por que lo mataron cap 1

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  • CAPTULO I

    ANTECEDENTES DE UN MAGNICIDIO

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  • El Rgimen se sinti en peligro cuando advirti que contra el Presidente Samper se expresaban los principales voceros de la opinin pblica. El Rgimen est tratando de formar un ambiente de opinin

    entre quienes ofensivamente llama los amigos del Presidente. El Rgimen consigui as que el Presidente no se caiga. Pero no ha logrado

    destruir la conviccin de que no se puede quedar.

    EDITORIAL DE EL NUEVO SIGLO, 17 DE OCTUBRE DE 1995.

    /DFDSDFLGDGGHDJXDQWHGHHVWHSDtVQRSXHGHVHULQQLWD\el asesinato de lvaro Gmez es la mxima prueba del grado de disolucin al que hemos llegado. Si ante este magnicidio no hay una verdadera reaccin institucional, coherente y enrgi-ca, y desde la jefatura del Estado no se ejerce el liderazgo que la sociedad reclama, los violentos de este pas habrn ganado una batalla decisiva. Con ese prrafo concluy Enrique Santos su columna semanal posterior al homicidio de lvaro Gmez. Tres aos ms tarde, el entonces Presidente Andrs Pastrana DUPyTXH &RORPELDQRSRGUi UHSDUDU OD SpUGLGDGHOYD-ro Gmez y no podr rendirle el homenaje que merece, hasta que no se conozca la verdad de su martirio y se sancione a sus asesinos. Todos estamos a la expectativa de que pronto as ocurra.7 Otros llamados contra la impunidad se han ido produ-

    7. Pastrana Arango, Andrs, en Tercer Aniversario, Movimiento de Salvacin Nacional, 1998, p 14.

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    ciendo desde el 2 de noviembre de 1995, da en que unos sicarios acribillaron a Gmez Hurtado cuando sala de dictar su ctedra universitaria. Quince aos ms tarde pudieron pronunciarse esas y muchas otras manifestaciones de indignacin, sin que las cir-cunstancias de desinters institucional, encubrimiento y desvia-cin, hayan cambiado.

    No cabe duda de que ese dos de noviembre la mafia dio a la sociedad colombiana uno de los ms duros golpes que ha recibido, no slo asesinando a uno de los dirigentes que ms la combata, sino encargndose de mantener en la absoluta im-punidad el hecho a travs de los aos. La batalla decisiva, quince aos despus del magnicidio, parece que la han ganado los violentos.

    Y es que dicha batalla resulta dura y desigual para los no violentos. Cmo se puede enfrentar la sociedad colombiana ante un enemigo armado, furiosamente vido de poder poltico, con una inigualable capacidad de corrupcin y de causar dao? Cmo enfrentar organizaciones criminales que han infiltrado al mismo Estado para desde ah continuar su accionar y evitar ser perseguidos? Cmo enfrentarse a la mafia?

    Una de las pocas armas a favor de la sociedad es su capa-cidad de recordacin: el olvido, que cobija irresponsablemente una gran cantidad de crmenes perpetrados en Colombia, es quiz lo que ms aventaja a la mafia en su afn por lograr la impunidad y una de las ms grandes desventajas de la sociedad civil en su intento por impedirla. Es posible que el mismo l-varo Gmez haya credo en la capacidad de recordacin como una de las pocas y ms eficaces armas de la sociedad contra el crimen y la violencia. Slo ello explica la honda significancia de una de las frases que, viniendo de su pluma, no deja de con-mover el nimo de los colombianos: Ser abatido por rfagas de ametralladora, como pareca ser mi suerte, no deba considerarlo como un infortunio singular. Quizs no era un bel morir. Pero en las circunstan-cias actuales del pas y del mundo podra no ser un sacrificio intil.

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    Un propsito esencial de este primer captulo consiste en recordar a una sociedad aturdida por episodios histricos que, por dolorosos que sean, explican, contextualizan y sobre todo, mantienen vigente la justa indignacin y los legtimos reclamos para que se haga justicia. Hay que recordar.

    EL LTIMO DILEMA DE LVARO: EL GOBIERNO SAMPER VCTIMA O AGENTE DEL RGIMEN?El domingo 29 de mayo de 1994, Ernesto Samper le gan a Andrs Pastrana la primera vuelta de las elecciones presiden-ciales con una prrica diferencia de 18.439 votos (2623.210 por Samper y 2604.771 por Pastrana). La segunda vuelta era inevi-table y la adhesin de Noem Sann al candidato conservador estaba anunciada: Pastrana ganara en segunda vuelta y as lo titulaban las encuestas a comienzos de junio.8 Segn lo registr la prensa de la poca, la campaa liberal cay en un estado de angustia y serio temor de perder las elecciones. Para triunfar en la segunda vuelta era necesario que el samperismo sumara esfuerzos: los esfuerzos se fueron sumando.

    El 16 de junio de 1994, slo cuatro das antes de la segun-da vuelta de las elecciones, el candidato Andrs Pastrana pidi audiencia con el Presidente de la Repblica, Csar Gaviria Tru-jillo. En Palacio, Pastrana entreg al presidente varios casetes con grabaciones sostenidas entre Alberto Giraldo y Miguel Ro-drguez Orejuela, en donde el capo del Cartel de Cali conversa-ba con su amigo sobre el dinero que se le deba dar a Ernesto Samper para que ganara las elecciones: las grabaciones daban cuenta de aportes mafiosos a la campaa de Samper superiores a 3.000 millones de pesos de aquel entonces. Al da siguiente, el presidente envi las grabaciones a la Fiscala General de la Na-

    8. El Nuevo Siglo, edicin del 11 de junio de 1994. P. 7.

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    cin. El candidato Pastrana se abstuvo de revelar las grabacio-nes a los medios de comunicacin antes del da de elecciones.

    El domingo 21 gan las elecciones Ernesto Samper con 3733.366 votos, 150 mil ms que su adversario, Andrs Pastra-na. Al da siguiente, el noticiero de televisin nacional 24 Ho-ras9 sorprendi al pas con la revelacin de los narco-casetes. Para el da martes, la prensa nacional no hablaba de otra cosa. Sin embargo, el efecto no fue tan adverso al presidente electo como se esperaba. Por el contrario, siendo que el origen de la denuncia haba sido el candidato derrotado, los narco-casetes fueron percibidos como una campaa de desprestigio orques-tada por el mal perdedor Andrs Pastrana. Samper aleg que se trataba de un montaje.

    El gobierno estadounidense, mediante funcionarios del Departamento de Estado, asegur al presidente electo y a al-gunos miembros de su gabinete que, en efecto, la mafia ha-ba desempeado un papel fundamental en la financiacin de su campaa.10 La posicin americana se endureci y al poco tiempo el gobierno de ese pas amenaz con vetar a Colom-bia.11 En vez de rechazo al presidente electo, en Colombia se gener cierto sentimiento de nacionalismo e indignacin por las amenazas de los Estados Unidos. Nuevamente, las narco grabaciones fueron percibidas como un montaje hecho por el mal perdedor Andrs Pastrana y exageradas por el entrometido gobierno norteamericano.

    El presidente electo Samper se posesion el 7 de agosto de 1994. Nombr un gabinete mayoritariamente liberal, aunque no exento de representacin conservadora alvarista, compues-ta por Daniel Mazuera Gmez,12 Mara Sol Navia y Rodrigo

    9. Noticiero de propiedad de lvaro Gmez Hurtado y su familia.

    10. Vargas, Lesmes y Tllez, El Presidente que se iba a caer, Planeta, p 44 y 45.

    11. El Nuevo Siglo, 15 de julio de 1994, p. 2 A.

    12. Sobrino de lvaro Gmez Hurtado.

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    Marn Bernal.13 Quin podra haber dicho que no haba re-presentacin alvarista? Se trataba de una movida poltica hbil del Presidente Samper para dividir al conservatismo en sus lin-deros histricos frente al gobierno. lvaro Gmez Hurtado, a travs de El Nuevo Siglo manifest ese 7 de agosto que siempre que se produce un cambio en la jefatura del Estado, surgen ex-pectativas y esperanzas. No habra porqu negrselas al nuevo mandatario.14

    La Nacin,entusiasmada con el advenimiento de un nuevo gobierno, pareca querer ignorar el escndalo de las narco-gra-baciones y creer en la buena fe del presidente. Lo mismo puede leerse en la actitud de lvaro Gmez, quien a travs de sus editoriales condenaba el entrometimiento de los Estados Uni-dos, dando muestras de solidaridad con el recin posesionado gobierno, dentro del cual un sobrino suyo (Mazuera Gmez), un otrora aliado poltico (Marn Bernal) y una cercana amiga (Mara Sol Navia) tenan asiento en el gabinete ministerial.

    La posicin editorial de Gmez Hurtado se mantuvo pru-dente y solidaria frente al gobierno de Ernesto Samper, durante el ltimo semestre de 1994 y comienzos de 1995, como se ver a lo largo de estas pginas.

    Tan slo una semana despus de posesionarse el nuevo gobierno, el Fiscal General, Gustavo de Greiff, encontr que no haba mrito para proseguir con las investigaciones de los narco-casetes.15 Ahora, las narco-grabaciones parecan un leve impase, superado y solamente recordado por incmodos y es-pordicos incidentes, como cuando en septiembre de ese ao, Juan Jairo Rodrguez, oficial retirado de la Polica por rdenes del Director, sali gritando del despacho de su jefe que a m me

    13. Rodrigo Marn fue un destacado dirigente conservador y alvarista del depar-tamento de Caldas.

    14. El Nuevo Siglo, 7 de agosto de 1994, p. 2 A.

    15. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 59.

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    sac de ac el Cartel de Cali16 o cuando Joe Toft, director saliente de la DEA en Colombia afirm en octubre que lo que exista aqu era una narco democracia.17 El gobierno colombiano anun-ci que se les pondra lmites y controles a los temerarios funcio-narios de la DEA en Colombia, quienes en cualquier entrevista arremetan contra la dignidad nacional. El mismo lvaro G-mez, desde las pginas de El Nuevo Siglo arremeti contra Joe Toft, e invit al gobierno de Colombia, a replantear las relaciones bilaterales con los Estados Unidos, por fuera del tema de las dro-gas. Y afirm que resulta inmanejable una poltica internacional en la cual hay que dar explicaciones cada 8 das.18

    Otros eran los temas que inquietaban la agenda nacional, como la eventual negociacin con la guerrilla o el problema de la dosis mnima al interior de la Corte Constitucional. Como senador, afirm el 15 de noviembre de ese ao (1994), que 100 das es poco tiempo para juzgar la mala o buena gestin del Gobierno Samper.19

    Empez el ao 1995 y lo nico que pareca opacar el xito del gobierno eran sus cada vez peores relaciones con el go-bierno de los Estados Unidos. Aunque nadie hablaba de las narco-grabaciones, y antes exista solidaridad con Samper, como un perseguido de los gringos, funcionarios del gobierno ameri-cano sistemticamente daban duras declaraciones: a finales de enero el embajador Myles Frechette anunci que el gobierno no est luchando contra el narcotrfico.20 lvaro Gmez, indignado, se pregunt que ante tales afirmaciones qu ms se quiere que haga Colombia? y tild de inoportunas las palabras del embajador21.

    16. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 69.

    17. El Nuevo Siglo, edicin del 01 de octubre de 1994. Primera pgina y editorial.

    18. Ibidem.

    19. El Nuevo Siglo, edicin del 16 de noviembre de 1994, p. 7 A.

    20. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 119.

    21. El Nuevo Siglo, edicin del 31 de enero de 1995, p. 3.

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    Empezando febrero, la revista Cambio 16 revel las escan-dalosas cuentas de Guillermo Palomari, contador del Cartel de Cali, en donde figuraba una extensa lista de polticos samperis-tas como directos beneficiarios de la mafia.22 A pesar de ello y como ocurri con las narco-grabaciones, la opinin no pareci apreciar la gravedad del asunto. Aumentaba, en cambio, una ola de indignacin contra las interferencias del gobierno america-no: Carlos Lleras de la Fuente, embajador de Colombia en Was-hington, reaccion airado ante las afirmaciones de Frechette, en asombrosa sintona con la lnea editorial de El Nuevo Siglo. El ex-Canciller, Diego Uribe Vargas afirm que haba regresado la poltica del garrote por parte de los norteamericanos. En un gesto sin precedentes, lvaro Gmez sugiri declarar a Fre-chette persona non grata y afirm en otro editorial que frente a la agresin norteamericana todos unidos, haciendo un llamado para que los colombianos apoyaran al Gobierno de Ernesto Samper en su cometido por demostrar que Colombia s luchaba fuerte-mente contra las mafias.23

    Tras bambalinas, el ambiente se iba calentando: oficiales de inteligencia llamaron alarmados al entonces Ministro de Defensa, Fernando Botero Zea, y le advirtieron sobre las per-manentes afirmaciones de Elizabeth Montoya de Sarria ante varios grupos de mafiosos, en donde les aseguraba que ella era el mejor enlace posible entre ellos y Ernestico, refirindose al presidente24. La revista Semana empez a tomar una posicin crtica frente al gobierno, particularmente alimentada por las revelaciones de Cambio 16 referentes a Guillermo Palomari. Se-gn sus periodistas un hombre no identificado se present al despacho del director de Semana y le asegur que ese medio de comunicacin estaba poniendo en peligro la paz entre el

    22. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit, p. 112.

    23. El Nuevo Siglo, edicin del 20 de febrero de 1995, p. 3.

    24. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p123.

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    gobierno y la mafia. Segn l, el gobierno tena enterados a los narcos de que eran la revista Semana y la Fiscala las dos insti-tuciones que estaban arriesgando la realizacin de los acuerdos pactados.25

    Tras muchos esfuerzos, Colombia obtuvo una certificacin condicional por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Po-cos das despus la opinin se enter de que Miguel Rodrguez Orejuela andaba libre en la ciudad de Cali, pues fue visto en una Notara realizando varias diligencias.26 Hechos como este, ge-neraban suspicacias sobre la posible pantomima que se podra estar orquestando, entre el gobierno y el Cartel de Cali.

    Ante una ininterrumpida cadena de pequeos incidentes que insinuaban vnculos entre el gobierno y las mafias, la opinin pblica empez a recordar las famosas narco-grabaciones. El ex-ministro de Justicia, Enrique Parejo Gonzlez, dio duras de-claraciones a la prensa en donde se preguntaba por qu la Fis-cala se haba desentendido frente a los narco-cassetes.27 Pocos das despus, el 20 de abril, la Fiscala captur, por vnculos con el narcotrfico, al reconocido poltico samperista Eduardo Mestre. Las relaciones de Mestre con los Rodrguez Orejuela venan desde los aos ochenta, tal y como lo registr la prensa de la poca.28 Al da siguiente de la captura de Mestre, el Fis-cal General, Alfonso Valdivieso, anunci que dados los docu-mentos encontrados a Guillermo Palomari, abrira una inves-tigacin contra 9 congresistas samperistas (entre ellos Alberto Santofimio), contra el contralor David Turbay y que llamara a declarar a Santiago Medina, ex-tesorero de la campaa Samper Presidente. Mientras tanto, en un hecho sin precedentes desde las pocas de la censura durante la dictadura, funcionarios de

    25. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 136.

    26. El Nuevo Siglo, edicin del 2 de abril de 1995. Primera pgina.

    27. El Nuevo Siglo, edicin del 1 de abril de 1995, p. 11 A.

    28. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 198.

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    la Presidencia de la Repblica irrumpieron en los talleres de la revista Semana con el propsito de averiguar el contenido de un artculo en que ese medio revelara ms casos de vnculos entre el gobierno y sectores narcotraficantes.29

    lvaro Gmez Hurtado, desde los editoriales de El Nue-vo Siglo, denunciaba al rgimen, sostena que era necesario cambiarlo y conclua que el Presidente Ernesto Samper era un simple prisionero, atrapado entre intereses ajenos. Gmez no atacaba al gobierno ni a la persona del presidente, criticaba a un establecimiento amorfo en donde Samper apareca casi como una vctima. Por lo dems, Gmez Hurtado segua ofuscado con la posicin norteamericana e insista en que la poltica con-tra las drogas se manejaba de forma completamente errada, lo que implicaba una posicin solidaria con la poltica internacio-nal del gobierno: a comienzos de mayo de 1995, el editorial de El Nuevo Siglo felicit al Canciller Pardo Garca-Pea por haberle revirado, por fin al gobierno de los Estados Unidos.30 Das ms adelante, el presidente propuso una reforma consti-tucional para implementar en Colombia un sistema unicameral, tal vez la primera de muchas cortinas de humo puestas en mar-cha para ocultar el problema de la narco financiacin. Dicha propuesta tuvo acogida en las pginas de El Nuevo Siglo, diario que la calific como un pretexto para algo grande.31

    Algunos de los medios de comunicacin bajo influencia de Gmez Hurtado (Noticiero 24 horas y diario El Nuevo Siglo) reflejaban claramente ante la opinin pblica, mediante sus l-neas editoriales, una actitud de solidaridad frente al Gobierno de Ernesto Samper, al cual lo presentaban como vctima de una equivocada poltica anti-drogas impuesta por los Estados Unidos. Dichos medios de comunicacin se apartaban de otros

    29. El Nuevo Siglo, edicin del 5 de abril de 1995, p. 14 A.

    30. El Nuevo Siglo, edicin del 6 de mayo de 1995, p. 3 A.

    31. El Nuevo Siglo, edicin del 15 de mayo de 1995, p. 3 A.

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    como Semana, Noticiero Q.A.P, Cambio 16 o La Prensa, que, da a da, incrementaban su nivel de crtica y sancin periodstica al gobierno.

    Al respecto ha sealado mi hijo Enrique Gmez Martnez, para la poca empleado de mucha confianza de lvaro: Cuan-do personalmente tuve la oportunidad de comentar esta pos-tura con lvaro, recuerdo que varias circunstancias explicaban esta cndida lnea editorial al inicio del gobierno. Por una parte, Samper perteneca a una familia reconocida de Bogot, con la cual la nuestra en el pasado haba tenido relaciones y conoci-miento de tipo social y ello motivaba dudas en lvaro de que el entonces y ya Presidente Samper se hubiese prestado al finan-ciamiento ilegal de su campaa. lvaro pensaba, y despus lo escribi en sus editoriales, que Ernesto Samper se encontraba atrapado por lo que l denominaba el rgimen, una mezcla de intereses polticos, privados y a veces criminales, que convivan y explotaban el Estado colombiano () pensaba incluso que la fuerza del rgimen era tal que el Presidente era meramente una instancia circunstancial, casi casual. Por otra parte, dada una cierta cercana entre Daniel Mazuera y Ernesto Samper, mi primo Daniel Mazuera Gmez haba sido justamente exaltado como ministro y ello no dejaba de ser un gesto del gobierno hacia la familia. (). Por otra parte, me consta que lvaro tena gran resentimiento con el tono, el alcance y los medios con los cuales el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Amrica haba abordado las dudas existentes sobre la financia-cin a la campaa de Samper. lvaro haba sido embajador en Washington, conoca y haba luchado directamente contra los prejuicios de los funcionarios americanos hacia Colombia y, en conjunto con mi padre, durante aos haban criticado la crimi-nalizacin del trfico de estupefacientes como nica respuesta social al problema de la droga.32

    32. Gmez Martnez, Enrique, documento indito.

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    En el mes de junio, graves indicios se sumaron a los ya exis-tentes en el sentido de sindicar al gobierno de tener una aso-ciacin criminal con la mafia: la Corte Suprema anunci que abrira investigacin, por nexos con el Cartel de Cali, al Procu-rador General de la Nacin, Orlando Vsquez. El ex alcalde de Barranquilla, Bernardo Hoyos, afirm ante los medios que se haba reunido con alias Pacho Herrera y con los Rodrguez Orejuela, quienes le habran mostrado copias de cheques entre-gados a la campaa de Ernesto Samper que superaban los 15 mil millones de pesos.33 El gobierno plante, sbitamente, la posibi-lidad de desmilitarizar un territorio para dialogar con la guerri-lla. Dicha posibilidad desvi brevemente la atencin pblica del narco-escndalo pero no necesariamente a favor del gobierno, pues los militares se pronunciaron, pblicamente, en contra de tal medida: Aqu mando yo les respondi Ernesto Samper desde Cartagena.34 La propuesta del gobierno fue percibida por lvaro como una desatinada cortina de humo que, por lo dems, choca-ba con los principios conservadores que l defenda.

    Los acontecimientos anteriores inquietaban, cada vez ms, el nimo de lvaro Gmez y su posicin mediti-ca hasta entonces de alguna manera neutra, en momentos en que asumir tal o cual postura editorial resultaba esencial para la credibilidad del gobierno. La discusin entre lvaro y yo recuerda mi hijo, su sobrino, ya no radicaba en el hecho de si haban o no entrado dineros del Cartel a la Campaa, ese era un hecho ya sentado para nosotros, como para gran parte de la opinin pblica. La discusin se centraba en tratar de establecer si Ernesto Samper era una ficha, en una estrategia de largo plazo de la mafia, para tomarse el poder, y asegurar la no extradicin y la proteccin de sus capitales legalizados, o era l, al contrario, una vctima de las circunstancias, traicionado por sus subordinados en la campaa.35

    33. El Nuevo Siglo, edicin del 22 de junio de 1995, p 8 A.

    34. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 238.

    35. Gmez Martnez, Enrique, documento indito.

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    Avanzaron los meses de junio y julio llenos de incidentes que salpicaban aun ms la campaa Samper Presidente. La relacin entre lvaro Gmez y el gobierno se iba enfriando en la medida en que Gmez tena cada da mayores razones fcticas para desechar su hiptesis del prisionero del rgimen. Gmez, quien vena aconsejando al gobierno en ciertos temas de su inters como la reforma a la justicia o la descentralizacin de la Polica, poco a poco fue terminando con tales interven-ciones. Fernando Botero, Ministro de Defensa y uno de los principales interlocutores del gobierno con lvaro Gmez y encargado por el Presidente Samper de medirle el pulso a mi hermano, ha manifestado cmo, a mediados del ao de 1995, el puente entre el gobierno y Gmez Hurtado se fracturaba.

    Durante ese mes de junio, la cantidad de entregas volunta-rias y capturas a integrantes de la mafia fue abrumadora. Gilber-to Rodrguez Orejuela pacficamente capturado en Cali, (junio 9). Tulio Enrique Murcillo se entreg (junio 12), alias el Ala-crn, sptimo hombre del Cartel de Cali, tambin se entreg (junio 20), slo cinco das ms tarde, Vctor Patio Fmeque sigui su ejemplo y se rindi a las autoridades (junio 25). No em-pezaba el mes de julio cuando fue aprehendido Jos Santacruz Londoo mientras almorzaba en un restaurante en Bogot (julio 04); cuatro das ms tarde se entreg Phanor Arizabaleta, quinto hombre del Cartel de Cali.

    Ante este rosario de capturas manifiesta Enrique G-mez Martnez, recuerdo claramente una reunin con lva-ro, en la cual comentamos entre risas que el gobierno estaba perdiendo la vergenza en su simulacro de persecucin contra el Cartel de Cali. Recordamos en ese momento que menos de una semana antes, el Director del DAS, Ramiro Bejarano, haba hecho el ridculo ante el pas anunciando la captura de Phanor Arizabaleta, cuando unidades del DAS haban capturado a un delincuente comn con parecido fsico con el quinto hombre del Cartel de Cali. A los dos das de nuestra amena reunin,

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    con sorpresa registramos la entrega del famoso Phanor Ariza-baleta, quien lleg caminando a la direccin del DAS. Recuerdo que fue tal el impacto y la coincidencia, que lvaro me llam al celular para comentarme lo sucedido. En ese momento de mis conversaciones con lvaro, sent que haba en l un movi-miento, una transformacin en su postura hacia Samper, donde apareca cada vez ms marcado un amplio grado de cinismo.36

    El mircoles 26 de julio la Fiscala captur a Santiago Me-dina, ex-tesorero de la campaa Samper Presidente. Cuando Medina se diriga en un carro del C.T.I. con rumbo al DAS, recibi una llamada del ministro del Interior, Horacio Serpa: Santiago, tranquilo que nosotros estamos con usted le dijo. El pre-sidente est muy afanado y vamos a hacer lo que podamos para sacarlo de este problema. Yo ya no les creo nada le contest Medina a Ser-pa. Y dgale al presidente que mi lealtad termina cuando pise la primera escalera del edificio de la Fiscala.37 Segn el mismo Medina y por rdenes del Presidente Samper, el director del DAS, Ramiro Bejarano, lo contact y ensay persuadirlo de que no hablara38. Medina afirm que el director del DAS, Ramiro Bejarano, me visit en el calabozo y le pidi al vigilante no dejar constancia de su ingreso. Me dijo que yo no sacaba nada enlodando al resto de personas, que era ms fcil someterme a un encarcelamiento () y buscar los medios jurdicos para lograr mi libertad39 (). Sin mayor tacto, Bejarano me advirti que el tratamiento de que fuera objeto y mi integridad personal dependan de la forma en que yo manejara la situacin a partir de ese momento.40 El ex-tesorero de Ernesto Samper estaba convencido, y as lo escribi en su libro La verdad sobre las mentiras, de que el gobier-

    36. Gmez Martnez, Enrique, documento indito.

    37. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 263.

    38. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 268.

    39. El Nuevo Siglo, edicin del 3 de agosto de 1995, p. 12.

    40. Medina, Santiago, La Verdad sobre las mentiras, Ed. Planeta, 1997. P 176.

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    no lo quera asesinar evitando as que l cantara.41 A travs del Ministro del Interior y del director del DAS, Santiago Medina habra enviado un claro mensaje al presidente en el sentido de que iba a hablar francamente con las autoridades judiciales.

    Al da siguiente de la captura de Medina, El Nuevo Siglo va-ticin el comienzo de un escndalo mayor y no asumi ninguna actitud solidaria con el gobierno en un editorial que titul Aves de Tormenta.42 Ese mismo da, Ernesto Samper sali por televi-sin afirmando que de comprobarse cualquier infiltracin de dineros (provenientes del narcotrfico) se habra producido a mis espaldas.43 Dicha frase puso en guardia a personas cercansimas al presidente que, como Fernando Botero o el mismo Medina, estaban al tanto de lo que haba ocurrido durante la campaa y ahora lean en la alocucin de Samper una actitud de si pas algo fueron ellos, no yo.

    El viernes 28 de julio de 1995, dos das despus de su cap-tura y sin importar los esfuerzos de Serpa y de Bejarano por impedir que declarara, Santiago Medina afirm ante los fiscales que a la campaa de Ernesto Samper s haban entrado varios miles de millones provenientes de la mafia y que ese hecho fue perfectamente conocido por el entonces candidato, as como por sus ms cercanos asesores, entre los cuales mencion a Horacio Serpa y a Fernando Botero Zea. Medina fue ms all y manifest que los vnculos estrechos y de asociacin del Pre-sidente Samper con la mafia databan de tiempo atrs, y narr extensamente lo que denomin el pacto de Recoletos por virtud del cual el Cartel de Cali y Ernesto Samper se habran compro-metido, desde 1993, a realizar un proyecto poltico conjunto.44

    41. Medina, Santiago, La Verdad sobre las mentiras, Ed. Planeta, 1997. P. 172 y 173.

    42. El Nuevo Siglo, edicin del 27 de julio de 1995. P. 3.

    43. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 266.

    44. La indagatoria a Santiago Medina, rendida el 28 de julio de 1995 fue am-pliamente circulada por los peridicos y hoy puede consultarse en cualquier archivo de prensa fsico o ciberntico.

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    Aadi que las relaciones de Samper con los Rodrguez Ore-juela eran cercansimas y que se remontaban a la dcada de los aos ochenta.45

    Esta declaracin, que sumada a toda la ola de narco-evi-dencias podra poner en jaque la estabilidad del gobierno, aun no era conocida por la opinin pblica ni la prensa, solamente por las autoridades judiciales. El presidente y sus ms cercanos asesores saban que dados los mensajes que Medina haba en-viado a Samper a travs de Bejarano y de Serpa, no se poda esperar nada positivo para ellos de dicha indagatoria.

    El gobierno se jug su ltima carta para persuadir a Santia-go Medina de que no hablara o, en caso de que ya lo hubiera hecho, de que se retractara. Segn varias declaraciones hechas por Santiago Medina, el sbado 29 de julio de 1995 Ignacio Londoo Zabala46 se le present con una razn proveniente del Ejecutivo; lleg con la misin escribi Medina de convencer-me para que me retractara de lo que haba dicho en la indagatoria. () Durante todo ese sbado Londoo insisti en su propsito. Su argumento era que el pas quedara destrozado si se conoca la verdad de los hechos. () Que si me retractaba, me garantizaban que al ao de estar en prisin haran los arreglos necesarios para que la justicia me dejara en libertad.47 Medina mantuvo su posicin y le manifest a Londoo Zabala que por ninguna razn se retractara. Ese mismo sbado, en un hecho que confirma el temor del Presidente Samper a las declaraciones de Medina, el gobierno traslad a Vctor Patio

    45. La indagatoria a Santiago Medina, rendida el 28 de julio de 1995 fue am-pliamente circulada por los peridicos y hoy puede consultarse en cualquier archivo de prensa fsico o ciberntico.

    46. Ignacio Londoo Zabala, alias Nacho, conocido presuntamente como el DERJDGRGHODPDD\TXLHQSUHVXQWDPHQWHKDVLGRUHVSRQVDEOHGHPDQH-jar la corrupcin con sectores de la Polica, de la Fiscala, de las Cortes y del Congreso por cuenta de los carteles de la droga de Cali y el Norte del Valle.

    47. Medina, Op. Cit, p 195.

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    Fmeque48 desde la crcel de Palmira hasta la crcel de la Mo-delo para persuadir a Medina de que no hablara.49 Esa gestin tampoco tuvo frutos.50

    La angustia y la desconfianza se apoderaron del alto gobier-no. La revelacin de la indagatoria de Medina causara estupor entre la opinin pblica. El domingo 30 de julio, en la hacienda presidencial Hato Grande, el sanedrn samperista discuti con el Presidente qu hacer ante las revelaciones de Medina. A la reunin asistieron Fernando Botero, Horacio Serpa, Juan Ma-nuel Turbay, Juan Fernando Cristo, lvaro Benedettti, Jacquin Strouss (esposa del presidente Samper) e Ignacio Londoo Za-bala, entre otros.51 Aunque a diferencia de la mayora de los asistentes, Ignacio Londoo no era funcionario oficial, su con-dicin de mediador entre el gobierno y otros sectores exi-gan su presencia en ste tipo de importantes reuniones.

    Ante este ltimo y escandaloso episodio, en donde el propio ex-tesorero de la campaa presidencial admita el narco-financia-miento del proyecto poltico samperista, y a la vez, denunciaba presiones por parte de altos funcionarios del gobierno (como Serpa y Bejarano) para que no hablara, lvaro Gmez Hurtado se convenci de que el gobierno no era ningn prisionero inge-nuo en las garras de un rgimen corrupto, sino por el contrario, uno de sus principales agentes: no haba era la conclusin de Gmez, otra solucin que producir una crisis poltica.

    Para lvaro se hizo evidente que exista algn tipo de acuer-do secreto entre Samper y el Cartel de Cali para habilitar, antes del 31 de diciembre de 1994, la posibilidad de sometimiento a la justicia en trminos sumamente favorables para los capos del cartel. Gmez Hurtado tuvo adems evidencia de que se

    48. Miembro del cartel de la droga de Cali con importantes vnculos con el cartel del Norte del Valle.

    49. El Nuevo Siglo, Edicin del 8 de agosto de 1995, p. 3 B.

    50. Medina, Op. Cit. p. 197.

    51. Vargas, Lesmes y Tllez Op. Cit p. 279 y Medina Op. Cit. p 189.

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    pretenda, con el arreglo del presidente, ganarle de mano a una eventual acusacin a los cuatro de Cali, por parte del Depar-tamento de Justicia de los Estados Unidos. Al respecto haba ya un camino recorrido por el anterior fiscal De Greiff, y al evidenciarlo Gmez Hurtado ntimamente se arrepinti de su exaltacin al funcionario al momento de su retiro. Segn Enri-que Gmez Martnez, una creciente sensacin de traicin, mo-va a Gmez Hurtado a salir de su retiro, para liderar una ofen-siva poltica mayor con el fin de obtener la renuncia de Samper.

    En la medida en que la crisis poltica del gobierno se fue agravando, afirm Fernando Botero Zea, en declaracin que rindi ante la Fiscala, en la investigacin del homicidio de lvaro Gmez Hurtado, el 12 de junio de 2007, estas reuniones (las reuniones que l llevaba sosteniendo con lvaro Gmez) se fueron haciendo ms difciles y menos frecuentes. Las noticias que surgan en los medios de comunicacin sobre la financiacin presidencial de 1994 llevaron al doctor Gmez a una postura poltica cada vez ms alejada del gobierno hasta que estas reuniones terminaron por completo y ces tambin la comunicacin que yo tena con el doctor Gmez. Entend perfectamente lo que estaba pasando y despus de un par de llamadas telefnicas que le hice y que no fueron contestadas, entend el mensaje poltico, el cual respet y acept. Tambin le inform de este hecho al Presidente Samper, quien se preocup mucho por eso, ya que significaba en la prctica perder un puente informal entre el gobierno y el doctor Gmez a travs mo.52 lvaro se haba matriculado en la oposicin.

    TRES MESES EN PROCURA DE TUMBAR EL RGIMENA partir del lunes 31 de julio de 1995 y hasta el da en que lo mataron, lvaro hizo de los editoriales de El Nuevo Siglo

    52. Consultar declaraciones dadas el 12 de junio de 2007 y 9 de junio de 2009, reveladas por la revista Semana el 28 de julio de 2007 y 18 de julio de 2009 y allegadas a la Investigacin N 3209 de la comisin de acusacin de la Cmara de Representantes de Colombia.

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    su trinchera, desde la cual dispar incansablemente contra la permanencia en el poder del Presidente Ernesto Samper. Ese lunes, Horacio Serpa y Fernando Botero desmintieron en una rueda de prensa todo lo que Santiago Medina haba dicho en su indagatoria, insinuando que si algo oscuro hubiera pasado, ello habra sido culpa exclusiva del ex-tesorero. Las declaracio-nes fueron hechas sobre la base de la indagatoria de Medina, la cual tena un carcter de estricta reserva y no tena por qu haber sido conocida por el gobierno. Por qu el gobierno ha-ba tenido acceso pleno a un documento que haca parte de un proceso bajo la reserva del sumario? La pregunta fue aun ms inquietante al conocerse, en denuncia hecha a los medios por la misma Fiscala, que la indagatoria de Santiago Medina haba sido robada el sbado 29 en horas de la noche.53

    Ese lunes, El Nuevo Siglo manifest en su editorial que: El episodio de la doble contabilidad en la campaa elec-

    toral del liberalismo, ha sido desastroso para el Presidente de la Repblica. () Esto origina un largo proceso de inquisicin que va a ser extraordinariamente deteriorante () La conse-cuencia poltica puede conducir a legitimar la resistencia a las autoridades. Es esta una circunstancia que no se produca des-de la cada de Rojas Pinilla. El rgimen buscar afanosamente que no pase nada. () Se buscar que haya sacrificios parciales de corderos expiatorios. Pero empieza a considerarse la idea de que un cambio de protagonistas, o el castigo judicial para algunos de ellos, no basta para brindarle al pas una salida a la moralidad. Se afianza la idea, que con dolor y temor hemos expuesto, de que es imprescindible tumbar el rgimen. Todo l. En un ltimo esfuerzo de recuperacin democrtica.54

    Pronto el pas conoci la totalidad y la magnitud de la in-dagatoria de Santiago Medina la cual, como era de esperarse, caus un terremoto poltico.

    53. El Nuevo Siglo, Edicin del martes 1 de agosto de 1995, p. 11.

    54. El Nuevo Siglo, Edicin del lunes 31 de julio de 1995. P. 3.

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    Durante la maana del mircoles 2 de agosto, el director y varios periodistas de la revista Semana, quienes lideraban la ofensiva periodstica por desvelar los misterios del 8.000, di-mensionaron la nueva postura editorial de lvaro Gmez y sus implicaciones, y as la registraron en su libro El presidente que se iba a caer: El primer comentario del da en la sala de redaccin de la revista, fue el editorial del ex-designado lvaro Gmez en el peri-dico El Nuevo Siglo: Colombia vive un escandaloso Watergate. Ten-dr* las mismas consecuencias de aquel histrico drama? Sera una lgica conclusin.55 Adems, ese mismo editorial manifest que:

    En este momento lo que est en entredicho es la propia legitimidad de la eleccin presidencial. Si a un congresista se le comprueban determinados actos delictuosos, pierde su inves-tidura. Eso mismo debera suceder con el jefe de Estado si ha incurrido en un delito. () El seor Santiago Medina pareciera como si hubiera salido de los infiernos, a donde debe volver. Ahora resulta ser el nico responsable de todo lo que haya pa-sado a espaldas del candidato, hoy presidente, con los dine-ros que ingresaron a la campaa. Y para colmo de sus males al seor Medina ya nadie lo conoce, nadie hablaba con l, nadie sabe cmo operaba, nadie lo haba recomendado.56

    El editorial empezaba con un fulminante Serpa y Botero, obligados a renunciar.

    Antes del medio da de ese dos de agosto, Fernando Botero Zea ley su carta de renuncia al ministerio de Defensa ante nu-merosos medios de comunicacin. Ni el Ministro del Interior, Horacio Serpa, ni el director del DAS, Ramiro Bejarano, igual y gravemente acusados en la indagatoria de Medina renunciaron a sus cargos. Al da siguiente, el editorial de El Nuevo Siglo se preguntaba: Y Serpa? El texto segua as:

    Son tantos y tan grandes los episodios que se estn suce-diendo en las entraas del rgimen, que haca ya tiempo que

    55. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p. 282.

    56. El Nuevo Siglo, Edicin del 2 de agosto de 1995, p. 3.

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    el pas no presenciaba una crisis de Estado de la magnitud de la actual. Ayer el ministro de Defensa se despeda de su cargo con expresiones sentimentales, pero ardiendo como un bonzo, mientras al frente del Ministerio del Interior, inexplicablemen-te, todava permanece un ministro incombustible () Adems, al seor Serpa fue a quien se le encontr la copa de plata sus-trada de la sala durante la reunin de amigos. Es este el ms ilustrativo smil de lo que pas con la copia de la indagatoria del ex-tesorero samperista, que el titular del Interior dijo ha-ber recibido por medio de un conducto annimo. A los pe-riodistas no se nos permite apelar a annimos, como fuente para publicar pruebas. Por qu s lo puede hacer impunemente un ministro? Por supuesto que en un rgimen en el cual se ha perdido toda confianza, cualquier asomo de honestidad es ya dudoso. () Medina en una parte de la indagatoria publicada afirma que su abogado, el ministro Serpa y el director del DAS, lo presionaron para que no hablara. () Todava ms. Medina declara que recibi una llamada del ministro Serpa para pedirle que se quedara callado. Entre Serpa, el abogado y el director del DAS, se ingeniaron una malfica trama para lograr que el ex-tesorero no dijera nada. El seor Serpa se ha convertido en un promotor del encubrimiento. () la presencia de Serpa en el gabinete representa una afrenta para la dignidad nacional, un irrespeto a la intangibilidad de las leyes y una indiscutible ofen-sa a la autonoma e independencia de los poderes pblicos57

    El gobierno, en vsperas de cumplir su primer aniversario en el poder enfrentaba la que, hasta el momento, era su peor crisis. Para su consuelo, justo un da antes de completar el ao, las autoridades capturaron a Miguel Rodrguez Orejuela. Los medios preguntaron al capo recin capturado si era cierto el escndalo de dineros calientes en la campaa de Ernesto Sam-

    57. El Nuevo Siglo, Edicin del 3 de agosto de 1995, p 3.

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    per, a lo cual este contest: El presidente es un hombre honesto.58 Con todo, lvaro Gmez no dej de calificar como un Sombro Aniversario al 7 de agosto de 1995.59

    El lunes 7 de agosto, la revista Semana revel las escandalosas conversaciones entre el entonces candidato Ernesto Samper y Elizabeth Montoya de Sarria, esposa de alias Chucho Sarria, ex-polica sindicado para la poca, de poseer una fortuna supe-rior a 15 mil millones de pesos gracias al narcotrfico.60 En las grabaciones, Elizabeth Montoya de Sarria, reconocida interme-diaria entre polticos y mafiosos del Cartel de Cali, sostena una divertida conversacin con Samper en donde le avisaba que le hara llegar un anillo a su esposa y que necesitaba reunirlo con algunos amigos de ella que queran aportar dinero a la campaa.61 Ante la evidencia de su voz, perfectamente identificable, Ernesto Samper no neg que tal conversacin hubiera tenido lugar y sim-plemente adujo que la relacin con la seora de Sarria tiene origen en la estrecha amistad de negocios entre Santiago Medina y la interlocutora.62

    Durante la tarde y noche del martes 8 de agosto, mis cole-gas, los senadores Jaime Arias Ramrez, Juan Camilo Restrepo Salazar, Carlos Martnez Simahan y el suscrito, protagonizamos un duro debate contra el gobierno, exigiendo la inmediata re-nuncia del Ministro Serpa. En ese mismo debate, al que asisti el Fiscal General Valdivieso, este reconoci que s hay infiltra-ciones del narcotrfico en la Fiscala General.63

    La oposicin desde el Senado que emprend contra Sam-per se converta en otra piedra en el zapato para el alto Gobier-

    58. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 305.

    59. El Nuevo Siglo, Edicin del 7 de agosto de 1995, p 3 A.

    60. El Nuevo Siglo, Edicin del 8 de agosto de 1995, p 4 B.

    61. Ver transcripcin completa de las grabaciones en: El Nuevo Siglo, Edicin del 8 de agosto de 1995, p. 2 B.

    62. El Nuevo Siglo, Edicin del 9 de agosto de 1995. Primera pgina.

    63. El Nuevo Siglo, Edicin del 9 de agosto de 1995, p. 6.

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    no. Mauricio Vargas, director de la revista Semana, relata una diciente conversacin que tuvo por esos das con el Canciller Rodrigo Pardo Garca-Pea: Yo creo que ustedes deberan pensar en una comisin especial como la que investig la fuga de Escobar dijo Vargas al Canciller refirindose a quin podra investigar al presidente; algo que permita un debate poltico, donde la oposicin desfogue sus crticas, donde se examine la conducta de los distintos implica-dos desde el punto de vista de la responsabilidad poltica, y no slo desde el punto de vista de la culpabilidad jurdica. Usted puede tener razn interrumpi el Canciller, pero en el gobierno hay muchos que creen que el presidente no tiene por qu inventarse una comisin especial, para que lo friegue Enrique Gmez.64

    Samper anunci que sometera su conducta ante la Comi-sin de Acusaciones de la Cmara de Representantes, al tiempo que buscaba reuniones con diferentes sectores de la sociedad, con miras a conformar lo que l denomin un gobierno de uni-dad nacional .65 en lo que sera una estrategia para consolidar su permanencia en el poder. lvaro simbolizaba un sector poltico importante. Cinco aos atrs l haba liderado el Movimiento de Salvacin Nacional, que ocup un lugar determinante en la Asamblea Constituyente de 1991 y aun tena bastante repre-sentacin en el Congreso y visibilidad ante la opinin. Por lo dems, dada la trayectoria y posicin ya no electoral en que se hallaba, la adhesin pblica de l al gobierno de unidad nacional propuesto por Samper hubiera representado para el poder eje-cutivo un valioso y ms que significativo apoyo. Sin embargo, as reaccion Gmez ante la convocatoria de Samper, en edito-rial de El Nuevo Siglo que se public el 11 de agosto de 1995:

    Convocatoria para qu? Da la impresin de que se est montando todo un ficticio parapeto, desde donde se intenta obligar un apoyo a lo desconocido. () Se dice que todas las

    64. Vargas, Lesmes y Tllez Op. Cit. p 289.

    65. El Nuevo Siglo Edicin del 9 de agosto de 1995, p. 8.

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    fuerzas vivas de la Nacin van a conformar un frente comn de unidad ciudadana. No dejan de ser estas frases vagas, tonos am-biguos () No hay una evidencia de si la convocatoria se est haciendo en torno al gobierno y sus instituciones o alrededor de la persona del presidente y su ministro del Interior.66

    Por su parte Andrs Pastrana Arango, sin mucho entusias-mo, manifest ante el llamado de unidad hecho por Samper que si se comprobara la presencia de dineros provenientes del narco-trfico en mi campaa electoral, renunciara a la vida pblica.67 Das ms tarde, en alocucin televisada Pastrana dijo que hoy no slo enfrentamos un problema jurdico y poltico sin precedentes. Enfrentamos una gravsima crisis moral. () Convicciones propias de mi formacin poltica me hacen ser en extremo respetuoso del fuero presidencial. Mas ello no me impide sugerirle al mandatario que () en bien de la Nacin solicite licencia de conformidad con el artculo 194 de la Constitucin Na-cional, para separarse de manera temporal del ejercicio de sus funciones.68

    Por si fueran poco, las respuestas que Pastrana y Gmez Hurtado dieron al llamado a la unidad hecho por el gobierno, en la maana del 13 de agosto sali en todos los peridicos una carta firmada por ms de 100 periodistas exigindole al Presidente Samper que renunciara. Apartes de la carta sea-laban que: Es necesario y urgente que todos los colombianos, puedan conocer la verdad sobre los oscuros captulos de la presencia de dineros del narcotrfico en la pasada campaa presidencial. () No se pueden ten-der desde la Presidencia de la Repblica, cortinas de humo con el supuesto chantaje del Cartel de Cali cuando sus cabecillas defienden pblicamente al gobierno.69 Algunos de los cien periodistas firmantes fueron: Alejandro Santos Rubino, Vladimir Flrez Vladdo, lvaro

    66. El Nuevo Siglo, Edicin del 11 de agosto de 1995. P. 3.

    67. El Nuevo Siglo, Edicin del 12 de agosto de 1995, p 6.

    68. Pastrana Arango, Andrs, transcripcin a la alocucin televisada publicada por El Nuevo Siglo, edicin del 18 de agosto de 1995, p 10.

    69. El Nuevo Siglo, edicin del 13 de agosto de 1995, p 7.

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    Montoya Al Fin, Javier Daro Restrepo, Ral Gutirrez y Ri-cardo Galn.

    El martes siguiente, 15 de agosto, las autoridades captu-raron a Fernando Botero Zea.70 Entonces manifest ante el Senado que no slo Serpa, sino tambin Ernesto Samper, de-ba renunciar a su cargo. Si creen que el Presidente va a renunciar contest Horacio Serpa mamola!. Tras el acalorado deba-te en el Congreso, el editorial de El Nuevo Siglo reaccion as en la maana del mircoles 16:

    Perdida la credibilidad, se vuelve irrisoria y protuberante la ilegitimidad del fideicomiso que la voluntad de la Nacin le ha entregado al jefe del Estado para gobernar. Se torna as imposi-ble la tenencia del mando y en tal circunstancia hay que buscar salidas que permitan un cambio. Existen en la historia poltica del pas antecedentes ilustrativos sobre el particular. El general Reyes cuando vio que le quedaba imposible seguir mandando, se fue para Santa Marta y desde all abandon el pas. El seor Surez, con discrecin y humildad, dej el gobierno. Alfonso Lpez Pumarejo renunci a la Presidencia y el Congreso eligi como designado a Alberto Lleras Camargo, con el objeto de que se encargara del Ejecutivo por el perodo faltante. El ge-neral Rojas Pinilla viaj al exterior y nombr una Junta Militar, para que la Nacin pudiera regresar a la vida civil y a la de-mocracia. Estos antecedentes son prueba de que Colombia ha podido superar las crisis presidenciales y que cuando los man-datarios pierden la credibilidad hay que facilitarles una solucin digna para que puedan hacer dejacin del mando, en forma que no cause grandes trastornos, ni alteraciones en el normal desa-rrollo poltico y constitucional de la Nacin.71

    Esa misma noche, Ernesto Samper decret el estado de Conmocin Interior para luchar contra la violencia.72 lvaro in-

    70. El Nuevo Siglo Edicin del 16 de agosto de 1995, primera pgina.

    71. El Nuevo Siglo, Edicin del 16 de agosto de 1995, p 3.

    72. El Nuevo Siglo, Edicin del 17 de agosto de 1995. P 9.

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    terpret este gesto como otra cortina de humo del gobierno con el propsito de encubrir y seguir tapando la irrefutable rea-lidad del narco escndalo.

    Esa misma semana Mauricio Vargas, director de la revista Semana, fue amenazado de muerte. Das despus confirm que tales amenazas provenan de un celular del Palacio de Nario.73 Bajo la direccin de Vargas, Semana continuaba siendo el medio por excelencia que, desde comienzos de ao, vena revelando los ms duros narco-escndalos que manchaban al gobierno.74

    El clima de violencia y amedrentamiento aument al cono-cerse que el conductor de Horacio Serpa fue asesinado por varios sicarios mientras se diriga a dar una declaracin ante la Fiscala.75

    Se crecan los testimonios que confirmaban el dicho de Santiago Medina en su indagatoria. Ahora llegaba el de Andrs Talero, ex-cnsul en Miami, quin confirm el ingreso de va-rios millones provenientes de la mafia a la campaa, con pleno conocimiento por parte de Ernesto Samper.76 Como el presi-dente insistiera en que si hubo dineros calientes en su campaa fue a sus espaldas, manifest ante la opinin que si todo fue a sus espaldas, su incapacidad como dirigente es de la ms alta peligrosidad.77

    El gobierno continuaba perdiendo apoyo poltico con el paso de las horas. La embajadora en Londres y ex-candidata

    73. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit, p 315.

    74. En este sentido, la entonces senadora de la Repblica, Ingrid Betancourt, tambin fue objeto de amenazas por sus investigaciones por demostrar los QH[RVHQWUHHO3UHVLGHQWH6DPSHU\ODPDDFRORPELDQD(OGHMXQLRGH1996, recibe entre su correspondencia una carta llena de groseras e injurias y le advierten que de ese momento en adelante se van a encargar de que sus hijos paguen por lo que ella hace. Betancourt, Ingrid. La rabia en el corazn. Editorial Grijalbo Ltda. Bogot, 2001. Pp. 214.

    75. Betancourt, Ingrid, La Rabia en el corazn,. Editorial Grijalbo Ltda. Bogo-t, 2001. p. 182.

    76. El Nuevo Siglo, Edicin del 19 de agosto de 1995, p 11.

    76. El Nuevo Siglo, Edicin del 20 de agosto de 1995, p 11.

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    presidencial, Noem Sann Posada, renunci a su cargo el 24 de agosto. Juan Manuel Santos ya haba retirado su apoyo al gobierno en columna que se public a mediados de ese mes.78 Pocas semanas ms tarde Gloria Pachn de Galn, viuda de Luis Carlos Galn Sarmiento, renunci a la embajada en Pars. El ex-Presidente Betancur no quiso aceptar del gobierno nin-guna embajada para reemplazar a los diplomticos que renun-ciaban en cadena.79 El editorial de El Nuevo Siglo diagnostic de la siguiente manera la realidad poltica del pas para agosto 24 de 1995:

    Cada da los hallazgos son ms turbios. () El torrente de las aguas negras se ha desgajado en este invierno que por todas partes cubre a Colombia, con las manchas y desechos que de-finitivamente estn sumergiendo al rgimen. () Ha sido una marcha de impudicia, en la que han aparecido toda clase de falsedades, chantajes, verdades a medias y la intencin del encu-brimiento, maosamente dirigida por el ministro Serpa, quien ha asumido la ingrata tarea de promover el tapujo. Repugnante insistir en los horribles detalles del lenguaje coloquial y de los ofrecimientos de joyas. () Frente a este escandaloso trfago nos preguntamos para qu se insiste en prolongar la solucin a una crisis que llena de perplejidad y vergenza a Colombia en lo interno y lo externo.80

    LA SOMBRA DEL CUARTELAZOEl mes de septiembre de 1995 se desarroll en forma similar al de agosto, pues cada semana era un cmulo ms de presiones, testimonios y escndalos contra Ernesto Samper. La presin

    78. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit, p. 318.

    79. El Nuevo Siglo, Edicin del 28 de agosto de 1995, p 8 A.

    80. El Nuevo Siglo, Edicin del 24 de agosto de 1995. P 3.

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    ejercida por la opinin pblica no permita pensar que el gobier-no resistiera en el poder mucho tiempo ms. Los rumores de golpe de Estado casi todos difundidos por el mismo ministro Serpa pusieron al gobierno en la ms aguda paranoia: Exista a nivel del alto gobierno y en particular del Presidente Samper recuerda Fernando Botero el convencimiento de que la mayor amenaza para la supervivencia del gobierno y su integridad estaba representada por el doctor lvaro Gmez Hurtado. () Es claro para m que haba una cercana vigilancia a todas las actividades del doctor Gmez Hurtado por medio del DAS, ordenada directamente por el Presidente Samper. Estas actividades GH VHJXLPLHQWR TXH IXHURQ WHQXHV DO LQLFLR GHO JRELHUQR VH LQWHQVLFDURQtremendamente en la misma medida en que se iba profundizando la crisis del pas. () A esta actividad de vigilancia minuciosa se sumaba natural-mente el seguimiento a las actuaciones pblicas del doctor Gmez Hurtado y particularmente todo lo que se publicaba en el peridico El Nuevo Siglo. El doctor Samper lea sus editoriales a diario.81

    El 6 de septiembre de 1995 encabec un nutrido grupo de congresistas que firmaron la Declaracin por la decencia en donde adems de exigir, nuevamente, la renuncia de Samper, nos ma-nifestbamos indignados de que los parlamentarios samperistas, Alberto Santofimio y Carlos Espinosa Facio-Lince, quisieran acusar al Fiscal General de estar conspirando contra el gobierno y se propusieran montarle un debate televisado en el Congreso, dadas las investigaciones que desarrollaba contra varios polticos que participaron en la campaa Samper Presidente. El gobier-no conjura contra el Fiscal denunci en su momento; cito algunos apartes de aquella declaracin:82

    Estamos asistiendo a la ms profunda crisis presidencial en los anales de nuestra democracia. El cuestionamiento sobre el

    81. Botero Zea Fernando, Declaraciones rendidas en Mxico el 12 de junio de 2007 y 9 de junio de 2009, reveladas por la revista Semana el 28 de julio de 2007 y 18 de julio de 2009. Tambin allegadas a la Investigacin N 3209 de la comisin de acusacin de la Cmara de Representantes de Colombia.

    82. El Nuevo Siglo, Edicin del 8 de septiembre de 1995, p 6.

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    origen viciado del actual poder ejecutivo nos ha obligado a hacer esta declaracin en el Congreso Nacional y a comprometernos a contribuir con nuestra accin y vigilancia a que los colombianos conozcamos en su totalidad el esplendor de la verdad. () Nos viene a la memoria el ejemplo de Surez, Reyes, Lpez Pumarejo y aun Rojas Pinilla quienes con patriotismo, luego reconocido, prefirieron su retiro a una investigacin, que habra hecho ines-table el ejercicio del poder. () Es hora de dirigir la opinin hacia la recuperacin de la decencia en la poltica. Pretendemos que esa sea nuestra contribucin en la actual hora de Colombia. Firman los parlamentarios: Enrique Gmez Hurtado, Fernando Tamayo, Efran Cepeda, Teresa Viola, Eduardo Pizano, Pablo Victoria, Claudia Blum, Carlos Martnez, Santiago Castro, Mara Paulina Espinosa, Roberto Camacho, Jairo Clopatofsky (siguen ms firmas).83

    El Nuevo Siglo respald por completo la declaracin ante-rior en un editorial que titul: Urge solucin poltica y constitucional.84

    Finalizando el mes de septiembre, sicarios atentaron con-tra la vida del abogado del presidente, Antonio Jos Cancino, quien sobrevivi. El atentado dej al pas en la perplejidad: la ola de violencia aumentaba y fue reivindicado por un nuevo actor violento autodenominado Dignidad por Colombia.

    En la maana del dos de octubre, el director y algunos pe-riodistas de la revista Semana lean con impacto el editorial de El Nuevo Siglo. Para Gmez, escribi Mauricio Vargas resean-do esa maana, era difcil que Samper salvara su responsabilidad en el ingreso de los narco dineros a la campaa, porque la Constitucin mis-ma sealaba, que el candidato era quien deba responder por las cuentas de su organizacin poltica.85 La vehemente crtica y gravedad de los editoriales de Gmez pasaba de castao a oscuro con el paso

    83. El Nuevo Siglo, Edicin del 7 de septiembre de 1995, p 6.

    84. El Nuevo Siglo, Edicin del 8 de septiembre de 1995, p 3.

    85. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 345.

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    de los das. En uno titulado El halo de la fatalidad anunciaba que ya no hay cmo describir el deterioro del pas.86

    Pocos das despus, el general Luis Bernardo Urbina filtr a los medios de comunicacin algunas grabaciones en las que el Representante a la Cmara, Heyne Mogolln, designado para investigar al Presidente Samper en lo referente al escndalo de su campaa, conversaba con funcionarios pblicos sobre un desvo de recursos de Finagro a su campaa de reeleccin en la costa.87 Dentro de la conversacin, Mogolln ira a sumar muchos puntos con el presidente. La poca credibilidad que te-na Mogolln se fue al piso y con ella las expectativas sobre la posibilidad de un proceso serio al presidente en la Cmara de Representantes. El Consejo Gremial Nacional, alarmado por la situacin de descrdito internacional del pas, pidi mesu-ra a las declaraciones pblicas de funcionarios del gobierno e insinu que pona en riesgo las exportaciones.88 Tanto en los gremios econmicos como entre muchos polticos y militares haba importantes sectores pblicamente adversos a la perma-nencia de Samper en la cabeza del Gobierno Nacional.

    A mediados de octubre, los generales retirados Zamudio y Landazbal afirmaron, en diferentes declaraciones pblicas, que el Presidente de la Repblica tambaleaba en su cargo, no debido a que el ejrcito estuviera orquestando un golpe, sino a la ilegi-timidad intrnseca que capturaba al gobierno. Una de las formas legales para que salga el Presidente Ernesto Samper Pizano podra ser la de que el Congreso de la Repblica elija un nuevo vicepresidente y que l se haga cargo de la Presidencia. El presidente tambalea, concluy Landaz-bal, pero no porque haya ruido de sables.89

    El gobierno se encarg de propagar graves rumores segn los cuales se estaba poniendo en marcha un plan para derrocar

    86. El Nuevo Siglo, Edicin del 3 de octubre de 1995, p 3.

    87. El Nuevo Siglo, Edicin del 5 de octubre de 1995, Primera pgina.

    88. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 350.

    89. El Nuevo Siglo, Edicin del 11 de octubre de 1995, p 6.

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    al Presidente Samper, perpetrado por los norteamericanos, los enemigos de la paz nacional y algunos sectores de la oligarqua. Horacio Serpa hizo fuertes declaraciones a la prensa en ese sen-tido: Cuando me preguntan si hay una conspiracin contra el Presidente o el jefe de Estado dijo el Ministro yo respondo que s. Cuando me preguntan que si es la DEA, eso a m me suena. He sabido que altos fun-cionarios de la embajada americana en reuniones sociales hacen toda clase de conjeturas y de especulaciones de si se va a caer el presidente.90 El entonces director del DAS, Ramiro Bejarano, fue ms all y afirm que los conspiradores no eran revolucionarios de caf sino ejecutores de un plan de sofisticacin superlativa () orquestada por intereses extran-jeros con intereses nacionales () una conjuncin de propsitos para de-rrocar al presidente.91 El propio Presidente Samper, en alocucin televisada que dio el 26 de septiembre, afirm a los colombianos que contra l se fraguaba una conspiracin internacional. Des-de el Congreso, un grupo de parlamentarios samperistas, enca-bezados por Carlos Alonso Lucio,92 hicieron eco a los rumores que promova el gobierno e insistieron en que haba una grave conspiracin golpista contra el Presidente Samper, orquestada principalmente por el gobierno norteamericano.

    Los rumores de golpe que eran propagados por el propio gobierno generaron en la mafia un altsimo grado de paranoia y temor. Segn Hernando Gmez Bustamante alias Rasguo, quien para dicha poca era un poderoso cabecilla del Cartel del Norte del Valle, la mafia se sinti acorralada y en peligro por la posibilidad de un golpe de Estado. Rasguo afirm que para algunos sectores de la mafia asociados con el dobierno el doctor lvaro Gmez estaba ambientando un golpe de Estado dentro de los mi-litares y los grandes ricos de Bogot. Entonces que El Gordo [Samper] y

    90. Serpa Uribe, Horacio, Declaraciones a la Prensa publicadas en El Nuevo Siglo edicin del 28 de septiembre de 1995, p 9.

    91. El Nuevo Siglo, Edicin del 28 de septiembre de 1995, p 9.

    3DUODPHQWDULRGHVSXpVYLQFXODGRJUDYHPHQWHFRQORVFDUWHOHVGHODPDDGHlas drogas.

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    Horacio [Horacio Serpa] mandan la razn con el Gordo Nacho de que hagamos lo que sea para parar a lvaro Gmez, que porque si hay un golpe militar van a coger a todo mundo y van a extraditar a todo mundo y que ellos tambin temen de una extradicin de ellos como ocurri en Panam, con Noriega.93 Rasguo prosigui e indic que para la mafia lva-ro Gmez era percibido como un hombre totalmente gringo (). Que era un hombre totalmente gringo e iban a empezar a eso que Colombia pasara a ser una finca del gobierno americano total y que los gringos se iban a meter todos all y que ah s no tenamos para dnde coger.94

    Rasguo afirm que por esas fechas, varios emisarios de la mafia fueron enviados a hablar con lvaro Gmez con el propsito de comprar su lealtad o al menos su neutralidad al gobierno. Segn el capo, Gmez Hurtado no colabor en ab-soluto con estos intentos. Al doctor lvaro fue imposible arrimarle; tratamos por todos los medios de buscarle arrimar para que se quedara quieto y ese hombre es muy jodido, ese hombre no quiso recibir plata, ni quiso recibir a nadie.95

    Preso de la desconfianza, el gobierno llam a calificar servi-cios al general Luis Bernardo Urbina, quien se declar enemigo pacfico de un gobierno corrupto.96 El gobierno vea conspiraciones e intentos de golpe en los gremios, en los militares, en la DEA, en los parlamentarios de oposicin y en todo un sinnmero de sectores que lleg a calificar de conspis.

    Fernando Botero afirm que para la poca:

    93. Gmez Bustamante, Hernando, declaraciones rendidas en Washington y Nueva York el 12 y 13 de enero y 15 de diciembre de 2010, allegadas a la Investigacin N 3209 de la comisin de acusacin de la Cmara de Repre-sentantes de Colombia y reveladas por la revista Semana.

    94. Gmez Bustamante, Hernando, declaraciones rendidas en Washington y Nueva York el 12 y 13 de enero y 15 de diciembre de 2010, allegadas a la Investigacin N 3209 de la comisin de acusacin de la Cmara de Repre-sentantes de Colombia y reveladas por la revista Semana.

    95. Gmez Bustamante, Hernando, declaracin rendida en Washington el 12 de HQHURGHGHQWURGHODLQYHVWLJDFLyQ5DGGHODVFDOtD81$7

    96. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 354.

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    el doctor lvaro Gmez representaba una amenaza para el Gobierno del doctor Samper por tres razones. En primer lugar, porque lo que tena a su favor el gobierno, en el sentido de una oposicin fragmentada, sin una cabeza visible, podra desaparecer de la noche a la maana con la presencia del doctor lvaro Gmez, que tena el prestigio y la incuestionable jefatu-ra para hacerse la imagen ante la opinin pblica del gran lder de la oposicin. Ninguna otra figura poltica poda representar ese papel. Segundo porque el doctor lvaro Gmez tuvo un trnsito de una postura favorable al gobierno en su inicio, a una postura cada vez ms distante con el tiempo y en la medida en que se fueron conociendo los detalles relacionados con la financiacin de la campaa presidencial de 1994.97

    De suerte que no se trataba de un lder que pudiera tener una postura preconcebida o viciada acerca del gobierno, sino un lder que fue desarrollando una postura en la medida en que se conocieron los hechos de la campaa de 1994. Y en ter-cer lugar, por la estatura moral, poltica e intelectual del doctor Gmez que pasaba en ese momento, nos atrevemos a afirmar, por su momento de mayor prestigio y respetabilidad poltica en toda su carrera. Haba sido uno de los grandes arquitectos de la nueva Constitucin poltica y haba adquirido la imagen de gran estadista en el panorama poltico colombiano. Por todo lo anterior el trnsito del doctor Gmez Hurtado a la oposicin poltica representaba para el gobierno un hecho trascendental y desde luego una gran amenaza poltica.98

    97. Botero Zea Fernando, Declaraciones rendidas en Mxico el 12 de junio de 2007 y 9 de junio de 2009, reveladas por la revista Semana el 28 de julio de 2007 y 18 de julio de 2009. Tambin allegadas a la Investigacin N 3209 de la comisin de acusacin de la Cmara de Representantes de Colombia.

    98. Botero Zea Fernando, Declaraciones rendidas en Mxico el 12 de junio de 2007 y 9 de junio de 2009, reveladas por la revista Semana el 28 de julio de 2007 y 18 de julio de 2009. Tambin allegadas a la Investigacin N 3209 de la comisin de acusacin de la Cmara de Representantes de Colombia.

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    Se ha podido demostrar, por medio de prensa y testimonios de la poca, que para mediados y finales de 1995 s exista un im-portante inconformismo en cabeza de varios sectores de la socie-dad que clamaba por la renuncia del Presidente Ernesto Samper. El hecho anterior, sin lugar a dudas, tuvo que generar grandes dificultades para el Gobierno Nacional y en nada facilitaba su nimo de mantenerse en el poder y no ceder ante las mltiples in-vitaciones a la renuncia. Lo que nunca ha podido ser demostrado es el intento, serio y organizado, de dar un cuartelazo contra el Presidente Samper en cabeza de militares u otros sectores de la oposicin. Sin embargo, voceros de Ernesto Samper insistieron en que el gobierno estaba sitiado por conspiradores que en cualquier momento ingresaran con tanques al Palacio de Nario. Horacio Serpa y Carlos Alonso Lucio, por citar los ejemplos ms destacados, dieron mltiples declaraciones en el sentido de que s exista una peligrosa conspiracin contra el gobierno,99 aquello que caus temor en varios sectores de la mafia, tal y como fue registrado por Gmez Bustamante alias Rasguo.

    Ms tarde para 1996,100 el futuro Fiscal General adepto a la persona de Ernesto Samper, Alfonso Gmez Mndez, susten-tara el grueso de la investigacin del magnicidio de lvaro G-mez Hurtado sobre la base de que se estaba fraguando un golpe de Estado contra el gobierno, tal y como se ver ms adelante.

    Lo primero que debe ser destacado es que la denuncia de una conspiracin fue hecha y reiteradamente promovida por

    99. Ronderos, Carlos. Hubo o no conspiracin contra Samper. El Tiempo. 23 de marzo de 2003. El 8.000 Da a Da. Revista Semana. 8 de enero de 1996.

    100. Diario El Tiempo 25 de agosto de 1996, en concordancia con las Sentencias del 25 de marzo de 2003 del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializa-do de Bogot por los radicados JR 6214, JR 6214 A y JR 4152 B, 20 de mayo de 2003 del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Bogot dentro de la causa adelantada contra el coronel Bernardo Ruiz Silva. Decla-raciones dadas el 9 de junio de 2009 por Enrique Gmez Martnez, sobrino de lvaro Gmez Hurtado, allegadas a la Investigacin N 3209 de la comi-sin de acusacin de la Cmara de Representantes de Colombia.

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    agentes del mismo Gobierno (H. Serpa, C.A Lucio, A. Gmez Mndez, etctera). Qu pruebas dieron de ello? Quines eran los conspiradores?

    Aunque abundan los registros en que destacados miembros de la sociedad exigan pblicamente la renuncia del presidente, que se sepa, no existe una sola prueba o indicio que seale a al-tos empresarios, polticos o militares de haber estado preparan-do una toma forzada del poder presidencial. Ocurrieron s una serie de reuniones en un caf Oma de la ciudad de Bogot,101 las cuales fueron sealadas por Alfonso Gmez Mndez como de la ms alta peligrosidad para la estabilidad del gobierno,102 protagonizadas por un grupo de pensionados que en el remoto pasado se haban destacado en una alta posicin al servicio del Estado. Sin embargo, no existen elementos que puedan con-firmar que las tertulias de caf sostenidas entre los doctores Vctor Mosquera Chaux, Hugo Mantilla, Diego Tovar Concha, lvaro Uribe Rueda y Felio Andrade pudieran resultar en un operativo militar de las dimensiones necesarias para deponer al Presidente de la Repblica.

    Destacados opositores al gobierno como el empresario Hernn Echavarra, el General Bernardo Urbina o el mismo lvaro Gmez alimentaban pblicamente una presin social

    101. Mantilla, Hugo, Declaracin rendida el 30 de abril de 1998, expediente 27212 Fiscala11 Unidad Delegada ante los Jueces Penales del Circuito Es-pecializados de Bogot, cuaderno 42 folio 200. Tovar Concha, Diego, decla-racin rendida el 4 de mayo de 1998, expediente 27212 Fiscala11 Unidad Delegada ante los Jueces Penales del Circuito Especializados de Bogot, cuaderno 49 folio 360. Uribe Rueda, lvaro, declaracin rendida el 2 de ju-nio de 1994, expediente 27212 Fiscala 11 Unidad Delegada ante los Jueces Penales del Circuito Especializados de Bogot, cuaderno 43 folio 147.

    102. Ver captulo hiptesis del Grupo cazadores. Diario El Tiempo 25 de agosto de 1996, en concordancia con las Sentencias del 25 de marzo de 2003 del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Bogot por los radicados JR 6214, JR 6214 A y JR 4152 B, 20 de mayo de 2003 del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Bogot dentro de la causa adelantada contra el coronel Bernardo Ruiz Silva.

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    con el nimo deliberado de instar al presidente a la renuncia, ms ello dicho por los arriba sealados y confirmado por la completa carencia de evidencia en contrario, nunca implic la puesta en escena de un cuartelazo.103

    lvaro y yo como senador s estbamos en el empeo de obtener la renuncia de un presidente que era un desdoro para la dignidad de la Repblica. En verdad se haba producido una crisis de Estado: Samper estaba en la imposibilidad de seguir en el cargo. Con angustia el gobierno buscaba temas alternati-vos para distraer la opinin. Como Chvez ahora, se recurri a la manida acusacin de una supuesta intervencin norteame-ricana y como siempre, tambin como Chvez, se recurri a la denuncia de una supuesta conspiracin. No sera extrao que en ese ambiente algunos pensaran en las vas de hecho como una solucin, pero las circunstancias no favorecan la supues-ta conspiracin porque Samper estaba cado. Samper hablaba con frecuencia de los conspis dentro de los cuales yo figura-ba, como una manera de desautorizar mis intervenciones en el Congreso y en muchos otros ambientes.

    Todo eso cambi con el asesinato de lvaro. Haba apa-recido un tema mayor para distraer la atencin de la opinin pblica. A partir de ese momento comenz presuntamente a montarse la patraa de la conspiracin, acogida despus por el futuro Fiscal Gmez Mndez, que sirvi como mampara para garantizar la impunidad en la que hoy todava estamos. La investigacin a los financiadores de la campaa Samper y del ignominioso proceso 8.000, encaminado a garantizar la vigencia del negocio hecho entre ellos y el Presidente Samper, jams fue intentada.

    103. Urbina Snchez, Bernardo, declaracin rendida el 11 de noviembre de 1998, expediente 27212 Fiscala 11 Unidad Delegada ante los Jueces Penales del Circuito Especializados de Bogot, cuaderno 47 folio 103.

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    LOS LTIMOS DARDOS DE GMEZ Para mediados de octubre de 1995, lvaro lleg al convencimien-WRQRVyORGHTXHHOJRELHUQRHVWDEDLUUHPHGLDEOHPHQWHLQOWUD-GRSRUODPDD\TXHHQFRQVHFXHQFLDGHEtDUHQXQFLDUVLQRTXHDpOPLVPRORHVWDEDQWUDWDQGRGHLQOWUDU\XWLOL]DUHQXQDHVWUD-tegia puesta en marcha por el samperismo para capturar el mayor Q~PHURGHLQVWDQFLDVFRQFDSDFLGDGGHLQXHQFLDPHGLiWLFD/Hsorprendi que su propio noticiero, 24 HorasQRUHHMDUDHQVXcontenido las duras crticas al gobierno que l mismo haca desde El Nuevo Siglo. A diferencia de otros medios como la revista Se-mana o el noticiero Q.A.P, 24 Horas no fue grande en el 8.000 y se abstena, sistemticamente, de difundir los narco-escndalos que manchaban al gobierno y los limitaba a noticia judicial. Resolvi retomar el control de su noticiero y orden que los consejos de redaccin poltica con el periodista Ral Gutirrez se hicieran en su propia casa. La idea era transmitir el mismo mensaje de los editoriales de El Nuevo Siglo a los millones de televidentes que vean el noticiero en horario triple A.

    El 17 de agosto Gmez Hurtado editorializ contra la per-manencia en el poder del presidente en los siguientes trminos:

    Un gobierno que tiene que hacerse perdonar todos los das y que est sujeto a las sorpresas de que se descubran nue-vos actos ilcitos, no puede tener iniciativa, no consigue con-vocar, no logra dominar la economa, no puede mantener la dignidad. () Todo esto es evidente y, por ello, volvemos a proponerle a los colombianos la nica poltica posible: tumbar el Rgimen.104 En octubre 23 editorializ que el presidente no se puede quedar. Un pas que no marcha, que todos los das muestra sntomas de disolucin, finalmente encuentra una sali-da. Nosotros la hemos sealado muchas veces: hay que tumbar el rgimen.105

    104. El Nuevo Siglo, Edicin del 17 de octubre de 1995, p 3.

    105. El Nuevo Siglo, Edicin del 23 de octubre de 1995, p 3.

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    El 30 de octubre, el editorial de El Nuevo Siglo manifest que:

    La opinin pblica ha llegado a una evidencia: que en la campaa presidencial del seor Samper s hubo dineros del narcotrfico, que fueron cuantiossimos, que se emplearon in-tensamente para ganar la segunda vuelta de las elecciones, y que finalmente se obtuvo un triunfo por una dbil mayora, que bien pudo ser comprada por las millonadas de recursos ilcitos que se gastaron. Este hecho ya comprobado, es lo que ilegitima al rgimen que padecemos. Por eso nosotros hemos sostenido que el nico propsito poltico vlido es tumbarlo.106

    Esa misma noche, los colombianos vieron a travs del noti-ciero 24 Horas a lvaro Gmez repitiendo lo que haba escrito en el editorial de El Nuevo Siglo: El Presidente no se va a caer afirm Gmez en televisin, pero tampoco se puede quedar. Los periodistas de la revista Semana Mauricio Vargas, Jorge Les-mes y Edgar Tllez, coincidieron en que a esas alturas, para Ernesto Samper, lvaro Gmez se haba convertido en el ms importante y respetado de sus crticos, el hombre que desde los editoriales de El Nuevo Siglo se haba atrevido, antes que nadie, a pedirle a aqul la renuncia.107

    Una cosa era Gmez editorializando contra Ernesto Sam-per en un peridico de circulacin intermedia en la ciudad de Bogot y otra muy distinta era que el ex designado utilizara el noticiero con ms audiencia en el mejor horario para expresar su afirmacin de que el presidente no se cae, pero no se poda quedar. A finales de octubre de 1995, la oposicin de lvaro comenzaba a adquirir un carcter meditico altamente peligroso para la esta-bilidad del Presidente Samper en su cargo.

    El martes 31 El Nuevo Siglo repiti un editorial en el mis-mo sentido que el del lunes. lvaro Gmez Hurtado planeaba

    106. El Nuevo Siglo, Edicin del 30 de octubre de 1995, p 3.

    107. Vargas, Lesmes y Tllez, Op. Cit. p 359.

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    continuar, cada vez con mayor intensidad, sus intervenciones en televisin a travs del noticiero 24 Horas. No nos imagin-bamos que el jueves de esa misma semana 2 de noviembre de 1995, hace ya quince aos fuera asesinado por varios si-carios mientras sala de dictar clase en la Universidad Sergio Arboleda.108

    108. Institucin universitaria de la ciudad de Bogot que lvaro Gmez Hurtado haba fundado en compaa de Rodrigo Noguera Laborde.

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