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Presencia canaria en las raíces históricas y culturales de Güines.
Por las desde entonces recién "venas abiertas" de América Latina comenzaron a
afluir corrientes de sangre tras la llegada del Almirante; al precioso líquido se
aunaban lágrimas y sudor que a raudales aún se vierten.
Se iniciaba un proceso de encuentro y conquista de un amplio enclave que
ofrecía terreno favorable para la obtención y suministro de materias primas y
explotación considerable de fuerza de trabajo de grandes masas, y un perspectivo
mercado, en un diversificado escenario de disímiles tierras con características
muy propias.
Colón trajo los primeros canarios que vieron a Cuba, y por supuesto, los primeros
que llegaron a América. (Se especula si entre los mismos vinieron desde las Islas,
indios "guanches" como esclavos).
Suelos muy pródigos, clima benigno, abundantes aguas, y exuberante
vegetación, fueron dones de la naturaleza que bendijeron la llanura y sabanas del
entorno del río Mayabeque, también conocido como el río de Los Güines , y en
cuya desembocadura sureña se ubicara la primigenia Villa de San Cristóbal de La
Habana entre 15l4-15 y hasta el 1519, en tierra que fue parte de los siboneyes
cubanos, de nuestros "guanches habaneros". (¿Güines?. ¿Coincidencia relacionada
acaso con Agüimes, cerca de Ingenio, en Gran Canaria? )
El 1520 cubano marcaba un hito: establecidas las primeras villas con sus
moradores respectivos, se iniciaba un serio proceso absentista y de
despoblación; los grupos de poder político, los militares y aventureros
buscadores de fortuna parten en gigante empresa colonizadora al continente; La
isla, tranquila ya, de lento desarrollo en el XVI, comienza un inseguro despegue que
ni permite augurar. (Así, ya hay canarios por uno u otro sitio en el llamado "Nuevo
Mundo".) De isla a isla, entre archipiélagos, se inicia un fuerte movimiento de
trasiego; en un extremo América, y al este Europa y África.
Las flotas, y la navegación en general cobraron niveles inauditos y que fueron
impensables; de Canarias a Cuba fundamentalmente, y a América, se crea una
seria afluencia que se intensificó progresivamente. El nuevo continente resultaba
realmente promisorio; sus leyendas deslumbraban; existía la posibilidad de
encontrar un futuro esperanzador, establecerse con tranquilidad y poder progresar.
Con una conformación inicial nunca posterior a 1569, y con la posibilidad espacial
de que fuera sede de una zona aborigen siboney, sus orígenes se vinculan con
la presencia canaria isleña, quienes se asentaron en Lomas de Candela, en
cuyos entornos sembraron viandas, granos y tabaco, no sin antes desmontar,
liderados por "Pedro Candela", por cuyo apellido o mote tomó nombre el sitio.
Este apelativo de "candela", se reafirmaba cuando durante las noches de los días
12, 23 y 28 de junio, reeditando las tradiciones canarias, se encendían
"fogatas" u "hogueras" esperando el 13 (San Antonio), el 24 (San Juan Bautista), y
el 29 (Pedro y Pablo); las mismas se divisaban desde lejos, donde hoy está la
Villa, y adonde se trasladaron muchos de ellos, a zonas altas y firmes, para atender
sus vegas.
En 1659 los vegueros obtuvieron la confirmación de su derecho a que en las
márgenes y alrededores de las zonas aledañas o contiguas a los ríos, entre
ellos el Mayabeque ubicasen y explotaran las vegas de tabaco; esta medida,
por supuesto, provocó un incremento demográfico canario en la zona, aumentando
el número de inmigrantes y familiares, y trasladándose a la región y sus
inmediaciones, provenientes además desde otros sitios del país.
Tras las fases de grandes propiedades y haciendas, ya a fines del siglo XVII pululan
huertos, sembradíos, parcelas y diversos terrenos cultivados por naturales de
Canarias en su mayoría.
En la última década era tal el monto aportado por los diezmos de los productores,
que la Iglesia Católica decide que el rango de lo que fueran las iniciales ermitas,
pasase no sólo a curato, si no que se tradujese en la Parroquia de San Julián de
Los Güines, cuyos primeros libros custodian reveladores datos sobre el
advenimiento, estancia y presencia canaria.
Entre 1717-23, ocurrieron en diversas zonas de las actuales provincias
habaneras, rebeliones sofocadas con sangre y horcas; los vegueros defendían sus
derechos a toda costa; tras estas sublevaciones y durante el transcurso de las
mismas, grande fue la afluencia hacia el territorio güinero, de forma tal que el
aumento de tabaco en extensión y producción, y por supuesto, el incremento de la
población, fueron sensibles.
El caserío ya era nutrido, y sus vecindades se ampliaban sólidamente, lo que hace
que en 1735, la población güinera creciera del sur hacia el norte; se engrandece la
parte urbana en pro, servicio y beneficio de los productivos y muy feraces lotes
circundantes.
Los avecindados de mediados del siglo comienzan a sentir ansias de progreso:
quieren superarse y obtener la condición y título de Villa, ostentar como divisa su
Escudo de Armas, y poseer Cabildo, o sea, gobierno de administración local
.En 1762 se originó la Toma de La Habana por los ingleses, lo que produjo una
ocupac1ón ventajosa que casi duró un año, y que sembró como precedente un
auge económico que compulsó benéficamente de forma sustancial. Desde el
mismo momento del hecho el monto de la población y las riquezas se multiplicó.
Tras la clarinada de la Revolución Francesa, y la desencadenada Gran Revolución
de Haití, se puso de claro manifiesto la rentable necesidad económica de sustituir la
producción tabacalera por la azucarera. La competencia desarrollada por los
intereses del gran capital, se desató furiosamente y con arrolladora apetencia,
dejando como impronta la ruina de centenares de vegueros, quienes pasaron a una
muy miserable y calamitosa situación de despojo. Los Coca y Aguilar, Cruz, Calvo
de la Puerta y O¨Farrill, los Ayala y Escobar y los Cacho Negrete, y otros geófagos
integrantes de una camarilla de la naciente sacarocrasia imponían sus en aquel
momentos presentes y futuras pingües ganancias sobre hombros y espaldas de los
humildes vegueros. Numerosas y productivas vegas perecían a merced del
fuego voraz y la imposibilidad de competir.
Entre 1815-18. la cúpula detentadora del poder económico de la región, –a cuya
cabeza o liderazgo estaba Don Francisco de Arango y Parreño, El Marqués de la
Gratitud-, lograba centralizar su hegemonía al obtener las añoradas mercedes
que habían solicitado los vecinos desde l775: título de Villa, Cabildo y Escudo
de Armas. El costo de estas peticiones que fueron concedidas por la Corona y su
Real Consejo de Indias, fue la de 20,000 libras de tabaco verdín, recolectadas
entre la población, y por supuesto, aportadas en su mayoría por los cosecheros
de tabaco.
El rentable cultivo de la caña, la alta producción de azúcar, alcoholes y mieles, el
elevado número de ingenios, el incremento de la cantidad y densidad de la
población, la demanda de fuerza de trabajo, fundamentalmente esclava africana
además de la asalariada, la afluencia de capitales y lujuriantes riquezas
concentradas en una minoría que constituía la oligarquía terrateniente en
detrimento de las amplias masas, eran las características de esta zona donde
pululaban los criollos y canarios y sus descendientes.
Era tal la importancia del aporte brindado a la economía nacional por este
territorio mayabequino, que no fue casuística su selección para emprender el plan
constructivo del denominado "Camino de Hierro Habana-Güines", que sería la
primera línea férrea de toda Iberoamérica; su construcción comenzó a
efectuarse en noviembre de 1835, el 19 de noviembre del 37 se inauguraba su
primer e irrentable tramo, y el 19 de noviembre de 1838 llegaba a su original meta
y destino preconcebido y planificado: la Villa de San Julián de los Güines,
haciéndose así eficiente y multiplicando dividendos. Es necesario y justo
consignar el hecho de que en la obra participó un significativo número de canarios,
y hay quien afirma que la cifra ascendió a 927, la mayoría de ellos contratados en
onerosas condiciones infrahumanas de semi-esclavitud: largas y fatigosas
jornadas, salarios paupérrimos, alimentación muy deficiente y muy malos tratos,
así como pésimas condiciones de albergamiento, más fraudes y engaños
reiterados.
El primer gran intelectual criollo, orgullo autóctono de este territorio y grande en el
ámbito nacional, fue Francisco Calcagno Monzón, hijo del italiano Calcagno Monti.
Niño aún, estudió en lo que fue la primera escuela de esta Villa, que había sido
donada por otro muy grande avecindado en Güines: el egregio patricio y primer
economista cubano Francisco Arango y Parreño; los tres Franciscos estuvieron
enlazados por vínculos de amistad. Calcagno Monzón había quedado huérfano de
madre desde muy pequeño; el amor, los cuidados y desvelos femeninos y
maternos, tan necesarios en la infancia, se los dispensó la canaria Bárbara,
conocida cariñosamente como "Barbarita". Los güineros estamos muy endeudados
con Calcagno: promovió la primera academia de idiomas, la primera imprenta, el
primer periódico, la idea de la primera biblioteca; fue verdadero forjador. En su
formación estuvo presente la influencia canaria.
El "cabildo" local lucumí, por supuesto de origen africano, ubicado en el barrio
sureño conocido por "Leguina", en Güines, en afán de rendirle culto a su
Changó, adoraba y sacaba en procesiones a las calles un cuadro que enmarcaba
en su interior una oración, la cual, en su margen interior posee impresa una
imagen de Santa Bárbara. (Ambos aún se conservan.) Era el año l860, y el cura
párroco Tomás Rodríguez Mora, natural de Tenerife, auspició una colecta
pública en la que logró reunir varias onzas de oro, y con las cuales hizo traer desde
Barcelona, España, en 1864, una bella imagen, que fue la primera de la Patrona
de los Artilleros en ser traída e introducida en Cuba, y que aún hoy se adora
masivamente y con gran afluencia de público, en su mismo y transformado sitio, la
cual constituye una añeja tradición güinera. (Es curioso el destacar así mismo, la
existencia en Tenerife, de un importante lugar denominado de forma homónima, y
por supuesto homógrafa: Santa Bárbara).
Aproximadamente a un kilómetro más al sur de la denominada capilla de Santa
Bárbara, se encuentra un importante sitio arqueológico correspondiente a un
ingenio colonial construido en 1790, que entre otras instalaciones alberga en su
seno, como genuino relicario, aproximadamente un kilómetro de muros, por
encima de los cuales existe un canal por donde antaño corrían las cristalinas aguas
de un afluente del Mayabeque que suministraba su fuerza para mover unas aspas,
ruedas y ejes cilíndricos que extraían el dulce jugo a la caña azucarera; bellos
arcos neoclásicos adornan la edificación, declarada hoy como Monumento
Nacional; "La Alejandría" es hoy un orgullo patrimonial de la historia cultural
güinera; en 1889 el sitio era propiedad de la familia de Tenerife de la cual era
oriundo el sacerdote que trajo la Santa Bárbara: "Los Mora"; así, este apellido
canario quedaba insertado para la posteridad en la memoria de la zona.
Es incuestionable que centenares de criollos, entre ellos múltiples
descendientes de canarios, ya estaban marcados con el sentimiento consciente y
sólido de la nacionalidad cubana a mediados del siglo XIX.
Con la alborada de la Guerra Grande, que se extendió a lo largo de 10 años entre
l868-78, en Güines fue frustrado el llamado "Levantamiento de Güines", que se
efectuaría el 10 de febrero de 1896 y que se incorporaría al movimiento de liberación
nacional independentista, como una acción más de la abortada "Conspiración de
Occidente".
Al fragor de la llamada "Guerra de Martí", catalogada como "justa y necesaria" e
iniciada el 24 de febrero del 95, múltiples canarios y descendientes se
incorporaban al Ejército Libertador "mambí"; es un hecho de inolvidable deber,
destacar que cuatro canarios lograban alcanzar el grado de Generales en dicho
honroso gran cuerpo militar representativo del pueblo cubano: Julio Santana
Santana, Manuel Suárez Delgado, Matías Vega Alemán, y nuestro Jacinto
Hernández Vargas.
Población civil indefensa cae vil e innecesariamente asesinada, víctimas de las
tropas colonialistas. Ejemplos hay muchos. En El Gato, antiguo ingenio "Nuestra
Señora de la Encarnación". al sureste de Catalina de Güines se enfrentaron
españoles con mambises dirigidos por Antonio Maceo, el 20 de febrero de 1896.
Tras el combate, los militares al servicio de la metrópolis ultimaron a pacíficos, y
entre ellos a canarios. (Esto provocó la repulsa y denuncia del "Titán de Bronce",
quien manifestó que a pesar de haber obtenido un triunfo, se lamentaba del hecho,
ya que el mismo provocó el alevoso crimen de los españoles contra ciudadanos
inocentes.)
Como respuesta trágica al apoyo masivo que la población le prestaba a los
libertadores, el Capitán General de Cuba, Valeriano Weyler y Nicolau, "El
Marqués de Tenerife", decreta el tristemente célebre y criminal "Bando de
Reconcentración", que costó la vida a miles de personas entre l896-98, y que
se recrudeció con el bloqueo naval yankee a la isla; perecieron centenares de
canarios y sus descendientes, y sintieron, en las zonas fortificadas, el rigor de las
enfermedades, el hambre, la desnudez y la miseria más generalizadora y absoluta.
Durante el transcurso de la primera intervención norteamericana en Cuba, ejerció
como Alcalde de Güines, el General Jacinto Hernández Vargas, entre el 14 de
junio de 1899 y el primero de julio de l901; este natural de Tenerife tuvo una
conducta ciudadana ejemplar, muy activa y patriótica. Se ganó el respeto y cariño de
todos los güineros.
Es deber el no obviar una personalidad que fue un intelectual de elevada talla, como
Leopoldo Víctor Berriel Fernández. Este descendiente, pues su padre era de
Lanzarote, estudió Derecho en la Universidad de La Habana, en 1868 fue
Catedrático y posteriormente Decano; en 1898 fue el Rector de la misma. Este
güinero fue así mismo, miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, e
integró entre 1900-1901 la Asamblea Constituyente que discutió y aprobó la
Constitución que se puso en vigor en 1902. Fue un renovador en el sistema de
instrucción en el alto centro docente.
Entre la segunda mitad de la tercera década, y la primera de la cuarta del Siglo
XX, es decir, entre 1925-33, hubo dos alcaldes que dirigieron los destinos de
Güines, desde su ayuntamiento, y ambos eran canarios: Cayetano González y
Manuel González Regalado.
Reinsistimos en los Trujillo; el poeta y mambí güinero José Trujillo Armas, era
hijo de José y hermano de Manuel, los que habían sufrido destierro en febrero de
1869. A su vez, José, descendiente de canarios, fue el padre de Rosa
Trujillo, -"Rosita"-, la cual fue destacada educadora poeta, publicista, feminista, y
fundadora y directora de la revista "Letras Güineras".
Tampoco debemos omitir al incansable luchador guinero y boxeador Rodolfo de
General Jacinto Hernández Vargas
Armas Soto, destacado revolucionario antimachadista y hombre de confianza de
Antonio Guiteras Holmes, que fue militante de la organización La Joven Cuba y
participante en las brigadas internacionales en la Guerra Civil Española, en defensa
de la República cuya abuelita materna y canaria, había fallecido víctima de la
Reconcentración en el antiguo Parque de la Villa de Güines. Murió en Morata de
Tajuña, España, el 24 de febrero de 1936.
No se debe obviar el hecho de mencionar a Pedro Antonio Pérez Pérez natural de
Catalina de Güines, nacido en 1905, el cual también se sintió llamado por el deber y
fue a combatir por la República Española en la Guerra Civil. Fue fusilado en La
Coruña, España, en 1937.
Es justo mencionar cómo en Güines se creó un Comité de Ayuda al Pueblo
Español, que durante la etapa que duró la histórica Guerra Civil por la república,
sus integrantes recogieran vituallas, ropas, alimentos, medicinas, etc.
En la cultura territorial, y con connotación nacional, se consolidaron raíces
transcendentes de la literatura a través de la obra prolífica de promoción y
relaciones auspiciadas por la revista "Cúspide", hasta su mismo cierre con el
ejemplar de noviembre-diciembre de 1939, coincidiendo con el fallecimiento de su
director; las ideas democráticas y progresistas eran esparcidas por esta
amplia tribuna impresa imbricada a las problemáticas internas e internacionales
que se dirigía desde el antiguo ingenio "Merceditas", (hoy "Gregorio Arlee
Mañalich"), ubicado en Melena del Sur, al límite este del municipio de Güines;
el ejecutor de esta magna obra fue el intelectual de valía José Cabrera Díaz,
natural de Tenerife.
Debe mencionarse el hecho de cómo decenas y decenas de ciudadanos canarios se
han acogido a la nacionalidad cubana; así consta en nuestros Registros del Estado
Civil.
La Asociación Canaria de Cuba, en Güines, agrupa a más de 900 naturales y
descendientes que se componen de miembros que se mantienen activos y
latentes; en su listado, sobresalen y se reiteran los siguientes apellidos: Hernández
y González en primer sitio, seguidos de García, Díaz y Rodríguez, y a
continuación Alfonso, Pérez y Acosta, y después Martínez, Trujillo, Vega y Martín,
y les siguen muchos más. Es inobjetable que en la historia y la cultura de Güines,
está la presencia canaria.