procesos políticos y estructuras de poder en américa latina
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Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales PLED-CCC
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Curso: Procesos políticos
y estructuras de poder en América Latina
Clase Nº1: América Latina; el orden oligárquico 1900-1946
Roitman, Marcos. ‘América Latina; el orden oligárquico 1900-1946’’ [CLASE]. En:
Curso virtual “Procesos políticos y estructuras de poder en América Latina”
(Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la
Cooperación, Buenos Aires, Agosto 2014).
®De los autores
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América Latina;
el orden oligárquico 1900-1946
Prof. Marcos Roitman
1. La formación y consolidación de los Estados Nacionales
Agustín Cueva inicia su obra El desarrollo del Capitalismo en América Latina
cuestionando la afirmación de Ruy Mauro Marini: “no es porque se cometieron
abusos en contra de las naciones no industriales que éstas se han vuelto
económicamente débiles, es porque eran débiles que se abusó de ellas”1. Cueva
reconoce: “que dicha afirmación contiene una dosis grande de verdad, pero a
condición de ser dialectizada y precisada”, por ello no comparte su sentido al pensar
que desvirtúa el significado del subdesarrollo. En esta polémica ubica la esencia del
subdesarrollo como: “el resultado de un proceso en el cual las burguesías de los
estados más poderosos abusan de las naciones económicamente débiles,
aprovechando precisamente esta condición, a la vez que estos abusos perpetúan y
hasta ahondan tal debilidad, reproduciendo en escala ampliada, aunque con
modalidades cambiantes, los mecanismos básicos de explotación y dominación”.2
Cueva argumenta que unas burguesías, las pertenecientes a los Estados más
poderosos, son capaces de explotar naciones. Si prestamos atención, se articula una
contradicción entre clases sociales y naciones. Falsa contradicción que produce la
nulidad de la argumentación. Explicar la debilidad histórica de las naciones
latinoamericanas contraponiendo clases a entidades abstractas, las naciones, deja el
1Cueva, Agustín: El desarrollo del Capitalismo en América latina. Editorial Siglo XXI, México , 1988 p. 11.
2Cueva, Agustín: Ibídem, p. 11.
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problema de las clases sociales y de las estructuras de poder sin resolver. Sin
embargo, Agustín Cueva parece superar el problema mediante el estudio concreto de
las formaciones sociales y se olvida de la nación, salvo para enunciar más adelante
el carácter fundacional del populismo.
He querido iniciar esta primera clase subrayando el problema del estado-
nación en la historia de América Latina, fenómeno específico del siglo XIX por la
importancia en el debate teórico e histórico posterior. De su polémica se desprenden
argumentos como la creación de alternativas, la construcción de autonomía y
autodeterminación, los espacios de soberanía o las formas históricas de
dependencia. Agustín Cueva enmarca el proyecto de estado nación dentro de la
evolución del capitalismo en América Latina. Por ello, integra la forma de desarrollo
del estado a la denominada vía oligárquica, definición que compartimos. En este
sentido, hay cierta unanimidad en plantear que el proceso histórico que engloba las
cuatro primeras décadas del siglo XX forma parte de un orden de dominación
oligárquico, cuya tipología de estudio se puede dividir en tres grandes etapas: desde
sus orígenes hasta su consolidación, período de 1870 a 19400, aproximadamente,
momento que se inician las reformas liberales, muchas de ellas manu militari. Justo
Rufino Barrios en Guatemala,(1871) Marco Aurelio Soto en Honduras,(1876)
Lorenzo Latorre en Uruguay (1876), Tomas Guardia en Costa Rica (1871), Benito
Juárez (1857) y su continuidad en Porfirio Díaz (1876) en México, Antonio Guzmán
Blanco en Venezuela (1870), todos ellos ejemplos de orden y progreso.
Etapa que se extenderá hasta la primera guerra mundial aproximadamente,
según países, y entrará en crisis hasta su disolución en los años cuarenta del siglo
XX. Aunque perdurará en la región centroamericana hasta la década de los noventa.
Nicaragua y el régimen oligárquico bipartidista liberal-conservador y familiar de
Somoza se mantiene hasta su derrota en 1979 por el Frente Sandinista de
Liberación Nacional. Honduras con la tiranía de Tiburcio Carías (1923-1948) se
reproduce por la vía de continuos golpes militares en una economía de enclave y,
salvo el período de Ramón Villeda Morales (1957-1963) por el general Oswaldo López
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Arellano (1963 1971), seguirá teniendo un control-cuasi oligárquico también en una
dupla bipartidaria. Guatemala desde el derrocamiento de su presidente Jacobo
Arbenz en 1954 estará gobernada por militares y civiles pertenecientes a la
oligarquía. Será la invasión orquestada desde Honduras con apoyo de la CIA y
encabeza por Carlos Castillo Armas su comienzo. Hasta el fin de la guerra civil en
los años noventa no se han producido cambios en las formas del poder político
guatemalteco, incluso hoy sigue la impunidad. En El Salvador la dictadura
inaugurada por Maximiliano Hernández Martínez (1932-1948) expresa en el poder
de la oligarquía y los militares, cuya presencia, al igual que en Guatemala,
Honduras y El Salvador continua siendo un poder fáctico de primer orden. Panamá
vive hasta 1968 su república oligárquica con Arnulfo Arias y una simulación
“democrática”. Un golpe militar reformista encabezado por el Coronel Omar Torrijos
supone el fin de la república oligárquica. Y el gran mito modernizador Costa Rica no
hizo otra cosa que acabar en 1948 con el proceso de cambios y reinstaurar un orden
acorde a la guerra fría, retornando el poder a las familias mas tradicionales. En
República Dominicana tendremos a un Leónidas Trujillo que gobernó el país hasta
su asesinato en 1961. En 1963 es derrocado Juan Bosch y dos años más tarde con
la invasión de tropas norteamericanas invadiendo el país se re-establece el orden
neo-oligárquico entregando el poder más tarde a un antiguo colaborador y testaferro
de Trujillo, Joaquín Balaguer, (1966-1978)
La nación del siglo XIX latinoamericano es un proyecto de dominio fundante
del estado oligárquico a la vez que subsidiario del estado capitalista que se implanta
en América Latina para impulsar el proceso de acumulación de capital y facilitar la
dinámica de incorporación a la división internacional del trabajo, los mercados y la
producción en la etapa del imperialismo británico. Será Agustín Cueva quien mejor
sintetiza este proceso al señalar: “la implantación de este tipo de régimen a lo largo y
ancho del continente latinoamericano es algo más que una coincidencia, incluso
cronológica. Obedece, sin la menor duda, a la conformación de un nuevo tipo de
estado acorde con las necesidades, también nuevas, de la evolución económica y
social de nuestros países. tal estado, que en síntesis no es sino la expresión de un
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proceso de acumulación originaria de poder capitalista, con la consiguiente
concentración del mismo, emerge de una manera sinuosa y conflictiva, a través de
un movimiento que por otro lado se encarga de supeditar a los elementos de poder
precapitalistas, por la fuerza cuando es menester, y por otro lado de aniquilar, manu
militari casi siempre, a los elementos democrático-burgueses que levantan una
alternativa progresista de desarrollo capitalista”3 .
No cabe duda que la lucha de construcción de la nación y los espacios de
transformación democráticos dentro de la clase dominante constituyen una parte de
la dinámica que da lugar a la llamada despectivamente era de anarquía. Señala
Jean-Pierre Bastian: “Al final del siglo XIX, el triunfo del liberalismo conservador
neocorporativista y oligárquico se fundó en la capacidad de conciliarse con la Iglesia,
dejándole la libertad de acción, misma que había sido limitada por el liberalismo
radical, a cambio del consenso y de la paz necesaria para el progreso. El liberalismo
conservador logró con esto reconciliar provisionalmente al país real (corporativista y
católico) con el país legal (una aplicación laxa de las constituciones liberales). El
liberalismo radical (anticlerical y democrático), constituido en gran parte por las
sociedades de ideas, pagó, con su marginación política, su rechazo de la américa
latina ‘profunda’ y su búsqueda hacia una sociedad imaginaria secularizada y más
igualitaria. El fracaso de las sociedades de ideas decimonónicas para empujar, más
allá de sus círculos, un cambio social y político radical y moderno, no implicó,
necesariamente, el fracaso de la modernidad, que llegó, pero sin la reforma anhelada
por aquellas. Su fracaso señala los límites del proyecto democrático alcanzado,
ensayado en aquellas sociedades, sin que por ello haya podido extenderse en la
mayoría de los países latinoamericanos al conjunto de la sociedad civil. El costo de
la progresiva marginación de las sociedades de ideas ha sido la perduración hasta la
fecha, de una cultura política autoritaria y vertical”4.
3Cueva, Agustín: Op.cit., p. 130.
4Bastian, Jean-Pierre (compilador): Protestantes, liberales y francmasones. Sociedades de ideas y modernidad en América
Latina, siglo XIX. Editorial F.C.E. México, 1990, p. 14
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Con la derrota de los sectores democráticos de la clase dominante
latinoamericana, las opciones de un proyecto revolucionario emancipador se vieron
fuertemente debilitadas. La revolución burguesa adoptaba la forma reaccionaria. Las
ideas de Burke triunfaban en América latina. Aún así: “La vía ‘oligárquica’ seguida
por nuestro capitalismo no conduce desde luego a un estancamiento total de las
fuerzas productivas, pero sí a una de las causas principales de su desarrollo lento y
lleno de tortuosidades, mayor en extensión que en profundidad. Resulta claro, por lo
demás, que en América Latina el ritmo de este desarrollo varía en razón inversa del
grado de ‘hibridez’ de las relaciones sociales de producción. Allí donde los elementos
semiesclavistas o semifeudales siguen ‘envolviendo’ por largo tiempo el movimiento
del capitalismo, las fuerzas productivas se desarrollan de manera en extremo
morosa y desigual; en áreas en que el trabajo libre se impone como regla, ese
desarrollo es incomparablemente mas acelerado y homogéneo. Un ejemplo de la
primera situación podemos encontrar en la hacienda porfiriana típica, mientras que
la segunda situación pudiera ilustrarse con la estancia rioplatense, donde las
fuerzas productivas se desarrollan con bastante celeridad hasta el límite permitido
por la estructura latifundiaria de la propiedad”5.
La oligarquía posee su propia idea de nación y forja un tipo de Estado acorde
con dicho criterio. En ningún caso la contradicción burguesía extranjera -nación
débil explica el devenir histórico del desarrollo del capitalismo en América Latina.
La nación oligárquica es una síntesis política, geográfica, cultural y étnica integrada
en la lengua y en el territorio. Puede ser inclusiva o excluyente. El proyecto
oligárquico de estado-nación fue lo segundo.
El proyecto político de la oligarquía tuvo que derrotar a los sectores
democráticos de las clases dominantes integrados en las sociedades de la igualdad,
los club de reformas o las logias masónicas afrancesadas. Amén de los incipientes
sectores sociales popular que a fines del siglo XIX forman, como veremos en clases
5 Cueva, Agustín: Op.cit. pp. 83-84.
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subsiguientes, el proletariado industrial, el sindicalismo de clase y los partidos
obreros. También los sectores medios, los profesionales, se verán inmersos en las
luchas por transformar el orden oligárquico. Todos ellos, en ocasiones, se verán
unidos enfrentando las decisiones de los regímenes oligárquicos y configurando las
alianzas que darán lugar a las luchas nacionalistas y democráticas al interior del
estado oligárquico.
En unos países más temprano, en otros más tarde, la oligarquía cierra con
éxito el siglo XIX. “Prácticamente todos los países latinoamericanos pasan después
de la independencia, en mayor o menor medida, por un período de luchas entre
oligarquías centrales y locales -hacendados y plantadores, ganaderos y agricultores,
productores e intermediarios, urbanos y rurales-, y entre ellas y grupos intermedios
y populares. En tales luchas se debate el problema de la hegemonía, del control del
sistema de decisiones, de la política económica y, por consiguiente, de la
distribución y uso del ingreso nacional. La clave de estas luchas gira en torno a un
conflicto básico entre las oligarquías en emergencia con pretensión hegemónica y
grupos regionales, artesanales, manufactureros y comerciales, que logran cierta
acumulación de capital y se orientan hacia el mercado interno. Estos intentan
desarrollar actividades de tipo agropecuario, minero e industrial y marinas
mercantes propias, se oponen a los efectos del comercio libre y de la penetración
financiera externa, y demandan una política proteccionista que interfiere con los
intereses de las oligarquías dominantes y de las potencias europeas. En la lucha no
solo se enfrentan los dos grandes campos de fuerzas, sino también grupos
intermedios y dominados que se incorporan a los primeros a través de sistemas
fluctuantes de alianzas y oposiciones (…) La solución final combina el logro del
predominio hegemónico por parte de determinados grupos oligárquicos con
satisfacción parcial de intereses poderosos o subordinados. Los núcleos mas
concentrados y poderosos de la oligarquía imponen su dominación, desplazan el eje
económico desde el interior a la costa, hacen retroceder a uno en beneficio de la
otra, efectúan una redistribución social y regional del ingreso nacional. El acuerdo,
que combina grados variables de coacción y consenso, se traduce en pactos, y en
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muestras de ambigüedad en la estructura y gestión del estado, que combina
paternalismo y patrimonialismo con ciertas dosis de burocratismo eficaz y objetivo”6.
Consolidado el poder político de la oligarquía y afianzado su dominación
económica, social y cultural se reproducen a escala ampliada. El continente emerge
a los ojos del mundo como un espacio de civilización frente a la barbarie. Se
transforma definitivamente. Ya nada la separa del viejo mundo. Los países de
América Latina son un centro de inversión, sus materias primas se pueden explotar
sin riesgo y sus gobiernos son fiables. Los negocios están seguros en una economía
sin trabas. Las oligarquías terratenientes, primario-exportadoras, abren las puestas
de los estados de par en par. Es su época de máximo esplendor. Considerada su
edad de oro proyecta una: “imagen de países ordenados, civilizados, orientados
hacia el progreso económico y social (…) especialmente en Europa. Con ello no
trasmiten la imagen real de sus países, sino el sincero convencimiento de haber
realizado la función de clase dirigente que les incumbía al transformar sus países,
de salvajes como eran, en países que sin negar su matriz latina en general ibérica en
particular, tienden a desarrollarse a la inglesa. Esta imagen la proporciona también
la historiografía corriente, confirmando una vez más que la misión de los
historiadores ha sido siempre la de crear mitos colectivos, susceptibles de ser
utilizados por la clase dominante en el poder”7.
Este mito será asumido en España por la generación del 98 y lo sintetiza
perfectamente Joaquín Costa en 1898 en su obra: Caciquismo y oligarquía: como la
forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla. Molesto por la
guerra y pérdida de Cuba, cansado de las guerras intestinas entre liberales y
conservadores y necesitado de un cambio de rumbo, tiene en Benito Juárez, pero
sobre todo a Porfirio Díaz el ejemplo para realizar la reforma liberal y el gobierno
modernizador y científico: “A México lo han hecho Juárez y Porfirio Díaz (…) si
6Kaplan, Marcos: La formación del estado Nacional en América Latina. Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1969, pp.172-
173. 7Carmagnani, Marcelo: Estado y Sociedad en AméricaLlatina: 1850-1930. Editorial Crítica, Barcelona, 1984, p. 98.
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hubiesen tenido que distraerse a fabricar y cultivar mayorías parlamentarias, con
todo el aparato feudal que tal fabricación lleva consigo, para sostenerse en el poder
(…) sería una república de Centroamérica y no se habría revelado al mundo en la
última exposición Universal como un nuevo luminar en el cielo de la civilización,
cuyo fulgor ha oscurecido a España”8.
La visión externa era parte de ese mundo plutocrático de orden y progreso que
construían para si las oligarquías terratenientes primario exportadoras asentado en
el lujo, el despilfarro y la ostentación. Orden y Progreso fueron los mitos sobre el
cual la vía oligárquica y reaccionaria del capitalismo asentó sus bases para crear los
lazos de unión entre la oligarquía latinoamericana y la burguesía británica,
francesa, holandesa o estadounidense.
2. La consolidación de la oligarquía y la producción del orden
Fueron años donde el poder se construyó sobre dos fuentes que permitieron
recrear una sociedad excluyente: Orden y progreso. Orden fundado en Dios, creador
del universo, armónico donde la libertad de los hombres no puede contravenir la
voluntad divina y suprema del todopoderoso. Unos nacen para mandar y otros para
obedecer. La jerarquía natural de las cosas no puede ser contravenida por los
mortales. Unos fueron creados superiores y la ley suprema debe ser obedecida. El
respeto de un poder permanente y vitalicio se impone como regla para hacer posible
el funcionamiento de los Estados, de lo contrario las masas ignorantes se
apoderarán del país y reinara la confusió: “criados en el despotismo no podemos
aspirar a la democracia”. Es la frase que se repite hasta la saciedad por los
representantes de las oligarquías nacionales. Sin orden no hay industria que
progrese. Las libertades son de perdición, si ellas no garantizan la paz y la
estabilidad del poder central. Ley y orden. Sobre esta concepción se asienta el poder
político de la oligarquía. Construye su ejército, establece sus alianzas y acota el
8Costa, Joaquín: Oligarquía y Caciquismo. Biblioteca Nueva. Madrid 1998, p. 117.
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Estado. Una vez asentado el orden político y constitucional, emerge el progreso. Con
una concepción positivista y liberal se presenta como el correlato del orden. Es el
espíritu de la moral pública, de la educación científica, de la raza y la civilización
superior. Progreso versus retroceso. Sin embargo, como señala José Luis Romero:
“Esa imagen de progreso era inseparable del alto grado de avance que habían
alcanzado las ciencias y las técnicas aplicadas a la industria, e inseparable también
del prestigio alcanzado por el mundo industrial (…) era la imagen que predominaba
en la Inglaterra Victoriana, en la Francia del Segundo Imperio y la Tercera
República, en la Alemania Imperial. Pero en Latinoamérica nada de todo aquello se
había producido. Fue un modelo, o mejor, un espejo. Y a partir de entonces pareció
imprescindible incorporarse a aquella corriente importando los productos que eran
fruto del progreso, primero, y constituyendo, luego, los sistemas para posibilitar esa
incorporación de manera sólida y definitiva”9.
Las clases dominantes sufren una metamorfosis desde el orden colonial. Antes
aristocracia criolla, ahora oligarquías con el control político en sus manos se
convierten en los dueños de los países. Y durante su época dorada son reconocidas
en el mundo por el producto de exportación que les permite disfrutar de su poder
omnímodo. Oligarquía cafetalera, azucarera, del banano, del caucho, guano, nitrato,
cobre, estaño, cacao, etcétera. La contraparte, el papel que cumplen las economías
latinoamericanas en la división internacional de los mercados, el trabajo y la
producción durante la revolución industrial y el imperialismo; ser sociedades
primario minero y agro-exportadoras, monoproductoras. Con ello, el proceso de
desarrollo quedó subsumido en la forma metrópoli-satélite, desarrollo-subdesarrollo,
centro-periferia, todas ellas expresiones que adopta el capitalismo en su
constitución global.
Determinado por el sentido que tuvo la oligarquía del mundo y de sí misma, el
régimen oligárquico quedó definido como: “el interés particular de los ricos cuando
9 Romero, José Luis: Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Editorial Siglo XXI, México, 5ª edición, 2001, p. 310.
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los ambiciosos y amigos de honores se convierten en amigos de los negocios y de las
riquezas; reservan todos sus elogios y admiración para los ricos y los llevan al poder
a ellos solos, mientras desprecian a los pobres (…) Es entonces cuando se fijan por
una ley, verdadero mojón de la política oligárquica, las condiciones necesarias para
participar en el gobierno condiciones que determinan una cantidad de dinero a
pagar como renta (...) Son los propios ricos los que hacen que se imponga esta ley
valiéndose de la fuerza y de las armas, o bien, sin llegar a tanto, por medio de la
intimidación de sus amenazas de llegar al uso de la fuerza y de la violencia (...) He
aquí, pues, como se establece más o menos esta forma de gobierno”. Y más adelante
sentencia sobre las características de la personalidad oligárquica: “hombres
codiciosos de riquezas, encegados, adoradores del oro y la plata (...) Avaros de sus
bienes y mas aptos para la guerra que para la paz”10.
Así, las oligarquías pasaron a controlar el comercio, ser los dueños de la
tierra, grandes estancieros, mineros, banqueros, controlar el poder político, las
fuerzas armadas, la iglesia, la universidad y cuanta institución pública se articulaba
en el interior de la nación oligárquica. Sus redes familiares se extendían en todas
direcciones. No había nada que no estuviese en sus manos. A medida que la
administración del estado oligárquico se hace más compleja, la familia oligárquica se
apodera de los nuevos espacios, vía matrimonio, uniones y compromisos varios. Los
intereses se desplegaban inmediatamente. “Las redes familiares juntaron e
integraron sus intereses económicos con aquellos que sobrepasaban el nivel local
mediante una variedad de arreglos: sociedades, tenencia de acciones, operaciones de
sucursales, servicios profesionales, incorporación y agencias de representación. en
muchos casos, estos arreglos se hacían al interior de las redes familiares y entre
ellas y, en creciente medida, sobrepasaban las fronteras locales y aun provinciales.
También se establecieron conexiones con los recién llegados , ya fueran extranjeros
o nacionales, con nueva riqueza y posición política. Las redes notables adoptaron y
difundieron cada vez mas los nuevos principios de dirección practicados por
10
Platón: La República, libro VIII, Barcelona, Iberia, p. 258. Diálogo con Adimanto. La traducción de Editorial Gredos,
Madrid 1992 se presenta mas ajustada al griego, p. 391.
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empresarios del Atlántico norte al establecer sus arreglos comerciales. el casamiento
a veces daba permanencia a estos lazos comerciales. Las conexiones políticas se
formaban del mismo modo. Miembros de la familia emprendieron carreras políticas y
ocupar un cargo se convirtió en una responsabilidad que exigía dedicación exclusiva
(...)La expansión de sus posesiones económicas y su poder político se reforzaba
mutuamente y los nuevos principios directivos servían de común denominador en el
desarrollo de estructuras comerciales y de gobierno”11.
Los apellidos se unen para controlar y aumentar las riquezas. Edelberto
Torres Rivas, citando el estudio de Samuel Stone: La dinastía de los Conquistadores,
para Costa Rica, sentencia: “las investigaciones de Stone son concluyentes al probar
de qué sector de la sociedad se han reclutado siempre los más importantes cuadros
políticos. La ‘clase política’, como llama siguiendo a Mosca, ha consistido en los
descendientes de un pequeño grupo de familias hidalgas de la época colonial que
luego se transformaron en grandes cafetaleros, dueños del capital comercial y de los
procesos de preparación del grano. Grandes, pero pocas familias que tuvieron en el
pasado el control del gobierno y de sus instituciones, ejerciendo el poder
personalmente, a través de sus más brillantes hijos y no a pesar sino por medio de
una democracia paternal. Treinta y tres de las cuarenta y cuatro personas que han
ejercido la Presidencia de la República desde la independencia pertenecen a
descendientes de tres familias (la del conquistador Juan Vázquez de Coronado, la de
don Nicolás de González y Oviedo y la de don Antonio de Acosta Arévalo) han salido
18 presidentes y aproximadamente 230 diputados”12.
Pero al tiempo que construye su poder, su ethos adquiere consistencia. Su
forma de vida es complemento de los gustos, las maneras y las costumbres. Las
oligarquías piensan en Europa, su mundo está fuera del territorio donde viven,
adoptan y asumen una cosmovisión que los aleja y le hace rechazar su entorno.
11
Balmori, Diana; Vos, Stuart y Worman Miles: Las alianzas de familia y la formación del país en América Latina.
Editorial F.C.E. México 1990, pp. 66-67. 12
Torres Rivas, Edelberto: “Historia del proceso Político centroamericano” en Centroamérica Hoy, Editorial Siglo XXI,
México, 1976 pp. 76- 74.
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13
Hablan inglés y francés. Son parte del Atlántico Norte. Así lo describe Julio Heise
para Chile: “imitando al sector plutocrático, es la sugestión francoinglesa que llegará
a Chile a través de los viajeros del comercio de libros y de la suscripción a diarios y
revistas francesas e inglesas. Enrique Mç Iver, Agustín Edwars, Carlos Walker
estimularon esta influencia anglosajona. José Urmeneta, educado en Inglaterra,
llegó a ser modelo de gentleman. Vestía con refinada elegancia, introdujo el abrigo o
sobretodo inglés, que más tarde reemplazará a la capa española, muy usada hasta
entonces. En su casa, el whisky empezó a reemplazar a las ‘mistelas’. El dueño de
casa y sus invitados lo bebían después de las comidas”13. Asímismo y acorde con
estas maneras de pensar y vivir lujosamente, las oligarquías articuladas en su
patriciado político y patronato económico, al decir de Darcy Ribeiro, destinan buena
parte de los beneficios obtenidos por las exportaciones a reproducir imitativamente
el tipo de consumo de las clases dominantes de los centros imperiales. Así por
ejemplo, y en sólo dos años, podemos ver algunas de las importaciones realizadas
por la oligarquía chilena sobre el total de ingreso obtenido por las exportaciones. El
desglose parcial es como sigue; vestuario y joyas 3,8 %, menaje 3,5%, vinos 1,5%,
tabaco y rape 0,7%, campaña 1%, sederías 3,% y perfumería 0,8%. El historiador
Encina, resume esta situación con el siguiente comentario: “Si la mitad de lo que en
los últimos años se ha despilfarrado o invertido en lujos lo hubiéramos dedicado a
comprar máquinas salitreras, la posición de Chile en América sería hoy distinta”14.
Lo enunciado para Chile fue compartido por todos los régimen oligárquicos
latinoamericanos sin excepción. “Como se refleja en sus diarios y en sus obras
literarias, los notables empezaron a pensar cada vez mas como extranjeros (…)
Cortaron sus lazos de asociación y obligación con sus compatriotas, los cuales eran
mucho mas pobres, mucho menos educados y, casi siempre, menos blancos.
Emplearon una variedad de medios para separarse del resto de la sociedad. Nuevos
barrios residenciales los aislaban físicamente. Sus muy crecidas residencias les
13
Heise, Julio: 150 años de evolución institucional, Santiago, Chile, Editorial Andrés Bello, 1960, p. 153. 14
Pinto, Aníbal: Chile, el caso de un desarrollo frustrado. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1973, p. 115.
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permitían realizar muchas de sus actividades en la intimidad del hogar.
Conferencias, conciertos en salas extravagantes, fastuosos bailes”15.
Brasil, no es la excepción, la burguesía no pudo expandir su revolución y
sucumbe al orden oligárquico, se oligarquiza. Fenómeno común en la región.
Florestán Fernandes relata de esta manera el proceso de mutación al orden social
oligárquico. Cito extensamente: “Privilegiados tanto económica y socialmente , como
políticamente, absorbieron de modo insensible pero rápido los criterios estamentales
del orden social esclavista y señorial. Por esto, el austero hombre de negocios, del
naciente y próspero ‘alto comercio’ urbano, se sometía al mismo código de honor,
aspiraba a los mismos ideales y, si no lo igualaba, remplazaba el estilo de vida de la
aristocracia agraria, confundiendo, en el paisaje social en evolución, los dos mundos
mentales, el de la casa-grande y el del sobrado o casa de dos o mas pisos. Su
objetivo superior se desviaba enseguida, hacia la conquista de un estatus señorial
(mediante la obtención de títulos nobiliarios o de algún tipo consagratorio de
dignidad), que coronara el éxito económico, sublimándolo o dignificándolo en la
escala de prestigio y de valores de una sociedad de castas y estamental. Ese
desenlace era casi inevitable, pues el condicionamiento resultante de la socialización
económica propiamente dicha era marginal al orden social esclavista y señorial, no
poseyendo suficiente vitalidad y autonomía como para sobreponerse al
condicionamiento mas general y profundo, producido por la comunidad de intereses,
valores y estilo de vida de los estamentos dominantes. Los que eran mas visibles e
íntimamente burgueses no fueron segregados en un estamento aparte; se vieron
aceptados con reserva al principio y, abiertamente, poco después, en el ‘alto mundo’
en el que se fundían ‘nobleza’ y ‘fortuna’. No podía ser de otra manera, ya que la
propia estructura del orden social existente fundía, en una misma sociedad civil, a
todos los que pertenecían a los estamentos intermedios y altos, lo que hacia que la
socialización por comunidad de intereses y de valores se propagase del estamento
15
Balmori, Diana: Op.cit, p. 70.
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15
señorial, verdaderamente hegemónico, a los demás, volviéndolos solidarios entre sí y
dominantes”16.
Así el régimen oligárquico cooptó e integró a quienes fueron capaces de
participar de su plutocracia. En la medida que el proceso de internacionalización del
capital y las relaciones entre las burguesías imperialistas y las oligarquías
nacionales funcionan sin mayores problemas, el orden lograba reproducirse. El uso
indiscriminado de la fuerza y la represión sobre las clases populares dieron origen a
las matanzas en los centros mineros, las maestranzas, las plantaciones, los enclaves
bananeros y los ingenios. El poder omnímodo, concentrador y excluyente no dudo
en utilizar las fuerzas armadas que se constituyeron como un brazo ejecutor de las
oligarquías a la hora de reprimir cualquier protesta social o reivindicación política.
No resulta extraño que su profesionalización estuviera a cargo de militares
alemanes, británicos o franceses, interesados en dar estabilidad al orden interno ,
al igual que proteger las inversiones de sus respectivos países.17 Los derechos
políticos estaban reservados a la minoría dominante. La sociedad civil y política, la
nación y el Estado oligárquico, eran uno y la misma cosa. Pero nada dura
eternamente. La sociedad fue presentando un grado mayor de complejidad y la
estructura social y las demandas de participación , las huelgas, las protestas se
generalizaron hasta el extremo de provocar la emergencia de un movimiento
nacionalista anti-oligárquico y democrático al tiempo que se producía una especia
de justificación del caudillismo por la vía del cesarismo democrático. Ambos
fenómenos dan lugar a la crisis del orden oligárquico y el fin del caudillismo de los
años XX.
3. Caudillos, dictadores y crisis oligárquica
Caudillos y caudillismo son fenómenos recurrentes en la historia. Su
aparición en el período oligárquico en América Latina requiere una breve definición
16
Fernandes, Florestán: La revolución Burguesa en Brasil. Editorial Siglo XXI, México , 1978, p. 183. 17
Véase Rouquié, Alain: El estado militar en América latina. Editorial Siglo XXI, México, 1984.
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de dichas categorías, para señalar lo específico del fenómeno en el período
oligárquico. La diferencia entre uno y otro es significativa. “Mientras el caudillismo
es una forma inorgánica de organización social y política, individualista y anárquica,
invertebrada, tiene en sus genes la grave contradicción de esos sentimientos y
aspiraciones, que paradójicamente se encuadran, organización que aún cuando
laxa, tiende a crear jerarquías que casi siempre caricaturizan la organización militar
sin encontrar su fundamento en un cuerpo doctrinario. Una vez que el Caudillo se
elevaba y consagraba socialmente, al ocupar posiciones oficiales, pasaba a negar el
caudillismo, tratando de imponer formas de gobierno, principios de autoridad y
medidas que preservaran sus privilegios, lo cual, lo cual les llevó a que pese a
favores y mercedes dispensadas para lograr la adhesión, también se abrieran
brechas infranqueables frente a la mayoría de sus antiguos partidarios. De esa
manera larvaban la nueva oposición que terminaría seguramente por atentar contra
su poder. Sólo la coerción represiva pudo evitarlo, y cuando la misma se ejerció, el
Caudillo tomó su condición real de autócrata despótico, buscando la estabilidad en
base a métodos y organizaciones que muy poco o nada tenían que ver con el
carácter caudillista original. Es decir, el caudillo para perpetuarse tuvo que
enfrentar su propia base de apoyo”18.
Los caudillos de la época oligárquica se caracterizan por ejercer gobiernos
autocráticos y personalistas. Su ideología fuertemente católica está marcada por un
anti-comunismo de pre-guerra fría. En algunos casos, su impronta militar da un
sesgo específico, aunque ello no supone un concepto de disciplina, honor y
obediencia. Machado en Cuba por ejemplo: “basaba su poder en el ejercito, al que
había sobornado con éxito mediante una táctica de amenaza y de corrupción a la
vez. Todos los oficiales difíciles habían sido designados para el desempeño de
puestos sin importancia o se había prescindido de ellos por completo; los demás
recibían una paga abundante (...) El pillaje y la malversación eran dueños del
18
Carvallo, Gastón: “La indisciplina social y la lucha por el poder en el caudillismo”; en Desobediencia social en
Venezuela. Carvallo, Gastón, Castillo, Ocarina, Prato, Nelson. Editorial CENDES, Caracas, 1990, p. 31.
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17
ejército. Una sola firma obtuvo en 1926 el derecho de aprovisionamiento y lo
mantuvo hasta 1933. Dios sabe que cifra cobraría Machado” 19.
Caudillos y dictadores se dieron a la tarea de unir el poder oligárquico en
momentos de crisis interna y favorecer la integración del país al mercado mundial.
Desde finales del siglo XIX hasta los años cuarenta emergen en todos los países con
sellos personales. Porfirio Díaz en México (1876-1910), Estrada Cabrera (1898-
1929) y Jorge Ubico en Guatemala (1931-1944); Gerardo Machado (1925-1933) y
Fulgencio Batista (1940-1959) en Cuba, Augusto Leguía en Perú (1919-1930),
Getulio Vargas en Brasil (1930-1945), Anastasio Somoza García en Nicaragua (1937-
1956), Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador (1932-1944), Tiburcio Carías
en Honduras (1933-1944), Juan Vicente Gómez en Venezuela (1908-1935), Rafael
Leónidas Trujillo en República Dominicana (1930-1961), por citar aquellos que se
encuadran en este período. Ciertamente lograron sus objetivos, mas allá de
enriquecerse personalmente. Sin embargo, encarnaban el espíritu oligárquico hasta
el extremo de su total desprecio a las libertades y la democracia.
El caudillo expresa en su acción de mando el valor de una sociedad ordenada.
Con ellos nace en América Latina el cesarismo democrático. El dictador era a la vez
el caudillo, toda la sociedad se veía reflejada en su personalidad. Laureano Vallenilla
Lanz, justifica de forma clara la dictadura de Juan Vicente Gómez en Venezuela en
su obra Cesarismo democrático: “Si en todos los países y en todos los tiempos se ha
comprobado que por encima de cuantos mecanismos institucionales se hallan hoy
establecidos, existe siempre, como una necesidad fatal, el gendarme electivo e
hereditario de ojo avizor, de mano dura, que por las vías de hecho inspira el temor,
mantiene la paz es evidente que en casi todas estas naciones de Hispanoamérica,
condenadas por causas complejas a una vida turbulenta, al caudillo ha constituido
la única fuerza de conservación social, realizandose aun el fenómeno que los
hombres de ciencia señalan en las páginas de interacción de las sociedades: los jefes
19
Thomas, Hugh: Cuba. Editorial Debate. Madrid, 2004. P. 430.
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no se eligen sino que se imponen”. Y más adelante agrega, citando el aporte de
García Calderón al concepto de Cesarismo democrático: “la historia de estas
repúblicas se reduce a la biografía de sus hombres representativos. El espíritu
nacional se concentra en los ‘caudillos’, jefes absolutos, tiranos bienhechores. Ellos
dominan por el valor, el prestigio personal, al audacia agresiva. Ellos representan a
lo vivo de la democracia que los deifican (…) Los dictadores como los reyes feudales
abaten a los caciques locales, a los generales de provincia; a si lo hicieron Porfirio
Díaz, García Moreno, Guzmán Blanco (…) Y las revoluciones se suceden a las
revoluciones hasta la aparición del tirano esperado que domina, durante veinte o
treinta años la vida nacional”. Y más adelante, Vallenilla concluye su aporte: “El
cesar democrático es siempre el representante y el regulador de la soberanía
popular, el es la democracia personificada, la nación hecha hombre. En él se
sintetizan estos dos conceptos al parecer antagónicos: ‘democracia y autocracia’, es
decir Cesarismo democrático; la igualdad bajo un jefe”20.
Pero ¿cual es el perfil de ese tipo de caudillo, dictador que encarna al Cesar
democrático?. Si Vallenilla Lanz une autocracia y democracia como parte de un
proceso que permite garantizar el mantenimiento del régimen oligárquico se debe a
una concepción del orden social y del propia sociedad. El Gendarme necesario.
En un excelente trabajo coordinado por Julio Labastida sobre dictaduras y
dictadores nos encontramos con un perfil de Juan Vicente Gómez, veamos:
“Inteligencia poco cultivada, esencial, alto grado de adaptabilidad, tenacidad,
ausencia de límites éticos, moralidad ordinaria, concentración de la personalidad en
el ejercicio del poder, crueldad sistemática y reservada, bajo nivel cultural y
ausencia de inquietud en este sentido, sobriedad vital, muy acentuada en casi todos
los aspectos, fuerte personalidad sexual, acentuado localismo, fuerte sentido de
pertenencia a un sector de la sociedad, acentuado pragmatismo en el ejercicio del
poder y en las relaciones con amigos y adversarios, cultivo de la soledad como
20
Vallenilla Lanz, Laureano: Cesarismo Democrático y otros textos. Editorial ayacucho, Caracas, 1991, pp. 94, 126 y 145.
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garantía y escudo de la autonomía de acción, conciencia de la fundamentación
económica del poder, consecuente aplicación del principio ‘premio-castigo’, con
intención ejemplarizante, extraordinaria estabilidad emocional, aun en momentos de
aflicción y pena, apertura regulada o controlada del cambio, con sustracción de su
participación personal clara diferenciación entre ejercicio del poder y administración
pública, lo que le capacitó para delegar esta última reservándose en forma exclusiva
el primero”21.
La oligarquía decidió vivir cómodamente y entregar a hombres de baja
alcurnia el poder, y les facilitó seguir explotando y viviendo en el lujo y la
ostentación. Podían perfectamente convivir con dichos personajes, nada los hacia
incompatibles, el enemigo era otro y lo conocían perfectamente. La cuestión social
emergía como un problema real. La luchas sociales por los derechos políticos
democráticos se consolidaban en medio de sangrientas luchas y huelgas. La
revolución mexicana será la puerta de entrada por la cual las oligarquías tomarán
buena nota del poder de las reivindicaciones del pueblo y la burguesía reformista de
principios del siglo XX. Siete años antes que la Revolución Rusa, México entra de
lleno en la Historia Mundial. El anti-imperialismo y el nacionalismo latinoamericano
son los exponentes del primera gran crisis del orden oligárquico en América Latina.
4. Anti-imperialismo, Nacionalismo y Revolución Mexicana
El siglo XIX enfrentó desde la constitución de las Repúblicas independientes
las apetencias de las potencias extranjeras. La revolución industrial hace apetecibles
los espacios de aquellos Estados cuyas riquezas naturales pasan a ser un elemento
de articulación en el proceso de reproducción a escala ampliada del capitalismo
mundial. La fabrica y la racionalidad en el proceso de trabajo y producción cambia
la fisonomía del capitalismo. La ciencia y la técnica se unen en una dinámica que
permite el uso intensivo de las materias primas. Es la era del progreso técnico. Mas
21
Carrera Damas, Germán: “La evasora personalidad de un dictador”; en Labastida, Julio (Coord): Dictaduras y
dictadores. Siglo XXI- Instituto de Investigaciones Sociales- UNAM, México , 1986, p. 193.
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productos, mas necesidades de materias primas. Se entra en una dinámica de
cambio continuo, se impone un ritmo frenético. Cereales, hierro, cobre, madera,
nitrato, guano, café, azúcar, carne. Mano de obra, emigrantes, construcciones,
urbanización, telégrafos, es la era del ferrocarril. Los cambios tecnológicos disparan
inventos y patentes. Los barcos aumentan de cabotaje, los bancos apoyan
inversiones en los países de América latina y ello requiere estabilidad. Pero ya no es
posible el capitalismo colonial. El imperio cede lugar al imperialismo. Una nueva
realidad política y económica caracterizada por: 1) la concentración de la producción
y del capital que da origen a los monopolios; 2) fusión del capital bancario y del
capital industrial origen del capital monopólico; 3)importancia significativa de la
exportación de capitales, en relación a la exportación de mercancías; 4) formación de
uniones internacionales de los monopolios y reparto del mundo entre empresas y 5)
reparto del territorio del planeta entre imperialismos rivales.
América Latina ocupa un lugar preeminente en la división internacional de la
producción, aporta las materias primas y debe hacerlo a bajo coste. Las oligarquías
entienden que sus posibilidades de éxito dependen de ello y de los servicios
prestados. Los países imperialistas, sus gobiernos , sus burguesías son conscientes
de la importancia de América latina. Pero son pueblos sin historia y sus clases
dominantes deben adoptar sus ideas, sus valores. Las visiones sobre la
dominación y la civilización occidental dan las pautas para garantizar la unidad
ideológica-política y solventar los intereses de los Estados Unidos o de Gran
Bretaña. A diferencia del imperio, el imperialismo ejerce su dominación y control
por medio de la disuasión. Usa la presión militar, no requiere del control territorial.
Puede invadir, mantener gobiernos títeres y participar en golpes de Estado, pero no
se expande por la vía de la colonización del territorio. No es un imperio, es
imperialismo. De allí la importancia de producir y desarrollar sus mitos
fundacionales, como en caso de los Estados Unidos el destino manifiesto. Mito
acompañado de doctrinas expansivas de medio y largo aliento como la Doctrina
Monroe, la seguridad nacional, la guerra preventiva o antiterrorista. Bajo ellas
envía sus tropas a todo el mundo y justifica guerras.
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21
Las primeras intervenciones tras la anexión de Texas en 1845 permiten a los
Estados Unidos en 1848 tras una guerra bastarda y la firma del Tratado de
Guadalupe hacerse definitivamente con los territorios de Texas, Nuevo México y
Nueva California, dos millones cuatrocientos mil kilómetros cuadrados. En
Nicaragua el filibustero Wiliam Walker inicia su periplo desembarcando el 3 de
noviembre de 1854 en La Paz, Baja California, y llega a Nicaragua en 1855
proclamando su anexión a los Estados Unidos esclavistas de casi toda
Centroamérica. Será detenido y fusilado el 12 de septiembre de 1860. En 1865 la
coronación en México de Maximiliano Archiduque de Austria el 28 de mayo de 1864,
a resolución de Napoleón III, se mantiene hasta su fusilamiento el 19 de junio de
1867. Mientras tanto, los ejércitos ingleses y españoles permanecieron en dicho país
los años de 1861 y 1862 y 1863. Los Estados Unidos actúan en Cuba en 1898
dando origen a la guerra hispano-norteamericana-cubana. Al finalizar la misma la
Constitución incluye la enmienda Platt, añadido que permite a los Estados Unidos
intervenir para proteger y garantizar sus propiedades en caso de sentirlas
amenazadas. Enmienda que posteriormente reedita en Panamá una vez que se
independiza de Colombia en 1903. Mas adelante invade y ocupa Haití entre 1915 y
1935, República Dominicana entre 1916 y 1924, Cuba 1906-1909 y 1917- 1922 y
Nicaragua entre 1912 -1925. Amén del tiempo de lucha que duró la gesta de Cesar
Augusto Sandino contra la Dictadura de Díaz y la presencia del ejercito
estadounidense que las mantiene. Sandino será asesino el 21 de febrero de 1934.
En plena revolución mexicana intervienen y mandan tropas en favor de la contra-
revolución de Victoriano Huerta en 1913 y la marina norteamericana ocupa
Veracruz el 21 de abril de 1914.
En América Latina frente a esta forma de intervencionismo militar y político,
ya a fines del siglo XIX, se levanta una generación de intelectuales que dan forma a
un nuevo nacionalismo latinoamericano, que es el germen de una élite política
reformista anti-oligárquica y anti-imperialista. Características que la diferencias de
la primera generación de los libertadores Bolívar, San Martín, O’Higgins Miranda,
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22
Artigas, Carrera, Sarmiento o Bartolomé Mitre. Quienes habían luchado por la
construcción del Estado desde posiciones conservadoras o positivistas mantenían
una misma idea: orden y progreso. Concepción oligárquica- aristocrática del poder.
José Martí, José Enrique Rodo, Manuel Ugarte, Alfonso Reyes, José
Vasconcelos, Manuel González Prada, los hermanos Flores Magón, Alejandro Korn,
Carlos Vas Ferreira incorporaron una visión diferente a la lucha por la construcción
de la nación. La nación era inclusiva de los derechos civiles y políticos. Una
ciudadanía amplia, cuasi democrática según que intelectuales. El nacionalismo esta
empapado de un anti-imperialismo que lo distingue del nacionalismo europeo o del
viejo mundo. Además posee otro agregado su vertiente anti-oligárquica. Incluso la
corriente modernista de autores como Rubén Darío o José Ingenieros presentan en
su obra una idea de nación propia de esta realidad interna de constitución de la
identidad latinoamericana.
Anti-imperialismo, nacionalismo incluyente y lucha anti-oligárquica, son los
tres elementos que se conjugan en la revolución mexicana que además cristalizan
en: tierra y libertad, sufragio efectivo y no reelección y proceso constituyente. La
lucha contra el porfiriato 1876-1910 tuvo varios frentes desde las huelgas obreras y
mineras como Cananea del 1 de junio de 1906 o la de Río Blanco del 7 de enero de
1907 hasta las demandas de los sectores de la burguesía progresista enfrentada a
las reelecciones continuadas del tirano. Podemos sintetizar sus demandas en los
dos planes representativos: 1) San Luis Potosí defendido por Francisco Madero 5 de
octubre de 1910 y cuyo lema ‘sufragio efectivo y no reelección’ articulaba las
siguientes demandas: recuperación de la soberanía nacional por el reconocimiento
de la voluntad general; lucha contra el fraude electoral y construcción de un Estado
fundado en el derecho y no en la fuerza; 2) el Plan de Ayala propuesto por el
Ejercito Zapatista del 28 de noviembre de 1911, cuyos ejes centrales son: restitución
de las tierras comunales; expropiación de las tierras a la oligarquía con
indemnización y nacionalización de los bienes a quienes se opongan a dichas
medias. En otras palabras Tierra y libertad.
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La lucha anti oligárquica y nacionalista, era también anti-imperialista. “En la
realización de este programa, la revolución nacionalista mexicana tropezará, de
inmediato, con los intereses y el espíritu expansionista del imperialismo
estadounidense. la revolución de inmediato lesiono naturalmente propiedades
nacionales y extranjeras con la violencia. pero mas grave aún para los intereses
extranjeros, será el conjunto de reformas y leyes que garantizarán el dominio de la
nación sobre la tierra con la reforma agraria, y la defensa de los grupos sociales mas
débiles. Por ello, el golpe contrarrevolucionario de Victoriano Huerta contra
Francisco I Madero será alentado desde la embajada de los Estados Unidos”22. La
revolución seguirá su propia marcha. La constitución de 1917 y sus artículos 27 y
123 defendiendo sus riquezas naturales y el subsuelo, mas tarde el asesinato de
Villa y Zapata, su institucionalización, Plutarco Elías Calles y el gobierno de Lázaro
Cárdenas 1934-1940. Lo importante de sus implicaciones para América latina.
Lucha por la ciudadanía política y su radicalidad democrática en la demanda de los
derechos políticos de la ciudadanía plena. Entre otros avances se pueden destacar:
ley agraria y ley sobre accidentes del trabajo. reconocimiento de personalidad
jurídica de pueblos, rancherías y comunidades. expropiación de bosques y montes.
ley general de funcionarios y empleados públicos. ley general del trabajo. descanso
dominical. Jornada de ocho horas y salario remunerado. Supresión de impuestos
artículos de primera necesidad. Prohibición de la censura y ley de imprenta.
abolición de la pena de muerte. Ley de asistencia pública y generalización de la
enseñanza.
Todo un conjunto de propuestas que terminan por identificar la Revolución
mexicana con la primera gran revolución política y social cuya influencia se expande
creando un optimismo en las posibilidades de la lucha anti-oligárquica y
democrática al mismo tiempo. Surge en un momento donde el socialismo y la
primera guerra mundial, junto con otra revolución, la bolchevique y soviética van
22
Zea, Leopoldo: Dialéctica de la conciencia americana. Alianza editorial mexicana. 1976, p. 148.
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perfilando un mundo diferente. La primera guerra mundial y la crisis imperialista
ponen en cuestión el orden mundial.
En ‘Nuestra América’ al decir de Martí comienzan los cambios. Argentina ve
como en 1916 gobierno radical de Hipólito Yrigoyen acaba con los gobiernos
conservadores y en 1918 la reforma universitaria de Córdoba abre todo el abanico
de luchas universitarias y de los estudiantes latinoamericanos donde el
nacionalismo anti-oligárquico y anti-imperialista se funden en el Manifiesto liminar
dirigido a todos los hombres libres de Sudamérica. El peruano Victor Raúl Haya de
la Torre funda el APRA peruano desde México en 1924, Alianza Popular
Revolucionaria para América, cuyo programa mínimo son cinco puntos: 1. acción
contra el imperialismo; 2 Unidad política de América latina; 3. Nacionalización
progresiva de tierras e industrias; 4. Internacionalización del canal de Panamá, y 5.
Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. En Brasil jóvenes
oficiales se alzan contra el orden oligárquico, encabezados por Prestes intentarán
romper las estructuras políticas de dominación. En Nicaragua, el mayor movimiento
nacionalista, anti-imperialista y anti-oligárquico continua la gesta de Zeledón.
Augusto Cesar Sandino, inmortalizado como General de hombres libres librará una
batalla contra el ejercito invasor estadounidense. En 1927 se celebrara en medio de
la dictadura de Machado un congreso anti-imperialista en Cuba. Todo un conjunto
de nuevos movimientos que hacen tambalearse el orden oligárquico.
La revolución mexicana es un ejemplo que debe ser abortado. Las oligarquías
toman buena nota de ello. El miedo se apodera de las clases dominantes y
comienzan los golpes de Estados. En Chile supone su restauración por la vía de un
golpe de Estado en 1924 y una dictadura en 1927, Carlos Ibañez del campo. En
Argentina José Félix Iriburu inaugura la década infame el 6 de septiembre de 1930
con golpes de estado hasta al 4 de junio de 1943. En Perú la revolución popular era
derrotada. Un golpe de Estado declararía ilegal al APRA y el partido comunista la
oligarquía volvía al poder. El Presidente Sánchez Cerro asesinado. Ya hemos hablado
de Centroamérica y el Caribe.
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Toda América Latina entra hasta los años cuarenta en un proceso de
recomposición producto de la crisis de entre guerras y la segunda guerra mundial.
Los procesos políticos y sociales, así como el imperialismo y las luchas democráticas
son afectados por la guerra fría y la redefinición estratégica de los estilos de
desarrollo. El capitalismo se redefine y el socialismo se convierte en una alternativa.
El régimen oligárquico perderá fuelle y las burguesías reformadoras verán aumentar
su poder. Es la época de la modernización. Pero eso es otra historia, la
correspondiente a la segunda clase.