. Reconocen que en las fiestas patronales, en las tradiciones y en las costumbres es donde se condensa el sentido de co­munidad y de solidaridad vecinal. Sin embargo, para distintos miembros de la comunidad en estos espacios existe una tendencia al individualismo, un re­pliegue hacia lo personal y hacia lo privado familiar asociado a una desconfian­za creciente hacia la política institucionalizada y hacia los intereses en juego ya sea de partidos o de grupos. En muchos casos existe la percepción de que los partidos políticos se acercan en tiempos de elecciones y posteriormente es difícil acceder a los representantes de gobierno. Un testimonio explica que existe un gran interés de conservar las tradiciones culturales,

... lo primero es consensar con los vecinos y después llevar a cabo una buena rehabilitación de esos espacios [...] lo que nosotros hemos hecho es, a partir de las cosas culturales, enlazarnos con diferentes organizaciones o vecinos para ver cómo podemos hacer un frente común contra este avasalle del sistema, o de la mancha urbana que crece día con día [...] nos ponemos de acuerdo para decir ¿tienes alguna mesa de trabajo en el gobierno para que nos invites a participar? (C.P. 3-06-2010).

Existen diversas organizaciones que han participado activamente en la reconstrucción de lo público como espacio social, cultural y político y como práctica colectiva. Organizaciones como la Asociación Civil por el Rescate Histórico y Cultural de Culhuacán, buscan abrir espacios de participación con propósitos comunes y vinculantes a través de la cultura y de acciones a favor de la conservación del patrimonio que generen condiciones de bienes­tar para la comunidad local. Tienen vínculos de cooperación en escala distinta con todas las organizaciones de Culhuacán, con las delegaciones políticas, así como con las Secretarías de Cultura, de Educación y con el Programa de Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO) del Gobierno del Dis­trito Federal. También, con el Instituto Nacional de Antropología e Histo­ria (INAH), y con universidades públicas como es el caso de la Autónoma de

Page 327: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 311

la ciudad de México (UACM) y con la Coordinación de Proyectos de Enlace Comunitario.

En este sentido, existen avances significativos en la ampliación de la participación ciudadana de grupos organizados que proponen y toman par­te activa en proyectos que obtienen recursos institucionales orientados tanto a la difusión de la historia y de las tradiciones culturales a través de publicaciones, así como al desarrollo social y al mejoramiento de los barrios, lo que ha contribuido a la revalorización de los lugares públicos y del patri­monio histórico, cultural y arquitectónico. Este es el caso del barrio de San Antonio que fue beneficiario del Programa de Mejoramiento Barrial y como parte de los trabajos y recursos obtenidos de este programa adquirieron herramientas para conservar y limpiar el agua del Canal Nacional y las áreas verdes con la participación de los vecinos adultos y jóvenes. Se planea iniciar la reforestación con la aprobación del Programa para una segunda etapa en este mismo año.

En contraste, la participación es aún muy restringida o nula en la toma de decisiones acerca de la realización de grandes proyectos urbanos de im­pacto local. Todavía es muy limitada para enfrentar y dar solución a los se­veros problemas locales que afectan a la gente y que degradan el entorno lo­cal. A esto se agrega que en Culhuacán los coordinadores de enlace territorial no son electos por la comunidad, son nombrados por las delegaciones res­pectivas y generalmente no son del pueblo sino personal de la delegación. Se mencionan en forma esquemática tres ejemplos de situaciones problemáti­cas en las que la participación ciudadana enfrenta restricciones.

El primero es el caso del proyecto y la construcción de la línea 12 del me­tro. En 2008 hubo una invitación por parte de la diputada local Lourdes Alon­so, a una reunión para informar acerca del proyecto de construcción del metro. A la reunión asistió un grupo de habitantes de Culhuacán y de San Andrés, a quienes les informaron acerca de los estudios para la realización del metro y se expusieron las vías alternas por donde podía pasar la línea 12. De acuerdo con algunos testimonios, se plantearon cuatro alternativas: la primera en el eje 3, señalando el inconveniente de que tendrían que levantarse las construc­ciones ya hechas a lo que se agrega la limitante del tipo de suelo fangoso ya que fueron terrenos de chinampas. La segunda se refería al Canal Nacional, opción difícil de considerar por ser patrimonio histórico que podría ser afectado por la realización del proyecto. La tercera se planteaba a partir del metro Constitu­ción, trazada a espaldas del Cerro de la Estrella hasta la calzada Tláhuac. Y la cuarta alternativa fue su ubicación en la calzada Tláhuac, precisamente donde

Page 328: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

312 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

se está construyendo actualmente, para conectar la línea con el metro Consti­tución, con un tramo subterráneo y otro superficial.

Diversos actores locales argumentan que la decisión acerca de la elección entre las opciones expuestas no fue resultado de una participación democrática de los habitantes, y que realmente no se llevó a cabo una auténtica consulta pública en un sentido amplio que considerara las distintas posiciones y argu­mentos. Esto no obstante el interés de distintos actores locales y de las movili­zaciones realizadas por habitantes y miembros de organizaciones sociales.

Aquí en Culhuacán, bueno, desgraciadamente los problemas que hay pues son ahorita las obras del metro. Creo yo que nos afectaron, nos afectan mucho por­que nuestro pueblo, éste es el centro de los ocho barrios, vamos a llamarlo así aunque no sean lineales exactamente un círculo, pero este es el centro de ocho barrios que ya quedaron divididos en un inicio por el eje, posteriormente por el puente, en lo sucesivo por el metro. Entonces se va fraccionando. La gente que venía, que acostumbraba venir por las fiestas eran colas de gente, calles cerradas por la gente, no se podía pasar (E.F., 3-05-2010).

En el caso de Culhuacán, el proyecto urbanístico de ampliación del metro hacia el oriente del Distrito Federal, específicamente hacia Tláhuac, tiene y tendrá un impacto directo en la vida cotidiana del pueblo. Esta si­tuación abre un debate entre miembros de la comunidad local no sólo de­bido a que las obras y las excavaciones alteran temporalmente las rutinas diarias, las formas de comunicación y de movilidad de los habitantes. Tam­bién, y quizá sobre todo, por la falta de certeza ante los posibles efectos negativos, y porque al trazar una nueva frontera física en este lugar histó­rico-patrimonial, pone en cuestión si la ubicación de la línea 12 era la mejor alternativa viable a favor de la conservación del espacio local del pueblo. A esto se agrega que se han reabierto dudas acerca de posibles ha­llazgos arqueológicos, debido a que no está permitido que la gente se acer­que por razones de seguridad, pero tampoco se ha brindado la posibilidad de que se realice un recorrido con representantes del pueblo y autoridades institucionales.

Nosotros [...] como comunidad [...] estuvimos en el movimiento a la defensa -ante las afectaciones- del metro lo que se venía y lo que estamos sufriendo ahora [...] no dejan que se acerque uno [...] nosotros sabemos que aquí van a encontrar muchas cosas, oímos muchos rumores y leyendas, pero el aval, el rescate de salvamento arqueológico del INAH dice que no hay nada. Pues tal vez

Page 329: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 313

haya un contubernio ¿no? [...] es una línea que están haciendo y que va para adelante, aunque sabemos que el objetivo es Tláhuac, para urbanizarlo como se urbanizó Culhuacán hace tiempo (CE 3-06-2010).

En la actualidad estas obras nuevas se realizan sobre un espacio ya construido en décadas previas, lo que pone en duda que aún existan piezas arqueológicas donde se llevan a cabo las excavaciones del metro. Sin em­bargo, existen testimonios que en los años setenta en construcciones pú­blicas y privadas trabajadores de la construcción encontraron vasijas, ído­los y osamentas, que fueron reportadas y posteriormente depositadas en bodegas del INAH. De otra parte, el debate no niega la importancia de am­pliar la infraestructura de transporte público local, de la ciudad y regional, que beneficia la movilidad física de distintas poblaciones y los tiempos de traslado para realizar actividades urbanas cotidianas de trabajo, estudio o recreación. Se trata más bien de los espacios de participación de la sociedad local en asuntos que afectan el entorno que habitan. En el espacio local, el efecto segmentador de las obras del metro, se suma a las consecuencias no previstas, ni deseadas, de las intervenciones urbanas ocurridas en décadas previas, y a las más recientes tales como el eje 3 y el puente, vialidades que con el propósito de resolver el congestionamiento vial en las calzadas Tlá­huac y Taxqueña, trazaron divisiones físicas al interior, lo que enfatizan la separación social entre los barrios, que carecen de espacios de articulación urbana entre uno y otro. Un ejemplo es que si bien las rutas tradicionales de las fiestas patronales continúan siendo las mismas, se llevan a cabo en las nuevas vías rápidas, en las que las trayectorias peatonales se superpo­nen a las dinámicas vehiculares y a las velocidades que las distinguen con los riesgos que esta situación conlleva.

El segundo asunto problemático es la inseguridad y la delincuencia en los lugares públicos, en las calles de los distintos barrios y en las rutas pea­tonales del Canal Nacional. Esta situación en el ámbito local no sólo tiene que ver con las deficientes condiciones de equipamiento, tales como ilumi­nación y con la manera como se lleva a cabo el servicio de vigilancia. Tam­bién es producto de procesos urbanos más amplios de disolución social, que en el espacio local se reproducen favorecidos por las condiciones de pobreza, desempleo, subempleo, falta de alternativas de futuro, violencia familiar, entre otros. El tema de la inseguridad genera temor en los habi­tantes quienes hablan de riesgo de ser asaltados, de casos de robos a mano armada a transeúntes, robo de autopartes e incluso robo de niños, desapa­riciones de personas,

Page 330: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

314 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Culhuacán no es una zona violenta, pero [...]a últimas fechas, se oyen balazos en la madrugada, cosa que no se oía, o sea a lo mejor antes [...] y de un año para acá, se escuchan ráfagas, se escuchan balazos, se pone medio tenso el am­biente. Se ha dado el robo de infantes en esta zona [...] ¿encarcelamiento como tal?, pues a los raterillos de la zona, pero en cuestión de secuestros o de desapa­recidos, que yo sepa, no (E.F., 3-05-2010).

Algunos problemas de seguridad y de violencia se han asociado con pro­blemas de consumo de drogas. Un ejemplo es la ruta del Canal Nacional entre el barrio de San Antonio y el de La Magdalena donde incluso se han denunciado casos de violaciones,

Los problemas que tenemos es mucha drogadicción, falta de seguridad pública, porque pasan muchas patrullas todo el día, pero en la noche, después de las ocho, usted no ve una sola patrulla...aquí está lleno de jóvenes drogándose, haciendo cosas. Entonces quisiéramos [...] se hiciera una vigilancia más cons­tante, tanto de Coyoacán como de Iztapalapa [...] Estas bancas pedimos que se nos quitaran porque en la que está casi a la salida de Árbol de Fuego, hubo una, no, dos violaciones [...] están las actas levantadas en Venustiano Carranza, por eso, porque como no se ve, nada más se agachan los chavos... (B.R. 29-05-2010).

El tercer asunto es la drogadicción que afecta a todos por ser un fenóme­no de disolución social, familiar y un problema de salud pública, pero sobre todo afecta a los jóvenes y tiende a fracturar los vínculos sociales entre los miembros de la comunidad local,

Hay reuniones vecinales en las cuales procuramos exponer ese tipo de temas. Conocemos, más bien, ubicamos a nuestras personas, digamos a nuestros borra-chitos de cajón, a nuestros muchachitos adictos, ya de cajón. Es gente que no se involucra en pleitos ni nada, nada más ellos andan en sus cosas. Pero procura­mos que por lo menos las áreas estén limpias, que no tengan basura, que por lo menos, si ya sabemos que tenemos ese tipo de problemas, que no tenemos nin­guna injerencia en ellos [...] que eso a lo mejor, en algún momento, detone en ellos de que "pues ya no lo voy a hacer aquí, mejor me voy a otro lugar". Algo debe de aportar ¿no? (E.F., 3-05-2010).

Este problema, aún no resuelto, ha derivado en tensiones y conflictos entre miembros de la comunidad, en algunas ocasiones con formas de vio-

Page 331: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN •315

lencia por intentos de algunos vecinos de impartir justicia por propia mano, al desalojar a golpes a estos jóvenes, algunos de los cuales recurrentemente dejan marcas de graffiti en bancas, puentes y bardas,

Nosotros no queremos meternos en problemas porque vamos a tener represa­lias, nos han dado ganas de venir y [...] allá en Tomatlán se los hicieron eh, los agarraron a golpes a todos, solamente así [...] Inclusive, mire, desgraciadamente la gente de aquí [...] solapa mucho a sus hijos. Una vez agarramos a unos jóve­nes y se nos echaron encima hasta los mismos vecinos que ¿por qué tenemos nosotros que hacer esto? [...] el puente de aquel lado todo graffiteado, nosotros lo pintamos y lo mantenemos, ahora otra vez lo vamos a pintar y va a ver que 15 días y lo vuelven a graffitear... (B.R. 29-05-2010).

De acuerdo con diversos testimonios las adicciones en adolescentes y jóvenes se ha convertido en un problema muy delicado que afecta a todos, sin embargo no existen espacios de atención para estos grupos. Una vecina de Culhuacán expresa que,

pues la drogadicción aquí en Culhuacán es una situación muy severa [...] aquí se vende, se compra, los chicos muy pequeños empiezan con "el activo". Enton­ces son problemas realmente difíciles, pero yo creo que así como que una solu­ción no es algo que sea tan fácil [...] aparte del activo pues marihuana, cocaína, piedra, todo ese tipo de drogas, me imagino que hasta drogas sintéticas (E.F. 3-06-2010).

A estos problemas se agregan otros que tienen que ver con la obstrucción de las rutas peatonales, banquetas y calles por el comercio formal e informal o por empresas de transporte. Este es el caso del paradero de microbuses que obstruyen el paso en una esquina del canal y ocupan el jardín,

ninguna autoridad nos ha hecho caso, ya hemos metido pedimentos a la SE-TRAVI y nada más no [...] entonces a través de ellos vamos a tratar de que res­peten el jardín y que, así como habíamos quedado [...] nada más llegaran tres y se fueran [...] la verdad este paseo se hizo para la gente, vienen en la maña­na, usted viera, señoras grandes, señores grandes, jovencitas, todos aquí... (B.R. 29-05-2010).

Page 332: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

316 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Organizaciones sociales en Culhuacán, 2008-2010

Organización Tema y campo de participación

Asociación civil por el rescate histórico y cultu­ral de Culhuacán

Agrupación que se forma para el proyecto del libro sobre educación en Culhuacán

Organización del Comisariado ejidal, tipo pa­tronato (cinco grupos)

Patronato del panteón

Mayordomía del Calvario A.C.

Sociedad de padres de familia

Grupos de la tercera edad

Asociación de Colonos de San Francisco Culhuacán

Ojo Vigía A.C.

Grupo Cultural Culhuacán

Comerciantes del mercado de Culhuacán

Tianguistas

Cultura, historia y difusión

Cultura e historia

Cultura y esparcimiento en el deportivo y deman­da de los pagos que aún se les debe desde la expro­piación

Cultura

Cultura y tradición

Educación

Entretenimiento

Política

Ecología y política

Cultura y Patrimonio

Comercio

Comercio

Los problemas sociales que se producen en el espacio local y que se expresan en forma conflictiva en los lugares públicos, rebasan la capacidad de la micro-sociedad para generar soluciones socialmente integradoras. Esto no obstante la diversidad de organizaciones sociales existentes. Algu­nos problemas compartidos son la baja calidad de los lugares públicos de movilidad o de encuentro, la precarización del trabajo, la inseguridad en los espacios públicos, formas de violencia en la calle y en el espacio fami­liar, fenómenos de alcoholismo y adicciones. Entre los grupos sociales más vulnerables a esta situación destacan las mujeres y los jóvenes, presentán­dose casos de suicidios de adolescentes, consumo de drogas e inhalantes tóxicos como PVC (sustancia tóxica para limpieza de tuberías de metal), y dos casos de violaciones. Estos problemas están generando debate al inte­rior de la comunidad de vecinos organizados, pero existe una sensación de vulnerabilidad ante temas de seguridad y delincuencia, de drogadicción y

Page 333: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 1 7

de violencia. Aquí surge el caso de los jóvenes con problemas de adicción a las drogas, por lo que los vecinos demandan a las instituciones la erradica­ción de estas prácticas, y la modificación de elementos físicos del paisaje como son las bancas de concreto que por su diseño sirven de refugio para la realización de prácticas sociales negativas o para actos delictivos. Pero aún no se han generado acuerdos comunes ni se han planteado propuestas específicas por parte de las organizaciones sociales o de las instituciones públicas para atender a estos grupos y contrarrestar los fenómenos que producen estas formas de disolución social.

El papel de las instituciones en este proceso es fundamental no sólo en la búsqueda de medidas que contrarresten los procesos que producen estos problemas, también en el diseño de políticas y estrategias que, en reciproci­dad con la comunidad, enfrenten las consecuencias. Sin embargo, la comu­nicación necesaria entre la ciudadanía y las instituciones enfrenta una serie de obstáculos que desgastan la participación ciudadana. Entre estos, desta­can las formas burocráticas y los mecanismos para introducir trámites, que­jas y denuncias, el tiempo que se requiere y el desconocimiento de cuáles son las instancias a donde recurrir para un tema u otro, la falta de información y claridad por parte de las instituciones hacia las comunidades, la falta de relaciones cara a cara con representantes y funcionarios de las instancias de gobierno. En muchos casos los habitantes no saben a quién recurrir, cuá­les son sus derechos y qué tipo de apoyo pueden demandar de las institucio­nes. Esta situación provoca que el rumor se convierta en un elemento de interpretación de la realidad y de construcción de la vida pública. En este contexto problemático tiende a predominar el malestar social y el debilita­miento de la confianza de la ciudadanía hacia las instituciones.

Para el pueblo, existe un sentido individual y colectivo de un nosotros que tiene como referente la relación con el lugar histórico, los vínculos con la comunidad a través del parentesco, de la devoción religiosa y la defensa del patrimonio histórico y cultural. En este sentido de nosotros, las institu­ciones de gobierno, las localidades vecinas y la ciudad misma no son necesa­riamente, ni siempre, un referente propio. En la experiencia de vida cotidia­na existe en unos y en otros un discurso que alude a lo que son y a lo que no son, lo que influye debilitando o fortaleciendo las formas de integración (Por­tal, 1977: 47). Los vínculos sociales son frágiles entre diferentes, originarios y avecindados, pero también, entre la sociedad organizada y las instituciones del gobierno locales y centrales. Aquí surge una cuestión que tiene que ver con la noción de lo que es propio del pueblo como lugar de pertenencia y lo que le es ajeno con relación a los efectos de los procesos urbanos y a la diver-

Page 334: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

318 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

sidad de habitantes y usuarios del espacio contemporáneo. Existe en la gente del pueblo una percepción de que los lugares colindantes con los barrios, que tienen contigüidad física-social como las zonas urbanas ejidales, las unida­des habitacionales y las colonias populares, no son parte del pueblo. Algo similar ocurre en la percepción de vecinos de las unidades habitacionales hacia la gente del pueblo y sus lugares. Los testimonios de unos y otros ilus­tran esta situación. Al hablar de la gente del pueblo de Culhuacán, una resi­dente de las unidades habitacionales CTM colindantes, expresa que,

pues es que, la verdad es el medio ambiente que tienen ahí ellos, voy a hablarles de San Francisco, que la verdad es un ambiente de pobreza, de mucha pobreza y la verdad eso es lo que ha causado que sea un pueblo de muchos vicios y de corrup­ciones, y de narcos que viven ahí también... no son proveedores de aquí, porque aquí a la vuelta tenemos un grupito también de muchachos que se envician pues, y ellos les traen el cómo se llama, el encargo y ellos se encargan de distri­buirlo (R.M.C. 27-06-2010).

Entre los grupos que habitan en San Francisco, que no son originarios, sino que migraron del campo a la ciudad cinco décadas atrás, se establecie­ron en tierras del pueblo y se incorporaron a la vida social del lugar, sin em­bargo, tienen una relación distante con las tradiciones locales; destaca el si­guiente testimonio,

Yo tengo 50 años en este santo lugar. Soy voceadora. Lo hago con mucho gusto, con mucha alegría, esta es mi vida. Tengo siete hijos, 23 nietos, 11 bisnietos [...] nacida en Huajuapan de León, Oaxaca. Ahora radico en San Francisco, llegue de 24 años [...] y acabo de cumplir 75 [...] la calle antes era puro lodo [...] pura tierra. En el pueblo puras nopaleras y ahora ya ha cambiado demasiado la colo­nia. Sí, vi fincar a todas -las unidades habitacionales-. Todo todo, todo esto yo lo vi fincar (E.G.O.3-06-2010).

El pueblo de Culhuacán como actor colectivo tiene una larga historia de reconstrucción, de resistencia y de lucha por su integridad como pueblo originario prehispánico. Esta lucha legítima, se expresa en las formas par-ticipativas y organizativas que de manera constante reivindican el valor del espacio histórico y patrimonial, de la tradición y de la identidad vinculada al lugar. Sin embargo, aún existen limitaciones en las formas de comunica­ción y de cooperación entre ciudadanos e instituciones, y también en las formas participativas para que la comunidad intervenga en las decisiones

Page 335: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 1 9

públicas respecto a lo que ocurre en el entorno, con el propósito de mejorar en forma incluyente la calidad de vida de todos los que usan y habitan los lugares del pueblo.

REFLEXIÓN FINAL

En el pueblo de Culhuacán convergen tiempos, espacios y representaciones sociales que en la actualidad expresan el pasado prehispánico, colonial y preindustrial antecedentes de los cambios sucesivos impulsados por la urba­nización capitalista, que en el último siglo produce en el territorio de la ciudad de México una geografía social desigual y fragmentada. Los esfuerzos transformadores y las acciones modernizadoras que han incorporado en el curso del último siglo al pueblo de Culhuacán a la dinámica urbana de la capital del país, tuvieron efectos desintegradores no previstos en las formas de planeación, en las políticas urbanas y en los acuerdos políticos y sociales. Estas políticas y acciones revelan una concepción excluyeme de ciudad que ha tendido a desplazar a la población originaria local para incorporar tierras ejidales al mercado urbano del suelo, reubicar a amplios sectores de la pobla­ción urbana de la ciudad que demandan suelo y vivienda, y para ampliar la infraestructura vial y de servicios habitacionales, educativos, de salud, hi-dro-eléctricos, de comunicación, entre otros. De una parte, se atiende una importante función ya sea habitacional, de equipamiento o de articulación urbana entre localidades periféricas y centrales, a través de vías rápidas, de puentes vehiculares y de transporte público. Pero, de otra, la concepción que sustenta a estas intervenciones en el espacio local y micro-regional, ha con­tribuido a trazar nuevas fronteras socio-espaciales que han enf atizado las tendencias fragmentadoras entre barrios, pueblos y colonias debilitando las posibilidades de generar formas de integración social y urbana.

Los procesos urbanos ocurridos hasta la primera década del siglo xxi, se imponen en forma no prevista en la vida y tradiciones del pueblo. Al inte­rior de este espacio local y micro-regional convergen condiciones de preca­riedad social, laboral y urbana, revelando una marcada desigualdad frente a otras localidades urbanas de la ciudad de México y conflictos sociales que requieren solución. Estos conflictos expresan, quizá, sobre todo la manera como se construye la ciudadanía, como práctica social y como lucha por los derechos sociales, lo que tiene que ver con la reivindicación de la iden­tidad y con el reconocimiento de la pluralidad en las formas de organiza­ción y de participación.

Page 336: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

320 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

El estudio realizado muestra que como actor colectivo el pueblo enfrenta en la actualidad una serie de situaciones problemáticas que afectan a la co­munidad local, como comunidad de ciudadanos, porque debilitan los víncu­los sociales, las relaciones de confianza entre unos y otros, y hacia las insti­tuciones, y degradan el sentido de lo público como espacio de todos. Esto tiende a ocurrir en la escala local, con relación a las formas de cooperación, de confianza y de compromiso entre grupos sociales diferentes que habitan barrios distintos y comparten problemáticas similares. Pero sobre todo ocurre en la escala micro-regional, donde en condiciones de proximidad física, esca­samente se han construido relaciones de comunicación y redes de cooperación en la experiencia urbana compartida durante el último medio siglo, entre ori­ginarios y avecindados, entre la gente del pueblo, las colonias populares y las unidades habitacionales. La condición de desigualdad, no está disociada de estas realidades urbanas nuevas y preexistentes, ni de los problemas locales y micro-regionales que han erosionado la vida pública.

Frente a esta situación, las formas participativas y organizativas inde­pendientes impulsan la reconstrucción de lo público, resisten a los efectos desestructurantes de la urbanización y de la modernización de la ciudad, a través de la revaloración constante del espacio del pueblo y sus tradiciones, como referente de identidad social y urbana. Lo hacen al apropiarse material y simbólicamente del lugar, mediante autoridades, prácticas y representacio­nes socioculturales propias, heredadas no sólo del legado mesoamericano y del colonial católico-hispánico. También, lo hacen con elementos del "libe­ralismo popular" del México independiente inscrito en aquella modernidad del siglo XIX que traza, en las últimas décadas un hito en la refundación del pueblo. Este proceso discontinuo de refundación se prolonga en el siglo xx de la Revolución a la posr-evolución,- de la Reforma Agraria con las dotaciones de tierras ejidales a las expropiaciones de estas tierras para responder a las necesidades y funciones habitacionales, y de equipamiento para la urbaniza­ción capitalista en una ciudad capital como la nuestra, en expansión acele­rada, sustentada en un discurso modernizador. Este discurso y las acciones políticas, sociales y urbanísticas que se fueron materializando en el territorio en el curso del último siglo, fueron desplazando al espacio social del pueblo y a los poderes locales a una condición de subalternidad.

No obstante que los cambios urbanos modernizadores durante el siglo xx han tendido a arrasar y a fragmentar las culturas y las tradiciones locales de los pueblos, éstas se han conservado hasta principios del siglo xxi. El sistema de cargos revela en la actualidad tradiciones socio-políticas con usos y cos­tumbres que se ponen en escena en los lugares públicos durante las fiestas,

Page 337: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 2 1

reconstruyendo la identidad basada en el lugar de pertenencia, donde con­verge la memoria de la tierra y sus ciclos agrícolas, la devoción religiosa y el parentesco. La micro-sociedad organizada ha jugado un papel activo, entre otras cuestiones, al dar continuidad a las tradiciones a través de formas or­ganizativas que cohesionan a la comunidad. También, al hacer visibles los fenómenos que ocurren en el espacio público y patrimonial, al tomar parte en labores orientadas a la conservación de la calidad de los lugares, al propo­ner a las instituciones proyectos vinculantes y de cooperación para dar solución a algunos de los problemas que se producen en los lugares que habitan. Sin embargo, aún enfrentan restricciones para su inserción en la participación ciudadana democrática en asuntos públicos.

En la política institucionalizada, el pueblo ha tenido un lugar limitado en el debate público, una voz restringida para hablar de los fenómenos sociales que los afectan y una capacidad de acción acotada para contrarrestar los efec­tos de los cambios urbanos en el espacio local y patrimonial. Un ejemplo reciente, es el caso de la construcción de la línea 12 del metro y otro, que Culhuacán no figura en el IFE, por estar incorporado al Mirador, lo que impo­ne restricciones en términos de reconocimiento y de participación política. Estas cuestiones, además de revelar la existencia de obstáculos para lograr formas democráticas de participación ciudadana institucionalizada en deci­siones públicas, han debilitado la confianza de la ciudadanía hacia las insti­tuciones y han contribuido a que se intensifique la tensión entre el espacio social histórico del pueblo y el espacio social producido por la urbanización del siglo xx y de la primera década del xxi. Sin embargo, los rasgos histórico-geográficos comunes al espacio social de los pueblos y barrios, se superponen a través de la tenacidad de las prácticas socio-culturales, y de la fortaleza de las formas organizativas, a los conflictos urbanos y a las delimitaciones for­males que cruzan las fronteras geo-políticas interiores.

BIBLIOGRAFÍA

ÁLVAREZ ENRÍQUEZ, Lucía, La sociedad civil en la ciudad de México. Actores sociales, oportunidades políticas y esfera pública, México, CEIICH-UNAM y Plaza y Valdés, 2004, p. 270.

ANNINO, Antonio, "Ciudadanía versus gobernabilidad republicana en México. Los orígenes de un dilema", en Hilda Sábato (coord.), Ciudadanía política y forma­ción de las naciones. Perspectivas históricas en América Latina, México, FCE-El Colegio de México, 1999.

Page 338: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

322 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, Las voces de Culhuacán, Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), UACM, Coordinación de Proyectos de Enlace Comunitario, Secretaría de Cultura del Distrito Federal Centro Comunitario Culhuacán y Ce-Acatl A.C., México, 2006.

Atlas etnográfico de los pueblos originarios de la ciudad de México, México, GDF, INAH, 2008.

AZUELA, Antonio y Miguel Ángel Cancino, "Los asentamientos y la mirada parcial del constitucionalismo mexicano", en Emilo O. Rabasa (coord.), La constitución y el medio ambiente, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2007.

, Carlos Herrera y Camilo Saavedra, "La expropiación y las transformacio­nes del Estado", Revista Mexicana de Sociología 71, núm. 3, julio-septiembre, 2009.

BEDOLLA, Ana Graciela y Juan E. Venegas, La comida en el medio lacustre. Culhua­cán, México, iNAH-Centro Comunitario Culhuacán, 2a ed., 1997 [1990].

CHÁVEZ MENDOZA, Marino, La cuevita de Culhuacán, México, Delegación Iztapala-pa, DDF, UAM-I, Dirección General de Culturas Populares, CNCA y Casa de Cultu­ra Guillermo Bonfil Batalla, 1994.

CHIMALPAHIN CUAUHTLEHUAITZIN, Domingo Francisco de San Antón Muñón, 1579-1660, Memorial breve acerca de la fundación de la ciudad de Culhuacán, UNAM, México, 1991.

Coyoacán, tradicional y cosmopolita. Monografía 2009, México, Gobierno del Dis­trito Federal, Delegación Coyoacán, 2009.

CRUZ GONZÁLEZ, Osear Armando, Culhuacán. Monografía, México, 2010, versión electrónica en edición.

CRUZ RODRÍGUEZ, María Soledad, Propiedad, poblamiento y periferia rural en la Zona Metropolitana de la ciudad de México, México, UAM-A, 2001.

DAVIS, Diane, E., El Leviatán urbano, La ciudad de México en el siglo xx, México, FCE, 1999.

D E GORTARI RÁBIELA, Hira y Regina Hernández Franyuti (comps.), Memoria y en­cuentros: La ciudad de México y el Distrito Federal (1824-1928), México, Depar­tamento del Distrito Federal e Instituto Mora, 1988.

FLORESCANO, Enrique, Memoria indígena, México, Taurus, 1999. GARCÍA CANCLINI, Néstor, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la mo­

dernidad, México, Grijalbo, 1989. GARCÍA CUBAS, Antonio, Geografía e historia del Distrito Federal, México, Instituto

Mora, 1993 [1984].

Page 339: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 2 3

GIBSON, Charles, Los Aztecas bajo el dominio español, México, Siglo XXI, 2007 [1967].

GIMÉNEZ, Gilberto, "Territorio, cultura e identidades. La región socio-cultural", en Rocío Rosales Ortega (coord.), Globalización y regiones en México, México, UNAM-FCPys y Miguel Ángel Porrúa, 2000, pp. 19-52.

GOMEZCÉSAR H., Iván, "Los pueblos originarios de la ciudad de México", en Gomes-césar H. Iván, Francisco Olivos Chavira, Luis Fernando Nazario y José Pérez Espinosa, Crónicas de los pueblos originarios, México, UACM (Colección La ciu­dad), 2008, pp. 13-24.

GÓMEZ DE OROZCO, Federico, "Monasterios de la orden de San Agustín en Nueva España. Siglo xvi", Revista mexicana de estudios históricos, año 1, núm. 6, ene­ro-febrero, 1927.

GORBEA TRUEBA, José, Culhuacán, México, INAH, Dirección de monumentos colo­niales, 1959.

GUTIÉRREZ CHONG, Natividad, Mitos nacionalistas e identidades étnicas: los intelec­tuales indígenas y el Estado mexicano, México, Consejo Nacional para la Cul­tura y las Artes, 2001.

HÉAU, Catherine y Gilberto Giménez, "Versiones populares de la identidad nacional en México durante el siglo xx", en Raúl Béjar y Héctor Rosales (coords.), La identidad nacional mexicana como problema político y cultural. Nuevas mira­das, México, UNAM-CRIM, 2005.

LENZ, Hans, Historia del papel en México y cosas relacionadas, 1525-1950, México, Miguel Ángel Porrúa, 2001.

LIRA, Andrés, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México. Tenochtitlan y Tlatelolco, sus pueblos y barrios, 1812-1919, México, El Colegio de México y El Colegio de Michoacán, 1983.

LOCKHART, James, Los nahuas después de la conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos xvi-xvm, México, FCE, 1999.

MEDINA HERNÁNDEZ, Andrés (coord.), La memoria negada de la ciudad de México: sus pueblos originarios, México, UNAM-IIA y UACM, 2007.

MEYER, Lorenzo en Gustavo Garza (coord.), La ciudad de México en el fin del segun­do milenio, México, Comité Editorial, Gobierno del Distrito Federal, Dirección de Publicaciones del Colmex, 2000.

MORALES, María Dolores, "La expansión de la ciudad de México en el siglo XIX. El caso de los fraccionamientos", en Alejandra Moreno Toscano (coord.), Ciudad de México, ensayo de construcción de una historia, México, INAH, 1978.

MORENO TOSCANO, Alejandra y Enrique Florescano, El sector externo y la organiza­

ción espacial y regional de México (1521-1910), México, UAP, 1977.

Page 340: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

324 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

OEHMICHEN, Cristina, "El carnaval de Culhuacán: expresiones de identidad barrial", Revista Iztapalapa, núm. 25, 1992, pp. 29-42.

PORTAL, María Ana, Los ciudadanos desde el pueblo, México, CONACULTA-UAM-I,

1997. RAMÍREZ KURI, Patricia, Espacio público y ciudadanía en la ciudad de México. Percep­

ciones, apropiaciones y prácticas sociales en Coyoacán y su centro histórico, México, Miguel Ángel Porrúa, UNAM-IIS, PUEC, Posgrado en Urbanismo, 2009.

ROJAS VARGAS, Agustín, La educación en Culhuacán a través del tiempo, México, Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, UACM,

Coordinación de Proyectos de Enlace Comunitario, GDF-SEDEREC, 2008. , Crónicas revolucionarías en Culhuacán, Asociación por el Rescate Histó­

rico Cultural del Pueblo de Culhuacán, UACM, Coordinación de Proyectos de Enlace Comunitario, GDF-SEDEREC, 2008.

, San Antonio Culhuacán, México, Castellanos Editores, 2006. , Relatos, leyendas y cuitas de Culhuacán, GDF (Programa de Apoyo a los

Pueblos Originarios), México, Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, UACM-Mano Vuelta, Coordinación de Proyectos de Enlace Comunitario, Sederec, Gobierno de la ciudad de México, 2007.

SÉJOURNÉ, Laurette, Culhuacán, México, Siglo XXI, 1991.

Tesis

CRUZ GONZÁLEZ, Osear Armando, "Usos y apropiaciones del espacio público urba­no. El caso del pueblo originario de Culhuacán", México, tesis de licenciatura en Sociología, UNAM-Facultad de Estudios Superiores Aragón, 2010.

PAVÓN, Patricia, "Formas socioculturales de reproducción de las fiestas en el ciclo festivo de Culhuacán Iztapalapa DF en los albores del nuevo milenio", México, tesis de licenciatura en Antropología Social, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2008.

ULLOA TORRES, Gabriela, "A la orilla de la laguna: la pintura mural del convento de Culhuacán", México, tesis de maestría en Historia del arte, UNAM-FFVL, 1994.

VANEGAS PÉREZ, Juan Evangelista, "Arqueología de El Tanque de Culhuacán Izta­palapa: un intento de ordenamiento de los datos para la historia prehispánica de Culhuacán", México, tesis de licenciatura en Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1995.

YANES RIZO, Pablo, "El desafío de la diversidad. Los pueblos indígenas, la ciudad de México y las políticas del Gobierno del Distrito Federal, 1998-2006", México,

Page 341: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 325

tesis de maestría en Gobierno y Asuntos Públicos, Facultad de Ciencias Políti­cas y Sociales, UNAM, 2007.

Documentos oficiales

Archivo General Agrario, D.F., Culhuacán. Expediente núm. 23/35, Dotación de tierras ejidales.

Archivo General Agrario, D.F., Culhuacán. Expediente núm. 272.2/35, Expropia­ción de bienes ejidales.

Archivo General Agrario, D.F., Culhuacán, San Francisco. Expediente núm. 231.3/35, Fusión y división de ejidos.

Archivo General Agrario, D.F, Culhuacán, San Francisco. Expediente núm. 272.2/35, Expropiación de bienes ejidales.

Asamblea Informativa, 14 de diciembre, 1994, Ibid, legajo 2, documento 133. Gaceta Oficial del Distrito Federal, 19 de julio de 2007. Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Coyoacán, Gaceta Oficial del Dis­

trito Federal, México, Gobierno del Distrito Federal, 10 de abril de 1997 y 2008 en edición, aún no publicado.

Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Iztapalapa, Gaceta Oficial del Dis­trito Federal, México, Gobierno del Distrito Federal, 10 de abril de 1997 y 2008 en edición, aún no publicado.

Periódicos y recursos electrónicos

El Universal, 1 de mayo de 2010. La Jornada, 2 de noviembre de 2008. Papeles de Iztapalapa, 1 de mayo de 2010 www.pueblodeculhuacan.blogspot.com

Page 342: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México
Page 343: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Capítulo 7

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC

LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ'

INTRODUCCIÓN

San Pedro Tláhuac es uno de los siete pueblos asentados en lo que actual­mente es la delegación Tláhuac, en la parte suroriental del Distrito Federal. Al igual que los otros seis, forma parte de los numerosos pueblos que se es­tablecieron y prosperaron en la cuenca de México a la orilla de los lagos, en particular, en este caso, del lago de Chalco. San Pedro Tláhuac, conocido en sus primeros tiempos como Cuitláhuac Ticic formaba una pequeña isla en el seno de este lago, y es por ello un pueblo no sólo de origen prehispánico sino un pueblo con una poderosa tradición lacustre.

Por su ubicación, San Pedro Tláhuac, ha formado parte por muchos años de la extensa zona rural agrícola del valle de México e incluso de la misma zona perteneciente al Distrito Federal. Esto le ha dado una de las peculiari­dades que hasta hoy en buena medida conserva, que es su vocación agraria y su vida campirana; se desarrolló como un pueblo sumamente ligado al tra­bajo de la tierra y también como un asentamiento muy vinculado con el ci­clo de la vida lacustre, con las actividades acuícolas, con su flora y su fauna. Por la misma razón, es un pueblo que históricamente creció conservando una dinámica de vida diferenciada de la de la ciudad. Esta misma razón hace que se trate de un pueblo que posee también una importancia estratégica para el desarrollo extenso y la sustentabilidad de la ciudad y del valle de

'Investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humani­dades de la UNAM.

327

Page 344: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

328 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

México, debido a que sus recursos representan valiosas reservas de alimen­tación del acuífero urbano y de equilibrio ecológico.

El hecho de que la capital del país se haya extendido durante la segunda mitad del siglo xx preferentemente hacia el norte y el oriente ha sido uno de los factores que ha contribuido a que la zona donde se asientan los pueblos de Tláhuac haya permanecido virtualmente alejada en términos territoriales de la vida urbana. De esta manera, más que un pueblo urbano fue en realidad un pueblo con características muy rurales. Su vínculo con la ciudad de Méxi­co se mantuvo lejano y fue hasta la segunda mitad del siglo xx cuando éste se fortaleció y aumentó la comunicación con la ciudad mediante la emigra­ción cotidiana de nativos a la capital en busca de trabajo y formación educa­tiva, y también a través del enlace directo que proporcionó la avenida Tlá­huac. Esta avenida no es reciente, procede también de la época prehispánica, pero fue reconstruida varias veces y se ha mantenido como la principal vía de acceso a esta zona.

Elaboración: Masaya Lastra Salas

Page 345: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 329

Estas características han sido generales para la mayor parte de los pue­blos de la actual Delegación de Tláhuac, de los cuales San Pedro es la cabe­cera. Los otros pueblos son: San Andrés Mixquic, San Juan Ixtayopan, San Nicolás Tetelco, Santa Catarina Yecahuizotl, San Francisco Tlaltenco y San­tiago Zapotitlán. San Pedro colinda al norte con Tlaltenco, el Canal Revolu­ción y la calle Riachuelo Serpentina, que divide el Ejido de Tláhuac del de Tlaltenco; al sur con Tulyehualco, y el río Amecameca, ya desecado; al orien­te con el Estado de México, el municipio de Valle de Chalco, y Mixquic, y al occidente con Zapotitlán y San Luis Tlaxialtemalco, Xochimilco.

Los pueblos de Tláhuac crecieron siempre muy vinculados en cambio con los pueblos de Xochimilco, e incluso durante algún tiempo éstos fueron parte de la municipalidad de Xochimilco. La distancia y el relativo aislamiento con respecto a la vida de la ciudad hicieron que los pueblos de Tláhuac, y en particular San Pedro, lograran conservar por más tiempo sus costumbres, sus caracterís­ticas propias y también sus actividades económicas. Las tierras de San Pedro fueron, y algunas lo son aún muy propicias para la siembra de numerosos productos y la cría de ganado y de animales de granja. La característica de que San Pedro sea, incluso hoy, una zona chinampera le confirió un importante lugar como sustento de la producción agrícola del sur del valle de México. Ac­tualmente mantiene importantes extensiones de tierra con diferentes caracte­rísticas, no todas propicias para la actividad agrícola: la chinampería, la ciéna­ga, los humedales y la zona ejidal.

Otra característica de San Pedro Tláhuac ha sido la conservación por muchos años de su población nativa; habiéndose registrado muy escasas oleadas migratorias y siendo por tanto relativamente baja la población de avecindados. Hasta décadas muy recientes se han desarrollado asentamien­tos de fuereños y se han construido colonias ajenas a los barrios tradiciona­les, donde habita la población originaria. Los barrios tradicionales son ocho y se encuentran en el perímetro original del pueblo, mientras que las nuevas colonias se han establecido hacia la parte norte, contigua a la ciudad de México y al pueblo de Tlaltenco. Los barrios son La Asunción, San Mateo, Santa Ana, La Guadalupe, San Andrés, Los Reyes, La Magdalena, San Juan y San Miguel; mientras que las principales colonias son: La Habana, Santa Cecilia, San Andrés, San José, Tierra y Libertad y Quiahuatla.

La población originaria ha crecido a un ritmo muy bajo y el pueblo se mantiene con baja densidad demográfica. En estas circunstancias, a diferen­cia de otros pueblos, éste es un poblado que mantiene básicamente las cos­tumbres propias de la población nativa y prácticamente no presenta rasgos de multiculturalidad étnica, es decir, asentamientos de grupos étnicos diver-

Page 346: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

330 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

sos. Lo que sí puede observarse en cambio, pese a todo, es la proliferación de usos, costumbres y manifestaciones diversas de la cultura urbana, que han sido introducidas paulatinamente por la población joven.

Por su ubicación y la posesión de importantes recursos naturales, desde hace décadas San Pedro Tláhuac y los pueblos aledaños, han sido objeto de fuertes presiones políticas, económicas y culturales que han derivado de los constantes intereses de urbanización de la zona por parte del gobierno local y de promotores privados, las cuales han amenazado la posesión de las tierras de los nativos y han puesto en riesgo la conservación de los recursos ecológi­cos. Esta circunstancia ha generado una fuerte conflictividad social, y ha colocado a los habitantes de estos pueblos en situación de resistencia, po­niendo en entredicho la cualidad ciudadana de estos pobladores como inte­grantes de la ciudad de México.

EL ESPACIO DEL PUEBLO

Tláhuac es un pueblo de origen indígena y prehispánico que creció y se desarro­lló en una pequeña isla del gran lago de Chalco y fue conocido como Cuitláhuac Ticic. Este lago estaba dividido por una calzada que conectaba las islas con tierra firme y dividía el lago en dos: Chalco y Xochimilco. Durante muchos años se mantuvo como una isla, pero posteriormente fue conectándose con el macizo que albergaba a la ciudad de México y quedó ligada a ésta.

En su historia más reciente, en el tránsito del siglo XIX al xx el territorio de Tláhuac, como muchos otros de la capital del país en esos años, estuvo ocupado y organizado mediante grandes haciendas que establecieron una modalidad predominante de explotación de la tierra y de ocupación de la mano de obra. En este caso fue la hacienda de Xico, la que articuló el cultivo de la tierra y concentró buena parte de la fuerza de trabajo. La actividad pre­ponderante de la hacienda no impidió, sin embargo, que en estas tierras permaneciera el trabajo agrícola y acuícola de la población originaria y que se mantuvieran numerosas tierras en manos de los campesinos bajo la propie­dad comunal. Los nativos cultivaban sus tierras y eventualmente se ocupa­ban también en la hacienda para completar su manutención, pero no aban­donaron el trabajo agrícola y las actividades ligadas al campo.

La mayor parte de los pueblos de la zona fueron de carácter ribereño y estuvieron articulados en torno al antiguo Lago de Chalco, por lo cual, desde los tiempos prehispánicos la población lugareña se dedicó a diversas activi­dades agrícolas y lacustres. Hasta finales del siglo XIX, la caza, la pesca y los

Page 347: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 331

productos agrícolas fueron fundamentales para la economía de las poblacio­nes asentadas en la zona. El elemento base de la agricultura fueron las chi­nampas, que proliferaron en toda la cuenca del valle de México, particular­mente en los lagos de Chaco y Xochimilco. Hasta estos años, las chinampas del Lago de Chalco se dedicaron principalmente a la producción de maíz, hortalizas, frutas y flores, permitiendo que los habitantes de los pueblos se dedicaran a la agricultura con muy buenos resultados (Anaya, 1993).

El Lago de Chalco fue primordial entonces para la sobrevivencia de los pueblos de la zona, y fue también un muy importante medio de comunica­ción comercial para éstos, que los conectaba con los pueblos de Xochimilco y con el centro de la ciudad de México (mercados de Jamaica y La Merced), mediante la acequia real, permitiéndoles comercializar sus productos.

En esta misma zona prosperaron también las haciendas, atraídas y bene­ficiadas por los atributos de los recursos del lugar. Su instauración constitu­yó desde el principio una fuerte competencia para la economía tradicional y por tanto una fuente permanente de conflicto para los nativos. Como en otras zonas del país, las técnicas de cultivo tradicionales de los lugareños alternaron con las modalidades propias de explotación de las haciendas y los pueblos ribereños mantuvieron una constante resistencia ante la expansión de las haciendas. Sin embargo, éstas se expandieron, ampliaron sus áreas de cultivo, introdujeron maquinaria agrícola, construyeron canales para irriga­ción y utilizaron fuerza de trabajo de los propios pueblos.

Page 348: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

332 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Una de las haciendas más importantes de la zona fue la de Xico, propie­dad del empresario Iñigo Noriega, personaje muy cercano a Porfirio Díaz, quien llegó a Chalco con pretensiones modernizadoras e hizo de sus propie­dades unidades modelo de trabajo agrícola, cualitativamente diferentes de las haciendas tradicionales. Entre otras cosas, se distinguió por llevar a cabo esta modernización a costa de la usurpación y explotación de los recursos naturales que pertenecían a las comunidades indígenas, como el agua, la tierra laborable y los montes (Anaya, 1997).

Aprovechando las bondades y concesiones que su amistad con el presiden­te Díaz le confería, íñigo Noriega avanzó en pocos años en la apropiación de las tierras de la zona, ya sea mediante adquisiciones desventajosas con los propietarios originales o mediante usurpaciones directas con el uso de la fuer­za. Esto dio lugar a sucesivos conflictos y numerosas luchas de resistencia de los pueblos en defensa de sus propiedades y de sus recursos. Son numerosos los enfrentamientos registrados hacia finales del siglo XIX y principios del xx, así como los litigios inútilmente abiertos por los pueblos en contra del empresario (Díaz Soto y Gama, 2002: 506-509), a pesar de los cuales, la hacienda de Xico logró prosperar al lado de otras empresas del hacendado.

Sin embargo, las pretensiones de expansión de Iñigo Noriega no queda­ron ahí, y avanzaron hacia el lago de Chalco, el que se propuso desecar en beneficio de la ampliación de las tierras cultivables. Así, en 1894, presentó una solicitud formal al gobierno federal para llevar a cabo esta empresa, ar­gumentando que en esos tiempos el aprovechamiento del lago era mínimo por parte de los nativos, dado que no tenía más beneficio que la caza de patos y la pesca en pequeña escala. En cambio, afirmaba, las tierras de ahí obteni­das podrían ser ampliamente aprovechadas para la producción del maíz y otros cereales,- asimismo aseguraba que, de acuerdo a experiencias de hacien­das de otras zonas del país, las tierras emergentes de la desecación de lagos al cabo de unos años se convierten en terreno extremadamente fértil para la agricultura.

Con estos argumentos y su cercanía con Díaz, íñigo Noriega logra en 1895, de parte del Congreso de la Unión, el permiso para llevar a cabo la desecación del lago de Chalco. Para esta obra se construyen entonces nume­rosos canales, bordos, instalaciones de bombeo y un canal que atravesaba de sur a norte la laguna. Mediante estas obras las aguas del lago fueron siendo expulsadas hasta lograr la desecación y, con ello, la expansión de los terrenos cultivables.

La desecación del lago de Chalco trajo consigo importantes y rotundos cambios para la zona,- al mismo tiempo que se extendían las áreas de cultivo,

Page 349: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 333

se construyeron caminos, carreteras y vías férreas para el traslado de los productos con fines de comercialización. También se construyeron edificios para oficinas, instalaciones para empleados y peones, y se introdujo nume­rosa tecnología para la producción agrícola (Anaya b y Trujano, 1993).

El cambio en la ecología y en el paisaje fue también contundente, pues un componente fundamental había desaparecido: el lago.

Un paisaje que había permanecido casi sin cambios durante varios siglos -afir­ma Tortolero- en el último tercio del siglo XIX observó por lo menos los siguien­tes procesos: la introducción de ferrocarriles, la construcción de diques y obras de irrigación de los ferrocarriles,- la apertura de dos grandes fábricas en la zona (la papelera San Rafael y la textilera Miraflores); la tala de bosques para ser apro­vechados como recurso en las industrias papelera y ferrocarrilera y para formar nuevos asentamientos como los ranchos; la creación de compañías agrícolas, las cuales introdujeron nuevos cultivos y nuevas técnicas... (Tortolero, 364)

El ferrocarril fue un factor muy importante porque sería a partir de en­tonces un medio primordial para el traslado y la comercialización de los productos. En estos años se creó la Compañía de Xico y San Rafael, para construir una línea de comunicación entre la ciudad de México y Atlixco. La explotación del ferrocarril comenzó en 1898 y transportaba entonces pro­ductos forestales, agrícolas, industriales, minerales y ganaderos; pero lo que se exportaba de manera primordial era el maíz, el pulque y el trigo (Hiernaux, Lindón y Noyola, 2000: 104).

Por la parte de los pueblos, el descontento acumulado aumentó y se lleva­ron a cabo numerosas acciones de protesta en Chalco, Huitzilcingo, Mixquic, San Juan Ixtayopan, Tláhuac y Tetelco. Afloraron las demandas contra el em­presario por usurpación de tierras y destrucción de casas, tierras de labor y chinampas (Anaya, 19997: 309). Algunos pueblos como San Juan Ixtayopan, Mixquic y Tláhuac solicitaron ayuda directamente al presidente Díaz, debido a que íñígo Noriega les impedía cultivar sus tierras y utilizarlas para que pas­tara su ganado, además de que las obras de la desecación habían inundado sus tierras dejándolas inutilizables, y recibían constantes y agresivas amenazas del empresario. Estas demandas se fundaban, entre otros argumentos, en la exis­tencia de los títulos primordiales que fueron otorgados a los pueblos ribereños por el Virrey Antonio de Mendoza. Estos conflictos, fueron en gran medida, los antecedentes de la guerra revolucionaria en la zona.

Los pueblos afectados por las obras de desecación fueron San Juan Ixta­yopan, Mixquic, Tlaltenco, Tulyehualco, Tláhuac, Tlalpizáhuac, Tecómitl,

Page 350: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

334 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Tetelco, por parte del Distrito Federal, y Huitzilzingo, Santa Catarina Ayotzingo, Ayotla, Chalco, San Martín Xico, San Gregorio Cuautzingo, San Lorenzo Chimalpa, San Lucas Amalinalco y San Martín Cuautlalpan, del Estado de México (Beltrán, 1998: 11).

A pesar de los conflictos y contradicciones, una peculiaridad de Tláhuac fue mantener a la población ligada de manera directa a la propiedad y al tra­bajo de la tierra, lo que dio lugar a que convivieran dos modalidades distintas del trabajo de la tierra y, también, al menos dos perfiles distintos de trabaja­dores del campo: los campesinos originarios y los peones de la hacienda. En estas circunstancias, el trabajo agrícola ha estado ligado siempre a la activi­dad de sobrevivencia del pueblo, se ha sostenido como una vocación sustan­tiva de la zona y ha formado una parte muy importante del sustento econó­mico y cultural de la gente de San Pedro Tláhuac.

Durante el periodo revolucionario, la gente de la región estuvo ligada al zapatismo, principalmente los pueblos de Chalco y Amecameca fueron parte de la zona de influencia de esta tendencia revolucionaria. Los agravios acumu­lados en relación a los hacendados y en particular a íñigo Noriega por los procesos antes mencionados, constituyeron poderosos motivos que alenta­ron a los campesinos y trabajadores de los pueblos a unirse a las fuerzas Za­patistas, sobre todo tomando en cuenta que el empresario continuó expan­diendo sus propiedades, explotando a los trabajadores de sus empresas y usurpando terrenos y recursos hasta bien entrado el siglo xx, es decir, los motivos continuaron afirmándose.

Fue hasta que llegó Madero a la presidencia cuando íñigo Noriega fue confrontado por el poder y obligado a responder, al menos en parte, a las demandas de los campesinos mediante indemnizaciones. A la llegada de Victoriano Huerta a la presidencia su ciclo se cumplió y se dio por concluida la concesión que le había sido otorgada para desecar el lago, no obstante continuó protegido por el poder; pero cuando el huertismo fue derrotado, el empresario perdió la protección y fue fusilado en Chalco.

Las propiedades de íñigo Noriega fueron ocupadas por los zapatistas, especialmente la hacienda de Xico, que fue convertida en cuartel general; más adelante los zapatistas se retiraron a las montañas y fueron los carran-cistas quienes las invadieron. A partir de 1925 el gobierno federal se apropió de las propiedades del empresario, debido a que éste tenía fuertes deudas con la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y de Agricultura (Bautista, 311; Anaya, 1997: 87).

En el proceso revolucionario San Pedro Tláhuac participó de manera colateral, ya que de manera activa no participó como pueblo en la guerra. Se

Page 351: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 335

sabe que, como otros pueblos del sur de la ciudad, fueron partidarios de esta facción y prestaron servicios de apoyo a las tropas que llegaban o atravesaban por el territorio: alimentación, vestido, resguardo. También, algunos pobla­dores, fueron parte de la leva que los Zapatistas recuperaban en la zona. Se conocen algunos nombres de personajes locales que tomaron parte directa­mente en el proceso e integraron las tropas: Francisco Enríquez, Domingo Mateos, Pedro Martínez, Crescencio Ruiz, Hermenegildo Mendoza y Catari-no Pérez.

Después de la guerra, en 1923, el pueblo de San Pedro Tláhuac realizó una solicitud de restitución de tierras para cultivo y de una parte de la lagu­na, la cual fue denegada por el gobierno debido a que se consideró que no tenían derechos preexistentes con relación a las mismas y que eran propie­dad de la nación.1 En lugar de esto, San Pedro Tláhuac fue acreedor a una dotación de tierras por parte del gobierno en el mismo año 1923, correspon­diente a 1,048 hectáreas, 50 áreas, que fueron tomadas de la hacienda de Xico.2 Una parte de este territorio corresponde actualmente a las colonias: San José y Santa Cecilia, así como a la colonia ejidal San Miguel de las Ta­blas. Con esta dotación en buena medida se estabilizó el problema de la propiedad de las tierras y se reorganizó el terreno para su explotación, asegu­rándose su vocación agraria y legitimando la propiedad colectiva. Posterior­mente, en 1935 el pueblo de Tláhuac solicitó una ampliación de las tierras ejidales, que le fue resuelta favorablemente en agosto de 1936.3

Con este acontecimiento surgieron en el pueblo los ejidatarios, como nuevo actor que habría de ser por mucho tiempo un importante protagonis­ta del desarrollo local. Se convirtieron en una suerte de autoridad para la población, que organizaba a buena parte de los pobladores, los representaba en asuntos diversos ante las autoridades centrales y delegacionales, era in­termediario en conflictos locales y se encargaba de ser el gestor de distintas demandas y servicios. Hasta la actualidad, los ejidatarios se mantienen acti­vos y organizados, atendiendo principalmente los problemas relacionados con la tenencia y operatividad de la tierra, pero participan también en otros asuntos de interés general que atañen a la vida pública, como la obra pública, la legislación y los abusos de autoridad; permanecen, sin duda, como un re­ferente importante de la vida del pueblo.

diario Oficial, 16 de agosto de 1923. 2Idem. 3Diarío Oficial, 31 de agosto de 1936.

Page 352: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

336 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

La actividad de los ejidatarios se mantiene vigente en buena medida de­bido a la permanencia de las tierras ejidales en la zona y del cultivo de éstas. Como se ha mencionado, la vocación agrícola de San Pedro permanece a pesar de las fuertes amenazas de urbanización de estas tierras, y esta voca­ción ha sido defendida no sólo por los ejidatarios involucrados de manera directa, sino por otros actores que identifican en ella un sustento básico para la propia ciudad de México,- de ahí la importancia de su conservación.

CARACTERÍSTICAS TERRITORIALES

El pueblo de San Pedro Tláhuac pertenece a la delegación también denomi­nada Tláhuac, y constituye un territorio que en cierto periodo perteneció a lo que hoy es la delegación Xochimilco, antes municipalidad. A partir de la fragmentación del Distrito Federal durante el siglo xx, en 1928, en las 16 delegaciones actuales, es que existe Tláhuac como territorio jurídica y polí­ticamente diferenciado del resto de las delegaciones del Distrito Federal.

La delegación Tláhuac se encuentra ubicada en la parte suroriental de la capital de la República, formando un polígono irregular en esta zona. Es un territorio que ha pasado por distintas etapas de urbanización mostrando distintos tipos de poblamiento. Las etapas de urbanización corresponden, la primera, de 1929 a 1953, la segunda, de 1953 a 1970, la tercera, de 1970 a 1990 y la más reciente, de 1990 al 2005.

Los tipos de poblamiento que se pueden observar en el ámbito delegacional son los de: cabecera conurbada, pueblo conurbado, colonias populares, conjun­tos habitacionales, poblamiento predominantemente no habitacional y pobla­miento no habitacional. Los dos últimos son predominantes, dadas las caracte­rísticas rurales del territorio. De la misma manera, existe una extensa y mayoritaria proporción del territorio bajo la característica de suelo de conserva­ción.4 Y los tipos de propiedad predominante son: propiedad ejidal, propiedad privada y zona urbanizada, los cuales se distribuyen en el territorio delegacional de manera irregular pero en una proporción más o menos homogénea.

En la Carta Corográfica del Distrito Federal de 18775 se puede observar la estructura antigua de poblamiento de esta zona,- se identifican las jerar­quías de los pueblos y se distinguen los distritos y las municipalidades. Como se ha mencionado, en estos tiempos Tláhuac era parte de la municipalidad

"Fuente cartográfica: OCIM, UAMA. 2005, véase mapa. 5Véase Antonio García Cubas, Carta corográfica del Distrito Federal, México, 1877.

Page 353: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 337

del distrito de Xochimilco, y su estructura de poblamiento presentaba a Tlá­huac y a Mixquic como cabeceras de Distrito en pueblo, a Santa Catarina, Tlaltenco, Zapotitlán, Ixtayopan y Tetelco, como pueblos, y a Tetelco, tam­bién como hacienda.

Estos poblados se mantienen básicamente en la misma calidad durante el siglo xx. Para 1900 y hasta 1970 de manera oficial, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática ¡INEGI), se siguen recono­ciendo los mismos pueblos, bajo los siguientes nombres: San Pedro Tláhuac, San Andrés Mixquic, San Juan Ixtayopan, San Nicolás Tetelco, Santa Cata­rina Yecahuizotl, San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán. A partir de 1970 San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán se conurban a la cabe­cera municipal de Tláhuac y se mantienen independientes los otros cinco pueblo, hasta el año 2000.

Un dato que vale la pena mencionar, es que el INEGI identifica nuevas estructuras de poblamiento hasta 1990, que es cuando reconoce a más de 30 localidades de tipo rural en toda la delegación con muy baja población, que no sobrepasa los 120,000 habitantes. Entre 2000 y 2005 algunas localidades desaparecen y otras emergen con la cualidad de "nuevas localidades", pero siempre con baja población y sin rebasar un máximo de 40 en todo el terri­torio delegacional; a éstas se les marca oficialmente con una categoría polí­tica "indefinida". Todo esto es relevante porque muestra una de las caracte­rísticas propias de la zona que es su baja densidad de población y la amplitud del territorio disponible no poblado.

Con relación a San Pedro Tláhuac, sí es posible afirmar que posee una clara estructura de poblamiento de pueblos y barrios. En la delimitación del polígono del pueblo se identifican claramente los barrios de: La Asunción, Santa Ana, San Mateo, la Guadalupe, San Miguel, La Magdalena, Los Reyes, San Juan y San Andrés,- y las colonias antes mencionadas.

En lo que a población se refiere, San Pedro ha tenido un aumento de po­blación significativo apenas muy recientemente, hasta el periodo que parte de 1990 en adelante. Entre este año y el 2005 pasó de 29,437 habitantes a 46,705, esto es, tuvo un aumento de 42.61 por ciento de población.6 Este aumento se expresó también territorialmente en la formación de dos nuevas Áreas Geoestadísticas Básicas (AGEB).

El proceso de urbanización del pueblo avanzó del centro hacia la periferia; la fecha más antigua de esta urbanización es de 1929 a 1953. El siguiente periodo de urbanización se da entre 1953 y 1970 y avanza hacia el norte, por las colonias

6Censos Generales de Población y Vivienda, XI y XII.

Page 354: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

338 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

San José y Santa Cecilia y el barrio de La Asunción, y hacia el sur por el barrio de San Andrés. La urbanización se expande sobre propiedad ejidal en lo que corres­ponde a la colonia San José, el resto se da sobre el área urbanizada en 1970. El siguiente periodo es entre los años 2000 y 2005, y se extiende sobre la propiedad ejidal y la zona urbanizada en 1970; en esta última se observa un importante aumento de viviendas (cerca de 60 por ciento con relación a la que había en el año 2000), mientras que en la zona ejidal la urbanización se da de manera dis­persa, dado que el 60 por ciento (cerca de 134 hectáreas) permanece sin urbani­zar y es considerada como suelo de conservación.7

En cuanto a la morfología del pueblo, podemos decir que en San Pedro se identifican cuatro zonas predominantes. La primera de ellas es la identifica­da como zona patrimonial, en donde la traza es la propia de un pueblo, es decir, una traza irregular, con lotes grandes que oscilan entre los 600 y los 1,200 m2; sin embargo, recientemente se pueden encontrar también lotes más pequeños, de alrededor de 200 m2, que responden al proceso de subdi­visión de lotes (Bazant, 2001) debido a las necesidades de crecimiento demo­gráfico y subdivisión de las familias del pueblo.

En esta primera zona, las calles están pavimentadas y las manzanas son irregulares. El casco del pueblo está formado por la iglesia principal (San Pedro Apóstol), el mercado, el panteón y las oficinas del gobierno delegado-nal, todos éstos componentes que corresponden a la estructura tradicional de un pueblo. Esta zona corresponde a la fecha de urbanización más antigua, por lo cual es considerada precisamente como zona patrimonial.

Por las características de las viviendas, se puede decir que corresponden a un poblamiento de tipo popular, dado que la mayor parte de los techos de la zona son de color gris, existen pocos espacios arbolados, está densamente poblado y más del 90 por ciento del territorio está construido.

La segunda zona es el polígono que se encuentra al norte del casco del pueblo y que se urbanizó a partir de la parcelación de las tierras de cultivo, en un territorio que antiguamente fue ejidal y otra parte correspondía a la zona urbanizada en 1970. La traza es regular, las características de la vivien­da coinciden con las de colonia popular con lotes promedio que oscilan entre los 103 y los 132 m2. Las calles están pavimentadas y no cuenta con espacios verdes, con la excepción del Deportivo Tláhuac.

La tercera zona responde también a las características de las colonias populares, pero a diferencia de la zona del casco del pueblo, en ésta existe una mayor densificación de la vivienda. Los lotes en general son pequeños,

7Datos de Alejandra Moreno, en "Análisis territorial de San Pedro Tláhuac", mimeo.

Page 355: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 339

entre los 80 y los 126 m2, y están saturados de población y la mayor parte de las viviendas son de color gris. Casi no existen espacios arbolados como jar­dines o parques, y los pocos espacios verdes se encuentran a las orillas de la zona, hacia el norte y el poniente.

Finalmente, la cuarta zona corresponde a un poblamiento rural disperso de muy reciente creación pues incluso no aparece aún en el Censo del 2000. Al poniente de la zona existe un conjunto habitacional abierto con espacios verdes y campos de terracería, sin embargo la mayor parte de la zona es de características populares, con lotes grandes que van desde los 250 hasta los 600 m2. En este territorio se ubica una parte amplia de la zona chinampera y se encuentra también el Lago de Los Reyes, en cuya parte sur existe una extensión arbolada; el resto del área permanece sin urbanizar y corresponde a tierras de cultivo; son terrenos planos, limpios y susceptibles de ser urba­nizados.8 Vale la pena mencionar que esta parte de la zona es considerada parte del suelo de conservación y posee además el reconocimiento de zona de Rescate Ecológico (RE).9

Las principales calles que atraviesan el pueblo son avenida Tláhuac y Ferrocarril San Rafael Atlixco, que corren de norte a sur; Juan Palomo y Re­forma Agraria (hoy conocida como Alberto Alvarado Arámburu), que corren de oriente a poniente, y otras dos calles más cortas pero significativas que son: Severino Ceniceros y Nicolás Bravo.

En términos de equipamiento San Pedro Tláhuac es muy precario, tres secundarias públicas, una Casa de la Cultura, un hospital materno infantil, dos centros de salud y un deportivo. Esto se debe en buena medida a que en términos generales la delegación Tláhuac ha sido una de las delegaciones más descuidadas con relación al equipamiento y servicios urbanos, hasta muy recientemente se han construido algunas opciones. Al respecto comen­ta el director general de Desarrollo Económico y Rural de Tláhuac:

.... Hasta hace tres años [... ] en el tema de salud con lo único con lo que contá­bamos era con puros centros de salud a nivel de consulta externa, ni siquiera con quirófano; un materno infantil con 20 camas. No tenemos ninguna clínica del ISSSTE, ninguna clínica del IMSS; en materia de salud la gente se nos moría,

8Ver datos de clasificación en Alejandra Moreno, op. cit. 9Las zonas de Rescate Ecológico (RE) son zonas intermedias entre el área urbanizada que

han perdido sus características originales y donde se presentan fuertes presiones para ser destinadas a usos urbanos, se planteas para usos extensivos que permitan su reforestación y restauración como espacios abiertos.

Page 356: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

340 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

pero afortunadamente apenas el jueves pasado se inauguró el primer hospital, pero fue una lucha. En materia deportiva lo único que teníamos era terrenos delimi­tados por una barda, pintados, con tres palos en cada extremo, que eran nues­tros deportivos, sin infraestructura de riego, todos los pueblos tienen, porque afortunadamente son generosos, principalmente los ejidos. El único espacio digno, se podría decir, es el Frontón Ixtayopan, el de Tetelco, y nada más; pero no teníamos albercas, no teníamos gimnasios dignos, no teníamos parques de diversiones, aunque se cuenten el Bosque de Tláhuac, y Solidaridad, porque pues realmente son lugares de esparcimiento, pero no deportivos. En educación son alrededor de 90 escuelas a nivel preescolar, primarias, secundarias, CETIS, un Bachilleres un Conalep, y no teníamos ninguna escuela a nivel profesional y a nivel licenciatura. En el 90 se hizo una escuela para posgraduados, maestrías en mecatrónica y todo, pero a nivel licenciatura nada. Luego el gobierno federal, yo no sabía la noticia [...] pero están los Institutos Tecnológicos que han generado ingenierías [...] y afortunadamente el Tláhuac ya se van a abrir tres campus [...] entonces se gestionó que en materia educativa por lo menos ya los habitantes puedan tener acceso a más opciones para tener nivel, porque lo único que tenía­mos eran carreras técnicas. Respecto al entretenimiento cultural, no tenemos un solo teatro, no tenemos un solo cine [...] y hay solamente una sala a la que llamamos "sala de arte", que queremos utilizar como teatro, como cine, como foro y ya se acabó.10

CAMBIOS RECIENTES Y SITUACIÓN ACTUAL

De acuerdo con los antecedentes históricos y con las características agrícolas y acuícolas de la zona de Tláhuac, el pueblo de San Pedro se mantuvo hasta tiempos muy recientes alejado de la ciudad de México y en particular del área urbanizada. Como se ha mencionado, la mayor parte del territorio fue ocupada por poblados pequeños y grandes extensiones de terreno cultivable y de áreas lacustres, de tal manera que las actividades económicas principa­les fueron siempre la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca. Aun en tiempos de las haciendas estas actividades se mantuvieron y coexistieron con las nuevas técnicas de cultivo modernizadas, algunas manufacturas e incluso con las industrias del papel y los textiles.

'"Entrevista con el señor Víctor Samuel Cadena Valverde, director general de Desarrollo Económico y Rural de la Delegación Tláhuac, abril de 2010.

Page 357: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 341

A pesar de que la modernización traída por íñigo Noriega implantó cam­bios drásticos en el paisaje y la ecología del lugar, la vocación originaria de la zona permaneció y mantuvo a San Pedro y a los pueblos aledaños en una situación de pueblos semi-rurales o semi-urbanos, vinculados con la ciudad pero con vida propia y en buena medida autosuficiente. Con la llegada del ejido en 1923 se reforzó esta vocación y la mayor parte de la población se avocó al cultivo de la tierra y los recursos naturales.

Sin embargo, esta situación empezó a cambiar hacia mediados del siglo xx, cuando en la búsqueda de fuentes de alimentación de agua para la ciudad y las zonas cercanas se comienzan a entubar canales de la zona Tláhuac, a desecar algunas de sus lagunas, a deforestar las áreas boscosas y, con ello, a desequilibrar el medio ambiente natural. Estas circunstancias dificultan la recarga de los acuíferos y desprovee a los campesinos de condiciones para sus cultivos. Es entonces cuando la gente comienza a salir a la ciudad en busca de otras actividades para mantener a sus familias y a generar con ello un fenómeno nuevo en el desarrollo del pueblo: la emigración. Alrededor de los años cincuenta la gente empieza a abandonar el pueblo:

... entonces, al cambiar la forma económica de mantener a las familias, mu­chos, los más aventurados, los que más visión tienen, o los que sus necesidades son mayores, son los que empiezan a emigrar a la ciudad de México, y a olvidar­se del campo. Pero resulta curioso: no están preparados para vivir en la ciudad, ni preparados para tener un oficio en la ciudad; son gente que toda su vida ha trabajado el campo, son gente que sus ancestros les enseñaron el cultivo agríco­la, y así llegan a la ciudad. Es por eso que cuando platicamos de la influencia de la ciudad de México en Tláhuac, la primera parte es para cubrir sus necesidades primarias: mantener a la familia, mejorar económicamente; y por esa parte, es un cambio radical para la gente de Tláhuac, porque la tierra ya no da el sustento, deja de ser prioritario el no salir,- se deja el orgullo de lado, ya que antiguamente era difícil que la gente se decidiera a salir, porque no era necesario. Nosotros ya no lo vimos, pero a través de pláticas con las personas mayores fuimos encon­trando que antes se sembraba y se cosechaba entre 8 y 12 veces al año, gracias a las chinampas, legumbres, hortalizas, maíz, flor; pero al cambiar eso radical­mente entonces se empieza a buscar el sustento en otro lado, eso por una parte. En otro aspecto, digamos en el educativo, se empieza a tener la visión de que el hijo se prepare y de que ya no sea parte del campo, sino que tenga otra visión, otra manera de vivir,- y entonces empiezan a emigrar hacia la ciudad, los que

Page 358: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

342 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

podían sostenerlo, pues tenemos primero que tener una profesión [...] A partir de ahí es el cambio radical...11

La emigración se verifica como un fenómeno nuevo, no recurrente en el pueblo, a partir de estos años, dado que anteriormente la gente era muy ape­gada al propio pueblo y a la tierra, y difícilmente se pensaba en vivir de otra manera o en alejarse de sus cultivos. Sin embargo, las condiciones de modi­ficación del territorio y de los recursos naturales obligan a la gente a buscar otras opciones fuera del lugar. Más adelante, y hasta la fecha, esto se convier­te en un proceso natural que se va convirtiendo en parte de la dinámica de las familias, de los trabajadores y de los jóvenes. Pero para llegar a esto se pasaron algunos momentos difíciles en la mentalidad y en la forma de vida de la gente,- un caso particular fue el de las mujeres cuando comenzaron a emigrar:

La mentalidad de los hombres de aquí era completamente cerrada en ese aspec­to, las primeras mujeres que se van allá a la ciudad son totalmente denigradas aquí, ¿por qué? [...] Hace un rato hablábamos de que no se estaba preparado para ir a la ciudad, de que no se sabe vivir en la ciudad; la gente forzosamente va a trabajar en los servicios, a servir de cocineros, de jardineros, de empleadas domésticas [...] en ese sentido, las mujeres son denigradas aquí en Tláhuac, por esa manera de ir, por el orgullo, la vanidad y la ceguera de nuestros padres y abuelos. Mientras el hijo iba creciendo se le estiraba la liga, se le daba más liber­tad, más formas de buscar y de expresarse, pero en esa misma medida a la mujer se le iba cortando, se le tenía que cuidar como si fuera algo precioso y no un ser humano que también tiene sentimientos e ideas propias, ¿verdad?12

Otro cambio significativo para la vida de San Pedro y en general para los pueblos de Tláhuac, ligado al proceso anterior, ha sido la pérdida de influen­cia del ejido en la zona. Precisamente por el fenómeno migratorio y los pro­cesos de abandono del campo, las tierras ejidales han sido descuidadas y al­gunas hasta abandonadas. En San Pedro Tláhuac para los ejidatarios ha sido un orgullo serlo y mantener su condición de trabajo de la tierra, así como el perfil agrícola de su pueblo. El ejido ha representado para ellos parte de su identidad, de su pertenecía y de su herencia histórica, entonces, el abandono

"Entrevista con don Juventino Ortega, originario de San Pedro Tláhuac, 10 de diciembre de 2009.

nIdem.

Page 359: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 343

de estas tierras ha significado una pérdida importante que va más allá del cambio de actividades económicas y la búsqueda de nuevas opciones de so­brevivencia. Esto ha llevado consigo la pérdida de otros rasgos importantes de identidad; a pesar de que San Pedro ha conservado su vocación sustanti­va, mucho de lo que significó el ser ejidatario se ha perdido y, con ello, otras costumbres, como el trabajo colectivo, el apoyo, la solidaridad, el arraigo al territorio:

...[El ejido] es parte de nuestra identidad y nuestra herencia histórica [...] la mayoría que pertenece al ejido lo ve también como una reserva. A nosotros nos ha interesado que esta reserva no se convierta en zona urbana, sino en agrícola, que cumpla su función para la que fue destinada, como un sustento, como un bien económico; desde este ángulo, con estas dos cosas, se valora y se tiene y se siente orgullo por esta tierra. Pero en estos tiempos, con las emigraciones, la tristeza es que la mayor parte está tirada, no está trabajada, está abandonada. Uno de los aspectos prioritarios para mí fue lograr que la tierra se volviera ren­table, y lo hemos platicado con otros compañeros ejidatarios de otros pueblos que han hecho producir a los desiertos (...) Esto no es un desierto y tenemos ventajas que los otros pueblos no tienen, pero la desventaja es la organización, hemos perdido la organización colectiva, estamos desorganizados, hemos perdi­do el trabajo en común, no sabemos ya hacerlo, nos han enseñado a ser indivi­dualistas...13

De manera paralela a la emigración de los pobladores y al abandono del campo se dio también otro cambio importante en las últimas décadas que ha afianzado la pérdida de la vocación agrícola de la zona, que ha sido la venta de las tierras de cultivo o de las propiedades privadas de los habitantes de San Pedro, dando lugar a la construcción de colonias nuevas y casas habita­ción con un perfil diferente al de las viviendas tradicionales y la estructura de los barrios. En este proceso han intervenido varios factores, entre ellos la falta de incentivos a la producción agrícola por parte de los gobiernos, el de­terioro de las tierras cultivables: erosión, irregularidad en la tenencia, bajo nivel de productividad, etcétera.

Esto ha propiciado que algunos propietarios originarios se decidieran a vender sus parcelas o sus hectáreas a precios altos con los cuales han podido acceder a un mejor nivel de vida dentro de la ciudad. En su lugar, han creci­do, aún de manera moderada, las zonas habitacionales de nuevo tipo, que

l3Idem.

Page 360: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

344 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

han sustituido a las viviendas tradicionales, con amplios espacios, jardines y el clásico patio trasero para la cría de animales, por casas habitación peque­ñas o edificios de departamentos. Esto ha comenzado a dar un perfil mixto al pueblo y ha cambiado el panorama habitacional.

Otro de los cambios más recientes, muy conílictivos en la zona y aún en proceso, es el que ha traído la construcción de la línea 12 del Metro, que comenzó apenas hace poco más de un año. Este es un cambio que ha causa­do inquietud y fuertes reacciones por parte de los pueblos de Tláhuac, en particular de Tlaltenco, por tres motivos principales: la ausencia de una con­sulta pública en tiempo y forma con los distintos actores de los pueblos; la afectación a áreas de cultivo, donde se instalará la terminal de la línea 12; y por el impacto ecológico y la transformación de imagen urbana y perfil del desarrollo local que traerá consigo la instalación de la estación terminal para la zona.

En estos cambios se juega mucho para los pueblos de Tláhuac, pues en­tre otros aspectos está precisamente la amenaza de perder o cambiar drásti­camente el perfil agrícola de la zona y dejar atrás toda vocación de trabajo de la tierra, además de afectar fuertemente a la ecología del lugar y con ello también el equilibrio ecológico de la propia ciudad de México.

Hay que mencionar también que conjuntamente con la construcción de la línea 12 del Metro han existido en los últimos años otros proyectos urba-nizadores que atentan contra este perfil agrícola de Tláhuac; entre éstos está la construcción de un basurero en la sierra de Santa Catarina y de un penal. En conjunto, estos proyectos pretenden avanzar en la urbanización y moder­nización de la zona, aun a costa de los riesgos que conlleva la transformación de estas áreas para la ciudad de México:

...cuando tú ves un plano desde el aire, lo que tú distingues es que la sierra de Santa Catarina, que es montaña, en la parte alta, que es Iztapalapa, está todo urbanizado, y ahí está el límite de las delegaciones, y la parte que corresponde a Tláhuac es verde, aunque es sierra está totalmente verde, porque hay una cultu­ra mucho más agrícola. Por tanto hoy representa Tláhuac un bastión importan­tísimo para mantener el equilibrio ecológico de la ciudad, es lo que muchos han llamado "sustentabilidad" [...] Un segundo elemento de la urbanización es la estación terminal de la línea 12, que es un gran conflicto, en el cual los vecinos de Tláhuac están participando [... ] Tláhuac representa entonces un bastión importantísimo para mantener esta idea, todavía utópica hoy, de que la ciudad necesita su campo agrícola y su recarga acuífera y su verde, su verdor, y esta zona es muy importante para la ciudad, importantísima, esta zona verde que

Page 361: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 345

tenemos, que puede ser un bosque y una zona agrícola, porque todavía tenemos chinampas que están en toda la parte de Tláhuac, San Gregorio, Tulyehualco y un poquitito todavía quizás de Xochimilco...14

Los cambios que se avecinan y que de algún modo ya están en ciernes son importantes tanto por el impacto ambiental y de imagen urbana de la zona como por las afectaciones directas al modo de vida y a las actividades de la gente de San Pedro y de algunos de los pueblos aledaños. Más allá de los especialistas existe gente dentro del pueblo preocupada seriamente por las afectaciones de estos proyectos y por el futuro de la calidad de vida de sus habitantes y de la sobrevivencia de la propia ciudad:

Lo que nosotros hemos dicho es que tenemos que conservar toda esta zona, no nada más Tláhuac, sino Milpa Alta, Xochimilco y la parte montañosa del Ajusco porque todo eso debe ser intocable, debe conservarse esta franja verde porque la vida de la ciudad de México no va a sobrevivir [...] creo que va a haber sobreviven­cia pero no vida porque de ahí proviene una parte muy importante del agua que consumen los habitantes del Distrito Federal En esta zona de Santa Catarina y en las partes con mayor capacidad de filtración que sobrepasan al Popocatéped y al Iztaccíhuatl y al Ajusco, aquí se filtra más agua que ahí, porque montañas más jóvenes se están llevando el agua, y en lugar de que dijeran "hay que hacer un proyecto para inyectar agua a los mantos acuíferos, hay que, [...] reforestar y todo eso"; en vez de eso hacen todo lo contrario: la urbanización [...] Deberían de hacer otro tipo de proyectos antes que pensar en un basurero en pleno Cerro de Santa Catarina, en donde van a contaminar el agua que bebemos, no sólo los de Tláhuac sino una parte considerable de la ciudad de México.. ,15

Buena parte de la comunidad está decididamente en contra de la intro­ducción de estos proyectos modernizadores,- sin embargo, algunos están a favor de ellos, en particular del Metro, por los beneficios naturales que supo­ne, y otros se han manifestado por una opción intermedia que acepta los cambios pero acompañados de reglas, mecanismos y proyectos de preserva­ción del medio ambiente, de consultas a la población y de respeto a las cos­tumbres de los pueblos.

Uno de los problemas que mayor reacción ha causado es que para el de­sarrollo de estos proyectos no se han realizado las consultas o negociaciones

'"Entrevista con el arquitecto Jorge Legorreta, de la UAM-A, mayo de 2010. 1 entrevista con Baruc Martínez, originario de San Pedro Tláhuac, julio de 2009.

Page 362: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

346 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

con la población en los términos en que lo establece la Ley. Existe inconfor­midad entre importantes grupos de vecinos con relación a que las "consul­tas" se han hecho de manera parcial y maniquea, para cubrir el requisito le­gal estipulado, pero sin que haya habido una convocatoria amplia a los distintos grupos de la población involucrados e interesados en la problemá­tica en cuestión. En particular el tema del Metro ha sido poco consensuado y debatido, y se han tomado decisiones importantes sin tomar en considera­ción los intereses de los habitantes afectados:

... el problema que yo veo es que el gobierno ha actuado mal en los procedimien­tos, con alevosía y ventaja, y lo digo por esto, porque el gobierno sabe que toda­vía en los pueblos originarios la gente actúa de acuerdo a sus costumbres y tra­diciones, y estos terrenos han sido herencia de sus antepasados, en donde existe a lo mejor un documento ya antiguo que ellos toman para acreditar su propie­dad; sin embargo en la actualidad, y jurídicamente hablando, este papel no les sirve a ellos de nada a pesar de ser una costumbre y tradición [...] y considero que si hubiese habido buena voluntad de un gobierno de apoyar a los ejidatarios en esta negociación, de apoyar a los pequeños propietarios, hubiesen cruzado primero un proyecto o un programa de regularización de documentos; yo creo que ahí se vería la buena fe o la buena voluntad de un gobierno: "Yo te apoyo a que te regularicen, a que tengas tu documento que te acredite y después negocia­mos", sin embargo, aquí ha sido al revés...16

En cuanto a las posturas con respecto a la introducción del Metro, éstas varían, como se ha mencionado, de acuerdo a los intereses de los distintos actores. Las ejidatarias, por ejemplo, se manifiestan abiertamente en contra de este proyecto debido a que consideran que sus tierras son:

Un patrimonio, una herencia, de eso vivimos y es algo que tiene que ver con el medio ambiente con la situación alimenticia mundial, porque es un benefi­cio para el Distrito Federal, no nada más para nosotras. Todo va de la mano. Por cada metro cuadrado de pavimento se pierden muchos litros de agua pota­ble [...] quieren que la ciudad de México sea autosuficiente en materia de agua, pero cómo lo van a hacer si están pavimentando todo. Ebrard está impulsando sus azoteas verdes, pero qué ridiculez hacer eso teniendo aquí la tierra para

16Entrevista con el señor Miguel Ángel Palma, entonces coordinador de Enlace Territorial (CET), de San Pedro Tláhuac, julio de 2009.

Page 363: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 347

producir. No entendemos por qué hacerlo artificial si aquí tenemos todo natu­ral.17

Mientras que el entonces Comisario Ejidal ofrece una visión más conci­liadora que recupera la importancia de la introducción del Metro al mismo tiempo que el respeto a la vocación natural de Tláhuac y el respeto a las tra­diciones del pueblo:

... nosotros como ejidatarios, como vecinos de Tláhuac, como parte de una comu­nidad originaria, hemos planteado que sí, el metro es un servicio público necesa­rio [...] hemos llegado a la conclusión de que el metro es importante [...]; sin embargo, en lo que no estamos de acuerdo es en la extensión de tierra que han tenido que adquirir y agandallarse, pues en algunas partes la han adquirido y en otras la han agandallado, y aquí lo que ha faltado es hacer las cosas bien, y eso es lo que estamos peleando [...] Lo cierto es que hay mucho descontento [...] Yo hubiera querido haber tenido la oportunidad de entrar con el gobierno a esa nego­ciación, porque creo que lejos de generar tanto conflicto pudo haber generado un polo de desarrollo importante para los vecinos ejidatarios, porque cómo es posible comprar a 600 pesos el metro. No me lo pagues a valor de hoy, págamelo a valor de tres años [...] Fíjese qué triste ¿no? me da mucha tristeza porque somos prehis-pánicos, estamos aquí desde antes de 1500; todo ese tiempo hemos tenido esta tierra bajo nuestra custodia, la hemos trabajado, la hemos querido, nos hemos inundado, hemos sufrido sequías e incendios, y de repente viene alguien y le pone un precio de 600 pesos el metro ¡qué deplorable, qué denigrante para aquel que lo recibe, ¿no? [...] No debería de ser así. Bienvenida la modernidad, bienvenido el metro, bienvenidos los servicios como el tren suburbano, pero no debería impac­tar de manera agresiva, la manera de pensar, la manera de vivir, de convivir con la tierra, como se ha hecho durante años, durante siglos, diría. Y podríamos hacerlo de manera armoniosa, estará usted de acuerdo conmigo, sin que esto le impacte a la gente en sus costumbres, en la cultura, al contrario, que esto propicie una con­vivencia, una cosa no tiene que estar peleada con la otra...18

Estas son las circunstancias en las que actualmente se vive, lo que los vecinos de San Pedro llaman "la entrada de la modernidad", "la urbaniza-

17Entrevista con Isidra Ramírez y Maribel Sánchez, originarias trabajadoras agrícolas de San Pedro Tláhuac, septiembre de 2009.

18Entrevista con el señor Benjamín Rioja, originario y entonces Comisario Ejidal de San Pedro Tláhuac, diciembre de 2009.

Page 364: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

348 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

ción" y los proyectos urbanos; todo lo cual, sin duda, reporta significativos cambios para la vida de los lugareños y la dinámica propia del pueblo.

ESPACIO Y VIDA PÚBLICA

A pesar de las grandes extensiones territoriales con las que cuenta San Pedro Tláhuac, sus espacios públicos son muy limitados. Existen en realidad muy escasos espacios que convoquen la presencia de los vecinos y sirvan para el esparcimiento y la reunión. El espacio más importante de este tipo es sin duda la plaza central, compuesta por la iglesia de San Pedro Apóstol, el edi­ficio delegacional, la plaza externa a ésta y la explanada de la delegación, ubicadas todas en la parte patrimonial del pueblo. A un costado de esta plaza se encuentra el mercado central y el museo local.

En esta plaza tienen lugar los acontecimientos más relevantes y signi­ficativos para el pueblo, tanto de carácter social, como cultural y político. Es ahí en donde se realizan las actividades principales de las fiestas patro­nales, las ferias, las procesiones, los eventos culturales de los grupos de pobladores y de la delegación, y también donde tienen lugar las reuniones de tipo político: mítines, asambleas, jornadas electorales, reuniones oca­sionadas por el toque de campanas que convoca a los habitantes a reunirse para ser informados de algún acontecimiento o para tomar decisiones de interés colectivo.

La plaza central, al igual que otros espacios públicos, es regulada por las autoridades delegacionales y son éstas quienes disponen los usos de las dis­tintas áreas y el calendario de actividades. Sin embargo, con frecuencia los espacios de la plaza son ocupados de manera temporal u ocasional por la gente del pueblo para realizar eventos o actividades festivas, dado que existe cierta permisibilidad al respeto. También existe tolerancia para la instala­ción de ciertos puestos de vendimia de la gente local, con productos tradicio­nales de la zona.

A pesar de que la gente del pueblo no interviene de manera directa en la disposición de los usos de la plaza, sí se ha manifestado y ha incidido en ocasiones con relación a la ocupación de ésta por actores ajenos a la pobla­ción local. En este sentido, se han registrado conflictos importantes con grupos de ambulantes, de fuereños que han llegado a ocupar la plaza y han pretendido establecerse en ésta. Hace apenas unos años tuvo lugar un fuerte enfrentamiento entre los comerciantes ambulantes y los vecinos del pueblo, que derivó en la expulsión de los comerciantes de la plaza.

Page 365: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 349

En casos como este y en el periodo de las fiestas patronales, la población sí toma parte en la disposición del uso de la plaza. En el caso de las fiestas, son los Comisionados encargados de la organización festiva los que poseen cierta autoridad para organizar las actividades en la plaza y disponer de los espacios. Pero en la vida cotidiana es la delegación la encargada de regular su uso.

En otro orden se encuentra el uso de las calles como espacio público, más allá de las actividades referidas a la vialidad, el tránsito de personas y los encuen­tros cotidianos. Las calles son el espacio de apropiación de la población para sus fiestas tradicionales. En cada barrio existen festividades particulares que se apro­pian de las calles para el paso de las procesiones, las romerías, la vendimia, los castillos y los bailes. En la mayor parte de los barrios no existen parroquias y es entonces en la calle donde se instalan las capillas o los nichos de devoción: alta­res, cruces, etcétera. Otras actividades que se realizan en las calles son las pro­cesiones de difuntos y algunas festividades del día de muertos.

Los otros espacios públicos que sirven para la reunión y el esparcimiento de la gente del pueblo son: el deportivo San José Tláhuac, el parque Juan Palomo y la explanada del Lago de Los Reyes, a un lado del embarcadero. Más allá de estos espacios, no existen en el pueblo lugares públicos de reunión y diversión. Las reuniones familiares y de amistades se realizan preferente­mente en las casas.

LOS TIEMPOS DEL PUEBLO

LA PERTENENCIA Y LA PRESENCIA DEL TIEMPO HISTÓRICO

Antecedentes históricos

Lo primero que hay que decir en referencia a los antecedentes históricos re­motos de San Pedro Tláhuac es que su población originaria proviene de la época prehispánica y que formaba parte de los grupos nahuas que se asenta­ron en la cuenca de México. Estos grupos eran migrantes de un lugar ubica­do en el norte del actual territorio mexicano llamado por algunas fuentes Chicomoztoc y conocido en otras como Aztlán. Entre estos grupos se encon­traban el azcapotzalcatl, el xochimilcatl, el chalcatl, el acolhua, el uexotzin-catl, el colhuácatl, el mexícatl, y el cuitlahuácatl.19 Este último es el que corresponde a la actual zona de Tláhuac y del cual ésta toma su nombre.

19Véase Anales de Tlatelolco. Unos Annales históricos de la nación mexicana y Códice Tlatelolco, versión preparada y anotada por Heinrich Berlin, México, Rafael Porrúa, 1980.

Page 366: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

350 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

No existe referencia clara en relación a la fecha exacta del origen de este asentamiento ni de la fundación de Cuitláhuac Ticic, dado que esta pobla­ción no cuenta con tradición escrita propia que lo corrobore (Martínez, 2009: 18). Las escasas referencias al respecto se encuentran en los Anales de Cuautitlan, en donde se puede verificar lo siguiente:

(...) 3 conejo (1222)... En este mismo año los grandes personajes beneméritos y caballeros chichimecas llamados Cuauhtlotlin tecuhtli, Huitzin, Tlicoatzin, Chalchiuhtzin y Chahuaquetzin, fundadores de Cuitláhuac y señores de Ticic, se repartieron por Xico, Chalco y el mismo Tláhuac, según se dijo.20

Esto corresponde a cerca de 200 años antes de la llegada de los españoles a tierras mexicanas. En cuanto al origen de la población de Cuitláhuac, exis­te una versión de que éstos provienen del señor Mixcóatl, quien bajó al tular de Cuitláhuac en donde se sangró su miembro y de su sangre nació su dinas­tía, conocidos entonces como los tzompanteuctin, que fueron tanto los po­bladores como los gobernantes de la isla. Los gobernantes fueron los encar­gados de establecer el altépetl, con sus cuatro tlahtocayotl o nauhtecuhtli, o barrios indígenas, que fueron los siguientes: Ticic, al oriente, Teopancalcan, al norte, Atenchicalcan, al poniente y Tecpan al sur. Según fuentes orales, el templo principal de Ticic se encontraba en los cimientos de lo que actual­mente es la iglesia de San Pedro Apóstol en el centro de San Pedro Tláhuac (Martínez, 2009).

Durante la época prehispánica la isla de Cuitláhuac fue objeto de diver­sas invasiones por parte de algunos de los grupos más poderosos que pobla­ban la cuenca y fue un pueblo sujeto a éstos. Primero fueron los Chalca, más adelante por Azcapotzalco, con lo que por un tiempo pasó a formar parte del poderío tepanecatl; finalmente, con la expansión de la conocida Triple Alian­za (Tenochtitlan, Tlacopan y Tezcoco), pasó a formar parte del imperio mexi-ca, hacia el año 1431. Es decir, Cuitláhuac fue básicamente un pueblo some­tido que gozó en realidad de escasa independencia y fue obligado a tributar tanto a Tenochtitlan como a Tezcoco.

En esta situación se mantuvo Cuitláhuac prácticamente hasta la llegada de los españoles, que ocurrió en esta zona hacia 1519. Para los conquistado-

20Anales de Cuautitlan, noticias históricas de México y sus contornos, José Fernando Ramírez (comp.), Faustino Chimalpopoca (tx), México, Publicación de los Anales del Museo Nacional, 1885, p. 84. Citado por Baruc Martínez, Tláhuac: atisbos históricos sobre un pue­blo chinampero, mimeo, 2009, p. 19.

Page 367: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 351

res este pueblo fue objeto de mucha atención, debido a su ubicación estraté­gica tanto en el plano económico como en el político-cultural, por ser la puerta de acceso a otras importantes regiones para la evangelización: la mon­taña y la zona ribereña. En el año 1524, llegó al altépetl de Cuitláhuac hay Martín de Valencia, uno de los "doce" frailes franciscanos encargados del proceso de evangelización en la parte de la cuenca. Desde Cuitláhuac había fácil acceso hacia la zona tlahuíhcatl (en Tierra caliente), a la región de la Milpa (actualmente Milpa Alta) y a la llamada provincia de Chalco-Amaca-mehcan, formada por numerosos pueblos cabecera y sujetos, y por ello se convirtió en un punto nodal para los evangelizadores. Años más tarde, con la expansión de la orden religiosa de Santo Domingo, Cuitláhuac dejaría de estar bajo la influencia de los franciscanos y pasaría a la de los dominicos. Esto aconteció hacia 1554 y la presencia de los dominicos permaneció en la zona por alrededor de dos siglos, en el transcurso de los cuales se llevó a cabo de manera cabal la evangelización de los pueblos aledaños.

La presencia de los dominicos se mantuvo estable en Cuitláhuac hasta el siglo XVIII, cuando tuvieron lugar los fuertes conflictos entre el clero regular (franciscanos, dominicos, agustinos y jesuítas) y el clero secular (la cúpula hegemónica de la religión católica) por el control de las poblaciones indíge­nas. En esta disputa, los pueblos tomaron parte por el clero regular, debido a la fuerte compenetración de éste con la población; sin embargo, al cabo del conflicto, fue el clero secular el que resultó fortalecido y esto culminó con la secularización de las parroquias religiosas de la Nueva España. Esto se debió en buena medida a la instauración en España de la política liberal de los Borbones, quienes accedieron al trono español en este mismo siglo, con el fin de recuperar el control perdido por los Habsburgo en varios órdenes ad­ministrativos (Martínez, 2009).

La derivación de este conflicto consistió en que las distintas órdenes religiosas tuvieron que ceder sus antiguos territorios al clero secular en el momento en el que falleciera el religioso encargado de cada pueblo. El proce­so final de la secularización -afirma Gibson- y la innovación de los inten­dentes-delegados que les sucedieron en el ámbito político, se llevaron a cabo en el siglo xvm, de acuerdo con las órdenes reales que exigían el cese de toda administración mendicante a la muerte del personal clerical ¡Gibson, 1978: 113).

Con este proceso, las órdenes mendicantes perdieron su influencia en las comunidades indígenas, así como los privilegios de los que gozaban, como eran el control sobre la mano de obra nativa y las propiedades agrícolas y de ganado. Cuitláhuac experimentó este cambio en 1754, cuando pasó a manos

Page 368: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

352 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

del clero secular, con la llegada del primer párroco Domingo Francisco Gon­zález de la Zarza.

Mientras la evangelización se llevaba a cabo y los dominicos mantenían el control en este ámbito sobre Cuitláhuac, en términos políticos se llevó a cabo el proceso de conversión de las tierras comunales indígenas en Encomien­das y la instalación del gobierno indígena bajo el control español. Como es sabido, las Encomiendas fueron dotaciones de tierras y de mano de obra in­dígena a los españoles, en donde los indígenas tenían la obligación de tri­butar a su encomendero y éste, a su vez, tenía la obligación de vigilar que los indígenas fueran evangelizados.

En el caso de Cuitláhuac, la Encomienda se dio al cargo de Juan de Cue­vas, quien era reconocido como "escribano mayor de Minas" en el gobierno colonial. Este personaje mantuvo la Encomienda hasta 1578, y ésta mantu­vo la misma extensión que el antiguo altépetl de Cuitláhuac mantenía en tiempos prehispánicos, con sus pueblos sujetos, sus lagunas y sus montes.

Con relación al gobierno indígena hay que mencionar que, en el caso de Cuitláhuac, los españoles no respetaron la estructura de las cuatro cabeceras en la isla, pues el altépetl de carácter "complejo" que constituía la isla fue considerado como "simple" y esto trajo cambios y ajustes a su jurisdicción. Sin embargo, sí fueron respetados los antiguos sujetos de la isla, y fueron por tanto considerados como partes integrantes de esta municipalidad. Estos sujetos eran: Santiago Tzapotitlan, San Francisco Tetlalpan, Santa Catarina Cuauhtli Itlacuayan y San Martín Xico (Martínez, 2009).

Este altépetl fue también en estos tiempos afectado por la Congregación, que como es sabido era una suerte de reducción o ajuste de los territorios que consistió en trasladar o reducir varias poblaciones a un solo sitio, generalmen­te un pueblo cabecera. La instalación de las Congregaciones trajo con frecuen­cia problemas de límites y conflictos entre los indígenas y los españoles. En el caso de Cuitláhuac, los conflictos principales se dieron en relación con la ha­cienda de San Nicolás Buenavista, propiedad de los jesuítas, y la estancia de ganado del capitán español Francisco Tousedo de Brito; los pleitos eran en torno a los perjuicios que ambas propiedades causaban en sus terrenos de cul­tivo y en sus territorios, dado que en estos límites se encontraban pueblos sujetos con estancias de ganado menor y chinampas de cultivo.21

Estos conflictos fueron en buena medida muestra de las dificultades me­nores y mayores que en este periodo y en adelante tuvieron los pueblos indí-

21Veáse Archivo General de la Nación, Tierras, vol. 104, exp. 4. Citado por Baruc Martí­nez... op. cit., p. 61.

Page 369: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 353

genas con las distintas instituciones de la Colonia: Congregación, Hacienda, etcétera, por la posesión y defensa de sus tierras. En todos estos conflictos, los pueblos de distintas regiones y los de Cuitláhuac no fueron la excepción, acudieron persistentemente a la existencia de los Títulos primordiales, como fuente de acreditación de su propiedad y de legitimación del usufructo de su territorio.

Los Títulos primordiales son documentos con los que cuentan algunos pueblos indígenas como garantía de su posesión de sus tierras originarias. Hay coincidencia entre distintos autores en que éstos fueron elaborados en el siglo XVII en una época en la cual los pueblos indígenas tuvieron fuertes enfrentamientos con los españoles en torno a la tenencia de la tierra. El tema central de estos Títulos es la defensa de la tierra y su contenido refiere a as­pectos tales como: referencias a los tiempos mesoamericanos, a cómo gana­ron sus tierras, a la llegada de los españoles y a la adopción del cristianismo, a la visita de los virreyes para ratificar sus posesiones (en particular se habla de Antonio de Mendoza y Luis de Velasco), a los recorridos realizados por las autoridades indígenas para establecer los linderos y contienen también, en general, una suerte de exhortación a las nuevas generaciones, a las ya naci­das y a las que aún no nacen, para que defiendan y mantengan el territorio de sus pueblos (Martínez, 2009: 63).

El pueblo de San Pedro (Cuitláhuac) tiene también sus Títulos primor­diales, y ha sido con base en ellos que en distintas ocasiones durante los pasados siglos se han defendido las tierras del pueblo. Son documentos difí­ciles de localizar pues no existe una publicación formal sobre éstos,-22 en ellos se hace mención de cómo los cuitlahuacah ganaron la tierra por medio de la guerra a los chalcah, de la epidemia que padecieron cuando emigraron los españoles, de la verificación de las tierras por parte del virrey, del estableci­miento de los linderos por parte de las autoridades, etcétera. Cuentan tam­bién, como la mayor parte de los Títulos, con la exhortación final a los po­bladores del lugar para que lo conserven y lo defiendan.23

A finales del siglo xvin, con la instrumentación de nuevas disposiciones por parte de los borbones en España, se abolieron los Corregimientos, las alcaldías mayores y los gobiernos internos, y esto condujo a la reestructura­ción del orden político. En el nuevo orden los pueblos de Tláhuac pasaron a ser parte de la nueva jurisdicción de Chalco.

22La versión más accesible de los Títulos es la copia realizada por el licenciado Faustino Chimalpopoca, originario de Tláhuac, que se localiza en la Biblioteca Nacional de México.

23Ver los "Títulos de los indios de Cuitláhuac", citado por Baruc Martínez, op. cit., p. 66.

Page 370: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

354 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

La lucha por las tierras y la autoridad de los pueblos fue una constante durante la Colonia, en el transcurso de la cual los habitantes de los pueblos fueron adaptando su lucha a las circunstancias generadas por los cambios del régimen virreinal y las nuevas legislaciones. Así también, en el siglo XIX, ante el proceso de Reforma encabezado por Benito Juárez y ante los procesos de desamortización de los bienes eclesiásticos y los bienes muertos, los pue­blos de Tláhuac enfrentaron nuevamente la amenaza de sus posesiones dado que, en 1856, fueron despojados de sus tierras comunales. Esta nueva situa­ción provocó el levantamiento armado de los campesinos indígenas de Chal-co, en 1868, mediante el cual defendían sus tierras y desconocían al régimen liberal juarista.24

Con estos antecedentes, se arriba al porfiriato y la zona de Tláhuac y Chalco entran en el régimen de las haciendas, e inician una nueva etapa de defensa del territorio, la propiedad, los recursos naturales y el patrimonio indígena, tema que ya se ha tratado en un apartado anterior.

RECONOCIMIENTO DE UNA POBLACIÓN Y UN TERRITORIO

CON PASADO COMÚN. EL NÚCLEO DEL PUEBLO: LINAJES Y FAMILIAS ORIGINARIAS

El pueblo de San Pedro es, a diferencia de lo que ocurre con otros con una preponderante población originaria y únicamente algunas de las nuevas co­lonias es de avecindados. Difícilmente se puede calcular la población origi­naria exacta, pero entre los pobladores la mayor parte se conocen y recono­cen como parte oriunda del lugar. Como en todos los pueblos, existen familias con tradición de largo plazo y apellidos reconocidos; entre éstos en­contramos: Galicia, Ortega, Ruiz, Martínez, Torres, Ramírez, Palacios, Rive­ra, Osorno, Mateo, Barranco, Téllez, González, Chavarría y Pérez. Estos apellidos y otros más corresponden a un conjunto amplio de 800 o 900 fa­milias que fueron reconocidas como el núcleo del pueblo desde los años veinte del siglo pasado, a partir del reparto agrario. En un primer momento fueron beneficiarías 850 familias y más adelante, en los años treinta, se aña-

24Cabe mencionar que esta lucha tenía antecedentes en la alianza que algunas personas de Tláhuac habían establecido con el emperador Maximiliano en defensa de su patrimonio histórico. Algunos personajes representativos de Tláhuac, como el licenciado Faustino Chi-malpopoca Galicia, fueron cercanos a Maximiliano y partidarios de las tendencias conserva­doras. El licenciado Galicia fue un indígena tlauaquense, hablante del náhuatl y muy prepa­rado que realizó inclusive algunas traducciones de decretos emitidos por el imperio de Maximiliano a la lengua de los indígenas. Véase Baruc Martínez, op. cit., p. 77.

Page 371: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 355

dieron 50 o 60 más. Dentro de las familias originarias existe un reconoci­miento y un cierto compromiso natural:

... cuando son los velorios, por ejemplo, pues llega toda la gente del pueblo, sea o no sea pariente, aunque aquí sí buscamos el árbol genealógico, todos estamos emparentados, a veces ya muy lejanamente pero seguimos estando, ¿no? Y re­conocemos eso ligas de parentesco, y por eso cuando suceden ese tipo de even­tos, como los velorios, pues llega la gente y se ponen a ayudar, a hacer comida, a preparar lo del panteón y todo eso.. ,25

Esta población ha sido la portadora de las tradiciones de San Pedro, tanto de las festivas y religiosas como de las sociales y culturales. Además de los testimonios documentales y gráficos, es en la memoria de estas familias donde han estado registrados muchos de los momentos, los rasgos y los as­pectos significativos para este pueblo. Entre éstos destaca desde luego la vida campirana muy ligada a la agricultura y al entorno lacustre de la zona, que constituyeron siempre, y aún constituyen en buena medida, el marco de re­ferencia de la vida del pueblo: los canales, el lago, las chinampas, el ejido, las canoas, los cerros, las brechas, los campos coloridos, las milpas, los pastiza­les, son los elementos recurrentes de este paisaje, muy distante hasta hace pocos años de la vida urbana.

En este sentido, la vivencia y la concepción del campo y del trabajo en el campo han sido elementos importantes que la gente recuerda con cierta nos­talgia porque en la actualidad han cambiado mucho para las nuevas genera­ciones:

... hoy para los niños y los jóvenes de Tláhuac, el campo es algo muy diferente a lo que había hace 30 o 40 años. La mentalidad entonces era principalmente estar fuerte para poder ir al campo, para poder trabajarlo, eso era una de las premisas básicas, y ahora esto ha cambiado. Hemos tergiversado eso, lo hemos cambiado por privilegiar la educación formal, y hemos desdeñado la educación fami­liar...26

Algunas personas mayores afirman que actualmente para las nuevas ge­neraciones el trabajo en el campo ha cambiado de rango. Hoy se considera

25Entrevista con Baruc Martínez, originario, julio de 2009. 26Entrevista Benjamín Rioja, entonces Comisario Ejidal de San Pedro Tláhuac, diciembre

de 2009 .

Page 372: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

356 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

algo sucio, algo denigrante, algo que es menospreciado, porque al lado de la vida de los profesionales formados en la ciudad, ser campesino o ejidatario es algo que ha venido a menos y se ha desprestigiado. A pesar de la fuerza y la presencia que aún conserva el campo en esta zona, el campo ha sido muy abandonado, tanto por los gobiernos locales y centrales de la ciudad de Méxi­co, como por la misma gente del pueblo. Sin embargo, la vida rural sigue siendo un importante referente en la tradición de la población y un elemen­to central en la conformación de sus tradiciones. Entre éstas se hace mucha referencia al trabajo comunitario y a ciertas modalidades de trabajadores particulares a los que da lugar la labor del campo:

[Después de la Revolución]... nace el trabajo comunitario en el campo, en donde yo, como dueño de una parcela, invito a mi compadre, a mi amigo, a mi herma­no, a mi vecino para que vayamos a trabajar en mi lugar, cuando me toque a mí; y cuando les toque a ellos, también, vamos a sembrar, a trabajar, a limpiar cana­les para sacar adelante las cosechas. Pero además, cuando ya la milpa está en elote y tiene que cuidarse, pues porque se la roban, nace un trabajador nuevo "el milpero", el que va a estar en forma constante allá en la milpa, que va recorrer los lugares, y es el responsable de que no se roben la cosecha, de que esté vigila­da y de rendirle un informe al Comisariado ejidal. Y crea su propia fiesta como cuestión de gracias [...] Esa fiesta consiste en que les piden a los vecinos que tienen más tierras dentro del pueblo, que les regale un pedazo para crear una capillita, y se les concede, y ahí empiezan en junio y terminan en diciembre, el trabajo de cuidar la milpa termina en los últimos días de octubre [...] entonces ellos crearon una fiesta el 11 de diciembre dedicada a la virgen de Guadalupe, fundan esa tradición, el Día del Milpero, así le llaman. Hoy ya desapareció, pues ya no hay milpa que cuidar.. ,27

En esta vida campirana, la relación con el agua era también un aspecto sustantivo, en distintas dimensiones, tanto como alimento personal y para el campo, como diversión, proveedora de otras actividades económicas y fuente de vida para la flora del lugar:

Sí, el agua era parte de nuestra vida cotidiana, el agua fluía en la forma de pensar y de vivir de la gente [...] una forma de identidad es ésa, el recuerdo del agua, de los canales, de la fuente, de la pesca, de las flores, y toda la agricultura que se desarrolla a partir de la abundancia del agua [...] comparativamente a algunas

"Entrevista con don Juventino Ortega, originario, mayo de 2010.

Page 373: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 357

gentes se les ha escuchado que en esa época nadie se enfermaba de caries, casi todas nuestras gentes mayores fallecían con la dentadura íntegra y era por el agua que tomaban, como era agua corriente y no agua contaminada, y también por el tipo de alimentación que influía directamente, era fresca, natural, esto sí influía, e influía también el orgullo de haber nacido en Tláhuac...28

Respecto a la vida campirana, la presencia del ejido ha sido otro de los re­ferentes sustantivos del pueblo y parte constitutiva de la vida de la comunidad. Como se ha mencionado, el ejido fue extenso en Tláhuac y su forma de orga­nización fue la base de la producción agrícola a partir de la Revolución y hasta la actualidad. Es también la porción mayoritaria de la tierra cultivable y la que hoy en día se mantiene más activa. Para numerosos originarios y en particular para los ejidatarios el ejido es un ámbito de identidad y uno de los pocos ám­bitos de vida comunitaria que se mantienen en el pueblo.

Dentro del mismo ámbito de la vida campirana, las chinampas son otro elemento que se encuentra registrado en la memoria y en la vida cotidiana de los tlahuaquenses. Como es sabido, las chinampas son de los inventos más originales y relevantes de los pueblos prehispánicos de la cuenca de México, a través de los cuales estos pueblos lograron su reproducción y un (abastecimiento) alimentario abundante y rico en variedad. Las chinampas han sido por ello también un elemento identitario ligado históricamente a la vida cotidiana de los pueblos lacustres, particularmente los asentados en la zona sur del antiguo lago:

Yo, cuando era chiquilla, acompañaba a mi abuelito a las chinampas, ahí íba­mos a pescar pescaditos y pescadotes, cada tercer día, los comíamos en tamal, fritos, los ajolotes; y a mí la rana me daba una impresión muy fea, pero después de probarla, olvídese, comía yo un rico manjar. Entonces de lo que me acuerdo es que yo todavía comí todo lo que producía Tláhuac en las chinampas, en la laguna, pescaditos, ranas, ajolotes; se veía el agua clarísima. Yo me ponía boca abajo y se veían los pescaditos, y mientras mi abuelito los pescaba yo los iba juntando en una cubetita.29

Las chinampas eran una fuente de alimentación autosuficiente que a la gente del pueblo le daba la seguridad de la supervivencia:

2SIdem. "Testimonio de ejidataria 1 de San Pedro Tláhuac, entrevistada en mayo de 2010.

Page 374: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

358 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... cuando éramos chamacos nos llevaban a las chinampas, a cultivar, como decía, zanahorias, lechugas, rábanos, la tierra de las chinampas daba todo para comer, aparte de lo que había en el agua; entonces no había necesidad de que uno fuera a trabajar a la ciudad de México,- nuestros padres trabajaban en las chinampas y de ahí sacaban todo para vender y alimentarse; teníamos todo, pero ahora ya no lo tenemos.. .30

A pesar de los fuertes cambios ambientales y ecológicos que ha padecido la zona de Tláhuac, las chinampas se han conservado y se han mantenido como uno de los sustentos básicos de la actividad agrícola. Aún hoy, hay chinam­peros que mantienen la producción de estas tierras e incluso viven comple­tamente de su producción. Hay gente joven que a pesar de la tendencia al abandono del campo, ha retomado el trabajo agrícola a través de este medio y se ha propuesto desarrollarlo en una perspectiva de largo plazo:

Yo retorno al campo a partir de un producto que se llama amaranto, también tengo un terreno en Tulyehualco, en Xochimilco, y de ahí empecé a ver la im­portancia que tiene el campo, y también con mi carrera pues se ve que financie­ramente te deja [...] Yo directamente vivo de eso; hago todo el proceso, como antiguamente se hacía, desde sacar el lodo, utilizamos todavía animales, algu­nas tecnologías nuevas como el tractor, para ayudarnos un poquito, pero básica­mente todo es muy primitivo, se puede decir [...] Mi terreno son chinampas aproximadamente de 2, 500 metros; ahorita solamente estamos ocupando dos porque somos dos personas y no nos damos abasto, pero en un futuro estamos pensando en alquilar peones, darle trabajo a la gente de Tláhuac, porque al final de cuentas es lo que queremos, para que siga manteniendo los terrenos. Aparte la tierra da muchas experiencias nuevas, a diferencia de estar atrás de un escri­torio, yo ya lo viví y no es que no me guste la oficina, pero el campo es un lugar maravilloso, se convive mucho con la naturaleza, es un medio completamente diferente para la gente, al menos yo no lo había vivido hasta hace algunos años que empecé a experimentar el campo.31

El cultivo de las chinampas está también vinculado a ciertos ritos de inicio y fin de temporada, para la bendición de las semillas que se han de sembrar, y por el agradecimiento a Dios y a la naturaleza por las cose-

30Testimonio de ejidataria 2, de San Pedro Tláhuac, entrevistada en mayo de 2010. 31Entrevista con Ulises Martínez, joven chinampero de Tláhuac y licenciado en mercado-

tecnia, abril de 2010.

Page 375: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 359

chas obtenidas. De este modo, el trabajo de la tierra es todavía una realidad en San Pedro y es también un referente histórico para su población; la ma­yor parte de la gente originaria está ligada de una u otra forma a la vida del campo.

Entre los numerosos referentes de San Pedro está también el barquito de vapor y el ferrocarril. Se dice que el barquito funcionaba antes de la guerra revolucionaria, a principios del siglo xx, y que era uno de los principales me­dios de transporte del pueblo a lo largo de los canales. Comunicaba a San Pedro y a los pueblos ribereños hasta el mercado de La Merced, y a través de canoas transportaban los productos de la zona para ser vendidos en el centro de la ciudad. En tanto que el ferrocarril, como se mencionó antes, se fundó hacia finales del siglo XIX, y constituyó por mucho tiempo el principal medio de transporte de la población y los productos de la zona. En la memoria de mucha gente se conserva el recuerdo del paso del ferrocarril, de la estación en Tláhuac y de los usos y costumbres de la gente en torno a su llegada al pueblo. Cuentan que el ferrocarril generaba la vendimia en la estación, gran­des romerías y hasta ambiente festivo por la llegada del tren; la gente se preparaba con distintos productos (maíz, tamales, ensartas de rana, flores, pescado, etcétera) para recibir a los viajeros o despedir a quienes hacían uso de este medio. En general se utilizaba más bien para el transporte de produc­tos, pero también lo usaban los viajeros para ir y venir a la ciudad.

Canales de San Pedro Tláhuac. Foto de (osé Román Ruiz Hernández.

Page 376: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

360 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Otra de las tradiciones importantes del pueblo es la de la música. Se dice que históricamente han existido importantes músicos en el pueblo y un gran gusto por esa expresión cultural. Esto se ha desarrollado tanto a nivel indivi­dual como familiar y escolar. No se sabe muy bien de donde proviene esta tradición pero hay una historia y varias generaciones de músicos en San Pe­dro. Uno de los orígenes lo atribuyen a la labor de un sacristán que fomentó esta expresión artística y la formación musical en los niños y los jóvenes:

Ahhh, no es por presunción pero en Tláhuac se tiene esa tradición; me podría equivocar, pero la voy a llamar "vocación musical", desde la época de mi abuelo. Él vivió hasta los años sesenta, y ya había dos bandas cuando él era joven, de viento, grandes bandas, y pues últimamente, como hay mucha semilla, la tradi­ción no desaparece. Llegaron a decir los del pueblo vecino: "En Tláhuac creo que hasta los perros son músicos" [...] Y lo que pasa es que aquí me imagino que debe haber sido algún sacerdote, no tengo mucho conocimiento, que impulsó la edu­cación musical [...] pero últimamente sabemos que sobre todo se debió a un sacristán, de apellido Mendoza, que en su tiempo preparó a muchos mucha­chos. Lo que pasa es que este señor tuvo algo de estudio, tuvo buena prepara­ción, acabó la preparatoria, tenía mucho conocimiento de religión y era muy carismático; le gustaban las actividades artísticas, ejecutaba la pintura para or­namentar y era músico y creo que hasta escribía. Don Daniel se preocupó por impulsar la educación musical, fue tanto así que él enseñó notas, solfeo, porque la mayor parte de los músicos de acá no son líricos, saben nota, pues los apoyó con el método de la música, y también, aparte de ello, preparaba coros para can­tar música sacra en las iglesias.32

En otra vertiente, hay quienes afirman que se trata más bien de una tra­dición familiar:

... pues es de los papas, los abuelos; por ejemplo, yo, la familia de mis abuelos la formaban 11 hermanos que se apellidaban Torres; esos 11 hermanos tocaban, uno tocaba el violin, otro el contrabajo, otro el cello, entonces formaron un gru­po. Estos señores pues les dejaron a sus hijos la herencia, o no sé, los instru­mentos, y le siguieron; después vino mi papá. Fue un gran organista, formó su coro y todo, participaba en las ceremonias allá en la iglesia, y así, después uno

'Entrevista con el señor Alberto Félix Luna Calzada, originario, febrero de 2010.

Page 377: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLAHUAC, TLAHUAC • 361

de mis hijos toca el piano, y así va la sucesión. Te dejan la herencia de ser mú­sico, por eso parte de la tradición de Tláhuac es que hay muchos músicos.33

De aquí que en San Pedro exista también una fiesta importante el 22 de noviembre por el día del músico.

FORMAS DE ORGANIZACIÓN COMUNITARIA

El tema de la organización comunitaria es algo presente en la vida del pue­blo, básicamente en el ámbito ejidal y de las fiestas populares. Debido a la influencia de la vida campirana y las labores agrícolas, el trabajo colectivo era algo común tanto en el campo como en el mismo pueblo; ha sido fre­cuente la costumbre de "colaborar" en asuntos comunes (públicos) y tam­bién en asuntos individuales o familiares. En este sentido es un pueblo con una tradición de agrupamiento, de vida colectiva, de labores en común.

En cuanto al trabajo en el campo han existido algunas costumbres de apoyarse en el cultivo de la tierra, en la preparación de la misma, en la cose­cha y en las actividades colaterales como la limpia de los canales, en el caso de las chinampas, y las modalidades de comercialización de los productos. En el caso de la vida cotidiana del pueblo, han existido modaüdades como las faenas que fueron el prototipo del trabajo colectivo comprometido de los habitantes de San Pedro. Éstas se llevaban a cabo hasta hace algunos años en función de alguna obra o construcción en bien de la comunidad, así como en función también de alguna necesidad inminente provocada por algún fe­nómeno natural o alguna emergencia. Las faenas se organizaban:

Para algún beneficio de la población, limpiar calles, abrir calles; en el campo, que ir a abrir zanjas, que hubo una inundación, que se reventó en Naranjo, que es un río del agua que venía antes de los volcanes, entonces en el tiempo de lluvias se reventaba el bordo y se inundaba todo eso, entonces había que ir a las faenas de apoyo [...] (las faenas) eran voluntarias porque era trabajo en beneficio, en­tonces para lo que había de necesidad, abrir una calle, limpiar la calle, porque antes estábamos en callejones sin salida, y hubo una autoridad que convocó a la gente y entonces se ampliaron las calles, y ahí va uno a hacer las faenas.34

'Entrevista con la señora María Guadalupe Torres, originaria, mayo de 2010. 'Entrevista con el señor Carlos Trejo Mejía, originario, diciembre de 2009.

Page 378: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

362 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Estas faenas eran generalmente convocadas por el Comisariado Ejidal o con el toque de campanas, que ha sido siempre una modalidad tradicional de llamar a la población para realizar alguna faena, transmitir algún comu­nicado de interés comunitario o para discutir asuntos de interés común y tomar decisiones en asamblea. Este toque es realizado por "los principales" o los líderes del ejido o los comisionados de las fiestas. Piden permiso al párroco y con el toque de campanas llaman al pueblo.

Hay un toque que nosotros conocemos como "de junta", quiere decir que hay algo extraordinario, y ahí va la gente a la iglesia o a la explanada de la delegación".35

El toque de campanas sólo lo pueden hacer los hombres, las mujeres no están autorizadas para ello; y se realizaba principalmente para las faenas, pero más adelante se convirtió también en un llamado para convocar a la población para atender otro tipo de asuntos. Es algo que ha perdido la fre­cuencia en la actualidad pero que aún acontece en situaciones especiales, como problemas con las autoridades, alguna invasión de tierras o desacatos a las costumbres del pueblo.

En los últimos años esto ha sido retomado nuevamente,- en una ocasión, ante la inconformidad de la población con respecto a la falta de transparen­cia en el uso de los recursos de algunos comisionados, organizadores de las fiestas y ante la falta de rotación de éstos, se les reclamaron cuentas claras y el cambio de mesa directiva. En otra ocasión, se dio ante la invasión de la plaza y de la explanada delegacional por comerciantes ambulantes de Tepito, es decir, por fuereños, gente ajena al pueblo que traía fayuca y mercancía de contrabando. Esto ocurrió en la segunda mitad de los noventa y generó una fuerte movilización de la población ante la falta de intervención de las auto­ridades, lo cual derivó en la limpia de la plaza y de la explanada delegacional de ambulantes. Una tercera ocasión, el toque de campanas aconteció ante una situación de manejos indebidos de las limosnas y los recursos de la igle­sia por parte del cura, al cual la población le pidió cuentas y lo corrió del pueblo.36

De esta manera, el toque de campanas ha sido una modalidad de organi­zación y de movilización comunitaria que agrupa al pueblo cuando éste se encuentra amenazado por alguna situación particular, o cuando está necesi­tado de tomar alguna decisión importante. Si bien esto ha disminuido su

35Idem. 36Entrevista con Baruc Martínez, julio de 2009.

Page 379: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 363

intensidad, es una costumbre que continúa y que la gente del pueblo recono­ce como un código especial interno.

Otra de las formas de organización comunitaria que se conservan en San Pedro es, sin duda, el Comisaríado ejidal, que continúa activo y pre­sente en la vida cotidiana del pueblo. En la medida en que el ejido es algo vivo en San Pedro, los ejidatarios se mantienen como un actor activo y participativo, si bien no está exento de conflictos y diferencias internas. No se trata, como en otros casos, de un ámbito con relevancia solamente his­tórica y simbólica sino de un actor relevante, con vida propia y con intere­ses vigentes:

Hemos intentado hacer una organización viva, pensante y actuante,- esto es que tenemos bien delimitado y bien ubicado cuál es el perímetro de nuestro ejido, y entonces cualquier cosa que se relacione con ello, acude el representante, o si es algo más importante, todo el Comisariado ejidal en pleno, o si es algo aún ma­yor se convoca a asambleas y reuniones informativas donde acuden hasta 600 ejidatarios, y al acudir estas personas, esta información se va multiplicando, porque ellos lo trasmiten a sus hijos, esposos, esposas y familiares que son el tercer círculo para informar de las cosas que afectan al ejido, y eso, rápido, sirve como una difusión de la información para tomar acciones [...] Nosotros en el ejido hemos tratado de que prevalezca la organización, y de hecho ha prevaleci­do, es quizás una de las organizaciones representativas del pueblo que son muy respetadas por la autoridad, eso por principio de cuentas.37

El Comisariado ejidal es una organización en función de la tenencia de la tierra y de las necesidades de los ejidatarios, pero, en cuanto tal, también ha tomado parte en los asuntos públicos del pueblo, y se ha convertido por ello en un actor relevante. Sin embargo, esta situación ha cambiado en dis­tintas épocas desde su constitución como ejidatarios, dado que algunos go­biernos delegacionales y centrales han dado mayor reconocimiento al Comi­sariado y algunos otros han pretendido minimizar su importancia y su presencia política. El reconocimiento como actores públicos es una lucha que mantienen viva los ejidatarios:

... lo que estamos haciendo es tratar de organizamos al interior, tenemos mu­chos asuntos penales, legales, jurídicos que se venían postergando, tenemos tierras en disputa, tenemos límites, tenemos división interna [...] Hay muchos

37Entrevista con el señor Juventino Ortega, originario, diciembre de 2009.

Page 380: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

364 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

problemas en cuanto a la distribución de la tierra, estamos trabajando en eso [...] Nosotros somos núcleos agrarios, sí, hemos visto que hoy en día tenemos algo de presencia en la vida política delegacional y que también somos utiliza­dos, pues mientras no se requiera nuestra presencia en asuntos políticos no so­mos requeridos, pero en cuanto hay algo que tiene que ver con tierras, con apoyos, con asuntos relacionados con el campo, entonces sí nos requieren,- y eso hay que cambiarlo, pero no es fácil porque el gobierno está acostumbrado a que en cuanto te truena los dedos ahí están los comisariados y tampoco va por ahí el asunto [...] Nosotros somos un número determinado de personas que tene­mos bajo nuestra custodia y bajo nuestra tutela un número determinado de hectáreas, esa es organización que está reconocida por la ley a nivel federal, y la sociedad tiene por otro lado una serie de necesidades, una de las cuales es la nece­sidad de tierra, para escuelas, para servicios públicos, mercados, lo que usted me diga, y antes lo que el gobierno en turno le exigía al ejido era crear esos servicios públicos [...] Pero el gobierno tiene que proveer esos servicios, tiene que com­prar tierras [...] los comisariados ejidales no tienen ninguna obligación de obse­quiar tierra; tiene que haber un convenio, un consenso, y a lo mejor se puede vender con la anuencia de la asamblea a un precio económico, o donar, pero será siempre con la anuencia de la asamblea.38

De esta manera, el Comisariado ejidal, en tanto poseedor y regidor de tierras, tiene un poder considerable en el pueblo, y su papel dentro del mis­mo resulta importante incluso para la atención a los problemas de la comu­nidad. Su situación hace que también se convierta en un actor que tiene un peso específico entre la población y que debe ser considerado para los asun­tos públicos y la toma de decisiones que afectan a la población local. Conser­va aún una capacidad de movilización y puede por ello ejercer presión sobre las autoridades para la definición de los problemas comunitarios. Por esta misma razón, es un actor que tiene injerencia en las decisiones que involu­cran los intereses del pueblo y capaz de generar resistencia ante los proyectos urbanos definidos por los gobiernos central y delegacional, como es el caso de la construcción de la línea 12 del Metro.

La otra forma de organización comunitaria tradicional de gran relevancia en San Pedro es sin duda la organización de las fiestas populares, en particu­lar, las de los santos patronos del pueblo y de los barrios. Por ser una de las

38Entrevista con el señor Benjamín Rioja, entonces Comisario ejidal de San Pedro, diciembre de 2009.

Page 381: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLAHUAC • 365

organizaciones más importantes e integradoras del pueblo les dedicamos un apartado especial.

LAS FIESTAS POPULARES

Las fiestas populares siguen teniendo en el pueblo un lugar especial tanto en el acontecimiento en sí mismo, como en lo relativo a la organización que le da forma y la realiza cada año. A diferencia de otros pueblos de la ciudad de México, en éste no existen actualmente las mayordomías, como estructuras tradicionales de organización de las fiestas; se dice que éstas existieron hace muchos años y que cumplían esta función, pero lo cierto es que hace varias décadas que no forman parte de la vida comunitaria de San Pedro. En la me­moria de algunos nativos pervive el recuerdo de las mayordomías, pero de manera lejana y relativa. No hay mucha referencia a ellas en los testimonios de la población, de tal manera que no dejaron huella y lo que ha permaneci­do es la organización de los Comisionados como los responsables de la orga­nización y realización de las fiestas.

Los Comisionados son los encargados de la fiesta pagana, porque la reli­giosa le compete más bien a la parroquia; existen a nivel del pueblo y a nivel de los barrios, dado que en ambos planos se llevan a cabo las fiestas patrona­les. En general la elección de los Comisionados es en asambleas o reuniones comunitarias en donde los nativos proponen a algún candidato por su tra­yectoria, por su reconocimiento, por ser una persona honesta, interesada en la comunidad o por ser simplemente alguien de confianza, pero generalmen­te se trata de personas mayores. A partir de las propuestas se definen los candidatos y se lleva a cabo la votación de manera libre y secreta.

Se integra el grupo de Comisionados y se nombra un presidente, un se­cretario y un tesorero, y queda formada la Comisión. En general, el cargo es por un periodo de dos años, y una vez cumplido este plazo se realizan nue­vamente elecciones y se sustituye a la anterior Comisión. Sin embargo, particularmente en los barrios, existe la tradición de permanencia indefinida de los Comisionados. Se eligen una vez y mientras ellos no pidan ser susti­tuidos o mientras la población esté contenta con su trabajo, no hay nuevas elecciones. En algunos barrios los Comisionados llevan hasta 30 o 40 años en el cargo y nadie ha pedido sustituirlos. En estos casos, lo que sucede es que se da la rotación de responsabilidades y cargos entre los mismos Comi­sionados: el presidente pasa a ser secretario y el tesorero presidente o vice­versa. Por otra parte, existe una relación y comunicación entre las distintas

Page 382: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

366 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

organizaciones de Comisionados de los barrios y del pueblo, pero está esta­blecida claramente la autonomía de cada grupo para llevar a cabo sus funcio­nes de la manera que consideren conveniente.

En lo que a la organización de la fiesta se refiere, los Comisionados son encargados de recolectar las cuotas entre la población,- cada año se establece la cuota correspondiente y ellos la recaudan para formar el fondo que finan­ciará la fiesta. En general, las cuotas son voluntarias, pero se establece un referente y sobre eso se da la cooperación. A partir de ahí se avocan a armar el calendario y el programa de las fiestas y a ver todos los pormenores para que la fiesta se lleve a cabo, desde la coordinación con la iglesia para las mi­sas, las procesiones y las mañanitas a los santos patronos, hasta la organiza­ción de la feria y los eventos culturales y festivos que formarán parte del programa: contratación de grupos musicales, acuerdos con los vendedores que establecerán los estands para la vendimia, convocatoria a los grupos culturales que presentarán algún número artístico, etcétera.

Los Comisionados tienen la obligación también de rendir cuentas de su trabajo y de los gastos realizados:

Nosotros también hacemos la invitación a la propia comunidad, porque muchas veces las personas nos preguntan qué hacemos con todo el dinero que se recau­da; entonces ya les decimos para qué es y les damos recibo de lo que nos dan ellas, de su cuota, y en ese recibo va bien especificado. También les entregamos en la colonia y en los barrios, tenemos dos años que les vamos entregando un informe donde vea la comunidad todos los gastos que se llevan a cabo; tanto lo que recibimos, lo que son los ingresos como los egresos, y se les comprueba, para que de alguna manera también estén de acuerdo, porque muchas veces también hay gente que protesta, y pues de alguna manera también hacemos la invitación a esas personas para que también se den cuenta de la forma de parti­cipar porque muchas veces nos dicen que nosotros tenemos un sueldo y no es cierto. Aquí nosotros lo hacemos porque tenemos voluntad, y de alguna forma porque queremos invitar a los demás a que participen...39

Los Comisionados tienen muy clara su función exclusivamente como or­ganizadores de las fiestas, y a pesar de que son considerados por ello como una suerte de autoridad moral por la población dejan muy claro que ellos no son actores políticos y no se prestan, por tanto, a dar apoyos determinados a los

39Entrevista con el señor Román Ruiz, Comisionado de San Pedro Tláhuac, en julio de 2009.

Page 383: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 367

partidos políticos o a los candidatos. Como grupo, se avocan a las fiestas y ya cada uno como persona puede tener la preferencia política que desee y partici­par como tal en actos de carácter político. Sin embargo, los Comisionados tienen también otra función, en relación con el panteón, pues la participación de los nativos en la fiesta está íntimamente relacionada con su derecho a ser admitido para su entierro en el panteón del pueblo. La participación en la coope­ración de la fiesta se considera como un compromiso de la comunidad para con el pueblo y quien no participa de esta manera con el pueblo queda exclui­do entonces de su derecho al panteón. De esta manera, los Comisionados tienen la función también de entregar a las autoridades una lista de los habi­tantes que dan cooperación para la fiesta para que éstas a su vez, llegado el momento, le otorguen el permiso para su ingreso al panteón.

El grupo de los Comisionados está organizado en dos Comisiones, la religiosa, que acuerda con el párroco la parte que corresponde a la festividad re­ligiosa, y la de la Feria, que lleva a cabo todas las gestiones para las distintas actividades de la parte pagana. Cada grupo de comisionados de los barrios o colonias trabaja en función de su barrio o colonia, pero en el caso de la fiesta patronal principal del pueblo, la de San Pedro Apóstol, se coordinan todos estos grupos y participan en conjunto articulados por el grupo de Comisio­nados centrales.

En el caso de los barrios la participación es semejante, se forma el grupo de Comisionados, se da la cooperación y se organiza el calendario festivo y el programa de actividades. No obstante, como se mencionó antes, en algu­nos aspectos hay autonomía y cada barrio introduce sus modalidades pro­pias. Por ejemplo, en el barrio de la Asunción, se establece una cuota anual para el conjunto de fiestas del pueblo, no se centra únicamente en la del barrio y por ello la cuota es elevada, asciende a 1,500 pesos por familia, y se procura que todas las familias del barrio aporten la misma cantidad.

Cabe mencionar que, en términos generales, para los Comisionados es un honor ser parte del grupo y es algo que muchos nativos buscan como parte de su identidad y de su compromiso con el pueblo. El ser Comisionado es muy reconocido en el pueblo y está íntimamente ligado al aspecto religioso:

Nosotros formamos parte de la Comisión por nuestra fe [...] la fe que, ahora sí, nos inculcaron, porque ya ve que nuestros aztecas tenían sus propias religiones, eran idólatras, no conocían a Dios; entonces, a partir de que llegaron los espa­ñoles nos inculcaron la fe que es de Jesucristo, la de Dios, la fe cristiana, enton­ces los que estamos aquí en la Comisión estamos más que nada por esa fe, en-

Page 384: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

368 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

seguida, ya lo demás se deriva a lo pagano, que viene siendo, como le dije hace rato, nuestras costumbres y tradiciones que viene siendo nuestra cultura.40

Para algunos otros, se trata de una motivación religiosa pero también es cuestión de tradición, se participa por herencia familiar y por darle continui­dad a una tradición:

... pues es algo que es parte de una magia que la imagen nos inculca; mi abuelo fue Comisionado, y yo a partir de ahí traigo un poco esto; pero también es una magia que la imagen y la religión a mí me impone, yo necesito algo y le digo "¿sabes qué? Necesito esto", y me ha echado la mano. Entonces me integro con ellos porque yo siempre he estado a favor de las costumbres y tradiciones del pueblo, entonces todo esto a mí me ha orillado a estar con ellos (los Comisiona­dos), me motiva a seguir trabajando, por nuevas cosas, cosas que ya se han perdido dentro del pueblo y del barrio, pero que ya las estamos rescatando.41

Y hay otros Comisionados que aseguran que para ellos la motivación a participar en las Comisiones es la competencia y la rivalidad con los otros barrios, pues así como hay colaboración y compromiso entre éstos hay tam­bién el orgullo particular de pertenecer a cada barrio y por tanto la necesidad de ser "los mejores" en la organización de las fiestas. El sentir o saber que la fiesta de su barrio fue la mejor, es un móvil muy importante para algunos Comisionados.

Hay que mencionar, en el caso de San Pedro, que a diferencia de otros pueblos en éste ha habido un interés especial de los jóvenes por participar en la organización de las fiestas. No de los jóvenes en su conjunto, pero sí de algunos grupos que se han cuestionado el porqué de las tradiciones se encar­gan únicamente los mayores y por qué ellos no tienen un papel relevante. En este sentido, se han planteado la necesidad de participar:

Nosotros somos hijos de Comisionados, o sobrinos o nietos, o de ejidatario, entonces eso estaba vinculado de alguna manera, porque a pesar de que nosotros salíamos para estudiar una carrera en la universidad, o la preparatoria, a fin de cuentas nos metíamos mucho en esto porque nuestros abuelitos eran campesi­nos, la mayoría de nuestros abuelos, de todos, eran campesinos, hijos de Comi­sionados, hijos de ejidatarios, entonces eso fue lo que a nosotros nos llegó; lo

40Entrevista con Comisionados del Barrio de La Asunción, mayo de 2010. 41ídem.

Page 385: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 369

sabíamos, lo entendíamos, lo apoyábamos de alguna manera, pero nunca había­mos entrado a un grupo como tal, hasta que decidimos vincularnos con los Comisionados para la feria.42

Estos jóvenes vivían en una tensión permanente entre lo que significaba la vida "en la ciudad" a donde iban a estudiar y convivían con el modo de vida urbano, y lo que significaba la vida en un pueblo con tradiciones y cos­tumbres distintas; esto, por una parte, les abría el horizonte hacia otros co­nocimientos, otros referentes y otros modos de vida, pero, por otra parte, les generaba la necesidad de revalorar su propio modo de vida, sus tradiciones y costumbres. De ahí que buscaran la manera de involucrarse de manera más directa con su pueblo:

... entonces nos encontramos con un reto de si nosotros podemos colaborar con nuestro pueblo, pues vamos a poner nuestro granito de arena, y vamos a trabajar en la difusión de nuestras tradiciones, de lo que nosotros estamos seguros que es parte de nuestra vida y que se está perdiendo, porque a nosotros nos toca vivir esa transición de que por necesidad te tienes que ir a vivir fuera [...] para ir a la prepa te tienes que ir a otra delegación, a Coyoacán, a Tlalpan o a Xochimilco, y para ir a la universidad te tienes que a lo mejor ir a la UAM a la UNAM, pero a fin de cuen­tas te sacan de tu entorno, pues, de tu vida. Entonces ya regresas tarde de trabajar o de estudiar y te pierdes de toda la dinámica de lo que es el pueblo; entonces nosotros entramos ahí, en lo que es hasta una transición ideológica, de que noso­tros nos hemos ido a estudiar fuera de nuestro pueblo, y tenemos que regresar a empaparnos de todas las tradiciones, de toda la cultura. Entonces, esa ideología, de una u otra manera gana adeptos, nos juntamos varios y colaboramos en la or­ganización de nuestra feria, pues esa es la idea general.. ,43

De este modo, en San Pedro ha habido participación de los jóvenes en la organización y realización de la fiesta patronal, lo que representa un hecho singular dado que en la mayor parte de los casos son las personas mayores las interesadas en conservar las tradiciones de los pueblos, mientras los jó­venes tienden a apartarse de éstas o a vivirlas de una manera ajena.

En relación con las fiestas, existen muy diversas, desde las de cada barrio hasta las generales de todo el pueblo; entre estas últimas, además de la fiesta

42Entrevista con miembros del grupo STAF: "Siempre trabajando a favor de la fiesta", ori­ginarios, septiembre de 2007.

i3ldem.

Page 386: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

370 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

patronal está la de Año Nuevo, la del santo Jubileo y las de Semana Santa. Sin embargo, indudablemente la más importante es la del santo patrono San Pe­dro Apóstol, que se celebra el 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo. La fiesta comienza el 20 de junio, con un recorrido del santo patrón por todo el pueblo, el cual es acompañado por una banda de música y truene de cohetes. Este recorrido termina con el regreso del santo a la iglesia. Lo que sigue es el día 28, cuando por la noche se realiza una procesión que acompaña al santo patrón en su recorrido por los canales de la chinampería. En este recorrido va el santo en un altar que se instala sobre una canoa especial con una abundan­te ofrenda con los productos de la región: flores, frutos, hortalizas, etcétera En la canoa del santo va la reina de la fiesta y las princesas, y va al frente de una larga procesión de canoas (las trajineras) en donde las familias del pueblo si­guen al santo en su recorrido; en el transcurso van tronando cohetes y se que­man castillos. Este recorrido culmina en el lago de Los Reyes, en donde el santo es recibido con júbilo y música por la gente del pueblo. Al tocar nueva­mente tierra, el santo es llevado a la iglesia en donde se le da una serenata.

Al día siguiente se inicia muy temprano con las mañanitas y con repiques de campanas,- a la misma iglesia se llevan bandas de distintos barrios (San Mateo, La Magdalena, La Guadalupe) y en ocasiones también mariachi. Pos­teriormente sigue la misa solemne a la una de la tarde, que es la misa princi­pal; esto se acompaña con fuegos artificiales y cohetes de todo tipo. Por la noche algunos barrios llegan con su aporte a quemar también algunos fuegos artificiales: castillos, bombas, ruedas voladoras, cohetes de luz, etcétera Mien­tras todo esto acontece, la parte central del pueblo está ocupada por largas y nutridas filas de estands de ropa, comida, música, artesanías y toda clase de productos, además de distintos escenarios en donde se ofrecen espectáculos muy diversos y la feria de juegos mecánicos. La fiesta en su conjunto dura dos semanas, durante las cuales la dinámica del pueblo cambia, se cierra la calle principal y la gente se ocupa en pasear, bailar, comer y divertirse.

EL TIEMPO PRESENTE

La convivencia en la diversidad

Por sus características y su ubicación (medianamente distante de la zona urbana) San Pedro Tláhuac es un pueblo básicamente de originarios,- como se ha comentado antes, la mayor parte de la población es gente que nació en el pueblo o en los alrededores, en otros pueblos de la misma delegación. Por

Page 387: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 371

este motivo, la población fuereña es realmente minoritaria y el fenómeno de la diversidad social y cultural no es tan visible. Sin embargo, como en la mayor parte de los pueblos de la ciudad de México, en algún momento del proceso del siglo xx ha llegado a establecerse gente de otras regiones y se ha formado la población avecindada.

En el caso de este pueblo, este fenómeno comenzó a darse hacia los años cincuenta, cuando se funda la primera colonia externa a los barrios históricos: la colonia Santa Cecilia. Se trata de una colonia nueva en esos tiempos que fue muy mal recibida por los lugareños debido a que además de traer gente externa llegó a modificar la imagen del pueblo y a trastocar sus costumbres:

La mayoría no se quería ir a vivir a esa colonia, y todavía no entendemos por qué la fundaron, la mayoría siente desprecio por esa tierra, no tienen idea de lo que es ese suelo, porque no hay servicios de ningún tipo hasta los cincuenta, pues Tlá­huac no tiene entonces todos los servicios ni las tomas de agua a nivel indivi­dual, todas son públicas y tenemos que acarrear el agua en cubetas y darle de beber a los animales ahí en las tardes cuando los vecinos no estén. El pero es que no entendemos la razón por la que la fundan, si en ese tiempo, aparte de que el número de familias era reducido, la mayoría teníamos espacio físico suficiente para vivir y heredar a los hijos. En Tláhuac todas, absolutamente en todas las casas se tenía la casa, el patio y el traspatio, la casa en medio del solar y el patio para todas nuestras fiestas de carácter personal, y el traspatio se utilizaba para guardar los implementos del campo, o el ganado, tanto el mayor como el menor, entonces consistía en vacas, caballos, burros y otros tenían puercos, gallos, borre­gos [...] Entonces llega gente que no siente apego por esas tierras, y ese es el fe­nómeno que sucede en la década del 50, desde la parte centro de la ciudad en donde ha empezado a crecer y crecer ésta, y los menos aptos económicamente van vendiendo allá sus propiedades y se van saliendo hacia la periferia, entre esos lugares está Tláhuac, porque lo que les pagaban allá por un solar pequeño, que les exigía muchos impuestos que no podían pagar, les sirve para comprar acá dos o tres solares; mucha tierra con el dinero que les dan allá. Pero eso se lo venden los mismos tlahueños, nosotros somos quienes les abrimos la puerta, aunque después los tratamos en forma muy despectiva. Nosotros no nos vamos, sino que nada más nos burlamos de los que vienen, y i cómo les decimos?: Ave­cindados.44

'Entrevista con el señor Juventino Ortega, originario, mayo de 2010.

Page 388: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

372 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

De este modo, la creación de nuevas colonias es una de las vías a través de las cuales llega gente ajena a Tláhuac y comienza una suerte de choque social y cultural con ellos que no es bien recibido por la comunidad y les genera enfrentamientos por varios años. Se crea una rivalidad muy clara con los que van llegando, una suerte de menosprecio por no ser parte de la comu­nidad, por no ser como ellos y no tener las mismas costumbres. En este sentido, se reconoce una mentalidad bastante cerrada por parte de la gente del pueblo frente a los inmigrados y mucha intolerancia. Se da una rivalidad entre las costumbres de unos y otros y un resquemor por el hecho de que al llegar al pueblo mediante la compra de un terreno, los nuevos habitantes adquieren derechos sobre su propiedad y automáticamente pasan a ser parte de los propietarios del pueblo. Por estas razones, históricamente, la relación con los avecindados no es buena y propicia mucho rechazo por parte de la población originaria:

Sí, eso ha sido desde siempre, incluso cuando los viejitos del pueblo hablaban mal de los avecindados, los que hablaban el náhuatl o el mexicano les llama­ban "chichicahcalacqueh" que significa "perros invasores".45

Otro de los fenómenos que generó la inmigración fue también la llegada de trabajadores del campo que después de haber cumplido un periodo de trabajo en el pueblo decidían quedarse y establecerse ahí. Algunos se casaban con lugareños, otros se emparentaban de diversas maneras con la gente oriunda y se quedaban,- de esta manera, fue creciendo la población no nativa y ampliando el núcleo de avecindados:

Mucha gente ha llegado a Tláhuac y se ha establecido, así tenemos profesores de primaria, trabajadores capacitados, pero sobre todo, en la década de los sesenta y setenta, cuando todavía levantábamos la milpa, venía gente de Puebla, de Hi­dalgo y principalmente de la serranía de Tlaxcala y del Estado de México, como peones, que a veces duraban aquí una semana, dos semanas con la familia, para ayudar a levantar la cosecha, traerla, acomodarla, y se iban; trabajadores tempo­rales que normalmente llegaban en octubre y se iban por enero,- pero muchos de ellos se casaron aquí, y bueno, hoy, nosotros al mirar el listado ejidal, nos en­contramos con que los apelativo originales han cambiado, como un 20 por ciento son apellidos nuevos. Así que su influencia ha sido enorme.46

45Entrevista con Baruc Martínez, julio de 2009. 46Entrevista con el señor Juventino Ortega, mayo de 2010.

Page 389: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 373

La llegada de los avecindados dio lugar a la creación de otras colonias y también a la adopción de usos y costumbres no usuales en el pueblo, que con el paso de los años fueron siendo aceptadas e incluso adoptadas, en algunos casos, por la gente nativa. Una de las nuevas prácticas que se observaron fue de carácter político, y consistió en la organización vecinal de las colonias para la gestión de los servicios. Ésta fue vista como algo novedoso en la me­dida que la gente del pueblo estaba más bien acostumbrada, y lo mantiene aún, a que ese tipo de gestión venía de fuera, directamente de las autoridades y no suponía la existencia de una forma de organización particular del pue­blo. En ese sentido, en buena medida, fue en las colonias en donde comen­zaron primero a tener servicios urbanos.

La organización de las colonias trajo también consigo la participación de las mujeres "en política" (es decir en la gestión), práctica que originalmente fue muy mal vista en este pueblo con una fuerte tradición machista, que con­sideraba que el lugar de las mujeres estaba en la casa. Sin embargo, esto es considerado por algunos nativos como una de las influencias positivas de los avecindados que ha traído también importantes cambios para la comunidad.

Otra de las influencias positivas ha sido la introducción del deporte como una práctica recurrente y benéfica para niños y jóvenes. Anteriormente el deporte no era bien visto en el pueblo debido a que se consideraba una ma­nera de perder el tiempo, un tiempo que debía ser empleado más bien en las labores del campo y el trabajo de la tierra. Esto era así porque tradicional-mente la gente mayor pensaba en heredar sus parcelas a los hijos y debía por tanto formarlos en las labores del campo, por lo que se acostumbraba que desde pequeños éstos acompañaran a sus padres y se ocuparan en esta acti­vidad. De esta manera, el deporte llegó a ser un "distractor" que comenzó a llamar la atención de las generaciones jóvenes y a distraerlos del interés por el campo. Sin embargo, a la larga, fue también una práctica adoptada e inte­grada a la vida comunitaria.

Así, ciertamente el fenómeno de los avecindados actualmente no es tan conflictivo como en otros pueblos y ha caminado básicamente hacia un proce­so de coexistencia pacífica, pero ha transitado por todo un periodo difícil de contradicciones y adaptaciones que adquieren nueva algidez cuando otros gru­pos organizados externos ajenos a la comunidad pretenden instalarse en los predios del pueblo; este ha sido el caso por ejemplo del frente Popular Francis­co Villa, que en tiempos recientes ha llegado a establecerse en el lugar.

Por otra parte, el hecho de que algunos vecinos de San Pedro se hayan establecido en las colonias nuevas ha generado conflictos y confusiones CidíL vez que en el pueblo se tratan asuntos de interés comunitario en los que se

Page 390: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

374 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

considera que tienen derecho a participar únicamente los originarios, pues usualmente se acostumbraba a que en estos asuntos sólo se convocaba a la gente de los barrios tradicionales y no a los de las colonias, pero actualmen­te la población se ha mezclado y las colonias reclaman por tanto su derecho a participar también en estos asuntos.

Finalmente, es importante señalar que han sido importantes algunas de las prácticas introducidas por los avecindados y han enriquecido sin duda la vida comunitaria, logrando cierta hibridación cultural, sin embargo, San Pedro es a pesar de todo un pueblo con predominio de población originaria que permanece con un fuerte arraigo a sus tradiciones y persiste en mante­ner su perfil como pueblo ante la influencia de la vida urbana:

Nosotros somos gente con una tradición y una cultura original, que hemos so­brevivido a pesar de los abusos, desde la época prehispánica; hemos sufrido abusos, hemos sufrido inclemencias del tiempo, hemos tenido malos gobernan­tes, hemos tenido influencias externas, hemos tenido muchas traiciones, pero hemos sobrevivido, y lo veo como un pueblo, como un lugar que ha sobrevivido, a pesar de la lejanía de la ciudad, y que tenemos esa forma de ser muy diferente a cualquier citadino, aunque estemos dentro del Distrito Federal. No nos conside­ramos tanto citadinos, no somos tanto habitantes de una ciudad, porque nuestro origen es esto, nuestro origen es más bien rural; hoy en día puede encontrar todavía, para bien o para mal, muchas casas con aves de corral, muchas casas con establos, porque esa ha sido nuestra historia; a lo largo de toda la vida he­mos tenido nuestra forma de generar nuestro alimento a través de nosotros mismos, por la autoproducción y al autoconsumo...47

La disputa por el territorio y las formas propias de gestión

La disputa por el territorio en San Pedro Tláhuac ha sido una cuestión añeja, que ha tenido que ver con distintos procesos que han atentado contra las formas establecidas de propiedad en el pueblo, y especialmente contra el ejido. Se mencionó ya la llegada de los avecindados a las colonias nuevas que ha representado un fuerte impacto, no sólo por el arribo de gente externa, sino por los cambios introducidos en relación con las características de las casas habitación, diseño urbano y usos y costumbres. En este caso, los cam-

47Entrevista con el señor Benjamín Rioja, originario y entonces Comisario ejidal de San Pedro Tláhuac, diciembre de 2009.

Page 391: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 375

bios se han generado de manera natural por el nuevo fenómeno de pobla-miento, pero se respetó la propiedad, dado que los recién llegados adquirie­ron sus lotes de manera legal.

Sin embargo, conjuntamente con este proceso, han tenido lugar otros en los que de distintas maneras se ha tratado de transformar la vocación agríco­la de Tláhuac expropiando tierras del ejido para urbanizar la zona a través, también, de construir colonias nuevas. Esto ha provocado fuertes conflictos por la tierra, dado que al expropiar el ejido, numerosos ejidatarios han queda­do virtualmente sin tierra, perdiendo así el sustento de su propia identidad. No obstante, en estos casos, nadie ha quitado los derechos a estos ejidatarios que fueron beneficiados originalmente con el reparto agrario, a pesar de ha­ber perdido sus tierras. De este modo, se ha generado una situación confusa y peculiar al mantenerse en el pueblo un determinado número de ejidata­rios, alrededor de 130, sin tierras.

La disputa por las tierras ejidales ha tenido también otras características que han derivado de invasiones por parte de población del Estado de México, proveniente de Valle de Chalco. Ante el crecimiento enorme de este muni­cipio en los años ochenta la amenaza de la invasión al ejido de Tláhuac creció, pero esta invasión se detuvo en buena medida porque los terrenos de Tláhuac, que eran más bajos que los de Valle de Chalco, se fueron inundan­do con las aguas de desecho del drenaje de los nuevos asentamientos del Estado de México.

Esta inundación con aguas residuales, contaminadas han echado a perder la tierra y la han erosionado, impidiendo así que sea cultivada. Con el paso de los años, la inundación ha ido creciendo; actualmente se tiene una extensión aproximada de 450 hectáreas anegadas que representan un riesgo para la flora y la fauna locales, así como para la propia población. Esto ha sido motivo de un constante conflicto con las autoridades, centra­les y delegacionales, que a decir de los ejidatarios no han tomado cartas en el asunto y no han hecho nada para tratar esas aguas o para desalojar las tierras.

Esta situación y este tipo de conflictos en relación con el territorio se han trasladado también a otros asuntos como es el de las modalidades de apro­vechamiento de los recursos naturales. Teniendo en cuenta la riqueza acuí-cola e hídrica de la zona, los ejidatarios de Tláhuac se han interesado en promover desarrollos sustentables y proyectos que aprovechen la riqueza local, respetando las tierras ejidales y el perfil de la zona, y han mantenido al respecto negociaciones con las autoridades, sin obtener respuestas Satis­factorias para ambas partes:

Page 392: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

376 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... nosotros podríamos proyectar la zona y el Distrito Federal como una zona autosuficiente en agua, autosuflciente en cuanto a recursos naturales, proyectar desarrollos ecoturísticos en concordancia con los intereses de los ejidatarios, pero desafortunadamente no vemos voluntad política, no vemos que les interese el problema del agua; en realidad tenemos aquí una ventana de oportunidad que el gobierno, no sé si por opacidad o por negligencia no lo intenta hacer. Nosotros hemos propuesto, hemos ido a reuniones con jefes de gobierno, con algunos secretarios, con el jefe delegacional en turno y le hemos dicho que este es un delito ambiental, el verter aguas residuales a cielo abierto es un delito ambien­tal; hicimos denuncia ante la Profepa [...] y hasta la fecha no hemos recibido un solo centavo por daños, indemnización, daños ambientales, y ahí hay apoyos en materia agrícola a cuentagotas, muy peleados, muy discutidos, y eso es lo que tenemos, esa es la realidad de Tláhuac.48

En relación con las autoridades existe otro ámbito de conflicto con res­pecto al territorio que se ha venido alimentando por varios años. Se trata de la recurrente petición a los ejidatarios de donaciones de tierra o cesión de derechos de ciertas tierras por parte del gobierno para la construcción de equipamiento y de servicios públicos. Desde el punto de vista del gobierno, los ejidatarios, en tanto poseedores de las tierras, están en condiciones de ceder ciertas porciones en bien de la comunidad y reclaman a éstos tal acti­tud; mientras que los ejidatarios, defienden sus derechos sobre el territorio y reclaman al gobierno su deber de resolver por sus propios medios estas nece­sidades de la comunidad. Desde su punto de vista, el gobierno es el que de­tenta el monopolio de la fuerza pública, del dinero y del patrimonio inmobi­liario y es a él a quien compete proporcionar los servicios requeridos por la sociedad.

Otro caso relevante sobre este tema es sin duda, el de la construcción de la línea 12 del Metro, ya mencionado en un apartado anterior, en el que la afectación de la propiedad de la tierra y el destino del territorio es lo que se encuentra en el centro de la pugna.

En este núcleo de conflictos, las disputas de los distintos actores por el territorio en San Pedro Tláhuac se relacionan de una u otra forma más con las tierras cultivables que con la superficie urbanizada. En el caso de este pueblo, la disputa no se da en torno a los lugares públicos, como las plazas, las calles principales o los equipamientos,- en términos generales, entraña casi inexorablemente la lucha entre la conservación del perñl

4SIdem.

Page 393: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 377

agrícola de la zona y la urbanización de la misma. En algunos casos, esto tiene lugar entre actores comunitarios, como sucede entre los ejidatarios y los habitantes de las nuevas colonias o los potenciales invasores de las tierras, pero en muchos otros, el conflicto se desarrolla entre los actores sociales, casi siempre los ejidatarios o los chinamperos, y el gobierno, sea éste delegacional, central o incluso el federal. En estos casos las disputas tocan principalmente el territorio y los recursos naturales que, por un lado, son considerados por la población como parte de su patrimonio, intocable, y, por otro, son considerados por las autoridades como reserva expropiable o rescatable para el desarrollo de proyectos de "interés públi­co" que frecuentemente trascienden las necesidades directas de la pobla­ción local.

Gestión, participación y representación

En San Pedro Tláhuac, como se ha señalado, sobreviven diferentes formas de organización comunitaria que son las modalidades de organización que ca­racterizan al pueblo,- y en la contraparte, existen muy escasas formas de agrupación contemporáneas o institucionales, de tipo barrial, civil o vecinal. Las organizaciones más reconocidas y significativas para el pueblo son, sin duda, la de los Comisionados, para las fiestas paganas y religiosas, y la de los ejidatarios, ambas de carácter comunitario. Además de éstas, ligadas a la vida cotidiana del pueblo, únicamente existen algunas agrupaciones gremia­les, como la de los canoeros, con fines más bien de promoción turística, y algunas otras de deportistas.

De esta manera, la gestión de las necesidades del pueblo es una práctica que se lleva a cabo de manera directa mediante los trámites de los particula­res en la delegación, mediante los ejidatarios, en el caso de los asuntos rela­cionados con las tierras cultivables, o a través de las autoridades y de la única figura local de representación que es el Coordinador de Enlace Territo­rial. Con esto se quiere decir que si bien en Tláhuac existe una proclividad a la atención colectiva de algunas de las necesidades de la vida comunitaria y, en ese sentido, a la participación de la comunidad en ciertos asuntos de in­terés común, a través de las faenas, el toque de campanas o las asambleas ejidales, es cierto también que no existe una tradición de organización veci­nal para la gestión pública, o una tradición de organización social para la atención de otros problemas que atañen a la comunidad, como la salud, la edu­cación, los servicios públicos, etcétera.

Page 394: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

378 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Como ocurre en la mayor parte de los pueblos sureños del Distrito Fede­ral, la figura más relevante de la representación ciudadana, y de la propia comunidad es el Coordinador de Enlace Territorial, que es una figura impor­tante pero compleja, debido a que es al mismo tiempo un empleado, a suel­do, de la delegación, y un representante elegido por el pueblo. Este funciona­rio sustituye a lo que en el caso de otras delegaciones son los subdelegados territoriales, con la única y sustantiva diferencia de que éste es elegido por la comunidad y, en ese sentido, es reconocido también como un auténtico re­presentante del pueblo; aunque cabe mencionar que es también una figura que con frecuencia intenta ser promovida por el propio gobierno delegacio­nal. Es el enlace real entre éste y la delegación, la figura de intermediación entre la autoridad y la gente, el encargado de gestionar sus demandas, de atender sus necesidades, de resolver cierto tipo de conflictos internos, en suma, de ver por el bien de la comunidad.

Debido a sus funciones, este personaje se ha convertido en una figura cla­ve para la representación y visibilidad del pueblo, así como en un gestor por excelencia y un mediador en los conflictos de la comunidad. Actualmente se han delimitado un tanto sus atribuciones, pero en otros momentos ha llegado a fungir incluso como "Juez de paz" en este y en otros pueblos. Sin embargo, las capacidades reales y las atribuciones que le reconoce la norma delegacional se limitan a la gestión y la intermediación y tiene en realidad poca injerencia en la toma de decisiones, en el manejo de presupuestos y en la instrumenta­ción de soluciones efectivas a los problemas de la comunidad:

El Coordinador de Enlace Territorial es una figura importante porque, precisa­mente, el Coordinador es el enlace, quien tiene el contacto directo con la comu­nidad, es quien trabaja el diagnóstico de necesidades de la gente, en todos los rubros, en servicios urbanos, en obras [...] sin embargo, nosotros entregamos diagnósticos, entregamos gestiones y no vemos resultados, la autoridad no res­ponde. Y también lo digo con mucha franqueza, yo entre febrero y marzo a la fecha tengo unas estadísticas de la gestión que yo manejo en donde me indican que del 100 por ciento de gestión que yo he tramitado, si acaso se ha tramitado el 20 por ciento, eso me indica que realmente no se está haciendo el trabajo, son diagnósticos que le deberían de servir al jefe delegacional como indicador, para pulsar él cuáles son las áreas de los pueblos que están fallando, sin embargo, tampoco lo quieren ver.49

"'Entrevista con el señor Miguel Ángel Palma, coordinador de Enlace Territorial de San Pedro Tláhuac, julio de 2009.

Page 395: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 379

Para la gente del pueblo este coordinador es su representante, goza en general de reconocimiento y es la persona a la cual acude la gente para la atención a sus necesidades, sean éstas individuales o colectivas, es por ello un personaje importante en la comunidad que es electo en jornada pública, por votaciones, mediante la competencia de planillas. Es también el promo­tor de programas y proyectos de gobierno que pueden dar beneficios a la gente del pueblo y, en términos generales, se asume que es la persona que participa con las autoridades en la negociación de las demandas y de los pre­supuestos siempre en favor del pueblo.

Vale la pena mencionar que actualmente este cargo es ya reconocido en la nueva reforma de la Ley de Participación ciudadana como un representan­te ciudadano de los pueblos originarios y su elección es ahora normada por este instrumento.

En términos de la representación se encuentra desde luego la interven­ción de los partidos políticos, que al igual que en otras delegaciones buscan adeptos para sus plataformas y votantes para sus fuerzas políticas. En el caso de San Pedro, ha sido el Partido de la Revolución Democrática el que ha te­nido mayor presencia y el que se ha mantenido al frente de la delegación durante los últimos años, sin embargo, su gestión ha sido controvertida,- no goza actualmente de un amplio consenso entre la gente del pueblo y ha man­tenido más bien una relación conflictiva con los distintos actores.

También, dentro del ámbito de la representación está el tema de los Co­mités Vecinales que, como ocurrió en la mayor parte de la ciudad, fueron electos en 1999. La integración de estos Comités se llevó a cabo de manera formal con escasa participación de la población, algunos se mantuvieron en funciones por algún tiempo pero no fueron, en general, adoptados como es­pacios efectivos de representación por parte de la comunidad, pues la única representación reconocida era la del Coordinador de Enlace Territorial. Algu­nos testimonios al respecto indican que éstos no fueron significativos y que acabaron muriendo por inanición.

En lo que se refiere a la dinámica interna del pueblo se han gestado tam­bién algunos otros tipos de organización social que han tenido como propó­sito contribuir al desarrollo cultural de la población y atender sus necesida­des en esta materia. Este es el caso del mismo grupo de jóvenes, hijos de Comisionados, ejidatarios y originarios, que en otro momento se involucró en la organización de la fiesta patronal, en apoyo a la labor de los Comisio­nados (el STAF), y en tiempos más recientes han generado distintas opciones de investigación, cursos y prácticas culturales con la gente del pueblo:

Page 396: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

380 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... nosotros también estábamos en esa transición de decir, bueno, "es que la fe­ria no lo es todo", es una parte importante un vínculo importante y a fin de cuentas es un trampolín que te proyecta con tu pueblo, porque estás ahí presen­te; pero ahora nosotros estamos en la etapa de probar un reto más cultural, queremos decirle al mundo: "Aquí está Tláhuac", y no vamos más lejos, con los niños. ¿Cuál fue nuestro reto esta vez? Vamos a enseñarles a hacer radio, a hacer video, porque queremos medir cómo andan ellos en su conocimiento de la cul­tura del pueblo, y de hecho estamos preocupados, muchísimo, porque estos ni­ños no saben nada...50

En esta perspectiva, este grupo ha continuado trabajando en distintos proyectos de apoyo a las actividades y al conocimiento cultural de San Pedro. En esta búsqueda han conseguido apoyos gubernamentales y han realizado cursos, videos y documentales, dirigidos tanto a niños, como a adolecentes y a la gente mayor del pueblo, con el Proyecto de Apoyo a los Pueblos Origi­narios (PAPO) del Gobierno del Distrito Federal. Actualmente se han nombra­do "Centro de producción de medios. Delegación Tláhuac", y su trabajo continúa en esta dirección, en función del fortalecimiento de la vida comu­nitaria:

Para nosotros es una oportunidad importante, porque nosotros estamos llenos de ideas, queremos darle el realce a nuestras tradiciones, queremos darle el real­ce que realmente tiene el día de muertos aquí, queremos hacer miles de cosas, queremos hacer teatro, radio, radionovelas, video. Para nosotros nuestro objeti­vo es un bien común, para la comunidad.51

De esta manera, existen también este tipo de iniciativas de organización que ciertamente no tienen como propósito la gestión ni la negociación polí­tica, pero están involucradas con una participación peculiar de rescate y fortalecimiento cultural, conducida por la gente joven del pueblo.

Finalmente, dentro de las formas de participación es importante poner de relieve la movilización de la gente del pueblo, en particular los ejidata-rios, cada vez que se toman decisiones que comprometen los bienes del pueblo, como es el caso de la tierra y los recursos naturales. En estos casos, la participación se da en distintos planos, por una parte, como resistencia y oposición a las decisiones tomadas o a las medidas diseñadas para alguna

50Entrevista con miembros del grupo STAF, septiembre de 2007. slIdem.

Page 397: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 381

intervención; por otra parte, como movilización que avanza hacia los espa­cios institucionales y busca la interlocución; por último, como medida de presión que reclama la consulta por parte de las autoridades a la comuni­dad afectada.

Este tipo de participación ocurre generalmente ante situaciones de ex­propiación o ante la puesta en marcha de proyectos urbanos que de una u otra manera atenían contra los bienes comunitarios, y son diseñados y defi­nidos sin previa consulta a la gente del pueblo. Este ha sido el caso de la línea 12 del Metro, del proyecto de basurero municipal y de otros proyectos que afectan la zona. La naturaleza de los proyectos que ponen en cuestión la vo­cación tradicional de Tláhuac inquietan y preocupan a la población, pero un agravio mayor se da cuando esto sucede sin tomar en cuenta la opinión, los argumentos y las necesidades de esta población. De aquí que este tipo de participación reconozca como móvil la circunstancia de que se pasa por en­cima de la comunidad y ésta no es tomada en cuenta para la definición de proyectos catalogados como de "interés público":

No, aquí nunca nos han consultado, por eso es en mucho la pelea de los pueblos originarios, es decir, no nada más es cuestión cultural; esto de los pueblos origi­narios evidentemente tiene un matiz político que no se reconoce porque la gen­te de allá, del gobierno central, viene y crea su Consejo de Pueblos, así como una cuestión de folclor, de una cosa nada más folclórica, así de "mire aquí tenemos todavía un reducto de lo que fue nuestro pasado"; pero no se le da la connota­ción que realmente tiene, y no nada más en el discurso, hay que empezar por las acciones, pues ¿cómo respetar a los pueblos originarios? Pues reconociendo que tienen derechos colectivos sobre su territorio, y eso no se quiere reconocer por­que le quitas un montón de beneficios al gobierno; él sabe que tenemos tierras y que las tierras están subiendo de precio, que pueden entrar las compañías in­mobiliarias, y que de hecho ya existen proyectos por acá de casas Geo. Entonces es mucho dinero el que se está jugando acá y el gobierno no va a permitir que se hagan esas modificaciones a la legislación para que los pueblos originarios ten­gan realmente estos derechos colectivos que decimos, que vienen de atrás...52

Los mecanismos de consulta ciudadana en materia de expropiaciones, obras públicas y desarrollo urbano existen en la normatividad federal y en la local, sin embargo, con frecuencia son omitidos o se llevan a cabo de mane­ra irregular, de forma tal que en sentido estricto las comunidades afectadas

'Entrevista con Baruc Martínez, originario, julio de 2009.

Page 398: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

382 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

no son tomadas en cuenta, y en estas situaciones tales comunidades no cuentan con instancias y mecanismos para la interpelación y defensa de sus derechos. Por esta circunstancia se recurre a la participación en la modalidad de movilización y resistencia, que es también uno de los recursos propios de este pueblo.

REFLEXIÓN FINAL

El pueblo de San Pedro Tláhuac representa uno de los casos prototípicos de los pueblos llamados originarios en la ciudad de México: con un origen pre-hispánico, una fuerte herencia mesoamericana y colonial, un intenso arraigo al territorio, la preservación de cualidades agrícolas, la conservación de no­tables tradiciones, una fuerte identidad comunitaria, la presencia de linajes y una numerosa población originaria y la vigencia de algunas formas de or­ganización comunitaria. En este sentido, se trata de un pueblo que ha man­tenido aspectos sustantivos de su esencia comunitaria, ha sobrevivido a las amenazas urbanizadoras y ha mantenido una cierta distancia con el modo de vida urbano.

Estas características no suponen, sin embargo, que San Pedro Tláhuac haya permanecido ajeno a los cambios del entorno, al crecimiento de la ciu­dad y a transformaciones internas generadas en gran medida por su doble relación de diferenciación e integración con respecto a la ciudad de México. Ciertamente, su distancia real de la urbe le ha permitido mantener una di­námica propia y resguardar sus tradiciones, pero las limitaciones impuestas por las características de esa vida pueblerina y por las condiciones de atraso de la delegación, han propiciado también, de manera intensa, la constante emigración de los pobladores a las partes centrales de la ciudad. Para trabajar o para estudiar, para buscar atención médica o desarrollo cultural, desde hace décadas los nativos del pueblo se han integrado, a veces muy a su pesar, de manera cotidiana a la vida urbana. Esta circunstancia ha sido difícil para los tlahuaquenses, quienes en general conservan un muy fuerte arraigo por su pueblo y no lo abandonan con frecuencia de manera permanente, pero se ven obligados a desarrollar sus actividades cotidianas de forma paralela entre el pueblo y la ciudad.

Este ir y venir a la ciudad ha generado cambios en algunas costumbres, algunos benéficos como la moderación del machismo y el reconocimiento de la participación de las mujeres en distintas actividades de la vida moderna,-otros son cambios difíciles como el desapego de los jóvenes de la vida interna

Page 399: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLAHUAC, TLÁHUAC • 383

del pueblo y su acceso al mundo de la frivolidad y el individualismo; y en otros casos hay también cambios negativos, como el abandono del campo y el descuido de los recursos naturales. También ha habido cambios en la ima­gen urbana y la hibridación de algunas costumbres (algunas festividades, las formas de organización y las de participación), introducidas por la creación de las nuevas colonias y el establecimiento de la población avecindada.

Con todo y estos cambios, hay aspectos que se conservan claramente dentro del pueblo. Uno de ellos es la manera de vivir el espacio y el tiempo. En el primer caso persiste un profundo apego al territorio, tanto al rural como al urbanizado, al espacio simbólico y cargado de historia que éste representa; el territorio es ante todo el ámbito del desarrollo de su gente y su cultura y un valiosísimo legado de las generaciones pasadas. Hacia el interior del pue­blo no existe una fuerte disputa por el territorio, están claros los espacios de pertenencia del pueblo frente a los avecindados y la conflictividad al respecto ha sido relativamente manejable. El ámbito fuerte de disputa en este campo ha sido hacia afuera, con los actores externos que han pretendido apropiarse del territorio e imprimirle un perfil diferente al originario: el propio gobierno (delegacional o central), las inmobiliarias, los comerciantes.

En relación con la forma de vivir el tiempo, ésta se expresa en los ritmos de la vida cotidiana, que supone una dinámica más pausada influida en bue­na medida por los horarios naturales de las labores del campo, aún en vigen­cia, pero que ha incorporado también el ir y venir a la ciudad, como una práctica permanente que marca el diario transcurrir del pueblo. Pero de igual manera está el tiempo largo, el de los ciclos anuales, marcado principalmen­te por la periodicidad de las fiestas religiosas y paganas, y, también por el nutrido calendario de las diversas festividades a lo largo del año, lo que los pobladores han introyectado como el tránsito natural de la vida del pueblo.

A pesar de los cambios más recientes, el pueblo conserva también un perfil semirural y una vocación agrícola significativa, lo que le otorga una de sus cualidades más notables y mantiene a la población ligada a esa forma de vida. La gente del pueblo manifiesta en este sentido una pertenencia primaria al pueblo y una pertenencia ubicada en un plano secundario a la ciudad. Se saben parte del Distrito Federal y reconocen su integración política al gobier­no central y al régimen urbano (incluido el gobierno delegacional), sin em­bargo, no se identifican como "capitalinos"; su arraigo evidente está en el pueblo.

Este arraigo y la permanencia del perfil semiurbano es lo que hace, en gran medida, que la población reaccione de manera intempestiva a los aires de urbanización que vienen de fuera, generalmente del gobierno central. Y

Page 400: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

384 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

en este ámbito la gente del pueblo sí reclama su derecho a la participación en la definición de los proyectos o políticas de carácter público que afectan a su territorio y a su modo de vida. En primer lugar, porque afectan sus propieda­des y los recursos bajo su resguardo (tierras, aguas, cultivos) y, en segundo lugar, porque estos proyectos traen consigo cambios relevantes que modifi­can el paisaje, las costumbres y el modo de vida del pueblo: urbanización de los terrenos agrícolas, introducción de comercio externo que afecta al merca­do interno, asentamiento de nuevos avecindados, contaminación de tierras y aguas.

En estos casos lo que se reclama no es el respeto absoluto a la dinámica del pueblo y de su entorno; lo que prevalece no es una negativa intransigen­te a las necesidades de cambio que reclama la ciudad y el propio pueblo. Lo que se demanda es la participación de los pobladores en el diseño de esas políticas y en la elaboración de propuestas viables que introduzcan los cam­bios tomando en consideración los intereses de los afectados y la conserva­ción del perfil de la zona, como una parte importante de la ciudad y para la ciudad. Sin embargo, para la formulación de este tipo de demandas y para el ejercicio de este tipo de participación, no existen los mecanismos ni las ins­tancias adecuadas. Las modalidades actuales de participación y representa­ción no han sido suficientes para darles cause y propiciar una intervención apropiada por parte de la comunidad.

De esta manera, el ejercicio de la democracia se ha desarrollado pero ha sido limitado en el pueblo. Hacia adentro, existen modalidades aceptadas y eficientes de elección y participación, para los Comisionados de las fiestas, para el Comisariado Ejidal y para el Coordinador de Enlace Territorial; pero hacia afuera adolece de importantes problemas, dado que los habitantes del pueblo no tienen acceso a los medios necesarios para intervenir en las deci­siones que los involucran, de esta manera, su condición de ciudadanos no es reconocida, y es por el contrario permanentemente vulnerada. Esta es una de las tareas pendientes de atender.

BIBLIOGRAFÍA

Anales de Tlatelolco. Unos Annales históricos de la nación mexicana y Códice Tla-telolco, Versión preparada y anotada por Henrich Berlin, México, Ed. Rafael Porrúa, 1980.

Page 401: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 385

ANAYA, Marco Antonio, Rebelión y revolución Chalco-Amecameca, Estado de Méxi­co, 1821-1921, t. 2, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana y Universidad Autónoma de Chapingo, 1997.

y María Gloria Trujano, "La desecación de la laguna de Chalco, 1895-1905", en José Alfredo Castellanos et al. (coords.), Tercer Foro de Investigación y Servicio del Oriente del Estado de México, Memoria, México, Universidad Autónoma de Chapingo, 1993.

BAZANT, Jan, Periferias urbanas. Expansión urbana incontrolada de bajos ingresos y su impacto en el medio ambiente, México, Trillas, 2001.

BELTRÁN, Trinidad, "La desecación del lago (ciénaga) de Chalco", en Diccionarios de Investigación, México, El Colegio Mexiquense, 1998.

DÍAZ SOTO Y GAMA, Antonio, Historia del Agrarísmo en México, México, Era, UAM,

CONACULTA, 2002. GARCÍA CUBAS, Antonio, Carta Corográfica del Distrito Federal, México, 1877. GIBSON, Charles, Los aztecas bajo el dominio español, México, Siglo XXI, 2003. LIRA, Andrés, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México: Tenochtitlan y

Tlatelolco, sus pueblos y sus barrios, México, El Colegio de México, 1995. MARTÍNEZ, Baruc, Tláhuac: Atisbos historíeos sobre un pueblo chinampero, mimeo,

2009. MARTÍNEZ, Lucía, "De España a México: íñigo Noriega Laso y la Compañía Agrícola

de Xico", en Daniel Hiernaux, Alicia Lindón y Jaime Noyola (coords.), La cons­trucción social de un territorio emergente. El Valle de Chalco, México, El Cole­gio Mexiquense y el Municipio de Valle de Chalco, 2000.

MEDINA, Andrés, 2006, "Las fronteras simbólicas de un 'pueblo originario': una mi­rada etnográfica a las comunidades de Tláhuac", Distrito Federal, Liminar. Es­tudios sociales y humanísticos, junio, año/vol. iv, núm. 001, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, México, pp. 77-91.

MORENO, Alejandra, "Análisis territorial de San Pedro Tláhuac", en Sistema de Infor­mación geográfica del pueblo de San Pedro Tláhuac, mimeo, 2009.

TORTOLERO, Alejandro, "¿Revolución agrícola en el valle de México? El caso de Iñigo Noriega", en Daniel Hiernaux, Alicia Lindón y Jaime Noyola (coords.), La cons­trucción social de un territorio emergente. El Valle de Chalco, México, El Cole­gio Mexiquense y Municipio de Valle de Chalco, 2000.

, Entre lagos y volcanes: pasado y presente, México, El Colegio Mexiquense y H. Ayuntamiento Municipal de Chalco, 1993.

Page 402: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México
Page 403: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

A MANERA DE EPÍLOGO

¿POR QUÉ LOS PUEBLOS EN LA CIUDAD DE MÉXICO?

Con el trabajo aquí presentado hemos querido poner de relieve algunos as­pectos que consideramos de primera importancia con relación a la existencia de los pueblos urbanos de la ciudad de México, en la perspectiva de volver la mirada al lugar que ocupan y a su participación dentro de la dinámica de la vida urbana. En esta línea, uno de los propósitos centrales de la investiga­ción consistió en mostrar la diversidad política, social y cultural de la ciudad de México, a partir del acercamiento a los pueblos urbanos como espacios locales significativos que tienen una fuerte presencia en la historia de la ciu­dad y que en la actualidad conservan sus particularidades como elementos constitutivos de la metrópoli.

En este contexto, el trabajo de los distintos autores se orientó hacia la recuperación de la manera como los pueblos reconstruyen permanentemen­te la identidad, la pertenencia y las formas de vivir la ciudadanía en la ciudad de México, como una muestra de la diversidad y de la complejidad de nues­tra ciudad, en tanto comunidad política y en tanto espacio público de convi­vencia. En este proceso, se analizaron las distintas formas de apropiación de la ciudad, de los espacios y del territorio, que tienen los pueblos, haciendo énfasis en comprender que existen distintas maneras de vivir la ciudad, tan­to por los numerosos actores que participan en ella como por los diferentes grupos sociales que la habitan.

Otro interés primordial consistió en poner en cuestión la visión hegemó-nica que se tiene de la ciudad como ámbito moderno por excelencia, hacien­do evidente que en el mismo territorio coexisten espacios, asentamientos y

387

Page 404: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

388 • A MANERA DE EPÍLOGO

comunidades modernas, tradicionales e incluso semi-rurales. Por ello, una de las vertientes de análisis consistió en mostrar la lucha de las identidades locales por conservar sus espacios, recursos y formas de vida ante los irrever­sibles procesos la urbanización y modernización de la ciudad.

Cabe mencionar que los pueblos urbanos en la ciudad de México han experimentado, a partir de la segunda mitad del siglo xx los efectos de la urbanización acelerada, del tránsito de una economía agrícola local, a una predominantemente industrial, y en las últimas décadas a una economía comercial y de servicios, lo cual, asociado a profundas desigualdades econó­micas y sociales, revela la construcción de una modernización excluyente.

Es notable en este contexto, la resistencia de estas comunidades que se han expresado en la vida pública como actores colectivos en defensa de la par­ticularidad que representan y de las tradiciones socio-culturales que los distin­guen. El sistema de cargos es, sin duda, la forma de organización más signifi­cativa de la vida social y de la vida pública de los pueblos, que revela en la actualidad tradiciones socio-políticas con usos y costumbres que se ponen en escena en los lugares públicos durante las fiestas, reconstruyendo la identidad basada en el lugar de pertenencia, donde convergen el arraigo al territorio, la memoria de la tierra y los ciclos agrícolas, la devoción religiosa y el parentesco; pero existen también otras formas de organización relevantes como: las asam­bleas comunitarias, los comisariados ejidales y las agrupaciones de comisiona­dos,- todas las cuales conviven cotidianamente con otras muchas modalidades organizativas que se despliegan en el escenario urbano.

Las micro-sociedades organizadas, expresadas en los pueblos urbanos, juegan un papel activo en la dinámica urbana, al dar continuidad a las tradicio­nes a través de actividades y prácticas rituales que cohesionan a la comunidad, así como al hacer visibles los fenómenos que ocurren en el espacio público y patrimonial, en donde toman parte en labores orientadas a la conservación de la calidad de estos lugares y proponen a las instituciones proyectos vinculato -rios y de cooperación para dar solución a los problemas que en ellos emergen. Sin embargo, aun enfrentan restricciones para su inserción en las prácticas participativas en función de asuntos y decisiones públicas.

Históricamente, en la política institucionalizada, los pueblos urbanos en la ciudad de México han tenido un lugar limitado en el debate público, una voz restringida para hablar de los fenómenos sociales que los afectan y una capacidad de acción muy acotada por la falta de reconocimiento y de espacios de participación. Esta situación ha comenzado a transformarse en años recientes con la reforma a la Ley de Participación ciudadana, donde existe ya un reconocimiento explícito a los pueblos,- y con la elaboración de

Page 405: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

A MANERA DE EPÍLOGO • 389

la Ley de Pueblos Originarios y Comunidades de Origen Étnico de la ciudad de México, que ha generado un amplio debate público en torno al tema. Una de las vertientes de este debate ha insistido en la necesidad de distinguir las diferencias entre los más de 100 pueblos existentes en distintas regiones del Distrito Federal. En principio, se distinguen los pueblos rurales y semi-rurales; los pueblos urbanos con un pasado rural reciente y los pueblos urba­nos con una dinámica comunitaria restringida en contraste con los dos pri­meros.

La distinción entre los pueblos resulta relevante en función del análi­sis de la integración de éstos a los distintos procesos urbanos, así como en función del diseño de políticas públicas diferenciadas de acuerdo con sus distintas circunstancias. Estas diferencias entre los pueblos reclaman igualmente la pertinencia de la elaboración de una tipología que permita identificar y caracterizar con precisión la diversidad existente entre los propios pueblos. En otro plano, el debate ha insistido también en la nece­sidad del reconocimiento jurídico tanto de las formas de representación política y social, como del territorio materializado en el lugar histórico y patrimonial.

En esta línea de reflexión ha surgido, de una parte, la necesidad de reva­lorar la ciudadanía a partir de la diversidad existente, dado que sin duda al­guna la manera de vivir la pertenencia y de apropiarse de la ciudad en los pueblos es cualitativamente distinta de aquella que existe en otras localida­des urbanas. Del mismo modo, es notable la exigencia de los pueblos de to­mar parte en las decisiones de los asuntos que los involucran así como en aquellos de interés general para los habitantes de la ciudad. Esta situación se manifiesta en las luchas por el territorio, por los recursos (naturales, urbanos y económicos), por la participación en la definición de las políticas urbanas. De otra parte, ha surgido también la necesidad de otorgar a los pueblos un sentido político (como ciudadanías y como actores colectivos) más allá del reconocimiento exclusivamente cultural que les ha sido históricamente asig­nado. Esta discusión se inscribe en el debate público más amplio, en torno a la pluralidad cultural y a los derechos diferenciados de las distintas comuni­dades que integran la ciudad.

En el debate académico y político sobre la ciudad, el conjunto de temas tratados son sin duda relevantes para la cabal comprensión de la vida urba­na, para la construcción de una comunidad política incluyente, la formu­lación de políticas públicas integrales y para la construcción de una vida pública democrática. Es preciso asumir igualmente que la existencia de los pueblos urbanos posee en sí misma un valor sustantivo para la superviven-

Page 406: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

3 9 0 • A MANERA DE EPÍLOGO

cia de la ciudad, al ser éstos los poseedores de una buena parte de los recur­sos naturales y de las zonas de reserva ecológica. Todo esto plantea el desa­fío de asumir que la historia y la realidad de los pueblos urbanos es parte constitutiva de la realidad y de la problemática urbana, lo que conduce a repensar, entre otras cuestiones, las formas de gobierno y de representa­ción de la ciudad.

Page 407: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN. LOS PUEBLOS Y LA CIUDAD DE MÉXICO

Iván Gomezcésar Hernández V

Los pueblos originarios y la ciudad de México VI Los pueblos en la actualidad XI Bibliografía XV

Capítulo 1

PUEBLOS URBANOS: ENTORNO CONCEPTUAL Y RUTA METODOLÓGICA

María Ana Portal Ariosa y Lucía Alvarez Enríquez 1

Acerca de la ciudadanía 3 La tradición occidental 3 La tradición indo colonial 7

Los pueblos en la ciudad: pueblo originario/pueblo urbano 10 Tiempo y espacio 14

Acerca de la identidad 20 Reflexión final 23 Bibliografía 24

Capítulo 2 Los PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL, UNA RECONSTRUCCIÓN TERRITORIAL

María Soledad Cruz Rodríguez, Alejandra Moreno,

Leticia Cruz Rodríguez y Marisol Gutiérrez 27

El poblamiento tradicional y la dimensión territorial en la urbanización reciente 27 Los pueblos en la historia territorial de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México 28

Page 408: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

392 • ÍNDICE

La pérdida de la autonomía de los pueblos y los cambios territoriales 31 La desaparición virtual de los pueblos en el territorio metropolitano de la ciudad de México 33 La historia territorial de los pueblos 36

La delegación Cuajimalpa 36 El pueblo de San Pablo Chimalpa 42 La delegación Tláhuac 46 El pueblo de San Pedro Tláhuac 50 Las delegaciones Coyoacán e Iztapalapa, una historia territorial compartida: "Los Culhuacanes" 52 La delegación de Coyoacán 56 La delegación de Iztapalapa 60 El pueblo de Santa María Aztahuacán 63 La delegación Gustavo A. Madero 66 El pueblo de Cuautepec 72

Reflexiones finales 76 Bibliografía 79

Capítulo 3

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA

María Ana Portal y Cristina Sánchez Mejorada 81 Introducción 81 Chimalpa: espacio social y territorio 87

La construcción del territorio de Chimalpa durante la Colonia 88 El impacto de la Reforma Agraria 95 El siglo xx. La Revolución como refundación moderna del pueblo: su población y vida cotidiana 100 Espacio y vida pública. Gobierno y gestión 108 Las transformaciones del pueblo: urbanización y nuevas formas de vida en el Chimalpa de hoy 121 Transformaciones políticas y de representación 126 Tiempo y organización: ritmos de la vida cotidiana 130 Las familias 130 Parentesco, historia y el territorio 131 La organización social 133 Las Compañías 134 La dimensión religiosa de la organización social: las fiscalías 141 La dimensión festiva 143 Reflexiones finales 146 Bibliografía 147

Page 409: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

ÍNDICE • 393

Capítulo 4 CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO

Lucía Alvarez Enríquez 151

Introducción 151 El espacio del pueblo 154

Características territoriales 158 Cambios recientes y situación actual 162 Espacio y vida pública 167

Los tiempos del pueblo 171 La pertenencia y la presencia del tiempo histórico 171 El tiempo presente 203

Reflexión final 214 Bibliografía 216

Capítulo 5 SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA

Iván Gomezcésar Hernández 219

Vivir en Iztapalapa 219 La península de Iztapalapa 221 El inicio del siglo xx y la Revolución mexicana 226 La reforma agraria 230 Familia y sociedad en el siglo xx 234 Las fiestas de Aztahuacán 237 Formas de representación 244 Conclusiones 249 Bibliografía 251

Capítulo 6 CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN

Patricia Ramírez Kuri 253

Introducción 253 El espacio del pueblo de Culhuacán en el tiempo 256

La producción del espacio local y del lugar histórico 256 Antecedentes prehispánicos y coloniales de Culhuacán 256

Culhuacán en la ciudad de México durante el siglo xx 263 De la Revolución a la actualidad 265 Sobre el proceso de urbanización 278 El proceso de urbanización reciente 281

El espacio-tiempo contemporáneo 284

Page 410: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

394 • ÍNDICE

Espacio local y espacio social 284 Usos y apropiaciones del espacio 289 Espacio público. Los lugares comunes y la convivencia en la diversidad 291 Tradiciones, fiestas y celebraciones 297 Vida pública, formas de organización y de participación propias 305

Reflexión final 319 Bibliografía 321

Capítulo 7 SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC

Lucía Alvarez Enríquez 327

Introducción 327 El espacio del pueblo 330

Características territoriales 336 Cambios recientes y situación actual 340 Espacio y vida pública 348

Los tiempos del pueblo 349 La pertenencia y la presencia del tiempo histórico 349 Reconocimiento de una población y un territorio con pasado común. El núcleo del pueblo: linajes y familias originarias 354 Formas de organización comunitaria 361 Las fiestas populares 365 El tiempo presente 370

Reflexión final 382 Bibliografía 384

A MANERA DE EPÍLOGO 387 ¿Por qué los pueblos en la ciudad de México? 387

Page 411: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

Pueblos urbanos: identidad, ciudadanía y territorio en la ciudad de México, se terminó de imprimir en la ciudad de México durante el mes de junio

del año 2011, a los 25 años de la creación del Centro de Investigaciones Interdisáplinarias en Ciencias y

Humanidades. La edición, en papel de 75 gramos, estuvo al cuidado de la

oficina litotipográfica de la casa editora.

Page 412: Pueblos Urbanos. Identidad, Ciudadanía y Territorio en La Ciudad de México

ISBN 978-607-401-430-3