prometeo es un nombre colectivo: teorÍa crÍtica...

492
Departamento de Didáctica y Organización Escolar Facultad de Ciencias de la Educación Universidad de Málaga PROMETEO ES UN NOMBRE COLECTIVO: TEORÍA CRÍTICA, INVESTIGACIÓN-ACCIÓN Y EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA Eduardo S. Vila Merino Málaga, 2003

Upload: lenga

Post on 21-Jan-2019

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Departamento de Didáctica y Organización Escolar Facultad de Ciencias de la Educación

Universidad de Málaga

PROMETEO ES UN NOMBRE COLECTIVO:

TEORÍA CRÍTICA, INVESTIGACIÓN-ACCIÓN

Y EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA

Eduardo S. Vila Merino

Málaga, 2003

Departamento de Didáctica y Organización Escolar Facultad de Ciencias de la Educación

Universidad de Málaga

PROMETEO ES UN NOMBRE COLECTIVO:

TEORÍA CRÍTICA, INVESTIGACIÓN-ACCIÓN

Y EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA

Tesis Doctoral presentada por

EDUARDO S. VILA MERINO

Dirigida por

Dr.D. MIGUEL LÓPEZ MELERO

Málaga, 2003

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 11

PRIMERA PARTE FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

CAPÍTULO 1. TEORÍA DE LA CRÍTICA Y ACCIÓN EDUCATIVA: ¿POR QUÉ HACEMOS LO QUE HACEMOS ............................................................. 27

1.1. Paradigmas, contextos y teoría crítica............................................................ 29 1.2. De la racionalidad instrumental a la racionalidad comunicativa.................... 42 1.3. Teoría y práctica desde la ciencia social crítica: dialéctica y

emancipación.................................................................................................. 60 1.4. Racionalidad, cultura y diálogo: el enfoque comunicativo en el

mundo de la educación ................................................................................... 69

CAPÍTULO 2. IDEOLOGÍA, INVESTIGACIÓN-ACCIÓN Y ESTUDIOS DE CASOS: LA REFLEXIÓN COMPARTIDA EN EDUCACIÓN ............................ 99

2.1. De la ciencia social crítica a la investigación-acción: la reflexión

como aprendizaje compartido ...................................................................... 101 2.2. Historia y desarrollo de la investigación-acción .......................................... 118 2.3. La investigación-acción práctica: las profesoras y profesores

como investigadores y profesionales reflexivos........................................... 132 2.4. La investigación-acción emancipatoria: un compromiso colectivo

con la acción transformadora ....................................................................... 144 2.5. Narratividad, historia y cultura: los estudios de casos como

métodos para comprender e interpretar la realidad educativa...................... 157

CAPÍTULO 3. EN BUSCA DEL DISCURSO PERDIDO: ÉTICA, DEMOCRACIA Y DUCACIÓN.................................................................... 179

3.1. El mundo de los valores y el valor de la ética .............................................. 181 3.2. La ética discursiva y el discurso de la democracia...................................... 189 3.3. El discurso de la democracia y la democracia educativa ............................ 201

3.3.1. Los valores de la democracia: igualdad y libertad....................... 218 3.3.2. Las virtudes y las aspiraciones democráticas:

solidaridad-justicia y tolerancia-convivencia .............................. 216

3.4. La democracia educativa y la educación democrática ............................... 232

CAPÍTULO 4. TEORÍA Y PRAXIS PARA ESCUELAS DEMOCRÁTICAS: DIÁLOGO, PARTICIPACIÓN CRÍTICA Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL ........ 237

4.1. Globalización y escuelas democráticas ........................................................ 239 4.2. La emancipación colectiva: las educadoras y educadores como

intelectuales públicos ................................................................................... 256 4.3. El aula como comunidad crítica de aprendizaje: el curriculum y la

organización escolar como praxis de la educación democrática.................. 267

SEGUNDA PARTE DESARROLLO EMPÍRICO DE LA

INVESTIGACIÓN: UN ESTUDIO DE CASO EN EL GRUPO DE PROFESORADO DEL PROYECTO

ROMA

CAPÍTULO 5. INFORME NARRATIVO: UN ESTUDIO DE CASO EN EL GRUPO DE PROFESORADO DEL PROYECTO ROMA......................................... 293

5.1. Naturaleza y proceso de investigación .................................................... 295

5.1.1. Origen, foco y cuestiones de investigación del estudio de caso ................................................................................................ 295

5.1.2. Sobre las estrategias y procedimientos utilizados y el proceso de negociación de la investigación ................................... 300

5.2. El Proyecto Roma: un modelo educativo para la escuela y la familia desde los principios de la cultural de la diversidad.......................... 317

5.3. El grupo de profesorado y el modelo educativo del Proyecto Roma:

los Proyectos de Investigación en el aula..................................................... 323 5.4. Historia, principios y dinámica de trabajo del grupo de profesorado

del Proyecto Roma ....................................................................................... 343 5.5. El grupo de profesorado del Proyecto Roma como curiosos

epistemólogos y generadores críticos de conocimiento y acción................. 359 5.6. El grupo de profesorado del Proyecto Roma como colectivo de

investigación-acción crítica.......................................................................... 381 5.7. El grupo de profesorado del Proyecto Roma como comunidad

democrática, dialógica y emancipatoria ....................................................... 395

5.7.1. Como proceso para el diálogo y la emancipación colectiva .......... 396 5.7.2. Como proceso para la valoración de las diferencias en el

grupo y en la escuela...................................................................... 403 5.7.3. Como proceso de crítica social y participación comunitaria ......... 409 5.7.4. Como proceso ético y para el desarrollo de la democracia

y sus valores ................................................................................... 415 5.7.5. Como proceso para el desarrollo de las virtudes y

aspiraciones de la democracia........................................................ 422 5.7.6. Como proceso de (auto) formación de intelectuales

públicos comprometidos ................................................................ 431 5.7.7. Como proceso para la mejora curricular y organizativa ................ 438

5.8. Opinión personal del profesorado sobre los cambios en los ámbitos profesional y humano desde su participación en el Proyecto Roma ............ 445

5.9. A modo de conclusión.................................................................................. 454

BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 471

“Nunca nos vemos atrapados en una única gramática. Sino que más bien ocurre que mediante la primera gramática que dominamos estamos también en situación de salir de ella e interpretar lo extraño, de hacer comprensible lo no comprendido, de decir con nuestras propias palabras lo que en un principio escapa a ellas.”

JÜRGEN HABERMAS

“No existe contexto teórico si no se encuentra en unidad dialéctica con el contexto concreto.”

PAULO FREIRE

“¿Para qué escribe uno, si no es para juntar sus pedazos? Desde que entramos en la escuela o la iglesia, la educación nos descuartiza: nos enseña a divorciar el alma del cuerpo y la razón del corazón. Sabios doctores de Ética y Moral han de ser los pescadores de la costa colombiana, que inventaron la palabra sentipensante para definir al lenguaje que dice la verdad.”

EDUARDO GALEANO

“Por ti, vieja causa.” WALT WHITMAN

INTRODUCCIÓN

"Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descu-

brirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos,

esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de

arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la

inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de

hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando,

pidió a su padre:

- ¡Ayúdame a mirar!"

EDUARDO GALEANO

'El libro de los abrazos'

10

13

Para alguien que, como es mi caso, ama la poesía de la vida y desea que una de las

manifestaciones de la misma se dé desde mi quehacer político en el mundo de la educación

y la investigación crítica, embarcarse en un proceso de profundización teórica e

investigación como el que constituye esta Tesis Doctoral ha supuesto un desafío y un

placer al mismo tiempo.

Largo ha sido el camino hasta este momento, ancho y variado el deambular

experiencial y académico que le ha precedido y que ha constituido todo un viaje personal y

colectivo. En este sentido, considero oportuno reflejar algo de ese camino porque, como

dijo ese genio que fue PESSOA: “Los viajes son los viajeros.”

Hijo orgulloso de la escuela pública tan denostada en estos instantes de

neoliberalismo feroz, de un barrio malagueño humilde y empobrecido donde convivíamos

payos y gitanos, habitantes de pisos de protección oficial y de chabolas (después

convenientemente ‘trasladadas’ a un nuevo gueto para dejar paso a la especulación

inmobiliaria), una mirada siempre necesaria al pasado me hace ver cosas agradables y otras

no tanto, compañeras y compañeros que parecían tener la etiqueta de su vida prescrita no

se sabe bien cómo ni por qué (o no tanto), ya sea por razón de etnia (caso de los gitanos),

de género (cuántas niñas no acabaron la antigua E.G.B. para trabajar en casa, limpiando las

de otros o con un embarazo prematuro que les condicionaría tanto su futuro), de hándicap

(hablamos de la década de los ochenta y mi escuela fue de las primeras en eso de la

‘integración’, un paso adelante en una senda todavía por construir desde la Cultura de la

Diversidad (LÓPEZ MELERO, 1997), compañeros diferentes que te hacían ver que esa

diferencia no tenía porqué ser más que eso, no un pretexto para la desigualdad) o cualquier

otra manifestación de diversidad humana. Es por eso que nunca le estaré suficientemente

agradecido a esa escuela pública por hacerme crecer, con mis problemas, miedos y

alegrías, junto a todo ese espectro de diversidad humana, con todas y todos los niños con

los que pude compartir aventuras y desventuras. Gracias a ello mis aprendizajes

académicos se vieron enriquecidos por el crisol de culturas que convergían en esas aulas y

las hacían estar vivas.

14

De ahí el paso al instituto, donde a pesar de mis ‘calificaciones’ me decanto,

dejando ya a la mayoría de mis compañeras y compañeros enfrascados en la vorágine del

mundo laboral o la marginación (drogas, explotación,...), por la Formación Profesional, en

parte por falta de información y en parte porque la Universidad se veía desde mi contexto

como algo demasiado lejos. Cinco años donde pasaba sin problemas una asignatura tras

otra mientras mi formación se daba fundamentalmente desde la lectura, un tanto ecléctica

eso sí, y el compartir fuera de las aulas, compensando áreas que no podía dar en el instituto

a través de libros de filosofía, literatura, física, astronomía, biología, historia, etc. Aprendí

Informática, tal y como debía ser, y también que me gusta para aplicarla a otras cosas, no

para dedicarme a eso en una empresa.

Fue por eso que sorprendentemente para mis profesoras y profesores del instituto,

que tenían puestas ‘muchas esperanzas’ en mí por tener el ‘mejor expediente’, decidí no ir

a la Facultad de Informática sino que me matriculé como Maestro de Educación Primaria,

pues cada vez me iba atrayendo más el mundo de la educación y además se trataba de la

‘especialidad’ más generalista y donde por eso podía dar de todo, en ciencias y en letras,

abarcando un mayor campo de conocimiento, que era lo que deseaba en ese momento.

Primer componente de mi familia que iba a la Universidad, posiblemente como a

casi todos ésta acabó decepcionándome en muchos sentidos, quizás fruto también de una

visión idealizada por mi parte, por considerar la función pública de la universidad como

algo más que transmisión de conocimientos, los cuales encima las más de las veces se dan

de manera fragmentaria, superficial y acrítica, acrecentada esa sensación cuando acabé

magisterio para entrar en la Licenciatura de Psicopedagogía. Fue por eso que, inquieto y

convulsionado por un mundo lleno de intereses y luchas de poder, me introduje en temas

de representación estudiantil desde un colectivo crítico de izquierdas, llegando a formar

parte de la Junta de Facultad, el Claustro y la Junta de Gobierno, porque no podía

permanecer pasivo ante tanta injusticia impune. Mi coherencia política se igualó con mis

ansias de aprender, lo cual a menudo conllevó muchas veces la incomprensión de las

corrientes hegemónicas y el profesorado que las veneran, por lo que el expediente se

resintió (pasando de ser ‘brillante’ a ‘bueno’, según aquellas personas que se encargan de

hacer de la adjetivación una tarea vital) todo lo que no hizo mi capacidad de indignación.

15

Fueron tantas enseñanzas las recibidas, tantas las experiencias a todos los niveles, que

considero que de ese periodo salí mejor formado y, sobre todo, siendo mejor persona,

aprendiendo no sólo lo que quería ser sino sobre todo, como dije en la última Junta de

Gobierno a la que asistí, qué no quería llegar a ser.

Por esa época también entré en contacto, debido a una asignatura que compartimos,

con el Prof. Dr. LÓPEZ MELERO y su Grupo de Investigación “Escuela y Cultura de la

Diversidad” (código HUM-246), cuyas ideas, discurso y coherencia personal me

‘engancharon’, por lo que acabé por formar parte de su grupo, a cuyos integrantes debo

reconocerles muchísimas de las cosas que he aprendido, a través de los proyectos de

investigación en los que he participado durante estos últimos años, las actividades de

formación, los seminarios, los debates y sobre todo por los encuentros del día a día, por

enseñarme que el trabajo cooperativo es el mejor y que la educación como práctica política

es un compromiso constante con los colectivos más desfavorecidos.

Todo este bagage se vio completado por los cursos de doctorado dentro del

programa del Departamento de Didáctica y Organización Escolar bajo el título de “La

política educativa en la sociedad neoliberal”, sin duda atractivo y con el añadido, aunque

no se cumpliera todo lo que hubiera sido deseable a veces, de las oportunidades de

reflexión e investigación con mayor libertad que resultan inherentes al doctorado como

antesala a esta Tesis Doctoral que ahora presento y que es fruto también en cierta medida

del aprendizaje que tuve con el profesorado que elegí durante esos dos años en los cursos

de doctorado.

Es por todo ello que esta Tesis Doctoral surge de una preocupación personal que

emerge de mi ser-en-el-mundo, de llevar como principio la máxima humanista ‘Homo

sum: humani nihil a me alienum puto’ desde mi compromiso como ciudadano y como

educador que está convencido de querer hacer del aprendizaje un modo de vida y de la

educación la base para la emancipación personal y colectiva en una sociedad que tan poco

dada es a ver su praxis cotidiana como tal. Esta preocupación, que afortunadamente

comparto con un grupo de personas maravillosas, tiene desde mi punto de vista un

cuádruple sentido: ético-moral, socio-político, epistémico-científico y didáctico-

16

pedagógico, por lo que estos son los ejes sobre los que pivota todo el discurso generado en

esta Tesis Doctoral.

Tener presentes esos cuatro ejes implica construir, por un lado, una ciencia

social crítica a la manera habermasiana que abarque todas esas dimensiones, y, por otro,

investigar en la praxis la explicitación de todo eso tomando como epicentro, en esta

ocasión, un estudio de caso desde la teoría crítica comunicativa y la educación

democrática en la investigación-acción emancipatoria y el desarrollo de comunidades

(auto)críticas en el profesorado, ejemplificada en el grupo de profesorado del Proyecto

Roma.

En su Teoría de la Acción Comunicativa, HABERMAS (1987) argumenta que el

proceso educativo depende de la creación y desarrollo de formas particulares de

relaciones comunicativas entre las personas, las cuales, aun encontrándose mediatizadas

por las formas distorsionadas de racionalidad que imperan en el capitalismo post-

industrial, pueden permitir la generación de formas no teleológicas sino

procedimentales de racionalidad y ética. Esto implica replantear de nuevo nuestras

comprensiones sobre el fenómeno educativo y cuestionar sus propósitos de manera que

no se rijan por criterios de integración individual o socialización gregaria, sino de

manera dialógica y partiendo de una concepción de lo social como construcción, en

sentido vigotskiano, que en términos educativos debe ser inherentemente cooperativa.

Partiendo de esta concepción, deseo explicitar y aclarar que en esta Tesis

Doctoral existen una serie de consideraciones que la vertebran de manera transversal. A

saber:

1. Toda teorización debe estar relacionada con su forma de praxis, por lo que las

prácticas epistémicas también han de ser comprendidas en sus contextos

socioculturales, lo que provoca que toda teoría del conocimiento forme parte

de una teoría de la sociedad, pues ambas se encuentran dialécticamente

interrelacionadas de múltiples formas.

17

2. Teniendo en cuenta esto, y “una vez que nuestra atención se ha trasladado de la

conciencia a la cultura y a la sociedad, carece de sentido que el conocimiento y

la representación deban disfrutar de los privilegios que sobre los valores y las

normas les ha concedido la filosofía occidental. Más aún, si el conocimiento

mismo es entendido como producto social, las oposiciones tradicionales entre

teoría y práctica, hecho y valor, etc., comienzan a quebrarse, puesto que hay

presupuestos prácticos, normativos, en cualquier actividad social, incluida la

teorización.” (McCARTHY, 1992, p.53)

3. Desde aquí se hace imprescindible tener en cuenta los aspectos axiológicos en

la teorización y en la praxis que conlleva, para lo cual abogo por el desarrollo

de una ética procedimental construida intersubjetivamente sobre la base de la

(co)responsabilidad que debe ser inherente a las relaciones sociales. Por tanto,

como nos dice MATURANA (1994), la ética se construye desde nuestras

preocupaciones por las consecuencias de nuestras acciones sobre los demás y

el desarrollo de formas de discurso con pretensiones universalistas, libres de

coacciones y que permitan el desarrollo del principio de equidad.

4. Esto es imprescindible para la democracia, que por definición busca el bien

común, para lo cual resulta fundamental el desarrollo de la racionalidad

comunicativa en la construcción de los espacios públicos, como es el caso de

los educativos, presididos por los derechos humanos como garantes de la

dignidad humana y los valores democráticos de igualdad y libertad como

principios de acción para la vida social.

5. La política, en este contexto, podemos definirla en términos de ética de lo

colectivo, o sea, como una manifestación teleológica de construcción

compartida para el logro de la convivencia basada en la justicia y cuya praxis

requiere coherencia entre sus principios y acciones, interrelacionados de

manera dialéctica.

6. En un sistema económico-político dominado por el globalismo neoliberal, tan

alejado de todo lo anterior, y bajo los importantes cambios sociales que

devienen de la llamada sociedad de la información, el desarrollo de teorías

sociales críticas se transforma en una necesidad, sobre todo en el seno de la

18

educación como germen de las posibilidades transformadoras de la sociedad y

de la construcción de formas democráticas radicales.

7. En este sentido, y más aún en el terreno educativo, debemos tener presente que

“El imperialismo cultural reposa sobre el poder de universalizar los

particularismos vinculados a una tradición histórica singular haciendo que

resulten irreconocibles como tales particularismos.” (BOURDIEU y

WACQUANT, 2001, p.7) De ahí la necesidad de combatir esa nueva forma

de imperialismo y considerar la Modernidad como un proyecto inconcluso y

sus valores como referentes para (re)construir la democracia, para lo cual

considero que el proceso de Ilustración que conlleva debe ser colectivo y para

su desarrollo se requiere la praxis de teorías educativas críticas basadas en el

diálogo y el principio de la cooperación, lo cual podemos ejemplificarlo desde

la investigación-acción emancipatoria para el desarrollo y la mejora profesional

y humana en el profesorado.

8. Lo último, de manos de ALBERT CAMUS: “Yo me rebelo, luego somos.”

Para todo ello resultaba imprescindible una fundamentación teórica que aportara la

base científica desde las diversas dimensiones consideradas. Es por ello que quiero

expresar mi deuda y gratitud con algunos de los autores y corrientes teóricas, que de forma

más o menos explícita han constituido las fuentes principales de esta Tesis Doctoral:

- Desde la epistemología, JÜRGEN HABERMAS y principalmente su Teoría de

la Acción Comunicativa.

- Desde la axiología, HABERMAS y KARL OTTO APEL (Ética del Discurso)

y HUMBERTO MATURANA desde el mundo de las emociones.

- Desde su visión antropológica e histórico-cultural del ser humano y la

psicología, LEV S. VIGOTSKY, así como otros autores afines como A. R.

LURIA, JEROME BRUNER y otros autores de corte histórico-cultural y

socioconstructivista.

- Desde la teoría educativa crítica, aun con sus diferencias entre ellos,

principalmente PAULO FREIRE, STEPHEN KEMMIS, HENRY GIROUX,

WILLFRED CARR, THOMAS POPKEWITZ y MICHAEL APPLE.

19

- Desde la metodología, sobre todo el propio KEMMIS y todo el grupo de la

Universidad de Deakin vinculado con el desarrollo de la investigación-acción

crítica (McTAGGART, GRUNDY, etc.).

- Desde el desarrollo de la Cultura de la Diversidad y la construcción de una

escuela sin exclusiones, MIGUEL LÓPEZ MELERO.

- Desde el desarrollo profesional docente, la formación del profesorado y el

análisis de la escuela en la sociedad actual, el citado LÓPEZ MELERO

conjuntamente con ÁNGEL PÉREZ, JOSÉ GIMENO, FRANCISCO

IMBERNÓN, JURJO TORRES, RAMÓN FLECHA y SANTOS GUERRA.

- Por último, preñando toda esta Tesis Doctoral y como tributo a todo lo que he

aprendido y aprendo cada día, debo citar a todo el modelo educativo y social

que se desprende de los principios y teorías emergentes del Proyecto Roma,

dirigido por MIGUEL LÓPEZ MELERO, como actividad de grupo y aventura

apasionante desde el mundo de la investigación crítica y la lucha político-

educativa por una sociedad más libre y justa.

Mi intención a la hora de ponerme a realizar esta Tesis Doctoral era ofrecer una

sólida fundamentación teórica que proporcionara un cuerpo de conocimientos coherente de

manera interna pero que sobre todo fuera coherente en cuanto a su necesaria relación

dialéctica con la parte empírica de la misma.

Hablar sobre lo que hacemos debe conllevar el reflexionar sobre el grado de

conciencia que tenemos sobre ello y del por qué lo hacemos. Esta es una pregunta clave

dentro de la epistemología y, me atrevería a decir, de la ontología. Establecer una sólida

fundamentación crítica en estos dos puntos relacionándolos en todo momento con el

mundo educativo es la principal pretensión del primer capítulo de esta Tesis Doctoral,

vertebrada en torno al pensamiento de la Escuela de Frankfurt y de la obra de

HABERMAS, y estableciendo finalmente unas conexiones entre estos planteamientos

con los de la teoría educativa crítica, sobre todo con el enfoque comunicativo crítico, y

la perspectiva histórico-cultural, representada sobre todo a través del pensamiento de

VIGOTSKY.

20

Una vez desarrollados someramente estos fundamentos epistemológicos

pasamos a los aspectos metodológicos, ya que el responder al por qué de lo que

hacemos nos debe llevar a continuación a ver el cómo de manera coherente y sin

menoscabar las conexiones ideológicas pertinentes a un posicionamiento claro al

respecto, para lo cual el capítulo segundo se centra en la investigación-acción y la

generación de comunidades (auto)críticas en educación, sobre todo en el profesorado,

distinguiendo tanto su historia como su desarrollo en el mundo educativo, diferenciando

nuevamente tres paradigmas sustantivos (técnico, interpretativo y crítico) en la

investigación-acción. Finalmente, nos adentramos en los procedimientos narrativos

como formas de (re)construir la realidad y en los estudios de casos como método donde

la historia y la cultura se hacen narración y permite describir, comprender e interpretar

hechos, fenómenos o contextos singulares, abogando también por su utilización en el

marco educativo como estrategia para el desarrollo profesional docente.

Tras construir el por qué y el cómo desde la epistemología y la metodología,

resultaba imprescindible profundizar a través del capítulo tercero, en íntima relación con

todo lo anterior, en la dimensión axiológica, para lo cual tenemos que hablar de la ética

como referente ineludible en todo los procesos educativos, entendida como una ética de

la responsabilidad, intercultural y discursiva, y de la democracia como forma de

organización política, entendiendo la política aquí como ‘ética de lo colectivo’, y

centrándonos en el desarrollo de los valores de la democracia (la igualdad y la libertad),

sus virtudes (la solidaridad y la tolerancia) y sus aspiraciones (la convivencia y la

justicia social). Todo ello dentro de una perspectiva de vocación educativa.

Una vez sentadas nuestras bases epistemológicas, axiológicas y metodológicas

en un contexto sociopolítico determinado, nos quedaba centrar todo este discurso en el

mundo de la educación, lo cual se ha desarrollado en el capítulo cuarto. Para ello, en

primer lugar se realiza un análisis de la institución escolar dentro de nuestro contexto de

globalización neoliberal y con las exigencias actuales de la denominada sociedad

informacional, para posteriormente pasar a ver la función del profesorado en este

contexto, entendiendo esta consideración del profesorado como intelectuales públicos,

término éste que se analiza en profundidad, cuya principal función debe ser

21

precisamente el que todas y todos acabemos siendo intelectuales en nuestras prácticas

sociales. Una vez centrados en estos dos aspectos (institucional y profesional),

‘descendemos’ a los niveles curricular y organizativo, estableciendo principios

coherentes con toda la teoría antes desarrollada desde el aula.

Todo el desarrollo teórico presentado nos debía servir para adentrarnos en la

parte empírica de esta tesis doctoral, la cual se ha constituido a través de un estudio de

caso realizado en el seno del Grupo de Profesorado del Proyecto Roma como colectivo

de investigación-acción crítica y en torno a la influencia que en el desarrollo de las

actitudes democráticas en sus componentes ha tenido sus principios teóricos y

metodológicos, tanto como grupo como en sus aulas poniendo en práctica el modelo

educativo del Proyecto Roma. El desarrollo de este estudio de caso se ha llevado a cabo

a lo largo de los cursos 1999-2000, 2000-2001 y 2001-2002 a través de un acto de

profundización en el contexto que supone este colectivo de reflexión y acción que se ha

perpetrado a través de entrevistas (individuales y colectivas), observación participante

en las reuniones del colectivo y en las asambleas del Proyecto Roma principalmente,

observaciones en las aulas y análisis de documentos generados por el colectivo o

presentados al mismo para su debate, lo cual ha supuesto un proceso enormemente rico

y ha permitido recrear la historia y evolución del grupo de profesorado del Proyecto

Roma en su andadura como colectivo de investigación-acción mediante un proceso de

reflexión crítica de manera compartida y en el desarrollo de valores y actitudes

democráticas. En este sentido, la segunda parte (capítulo quinto) de esta tesis estaría

configurada por el informe narrativo de este estudio de caso, mediante el cual también

considero que se le da respuesta a la necesaria simetría que debe existir en toda Tesis

Doctoral entre los principios teóricos desarrollados en la primera parte y aquello que se

saque a la luz en la parte empírica de la misma y en sus conclusiones.

A raíz de estas consideraciones toma cuerpo el título de la Tesis: “Prometeo es un

nombre colectivo: teoría crítica, investigación-acción y educación democrática”, puesto

que partir del mito prometeico supone abogar por un ideal emancipador. No en vano fue

Prometeo quien robó el fuego del Olimpo a los dioses para dárselo a los seres humanos, así

como otra serie de saberes científicos y tecnológicos (instrumentos culturales) para su

22

desarrollo. Cierto es que Prometeo tuvo que pagar un alto precio por ello, pero es que

nadar contracorriente no es ni tiene porqué ser lo más fácil y, además, surge precisamente

de esa insaciable hambre de ética que es lo que nos hace humanos y permite seguir

construyendo nuestra humanidad.

Pero es más, Prometeo no sólo le dio el fuego a los seres humanos, sino que lo hizo

con todos, sin exclusiones, lo que volvía su acto sacrílego doblemente peligroso. Así, en el

cuento de KAREL CAPEK ‘La condena de Prometeo’ éste se ve sometido a un juicio

lleno de irónica crítica social donde se ponen de manifiesto los verdaderos motivos de

su acusación:

“Con el fuego, señores míos, se nos da a los hombres una nueva fuerza y una nueva

arma. Con el fuego nos hacemos casi iguales a los dioses –terminó bajando la voz.

Y de pronto explotó-:

¡Acuso a Prometeo porque confió este divino e insuperable elemento a pastores y a

esclavos, a todo el que llegó! ¡Porque no lo puso en manos elegidas que lo hubieran

cuidado como un tesoro de Estado, aprovechándolo para dominar! ¡Acuso a

Prometeo –gritó excitado Antimeteo- porque enseñó a producir el fuego a los

extranjeros, porque no silenció su descubrimiento ni ante nuestros enemigos!

Prometeo robó el fuego por el hecho de haberlo entregado a todos.”

Si consideramos simbólicamente la educación como ese fuego, veremos cómo

todas y todos los educadores críticos debemos y tenemos que ser constantes prometeos,

y hacer eso requiere que éste sea verdaderamente un nombre colectivo, no fruto

exclusivo de iniciativas particulares aisladas, porque el auténtico sentido de la

emancipación se adquiere cuando es por todos, para todos y, sobre todo, si se construye

con todos. La educación se constituye así en pecio de nuestro naufragio social y moral y

base para generar nuevas formas de navegar en el mar futuro, que siempre se realiza en

el presente y cuyo horizonte es una utopía. Y es que, como nos dice MARIO

BENEDETTI en este precioso haiku: “sólo los náufragos / valoran con justicia / la

natación”.

23

Por todo ello desearía dejar claro que esta Tesis Doctoral la considero en realidad

producto de un proceso colectivo y no de una iluminación individual ni de un mito externo

de reminiscencias expertas, sino consecuencia de un compromiso común y de la praxis de

una visión cooperativa del aprendizaje que inspira y dan sentido a estas páginas. Todo ello,

si además se realiza junto a personas tan fantásticas como las que han colaborado en este

proceso de investigación, hace que me sienta obligatoriamente afortunado.

Especialmente agradecido me debo, por una parte, a mi Director de Tesis, el Prof.

Dr. MIGUEL LÓPEZ MELERO, Catedrático de Didáctica y Organización Escolar,

Maestro y Amigo, por todo lo que aprendo cada día de quien hace de su vida un desafío

intelectual y un compromiso educativo con la lucha contra las desigualdades. Igualmente

agradecido me debo a las maravillosas personas que forman el Grupo de Profesorado del

Proyecto Roma y de las que tanto aprendo cada día. Especial gratitud siento con MARÍA

JOSÉ PARAGES LÓPEZ, por su incansable compromiso con la ética y la educación

pública; su sinceridad y sentido de la amistad son para mí un aliciente y un privilegio.

RAFAEL ÁVILA CAÑIZARES, por su inmensa humanidad, complicidad ideológica-

estética y gran sentido de la amistad, incardinada en ese maravilloso ser-en-la-poesía y

todo lo mucho y bueno que compartimos. Y TERESA SÁNCHEZ PALMA, por su gran

sensibilidad, constancia y ejemplificación de solidaridad y tolerancia. Es hermoso sentirse

cerca de personas como ellas. Gracias de corazón y alrededores por haber participado en

esta Tesis Doctoral haciéndola vuestra también. Gracias además a mis amigas y amigos, de

aquí y de todos los sitios por donde ha ido transcurriendo mi caminar, porque vuestra es

también alguna parte de todo esto. Gracias a todas y a todos por responder a aquel niño del

cuento de GALEANO que encabeza estas palabras, demostrando una vez más que para ver

no hay nada mejor que compartir miradas.

Por último, manifestar mi cariño hacia mi padre y mi madre, por Ser y

permitirme descubrir el significado de las palabras amor, educación y cultura. A ellos

les dedico esta Tesis Doctoral.

PRIMERA PARTE

FUNDAMENTACIÓN

TEÓRICA

CAPÍTULO 1. TEORÍA DE LA CRÍTICA Y ACCIÓN EDUCATIVA:

¿POR QUÉ HACEMOS LO QUE HACEMOS?

“No era hoy un día de palabras, intenciones de poemas o discursos, ni era nuestro cualquiera de los caminos. Para definirnos bastaba sólo un acto, y ya que las palabras no me salvan, di tú por mí, silencio, lo que no puedo.”

JOSÉ SARAMAGO

29

1.1. Paradigmas, contextos y teoría crítica

“No basta que el pensamiento busque aisladamente la realidad, es preciso que la realidad misma busque su pensamiento.”

K. MARX

Pasa el tiempo, lo dejamos pasar o al menos eso creemos, ingenuamente. Pasa el

tiempo, pero no los recuerdos. Estos se encuentran siempre por delante, nunca se quedan

atrás. Claro que hay recuerdos pasados y también recuerdos futuros. Los primeros parten de

lo vivido y compartido, de la intensidad de ambos, de nuestras experiencias. Pero también

existen los recuerdos futuros, aquellos que vienen a la memoria desde su posibilidad, desde

su impronta de expectativas y deseos. Ya lo dijo ese viejo porteño llamado BORGES a

través de la luz de su ceguera: “Sólo una cosa no hay. Es el olvido.”

En una sociedad tan injusta, competitiva e individualista: ¿qué sentido tienen los

recuerdos y el compartir del que nacieron? La memoria histórica sufre intencionados

ataques de amnesia y, con ella, las personas viven cada vez más en aquello que FREIRE

llamara ‘conciencia semiintransitiva’, o sea, aquella que “no llega a percibir muchos de los

desafíos de la realidad, o los percibe de un modo distorsionado. La semiintransitividad es

una clase de obliteración impuesta por las condiciones objetivas. Debido a esta obliteración,

los únicos datos que capta la conciencia son los que se encuentran dentro de la órbita de su

experiencia vivida. Este modo de conciencia no puede objetivar los hechos y situaciones

problemáticas de la vida cotidiana.” (FREIRE, 1990, p.94) A partir de ahí, y siguiendo con

el gran pedagogo brasileño, la educación, entendida como motor de transformación social,

puede ir provocando que las personas asuman un proceso de concienciación que los lleve en

primer lugar a lo que denomina ‘transitividad ingenua’, para ir posteriormente llegando a la

‘transitividad crítica’ como forma de vivir no sólo en, sino sobre todo con el mundo.

30

Y nos topamos aquí con un término muy manido y al que intencionadamente se está

llevando, como a tantos otros, a una polisemia que es en realidad una manera de ocultar el

relativismo como instrumento de deconstrucción de significados, volviéndolos incluso

reaccionarios con su propio origen. Me refiero al concepto de crítica, que tan relacionado

está también con la memoria.

Estas reflexiones pretenden ofrecer algo de luz y alguna que otra sombra en forma

de pregunta sobre lo que se ha venido a llamar Teoría Crítica, desde su origen bajo la

denominada Escuela de Frankfurt hasta el desarrollo de la ciencia social crítica y del

enfoque comunicativo crítico actual, penetrando para ello en las implicaciones que para la

educación tiene. Así, antes de entrar al análisis histórico-social de la misma, sí considero

necesario aclarar la cuestión relativa a los modelos teóricos y de investigación imperantes

en la actualidad, para ir diferenciando desde el primer momento y contextualizar desde

dónde hablamos. Desde aquí, y siguiendo principalmente el trabajo de HABERMAS

(1986b), voy a distinguir entre los tres intereses constitutivos del saber que diferencia (el

positivista, el interpretativo y el crítico), si bien dejando claro desde el principio que esta

diferenciación en la praxis no es tan nítida, sino que generalmente se ve imbricada en una

compleja red de interacciones que colman los mundos de significados que generan nuestras

prácticas sociales y educativas. No obstante, y teniendo presente lo dicho, sí me gustaría

realizar algunas reflexiones al respecto:

a) El enfoque positivista sigue siendo el hegemónico en cuanto que es el más

coherente con el modelo económico-político neoliberal y las estructuras

culturales postmodernas, aunque éstas supuestamente lo atacan, al menos en

algunas de sus manifestaciones, sobre todo las más relacionadas con la

hegemonía de la razón desde la concepción de la modernidad tradicional.

b) Los planteamientos de los enfoques interpretativo (hermeneútico) y crítico

(emancipatorio) son comunes en algunas de sus características, pero no en

cuanto a sus funciones y fines, puesto que el crítico lo que persigue es la

31

transformación social y la emancipación, mientras que el interpretativo carece de

esa explícita visión político-ideológica de cambio más allá de la comprensión y

explicación de los hechos, lo que hace que sea más plausible y convergente con

la postura hegemónica, en cuanto que sus principios son socialmente más

aceptables sin que ello altere la raíz de las estructuras de poder en demasía.

c) En el terreno de la educación, en la actualidad lo hegemónico se encuentra en

discursos interpretativos de la realidad, supuestamente progresistas, cuya

práctica se deja llevar por el positivismo con alguna de sus múltiples máscaras,

como es la intervención de tipo conductista y mecanizada, fundamentalmente, en

beneficio de la ‘efectividad’ y la pedagogía por objetivos.

Pero, como decía, me voy a centrar en primer lugar en el análisis de estos como

paradigmas, tal y como los define KUHN (1990) enfatizando su carácter histórico-social,

desde los cuales comenzar nuestras reflexiones desde los ámbitos social y educativo, tanto

desde la perspectiva hegemónica como desde la transformadora.

Para el enfoque positivista lo importante son únicamente las dimensiones del

comportamiento manifiesto, siendo sus características principales el cientifismo y la

tecnocracia, manteniendo separadas la teoría y la práctica y considerando la realidad como

objetiva, independiente del sujeto conocedor y del contexto, de lo cual emerge una

concepción de conocimiento objetivo, impersonal, absoluta e instrumental donde la

explicación causal es el eje vertebrador de un saber libre de valores. La investigación aquí

viene dada por diseños predefinidos, usualmente deductivos, en los cuales la validez se

mide de manera descontextualizada, principalmente a través de modelos estadístico-

matemáticos y mediante procesos reduccionistas de la realidad.

El cuanto al enfoque interpretativo, lo que pretende es captar el proceso tal y como

ocurre naturalmente, tratar de capturar el significado y la intencionalidad de los sujetos en

sus relaciones y los contextos de acción de las mismas, estudiando todos los aspectos de la

32

conducta, tanto manifiestos como encubiertos, por lo que asume que la realidad y el sujeto

conocedor se encuentran interrelacionados, manteniendo la unidad de pensamiento y

experiencia, sujeto y objeto (conciencia y mundo, diría SARTRE), dentro del marco de una

situación dada. Sus características principales abarcan el saber práctico, tener el lenguaje

como medio, un discurso humanístico y racionalista y un modelo de relaciones sociales de

tipo liberal. Así, GRUNDY (1991) llega a definir incluso el concepto interpretativo de

emancipación como liberal, por estar más ligado a una perspectiva individual del cambio y

menos propensa al análisis crítico de las condiciones distorsionantes de la realidad, pero

donde sí se reconoce la vinculación de los valores a la teoría y la investigación y se

reivindica que estos se pongan de manifiesto. La investigación, en este contexto, se da a

través de diseños emergentes, generalmente inductivos, que buscan explicaciones

preocupándose por la comprensión del significado y los propósitos de las acciones que

tienen lugar en situaciones específicas, por lo cual se encuentra preocupada por la validez,

basada en la consistencia interna, el consenso experiencial y la coherencia teórica.

Partiendo de los principios del enfoque interpretativo, pero ampliándolos y

trascendiendo sus limitaciones, el enfoque crítico lo que pretende es incrementar la

conciencia de los actores para facultarlos de cara a su autoemancipación, buscando también

el conocimiento intersubjetivo e inclusivo y su origen, estudiando todos los aspectos de la

conducta, tanto manifiestos como encubiertos, yendo más allá de lo meramente situacional

para descubrir los elementos estructurales y sociales más amplios que lo enmarcan,

surgiendo del mismo un saber reflexivo emancipatorio que conlleva un análisis del poder

dentro de un marco de relaciones sociales participativas, democráticas y comunitarias

donde las cuestiones y el valor de la emancipación deben acompañar como aspecto central

el proceso investigador. Por lo tanto, aquí la teoría y la práctica se ven unidas

dialécticamente y la investigación se basa en diseños emergentes de procesos dialécticos

que buscan explicaciones preocupándose por la comprensión del significado y los

propósitos de las acciones tal y como se relacionan con dimensiones estructurales,

33

históricas y sociales, unida en este sentido la validez al autoperfeccionamiento y a la

emancipación colectiva.

Esta diferenciación y análisis, como decía anteriormente, nos debe servir como eje,

en primer lugar para reflexionar sobre qué paradigma es el que impera en nuestro quehacer

social y político (en este caso desde el ámbito educativo), y en segundo para, siendo

conscientes de ello, analizar sus manifestaciones y valorarlo constantemente en un proceso

de reflexión y acción en espiral. Mas, para llevar esto a cabo, es imprescindible profundizar

en el tema, y lo haremos de la mano del conocimiento epistemológico y sociológico surgido

de la escuela de la que han bebido la mayoría de los más importantes movimientos de

pedagogía crítica actuales: la llamada Escuela de Frankfurt y su concepción de Teoría

Crítica. A medida que vayamos avanzando también iremos viendo cómo el positivismo, en

su papel de paradigma hegemónico, ha pretendido anular el concepto de crítica como

elemento vertebrador del pensamiento emancipatorio, el cual se manifiesta desde la

corriente crítica, puesto que en la interpretativa, como se ha dicho ya, la dimensión

sociopolítica no se ve reflejada más allá de su referente a través de circunstancias

contextuales y tiene una naturaleza más individual que colectiva.

La Teoría Crítica nació de un replanteamiento de la teoría marxista y de los

problemas de la teoría y de la práctica en el nuevo modelo social emergente, que ponía en

cuestión algunas previsiones hechas por el marxismo clásico. La búsqueda de un tipo de

construcción teórica en la que la ruptura con la ‘teoría tradicional’ abriera la posibilidad de

abarcar las complejísimas interacciones del capitalismo avanzado, aparece como la génesis

de los primeros frankfurtianos. Como apunta HORKHEIMER (1969), la Teoría Crítica nace

de la no aceptación de un estado histórico en el que lo que ‘es’ no ‘debería ser’. De ahí que

la Teoría Crítica se formula desde una doble visión histórica y dialéctica. Histórica, porque

supone el análisis evolutivo de la humanización del progreso y las dinámicas de

dominación y segregación sociales existentes. Y dialéctica, puesto que su avance es a través

34

de contradicciones captables desde un punto de vista racional, siendo la Razón la esencial

característica y fundamento de la Teoría Crítica.

Por lo tanto, podemos decir que el concepto de Teoría Crítica tiene un significado

doble, ya que por un lado se refiere al inmenso y majestuoso, aun con sus debilidades,

edificio teórico construido por los miembros de la llamada Escuela de Frankfurt

(fundamentalmente ADORNO, HORKHEIMER y MARCUSE, siendo posterior la

aportación de HABERMAS), cuyo eje común era (re)pensar y (re)construir el significado

de la emancipación humana a través de un proceso dialéctico que, como dijera ADORNO

(1984, p.14), supone un “desgarrón entre Sujeto y Objeto, que se ha abierto paso hasta la

conciencia (...) Pero el fin de la dialéctica sería la reconcilización”. Por otra parte, al hablar

de Teoría Crítica nos estamos refiriendo a un proceso de crítica autorreflexiva que indaga

en la naturaleza de la crítica autoconsciente y la necesidad de desarrollar un discurso de

cambio no doctrinario ni ahogado por dogmas inquebrantables. (GIROUX, 1983) En

palabras de HORKHEIMER:

“La resistencia frente al aciago curso de los tiempos exige la formación de otras fuerzas

intelectuales diferentes de las que se desarrollan con el puro distinguir, comprobar,

clasificar y calcular...” (HORKHEIMER, 1986a, p.78)

La Escuela de Frankfurt partía de un origen marxista en sus planteamientos, como

decía, sobre todo en el análisis histórico de la sociedad industrial existente en su época,

creando un movimiento crítico neomarxista de gran influencia desde su origen, sobre todo

desde su ataque al positivismo. Con posterioridad (sobre todo a partir de la obra de

HABERMAS) pasó a un análisis de la sociedad postindustrial que trascendía muchos de

esos conceptos marxistas, o bien los contextualizaba a una realidad en constante proceso de

cambio. Sin embargo, el propósito de esta corriente en todo momento es la transformación

social, tanto a nivel individual como colectivo, sumergiéndose para ello en los valores de la

Ilustración de igualdad y libertad, como manera de devolverle su sentido crítico y paliar las

35

limitaciones que ha tenido para su desarrollo el proyecto de la Modernidad en un mundo

dominado por la economía y el descrédito de la razón, puesto que no podemos olvidar que:

“La reflexivización de la cultura, la generalización de valores y normas, la extremada

individuación de los sujetos colectivos, la conciencia crítica, la formación autónoma de

la voluntad colectiva, la individuación, los momentos de racionalidad atribuidos en otro

tiempo a la praxis de los sujetos, se cumplen, aumentan o se refuerzan bajo las

condiciones de una red de intersubjetividad lingüísticamente generada, cada vez más

extensa y urdida de forma cada vez más fina.” (HABERMAS, 1989c, p.407)

Como iba diciendo, una de las principales críticas que se realizan de la modernidad

tradicional es su fe ilimitada en la razón, la cual el positivismo transformó en acrítica

instrumentalizándola:

“Al abandonar su autonomía, la razón se ha convertido en instrumento (...); en su

aspecto instrumental, tal como lo destaca el pragmatismo, se ve acentuada su

capitulación ante contenidos heterónomos. La razón aparece totalmente sujeta al

proceso social. (...) Las ideas han sido radicalmente funcionalizadas y se considera al

lenguaje como mero instrumento, ya para el almacenamiento y la comunicación de

elementos intelectuales de la producción, ya para la conducción de masas.”

(HORKHEIMER, 1969, p.32)

La visión neomarxista de la Escuela de Frankfurt recogió y profundizó en este

aspecto, trabajando mucho en torno al concepto de razón y de racionalidad y haciendo que

ésta penetrara en la mayor parte de los aspectos de la vida.

Para MARCUSE, la razón contiene un elemento crítico que debe ser inherente a la

misma y es capaz de (re)construir la historia. Ahora bien, partiendo de la herencia de la

Ilustración (aunque sin olvidar que el positivismo emergió como expresión ideológica final

de la misma, convirtiéndose en su degradación), Adorno se pregunta cómo esa ilimitada fe

36

en la razón que criticaba NIETZCHE (y que después recogieron postestructuralistas como

FOUCAULT o DERRIDA, que a su vez han servido de referencia a las corrientes

postmodernas), puede llevar a cabo esa labor si el positivismo le ha quitado su poder de

crítica, convirtiéndose así en una forma de administración y control social, sobre todo

teniendo en cuenta que la crítica cobra su sentido si su fin es el de crear una sociedad más

igualitaria, libre y justa. El propio ADORNO habla entonces de una crisis de la razón, la

cual acontece cuando la sociedad se vuelve más racional desde una óptica técnica e

instrumentalizada porque, sobre tales circunstancias históricas, la razón pierde su facultad

de crítica por exigencia de la hegemonía social, volviéndose así instrumento de la sociedad

existente. De esta manera, como resultado de la falta de crítica, la razón se transforma en su

antónimo: la irracionalidad (GIROUX, 1983). Se trata de una visión instrumentalizada. En

palabras de HABERMAS:

“Tales órdenes puramente económicos, o planteados exclusivamente en términos de

política de poder, los llamo instrumentales porque surgen de relaciones interpersonales

en que los participantes en la interacción se instrumentalizan unos a otros como

medios para la consecución de sus propios fines.” (HABERMAS, 1989a, p.484)

En este sentido, considero que la ejemplificación de la racionalidad instrumental en

la escuela podemos analizarla desde una triple dimensión didáctico-curricular a través de

los siguientes indicadores:

a) Desde la tiranía de los conocimientos conceptuales y procesos cognitivos,

preferentemente los de carácter memorístico, en detrimento del resto de las

dimensiones del desarrollo humano, sobre todo de la afectividad, la autonomía y

los sistemas de comunicación. Además, se trata de la configuración de un

curriculum cerrado e inflexible, que no atiende los principios de diversidad

inherentes al ser humano desde un marco de igualdad y libertad.

37

b) Desde la organización espacial y temporal, donde se aboga por una concepción

más cercana a los preceptos positivistas de individualismo y competitividad,

como consecuencia de la propia división del conocimiento en materias y la

configuración hegemónica inherente al mismo. Si hablamos del origen social de

conocimiento y de la importancia de los procesos intersubjetivos, una

concepción no cooperativa ni horizontal del proceso de enseñanza-aprendizaje

supone una antítesis con respecto a los valores democráticos y el deseo de

emancipación que subyace en la crítica, así como una sumisión completa a los

criterios hegemónicos, dejando a un lado incluso la dimensión político-

axiológica que debe ser consubstancial a la educación.

c) Desde el conocimiento en sí, donde éste se percibe inconexo tanto con la

realidad del alumnado como con respecto a la concepción holística del mismo,

estableciendo un muro entre la teoría y la práctica educativas. Existen sólo, en el

mejor de los casos, técnicas de transmisión de conocimientos, no el desarrollo de

estrategias metacognitivas para solucionar problemas de la vida cotidiana. Aquí

de nuevo se rompe con la visión dialógica y con ese paso de lo interpsicológico a

lo intrapsicológico que VIGOTSKY (2000) definía como constitutivo en la

construcción social del conocimiento.

Es desde aquí que la práctica educativa pierde sus referentes, su fundamentación,

para convertirse en práctica irreflexiva y, más grave todavía, carente de todo criterio ético, o

bien obviándolo o no pensando en las consecuencias de lo que hacemos en beneficio de una

pedagogía tecnócrata y donde sólo importan aparentemente los resultados, sin contar para

nada con procesos dialécticos en la interacción y modo de concebir el aprendizaje como

algo compartido.

Pero es más, para los teóricos de la Escuela de Frankfurt la crisis de la razón está

relacionada con una crisis de la ciencia y aquélla con una mayor a nivel social. El

positivismo presenta una visión del conocimiento que entierra sus posibilidades críticas,

38

reduciéndolo al dominio exclusivo de la ciencia desde una óptica técnica, o sea, limitando

la “actividad científica a la descripción, a la clasificación y a la generalización del

fenómeno, sin el cuidado de distinguir lo que es periférico de lo que es esencial.”

(HORKHEIMER, 1972, p.5) La ciencia, desde esa perspectiva, está separada de la cuestión

de los fines y de la ética, siendo la última considerada insignificante, lo cual eliminaba la

posibilidad de autocrítica en la racionalidad positivista (como sucede a menudo en el

mundo educativo). Además, como afirma GIROUX (1983), esto conlleva la ignorancia del

valor de la conciencia histórica, amenazando la naturaleza del propio pensamiento crítico.

Frente a esto, la teoría crítica se nos presenta con un carácter doblemente reflexivo

que la define. En palabras de McCARTHY:

“La teoría crítica es doblemente reflexiva: es autoconsciente de sus propios orígenes

en el desarrollo histórico de la sociedad y es autoconsciente del papel que juega en el

ulterior desarrollo de la sociedad. Esta doble reflexividad la distingue no sólo del

objetivismo de las ciencias exactas, sino también de la autosuficiencia de la filosofía

tradicional. La teoría crítica ya no es filosófica en el sentido estricto de este término;

no presume de poder autofundamentarse y autorrealizarse: ‘la lógica de la historia... ya

no puede apelar a garantías metafísicas, la filosofía de la historia ya no es filosófica.

Se convierte en prólogo crítico de la práctica’. En otro sentido, sin embargo, la teoría

crítica es filosófica, y la clave de este sentido es, precisamente, su relación con la

práctica.” (McCARTHY, 1987, p.165.166)

Es por ello que la tesis de HABERMAS al respecto, trascendiendo el pensamiento

de los primeros frankfurtianos, gira en torno al hecho de que la filosofía se conserva en la

ciencia como crítica, puesto que su pretensión era que lo que él denominó ciencia social

crítica, y que después analizaremos, pudiera situarse entre la filosofía y la ciencia.

Siguiendo este razonamiento, cabe en este momento realizar una precisión terminológica

que me parece muy importante y que queda bien reflejado en las palabras de YOUNG al

respecto:

39

“Habermas distingue entre la teoría crítica propiamente dicha –que es una teoría de

cómo aprende el género humano- y la crítica (comprendida la crítica inmanente y la

crítica ideológica). La propia teoría crítica es, en cierto sentido, metodológica. Trata

de nuestra capacidad de discurso crítico y de resolución racional de problemas, y de

nuestro carácter de conocedores. La crítica es más específica, puede tomar muchas

formas. Es un análisis históricamente locativo, falible, de un conjunto particular de

relaciones y de cómo éstas estorban a una resolución de problemas más racional por

parte de la comunidad de investigación. Una forma que puede tomar es la crítica

ideológica, la cual pretende identificar las ideas y las prácticas que impiden que se

produzca un claro entendimiento y un discurso más crítico.” (YOUNG, 1993, p.24)

De aquí se deriva que la teoría crítica ha sido considerada en un plano mayor de

abstracción, siendo destinada a la crítica las cuestiones más prácticas, concretas y

vinculadas con la cotidianidad. Es por eso que el propio YOUNG (1993, p.12) considera

que hay que “entender la teoría crítica como teoría de la crítica”, precisamente para

recordarnos su naturaleza de método crítico que nos permite analizar las conexiones entre la

ciencia natural y social, así como con respecto a terrenos como la moral o el arte, además de

permitirnos enfatizar la dimensión procedimental derivada de la capacidad de resolución de

problemas sobre la instrumental de adquisición de conocimientos.

Pero, además de esta distinción importante entre teoría crítica y crítica, es

importante realizar lo mismo entre la idea de teoría crítica y la de ciencia social crítica tal y

como la ha ido desarrollando HABERMAS. Como afirman CARR y KEMMIS (1988,

p.156), una “teoría crítica es producto de un proceso de crítica”, por lo que puede ser

resultado de un proceso individual o grupal cuya preocupación sea denunciar

contradicciones en la racionalidad o justicia de un acto social, lo que la convertiría en

producto de la ciencia social interpretativa al transformar el modo de ver el mundo

(conciencia) sin que ello implique necesariamente el cambio de la práctica en el mundo, tal

y como exige ontológicamente la ciencia social crítica. Por lo tanto, HABERMAS lo que

40

pretende es superar esa limitación de la ciencia social interpretativa, entendiendo esta

ciencia social como humana, social y política, basándose para ello en una teoría política

democrática deliberativa como la que emerge de la Teoría de la Acción Comunicativa

habermasiana. Así pues,

“Una ciencia social crítica es, para Habermas, un proceso social que combina la

colaboración en el proceso de la crítica con la voluntad política de actuar para superar

las contradicciones de la acción social y de las instituciones sociales en cuanto a su

racionalidad y justicia. La ciencia social crítica será, pues, aquella que yendo más allá

de la crítica aborde la praxis crítica; esto es, una forma de práctica en la que la

‘ilustración’ de los agentes tenga su consecuencia directa en una acción social

transformada.” (CARR y KEMMIS, 1988, p.157)

A modo de síntesis, lo que deseo aclarar con todo esto es el paso hacia delante que

ha supuesto la postura habermasiana, en cuanto que, sin dejar de lado la crítica a la

racionalidad instrumental realizada por la Escuela de Frankfurt, sí supone una postura más

armónica en la relación entre ciencia, filosofía y técnica (denigrada un tanto por los

primeros frankfurtianos, en un contexto social y de desarrollo de su trabajo distinto, como

el que tuvieron ADORNO o HORKHEIMER). Pero además esta distinción es importante

en sí, más que para vislumbrar los matices respecto a los creadores de la Teoría Crítica,

para tomar distancia de quienes hablan de teoría crítica sin tomar en cuenta la aportación

que el concepto de ciencia social crítica proporciona de emancipación de los actores

implicados y transformación de las prácticas sociales como necesidad inherente a dicho

proceso. De esta manera, la educación y la investigación educativa debemos entenderla

como una ciencia social crítica, con las implicaciones que ello conlleva y que iremos

viendo, pero que por ahora van a quedar reflejadas en la siguiente cita de IMBERNÓN:

“Asumir un enfoque crítico exige concebir la investigación educativa y la de los

procesos de formación como un hecho cooperativo, donde todos los participantes

potenciales en una determinada situación se involucran activamente en el proceso de

41

investigación. Pero este proceso no concluye con la apropiación del problema, el

enfoque crítico busca comprender para cambiar, para transformar. La transformación

de las prácticas educativas compartiéndolas entre todos los que intervienen en los

procesos y la transformación social en busca de la libertad de las personas es la

finalidad real de este enfoque.” (IMBERNÓN, 2002, p.41-42)

Debido a todo ello, para la ciencia social crítica la única solución para la presente

crisis de la razón pasa por desarrollar una noción plenamente consciente de la razón, noción

que incluiría a la crítica como elemento de la voluntad humana y de la acción

transformadora (la transitividad crítica que posteriormente desarrollaría FREIRE). En

educación, esto nos debe llevar al cuestionamiento constante, por parte de los docentes, de

por qué hacemos lo que hacemos, ya que sólo así podemos, siendo conscientes de ello y

pudiendo planificar teóricamente y dar argumentos sobre nuestras acciones, dar el salto

cualitativo que supone dejar atrás unas prácticas instrumentalizadas por otras con fines

comunicativos y emancipatorios.

42

1.2. De la racionalidad instrumental a la racionalidad comunicativa

“Por racionalidad quiero dar a entender a un conjunto

específico de supuestos y prácticas sociales que median las

relaciones ente un individuo o grupos con la sociedad

amplia. Subyacente a cualquier modo de racionalidad se

encuentra un conjunto de intereses que definen y califican

cómo los individuos se reflejan en el mundo. Éste es un

punto epistemológico importante. El conocimiento,

creencias, expectativas y tendencias que definen la

racionalidad condicionan y son condicionados por las

expectativas en las que cada uno de nosotros entramos.”

(GIROUX, 1992)

Durante el siglo XIX el paradigma cartesiano sobre la razón, que dejó sus huellas en

los empiristas ingleses y incluso en KANT, fue puesto en entredicho, sobre todo en lo

concerniente a su énfasis subjetivista, que concibe al pensador solitario como marco ideal

para la reflexión. Fue HEGEL quien demostró el carácter histórico-social de la formación y

organización de la conciencia, labor continuada y trascendida por MARX con posterioridad.

En palabras de McCARTHY (1987, p.449): “el tipo de racionalidad que este modelo lleva

anejo es la racionalidad ‘cognitiva instrumental’ de un sujeto capaz de obtener

conocimiento acerca de un entorno contingente y hacer un uso efectivo de ese conocimiento

adaptándose inteligentemente a, y manipulando, ese entorno.” Sin embargo, para

HABERMAS el concepto de racionalidad tiene menos que ver con el conocimiento o la

adquisición del mismo que con la forma en que los sujetos capaces de lenguaje y acción

hacen uso del conocimiento, por lo que constituye una visión menos utilitarista y más

procedimental.

43

Pero, volviendo a KANT, hay que decir que éste llegó a relacionar la razón con la

capacidad de utilizar ideas como principios regulativos del pensamiento. Recogiendo y

transformando esta concepción kantiana, dentro de la filosofía actual la razón sigue siendo

un eje fundamental de la reflexión postmetafísica. Herederos de la modernidad tradicional

(aunque lo expliciten más o menos), postmodernos y creadores de nuevas formas o

transformaciones del proyecto ilustrado sí parecen coincidir en varios puntos en torno a lo

racional:

a) La razón debe entenderse como realidad mediatizada culturalmente y construida de

manera intersubjetiva en el marco de comunidades generadoras de significados

compartidos.

b) La contextualización y el carácter procedimental de la razón se convierten en elementos

fundamentales para su definición y delimitación conceptual, así como en cuanto a su

relación con las prácticas sociales establecidas y emergentes.

c) Como consecuencia de lo anterior, la crítica de la razón debe realizarse de manera

conjunta con análisis sociales, culturales e históricos.

A partir de aquí, y como dice McCARTHY (1992), existe un gran desacuerdo entre los

que, siguiendo la estela de NIETZCHE y HEIDEGGER, atacan de raíz las concepciones

ilustradas de razón y sujeto racional, poniendo por el contrario énfasis en lo particular, lo

variable, lo múltiple, lo normalizado, lo diferente y lo contingente, como le sucede al

contextualismo de RORTY, la genealogía de FOUCAULT y el deconstruccionismo de

DERRIDA, lo que a veces lleva a dejar de lado las construcciones sociales en materia de

democracia y derechos humanos, al ejercicio de reduccionismo pesimista que suponen las

posturas reproduccionistas o al cuestionamiento irracional que relativiza las prácticas

sociales. Por otro lado están los que, de la mano de HEGEL y MARX, parten de las mismas

para transformarlas mediante procesos sociohistóricos. Es aquí donde podemos situar los

intentos de la Teoría Crítica mediante su crítica a la razón instrumental y, posteriormente, la

concepción habermasiana de racionalidad comunicativa. Lo que pretende HABERMAS es

44

repensar la “interdependencia de las estructuras socioculturales y las acciones individuales,

de los cambios globales en los horizontes de significado y de los procesos intramundanos

de aprendizaje.” (McCARTHY, 1992, p.15)

El propio FOUCAULT consideraba el problema de la razón, en cuanto a sus usos,

consecuencias históricas y límites, como el problema central de la filosofía contemporánea,

pero centrándose en la huida de toda construcción o estructura formal con pretensiones

universales, justo lo contrario que HABERMAS, que une a sus pretensiones universalistas

el carácter sustancial de las prácticas sociales y la responsabilidad que debe ser inherente a

nuestro compromiso con dichas prácticas.

Todo esto comenzó en HABERMAS a través de su obra ‘Conocimiento e interés’,

que representó su primera síntesis holística para tratar de crear una teoría crítica de la

sociedad a partir de la diferenciación de los tres intereses (enfoques) que hemos visto

anteriormente: técnico, interpretativo y crítico. Pero, como el propio HABERMAS (1989)

reconoció después, fundamentar una teoría crítica de la sociedad por vía de una teoría del

conocimiento fue una especie de callejón sin salida.

No obstante, y siguiendo a GIROUX (1992), no me resisto a caracterizar,

completando todo lo anterior, algunas implicaciones de las tres racionalidades que emergen

de los enfoques definidos, dentro del ámbito educativo.

Para la racionalidad técnica o instrumental, la teoría educativa debería operar a favor

de proposiciones empíricamente comprobables, así como contribuir al dominio y control

del ambiente, por lo que la observación y la técnica se convierten en los puntos de partida

para la práctica teórica. Por ello el conocimiento, como la investigación científica, es

considerado libre de valor, objetivo y neutral, siendo la relación entre las variables

puramente empírica y reductible a resultados predecibles. Desde esta perspectiva, por tanto,

los educadores pueden operar, por tanto, libres de valores, de manera objetiva, cual técnicos

45

acríticos. Los daños e injusticias que provoca esta concepción todos las conocemos por

haberlas sufrido o verlas todavía desde una indeseada actualidad.

En cuanto a la racionalidad hermenéutica (interpretativa), podemos decir que está

fundamentada en la lucha por liberar los conceptos de significado y experiencia de la

noción tecnocrática de objetividad y su interés es comprender los patrones de interacción

comunicativa y simbólica que dan forma al significado individual e intersubjetivo. De esta

forma, las personas son vistas como elementos activos de producción de significados e

interpretación intencional del mundo que les rodea, lo que provoca que el conocimiento sea

tratado como un acto social específico, con sus relaciones sociales subyacentes, tan

importantes a nivel de aula. Sin embargo, podemos afirmar desde una dimensión educativa

que:

“La problemática que caracteriza el enfoque de la investigación reflexiva falla al no

examinar la naturaleza de su propia ideología y consecuentemente no ha sido capaz de

plantear preguntas fundamentales acerca de la naturaleza de la relación entre el Estado

y la escuela, los mecanismos de dominación ideológica y estructural en las escuelas, y

cómo la relación entre la ideología, la clase y la cultura de las escuelas sirve para

reproducir las disposiciones institucionales del statu quo.” (GIROUX, 1992, p.240)

Es a partir de aquí que se construye la racionalidad emancipatoria como respuesta

crítica a esa deficiencia de la racionalidad hermeneútica, ya que, aunque haya autores que

defiendan una inmanencia de la crítica en las posiciones interpretativas o hermeneúticas a

través del proceso de reflexión que conllevan, otros consideramos que hay que ir más allá

de eso.

“La racionalidad emancipatoria, en este contexto, está basada en los principios de

crítica y acción. Apunta a criticar aquello que es restrictivo y opresivo y

simultáneamente a apoyar la acción que sirve a la libertad y al bienestar individual.

(...) la racionalidad emancipatoria plantea su interés en la autorreflexión con acción

46

social diseñada para crear las condiciones materiales e ideológicas en las que existen

relaciones no alienantes y no exploradoras.” (GIROUX, 1992, p.241)

En este sentido, no hay que olvidar que el eje central de la obra de HABERMAS es

construir una respuesta a la crisis de la modernidad, que reconoce como un proyecto

inacabado y en el que, sin renunciar a los valores de la Ilustración, debe ser la racionalidad

comunicativa su principal valedor, puesto que lo que a él le importaba eran los potenciales

de racionalidad de un mundo de vida donde la capacidad de resistencia y transformación

pudiera regenerarse a pesar de las circunstancias. (HABERMAS, 1991)

Cabe a partir de esta idea resaltar la diferenciación que hace el filósofo alemán entre

los conceptos de sistema y mundo de la vida, puesto que para él es desde el segundo desde

donde parte la acción comunicativa. El primero sería “aquello sobre lo que los participantes

en la interacción se entienden entre sí”; mientras, mundo de la vida sería “aquello desde

donde inician y discuten sus operaciones interpretativas.” (HABERMAS, 1989) Es decir, la

diferencia fundamental entre sistema y mundo de vida se encuentra en que mientras el

primero supone un marco de referencia para el entendimiento (o no) de los actores sociales,

el segundo implica un marco de reflexión para la acción de los mismos, confluyendo las

perspectivas sistémica y fenomenológica. Por tanto, el mundo de la vida indica el

transfondo social, lingüísticamente articulado y colectivamente construido, que configura

los significados que usamos en la vida cotidiana y que constituyen la base de nuestro

contexto experiencial, por lo que, desde mi punto de vista, debe constituir un punto de

análisis fundamental en toda tarea educativa.

Para ello, debemos tener claro que el mundo de la vida es un saber implícito que se

halla holísticamente estructurado y que no está a nuestra disposición voluntaria para ser

tematizado, lo cual ocurre cuando resulta insuficiente para seguir entendiéndonos o bien se

convierte en problemático (GIMENO LORENTE, 1995). En definitiva, para HABERMAS

(1987, vol I, p.437): “La racionalización del mundo de la vida hace posible un tipo de

47

integración sistémica que entra en competencia con el principio de integración que es el

entendimiento y que, bajo determinadas condiciones, puede incluso reobrar, con efectos

desintegradores, sobre el mundo de la vida.” O sea, que debe poseer una naturaleza

(auto)crítica.

Siguiendo y completando esta reflexión, LASH expresa lo siguiente:

“Habermas pretende utilizar la Ilustración para proteger el mundo de la vida de los

excesos de las consecuencias negativas (y no deseadas) de la Ilustración. A lo que

aspira específicamente Habermas es a un mundo de la vida de prácticas sociales

integradas, es decir, una vida ética concreta en el sentido de Hegel, basada en la

intersubjetividad de la acción comunicativa. (...) Para Habermas, la racionalidad

comunicativa es un medio a través del cual la intersubjetividad puede oponerse a las

pretensiones del ‘sistema’ y extender el espacio del mundo de la vida.” (LASH, 1997,

p.184-185)

Todo esto emerge de la ya mencionada Teoría de la Acción Comunicativa, que ha

supuesto la gran síntesis del pensamiento habermasiano y una de las obras del pensamiento

claves del último cuarto del siglo XX. Los propósitos de HABERMAS al desarrollar la

Teoría de la Acción Comunicativa él mismo los expone de la siguiente manera

(HABERMAS, 1987, vol. I, p.10):

1. Desarrollar un concepto de racionalidad comunicativa que sea capaz de hacer

frente a las reducciones cognitivo-instrumentales con que se ha presentado al

concepto de razón.

2. Construir un concepto de sociedad articulado en dos niveles, que asocie los

paradigmas de investigación fenomenológico (‘mundo de la vida’) con el

sistémico (‘sistema’).

3. Bosquejar, sobre este transforno, una teoría crítica que analice y explique las

patologías sociales existentes desde las paradojas de la modernidad.

48

El propio HABERMAS, completando y trascendiendo sus análisis en

‘Conocimiento e Interés’, propone hacer un giro hacia un paradigma del lenguaje, no

entendido éste como un sistema formal de sintaxis-semántica, sino como lenguaje en uso,

expresado en actos de habla, que para él son aquellos que cumplen las condiciones

necesarias para que un oyente pueda tomar una postura afirmativa frente a la pretensión que

a ese acto vincula el hablante. (HABERMAS, 1984) Es por eso que plantea un marco

categorial y una teoría general de la acción comunicativa donde el uso del lenguaje por

medio de los actos de habla es el medio vinculante para coordinar las acciones

intencionadas de los sujetos a través de la argumentación racional y donde las disputas de

intereses son resueltas por medio del mejor argumento y por la búsqueda del consenso,

poniendo el mayor énfasis en la interacción de los sujetos con respecto al mundo, con

respecto al otro y con respecto a sí mismos y buscando con ello la comprensión de la

sociedad y del mundo de manera crítica para darle sentido al proyecto de la Modernidad

como proyecto todavía en (re)construcción.

“Si partimos de la utilización comunicativa de saber proposicional en actos de habla,

estamos tomando una predecisión a favor de un concepto de racionalidad más amplio

que enlaza con la vieja idea de logos.” (HABERMASs, 1987, vol I, p.27)

Es en este sentido que la propuesta del filósofo alemán aparece como defensora de

los principios de la Ilustración y en especial para ampliar el marco reducido de la

racionalidad con arreglo a fines (que WEBER llamó ‘racionalidad teleológica’) y la

degeneración acrítica de la racionalidad instrumental (tan estudiada sobre todo por

HORKHEIMER y ADORNO) por medio de la racionalidad comunicativa, con aspiraciones

emancipatorias.

Para esta (re)construcción de la racionalidad, HABERMAS se basa en los

planteamientos de WEBER, LÚKACS, HORKEHIMER y ADORNO, principalmente,

49

estableciendo un cambio, como comentaba anteriormente, en el modelo de la filosofía de la

conciencia centrado en el sujeto que se manifiesta como conocimiento por un modelo

comunicativo de acción caracterizado por el uso del conocimiento a través del uso del

lenguaje, como medio de coordinación de las acciones entre los sujetos. Así, íntimamente

ligado a esto se encuentra el concepto de acción, que ya desde ARISTÓTELES en su ‘Ética

para Nicómaco’ se ha planteado como objeto de comprensión. WEBER distinguía cuatro

tipos de acciones sociales:

“1) Racional con arreglo a fines: determinada por expectativas en el comportamiento

tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas

expectativas como ‘condiciones’ o ‘medios’ para el logro de fines propios

racionalmente sopesados y perseguidos. 2) Racional con arreglo a valores:

determinada por la creencia consciente en el valor –ético, estético, religioso o de

cualquiera otra forma como se le interprete- propio y absoluto de una determinada

conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea puramente en méritos de ese

valor. 3) Afectiva: especialmente emotiva, determinada por afectos y estados

sentimentales actuales, y 4) Tradicional: determinada por una costumbre arraigada.”

(WEBER, 1944, p.20)

HABERMAS discrepa de él, manifestando distintos tipos de racionalidad en las

acciones hasta llegar a la de la acción comunicativa:

“La racionalidad instrumental de una acción se mide por la eficacia en la planificación

del empleo de medios para fines dados; la racionalidad electiva de una acción se mide

por la corrección del cálculo de los fines para valores articulados con precisión y para

medios y condiciones de contorno dados; y la racionalidad normativa de una acción se

mide por la fuerza sistematizadora y unificante y por la capacidad de penetración que

tienen los patrones de valor y los principios que subyacen a las preferencias de

acción.” (HABERMAS, 1987a, vol I, p.233)

50

Pero aclaremos antes de nada estos conceptos. HABERMAS llama acciones a las

manifestaciones simbólicas en las que los actores entran en relación con el mundo de

manera significativa. Y cuando habla de mundo, él mismo distingue tres, basándose y

reconceptualizando los definidos por POPPER (1986) desde una teoría de la constitución de

la experiencia (HABERMAS, 1984):

a) Mundo objetivo: correspondiente al conjunto de estados de cosas existentes.

b) Mundo de las relaciones sociales: correspondientes a la red dinámica de interacciones

entre sujetos y los grupos.

c) Mundo subjetivo: correspondiente a la intimidad de los estados de conciencia de los

sujetos.

Los actores, por tanto, construyen su relación con el mundo desde la interacción con

los objetos (mundo objetivo), con otros actores (mundo de las relaciones sociales) y con su

propia conciencia (mundo subjetivo).

Estos tres mundos se encuentran presentes en todo tipo de interacciones sociales,

como las que se dan en la escuela. Para HABERMAS, la manera en que los miembros de

una comunidad se ven a sí mismos y a los otros como interlocutores con el mundo objetivo

implica estructuras comunes de relación entre los mundos y determina la variedad de

formas de interpretación y validez sobre las que puedan hacer juicios. Pero esto es visto

desde una óptica desde la cual la diferencia es solamente una posibilidad para los

participantes de acercarse y explorar el mundo de los otros, incorporando a su interpretación

la del otro de manera que las discrepancias se revisen continuamente, buscando así no el

relativismo de las posiciones y argumentos, ni tampoco una artificial coincidencia o

negación mutua absoluta, sino más bien una comunicación dinámica en constante fase de

(re)construcción, ya que lo que provoca la comunicación es una extensión y cualificación de

nuestro mundo de significados, de lo que se deduce su importancia vital para los procesos

educativos. El mundo de relaciones e interacciones simbólico-comunicativas en general, en

51

particular en la educación, cobra así un especial valor, determinando la propia calidad de la

misma. En este sentido, comenta el propio HABERMAS:

“El punto de vista de que las personas como tales son iguales a todas las demás no se

puede hacer valer a costa del otro punto de vista según el cual como individuos son al

tiempo absolutamente distintos de todos los demás. El respeto recíproco e igual para

todos exigido por el universalismo sensible a las diferencias quiere una inclusión no

niveladora y no confiscadora del otro en su alteridad.” (HABERMAS, 1999, P.72)

Otra aportación al respecto es que el conjunto de interrelaciones que se dan entre

estos mundos ofrece diferentes tipos de acciones significativas entre los comunicantes. En

el ámbito escolar debemos tener en cuenta, en este sentido, tanto el carácter social de todas

las acciones (que no por ello tiene que ser al mismo tiempo comunicativo ni educativo)

como, a consecuencia de esto, su estructura teleológica, que bien puede estar orientada a

fines instrumentales (acciones burocráticas, no educativas) o comunicativos (acciones

potencialmente educativas), tal y como describe GIMENO LORENTE (1995, p.461 y ss.).

Desde este análisis vamos a ver los cuatro tipos básicos de acciones que define

HABERMAS en su Teoría de la Acción Comunicativa:

1. Acciones estratégicas, que son las que se efectúan para conseguir un fin

determinado, de manera instrumental y sin que tengan porqué casar los medios

con los fines. La mayoría de las acciones en el modelo didáctico hegemónico son

de este tipo, así como todas las relacionadas con la gestión burocrática del

centro, las interacciones de los docentes en los órganos de decisión tipo Claustro

de Profesores o las que, de manera más o menos simbólica, contribuyen al

conservadurismo institucional y a sus fines de reproducción. Se trata, por tanto,

de acciones que se dan en un marco de relaciones extrictamente funcional.

2. Acciones reguladas normativamente, inculcadas por la socialización y que sirven

para justificarse a sí mismas a través de las normas que las originan. Aquí es

interesante ver estas acciones tanto en los sistemas de relación entre docentes y

52

alumnado (o docentes-familias) como en las propias acciones que el profesorado

lleva a cabo debido a la constante (de)formación profesional que ha sufrido y

sufre institucionalmente desde su función pública. Otro ejemplo claro de su

manifestación puede estar en la determinación de las normas de convivencia o

de los reglamentos internos en los centros escolares y en las aulas.

3. Acciones expresivas, en las cuales los actores manejan la manifestación de su

subjetividad, se revelan los sentimientos y se percibe la falta de correspondencia

entre estos y los actos. En esta categoría sí aparece ya una crítica más elaborada:

la de la propia coherencia interna de nuestras acciones, pudiendo verse el inicio

de un proceso de autocrítica, imprescindible, como ya se ha dicho, en toda

práctica social y educativa. Ejemplificaciones de este tipo de acciones podemos

encontrarlas en las reuniones de profesoras y profesores al hablar sobre sus

experiencias en el aula, en la interacción con las familias, etc.

4. Acciones comunicativas, que remiten a la situación en que los actores tratan de

entenderse desde lo común de sus posiciones, a fin de llegar a acuerdos que les

permitan coordinar la acción. Se las llama también acciones conversativas y se

las asocia a la investigación racional, al tener la suficiente flexibilidad como

para plantear una revisión constante de las posiciones de los comunicantes, de su

cultura, para llegar a posturas donde prime la interculturalidad como paradigma

cada vez más necesario en la sociedad en que vivimos, y más todavía si cabe si

nos circunscribimos al ámbito educativo. Se trata, al contrario que las otras, de

acciones orientadas al entendimiento y situadas en un marco social, puesto que

en la acción comunicativa los participantes no se orientan al éxito, sino bajo la

condición de que sus respectivos planes de acción puedan armonizarse entre sí

sobre la base de una definición compartida de la situación.

Por lo tanto, se puede afirmar que para HABERMAS la racionalidad de la acción es

la manera en que los sujetos con capacidad de expresarse, hacerse entender y actuar, hacen

uso del conocimiento a través de la manifestación simbólica y significativa de sus

53

relaciones con el mundo objetivo, con otros sujetos y consigo mismos. Esto significa que la

coordinación de la acción puede conseguirse bien fruto de influencias externas de unos

actores sobre otros (acción monológica) o bien fruto de un saber común y, por lo tanto,

dialógico (acción comunicativa). Para distinguir las características de una y otra, voy a

recurrir al siguiente cuadro sintético:

ACCIÓN MONOLÓGICA ACCIÓN COMUNICATIVA

• En ella se produce una influencia inducida, intencional e instrumentalizada en el otro.

• Lo importante es el éxito de esa influencia, quedando la razón relegada a un segundo plano y objetivando así el contexto donde se da la misma.

• Por lo tanto, los acuerdos no se dan en posiciones de equidad o donde se busque el entendimento o la justicia en las relaciones sociales.

• Esa instrumentalización de las relaciones hace ver a los demás actores como medios o limitantes para el logro del éxito del plan establecido.

• Existe una reciprocidad en la interacción de los participantes en la cual las convicciones se comparten intersubjetivamente.

• Los acuerdos se basan en ese reconocimiento intersubjetivo con pretensiones de validez susceptibles de crítica.

• Por lo tanto, los acuerdos no se dan unilateralmente sino a través de un saber válido a través de argumentos y vinculado intersubjetivamente.

• Esa actitud de entendimiento torna en interdependientes a los participantes en la búsqueda de un consenso para sus convicciones en la comunicación

Pero no podemos olvidar que las acciones (monológicas o comunicativas) se dan

dentro de sistemas sociales concretos. En este sentido, y siguiendo nuevamente a

HABERMAS, GIMENO LORENTE (1995) manifiesta que las propiedades constitutivas de

los sistemas sociales son las siguientes:

1. El intercambio de los sistemas de sociedad con su ambiente transcurre en la producción

y en la socialización, a través de pretensiones de verdad y de rectitud normativa.

2. El sistema social altera sus patrones normativos al modificarse sus imágenes del mundo.

3. El nivel de desarrollo de la sociedad dependerá de la capacidad de aprendizaje

institucional adquirido por esa sociedad.

54

Esto quiere decir que para construir una ciencia social crítica, una teoría crítica de la

sociedad, es fundamental la educación, al ser ésta la que determina los mecanismos de

socialización, permite la reestructuración de los enfoques normativos y resulta fundamental

para la transformación de las instituciones base de dicha sociedad. En este sentido,

HABERMAS no niega el carácter conservador de las instituciones y el uso reproductor de

los agentes sociales hegemónicos: “Los modelos culturales se reproducen en las estructuras

de personalidad mediante ‘agentes’ de socialización y prácticas de enseñanza.”

(HABERMAS, 1989b, p.97) Pero sí tiene claro que es mediante la crítica como este

conservadurismo deja paso a una concepción dinámica de la sociedad y del crisol cultural

emergente en la misma:

“La peculiaridad de la crítica, en su doble función, consiste en disolver por medio de la

crítica de las ideologías o analíticamente las pretensiones de validez que no pueden

justificarse por medios discursivos, pero al mismo tiempo en desligar la tradición de sus

potenciales semánticos.” (HABERMAS, 1989b, p.91)

Y es ese componente crítico de la razón comunicativa lo que también le da identidad

y coherencia, además de su carácter procedimental y discursivo. En definitiva, se trata de

trascender la feroz crítica a la razón surgida sobre todo desde las posiciones

postmodernistas y neoconservadoras:

“El concepto de razón comunicativa (...) que apunta más allá de la razón en el sujeto,

tiene como fin sacarnos de las paradojas y nivelaciones en que por su carácter

autorreferencial se ve envuelta la crítica radical a la razón.” (HABERMAS, 1989c,

p.400)

De esta manera, partiendo de todo lo anterior surge inmediatamente una pregunta:

¿cómo se puede desvelar la racionalidad de la acción por medio del análisis del uso del

lenguaje que se manifiesta mediante actos de habla, tal y como vimos anteriormente? Para

dar respuesta a esta cuestión el filósofo alemán desarrolló lo que se conoce como

‘pragmática formal del lenguaje’, partiendo para ello de la filosofía analítica y, más

55

específicamente, de la teoría del significado. La intención era, como expresa el propio

HABERMAS (1987, vol.I, p.318), elaborar una teoría de la comunicación que pudiera

“utilizarse para una teoría sociológica de la acción si se logra mostrar de qué forma los

actos comunicativos, esto es, los actos de habla, o las manifestaciones no verbales

equivalentes, cumplen la función de coordinar la acción contribuyendo así a la

estructuración de las interacciones.” De ahí que esta pragmática podamos considerarla

como un conocimiento transdisciplinar que se refiere a una reconstrucción racional de los

tipos de actos de habla que se vinculan a una tipología de acciones globales, con el fin de

modelar una teoría de la acción comunicativa que sirva de teoría crítica de la sociedad

postindustrial.

Ahora bien, el análisis de la pragmática formal conjuga las pretensiones de validez

de los enunciados o actos de habla con las diferentes condiciones de significado, y dichas

pretensiones de validez (formadas bajo los aspectos universales de verdad, veracidad y

exactitud) están conectadas internamente con razones, puesto que tal pretensión sólo puede

ser rechazada en forma de una crítica argumentada y así sucesivamente. Es aquí donde

cobra también total vigencia lo explicitado años atrás por ADORNO (1973a, p.82): “La

educación en general carecería absolutamente de sentido si no fuese educación para una

autorreflexión crítica.”

De esta forma, para HABERMAS cuando entendemos una razón es inevitable no

tomar una postura ante ella y frente a las interpretaciones que emerjan de la misma por parte

del resto de los participantes sociales. Como hemos visto, para el filósofo alemán todo

conocimiento está siempre sujeto a la crítica racional abierta de sus pretensiones de validez

y deberá ser aceptado como válido mientras no se pruebe su invalidez completa o parcial.

La reflexividad no es un privilegio de ninguna persona o grupo, y el conocimiento previo no

puede constituir una razón de exclusión de ningún posible participante en procesos de

análisis y toma de decisiones de interés común, lo cual debiera tenerse muy presente en las

relaciones educativas, puesto que desde este punto de vista:

56

“Una norma es válida cuando todos pueden aceptar libremente las consecuencias y

efectos colaterales que se producirán previsiblemente del cumplimiento general de una

norma polémica para la satisfacción de los intereses de cada uno.” (HABERMAS, 1985a,

p.116)

La racionalidad tiene así, como hemos visto, un carácter no sustantivo, sino

procedimental y comunicativo. Dicho de otra manera, no hay (ni, desde mi punto de vista,

debiera haber) ningún saber que permita resolver las cuestiones políticas como cuestiones

técnicas, ni existe ningún colectivo que pueda reivindicar la pertenencia en exclusividad de

la comprensión de las situaciones sociales y las respuestas a las mismas, sobre todo

teniendo en cuenta el creciente grado de complejidad que están adquiriendo los procesos

sociales y políticos actuales. Existe, en todo caso, un saber común, pero con unos

prerrequisitos y características muy determinadas:

“Un saber ‘común’ tiene que satisfacer condiciones bien exigentes. Pues no sólo estamos

ante un saber ‘común’ cuando los participantes concuerdan en algunas opiniones;

tampoco cuando saben que concuerdan en ella. Llamo común a un saber que funda un

acuerdo, teniendo tal acuerdo como término de un reconocimiento intersubjetivo de

pretensiones de validez susceptibles de crítica. Acuerdo significa que los participantes

aceptan un saber como válido, es decir, como intersubjetivamente vinculante.”

(HABERMAS, 1989a, p.481)

Desde aquí la democracia radical participativa sería una consecuencia de la

necesaria exigencia ética comunicativa, lo cual provocaría que ninguna persona o grupo que

sea afectado pueda ser excluido de la construcción social de problemas comunes y la

búsqueda de estrategias para sus soluciones, lo que conlleva la realización de un esfuerzo

significativo para minimizar, erradicar y/o transformar los elementos de coerción existentes

en las estructuras y formas de relación dadas.

Esto significa que ya no cabe, en ninguna esfera, la asunción y defensa de posiciones

asépticas de inmaculada vestimenta recubierta de objetividad, lo cual es fundamental desde

57

el punto de vise la investigación social y educativa. Pongámonos en el caso que describe

YOUNG (1993): un investigador observa una situación social concreta, para lo cual

pretende obtener cierto privilegio epistémico, en el sentido de intentar tener una actitud

objetiva, necesaria para el fin pretendido, frente a la situación observada y los sujetos que

participan en la misma. Lo que a continuación no podemos pretender es no reconocer

explícitamente y ser conscientes de que con ello lo que se consigue es deshumanizar

ontológicamente a los sujetos de la investigación, convirtiendo la situación observada en un

elemento de privilegio en la interacción debido a la situación asimétrica de la misma (lo

cual resulta más patente si lo llevamos al terreno de la escuela). No podemos olvidar que

“la interpretación depende racionalmente del contexto, y los supuestos ontológicos de los

hablantes sobre los oyentes, y viceversa, forman parte de ese contexto.” (YOUNG, 1993,

p.51) Esto, como decía, si lo llevamos a la escuela, además de crear problemas en la validez

de las investigaciones, puede conllevar la irracionalidad y la falta de perspectiva crítica en

las interacciones, al producirse más una actitud de aceptación pasiva desde los argumentos

(en el caso ‘positivo’) o la mera imposición (en los negativos) de la perspectiva del

investigador y/o docente.

Sintetizando, y de nuevo de la mano de HABERMAS, decir que el concepto de

racionalidad comunicativa lo que nos permite es hacer del diálogo intersubjetivo una fuente

de entendimiento y enriquecimiento de nuestras interacciones sociales, así como de la

generación y construcción de significados que conforman las redes a través de las cuales se

configura la cultura como punto de encuentro constitutivo de lo humano desde el lenguaje.

Pero eso sí, sin olvidar (y menos en educación), el hecho de que mientras un hablante puede

garantizar sus pretensiones de verdad y rectitud por medios discursivos, las de sinceridad

sólo se muestran desde la coherencia ente el decir y el hacer. (HABERMAS, 1985a)

Pero claro, ante estas pretensiones de validez y coherencia interna no debemos

olvidar que el proyecto pedagógico institucional recoge siempre el modelo de racionalidad

hegemónico, tanto estructural y normativamente como en la práctica cotidiana, que en este

caso surge de la instrumentalidad a la que, no obstante, los movimientos críticos se han

58

opuesto aportando alternativas con argumentos científicos e ideológicos suficientes como

para constituir plataformas de desestabilización de las concepciones neoconservadoras

dominantes y desarrollar en la ciudadanía la conciencia crítica que permita construir

procesos racionales que humanicen a la propia razón (MATURANA, 1994). En palabras de

GIMENO LORENTE:

“el mundo de la vida social sufre los fenómenos de colonización racional al imponer los

subsistemas funcionales de la Economía y el Estado sus propios criterios de racionalidad

instrumental. Criterios como el de ‘eficacia’, ‘rentabilidad’ y ‘calidad de educación’

subyacen en los planteamientos de las reformas educativas, una veces explícita y otras

implícitamente. Concretamente, el discurso de la calidad ha sustituido ideológicamente al

de la igualdad. (...) En la actualidad, en los países postindustriales las ideas-valor del

individuo –que Habermas describe como ‘individualismo posesivo’-, el rechazo de la

intervención pública en la economía y el neodarwinismo social (...) Sólo en la dialéctica

social cabe la esperanza de una forma de racionalidad superadora de estos

reduccionismos estructurales, y en esta dialéctica es donde se inscribe la concepción

habermasiana de una racionalidad comunicativa.” (GIMENO LORENTE, 1995, p.516-

517)

Por último en este apartado deseo incidir en el carácter crítico-ideológico de la

racionalidad comunicativa al estar libre, por definición, de situaciones de dominio e

injusticias y, a su vez, hacer de la intersubjetividad y del consenso bases epistemológicas y

axiológicas del quehacer educativo. Ignorar esto es ignorar nuestras ansias emancipatorias,

nuestros deseos de libertad y de respuesta frente a la opresión y a la violencia de las

acciones orientadas al poder y la segregación. Los seres humanos debemos estar llamados a

la solidaridad y a la tolerancia, al desarrollo y extensión de formas democráticas de vida

basadas en acciones comunicativas, ya que en ese lenguaje común, necesariamente

intercultural, reside la esencia de la emancipación, y hoy más que nunca. En palabras de

YOUNG:

59

“Uno de los placeres que también debemos aprender a amar es la comunicación y el

aprendizaje interculturales. (...) únicamente las soluciones interculturales serán

soluciones justas para nuestros problemas mundiales.” (YOUNG, 1993, p.150)

60

1.3. Teoría y práctica desde la ciencia social crítica: dialéctica y

emancipación

“Un modo de considerar la relación entre la teoría y la práctica es

reconocer que existe un conjunto complejo de interrelaciones ente

los movimientos sociales y los grupos intelectuales. La historia de

las ciencias sociales y de la educación está relacionada con las

rupturas, tensiones y luchas que se producen en la sociedad y que

penetran en los diferentes dominios institucionales en cuanto los

individuos intentan resolver las inquietudes y contradicciones de

sus vidas.” (POPKEWITZ, 1988, p.220)

Ya STEPHEN KEMMIS manifestó acertadamente que para él el más importante

punto de estudio dentro de la educación era precisamente el referente a la relación entre

teoría y práctica. Pues bien, según la Escuela de Frankfurt la comprensión de la naturaleza

de la Teoría debe empezar con la comprensión de las relaciones entre la misma y la

sociedad, pues existe una influencia recíproca entre ambas. Así, HORKHEIMER (1972)

estableció claramente esa visión dentro de la cual la propia ciencia es percibida como una

parte del proceso de vida de la sociedad, lo que le confiere una dimensión histórica y

contingente a la vez. Pero esto no deja de reflejar, como dicen GIROUX y McLAREN, que

“la relación entre teoría y práctica es multifacética y compleja. Algunos consideran la

teoría simplemente conformando la práctica, mientras que en otros la práctica

reestructura la teoría como una fuerza fundamental para el cambio. En algunos casos

la teoría (en el más limitado sentido de la práctica de producción normativa y retórica)

proporciona el refugio para pensar más allá de las actuales formas de práctica, tanto

como para prever aquella que aún ‘no es’. Privilegiar la práctica sin la debida

consideración de las interacciones complejas que caracterizan la totalidad de las

reaciones teoría/práctica y del lenguaje/significado no es simple reduccionsimo, sino

también una forma de tiranía teórica. Disconformar la teoría de esta manera se

61

convierte en una forma de práctica que ignora el valor político del ‘discurso teórico’

dentro de una específica coyuntura histórica.” (GIROUX y McLAREN, 2001, p.158)

Todo esto tiene como consecuencia otro elemento básico para la Escuela de

Frankfurt, cual es la capacidad de autocrítica, ya que al existir sobre condiciones histórico-

culturales específicas y tener unos referentes ideológicos claros, esta noción autocrítica se

torna imprescindible para discernir y desenmascarar la racionalidad de las acciones sociales,

para lo cual hay que partir de los conceptos desarrollados por la propia Escuela de Frankfurt

de crítica inmanente y pensamiento dialéctico. En relación al primero ADORNO escribió lo

siguiente:

“La teoría (...) debe transformar los conceptos que trae de fuera en aquellos que el objeto

tiene en sí, en aquello que el objeto, dejado a sí mismo, procura ser, y confrontarlo con lo

que él es. Debe disolver la rigidez del objeto, proyectado temporal y espacialmente, en un

campo de tensión entre lo posible y lo real: cada uno, para existir, es dependiente del

otro. En otras palabras, la teoría es indiscutiblemente crítica.” (ADORNO, cit. en

GIROUX, 1983, p.16)

En cuanto al pensamiento dialéctico, partiendo de MARX se puede decir que éste se

encuentra relacionado tanto a la crítica como a la reconstrucción teórica. Como crítica,

pretende sacar a la luz valores implícitos (en educación, el famoso curriculum oculto es un

claro ejemplo), así como las insuficiencias de los sistemas de pensamiento estáticos y

dogmáticos. Como forma de reconstrucción teórica, el pensamiento dialéctico conlleva el

análisis histórico como crítica a la lógica conformista, argumentando que hay un vínculo

entre conocimiento, poder y dominación (GIROUX, 1992).

El fin del pensamiento dialéctico, como dice KEMMIS (1993), consiste en superar

los simples dualismos, adoptando como principio central la noción de ‘unidad de los

opuestos’, donde el pensador (individuo o colectivo) trata de superar las dos posturas

opuestas y de comprender cómo se relacionan entre sí, para lo cual la herramienta más

importante es el estudio de las contradicciones. En este sentido, y resumiendo lo anterior, se

62

puede afirmar que el razonamiento dialéctico lo que pretende es tratar de iluminar procesos

sociales y educativos de manera crítica, siguiendo estos cuatro pasos (KEMMIS, 1993,

p.85):

1) Mostrando cómo los simples dualismos, las visiones maniqueas, limitan nuestra

comprensión de la realidad.

2) Mostrando cómo las oposiciones planteadas en estos dualismos nos llevan a

contradicciones.

3) Mostrando cómo estas ideas o posturas dualísticamente opuestas interactúan.

4) Mostrando cómo los procesos dinámicos de interacción entre las ideas o posturas

opuestas constituyen los patrones y consecuencias de la acción en los escenarios a

comprender y mejorar.

Así, como estamos desarrollando, de acuerdo con la Escuela de Frankfurt, todo

pensamiento y toda teoría están unidas a un interés específico para el desarrollo de una

sociedad determinada ideológicamente bajo formas democráticas o no, para lo cual la teoría

debe volverse una actividad transformadora, explícitamente política y comprometida con la

construcción de un futuro donde prevalezcan los valores de solidaridad y justicia social, y

desde ahí sus principales miembros destacaron el papel de la dialéctica y del pensamiento

crítico como prerrequisito para la libertad humana y la emancipación social.

HORKHEIMER lo expresó de esta manera:

“Ella [la teoría crítica] no es solamente una hipótesis de investigación que muestra su

valor en las cuestiones humanas inmediatas; es un elemento esencial en el esfuerzo

histórico de crear un mundo que satisfaga las necesidades y poderes de los hombres.

Entre tanto, por más amplia que sea la interacción entre teoría crítica y ciencias

especiales, cuyo progreso la teoría debe respetar y sobre las cuales han ejercido, durante

décadas, una influencia estimulante y liberadora, la teoría nunca tiene por fin

simplemente un aumento del conocimiento como tal. Su finalidad es la emancipación del

hombre de la esclavitud.” (HORKHEIMER, 1972, p.245)

63

De ahí que sea fundamental el profundizar en la cuestión de la relación entre Teoría

y Práctica, que muchas veces aparecen como excluyentes de facto. Adorno expresó de esta

forma su visión al respecto:

“Mi propia posición en la controversia entre sociología empírica y teórica (...) puedo

resumirla diciendo que las investigaciones empíricas no son solamente legítimas, sino

esenciales, también en la esfera de los fenómenos culturales. Pero no se debe conferir

autonomía a ellas o con respecto a ellas como una llave universal. Sobre todo, las

investigaciones empíricas deben culminar en conocimiento teórico.” (ADORNO, cit. en

GIROUX, 1983, p.18)

En este sentido, especialmente clarificadoras para seguir introduciendo el tema me

parecen las palabras de GRAMSCI cuando afirmaba lo siguiente:

“Si se plantea el problema de identificar la teoría y la práctica, se plantea en este sentido:

construir sobre una determinada práctica una teoría que, coincidiendo e identificándose

con los elementos decisivos de la práctica misma, acelere el proceso histórico en acto,

haciendo la práctica más homogénea, coherente y eficiente en todos sus elementos, es

decir, potenciándola al máximo, o bien, dada una cierta posición teórica, organizar el

elemento práctico indispensable para su puesta en acción. La identificación de la teoría y

la práctica es un acto crítico, con el cual se demuestra que la práctica es racional y

necesaria o que la teoría es realista y racional.” (GRAMSCI, 1972, p.66)

Para continuar en esta línea de avance, considero pertinente seguir esta reflexión

desde la noción positivista desde donde las acciones tienen un carácter técnico-instrumental

y aséptico. En contraste, una concepción dialéctica de la sociedad y de la teoría

argumentaría que esto no puede sustituir a la reflexión crítica y a la comprensión como

verdaderos motores de la construcción de conocimientos. Esto es, se debe comenzar con un

cuerpo teórico que sitúe a las acciones dentro de reglas que les dan significado, en cuanto

que simultáneamente se afirman las limitaciones de tal perspectiva teórica. Esto nos ayuda a

esclarecer la visión de la Escuela de Frankfurt con respecto a la teoría y a la práctica,

afirmando que para la Teoría Crítica la teoría y la práctica se encuentran interrrelacionadas,

64

si bien hay que prevenir contra una supuesta unidad de las mismas. Como ADORNO

comenta en su ‘Dialéctica negativa’ (1984), la exigencia de unidad entre teoría y práctica ha

degradado a la teoría a un papel servil e incluso como instrumento de censura, mientras la

práctica se volvió no conceptual y presa del poder.

La teoría, en este caso, debe tener como finalidad la práctica emancipatoria, la

praxis (acción consciente). Teoría y praxis representan así una alianza singular, no una

unidad en la cual una se disuelve en la otra. En el terreno educativo, representan una

manera de concebir la práctica como una forma de refutar (o no) la teoría y (re)construirla

en un proceso dialéctico en consonancia con la espiral autocrítica que definen CARR y

KEMMIS al hablar de Investigación-Acción Emancipatoria. Como ambos autores

manifiestan:

“Las teorías no son cuerpos de conocimiento que puedan ser generados fuera de la

práctica, y la enseñanza no es ningún tipo de mecánica y robotizada actuación, está

necesitada de una reflexión teórica. Las comprensiones prácticas que guían la teoría

toman consistencia en las conciencias reflexivas de sus respectivos practicantes.” (CARR

y KEMMIS, 1988, p.26)

Por eso resulta importante resaltar nuevamente que, al unir a la Teoría Crítica las

finalidades de emancipación política y social, la Escuela de Frankfurt (re)definió la propia

noción de racionalidad, de la que ya hemos hablado con anterioridad. Racionalidad no era

más un mero ejercicio del pensamiento crítico como había sido en los prolegómenos de la

Ilustración, sino que se volvió un punto de unión entre pensamiento y acción en interés de

la liberación de la sociedad como un todo (pensamiento en acción, en palabras de FREIRE),

como una noción de racionalidad más trascendente que combinaba la libertad individual

con la social.

“Una consideración dialéctica de teoría y praxis tiene como fundamento epistemológico

la consideración de la teoría educativa como explicación ordenada, y argumentada

racionalmente, de la realidad educativa. Esto significa que las tareas teórico-prácticas han

65

de estar estrechamente ligadas para poder cobrar sentido. (...) De esta manera se puede

producir la interrelación funcional colaborativa, generadora de teoría sobre el desarrollo

de la práctica.” (GIMENO LORENTE, 1995, p.370)

Tal posición no solamente une al análisis histórico los conceptos de crítica y

emancipación, sino que también politiza la noción de conocimiento, haciendo que éste

revele tanto su función social como las otras realidades latentes que emergen del mismo,

sobre todo las que supongan prácticas sociales distintas basadas en un paradigma crítico que

persiga el cambio, nuevas formas de comprender y actuar. Desde aquí podemos hablar de

una pedagogía radical (FREIRE, 1990; GIROUX, 1983 y 1992).

Llevemos, entonces, todo esto al terreno educativo nuevamente. Desde aquí CARR

aboga por una teoría que ofrezca a los educadores un conocimiento comprensivo y crítico

de su contexto que los lleve a tomar decisiones por sí mismos y de manera fundamentada,

para lo cual la racionalidad comunicativa debía ser un punto de apoyo importante. Además,

sugería estos tres principios desde la perspectiva de la relación teoría-práctica:

“1. La estructura de la teoría educativa debe enraizarse en el conocimiento que se

necesita para resolver los problemas educativos. El conocimiento teórico tiene, entonces,

un carácter esencialmente práctico.

2. La raíz de los problemas, y por tanto su solución, está en los propios prácticos de la

educación. La teoría depende, entonces, de la complejidad con que los profesores van

comprendiendo sus propios problemas y sus prácticas. En vez de ser objeto de inspección

teórica o clientes que aceptan y aplican soluciones teóricas, los profesores deben

participar activamente en las elaboraciones teóricas.

3. La teoría educativa pretende ayudar a los prácticos a enfrentarse a sus propios

problemas de un modo más efectivo. Las concretas experiencias de la práctica sobre las

que tales problemas se generan, proveen, tanto de cuestiones para la investigación

teórica, como de un marco experimental sobre el cual los resultados de tal investigación

deben ser valorados.” (CARR, cit. MARTÍNEZ BONAFÉ, 1989, p.57)

66

Por lo tanto, la relación entre teoría y práctica supone la transición de la

irracionalidad a la racionalidad en educación, de la mecanización acrítica a la reflexión

crítica donde el profesorado es capaz de argumentar sus decisiones prácticas racionalmente

y con una sólida base teórica que se verá cuestionada, a su vez, por esa puesta en práctica de

los principios teóricos, lo cual nos debe llevar a una redefinición de la naturaleza de la

teoría educativa que “integre los constructos artificiales que separan a las disciplinas

académicas. Tendrá que sustentarse en una estructura del conocimiento más dialéctica a fin

de establecer un centro de gravedad teórico que ofrezca un análisis de mayor alcance de

todo lo relacionado con la naturaleza y orientación de la escuela. (...) los teóricos educativos

y más precisamente una teoría de la educación ciudadana, tendrán que combinar la crítica

histórica, la reflexión crítica y la acción social.” (GIROUX, 1992, p.244)

Y todo esto dentro de una concepción educativa como la que explicitaba ADORNO

al enfatizar el carácter social de la capacidad de las personas, ejemplificándolo de esta

manera:

“Porque como podemos ver en relación con el lenguaje, con la capacidad expresiva, en

todos estos casos, la capacidad es, en una proporción muy importante, función de las

condiciones sociales, de tal modo que ya los propios presupuestos de la emancipación, de

la que depende una sociedad libre, vienen determinados por la falta de libertad de la

sociedad.” (ADORNO, 1998, p.117)

Es desde ahí que el acto educativo requiere ser un acto comunicativo con visión

emancipatoria, pues es el que mejor va a desarrollar las distintas dimensiones del ser

humano. Pero claro, para la creación de espacios que permitan la producción cotidiana de

crítica a partir de las acciones comunicativas, ya sea en la escuela, la familia u otro lugar, se

requiere tanto un compromiso con la acción emancipatoria como una fundamentación

teórica que permita sustentar el quehacer que la origine, y para ello va a ser necesario que

tengamos en cuenta otros elementos de juicio, como los que nos proporciona Habermas a

través de su Teoría de la Acción Comunicativa.

67

La importancia de la acción comunicativa es tal, como hemos visto, porque otorga a

las personas la capacidad del cambio social, al ver a la sociedad como mundo de la vida y

como sistema en el cual sólo el proceso discursivo y el diálogo democrático pueden ser

fuente de actos comunicativos, siempre desde un plano horizontal donde los argumentos

mejores sean los que prevalezcan (competencia comunicativa) y las decisiones se tomen por

consenso. Ello implica que todo acto educativo deba tener en cuenta la voz de todas las

personas implicadas en el mismo, así como que exista una interacción constante en todo el

proceso educativo tanto con el análisis de las situaciones sociohistóricas como con la

comunidad o contexto donde éste se realice. Y ese tener en cuenta no debe ser meramente

testimonial, sino ir enfocado al desarrollo de la capacidad de construcción de discursos

propios que lleven a las personas y/o colectivos a su emancipación. El mismo HABERMAS

(1987) nos aclara la diferencia entre habla y discurso, entendiendo la primera como acción

comunicativa que supone el mantenimiento de las normas, mientras que en el discurso sí se

pueden cuestionar las normas implícitas en el habla, porque lo que éste produce son

argumentos que sirven para comprobar los cuatro postulados de validez definidos: verdad,

inteligibilidad, sinceridad y racionalidad. Por lo tanto, para HABERMAS sólo desde el

discurso es desde donde se puede dar el verdadero consenso.

ADORNO ya señaló que cualquier intento serio de mover a las personas a la

emancipación “ha de enfrentarse a indescriptibles resistencias, y que todo lo malo en el

mundo encuentra inmediatamente sus elocuentes abogados, que le demuestran a uno que

precisamente eso que quiere está hace ya mucho tiempo superado, o ya no es actual, o es

utópico. (...) los intentos de transformar eficazmente nuestro mundo en tal o cual aspecto

específico se ven expuestos de inmediato a la aplastante fuerza de lo existente y parecen

estar condenados a la impotencia. Es posible que quien quiera transformar sólo pueda

hacerlo en la medida en que convierta esta misma impotencia, junto con su propia

impotencia, en un momento de lo que piensa y quizá también de lo que hace.” (ADORNO,

1998, p.126-127) Desde esta perspectiva, pues, la (re)construcción de significados se torna

una tarea común. Por ello es importante que todo espacio comunitario, como es el caso de

las escuelas, sea un crisol cultural en permanente (re)creación y que el profesorado

68

reflexione constantemente sobre su práctica de manera conjunta, como protagonistas del

acto educativo junto a su alumnado. Pero eso sí, sin olvidar que toda teoría educativa crítica

no sólo debe cuestionar los planteamientos hegemónicos, sino aportar alternativas

fundamentadas a los mismos.

69

1.4. Racionalidad, cultura y diálogo: el enfoque comunicativo en el

mundo de la educación

“Conocer y pensar no es llegar a una verdad absolutamente cierta,

sino el dialogar con la incertidumbre.”

(MORIN, 2001)

La institución escolar, como subsistema social de creciente complejidad en sus

dinámicas y estructuras, ha tenido una evolución histórica ligada a sus funciones sociales de

socialización, transmisión y reelaboración de la cultura, así como a la cualificación personal

y profesional de la ciudadanía. Pero, precisamente por esa evolución histórica (cultural,

política, social y económicamente condicionada, aunque no determinada), el sistema

educativo se enfrenta actualmente a los ‘nuevos’ retos que le marca el economicismo

hegemónico y a las ‘viejas’ exigencias sociales de igualdad y libertad a las que se debe

desde su origen en el seno de la Modernidad. Así, en la actualidad nos encontramos

inmersos en un modelo social de corte neoliberal cuyas características principales, como el

propio HABERMAS comenta, son las siguientes (HABERMAS, 1986c, p.35):

a) Defensa de una política económica orientada a la recuperación de los procesos

de acumulación de riqueza (aunque ello conlleve injusticias sociales).

b) Transferencia de competencias parlamentarias hacia sistemas de negociación, y

el cuestionamiento del Estado Social.

c) Restauración de valores tradicionales (patria, familia, religión) como forma de

compensar la vida privada del ciudadano y de protegerlo de los niveles de

competitividad cada vez más acusados.

Completando esta conceptualización, podemos desarrollar también otros aspectos que,

a mi juicio, conlleva el modelo neoliberal desde el punto de vista económico, social y cultural

70

y que, por consiguiente, tienen su reflejo e incidencia en el mundo educativo; de ahí su

necesidad de análisis, comprensión y discusión pública (APPLE, 1996b; BECK, GIDDENS y

LASH, 1997; BECK, 1998; BILBENY, 1999; BOURDIEU, 1999; CASTELLS, 1998;

CONNELL, 2000; CHOMSKY, 2002; CHOMSKY y RAMONET, 1996; FLECHA, 1998;

GIDDENS, 1993; GALEANO, 1998; FREIRE, 1997; GIMENO, 2001; LOPEZ MELERO,

1997; PICÓ, 1998; MORIN y KERN, 1993; TORRES, 2001; PÉREZ GÓMEZ, 1999;

VV.AA., 1998):

1. Fragmentación del conocimiento, impidiendo maneras holísticas de comprensión de

la realidad, acentuado por una cada vez mayor desvirtuación de la función social educativa.

2. Naturalización de las leyes y progresivo convencimiento de su asepticismo, lo que

va conformando una egotista pasividad social y una creciente insensibilidad frente a lo que

nos rodea.

3. Elevación de la producción artificial de símbolos iconográficos (cada vez más

rápidos, más nuevos y con más versatilidad para que nos identifiquemos con ellos) a estatus

de elementos configuradores de realidades, creándonos mundos ilusorios sin llegar a conocer

el nuestro.

4. Ahistoricismo, como proceso de eliminación paulatina de la reflexión profunda en

torno a los acontecimientos humanos y perpetuación de la inconsciencia en torno a las activi-

dades cotidianas.

5. Puerilización y absorción de las ideologías radicales (es decir, las que buscan ir a la

raíz de las cosas), disolviéndolas, desvirtuándolas o mitificándolas hasta vaciarlas de

contenido.

6. Predominio de la función consumista del ser social sobre cualquier otra, originando

una concepción acumulativa de la manera de percibir a las personas y a nuestro entorno,

basada en criterios competitivos.

7. Relativización moral de todos los aspectos sociales, anteponiendo en todo momento

los fines a los medios y construyendo sobre ellos los mitos de la objetividad y los expertos.

71

8. Superficialización de los sentimientos, considerándolos además antipragmáticos y

no-válidos y fomentando la desconfianza como forma normal de acercamiento entre las perso-

nas.

9. Elogio del individualismo en todas las manifestaciones sociales, con la paradoja de

una cada vez más acentuada pérdida de individualidad desde el discurso del pensamiento

único.

10. Confusión intencionada entre ciencia y tecnología, elevando a la segunda a un

carácter sacralizado e inviolable sin alternativas posibles y subyugada a criterios

economicistas.

11. Perversión del lenguaje y construcción del altar sofista en base a intereses de poder

y control social, sobre todo explicitados en los medios de comunicación de masas.

12. Escepticismo y descreimiento de la razón y sus consecuencias

(instrumentalización), proclamando el final de las ideologías.

13. Neofilismo o querencia desbordada de lo nuevo por el mero hecho de serlo. Las

‘modas’ como configuradoras de modos de ser.

14. Flexibilización y liberalización de los mercados de trabajo y las transacciones

comerciales, de manera que la economía se encuentra nuevamente por encima de las personas.

15. El Estado pierde su función teórica de control democrático y se convierte en gestor

de recursos, valedor de acuerdos y legitimador de vínculos económicos que le imponen sus

propias restricciones de acción. Denigración de lo público.

16. Las transacciones económicas globalizadas crean una economía virtual capaz de

desequilibrar Estados y territorios, encontrándose en unas pocas manos el control de esas

redes y flujos de capital.

17. Democracias formales, desde la no participación real de la sociedad civil en la

toma de desiciones.

18. Pérdida de las identidades culturales minoritarias y afirmación de un modelo de

cultura aséptico, basado principalmente en la captación de bienes.

19. Advenimiento de la sociedad de la información y cambios en los procesos de

producción de activos materiales y simbólicos. Frente a la saturación de los flujos de

72

información se pide capacidad de discernimiento y reorganización creativa. El poder está en

la información (en su uso).

20. Esteticismo, o una supravaloración de la imagen frente a la ética (cultura del

narcisismo), lo que lleva al oportunismo: vivir aquí y ahora. No hay perspectivas de futuro,

todo es presente.

Esto conlleva,a su vez, una mercantilización del sistema educativo, la cual se está

realizando, siguiendo a TORRES (2001, p.419), mediante el desarrollo de estas cuatro

líneas de acción:

1. De descentralización.

2. De privatización.

3. De favorecimiento del credencialismo y de la excelencia competitiva.

4. De naturalización de lo individual recurriendo al innatismo.

Dentro de este panorama, esa primacía absoluta, esa tiranía llena de impunidad que

supone la subyugación de la educación y del resto de cuestiones sociales, políticas y

culturales a los criterios economicistas, debe conllevar inevitablemente un conflicto, un

choque de valores entre los provenientes de la dimensión económico-productiva y los

referentes a la dimensión socio-afectiva y de crítica cultural. Así, resulta evidente la

hegemonía de la racionalidad instrumental (como reflejo del orden social actual) y la

burocratización de las relaciones interpersonales en el sistema educativo, que pasan a estar

más orientadas al éxito instrumental que al entendimiento y el consenso racionalmente

argumentado, compartido y libre de coacciones. Desde esta perspectiva, coincido con

HABERMAS en que:

“La disputa actual en torno a las orientaciones básicas de la política escolar puede

entenderse desde el punto de vista de la teoría de la sociedad como una batalla en pro o

en contra de la colonización del mundo de la vida.” (HABERMAS, 1987, vol.2, p.525)

73

Esto significa que hay que recuperar la definición ilustradora y emancipadora de la

educación, para lo cual el análisis crítico exige un planteamiento dialéctico que, como ya

vimos, supere los simples dualismos y, a partir de las contradicciones, generen nuevas

formas críticas educativas que partan de políticas orientadas al entendimiento y de la

necesidad de analizar las ideologías subyacentes a los discursos pedagógicos como paso

previo para la construcción de espacios intersubjetivos de comunicación en el seno de las

instituciones escolares para su democratización.

Para ello es necesario conocer y analizar, en el marco de las instituciones educativas,

los componentes del mundo de la vida (cultura, sociedad y personalidad), que el propio

HABERMAS define así:

“Cultura es el acervo de saber, en que los participantes en la comunicación se abastecen

de interpretaciones para entenderse sobre algo en el mundo.

Llamo sociedad a las ordenaciones legítimas a través de las cuales los participantes en al

interacción regulan sus pertenencias a grupos sociales asegurando con ello la solidaridad.

Y por personalidad entiendo las competencias que convierten a un sujeto en capaz de

lenguaje y de acción, esto es, que le capacitan para tomar parte en procesos de

entendimiento y para afirmar en ellos su propia identidad.” (HABERMAS, 1987, vol.2,

p.196)

De todas formas, sí me aprece importante detenerme sobre todo en el

concepto de cultura, siquiera mínimamente, para conceptualizarlo de manera más concreta,

debido a su importancia dentro de todo este desarrollo teórico, para lo cual me voy a servir

de la definición construida por PÉREZ GÓMEZ:

“Considero una cultura como el conjunto de significados, expectativas y

comportamientos compartidos por un determinado grupo social, que facilitan y ordenan,

limitan y potencian, los intercambios sociales, las producciones simbólicas y materiales y

las realizaciones individuales y colectivas dentro de un marco espacial y temporal

determinado. La cultura, por tanto, es el resultado de la construcción social, contingente

a las condiciones materiales, sociales y espirituales que dominan un espacio y un tiempo.

74

Se expresa en significados, valores, sentimientos, costumbres, rituales, instituciones y

objetos, sentimientos (materiales y simbólicos) que rodean la vida individual y colectiva

de la comunidad. (...) Por ello participar y vivir una cultura supone reinterpretarla,

reproducirla tanto como transformarla. La cultura potencia tanto como limita, abre a la

vez que restringe el horizonte de imaginación y práctica de quienes la viven. Por otra

parte, la naturaleza de cada cultura determina las posibilidades de creación y desarrollo

interno, de evolución o estancamiento, de autonomía o dependencia individual.” (PÉREZ

GÓMEZ, 1999, p.16-17)

Teniendo claro esto, más adelante es el mismo HABERMAS quien nos da la clave de

estos tres componentes a la luz de su relación con respecto a acciones orientadas al

entendimiento:

“Bajo el aspecto funcional de entendimiento, la acción comunicativa sirve a la tradición

y a la renovación del saber cultural; bajo el aspecto de coordinación de la acción, sirve a

la integración social y a la creación de solidaridad, y bajo el aspecto de socialización,

finalmente, sirve a la formación de identidades personales.” (HABERMAS, 1987, vol.2,

p.196)

Relaciones que quedan reflejadas de manera más gráfica en el siguiente cuadro

(tomado de HABERMAS, 1987, vol.2, p.204):

Componentes estructurales

Procesos de reproducción Cultura Sociedad Personalidad

Reproducción cultural Tradición crítica, adquisición de saber cultural

Renovación del saber legitimador

Reproducción del saber eficaz en los procesos de formación

Integración social Inmunización de un núcleo de orientaciones valorativas

Coordinación de las acciones a través del reconocimiento de pretensiones de validez

Pertenencia a grupos

Socialización Enculturación Internalización de valores

Formación de la identidad individual

75

Por tanto, este autor manifiesta que todas las personas poseen habilidades

comunicativas y pueden desarrollarlas a través de las acciones comunicativas, que en el

caso de la escuela deberán estar relacionadas con actividades académicas y prácticas, si bien

teniendo en cuenta todas las dimensiones del ser humano en las mismas.

Con anterioridad analizamos los cuatro tipos de acciones que distingue

HABERMAS: comunicativas, estratégicas, reguladas por normas y dramatúrgicas. Desde el

punto de vista educativo sólo las acciones susceptibles u orientadas al entendimiento

pueden considerarse como acciones que desarrollan las habilidades comunicativas que, a su

vez, dependen para su desarrollo de habilidades construidas colectivamente, a través del

consenso proporcionado por la coordinación de acciones que conlleva el diálogo

intersubjetivo. Como dice el propio autor:

“La competencia cognitiva se forma en el trato manipulativo con los objetos de la

naturaleza externa; las competencias interactiva y lingüística se forman en el trato con los

sujetos comunicativamente socializados y con sus emisiones y manifestaciones.”

(HABERMAS, 1989a, p.167)

Esta afirmación, desde mi punto de vista, tiene mucho que ver también con los

principios histórico-culturales de L. S. VIGOTSKY (a pesar de que desde el punto de vista

del desarrollo evolutivo de los individuos Habermas se basó sobre todo para sus análisis en

PIAGET y KÖLBERG, principalmente en los estadios del desarrollo moral que definió el

segundo, con todo su valor psicológico pero también con las limitaciones inherentes a sus

concepciones etapistas), pero posteriormente desarrollaré un análisis de sus puntos en

común o convergentes. Por ahora, lo que podemos afirmar es que el aprendizaje que se

deriva del uso y desarrollo de las habilidades comunicativas es el aprendizaje dialógico

(FLECHA y TORTAJADA, 1999).

De todas formas, para ver esto dentro de un contexto sociohistórico y político más

amplio, a continuación nos vamos a valer de un breve análisis de la evolución de la llamada

76

pedagogía crítica durante el siglo XX para llegar a la génesis del desarrollo del enfoque

comunicativo en educación, derivado principalmente de las tesis habermasianas.

Hablar de pedagogía crítica en general es siempre un desafío, sobre todo si se

pretende ofrecer una panorámica general y realizar un esfuerzo de síntesis sobre la misma,

sus principios e implicaciones políticas y sociales. Sucede un poco como cuando

sabiamente FREIRE (1997) manifestaba que si hablamos de izquierdas siempre debemos

hacerlo en plural, mientras que la derecha va siempre en singular, ya que las discrepancias o

matices en la misma no existen o se diluyen en el foso común que suponen sus intereses,

antepuestos a cualquier ideología o, mejor dicho, constituyendo una ideología en sí misma

debido a eso, más monolítica desde su conservadurismo intrínseco y extrínseco.

Desde el surgimiento como paradigma hegemónico del positivismo, el cual emergió

como deformación y decadencia final de la Ilustración, la visión dogmática de la razón

junto a la visión del conocimiento como algo objetivo y absoluto se volvieron fieles armas

del capitalismo industrial pujante, lo que a su vez se vio reforzado por una paulatina

eliminación del componente crítico de la racionalidad, instrumentalizándola, como tan bien

analizaron los miembros de la Escuela de Frankfurt.

Este paradigma conservador tuvo su reflejo también en la educación y la ciencia en

general a través principalmente de las posiciones psicológicas conductistas y el dominio de

la tecnocracia y el cientifismo, lo cual produjo un alejamiento intencional de las mismas del

mundo de la ética y la política. Frente al universo segregador, mecanicista y la visión

reduccionista del ser humano que se imponía en la cultura occidental surgieron,

centrándonos en un contexto psicopedagógico, corrientes revolucionarias y de respuesta

tales como el psicoanálisis, el cognitivismo y la concepción histórico-cultural, esta última

partiendo de una visión marxista de la ciencia como motor de transformación social a partir

del análisis sociohistórico de los procesos y el pensamiento dialéctico. Sin embargo,

curiosamente las ideas de su principal pensador, VIGOTSKY, es ahora cuando se están

77

extendiendo y popularizando a través de las últimas generaciones de teóricos críticos, a la

vez que tomando su verdadera dimensión y trascendencia para la educación.

Nos encontramos hablando de una época de grandes cosmovisiones y cambios en el

mundo de la ciencia (aparecen la Teoría de la Relatividad einsteniana y se ponen en boga

los principios de la Mecánica Cuántica, que rompen con el mecanicismo y el estatismo

absolutista del mundo físico) y donde se desarrollan las grandes narrativas de emancipación

(anarquismo, comunismo, socialismo,...). En este contexto de respuesta contrahegemónica

en el universo físico y el social es donde se desarrolla lo que se ha denominado primera

pedagogía crítica, la cual engloba a autores tales como FREINET, MAKARENKO, NEILL

o ILLICH. Además, podemos citar como referencias intelectuales al MARX de las ‘Tesis

sobre Feuerbach’, la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, ANTONIO GRAMSCI y su

visión del intelectual orgánico y el pragmatismo de JOHN DEWEY, a través sobre todo de

su concepto de la democracia y lo público. Bajo estas premisas la educación estaba

integrada en modelos sociales y políticos globales, con una mayor fuerza de los intereses

colectivos sobre los individuales, una concepción de igualdad homogeneizadora y donde el

aprendizaje estaba basado en el conocimiento de los educadores, vistos como líderes

políticos (AYUSTE y otros, 1994).

De todas formas, el positivismo como instrumento al servicio de la economía

capitalista siguió su rumbo hegemónico, si bien empezando a mudar sus rostros a medida

que se producían cambios sociales y productivos. Siempre desde un punto de vista

occidental, y tras las modificaciones que supusieron el final de la guerra fría, los continuos

ataques al Estado de Bienestar keynesiano y la absoluta hegemonía en el capitalismo

postindustrial de los criterios economicistas sobre todos los demás, el neoliberalismo (en

economía) y la postmodernidad (en la esfera cultural) han surgido como ataques frontales a

la idea de Estado como interventor ante el libre comercio y para proclamar el final de las

grandes narrativas de emancipación (LYOTARD, 1998), configurando el mundo

individualista e insolidario que se nos intenta imponer como el único posible, donde la

fragmentación del conocimiento y el relativismo moral se autoproclaman como bases de un

78

nuevo concepto de sociedad absolutamente subyugada por los poderes económicos y donde

las injusticias y desigualdades se legitiman con impunidad.

De todas formas, en el caso de la diatriba modernidad-postmodernidad lo que no se

le puede negar a la última es la validez de determinados análisis críticos del concepto

tradicional de modernidad social, económica, estética e incluso política, pero no ha

construido a partir de los mismos alternativas que trascendieran su propia y supuesta crítica,

cayendo por el contrario (o en consonancia, según se mire) en los mismos errores que le

achaca a la modernidad tradicional y, al mismo tiempo, realizando propuestas antagónicas

como respuesta, como por ejemplo: relativismo frente al absolutismo, que lo único que

hace, en todo caso, es cambiar el dogmatismo racionalista por la despolitización que

conlleva ese ‘todo vale’ donde se meten en el mismo saco todas las ideologías y se deja de

lado el mundo de la ética como preocupación y compromiso social.

Yo quiero insistir en la consideración de la modernidad como un proyecto

inacabado. La postmodernidad implica filosóficamente determinados impulsos y

perspectivas de análisis que es necesario tener en cuenta, pero siempre, y sobre todo en el

mundo educativo, sin dejar de lado las pretensiones de igualdad, libertad y justicia social.

Con este panorama, pero trascendiendo las teorías reproduccionistas de la sociedad

que tanto daño han hecho en educación, surge la pedagogía crítica actual y

fundamentalmente el que ha sido denominado enfoque crítico comunicativo, a través del

cual se nos plantea una nueva visión de la Modernidad sustentada en la razón comunicativa

a partir del desarrollo de una nueva teoría de la crítica y una ética procedimental basada en

el diálogo y en la profundización de la democracia radical como medio de favorecer el

progreso social y el desarrollo de los individuos. De esta manera, como comentan GIROUX

y FLECHA (1992), la nueva teoría crítica se diferencia del postmodernismo por su apoyo a

las instituciones de la modernidad y su valoración de sus logros, mientras que se diferencia

del modernismo tradicional por su crítica a los efectos que han contribuido a la no

realización de su proyecto cultural y porque posee una voluntad real de superar las

79

limitaciones históricas transformando las instituciones modernas y desarrollando otras

nuevas.

Este enfoque comunicativo crítico, cuyos fundamentos epistemológicos hay que

buscarlos principalmente en la Teoría de la Acción comunicativa de HABERMAS y sus

implicaciones educativas (p. ej.: CARR y KEMMIS, 1988; GRUNDY, 1991; YOUNG,

1993; FERRADA, 2001), indaga en el proceso de enseñanza-aprendizaje tomando como

base la interación entre iguales y la negociación e intercambio de significados y

experiencias. No existe una verdad única, sino muchas, pero, a diferencia de las posiciones

postmodernas que, como decía, llevan eso al terreno del relativismo extremo, lo que se

busca es llegar a una norma consensuada a través del diálogo intersubjetivo, para lo cual es

necesario la horizontalidad en el mismo y el desarrollo de argumentos como herramienta de

(re)construcción de significados y discursos verdaderamente democráticos.

En el diálogo no existen unos saberes o unas opiniones necesariamente mejores que

otras, sino un enriquecimiento constante a partir de la búsqueda del mejor argumento, por lo

que el tipo de relaciones que se generan no están basadas en el poder, sino en la búsqueda

conjunta de estrategias para mejorar las condiciones sociales de los actores sociales y

educativos. Por lo tanto, la intención debe ser crear espacios y procesos de aprendizaje en

los que se tengan en cuenta todas las voces con el fin de facilitar la interrelación, el respeto

y la valoración de las diferencias (LÓPEZ MELERO, 1997) como lo más genuino en el ser

humano y fuente de enriquecimiento mutuo. La educación se convierte, pues, en un proceso

de comunicación y transformación que va más allá de las aulas, insertándose en una

dimensión más comunitaria y con una visión política amplia que permita la resistencia y la

lucha contra las desigualdades e injusticias.

Desde esta perspectiva, la función social de la Educación es vista a partir de la

producción de mundos de significados y redes sociales de relaciones construidas desde las

interpretaciones y acciones de los actores sociales, reconociéndose el carácter intencional y

político de toda actividad educativa y la necesidad de desarrollar a través de la misma

80

procesos de transformación hacia una sociedad más democrática, los cuales se aprenden

“mediante un meditado compromiso con la consciente actividad diaria de luchar por un

conjunto más justo de relaciones económicas, políticas y culturales.” (APPLE, 2001,

p.106).

Todo esto modifica también sustancialmente la visión sobre la función social de los

centros educativos, que pasan a considerarse comunidades autónomas de aprendizaje

regidas por procesos democráticos y deliberativos donde se busca la participación de todos

los miembros de la comunidad (APPLE y BEANE, 1999; LÓPEZ MELERO, 2000),

ampliándose este ‘status’ al contexto inmediato y a los movimientos sociales del mismo.

Un modelo democrático en la gestión y la participación debe conllevar también otra

manera de configurar las relaciones en el centro y en el aula. De esta forma, la

horizontalidad de la relación docente-discente se debe tornar inherente al proceso

pedagógico y la participación activa en la elaboración social del conocimiento en base al

diálogo intersubjetivo debe ser un eje fundamental en la práctica educativa. Lo mismo le

sucede al papel del profesorado, que se entiende como un facilitar del diálogo entre los

participantes, guía en los aprendizajes y mediador en la construcción y reconstrucción del

conocimiento, asumiendo su rol como intelectual transformativo, como diría GIROUX

(1990), y dinamizador cultural.

El aprendizaje entre coetáneos se convierte, como ya se ha comentado, y siguiendo a

VIGOTSKY, en fundamento de una visión de la enseñanza como algo compartido,

horizontal y donde se busca la igualdad a través del respeto y la valoración de las

diferencias, pretendiendo una convergencia entre los intereses individuales y los colectivos

(AYUSTE y otros, 1994). Así, entre los autores más representativos de esta corriente en la

actualidad podemos citar, como ejemplos, a GIROUX, APPLE, McLAREN, KEMMIS o

FREIRE, al que muchos consideramos uno de los intelectuales y pedagogos más

importantes del siglo XX.

81

En cuanto al curriculum, éste no se basa únicamente en los aspectos cognitivos e

instrumentales de la cultura, sino en todos los componentes de la interacción, incluyendo

las emociones y todas las dimensiones del ser humano. Las exigencias de la sociedad de la

información y los cambios que está produciendo en las formas de producción y gestión del

saber también son recogidas en esta visión, pero siempre dentro de una concepción

dinámica y crítica. El curriculum, en definitiva, se configura como un punto de encuentro

intercultural, común para todas las personas y donde todas las voces confluyen y participan

en su construcción desde su diversidad experiencial y cultural.

Por lo tanto, y a modo de síntesis, la pedagogía crítica actual lo que pretende es

articular un lenguaje crítico para que los educadores y educadoras analicemos y

desarrollemos nuestro discurso y nuestra acción como una forma de política cultural y

contestación ideológica (GIROUX, 2001), lo cual nos debe permitir analizar y comprender

la relación dialéctica existente entre estructura social y acción humana, puesto que los seres

humanos no somos considerados entes pasivos de reproducción social, sino creadores de

significados, sujetos con capacidad crítica y competencia comunicativa (a la manera

habermasiana) para la transformación social a través de prácticas emancipatorias.

Y esto nos lleva de nuevo a la definición del aprendizaje dialógico que emerge de

esos principios habermasianos, con la influencia intelectual añadida de Vigotsky y Freire,

entre otros. Filosóficamente el término dialógico hace referencia a acciones que tienen lugar

por medio del diálogo y la argumentación entre varias personas o colectivos y cuyos

resultados se aceptan como válidos para las mismas, en contraposición por la visión

monológica, tan extendida en la práctica educativa, en la cual la validez viene determinada

por el razonamiento individual aislado. De esta manera, FLECHA y TORTAJADA (1999,

p.22-23) han analizado el aprendizaje dialógico con acierto, destacando en el mismo los

siguientes principios:

1. El diálogo igualitario. Las diferentes aportaciones son consideradas en función

de la validez de los argumentos y no desde criterios como la imposición de un

82

saber culturalmente hegemónico. No se establece ninguna relación autoritaria o

jerárquica en la que el profesor o profesora determinen lo que es necesario

aprender y marquen tanto los contenidos como los ritmos de aprendizaje.

2. La inteligencia cultural. Es un concepto más amplio de inteligencia que los

habitualmente utilizados, no se reduce a la dimensión cognoscitiva basada en la

acción teleológica, sino que contempla la pluralidad de dimensiones de la

interacción humana. Engloba a la inteligencia académica y la práctica y las

demás capacidades de lenguaje y acción de los seres humanos que hacen posible

llegar a acuerdos en los diferentes ámbitos sociales.

3. La transformación. El aprendizaje dialógico transforma las relaciones ente la

gente y su entorno. Es un aprendizaje que se basa en la premisa de Freire (1997)

de que las personas somos seres de transformación y no de adaptación. La

educación y el aprendizaje deben ir enfocados hacia el cambio para romper con

el discurso de la modernidad tradicional basado en teorías conservadoras que

negaban la posibilidad de transformación con argumentos que sólo consideraban

la forma como el sistema que se mantiene a tavés de la reproducción o bien

desde el punto de vista de que nosotros debemos ser objeto de una

concientización por parte de algún lider carismático o profesor inquieto que nos

iluminará con su sabiduría abriéndonos los ojos a la realidad. La modernidad

dialógica defiende la posibilidad y conveniencia de las transformaciones

igualitarias que sean resultado del diálogo.

4. La dimensión instrumental. No se obvia no si contrapone a la dialógica. El

aprendizaje dialógico abarca todos los aspectos que se acuerde aprender. Así

pues, incluye la parte instrumental que se ve intensificada y profundizada desde

la crítica a la colonización tecnocrática del aprendizaje.

5. La creación de sentido. Para superar la colonización del mercado y la burocrática

y, de este modo, evitar que se imponga una lógica utilitarista que se reafirme a sí

misma sin considerar las identidades e individualidades que todos y todas

poseemos hay que potenciar un aprendizaje que posibilite una interacción entre

83

las personas dirigida por ellas mismas, creando así sentido para cada uno de

nosotros o cada una de nosotras.

6. La solidaridad. Como expresión de la democratización de los diferentes

contextos sociales y la lucha contra la exclusión que se deriva de la dualización

social, es la única base en que se puede fundamentar un aprendizaje igualitario y

dialógico.

7. La igualdad de diferencias. Es contraria a la adaptación a la diversidad que

relega la igualdad y que ha regido algunas reformas educativas. La cultura de la

diferencia que olvida la igualdad lleva a que, en una situación de desigualdad, se

refuerce como diverso lo que es excluyente, adaptando y no transformando y

creando, en muchas ocasiones, mayores desigualdades.

Como decía, esta concepción requiere entonces de un proceso dialéctico que se

debe apreciar “en el hecho de que los niveles nuevos de aprendizaje no sólo implican la

ampliación de las posibilidades de opción, sino también la aparición de problemas nuevos.”

(HABERMAS, 1985b, p.166)

De nuevo esta cita del filósofo alemán considero que tiene muchos nexos de unión

con la perspectiva vigotskiana del desarrollo y del aprendizaje, por lo que a continuación

vamos a profundizar en la misma y en todo el enfoque histórico-cultural desarrollado a

partir de ella, con el fin de mostrar las confluencias entre ambos enfoques.

Decían MARX y ENGELS en ‘La sagrada familia’ aquello de que si el hombre es

formado por las circunstancias, entonces es necesario formar las circunstancias

humanamente. Pues bien, esta cita sintetiza en gran medida, a mi juicio, muchas de las

intuiciones, certezas y pretensiones que se encuentran en la base del paradigma histórico-

cultural desarrollado originariamente desde la psicología soviética revolucionaria. La

misma surgió bajo la propuesta de la ciencia postrevolucionaria de crear una concepción de

ciencia no burguesa donde la dialéctica debía ser el método principal para fundamentar el

conocimiento científico. Esto llevó a algunos científicos soviéticos a posiciones más

84

cercanas al conductismo que a otra cosa, pero en ese marco fue donde se dio la aparición en

el mundo de la psicología de LEV SEMENOVICH VIGOTSKY. Éste, junto a LEONTIEV

y LURIA, se convirtió rápidamente en una figura de referencia que reivindicó en todo

momento que la conciencia tenía cabida en una psicología científica (lo cual rechazaban

muchos de sus contemporáneos), subrayando al mismo tiempo que la misma tenía un origen

social.

El origen marxista de su pensamiento no le cegaba en cuanto a la aplicación del

materialismo dialéctico al mundo de la ciencia y el dogmatismo que ello conllevaba, lo cual

le creó problemas con algunas corrientes institucionales soviéticas y culminó con el

oscurantismo en que se sumió su trabajo tras su muerte, sólo recuperado y revitalizado con

posterioridad. Por el contrario, consideraba que el núcleo de la teoría marxista se encuentra

en el materialismo histórico y a partir del mismo abordó el estudio de los procesos

psicológicos y la conciencia humana.

La figura de VIGOTSKY fue redescubierta, como decía, a partir del trabajo de

colaboradores directos como Luria y otros autores de renombre posteriormente como

BRUNER, COLE, WERTSCH, GERGEN, SCRYBNER, ROGOFF y una parte de la

pedagogía crítica actual. No es casualidad que admiradores e incluso detractores de sus

principios teóricos sean unánimes a la hora de reconocer la originalidad y el altísimo valor

científico del pensamiento de VIGOTSKY, sobre todo teniendo en cuenta su prematura

muerte a los 38 años, que dejó inconclusas muchas de sus investigaciones y tesis, a pesar de

la fecundidad y profundidad de su obra. Fueron más de 200 títulos con una hetereogeneidad

temática y una capacidad de reflexión difíciles de igualar, sobre todo teniendo en cuenta

que la parte fundamental de la misma (sobre todo en psicología y pedagogía), la realizó

durante los 10 últimos años de su vida y a pesar de frecuentes periodos de enfermedad

debido sobre todo a la tuberculosis que le llevó finalmente a la muerte. Como decía el

propio LURIA (1979): “VIGOTSKY fue, sin duda, un genio. Tras más de medio siglo en la

senda de la ciencia no puedo nombrar a otra persona que se aproxime a su infrecuente

claridad de pensamiento, a su increíble capacidad de convertir en simples los más

85

complejos problemas, a su capacidad en señalar la línea recta y su capacidad de prever el

desarrollo de la ciencia.”

No se trata de resaltar exclusivamente una figura individual, pero sí de reconocer la

genialidad de un pensamiento adelantado sin duda a su tiempo y que constituye, siguiendo

las palabras de LÓPEZ MELERO, más que una teoría psicológica: una verdadera teoría

antropológica. Continúa este autor afirmando lo siguiente:

“Se suele decir que VIGOTSKY no tuvo tiempo de desarrollar una teoría; sin

embargo –y con todo el riesgo que ello supone- yo pienso que sí elaboró una teoría

del ser humano, o más precisamente una teoría histórico-cultural que comprende una

concepción filogenética, histórica y ontogenética. Una forma de considerar la

educación desde un enfoque vigotskiano sería la de analizar, precisamente, su

concepción del ser humano (la humanidad); ya que ésta y su formación es un factor

esencial a la hora de entender la educación en su sentido más amplio.” (LÓPEZ

MELERO, 1999, p.111)

Volviendo al contenido de su pensamiento, que como comentaba constituye la

principal referencia de todos los autores que han desarrollado posteriormente este

paradigma, podemos afirmar que la principal premisa del mismo “era que el hombre estaba

sujeto al juego dialéctico entre la naturaleza y la historia, entre sus cualidades como criatura

de la biología y como producto de la cultura humana.” (BRUNER, 1988, p.81)

Por su importancia, pues, vamos a continuación a intentar sintetizar algunas de las

ideas fundamentales de la perspectiva vigotskiana, y lo haremos a partir de las propias

palabras de VIGOTSKY y centrándonos en aquellos puntos con mayor significación en el

terreno educativo.

Para ello, empezaré exponiendo con brevedad un tema que ha sido tradicionalmente

considerado como fundamental, cual es el de las relaciones entre aprendizaje y desarrollo.

Nos dice VIGOTSKY (2000) que la única buena enseñanza es la que se anticipa al

86

desarrollo. Esta frase tan aparentemente simple posee una serie de connotaciones filosóficas

y psicológicas que rompían con las propuestas de su tiempo, principalmente con la de

PIAGET y sus seguidores, que tanta influencia han tenido y tienen en la escuela (a pesar del

propio PIAGET, que se consideraba un epistemólogo y no un educador y al que en muchas

ocasiones se ha desvirtuado su pensamiento al trasladarlo al mundo educativo). Si

recordamos, PIAGET establecía una serie de etapas del desarrollo y, al hacerlo, delimitaba

temporalmente las posibilidades de aprendizaje de las niñas y niños, condicionadas por el

grado de maduración psicobiológica de los mismos. VIGOTSKY, por el contrario, plantea

una visión revolucionaria en la cual es el aprendizaje el que ‘tira’ del desarrollo, y no al

revés. Por lo tanto, reniega de las concepciones etapistas y estáticas del desarrollo y

transforma éste en un proceso dinámico y directamente dependiente del contexto en el que

se produce y las condiciones de aprendizaje que dicho contexto social proporciona. Esto

tiene otra consecuencia importantísima en el hecho de que VIGOTSKY (1989) afirmaba

que el desarrollo en el ser humano es un proceso único que, si bien tiene distintas

manifestaciones en función de las peculiaridades de las personas, no configura distintos

modos de desarrollo. Por lo tanto, los procesos de enseñanza-aprendizaje deben tener las

mismas bases para todas las personas, independientemente de las peculiaridades que

posean, lo cual le resta sentido a la educación especial entendida de manera tradicional y

segregacionista. Con esto VIGOTSKY no ignoraba, como decía, las características de las

personas ni dejaba de tenerlas en cuenta en el terreno educativo, pero siempre en situación

normalizante y buscando los mecanismos de compensación desde el punto de vista social,

pues es desde el ámbito social que la diferencia se transforma o no en desigualdad. Esto lo

corrobora también HABERMAS al identificar la génesis social de los procesos de

aprendizaje y al desarrollar una ética procedimental donde se den todas las voces y la

igualdad sea un fundamento necesario para el diálogo intersubjetivo en situaciones

horizontales que propicien el consenso a partir de los disensos y, a su vez, propocionen la

posibilidad de llevar a cabo acciones comunicativas.

Lo anterior nos lleva al que posiblemente sea el concepto más conocido e influyente

de VIGOTSKY me refiero a la Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), la cual

87

“No es otra cosa que la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la

capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo

potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto

o en colaboración con otro compañero más capaz.” (VIGOTSKY, 2000, p.133)

Es desde aquí que el aprendizaje engendra un área de desarrollo potencial, activando

procesos internos en el marco de las interrelaciones, que se convierten en adquisiciones

internas. (VIGOTSKY, 1986) Por tanto, VIGOTSKY le concede un papel fundamental a

los otros, ya sean adultos (profesorado, familia,...) o compañeros, como agentes activos en

el desarrollo, pues se convierten en facilitadores y guías del aprendizaje y, por consiguiente,

del desarrollo de procesos psicológicos superiores. Precisamente de ahí emergió el concepto

desarrollado por BRUNER de ‘andamiaje’, al cual me referiré más adelante.

Esto, a su vez, nos lleva a la conclusión de que entonces es en el espacio que existe

entre la zona de desarrollo actual y la zona de desarrollo potencial donde se da el proceso

educativo (LÓPEZ MELERO, 2003). Si esto es así, una educación de calidad sería aquella

en la que se pusiera siempre al alumno o alumna en zona de desarrollo potencial, lo cual

sólo se puede dar, siguiendo esta línea de argumento, en el terreno de lo social. Es desde ahí

desde donde hablamos del desarrollo de las funciones psíquicas superiores y de la

construcción del conocimiento como una tarea de origen social, desde donde podemos

asegurar que el aprendizaje cooperativo se convierte en una necesidad ontológica para el

desarrollo del ser humano y desde donde se deduce que esa necesidad y, por tanto, la

calidad de la educación, se encuentra en función de la calidad de las relaciones que se den

en los contextos de dicho desarrollo (LÓPEZ MELERO, 1999) o, dicho a la manera

habermasiana, las condiciones de desarrollo de procesos de racionalidad comunicativa son

las que pueden provocar un mayor aprendizaje en las personas a partir de una asunción

colaborativa en sus acciones orientadas al entendimiento.

Retomando las palabras de VIGOTSKY (1989, p.149), éste incide nuevamente en

esta idea: “El desarrollo de las formas superiores de la conducta se realiza bajo la presión

88

de la necesidad; si el niño no tiene necesidad de pensar, nunca pensará.” O, dicho de otra

forma: la humanización es posible gracias a la existencia de los otros (y de los otros desde

su propia alteridad), pues es en sociedad donde el ser humano se hace tal. Mas ese proceso

de desarrollo de las formas superiores de pensamiento se da de una manera muy concreta,

que VIGOTSKY describe con un origen interpsicológico para acabar interiorizándose a

posteriori en un nivel intrapsicológico:

“La observación del desarrollo de las funciones superiores demuestra que la estructura de

cada una de ellas se subordina estrictamente a la misma regularidad, a saber: cada

función psíquica superior se manifiesta en el proceso del desarrollo de la conducta dos

veces; al principio como una función de la conducta colectiva, como una forma de

colaboración o de interacción, como un medio de la adaptación social, es decir, como una

categoría interpsicológica y luego, por segunda vez, como un modo de la conducta

individual del niño, como un medio de la adaptación personal, como un proceso interno

de la conducta, es decir, como una categoría intrapsicológica. Observar la conversión de

las formas colectivas de colaboración en las formas individuales de la conducta del niño,

significa captar el principio de la estructuración de las formas psíquicas superiores en su

proceso de formación.” (VIGOTSKY, 1989, p.174)

Es decir, es a través de las acciones (y toda acción es social también para

HABERMAS) desde donde nos desarrollamos como personas y nos apropiamos de nuestro

entorno (no nos adaptamos simplemente, sino que nos apropiamos de él, pues se trata de

una concepción activa y el germen del pensamiento crítico), pasando pues desde lo social, a

través del lenguaje (comunicación), a lo individual (identidad).

Esto quiere decir que el instrumento a través del cual el ser humano se humaniza y

es capaz de comprender los cambios en su entorno, tanto para HABERMAS como para

VIGOTSKY y MATURANA, por citar tres autores relevantes pero procedentes de

disciplinas distintas (filosofía, psicología y biología, respectivamente), es el lenguaje,

entendido como sistema de signos, instrumento cultural que diferencia al ser humano de los

animales y mediador para la construcción de significados. El lenguaje es, pues, para

89

VIGOTSKY, una manera de ordenar nuestros pensamientos, por lo que desde esta

perspectiva lo configura como modo de organizar la percepción y la acción (BRUNER,

1988).

“En verdad, el lenguaje es no sólo un medio de comunicación, sino también un medio del

pensamiento, y la conciencia se desarrolla principalmente con ayuda del lenguaje y surge

a partir de la experiencia social. (...) Incluso la percepción humana no se desarrollaría en

el hombre fuera de la comunidad humana. Precisamente el lenguaje es la base, el

portador de esta experiencia social; incluso al reflexionar a solas mantenemos la

simulación de la comunicación. Con otras palabras, sin lenguaje no hay conciencia ni

autoconciencia.” (VIGOTSKY, 1989, p.67)

Esto le otorga un papel fundamental a los procesos comunicativos en la educación y

como mediadores de los procesos psicológicos superiores como la planificación y la

conciencia. Como hemos ido viendo también, VIGOTSKY abogaba por una concepción

educativa en la cual el desarrollo se buscara de manera integral, en todas las dimensiones

del ser humano como ser social. Pero, centrándonos en la esfera cognitiva y de

(re)construcción de conocimientos, está claro que para él la tendencia debía ser que la

educación estuviera en función del desarrollo de los procesos psicológicos superiores y de

estrategias metacognitivas. En los centros educativos, sin embargo, tradicionalmente casi

todas las acciones, además de centrarse casi con exclusividad en el ámbito cognitivo, lo

hacen tan sólo en los procesos psicológicos básicos (percepción, atención y memoria,

principalmente), los cuales, siendo prerrequisitos para los superiores, no debieran constituir

un fin como tal. En términos habermasianos, la enseñanza de procesos psicológicos básicos

se encontraría, de manera genérica y entendida desde el punto de vista tradicional, más

dentro de una dimensión no potencialmente orientada a la comunicación sino al desarrollo

de habilidades y hábitos. Como bien explica el neuropsicólogo J. P. DAS, continuador en

algunos aspectos del trabajo de LURIA, sobre todo en temas de planificación cognitiva y

metacognición:

90

“Normalmente, a los estudiantes se les enseñan contenidos (es decir, conocimientos y,

especialmente, conocimientos declarativos) y cómo hacer cosas (es decir, capacidades y

estrategias, o conocimientos procedimentales). Lo que pocas veces adquieren es una

comprensión de por qué un conocimiento es importante y cómo y cuándo se debe

emplear. En resumen, carecen de conocimientos metacognitivos para saber cuándo deben

emplear sus conocimientos declarativos y procedimentales y, en consecuencia, es

improbable que vean el valor de estos conocimientos o que puedan retenerlos. (...)

enseñar a planificar (es decir, a formar y seleccionar estrategias) en vez de enseñar planes

ya confeccionados también debe conducir a resultados positivos porque agrega una

dimensión metacognitiva a la tarea.” (DAS, 1998, p.48)

Como podemos comprobar, esta concepción psicológica y antropológica vigotskiana

ponía unas bases epistemológicas y axiológicas que configuraban un sólido terreno desde el

que desarrollar, de manera interdisciplinar, todos estos principios. Desde ahí es desde donde

sobresalen los trabajos de LEONTIEV (desarrollando la ‘psicología de la actividad’), de

LURIA (principalmente en el terreno de la neurología de los procesos cognitivos),

BRUNER (desde la pedagogía y la pragmática), WERTSCH, SCRYBNER o COLE, el cual

estudió con LURIA y ha ido desarrollando una interesante concepción de Psicología

Cultural que hunde sus raíces en la concepción histórico-cultural.

LURIA, colaborador y amigo fiel de VIGOTSKY hasta su muerte ha sido, desde su

papel como neurólogo, el que ha llevado toda la propuesta histórico-cultural al terreno de

la neuropsicología con mayor dedicación y acierto. Aplicando principios vigotskianos al

mundo del cerebro y su relación con el aprendizaje, llegó a la conclusión de que no es

posible separar el cerebro del contexto donde se convive, por lo que debemos desarrollar la

acción educativa en los contextos para llegar al sistema nervioso central, promoviendo así

su desarrollo. En este sentido, y como dice LÓPEZ MELERO (1999), el desarrollo no

obedece exclusivamente a leyes determinadas por la genética, sino que se deja ayudar y

expresa las propias potencialidades precisamente a través de la potencia y la creatividad de

los contextos y las acciones orientadas al entendimiento.

91

Desde ahí LURIA habla de una neurología de los procesos cognitivos donde el

dinamismo, la plasticidad y la capacidad de adquisición de estrategias y nuevos

aprendizajes por parte del cerebro se configura como eje principal.

El cerebro se organiza a través de una compleja red neuronal donde parece ser que la

calidad de las conexiones sinápticas es un elemento importantísimo, pero se trata de un

factor donde el condicionante genético se haya subyugado al valor de la experiencia

humana, la riqueza instrumental, emocional e intelectual de los contextos de desarrollo y

de las relaciones establecidas en los mismos. A su vez, esa riqueza tiene como principal

agente mediador social el lenguaje: el lenguaje como agente de comunicación y como

medio cuya función social es precisamente la comunicación, base desde la que se

construye lo humano como hecho y realidad cultural y, a su vez, se acaba convirtiendo

también en medio para la convivencia e incluso en un modo personal de pensamiento a

través del lenguaje interno que surge tras el socialmente aprendido.

A esta importancia absolutamente fundamental del lenguaje, como ya hemos visto, la

perspectiva histórico-cultural le unió también el análisis psicológico de la actividad como

primera categoría para comprender el reflejo de la realidad y la conciencia. Apoyándose en

el trabajo de VIGOTSKY, fue LEONTIEV quien más desarrolló esta idea, partiendo del

análisis marxista, en el cual la actividad se encuentra íntimamente ligada a la práctica,

huyendo de las formas abstractas y especulativas del idealismo y estableciendo ese

concepto de actividad en continua interrelación con el mundo que nos rodea como el que

nos ofrece la posibilidad de transformar la realidad y las formas de pensamiento que la

generan. Como dice el propio LEONTIEV (1981, p.17): “en el estudio de la psiquis

individual está el análisis de la actividad de los individuos en las condiciones sociales

dadas y en las circunstancias concretas que les ha tocado en suerte a cada uno de ellos.” A

partir de ahí, es en la actividad donde tiene lugar la transición del objeto a su forma

subjetiva (a través del diálogo intersubjetivo, añadiría HABERMAS para las situaciones

relacionales).

92

Ya VIGOTSKY señaló el carácter instrumental de la actividad humana y, como tal, su

papel de canalizadora tanto en el mundo físico como también en el de la interacción entre

las personas. Por ello en su análisis no puede ir desligada la actividad mental de la práctica

(LEONTIEV, 1981), así como tampoco podemos obviar el sentido que es inherente a la

misma, o sea, su carácter inmanente intencional. En este sentido, la educación como

actividad humana se transforma en claramente intencional por definición, así como

tampoco me gustaría pasar por alto las implicaciones que tiene esa visión unitaria de las

actividades mentales y conductuales, pues ya los análisis no caben de manera fragmentada

y no holística, sino que requieren de una contextualización y una perspectiva integral.

Como hemos visto con anterioridad, para VIGOTSKY, como también para LURIA y

LEONTIEV, el desarrollo humano se debe principalmente a la educación, siendo el

aprendizaje cultural algo no acumulativo, sino reorganizativo (LÓPEZ MELERO, 1999),

es decir, que implica la construcción de estrategias de desarrollo cognitivo y

metacognitivo. Esto nos lleva a la concepción de BRUNER de la educación como una

forma de culturización, entendiéndose el concepto de cultura, al hilo de lo ya explicitado

anteriormente, de la siguiente forma: "Una cultura es tanto un foro, para negociar y

renegociar el significado y explicar la acción, como un conjunto de reglas o

especificaciones de la acción" (BRUNER, 1984, p.55).

Y ese foro de construcción y reconstrucción de significados y acciones se da a

través del lenguaje (acciones comunicativas), tema que también BRUNER enfatiza en su

discurso, generado y desarrollado a través de los procesos de interacción social, por lo que

incide en la vinculación existente entre los usos lingüísticos y los contextos comunicativos

de convivencia de las personas (recuérdese también los magníficos trabajos de BASIL

BERNSTEIN en este sentido). El lenguaje es, pues, un medio para la adquisición de la

cultura y, también, para la transformación de sus convencionalismos (BRUNER, 1989),

con lo cual éste debe ser un punto central en la tarea educativa, ya que el análisis de los

discursos es importante tanto en un nivel institucional como en la práctica cotidiana y su

configuración es un reflejo del modelo organizativo y político, por un lado, y toda una

93

declaración y realidad de intenciones en cuanto al carácter segregacionista o igualitario de

dichos discursos y las acciones educativas que conllevan.

Ello implica también el que sea en el espacio comunicativo donde el lenguaje

adquiere sentido y desde donde podemos desarrollar nuestras predisposiciones para

construir el mundo social de un modo determinado y para actuar de acuerdo a tal

construcción. (BRUNER, 1989) Esta posibilidad, en el caso de los niños y niñas, viene

dada por el contacto y el soporte de los adultos, lo cual nos lleva a otro de los conceptos

fundamentales en BRUNER, el cual, como ya anunciaba al hablar de la ZDP vigotskiana

que le sirve de fundamento, se denomina ‘andamiaje’ y consiste en la realización de

esquemas de acción conjunta con adultos o coetáneos donde la niña y el niño aprende a

realizar, en principio, las actividades más fáciles y el adulto las más complicadas, para ir

dándole, más tarde, pautas de una mayor responsabilidad activa a la niña o al niño y menor

la del adulto. Como dijo HÖLDERLIN de manera más poética: “Los educadores forman a

sus alumnos como los océanos a los continentes, retirándose.”

En sus últimos estudios, BRUNER se ha centrado en la construcción narrativa de la

realidad, en subrayar la importancia de la psicología popular de una cultura como

conformadora de la conducta humana y en el análisis de la relación, de la sutil acción

recíproca entre biología y cultura para la comprensión de la naturaleza y la condición

humana, que el propio BRUNER (1997) comenta de manera original y sintética al afirmar

que es probable que la cultura sea el último truco evolutivo de la biología.

Y como desarrollo actual de todo esto nos encontramos con la perspectiva

socioconstructivista, con autores como GERGEN (1999 y 2001), e incluso con claros

referentes antropológicos tenemos lo que se ha venido a denominar Psicología Cultural que,

tal y como la describe COLE (1999), hunde sus raíces en esta perspectiva histórico-cultural

para construir un modelo humanizador de psicología con las siguientes características

definitorias:

— Subraya la acción mediada en un contexto.

94

— Insiste en la importancia del “método genético” entendido ampliamente para

incluir los niveles histórico, ontogenético y microgenético de análisis.

— Trata de fundamentar su análisis en acontecimientos de la vida diaria.

— Supone que la mente surge en la actividad mediada conjunta de las personas.

La mente es, pues, en un sentido importante, “co-construida” y distribuida.

— Supone que los individuos son agentes activos en su propio desarrollo, pero no

actúan en entornos enteramente de su propia elección.

— Rechaza la ciencia explicativa causa-efecto y estímulo-respuesta en favor de

una ciencia que haga hincapié en la naturaleza emergente de la mente en actividad y que

reconozca un papel central para la interpretación en su marco explicativo.

— Recurre a metodologías de las humanidades, lo mismo que de las ciencias

sociales y biológicas.

Como hemos visto, la perspectiva histórico-cultural ofrece elementos de reflexión y

de acción para la teoría y la praxis (acción consciente) educativa coherentes con los

principios del desarrollo humano y fomentadores de formas de convivencia democrática y

cualificación de los contextos de aprendizaje. Como decía el propio BRUNER, lo que hace

falta es, sobre todo, el atrevimiento y la novedad de hipótesis que no den por sentado que es

cierto lo que simplemente se ha hecho habitual.

Por eso mismo considero ahora necesario sintetizar de manera gráfica algunas de

esas convergencias existentes entre el enfoque histórico-cultural y el comunicativo y que ya

hemos visto, de manera más o menos explícita, a lo largo de este apartado.

ENFOQUE HISTÓRICO-CULTURAL (VIGOTSKY)

ENFOQUE COMUNICATIVO (HABERMAS)

• Materialismo histórico: visión dialéctica de la ciencia.

• La enseñanza provoca y anticipa el desarrollo.

• La cultura se construye y es producto de la vida social.

• El lenguaje, como portador de la experiencia social, configura el pensa-miento y el desarrollo de la conciencia

• Ciencia social crítica: pensamiento dialéctico y acción comunicativa.

• La educación como medio de emancipación.

• La competencia comunicativa se desarrolla en el diálogo intersubjetivo.

• El lenguaje como instrumento de humanización, base de la elaboración de discursos comunes (necesidad del

95

(necesidad del aprendizaje cooperativo), • Las funciones superiores se desarrollan

primero desde una categoría interpsicológica y después intrapsicológica.

• La zona de desarrollo próximo como espacio donde se debe llevar a cabo toda enseñanza.

aprendizaje cooperativo). • Importancia de los procesos dialécticos e

intersubjetivos en la adquisición de nuevos aprendizajes.

• Necesidad del desarrollo de una racionalidad comunicativa mediante acciones orientadas al entendimiento (aprendizaje dialógico).

Esto reconoce y valora la naturaleza política de la educación e introduce la

necesidad de la reflexión ética y ecológica sobre nuestras concepciones teóricas y nuestra

praxis social y educativa, permitiendo reconocer las contradicciones existentes entre la

apertura de las capacidades humanas que se desarrollan en una sociedad democrática

surgida desde la convivencia y las formas culturales que se nos ofrecen desde las posiciones

hegemónicas y dentro de las cuales desarrollamos nuestro vivir, precisamente con el fin de

trascenderlas mediante su transformación consciente. Ésta es la esencia de la generación de

procesos dialógicos, los cuales constituyen a su vez vértices para la transformación social y

la emancipación bajo formas de democracia radical. De ahí la necesidad de profundizar en

estas posiciones como medio para comprender mejor el mundo en el que vivimos, las

condiciones en las que desarrollamos nuestras prácticas sociales y educativas y cómo

podemos ofrecer(nos) alternativas de pensamiento y acción críticas que nos permitan

caminar hacia lo ya expresado por el SUBCOMANDANTE MARCOS en muchos de sus

discursos: “Lucho por un mundo donde quepan muchos mundos, un mundo que sea uno y

diverso."

Partiendo de esta interrelación entre las perspectivas vigotskiana y habermasiana

podemos concluir que la incidencia mayor de la escuela debe darse en el mundo de la vida y

no como sistema, por lo que ésta debe estar regulada por acciones comunicativas que

permitan trascender su función reproductora de las estructuras simbólicas del mundo de la

vida (cultura, sociedad y personalidad) e introducir elementos transformadores en las

mismas desde su cuestionamiento sociopolítico y la apertura de espacios de debate público

presididos por el principio de equidad.

96

Todo esto nos va a permitir definir finalmente los principios de la Teoría Crítica

Comunicativa en Educación de manera más concreta siguiendo el análisis de FERRADA

(2001), la cual establece los siguientes postulados al respecto:

a) Todos los procesos educativos deben promover una racionalidad comunicativa.

b) La realidad educativa entendida como un proceso sociológico, sin desconocer los

aportes provenientes del ámbito psicológico.

c) Igualdad educativa para los distintos grupos sociales, lo que nunca debe ser entendido

como una homogeneización cultural, sino como el derecho que tienen todos y cada uno

de los grupos sociales, culturales, raciales, étnicos, generacionales, de género, etc., de

participar en igualdad de condiciones en todas y cada una de las acciones que

emprende, mantiene y promueve el sistema educativo y por ende la sociedad.

d) La comunicación racional mediada por el lenguaje, y el valor del colectivo con la

capacidad de agencia o intervención humana, como bases fundamentales para la

transformación social.

e) Las actividades pedagógicas deben dirigirse hacia el encuentro entre los actos de habla

proposicionales del grupo social en el que se desarrolla y los actos de habla

proposicionales del conocimiento oficial, para lo cual debe entregar elementos que

orienten la selección, transmisión y evaluación del conocimiento que circula en la

escuela.

f) La escuela simultáneamente es reproductora, creadora y transformadora.

g) Incorporación del concepto de crítica en forma multidireccional, tanto cuando realiza

una investigación sobre la sociedad y la educación como parte integrante de ella, como

cuando apunta hacia la construcción de sus propios planteamientos, con lo que debe

aceptar que sus proposiciones queden sujetas a críticas fundamentadas racionalmente.

Como hemos visto, la teoría de la crítica desde una perspectiva comunicativa nos

aporta principios de acción y elementos de reflexión para la construcción de prácticas

sociales y educativas emancipatorias, estando en nuestra mano el brindarles la posibilidad

de la realidad y la memoria. Sólo desde aquí tienen sentido las estrategias de cambio y sólo

97

desde aquí la transformación social se convierte en fin último de la acción social

(educativa), en horizonte hacia el que avanzar constantemente.

CAPÍTULO 2. IDEOLOGÍA E INVESTIGACIÓN-ACCIÓN:

CONSTRUYENDO COMUNIDADES (AUTO)CRÍTICAS EN EDUCACIÓN

“La educación tiene conexiones fundamentales con la idea de la

emancipación humana, aunque ésta se mantiene en constante peligro

de ser capturada por otros intereses. En una sociedad desfigurada

por la explotación de clases, la opresión sexual y racial, y el peligro

crónico de guerra y de destrucción ambiental, la única educación que

se merece tal nombre es aquella que forma gente capaz de tomar

parte en su propia liberación. La empresa de la escuela no es la

propaganda. Es la de habilitar a la gente en el conocimiento,

destrezas y conceptos relevantes para reconstruir un mundo peligroso

y desordenado. En el sentido fundamental, el proceso de educación y

el proceso de liberación son lo mismo.”

ROBERT W. CONNELL

100

101

2.1. De la ciencia social crítica a la investigación-acción: la reflexión

crítica en educación

“El principio que importa en nuestras consideraciones generales es que la

relación entre el conocimiento y su base social es dialéctica, vale decir, que

el conocimiento es un producto social y un factor de cambio social.”

(BERGEN y LUCKMAN, 1993, p.113)

Desde un planteamiento social crítico ninguna palabra o sentencia pueden ser

considerada de manera aséptica ni tampoco aislada de su contexto de origen, puesto que

éstas sólo obtienen el beneplácito de su existencia desde el marco de referencia teórico o

ideológico desde donde surgieron.

Si nos centramos en una dimensión epistemológica podríamos decir que la teoría

entonces debería llevar consigo la aclaración del tipo de racionalidad implícita en el

discurso y, con ello, la proclamación de su ideología, pues aunque la teoría toma su

forma de la práctica, no podemos obviar que su valor auténtico se encuentra en su

capacidad para ofrecer la reflexión necesaria para interpretar dicho discurso, hecho o

fenómeno objeto de indagación y, desde una perspectiva emancipatoria (ya vimos que

para la Escuela de Frankfurt la teoría es constitutivamente crítica), realizar un análisis

crítico del mismo que proporcione argumentos o vías alternativas a las proposiciones

que conlleve, si bien siempre teniendo en cuenta que no puede nunca registrarse a partir

de una fórmula predefinida y reduccionista de la realidad.

Con respecto a la ideología, es éste un término bastante desvirtuado, pervertido

incluso, al que muchos (con una gran carga ideológica en ello) quieren presentar como

trasnochado, caduco y en vías de extinción dentro del marco neoliberal y

postmodernista que arremete contra las ideologías y pretende las despolitización de la

sociedad a través de proclamar a los cuatro vientos el fin de las grandes narrativas de

emancipación. Sin embargo, yo considero que la ideología no es una descripción

objetiva de la realidad, sino un conjunto de normas, social e históricamente

102

configuradas, encaminadas hacia la acción (APPLE, 1986); otra cosa será analizar qué

camino y qué tipo de orientación tenga esa acción. Esta concepción rompe con el

intento neoconservador de que la ideología deba ser sustituida progresivamente por una

idea de ciencia basada en la aportación de soluciones técnicas, lo cual, como ya dijera

MARCUSE, no pretende otra cosa que la legitimación ‘científica’ del pensamiento

hegemónico.

Otra implicación de esto es que las ideologías, como construcciones sociales,

están al servicio de unos intereses determinados e interpretan la realidad en base a esto

(VIGOTSKY llamaría a esto ‘mediación semiótica de la mente’), de manera que sus

propuestas de análisis y de acción aparecen como plausibles y válidas. Es decir,

suponen una explicación del actuar de las personas y los colectivos a través de los

sistemas de creencias de los mismos, lo cual tampoco quiere decir que se caiga para ello

(al menos yo así no lo creo) en una forma de relativismo ideológico, sino que considero

que existen criterios éticos, epistemológicos y comunicativos sobre los cuales validar no

sólo la legitimidad sino sobre todo la posibilidad de construcción de un mundo de

relaciones mejor, más justo, igualitario y libre. Si una ideología no sirve para mejorar a

los seres humanos en la convivencia, si no tiene como fin el bien común de todas las

personas, sin excepciones, sus normas para la acción deben ser colectivamente

rechazadas porque implican la realización de un ideal de poder y dominación en contra

del propio ser humano y de la diversidad que supone su mayor seña de identidad y

elemento de valor.

Desde esta dimensión axiológica y epistemológica es desde donde considero que

no se pueden ver de forma separada la ciencia y la ideología como si fueran discursos

sin relación entre ellos. Para argumentarlo me voy a servir de los cinco principios que, a

este respecto, manifiesta ARONOWITZ:

1. El concepto de que ciencia/ideología son antónimos es en sí mismo ideológico

porque falla en comprender que un conocimiento es una forma de relaciones

sociales y es discursivamente constituido. (...)

2. La lucha por la transformación de la ideología en ciencia crítica es un proyecto

de nuestra era que ha sido posible gracias al trabajo filosófico reciente. Procede del

103

fundamento de que la crítica de todas las presuposiciones de la ciencia y la

ideología deben ser los únicos principios de la ciencia. (...)

3. Ciencia e ideología tienen los mismos objetivos – el mundo material y las

relaciones sociales que han sido producidas por una labor social históricamente

considerada. (...)

4. Si la ciencia es ideológica, ¿qué es la verdad? Mi argumento me lleva a la

conclusión de que la verdad es la exposición crítica de las relaciones de los

humanos con la naturaleza dentro de un contexto en desarrollo, históricamente

mediatizado. (...)

5. A qué le podemos llamar ciencia y a qué ideología es distinguido en la práctica

por el grado en que la aceptación de la ideología de la ciencia la exime de ser

llamada ideología. ‘Ideología’ es la forma general de todo el pensamiento humano

porque las relaciones sociales codificadas como discursos no solo median sino que

constituyen el pensamiento en sí mismo – las formas del discurso que se refieren al

mundo material en cierto modo son demarcadas por todo aquello que aparece como

verdad. Los varios momentos del discurso se presentan como sentido común.

(ARONOWITZ, 1988, p.337-342)

Así, las ideologías pueden verse tanto desde un nivel microsocial como

macrosocial. En el primer caso, podríamos estar hablando de formas de racionalización

de acciones concretas, mientras que en el segundo estarían incluidas las cosmovisiones

sociales, lo que BERGER y LUCKMANN (1993) denominaron ‘universos simbólicos’.

Esto tiene validez para todos los sistemas sociales, y el sistema educativo es uno de

ellos. La escuela como institución no es ajena a todo esto y el propósito ideológico de la

misma se encuentra en su origen, su desarrollo y sus funciones, en sus aspectos

estructurales y en los coyunturales del día a día, en el curriculum explícito y en el

oculto, de manera que el cruce de culturas y las ideologías que se dan en ella son

percibidas como “creaciones inevitables que son esenciales y que funcionan como

convenciones compartidas de significados destinadas a hacer comprensible una

compleja realidad social.” (APPLE, 1986, p.34) De hecho, continua APPLE en su libro,

ya clásico, ‘Ideología y curriculum’, a pesar de la disparidad de concepciones sobre el

concepto de ideología, sí parece haber un consenso respecto a considerar que ésta posee

estos tres rasgos distintivos: la legitimación, el conflicto de poderes y un estilo especial

de argumentación. Por esa razón yo comparto una visión política en la cual la ideología

104

debe ser un elemento fundamental en los análisis y prácticas sociales y educativas.

Como dice GIROUX:

“La ideología es un constructo crucial para comprender cómo el significado es

producido, transformado y consumido por los individuos y los grupos sociales.

Como herramienta para el análisis crítico, escarba por debajo de las formas

fenomenológicas del conocimiento del salón de clases y las prácticas sociales y

ayuda a ubicar los principios e ideas estructurales que median entre la sociedad

dominante y las experiencias de la vida diaria de los maestros y estudiantes. Como

constructo político, hace problemático al significado y cuestiona por qué los seres

humanos tienen acceso desigual a los recursos materiales e intelectuales que

constituyen las condiciones para la producción, consumo y distribución del

significado. Similarmente, plantea cuestiones acerca de por qué ciertas ideologías

prevalecen en ciertos momentos y a los intereses de quien sirven. Por lo tanto, la

ideología ‘se refiere’ a la noción de poder, haciendo énfasis a las formas complejas

en las que las relaciones de significado son producidas y combatidas.” (GIROUX,

1992, p.205)

Esos significados construidos socialmente, desde posiciones más o menos

asimétricas, son los que constituyen la base de la teoría y la praxis educativas. Sobre la

primera cabe decir, desde una perspectiva crítica, que

“debe orientarse siempre hacia la transformación de las maneras en que los

enseñantes se ven a sí mismos y ven su situación, de manera que permita reconocer

y eliminar los factores que frustran sus objetivos e intenciones educativas.

Igualmente debe orientarse a transformar las situaciones que obstaculizan la

consecución de las metas educaciones, perpetúan las distorsiones ideológicas e

impiden el trabajo racional y crítico en las situaciones educativas.” (CARR y

KEMMIS, 1988, p.143)

Teniendo en cuenta lo anterior, estos autores enumeran las condiciones formales

que debe admitir cualquier enfoque de la teoría educativa:

105

1ª. La teoría educativa debe rechazar las nociones positivistas de racionalidad,

objetividad y verdad, sobre todo la idea del papel puramente instrumental del

conocimiento y el prisma puramente técnico que conlleva en las cuestiones educativas.

2ª. La teoría educativa debe admitir la necesidad de utilizar las categorías e

interpretaciones de los docentes, pues es importante comprender los significados que

tienen las prácticas educativas para aquellos que las llevan a cabo.

3ª. La teoría educativa debe suministrar medios para distinguir las interpretaciones que

están ideológicamente distorsionadas de las que no lo están; y debe proporcionar

también alguna orientación acerca de cómo superar los autoentendimientos

distorsionados.

4ª. La teoría educativa debe preocuparse de identificar aquellos aspectos del orden

social existente que frustran la persecución de fines racionales, y deben poder ofrecer

explicaciones teóricas mediante las cuales los enseñantes vean cómo eliminar o superar

tales aspectos.

5ª. La teoría educativa es práctica, en el sentido de que la cuestión de su consideración

educacional va a quedar determinada por la manera en que se relacione con la práctica,

sobre todo teniendo en cuenta que debe orientarse hacia la transformación de la manera

en que los enseñantes se ven a sí mismos y su situación, a fin de reconocer y eliminar

los factores que obstaculizan e impiden el trabajo racional y crítico en las situaciones

educativas. (CARR y KEMMIS, 1988, p.142-143)

En cuanto a la praxis, ya he comentado anteriormente que se trata de la

denominación de la acción consciente, inherentemente crítica. En palabras de BEYER y

APPLE (1988, p.4), la praxis es pensamiento y acción combinados e implica “prácticas

reflexivas críticas que alteran las condiciones materiales e ideológicas que causan los

problemas a los que nos enfrentamos como educadores en primer lugar.”

Desde mi perspectiva, y como ya hemos visto, uno de los problemas

fundamentales que debe afectar y llevar a la reflexión a todo intelectual (y todo

educador debe ser uno) es el de la racionalidad. Pero, en contra de lo que parece ser

noción extendida, buscar y establecer premisas de pensamiento en acción alrededor de

esta cuestión no conlleva el obtener un método para ‘ser racional’. De hecho, en un

mundo dominado por la globalización económica y un deformado relativismo

ideológico, la situación en que vivimos parece ofrecer una pluralidad de racionalidades

106

con las que dotar de sentido nuestra vida cotidiana y nuestra práctica profesional. Sin

embargo, en ese aparente vergel de racionalidad subyace las más de las veces la

racionalidad instrumental como dominante, con lo cual los criterios de cambio y de

progreso se reducen a la administración burocrática, los procedimientos técnicos y la

obsesión por la eficacia.

Como se ha desarrollado anteriormente, para la racionalidad instrumental el

problema de los asuntos sociales consiste en identificar los mejores medios para unos

fines predeterminados, lo cual supone una instrumentalización cultural que afecta a los

modelos de enseñanza, de aprendizaje y de evaluación. Por ello, lo que sí hay que

aclarar de manera taxativa es que todo discurso instrumental es inadecuado para la

comprensión de la escuela o la educación del profesorado, puesto que silencia los

intereses y los valores que subyacen en la pedagogía, y presenta las relaciones de poder

y jerárquicas como naturales y legítimas. Desde esta perspectiva la respuesta debe estar

en el desarrollo de un tipo de conciencia crítica a través de la racionallidad

comunicativa, capaz de paliar la percepción instrumentalizada del conocimiento y su

desarrollo a nivel colectivo y de aula a través de la generación de procesos

democráticos.

Cuando abordamos las tradiciones intelectuales como algo construido

socialmente y cargado de intereses, es importante que adoptemos diversas perspectivas,

pero el problema de la investigación actual no es la falta de un paradigma único que

guíe la indagación, sino el papel que en dicha investigación juegan los protagonistas de

las prácticas sociales y educativas. FEYERABEND (1986), en su feroz crítica

epistémica, nos habla del concepto de incompetencia profesionalizada, es decir, la

tendencia a reificar el conocimiento (pasar de lo abstracto a lo concreto) y convertir los

procedimientos en el elemento más importante de la investigación, y a negar la relación

entre ciencia e historia, enfatizando con ello la necesidad de posturas críticas en la

investigación. Partiendo de ahí, evidentemente toda investigación y toda concepción

crítica debe articular inmanentemente mecanismos de participación, expresión y

posibilidades de comprensión, interpretación y análisis del mundo de significados en el

que se desarrolla y que configura su contexto. De lo contrario, nos enfrentaríamos a un

107

resultado en el cual tendríamos unos ‘profesionales’ adeptos a la eficacia y al rigor, pero

sin criterio propio ni fundamentado, sin capacidad discursiva en situaciones de acción

comunicativa y con el lastre del olvido o la inconsciencia de la calidad profunda y

compleja de nuestra condición humana. POPKEWITZ (1990, p.320) resulta muy

clarificador para este aspecto, al afirmar que “toda práctica contiene una epistemología

implícita. Los hechos sólo existen en relación con alguna teoría general que nos permite

interpretar los fenómenos.”

La cultura ofrece una forma de pensar, de sentir, de actuar y de hablar sobre el

mundo. KUHN (1990), centrándose en el contexto de la historia de la ciencia, habló de

cómo nuestras lentes cognitivas son algo más que ‘descripciones’ de los hechos, ya que

las perspectivas de la ciencia se convierten en elementos de la forma en que

interpretamos y valoramos el mundo, pues no podemos olvidar que nuestra conciencia

surge de nuestra participación en las relaciones sociales.

Esto podemos relacionarlo con el materialismo cultural de GRAMSCI (1972),

para el cual toda ideología se encuentra relacionada con la clase social de origen pero no

se restringe a ello, por lo que no existen ideologías ‘puras’ de clase. Por tanto, para

GRAMSCI la hegemonía de clase se logra mediante la lucha ideológica en muchos

frentes, ya que constituye la base de la misma y podemos entenderla, por tanto, como la

acción social que engloba los ‘sistemas de pensamiento’, al mismo tiempo que alude a

cómo los valores de un grupo dominante se convierten en hegemónicos, es decir,

absolutos e incontestables, mediante su imposición normativa.

Partiendo de aquí, el análisis crítico de la realidad debe conllevar el percibir el

conocimiento como medio para comprender y para aprehender a partir de esa

comprensión. Para ello resulta fundamental tener una con(s)ciencia clara de las

dificultades que tiene un posicionamiento que se define como contrahegemónico y que

en su praxis se manifiesta como tal en los contextos de desarrollo. Veamos pues lo que

GIROUX y McLAREN proponen en torno a la idea de contrahegemonía como concepto

de respuesta más adecuado en detrimento de otros como el de resistencia que puede ser

más tendente a formas desorganizadas e irreflexivas, o incluso pesimistas.

108

“La idea de contrahegemonía, por otro lado, implica una forma más política, más

teórica y más crítica, de entender tanto la naturaleza de la dominación como el tipo

de oposición activa que debe emprenderse. Y lo que es más importante, la idea de

contrahegemonía no expresa simplemente la lógica de la crítica, sino la creación de

unas relaciones sociales nuevas y de unos espacios públicos que constituyen las

contrainstituciones, relaciones e ideologías vivas que dan cuerpo a formas

alternativas de experiencia y de lucha. Como dominio reflexivo de la acción

política, la contrahegemonía traslada la naturaleza característica de la lucha del

terreno de la crítica, al terreno constituido colectivamente del espacio

contrapúblico.” (GIROUX y McLAREN, 1990, p.250)

La respuesta a eso debe provenir de la construcción de espacios públicos y

educativos donde, desde la reflexión crítica de la acción social, se desarrollen

procedimientos comunicativos a partir de los cuales se superen los conflictos (aunque

no se lleguen a acuerdos) mediante procesos dialógicos de entendimiento que eliminen

los prejuicios y las visiones éticamente inmaduras o excesivamente egocéntricas que

impregnan gran parte de las interacciones sociales cuando éstas van más allá de lo

convencional o políticamente correcto, exigiendo humildad frente al conocimiento y

predisposición al cambio.

El considerar la función social del espacio público como contrahegemónico, en

el sentido de que constituya una alternativa al modelo segregador e injusto del

neoliberalismo y sus mezquinas relaciones de poder, nos debe servir como punto de

partida para referirnos de nuevo a la relación entre teoría y práctica en el terreno

educativo. La práctica, en este contexto, no se refiere tanto a las relaciones actuales de

la escuela, sino a la investigación como una forma de práctica, donde los educadores

son definidos como intelectuales. Desde ahí se deduce como característica esencial en el

dilema teoría-praxis el hecho de que la investigación pedagógica responde a

movimientos sociales más amplios, por lo cual la materialización de toda teoría debe

conllevar un análisis de las relaciones de poder existentes y la manera en que éstas

afectan a las relaciones de los actores sociales y educativos, mediatizando su acción

política.

109

Nos dice MATURANA (1997) que la reflexión es un acto de desapego que

ocurre en el lenguaje como una conducta en la que el observador mira su circunstancia,

osea, donde nos ‘alejamos’ de lo que tenemos para poder, así, mirarlo. Completando lo

anterior, y dando además un salto cualitativo a la cuestión, comenta FREIRE lo

siguiente:

“En el contexto teórico tomamos distancia del contexto concreto para,

objetivándolo, examinar críticamente lo que en él acontece. En el contexto

concreto existe la posibilidad de asumir por parte de los sujetos una posición

reflexivo-crítica; en él la curiosidad espontánea puede llegar a tornarse

epistemológica. (...) Para reflexionar teóricamente sobre mi práctica no es

necesario cambiar el contexto físico. Es preciso que mi curiosidad se haga

epistemológica. El contexto apropiado para el ejercicio de la curiosidad

epistemológica es el teórico. Pero lo que hace teórico un contexto no es su espacio

sino la postura de la mente. De ahí que podamos convertir un momento del

contexto concreto en un momento teórico.” (FREIRE, 1997, p.105)

Por lo tanto, podemos concluir que la capacidad autocrítica es fundamental para

entender y dotar de validez interna y ecológica al ciclo de reflexión y acción en el

mundo educativo, el cual, como nos recuerdan FULLAN y HARGREAVES (1997)

debe darse como reflexión en la acción, sobre la acción y en relación con la acción. Es

en este sentido que HABERMAS enuncia los criterios que, a su juicio, sustentan la

mediación entre teoría y praxis.

“La mediación de teoría y praxis sólo puede clarificarse si empezamos por

distinguir tres funciones, que se miden en relación con criterios diferentes: la

formalización y la generalización de teoremas críticos que se muestren consistentes

bajo el discurso científico; la organización de procesos de ilustración, en donde son

aplicados dichos teoremas y puestos a prueba de manera exclusiva mediante la

iniciación de procesos de reflexión desarrollados en el interior de ciertos grupos a

quienes se dirigen dichos procesos; y la selección de las estrategias adecuadas, la

solución de los problemas tácticos, así como la conducción de la lucha política.”

(HABERMAS, cit. CARR y KEMMIS, 1988, p.157)

110

De esta manera, basándonos en este desarrollo de CARR y KEMMIS(1988),

podemos sintetizar esta postura habermasiana en el siguiente cuadro:

FUNCIONES DE LA CIENCIA

SOCIAL CRÍTICA DESDE

LA RELACIÓN

TEORÍA-PRAXIS

CONDICIONES PARA SU

GENERACIÓN

CONDICIONES PARA SU

DESARROLLO

1. FORMACIÓN Y GENERALIZACIÓN DE TEOREMAS CRÍTICOS

Desarrollo de proposiciones con pretensiones de veracidad, validez y coherencia interna dentro de una concepción contextualizada de ciencia social crítica.

Libertad y construcción del discurso.

2. ORGANIZACIÓN DE PROCESOS DE ILUSTRACIÓN

Organización de actividades políticas dentro de un contexto de aprendizaje (auto)reflexivo y colaborativo sobre las prácticas sociales y las situaciones mediatizadas en las que se desarrollan.

Libertad y comprensividad de la comunicación.

3. CONDUCCIÓN DE LA ACCIÓN

Reflexión colectiva sobre las acciones para la selección de estrategias que guíen las siguientes acciones con propósitos de mejora.

Libertad y participación en el compromiso con la praxis.

De aquí podemos concluir que toda concepción de teoría y praxis es ideológica

y que toda ideología requiere de un compromiso con los principios que la sustentan, lo

cual en un contexto político, como el mundo de las ciencias de la educación y la

investigación que emerge en el seno de las mismas, no debe ser menos. Como tan bien

sintetiza KEMMIS:

“La crítica ideológica consiste en realizar investigaciones que tratan de

‘cartografiar’ nuestras circunstancias históricas y sociales actuales (tanto en el

sentido del análisis general de la sociedad y de la cultura, como en el específico de

nuestra propia situación social), y de usar el proceso de cartografiado no sólo para

identificar los hitos y símbolos clave del territorio social ‘de afuera’ (de nuestro

mundo en torno), sino también para identificar los correspondientes a nuestro modo

de entender el mundo (por ejemplo, nuestro lenguaje, nuestros valores, los

significados que otorgamos a las cosas y las formas de producción y de relación

social mediante las que interactuamos con el mundo). ‘Hacia fuera’, se trata de

111

iluminar el mundo social, y ‘hacia adentro’, de iluminar la formación de nuestros

modos de ver y de estar en nuestro mundo conscientemente. Dado de su objeto

propio es la relación entre estos dos órdenes de conocimiento, el objeto de la

ciencia crítica social y de la educación es la ideología.” (KEMMIS, 1993, p.88)

Por lo tanto, en el mundo de la educación una postura política implica la

aceptación y defensa de unos valores educativos en detrimento de otros (CARR, 1990),

un posicionamiento ideológico cargado de interés y significado y alrededor del cual

puede darse el desarrollo de formas de ciencia social crítica. Es decir: la ideología es un

punto de partida imprescindible para el análisis social y la acción educativa y, en su

forma crítica, un prerrequisito para la emancipación.

De esta forma, además de lo ya anunciado, también podemos considerar la

ideología como un indicador de los comportamientos individuales y colectivos, lo cual

se encuentra engarzado con un concepto de ciencia social crítica que debe combinar las

intenciones de la praxis con el rigor y la capacidad de explicación que se asocian con la

teoría, dando el paso hacia un modelo de ciencia crítica cuyo objetivo debe ser

“desmitificar los modelos dominantes de conocimiento y las condiciones sociales que

restringen las actividades prácticas de los hombres. (...) La función de la teoría crítica es

comprender las relaciones entre valores, intereses y acciones y, parafraseando a Marx,

cambiar el mundo, no describirlo.” (POPKEWITZ, 1988, p.45)

Todo esto quiere decir que existe una estrecha relación entre lo que sería una

ciencia educativa crítica con el concepto de concientización de FREIRE, lo que conlleva

además que sólo se entienda ésta como una ciencia participativa donde todos los actores

tengan voz y los discursos se generan de manera democrática. Desde ahí sí existen

puntos en común con el paradigma interpretativo desde un punto de vista intersubjetivo

y subjetivo. Tal y como dice ELLIOT, uno de los máximos representantes de este

paradigma en educación, en su Introducción a McKernan (1999):

“Una ciencia social interpretativa tiene potencial para promover la conciencia

discursiva de sí mismo por parte de las personas cuyo comportamiento es objeto de

investigación. Esta transición entre ser consciente de sí mismo y ser consciente con

112

conocimiento de sí mismo o discursivamente permite a las personas alcanzar una

cantidad moderada de autonomía sobre su comportamiento social. Les permite

renegociar las reglas y las normas con los otros, y cambiar reflexivamente por ello

su conducta social. Una ciencia social interpretativa es un instrumento para

transformar reflexivamente las condiciones de la propia existencia.” (ELLIOT, en

McKERNAN, 1999, p.18)

Pero, al mismo tiempo, esto nos permite vislumbrar algunas diferencias

sustanciales, que ya empezamos a apreciar con anterioridad. Así, siguiendo a

McCARTHY, podemos continuar profundizando en el paradigma crítico:

“La teoría crítica de la sociedad es empírica sin ser reducible a ciencia empírico-

analítica; es filosófica, pero en el sentido de crítica y no de filosofía primera; es

histórica sin ser historicista; es práctica, no en el sentido de poseer un potencial

tecnológico, sino en el sentido de estar orientada a la ilustración y emancipación.”

(McCARTHY, 1987, p.155)

Lo cual engancha con la concepción de ciencia social crítica que ha desarrollado

HABERMAS, vértice de estas reflexiones y que se identifica con el paradigma

emancipatorio y los procesos de autorreflexión y autoentendimiento colectivos. En

palabras de CARR y KEMMIS:

“La ‘ciencia social crítica’ es, por tanto, la que sirve al interés ‘emancipatorio’

hacia la libertad y la autonomía racional. (...) Una ciencia social crítica, por

consiguiente, ha de intentar que el enfoque ‘interpretativo’ vaya más allá de su

tradicional afán de producir descripciones acríticas de los autoentendimientos

individuales, de manera que sea posible exponer, explicar y eliminar las causas de

los autoentendimientos distorsionados.” (CARR y KEMMIS, 1988, p.149-150)

Defendiendo esta visión, y volviendo a los tres criterios de mediación entre la

teoría y la praxis antes desarrollados, podemos sacar como conclusión para la educación

el hecho de la necesidad del trabajo cooperativo como eje del desarrollo profesional

docente de manera que éste permita superar las interpretaciones distorsionadas de la

113

realidad y reflexionar sobre la propia práctica desde una sólida formación intelectual en

constante (re)construcción.

Este aspecto de reflexión sobre la práctica ha sido ampliamente desarrollado

dentro de las ciencias sociales y merece una atención especial dentro del mundo de la

educación, por lo que será desarrollado posteriormente. Mientras, nos centraremos en el

concepto de reflexión en sí. KEMMIS (1999) define la reflexión como un acto político

relacionado con la transformación social, para lo cual, realizando una profunda

disección del término en cuestión, establece estas observaciones sobre el mismo:

1. La reflexión no es un proceso psicológico puramente ‘interior: está orientada a

la acción y forma parte de la historia.

2. La reflexión no es un proceso puramente individual: como el lenguaje, es un

proceso social.

3. La reflexión está al servicio de los intereses humanos, es un proceso político.

4. La ideología da forma a la reflexión y, a su vez, ésta da forma a la ideología.

5. La reflexión es una práctica que expresa nuestro poder para reconstituir la vida

social por la forma en que participamos en la comunicación, la toma de decisiones

y la acción social.

6. Los métodos de reflexión que no tienen en cuenta estos aspectos son, en el

mejor de los casos, limitados y, en el peor de los casos, erróneos; para mejorar la

reflexión, el estudio de la misma debe explorar la doble dialéctica del pensamiento

y de la acción, del individuo y la sociedad.

7. Un programa de investigación para la mejora de la reflexión tendría que llevarse

a cabo a través de la autorreflexión: hacer que los individuos concretos y los grupos

se impliquen en una crítica ideológica y en la investigación-acción participativa, en

colaboración y emancipadora. (KEMMIS, 1999, p.96-97)

Estas características nos otorgan una visión de la reflexión como un proceso

histórica y ecológicamente mediatizado y con una naturaleza deliberativa inherente a su

propia función, ya sea con referencia a la solución de problemas, a la discusión práctica

o al pensamiento especulativo. Por tanto, desde este punto de vista la reflexión es un

proceso dialéctico y crítico que está relacionado con “cómo las formas y contextos de

114

nuestro pensamiento forman y son formados por las situaciones históricas en las que nos

encontremos” (KEMMIS, 1985, p.142)

Recordemos que para HABERMAS el objeto del discurso es la construcción

social de significados sobre el mundo en que vivimos, por lo que las conversaciones que

tengamos (con otros o con nosotros mismos) hacen que ese mundo esté cambiando. Es

desde aquí desde donde KEMMIS diferencia la reflexión crítica de la técnica (sólo

encaminada a la solución mecanizada de problemas) y la práctica, que estaría

relacionada sobre todo con la rectitud moral de las acciones en los contextos, por lo que

“sirve a los intereses de aquéllos que se ven a sí mismos como la conciencia de la

sociedad” (SMYTH, 1986, p.22). La reflexión crítica, en cambio, permite a las personas

descubrir los procesos históricos que han configurado y mediatizan los contextos

sociales, así como la ideología subyacente, la cual puede llevar a un pensamiento y una

acción distorsionados que la reflexión crítica pretende evitar a partir de sus aspiraciones

emancipadoras. Así,

“Definida en términos de un proceso social activo, la reflexión llega a ser más que

un proceso interior de la mente; fundamentalmente es una expresión del poder que

poseemos para alterar y transformar colectivamente la naturaleza de la ideología y

la práctica.” (SMYTH, 1986, p.23)

Y para concluir todo lo anterior, de nuevo KEMMIS resumió la naturaleza de la

reflexión en cinco puntos que sintetizan y completan lo visto hasta ahora:

1. La reflexión no está biológica o psicológicamente determinada, no es

‘pensamiento puro’; expresa una orientación a la acción y concierne a las

relaciones entre pensamiento y acción en las situaciones históricas reales en las que

nos encontramos.

2. La reflexión no es un trabajo individual de la mente como tampoco un

mecanismo o especulación; presume y prefigura las relaciones sociales.

3. La reflexión no es un valor libre o neutral; expresa y sirve a intereses humanos,

sociales, culturales y políticos particulares.

115

4. La reflexión no es indiferente o pasiva sobre el orden social, no solamente

extiende acuerdos sobre valores sociales; reproduce o transforma activamente las

prácticas ideológicas que están en las bases del orden social.

5. La reflexión no es un proceso mecánico, no es puramente un ejercicio creativo

en la construcción de nuevas ideas; es una práctica que expresa nuestro poder para

reconstruir la vida social por la forma en que participamos en la comunicación, la

toma de decisiones y la acción social. (KEMMIS, 1985, P.149)

Teniendo en cuenta todo esto, y circunscribiéndonos al terreno educativo y a la

reflexión sobre la práctica por parte de las y los educadores, se trataría, por tanto, de

buscar estrategias que aúnen los aspectos ideológicos aquí explicitados con una

fundamentación metodológica coherente con los mismos y que permita el desarrollo de

formas de ciencia social crítica en el mundo de la educación que cumplan lo que FAY

comenta de manera muy acertada:

“[La ciencia social crítica] designa a las personas a quienes se dirige; analiza sus

sufrimientos; les ofrece ilustración acerca de cuáles son sus verdaderas necesidades

y sus verdaderos deseos; les demuestra en qué maneras es equivocada la noción

que tienen de sí mismas, y al mismo tiempo extrae, de esas ideas falsas, las

verdades implícitas que contienen; apunta a esas condiciones sociales

inherentemente contradictorias que engendran las necesidades concretas y al

mismo tiempo hacen imposible su satisfacción; revela los mecanismos en virtud de

los cuales funciona ese proceso de represión y, a la luz de las condiciones sociales

cambiantes que describe, les ofrece un modo de actividad que les permitirá

intervenir y cambiar los procesos sociales en lo que las perjudica. Una teoría social

crítica surge de los problemas de la vida cotidiana y se construye con la mira

siempre puesta en cómo solucionarlos.” (FAY, 1977, p.109)

De todas formas es en un libro posterior suyo donde este filósofo profundiza más

en este concepto de ciencia social crítica, proponiendo incluso un esquema básico donde

sintetiza los elementos que debería conllevar una teoría de la ciencia social que pretenda

ser científica, crítica y práctica (en el sentido de no puramente idealista). Para FAY, una

teoría social crítica debería estar compuesta por todas estas, si bien tanto el orden como

la composición reconoce que puede variar en función de las circunstancias:

116

I. Una teoría del conocimiento falso que

1. demuestre la forma en que los autoentendimientos de un colectivo son

falsos (en el sentido de fallar a la hora de considerar las experiencias vitales

de los miembros del grupo), o incoherente (por ser internamente

contradictoria), o ambos. Esto es a veces llamado ‘ideología-crítica’;

2. explique cómo los miembros de este grupo llegaron a tener esos

autoentendimientos erróneos, y cómo ellos los están manteniendo;

3. los contraste con un autoentendimiento alternativo, mostrando cómo esta

alternativa es superior.

II. Una teoría de la crisis que

4. represente qué es una crisis social;

5. indique cómo una sociedad particular está como tal en crisis. Esto

requeriría examinar los sentimientos de insatisfacción del colectivo y mostrar

tanto que amenazan la cohesión social como que no pueden ser aliviados

cediendo la organización de la sociedad los autoentendimientos de sus

miembros;

6. proporcionar una consideración histórica del desarrollo de esta crisis

principalmente en términos del falso conocimiento de los miembros del grupo

y de las bases estructurales de la sociedad.

III. Una teoría de la educación que

7. ofrezca una reflexión sobre las condiciones necesarias y suficientes para

el tipo de ilustración que conlleva la teoría;

8. muestre que dada la situación social actual esas condiciones son

satisfechas.

IV. Una teoría de la acción transformadora que

9. aisle aquellos aspectos de la sociedad que deben ser alterados si se quiere

resolver la crisis social y que el grado de insatisfacción de sus miembros

disminuya;

10. detalle un plan de acción indicando las personas que están siendo los

‘transportistas’ de la transformación social anticipada y dando por lo menos

alguna idea general sobre cómo ellos pueden hacer esto. (FAY, 1987, p.31-

32)

117

Estas cuatro teorías primeras, subdivididas en diez subteorías compondrían,

según FAY, la estructura básica de una ciencia social crítica. Sin caer en dogmatismos

ni en consideraciones posteriores del propio FAY, que llega incluso a cuestionar el

planteamiento crítico de la obra de HABERMAS, sí considero que se trata de un buen

punto de partida, de un marco acertado para el comienzo de la reflexión y la

consideración dialéctica de procesos sociales críticos. De esta forma, llevando al terreno

de la educación (y, en particular, al mundo del desarrollo del profesorado) tanto los

aspectos ya vistos relacionados con la naturaleza de la reflexión como los relativos a

condiciones de una ciencia social crítica para ser considerada como tal, me parece muy

interesante el análisis de SMYTH (1986), el cual identifica varios escenarios desde

donde el trabajo conjunto del profesorado al reflexionar críticamente sobre su práctica

puede permitir formas colectivas de autonomía profesional y compromiso social a

través de un proceso eminentemente dialéctico, lo cual se haría de la siguiente manera:

1. Capacitando a los profesores para ver la naturaleza de la dominación ideológica.

2. Descubriendo la comprensión interpretativa de los profesores para apropiarse de

su mundo.

3. Investigando las condiciones históricas que fuerzan y forman la comprensión de

los profesores.

4. Uniendo las condiciones históricas con las fuerzas contemporáneas que las

mantienen.

5. Aislando las contradicciones en las acciones cotidianas.

6. Utilizando formas de acción educativas y emancipatorias. (SMYTH, 1986,

p.24-29)

Mi pensamiento al respecto es que a todo esto se le da respuesta desde la

investigación-acción, por lo que vamos a analizar con detalle su origen, desarrollo y las

distintas concepciones existentes sobre la misma, lo que nos permitirá identificarnos

nuevamente con aquélla que fomenta los principios críticos del enfoque comunicativo.

118

2.2. Historia y desarrollo de la investigación-acción

“Hablaron pues, consultando entre sí;

se pusieron de acuerdo, juntaron sus

palabras y su pensamiento...”

POPOL VUH

Toda actividad colectiva entraña una interacción recíproca de significados

complejos e interdependientes que se influyen y determinan en muchas direcciones. Por

tanto, una labor de análisis en ese mundo requiere una relación dialéctica de esos distintos

significados construidos de manera conjunta y crítica, lo cual configura ya de por sí una

visión histórica y política muy determinada.

Ya ARISTÓTELES (1985) diferenciaba dos tipos de razonamiento posibles: el

técnico y el práctico. El razonamiento técnico se refiere a cómo deben hacerse las cosas,

pero no tiene en cuenta la dimensión referente a qué debe hacerse, por lo que se trata de un

razonamiento irreflexivo y que no toma en consideración el mundo de la ética, quedando

todo reducido a una simple cuestión utilitarista de medios-fines, lo que lo convierte en un

razonamiento de tipo teleológico (WEBER) e instrumental (ADORNO y

HORKHEIMER). En cuanto al razonamiento práctico, éste sí incluye juicios morales, por

lo que trasciende al técnico, pero no hace explícita la dimensión política sobre la acción y

sus circunstancias. A partir de esta concepción es desde donde HABERMAS, como ya

hemos visto, reconceptualiza la definición aristotélica y le añade un tercer componente: el

crítico o emancipatorio, basado en el pensamiento de tipo dialéctico y en la crítica

ideológica.

La investigación, como toda actividad humana, no se presta a una clase de

actividad en la que métodos e intenciones estén predeterminados, simplificando a priori

una realidad por construir, eliminando arbitrariamente aspectos cuya funcionalidad dentro

del conjunto puede ser determinante y limitando, en definitiva, la comprensión del

119

fenómeno y los hechos que se den en el mismo. Al contrario, requiere un planteamiento

flexible, abierto a los acontecimientos imprevistos, que permita ir concretándolo

progresivamente a medida que se van conociendo los distintos elementos de la realidad,

sus mutuas interacciones y los significados subyacentes a sus acciones. Desde aquí surge el

binomio investigación cuantitativa/cualitativa como representativas en principio de las

perspectivas positivista e interpretativa-crítica.

Si analizamos las distintas maneras concebir la investigación cualitativa podemos

comprobar que se orientan hacia la singularidad del objeto de indagación y a la

profundidad como característica de sus estudios. En este sentido, considero que la

indeterminación y variedad de una investigación social y educativa dificulta una definición

de la misma. A estas cualidades habría que añadirle la de su necesidad de flexibilidad,

tanto procedimental (ya que debe permitir el uso de estrategias de un variado repertorio)

como en lo relativo a la sustancia de la propia investigación.

De esta forma, vamos a ver a partir del cuadro siguiente las características

principales de la investigación cualitativa según TAYLOR y BOGDAN (1998), los cuales,

a mi juicio, exponen los principios de la misma en las ciencias sociales de manera muy

acertada.

1. La investigación cualitativa es inductiva.

2. El investigador ve al escenario y a las personas desde una perspectiva

holística.

3. Los investigadores cualitativos son sensibles a los efectos que ellos mismos

causan sobre las personas que son objeto de estudio.

4. Los investigadores cualitativos tratan de comprender a las personas dentro del

marco de referencia de ellas mismas.

5. El investigador cualitativo suspende o aparta sus propias creencias, prejuicios

y predisposición.

6. Para el investigador cualitativo todas las perspectivas son valiosas, pues no

busca “la verdad” o la “moralidad”, sino una comprensión detallada de las

perspectivas de otras personas.

7. Los métodos cualitativos son humanistas.

120

8. Los investigadores cualitativos dan énfasis a la validez en su investigación,

pues es fundamental asegurar un estrecho ajuste entre la información y lo que

la gente dice y hace.

9. Para el investigador cualitativo todos los escenarios y personas son dignos de

estudio.

10. La investigación cualitativa es un arte en el cual los investigadores deben ser

flexibles en cuanto al modo en que intentan conducir sus estudios. (TAYLOR

y BOGDAN, 1998, pp.20-23)

Para completar lo anterior e ir introduciéndonos en el paradigma de referencia,

vamos a ver a continuación, de la mano de McKERNAN, lo que él enuncia como los tres

pilares fundamentales para la investigación-acción los cuales resultan, a mi juicio,

perfectamente válidos para toda la investigación cualitativa, pues no olvidemos que la

investigación-acción es un tipo emergente de la misma:

“en primer lugar, que los participantes que experimentan el problema son los que

mejor estudian e investigan los entornos naturalistas; en segundo lugar, que la

conducta está muy influida por el entorno naturalista en el que se produce, y en tercer

lugar, que las metodologías cualitativas son quizá las más adecuadas para investigar

los entornos naturalistas. Tomadas como una tríada, estas hipótesis muestran un

fundamento en la forma de un modo de observación crítico-participativo de la

investigación del profesional en ejercicio.” (McKERNAN, 1999, p.25)

A todo ello hay que añadirle que nos encontramos hablando de la investigación

desde el campo educativo, y para que una investigación sea educativa, como dice LÓPEZ

MELERO (2003), la propia investigación debe educar a los protagonistas de la misma, es

decir, debe producir cambios en los mismos a través de cambios en sus prácticas sociales.

Para finalizar esta sintética definición y justificación de la coherencia de un

planteamiento desde el paradigma cualitativo en la investigación según lo expuesto con

anterioridad y su necesidad desde el referente emancipatorio, voy a intentar aproximarme a

esa conceptualización mediante una presentación de las características que reúne este tipo

de indagación, completando y matizando los expuestos anteriormente, para después

121

adentrarnos en la investigación-acción como mejor estrategia para el desarrollo de

colectivos críticos en educación:

1. La investigación cualitativa debe describir detallada y ricamente el objeto de los

estudios, de modo que permita también a sujetos ajenos al escenario establecer criterios y

posibilite la generalización de cierto conocimiento tácito sobre la realidad descrita.

2. Debe ser completa en sí misma, por lo que su contextualización es un requisito

imprescindible para fundamentar el análisis de la realidad.

3. La información que ofrece se fundamenta en una perspectiva empírica en la que

la información emerge del propio contexto. Su fiabilidad no deriva sólo de la elegancia

lógica o teórica, sino del interés en darnos un mundo real de experiencia y acción.

4. Debe tener un carácter holístico. Más que presentar una amplia gama de

información con diversos formatos, debe ofrecer un testimonio integrado que resalte lo

esencial y deseche lo irrelevante, mostrando diversas perspectivas en torno a una situación

social determinada.

5. Una investigación cualitativa debe centrarse en los asuntos esenciales, yendo

más allá de las afirmaciones y descripciones para penetrar en la esencia del caso

iluminando intenciones, predisposiciones e interacciones.

6. Debe ser accesible en un triple sentido: a) en cuanto al empleo del lenguaje; b)

en cuanto a la manifestación de las teorías, juicios y asuntos de los participantes, no sólo

los del investigador, delimitando claramente unos y otros; y c) en cuanto al proceso en sí y

su democratización.

7. Debe ser sensible a las consecuencias y efectos de la investigación sobre las

personas y la actividad objeto de estudio. Por tanto, la confidencialidad constituye una

manifestación de la preocupación ética permanente que debe ser inherente a la

investigación cualitativa. Además, debe reconocerse la influencia activa de la participación

del investigador en el proceso y las personas implicadas en el mismo.

8. No se puede olvidar que toda investigación tiene unas características, tales como

su limitación temporal, que hacen que debamos tener cuidado en no ofrecer una imagen

distorsionada de la realidad. Para ello, algunos elementos fundamentales deben ser el evitar

hacer los planteamientos como verdades absolutas y sin argumentación, así como reflejar

122

con honestdad la opinión de todos las personas implicadas, enfatizando los aspectos diná-

micos y cambiantes de la realidad y promoviendo el debate y la reflexión conjunta.

9. La investigación cualitativa es mucho más que una metodología de

investigación, pues constituye todo un modelo ideológico que implica transformación a

dos niveles: ecológico y humano.

Así, como ya se ha comentado, la investigación-acción se encuentra ubicada en

general dentro de una concepción cualitativa de la investigación, por lo que estas

características generales le son válidas, si bien tiene una identidad propia y

particularidades que vamos a analizar.

Mucho se ha escrito sobre la génesis de la investigación-acción, dentro del

campo de las ciencias sociales, y su historia desde entonces, sobre todo centrándonos en

su evolución en el seno del mundo educativo. Para intentar clarificar estos aspectos,

voy a dividir la exposición en varios puntos que abarquen sus antecedentes filosóficos y

sociológicos, su origen y primer desarrollo dentro del mundo de la sociología y la

antropología fundamentalmente, y su posterior introducción en la educación, sobre todo

en el terreno del desarrollo profesional docente desde el enfoque reflexivo investigador

(liderado en inicio por autores como SCHÖN y STENHOUSE, pero sobre todo

desarrollado y popularizado como investigación-acción por ELLIOT), en primer lugar,

y posteriormente con la aparición y evolución del enfoque crítico gracias al grupo que

surgió en torno a la Universidad de Deakin (Australia) en la década de los 80 y cuyo

máximo representante es KEMMIS.

Desde mi punto de vista, el antecedente filosófico más claro de la investigación-

acción podemos encontrarlo en la filosofía pragmática norteamericana, surgida de los

trabajos de PEIRCE y JAMES, pero cuyo mayor exponente en el tema objeto de

indagación es DEWEY y especialmente su trabajo en el campo educativo y el análisis

que realizó sobre la reflexión y las fases que definió sobre el pensamiento reflexivo,

donde ya se pueden vislumbrar algunas de las características de la primera

investigación-acción. Para DEWEY:

123

“...el origen del pensamiento se encuentra en una perplejidad, una confusión, una

duda. El pensamiento no es una cuestión de combustión espontánea; no se produce

sólo sobre ‘principios generales’. Algo debe provocarlo y evocarlo. Los

llamamientos generales al pensamiento dirigidos a un niño (o a un adulto), sin tener

en cuenta si tiene experiencia directa de alguna dificultad que lo inquiete y le turbe,

son tan inútiles como aconsejarle que salga adelante con su propio esfuerzo.”

(DEWEY, 1989, p.30)

En esta cita podemos vislumbrar algunos de los puntos centrales de la filosofía

pragmátIca, como es la relevancia de la experiencia y el concepto de conocimiento

como instrumento de la acción. Desde aquí, para este filósofo estadounidense,

“el pensamiento reflexivo, a diferencia de otras operaciones a las que se aplica la

denominación de pensamiento, implica: 1) un estado de duda, de vacilación, de

perplejidad, de dificultad mental, en la que se origina el pensamiento, y 2) un acto

de busca, de caza, de investigación, para encontrar algún material que esclarezca la

duda, que disipe la perplejidad.” (DEWEY, 1989, p. 28)

Siguiendo este razonamiento podemos deducir que DEWEY define el

pensamiento reflexivo como aquel cuyo desarrollo puede dar respuestas educativas a lo

expresado en las citas anteriores, enumerando una especie de taxonomía al respecto a

través de seis fases que él definió, pero no de manera absolutista, indicando que su

secuencia no tenía que ser fija, sino que dependería del contexto de desarrollo, y que

dichas fases podían también ampliarse en casos concretos que así lo requirieran. Estas

fases podemos verlas en la siguiente argumentación sobre el proceso que conlleva el

pensamiento reflexivo:

“1) sugerencias, en las que la mente salta hacia delante en busca de una posible

solución; 2) una intelectualización de la dificultad o perplejidad que se ha

experimentado (vivido directamente) en un problema que hay que resolver, una

pregunta a la que hay que buscar respuesta; 3) el uso de una sugerencia tras otra

como idea conductora, o hipótesis, para iniciar y guiar la observación y otras

operaciones de recogida de material objetivo; 4) la elaboración mental de la idea o

suposición como idea o suposición (razonamiento, en el sentido en que el

124

razonamiento es una parte de la deducción y no su totalidad); y 5) comprobación de

hipótesis mediante la acción real o imaginada.” (DEWEY, 1989, p.102-103)

En cuanto a la sexta fase o aspecto al que nos referíamos, el propio DEWEY lo

definía como ‘referencia al futuro y al pasado’, ya que consideraba que el pensamiento

reflexivo implica una visión de futuro (en forma de pronóstico, anticipación o

predicción) y una referencia al pasado de manera implícita, puesto que las sugerencias

no surgen de la nada, sino que se encuentran influidas por nuestras experiencias

pasadas, lo que le confiere a la reflexión, desde mi punto de vista, un carácter histórico-

cultural.

DEWEY y todo el movimiento de la Escuela Nueva surgida tras la Primera

Guerra Mundial hacían girar todo su pensamiento en el ideal democrático que desarrolló

el primero y en educación se apoyaba en una concepción en la que el pragmatismo se

constituye en base del conocimiento y se veía la necesidad de contar con la experiencia,

la exigencia del pensamiento claro y el valor positivo del error, lo cual implicaba el

anhelo del filósofo estadounidense sobre la democratización del saber desde la

extensión del acceso al pensamiento científico a todas las personas y la construcción

común del conocimiento. Además, DEWEY destacó el valor de la investigación como

proyecto cooperativo originado por problemáticas relevantes y el importante papel de la

moral para la participación en la vida pública, cuya expresión política era para él la

democracia y el pluralismo. (IZUZQUIZA, 2000)

Esta herencia filosófica influyó enormemente en los teóricos sociales posteriores

y tuvo una incidencia fundamental en los planteamientos con aspiraciones democráticas

que se percibían como absolutamente imprescindibles para responder y trascender la

hegemonía en la investigación del positivismo y la presunción de que el método

científico debía ser aplicado como una mera receta también dentro de las ciencias

sociales. Como el propio filósofo comentaba, los problemas de la investigación son

establecidos por “las propias situaciones sociales reales que son conflictivas y

confusas.” (DEWEY, cit. IMBERNÓN, 1994, p.135) En este contexto y con estas

125

premisas surgió la investigación-acción y a través de las mismas se instauró como

paradigma de cambio en el mundo de las ciencias sociales.

KURT LEWIN fue quien acuñó en 1946 el término investigación-acción

(‘action research’, en el original inglés, e ‘investigación participativa’ en la mayoría de

los países latinoamericanos) como una nueva manera de entender la investigación

adaptando el modelo tradicional empírico-analítico al terreno de la sociología,

introduciendo así un carácter participativo, más democrático y referenciado al cambio

de las investigaciones en el campo de la acción social. Así, una primera cuestión que

hay que tener en cuenta en torno a la investigación-acción es que se trata de una

actividad de grupo en la que se vinculan y valoran la acción y la comprensión

colectivas, de donde emergen otras dos cuestiones definitorias desde la perspectiva

lewiniana, como son las de “decisión de grupo y compromiso con la mejora.”

(KEMMIS y McTAGGART, 1988, p.11)

Es necesario, por otra parte, identificar claramente el contexto donde surgió,

tanto desde el punto de vista del movimiento de la dinámica de grupos en la psicología

social como en el de las relaciones humanas y las luchas de los grupos sociales,

necesitados de generación de formas de conocimiento que les fueran directamente útiles

para su acción. En este sentido, LEWIN consideraba que los problemas sociales debían

ser la base para la investigación de las ciencias sociales, por lo que como psicólogo

social la mayoría de los casos en los que intervino se referían al cambio de actitudes en

grupos sociales.(LEWIN, 1992)

Por consiguiente, y siguiendo a IMBERNÓN, podemos decir que la concepción

lewiniana de la investigación-acción posee tres características principales:

1. Ha de llevarse a cabo en colaboración con los sujetos estudiados (participación).

2. No debe realizarse en el laboratorio (implicación y democracia).

3. Antes y después de su desarrollo es necesario constatar las actitudes y

comportamientos de los individuos (cambio individual y social). (IMBERNÓN,

1994, p.134)

126

Además, como el sociólogo estadounidense analizó, la investigación-acción

como forma para indagar experimentalmente en situaciones problemáticas sociales a

través de colectivos con dificultades, defendía una “visión de la investigación

compuesta de ciclos de acción que incluyen el análisis, la identificación de hechos, la

conceptualización, la planificación, la puesta en práctica y la evaluación de la acción.”

(McKERNAN,1999, p.29) Por lo tanto, podríamos decir que entendía la investigación-

acción en términos de eficacia en la gestión social y sobre las prácticas sociales, cuyas

problemáticas era necesario abordar a través de un proceso investigador que integrara la

planificación, la indagación y la ejecución en un todo diagnosticador que, a base de

sucesivos ciclos, iría perfeccionando el proceso y su eficacia respecto a los logros que

se pretendieran conseguir. Como el propio LEWIN describe:

“la gestión social racional procede en una espiral de fases, cada una de las cuales se

compone de un bucle de planificación, acción y búsqueda de hechos o indagación

sobre el resultado de la acción.” (LEWIN, 1988, P.49)

Estamos, por tanto, frente a un proceso que podríamos definir como tecnológico

y utilitarista, enmarcado dentro de un paradigma con ciertos tintes neopositivistas a

pesar de sus pretensiones colectivistas y porque su concepción del cambio social no

tiene detrás definida ninguna teoría concreta, sino que lo que pretende es que los

cambios en la acción den resultados ya prefijados de antemano de manera más o menos

explícita. De todas formas, considero que hay que reflejar los grandes aportes de la

investigación-acción desde su origen, sobre todo en su tendencia a tener en cuenta las

problemáticas sociales como ejes de la investigación y otorgarle a ésta un papel no sólo

reproductor o generador de conocimiento teórico, sino también de cambio social, lo cual

ha tenido importantes consecuencias en el mundo de las ciencias sociales, sobre todo en

la sociología, la antropología y la pedagogía. Como el propio LEWIN solía decir, se

trata de hacer una investigación que produzca algo más que libros, es decir, que tenga

un compromiso con la realidad y su transformación

En este sentido, y aunque existen múltiples formas de entender y poner en

práctica la investigación-acción, sí existen una serie de principios que podríamos

considerar como comunes a la mayoría de las modalidades:

127

- La necesidad de la construcción del conocimiento de manera cooperativa, puesto

que la investigación-acción constituye una forma de estudio autorreflexivo que trata

de dar respuestas a las preocupaciones prácticas de los actores sociales dentro de un

marco ético compartido con el fin de mejorar dichas prácticas y su comprensión de

las mismas.

- La democratización del control de la práctica social, puesto que: “La investigación-

acción es innovadora desde el punto de vista científico cuando es innovadora desde

el sociopolítico, es decir, cuando se trata de volver a poner el control del saber en

manos de los grupos y de las colectividades que manifiestan un aprendizaje

colectivo tanto en su toma de conciencia como al asumir la acción colectiva.”

(ZUÑIGA, cit. DELORME, 1985, p.182)

- El reconocimiento de las posiciones ideológicas de los investigadores, en el sentido

de que en la investigación-acción todas las personas implicadas tienen presentes en

sus análisis y no ocultan su pensamiento, lo cual constituye otro elemento de

democratización.

- La visión dialéctica de la relación teoría-práctica, ya que la investigación-acción no

es una media entre los dos términos que la componen, sino que constituye su

interrelación dialéctica: “La investigación acción encuentra su especificidad, que es

trabajar para generar la acción por la investigación y la investigación por la acción

en y por la confrontación y el cuestionamiento de la una por la otra en el seno del

cambio.” (BATAILLE, cit. GOYETTE y LESSARD-HÉBERT, 1988, p.44)

Así, sintetizando y completando el marco descrito, me gustaría añadir los cinco

puntos que destaca CONTRERAS (1994a) como característicos de la investigación-

acción:

- La investigación-acción integra el conocimiento y la acción.

- La investigación-acción cuestiona la visión instrumental de la práctica.

- La investigación-acción es realizada por los implicados en la práctica que se

investiga.

- La investigación-acción tiene por objeto mejorar la práctica.

128

- La investigación-acción supone una visión sobre el cambio social.

Así, teniendo pues presente lo común, vamos a profundizar en las distintas

formas de concebir la investigación-acción, sobre todo desde el punto de vista del

desarrollo profesional docente. Partiendo del pensamiento habermasiano, nuevamente

KEMMIS realiza una síntesis sobre los tres paradigmas referentes al cambio social y

educativo que nos va a ser de utilidad a la hora de diferenciar los distintos modelos de

investigación-acción que se adscriben a los mismos.

“En el razonamiento instrumental o técnico sobre el cambio social y educativo, el

individuo adopta una postura objetivadora con respecto a los demás implicados en

el ambiente que haya de modificarse, tratándolos como elementos del ‘sistema’. En

consecuencia, el individuo está predispuesto a considerar, en cierto sentido, a los

demás como objetos, como ‘ellos’, es decir, en tercera persona.

En el razonamiento práctico sobre el cambio social y educativo, el individuo

adopta una postura más ‘subjetiva’ con respecto al ambiente en el que haya de

producirse el cambio, tratando a los demás implicados como a miembros de un

mundo común, como personas que, como él mismo, merecen el respeto debido a

sujetos cognoscentes que no sólo son ‘otros’, sino también agentes autónomos y

responsables. En consecuencia, el individuo está predispuesto a considerar, en

cierto sentido, a los demás como personas a las que hay que dirigirse como

‘vosotros’, es decir, en segunda persona.

En el razonamiento crítico (o emancipador) sobre el cambio social y educativo, el

individuo adopta una postura más dialéctica con respecto a los aspectos ‘objetivo’

y ‘subjetivo’ (mutuamente constitutivos y dialécticamente erlacionados) del

ambiente (considerando éste social, histórica y materialmente construido), que hay

que entender tanto en términos de ‘sistema’ como de ‘mundo vital’. En ese

contexto, el individuo trata a los demás implicados como copartícipes que,

mediante su participación en las prácticas que constituyen y reconstituyen a diario

el ambiente, como sistema y como mundo vital, pueden trabajar en colaboración

para modificar las formas de constituirlo y, en consecuencia, cambiar tanto el

sistema como el mundo vital. Por tanto, el individuo está predispuesto a considerar

a esas personas como a miembros del grupo que constituye el ‘nosotros’, es decir,

en primera persona.” (KEMMIS, 2000, p.20)

129

Esta metáfora sobre el ‘ellos’, el ‘vosotros’ y el ‘nosotros’ me parece muy válida

para el análisis de los paradigmas en la investigación-acción. Desde esta perspectiva,

voy a distinguir entre los tres paradigmas y una cuarta visión que suponen los enfoques

que se autodenominan como eclécticos y que tienen posiblemente a su representante

más conocido en McKERNAN, el cual define la investigación-acción de la siguiente

manera:

“la investigación-acción es el proceso de reflexión por el cual en un área-problema

determinada, donde se desea mejorar la práctica o la comprensión personal, el

profesional en ejercicio lleva a cabo un estudio –en primer lugar, para definir con

claridad el problema; en segundo lugar, para especificar un plan de acción- que

incluye el examen de hipótesis por la aplicación de la acción al problema. Luego se

emprende una evaluación para comprobar y establecer la efectividad de la acción

tomada. Por último, los participantes reflexionan, explican los progresos y

comunican estos resultados a la comunidad de investigadores de la acción. La

investigación-acción, es un estudio científico autorreflexivo de los profesionales

para mejorar la práctica.” (McKERNAN, 1999, p.25)

Personalmente considero que el eclecticismo suele ser un elemento negativo en

el mundo de la educación, por muy buenas que sean las intenciones que lo forman, y

ello por tres razones fundamentalmente:

1. Porque oculta las más de las veces un deseo de acomodación epistemológica o bien

de suavización de la crítica implícita en los modelos progresistas de manera que se

ven desarmados de su parte sustancial aunque ‘estéticamente’ se mantenga de

manera superficial el discurso de negación del enfoque técnico,

2. Porque supone una ‘desnaturalización’ de los procesos de reflexión mezclando y

pretendiendo armonizar intereses distintos bajo la estrategia de tomar elementos de

cada uno e intentar dotar de coherencia una amalgama que ni ética ni políticamente

soporta un análisis crítico ni conlleva el desarrollo de una conciencia emancipatoria,

y

130

3. Porque los profesionales de la educación, y más aún si cabe en la situación actual,

con tanta confusión y cambios inmovilistas y donde se denigra la participación

política en la acción pedagógica, deben ser conscientes en todo momento de qué

terreno pisan y en qué paradigma desarrollan sus reflexiones y sus prácticas, lo cual

debe aportar coherencia o, al menos, una consciencia sobre las consecuencias

sociales y pedagógicas de ese actuar.

De todas formas, no hay que considerar esto de manera dogmática, sino como

una llamada de atención. Es evidente de que aunque distingamos la investigación-acción

en los tres paradigmas, es muy difícil hablar de pureza de los mismos en la práctica,

sobre todo en relación a los ‘límites’ entre el interpretativo y el crítico, pero partir de

una concepción compuesta, de manera supuestamente ‘integradora’ por enfoques que a

veces son excluyentes entre sí epistemológica y axiológicamente no me parece la mejor

opción.

Sin embargo, todos estos argumentos nos van a ayudar a entrar en esos

paradigmas dentro de la investigación-acción. Desde esta perspectiva, el paradigma

técnico-científico, como antes he desarrollado, podríamos asociarlo a propuestas como

la de LEWIN, además de tener siempre presente que resulta muy fácil caer en él incluso

cuando supuestamente nos situemos en los otros dos. De todas formas, como el

desarrollo de la investigación-acción en educación se ha vehiculado principalmente a

través de los movimientos progresistas de desarrollo profesional docente, vinculados

bien al paradigma práctico o al crítico, nos vamos a centrar en desarrollar la

investigación-acción desde estas dos concepciones y ver las diferencias sustantivas y

procedimentales que muestran.

Pero eso sí, antes de pasar a ese análisis sí me gustaría recordar y dejar claras

dos ideas que afectan a los tres paradigmas y que son, por un lado, el hecho de que la

reflexión siempre está orientada a la acción y, por otro, que ésta se encuentra situada en

un marco histórico y cultural que la condiciona. Como afirma KEMMIS:

131

“Podemos ver que la reflexión está orientada hacia la acción, y que tiene un

significado y una importancia en relación con un contexto o situación (un terreno

histórico de acción), aunque en cada caso adopte una visión diferente del grado en

el que el contexto se debe tratar como algo problemático. En ninguna de sus

posibilidades (técnica, práctica o reflexión) se puede entender la reflexión sin

referirse a la acción o al contexto.” (KEMMIS, 1999, p.99)

132

2.3. La investigación-acción práctica: profesoras y profesores como

investigadores y profesionales reflexivos

“La persona que trata de comprender un texto realiza siempre un acto de

proyección. Proyecta ante sí un significado del texto en conjunto en el momento en

que surge del mismo algún significado inicial. Este último sólo surge porque

aquélla lo lee con determinadas expectativas en relación con cierto significado. El

resultado del anteproyecto, constantemente revisado en términos de lo que emerge

a medida que penetra el significado, es la comprensión de lo que allí existe.”

(GADAMER, 1984, p.236)

Siguiendo a CONTRERAS (1997), considero que los dos referentes más

importantes de la visión práctica en educación desde la perspectiva de la formación del

profesorado fueron la idea del profesional reflexivo desarrollada por SCHÖN (1992) y

la del profesor como investigador, de STENHOUSE (1984,1987).

SCHÖN (1992) entiende que las formas técnicas y basadas en un tipo de

racionalidad instrumental son insuficientes e inadecuadas para enfrentarse a situaciones

singulares, multidimensionales y política y moralmente configuradas como es el caso de

las relacionadas con la enseñanza. En este sentido, distingue entre lo que denomina

‘conocimiento en la acción’ y ‘reflexión en la acción’.

El conocimiento en la acción se refiere a las formas de acción tácitas e

interiorizadas de forma irreflexiva que se usan por aplicación mecánica en la acción

como elementos implícitos en la misma. Este conocimiento en la acción tiene en la

repetición y en las formas rutinarias de acción su sustento y en la acomodación

despolitizada de la práctica su consecuencia más clara.

En cuanto a la reflexión en la acción, podríamos decir que hace referencia al

pensamiento introspectivo sobre lo que hacemos y por qué lo hacemos, de manera que

analizamos nuestras acciones dentro del contexto donde se están realizando, así como

133

los resultados y el conocimiento implícito en las mismas, convirtiendo al profesional no

en un técnico para la aplicación y/o la intervención, sino en un investigador en el

contexto de su práctica que construye de manera deliberativa, no burocrática, sus

análisis de las situaciones y las acciones que éstas requieren.

“Un profesional que reflexiona-en-la-acción tiende a cuestionar la definición de su

tarea, las teorías-en-la-acción de las que parte y las medidas de cumplimiento por

las que es controlado. Y, al cuestionar estas cosas, también cuestiona elementos de

la estructura del conocimiento organizacional en la que están inserta sus

funciones.” (SCHÖN, cit. CONTRERAS, 1997, p.80)

Por tanto, la principal aportación de SCHÖN, a mi juicio, se encuentra

precisamente en su reconstrucción de la dimensión reflexiva de la práctica profesional

en detrimento de la técnica, de forma que el conocimiento y la acción se ven unidos

gracias a la reflexión sobre sus fines y los medios utilizados para su consecución. Sin

embargo, la perspectiva que plantea SCHÖN tiene varias limitaciones, la principal de

las cuales, siguiendo el análisis que al respecto realizaron LISTON y ZEICHNER

(1993) se encuentra en el hecho de que, aunque no desdeñara en sus análisis el

componente institucional, SCHÖN no pretendía desarrollar un planteamiento de cambio

institucional y social, por lo que se centraba en las prácticas individuales y sobre todo

en proporcionar un modelo alternativo de descripción de la práctica profesional mas que

en hacer de la reflexión en la acción una estrategia de transformación social y educativa

con un claro compromiso político, ético y ecológico.

En cuanto a STENHOUSE, existen muchas similitudes entre las ideas de

SCHÖN y la de los profesores como investigadores del inglés, como pueden ser el que

sus planteamientos se dieran como oposición a la visión técnica e instrumental del papel

de los docentes o el uso de la metáfora de que la enseñanza es un arte y, por lo tanto, los

profesores son considerados como artistas que mejoran ese arte experimentando con él y

analizándolo de forma crítica. (STENHOUSE, 1987)

Para STENHOUSE la educación es una actividad humana que no es posible

reducir a una serie de generalizaciones regladas y homogéneas o bien supeditadas

134

exclusivamente a una relación inflexible entre medios y fines. En este sentido,

STENHOUSE parte del análisis crítico de la construcción del curriculum por objetivos

y su carácter restrictivo para el desarrollo profesional docente y las aspiraciones de la

propia educación. Respecto a lo primero, es aquí donde su concepción sobre el

profesorado como investigador de su propia práctica se desarrolla desde un sentido

crítico y sistemático y con el fin de mejorar sus cualidades como profesional

(STENHOUSE, 1984), superando así los hábitos irreflexivos de la docencia, que se

corresponderían en cierto modo con el conocimiento en acción de SCHÖN. En cuanto al

segundo aspecto, hay que resaltar que el pensamiento de STENHOUSE se encuentra

muy relacionado con todo lo referente a la experimentación curricular y la innovación,

por lo que la investigación sobre la práctica docente surge para él de la necesidad de

poner a prueba esa práctica, no siendo necesario partir de una teoría o un

posicionamiento ideológico concreto para ello, puesto que el componente crítico, según

STENHOUSE, se encuentra implícito en el propio proceso reflexivo e investigador del

docente como individuo.

Así, el propio STENHOUSE refiere al sentido emancipatorio que tiene la

investigación para el profesorado, pero se trata de un concepto de emancipación

limitado a la práctica pedagógica de los docentes y, por consiguiente, relacionado más

con una forma individualizada de transcender la rutina burocrática y las formas

autoritarias externas (mito de los expertos) que fomenta la concepción técnica de la

enseñanza. En referencia a esto, GRUNDY (1991), como ya comentamos, entiende este

concepto de emancipación como ‘liberal’ porque hace énfasis en una dimensión del

cambio como fruto de la reflexión sobre la acción individual, sin una verdadera

conciencia social e histórica sobre la que haga incidencia ese cambio de manera

institucional y colectiva.

Bajo este pensamiento sobre el cambio y sobre la potencialidad que ofrece la

investigación al profesorado para el desarrollo de su autonomía profesional,

STENHOUSE (1984, pp.144-145) ofrece dos modelos de profesorado que él denomina

profesional restringido y profesional amplio.

135

El profesional restringido tendría las siguientes características:

1. Un elevado nivel de competencia en el aula.

2. Se centra en el niño (a veces, lo hace en la materia).

3. Un elevado grado de destreza con el alumnado y su comprensión.

4. Encuentra gran satisfacción en las relaciones personales con el alumnado.

5. Evalúa el rendimiento desde el punto de vista de sus propias percepciones de los

cambios producidos en la conducta y las realizaciones de los alumnos.

6. Asiste a cursillos de tipo práctico.

En cuanto al profesional amplio, que sería el que desarrollaría una labor

indagadora hacia sus prácticas profesionales, poseería todas las características del

restringido más las siguientes:

1. Considera su labor en el contexto más amplio de la escuela, la comunidad y la

sociedad.

2. Participa en numerosas actividades profesionales (grupos sobre problemas, centros

de profesores, reuniones).

3. Se preocupa de relacionar la teoría y la práctica.

4. Está comprometido con alguna forma de teoría del curriculum y algún modo de

evaluación.

Por tanto, y resumiendo lo expuesto sobre el profesorado como profesionales

reflexivos, tanto desde la perspectiva de SCHÖN como desde la de STENHOUSE,

podemos destacar los siguientes puntos que enumera CONTRERAS al respecto:

1. Los enseñantes reflexivos elaboran comprensiones específicas de los casos

problemáticos en el propio proceso de actuación.

2. Se trata de un proceso que incluye: a) la deliberación sobre el sentido y valor

educativo de las situaciones, b) la meditación sobre las finalidades, c) la realización

de acciones prácticas consistentes con las finalidades y valores educativos, y d) la

valoración argumentada de procesos y consecuencias.

3. Esto conduce al desarrollo de cualidades profesionales que suponen: a) la

construcción de un conocimiento profesional específico y b) la capacidad para

136

desenvolverse en esas situaciones conflictivas e inciertas que constituyen una parte

importante del ejercicio de su profesión.

4. En términos más aristotélicos, la perspectiva reflexiva, aplicada a los docentes, se

refiere a la capacidad de deliberación moral sobre la enseñanza, esto es, la

búsqueda de prácticas concretas para cada caso que sean consistentes con las

pretensiones educativas. (CONTRERAS, 1997, p.101)

Mas probablemente ha sido JOHN ELLIOT, que inicialmente fue un

colaborador de STENHOUSE, quien mejor ha desarrollado el pensamiento en torno al

profesor como investigador reflexivo, continuando así y perfeccionando la labor del

propio STENHOUSE. ELLIOT parte de una concepción de la educación como práctica

moral y ética en la que el proceso de reflexión sobre la práctica constituye por sí mismo

un proceso de generación de pensamiento crítico que no necesita de fuentes externas

teóricas para la producción de una crítica ideológica. (ELLIOT, 1990) Pero el problema,

a mi juicio, se encuentra en que ni STENHOUSE ni ELLIOT plantean en el fondo una

concreción del compromiso social del profesorado ni de su papel en el contexto social

donde investiga y reflexiona, dejando de nuevo en el terreno de la mejora individual de

la práctica cotidiana (aunque los procedimientos para llegar a eso se realicen en grupo)

casi todo el peso del cambio educativo. Esto no quiere decir que ELLIOT no tenga

presente el análisis del entorno y del ámbito institucional como parte de los procesos de

mejora de la práctica que defiende, sino que no inscribe esos análisis en un marco

sociopolítico del cambio que, sin desdeñar la necesaria mejora de las prácticas

cotidianas, inserte esa mejora dentro de un proyecto ético y político con una perspectiva

emancipatoria colectiva.

Esta posición de ELLIOT parte del hecho de que no se encuentra de acuerdo con

la interpretación de CARR y KEMMIS (1988) sobre la teoría de los intereses

constitutivos del saber de HABERMAS, distinguiendo tres modelos de investigación-

acción: técnico, práctico y crítico. Esto recupera el famoso debate filosófico entre

HABERMAS y GADAMER al respecto, trasladándolo al terreno de la investigación

educativa. En esencia, las tesis de ambos en este sentido se basan en que mientras para

la hermenéutica de GADAMER la reflexión práctica incorpora a la crítica como una

dimensión intrínseca, para HABERMAS el interés emancipador incorpora el práctico y

137

lo sobrepasa. Pero claro, esto supone desde mi punto de vista que posiblemente el

sentido que ambos filósofos le dan a la crítica y, sobre todo, al componente

emancipador difiere en su significado. Como el propio ELLIOT manifiesta:

“Desde un punto de vista gadameriano, el aspecto crítico de la reflexión no sirve a

un interés emancipador en el sentido de la emancipación de la tradición social, sino

que, como un rasgo intrínseco de la reflexión práctica, sirve a un interés de

evolución.” (ELLIOT, 1999, p.368)

De hecho, este énfasis habermasiano en diferenciar el interés práctico y el crítico

fue considerado por GADAMER como un tanto dogmático y ello ha llevado a ELLIOT

también a considerar la propuesta emancipatoria de KEMMIS como una especie de

estrategia de los teóricos expertos para restringir en cierta forma la autonomía del

profesorado en su reflexión sobre su práctica a partir del ‘corsé’ en el que se pueden

convertir a su juicio las teorías educativas críticas, sobre todo al partir éstas de una

concepción emancipatoria con pretensiones de validez universales, si bien la realidad

experiencial puede conllevar que lo que para una persona sea liberador para otra sea

motivo de opresión, lo cual ha sido una de las críticas más fuertes a las limitaciones del

enfoque crítico, además de su naturaleza utópica y falta de resultados prácticos.

(CONTRERAS, 1997)

Por lo tanto, para ELLIOT sólo se dan dos dimensiones de la reflexión en el

profesorado, lo cual desde su punto de vista no supone una limitación sino una

tendencia que lleva implícito el cuestionamiento de sus acciones y de los valores que

subyacen en las mismas. Así, el propio ELLIOT (1999, p.369) contrasta esas dos

dimensiones en el siguiente cuadro:

EL INTERÉS PRÁCTICO

Autorreflexión crítica

Pautas intrínsecamente

problemáticas

La persona como fuente de

pautas

EL INTERÉS TÉCNICO

Pensamiento instrumental

Pautas claras e inequívocas

impersonales

Normas de medios-fines como

fuente de pautas

138

Desde esta perspectiva considero que la diferencia entre la concepción práctica y

la crítica supone matices suficientes como para considerarlos de manera separada. Así,

para CARR (1989) el paradigma crítico difiere del práctico en su reconocimiento

explícito de la posibilidad de que los valores educativos y las prácticas de los actores

educativos puedan deformarse o verse impedidas por fuerzas y estructuras

institucionales o restricciones de origen político. De lo que se trataría sería, por tanto, de

identificar y exponer esos autoentendimientos desvirtuados, situaciones y asuntos

organizativos que limitan o impiden el desarrollo de las prácticas críticas, para lo cual

hay que contar con algo más que un proceso reflexivo sobre lo cotidiano.

ELLIOT, sin embargo, y en coherencia con sus principios y su modelo de

profesorado como investigador reflexivo, desarrolló la investigación-acción desde el

punto de vista del enfoque práctico, siendo muy elogiable la labor de divulgación y

extensión que ha llevado a cabo de esta metodología y sus aportaciones teóricas para su

desarrollo. Para este autor:

“El objetivo fundamental de la investigación-acción consiste en mejorar la práctica

en vez de generar conocimientos. La producción y utilización del conocimiento se

subordina a este objetivo fundamental y está condicionado por él.” (ELLIOT, 1993,

p.67)

Y esa mejora de la práctica él la concibe desde la implantación de los valores

que constituyen sus fines, que al mismo tiempo son cualidades intrínsecas de la propia

práctica además de manifestarse en función de sus resultados. Por eso, a la hora de

analizar la investigación-acción práctica no podemos olvidar que ELLIOT, como le

sucediera a STENHOUSE, pone casi toda su atención en la reforma curricular y en los

aspectos morales y socialmente variables de las prácticas educativas, con la pretensión

de mejorar esas prácticas, como ya se ha dicho, desde la reflexión del profesorado sobre

las mismas, el análisis de las contradicciones personales e institucionales (en el sentido

de inducidas por las formas burocráticas de organización) y la idea de que es sobre todo

a través de la acción como los enseñantes pueden reflexionar, es decir, que no se parte

de la necesidad de unas teorías críticas como eje vertebrador del ciclo de acción y

reflexión.

139

Esto quiere decir que para ELLIOT la investigación-acción logra la mejora de la

práctica desarrollando la capacidad de discernimiento y el juicio práctico de los

profesionales, muy en la línea aristotélica, a la hora de que estos lleven a cabo sus

acciones en situaciones concretas y problemáticas, de manera que la investigación-

acción consigue dar así su respuesta a la disyuntiva entre la teoría y la práctica,

unificando “la investigación, el perfeccionamiento de la práctica y el desarrollo de las

personas en su ejercicio profesional.” (ELLIOT, 1993, p.70-71) De esta forma, las

expresiones clave dentro de la visión del cambio social que posee son la de autonomía

profesional como aspiración y, relacionada con la anterior, la de cambio individual

como lucha contra la instrumentalización de la labor docente.

Es así que, siguiendo al propio ELLIOT, podemos decir que las características

de la investigación-acción desde el enfoque práctico serían éstas:

1. La investigación-acción en las escuelas analiza las acciones humanas y las

situaciones sociales experimentadas por los profesores como:

(a) inaceptables en algunos aspectos (problemáticas);

(b) susceptibles de cambio (contingentes);

(c) que requieren una respuesta práctica (prescriptivas).

2. El propósito de la investigación-acción consiste en profundizar la comprensión

del profesor (diagnóstico) de su problema. Por tanto, adopta una postura

exploratoria frente a cualesquiera definiciones iniciales de su propia situación que

el profesor pueda mantener.

3. La investigación-acción adopta una postura teórica según la cual la acción

emprendida para cambiar la situación se suspende temporalmente hasta conseguir

una comprensión más profunda del problema práctico en cuestión.

4. Al explicar ‘lo que sucede’, la investigación-acción construye un ‘guión’ sobre

el hecho en cuestión, relacionándolo con un contexto de contingencias mutuamente

interdependientes, o sea, hechos que se agrupan porque la ocurrencia de uno

depende de la aparición de los demás.

5. La investigación-acción interpreta ‘lo que ocurre’ desde el punto de vista de

quienes actúan e interactúan en la situación problema, por ejemplo, profesores y

alumnos, profesores y director.

140

6. Como la investigación-acción considera la situación desde el punto de vista de

los participantes, describirá y explicará ‘lo que sucede’ con el mismo lenguaje

utilizado por ellos; o sea, con el lenguaje de sentimiento común que la gente usa

para describir y explicar las acciones humanas y las situaciones sociales en la vida

diaria.

7. Como la investigación-acción contempla los problemas desde el punto de vista

de quienes están implicados en ellos, sólo puede ser válida a través del diálogo

libre de trabas con ellos.

8. Como la investigación-acción incluye el diálogo libre de trabas entre el

‘investigador’ (se trate de un extraño o de un profesor/investigador) y los

participantes, debe haber un flujo libre de información entre ellos. (ELLIOT, 1990,

p.24-26)

Para la concreción de todo esto ELLIOT elaboró una espiral de actividades que

conformarían los pasos a seguir en la realización de la investigación. Este modelo es

una versión revisada del modelo de LEWIN que ELLIOT reelaboró a partir de su

experiencia en el trabajo con el profesorado ayudándolos y animándolos a hacer

investigación-acción. Por tanto, a continuación reproduzco gráficamente esta espiral

cíclica basada en ELLIOT (1993, p.90)

IMPLEMENTACIÓNDEL PASO 1

"RECONOCIMIENTO"(explicación de fallos en la

implementación y sus efectos)

REVISIÓN DE LA IMPLEMENTACIÓNY SUS EFECTOS

IMPLEMENTACIÓNDE LOS PASOS SIGUIENTES

PLAN CORREGIDOPaso 1 de la AcciónPaso 2 de la AcciónPaso 3 de la Acción

REVISIÓN DE LA IDEA GENERAL

"RECONOCIMIENTO"(explicación de fallos en la

implementación y sus efectos)

REVISIÓN DE LA IMPLEMENTACIÓNY SUS EFECTOS

IMPLEMENTACIÓNDE LOS PASOS SIGUIENTES

PLAN CORREGIDOPaso 1 de la AcciónPaso 2 de la AcciónPaso 3 de la Acción

REVISIÓN DE LA IDEA GENERAL

"RECONOCIMIENTO"(explicación de fallos en la

implementación y sus efectos)

REVISIÓN DE LA IMPLEMENTACIÓNY SUS EFECTOS

PLAN GENERALPaso 1 de la AcciónPaso 2 de la AcciónPaso 3 de la Acción

RECONOCIMIENTO(descubrimiento y análisis de hechos)

IDENTIFICACIÓNDE LA IDEA INICIAL

141

En definitiva, y basándonos en CONTRERAS (1994a), podemos sintetizar las

características del enfoque práctico de la investigación-acción de la siguiente forma:

- El enfoque práctico pone sobre todo el acento en los aspectos morales de la práctica

educativa, reflejando qué se considera educativo y qué no, por lo que mejorar la

educación en este contexto es mejorar la cualidad intrínseca de la experiencia

educativa.

- Los valores de la práctica educativa no pueden quedar bien definidos ni

comprendidos al margen de la propia práctica. Es reflexionando sobre ella como se

adquiere conciencia del significado y alcance de dichos valores, para lo cual la

investigación-acción supone una ayuda muy importante.

- La investigación-acción trata de atender a la realidad en toda su complejidad y

concreción, resistiéndose al uso de abstracciones teóricas analíticas o, como mucho,

otorgándoles una función subordinada o específica.

- Los cambios sociales en educación dependen fundamentalmente de las posibilidades

que tenga el profesorado para cambiar sus prácticas educativas, eliminando su

dependencia respecto de directrices externas y haciéndose más autónomo a partir de

la reflexión sobre sus concepciones implícitas y las contradicciones para ser

conscientes de ellas y desarrollar un pensamiento crítico al respecto.

Otro aspecto que me gustaría señalar es el del papel del ‘agente externo’ en el

proceso de la investigación-acción, que se concibe como un facilitador del diálogo y

experto teórico, lo cual hace esa función muy inestable pues es fácil caer en un modelo

de formación técnica o dependiente, de ahí que la tendencia necesaria, a mi juicio, deba

ser el cambio de visión de esa figura y, sobre todo, la eliminación de su importancia

directiva en la dinámica de trabajo y reflexión del propio colectivo.

Además de todo esto, antes de entrar al desarrollo y profundización en el

enfoque crítico, vamos a explicitar las limitaciones de este enfoque práctico, las cuales

son a mi juicio superadas por el paradigma emancipatorio de la investigación-acción.

No se trata de devaluar al enfoque práctico y el carácter transformador de la acción

142

práctica moralmente orientada, como manifiesta RUÉ (1995), sino de señalar sus

limitaciones desde distintos puntos de vista. Así, BONAL (1995) habla de tres tipos de

limitaciones en el enfoque práctico (políticas, sociológicas y culturales), las cuales

podríamos sintetizar de la siguiente forma:

- Limitaciones políticas. La investigación-acción práctica sólo tiene en cuenta la

necesidad de considerar las implicaciones políticas de las decisiones educativas y

omite el carácter intrínsecamente político de todas ellas, lo cual puede suponer, en

algunos casos, un enmascaramiento de relaciones de poder implícitas, y que la

transformación propuesta no altere los fundamentos de lo que se enseña, del para

qué se enseña y, sobre todo, para quién se enseña.

- Limitaciones sociológicas. Algunos autores se han referido al uso mayoritario del

conocimiento psicopedagógico por parte del profesorado para la interpretación de la

realidad educativa, en detrimento del conocimiento sociológico. Al reducir la

problematización educativa solamente al ámbito de lo que es un problema en el

trabajo cotidiano de un colectivo, la investigación-acción práctica disminuye su

capacidad transformadora de desigualdades y la posibilidad de comprender factores

sociológicos explicativos de reacciones y acciones del alumnado.

- Limitaciones culturales. En el modelo dominante de práctica escolar, las diferencias

son básicamente concebidas como carencias, y pocas veces como comportamientos

o actitudes que permitirían elaborar nuevas dimensiones para la evaluación y la

práctica escolar. La investigación-acción práctica, por razones que pueden responder

a la ética de la relación entre agentes externos e internos, o por la homogeneidad

cultural en la que suele operar el profesorado, no posibilita dar ese paso.

Finalmente, antes de entrar de lleno en la investigación-acción crítica, desearía

hacer explícita una distinción importante para aclarar que la diferenciación que aquí

estamos siguiendo de la investigación-acción en tres paradigmas emerge de la

sustantivación de los mismos. Los paradigmas nos sirven de guía a las investigadoras e

investigadores para discernir qué es lo importante, lo legítimo, lo razonable,... Desde

esta perspectiva es que considero válida esta triple concepción de paradigmas

143

sustantivos, pues metodológicamente (en el caso de la distinción entre el interpretativo y

el crítico) no se tiene porqué dar esto. En palabras de CARR y KEMMIS:

“Es evidente que las distintas formas de investigación no se distinguen por el

asunto que investigan (...) Tampoco los métodos y técnicas utilizados dan su

carácter distintivo a una actividad investigadora, porque son muchas las formas de

investigación que emplean recursos similares. Las fuentes para obtener

información son muchas, dependen de la curiosidad humana. Hay que fijarse en

que la actividad investigadora es algo que unas personas hacen, y que por tanto

resulta inteligible con referencia a los propósitos generales por los cuales se

emprende la misma.” (CARR y KEMMIS, 1988, p.120)

De esta manera, GRUNDY (1991) deja claro también la incompatibilidad de la

perspectiva técnica con las otras dos, pero no de éstas últimas entre sí, pues su

diferencia se encuentra sobre todo en la forma de percibir y actuar en la realidad. Por lo

tanto, en definitiva lo que pretendo explicitar es que el asunto de los paradigmas

debemos centrarlo en aspectos ideológicos y no tanto metodológicos, como pueden ser

los referentes a la manera de entender la emancipación, el sentido colectivo de la acción

humana, etc. Todo esto lo ha expuesto con claridad el profesor IMBERNÓN, a modo de

conclusión:

“...no he querido separar los dos enfoques: el interpretativo y el crítico, en el

ámbito metodológico, ya que las metodologías pueden ser las mismas y lo que

varían son las finalidades, los procesos y las estrategias de implantación (el interés

constitutivo habermasiano) (...) La diferencia estriba en cómo, para quién y por qué

se utiliza una u otra estrategia investigadora, cómo se implican los participantes,

qué relación tiene en la transformación de la práctica, con el contexto

socioeconómico y con la finalidad de la investigación.” (IMBERNÓN, 2002, p.44)

144

2.4. La investigación-acción emancipatoria: un compromiso colectivo

con la acción transformadora

“La investigación-acción no debería considerarse como una

receta o una técnica para conseguir la democracia, sino más

bien como una incorporación de principios democráticos a la

investigación, permitiendo a los participantes influir, si no

determinar las condiciones de sus propias vidas y trabajo, y

desarrollar conjuntamente críticas a las condiciones sociales que

sustentan la dependencia, la desigualdad o la explotación en

cualquier proyecto de investigación, o en la vida social en

general.” (KEMMIS, 1991, p.3331)

La investigación-acción desde el paradigma crítico ha sido desarrollada

fundamentalmente por KEMMIS y todo el grupo construido en torno a la Universidad

de Deakin, cuyo referente epistemológico fundamental se encuentra en la Teoría Crítica

y, sobre todo, en la obra de HABERMAS.

KEMMIS es un investigador preocupado por la transformación educativa y el

fomento de procesos democráticos de colaboración entre los actores sociales. Por tanto,

enfatiza el componente social y político desde la crítica ideológica de las condiciones

bajo las que se da la práctica, buscando la concientización (que diría FREIRE) como

base para la emancipación a partir de la acción colectiva desde el diálogo intersubjetivo

y el consenso.

“El razonamiento crítico y emancipador se manifiesta en actitudes de reflexión,

teorización y acción política en colaboración orientadas a la reconstrucción

emancipatoria del ambiente (comprendidos de manera más dialéctica, como

constituyentes de los aspectos interrelacionados personales políticos, locales y

145

globales del sistema y del mundo vital, a la vez que constituidos por ellos).”

(KEMMIS, 2000, p.21)

Esta manifestación requiere el desarrollo de una ciencia social crítica a la

manera habermasiana en sus tres componentes: en cuanto al discurso científico, al

entendimiento y a la acción práctica, de manera dialéctica, pues no podemos olvidar que

la ciencia social crítica implica la formación de grupos comprometidos con la

generación de procesos de ilustración en ellos mismos y en el entorno que los rodea. Es

desde ahí que la investigación-acción emancipatoria media entre la teoría y la praxis a

través de un proceso de ilustración colectivo, inmanentemente reflexivo y comunitario y

dependiente de la crítica, o sea, no de la teoría como dogma sino como elemento

dinámico de construcción y mejora de conocimiento y acción. Como dice el propio

HABERMAS:

“La teoría que crea la conciencia puede establecer las condiciones en las que se

disuelvan las deformaciones sistemáticas de la comunicación y se pueda desarrollar

un discurso práctico; pero no contiene información alguna que prejuzgue la acción

futura de los implicados.” (HABERMAS, cit. GRUNDY, 1998, p.87)

En este sentido, la propia GRUNDY (1991, p.211-212) ha establecido la

relación entre la teoría crítica habermasiana, desde los tres puntos que para la mediación

teoría-práctica establecía éste y su desarrollo en el contexto de la investigación-acción,

lo cual queda reflejado en el siguiente cuadro:

146

TEORÍA CRÍTICA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN

Formación y divulgación de teoremas científicos.

La investigación-acción no utiliza la teoría para justificar la práctica ni considera la práctica como teoría aplicada. Se trata, más bien, de una relación recíproca en la que teoría y práctica se informan entre sí y son mutuamente interdependientes.

Organización de la ilustración en la que se apliquen los teoremas críticos o se prueben de una forma exclusiva mediante la iniciación de procesos de reflexión llevados a cabo en determinados grupos hacia los que se orientan dichos procesos.

I) La investigación-acción emplea procesos de reflexión en grupo de comunidades con intereses comunes.

II) La ilustración adopta la forma de puntos de vista auténticos para el práctico, tanto respecto a la teoría como a la práctica.

III) El facilitador puede ayudar a la organización de la ilustración, pero el poder para determinar la verdad reside en los prácticos, que son los árbitros finales de la autenticidad de los puntos de vista adquiridos.

Organización de la acción: la selección de las estrategias adecuadas, las soluciones de las cuestiones tácticas y la dirección de la lucha política.

I) La investigación-acción tiene como núcleo estratégico la acción, reconociendo la inevitable naturaleza política de la acción social.

II) La investigación-acción reconoce el valor y el riesgo de la acción y que la única implicación verdadera en la acción es la de los mismos actores.

III) La investigación-acción reconoce el poder de la acción cooperativa para iniciar el cambio social.

Por todo ello, en este contexto crítico, y en una primera aproximación, podríamos

decir que la investigación-acción desde el enfoque emancipatorio hace referencia a

"una forma de indagación introspectiva colectiva emprendida por participantes en

situaciones sociales con objeto de mejorar la racionalidad y la justicia de sus

prácticas sociales o educativas, así como su comprensión de esas prácticas y de las

situaciones en que éstas tienen lugar." (CARR y KEMMIS, 1988, p.174)

A esto habría que añadirle que la investigación-acción tiene, para estos dos

autores, dos objetivos esenciales: mejorar e interesar.

“En cuanto a la mejora, la investigación-acción apunta a tres sectores: primero, al

mejoramiento de una práctica; segundo, a la mejora del entendimiento de la

147

práctica por parte de quienes la realizan; tercero, al mejoramiento de la situación en

que dicha práctica tiene lugar.” (CARR y KEMMIS, 1988, p.177)

Aquí podemos apreciar una diferencia ya apuntada por respecto al enfoque

práctico, ya que en el crítico el tercer sector objeto de mejora (situacional e

institucional) es explicitado y se concibe como una necesidad política para el cambio,

mientras que para el práctico sería una circunstancia implícita pero no necesaria.

Sobre el objetivo de interesar, éste se refiere a la necesidad de que los actores-

investigadores participen en todas las fases de la investigación-acción para que ésta sea

considerada como tal y con el fin también de que su implicación sea cada vez mayor y

pueda extenderse a otros miembros de la comunidad.

Así, cuando se define este modelo de Investigación-Acción como Emancipatoria

se hace desde la teoría de la crítica que le da origen (fundamentalmente a partir del

concepto de emancipación elaborado por la Escuela de Frankfurt y, sobre todo, desde el

pensamiento habermasiano), ya que de este posicionamiento epistemológico y

axiológico emerge toda la conceptualización kemmisiana a este respecto. Por todo ello,

se puede diferenciar la Investigación-Acción Emancipatoria de otras concepciones de

Investigación-Acción como aquella que (re)construye teorías a partir del contraste de las

mismas desde su propia práctica, estableciéndose una relación dialéctica entre ambas

que conlleva un proceso de concienciación política de sus protagonistas. Se trata, en

pocas palabras, de ideas en acción conceptualizadas a partir de su carácter participativo

y colectivo, su impulso democrático y su contribución simultánea al desarrollo de

formas de ciencia social crítica y al cambio social.

Pero tan importante es tener claro qué es la investigación-acción emancipatoria

como aquello que no es. Por ello, KEMMIS y McTAGGART definieron sucintamente

en estos cuatro puntos qué NO es la investigación-acción:

1. No es aquello que hacen habitualmente los educadores cuando reflexionan

acerca de su trabajo. La i-a es más sistemática y colaboradora y recoge datos sobre

los que se basa una rigurosa reflexión de grupo.

148

2. No es simplemente la resolución de problemas.. La i-a implica el planteamiento

de problemas y no tan solo la solución de problemas. No parte de contemplar los

‘problemas’ como hechos patológicos. La i-a busca mejorar y comprender el

mundo de cambios y del aprendizaje de cómo mejorarlo a partir de los efectos de

los cambios conseguidos.

3. No es una investigación acerca de otras personas. La i-a es una investigación

realizada por determinadas personas acerca de su propio trabajo, con el fin de

mejorar aquello que hacen, incluyendo el modo en que trabajan con y para otros.

La i-a es una investigación que considera a las personas agentes autónomos y

responsables, participantes activos en la elaboración de sus propias historias y

condiciones de vida, capaces de ser más eficaces en esa elaboración si conocen

aquello que hacen y capaces de colaborar en la construcción de su historia y sus

condiciones de vida colectivas. No considera a las personas como objetos de

investigación, sino que las alienta a trabajar juntas como sujetos conscientes y

como agentes del cambio y la mejora.

4. No es ‘el método científico’ aplicado a la enseñanza. No se trata simplemente

de uno de los ángulos de visión del ‘método científico’, que son numerosos. La i-a

no se limita a someter a prueba determinadas hipótesis o a utilizar datos para llegar

a conclusiones. Adopta una visión de la ciencia social distinta de aquella que se

basa en las ciencias naturales (en las cuales los objetivos de investigación pueden

ser tratados legítimamente como ‘cosas’); la i-a concierne también al ‘sujeto’

mismo (el investigador). Su ángulo de visión es distinto de los métodos de las

ciencias históricas porque la i-a se preocupa por el cambio de situaciones y no tan

sólo por su interpretación. La i-a es un proceso, que sigue una evolución

sistemática, y cambia tanto al investigador como las situaciones en las que éste

actúa; ni las ciencias naturales ni las ciencias históricas tiene este doble objetivo.

(KEMMIS y McTAGGART, 1990, p.29-30)

Teniendo esto claro podemos seguir profundizando y afirmar que la investigación-

acción emancipatoria, como ciencia educativa crítica (CARR y KEMMIS, 1988),

rechaza las nociones positivistas de racionalidad, objetividad y de verdad favoreciendo

un enfoque dialéctico de la realidad y utiliza las categorías interpretativas de los propios

profesionales, proporcionando, de este modo, un medio para superar los

autoentendimientos distorsionados mediante el análisis de que su propia práctica está

recorrida por condiciones ideológicas, lo que les debe permitir llegar a comprender y a

149

superar aquellos aspectos sociales que puedan frustrar los cambios iniciados

racionalmente en los contextos. Según esta perspectiva, la educación no es simplemente

una práctica moral, sino que conlleva una práctica social históricamente establecida e

impregnada culturalmente.

En este sentido, CONTRERAS (1994a) ha sintetizado las características del

enfoque crítico de la investigación-acción de manera muy acertada:

— El enfoque crítico pone el acento sobre todo en los aspectos sociales de la

práctica educativa; es decir, se insiste en que ésta es producto de las formas que

socialmente se han establecido respecto a lo que se considera educativo y de las

condiciones en que tiene lugar, por lo que mejorar la educación es transformar las

formas socialmente establecidas que condicionan la práctica.

— Buena parte de la actuación de los enseñantes se debe a la costumbre, a la

rutina, a la coerción y a la ideología. Una comprensión racional de la práctica sólo

se consigue mediante la reflexión sistemática sobre la acción, a partir del estudio

teórico de las formas en que factores estructurales condicionan las relaciones y

distorsionan ideológicamente las formas de conciencia. Este proceso de

comprensión convierte la práctica no reflexiva y acrítica en praxis, en acción

comprometida y teóricamente informada, la cual puede, a su vez, transformar

reflexivamente la teoría que la informó. La realización de la I-A es un proceso por

el cual los enseñantes pueden llevar a cabo este proceso de desarrollo teórico y

praxis.

— La I-A pretende la transformación de la acción dirigida a los valores de la

racionalidad, la justicia, la democracia y la vida satisfactoria, por medio de la

autotransformación crítica de los prácticos. Las prácticas educativas no se

examinan sólo en función de su coherencia interna entre actuaciones y valores.

Deben examinarse y juzgarse apelando a tradiciones críticas que nos permiten

analizar el compromiso de esas prácticas con los valores mencionados.

— Mejorar la educación es una empresa supraindividual, social y política, que

depende, para poder tener éxito, de la existencia de comunidades críticas de

personas comprometidas en la mejora de la educación como un proceso social y

cultural. La I-A es un proceso por el cual comunidades críticas se emancipan, a sí

mismas y a sectores sociales más amplios, de las opresiones ideológicas.

150

— Sólo la acción colectiva organizada que puede realizarse a partir de las

comunidades críticas, ampliando su área de influencia e incorporando

paulatinamente a más gente y a más sectores sociales, podrá dar lugar al cambio

educativo y social.

Por otra parte, entrando ya más en la parte metodológica de la investigación-

acción emancipatoria, de manera que se reflejen los componentes críticos, participativos

y colaborativos de la misma, podemos añadir, de la mano de KEMMIS, que.

“La investigación-acción emancipadora involucra a los participantes en la

planificación de la acción (en razón de la reflexión); en la realización de estos

planes en su propia acción (praxis); en la observación o control de los procesos, las

condiciones y las consecuencias de su acción y en la evaluación de sus acciones a

la luz de la evidencia que recogen sobre ellas (volviendo a la reflexión) como base

para la replanificación y la acción futura. Ésta es la espiral de la autorreflexión

compuesta por ciclos de planificación, acción, observación, reflexión,

replanificación, acción futura, más observación y más reflexión.” (KEMMIS, 1999,

p.112)

Por consiguiente, desde el pensamiento kemmisiano la investigación-acción

tendría los momentos siguientes, organizados en cuatro fases:

a) Fase constructiva.

a.1) Planificación. Proceso por el que se reflexiona deliberadamente sobre el

proceso de su acción encaminada a cambiar una situación determinada.

a.2) Acción. Puesta en práctica de la planificación realizada en la etapa anterior.

b) Fase reconstructiva.

b.1.) Observación. A través de ella se recogen datos sobre el desarrollo de la

acción.

b.2.) Reflexión. Se interpretan los datos anteriores y se reconstruye todo el

proceso, creando plataformas reflexivas para otras nuevas acciones.

151

De este modo, la visualización de la espiral autorreflexiva de la investigación-

acción la podemos realizar a partir del siguiente gráfico, tomado de KEMMIS y

McTAGGART (1990, p.20).

Desde esta perspectiva, la Investigación-Acción traspasa las fronteras de lo

particular y se inserta en la cultura de la colectividad, donde se ve la Preocupación

Temática como el punto de arranque de cualquier investigación-acción y desde donde el

grupo debe preocuparse de identificar y plantear los aspectos situacionales que frustran

el cambio racional y presentar propuestas teóricas que permitan a los participantes

tomar conciencia de cómo superarlos.

“La investigación-acción se trata de una investigación participativa, colaboradora,

que surge típicamente de la clarificación de preocupaciones generalmente

compartidas en un grupo. La gente describe sus preocupaciones, explora qué

piensan los demás, e intenta descubrir qué puede hacerse. En el curso de la

discusión, deciden sobre qué cosa podría operarse: adoptan un proyecto en grupo.

El grupo identifica una preocupación temática. La preocupación temática define el

área sustantiva en la que el grupo decide centrar su estrategia de mejora. Los

miembros del grupo planifican la acción conjunta, actúan y observan individual o

152

colectivamente y reflexionan juntos. Reformulan más críticamente planes

informados mientras el grupo edifica conscientemente su propia comprensión y su

propia historia” (KEMMIS y McTAGGART, 1990, p.14)

Por tanto, el Plan es considerado como una forma de acción organizada, una

forma de anticipar la Acción, dentro de los márgenes en los que una acción social puede

resultar predecible. De esta manera:

“La acción prescrita por el plan debe estar informada críticamente en dos sentidos;

en primer lugar, debe tomar en consideración los riesgos que implica un cambio

social y reconocer las limitaciones reales, materiales y políticas de la situación. En

segundo lugar, la acción críticamente informada debe ser elegida de tal modo que

permita a los profesionales actuar más eficazmente sobre un abanico más amplio de

circunstancias, y hacerlo más sabia y prudentemente” (KEMMIS y McTAGGART,

1990, p.17)

Sin embargo, y aunque la Acción esté guiada por la Planificación, no siempre se

sabe realizar adecuadamente y hemos de evitar incomprensiones, sobre todo al principio

de la investigación, por lo que los planes de Acción adquieren el carácter de lucha social

y política para lograr la comprensión y la mejora.

“La acción, en el sentido en que aquí se entiende, es deliberada y está controlada:

es una variación cuidadosa y reflexiva de la práctica, y está informada críticamente.

Reconoce en la práctica ideas en acción y utiliza la acción como plataforma para un

nuevo desarrollo en las acción posterior, una acción con un propósito educativo

críticamente informado.” (KEMMIS y McTAGGART, 1990, p.17)

De esta manera llegamos a la Observación, ya que la acción que hemos realizado

es una ‘acción observada’, o sea, sometida a análisis crítico, el cual se hace a través de

los propios protagonistas y de manera también planificada, pues es necesario reflexionar

sobre cómo se va a observar en función de la información que vayamos a necesitar.

“Los investigadores deben observar el proceso de la acción, los efectos de la acción

(tanto los previstos como los inesperados), las circunstancias de la acción y sus

153

limitaciones, el modo en que las circunstancias y las limitaciones recortan o

canalizan la acción planeada y sus efectos, y otras cosas que pueden surgir. La

observación se guiará siempre por el propósito de obtener una base fiable para la

introspección crítica. La observación anticipa los logros de la reflexión.”

(KEMMIS y McTAGGART, 1990, p.19)

Por último, en este proceso de investigación-acción se encuentra la Reflexión, que

es un elemento de gran potencia activa, ya que habla de los procesos mismos

permitiendo a los protagonistas valorar sus propias acciones.

“La reflexión tiene un aspecto valorativo (hace que los protagonistas sopesen sus

experiencias) y sugiere medios para seguir adelante; pero también tiene un valor

descriptivo, pues implica la identificación, a través de un retrato más vigoroso de la

vida y del trabajo en una situación dada, de las limitaciones a la acción y, cosa aún

más importante, de cuáles son las cosas que ahora son posibles, tanto para el grupo

como para sus miembros individuales considerados como actores comprometidos

con los objetivos del grupo.” (KEMMIS y McTAGGART, 1990, p.19-20)

Como podemos deducir de todo lo expuesto, la Investigación-acción

Emancipatoria supone un modelo dinámico en el que estas fases se encuentran

interrelacionadas dentro de la espiral autocrítica analizada y donde su finalidad se

percibe en el desarrollo de comunidades (auto)críticas de investigadores

comprometidos, ligadas estrechamente en nuestro caso al desarrollo profesional de los

docentes como protagonistas críticos y transformadores. En palabras de CARR y

KEMMIS:

“La doble dialéctica del pensamiento y la acción y del individuo y la sociedad se

resuelve, para la investigación-acción, en la noción de una comunidad autocrítica

de investigadores activos comprometidos con el mejoramiento de la educación.”

(CARR y KEMMIS, 1988, p.195)

Desde esta perspectiva, y a modo de síntesis, considero que estas comunidades

deben pretender:

154

- Tener en cuenta el pasado para transformar el presente y formar un futuro distinto en

sus contextos de acción.

- Formar investigadores deliberadamente activos y comprometidos políticos.

- Construir una noción de la racionalidad dialéctica y comunicativa en sus prácticas

sociales y educativas.

- Descubrir las condiciones objetivas y subjetivas que limitan las situaciones

educativas para buscar de manera cooperativa estrategias de cambio en las mismas.

- Poner en práctica dichas estrategias de cambio y mejora de la praxis a partir de

teoremas críticos comprometidos con la transformación educativa.

Para ello, en el enfoque crítico no cabe hablar, desde mi punto de vista, de

expertos externos de corte directivo en el proceso de investigación-acción, pues el

propio proceso de dinamización política hacia formas democráticas sólo tiene sentido si

se vive esa democracia en el seno del colectivo, aun cuando ello implique que esa

experiencia colectiva se dé teniendo en cuenta las peculiaridades y situaciones de cada

componente del grupo, lo cual implica no caer en dogmatismos ideológicos y contar con

todas las aportaciones de las personas inmersas en el proceso, desde la propia

heterogeneidad de las mismas y sus papeles sociales y educativos, estando las mismas

siempre en función de las necesidades del colectivo y sus aspiraciones. Por esta razón la

transformación no está determinada por la acción individual, sino colectiva, siendo un

tema relacionado con la acción cultural, es decir, con cambios a nivel personal y de

cultura del grupo; todo ello, según KEMMIS y McTAGGART, en tres dimensiones

principales de ese proceso de cambio, mutuamente dependientes entre sí:

- un cambio en el lenguaje en que es descrito, explicado y justificado;

- un cambio de las actividades que constituyen la educación como una forma de

vida social o como una forma social e histórica, lo cual significa frecuentemente

que hay que cambiar tanto las actividades educativas como las actividades

administrativas a través de las cuales se regula y coordina la educación; y

- un cambio en las pautas de relaciones sociales que constituyen la educación.

(KEMMIS y McTAGGART, 1990, p.45)

155

Debemos considerar la investigación-acción desde esa triple dimensión del

cambio, porque los individuos y los grupos son portavoces y productores de lenguaje y

su uso puede determinar los acuerdos sociales en los que estemos inmersos. Además, no

podemos olvidar que nuestros actos se dan en contextos de interacción en el que cobran

sentido y que esa cultura colectiva y los cambios que haya en la misma tienen mucha

importancia, al igual que los que se produzcan en las relaciones sociales no sólo de los

actores del grupo entre sí, sino del mismo grupo hacia las instituciones, otros colectivos

o situaciones sociales.

Esto nos debe llevar también a la consideración de las dificultades a las que se

debe enfrentar la investigación-acción emancipatoria, ya que todo lo que estamos

viendo debemos llevarlo a un contexto concreto donde el contexto teórico se lleve a

cabo. Desde mi perspectiva, estas serían las problemáticas más importantes a tener en

cuenta a la hora de valorar el desarrollo del potencial crítico de la investigación-acción:

- Explicitar el nexo de unión entre el conocimiento contextualizado y las teorías

críticas en las que se basa.

- Proponer estrategias desde sus principios teóricos críticos para afrontar el desafío de

la puesta de manifiesto de las contradicciones institucionales que se perciban como

fuera del alcance de la acción o de la incidencia del colectivo.

- Reflejar la fuerza teórica y práctica del trabajo cooperativo para superar los

autoentendimientos distorsionados y las contradicciones personales y colectivas en

el quehacer del grupo como tal y de sus componentes en su contexto de acción

concreto.

- Mantener la coherencia, como necesidad ontológica para un proceso colectivo

basado en la horizontalidad, el diálogo y el consenso, con estos principios en un

medio social y profesional a menudo contrario u hostil a los mismos.

- Comprender la inexistencia de verdades absolutas (humildad epistemológica) en la

generación del conocimiento y que detrás del mismo no tiene porqué haber

directamente relacionadas reglas fijas para la acción, huyendo del activismo

irreflexivo para llegar a la acción críticamente comprometida.

156

Por último, llevando todo esto al análisis de sus consecuencias al terreno de la

cultura profesional docente y los efectos en su desarrollo como profesionales críticos e

intelectuales públicos, debo decir al menos que la investigación-acción emancipatoria es

para mí una herramienta muy potente para el desarrollo de comunidades (auto)críticas

en el mundo educativo y constituye una respuesta metodológica e ideológica a los

presupuestos teóricos de la Escuela de Frankfurt y el enfoque comunicativo

habermasiano. Como nos recuerda IMBERNÓN (1994), se trata del desarrollo de una

nueva cultura profesional, ya que la investigación-acción le permite al profesorado, a

partir de su actividad formativo-crítica, conocer y comprender para emprender nuevos

caminos, nuevos enfoques tanto para su praxis profesional como comunitaria, siendo

conscientes de que en un proceso de ilustración, como dice HABERMAS (1987), sólo

debe haber participantes. No debemos dejar de tener presente que el rasgo más

importante de la investigación-acción es su pretensión de que el proceso de

investigación suponga la implicación progresiva en el mismo de las personas

relacionadas e implicadas con la misma, es decir, profesorado, familias, alumnado, etc.

(según el caso), de forma que el proceso de transformación sea en sí mismo democrático

y cooperativo. (CONTRERAS, 1996) En definitiva, se trata de buscar la emancipación

colectiva a partir del desarrollo de formas deliberativas de democracia radical uniendo

dialécticamente los niveles educativo y social.

157

2.5. Narratividad, historia y cultura: los estudios de casos como

métodos para comprender e interpretar la realidad educativa

“Que cuando califique de verde al monte,

al prado,

repitiéndole al cielo su azul como a la mar,

mi corazón se sienta recién inaugurado

y mi lengua el inédito asombro de crear.”

RAFAEL ALBERTI

Los seres humanos en nuestras relaciones con los otros y con nosotros mismos

solemos estar constantemente construyendo narraciones que constituyen un tipo

especial de discurso que nos sirve para pensar, organizar el conocimiento e interpretar la

realidad y que emergen como particulares reconstrucciones de la experiencia humana,

individual o colectiva, por las que se le da sentido a la misma y donde la argumentación

y el tiempo configuran el significado. De esta manera,

“La narrativa designa la cualidad estructurada de la experiencia vista como relato;

por otro lado, las pautas/formas de construir sentido, a partir de hechos temporales

personales, por medio de la descripción y análisis de los datos. La narrativa es tanto

una estructura como un método para recapitular experiencias.” (BOLÍVAR,

DOMINGO y FERNÁNDEZ, 2001, p.17)

Y en dicha estructura es el lenguaje el que media la experiencia y la acción,

como adelantara VIGOTSKY (2000) al hablar de la mediación semiótica del

funcionamiento psíquico y de cómo se produce la reconstrucción de las formas

discursivas externas mediante procesos de internalización. De todas maneras, siguiendo

las palabras de BRUNER (1997), probablemente se dé una relación dialéctica por la

cual aprendemos la narrativa a través del mundo de la vida y éste mediante las

narraciones.

158

El propio BRUNER (1986), a la hora de analizar los discursos de los textos

comenta que estos deben desarrollar la imaginación del lector y comprometerlo con la

producción del significado bajo la guía de la narración, de manera que se le permita así

‘escribir’ su propia narración virtual de manera crítica. Para ello, desde mi punto de

vista, debemos tener en cuenta a la hora de enfrentarnos con la misma estas dos ideas

como base:

a) La narración no es algo ahistórico y omniscente, por lo que resulta susceptible de

subjetivización y crítica desde procesos dialógicos.

b) La introducción de elementos críticos de análisis que surjan del texto y permitan una

lectura reinterpretativa desde el diálogo con el mismo, tanto en sus significados

explícitos como en los implícitos, debe ser un principio para transcender la mera

decodificación y transformarlo en una construcción narrativa que forme parte y

reconstruya nuestro mundo de significados.

El mundo en el que vivimos lo construimos de manera narrativa. Uno de los

filósofos que más ha trabajado sobre este particular ha sido PAUL RICOEUR. En su

obra ‘Tiempo y narración’ llevó su concepción hermeneútica a una unión entre

explicación y comprensión, donde la interpretación goza de un estatus práctico

entrelazando libertad y solidaridad. Para RICOEUR (1987) toda narración se encuentra

caracterizada por ocupar un tiempo concreto, suponiendo un orden en la secuencia de

una acción estructurada como texto, o sea, dotada de sentido e interpretable. Y es esa

estructura narrativa la que supone una condición para la identidad personal, ya que para

el filósofo francés es cuando construimos el mundo de nuestras acciones cuando

tenemos identidad personal, ya sea como individuos o colectivamente.

Desde una perspectiva histórico-cultural, quiero rescatar también aquí el

concepto de mediación cultural en este punto, según el cual el pensamiento siempre está

mediatizado, siendo el principal elemento mediador el lenguaje, en todas sus formas,

fuente principal de nuestros diálogos con los demás y con el mundo. Si escribimos un

verso como: “Cerco tiene la luna” (GARCÍA LORCA), estamos creando una imagen,

una realidad, a través de su descripción poética en este caso, lo cual le otorga un poder

tremendo a la palabra que en el ámbito social posee consecuencias fundadas sobre todo

159

en el desarrollo de esa idea de imaginación creadora que nos hace pasar de pasivos

receptáculos tendentes a la reproducción cultural a activos generadores de procesos de

cambios sociales a partir de los cambios producidos en el lenguaje.

De esta manera, volviendo al terreno lingüístico-hermenéutico, podemos recurrir

a GADAMER (1984) cuando afirma que la persona que trata de comprender un texto

realiza siempre un acto de proyección, en el cual se basa en una serie de expectativas en

relación con cierto significado. De esta manera, el resultado del anteproyecto,

constantemente revisado en términos de lo que emerge a medida que penetra el

significado, es la comprensión de lo que allí existe.

Desde aquí parto de una concepción de la narración, siguiendo a BRUNER,

como una estructura para organizar nuestro conocimiento y como un vehículo necesario

en todo proceso educativo. En este sentido, la construcción narrativa de la realidad se

basa, según el propio BRUNER (1997, p.152-163), en estas características, que él

denomina los nueve universales de las realidades narrativas:

1. Una estructura de tiempo cometido, o sea, que la narración ocupa un segmento de

tiempo determinado por las acciones, situaciones, pensamientos y emociones que se

expresan en la misma.

2. Particularidad genérica, es decir, que las narraciones tratan sobre casos particulares,

siendo esa particularidad el vehículo de la actualización narrativa.

3. Las acciones tienen razones. En una narración nada es casual, sino que cada acción

implica algún tipo de intencionalidad, si bien la misma no determina la que causa

los acontecimientos (el elemento de libertad en la narración nunca debe ser

obviado), pero sí nos dice las razones de los mismos.

4. Composición hermenéutica. La narración no está sujeta a una única interpretación,

tanto en su totalidad como en sus partes, por lo que se recurre a procedimientos

hermenéuticos para su análisis con el fin de conseguir una explicación coherente y

convincente del significado del relato en relación por el propio contexto y sujeto de

la narración.

160

5. Canonicidad implícita. La construcción de realidades narrativas tiene unas

expectativas, una legitimidad canónica sujeta a cuestiones culturales y una

pretensión de hacer de lo ordinario y lo cotidiano un fenómeno nuevo.

6. Ambigüedad de la referencia. El significado de una narración se encuentra abierto al

cuestionamiento, ya que ésta es la que crea la realidad a la que señala su referencia

dotándola de cierta ambigüedad.

7. La centralidad de la problemática. Las situaciones problemáticas constituyen el eje

y el motor de las realidades narrativas, expresando un tiempo y una circunstancia y

encontrándose sujeta a una variabilidad histórica y cultural.

8. Negociabilidad inherente. En los relatos siempre hay presente una cierta

contestabilidad social, una posibilidad de contraste de perspectivas, argumentos o

comprobaciones con pretensiones de entendimiento, lo que hace de las narraciones

un importante elemento para la negociación cultural.

9. La extensibilidad histórica de la narración. La realidad narrativa debe tener también

memoria histórica, porque las narraciones no son independientes unas de otras a la

hora de componer esa realidad.

Las investigaciones educativas, dentro de este marco, constituyen también una

narración y, como tales, se hayan sujetas a las características antes referidas.

Concretamente, vamos a centrarnos posteriormente en los estudios de casos, los cuales

podemos considerarlos como la (re)construcción narrativa de una realidad encarnada y

vinculada a unas pretensiones determinadas. Pero, en definitiva, ¿a qué nos referimos al

hablar de construcción y de métodos narrativos? En palabras de BOOTH:

“Por métodos narrativos entiendo aquellos que pretenden describir la experiencia

subjetiva de las personas de una forma que sea fiel al sentido que éstas dan a sus

propias vidas. (...) los métodos narrativos facilitan el acceso a los puntos de vista y

la experiencia de los grupos (...) Generalizar implica perder precisamente el tipo de

detalle por el que se distingue la experiencia personal. En contraposición, el relato

ofrece un punto por el que acceder al mundo de la experiencia a través de la

imaginación del lector. Pensar concretamente en términos de narración combate lo

que Connerton (1989) llama el ‘olvido obligado’ impuesto por el razonamiento

abstracto. Las historias también restauran el contenido emocional de la experiencia

161

humana suprimido por los métodos de información objetivos.” (BOOTH, 1998,

p.253)

Por tanto, acudir a la narratividad como esencia expresiva en una investigación

sugiere una serie de principios, tales como los relacionados con la comunicatividad

como aspiración y necesidad, la explicitación de su carácter subjetivo y de construcción

socialmente configurada o sus pretensiones de validez intersubjetiva y vocación

transformadora.

Considero que el sentido e inteligibilidad de una acción debe venir dado por la

explicación narrativa del protagonista o protagonistas de la misma sobre las intenciones,

motivos y propósitos que para él o ellos tiene, por lo que es la narración la que ‘habla’

por él o ellos. Para ello, lo narrativo parte de considerar las acciones humanas como

únicas y no replicables, dirigiéndose por tanto a describir e interpretar sus características

distintivas para comprender cómo le damos sentido a lo que hacemos. Esto no tiene

porqué implicar una dicotomía frente a otros modos de conocimiento, sino el

reconocimiento de lo narrativo y su legitimidad como tal, si excluir su

complementariedad con otras vías o métodos.

De todo esto podemos concluir que en el análisis narrativo lo que buscamos es

producir la narración de un argumento a partir de los elementos singulares que

configuran la historia y la conjunción de las distintas voces protagonistas bajo criterios

de autenticidad, coherencia y comprensividad, todo lo cual puede aplicarse a la

investigación a través de estudios de casos. (BOLÍVAR, DOMINGO y FERNÁNDEZ,

2001)

Es por eso que, partiendo del pensamiento de KUHN (1990), podemos afirmar

que toda investigación está marcada por un paradigma conceptual, por lo que no caben

afirmaciones científicas neutras, asépticas. Pero a su vez KUHN no pretendía caer en un

relativismo interpretacionista, en el sentido de que se considerara que la verdad no

existe, sino que abogaba por una concepción de la verdad como reconstrucción, a partir

de defender el carácter social y socializador de los paradigmas científicos, cuyos valores

162

se desarrollan a través de criterios intersubjetivos que eliminan este relativismo

absoluto, lo cual implica que se pueden llegar a acuerdos en asuntos investigadores y

científicos sin que ello signifique su infalibilidad. Incluso yendo más allá podríamos

decir que si nos centramos en las ciencias sociales (y concretamente en educación) nos

encontramos con que en las mismas los valores morales y políticos se encuentran de

manera más preponderante y el conocimiento se construye socialmente, ya que los

‘objetos’ de investigación se rigen por normas sociales y pueden llegar a interpretarse a

sí mismos de manera ecológica, de lo que se deduce la necesidad de que la realidad

social deba investigarse de manera dialógica e históricamente configurada.

Posiblemente todo esto haya provocado en parte el auge que lo narrativo está

teniendo en el mundo de la investigación, quizás también en relación con el desarrollo

de las perspectivas postmodernas, pero sin que ello a mi juicio tenga que conllevar una

asunción del relativismo y la fragmentación extrema por las que ciertas posiciones

abogan, pero sí en relación a la (inter)subjetividad y la construcción de la identidad

individual o colectiva. Más bien, siguiendo a VAN MANEN, podemos decir que:

“El interés actual por los relatos y narrativa puede ser visto como la expresión de

una actitud crítica hacia el conocimiento como racionalidad técnica, como

formalismo científico, y hacia el conocimiento como información. El interés por la

narrativa expresa el deseo de volver a las experiencias significativas que

encontramos en la vida diaria, no como un rechazo de la ciencia, sino más bien

como método que puede tratar las preocupaciones que normalmente quedan

excluidas de la ciencia normal.” (VAN MANEN, cit. BOLÍVAR, DOMINGO y

FERNÁNDEZ, 2001, p.57)

Todo esto es así porque toda investigación cobra sentido desde ahí, desde su

lenguaje de posibilidad y creatividad, de no convertirse en conocimiento muerto ni

aportar nada social e ideológicamente En definitiva, considero que aunque la finalidad

de un método de investigación sea la descripción e interpretación de la acción humana,

individual o colectivamente considerada, el propio proceso de investigación como tal es

un prerrequisito y condición necesaria para la generación de cambios en la esfera social

y educativa. En palabras de IMBERNÓN:

163

“Investigar, en educación como en cualquier otra disciplina, es necesario para

generar cambios, para revisar el conocimiento educativo constituido por la

evidencia, la experimentación y la intuición y para generar nuevo conocimiento

que permita una mejor educación de los ciudadanos.” (IMBERNÓN, 2002, p.7)

Sin olvidar tampoco, en todo este proceso, que toda narración tiene un narrador,

lo cual implica que no podamos obviar aspectos como los recogidos por DENZIN y

LINCOLN:

“Tres interconectadas, genéricas actividades definen el proceso de investigación

cualitativa. Éstas se atienen a una variedad de etiquetas difeentes, que incluyen

teoría, método y análisis, y ontología, epistemología, y metodología. Detrás de esos

términos se encuentra la biografía personal generada por el investigador, el cual

habla desde una perspectiva comunitaria, de clase, racial, cultural y étnica

particular. Lo generado está multiculturalmente situado por el enfoque del mundo

del investigador con un grupo de ideas, una estructura de trabajo (teoría, ontología)

que especifica un grupo de cuestiones (epistemología) que son entonces

examinadas (metodología, análisis) de forma específica.” (DENZIN y LINCOLN,

1994, p.11)

Para conseguir incluir estos aspectos en nuestro análisis sobre la investigación de

corte narrativo debemos partir del principio de que toda actividad colectiva entraña una

interacción recíproca de significados complejos e interdependientes que se influyen y

determinan en muchas direcciones. Es por esta razón que se hace necesario que la

metodología que se adopte para realizar una labor de introspección para la descripción e

interpretación en ese mundo sea coherente con esa idiosincrasia y la visión política que

emerge tanto del quehacer del investigador o investigadores como de las personas

protagonistas de dicha investigación. En este sentido, me gustaría rescatar otra idea a tener

en cuenta siguiendo el pensamiento constructivista fenomenológico de SCHÜTZ, el cual

consideraba que

“Los objetos del pensamiento construidos por los investigadores de las ciencias

sociales se fundan sobre los objetos del pensamiento construidos por el pensamiento

164

corriente del hombre respecto a su vida cotidiana entre sus semejantes y a ésta se

refieren. De esta forma, las construcciones empleadas por los investigadores de las

ciencias sociales son, por así decirlo, construcciones de segundo grado:

construcciones de las construcciones edificadas por los actores en la escena social

cuyo comportamiento observa el científico y trata de explicarlo al tiempo que respeta

las reglas del procedimiento científico.” (SCHÜTZ, cit. CORCUFF, 1998, p.53)

Esta advertencia realizada por el sociólogo en torno a la labor de investigación

como construcción de segundo grado no debe desdeñarse como principio epistemológico y

axiológico, sobre todo desde las interpretaciones a las que se somete la realidad objeto de

indagación.

No podemos olvidar que en las últimas décadas el trabajo de epistemólogos y

filósofos como KUHN, LAKATOS, TOULMIN, HABERMAS o FEYERABEND, por

citar algunos de los más destacados, unido al avance de todas las ciencias sociales

(desde la psicología a la antropología, pasando por la sociología y la pedagogía) en su

ruptura con un concepto estático de la ciencia y con el positivismo hegemónico que aún

se resiste a dejar de serlo en la práctica investigadora y científica, ha permitido que la

investigación educativa se vaya nutriendo también de referentes que, desde su

pluralidad ideológica, epistemológica, metodológica y propositiva, están configurando

paradigmas cada vez más completos y coherentes.

A colación de esto podemos añadir que toda narración de una actividad humana no

se presta a un diseño de investigación en el que métodos e intenciones estén

predeterminados, simplificando a priori una realidad aún desconocida, eliminando

arbitrariamente aspectos cuya funcionalidad dentro del conjunto puede ser determinante y

limitando, en definitiva, la comprensión del fenómeno y los hechos estudiados. Al

contrario, requiere un planteamiento flexible, abierto a los acontecimientos imprevistos,

que permita ir concretándolo progresivamente a medida que se van conociendo los

distintos elementos de la realidad, sus mutuas interacciones y los significados subyacentes

a sus acciones. Por esas razones considero que la investigación de corte narrativo debemos

situarla dentro del paradigma cualitativo, al estar, por un lado, destinada a producir datos

descriptivos y suponer una manera concreta de comprender y explicar el mundo empírico

165

(TAYLOR y BOGDAN, 1998), centrándonos para ello a continuación en la

profundización en los estudios de casos.

Entiendo la investigación científica como un método para enriquecer el proceso de

consideración de opciones y una base para promover el debate y contraste de ideas e

interpretación, así como un apoyo para orientar la acción, asumiendo una intención

cualitativa, al trabajar con un hecho social y cultural caracterizado por su naturaleza

multidimensional y en constante cambio. En cierto sentido, se trata de poner en práctica

narrativamente lo explicitado por KINCHELOE y McLAREN, desde su peculiar posición

postmoderna crítica:

“Ocuparse de la investigación crítica postmoderna es tomar parte en un proceso de

construcción crítica del mundo, guiado por el oscurecido perfil del sueño de un

mundo menos condicionado por la miseria, el sufrimiento, y las políticas de

engaño. Esto es, brevemente, una pragmática de esperanza en una era de razón

cínica.” (KINCHELOE y McLAREN, 1994, p.154)

La investigación narrativa, en la mayor parte de las situaciones y contextos, se

configura como estudios de casos, ya que no es tanto una opción metodológica como la

elección de un objeto a estudiar, por lo que se focaliza sobre casos concretos al buscar la

comprensión de una singularidad y no una explicación causal con vocación de

generalidad. (STAKE, 1998) No olvidemos que de esta manera narrativa es como a

través de los estudios de casos es trasladado del investigador al lector. Además, como

forma de presentación, siguiendo a STENHOUSE (1990), la narrativa tiene dos puntos

fuertes: es simple y directa para leer, y es sutil.

Aproximándonos más a una conceptualización, en principio podemos decir que

un estudio de caso es un método de investigación que informa sobre un acontecimiento,

contexto o acción durante un periodo prolongado de tiempo contando la descripción,

explicación y evolución de un relato y presentándolo como una opinión comprensiva e

interpretativa del caso objeto de indagación, incluyendo para ello la recogida formal de

información y su análisis para culminar en la redacción narrativa de la historia al final

del proceso de investigación. Se trata de un modelo idiográfico, puesto que su finalidad

166

se orienta a la comprensión profunda de una realidad singular. Además, podemos decir

con McKERNAN que

“El estudio de casos es ecléctico, utiliza diversos estilos y métodos de

investigación; es idiosincrático y específico; está orientado al proceso más que al

producto y es rico en descripciones, interpretaciones, explicaciones y narraciones,

trabajando más para los comprensión que para la medición, la predicción y el

control científicos rigurosos de los entornos, las personas estudiadas, las acciones,

etc. Es cualitativo, como opuesto a cuantitativo, sin embargo, un buen trabajador de

estudios de casos sabe cómo cuantificar grandes cantidades de datos cualitativos.”

(McKERNAN, 1999, p.98)

Por lo tanto, se trata de un método que implica la recogida y registro de

información sobre un caso o casos y la preparación de un informe, (STENHOUSE,

1990) una forma particular de recoger, organizar y analizar información de manera

integradora en profundidad. De ahí que su potencialidad metodológica resida en que

permite centrarse en un caso, situación o contexto e identificar los procesos interactivos

que lo conforman, de manera que se llegue, de manera sistemática (planificando, pero

con flexibilidad), a comprender e interpretarlo

De esta manera, como la investigación narrativa, los estudios de casos suelen

compartir estas características:

- “Interpretativa: Se interesa por los significados, que son interpretados a partir

de la observación y la voz (narración) de los agentes/actores. Se intentan

conocer los hechos humanos a través de la experiencia humana, tal y como ha

sido vivenciada.

- Naturalista: Se trata de captar las realidades y acciones en la forma en que se

presentan o suceden. Comprender los valores, creencias y significados de las

personas que están inmersas en la situación.

- La selección de la muestra es deliberada, no aleatoria o probabilística, de

tamaño reducido. No se pretende la generalización, cuanto la comprensión, por

lo que importa que los sujetos seleccionados puedan incrementarla.

167

- El diseño es flexible y emergente, adaptado alas condiciones, normalmente

cambiantes, en las que suele darse el proceso investigador. Así, los casos

pueden ser determinados por ‘bola de nieve’ o ‘en cadena’, según avanza la

investigación.

- El proceso de investigación suele emplear gran cantidad de tiempo en los

escenarios naturales, con un contacto directo con los participantes. Una parte

importantes de la información proviene de la observación directa de lo que pasa

(eventos/hechos), importándonos principalmente cómo son

experienciados/vividos por las personas/agentes (entrevistas, otras técnicas

discursivas o narrativas).

- El yo como medio: en lugar de una imparcialidad externa, se observa desde un

marco de referencia (siempre personal), que es el que compromete con la

situación y le da sentido. Se emplea un lenguaje expresivo, donde la voz

personal está presente en el texto.

- Atención a lo particular, sin pretender transformarlo en enunciados

generales...” (BOLÍVAR, DOMINGO y FERNÁNDEZ, 2001, pp.260-261)

Estos mismos autores comentan cómo los estudios de casos pueden venir dados

por un solo informante y bien se puede tomar en grupo o colectivo como verdadero

sujeto de estudio, dentro del cual los sujetos y sus relatos adquieren un sentido

contextualizado. En todo caso, estamos hablando siempre desde una perspectiva

fenomenológica, en el sentido de que representa el mundo tal y como los participantes

y/o el investigador o investigadores lo perciben. Lo que sí podemos afirmar es que los

estudios de casos suelen asociarse a la generación, la inducción, la construcción y la

subjetividad. (GOETZ y LeCOMPTE, 1984)

En definitiva, y centrándonos ahora en el investigador, podemos decir que en los

estudios de casos éste:

- utiliza varios métodos para recoger la información, generalmente la

observación participante, las entrevistas y el análisis de documentos,

- debe tener una perspectiva abierta e interdisciplinar,

- busca la profundidad más que la amplitud en su estudio, siendo más que una

descripción de personas y contextos,

168

- utiliza un marco conceptual y teórico, previo o construido en base al caso

particular, para la comprensión e interpretación de la información y los

significados implicados y generados,

- recoge una fase de la historia vital del objeto de estudio de manera intensiva,

- realiza su labor de manera sistemática e interactiva, posibilitando la

democratización de la práctica educativa

Todas estas características producen una serie de ventajas en su utilización,

como es el hecho de que los estudios de casos permiten la reproducción del mundo

fenomenológico de los participantes por medio de la descripción y comprensión

detallada de los acontecimientos, el que los relatos resultan precisos e inteligibles aun

para los ‘profanos’, el que se usan diferentes métodos para corroborar y validar los

resultados y su representatividad.

En cuanto a su tipología, existen en la literatura múltiples concepciones,

incluyendo las de corte positivista y cuantitativo, pero nosotros vamos a partir de la

clasificación que propone STAKE (1994) al diferenciar entre los estudios de casos con

un interés intrínseco o instrumental. En lo que podríamos llamar estudios de casos

intrínsecos se pretende una mejor comprensión de un caso particular, por lo que el

propósito no es la construcción teórica. Por el contrario, en los estudios de casos

instrumentales, un caso particular es examinado para proveer información para un tema

o para el refinamiento de una teoría. De todas manera, debido a que a veces nosotros

tenemos simultáneamente varios intereses, con frecuencia cambiantes, no hay una línea

exacta que distinga ambos tipos de estudios de casos.

Por otra parte, y siguiendo a STAKE (1998), podemos decir también que los

investigadores utilizan dos estrategias para alcanzar los significados de los casos, el las

cuales se basan los estudios de casos: la interpretación directa de los ejemplos

individuales, y la suma de ejemplos hasta que se pueda decir algo sobre ellos como

conjunto. Pero eso sí, teniendo presente que:

169

“Lo que pido que se reconozca es mi integridad como investigador, y que se

consideren mis interpretaciones. En mi análisis, no pretendo describir el mundo, ni

siquiera describir el caso por completo. Busco dar sentido a determinadas

observaciones del caso, mediante el estudio más atento y la reflexión más profunda

de que soy capaz. Es algo muy subjetivo.” (STAKE, 1998, p.71)

Cuando usamos los estudios de caoss desde una perspectiva cualitativa lo

tomamos como elemento esencial en el diseño de investigación. De esta manera, YIN

(1994) nos habla de cinco componentes que son especialmente importantes para las

investigaciones mediante estudios de casos:

1. Unas cuestiones de investigación,

2. sus propuestas, si hay,

3. su unidad o unidades de análisis,

4. la lógica de enlace de los datos a las propuestas, y

5. los criterios para interpretar los hallazagos.

Lo cual engancha con los pasos que STAKE establece como las mayores

responsabilidades conceptuales de los investigadores en los estudios de casos:

1. “Delimitando el caso, conceptualizando el objeto de estudio.

2. Seleccionando fenómenos, temas, o cuestiones –esto es, las cuestiones de

investigación- a enfatizar.

3. Buscando modelos de datos para desarrollar las cuestiones.

4. Triangulando bases y observaciones llave para la interpretación.

5. Seleccionando interpretaciones alternativas a perseguir.

6. Desarrollando afirmaciones o generalizaciones sobre el caso.” (STAKE,

1994, p. 244)

Y para ello resulta imprescindible vivir el contexto de desarrollo de la investigación

y su dinámica de trabajo. Es necesario, en la medida de lo posible, explorar esa realidad y

recoger evidencias para conocerla y comprenderla, lo cual no es lo mismo que justificarla

con un cúmulo de datos, que resulta uno de los peligros que tiene todo proceso

investigador, como es el que constituyen los estudios de casos. Hay que centrarse en el

170

contexto, conocerlo y reflexionar sobre el mismo, con el fin de comprender la situación

con respecto a nuestras ideas y reflexiones y las de los demás, y poner en cuestión hasta

esas pretensiones y percepciones de la realidad, para evitar así los prejuicios (o, mejor

dicho, minimizar su efecto desde la consciencia de los mismos). Considero que un

investigador debe tener presente siempre que su perspectiva no sea la única ni verdadera

per se, si bien debe en todo momento estar basada en la sistematización y rigurosidad que

han de ser inherentes a los estudios de casos.

Entiendo la investigación científica como un método para enriquecer el proceso de

consideración de opciones y una base para promover el debate y contraste de ideas e

interpretación, así como un apoyo para orientar la acción. Ideológicamente asumo una

intención cualitativa, al trabajar con hechos y contextos sociales y culturales caracterizados

por su naturaleza multidimensional y en constante cambio. Es por ello que queda patente la

necesidad de recopilar una información sensible. Además, considero por tanto que la

información y las interpretaciones de la misma necesitan ser consensuadas con las y los

participantes en la realidad investigada.

Por este motivo, las estrategias e instrumentos utilizados en investigación con

estudio de casos, y en toda investigación de corte cualitativo, deben fijarse con una doble

finalidad: coherencia interna y posibilidad de contraste. Por un lado debemos intentar ser

fieles al paradigma metodológico interpretativo-crítico, y por otro debemos asegurarnos la

posibilidad de validar la información a través de un mecanismo de triangulación de la

misma suficientemente flexible como para, sin determinar el diseño de la investigación,

posibilitar su desarrollo evitando la caída por parte del investigador o investigadores en

desvirtuaciones y/o interpretaciones vacuas, sin argumento.

Si estamos inmersos en un proceso de investigación mediante estudios de caso, con

unas características y procedimientos ya explicitados, el recoger de la mejor y más

adecuada forma la riqueza de ese proceso requiere de un análisis detenido sobre cuáles

deben ser las estrategias de recogida de información y análisis a emplear, para lo cual

debemos tener presentes sobre todo las cuestiones y pretensiones de investigación que

171

hayamos delimitado en función del objeto de estudio, nuestros intereses y el contexto de

desarrollo del proceso investigador.

Así, coincido con ANGULO RASCO al definir los requisitos esenciales que

deben exigirse a cualquier método y estrategia de recogida de información de corte

interpretativo:

a) “Respetará la integridad del ambiente explorado, para descubrir sus estructuras y

procesos, y no para justificar supuestos sobre la misma.

b) Deberá reflejar en profundidad los procesos sociales, en su significado,

complejidad, e idiosincrasia.

c) Permitirá que el investigador comparta la vida de la gente, propiciando el

contacto directo (formal e informal) con las personas, de tal manera que las

interacciones (y reacciones) lleguen a ser un componente natural (y no artificial) de

la relación entre investigador y realidad social investigada.

d) Permitirá que el investigador aprenda, dejando que la gente exprese y explique su

realidad como la vive. Dicho de otra manera, permitirá que el investigador entre en el

mundo subjetivo de las personas, para conocer los significados que atribuyen y usan,

las explicaciones y razones que formulan, y las intuiciones, opiniones, juicios, y

sentimientos que manejen.” (ANGULO RASCO, 1990, p.86)

Pero además yo le añadiría, desde un punto de vista ideológico y en coherencia

con la perspectiva comunicativa crítica aquí defendida, dos puntos más:

e) Buscará el desarrollo de formas intersubjetivas de argumentación de manera que

refleje su relación con las formas hegemónicas de interacción social y modos de

acción.

f) Vertebrará su discurso de manera dialógica y crítica, pues su fin se encuentra en la

transformación de los lenguajes, formas de relación y organización y prácticas

sociales y educativa.

Dicho esto, me gustaría completarlo con las advertencias que establece KEMMIS

sobre las características que NO deben tener los métodos que se usen en la investigación

172

educativa, con el fin de obtener una panorámica clara de la cuestión instrumental

metodológica para los estudios de casos de corte cualitativo. Son éstas:

- “depender exclusivamente de pruebas (tests) o mediciones pseudo-objetivas;

- dirigirse estrictamente a la determinación del logro de fines;

- ignorar las perspectivas de los maestros y otros participantes en las actividades y

situaciones que se evalúan;

- no examinar los modos en que aquellos procesos de formación están condicionados

por limitaciones sociales que están más allá del control de los participantes;

- servir a "quienes toman las decisiones" fuera de las situaciones en las que se

conducen las actividades a expensas de la toma de decisiones racional y

participativa dentro de estas situaciones, y

- romper el ciclo de reflexión y acción necesario para el desarrollo racional de la

educación en las situaciones en las que ocurre.” (KEMMIS, 1992, pp.194-195)

Completando estas reflexiones sobre las estrategias metodológicas, antes

comentamos cómo los estudios de casos permiten una amplia gama de estrategias y su

uso múltiple es una característica intrínseca a los mismos.

“La metodología del estudio de caso es ecléctica, las técnicas y procedimientos de uso

común incluyen la observación (participante y no participante), la entrevista (en

distintos grados de estructuración), las grabaciones audio-visuales, notas de campo y

la negociación de los productos (por ejemplo, discutir la exactitud de un informe con

aquellos que han sido observados)” (ADELMAN, JENKINS y KEMMIS, 1983, p.49)

No obstante, las más utilizadas suelen ser la observación participante, las

entrevistas y el análisis de documentos, por lo que nos detendremos brevemente en

ellas:

• Observación participante. Teniendo en todo momento presente el foco de la

investigación y las cuestiones que la vertebran, aunque exista una categorización previa

de aspectos interesantes para observar, debemos partir de la premisa que comentan

TAYLOR y BOGDAN (1998) respecto a la observación, cuando afirman que los rasgos

específicos de su enfoque evolucionan a medida que operan. Con esta consideración son

173

ineludibles la flexibilidad y el dinamismo como elementos definitorios de la

observación, en el sentido de que no podemos obcecarnos en un guión previo rígido que

mate la riqueza de la experiencia desde su limitación inherente, sino que lo debemos

considerar como un punto de partida (muy necesario, eso sí, para ordenar y tener las

ideas suficientemente claras), no como una lápida sumaria e incuestionable o ampliable.

Además, hablamos de observación participante porque en los estudios de casos con las

características aquí defendidas es fundamental la interacción del investigador con la

realidad investigada como elemento activo en la misma.

• Entrevistas. Las entrevistas tienen una doble finalidad: reconstruir el proceso

histórico desde los protagonistas y obtener información a través de las preguntas sobre las

cuestiones y pretensiones de la investigación, así como pretenden una búsqueda de

intersubjetividad a partir de las distintas experiencias e interpretaciones de la personas o

personas participantes.

En cuanto a otros importantes aspectos metodológicos, dentro de la gama de

posibilidades que ofrece la entrevista como espacio abierto que invita a la reflexión, y dado

que estamos hablando de un proceso de investigación cualitativa, me gustaría destacar la

modalidad de entrevista en profundidad por parecerme la más adecuada, entendiéndola

siempre como un fluir de comunicación con una intencionalidad definida y explícita, pues

permite por un lado la flexibilidad suficiente como para moverte por donde quieres (no

olvidemos que toda investigación es intencional y se refiere a aspectos concretos) sin por

ello restar espontaneidad, profundidad ni sensibilidad en las respuestas. En palabras de

TAYLOR y BOGDAN:

“En completo contraste con la entrevista estructurada, las entrevistas cualitativas son

flexibles y dinámicas. Las entrevistas cualitativas han sido descritas como no

directivas, no estructuradas, no estandarizadas y abiertas. Utilizamos la expresión

‘entrevistas en profundidad’ para referirnos a este método de investigación cualitativo.

(...) Las entrevistas en profundidad siguen el modelo de una conversación entre

iguales, y no de un intercambio formal de preguntas y respuestas. Lejos de asemejarse

a un robot recolector de datos, el propio investigador es el instrumento de la

investigación, y no lo es un protocolo o formulario de entrevista. El rol implica no

174

sólo obtener respuestas, sino también aprender qué preguntas hacer y cómo hacerlas.”

(TAYLOR y BOGDAN, 1998, p.101)

Esto no significa que no se pueda disponer de una ‘guía de la entrevista’ que

incluya los temas clave a tratar, lo cual no constituye un protocolo estructurado sino que

“sirve solamente para recordar que se deben hacer preguntas sobre ciertos temas.”

(TAYLOR y BOGDAN, 1998, p.119) Todo esto, obviamente, no es tan simple en la

práctica, porque no son pocas las inseguridades que genera el enfrentarse a una entrevista,

tanto desde el punto de vista del contenido de la misma, la forma de plantear el mismo, la

generación de un clima propicio y fluido de comunicación, etc. Son aspectos estos que,

más allá de la teorización existente sobre el tema, exigen de un aprendizaje sobre la

práctica que se ejerce como proceso de reflexión permanente también.

• Análisis de documentos. Para comprender e interpretar una realidad debemos

conocer los significados producidos en la misma no sólo desde lo que nos dicen o lo que

observamos en la misma, sino también a partir de los amteriales que se hayan podido

generar en el contexto, como puede ser un aula, una reunión, los diarios de campo, etc. Y

es éste un elemento que se torna fundamental para la labor investigadora y la triangulación

de la misma.

Hasta aquí nos hemos centrado en aspectos más conceptuales, procedimentales y

descriptivos, pero no querría pasar por alto otras consideraciones más políticas relativas al

uso de los estudios de casos como metodología de investigación educativa, ya que, como

dice POPKEWITZ:.

“En los estudios de casos hay implícita una teoría política y social. La dificultad de

la postura política sustentada es que no afronta las limitaciones de la teoría de base,

es decir, la relación de las condiciones subjetivas de los participantes con la

objetividad histórica. (...) Con todo, el enfoque del estudio de casos responde en

cierto sentido a la epistemología de la ciencia contemporánea. Intenta establecer un

modelo interactivo entre el investigador y el contexto y reconoce el papel de la

ética en la ciencia al situar la tarea de la evaluación en el marco de la teoría

democrática.” (POPKEWITZ, 1988, pp. 211-212)

175

En este sentido, una de nuestras pretensiones a la hora de investigar debe ser que

nuestras investigaciones tengan sentido y trascendencia tanto desde un punto de vista de

producción científica como desde su dimensión política y social, como referente que

realice aportaciones para mejorar(nos) y contribuir a la extensión y diseminación de

aquello que investiguemos.

Esto en cuanto a consideraciones generales, pero es cierto también que la

inscripción cualitativa que suelen tener los estudios de casos en educación ya implica

una cierta postura hacia el conocimiento y la manera en que se genera. Nada es aséptico

en la investigación y el paradigma interpretativo-crítico al que metodológicamente se

vinculan los estudios de casos tal y como aquí los estamos viendo, conllevan una

postura política con pretensiones democratizadoras en su quehacer e intencionalidad.

Así, centrándonos en el mundo de la investigación educativa, según

MARTÍNEZ BONAFÉ (1990) en los estudios de casos podemos diferenciar las

siguientes dimensiones en función del modo de utilización de su diseño:

a) Los estudios se centran en los niveles ‘micro’ del sistema (las escuelas o aulas, y las

específicas interacciones que se producen en su interior entre los diferentes agentes

del proceso educativo), sin que ello quiera decir que se margine el análisis de la

conexión con perspectivas más amplias relacionadas con la estructura de la sociedad

y el sistema educativo en su conjunto.

b) Desde una consideración humanista de la educación –en la mayor parte de los casos-

, pero también desde enfoque socio-críticos y transformadores, se reconoce la

complejidad, diversidad y multiplicidad del fenómeno educativo como objeto de

estudio y, consecuentemente, se focaliza el estudio en aspectos prácticos y

situacionales, y en los códigos de comunicación y acciones estratégicas de los

participantes, según los diferentes contextos.

c) Al considerar los hechos educativos como distintamente humanos y sociales,

rechazando por tanto, la aplicación epistemológica y metodológica de las ciencias

físico-naturales, los estudios se centran en la comprensión de significados en el

176

contexto de la actividad educativa, a través de criterios metodológicos que explican

las teorías, valores y subjetividad de los participantes, y establecen una nueva

relación de implicación e intercambio entre el investigador y los sujetos y

situaciones sobre las que se investiga.

No podemos olvidar que la proliferación de los estudios de casos dentro de la

investigación educativa, y particularmente en los aspectos relacionados con el desarrollo

profesional docente y el curriculum, lo han hecho un método muy popular, entre otras

razones, por algunas como las que apunta STENHOUSE:

“Los investigadores se han pasado al estudio de casos ante las dificultades que han

encontrado al intentar aplicar un paradigma científico de investigación clásico a

problemas en los que el comportamiento, la acción o la intención humanas juegan

un gran papel.” (STENHOUSE, 1990, p.69)

Todo lo cual nos lleva a considerar los estudios de casos como una herramienta

útil y válida para comprender e interpretar los fenómenos educativos y poder, desde ahí,

incidir y orientar la acción en los mismos para su mejora y transformación.

“El estudio de casos puede ser un buen instrumento metodológico para la

deliberación profesional crítica de los profesores. Permite obtener una cualificada

información de y en la propia realidad de la enseñanza, examinar sistemáticamente

y de un modo interactivo la propia actividad práctica, así como los factores que las

constriñen o condicionan. La posibilidad del intercambio cooperativo de

reflexiones, experiencias e información, amplía el horizonte profesional y puede

generar nuevas capacidades para actuar sobre los acontecimientos y organizaciones

educativas, aprendiendo sobre ellos y cambiándolos en el curso del aprendizaje. Un

buen instrumento metodológico, entonces, para alcanzar seguridad individual sobre

los juicios y decisiones prácticas, y ampliar un saber profesional colectivo y

emancipatorio, fundamentado en la deliberación entre los agentes directamente

implicados en el proceso educativo.” (MARTÍNEZ BONAFÉ, 1990, pp.66-67)

177

Pero claro, esto implica a su vez un grado de conciencia crítica en los

participantes e investigadores, puesto que de lo contrario, y como ya advirtiera

POPKEWITZ (1988), debido a las propias raíces epistemológicas del método, éste

puede verse reducido a una simple contemplación pasiva y conservadora de la acción y

del conocimiento de las interacciones subjetivas que se producen en un contexto

determinado.

Por el contrario, los estudios de casos pueden constituir también estrategias

válidas para fomentar el desarrollo profesional docente desde el proceso de reflexión

que conllevan. No olvidemos que la reflexión supone un análisis y una manera de

orientar la acción, además de un proceso de reconstrucción de la experiencia que se da,

como comenta PÉREZ GÓMEZ, mediante tres fenómenos paralelos:

- “Reconstruir las situaciones donde se produce la acción. La reflexión así

concebida conduce a que los docentes redefinan la situación problemática donde se

encuentra, ya sea atendiendo a características de la situación antes ignoradas o

reinterpretando y asignando nuevo significado a las características ya conocidas.

- Reconstruirse a sí mismos como docentes: este proceso de reflexión conduce

también a que el profesor adquiera conciencia de las formas en que estructura sus

conocimientos, sus afectos y sus estrategias de actuación.

- Reconstruir los supuestos acerca de la enseñanza aceptados como básicos. La

reflexión es así una forma de analizar críticamente las razones y los intereses

individuales y colectivos que subyacen a los principios y formas dominantes de

concebir la enseñanza. ¿Qué valores éticos y qué intereses políticos sustentan los

supuestos teóricos o los modos de acción que aceptamos como básicos e

indiscutibles?” (PÉREZ GÓMEZ, 1999, p.194)

En definitiva, lo que pretendo no es afirmar que los estudios de casos como tales

permitan cambios estructurales del sistema educativo desde la implicación en ellos del

profesorado, sobre todo teniendo en cuenta las actuales condiciones de dicho sistema y

el conservadurismo que está imperando en las políticas educativas hegemónicas de corte

neoliberal. Pero lo que sí nos pueden permitir los estudios de casos es reflexionar, dar a

conocer y comprender e interpretar mejor las historias y experiencias innovadoras y

178

críticas que determinados profesores y grupos de profesorado, lo que a su vez puede

servir para el enriquecimiento tanto de sus discursos teórico-prácticos como de la puesta

en acción de los mismos, tanto de los protagonistas de los casos específicos objeto de

investigación como de otros profesionales que puedan aprender de esas experiencias,

aun en otros contextos y situaciones vivenciales.

CAPÍTULO 3. EN BUSCA DEL DISCURSO

PERDIDO: ÉTICA, DEMOCRACIA

Y EDUCACIÓN

“Yo me complazco en ser persona a causa de mi

responsabilidad ética y política en el mundo y con los otros. No

puedo ser si los otros no son; sobre todo no puedo ser si

prohibo que los otros sean. Soy un ser humano.”

PAULO FREIRE (1997, p.56)

181

3.1. El mundo de los valores y el valor de la ética

“Lo humano del hombre es desvivirse por el otro hombre.”

EMMANUEL LEVINAS

En una sociedad donde el sentido de lo humano parece convertirse en una nueva

metáfora de la vacuidad y que propugna la subyugación de la dignidad a los intereses

económicos, la clave puede que esté en lo que MORIN y KERN (1993, p.219) llaman

"la impotencia de la humanidad para llegar a ser una verdadera humanidad."

Transfomar esa impotencia en una realidad a partir de su consideración como exigencia

ontológica para todas las personas debe ser una aspiración común, lo cual sólo puede

tener sentido desde la devolución de su primacía al mundo de los valores y la

profundización en una axiología intercultural que permita tanto la inclusión de todas las

personas como el respeto a su identidad como elemento de valor. (LÓPEZ MELERO,

1999) Diálogo y consenso deben ser ejes vertebradores de este discurso, pero tanto

como lo deben ser la lucha por nuestra dignidad a partir de la de nuestros semejantes,

pues el acto de humanizar sólo puede darse humanizándonos, aun cuando para ello

debamos nadar contra la corriente deshumanizadora de los contravalores del

neoliberalismo. De manera mucho más poética, a la vez que contundente, lo dijo

SÁBATO (2000, p.108): “El mundo nada puede contra un hombre que canta en la

miseria.”

Siguiendo de la mano de maestros literatos, aunque BERTOLD BRETCH decía

que primero había que comer y después hablar de moral, qué duda cabe que para que lo

primero se dé, como símbolo de la dignidad humana, hay que hablar de valores y actuar

conforme a ellos. Por eso voy a comenzar ofreciendo algunas ideas en torno a los

valores, con el fin de ir caracterizándolos:

1. Los valores no tienen sólo ser, sino valer, es decir, no pueden caracterizarse por el

ser únicamente, sino que tienen valor en sí, y ese valer forma también parte de su

182

esencia y los define, pero sin olvidar en ningún momento su origen socio-histórico a

través de la cultura a pesar de sus aspiraciones universalistas.

2. Los valores son autónomos, en el sentido de que no dependen de preferencias e

intereses para su forma, por lo que están libres de la ‘relatividad‘ de las normas y

convencionalismos sociales, pues como decía su aspiración es universalista. Además, su

autonomía no implica que no tengan adhesión a las cosas y hechos, ya que siempre

hacen referencia al ser.

3. Los valores son por naturaleza cualitativos, es decir, son independientes de

cantidades y de relaciones de tipo cuantitativo.

4. Como la esencia de los valores, por definición, no puede ser alcanzada, son siempre

dinámicos y susceptibles de perfeccionamiento o mejora.

5. El valor moral de los valores está en su puesta en práctica (LÓPEZ MELERO,

2003), lo cual es una exigencia inherente a su propia existencia.

Partiendo de estas consideraciones, cabría pues distinguir los valores de las

normas o principios, ya que los primeros remiten a conjuntos de significados

estructurados como un todo y suponen una propuesta de construcción social del mundo

de las relaciones humanas, mientras que los segundos son enunciados que expresan

conceptualmente una visión cultural y socialmente mediatizada por un contexto

concreto y que tienen pretensiones de universalidad en dicho contexto.

Desde estas premisas podemos afirmar que aunque los valores pueden resultar

entes abstractos y formales no lo son, en la medida de que son cuando se ponen en

práctica y porque debemos tomarlos como criterios para la acción, en cualquier parte y

en cualquier cultura. Además, como no surgen por ‘generación espontánea’ los valores

deben construirse, luchando todo lo necesario para que esa construcción sea una

constante en nuestras reflexiones y acciones, pues constituyen un acervo consecuencia

de la justicia y la equidad puestas al servicio de la convivencia.

En este sentido debemos seguir avanzando y explicitar cómo los seres humanos

disponemos de un conjunto de valores universalmente consensuables, producto de la

evolución cultural del ser humano y que constituyen la base de los derechos humanos.

183

(TUVILLA, 1998) Sin esos valores compartidos es difícil hablar de ética en la práctica,

ya que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como espacio de consenso

de los valores con aspiraciones de universabilidad, proclama desde el primer momento

que todos los seres humanos nacen libres e iguales y, por lo tanto, que todo individuo

tiene derecho a la vida, a la libertad y a la no exclusión social ni de los derechos

fundamentales contenidos en ella.

En relación con esto, MARINA y DE LA VÁLGOMA exponen una serie de

tesis (cuatro en concreto, más una quinta que denominan metodológica) a la hora de

hablar del proceso de humanización y su desarrollo histórico y cultural, las cuales me

parece un buen punto de partida para consolidar la idea de los Derechos Humanos como

garantes de la dignidad humana (o al menos referentes para la lucha por la misma):

“Tesis primera: La Humanidad, movida por deseos imperiosos y contradictorios, se

ha dirigido siempre a una meta que se designa con términos amplios, vagos e

inevitables, como ‘felicidad’ o ‘justicia’. (...)

Segunda tesis: Cuando los seres humanos se libran de la miseria, de la ignorancia,

del miedo, del dogmatismo y del odio –elementos claramente interrelacionados-

evolucionan de manera muy parecida hacia la racionalidad, la libertad individual,

la democracia, las seguridades jurídicas y las políticas de solidaridad. (...)

Tercera tesis: La Humanidad, por distintos y convergentes caminos, ha descubierto

que el modo más seguro y eficaz de conseguir la felicidad y la justicia es afirmando

el valor intrínseco de cada ser humano. (...)

Cuarta tesis: Ese valor supremo ha encontrado su mejor definición operativa en el

concepto de derechos prelegales (derechos subjetivos, innatos, derechos morales, o

como quieran denominarlos), que a su vez se han concretado en los llamados

derechos humanos. (...)

Tesis metodológica: La historia de la lucha por la dignidad es una fundamentación

práctica de la ética.” (MARINA y DE LA VÁLGOMA, 2000, p.25-28)

El principio del punto de llegada de todo esto lo encontramos en el discurso de la

Modernidad, a través del cual el discurso igualitario y universal cobra tangibilidad,

proclamando los mismos derechos para todas las personas. (CAMPS, 1993) De todas

formas, no hay que olvidar que los derechos humanos nacieron formalmente del

184

liberalismo (aunque en todas las culturas podemos encontrar elementos referentes a la

igualdad y otros valores) y por eso el derecho prioritario fue siempre el de la libertad

desde esa perspectiva occidental, que como tal convertía a la igualdad (entendida

‘liberalmente’) en algo cuando menos sospechoso por el desigual punto de partida y uso

que de esa libertad pueden hacer los individuos, sobre todo relacionada con el acceso a

bienes materiales y/o simbólicos, como ya anticipara en sus análisis el propio MARX y

toda la corriente filosófica comunitarista posterior. Además, incluso autores cercanos o

emergentes del liberalismo moderado como RAWLS (1978) han llegado a poner el

énfasis en el concepto de equitatividad, en el sentido de que hay que repartir

desigualmente para dar más a los que menos tienen. Así, seguramente ese origen y

evolución hayan sido detonantes de esta afirmación de GIMENO SACRISTÁN:

"El problema de todos los derechos humanos es el de si son un mero

reconocimiento de dignidades para la persona o han de tener, además,

consecuencias prácticas para la acción. Esa falta de continuidad, desde su

aceptación teórica hasta su realización práctica, da lugar al déficit de la democracia

propia del liberalismo clásico, cuya correción resulta necesaria para domesticar y

transformar el capitalismo." (GIMENO SACRISTÁN, 2001, p.158)

Pero es que lo que no podemos olvidar es que el concepto de Derechos Humanos

tiene dos sentidos fundamentales: uno relativo a los derechos de todos los seres

humanos por el mero hecho de serlo, más relacionados con el derecho moral, y un

segundo sentido vinculado a la evolución del derecho en la sociedad y su plasmación en

leyes de ámbito local, estatal e internacional. Y todo ello insistiendo en que muchos de

los principios que fundamentan los derechos humanos aparecen en la mayoría de las

culturas y civilizaciones de una u otra forma, así como en que la historia del derecho es,

como dice FERRAJOLI (1999), una historia de utopías, algunas de las cuales van

convirtiéndose en realidad mientras otras se transforman en urgencias humanitarias a las

que hay que responder sin demora en el seno de una sociedad donde ese por, para y con

el pueblo se universalice y no admita excepciones bajo ningún pretexto. En palabras del

autor antes citado:

185

"Los derechos fundamentales, como enseña la experiencia, no caen del cielo, sino

que llegan a afirmarse cuando se hace irresistible la presión de quienes han

quedado excluidos ante las puertas de los incluidos. Ello significa admitir de forma

realista que no existe, a largo plazo, más alternativa a las guerras y al terrorismo

que la efectiva universalización de aquéllos, siendo cada vez más actual e

ineludible el nexo entre derechos fundamentales y paz afirmado en el preámbulo de

la Declaración Universal de 1948; y que, por tanto, la presión de los excluidos

sobre nuestro mundo privilegiado alcanzará formas de violencia incontrolada, a

menos que nos obliguemos a remover sus causas, quitando a la ciudadanía su

carácter de status privilegiado y garantizando a todos los mismos derechos,

incluidas las libertades de residencia y de circulación." (FERRAJOLI, 1999, p.118)

Es desde esa perspectiva que la Declaración Universal de los Derechos Humanos se

convierte en un ideal común que todas las culturas y pueblos deben esforzarse en

cumplir (no reivindicándolo, sino poniéndolo en práctica), ya que expresa el código

moral de la comunidad internacional. De esta manera, el mejor y más democrático

mediador para todo esto es sin duda el diálogo como compromiso compartido de

búsqueda de lo verdadero y lo justo a través de una disposición constante a favor del

entendimiento y la resolución de los problemas o conflictos generados por la

convivencia. (CORTINA, 1997) Sin diálogo los derechos humanos no serían una

realidad consensuada y sin diálogo la exigencia de su puesta en práctica tampoco

tendría sentido. Todo ello, dentro de un marco social que propicie las que podríamos

denominar aspiraciones del diálogo intersubjetivo desde un plano de horizontalidad en

las relaciones:

"- la comprensión (el deseo de entendimiento mutuo, una aceptación general de que

las relaciones son un proyecto común),

- la verdad, es decir, el deseo de compartir conocimiento,

- la veracidad, es decir, el deseo de una verdad mutua,

- la rectitud, es decir, el deseo de establecer una sociedad,

- la interioridad, es decir, el deseo de meditar sobre formas de actuar,

- la disposición, es decir, el deseo de hacer elecciones." (HABERMAS, 1999,

p.38)

186

Desde mi punto de vista, esto engarza perfectamente con el hecho de la unión

dialéctica e inevitable entre los derechos humanos y la ética, entendiendo esta última,

coincidiendo con MATURANA (1994), desde nuestra preocupación por las

consecuencias de nuestras acciones sobre los demás (a diferencia de la moral, que se

refiere más al cumplimiento de las normas). Desde esta perspectiva, la ética pasa a ser

una necesidad para la conviencia y la justicia, por lo que puede estar en contra de las

normas que determine una moral concreta, en cuyo caso la desobediencia de las mismas

se convierte en un acto de responsabilidad, como ya advirtiera a su manera THOREAU

en su ‘Desobediencia Civil’, que tanto inspiró a personajes tan importantes para la

práctica de la ética como GANDHI. Además, tampoco podemos olvidar en este sentido

que son los derechos humanos los que posibilitan la praxis de la emancipación personal

y colectiva.

En una sociedad como la nuestra, donde los valores hegemónicos se imponen de

manera unitaria y dogmática, no está de más recuperar el discurso del NO a todo acto

que vaya contra los derechos humanos y la dignidad de las personas como eje

vertebrador de nuestras narraciones vitales, sobre todo en el mundo de la educación,

como acto de responsabilidad pública desde nuestra autonomía moral, la cual

“La autonomía moral de la persona radica precisamente en eso: en la capacidad de

escoger el principio adecuado a cada caso y procurar darle la interpretación

también más justa.” (CAMPS, 1993, p.72)

La respuesta a todo esto pasa, por lo tanto, por el desarrollo de una ética

intercultural como referente para el diálogo entre las culturas desde el respeto de sus

diferencias y el consenso de sus mínimos para la convivencia, ya que lo que debemos

llegar a comprender mediante la misma es que la presencia de los otros supone no un

germen de conflictos, sino una posibilidad única para crecer y enriquecernos personal y

socialmente. Debemos convencernos de que

“sólo del diálogo intercultural, de la comprensión profunda de los intereses de las

personas con distintos bagajes culturales, pueden surgir los materiales para

construir una sociedad justa, tanto política, como mundial. Ahora bien, estar

187

dispuesto a entablar un diálogo significa estar a la vez dispuesto a aceptar las

condiciones que le dan sentido. Y, desde esta perspectiva, ningún interlocutor está

legitimado para privar de la vida a sus interlocutores potenciales, ni para negarles

la posibilidad de expresarse, ni para asignarles a priori un puesto de inferioridad.”

(CORTINA, 1997, p.215)

Se trata de afrontar las situaciones con una visión holística que priorice el bien

común a los intereses particulares en beneficio de un mundo donde quepan todas las

culturas y todas las personas bajo el único criterio, comúnmente aceptado, de los

principios de los Derechos Humanos. Así, desde una perspectiva axiológica sería una

ética de carácter discursivo la que se adentraría más y mejor en esta visión,

inscribiéndose de forma dialógica en la búsqueda cooperativa de la verdad y la justicia y

partiendo de que una norma sólo puede ser justa si todas las personas implicadas con la

misma pudieran llegar a ser capaces de aceptarla tras un diálogo democrático al

respecto.

Además, y aunque a continuación va a ser desarrollada esta ética discursiva, las

reflexiones sobre el discurso y los valores de la ética sí considero que requieren una

profundización mayor desde su componente dialógico, para lo cual me voy a servir de

nuevo del análisis de ADELA CORTINA, pues no podemos olvidar que para la ética

discursiva el diálogo debe reunir unas condiciones para denominarse como tal, las

cuales serían las siguientes:

1. En el diálogo deben participar los afectados por la decisión final. En el

caso de que sea imposible que todos participen (pero sólo en este caso), debe haber

alguien que represente los intereses de los que no pueden estar presentes.

2. Quien toma el diálogo en serio no ingresa en él convencido de que el

interlocutor nada tiene que aportar, sino todo lo contrario. Está, pues, dispuesto a

escucharle.

3. Eso significa que no cree tener ya toda la verdad clara y diáfana, y que el

interlocutor es un sujeto al que convencer, no alguien con quien dialogar. Un

diálogo es bilateral, no unilateral.

4. Quien dialoga en serio está dispuesto a escuchar para mantener su

posición si no le convencen los argumentos del interlocutor, o para modificarla si

188

tales argumentos le convencen. Pero también está dispuesto a aducir sus propios

argumentos y a dejarse ‘derrotar’, si viene al caso.

5. Quien dialoga en serio está preocupado por encontrar una solución justa

y, por tanto, por entenderse con su interlocutor. ‘Entenderse’ no significa lograr un

acuerdo total, pero sí descubrir todo lo que ya tenemos en común y nos permite ir

precisando desde ahí en qué no concordamos y por qué.

6. Un diálogo serio exige, por tanto, que todos los interlocutores puedan

expresar sus puntos de vista, aducir sus argumentos, replicar a otras intervenciones.

7. La decisión final, para ser justa, no debe atender a intereses individuales

o grupales, sino a intereses universalizables, es decir, a los que todos los afectados.

8. La solución final puede estar equivocada y por eso siempre tiene que

estar abierta a revisiones. Pero cuando las personas están dispuestas a determinar

qué es lo justo en serio, en cuanto ésa es su actitud, rectificar el error cometido es

lo más sencillo del mundo. (CORTINA, 1997, 248-249)

Lo que nunca podemos olvidar es que la ética tiene un componente ineludible de

(co)rresponsabilidad desde la acción y el lenguaje dialógico, ya que es el modo de

comprometer a todos en la realización de un mundo mejor, y mejor sobre todo porque

se debe construir con la participación real de todos. Por lo tanto, esto nos debe llevar a

considerar que no puede haber transformaciones sociales (ni, por consiguiente,

educativas) donde la ética no esté presente, así como tampoco podemos hablar de ética

sin evitar que tras ello se encuentre un ideal de aspiraciones emancipatorias individuales

y colectivas.

189

3.2. La ética del discurso y el discurso de la educación

“La lucha ya no se reduce a retrasar lo que acontecerá o asegurar

su llegada, es preciso reinventar el mundo. La educación es

indispensable en esta reinvención. Considerarnos como sujetos y

objetos de la Historia nos hace seres de la decisión, de la ruptura.

Seres éticos.”

PAULO FREIRE (1997, p.50)

Desde el punto de vista etimológico, si consultamos un diccionario de griego

clásico nos encontramos con dos términos muy parecidos al buscar la palabra Ética: êthos,

disposiciones morales, y éthos, costumbre. Parece, a primera vista, que el primero alude a

los valores con respecto a los cuales el segundo plasma las costumbres. El latín no nos

aporta mucho más: mores significa a la vez costumbres y principios. Hasta recurriendo a

ARISTÓTELES, en su Magna moralia, éste nos señala la relación entre ética y moral,

pero no su coincidencia.

En este punto, creo necesario continuar entonces aclarando aspectos y para ello voy

a servirme nuevamente de MATURANA (1992) cuando afirma que la preocupación ética,

como preocupación por las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre los demás, es

un fenómeno que tiene que ver con la aceptación del otro. Siguiendo esta línea de

pensamiento, considero que el carácter social, dependiente de las emociones, es el que

define a la ética desde un dominio social concretado por la aceptación recíproca del otro o

de la otra desde su alteridad. Pero claro, en esto tendríamos a su vez que diferenciar dos

dimensiones: la de la reflexión teórica y la de la aplicación cotidiana de dicha reflexión, lo

cual, a mi juicio, supone la más clara diferenciación entre ética y moral. Como dice

FRANCE QUÉRÉ:

190

"La ética tendría, pues, el patrimonio de la reflexión teórica; se preguntaría por las

fuentes, la libertad, los valores, los fines de la acción, la dignidad, las relaciones

con el prójimo y los conceptos que envuelven estas difíciles nociones. A la moral

correspondería integrar en un arte de vivir las respuestas obtenidas por la reflexión,

y aplicarlas a la economía, al derecho, a la política, a la ciencia. En una palabra, la

ética describe, la moral prescribe." (QUÉRÉ, 1994, p.5)

Desde esta perspectiva, y siguiendo a CORTINA (1993), podríamos decir que las

tareas principales de la ética como filosofía moral serían las siguientes:

1) Averiguar en qué consiste la moral, que no se identifica con los restantes saberes

prácticos aunque esté relacionada con ellos.

2) Darle un fundamento a la moral, buscar razones para su existencia o no.

3) Intentar una aplicación de los principios éticos descubiertos a los distintos ámbitos de

la vida cotidiana.

Esa vertiente social que estamos otorgándole a la ética y esa realidad individual de

la moral me recuerda también lo que tan bien anticipara VIGOTSKY (2000) al comentar

cómo llegamos al conocimiento primero desde una dimensión interpsicológica para

después pasar eso a una dimensión intrapsicológica. Pero, además, este principio

vigotskiano nos servirá para disertar sobre el tema de los fines y los medios. Partiendo de

la concepción maturaniana, entiendo que toda práctica social (y, por consiguiente, toda

práctica educativa) debe tener presente en todo momento las consecuencias de su acción,

tanto en el planteamiento que le da origen como en la necesaria reflexión continua que el

proceso de concreción de ese planteamiento debe poseer como inherente al mismo.

Como decía, no hay que olvidar que la ética surge de nuestra preocupación por

las consecuencias de nuestras acciones sobre los demás dentro de un marco intercultural

(sólo se puede hablar de educación si ésta es intercultural) donde las propias culturas

deben ser vistas como redes de conversaciones, por lo que el ser cultural implica el vivir

en tal red de conversaciones. (MATURANA, 1994) Pues bien, esas redes, precisamente

por su naturaleza social, están impregnadas de valores que deberán ser configurados

intersubjetivamente y aceptados de manera universal por los actores sociales para ser

legítimos, en función de su interés por el bien común, sin ningún tipo de exclusiones.

191

Esta concepción de la ética recuerda también a lo desarrollado por otros filósofos como

HANS JONAS (aunque este autor, mas que al discurso de la Modernidad se encontraba

próximo a un giro aristotélico en sus planteamientos), a través sobre todo de su

‘principio responsabilidad’, que él mismo definía desde la necesidad de actuar de tal

modo que las consecuencias de nuestras acciones sean compatibles con la permanencia

de la vida. O también podríamos hacer referencia a EMMANUEL LEVINAS y su ética

de la alteridad, en la cual el encuentro ético con el otro es fundamental, siempre desde

una justicia entendida como igualdad para todos desde el reconocimiento de nuestras

diferencias. (IZUZQUIZA, 2000)

Para HABERMAS, la función de la ética no es cambiar el sentido moral de las

personas en el mundo de la vida, sino que es la ilustración, no teniendo tanto un

componente pragmático, privado o estetizado como procedimental, (auto)reflexivo y

deliberativo, encontrándose en estos componentes el verdadero significado político de la

ética en el marco de una sociedad civil con pretensiones de convivencia, equidad y

justicia. En este sentido, autores comunitaristas como TAYLOR (1994) enfatizan la

responsabilidad del sujeto moral y su contexto en el marco de una ‘ética de la

autenticidad' y el carácter fundamentalmente dialógico de la vida humana.

Casi todas las corrientes coinciden en aceptar la presencia de sentimientos

morales en las personas, sentimientos que son comunes a muchos componentes en

contextos culturales y/o situacionales similares y que KANT denominaba ‘máximas’, a

las cuales debemos hacer pasar al ‘rango’ de leyes universales. En palabras de

HABERMAS (1985), se trataría de pasar de sentimientos morales a principios éticos

con pretensiones universales, para lo cual es necesario una especie de principio

mediador que, en el marco de una ética del discurso como la propuesta por el filósofo

alemán, es el de la comunicación. Por tanto, desde esta perspectiva es en la

comunicación donde reside toda fundamentación posible de la moral y de la ética,

porque es a partir del acto comunicativo donde podemos comprender al otro y

reconocerlo como otro legítimo, aun cuando no estemos de acuerdo con él.

192

ADORNO (1999) comentaba que había momentos en los cuales la filosofía sólo

podría hacerse como sociología, lo cual actualmente considero que debería ser una

reflexión de necesaria aplicación a la ética. En este sentido, la perspectiva comunicativa

sí aporta, desde mi punto de vista, esa imprescindible relación entre ética, filosofía,

política y sociedad.

De esta manera vamos a realizar una reflexión más profunda (si bien no

desvinculada, a mí juicio, de estas concepciones presentadas), en torno a la ética,

enmarcada dentro del enfoque comunicativo desarrollado por JÜRGEN HABERMAS a

lo largo de su extensa obra, así como por KARL OTTO APEL: me refiero a lo que se ha

denominado Ética del Discurso y sus implicaciones, primero en un nivel de definición

sociohistórico y normativo, percibiéndola como una ética de la inclusión; y, en segundo

lugar, desde un punto de vista político, hacia la construcción de formas de democracia

radical, con todas las necesarias repercusiones de ello para la educación.

La ética discursiva desarrollada principalmente por los dos autores antes

mencionados, y que tiene su referente más claro en la Teoría de la Acción Comunicativa

de HABERMAS (1987), considera que la ética no ha de ofrecer contenidos, sino

desentrañar condiciones de racionalidad, es decir, debe preocuparse más por el discurso

práctico que por el teórico, estar definida por cuestiones procedimentales y normativas

antes que punitivas. Por ello APEL (1991) manifiesta que él prefiere hablar de una ética

discursiva, en detrimento de otras posibles denominaciones, porque ésta remite al

discurso argumentativo como medio de fundamentación concreta de las normas

consensuales y porque el mismo contiene también el a priori racional de

fundamentación para el principio de la ética.

Esto significa que debe ser la cooperación solidaria la base normativa de una

ética de la corresponsabilidad derivada de lo anterior y que serviría como fundamento o

justificación de las normas jurídicas y morales a partir de la generación de discursos

argumentativos. Todo ello partiendo del siguiente presupuesto:

193

“Todos los seres capaces de comunicación lingüística deben ser reconocidos como

personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son interlocutores

virtuales, y la justificación ilimitada del pensamiento no puede renunciar a ningún

interlocutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la discusión.” (APEL,

1985, p.380)

Desde esta perspectiva la ética formal de KANT se convierte en un referente a

partir de su ‘imperativo categórico’, que HABERMAS reformula de la siguiente

manera:

“En lugar de proponer a todos los demás como válidas una máxima que quiero que

opere como ley universal, tengo que presentarla a la consideración de los otros a

fin de comprobar discursivamente su aspiración de universalidad. El peso se

traslada, pues, desde aquello que cada uno puede querer sin contradicción alguna

como ley general, a lo que todos de común acuerdo quieren reconocer como norma

universal.” (HABERMAS, 1991, p.88)

Esa nueva concepción emergente del ‘imperativo categórico’ kantiano desde

habermas provoca que éste se convierte en un principio mediador que posibilita el

consenso desde la exclusión que conlleva de aquellas normas que no expresan una

voluntad general, lo que lo convierte en un principio que busca la generalización de

formas de acción e intereses guiadas por el prerrequesito del bien común. En este

sentido, APEL comenta que cuando buscamos argumentaciones tenemos siempre, como

finalidad en el discurso, la capacidad de consensuar todas las decisiones derivadas del

acto comunicativo, de lo que se deduce que el principio fundamental de la ética

discursiva es que “una norma únicamente puede aspirar a tener validez cuando todas las

personas a las que afecta consiguen ponerse de acuerdo en cuanto participantes de un

discurso práctico (o pueden ponerse de acuerdo) en que dicha norma es válida.“

(HABERMAS, 1991, p.117)

Partiendo de ahí, HABERMAS define otro principio, el de Universalidad, como

norma de argumentación que posibilita el acuerdo en los discursos con igual

consideración para todos los participantes, proponiéndolo como principio puente para

194

llegar a una ética discursiva desde proposiciones de acciones comunicativas y no

monológicas, ya que este principio requiere de un esfuerzo cooperativo y depende de

que las argumentaciones morales tengan una función consensuadora como expresión de

una voluntad conjunta real. Este principio de Universalidad, por lo tanto, debe ser en el

terreno educativo un referente ineludible en la forma de configurar las relaciones, el

curriculum y la organización escolar, pues de lo contrario los procesos y fenómenos que

en ella se den no pueden considerarse democráticos, puesto que

“Únicamente un proceso de entendimiento intersubjetivo puede conducir a un

acuerdo que sea de carácter reflexivo: sólo entonces, pueden saber los participantes

que se han convencido conjuntamente de algo.” (HABERMAS, 1991, p.88)

A lo cual añade APEL:

“El postulado de la formación de consenso de la ética discursiva tiene una solución

procedimental que, por decirlo así, tiene su lugar entre el comunitarismo-

colectivismo y el autonomismo monológico de la conciencia. La autonomía de la

conciencia del individuo entiende su autonomía desde un principio –en el sentido

del paradigma de intersubjetividad o reciprocidad- como correspondencia posible y

planteada para el consenso definitivo de una comunidad ideal de comunicación.”

(APEL, 1991, p.162)

En definitiva, lo que esto conlleva es que sólo aquellas normas de acción que

incorporen intereses susceptibles de universalización tengan relación con la idea de

justicia, teniendo en cuenta, a su vez, que ese principio de universalización se encuentra

implícito en los presupuestos de cualquier argumentación, pues este tipo de discurso

genera estructuras contrarias a la desigualdad y la represión, fomentando la simetría en

las situaciones comunicativas. Por lo tanto, toda persona que participa en los actos

comunicativos necesarios para el discurso argumentativo debe validar implícitamente el

postulado de universalidad, sobre todo a la hora de justificar las normas de acción y su

significado.

195

Siguiendo esta línea discursiva, podemos decir con HABERMAS (1991, p.121)

que la fundamentación de la ética discursiva exige:

a) la presencia de un principio generalizador que actúe como regla de

argumentación;

b) la identificación de presupuestos de la argumentación en general inevitables

y de contenido normativo;

c) la representación explícita de este contenido normativo (reglas del discurso);

d) la prueba de que se da una relación de implicaciones materiales, ente c) y a),

en relación con la idea de la justificación de normas.

Por lo tanto, la ética del discurso se deberá basar en un procedimiento de

comprobación discursiva de las pretensiones normativas de validez (discurso práctico),

sin olvidar que los valores culturales conllevan por sí mismos una pretensión de validez

intersubjetiva.

“El intento de fundamentar la ética en la forma de una lógica de la argumentación

moral, únicamente tiene perspectivas de éxito cuando podemos identificar una

pretensión de validez especial, unida a los mandatos y normas y podemos hacerlo

en la esfera en la que surgen los dilemas morales (...) Si no se manifiestan aquí las

pretensiones de validez en plural, esto es, en las relaciones de la acción

comunicativa, antes de toda reflexión, está claro que no cabe esperar una

diferenciación entre la verdad y la rectitud normativa, en el plano de la

argumentación.” (HABERMAS, 1991, p.77)

Desde esta perspectiva, APEL aclara también cuál debe ser la finalidad de la

ética del discurso:

“Con la comprensión de la diferencia entre la situación condicionada

históricamente de la comunidad real de comunicación y la situación ideal,

anticipada ya siempre contrafácticamente, en la que se darían las condiciones de

aplicación de la ética discursiva –comprensión inevitable en el plano filosófico del

discurso- se ha reconocido también, en mi opinión, que se está obligado a colaborar

en la supresión aproximativa y a largo plazo de la diferencia.” (APEL, 1991, p.183)

196

Lo cual conlleva, en primera y última instancia, que la ética discursiva no puede

partir de una visión abstracta, ahistórica, de la eticidad, sin que ello tampoco le impida

proporcionar una fundamentación última del principio ético de universalización, y, al

mismo tiempo, sin olvidar que es desde la propia ética discursiva, cuyas acciones deben

ajustarse también a los condicionantes contextuales, desde donde se derivan los

postulados de una ética de la responsabilidad (en la que se valoran las consecuencias de

las acciones) y de una ética política (en la que se ven las dificultades lógicas de una

praxis orientada a la emancipación).

Es así como, originaria y deudora en muchos sentidos de la Teoría Crítica de

corte neomarxista iniciada por los miembros de la Escuela de Frankfurt, la ética del

discurso se inscribe dentro del proyecto de (re)construcción de la Modernidad a través

de su interrelación con la Teoría de la Acción Comunicativa como teoría crítica de la

sociedad, lo que inevitablemente hace que su vinculación con un modelo político

concreto o las posibilidades que abre normativa y prácticamente para la convivencia

democrática hayan sido objeto de múltiples debates. Con respeto a lo primero hay que

decir que ni HABERMAS ni APEL han hablado en ningún momento de modelos

políticos en el sentido clásico y, además, han definido siempre el propósito de las

acciones comunicativas (HABERMAS) y la construcción de comunidades

comunicativas (APEL) desde una posición procedimental y no reducida a fines de

poder. Con respecto a lo segundo, vamos a ver las palabras de APEL:

“La democracia, como aproximación a esta exigencia ideal, es, por tanto, algo más

que un conjunto de procedimientos neutrales, a cuyo seguimiento nos decidimos en

virtud de motivos pragmáticos; ella misma tiene su fundamentación ético-

normativa en la ética de la comunidad ideal de comunicación, que ya siempre

hemos aceptado al argumentar.” (APEL, cit. CORTINA, 1993, p.107)

Esa concepción de comunidades de comunicación lleva inherente el principio

activo de participación implícito en la convivencia democrática y la relación,

dialécticamente construida, entre subjetividad e intersubjetividad. Pero, como

manifiesta CORTINA (1993, p.112), “aunque el principio de la ética discursiva sea una

transposición del principio de legitimación política que se expresa en la idea de contrato

197

social, no puede ser aplicado directamente a la política en las sociedades complejas, que

han sufrido un proceso de diferenciación. Moral y política se insertan en el ámbito de la

racionalidad práctica y en esta medida se encuentran estrechamente conectadas, pero no

se identifican.”

Esto es así, siguiendo a APEL, porque una ética de la responsabilidad no puede

exigir una aplicación inmediata de su principio ético (aunque se entienda como un

principio de acción), puesto que ésta exige a su vez el tener en cuenta las consecuencias

y los contextos, para evitar de esta manera el dogmatismo en dicha aplicación. En

cuanto a HABERMAS, éste ha sido más categórico y minucioso en los análisis y

simplemente no habla de una posible aplicación del principio de la ética discursiva a la

política, ni normativa ni instrumentalmente, porque considera que ésta debe ocuparse

sólo de su fundamentación y no de su aplicación. (CORTINA, 1993) Tarea para la que

resulta fundamental el concepto de intersubjetividad, encarnado tanto en la deliberación

de los asuntos públicos en la sociedad civil como en un nivel institucional. Así, desde

esta óptica, la ética discursiva desde el ámbito político conllevaría una significación

moral con pretensiones de universalización a partir de permitir la democratización de

los discursos públicos y su transformación, de esta manera, en discursos no excluyentes

que incidan en las políticas concretas que generen las sociedades. Es decir, que la ética

discursiva no se vincula explícitamente a ningún movimiento político concreto y sí al

ideal democrático, pues funda sus premisas en los principios de igualdad y libertad, lo

cual, eso sí, provoca, a mi juicio, cuanto menos una relación de ‘complicidad’ con las

ideologías progresistas de izquierdas.

En consecuencia, esta concepción de ética discursiva, que parte también de una

génesis social, justifica el contenido de una moral de respeto igualitario y

responsabilidad solidaria para con todos. Como comenta HABERMAS:

“Del hecho de que las personas únicamente lleguen a convertirse en individuos por

la vía de la socialización se deduce que la consideración moral vale tanto para el

individuo insustituible como para el miembro, esto es, une la justicia con la

solidaridad. El trato igual es el trato que se dan los desiguales que a la vez son

conscientes de su copertenencia. El punto de vista de que las personas como tales

198

son iguales a todas las demás nose puede hacer valer a costa del otro punto de vista

según el cual como individuos son al tiempo absolutamente distintos de todos los

demás. El respeto recíproco e igual para todos exigido por el universalismo

sensible a las diferencias quiere una inclusión no niveladora y no confiscadora del

otro en su alteridad.” (HABERMAS, 1999, p.72)

Por lo que de ahí deducimos que la autonomía de cada individuo no puede

entenderse si no es a través de la solidaridad, y que, a su vez, la igualdad sólo puede

emerger desde el reconocimiento del otro tal y como es, a partir de la base de acciones

comunicativas que, por definición, tienen como propósito el entendimiento común.

Desde estas premisas es desde donde HABERMAS construye el concepto de una

política deliberativa sustentada en la ética del discurso para la construcción de formas

de democracia radical mediante la racionalización de las condiciones comunicativas de

los procesos políticos de modo dialógico.

“El concepto de una política deliberativa sólo cobra una referencia empírica

cuando tenemos en cuenta la pluralidad de formas de comunicación en las que se

configura una voluntad común, a saber, no sólo por medio de la autocomprensión

ética, sino también mediante acuerdos de intereses y compromisos, mediante la

elección racional de medios en relación a un fin, las fundamentaciones morales y la

comprobación de lo coherente jurídicamente.” (HABERMAS, 1999, p.239)

De ahí que debamos entender la democracia como “una obra de arte, un sistema

de convivencia artificial generado conscientemente, que puede existir solamente a

través de las acciones propositivas que le dan origen como una coinspiración en una

comunidad humana.” (MATURANA, 1997, p.62) Y eso implica, por definición, la

eliminación de toda forma de coacción en la convivencia democrática, ya que, siguiendo

con el pensamiento de MATURANA (Ibid.), “la fuerza también ha fallado en el intento

de crear una convivencia democrática, y fallará necesariamente siempre porque la

fuerza constitutivamente niega el dominio de las conversaciones de confianza, de

respeto mutuo, de autorrespeto y de dignidad, que debemos vivir si queremos vivir en

democracia.”

199

En este sentido, agrega el propio HABERMAS::

“Este procedimiento democrático genera una interna conexión entre negociaciones,

discursos de autocomprensión y discursos referentes a la justicia, y cimenta la

presunción de que bajo tales condiciones se alcanzan resultados racionales o

equitativos. Con ello, la razón práctica se repliega desde la noción de los derechos

universales del ser humano o desde la eticidad concreta de una comunidad

determinada a aquellas reglas del discurso y formas de la argumentación que toman

su contenido normativo de la base de validez de la acción orientada hacia el

entendimiento, y, en definitiva, de la estructura de la comunicación lingüística.”

(HABERMAS, 1999, p.240)

Esto nos debe llevar a que, a través de los derechos humanos, sepamos construir

nuevas formas de institucionalización de las prácticas ciudadanas dentro de un marco

que permita el uso público de la libertades, exento de coacciones que deslegitimen por

definición esos propios derechos que posibilitan la praxis para la emancipación de las

personas.

Desde este punto de vista, en una democracia auténtica, en una democracia

radical (en el sentido etimológico del término de ‘ir a la raíz de las cosas’), el poder

político no se legitima mediante un hipotético contrato social, generalmente impuesto de

una manera u otra, sino mediante un uso comunicativo de la soberanía del pueblo que

vaya más allá del ejercicio de la misma, dentro del marco de unos procedimientos

normativos generados y aceptados por él a través de argumentos creados en el seno de

la sociedad civil como foro de expresión de la ciudadanía y de las instituciones

derivadas de la misma, de manera representativa, si bien sólo allí donde la democracia

directa, el ideal democrático, se haga inviable materialmente. No podemos olvidar que

"[La democracia] Es un sistema complejo de organización y de civilización

políticas que alimenta (alimentándose de ellas) la autonomía de espíritu de los

individuos, su libertad de opinión y de expresión y el ideal trinitario libertad,

igualdad, fraternidad". (MORIN y KERN, 1993. p, 138)

200

Entendida así, la democracia tiene la virtud de conseguir que el poder político se

transforme en un ‘poder comunicativo’ (HABERMAS, 1999) sujeto a la opinión

ciudadana a través del espacio público construido desde un diálogo intersubjetivo donde

todas las personas, sin excepción, tiene el derecho y el deber de participar para construir

conjuntamente y defender los intereses de la comunidad, que por definición deben partir

de pretensiones universalizables, en el sentido que define la ética discursiva.

201

3.3. El discurso de la democracia y la democracia educativa

“La sociodiversidad es casi siempre un valor en sí misma, y lo es

porque involucra la dignidad humana, la búsqueda personal de la

felicidad y el patrimonio de las culturas. Negar, pues, que la

diversidad sea un valor, puede ser tomado en muchas ocasiones como

una grosería semejante a rechazar el valor de la humanidad.”

(BILBENY, 1999, p.70)

Hablar de democracia es hacerlo, por un lado, de un concepto denostado por su

realidad formal, y por otro, de un instrumento cuyo fin político es la mejora de la

sociedad y la calidad de vida de todas las personas que la componen, sin excepciones, y

todo ello a través de un compromiso con unos valores, lo cual implica que su

construcción es responsabilidad de todos, así como también que esa construcción debe

hacer vinculantes para todos los derechos y deberes que de ella emergen, cuyo referente

siempre debe ser el bien común.

En las sociedades actuales, donde el papel del Estado está viéndose reducido y

reconceptualizado dentro del marco globalizador y neoliberal, la economía dicta sus

leyes y se apropia de la democracia en su aspecto formal del ‘vota y no participa’ que

parece erigirse como máxima, lo que no hace sino incrementar la distancia y la tensión

existente entre unas políticas formalmente democráticas y una dictadura

socioeconómica que somete también a la cultura y a la educación a sus intereses

privados y privativos para una mayoría cada vez más amplia. A pesar o precisamente

por ello, no podemos dejar de lado el papel de la democracia en el desarrollo de la

sociedad, al menos en los tres puntos que comenta SEN:

“El desarrollo y el fortalecimiento de un sistema democrático constituye un

componente esencial del proceso de desarrollo. Hemos afirmado que la

importancia de la democracia reside en tres virtudes: 1) su importancia intrínseca,

202

2) su contribución instrumental y 3) su papel constructivo en la creación de valores

y normas.” (SEN, 2000, p.197)

Por tanto, no se trata, como también le interesa a ciertos sectores reaccionarios y

conservadores, de deslegitimar a la democracia por una realidad que no para de negarla,

sino de analizarla y desarrollarla en nuestro quehacer cotidiano. En este sentido,

tenemos que hablar de la democracia como un proceso, algo que siempre está

haciéndose, así como un instrumento para la decisión colectiva de los asuntos públicos.

Por tanto, su valor se encuentra en ser medio para que decidan los más, no uno ni unos

pocos, es decir, para el gobierno del pueblo pero con el pueblo y, por lo tanto, para el

pueblo, sin exclusiones ni discriminaciones de ningún tipo. De hecho, la democracia no

es propiedad de ninguna ideología concreta ni de intereses partidistas. Se es demócrata o

no se es, sin adjetivos, pues la democracia no los necesita: siempre funciona como

sustantivo. (BILBENY, 1999)

Avanzando en esta breve conceptualización, paso a dar la palabra a dos autores

que, desde el mundo educativo, han explicitado sabiamente las condiciones que requiere

una sociedad democrática. Así, APPLE y BEANE (1999) enumeran estas seis

condiciones para que se pueda hablar de democracia:

1. La libre circulación de ideas.

2. La confianza en la capacidad individual y colectiva de las personas para crear

posibilidades de resolución de problemas.

3. El uso de la reflexión crítica y el análisis para valorar ideas, situaciones y políticas.

4. La preocupación por el bienestar de otros y el bien común.

5. La preocuapción por la dignidad y los derechos de los individuos y las minorías.

6. La organización de instituciones sociales para promover la forma de vida

democrática.

Y, completando lo anterior, añade BASIL BERNSTEIN las siguientes:

"La primera es que las personas deben sentir que tienen una apuesta en la

sociedad. Es decir que no sólo deben de recibir de los demás, sino también dar

203

algo. (...) En segundo lugar las personas deben poder confiar en que las

organizaciones políticas realicen la promesa de la apuesta, o que den razones del

caso si esta no se cumple.” (BERNSTEIN, 1990, p.123-124)

Pero este autor complementa este planteamiento con una serie de derechos desde

el punto de vista individual, social y político, a los cuales relaciona las condiciones para

que se den. Así, BERNSTEIN (1990, p.125) resume estos derechos en el siguiente

cuadro:

DERECHOS CONDICIONES NIVELES

Crecimiento Confianza Individual

Inclusión Communitas Social

Participación Discurso Cívico Político

Con estos referentes, y recordando los principios de la ética discursiva como una

ética intercultural de soporte inherentemente democrático, tanto en lo referente a la

inclusión social de las diferencias como al pluralismo cultural que produce, surge la

democracia deliberativa, defendida entre otros por HABERMAS y que tiene entre sus

principios fundamentales el consenso y el desarrollo de la racionalidad comunicativa en

los asuntos públicos. El filósofo alemán nos habla de ello en esta cita que, aunque algo

amplia, sí sintetiza muy bien su pensamiento en torno al proceso democrático:

“El concepto de una política deliberativa sólo cobra una referencia empírica

cuando tenemos en cuenta la pluralidad de formas de comunicación en las que se

configura una voluntad común, a saber: no sólo por medio de la autocomprensión

ética, sino también mediante acuerdos de intereses y compromisos, mediante la

elección racional de medios en relación a un fin, las fundamentaciones morales y la

comprobación de lo coherente jurídicamente. (...) [El] modelo de democracia que

yo quisiera proponer se apoya precisamente en las condiciones comunicativas bajo

las cuales el proceso político tiene para sí la presunción de producir resultados

racionales porque se lleva a cabo en toda su extensión de un modo deliberativo. (...)

Este procedimiento democrático genera una interna conexión entre negociaciones,

discursos de autocomprensión y discursos referentes a la justicia, y cimenta la

204

presunción de que bajo tales condiciones se alcanzan resultados racionales o

equitativos. Con ello, la razón práctica se repliega desde la noción de los derechos

universales del ser humano o desde la eticidad concreta de una comunidad

determinada a aquellas reglas del discurso y formas de la argumentación que toman

su contenido normativo de la base de validez de la acción orientada hacia el

entendimiento, y, en definitiva, de la estructura de la comunicación lingüística.”

(HABERMAS, 1999, p.239)

La democracia deliberativa se construye, por tanto, sobre el diálogo

intersubjetivo, pero no podemos olvidar que no se puede hacer un discurso ni un diálogo

si no explotamos tampoco la virtud de saber escuchar (BILBENY, 1999), que es

posiblemente el punto más importante en la construcción de una democracia educativa.

De hecho, esa actitud permanente forma parte de las reglas de procedimientos que exige

la democracia para ser, las cuales se pueden ver como medios al servicio de los fines

democráticos, pero que a su vez sirven sobre todo para dotar de sentido a las actividades

políticas y para la construcción del espacio público democrático. De esta forma,

caminamos entre la democracia del procedimiento y la democracia participativa (entre

la libertad del debate político y la soberanía popular), que en realidad son dos aspectos

constitutivos de la democracia.

En otras palabras, podríamos decir que la democracia no debe ser nunca

entendida, neoliberalmente, como el fruto de una elección pasiva de una

representatividad en los asuntos públicos y políticos en la que delegar la toma de

decisiones, ni tampoco como un poder legitimado esperpénticamente en el engaño

mediático de unas elecciones y que en el fondo se encuentra subyugado a los intereses

economicistas transnacionales. Ni siquiera exclusivamente como un medio de liberación

para los individuos: se trata de una forma de reconocer y poner en práctica nuestro

derecho, el de todas y todos, a ser, como personas y como miembros de comunidades, o

sea, desde nuestra autonomía privada y nuestra autonomía pública, actores de nuestra

propia historia. Desde un punto de vista más cercano al derecho, HABERMAS lo

expresó así:

205

“los sujetos a derecho sólo pueden alcanzar autonomía (en el sentido kantiano) en

la medida en que son capaces de concebirse como originadores de leyes a las que

están sujetos como personas legales privadas.” (HABERMAS, cit. THIEBAUT,

1998, p.134)

Esto significa adentrarnos en otro punto clave de la democracia, cual es la

interrelación entre los intereses individuales y los comunitarios. La perspectiva

habermasiana al respecto es de armonización de ambas como eje necesario para una

democracia auténtica (aunque ésta siempre haga referencia a la dimensión pública), y

ello ha tenido también su reflejo en el propio desarrollo de la pedagogía crítica, que en

sus orígenes fue deudora de las grandes narrativas de emancipación, primando los

intereses colectivos sobre los individuales, mientras que con su evolución ha sido capaz

de desarrollar enfoques comunicativos críticos de mediación entre ambos, pero siempre

sin olvidar sus pretensiones transformadoras. Podemos ver en el siguiente cuadro una

síntesis de estas ideas:

INDIVIDUO/COMUNIDAD AUTONOMÍA PRIVADA AUTONOMÍA PÚBLICA

Hace referencia a... Ciudadanía Democracia

Se construye sobre... Ética de los sujetos de la

comunidad

Instituciones de la

comunidad

Y pretende... La armonización de

equipotenciarios

ambas, como principios

que son

Ello nos lleva a volver a la idea de que la democracia necesita constantemente del

planteamiento reconstructivo del espacio público y del debate político. Ese compromiso

que exige la democracia no es endogámico, sino que supone su constante

(re)construcción política desde su preocupación social por el bien común como eje

existencial. Así, la democracia no se conforma con ser un mal menor y pretende por el

contrario ser un bien mayor para los más (BILBENY, 1999), sin distinción de ningún

tipo, o mejor dicho, aprovechándose de las diferentes ‘distinciones’ como elemento

enriquecedor y absolutamente necesario para que las aspiraciones democráticas puedan

ejercer como realidades, lo cual constituye sin duda el gran reto de la democracia y una

consecuencia de la manifestación de la igualdad y la libertad que le son imprescindibles

206

para su desarrollo y para la mejora de la calidad de vida de todas y todos. Así, partiendo

de la concepción que sobre la autonomía y la calidad de vida encontramos en LÓPEZ

MELERO (1999), no podemos olvidar que la calidad de vida, al menos a mi juicio,

tiene tres componentes o criterios fundamentales para su definición y determinación, los

cuales se encuentran íntimamente relacionados con la democracia. Estos son:

a. Cobertura ética de la dignidad humana: reconocimiento de los derechos

humanos, asegurando unas condiciones mínimas de vida digna (estabilidad material y

psíquica).

b. Ejercicio pleno de la ciudadanía activa: participación real en la toma de

decisiones y desarrollo de la autonomía moral.

c. Desarrollo de proyectos de vida: posibilitar proyectos colectivos y/o personales,

así como el fomento de la creatividad.

Estos tres elementos constituyen por sí mismos toda una declaración ideológica

con hondas implicaciones educativas y emancipatorias, las cuales quedan bien

reflejadas en estas palabras de TOURAINE:

"Ya no queremos una democracia de participación; no podemos contentarnos con

una democracia de deliberación; necesitamos una democracia de liberación."

(TOURAINE, 1997, p. 7)

Por lo tanto, queda claro que la democracia es un medio, sí, pero también un fin.

Es un medio en la medida que se trata de un proceso en constante (re)construcción,

como ya hemos visto, y porque necesita de todos para ser; pero también constituye un

fin, cual es la emancipación colectiva del ser humano, un fin al que le sucede como a las

utopías (esta vez sí como un lugar real en la medida que las vamos construyendo): están

ahí y sirven, como el horizonte, para seguir avanzando. Nunca podremos tener bastante

democracia, nunca podremos saciarnos de valores democráticos, porque eso sería un

comportamiento antidemocrático. La democracia es teleológica a cada instante, pero

siempre siendo distinto ese instante, pues tiene unos valores propios por los que se rige

también:

207

“Los valores de la democracia son básicamente la libertad y la igualdad. Se trata de

dos creencias morales que imprimen al instrumento democrático, simple y frágil de

por sí, toda su fuerza y grandeza.” (BILBENY, 1999, p.36)

Así, podemos entender también la democracia como un estilo de vida y una idea

moral de participación social y política a través del diálogo y la acción cooperativa,

como un espacio público de fomento de la pluralidad creativa dentro de un marco de

valoración de la diversidad como expresión del sentido de lo humano como ser social, y

todo ello desde dos planos complementarios: el normativo y el ético, puesto que es

mediante ambos como ello se puede articular desde una cultura común en cuanto a

derechos y al referente universal de la dignidad. Como dice PÉREZ GÓMEZ,

“si la democracia merece la pena como sistema político es porque se convierte en

un estilo de vida, respetuoso con las diferencias y los derechos ajenos y dialogante

en los inevitables conflictos y discrepancias. Este estilo de vida ha de impregnar las

interacciones humanas, de modo que la gestión cotidiana de la vida pública vaya

construyendo modos de pensar y hacer, instituciones y programas que faciliten los

intercambios sociales en plano de igualdad y de expresión libre de creatividad y

diversidad individual y grupal.” (PÉREZ GÓMEZ, 1999, p.98)

De esta manera, los dos valores democráticos que hemos definido, libertad e

igualdad, así como su papel en la construcción del sujeto democrático por excelencia,

que es el ciudadano y la ciudadana, constituyen los elementos de análisis principales

para seguir profundizando en el sentido de la democracia.

208

3.3.1. Los valores de la democracia: igualdad y libertad

“Contaron los más viejos de los viejos que poblaron estas tierras que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, no se pensaban parejo todos. O sea que no tenían el mismo pensamiento (...) por eso el mundo salió con muchos colores y formas, tantos como pensamientos había en los más grandes dioses, los más primeros. (...) hubo una asamblea [y] (...) en esa asamblea cada uno de los dioses primeros dijo su palabra y todos dijeron: ‘Mi pensamiento que siento es diferente al de los otros’. Y entonces quedaron callados los dioses porque se dieron cuenta que, cuando cada uno decía ‘los otros’, estaba hablando de ‘otros’ diferentes. (...) Así que el primer acuerdo que tuvieron los dioses más primeros fue reconocer la diferencia y aceptar la existencia del otro. (...) Después de ese primer acuerdo siguió la discusión, porque una cosa es reconocer que hay otros diferentes y otra muy distinta es respetarlos. (...) Después se callaron todos y cada uno habló de su diferencia y cada otro de los dioses que escuchaba se dio cuenta que, escuchando y conociendo las diferencias del otro, más y mejor se conocía a sí mismo en lo que tenía de diferente. (...) los dioses sacaron el acuerdo de que es bueno que haya otros que sean diferentes y que hay que escucharlos para sabernos a nosotros mismos...” (SUBCOMANDANTE MARCOS, 1998, pp.244-245)

La esencia de la democracia se haya encarnada en sus valores: la libertad y la

igualdad. Aunque enmarcados dentro de los valores de la modernidad clásica, y por

tanto al servicio de la construcción de una imagen racionalista del mundo que rechaza

los dualismos y pretende la integración del ser humano en la naturaleza (TOURAINE,

1994), estos valores, sin pretensiones absolutistas, tienen su límite el uno en el otro,

siendo el de ambos la dignidad humana, entendida como el único valor absoluto al cual

el ser humano y cualquier comunidad se debe, y por lo tanto también el primer referente

que tiene la propia democracia a la hora de preguntarse a sí misma sobre su actuar,

aunque éste se encuentre presidido por sus valores.

“La democracia está hecha para la libertad. Donde hay un residuo de autoritarismo

no se puede hablar de democracia.” (BILBENY, 1999, p.39)

“La igualdad es el otro valor fundamental de la democracia. Es inconcebible el

demócrata que abomina de la igualdad o la pone en entredicho. (...) La igualdad va

unida a la libertad, y viceversa. Razón de esto último: si no tolero que otro me

209

mande sin que yo le haya dado autorización, es porque en el fondo ese otro es

alguien ‘como yo’, un igual a mí. ¿Por qué tengo que ceder a su coacción? Y al

revés, si lo que procuramos es ser iguales en dignidad, derechos y obligaciones, es

para que podamos ser cada uno un ‘yo’, un ser libre, y no haya quien sea más libre

que otros o a costa de su libertad.” (BILBENY, 1999, p.44)

La democracia, a través de sus valores, debe ser nuestra adicción, nuestra forma

de dar(nos) a los otros desde nuestra alteridad y conseguir que ésta sea valorada desde

su condición de tal y como una manera de impregnar nuestro quehacer de humanidad a

partir de la libertad y de la igualdad que la misma otorga. Esta concepción de la

diferencia es una manifestación del ser irrepetible que cada uno de nosotros somos

(LÓPEZ MELERO, 1997), pero sobre todo lo es del que podemos llegar a ser con los

demás y con la oportunidad de ser y participar en una sociedad democrática donde los

bienes materiales y simbólicos (entre los que se sitúa la educación), se redistribuyan

equitativamente, pues no podemos olvidar que la tangibilidad ética del valor de la

igualdad proviene de la equidad, es decir, de dar no igual, sino en función de la

necesidad. Una sociedad, por otro lado, que para ser democrática también debe tener en

la responsabilidad social de sus miembros otro pivote fundamental para construir a

partir de ahí la libertad de los mismos, la cual a su vez sólo se podrá dar si es para todos.

Desde esta perspectiva es desde donde SEN examina la idea de la libertad y su

importancia para conseguir una buena sociedad, una sociedad democrática,

estableciendo estos dos componentes en su análisis:

“1) el valor de la libertad personal: la libertad personal es importante y debe

garantizarse a aquellos que ‘importan’ en una buena sociedad, y 2) la igualdad de

la libertad: todo el mundo importa y la libertad que se garantiza a uno debe

garantizarse a todos. Los dos componentes entrañan que la libertad personal debe

garantizarse de manera compartida a todos.” (SEN, 2000, p.283)

Esto tiene unas implicaciones políticas a añadir a las consideraciones éticas antes

enunciadas, cuyos máximos referentes son la cooperación, como eje de la solidaridad y

elemento político que vertebra a la igualdad, y la participación, como auténtico adalid

imprescindible para la construcción compartida de la libertad sin ningún tipo de

210

coacción antidemocrática. Sería un absurdo democrático hablar de igualdad para las

personas que se encuentran en situación de esclavitud y de libertad cuando exista

trabajo forzoso.

Pero claro, además de lo ya visto, los valores democráticos de la igualdad y la

libertad, así como sus referentes desde el mundo de la ética y de la política, poseen unos

elementos que podríamos denominar mediadores, o sea, instrumentos para la

construcción del proceso democrático a través del consenso y el desarrollo de lo más

humano del ser humano a través del lenguaje: me refiero a los derechos humanos, como

referente para la convivencia y la justicia, y al diálogo como posibilitador

imprescindible para la realización de todo acto que podamos llamar democrático. Desde

mi punto de vista, las claves hay que encontrarlas en pensamientos como el de

MACEDO:

“Seremos capaces de abrazar al Otro extendiendo nuestra posibilidad humana. La

gente y sus culturas se deterioran en el aislamiento, pero nacen o renacen en

contacto con otros hombres y mujeres, con hombres y mujeres de otra cultura, otra

creencia, otra raza. Si nosotros no reconocemos nuestra humanidad en los otros, no

nos reconoceremos a nosotros mismos." (MACEDO, 1994, p. 164)

Teniendo en cuenta los valores implícitos y explícitos en esta preciosa cita

vamos a establecer entonces dos principios educativos desde los valores democráticos

que la impregnan, como son la valoración de las deferencias y la construcción del

espacio social desde políticas de no exclusión de ningún ser humano (LÓPEZ

MELERO, 2003), en cuanto que respuestas educativas a la igualdad y la libertad,

respectivamente. De esta manera, y sintetizando algunas de las cuestiones abarcadas

hasta el momento, he desarrollado el siguiente cuadro con el fin de percibir de manera

global dichas cuestiones desde las distintas dimensiones de referencia:

211

Valores

Democráticos ÉTICA POLÍTICA MEDIADORES EDUCACIÓN

IGUALDAD

Equidad

Cooperación

Derechos Humanos /

Diálogo

Valorando las diferencias

LIBERTAD

Responsabilidad

Participación

Diálogo / Derechos Humanos

Sin exclusiones

Si consideramos que la democracia descansa sobre todo en una cultura

sociopolítica de la ciudadanía, esta cultura debe incluir la necesaria presencia de los

valores democráticos. De esta manera, no podemos hablar de un valor sin el otro. Como

nos recuerda TOURAINE, con un guiño a los valores emergentes de la modernidad

tradicional:

“Cierto que un régimen que privilegia la libertad puede dejar que se incremente la

desigualdad y, a la inversa, que la búsqueda de la igualdad pueda hacerse al precio

de una renuncia a la libertad. Pero es más cierto todavía que no hay democracia que

no sea la combinación de esos dos objetivos y que no los una mediante la idea de

fraternidad.” (TOURAINE, 1994, p.162)

Esto permite que nos introduzcamos de lleno en la definición del sujeto

democrático a partir del concepto de ciudadanía. Desde una perspectiva clásica, la

ciudadanía social cubre el conjunto de derechos y deberes referidos al bienestar del

ciudadano definido en un sentido muy amplio, aunque puede analizarse desde una triple

dimensión (PETRELLA, 1997):

- Ciudadanía civil, que abarca los derechos necesarios para la libertad individual.

- Ciudadanía política, que abarca los derechos necesarios para la participación en los

asuntos públicos y la toma de decisiones sociales.

- Ciudadanía social, que abarca los derechos necesarios para una existencia digna.

Y es que no podemos obviar lo que nos anuncia con acierto GIMENO

SACRISTÁN:

212

"En tanto es una foma cultural, la ciudadanía requiere de una organización social

asentada en una determinada cultura formada por aquellas creencias, normas y

procedimientos que el sujeto debe subjetivar como atributos incorporados a su

pensamiento, a sus valores y a su comportamiento. Se trata de una nueva realidad

que impone y propone un modelo de vida y un modelo educativo para encauzar el

desarrollo de las redes sociales entre los seres humanos" (GIMENO SACRISTÁN,

2001, p. 163)

Por lo tanto, si hablamos de la ciudadanía como constitutiva del sujeto

democrático, ésta debe estar compuesta y tener su base en los valores de igualdad y

libertad, así como tener como finalidad la vehiculación social de los mismos en todas

los tipos de relaciones, normativas e interpersonales, afectivas y comunicativas, entre

las ciudadanas y ciudadanos. Pero, para ello nuevamente hay que diferenciar esta

concepción de la emergente de la democracia formal de corte neoliberal, para lo cual es

necesario que las personas sientan la existencia de un vínculo con sus conciudadanos y

que éste se manifieste a través de una política cultural y educativa que permita la

participación en acciones comunicativas para la formación de un espacio público

discursivo.

Por consiguiente, con el término ciudadanía se debe hacer referencia al derecho de

todas las personas a participar en la construcción de una sociedad democrática, por lo

que se trata de un derecho inclusor, como todos los derechos. Además, eso implica que

el concepto de buen ciudadano parta de una exigencia ética para con los otros de forma

que todos tengan acceso a los bienes, simbólicos y materiales, de manera equitativa y

responsable social y ecológicamente. Por lo tanto, y siguiendo con las palabras de

GIMENO SACRISTÁN sobre el concepto de ciudadano y ciudadana, podemos decir

que:

"Se trata de una construcción históricamente muy elaborada, cuya esencia radica en

comprendernos y respetarnos como libres, autónomos e iguales, al tiempo que se

vive con otros; condición de la que deriva una forma de percibirse a sí mismo en

relación con los demás: una identidad." (GIMENO SACRISTÁN, 2001, p. 152)

213

Aparte de esto, los criterios de participación en común y el reconocimiento de

los intereses bajo pretensiones de entendimiento deben implicar constantes

transformaciones en las que el camino se haga al andar, es decir, donde democracia y

ciudadanía sean procesos siempre en (re)construcción sobre la base de sus valores. Y si

antes decíamos, de la mano de LÓPEZ MELERO (2000) que el valor moral de los

valores está en su puesta en práctica, con la ciudadanía sucede lo mismo, pues a ser

ciudadano se aprende siéndolo.

Además de esta perspectiva educativa, imprescindible para el desarrollo y la

asunción de la ciudadanía, no podemos olvidarnos nuevamente del contexto donde ese

desarrollo se lleva a cabo. Muchas son las propuestas en este sentido, pero la mayor

parte de ellas actualmente están vinculadas de una u otra manera con lo que se ha dado a

llamar ‘mundialismo democrático’. En palabras de BILBENY:

“La alternativa al globalismo neoliberal es el mundialismo democrático. Es la

opción contraria al llamado, también, ‘pensamiento único’, que no ve otro orden

posible que el orden neoliberal hoy existente. En el mundialismo no hay ‘un solo

mundo al margen de todos los demás’, sino ‘muchos mundos en un solo mundo’,

que es plural. Es la opción, en una palabra, por un pensamiento pluralista y a la vez

inclusivo, no disgregador. (...) el mundialismo democrático, movido por lo cívico,

no lo económico, y por lo que es común a los pueblos, no a los más favorecidos por

el mercado, se propone un gobierno de los poderes públicos y por el público en

general. La democracia es vista, desde esta perspectiva, como un experimento en

gran parte por hacer.” (BILBENY, 1999, p.92)

Desde este mundialismo democrático es desde donde hay que construir las

respuestas al neoliberalismo, respuestas que deben por tanto reinterpretarse desde los

valores democráticos de igualdad y libertad, tal y como podemos ver en el siguiente

cuadro:

214

PRINCIPIOS Y CONSECUENCIAS DEL

NEOLIBERALISMO GLOBALIZADO

RESPUESTAS DESDE LOS VALORES

DEMOCRÁTICOS

Individualismo y competitividad sin límites Redistribución equitativa y sostenibilidad

Exclusión social y segregación cultural Interculturalidad y participación democrática

Pensamiento único en una cultura iconográfica

virtual

Antidogmatismo pluralista y comprometido

con la realidad social

Partiendo de esta realidad, podríamos decir con TAYLOR (1994) que las formas

principales de respeto desde la ciudadanía deben darse sobre la identidad intrasferible de

cada persona y sobre las formas de acción y concepciones apreciados por los colectivos

minoritarios. El comunitarismo de TAYLOR propone el concepto de reconocimiento

como categoría fundamental para armonizar las demandas de igualdad de las

democracias modernas y el reconocimiento de las particularidades culturales e

históricas, para alcanzar un ‘igual reconocimiento’ a través de una ‘política de la

diferencia’ donde la dignidad pasa de ser un derecho a un valor con pretensiones

universalizantes.

Así, TAYLOR reclama el reconocimiento cultural como base necesaria y

suficiente del sistema de derechos, mientras que HABERMAS advierte que ello

depende siempre de la aprobación de los individuos, si bien reconoce que ésta se

encuentra en función del reconocimiento de sus particularidades y vinculaciones.

(THIEBAUT, 1998) En este sentido se da una mediación de la esfera pública entre el

sistema de derechos y el reconocimiento de las diferencias, ya que es en la formación

deliberativa de la misma donde se va a conformar el proceso político de la democracia,

que siempre debe tener como pretensión el autoentendimiento colectivo y el desarrollo

de una comunidad ética. Así, el propio HABERMAS afirma que

“la política no tiene sólo una función mediadora, sino que es cabalmente

conformadora del proceso de constitución de la sociedad. La ‘política’ se concibe

como la forma reflexiva de la eticidad de una forma de vida, como el medio en el

que los miembros de comunidades de solidaridad más o menos emergentes de

manera natural se hacen conscientes de sus dependencias mutuas y, con voluntad y

215

con conciencia dan forma y desarrollan como ciudadanos sus relaciones de mutuo

reconocimiento en una asociación de sujetos de derecho libres e iguales.”

(HABERMAS, cit. THIEBAUT, 1998, p.142)

Por lo tanto, para que los valores democráticos sean verdaderamente

constitutivos de una sociedad democrática ésta requiere de una esfera pública

permanentemente activa, lo que conlleva a su vez el ejercicio constante de una

ciudadanía plena en derechos democráticos y con el único deber, como exigencia de la

propia democracia, de la puesta en práctica de sus valores.

216

3.3.2. Las virtudes y aspiraciones de la democracia

Duérmete hija mía

y cruza los puentes que el agua construye.

Camina hacia donde los soles astillan sus cruces.

Y despierta allí donde juegan iguales los niños.

ROBERTO SOSA

Si la libertad y la igualdad son los principales valores de la democracia, deben

tener un modo de ser en la acción, es decir, una manera de ver y configurar nuestro ser y

nuestro actuar con los otros de manera coherente con nuestros principios, y a eso es a lo

que voy a denominar virtudes de los valores democráticos. Dicho con otras palabras, el

término virtud alude a una manera de ser en la acción, que aunque mediatizada por la

socialización no deja de señalar la necesidad de la coherencia con nuestros valores en el

ser y en el actuar, que siempre se van a dar con otros. (THIEBAUT, 1999)

¿Y cuáles serán esas virtudes que acompañan a los valores democráticos de

libertad e igualdad? Me voy a servir de las palabras de BILBENY para introducir esta

cuestión:

“La libertad es el principal valor moral de la democracia. Como todos los valores

de este tipo, necesita una ‘virtud’ (...) La virtud de la libertad es la tolerancia. Ser

tolerante es el esfuerzo que hace realidad al principal valor de la democracia que es

la libertad.” (BILBENY, 1999, p.42)

“Así como la libertad necesita de la tolerancia, la igualdad requiere de la virtud de

la solidaridad. Son las dos grandes virtudes democráticas. Ser fraternos o solidarios

no es un añadido sentimental al binomio ‘libertad e igualdad’, sino su lógica

continuación, para que ambos valores puedan encarnarse en actos y extenderse.”

(BILBENY, 1999, p.47)

217

Estas dos virtudes, la tolerancia y la solidaridad, tienen desde mi punto de vista

sus dos mayores retos en la globalidad como fenómeno inherente al sistema social

hegemónico y en la necesidad de darle una respuesta no segregacionista ni excluyente a

la diversidad inherente al ser humano y a la propia sociedad sin caer en la

homogeneización, sino valorándola como elemento de enriquecimiento personal y

comunitario.

Como decía, la virtud que emerge del valor democrático de la igualdad es la

solidaridad. Nos encontramos nuevamente con otro término manido y desvirtuado, por

lo que habrá que hacer un esfuerzo para su (re)definición dentro del marco ideológico

aquí expuesto.

En los orígenes de la Modernidad la solidaridad se manifestó como ayuda a los

necesitados, conmiseración, una vía de asistencia social que posteriormente recogió y

asumió el llamado Estado de Bienestar keynesiano con otros matices, la cual de todas

formas se puede considerar una solidaridad interesada, ya que se usaba al mismo tiempo

como herramienta de control social. De todas formas, ese Estado de Bienestar que el

neoliberalismo se ha encargado de llevar a la extinción sí ha servido para demostrar un

hecho fundamental, y es que “la solidaridad está en el origen del desarrollo social (...)

cuanto más se mundializa la economía, más se hacen necesarias e indispensables formas

apropiadas de solidaridad a escala mundial...” (PETRELLA, 1997, p.43)

La solidaridad, según el diccionario, significa adhesión circunstancial a la causa

o empresa de otros. Etimológicamente proviene del latín ‘solidum’, el cual implica un

término jurídico que se utiliza para expresar la facultad u obligación que, siendo común

a dos o más personas, puede ejercerse o debe cumplirse por entero por cada una de ellas.

Esto quiere decir que la solidaridad lleva consigo una obligación voluntaria,

mutuamente dependiente, de los individuos para conseguir un fin y beneficiarse de las

consecuencias de ello. Pero hay que ir más allá y reconocer que la solidaridad se basa en

la igualdad de todos los seres humanos, presuponiendo por tanto la mediación ética de

218

la justicia. No podemos hablar de solidaridad humana sin el respeto a la dignidad del

hombre y de la mujer y a los derechos humanos.

Desde esta perspectiva, la solidaridad no se entiende simplemente como un

empeño genérico sino como un factor de cohesión, no estando fundada sobre la

semejanza y sobre la adhesión gregaria, sino sobre las diferencias, sobre las aspiraciones

creativas de cada uno y sobre las necesidades de todos. Y es que no podemos olvidar

que la solidaridad humana, como afirma DURKHEIM (1988), es propia de la calidad de

los hombres como seres inteligentes y morales, naturalmente sociables, dotados de un

mismo fin esencial y de una misma naturaleza. Es decir, que la solidaridad subraya la

naturaleza social de las personas y significa responsabilidad por y con los otros.

“La solidaridad se origina a partir de la percepción de una cierta desigualdad, pero,

precisamente, se inicia porque se considera a quienes ayudamos semejantes a

nosotros (con las mismas necesidades y derechos). Lo hacemos para igualarlos

algo más a nosotros. Ejercemos con los demás la fraternidad.” (GIMENO

SACRISTÁN, 2001, p.138)

Por lo tanto, podemos completar todo lo dicho dejando claro cuándo no se da la

solidaridad, con el fin de discernir elementos y casos en los que la nominación no

concuerda con la acción tal y como se está desarrollando aquí. De esta manera, podemos

decir que NO hay que hablar de solidaridad:

- Cuando alguien recaba la solidaridad para sí, mientras se la niega a los demás

(egocentrismo ‘solidario’).

- Cuando alguien la logra a costa de los otros, perjudicándolos y generando injusticias

(particularismo ‘solidario’).

- Cuando se realizan acciones que pretenden ser solidarias en el presente sin contar

con que las consecuencias futuras de las mismas puedan generar o fomentar también

desigualdades e injusticias (irresponsabilidad ‘solidaria’).

Estas ‘falsas solidaridades’ están muy de moda hoy porque son las que le interesan

al neoliberalismo como fuentes de legitimación. Sin embargo, lo que debemos es asumir

219

la solidaridad como categoría ética, como actitud que lleva a compromisos para la

transformación de las raíces de las situaciones generadoras de desequilibrio e injusticia;

una actitud que nos debe llevar hacia la dirección de la (co)rresponsabilidad y la

justicia.

De esta forma, resulta evidente dentro de este marco que una de las bases de la

educación debe ser la solidaridad, la cual, como podemos ir apreciando, implica

también una nueva ética cuyos principios debían centrarse en la cooperación, el

universalismo y la responsabilidad, tres principios plenamente consecuentes con la Ética

Discursiva. Se trata de poner en práctica acciones que fomenten las culturas híbridas y

los mestizajes, así como que consideren accesorias las diferencias ante la grandeza de

ser sencillamente seres humanos. (GALA, 1995) Y todo ello, además, sin olvidar que

“Es necesario sentir, pero también querer ser solidario y saber ser solidario. La

solidaridad sin sentimiento se convierte en simple activismo movido por la mala

conciencia. El sentimiento sin acción solidaria es asistencialismo no cuestionador

de las raíces de la injusticia generadora de desigualdad e insolidaridad.”

(SEQUEIROS, 1997, p.67)

Desde aquí podemos seguir avanzando, puesto que esa virtud pública que es la

solidaridad desde el valor democrático de la igualdad tiene una aspiración que emana de

la misma y que ya se ha apuntado de manera implícita: me refiero a la justicia social. Ya

ARISTÓTELES (1985) dijo que lo justo es lo igual y lo injusto lo desigual. Así, cabría

decir que no tiene sentido hablar de solidaridad si el referente de la misma no es la

búsqueda de la justicia a través de la lucha contra las desigualdades.

HABERMAS (1991c) nos decía que sólo a través del discurso y la

argumentación se puede dar el fundamento para la aceptación de las normas como

normas justas. Esto nos debe llevar a interpretar la solidaridad nuevamente como una

actitud de corresponsabilidad social. Tal y como afirma VICTORIA CAMPS:

220

“Una sociedad no podrá ser justa si sus individuos carecen del sentido de la

justicia. El sentido de la justicia, a su vez, hace a los individuos más solidarios. La

solidaridad complementa a la justicia.” (CAMPS, 1993, p.105)

Desde aquí nos habla esta autora de la solidaridad como un valor más presente

en los ambientes empobrecidos y poco desarrollados (“la virtud de los pobres”,

CAMPS, 1993, p.107). Pues es donde se dan mayores injusticias donde más necesaria

resulta esta virtud y, sobre todo, su aspiración de búsqueda de justicia social, ya que es

el espacio donde debe lucharse para que se dé la participación en la toma de decisiones

colectivas en la democracia.

Así, las relaciones de cooperación que conlleva la solidaridad se basan en la

complementariedad de las personas para conseguir logros comunes y la necesidad de la

comunicación como elemento imprescindible para el encuentro, pero al mismo tiempo

también sirven para constituir nuestra identidad, si bien el referente debe ser siempre la

lucha contra las injusticias que debe ser inherente a la educación para y en la solidaridad

como una necesidad exigida por la propia educación para su identidad y desarrollo

pleno.

Por lo tanto, debemos tener claro que el problema de la solidaridad es un

problema de justicia o, mejor dicho, de la injusticia que campa a sus anchas por la

sociedad neoliberal y que transforma a la cultura en un bien de consumo más y un

instrumento de la desigualdad social existente. La educación no puede ser ajena a esta

dialéctica entre los principios y las consecuencias. Compartir esto es apostar por una

educación por, para y con los demás, una verdadera educación democrática entendida

como apuesta política (como forma de política cultural, diría GIROUX) a favor de la

dignidad humana y la cultura como fuente de transformación social. Educar, no lo

olvidemos, es una responsabilidad pública que, insisto en ello, implica

corresponsabilidad.

Posiblemente debido a lo anterior se dé también el hecho de que la solidaridad se

suela ver como un término que hace referencia a un cierto sentimiento de comunidad y

de pertenencia a la misma. Desde mi punto de vista un colectivo sólo puede ser definido

221

como comunidad cuando sus miembros anteponen de manera más o menos consciente

los valores, normas e intereses del mismo a los personales o subgrupales (siempre y

cuando estos se hayan construido intersubjetivamente), o sea, cuando las relaciones

sociales que se dan entre los mismos llegan a ser por sí mismas factores constituyentes

de una solidaridad que sirva como plataforma hacia otros valores que vayan

conformando nuestras aspiraciones como comunidad de búsqueda de justicia social y

convivencia democrática, y ambas unidas de manera indisoluble en el discurso y la

acción educativas, ya que la educación para la ciudadanía mundial y para la democracia

sólo puede construirse con una ética en cuya base tengan un papel fundamental la

solidaridad y la justicia. (TUVILLA, 1998)

De esta manera, si al principio comentábamos que la solidaridad era la virtud del

valor de la igualdad, también decíamos que la tolerancia era la virtud inherente al valor

democrático de la libertad. Recordemos, en este sentido, las palabras de BILBENY:

“La libertad no puede existir sin la tolerancia y ésta sin la intolerancia a los

intolerantes. (...) lo contradictorio sería que la democracia respetara aquello que

empieza por no respetar ni el primero de sus valores, la libertad.” (BILBENY,

1999, p.43)

Esto no quiere decir que no haya relación entre los valores democráticos y sus

virtudes, e incluso con respecto a sus respectivas aspiraciones sociales. La democracia,

como ya hemos visto, es un proceso y un instrumento a favor de la dignidad humana y

la calidad de vida, por lo que todos los elementos que la constituyen están

interrelacionados. Por eso, como virtud pública

“La tolerancia es, pues, una peculiar virtud dinámica que busca cumplirse en

términos de justicia. Y viceversa, cabe pensar que entre los motivos de la justicia,

entre lo que lleva a realizar la justicia, estará la tolerancia. Porque no podemos

pensar la justicia en un mundo plural, si no hay un reconocimiento equitativo,

justo, de la diversidad.” (THIEBAUT, 1999, p.86)

222

La tolerancia, como todo constructo social, es histórico y contingente, es decir, las

motivaciones y criterios que lo definen y dan sentido varían con el tiempo y la cultura o

culturas en interacción. De hecho, mientras en su origen el término designaba una

actitud de permisividad con respecto a las creencias religiosas o metafísicas del otro

actualmente su significado ha derivado hacia el terreno ideológico y de opinión,

pasando desde lo político-moral al mundo de las diferencias (desde las cuales, no

podemos olvidarlo nunca, se construye el sentido de lo humano), ya sean éstas étnicas,

de género, lingüísticas o cualquier otra manifestación de excepcionalidad (LÓPEZ

MELERO, 1999). Sea como sea, sin embargo se ha solido entender como una actitud

pasiva (recordemos que etimológicamente proviene del verbo latino tolerare, que

significa sufrir, llevar con paciencia o soportar). Yo no estoy de acuerdo con ello, por lo

que me siento más cercano hacia aquellas posturas que abogan por una redefinición de

la tolerancia como algo positivo, como una actitud que nos permite aceptar y

comprender al otro en su alteridad y paso ineludible para llegar a valorar precisamente

esa diferencia como elemento de riqueza para la construcción de un espacio público

democrático y de entendimiento común a través del convivir. Se trata, siguiendo las

palabras de CAMPS (1993, p.88), de “una expresión de la moral mínima exigible a un

ser humano.”

Si realizáramos un recorrido histórico por el mundo de la filosofía tendríamos que

remotarnos a ARISTÓTELES y PLATÓN (al menos en la tradición occidental), pero,

por su vigencia y clarividencia, voy a tomar como punto de partida aquello que LOCKE

decía sobre la tolerancia y que GIMENO SACRISTÁN ha devuelto al debate actual:

“...tomemos ahora en consideración las opiniones y acciones de los hombres que, a

propósito de la tolerancia, se dividen en tres clases. (...)

Digo que sólo la primera clase a saber, las opiniones especulativas y el culto

divino, son aquellas únicas cosas que tienen un derecho absoluto y universal a la

tolerancia (...) [que en] (las opiniones sobre aspectos de la religión) todo hombre

tenga libertad ilimitada surge de que las meras especulaciones no prejuzgan mis

relaciones con los demás, ya que no tienen influencia sobre mis acciones en cuanto

miembro de una sociedad. (...)

223

Digo que todos los principios prácticos, u opiniones, por los que los hombres se

consideran obligados a regular sus acciones recíprocamente (...) tienen asimismo

derecho a la tolerancia; pero sólo en la medida en que no tiendan a perturbar al

Estado o no causen mayores incovenientes que ventajas a la comunidad. (...)

Digo que además de las dos anteriores hay una tercera clase de acciones que son

buenas o malas en sí mismas; a saber (...), las virtudes morales y vicios de que

hablan los filósofos.” (LOCKE, cit. GIMENO SACRISTÁN, 2001, p.126-127)

Interpretando y actualizando las palabras del filósofo inglés, propongo diferenciar

dos esferas respecto a las acciones humanas susceptibles de tolerancia:

1. Dimensión intrapsicológica: creencias personales o colectivas de índole

trascendente, metafísico o religioso.

2. Dimensión interpsicológica: actuaciones y/u opiniones que respeten los derechos

humanos.

Esto nos debe ir sirviendo para obtener una primera delimitación del término en

cuestión, sin olvidar tampoco lo que nos advierte FERNANDO SALMERÓN:

”Se dice que una persona realiza un acto de tolerancia cuando, en atención a

razones y a pesar de tener competencia para hacerlo, no impide algún acto a otra,

cuya ejecución lastima sus propias convicciones. (...) un acto aislado puede

conectarse con la disposición de alguien para repetir, en circunstancias semejantes,

el mismo comportamiento; entonces podemos hablar de la propiedad de una

persona de ser tolerante.” (SALMERÓN, 1998, p.28)

Lo cual nos introduce en una percepción activa donde no cabe la indiferencia ni el

escepticismo, puesto que es una actitud intencional y consciente, y al mismo tiempo

libre de toda forma de coacción, pues de lo contrario no podríamos estar hablando de

tolerancia y sí de servilismo o imposición dogmática. En este sentido también cabe

hacer otra apreciación, cual es que la tolerancia no se refiere a la coexistencia de

creencias, actitudes o comportamientos aparentemente opuestas, sino que se refiere a las

personas como sujetos representativos, ideológica y prácticamente, de dichas creencias,

224

actitudes o comportamientos. Pero, a su vez, esta delimitación que hemos realizado

conlleva un aspecto que no debemos pasar por alto, y es que si definimos aquello que

debe tolerarse eso implica que otras cosas deben ser intolerables, lo que GIMENO

SACRISTÁN (2001) llama ‘margen de tolerancia’ y que rompe con todo aquello que

amenace los principios sobre los que se sustenta la misma y se encuentre al margen o

más allá del margen de la misma.

Pues bien, delimitar ese ‘margen de tolerancia’ suele ser un reto, un reto que se

encuentra directamente relacionado con nuestro mundo de valores pero que, si hacemos

caso a la esfera interpsicológica que se definió anteriormente (y que podríamos

denominar también comunicativa o dialógica), implica acotar el peligro del relativismo

inherente a este concepto sobre la base de los Derechos Humanos inspirados en los

principios de la modernidad ilustrada de igualdad, libertad y justicia:

“La tolerancia, en consecuencia, ha de extenderse a todos, con la sola excepción de

aquellos que, en la práctica, rechazan el principio de igualdad que está en el núcleo

de las razones a favor de la misma tolerancia.” (SALMERÓN, 1998, p.33)

De lo contrario, caeríamos en una concepción ‘burguesa’, tal y como la definía

HORKHEIMER cuando hablaba sobre la tolerancia y su carácter ambivalente:

“Por un lado, tolerancia significa libertad frente al dominio de la autoridad

dogmática; por el otro, fomenta una posición de neutralidad frente a cualquier

contenido espiritual y, por consiguiente, fomenta el relativismo.”

(HORKHEIMER, 1969, p.30)

Mas, dejando ya de lado la vertiente pasiva, e incluso hipócrita en algunos casos, de

la concepción conservadora de la tolerancia, debemos dejar claro dónde radica el

significado moral de la tolerancia, y desde aquí responder que precisamente éste se

encuentra en su capacidad para la comprensión del otro en un diálogo intersubjetivo que

es capaz incluso de cuestionar nuestras propias convicciones, lo que le otorga también

un potencial de cambio y una significación como valor.

225

“Cabe ver la tolerancia como virtud y al tolerante como virtuoso, cuyos pilares

básicos son la libertad y la igualdad: debemos tolerar al otro porque no podemos

anular su libertad (cuyo límite es la de los demás) y porque es igual a nosotros.

Aunque no deja de ser una virtud borrosa, al tener que plantearnos hasta dónde

debemos ser tolerantes con el otro renunciando a ser nosotros mismos.” (GIMENO

SACRISTÁN, 2001, p.126)

Desde esta perspectiva, pienso que ha sido PAULO FREIRE, como en tantas otras

cosas, quien puso los puntos sobre las íes, como suele decirse:

“En cuanto virtud, la tolerancia no cae del cielo, como tampoco es un concepto que

se aprenda por la transferencia mecánica de un sujeto que habla y que la deposita

en pacientes callados. El aprendizaje de la tolerancia se realiza mediante el

testimonio. Sobre todo implica que, luchando por mi sueño, no me encierre

pasionalmente en mí. Es preciso que me abra al conocimiento y rehuse aislarme en

el círculo de mi verdad, rechazando lo diferente de ella y de mí. La tolerancia es el

estilo abierto, post-modernamente progresista que, cuando convivo con lo

diferente, me hace aprender con él a luchar mejor contra lo antagónico.

Desprotegida de la coherencia, sin embargo, la tolerancia corre el riesgo de

perderse. La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos establece límites a

la tolerancia e impide que ella derive en complicidad. Por ejemplo, conviviendo

con los neoliberales, puedo discutir sobre nuestras posiciones. No puedo, sin

embargo, firmar acuerdos de los que se deriven concesiones que deterioren mi

sueño estratégico. En este caso, no sería tolerante y sí complice con la

contaminación de mi sueño.” (FREIRE, 1997,p.44-45)

Por lo tanto, si en nuestro convivir tenemos clara la legitimidad del otro o de la otra

tal y como es y no como nos gustaría que fuese, ello debería conllevar que en nuestras

prácticas sociales y educativas la praxis sea inherentemente tolerante, viviendo ese

ejercicio de tolerancia como una necesidad casi ontológica y definiéndolo, con relación

a lo dicho con anterioridad, como el interés y el esfuerzo que hacen los actores en una

situación relacional por entenderse y buscar un lenguaje común a través del conversar,

entendido como un entrelazar lenguaje y emoción, como bien nos dice MATURANA

(1997).

226

Ese no dogmatismo implícito en esta afirmación está también relacionado con el

enfoque comunicativo que define nuestros intercambios sociales, donde se refleja ese

esfuerzo por entendernos y encontrar un lenguaje común. En términos habermasianos

podríamos decir que la tolerancia estaría ligada a las acciones orientadas al

entendimiento (acciones comunicativas), a diferencia de las acciones orientadas a la

consecución de fines (acciones estratégicas o teleológicas, como las llamaría WEBER).

Esto nos proporciona un aspecto sobresaliente de este posicionamiento, cual es la

pérdida de utilitarismo dentro de la dinámica de relaciones, en el sentido de que el acto

comunicativo se torna importante como tal, con independencia del resultado que

conlleve.

Ello implica que todo acto educativo debe tener en cuenta la voz de todas las

personas implicadas en el mismo, así como que exista una interacción constante en todo

el proceso educativo tanto con el análisis de las situaciones sociohistóricas como con la

comunidad o contexto donde éste se realice. Y ese tener en cuenta no debe ser

meramente testimonial, sino ir enfocado al desarrollo de la capacidad de construcción

de discursos propios que lleven a las personas y/o colectivos a su emancipación

(Adorno, 1998), tarea que se convierte en función social principal de la educación, sobre

todo en la sociedad postmodernista actual, que tan nefastas consecuencias está trayendo

al mundo de los valores y la convivencia democrática. Y es que, como comenta PÉREZ

GÓMEZ (1994), la ideología postmoderna que sustenta el neoliberalismo está

transformando nuestros valores y actitudes, a través sobre todo del relativismo

histórico-cultural, la ‘ética’ del todo vale, la competitividad y el individualismo feroz, la

obsesión consumista, el reinado de lo efímero, la superficialización del conocimiento, el

conformismo social y la subyugación de las relaciones sociales a las económicas y las

leyes del mercado.

En definitiva, y dentro del contexto descrito, donde la tolerancia se entiende

alejada de todo compromiso y orientación, cabe decir por el contrario que ésta debe

constituir no sólo un valor sino una necesidad en el modo de establecer nuestras

227

relaciones con los demás desde el reconocimiento positivo de nuestras diferencias, con

el fin de comprender también y saber discernir lo moralmente admisible y lo intolerable.

Como siempre, decir es más fácil que hacer, sobre todo ante determinadas

situaciones, pero considero, a la luz de todo lo recogido y analizado, que es firme la

voluntad y el convencimiento de que éste es el camino y que esto supone uno de los

grandes logros y posiblemente uno de los ‘secretos’ de la convivencia, así como uno de

los pilares fundamentales de la democracia:

“...como principio de política pública, la tolerancia propicia prácticas y hábitos de

convivencia que acaban por incorporarse a las costumbres y a los ideales

colectivos, sin necesidad de convertirse en contenidos de la educación formal. Pero

aunque no niegue su parentesco moral con las leyes de la democracia, la tolerancia

como virtud pública no forma parte de las reglas del juego político, sino de su

trasfondo cultural. (...) la tolerancia puede considerarse un principio que alimenta

los ideales colectivos de la vida democrática; y, a su vez, crece en el ejercicio de

las prácticas de esta forma de vida.” (SALMERÓN, 1998, p.37-38)

Por lo tanto, la tolerancia no ha de confundirse jamás que la indiferencia (la cual

supone la negación de la ética) y sí definirse como virtud que nace del respeto a la

libertad de los demás desde el referente de los principios de los derechos humanos. Pero

es más, al igual que decíamos que la aspiración social de la virtud de la solidaridad era

la justicia, la tolerancia tiene otra aspiración fundamental, que es la convivencia.

MATURANA (1992) define la convivencia como un espacio de relaciones

consensuado en el cual todos nos vemos como legítimos otros en la convivencia y, por

lo tanto, seres humanos aceptados y valorados desde nuestra propia alteridad. En este

sentido, apunta CARLOS THIEBAUT con gran acierto:

“La tolerancia es el valor que apreciamos cuando nos remitimos a la convivencia

con gentes que son distintas a nosotros en algunos aspectos y cuando consideramos

esa convivencia como un bien (...) Cuando decimos que la tolerancia es un valor

228

parece que indicamos que es tanto un ideal de convivencia como un requisito de la

misma en una sociedad plural.” (THIEBAUT, 1999, p. 23-24)

Esta aspiración de la convivencia es intrínsecamente democrática y conforma

también un proceso constante, pues requiere de un esfuerzo compartido que debe partir

de una actitud de escucha del otro, pues la tolerancia debe verse acompañada de

acciones comunicativas y deliberativas.

“La tolerancia es una peculiar virtud de lo público que hace que lo entendamos

como espacio de convivencia de los diversos y que opera como una constelación

conceptual que arrastra cruciales modificaciones en la manera en que hemos dado

en entender nuestra moral. (...) esta formulación de la tolerancia encierra los dos

polos a los que hemos hecho referencia: por una parte, el requisito de no poner

condiciones absolutas a la convivencia, por encima de la convivencia misma, y, por

otra, el de presentar nuestras creencias, propuestas y razones de manear no

excluyente para que sean comprensibles por aquello con quienes convivimos.”

(THIEBAUT, 1999, p.43)

Ciertamente se trata de un asunto complejo, cuanto menos, pero de necesaria e

ineludible asunción. Desde esta perspectiva entiendo que lo que se plantea es un desafío

a la democracia como instrumento sobre el cual (re)construir la libertad y la igualdad,

entendidas sobre todo desde su papel inclusivo, sin que ello conlleve homogeneidad

cultural y sí el desarrollo de valores y la autonomía de los sujetos (libertad y

corresponsabilidad) a través de la educación.

No podemos olvidarnos, en este orden de cosas, de que los tres grandes objetivos

que la Modernidad le confiere a la educación democrática son precisamente el

incremento en el conocimiento (desarrollo científico y social), el posibilitar el ejercicio

de la ciudadanía (igualdad política y vida pública) y el desarrollo de la autonomía

personal (libertad y justicia social). Ello conlleva que la educación deba asumir el

desafío actual de conciliar con compromisos éticos y políticos las funciones

instrumentales del desarrollo, concepto éste también que habría que reconceptualizar a

la luz de los gravísimos problemas de desigualdad social y económica, la crisis

229

medioambiental, la hegemonía de la tecnociencia (como la denomina MORIN)

controlada por los intereses economicistas y la propia visión etnocentrista (de los países

enriquecidos a costa de la explotación de los demás) y patriarcal del desarrollo bajo el

modelo capitalista postindustrial.

En un mundo globalizado y donde la denominada sociedad de la información ha

cambiado los procesos de producción y de adquisición del conocimiento, una de las

claves desde mi punto de vista debiera ser lograr una mejor distribución de los activos

culturales simbólicos (conocimientos, destrezas y principios éticos de acción) para de

esta manera lograr una mejor distribución de activos materiales que merme la fuerte y

absolutamente intolerable desigualdad existente en el acceso a unas condiciones

mínimas de supervivencia y dignidad humana.

TOURAINE (1997) nos habla de dos procesos que se están dando

simultáneamente en las sociedades contemporáneas en relación con todo esto:

a) Una disociación creciente del universo instrumental y el universo simbólico de la

economía y las culturas.

b) La existencia de un poder difuso que no se orienta a crear un orden social y al que

sólo le interesa el movimiento y circulación de capitales, de bienes de servicio e

información, generando un vacío político y social.

El mismo TOURAINE llama a este proceso ‘desmodernización’ y considera que

lo que genera son sociedades cada vez más fragmentadas, con unas élites modernas

articuladas con el intercambio económico global y grandes contingentes, cada vez

mayores, de excluidos. La tolerancia, por el contrario, implica también un compromiso

con el otro y una lucha contra las desigualdades. No pueden caer en el olvido rostros y

frases como la de aquel debilitado niño africano que le decía a la cámara de televisión

que lo enfocaba en un peculiar inglés: “We are not statistics: we are people.” (“No

somos estadísticas: somos personas”). Las injusticias y la segregación no las padecen

números, sino seres humanos.

230

De ahí la importancia decisiva de la educación como productora, innovadora y

distribuidora de activos simbólicos para conseguir que los principios de igualdad y

libertad sean algo más que una declaración de intenciones. Todo ello, dentro de una

interrelación dialécticamente construida y cuya capacidad para el cambio social vendrá

determinada por su potencialidad de diálogo y de generación de posturas basadas en la

racionalidad comunicativa entre los actores sociales. Desde esta óptica, como dice

HENRY GIROUX,

“las luchas culturales no son un sucedáneo insignificante de la política ‘real’, sino

que son fundamentales para cualquier lucha que pretenda forjar relaciones entre las

relaciones discursivas y materiales del poder, entre la teoría y la práctica y entre la

pedagogía y el cambio social. Mi intención es abordar (...) tanto la política de la

cultura como la cultura de la política, así como la importancia de la pedagogía

como elemento constitutivo de una cultura política democrática que vincule las

luchas sobre las identidades con el significado de luchas más amplias sobre las

relaciones materiales de poder.” (GIROUX, 2001, p.15)

Así, sintetizando todo lo visto hasta ahora sobre la democracia y sus valores,

virtudes y aspiraciones (expresadas gráficamente a continuación), podríamos decir que

la democracia es un proceso que nos debe ir permitiendo en su construcción mejorar

nuestra calidad de vida y avanzar en la consecución de un mundo por, para y con todos,

para lo cual el papel de la educación es, actualmente más si cabe, fundamental,

imprescindible. Educar para y en la democracia debe implicar sin lugar a dudas una

aportación absolutamente crucial para la creación colectiva de una democracia

educativa.

Valores Virtudes Aspiraciones Sociales

IGUALDAD SOLIDARIDAD JUSTICIA

LIBERTAD TOLERANCIA CONVIVENCIA

Desde el punto de vista educativo, por tanto, esto requiere un paso más, una

concepción pedagógica procesual y vivencial donde el propósito no debe ser enseñar

valores (en el sentido convencional de la expresión), sino que hay que vivirlos. Como

231

dice MATURANA (1997), no hay que enseñar cooperación, hay que vivirla desde el

respeto por sí mismo que surge en el convivir. Es decir, que a ser demócrata se aprende

viviendo en democracia desde los valores de igualdad y libertad, pues lo contrario sería

vivir en una democracia mínima constituida como un mecanismo de simulación

democrática. (GENTILI, 2000). Un posicionamiento emancipatorio en este sentido

requiere un respeto hacia la diversidad y, sobre todo, una valoración de las diferencias

como algo enriquecedor, hermoso e inherente al ser humano que nos permita, desde las

virtudes públicas de la solidaridad y la tolerancia, construir conjuntamente sus

aspiraciones de justicia social y convivencia democrática, entendidas no como un fin en

sí mismo, sino como principios de pensamiento y acción.

232

3.4. La democracia educativa y la educación democrática

“El nuevo ethos mundial de los derechos del hombre resplandece sólo en las solemnes declaraciones internacionales y en los congresos mundiales que los celebran y doctamente los comentan, pero a estas solemnes celebraciones, a estos doctos comentarios corresponde en la realidad su sistemática violación en casi todos los países del mundo (quizás podríamos decir todos sin miedo a equivocarnos), en las relaciones entre poseedores y débiles, entre ricos y pobres, entre quien sabe y quien no sabe. ¿Qué significa todo esto para el ‘futuro de la democracia’ es una pregunta a la cuál es difícil contestar?” (BOBBIO, 1997)

Para que una democracia sea educativa es imprescindible que la educación sea

democrática. Y en sentido inverso, para que se dé una educación democrática es

necesaria una democracia que sea educativa. Esta interrelación dialéctica no es, sin

embargo, simétrica en su reciprocidad, puesto que todo proceso democrático tiene un

componente educativo inherente a sus valores, virtudes y aspiraciones, pero al mismo

tiempo a ser demócratas, como hemos explicitado ya, se aprende viviendo en

democracia. De ahí el papel fundamental de los procesos educativos en la formación y

desarrollo de la democracia y para el ejercicio de una ciudadanía activa.

“La educación en la democracia es una tarea encaminada al desarrollo de una

personalidad que hace del diálogo, la confrontación de ideas y la participación los

elementos de su proceso formativo permanente. (...) Educar para/en la democracia,

considerada esta última como el mejor método para ersolver las tensiones y

conflictos que se dan en la sociedad en el ámbito individual, nacional y global, se

asienta sobre la idea de una ciudadanía que participa en la construcción cultural y

moral y en el sostenimiento de la democracia misma. En este sentido, la

democracia no es algo alejado de las personas, no es una instancia meramente

formal e institucional, sino un estilo de vida legitimado por una norma basada en el

diálogo, la comunicación y el consenso.” (TUVILLA, 1998, p.113)

Desde esta óptica, el proceso educativo sólo puede considerarse como un medio

para el desarrollo autónomo y crítico de las personas, un desarrollo que interrogue y

233

cuestione el mundo que nos rodea, los valores culturales socializados en nuestro entorno

y los modos de sentir, pensar y actuar que se derivan de todo ello. Por eso hablamos de

un proceso de (re)construcción personal y colectiva a través de una concepción

dinámica y transformadora de la cultura.

Otra consecuencia de esta visión debe ser, por consiguiente, el priorizar el papel

protagonista de las personas en su educación, entendida como un derecho humano

absolutamente imprescindible e irrenunciable, y la presencia como criterios

configuradores del quehacer en las instituciones educativas de los valores democráticos.

Se trata no sólo de una necesidad de participación, sino de dar la palabra a todos los

actores sociales con el referente continuo de crear formas de racionalidad enfocadas

hacia el entendimiento como respuesta a una realidad social impregnada de vejaciones

pseudodemocráticas e intereses privados economicistas que se priorizan a los humanos

y educativos. Interesantes en este sentido resultan las propuestas de GUTTMAN:

“Una educación democrática debería presentar a los estudiantes diversas

perspectivas y equiparlos para deliberar como ciudadanos igualitarios acerca de por

qué y cuándo resulta justificable acordar el desacuerdo sobre una cuestión (como el

culto religioso) y cuándo es moralmente necesario decidir colectivamente acerca de

una política individual sustantiva (como la no discriminación sexual y racial). Las

decisiones acerca de tolerar la diversidad religiosa pero no la discriminación racial

o sexual se deben realizar colectivamente, por su propia naturaleza, ya sea a nivel

estatutario o constitucional. La reciprocidad exige que estas decisiones se

justifiquen en público, en la medida de lo posible, a las personas que se vean

obligadas por ellas.” (GUTTMAN, 2001, p.376)

Partiendo de aquí debe quedarnos claro que la educación democrática es un

proceso que emana de un ideal a la vez político y educativo. Y ello es así en la medida

en que permite el desarrollo de políticas culturales emancipatorias a la vez que abogan

por la horizontalidad en la toma de decisiones desde principios discursivos inclusores

donde todas las voces tengan su espacio y todas las personas sean actores dentro de los

procesos normativos y sustantivos del quehacer educativo, ya sea dentro o fuera del

ámbito institucional. En este sentido, conviene recoger las palabras de POPKEWITZ:

234

“Las prácticas discursivas de la escolarización son más que una simple transmisión

de ideas; constituyen los principios de realidades. Los discursos no son simples

estrategias de comunicación, sino también prácticas culturales y políticas.”

(POPKEWITZ, 1998, p.159)

Por consiguiente, en este contexto debe ser absolutamente necesario el profundizar

en las instituciones educativas y sus dimensiones curriculares y organizativas para

acabar aterrizando en el contexto aula como expresión última e ineludible del mundo de

la ética discursiva y la democracia en la praxis social y educativa. De esta manera,

considero que el análisis en la escuela de los principios de igualdad desde la diferencia y

libertad para la inclusión (LÓPEZ MELERO, 2003), que debe hacer suyos toda

educación democrática, se tiene que dar desde estas cuatro dimensiones:

1. Una escuela común para la convivencia de las personas desde la riqueza de su

heterogeneidad y el desarrollo de iniciativas transformadoras a nivel educativo y

social.

2. Un curriculum común para desarrollar conocimientos, actitudes y procedimientos

plurales, dialógicos y coherentes con los valores democráticos.

3. Una organización común para fomentar métodos y estrategias didácticas diversas,

siempre desde los principios del aprendizaje cooperativo y en función de todos los

miembros de la comunidad educativa y sus contextos de desarrollo.

4. Un aula común para educar a ciudadanos y ciudadanas críticas y demócratas.

En definitiva, se trata de hacer una apuesta coherente y constante por la

democracia, donde el componente crítico hacia las injusticias se complete y se haga

verdaderamente revolucionario desde las propuestas de mejora que debe conllevar el

mismo, pues lo contrario puede ser postmodernamente peligroso. Y ello tanto desde

una perspectiva micropolítica, desde los contextos inmediatos de acción e influencia de

las personas, colectivos e instituciones democráticas, como desde una perspectiva

macropolítica, según la cual “una visión democrática de la educación estará

comprometida con el fomento de un extenso debate público en el que las propuestas y

235

políticas educativas puedan ser probadas a través del diálogo crítico y en el cual todos

puedan participar...” (CARR y HARTNETT, 1996, p.191)

Por consiguiente, y sintetizando algunas de las ideas aquí expuestas sobre la

democracia, recurrimos nuevamente a las palabras de BILBENY:

“La educación democrática enseña a escuchar. ‘Oir’ es difícil en nuestra sociedad

del ruido. ‘Escuchar’ lo es más todavía. Y, sin embargo, de la actitud de escucha de

la voz y las razones del otro –y de las nuestras, en la intimidad de nuestra

conciencia- depende la suerte de la democracia en todos sus aspectos básicos:

como un ‘instrumento’ y unos ‘valores’, un ‘proceso’ en el tiempo y un

‘compromiso’ personal a cada momento.” (BILBENY, 1999, p.141)

Profundizar en esto, tanto desde el contexto social (como ciudadanas y ciudadanos)

como desde el contexto escolar (como educadoras y educadores comprometidos ética y

políticamente con los valores democráticos y la lucha contra la exclusión de las

personas y las culturas minoritarias), debe ser nuestra prioridad y nuestra senda.

CAPÍTULO 4. TEORÍA Y PRAXIS PARA

ESCUELAS DEMOCRÁTICAS: DIÁLOGO,

PARTICIPACIÓN CRÍTICA Y

TRANSFORMACIÓN SOCIAL

“La escuela del mundo al revés es la más democrática de

las instituciones educativas. No exige examen de

admisión, no cobra matrícula y gratuitamente dicta sus

cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en

el cielo: por algo es hija del sistema que ha conquistado,

por primera vez en toda la historia de la humanidad, el

poder universal.

En la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a

flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a

volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los

caminos.” (GALEANO, 1998, p.5)

239

4.1. Globalización y escuelas democráticas

“Los educadores radicales debiéramos hacer nuestras críticas a

la democracia capitalista, a través de la perspectiva de una

democracia mejor y no en una actitud nihilista que al final

podría promover alternativas antidemocráticas.” (FLECHA,

1998, p.37)

Dice MARIO BENEDETTI en uno de sus poemas: “Es cierto que esa

globalización / de nuestro pobre miserable globo / tiende a globalizar el desaliento”.

¿De donde le viene al poeta ese pesimismo? Si hablamos desde la ideología neoliberal,

que se ha apropiado del discurso globalizador, lo cierto es que no faltan argumentos

para, como mínimo, la preocupación profunda.

Como ya he comentado anteriormente, es algo tristemente evidente que en el

mundo actual las relaciones sociales se encuentran mediatizadas por la Economía. Por lo

tanto, el estudio del funcionamiento de la Economía, de sus discursos y del modo en el que

ha colonizado y fagocitado las relaciones sociales, la política, el comportamiento social y

la subjetividad de las personas, constituye un camino ineludible para comprender cualquier

fenómeno social o individual en la actualidad. Es por eso que se puede afirmar que a

economía neoliberal tiene una finalidad autorreferente a la que subordina el resto de fines

sociales: el crecimiento económico en términos monetarios, lo que implica entender la

producción y el crecimiento como fines en sí mismos.

La constitución de la economía globalizada como la lógica dominante del

mundo actual exige una mirada sobre las dinámicas locales, estatales y mundiales como

condición para un adecuado conocimiento de las dinámicas de acción social, de manera

que seamos capaces de ver que lo particular está en lo general y viceversa, en un análisis

dialécticamente construido, ya que al diseccionar un aspecto particular de la vida cotidiana

240

aparecen entramados complejos de interrelaciones que lo configuran y que hay que

mostrar.

Además, otro aspecto que hay que considerar es que las inmensas fuerzas

productivas del mundo actual conllevan poderosas dinámicas de desigualdad y

enajenación, tanto social como individual. Las relaciones entre las personas están ocultas

por relaciones entre las cosas. Lo social y convivencial no se construye desde la voluntad

de las personas (política) ni desde la virtud (ética), sino desde la economía (mercado) y el

interés (consumismo). Las personas somos productores, pero también productos, y esto

tiene unas nefastas consecuencias sociales. Como afirma PÉREZ GÓMEZ:

“La lógica del libre mercado llevada a sus últimas consecuencias supone

inevitablemente la globalización de la economía de modo que se disuelvan las

barreras y trabas continentales, nacionales o regionales al libre intercambio de

mercancias, capitales y personas. La globalización de los intercambios económicos

regidos por el libre mercado indudablemente arrasa no sólo con las barreras

artificiales de las fronteras económicas, sino fundamentalmente con las formas de

organización política y social de las diferentes comunidades, y muy en particular

con las formas de interacción cultural que no se acomoden a las nuevas exigencias

y a los nuevos vientos que transportan la buena nueva del mercado mundial.”

(PÉREZ GÓMEZ, 1999, p.81)

Por lo tanto, lo que nos queda claro es que vivimos en una economía global, que

no es lo mismo, tal y como nos dice MANUEL CASTELLS, que una economía

mundial, ya que esta última existe aproximadamente desde el siglo XVI. Para el propio

CASTELLS (1994, p.37-38): “Una economía global es una economía en donde todos

los procesos trabajan como una unidad en tiempo real a lo largo y ancho del planeta.

Esto es, una economía en la que el flujo de capital, el mercado de trabajo, el mercado, el

proceso de producción, la organización, la información, y la tecnología operan

simultáneamente a nivel mundial.” Y es que, tal y como dijera el magnate GEORGE

SOROS, ‘maestro’ de la especulación financiera, los mercados votan todos los días.

241

Sin embargo, también es cierto que no es lo mismo el hecho de la globalización,

que entendida como mundialización ha sido una aspiración histórica de múltiples

corrientes filosóficas (cada una ‘a su manera’), desde KANT, HEGEL, MARX y las

narrativas de emancipación más conocidas, que la ideología del globalismo neoliberal,

cuya única intención es ‘mundializar’ el libre mercado y minimizar la normativización y

regulación pública y ética en el mundo financiero, para lo cual no duda en excluir a todo

aquel que no sirva a sus intereses e instrumentalizar al resto, formando un mundo virtual

al margen de las personas y donde todo es tan pobre que sólo se basa en el dinero y en

las relaciones de poder.

“Hay que distinguir claramente entre esa complejidad de la globalidad y la nueva

simplicidad del globalismo, entendido éste como dominio del mercado mundial

que impregna todos los aspectos y lo transforma todo. Por tanto, no se trata de

condenar las relaciones (mundiales) económicas, sino de descubrir lo que

propiamente encierran la primacía e imposición del mercado mundial defendidas

por la ideología neoliberal y que influyen en todos los aspectos de la sociedad; se

trata de un economicismo anacrónico que se difunde a enorme escala, de una

renovación de la metafísica de la historia, de una revolución social apolítica que se

pretende ha de realizarse desde arriba. Lo que propiamente constituye una amenaza

es la posibilidad de quedar deslumbrados por los ‘reformadores mundiales (del

mercado)’ neoliberales.” (BECK, 1998, p.163)

Es por esto que no puede confundirse el globalismo neoliberal con la búsqueda

de universalidad de los derechos humanos y los valores democráticos como normas

básicas de convivencia. Pero, al mismo tiempo, no puede ignorarse la injusta realidad

del neoliberalismo globalizado, por lo que hay que reformular los fundamentos de la

modernidad tradicional al hilo de dicha globalización. Valores, culturas, ecología,

mundo laboral,... todo cobra una dimensión que es necesario analizar, más si cabe

dentro del mundo de la educación, si bien siempre teniendo como referentes los

derechos humanos y la dignidad de las personas.

Y es que en este contexto de profundos y, sobre todo, vertiginosos cambios (que

las más de las veces terminan siendo sólo postmodernamente estéticos y no

242

humanamente éticos y con implicaciones políticas y sociales democráticas), existe

incluso quien, como BECK (1998), se pregunta si no estaremos viviendo el surgimiento

de una segunda Ilustración en un mundo en crisis como el nuestro y donde este proceso

de globalización se configura a partir de recíprocas redes de relaciones, locales y

globalmente constituidas, mediatizadas por el (ab)uso de los medios de comunicación

de masas y la lucha por el desarrollo político (o despolitizado) de los espacios sociales,

como es el caso de la escuela, lo cual nos debe llevar a replantear políticamente las

cuestiones referentes a la convivencia y la justicia social en la era de la globalización,

puesto que el proceso de desarrollo globalizado no tiene sólo significaciones

económicas. Así, entendida de manera general,

“globalización significa el establecimiento de interconexiones entre países o partes

del mundo, intercambiándose las formas de vivir de sus gentes, lo que éstas

piensan y hacen, generándose interdependencias en la economía, la defensa, la

política, la cultura, la ciencia, la tecnología, las comunicaciones, los hábitos de

vida, las formas de expresión, etc. Se trata de una relación que lo mismo afecta a la

actvidad productiva que a la vida familiar, a la actividad cotidiana, al ocio, al

pensamiento, al arte, a las relaciones humanas en general, aunque lo hace de

maneras distintas en cada caso. (...) Es una nueva metáfora para concebir el mundo

actual y ver cómo se transforma. Es también un modelo deseado, temido y

vilipendiado; es decir que es una imagen deseada y negada a la vez.” (GIMENO

SACRISTÁN, 2001, p.76)

Mas, como decía, no debemos caer en discursos derrotistas sobre las

posibilidades del cambio social hacia formas verdaderamente democráticas de

desarrollo de las relaciones humanas a través del diálogo intersubjetivo y en la

configuración de la red de significados de la cultura, así como tampoco podemos negar

la realidad opresora y operar al margen de ella (en el sentido de no tenerla en cuenta).

Se trata, desde mi punto de vista, de (re)conocer y analizar los fenómenos derivados del

globalismo y la globalización que influyen y condicionan nuestro existir social y nuestra

praxis ciudadana y educativa, pero precisamente ese saber lo que nos debe es alentar en

la lucha, que es a la vez ideológica, política, ética y pedagógica, en el sentido de que

debe conllevar un posicionamiento contrahegemónico y a favor de la igualdad, la

243

libertad y la justicia en todos nuestros contextos de convivencia y acción, ya sea en la

escuela, el barrio, la familia, etc.

Igualmente, tampoco podemos obviar la realidad que supone en este globalismo

neoliberal el paso de la sociedad industrial a la denominada sociedad de la información

(CASTELLS, 1998), donde la información pasa a ser materia prima y base del sistema

económico, lo cual provoca cambios en los procesos de producción y en las

características y habilidades profesionales que se requieren en una sociedad

postindustrial y donde los movimientos del capital (cada vez más virtual, más

incontrolado éticamente y más ajeno que nunca a los intereses de la inmensa mayoría de

las personas) se realizan a velocidad real, apoyándose todo ello en la ‘revolución

tecnológica’ (que no científica) de las últimas décadas, basada en las premisas

empresariales de producción: faster, smaller and cheapest (más rápido, más pequeño y

más barato, intencionadamente escrito en inglés en principio, por ser éste el idioma

adoptado por el globalismo como hegemónico), y en una nueva forma de organización

empresarial en red basada en la descentralización, la participación y la coordinación, así

como en la capacidad de adaptación, la flexibilidad procedimental y el espíritu

competitivo de las personas que quieran sobrevivir en este mundo. (FLECHA y

TORTAJADA, 1999)

Esto provoca también una ‘fractura’ cada vez más acusada entre información y

conocimiento, por lo que es la capacidad de selección, discernimiento, procesamiento y

uso de la información lo que proporciona un conocimiento válido según los patrones

imperantes frente a la avalancha y saturación de datos (lo cual, a veces, también supone

una nueva forma de ‘censura’ por sobreinformación, fundamentalmente vehiculada a

través de los medios de comunicación de masas y el (ab)uso de las nuevas tecnologías

informacionales). Pasar de la simple información (luchando en todo caso por su

democratización también como paso previo en la acción política), que es algo externo,

informe y automatizable, al conocimiento (estructurado y que conduce a la acción) o,

más aún, a la generación de conocimiento (crítico, creativo, transformador) es una

aspiración en la que, a mi juicio debe tener un papel estelar la educación y constituye un

reto para las escuelas y universidades desde una postura reivindicativa de la necesidad

244

de su papel innovador y democratizador para conseguir una sociedad más justa, más

humana.

En este contexto las instituciones educativas son imprescindibles, hoy más que

nunca, y deben hacer frente a una sociedad donde todo se pretende dictar donde existe

una ‘crisis’ con respecto a la organización y los contenidos de la enseñanza (el debate se

queda en el terreno de la eficacia, pero es necesario llevarlo también, sobre todo, al de la

ética política), donde el papel del profesorado cambia (o no tanto en la práctica, pero las

exigencias sociales, culturales y económicas sí), donde hay cada vez más marcadas

pluralidades en un contexto multicultural sin precedentes y donde paradógicamente se

fomenta el llamado ‘pensamiento único’; nuevas necesidades sociales, nuevas

necesidades del alumnado, de las familias, el fascinante desafío de la diversidad

humana, la transformación del espacio público y el desarrollo de la sociedad civil, etc.

Todo ello configura un panorama de amplias e importantes consecuencias para la

educación.

La comprensión del mundo en que vivimos nos habilita, desde nuestra

conciencia ética, política y ecológica, para intervenir críticamente en él, y no

focalizándonos en los resultados de nuestra lucha (aunque tampoco hay que negar la

estrategia, pues el ser ‘kamikazes sociales’ tampoco suele ayudar mucho), sino en ver

más lo necesario que lo posible desde nuestra propia coherencia personal y reivindicarlo

como eje para el cambio social y político como construcción colectiva. Nuevamente

quien mejor ha expresado esto fue PAULO FREIRE, el cual llevó su coherencia y su

pasión por la vida y la lucha por un mundo mejor hasta el final de su existencia:

“Si, en realidad, las estructuras económicas me dominan de manera tan señorial, si,

moldeando mi pensamiento, me hacen objeto dócil de su fuerza, ¿cómo explicar la

lucha política y, sobre todo, cómo hacerla y en nombre de qué? Para mí, en nombre

de la ética, obviamente, no de la ética del mercado, sino de la ética universal del ser

humano; para mí, en nombre de la necesaria transformación de la sociedad de la

que se derive la superación de las injusticias deshumanizadoras. Y todo ello

porque, condicionado por las estructuras económicas, no estoy, sin embargo,

determinado por ellas.” (FREIRE, 2001, p.67-68)

245

A esta postura ética y política no puede ser ajena la escuela, ya sea para

oponerse y luchar contra las políticas neoliberales y las injusticias y desigualdades que

generan como para analizar las consecuencias del mestizaje cultural que conlleva el

proceso de globalización, los cambios en las dinámicas de relación, las cosmovisiones

del alumnado, la evolución de los procesos de producción y las cambiantes demandas

laborales que genera, la tensión entre los valores locales y los globalizados, etc. Por lo

tanto, considero que el conocimiento del globalismo neoliberal nos debe permitir, como

ciudadanas y ciudadanos comprometidos y educadores críticos:

a) Ser conscientes de hasta qué punto, cómo y por qué las estructuras sociales y

económicas condicionan nuestra vida y nuestra tarea educativa.

b) Superar ese pesimismo fatalista que no es más que una máscara del inmovilismo

reaccionario propugnado desde las esferas hegemónicas de poder.

c) Y, sobre todo, luchar con argumentos desde nuestra “lectura crítica del mundo”

(FREIRE, 2001) para transcender los condicionantes de la sociedad y el sistema

educativo en los que estamos inmersos con el fin de formar una alternativa

emancipadora que nos permita, como seres que nos hacemos humanos desde la

ética, la acción y el diálogo, construir un mundo y una educación basada en la

(con)vivencia de los valores democráticos y crear, a dentelladas de humanidad

(como diría GALEANO), una sociedad y una escuela sin exclusiones y donde se

valoren las diferencias como lo más hermoso del ser humano. (LÓPEZ MELERO,

2000)

Educar es un proyecto de vida para la convivencia democrática y la mejora de la

calidad de vida, pero como tal sólo tiene sentido como algo compartido (BRUNER,

1986). De hecho, la educación es una tarea lo suficientemente compleja como para ser

algo que solamente corresponda al profesorado o a las familias por separado, por lo

debe constituirse como algo que incluya una dimensión más comunitaria, la cual debe

comenzar por la cooperación como eje vertebrador del encuentro y la construcción de

una educación de calidad donde se permita y fomente el desarrollo de los valores

democráticos. En una sociedad tan competitiva e individualista como la actual, este

246

trabajo se vuelve necesario, imprescindible, por lo que tender puentes de colaboración

entre el entorno comunitario, las familias y el profesorado debe ser prioritario en el

quehacer educativo.

Desde mi punto de vista, y relacionado con todo lo anteriormente expuesto, el

análisis de la escuela debe hacerse dentro del contexto donde se encuentra inmersa, pero

siempre teniendo en cuenta que en el mundo de la educación no sólo es legítimo sino

absolutamente necesario luchar y tener aspiraciones emancipatorias, aun en esta época

que llaman postmoderna. (KEMMIS, 2000) Por lo tanto, vamos a introducirnos a

continuación en algunas claves que nos deben servir para comprender mejor la

institución escolar:

a) La escuela está constituida por todo un universo de significados construidos unas

veces en el seno de la propia institución y otras veces (las más) impuestos desde

agentes exteriores, ya sea directamente desde la administración o a través de

presiones sociales o economicistas.

b) A esto hay que añadirle su carácter conservador como institución, fruto de un

altísimo nivel de burocratización en su gestión cotidiana, con todas sus negativas

consecuencias sociales, el interés despolitizador que le imprime y la fuerte

acomodación rutinaria en la que enmascara lo cotidiano.

c) Esto conlleva que muchas veces se confundan los fines de la escuela o bien se den

contradicciones internas, como la que supone hablar de democracia en una

institución tan rígidamente jerarquizada y ritualística, así como un espacio donde se

dan constantes enfrentamientos entre el conocimiento institucional y el experiencial

de las personas insertas en el mismo.

d) Otra consecuencia de esto es lo que HARGREAVES (1996) denomina

‘balcanización’ y que supone el utilitarismo, la individualización extrema de la tarea

educativa y la constitución de la desconfianza como eje de las relaciones entre el

profesorado y de éste con respecto al alumnado, las familias o el resto de la

comunidad.

247

Estos y otros aspectos configuran un panorama poco halagüeño, pero considero

que es necesario partir de este breve análisis institucional para superar ese

conservadurismo y proponer estrategias y vías para su desarrollo innovador y

cooperativo. Como comenta SANTOS GUERRA:

“Los ciudadanos que piensan, que se comprometen y que actúan, contribuirán a

construir una escuela mejor para una sociedad más justa. Los ciudadanos críticos

ponen en tela de juicio la situación actual y, a través de su comprensión, intentan

mejorarla. Interesa que la escuela sea una institución que ayude a desarrollar las

capacidades de todos los individuos, pero también que construya una sociedad más

equitativa y más hermosa. Para ello, la escuela no sólo necesita enseñar. Necesita

aprender tantas cosas...” (SANTOS GUERRA, 2001, p.22)

Los espacios de relaciones, como es el caso de la escuela, están hechos por y para

las personas, pero para que esto sea realmente así deben construirse con las personas,

con la totalidad de los agentes educativos de la sociedad. Además, no podemos olvidar

que los espacios se hacen educativos desde la convivencia. Así, centrándonos en los dos

espacios de convivencia principales, que son la familia y la escuela, hemos de decir que

poseen unas peculiaridades relacionadas con el proceso de socialización, la mediación

cultural que proporcionan y el tipo de relaciones y lenguaje que se establecen en los

mismos, ya que evidentemente un modelo educativo autoritario no va a tener las

mismas repercusiones que uno basado en el diálogo y el consenso de las normas de

convivencia. Y es que, como dice LÓPEZ MELERO (2000), la calidad de la educación

se encuentra mediatizada por la calidad de las relaciones en los espacios de convivencia,

ya sea la familia, la escuela, el grupo de amigos y amigas, etc. Por lo tanto:

“La función educativa de la escuela requiere una comunidad de vida, de

participación democrática, de búsqueda intelectual, de diálogo y aprendizaje

compartido, de discusión abierta sobre la bondad y el sentido antropológico de los

influjos inevitables del proceso de socialización. Una comunidad educativa que

rompa las absurdas barreras artificiales entre la escuela y la sociedad. Un centro

educativo flexible y abierto donde colaboran los miembros más activos de la

comunidad para recrear la cultura, donde se aprende porque se vive, porque vivir

democráticamente significa participar, construir cooperativamente alternativas a los

248

problemas sociales e individuales, fomentar la iniciativa, integrar diferentes

propuestas y tolerar la discrepancia.” (PÉREZ GÓMEZ, 1999, p.258)

Es desde aquí que podemos considerar a la familia y a la escuela, así como otros

espacios sociales, como una comunidad de convivencia y aprendizaje (de normas

sociales, habilidades, estrategias de resolución de problemas, conocimientos

contextuales, actitudes, emociones, etc.). Si a esta idea le unimos el principio de que nos

hacemos seres humanos con otros seres humanos, es decir, que somos seres sociales,

podemos deducir que la mejora y cualificación de los contextos sociales donde nos

desarrollamos y convivimos debe determinar ese desarrollo y esa convivencia,

mejorándonos (o no) como personas y constantes aprendices en función de la riqueza

cultural y ética de dichos contextos, los cuales, si además se encuentran armonizados en

su actuar, se pueden y deben convertir en ejes de un proceso educativo crítico y

transformador.

Hablamos de convivencia, y lo hacemos desde una perspectiva deliberativa y

democrática, ya que considero que no puede hablarse de convivencia fuera de unos

valores como los que proporciona la democracia. Llevar estos valores a la escuela debe

ser, por consiguiente, una prioridad para conseguir escuelas verdaderamente

democráticas, cuyos principios deben partir siempre de una visión de la educación como

culturización (BRUNER) a partir del diálogo intersubjetivo (HABERMAS) y del

aprendizaje cooperativo (VIGOTSKY) como ejes para la participación social

transformadora desde la valoración de la diferencias para una escuela sin exclusiones

(LÓPEZ MELERO).

Desde esta perspectiva entiendo que lo que se plantea es un desafío a la

democracia como instrumento sobre el cual (re)construir la igualdad, entendida sobre

todo como inclusión de los excluidos en clave de equidad, sin que ello conlleve

homogeneidad cultural y sí el desarrollo de valores y la autonomía de los sujetos

(libertad y corresponsabilidad). Se trata, por tanto, de crear a partir de la convivencia y

la justicia social un espacio consensuado que nos permita crear escuelas verdaderamente

democráticas donde los valores se conviertan en principios de pensamiento y acción.

249

“La educación en valores, necesaria en la escuela pública, cuya finalidad es formar

una ciudadanía responsable, no puede ser una labor exclusiva del profesorado, sino

que debe ser una tarea compartida entre las familias, el profesorado y los demás

agentes educativos (...). Esta corresponsabilidad educativa, además de ser un motivo

ejemplar de convivencia para nuestros hijos, es un encuentro entre familias y

profesorado, donde unos van a aprender de los otros y todos aprenden juntos.

Aprenderemos juntos, familias y profesorado, a comprender y valorar el papel que a

cada cual nos corresponde en la educación de nuestros hijos para hacer frente a una

sociedad que tiene como valores importantes la competitividad, la insolidaridad y la

ausencia de respeto a la diversidad.” (LÓPEZ MELERO, 2000, p.252)

Como ideológicamente ya he explicitado anteriormente, y siguiendo el enfoque

histórico-cultural vigotskiano, entre otros autores afines, estoy convencido de que es

desde el ámbito social que la diferencia se transforma o no en desigualdad, por lo que

los mecanismos de ‘compensación’ (siguiendo la terminología vigotskiana) o, mejor

dicho, la reformulación del concepto de justicia social necesario para construir una

sociedad verdaderamente democrática, debe analizarse desde el punto de vista social e

histórico, así como exigirse soluciones cuyos principios sean la equidad, la solidaridad y

la tolerancia como claves del discurso contrahegemónico emancipador.

Desde esta perspectiva surgen algunos de los argumentos más poderosos a favor

de la convivencia democrática como fundamento de la educación (LÓPEZ MELERO,

2003). Y esa misma filosofía es necesaria en la escuela como red de significados y

encuentro de culturas, en el cual la relación familias-profesorado se torna fundamental,

ya que si en nuestro convivir tenemos clara la legitimidad del otro o de la otra tal y

como es y no como nos gustaría que fuese, ello debería conllevar que en nuestras

prácticas sociales y educativas la praxis sea inherentemente cooperativa y democrática.

Lo más importante que se percibe entonces es estar abierto a lo que viene del otro.

Se trata de darle la oportunidad a la otra persona (docente, alumna/alumno o

madre/padre) de que argumente su postura aunque no se esté de acuerdo con ella. Mas

quizás lo más sobresaliente sea que este posicionamiento implica en el fondo una

250

pérdida de utilitarismo dentro de la dinámica de relaciones, en el sentido de que el acto

comunicativo se torna importante como tal.

De todas formas, la legitimidad del otro y la tolerancia que conlleva se ven en la

convivencia, que el propio MATURANA (1994) definía como espacio de relaciones

consensuado. Desde ahí considero que el crear un espacio donde se construyan las

relaciones desde el dominio de emociones que configuran la razón supone un reto al que

deben responder las escuelas democráticas y desde donde resulta absolutamente

imprescindible la participación real de todos los miembros de la comunidad en un

espacio de relaciones donde en todo momento sea el diálogo el único ‘imperativo’ y los

argumentos se conviertan en las ‘armas’ de las personas frente a los conflictos y

discusiones, pues a ser demócrata sólo se aprende viviendo la democracia y la

ciudadanía del presente y del futuro debe tener la posibilidad de vivirla desde sus

contextos de referencia más importantes e inmediatos, que son la familia y la escuela,

para que así se puedan desarrollar en todos actitudes democráticas que les impulsarán a

enfrentarse críticamente con los problemas y situaciones cotidianas de la escuela y la

comunidad.

Las escuelas democráticas construidas desde ahí deben dar viabilidad a su

propuesta de educación en valores desde la creación de estructuras y procesos

democráticos en la escuela como institución y en el curriculum. Sobre el primer punto,

APPLE y BEANE manifiestan:

“Aunque la comunidad estima la diversidad, tiene también un sentido del propósito

compartido. (...) Por esta razón, las comunidades de quienes aprenden en las

escuelas democráticas están marcadas por otorgar importancia a la cooperación y la

colaboración, mas que a la competición. Las personas ven su premio en los otros, y

se toman medidas que animan a los jóvenes a mejorar la vida de la comunidad

ayudando a los demás.” (APPLE y BEANE, 1999, p.27)

En cuanto al segundo punto, debemos tener claro que un curriculum democrático

debe incidir en el acceso a la cultura por parte de todos los miembros de la comunidad y

el respeto de los distintos puntos de vista, a la vez que debe proporcionar herramientas

251

para la interpretación crítica de la sociedad, y para ello es necesaria la participación de

las familias en su planificación y diseño, de manera que las personas que participan

comprenden, al vivir la construcción social del conocimiento, y comparten sus intereses

y valores, logrando así una armonización mayor del trabajo en la escuela y en la familia

y un nivel de reciprocidad que beneficia a todas las personas implicadas: profesorado,

madres y padres y alumnado. (ZEICHNER, 1999)

Se trata de tomar conciencia de que la participación de las familias y otros agentes

educativos y socializadores en la escuela es fundamental, porque si estamos hablando de

un modo de enseñar democrático, de un modo de enseñar valores viviéndolos, si se

viven esos valores en la escuela y no se viven en la familia (o al revés) esto no sirve de

mucho. Además, es imprescindible para poder contar con un curriculum que parta de la

vida cotidiana dentro del aula saber lo que se hace en la familia, ya que aun en la más

tradicional de las escuelas es inevitable que el alumnado traiga su mundo experiencial y

de relaciones al aula y lo vuelque en ella de una u otra manera.

“Las escuelas democráticas están pensadas para ser lugares democráticos, de

manera que la idea de democracia también alcanza a los numerosos roles que los

adultos desempeñan en las escuelas. Esto significa que los educadores

profesionales, igual que los padres, los activistas de la comunidad y otros

ciudadanos tienen derecho a una participación plenamente informada y crítica en la

creación de las políticas y los programas escolares para sí mismos y para los

jóvenes.” (APPLE y BEANE, 1999, p.22)

En este sentido me gustaría analizar los tres modelos que, a mi juicio, se dan con

mayor frecuencia en las relaciones entre madres y padres (y la comunidad en general)

con las y los profesionales de la educación:

a) Modelo de experto, en el cual es el educador o educadora quien tiene el control,

toma las decisiones, selecciona la información que considera necesaria darle a las

demás personas y la que requiere de las mismas. Se considera la propia figura

paterna o materna como un instrumento técnico de uso, explotando el profesional

sus conocimientos específicos para dar autoridad a sus opiniones y actuaciones,

252

obviando las de los demás y pasando por alto tanto las necesidades reales del

alumno o alumna como de su familia y la comunidad, relegada a un estatus

nominativo sin participación real ni posibilidad de colaboración en la educación

dentro del contexto escolar.

b) Modelo utilitario, donde los profesores y profesoras parten de sus conocimientos y

experiencias, pero sí consideran que éstas pueden ‘transplantarlas’ a las familias o a

otros agentes sociales, si bien ese transvase suele ser de aspectos técnicos,

permaneciendo el profesorado con el control sobre la toma de decisiones y viéndose

la labor comunitaria más como una extensión de servicios o, como mucho, un

elemento, más que de consulta, de legitimación e información, un bien de uso con

derechos restringidos y poco más que burocráticos.

c) Modelo colaborativo, donde los profesionales ven a la comunidad en general y las

familias en particular como actores necesarios e imprescindibles dentro de una

visión holística y transformadora de la educación. Estos profesionales consideran

que la cualificación de los distintos contextos se debe dar desde el trabajo conjunto y

coordinado de los mismos, con participación de la comunidad en el aula, un

constante intercambio de información, intereses e inquietudes y el trabajo

cooperativo en el planteamiento y desarrollo del curriculum, al mismo tiempo que se

preocupan por la formación crítica de las madres-padres y otras personas vinculadas

de la comunidad para conseguir que esa colaboración se dé en situaciones de

horizontalidad y convivencia democrática.

Ni que decir tiene que el modelo que defiendo es el colaborativo, puesto que, en

definitiva, el trabajo cooperativo entre los distintos contextos conlleva una comprensión

más profunda de cómo son las niñas y niños (o jóvenes). Conocer y comprender los

contextos de procedencia y de referencia del alumnado se debe convertir en un arma

pedagógica imprescindible, sobre todo a la hora de contrarrestar los obstáculos

educativos que suponen los modelos de experto y utilitaristas en la escuela, banderas del

poder hegemónico que pretende, a base de burocracia y tecnocracia, ahogar y que no se

desarrolle la conciencia política deliberativa en el seno de la comunidad.

253

La participación activa de las familias y los miembros de la comunidad en las

escuelas supone también un incremento del interés por la educación, al encontrarse

inmersos en ese proceso, así como un estímulo profesional para el profesor o profesora.

Es cierto que históricamente han existido (y existen, por desgracia) barreras en este

sentido y que se han provocado situaciones de desconfianza mutua entre el profesorado

y las familias (el uno por sentirse controlado y las otras por verse fuera de un contexto

que en el fondo no conocen y cuyo desconocimiento conlleva a veces una desvirtuación

en sus interpretaciones), pero ello no debe servirnos sino como motivo de reflexión y,

todavía más, revulsivo para el planteamiento de lo posible a partir de lo que se percibe y

se vive como necesario.

“La democracia no puede ni debe ser una entelequia para camuflar la ideología, sino

una práctica diaria en la familia, en la escuela, en el barrio y en todos los lugares y

momentos de nuestra vida cotidiana. Buscamos, en consecuencia, una escuela

comprometida en la recreación de una democracia participativa y en la convivencia de

un pluralismo de ideas. Nuestra democracia formal aún no tiene escuelas

democráticas auténticas. La escuela pública y sus enseñantes tienen el compromiso de

hacer posible unas escuelas democráticas y una educación para la emancipación”

(LÓPEZ MELERO, 2000, p.254)

Es ese compromiso social, ético y político el que nos debe guiar en nuestra

acción, con el fin de transformar nuestras escuelas en comunidades verdaderamente

democráticas. Desde esta perspectiva me gustaría destacar también las características

del movimiento de mejora de las escuelas, descrito por VAN VELZEN y otros autores y

que SANTOS GUERRA recoge enumerando sus principios:

a. La escuela es el centro del cambio. El centro y el motor. Cada escuela tiene una

identidad peculiar, una historia y un contexto.

b. El cambio debe adoptar un enfoque global y sistémico. No se limita a pequeñas

innovaciones que realiza algún profesor de manera aislada.

c. Tiene una concepción rigurosa y un desarrollo planificado. Sus enemigos son la

improvisación y la precipitación.

d. Un foco decisivo del cambio son las condiciones internas de la escuela, su estructura

y sus medios. El cambio necesita de recursos materiales, personales y académicos.

254

e. Los propósitos educativos de la escuela han de plantearse de forma clara y bien

estructurada. Las finalidades educativas van más allá del rendimiento académico de

los alumnos.

f. Se requiere una perspectiva multidimensional. La escuela no está en el vacío sino en

una comunidad social que ha de comprometerse con el cambio.

g. Las estrategias de intervención deben ser integradoras y complementarias. Hay

estrategias ascendentes y descendentes que se conjugan en un proceso transformador.

h. El cambio y la transformación tienen sentido cuando se institucionalizan y se hacen

parte de la organización. No son meros adornos, meros complementos. (VAN

VELZEN, cit en SANTOS GUERRA, 2001, p.51)

Para dotar a estos elementos de un contenido más concreto voy a recurrir a las

cinco rupturas que propone LÓPEZ MELERO (2000) con respecto a la escuela

segregante y homogeneizadora, las cuales suponen, a mi juicio, un referente de

pensamiento y acción para conseguir que nuestras escuelas se constituyan como

espacios reales de convivencia democrática y (re)construcción crítica de la cultura:

1ª. El reconocimiento de la diversidad del alumnado como valor y no como

defecto o la ruptura contra la clasificación y la norma.

2ª. La necesaria reprofesionalización del profesorado para la comprensión de la

diversidad o la ruptura del profesorado como técnico-racional.

3ª. Buscando un patrimonio cultural común, diverso, comprensivo y

transformador en el alumnado o la ruptura con el curriculum planificado.

4ª. El aula como comunidad de aprendizaje autónomo o la ruptura de la

organización espacial y temporal tradicional en el aula.

5ª. La escuela pública y el aprender participando entre familias y profesorado o la

ruptura de las escuelas antidemocráticas.

En definitiva, la colaboración democrática en la escuela lo que nos demuestra es

cómo la preocupación ética para una educación de calidad es inherente al desarrollo de

los valores desde la convivencia democrática y cómo la manera más coherente de darle

significado a dicha convivencia es a través de una cooperación que permita la

armonización y cualificación de los contextos donde ésta se lleva a cabo. Este debe ser

255

el fin último de las escuelas democráticas en su lucha contra el globalismo neoliberal y

la deshumanización que conlleva, pero para eso es necesario que todas y todos nos

planteemos y demos respuesta, desde referentes críticos y progresistas como los

proporcionados por LÓPEZ MELERO en sus rupturas contra las escuelas

antidemocráticas, a cuestiones como las que plantea GIROUX:

• ¿Cómo pueden los profesores replantear la educación, en vista de las nuevas

formas de pedagogía cultural que han surgido fuera de la enseñanza tradicional?

• A la luz de estos cambios, ¿cómo responden los educadores a las cuestiones de

valores acerca de los propósitos que deben servir las escuelas, qué tipos de

conocimiento es el más valioso y qué significa reivindicar la autoridad en un

mundo en donde las fronteras cambian constantemente?

• ¿Cómo puede entenderse la pedagogía como una práctica política y moral en

lugar de cómo una estrategia técnica?

• ¿Y qué relación debe establecerse entre la educación pública y universitaria y

los jóvenes para que estos desarrollen un sentido de sujeto especialmente en lo que

respecta a las obligaciones de ciudadanía y vida pública desde una perspectiva

crítica en un paisaje cultural y global radicalmente transformado?(GIROUX, 2001,

p.39)

256

4.2. La emancipación colectiva: las educadoras y educadores como

intelectuales públicos

“Considero que una de las tareas del intelectual (...) es aportar

una contribución propia al advenimiento de una sociedad en la

que la distinción entre intelectuales o no intelectuales no tenga

ya razón de ser.”

NORBERTO BOBBIO

Las escuelas, como hemos visto, deben ser espacios de relaciones y de

construcción de significados, no meras instituciones reproductoras del sistema social o

agentes de socialización acrítica. Desde una concepción moral y política de la educación

considero que debemos ver la función social de la escuela desde premisas de recreación

crítica de la cultura y como espacio público cuyas aspiraciones emancipatorias pasan

por dos dimensiones dialécticamente relacionadas:

- Micropolítica, porque sólo siendo una institución democrática la escuela puede

pretender educar en, por y para la democracia, transcendiendo los formalismos

neoliberales de legitimación y burocracia para conseguir que la convivencia rija los

intercambios simbólicos y materiales y las interrelaciones entre los miembros de la

comunidad educativa.

- Macropolítica, porque la escuela, a pesar de ser concebida conservadoramente con

unas funciones de custodia, adquisición de conocimientos y desarrollo de

habilidades sociales, debe exigirse ética y ecológicamente no sólo una coherencia

interna en sus propósitos democráticos, sino sobre todo en la proyección de los

mismos hacia la comunidad y desde la propia formación y configuración ciudadana

de sus miembros, teniendo como referente tanto su transformación como institución

como los cambios sociales y culturales derivados de una visión política de la

educación que no debe morir endogámicamente.

257

Como consecuencia de esto, una perspectiva emancipatoria hacia el desarrollo

de formas de democracia radical en la escuela y en la sociedad necesita de unos

profesionales comprometidos con los cambios que dicha perspectiva requiere y genera,

así como una determinada asunción de los valores públicos y la lucha contra las

injusticias y desigualdades del globalismo neoliberal. Y es que hay que recuperar el

discurso ideológico y político en la educación contra aquellos que pretenden reducir el

papel del docente como un mero técnico o aplica-recetas, en el mejor de los casos, por

lo que mi apuesta gira en torno a una visión del profesorado donde estos se conciben y

ejercen su papel social y profesional como intelectuales públicos, a la manera

desarrollada principalmente por GIROUX (1990, 1994, 2001).

Hablar de intelectuales es siempre delicado, pues ha sido un debate histórica y

filosóficamente arduo y, a veces, ambiguo. Y es que aunque el término como tal lleve

apenas utilizándose menos de dos siglos, de una u otra forma en occidente desde la

filosofía griega se viene reflexionando sobre la cuestión (recordemos, sin ir más lejos,

‘La República’ de PLATÓN y su teoría sobre el papel que debían jugar los filósofos en

el gobierno de la polis).

La cuestión central del debate suele estar en el tema relativo al lugar y la función

que deben cumplir los intelectuales en la sociedad, para lo cual es esencial posicionarse

en la diatriba referente al carácter determinado o determinante de las ideas y su relación

con respecto al poder político y económico, lo que a su vez nos lleva a la relación entre

la teoría y la praxis, que desde esta perspectiva intelectual han sido muchas veces

utilizadas como sinónimos de cultura y política, respectivamente. De acuerdo con

BOBBIO (1998), considero que lo importante a discernir en esta interrogante es, como

ya se ha comentado, la función del intelectual en la sociedad, proponiendo como telón

de fondo otra interrogante a la que acudir constantemente: ¿cuál es la incidencia de las

ideas en las acciones? Esto nos lleva a considerar al intelectual como una persona que

reflexiona y que actúa, ejemplificando aquella máxima dialéctica de UNAMUNO: la

contemplación es activa y la acción contemplativa.

258

Tradicionalmente se ha diferenciado la tipología intelectual de muchas maneras,

pero una de las más clásicas es la diferenciación entre el intelectual revolucionario y el

intelectual puro (a los supuestos ‘intelectuales’ que se dedican a la legitimación del

poder, la justificación de las injusticias y el fomento y ayuda a los totalitarismos y

dictaduras me resisto a otorgarles tal distinción). En este sentido, y basándome

nuevamente en el análisis de BOBBIO (1998), vamos a ver en un cuadro de manera

comparativa ambas concepciones:

INTELECTUAL REVOLUCIONARIO INTELECTUAL PURO

Actúa contra el poder por la instauración

de una nueva sociedad.

Actúa contra el poder en nombre de la

verdad y de la justicia.

La revolución necesita una teoría

revolucionaria, o sea, que las ideas están

antes que los hechos.

La verdad es en sí misma revolucionaria y

no deben existir intereses ideológicos por

encima de ella.

Considera que el intelectual puro no quiere

‘mancharse las manos’ y se queda en sus

ideales abstractos de verdad y justicia.

Considera que el intelectual revolucionario

se deja llevar por el deseo de éxito de sus

ideas, acabando atrapado en

contradicciones o en el terreno del poder.

Está claro que, como dice el refrán popular, no se puede estar en el plato y en la

tajada. GRAMSCI, por ejemplo, se adscribía al tipo revolucionario a través de su

concepción del ‘intelectual orgánico’, pero ello era fruto a mi juicio, por un lado, de una

construcción crítica contra la idea del intelectual ‘independiente’ (una entelequia

fomentada por unos intereses muy determinados y conservadores, de la cual

actualmente tenemos demasiados ejemplos), y por otro de dotar de identidad a la

necesaria relación recíproca entre el compromiso político y el compromiso cultural, en

lo cual estoy plenamente de acuerdo, pues también desde esta perspectiva, y como el

propio GRAMSCI (1981) decía, todo profesor es un alumno y todo alumno un profesor.

De hecho el problema viene de considerar, por un lado, que todo pensamiento

revolucionario es o acaba convirtiéndose en dogmático, y por otro que los ideales

259

humanistas de verdad, bondad y belleza son quimeras que alimentan personas ajenas a

la realidad social y la lucha contra las injusticias y desigualdades. De ambas

consideraciones existen ejemplos históricos, no cabe duda, pero por desvirtuación y no

por definición, por lo que generalizar y prejuzgar a partir de ellas conlleva presuponer

una negativa concepción de la capacidad dialógica de la perspectiva revolucionaria y

una estrecha visión de la realidad que constituye el que ambas traigan consigo una

aspiración emancipatoria.

En cuanto al concepto de lo público, éste se encuentra caracterizado por todo

aquello que se estructura alrededor del interés común de la sociedad, o sea,

trascendiendo los intereses privados o corporativos. (CAMPS, 1996) En este sentido, la

concepción pública del intelectual hace referencia a su papel comunitario, no elitista y sí

a la búsqueda permanente del desarrollo de formas críticas de análisis y de acción de

manera compartida.

El propio KANT consideraba que los procesos de ilustración están

estrechamente relacionados con el uso público de la razón. Los intelectuales, desde esta

perspectiva, tendrían como una de sus funciones primordiales el encontrarse en

situación de ‘eterno iluminismo’, por usar la expresión de BOBBIO, tarea primordial

para el desarrollo de formas comunicativas críticas en el seno de la educación y la

formación del profesorado. Es por eso que todo intelectual, y todo educador o

educadora debe serlo, tiene que asumir su compromiso ético, cultural y político en

primer lugar con el referente de la dignidad y los derechos humanos, y en segundo lugar

con la democracia y sus valores, pues si nos creemos la cita que encabeza este apartado,

en el sentido de que la función de los intelectuales es conseguir que todos lo sean, ello

sólo se puede dar en una sociedad verdaderamente democrática donde, además, la

educación crítica tenga un papel absolutamente prioritario en el desarrollo de la

ciudadanía. Ello no quiere decir que deba haber homogeneidad intelectual (ni, por tanto,

docente), ya que nadie tiene porqué renunciar a su ideal social y político, pero siempre

bajo los principios de ese referente axiológico anunciado, que no son más que los que

nos deben servir para hacer cada vez más humana a la propia humanidad.

260

Además, esta concepción del profesor como intelectual público no debe

quedarse en abstracción filosófica, sino que debe dotarse de concreción procedimental

en la acción educativa. De esta forma emerge la reflexión colaborativa crítica como

estrategia de desarrollo de los profesores como intelectuales públicos y transformadores,

tal y como han desarrollado KEMMIS y el grupo surgido en torno a la Universidad de

Deakin a partir de la interpretación de la obra de HABERMAS, culminando todo ello

con la investigación-acción emancipatoria como metodología colectiva para el cambio

escolar y social.

Para GIROUX (1994), la categoría ‘intelectual’ resulta idónea para el

profesorado porque proporciona una base teórica para reivindicar el trabajo docente

como intelectual (en contra de una visión instrumental y técnica del mismo), lleva

inherente a la misma la noción de crítica y cuestiona tanto los intereses políticos e

ideológicos del profesorado como las condiciones institucionales y prácticas en las que

desarrollan esa labor intelectual, de manera que se pueda fomentar la creación colectiva

de discursos contrahegemónicos como reflejo de la acción política del profesorado en

las escuelas, entendidas como esferas públicas de compromiso con una sociedad más

democrática, humana y emancipadora.

El propio GIROUX (1990), en sintonía con el pensamiento de FREIRE, afirma

que debemos partir de una concepción en la cual todos los hombres y mujeres son

considerados como intelectuales, en la medida de que todos interpretamos el mundo

para dotarlo de sentido; intelectuales que nuevamente son ‘orgánicos’ en el sentido de

que no traen las teorías para su imposición al pueblo, a los oprimidos, sino que

provocan que ésta emerja desde dentro, fundiéndose para desarrollar formas de ciencia

social crítica desde la cooperación.

Siguiendo esta línea, SMYTH (1989) señala cuatro cuestiones respecto a la

politización del discurso docente en el marco de una pedagogía crítica de la práctica

educativa, las cuales deberían ser tenidas en cuenta en toda reflexión por parte del

profesorado y que ‘intelectualizan’ su quehacer profesional. Estas preguntas clave son

fundamentales, desde mi punto de vista, en todo proceso de reflexión crítica y adquieren

261

su dimensión verdaderamente transformadora desde el paradigma colaborativo en la

praxis docente. Se trata de reflexionar:

1) Describiendo: ¿qué hago?

2) Informando: ¿cuáles son los significados que hay detrás de mi práctica?

3) Confrontando: ¿cómo llegué a este posicionamiento?

4) Reconstruyendo: ¿cómo puedo hacer cosas diferentes?

Partiendo de este constante proceso (auto)crítico es como podemos ir definiendo

las características y actitudes que, a mi juicio, deben servirnos como referente para la

asunción de nuestro papel docente como intelectuales públicos y transformadores.

Veámoslas a continuación:

- Los docentes deben analizar el conocimiento de la escuela como parte de un

universo más amplio y tratar de determinar en qué grado refleja la ideología y los

intereses hegemónicos, con el fin de construir respuestas alternativas al mismo junto

a sus compañeros, el alumnado y sus familias, analizando críticamente tanto el

curriculum, sobre todo en sus manifestaciones implícitas (curriculum oculto), como

las formas de organización institucional y de aula, con el fin de ver nuevamente sus

implicaciones ideológicas y proponer formas de lucha para promover el diálogo y

maximizar la coherencia entre sus aspiraciones educativas y los elementos y

estrategias de la praxis.

- Los maestros y maestras deben intentar comprender el significado de las

contradicciones, disfunciones y tensiones que existen en las escuelas, en la sociedad

y en la intersección de ambas, pero siempre con la intención de convertirlas en

puntos para el debate racional en la comunidad educativa y como ejes de la praxis

en el aula y su conexión con cuestiones políticas y culturales emergentes de los

mismos, desarrollando el papel del discurso crítico en la educación desde el

compromiso y la responsabilidad social que conlleva, así como diferenciando en

todo momento entre una concepción burocrática de la colegialidad y la necesidad de

fomentar la cultura de la colaboración en las escuelas.

262

- El profesorado debe ser consciente de que esa cultura de la colaboración

conformadora de su quehacer social crítico permite el contraste cognitivo y el debate

intelectual abierto al otro desde la legitimación de su alteridad, así como generar una

cultura de la confianza de forma paralela entre los miembros de la comunidad como

eje vertebrador de los principios de justicia y convivencia en sus relaciones. Dicha

cultura de la confianza tiene que ver, fenomenológicamente, con el ser-en-el-mundo,

ya que “la confianza no sólo implica que uno ha aprendido a fiarse de la equidad,

igualdad y continuidad de los ‘agentes externos’, sino que uno ‘puede fiarse de sí

mismo’. La confianza en los demás implica un proceso que se desarrollo unido a la

formación de un íntimo sentimiento de confiabilidad que posteriormente

proporciona la base de una identidad estable del yo.” (GIDDENS, 1993, p.93-94) En

otras palabras: la confianza es un prerrequisito para la cooperación y para todo acto

educativo, tal y como aparece reflejado en los principios del Proyecto Roma

(LÓPEZ MELERO, 2003), donde el Proyecto Confianza es el primero para la

educación.

- Profundizando en el desarrollo de la cultura de la colaboración dentro del

profesorado, no podemos olvidar lo que tan bien expresa PÉREZ GÓMEZ (1999,

p.173-174) al respecto: “En la cultura de la colaboración tiene cabida el conflicto y

la discrepancia, siempre que existan mecanismos de comunicación y entendimiento

que permitan la reflexión y el contraste constructivo, precisamente porque se parte

de una comprensión común de la educación y de la comunicación humana como un

proceso abierto a la diversidad y a la creación, un compromiso ético con la

pluralidad de formas de entendimiento de la realidad individual y social cuando se

comparte una estructura democrática y solidaria. (...) Las discrepancias entre los

grupos en el contexto escolar son tan importantes e intensas como las convergencias

y acuerdos. Por ello, será conveniente no olvidar el componente político de la

actividad educativa, incluso en las culturas en las que se parta de la aceptación de la

democracia como marco genérico de actuación. (...) Los problemas de concreción de

los contornos democráticos de la vida en común así como de sus implicaciones en el

desarrollo autónomo de los individuos, a través de la intervención educativa, se

263

plantean como retos permanentes a la cultura de la colaboración que busca la

convergencia respetando la diversidad.”

- Las profesoras y profesores deben enfatizar la participación crítica de los estudiantes

en el proceso de aprendizaje, permitiendo que estos se cuestionen su propio proceso

de socialización y su mundo de significados a la vez que aprenden colectivamente la

necesidad de asumir primero y exigir después la presencia de los valores

democráticos para la convivencia humana, lo cual sólo se puede dar si convierten

sus aulas en comunidades donde se viva la democracia a través del diálogo y los

valores de igualdad desde las diferencias y libertad para la inclusión de todos en el

proceso educativo.

- El profesorado debe ser, por tanto, un mediador en los procesos de aprendizaje en el

alumnado, con sus compañeras y compañeros y en la comunidad en general,

convirtiéndose por esta razón en un facilitador de las condiciones para el diálogo y

para el desarrollo de formas racionales de acción y comunicación y, por tanto, de

justicia social y convivencia democrática entre las personas. Como dice

TOURAINE (1994, p.313): “El enseñante es un agente de la razón; es también un

modelo que ayuda al niño o al joven a construir su propia identidad, igual que lo

hacen el padre y la madre; por último, es un mediador, que enseña al uno a

comprender al otro.” En otras palabras, el profesor o profesora debe aprender a

enseñar y, al mismo tiempo, darse cuenta de que la enseñanza en realidad está

formada por el aprendizaje compartido y de que la comprensión de su praxis se

encuentra en la asunción cooperativa de un proceso en espiral de reflexión y acción

continuas.

- El profesorado debe optar y comprometerse con el desarrollo de las formas de

racionalidad comunicativa en sus acciones e interacciones a través de prácticas

críticas en su participación pública, para lo cual es necesario que su actividad

docente se encuentre orientada a la investigación como parte fundamental de la

misma, de su formación profesional y de su actitud política. Como dice

POPKEWITZ (1998, p.160): “El papel del investigador no consiste en decir a los

264

demás lo que tienen que hacer. ¿Quién da a los investigadores ese derecho en cuanto

intelectuales? (...) El trabajo de los investigadores no es el de configurar la voluntad

política de los demás. En lugar de eso, es importante que cada intelectual utilice los

análisis que lleve a cabo en su propio campo intelectual, para cuestionarse una y otra

vez aquello que postula como evidente en sí mismo, para perturbar los hábitos

mentales de la gente, para descentrar la forma en que la gente hace y piensa las

cosas, para disipar aquello que sea familiar y aceptado, para reexaminar las reglas e

instituciones y, sobre la base de esa reproblematización (en la que desarrolle una

tarea específica como intelectual) para participar en la formación de una voluntad

política (en la que tiene un papel que jugar como ciudadano).” Desde esta posición

también cobra especial importancia la investigación-acción emancipatoria en el

desarrollo profesional y humano del profesorado y la transformación de las prácticas

y estructuras educativas.

- El profesorado, siguiendo a GIROUX (2001, p.42), “como intelectuales públicos,

tienen que expandir y aplicar los principios de diversidad, diálogo, compasión y

tolerancia en sus aulas para fortalecer, en lugar de debilitar, la relación entre

aprendizaje y capacitación, por una parte, y entre democracia y enseñanza, por otra.”

Esto implica, a su vez, que ellos deben asumir su papel como comprometidos

sociales y fomenten la cultura de la colaboración como elemento imprescindible

para su desarrollo profesional y humano, no sólo entre los propios docentes, sino

con el resto de la comunidad educativa. Con respecto a este tema de la colaboración

entre docentes quisiera destacar la existencia de experiencias como los GAEPs,

‘Grupos de apoyo entre profesorado’. (PARRILLA y GALLEGO, 1998)

- Por último, el profesorado no puede ni debe olvidar que: “Un componente central de

la categoría de intelectual transformativo es la necesidad de conseguir que lo

pedagógico sea más político y lo político más pedagógico. Hacer lo pedagógico más

político significa insertar la instrucción escolar directamente en la esfera política (...)

En este sentido, el conocimiento y el poder están inextricablemente ligados a la

presuposición de que escoger la vida, reconocer la necesidad de mejorar su carácter

democrático y cualtiativo para todas las personas, equivale a comprender las

265

condiciones previas necesarias para luchar por ello. Hacer lo político más

pedagógico significa servirse de formas de pedagogía que encarnen intereses

políticos de naturaleza liberadora (...) Como tal, el punto de partida pedagógico para

este tipo de intelectuales no es el estudiante aislado, sino los individuos y grupos en

sus múltiples contextos culturales, de clase social, raciales, históricos y sexuales,

juntamente con la particularidad de sus diversos problemas, esperanzas y sueños.”

(GIROUX, 1990, p.178)

Pero estos puntos forman parte de un proceso y como tal deben percibirse y

analizarse. El proceso de cambio no es fácil pero, si se ve como necesario, debe

transformarse en una necesidad ontológica, lo cual no quiere decir que se deban perder

de vista los componentes contextuales, colectivos y personales de la praxis educativa.

En palabas de GRUNDY:

“El paso de la falta de crítica a la postura crítica, de ser ahistórico a sujeto que

contempla su trabajo dentro de un marco histórico, requiere, no el crecimiento, sino

la transformación de la conciencia. (...) Esto no implica una transformación

espontánea de sujeto limitado a sujeto liberado. Es, en cambio, un proceso de

transformación en el que el conocimiento y la acción se relacionan dialécticamente

a través de la mediación de la reflexión crítica. Se trata de un proceso reflexivo,

más que rectilíneo, manifestándose la transformación en momentos crecientes de

praxis emancipadora en vez de en práctica mejorada de manera evolutiva.“

(GRUNDY, 1991, p.257)

De ahí la necesidad del desarrollo de la colaboración como respuesta al

replanteamiento del trabajo docente que supone esta concepción. Obviamente esa

colaboración no se reduce al profesorado exclusivamente, si bien es fundamental ésta

como motor del cambio. En este sentido, BALL (1994), desde su concepción

micropolítica de la escuela, distingue diferentes niveles de colaboración, que serían el

vertical (relacionado con el liderazgo, la participación y la dirección principalmente), el

horizontal (referida sobre todo a las relaciones entre el profesorado, formales e

informales) y el comunitario (sobre la relación con familias, Administraciones y otras

entidades sociales).

266

Tener presente esto nos debe llevar a profundizar en el sentido de la

colaboración como parte esencial del proceso de formación del profesorado como

intelectuales públicos, como ya se ha dicho, considerando que

“la práctica profesional en colaboración no es sino una forma de afrontar los

dilemas de la enseñanza en una cultura de reflexión, contrastación crítica con la

realidad y acción que permita mejorar o cambiar las condiciones de aprendizaje y

de relaciones sociales en las aulas, potenciar activamente el desarrollo del

curriculum, no siendo un mero consumidor (...), participar y cambiar las

condiciones internas de los centros en orden a conseguir una mayor autonomía,

apertura y clima de comunicación de las ideas y prácticas y potenciar el sentido de

‘colegialidad’ entre el profesorado como alternativa al individualismo profesional

dominante. En suma, que se permita a los docentes participar en el cambio del

contexto escolar, y de su cultura.” (MARRERO, 1995b, p.309)

Se trata, por tanto, de desarrollar los principios democráticos en la escuela desde

un compromiso para compartir esos valores en el seno de la comunidad docente y

educativa, buscar de manera colectiva un proyecto educativo común y construir las

estrategias y herramientas didácticas, curriculares y organizativas para su praxis. En

definitiva, esto significa que “los intelectuales transformativos necesitan desarrollar un

discurso que conjugue el lenguaje de la crítica con el de la posibilidad, de forma que los

educadores sociales reconozcan que tienen la posibilidad de introducir cambios.”

(GIROUX, 1990, p.178)

267

4.3. El aula como comunidad crítica de aprendizaje: el curriculum y

la organización escolar como praxis de la educación democrática

“Cada vez soy más consciente de que la mayor parte del

aprendizaje que tiene lugar en la mayoría de los marcos es una

actividad comunitaria, un compartir la cultura.” (BRUNER,

1986, p.127)

Cuando BERNSTEIN (1990) habla de pedagogías visibles e invisibles lo hace, a

mi juicio, desde un doble marco teórico: primero, diferenciándolas ‘formalmente’ según

si el orden regulativo y discursivo que las dota de sentido y vehicula su desarrollo es

explícito o implícito; y segundo, ofreciendo con ello una referencia para el análisis de

los procesos educativos y del tipo de racionalidad y principios que se encuentran tras

ellos, yendo más allá de lo teorizado o verbalizado e incardinándose en el análisis

crítico de la relación entre la teoría educativa, sus condicionantes y distorsiones sociales

y políticas y la manera en la que todo esto se convierte en praxis educativa en el seno de

escuelas con aspiraciones democráticas.

Es éste, por tanto, un importante punto de apoyo a la hora de adentrarnos en los

aspectos curriculares y organizativos de la escuela y del aula como contextos

educativos, pero sin olvidarnos de que se hayan inmersas en un macrocontexto

comunitario y social que influye, para bien y para mal, en su dinámica y desarrollo. Una

postura crítica de la educación democrática lo que debería hacer es, como primer paso y

como ya se ha comentado, reconocer esa influencia y transformarla en un elemento del

proceso educativo, siempre sin perder de vista los principios democráticos y su estrecha

vinculación con los procesos de aprendizaje como procesos histórica y culturalmente

mediatizados. Desde esta óptica,

268

“La escuela democrática, en cuanto educación para la vida, está llamada a utilizar

críticamente la ciencia para sumergirse en la comunidad, para ayudar a

comprender; debe exponerse y educar en la renovación, dando testimonio en la

praxis del sentido de la educación democrática. Por tanto, en el fundamento de toda

la teoría innovadora, didáctica y de organización, está el valor de la cooperación,

condición del intercambio y de la investigación.” (RIZZI, 1996, p.49)

Desde esta perspectiva deben ser el cuestionamiento reflexivo, la deliberación

colectiva y el debate racional las estrategias y hábitos a fomentar en una educación

democrática. (CARR, 1996b) El papel de la pedagogía crítica aquí no debe

circunscribirse a contextualizar y relacionar el mundo experiencial del alumnado con su

proceso de aprendizaje a través del diálogo y del consenso, sino que desde ahí debe

pasar de la reflexión crítica a la acción emancipatoria, enfrentándonos con las

circunstancias de nuestra existencia y nuestro quehacer para así encarar las situaciones

de opresión y traspasar las fronteras deterministas de la sociedad-mercado hacia la

necesaria construccón de otras formas de relación y aprendizaje fundamentadas en las

virtudes de la solidaridad y la tolerancia. Por tanto, una educación adecuada debe ser

reflexiva y dialógica al mismo tiempo que sensible a la existencia de diferentes tipos de

comprensión.

Esto nos introduce de lleno en la concepción educativa de comunidad, es decir, en la

consideración de la necesidad de la formación de los contextos educativos como

comunidades críticas de aprendizaje. Pero para ello en primer lugar debemos aclarar qué

vamos a entender por comunidad. Desde mi punto de vista, una comunidad es un

espacio público compuesto por un grupo de personas que han aprendido a comunicarse

entre ellos con criterios de sinceridad y veracidad, cuyas relaciones se dan en un marco

de convivencia democrática y que han establecido un compromiso con respecto a la

configuración colectiva de sus mundos de significados (STAINBACK y STAINBACK,

2001). Esto, llevado al terreno pedagógico se traduce en la necesidad de que las

comunidades educativas sean por definición inclusivas y heterogéneas simultáneamente,

comunidades donde se fomente la comprensión y la valoración de las diferencias

individuales desde el criterio de que éstas ofrecen mayores oprotunidades de

aprendizaje a todos los componentes de dicha comunidad.

269

“En las aulas inclusivas puede comenzar la enseñanza conducente a que los niños

tengan conciencia de las diferencias, apoyen a los otros y se muestren activos para

cambiar las estructuras opresoras de distintos gurpos. En una clase que se ocupe

abierta y directamente de los intereses, necesidades y posibilidades de todos sus

miembros, los alumnos pueden experimentar mejor unas estructuras democráticas

que capaciten y apoyen a todos. El objetivo consiste en crear una comunidad que

acoja las diferencias, utilice las diferencias entre los niños como elementos del

currículo y respete esas diferencias en todos los aspectos del programa escolar.”

(STAINBACK y STAINBACK, 2001, p.39)

Para BERNSTEIN (1993) los códigos simbólicos que elabora cada persona y la

tipología de los mismos se encuentran vinculados fuertemente con las características de

las actividades que tienen que realizar en su contexto social. Esto, dentro del contexto

escolar significa, de acuerdo también con el pensamiento vigotskiano y el desarrollo del

enfoque comunicativo crítico, que la perspectiva educativa que rija la construcción de

significados en la escuela y en el aula mediatiza la orientación (elaborada o restringida,

siguiendo la terminología de BERNSTEIN) del aprendizaje y la capacidad de relación y

producción propia de significados por parte del alumnado y del profesorado.

De esta manera, si los educadores y educadoras pretendemos que los contextos

donde desarrollemos nuestro quehacer sean verdaderas comunidades, lo primero que

debemos tener en cuenta es dar la voz a todas las personas como principio para edificar

una democracia activa desde la consciencia de todos de que sus reflexiones y sus

acciones, tanto individuales como colectivas, repercuten en la configuración de su

propio contexto y en su aprendizaje. Por tanto, las palabras clave aquí serían diálogo,

reflexión crítica y cooperación, formando redes de colaboración, tanto en el alumnado

como en el profesorado y de manera recíproca entre ambos y con otros agentes

educativos y comunitarios. Sólo desde estas premisas tiene sentido hablar de

comunidades críticas de aprendizaje, las cuales deben estar caracterizadas bajo criterios

como los que define SANTOS GUERRA:

270

“Una comunidad crítica de aprendizaje es capaz de poner su propia naturaleza, su

estructura y su funcionamiento en la mesa de análisis. No pone el foco en cualquier

otro objeto antes de situarlo en su realidad. Es coherente consigo misma y con sus

postulados. Para ello, descubre las claves de su proceder y plantea con valentía las

del cambio.

No dice que hay que aprender y que es muy importante hacerlo si se muestra reacia

a la adquisición del conocimiento, perezosa en la búsqueda del saber e inapetente

ante el disfrute que supone descubrir algo nuevo.

No invita al aprendizaje compartido desde una desunión paralizante de los

miembros que la integran, desde una posición esterilizante respecto al diálogo y al

intercambio entre sus miembros.

No exige el respeto a las demás personas desde una vivencia falta de atención a la

desigualdad y escasamente comprensiva sobre las diferencias.

No pide la igualdad de género si no tiene en cuenta lo que sucede con sus

dinámicas internas respecto a la igualdad de trata y de oportunidades de hombres y

mujeres que la integran.

Precisamente porque es crítica y porque es comunidad resalta la coherencia de sus

planteamientos internos con aquellos que promulga como ejes de la educación.”

(SANTOS GUERRA, 2001, p.48-49)

Desde una concepción comunicativa e histórico-cultural del aprendizaje se

pueden argumentar axiológica y epistemológicamente estos fundamentos

socioeducativos que emergen de la cultura de la cooperación inherente al mismo. En

este sentido, EDWARDS y MERCER (1988) comentan dos importantes consecuencias

educativas de las nociones de ‘zona de desarrollo próximo’ (VIGOTSKY) y

‘andamiaje’ (BRUNER). En primer lugar se encontraría la mediación de los contextos

de desarrollo en el aprendizaje y el papel de los otros (profesorado, compañeros o

padres) a través de la actividad conjunta y los significados compartidos a partir del acto

comunicativo. Y en segundo lugar se encuentra la interiorización como paso del plano

interpsicológico al intrapsicológico y cuyo fin está en la autonomía, la capacidad crítica

y la emancipación, ya que “el producto final natural del proceso de aprendizaje es un

individuo competente capacitado para realizar solo, o en nuevos contextos, actividades

y conceptualizaciones que hasta entonces tan sólo podían conseguirse con ayuda del

maestro.” (EDWARDS y MERCER, 1988, p.103)

271

Sin embargo, en el seno del globalismo neoliberal la desigualdad penetra y se

extiende haciendo que la denominada sociedad del conocimiento sea una realidad sólo

para una minoría cada vez más elitista y donde únicamente la cultura de la caridad

parece convertirse en respuesta a la exclusión, es decir, en legitimación indirecta de la

misma si se queda en simple conmiseración y sin cuestionar la sociedad que permite las

injusticias y la segregación. Es por ello que

“La virtualidad más significativa que hoy desempeña la educación para todos es la

de la inclusión. Si no se dan las condiciones mínimas necesarias para que las

desigualdades puedan comenzar a corregirse, no sólo estamos ante un problema de

injusticia, sino ante el abismo entre seres humanos que no sólo discrimina a los

desfavorecidos, sino que los aparta definitivamente de la sociedad..” (GIMENO

SACRISTÁN, 2000, p.64)

Pero a menudo la escuela establece múltiples discursos que provocan la desigual

consideración del alumnado y la no confianza en sus capacidades. Incluso dentro de los

discursos progresistas que abogan por las posturas democráticas e inclusoras se puede

vislumbrar un doble discurso en el cual la ‘igualdad’ parece ser el principio de las

medidas destinadas a las culturas o personas desfavorecidas y la ‘calidad’ el del resto.

Sin embargo, lo que se nos olvida en la práctica a veces es que la calidad sólo se puede

dar bajo criterios de equidad y justicia social, o sea, que ambos discursos son en

realidad una unidad dialéctica que debe girar en torno a la argumentación de la praxis

educativa y el trabajo cooperativo. Esto hace referencia a la necesaria significatividad

del aprendizaje y la comprensión de su función social a partir de las proposiciones

particulares de las argumentaciones que le dan sentido, lo cual nos debe dar lugar a

diversos cuestionamientos, con el fin de tenerlos presentes en nuestro quehacer

educativo. Y es que, como dice YOUNG:

“Los argumentos son una forma de actuar. Se trata de las posturas ontológicas, no

de las teorías lógicas, ni siquiera de teorías de la investigación, sino de las mismas

investigaciones. Los escolares, ¿participan como interlocutores, como compañeros

pensantes de diálogo? En otro caso, los argumentos con los que se enfrentan,

272

¿cómo pueden llegar a ser suyos, de manera que los muevan a ellos y puedan

emplearlos ellos para mover el mundo?” (YOUNG, 1993, p.50)

Estas preguntas no se realizan para conseguir una receta que ‘mágicamente’ nos

dé respuestas, sino para interrogar nuestra práctica y nuestro contexto de manera que

podamos introducir mejoras en ambos y se vivan realmente los procesos democráticos,

más allá de la teorización vacía sobre los mismos, de manera compartida y colaborativa.

En este sentido, cabe recurrir nuevamente a los principios de la ética discursiva y al

reconocimiento de cómo los mismos deben influenciar en los procesos de socialización

que recíprocamente se construyen en el marco de las interacciones que proporcionan los

contextos de referencia, como es el caso del escolar. Por lo tanto, es en el seno de estas

formas de interacción colectivas donde se otorga al alumnado aquellas experiencias que

necesitan para comprobar que pueden aprender unos de otros desde el diálogo. Como

dice GIROUX (1990, p.82): “A través del diálogo grupal, las normas de cooperación y

sociabilidad terminarán desplazando el énfasis tradicional del curriculum oculto en la

competitividad y el excesivo individualismo.”

De ahí la importancia que le otorga HABERMAS (1989b) a la repolitización del

espacio público, como es el caso del destinado a la socialización y los procesos de

aprendizaje. Para HABERMAS ésta es la nueva zona de conflicto en el capitalismo

avanzado y donde más debemos concentrar nuestros esfuerzos para la transformación

social, lo cual rompe además con las concepciones postmodernas de fragmentación de

la experiencia, que llevan a un proceso de vacío del mundo de la vida por parte de los

sistemas abstractos; la impotencia del individuo frente a las tendencias globalizadoras y

la dispersión, que considera imposible el compromiso político coordinado; y la

consideración del final de la epistemología, del individuo y de la ética. (GIDDENS,

1993) Desde la perspecitva de una modernidad radicalizada (en el sentido etimológico

del término), se vería todo esto en el marco de la posibilidad de activos procesos de

reflexión crítica, análisis dialécticos de los mecanismos de poder y legitimación y

reacciones críticas a los sistemas abstractos, considerando el compromiso político

coordinado no sólo posible sino necesario tanto en el ámbito local como en el global.

273

Se trata nuevamente del hecho de llevar los ideales emancipatorios y

democráticos al terreno de la educación, pero eso sí, teniendo presente en todo momento

esta circunstancia que señala GRUNDY:

“En la simple consecuencia concreta de lo determinado de antemano por la teoría

no hay libertad, aunque uno se adhiera a la teoría particular que se implementa en

la realidad. La emancipación radica en la posibilidad de emprender acciones de

manera autónoma. Esa acción puede estar informada por determinadas ideas

teóricas, pero no está prescrita por ellas.” (GRUNDY, 1991, p.158)

Esto y la profundización en la praxis democrática en la escuela y en las aulas nos

conducen directamente a encarar el asunto del curriculum. Se trata éste de un constructo

manido que a veces parece un pozo sin fondo donde todo cabe, otras un instrumento de

legitimación y transmisión de la ideología hegemónica, otras un conjunto de estrategias

para la innovación y el cambio, otras un conjunto prescriptivo de recetas para maestros-

técnicos, otras un elemento de segregación, otras una oportunidad para investigar, etc.

En definitiva un constructo que depende, obviamente, del constructor o constructores, o

mejor dicho, del paradigma desde el que se lo entienda, defina y construya. De todas

maneras, en principio vamos a partir de esta breve y precisa definición que dio

STENHOUSE:

“El curriculum es un intento de comunicar los principios esenciales de una

propuesta educativa de tal forma que quede abierta al escrutinio crítico y pueda ser

traducida efectivamente a la práctica.” (STENHOUSE, 1987, p.5)

Este lenguaje, que conjuga crítica y posibilidad, no es sin embargo el imperante

en el mundo de la teoría curricular, donde las perspectivas ideológicas parecen

desarticuladas y, por tanto, provistas de una paradógica ‘contaminación inmaculada’

que eleva al estatus de absolutistas y únicas posibles a las posiciones más reaccionarias.

Es por ello que KEMMIS (1993, p.30) afirma y nos recuerda, sabiamente, que “el

problema central de la teoría del curriculum debe ser entendido como el doble problema

de las relaciones entre la teoría y la práctica, por un lado, y el de las relaciones entre

educación y sociedad.”

274

Esto implica la necesidad de caminar hacia la democratización de curriculum,

pues el dotarlo de historia y retomarlo como un ‘producto’ cultural y políticamente

condicionado lo imbuye en una dinámica dialécticamente configurada donde su

(re)construcción crítica pasa por encarar el qué, el cómo y el para qué del mismo desde

un punto de vista histórico y político, así como la necesaria implicación en su

desarrollo, entendido éste como un proceso deliberativo inmerso en una realidad

compleja, haciendo por tanto del mismo un ejemplo de praxis democrática. Y es que no

podemos olvidarnos de la imprescindible relación entre democracia y curriculum. En

palabras de CARR:

“La democracia y el curriculum mantienen una relación recíproca, de tal manera

que cada una provee las bases en las que la otra se erige. Reconocer esto es aceptar

que sin una transformación democrática de la sociedad, un ‘curriculum para una

democracia’ será inefectivo y que, sin una lucha educativa y política para promover

un ‘curriculum para una democracia’, la democratización futura de la sociedad

resulta improbable.” (CARR, 1996b, p.64)

En cuanto a los tres paradigmas que podemos definir también en el marco de la

teoría curricular, aunque nuevamente no debamos hablar de pureza en la praxis

curricular por parte de los mismos, sí considero que el análisis y el punto de partida de

las aspiraciones curriculares condicionan dicha praxis, por lo que resulta esencial la

disyuntiva que presentan. De esta manera, está claro que una perspectiva técnica del

curriculum lo considerará algo ajeno a la sociedad y la cultura y subordinado a los

rígidos objetivos que se establecen de manera tecnocrática como necesidades para la

educación.

Por el contrario, la teoría práctica del curriculum sí ofrece una visión más activa

de la sociedad y de la cultura, así como del papel de las escuelas y del profesorado como

sujetos morales que pretenden fomentar el juicio crítico y actuar de manera ‘correcta’ en

su práctica cotidiana. Pero se basan “en un punto de vista liberal de la sociedad, en

donde los sujetos efectúan decisiones morales y actúan de acuerdo con sus conciencias

y sus mejores juicios; adoptando esta perspectiva, presuponen una sociedad en la que

275

todo el mundo puede, de hecho, elegir cómo actuar mejor; no afrontan la estructura

social de injusticia que, para muchos, limita la oportunidad de efectuar estas

elecciones.” (KEMMIS, 1993, p.113)

Y es desde ahí desde donde parte la teoría crítica del curriculum, explicitando

cómo las estructuras sociales están dominadas por la racionalidad instrumental y las

injusticias, lo cual distorsiona las interpretaciones que las personas realizamos porque

acabamos viéndolas y viviéndolas como ‘naturales’, por lo que la función principal de la

teoría curricular consistirá en analizar la racionalidad subyacente a las estructuras y

prácticas educativas, así como los procesos que las han ido formando, pues de su

comprensión deben surgir las propuestas curriculares contrahegemónicas.

“La teoría crítica del curriculum trata de trascender la oposición entre las teorías

técnicas y prácticas en cada uno de los niveles de discurso, de organización social y

de acción” (KEMMIS, 1993, p.131)

En el primer nivel, el del discurso, el eje central de la teoría crítica del

curriculum giraría en torno al razonamiento dialéctico. En cuanto a la organización

social, sus tres pilares se fundamentarían en formas democráticas, cooperativas y

comunitarias de acción y comunicación. Por último, los vértices de la acción se

encontrarían asentados en la ilustración y la emancipación como aspiraciones-guía para

el curriculum.

Llegados a este punto, vamos a realizar un repaso a modo de síntesis sobre los

tres paradigmas dentro del contexto curricular, tal y como se presentan en el siguiente

cuadro:

276

Teoría Curricular

TÉCNICA

INTERPRETATIV

A

CRÍTICA

Función social del curriculum

Reproductora

Comprensiva

Transformadora

Perspectiva ética Curriculum sin valores El curriculum como práctica moral envuelta de valores

El curriculum como práctica moral y política transformadora

Perspectiva psicopedagógica

Conductista Constructivista Histórico-cultural

Perspectiva política Conservadora Neoliberal

Liberal Progresista

Crítica Progresista

Modelo de escuela Segregador Elitista

Inclusivo Colaborativo

Inclusivo comunitarista

Modelo curricular Técnico Tradicional

Práctico Innovador

Crítico Transformador

Conocimiento curricular

Objetivo, descontextualizado

Subjetivo, experiencial Intersubjetivo, experiencial

Contenido curricular

Centrado en las materias (rígido)

Centrado en el alumnado (flexible)

Centrado en la mejora de los contextos

Modelo de Organización Escolar

Individualista y competitivo

Cooperativo, busca mejorar las prácticas educativas

Cooperativo, busca la racionalidad comunicativa y la justicia social

Organización espacial

Agrupamientos homogéneos, individualistas y rígidos

Agrupamientos flexibles y en función de necesidades e intereses

Agrupamientos heterogéneos, flexibles y de tipo cooperativo

Organización temporal

Disciplinar y rígida Interdisciplinar, globalizadora y flexible

Interdisciplinar, globalizadora y cooperativa

Modelo metodológico

Formal, con primacía de lo mecánico y memorístico

Basado en el aprendizaje significativo y por descubrimiento

Basado en el aprendizaje dialógico y la reflexión crítica desde el mundo de la vida

Modelo de evaluación

Evaluación de resultados, hegemonía de técnicas cuantitativas

Evaluación de procesos, uso de estrategias cualitativas

Evaluación de procesos como forma de aprendizaje, uso de estrategias cualitativas

277

Siguiendo con la perspectiva crítica, vamos a tratar de establecer los que serían

los fundamentos de una teoría curricular emancipatoria, pero antes de eso me gustaría

recordar una serie de principios que nos van a servir de referencia para esta construcción

curricular y que se basan en los desarrollados dentro del modelo educativo del Proyecto

Roma (LÓPEZ MELERO, 2003):

a) Inclusión y valoración de las diferencias. La diversidad como epicentro del proyecto

educativo.

b) Reconstrucción crítica de la cultura desde el compartir y reflexionar a partir de

distintos mundos de significados.

c) Establecimiento de procesos dialógicos y comunicativos desde el paradigma de la

cooperación.

d) La educación como actividad pública, crítica y comunitaria.

e) Necesidad de participación de toda la comunidad en todos los procesos y la toma de

decisiones.

f) El espacio y el tiempo escolar al servicio de las pretensiones educativas y no al

revés, es decir, un espacio para la cooperación, la acción comunicativa y el consenso

y una temporalización para los intereses de la comunidad y la curiosidad

epistemológica.

g) Educación para la emancipación, personal y colectiva.

La concreción de todo esto en el ámbito curricular viene dado, a mi juicio, por

los siguientes puntos:

• Las consideraciones éticas como primer referente de la teoría curricular

Crear un marco curricular común, rico en significados y holístico, sin obviar la

realidad contextual, la fuerza del pensamiento hegemónico y su presencia en el

curriculum oculto, sólo se puede dar si anteponemos las cuestiones éticas incluso a las

epistemológicas, o al menos dialécticamente relacionadas con las mismas. En palabras

de GIROUX (1981, p.106): “un nuevo modo de racionalidad curricular tendrá que

subordinar los intereses técnicos a las consideraciones éticas. La cuestión de los

278

significados debe estar subordinada a cuestiones que hablen de las consecuencias éticas

de nuestros propósitos.”

• La justicia curricular como praxis de la ética en el curriculum escolar

Sólo en un contexto donde la ética rija los intercambios materiales y simbólicos

tiene sentido hablar de justicia social como aspiración en un mundo dominado por las

desigualdades. En este sentido, CONNELL (1997) propone tres principios para la

justicia curricular que desde mi punto de vista, engloban y especifican de manera

acertada la preocupación y la lucha contra las injusticias en este ámbito:

1. Los intereses de los menos favorecidos. (...) Este principio tiene grandes

consecuencias para el curriculum, que se hacen evidentes cuando analizamos su

historia social y cómo el curriculum hegemónico actual encarna los intereses de las

personas más favorecidas. La justicia requiere un curriculum contrahegemónico

(...) diseñado para materializar los intereses y las perspectivas de los menos

favorecidos. (...)

2. Participación y escolarización común. (...) El concepto de ‘democracia’ supone

una toma de decisiones colectiva sobre cuestiones trascendentales, en las que todos

los ciudadanos tienen, en principio, la misma voz. (...) Es un criterio que apunta

más bien hacia prácticas de aprendizaje no jerarquizadas y de cooperación, basadas

en el curriculum común. Deben ser cooperativas, ya que todos los partícipes se

benefician (como ciudadanos de una democracia) del aprendizaje de los demás. En

este sentido, la justicia avanzaría de forma muy significativa si se prohibiera

cualquier prueba competitiva o de nivel durante los años de escolarización

obligatoria.

3. La producción histórica de la igualdad. (...) Si un criterio contrahegemónico

debe ser útil en la práctica, se debe aplicar a los mismos procesos a los que se

aplica el criterio de la ciudadanía participativa, y debemos encontrar una forma de

pensar estos criterios juntos. (...) El criterio de la justicia curricular es la

disposición de una estrategia educativa para producir más igualdad en todo el

conjunto de las relaciones sociales al que está unido el sistema educativo.”

(CONNELL, 1997, p.63-69)

279

• El curriculum debe ser común para todo el alumnado, presidiendo la atención a la

diversidad del mismo el principio de equidad.

Las condiciones de partida de las personas siempre son mejorables. Ya VIGOTSKY

hablaba de mecanismos de compensación y supercompensación y es que si estamos

convencidos de que la segregación y las desigualdades tienen un origen social, social

debe ser la respuesta a las mismas, en nuestro caso desde una educación, más que

igualitaria, equitativa, si bien teniendo claro que eso únicamente puede darse partiendo

de un curriculum común, no como paradoja sino como principio democrático de la

acción curricular. Tal y como comenta GIMENO SACRISTÁN:

“El curriculum común derivado del supuesto ilustrado de que existe y es

conveniente una cierta universalidad, es compatible con el derecho a un curriculum

diferente, que también se deriva del pensamiento ilustrado. En cada aula, en cada

centro escolar y en todo el sistema educativo hay que dejar espacios para las

opciones culturales, para una diferenciación que no sea discriminatoria para nadie.

Común no es un término absoluto y en realidad tampoco se da. Se trata, más bien,

de grados de ‘comunalidad’ y de grados de diferenciación. Desde el

multiculturalismo radical, se querrá hacer de la diferencia el núcleo común; desde

un liberalismo tolerante, las diferencias se verán como opciones para quienes

deseen mantenerlas y posibilidades de comprender a los demás. Hemos de aceptar

la paradoja de que somos iguales según establece el racionalismo ilustrado, y a la

vez diferentes. Preferimos ahondar en lo primero sin negar lo segundo y utilizar la

diferencia, en cambio, para enriquecer lo que es potencialmente asumible por

otros.” (GIMENO SACRISTÁN, 2001, p.245-246)

• El curriculum no debe ser prescrito ni definido de antemano, sino construido a

través del diálogo y del consenso.

No hay que hablar de objetivos curriculares en abstracto, sino de pretensiones y

aspiraciones globales en todas las dimensiones del ser humano. El curriculum de esta

manera se transforma en una herramienta que, partiendo de su significatividad

dialógica, proporciona la posibilidad de desarrollar en todas las personas procesos

lógicos de pensamiento, formas de racionalidad comunicativa y reflexión crítica,

280

autonomía social y moral y puesta en práctica de los valores democráticos. Esto quiere

decir que el curriculum debería centrarse en aquellas formas de aprendizaje y

conocimiento que están orientadas a proporcionar una comprensión crítica de la manera

en que actúa la realidad social, así como en la naturaleza de sus procesos formativos y

cómo se pueden introducir cambios en la misma. Además, el diálogo y el consenso

forman parte de procesos de negociación que emergen de unos principios de acción que

nunca debemos obviar:

“La importancia otorgada al curriculum negociado que promueve el interés

emancipador no debe llevar a pensar que ‘vale todo’ en relación con los contenidos

curriculares. Puede ser cierto que un interés emancipador proporcione un marco de

elección más amplio para el aprendizaje del alumno. No obstante también queda

claro que el aspecto más importante del curriculum consistirá en la promoción de la

conciencia crítica. (...) La negociación del curriculum no significa que sólo los

estudiantes tengan la responsabilidad de la selección de lo que habrá de constituir

el objeto de estudio. Profesor y alumno juntos ‘negocian’ el contenido. Si el

docente ha participado en procesos de autorreflexión crítica para ilustrar lal

influencia del poder en la situación de aprendizaje, sería absurdo pensar que el

docente no pueda proponer sus puntos de vista para someterlos al escrutinio crítico

de los alumnos.” (GRUNDY, 1991, p.172-173)

• El curriculum debe exigir(se) para su construcción la participación de toda la

comunidad, entendiéndose de esta manera como una forma de praxis.

La elaboración y desarrollo del curriculum debe ser cooperativa y relacionar

desde esa colaboración entre profesorado, alumnado, familias y otros agentes educativos

la teoría y la praxis en ciclos constructivos y reorganizativos de acción y reflexión,

donde se analicen dialécticamente tanto el ámbito micropolítico como el macropolítico

de las escuelas. Desde aquí cobran sentido las comunidades críticas que defiende

KEMMIS como necesarias para la acción educativa.

“La creación de la teoría crítica y cooperativa del curriculum va más allá de la

interpretación de la naturaleza y de la historia de las formas particulares que

281

adoptan el curriculum y la escuela en determinados tiempos y lugares; requiere,

además, que los implicados se organicen cooperativamente en cuanto comunidad

de investigadores críticos sobre el curriculum. Tal comunidad tiende no sólo a

lograr una ilustración compartida sobre un determinado ‘caso’ de curriculum

(interpretación crítica), viéndolo como un momento del más amplio proceso

ideológico de reproducción social y cultural, sino que trata también de compartir la

lucha política para reconstruir el curriculum y la escolarización en el caso concreto,

de manera que el curriculum lleve a la práctica más plenamente los valores

educativos compartidos. Va más allá de la interpretación, hasta la acción, y más

allá de los logros y de las limitaciones de las primeras etapas de la acción, hacia

posteriores acciones, construyendo, con las nuevas etapas de acción sobre las

anteriores, una espiral de ciclos de acción y reflexión.” (KEMMIS, 1993, p.156-

157)

Por lo tanto, considerar al curriculum como una forma de praxis (GRUNDY,

1991) implica tener presente en todo momento en su construcción los elementos

constitutivos de la praxis, que son la reflexión y la acción, de manera dialéctica, así

como contextualizarlo en el universo de interacciones sociales e intercambios de

significados que configuran la cultura.

• Los contenidos del curriculum deben converger en el triángulo compuesto por la

significatividad experiencial, la relevancia social y su vinculación al mundo de la

vida.

MICHAEL APPLE diferencia los conocimientos que pretendemos que

adquieran los estudiantes en tres tipos: saber ‘que’, saber ‘cómo’ y saber ‘para’. En este

sentido, advierte sobre una problemática de la escuela actual:

“Al alejarse de la escuela el control sobre los contenidos, la enseñanza y la

evaluación, el acento se pone cada vez más sólo en aquellos elementos de los

estudios sociales, lectura, ciencia, etc., que pueden ser fácilmente cuantificables

mediante exámenes estándar, sin importar las idealizaciones retóricas actuales

sobre las pruebas de rendimiento. Saber ‘que’ y ocasionalmente saber ‘cómo’ (un

saber operativo de nivel bajo) son los centros de interés. Todo lo demás se

282

considera cada vez más intrascendente. Esto es bastante malo, por supuesto, pero,

en el mismo proceso, la información factual (saber ‘que’) que se enseña se hace

más ‘segura’, menos comtrovertida, menos crítica. No es sólo una fórmula para la

desprofesionalización, sino también una contracción del universo de posibles

conocimientos sociales.” (APPLE, 1996b, p.154)

Frente a esta extendida práctica reduccionista del discurso curricular existe el

planteamiento del mismo como un dominio del pensamiento y de la construcción de

unas realidades sociales específicas cuando la producción social y la reproducción se

separan entre sí. (LUNDGREN, 1992) Esto implica que el contenido del curriculum

debe extraer su significación, no de sus fines, sino de sus comienzos, a través no

solamente de procesos de negociación, sino del dominio experiencial que emerja de la

misma, la relevancia social e histórica de los mismos desde el punto de vista de la

reflexión crítica y su relación con los procesos de la vida cotidiana.

En otras palabras, hablamos de un curriculum significativo, con potencialidad

comunicativa y capacidad emancipatoria que no ignore la fuerza del curriculum oculto,

es decir, aquel que “hace referencia a todos aquellos conocimientos, destrezas, actitudes

y valores que se adquieren mediante la participación en procesos de enseñanza y

aprendizaje y, en general, en todas las interacciones que se suceden día a día en las aulas

y centros de enseñanza.” (TORRES SANTOMÉ, 1991, p.198) Pero estos elementos,

que nunca llegan a explicitarse como metas educativas intencionales, deben explicitarse

para así contrarrestar su acción y lograr construir formas curriculares

contrahegemónicas y participativas que consigan que éste se encuentre conectado “con

la finalidad de corregir los posibles errores y la esterilidad que acarrea una ciencia

excesivamente compartimentada y sin comunicación interdisciplinar.” (TORRES

SANTOMÉ, 1994, p.65)

En este sentido, un punto de partida podría ser el seguir los criterios para la

selección del conocimiento educativo dentro de una perspectiva curricular crítica

comunicativa que nos proporciona FERRADA (2001, p.114-131):

283

a) La elección del modelo de acción comunicativa bajo en el que se llevarán a cabo las

decisiones sobre qué enseñar.

b) La adopción del entendimiento como mecanismo coordinador de la acción que

permita fijar situaciones que surjan de la comunidad.

c) La definición del contexto o mundo de la vida del cual surge el acuerdo o punto de

partida para fijar las pautas que conducirá al acuerdo racionalmente motivado, en

que los participantes en comunicación, frente a una situación concreta de acción,

deben ponerse de acuerdo sobre algo en el mundo al aceptar realizar sus planes de

acción sobre la base de una situación de acción definida en conjunto.

d) La identificación de situaciones, por parte de la comunidad intersubjetiva, que

representen interés como acerbos culturales para ser incorporados en los programas

de estudios.

e) La elaboración de pautas y patrones culturales, órdenes institucionales y elementos

constituyentes de las estructuras de la personalidad, desde las cuales se puedan

identificar qué conocimientos pertenecen a los conceptos formales de mundo que

pueden ser modificados mediante acuerdos racionalmente motivados por medio de

la comprensión intersubjetiva de los miembros de un grupo.

f) La triple validación llevada a cabo por pretensiones de validez mediadas por actos

ilocucionarios donde cada proposición sea enjuiciada desde los hechos objetivos,

desde nuestro mundo compartido y legítimamente regulado y desde el propio mundo

de vivencia personales.

g) La identificación de la referencia del mundo en el cual está ocurriendo el disenso y

la posterior coincidencia con los otros mundos, como forma de superar el conflicto.

h) La triple perspectiva de mundo y la triple validación de los conocimientos

educativos como una forma de comprobar las pretensiones de validez con que se

han llevado a cabo.

i) La interacción entre la cultura racionalizada de carácter universal y la cultura de la

vida cotidiana de carácter local.

• La investigación debe ser el principio constitutivo y transversal del curriculum

tanto en su diseño como en su desarrollo.

284

Ya desde STENHOUSE el mundo educativo empezó a tomar conciencia de la

importancia de la investigación para la teoría y la praxis curricular.

“El ideal es que la especificación del curriculum aliente una investigación y un

programa de desarrollo personales por parte del profesor, mediante el cual éste

aumente progresivamente la comprensión de su propia labor y perfeccione así su

enseñanza.” (STENHOUSE, 1987, p.195)

Sin embargo, en el diseño del curriculum se suele dejar al margen de la investigación

la forma en que las pautas sociales que existen y condicionan el desarrollo del mismo

interaccionan con la creatividad y las habilidades personales del alumnado y del

profesorado, y cómo todo esto influye en la reconstrucción y apropiación de nuevos

conocimientos. Por tanto, se trataría, como bien definió HABERMAS, de partir de la

intersubjetividad y construir la ‘objetividad’ en torno a la misma. Desde esta

perspectiva, “la prioridad de la conciencia privada solitaria es sustituida por la de las

relaciones comunicativas. Además, los sistemas de reglas subyacentes ya no son

atribuidos a sujetos individuales; tales sistemas constituyen más bien la base de

generación de relaciones intersubjetivas en cuyo seno se forman los sujetos mismos.”

(McCARTHY, 1987, p.197-198)

Además, desde una perspectiva crítica comunicativa tenemos que identificar,

analizar y relacionar la intencionalidad del curriculum y la realidad social que rodea su

puesta en práctica, con el fin que promover el diálogo intersubjetivo como medio para la

necesaria participación de todos los actores sociales (profesorado, alumnado, familia y

comunidad) en el proceso de construcción compartida del saber que debe generar la

investigación curricular en el seno de escuelas democráticas. En este sentido, la

diversidad de racionalidades inherente a toda propuesta colectiva debe contar con el

predominio de la racionalidad comunicativa para su desarrollo en situaciones complejas

como las educativas y con pretensiones de transformación social, puesto que se base en

acciones enfocadas al entendimiento, la coordinación de la acción social, el logro de la

solidaridad y el desarrollo de la identidad personal. Por lo tanto, podemos concluir que

285

“el Curriculum Crítico Comunicativo apuesta por una sociedad que, además de

reproducir las estructuras simbólicas del mundo de la vida necesarias para el

mantenimiento de una cultura y una sociedad, sea al mismo tiempo capaz de

incorporar procesos de renovación e innovación requeridos para el enriquecimiento

de los mismos, como también de la apertura de espacios que permitan revertir los

fenómenos de crisis (pérdida de sentido, pérdida de legitimación, desestabilización

de las identidades colectivas, alienación, pérdida de motivación, etc.), con lo cual

iniciar la transformación social.” (FERRADA, 2001, p.77)

No podemos olvidar que una deliberación para la acción es aquélla en la que los

actores “participan en un diálogo práctico, conscientes de sus intereses comunes y

conocedores de las circunstancias y posibles consecuencias de su acción.” (HOUSE,

1994, p.174) Esto requiere que las personas asuman en la organización de manera

racional-comunicativa sus posiciones de igualdad moral y política en la deliberación, así

como la importancia de la no exclusión de nadie de los procesos de diálogo y toma de

decisiones, pues todos los argumentos son valiosos, lo que a su vez conlleva la

necesaria introducción de los principios de la ética discursiva como facilitadores y

fiabilizadores de su desarrollo. Este posicionamiento nos conduce ineludiblemente al

análisis de la organización escolar como parte fundamental del curriculum. Desde mi

punto de vista esta cuestión es muy importante, puesto que se trata de percibir que la

organización ha de ser considerada de forma paralela y en interacción permanente con

el proceso de desarrollo curricular, ya que la “organización escolar no es un elemento

vicario del curriculum sino una de sus dimensiones preponderantes.” (SANTOS

GUERRA, 1994, p.271)

Siguiendo con esta línea de pensamiento, considero que para comprender y cambiar

las organizaciones hay que tener en cuenta tres elementos de análisis (SANTOS

GUERRA, 1994, p.44):

a. La racionalidad de las prácticas educativas que se insertan en la organización.

b. La justicia de las finalidades y las acciones que se plantean en el seno de la

organización.

c. La mejora de las relaciones que se articulan sobre el diálogo, la participación y el

respeto mutuo.

286

Así, completando lo anterior, BALL (1994) considera que para comprender la

naturaleza de las escuelas como organizaciones es necesario comprender los conflictos

inherentes a las mismas. De esta manera, para el análisis de las mismas BALL

diferencia estas tres esferas interrelacionadas: 1) los intereses de los actores, 2) el

mantenimiento del control en la organización, 3) los conflictos en torno a la definición

de la escuela.

Todo esto es fundamental porque los modos de organización mediatizan la

posibilidad de cambios coyunturales y estructurales en la escuela y porque detrás de

toda forma de organización existe también una ideología muy determinada que se

refleja tanto en las relaciones de poder institucionales como en el uso del espacio y del

tiempo en las aulas y fuera de las mismas. En este sentido, las formas técnicas de

organización, individualistas y competitivas, legitiman como única vía posible de

funcionamiento el de la eficiencia para lograr el control, descartando cualquier

alternativa organizativa. Por el contrario, los paradigmas interpretativo y crítico,

haciendo suyo, aunque de distinta manera, el principio de la cooperación, dan respuesta

a las mismas partiendo del hecho de que

“el desarrollo colaborativo asume como propósito una reconstrucción de la escuela

como organización con el fin de crear o fomentar nuevos valores, creencias y

normas, esto es una cultura propia, genuina acerca de lo que hace, el sentido y

significados de sus estructuras y procesos.” (MARRERO, 1995b, p.301)

Los interpretativistas mantienen que la escuela como organización es una

realidad subjetivamente construida y sustentada mediante las interacciones en el seno de

la misma y los múltiples significados e interpretaciones, comunes o conflictivas, que se

dan en su comprensión y contenido, muy a menudo presididos por la racionalidad

instrumental de carácter implícito. Aceptando pero ampliando esta perspectiva, los

planteamiento críticos tratan de realizar una lectura socio-política, ideológica y cultural

de las organizaciones. Lo que se pretende con ello es evitar lo siguiente:

287

“Antes de las contribuciones de los teóricos críticos se omitieron rutinariamente

explicaciones de cuestiones organizativas que suponían poner de manifiesto: 1)

cómo algunos individuos y grupos tienen acceso a recursos y otros no; 2) por qué

algunos grupos están sobrerrepresentados y otros no; y 3) por qué ciertas

influencias prevalecen y otras no. La posesión de bienes y recursos, poder y control

social en cantidades diferentes por varias personas o grupos dentro de una

organización son fenómenos que nuestras teorías organizativas basadas en el marco

positivista, no explican.” (YEAKES, cit. GONZÁLEZ, 1994 p.45)

Por tanto, lo que se pretende es superar tanto las posturas científico-técnicas

como las interpretativas en orden a construir una teoría y práctica de la organización con

potencial de emancipación. En ese sentido, la pretensión no es exclusivamente

comprender e interpretar los fenómenos organizativos, sino descubrir y superar las

contradicciones y bloqueos que impiden a los individuos desarrollar su propio potencial

y construir sus propias actividades, situando la dimensión organizativa en un contexto

social más amplio y analizando críticamente su papel en dicho contexto. Es por ello que

para los teóricos críticos

“una vez que la realidad organizativa es construida, queda envuelta por un

componente ideológico que la protege del examen crítico. Los teóricos críticos

hablan, en este sentido, de una doble dominación: la material –el acceso

privilegiado a la información, canales de comunicación, prácticas sociales- y la

dominación social: las ideologías que determinan cuáles son los argumentos

racionales, los tópicos adecuados para la discusión o la interpretación razonada de

acontecimientos. Tales formas de dominación habrían de ser eliminadas a través de

dinámicas de comunicación no distorsionada, de negociación, del desarrollo

consensual de la realidad organizativa.” (GONZÁLEZ, 1994, p.49)

De esta manera, nos vamos a adentrar en la perspectiva micropolítica de la

organización escolar, cuyo representante más influyente ha sido BALL. La perspectiva

micropolítica enfatiza particularmente que las organizaciones escolares son entidades

políticas donde para comprender su complejidad y dinámica de relaciones es

fundamental el análisis micropolítico, o sea, de las dinámicas e interacciones que se dan

288

en la organización, donde confluyen personas y grupos con intereses diversos,

demandas diferentes y distintas ideologías.

“La micropolítica se refiere a la utilización por parte de individuos y grupos de

poder formal e informal para lograr sus metas en la organización. En gran parte, las

acciones políticas se producen debido a las diferencias percibidas entre individuos

y grupos, junto con la motivación para usar poder para influir y/o proteger. Aunque

tales acciones están conscientemente motivadas, cualquier acción, consciente o

inconscientemente motivada, puede tener ‘significación’ política en una situación

dada. Las acciones y procesos conflictivos y cooperativos son parte del ámbito de

la micropolítica. Además, factores macro y micropolíticos interactúan

frecuentemente.” (BALL, 1994, p.16)

Teniendo en cuenta esto, correspondería a la organización escolar ser realmente

educativa en una cuádruple forma: permitiendo la libre circulación de discursos

democráticos para su debate, enfatizando el carácter público de los procesos de

aprendizaje y su necesaria vinculación con la realidad social existente, asumiendo la

primacía de los intereses comunes sobre los individualistas y desarrollando el uso de la

autonomía de la propia organización en base a aspiraciones democráticas. De esta

forma, los cambios que llevan consigo estas cuatro dimensiones del cambio

organizativo no sólo adquirirían valor por sus resultados, sino sobre todo por los

fenómenos de interiorización de la necesidad del propio cambio que generaran dentro de

un marco global, lo cual “exige romper las fronteras organizativas, tanto temporales

como espaciales. Las experiencias vitales no tienen carácter fragmentario sino que

integran todas las dimensiones psicológicas y sociales de los individuos: la exploración

del medio, las salidas culturales, las actividades interdisciplinares, etc. requieren una

concepción flexible y versátil de la organización.” (SANTOS GUERRA, 1994, p.52)

De ahí la importancia del espacio escolar como parte fundamental del proceso

educativo. La disposición del alumnado en el aula determina la posibilidad de

interacción y diálogo, la participación democrática y la construcción crítica del

conocimiento. Es por eso que el uso educativo del espacio escolar requiere analizarlo

desde diferentes perspectivas, como propone SANTOS GUERRA (1994):

289

a. Como elemento sustancial en el que se instala el curriculum oculto.

b. Como instrumento didáctico.

c. Como lugar de convivencia y de relaciones.

d. Como ámbito estético.

e. Como territorio del significado

En cuanto a la dimensión temporal, coincido con RIZZI (1996, p.103) en que para

que el tiempo escolar sea educativo también, es necesario que todo el alumnado tenga la

oportunidad de aprender, para lo cual sería necesario:

1) una conexión entre los prerrequisitos cognoscitivos y la nueva transmisión de

contenidos, las aplicaciones de métodos y la asunción de destrezas;

2) una conexión entre el canal utilizado para transmitir al alumno las informaciones

ysu estilo cognoscitivo, motivacional y de aprendizaje;

3) una conexión entre los tiempos empleados y los tiempos de aprendizaje y las

actitudes, entendidas como ritmos y tiempos necesarios, utilizados para dominar

determinadas destrezas.

En este sentido, los principios que sobre el uso del espacio y del tiempo en la

organización escolar defiendo se sostienen sobre los principios del modelo educativo

derivado del Proyecto Roma (LÓPEZ MELERO, 2003) a través de lo desarrollado

sintéticamente en el siguiente cuadro:

Principios ORGANIZACIÓN ESCOLAR

ESPACIO • Asambleas (curiosidad - ideas previas – socialización del aprendizaje).

• Trabajo en grupos heterogéneos. • Atención a las peculiaridades del alumnado en un

marco común. • Uso de más espacios además del aula (del Centro y de

la Comunidad). TIEMPO • Temporalización basada en proyectos de investigación

(conocimiento holístico). • Ruptura con la parcelación por disciplinas con

tiempos asignados rígidamente. • Temporalización en función de la cultura experiencial

y la significatividad del conocimiento.

290

En definitiva, la pretensión ha sido presentar principios teóricos y ‘práxicos’

para la construcción de escuelas y aulas democráticas que, (con)viviendo en y con el

mundo, aporten modelos contrahegemónicos y transformadores de la realidad para que

no existan exclusiones ni personas invisibles, desigualdades ni ciudadanos de segunda

(o tercera, o cuarta, etc.) categoría, injusticias ni seres humanos a los que

sistemáticamente se les niegue su ser como tales y su dignidad desde la educación.

SEGUNDA PARTE

DESARROLLO

EMPÍRICO DE LA

INVESTIGACIÓN: UN

ESTUDIO DE CASO EN

EL GRUPO DE

PROFESORADO DEL

PROYECTO ROMA

CAPÍTULO 5. INFORME NARRATIVO: UN

ESTUDIO DE CASO EN EL GRUPO DE

PROFESORADO DEL PROYECTO ROMA

“La mejor manera que tiene la comunidad de

desarrollarse es compartiendo experiencias.”

MICHAEL APPLE (1996, p.190)

295

5.1. Naturaleza y proceso de investigación

5.1.1. Origen, foco y cuestiones de investigación del estudio de caso

Dicen que cuentan, y en el contar se hacen las palabras. Acaso esta investigación

surgiera de eso, de un contar y un hacer compartido, de una visión de la educación

comprometida con los principios de la Cultura de la Diversidad y la búsqueda de

justicia social y el carácter emancipatorio del quehacer educativo de un grupo de

maestras y maestros a partir de su participación en el Proyecto Roma (LÓPEZ

MELERO, 2003).

Para llegar al origen de esta investigación debemos remontarnos al inicio del

curso 1999-2000, cuando comenzó a gestarse la elaboración de este estudio de caso en

el seno del grupo de profesorado conocido como Proyecto Roma, compuesto por

profesoras y profesores en activo de diferentes niveles (infantil, primaria y secundaria),

así como personas vinculadas al mundo educativo formativamente pero que no tenían en

ese momento oportunidad de trabajar en un aula.

La participación en dicho grupo de reflexión era voluntaria y las motivaciones

eran variadas, pero eso sí todas unidas por el nexo común del conocimiento del

Proyecto Roma y el interés por la mejora profesional desde una concepción política de

la educación y la puesta en práctica de sus principios en torno a la preocupación

temática de la Cultura de la Diversidad. (LÓPEZ MELERO, 2000) Al margen de las

peculiaridades que esta pertenencia al Proyecto Roma le otorga a este grupo de

reflexión, al tener su origen y encontrarse vinculado a un proyecto de investigación

interdisciplinar y multicontextual como es el Proyecto Roma, la riqueza científica de su

fundamentación y los deseos, e incluso la necesidad manifiesta, de llevar a cabo la

posibilidad de un ejercicio de relación dialéctica entre teoría y praxis a través de la

reflexión compartida y el pensamiento en acción (por utilizar la terminología de

FREIRE), hacían del mismo y su actividad un ejemplo paradigmático en cuyo proceso

296

me pareció interesante indagar y profundizar. Es por ello que, como componente del

Proyecto Roma vinculado a su grupo de profesorado, quise realizar una labor de

introspección en el mismo como colectivo autocrítico de reflexión y acción de manera

que se analizara, mediante un estudio de caso, cómo la participación en un colectivo

crítico de investigación-acción influyen en las percepciones, actitudes y prácticas

democráticas de sus componentes, lo cual ha constituido este proceso de investigación

llevado a cabo durante los cursos 1999-2000, 200-2001 y 2001-2002. No hay que

olvidar que el estudio de caso constituye una metodología acorde con el objeto de

estudio y sus pretensiones, ya que éste constituye una unidad singular en sí mismo y a la

vez permite desarrollar las dimensiones interpretativas e (inter)subjetivas que resultan

inherentes a los fenómenos sociales y educativos. Y es que el estudio de caso constituye

una perspectiva completa para la recogida, organización y análisis de la información, así

como un modelo de presentación o informe de la misma.

Relacionado con todo lo anterior me parece necesario insistir en que precisamente

mi conocimiento anterior, muy directo y próximo, de la actividad de este grupo también

suponía un factor como mínimo a tener en cuenta. Obviamente era consciente de que a lo

largo del proceso de investigación mis conocimientos previos y pre-juicios sobre el

particular iban a surgir, siendo útiles en determinados momentos pero con el riesgo

omnipresente de llevarme a sitios inadecuados en lo metodológico y a suponer sesgos o

restar rigor y sistematización al análisis de la información que iba adquiriendo. Por eso

considero importante explicitar esta cuestión, además de por ser consciente de ello como

mecanismo previo para su entendimiento, porque considero que en investigación

cualitativa hay que tender a la democratización de la información, y ello no sólo afecta a la

obtenida en el proceso de indagación, sino también a la referente a mí mismo en este caso,

pues mi relación con el tema es un referente que todo posible lector de este trabajo debe

conocer para contextualizar y valorar mejor mis aportaciones sobre aquello que he llegado

a saber y comprender a través de esta investigación.

Partiendo de estas consideraciones e inquietudes, el siguiente paso era delimitar

la propia investigación en función de las mismas y sus pretensiones, para lo cual he

definido el foco de la misma:

297

FOCO DE LA INVESTIGACIÓN:

El pensamiento en acción como estrategia de mejora profesional y humana:

investigación-acción crítica y educación democrática. Un estudio de caso sobre el

Grupo de Profesorado del Proyecto Roma.

De este foco principal se derivaron las siguientes cuestiones de investigación,

que resultan coherentes con los propios principios-guía y pretensiones del colectivo

como grupo de reflexión.

CUESTIONES DE INVESTIGACIÓN:

1. La evolución del grupo de profesorado del Proyecto Roma como intelectuales

públicos, desde sus teorías implícitas a su consciencia crítica, como generadores de

conocimiento y procesos de ilustración colectivos.

2. El trabajo del grupo de profesorado del Proyecto Roma como una investigación-

acción emancipatoria.

3. El papel y la necesidad del trabajo cooperativo y los procesos dialógicos para la

construcción de escuelas democráticas y el desarrollo profesional y humano de sus

componentes.

4. La coherencia de los principios de la teoría crítica comunicativa y la educación

democrática en la praxis del grupo como tal y la de sus componentes en sus aulas a

nivel curricular y organizativo.

Este trabajo, por tanto, pretende aportar una visión narrativa, histórica y dialógica

de la temática objeto de estudio partiendo de una experiencia concreta, como es la que

supone el grupo de profesorado del Proyecto Roma, desde una triple perspectiva en la que

se conjugan en forma de pretensiones del estudio de caso las cuestiones de investigación

anteriormente enunciadas:

a) Desde la epistemología y el análisis social, para ser conscientes en todo momento de

por qué hacemos lo que hacemos.

298

b) Desde la metodología, a través de la investigación-acción y la formación de

comunidades autocríticas en educación.

c) Desde la mejora en la calidad de las relaciones y la educación democrática en las

personas inmersas en dicho proceso de reflexión compartida y en sus aulas.

Estas pretensiones también sirvieron para, desde las cuestiones de investigación

descritas, ir definiendo las categorías de análisis de la investigación, las cuales se irían

modificando y enriqueciendo con el propio proceso de la misma, y que han constituido

los hilos conductores del informe narrativo surgido de este estudio de caso.

A esto, de todas formas, hay que añadirle dos particularidades más, cuales son el

hecho de mi particular participación en el grupo y todo el ciclo de investigación-acción

desarrollado a través del mismo, y la inclusión del grupo dentro del ya aludido Proyecto

Roma. Con respecto a la composición del grupo, hay que decir que éste se encuentra

absolutamente abierto a la participación de todas las personas interesadas en colaborar

desde los principios del modelo educativo del Proyecto Roma, por lo cual dentro del

mismo hay docentes de educación infantil, primaria, secundaria y personas como yo que

no ejercemos en la escuela, pero que sí desarrollamos una labor investigadora dentro del

Proyecto Roma. En total, siete han sido las personas que han participado de manera más

constante en el grupo de profesorado del Proyecto Roma, si bien otras lo han hecho en

algunas fases o periodos y se han recibido numerosas visitas y mantenido encuentros

con profesoras y profesores de distintas nacionalidades interesados en la labor del

colectivo dentro del Proyecto Roma.

Además, debo añadir con respecto a mi papel que si bien mi participación en

dicho proyecto de investigación es anterior a la creación del grupo, posteriormente me

incorporé al mismo a pesar de no ser un maestro en activo. Sin embargo, mi

participación dentro del proceso de reflexión en el grupo es la misma que el resto de las

personas que lo componen, con la salvedad de que por mi especial situación no puedo

contrastar en la práctica las teorías que se generan desde el proceso de investigación-

acción del grupo, si bien sí he realizado otro tipo de aportaciones al mismo desde una

reflexión más teórica, proporcionando elementos de análisis a partir también de

299

documentos ofrecidos para su debate, bien de producción propia o seleccionados para la

ocasión.

Desde este origen y estas pretensiones sobre el estudio de caso del grupo de

profesorado del Proyecto Roma, y teniendo en cuenta mi conocimiento previo del

Proyecto Roma y de las personas que formaban el colectivo, hay que entender también

que el proceso de toma de contacto con el grupo y la negociación de la investigación

resultaron en cierta medida actos que fueron con la propia dinámica del colectivo, al ser

todos protagonistas de la investigación, pero existía la necesidad de realizar una sesión

específica de presentación de la investigación por mi parte: sus cuestiones y

pretensiones, principios éticos, metodología y en definitiva negociar el acceso a los

distintos contextos (reuniones, asambleas, aulas,...), la democratización de la

información, etc., todo lo cual se reflejó en un Documento de Negociación del que

posteriormente se amplía la información.

También en esos inicios se fue definiendo el propio proceso de la investigación

mediante estudio de caso. No podemos olvidar que un estudio de caso es una situación

en la que se comparte conocimiento, diálogo, emociones y significados, lo cual implica

que inevitablemente se den unas relaciones cargadas de afectividad y complicidad

convivencial, lo cual constituye un aspecto tan gratificante como problemático para la

investigación, debido a que marca la evolución y la toma de decisiones de la misma,

sobre todo si, como ha sido éste el caso, se comparte, informa y consulta a los

protagonistas respecto a las pretensiones, finalidades, principios éticos y desarrollo de

este proceso de investigación, con el objetivo siempre de democratizar lo más posible el

mismo.

300

5.1.2. Sobre las estrategias y procedimientos utilizados y el proceso de

negociación de la investigación

Las estrategias de recogida de información dentro de los estudios de casos suelen

ser eclécticas y deben ser elegidas en función de la naturaleza del objeto de investigación y

sus características, en este caso el grupo de profesorado del Proyecto Roma, así como de

los componentes contextuales e ideológicos subyacentes a la investigación y sus

propósitos, la duración del estudio y el papel del investigador y de los participantes, lo cual

implicaba en este caso la necesidad de que éstas sean variadas, flexibles y versátiles, en la

medida que se pretendía mediante las mismas profundizar de manera rigurosa y

sistemática en una realidad compleja como la que constituye la red de relaciones y

significados que se construye en torno a un grupo de investigación-acción crítica formado

por docentes participantes en un proyecto de investigación educativa como es el Proyecto

Roma.

En este sentido, considero que, a título ilustrativo, se puede sintetizar la estructura

básica de recogida de información en esta investigación de la siguiente manera:

1º. Elaboración del documento de negociación y establecimiento de los principios

éticos (todo ello presentado y debatido en una sesión específica para ello).

2º. Observación participante en las reuniones del grupo de Profesorado del

Proyecto Roma y en las Asambleas de dicho proyecto (con una frecuencia

quincenal durante el primer curso y semanal el resto del periodo de investigación).

3º. Entrevistas individuales a tres miembros del grupo de profesorado del Proyecto

Roma (un total de tres a cada uno).

4º. Análisis de documentos y otros materiales elaborados por el grupo y en el

Proyecto Roma.

5º. Observación en las aulas de tres de los miembros del grupo de profesorado y

grabaciones en vídeo para su posterior análisis (con una media de observación de

una vez cada dos semanas en los tres centros durante el periodo de investigación).

301

6º. Entrega y debate en torno a documentos propios o ajenos para su discusión en el

grupo.

7º. Entrevistas colectivas de recapitulación (un total de dos).

10º. Sesión de valoración y negociación final de la información.

Como se puede apreciar, tanto las entrevistas individuales como las observaciones

en los colegios fueron realizadas a un mismo número de componentes del grupo de

profesorado (tres en concreto). La razón de dicha elección la he realizado basándome en

dos criterios fundamentalmente:

a. Estas tres compañeras y compañero (dos mujeres y un hombre) han formado

parte del grupo de profesorado del Proyecto Roma desde sus inicios, lo que

permitía percibir y analizar mejor su trayectoria y los paralelismos con el

desarrollo del pensamiento y la praxis del colectivo, siendo además los

componentes más comprometidos con los principios y la puesta en práctica del

modelo educativo del Proyecto Roma en sus aulas.

b. Las tres pertenecen a distintos niveles educativos e imparten docencia en

distintas especialidades, lo que hace que se cubra también un mayor espectro

profesional (educación infantil, primaria e inglés, en concreto).

Además, a la enumeración antes descrita considero que sería necesario realizarle

una serie de aclaraciones y explicaciones específicas con respecto a las estrategias

seleccionadas y la manera en que configuran la investigación:

1. Respecto a la negociación previa y final.

Partiendo de los principios éticos de la investigación, eran inexcusables ambas

sesiones para otorgar la validez necesaria a la investigación y democratizar la información

en todo momento, haciendo de la investigación un asunto colectivo en coherencia con los

principios de la investigación-acción que sigue el grupo y la democratización que pretendía

ser inherente al desarrollo de este estudio de caso. La manera de afrontar ambas será

descrita más adelante.

302

2. Respecto a la observación participante en las reuniones del grupo de

profesorado y las asambleas del Proyecto Roma.

Supuso un cambio considerable en mi manera de ver y participar en las reuniones

con el grupo el que, al margen de la propia dinámica que como tal llevamos, tuviera en

todo momento presente aquello que supone el foco de esta investigación y las cuestiones

que la vertebran. Ello requería un doble esfuerzo del que de todas formas me siento muy

satisfecho, pues me ha hecho aprender mucho más, proporcionándome herramientas de

análisis que de otra forma difícilmente podría haber conseguido, todo ello gracias a la

riqueza del debate y al nivel de compromiso, intelectual y humano, de los miembros del

grupo.

En cuanto a la observación en sí, aunque evidentemente existía una categorización

previa de aspectos interesantes para observar, partí de la premisa que comentan TAYLOR

y BOGDAN (1998) respecto a la observación, cuando afirman que los rasgos específicos

de su enfoque evolucionan a medida que operan. Con esta consideración son ineludibles la

flexibilidad y el dinamismo como elementos definitorios de la observación, en el sentido

de que no podía obcecarme en un guión previo rígido que matara la riqueza de la

experiencia desde su limitación inherente, sino que lo debía considerar como un punto de

partida (muy necesario, eso sí, para ordenar y tener las ideas suficientemente claras), no

como una lápida sumaria e incuestionable o ampliable.

Las reuniones del grupo de profesorado del Proyecto Roma se han celebrado

durante todo este periodo, y salvo excepciones puntuales, los Miércoles de 17,00 a 20,00

horas, siendo la periodicidad de las mismas quincenal (durante el primer curso de esta

investigación, 1999-2000) y posteriormente semanal. De hecho, este cambio fue propuesto

en el seno del propio colectivo precisamente porque sus componentes vieron la necesidad

de las mismas y cómo las aportaciones que para su formación teórico-práctica tenían las

hacían importantes para su desarrollo profesional y humano. De esta manera, en la primera

reunión de Septiembre de 2000 se asumió esa periodicidad semanal, con el compromiso

personal que ello conllevaba.

303

En cuanto a las asambleas del Proyecto Roma en las que el grupo de profesorado

participa junto al de familias y al de mediación, éstas se estructuran en Jornadas de tres

días de duración (jueves y viernes tarde, de 16,30 a 21,00 horas, y sábado mañana, de 9,30

a 14,00 horas). Durante el periodo de investigación, asistí como observador participante a

todas esas jornadas, en las fechas que a continuación enumero dentro de periodo de

investigación:

CURSO 1999-2000:

14, 15 y 16 de Octubre de 1999 20, 21 y 22 de Enero de 2000

30, 31 de Marzo y 1 de Abril de 2000 29, 30 de Junio y 1 de Julio de 2000

CURSO 2000-2001:

5, 6 y 7 de Octubre de 2000 18, 19 y 20 de Enero de 2001

22, 23 y 24 de Marzo de 2001 21, 22 y 23 de Junio de 2001

CURSO 2001-2002:

4, 5 y 6 de Octubre de 2001 17, 18 y 19 de Enero de 2002

14, 15 y 16 de Marzo de 2002

3. Respecto a las entrevistas.

Las entrevistas individuales tenían una doble finalidad: reconstruir el proceso de

formación y los fines que dieron origen al grupo y obtener información a través de las

preguntas sobre las cuestiones y pretensiones de la investigación. A esto hay que añadir mi

conocimiento del grupo, pero la razón de ser de la entrevistas individuales venía también

por una búsqueda de intersubjetividad a partir de las distintas experiencias e

interpretaciones de los componentes del grupo desde un proceso de convivencia común.

Estas entrevistas individuales, como he explicitado anteriormente, se realizaron a tres

componentes del grupo en tres momentos distintos de la investigación. Así, las primeras

entrevistas individuales, de carácter reconstructivo, fueron realizadas en Abril de 2001.

Durante la primera parte del proceso de investigación, la recogida de información se centro

304

en las observaciones en reuniones y aulas y en el análisis de documentos, y fue

posteriormente cuando se introdujo esta dimensión de las entrevistas, tras un conocimiento

mayor conseguido en el periodo previo.

Desde el propio proceso de aprendizaje inherente a la investigación-acción y a este

estudio de caso en particular, pretendía profundizar en la reflexión sobre la conciencia

crítica, la metodología del colectivo, sus aspiraciones democráticas y emancipatorias y

aspectos de su evolución profesional y humana generada a raíz de la misma, lo cual

requería a mi juicio de una segunda entrevista que complementara las entrevistas

reconstructivas que inicialmente realicé, dejando a la vez una gran libertad de expresión en

las personas protagonistas. Al mismo tiempo, la poca disponibilidad de tiempo que, por

diversas razones, tenían las personas del colectivo, provocó que finalmente optara por

preparar una hoja con una serie de planteamientos que sirvieran de base o guía sobre las

cuestiones objeto de indagación, pidiéndoles a los componentes del grupo que grabasen en

una cinta de audio todo aquello que consideraran sobre esas cuestiones u otras relacionadas

con las mismas o que ellos consideraran importantes sobre y para el proceso de reflexión

colectiva del grupo. Esta segunda serie de entrevistas realizadas de esta manera a los

componentes del grupo ya aludidos, se dieron en el mes de Diciembre de 2001.

Como colofón a todo esto estuvo la petición de una serie de reflexiones personales

en torno a las aportaciones y transformaciones más importantes que, a juicio de los

protagonistas, se habían dado desde un punto de vista profesional y personal a raíz de su

participación en el seno del Grupo de Profesorado del Proyecto Roma, con lo cual

pretendía obtener una expresión más libre, directa e íntima, fruto de la reflexión y la

valoración personal, de un hacer balance desde el tiempo transcurrido y los posibles

cambios que consideren que se han producido en sus concepciones teóricas e ideológicas,

su práctica educativa y social y su manera de percibir las relaciones y a los demás. Esto

supone la tercera serie de entrevistas, realizadas nuevamente pidiéndoles que las grabaran

en audio, elaboradas a lo largo del mes de Enero de 2002.

Por otro lado, y dado también el carácter ‘ontológico’ colectivo de la investigación-

acción desarrollada por el grupo de profesorado del Proyecto Roma, consideré necesario

305

plantear dos sesiones colectivas que permitieran ampliar las necesidades del estudio de

caso, contrastar in situ las perspectivas de los miembros del grupo y hacer de manera

comunitaria una valoración del trabajo de pensamiento en acción del mismo. Además, el

motivo de realizar las entrevistas en estos dos momentos fue por lo intrínsecamente valioso

que resulta el contraste de opiniones en distintas fases del proceso de investigación,

utilizándolo como proceso de aprendizaje, puesto que, por ende, lo obtenido en la primera

entrevista debía enriquecer (y enriqueció) el guión de observación, así como el análisis

surgido de todo lo anterior influyó en la composición formal y conceptual de las

entrevistas colectivas, las cuales he pretendido usarlas, como decía, para 'atar cabos' y

profundizar en aquellos aspectos que consideraba que lo requerían a la luz de las

intenciones de esta investigación, y ello en dos momentos, durante el proceso y en la fase

final del propio proceso de investigación. (Junio de 2001 y Abril de 2002) El fin de esto

iba, por lo tanto, más allá de la mera recogida de información (aunque sin descuidar este

aspecto), sino que se dirigía también a continuar con el proceso metarreflexivo en el grupo

inherente a esta investigación, de ahí que se dieran en los dos momentos distintos del

proceso ya comentados.

En cuanto a otros importantes aspectos metodológicos, dentro de la gama de

posibilidades que ofrece la entrevista como espacio abierto que invita a la reflexión, y dado

que estamos inmersos en un proceso de investigación cualitativa, he elegido la modalidad

de entrevista en profundidad por parecerme la más adecuada, entendiéndola siempre como

un fluir de comunicación con una intencionalidad definida y explícita, pues permite por un

lado la flexibilidad suficiente como para moverte por donde quieres (no olvidemos que

toda investigación es intencional y se refiere a aspectos concretos) sin por ello restar

espontaneidad, profundidad ni sensibilidad en las respuestas.

Esto no significa que no se pueda disponer de una ‘guía de la entrevista’ que

incluya los temas clave a tratar, lo cual no constituye un protocolo estructurado sino que

“sirve solamente para recordar que se deben hacer preguntas sobre ciertos temas.”

(TAYLOR y BOGDAN, 1998, p.119) Todo esto, obviamente, no es tan simple en la

práctica, porque no son pocas las inseguridades que genera el enfrentarse a una entrevista,

tanto desde el punto de vista del contenido de la misma, la forma de plantear el mismo, la

306

generación de un clima propicio y fluido de comunicación, etc. Son aspectos estos que,

más allá de la teorización existente sobre el tema, exigen de un aprendizaje sobre la

práctica que se ejerce como proceso de reflexión permanente también. Por lo tanto, esta

dimensión metodológica puedo asegurar que en cierto sentido me ha permitido realizar una

labor introspectiva de análisis sobre la preparación y puesta en práctica de las propias

estrategias usadas.

4. Respecto a las observaciones en las aulas.

La función de estas observaciones no era tanto la evaluación de las prácticas

escolares del profesorado del Proyecto Roma, sino, más centrado en los principios de esta

investigación, utilizarlas como elemento de corroboración de todo aquello que surgía en

las reuniones y se dice en los documentos e intervenciones de los miembros del grupo, lo

cual supone su análisis desde los principios del Proyecto Roma y también desde lo

intrínsecamente inherente al colectivo. De ello surgió la posibilidad y necesidad de realizar

alguna grabación en vídeo que sirviera tanto para esta investigación en particular como

para la desarrollada a través de la propia dinámica del grupo.

Dichas observaciones se desarrollaron en las aulas de tres componentes del grupo

de profesorado del Proyecto Roma en centros de infantil y primaria de la provincia de

Málaga. El total de centros visitados fueron cuatro, al estar una de estar personas en

calidad de maestra interina en educación infantil y estar en dos centros distintos a lo largo

del periodo de esta investigación. Los otros dos componentes del grupo cuyas aulas fueron

observadas impartían docencia en educación primaria, una como maestra ‘generalista’ y el

otro como especialista en inglés, lo cual ofrecía un espectro prpofesional también variado

que enriquecía el proceso de investigación. En cuanto a la periodicidad de las

observaciones, esta era aproximadamente de una visita a cada centro cada dos semanas, de

manera que a lo largo del periodo de investigación se produjeron unas cuarenta sesiones de

observación en cada aula.

307

5. Respecto a los documentos aportados al grupo y los producidos por éste y en el

Proyecto Roma.

Desde las cuestiones de investigación emergían las preocupaciones de la misma,

las cuales, siendo paralelas a la propia dinámica e intereses del grupo, suponían también

una posibilidad de mayor formación en estos aspectos a partir de la consciencia de algunos

fundamentos que podían estar de manera más implícita, necesitar un análisis más profundo

para su argumentación, contribuir a la investigación en la que el grupo se encontrara en ese

momento y, en última instancia, suponer una manera de contribuir al proceso de

emancipación del grupo y su planteamiento desde ahí para con su práctica educativa. De

esta manera, además de las lecturas habituales o consensuadas en función de las

necesidades del grupo dentro de su propia dinámica de trabajo (con autores como

HABERMAS (1987), MATURANA (1992 y 1994), LURIA (1979), VIGOTSKY (2000),

LÓPEZ MELERO (1999 y 2000), EDWARDS y MERCER (1988), BRUNER (1990 y

1997), CARR y KEMMIS (1988), KEMMIS y McTAGGART (1990), DAS (1988), etc.),

se han elaborado documentos propios generados a partir de las inquietudes e intereses del

grupo, como los referentes a la Teoría Crítica en el mundo de la educación, al concepto de

Tolerancia o los enfocados como microinvestigaciones en el seno del grupo como la

propuesta en referencia al funcionamiento del cerebro y sus partes y su relación con el

desarrollo de procesos cognitivos y metacognitivos.

En referencia a los documentos producidos por el grupo de profesorado del

Proyecto Roma, podemos citar los siguientes:

• Diarios de investigación de los componentes del grupo. Estos diarios eran llevados por

estas personas como parte del propio proceso de investigación-acción del colectivo y

recogían sus anotaciones, inquietudes, dudas y conocimientos que iban adquiriendo

con dicho proceso.

• Documentos aportados a las asambleas del Proyecto Roma, los cuales recogían las

aportaciones del colectivo al tema de investigación general en el Proyecto Roma desde

la perspectiva del modelo educativo llevado en la escuela y cómo se iba desarrollando

308

el proceso de investigación-acción en el grupo. En total, estamos hablando de cuatro

jornadas por curso, lo que da un total de doce aportaciones del grupo.

• Documentos generados para dar seminarios, charlas o conferencias en diversos

contextos (Congresos, CEPs, Pasantías de Formación de Profesorado, etc.) a lo largo

de este periodo, fundamentalmente para la explicación del modelo educativo del

Proyecto Roma y su puesta en práctica a través de los proyectos de investigación.

Y sobre los documentos generados en el seno del Proyecto Roma, a través

principalmente de la figura de su Director, el Prof. Dr. LÓPEZ MELERO, principal asesor

también del grupo de profesorado, podemos distinguir entre las síntesis de cada una de las

jornadas que el Director realizaba y era distribuida a todos los componentes del Proyecto

Roma, y los documentos que, bien para encuentros específicos de formación o de manera

genérica dentro del Proyecto Roma, eran entregados para su análisis y debate. La lista de

documentos generados en el Proyecto Roma, cuya autoría en todos los casos corresponde

al Director del mismo, ha sido la siguiente a lo largo del periodo de investigación:

1.- Documento base: “Competencia cognitiva, autonomía y calidad de vida: otro

modo de educarnos con las personas con síndrome de Down (El Proyecto Roma

ante el tercer milenio)” 1998

2.- “Ideología, diversidad y cultura: del homo sapiens sapiens al homo amantis”

(Un compromiso con la acción) 1998

3.- Comprendiendo al Proyecto Roma: su fundamentación científica. 1999

4.- Síntesis Jornadas. Noviembre de 1999

5.- La Planificación: una actividad entre la cognición y la acción. Enero 2000

6.- Documento síntesis del encuentro del Proyecto Roma. Enero 2000

7.- Despertando la emoción por el habla y la comunicación: de los primeros

mensajes a la lectura. Marzo 2000

8.- De la Planificación cognitiva a la resolución de problemas de la vida cotidiana:

un modo de aprender participando. Abril 2000

9.- Documento síntesis jornadas de marzo: Mi intento de comprensión. Abril 2000

10.- ¿Qué ofrece el lenguaje, la cognición y la afectividad para desarrollar la

autonomía desde el pensamiento del Proyecto Roma. Octubre 2000.

11.- El Proyecto Roma, un proceso de aprendizaje permanente como proyecto de

vida. Octubre 2000.

309

12.- Buscando un discurso común: aspectos básicos y fundamentales del Proyecto

Roma. Noviembre 2000.

13.- Tema de investigación: ¿Qué aporta el lenguaje, la cognición y la autonomía

para el desarrollo de la afectividad?. Enero de 2001

14.- El papel de la investigación en el Proyecto Roma como fundamento de nuestro

aprendizaje. Enero 2001

15.- Documento síntesis del encuentro de Enero 2001

16.- El diagnóstico como proceso de desarrollo: una mirada profunda para la

comprensión de las personas. Enero 2001

17.- ¿Cómo ponemos en práctica, a través de los cuatro momentos de análisis, las

interrelaciones que se producen entre el lenguaje, los procesos cognitivos, la

afectividad y la autonomía? Marzo 2001

18.- Mis consideraciones y mis aprendizajes de las jornadas de marzo. Abril 2001

19.- Comprendiendo el Proyecto Roma desde la perspectiva de la Investigación-

Acción según Stephen Kemmis. Mayo 2001

20.- El Proyecto Roma como alternativa educativa es un “paso más allá” en el

compromiso con las culturas minoritarias. Junio 2001

21.- Síntesis de las jornadas de Junio 2001

22.- Asamblea en la familia. Junio 2001

23.- La confianza como fundamento de la convivencia: un modo de hacer práctico

el Proyecto Roma. Octubre 2001

24.- El Proyecto Roma mira al Proyecto Roma: ¿la imagen del espejo es real o

imaginada? Enero 2002

25.- Desde el epicentro del Proyecto Roma surge la “energía” para mejorar los

contextos. Jornadas Marzo 2002

En cuanto a la temporalización de la puesta en práctica de dichas estrategias

metodológicas, a través de las cuales se ha llevado a cabo el proceso de recogida de

información de esta Tesis Doctoral, tengo que manifestar, con sinceridad y no como

tópico, que considero que este periodo que ha sido de una riqueza inmensa, ya no sólo por

su finalidad, sino sobre todo porque ha supuesto una oportunidad de aprendizaje activo

tanto desde el punto de vista metodológico como ideológico, además de servir

puntualmente para ampliar y completar mi visión sobre la propia investigación. Por

ejemplo, en esta disyuntiva fueron muy significativas las entrevistas, pues me dieron

310

‘pistas’ que, como decía, se tornaron posteriormente fundamentales dentro de la

investigación. Es por ello que nuevamente debo insistir en que esas aportaciones, y las que

en cada reunión surgían de manera más o menos directa en referencia a la investigación,

hacen que corrobore que este proceso sólo tiene sentido desde el paradigma de la

cooperación y que es la reflexión crítica compartida el verdadero motor del mismo. De esta

manera, siguiendo un cierto orden cronológico, y a modo de síntesis, durante el tiempo que

duró la recogida de información estos fueron los pasos dados:

• Presentación del documento de negociación (Diciembre 1999)

• Sesión de negociación y firma del documento (Enero 2000).

• Observación participante en las reuniones (durante todo el periodo de

investigación: cursos 1999-2000, 2000-2001 y 2001-2002).

• Entrevistas individuales (Abril 2001, Diciembre 2001 y Enero 2002).

• Observaciones en aulas (varias fechas a lo largo de los cursos 1999-2000,

2000-2001 y 2001-2002).

• Análisis de documentos (durante todo el periodo de investigación: 1999-2000,

200-2001, 2001-2002)

• Entrevistas colectivas (Junio 2001 y Abril 2002).

• Sesión de evaluación y negociación del informe (Junio 2002).

Por otro lado, debido a la gran importancia que le confiero a la dimensión ética en

la investigación en general, aún mayor si hablamos de investigación educativa, he

considerado necesario constituir un espacio específico para explicitar este proceso y las

inquietudes que lo han vertebrado. En este sentido, coincido con KUSHNER y NORRIS

cuando afirman que

“La investigación y evaluación son dirigidas en un espacio ético creado por la

confrontación de interacciones. El acto de escribir un informe es el acto de resolver

la confrontación y, al mismo tiempo, es un acto ético.” (KUSHNER y NORRIS,

1990, p.118)

311

Por ello, tras plantearme la cuestión objeto de estudio, evidentemente mi primer

paso fue dirigirme al grupo sobre el cual iba a centrar la investigación (Octubre de 1999).

Debido a nuestro conocimiento previo, estaba seguro de su colaboración y de que en todo

momento iban a mostrarse interesados como colectivo. Una vez les expliqué cuáles eran

mis intenciones, les comenté que eso era una idea inicial y planteé la necesidad de que lo

tratáramos otro día ya con algo más elaborado por mi parte en lo conceptual y en lo

metodológico, a lo cual sería más que interesante incluir sus aportaciones, así como

quedamos en que ese mismo día realizaríamos la negociación en torno a los aspectos éticos

de la investigación.

Dicha sesión, en la que presenté el Documento de Negociación (Diciembre de

1999), que fue firmado por los miembros del grupo sin ninguna modificación por su parte,

resultó distendida en todo momento, destacando la actitud positiva y cooperadora en la

misma, pareciéndoles bien tanto el planteamiento y el diseño de la investigación como los

criterios éticos.

“Esto que nos propones puede servirnos además para ponernos aún más las pilas,

como otro estímulo añadido a la pertenencia a este grupo, porque nos va a exigir

también otro tipo de reflexiones sobre nosotras mismas y nuestro trabajo.” (Maestra

X, Diario de Investigación, Diciembre de 1999)

Además, como siempre quedaba la oportunidad de debatir el borrador del informe,

se mostraron seguros de que su opinión constaría en el informe final aun cuando fuera

imposible el consenso entre nosotros.

La estructura de ese Documento de Negociación inicial era la siguiente:

a) Título de la investigación.

b) Planteamiento de la investigación.

c) Pretensiones de la investigación.

d) Cuestiones de investigación.

e) Metodología

f) Fases del proceso de investigación.

312

g) Principios y criterios éticos.

h) Presentación de los resultados de la investigación.

En este sentido, me voy a centrar en los tres apartados finales, puesto que los otros

ya han sido comentados de alguna manera anteriormente. Las fases del proceso de

investigación que fueron definidas a priori eran las siguientes, las cuales cubren todo el

recorrido de indagación, las cuales se adaptan perfectamente a una investigación mediante

estudio de caso:

1. Preacceso al campo de la investigación:

- Búsqueda bibliográfica.

- Preparación del proyecto.

2. Acceso al campo de la investigación:

- Proceso de negociación.

- Participación y recogida de información.

3. Análisis e interpretación de los datos:

- Establecimiento de categorías de análisis.

- Análisis e interpretación.

5. Redacción del informe:

- Redacción del borrador del informe.

- Consenso del informe con el grupo.

- Redacción final.

En cuantos a los principios y criterios éticos de la investigación, considero que la

importancia y la necesidad del proceso de negociación previo a toda investigación, a

través del cual considero imprescindible democratizar su proceso y concretar sus

principios éticos, me ha llevado a realizar esta sesión de petición formal y aclaración de

dudas con respecto a la investigación y su objeto. Para ello he tenido presentes los

siguientes aspectos: confidencialidad, negociación y accesibilidad, siendo el concepto

clave justificador el derecho a saber. (KUSHNER y NORRIS, 1990) Partir de aquí

supone, por tanto, establecer el proceso de negociación, el tipo de relaciones, de

intercambios de información y de contraste de pareceres, así como cuáles van a ser y

313

cómo se van a dar los procesos de observación, las entrevistas y el resto de estrategias

de recogida de información. Se debe concretar también aquí el tema de la disponibilidad

de la información, así como el debate en torno al borrador del informe, para que de esta

forma se tengan en cuenta las consideraciones parciales que se den y se le ofrezca a las

y los protagonistas la oportunidad de presentar sus propias interpretaciones sobre las

opiniones expresadas en el mismo e incluso re-elaborar conjuntamente lo que se

considere oportuno en su momento.

Otro aspecto que me parece fundamental era la reflexión en torno a que si

definimos la actividad investigadora como sistemática de ahí me parece obvio que se

deriva un aspecto ético importante, es decir, desde esa necesidad epistemológica de

rigurosidad, pero eso sí, sin olvidar lo que tan bien expresa WOODS (1998) al afirmar que

la ciencia y el arte descansan en la misma clase de imaginación creadora. Se trata, en este

sentido, de una relación de necesaria reciprocidad.

Retomando un poco el hilo de lo anterior, en esta dinámica establecida a partir de la

reunión de presentación del documento de negociación lo que buscaba es el consenso, a la

manera habermasiana, para lo cual propuse la adopción y el compromiso de los siguientes

principios éticos:

a) Negociación del acceso a todos aquellos contextos de carácter privado que

contengan informaciones relevantes para la investigación, recabando la autorización de

todas las personas.

b) Importancia de que ninguna persona implicada tenga acceso privilegiado a los

datos, salvo en aquellos casos en los que una persona sea la única fuente de los mismos, así

como que nadie pueda vetar, impedir u obstaculizar la contribución de otras personas.

c) Cualquier información que se obtenga podrá ser tenida en cuenta si se considera

relevante, tomando siempre en consideración las diferentes perspectivas de todas las

personas implicadas en la investigación.

d) La confidencialidad de las informaciones vendrá asegurada por el anonimato de

las personas participantes en el informe y cuantos documentos al respecto se hagan

públicos. Como procedimiento de garantía del anonimato se recurrirá al camuflaje de los

nombres de las y los participantes y los centros donde trabajan, así como optar también,

314

cuando fuera posible o aconsejable, al camuflaje de aspectos que pudieran hacer

reconocibles a las personas, lugares o situaciones, pero sin alterar en ningún momento el

sentido básico y esencial de los datos.

e) Será objeto expreso de negociación del informe, previamente a su entrega

definitiva, la exactitud de los datos, así como la interpretación de los mismos. Para ello se

ofrecerá a las personas directamente implicadas en el mismo la oportunidad de realizar

cuantos comentarios crean oportunos, en orden a completarlo y mejorarlo. Incluso, si se

estima oportuno, se ofrece la posibilidad de realizar uno distinto del presentado.

f) El informe de investigación será accesible a todas las personas participantes en el

proceso de investigación que lo soliciten.

g) Los posibles desacuerdos particulares sobre ciertas informaciones serán

dirimidos directamente entre el investigador y la persona o personas implicadas. En caso

de desacuerdo se harán constar en el informe las interpretaciones discrepantes.

Finalmente, los resultados de la investigación se debían explicitar teniendo en

cuenta varias dimensiones, para así cubrir mejor las pretensiones, la coherencia interna

y ecológica de la investigación y el sentido político que conlleva. Por lo tanto, las

conclusiones debían implicar, de manera más o menos explícita, las siguientes

dimensiones de análisis:

a) Desde las cuestiones de investigación.

b) Desde las categorías de análisis.

c) Desde la repercusión de la investigación en el grupo de reflexión.

d) Desde mi aprendizaje en el propio proceso de investigación.

e) Desde las nuevas perspectivas a partir de las conclusiones presentadas.

Como dije anteriormente, esta investigación parte de un colectivo y tiene sentido si

revierte en él. Por ello, y dadas las peculiaridades de este estudio de caso, he considerado

un acto de coherencia que la entrega del informe para su discusión en la reunión de

negociación final fuera en su totalidad, es decir, sin omitir aspectos metodológicos o de

otro tipo como los explicitados en esta parte empírica, por lo que puede que no se

considerara un ‘informe al uso’, pero sí creo que esto reflejaba mejor el proceso de la

315

investigación, lo cual consideraba importante compartir con las personas que han

participado en todo ese proceso.

Esta aportación al grupo se vio refrendada por una sesión de evaluación final y

negociación del informe (Junio de 2002) en la cual se debatió sobre el mismo tras la

lectura previa realizada por las personas pertenecientes al colectivo. Dicha sesión fue

concebida y desarrollada desde la perspectiva de qué hemos aprendido de todo esto, qué

nos aporta lo expresado en el informe de la investigación, qué pistas nos abre de cara al

futuro y en qué puntos pudiera haber divergencias o conflictos en las interpretaciones.

La valoración global del informe he de decir que fue muy positiva, no

considerándose necesario realizar ninguna matización o modificación al mismo por parte

del grupo, por lo que la sesión se centró más en la propia introspección que supone esta

investigación en el colectivo y el jugo sacado de la misma, lo que a su vez me ofreció

indicadores como para ir desentrañando las implicaciones, como he dicho, para el grupo,

así como las perspectivas de futuro que se abren, además de enriquecer mi propio

aprendizaje como investigador.

Antes de continuar, hago un paréntesis de procedimiento para explicitar que, cuando

en el análisis categorial haga referencia a una cita textual, ésta vendrá acompañada por

uno de los siguientes identificadores junto con la fecha correspondiente:

- Entrevistas Individuales.

- Entrevistas Colectivas.

- Diario de Investigación, tanto de las reuniones del grupo y asambleas como

de las observaciones en las aulas.

- Documentos del Grupo de Profesorado, aportados a reuniones, asambleas,

cursos, etc.

En los mismos la mención expresa a la persona, maestra o maestro, que ha

manifestado esa idea o comentario se da mediante las letras X, Y y Z, que se

316

corresponden con las que designan los tres ejes del espacio tridimensional, de manera

que, mediante esta metáfora, quede reflejada también la idea de complementariedad y

colectividad de dichas informaciones.

Al comienzo de esta investigación expuse que la forma de acercarme al foco de

estudio de la misma sería desde una perspectiva múltiple. Pues bien, por esa cuestión

voy a presentar la información de este informe narrativo en diversos apartados de

manera que entre todos se cubra lo pretendido con las cuestiones de investigación y

también por la propia evolución y las necesidades que ha ido marcando el desarrollo de

la misma.

No obstante, y como paso previo que nos permita entender mejor el contexto del

estudio de caso, he preparado dos apartados donde se intenta reflejar, por un lado, la

dinámica del trabajo general y los principios metodológicos del Proyecto Roma, pues no

olvidemos que este grupo de profesorado pertenece al mismo; y por otro explicitar

siquiera someramente la manera en la que los componentes del colectivo ponen en

práctica el modelo educativo del Proyecto Roma en las aulas en coherencia con sus

planteamientos ideológicos y didácticos a través del desarrollo de Proyectos de

Investigación en sus clases. Ambos aspectos van a aparecer en el informe de

investigación y su conocimiento específico nos ayudará a entender el propio informe, la

labor del grupo, su historia y evolución, lo cual nos permitirá ir dándole respuestas a las

cuestiones de investigación y las pretensiones de esta investigación.

317

5.2. El Proyecto Roma: un modelo educativo para la escuela y la

familia desde los principios de la cultura de la diversidad

Debido a que el Grupo de Profesorado objeto de esta estudio de caso se encuentra

inscrito dentro del proyecto de investigación educativa conocido como Proyecto Roma

(LÓPEZ MELERO, 2003), he considerado oportuno, como cuestión previa al informe

de investigación, intentar explicar siquiera someramente sus principios y su proceso de

investigación general, de manera que también quede constancia de cara a comprender

mejor la labor de introspección en el grupo de profesorado existente en dicho proyecto

de investigación.

El Proyecto Roma, como proyecto de investigación, tiene dos finalidades

principales:

a) Aportar ideas y reflexiones sobre la construcción de una nueva teoría de la

inteligencia a través del desarrollo de procesos cognitivos, afectivos,

lingüísticos y de autonomía en las personas excepciones, y

b) Desde el punto de vista de la educación en valores, se centra en lograr la

mejora de los contextos familiares, escolares y sociales desde la convivencia

democrática y la valoración de las diferencias.

Estas finalidades, como en todo proceso de investigación, deben ser coherentes

con el método de investigación elegido. Por ello la idea central en el Proyecto Roma, en

relación a la metodología de investigación, es la de ofrecer una ayuda a los distintos

grupos que lo componen (familias, profesorado y mediación) para la toma de

conciencia de su papel protagonista en la educación de sus hijas e hijos y alumnado,

aprendiendo a buscar estrategias comunes frente a las preocupaciones temáticas que

surjan desde los procesos de enseñanza-aprendizaje en los que se encuentran, además

de para que desarrollen la autonomía suficiente como para reflexionar y analizar

conjuntamente lo que hacen para mejorar sus contextos y saber por qué hacer lo que

hacen dentro de un marco de búsqueda del cambio social desde la comprensión de las

318

limitaciones e incompresiones sociales en torno al desarrollo de la Cultura de la

Diversidad (LÓPEZ MELERO, 1999 y 2000) en los diferentes contextos de acción en

los que desarrollen su quehacer.

Además, dado que ésas son sus finalidades, su propósito, desde un punto

metodológico, no va a consistir en agrupar datos con fines de generalización, sino

conocer, comprender, valorar y respetar una realidad compleja como es todo lo

relacionado con procesos educativos para su mejor comprensión y la formación con sus

protagonistas de una comunidad educativa (auto)crítica. Por ello el Proyecto Roma se

define como una investigación comprometida con la comprensión y la transformación

de la realidad familiar y escolar, de cambio permanente en sus pensamientos y en sus

actuaciones mediante la colaboración con otras familias, con el profesorado y la

mediación. Es desde aquí que podemos, siguiendo a LÓPEZ MELERO (2003),

considerar que lo que aporta el Proyecto Roma es un modelo educativo en la familia y

en la escuela basado en la investigación como fundamento para el aprendizaje dialógico

y crítico, con una fundamentación científica sólida (VIGOTSKY, BRUNER, DAS,

LURIA, HABERMAS, KEMMIS, MATURANA,...) y que supone un intento de

conocer y comprender mejor a las personas e incide en su calidad de vida al enfatizar el

desarrollo de un modo cooperativo de relacionarse con el otro, más democrático,

solidario y justo, donde las personas excepcionales no sean segregadas ni tampoco una

adenda, sino donde sean consideradas ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho.

Comprender este pensamiento sobre la investigación-acción desde una

perspectiva kemmisiana, significa que todas las personas han de reconocerse como

participantes activos (protagonistas) en su labor educativa, cada cual en su contexto, así

como de que también han de ir tomando conciencia de que han de cambiar su

pensamiento, sus actitudes y modos de acción sobre la base de la búsqueda de procesos

de ilustración colectivos, pero eso sí, respetando los ritmos para el cambio de las

personas y colectivos involucrados desde su consideración experiencial e histórico-

cultural, si bien con el convencimiento de que lo fundamental es el trabajo cooperativo

y no las dificultades que surjan en dicho proceso.

319

Por eso desde el Proyecto Roma se considera que la investigación-acción crítica

ofrece grandes posibilidades para comprender, describir y establecer normas de acción

conjuntas en todas las situaciones problemáticas que surjan en cada caso concreto, ya

sea en el ámbito de las familias como en el del profesorado en su propia práctica

docente, compartiendo siempre una misma Preocupación Temática en situaciones

reales, lo que provoca que se compartan también mundos de significados para

interpretar y transformar los acontecimientos que acontezcan en torno a la

investigación, y ello gracias a que a través de la investigación-acción se pone el proceso

de investigación educativa bajo el control de los protagonistas, en este caso los grupos

de familias, el profesorado y la mediación.

Es por eso que, de acuerdo con el pensamiento kemmisiano y las finalidades del

Proyecto Roma, dentro del mismo se unen la metodología de estudios de casos con la

investigación-acción. Los estudios de casos en el sentido de los casos que constituye

cada familia, conjuntamente con el profesorado de sus hijas e hijos y las personas

mediadoras (facilitadoras del diálogo entre los contextos y representantes teóricos y

metodológicos del Proyecto). Y la investigación-acción desde el desarrollo de las

cuatro fases de la misma (planificación, acción, observación y reflexión) tanto en los

grupos de reflexión (familias, profesorado y mediación), a través de reuniones

periódicas, como en todo el colectivo del Proyecto Roma, mediante las Asambleas

Generales del Proyecto.

Ahora bien, como este proceso de investigación-acción prevé la colaboración

entre diversos colectivos y culturas con información desigual sobre el tema pero todos

unidos por una preocupación compartida, de ahí nace el compromiso de ir

construyendo el proyecto poco a poco, desde las necesidades y desde las iniciativas

propias de cada colectivo para evitar la ‘imposición’ desde fuera de un modelo

educativo construido a espaldas de los propios protagonistas, para lo cual desde la

reflexión conjunta se pretende crear un lenguaje común que permita construir

estrategias de acción cooperativas, siendo imprescindible para ello la aportación de

todas y todos, de manera que la investigación-acción se convierte en una ayuda

320

permanente para ayudar a conocer mejor los ambientes familiares y escolares, al

permitir estos colectivos conocer sus contextos y reflexionar conjuntamente.

Como síntesis de todo lo anterior se puede decir, nuevamente partiendo de

LÓPEZ MELERO (2003), que desde el punto de vista metodológico el Proyecto Roma

se define como una investigación-acción de características peculiares dado que:

a) Se trata de una investigación-acción de carácter transformador de la realidad, ya

que parte de una situación problemática (relacionada con la Cultura de la

Diversidad y la situación de las personas excepcionales) y a partir de ella se

planifica una investigación con todas sus etapas, para conocerla, comprenderla y

aportar elementos de análisis y posibles soluciones a la misma. Es, por tanto, una

investigación hecha en la realidad y que produce cambios en las prácticas

educativas y sociales a partir de los cambios propuestos por la teoría.

b) En la investigación-acción quienes investigan forman parte de la investigación,

como es el caso del Proyecto Roma, donde participan diferentes colectivos con una

misma preocupación temática acerca de la Cultura de la Diversidad.

c) La investigación-acción crítica es aquella que tiene un trasfondo ético y moral y

busca el cambio, hacer conciencia y la emancipación de los implicados. Los

contextos participantes en el Proyecto Roma se comprometen en el desarrollo de

una sociedad mejor y más diversa aprendiendo a través de un trabajo cooperativo

para mejorar sus propias prácticas y profundizar en la comprensión de las mismas y

del proceso de cambio que se está produciendo.

d) Se trata de una investigación-acción de las denominadas de ‘ciclo largo’, debido

también a que el horizonte del cambio pretende llegar más allá de la sociedad en la

que se encuentra inscrita y se expande por toda Andalucía, otras comunidades

autónomas y varios países latinoamericanos (Argentina, Brasil, México,...).

321

e) En ella, además de la propia dinámica interna que lleve cada grupo (si bien siempre

de manera coherente con los principios del Proyecto), existen cuatro reuniones

anuales de carácter Asambleario y donde se cierran y abren los ciclos de

investigación-acción que conforman la espiral autorreflexiva de KEMMIS a partir

de las aportaciones de los colectivos y los casos sobre el tema de investigación

propuesto y la nueva propuesta para el siguiente ciclo, que siempre emerge de las

preocupaciones temáticas que elige la propia Asamblea, en la cual se planifica

también el siguiente plan de acción, etc. De esta manera se ha establecido el Plan de

Acción a seguir que, a modo kemmisiano, se puede sintetizar en:

1. Planificación de la acción conjunta (Asambleas Generales)

2. Actuaciones por ámbitos o contextos (familias y profesorado, a través de

Proyectos de Investigación, entrevistas con cada Estudio de Casos)

3. Observaciones en los distintos contextos (mediación, informes de los

protagonistas, videos, etc.)

4. Reflexiones conjuntas (por grupos de reflexión de familias, profesorado y

mediación) en torno a la idea central y

5. Reformulación crítica de todo el plan para mejorarlo (Asambleas Generales)

Para lo cual hay establecidas tres tipos de reuniones:

a) Contextos específicos: reuniones de todos los participantes de cada grupo

(familias, profesorado y mediación).

b) Reuniones de Casos: reuniones de cada familia con su mediadora y con su

maestra o maestro, en los casos que sea posible.

c) Asambleas Generales. En este caso las reuniones son con todos los

representantes desde los distintos contextos y se hacen exposiciones por grupo de cómo

se ha trabajado (contextos específicos), subrayando aspectos muy significativos por

cada grupo y, además, se exponen las reuniones del caso y se reflexionará

conjuntamente sobre los puntos más significativos, relevantes y de interés común.

322

La Investigación-Acción nos reconoce como seres sociales y participantes

activos en la (re)construcción de nuestro mundo de significados y esto es algo central

dentro del Proyecto Roma, donde una idea fundamental es que para cambiar primero

debemos cambiar nosotros mismos transformando nuestros discursos, formas de

organización, prácticas y pensamientos. Por ese afán de cambio puede considerarse un

proyecto de investigación-acción crítica, porque, como diría LÓPEZ MELERO (2003),

se cuestiona lo que es para mirar hacia lo que debe ser.

323

5.3. El Grupo de Profesorado y el modelo educativo del Proyecto Roma:

los Proyectos de Investigación en el aula

Dentro del Proyecto Roma el grupo de profesorado del mismo desarrolla su

quehacer en el aula, en coherencia con sus principios teóricos, desde lo que hemos

denominado Proyectos de Investigación, los cuales han sido denominados así porque en

el Proyecto Roma se considera que la investigación es la base del aprendizaje. En este

apartado quisiera destacar sus rasgos principales, de manera que esto nos permita

comprender mejor la labor del colectivo y el modelo educativo del Proyecto Roma. De

esta manera, lo que pretendo por un lado es desarrollar la labor del grupo desde la

posición de la innovación educativa y por otro el conseguir un conocimiento que

ayudará a entender el resto de las categorías de análisis desde la comprensión de la

importancia que para el mismo tiene la coherencia entre la teoría y la práctica, entre el

decir y el hacer, de manera que se perciba que la labor del colectivo no se plasma sólo

en buenas intenciones o reflexiones didácticas generales, sino que constituye y tiene

detrás todo un modelo holístico que se ha estado y se está llevando a cabo en varias

aulas de colegios de la provincia de Málaga. En este sentido, aclaro nuevamente que la

información aquí presentada es propiedad intelectual del Proyecto Roma, dirigido por el

profesor MIGUEL LÓPEZ MELERO, así como desde el ámbito escolar del grupo de

profesorado en su conjunto, lo cual incluye también los gráficos que en este apartado

desarrollo. La primera frase del documento base del Proyecto Roma comienza de esta

manera: “Esta es una investigación colectiva.” Por lo tanto, así debe comprenderse y

reconocerse.

Los proyectos de investigación en el aula tal y como se entienden en el grupo de

profesorado del Proyecto Roma se basan en varios principios ligados a la cooperación

como base del aprendizaje y a toda una concepción global del ser humano, es decir, no

se encuentran enfocados únicamente al desarrollo académico en el aula, sino al

desarrollo integral de todo el alumnado, sin excepciones. En palabras del grupo:

324

“Con los proyectos de investigación se realiza un salto cualitativo porque se lleva a

cabo aquí lo del trabajo cooperativo, porque el desarrollo de los proyectos está

basado en el trabajo en grupo, el trabajo cooperativo. Además, se fundamentan

claramente en lo que es el conocimiento en sí, la forma en que el conocimiento se

produce. El conocimiento no se genera, tal y como dice la didáctica clásica, a

través de unos objetivos, de unos contenidos, de unas actividades, sino más

partiendo de lo que sabe una persona y haciendo una espiral, justamente al revés,

pues se parte de lo que sabe la persona, se parte de la evaluación y no se llega a

ella. Entonces los proyectos están fundamentados en esa didáctica de la

cooperación, en la que se establecen unos procedimientos y después se llega a unos

contenidos y a unos objetivos, pero no al revés.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva,

Abril 2002)

De esta manera, el propósito principal de los proyectos de investigación es

generar un proceso lógico de pensamiento en el alumnado y despertar en ellos la

emoción por conocer, de forma que esto les permita desarrollar estrategias para afrontar

de manera autónoma, crítica y solidaria su proceso de aprendizaje y de vida. De esta

manera se puede afirmar que a través de los Proyectos de Investigación se pretende

“...lograr una metodología que favorezca el aprendizaje autónomo mediante la

toma de decisiones reales y el desarrollo de las estrategias para ‘aprender a

aprender'. Para nuestro grupo, los proyectos de investigación, son la base de la

enseñanza o mejor dicho del proceso de enseñanza y aprendizaje, como esa actitud

de búsqueda permanente en nuestro hacer didáctico; más aún, es el modo de

entender el concepto de investigación en el Proyecto Roma” (Informe del Grupo de

Profesorado, Asamblea de Octubre de 2000)

Se trata, en definitiva, de unas finalidades muy concretas:

“Las finalidades que tienen son todo el desarrollo del conocimiento, sin que haya

esa fragmentación que establece el tema de las disciplinas, de las asignaturas, que

surgen o en la escuela lo que producen es una fragmentación de la realidad y del

conocimiento de esa realidad. Entonces los proyectos lo que hacen es reintegrar o

devolverle a la realidad y al conocimiento de la misma una unidad que se ha

partido artificialmente a través de las disciplinas. Después, para nosotros el

325

desarrollo del proyecto de investigación tiene una de las finalidades en recuperar la

emoción por conocer. La escuela es un sitio que termina matando la curiosidad de

los niños tal y como está planteada dentro de una didáctica clásica, y al matar esa

curiosidad mata el deseo de saber, de conocer. Los proyectos surgen de la

curiosidad del alumno, de sus preocupaciones, de lo que le preocupa, de lo que le

interesa, y así devuelve, recupera ese deseo de saber, de buscar información, de

averiguar, y convierte realmente al alumno en protagonista de su propio

aprendizaje. Entonces, para nosotros en los proyectos en realidad no es tanto el

resultado final lo que nos preocupa sino el desarrollo del proceso del proyecto, que

es lo más interesante, porque va dando herramientas para controlar y para dirigir su

propio aprendizaje, y va despertando en él ese deseo de investigar y de convertirse

en un investigador de la realidad.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Y es que tener unos principios te lleva no sólo a poseer una base desde la que

construir, sino a tener sobre todo claro qué es lo que no tenemos que hacer, porque no

debemos olvidar que lo que queremos es formar seres pensantes y críticos, gente que

sea capaz de tener criterio propio y de hacerlo desde el diálogo y con argumentos

racionales. Y para ello partimos de la fundamentación teórica que nos brinda el modelo

educativo del Proyecto Roma (LÓPEZ MELERO, 2003):

“La fundamentación de los proyectos es la misma que la del Proyecto Roma en sí,

es decir, el uso del diálogo en las asambleas, donde está Habermas; la socialización

del aprendizaje, donde está Bruner y Vigotsky, etc. Como en los proyectos

partimos de lo que saben, de las ideas previas de los alumnos, es partir de su zona

de desarrollo actual, y siempre se ve qué se quiere saber, que sería establecer la

zona de desarrollo potencial. Entonces, ahí en medio es donde queda el proyecto, lo

que permite desarrollar esa zona de desarrollo próximo. Todo los autores están

metidos en cierta manera en la dinámica de trabajo de los proyectos de

investigación.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Por ello partimos de las cuatro dimensiones del desarrollo definidas en el Proyecto

Roma (LÓPEZ MELERO, 2003), en el cual se entiende que en el cerebro podemos

distinguir cuatro dimensiones principales, íntimamente relacionadas, como son los

procesos cognitivos, el lenguaje, la afectividad y la autonomía, las cuales suponen en

326

ese orden el desarrollo de un proceso lógico de pensamiento, ya que ante cualquier

situación primero pensamos y planificamos, después nos vamos al lenguaje y lo

comunicamos, a continuación disponemos o tenemos en cuenta las normas y valores

que se dan en esa situación y finalmente lo hacemos o ponemos en práctica. Entonces,

partiendo del principio de LURIA de que el cerebro es el contexto, lo que se decidió

desde el grupo de profesorado con el asesoramiento del Director del Proyecto Roma fue

transformar el contexto (en este caso las aulas) en el cerebro, bien físicamente (para las

aulas de niños y niñas más pequeños, a través de zonas definidas en el aula para cada

dimensión) o no (pues no es necesario en alumnos y alumnas mayores), ya que lo

importante es el desarrollo del proceso lógico de pensamiento subyacente a los

proyectos de investigación. Después, poco a poco se han ido perfeccionando las zonas y

aclarando qué cuestiones o actividades se correspondían a cada una, pero siempre sin

perder de vista la estrecha interrelación entre las mismas, no como entes separados y sin

conexión.

Esas cuatro dimensiones están compuestas a su vez por una serie de categorías

que les otorgan contenido y concreción, las cuales vamos a ver en el siguiente esquema

gráfico:

LENGUAJEPROCESOS

COGNITIVOS

AFECTIVIDAD AUTONOMÍA

•Atención

•Percepción•Memoria:Procesos Simultáneos

Procesos Sucesivos•Procesamiento deInformación e Itinerarios

Mentales•Organización del Espacio•Organización del Tiempo

•Planificación

•Codificación

•Decodificación•Lectura•Escritura

•Lógico-Matemático•Música•Plástica

•Conocimiento del

Cuerpo•Lateralidad•Praxia: Gruesa y Fina

•Autonomía: Física,Personal, Social,Moral

•Valores

•Normas•Valoración de lasDiferencias

327

Partiendo, por tanto, de esta concepción del ser humano, dentro del Proyecto

Roma, y en coherencia con los principios didácticos ya expuestos y la metodología de

investigación-acción crítica, definimos una serie de momentos de análisis que

constituyen la base para la construcción de los proyectos de investigación y que son

paralelos, como se puede comprobar, a las cuatro fases de la investigación-acción según

KEMMIS (planificación, acción, observación y reflexión) y constituyen como en el

caso del modelo kemmisiano una espiral autocrítica de conocimiento y acción. Dichos

momentos de análisis son la asamblea inicial, el trabajo por grupos heterogéneos, el

momento personal y la asamblea final o evaluativa. Gráficamente podemos ver estos

momentos en el siguiente esquema:

MOMENTOS DE ANÁLISIS, ACCIÓN

Y REFLEXIÓN EN EL AULA

ASAMBLEA

• Curiosidad • Ideas Previas • Cuestiones • Socialización del

aprendizaje • Necesidad de

Grupos Heterogéneos

GRUPOS DE TRABAJO

• Organización de Espacio y del Tiempo. • Materiales Necesarios. • Planificación. Procedimientos de

Trabajo. • Papel, Funciones y Responsabilidades

Personales. • Contraste de Pareceres. • Aprender Participando.

Democratización.

PERSONAL

• Análisis, Acción y Reflexión Personal

• Afectividad. • Autonomía. • Diversidad.

ASAMBLEA

•¿Qué he comprendido? •¿Qué me queda por comprender? •Evaluación del Proceso:Autoevaluación

LA ESCUELA ENSEÑAR A PENSAR Y COMPARTIR

EMOCIÓN DE CONOCER

(Actividad Solidaria)

328

Una vez introducidos estos dos elementos (las dimensiones de desarrollo y los

momentos de análisis), vamos a analizar el proceso de desarrollo de un proyecto de

investigación en el aula, y lo haremos de la mano de otro esquema más elaborado y que

sintetiza todo el proceso, de manera que posteriormente podamos explicarlo con más

detalle, todo ello recordando la aportación de VIGOTSKY de la que partimos al

considerar el aprendizaje como socialmente construido que primero se da a un nivel

interpsicológico y posteriormente a un nivel intrapsicológico.

329

PROYECTOS

CURIOSIDAD PLANIFICACIÓN

COMPARTIR EL TRABAJO

EVALUACIÓNDEL PROCESO

CURIOSIDAD

¿Qué sabemos? ¿Qué nos gustaría saber? CONCEP-TOS

PREVIOS

¿Qué sabía-mos?¿Qué hemos aprendi-do?¿Qué nos queda por apren-der?

¿Qué quere-mos

seguir apren-

diendo?

ASAMBLEA

LENGUAJE PROCESOS COGNITIVOS

AFECTIVIDAD AUTONOMÍA

•Atención•Percepción•Memoria: Procesos SimultáneosProcesos Sucesivos

•Procesamiento de Información e Itinerarios Mentales•Organización del Espacio•Organización del Tiempo•Planificación

•Codificación•Decodificación•Lectura•Escritura•Lógico-Matemático•Música•Plástica

•Conocimiento del Cuerpo•Lateralidad•Praxia: Gruesa y Fina•Autonomía: Física, Personal, Social, Moral

•Valores•Normas•Valoración de las Diferencias

PECULIARIDAD

LENGUAJE PROCESOS COGNITIVOS

AFECTIVIDAD AUTONOMÍA

•Codificación•Decodificación•Conversar•Diálogo

•Normas•Valores•Valoración de las Diferencias

•Autonomía Física•Autonomía Personal•Autonomía Moral•Autonomía Social

•Memoria:Procesos SimultáneosProcesos Sucesivos

•Organización del Espacio•Organización del Tiempo•Planificación de Acciones/en la Acción•Mayor Comunicación: Apropiación del Contexto•El Lenguaje ofrece:

-Saber pedir ayuda- Saber Conversar-Desarrollo de la Identidad Personal

•Cooperación, Solidaridad, Responsabilidad•Normas •Valores•Valoración de las Diferencias

•Planificación de AccionesPlanes

•Planificación de Operaciones

•La Conversación •Diálogo

•Autonomía Personal•Autonomía Moral•Autonomía Social

•Memoria:Procesos SimultáneosProcesos Sucesivos

•Organización del Espacio•Organización del Tiempo•Planificación de Acciones/en la Acción•Normas•Valores (entendiendo el Lenguaje como Comunicación)

Lateralidad: Praxias Gruesa y FinaEsquema Corporal, Tono y Equilibrio•Autonomía Física y Personal•Autonomía Social y Moral

ASAMBLEA PERSONALGRUPOS

HETEROGENEOS ASAMBLEA

330

Lo primero que podemos apreciar es que en los proyectos de investigación se

empieza en una asamblea donde conjuntamente alumnado y profesor o profesora

participan de manera igualitaria, aunque sus responsabilidades sean diferentes. La

asamblea constituye el primer momento de socialización del aprendizaje y un momento

de encuentro colectivo donde todo el mundo tiene el derecho de participar porque todas

las opiniones son valiosas y aportan cosas positivas, siempre y cuando se argumenten y

respeten a los demás.

Como hemos visto, la asamblea inicial constituiría el punto donde se

establecería, siguiendo a VIGOTSKY, la zona de desarrollo inicial, es decir, donde se

establece el tema y las cuestiones a investigar desde la curiosidad y el deseo de conocer,

desde los intereses y necesidades del alumnado, de manera que identifiquemos y

consensuemos colectivamente qué queremos saber y también qué sabemos sobre ese

tema o cuestión planteada (ideas previas del alumnado al respecto). Además de este

aspecto colectivo, en esta asamblea inicial cada uno de los componentes de la asamblea

establece también, desde su peculiaridad, aquello que desea lograr a través de este

proyecto de investigación, aquello que específicamente le interesa desarrollar o

aprender. Veamos con un ejemplo cómo emerge un proyecto de investigación de una

asamblea:

“Un proyecto surgió de los intereses de los niños y niñas porque un compañero

suyo era negro y ellos se preguntaban si por dentro era igual que ellos y qué les

diferenciaba en su cuerpo, etc. De ahí emergió la necesidad en la asamblea de

conocer más de ese tema y del cuerpo humano en general. A partir de esa asamblea

inicial se hicieron los grupos de trabajo en torno a las cuestiones de investigación y

se planificó cómo se le iba a dar respuesta a las mismas (en la zona de pensar,

procesos cognitivos) para después seguir el proceso lógico de pensamiento en el

proyecto pasando por la zona de comunicar (lenguaje), la de afectividad (normas,

valores) y la de autonomía (acción).” (Observación en aula de X, Diario de

Investigación, Noviembre 2000)

Esto nos introduce en el segundo momento de análisis, que es la constitución de

grupos heterogéneos. El trabajo en grupo es la base de los proyectos de investigación y

331

donde se producen los intercambios entre el alumnado, se desarrolla el proceso lógico

de pensamiento a través de las zonas de desarrollo y se establecen las funciones y

responsabilidades de cada componente del grupo, de forma que podamos dar respuesta

de manera cooperativa a las cuestiones planteadas en la asamblea inicial y busquemos

las estrategias más apropiadas para ello según el proyecto desarrollado. En concreto, en

el grupo de profesorado del Proyecto Roma consideramos que el número de

componentes del grupo debe ser de cuatro o cinco, teniendo cada cual una

responsabilidad distinta, a saber: coordinador/a, secretario/a, encargado/a de material y

portavoz. En el caso de que sean cinco los componentes, suelen ser dos los encargados

de material.

De esta manera, en la zona del pensamiento el grupo planificaría cómo buscar

esas respuestas y las estrategias a usar, saber elegir qué procedimientos son más

adecuados, dónde podemos buscar la información o lo que nos haga falta, cómo la

seleccionamos, la temporalización del proyecto, de qué manera se va a presentar lo

averiguado, así como planificar incluso los imprevistos que puedan surgir y cómo darle

respuesta también a los mismos, estableciendo por tanto el plan de acción para todo ello.

A partir de ahí pasaríamos a la zona de comunicación (donde estaría todo lo referente al

lenguaje en sus distintas manifestaciones), a la de la afectividad (estableciendo las

normas, valores y la valoración de las diferencias) y por último a la de la autonomía,

donde se pondría en acción el proyecto y se tendrían en cuenta las distintas

manifestaciones de la autonomía: física, personal, social y moral. De todas formas,

quisiera insistir en una puntualización en torno a las zonas de desarrollo, de mano de los

componentes del colectivo:

“Esta organización espacial, insistimos, es necesaria en un alumnado de tan corta

edad porque se trata de la mejor manera de que puedan vivenciar todo el proceso,

es decir, la dinámica de trabajo que estábamos estableciendo en clase. Pero no

podemos olvidar que esto es sólo una estrategia metodológica que nos permita

ayudar al alumnado a la comprensión del ser humano a través de esta distribución

espacial que no pretende ser fragmentaria, sino holística en su concepción. Así

como tampoco podemos obviar, y ésta es una idea fundamental para nuestro grupo

y para comprender nuestro quehacer educativo, que nosotras y nosotros, desde los

principios del Proyecto Roma, lo que proponemos es un modo de pensar, de

acercarnos al conocimiento y reconstruirlo, y para ello utilizamos como excusa el

332

aula. Se trata de enseñar, de aprender conjuntamente un proceso de pensamiento,

siendo el trabajo de clase, las estrategias metodológicas y la cultura escolar un

pretexto necesario, pero no un fin en sí mismo” (Informe del grupo de profesorado,

Asamblea de Octubre de 2000).

De forma simultánea a este trabajo en grupos heterogéneos (cuyos únicos

requisitos para su formación es que sean mixtos y que a lo largo del curso todo el

alumnado haya participado en algún proyecto con el resto de sus compañeras y

compañeros) se desarrolla el momento personal, en el cual desde la peculiaridad de cada

cual se ha centrado eso que se desea aprender en una dimensión y donde cada

componente aporta al grupo su modo particular, propio de concebir el proyecto de

investigación y es aquí donde salen a relucir las peculiaridades de cada cual. En este

sentido hay que decir que en el Proyecto Roma se parte del hecho de que cuando existe

alguna dificultad en una zona de desarrollo no se interviene directamente en la misma,

sino que se hace desde las otras tres dimensiones, pues la investigación nos ha llevado a

desarrollar un esquema al respecto que se encuentra en el gráfico anterior. Así, si existe

una situación problemática en el lenguaje, se vería desde los procesos cognitivos, la

afectividad y la autonomía, atendiendo así a la diversidad de todo el alumnado y

evitando otras medidas segregadoras como las adaptaciones curriculares. De todas

formas, hay que decir que seguramente este momento personal haya sido el que más

dificultades ha planteado en su desarrollo, como manifiestan los componentes del

grupo:

“La principal dificultad que tuvimos desde el principio es que como decíamos que

para solucionar cualquier dificultad en alguna de las dimensiones debemos ir a las

otras tres y no intervenir directamente en esa dimensión, ya que en la afectividad

nos creaba problemas, no así en los otros casos, pero era que no estaba claro el

momento personal, aunque después descubrimos y le dimos coherencia a ese

momento personal.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Una vez realizado el proyecto concreto por parte de cada grupo, pasamos al

cuarto momento de análisis, que es la asamblea final o evaluativa como cierre y también

como principio. Como cierre porque en ella se establece democráticamente y se expone

lo desarrollado por cada grupo de trabajo como momento para la reflexión de todo el

proceso del proyecto (de dónde se partió, qué dificultades han tenido y qué estrategias

333

han utilizado para salvarlas, qué logros, qué lagunas permanecen, cómo ha sido la

planificación, cómo ha sido la participación de cada uno de los componentes del grupo,

cómo les gustaría seguir profundizando, qué cambios se han producido en el grupo y en

cada componente, qué nuevas dudas han surgido, etc.) y para el encuentro que nos

permita seguir avanzando en el conocimiento. Se trata de un momento para evaluar lo

genérico y lo específico, así como para la autoevaluación, y constituiría la zona de

desarrollo potencial, a la que habríamos llegado a través del desarrollo del proyecto de

investigación. Además, esta asamblea final constituye al mismo tiempo una nueva

asamblea inicial, puesto que a partir de las nuevas dudas e inquietudes generadas se

establecerá nuevas cuestiones y un nuevo proyecto de investigación, lo que abrirá la

espiral de conocimiento continuo que pretenden ser los proyectos de investigación.

De todas formas, lo mejor será ver todo lo explicitado hasta ahora a través de la

ejemplificación de un proyecto de investigación real, titulado ‘Los alimentos’, realizado

en un aula de primer curso de primaria, a través del proceso de elaboración del Plan de

Acción de uno de los grupos de los cinco grupos existentes en esa clase:

“1º Momento de Analisis:Asamblea Inicial. En el caso que nos ocupa, "Los

Alimentos", surge en la Asamblea de evaluación del tema de investigación anterior

sobre Nuestro Cuerpo (Octubre de 1999). En dicho proeycto anterior se llegó a la

conclusión de que el cuerpo humano es un organismo que funciona perfectamente,

donde todo está funcionando al unísono. Entonces, había que ver cómo tenemos

que cuidar ese organismo perfecto, y surgieron dudas sobre el cuidado del cuerpo,

y una de ellas es la alimentación, o sea, cómo debemos comer para cuidar el

cuerpo, y de ahí derivaron las cuestiones sobre los alimentos que son sanos y los

que no.

Las cuestiones de investigación que se originaron, por tanto, en la Asamblea de

Nuestro Cuerpo, supusieron una revaloración en la nueva Asamblea Inicial sobre el

tema de Los Alimentos, concretamente fueron éstas

1.¿Hay alimentos que son sanos y otros que no lo son?

2.¿Cómo sabemos que son sanos?

3.¿Cómo se elaboran los alimentos que son sanos?

Para dar respuesta a estas cuestiones, cada Grupo de Trabajo decide a través de qué

proyecto específico lo va a hacer, teniendo en cuenta que todas aquellas cuestiones

deben tratarse entre toda la clase, si bien no todos los Grupos deben investigar

sobre todas.

334

2º Momento de Análisis: Grupos de Trabajo. El trabajo en grupo es una forma de

despertar el sentimiento del intercambio más concreto entre el alumnado de

distintas características y peculiaridades y es la forma más lógica de redistribución

de responsabilidades y funciones de cada uno de los componentes del mismo en el

trabajo a realizar.

Volviendo a nuestro ejemplo y una vez que cada Grupo ha decidido el Proyecto a

desarrollar, se inicia el trabajo de búsqueda e indagación, en el cual los grupos

deben elaborar el plan que les va a permitir investigar la cuestión o cuestiones

elegidas entre las tres planteadas, estableciendo las estrategias y procedimientos

que consideren más adecuados para sus propósitos. Esta fase de planificación del

Proyecto se elabora en la Zona de Pensar, por la cual cada Grupo debe pasar. Pero

claro, ello implica que mientras tanto otros grupos deben ocupar las otras zonas,

para lo cual se realizan actividades preparatorias para el inicio de su proyecto que

se corresponden con la zona en la que en ese momento estén situados. También hay

que aclarar que esto es así por encontrarnos en nuestro ejemplo en un aula de

primero de Primaria, y como la Planificación es un proceso importantísimo para

nosotros y de orden superior, necesita de la guía de un adulto (la maestra en este

caso) en el caso de niños y niñas pequeñas. En el caso de cursos superiores, sin

delimitación física de zonas, los Grupos de Trabajo planificarían simultáneamente

sus Proyectos de Investigación.

De todas formas, como estamos desarrollando un ejemplo, y para comprender

mejor la dinámica de trabajo a través de las distintas zonas, vamos a centrarnos en

un Grupo de Trabajo que ya se encuentre en la Zona de Pensar, para comprobar

cómo investiga el tema de los alimentos.

-Zona de Pensar: Como ya hemos dicho, en esta primera zona el Grupo se reúne e

inicia sus deliberaciones en torno a cómo se las van a ingeniar para darle respuesta

a las cuestiones planteadas. En ese momento de planificación se están

desarrollando una serie de procesos cognitivos, tales como la percepción, la

atención y la memoria a través de la discriminación por medio de algunos sentidos

(tacto, gusto, oído y olfato) y la agrupación, clasificación y seriación de objetos en

alimentos y no alimentos. De esta forma, a través del conversar deciden que van a

llevar a cabo el proyecto de “alimentos sanos y alimentos no sanos” a través de la

elaboración de una tarta. Para ello, obviamente deben elaborar un plan previo para

ver cómo pueden hacer esa tarta, qué les hace falta para ello (receta, ingredientes,

utensilios de cocina,...), de cuánto tiempo disponen (1 semana en este caso), cómo

pueden compartirlo con las demás personas de la clase (haciendo una fiesta en la

alfombra e invitándolas), dónde pueden hacerlo (la receta en la zona de comunicar,

335

las invitaciones en la del amor y la tarta en la del movimiento),... También deben

considerarse en ese Plan los imprevistos posibles, las situaciones problemáticas o

dificultosas que nos podemos encontrar y que nosotros denominamos

familiarmente los “¿Y si...?: ¿Y si nos falta algo para hacer la tarta? ¿Y si no

sabemos como hacer algo? ¿Y si se nos cae algo al suelo? El propósito de esas

cuestiones es el desarrollo de estrategias para solucionar problemas y el fomento de

la autonomía de las niñas y niños.

-Zona de Comunicar: Tras la elaboración del plan, el Grupo pasa a continuación a

esta zona, en la cual van a poder desarrollar procesos de codificación y

decodificación mediante el uso de diversos sistemas de comunicación que nos

permitan expresar aquello que hemos planificado y trabajar a partir de ahí. En

concreto, para este Proyecto nuestro Grupo nominó y después leyó los nombres de

los ingredientes en carteles realizados para tal fin, a los cuales se unía el uso de la

fotografía como estrategia didáctica global. Además de la lectura, se hizo uso del

lenguaje lógico-matemático, a través del análisis y codificación de las cantidades

necesarias para la elaboración de la tarta, trabajando unidades, decenas y

realizando operaciones aritméticas básicas de sumas y restas, así como fracciones

como mitad, cuarta parte, etc. Por último, desde la escritura y el lenguaje simbólico

escribimos la receta de la tarta, los ingredientes y utensilios que necesitaríamos y se

realizaron dibujos de todo esto, así como el modo de hacer la tarta, para que

aquellas compañeras y compañeros que aún no sabían leer pudieran entenderlo y

colaborar.

-Zona del Amor: En esta zona acordamos las normas para la elaboración de la tarta

y para la fiesta de la alfombra: higiene, limpieza, colaboración, participación, etc.

Estas normas nos permiten desarrollar valores como solidaridad, compromiso,

respeto y valoración de la diferencia. Además, también en esta zona elaboramos las

invitaciones para todas las personas de la clase para la gran fiesta.

-Zona del Movimiento: Esta última zona supone la concreción de todo lo anterior,

que en este caso es la elaboración de la tarta y los preparativos para la fiesta. A

partir de este proceso pudimos trabajar el conocimiento del cuerpo, la lateralidad y

las praxias (gruesa y fina), además de fomentar y desarrollar la autonomía de las

niñas y niños a través de su quehacer. También hay que decir que este momento de

“puesta en práctica” del Proyecto supone muchas veces una ocasión para que

surjan problemas o imprevistos. En este Proyecto en concreto sucedió que a una

compañera no le gustaba el chocolate (principal ingrediente en origen de la tarta),

por lo que el Grupo decidió hacer una tarta con dos partes, una con chocolate y otra

sin él.

336

Esta manera de proceder corresponde con una secuencia coherente con

nuestros principios, al trabajar todas las áreas de desarrollo humano en un orden

lógico. Esto no quiere decir que en cada zona de desarrollo las actividades que se

realicen sólo trabajen aspectos de dicha zona, ni tampoco que el tipo de actividades

deban trabajarlo todo en cada dimensión, sino que aunque la configuración espacial

nos sirva como estrategia metodológica debemos tener siempre presente una

concepción holística del ser humano.

3º Momento de Análisis: Reflexión Personal. Una vez terminado el proceso de

Trabajo en Grupo por las distintas zonas, pasamos al tercer momento de análisis,

que es el personal. Éste supone el momento en el que cada alumna o alumno aporta

su modo particular de concepción del trabajo, desarrollando un pensamiento

lógico, propio, particular, único, personal. Es aquí cuando las peculiaridades de

cada niña y de cada niño salen a relucir y donde tienen que ofrecer ese modo

particular de concebir el tema o los medios para explicarlo o los modos de hacerlo,

pero hay que aclarar que es un proceso que se da de manera simultáneo al trabajo

en grupos heterogéneos. Además, se trata también de un momento personal para el

profesor o la profesora que durante ese tiempo debe, además de estar atenta a las

demandas de cualquier alumno, reflexionar sobre su propio papel en todo el

proceso. Luego todos expondrán en la Asamblea Final sus puntos de vista, sus

logros y sus perspectivas.

4º Momento de Análisis: Asamblea Final. Por último, al final del proceso volvemos

a la Asamblea como cuarto momento de análisis, en el cual la misma cobra sentido

desde ese modo democrático de actuar en clase en donde el portavoz de cada grupo

pone en común el trabajo de investigación: de dónde partieron, cuál fue el origen

de su investigación, qué sabían entonces y a dónde han llegado en el proceso de

aprendizaje, cuáles son las lagunas que aún permanecen, qué nuevas cuestiones se

han planteando, cómo les gustaría continuar avanzando y profundizando en el

tema, etc. Es un momento de análisis y reflexión de todo lo que se ha hecho y,

sobre todo, de cómo se ha hecho; de qué dificultades se han encontrado y de cómo

han intentado salvar los obstáculos y, además, es muy importante establecer cómo

está relacionado este tema con el siguiente para seguir aprendiendo. La Asamblea

Valorativa es un momento de encuentro individual y grupal y un encuentro para

seguir avanzando en el conocimiento. Se trata de un momento para la evaluación y

la autoevaluación. Para nuestro ejemplo, se llegó a la conclusión de que no todos

los alimentos dulces son poco sanos y, aprovechando que se estaba acercando la

Navidad y ésa es fecha para comprar dulces distintos a los del resto del año, así

como ocasión de adornar casa y calles, surgen de la Asamblea Final nuevas dudas

337

que darán pie a otro Proyecto de investigación” (Informe del Grupo de

Profesorado, Enero de 2000).

Para ver con más claridad todo este proceso, vamos a ver un nuevo esquema

gráfico sobre el desarrollo de este proyecto de investigación sobre ‘Los alimentos’.

338

ASAMBLEA

2º ZONA DE COMUNICAR

1º ZONA DE PENSAR

3º ZONA DEL AMOR 4º ZONA DEL MOVIMIENTO

•Percepción , Atención y Memoria •Discriminación a través de algunos sentidos de alimentos y no alimentos. •Agrupación de objetos en alimentos(ingredientes) y no alimentos (útiles de cocina, etc.) •Planificación. • ¿Qué queremos saber?. ¿Cómo se elaboran los alimentos sanos? •¿Cómo lo averiguamos?Podemos elaborar uno •¿Qué nos hace falta? Una receta y los ingredientes y utensilios. • ¿Dónde buscamos lo que nos falta?En los materiales que tenemos en clase, en la cocina del cole, en otra clase, pidiendoselo a la “seño” o a Rosa ( la sacretaria). •¿ Cuánto tiempo tenemos? •¿Cómo lo compartimos con las demás personas de la clase?Haciendo una fiesta en la alfombra e invitandolas •¿Dónde lo hacemos?La receta en la zona de comunicar, las invitaciones en la del amor y la tarta en la del movimiento. •¿Y si...? (nos falta algo? sabemos a quien podemos acudir a la “seño” o a las compañeras o compañeros).( no tenemos rallador? desmigamos con las manos las galletas.(si no sabemos hacer algo? pedimos ayuda a las personas de la clase).( se nos cae algo al suelo? Debemos tener papel para limpiar y fregona).Etc.

•Lectura: Codificación, Decodificación.Leemos los “cartelones” con los ingredientes. Elaboramos junto a la seño cartelones sobre el modo de hacerlo. •Lógico-Matemático. Analizamos y codificamos las cantidades necesarias. (Trabajamos el código numérico, unidades, decenas,etc.; sumas; restas; fracciones como mitad, cuarta parte,etc.) •Escritura y Plástica.Escribimos la receta de la tarta de galletas.Escribimos los ingredientes y utensilios que vamos a necesitar y los dibujos de los mismos. Escribimos el modo de hacerla.

•Conocimiento del Cuerpo, Lateralidad. •Espacio y Tiempo. •Praxia: Gruesa y Fina. •Autonomía: Física,Personal, Social, Moral. •Hacemos la tarta y resolvemos los problemas imprevistos que puedan surgir.( A una compañera no le gusta el chocolate. Decidimos hacer dos tartas una “con” y otra “sin”) • Montamos la fiesta y “ A chuparse los dedos”

•Valores y Normas. • Acordamos los valores como: compromiso, solidaridad, respeto y valoración de la diferencia. •Acordamos normas para la elaboración de la tarta ( higiene, limpieza, colaboración, participación, etc.). •Acordamos las normas para la fiesta de la alfombra. •Realizamos las invitaciones de todas las personas de clase para la gran fiesta.

•Compartimos lo que Sabemos. •Nos Surgen Dudas. •¿ Porqué hay alimentos que son sanos y otros que no lo son?¿ Cómo sabemos que son sanos? ¿Cómo se elaboran los alimentos sanos? •Etc.

339

ASAMBLEA

2º ZONA DE COMUNICAR

1º ZONA DE PENSAR

3º ZONA DEL AMOR 4º ZONA DEL MOVIMIENTO

•Percepción , Atención y Memoria •Discriminación a través de algunos sentidos de alimentos y no alimentos. •Agrupación de objetos en alimentos(ingredientes) y no alimentos (útiles de cocina, etc.) •Planificación. • ¿Qué queremos saber?. ¿Cómo se elaboran los alimentos sanos? •¿Cómo lo averiguamos?Podemos elaborar uno •¿Qué nos hace falta? Una receta y los ingredientes y utensilios. • ¿Dónde buscamos lo que nos falta?En los materiales que tenemos en clase, en la cocina del cole, en otra clase, pidiendoselo a la “seño” o a Rosa ( la sacretaria). •¿ Cuánto tiempo tenemos? •¿Cómo lo compartimos con las demás personas de la clase?Haciendo una fiesta en la alfombra e invitandolas •¿Dónde lo hacemos?La receta en la zona de comunicar, las invitaciones en la del amor y la tarta en la del movimiento. •¿Y si...? (nos falta algo? sabemos a quien podemos acudir a la “seño” o a las compañeras o compañeros).( no tenemos rallador? desmigamos con las manos las galletas.(si no sabemos hacer algo? pedimos ayuda a las personas de la clase).( se nos cae algo al suelo? Debemos tener papel para limpiar y fregona).Etc.

•Lectura: Codificación, Decodificación.Leemos los “cartelones” con los ingredientes. Elaboramos junto a la seño cartelones sobre el modo de hacerlo. •Lógico-Matemático. Analizamos y codificamos las cantidades necesarias. (Trabajamos el código numérico, unidades, decenas,etc.; sumas; restas; fracciones como mitad, cuarta parte,etc.) •Escritura y Plástica.Escribimos la receta de la tarta de galletas.Escribimos los ingredientes y utensilios que vamos a necesitar y los dibujos de los mismos. Escribimos el modo de hacerla.

•Conocimiento del Cuerpo, Lateralidad. •Espacio y Tiempo. •Praxia: Gruesa y Fina. •Autonomía: Física,Personal, Social, Moral. •Hacemos la tarta y resolvemos los problemas imprevistos que puedan surgir.( A una compañera no le gusta el chocolate. Decidimos hacer dos tartas una “con” y otra “sin”) • Montamos la fiesta y “ A chuparse los dedos”

•Valores y Normas. • Acordamos los valores como: compromiso, solidaridad, respeto y valoración de la diferencia. •Acordamos normas para la elaboración de la tarta ( higiene, limpieza, colaboración, participación, etc.). •Acordamos las normas para la fiesta de la alfombra. •Realizamos las invitaciones de todas las personas de clase para la gran fiesta.

•Compartimos lo que Sabemos. •Nos Surgen Dudas. •¿ Porqué hay alimentos que son sanos y otros que no lo son?¿ Cómo sabemos que son sanos? ¿Cómo se elaboran los alimentos sanos? •Etc.

340

El desarrollo de proyectos de investigación como este no es fácil y no han sido

pocas las dificultades a las que el colectivo se ha tenido que enfrentar, inherentes a toda

tarea innovadora, de transformación, relacionadas también con la propia socialización

gregaria que conlleva muchas veces tanto en el alumnado como en el profesorado la

didáctica tradicional, el inmovilismo y la concepción individualista y competitiva que

predomina en un amplio sector de la enseñanza. Veamos algunas de ellas:

“Lo que es en el aula, los proyectos plantean varias dificultades, lo que es en el día

a día. Una de las principales es esa de que los proyectos digamos que tienen un

tratamiento globalizado del conocimiento y choca frontalmente con la división en

disciplinas, que además son impartidas por diversos profesores en los colegios.

Entonces, a la hora de llevar proyectos es difícil que en una sola disciplina, aunque

se ha hecho en el caso del inglés, pero hace difícil que se pueda llevar realmente la

metodología, la dinámica de trabajo de los proyectos de investigación dando sólo

una sola disciplina, porque está más enfocado al desarrollo de un curriculum

global, interdisciplinar. Otra dificultad es que hay mucha obsesión, y una tradición

que no se rehuye de usar y basarse en el libro de texto como único recurso

pedagógico, y entonces los proyectos pues suponen muchísimo más trabajo para el

profesor o el equipo de profesores que los desarrollen y eso dificulta el hecho de

que se pueda poner en práctica porque no es algo a lo que se esté muy habituado, ni

los alumnos ni los profesores, sino que lo que llega a ser es un aprendizaje conjunto

el trabajar por proyectos, por lo menos para mí.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

“Otra dificultad es que los centros y las aulas están pensadas como algo aséptico,

frío, sin mucha vida, y cuando se trabajan con proyectos y los grupos están

funcionando hay mucho más movimiento y actividad y hay una calidez y una vida

que no sólo genera el hecho de que las personas estén comunicando continuamente,

que haya esa cooperación entre personas para aprender, sino también que a la hora

de construir el proyecto se necesitan cosas, materiales, espacios, que muchas veces

no se cuentan o no son fácilmente accesibles en el centro tradicional tal y como

está planteado, y sin llegar a que el aula o el centro fuera un laboratorio o un taller,

pero sí que no está pensada la dinámica del centro ni los espacios para trabajar de

341

otra manera que no sea la del libro de texto y todo eso, con mucho silencio y

mucho orden, y lo que exigen los proyectos es mucha libertad, mucho movimiento,

que los alumnos aprovechen otros espacios que necesiten, pero esa libertad y esa

imaginación que van adquiriendo les lleva a plantear unos proyectos muy

interesantes pero que a veces pues por esa circunstancias resultan difíciles de llevar

a cabo, por la falta de accesibilidad o los condicionantes espaciales o temporales

que plantea el corsé en un colegio habitualmente.” (Profesor Y, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

Y a su vez, también existen logros muy importantes, relacionado con el

desarrollo global del alumnado, tanto a nivel conceptual como procedimental y humano,

y los cambios que ello genera en los contextos. De nuevo dando la palabra al colectivo:

“El principal logro yo creo que es el hecho de devolver la alegría de conocer, la

curiosidad, tanto al alumno como al profesor, pero también evidentemente el

desarrollo de los proyectos de investigación genera muchos conocimientos y se

aprenden muchas cosas, muchas más que en el desarrollo de un tema en el libro de

texto o la explicación de una clase magistral por el profesor que sea, y no sólo

supone como logro el aprendizaje de muchos contenidos, ya sean conceptuales o

procedimentales, etc. sino que fundamentalmente los proyectos permiten

desarrollar como un logro añadido lo que son las herramientas y estrategias para

acercarse al conocimiento, sea de la clase que sea, y eso es realmente lo

importante, que uno adquiera y tenga los recursos para poder recoger la

información, procesarla, organizarla, y no tanto la información en sí, que antes se

le daba mucha importancia y ahora todavía también pero no lo es tanto con las

nuevas tecnologías, los ordenadores y la capacidad de poner a tu disposición una

cantidad ingente de información con solo pulsar un botón. Entonces, ahora a lo que

va lo que es la sociedad de la información es más a personas que sepan organizarla,

procesarla y que tengan esas estrategias de saber qué conocimientos o que

información es fundamental, cuál es secundaria y en qué momento puede ser

importante una u otra y por qué.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio 2001)

Esto es fundamental en nuestra sociedad actual, pero más importante si cabe es

lo que manifiesta esta profesora y que considero sintetiza con acierto el pensamiento del

grupo al respecto de los proyectos de investigación:

342

“Los niños que se educan con los proyectos de investigación yo reo que son felices

en la escuela, se divierten e interiorizan la necesidad y el deseo de aprender de

cualquier forma. No se trata de tener un nivel, sino de que si ellos tienen curiosidad

y tienen las estrategias y herramientas para conseguirlo, cuando dejan la escuela

van a ser gente curiosa y crítica.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

343

5.4. Historia, principios y dinámica de trabajo del Grupo de Profesorado del Proyecto Roma

El Grupo de Profesorado del Proyecto Roma llevaba tiempo trabajando como

colectivo, pero fue al comienzo del curso académico 1999-2000, fecha de inicio de la

presente investigación, cuando por iniciativa de dos profesoras se decidió comenzar a

poner en práctica de manera innovadora en sus aulas el modelo educativo que se estaba

gestionando durante los últimos años dentro de dicho proyecto, con el fin de disponer de

un contraste en la práctica de la teoría generada y la posibillidad a partir de ahí de

reconstruirla y mejorarla, por un lado, y como foro para la reflexión cooperativa por parte

de las maestras y maestros que se quisieran comprometer de manera voluntaria en el

desarrollo de los principios de la Cultura de la Diversidad (LÓPEZ MELERO, 2003) y la

escuela pública, como docentes comprometidos política y socialmente con plantemientos

democráticos.

Esto le dio un nuevo impulso al colectivo y supuso un salto cualitativo en el mismo

al proponerse, en la asamblea del Proyecto Roma celebrada en Octubre de 1999, que el

grupo de profesorado pretendía ser coherente con los principios del Proyecto Roma y

constituirse como grupo de reflexión siguiendo la metodología de la investigación-acción

kemmisiana, para lo cual, por iniciativa de estas dos profesoras, se invitaba a todos los

profesores y profesoras asistentes, y a todas aquellas personas que pudieran estar

interesadas o que otros componentes del Proyecto Roma quisieran invitar a participar, a

una reunión que al respecto tendría lugar después de las jornadas.

En dicha reunión se debatieron y plantearon las pretensiones y espectativas de

todas las personas asistentes (un total de 12), se establecieron los compromisos iniciales,

explicitando la necesidad de respetar los ritmos de cada cual y la periodicidad de las

reuniones (cada dos semanas, Miércoles de 1700 a 20,00 horas). Fueron unos inicios con

muchas dudas e incertidumbres, como en todo proceso inicial, y de ahí también se produjo

un proceso a través del cual sólo 9 personas, por distintos motivos, parecieron

comprometerse de verdad con este colectivo tras las primeras reuniones.

344

A partir de ahí, y en las restantes reuniones de ese primer trimestre del curso 1999-

2000, las mismas se fijaron en torno a aclaraciones como grupo en lo metodológico (sobre

todo en torno a la investigación-acción y sus ciclos, así como en la necesidad de llevar un

diario de investigación) y en lo conceptual (los principios del Proyecto Roma, los autores

que lo fundamentan y las dudas que iba generando la puesta en práctica del modelo

educativo que se estaba gestando en el aula). De hecho, hay que destacar que aunque al

principio eran dos las profesoras metidas de lleno en esa puesta en práctica, las reflexiones

y dudas que planteaban se analizaban de manera colectiva, participando todo el mundo en

el proceso, lo cual servía tanto para la mejora de esa práctica y la de las demás personas

(que también iban generando pequeños cambios en sus aulas), como para la formación

teórica del colectivo.

“X y Z traen la libreta llena de dudas, cuestiones, planteamientos,... que demuestran

que éste es un proyecto vivo y que a su vez es vivido con interés e ilusión. De esta

manera, se plantean al colectivo. Por ejemplo, una cuestión ha sido el hecho de la

utilización de las zonas de desarrollo en el aula (en este caso, 1º de Primaria), porque

les cuesta mucho trabajo situar las distintas actividades que van surgiendo en las

mismas de manera coherente con los principios del Proyecto Roma. Durante casi una

hora hemos estado viendo distintas opciones, ya que todavía no tenemos claro dónde

situar para cosa en las distintas zonas y parece que tendremos que seguir trabajando

mucho este tema.” (Diario de Investigación, Noviembre de 1999)

De esta manera llegamos a la asamblea de Enero de 2000, donde el grupo realizó

una aportación, elaborada conjuntamente en las reuniones previas, que suponía en

definitiva una especie de declaración de intenciones o ‘estatutos’ del mismo, ya que en ese

documento explicitaba sus finalidades, dinámica de trabajo, etc. En palabras del propio

colectivo:

“Nuestra finalidad fundamental y básica como grupo de trabajo dentro del

Proyecto Roma se podría formular como: El buscar vías de solución conjunta a las

dificultades de enseñanza y aprendizaje que nos encontramos en nuestras clases a

345

través de las aportaciones y reflexiones compartidas desde los principios del

Proyecto Roma. Desde esta finalidad nos planteamos otros objetivos, tales como:

a) Aprender a analizar y valorar de manera compartida nuestras experiencias

personales en clase.

b) Buscar razones científicas que justifiquen nuestra práctica. Es decir, por qué

hacemos lo que hacemos.

c) Llegar a acuerdos democráticos para elaborar un modelo educativo en nuestras

clases desde los principios y teorías del Proyecto Roma.

d) Comprometernos en la puesta en práctica en nuestras clases de algunas de las

ideas más relevantes que hayan surgido en nuestros debates con las familias y la

mediación” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de Enero de 2000)

Estas finalidades constituyen de por sí toda una declaración de principios que

debía tener su corroboración en su dinámica de trabajo, por lo que el grupo, siguiendo la

propia dinámica establecida en el Proyecto Roma, se decantó ya de manera explícita por

la investigación-acción crítica.

“En coherencia con las finalidades que tenemos como grupo de trabajo dentro del

Proyecto Roma hemos hecho el compromiso de una dinámica de trabajo apropiada

para mejorar nuestra práctica a través de la reflexión compartida, que es la que

emerge de la Investigación-Acción, siguiendo el pensamiento de KEMMIS. Por

ello, apuntamos las siguientes estrategias metodológicas:

1.Encuentros quincenales de reflexión.

2. Lectura, análisis y reflexión de documentos relacionados con la fundamentación

del Proyecto Roma y la Cultura de la Diversidad.

3. Análisis de videos de situaciones concretas de cada una de nuestras clases.

4. Análisis y valoración de experiencias concretas desde los Estudios de Casos de

la muestra que forma el Proyecto Roma.

5. Puesta en práctica de los temas de investigación acordados en las Asambleas

conjuntas del Proyecto Roma.

6. Otras cuestiones que surjan, no previstas “ (Informe del Grupo de Profesorado,

Asamblea de Enero de 2000)

346

Este modo de trabajar debía permitir el establecer no sólo un modelo cooperativo

de desarrollo profesional, sino una manera de articular respuestas a las pretensiones

generales de investigación del Proyecto Roma y a las cuestiones teórico-prácticas y los

retos que tiene la educación en la diversidad y para la democracia en un contexto

sociocultural e histórico-político como el actual, procurando también como finalidad la

extensión del grupo y de este pensamiento entre sus compañeras y compañeros y allá

donde se diera la oportunidad (Centros de Profesorado, Congresos, etc.). A partir de

entonces se produjo una evolución en el proyecto, en la cual podemos diferenciar tres

fases, tal y como explicitaron posteriormente las y los protagonistas, con afán

retrospectivo:

“*Primera Fase o de Iniciación en el Proyecto Roma:

Esta fase de iniciación y de conocimiento del Proyecto Roma nos permitió conocer,

por un lado la fundamentación teórica y el marco conceptual y metodológico desde

un punto de vista socioconstructivista y por otro, iniciar procesos de sensibilización

al resto de compañeras y compañeros del colegio hacia este nuevo modo de

entender la cultura escolar. Fue una etapa difícil y generó algunas confusiones

hasta que poco a poco se fue comprendiendo, pero no se acepto como método o

ayuda pedagógica. También se puede asegurar que en esta fase se fueron

detectando mejor las necesidades curriculares y organizativas de cada colegio.

* Segunda Fase o fase de desarrollo:

En este período se puede decir que hemos procurado trabajar desde dos grandes

ámbitos: uno es cómo cambiar la escuela buscando una nueva organización y un

nuevo curriculum. Aquí se han ido desarrollando lo que el Proyecto denominada

‘proyectos específicos de investigación’ en la casa [en el caso de las familias del

Proyecto Roma], y “proyectos de investigación” en la escuela que y, por otro lado

no podíamos descuidar la formación del profesorado en el proyecto. Para ello con

sumo detalle hemos ido poco a poco explicando en qué consiste el Proyecto Roma

y la necesidad de conocer el pensamiento vigotskiano y su utilidad en el curriculum

escolar.

* Tercera fase o de reflexión compartida:

Digamos que en esta fase nos encontramos dado que tanto profesores como madres

y padres y universidad buscamos soluciones conjuntas a la problemática que se

plantea en cada caso. Esta fase se conoce desde el Proyecto Roma como el

347

Paradigma de la Cooperación y nosotras y nosotros, el profesorado, lo

interpretamos como la cultura del colegio a través de la diversidad. En esta fase

hemos formado un grupo de trabajo, lo mismo que han hecho las familias y la

mediación, que nos está haciendo comprender y vivir por dentro lo que nos exige el

Proyecto Roma. Y en estos momentos formamos un grupo de reflexión que nos

está haciendo compartir nuestras experiencias de clase y poner en común las

dificultades y desde ahí buscamos estrategias comunes que ponemos en práctica

cada uno en nuestra clase.

Desde esta perspectiva y desde un punto de vista didáctico venimos trabajando en

lo que hemos denominado “proyectos de investigación” pero sin olvidar: ¿Cuáles

son los contenidos culturales que la escuela tiene que enseñar?. Los cuatro

momentos de análisis en clase y la organización del aula por zonas de desarrollo.

¿Qué cambios en la organización escolar se han de producir? ¿Qué cambios en el

estilo de enseñanza y en el trabajo cooperativo entre los profesionales se han de

dar para lograr una enseñanza de calidad?. ¿A qué nos comprometemos para ello?

¿Cuándo nos comprometemos? ¿Qué sentido tiene la evaluación y cómo lo

venimos haciendo nosotros?. “ (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea

Enero de 2002).

Como se desprende de estas palabras, muchas han sido las inquietudes, las

necesidades a cubrir y la lucha por desarrollar para la paulatina consecución de las

pretensiones del colectivo, así como, sobre todo, muchas han sido las dimensiones a tener

en cuenta en el análisis introspectivo que supone indagar en una comunidad de

investigación-acción crítica donde se unen dialécticamente el pensamiento reflexivo y la

acción transformadora hacia formas democráticas en el colectivo y la práctica en las aulas.

Tras ese primer periodo de ilusiones y dudas, también los componentes del grupo

comenzaron a encontrarse con las primeras dificultades, entre las cuales podemos discernir

las intrínsecas a la puesta en práctica y mejora de la experiencia de innovación educativa

que supone el modelo del Proyecto Roma, y las reticencias y enfrentamientos que ello fue

generando tanto entre los compañeros y compañeras en el centro, como con las familias

más apegadas a una didáctica clásica o tradicional o la administración educativa. Como

suele decirse, innovar y luchar por el cambio supone ir contra corriente y defender

discursos y prácticas contrahegemónicas.

348

De esta manera, tanto la profesora X como la profesora Z, por ser las más

involucradas y comprometidas en esta primera fase, fueron las que más sufrieron estas

consecuencias:

“Algunas madres han ido a protestarle al director del centro porque como yo no uso

libro de texto y los niños les llegan hablando de investigar y de zona de pensar, del

amor o del movimiento, están desubicadas y temen que no reciban los contenidos que

los otros cursos, sobre todo en el tema de la lectura y la escritura.” (Profesora X,

Diario de Investigación, Diciembre de 1999)

De hecho, esas dudas surgieron en el seno del colectivo, ya que por coherencia con

los principios del Proyecto Roma se le daba una gran importancia a la educación en

valores, pero no por ello se pretendía dejar de lado a la cultura. Pasado el primer trimestre,

se realizó una valoración teniendo como patrón los objetivos que para ese periodo dicta la

administración para el Primer Curso de Primaria (clase de la Profesora X), siendo los

resultados muy positivos, ya que en un único cuatrimestre los niños y niñas habían

cubierto prácticamente los objetivos marcados para todo el curso.

Esto sirvió tanto para tranquilizar al grupo respecto a la cuestión de los contenidos

como para proporcionarle argumentos a la hora de recibir críticas respecto al modelo

educativo de referencia.

En cuanto al resto del profesorado de los centros, parece ser, puesto que en todos

los casos del grupo ha sucedido así, que el realizar las cosas de manera distinta en un aula

despierta más recelo que interés real, más ‘pasillismos’ que cuestionamientos claros, más

situaciones de crítica sin conocimiento que de un verdadero afán por descubrir si aquello

que está tan cercano a nosotros puede servirnos para mejorar. Pero claro, eso supone tener

previamente una predisposición al cambio y no una sensación de que quien lo provoque lo

que hace es remover conservadores cimientos.

“Z lo ha dejado muy claro hoy al expresar que lo que le molesta no es que hablen de

lo que hace, sino que lo hagan a sus espaldas: ‘Cuando hay ocasión yo siempre intento

349

explicarles mis razones sobre lo que hago, pero hay compañeras que no quieren saber

nada más allá del libro de texto’.” (Diario de Investigación, Febrero de 2000)

En cuanto a la parte administrativo, me refiero sobre todo a las trabas que a

menudo pusieron las direcciones de algunos centros, porque se percibía la labor de estos

profesionales como ‘radical’, y todo por tener muy claros los principios éticos y didácticos

que debían regir su praxis y no ceder por cuestiones de socialización gregaria en los

centros, pero eso sí, sin dejar nunca de lado la posibilidad del diálogo como mejor forma

de resolver los posibles los conflictos.

“X ha hablado con el orientador de su centro y el maestro de apoyo y les ha dicho a

ambos, con argumentos por delante, las razones por las que no quiere como tutora que

ningún alumno o alumna abandone su aula y la necesidad de que todos participen,

invitando en todo caso al profesor de apoyo a que si quiere entre él en el aula y

colaboren juntos en ella, a lo cual éste se ha negado porque su concepción es que él

está para llevarse fuera a los niños con alguna etiqueta (diagnóstico) y hacer ‘fichas de

refuerzo’ con ellos.” (Diario de Investigación, Marzo de 2000)

“Y comentó que también él había hablado de este asunto (el apoyo dentro del aula)

con el profesor de apoyo de su centro y, aunque reticente, éste había aceptado e

incluso le ha dicho que algún día entraría en su aula para colaborar, pero todavía no lo

había hecho.” (Diario de Investigación, Marzo de 2000)

De manera paralela, los proyectos de investigación se iban desarrollando cada vez

con mayor fluidez, al empezar las niñas y niños a interiorizar los procesos democráticos y

el proceso lógico de pensamiento que supone su puesta en práctica. No en vano algunas de

las dificultades principales al principio (cuestión que se ha repetido posteriormente en las

distintas aulas donde se ha llevado el modelo) es que el alumnado aprenda a trabajar en

grupo de manera cooperativa, que comprender y respeten las normas en las asambleas y el

derecho de todos sus compañeras y compañeros a participar, etc. Por la importancia que

tiene para el colectivo este asunto, en estos primeros meses las asambleas eran casi una

constante.

350

“La deliberación colectiva es fundamental, al margen incluso del desarrollo del

proyecto concreto que se esté llevando en el aula. Por ejemplo, en el aula de X están

ahora con el proyecto de investigación ‘Los Planetas’, pero ante cualquier cuestión o

conflicto en clase o entre compañeros, etc. no hay reparos en hacer un alto en el

proceso, como ha sucedido hoy tras el recreo, y tratar un asunto como puede ser una

falta de respeto grave entre compañeros en asamblea, para entre todos poner en

común los hechos y dialogar sobre las posibles soluciones, que en este caso han

acabado con el reconocimiento por parte de uno de los niños de que se había

equivocado y le ha pedido perdón al compañero ‘agredido’.” (Diario de Investigación,

Enero de 2000)

Esto mismo, aunque a otro nivel, podemos llevarlo al propio grupo de profesorado,

ya que en las reuniones de este primer curso en el proceso de investigación había más que

poner en común, más cosas que matizar al hablar y al hacer, puesto que se estaba buscando

un lenguaje común que sólo el conocimiento común y el desarrollo de perspectivas

democráticas como las que permiten una dinámica como la de investigación-acción

proporcionan.

Con este tipo de planteamientos se llegó al final del curso 1999-2000, con un grupo

no muy numeroso pero mucho más cohesionado y con ilusión. De hecho, esta ilusión y el

provecho que las reuniones tenían tuvieron un indicador claro cuando al comienzo del

curso 2000-2001, en la primera reunión en Septiembre, se planteó la necesidad de que los

encuentro del colectivo se dieran de manera semanal, para así incrementar el contacto entre

los componentes del grupo, animar a otros en la puesta en práctica del modelo educativo y

tener tiempo tanto a dar respuesta a las cuestiones de investigación planteadas

trimestralmente de manera general en el Proyecto Roma como a loas cuestiones

específicas, tanto formativo-teóricas como prácticas, que se generaban en el grupo de

profesorado.

De esta manera, la propuesta que se consensuó para estructurar las reuniones del

colectivo era distribuir en tiempo de las mismas (siempre con flexibilidad) en tres partes:

una para las dudas y cuestiones que sobre la práctica se pusieran en común y la búsqueda

conjunta de estrategias, otra para compartir lecturas, proyectos o cuestiones teóricas

351

concretas, y una tercera para tratar la cuestión de investigación planteada de manera

genérica en el Proyecto Roma para darle respuesta desde la perspectiva escolar (proceso

que paralelamente iban realizando, desde sus ámbitos específicos, los grupos de familias y

de mediación del Proyecto Roma). Por lo tanto, las reuniones, ahora semanales, se

desarrollaron en idéntico día de la semana y horario.

Este curso también se produjo que otro profesor, Y, se involucrara ya de manera

comprometida y total, con el desarrollo del modelo educativo por proeyctos de

investigación, sumándose a la iniciativa de X y Z. El resto de los profesores y profesoras

que participaban en el colectivo (ahora ocho de manera regular, mas personas que venían a

veces o visitas de profesionales de otras ciudades o países interesados en el Proyecto

Roma) estaban en fase de conocimiento del mismo o bien iban poniendo en práctica

algunas cuestiones (trabajos en grupos, alguna asamblea,...) y participaban en las reuniones

y reflexiones con igualdad de derechos y plena libertad, pero sin llevar en su totalidad el

Proyecto Roma al aula, tal y como lo hacen X, Y y Z.

Otro punto que también es necesario destacar, puesto que es otra dificultad que se

fue desvelando tanto a la hora de enganchar al profesorado y la dirección de los centros

donde trabajaban los componentes del colectivo, es que al tener sus orígenes el Proyecto

Roma y ser conocido muchas veces como un proyecto de investigación sobre personas con

síndrome de Down o para personas con algún tipo de excepcionalidad en general (LÓPEZ

MELERO, 2003), esto provocaba equívocos respecto a la labor del grupo, ya que había

quien lo etiquetaba como algo para ‘deficientes’, sin intentar conocerlo siquiera, o familias

que consideraban que el modelo educativo era para el alumnado con algún tipo de

hándicap y que eso iba a ‘retrasar’ la educación de su hija o hijo. A este respecto en primer

lugar debo decir que sólo en una de las aulas había un niño con síndrome de Down

(profesora X) y que, como hemos podido comprobar al explicitar los proyectos de

investigación, el modelo educativo del Proyecto Roma es general, no específico, y atiende

a toda la diversidad del alumnado, y que los resultados tanto a nivel de la educación en

valores como en cuanto a procedimientos y contenidos culturales, han ido siendo positivos,

sobre todo porque los proyectos de investigación van dirigidos a todas las áreas de

desarrollo humano y suponen una concepción más holística del proceso de aprendizaje.

352

Sin embargo, como decía, esto no fue bien entendido en algún caso e incluso una

entrevista de un inspector con la profesora X debido a comentarios de la dirección de su

centro y algunas familias, por considerar que el proyecto era muy bueno para los alumnos

con más ‘dificultades’, pero ralentizaba al resto.

“X ha comentado hoy su reunión con el inspector y cómo le ha fundamentado todo lo

que hace en clase desde el punto de vista teórico y desde su coherencia con los

principios de la LOGSE, ante lo cual éste ha tenido que ceder y decir que no hay

ningún problema con lo que ella hace en clase.” (Diario de Investigación, Noviembre

de 2000)

Respecto a los proyectos de investigación, se continuaron perfeccionando desde la

reflexión teórica y su refutación práctica desde la investigación-acción, a la vez que se

siguieron desarrollando actitudes democráticas tanto en las aulas como en las reuniones,

donde siguiendo los principios del Proyecto Roma, por ejemplo, nunca se realizan

votaciones, sino que las decisiones se toman por consenso, y donde el diálogo y los

comportamientos éticos son muy valorados.

Durante este periodo, aunque ya el curso anterior también se realizó alguna

grabación en vídeo en las aulas, se realizaron más como estrategia para el análisis y

reflexión conjunta de situaciones cotidianas en cada uno de los momentos de análisis y las

zonas de desarrollo, o bien para analizar el lenguaje utilizado el clase, las relaciones y

actitudes democráticas, etc. Esta estrategia en el colectivo fue percibida como muy positiva

porque le aportaba al profesor o profesora cuyo aula se grababa, la oportunidad de verse

desde fuera y reflexionar sobre cuestiones y matices que difícilmente se observan de otra

manera, y al resto del colectivo le daba la oportunidad de aprender de la experiencia de ese

profesor o profesora, verse en esas situaciones y llega a puntos comunes en el análisis de

las mismas.

“Este vídeo sobre la asamblea en clase de Y ha permitido, según los comentarios

vertidos, aclarar muchas cuestiones, sobre todo al apreciarse cómo los alumnos y

alumnas quieren participar constantemente y son capaces de dialogar, y cuando

353

alguien no respeta alguna norma son los propios compañeros los que se lo recuerdan.”

(Diario de Investigación, Marzo de 2001)

Se trató de un curso de intenso trabajo, donde además se acudió a dar algunas

charlas en CEPs (Villena, Alcalá de Guadaira) y otros foros de formación de profesorado,

con una labor de extensión que el grupo consideraba fundamental. Además, se profundizó

en le modelo y se asentaron las bases de lo ya andado.

El curso 2001-2002 comenzó otra vez con fuerzas e ilusiones renovadas. La

imagen del grupo era similar, con la implicación mayor que el año anterior de una

compañera que da clases en Educación Secundaria, lo cual era muy positivo para el

modelo para incrementar los contextos de implantación del mismo.

También cabe destacar, en este curso tanto como en el anterior, las aportaciones

documentales, tanto a través de libros o capítulos de libro seleccionados por el Director del

Proyecto Roma como por mí, o bien con documentos realizados específicamente para la

formación del colectivo o los propios generados por sus componentes. La riqueza de las

reflexiones teóricas desarrolladas, siempre llevadas a continuación a ver las implicaciones

prácticas de las mismas, fue una constante digna de mención y que dice bastante de la

forma de proceder del colectivo.

“Como el tema ya llevaba saliendo durante algún tiempo e incluso tuvimos un debate

al respecto donde quedamos en aclarar posteriormente el asunto, hoy he presentado un

documento sobre ‘Tolerancia y educación’ que he pretendido que sirviera de pretexto

para el debate y que al mismo tiempo le otorgara a éste más argumentos donde

apoyarnos a la hora de definir claramente qué entendemos por tolerancia, analizarnos

a nosotros mismos como grupo a la luz de este concepto y qué implicaciones

educativas tiene esto a la hora de plantear estrategias didácticas en el aula.” (Diario de

Investigación, Noviembre de 2001)

Otra cuestión interesante de resaltar en este curso es el hecho de que dentro del

colectivo se comenzó a identificar también como necesidad la de unirse en un centro

común, ya que de esta manera podría darse un mayor impacto del modelo en ese centro,

354

obtener mejores resultados y sentirse menos aislados, ya que la cooperación sería mayor.

En este sentido, se trató este tema en el grupo y con el Director del Proyecto Roma y

finalmente X, Y y Z decidieron ofrecer un proyecto a la Delegación de Educación en el

cual explicaban la experiencia de innovación educativa que estaban llevando a cabo y la

conveniencia de que pudieran trabajar de manera conjunta, solicitando una comisión de

servicio para ello y estando dispuestos a dejar sus centros de referencia por cualquiera que

la administración les ofreciera si podían desarrollar su labor en el mismo centro.

Este hecho habla también mucho de su compromiso personal y docente con el

Proyecto Roma y su modelo. Además, también habla del reconocimiento institucional de

su labor como colectivo y del Proyecto Roma, ya que la Delegación ha asegurado que para

el próximo curso (2002-2003) va a conceder esas comisiones de servicio y los tres van a

poder estar juntos en el centro de X.

Además, desde el punto de vista del desarrollo profesional docente del grupo, se ha

ido produciendo una evolución en esta fase de reflexión compartida que le da origen. Así,

entre otros indicadores podemos discernir los referentes a la seguridad que la necesidad de

la fundamentación teórica ha otorgado al grupo, la generación de recursos en la práctica

que ha conllevado esto, la percepción de la coherencia como elemento fundamental y el

papel del error como fuente de conocimiento y mejora de la labor educativa.

“Yo creo que una de las cosas que nos ha dado el tiempo es una evolución a nivel

profesional, a título individual, de más seguridad en lo que estamos haciendo,

porque los primeros cursos que empezamos a llevar el proyecto siempre tenemos el

respaldo de la teoría, de la fundamentación teórica y del resto de los componentes

del grupo a la hora de buscar estrategias de solución de los problemas que nos van

surgiendo en lo diario, pero evidentemente el llevarlo a la práctica, el estar

revisándolo desde la teoría continuamente e los últimos tres cursos, pues hace que

vayas cogiendo más soltura a la hora de la elaboración de los proyectos, de

buscar,... te da como más recursos, vas teniendo más soltura a la hora de buscar

estrategias, de tener esa chispa, de hacerte más sabio también, primero como para

no generarte problemas, que al principio te creas muchos problemas por tu propia

inexperiencia a lo mejor, sino de ya muchas veces saber evitarlo o que no se

355

generen, y después en el caso de que te encuentren alguna dificultad, saber buscar

la estrategia para salir de ella. Eso no significa que de vez en cuando no nos

equivoquemos, que seguimos equivocándonos. Yo por ejemplo me sigo

equivocando, pero sí que me siento más seguro de lo que estoy haciendo, sobre

todo porque al haber ya cerrado ciclos completos, con proyectos y sin libros de

texto, y viendo que el curriculum lo puedo trabajar y se cumple, y no sólo el

curriculum sino toda una educación en valores y aspectos educativos que no se

trabajan en una forma tradicional, pues me hacen afirmarme más en la seguridad de

que el proyecto es totalmente válido como modelo educativo.” (Profesora Z,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Y es que la evolución como grupo ha ido de forma paralela a una consolidación de

la puesta en práctica de los principios educativos emergentes de las principales teorías en

que se fundamenta el Proyecto Roma y que podemos encontrar indicadas de manera

sintética en el siguiente esquema. (LÓPEZ MELERO, 2003)

HABERMASLa teoría de la acción comunicativa:

El cambio social a través de la comunicación y de la capacidad discursiva de las personas

La emancipación de la persona.

FUNDAMENTACIÓNCIENTÍFICA

BRUNERAprendizaje cooperativo

y solidario.Andamiajes y estructuras

de acción conjunta.Autonomía personal,

social y moral

KEMMISInvestigación-acción

Actividad de grupo: preocupación común.Colectivos críticos culturales

VIGOTSKYEl desarrollo mediado

por la cultura: histórico-cultural.

Cualificación de loscontextos.

El origen social de lasfuncionessuperiores.

Zona de desarrollopróximo

LURIALa neurología de los procesos

lógicos de pensamientoEl cerebro en acción: relaciones

interfuncionales

EPISTEMOLOGÍANEUROLOGÍA

PSICOLOGÍA

ME

TOD

OL O

GÍA

PEDAGOGÍA

356

Y estos principios, engarzados también con la propia dinámica de trabajo del

grupo, han desarrollado cambios y una evolución en las actitudes de sus componentes, que

ellos mismos ejemplifican con estas palabras:

“La actitud fundamental que se ha desarrollado en los tres años que llevamos como

grupo ha sido la de... la tolerancia y la paciencia. Cuando yo estaba en el instituto,

esas actitudes de evitar las injusticias ya las tenía, pero era ‘a las barricadas’, sí o sí

contra el mundo, y yo creo que es al revés. La actitud que ahora tenemos es decir

bueno, si hay que convencer se convence, y se convence de otra manera y no se

provoca el enfrentamiento, y eso es lo que nos da nuestra fundamentación, el

posibilitar que la otra persona entienda que existen otras opciones y también que

nosotros entendamos todo el mundo de sentimientos y de emociones que provocan

en los demás nuestras acciones, además de que se dé de manera natural el hecho de

que lo razonamos todo, es decir, que a cualquier cosa que planteemos, cualquier

estrategia, cualquier intervención, se dan razones, se explican, no es nunca un

porque sí, por muy buena intención o razón que haya detrás, pero se hacen

explícitas, se le explica a la persona a la que le está afectando, porque estamos ya

en la historia de que porque esa persona nos merece todo el respeto tiene que saber

las razones de nuestras acciones, incluso aunque esté en otro modelo educativo,

pero también se le explica, para que entienda que no es contra él, sino contra el

modelo que representa en su acción. Es llevar lo de la tolerancia, como ese respeto

a todo el mundo, hasta sus últimas consecuencias. Es el intentar siempre alcanzar

un consenso con todo el mundo, por muy dispar que sea la situación de partida. Es

como llevar a su último extremo todo lo de la confianza, o sea porque al final se

trata de que confías en que el otro va a entender todo lo que le estás diciendo, o por

lo menos va a estar en actitud de entenderlo, luego puede ser que no sea así, pero

para mí lo fundamental es eso, que hace unos años yo particularmente al tercer

intento de diálogo ya paraba pero ahora no me quedo en el tercer intento porque

hemos aprendido que sí, que puede ser, y eso también es por la propia seguridad

que tenemos, que sabemos que estamos en el camino y queremos compartirlo.”

(Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Por tanto, reflexionar, compartir y transformar han sido tres términos clave en el

grupo de profesorado del Proyecto Roma desde sus inicios y eje de su acción como tal y de

sus componentes en sus aulas.

357

Finalmente, me gustaría hacer una reflexión sobre el papel que ha jugado esta

investigación y la utilidad que haya podido tener para el grupo de profesorado del Proyecto

Roma. Dándole la palabra a los protagonistas:

“Creo que nos ha permitido elevarnos en un plano de reflexión que es de reflexión

sobre la propia reflexión. Hemos dedicado a partir de esta investigación algunas

tardes a hacer metarreflexión sobre la teoría y la práctica. Las entrevistas, también,

tanto las individuales como las colectivas, también nos han servido para hacer una

reflexión en un plano teórico que no habíamos hecho.” (Profesor Y, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

“Mira, hasta nos hemos creído que los teóricos y epistemólogos son importantes

para desarrollar teorías y prácticas educativas.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva,

Junio de 2001)

“También hemos aprendido nuevas palabras, nuevos términos para definir mejor

nuestra teoría como el de racionalidad instrumental, etc.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

Además, a partir de estas citas se pueden apreciar los tres indicadores que según

KEMMIS y McTAGGART (1988) deben verse dentro de la Investigación-Acción: el

lenguaje, los modos de acción y las relaciones sociales. No obstante, si hubiese que

destacar una aportación de entre todas, probablemente tendríamos que decantarnos por

la siguiente:

“Tanto a nivel colectivo como de grupo, la aportación fundamental ha sido el

hecho de que hayamos vuelto la vista atrás, parar y ver el recorrido que hemos

hecho, nuestra historia como grupo y lo que hemos vivido. Es el decir, dónde

estamos ahora cuando hace tres años no había nada, bueno estaba toda la

fundamentación teórica, pero todo el modelo educativo estaba por construir y poner

en práctica. La evolución del grupo ha sido muy rápida y han pasado muchas cosas

en poco tiempo, muchos cambios profesionales y personales, y esta investigación

358

está sirviendo también para que valoremos mejor todo eso.” (Profesora X,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Esto ha sido muy importante para mí como investigador y considero que sirve para

valorar mejor el proceso de investigación, su sentido y las conclusiones que podamos sacar

del mismo, enfatizando su voluntad y realidad colectiva.

359

5.5. El Grupo de Profesorado del Proyecto Roma como curiosos

epistemólogos y generadores críticos de conocimiento y acción

Una vez nos hemos introducido en los orígenes del grupo, sus principios y su

dinámica de trabajo, la narración de su evolución durante todo el periodo de investigación

va a ser desarrollada siguiendo como guía las cuatro cuestiones de investigación planteadas

para este estudio de caso. De esta manera, la primera de ellas decía lo siguiente:

1. La evolución del grupo de profesorado del Proyecto Roma como intelectuales

públicos, desde sus teorías implícitas a su consciencia crítica, como generadores de

conocimiento y procesos de ilustración colectivos.

Para desarrollar estos aspectos un paso ineludible es realmente aclarar si todo este

proceso de indagación en el grupo de profesorado del Proyecto Roma puede determinar

que su dinámica de trabajo y la puesta en práctica del pensamiento en acción por parte

de sus miembros constituye un modelo de desarrollo de una teoría de la educación

crítica a partir y en coherencia con los principios del Proyecto Roma (LÓPEZ

MELERO, 2003) en el cual se sustenta su quehacer desde la reflexión compartida. En

este sentido, y basándome en las condiciones que, según CARR y KEMMIS (1988),

debe poseer toda teoría de la educación crítica (bajo la tutela para ello de la Escuela de

Frankfurt y la obra de HABERMAS en particular), vamos a cubrir el espectro que

emerge de esta cuestión. Recordemos, de manos de CARR y KEMMIS, que:

“Una ciencia social crítica es, para Habermas, un proceso social que combina la

colaboración en el proceso de la crítica con la voluntad política de actuar para

superar las contradicciones de la acción social y de las instituciones sociales en

cuanto a su racionalidad y justicia. La ciencia social crítica será, pues, aquella que

yendo más allá de la crítica aborde la praxis crítica; esto es, una forma de práctica

en la que la ‘ilustración’ de los agentes tenga su consecuencia directa en una acción

social transformada.” (CARR y KEMMIS, 1988, p.157)

360

Desde ahí, y en primer lugar, debo decir que uno de los problemas fundamentales

que deben afectar y llevar a la reflexión a todo intelectual (y todo educador debe ser

uno) es el de la racionalidad. Pero, por el contrario de lo que parece ser noción

extendida, buscar y establecer premisas de pensamiento en acción alrededor de esta

cuestión no conlleva el obtener un método para ‘ser racional’. De hecho, vivimos en un

mundo dominado por la globalización económica y donde la situación parece ofrecer

una pluralidad de racionalidades con las que dotar de sentido nuestra vida cotidiana y

nuestra práctica profesional educativa. Sin embargo, en ese aparente vergel de

racionalidades subyace las más de las veces la racionalidad instrumental como

dominante, con lo cual los criterios de cambio y de progreso se reducen a la

administración burocrática, los procedimientos ‘asépticos’ y la obsesión por la eficacia.

Para la racionalidad instrumental el problema de los asuntos sociales consiste en

identificar los mejores medios para unos fines predeterminados, lo cual supone una

instrumentalización cultural que afecta a los modelos de enseñanza, de aprendizaje y de

investigación. Por ello, lo que sí hay que aclarar de manera taxativa es que todo discurso

instrumental es inadecuado para la comprensión de la escuela, la educación y la

formación del profesorado, puesto que silencia los intereses y los valores que subyacen

en la pedagogía, y las relaciones de poder se presentan como naturales y legítimas.

Llevar esto era mi reto a partir de esta investigación, y ello desde la doble

perspectiva de la propia dinámica de trabajo y las acciones y reflexiones del grupo de

profesorado como tal y la práctica educativa que emerge de lo anterior en las aulas, para

lo cual la labor de concienciación que iba surgiendo de manera recíproca en el seno del

colectivo y hacia la transformación de sus prácticas se tornó fundamental; un grado de

compromiso que lleva a posicionamientos como éste:

“Desde nuestra experiencia en el Proyecto Roma no compartimos aquellas teorías

y procedimientos que proponen hacer aprender de memoria los contenidos

escolares sin enseñar a los niños a cuestionarse el porqué de las cosas. Ese tipo de

escuela focaliza su hacer sobre una parte del ser humano, la intelectual, olvidando

que es al sujeto en su totalidad al que hay que dirigirse. E incluso en este hacer de

361

la escuela tradicional relacionan la inteligencia humana con la capacidad para

memorizar. Por el contrario, nosotros desde el Proyecto Roma orientamos la

práctica educativa hacia itinerarios de comprensión y no de repetición pasiva, las

competencias que las niñas y los niños adquieren conforman un substrato y una

base experiencial que les va a posibilitar la búsqueda de estrategias adecuadas para

resolver problemas de la vida cotidiana y si no les permite su resolución, aquellos

quedarían al menos cargados potencialmente para resolverlos en otro momento o

en otras circunstancias” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea Junio de

2000)

Una vez democratizado el aprendizaje y la consciencia de las implicaciones del

concepto de racionalidad instrumental mediante el debate surgido en el seno del grupo,

era cuestión de que ese proceso generado a partir del mismo siguiera haciendo

explícitos los pensamientos, reflexiones e incidencias en la práctica de ello.

“Luego también, que quizás es un tópico, pero yo estoy en clase y me oigo decir

algo que se lo he visto decir a determinados compañeros y entonces me paro y me

digo que ya estoy haciendo algo de lo que me han enseñado a hacer, y existe

también esa instrumentalización, que no llega sólo a las rutinas en clase sino a los

lenguajes, a las relaciones, a todo. El darte cuenta de lo que dices y cómo te diriges

a los niños es importante para darte cuenta de cuándo metes la pata, y muchas

veces tienes la alarma puesta, que pasa también por la duda esa existencial en la

que vivimos de cuestionarlo todo.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

En este sentido, una cuestión ineludible sería analizar la dinámica de trabajo del

grupo de profesorado, enmarcada dentro de la perspectiva crítica. Desde este prisma,

tanto la preocupación temática del grupo como las pretensiones de mejora de sus

prácticas sociales y de incidencia de las mismas en los contextos donde operan sus

miembros han sido una constante.

“Es sintomático que sólo en raras ocasiones no salga a la luz de una u otra manera

la preocupación por las injusticias que se producen en los centros educativos,

impregnándose siempre el debate de altas dosis de crítica y compromiso

ideológico. Por ejemplo, en el centro de Y, como hemos visto hoy, hay un niño

362

extranjero al cual los profesores de otras áreas segregan por tener una lengua

materna distinta, sin intentar ninguna estrategia para conseguir que participe en la

clase. Sin embargo, los compañeros y compañeras sí logrna comunicarse con él. El

problema es que algunos profesores ni lo intentan. A raíz de esto estuvimos viendo

posibles estrategias para conseguir que participara más en la clase de inglés, que es

la que Y les da.” (Diario de Investigación, Febrero de 2001)

Pero claro, una cosa es la buena voluntad y el compromiso y otra es no caer en

posiciones antagónicas, bien por inconsciencia o ingenuidad, bien por incoherencia

personal. La clave para evitarlo sale del propio grupo:

“...yo creo que es una cuestión de que estamos contínuamente revisándolo todo.”

(Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

“Esa es la principal estrategia, que nosotros no decimos: esto ya es verdad absoluta,

sino que siempre estamos en duda permanente.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

Sin embargo, esa manera de escapar del dogmatismo podría suponer caer en un

relativismo extremo; mas eso no tiene cabida cuando se parte de unos principios

teóricos que, aunque no son incuestionables, sí proporcionan una base epistemológica y

axiológica y aportan herramientas de reflexión para abordar la investigación y las

cuestiones que emergen de la praxis.

“...siempre intentamos buscar frente a cualquier problema, dificultad o aspecto

práctico que tratamos en el grupo, siempre nos vamos a la teoría, buscamos la

teoría que sustenta eso, o que confirma o que corrobora o que lo refuta, pero

siempre buscando en la teoría (...) En ningún momento damos las cosas como por

supuesto, todo lo cuestionamos, todo lo ponemos en duda, siempre bajo la teoría.

Pienso que eso es lo fundamental.” (Profesor Y, Entrevista Individual, Abril de

2001)

Ésa considero que es una característica que se ha podido constatar a lo largo del

periodo de investigación y que aporta una de las señas de identidad del grupo como tal.

363

Una de las características de toda teoría emancipatoria debe ser partir de una noción de

crítica inherente a una visión consciente del mundo.

“A la hora de reflexionar como grupo tampoco nos tomamos al pie de la letra las

cosas y nuestro hacer no es técnico, no es que lleguemos a unos acuerdos y los

apliquemos rígidamente, sino que cada cual en su nivel y contexto es diferente.”

(Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

La mayoría de los grupos de reflexión no tienen un referente teórico claro, sino

que lo que hacen únicamente es reflexionar sobre su propia práctica pero sin una visión

política global de la misma, lo que hace que caigan en la practiconería de solventar lo

cotidiano desde posiciones eclécticas y en no saber realmente por qué hacen lo que

hacen. Dentro del grupo de profesorado del Proyecto Roma este aspecto sí se tiene

claro:

“Este punto, la consciencia en todo momento de los argumentos que fundamentan

la acción, se siente como necesidad manifiesta dentro del grupo. La preocupación

por evitar la practiconería se convierte en prioritaria. Toda práctica sin un motivo

detrás y sin ser conscientes del mismo, se percibe como negativa

independientemente del resultado que emerja de ella.” (Diario de Investigación,

Marzo de 2000)

Por supuesto, esto mismo puede extrapolarse a la práctica educativa de los

miembros del grupo desde su pertenencia al mismo, tal y como manifiestan y he podido

comprobar en sus aulas.

“...cualquier cuestión que se debate en nuestro grupo y que se reflexiona y se

discute, te lleva a replantearte cómo haces tu trabajo dentro del aula (...) Cualquier

cosa que haga es inevitable que va a repercutir en el trabajo que yo hago dentro del

aula.” (Profesora X, Entrevista Individual, Abril de 2001)

“Mi trabajo ha cambiado, creo, totalmente, porque antes era un trabajo muy

mecánico y sin realmente tener en ningún momento esos instantes para pensar

porqué estoy haciendo lo que estoy haciendo, o en qué me estaba basando o qué

364

consecuencias tenía realmente eso sobre los alumnos y las alumnas con las que

estaba trabajando y sobre mí mismo.” (Profesor Y, Entrevista Individual, Abril de

2001)

Resumiendo, considero que esa visión moral y más holística que surge del grupo

de profesorado del Proyecto Roma permite desarrollar un tipo de consciencia crítica

capaz de paliar la percepción instrumentalizada del conocimiento y su desarrollo a nivel

colectivo y de aula. Esto y el no considerar en ningún momento esferas diferentes ya no

sólo grupo de profesorado y práctica educativa, sino otras dimensiones vitales no

estrictamente en el ámbito profesional, conlleva un fortalecimiento de la posición

ideológica de referencia mediante la coherencia interna de la fundamentación de todo el

proceso. Como expresa el propio colectivo:

“Partimos ahí del mismo hecho del conocimiento. Nuestra forma de plantear los

aprendizajes en clase, el que los niños aprendan es poniéndolos en duda, es decir,

que nosotros no damos como algo fijo o rutinario nada, sino que siempre estamos

poniendo en duda lo que nosotros sabemos, lo que saben ellos y siempre como para

ir un poco más allá, y eso nos pasa también en el grupo, ya que aunque nosotros

partimos de unos principios ni esto es inamovible para nosotros. A veces hemos

llegado a bromear sobre si nos estábamos cargando a Vigotsky o enmendándoles la

plana a estos autores, pero eso mismo lo llevamos al terreno del día a día en el

sentido de que en seguida que vemos que algo chirría lo primero que pensamos es

que ya estamos fastidiándola nosotros, no los alumnos, y segundo que lo estamos

fastidiando por que lo hemos convertido en rutina o algo estamos haciendo de

manera instrumental. Pues entonces, pensamos que tenemos que replantearnos el

proceso y ver qué o dónde lo estamos haciendo mal, que esa lucecilla siempre la

tenemos.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Por otro lado, cuando abordamos las tradiciones intelectuales como algo

construido socialmente y cargado de intereses, es importante que adoptemos diversas

perspectivas, pero el problema de la investigación actual no es la falta de un paradigma

único que guíe la indagación, sino el papel que en dicha investigación juegan los

protagonistas de las prácticas sociales y educativas. Partiendo de ahí, considero que toda

investigación y toda concepción crítica debe articular inmanentemente mecanismos de

365

participación, expresión y posibilidades de comprensión, interpretación y análisis del

mundo de significados en el que se desarrolla la investigación y que configuran el

contexto de la misma. De lo contrario, nos enfrentaríamos a un resultado en el cual

tendríamos unos ‘profesionales’ adeptos a la eficacia y al rigor, pero sin criterio propio

ni fundamentado, sin capacidad discursiva en situaciones de acción comunicativa

(HABERMAS, 1994) y con el lastre del olvido o la inconsciencia de la calidad profunda

y compleja de nuestra condición humana. Es por eso que los componentes del colectivo

consideran su trabajo en el seno del mismo como una necesidad profesional y personal:

“El pertenecer a un grupo de investigación como el Proyecto Roma te ofrece

posibilidades sociales y experiencias diferentes para evitar caer en el practicismo

inconsciente y sin sentido al que a veces nos arrastra nuestra propia práctica diaria

como profesores y que, si no ponemos los medios, nos puede envolver en una

rutina muy peligrosa. Por eso, con nuestras reuniones y debates como grupo de

trabajo dentro del Proyecto Roma, y las reuniones trimestrales con las familias y la

mediación, evitamos, por un lado, caer en esa rutina pedagógica y, por otro, a

través de la lectura y discusión de algunos documentos sobre experiencias

didácticas y de los documentos propuestos por el director del Proyecto Roma,

‘recargamos’ las pilas para continuar en nuestro trabajo diario con mayor ilusión,

sabiendo que lo que hacemos vale la pena y, además, sabiendo por qué hacemos lo

que hacemos, con fundamentación científica” (Informe del Grupo de Profesorado,

Asamblea de Junio de 2000).

Es por eso que dentro del grupo de profesorado del Proyecto Roma se tiene

como principio que

“...el proceso es verdaderamente lo importante en las reuniones. Existe una

confianza absoluta en que la calidad de la reflexión es lo que hace que el grupo

avance y no sólo los resultados que se obtienen a través de la misma.” (Diario de

Investigación, Marzo de 2001)

“Incluso lo importante al final no es quién dijo esto o lo otro, sino que lo

importante es todo lo que hemos aprendido, más incluso que si hemos llegado o no

a un acuerdo.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

366

Pero esa importancia enraizada dentro del colectivo sobre el proceso viene de

una visión política, puesto que lo que intenta es menguar la jerarquización doctrinaria

del conocimiento desde su imposición o su postración ante unos fines predeterminados e

inmovilistas. La visión es percibida más desde enfoques críticos comunicativos.

“En el aula cualquier situación, por problemática o conflictiva que parezca, se toma

como pretexto para desarrollar una situación educativa. Esto es un principio de

acción que he podido constatar en todas las aulas del profesorado del Proyecto

Roma. Un catarro, una pelea, un comentario sobre un programa de televisión,...

todo se transforma en un proyecto educativo donde el diálogo intersubjetivo

cumple un papel esencial tanto desde el punto de vista de la generación y

generalización del conocimiento, como desde la omnipresencia necesaria de la

educación en valores.” (Diario de Investigación, Noviembre de 2001)

“¿Cuáles son los significados que hay detrás de mi práctica? Pues yo creo que en el

fondo los significados son esos simplemente,... o no tan simples como pudiera

parecer: el hecho de que realmente se cumplan en mi aula los derechos humanos,

con lo que significa eso en el fondo, pues no es una declaración hueca, sino que

realmente si se cumplieran pues tendríamos una sociedad y un mundo mejor.”

(Profesor Y, Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

A colación con esto, debo de nuevo insistir en que el estar inmersos en un proceso

de investigación-acción emancipatoria provoca, por sus propias características, ya

definidas y contrastadas a lo largo de este periodo de investigación, que los

protagonistas de la investigación sean todas las personas que componen el colectivo,

que todas las voces sean igualmente importantes y que exista una horizontalidad en las

relaciones de derecho, independientemente de la competencia teórica y/o discursiva de

los participantes.

“Como ha dicho hoy Z en la reunión, nos movemos cada uno con un ritmo distinto,

pero el grupo funciona respetándolos. Incluso con las personas que se han

incorporado más tarde y se sienten inseguros o faltos de formación, se les respetan

367

los silencios sin dejar de fomentar su implicación y se eleva al estatus de principio

el derecho al error.” (Diario de Investigación, Mayo de 2000)

Ese protagonismo de los participantes a través de la investigación-acción y los

principios teóricos del Proyecto Roma, hace que vean su práctica y la interpreten a la

luz de ese referente, lo que provoca que puedan generalizar a través de lo cotidiano y

poner en acción el principio vigotskiano por el cual el aprendizaje primero es

intersubjetivo y después pasa a ser intrasubjetivo,

“Todos trabajamos para el grupo, no trabajamos para nosotros o para nuestro caso

particular.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

“Pero es que ahí está la historia. Es que nosotros, como lo hemos puesto en

práctica, nos lo hemos tenido que creer. O sea, la exigencia de tener que llevarlo a

la clase y hacer que las niñas y niños lo hagan nos exige una coherencia a nosotros.

Entonces claro, el propio grupo se ha construido con esa coherencia.” (Profesora X,

Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Pero es más, esta cuestión podemos trasladarla también al aspecto de las aulas,

donde el propio alumnado inmerso en esta dinámica de trabajo que supone el modelo

educativo del Proyecto Roma está desarrollando un tipo de conciencia importante de lo

que hace y el sentido que ello tiene:

“En una asamblea una alumna ha comentado que otros niños de la escuela piensan

que ellas no trabajan porque lo hacen todo con proyectos, no hacen exámenes y se

mueven y hablan en clase, pero ellas mismas les han respondido que eso no es

cierto, que ellas trabajan mucho, pero que lo hacen de manera más divertida porque

lo hacen pensando e investigando.” (Diario de Investigación, Enero 2002)

En definitiva, considero que es este aspecto lo que le da fuerza al profesorado para

trascender su situación particular y poder así conseguir que los significados con los que

construyen sus interpretaciones no se den de manera acrítica, por socialización

tradicionalista o imposición hegemónica, sino que sean ellos los constructores de su

propia red de significados al amparo de un referente teórico que permita su

368

emancipación a través de su acción educativa y de cómo la perciben. En este sentido,

clarificador y paradigmático en este proceso de conciencia y generalización de

significados desde un modelo de educación en valores resulta la siguiente sentencia de

un alumno, que sintetiza gran parte de lo expresado aquí:

“Un niño decía que quería ser maestro y bombero, y al decirle que no se podían

hacer las dos cosas dijo que quería ser bombero y como ella (profesora X) le ha

enseñado que todo se puede enseñar y aprender, pues él quería enseñar a otros

bomberos a serlo.” (Diario de Investigación, Abril 2002)

POPKEWITZ (1990) afirma que toda práctica contiene una epistemología

implícita, ya que los hechos sólo existen en relación con alguna teoría que nos permite

interpretar los fenómenos e introducir elementos de cambio en los mismos.

A la luz de estas palabras, está clara la teoría sobre la cual sustenta su acción el

grupo de profesorado del Proyecto Roma y que sirve para vertebrar las interpretaciones

que sus miembros hacen de las situaciones históricas, culturales y sociales. Lo que

habría que analizar es cómo se desarrolla esto en la dinámica de trabajo del grupo. Uno

de sus componentes nos introduce una clave al respecto:

“Yo creo que estoy intentando que mi práctica educativa no se estanque, sino que

realmente vaya en ese proceso de cambio continuo que me permite ir de la teoría a

la práctica y después regresar nuevamente a la teoría, una fundamentación siempre

de por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo, de manera que siempre pueda

estar posibilitando en mi alumnado el que vayan descubriendo el conocimiento,

pero no sólo que lo vayan descubriendo y se vayan haciendo más sabios, sino que

también lo hagan dentro de un ambiente verdaderamente democrático, con unos

valores determinados, que son los que estoy intentando que se vivan dentro del

aula, valores democráticos de respeto, de solidaridad, etcétera.” (Profesora Z,

Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

Otro aspecto que hay que tener en cuenta aquí es que si las finalidades colectivas

están claras es más fácil que de la reflexión surja la capacidad de discernimiento

369

necesaria de cara a interpretar tanto la teoría como las situaciones o hechos que se

someten a análisis.

“Que se cumplan los principios del Proyecto y que éste se lleve a cabo es algo que

se vive como propio porque así se ha manifestado reiteradamente. Las actitudes

cobran aquí suma importancia; no en balde las horas de dedicación al grupo y al

Proyecto son cada vez más numerosas.” (Diario de Investigación, Abril de 2000)

Mas no se trata de un aspecto meramente cuantitativo, pues el número de

reuniones y el tiempo de reflexión sería baldío si no tuviera su continuación ‘natural’ en

el trabajo como grupo dentro del Proyecto Roma, el cotidiano llevándolo al aula y el

necesario para preparar todo esto e investigar desde el paradigma crítico.

“Las dificultades cotidianas son explicitadas a menudo en las reuniones, pero no

con voluntad de mera queja, sino como medio de refutar que el modelo

hegemónico no funciona y que todo nuestro trabajo como grupo es importante y

cobra su sentido final en la puesta en práctica de aquello que decimos y que

decimos hacer.” (Diario de Investigación, Febrero de 2001)

De todo lo expuesto se puede entrever la importancia del lenguaje y, más

específicamente, del conversar (entendido a la manera maturaniana de ‘entrelazar

lenguaje y emoción’) como elemento básico para llegar a consensos a partir de los

disensos en las situaciones de reflexión del grupo. El lenguaje democrático, las actitudes

dialógicas son puestas de manifiesto en cada reunión y en las aulas del profesorado del

Proyecto Roma y suponen, a mi juicio, la principal estrategia para superar los posibles

autoentendimientos distorsionados por parte de los protagonistas y constituyen

evidencias claras del compromiso colectivo del grupo de profesorado del Proyecto

Roma.

“No cabe duda de que el modelo sociocultural de trabajo entre profesorado,

familias y mediadores en el proyecto Roma profundiza en los principios

democráticos al dar la oportunidad de participar a todas las personas en las

370

Asambleas trimestrales en un proceso de autorreflexión sobre sus ideas y

pensamientos” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de Junio de 2000)

Lo cual supone un reconocimiento del compromiso del colectivo con el Proyecto

Roma desde el paradigma de la cooperación, así como en sus aulas, tal y como se ha

podido reflejar a partir del modelo educativo que ponen en práctica a través de los

‘Proyectos de Investigación’ y la perspectiva curricular y organizativa que conlleva, la

cual analizaremos posteriormente, pero siempre partiendo de premisas pedagógicas

como las siguientes:

“Como decíamos, las decisiones se toman por consenso, siendo el argumento

mejor el que prevalece y se va construyendo, ampliando o enriqueciendo con la

reflexión y la contribución de todos los niños y niñas. Estas aportaciones dependen

de las características de cada uno de ellos. En este sentido es fundamental saber

poner en juego recorridos para que la niña y el niño sea un agente activo y no

espere pasivamente a que los otros piensen y organicen para poder demostrar qué

ha comprendido repitiendo ‘esto o lo otro’ de forma pasiva. El aprendizaje se

produce mediante la participación de todos los niños en discusiones y diálogos, lo

que le permite ampliar su 'zona de desarrollo próximo' a través de la motivación

intrínseca que se produce y desde el papel de mediación que los propios

compañeros ejercen” (Profesora X en Asamblea, Abril de 2000).

Evidentemente el mayor ejemplo desde la práctica del compromiso con la acción

del grupo de profesorado es el trabajo en las aulas a través de los proyectos de

investigación, que anteriormente han sido explicados, y los cambios que el modelo

educativo que conlleva está fomentando no sólo en el grupo y el alumnado, sino en los

contextos de convivencia de los mismos.

“Una madre incluso me decía: ‘Mira, esto ya es un poco pesado, pues el otro día

estaba yo peleando con mi marido y entonces llegó mi hijo y dijo que así no se

arreglan las cosas y empezó a pedirnos razones de por qué estábamos peleando.’

Entonces, están llegando a llevar las estrategias a su casa, a su contexto.”

(Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002

371

Por otro lado, no podemos olvidar que la cultura ofrece una forma de pensar, de

sentir, de actuar y de hablar sobre el mundo. KUHN (1990), centrándose en el contexto

de la historia de la ciencia, habló de cómo nuestras lentes cognitivas son algo más que

‘descripciones’ de los hechos, ya que las perspectivas de la ciencia se convierten en

elementos de la forma en que interpretamos y valoramos el mundo.

Partiendo de aquí, para el grupo el análisis crítico de la realidad educativa actual

conlleva percibir el conocimiento como medio para comprender y para aprehender a

partir de esa comprensión. Para ello resulta fundamental tener una con(s)ciencia clara de

las dificultades que tiene un posicionamiento que se define como contrahegemónico y

que en su praxis se manifiesta como tal tanto en el grupo como en la acción en el aula u

otros contextos, por lo que la construcción de un espacio público desde el cual la

reflexión emancipatoria vertebre la acción social y educativa ha supuesto una de las

razones de ser del grupo de profesorado del Proyecto Roma.

“La apertura del grupo hace que su propia dinámica se encuentre mediatizada por

la presencia de personas externas en muchas reuniones (no sólo de Málaga, sino de

otras ciudades y países), comprometiéndose en todo momento para provocar

cambios en todos los contextos de acción de esas personas, bien directa o

indirectamente.” (Diario de Investigación, Abril de 2001)

“Yo creo que una parte importante de la reflexión y del trabajo del grupo está

centrada igual que se plantea el Proyecto, que tiene una participación activa en

denunciar cualquier cosas que sea injusta y atente contra los derechos humanos.

Entonces, a nivel de práctica yo creo que al grupo nos preocupa cuando vemos

cosas que ocurren y están hiriendo nuestra concepción, pero siempre teniendo claro

que nosotros lo que hacemos lo fundamentamos, y también lo que no debería

hacerse, porque sabemos el por qué una cosa es una barbaridad o no y lo

argumentamos.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Y ese análisis crítico y comprometido de la realidad obviamente provoca

resistencias, situaciones de tensión e incluso actitudes de rechazo.

372

“Pero por eso nos salen enemigos, porque la interpretación que hace la gente es que

vamos de listos por el mundo. El porqué lo hacemos se lo argumentamos, y el por

qué hacen ellos lo que hacen, también. Entonces, es como ir de que sabemos más

que nadie, cuando la verdad es que lo hacemos desde la teoría.” (Profesora X,

Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

La respuesta a eso debe provenir del desarrollo de procedimientos

comunicativos a partir de los cuales se afronten los conflictos (aunque no se lleguen a

acuerdos) mediante procesos dialógicos de entendimiento que eliminen los prejuicios y

las visiones éticamente inmaduras o excesivamente egocéntricas que impregnan gran

parte de las interacciones sociales cuando éstas van más allá de lo convencional o

políticamente correcto, exigiendo humildad frente al conocimiento y predisposición al

cambio. Estos son los elementos que proporciona el análisis del quehacer del grupo de

profesorado del Proyecto Roma desde los principios de reflexión compartida y

aprendizaje cooperativo inherentes al mismo y mediante los cuáles el mismo va

reconstruyendo su propia teoría, lo cual también ha supuesto un cambio en la

concepción de sus propios miembros sobre la relación entre la teoría y la práctica.

“Nos viene muy bien estar inmersos en la investigación como grupo porque si no

nos pasaría como a la mayoría de los grupos de trabajo de profesorado, que se

terminan convirtiendo en el contarnos penas y eso es lo bueno que tenemos, que no

nos lo permitimos porque tenemos que investigar.” (Profesora Z, Entrevista

Individual, Abril de 2001)

“Yo era de las que decía: la teoría para los teóricos (...) O sea, que era como la

desconexión entre la teoría y la práctica. Ahora, por ejemplo, necesito la teoría para

poder llevar a la práctica lo que hago. O sea, el cambio ha sido absolutamente

radical, y sin teoría ahora estoy convencida de que no se puede funcionar ni

trabajar sin cometer aberraciones.” (Profesora X, Entrevista Individual, Abril de

2001)

Y esta perspectiva se ha ido reforzando con el tiempo, haciendo a su vez ganar en

seguridad y claridad de ideas a los componentes del grupo como tal y en sus aulas.

373

“Yo creo que también es porque es verdad que, si nos damos cuenta, vamos

aprendiendo toda la teoría y acudiendo a ella, e incluso planteamos nuestras dudas

desde la teoría, aludiendo a autores de una manera muy natural. Antes para mí

estaba forzada la teoría y tenía que buscar y ahora no es así porque realmente

hemos ido necesitando la teoría y como que estamos más afianzados en eso y es

más fácil. Sí que es cierto que la práctica la hacemos tirando de la teoría, y cuando

algo no surge o no funciona, pues lo cuestionamos. Hemos perdido el miedo, la

inseguridad en nosotros, de que seamos capaces de manejarnos así. Y además si

nos equivocamos no nos importa, porque sabemos que tiene solución, porque todo

se puede corregir si se tienen las ideas claras y se comparten.” (Profesor Y,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Esa relación dialéctica ha sido uno de los grandes cambios que ha supuesto para

sus componentes el estar inmersos en este grupo de profesorado, pues la valoración que

tienen ahora de la teoría como base de su trabajo y de cómo la práctica se ha convertido

en una manera de refutar o no esa teoría, se lo ha ofrecido la posibilidad de participar

colectivamente en una investigación-acción de estas características. Este ha sido

también uno de los puntos en los que más he procurado incidir personalmente durante

todo este proceso, tanto en los debates como en las aportaciones personales al grupo y

considero que la valoración sólo puede calificarse como positiva.

“El nivel de la discusión es cada vez más profundo; se habla de epistemología con

la misma importancia que de estrategias didácticas. La teoría y su naturaleza

dinámica está pasando de ser un referente a una necesidad.” (Diario de

Investigación, Octubre de 2000)

Y todo esto tanto a nivel de grupo y de la reflexión en el mismo como en la

práctica educativa en las aulas.

“...estoy en un momento en el que cada cosa que hago procuro saber por qué la

estoy haciendo, o de que si improviso algo que no está muy planificado, siempre

después tengo al menos el momento de reflexionar sobre ello y si realmente estoy

siendo coherente con las teorías en las que supuestamente me estoy basando.”

(Profesor Y, Entrevista Individual, Abril de 2001)

374

En definitiva, se ha ido alcanzado un grado de con(s)ciencia que ha permitido

que la epistemología subyacente en nuestras prácticas sociales y educativas haya sido

cada vez más explícita y que la teoría desde la que hemos ido realizando nuestro

quehacer estuviera presente en la metarreflexión autocrítica desarrollada a partir de todo

el ciclo de investigación-acción. De esta manera, el dominio teórico ha quedado

plasmado en los debates, asambleas, documentos y exposiciones públicas realizadas por

el colectivo, su aplicabilidad consciente y fundamentada en su práctica docente y la

creación de nuevas interpretaciones y aportaciones teóricas desde ese contraste

dialéctico, se trata de pasar de ser aplicadores de conocimiento a agentes activos del

mismo y generadores del mismo.

“Hemos aprendido de VIGOTSKY que la interacción social es el vehículo

fundamental para la transmisión dinámica del conocimiento cultural e histórico. O

sea, la mayor riqueza de experiencias en situación normalizada produce desarrollo.

Y es en el aprendizaje de manera continuada y progresiva donde la persona

excepcional se desarrolla y no enseñándoles ‘contenidos de un grado inferior’

(subcultura). Hay que saber crear itinerarios mentales planificando previamente

cualquier actividad que se vaya a desarrollar. Lo importante en el conocimiento,

según nuestro pensamiento, radica en saber crear estrategias en y para resolver

problemas de la vida cotidiana” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de

Enero de 2000)

“Nuestro grupo de reflexión, además de estar influenciado por el pensamiento de

LURIA, VIGOTSKY y BRUNER, hace que nuestra práctica educativa recupere su

auténtico sentido desde la consistencia epistemológica de Jürgen HABERMAS y,

más concretamente, desde su Teoría de la Acción Comunicativa, dado que ésta

posibilita la realización del cambio social a partir del acto comunicativo y de la

capacidad discursiva de las personas. Estas ideas de HABERMAS y nuestra propia

concepción de la escuela como escenario cultural que a través de los intercambios

el alumnado se va a apropiar de los instrumentos y actividades culturales, unas

veces producidas en ese mismo escenario y otras trasladado a él por las

experiencias previas de los propios niños, configura un modo de entender los fines

de la educación.” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de Enero de 2000)

375

Finalmente considero que saber qué teorías hay detrás de nuestra práctica y por

qué nos valemos de ellas y no de otras es fundamental para el desarrollo de todo

colectivo crítico con aspiraciones emancipatorias, y eso se da en el seno del Grupo de

Profesorado del Proyecto Roma desde la inquietud, el replanteamiento constante de la

acción y el pensamiento y esa curiosidad epistemológica (FREIRE, 1997) que se ha

convertido en inherente a la propia naturaleza del colectivo en coherencia también con

la metodología adoptada, lo cual a su vez constituye un elemento diferenciador del

colectivo con respecto a otros grupos de reflexión, tal y como expresan los componentes

del mismo, a través sobre todo del nivel de profundidad e interdisciplinareidad del

mismo, que va avanzando a medida que lo hace su contraste en la práctica:

“Otro aspecto es el de la fundamentación teórica, ya que otros grupos la tienen,

pero el nivel de profundidad e interdisciplinareidad que hay en nuestra

fundamentación, pues no es tampoco habitual en la mayoría de los grupos de

reflexión.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Y la expresión tangible de todo esto en las aulas se encuentra en el desarrollo de

los proyectos de investigación, que también ha ido permitiendo la transformación y

mejora de nuestra fundamentación teórica de manera holística y crítica.

“Pensando en diferencias con otros grupos de profesores y profesoras también hay

que decir que nuestra fundamentación es tan interdisciplinar y es tan amplia, es una

base como muy sólida porque estamos hablando de un modelo educativo completo,

no es la parcela de mi área, porque otros grupos tienen intereses muy concretos,

donde sí se fundamentan teóricamente, pero para una cosa concreta, para un

trocito, y nosotros vamos a por el ser humano entero, justo al revés, aunque

después lo llevemos a lo concreto, y eso nos da una base muy amplia.” (Profesora

X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Además de todo esto, el considerar la función social del profesorado como

intelectuales públicos nos debe servir como punto de partida para profundizar en la

relación entre teoría y práctica. La práctica, en este contexto, no se refiere tanto a las

relaciones actuales de la escuela, sino a la investigación como una forma de práctica,

376

donde los educadores son definidos como intelectuales. Desde ahí se deduce como

característica esencial en el dilema teoría/práctica el hecho de que la investigación

pedagógica responde a movimientos sociales más amplios, por lo cual la materialización

de toda teoría debe conllevar un análisis de las relaciones de poder existentes y la

manera en que éstas afectan a las relaciones de los actores sociales y educativos,

mediatizando su acción política. En el caso del Grupo de Profesorado del Proyecto

Roma, sus componentes ven su participación en el proceso de investigación como una

oportunidad, desde la reflexión compartida, para mejorar sus prácticas educativas de

manera cooperativa y desde aspiraciones emancipatorias.

“Los componentes del grupo de profesorado del Proyecto Roma queremos expresar

desde el principio cómo la reflexión compartida de nuestra práctica diaria, entre

nosotras y nosotros como profesores y con las familias y mediación en las

Asambleas Generales, nos ha permitido crecer como personas y como

profesionales. Para nosotros ser parte del Proyecto Roma conlleva un modo de

aprender a ser mejores profesionales, puesto que esto nos permite repensar nuestra

propia actividad como docentes comprometidos con la Cultura de la Diversidad y

la puesta en práctica de la misma en nuestros colegios respectivos” (Informe del

Grupo de Profesorado, Asamblea de Enero de 2000)

Nos dice MATURANA (1997), como ya vimos, que la reflexión es un acto de

desapego que ocurre en el lenguaje y surge como acción desde la distinción que el

observador hace al mirarse a sí y su circunstancia. En este sentido, FULLAN y

HARGREAVES (1997) cuando enumeran lo que ellos consideran orientaciones para la

acción en el marco de escuelas cooperativas nos hablan de ‘reflexión en la acción, sobre

la acción y en relación con la acción’.

“Es que tener que reflexionar sobre lo que estás haciendo te hace darte cuenta de

muchas cosas, y entonces tienes que ir modificando cosas...” (Profesora Z,

Entrevista Individual, Abril de 2001)

“Claro, es que si no lo hiciéramos [la acción educativa] desde la teoría lo haríamos

desde las tripas y entonces no nos serviría.” (Profesora X, Entrevista Colectiva,

Junio de 2001)

377

Completando lo anterior, y dando además un salto cualitativo a la cuestión,

comenta FREIRE lo siguiente:

“En el contexto teórico tomamos distancia del contexto concreto para,

objetivándolo, examinar críticamente lo que en él acontece. En el contexto

concreto existe la posibilidad de asumir por parte de los sujetos una posición

reflexivo-crítica; en él la curiosidad espontánea puede llegar a tornarse

epistemológica. (...) Para reflexionar teóricamente sobre mi práctica no es

necesario cambiar el contexto físico. Es preciso que mi curiosidad se haga

epistemológica. El contexto apropiado para el ejercicio de la curiosidad

epistemológica es el teórico. Pero lo que hace teórico un contexto no es su espacio

sino la postura de la mente. De ahí que podamos convertir un momento del

contexto concreto en un momento teórico.” (FREIRE, 1997, p.105)

Desde el grupo de profesorado esto se logra haciendo un ejercicio de abstracción

consciente de nuestro contexto particular y haciendo siempre las reflexiones como

grupo, con la mirada puesta en la transformación social.

“Esa constante en el ciclo de investigación-acción, ese ir de la reflexión a la acción

y de nuevo a la reflexión, es realizado como colectivo autocrítico, en el sentido de

que el cuestionamiento y la revisión de cada paso y cada reflexión del grupo se

plasma tanto en la investigación como en el análisis de la práctica docente.” (Diario

de Investigación, Marzo de 2001)

Y esto podemos llevarlo a una situación de reflexión sobre la práctica cotidiana,

en este caso partiendo de las asambleas en el aula, para ver la coherencia de la acción

del colectivo también en sus aulas:

“Ante el asunto de la puesta en práctica de las asambleas, una compañera (Z) ha

planteado una duda sobre su puesta en práctica por las distintas zonas de desarrollo

actual en el alumnado, pero desde el grupo, y siguiendo a Vigotsky, se le ha dicho

que lo que hay que hacer es aprovechar a unos para tirar de los otros, a través de

andamiajes, tal y como plantea también Bruner, así como que no tiene que haber

378

proximidad en las zonas de desarrollo actual y, como la tendencia debe ser siempre

hacia el desarrollo de las funciones psicológicas superiores, cuanto mayor sea el

tirón mayor será el desarrollo que se produzca, para lo cual lo mejor es hacerlo

conjuntamente. Esta profundidad de análisis teórico desde una cuestión planteada

desde la práctica ha sido muy significativa respecto al funcionamiento del colectivo

en este sentido.” (Diario de Investigación, Abril 2002)

Este aspecto de coherencia entre la teoría y la práctica, esa relación dialéctica

entre ambas, por tanto, es no sólo definitoria de la labor del colectivo sino que al mismo

tiempo supone un punto diferenciador de otros grupos de reflexión.

“Algo fundamental es que nosotros cuando decimos que estamos haciendo esto es

porque es verdad que lo estamos haciendo, no como otros grupos que hablan sobre

los peces de colores y no existen los peces de colores, o sobre el sexo de los

ángeles y nunca han visto uno. Me alegra cuando nos dicen que se ve que hay una

coherencia en la práctica, que se transmite eso, que lo que estamos diciendo se

lleva y se hace, y que es verdad que se revisa todo.“ (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

Por lo tanto, podemos concluir que la capacidad autocrítica es fundamental para

entender y dotar de validez interna y ecológica la investigación-acción definida a la

manera kemmisiana. Esto se puede apreciar en el permanente ‘estado de alerta’, tal y

como manifiesta el grupo, que exige el pertenecer a un colectivo cuya finalidad es

emancipatoria.

“Cuando compartimos nuestras experiencias de aula, nuestros problemas y

nuestros asuntos profesionales, dejamos de trabajar individualmente y lo hacemos

de manera más cooperativa y solidaria, con lo cual compartimos éxitos y errores.

En esta autorreflexión compartida sobre nuestras prácticas diarias el profesorado

del Proyecto Roma, pensamos, que nos hacemos más democráticos y más

autónomos. Sólo a través de este proceso deliberativo actualizamos en la práctica

los valores de cada uno de nosotros, puesto que esta forma de compartir y de

asumir responsabilidades es una de las ideas más significativas del Proyecto Roma,

ya que con ello intentamos poner en juego una nueva perspectiva para mejorar

379

nuestra práctica diaria” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de Junio del

2000)

Por último, y precisamente incidiendo en su naturaleza metodológica, el hecho

de que estemos hablando de investigación-acción ya constituye de por sí un referente

que conlleva un ciclo de acción-reflexión-acción y va conformando aquella ‘espiral

autocrítica’ de la que nos hablan CARR y KEMMIS (1988) y que en el grupo está

presente en todo su quehacer, puesto que se trata del elemento desde el cual pivota lo

demás. Además, el reflejo de todo esto en la práctica del aula se encuentra mediante el

desarrollo de los proyectos de investigación, los cuales suponen ciclos de acción y

reflexión continuos y cuyos logros quedan bien explícitos en esta cita:

“El principal logro de los proyectos de investigación son los niños, sin lugar a

dudas, su autonomía, sus valores, sus conocimientos, y que es verdad que se les ha

enseñado un proceso lógico de pensamiento que pueden llevar a cualquier

situación. Por ejemplo, en otros modelos, tú vas a las clases y por ejemplo la

educación en valores se ve en las transversales pero sólo es eso, algo que se dice

pero no atraviesa. Se nota que en nuestros niños es otra cosa. Hay veces que se les

olvida porque las dinámicas son muy fuertes, porque el entorno en que viven es

competitivo, pero sí son niños y niñas que se plantean otra cosa. Por ejemplo, el

primer día después de vacaciones lo que me propusieron es hacer la brigada verde

en el colegio, porque el colegio está muy sucio y nadie se responsabiliza. Esa es la

primera propuesta que me trajeron. Segunda propuesta, es que me dicen que es este

colegio a los gitanos se les trata muy mal, y eso que en su clase no hay ninguno,

pero lo están viendo. Es evidente que les está calando una historia distinta.

Además, esa es la única forma de que vayamos construyendo un mundo diferente.”

(Profesora Z, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Como colofón a este apartado, me gustaría sintetizar en el siguiente cuadro, basado

en CARR y KEMMIS (1988) cómo desde el grupo de profesorado del Proyecto Roma se

trata y se llevan a cabo las funciones que debe tener una ciencia social crítica a la manera

habermasiana desde la relación teoría-praxis:

380

FUNCIONES DE LA CIENCIA SOCIAL CRÍTICA DESDE LA RELACIÓN

TEORÍA-PRAXIS

CONDICIONES

PARA SU GENERACIÓN

CONDICIONES

PARA SU DESARROLLO

GRUPO DE PROFESORADO DEL PROYECTO

ROMA 1. FORMACIÓN Y GENERALIZACIÓN DE TEOREMAS CRÍTICOS

Desarrollo de proposiciones con pretensiones de veracidad, validez y coherencia interna dentro de una concepción contextualizada de ciencia social crítica.

Libertad y construcción del discurso.

Generación de teoría educativa desde la reflexión cooperativa y el contraste de la misma con la praxis.

2. ORGANIZACIÓN DE PROCESOS DE ILUSTRACIÓN

Organización de actividades políticas dentro de un contexto de aprendizaje (auto)reflexivo y colaborativo sobre las prácticas sociales y las situaciones mediatizadas en las que se desarrollan.

Libertad y comprensividad de la comunicación.

La enseñanza como aprendizaje colaborativo crítico que emerge de procesos dialógicos inmersos en un fuerte compromiso político con la acción educativa y social en los contextos de desarrollo de la misma.

3. CONDUCCIÓN DE LA ACCIÓN

Reflexión colectiva sobre las acciones para la selección de estrategias que guíen las siguientes acciones con propósitos de mejora.

Libertad y participación en el compromiso con la praxis.

La reflexión debe darse con la participación de todas y todos como elementos de valor para la misma y la mejora continua de la acción educativa.

381

5.6. El Grupo de Profesorado del Proyecto Roma como colectivo de

investigación-acción crítica.

La segunda cuestión de investigación planteada en este estudio de caso es la

siguiente:

2. El trabajo del grupo de profesorado del Proyecto Roma como una investigación-

acción emancipatoria.

El Grupo de Profesorado del Proyecto Roma se define como un colectivo de

investigación-acción emancipatoria, siguiendo a KEMMIS y el grupo de Deakin, pero

resulta necesario realizar una autorreflexión introspectiva para analizar si realmente somos

lo que decimos que somos, si nuestra dinámica de trabajo, nivel de conciencia

sociocultural o modos de reflexionar y proceder corroboran aquello que pretendemos

metodológica e ideológicamente. Lo que sí queda claro es que para los componentes del

grupo de profesorado la investigación-acción es importante como metodología sobre la

cual construir teorías e innovar prácticas educativas contrahegemónicas.

“Yo creo que la investigación-acción como metodología nos proporciona una gran

ayuda. ¿Por qué? Porque realmente da sentido a cualquier cosa de las que hacemos

en el aula. El hecho de estar reflexionando desde la teoría a la práctica y desde la

práctica a la teoría, siguiendo las cuatro fases de la investigación-acción, los cuatro

momentos, yo creo que nos ha servido a todos, tanto individualmente en nuestra

práctica diaria en el aula como en lo que es el grupo.” (Profesor Y, Entrevista

Individual, Diciembre de 2001)

En este sentido, varios han sido los momentos para la reflexión sobre este asunto,

con el fin de dar(nos) argumentos sobre nuestra labor colectiva que fundamenten nuestro

trabajo como una investigación-acción crítica. Así, en lo explicitado por el grupo en una

reunión de formación del Proyecto Roma sobre nuestra metodología podemos encontrar

una primera aproximación sobre el tema. Se trataba de darle respuesta a la siguiente

382

cuestión: ¿Por qué el grupo de profesorado del Proyecto Roma utiliza la metodología de

investigación-acción de KEMMIS? He aquí la respuesta que elaboró el grupo:

• “Porque la nuestra es una investigación de grupo.

• Porque es una metodología comprometida con la transformación social y donde son los

propios protagonistas quienes van modificando sus prácticas sociales.

• Porque gracias a esta metodología hemos visto necesaria la teoría.

• Porque la i-a emancipatoria nos permite ser autónomos, no depender “dogmáticamente” de

ninguna teoría, sino que a través de su puesta en práctica y la reflexión sobre ésta,

reconstruimos la teoría.

• Porque nos permiten configurarnos como una comunidad autocrítica, alejándonos de los

programas de intervención.

• Porque partimos de una preocupación temática común, que es la cultura de la diversidad, y

un deseo de mejora a partir de la misma.

• Porque tiene la potencialidad de modificar la teoría y hacerla flexible, además de evitar caer

en la practiconería irreflexiva.

• Porque sus fases las realizamos, y de esta manera:

- Planificación: partiendo de lo que nos dice la teoría planificamos la acción conjunta.

- Acción: cada persona del grupo lo lleva a su contexto.

- Observación: observamos las propias prácticas dentro de cada contexto y dentro del

propio grupo.

- Reflexión: reflexionamos conjuntamente sobre todo el proceso para poder mejorarlo

tanto en cuanto a la puesta en práctica como a la reelaboración de la teoría.” (Diario de

Investigación, Mayo de 2000)

Estas cuestiones nos indican no sólo el grado de compromiso del grupo con esta

metodología, sino sobre todo su conocimiento y conciencia con respecto de lo que hace,

por qué lo hace, cómo y para qué.

En este sentido, GRUNDY (1991, pp.211-212) ha establecido la relación entre la

teoría crítica habermasiana, desde los tres puntos que para la mediación teoría-práctica

establecía éste y su desarrollo en el contexto de la investigación-acción. Sería cuestión

de llevar los principios establecidos en el cuadro final del anterior apartado al terreno de

la investigación-acción crítica para darnos cuenta de cómo se refleja el trabajo del grupo

383

de profesorado del Proyecto Roma en todo esto, tal y como aparece en el siguiente

cuadro:

TEORÍA CRÍTICA

INVESTIGACIÓN-ACCIÓN GRUPO DE PROFESORADO DEL PROYECTO ROMA

Formación y divulgación de teoremas científicos.

La investigación-acción no utiliza la teoría para justificar la práctica ni considera la práctica como teoría aplicada. Se trata, más bien, de una relación recíproca en la que teoría y práctica se informan entre sí y son mutuamente interdependientes.

En el proceso de i-a se parte de la teoría para ir a la práctica, refutarla o transformarla, y continuar generando teoría en un proceso dialéctico.

Organización de la ilustración en la que se apliquen los teoremas críticos o se prueben de una forma exclusiva mediante la iniciación de procesos de reflexión llevados a cabo en determinados grupos hacia los que se orientan dichos procesos.

I) La investigación-acción emplea procesos de reflexión en grupo de comunidades con intereses comunes.

II) La ilustración adopta la forma de puntos de vista auténticos para el práctico, tanto respecto a la teoría como a la práctica.

III) El facilitador puede ayudar a la organización de la ilustración, pero el poder para determinar la verdad reside en los prácticos, que son los árbitros finales de la autenticidad de los puntos de vista adquiridos.

I) El grupo constituye una comunidad reflexiva en torno a la preocupación temática de la cultura de la diversidad y la educación crítica.

II) Esto conforma un proceso de ilustración que emerge las aportaciones colectivas en la teoría y la praxis.

III) Todas las personas se constituyen en facilitadoras del aprendizaje y la reflexión, residiendo el poder de las proposiciones y discursos en los argumentos de las mismas y la necesidad de llegar a consensos a partir de los disensos.

Organización de la acción: la selección de las estrategias adecuadas, las soluciones de las cuestiones tácticas y la dirección de la lucha política.

I) La investigación-acción tiene como núcleo estratégico la acción, reconociendo la inevitable naturaleza política de la acción social.

II) La investigación-acción reconoce el valor y el riesgo de la acción y que la única implicación verdadera en la acción es la de los mismos actores.

III) La investigación-acción reconoce el poder de la acción cooperativa para iniciar el cambio social.

I) Para el grupo la educación es una actividad política que cobra sentido cuando se lleva a la práctica.

II) Para ello la palabra clave es ‘compromiso’, con las ideas y en la acción, siendo conscientes de su carácter contrahegemónico y lo que ello conlleva.

III) El grupo está convencido de que la cooperación es el verdadero motor del cambio educativo y social y lo vive como elemento imprescindible para su propia existencia.

384

Ahora bien, formar un grupo de Investigación-Acción comprometido con lo que

se hace no es fácil. Hemos de tener muy claro que nuestra metodología de análisis y

valoración no es un método de intervención, sino una dinámica que tiene sentido sólo

cuando cada uno de los participantes lo siente como algo suyo a lo que debe ir a aportar

y desarrollarlo como propio. (LÓPEZ MELERO, 2003) Desde ahí la reflexión conjunta

del grupo posibilita una solución conjunta de los problemas, pero yendo en sus análisis

más allá de los hechos puntuales que sirven de pretexto para la reflexión, porque es el

propio proceso lo que más enriquece, tal y como manifestaron los componentes del

grupo.

A su vez, el trabajo cooperativo y las aportaciones de todos los implicados facilita

la planificación compartida y la coordinación horizontal y vertical, el intercambio de

experiencias y conocimientos, la reflexión y discusión cooperativa y la valoración de

todo el trabajo conjunto. Dentro del grupo de profesorado del Proyecto Roma llevamos

a cabo las fases del proceso de investigación-acción de la siguiente forma:

A partir de ahí se establece el Plan de Acción a seguir, que se puede sintetizar en:

a) Planificación de la acción conjunta en busca de una mejora, tanto en el

colectivo (reuniones grupales) como en las aulas (proyectos de investigación).

ACCIÓNPuesta en práctica de

los principios teóricos en el propiogrupo y en las aulas

OBSERVACIÓNConstatación y

análisis del procesode praxis colectiva e

individualmenteconsiderado

REFLEXIÓNIntrospección

valorativa de la praxis y la nueva teoría generada

a partir de la misma

PLANIFICACIÓNReuniones grupales donde se parte de la teoría para mejorar

la praxis

385

b) Actuaciones por ámbitos o contextos, puesta en funcionamiento de los

‘proyectos de investigación’ en el aula.

c) Observaciones en los distintos contextos (reuniones y aulas, desarrollo de

informes al respecto).

d) Reflexiones conjuntas en torno a la idea central y reformulación crítica de todo

el plan para mejorarlo.

Desde esta manera de funcionar, cabe sin embargo continuar profundizando en

la investigación-acción emancipatoria como metodología de trabajo del grupo de

profesorado del Proyecto Roma, y para validar esta afirmación a continuación he

pretendido desarrollar un análisis comparativo desde los puntos fundamentales de la

Investigación-Acción Emancipatoria según KEMMIS y McTAGGART (1990),

contextualizándolos en esta investigación a partir de los resultados obtenidos en la

misma, con el fin de refutar su carácter y naturaleza crítica. Para ello en primer lugar se

presentan las características según KEMMIS, en segundo lugar las elaboradas

colectivamente por el grupo de profesorado del Proyecto Roma desde la

contextualización de esos puntos y posteriormente las que a este particular elaboré

desde mi reflexión teórica y práxica como investigador y miembro del grupo.

386

CARACTERISTICAS DE LA I-ASEGUN STEPHEN KEMMIS

1'. Mejorar la racionalidad y la justiciade las distintas situacionessociales .

El cambio

comoinstrumento cultural .

2 . I ntrospeccion colectiva,colaboradora y participativa .

3. Sometimiento a la prueba de Iapractice de las ideas como mediode mejorar y de lograr un aumentodel conocimiento .

4. La i-a como union de la teoria y lapractice en un todo unico : ideasde accion .

5. La i-a es una actividad de grupo . Esun modo de gestionar critics ypracticamente situacionescomplejas. Es una preocupaciontematica determinada .

6. Comunidades

autocriticas

yemancipatorias .

7 . Es un proceso sistemico deaprendizaje comprometido con laaccion (praxis) .

8. Induce a teorizar desde la practice .9. Es necesario que las practical, las

suposiciones y las instituciones sesometan a pruebas .

10 . Descripcion,

analisis

yreflexion de los propios juicios yreacciones .

11 . Es un proceso politico en elsentido quepersonas

implicay

elloa otrasgenera

resistencias al cambio .12 . Implica que las personas

realicen analisis criticos de lassituaciones .

13 .

Se empieza con pequenosciclos de planificacion, accion,observacion y ref lexion quepueden

ayudar

a

definirproblemas .

14 . Empieza con pequenosgrupos de colaboradores y seexpanders por la comunidad .

15 . Permits crear registros denuestras mejoras conceptuales ymetodologicas .

16 . Ofrece

una

justificaciOnrazonada de Ia labor educative .

GRUPO DE PROFESORADODEL PRO YECTO ROMA

Transformamos

nuestra

propiapractice, comprometiendonos contodas las iniciativas sociales que nospermitan introducir un cambio .

2. Ref lexion conjunta del grupo deprofesorado sobre nuestro propiofuncionamiento como grupo .

3 Reelaboramos Ia teoria desde lareflexion de nuestra puesta enpractice .

4. Estamos siempre a caballo entre lateoria y Ia practice .

5. Trabajamos en grupo, buscandosoluciones conjuntas a las situacionescomplejas que se nos presenters .

6 Como grupo reflexionamos sobre lapropia practice como grupo yreelaboramos la teoria .

7. Somas un grupo en continuaformacion que cuando hacemos algosabemos porque to hacemos .

8 Reelaboramos Ia teoria desde lareflexion sobre la puesta en practice .

9 Estamos en permanents duds, nuncademos por cierto nada sin haberreflexionado desde la teoria y desdeIa accion .

10. Reflexionamos desde el propio grupo,desde nuestro contexto y desde lasrelaciones con los demas grupos .

11 . Las resistencias que se generan aliadonde actuamos como grupo oindividualmente provienen de laexigencia por nuestra parts de que secumplan los derechos humanos .

12 . Hacemos como

grupo

criticsconstructive de to que hacemos comogrupo a individualmente .

13 Nos

reunimos

quincenal

osemanalmente pare realizar estosciclos .

14 . La expansion es lenta pero segura,estando siempre dispuestas aemocionar a las demas personaspresentandoles to que hacemos .

15. El grupo genera documentos ymateriales que provienen de nuestrareflexion y puesta en practice .

16. sabemos to que queremos y por que .

CARACTERISTICAS DE L A I-ASEGUN STEPHEN KEMMIS

1 . Mejorar Ia racionalidad y Ia justicia delas distintas situaciones sociales . Elcambio como instrumento cultural .

2 . I ntrospeccion colectiva, colaboradoray participativa .

3. Sometimiento a Ia prueba de Iapractice de las ideas como medio demejorar y de lograr un aumento delconocimiento .

4 . La i-a como union de la teoria y Iapractice en un todo unico : ideas deaccion .

5 . La i-a es una actividad de grupo . Esun mode de gestionar critics ypracticamente situaciones complejas .Es una preocupacion tematicadeterminada .

6 . Comunidades

autocriticas

yemancipatorias .

7. Es un proceso sistemico deaprendizaje comprometido con Iaaccion (praxis) .

8 . Induce a teorizar desde la practice .9 . Es necesario que las practices, las

suposiciones y las instituciones sesometan a pruebas .

10. Description, analisis y reflexion de lospropios juicios y reacciones .

11 . Es un proceso politico en el sentidoque implica a otras personas y ellogenera resistencias al cambio .

12 .Implica que las personas realicenanalisis criticos de las situaciones .

13. Se empieza con pequenos ciclos deplanificacion, accion, observation yreflexion que pueden ayudar a definirproblemas .

14. Empieza con pequenos grupos decolaboradores y se expanders per Iacomunidad .

15. Permits treat registros de nuestrasmejoras

conceptuales

ymetodologicas .

16.4frece una justification razonada dela labor educative .

PERSPECTIVA DEL INVESTIGADORSOBRE EL GRUPO DE PROFESORADO

DEL RO YECTO ROMACualifrcacion del contexto escolar a partir

de los principles del Proyecto Roma y Iaparticipacion en este como educadores. Latransformacion social desde la educacion .

Actividad de introspeccion colectiva .3 . (Re)construccion constants de las teorias

a partir de su contrasts en Ia practice .4 . Pensamiento en accion como estrategia

de desarrollo y mejora . Relacion dialecticsteoria-practice .Buscamos soluciones conjuntas de

manera critics y reflexive, estableciendocriterion entre todos a partir de unapreocupacion tematica comun .

6 . El grupo de profesores del ProyectoRoma como grupo con pensamiento criticopropio frente a otros colectivos mssconservadores .

7 . Colectivo de maestras y maestroscomprometidos con Ia education y Iatransformation social .

8 . Se ha creado una teoria propia en elpensamiento y en Ia accion a partir de lasreflexiones conjuntas desde los principlesdel Proyecto Roma y la practice educative .

9 . Sometimiento del trabajo del grupo acomprobacion a travel de Ia reflexion sobrela practice, la investigacion desde elProyecto Roma y is presents investigacion .

10 . La dinamica de trabajo esta sometida aanalisis y reflexion constants, tanto a nivelindividual como colectivo .

11 . La pertenencia al grupo de profesoradodel Proyecto Roma implica un grade decompromise ideologico no asumible permuchas personas .

12 . Se producers conflictos inevitables frentea las resistencias sociales al cambio .

13 . Iniciamos este proceso con cambiospequenos en nuestras practical sociales yeducativas,

pare

it

desde

ahi(re)construyendo nuestra teoria y quehacercotidiano .

14 . La puesta en marcha comenzo en un aulay don profesores, extendiendose desdeententes a otros maestros y maestras.

15 . Elaboramos registros de nuestras practicalpare analizarlas (esta investigacion formatambien parts de ese proceso), habiendoencontrado un lenguaje comun entrenosotros .

16. Disponemos de argumentos cientificossobre per que hacemos to que hacemos,sintiendo esto como una necesidad a lacual ha pretendido contnbuir estainvestigacion .

387

388

Si comparamos ambas visiones podemos comprobar que coinciden en los aspectos

fundamentales relacionados con las características de la I-A Emancipatoria, si bien la

que yo elaboré con anterioridad también incluye intencionadamente en el análisis el

papel de la presente investigación dentro de la general del grupo. Sin embargo,

considero que la principal conclusión que debe sacarse de este análisis es el grado de

con(s)ciencia del grupo en cuanto a qué metodología utiliza y por qué, puesto que se

desprende que es la visión política que subyace a esta concepción el motor que ilusiona.

Una maestra lo manifestó con las siguientes palabras:

“Yo es que el Proyecto Roma en general y el grupo desde su formación, gracias a

la investigación-acción creo que es ahora una investigación más bonita, más

ilusionante y motivante, y lo es además porque creo que es la más adecuada a los

fines que pretendemos.” (Profesora Z, Entrevista Individual, Abril de 2001)

No se trata por tanto sólo de saber la definición, sino de tener claro y ser

consciente en todo momento de cómo se lleva eso en la dinámica propia para comprobar

si realmente hacemos lo que decimos, si somos capaces del llevar el contexto teórico al

concreto. En este sentido, la conclusión es bastante visible y emerge de la claridad

metodológica que el colectivo demuestra a través de este ejercicio de introspección

metodológica y epistemológica. Además, cabe insistir en el paralelismo existente entre

las fases de la investigación-acción y los momentos de análisis de los proyectos de

investigación en el aula.

Por otro lado, de acuerdo con el pensamiento de KEMMIS Y McTAGGART

(1990) como referente en el proceso de construcción de ciencia educativa crítica desde

la reflexión compartida y la investigación-acción emancipatoria, los cambios producidos

en una comunidad crítica involucrada en dicho proceso se producen ligados a las

siguientes categorías de análisis:

•Lenguajes/Discursos

•Actividades/Prácticas

•Relaciones sociales/Formas de organización.

389

Su utilización para los propósitos de esta investigación viene dado también por

el hecho de que estas categorías se refieren a los cambios individuales, colectivos y

sistémicos, partiendo del principio de que los primeros se establecen en contextos

sociales generados intersubjetivamente y potencialmente permiten la innovación

sistémica mediante la transformación o configuración de nuevos universos de

significados. Desde los principios de corresponsabilidad, reflexión crítica y aprendizaje

cooperativo la comunidad educativa crítica puede apropiarse del propio proceso de

cambio y reflejar la necesidad de los procesos (auto)críticos de carácter procedimental,

lo que a su vez provoca un isomorfismo con las propias pretensiones del grupo y las

pretensiones de la investigación.

a) Cambios en los lenguajes/discursos del grupo de profesorado del Proyecto Roma

Partiendo de la máxima vigotskiana de que el lenguaje configura el pensamiento

y del pensamiento habermasiano en torno a las acciones comunicativas, resulta evidente

la importancia del tipo de discursos elaborados en una comunidad para su propia

configuración y el tipo de reflexión y de acciones que genere.

Estos cambios en ocasiones no son tan fáciles de percibir, ya que no se trata sólo

de adoptar determinadas expresiones, puesto que los cambios en el lenguaje van más

allá de la sustitución de unos términos por otros.

“Es evidente que se ha creado un lenguaje común en el grupo y que éste sigue en

permanente evolución, y ello desde dos dimensiones: desde la preocupación

temática en torno a la cultura de la diversidad y la lucha contra las desigualdades

sociales y educativas, lo que se manifiesta en un cuidado especial por evitar un

lenguaje segregador o discriminatorio (ya sea por etnia, religión, género, hándicap,

etc.) a la hora de hablar de las personas; y desde la propia con(s)ciencia política e

ideológica sobre la teoría educativa crítica que nos define como grupo y que sirve

como base de nuestra praxis como tal y en las aulas.” (Diario de Investigación,

Noviembre de 2001)

390

Pero lo que sí me gustaría dejar claro es que más que un cambio en el lenguaje y

en el habla diaria, esta dimensión se convierte en una actitud que va creando conciencia

de cómo hay que ir cambiando y haciendo cambiar a los demás, y desde ahí cobra su

mayor valor.

“En el lenguaje hay un cambio importante desde que comenzó a funcionar el grupo

porque, viniendo de culturas distintas, de modos distintos, de prácticas educativas

distintas, yo creo que ahora se nota mucho que ha habido una reflexión conjunta,

un trabajo cooperativo durante estos últimos cursos y que esto todos estamos

hablando un lenguaje común que nos permite entendernos y avanzar en nuestra

propia reflexión conjunta.” (Profesora X, Entrevista Individual, Diciembre de

2001)

b) Cambios en las actividades/prácticas

Los cambios en las actividades cotidianas, ya sean profesionales como

personales, suponen la puesta en práctica de los compromisos como colectivo y a nivel

individual. En el análisis de los cambios producidos descritos vemos cómo ha ido

cambiando la praxis hacia formas cada vez más democráticas, así como el hecho de que

se ha ido propiciando un modelo de formación propia, basado en el intercambio de

aprendizajes y experiencias, teniendo en la reflexión compartida sobre las prácticas

educativas en colaboración su fundamento.

“Veníamos de prácticas, pues más o menos tradicionales, por lo menos en mi caso,

y sin embargo yo creo que una de las características de los componentes del grupo

es que ninguno se ha quedado parado, sino que el hecho de incorporarse al grupo,

de participar dentro de esa reflexión sobre la práctica y la teoría conjuntamente, ha

hecho que uno ya inicie ese proceso de cambio hacia un modelo más basado en la

investigación-acción y en un trabajo más cooperativo.” (Profesor Y, Entrevista

Individual, Diciembre de 2001)

Pero lo más importante que considero de los cambios que se han producido en el

ámbito del profesorado, además de los relacionados con el trabajo colectivo como

391

comunidad educativa (auto)crítica, son los cambios que cada profesor ha llevado a cabo

en su aula, porque han sabido aunar su contexto teórico con su contexto concreto y

hacer de la coherencia, más que una aspiración, un principio de acción.

c) Cambios en las relaciones sociales/formas de organización.

Desde el momento que se aúnan voluntades desde distintos pensamientos y

orígenes socioculturales para formar una comunidad crítica de profesorado, nos

situamos en una estructura y una dinámica común, en un colectivo con una forma de

organización diferente a la que podemos mantener en otros colectivos a los que

pertenecemos en nuestra vida pública o privada. Es por eso que un trabajo de reflexión

para y en la acción también condiciona y modifica las relaciones en el seno del grupo,

haciéndolas sobre todo más democráticas.

“...con las relaciones creo que ha sucedido otro tanto, incluso en determinadas

personas que se han incorporado más tarde al grupo, ha pasado un poco lo mismo,

ha habido una evolución en las relaciones, conjuntamente sobre todo con el

lenguaje, y lo que ha ocurrido es que conforme ese lenguaje se ha hecho más

común, más de todos, pues también se establecían unas relaciones más estrechas y

unas relaciones más democráticas. En ningún momento he tenido yo la impresión

de que en el grupo hubiera ningún tipo de liderazgo, etcétera, sino que yo creo que

ha sido un fluir muy natural el hecho de que el grupo haya cogido una dinámica de

trabajo y de reflexión muy cooperativa, muy solidaria en el sentido de que no hay

alguien que mande o que establezca unas directrices, sino que realmente en nuestro

conversar y en nuestro hablar cotidiano de las reuniones, etcétera, pues se van

estableciendo esas relaciones, digamos democráticas, donde la opinión de todos es

importante, nos escuchamos unos a otros y siempre un poco pensando en el bien

del grupo, en el sentido de avanzar, de encontrar estrategias, de llegar a

conclusiones, pero sin ningún tipo o afán de protagonismo.” (Profesor Y,

Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

El cambio en nuestras relaciones viene también dado por el cambio en nuestra

forma de organizarnos y de dialogar. Las reuniones mantenidas nos han enseñado a

escuchar y a proponer con argumentos, intentando llegar a consensos y no imponiendo

392

nuestro pensamiento, lo cual propicia también que el propio colectivo esté cambiando y

mejorando constantemente.

“Ejemplos como el de hoy, cuando hemos hablado de tolerancia, son claros a la

hora de ver cómo a través de procesos dialógicos no sólo se enriquece la formación

del grupo y sus componentes, sino cómo esto nos lleva a un fortalecimiento

organizativo y en el mundo de las relaciones, ya que éstas se basan en el respeto al

otro y su opinión, lo cual conlleva el que sólo sean aceptadas cuando se

argumentan dichas opiniones. Esa exigencia colectiva es fundamental en el grupo.”

(Diario de Investigación, Octubre de 2001

En este sentido, y partiendo del pensamiento de STENHOUSE (1987),

cuando distinguía entre investigación sobre educación e investigación en educación,

lo cual le sirve a IMBERNÓN (2002) para llevar esta cuestión al terreno de la

formación del profesorado, hablando de investigación sobre el profesorado (lo que se

ha venido haciendo tradicionalmente en investigación educativa bajo el

pseudomonopolio universitario al respecto) e investigación en y con el profesorado,

que es la que defiendo en esta investigación y la que se ha explicitado a lo largo de la

presente narración como referente paradigmáticamente ligado a la investigación-

acción crítica. De esta manera, coincido con el citado IMBERNÓN cuando afirma

que

“si tuviéramos que definir la investigación en y con el profesorado, diríamos que es

un proceso indagativo encaminado a analizar situaciones educativas y/o sociales

problemáticas, a formularlas, interpretarlas, comprenderlas para transformar la

teoría y la práctica educativa y su repercusión en el ámbito social; y añadiríamos

que investigar implica:

• Una actividad cognoscitiva del profesorado (que resuelve problemáticas

cognosticivas), de análisis y reflexión.

• Que se desarrolla en y para la práctica educativa en un contexto mediante

procedimientos que introducen interrogantes en la indagación.

• Que se realiza sobre un problema práctico y real.

• Que tiene como finalidad una determinada intervención en la realidad para

transformarla.” (IMBERNÓN, 2002, p.21-22)

393

Completando estos cuatro puntos con una lanza a favor de la investigación-acción

en educación como una actividad crítica y dialógica donde se entrelazan el componente

cognoscitivo con el ético y el mundo de los valores, las concepciones macro y

micropolítica subyacentes, la autonomía (co)responsable del profesorado, los mundos

de significados compartidos y las pequeñas y grandes transformaciones, tanto de los

lenguajes y los procesos de interacción como de la organización y el curriculum.

“El hecho de decantarnos por la investigación-acción crítica, diferenciándola de

Elliot u otras corrientes, es porque existe un fuerte componente ideológico en

nuestra práctica que uno como profesional al principio no tenía tanto pero cuando

llegas al proyecto a través de la fundamentación teórica lo terminas llevando a tu

realidad cotidiana y es ese compromiso ético de nuestra profesión. Entonces, yo

creo que los cambios que produce, tanto como colectivo como a nivel de desarrollo

profesional es que aunque nunca me haya considerado un maestro tradicional, he

pasado de tener la alegría hippie-guay a tener ahora un pensamiento o una idea

muy clara de cuál es mi compromiso como profesional, como maestro, mi

conciencia como maestro que antes no tenía.“ (Profesora X, Entrevista Colectiva,

Abril 2002)

En este sentido cabe decir que un grupo de investigación-acción crítica como el

del Proyecto Roma posee un triple sentido (epistémico, ético y práxico) desde el

momento que permite convertir la investigación en una herramienta formativa y

transformadora, para lo cual es importante interiorizar la necesidad de ‘problematizar’ la

realidad educativa con el fin de mejorarla, yendo para ello más allá de lo meramente

coyuntural en los análisis y puesta en práctica de nuestro pensamiento de aspiraciones

democráticas y emancipatorias. Desde aquí considero que en el Grupo de Profesorado

del Proyecto Roma se tiene claro, siguiendo de nuevo a IMBERNÓN, que

“Lo importante (...) es el compromiso del investigador con su perspectiva

ontológica (...); con la perspectiva gnoseológica (...); con la epistemológica (...),

con su manera de ver el mundo, la realidad, la educación, la enseñanza, el

profesorado, la institución educativa, etc. No hay investigador educativo que se

adscriba a una corriente de forma ingenua o sencilla. Es cierto que son pocas las

394

ocasiones en las que hay un solo camino para llegar a un lugar, pero hay que

escoger un camino u otro, o un atajo, ya que ‘la elección de un estilo de

investigación nunca es sólo el reflejo de una preferencia intelectual; siempre

encarna además un compromiso educativo’ (CARR, 1985). La adscripción a un

determinado enfoque, paradigma o programa de investigación origina una

determinada sustantivación de la investigación educativa.” (IMBERNÓN, 2002,

p.28)

Y esa sustantivación constituye, desde mi punto de vista y tal y como se percibe

desde el grupo de profesorado del Proyecto Roma, un acto de compromiso ético y

comunitario, así como supone una adscripción a desarrollar procesos dialógicos como

procesos mediadores en la construcción de los cambios necesarios para la mejora de la

situación, colectivo o contexto origen de la investigación. Desde aquí nuevamente la

investigación-acción se torna en un instrumento válido desde nuestras pretensiones

como grupo crítico y comprometido socialmente, ya que, como dicen CARR y

KEMMIS (1988), constituye mucho más que una metodología, engarzando su papel y

validez como tal con la realidad que supone el proceso de reconstrucción de la relación

teoría-praxis que genera. No debemos olvidar, a modo de conclusión sobre la propia

realidad del grupo, las palabras de KINCHELOE:

“El propósito de la investigación-acción crítica, en este sentido, no es producir

datos y mejores teorías sobre la educación, sino que es producir una comprensión

metateórica soportada por la reflexión y fundamentada en contextos

sociohistóricos. (...) La metateoría y la calidad de la autorreflexión del profesor

investigador están siempre entrelazadas con el proceso de compartir esta

investigación práctica con otros. El que un práctico comparta su investigación con

otro es la mejor forma de conocer para fomentar un cuestionamiento saludable y un

diálogo significativo entre los prácticos.” (KINCHELOE, 1995, p.78)

395

5.7. El Grupo de Profesorado del Proyecto Roma como comunidad

democrática, dialógica y emancipatoria

Finalmente, para dar respuesta a las dos últimas cuestiones de investigación

planteadas, se han analizado los aspectos que a continuación siguen. Mas previamente

vamos a recordar dichas cuestiones de investigación:

3. El papel y la necesidad del trabajo cooperativo y los procesos dialógicos para la

construcción de escuelas democráticas y el desarrollo profesional y humano de sus

componentes.

4. La coherencia de los principios de la teoría crítica comunicativa y la educación

democrática en la praxis del grupo como tal y la de sus componentes en sus aulas a

nivel curricular y organizativo.

Para el análisis de estos puntos propongo, a raíz de los conocimientos teóricos

utilizados y las herramientas generadas a través del propio proceso de investigación, una

serie de estrategias que he definido como mediadoras, desde la reflexión colaborativa,

del proceso de mejora social, profesional y humana que se lleva a cabo en el seno del

grupo. En este sentido, debo decir que las mismas se encuentran estrechamente

relacionadas, lo cual hay que tenerlo en cuenta en el propio proceso de análisis. No

obstante, podemos decir que el desarrollo del grupo de profesorado del Proyecto Roma

se encuentra definido desde las siguientes dimensiones:

- como proceso para el diálogo y la emancipación colectiva

- como proceso para la valoración de las diferencias en el grupo y en la escuela

- como proceso de crítica social y participación comunitaria

- como proceso ético y para el desarrollo de la democracia y sus valores

- como proceso para el desarrollo de las virtudes y aspiraciones de la democracia

- como proceso de (auto)formación de intelectuales públicos comprometidos

- como proceso para la mejora curricular y organizativa en el aula

396

5.7.1. Como proceso para el diálogo y la emancipación colectiva

Siguiendo a DURKHEIM podemos decir que lo colectivo remite a la esencia de

la sociología y forma la base de los hechos sociales (incluyendo los educativos). Según

sus palabras: “La sociedad no es una simple suma de individuos, sino que el sistema

formado por su asociación representa una realidad que tiene características propias.”

(DURKHEIM, 1988, p.101)

Llevando esta idea de que el todo (social, colectivo) es diferente que la suma de

las partes (individualidades) al terreno de la reflexión colaborativa hay que decir que la

red de significados que configura, como principios de acción, parte para su construcción

de la necesidad del desarrollo de procesos dialógicos, siguiendo el pensamiento de

HABERMAS. De esta manera, en el seno del Gupo de Profesorado del Proyecto Roma

“Participación, diálogo y consenso son tres palabras clave en el quehacer cotidiano

del grupo en nuestras reuniones. Participación de todos, porque es importante y

porque eso enriquece al grupo. El diálogo como instrumento al servicio del

intercambio de opiniones, el contraste de pareceres y la construcción conjunta de

conocimiento y estrategias de acción. Y el consenso como vía para llegar a

acuerdos basados en el entendimiento bajo premisas éticas y democráticas.”

(Diario de Investigación, Mayo de 2000)

En este sentido, considero que el grupo ha hecho suya la sentencia de CAZDEN

(1991, p.209) cuando afirmaba que “necesitamos la ‘medicina’ de un análisis más

ponderado y de un control más consciente para que nuestras teorías implícitas sobre el

lenguaje de la enseñanza y el aprendizaje estén siempre abierta a una posible revisión”,

siendo aquí el diálogo el elemento mediador y también la base para la construcción

colectiva de andamiajes, como díría BRUNER, tanto en la dinámica del grupo como en

la praxis de sus miembros en la escuela. Podemos ver esto a través de un ejemplo en la

práctica:

397

“El profesor Y plantea cómo el lenguaje y el diálogo son importantes a través de un

caso en el que se equivocó en la manera de decirle a un alumno que no iba a salir

de clase a apoyo, porque lo hizo sin argumentárselo y, aunque tenía toda una

intencionalidad y unos principios éticos y didácticos detrás de esa decisión, el

alumno se lo tomó más como si fuera un castigo. El planteamiento que el grupo

consensuó era que debía haber partido no del niño, sino de explicarle que este año

el profesor de apoyo si quería trabajaría dentro del aula con todos ellos y de haberle

dado razones de lo importante que es que todos los niños y niñas estén siempre en

clase y participen con el resto del alumnado de todas las tareas que se hagan en la

misma, que entienda que no es beneficioso para él y porqué, para que sea él quien

pueda asumir de manera responsable y crítica la decisión de no ir.” (Diario de

Investigación, Febrero, 2002)

“Una de las cosas en las que más se nota es en el planteamiento de usar el diálogo

como base de todo, por decirlo de alguna manera. Yo creo que es de las cosas más

llamativas porque es de las primeras cosas que sorprenden a nuestros alumnos, el

hecho de que nosotros, nuestra primera respuesta ante cualquier actitud o

comportamiento suyo nunca sea un castigo o el grito, sino que sea el pedir razones,

el intentar dialogar con ellos y basar todos los temas, no sólo de resolución de

conflictos, sino toda la relación del aula, entre ellos y de nosotros con ellos, en el

diálogo, que es como uno de los pilares de nuestra práctica, como algo natural que

va surgiendo y a lo que ellos no están acostumbrados y primero les choca que tú

dialogues con ellos e intentes comprenderlos, conocerlos y acercarte a ellos desde

el lenguaje antes que cualquier otra estrategia de otro tipo u otro modo, que es a lo

que ellos están habituados con el resto de los profesores.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

El diálogo por tanto es fundamental, y lo es como medio y como fin, es decir,

como filosofía de vida y no como simple estrategia didáctica, sino como algo más que

eso y con una intencionalidad transformadora detrás.

“El uso del diálogo como fin sería estableciendo el paradigma en el que se debe

basar cualquier tipo de comunicación. Cuando usas el lenguaje en ese sentido, más

habermasiano, es porque al principio puede parecer una estrategia didáctica de

resolución de conflictos, etcétera, llega un momento en que eso se hace tan

398

cotidiano, tan natural en la dinámica de la clase, o al menos eso pretendemos

nosotros, que constituye como la base de la comunicación. Entonces es un fin en sí

mismo porque es el vehículo, hablando literariamente, la forma y el fondo; la

forma es que te quiero comprender a través del diálogo para llegar al fondo que es

el diálogo en sí, a través de comunicación y conocimiento. Ahí está también el

diálogo socrático.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Pero es que esos procesos dialógicos llevan además como algo inherente a ellos un

componente de crítica, transformación y emancipación que resulta fundamental y

constituye una de las pretensiones fundamentales del grupo. Pero claro, cuando

hablamos de emancipación también debemos saber distinguir, pues en investigación-

acción diferentes autores utilizan el término dotándolo de una polisemia destacable. Por

ejemplo, no es lo mismo cómo utilizan la palabra emancipación GIROUX, McLAREN,

KEMMIS, CARR o KINCHELOE que su uso por parte de STENHOUSE, ELLIOT,

McKERNAN y otros, ya que mientras para los primeros el término evoca la liberación

del profesorado por parte de ellos mismos de las influencias hegemónicas

socioculturales de dominación, los segundos la entienden como una situación específica

en la que el profesorado se libera desde perspectivas que emanan de su aula, lo cual no

permite la reconceptualización crítica de la realidad sociocultural amplia y la creación

de respuestas contrahegemónicas con fundamento político holístico. (KINCHELOE,

1995) De esta manera, dentro del Grupo de Profesorado del Proyecto Roma la visión de

los primeros autores es la más reconocible. En palabras de uno de los maestros:

“Yo creo que esta dimensión transformadora o emancipatoria, partiendo de esa idea

de Giroux de que tenemos un compromiso que no sólo es formar o capacitar a los

alumnos y a las alumnas académicamente, para que tengan éxito, sino que

realmente sea nuestra opción transformadora o emancipatoria yo creo que es algo

que nos preocupa, a mí personalmente me preocupa, tanto personalmente como

maestro en mi actividad diaria, como yo creo que en el grupo. Nos preocupa en el

sentido de que muchas veces, en las conversaciones, en los diálogos que tenemos

en el grupo precisamente o aparecen reflexiones o reflexionamos sobre el hecho de

que nuestro trabajo esté realmente sirviendo para transformar los contextos

sociales, los contextos familiares en los que conviven o a los que después del

399

horario de clase regresan nuestras alumnas y alumnos...” (Profesor Y, Entrevista

Individual, Diciembre de 2001)

Para el desarrollo de todo esto, el elemento más importante en el grupo ha sido

la confianza, que de por sí constituye el primer y más importante proyecto dentro del

Proyecto Roma, entendida como esa actitud permanente de respeto hacia los demás

(LÓPEZ MELERO, 2003), y además analizándola desde la doble perspectiva de la

confianza en los demás y en uno mismo (en ese mismo orden, contextualizando la

concepción vigotskiana del paso de lo intersubjetivo a lo intrasubjetivo). En palabras del

colectivo:

“El mejor mecanismo que tenemos es que no tenemos pelos en la lengua los unos

con los otros. Si vemos que uno se ha ido por los cerros de Úbeda pues se lo

decimos, tal cual. La mejor herramienta: el uso del lenguaje entre nosotros, la

confianza, el decirnos las cosas a la cara sin ningún tipo de tapujos.” (Profesora Z,

Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Esto cobra sentido desde una visión comunitaria donde esa confianza aludida es

tal porque se está convencido de que cualquier cosa que se diga en el grupo va a ser para

mejorar individual y colectivamente, sin personalismos.

Por otro lado, en relación con el proceso emancipatorio dentro del grupo de

profesorado otro elemento interesante es cómo el encuentro entre los miembros de

grupo se vive como un acto de libertad, es decir, no como una obligación que se vive

bien con resignación o bien con un sentido meramente pragmático-utilitarista.

“Yo voy a ser sincera: cuando me tengo que ir me cabreo. El hecho de saber que

hemos quedado un día y otro, me agobia, pero el hecho de estar me encanta.”

(Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2002)

El encuentro se percibe con ilusión, como un acto voluntario que enriquece

nuestras vidas profesional y humanamente, pues como todos los miembros del grupo

hemos recalcado, aquello que emerge de los principios del Proyecto Roma y de nuestra

400

participación en el colectivo tiene una repercusión inmediata en nuestra vida familiar y

de relaciones en general, siendo valorada por todas y todos como muy positiva, lo cual

nos motiva todavía más al permitirnos “apropiarnos” del Proyecto, “hacerlo nuestro”,

como decía la maestra X (Entrevista Colectiva, Junio de 2001).

En algo que consideras propio vas a poner realmente toda tu ilusión y todo tu

empeño para que funcione y se mejore cada vez más. De hecho, considero que éste es el

punto que delimita el empujón final, el cambio de paradigma que exige la pertenencia al

colectivo. Si nos lo creemos y lo hacemos nuestro, es inevitable que contra viento y

marea luchemos por su puesta en práctica y por extender este pensamiento

comprometido con las culturas más desfavorecidas y la búsqueda de justicia social.

“En nuestros encuentros con otros profesionales de la educación, cuando

compartimos nuestra experiencia, siempre hemos tenido la sensación que lo que

nosotros hacíamos entraba en el mundo de lo ‘imposible’ cuando es la práctica

habitual. Pensamos que hay una idea equivocada de las posibilidades cognitivas de

las personas excepcionales y que su educación no depende de que seamos unos

extraordinarios profesores, sino sólo que nos creamos que es posible y busquemos

las estrategias necesarias para ello…” (Profesor Y, Conferencia en el CEP de

Villena (Alicante), Julio de 2001)

Obviamente, este grado de compromiso es difícil asumir en las condiciones sociales

actuales, pero no por ello la exigencia debe menguar.

“Como grupo de carácter voluntario, la autoexigencia es un elemento clave para su

desarrollo. ¿Cómo hacer que otros educadores se acerquen al grupo? ¿Cómo hacer

que todos los que están desarrollen todos los principios del mismo? Esta es una

preocupación absolutamente prioritaria dentro del colectivo y que produce

múltiples reflexiones entre los miembros del mismo.” (Diario de Investigación,

Febrero de 2002)

Desde aquí es desde surge también la necesidad y el compromiso de extensión

de nuestro trabajo, de ‘contaminar’ allá donde vaya el colectivo, si bien las estrategias

van desde las más directas, como el contar a otras personas lo que hacemos y porqué, a

401

otras más indirectas, a través del ejemplo. No obstante, hay que reconocer que este

aspecto ha servido para llevar el pensamiento del Grupo de Profesorado del Proyecto

Roma a otras ciudades y estados, con gran aceptación en general, pero no nos ha

permitido crecer hasta ahora tanto como quisiéramos, probablemente a causa del gran

compromiso que implica el participar en iniciativas de este tipo y más en las

condiciones actuales de la docencia. De todas formas, lo que debe quedar claro es que la

pretensión del colectivo es la transformación social a través de la educación desde una

perspectiva comunitaria y un compromiso político importante, lo cual está muy claro

para los componentes del grupo:

“El fin último no es ser buen maestro o maestra, sino que el fin último es el de

cambiar, de cambiar lo malo que tengo a mi alrededor. Yo quiero cambiar todo,

porque como no me gusta lo quiero cambiar, y todo el trabajo personal y del grupo

está fundado en eso, en el cambio. Me da igual el grupo de niñas y niños que tengo

ahora, pero sí el cambio que ellos pueden generar en sus casas, en sus contextos,...

El fin último es transformar la sociedad que tenemos, y no la innovación guay del

‘voy a hacer un proyectito para quedar bien’, sino que lo que quiero es transformar

las cabezas de quienes están a mi alrededor y la mía, todo. Porque sinceramente yo

cada vez estoy más convencida de que los maestros tradicionales no son mala

gente, o sea, que hay muy pocas malas personas en el mundo, sino que todo el

mundo es bueno si le tocas en el punto que tienes que tocar, o en el momento o

desde el punto de vista que utiliza. La cuestión es desde dónde mira cada uno.

Entonces, un maestro tradicional piensa que lo está haciendo bien, honestamente lo

piensa, pero sólo lo mira desde su punto de vista, desde su parcela. Nosotros

tenemos en cuenta más cosas, no sólo nuestras aulas o si aprenden matemáticas o

no, sino las familias, los contextos, la sociedad, es ir más allá.” (Profesor Y,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Por todo ello es importante entender la necesaria interconexión entre diálogo y

emancipación, y ello tanto desde el punto de vista del docente como del alumno, porque

son nuestras actitudes las que a menudo condicionan y transmiten maneras de entender

el mundo de las relaciones y la educación. Como ha comentado una maestra:

402

“Es como algún compañero ha alucinado al escucharme hablar con (niño

etiquetado como muy conflictivo en el centro) y me ha dicho después que cómo es

posible que yo le hable así, que él jamás podría hacer eso, pero es que la mitad de

las niñas y los niños que tenemos contra los gritos se saben defender, contra los

castigos, contra todo eso tienen estrategias porque las han ido aprendiendo. Cuando

tú les hablas de otra manera es cuando los desarmas, surge más efecto de entrada, y

es verdad que sorprende a todo el mundo. Incluso a las familias les sorprende,

porque a mí me ha venido alguna madre diciendo: ‘Tú es que como les hablas

mucho, como se lo explicas todo, les das razones de todo, pues ahora es un latazo

porque el niño pide razones de todo y me dice que no le diga que no sin decirle por

qué y todo eso’.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio 2001)

Lo cual nos lleva a reflexiones no sólo sobre nuestro papel sino también sobre

nuestra incidencia en los demás desde nuestra actitud dialogante y crítica.

“Anoche estuve dándole vueltas a una situación en la que un niño de mi clase se

estaba aprovechando de otro y yo no hacía más que pensar qué había hecho mal

para que un niño de mi clase se esté intentando aprovechar de otro, eso es que algo

no está funcionando. Por otro lado pienso que tampoco soy Dios y no puedo luchar

en cinco horas contra contextos absolutamente deteriorados de diez años, pero eso

te lleva a muchos pensamientos. Pero es curioso que las únicas personas que cada

vez que se acerca un niño le decimos ‘por favor no sé que’ y ‘gracias’, somos

nosotros. Además, hay compañeros que te miras así con cara rara, o si yo trato a los

niños como compañeros. Y es que los únicos que mantenemos un lenguaje de ‘¿Me

prestas tu bolígrafo por favor? Muchas gracias’, somos nosotros, y a mí eso me

parece determinante y da una idea de por dónde vamos.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

En definitiva, puede decirse que otro aspecto que le confiere identidad al colectivo

es esa manera de entender el diálogo como referente para la emancipación colectiva y el

tener claro que siendo ésta el eje vertebrador de las reuniones es como se mantendrá el

espíritu ilusionante de la participación y de la (re)construcción cotidiana de una

comunidad educativa (auto)crítica.

403

5.7.2. Como proceso para la valoración de las diferencias en el grupo y en

la escuela

Decir que todas las personas pueden aprender, poner el ojo en los modelos de

enseñanza (aprendizaje compartido) y no en el alumnado, en los contextos y no en los

sujetos, en lo social y no en lo particular, supone un posicionamiento ideológico que

‘impone’ una praxis educativa acorde con lo explicitado como la del Proyecto Roma.

MATURANA (1992) nos dice sabiamente desde el mundo de la biología que lo más

hermoso de los seres humanos es la diferencia entre los mismos. FREIRE (1997)

corrobora eso, pero le añade un matiz: el habla de unidad a partir de la diversidad. Y es

que evidentemente no es lo mismo hablar de diferencias que de desigualdades, así como

la palabra diversidad es fácilmente acoplable, desvirtuando su significado, a

perspectivas que pueden ‘legitimar’ posiciones neoliberales.

“El convencimiento de que la diversidad es un valor ha sido el motor de nuestra

actuación dentro del Proyecto Roma que, de manera evolutiva nos ha ayudado a ir

introduciendo mejoras en nuestra práctica diaria. Más aún consideramos como

valor ‘la diferencia como valor’…” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea

de Marzo de 2000)

Las desigualdades entre los seres humanos tienen un origen social y hay que

luchar contra ellas. La diferencias entre los seres humanos son un canto que nos define

filo y ontológicamente (LÓPEZ MELERO, 1999). Todas las personas son iguales en

derechos y diferentes en la medida que la diversidad humana constituye la esencia

misma de nuestro ser humanos. Como también BOBBIO (1997) aclara, diferenciar la

primacía de acción política en uno u otro lado (es decir, reconociendo las diferencias

pero bajo premisas de igualdad y no como argumento para justificar las desigualdades

sociales, culturales y económicas), supone uno de los criterios fundamentales que

identifican las posturas de izquierdas o de derecha (poniendo intencionadamente en

plural las izquierdas y en singular la derecha). El Grupo de Profesorado del Proyecto

Roma, como colectivo crítico de izquierdas, tiene pues como prioridad evitar las

situaciones de injusticia y segregación en la escuela o cualquier contexto educativo, a

404

favor de las culturas minoritarias y ese alumnado silenciado y etiquetado por la

corriente hegemónica:

“En este sentido deseamos aclarar qué entendemos por ‘alumnado silenciado’, que

como subraya el responsable del Proyecto Roma, el prof. LÓPEZ MELERO es

tanto como decir qué entendemos por diversidad, por diferencia y por desigualdad.

La diversidad hace referencia a la cualidad de la persona por la que cada cual es

como es y no como nos gustaría que fuera. Este reconocimiento es precisamente lo

que configura la dignidad humana. La diferencia es la valoración de la diversidad y

es precisamente en esta valoración donde hay varias manifestaciones ya sean de

rechazo (antipatía, xenofobia, racismo) como de comprensión (simpatía,

xenofilia,...). Es la consideración de la diversidad como valor. Y la desigualdad es

el establecer jerarquía entre las personas por criterios de poder social, político o

económico. Es precisamente lo contrario de la igualdad. Si todos los seres humanos

nacemos libres e iguales en dignidad y en derechos humanos, ¿cómo nosotros

como profesionales íbamos a permitir que en nuestra escuela se cometa la barbarie

de la segregación?.” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de Junio de

2000)

Mas creo que ha sido HABERMAS (1999) el que ha sabido poner los puntos sobre

las íes a este respecto cuando habla del respeto al otro pero desde su propia alteridad, ya

que la inclusión del otro lo que indica es la apertura de la comunidad para todos, sin

exclusiones. Desde el grupo de profesorado del Proyecto Roma se parte para ello del

“hecho de que no haya ningún tipo de discriminación, (...) que todos los alumnos y

alumnas tengan la posibilidad de desarrollarse como personas, como buenas

personas...” (Profesora Z, Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

El sentido de la dignidad que emerge de ahí, de no fagocitación hegemónica, nos

lleva al punto que para mí aporta el salto de calidad a esta conceptualización sintética

que estoy pretendiendo desarrollar. Se trata de la valoración de las diferencias, tal y

como lo expresa LÓPEZ MELERO (1997). O sea, aquello que la ignorancia, el uso

instrumental de la racionalidad y los intereses de poder sociales y económicos han

solido históricamente despreciar, marginar y segregar, negando así al ser humano como

405

tal, pasa a convertirse, en el más amplio sentido del término, un valor. Las

consecuencias en la práctica educativa de esta conceptualización son revolucionarias y

suponen un cambio tal de paradigma (a la manera que KUHN (1990) definía) que toda

teoría y toda praxis emergente que parta de ahí debe responder a unas características que

den coherencia interna a sus acciones políticas desde criterios de validez ecológica y

democracia radical.

¿Cómo se percibe esto, en primer lugar, dentro del grupo y qué mecanismos se

ponen en práctica desde ahí? Desde el propio grupo se pone la primera piedra:

“Creo que ninguno nos parecemos en nada, ninguno es igual. Eso lo sentimos

como un valor porque lo hace más rico, porque si no sería un aburrimiento. Es un

valor porque eso hace que partamos de los disensos para llegar a consensos... Yo

creo que lo que aportamos es eso: un modo particular de cada uno de ser de

comunicarnos, y eso permite una posibilidad de no tener una estructura rígida en la

cual todos pensáramos igual o dogmáticamente, en plan secta. No, nosotros nos lo

tomamos todo como más relajadamente, y cada uno desde su idiosincrasia, lo cual

no quita que haya tiras y aflojas en el grupo, pero partiendo siempre de la confianza

siempre al final llegamos a acuerdos.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de

2001)

Esa diversidad, además de lo explicitado antes, condicionó el origen y desarrollo

del grupo.

“El recorrido, la historia de cada uno no tiene que ver unos con otros, pero además

ni remotamente. Eso hizo que el grupo comenzara con mucho tiento, pero

precisamente por el deseo de construir juntos, pero de construir desde la diferencia

de cada uno, porque nadie ha intentado cambiar al otro, sino que, conociendo esas

diferencias, hemos aportado cada uno lo mejor de cada uno. Eso es lo importante

del valor de la diferencia, que hemos visto que lo mejor que podíamos aportar cada

uno es lo diferente que somos.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Es por ello que considero que la manera de poner esta filosofía en práctica dentro

del propio grupo es donde mejor se ha apreciado esto, principalmente a través de las

406

actitudes desarrolladas para con las personas que se han ido incorporando al mismo.

“El grupo se comporta de manera absolutamente respetuosa con las personas que se

han sumado después, porque la historia de cada uno tiene particularidades y hay

que respetar los ritmos de cada cual, hasta los silencios de quienes se están

incorporando o su todavía no compromiso total con llevar a la práctica el proyecto.

Se respetan los ritmos, pero no el inmovilismo. La propia dinámica del grupo

requiere un hacer constante y eso se nota.” (Diario de Investigación, Enero de

2001)

“Hoy una compañera ha dicho que ella tenía la sensación de que había llegada a un

sitio que llevaba buscando desde hace tiempo, tanto profesional como

humanamente. Estos pensamientos no pueden caer en saco roto.” (Diario de

Investigación, Mayo de 2001)

El siguiente paso, y como acto de coherencia con el propio pensamiento del

grupo, se encuentra en que esta valoración de las diferencias hay que llevarla a la praxis

educativa. En este sentido, el grado de concienciación del grupo es destacable, ya que

de hecho ésa ha sido y es una de las preocupaciones temáticas principales del mismo.

“Mi clase funciona mejor si lo hace con todos. Yo no permito que ningún niño salga

de clase a apoyo ni nada parecido. Si quiere, que el profesor de apoyo entre al aula y

colabore, pero para todos los niños.” (Profesor Y, Entrevista Individual, Abril de

2001)

Y la presencia de la diversidad bajo principios igualitarios se siente como elemento

de riqueza, absolutamente necesario.

“Está claro en la práctica educativa que sin esa heterogeneidad las aulas y los grupos

funcionan peor, ya que se pierde riqueza cultural y experiencial, los puntos de vista

son más homogéneos y por lo tanto hay menos oportunidad de contraste. En la clase

de Z la asamblea, aun con niños y niñas tan pequeños (educación infantil), resulta un

ejemplo claro, pues el grado de razonamiento colectivo y conviviencia que están

teniendo los hace, a ojos de un observador externo, mucho más autónomos, más

407

curiosos con lo que les rodea y más respetuosos con los demás, lo cual se llega a ver

hasta en los recreos , en la forma en que comparten las cosas y juegan, a diferencia de

otros alumnos de otros cursos.” (Diario de Investigación, Diciembre de 2000)

“...yo lo tengo muy claro, si partimos del principio de que la socialización produce

desarrollo si los niños no están con sus compañeros en clase, éste no se va

conseguir y, además, si una de nuestras misiones es trabajar con las niñas y con los

niños, si no estamos en clase con el tutor cómo van a aprender...” (Profesor Y en

reunión entre grupo de profesorado y mediación, Febrero de 2000)

Lo cual acaba teniendo su reflejo en la educación en valores y se acaba

corroborando que la diversidad en las aulas produce enriquecimiento y que los

beneficiarios de esa riqueza experiencial y cultural somos todos, profesorado y alumnado,

y no sólo las personas excepcionales:

“La primera vez que un niño con dificultades en un aula de segundo de Educación

Primaria (profesora X) para hablar tuvo que hacer de portavoz de su grupo en un

proyecto, el grupo tomo aquello como una situación común y elaboró una estrategia

para ayudarlo a exponer haciendo entre todos un libro que le sirviera de apoyo. De

hecho, el grupo valoró eso como que habían tenido mucha suerte por tener a su

compañero en clase porque su presencia había permitido que elaboraran ese material y

al hacerlo aprendieron más y pudieron ayudar a su compañero.” (Diario de

Investigación, Marzo de 2001)

“Un niño lleva muletas por una operación que ha sufrido y tiene dificultades para

subir las escaleras para llegar al aula, por lo que se planteó el tema en una asamblea y

se decidió que la mejor manera de subir todos juntos sería siguiéndolo a él, y se

sentían contentos porque esa situación había permitido que llegaran a un acuerdo para

subir todos juntos y hacerlo de la mejor manera para todos.” (Diario de Investigación,

Mayo de 2001)

En conclusión, este punto considero que constituye el epicentro del trabajo del

grupo, donde se encuentra “la madre del cordero”, como diría una de las maestras del

colectivo. Es por ello que se trata de un tema de especial sensibilización y permanente

408

presencia en las reflexiones y acciones que hacemos como colectivo, puesto que se vive

como fundamental para lograr el cambio de paradigma, desde el deficitario al

competencial (LÓPEZ MELERO, 1999), que es considerado como paso clave hacia la

transformación social desde el mundo educativo. Se trata, por tanto, de tener claros los

referentes y qué es realmente lo importante en educación.

“¿Para qué queremos físicos que construyan bombas atómicas? Queremos físicos que

descubran cosas que ayuden a las personas, no que las destruyan. Buenas personas

ante todo.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Además, desde el punto de vista de la investigación, este proceso de toma de

conciencia que nos ha llevado dentro del Proyecto Roma a establecer la valoración de las

diferencias como principio de acción se ha visto reflejado en esta investigación, lo cual se

percibe con nitidez desde los dos puntos desarrollados por McLAREN y GIARELLI en la

siguiente cita:

“¿Qué significa crear una investigación práctica y pedagógica como un lenguaje y

práctica de la diferencia? Primero, significa repensar la investigación y las

prácticas pedagógicas tanto para la creación de múltiples significados como para la

distinción de un monolítico, totalizador, y prematuro cierre del significado. (...)

Segundo, esto sugiere que los estudiantes necesitan atravesar diferentes zonas de

diversidad cultural en relación a repensar las relaciones de sí mismos y la sociedad,

de sí mismos y los otros, y profundizar en la visión moral de la sociedad y la

imaginación política.” (McLAREN y GIARELLI, 1995, p.5)

Todo lo cual sólo puede venir desde la confianza y el respeto inherente a ese

valorar las diferencias desde un modo de convivencia exento de intereses ocultos, afán

de protagonismo o falta de sinceridad. En palabras del colectivo:

“Además de esa autenticidad que tenemos, que somos sinceros y somos lo bueno o

malo que decimos, sin chisteras mágicas ni cosas inventadas, otra cosa importante

es que también tenemos un nivel de confianza en el grupo que viene de respetarnos

mucho. Me explico, en todos los grupos de reflexión, y todos hemos estado antes

en muchos, la gente está por distintos intereses, pero son intereses como muy

409

vacíos: por los puntos para los concursos de traslado, por no sé qué, por mi

problemita concreto,... pero los que estamos aquí, a pesar de todo el tiempo que

conlleva y todo eso, esto lo hacemos por responsabilidad y entonces el estar ahí

agitado como por esa motivación de la responsabilidad, más auténtica, no por un

interés interesado, valga la redundancia, que no estamos aquí por un interés

particular, sino que venimos más bien a ofrecer, a ser generosos, no a llevarnos

nada, y eso ha generado en el grupo una confianza y una convivencia que hace que

este grupo sea alegre, divertido y que estemos contentos de reunirnos, que no

suponga ningún esfuerzo estar aquí, sino un placer.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

5.7.3. Como proceso de crítica social y participación comunitaria

GIROUX (2001) defiende que la educación es una forma de política cultural, al

igual que FREIRE (1990) nos hablaba de la naturaleza política de la educación. Compartir

esto supone asumir un modo de analizar y transforma la realidad, así como un compromiso

con la crítica social y un posicionamiento ideológico progresista. Tomar conciencia de ello

a través de la participación en un colectivo educativo como el Grupo de Profesorado del

Proyecto Roma es un rasgo muy importante de su propia identidad.

“Yo creo que desde el principio hemos sido bastante conscientes, o al menos nos

hemos ido haciendo conscientes a lo largo de nuestras vivencias y convivencia en

el grupo que nuestra práctica educativa tiene una vertiente política y de que todo

está realmente cargado de ideología. No vivimos ni nuestro trabajo se desarrolla en

una burbuja aséptica donde no está influyendo ahí tanto la política, a cualquier

nivel, política cultural o educativa principalmente, pero también la política como

marco general, y también la ideología, es decir, continuamente podemos ver que

cualquier decisión que se toma o que se pueda tomar a nivel institucional o de

administración o del resto de compañeros, órganos directivos del centro,... todo

está, digamos, embarcado en una ideología determinada. Entonces yo creo que de

eso si nos ha hecho conscientes el grupo, y evidentemente delimita o enmarca

nuestro quehacer, nuestra forma de trabajo.” (Profesor Y, Entrevista Individual,

Diciembre 2001)

410

Y no sólo implica esto una conciencia crítica en el seno del grupo, sino en los

distintos contextos profesionales y personales, porque se trata de un compromiso

político definido contra las injusticias y desigualdades.

“Lo que sí me ha ido dando el proyecto y la ideología que hay detrás es la

conciencia de que yo no estoy ahí simplemente para enseñar unos contenidos o

unos conocimientos, intentar no fastidiar mucho a los alumnos, sino que estoy ahí

para que los derechos humanos se cumplan y para luchar para que se respeten a las

minorías. Yo lo decía el otro día, en el centro donde estoy están todo el día

castigados y se les trata a muerte a los cuatro o cinco gitanos que hay, a las

personas excepcionales pues también, entonces yo estoy allí fundamentalmente por

esos, y por los que son hijos de obreros, no por el niño pijo, porque esa gente van a

seguir para adelante, pero a los otros, si yo no les intento dar esa cultura, que no es

sólo cantidad de conocimientos, sino las estrategias para que sean seres pensantes y

críticos, como para no conformarse. Es decir, no es que crea que yo le voy a dar

todas las estrategias, pero sí voy a poner las bases para que después pueda

desarrollarlas de joven o adulto y sea reivindicativo y pensante y diga: ‘¿Por qué

me tiene que machacar? Pues yo soy musulmán y tengo mis derechos.’ Y también

el proyecto me revitaliza profesional y humanamente, porque ya no es que esté ahí

cumpliendo un horario, porque no apretamos tornillos en una fábrica, aunque

alguno lo piense y lo haga.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Y esa consciencia es un elemento que ha repercutido no sólo en el compromiso

político del profesorado sino también en la propia dinámica de trabajo del grupo, su

responsabilidad ética y la percepción crítica de su hacer y pensar colectivo.

“También yo creo que toda esta reflexión conjunta en todo este tiempo, esta

experiencia de reflexionar y de trabajar dentro del Proyecto Roma me ha hecho

más consciente de mi trabajo y de las repercusiones que tiene mi trabajo en el

entorno y en la sociedad al fin y al cabo, porque uno siempre dice que la escuela es

el reflejo de la sociedad o que la sociedad es el reflejo de la escuela y que es difícil

cambiarla, pero sí que el estar reflexionando, el tener una fundamentación teórica,

te hace ver sin embargo que sí, que el maestro tiene una responsabilidad como

trabajador público.” (Profesora X, Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

411

Todo lo cual se encuentra íntimamente relacionado con la labor innovadora que

debe tener esta opción educativa y política, entendiendo la innovación no como una moda

o un lavado de imagen, sino como compromiso auténtico con la transformación. En

palabras del colectivo:

“La innovación para nosotros no es como tener una cara amable o ser modernos,

sino que nace de una responsabilidad, como un compromiso ideológico nuestro,

político, personal, por las circunstancias que sean las que nos han hecho llegar al

proyecto, pero eso nos ha llevado a tener un compromiso que hace que se nos

pueda tildar de innovadores dentro del aula, pero yo no quiero ser innovador dentro

del aula sino en toda mi vida, que esa innovación yo me la llevo a mi vida, que es

lo que permite también nuestro modelo educativo que otros no te lo permiten. En

otros puedes ser muy innovador en el aula y después un machista en tu casa, por

ejemplo. Digamos que la conciencia o la reflexión a la que te somete el modelo

educativo del proyecto hace que te plantees y le des vueltas a lo que está pasando

fuera, que no es porque esté de moda, sino que nuestra innovación, una vez que te

comprometes, está planteada como ese modo de vida que tiene que impregnar todo,

sobre todo el mundo de valores, sentimientos y actitudes respecto de las personas.

No es que seamos innovadores porque tratemos el tema del valor de la diferencia

en el aula, sino porque fuera hacemos lo mismo, o al menos intentamos que sea

así.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

En este sentido, considero que la mejor ejemplificación de este proceso de crítica

y el compromiso con la comunidad que conlleva la podemos encontrar en la concepción

y la praxis que sobre la participación de las familias y la sociedad en la educación tiene

el grupo.

“Este nuevo planteamiento nos exige al profesorado tener muy claro que no

debemos ocuparnos únicamente de la niña y del niño con algún tipo de hándicap,

sino también, y simultáneamente, de los contextos socioculturales de los que

forman parte esas niñas y niños, es decir, de sus familias” (Profesora Z, Asamblea

de Junio de 2000)

412

Si hablamos de la necesidad de vivir los valores, de curriculum inclusivo, de

escuelas democráticas e intelectuales públicos, todo esto se encontraría limitado en el

plano de la transformación social si no contáramos realmente, y no de manera

nominativa o anecdótica, con el contexto familiar y comunitario.

“[La participación comunitaria] es fundamental porque si nosotros estamos

hablando en el grupo de un modo de enseñar democrático, de un modo de enseñar

valores viviéndolos, si se viven esos valores en la escuela y no se viven en la

familia no sirve de nada, primero para el alumno y, segundo, si nosotros lo que

pretendemos con este tipo de escuela es cambiar la sociedad porque no nos gusta la

que tenemos, es imposible que la cambiemos si no tenemos la ayuda de las

familias, y si no vamos a la par unos con otros, y además es imprescindible para

poder contar con el curriculum de la vida cotidiana dentro del aula, saber lo que se

hace en la casa.” (Diario de Investigación, Febrero de 2001)

Pero además de ese punto de nuevo de coherencia, hay también un interés político

y también un interés profesional.

“Yo creo que cuando trabajas en la escuela llega un momento en que

inconscientemente acabas perdiendo la perspectiva con respecto a la familia y creo

que eso es una cuestión de salud mental propia el decir: ‘es que la familia, es que la

familia, es que la familia,...’ Si estás trabajando con las familias esa pérdida de

visión ya no la tienes, porque no te la permiten y entonces tienes que afrontar los

problemas desde otro lado, tienes que poner el ojo en otro sitio, porque el ojo

cómodo de ponerlo es en la familia e inconscientemente se hace: ‘la culpa la tienen

las familias’, pero si estás trabajando con ellas eso no puede ser. Creo que es

imprescindible, de verdad, sobre todo por eso, por los riesgos que corres de poner

el problema donde no está.” (Profesora X, Entrevista Individual, Abril de 2001)

Este nivel de compromiso y esta necesidad de colaboración desde la reflexión y la

acción tiene su referente también en las aulas y la manera de configurar la planificación

didáctica en las mismas en función de estas pretensiones críticas.

413

“Al trabajar de esta manera, en la que digamos estamos ahí intentando desarrollar

esas cuatro categorías del ser humano y donde están la afectividad, la autonomía,...

que no son el curriculum tradicional de la escuela, los lenguajes,... te das cuenta

que en esas tres dimensiones en las que la escuela tradicional no trabaja en el

sentido en que nosotros lo hacemos, pues te das cuenta que la manera en que los

alumnos traen su mundo de sus casas entra en la escuela, porque igual que en sus

procesos cognitivos, pero no por ejemplo en su autonomía, que parece que deben

aprenderla por generación espontánea o en sus casas, así que el traer ese mundo de

lo afectivo, de las emociones, la autonomía, es como volcar ese mundo de sus casas

en las asambleas y tenerlo ahí presente, influyendo, porque de ahí es de donde

salen las aportaciones de los niños en las asambleas y en las dudas, lo que quieren

ellos aprender de las cuestiones de investigación que se plantean nacen de lo que es

su experiencia y su bagaje personal.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de

2001)

Y de ahí emerge otra característica que me parece fundamental, cual es que el

trabajar de esta manera te lleva a comprender cómo son las niñas y niños realmente y no

como nos gustaría que fueran. Conocer y comprender los contextos de procedencia se

debe convertir en un arma pedagógica imprescindible política y educativamente.

Además, no podemos olvidar que trabajar cooperativamente con las familias es una

manera de que se cualifique el otro contexto, a través de un proceso de andamiaje. Eso

por un lado, y por otro esto facilitaría mucho el no desviarse de ese curriculum de la

vida cotidiana, porque al entrar las familias en el aula, toda la realidad social que

intentamos cualificar o transformar para mejorar va a acercarse porque se van a eliminar

las barreras.

Es cierto que esas barreras han existido históricamente y que se han provocado

situaciones de desconfianza mutua entre el profesorado y las familias (el uno por

sentirse controlado y las otras por verse fuera de un contexto que en el fondo no

conocen y cuyo desconocimiento conlleva desvirtuación en sus interpretaciones, entre

otras razones). La perspectiva del grupo es más abierta y participativa en este sentido:

“Pero si participan, aunque al principio vengan como a controlar, acaban

entusiasmados y encantados (...) Aparte que, imagínate la potencia, la riqueza para

414

los propios proyectos que hacen en el aula si los padres están implicados... porque

eso crea unos lenguajes, unos sistemas de relaciones que las hacen más naturales,

como necesidad que acaba cualificando el contexto.” (Profesora Z, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

“Con la primera madre que vino, yo dirigía mucho el cotarro, decía lo que había

que hacer, etc. El segundo padre que vino, ya como que yo me desligué más del

grupo que estaba haciendo el proyecto. Así, poco a poco, iban participando más.

Yo he aprendido a confiar más en las familias, porque por deformación tendemos

siempre a desconfiar, pero he aprendido a ello y he comprobado que funciona la

historia, vengan del contexto que vengan, del más terrible, pues también es valioso,

todos hacen una aportación importante al proyecto.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

La incidencia de ello en la práctica profesional y también en la comunidad ha

sido evidente y suficientemente contrastada en los casos en que la participación de las

familias en el aula ha sido real (no en todos los contextos ha sido posible hasta ahora).

“A mí me han venido madres de niños de infantil diciéndome que sus niños les han

cuestionado su forma de regañarles sin darles explicaciones de nada o a tortazos, lo

cual significa que también esto está influyendo en las familias.” (Profesora Z,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Todo esto, además de acercar y hacer más comunitaria la labor educativa, ayuda

por un lado a la coordinación de las acciones de los distintos contextos, facilitando el

diálogo y la introducción de criterios racionales en los mismos, además de fomentar la

con(s)ciencia crítica de la comunidad educativa en su conjunto.

“Aparte, para mí es fundamental que las familias participen con nosotros porque si

lo que nosotros pretendemos generar desde nuestras aulas es un germen para que se

transforme la sociedad, si no conseguimos que se transformen las familias quién lo

va a hacer, solo los niños en sus casas no van a transformar a la familia entera,

tiene que ser que el padre y la madre también se impliquen y vean otra manera de

analizar las cosas, de reflexionar, de hablar con la otra persona, que no es siempre a

415

voces, que no es siempre con violencia, autoritariamente, y si no vienen a clase a lo

mejor no tienen oportunidad de verlo y aprenderlo nunca.” (Profesor Y, Entrevista

Individual, Abril de 2001)

“Por ejemplo, el padre de una niña fue a una tienda y vio imitaciones de fósiles de

dinosaurios y cosas de esas y le compró uno y le dijo: toma, esto es para que te lo

lleves a la clase por si os sirve de algo, ya que estáis viendo el tema de los

animales. O sea, que ves que hay interés, que están pendientes de hacer cosas, de

buscar, preocuparse de la educación de sus hijos y no ir cada tres meses a recoger

las notas,...” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

En definitiva, plantear la reflexión compartida como un proceso de crítica social

y participación comunitaria es una manera de reivindicar un papel activo y un

compromiso en nuestras acciones como educadores demócratas.

“Obviamente, somos conscientes de que se necesita tiempo para comprender y

compartir esta nueva forma de convivir en las aulas. Es cierto que se necesita

tiempo para aprender y tiempo para encontrar satisfacciones en los nuevos

procedimientos de trabajo cooperativo en el aula. En este proceso de construcción

y reconstrucción del conocimiento el alumnado adquiere conocimientos

conceptuales, que le permitirán interpretar la realidad vivida; procedimientos y

estructura lógica (sentido común), como medio para resolver problemas de la vida

cotidiana; y valores, para mejorar la calidad de vida social y convivencial”

(Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea de Junio de 2000).

5.7.4. Como proceso ético y para el desarrollo de la democracia y sus

valores

Partiendo de una concepción procedimental como es la de la ética discursiva

habermasiana, entendida también como una ética de la (co)responsabilidad, esto nos

lleva a MATURANA (1992), cuando nos dice que la preocupación ética debe ser

entendida como preocupación por las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre

los otros. Desde esta perspectiva el Grupo de Profesorado del Proyecto Roma ha

416

construido su propio hacer ético tanto en su dinámica como colectivo crítico como en la

praxis en las escuelas. Además, este arraigado sentido ético parte de una visión política

de lucha por una educación pública democrática y de calidad, impregnada de valores

desde nuestra responsabilidad humana, profesional y ecológica. En palabras de uno de

los miembros del grupo:

“...el maestro tiene una responsabilidad como trabajador público. ¿Qué

responsabilidad? Pues que cualquier decisión suya está afectando directamente al

grupo de alumnos y alumnas que tiene, que están bajo su tutoría. Pero además

influye también en ese círculo o en ese contexto familiar donde están esos alumnos

o alumnas inmersos. ¿Cómo afecta eso a nuestro trabajo, o a mi trabajo? Pues yo

creo que lo afecta en el sentido de que me hace ser más consciente y añade

digamos un elemento más que hace que la búsqueda y la responsabilidad en el

trabajo sea mayor, porque en principio parece que te paraliza un poco el hecho de

que las decisiones que tú tomes con respecto a que un alumno esté dentro del aula

o fuera del aula, a que tú busques todas las estrategias posibles para que aprenda y

no lo abandones o lo dejes de lado...” (Profesor Y, Entrevista Individual,

Diciembre de 2001)

Por eso la preocupación ética supone una actitud de constante transformación y

profundización en el otro a través de ese análisis desde nuestras propias acciones y las

que compartimos. HABERMAS (1999) amplía esta visión cuando afirma que una moral

no sólo dice cómo deben comportarse los miembros de la comunidad (es decir, no sólo

es algo prescriptivo), sino que debe proporcionarnos a la vez razones para la resolución

procesual de los conflictos de acción inherentes a nuestro quehacer educativo.

“Para nosotros la enseñanza es un modo de ‘hacer aprender a otros, aprendiendo

nosotros mismos’ y de ahí emerge nuestro compromiso: el aprender unos de otros a

construir modelos democráticos donde desarrollar una cultura escolar en la

convivencia para que las niñas y los niños aprendan a ser personas demócratas y

libres desde la propia convivencia. Precisamente al considerar la enseñanza como

un oficio moral, ésta se encuentra cargada de intencionalidad, tiene valor. Para

nuestro grupo de profesorado la enseñanza es más que una mera colección de

conocimientos y destrezas técnicas, mucho más que un conjunto de

417

procedimientos, muchísimo más que un puñado de cosas que han de aprenderse. La

enseñanza es un compromiso social, una responsabilidad moral” (Profesora X,

Conferencia en el CEP deVillena (Alicante), Julio de 2001).

Por lo tanto, en el caso del Grupo de Profesorado del Proyecto Roma, esto implica

que nuestra configuración como colectivo crítico nos da sobre todo herramientas no

para evitar los conflictos o producir un proceso de socialización gregaria y dogmática,

sino para profundizar ética y radicalmente en los mismos y establecer estrategias desde

prácticas discursivas hacia la búsqueda del consenso. Esto, a su vez, provoca que el

entendimiento de la democracia como proceso participativo y deliberativo haga que el

grupo tenga como principio de procedimiento no llegar nunca a realizar votaciones para

la toma de decisiones, sino que todo debe decidirse desde los argumentos, la discusión

pública de los asuntos comunes y los principios de la ética discursiva como ética

inclusiva colectiva.

“Como afirma una de las maestras, nosotros siempre partimos de la necesidad de

que haya disensos para así poder llegar a consensos desde el debate y la reflexión

conjunta, lo cual es uno de los puntos clave y que le da más fuerza al grupo como

tal.” (Diario de Investigación, Enero de 2002)

Profundizando en ello, la preocupación ética de los miembros del grupo de

profesorado del Proyecto Roma como colectivo comprometido con su realidad social y

educativa ha quedado patente a través de muchas de las intervenciones ya explicitadas

en las anteriores categorías. Sin embargo, sí hay elementos que convendría matizar o

bien en los que profundizar. Específicamente, en palabras de los componentes del

grupo:

“Yo creo que ese componente de responsabilidad está siempre presente en el

grupo. Siempre nos preocupa la repercusión del grupo o, más aún, de los principios

del Proyecto.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

“...y eso también se ve en nuestro interés en participar en toda iniciativa educativa

que surja, en que dejamos que otras personas de cualquier país entren en nuestras

clases, en que estamos dispuestos a hablar de lo que hacemos y de nuestras

418

reflexiones allá donde se nos solicite,... pues por eso, porque queremos una

transformación social... ¿Por qué estábamos dispuestos este año a que nos

mandaran donde quisieran con tal de estar juntos y llevar hacia delante el

Proyecto? Pues por eso, por compromiso ético.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva,

Junio de 2001)

Y esa concepción ética es por definición comprometida, mas ese compromiso

debe tener y tiene su primer reflejo en la participación en el colectivo:

“Pero la primera responsabilidad que hacemos es que nadie escaquea ni se echa

para atrás aquí, para empezar... Nadie va a medio gas en esta historia, sino que

aunque protestemos mucho después somos muy buenos y lo hacemos todo.”

(Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Y de ahí la segunda parte se encuentra en la praxis:

“Otra responsabilidad que también asumimos y llevamos es la responsabilidad de

que todo lo que acordamos lo llevamos a la práctica. Esa responsabilidad la hemos

asumido y la cumplimos, cada uno desde su particularidad.” (Profesora Z,

Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

“El que no todos los miembros del grupo en las escuelas e institutos estén llevando

en su totalidad a la práctica el Proyecto supone evidentemente una lástima, pues

sería más rico el grupo con más aportaciones desde ahí.” (Diario de Investigación,

Abril de 2001)

Sin embargo, como ya se ha dicho, ese hecho debe partir de la voluntariedad y el

convencimiento de cada uno. El grupo respeta los ritmos pero exige, a través de su

propio movimiento, que nadie se pare porque todos debemos aportar cosas ya que cada

aportación es valiosa en sí.

La preocupación ética, por lo tanto, está presente en cada reflexión del grupo. La

axiología del colectivo es uno de sus principales valores y como tal se vive, puesto que

se parte de una visión política transformadora, entendida esa transformación como la

419

ética colectiva y que le confiere identidad como grupo. En este sentido, esto tiene un

referente importante en las asambleas de los proyectos de investigación, en las cuales se

priorizan los asuntos axiológicos y donde se vive plenamente la democracia y sus

valores de igualdad y libertad, puesto que no sólo todo el mundo tiene el derecho a

participar con libertad y respeto a los demás, sino que su participación es valorada como

necesaria porque enriquece al colectivo.

“Por ejemplo, hoy en clase se ha producido una pelea y entonces se para todo y nos

ponemos en asamblea para tratar el tema. Entonces, no es importante nada de lo

que se estaba haciendo porque es más importante esto, y como que así ellos llegan

a darse cuenta de que no importa que sepan matemáticas o inglés en ese momento,

sino que lo importante es tratar esa situación desde el diálogo.” (Profesor Y,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

En coherencia con esta perspectiva, una educación verdaderamente democrática

debe potenciar todas las dimensiones de la democracia, como proceso (siempre está

construyéndose), como medio para la decisión colectiva de los asuntos públicos, como

compromiso y como puesta en práctica de unos valores, la igualdad y la libertad, sin los

cuales no puede hablarse de democracia.

Pero la libertad y la igualdad no son valores absolutos, sino que tienen su límite el

uno en el otro, siendo el único valor absoluto el de la dignidad humana, una dignidad

que por definición es inclusiva.

“Por inclusión democrática se entiende la acción y el efecto de inscribir a todos los

individuos y grupos de una sociedad en un marco institucional común donde se

respeten sus diferencias, se garanticen sus derechos de libertad e igualdad y se les

pueda exigir responsabilidad en sus actos.” (BILBENY, 1999, p.113)

Por todo ello se puede afirmar que la construcción de una comunidad presidida

por los valores democráticos ha sido una constante desde los orígenes del grupo:

420

“En todos los grupos siempre hay el que quiere figurar en no sé dónde o el que

quiere dar el curso tal o ascender a tal puesto, y creo que parte del éxito nuestro

es que no hay ningún interés por ser más que maestros, que el interés máximo es

ser maestro. Y eso determina o hace que se dé una relación igualitaria, de

igualdad, y entonces nadie viene a llevarse, sino que venimos a dar porque en la

medida que doy me llevo, porque todavía no ha habido una historia de decir unos

de otros, de ‘pasillismos’, porque eso surge en todos los grupos y creo que

algunas veces yo todavía me admiro de la tranquilidad con la que nos decimos,

‘mira que esto no es así porque...’, y no pasa nada. Eso es lo infrecuente, porque

el mundo de intereses y la preocupación es común, no hay esa trastienda. El único

interés es abrir la puerta de la clase y que sea más fácil y se vea mejor.”

(Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Y los mismos principios se encuentran en la práctica cotidiana en las aulas:

“el hecho de que no haya ningún tipo de discriminación, no haya ningún tipo de

expulsión por ninguna condición dentro de mi aula, que todos los alumnos tengan

la posibilidad de desarrollarse como personas, como buenas personas dentro de mi

aula porque yo he sido capaz de organizar y de cumplir esa labor de mediación y de

posibilitar lo democrático en el contexto en el que estoy haciendo mi trabajo.”

(Profesor Y, Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

“A X le dicen los alumnos en su clase que estaban aburridos de estar en grupo y

que querían cambiar. Ella les pregunta por qué y les propone entonces que se

pongan de uno en uno, pero ellos dijeron que no porque entonces no podían

ayudarse. Al final concluyeron que por grupos era mejor porque se ayudaban

mejor. Lo interesante aquí es que para ellos lo principal era ayudarse. Son los

valores que están ahí, hasta la libertad de decisión, de decir lo que quieren siempre

que lo argumenten. Además, los tienes tan claros porque los han vivido, que, como

comenta la maestra, no es que uno se los diga sino que si uno se comporta

honestamente ellos te devuelven eso.” (Diario de Investigación, Octubre 2001)

En definitiva se trata de una de las principales pretensiones del grupo: la

creación de escuelas y aulas verdaderamente democráticas, y para ello resulta

imprescindible la educación en valores, tal y como se propugna desde el modelo

421

educativo del Proyecto Roma, pues para nosotros lo importante de los valores y lo que

los carga de sentido y significado es precisamente su puesta en práctica, entendida ésta

como una necesidad didáctica, profesional y personal.

“...de manera que siempre pueda estar posibilitando en mi alumnado el que vayan

descubriendo el conocimiento, pero no sólo que lo vayan descubriendo y se vayan

haciendo más sabios, sino que también lo hagan dentro de un ambiente

verdaderamente democrático, con unos valores determinados, que son los que estoy

intentando que se viven dentro del aula, valores democráticos de respeto, de

solidaridad, etcétera.” (Profesor Y, Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

Y todo ello porque la democracia es para todos o no es, o sea, que sólo tiene

sentido si en el grupo se comparten y se practican los mismos valores y si, a su vez, los

mismos se aplican, se viven, en las aulas.

“Ningún alumno o alumna recibe apoyo fuera del aula, ninguno recibe un

curriculum distinto a los demás, ninguno debe estar al margen de la dinámica de la

clase y la participación es un derecho y un deber, porque es importante, y así se

hace ver y se explicita en las clases, la aportación de todas y todos como algo

valioso. Estos principios son absolutamente imprescindibles para el desarrollo de

una educación democrática y como tales son puestas en práctica en las aulas del

grupo de profesorado.” (Diario de Investigación, Octubre de 2001)

“Ese tipo de cosas, que en muchos casos o durante un tiempo por inconsciencia a lo

mejor uno no se plantea, ahora sin embargo yo las tengo muy presentes, y de hecho

marcan o van guiando un poco mi labor educativa, en el sentido de que sea

democrática, de que realmente llegue a todos los alumnos y sea auténticamente

solidaria para todos, que es para lo que yo estoy; como trabajador público allí estoy

para todos, no para unos pocos.” (Profesor Y, Entrevista Individual, Diciembre de

2001)

Por tanto, la igualdad y la libertad como valores democráticos son un referente

ineludible, lo cual no evita que seamos conscientes de la realidad social en la que se

desarrolla nuestro quehacer educativo.

422

“Pero yo creo que eso es algo que nos preocupa porque (...) vemos que la pequeña

semilla que podamos estar plantando de libertad, de democracia en determinados

alumnos y alumnas en un contexto totalmente árido, negativo, etc. va a terminar

secándose, o no germinaría de la misma manera que si ese contexto va

acompañando o está en cierta sintonía con el modelo educativo y con el contexto

de más calidad que pretendemos nosotros desarrollar en nuestras aulas.“ (Profesora

X, Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

En definitiva, esto no es sino un aliciente más para seguir profundizando, desde la

ética y la democracia, para la transformación de los contextos educativos y la lucha

contra las desigualdades en los mismos.

5.7.5. Como proceso para el desarrollo de las virtudes y aspiraciones de la

democracia

Si la libertad y la igualdad son los principales valores de la democracia, deben

tener un modo de ser en la acción, es decir, una manera de ver y configurar nuestro ser y

nuestro actuar con los otros de manera coherente con nuestros principios, y a eso es a lo

que se denominan, como ya vimos, virtudes de los valores democráticos. Desde esta

perspectiva, la virtud que emerge del valor democrático de la igualdad es la solidaridad,

así como la que surge del valor de la libertad es la tolerancia. (BILBENY, 1999)

La solidaridad debe entenderse como un factor de cohesión fundado sobre las

diferencias y las necesidades de todos, originándose desde una actitud de cambio frente

a las desigualdades, precisamente porque consideramos a los otros como iguales desde

su propia alteridad, siendo las palabras claves para su desarrollo la cooperación, el

universalismo y la (co)responsabilidad.

Desde aquí podemos seguir avanzando un poco más en el sentido de que la

virtud pública que es la solidaridad tiene una aspiración que emana de la misma: me

refiero a la justicia social, por lo que cabría decir que no tiene sentido hablar de

423

solidaridad si el referente de la misma no es la búsqueda de la justicia a través de la

lucha contra las desigualdades. Puede decirse que la solidaridad complementa a la

justicia, ya que constituyen el espacio donde debe lucharse para que se dé la

participación en la toma de decisiones colectivas en la democracia. (LÓPEZ MELERO,

2003)

De esta manera, si comentábamos que la solidaridad era la virtud del valor de la

igualdad, también decíamos que la tolerancia era la virtud inherente al valor

democrático de la libertad, puesto que no puede existir la una sin la otra y ésta sin la

intolerancia a los intolerantes. Desde estas premisas, considero la tolerancia como una

actitud que nos permite aceptar y comprender al otro en su alteridad desde el referente

de la dignidad y los Derechos Humanos que constituyen su límite. Pero es más, al igual

que decíamos que la aspiración social de la virtud de la solidaridad era la justicia, la

tolerancia tiene otra aspiración fundamental, que es la convivencia, entendida desde el

punto de vista maturaniano como espacio de relaciones consensuado.

Si en nuestro convivir tenemos clara la legitimidad del otro o de la otra tal y como

es y no como nos gustaría que fuese, ello debería conllevar que en nuestras prácticas

sociales y educativas la praxis sea inherentemente tolerante y solidaria, viviendo ese

ejercicio como una necesidad casi ontológica, dejando claro que por tolerancia entiendo

el interés y el esfuerzo que hacen los actores en una situación relacional por entenderse

y buscar un lenguaje común a través del diálogo, lo cual, circunscribiéndonos ya al

Grupo de Profesorado del Proyecto Roma, haga que en primer lugar sea necesario un

posicionamiento abierto, comprometido y democrático.

“Nosotros no estamos encerrados, no somos dogmáticos; al revés, estamos como

viendo siempre otras cosas. Vamos siempre con confianza, implicándonos en

cualquier iniciativa que hay. “ (Profesora Z, Entrevista Individual, Abril de 2001)

Ese no dogmatismo está también relacionado con el enfoque comunicativo que

define nuestros intercambios como grupo, a través del cual se refleja ese esfuerzo por

entendernos y encontrar un lenguaje común que ha sido una constante en las reuniones

mantenidas por el grupo.

424

“Yo quiero hacer aquí una reflexión como grupo, y es que nosotros sí somos muy

tolerantes los unos con los otros, y tolerantes no en el sentido de que nos doremos

la píldora los unos a los otros, sino en el sentido de que cualquier acción que

hagamos, o cualquier lenguaje que empleemos o cualquier historia está siendo

incoherente con lo que decimos que pensamos o con nuestros principios, nos

vamos a esa fundamentación teórica para, a través del diálogo, del lenguaje con la

otra persona y el respeto sobre lo que dice y lo que piensa, intentar buscar que el

lenguaje sea común y que haya coherencia entre lo que decimos que pensamos y lo

que hacemos en nuestra propia práctica. Yo creo que so entre nosotros es así, y que

no nos importa decirnos lo que sea, siempre argumentando.” (Profesora Z,

Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Lo más importante que se percibe entonces es estar abierto a lo que viene del

otro. Se trata de darle la oportunidad a la otra persona de que argumente su postura

aunque no se esté de acuerdo con ella.

“Incluso dentro del grupo, porque no hay que irse hacia fuera para ello. Tú puedes

tener una opinión y yo otra. No decimos: tú llevas razón y yo no, sino que decimos:

vamos a ver, a qué llegamos en común, vamos a argumentar. O sea, que tenemos

esa tolerancia que parte de la confianza de decir siempre: vamos a verlo juntos. Y

lo curioso es que solemos llegar a acuerdos.” (Profesora X, Entrevista Colectiva,

Junio de 2001)

Mas quizás lo más sobresaliente sea que este posicionamiento implica en el

fondo una pérdida de utilitarismo dentro de la dinámica de relaciones del grupo, en el

sentido de que el acto comunicativo se torna importante como tal, con independencia

del resultado que conlleve ni si al final se ha podido producir algún tipo de consenso,

porque es en todo ello donde reside la convivencia democrática.

“Lo importante al final del debate no ha sido quién tenía razón o no, sino que la

discusión se vive como una oportunidad de aprendizaje.” (Diario de Investigación,

Noviembre de 2000)

425

En definitiva, decir que la tolerancia y la solidaridad constituyen aquí no sólo

virtudes democráticas sino una necesidad casi ontológica en el modo de establecer las

relaciones dentro de grupo de profesorado y con vocación de extenderse hacia el mundo

de relaciones profesionales y personales de los miembros del colectivo. Como siempre,

decir es más fácil que hacer, sobre todo ante determinadas situaciones, pero considero, a

la luz de todo lo recogido y analizado, que es firme la voluntad y el convencimiento de

que éste es el camino y que esto supone uno de los grandes logros y posiblemente uno

de los ‘secretos’ de la buena marcha del grupo como tal.

“La formación yo creo que es fundamental, entonces el grupo como grupo de

reflexión conjunta te exige un compromiso de solidaridad, de aportar, pues también

te lleva a una exigencia de formación, sobre todo de lecturas y de reflexión

personal que hace que vayas creciendo también y dando sustento teórico al

posicionamiento y a la propia práctica de un aula democrática.” (Profesor Y,

Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

Se trata además de aquello de aceptar al otro o a la otra en su legitimidad como

otro en la convivencia, tal y como es y no como nos gustaría que fuese, buscando

siempre que la justicia social presida nuestras reflexiones y acciones. En el contexto de

nuestro grupo de profesorado, esta categoría hace referencia también a la manera en que

se ha definido dentro del mismo el espacio y el modo de relacionarnos y si ello ha

configurado un modelo realmente cooperativo y solidario donde cada miembro cobra

valor desde su idiosincrasia y sus aportaciones al grupo son vistas como legítimas desde

la corresponsabilidad contraida y el compromiso ideológico que la sustenta.

Desde aquí también han existido una serie de evidencias desde la incorporación

de las personas que han ido incrementando el grupo desde sus inicios y la conjunción

con los otros miembros aun cuando los ritmos, experiencias previas y formas de

acercarse al conocimiento sean tan distintas.

De ahí se deduce lo anterior, pero lo que nunca debe olvidarse es el referente que

existe, ya que la legitimidad del otro debe surgir, no desde el relativismo moral, sino

desde lo común que se comparte y por lo que se lucha.

426

“El grupo se enriquece sin perder por ello su identidad, en el sentido de que los

principios del Proyecto Roma están ahí, pero su desarrollo y reconstrucción, ese

proceso inherente a la investigación-acción emancipatoria, se ve mejorado por las

aportaciones de otras personas desde sus particularidades y desde cómo a partir de

las mismas su participación en el colectivo lo mejora.” (Diario de Investigación,

Abril de 2000)

Pienso que, desde ahí, es donde mejor se perciben los cambios es a través de las

actitudes y las propias autorreflexiones de los protagonistas, las cuales son muy

ilustrativas:

“Es cierto que cuesta, sobre todo según la historia previa de cada uno, pero la

verdad es que cuando alguien se engancha con esto ya no hay vuelta atrás y cambia

no sólo la manera de ver tu profesión sino la manera de ver a los demás, más

democrática, más como son y no como a mí me gustaría que fuesen. Eso pasa

dentro y fuera del grupo y se nota.” (Profesora X, Entrevista Individual, Abril de

2001)

“Es cierto que no todos los miembros del grupo están llevando a la práctica en su

totalidad esta historia, pero lo importante es que están y que poco a poco van

introduciendo cambios, aunque a veces parezcan lentos.” (Profesora Y, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

Y esa misma filosofía es necesaria en la escuela como red de significados y

encuentro de culturas.

“En el centro de Y hay un niño que al parecer es la pesadilla del colegio, expulsado

reiteradamente y al que ningún maestro o maestra parece aguantar. Hoy he tenido

la oportunidad de comprobar el comportamiento del niño y observarlo en nuestra

aula y durante otra hora en otro aula. El niño en cuestión aquí se ha mostrado un

poco desganado, un poco ‘a su bola’, pero a poco que se presta atención desde el

respeto a su persona responde bien. En otro aula en menos de media hora fue

expulsado.” (Diario de Investigación, Octubre de 2001)

427

Acaso sea como dice MATURANA (1994), que los demás nos responden según

lo que esperamos que nos respondan. Desde ahí puede establecerse como conclusión

que la dinámica del grupo de profesorado de manera interna y la que desarrolla en su

acción educativa, al valorar al otro como es y esperar siempre lo mejor de él constituye

un modo de convivencia facilitador del cambio social. En este sentido, crear un espacio

donde se construyan las relaciones desde el dominio de emociones que configuran la

razón supone un reto en todo colectivo crítico.

“Sin duda convivencia democrática y justicia social se están convirtiendo en

conceptos clave, ya que las relaciones que se están estableciendo en el grupo

trascienden lo formal para incardinarse en un conocimiento recíproco real, sin que

ello deje de lado el compromiso político del colectivo.” (Diario de Investigación,

Mayo de 2001)

La relación de todo esto con lo anterior es evidente, por lo que los paralelismos

son inevitables. Sin embargo, acaso algo específico sea ese sentimiento de

‘complicidad’ (en el sentido no irracional del término) generado en el grupo desde el

consenso, así como la necesidad de hacer extensiva esa coherencia al quehacer en el

aula, para lo cual el ambiente de aprendizaje desde la convivencia se torna en una

exigencia para aulas que pretendan ser democráticas de verdad.

“Otra cosa que sí nos preocupa muchísimo es que ellos se respeten unos a otros,

que esos valores afloren permanentemente porque de ahí surge la convivencia. Y es

que es cierto a veces que los problemas pedagógicos pueden reducirse a problemas

convivenciales, y si se consigue la convivencia, que haya compañerismo y la

escuela no sea una selva de competitividad. El tema de la convivencia es clave para

nosotros porque permite realmente vivir, pues si hay convivencia a nivel

pedagógico se puede desarrollar mejor el aprendizaje, pues si por ejemplo como yo

dije en una asamblea si hay alguien en clase que se siente asustado o amenazado

con el alguien le pueda molestar, agredir o algo, ¿qué clase de atención va a tener?

Siempre hemos vivido eso de que el fuerte pisotee al resto, pero si conseguimos

que esas actitudes no se desarrollen en el aula se puede empezar a trabajar de otra

manera.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

428

También hay que decir que en todo proceso deliberativo, en todo proceso de

construcción y reconstrucción de discursos tiene un papel preponderante la discusión

como elemento de aprendizaje desde la reflexión compartida, y esa discusión siempre se

da desde el dominio de las emociones y se racionaliza desde ahí, entrelazándose con el

lenguaje (MATURANA, 1994) y consiguiendo que a través del acto comunicativo los

actores puedan hacerse críticamente conscientes de las situaciones sociales, sus

orígenes, sus fines y sus posibles consecuencias.

“Evidentemente podríamos reunirnos una vez al mes y quedar muy bien, como

muy responsables, pero sentimos que no es suficiente, pero desde nosotros

mismos.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

La convivencia, pues, es un valor que se percibe como aglutinador y también

elemento de aprendizaje.

“Todos estamos convencidos, cada vez más, de que es desde el consenso desde

donde vamos a construir mejor y con más coherencia todo aquello que surja del

grupo. La predisposición aquí se torna fundamental y ésta es cada vez más firme,

está más asentada y va adquiriendo mayores dosis de compromiso con el Proyecto

y el grupo.” (Diario de Investigación, Abril de 2000)

En conclusión, se puede asegurar que la convivencia en el sentido maturaniano y

la búsqueda de justicia en nuestras acciones han constituido el referente de construcción

de las relaciones dentro del colectivo. Además, tanto en las reuniones como en las aulas

en todo momento es el diálogo el único ‘imperativo’ y los argumentos se convierten en

las ‘armas’ de los miembros del grupo frente a los conflictos y discusiones. Sin

embargo, es cierto que esa situación de habla ideal que el propio HABERMAS definía

es difícil de construir, porque las relaciones en todo colectivo son asimétricas de partida,

pero considero que a partir de ahí es la propia dinámica del grupo la que puede provocar

que esa asimetría se desprenda de su parte de luchas de poder y de su cuota de jerarquía

para que se puedan democratizar radicalmente su estructura y sus coyunturas. En este

sentido, el colectivo, desde la solidaridad y la tolerancia ha contribuido, a mi juicio, a

429

que se den pasos que palien estos efectos distorsionados en la construcción del discurso

común y la acción cooperativa. Los mecanismos y estrategias están claros y ya se

pueden ver algunos de sus frutos en la cada vez mejor calidad en las relaciones de los

miembros del grupo, las cuales no dejan por ello de partir de su autoexigencia como

colectivo crítico y en su praxis en el aula.

“Entonces, yo creo que el hecho de la capacidad de transformar, de cambiar ese

contexto familiar y social que rodea nuestro contexto escolar es algo que nos

preocupa realmente, al menos a mí, especialmente por el alumnado que, por sus

circunstancias sociales, familiares, etc. digamos que en el tipo de sociedad en que

vivimos están más condenados a la exclusión social y a la marginación.“ (Profesor

Y, Entrevista Individual Diciembre de 2001)

“X relata cómo sus alumnos y alumnas se negaron a realizar un juego competitivo

en la clase de educación física de otro maestro porque no veían justo que ‘unos

ganaran y otros no’, por lo que le propusieron una reformulación donde todos

ganaban y no había ‘eliminados’. Este tipo de ejemplos son muy ilustrativos y

alentadores respecto a los valores que se están desarrollando en las aulas de los

miembros del grupo.” (Diario de Investigación, Diciembre de 2000)

Por tanto, las aspiraciones de convivencia y justicia constituyen no sólo

preocupaciones en el seno del grupo, sino que forman parte indisoluble de sus

reflexiones y constituyen en sí mismos principios de acción para nuestro andar como tal.

“Tampoco se trata de pensar que las maestras y maestros que participamos en este

proyecto somos unos ‘superprofesores’, sino que todos los componentes del grupo

compartimos una misma idea, a saber: si queremos ser mejores profesionales

hemos de implicarnos activamente en el desarrollo del proyecto educativo del

colegio en el que nos encontramos ejerciendo nuestra profesión docente como

compromiso educativo y político” (Informe del Grupo de Profesorado, Asamblea

de Enero de 2001)

Por último, sintetizando algunas aportaciones importantes del modelo educativo

del Proyecto Roma en el tema de la educación en valores, y más concretamente respecto

430

a los valores democráticos, sus virtudes y aspiraciones, podemos hablar a nivel

organizativo y curricular al respecto, enfatizando las siguientes ideas de la mano del

colectivo:

“A nivel organizativo, por ejemplo, la organización del propio aula, el hecho de

que los alumnos estén en grupo y sentados juntos, no individualmente, ya establece

ahí un modelo educativo que hay detrás de solidaridad que permite que se ayuden y

que digamos haya ese momento de interacción, de solidaridad y también de

igualdad, no como antes que se colocaba a los listos delante y los considerados

torpes detrás. Después el hecho de las asambleas, donde nos sentamos y

participamos como uno más en las asambleas y se establece esa igualdad entre las

voces y la importancia de la voz de cada uno en la asamblea, donde el maestro

participa como uno más, con la misma capacidad de decisión, pero siempre

dejando claro que tenemos distinta responsabilidad, pues no es lo mismo mi

responsabilidad, aunque todos tenemos una.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva,

Abril 2002)

“A nivel curricular, por ejemplo, pues que nos negamos sistemáticamente a que

haya gente que tenga todo el curriculum y a otra gente se le hagan adaptaciones

curriculares, se les saque de clase y pierdan parte del curriculum. Yo creo que ahí

estamos defendiendo unos valores de igualdad, de solidaridad y de justicia social

de que no haya alumnos a los que sistemáticamente se les niegue la cultura,

comparando el curriculum con la cultura, aunque la cultura es algo más. Y a nivel

de evaluación, pues siguiendo simplemente lo que dice la legislación, lo que dice la

LOGSE, entendemos la evaluación como algo continuo y no como un ajuste de

cuentas, aunque haya compañeros que sigan haciendo controles y la nota es la

media de los mismos y se quedan tan panchos, ¿no se han enterado de que existe

una ley que habla de evaluación continua, democrática y todas las coletillas que se

suelen poner?” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Todo ello configura un modelo de, por y para la democracia tanto en el seno del

grupo como tal como en sus aulas.

431

5.7.6. Como proceso de (auto)formación de intelectuales públicos

comprometidos

El espacio público debe servir de nexo entre numerosas entidades pedagógicas,

donde la democracia, como movimiento social, representa un esfuerzo comunitario por

elaborar un discurso social y por reflexionar sobre las implicaciones de tal discurso en la

acción política (DEWEY, 1998). El espacio público no solamente debe producir el

lenguaje de la crítica, sino también crear intelectuales coherentes con ese discurso (en

términos gramscianos, intelectuales orgánicos capaces de conectar las instituciones

académicas con los problemas específicos y la organización de la vida cotidiana). En

este sentido, para el colectivo:

“Nuestro trabajo está sustentado en una teoría, en unas razones. No actuamos

porque sí, sino con una conciencia racional de lo que estamos haciendo y qué

argumentos tenemos detrás. Lo público es entonces para nosotros como lo que

afecta a todos, a las clases más desfavorecidas, a las minorías, oponiendo eso a lo

privado. Lo público como lo que llega a todos y lo privado lo que va a las clases

poderosas.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Para ello es imprescindible que el profesorado, entendido su papel como el de

intelectuales públicos (GIROUX, 1994), posea un conocimiento y una con(s)ciencia

social desarrollada desde los propios espacios públicos en su propia formación inicial y

continua desde un discurso crítico procesual donde vaya germinando la construcción de

un compromiso social y político donde se acentúe el valor moral y ético de su quehacer

a través de un proceso dialógico que contribuya a su desarrollo profesional.

“Desde este punto de vista como profesora que participa en este proyecto de

investigación considero que éste es una alternativa educativa a lo existente en las

escuelas y desde un punto de vista profesional considero al Proyecto Roma como

un medio facilitador de mi desarrollo profesional” (Profesora X, Asamblea de

Marzo de 2000)

432

Como explicita POPKEWITZ (1990), la educación del profesorado debería

incluir una autorreflexión sobre el papel de la ‘ciencia’ y el de quienes ejercen de

‘intelectuales’ de la escuela, pero históricamente, gran parte de los educadores que se

han (auto)denominado críticos han teorizado sobre la escuela y no para la escuela,

llevando la crítica a posiciones reproduccionistas y reduccionistas de la educación y no

a la construcción conjunta de formas de democracia radical dentro de un marco de lucha

más amplio en el cual está realmente inserta la escuela (GIROUX, 1992). De esta

forma, aunque las posiciones críticas abogan por la autorreflexión, la conjunción de la

teoría y la práctica y el lenguaje de la crítica, cuando no son conscientes de que la

formación del profesorado debe estar imbuida en un proyecto político más amplio de

transformación social acaban siendo cómplices de posiciones conservadoras y

reaccionarias, puesto que caen en la rutina de dar respuesta a lo cotidiano sin ver qué

hay más allá de ello, como dije con anterioridad, sin un verdadero análisis sociocultural

e histórico que permita identificar y redefinir las causas y no intervenir sobre las

consecuencias, tan sólo a golpes de buena voluntad, para lo cual el grupo de profesorado

del Proyecto Roma proporciona también un importante apoyo a sus componentes en su

desarrollo profesional y humano.

“Entonces yo creo que es algo que nos preocupa y que puede que a veces cause

esos sentimientos, no de desconfianza, pero sí de pensar que a veces nos sentimos

un poco aislados, pequeñas islas, y que realmente nuestra labor está siendo

realmente una gota en medio de un océano, pero bueno, también yo creo que en eso

el grupo sirve como para recargar las pilas y que realmente eso sea simplemente un

momento que a lo mejor tiene uno más bajo y que sin embargo hay veces, por

circunstancias o situaciones que se dan en el aula o en el propio grupo, los

compañeros y compañeras, cada uno se siente bien y ve germinar pequeños frutos

de la labor que intentamos hacer.” (Profesor Y, Entrevista Individual, Diciembre de

2001)

Por todo lo dicho, queda claro que todo colectivo transformador crítico debe

partir de un proyecto político con una sólida fundamentación teórica que sirva de marco

a la planificación de acciones desde la cual desarrolle su praxis, pero siempre de manera

dinámica, tal y como define la espiral autorreflexiva de la investigación-acción en la que

433

se mueve el grupo y su papel fundamental en el proceso de formación crítica de los

componentes del grupo de profesorado.

“De todas formas yo creo que una de las cosas que tiene el grupo y el participar

dentro de grupo de profesorado del Proyecto Roma es que este posicionamiento no

es algo rígido, sino que es algo que se va reelaborando porque los fundamentos

teóricos y las prácticas pues han ido evolucionando, ha ido cambiando desde que

comenzamos hasta ahora. También ha ayudado muchísimo el hecho de que dentro

del grupo y del propio Proyecto uno va formándose muchísimo.” (Profesora Z,

Entrevista Individual, Diciembre de 2001)

Además, todo ello debe darse por coherencia en el marco de una cultura de la

colaboración, la cual resulta imprescindible tanto en el seno del colectivo como para el

quehacer cotidiano en las aulas, sobre todo teniendo en cuenta el trabajo por proyectos

de investigación.

“Lo que ponen de manifiesto los proyectos es que lo del refrán ese de que cada

maestrillo tiene su librillo es mentira y que la educación no puede ser sino una

actividad de grupo. Cuando hay varios profesores que intervienen sobre un grupo

de alumnos, tiene que convertirse en una actividad grupal, primero colectiva y

después personal, como con los alumnos.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril

2002)

Por ello resulta imprescindible el desarrollo de formas de ciencia social crítica a

la manera habermasiana en educación en general y en la formación del profesorado en

particular, entendiéndose el papel del profesorado como intelectuales críticos cuya

función estriba en establecer espacios públicos donde la comunidad educativa pueda

debatir, hacer suyos y aprehender el conocimiento y las estrategias (y la competencia

comunicativa, añadiría HABERMAS) necesarios para la verdadera convivencia

democrática. Todo ello debe (con)formar un discurso contrahegemónico que permita la

construcción de una nueva escuela sin exclusiones de ningún tipo. (LÓPEZ MELERO,

2000) Llevando esto al desarrollo profesional docente, resulta que muchas veces la

profesión se percibe como una adenda, una obligación que se instrumentaliza en la

434

rutina y se ve como ajena de nuestras vidas, provocando consecuencias negativas para la

educación:

“Nuestros compañeros son muy reduccionistas y todo lo reducen al día de 9 a 2 de

la tarde, a lo que van a hacer mañana y no hay nada más, no hay una continuidad,

por la tarde es otra cosa que nada tiene que ver. Es como la vida fragmentada, pues

una cosa es el colegio y otra cosa es su vida, y su vida nada tiene que ver porque

son asuntos independientes, y nosotros hacemos dependiente una cosa de la otra

porque entendemos la vida de una manera. Incluso siendo egoistas, si esta gente se

planteara que quien va a manejar su jubilación van a ser los niños que tiene en su

clase, que si se encuentra enferma con 80 años las enfermeras, las médicos y todo

va a ser la gente que tiene en clase, yo preferiría que me atendiera gente amable y

con valores a otra cosa, yo preferiría que me trataran como yo los trato ahora a

como los tratan otras profesoras, pero ni eso se lo plantean.” (Profesora X,

Entrevista Colectiva, Abril 2002)

“Es porque lo ven como una carrera de obstáculos donde el 9 a 2 es como el mal

trago que tienen que pasar todos los días, de ir tachando días en el calendario hasta

las vacaciones, pues no van más allá. Y después es ese cosa del individualismo de

mientras yo tire no me preocupa o no me planteo qué pasará con esas personas que

estoy educando ni con lo demás. Están pensando en el individualismo del día a día

y no en algo colectivo, en la sociedad es como un organismo vivo, algo colectivo y

que la poca influencia que puedas tener está bien porque algo influye en que esa

sociedad vaya mejorándose. Eso es la no conciencia de transformación de la

sociedad, de una sociedad que están ayudando a mejorar o a enfermar, a enfermar

desde nuestro punto de vista porque le están inoculando una serie de valores de

competencia o de egoísmo, o a salvar si se introducen otros valores distintos.”

(Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Por el contrario, un grupo de profesorado que surge de unos principios teóricos

críticos como son los que constituyen la fundamentación del Proyecto Roma debería

reflejar tanto en su dinámica de trabajo e investigación como en su praxis social y

educativa una visión de la función y el desarrollo docente coherente con dichos

principios y las proposiciones de acción política inmanentes a un posicionamiento

435

crítico radical (en el sentido etimológico de este último término de ir a la raíz de las

cosas). En palabras de FREIRE:

“El radical no es intransigente, sin embargo no puede transigir con procedimientos

poco éticos. La radicalidad es serena, en la medida que no teme cambiar cuando

sea necesario. Es por esto que el radical está siempre abierto a superarse. En una

discusión no tiene por qué continuar en la defensa de sus argumentos si alguien le

convence de lo contrario.” (FREIRE, 1997, p.89)

Ésta es la postura que debe guiar el quehacer del profesorado crítico. Desde el

grupo se percibe así:

“Hay otra cosa y es que muchas veces el intransigente deja pasar cosas, o sea, es

intransigente con unas cosas pero otras no son importantes. Mientras que el radical

es el que no permite pasar nada. Es decir, sí, soy transigente, pero si estás

cometiendo un atentado contra algo no te lo voy a permitir. Creo que esa es una

razón por la que tenemos a veces dificultades, ya que una postura negativa de un

compañero con un niño se la tenemos que decir, lo tenemos que manifestar, desde

el respeto y la transigencia con él, pero no con el acto. Pero hay muchas veces que

los intransigentes que van a las barricadas dejan pasar esas cosas, y eso es lo que

no se puede hacer.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

La visión del profesor como intelectual requiere un posicionamiento político a

favor de criterios de justicia social e igualdad y, por lo tanto, requiere de una acción

educativa que permita y fomente esto, luchando contra toda manifestación de

segregación, ya no sólo desde el quehacer de sus miembros sino a través de todas las

situaciones que, vinculadas al Proyecto Roma principalmente, se dan y exigen nuestro

compromiso ético y humano.

“Yo es que creo que la historia es creerse lo de la responsabilidad moral y social de

la educación y la influencia y la importancia que tiene nuestro hacer. A mí por

ejemplo en esto el grupo me ha beneficiado porque siempre he hecho lo que creía

que tenía que hacer... pero no era con la seguridad con la que lo hago ahora. Antes

era solamente con la seguridad de mis principios morales, de mis principios éticos

436

y de mi modelo de vida, un poco como por la defensa de los derechos humanos,

desde ahí. Pero ahora lo puedo hacer desde una teoría, o sea, argumentando las

razones de por qué lo hago.“ (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Y esta dimensión intelectual debe ser reconocida como seña de identidad del

profesorado y como elemento para su autonomía. Al respecto, el grupo se expresa de la

siguiente manera:

“De todas formas, a mí me ha dado mucha independencia intelectual el grupo, ya

que yo antes por ejemplo, a pesar de intuir que los grandes intelectuales de la

educación de entrada, no todos llevaban razón, me faltaban argumentos como para

rebatirles. Llegaba el señor de la Facultad y de decía que eso tenía que ser así y

aunque no hubiese visto un niño en su vida te faltaba la argumentación necesaria.

A mí la independencia que me ha dado el proyecto es que ahora puedo sentarme

con ellos y debatir, pero no sobre un sueño que tenga un señor sobre las clases, el

curriculum y todo eso, sino desde que lo que yo digo lo pongo en práctica porque

te cuento mi trabajo, dónde tengo problemas, dónde no los tengo, cómo he llegado

hasta aquí, dónde me apoyo, he leído a éste o a este otro, por qué hago esto o por

qué no lo hago. (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

“Se tiene la imagen de que enseñar puede hacerlo cualquiera, pero te das cuenta de

que lo intelectual realmente es que te das cuenta de que nuestro trabajo, primero

que debe estar basado en unos principios científicos y racionales, lo cual exige

mucho trabajo intelectual en el sentido de estar pensando y estar planificando, que

no es ir allí, coger el libro y ya está, porque eso no es nuestro trabajo, es algo más

complejo, pero de eso no te das cuenta hasta que eres maestro y te has dado unos

cuantos batacazos y le das muchas vueltas a tu trabajo.” (Profesor Y, Entrevista

Colectiva, Abril 2002)

Además, el propio grupo de profesorado como tal supone, como colectivo

autocrítico, la concreción de un modelo de desarrollo profesional y humano en cuyos

efectos los propios protagonistas coinciden:

437

“Es que ha cambiado todo el modo de hacer, de estar en clase, de hablar, de todo.

Es que ha supuesto un cambio radical. De todos los cambios que he llevado según

he estado trabajando creo que el más fuerte ha sido éste. Ha cambiado todo:

metodología, manera de hacer,... todo.” (Profesora Z, Entrevista Individual, Abril

de 2001)

“Tiene mucha influencia porque, igual que la entrada en el grupo podría haber sido

como un gesto de coherencia personal que tenía que tener, digamos que estar

trabajando de esta manera con niñas y niños te lleva también a un tipo de

compromiso de intentar llevar eso a tu familia, tu mundo de relaciones, etcétera.

Intento en la vida personal poder hacer eso mismo, tener esa coherencia, compartir

la información, decidir las cosas por consenso, un poco llevar esos valores de

compartir, de solidaridad,.. en todas las facetas de mi vida.” (Profesor Y, Entrevista

Individual, Abril de 2001)

“Además, el trabajar por proyectos de investigación en el aula a mí me ha hecho

mucho más culta, porque el estar poniendo en duda permanentemente todo lo que

se enseña y pasa en clase y no dar nada por sentado te obliga a buscar respuestas y

dotar de sentido a las cosas, con lo cual estoy aprendiendo el doble que de la otra

manera.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

En definitiva, puede decirse que desde la perspectiva del desarrollo profesional

para el colectivo la pertenencia al grupo constituye algo más que compartir un espacio

físico y una fundamentación, transcendiendo todo eso para convertirse en filosofía de vida,

pero no en el sentido metafórico sino en el de que realmente intentamos que ese

conocimiento y ese mundo de valores que desarrollamos como colectivo autocrítico y

llevamos desde nuestra responsabilidad como investigadores e intelectuales públicos, se

vivan realmente en el grupo, en las aulas y en todos los espacios de relaciones en los que

participamos colectiva y personalmente, permitiendo así el cambio social. Por todo ello

considero que en este sentido el grupo hace suya la idea que BOBBIO (1997) expresa

sobre el hecho de que la función del intelectual es conseguir que todas y todos lo seamos.

En palabras de una de las maestras:

438

“Es que el placer del buen maestro debe ser que el alumno sepa hacer mejor las cosas

que el maestro.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

5.7.7. Como proceso para la mejora curricular y organizativa

El hecho de que la ciencia sea un producto social suscita temas profundos y

complejos sobre la formación del curriculum. El carácter social del conocimiento nos

lleva a considerar el estudio del curriculum en relación con los modelos institucionales

de escuela, los cuales conllevan distintos modelos y presiones sociales. Un

posicionamiento claro a favor de un curriculum inclusivo supone hablar de una escuela

crítica que defiende la diversidad como valor y persigue la emancipación de la

comunidad que la forma. (LÓPEZ MELERO, 2003) Para ello, un primer paso ineludible

debe ser mostrar la coherencia con los presupuestos teóricos de partida.

“Nosotros partimos de la confianza en que todas las personas pueden aprender. Si

no hay un curriculum inclusivo, el curriculum hegemónico impide que el 50, el 70

o el 80 % de los niños aprenda... realmente les niega esa posibilidad. Entonces, este

es el único curriculum, la única manera de construir el curriculum para realmente

abrir las escuelas y que sean para todos y para todas.” (Profesora X, Entrevista

Colectiva, Junio de 2001)

“Pero además, construimos el curriculum así por la valoración de las diferencias.

Antes decíamos lo mismo, ¿por qué funcionamos bien como grupo? Porque hemos

partido de lo diferentes que éramos para construir una cosa entre todos. Si no

hacemos lo mismo en el colegio, nos equivocamos. Tenemos que partir de lo

diferente que es toda la gente que tenemos en clase para poder construir una cosa

en común.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Se trata, pues, de construir en común como estrategia de lucha contra las

desigualdades. El curriculum se percibe desde la visión política que lo engendra y su

desarrollo didáctico debe refrendar la coherencia ideológica del grupo.

439

“En cuanto a lo curricular, pues si nosotros, a través de nuestra reflexión como

grupo de profesorado, vemos que las personas aprenden cuando están con otras

personas y no cuando están solas, pues entonces tendremos que hacer que el

aprendizaje en nuestra aulas sea un aprendizaje compartido; si nosotros

reflexionamos sobre la teoría y sobre la puesta en práctica y creemos que la escuela

no sirve solamente para enseñar contenidos culturales, sino que sobre todo sirve

para que las personas se socialicen y tomen una postura crítica ante la vida, pues

entonces el curriculum que nosotros enseñamos dentro de nuestras aulas no puede

ser otro que el que parte de la realidad que hay, un curriculum de la vida cotidiana,

que es lo que nuestros alumnos traen, y sobre lo que nuestros alumnos traen al aula

pues debemos ir construyendo el curriculum que creamos necesario.” (Profesor Y,

Entrevista Individual, Abril de 2001)

“...el llevar este modelo de trabajo cooperativo y compartido y formar esa asamblea

con mis alumnos y alumnas, donde mi palabra tiene o estamos intentando que

tenga el mismo valor para establecer el diálogo en el plano horizontal, todas las

opiniones son igual de valiosas, buscando el consenso, etc. (...) ha supuesto,

digamos, una transformación total de lo que eran las clases donde yo antes

intervenía. Primero, del curriculum porque no lo impongo yo, sino que está

decidido en asamblea, y el grupo es un poco quien va viendo las necesidades de

qué quiere trabajar, sobre qué temas quiere trabajar y qué quiere investigar, aunque

evidentemente yo intento aportar siempre aquellos aspectos fundamentales de los

temas que vayan a trabajar que me parece que no se han aportado, etc. pero que

digamos que se ha democratizado en ese sentido el curriculum que se está

trabajando. “ (Profesora X, Entrevista Individual, Abril de 2001)

Concluyendo, desde el grupo de profesorado se aboga por un modelo curricular

inclusivo que parte de las diferencias para conseguir una construcción social del

conocimiento por parte del alumnado, dándole vida y despertar la emoción por conocer y

conocer con el otro (convivencia).

“Es en el aula donde mejor se ve la importancia de la cooperación, de la colaboración

entre coetáneos. Desarrollar esto permite a unos sentirse apreciados y aprender lo que

bajo otros modelos les sería negado; a otros les da la oportunidad de enseñar y ser

mejores personas. La manera en que las niñas y niños coopera en clase, se ayudan,

440

comparten el material y valoran las aportaciones del resto de los componentes de su

grupo se evidencian a medida que se observa la evolución de los proyectos de

investigación y cómo van interiorizando el proceso que suponen.” (Diario de

Investigación, Mayo de 2001)

Se trata de un modelo que rompe con la perspectiva técnica del curriculum, al

partir de las necesidades e intereses de las niñas y niños, cuyos máximos exponentes, como

he podido atestiguar, son la asamblea como espacio de encuentro democrático y el trabajo

en grupo como estrategias que permiten la socialización del aprendizaje y el desarrollo de

valores mediante su vivencia.

“En el aula de Y la Asamblea se vive como el modo ‘natural’ y más democrático de

comunicarse (se vive la democracia), estableciéndose como punto de encuentro para

la reflexiones y sentimientos y como referente en la construcción del conocimiento y

la convivencia. Es un espacio para el diálogo y las niñas y niños lo usan y disfrutan

como tal, fuera del corsé rígido de la disciplina impuesta y la falta de participación

real en las aulas ‘tradicionales’, donde ese diálogo democrático brilla por su

ausencia.” (Diario de Investigación, Noviembre de 2000)

De esta manera, los conocimientos en un curriculum de la vida cotidiana pasan de

ser verdades incuestionables a transmitir a ser fuentes que permiten la recreación de la

cultura y el desarrollo del pensamiento crítico.

“Por tanto el aprendizaje sólo se puede dar si el alumnado en su clase tiene la

oportunidad de intercambiar sus experiencias, sus puntos de vista diferentes, sus

dudas e inquietudes. Es a partir de esta situación de intercambios (construcción de

nuevos significados) como el aula se convierte en una comunidad de aprendizaje

compartido donde, previamente tiene que haber una motivación intrínseca, para

que los niños hagan aquello que desean hacer. Ello requiere que el alumnado, junto

con su profesora o profesor, eligen o seleccionen los 'temas de trabajo' (nosotros les

llamamos proyectos de investigación), establezcan las normas de entendimiento en

casa de cómo lo van a realizar (grupos de trabajo por zonas de desarrollo)

siguiendo una secuenciación lógica en el espacio y en el tiempo aprendiendo a

aprender y despertando en el alumnado el deseo de aprende por el placer de hacerlo

441

conjuntamente con los demás, en donde todas las voces son importantes y sólo el

consenso entre todos los niños sobre el tema de investigación elegido se consigue a

través de los argumentos y no de la imposición inconsciente de alguno de ellos”

(Profesora X, Asamblea de Enero de 2000).

En cuanto a la organización escolar, una primera característica, necesaria para ir

definiendo posturas sobre el tema de la organización espacial y temporal, la aporta una de

las maestras:

“Yo creo que en todos los modelos educativos ha habido siempre como una tiranía

de la organización espacio-temporal, o sea, como que los maestros estábamos muy

tiranizados por cómo había que organizar el espacio y el tiempo; y yo haciendo lo

que hago he sentido absoluta libertad organizando el espacio y el tiempo,

acomodándolo a los principios del Proyecto. Y eso es porque no eran técnicas, sino

otra historia. Por ejemplo, Freinet si no tiene los rincones no funciona; Montessori

si no hay la rueda de intercambios no funciona; pero nosotros no tenemos esos

límites. Porque es que la organización del espacio y el tiempo está al servicio de los

principios del Proyecto, no el Proyecto al servicio de la organización espacial y

temporal.” (Profesora X, Entrevista Colectiva, Junio de 2001)

Aun reconociendo, eso sí, las limitaciones de no disponer de un centro para su

organización y sólo de aulas, sí está claro que la puesta en práctica del modelo

educativo del Proyecto Roma tiene unas implicaciones en un aspecto como éste que

tampoco es para nada ingenuo o aséptico. Los principios de reflexión compartida, de

aprendizaje cooperativo, la necesidad de un curriculum de la vida cotidiana, la propia

concepción antropológica que deviene de la fundamentación teórica del Proyecto Roma,

etc. exige una manera concreta de organizar el aula espacial y temporalmente.

“En las aulas del Proyecto Roma todo se organiza en torno a los momentos de

análisis en el aula (temporalmente) y a las dimensiones de desarrollo del ser

humano (espacialmente), si bien esa organización está siempre al servicio del

contexto teórico en su relación dialéctica con el contexto concreto. Las

observaciones en este sentido han ido corroborando cómo el profesorado está

442

llevando realmente a la práctica, con todas sus dudas y dificultades, lo que en las

reuniones colectivas se expresa.” (Diario de Investigación, Mayo de 2001)

“La puesta en práctica de los proyectos condiciona la organización del aula en el

sentido de que no puede ser un aula tradicional, sino que todo el mobiliario y la

distribución del espacio tiene un sentido y una justificación de por qué tiene que

estar de una manera y no de otra, pues no es una improvisación ni un simple estar

allí, sino que las cosas tienen un lugar y un tiempo porque contribuyen al desarrollo

del proyecto y lo fundamentan.” (Profesora Z, Entrevista Colectiva, Abril 2002)

Supone por tanto un cambio enorme respecto al modelo hegemónico tradicional,

más en consonancia con el talante democrático radical aspirado.

“En las clases donde yo intervengo, resulta que están puestas de uno en uno

mirando a la pizarra... y tengo que estar continuamente cambiando la disposición

de las mesas para que se formen grupos o poder trabajar en asamblea. (...) Además,

este cambio en la organización ha provocado que reconsidere cosas, es decir, pues

ya en la dinámica de trabajo que llevamos a cabo de asambleas, de decidir unas

cuestiones de investigación, de formación de grupos, etc. pues está claro que yo ya

no doy explicaciones ni clases magistrales... Por ejemplo, no es tanto ayudar, como

hacía antes, sino que ahora me centro en propiciar o provocar el aprendizaje en el

grupo, no en un alumno o alumna en concreto, sino más bien apoyar a los grupos o

al colectivo que está trabajando en asamblea.” (Profesor Y, Entrevista Individual,

Abril de 2001)

En definitiva, entender la educación de una manera te tiene que llevar a un modo

concreto de organizar el aula coherente con ella, y desde ahí esto es vivido como algo

‘natural’.

“...para que llevemos a cabo los principios fundamentales del Proyecto Roma

necesitamos un tipo de organización que es concreto. Ahora, este tipo de

organización puede ir variando en la medida en que nosotros vayamos

reflexionando sobre el modo de llevarlo a cabo en la práctica. Es decir, por

ejemplo, el grupo de profesorado dice: el contexto es el cerebro. Nuestra aula es el

contexto, así que vamos a transformarlo en el cerebro. Si nosotros decimos que hay

443

cuatro dimensiones en el ser humano y que queremos desarrollarlas, en la medida

que reflexionemos en que son eso o no, que son tres solamente, pues el contexto, la

organización de nuestras aulas va a variar muchísimo.” (Profesora X, Entrevista

Individual, Abril de 2001)

Además, debo decir que este tipo de reflexión ha sido una constante a lo largo de

las reuniones y, de hecho, han provocado cambios importantes dentro de la estructura

del propio Proyecto a partir de las aportaciones del grupo de reflexión desde la

interpretación de los principios teóricos y al llevarlos al contraste de la práctica, sobre

todo a partir del trabajo en las aulas, como ya se ha comentado, a partir de ‘proyectos de

investigación’, que son una prueba evidente de la coherencia didáctica de los

componentes del colectivo con respecto a la teoría y los valores de los que se sustentan,

lo cual desde el punto de vista curricular y organizativo tiene unas consecuencias

claramente perceptibles.

“El desarrollo de los proyectos de investigación condiciona y determina el

desarrollo curricular y la organización del aula; lo que es el desarrollo curricular

porque no permite un desarrollo lineal y ya finado de antemano de lo que es el

curriculum o lo que se entiende por él, sino que en los proyectos lo que se

desarrolla o facilitan la construcción del conocimiento, de un curriculum sabiendo

cuál es el punto de partida pero nunca el de llegada, es decir, no hacemos

programaciones de aula o para el año, porque es precisamente esa espiral de

conocimiento que se produce y que va subiendo lo que generan los proyectos de

investigación en su desarrollo, pero no se puede planificar con antelación que en el

mes vas a dar tal tema y en el siguiente tal otro, porque no es un curriculum

enlatado, ya listo en pildoritas para que el alumno lo aprenda o lo memorice, sino

que lo que se hace es un curriculum que se va reorganizando, puesto que como el

conocimiento es reorganizativo entonces el curriculum que genera es ése, un

curriculum que se va reorganizando a sí mismo y va creciendo y va subiendo

digamos en esa espiral de conocimiento.” (Profesor Y, Entrevista Colectiva, Abril

2002)

“Después, a nivel de organización del aula, pues condiciona la organización por

grupos, la distribución no sólo de las mesas y las sillas, sino de los armarios, de las

444

estanterías, que van delimitando esa secuencia o ese orden lógico en el que

desarrollamos los proyectos de investigación y que tienen con los cuatro momentos

de análisis, que son esa asamblea, que es de donde surgen los proyectos, después el

desarrollo de ese proceso lógico de pensamiento a través de ese proyecto en sí, que

serían los grupos heterogéneos y el momento personal, y después el cierre del

proyecto, que correspondería a la asamblea final o de evaluación que a su vez se

convierte en una nueva asamblea de la que surge o genera un nuevo proyecto

relacionado o enganchado con el anterior.” (Profesora X, Entrevista Colectiva,

Abril 2002)

De todo ello se puede concluir que el modelo educativo del Proyecto Roma

constituye un ejemplo de innovación educativa y compromiso con el cambio en la

escuela para la democracia.

“Entonces, muchas de las cosas que hacíamos han ido cambiando o no son

exactamente iguales a como eran, y eso ha sido por una reflexión que ha hecho que

vaya cambiando nuestra práctica por la propia dinámica del grupo.” (Profesor Y,

Entrevista Individual, Diciembre 2001)

445

5.8. Opinión personal del profesorado sobre los cambios en los ámbitos

profesional y humano desde su participación en el Proyecto Roma

Finalmente voy a reproducir lo dicho por los componentes del Grupo de

Profesorado del Proyecto Roma ante las cuestiones que se les plantearon en Enero de

2002 sobre las aportaciones y cambios más significativos que consideraban al

pertenecer a un colectivo de investigación-acción y la influencia de todo ello en su

desarrollo profesional y humano en torno a los valores democráticos, los cuales van a

servir para sintetizar su pensar y sentir al respecto.

PROFESORA Z.

“Cuando me planteo la cuestión de qué aporta el Proyecto Roma a mi vida personal

y profesional, son tantas las emociones y sentimientos que surgen en mí que no sé

si realmente encontraré las palabras que me permitan expresarme con una relativa

claridad.

Tal vez profesionalmente, lo primero que ha aportado este proyecto a mi vida es

una inyección de ilusión y deseo de desarrollar una profesión tan devaluada

socialmente como es la de maestra.

Cuando estoy en los centros educativos por los que como interina voy pasando año

tras año, encuentro un grupo muy numeroso de profesionales de la educación que

dicen estar desilusionados, “quemados”... de su trabajo y que manifiestan

permanecer en él por el aporte económico que garantiza la estabilidad en sus vidas

como funcionarios/as que son.

Pues bien, a mí y gracias al Proyecto Roma, no solamente no me “quema” el hecho

de ser maestra, sino que realmente estoy enamorada de mi profesión. Pienso que no

solamente me estoy desarrollando como profesional y persona a través de ella, sino

que, con el ejercicio de la misma, estoy aportando mi granito de arena para

transformar la sociedad competitiva e insolidaria en la que vivimos. Y todo ello

simplemente haciendo que las personas de mi aula nos vayamos haciendo cada vez

mejores personas.

446

Creo que uno de los grandes logros del Proyecto Roma ha sido inculcar en mí (y en

el resto de las personas que forman parte de él) la confianza real en la competencia

cognitiva de todas las personas. Es decir, que cuando como profesional de la

educación ‘te crees el cuento’ de que cualquier persona es competente para

aprender, entonces harás lo posible y lo imposible para enseñar de tal manera que

la persona que tengas junto a tí aprenda contigo. Tal vez esta sea la clave que me

ha hecho embarcarme en la aventura (y a veces desventura) que supone el Proyecto

Roma. Porque es tal la angustia que supone el saber que está en tu mano la

posibilidad de desarrollo cultural y por tanto cognitivo de otra persona y la

necesidad de posibilitarlo, que este motor hace que estés en continua búsqueda para

encontrar la mejor manera de hacerlo.

También he descubierto en el Proyecto Roma que para poder encontrar este nuevo

modelo educativo que realmente atienda a toda la diversidad de alumnado con el

que nos vamos encontrando, es necesario hacer una búsqueda no en solitario, sino

junto a un grupo de personas (director, mediación, familias y sobre todo

profesorado) con las mismas inquietudes o parecidas a las mías, con el que poder

compartir la reflexión sobre nuestras prácticas educativas, buscando la manera de

mejorarlas entre todos/as.

Por otro lado, y gracias a la puesta en práctica del Proyecto Roma en el aula, he

descubierto que no tiene sentido la tan desgastada discusión entre teoría y práctica.

No tiene sentido esta dicotomía entre una y otra porque realmente una depende de

la otra. Una teoría que no tenga ninguna aplicación en la práctica no tiene sentido,

y una práctica, sino es a la luz de una teoría, se convierte en experimentar

continuamente por ensayo-error, pero esto a costa de un alumnado transformado en

“conejillo de indias”.

Así pues, el proyecto Roma a través de su fundamentación científica me da los

argumentos teóricos para saber porqué hago lo que hago y qué consecuencias tiene

esto en mi alumnado. Por ejemplo,

-cuando en una sesión de evaluación se propone que un alumno o alumna

determinado/a repita el curso, VIGOTSKY me da los argumentos necesarios para

saber que el aprendizaje es el que abre el desarrollo y que por tanto este alumno

concreto debe promocionar con su grupo.

-cuando se defiende que la mejor organización espacial en el aula es

sentando al alumnado de uno en uno para que aprendan de forma individual,

VIGOTSKY me da el argumento de que el aprendizaje es interpsicológico (con los

447

demás) y después intrapsicológico ( con uno mismo) y que por tanto se aprende en

grupo y no en solitario.

-cuando se escuchan comentarios como: “es que este alumno no aprende

nada”, “es que no da más de sí”, etc., VIGOTSKY y BRUNER me dan los

argumentos para plantear la cuestión previa a estas afirmaciones, que es: ¿se le ha

enseñado de verdad antes de hacer esta afirmación o no? Porque hemos de saber si

se le ha proporcionado la ayuda necesaria (andamiaje de BRUNER) para llevarlo

de la Zona de Desarrollo Actual a la Zona de Desarrollo Potencial a través de la

Zona de Desarrollo Próximo; es decir, ¿le hemos acompañado en su aprendizaje

tanto sus compañeros/as como yo como maestra para haber posibilitado su

aprendizaje o no?

Con el Proyecto Roma también he aprendido que la educación no consiste en

llenar de contenidos las cabezas de mi alumnado, sino principalmente en:

-la transmisión de una serie de valores como solidaridad, igualdad,

democracia, tolerancia, valoración de las diferencias, etc., a través de la vivencia en

el aula de estos valores.

-transmitir a mi alumnado un proceso lógico de pensamiento que le hará

posible tanto “apropiarse de la cultura” (en palabras de Miguel López Melero)

como resolver cualquier situación problemática a la que se enfrenten.

Con el Proyecto Roma he descubierto que la democracia no se enseña, sino

que se vive en democracia y que por tanto, el aula donde yo aprendo con mi

alumnado ha de ser una aula democrática donde:

-todos/as aprendemos de todos/as.

-la diversidad es vivida como un valor.

-mi papel principal es despertar la curiosidad en mi alumnado y crear

espacios donde se produzca el aprendizaje.

-las normas necesarias para una convivencia democrática son construidas

entre todos/as, para que conociéndolas con detenimiento cada uno/a tome la

decisión de cumplirlas.

-el aprendizaje se produce en la asamblea a través del diálogo, compartiendo

lo que sabemos y surgiéndonos nuevas curiosidades que satisfacer. Aprendemos a

través del lenguaje y del diálogo democrático, confrontando puntos de vista

diferentes y llegando a consensos a través de las mejores argumentaciones.

448

-la resolución de los problemas o la satisfacción de las curiosidades se

realiza a través de los proyectos de investigación que llevan a cabo los grupos

heterogéneos de trabajo de manera cooperativa y solidaria.

-se permite al alumnado descubrir el conocimiento y desarrollar su

autonomía y no se fomenta la dependencia hacia mí como maestra.

-se respeta la singularidad de cada persona, respetando los distinto modos y

ritmos de aprendizaje.

-la organización tanto del espacio como del tiempo es flexible y dependiente

únicamente del proyecto o los proyectos de investigación que se estén llevando a

cabo en el aula.

-el mejor currículum no es el que está dividido en disciplinas, sino el

currículum de la vida cotidiana ya que lo que se pretende es ofrecer un modo de

resolver los problemas reales con los que nos encontramos a diario a través de un

proceso lógico de pensamiento. Solamente a través de la interdisciplinariedad

podré resolver un problema que perciba, elaborando un plan de acción que

comunique a las demás personas que van a ayudarme a resolverlo teniendo en

cuenta los valores y normas que me permitan desarrollarlo.

-la evaluación no es un ajuste de cuentas sino que se realiza al inicio y

durante todo el proceso, siendo lo importante por tanto no sólo los resultados a los

que se lleguen sino todo lo acontecido durante el proceso.

-la cooperación con las familias no sólo es importante y necesaria, sino

imprescindible. Mientras mayor sea la sintonía entre los procesos de enseñanza y

aprendizaje que se están desarrollando en la escuela y en la familia, mayor será el

desarrollo cultural, cognitivo y personal de nuestro alumnado, puesto que más

cualificados estarán los contextos (familiar y escolar) en los que éste se desarrolla.

En pocas palabras, gracias al Proyecto Roma me voy convirtiendo en una

mejor profesional de la educación. Pero no solamente esto, sino que además me va

haciendo mejor persona, porque me permite vivir valores como la tolerancia, la

solidaridad y el respeto a las demás personas tal y como son y no como a mí me

gustaría que fueran. Además, me ha hecho una persona más demócrata no sólo

dentro del aula, sino en cualquier situación de mi vida personal, ya sea familiar o

social.

Gracias a este proyecto ha aumentado mi autoestima, porque ésta depende de

la coherencia que hay entre mi pensar y mi actuar (no sólo en lo profesional, sino

en cualquier situación vivida); y por tanto he descubierto lo que implica el

449

compromiso ideológico con una serie de principios que impregnan este proyecto.

Todo ello me ayuda, primero, a posicionarme de una manera concreta ante los

conflictos sociales, políticos, económicos, etc., que surgen en el día a día, y

segundo, a adquirir un compromiso ético para actuar, en la medida de mis

posibilidades, en la transformación que necesita la sociedad en la que vivimos”

PROFESORA X.

“Los cambios y transformaciones que he experimentado durante estos años dentro

del Proyecto Roma han sido muchos y muy profundos:

Desde el punto de vista de grupo de profesorado:

a) La mayor dificultad que teníamos el profesorado era que debíamos enseñar

algo que desconocíamos: el trabajar de manera compartida y solidaria. Uno de los

aspectos más fuertes e importantes del proyecto es este, todo se hace de manera

compartida y solidaria. El seguir los propios fundamentos y principios del proyecto

nos ha hecho aprender a partir de los discensos para llegar a consensos. Sólo

cuando esto se hace de manera habitual y se asume como principio, es posible

ponerlo en práctica en el aula y en el centro de trabajo.

b) El trabajo en grupo permite aprender la responsabilidad del trabajo, es decir,

cuando se está en un grupo siempre se debe estar en situación de aportar para,

posteriormente, entre todas las personas del grupo, poder construir, y, por tanto,

poder recibir. Actualmente creo que esto es algo cada día más asumido dentro del

proyecto y sobre todo dentro del grupo de profesorado.

c) Creo que el grupo ha tenido una evolución increible durante estos cuatro años,

en este momento somos un grupo cohesionado y con ganas de seguir trabajando,

esto que, desgraciadamente, es algo tan infrecuente dentro de la escuela, creo que

nos las ha dado el hecho de sabernos protagonistas y partícipes de la construcción

del modelo educativo del Proyecto Roma.

d) Pienso que una de las características fundamentales de todas las maestras y

maestros que componemos el grupo es el cambio que hemos experimentado en

nuestro lenguaje y discursos, en nuestras actividades diarias en la escuela y, por

supuesto, en nuestro pensamiento. Actualmente cuando hablamos y cuando

estamos buscando estrategias para nuestras aulas respectivamente, lo hacemos

desde la legitimación absoluta de todo nuestro alumnado. Todas las niñas y todos

450

los niños, en nuestras clases tienen unas características comunes, no se

avergüenzan de hacer nada, es decir, no sufren cuando hay que leer en público, no

sufren cuando hay que hacer un cálculo matemático que observen los demás, no

sufren cuando tienen que hablar para el grupo, etc.

e) Por supuesto, el asumir el Proyecto Roma como un modelo de vida y como

nuestro modelo educativo, nos ha acarreado muchos problemas con la mayor parte

del profesorado de nuestros colegios. Nosotros no sólo decimos que todas las

personas son competentes para aprender, sino que lo demostramos; decimos que el

cerebro es el contexto y modificamos toda nuestra organización espacio-temporal

para que esto sea así y las interacciones se produzcan; no sólo decimos que los

valores no se enseñan sino que se viven, lo demostramos; no sólo decimos que el

aprendizaje abre el desarrollo, sino que lo ponemos en práctica; decimos que el

aula debe ser una comunidad de aprendizaje y de apoyo mutuo y lo ponemos en

práctica, etc. Todo esto produce muchas incomprensiones dentro de nuestros

centros pero es algo que lejos de perjudicar al grupo, creo que le da fortaleza.

Desde el ámbito personal, el pertenecer al Proyecto Roma me ha dado:

a) La fundamentación teórica necesaria para poder desarrollar de manera coherente

mi labor como maestra dentro de la Cultura de la Diversidad. Todas mis

actuaciones anteriores las realizaba de manera intuitiva (sólo tenía muy claro lo que

no debía hacer), ahora tengo la tranquilidad de saber lo que hago, porqué lo hago,

cómo lo hago y para qué lo hago.

b) Las herramientas necesarias para sentirme fuerte y segura a la hora de poder

defender los principios de la Cultura de la Diversidad y, por tanto, del Proyecto

Roma, en situaciones y ante personas que anteriormente me hubiera sido imposible

hacerlo.

c) En las escuelas de magisterio nos enseñan al profesorado a ser las personas que

transmitan la cultura, esto paralelamente conlleva que aprendamos también la

prepotencia y la falta de humildad del que lo sabe todo. Con este handicap cuesta

mucho trabajo el reconocer la propia incultura y la necesidad urgente de formación

para poder realizar nuestra función, que por supuesto no es la de transmisores de

conocimiento. El Proyecto Roma al posibilitarme mayor formación me ha

descubierto todo lo que desconozco y que esto es infinitamente mayor de lo que

conozco, esto me coloca en una situación de permanente búsqueda para intentar

mejorar mi propia formación y, por lo tanto, mi práctica educativa.

451

d) La felicidad de haber formado parte de la construcción de un nuevo modelo

educativo mucho más humano, más justo con todas las niñas y con todos los niños

y niñas me llena de profunda satisfacción.

e) El saber que las dificultades de aprendizaje que se pudieran producir en mi aula

no son debidas a las niñas y a los niños sino al ‘montaje’ que yo haga en mi

contexto aula, me obliga a estar, yo misma, en continua situación de aprendizaje,

mejora y de cambio. Pero esto me aporta la tranquilidad que da la honestidad

profesional.

Pero el mayor cambio que ha producido en mí el Proyecto Roma es que,

independientemente de ser una mejor maestra, es que soy mucho mejor persona y

creo, que las niñas y los niños que están en mi aula también tienen la oportunidad

de educarse como mejores personas”

PROFESOR Y.

“Mi incorporación al Proyecto Roma ha supuesto durante estos años un cambio

muy importante en todos los ámbitos. [Por ello] me gustaría desarrollar ahora que

ha supuesto mi pertenencia al Proyecto Roma como profesional de la educación.

Llevo trabajando como maestro de inglés en Primaria desde hace doce años y mi

trayectoria profesional, hasta que entre a formar parte del Proyecto Roma y de su

grupo de profesorado, unos ocho años aproximadamente, se caracterizaron por un

intento de desarrollar mi trabajo lo más dignamente posible. Es decir, intentar que

mis alumnos y alumnas aprendieran, a pesar de la progresiva sensación de que mi

formación inicial era prácticamente inútil y que en la mayoría de las ocasiones no

tenía estrategias o herramientas para enfrentarme a las dificultades que surgían en

mi trabajo diario. El paso del tiempo fue acrecentando la sensación de frustración y

pesimismo que sentía. Esta situación ha cambiado radicalmente en los cuatro años

que llevo en el Proyecto Roma y que llevo participando en las reuniones del propio

Proyecto y en las del colectivo de profesores y profesoras del mismo.

Los cambios producidos han sido parte de un proceso que no se ha detenido y aún

sigue en marcha, además de ser cambios producidos de forma natural y no de

manera forzada porque no es que el Proyecto Roma me haya “obligado” a cambiar

sino que me ha dado las herramientas necesarias para que yo reflexione y cambie.

Es decir, en todo momento me he sentido “actor consciente” de mis cambios

452

profesionales gracias a todo lo que me ha dado el Proyecto Roma en estos cuatro

años y que podría sintetizarse en tres elementos:

En primer lugar me ha dado y me continúa dando, una formación teórica que no

tenía. A partir de las lecturas y la reflexión y análisis consiguientes, tanto de los

documentos del Proyecto Roma como de los textos de los autores en los que se

sustenta (VIGOTSKY, LURIA, BRUNER, DAS, KEMMIS, MATURANA,

HABERMAS…) y de otros autores que se adscriben, ideológicamente y en sus

escritos, a lo que llamamos Cultura de la Diversidad, he conseguido una formación

teórica que me permite reflexionar sobre mi práctica y justificar desde la teoría

todo aquello que hago en clase, sabiendo por qué lo hago y para qué lo hago. Antes

mi práctica tenía una teoría detrás pero, o no era consciente de cuál era o

simplemente la desconocía; ahora es distinto y por tanto, mi práctica docente se ha

hecho más coherente con los principios ideológicos y teóricos que defiendo y de

los cuales soy consciente.

La segunda gran aportación del Proyecto Roma que me ha permitido cambiar ha

sido que el proceso de cambio no ha sido un proceso individual sino colectivo. La

existencia de un grupo de profesorado dentro del Proyecto Roma y las reuniones

semanales del mismo, la reflexión conjunta sobre nuestro trabajo desde la teoría a

la práctica y otra vez a la teoría, la posibilidad de encuentro con otras maestras y

maestros como yo, con los mismos principios y con las mismas inquietudes y

dificultades, han hecho posible que los cambios sean más fáciles de llevar a cabo y

a su vez que éstos fuesen duraderos porque han nacido de la reflexión colectiva y

no del impulso individual o de la estrategia del ensayo-error.

Además de la formación teórica y de la consciencia sobre el carácter colectivo de

mi profesión hay un tercer elemento que quisiera destacar y que es fundamental

porque llena de sentido todo lo demás. El Proyecto Roma me ha hecho ser

consciente del compromiso moral que tiene nuestra profesión de maestro. Una cosa

es “querer enseñar a todo el mundo” como planteamiento de llegada y otra muy

distinta es partir del principio o convencimiento ideológico de que la educación

debe ser para todos y todas sin excepciones como punto de partida. Cuando uno se

convence de esto y realmente lo piensa y lo siente, creo que es imposible no

cambiar, porque sólo tiene uno dos opciones, o ponerlo en práctica o convertirse en

un inmoral, en alguien que actúa mal a sabiendas. Si se hace el esfuerzo de cambiar

se estarán defendiendo los derechos humanos y contribuyendo a un cambio de la

453

sociedad para mejor, por eso yo he decidido cambiar y lo he hecho gracias al

Proyecto Roma.

Estas reflexiones anteriores suponen en la práctica diaria un proceso continuo de

cambio, significan poner en cuestión la “tradición laboral” que te viene dada, no

actuar por actuar sino actuar sabiendo por qué lo haces y supone también ir

contracorriente y en ocasiones enfrentarse con otros compañeros y compañeras, a

veces sentirse un poco aislado en el Centro en el que estás porque nadie actúa y

trabaja como tú. En concreto en mis clases han supuesto cambios como no utilizar

libros de texto sino desarrollar el curriculum a través de proyectos de investigación,

trabajar con grupos y no de forma individual exclusivamente, crear, a través de las

asambleas, de la organización espacio-temporal, del curriculum, etc. un espacio

auténticamente democrático donde todos mis alumnos y alumnas puedan

expresarse libremente con la confianza de que se les va a escuchar y se les va a

respetar, darles las herramientas para que sean conscientes de cómo aprender y no

limitarme a darle contenidos enlatados…

Gracias al Proyecto Roma me siento más seguro de lo que hago y he pasado de

estar un poco desilusionado, sin ganas la mayoría de los días de ir al trabajo a tener

una ilusión que no había tenido nunca, estoy aprendiendo mucho sobre mi trabajo y

me siento más contento, con más fuerzas, estos sentimientos me los ha dado el

Proyecto Roma”

454

5.9. A modo de conclusión "Cuando habléis conmigo sobre mi investigación, no me

preguntéis qué he descubierto; no he descubierto nada.

Preguntadme qué he inventado, qué he hecho a partir de

mis datos... La prueba está en las cosas que he hecho: en

cómo aparecen a los ojos de vuestra mente, si satisfacen

vuestra idea de estilo y destreza, si las creéis, y si os llegan

al corazón."

(SANDELOWSKI, cit. BARTON, 1998, p.265)

En toda investigación cualitativa se produce una dialéctica entre el propio

proceso de la misma y las conclusiones que se puedan extraer de ella, si bien teniendo

presente que el paradigma en el cual nos movemos no pretende establecer conclusiones

absolutas ni descontextualizadas. En este sentido, voy a establecer cuatro puntos desde

los cuales desgranar algunas conclusiones derivadas de la investigación que completen

lo ya visto en el apartado de análisis e interpretación de la información, para lo cual

vamos a verlas desde las cuestiones de investigación, desde la repercusión de la

investigación en el colectivo, desde mi propio aprendizaje en el proceso de

investigación y desde las nuevas perspectivas generadas a partir de estas conclusiones.

No obstante, previo a estos puntos vamos a ver brevemente el asunto de la

credibilidad de este estudio de caso, lo cual nos permitirá argumentar y dar razones y

criterios sobre su desarrollo.

Para ello debemos tener claro que todo investigador educativo formula sus

juicios a partir de sus concepciones teóricas, implícitas y explícitas, a la hora de indagar

en cuestiones educativas, por lo que cualquier investigación que pretenda indagar en las

mismas debe ir más allá de la descripción o explicación hacia un análisis crítico que

vaya acompañado de propuestas para la acción transformadora. Pero, además de esto,

toda investigación, como es el caso de ésta, debe tener presente una serie de criterios

que le aporten credibilidad metodológica, axiológica y educativamente. Para ello vamos

455

a partir de los criterios que al respecto estableció GUBA (1983) para la investigación

cualitativa: credibilidad, transferibilidad, dependencia y confirmabilidad.

1. Credibilidad. Hace referencia a factores de la investigación que pueden encubrir

e interactuar produciendo dificultades de interpretación, y para superarlas lo

que he llevado a cabo desde la participación y observación prolongada en todas

las fases del ciclo de investigación-accióndel colectivo (tanto en las reuniones

como en las aulas), desde el análisis del material producido en el grupo

(informes, documentos, registro de observaciones, videos, entrevistas,...), la

triangulación (de procedimientos y protagonistas), la coherencia estructural

(revisando la información para evitar contradicciones internas) y el proceso de

búsqueda de consenso en el informe de investigación.

2. Transferibilidad. Se refiere a las dificultades de comparación dado la

irrepetibilidad de la situación, para lo cual para mí ha sido importante hacer una

recogida minuciosa de la información y desarrollan descripciones y análisis de

la misma. En este sentido debo decir que la generalización no constituye para

nada una pretensión como tal de esta investigación dado su carácter cualitativo,

pero sí que la extensión y divulgación de esta experiencia aporte cosas al

desarrollo de otros grupos similares y con inquietudes parecidas. En todo caso,

la transferencia de las nuevas aportaciones depende de los protagonistas de la

investigación y de las personas que accedan a la misma.

3. Dependencia. Consiste en la posibilidad de repetir de nuevo el proceso para ver

si los resultados se mantienen y se eviten así los efectos de los cambios

instrumentales que pueden producir inestabilidad en la investigación, para lo

cual he hecho uso de ‘pistas de revisión’ (cuaderno de investigación,

documentos, proyectos, entrevistas,...) de manera que otro investigador pudiera

verificar mediante las mismas el proceso de investigación y sus resultados

(GOETZ y LeCOMPTE, 1988), así como a través de la utilización de diversas

estrategias de recogida de información complementarios y simultáneos.

456

4. Confirmabilidad. Se encuentra relacionada con el tema de la ‘objetividad’ del

investigador, sus posibles interpretaciones distorsionadas, prejuicios, etc. Para

tratar esto he utilizado la triangulación (ya nombrada en la credibilidad,

implicando la misma la búsqueda de la intersubjetividad) y el realizar un

ejercicio de metarreflexión sobre mi propio papel como investigador, revelando

en todo momento mis supuestos epistemológicos y axiológicos y

democratizando en sí el proceso de investigación y los análisis, sometiéndolos

al debate público. Todos estos procedimientos y estrategias han tenido como fin

no sólo proporcionar la información necesaria a la investigación, sino también

permitir la triangulación de la misma, como ya he dicho, en el sentido que definen

los investigadores cualitativos, como por ejemplo WOODS (1998). Además,

desearía clarificar que a la hora del diseño, desarrollo y análisis de esta

investigación he querido tener en cuenta una doble dimensión en este proceso de

triangulación: la referente a la triangulación de la información (a partir del

establecimiento de una variedad de fuentes para la misma) y la triangulación

metodológica, proveniente de la diversidad de estrategias y métodos utilizados.

Desde estos criterios considero que queda reflejada la credibilidad y la validez

de este estudio de caso sobre un colectivo de investigación-acción crítica y educación

democrática como el que constituye el grupo de profesorado al Proyecto Roma.

Por otro lado, después de hacer un repaso a partir de las cuestiones y

pretensiones de esta investigación, considero que ya estamos en condiciones para sacar

algunas conclusiones desde una perspectiva más holística con respecto a su concepción

y con una visión histórica y ecológica más rica, como es la que otorga el propio proceso

de la investigación.

Desde esta perspectiva, y partiendo de las cuestiones de investigación

dadas, queda patente cómo las mismas se han visto cubiertas, pudiendo llegar a

conclusiones donde se percibe lo explicitado en las cuatro definidas.

457

A este respecto considero que a lo largo del desarrollo de los anteriores puntos

se han visto suficientes indicadores como para concluir que dentro del grupo de

profesorado se siente que esa reflexión compartida conforma la base de su acción y ha

supuesto un antes y un después en su desarrollo profesional. Esto es así no sólo como

estrategia metodológica, al estar insertos en una dinámica de investigación-acción

emancipatoria, sino porque el grupo parte de una fundamentación teórica preñada de

ideología (y en sintonía con la base epistemológica de la investigación-acción

kemmisiana), que es la que le da consistencia a sus reflexiones y a su acción educativa,

siendo el cambio y la educación democrática un valor fundamental para ello.

LÓPEZ MELERO (1999) nos dice que la calidad de vida está íntimamente

ligada a la calidad de las relaciones que mantenemos. Desde esta perspectiva debe

decirse, por un lado, que precisamente es en la manera en que se construye el espacio de

relaciones donde el Grupo de Profesorado del Proyecto Roma tiene uno de sus puntos

fuertes al partir de los presupuestos de la Teoría de la Acción Comunicativa, de la Ética

Discursiva y de los valores democráticos, teniéndolos presentes tanto su discurrir como

colectivo crítico como en su praxis en el aula. En este sentido hay un convencimiento

desde la teoría y desde la refutación práctica de la misma de que sólo mediante formas

de democracia radical se pueden establecer sistemas de relaciones contrahegemónicos y

que esos sistemas se están expandiendo a todas las facetas y dimensiones de la vida de

los protagonistas.

En cuanto a la indagación en los cambios metodológicos necesarios para la

puesta en práctica del modelo en el que se sustenta el trabajo del grupo de profesorado y

la coherencia entre sus principios teóricos y el trabajo en el aula que desarrollan,

considero que esta investigación ha permitido en primer lugar contrastar la coherencia

interna de los miembros del grupo desde su quehacer como tal al trabajo desarrollado en

sus aulas, pudiendo comprobarse in situ y mediante el análisis de vídeos de situaciones

escolares esa validez interna y cómo se desarrolla la relación dialéctica entre la teoría y

la praxis educativa.

458

Por otro lado, a la hora de analizar la repercusión de esta investigación en el

grupo de profesorado del Proyecto Roma, considero que dos son los puntos centrales en

los que debemos fijarnos:

1. La incidencia del proceso de investigación en la dinámica de trabajo del

grupo de profesorado.

2. Las aportaciones de la investigación al proceso de formación continua del

colectivo.

Con respecto a estas cuestiones considero que la investigación ha servido para

que el grupo sea más consciente de las bases teóricas, sobre todo a nivel epistemológico,

que sustentan su quehacer. Ello ha supuesto también un salto cualitativo en el análisis

del colectivo, puesto que este cuestionamiento ha provocado una manera de enfrentarse

a las situaciones y a su propia dinámica más rica y fundamentada. Además, como los

propios protagonistas han dicho, esa vista hacia atrás y ese proceso reconstructivo

realizado a través de este estudio de caso le ha sido muy útil al colectivo para tener una

perspectiva mejor del camino andado y el que hay que seguir.

Por otro lado, esto también se encuentra relacionado con el propio sentido de la

construcción de la identidad en el seno del grupo. Desde esta óptica, CASTELLS (1998)

nos habla de que existen tres formas diferentes de construcción de la identidad,

entendida como fuente de sentido y experiencia, como son la legitimadora, la de

resistencia y la identidad proyecto. Llevando esta reflexión al terreno del Grupo de

profesorado del Proyecto Roma considero que esta experiencia investigadora ha

permitido superar una visión legitimadora para circunscribirse a posiciones de

resistencia desde las cuales la identidad del colectivo y de sus miembros se construye

desde el diálogo, la participación y los procesos de cambio que generan, lo cual incluso

ha permitido la confluencia de estos aspectos de manera que constituyan no sólo

respuestas puntuales a la lógica de dominación imperante, sino referentes para el

desarrollo complejo de las mismas de manera global y formando parte en sí de nuestros

propios proyectos de vida. Desde mi punto de vista, estos cambios en la construcción de

la identidad en el colectivo han venido generados sobre todo gracias al proceso

459

democrático de reflexión cooperativa que ha sido inherente al propio desarrollo del

grupo y la investigación-acción.

De esta manera, realizando una analogía de tipo lingüístico que nos permita

realizar una síntesis de algunos de los cambios y transformaciones que se han producido

en el grupo de profesorado del Proyecto Roma desde las distintas dimensiones

concurrentes en las cuestiones de la presente investigación, podemos concluir las

mismas en el siguiente cuadro:

Dimensiones lingüísticas como metáforas para la

investigación

Cambios producidos en el Grupo de Profesorado del

Proyecto Roma

SEMÁNTICA (mundos de significados)

A partir de la reflexión cooperativa y el enfoque dialógico se han construido nuevos mundos de significados, más críticos y democráticos. Además, parafraseando el principio vigotskiano de que el lenguaje configura el pensamiento, hay que destacar que la riqueza del trabajo colectivo se da precisamente también por la riqueza y diversidad de significados que se confrontan y los que de ellos se generan.

SINTÁXIS (formas de organización)

Tanto a nivel profesional como personal el hecho de que el colectivo valore como imprescindible su desarrollo como tal ha generado nuevas maneras de organizarnos para funcionar de manera cooperativa y solidaria.

GRAMÁTICA (normas y valores)

Las normas en el grupo se han fundamentado en el consenso a la manera habermasiana, primando los argumentos para la toma de decisiones en un plano de horizontalidad comunicativa y fundamentadas sobre valores democráticos.

FONÉTICA (participación, valoración de las distintas ‘voces’ y ‘sonidos’)

Se ha visto una evolución donde las formas cooperativas han ido dándole importancia a todas las voces, de manera que todas han realizado aportaciones al proceso reflexivo y democrático generado, siendo valoradas dichas aportaciones como valiosas en sí.

PRAGMÁTICA (relación teoría-praxis y circunstancias comunicativas)

Hemos aprendido la necesidad de toda la teoría que nos fundamenta y que su valor se encuentra en su puesta en práctica de manera (auto)crítica, desarrollada a través de un contexto comunicativo de tipo dialógico.

Por lo tanto, podemos concluir que la construcción de la realidad concreta del

grupo ha sido polivocal, es decir, generada desde nuestras distintas percepciones como

investigadores en situaciones dialógicas de aprendizaje y formación continua, así como

desde la construcción de discursos propios a partir de las historias, experiencias,

460

intereses, diferencias, confluencias, pasiones, conflictos, consensos y realidades que se

han podido dar en el espacio de convivencia creado en torno al grupo. Es en este sentido

que podemos hablar también de este estudio de caso como una investigación

colaborativa, puesto que se ha realizado en interacción con los protagonistas, partiendo

de sus preocupaciones e intereses como colectivo y con el propósito de describir e

interpretar, y al mismo tiempo ser útil al propio grupo para su mejora.

En cuanto al aspecto democrático del grupo de profesorado y de esta

investigación, debo decir que considero que una investigación es democrática cuando en

sus procedimientos se incorporan las voces de todas las personas implicadas y se

emplean criterios racionales basados en procesos deliberativos y dialógicos. Aunque en

todo colectivo las situaciones de partida son asimétricas y a menudo poco democráticas

las relaciones, si bien las más de las veces de manera no manifiesta, en el grupo de

profesorado del Proyecto Roma, como comunidad educativa crítica, se han asumido

para ello principios como la corresponsabilidad, la justicia y la equidad en las

interacciones profesionales y sociales, de manera que nos hemos aplicado a nosotras y

nosotros mismos los principios vigotskianos en los que creemos, especialmente los

derivados del concepto de Zona de Desarrollo Próximo, para lo cual la red de

significados que intersubjetivamente se ha ido generando se ha configurado con la

aportación de todos, poniéndonos mutuamente, desde la idiosincrasia de cada uno, en

situación de desarrollo potencial.

Completando lo anterior, y utilizando y generalizando las premisas que HOUSE

y HOWE (2001) desarrollan para las evaluaciones, considero que toda investigación

educativa debe satisfacer tres requisitos interrelacionados de manera explícita para

considerarse como democrática: inclusión, diálogo y deliberación. Dentro de la presente

investigación el requisito de la inclusión se ha dado desde la participación y la recogida

de las voces, intereses y concepciones de las personas implicadas. El diálogo ha sido

constante y extenso, lo cual también redunda en la consecución de una autenticidad real

de las perspectivas descritas. En cuanto a la deliberación, como principio fundado en la

razón, en el grupo se ha vertebrado sobre nuestras discusiones, en las cuales han tenido

cabida todos los intereses personales y colectivos y cuyo fin primero, no dogmático, ha

461

sido la búsqueda de consensos y la de una forma de emancipación que emerge de la

deliberación colectiva.

A colación de esto, en su concepción dual de la sociedad GIDDENS (1993)

enfatiza la interdependencia entre las estructuras y la acción humana a la hora de romper

con el determinismo del estructuralismo. Para él la reproducción o transformación de las

estructuras se encuentra en manos de los actores sociales, en función también de su

grado de conciencia, para lo cual diferencia entre ‘conciencia discursiva’ (que

podríamos relacionarlo con lo que se denomina comúnmente inteligencia académica) y

‘conciencia práctica’ (que igualmente podríamos relacionar con la inteligencia práctica).

Así, contextualizando esta idea hablando de grupos de reflexión de profesorado tenemos

que incidir en su importancia en la generación conocimiento de manera colectiva

encaminada a la transformación estructural a partir del desarrollo de la transitividad

crítica (FREIRE) y la competencia comunicativa (HABERMAS) que permiten hacer de

la conciencia crítica eje de las reflexiones y acciones del profesorado en su quehacer

profesional y personal, tal y como puede apreciarse dentro del Grupo de Profesorado del

Proyecto Roma.

Pero además, para que esto se dé debemos tener en cuenta una serie de factores

como los siguientes, los cuales hemos podido apreciar a lo largo de esta investigación

en el grupo de profesorado del Proyecto Roma:

- La racionalidad, que como hemos visto para HABERMAS (1987) tiene menos que

ver con el conocimiento y su adquisición que con el uso que hacen del mismo las

personas, el cual puede tanto estar supeditado a unos fines (uso instrumental) como

al entendimiento (uso comunicativo), factor este último fundamental en nuestro

colectivo.

- La argumentación, que ligada a lo anterior, conlleva además pretensiones de validez

sobre la comunicación, las cuales se diferencian de la pretensiones de poder en que

mientras las segundas se dan o intentar dar por imposición, las primeras utilizan

como medio el diálogo.

462

- La acción comunicativa, en la cual presuponemos desde el inicio una visión

comunicativa crítica donde los participantes pueden llegar a acuerdos de manera

intersubjetiva y sobre la base de un mutuo entendimiento en sus relaciones con el

mundo, fundamento de la dinámica de trabajo del colectivo y de los proyectos de

investigación en el aula.

- La preocupación en torno a la colonización de los mundos de vida por los sistemas

que estos mismos han ayudado a generar, lo cual en el seno del grupo de

profesorado ha supuesto un eje a la hora de realizar los análisis sobre nuestras

preocupaciones sociales y educativas, sobre todo en lo referente a la lucha contra las

desigualdades y el cumplimiento de los derechos humanos, especialmente con

respecto a las personas socialmente marginadas o desfavorecidas.

- Desde el punto de vista de la investigación educativa, tal y como he pretendido

explicitar a partir del trabajo del grupo de profesorado del Proyecto Roma, esto

supone además incluir en nuestras reflexiones las realidades descriptivas, las

normativas y las transformativas, explicitando de esta manera la esencia del

pensamiento dialéctico que, tal y como dijera VIGOTSKY (1995), debe tener en

cuenta el pasado para comprender el presente y vertebrar un futuro mejor.

Teniendo en cuenta todo esto, desde el primer momento en que me planteé esta

investigación una aspiración personal, que creo poder extender al resto del colectivo, era

que la misma no se quedara sólo en un montón de hojas impresas, sino que éstas

tuvieran una repercusión y provocaran cambios. Pero, más allá incluso de eso, también

pretendía que el propio proceso de investigación supusiera por sí mismo cambios y que

de forma paralela al mismo se diera un proceso de autoformación dentro del colectivo,

tal y como se produce inherentemente en todo proceso de investigación-acción. A la luz

de estas conclusiones es muy gratificante para mí el comprobar los frutos que ha dado la

investigación y la riqueza del proceso, que no se ha circunscrito a la mera recogida de

información sino que, tal y como emerge de la propia naturaleza de la Teoría Crítica, la

Investigación-Acción y la Educación Democrática, ha buscado en todo momento, y

463

gracias a las aportaciones de todas y todos los protagonistas, la mejora y cualificación

del grupo.

Por lo tanto, quisiera explicitar que posiblemente la conclusión más importante

que podemos sacar de todo esto es que tanto la dinámica de trabajo del colectivo desde

la reflexión compartida como su praxis en el aula como profesionales comprometidos

con los principios de la Cultura de la Diversidad (LÓPEZ MELERO, 1998), los valores

democráticos y la transformación social, supone la puesta en práctica de un modelo

educativo con una importante y coherente fundamentación teórica de carácter

interdisciplinar, una ejemplificación no sólo de un decir sino de un hacer, y eso es lo

que le otorga mayor fuerza y validez cientítica y ética.

En este sentido quisiera destacar una serie de puntos para que sirvieran de ejes

vertebradores de las principales aportaciones, a añadir a las ya indicadas de una u otra

forma, que esta introspección sobre el grupo de profesorado del Proyecto Roma puede

sacar como conclusiones desde su fundamentación teórica, su realidad en la praxis

educativa y su vocación de extensión para lograr el cambio social. Es por todo ello que

vamos a ver a continuación esas conclusiones de la investigación a las que aludíamos y

el papel que deben tener en nuestro contexto social:

A) Como colectivo, en el grupo de profesorado del Proyecto Roma partimos de una

concepción de la escuela pública como espacio de convivencia para la educación,

que es más que la enseñanza o la transmisión de conocimientos, lo cual implica el

desarrollo de la reflexión crítica, el contraste cultural y la (re)construcción nuestro

mundo de significados, entendiendo el aprendizaje como dimensión socialmente

generada, como algo compartido. Además, esta función educativa de la escuela,

presente también en el grupo como tal, requiere el desarrollo de comunidades

críticas de aprendizaje donde se vivan los valores democráticos y se parta de los

principios del diálogo y del aprendizaje compartido.

B) Lo anterior conlleva un mayor compromiso de las instituciones y los profesionales

de la educación con la comunidad en general y las familias en particular, de manera

464

que constituyan realmente espacios de colaboración que permitan armonizar y

democratizar los procesos educativos, así como sintonizar los universos simbólicos

de las distintas culturas presentes en la comunidad para un aprendizaje más

conectado con la realidad experiencial y tendente no a la acumulación (saturación)

de informaciones, sino a la capacidad de selección crítica y discernimiento de las

mismas y la generación de estrategias de resolución de problemas que permitan el

desarrollo autónomo y solidario de los componentes de la comunidad, tal y como se

tiene presente en el quehacer del grupo y el modelo educativo del Proyecto Roma.

C) Un concepto central en toda esta concepción que emerge de los principios de la

cultura de la diversidad es la valoración de las diferencias, ya que ello implica que

tanto en el seno del grupo como en las aulas la presencia y las aportaciones del otro

se perciban como necesarias y valiosas en sí mismas, haciendo de la enseñanza un

proceso de aprendizaje compartido que será mejor sólo si lo es con todas y todos, sin

exclusiones. Ésta es una de las consideraciones más importantes que surgen del

modelo educativo del Proyecto Roma y eje sobre el que pivota la didáctica para la

cooperación y la democracia que tiene como aspiración el colectivo.

D) Desde un punto de vista curricular, esto supone la necesidad del desarrollo de un

curriculum que parta de las necesidades e intereses del alumnado, un curriculum

común y flexible, en el sentido de que permita la participación real de todo el

alumnado, sin que a nadie se le niegue la cultura en ninguna de sus manifestaciones;

pero eso sí, con una heterogeneidad en cuanto a las estrategias y propuestas

metodológicas para asegurar ese acceso común a la cultura valorando al mismo

tiempo la diversidad del alumnado, para todo lo cual debe romperse con el

curriculum por disciplinas y abogar por la globalización y la interdisciplinariedad de

un curriculum emergente de las experiencias, inquietudes y problemáticas del

alumnado, tal y como se hace a través de los proyectos de investigación en el aula

que desarrolla el grupo de profesorado del Proyecto Roma.

E) Todo lo cual también debe llevar a un cambio en la forma de organizar el tiempo y el

espacio educativo, como un tiempo y un espacio para la cooperación y para

465

propiciar la flexibilidad necesaria para el trabajo en grupo y la investigación crítica

de la realidad, y este cambio en la manera de concebir, planificar y desarrollarnos en

el espacio y en el tiempo incumbe tanto al alumnado como al profesorado. En

definitiva, a las cuestiones curriculares y organizativas aquí planteadas, insisto,

considero que se le da respuesta desde los proyectos de investigación en el aula del

grupo de profesorado del Proyecto Roma.

F) En este contexto, el papel del profesorado como intelectuales públicos tiene muchos

retos por delante y muchos cambios por hacer, que irían desde la formación inicial a

la continua del mismo, incidiendo fundamentalmente en la relación entre teoría y

praxis, y que desde un punto de vista metodológico y de innovación educativa tiene

su referente más apropiado en la investigación-acción crítica y el desarrollo de

comunidades críticas de educadoras y educadores demócratas como la que

constituye el grupo de profesorado del Proyecto Roma. Además, una idea que

resulta fundamental en el grupo de profesorado del Proyecto Roma desde su

quehacer es que esos colectivos críticos no son ni deben ser meros aplicadores de

conocimiento, sino generadores del mismo, pues tienen un papel activo en la

construcción de un modelo educativo global.

G) Finalmente, se trata de no olvidar el carácter político de la acción educativa y su

voluntad emancipadora desde su conciencia para el cambio social desde el

desarrollo de personas críticas a partir de criterios éticos, epistemológicos,

sociológicos y pedagógicos como los que proporciona esta fundamentación teórica

como colectivo y su puesta en práctica. Se trata de permitir y fomentar el desarrollo

de buenas personas, pero buenas personas cultas y con capacidad para el análisis

crítico y argumentado de su realidad desde los principios de la cultura de la

diversidad y el cambio social.

En cuanto a mi propia experiencia durante los últimos años como investigador

en este estudio de caso sobre el grupo de profesorado del Proyecto Roma, decir que sólo

puedo calificarla como la más importante desde el punto de vista profesional que he

tenido, lo cual se ha visto enriquecido por la labor de investigación que ha originado

466

esta Tesis Doctoral y que me ha servido para vivir toda esta experiencia con más

intensidad si cabe. Esto es así porque me ha permitido (re)construir un cuerpo teórico,

analizar de manera compartida su contraste en la práctica y hacer de la reflexión

cooperativa y crítica el eje de mi desarrollo profesional como educador conjuntamente

con mis compañeras y compañeros. Además, al ser el Proyecto Roma una investigación

que tiene uno de sus fundamentos en la educación en valores, ese desarrollo al que

aludía no sólo se ha circunscrito al ámbito profesional, sino que considero que gracias al

Proyecto Roma, gracias a este proceso de investigación y gracias a mis compañeras y

compañeros dentro del grupo de profesorado soy una persona más democrática, más

comprometida, más humana.

En este sentido, si tuviera que establecer una secuencia sobre las principales

aportaciones que ha realizado este modelo educativo y de desarrollo profesional a través

de la investigación-acción en el Proyecto Roma en el colectivo docente, considero que

destacaría las siguientes:

1. Ruptura con la concepción jerárquica y autoritaria en las relaciones y formas de

entender la educación, ayudando a un posicionamiento ideológico definido desde

planteamientos democráticos fundamentados en el diálogo y la reflexión crítica.

2. Transcendencia de la instrumentalización y tecnificación de nuestra labor como

educadores, entendiéndola como un compromiso con la justicia y la convivencia

como aspiraciones democráticas.

3. Importancia de la epistemología y la generación de teorías educativas críticas para

ser conscientes de nuestro quehacer y del porqué del mismo, huyendo de la visión

tecnocrática de la función docente desde la búsqueda axiológica, ontológica y

gnoseológica de nuestro compromiso educativo e investigador con la realidad donde

se desarrolla y los cambios que persigue para su mejora.

4. Eliminación paulatina de la cultura de la queja que tan extendida se encuentra en el

mundo educativo por un posicionamiento ético y político de compromiso y con

alternativas, a través del cual se ha percibido en las reuniones una paulatina

disminución, cuantitativa y cualitativamente, del planteamiento de los conflictos

coyunturales como configuradores de la realidad educativa y determinantes de la

467

labor docente, admitiendo en cambio su carácter mediatizador pero sin que ello

impida perder ua perspectiva crítica de transformación y emancipación.

5. Cambio de una cultura de la individualidad y la competitividad por una cultura de la

colaboración como mejor estrategia para el cambio y la innovación educativa,

siendo este con seguridad el principio de acción del grupo y del Proyecto Roma que

más y mejor ha sido interioirizado por parte de todo el colectivo.

6. Posibilidad de participar en un proceso de investigación-acción emancipatoria, con

su valor para el desarrollo profesional y humano.

7. El primer proyecto del Proyecto Roma se llama proyecto confianza y en verdad esa

es otra de las grandes cosas que nos ha dado el grupo: confianza en nosotros

mismos como profesionales, confianza entre nosotros como compañeros, confianza

en el alumnado, las familias, etc. Todo ello se deriva de los propios principos de la

cultura de la diversidad inherentes al Proyecto Roma y el sentido crítico del proceso

de investigación–ación desarrollado.

8. Convencimiento para luchar contra el determinismo social en todas sus

manifestaciones, fruto de nuestro compromiso político y educativo con los

colectivos más desfavorecidos a los que a menudo se les niegala voz de su propia

humanidad.

9. Comprensión de las dinámicas de incoherencia institucional a través de un análisis

de tipo dialéctico y asunción de la ética como eje de nuestro quehacer educativo,

haciendo del diálogo y la comunicación los elementos principales de nuestra

dinámica de trabajo como colectivo crítico, procurando siempre llegar a consensos

desde los disensos.

10. Aprendizaje de que la culpabilización sobre los problemas en el grupo y en la

escuela debemos analizarlos desde sus causas primeras y no desde sus

consecuencias.

En definitiva, muchos han sido y seguirán siendo los cambios que mi

participación en el grupo de profesorado del Proyecto Roma me ha proporcionado, pero

sobre todo esa convicción de que todo el camino está aún por recorrer y que mi

compromiso profesional y humano está ligado al constante avance que pretendemos

para construir una educación de calidad y una sociedad más igualitaria y libre. Si a todo

468

esto le uno todo lo que esta investigación me ha aportado, tanto en cuanto a

profundización teórica, cualificación metodológica y capacidad reflexiva no puedo

menos que sentirme afortunado por todo lo aprendido en este proceso. a lo largo de los

últimos tres años.

Conjuntamente a este asunto se haya el de los intereses y las motivaciones que

puede haber detrás de la participación en un colectivo de estas características y realizar

una introspección crítica en el seno del mismo. En relación a esto, me gustaría recordar

una anécdota muy significativa y es que, según cuenta el propio HABERMAS (cit.

SANTOS GUERRA, 1994, p.110), él y MARCUSE se preguntaban cómo explicar la

base normativa de la teoría crítica, a lo cual finalmente le respondió MARCUSE dos

días antes de su muerte, en una frase que posiblemente hubiera firmado también

ADORNO y otros frankfurtianos:

- ¿Ves? Ahora sé en qué se fundan nuestros juicios más elementales: en la

compasión, en nuestro sentimiento por el dolor de los otros.

Y es que una conclusión que también podemos sacar del trabajo de todo

colectivo educativo crítico, como es el grupo de profesorado del Proyecto Roma, es que

su labor sólo puede nacer del ‘sufrimiento’ consciente que supone actuar éticamente y

anteponiendo esa circunstancia al supuesto bienestar personal basado en la apatía, el

conformismo y el dejarse llevar por la corriente hegemónica. Todos los cambios duelen,

y lo hacen porque es difícil cuestionarnos nuestro pensamiento y nuestras acciones,

tener la suficiente humildad y honradez intelectual como para reconocer nuestros

errores y estar dispuestos a realizar esfuerzos para modificarlos, así como para actuar,

personal y colectivamente, a favor de la dignidad humana y la creación de espacios

públicos de recreación crítica de la cultura desde su planteamiento como una necesidad

ontológica. Este es el sentido que ha pretendido tener esta narración que constituye el

informe del proceso de investigación desarrollado, la cual ha tenido como pretensión ser

coherente con los planteamientos críticos que la sustentan ideológicamente.

Y teniendo en cuenta todo esto, a estas alturas percibo como necesario seguir

profundizando en una reflexión personal en torno a qué he aprendido de y en todo este

469

proceso. Evidentemente, aquí pienso que debería centrarme en dos dimensiones, ni mucho

menos excluyentes entre sí, puesto que las he percibido como indisolubles en el proceso: lo

metodológico y lo específico en torno al foco de la investigación.

En cuanto a lo primero, todo el proceso de elaboración y reflexión continua que ha

supuesto esta investigación me ha permitido ver con mayor claridad cosas que

supuestamente controlaba en cierto grado pero que ha sido con esta experiencia cuando se

han ido asentando. Ahora estoy más convencido que nunca de que las estrategias

metodológicas cualitativas (y especialmente la investigación-acción) son instrumentos que

nos permiten aprender más y mejor de las situaciones, de las demás personas y también de

nosotros mismos, añadiéndole además el valor de su compromiso político transformador.

Con respecto a lo segundo, teniendo en cuenta mi compromiso e involucración con

este grupo de profesorado y los principios del Proyecto Roma como modelo educativo y

proyecto de vida, considero que la renovada visión que me ha proporcionado esta

investigación, lejos de restarle atractivo le ha añadido el de la profundidad que otorgan los

matices, el de imbuirse en un proceso y percibirlo desde la emoción del conocimiento, así

como desde esa óptica más holística que te aporta el vivir y comprender un hecho,

fenómeno o preocupación temática desde la posición de las y los demás, compartiéndola.

Por último, en relación a las nuevas perspectivas que ofrece la investigación,

éstas considero que van desde lo más concreto (el propio grupo de profesorado) a lo

más general (en cuanto a la posibilidad de desarrollo del modelo teórico de base y el

emergente de esta investigación). Como colectivo se ha abierto una perspectiva de

análisis que enriquece la ya existente y que considero que debe servir para, de cara al

futuro, profundizar en esas líneas que, más que crearse, han visto la luz a partir de este

proceso de investigación.

Desde nuestro compromiso colectivo resulta imprescindible profundizar en los

fundamentos interdisciplinares, desde los tamices de la epistemología y la axiología

como referentes primeros e imprescindibles en el análisis y puesta en práctica de todo

acto educativo, que constituyen nuestra base para seguir mejorándola y, sobre todo, para

470

ir creando, desde la recreación de esas teorías, interpretaciones de las mismas

contextualizadas en el mundo educativo. Ese debe ser un reto común para el que las

personas del grupo están dispuestas a dar los siguientes pasos que sigan haciendo

nuestro camino desde el andar. Generar un saber debe significar, como dijo

BOURDIEU (2002) en su último discurso público, generar un saber comprometido y

comprometer un saber. Ésta ha sido la pretensión del trabajo del grupo y el de esta

investigación.

Y es que una investigación no es nada si se toma como conclusión definitiva y

definitoria y se asume dogmáticamente. La ciencia tiene tanto riesgo en el dogmatismo

positivista (arma neoliberal) como en el relativismo extremo y la fragmentación del

conocimiento (armas postmodernistas), porque su origen siempre está en la duda y el ansia

de aprender y transformar que genera. Por ello considero que si no dejamos caminos

abiertos en nuestro quehacer investigador simplemente habremos hecho desaparecer el

camino. Mi propósito, al margen de las placenteras aportaciones personales que me ha

proporcionado esta investigación, era que su razón de ser no estuviera en la academia

doctrinaria hegemónica (que nos perdonen los antiguos griegos por la desvirtuación del

término ‘academia’), sino en la necesidad de profundizar en un contexto determinado y

compartir una determinada manera de reflexionar sobre el mismo que pudiera ofrecer

aportaciones útiles (que no utilitarias) a quienes hemos participado en el proceso que le ha

dado sentido para mejorarlo y a personas con inquietudes sobre el tema del cambio social a

través de la educación crítica.

Se trata, en definitiva, de una manera de ver la investigación como importante en sí

misma (como proceso), cargada en todo momento por una alta dosis de emoción aunque

sin perder por ello rigurosidad o profundidad, sino más bien siendo sincero con ellas para

fortalecerlas. Nuevamente, recordando las palabras anteriores, deseo que estas palabras

sirvan para aportar algo de luz a ese contar incesante, a esa gran narración en constante

desarrollo que supone la educación desde el paradigma de la cooperación y la lucha contra

las desigualdades. Sólo de esta manera le daremos sentido al hecho de que Prometeo sea

un nombre colectivo.

BIBLIOGRAFÍA

“De los diversos instrumentos inventados por el

hombre, el más asombroso es el libro: todos los

demás son extensiones de su cuerpo... Sólo el libro

es una extensión de la imaginación y la memoria.”

JORGE LUIS BORGES

472

473

ADELMAN, C,; JENKINS, D. Y KEMMIS, S. (1983): Rethinking Case Study: Notes

from the second Cambridge Conference. En Simons, H. (Ed.): Towards a science of the

singular. CARE, Norwick.

ADORNO, T.W. (1973a): Consignas. Amorrortu, Buenos Aires.

ADORNO, T.W. (1973b): Crítica cultural y sociedad. Ariel, Barcelona.

ADORNO, T.W. (1982): La ideología como lenguaje. Taurus, Madrid.

ADORNO, T.W. (1984): Dialéctica negativa. Taurus, Madrid.

ADORNO, T.W. (1987): Minima Moralia. Taurus, Madrid.

ADORNO, T.W. (1998): Educación para la emancipación. Morata, Madrid.

ADORNO, T.W. y HORKHEIMER, M. (1994): Dialéctica de la Ilustración. Trotta,

Madrid.

ÁLVAREZ MÉNDEZ, J.M. (2001): Entender la didáctica, entender el curriculum.

Miño y Dávila, Madrid.

ÁLVAREZ URIA, F. y otros (1994): Neoliberalismo vs. Democracia. La Piqueta,

Madrid.

ANGULO, J.F. (1990): Una propuesta de clasificación de las Técnicas de investigación

interpretativa. En Martínez Rodríguez: Hacia un enfoque interpretativo de la enseñanza.

Universidad de Granada, Granada.

ANGULO, J.F. y BLANCO, N. (1994): Teoría y desarrollo del curriculum. Aljibe,

Málaga.

ANGULO, J.F., BARQUÍN, J. y PÉREZ GÓMEZ, A.I. (1999): Desarrollo profesional del

docente: política, investigación y práctica. Akal, Madrid.

ANTUNEZ, S. y GAIRIN, J. (1996): La organización escolar. Práctica y fundamentos.

Graó, Barcelona

APEL, K.O. (1985): La transformación de la filosofía. Taurus, Madrid.

APEL, K.O. (1986): Estudios éticos. Laia, Barcelona.

APEL, K.O., CORTINA, A. y otros (Eds.) (1990): Ética comunicativa y democracia.

Crítica, Barcelona.

APEL, K.O. (1991): Teoría de la verdad y ética del discurso. Paidós, Barcelona.

APPLE, M y BEANA, J.A. (1999): Escuelas democráticas. Morata, Madrid.

474

APPLE, M. (1981): On analyzing hegemony. En Giroux, Penna y Pinar: Curriculum

and instruction. Alternatives in education. McCutchan Publishing Corporation,

Berkeley.

APPLE, M. (1986): Ideología y curriculum. Akal, Madrid.

APPLE, M. (1987): Educación y poder. Paidós, Barcelona.

APPLE, M. (1995): Programas conservadores y posibilidades progresistas. Kikiriki, nº

35.

APPLE, M. (1996a): Política cultural y educación. Morata, Madrid.

APPLE, M. (1996b): El conocimiento oficial. La educación democrática en una era

conservadora. Paidós, Barcelona.

APPLE, M. (2001): Teoría crítica y educación. Miño y Dávila editores, Madrid.

ARISTÓTELES (1985): Ética a Nicómaco. Centro de Estudios Constitucionales,

Madrid.

ARONOWITZ, S. (1988): Science as power. Discourse and ideology in modern society.

University of Minnesota Press, Mineapolis.

AUSTIN, J.L. (1982): Cómo hacer cosas con palabras. Paidós, Barcelona.

AYUSTE y Otros (1994): Planteamientos de la Pedagogía Crítica. Comunicar y

transformar. Graó, Barcelona.

AYUSTE, A. (1997): Pedagogía crítica y modernidad. Cuadernos de Pedagogía, nº 254.

BALL, S.J. (1994): La micropolítica de la escuela. Paidós, Barcelona.

BALL, S.J. (1999): Foucault y la educación. Morata, madrid.

BARKER, P. (Comp.) (2000): Vivir como iguales. Apología de la justicia social.

Paidós, Barcelona.

BARTON, L (1998): Discapacidad y Sociedad. Morata, Madrid.

BATES, R. (1994): Teoría crítica y administración educativa. En Escudero, J.M. y

González, Mª.T. (Eds.): Escuelas y profesores. Ediciones pedagógicas, Madrid.

BECK, GIDDENS y LASH (1997): Modernización reflexiva. Alianza, Madrid.

BECK, U. (1998): ¿Qué es la globalización? Paidós, Barcelona.

BERGER y LUCKMAN (1993): La construcción social de la realidad. Amorrortu.

Buenos Aires.

BERNSTEIN, B. (1988): Clases, códigos y control. Tomos I y II. Akal, Madrid.

BERNSTEIN, B. (1990): Poder, educación y conciencia. El Roure, Barcelona.

475

BERNSTEIN, B. (1993): La estructura del discurso pedagógico. Morata, Madrid.

BEYER, L. & APPLE, M. (1988): The curriculum: problems, politics and possibilities.

State University of New York Press, New York.

BEYER, L.E. (1989): Critical reflection and the culture of schooling empowering

teachers. Deakin University Press, Victoria.

BILBENY, N. (1999): Democracia para la diversidad. Ariel, Barcelona.

BOBBIO, N. (1995): Derecha e izquierda. Taurus, Madrid.

BOBBIO, N. (1997): Autobiografía. Taurus, Madrid.

BOBBIO, N. (1998): La duda y la elección. Intelectuales y poder en la sociedad

contemporánea. Paidós, Barcelona.

BOLÍVAR, A., DOMINGO, J. Y FERNÁNDEZ, M. (2001): La investigación

biográfico-narrativa en educación. La Muralla, Madrid.

BONAL, X. (1995): Los límites del enfoque práctico. Cuadernos de Pedagogía, nº236

BONAL, X. (1998): Sociología de la educación. Una aproximación crítica a las

corrientes contemporáneas. Paidós, Barcelona.

BOOTH, T. (1998): El sonido de las voces acalladas: cuestiones acerca del uso de los

métodos narrativos con personas con dificultades de aprendizaje. En Barton, L.

(Comp.): Discapacidad y sociedad. Morata, Madrid.

BORDIEU, P. y PASSERON, J.C. (1977): La reproducción. Elementos para una teoía

del sistema de enseñanza. Laia, Barcelona.

BOURDIEU, P.(1999): Contrafuegos. Reflexiones para servir a la resistencia contra la

invasión neoliberal. Anagrama, Barcelona.

BOURDIEU, P. y WACQUANT, L. (2001): Las argucias de la razón imperialista.

Paidós, Barcelona.

BOURDIEU, P. (2002): En defensa de un saber comprometido. Los investigadores y el

movimiento social. Le Monde Diplomatique, nº 76.

BRUNER, J. (1985). El habla del niño. Paidós, Barcelona.

BRUNER, J. (1986). Realidad Mental y Mundos Posibles. Gedisa, Barcelona.

BRUNER, J. (1988). Desarrollo cognitivo y educación. Morata, Madrid.

BRUNER, J. (1989). La importancia de la educación. Paidós, Barcelona.

BRUNER, J. (1990): Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Alianza,

Madrid.

476

BRUNER, J. (1997): La educación, puerta de la cultura. Visor, Madrid.

CAMPLIGLIO, A. y RIZZI, R. (1997): Cooperar en clase. MCEP, Sevilla.

CAMPS, V. (1993): Los valores de la educación. Alauda-Anaya, Madrid.

CAMPS, V. (1996): El malestar de la vida pública. Grijalbo, Barcelona.

CARR, W. (1989): ¿Puede ser la investigación educativa?. Investigación en la escuela,

nº7.

CARR, W. (1990): Hacia una ciencia crítica de la educación. Laertes, Barcelona.

CARR, W. (1996a): Una teoría para la educación. Hacia una investigación educativa

crítica. Morata, Madrid.

CARR, W. (1996b): Curriculum: principios comprensivos e ideales democráticos. En

Zufiaurre, B.(Ed.): Comprensividad, desarrollo productivo y justicia social. Icaria,

Barcelona.

CARR, W. (Ed.)(1998): Calidad de la enseñanza e investigación-acción. Diada, Sevilla.

CARR, W y KEMMIS, S. (1988): Teoría crítica de la enseñanza. La investigación

acción en la formación del profesorado. Martínez Roca, Barcelona.

CARR, W. & HARTNETT, A. (1996): Education and the struggle for democracy. Open

University Press, Buchingham.

CASTELLS, M. (1994): Flujos, redes e identidades: una teoría crítica de la sociedad

informacional. En VV.AA.: Nuevas perspectivas críticas en educación. Paidós,

Barcelona.

CASTELLS, M. (1998): La era de la información. (3 Vols.) Alianza, Madrid.

CAZDEN, C.B. (1991): El discurso en el aula. El lenguaje de la enseñanza y del

aprendizaje. Paidós, Barcelona.

CHOMSKY, N. (2000): El beneficio es lo que cuenta. Neoliberalismo y orden global.

Crítica, Barcelona.

CHOMSKY, N. Y RAMONET, I. (1996): Cómo nos venden la moto. Icaria, Barcelona.

CLAXTON, G. (1987): Vivir y aprender. Alianza, Madrid.

COCHRAN-SMITH, M. y LYTLE, S.L. (2002): Dentro/fuera. Enseñantes que

investigan. Akal, Madrid.

COLE, M. (1999): Psicología cultural. Morata, Madrid.

COLE, M. y SCRIBNER, S. (1977): Cultura y pensamiento. Limusa, México.

CONNEL, R.W. (1997): Escuelas y justicia social. Morata, Madrid.

477

CONNELL, R.W. (2000): Escuelas, mercados, justicia: la educación en un mundo

fracturado. KIKIRIKI, nº 55-56.

CONTRERAS, J. (1990): Enseñanza, curriculum y profesorado. Akal, Madrid.

CONTRERAS, J. (1994a): ¿Qué es? Cuadernos de pedagogía, nº224.

CONTRERAS, J. (1994b): ¿Cómo se hace? Cuadernos de pedagogía, nº224.

CONTRERAS, J. (1996): Teoría y práctica docente. Cuadernos de pedagogía, nº253.

CONTRERAS, J. (1997): La autonomía del profesorado. Morata, Madrid.

CONTRERAS, J. (1999): El sentido educativo de la investigación. En Angulo, Barquín y

Pérez Gómez: Desarrollo profesional del docente. Akal, Madrid.

CORCUFF, P. (1998): Las nuevas sociologías. Alianza, Madrid.

CORTINA, A. (1985): Crítica y Utopía: La Escuela de Francfort. Cincel, Madrid.

CORTINA, A. (1993): Etica aplicada y democracia radical. Tecnos, Madrid.

CORTINA, A. (1997): Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía.

Alianza, Madrid.

CUNNINGHAM, C. y DAVIS, H. (1988): Trabajar con los padres. Marcos de

colaboración. Siglo XXI, Madrid.

DAS, J.P. y otros (1998): Planificación Cognitiva

DELAMONT, S. (1984): La interacción didáctica. Cincel-Kapelusz, Madrid.

DELORME, Ch. (1985): De la animación pedagógica a la investigación-acción. Narcea,

Madrid.

DENZIN, N. y LINCOLN, Y. (Eds.) (1994): Handbook of qualitative research. Sage,

London.

DENZIN, N. (1994): The art and politics of interpretation. En Denzin, N. y Lincoln, Y.

(Eds.): Handbook of qualitative research. Sage, London.

DEWEY, J. (1989): Cómo pensamos. Nueva exposición de la relación entre

pensamiento reflexivo y proceso educativo. Paidós, Barcelona.

DEWEY, J. (1998): Democracia y educación. Morata, Madrid.

DiPARDO, A. (1999): Teaching in common. Challenges to joint work in classrooms

and schools. Teachers College Press, New York.

DURKHEIM, E. (1988): Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre

filosofía de las ciencias sociales. Alianza, Madrid.

478

EDWARDS, D. Y MERCER, N. (1988): El conocimiento compartido. El desarrollo de

la comprensión en el aula. Paidós, Barcelona.

EDWARDS, D. (1990): El papel del profesor en la construcción social del

conocimiento. Investigación en la escuela, nº 10.

EISLER,R. (1994). El cáliz y la Espada. La alternativa femenina. Cuatro Vientos,

Madrid.

EISNER, E. (1990): El ojo ilustrado. Indagación cualitativa y mejora de la práctica

educativa. Paidós, Barcelona.

ELLIOT, J. (1990): La investigación-acción en educación. Morata, Madrid.

ELLIOT, J. (1991): Actuación profesional y formación del profesorado. Cuadernos de

Pedagogía, nº191.

ELLIOTT, J. (1992): ¿Son los indicadores de rendimiento indicadores de la calidad

educativa?. Cuadernos de Pedagogía, nº206.

ELLIOTT, J. (1993). El cambio educativo desde la investigación-acción. Morata,

Madrid.

ELLIOT, J. (1999): La relación entre ‘comprender’ y ‘desarrollar’ el pensamiento de los

docentes. En Angulo, Barquín y Pérez Gómez: Desarrollo profesional del docente.

Akal, Madrid.

ESCUDERO, J.M. y GONZÁLEZ, Mª.T. (1994): Escuelas y profesores ¿Hacia una

reconversión de los centros y la función docente? Ediciones Pedagógicas, Madrid.

FAY, B. (1977): Social theory and political practice. George Allen and Unwin, Londres.

FAY, B. (1987): Critical social science. Cornell University Press. New York.

FERNÁNDEZ DURÁN y Otros (2001): Globalización capitalista: luchas y resistencias.

Virus, Barcelona.

FERNÁNDEZ ENGUITA, M. (1990): La escuela a examen. Eudema, Madrid.

FERNÁNDEZ ENGUITA, M. (1993): La profesión docente y la comunidad escolar:

crónica de un desencuentro. Morata, Madrid.

FERNÁNDEZ ENGUITA, M. (2001): Educar en tiempos inciertos. Morata, Madrid.

FERRADA, D. (2001): Curriculum crítico comunicativo. El Roure, Barcelona.

FERRAJOLI, L. (1999): Derechos y garantías: la ley del más débil. Trotta, Madrid.

FEYERABEND, P. (1986): Tratado contra el método. Tecnos, Madrid.

479

FIERRO, C. y Otros (1999): Transformando la práctica docente. Una propuesta basada

en la investigación-acción. Paidós, México.

FLECHA y TORTAJADA (1999): Retos y salidas educativas en la entrada de siglo, en

VV.AA.: La educación en el siglo XXI. Graó, Barcelona.

FLECHA, R. (1997): Compartiendo palabras. Paidós, Barcelona.

FLECHA, R. (1998): Pensamiento y acción crítica en la sociedad de la información. En

VV.AA.: Ensayos de pedagogía crítica. Ed. Popular, Barcelona.

FLECHA, R., GÓMEZ, J., PUIGVERT, L. (2001): Teoría sociológica contemporánea.

Paidós, Barcelona.

FREIRE, P. (1977): Pedagogía del oprimido. Siglo XXI, Madrid.

FREIRE, P. (1990): La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación.

Paidos, Barcelona.

FREIRE, P. (1997): A la sombra de este árbol. El Roure, Barcelona.

FREIRE, P. (2001): Pedagogía de la indignación. Morata, Madrid.

GADAMER, H.G. (1984): Verdad y método. Sígueme, Salamanca.

GAIRIN, J. y DARDER, P. (1994): Organización de centros educativos. Aspectos

básicos. Praxis, Barcelona.

GALEANO, E. (1998): Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Siglo XXI,

Madrid.

GALTON, M. y MOON, B. (Ed.)(1986): Cambiar la escuela, cambiar el curriculum.

Martínez Roca, Barcelona.

GARDNER, H. (1993). La mente no escolarizada. Paidós, Barcelona.

GARTON, A. F. (1994). Interacción social y desarrollo del lenguaje y la cognición.

Barcelona. Paidos.

GENTILI, P. (2000): Pedagogía de la democracia mínima. Rev. KIKIRIKI, nº 55-56.

GERGEN, K.J. (1999): An invitation to social construction. Sage, London.

GERGEN, K.J. (2001): Social construction in context. Sage, London.

GEERTZ,C. (1987): La interpretación de las culturas. Gedisa, Barcelona.

GIDDENS, A. y otros (1994): Habermas y la modernidad. Cátedra, Madrid.

GIDDENS, A.(1993): Consecuencias de la modernidad. Alianza, Madrid.

GIMENO SACRISTAN, J. (1995): Diversos y también desiguales. ¡Qué hacer en

Educación!. Kikiriki, nº 38.

480

GIMENO SACRISTÁN, J. (2000): La educación obligatoria: su sentido educativo y

social. Morata, Madrid.

GIMENO SACRISTÁN, J. (2001): Educar y convivir en la cultura global. Morata,

Madrid.

GIMENO SACRISTAN, J. Y PÉREZ GOMEZ, A. (1983): La enseñanza: su teoría y su

práctica. Akal, Madrid.

GIMENO SACRISTAN, J. Y PEREZ GOMEZ, A. (1992): Comprender y transformar

la enseñanza. Morata, Madrid.

GIROUX, H. (1983): Pedagogía radical. Subsídios. Ed. Cortez, Sao Paulo.

GIROUX, H. (1990): Los profesores como intelectuales. Paidós, Madrid.

GIROUX, H. (1992): Teoría y resistencia en educación. Siglo XXI, México.

GIROUX, H. (1994): Los profesores como intelectuales públicos. Rev. KIKIRIKI, nº34.

GIROUX, H. (1997): Cruzando límites. Trabajadores culturales y políticas educativas.

Paidós, Barcelona.

GIROUX, H. (2001): Cultura, política y práctica educativa. Graó, Barcelona.

GIROUX, H.A. (1981): Toward a new sociology of curriculum. En Giroux, Penna y

Pinar: Curriculum and instruction. Alternatives in education. McCutchan Publishing

Corporation, Berkeley.

GIROUX, H.A. and PENNA, A.N. (1981): Social education in the classroom: the

dynamics of the hidden curriculum. En Giroux, Penna y Pinar: Curriculum and

instruction. Alternatives in education. McCutchan Publishing Corporation, Berkeley.

GIROUX, H. y McLAREN, P. (1990): La educación del profesorado como espacio

contrapúblico: apuntes para una redefinición. En Popkewitz, T.S.: Formación de

profesorado. Tradición, teoría, práctica. Universitat de Valencia, Valencia.

GIROUX, H. A., y FLECHA, R. (1992). Igualdad educativa y diferencia cultural. El

Roure, Barcelona.

GIROUX, H. y McLAREN, P. (1999): Sociedad, cultura y educación. Miño y Dávila

Editores, Madrid.

GOETZ J.P. y LECOMPTE, M.D. (1984). Etnografía y Diseño cualitativo en

investigacción educativa. Morata, Madrid.

481

GONZÁLEZ, Mª.T. (1994): Perspectivas teóricas recientes en organización escolar: una

panorámica general. En Escudero, J.M. y González, Mª.T.: Escuelas y profesores.

Ediciones pedagógicas, Madrid.

GORE, J.M. (1996): Controversias entre las pedagogías. Morata, Madrid.

GOULD, S.J. (1987): La falsa medida del hombre. Crítica, Barcelona.

GOYETTE, G. Y LESSARD-HÉBERT, M. (1988): La investigación-acción. Sus

funciones, sus fundamentos y su instrumentación. Laertes, Barcelona.

GRAMSCI, A. (1972): Introducción a la filosofía de la praxis. Península, Barcelona.

GRAMSCI, A. (1981): La alternativa pedagógica. Fontamara, Barcelona.

GRUNDY, S. (1991): ¿Producto o praxis del curriculum? Morata, Madrid.

GRUNDY, S. (1998): Más allá de la profesionalidad. En Carr, W. (Ed.): Calidad de la

enseñanza e investigación-acción. Diada, Sevilla.

GUBA, E. (1983): Criterios de credibilidad en la investigación naturalista. En Gimeno

Sacristán y Pérez Gómez: La enseñanza: su teoría y su práctica. Akal, Madrid.

GUTTMAN, A. (2001): La educación democrática. Una teoría política de la educación.

Paidós, Barcelona.

HABERMAS, J. (1985): La reconstrucción del materialismo histórico. Taurus, Madrid.

HABERMAS, J. (1986a): Ciencia y técnica como ideología. Tecnos, Madrid.

HABERMAS, J. (1986b): Conocimiento e interés, Taurus, Madrid.

HABERMAS, J. (1986c): La crisis del estado-providencia y el agotamiento de las

energías utópicas. Cuadernos del Norte, nº38.

HABERMAS, J. (1987): Teoría de la Acción Comunicativa. Vols. I y II. Taurus,

Madrid.

HABERMAS, J. (1988a): La Lógica de las Ciencias Sociales. Tecnos, Madrid.

HABERMAS, J. (1988b): Cuestiones y contracuestiones. En Giddens y otros:

Habermas y la modernidad. Cátedra, Madrid.

HABERMAS, J. (1989a): Teoría de la ación comunicativa. Complementos y estudios

previos. Cátedra, Madrid.

HABERMAS, J. (1989b): Problemas de legitimación en el capitalismo tardío.

Amorrortu, Buenos Aires.

HABERMAS, J. (1989c): El discurso filosófico de la modernidad. Taurus, Madrid.

HABERMAS, J. (1989d): Identidades nacionales y postnacionales. Tecnos, Madrid.

482

HABERMAS, J. (1990a): Pensamiento postmetafísico. Taurus, Madrid.

HABERMAS, J. (1990b): Teoría y praxis. Estudios de filosofía social. Tecnos, Madrid.

HABERMAS, J. (1991a): Escritos sobre moralidad y eticidad. Paidós, Barcelona.

HABERMAS, J. (1991b): La necesidad de revisión de la izquierda. Tecnos, Madrid.

HABERMAS, J. (1991C): Conciencia moral y acción comunicativa. Península,

Barcelona.

HABERMAS, J. (1994): Ensayos Políticos. Península, Barcelona.

HABERMAS, J. (1999): La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Paidós,

Barcelona.

HABERMAS, J. (2000): Aclaraciones a la ética del discurso. Trotta, Madrid.

HABERMAS, J. (2002): El futuro de la naturaleza humana. Paidós, Barcelona.

HAMILTON, D. (1983): Contraste de supuestos entre el análisis de muestras y el

estudio de casos en educación. En Gimeno Sacristán y Pérez Gómez: La enseñanza: su

teoría y su práctica. Akal, Madrid.

HARGREAVES, A. (1996): Profesorado, cultura, y postmodernidad. Morata, Madrid.

HARGREAVES, A. y WOODS, P- (1989): Classrooms and staffrooms. The sociology

of teachers and teaching. Open University Press, Bristol.

HORKHEIMER, M. (1969): Crítica de la razón instrumental. Sur, Buenos Aires.

HORKHEIMER, M. (1974): Teoría crítica. Amorrortu, Buenos Aires.

HOUSE, E.R. (1994): Evaluación, ética y poder. Morata, Madrid.

HOUSE, E.R. y HOWE, K.R. (2001): Valores en evaluación e investigación social.

Morata, Madrid.

HUSSERL, E. (1962): Lógica formal y lógica transcendental. FCE, México.

IMBERNÓN, F. (1994): La formación y el desarrollo profesional del profesorado.

Graó, Barcelona.

IMBERNÓN, F. (1999): Amplitud y profundidad de la mirada. La educación ayer, hoy

y mañana. En VV.AA.: La educación en el siglo XXI. Graó, Barcelona.

IMBERNÓN, F. (Coord.) (2002): La investigación educativa como herramienta de

formación del profesorado. Graó, Barcelona.

IZUZQUIZA, I. (2000): Caleidoscopios. La filosofía occidental en la segunda mitad del

siglo XX. Alianza, Madrid.

483

JAY, M. (1988): La imaginación dialéctica. Una historia de la Escuela de Frankfurt.

Taurus, Madrid.

KANT, I. (1961): Crítica de la razón práctica. Losada, Buenos Aires.

KANT, I. (1983): Pedagogía. Akal, Madrid.

KEMMIS, S. (1985): Action research and the politics of reflection. En Boud, Keogh &

Walker (Eds.): Reflection: turning experience into learning. Kogan Page, London.

KEMMIS, S. (1991): Investigación en la acción. En Husen, & Postlethwaite (Eds.):

Enciclopedia internacional de la educación. Vicens-Vives, Barcelona.

KEMMIS, S. (1992): Mejorando la educación mediante la investigación-acción. En

Salazar, Mª C. (ed.): La Investigación. Acción participativa. Ed. Popular/OEI, Madrid.

KEMMIS, S. (1993): El curriculum. Más allá de la teoría de la reproducción. Morata,

Madrid.

KEMMIS, S. (1996): La teoría de la práctica educativa. Introducción en Carr, W.: Una

teoría para la educación. Morata, Madrid.

KEMMIS, S. (1999): La investigación-acción y la política de la reflexión. En Angulo,

Barquín y Pérez Gómez: Desarrollo profesional del docente. Akal, Madrid.

KEMMIS, S. (2000): Aspiraciones emancipatorias en la era postmoderna. Rev. Kikiriki,

nº55-56.

KEMMIS, S. & McTAGGART, R. (1988): The Action research reader. Deakin

University Press, Victoria.

KEMMIS, S. y McTAGGART (1990): Cómo planificar la investigación-acción.

Laertes, Madrid.

KINCHELOE, J. y McLAREN, P. (1994): Rethinking critical theory and qualitative

research. En Denzin, K. y Lincoln, Y. (Eds.): Handbook of qualitative research. Sage,

London.

KINCHELOE, J. (1995): Meet behind the curtain: the struggle for a critical postmodern

action research. En McLaren, P. y Giarelli, J. (Ed.) (1995): Critical theory and

educational research. State University of New York Press, New York.

KLAFKI, W. (1988): ¿Se modifica la realidad escolar por efecto de la investigación

escolar?. Revista de Educación, nº 286.

KUHN, T. S. (1990): La estructura de las revoluciones científicas. FCE, Madrid.

484

KUSHNER, S. Y NORRIS, N. (1990): Interpretación, negociación y validez en

investigación naturalista. En Martínez Rodríguez, J.B.: Hacia un enfoque interpretativo

de la enseñanza. Universidad de Granada, Granada.

LACASA, P. (1997): Familias y escuelas. Caminos de la orentación educativa. Visor,

Madrid.

LARROSA, J. y otros (1995): Déjame que te cuente. Ensayos sobre narrativa y

educación. Laertes, Barcelona.

LATORRE, A. y otros (1996): Bases metodológicas de la investigación educativa.

GR92, Barcelona.

LeCOMPTE, M. (1995): Some notes on power, agenda, and voice: a researcher’s

personal evolution toward critical collaborative research. En McLaren, P. y Giarelli, J.

(Eds.)(1995): Critical theory and educational research. State University of New York

Press, New York.

LEONTIEV, A. (1983): El desarrollo del psiquismo. Akal, Madrid.

LERENA ALESON, C. (1980): Escuela, ideología y clases sociales en España. Ariel,

Barcelona.

LEWIN, K. (1988): Group decision and social change. En Kemmis & McTaggart (Ed.):

The action research reader. Deakin University Press, Victoria.

LEWIN, K. (1992): Investigación Acción y el problema de las minorías. En Salazar, M.

C. (ed.): La Investigación. Acción participativa. Ed. Popular/OEI, Madrid.

LEWONTIN, S. y otros (1990): No está en los genes. Grijalbo, Barcelona.

LISTON, D.P. & ZEICHNER, K.M. (1993): Formación del profesorado y condiciones

sociales de la escolarización. Morata, Madrid.

LÓPEZ MELERO, M. (1995): Diversidad y Cultura. Una escuela sin exclusiones.

Kikirikí, nº 38.

LÓPEZ MELERO, M. (1996): La Educación (Especial) ¿Hija de un Dios Menor en el

mundo de las Ciencias de la Educación?. XIII Jornadas de Universidad y Educación

Especial. Univ. Autónoma de Barcelona.

LOPEZ MELERO, M. (1997): Escuela Pública y Atención a la Diversidad. La

educación Intercultural: la diferencia como valor. En VV.AA.: Escuela Publica y

Sociedad Neoliberal. Ed. Aula Libre, Málaga.

485

LÓPEZ MELERO, M. (1998): La escuela un lugar para pensar y para descubrir la

cultura. En VV.AA.: La diversidad y la diferencia en la Educación Secundaria: Retos

educativos para el s.XXI. Aljibe, Málaga.

LÓPEZ MELERO, M. (1999): Aprendiendo a conocer a las personas con síndrome de

Down. Aljibe, Málaga.

LÓPEZ MELERO, M. (2000): Cortando las amarras de la escuela homogeneizante y

segregadora. Actas del I Congreso Internacional de N.E.E. Granada.

LÓPEZ MELERO, M. (2001): La cultura de la diversidad o el elogio de la diferencia y

la lucha contra las desigualdades. En Sipán Compañe, A. (Comp.): Educar para la

diversidad en el siglo XXI. Mira Editores, Zaragoza.

LÓPEZ MELERO, M. (2003): La confianza como fundamento de la convivencia: el

Proyecto Roma. Aljibe, Málaga (en prensa)

LÓPEZ-BARAJAS, E. y MONTOYA, J.M. (1995): El estudio de casos: fundamentos y

metodología. UNED, Madrid.

LUNDGREN, U.P. (1992): Teoría del curriculum y escolarización. Morata, Madrid.

LURIA, A. R. (1974): El cerebro en acción. Barcelona, Fontanella.

LURIA, A. R. (1987): Desarrollo histórico de los procesos cognitivos. Akal, Madrid.

LURIA, LEONTIEV y VYGOSTKI (1986): Psicología y pedagogía. Akal, Madrid.

LYOTARD, J.F. (1998). La condición posmoderna. Altaya, Barcelona.

MACEDO, D. (1994): Nuestra cultura común: una pedagogía engañosa. En VV.AA.:

Nuevas perspectivas críticas en eeducación. Paidós, Barcelona.

MACEDO, D. y BARTOLOME, L. (1999): El racismo en la era de la globalización. En

VV.AA.: La educación en el siglo XXI. Graó, Barcelona.

MARCELO, C., PARRILA, A. y otros (1991): El estudio de caso en la formación del

profesorado y la investigación didáctica. Publicaciones de la Universidad de Sevilla,

Sevilla.

MARCUSE, H. (1985): El hombre unidimensional. Planeta-Agostini, Barcelona.

MARINA, J.A. y de la VÁLGOMA, M. (2000): La lucha por la dignidad. Anagrama,

Barcelona.

MARRERO, J. (1995a): La democracia escolar o el sueño de la razón pedagógica.

Cuadernos de Pedagogía, nº234.

486

MARRERO, J. (1995b): La cultura de la ‘colaboración’ y el desarrollo profesional del

profesorado. En VV.AA.: Volver a pensar la educación (Vol. 2) Morata, Madrid.

MARTÍNEZ BONAFÉ, J. (1989): Renovación pedagógica y emancipación profesional.

Univ. Valencia, Valencia.

MARTÍNEZ BONAFÉ, J. (1990): El estudio de casos en la investigación educativa. En

Martínez Rodríguez, J.B.: Hacia un enfoque interpretativo de la enseñanza. Universidad

de Granada, Granada.

MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, J.B. (1990): Hacia un enfoque interpretativo de la

enseñanza. Universidad de Granada, Granada.

MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, J.B.. (1990): Algunas ideas para trabajar en didáctica

aplicando la metodología etnográfica. En Martínez Rodríguez, J.B.: Hacia un enfoque

interpretativo de la enseñanza. Universidad de Granada, Granada.

MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, J.B. (1999): La negociación del curriculum: revisar la

relación enseñanza aprendizaje en el trabajo escolar. La Muralla, Madrid.

MARTIN-MORENO, Q. (1996): La organización de centros educativos en una

perspectiva de cambio. Sanz y Torres, Madrid.

MATURANA, H. (1992): Emociones y Lenguaje en Educación y PolÌtica. Ed.

Pedagógicas Chilenas, Santiago de Chile.

MATURANA H. (1994): El sentido de lo humano. Dolmen, Santiago de Chile.

MATURANA, H. (1997): Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano.

Instituto de Terapia Cognitiva, Santiago de Chile.

MATURANA, H. y NISIS, S. (1998): Formación Humana y capacitación. Dolmen,

Santiago de Chile.

McCARTHY, T. (1987): La teoría crítica de Jürgen Habermas. Tecnos, Madrid.

McCARTHY, T. (1992): Ideales e ilusiones. Reconstrucción y deconstrucción en la

teoría crítica contemporánea. Tecnos, Madrid.

McEWAN, H. y EGAN, K. (Comps.) (1998): La narrativa en la enseñanza, el

aprendizaje yla investigación. Amorrortu, Buenos Aires.

McKERNAN, J. (1999): Investigación-acción y curriculum. Morata, Madrid.

McLAREN, P. (1995): Pedagogía crítica y cultura depredadora. Paidós, Barcelona.

McLAREN, P. y GIARELLI, J. (Ed.)(1995): Critical theory and educational research.

State University of New York Press, New York.

487

McLAREN, P. (1999): Pedagogía revolucionaria en tiempos posrevolucionarios:

repensar la economía política de la educación crítica. En VV.AA.: La educación en el

siglo XXI. Graó, Barcelona.

MENCHINSKAIA, N. A. (1988): Algunos aspectos del desarrollo de la psicología

soviética del aprendizaje. En A. PÉREZ Y J. ALMARAZ (Comps.): Lecturas de

aprendizaje y enseñanza. FCE, Madrid.

MERCER, N. (1997): La construcción guiada del conocimiento. Paidós, Barcelona.

MORIN, E. (1994): Introducción al pensamiento complejo. Gedisa, Barcelona.

MORIN, E. (2001): La mente bien ordenada. Seix-Barral, Barcelona.

MORIN, E. Y KERN, A. (1993): Tierra y patria. Kairós, Barcelona.

MUÑOZ SEDANO y ROMAN PÉREZ (1989): Modelos de organización escolar.

Cincel, Madrid.

PARRILLA, A. (1996): Apoyo a la escuela: un proceso de colaboración. Mensajero,

Bilbao.

PARRILLA, A. y DANIELS, H. (1998): Creación y Desarrollo de Grupos de Apoyo

entre Profesores. Mensajero, Bilbao.

PARRILLA, A. y GALLEGO, C. (1998): Grupos de Apoyo entre profesores.

Cuadernos de Pedagogía, nº 270.

PARRILLA, a. (2002): Acerca del origen y sentido de la Educación Inclusiva. Revista

de Educación, nº 327.

PÉREZ GOMEZ, A. I. (1993): La cultura en la escuela. Retos y exigencias

contemporáneas. Kikiriki, nº29.

PÉREZ GÓMEZ, A.I. (1994): La cultura escolar en la sociedad posmoderna. Cuadernos

de Pedagogía nº 225.

PÉREZ GÓMEZ, A.I. (1999): La cultura escolar en la sociedad neoliberal. Morata,

Madrid.

PÉREZ GÓMEZ, A.I. (2001): La función educativa en la escuela pública actual. En

Gimeno Sacristán, J. (Coord.): Los retos de la enseñanza pública. Akal, Madrid.

PÉREZ GÓMEZ, A.I. y ALMARAZ, J. (1988): Lecturas de aprendizaje y enseñanza.

FCE, Madrid.

PÉREZ SERRANO, G. (Coord.) (2000): Modelos de investigación cualitativa en

educación social y animación sociocultural. Narcea, Madrid.

488

PETRELLA, R. (1997): El bien común: elogio de la solidaridad. Debate, Madrid.

PICÓ, J. (Comp.) (1988): Modernidad y postmodernidad. Alianza, Madrid.

PINAR, W.F. (1995): Understanding curriculum: an introduction to the study of

historical and cotemporany curriculum discourses. Peter Lang Publishing, New York.

POMAR, M. (2001): El diálogo y la construcción compartida del saber. Octaedro,

Barcelona.

POPKEWITZ, T.S. (1981): Educational research: values and visions of social order. En

Giroux, Penna y Pinar: Curriculum and instruction. Alternatives in education.

McCutchan Publishing Corporation, Berkeley.

POPKEWITZ, T. S. (1988): Paradigma e ideología en investigación educativa.

Mondadori, Madrid.

POPKEWITZ, T.S. (Ed.)(1990): Formación de profesorado. Tradición, teoría, práctica.

Universitat de Valencia, Valencia.

POPKEWITZ, T.S. (1998): La conquista del alma infantil. Política de escolarización y

construcción del nuevo docente. Ed. Pomares-Corredor, Barcelona.

POPPER, K. (1971): La lógica de la investigación científica. Tecnos, Madrid.

POPPER, K. (1986): El universo abierto: un argumento a favor del indeterminismo.

Tecnos, Madrid.

PORLÁN, R. (1993): Constructivismo y escuela. Diada, Sevilla.

PORRAS VALLEJO, R. (1998): Una escuela para la integración educativa. Una

alternativa al modelo tradicional. MCEP, Sevilla.

QUERE, F. (1994): La Etica y la Vida. Acento, Madrid.

RAWLS, J. (1978): Teoría de la justicia. FCE, México.

RICOEUR, P. (1987): Tiempo y narración (2 vol.) Cristiandad, Madrid.

RIVAS FLORES, J.I. (Ed.)(2000): Profesorado y reforma: ¿un cambio en las prácticas

de los docentes? Aljibe, Málaga.

RIVIERE, A. (1987): El sujeto de la psicología cognitiva. Alianza Psicología, Madrid..

RIZZI, R. (1996): La cooperación en la educación. MCEP, Sevilla.

RODRÍGUEZ GÓMEZ, G.; GIL FLORES, J. Y GARCÍA JIMÉNEZ, E. (1996):

Metodología de la investigación cualitativa. Aljibe, Málaga.

ROGOFF, B. (1993): Aprendices del pensamiento.Paidós, Barcelona.

ROITMAN, M. (1998): Las razones de la democracia. Sequitur, Toledo.

489

RUÉ, J. (1995): Algunos problemas del enfoque crítico. Cuadernos de Pedagogía,

nº236.

SÁBATO, E. (2000): La resistencia. Seix-Barral, Barcelona.

SALAZAR, Mª C. (Ed.): La Investigación Acción participativa. Ed. Popular/OEI, Madrid.

SALMERÓN, F. (1998): Diversidad cultural y tolerancia. Paidós, Barcelona.

SANCHO, M. y otros (1993): Aprendiendo de las innovacioens en los centros. La

perspectiva interpretativa de investigación aplicada a tres estudios de casos. CIDE,

Madrid.

SANTOS GUERRA, M. A. (1993): La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión

y mejora. Málaga. Aljibe.

SANTOS GUERRA, M.A. (1994): Entre bastidores: el lado oculto de la organización

escolar. Aljibe, Málaga.

SANTOS GUERRA, M.A. (1995): Democracia escolar o el problema de la nieve frita.

En VV.AA.: Volver a pensar la educación (Vol.I) Morata, Madrid.

SANTOS GUERRA, M.A. (1996): La profesionalización docente ante el cambio

educativo. En Zufiaurre, B. (Ed.): Comprensividad, desarrollo productivo y justicia

social. Icaria, Barcelona.

SANTOS GUERRA, M.A. (1997): La luz del prisma. Para comprender las

organizaciones educativas. Aljibe, Málaga.

SANTOS GUERRA, M.A. (1998): Evaluar es comprender. Magisterio del río de Plata,

Buenos Aires.

SANTOS GUERRA, M.A. (2001): La escuela que aprende. Morata, Madrid.

SCHÖN, D. A. (1992): La formación de profesionales reflexivos. Paidós, Barcelona.

SCHWAB, J. (1974): Un enfoque práctico para la planificación del currículo. El

Ateneo, Buenos Aires.

SEN, A. (2000): Desarrollo y libertad. Planeta, Barcelona.

SEPÚLVEDA RUIZ, M.P. (2000): Una ocasión para el aprendizaje y desarrollo

profesional docente. En Rivas Flores, J.I.: Profesorado y Reforma. ¿Un cambio en las

prácticas docentes? Aljibe, Málaga.

SERRANO, J.M. y CALVO, M.T. (1994). Aprendizaje cooperativo. Caja Murcia,

Murcia.

SIMONS, H. (1999): La evaluación democrática de centros escolares. Morata, Madrid.

490

SMYTH, W.J. (1986): Reflection-in-Action. Deakin University Press. Victoria.

SMYTH, W.J. (1989): A critical pedagogy of classroom practice. Journal of curriculum

studies, nº21.

SMYTH, J. (1994): Una concepción ‘pedagógica’ y ‘educativa’ del liderazgo escolar.

En Escudero, J.M. y González, Mª.T.: Escuelas y profesores. Ediciones Pedagógicas,

Madrid.

SOLA FERNÁNDEZ, M. (1999): El análisis de las creencias del profesorado como

requisito de desarrollo profesional. En Angulo Rasco, Barquín Ruiz y Pérez Gómez

(Coords.): Desarrollo profesional del docente: política, investigación y práctica. Akal,

Madrid.

STAINBACK, S. Y STAINBACK, W. (2001): Aulas inclusivas. Un nuevo modo de

enfocar y vivir el currículo. Narcea, Madrid.

STAKE, R.E. (1994): Case estudies. En Denzin, K. y Lincoln, Y. (Eds.): Handbook of

qualitative research. Sage, London.

STAKE, R.E. (1998): Investigación con estudios de caso. Morata, Madrid.

STENHOUSE, L. (1984): La Investigación Como Base de la Enseñanza. Morata,

Madrid.

STENHOUSE, L. (1987): Investigación y desarrollo del curriculum. Morata, Madrid.

STENHOUSE, L. (1990): Conducción, análisis y presentación del estudio de casos en la

investigación educacional y evaluación. En Martínez Rodríguez, J.B.: Hacia un enfoque

interpretativo de la enseñanza. Universidad de Granada, Granada.

STENHOUSE, L. (1997): Cultura y educación. MCEP, Sevilla.

SUBCOMANDANTE MARCOS (1998): Cuentos para una soledad desvelada. Ekosol,

Madrid.

TADEU DA SILVA, T. (2001): Espacio de identidad. Nuevas visiones sobre el

curriculum. Ocatedro, Barcelona.

TAYLOR, Ch. (1993): Orígenes del yo. La construcción de la identidad moderna.

Paidós, Barcelona.

TAYLOR, Ch. (1994): La ética de la autenticidad. Paidós, Barcelona.

THIEBAUT, C. (1998): Vindicación del ciudadano. Paidós, Barcelona.

THIEBAUT, C. (1999): De la tolerancia. Visor, Madrid.

491

THORTON, S. (1997): La resolución infantil de problemas. Morata, Madrid.

TOMLINSON, C.A. (2001): El aula diversificada. Dar respuesta a las necesidades de

todos los estudiantes. Octaedro, Barcelona.

TONUCCI, F. (1993): ¿Enseñar o Aprender? Graó, Barcelona.

TORRES SANTOMÉ, J. (1991): El curriculum oculto. Morata, Madrid.

TORRES SANTOME, J. (1994): Globalización e interdisciplinariedad. El curriculum

integrado. Morata, Madrid.

TORRES SANTOMÉ, J. (2001): La escuela en tiempos de neoliberalismo. Morata,

Madrid.

TOURAINE, A. (1994): ¿Qué es la democracia? Temas de Hoy, Madrid.

TOURAINE, A. (1997): ¿Podremos vivir juntos? Iguales y diferentes. FCE, Buenos

Aires.

TOURAINE, A. (1998): Igualdad y diversidad. Las nuevas tareas de la democracia.

FCE, México.

TUVILLA, J. (1998): Educación en derechos humanos: hacia una perspectiva global.

Desclée de Brouwer, Bilbao.

VAN MANEN, M. (1998): El tacto en la enseñanza. El significado de la sensibilidad

pedagógica. Paidós, Barcelona.

VIGOTSKY, L. S. (1977): Pensamiento y lenguaje. La Pléyade, Buenos Aires.

VIGOTSKY, L.S. (1989): Obras Completas, V. Pueblo y Educación, La Habana.

VIGOTSKY, L. S. (2000): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores.

Barcelona. Crítica.

VV.AA. (1994): Nuevas perspectiva críticas en educación. Paidós, Barcelona.

VV.AA. (1995): Volver a pensar la educación (Vol. I y II). Morata, Madrid.

VV.AA. (1997): Escuela pública y sociedad neoliberal. Miño y Dávila Editores,

Madrid.

VV.AA. (1998): Ensayos de pedagogía crítica. Ed. Popular, Barcelona.

VV.AA. (1998): Pensamiento crítico vs pensamiento único. Le Monde Diplomatique.

Edición Española. Madrid.

VV.AA.(1999): La educación en el siglo XXI. Graó, Barcelona.

WALKER, R. (1985): Métodos de investigación para el profesorado. Morata, Madrid.

WALLON, H. (1985): La vida mental. Crítica, Barcelona.

492

WALZER, M. (1998): Tratado sobre la tolerancia. Paidós, Barcelona.

WEBER, M. (1944): Economía y sociedad. FCE, México.

WERSTCH, J. V. (1988): Vigotski y la formación social de la mente. Paidos,

Barcelona.

WERTSCH, J. V. (1991): Voces de la mente. Un enfoque sociocultural para el estudio

de la acción mediada. Visor, Madrid.

WITTROCK, M.C. (1989): La investigación de la enseñanza. (3 vol.) Paidós,

Barcelona.

WOODS, P. (1987). La escuela por dentro. La etnografía en la investigación educativa.

Paidos, Barcelona.

WOODS, P. (1998): Investigar el arte de la enseñanza. El uso de la etnografía en la

educación. Paidós, Barcelona.

YIN, R. (1994): Conducting case studies: Collecting the evidence. In Case study

research: Design and Methods. Sage, London.

YOUNG, R. (1993): Teoría Crítica de la Educación y Discurso en el Aula. Paidós,

Barcelona.

ZEICHNER, K.M. (1995): Los profesores como profesionales reflexivos y la

democratización de la reforma escolar. En VV.AA.: Volver a pensar la educación (Vol.

2) Morata, Madrid.

ZEICHNER, K.M. (1999): Contradicciones y tensiones en la profesionalización docente y

en la democratización de las escuelas. En Angulo, Barquín y Pérez Gómez: Desarrollo

profesional del docente. Akal, Madrid.

ZUFIAURRE, B. (Ed.) (1996): Comprensividad, desarrollo productivo y justicia social.

Icaria, Barcelona.