potos y eructos
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POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 2
LOS CINCO AMIGOS
Por las tardes Azangarinas (1980-1983). Solíamos juntarnos algunos amigos de los
últimos grados de primaria, en la plaza de armas o en la de San Bernardo (plazas
principales de Azangaro, ambas separadas apenas, por unos veinte metros de distancia).
Éramos cinco niños. Nuestra amistad empezó aquel día en que mi padre me iba dar una
reverenda cuera, por una travesura que cometí y el miedo que le tenia a la correa,
hicieron que corriese despavorido hacia la plaza San Bernardo; puesto que nosotros
vivíamos ahí, y; en la huida, me oculte parapetándome detrás de un árbol de ciprés.
Y mi padre me buscaba con la mirada, por todos los lados de la plaza y, de
repente; una voz de un niño sale de las copas del árbol de ciprés, en el cual me ocultaba
y, desde arriba me dijo:
-quieres un escondite mejor
Y pasmado levante la cabeza y pude observar que allí, en lo alto; había un
chiquillo que me estiro de un derrepente la mano, para poder subir al árbol. Lo que se me
hizo complicado, puesto que era la primera vez; que treparía a un árbol y, lo hice con
temor y mucha cautela. El niño que estaba allí, me explicó: que lo llamaban faraón y yo
le pregunte ¿Por qué?, el me contesto -porque dice que su nombre era egipcio-. Yo le dije
que mi nombre era Daniel, nmediatamente me pregunto, ¿porque me estaba escapando
de mi papá? y le conteste contándole la travesura que había cometido en mi casa, hecho
por el cual mi papá quería encontrarme para darme un escarmiento. De un rato le volví a
preguntar del cómo sabia que el era mi padre, el me contesto diciendo, que desde este
árbol; se sabia todo lo que pasaba en la plaza e incluso me contó, que escuchaba
conversaciones de enamorados que se prodigaban su amor al pie del árbol de ciprés.
Y desde entonces nos convertimos en grandes amigos, y todos los días nos
encontrábamos en la plaza a la misma hora y en el mismo lugar y nuestras
conversaciones cada día se hicieron mucho más extensas y fluidas, entonces; la amistad
se convirtió también en algo muy agradable y de mucha confianza. Resulta que más o
menos a media tarde hora en la cual nos solíamos juntar, paso un niño corriendo a una
velocidad impresionante, cruzando la plaza; lo cual causo en nosotros una enorme
curiosidad y admiración. Pero queríamos saber el porque corría todos los días a la
misma hora y en la misma dirección, y desde entonces; queríamos abordarlo para
preguntarle, pero; durante varios días lo intentamos y no logramos puesto que era
demasiado veloz.
Hicimos un plan para abordarlo, amarramos lana a unos treinta centímetros del
piso a través de la calle, justo; por el pasaje por donde sabia pasar, cruzándolo una y otra
vez; y la lana quedo como una especie de malla, donde le colocamos amarrados papeles
y plásticos de colores, todo esto era con la única intención, de que parase en esa su loca
carrera por llegar hasta su destino. Las pitas que colocamos, hicieron desistir a cualquier
transeúnte que quiso cruzarla, y lo pensaba dos veces si intentaba remontarlas. Y si las
pasaba. Lo hacia por otro lado. Pero este plan no resulto. Pues el amigo que corría tan
presto, salto por encima de las vallas que le pusimos y sin respeto a la trampa que le
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colocamos, salio airoso con lo cuál nos dejo mal parados y entonces el Faraón me dijo:
<<ese pata corre como una flecha>> a lo que yo le conteste moviendo la cabeza
afirmativamente. Pero lo cierto fue, que yo estaba dolido, puesto que no aceptaba que el
amigo que ahora le pusimos el sobrenombre de “flecha”, haya pasado sobre nuestra
trampa y sobre nuestra dignidad. Sobre nuestro ingenio, sin siquiera inmutarse y le mire
al Faraón y le dije: si tienes razón corre mas rápido que una flecha y no creo que haya en
Azangaro un corredor mas veloz que el, también su nariz era puntiaguda y parecía una
flecha, su contextura era muy delgada; pero este si tenia realmente todas las
características para llevar el sobre nombre de “flecha”.
Esto no se queda así le dije al Faraón, mañana el “flecha” se para o lo paramos, y
nos cuenta de una vez por todas, el porque corre así todos los días a la misma hora y por
el mismo lugar y murmurando dije: ni su velocidad, ni nada lo impedirá; y nos
despedimos casi frustrados. Lo cierto fue que para nosotros a esa edad, era todo un reto
que teníamos que superar, y sucedió así. La cosa fue que al día siguiente, a la misma
hora, en el mismo lugar; estábamos esperando al “flecha”, bien parados; y lo estuvimos
aguardando justo por donde iba a pasar, de pronto; lo divisamos entrando a la plaza
raudamente a toda velocidad, también el nos diviso; dio una mirada veloz por donde
merodeábamos y acelero el paso. Nosotros inflamos nuestros pechitos lo más que
pudimos y extendimos nuestros brazos en forma de cruz para detenerlo.
No había forma de que pasase. La ubicación que teníamos era la más perfecta. Era
imposible que pase. Pero resulta que el “flecha” nos hizo una finta, que nos dejo mal
parados. Cuando reaccionamos, “la flecha”, ya estaba dando la vuelta a la esquina, y nos
miramos y nos reíamos llenos de impotencia; al ver que otra vez nos sentíamos burlados
y ofendidos por un niño veloz.
Ese día la retirada fue terrible. Pero con la premisa de que ¡mañana no se nos
escapa!
Al día siguiente ya no vinimos solos, trajimos a un amigo que le decíamos el flaco,
el era el poeta, el enamorador, el galán; el que siempre tenia una frase bonita para todos,
el era el de los discursos floridos y muy versátil en las conversaciones y con ese refuerzo
cubríamos ahora mejor todo el pasaje.
Se aparece nuevamente “la flecha”, a toda velocidad, el nos divisa y acelera aun
mas el paso, y de un salto sorpresivo; se mete al jardín y nos evade, luego mas allá da
otro salto y sale del jardín de la misma forma con la que entro y siguió corriendo.
Burlados otra vez nos miramos la cara, y el flaco nos dice totalmente deshecho:
-mañana lo traemos al gordo y con el más es imposible que se nos escape-.
Y así lo planeamos. El gordo era un compañero de la escuela del Faraón. Le
decíamos así, por ser de contextura gruesa y muy fuerte. Siempre tenia una sonrisa, y las
cosas las hacia con verdadera voluntad. El era de aquellas personas, que le gustaba
ayudar a la gente, y por eso era muy querido y muy agasajado; por todas aquellas
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personas quienes lo invitaban a sus casas para premiarlo, por lo que siempre estaba
haciendo buenos actos, pero también para nuestra edad; lo veíamos como un verdadero
Hércules.
Al día siguiente vino el gordo, y le contamos la historia del “flecha”, el se rió a
carcajadas en nuestra cara. Y si se trata de el -a ese que le llaman “el flecha”, es mi
amigo-, asevero; y nos dijo también que no se llamaba “flecha”, y que su nombre
verdadero era Carlos y nos indicó: -si quieren vamos a su casa y le preguntamos el
porque pasa corriendo todos los días a la misma hora y por el mismo lugar-. Nos
quedamos sorprendidos de lo que nos dijo el gordo y emprendimos la caminata hacia la
casa del “flecha”, por que así lo queríamos llamar, porque para nosotros: <<era
realmente una “flecha”>>.
Tocamos su puerta –Oh sorpresa-, el salio de improviso, no pensábamos que lo
íbamos a tener tan de pronto en nuestra presencia, a secas le hicimos la pregunta a boca
de jarro: -¿porque corres todos los días tan despavoridamente?-, y nos miro sorprendido.
Sin embargo, también no solo era veloz en las carreras, si no también era veloz con la
mente y previa elaboración en su pequeña cabeza, con esta respuesta nos retruco: -si me
llegan a atrapar en la plaza como lo querían hacer los otros días, les cuento todo, ¿o no
pueden?-, nos desafió, y nosotros prestos le aceptamos el reto y nos dirigimos al día
siguiente a la plaza para esperarlo y hacer el plan de captura del retador “flecha”, que
había puesto en ridículo, a este pequeño grupote de niños aventureros; que
empezábamos una amistad tan bonita y una vida llena de episodios.
Apenas llegamos, de inmediato nos colocamos los cuatro niños estratégicamente
en diferentes partes de la plaza, de tal manera; que llegaríamos a tiempo hacia todos los
sectores probables por donde se nos podría escapar el ahora famoso “flecha”.
El Gordo y el Flaco, ese día se integraron a la amistad que estaba naciendo con el
faraón. Sin embargo, casi en automático, nos sentíamos como si nos conociéramos de
toda una vida. La conversación era fluida. El plan para capturar al insolente del “flecha”,
se puso a caminar de la siguiente manera:
En primera línea me pusieron a mí, detrás mió estaba el Faraón, un poco retrasado
estaba el flaco, y en la misma línea de fuego como a dos metros a un costado agazapado
estaba el gordo. Y cuando estuvimos listos, hace su entrada a la plaza de manera
sorpresiva “el flecha” y nos mira como estábamos ubicados, nos estudia, y hace su
estrategia para evitarnos y así poder cruzar la plaza, es entonces; cuando
automáticamente emprende una veloz carrera contra la muralla de niños que habíamos
organizado y logra esquivarme a mi; pero sigo tras de el, también logra sortear al faraón.
Pero el plan era que teníamos que seguirlo y esta vez llega a la posta del flaco, quien
logra agarrarlo de la chompa pero se le escapa, a pesar de eso, el gordo aprovechando un
pequeño descuido y con todo su peso le cae encima a el “flecha” y lo tumba, para que en
seguida le caigamos todos, y ahora si; lo teníamos inmovilizado en el piso y le exigimos
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que nos cuente de una vez por todas, el por que corría así todos los días tan
despavoridamente, a la misma hora, y por el mismo lugar.
“El flecha” exigió que lo soltáramos para que nos cuente el porque de tanto
correteo. El se sentó. Y nosotros también alrededor de el nos sentamos, cuidando en todo
momento de que no se nos escape nuevamente.
Empezó contando la siguiente historia: -mi casa esta en construcción, y no
tenemos baño, y todos en mi familia tenemos que ir donde mi abuelita para usar su baño;
como en mi casa somos nueve y yo soy el menor de todos, tengo que llegar primero,
porque si no; tendría que esperar toda la mañana y eso de aguantarse duele- Además
añadió, -llegaría tarde al colegio-, nos miramos la cara por un instante sin reacción
alguna y el flaco remarco: -¿acaso estamos atrapando a un cagón?-. Y nos pusimos a
reírnos sin freno, por un buen rato; burlándonos “del flecha”, cosa que el también
celebraba junto con nosotros y; desde ese día le prestábamos el baño de nuestras casas a
nuestro nuevo buen amigo “el flecha”, hasta que terminaran de construir su casa.
Sin darnos cuenta, habíamos concretado una amistad de cinco niños llenos de
vitalidad, con diferentes habilidades; que nos juntábamos todas las tardes en la plazoleta
después de asistir a la escuela, para hablar solo asuntos de niños.
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EL ERUCTO
Cierto día como era ya de costumbre. Estuvimos jugando en la plaza San Bernardo
al pie del obelisco de piedra, que tiene cuatro pumas, los mismos que se encuentran
rodeados con unas enormes cadenas. El cual, era el sitio exacto para nuestras reuniones
cotidianas. Y cuando era aproximadamente las tres y media de la tarde, aparece un
caballero elegante con sombrero y con terno y corbata de un color rojo chilloso, pasa por
la plaza y llama de sobremanera nuestra atención. Entonces, hacemos un silencio y lo
comenzamos a observar más por la elegancia con que se desplazaba. Sin embargo,
nuestra admiración de un de repente se esfumo. Por una actitud negativa que tuvo el
señor del sombrero, cuando este se soltó un eructo poderoso delante de todos nosotros
los niños, que imagino ahora que era fruto de un opíparo almuerzo.
La cosa fue que el grupo de niños quedamos desarmados por tan asqueroso sonido,
pues ninguno de nosotros lo aceptaba, y cuando el caballero se alejaba, uno le decía al
otro: -que se cree, que va a venir a soltar sus chanchos (eructos) delante de nosotros?-... .
Otros trataron de imitar al señor –braaaaaaaaaaaggg, braaaaaaaaaaagg-. Y así
transcurrimos la tarde, parodiando su caminata elegantemente y soltándonos eructos
fantasiosos, donde incluso conseguimos un sombrero, donde el flaco se amarro un
plástico rojo en el cuello como si fuera una corbata y; soltaba sin cesar los eructos y así
pasamos toda la tarde y a continuación retornamos a nuestras casas.
Al día siguiente, en forma unánime, todos habíamos perfeccionado “el eructo”
fantasioso. A unos le salía mejor que a los otros; pero el que se llevaba los aplausos y la
admiración, era el faraón quien se soltaba unos eructos espectaculares.
Durante varios días ese era el motivo de nuestras reuniones, y con los días el gordo
logro mejorar la técnica del eructo e incluso logro superarla al del faraón, puesto que las
conversaciones, se hacían a punto de este sonido. Los saludos también eran con eructos -
holarrggg que taalrrrggg-. Así hasta que un día se nos ocurre hacer música con los
eructos y, como en la tierra prócer de Azangaro la banda del colegio PEDRO
VILCAPAZA es famosa por sus lindas melodías, decidimos tocar algunas de ellas.
Ahora teníamos cinco integrantes de una banda de música única en el mundo solo a base
de eructos. Los mismos que salían del fondo de nuestros pequeños cuerpecitos tan
tiernos, que bordeábamos aproximadamente entre los 9 y 10 años de edad. Uno hacia de
trombón, otro de bombo, el otro de trompeta, el cuarto de tárola y napoleón el quinto de
corneta. Y en fila india, con paso marcial, empezábamos la marcha que con los días se
hizo con una sincronización, que a cualquier profesor de música le hubiera gustado
tenernos entre sus alumnos.
Éramos unos pequeños músicos, que día a día perfeccionábamos esas melodías
clásicas, que se solían tocar en aquellos días de fiesta. Lo practicábamos en el mismo
lugar de la plaza, a la misma hora, con una disciplina férrea casi militarizada.
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Había momentos que venia la gente del pueblo y se aglomeraba, para escuchar esta
preciada banda de músicos de niños, que incluso, el gentío abrían un callejón humano
para poder disfrutar de tan melodiosa música que ocasionaba en nuestros ocasionales
fans, unas carcajadas hasta lograr un dolor estomacal.
La gente se admiraba y se quedaban impresionados, no se hasta ahora todavía, si
era por la música o, por el sonido tan estruendoso que salía de nuestros cuerpecillos de
gargantas tan pequeñitas.
Cierto día, después de nuestro encuentro diario y luego de una conversación breve.
Cada uno de nosotros se dirigió hacia su árbol que lo habíamos tomado como en
posesión para cada uno de nosotros en medio de la plaza. El cual nos servia como refugio
e incluso guardábamos algunas cosas en lo mas alto de las copas, y cuando un niño que
no pertenecía al grupo venia o quería integrarse simplemente no podía y lo
ahuyentábamos inventando cualquier cosa y hasta a veces en forma desafiante, en
conclusión; a nuestro parecer, la plaza solo nos pertenecía a nosotros y era algo que
teníamos que defenderlo con todo nuestro ser.
Por si algo había de participar al otro, lo hacíamos mediante eructos de diferentes
sonidos, y hasta parecía que tenían algún sabor.
Porque uno le pedía al otro un eructo de pollo, otro de res, otro de estofado, otro
de papa. Y así cada uno de nosotros tenía su sonido muy peculiar.
El faraón había percibido, que el señor elegante en el vestir de sombrero negro
pasaba siempre todos los miércoles a la misma hora. Y decidimos vengarnos por tan
nefasta enseñanza que nos hizo, que nos propino. Y lo esperamos cada uno en su árbol
escondido y en un silencio sepulcral. Cuando de pronto hace su aparición el señor del
sombrero tal cual la primera vez que lo vimos, con su terno oscuro y su corbata roja
chillona y con la mirada altanera y el sombrero bien puesto, entonces, pasa justo por
debajo del árbol del faraón, y este que se encontraba bien camuflado por entre las ramas
del árbol. En el acto y desde la cima, el faraón se suelta un eructo que parecía un pedo.
El caballero mira a todos los lados y como no ve a nadie continua su marcha y pasa por
el segundo árbol que era de propiedad “del flecha” quien se encontraba bien escondido
en otra copa de árbol. Y también suelta otro eructo con un tono mas agudo, y el señor
mira de nuevo a todos lados y no había nadie, Absolutamente nadie, que pudiera hacer
ese sonido y comienza a oler frunciendo la nariz para buscar el origen del pedo; sin
embargo no lograba ubicar a nadie ni siquiera a un perro; y lo mas lindo de todo esto era
que el caballero del eructo, nunca miro hacia arriba si no solo a los costados, a cualquier
parte pero menos para arriba. Y es que también nosotros escondidos dentro de las copas
de nuestros árboles, no hacíamos ni el más leve movimiento. Estábamos bien quietos y
ocultos. El no podía vernos. Pero nosotros si lo veíamos y al detalle. Al pasar por el
tercer árbol, me toca a mí, y entre miedo y temor de ser capturado, indeciso de querer
soltar la flatulencia fantasiosa, me decido y suelto el eructo pedón mas grueso, mas
solidó; que parecía también el mas apestoso. El caballero lo primero que hizo, fue mirar
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a todos los lados, e inmediatamente se miro los pantalones tanto atrás como adelante y
apresuro el paso.
Al llegar al cuarto árbol donde estaba ubicado el flaco, este continúo con el plan, y
se soltó también otro inmenso eructo. El señor al escuchar el sonido dudo de su
personalidad, se volvió a requetemirar los pantalones tanto adelante como atrás, y luego
se los toco todavía y emprendió una rauda huida de la plaza como si se hubiera cagado
realmente en los pantalones, el gordo que era el quinto compañero, no pudo disfrutar de
soltarse su eructo, puesto que el caballero prácticamente huyo de la plaza; dejando al
gordo desairado con el eructo entre la garganta y los labios. A mi parecer, es que si hay
algo que yo respeto en esta vida, es los sonidos que salían del cuerpo del gordo; quien si
poseía la técnica perfecta. Estoy seguro que si el señor elegante lo hubiese escuchado
hubiera necesitado realmente tratamiento psicológico.
Al desaparecer el señor de la plaza. Bajamos de nuestras guaridas para celebrar
con unas rizotas de niños de todo corazón, como si lo hubiéramos logrado todo, la
felicidad era tanta; que incluso el flaco tenia dotes de imitador, y remedo la huida de tan
insigne maestro del eructo; quien pensó que se había cagado en los pantalones.
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LOS POTOS
Por los meses soleados en el altiplano. Los jóvenes Azangarinos solíamos ir al rió
para mojarnos en sus frías aguas casi heladas, donde también nosotros los cinco amigos
planeamos casi siempre ir para el río a bañarnos. Sin embargo, algunos de nosotros no
sabíamos nadar. Pero la decisión estaba echa, y “el flecha” que era el más deportista del
grupo, nos ofreció enseñarnos a nadar. Para lo cual tras una búsqueda acuciosa de una
poza que reuniera algunas características especiales para nosotros que éramos novatos.
Primero que no fuera muy hondo y nos permita aprender el arte de flotar y deslizarnos
sobre el agua, y fue así que casi todos los días nos dirigíamos para las practicas de
natación, día tras día; y nos convertimos en unos expertos nadadores hasta que un buen
día de esos sucedió esta historia de los potos que les voy a narrar.
Salimos desde la plaza San Bernardo con dirección al rió, lo cual demoraba
aproximadamente 20 minutos y algo más. Cuando faltaba poco menos de unos 100
metros, acelerábamos el paso, y a plena carrera andábamos quitándonos la ropa que lo
íbamos dejando tirados en el camino: volaba las chompas, volaban los pantalones, un
zapato por aquí y el otro por más allá, unas medias y la otra también. Para entonces.
Habíamos construido un trampolín del cual nos tirábamos para zambullirnos en el agua,
y nadábamos hasta cansarnos; jugando echándonos agua en la cara, hundiendo al amigo.
Uno de los juegos que mas practicábamos, era sin lugar a dudas el de sacar pilas gastadas
del fondo del rió, el que sacaba mas pilas, era el ganador, (“el mas pilas”). Y cuando no
había pilas, estas, la reemplazábamos por piedras redondas u cualquier otra cosa; el
asunto era que teníamos que sumergirnos para sacar algo del fondo del rió. Eran
momentos muy lindos,, y cuando ya todos exhaustos por el cansancio salíamos, nos
recostábamos sobre la arena en forma circular con la cabeza al medio, y es allí cuando
empezaba las conversaciones mas bonitas y animosas de nosotros los niños. Planeando la
próxima aventura. En eso se le ocurre a uno lo siguiente.
La poza tenia un morro que nos servia de trampolín y debíamos de demostrar cual
de nosotros era el mas fuerte. Y la única manera de comprobar nuestro poderío, era
tirarse del trampolín hacia la poza del río y quien salpicara el agua más lejos, era el más
fuerte, entonces, otro dice: -que tal si nos tiramos de panza- los demás contestaron: -eso
lo hacemos facilito-. Y el otro retruca: -que tal si nos tiramos de cabeza. y se escucha una
respuesta -por ahí de cabeza no porque no salpica mucho- y de por ahí suena una idea
realmente genial, con el entusiasmó de un niño lleno de vitalidad, carisma, y picardía y
nos dijo: -que tal si nos tiramos de poto, el que salpique mas lejos es el mas fuerte y
argumento diciendo de la siguiente manera: -cuando nuestros papas nos dan cuera,
¿donde nos dan?. Y todos contestamos al unísono: -en el <<poto>>-, moviendo la cabeza
afirmativamente, entonces; <<el poto es la parte mas fuerte del cuerpo y la que mas
resiste los castigos>>, por lo tanto: -se le debe todo el respeto-. Convencidos de que
debía de ser así y bajo esa premisa, decidimos comprobar nuestra fortaleza y poderío.
Cuando ya nos disponíamos a comprobar nuestras capacidades, se escucha de nuevo una
voz preguntando: -¿la prueba es con truza o calasiquis?- y como nadie quería perderse
esta aventura, por que era la mentalidad del grupo y que los retos debían de asumirse
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como lo son. Contestamos con energía -¡¡calasiquis!!-. Y procedimos al inicio del
evento, todos nos pusimos de pie con nuestras partes íntimas expuestas al viento
altiplanico, listos para empezar la prueba de valentía mas importante que habíamos
planeado por esos días.
Cuando uno se tiraba, los otros hacían jueces, y colocaban una estaca; hasta donde
llegaba la ultima gota que salpicaba producto del impacto que causaba el poto con el
agua del río. Y procedimos a la competencia. Cuando emprendíamos cualquier
actividad, teníamos un orden natural, primero era el Faraón, segundo el Flecha, tercero
Daniel (yo), cuarto el Flaco y quinto el Gordo, esto no respondía a ningún criterio;
simplemente era así, e incluso cuando cambiábamos este orden se respetaba. Así también
era en la banda de músicos erúcturales donde se mantenía este orden.
Entonces llego el momento de la competencia, para demostrar quien era el más
valiente y en fila india decidimos empezar con tan magno evento, pues el pleno de los
concurrentes a esta reunión infantil, así lo había decidido y no había vuelta atrás.
El Faraón se alista, toma vuelo y corre hacia el rió donde salta y las posaderas se
funden con el rió, y en un instante saca su cabeza del agua y sale presuroso para ver hasta
donde había salpicado, entonces; el jurado que consistía en los cuatro que no entramos
todavía al agua, pusimos la estaca, previa identificación de hasta donde realmente había
salpicado la ultima gota del liquido. El Faraón se retira y se sienta mirando la estaca
fruto de su esfuerzo y estaba conforme con el jurado integrado por los cuatro amigos que
estábamos esperando el segundo turno.
Ahora era el turno de la flecha, el más veloz del grupo, el más deportista quien nos
mira y se ríe y nos dice cachazudamente: -por que no se rinden de una vez-.
Lo miro y me sonríe, lo veo prepararse, salta, calienta; y como un verdadero atleta
con su “dignidad” al aire libre, comienza una carrera de ocho metros mas o menos, a una
velocidad impresionante, y se entrega a las aguas gélidas de donde se escucha un sonido
que nos hace estremecer, es el impacto que tuvo las nalgas del flecha con el agua del río.
La verdad es que nos estremeció de dolor ese sonido, y, es entonces cuando la flecha sale
del río; con la misma velocidad con la que entro y corre para ver los resultados con sus
manos tapando sus genitales. Es entonces y efectivamente, que paso al primer lugar por
medio metro le iba ganando al faraón y nos miro con un aire de triunfador.
llega mi turno, me preparo dando unos saltitos de motivación, y las partes mas
intimas de mi persona, también brincaban y lógicamente los amigos se reían pero eso no
importaba y mucho menos me iba a cubrir como lo habían echo los demás. Pero lo que
más importaba era que había una competencia de por medio y la tenia que ganar valgan
verdades. Todos mis amigos eran grandes deportistas, por lo tanto; la competencia se
ponía difícil, pero igual tenia que tirarme al agua por que mentalmente estaba con la
moral al tope y en mi mente da vueltas que ese día me iba a consagrar como el mas
fuerte de mi grupo, y haciendo unos movimientos con mis brazos como helicóptero es
entonces que se escucha una queja del flaco.
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-apúrense carajo, nunca e estado calato tanto tiempo en toda mi vida-.
Esto ocasiono una enorme carcajada en todo el grupo y corrimos hacia donde el,
cogiendo la ropa y lo tapamos no dejando una sola prenda que no cubriese su cuerpo,
esto incluía los calzoncillos y las medias.
Y de nuevo retornamos a la competencia. El calentamiento se retoma otra vez, el
movimiento de los brazos en forma de helicóptero, los saltos y retrocedí, tome vuelo;
como de unos diez metros y respire hondo, corrí en dirección de la poza, vi el trampolín
que habíamos echo, llegue a el y salte; lo mas alto que pude y así entregue mi dignidad al
agua y como me dolió. Por que volví a escuchar ese sonido que ocasionaba el impacto
del agua con mi nalga. Es entonces que el agua gélida del río anestesio mi dolor y
cuando aún estaba bajo el río, pensé, que lo había logrado. Salí del río para ver mi logro
deportivo y efectivamente había superado la marca del faraón y de la flecha, mire a mis
contrincantes y sonreí, con esa sonrisa quería demostrarles que no iban a poder conmigo.
Deseaba ganar tanto esta competencia y lo mismo pude percibir también en mis amigos.
Había ese espíritu ganador que se había formado en nosotros por que cada aventura era
eso, de una o de otra manera una competencia.
Era el momento del flaco, se levanta y bota las ropas con la que lo cubrimos y se
tapa sus genitales con las manos y comienza a calentar cual atleta profesional, pero;
siempre cubriéndose y le gritamos que empiece ya, y el; con mas soltura sigue su
calentamiento y de un momento a otro emprende la carrera para demostrar su valentía e
integrarse con el rió y con un golpe sonoro termina su faena, el flaco al salir del rió nos
mira y nos pregunta.
-¿como quede?- Nos miramos sorprendidos y nadie se atrevía a darle los
resultados y es momento en que el flaco exige, entonces; el gordo da la respuesta y le
dice:-estas en primer puesto, nos estas ganando por un metro-.
El flaco se retiro al lugar donde estaba antes sentado sin decir ni una sola palabra, se
sienta y se tapa con la ropa que anteriormente se estaba cubriendo, era el mas friolento
del grupo; casi temblaba y se quedo quieto con la cabeza apoyada en sus rodillas.
A estas alturas de la competencia, solo faltaba el gordo y el virtual ganador era el
flaco, pero esto no quería decir nada.
Al ver los resultados, los que íbamos perdiendo, andábamos molestando a los que
estaban delante de nosotros por tan solo el hecho de no querer perder
El gordo se pone en el lugar de partida para la competencia. Ni importancia le
dimos. Pero el estaba calentado. Y nos llamo la atención el corpulento amigo de la
infancia, por que sus movimientos eran contundentes que nos ocasionó risa, pero el, ni se
inmuto y dijo:
-me califican y aprendan de mí-.
Reímos hasta no poder, entonces, nuestro querido amigo emprende veloz
encuentro con el río y salta, su salto fue muy alto, luego se doblo y entrego la parte mas
digna del hombre -perdón- digo de un niño, al agua, que causo estruendoso sonido.
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Parecía un lapo y sorprendidos miramos la salpicadura que había ocasionado aquel
voluminoso cuerpo, y todos corrimos al rió para encontrarlo ahí al gordo y el salio
despacito, se seco la cara con su mano y nos miro y pregunto como había quedado sin
decir ninguna palabra. En aquel momento, comenzamos a festejar el triunfo que había
tenido sobre nosotros donde demostró en justa deportiva que era el más valiente, y
nosotros como quien no quiere aceptar nuestra derrota, lo comenzamos a molestar y le
decíamos cualquiera con ese poto. Y que había logrado casi dejar seco el rió. Así paso el
día en el rió.
Así pasamos tan hermosos días que nunca olvidare. Cuando la inocencia de un
niño es tan solo comparable con la sonrisa mas pura y feliz.
Comenzamos a ponernos nuestras ropas y lo hacíamos por que el viento de la tarde
era muy fría, y comenzamos ya a sentir ese frío seco que parte la piel. Siempre
hablando. Siempre bromeando. Terminamos de vestirnos y revisamos que ninguna
prenda se nos estuviese olvidando y emprendimos el retorno a nuestras casas.
Cuando ya habíamos caminado aproximadamente unos cinco minutos. El paso se
hacia cada vez mas lento. Y un dolor en nuestras nalgas comenzaba apoderarse de
nosotros. Unos cuantos metros más y el dolor esta vez eran ya insoportables. Los cinco
nos mirábamos unos a otros y no decíamos nada. Solo soportábamos el dolor y hasta que
el flaco se mira sus nalgas y estaban muy rojas por la insolación y el golpe del agua fría
que le había caído. Y es cuando empieza a llorar y le dijimos que no lo siguiera
haciendo, puesto que todos nosotros estábamos con las nalgas insoladas y el respondió
casi gritando y llorando así nos hizo callar:
-yo no lloro por eso, sino que me escape de mi casa y mi padre me dará una cuera y en
que poto.
Callamos y lloramos por nuestro amigo el flaco. Por su poto insolado que iba a
recibir una cuera.
Que recuerde, fue el retorno mas triste que tuvimos después de una aventura. La
aventura de los potos insolados.
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LOS PESCADORES
A los dos días de la aventura de los potos, nos volvimos a juntarnos igual que
siempre, para conversar y seguir con las aventuras, y; casi en automático emprendimos
una caminata hacia el rió y marchamos lentamente, puesto que dolía aun todavía la
insolación que habían sufrido nuestras nalgas, producto de los golpes con el agua y los
rayos del sol.
Miramos la poza, pero nadie quería bañarse, ni siquiera hicimos el intento, y; nos
fuimos caminando por la orilla del río tirando piedras planas para que rodaran por
encima del espejo del rió. También recolectamos piedras de todo color, forma y así
pasaban las horas.
De pronto. Divisamos a unos hombres que pescaban en el río. Y nos acercamos
para ver. Nos sentamos a una distancia prudencial. Para observar y poco a poco nos
acercamos hasta entablar una conversación con los pescadores, y empezamos a hacerles
algunas preguntas cursis: ¿cuántos pescados capturaban al día?, ¿si ganaban mucho
dinero?, etc., etc.
Asimismo pasamos varios días conversando con los pescadores e incluso algunas
veces, nos permitían agarrar sus cañas y atarrayas. Y de esta manera, empezamos a tener
una práctica mínima. Que algunos ya la teníamos. Hasta que un día caminando por las
orillas del rió, pudimos observar que en una de las pozas, había una cantidad de peces
que daban vueltas, eran muchos, demasiados para nosotros, estos median
aproximadamente, unos cuarenta a cincuenta centímetros; y las aguas transparentes, nos
permitían verlos con claridad y entonces nos acercamos cautelosamente y observamos
extasiados, y comprendimos que por ahí empezaba la próxima aventura. El flecha hace
una señal de retirada y así lo hicimos, retrocedimos unos metros lo suficiente como para
no espantar a los peces. Y planeamos retornar al pueblo para traer anzuelos y todo lo que
nos permitiera pescar, corrimos hasta cierta parte de la población y de ahí nos
dispersamos con dirección a nuestras casas, para buscar los elementos que nos
permitieran ser los mejores pescadores del pueblo.
Llegue hasta mi casa. Y me fui a buscar el cajón de herramientas que mi padre
guardado lo tenía, y buscaba presuroso un ovillo de nailon que nunca encontré, y pensé:
de donde saco ahora mi naylon para pescar. Corrí a mi cuarto. Busque mis ahorros. Y sin
contarlos corrí al mercado para comprar el anzuelo. Pregunte e hice las cotizaciones
correspondientes y algunas preguntas mas. Compre el nylon y el anzuelo. Y corrí presto
al encuentro de mis amigotes que quedamos en encontrarnos a la salida del pueblo. Yo
llegue primero y me senté sobre una piedra y me puse a meditar, de solo pensar de
cuanto pescado íbamos a coger ese día, y también como lo llevaríamos al mercado para
vender, puesto que eso era lo que hacían los pescadores que conocimos en el río, quienes
llenaban una canasta y se lo ponían en la espalda y se dirigían de inmediato al mercado a
comercializarlas,
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 14
No podía fallar nada. Conocíamos todo del negocio del pescado. Y de pronto: se
aparece el flaco con su anzuelo y se para a un lado de donde estoy sentado y se pone a
practicar con su anzuelo. Lo lanza al aire y lo comienza a dar vueltas sobre su cabeza y
junto al anzuelo había un plomo que le daba peso, lo hacia tan bien, que la pesca iba estar
tan buena pensaba yo.
Esperamos al gordo, como siempre este era el ultimo en llegar, y logramos
juntarnos los cinco porque si faltaba uno de nosotros la pesca se suspendía.
Caminamos hacia la poza donde estaban los peces, conversábamos de dinero y lo
que íbamos a comprar con las ganancias y así que apresurábamos mas el paso y llegamos
al sitio indicado y miramos la poza. –Oh sorpresa- no había ni un solo pez, y el flaco
dijo: -aquí no es la poza-. Entonces nos paramos sin mediar preguntas y con la mirada
tratábamos de encontrar la poza de los peces gigantes. Seguimos al flaco que caminaba
por las orillas del río en busca de la poza y pregunte: -¿Dónde carajo esta la poza?-.
Nadie quería responder, pues cuando no hallamos la poza de los peces que nadie había
marcado el lugar exacto. Por más que caminamos, nunca volvimos a encontrar dicha
poza que nos iba a convertir en millonarios en la industria de la pesca. Ya después de
caminar un buen rato y exhaustos de tanto andar, nos sentamos a la orilla y lanzamos
nuestros anzuelos al río, con la esperanza de pescar algo e incluso utilizando la técnica de
nuestros amigos los pescadores, y no logramos pescar ni siquiera uno para nuestro
consuelo.
Decepcionados envolvimos los anzuelos y decidimos el retorno, ya que el sol
estaba por ocultarse y nosotros nos encontrábamos muy tristes. En el camino de repente
se escucha una risa, era la flecha que empieza a decir a voz en cuello:
-¡¡pescadores!!-, -nosotros no somos pescadores, somos futbolistas ja ja ja ja ja-.
Y nos reímos a todo pulmón. Algunas risas eran de impotencia. Otras de cólera. Y
al final. Se convirtieron en una risa de contento. Los niños se reían con toda la alegría
del mundo de solo ver que también en los momentos difíciles, podían apoyarse por que
tenían a su lado a un verdadero amigo, que buscase la forma de alegrar y es así que
cuanto obstáculo encontrábamos en el camino, lo comenzábamos a patear como
futbolistas que éramos. Una piedra por aquí, una lata por allá, un plástico por aquí, otro
plástico por allá. Y así casi corriendo y gritando -¡somos futbolistas y no pescadores ja ja
ja ja!-.
Nos despedimos señalándonos con el dedo: -¡Tu pescador ja ja ja ja ja!-.
Si de verdad éramos futbolistas. ¿Como la dominábamos la pelota?. Era
prácticamente lo que mejor hacíamos en nuestros ratos libres, jugar futbol.
Al día siguiente, nos volvimos a juntar, pero como habíamos quedado golpeados
por el motivo que no habíamos encontrado la poza de los peces, cada uno se fue para su
árbol y allí quedamos mudos, acomodando las cosas que en el guardábamos (tesoros);
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 15
pero también había la intención de conversar y no lo podíamos hacer, entonces, el gordo
se baja de su guarida y nos llama a reunión al centro de la plaza San bernardo, para
darnos a conocer la brillante idea que se le había ocurrido.
Y comenzó con una pregunta: -¿Quiénes tienen todavía los naylon?- ¡Yo!, ¡yo!,
¡yo!, ¡yo! Todos respondimos afirmativamente, entonces vamos hacer unos teléfonos con
ellos, hacemos correr los naylon, y al final le amarramos por la base de un vaso
descartable y así creamos un sistema de teléfonos que nos permita comunicarnos.
Toda la instalación de los teléfonos duro aproximadamente tres días, puesto que
corrimos los naylon de árbol a otro árbol, la cosa era muy sofisticada, la cosa fue que los
cinco árboles estaban comunicados y hacíamos ahora las pruebas de sonido con el
famoso eructo fantasioso holaarrrrrggg.
Efectivamente nuestro sistema de comunicación funciono perfectamente y,
también nos servia de alarma para cuando algún indeseable se nos acercara.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 16
EL ARBOL
Cuando jugábamos por las calles Azangarinas entre gritos, travesuras y picardías,
había un joven de 16 años aproximadamente que le llamaban “CHOQUE”, quien
causaba miedo entre nosotros ya que el mayor de los nuestros tendría máximo diez años,
y la diferencia de edades con el susodicho era muy evidente, y cada vez que nos
encontrábamos, nos daba coscorrones y nos pedía dinero o alguna cosa mas que
teníamos, y su sola presencia, causaba un pánico entre nosotros y también en los jóvenes
de su edad que además eran victimas de sus golpizas y fechorías.
Tenia fama de peleador callejero y buscapleitos, era conocido en todo Azangaro
por pegar a niños y a jóvenes también.
Era un verdadero matón.
Por los meses de Septiembre a Diciembre, solíamos ir a jugar pelota muy
temprano, a las cinco de la mañana mas o menos y nos juntábamos a esa hora en la plaza
de San Bernardo; y de ahí; emprendíamos maratón hacia una canchita llamada Maracaná.
Algunas veces coincidía nuestra salida por las madrugadas para hacer deporte con
la retirada de los parroquianos que salían de las fiestas organizadas en el salón parroquial
de Azangaro.
Que dicho sean de paso, eran muy animadas y, los fiesteros salían borrachos,
tambaleándose y algunos cantando a voz en cuello tonadas alegres, de los grupos
musicales que en esa fecha se habían presentado en el salón parroquial de Azangaro.
En una de esas madrugadas cuando apenas terminaba una fiesta y nosotros
empezábamos a reunirnos para iniciar con nuestra rutina deportiva, de todos los días, en
la madrugada una imagen de un joven dormido sentado que tenia como espaldar el árbol
del flaco; nos sorprendió, nos acercamos a ver tal atrevimiento de quien se había osado
quedarse dormido en el árbol del flaco.
Esta afrenta debería de ser castigada, y cuando nos acercamos, pudimos ver que
era el tal CHOQUE, aquel joven maloso que golpeaba a los niños y les quitaba sus
propinas y refrigerios, aquel energúmeno que impartía temor en toda la población
adolescente e infantil de mi Azangaro querido.
Nos quedamos mudos, paralizados, y sin saber que hacer ni que decir,
retrocedimos y nos miramos las caras y casi no reaccionábamos, nos sentamos en una
banca de la plaza y de un de repente el gordo se levanta; coge una piedrita y lo tira sobre
el CHOQUE. Y este no se inmuta. Ni lo siente. Y luego sigue el otro. Le tiramos otra
piedrita, luego una ramita. Y como no se movía porque estaba bien borracho y sabíamos
que no iba a reaccionar creo que con nada, en ese plan casi lo enterramos con todo lo
que le habíamos estado arrumando.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 17
Nos acercamos más y el faraón coge una ramita de un árbol y se lo pasa por la
nariz, y solo el borracho se soba su nariz y sigue durmiendo. Una vez confirmada su
situación nos retiramos a unos metros e hicimos un plan, nos agrupamos en círculo y
urdimos el procedimiento. Terminada la conversación nos retiramos a toda velocidad
hasta nuestras casas, para regresar casi de inmediato.
Al retornar. Sacamos las herramientas para darle una paliza al borracho pegalón de
niños y jóvenes, uno saca un martillo, el otro saca clavos. El plan consistía en que lo
íbamos a clavar en el árbol.
Agarramos una manga de su casaca y lo clavamos en el árbol. Luego otro y otro
clavo. Y cada clavo tenía una chapa de cerveza atravesada para hacer de cabeza, para que
no se desprendiera con facilidad. Y luego levantamos la otra manga, y también lo
clavábamos, y así el abusivo estaba quedando pegado y clavado en el árbol y no
reaccionaba el famoso CHOQUE, y así que proseguimos a clavar toda su casaca en el
árbol con su humanidad adentro de ella, y así nos retiramos previa verificación de que el
trabajo estaba bueno.
Llegamos a la canchita Maracaná para continuar con nuestras prácticas
futbolísticas.
Intentamos jugar. Pero algo se apodero de nosotros. Un miedo y pánico empezó
a encargarse de nosotros de solo pensar, como iba a tomar venganza el tal CHOQUE,
después que se liberara del crucificio que le hicimos, y por un ratos nos sentamos sin
saber que hacer, y hasta arrepentidos de este acto, con el temor en la piel, nos retiramos a
nuestras casas para cambiarnos e irnos temprano a la escuela.
Recuerdo cuando me dirigí a mi escuela, lo hice casi escondiéndome, por un
rincón mirando a todos lados; pensando que en cualquier momento se aparecería el
CHOQUE y me pegaría por el castigo que le dimos y así pasaron los días.
A mis cuatro amigos también les sucedía lo mismo, de sobresalto en sobresalto, el
gordo bajo varios kilos, puesto que el miedo podía más que el hambre, y así pasaron dos
semanas de un pánico generalizado y muy terrible.
Hasta que después de dos semanas de este incidente, se apareció el flecha en la
puerta de mi casa todo alegre y feliz, y yo le increpe y le dije: -por que no te ocultas, que
no sabes que en cualquier momento se aparcera el CHOQUE y cobrara venganza con
nosotros- y el flecha me dijo. Tranquilo Daniel: -ese día que lo clavamos al CHOQUE,
ese mismo día se apareció su Padre del maldito en la plaza, porque alguien le había
contado que su preciado hijo: <<estaba clavado en un árbol>>, y este acudió presuroso a
la plaza San Bernardo, para verificar si afectivamente su hijo estaba sentado y clavado al
pie del árbol de ciprés del flaco. Este, su padre, lo desclavo y se lo llevo a su casa lleno
de vergüenza, pero sin embargo en el camino le daba duro con una correa y a medio día
POTOS Y ERUCTOS
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lo despacho para Arequipa en castigo, para que estudiase en una universidad de esa
ciudad.
Y yo salte de alegría al ver que nos habíamos liberado del CHOQUE. Y corrimos
donde el gordo, el flaco y el faraón para contarles lo que me contó el flecha. Y ese día
recién después de dos semanas, nos volvimos a juntar en la plaza San Bernardo a la
misma hora, como lo hacíamos siempre antes de este incidente. Esperando uno nuevo.
POTOS Y ERUCTOS
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LOS AJEDRECISTAS
Estaba en el quinto grado de educación primaria. Y era sabido y conocido mi
habilidad en el deporte ciencia del ajedrez. Yo representaba a mi escuela en los
diferentes eventos deportivos ajedrecísticos en los cuales tenía que defender los colores
de mi escuela.
Por otro lado el director de mi escuela era un hombre sabio, de cabello cano y de
carácter fuerte, que “premiaba” a los alumnos que se portaban mal, con unas sonoras
palmetazas en la palma de las tiernas manitos de los alumnos, a veces era una
palmeteada, a veces dos o mas, todo dependía de acuerdo a la falta que se hubiese
cometido.
La palmeta de nuestro querido director era tan respetada y famosa en el colegio,
que era conocido también como el <<SACA PROFESIONALES>>.
Y tenía también un lugar predilecto y conocido. Su ubicación en la dirección de la
escuela era justo detrás de su sillón del director junto a una caja de ajedrez.
Un día la portera de la escuela se me acerca y me dice: -que me llama el Director-
y que tenia que ir a su despacho, y en mi una interrogante daba vueltas en mi cabeza…
¿que hice ahora?, por que ya en varias ocasiones había llegado a la dirección, para tener
un encuentro con el famoso “saca profesionales” (palmeta) por diversas travesuras que
había cometido.
El director me invita a pasar y luego a sentarme, y me mira fijamente a los ojos. Y
en mi un escalofrió recorre por todo mi cuerpo y la incertidumbre se apodera de mi ser.
Con voz autoritaria me dice: -jugaremos una partida de ajedrez- y yo le acepto de
miedo. El se voltea y saca su juego de ajedrez y lo pone sobre su escritorio y se sienta y
me recalca:
-vamos a comprobar lo que habla la gente-
Yo le respondo: -¿Qué hablan?-.
-Que juegas muy bien al ajedrez-
Y comencé a armar el tablero. Pero por una cuestión de caballerosidad que ya es
conocida en los ajedrecistas, escogí las piezas negras y el director me ordeno:
-yo con las negras, tu con las blancas
Bueno, por razones obvias no podía ni debía discutir a mi director quien era el
dueño de la famosa palmeta.
Bajo esas circunstancias, mi director me dijo: -empieza- y así fue: empecé con la
primera jugada y el responde. Y así llegamos hasta el quinto movimiento y pude percibir
que mi director de cabello cano, no era tan bueno en el tablero y empezó una masacre
ajedrecística por parte mía.
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Terminada la partida de ajedrez con un triunfo inobjetable a mi favor, el director
con voz dominante y a regañadientes me dijo:
-ve a tu salón-
Mis compañeros del aula me estaban esperando para preguntarme: ¿por que me
había castigado el señor director?
Preguntaron que paso, y yo conté el encuentro que tuve con el director y como lo
derrote, conté con lujo de detalles por toda la escuela mi triunfo y estos comentarios
llegaron a oídos del director y me izo llamar de nuevo a la dirección.
Tuve que enfrentarme de nuevo, hasta ese momento no comprendía la ofensa que
estaba cometiendo contra el director de cabello cano, y sin embargo vi en sus ojazos,
unas ganas de venganza por que lo había puesto en ridículo ante alumnos, profesores y
todos los que integrábamos nuestra querida escuela, Y cuando yo también lo mire a los
ojos me mando: -arma el tablero de ajedrez- y entonces entendí que jugaríamos una
nueva partida de ajedrez.
En mi mente también recorrían los recuerdos de la palmeta, me daba vueltas y
cuantas veces vi a mis compañeros que lloraban por el castigo que les daba el director. Y
entonces decidí vengar a todos y utilizar la venganza, en un tablero de ajedrez.
Los movimientos se iban realizando lenta y cautelosamente estudiándonos uno al
otro, el tiempo iba avanzando sin compasión hasta llegar al final de la partida, otra vez
con un triunfo a mi favor.
Vi los ojos del director. Y de ellos salía un sentimiento de resignación, no había
rencor hacia mi persona, estiro la mano para estrechármela con la mía, yo también hice
lo mismo. Entonces entendí cuando terminamos esa partida, que solo era un deporte, y
que no habían triunfadores ni perdedores y que mi director, no era hombre de malos
sentimientos. Y desde entonces supe quererlo y apreciarlo en demasía.
Después de este evento, nos convertimos en grandes amigos y siempre que
podíamos, nos echábamos unas partiditas de ajedrez y por un tiempo retábamos a otras
escuelas para jugar el deporte de las estrategias más bonitas. Formamos un gran equipo
de ajedrecistas.
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LA VENGANZA
Unos jóvenes cuyas edades fluctuaban entre los 18 y 25 años de edad, se juntaban
en la plaza de armas de Azangaro, para hacer bromas. Tanto a niños, como a adultos. Y
de allí. Todo era chacota entre ellos. Risas van, risas vienen. Y las ocurrencias de estos
también les contare muchas de ellas mas adelante. Pero ahora les relatare: la venganza.
Un hecho que ocurrió cuando fuimos niños. La historia tiene su antecedente:
Los jóvenes liderados por el TRIPA. Así se llamaba el joven que sin medir
consecuencias, gastaba bromas a todo el que se le presentara.
En su plan de travesuras, gustaba gastar bromas a los niños, lo cual nosotros
aceptábamos por razones obvias y por la diferencia de edad. Un día el TRIPA ensalza a
uno de nosotros diciendo: -A ti te pega aquel otro niño- y su amigo le decía lo mismo al
otro chiquillo, pero tanto era la presión que de verdad se desataba una pelea de los dos
niños que se agarraban a golpes y los jóvenes incitaban todavía aun mas en la contienda.
La pelea se desarrollo hasta que uno de los niños se rindió y empezaron el
lloriqueo de ambos. Pero los jóvenes no consolaban a sus púgiles, al contrario, se dieron
la vuelta y se reían. Y se burlaban repartiéndose el dinero que apostaron y nosotros
quedamos atrás, abatidos y con una tristeza; puesto que el grupo de los cinco amigos
había quedado dañado por tan extraña actitud,
Callados y casi sin mediar palabra alguna nos retiramos a nuestras casas
seguramente pensando que esto no debía de quedarse así. Y/o planeando la dulce
venganza. Paso la noche y al día siguiente volvimos a juntarnos como ya era de
costumbre en el mismo lugar y a la misma hora. La Plaza San Bernardo.
El egipcio viene con una idea maravillosa, y nosotros le pedimos que nos contase
lo más rápido posible, pues; por que un acto tan desleal no podía quedarse así no mas. El
egipcio dijo algo así: -la tripa esta enamorado de una chica del Instituto, pero ella esta
enamorada de otro-.
Nos miramos y no entendimos el plan del egipcio ni lo que nos quería decir,
entonces; nos explico de mejor manera: -como el tripa esta enamorado de mi vecina
MARIELA, le diremos que ella también esta enamorada de el ¿ya? y,
Entonces; la tripa nos dirá que se la presentemos y nosotros nunca se la vamos a
presentar-.
-ah yaaaaa- Le contestamos.
Y así proseguimos con el plan.
Pero de un de repente se apareció por la plaza el tripa y nos acercamos a el y el
egipcio le dijo: -tripa, mi vecina MARIELA te manda saludos-. Y el tripa se quedo
parado sin respuesta. Sin embargo reacciono y le indico al egipcio: -egipcio, le devuelves
el saludo a tu vecinita-.
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DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 22
Y el flaco le contesto. Los saludos cuestan unos adoquines. Sin dudarlo ni un
instante nos compro unos helados y nos retiramos disfrutando de ellos a jugar un
partidito de futbitol, de esos que se dejan todo en la cancha como si fuera una final de
mundial; por el gusto de jugar y nada más.
Al día siguiente, decidimos jugar otra pichanguita en la ya conocida canchita del
maracaná. Y en lo mejor del encuentro deportivo, se apareció nuevamente la tripa, tan
elegantemente vestido, con un perfume que se olía a varios metros a la redonda y, eso
nos llamo aun más la atención. Y lo primero que hicimos al saludarlo fue taparnos la
nariz. Y la tripa, asado pregunto mirando al egipcio: -Le diste mi saludo-
-¡Si!-
Y el flaco caviló al toque y le señaló:
-Estamos muy cansados para hablar, porque mejor no nos invitas unos heladitos…-.
-¿Pero me cuentan todo?-.
-¡claro!-
Y así disfrutamos unos deliciosos heladitos. Bueno, para empezar, nunca llego el
saludo a la vecina MARIELA. Y por lo tanto, no había respuesta, pero el egipcio lo tenía
todo preparado y siempre le decía engañándolo: -le di tu saludo, y ella; se puso muy
contenta hasta me invito una gaseosa con un pastel-.
El tripa era un hombre feliz que hacia pelear niños. Pero ahora recibía saludos falsos
de niños que un día hizo pelear por el gusto de divertirse.
Y fue así más o menos que como dos semanas duro el “carteo”. Saludos van, saludos
vienen. Heladitos vienen, adoquines van. Caramelitos vienen…. Hasta que un día de
esos la vecina del egipcio me llama y me dice:
-Danielito, hazme un gran servicio, cómpramelo pan de la tienda-
Y yo presto accedí al favor peticionado, por tan linda estudiante del instituto
superior pedagógico de Azangaro y pensé, que un día seria mi profesora. Por lo tanto,
corrí con tanta velocidad que yo recuerde fue el favor mas rápido que cumplí en toda
mi vida, y en recompensa me invito un pan con queso Azangarino, una delicia en
agradecimiento.
Luego me pidió otro favor, y lógicamente, como ustedes podrán entender, no
podía negarme a tan bonita petición de mi futura profesora. Y siempre le accedí con
todo entusiasmo a todo aquello que ella me peticionara. El favor consistía en el que tenia
que llevarle unos saludos a un amigo en común que le decían bigote, este si era un
caballero <<no hacia pelear a los niños>>, y presuroso salí a buscar a mis amigos a sus
casas, y nos reunimos en el mismo lugar, pero por primera vez a una hora diferente y les
conté que la vecina del egipcio, tenia interés en otro muchacho y que nos hicimos
amigos. De inmediato las mentes comenzaron a trabajar y el pleno tenía que escuchar a
sus miembros.
POTOS Y ERUCTOS
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La flecha dijo adiós helados, adiós caramelos. Y de pronto. El flaco interrumpió y
expuso: -a la tripa le damos saludos de la vecina, y al bigote, le llevamos los mismos
saludos de la misma vecina-. Y el pleno aprobó el plan y así continuo nuestros días de
golosinas.
La dotación aumento al doble. Que digo. Al triple. Puesto que el tripa nos trataba
bien. Pero el bigote era el más generoso y se notaba que tenía estilo por que los
caramelos eran muchos más refinados y caros. Pero por otra parte, la vecina nos tenía un
aprecio muy especial, porque le llevábamos los mensajes de su amado el bigote. Por eso,
de la vecina no nos podíamos quejar, siempre nos invitaba su clásico pan con queso que
era su especialidad ya que muy pocas veces las untaba con mantequilla.
Hasta que llego el día fantástico de nuestra venganza. El bigote, nos pidió que le
presentáramos a la vecina Mariela y así pues lo hicimos. Buscamos a la vecina y la
llevamos a la plaza y, de acuerdo a lo planeado por el pleno; se quedaron los dos solos
conversando y conociéndose. Caricias van, caricias vienen. Y nosotros estábamos
disfrutando de nuestros adoquines, justo premio para estos los cupidos vengativos.
Pero de pronto se apareció la tripa y encontró al bigote con la vecina y
desconcertado se sentó en una de las bancas de la plaza donde nosotros atentos a su
reacción nos ocultamos por temor a que tome alguna represalia de la tripa en contra de
nosotros. Y es entonces que este personaje nefasto que hacia pelear a los niños por el
solo gusto de ganarse unas cuantas monedas, empezó a llorar peor que una marica por el
amor no correspondido de la vecina y todos nos miramos totalmente desconcertados.
Concluido el plan. Decidimos abandonar la plaza, y conforme nos alejábamos,
íbamos entendiendo; que no era buena la venganza. Por que el sufrimiento de el tripa
también nos hizo sufrir y en eso perdimos. No ganamos nada. Porque la vecina estaba
con el bigote y por lo tanto: ya no nos necesitaba. Esta ves si dijimos realmente adiós a
los panes con queso o mantequilla. El bigote ya estaba con la vecina y por lo tanto adiós
a los caramelos.
El tripa ya no nos necesita, no estaba con la vecina, adiós a los helados.
Finalmente la venganza fue muy triste y juramos nunca mas llevar a cabo este mal
sentimiento en nuestros corazones.
POTOS Y ERUCTOS
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LAS PEÑAS Y LOS ENAMORADOS
Caminata tras caminata. Paseo tras paseo. Siempre Salíamos en busca de algo que
nos hiciera despertar de un día algo aburrido y tedioso, con nuestros cuerpecitos deseosos
de conocer más del mundo, nos fuimos al cerro Choquechambi punto de reunión de
amigos y enamorados. Por lo que decidimos ir a la peña sitio rocoso con una cueva de
piedra que permitía que los enamorados se pudiesen refugiar para entregarse a sus
caricias
La curiosidad era tan grande, que decidimos ocultarnos para ver que hacían los
enamorados y así fue: llegaban a las peñas, sacaban pintura y ponían sus nombres entre
corazones y otros argumentos donde se juraban amores eternos y todo esto era para
nosotros tan cursi, que entonces planeamos darles unos buenos sustos.
Mientras se profesaban amor eterno. Es cuando así en esas circunstancias, nos
acercábamos con cautela y camuflados entre las rocas; sin que pudieran vernos.
Empezamos a hacer unos ruidos extraños y atemorizantes. Espantando a los enamorados.
Ellos de puro susto suspendían su reunión de amor y se escapaban atemorizados. Al ver
que esto resultaba muy divertido, decidimos venir con más frecuencia y mejorar la
técnica del susto para enamorados, el mismo que consistía, en unos lamentos. Gritos,
risas burlonas; alaridos y sobre todo, el ya famoso eructó fantasioso por lo que era
insoportable permanecer en ese lugar y la voz se corrió por el pueblo diciendo que había
es este lugar almas en pena, y que unos enamorados que murieron en un accidente
penaban y sufrían ahí asi, por haber sido su lugar favorito y por que no podían irse al mas
allá por lo intempestivo que resulto su muerte.
Total de cuentas, alrededor de estos personajes se creo tantas habladurías en el
pueblo, que nadie quería ir a las peñas. Y es así que nosotros nos quedamos convertidos
en dueños y amos de toda esta pequeña tierra.
Hasta que un día sucedió algo sorprendente donde unos jóvenes en edad de
enamorar, se agruparon y decidieron enfrentar a los fantasmas de las peñas.
Y nosotros los “fantasmas de la peñas” estábamos camuflados en diferentes
lugares estratégicos, esperando que llegase alguna parejita de enamorados para
asustarlos. Pero los jóvenes que eran aproximadamente unos quince nos estaban
rodeando por las partes altas del cerro y nosotros confiados solo estábamos esperando
que la gente se aproximara por la parte de abajo y es así que divisamos a varios jóvenes
acercarse y es entonces que soltábamos toda nuestra artillería de alaridos gritos y
quejidos, que en esta oportunidad no asustaron a nadie, y al ver que estos no retrocedían;
nos agrupamos con cautela para no ser identificados y es cuando estamos juntos es que
logramos ver a los que estaban arriba y los que estaban viniendo por abajo. De tal
manera también que creí que ya nos tenían cercados. Entonces es cuando decidimos
correr hacia el pueblo y como conocíamos el cerro como la palma de nuestras manos,
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 25
logramos evadir a nuestros captores pero cada vez que volteaba para atrás los veía mas
cerca, cada vez mas cerca…
Y nosotros corríamos como locos a toda velocidad y los adolescentes detrás de
nosotros, ellos nos tiraban con piedras y cuando ya estuvimos en el pueblo nos daban con
ortiga en la espalda y por lo tanto no podíamos parar hasta llegar a nuestras casas.
Esta persecución fue tan espectacular que toda la población se entero y por algunos
días no nos atrevíamos a salir de nuestras moradas.
Esto también dividió en dos bandos a la población, por que unos nos defendían y
los otros que nos querían castigar. Los que nos defendían eran los padres de los
enamorados pues ellos no aceptaban que sus hijos e hijas fueran para las peñas y por
otro lado, los enamorados a quienes interrumpimos no nos querían ni ver.
Cierto día cuándo la gente ya se había olvidado de la aventura de las peñas,
decidimos volver para observar con detenimiento donde y como había ocurrido esta parte
de nuestras vidas, y conforme nos acercábamos; pensábamos que había algunos jóvenes
que todavía querrían darnos una paliza por el susto que le ocasionamos.
Y para nuestro bien felizmente no había nadie y pudimos pasear por las peñas
leendo los recordatorios que dejaron los jóvenes enamorados: “tuyo por siempre”, “te
amare para toda la vida”, “no se vivir sin ti” y así los recuerdos que dejaban llenos de
promesas que en esa vez solo leíamos con respeto por nuestra corta edad.
Y decidimos subir a la peña que estaba a una altura considerable. Esta consistía en
una formación hueca en la roca de un tamaño considerable, donde dos o mas personas
podían entrar; y cuando se tenia que escalar al llegar mas o menos pudimos ver dentro de
la peña que había un plástico azul y parecía que envolvía un cadáver, y el susto era tanto
que corrimos con dirección al pueblo gritando que en la peña había un cadáver.
Y a la distancia volteamos a ver y un grupo de jóvenes se reían y levantaban el
plástico en señal de victoria. La verdad fue que si nos dieron un gran susto que hasta hoy
todavía lo llevo en el alma.
Al ver que se burlaban y se reían de nosotros, nos paramos, y los cinco estábamos
llorando. Comenzamos a caminar de nuevo, pero más lento, sin hablar; entonces cada
uno de nosotros veía como se calmaba el otro de tan grande susto que nos dieron.
seguramente esos enamorados eran aquellos que querían vengarse por lo que nosotros
también les hicimos en su momento.
POTOS Y ERUCTOS
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LOS VAQUEROS
Por esos años estaba de moda las revistas y películas de vaqueros y pistoleros del
oeste norteamericano. Y también de los mexicanos y circundantes héroes que a punta de
pistolas y en unos caballos muy veloces, imponían la justicia después de batirse a duelo
con sus rivales, con sus pistolas que nunca se les acababa las balas. En el Salón
parroquial donde se presentaban estas películas ver era tan emocionante desde el
momento mismo de la publicidad en que el presentador salía por las calles azangarinas
con su parlante para hacer las invitaciones de tal película, con tal actor <<no se lo
pierda>> por única vez no habra mas presentaciones decía el anunciador por los
parlantes.
Mi madre tenia un hotel en la plaza San Bernardo en la cual llegaban todos los
personajes importantes y lógicamente también el presentador de las películas del cual yo
me hice amigo y lo ayudaba en todos sus menesteres previos a la presentación de las
películas, y es por eso que no me perdía ninguna película puesto que el ayudante tenia
que estar en primera fila y como no había mas entretenimientos entonces los compañeros
de la escuela y amigos todos estaban presentes viendo las películas cada fin de semana.
Esto era muy gracioso. Los niños al salir del cine salían influenciados por los
vaqueros con sus pistolas que nunca se les acababan las municiones. Y los niños hacían
con sus manos y dedos como pistolas y disparaban y corrían en pasito de caballito por
toda la plaza, disparando a cuanta persona se le cruzara en el camino. Algunos incluso se
ponían sombreros y los otros tenían sus cinturones con sus dos pistolas de juguetes.
Esta misma situación sucedía con mis amigos el gordo, el flaco, el faraón, el flecha
y yo. Y para hacerlo más espectacular buscamos algún paisaje que se pareciera al de las
películas. Y siempre muy cerca de nosotros lo encontramos era el imponente cerro
Choquechambi, cerro rocoso de muy linda forma y que a sus pies yacía sumisa a su
imponente belleza mi querido Azangaro
Y ya estando en las faldas del cerro Choquechambi, hacíamos una reunión para
determinar a los buenos y los malos, esto llevaba varios minutos demasiados diría puesto
que todos querían ser los héroes de la película, al final eran dos bandos y no se sabia
quienes eran los buenos y quienes eran los realmente malos, tampoco se entendía quien
cazaba a quien, lo cierto era que las balas salían de las pistolas incansablemente unas tras
otras y muy raramente morían los vaqueros que se escapaban con una velocidad felina,
saltaban; de una roca a otra y, se escondían tras los peñascos y con los gritos imitaban a
los disparos de las pistolas de los vaqueros del cine que parecían ser reales.
Un día nos pusimos de acuerdo para subir al cerro a jugar a los vaqueros.
Tomamos esta decisión el flaco el flecha y yo. Teníamos que disfrazarnos de apaches y
efectivamente así lo hicimos con plumas de gallinas en la cabeza que nos costo conseguir
y el gordo y el faraón eran los vaqueros. Ellos tenían sombreros y botas y se pusieron
unos cartones en los tobillos como escarpines y un cinturón que les sostenía las pistolas y
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 27
los apaches teníamos un porta cuchillo y unas flechas con sus arcos que habíamos
creado para la ocasión, y es así que los vaqueros mantenían cierta ventaja por las armas
de fuego que utilizaban y nosotros solo armas blancas. Pero la propuesta estaba echa y
teníamos que empezar con el juego y es así que los apaches teníamos que atacar el sitio
de descanso de los vaqueros, mientras estos conversaban y uno se va por arriba, el otro se
va por abajo, y yo que estaba al frente cuando miro para arriba el flecha estaba sobre una
roca en lo mas alto agazapado como un tigre y miro abajo el flecha estaba subiendo con
una cautela era imposible que los vieran. Yo también me acercaba y estaba llevando unas
sogas para amarrar a los vaqueros después que los capturásemos y así con mucha cautela
nos acercamos y cuando ya no faltaba mucho de un salto sincronizado estuvimos sobre
los vaqueros, les quitamos las armas y procedimos a reducirlos, el faraón estaba en el
piso pero el gordo de un solo empujón me mando contra un peñasco y se echo a correr
gritando: -¡nunca me atraparan!- Lo amarramos al faraón con las manos atrás y en ese
mismo nudo también los pies y es así que cuando lo teníamos reducido hicimos el plan
para capturar al gordo, y dijimos que cuando le caigamos los tres tenemos que abatirlo al
suelo porque sino con su fuerza nos gana y otra vez se nos escapa y entonces nos
pusimos a buscarlo, este gordo se nos escabullo bien y no lo podíamos encontrar a pesar
de que nosotros conocíamos bien el cerro se podría decir como la palma de nuestras
manos pero no había el gordo y el tiempo estaba pasando hasta que por fin lo
encontramos y el dijo: -¡me rindo!-, ¡¡me rindo!! Y nos llamo y nos invito a sentarnos a
su lado -apaches sírvanse unas galletas deberán de estar cansado de buscarme- y
efectivamente tenia una buena ración de galletas y conversando comimos las galletas y
así paso la hora y retornamos al pueblo cansados y bromeando. Es así que también
llegamos a la plaza y nos sentamos en una banca y de un derepente todos de un sobre
salto en simultáneo nos pusimos de pie al ver el árbol del faraón ¡¿y el faraón?! Nos
habíamos olvidado de el que hacia de vaquero y estaba en el cerro amarrado y lo peor de
todo que era ya de noche y estuvimos dudando por un instante en ir a buscarlo por la
oscuridad y nos decidimos ir y emprendimos la búsqueda corriendo casi al tope de
nuestras velocidades, empezamos a subir el cerro hasta llegar al sitio donde estaría el
faraón, lo buscamos por todos los lados y no había ni las sogas, ni las pistolas, las flechas
tampoco estaban, gritamos ¡¡faraón!!, ¡¡faraón!!, ¡¡faraón!! Pero este no contestaba.
Y así buscándolo bajamos del cerro y nos dirigimos a su casa, tocamos su puerta y
preguntamos como si nada hubiera pasado; y su mamá nos contesto que si estaba en la
casa pero en cama, esta un poco mal; esta descansando. Y con la tranquilidad de
escuchar esta noticia tan agradable nos fuimos sentar a una banca de la plaza.
Pensaba en silencio de cómo nos habíamos olvidado de un amigo en el cerro, y lo
peor de todo, amarrado por lo menos unas tres horas donde estuvo así y me quede
pensando: ¿quien lo habría desatado?.
POTOS Y ERUCTOS
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TIERRA DE GIGANTES
Lo que les cuento a continuación es algo que creo a todos nos debió de ocurrir
alguna vez. Tenia aproximadamente 10 años y en el caminar por las calles de azangaro
en busca de la próxima aventura, solía ver las casas las mismas que me parecían ser unas
mansiones de incalculable tamaño y valor, a las cuales tenia acceso en algunas de ellas
y el interior de las mismas me parecían inmensamente grandes. Por la cual creo que me
podía perder. Lo mismo me parecía sentir con los vecinos que eran de tamaño gigante y
con unas voces gruesas las cuales infundían respeto y admiración, y muchos de ellos
hasta temor. A inicios del año 1984, mi familia tuvo que dejar Azangaro y con esa
partida quedo atrás los años más bonitos de mi infancia, lleno de recuerdos y aventuras
y por cuestiones de estudio, trabajo y otros pretextos tontos, no pude regresar hasta el
año 2003 después de dos décadas y toda esa percepción de sentir como una tierra de
gigantes se desmorono en mi, después de veinte años cuando todo esto me pareció
normal, las casas eran de tamaño normal, las personas también eran de tamaño normal
algunos hasta eran mas bajos de estatura y con unas voces hasta delgadas y esa
impresión de hombres rudos se me disipo por que solo eran vecinos como cualquier
otro. Por eso la imaginación de un niño es poderosísima puesto que no tiene la carga
laboral, ni el adeudo de un niño. Por eso pienso que un niño que dejo volar su
imaginación y que los hombres grandes lo dejaron, será un niño feliz, un hombre de bien
>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
EL FUTBOL
Los niños Azangarinos por lo general se reunían todas las tardes para jugar fútbol
en los diferentes escenarios deportivos de la zona. Pero en el recinto que nosotros nos
juntábamos era en la canchita denominada “Maracaná” por lo que casi era una costumbre
sana, estar todas las tardes desde las dos hasta las seis a siete de la noche y como
entenderán, por la practica diaria de cuatro a cinco horas de fútbol, deporte que
conocíamos y dominábamos, y por las vacaciones escolares se organizaban unos
campeonatos de Fulbito, con la participación de toda la población escolar y existían
equipos muy bien organizados y estos eran dirigidos por excelentes deportistas que en su
momento destacaron nítidamente jugando por los mejores equipos de la región.
El equipo por el cual jugué, era el Alfonso Ugarte de Azangaro. Fue desde los siete
hasta los diez años de edad, dirigido por el “Profe”
Nuestro “Profe” siempre preocupado por encontrar y seleccionar a los mejores
jugadores de Azangaro, y esta en realidad era una preocupación que tenían todos los
dirigentes de los clubes deportivos que hacían sus jales.
La cosa fue que llegue al Alfonso Ugarte en condición de invitado, y no me
permitían jugar por que los jugadores antiguos tenían su puesto ganado, hasta que se dio
el día y me dieron la oportunidad de demostrar mis habilidades futbolísticas pero –OH-
POTOS Y ERUCTOS
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sorpresa, me pusieron en el arco, cosa que nunca había jugado en esa posición, pero tanta
eran las ganas de entrar a la cancha que entre con el mayor de los entusiasmos y pues me
dispuse a tapar y no permitir que ninguna pelota entre a mi arco; y así se desarrollo el
partido, pero las cosas no salen como uno piensa y me metieron cinco goles y la
impotencia y la cólera se apoderaron de mi ser.
Entonces decidí romper las normas, agarre la pelota y la puse en mis pies y salí
de mi arco y avance hasta el área contraria, dribleando a los rivales más por cólera que
por técnica. Y solo así pudimos conseguir el gol de honor y se acabo el partido. Puse el
rostro de desilusión igual que la de mi entrenador, y así, para el próximo domingo el
“Profe” se apareció con nuevos jales y replanteo el equipo y entonces desde ese domingo
empezamos a ganar.
Pero en la banca había un jugador de características peculiares, era abusivo y le
gustaba pelear por cualquier motivo. Siempre quería ser el centro de atención, tanto del
“Profe”, como de los jugadores. Así de fácil no más agarraba a patadas a cualquiera de
los jugadores.
Yo no entiendo hasta ahora porque trajo a ese jugador el Profe por que no reunía
las condiciones técnicas de los demás jugadores, a veces me pongo hacer presunciones
sobre la estadía de este jugador en el equipo. ¿lo habría traído para que nos defienda de
las agresiones de los otros niños de otros equipos? o ¿lo había traído para poner orden
entre los jugadores?. Bueno, en fin, solo son presunciones que de repente algún día
sabré.
Un día este jugador que siempre estaba en la banca hizo una de sus acostumbradas
faenas de abusivo. Uno de los jugadores cae golpeado al piso por una patada artera que
un rival le propino y este cuando estaba en el piso recuperándose y el profe lo estaba
viendo. El jugador peliche de un momento a otro se mete a la cancha y le saca el polo
numero diez del jugador lesionado que estaba en el piso todavía y también le saca la
banda de capitán y se lo pone con una velocidad impresionante sin que el entrenador se
lo hubiese mandado. Y ayuda a sacar de la cancha al lesionado y se integra al equipo. La
gente que espectada estos encuentros deportivos que en el pueblo causaba pasiones, tanto
en pequeños como en adultos, se echaron a reír por la actitud matonesca del suplente. El
entrenador se agarro la cabeza y sonrió moviendo la misma y dijo que continuemos. Y
así fue que tocamos la pelota entre todos pero cuando le pasábamos al suplente, este se
enredaba con la pelota y no sabia que hacer, pero dado las circunstancias el era el capitán
del equipo y por lo tanto; el ponía el orden. Pero era todo lo contrario. nos gritaba porque
no le pasábamos la pelota o porque le pasamos muy despacio o porque le pasábamos
muy fuerte, y todo lo que hacíamos estaba mal echo pero lo que el hacia si estaba muy
bien. Pero lo peor de todo era que nadie se atrevía a reclamarle, pobrecito del que se
atrevía tenía que resignarse a recibir la golpiza de su vida.
Hasta que sucedió algo increíble, un jugador del otro equipo le da un baile y este
no encuentra su cintura y en su reacción casi normal, va por atrás i sin pelota le mete un
POTOS Y ERUCTOS
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patadon de esos que duelen mucho y, el árbitro lo expulsa y nos dejo en una situación
muy difícil.
Lo cierto es que no me acuerdo si ganamos o perdimos ese partido, lo que si se es
que el jugador suplente que no puedo dar su nombre por razones obvias, no se apareció
durante varios domingos por el campeonato.
Cierto día en el descanso de medio tiempo, nuestro “Profe” nos estaba dando
instrucciones. Y a mi me estaba resondrando por que me había perdido un gol hecho. En
eso siento un patadon en mi nalga de esos que duelen mucho y me volteo para ver quien
me había dado, Era el jugador suplente y de repente me comienza a resondrar por el gol
que había fallado y todos nos quedamos anonadados por la actitud del suplente renegado.
Entonces el entrenador lo agarro del brazo y lo llevo a un lado y escuchamos que le decía
que el era el entrenador y que el no debía de meterse en su labor.
LAS PALOMAS Y LAS TORTOLAS
Eran las seis de la mañana de un día del mes de Enero de 1981 cuando yo estaba
durmiendo. Llegaron las vacaciones y por lo tanto nos levantábamos muy tarde y
disfrutábamos de un rico sueño, pero ese día el faraón con su potente silbido me
despierta y yo me acerco a la ventana de mi dormitorio que daba a la calle en el segundo
piso y le grito: - ¿que?-
Y el me responde que me levante por que teníamos que ir de cacería y yo le
respondí que ya me había cansado de cazar sapos y jocollos. Sin embargo el faraón me
responde entusiasmado ¡no! vamos a cazar palomas y tórtolas al huerto y esto reaccionó
en mi un motivo para despertarme y me cambie y fui al encuentro con el faraón, para
dirigirnos a la huerta para cazar aves y nos preguntábamos: ¿como se cazaba aves?, ni el
ni yo sabíamos como, pero el me explicó: -que hay unos amigos que si lo saben- y que
iríamos a averiguar y así nos fuimos conversando y me contó: que uno de sus vecinos
cazaba palomas y lo cocinaban en un guiso y lo comían con tallarines. Y también me
contó de otro señor que mataba palomas, porque le malograban el techo de su casa por
que en el hacían sus nidos y sus necesidades.
Y llegamos al huerto y efectivamente habían unos muchachos que estaban cazando
palomas y tórtolas, con unas hondas de jebe y durante un buen rato nos acercamos
cautelosamente a los cazadores y observamos como cazaban a las aves, y ya cansados de
ver decidimos regresar al pueblo. Ya en el camino se abrió otra conversación de cómo
debía de ser nuestras ondas y que tipo de jebe y como debía de ser la tanca, y también
conversamos de que tipo de municiones deberíamos de utilizar, piedras redondas o
piedras astilladas. Y así como quien regresa al pueblo nos íbamos convirtiendo en
grandes cazadores y nos despedimos. Cada uno se fue para su casa, con la premisa de
encontrarnos al medio día para ir al mercado y comprar nuestras hondas que nos iban a
convertir en los mejores cazadores de azangaro.
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Al llegar a mi casa veo a mi madrecita que estaba cocinando, ella, muy presurosa
puesto que tenia su pensión y los comensales no tardarían en llegar pase de frente y me
fui a mi habitación y me tire en la cama para pensar de donde sacaría dinero para
comprar la honda. Los pensamientos se entremezclaban entre el dinero que juntaría para
comprar la honda, y lo que íbamos a cazar. Todo era un alboroto en mi, hasta que se me
ocurrió una idea y me fui para el mercado del pueblo donde allí había un caballero que
vendía frutas, quien siempre necesitaba alguien que le ayude con las frutas, como
ordenarlas y es así que le dije que necesitaba dinero y si el podía darme trabajo. El me
respondió: -Que para que quería dinero y yo- le dije: -que quería comprarme la honda
más diestra que existiera en Azangaro, y el me respondió con una mueca de conocedor y
me dijo: -si me ayudas todo el día de hoy, y mañana te compro la honda que tu quieras- y
así fue, comencé a trabajar con el frutero y comenzamos a organizar todo, porque todo
era un caos.
El frutero me hizo trabajar todo el día. Un cajón para aquí y otro cajón por allá.
Seleccionamos la fruta por tamaño y así todo el día paso y yo cansado me dirigí a mi
casa y le explique a mi madrecita el motivo por el cual estaba llegando tarde a casa y
ella; con una caricia tierna me dio de comer y luego me mando a descansar y antes de
cerrar los ojos recordé como el frutero se había despedido diciéndome: -que cuidado que
no venga mañana por que si no, no había honda- y eso a mi me parecía mas o menos un
reto. Me puse a meditar y me dije: <<cree el frutero que me voy a rendir y que no voy a
ir al mercado, ni loco yo si iré y tendré mi honda tal cual lo pactamos>>. y es así como
me quede dormido con el pensamiento en la honda fijo y sereno con la seguridad que la
iba a obtener.
Al día siguiente desperté mas temprano de lo acostumbrado, me aliste, tome
desayuno y; salí presuroso hacia mi trabajo el cual tenia que cumplir, puesto que el
objetivo del trabajo era la honda y esta debería de estar en mi poder ese mismo día como
así me lo propuse. Ese día trabaje como nunca a pesar que parecía que el frutero quería
que me rindiera y me exigía más que el día anterior pero eso jamás iba a suceder.
Eran las cinco de la tarde aproximadamente y el trabajo ya se había concluido. El
amigo frutero mi empleador me dijo: -Daniel vamos a comprar tu honda, te lo
ganaste- al fin vi mis sueños de cazador que se cumplía y llegamos al lugar donde
vendían las hondas y había para escoger en colores, modelos, con tanca; sin tanca, con
tanca de metal, con tanca de madera y para mi la honda tenia que ser con tanca de
madera, con mango grueso y fue así que adquirí mi honda.
Me fui casi corriendo a mi casa y le conté a mi madre de mi adquisición y ella me
acepto con un aire de que no quería pero ese rato no tome en cuenta la actitud de mi
madre y lleno de algarabía corrí a la casa del faraón y quedamos en ir a cazar al día
siguiente, el también ya había conseguido su honda, por lo tanto; todo estaba preparado y
no íbamos a dejar ni una sola ave para los demás cazadores.
POTOS Y ERUCTOS
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Fue así que me fui a dormir con mi honda al lado. lo cierto es que amaneció y la
honda estaba durmiendo junto conmigo.
El faraón pasa por mi casa a las siete de la mañana mas o menos yo ya estaba de
pie con mi honda cruzada en mi cuerpo, como un experto cazador y salí al encuentro del
faraón y nos dirigimos al huerto y en el camino íbamos seleccionando piedras, las
redonditas porte de una canica, esas eran las buenas según los entendidos. Pero nosotros
también escogíamos esas piedras puesto que teníamos que estar a la altura de los grandes
cazadores y proveendonos de las mejores municiones. Ya con los bolsillos llenos de
provisiones y cerca del huerto, decidimos bajar la velocidad y acercarnos cautelosamente
camuflándonos entre los árboles para que no pudieran distinguirnos las aves y así no se
espantarían.
Entonces es así que divisamos unas palomas que estaban parados en las ramas de
unos cipreses y, con una señal cargamos nuestras hondas estiramos el jebe lo más que
pudimos y apuntamos con dirección a las palomas y disparamos casi al mismo tiempo.
Se escucha un grito mío de dolor de esos que espantaron a todas las aves y el faraón me
miro y luego me pregunta:
-¿Qué paso?-.
-Me dispare en el dedo-.
-¡Haber!- me dice y le muestro mi dedo gordo que estaba sangrando y corriendo
me lleva al riachuelo donde metió mi dedo en el, una vez limpio se ve la dimensión de la
herida, esta tenia aproximadamente dos centímetros y me dice que vayamos al hospital
así fue y llegamos.
En el hospital me curaron y luego me llevaron a mi casa.
En casa mis hermanos al verme así comenzaron a preguntarme en tono burlón
donde había metido el dedo. Pregunta viene y repregunta va, hasta que interviene mi
mamá y les dice que me dejen de molestar que yo mismo les cuente lo que paso.
Y así procedí a contar la historia tal cual había sucedido, incluyendo al frutero que
me había comprado la honda a cambio de mis servicios laborales
Uno de mis hermanos me pregunta cuantas veces había disparado con la honda,
yo le respondí que era la primera vez y se escucha unas carcajadas de parte de mis
hermanos burlándose de mi situación. Además de tener que soportar el dolor de la
herida, tenia que soportar la burla de mis hermanos. Me retire avergonzado y me fui a la
Plaza San Bernardo donde me senté en un banca.
Al estar en la plaza sentado levante la mirada, en la rama de un árbol habían dos
palomitas que estaban muy juntitas, una la acicalaba a la otra; parecía que se estaban
dando besitos, que se querían mucho y que se estaban cuidando una a la otra.
POTOS Y ERUCTOS
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Y me puse a pensar como se cuidan unas a otras. Y sin embargo otros seres
quieren destruirlos, quieren matarlos, quieren separarlos.
¿Que tal si con mi honda mataba una de ellas? quien cuidaría de la otra.
Y luego se aparece la mamá del faraón y se sienta a mi lado y me dice: -Daniel, lo
se todo, ya me contó mi hijo. Cometiste muchos errores hoy día y que eso te debe de
enseñar, primero; cada que quieras lograr algo practica mucho y nunca quieras matar
palomitas indefensas, que ellas con su vuelo alegran nuestras vidas y nos traen paz-.
EL CEMENTERIO
El faraón, el gordo, el flaco, la flecha y yo <<Daniel>>. Escuchamos cierto día que
unos jóvenes iban por las noches a jugar al ampay al cementerio. Esto causo en nosotros
un motivo que despertaba ese monstrito que teníamos dentro de nosotros, ese espíritu
aventurero que incitaba a nuestros pequeños cuerpecitos a tramar la próxima aventura.
Es así entonces como nos reunimos y en el pleno de los amigos decidimos que teníamos
que ir a jugar al ampay o a las escondidas al cementerio. Si esos jóvenes lo hacían de
noche, nosotros lo íbamos hacer de día y; buscamos algunos compañeros de estudios y
los invitamos para ir al cementerio para jugar al ampay.
Dicho y hecho nos juntamos en la puerta del cementerio. Serian aproximadamente
las tres de la tarde y sorteamos quien iba a buscar primero a los escondidos. Y así entre
juego y juego pasamos la tarde escondiéndonos en los mausoleos y detrás de las tumbas.
El juego se desarrollo y valgan verdades no hubo algo que nos impresionase o asustase.
Era como en cualquier otro sitio pero, con tumbas. De esa manera decidimos regresar a
nuestras casas a descansar puesto que el sol se estaba ocultando ya y dentro de poco les
tocaría a los jóvenes.
Al día siguiente nos volvimos juntar a la misma hora y previo saludo y una broma
y otra broma, decidimos otra vez jugar a las escondidas. Así estaba pasando la tarde,
entre juego y juego, de pronto; se aparece un caballero de edad con una mirada fría y con
los ojos hundidos sus pómulos sobresalientes de una voz lúgubre, ronca, que nos dijo: -
niños, no pueden jugar aquí. Así que se van del cementerio. Sin mediar más palabras el
hombre se retiro y nosotros lo miramos asustados y lo vimos desaparecer entre las
tumbas. Entonces el flecha dice el que lo encuentre al señor tiene premio. Y nos
dispersamos por todo el cementerio. Yo me dirigí exactamente por donde se había ido.
Corrimos por todo el cementerio y no lo encontramos. Tampoco había salido del
cementerio puesto que la puerta estaba cerrada y pudimos ver que el se fue en dirección
contraria a la puerta.
Nos volvimos a agrupar y en reunión de niños decidimos abandonar el cementerio.
Como nos quedaba todavía un buen rato caminamos hacia la plaza San José que se
POTOS Y ERUCTOS
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encontraba algunas cuadras en línea recta saliendo del cementerio, y por un momento
callamos nos pusimos a meditar sobre lo que había pasado.
Había muchas cosas que no encajaban en nuestras pequeñas cabecitas. Pero si las
interrogantes se hacían grandes. Cada vez más grandes. ¿Quien era el hombre que nos
pidió que dejáramos el cementerio y por que desapareció de esa manera?
Llegamos a la plaza San José nos sentamos en uno de sus pasadizos en circulo los
nueve niños pero nadie decía nada. Estábamos asustados. Hasta que se levanto la flecha
con la velocidad que lo caracterizaba y nos dijo: -mañana nos vemos a las tres en este
mismo sitio- (la plaza san José). Cuando nos levantamos nadie tenia valor de reprochar la
orden que nos había dado el flecha.
Esa tarde llegue a mi casa callado, pensativo y mis hermanos me preguntaron que
paso y por que estaba tan triste. Uno de ellos todavía me dice: -quien ha muerto-. No
conteste y me fui a mi habitación y me eche con los pensamientos de quien era ese
personaje que atormentaba mi ser y así me pase varias horas tratando de descifrar quien
era y donde se había metido. Por más que le daba vuelta al asunto no había respuesta a
mis preguntas, hasta que me quede dormido.
Tal cual lo acordado. Al día siguiente nos volvimos a juntar pero esta vez en la
plaza San José. Y cuando estuvimos todos, las preguntas corrían por todos lados hasta
que el gordo nos exteriorizó:
-Si quieren saber quien es ese hombre, pues vamos al cementerio y lo averiguamos quien
es. Nos ponemos a jugar a las escondidas y otra vez viene a votarnos y esta vez si lo
seguimos y vemos donde va y luego de yapa le damos un susto.
Lo cierto que nos pareció una genial idea y casi corriendo emprendimos caminata
hacia el cementerio, dejamos la puerta cerrada para que nadie pudiese entrar ni salir y
luego casi inmediatamente sorteamos y comenzamos a jugar a las escondidas. Al
principio no nos alejábamos mucho, pero conforme iba pasando el tiempo nos olvidamos
del señor y jugamos a las escondidas sin temor como debía de ser. Cuando todo estaba
emocionante y ya prácticamente nos había ampayado a todos y listos, para contar para el
siguiente juego, nos sorprende el caballero que esta vez si pudimos distinguirlo de mejor
manera. Vestía un terno oscuro profundo, un sombrero negro, una mirada perdida, unos
cachetes hundidos pómulos sobresalientes y un color pálido en el rostro.
Esta vez el señor esta mucho mas amargo que el día anterior y nos dijo casi
gritándonos con su voz ronca y lenta.
-les dije que no se juega en el cementerio-.
Y de pronto se da la vuelta. Comienza a caminar y nosotros paralizados no
pudimos reaccionar y otra vez desaparece entre las tumbas y el flaco dice: -vamos a
seguirlo-. Cuando emprendimos la caminata ya nada pudimos hacer, simplemente había
desaparecido y corrimos hacia la puerta para ver si había salido por ahí pues no lo había
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 35
hecho por que el alambre con que amarramos la puerta estaba tal cual lo habíamos
dejado.
Salimos del cementerio con mucho más miedo que el día anterior. Nadie se atrevía
a conversar sobre el tema. Un silencio sepulcral aconteció en nosotros. Nos dirigimos a
la plaza San José y nos sentamos como el día anterior en círculo.
Levanto la mirada y miro al rostro de cada uno de mis amigos que estaban pálidos
y con la mirada perdida. Sin reacción. Callados, pensativos, hasta que de repente el
faraón nos vuelve a decir:
-jamás nadie nos ha vencido, menos será un viejito-.
Lo miramos, vimos como había reaccionado y yo pensé para mi mismo y me dije:
este tiene un plan. Lo conocía tanto cuando hablaba así por que algo se traía.
Efectivamente el Faraón se paro y nos indicó: -chicos, tranquilos, vayan a sus
casas y mañana nos encontramos a la misma hora aquí en la plaza San José.
Y así nos levantamos un poco animados por lo que nos dijo el faraón. Yo
emprendí la caminata hacia mi casa y llegue un poco mas animado que el día anterior,
pero siempre con muchas interrogantes en mi pequeña cabecita.
Al día siguiente nos encontramos todos menos el faraón. No aparecía por ningún
lado. Como quien espera nos hicimos de una pelota y empezó la pichanga. Cuatro
jugadores por lado en mi equipo. Esta el flaco, el gordo, la flecha y yo; y en el otro
equipo estaban los otros cuatro amigos invitados.
Un gol para nuestro equipo y otro gol para el otro equipo. Y así la tarde se fue. Ya
cansados nos sentamos a conversar y nos preguntamos sobre el faraón y este no apareció
y decidimos jugar otro partidito mas y la noche nos sorprendió por que las luces del
alumbrado publico se prendieron. Ya cansaditos otra vez nos preguntamos por el faraón.
Al ver que no vino decidimos ir a su casa. Los cuatro. Los invitados se fueron pero con
la previa que al día siguiente nos encontraríamos en el mismo lugar y a la misma hora.
Ya en la casa del faraón lo llamamos con nuestro característico silbido y no salio.
Tocamos su puerta nadie nos contesto y nos preguntábamos: ¿que habría pasado con el
faraón. Nos sentamos en la vereda de su casa y nos miramos sin decirnos nada y por
nuestras cabecitas daban mil vueltas las ideas sobre el hombre que se apareció en el
cementerio y que el faraón se atrevió a llamarlo viejito.
El faraón estaría recibiendo castigo por haber ofendido al señor del cementerio
junto a su familia o de repente este se fue al cementerio solo para descubrir por donde se
ocultaba el misterioso caballero de negro, esas y muchas ideas daban vueltas por mi
cabeza y me imagino que mis amigos también estaban imaginándose cosas pero no lo
decían.
POTOS Y ERUCTOS
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Yo quería decirlo pero no podía explicarlo, pero una idea atropellaba a la otra y en
mi pequeño cerebrito todo era un desastre de pensamientos lúgubres.
Habíamos perdido un amigo que por culpa del bendito juego del ampay. Me
levante sin despedirme de mis amigos y me fui para mi casa. Unas lágrimas rodaban por
mis mejillas por aquel amigo de muchas aventuras recordando su risa y sus bromas.
Llegue a mi casa y me senté en el sofá de la sala y después de pensar un rato dije:
-Si no ha muerto y si solo esta en su casa y yo estoy llorando de por gusto. Mañana
lo busco y no paso nada-.
Con ese entusiasmo cene y me despedí de mis padres y hermanos y me fui a
dormir a comparación de la noche anterior, por que esa noche si pude dormir sin
sobresaltos.
Al día siguiente amaneció lloviendo con truenos y relámpagos de esos que caen en
Puno y que duran varios días, mi madre, entro a mi cuarto con una taza de chocolate y
me dijo que no me levantara de la cama y que me podía quedar a dormir y yo le dije que
si y así creo que dure un par de horas en la cama y luego me levante aproximadamente a
las diez de la mañana, con el pensamiento que tenia que ir a la casa de mi amigo el
Faraón, para saber que había pasado el día anterior. Ya esperando en la puerta que
calmase la lluvia y esta no cesaba y al contrario llovía mucho mas, miraba a la calle y no
se veía gente alguna.
Yo vivía en la plaza San bernardo como explique en anteriores aventuras y desde
donde vivíamos miraba la plaza y no había nadie. Me fui a sentar y los pensamientos me
llevan de nuevo donde el hombre de negro aquel que en el cementerio nos asusto y
trataba de descifrar todo lo sucedido. Hasta que de repente escucho un silbido, era mi
padre que me llamaba para jugarnos unas partiditas de ajedrez. Y es así que armamos el
tablero y empezó un duelo de habilidades cerebrales. Pero el partido era de uno contra
nadie. Puesto que mi imaginación y pensamientos estaban concentrados en la
desaparición del faraón y en el hombre misteriosos del cementerio.
Mi padre me da un reprimenda por lo mal que estaba jugando. Yo acepte el regaño
puesto que tenía razón y trate de concentrarme y no lo logre. Y mi papa aprovecho para
darme unas palizas ajedrecísticas.
Terminado el juego luego de varios partidos de ajedrez, mi padre decide terminar
de jugar cansado de ganar a un desganado ajedrecista que no cumplía frente al poderío y
ranqueado ajedrecista de mi padre.
Otra vez solo me dirigí a mi habitación que no lo había arreglado todavía. Me eche
en mi cama sobre el desorden que había en el, con la mirada en el techo, el pensamiento
otra vez se viene y embarga mi ser, pero cada vez los pensamientos son peores e
imaginando las peores cosas sobre mi amigo el faraón y el hombre de negro del
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 37
cementerio. Así deje pasar el día con la esperanza de que el día siguiente esclareciera
todas las dudas y malos pensamientos que embargaban mi pequeño ser.
Llego el día esperado, había un sol radiante, el cielo era todo azul, hermoso; las
aves volaban de un árbol a otro y trinaban sus hermosos cantos y me levante y me puse la
ropa deportiva que mas me gustaba y sin hacer nada mas en casa salí y me dirige a la
casa del faraón y lo llame con el silbido clásico y famoso que teníamos y no salio.
Con el mismo entusiasmo me acerque a la puerta y toque con mucha energía y
salio su mamá a quien salude e inmediatamente le pedí que me comunicara con el
Faraón y me respondió que si. Y también hizo un comentario de lo acelerado que estaba
y lo temprano que era para empezar a jugar. No me importo nada ese rato solo quería ver
a mi amigo.
Salio el faraón y le di un abrazo fuerte esos de amigos cosa que el se burlo y me
dijo:
-que paso, que paso?
Yo le dije que nada y al toque le pregunte donde estaba, me contó que de un
momento a otro sus padres decidieron viajar a Juliaca y que tenía que subir al carro
nomás
Quería contarle todas las cosas que había imaginado sobre su ausencia pero algo
me reprimió y le pregunte a secas cual era el plan para atrapar al hombre misterioso del
cementerio
El faraón me contesto que no había ningún plan que el solo había hablado eso por
que parecíamos unas mariquitas a punto de llorar y al no le gustaba ver llorones.
Me quede sorprendido por lo que dijo y ahora que hacemos le dije lo primero que
tenemos que hacer es reagrupar a los muchachos y en reunión del pleno decidimos y así
fue nos fuimos a buscar a todos a sus casas incluyendo a los invitados y algunos
invitados teníamos que pedirles permisos a sus padres con el cuento de jugar fútbol pero
cuando mencionabas la palabra mágica del fútbol, había permiso todo el rato que
quisiéramos los padres apoyaban mucho a los niños deportistas.
Una vez que estuvimos agrupados todos después de discutir cual iba a ser el plan
llegamos a la misma conclusión del plan anterior, cuando se aparezca inmediatamente lo
íbamos seguir para saber de donde venia, y así decidimos otra vez encontrarnos a las tres
de la tarde en la puerta del cementerio.
Tal lo planeado tres en punto de la tarde los miembros del pleno dispuestos a
descubrir quien era el hombre misterioso entramos al cementerio y empezó el juego del
ampay y así paso la tarde y el hombre misterioso no apareció y nos fuimos decepcionado
y nos quedamos con la miel en los labios por querer descubrirlo.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 38
Al día siguiente a la misma hora nos encontramos en la puerta del cementerio,
entonces el flaco nos detiene y dice chicos tengo un plan pero tiene que hacerme caso
hoy día si va aparecer el hombre de negro y cuando este comience ha hablar nos le
echamos encima y lo amarramos de pies y de manos solo así no se va atrever
asustarnos.
Nos miramos y lo interrogamos porque, quería que lo atásemos al hombre de
negro y como sabes, quien te contó, eso es una falta de respeto pero el solo nos contesto
-solo háganme caso nomás yo se lo que les digo-.
Y nos convenció de su plan y decidimos entrar al cementerio y de nuevo a jugar al
ampay
Se aparece el hombre de negro y con voz potente nos llama la atención y otra vez
nos dice
-No jueguen en el cementerio-
Y el flaco grita ¡vamos muchachos! no le dejo terminar de hablar al hombre
misterioso y se lanzo sobre el y todos lo seguimos y le dimos una paliza que no le
dejamos una sola parte de su cuerpo que no le doliera, el también nos dio buenos golpes
pero nosotros le ganamos por que éramos los que mas lo teníamos rodeado por todos los
lados. Uno lo agarraba de una mano y el otro de la otra. Uno de los pies, el otro lo
agarraba de la otra pierna. Lo teníamos inmovilizado y no tenia mucha fuerza pues era
delgado y resulta que era un muchacho de aproximadamente diecisiete años y se había
maquillado el rostro y tenia una peluca. Después del fraude del hombre de negro donde
quedo al descubierto, huimos del cementerio con dirección a la plaza San José. Ahí
recién nos paramos para respirar y lo agarramos al flaco y lo presionamos para que nos
contara la historia de cómo sabia quien era ese pata.
El flaco decide contarnos su descubrimiento, resulta que ese pata es el enamorado
de mi hermana y ayer en la noche estaban conversando y festejando con un grupo de
muchachos sobre los sustos que nos daban y, también contaba que se ocultaba en un
nicho vacío le ponía una tapa para que no lo encontrásemos y toda esa conversación
burlona la escuche y toda la noche pensé en el plan para castigar a ese pata asusta niños.
Ahora el pata sabe quienes somos y que le dimos una paliza. Ahora va querer
vengarse de nosotros y con sus amigos nos van a dar una paliza. El flaco nos dice chicos
no se preocupen de eso le conté a mi hermano mayor, que mi hermana esta saliendo con
ese pata y hoy día le pone su pare si es que todavía puede caminar. Y soltamos unas
carcajadas por el plan que había organizado el flaco, lo abrazamos y lo levantamos en
hombros hasta la plaza San Bernardo que se encuentra aproximadamente a unos cien
metros gritando su sobrenombre, ¡¡Flaco!! ¡¡Flaco!! ¡¡Flaco!!
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 39
LA LAGUNA
Cierto día que llegue temprano a la escuela en el cual cursaba mi primaria, esta
tenia un patio inmenso que no tenia cerco por lo tanto esto se prolongaba hasta donde
alcanzaba nuestra vista. Después de una pampa inmensa había una pequeña laguna del
porte de una plaza aproximadamente y después de la laguna había un puente de unos
quince metros y luego seguía un camino que subía el cerro y detrás de ese cerro unos
kilómetros más allá había una laguna mucho mas grande la cual le decían la laguna
encantada, y después de la laguna encantada algunos kilómetros más allá había una
escuela donde trabajaba el papa de mi amigo el italiano.
Pues ese día que llegue al colegio temprano iban llegando algunos niños a la
escuela y de pronto se aparece mi compañero el italiano llorando y corriendo por lo que
le doy alcance y le pregunto que a donde iba, el me respondió que a la escuela donde
trabaja su papa y a que vas, le pregunte: se llevo la llave de la casa y no pode ponerme el
uniforme y que también no podía sacar sus útiles para poder asistir a la escuela y como lo
vi tan triste decidí acompañarlo.
Caminamos conversando, el contaba que se había quedado a dormir donde su
abuela y es por eso que su padre como era profesor salía todas las mañanas en su moto a
las seis y media de la mañana con dirección a su trabajo, que era la escuela mas allá de la
laguna encantada que queda aproximadamente a unas dos horas de azangaro.
En el transcurso del camino jugamos con todo aquello que se nos presentaba,
como árboles, plantas, piedras y así llegamos hasta la laguna encantada. Seria medio día
y ya estábamos cansados, hambrientos y muy cerca de la laguna había una casa donde
habitaba un hombre al cual le preguntamos por donde era la escuela del papá del Italiano
y el nos explico que estaba todavía lejos y nos aconsejo que nos quedáramos en la laguna
encantada y que pronto pasaría el papá del gitano en su moto retornando a Azangaro y
nos recogería y nos llevaría de regreso para Azangaro.
Y con la tranquilidad que nos dio el hombre que vivía cerca de la laguna y que
también conocía al profesor, el padre del Italiano.
El hombre también nos dio de comer y mientras disfrutamos del almuerzo nos
contaba que en las tardes para la noche en la laguna hacían su aparición unas sirenas y
que con su canto adormecedor llevaba a los hombres al fondo del lago y que también
cuando se sentían solas y tristes emitían unos gritos lastimeros que daban miedo.
Y terminamos de almorzar y el hombre se fue para su chacra para continuar con
sus labores de agricultor y nosotros nos acercamos a la laguna pensando en lo que nos
había contado el hombre, y el Italiano me dijo con tono enérgico
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DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 40
-Son mentiras, mi papa pasa todas las tardes por aquí y nunca se lo llevo la sirena. Esos
son cuentos-
Y yo le creí y comenzamos a buscar piedras planas para lanzarlos al lago y haber
quien hacia rodar mas lejos y luego decidimos meternos al lago para darnos un chapuzón
y efectivamente el agua estaba tan rica que nadamos por un buen rato y conversando y
jugando cuando nos dimos cuenta ya era bien tarde y el frío altiplánico comenzaba a
golpear nuestros cuerpecitos y nos sentamos muy cerca de la carretera para esperar al
papa del Italiano que tenia que pasar en su moto para que nos recoja.
Entonces el hombre del lago se aparece y nos dice niños que hacen aquí todavía tu
papa ya paso hace rato ya.
Mientras nosotros disfrutamos del agua heladita del lago, el papa del italiano pasó
sin darnos cuenta y, las lágrimas comenzaron a brotar de nuestros ojos desesperados por
querer volver a nuestras casas.
El hombre nos dice que le esperemos un momento, se abrigo y nos dijo niños les
acompaño hasta la cima del cerro y después ustedes se bajan solos nosotros aceptamos y
comenzamos a caminar al ritmo del campesino y efectivamente conforme íbamos
avanzando el sol estaba acercándose mas a los cerros y el viento era cada vez mas frió.
Ya cansados, llegamos hasta la cima del cerro hasta donde nos iba a acompañar el
campesino y de allí divisamos Azangaro se veía majestuoso y muy hogareño pero muy
lejos para nuestros pequeños pies y de repente en tono enérgico el campesino nos dice
que nos apuremos porque se hace tarde, nos despedimos y comenzamos acelerar el paso
para llegar de día
El cansancio me debilito mas aun con algunos pensamientos pesimistas que se
apoderaban de mi pequeño ser. Como que se iban aparecer los zorros y nos iban a comer
por que una empleada que tenia mi madre una de esas noches de tertulia contó que unos
zorros se comieron una vaca de su chacra y que ellos atacaban en grupo de diez mas o
menos y que cuando tenían hambre comían lo que encontraban a su paso y yo imaginaba
si se comieron una vaca, a nosotros nos comen mas fácil puesto que nosotros éramos
mucho mas pequeños que la vaca.
Y otro pensamiento que me atormentaba en mi cabecita era como justifico mi
ausencia en mi casa, me iban a dar una paliza y me imaginaba lo preocupados que iban a
estar puesto que Azangaro en ese entonces era un pueblo pequeño y todo se sabia, uno
fácil se enteraba donde estaba jugando o nadando pero esta vez pasamos los limites de
nuestra área de juego y realmente exageramos. Con este acto es mas seguro que mis
padres ya se enteraron que no fui al colegio puesto que mi profesor me quería mucho y
cuando se notaba mi ausencia este inmediatamente comunicaba a mis padres (mas
adelante les contare la travesura que hice para que mi maestro me tuviera especial
cariño).
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Y así llegamos y nos internamos en la selva del alumbrado publico y lo casa del
Italiano estaba mucho mas cerca. Entonces el entra a su casa y yo me quedo en la puerta
para escuchar lo que pasaba Se escucha unos gritos que daba el Italiano. Su padre lo
estaba sonando por desaparecerse todo el día, esto a mi me dio mucho miedo y me fui a
mi casa pero a paso lento, no quería llegar a mi casa, me imagina la paliza que me iban a
dar.
Llego a mi casa y mi madrecita estaba esperando por mi y me pregunto con voz
férrea donde estaba y yo la abrase y le conté la historia de cómo habíamos conocido la
laguna encantada y ella me dio un abrazo fuerte de esos que no quieres que te suelten y
me sentí seguro y todo el miedo que tuve durante el día se desapareció con tan solo un
abrazo de mi madre y yo siempre la veía como la persona mas fuerte del mundo, que con
tan solo una caricia podía borrar todas los miedos y las cosas malas que hacia.
LOS HELADOS
Los días soleados de Azangaro siempre ocasionaban mucha sed en los niños que
con sus inquietantes movimientos vivaces, iban siempre en busca de aventuras y mas
aventuras por eso estos se deshidrataban.
Todo esto y muchas cosas mas nos obliga a buscar unos helados o marcianos en la
casa de un compañero llamado Lucho este nos proveía de los helados que satisfacían
nuestra sed, habían helados de leche, de chicha morada y muchos sabores mas.
Pero cierto día que fuimos en busca de los helados no encontramos la pequeña
tienda abierta y muy preocupados nos trasladamos hasta su casa y Tampoco estaba ahí.
Hicimos algunas averiguaciones y lo encontramos en la canchita maracaná jugando
fútbol.
Esperamos que termine de jugar su fútbol para interrogarlo, el porque estaba
cerrada la tienda y mientras la sed aumentaba, y me imaginaba disfrutando un rico
helado y así entre antojo y antojo con la boca echa agua espere a Lucho que terminara de
jugar.
Ya al término del partido lucho se me acerca corriendo y me dice:
-¿y?-
Yo le respondo que la tienda estaba cerrada donde íbamos a comprar los helados y este
me cuenta el motivo por el cual estaba cerrada la tienda. Era que sus padres fueron al
matrimonio de su tío y que no iban estar unos quince días en Azangaro.
Pero Lucho me dijo para ir a la tienda, que había unos helados y que lo íbamos a
disfrutar, en el camino me cuenta también que se quedo con su hermano que estaba
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estudiando educación en la normal de Azangaro y que cuando no estaba en la normal
estaba con su enamorada.
Y es así que llegamos a la tienda, entramos y comenzamos con el festín de helados
uno tras otro hasta quedar satisfechos y, eso coincidió también con que se acabaron los
helados.
Lucho me propone hacer mas helados para el día siguiente y yo con gusto le
ayude, y broma tras broma mezclamos la leche con cocoa y vaciamos en las bolsitas y
los íbamos colocando en el refrigerador hasta que se lleno y al momento de despedirnos
me dice que te parece si mañana vendemos los helados en la plaza y a mi ese tipo de
ideas me gustaban mucho y al toque respondí que si.
Eran las diez de la mañana aproximadamente, lucho ya estaba en la tienda
poniendo los helados en una caja de tecnopor y al instante me pongo ayudarlo y me
recrimina, Daniel, para hacer negocios uno tiene que ser puntual, yo lo tome como una
broma y continuamos con el trabajo.
Es así que nos desplazamos hasta la plaza la gente pasaba nos colocamos en una
banca y de por si la gente se acercaba a comprar los helados.
Este negocio me esta gustando mucho le dije a lucho y eso nos levanto el animo
mucho mas todavía y al termino de dos horas y media terminamos no había helados ni
para nosotros, decidimos regresar a la tienda y otra vez llenamos la caja de tecnopor con
mas helados y retornamos a la plaza y como el sol estaba mucho mas fuerte por que eran
las dos aproximadamente la segunda caja se vendió mucho mas rápido que la primera y
así regresamos a la tienda y sin probar ni un helado siquiera.
Entonces Lucho me dice: -vamos a comprar leche-, y es así que salimos de
compras en la tienda de a lado y nos proveímos el doble del día anterior y es así como
empezamos este negocio de los helados que nos dejaba ganancias muy buenas.
El segundo día de las ventas de los helados unos jóvenes se acercan a comprar
helados y nosotros pues les vendimos los helados y ellos nos buscan conversación y nos
preguntan por nuestros nombres, donde vivimos y así y nosotros les contamos también
que nosotros por nuestra cuenta habíamos empezado la venta de los helados y después de
una larga conversación estos muchachos se despidieron y se fueron.
Al día siguiente, estos jóvenes otra vez vienen y conversamos muy amenamente y
de repente nos dicen porque no van al mercado ahí se están presentando unos cómicos
ambulantes y que ellos se hacían cargo de los helados y nosotros les hicimos caso y les
dejamos incluso los helados.
Efectivamente en el mercado se estaban presentado los cómicos ambulantes y nos
distrajimos un buen rato y reímos hasta no poder luego de terminada la presentación nos
fuimos a buscar a los jóvenes que nos estaban ayudando con los helados y los buscamos
POTOS Y ERUCTOS
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por toda la plaza de armas es donde los dejamos y otra vez mas buscamos de nuevo y
estos jóvenes de aproximadamente dieciséis años, se desaparecieron con la caja de
helados
Cansados de buscar nos sentamos en una banca de la plaza y lucho me dice como
pudimos confiar en esa gente ni los conocemos no sabemos donde viven ni quienes son.
También me dijo que teníamos que trabajar el doble al día siguiente puesto que
teníamos que comprar la caja de tecnopor que era de su padre y teníamos que reponerla.
Con el dinero que nos sobro hicimos mas helados el tenia otra caja de tecnopor
para los helados y al día siguiente salimos de nuevo a vender los helados
Pero la noche para mi fue interminable puesto que no podía creer que existían ese
tipo de personas malas que se agarraba las cosas de los demás y para lo cual incluso lo
planearon y sobre todo pensaba donde los podía encontrar para darles una paliza y
mientras pensaba en la venganza no contaba con que eran mas grande que yo.
Y así ese día vendimos dos cajas de helados y al termino de este fuimos al
mercado donde vendían las cajas de tecnopor para reponer pero resulta que el dinero que
habíamos juntado no alcanzaba para comprar la caja entonces nos regresamos tristes
abatidos y con la moral hasta el suelo
Mire a mi amigo realmente el estaba mas triste que yo y para animarlo le dije
luchito mañana vendemos cuatro cajas y con eso ya alcanza y compramos la caja de tu
viejito, ya me dijo de mala gana.
Al día siguiente me levante lo mas temprano posible me fui donde lucho el
también ya estaba alistando los helados poniendo en riguroso orden de acuerdo los
colores que habíamos preparado, mucho mas animado que el día anterior y le dije luchito
hoy día estos heladitos se van a ir volando como las palomitas del huerto.
Se me ocurre una idea lucho que tal si en vez de salir con una caja salimos con dos
tu vas por un lado y yo voy por otro lado y así vendemos el doble pero en que caja me
responde, le dije que hiciéramos una de cartón con bastante papel y lucho me dice eso no
funciona pero lo intentaremos.
Y así fue, al termino de dos horas estuvimos de vuelta sin helados y llenamos la
caja de tecnopor que ahora me tocaba a mi y a el le tocaba la caja de cartón reforzamos la
caja de cartón puesto que con el movimiento y el peso se estaba desarmando.
Salimos de nuevo al termino de dos horas regresamos sin helados contentos muy
felices y con dinero sacamos las cuentas y nos fuimos al mercado y compramos la caja
de tecnopor que nos robaron lo llevamos a su casa y quedamos tranquilos.
POTOS Y ERUCTOS
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Lucho nos queda dinero todavía si me responde vamos a la plaza para comprarnos
unas tajadas (pastel cuadrado) si vamos y así emprendimos camino hacia la plaza y en el
camino lucho me cuenta que sus padres llegarían pasado mañana y que solo nos quedaba
un día para vender helados para nosotros.
Estuvimos en la plaza disfrutando de nuestras tajadas y de repente una imagen
conocida pasa por delante de nosotros todo despreocupado era el muchacho que nos robo
los helados al verlo nos quedamos mudos paralizados sin saber que hacer reaccionamos
de un rato y de acuerdo a lo que había pensado era darles una paliza pero que cuando los
vi resultaron que eran mucho mas altos que la vez que lo tratamos
Decidimos seguirlos cautelosamente hasta donde iba y este se fue para su casa ya
conocíamos donde vivía y ahora que hacemos nos preguntamos nos sentíamos
impotentes no podíamos hacer nada frente a esos jóvenes roba helados.
EL ARBOL DEL GORDO
Como íbamos llegando a la plaza cada cual sin comentario alguno iba subiendo a
su árbol y se quedaba allí revisando las cosas que teníamos guardados y así pasaban los
minutos en el que cada cual tenia en su árbol su pequeño mundo privado luego
bajábamos y nos reuníamos para diseñar la próxima aventura y el gordo no bajaba de su
árbol y nosotros no le dimos mucha importancia y continuamos conversando y recuerdo
que el futbol era el tema que mas tocábamos puesto que cada fin de semana teníamos
encuentros deportivos con niños de otros barrios que siempre nos retaban
Pero el gordo sigue en su guarida y hasta entonces es que el flecha escucha un
quejido en el árbol del gordo y nos lo comenta y nosotros le respondimos ese estará
comiendo y no quiere invitar por eso no baja y seguíamos con la conversación de nuestro
siguiente rival ocasional de fútbol y esta vez si todos escuchamos un quejido del árbol
del gordo y automáticamente nos pusimos de pie y corrimos al árbol y le gritamos ¡gordo
estas bien! Y nos respondió con un quejido apagado débil y entonces no sabíamos si
subir o no puesto que en nosotros había unos códigos, uno de ellos era que nadie podía
subir al árbol del otro si no era con invitación o autorización.
Mirando entre las ramas pudimos ver al gordo que esta echado sobre una rama
pero no contestaba a nuestro llamado y decimos romper el código de privacidad y subir
al árbol. Los cuatro subimos y lo encontramos desmayado, le hablábamos y no
despertaba, estaba pálido y con lágrimas en los ojos, le llamábamos para que despierte e
incluso le hacíamos promesas de no molestarlo con su gordura.
Es entonces que decidimos bajarlo pero como lo íbamos a lograr si pesaba una
barbaridad y la altura es mas o menos de unos tres metros de altura y no teníamos sogas
la verdad que estuvimos metidos en un problema de peso y de ahí tomamos decisiones
POTOS Y ERUCTOS
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inmediatas, el flaco y yo nos quedábamos en el árbol para cuidar que no cayese el flecha
y el faraón fueron a buscar a sus padres y sogas y gente para bajarlo
De regreso el flecha con los padres del gordo y por otro lado el faraón con mas
gente ellos nos hacen a un lado y toman el control de la situación y nosotros quedamos
como unos simples observadores y proceden a bajarlo lo extienden en el suelo i no
despierta es que en eso deciden llevarlo al hospital agarraron un carro y se lo llevaron y
nosotros corriendo tras el carro hasta llegar al hospital lo ingresan y nosotros quedamos
afuera por que no esta permitido el ingreso a niños preocupados por la salud de un amigo
del alma, sentados esperamos afuera que alguien saliese a darnos una noticia de cómo se
encontraba pasaba el tiempo pasaron varias horas y salio el papa del gordo paso por
nuestro lado ni nos miro paso apurado y con el rostro desencajado no pudimos
preguntarle y la pena y el dolor por un amigo enfermo causaba en nosotros una onda
tristeza parece que nunca mas volveríamos a tener risas y aventuras nuestro amigo estaba
mal y nosotros no sabíamos de que solamente por que éramos niños a veces los adultos
no piensan en los sentimientos de los niños.
Mire a mis amigos y estos tenían los rostros tristes y se veía una angustia por saber
que paso con el gordo la tarde estaba empezando a oscurecer vimos pasar muchos
familiares de nuestro amigo pero ninguno nos tomo atención para darnos alguna
explicación pasaban y pasaban pero no había respuestas a nuestras interrogantes y
decidimos retirarnos para nuestros hogares emprendimos camino todos callados
musitando gestos de impotencia cada uno se fue dispersando con dirección a su casa.
Después de horas la intranquilidad me fue inquietando pues quería saber como
estaba mi amigo y esto me llevo a la plaza y me subí a mi árbol a mi guarida a mi refugio
eran aproximadamente las siete de la noche y recostado en una rama miraba el cielo y de
rato en rato el árbol del gordo y recordaba tantas aventuras tantos partidos de futbol y así
fueron pasando los minutos hasta que escuche un silbido era el flaco que también estaba
en su árbol y enseguida el silbido del faraón y también el del flecha al darnos cuenta que
estuvimos los cuatro allí inmediatamente nos juntamos en el medio de la plaza y dimos
explicación del porque estuvimos allí todos coincidimos era por la salud del gordo que
todos estábamos preocupados y dialogando llegamos a la conclusión que teníamos que ir
a la casa del gordo y preguntar a sus padres como estaba la salud del gordo.
El flaco toco la puerta tímidamente y nos respondió la mama del gordo abrió la
puerta y nos invito a pasar y preguntamos por nuestro amigo la señora agacho la cabeza y
no nos respondió y volvimos a preguntar por nuestro amigo y recién la señora nos dio la
respuesta diciendo que todavía no sabían lo que tenia que se mandaron una pruebas a un
hospital mas grande para ver que es lo que tenia entonces el hospital de azangaro era
pequeño y no tenia mucho equipamiento.
Salimos de la casa después de despedirnos de la mama de el gordo y caminando
con dirección a la plaza sin mirarnos sin hablar sin tener respuestas claras sin nuestro
amigo caminamos y nos sentamos en el lugar de siempre y el faraón manifiesta por que
POTOS Y ERUCTOS
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los adultos nunca nos dicen como son las cosas siempre nos ocultan la verdad y es así
que el flaco le contesta y si la señora nos esta diciendo la verdad por que tendría que
mentir.
Se hizo un silencio casi sepulcral, nadie quería acotar más a esta conversación y
nos fuimos para nuestras casas.
Yo me acosté. Y la imagen del gordo se prendía de mis pensamientos y me lo
imaginaba echado en una cama del hospital padeciendo de dolores insoportables y que
daba gritos de dolor. Toda esta situación me llevo a una noche de insomnio infantil, una
noche perturbada por los malos pensamientos; casi todos negativos.
La madrugada llego pero se demoro como nunca, y cada hora que pasaba parecían
mil y yo en realidad no sabia si quería que amanezca o no. Pero lo cierto que el sol clareo
y el levantarme me llevo una eternidad, puesto que el desgano, la mala noche; me quito
las fuerzas cotidianas de ese niño aventurero y muy travieso.
Mi madre nos llama para desayunar. Mis ocho hermanos y mi padre se fijaron en
los ojos rojos que tenia producto del insomnio y comenzaron las preguntas: ¿qué paso
con tus ojos?, ¿no dormiste bien? Y hasta que mi hermano el más gracioso de todos dice:
-seguro que me enamore y que la niña no me dio bola y que me la pase llorando toda la
noche por el amor no correspondido-. El otro dijo que lloraba porque tenía malas
calificaciones en el colegio y que mi padre debería de castigarme por no dedicarme al
estudio.
Y así fueron sucediendo los comentarios impropios de mis hermanos y en mi iba
brotando una cólera por los acotaciones poco acertados en un momento inconveniente
por el cual yo estaba pasando, hasta que llego el momento que reaccione y en voz alta les
dije -¡MI AMIGO EL GORDO ESTA HOSPITALIZADO Y NO REACCIONA DESDE
AYER!- Mis hermanos al escuchar tal aseveración hicieron un silencio y se miraron unos
a otros. Les peso las bromas que hicieron y con la conciencia pesada se disculparon y se
fueron levantando uno a uno de la mesa y cuando mi padre me pregunta por mi amigo
le conté como sucedió, y las circunstancias en la que no teníamos noticias de la salud de
nuestro amigo y, que estuvimos esperando en el hospital y no nos dieron la minima
importancia. Que fuimos a la casa del gordo y su mamá nos dio una respuesta que no
entendimos. Es entonces que mi padre me dijo que iríamos averiguar sobre la salud del
gordo con el y así fue.
Mi padre sabia de la amistad que nos unía a los cinco terremotos, así nos llamaba
mi padre. Y salimos con dirección al hospital y es allí que me deja en sala de espera
mientras que el se dirige a la zona donde le darían la información y yo sentado desde el
sillón de espera miraba por todos lados para saber en que cuarto estaba mi amigo e
incluso me inquietaba el querer verlo y los pensamientos e ideas cruzaban por mi mente
que todos conducían al mismo fin, el cuál era ver de nuevo al amigo entrañable de
juegos.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 47
Después de un buen rato mi padre se aparece con su figura imponente, bigote,
corbata y sombrero por el pasadizo y pude ver en su rostro que no había nada bueno
sobre la salud de mi amigo. Es entonces que me invita a sentarme y el se sienta a mi
lado, se demora un poco y empieza a decirme lo siguiente
Que el gordo estaba descansando que no podía recibir visitas y que su estado era
muy delicado y que le estaban tomando muestras para los análisis y el resultado de los
análisis daria el resultado del mal que lo aquejaba.
Yo no me sentía conforme con lo que mi padre me contó y creo que el también no
se sentía conforme con lo que me comunico sobre la salud de mi amigo, caminamos de
retorno a la casa y apenas cruzamos miradas
Inmediatamente salí y me dirigí hacia mi árbol y ya en el me eche en la rama y los
pensamientos negativos sobre la salud de mi amigo otra vez perturbaba mi pequeño ser.
Pasaron varios días y las noticias no llegaban el grupo de niños cada día mas tristes
sin alegrías sin travesuras sin aventuras y sin el amigo querido el gordo, hasta que cierta
tarde soleada el flecha aparece con la velocidad que lo caracterizaba y eso nos despertó
se veía en la distancia que en su rostro había alegría y desde lejos gritaba el gordo ¡salió
del hospital! ¡Salió del hospital! Y comenzamos a saltar de alegría y empujarnos unos a
otros los abrazos iban y venían todo era alegría todo era risas nos cansamos de festejar
nos sentamos esa si era una buena noticia después de varias semanas y casi de inmediato
la premisa era ir a la casa del gordo ¡vamos! ¡Vamos! Y avanzamos entre risas y saltos
llegamos, nos íbamos a encontrar con nuestro amigo, tocamos la puerta y nos abrió su
mamá, la saludamos y le preguntábamos si podíamos ver a nuestro amigo, la señora nos
dijo que estaba descansando y nosotros suplicamos para que nos deje pasar y al final
accedió.
Al entrar en la habitación pude percibir un olor a medicinas y el gordo se estaba
sentando pero le costaba al mirarlo bien estaba delgado levanto la mirada y al vernos se
sonrió pero tenia una sonrisa débil y lo primero que hizo fue preguntarnos sobre su árbol
le dijimos que estaba bien cuidado que nadie se atrevería a tocarlo era propiedad privada
y luego pregunto que travesura hemos hecho y le respondí que ninguna y el sonrió y dijo
eso si no les creo cuénteme las ultimas insistió y nosotros no teníamos nada que contar
por que todos esos días la pasamos tristes pensando en la salud del amigo.
Entro la mamá del gordo con unos refrescos y lo tomamos, creo que era la bebida
mas rica que había tomado desde que se enfermo nuestro amigo, por que todo sabia mal
en la ausencia del gordo.
El faraón le pregunto a la mamá del gordo, de cuando se pondría de pie y, la
señora nos dijo que en una semana el estaría completamente recuperado.
POTOS Y ERUCTOS
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Así paso la semana entre visita y visita, nos enteramos que tuvo una complicación
hepática y que tendría que hacer dieta por un buen tiempo.
Pasaron los días y el gordo se apareció sorpresivamente en la plaza. Nos paramos y
luego corrimos a su encuentro y nos abrazamos. Cansados de tanta alegría el gordo se
separa de nosotros y se dirige hacia su árbol se sube y comienza una inspección
exhaustiva de sus propiedades.
Yo me quede paralizado porque a mi mente vino el día en que se enfermo y no
podíamos bajarlo del árbol, ese mismo sentimiento también lo tuvimos todos y el gordo
como adivinando nos grita del árbol: -¡¡no me voy a poner mal!-.
Y así pasaron varios minutos y nos fuimos olvidando del mal de nuestro amigo el
gordo, y ya estábamos planeando la próxima aventura.
LA PERSEVERANCIA
“El ajedrez es un juego de ciencia. Donde los participantes hacen sus mejores
estrategias para matar al rey del otro equipo, utilizando diferentes tipos de aliados como
peones, torres, caballos, alfiles, reina y rey donde cada juego cuenta con 16 fichas”.
Esas fueron las palabras que utilizo mi padre cuando decidió enseñarme el ajedrez
y recuerdo que lo acepte de mala gana puesto que lo mío era el futbol ese mi deporte
favorito la pelota los amigos la canchita y los goles, pero a mi padre se le ocurrió
enseñarme el ajedrez como lo hizo con mis demás hermanos la cual en Azangaro se creo
una especie de tradición que toda mi familia incluyendo mis hermanas dominaban el
ajedrez.
El iba explicándome los movimientos de las fichas yo entendí casi de inmediato no
se si le preste mucha atención o era por la necesidad de salir a jugar futbol con mis
amigos pero el echo que a la segunda sesión yo ya estaba jugando mis primeros partidos
de ajedrez definitivamente cada jugada venia con la explicación de mi padre para
mejorar la técnica.
Después de cada practica que duraba aproximadamente una hora todos los días
salía al encuentro de mis compañeros para el clásico encuentro futbolístico de todas las
tardes.
De eso paso casi como un mes y mi padre se dio cuenta que mi nivel había llegado
a un nivel y que no daba para mas es entonces que el me llama para una conversación
para poder identificar por que no mejoraba mi juego y el se dio cuenta que el futbol me
interesaba mas y es cuando el me dice
Daniel no vas a ir a jugar futbol en las tardes nos vamos a quedar para entrenar el
ajedrez y solamente podrás ir cuando ayas superado tus dificultades.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 49
Me quede callado en blanco tenia que quedarme en casa para mirar ese tablero de
64 casilleros unos blancos y otros negros y treintidos fichas unos blancos y otros negros
me desmoralice no tenia comparación el jugar ajedrez con el jugar futbol
El ajedrez es un juego de caballeros serios de mucho respeto no había polvo no
había goles no había fauls ni celebraciones al contrario del futbol un deporte donde se
corre uno se cansa celebra los goles celebra una jugada grita pide la pelota te faulean y
pensé dios mío que me esta pasando que hice para merecer este castigo pensaba.
Daniel dijo mi padre en voz alta, despierta hijo tenemos que practicar, es así como
nos dispusimos frente a frente sentados armamos las fichas y empezó el juego mi padre
me ganaba con facilidad y después de cada derrota había una charla para no cometer los
mismos errores todos ellos lo escuchaba por que tenia que escucharlos pero pasaron los
días y antes de empezar a jugar un nuevo partido mi padre comenzó a hablar y me
impresiono mucho lo que dijo.
Hijito el ajedrez es un juego de mentes donde gana el que menos se equivoca, el
ajedrez es como la vida misma. Donde uno va armando su destino, previendo el futuro y
cuidando todas las cosas que lo rodean. A veces uno tiene que sacrificar algunas cosas
para lograr nuestros objetivos y siempre tenemos que tomarnos un buen tiempo para
tomar decisiones, nunca esperes que la vida te de gratis. Cuando eso sucede te la cobra
bien caro, siempre gana lo que mereces ganar por tu sacrificio y por tu esfuerzo si
quieres ser el mejor eso te va costar muchas lagrimas, mucho tiempo de preparación,
sacrificaras parte de tu vida, por solo el echo de ser el mejor y no hay cosa mas
maravillosa en esta vida que sentirse el mejor y ser realmente el mejor.
Escuche como nunca a mi padre y sentí lo fuerte que eran sus palabras que
hicieron una transformación en mi. Desde entonces quería sacrificarlo todo, quería ser el
mejor, me dieron unas ganas de seguir practicando el ajedrez, ese día fue la primera
partida que me resiste como nunca a perder nos demoramos mucho mas de lo normal y le
pedía a mi padre la revancha una tras otra.
Terminada la práctica para un niño de 9 años. Luego de 2 horas me dio mucha
hambre y cenamos, yo sentía que la cena estaba muy deliciosa y que mi madre estaba
más hermosa que nunca. Que los chistes burlones que hacían mis hermanos me parecían
hasta graciosos, había cambiado de mentalidad, estaba muy decidido a hacer las cosas
bien.
En mi dormitorio estaba echado sobre mi cama y pensaba todo lo que mi padre me
había platicado y todas esas cosas daban vueltas en mi cabeza que tenia que prever el
futuro no solamente eran pensar seis o siete jugadas adelantadas si no también tenia que
tener preparadas las tareas, tenia que tener estudiado los temas.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 50
Es así como empecé actuar de tal manera que tenía una preocupación por mis
padres, por mis hermanos y por mis amigos. Y por todos los que me rodeaban. Quería
conocer como uno se siente ser el mejor, quería saber cual era el resultado del sacrificio
y todo ese ambiente me envolvía y es así que todos los días practicaba y escuchaba los
concejos de mi padre y también salía a jugar fútbol al ver que habían resultados en las
practicas de ajedrez también podía jugar futbol y es así que cuando llegaba a la cancha
de futbol jugaba como si fuera el ultimo partido de una final dejaba todo en la cancha
corría no importaba el cansancio si no todo el esfuerzo que quedaba en el campo
deportivo
Y es por eso que cada vez que mi padre hablaba lo escuchaba con atención, por
que el apoyo y la confianza que creo en mi con sus palabras lograron en mi un ser con
perseverancia y siempre dispuesto a luchar por mis ideales y todos los logros personales.
Por todo ese cariño y comprensión y el amor de mis padres que me dieron cuando era
niño.
LOS LLORONES
Esta historia la descubrí a mi hermano Rafael y su amigo un día casi por la noche
mi hermano llega a la casa con los ojos rojos después de llorar pero resulta que en vez de
sentirse mal por haber llorado al contrario se reía y tenia una risa incontrolable por lo
que llamaba la atención y el se dirigió Para su habitación y yo me fui tras de el la
curiosidad de tanta risa me inquietaba y necesitaba saber el porque de esa actitud
Le dije hermano que te paso porque tus ojos están rojos y te ríes y el me contesto
jamás te contare y yo insistí e insistí hasta que decidió contarme.
Sabes hermano tu sabes que nosotros jugamos con mis amigos todas las tardes en
la plaza san José y a eso de las tres de la tarde pasa un cortejo fúnebre con dirección al
cementerio y en eso cuando nos dimos cuenta estábamos dentro de la gente y al mirar a
nuestros costados resultado que estábamos junto con los familiares del difunto y estos
lloraban y nosotros los mirábamos y conforme íbamos caminando el cortejo fúnebre, mi
amigo y yo nos poníamos mas tristes y seguíamos caminando y no podíamos separarnos
de los familiares por la cantidad de gente que los acompañaban y resulta que unos metros
mas comenzaron a salir lagrimas de nuestros ojitos contagiados por la pena de los
dolientes y conforme nos íbamos acercando al cementerio los familiares lloraban mucho
mas todavía y nosotros también llorábamos mas y cuando miro a mi amigo su rostro
estaba lleno de lagrimas y los mocos se le colgaban y una señora piadosa nos alcanzaba
unos pañuelos para limpiarnos
Y una señora le decía a otra pobrecitos deben de ser sus nietos cuando le querrían,
están muy tristes esos niños, al escuchar esas palabras mi amigo y yo nos pusimos a
llorar mucho mas todavía y así seguíamos caminando hacia el cementerio.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 51
Mi amigo no tenia valor de mirarme y yo también no podía mirarlo por las
lagrimas que estaban por todo nuestro rostro yo lo miraba de reojo y el también me
miraba de reojo lo podía percibir.
Un caballero se nos acerca y se pone al medio de los dos y nos comienza a
sermonear diciéndonos fuerza niños así es la vida ahora esta junto a dios y nosotros
tenemos que estar tranquilos para que el pueda descansar, y esto, mas el llanto de los
familiares aumentaba el llanto de nosotros eran lagrimas de contagio mi amigo me toca
el hombro y me pregunta conoces alguien y le respondí que no y son tus parientes yo le
pregunte y el me contesto negativamente.
Tanto era el llanto nuestro que los acompañantes nos miraban y ya creo que
habíamos ganado toda la atención de todos los que nos rodaban y es así que hasta los
mismos familiares nos miraban con extrañeza seguramente queriendo averiguar quienes
éramos y por que llorábamos tanto por la persona que había muerto y es así que
entramos al cementerio y el cortejo se puso frente al nicho y el padre comenzó con las
palabras y cuando nos dimos cuenta estábamos en un lugar expectante al lado de los
familiares en primera línea.
Los familiares comienzan a llorar y nosotros también es entonces que se dan las
ultimas palabras y el familiar hace recordar lo bueno que era en vida todas las cosas
buenas que hacia y esto incrementaba las lagrimas pero quien nos guiaba en este mar de
lagrimas era una señora que lloraba a voz en cuello y cada vez que ella empezaba
nosotros le seguíamos con nuestro llanto, ella, se calmaba, nosotros también, parecía que
había una sincronización muy buena
Hasta que llego la hora. El cajón tenia que ingresar a su morada final y los
familiares comenzaron a llorar mas fuerte, nosotros también lloramos, y cuando miro a
mi amigo este lloraba con la boca abierta, las lagrimas corrían por sus mejillas
incontrolable, los mocos salían de su nariz y miraba al cielo y su boca cerraba de rato en
rato. La verdad que mi amigo lloraba bien feo y el también me decía lo mismo, el
lloriqueo se dio con más ganas contagiados de la pena de los parientes y es así que
termina el entierro y yo pensaba esta situación al fin termina y de pronto se aparece de
nuevo el caballero que nos dio las palabras de aliento y comienza a ubicar a los parientes
en una fila para que puedan darles el pésame y resulta que nosotros también fuimos
ubicados en la fila de los familiares y es así que comienzan a darle el pésame uno a uno
siguiendo la fila y como también estábamos en la fila también nos daban el pésame
Mi sentido pésame y contestaba muchas gracias y mi amigo también contestaba lo
mismo fueron como quinientos abrazos que recibimos por el difunto y todo este acto
protocolar nos dejo exhaustos pero teníamos que completar y recibir el pésame de todos
por que todos nos miraban y hacían comentarios sobre nosotros.
Si supieran que fuimos arrastrados por la multitud y todo nuestro llanto fue
contagio que ni siquiera conocíamos al difunto.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 52
Ya el sol se estaba ocultando terminada la ceremonia todos empezamos a salir del
cementerio comenzamos A caminar y con mi amigo nos mirábamos las caras y no
decíamos nada solo caminábamos y es así que a la altura de la plaza San José de donde
fuimos arrastrados por unas señoras que nos invitaron a pasar a una casa donde había
comida y ponche otra vez nos dejamos arrastrar por la situación y nos vimos envueltos
en una cena pos entierro y fuimos otra vez el centro de la atención puesto que habían
señoras que se preocupaban por nosotros pero que no se atrevían a preguntarnos quienes
éramos .
Sentados en un lugar donde todos los parientes habían tomado su lugar sentía que
mis ojos estaban hinchados y suspiraba producto del llanto, en ese momento recién nos
enteramos que era una señora a la cual habíamos enterrado, ella tenia ocho hijos y
muchos nietos.
Las señoras preocupadas nos miraban de pena y decían los niños primero son
parientes y así nos trajeron un rico asado de res con unas presas especiales que con solo
ver estábamos saciados es una costumbre puneña que por lo general se realiza y los
púnenos siempre se caracterizan por ser muy atentos y sus voluminosos platos de comida
siempre te están ofreciendo que servirte.
Es así que mi hermano y su amigo tuvieron un encuentro con una aventura muy
lagrimal y opípara después cosa que en los días siguientes los molestábamos con
siguientes sepelios que iban a ocurrir les decíamos en son de broma si van a ir al próximo
entierro
Si se moría alguien con la velocidad que nos caracterizaba corríamos a avisarles
¡hermano! ¡Hermano! Se ha muerto fulano y este se amargaba renegaba pero igual
teniamos que comunicarle no podiamos permitir que tan celebre duo de llorones no esten
presentes cuando los pobladores azangarinos abandonaban esta tierra tan linda.
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 53
DE A CHINA
Una luca es un sol, y una china es cincuenta céntimos de sol, echa esta
aclaración; les contare por que una china es más importante que un sol y que otras chinas
más.
Por las tardes el cielo azul serrano se ponía hermoso decorando la cima del cerro
Choquechambi con ese azul bonito y también con ese calorcito Azangarino que solo se
compara con el de su gente amable y cariñosa, bailarina y cantora, solíamos salir como
ya era costumbre a jugar futbol en el clásico escenario deportivo conocido como
maracaná en referencia al coloso brasilero pero nuestro “maracaná” era especial por que
era nuestro, parece que lo habían diseñado para nosotros con un cerco de adobe de un
metro de altura sin puerta y la entrada era pues por el muro y que también habíamos
acondicionado piedras tras piedra como un especie de gradas que nos permitía saltar el
muro y estar dentro del maracaná tenia unos arcos de madera nada oficial parece que
algún aficionado lo hubiese echo para salvar una tarde deportiva de esas que en la que se
deja la vida en la cancha.
El asunto es que por lo general todos los niños tenían dinero unos cuatro a cinco
soles otros llegaban chupando unos helados riquísimos otros tomando una gaseosa y es
así que completos los jugadores empezaban los partidos de futbol previo pacto de una
china por cabeza la apuestas ya estaban echas y que a veces ni siquiera se conversaba la
apuesta porque se daba de echo y es así que sucedían muchas cosas durante el partido
habían fouls y de esas que se llevan toda la pierna. Se entregaba la vida en el partido con
unos carretillazos que nos dejaban unos churrascos en las piernas. No aceptaban cuando
un gol era dudoso, los reclamos se daban con gritos y empellones, estos partidos de a
cincuenta céntimos no se podía perder.
Una china era sagrada, en un partido de futbol tenia un valor incalculable. Se
podía perder la vida pero no se podía perder un partido de a china. Al final los jugadores
nos juntábamos en el centro de la cancha que era de tierra que no tenia ni un centímetro
de pasto el polvo era endiablado los niños que empezaban el partido con el pelo negro lo
terminaban con el pelo rubio por efectos del polvo el sudor se mezclaba con la tierra que
rodaban por nuestros rostros y el sudor se convertía en una masa de color oscuro pero
eso no importaba lo que importaba era el partido era jugar y sobre todo no perder los
cincuenta céntimos de la apuesta
Terminado el partido los perdedores pagaban los cincuenta céntimos y los
ganadores lo recibían con entusiasmo haciendo comentarios por lo general como por
ejemplo entrenen mas salgan a correr y los perdedores también no se quedaban atrás y
respondían ganaron de chiripa estábamos cansados etc.
Lo mas gracioso de todo después de ganar el partido después de haberlo dejado
todo en la cancha después de haber arriesgado hasta la vida con movimiento y jugadas
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 54
espectaculares y movimientos de alto riesgo los niños se dirigían a la tienda para
refrescarse y se compraban gaseosas y refrescos que costaban un sol dos soles y que la
china que habíamos ganado en el partido no alcanzaba para los refrigerios y reflexionaba
porque jugamos a cincuenta céntimos si no alcanza ni para un refresco entonces entendí
que no se jugaba por dinero sino se jugaba por algo personal que todas las personas
tenemos es ese algo que nos impulsa a ser mejores es algo que nos lleva a luchar por
conseguir una meta trazada y por lo que hasta nuestras vidas daríamos y los cincuenta
céntimos solo era algo simbólico el trofeo algo material que representaba el éxito de las
personas sobre las demás y es cuando los niños recibían el premio al esfuerzo al
sacrificio a la entrega el momento en que los niños triunfadores inflaban sus pechos de
orgullo por el partido ganado por los cincuenta céntimos por la china.
FELIPE
Tenia un amigo que era ciego pero que todas las tardes salía a la plaza de armas de
Azangaro para tomar el sol, se sentaba en la misma banca mirando de frente al sol
y yo había echo amistad con el. Este ciego se llamaba Felipe quien causaba mucha
admiración en mi persona puesto que tenia habilidades que sorprendían a cualquiera
Por las tardes yo me acercaba para conversar, cuando faltaba unos metros para
llegar a la banca, el decía Daniel como estas y yo respondía bien,
Y así cuando pasaba otras personas el saludaba señor Pedro buenas tardes, señora
Maruja buenas tardes y la gente le respondía Felipe buenas tardes. Yo no podía
comprender como reconocía a las personas si no las veía y la curiosidad me tenia
inquieto hasta que me decidí a preguntarle como reconocía a las personas y el me
respondió que sus oídos habían desarrollado y que el distinguía las pisadas de las
personas, que cada uno tenia una forma de pisar y que eso era como ver a las personas
me dijo.
Cierto día Felipe me dijo llévame al cementerio y yo le dije que eso estaba muy
lejos, que no me preocupase, que solo lo hiciéramos con calma y que no le pregunte
nada.
Y así fue como lo fui guiando al cementerio, paso a paso, las ganas de preguntar
por que quería ir al cementerio daban vueltas por mi cabeza, me respondía “tendrá algún
pariente que quiere visitar” las ganas de preguntar me inquietaban, avanzamos unas
cuadras y otras también, pero se hacia eterno el caminar por lo que no sabia a que nos
dirigíamos al cementerio y el paso lento de Felipe, hasta que llegamos a la mitad del
camino aproximadamente y me atreví a preguntarle a pesar de que me advirtió que no
preguntase nada y con la mirada perdida en el cielo me respondió:
-nada de preguntas-
Y yo calle. No quise abrir la boca, solo pensaba que querría hacer en el
cementerio, que misterio, por que tanto silencio. Felipe seguía caminando con la mirada
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 55
perdida a veces dudaba de la ceguera de mi amigo puesto que la vista siempre la tenia
plantada en el mismo lugar.
Llegamos al cementerio y le dije Felipe llegamos y el dijo:
-ahora llévame al pabellón “C”.
Pregunte cual era y lo lleve para allá y después me dijo que lo dejase, le respondí que si
no lo tenia que llevar de retorno. El con toda seguridad respondió que lo dejase, que no
me preocupe por que el sabia muy bien lo que estaba haciendo
Después de insistir termine dejándolo y regrese para mi casa y después de cenar
me dirigí hacia mi dormitorio y de un momento a otro me acorde de Felipe y un cargo de
conciencia no me dejaba tranquilo, comencé a reprochar mi actitud de dejarlo si el era
ciego como iba a regresar si no veía si habrá llegado a su casa o estará por la calle
caminando de frío y todo por mi inconciencia
Me lamentaba haberlo escuchado y sobre todo de haberlo dejado en el cementerio
a pesar que el me lo pidió no debí dejarlo y así pasaron varias horas hasta que ya no
aguante mas y fui en busca de mi padre a su dormitorio
Le conté a mi padre lo que había sucedido el me escucho con mucha atención y vi
en su rostro la misma preocupación que tenia yo me dijo hijo anda abrígate iremos a
buscar a tu amigo Felipe yo también me abrigare y es así que salimos los dos de la casa
era casi las doce de la noche y nos dirigimos con dirección al cementerio y yo miraba
cada puerta cada rincón lo llamaba de su nombre cada vez que creía que algo se podía
parecer a un humano y es así que llegamos hasta la puerta del cementerio estaba cerrada
la reja metálica y grite con dirección al interior del cementerio ¡Felipeee! ¡Felipeeee! Y
nadie contesto mi padre me toco por el hombro y me dijo Daniel vamos tu amigo Felipe
no esta aquí y con voz serena y muy decidido me dijo regresemos a casa hijo de seguro
que tu amigo Felipe debe de estar en su casa descansando Felipe es muy inteligente
como para quedarse votado por la calle las palabras de mi padre me daban seguridad y
todo lo que me decía llenaban mi ser de confianza y después seguía ablando mi padre y
me dijo Daniel esos sentimientos que tienes para los amigos es muy importante y es tu
mejor valor sigue cultivando amigos y sigue cuidándolos como lo haces, ahora dicho esto
nos despedimos y nos fuimos a descansar al día siguiente estaba inquieto y quería que
fueran las tres de la tarde que era la hora en que Felipe iba a la plaza a tomar sol yo
estaba sentado en la banca hasta que apareció Felipe al verlo mi corazón se lleno de
felicidad y me pare para alcanzarlo y como siempre era el que me gana el saludo
-¿Daniel como estas?-.
Le conteste que bien e inmediatamente le pregunte como había regresado y el me
contesto que eso era un secreto y que me lo iba a contar en otro momento yo insistí pero
el no quería contarme y me dijo que no preguntase y que no me preocupase cuando el se
quedaba solo nada malo le pasaría lo dijo con tanta seguridad y le creí
Felipe me dice que le lleve a mi escuela que quería conocerla y yo le dije que
como iba a conocer mi escuela si no veía el me contesto sin incomodarse que si podía ver
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 56
no de la manera que todas las personas veían si no de otra que dios aprieta pero no mata
que cuando te quita algo la vida se encarga de darte otras cosas para equilibrar la vida, yo
la realidad en ese momento no entendía nada pero este Felipe siempre terminaba
convenciéndome y lo lleve a mi escuela caminamos lento pero seguro y como siempre
no quería que le pregunte nada ni le converse de nada cuando caminábamos reinaba un
silencio total y cuando llegamos a la escuela me dijo que le hiciera dar una vuelta y que
le explicase como eran las paredes, como era el techo de que color eran las paredes que
cosas mas habían se acercaba a las paredes y con la mano los tocaba respiraba profundo
como queriendo oler se concentraba la mirada se perdía en las paredes como queriendo
ver así paso varios minutos tocaba las puertas y preguntaba de que color el respondía
color café y el me dijo como es el color café y no supe como responder puesto que para
mi el color café, era el color café y eso no tenia explicación y Felipe me dijo: -los colores
no son fáciles de explicar. Pero si de sentir, uno puede sentir los colores entre fríos y
calidos y otras maneras la verdad en ese instante no entendía nada
Quería hacerle una pregunta a Felipe quería saber si alguna vez pudo ver pero no
lo hice puesto que las preguntas y las actitudes frente a las cosas me desconcertaban y
siguieron pasando los minutos y cada pared que tocaba parecía que lo quería ver y de
pronto me dice
-Daniel sabes que yo nunca vine a la escuela me gustaría venir para escuchar a los niños
jugar muchas veces me lo contaron me explicaron como era pero la verdad que yo quiero
venir a la escuela para escuchar jugar a los niños.
Y yo calle no supe que responder las ideas vinieron a mi mente pero no dije nada y
Felipe seguía quería entrar a los salones de clase pero no podíamos hacerlo porque
estaban cerradas y solamente en el turno de la mañana habían clases y es cuando otra vez
Felipe me dice Daniel vete ya yo me quedo no le dije esta vez no te dejo solo esta vez no
me convences y Felipe con una voz tierna me dijo Daniel déjame solo confía en mi yo
soy un hombre mayor no me voy a perder además este pueblo lo conozco mas que tu, no
Felipe no te dejo si te caes si te equivocas de camino si un perro te muerde y el se rió de
mis argumentos y dijo ya Daniel vete ya me estas avergonzando.
Termino por convencerme que lo deje y me regrese pensando si ayer no se perdió
mucho menos se va perder hoy día y eso que ayer lo deje en el cementerio y así regrese a
mi casa con un pensamiento que no quería dejarme el cual era que Felipe baya a la
escuela al día siguiente era lunes aliste mis cosas para ir a la escuela descanse dormí
placidamente me levante muy temprano con la ilusión de conversar con mi profesor y
pedirle que deje venir a Felipe por lo menos un día a la escuela y así fue entonces llegue
a la escuela nos formamos cantamos el himno nacional ese día cante como nunca creo
que lo hice mas fuerte que todos entre al salón de clases buscaba el momento para
conversar con mi profesor y resulta que ningún momento era propicio para pedirle ese
favor al profesor y así fueron pasando los minutos hasta llegar la hora del recreo y es
cuando aborde mi profesor de quinto grado de primaria y le conté la historia de Felipe
que nunca había venido a la escuela y el profesor me dio una mirada tierna y me dijo
POTOS Y ERUCTOS
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-Daniel dile a tu amigo Felipe que venga mañana y se sentara a tu lado y toda la mañana
escuchara clases
Al escuchar las palabras de mi profesor la alegría fue interminable no hallaba el
momento en que fueran las tres de la tarde e ir a la plaza y encontrarme con Felipe y
contarle que había conseguido permiso para que baya a la escuela.
Llego las tres de la tarde y nos encontramos con Felipe le conté lo sucedido que
teníamos el permiso del profesor para ir a la escuela el se levanto del banco se puso a dar
saltos sobre su eje sus ojos se llenaron de lagrimas tanta era la felicidad de Felipe que me
dijo Daniel mañana nos vemos por favor me recoges en mi casa yo te espero y así se fue
nunca lo había visto caminar tan rápido y se perdió por una calle que iba con dirección a
su casa y yo feliz regrese a mi casa hice mis tareas y todo el tiempo que tenia libre lo
pasaba pensando en lo que iba sucederle al día siguiente a Felipe.
Pase por la casa de Felipe el estaba en la puerta esperándome y como siempre me
gana el saludo buenos días Daniel me dijo le respondí de la misma manera buenos días
Felipe y pude percibir que estaba elegantemente vestido y tenia una bolsa en la mano y
camino a la escuela yo pensaba en lo que iba pasar el solo sonreía y quería llegar a la
escuela lo mas antes posible
Mi profesor salio del salón para encontrarnos en la puerta y nos recibe con mucha
atención.
Saludamos con todo respeto profesor buenos días dijo Felipe y yo también el
profesor contesto buenos días Felipe bienvenido a la escuela y así nos invito a pasar al
salón nos sentamos Felipe a mi lado y mis compañeros nos miran primero porque Felipe
era un adulto de 24 años y segundo lo miraban con extrañeza por que no se movía y su
mirada estaba clavada en el frente esperando que el profesor comience con la sesión
escuchaba con atención la bulla que hacían las niños y movía la cabeza en busca de
sonidos que salían de las gargantas de mis compañeros y sonreía y sonreía tratando de
disfrutar cada instante y un grupo de niños se juntaron atrás y comenzaron a murmurar y
se acercaron a Felipe y le comenzaron hacer preguntas ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años
tienes? ¿te vas a quedar a estudiar todo el año? Y Felipe respondía con mucha delicadeza
y así paso la mañana la alegría que tenia Felipe fue envidiable terminada las clases se
despidió de cada uno de los niños lo increíble que cuando les daba la mano se acordaba
de los nombres da cada uno y me propuse descubrir como hacia para reconocer a los
niños con tan solo darles la mano y saludar a las personas, saludar de sus nombres sin
verlos ese día salimos del colegio pero yo tenia la clara idea de averiguar como lo hacia
pero no pude preguntarle nada porque todo el rato hacia comentarios de los niños y de lo
bien que paso ese día en la escuela nos despedimos y yo llegue a mi casa y conté lo que
paso en la escuela y luego me cambie de uniforme para esperar que fueran las tres de la
tarde para ir a la plaza al encuentro de Felipe para averiguar como era que reconocía a las
personas y llegada las tres de la tarde Felipe no llego a la plaza espere media hora y me
fui y esta inquietud me tenia intranquilo por saber como otra vez me vino la duda Felipe
POTOS Y ERUCTOS
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si veía, y así llego el día siguiente a las tres de la tarde si vino Felipe ya mas tranquilo
después de haber ido a la escuela y me dijo
-Daniel muchas gracias por invitarme a la escuela y por hablar con tu profesor y
presentarme a tus compañeros, te estoy muy agradecido.
Y aprovechando la oportunidad le dije como reconoces a los niños de la escuela con solo
darles la mano, el me contesto así:
-sabes Daniel, los ciegos desarrollamos el oído y el tacto mucho mas que las personas
que ven, es por eso que cuando les doy la mano a los niños; puedo percibir en ellos
quienes son, como unos ojos y el oído cuando se acerca una persona escucho sus pisadas
y puedo saber quien es, por eso que lo saludo por su nombre.
Pero tenia una pregunta final para Felipe algo que no me quiso responder en su
momento era porque me pidió que le llevase al cementerio y se quedo solo allí echa la
pregunta la respuesta fue la siguiente
El no permitía que le preguntase nada mientras lo llevaba al cementerio porque
estaba contando los pasos y se concentraba en la direcciones que estábamos tomando
para luego regresar aplicando los pasos y cálculos que había echo en su cabeza para
poder regresar del cementerio y lo mismo también sucedió cuando lo guíe para la
escuela.
Esta amistad me sirvió mucho para valorar a mi padre por la confianza que puso en
mi y confío en mi esta actitud me dio confianza y la amistad con Felipe me hizo valorar a
las minusválido y que son personas con mucho talento y virtudes y mucha capacidad y
que solo están a la espera de una oportunidad para ser felices.
LA APUESTA
Caminando fuimos en busca de aventuras a otros barrios y una noticia llego hasta
nuestros oídos que unos niños de otro barrio estaban entrenando futbol y que había un
caballero que recién había llegado a Azangaro a quien le gustaba mucho el futbol y que
estaba juntando niños de diferentes barrios para armar un equipo imparable.
Pero nosotros no podíamos ser convocados, puesto que pertenecíamos a un equipo
que se llamaba Alfonso Ugarte, y nuestra situación era de fidelidad al cien por ciento a
nuestro equipo y otros dirigentes también trataron de jalarnos pero nunca aceptábamos.
Entonces llegamos donde estaban entrenando y efectivamente eran muy buenos y
tenían hasta un buzo de color plomo y también contaban con camisetas de entrenamiento.
Esto provoco envidia en nuestros orgullo futbolístico, los estábamos mirando por un
buen rato sentaditos, uno al lado del otro, sin decir nada realmente; tenían una disciplina
muy buena y hasta que el entrenador decidió dejar el lugar de entrenamiento y los niños
se desbandaron y comenzaron hacer desorden y nosotros seguíamos sentados los cinco y
hasta que de pronto uno de los niños que nos conocía nos desafía para jugar un partidito
POTOS Y ERUCTOS
DANIEL RODRÍGUEZ LIRA 59
de futbol y le respondimos que no, porque su entrenador regresaría y los podría castigar a
ellos y a nosotros también. El amigo dijo que el entrenador se fue para Juliaca y que tenía
que tomar su carro en esos instantes y es así que nos pusimos de pie para afrontar este
desafío que nos hicieron los niños del equipo de buzos nuevos
Y cuando ya estuvimos por tocar el balón, el capitán del otro equipo nos dice: -y
para que jugamos-, unos heladitos ¡noooo!, unas gaseosas ¡¡noooo!!, y el capitán del otro
equipo nos reta y nos dice: -el perdedor se hace cortar el cabello coco-. Cuando dijo eso
yo me agarre mi cabeza y no podía creer lo que estábamos hablando. El flecha que era
nuestro capitán es quien acepta el desafío y nos lleva a un lado en forma circular. Nos
dijo que teníamos que ganar si no nos cortaríamos las cabellos hasta que no quede ni un
solo pelo, nos pusimos optimistas. Comenzó el partido y cada vez que teníamos la pelota
nos caía un jugador del otro equipo y no podíamos hacer nada, nos tenían bien marcados
y así pasaba el tiempo. Cuando ellos tenían la pelota solo tocaban sin ninguna intención
de meternos gol y eso nos desesperaba puesto que no estábamos acostumbrados a jugar
de esa manera. El otro equipo toca y toca y hasta que en descuido nos meten un gol y lo
celebraron tanto que nos desmoralizaron. Y bueno sacamos la pelota tratando de
reorganizarnos pero no podíamos hacer nada, ellos, estaban sobre nosotros y no nos
dejaban hacer nada, nos quitaron la pelota y comenzaron a tocar hasta cansarnos y en
otro descuido otro ¡¡¡gol!!!
Mientras ellos festejaban yo me ponía pensar como me vería sin pelo esto si que se
estaba poniendo feo que les diría a mis padres como me haría cortar se burlarían de mi y
volviendo a la realidad dos goles fueron suficientes para sentenciar nuestras cabezas al
peluquero que se encargaría de dejar calato nuestras cabezas.
Los muchachos del otro equipo nos reclaman a voz en cuello para que nos
hiciéramos cortar el pelo hasta que el flecha hablo y les dijo el domingo nos vemos en la
inauguración de los juegos vacacionales y no se preocupen que nosotros cumpliremos
con nuestra palabra y nos fuimos sin esperar respuesta de los muchachos del otro equipo.
Caminamos con dirección a la plaza de armas y dos se sentaron en un banco y tres
lo hicimos en el piso y el gordo dijo no hay caso nos ganaron y tenemos que cumplir y el
flaco dice de cumplir vamos a cumplir el problema es que todo el mundo se va reír de
nosotros y el flecha dijo hablan estupideces ese no es el problema el problema es que de
aquí a una semana empieza el campeonato y esos se la llevan facilito y nosotros ni
siquiera hemos entrenado y nuestro Profe donde andará nos van hacer papilla y el faraón
dice
-carajo- vamos a buscar a nuestro profe y le contamos todo lo que paso, el sabrá como
solucionar este problema
Y efectivamente nos dirigimos a su casa que quedaba en la misma plaza de armas
y lo encontramos allí lo llevamos a una banca y paso a paso le contamos todo de cómo
habíamos perdido el partido con esos niños y como teníamos que cortarnos nuestras
cabelleras el profesor reacciono con una sonora risa que nos dejo anodados por tal
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reacción nadie esperaba esa reacción lo miramos y no dejaba de reírse ya me estaba
cansando nos miraba la cabeza a cada uno de nosotros con burla hasta que se callo y
guardo silencio por un buen rato y el flecha lo interroga.
-profe que vamos a hacer-
Y el contesta
-primero ustedes van a tener que responder por la apuesta. Así que se hacen cortar sus
cabelleras y mañana los espero a las cinco de la mañana en el maracaná para empezar
con los entrenamientos y no se olviden que ustedes son los mejores que nadie les puede
ganar.
Y así el profe se levanto y se metió a su casa nos miramos contentos nos
despedimos y nos retiramos también hasta nuestras casas.
Era la hora de la cena y mi padre y mis hermanos estábamos sentados para cenar
y le hice el comentario a mi padre
-papa tengo que cortarme el pelo ya esta largo-
Y mirando a mis hermanos mayores mi padre me dijo:
-Carajo ustedes no pueden ser como su hermano menor que por su voluntad se corta el
pelo, pero a ustedes ay que llevarlos a la fuerza,
Y me dio dinero para el corte de pelo cene tranquilo todo estaba bien pensaba
mañana empieza los entrenamientos tengo dinero para el corte de pelo mi padre me
quería era un ejemplo de hijo que no le contó a su padre como se haría cortar el pelo.
Dormí placidamente mi madre me hizo despertar a las cinco de la mañana para los
entrenamientos me levante con la velocidad de un tigre y Salí casi a toda velocidad para
los entrenamientos llegue a la canchita maracaná todos estaban ya entrenando fui el
ultimo en llegar y me puse a trotar junto con mis compañeros y mi profe, el era muy
exigente con el entrenamiento y cuando ya estuvimos cansados nos invita a sentarnos y
el se queda parado y dice
-Los muchachos de los otros clubes no tiene lo que ustedes tienen, espíritu vida para
luchar, ellos de repente tiene mejores trajes deportivos pero el futbol no es eso el futbol
es diversión y ustedes saben divertirse y cada vez que entren a una cancha de futbol
nunca piensen en lo que tienen los demás sino lo que ustedes tienen así que muchachos
este es el plan, el día sábado en la mañana se hacen cortar sus pelos y en la tarde nos
vemos en mi casa a las cinco en punto conversen con sus padres.
Esas fueron las palabras del profe y los entrenamientos continuaban ya nos
sentíamos fuertes la comprensión entre nosotros era fenomenal y también converse con
mi padre sobre el corte de pelo que lo haría el sábado y el me comprendió y es así que
llego el día sábado y los cinco nos fuimos donde el peluquero y le dijimos que nos
cortase peladitos y el peluquero se sorprendió y nos dice que no nos burlemos de el pero
el estaba incrédulo no lo podía creer cinco niños querían hacerse corte coco eso no
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sucede generalmente este tipo de corte es un castigo pero nosotros estuvimos muy
optimistas con ganas de perder la cabellera y el peluquero empieza su faena entra el
gordo primero mientras cae el pelo unas sonrisas tímidas se escuchan vimos la cabeza del
gordo completamente pelada y nos motivamos quien sigue el peluquero parece que
gozaba mirando la cabeza del gordo como si fuera su obra maestra y así uno por uno
terminamos pelados el piso estaba lleno de pelo completamente negro parecía una
mancha cuando termino nos paramos frente al espejo uno al lado del otro y los cinco con
la cabeza peladas realmente era un cuadro muy gracioso todos sacaron sus gorras se las
pusieron pagaron al peluquero por el servicio agradecimos y salimos nos despedimos y
nos retiramos cada uno con dirección a su casa
Llegue a mi casa mis hermanos se dieron cuenta al instante de mi corte de pelo y
comenzaron a burlarse me acariciaban la cabeza que lindo corte que guapo estas, como
se llama tu corte, échale grasita para que brille, y así todo el rato se burlaron de mi me
metí a la ducha no les hacia mucho caso porque ellos eran así molestaban a todos por el
gusto de pasarla bien pero yo si tenia una preocupación que al día siguiente seria la
inauguración del campeonato vacacional
Llego las cinco de la tarde y buscaba una gorra para ponerme pero mis hermanos
los habían ocultado para ver mi pelada cabeza y hasta que mi madre me alcanzo una
gorra y Salí corriendo a la casa de mi profe porque el nos cito a esa hora y otra vez fui el
ultimo en llegar y el profe se estaba riendo nos sacaba la gorra y nos miraba uno por uno
inspecciono nuestras cabezas y cada vez que terminaba con uno se reía luego al otro y así
y comenzó a repartir los uniformes camisetas truzas y medias de deporte para la
inauguración del día siguiente y nos pregunta están contentos con su nuevo uniforme
contestamos todos siiiiii ahora les tengo una sorpresa y saca unos chullos de color rojo y
blanco del mismo color de nuestro equipo igual que nuestras camisetas mañana vamos a
la inauguración con nuestros chullos y no se lo sacan por nada a no ser que el arbitro o
yo lo indique pero si otra persona les pide que se saquen no lo harán ¡entendido! Dijo
Así fue al día siguiente todos los equipos estaban bien uniformados algunos tenían
unos buzos muy bonitos otros como nosotros con sus truzas y así todo el pueblo estaba
presente nos hicieron formar a los diez equipos en la cancha y toda la gente alrededor
empieza la ceremonia con el himno nacional y la gente se sacaba los sombreros y las
gorras y nosotros no sabíamos que hacer es entonces que lo miramos al profe y el
también estaba con su chullo por solidarizarse con nosotros y para no desentonar y el
maestro de ceremonia nos pide que nos quitemos los chullos ya no podíamos así que
hicimos caso chullos afuera la gente nos mira y comienzan a reírse miraba a todos lados
la gente señalaban nuestras peladas y se reían los chicos de los otros equipos también y
los muchachos que nos ganaron la apuesto nos miraban con satisfacción de haber sido los
ocasionantes de este momento en el que todos se reían de nosotros, es entonces que el
profe se pone delante de nosotros con su rostro serio seguramente para darnos algunas
palabras de aliento. Es cuando se saca su chullo, el también estaba pelado, la gente
aumento el tono de la risa y lo hacían con mas ganas al ver a nuestro entrenador.
Después de un rato comenzaron unos aplausos muy débiles que poco a poco se
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convirtieron en una ovación toda la concurrencia nos estaban aplaudiendo pero creo que
lo aplaudían mas a nuestro profe que con actitudes tan sencillas y palabras directas sabia
guiar a este pequeño grupo de niños.