perspectivas sobre la metafora

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Juan Rivano PERSPECTI\¿TS SOBRE tA a METAFORA I - '¡Ñ. ,,/ EDJTORIAL UNIVERSITARIA I

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Page 1: Perspectivas Sobre La Metafora

JuanRivano

PERSPECTI\¿TSSOBRE tA

a

METAFORA

I- '¡Ñ. ,,/ EDJTORIAL UNIVERSITARIAI

Page 2: Perspectivas Sobre La Metafora

I.Ii

f@qti[¡\t t lJ ú ll @ EDiToRIAT- UNtvERstTARtA. t,)^(.

lns(ripción N'6t. lJ(,Derechos txciusivos ¡eserv¡dos p¡r! tudos trx p¡riser

¡sBN ti4_il l.{0- l¡7 9

Se terminó de imprimir esta 1" edición€o los ralleres de EDrroRrAL uNrvERsrrARrA

San Francisco 454. Santiaso de Chiteen el mes de asosro d€ 1986

Uso de ventana cu¡driculada en cl d;bujo de paisaje

' (R¿ld sislo XVIlrI

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. IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE

Page 3: Perspectivas Sobre La Metafora

JuanRivano

KSffiKSXSKCKX1}ES

SffiWKffi K"A

MKK*WffiKA

EDITORIAL UNIVERSITARIA

Page 4: Perspectivas Sobre La Metafora

INDICE

l. Empleo usu:rl y cmpleo inusual de ias palabras2. Definición a¡istotélica dc Ia metáfora

3. La net¿ifbra como analogía4. T-¡ rnc¡rili,r¡ ci¡mo enirlr¡ir5. La metáflra como nombre de lo que no

riene 0ornbre

6. La extensirin mcralórica7. Me cálora y perspectiva8. La cucstión de las mctáfo¡as muerras

9. Me táfora y olvido10, Meráfo¡a y supuesro

11. Meráfo¡a e intcracción12. Metáfo¡a, significaclo y verclad

13. Concepción pra¡¡mática versus concepciónsemántica dc la ¡¡etáfora

14. La metáfora como arr¡a rerórical!. Vino nuevo en odres viejos16. La metáfora como símil17. Met¿ífo¡a vcrsus sí¡nil18. Del símil ¿ la metálo¡ai9. Los dos línites del habla mctafórica20. Metáfor¿ y rcpresir'rn

21- Krauss ve¡sus F¡eucl

22. Me táfctra y bisociación

I1

19

23

27

I0

12

3642

48

12

57

63

67

75

79

8l85

89

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100

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tt4

Page 5: Perspectivas Sobre La Metafora

23. Bisociación y concepción pragmática d.e lametáfora I l9

24. Bafteld: eJ argumento conrra la li¡eralidadoriginal

t zJ25. Literalidad'en las cosas' y 'en las afecciones del

alma' 13026. La metáfota desde el punto de vista de la psicología

del desa¡¡ollo B627 " Metáfora: Impertinencia semántica y ,.equívoco

categorial" Á328. La meráfora desde el punro de visra

neurofisiológico 156

Page 6: Perspectivas Sobre La Metafora

Camello de arraúales

ángel del pobre

en ta caja Je mzwen

los ruiseñores

Alberto Urbina, OncaNntzno

i

Page 7: Perspectivas Sobre La Metafora

1. Enpleo usual y empleo inu¡ual cJe las palaltras

En Poética, int¡oduce A¡istóreles la metáfo¡a como utra espe,cie de las pal:tbras que llamamos susrantivos o nomb¡es. Ladivisión quc hacc pretende ser complcta; pero oo se ve qr-récriterio haya empleacio al hacerla, si rie¡e sencido ¡rr",anj",que hay un criterio. IJe acuerdo a est¿ división, los nombrcs ost¡sc¡nrivr¡s Jcl¡en scr sicm¡,re: u r ft le palrbra rrsual quenomb-r¿ la cosa, o (2) una palabra cxrranjera, o $) unametáforaj o (4) una palabra ornamental, o ()) una palabraacuñada, o (6) una palabra elongada, o (7) una palabraacortada, o (8) alterada en la formai.

Estas distint¡o¡rcs debieron t1c rer aparcnrcs e imporrantesen la época y lugar en que se hicieron. Ciertome.rte, imporrantambién en leriguas como la nuesffa. Sólo que ahora, tal vez,no ha¡íamos exactamente las mismas ¡i se¡ían éstas las únicasqueiaríamos. Por ejemplo, Aristóteles dice que una palabrase elonga susrituyendo una vocal corra por una larga _esdecir, la palabra elongada depende de una dife¡enci-a en lasvocales quc no existe en nuestra lengua. pero, también. sealargan las lral¡br¡s inserr¿nclu o agrcg,rndo una s¡lab¿. ynosotros hacemos algo así cuanclo designamos la cosa conc.lim¡nurivos. iturncntJf rvos. despect ivos, etc. por e¡ern¡lo.

I Poétira, t4i1b, l-4.

ll

Page 8: Perspectivas Sobre La Metafora

"¡nuje¡cita," "much¿chóo," "homb¡ezuelo. " Y las aconamostambién haciendo apócopes

-como "diz" por "dícese,"

"cuan" po¡ "cuanto"- ab¡eviando *como "etc. " por "etcé-

tera", "m" por "mer¡o"- y condensado -como

"hidalgo"por "hijo de algo", "antaño" por a te dn um, "presrímano"

por "presto de manos".Sobre las palabras acuñadas dice A¡istóreles que son "nom-

bres que, siendo del todo desconocidos enrre la genre, sonasignados por el poeta mismo". De esra especie de palabrasson "hetaírica" (de heraira = cortesana), "báquico" (de Baco),"fídico" (de Fidias), "tripentálico" que emplea Ped¡o A.Gorzílez y hay muchas y de varias especies diseminadas enlas ler¡as latinoamericanas. Y, a propósiro, acuñadas sontambién en nuestra lengua palabras como "Latinoamérica",''Hispanoamérica",'Ibe¡oamérica", "Indoamérica", "Suda-

mérica" y "Suramérica", que se emplean alte¡nativamentcpara nombrar la pa¡te su¡ de nuestro conrinente. Todas ellasson, en efecto, acuñadas; y el auror que emplea una cualquie-r¿ no va a emplear las orr¿si porquc tiene r¡zones pJr¿

emplearla que son ordinariamente incompatibles con las

razones que rienen los autores que emplean las otras. Lapropaganda, la promoción social, las ideologías recurren conf¡ecuencia al expediente de las palabras acuñadas. "subdesa-¡rollo" es un buen ejemplo por la amplitud que ha logrado suaplicación y por la índole, por decirlo así, bautismal y súbitade su origen. Si se hubie¡a preguntado a un gramático,previamente, por el sentido literal de la expresión "subdesa-

rroilo hubrrrd respondido quc no riene ninguno y c¡rrc es. ¡urel contrario, un disparate.

Sobre las palabras extranjeras dice Arisróreles que son "las

que se usan en orra pa¡re"; por lo que resulta obvio que las

mismas palabras son usuales o extranjeras según el lugar en

12

Page 9: Perspectivas Sobre La Metafora

que se las emplee. En ouestra lengua rambién hay palabrasque significan algo en otra parte y que se emplean entrenosotros a pesar de <¡ue disponemos de palabras usuales quetienen igual denotación. "Film" es un ejemplo de estas pala-bras, que se emplea en lugar de "película". El que las palabrasextranjeras se tornen usuales es un buen argumento en pro delconvencionalismo, excepto cuando dichas palabras nombrancosas que no rienen nombre usual en nuestra lengua. Sobre laspalabras extranjeras valen muchas consideraciones que Aris-tóteles no podía hacer, porque en su riempo no valían. Laciencia y la tecnología se han desarrollado hasta un punro enque la oposición "usual-extran jero pierde sentido para ellenguaje que aquéllas emplean. Ta¡nbién, el desa¡¡ollo de losmedios de info¡mación y comunicación tiene por efecto lainstalación cada vez más extensa de medios lingúísticos ho_mogéneos. Los irlperios modernos, asimismo, son un instru-mento ideológico y polírico de iguales logros. Una fuentepermanenre de palabras "exrrañas" que Aristóteles tampocopodía tener en cuenta es la condición actual de la lengua queél mismo hablaba, que pa¡a nosorrosj además de exranjera,es una lengua muerta. En esta fuente tienen la ciencia y larecnología modernas el silabario mismo de su terminología,que es así a la vez extranjera y acuñada.

Sobre lar palabr.rs en uso ornamenral, Arisróreles no hacemás que nombrarlas. También las hay en nuesrra lengua. Enel vocarivu, por ejem¡lo. es comun ¿gÍegü a Ia palabraprincipal otras que son puro adorno. En el encabezamiento decartas comerciales, comunicaciones administrativas, etc,, elvocativo entero

-"estimado señor", "distinguido señor",

etc.- se puede considerar puro ornamento, Los títulos.también, que se agregan al nombre de las personas que losostentan producen, especialmente si son muchos, el senti-

r3

Page 10: Perspectivas Sobre La Metafora

miento de un logro sin más objetivo que el ornamento.

De las palabras que Aristóteles llama "palabras alteradas

en la forma" dice que son aquellas en que una parte es dejada

como era y otta es creada por el poeta. También hay palabras

semejantes a éstas en la lengua que hablamos. Incluso, a

veces, se multiplican como una peste. La misma partícula"sub" que con tanto descaro lingüístico como acie¡to ideoló-

gico se antepuso a la palabra "desarrollo" para acuñar "subde-

sa¡rollo" es empleada casi como un baldón inexorable e¡¡elación a los países del Ilamado "Tercer Mundo". Así, son

f¡ecuentes expresiones como "submental", "subcultura',''submundo", "sublite¡atu¡a", etc. , hablando de estos Países.

También vale algo parecido eotte los "países subdesa¡rolla-

dos" en lo que respecta al empleo de palabras con la anteposi-

ción 'mini". Donde todo es "sub", todo es "mini". Y vice-

vetsa,

La distinción que Aristóteles parece tener en vista al hacer

su clasiflcación de los nombres en el pas ie cita¿o de su P\ét tcd

se reficre a las palabras usuales y a las que no lo son. En csta

segunda categoría estarían todas las pa¡tes de su división con

excepción de la primera, la de las palabras usuales. Así,

palabras usuales versus palabras inusuales sería el marco

general de su clasificación. Pero hay otra distinción que

importa más aquí y que se refiere no al ¡tatu¡ de las palabras

-éstas usuaies, éstas inusuales sino al modo como las

empleamos. Porque debemos distinguir el cmpleo usual <le

las palabras -cuando

las empleamos para designar las cosas

que ordinariamente designan- de su empleo inusual. Como

es evidente, esta distinción no cr¡bre todas las especies que

Aristóteles enume¡a en su división. No se puede decir de una

palabra elongada que está empleada en sentido inusual, por-

que es elongada. Ni de un apócope se dirá que, por serlo, es

t4

Page 11: Perspectivas Sobre La Metafora

una palab¡a empleada de modo inusual. Una cosa es que "diz"

sea una palabra inusual; y ot¡a que sea empleada de modoinusual. Y lo mismo vale para las palabras extanjeras, las

acuñadas y las alteradas. "Film" no es empleada inusualmentecuando la empleamos en h.rgar de "película"; la palabra "fi1m"

puede considerarse inusual, pero no su empleo.La distinción empleo usual versus empleo inusual se aplica

a una misma palabra. Cuando, por ejemplo, digo: "Anoche

luimos a ver un fi1m", la palabra inusual "fiLr" está empleada

de modo usual. Cuando, empero, digo: "Tengo un filmmetido en la cabeza", la palabra inusual "fihr" está erlpleadaiuusualmente.

De la división que Aristóteles nos ofrece en Poíita y que

detalla¡¡os al comienzo, sólo tres partes parecen responder a

la distinción que estamos cxaminando- Estas partes son: Ias

palabras usuales y, en oposición a éstas, las metáforas y las

palabras ornamentales. Estas t¡es divisiones se refie¡cn a las

mismas palabras que (según se empleen de mocio usual) caen

en la primera parte de la división o (segírn se empleen de

rnodo inusual) caen en la tercera parte o en la cua¡ta.

Cabe preguntarse, sin embargo, si las palabras ornamenta-les caen en la categoría de palabras empleadas de modoinusual. Porque, .'cómo podrían ser un ornamento las pala-

bras si no por Io que usualmente significan? Si, por ejemplo,alguien encabeza una carta dirigida a ot¡o con la expresión"Esti¡¡ado seño¡" tenic¡rdo para sí que al tal seño¡ no loconoce siquicra y que mcnos puedc así estinatlo, habiendored¿r I ¡Jr ' t l vLr(.rr rvo ('n ¡alr) rrrmr nos nor pur() urndmcnto,se puede rcplic:rr que no Irubiera poclido ad¡¡rna¡ así el vocati-vo si no firc'¡a por el significado cle la palabra quc lo adorna.

Puedc, ciertanrcnte, considerarse toclo ornamen¡o como adi-tamento supcr{1uo y vano; así y todo su papel de ornanrento,

tt

Page 12: Perspectivas Sobre La Metafora

de palabra ornamental, no podría cumplirse si la palabra no

apuntarJ a lo que usualmente apunta' A ,^l aonriáar"aión le aguarda un¿ resPucsra inrnediat¿

desde la parte conrra¡ia Porque dirigirse con el vocativo

"Estimado señor" a quien no se estima, ¿no es emplear la

palabra "estimado" de forma inusual? Por la cual respuesta

u"-o. qrr. ya en el empleo ornamental de las palabras se

-""in"t,^ ino tensión entre dos empleos' el usual y el

inusual. Porque, ¿quién negatá que al adorna¡ el vocativo con

l.r.i-"¿o" i"p"nd"*ot esencialmente del empleo usual de

"estimado" ul tie-po qt'" tto podemos lograr ningún adorno

sin emplearlo inusualmente?

L^ importancia y la especificidad de la distinción que

estamos fonsiderundo se mr'restra, ¡ror ejemplo' en ^gustín

cnu.,do, ,"fi.ié.,dose a los tropos y a las figuras retóricas' dice

"r,a "uá, qo. lu no¡3 ¡¿¡¿q¡q¡l5tica del habla retórica consiste

;;;;;";."* ".on la intención" de que se eotienda otn2

Vemos, aclemás, que para este autor el empleo inusual de las

palabras --de Ia especie que encontramos en la ornamenta-

iió., y "n

lu m"táfora- conlleva esa tensión de que hablamos

y q.,J ¿t i¿.n,in.u.on la expresión "intención"' En el empleo

i.,irr,.,ut d. las palabras, propio de los tropos y figuras de la

,..Ori.o, ,".oÁbinan los dos empleos: el usual y el inusual

La distinción que estamos examinando no cs' pues' slm-

ple. La primera operación' empleo usual, puede obrar por sí

;;i^. t;" la reg.*du, empleo inusual (o retórico)' de algún

modo esenciul Jepende de la primera para lograr su obietivo'

En el caso de la palabra ornamental la dependencia es formal'

Pero en el auro d. Iu figura retórica el ernpleo usual y el

2 on cbú:¡ian Doctrine, Book llf' chap 37.

tl]

Page 13: Perspectivas Sobre La Metafora

inusual están implicados en una dinámica que constituye Iaexpresión retórica misma; Decimos una cosa con la intenciónde decir orra. Este "decir otra cosa" es lo que se conoce como

el empleo oblicuo de las voces -o

empleo indirecto, o

empleo figurado. Decir la cosa que ordinariamente se dice es,

por el contrario, el empleo recto de las voces- o empleo

lite¡al. En el habla retórica -podemos

decir siguiendo a

Agustín y aprovechando esta terminología- nos propone-

mos significar figuradamente por medio del significado li-te¡al.

En este punto, produce ya algún resultado preguntarnos

por qué. De acue¡do con su etimología, asociamos la expre

sión "retórica" con el lenguaje propio de los discursos. En

especial, los discursos dirigidos a una muchedumbre. Esta

representación se ptesta a la comprensión del habla retórica y

su modo indirecto de significar. El discurso dirigido a mu-chos busca la convergencia de pareccres dispersos y diferen-

tes. Para cllo tie¡e que desarrollar tácticas que van desde el

ent¡etenimiento a la persuasión, desde Ia censura a la alaban-

za; todo ello sin perder nuoca la convergencia de pateceres

dispersos y diferentes. Mantener a toda costa esta convergen-

cia es esencial al discurso retó¡ico. En estas condiciones, se

entienden algunas funciones de la figura retórica. Ante todo,

el empleo figurado de las palabras tiene cl Propósito de

incorporarnos al discurso y hacernos participar en é1. Median-te el enigma del sentido oblicuo, que debemos descubrir bajo

el sentido recto o literal, se logran dos comportamientosesenciales de la muchedumbre que escucha: de una parte, laatención convergente; de Ia otra, la participación en el argu-

mento, parricipación que es un agen(e seguro de persuasión.

Decir r.¡na cosa con la intención de significar otra cumple

orras funcioncs en la situación retórica. También éstas han

t1

Page 14: Perspectivas Sobre La Metafora

sido señaladas desde antiguo. Por ejempio, la función estéti

ca. ¿Qué hace el a¡tista plástico sino decir una cosa con

ot¡a? Po¡ ejemplo, el pintor "dice" la profundidad con el

ángulo, con la textura, la composición, la luz o el contraste.

Así, diciendo una cosa con ot¡a, el retórico i¡troduce el a¡te

en el discu¡so. A Io que hay que ag¡egar que -y

cn esto el

¡etórico es como el poeta- no dice algo en un medio hetero-

géneo, sino que, en el mismo elemento de las palabras,

emplea unas para significar otras. No hay gue escuchar

discursos y basta oír habla¡ de esta función estética del

discurso retórico para saber hasta qué punto pende el retórico

de las figuras que emplea y cómo serán éstas una medida

inmediata y segura de su senrido del decoro, su gusto,

talento, elevación y penetración. Hablando, por ejemplo, de

la metáfora, dice Aristóteles que "confie¡en al estilo claridad,

encanto y distinción como ninguna otra cosa puede". Yhablando de la metáfora y el epiteto dice que "deben ser

adecuados, lo que significa que deben corresponder con juste-

za a la cosa significada", porque "no lográndolo su impropie-dad queda a Ia vista"¡. En csta adecuación de la metáfo¡a

encuenrra Aristóteles una de las claves para aquilatar el gusto

en el lenguaje. El juicio sobre el gusto metafótico se centra en

si la metáfora es adecuada o no. "Las metáforas, como otras

cosas, pueden ser inapropiadas. Algunas porquc'son ridículas

otras (porque son) grandiosas y teatrales en demasía"4.

Los pasajes citados de A¡istóteles se avienen ¡ambiéo con

lo que dice Agustín sobre "deci¡ una cosa con la intcnción de

que se entienda otra". Para Aristóteles, la metáfora debe sct

' Rctór;.a, 1405",8 ^ 12.a Rtt,i,ic", t4ts6.

IB

Page 15: Perspectivas Sobre La Metafora

adecuada, es decir, "corresponder con justeza a la cosa signifi_cada'. La meráfora, enronces, significa como significan laspalabras ordioarias. Con la dife¡encia de que no llegan demodo ¡eco a lo significado. ¿Qué puede enronces que¡e¡decir correspondencia, adecuación o propiedad de la metáforaen Arisrótcles sino una relación de justeza, congruencia,coincidencia, erc., enrre Io que decimos directamente y algoque indirecramente inrenramos decirl Si digo,,mariposa deeosueño" nombrando a una mujer adorable, estoy empleandoesta expresión cle modo inusual. Digo una cosa con la inten,ción de dar a entende¡ or¡a. El canon aristotélico del gusrometafórico exige que la metáfora sea adecuada - <iue enalgún sentido la expresión "mariposa de ensueio" tomadaIiteralmentc co¡¡esponda a una mujer adorable; porqr.re esa csla intención del poeta: significar una mujer adorable.

2. Defiúrión aristltélica de la netáfora

Aristóteles define "meráfora' cie acue¡do ¿ la sisuiente estra-tegia: da primero el géncro; y luego, en lugar dja diferencia,especifica, enumera las especies de metáforas. ,,La

metáfo¡a,,,dice, "consiste en da¡ a la cosa el ¡ombre que perrenece aotra". E in¡¡ediatamenre agrega que esta transferencia denombre procede "desde el género a la especie, desde la especieal género, desde la especie a la especie, o por razón deanalogía"5. Por los ejernplos que da, vemos que Arisrórelesconcibe la meráf-or¿ con mucha más extensión dc la queimplica su misma dcfi nición; y rambién con más extensión de

' Pa¿tK,t, I45lb l -tO.

19

Page 16: Perspectivas Sobre La Metafora

la que usualmente se atribuye a la metáfo¡a en los ma¡uales

de ¡etórica. La primera especie de metáfora -la

que va desde

el género a la especie la ilustra A¡istóteles con la frase "allí

se encuentra mi barco", con que informa del paradero de su

nave Méntor a Ulises en la )di¡ea. ¿Dónde está aquí la

metáforaa En primer lugar, no se ¡efiere al nombre, sino al

verbo. La expresión "se encuentra", señala Aristóteles, no es

el nomb¡e propio de Ia posición del ba¡co de Méntor. El

nombre propio es "se encuent¡a anclado", que constituye una

especie del género "se encuentra". Así, cuando digo "allí se

encuentra mi barco" me exPreso metafóricamente : digo el

¡¡énero en lugar de Ia especie. Pot otra parte -ilustrando

la

metáfora "especie en lugar del género"- cuando en la escena

en que Ulises silencia y castiga a Tersites6 comenta uno e¡trela multitud que el héroe "ha foriado diez mil bt¡enas accio-

nes", "diez mil está empleado en sentido metafórico; porque

no se quiere significar "diez mil" sino la expresión genérica"un gran número".

Como se ve por el ejemplo que ofrece Aristóteles para

ilustrar la primera especie de metáfora, este ropo no se aplica

únicamente al nomb¡e , sino también al verbo (o más propia-

mente al predicado). De esto teodremos ocasión de tratar más

adelante. También, por el segundo ejemplo, vemos que la

noció¡ de género no es la habitual. Si "gran número" es

género de la especie "diez mil" es claro que, por lo menos,

todos los números mayo¡es que el número 10.000 serían cada

uno una especie del género. Así, "gran ¡úmero" seria un

genero compuesto de infiniras especies.

También la mayor amplitud o extensión de Ia noción de

metáfora en Aristóteles, con relación a la noción tradicional,

6 llia¿,x, Caoro rl.

20

Page 17: Perspectivas Sobre La Metafora

se muestra ya en esras dos primeras especies. porque deacue¡do a la t¡adición no son éstas cspecies de metáfora sinode sinécdoqr.re. Es de la sinécdoque que decimos, enr¡e or¡asdeterm inaciones, que es la figura que altera la extensión delas voces yendo del género a la especie o de la especie algénero. Decir "ame¡icano" por ,,estadounidense,'

es sinécdo_que de especie a género; y decir "yanqui" por .,esta,Jouniden_

se" es sinécdoque de genero a espet ie.Más compleja ¡esulra la te¡cera especie de meráfo¡a

-deespecie a especie. Los eiemplos que pone Aristóteles nopueden trasladarse exacramente a ouest¡a lengua. Los tomade Empédocles. T¡atando de const¡uir algo que haga valer elprincipio <¡ue importa, proponemos: "desnuda¡ al campo decizarias l limpiar las paredes del museo . De d(uerdo conA¡istóteles, en el primer caso "desnudar" está por limpiat; yeo el segundo, "limpiar" por desnuda¡. Además, ..desnuda¡'

y "limpiar" son especies del género "quitar". Lo que primerollama la atención es la relación recíproca en que se encuentranambas mctáforas. En el caso de las dos primeras especies,Aristóteles ofrece un ejemplo para ilust¡a¡ cada una. pe¡oaquí ofrece dos, y (los de él) he¡mosamenre ¡elacionados.¿Quiso parear dos ejemplos de metáfo¡as recíprocas con elsolo propósiro de recrearnos o quiso, pof el contrario, ilusrrarcon los dos ejemplos así ¡elacionados un principio de lametáfora 'de especie a especie' y que diría que dos especies delmismo género pueden emplearse, indistintamente, una co-mo metáfo¡a de la otra? Y en verdad, la figura de las especiessubordinadas al género y coordinadas entre sí tendrá quehace¡ de esre principio u¡a obviedad. Si la especie A puedeemplearse como uoa figura metafórica de la especie B, ¿quéimpediría en principio, y en términos de las ¡elaciones eqtreespecies y géneros, que la especie B pueda desempeñarse

21

Page 18: Perspectivas Sobre La Metafora

como metáfora de A? Además, ¿ no es el género que compren-

de A y B una garantía suficiente para que ambas especies, a

t¡avés de la identidad del género presente en ambas, se

reflejen por decirlo así recíprocamente?

Este tema cob¡a nuevo interés cuando consideramos 'géne-

ros inaccesibles', es decir, conceptos que aún no experiencia-

mos como tales, como la totalidad y síntesis de sus especies.

En este caso, la ¡elación metafó¡ica de las especies brindaría

una ¡uta de acceso al género. Paul Ricoeur, t¡atando de la

imaginación y la metáfora, da lugar a una consideración de

esta especie en términos de una ''tensión entre identidad y

diferencia". El género inaccesible estaría, en una primera

fase, fuera del alcance de nuestro entendimientó y las especies

permitirían i¡ descubriéndolo mediante este juego dinámico

de la identidad y la diferencia. La figura de un género

inaccesible puede representarse con la imagen de un punto de

convergencia fuera de un marco o un pizarrón. No hay pues

una relación di¡ecta o despejada hacia el género (el concepto);

y no tenemos mrís posibilidad que hacer su experiencia en el

nivel disperso y muchas veces incompleto de las especies.

Esto significa una experiencia como encab¡itada ent¡e los

polos de la identidad y la diferencia que -según

piensan

algunos inspirándose en Kant se aviene con Ia facultad

imaginativa que media y esquematiza la relación ent¡e la

sensibilidad y el entendimiento (entre la diversidad material

de lo sensible y la unidad fo¡mal del conceptoT¡.

La metáfo¡a'de especie a especie'así como es introducidapor Aristóteles deja sobreentendido y como de suyo el géne-

¡o. Guiándonos por Ia definicióo, poco o nada tendríamos

7 Paul Ricoeur, Tbe Metatbaical Prccen at Cognirion, lnaginatnn an¿

22

Page 19: Perspectivas Sobre La Metafora

que decir sob¡e lo que llamamos aquí "género inaccesible".Son los ejemplos que ofrecc Aristóteles Ios que sugieren laidea, siquiera, de un género que no esrá inmediaramente a Iavista y que se hace sentir por primera vez en la convergenciametafó¡ica de las expresiones. También, se puede recurrir a lanoción de "distancia" de las especies que la metáfora "aproxi-ma" por el expediente retórico de nomb¡ar una con la inten-ción de da¡ a entende¡ la otra. Ricoeu¡ asigna a la imagina-ción esta capacidad de aproximar lo disrante. Sólo una facul-tad que comprenda a la vez lo diverso y la unidad, lo diferentey la identidad, puede

-según este autor- implicar en una

misma experiencia l¿ disrancia y la proximidad de las espe-cies. Tal facultad, dice Ricoeur, es la imaginación segírn es

descrita por Kant en su Crítia d¿ la Razón pura.

) . La metáfora conto an¿tlogía

Es la cua¡ta especie de meaáfo¡a que enumera Aristóteles laque atrae más la atención de los autores que lo comentan, lameráfora " poi razón de analogía". Aristóteles nos dice que lametáfora por analogía "es posible toda vez que existen cuatrotérminos ¡elacionados de tal manera que el segundo (B) es alprimero (A) como el cuarto (D) es al tercero (C)". No nos diceque no haya otras situaciones en que sea posible. En cuanto ala metáfora por a¡alogía tampoco nos dice (en esre pasaje, porlo menos, aunque lo implica en otros, como ya veremos) quées sino cómo se fb¡ma. La fo¡ma, podríamos decir, canónicade la merhfor¿ es Ia que se consrruye inte¡cambiando los¡é¡minos B y D de Ia proporción. En el ejemplo que ofreceAristótelessctie¡e: A : Dionisos, B : Copa, C - AresyD= Escudo. Así, la proporción se lee; La copa (B) es a Dionisos

27

Page 20: Perspectivas Sobre La Metafora

(A) como el escudo (D) es a Ares (C). De esta 'proporción' o

analogía obtenemos por intercambio: El escudo es a Dionisos

como la copa es a Ares. A¡istóteles dice que ambos términos,

B y D, se emplean metafó¡icamente al ser intercambiados. La

forma canónica de la metáfora puede considerarse_ además

como una mat¡iz o artefacto que permite construir muchas

metáforas. De estas írltimas son las metáforas que Aristóteles

llama metáforas cualificadas (o modificadas). Por ejemplo, si

el escudo es a Dionisos como la copa es a Ares, puedo entonces

combinar los términos en genitivo así: "EI escudo de Dioni-sos" y "La copa de Ares".

Otros cuatro términos que forman analogía y que A¡istó-

teles ofrece como ejemplo son el día (A); el ocaso (B), Ia vida

(C) y la vejez (D):". .. Para tomar ot¡o ejemplo: como la veiez (D) es a la vida

(C), así es el ocaso (B) al día (A). De acuerdo a esto se puede

desc¡ibi¡ el ocaso (B) como 'la vejez del día' (D * A) -o

de

acuerdo al equivalente en Empédocles, la vejez (D) como el

'atardece¡' o el 'ocaso de la vida'(B + C)"8.

Como se ve, lo que Aristóteles llama cualificación (o

modificación) de la metáfota analígica se parece a las opera-

ciones que aplicamos a las proporciones matemáticas. De A:B: C:D, en efecto, se tiene una se¡ie ilimitada de ¡elaciones de

forma:

AD: BC; A+B

Pero, mientras Ia proporciónequívoco sobre las relaciones'proporción ar'alógica' carece

u Paótia, l4tiÉ, 22-6.

24

r¡atemática no deja lugar a

derivadas a que da lugar, lade esta exactitud. Podemos

Page 21: Perspectivas Sobre La Metafora

suponer que, en la medida en que la proporción analógica seaproxima a la exactirud de la proporción maremárica, másnume¡osas, exactas y adecuadas soo las metáfo¡as cualificadaso modificadas que se obtienen de ella. Es con este idealmatemático en vista, seguramente, que Aristóteles advierteen Retórica, que las meráforas deben ser adecuadas, es decir"cor¡esponder con justeza a la cosa significada". Desde luego,Ia metáfora no puede más que imitar la proporción matemáti-ca; si llegara a identificarse con ella, en ese mismo punrodejaría de ser metáfora. Sin embargo, parece que riene senri-do hablar de ur\ zptim/{ metafo¡ico eo que la a¡monía de lapruporc ión es m¡xima. Arisroteles se representa esre ¿plinllcomo esos rérminos medios de los que nos alejamos igual pordelecto que por exceso. "Sr se quiere hacer un cumplido".dice, "se debe toma¡ la metáfo¡a de algo mejor en la mismalínea; si se quiere despreciar, de algo peor". De donde podría-mos inferir que la metáfora puede se¡ laudatoria o peyorativasegún nos alejamos a un lado u ot¡o del límite en que es justa.Aristóteles toma aquí ejemplos de metáfora 'de especie aespecie' -decir "mendigar" por "rogar'' es peyo¡ativo; decit"rogar" por "mendigar" es meyorativo; y ambos, "mendigar"y "togat", son especies del género "pedir".

Pa¡ece también evidente que lo que vale de especie aespecie vale también para la meráfo¡a por analogía. porejemplo, no es lo mismo toma¡ de Ares atriburos merafóricospara Dionisos que toma¡ de éste at¡ibutos metafóricos paraA¡es. De donde ¡esulta que la analogía para Ares y Dionisos,de la cual extraemos metáforas por cualificación, no es todo lojusta que pudieran requerir los interesados. por ejemplo---empleando, con alguna licencia, el género como referenciaen este caso de metáfora por analogía- podemos convenirque tanto l)ionisos (la orgía) como Ares (la guerra) traen

2t

Page 22: Perspectivas Sobre La Metafora

consigo el desorden Seneral. Pero el desorden general orgiás-

tico y el bélico son especies que distan mucho entre sí para

una aproximación metafórica adecuada. Es así que un princi-

pio de desorden general diferente y situado entre la orgía y la

guerra sería una metáfora mejor recibida por ambos extremos

y que produciría a su vez mayor número de metáforas de esas

que --{on la terminología de Aristóteles- se obtienen Por

cualifi cación o modifi cación.

Esto se puede ver considerando las metáfo¡as cualificadas

que el mismo Áristóteles produce a partir de la analoSía ent¡e

Dionisos y E¡os. Deci¡ "escudo de Dionisos" como si el

mismo Dionisos, ebrio y chusco, exclamara alzando la coPa:

¡El escudo de Dionisos!- puede pasar, dado el carácte¡

chusco de la metáfora. Pero "la copa de A¡es" ¡esulta una

metáfora peregrina para su escudo.

Y lo mismo vale para este eiemplo si consideramos Ia

seg,.,nda forma de metáfora cualificada que Aristóteles con-

signa y que procede no por'adición'sino por 'sustracción' (lo

gue significa que al aplicar e[ nombre metafórico podemos

dar a entender que lo es sustrayendo algírn atributo que Ie

correspondería si su empleo fueta literal). Aristóteles cualifi-

ca por negación así sobre la "copa de Ares" (es decir, su

escudo): "copa q|/e n0 c0 tiene uino"; donde se ve una vez más

quc la analogía metafórica eotre Dionisos y Ares es más para

burla que para elevación.

Shakespeare es un auto¡ fecundísimo en figuras metafóri-

cas cuya adecuación se entretiene él mismo en demost¡ar con

variedades increíbles de cualificación. Considéresc, entre

cientos, el pasaje en que se anuncia ya el asesinato de Banquo

planeado por Macbeth. La analogía es entre los cuatro térmi-

nos; Bien, Mal, Día, Noche. Pe¡o habiéndose hecho obvia ya

y sabida por todos, se encadena con la nueva analogía de los

26

Page 23: Perspectivas Sobre La Metafora

té¡minos: Día, Noche, Ojos, Venda. Lady Macbeth quiereiomiscuirse en la conjura, pero Macbeth la ¡ehúsa con u¡equívoco (antífrasis o ironía) que alcanza las altu¡as de lasublimidad: "No te manche su conocimiento, mi palomira".Los ojos son al día, como la venda a la noche. La venda de lanoche y los ojos del día. La noche, venda al día. Los imperati-vos del bien so¡ las lumioarias del día. La palidez en el rosrrode Macbeth es el languidecente vínculo con el bien que se

desvanece con la luz del día. Los pájaros de la ¡oche son lametáfo¡a siniestra de la vileza, etc. Macbeth impreca a través

de un derroche metafórico:"¡Ven, noche cegadora! ¡Venda los tiernos ojos del lasti-

moso día, y con tu mano invisible y carnicera anula y despe-

daza este gran pacto que me hace aún palidecer! Agoniza laluz y el cuervo dirige su vuelo hacia el bosque agorero. Las

cosas buenas del día se adormecen y esfuman mient¡as los

negros agentes de la noche se alzan sobre sus presas..."e.

4. La metáfora cono eni&mct

Aristóteles se refiere a un empleo de las metáforas que,también, ha cnconrrado mucho reconocimienro en los quehan escrito después sobre las figuras retóricas. Se trata de su

empleo "para dar nombre a cosas que fio lo rienen", Atistóre-les aconseja que, con tal objeto, "no se obtengan metáforas de

cosas remotas sino próximas y emparentadas, de modo ral queel patentesco se perciba claramenre ran pronro se han dicholas palabras". A este respecto, ejemplifica con una adivinan-za: ''Un hombre pegaba bronce con fuego en el cuerpo de

e Macbeth, Acto J, Escena 2.

27

Page 24: Perspectivas Sobre La Metafora

otro". La solució¡ del acertijo es: "ponía ventosas"; y en é1,

"pegar" es nombre metafórico para la acción dc aplicarlas."Las buenas adivinanzas", dice A¡istóteles, 'nos p¡opor-

cionan metáforas satisfactorias: porque las meráforas impli-can acertijos, y por tanto un buen acertijo puede suminist¡a¡una buena metáfo¡a"ro. La ¡elación aquí observada entremetáfo¡a y acertijo se puede verificar a gusto en las manifesta-ciones populares de este juego. Por ejemplo, la siguiente, en

que la analogía (,A, B, C, D) que ofrece Aristóteles como una

mat¡iz metafórica se¡ía (Fuente, Avellanas, Cielo, Estrellas):

Una fiente de auellana¡

qze en e/ lía u recogen

y en /a noche ¡e d¿t"ranan.

Para deducir "Cielo estrellado", que es la respuesta a laadivinanza. combinamos la analogra antenor con otra en que

uno de los términos ca¡ece de nombre, el cielo nocturno. Así,tend¡íamos: (Día, Cielo, Noche, X). Deduciendo de esta

irltima "Cielo estrellado" y sustituyendo en la primera, que-

da: (Fuente de avellanas, Avellanas, Cielo Est¡ellado, Est¡e

llas) con lo cual la adivinanza está ¡esuelta. Otro ejemplo que

puede rrararse también con las nociones de analogía metafóri-ca y cualificación, es el siguiente:

Pau bailar Lte pongo la capa;

Para lnilar me la uzelaa a qritaqPorque no pzedo hailar cox la capa;

Y sin /a capa no p*da bailar,

En este hermoso ejemplo de ace¡tijo popular queda más a Ia

vista el mecanismo con analogías. No es como la proporción

'n Rüótita, l4or' .

28

Page 25: Perspectivas Sobre La Metafora

matemárica en que podemos dete¡r¡ioar una cantidad enfunción de las ot¡as t¡es. En el acertijo que se funda en unaanalogía, son dos los términos conocidos, "capa" y "bailar,,; yhay que determina¡ Ios otros dos con ayuda de aquéllos y lascu¿li[ic¿crones meraforicas. Un po(o como esds c(uacionesindeterminadas. Aquí tenemos "capa" y "bailar" más dospares de opuestos esrructurados en descripciones que Aristó-teles llama¡ía "de adición" y "de sustracción": bailar, no-bailar, poner, quitar. Los dos ré¡minos y las metáforas cuali-fic¿das son los unicos d¿tos. No hay una respuesta exacra a

partir de ellos y no nos queda más método gue tantear. Enverdad, así ocurrió rambií'n en el ejemplo anterior: la segun-da analogía (Día., Cielo, Noche, X) era, en verdad, (Día, y,Noche, X). Tuvimos que barrunta¡ Y=Cielo, lo que no eradifícil. En este segundo caso, la indeterminación es aparente.Además, el apoyo que podamos recibir de las metáfomscualificadas no parece nada de seguro, tan paradójicas se

mucstran. ¿Capas y bailes? Torero. ¿Bailar con y sin la capa?

¿Ante el toro? ¿Ante una manola? Metáforas para bailar-.. ¡Eltrompo! La analogía sería: (Bailarín, Capa, Trompo, Sogui-lla). Uno se saca la c apa paraL>ailar. I nmediatamente viene elejemplo de A¡istóteles de cualificación por adición y po¡sust¡acción. Adición: El bailarín, como el ¡¡ompoj se quita lacapa para bailar. Sustracción: Pero el trompo tiene que ponér-sela antes de empezar: "Sin la capa no puedo bailar", tal como"la copa de Ares", metáfora del escudo, "que no co¡rtie¡evino".

De esta forma, descubrimos algunos principios de losacertijos con analogías: (1) Sólo se dan dos té¡minos de laanalogía (en general, los dos empleados como meráfo¡as); (2)Se agre¡¡an meráforas que se obtienen por adición y susrrac-ción, La sustracció¡ sola da a la adivinanza el aspecto de

29

Page 26: Perspectivas Sobre La Metafora

enigma. La sust¡acción combinada con la adición' el aspecto

de cont¡adicción o Paradoja.

Un análisis segl¡ramente más elegante y con 'razones en

serie' puede hacerse de la famosa pregunta de la Esfinge a los

tebanos: "¿Cómo es que andas en cuatro patas en la maÁana,

en dos al mediodía y en tres por la tarde?"

1 . La metáfora c0m0 nlntltre de lo que no tiene

nombre

Volvamos a los términos sin nombre Tratando de responder

a la pregunta: ¿Por qué recurrimos al empleo metafórico del

lenguaje -porque,

por ejemplo, en lugar de decir lite¡al-

mente "adorable mujer" decimos "mariposa de ensueño2", se

han adelantado diferentes respuestas, de las que destacamos

aquí tres: adornar con vistas a complacer; disf¡aza¡ con vistas

a persuadir y comparar con vistas a nomb¡ar lo que no tiene

¡ombre . Como diiimos, esta última explicación tampoco era

extraña para Aristóteles. Tanto es así que la incorpora sin más

comentario en sus esc¡itos sobre la metáfora, dando por

descontado que muchas veces "nombramos una cosa con el

nombre de otra simplemente Porque no tenemos otra posi-

bilidad de nomb¡arla. Lo que importa retener aquí es que el

¡ecu¡so de nomb¡ar lo que no tiene nombre mediante metáfo-

ras permite resolve¡ en lo esencial el problema de nombrar'

"Puede ocu¡rir", dice A¡istóteles, "que alguno de los

términos relacionados de esta manera (por analogía) no tenga

nombre propio, Pero ciefiamente igual será descrito metafó-

ricamente. Así, Ianzar trigo es 'sembrar'; pero lanzar el sol su

luz no tiene nombre. Este acto sin nombre (B) se encuent¡a en

la misma relación con su objeto, la luz del sol (A), en que se

l0

Page 27: Perspectivas Sobre La Metafora

encuent¡a sembra¡ (D) con el trigo (C). De aquí la expresióndel poera: 'sembrando la luz de un dios (A ¡ D) rr.

El nomb¡a¡ metafórico que describe Aristóteles recuerda,pues, esas proporciones matemáticas en que uno de los cuatrotérminos es desco¡ocido, pudiéndose determinar por mediode los ot¡os. Nombramos lo que no riene nombre medianre larelación analógica en que se encuenrra con ot¡os t¡es términosque sí Io tienen- Por ejemplo (para abundar al respecto): "unaespada es menos penerranre que una pupila fiera". No dispo-nemos de una palabra que nombre la acción de una miradafiera. La analogia es: La penetración es a la espada como X es a

la mirada fiera. El poeta nombra la acción de la mirada fiera,X, con ayuda de los orros r¡es rérminos. También, cuando elpoeta dice "sed de ternu¡a" adiciona dos términos de laanalogía (Agua, Sed, Ternura, X) para nombrar lo que notiene nomb¡e. Y también se nombra lo que no tiene nombreen: "el ve¡so cae al alma como al pasro el ¡ocio". De dosmaneras se nombra; po¡que si decimos: el verso es al almacomo el rocío al pasto y empleamos la expresión "cae" aplica-da al rocío su t¡aslado merafó¡ico nombra lo que no rienenombre. Si, por el contrario, aplicamos la expresión "cae" alalma (como cuando por ejemplo se dice que ral persona cae

bien o cae mal) entonces al rrasladarla y aplicarla metaforica-mente al rocío también nombramos lo que no tiene nombre (yque acaso no tiene se¡tido, como no sea animista).

Desde luego, no siempre se aplica la metáfora a lo que notiene nomb¡e sino que muchas veces podemos reemplazarlapor un equivalente lite¡al. Considé¡ese, por ejemplo, estehermoso verso con que te¡mina un conocido soneto de Da¡ío:"Como una margarita de amor (la Muerte) te deshojó". Aquí,

lt Poót;,a, 1451É, 2t lt.

lr

Page 28: Perspectivas Sobre La Metafora

la analogia es: mori¡ es a la amada como deshojar es a Ia

margarita. Se expresa un hecho que tiene nombre con el

nombre de otro; deshojar una marga¡¡t¿'

6. La extensión netafórica

Consideremos el ejemplo de la "mirada peoetrante" De aquí

podemos sacat metáforas en multitud Por eiemplo, "iuicio

penemante", "inreligencia pen€trante", "análisis penetran-

te". O sin más: "penetración". "Mirada penetrante" sirve

también como muestra de ot¡as metáforas de estructura pare-

cida e igual de exitosas. En primer lugar, todas provienen de

analogía de la forma (A, B, C, X), es decir, contienen un

término sin nombre. En segundo lugar, mientras la primera

razón (4, B) se muestra en las cosas, la segunda (C' X) está y

no está en las cosas en la medida en que hay un sujeto

implicado. Esta segunda parte de la analogía está como

distribuida: una Parte en el sujeto. otra en sus exptesiones'

actitudes, comportamientos. Ejemplos: el peso de la duda, el

peso de la pena, el peso de la preocupación, el peso del

pasado, la frustración, los ¡emordimientos Surge toda una

categoría de sentimientos que se ponen a pesar' Los pesares o,

sin más, el pesar, la pesadumbre. Pero también: el peso de las

razones, el Peso de las pruebas, el peso de los pensamientos y

las ideas de peso. Una doctrina de peso; un hombre de peso Y

del carácter: pesadez, persona pesada o cargante. Y cargante

viene de carga, de donde salen a luz metáforas a granel, como

de peso: las cargas de Ia vida, las catgas familiares, los

encargos, cargos y descargos; cargar con la responsabilidad,

cargaf con Ias preocupaciones, descargar la conciencia; la

mirada cargada de odio, de desprecio, de dinamita; y las

12

Page 29: Perspectivas Sobre La Metafora

amenazas cie que está catgada la atmósfe¡a. y puesto queestafnos en la línea de los pesos y las cargas, pod.-o,

""g,ri,con las metáfo¡as de "grave". Desde luego, la ,,mirada

gro:ve,,;pero también el "ademán grave',, el ,,tulorrte

grarr.,,, el ..hu_

blar grave". Una multitud de actitucles, e*pr".ion"" y.orn_portatrientos graves. y así, sin rnás, gravedad. Como pesa_dumbre y pesadez. Lo que sólo es en la lí¡ea de la fuerza deatraccion de la ricr¡a. pero hay otras fuerzas: presion, adhe-sión, expansión, compresión, propulsión, derención, r¡ac_ción, impulsión, rorsión, erc. y de todas salen metáfo¡asinconrables. ¿Qué frases más diversas en aplicaciones que lasde represión, sociedad represiva, política represiva, represiónsexual, educación represiva? Toda la vida ,ubconr.i.nt" .inconscientc la reduceo algunos a la dinárica de la represión.Y todas las doctrinas del freudismo son inseparables de uoacomplicada represenración metafó¡ica en que unas cuantas

llerzas juegan las contingencias del equilibrio psíquico

dinámicor2.

Desde luego, las metáforas quc se originan en las múlti_ples modalidades de la fr¡erza son también numerosísimas yde viejo linaje. Se avienen como nada a lo que hemos consig_nado como expresiones, actitudes y comportamientos delsujeto. ¿Qué más de suyo que la adhesión de los sentimien_tos, la simpatía, la amistad, el amor? ¿y de dónde saca¡ másmetáfo¡as que dc la repulsión cuanclo se trata de los aspectoscontrarios¿ Pero se puede seguir y seguir, repasando los

r2Ver, por ejemplo, la autodefensa de l.reud en so famoso ensayo Más alládel Prirc4tio del Pkcer, cn que arguye ,,nuestra

obligacióo de operar contLrmr.nos ( renr ili, ,

'r. c' Jcr rr. ron .rt,rcsronc" me¡.rfo¡ i"¡s pctulrrrcs de t¿¡'srcolocrr ru mr\ lrol,r¿'ncnrc l.r ¡,sr ologr.r lrotundd r, cr(.

31

Page 30: Perspectivas Sobre La Metafora

capítulos de la Física, la Geometría, la Medicina, la Ast¡ono-

mía, la Ingeniería, la Arquitectura, las Ciencias de la Gue¡ra,

de Ia Navegación, del Comercio, la Agricultura, la Minería,

etc. Las r¡etáfo¡as del espacio, por ejemplo: la amplitud del

carácter, la profundidad del ingenio, el largo camino de las

mil formas de expectación, todas las variaciones de la superfi-

cialidad, Ia llaneza del trato, la altura de las consideraciones,

Ia extensión de los conceptos, las esfe¡as del saber, los alcan-

ces y límites de Ia razón La tabula rara del espíritu, Ias

galerías de la memoria, el amueblado de la conciencia Béc-

quer: "De un oscu¡o rincón de Ia memoria salen a perseguir-

me Ios recuerdos". Agustín: "Los campos y palacios espacio-

sos de r¡i memoria".

O se pueden investigar Ias metáfo¡as del frío y el calor en

que pueden comprenderse todos los afectos, como la luz en la

gama de los colores. Por ejemplo, Da¡ío: "Y su ¡isa fue como

un agua hirviente"; o Man¡ique: "¿Qué se ficieron las llamas

de los fuegos encendidos de amadores?"; o Shakespeare: "Pero

tú, enamorado de la llama de tu mirada, la alimentas con la

leña de tu propio ser"; o Calderón: "En llegando a esta pasión,

un volcán, un Etna hecho". El "f¡ío de la mirada", la "frigi-

dez", la remperatr.rra del temperamento, la guerra fría, el

deshielo.

Si cornpletáramos este somerísimo escatceo que aPenas se

ha iniciado aquí y que apenas toza el tema ateniéndose a las

obvias categorías naturales y cotidianas, empezaríamos segu-

ramente a p¡eguntarnos qué queda del lenguaje cuando apar-

tamos lo que se origina mediante este expediente del nombrar

merafórico. Un buen eje mplo lo suminist¡an las metáfolas de

Ia luz y la visión. ¿Qué quedaría de la Filosofía si reti¡áramos

roclas las metáforas que provienen de la luz? La célebre

14

Page 31: Perspectivas Sobre La Metafora

doctrina platónica de las ideas y el conocimiento se resuelveen metáfo¡as de la luz y lo visible. Las ideas clatas y distintasde Descanes, ¿qué más son que una denomi¡ación metafó¡icadel conocimiento y la verdad en ré¡minos de la luz y el ojo?Las cosas son oscu¡as cuando no hay luz, confusas cuando nopodemos verlas. El ideal de la visión es: buenos ojos y buenaluz. ¿Qué otra cosa se pide con la claridad y distinción de lasideas gue unos buenos ojos y un cuano bien iluminado para eJ

entendimiento? Paul de Man, examinando lo que dice Lockesobre las ideas simples no tiene dificulrades en llena¡ la mesade metáforas hasta el ext¡emo de disolver todas las pretensio-nes de rigor literal, tan explícitas y programáricas en Locke,en no más que un espejismo del h¿bla, radicalmente metafo_rica:

. "Il segundo ejemplo <¡ue da Locke de una idea simple es'luz'. Se da trabajo para explicar que la palabra .l.rr, .,o se¡efiere a la percepción de la luz y que entender el procesocausal por el cual se produce y percibe la luz no es Io mismoque entender la luz- De hecho, enrender la luz es ser capaz dehace¡ esta distinción misma enrre la causa ¡eal y la idea (oexperiencia) de una percepción, entre percepción y ape¡cep_ción. Cuando podemos hacer esto, dice Locke,

"nro,,ces lo

idea es Io que es lez |tllpianeÍte, y nos aproximamos lo másque es posible al significado propio de ,luz'.

Ilntencler la luzcomo idea es enrender la luz propiamente. pero, desde luego,la palabra idea u e)significa lrrz. y Jecirquecnrender lairrzes percibir la idea de luz equivale a decir que el entendimien_to es ver la luz de la luz y es po¡ tanro luz él mismo. Lasentencia: 'entender la idea de la luz' tenciría entonces quet¡aduci¡se: 'iluminar la luz de la luz' (das Licht ,/a Lni*:li'bten), y si exo enpieza a oírse como una traclucción heideg,geriana de los presocráticos, ¡o cs casualidad. La reclucción

It

Page 32: Perspectivas Sobre La Metafora

etimológica tiene una tendencia a transforma¡se en el tarta-

mudeo repetitivo de la tautología"11.

7. Maáfora I Pers|ectiaa

I-a doctrina a¡istotélica del nomb¡ar metafórico, así como

se muestla aquí, puede relaciona¡se con la doctrina de K.

Burke sobre La metífora y la metonimia Bu¡ke t¡ata estas

figuras o tropos como si fueran términos de una serie que se

implican mutuamente. Tal serie incluye la metáfora, la me-

tonimia, la sinécdoque y la ironía. No sólo fo¡man un todo

cohe¡ente estos cuatro tropos, según este autor, sino que

además a cada uno corresponde una aplicación lite¡al o realis-

ta, Tales aplicaciones son. respect ivam ente, perspecriva. re-

ducción, representación y dialéctica. Finalmente (y cierta-

mente Io más importante), Burke sostiene que el límite entre

el momento figurativo y el literal en el caso de estos cuatro

t¡opos no es todo lo tajante que la tradición quiere hacernos

creer. Quizás más adelante teogamos que volver sobre este

último punto de la doct¡ina de Burke Lo que nos importa

aquí tiene que ver con sus ideas ace¡ca de la metáfora y lametonimia.

Burke se propone trata¡ de las motivaciones en general a

partir de un modelo omniabarcante: Ia escenal4. Con esta

orientación, concibe la metáfora como "Perspectiva" "La

metáfora es un artificio para ver algo en trérminot de algo

dife¡ente". Esta noción se capta adecuadamente en Ia escena,

t) The E1iltenolo7l of Metalrbatt{ Al resp..to, vcr su Gtannat of Motiut y ss Rbetaic af l'lot¡,g!' libros

generosos en ideas y erudición.

36

Page 33: Perspectivas Sobre La Metafora

cuando vemos un carácter desde la perspectiva de orro. Po¡ejemplo, la obra de Tom Stoppard, Rosencrartz and Guild¿n¡-tern dre Dead. es un ejemplo que Burke aceptaría conentusiasmo 15. En esta ob¡a no sólo nos ponemos a contemplara todos los personajes de Hamtet desde ot¡a perspectiva

-lade dos servidores de Claudio que aparecen eo terce¡ plano-sino que reparamos también en cómo lo que no es más que

una perspectiva es en general conside¡ado como el punto de

vista absoluto. Nuestra percepción común de estos dos carac-

te¡es -Rosencrantz

y Guildenstern- no es más que laperspectiva lanzada sob¡e ellos desde el carácter Hamlet,considerado como el centro de refe¡encia absoluto, y no como

una Pe¡sPectiva más, entre otras. Otro ejemplo igualmenteilustrativo es el film "Rashomon", de Akira Kurosawa, don-de asistimos al ¡elato de un 'mismo hecho' desde la perspecti-va de sus cuatro actores. En términos de Burke, las cosas

quedan mejor dichas. No se trata de un hecho visto por los

protagonistas sino de cuatro perspectiv¿s desde cada centro,de modo que todo cambia. Hay una situación que atañe a A,B, C, D. Vista desde cada centro queda así: A,, 8", C", D";A.5,86, C¡,, D¡; 4.,8., C., D.; y A¡, B¿, C¿, D¿.

Con esta noción general de metáfo¡a-perspectiva, Burkeresponde de modo elegante y c¡eativo a problemas de Iaespecie de la 'puesta en escen¿'. Pero, más allá de la escena,

responde a las diñcultades del relativismo cuando se sale delplano figurativo y se ent¡a en el literal o realista. En la escena,

el relativismo de las perspectivas nos divierte, y hasta nos

instruye; pero no va más allá de un ¡ecurso de escena. En larealidad, la 'disolución' del hecho en las perspectivas nos

parece un proyecto de Ia desesperación. Burke responde a esta

lt Hay un comcnrario sol¡re esta obra en mt Diario ¡te Lecnn.¡, ioédito.

31

Page 34: Perspectivas Sobre La Metafora

c¡ítica desde una metafísica de inspiración dialéctica y or¡¡a-nicista. Los hechos no son mó¡adas autosubsistentes, rígidasy simples. Todo lo contrario, "es por la aproximación a rravés

de una va¡iedad de perspectivas como establecemos la reali-ciad de un ca¡ácte¡". El punto se determina desde un cont¡asteentre lo que Burke llama "realismo poético" y "¡e¿lismo

científico"."En verdad, de acuerdo a una teo¡ia más antigua del

realismo (lo que podemos llama¡'realismo poético'en con-traste con el moderno 'realismo científico') podríamos decirque los caracteres poseen grad\s /e rer en proporción con lavariedad de perspectivas desde las cuales pueden ser percibi-dos con justeza. Así, podemos decir que las pJantas tienen'más sc¡'que los minerales, que los anin-rales tienen más ser

que las plantas, y el hombre más que los animales, porquecada orden más alto admite y requiere u¡a nueva climensiónde términos que no son lite¡almente ¡elevantes en los ó¡denesinfe¡iores"l6.

Hay que distinguir entonces la perspectiva desde un gradode ¡ealidad sobre otro, de la perspectiva en un mismo gradode ¡ealidad. Por ejemplo, la perspectiva hacia Rosencra¡tz

desde Hamlet y la perspectiva hacia Hamlet desde Rosen-

cfantz se encuentran en un mismo nivel de realidad. Encambio, la perspectiva sob¡e las motivaciones lrumanas son

vistas desde grados dife¡entes de realidad si las enfocamos "en

términos de reflejos condicionados, química, lucha de clases,

amor de Dios, neurosis, peregrinación, poder, movimientode los planetas, geografia, manchas solares, erc.". E¡ esre

empeño, que puecie explicarse en términos de rr.rétodo experi-mental o ¡ecurso heurístico, se corre, sio embargo, el riesgo

t6 A Gr,flttar af Mltitur, Appendix D, p. 104.

l8

Page 35: Perspectivas Sobre La Metafora

de desconoce¡ el diferente starus onto-lógico de los planos

Pucstos en pe¡spectiva. Por ejemplo, ¡esolver la morivaciónhumana en pura química. La metáfora-perspectiva, entonces,allí donde la perspectiva se aplica a un grado más alto derealidad, conlleva el riesgo de ¡educción. Es aquí donde se

hace presente el seguodo término o mome¡to de la serie: elmetonímico-reductor.

Bu¡ke conside¡a l¿ ciencia con ayuda de la oposición entrelas categorías de sustancia y relación. La ciencia se ¡esuelve enpura relación. "Sea el mundo 'mente', 'mareria', 'mente-

materia' o 'pluralidad' igual se procede cua¡do se enciende unfósforo". Cuanclo, por el contrario, es el homb¡e en sus

relaciones con el hombre lo que está implicado, su enfoque entérminos de las co¡relaciones de la ciencia no es suficienre. Ental caso se trata, podríamos decir, de la pu¡a metáfora de [acorrelación que reduce y desconoce el mome¡to de la susran-cia. "Cualquier intento de t¡ata¡ las ¡elaciones humanassegún la analogía de las co¡relaciones natu¡alistas se transfo¡-ma necesariameote en la reduccih de alguna esfera más alta omás compleja del se¡ a los rérminos de ot¡a infe¡io¡ o menoscompleja".

Es en conexión con este intento de reducción de lo susran-cial a las cor¡elaciones propias del enfoque científico queBurke aplica su concepto de metonimia como ¡educción. EnIa medicla en que tratamos de explicar las relaciones humanasde acrrerdo a las categorías explicatorias de la ciencia, Io quehacemos es enfocar un nivel sustancial del ser desde otrorelacional, resolviendo o ¡educiendo cl primero en el segun-do. Además, pues, dc la perspecriva-metáfora tenemos aquíla reducción-meronimia.

La metonimia, clc acuerdo a Burke, sería una operación dela misma especie de la reducción cienrífico-mate¡ialista en

19

Page 36: Perspectivas Sobre La Metafora

cuanto su "estrategia" básica consiste en "transmitir algúo

estado incorpóreo o inrangible en términos de uno corpóreo o

tangible. Por ejemplo, hablar del'co¡azón'más bien que de

las'emociones"'-Asi entendida, la metonimia aparece con un rol específico

en el plano de la poesía y las bell¿a let¡as. Habla¡ del "cora-

zón" en lugar de las "emociones" es tomar Ia parte en lugar deltodo. De acue¡do a Ia concepción escolar, tal figura es meto-

nimia. Así, también, lo son "palidez" en lugar de "miedo","cerebro" en lugar de "pensamiento", "lágrimas" en lugar de"pena", "ojos" en lugar de "visión", de "perspicacia", de"intuición", de "clarividencia", etc. En una palabra, toda vez

que lo interior, intangible, espiritual es traducido en térmi-nos de Io exrerior, tangible y material tenemos una operación

metonímica porque lo exte¡io¡ es condición, consecuencia,

ca¡acte¡ística o expresión de lo interior no hay, por ejem-plo, pensamiento sin cerebro, Ias lágrimas son expresión de la

pena, la palidez, del miedo, etc.- y de esta manera, parte

suya.

Pero, ¿qué deci¡ de las pa.labras? Cuando expreso lo espiri-

tual en té¡minos de lo mate¡ial en el te¡¡eno de las galabras --el de

la poesía y las bellas letras, en especial- ¿voy desde palabras

espirituales a palabras materiales? EI mismo Burke nos pone

en guardia. Cuando en lugar de la palabra "emoción" empleó

la palabra " corazón" parece que sustituyó el nombrc de algoespiritual con el nombre de algo material. Pero, ¿qué dire-mos de la palabra "emoción"? Desde luego, pretende nom-brar algo espiritual, intangible, incorpóreo; pero sólo Io logra

mediante Ia palabra "mover" que no tiene nada de incorpó-reo, intangible o espiritual. Esto quiere decir que "emoción"

es rambicn por ar<aico que sed este momeoto meroni-mia. Y tend¡íamos que p¡egunrarnos si hay, en verdad,

40

Page 37: Perspectivas Sobre La Metafora

palabras "espiritual"r" -¡9¡¡[¡e5

de cosas incorporales, in-tangibles- que sean originalmente el nombre literal de algocomo no les venga tal condición de nombra¡ por trasladomeronímico (en Aristóreles identificamos esta operación co-mo "nomb¡a¡ metafórico") desde su función literal o realista auna función figr-rrativa o rerórica. Burke, al respecto no tienedudas:

"Si se hace retroceder el lenguaje lo suficiente, es claro quese enconr¡a¡á que todos nuesrros términos para denominarestados 'espiriruales'fue¡on meronímicos en su origen. porejemplo, consideramos 'las emociones' como una expresiónque se aplica ran srilo en el nivel de la conciencia; sin emba¡-go, la palabra tiene su raíz en el más'materialista'de rodos lostérminos, 'movimienro' (una esrrategia clave del materialis-mo occidental ha sido la ¡educción de 'conciencia' a'movimiento')"17.

Toda la dife¡encia ent¡e Bu¡ke y Aristóteles sobre el¡omb¡ar metafórico parece, pues, ¡educirse a que mientrasuno habla tJe analogia y metáfor^, el otro habla de meroni-mia. Por lo demás, ni siquiera esta diferencia terminológicaes firme. Pa¡a Burke, la metonimia desde el interio¡ alexterior, desde lo espiritual a lo material, se describe tambiénen té¡minos de exrensión metafórica y encuentra su funda-mento eo una especie de analogÍa entre ambos reinos, elespiritual

-interior, mental, subjetivo, psíquico, etc.- y

el material-corpóreo, visible, tangible.

t1 A G,enttar o/ t|atuet. p. 10t>.

41

Page 38: Perspectivas Sobre La Metafora

B. La c¡testión de las netáforas muertas

Estos té¡mi¡os "espirituales" construidos mediaote analogia

y extensión metafó¡ica y así dependientes del significado

literal de té¡minos "mate¡iales" adquieren con el tiempo

rtaü[ ptoprt. Hay diferentes descripciones todas metafóri-

cas- de la suerte que cupo al elemento, factor o ingrediente

metafórico que obró en el origen de estos términos "espiritua-

les". Unos hablan de olvido, otros de vanificación, otros de

metáfo¡as marchitas, otros de metáfo¡as muertas K. Burke,

por ejemplo, después de sostener que el lenguaje se desarrolla

por extensión metafórica tomando palabras aplicables al reino

de lo corpóreo para aplicarlas al de Io incorpóreo, ag¡ega que

"luego, en el curso del tiempo, la referencia corpórea originales olvidada y sólo sob¡evive Ia extensión metafórica incorpó-

rea". El olvido ¡ruede, entonces, decirse que se establece con

el establecir¡iento del uso Iite¡al de las palabras que una vez

fueron metafó¡icas. Por ejernplo, la palabra "emoción" tiene

uso ordinario desJe que olvrd¿mos que su relerente no era

nomb¡ado literalmente por ella y comeozamos a emplearla

como el nombre o¡dinario de su objeto.

V. C. Booth se refiere a quienes llama "retóricos clásicos"

y observa que para éstos desde que las expresiones metafóricas"se han t¡ansformado en un modo usual de decir lo que antes

(cuando eran metafóricas) decían figuradamente, no son me-

táforas mue¡tas, sino no-metáforas". Es decir, entre uso

metafórico y uso Iiteral de las palab¡as existe el uso o¡dinario

que puede constat tanto de palabras de aplicación literalcomo de palabras que una vez fue¡on metáforas y que desde

que se emplean ordinariamen¡e no lo sonls

tB Metaphor at Rbxoric: Th¿ Problen of Euhation

42

Page 39: Perspectivas Sobre La Metafora

Por su parte, N. Goodman, respondiendo a los argumen-tos de Davidson que niega que las metáforas te¡gan unaaplicación metafó¡ica dif-c¡ente de su aplicación literal (unatesis de la que r¡ata¡emos más adelante) se refie¡e también alos términos <¡ue "después de haber sido empleados metafóri-camente pierden ulrerio¡¡nente su fue¡za merafórica debido alsobreempleo"; y ¡ecur¡e, para describir la condición de talestérminos merafo¡icos excesivamente usados, a la expresión"marchitarse" (ziá)i9.

La expresión predilecta para referirse a los términos quefue¡on metafóricos y que

-con el t¡anscur¡i¡ del riempo y el

empleo o sobreempleo- han dejado de serlo es,.metáforamuerta". Por lo menos, es Ia que más se emplea entre losesc¡itores dc habla inglesa (dead metapbor). Así, Davidsonhabla de las metáforas como figuras que, iusro en Ia medidaen que son exitosas, tienen por delante el destino de mo¡i¡. loque ocurre cuando dejan de tener significado metafórico ypasan a tene¡ significado literal. po¡ ejernplo, la expresión"echaba clrispas", cuando deja dc funcionar como meráfora,pasa a ser "-el cadáver de una metáfo¡a" y simplementesigoifica lo inismo que "estaba muy e nojado"20. También W.Quine habla de metáfbras muertas, literalmente muertas,cuando de metafó¡icas que eran se transfo¡man en ve¡dacleslite¡ales. Por ejemplo, la teo¡ía molecular de Ios gases, diceeste auto¡, surgió de la analogía metafó¡ica ent¡e t¡n gas y ..un

vasto enjambre de cuerpos absurdamente pequeños". pero nosólo así se producen las metáforas muer¡as. Las ondas de luz,por ejemplo, mienrras exisrie¡a el éter podían ser oscilacionesde este medio; pe¡o una vez que se demostró que ésre no

¡e Maa¡hor at Maonlightirg.2a \Vbat Mera¡bor Maza.

4)

Page 40: Perspectivas Sobre La Metafora

existía, ¿cómo podían existir las ondas? Entonces no quedaba

más que dejar un sentido metafórico a la palabra "onda" o

redefinirla y matar la metáfora.21,Así, pues, las metáforas dejan de serlo por el largo tiempo

<le su empleo, por el sobreempleo, por su transformación en

expresiones literales y verdaderas, y por redefinición. En los

dos últimos casos, cualquiera sea la forma que se las describa

-marchiras, olvidadas, o muettas- no se trata ya. estricra-

mente, de metáforas, puesto que, sea por progreso del cono-

cimiento, sea por definición y convención, tienen un referen-

te asignado y una aplicación normal. Por el contrario, en los

dos primeros casos, no parece legítimo pretender que no

existe más un elemento o ingrediente metafórico en las

expresiones, que éste ha terminado por desaparecer del todo y

que lo más importante y asombroso- debido al puro

hecho del tiempo, la divulgación y el sobreempleo, la metá-

fora ha llegado a adquirir un referente literal. Por ejemplo,

cuando Davidson dice que la expresión "echaba chispas" una

vez que se transfo¡ma en el "cadáve¡ de una metáfo¡a" no

significa otra cosa que "estaba muy enojado" parece tener en

sus manos un caso segufo porque, apa¡entemente, "echar

chispas" es una mane¡a metafórica de expresar lo que lite¡al-mente es "estat muy enojado". Pero, ¿qué di¡emos en los

casos de metáforas a los que no parece fácil sino que, por el

contrario, parece imposible encontra¡les una traducción o

paráfrasis literal? Todos esos té¡minos a que aludimos más

arriba y que resultan de la analogía entre interior y exterior,alma y cuerpo, mente y materia, etc., no son traducibles aexpresiones literales. "Pensar", por ejemplo, surge en analo-

gía con "pesar": se "colocan" los argumentos en pro en un

2t A lottttript an MetaPbú.

44

Page 41: Perspectivas Sobre La Metafora

"platillo", y los a¡gumenros en conrra en el ot¡o. El uso deesta metáfora, su divulgación, el largo tiempo de su empleo,su notable adecuación tienen por consecuencia que su identi-dad de metáfora desaparezca del foco de la atención y retroce-da cada vez más hasta desaparecer del todo de la vista. Es casi

como si literalmente pesáramos al pensar. Así, todos emplea-mos las expresiones ''pensar", "pensamiento" como monedasegura y corriente. En tal sentido, son expresiones de uso

o¡dina¡io. ¿Podemos por ello decir que les corresponde unreferente del modo, por ejemplo, como le corresponde uno a

las palabras "come¡" y "comida"? O, de otra manera: ¿pode-mos responder a la pregunta por el significado de la palabra"pensar" sin tener que recurrir, ya sin auxilio y en últimoexttemo, al contexto metaforico del que emergió? DesdeIuego, las palabras pueden o¡denarse de modo que unas

puedan explicarse con ayuda de otras. Pero -como

se viomás atrás en el caso de palabras como "entendimieoto" e"idea"- siempre tend¡emos que reconocer un nivel en quelas palabras "espirituales" tienen que avenirse con las palabras"materiales" en orden a significar, y sólo metafóricamente. La

indicación hecha por Aristóteles ace¡ca de la denominaciónmetafórica de lo que no tiene nomb¡e debe pues reformularsecon énfasis sob¡e esta condición de no tener nomb¡e. Desdeluego, en innumerables casos, la laguna en el léxico no es másque una situación accidental. Por ejemplo: no hay nombrepara la acción de pintar algo gris como sí lo hay para la de

pintar algo blanco. Del modo como decimos "blanquear",

¿qué habría de imposible en decir "grisear"? La laguna en elIéxico es aquí un hecho, no una necesidad. Así, aparece

esencialmente reparable. Pero, ¿qué decir, por ejemplo, delacto de pensar y de Ia analogía metafórica que empleamospara nombrarlo? Desde luego, no es la única. Cuando, por

45

Page 42: Perspectivas Sobre La Metafora

ejemplo, Desca¡tes se refiere al pensamietno allí donde parece

encontrárselo ix propri¿, perrontl -en

los razonamientos delmatemático- nos habla de "esas largas cadenas de mzones'.También Locke, t¡atando del razooamiento o la inferencia,dice que la razón despliega esta facultad de ilación ordenando"las ideas intermediarias de ¡nodo de descubrir qué conexiónexiste en cada eslabón de la cadena mediante el cual se

conectan los extremos"22. A esta imagen célebre de la cadena

Je las razones. se agrega Ia or ra -que

encon cramos asim ismoen Descartes y Locke- del pensamiento como metáfora de lape¡cepción, y del razonamiento como la mirada que se aco-

moda para percibir clara y distintamente la co¡exión de cada

uno de los pasos de la infe¡encia. Y Io que vale para la'facultad de pensar' vale para las restantes. Aristóteles, porejemplo, habla de la sensibilidad como de esas tablillas de

cera err que se tomaban notas en su tiempo; Locke nos pideque nos rep¡esentemos la mente como "papel en blanco, vacío

de toda escritura". Las "facultades", es decir, recipientes; y

también como "poderes". "Facultad" se origina de "facere".

hacer. También el hace¡ demanda el agente de la actividad.La voluntad es concebida por Epicteto, ¡ror ejemplocomo la facultad por antonomasia, Iaque preside y controla la

afaéncia de rodas las otras2l. La dicotomía metafórica "capaci

dad (recipiente) - poder (agente)" es la base de las construccio-nes kantianas y las armonías formales y como preestablecidas

que existen, segírn este autor, entre la sensibilidad, la imagi-nación y el entendimiento. Por su parte, un metafísico de lavocación de M. Heidegger, se ocupa de poblar de metáfo¡as

los orígenes cle la filosofía hasta la densidad absoluta. Tam-

" Connmn¡4 Hu"k" Uxd¿r¡,andrlg. Book, IV, Ch. XVII, 2.)1 Discrnu, Libro II, Crp. 21.

46

Page 43: Perspectivas Sobre La Metafora

bién a este auror, en estos riempos de un pretendido progresode la filosofía y Ia ciencia, Ie parece que hay que pregunta¡setodavía por lo que significa pensar. Las búsquedas filológicasde Heidegger rienen el efecro de sacudi¡nos ent¡e un fo¡ma-lismo convencional, agnóstico, nihilista y una identificaciónJ rdlos vergon¿antc. cun pueriles iniiros que parl este aurorno está¡r en absoluto superados. La relación del pensar a laexistencia la identifica Heidegger en una figuración primige-nia. Asociada con la también primigenia noción de ve¡dadcomo alltheia que este ¿uro¡ traduce por desencubrimiento.Dl desencub¡imiento, dice Heidegger, pone al pensa¡ y el se¡en la ¡elación <iel claro y el bosque. Todo una sutilísima ypoetizante disquisición de Heidegger sobre nada menos quelo que él identifica como el "final de la filosofía" se encuent¡aenterarnente en función de esta analogía metafórica originalde los cuat¡o términos pensar, ser, claro, bosque2l. Así comoese célebre y lxllísimo símil platónico de las almas ahertoja-das en la cave¡na sirvió a Platón para inspirar la enormeempresa de la entera cultura occidental, así busca Heideggersellarla, como si estuviera ya consumada, con la metáfora delclaro del bosque. Heidegger patece querer sugerirnos que loscami¡os de la razón, el discurso de la cultura, Ia conexión deIas nociones er¡ el saber absoluto, la lucidez plena de losprincipios, la culminación de la ciencia y las realizacionestecnológicas en las altutas de la automatización cibernétic¿,Ia electrónica, la energía nuclear no son más que el reco¡¡idopleno de 'lo abie¡to en el claro'. Y piensa que u¡ eventualnuevo punto de partida del pensar todavía rendría que funcio-nar a partir de lo obrado por la metáfora del bosque y el clarodel bosque.

2a Et l:¡ndt ¿e ld Fifotolía 7 ta't'anz &t pen:¿r.

Page 44: Perspectivas Sobre La Metafora

9. Maáfora y olaido

Sob¡e el efecto de la extensión metafórica en 9l lenguaie'

es común conveni¡ en que mediante esta operación el

lenguaje crece y se desarrolla. Hemos visto que estos resulta-

dos pueden manifestatse en expresiones metafóricas que, con

el desarrollo del saber, se cambian en expresiones literales

-por eiemplo, todas las explicaciones de las antiguas filoso-

fías atómicas no e¡an más que extensiones metafóricas desde

lo perceptible a Io pequeño imperceptible; pero muchas

p^uron u ser verdaderas y literales con el progreso de la

.i.n.iu- y también en expresiones metafóricas que, redefi-

nidas, dejan de serlo. Así, por ejemplo, en fisica cuántica'

"partícula" y "onda" no son ya las vieias expresiones a que

estamos habituados sino los nombres que damos a determina-

dos fenómenos de acuerdo a las funciones matemáticas que los

describen.Pero, ¿qué hay del ¡esto? Como vimos, la opinión común

"" q,r" h, viejas expresiones metafóricas que pierden su

carácter de tales por otra vía que el progreso de la ciencia y la

redefinición, adquieren sentido ordioario (o común' o nor-

mal) por el largo tiempo de su empleo, el sobreempleo y la

divulgación. Esto quiere decir que unavez logrado el éxito de

rlna Átáfora no hay más que sentarse a espe rar y que luego de

un grado de divulgación y emPleo no habrá ya metáfora sino

el cadáve¡ de una con status no ya de metáfora sino de

expresión o¡dinaria. En un tiempo, la frase de Chu¡chill

"cortina de hierro" se saboreó como una metáfo¡a de las

¡elaciones diplomáticas, culturales' comerciales, etc ' entre

el Este y el Oeste europeos. No pasó mucho y la expresión

comenzó a perder su colorido de metáfo¡a hasta transformarse

en la denominación cortiente de un fenómeno polÍtico'

48

Page 45: Perspectivas Sobre La Metafora

Como dice \ü(/.C. Booth, hablando de la ¡etórica tradicio-

nal, para ésta "la metáfora no se contrasta generalmente con el

habla literal sino con el habla normal, usual, ordinaria,

n0-ret6nca" . Pero ésta no es la opinión de todo el mundo. AIcontrario, la distinción popular y escolar es entre empleo

figurativo y empleo literal, no entre empleo figurativo y

€mpleo ordinario. Al revés, es común suponer que el empleo

ordinario del lenguaie está poblado de figuras de todas las

especies. Como quiera que sea, si al empleo figurativo se

opone el ordinario (normal, común, corriente' etc.) y no el

literal, será entonces inútil que en la inmensa mayoría de las

metáforas muettas (o no ya metáforas) busquemos un signifi-

cado literal. EI que una metáfora haya pasado al hemisferio de

las expresiones otdinarias no significa -contra

lo que algu-

nos estarían dispuestos a afirmar- que posea ahora un signi-

ficado Iite¡al. De manera que, desde esta perspectiva, tendría

mucho sentido sostener que entre las expresiones del habla

ordinaria hay muchas que, tan Pronto nos preguntamos por

lo que significan -"¿Qué

significa pensar?", pregunta Hei-

degger- comienzan a transformarse ante nuestros ojos' a

volverse de la parte de su origen, su etimología, para exhibir

uoa sorprendente verdad: su fundamento rnetafórico' su ra-

zón de se¡ como pu¡a extensión ar,alógica. El cuadro, con

palabras de K. Burke, se presentaria más o menos así:

"Et lenguajc se desarrolla por extensión metafórica, to-

manclo prcstadas las palabras del reino de lo corpóreo, visible,

tangible y aplicándolas por analogía al reino de lo incorpóreo,

invisible, intangible; luego, con el co¡rer del tiempo, la

referencia original, corpórea, es olvidada, y tan sólo sobrevive

la extensión metafórica, incorpórea (a menudo debido a que

las mismas condiciones de vida que nos recordaba¡ la referen-

cia corpórea han cambiado a tal punto que no hay referencia

49

Page 46: Perspectivas Sobre La Metafora

en la 'situación objetiva' misma); finalmente, los poetas,

revirtiendo el proceso, restablecen la situación original, me-

diante una extensión metafórica hacia atrás, desde lo intangi-ble a un equivalente tangible (de modo que el primer'traspa-

so' desde lo material a lo espiritual se comPensa Por un

segundo 'traspaso' desde lo espiritual a lo mate¡ial); a este

artificio para 'volver a lo arcaico' damos el nomb¡e de

'metonimia"'25.

El paréntesis del texto de Burke, aquí citado, agrega una

eventual explicación del hecho de que nos olvidemos del

carácter original de las extensiones metafóricas. "Las condi-

ciones de vida que nos ¡ecordaban la referencia corpórea han

cambiado". Bu¡ke en este breve apéndice sobre troPos no

puede deteoerse en especificaciones y muchas veces, como

aquí, debemos comPletar Pot nuestra cuenta sus ideas. En

este caso parece no habe¡ dificultades. Considérese, por ejem-

plo, el nombre "símbolo" que resulta originalmente por

analogía metafórica a partir de la técnica de identificación

mediante las dos partes de una moneda quebrada. "Símbolo"

viene de "hace¡ coincidir". Por ejemplo: A, estando en Ate-

nas, debe negociar con B, que está en Corinto; para ello,

entregaa C la mitad de una moneda quebrada cuya otra mitad

está en poder de B. La mitad de Ia moneda quebrada es el

'símbolo' que identifica a C como ¡epresentante de A. Así,

mediante el 'símbolo' C 'está por' A, lo representa. Por

extensión metaf1ríca, una Persona puede constituirse en el

símbolo de otra, o de otras. Además, símbolo se es baio un

aspecto esencial o característico; se trata de la identidad de la

cosa sig nificada. Así, por extensión metafórica lo característi-

co de algo es su símbolo. La ironía es el símbolo de Sócrates;

2t Grannur of Motit'u, p. 106.

t0

Page 47: Perspectivas Sobre La Metafora

las fo¡mas o ideas, de Platón. Pero, también, las palabras'están por' o represenran. Y son así símbolos de lo guerep¡esentan. Igualmente, por el crire¡io de identidad, las

relaciones de los símbolos serán un símbolo de las relacionesentre las cosas simbolizadas. Así surgen las matemáticascomo cálculo simbólico, para citar sólo un ejemplo. En estecaso lo que nos dice Bu¡ke sob¡e el cambio de las condicionesde vida que elimina la ¡efe¡encia corpórea se refiere a latecoología de identificació¡, el símbolo, que ya no existe másy que así desaparecida impide que atendamos al aspectocorpóreo en que se sostiene la metáfo¡a del símbolo.

La obseruación de Burke sobre las condiciones del 'olvido'que afecta al habla merafórica pueden aplicarse en toda Iaamplitud del campo de las t¡ansformaciones tecnoculturales.Por ejemplo, "estilo" proviene del estilete que en la aotigiie-dad se usaba para escribi¡ sobre tablillas de ce¡a. Así, el estilode un autor se entiende por aplicación metafórica a partir dela condición o calidad del insrrumento con que se escribía."Sigilo" se origina de "sello", que nombra, como "símbolo",un artefacto de identificación. Con el sello se impronta unafigura en lac¡e o resina coloreada. Como instrumento quet¡ansmite identidad y autoridad, el sello se mantiene oculro,en compartimentos y cajas seretas. De allí "sigilo", "sigilo-so". "Asediar", "sitiar", "escalar", "catapulta", "ariete", etc.,son palabras relativas a antiguas tecnologías de guerra; y en lamedida en que producen metáforas (¡y cuántas producen!)van quedando sin la "referencia corpórea" de que habla Bur-ke. Lo mis¡¡o vale para las tecnologías monetarias y losmetales nobles que no se emplean más. Así, "moneda dura","dincro contante y sonante", "plata", "platal". De las tecno-logías de transporte median¡e animales nos quedan los caba-llos de fue¡za, las postales, las ¡iendas del poder y las fuerzas

tl

Page 48: Perspectivas Sobre La Metafora

desbocadas de la pasión. De la poesía antigua recitada al son

de la lira, subsisten la lírica y el li¡ismo. "Cálculo" viene de

los tiempos en que hacíamos las cuentas con pedruscos El

velo con que las mujeres se cubrían en Público y que ya no se

usa más, se oculta en "revela¡", "develar", "¡evelación". Del

castigo que aplicaban hebreos y musulmanes apedreando a

matar nos quedó "lapidario"; y todos oímos habla¡ del ost¡a-

cismo, que viene por el teiuelo en forma de concha con que

votaban los griegos la condena al exilio. Por todas partes, en

el lenguaie, vemos que los fenómenos tecno-cultu¡ales han

encontrado una ingeniosa forma de improntar su historia

I0. Metáfora ! ruquesto

Hay una obvia relación entre metáfora, supuesto y lo que

Bu¡ke denota con la expresión "olvido". Si las dos mitades de

la aoalogia metafírica se escinden y sólo empleamos una con

p¡escindencia y olvido de la otra, ya no hay más la seguridad

de mantene¡ el control del uso metafórico de las expresiones

con relación a los hechos, cosas y conexiones sensibles en

analogía con las cuales son metáfo¡as. Además, este funda-

mento metafó¡ico de las expresiones desapalece no sólo de la

atención, sino que oculre como si no existiera más. Que obre

allí, empero, como fundamento a Pesar de que Para nosotros

es como si no existiera es lo que lo determina como supuesto.

Lo que es fundamento y, a Ia vez, está fuera de Ia atención y

obra como si no existiera, tal es el supuesto. Si, por ejemplo,

teorizando sobre el pensar ya no me remito más a la balanza

-en relación metafo¡ica con la cual hablo de pensamiente

o alguna otra apoyatura sensible -como

cadena o encadena-

miento, vínculo o yuxtaposición o fusión de dos cosas, o

52

Page 49: Perspectivas Sobre La Metafora

iluminación o visión, abertura o descub¡imiento- varias

cosas ocur¡en: pierdo de vista el apoyo sensible del lenguaje

que empleo; desaparece el hábito de esta ¡eferencia sensible

mediante la cual cont¡olo mis expresiones; el lenguaje así

desvinculado de su implicación sensible se hace abstracto y

misterioso, eventualmente, coovencional y vacío; finalmen-te, el fundamento del habla desaparece en el no-ser del

supuesro. Es en tales condiciones que se requiere la asistencia

del etimólogo, el filólogo, el culturólogo, quienes tienen

competencia pata rrczar y comentar la historia de las pala-

bras, desde sus orígenes hasta el presente. Con cal asistencia,

estamos en condiciones de reactualizar los contextos origina-Ies en que las palabras comenzaron a significar y la secuencia

de sus transform¿ciones en el tiempo. De esta manera lo que,

por el olvido se había transformado en supuesto y que en talco¡dición de supuesto ob¡aba su conr¡ol sob¡e las palabras

como a espaldas de nuestro pensamiento, deja de serlo. EI

lenguaje, como se dice, cobra nuevamente raíces; se desvane-

cen los miste¡ios del significado. En la especie de metáforas

que comentamos, nos habíamos trasladado mediante la metá-fora que conecta exterior e interior, materia y espíritu, mun-do externo y conciencia (desde Iuego, exterio¡-interior impli-ca otra especie de supuesto de proporciones tales que rebasan

el ámbito de las analogías específicas y que, acaso, deba

considerarse como el supuesto de todas las metáforas que

conecta¡ lo "corpórco" y lo "incorpóreo") y mediante el

desligamiento y el olvido, al plano de la interioridad sin más.

Y en esta metafórica dimensión de lo interior -olvidados

de

su fundame¡to sensible y metafórico- procedíamos como si,

lite¡almente, se r¡atara de una dimensión de cosas, fenóme-

nos y relaciones: la experiencia tomemos el ejemplo de

Locke- "amucblaba" la mente con ideas. el conocimiento

51

Page 50: Perspectivas Sobre La Metafora

consistía en "la percepción del acuerdo o desacuerdo de dos

ideas", el ¡¿zonamiento consistía en o¡denar las ideas en

cadenas y en conectar los eslabones ext¡emos mediante los

eslabones inte¡medios26. Pero, no sólo había un supuesto

fo¡midable e n las decla¡aciones más afamadas del empirismo,

sobre la 'estructu¡a' y'naturaleza'de la mente y el conoci-

miento; sino que éste se jactaba de somete¡se al dic¡ado de los

hechos y -dependiendo

enteramente de una grandiosa cons-

trucción me¡afó¡ica- no veía dificultades en denuncia¡ la

metáfora como la fuente de la falsedad y el sinsentido2T Noera, sin embargo, necesario excavar hondo para encontrar que

las construcciones, conceptos y esPeculaciones del empirismo

y el positivismo están impregnados (¿o infectados?) de figura-

ciones lingúísticas que a corto andar nos ponen en el ámbito

de las paparruchas infantiles.

La traducción epistemológica que hace Paul de Man de la

frase "entender la idea de [a luz" es -como

vimos- "ilumi-nar la luz de [a luz". Con esta traducción ilust¡a este autor Io

que llama "tendencia (de la reducción etimológica) a transfor-

marse en el ta¡tamudeo repetitivo de la rautología". Tendría-

mos que pleguntarnos si es esta t¡aducción una tautología o,

más exactamente, un sinsentido. Porque, ¿qué puede signifi-car "iluminar" cuando el objeto del ve¡bo es Ia luz misma?

Obviamente, un disparate. Y a renglón seguido, tendríamos

que proceder a averiguar de dónde proviene este lapso lógico.

Y responder que resulta de esa desconexión o desligamientode la metáfora que, Iibrada a su propia operación, sin sujetar-

26 Cancerning Hunaa Undcrstanding, Book II, Ch. I 2; IV, Ch¡P. I 2; Book

lV, Chap. XII, 2.

'?7 Ver, por ejemplo, lncke, Concerning Hunan Undentandiag, Book [ll,Chap. X, 34.

Page 51: Perspectivas Sobre La Metafora

se más al control explícito de su fundamento sensible, cae en

Ia ilusión de un 'espacio lógico' donde puede proceder como si

hubiera adquirido allí firmeza y fundamento p¡opios. En esra

conexión, el ¡ecue¡do de lo olvidado (tarea como decimos, deletimólogo, el culturólogo, el filósofo) permite ¡esrablece¡ elvínculo sensible, traer a la conciencia la conexión de sentido,la analogía metafórica, verdadero fundamento y base de

control. Dejar lo que da razón de una expresión merafórica'fuera de juego', equivalió a t¡ansforma¡ el fundamenro ensupuesto. En el plano epistemológico y lógico, lo que Burkellama "¡ealismo poético" se transforma en la ope¡ación quedesencubre el supuesto y acora así la función y significaciónde Ias expresiones metafóricas. Por ejemplo, no se caerá en

empresas imposibles como "entender la idea de la luz" cuandose tiene en cuenta de dónde provienen "entender" e "idea";

como no sea que se aparten como algo del todo extraño e

ir¡elevante las conexiones etimológicas y se asigne a las

palabras un significado literal.Así ocurre, por ejemplo, cuando nos ¡epresentamos los

fenómenos de la co¡¡iente eléct¡ica con la metáfora de Iacirculación del agua por un sistema de tubería. Aquí, some-ramente, la electricidad (B) es al conductor (A) como el agua(D) es al tubo (C). Con la fraseología de Aristóteles, salen deesta metáfora a granel té¡minos que carecen de nombre y quese forman por cualificación. Como en el caso de la "copa de

Ares" tenemos aquí "co¡¡iente eléctrica", "p¡esión eléct¡ica","conducción de la elect¡icidad", etc. La representacióo meta-fórica, en tal caso no se desliga de su apoyatura sensible. Todoal contrario, la emplea consciente y explícitamente con vistas

a derectar hasta dónde es adecuada. ¿"Revientan", por ejem-plo, los "conductores" cuando la "presión" pasa de un límite?

¿"Rebasa" un acumulador? ¿Se "filtra" la corriente? ¿Se "atas-

t5

Page 52: Perspectivas Sobre La Metafora

can" los "conductores"? ¿Se "obstruye¡" los "filtros"? I-as

respuestas a preguntas de esta especie representan el conoci-

miento de los fenómenos eléct¡icos que se obtiene medi¿nte

el empleo de la metáfora (o modelo, como se estila decir en

casos de esta especie), los cuales permiten, por vía de acuerdo

o desacuerdo, ir eliminando el momento metafo¡ico en bene-

ficio del literal. Es en rales casos cuando se puede decir con

propiedad que, alcanzando un punto, la metáfora ha muerto.

Sirvió para llevar adelante una investigación. Un poco, como

esos andamios que emplean los constructores para levantar

edificios y que van desapareciendo en la medida en que el

edificio va te¡minándose. O mejor, como esos esquemas que

trazan los pintores sobre la tela y que van desapareciendo

hasta el ext¡emo de perfección en que se integran a la obra de

arte que los confi¡ma confi¡mándose ella misma como un

triunfo.La histo¡ia de la ciencia está llena de estos artefactos

n-retafóricos, sus aciertos y desaciertos, sus límites y extrava-

gancias. EI concepto físico de fuerza, es un excelente ejemplo

de tanteo científico mediante analogía metafó¡ica. La acción

y naturaleza de la fuerza se ¡ep¡esenta como la acción y

natu¡aleza del esfuerzo que hacemos al poner un cuelPo en

movimiento, mantene¡lo en él o detenerlo. Traspasamos a la

acción de la gravedad tetrestre sob¡e los cuerpos las cualida-

des del esfuerzo que hacemos para alzar un cuerpo o evitar que

caiga. Al sentirnos a¡tastrados traspasamos una acción a lo

que nos arrast¡a que es en todo igual sólo que contraría al

efecto que experimentamos- Po¡ todas partes, hablando de

fuerza, sistema de fuerzas, fuerzas en equilibrio, campo de

fuerzas, etc., no podemos elimina¡ un elemento de interio¡i-dad en la representación que nos damos. Por más que quera-

mos reducir el concepto de campo de fuerza a Pura geomettía,

56

Page 53: Perspectivas Sobre La Metafora

a pura función matemática para un dominio espacial de

posiciones rro podemos eyitar la noción de un centro de acción

y la representación de que a una partícula, en una cualquierade las posiciones del dominio, 'le pasa algo' de Ia especie quenosotros experimentamos expuestosi por ejemplo, a los efec-

tos de un fue¡te viento. Expresiones como "animado de

movimiento", "impulso", "ímpetu", "trabajo mecánico",conservan Ia huella del pasado metafórico del concepto de

fuerza.

11. Maáfora e interacción

Max Black distingue tres concepciones de [a metáfo¡a: una de

acuerdo a la cual las expresiones metafóricas sustituyen a las

literales, sea porque éstas no existen, sea por razones de estilo(tubttitution aiew); otra que considera la metáfora como una

simila¡idad o analogía de lo que se trata de expresar (compari-

nn uiew); y una tercera que concibe la metáfo¡a como intemc-ción ent¡e dos órdenes de cosas de modo que su significado es

un producto de tal interacción (interaction uieu)28.

Para ilustrar la primera concepción de la metáfora, traduceBlack a su expresión literal Ia sentencia metafórica "Rica¡do

es un león", que queda así: "Rica¡do es valiente". Se tratame¡amente de la sustitución de un término metafórico por untérmino literal. En el caso de la segunda concepción (la

compaison úew),la misma sentencia metafórica quedaría así,

literalmente: "Ricar<lo es como un león (siendo valiente)". Deacuerdo a la concepción de la metáfora como sustitución, dice

¿3 I40¿¿t! dn¿ Metaphan: Str¿iü in Ltngttaga at.t Pbílotopfu, N. York,1962.

57

Page 54: Perspectivas Sobre La Metafora

Black, la sentencia merafórica "Ricardo es un león" se refierea Rica¡do; de acuerdo a la doct¡ina de Ia metáfora comocomparación, en cambio, la sentencia t¡ata "de Ricardo y deleones".

Pa¡a ilust¡a¡ la te¡ce¡a concepción de la metáfora (tbe

inteuction !ier.,) qúe Black, siguiendoal.A. Richards, intro-duce y desarrolla, nuest¡o autorofrece un ingenioso artefacto:un vidrio ahumado en que hemos trazado un reticulado de

líneas que permiten el paso de la luz, Si mi¡amos al cieloest¡ellado a t¡avés de este filt¡o ("let u trt to thinh of tbe

metaphor as a filta", dice Black) la noción de inte¡acción es

manifiesta. Podemos sin exagerar decir que tanto vemos el

cielo a través del filtro como el filrro a rravés del cielo.Debemos supone¡ que esta teoría de la metáfo¡a como

interacción vale como un principio general de modo que elejemplo que se empleó para las dos primeras nociones demetáfora tiene que poder emplearse aquí también. Así, cuan-do decimos "Rica¡do es un león", hablamos de Rica¡do desde

la perspectiva del león (empleamos el león como un filtro).Así como mi¡ando al cielo a t¡avés de un reticulado de líneas

abiertas sobre la capa superficial de un c¡istal ahumado vemosel cielo'de algún modo'y'bajo ciertos respectos'

-revelán-dose de esta manera la interacción de ambos, cielo y filtro-así, también, de algún modo y bajo ciertos respectos, perciboa Rica¡do a t¡avés del león. H4y algo en el león que resulta'transpareote', con respecto a Ricardo; y también algo hay deopaco. Dejémonos llevar por esta imagen: el león filtra elcompuesto Ricardo y deja escurrir aquello del compuesto quees león.

Aplicando la tercera noción de metáfo ra(la ixteraction uiew)

al mismo ejemplo a que aplica Black las dos primeras -"Ri-chad is a lion"- queda a [a vista que las t¡es nociones no son

t8

Page 55: Perspectivas Sobre La Metafora

incompatibles. Incluso, parece fácil sostenerque están impli-cadas las tres toda vez que hacemos uso merafó¡ico del len-guaje. En primer lugar, sea por razones de estilo sea porquecarecemos de Ia expresión literal, en toda metáfo¡a encontra-mos la sustitución de una expresión literal (exista o no) poruna metafórica. En segundo lugar, toda metáfora se funda enuna analogía (comparación, similitud o semejanza); y el quetodas las cosas

-como se dice-puedan compararse con

todas las cosas y, así, la conpatiton uian de la meráfora cor¡a elriesgo de transformarse

-como pretende Black- en una

noción vaga hasta el extremo de la vacuidad, no resta ni fuerzani sigoificación al hecho de que toda metáfora se funda (opretende fundarse) en una analogía. Si nos arrae una expre-sion meraf<jrica. si nos inrriga. nos instruye, nos inspira yag¡ada, todo ello se ¡elaciona cierramenre con la similirud----analogía o semejanza- a medias oculta a medias vibrandoen toda metáfo¡a. En tercer lugar, ¿cómo funciona esa analo-gía metafórica de que nos habla Arisróteles

-con sus adicio-

nes y sustracciones atributivas- si no como la perspectivarecíproca de dos ó¡denes de cosas (las cosas de Ares y las deDionisos, po¡ ejemplo)? No hay nada de exagerado en identi-ficar el'filt¡o de Black'con las metáforas cualificadas de

Aristóteles y los puntos de vista o perspecrivas inrercambia-bles de Burke. Incluso, la manera de Aristóteles (y la deBurke) se muestra más general: no hay un filtro, sino que laperspectiva metafórica puede funcionar indistintamente des-de u¡o u ot¡o o¡den de cosas. Por ejemplo

-en el caso de la

metáfora de especie a especie- en torno a un punto medio se

distribuyen las especies comprendidas bajo un género (accesi-

ble o inaccesible). En to¡no a ese punro medio construimosmetáfo¡as. Si, tomando una especie como metáfora de ot¡aequidistante, exalto, entonces, cambiando el orden,

t9

Page 56: Perspectivas Sobre La Metafora

denigro2e. Así también los cuat¡o té¡minos de una analogíametafó¡ica (Dionisos, copa, Ares, escudo) se combinan re-

flejándose mutuamente. ¿Y cómo no notar el'filtro de Black'también en A¡istóteles cuando elabo¡ando este auto¡ la analo-

gía. merafórica entre Dionisos y Ares construye la expresión"copa de Ares, pero que no contiene vino" como metáfo¡a de"escudo de Ares"? Así, la cualificación que A¡istóteles llama"aditiva" ("copa de Ares") y Ia cualificación que llama "sus-

tractiva" ("que no contiene vino") serían respectivamentecomo las áreas transpare¡tes y las áreas opacas de ese vidrioahumado a través del cual mi¡amos el cielo est¡ellado. Si

miramos hacia A¡es desde la perspectiva que ofrece la copa de

Dionisos, vemos un escudo; pero hay cualidades de la copa

eue no nos dejan verlo: el vino que la copa contiene.

Siendo así, encontrándose sin dificultad ni sofisticación las

nociones de sustitución, similitud e interacción en toda

metáfora, y no sólo eso, sino siendo estas tres nociones muyostensibles ya en los primeros textos que han llegado a

nosotros sob¡e el concepto de metáfora, todo lo que podría

deci¡se sobre las tres concepciones de la metáfora que distin-guc y hasta contrapone Black tendría que reducirse a cuestio-

nes de énfasis sob¡e este o aquel aspecto del acto metafórico,

sobre cuál deba prevalecer sobre los otros, subordinarlos,incluirlos, sobrepasarlos en importancia o compendiarlos a

todos. Po¡ ejemplo, Aristóteles parece habe¡ asignado más

imporrancia al enfoque de la metáfora desde e[ punto de vista

de los términos que desde el punto de vista de las proposicio-

nes en que entran los té¡minos. En efecto, et Poética, gte es

donde con más aparato conceptual t¡ata Aristóteles de Iametáfora, ésta aparece como una parte de las ocho en que se

'1, Reúna, t4or' , rc-35

60

Page 57: Perspectivas Sobre La Metafora

dividen allí los nomb¡es. Además, la definición de metáforaque ofrece Aristóteles

-como vimos- le asigna como géne-

ro el "da¡ a la cosa el nombre que pertenece a otra", lo queparece calzar exactamente con la doct¡ina de la sustitución.En verdad, no hay definición escola¡ de Ia metáfo¡a a la vistaque no ponga el énfasis sobre la sustitución. Nuest¡o "D¡rci¿-

nario de la Lengra Española" define "metáfora" como "t¡opo

que consiste en trasladar el sentido recto de las voces en ot¡ofigurado, en vi¡tud de una comparación tácita". Para el" Liuixg V eb: nr" la netáfora es " a figare of spucb in wb icb a term

ar pbrare is applied to rlnething lo wbich it i¡ xot literallyappliable, in zrden to sl¿ggert a ruemblance". El }xford EnglhbDictitnary la define como "tbe figure of Qeech in which aname or descriptiae tenn * traxtferred to nme object dilfe-rext from, but analogout to, lbdt t0 wbich it is properly

applicab/e". Para el Dizionario Garzanti, la metáfora es una"figara rctorica per la qrale si esprime, sulla bav di tnalimilitu¿iw, rna co¡a diur¡a di qrella nomitrata". Y en un"Larou¡¡e" de bolsillo que me viene a las manos: "Enploi d'unmot dans rn rcns qui ne lui canuient qae parce qrc'on faitufle czmpardi[rn [our-eúerldue", Se ve, sin embargo, queasí como en estas definiciones está presente la noción-

sustitución de la metáfo¡a, también lo está la noción-comparación. Y desde que ésra Io esrá, cabe pregu¡tarse de lamedida en que el tratamiento de la metáfo¡a desde el puntode vista de los té¡minos respecto de su tratamiento desde el

punto de vista de las proposiciones no sea más una cuestión de

énfasis que de sustancia. Como sugie¡e Ricoeur, refiriéndosea las doctrinas modernas sobre la semántica de la metáfora

-doctrinas que desplazan la atención desde los té¡minos a las

proposiciones- el que la retórica clásica ponga el énfasis en

la "desviación sintagmática" (es decir, la cualificación o deno-

6T

rr.-! r i ij r ¡,r.?" rlii., ,. ,l¡n ., ..:iJ,.i,.rl;r

Page 58: Perspectivas Sobre La Metafora

minación aberrantes, desviadas o anormales que toda meráfo-ra aca¡rea) no quiere decir que no acepte la conexión proposi-cional como el elemento básico de la operación merafóricasino solamente que, en lugar de destacar la proposición comola operación en que se produce el 'corrimiento de sentido' queintroduce el giro metafórico, desraca el efecto de estaoperaciónlo- ¿Cómo podría ser de ot¡a manera? Considé¡ese,por ejemplo, la expresión metafórica "lengua celestial". ¿Quésentido puede adquirir de suyo sino a partir de algo como "lalengua de F¡ancisco de Asís es celestial"? Este es justamenteun ejemplo en que la cualificació¡ sin atribución previa es

decir, sin juicio o proposición- parece imposible a todasluces. Percibimos len¡¡uas rosadas, rojas, pálidas, celestesincluso; pero no lenguas celestiales. El término "lenguacelestial" no puede sostenerse sin una síntesis que obra'desdefuera', que conecra dos órdenes de cosas que en términosusuales no están conectados. Obviamente no es sólo el juicio(o la proposición) la función que obra esta síntesis sino eljuicio asistido por la imaginación. Podemos

-como, por

ejemplo, en los sueños- hacer la expe¡iencia de combinacio-nes extravagantes y argüir que fueron puesras allí sin media-ción del juicio. El poeta puede decirnos que eqcontró sus

metáforas en el sueño, que le fueron inspiradas, que respon-den a sus hábitos, su modo ordi¡ario-para noso[ros exrraor-dina¡io-- de percibir. Nada de esto ¡emueve el juicio de lametáfora, la proposición que toda metáfora incluye y que se

articula en Ia perspecriva echada sobre una cosa desde elpunto de vista de otra. Dar a una cosa el nombre quepertenece a ona en el modo de l¿ denominación metafó¡ica es,

característicamente, coloca¡nos en la acritud de juzgar. Ca-

lo The Metaphorical Process...

62

Page 59: Perspectivas Sobre La Metafora

racterísricamente, porque la metáfora tiene la vocación de

intrigar, aludir, sugérir, incitar. También A¡istóteles, como

vimos, se encarga de anotar la implicación del acertijo en la

metáfo¡a. No disfruta¡íamos de las metáforas si no fue¡an de

algún modo significativas y verdaderas. Disfrutamos, preci-samente, buscando el sentido y la verdad bajo esta forma tan

insolente y p¡ovocativa de presentarse.

12.Metáfora, significado ! aerdad

Porque en la metáfora el sentido aparece como sin sentido y Ia

verdad como falsedad y hasta como absurdo. Tan desca¡ada

fo¡ma de recurri¡ a la paradoja para manifestarse ha tenido porefecto que mientras para unos es ello prueba elocuente de

sentido y verdad, para otros no es más que resultado de

confusión, equívoco e impotencia. Agustín, por ejemplo(maestro él mis¡no de elocuencia y escritor lleno de ingenioretórico hasta el infinito), asigna función significativa y

aseniva a los tropos. Todos ellos, como vimos, responden

según este autor a la ca¡acterística de decir con la intención de

si¿¡nificar otra. Tan obvio es para Agustín que hay sentido y

verdad en las expresiones figurativas de la retórica que nisiquiera se plantea algún problema a este respecto y ¡eco-

mienda el conocimiento de los rropos y figuras del habla a los

estudiosos de las Escrituras --donde hay muchas construc-

ciones de esta naturaleza porque "el conocimiento de éstos

es necesario para esclarecer las dificultades de las Escrituras;

porque cuando las palabras tomadas lite¡almente producen

un significado absurdo, debiéramos inquirir inmedia tamen-

te si no pueden ser empleadas en tal o cual sentido figuradoque desconocemos; y de esta manela muchos pasajes oscuros

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Page 60: Perspectivas Sobre La Metafora

se habrán escla¡eciclol'. Vemos así que la dicotomía "literal-

figurado" ha sitlo desde anti¡¡no una res¡ruesta a la paradoja de

la expresión metafórica. La f(rrmula of¡ecida por Agustin es:

lite¡almente absurclo, metafóricamente vertlaclero Si' por

ejemplo, resulta absurclo consiclerar que "el espíritLr de

Diosi, literalmen¡e, "rcvoloteaba sobre lir superlicie clc las

a¿il¡as" Porque no hay ninguna ltrrma literal cornpatible clc

"rtrs "*pre*i,,n.',. el .rbstrr.l'r J, sa¡'rrc" l'rrr l)r nto JsiJ{nLr 'r

"revototerr" L¡n scntido mctafórico

Esra rcspucsta, al pareccr ol>via' a ia cuestión cle lt vercl¡cl

y el significaclo de las expresioncs mctalllric¿s no ha sicl¡' sin

embargo, aceptada r.rnivcrsalrnente' I-os eorpiristas' en espe-

cial, han consi.leruclo siempre con sosPecha rodo empleo clel

lenguaje clue no sea lite¡al. Dijimos algo eo el caso de Locke'

Con el neopositivismo contemporáneo, las reglrts que esta

esc.,ela ltizo prcvalecer dumnte algunas clécadas sobre el

significado y la verdad alcanz¿rron alturas irrcspirables' El ustr

dcl lenguaie se.1i'ridió entre dos categorías de inclividuos: los

que lo empleaban significativamente y en términos apropia-

ios a su verificación, y los qr-re hací¿n un uso secundario'

clerivado o laceral riel lengr.iaje con vistas a suscitar específicos

sentimientos. I-os prineros eran los cieotíficos; los segundos'

los poetas, ,,,."rdot",,, rnoralistas, políticos y de'ragogosl2'

De esre mo,lo, Ia metáfora entre las restantes figuras'

)t On Cbi idí D¡¡r¡i¿¿, Llook lll, Ch 29' 4lr2 Habi" rna tercem especie, los filósofos Pero ésros, según los neopositi_

vistas, no usan propimentc el l¿nguaie sino qrte abusan de él l'odría

.o*po.a.".t.".* uiguien que quiere <xar cl piano con un ser¡ttcho' freír

longanizas con un alicate, zurcir calcetincs con hojas cle rtci

d"ci, .on 'no

p"..,rnu que a¡tica un insrrtrmento a cualqui('r cosa menos al

objeto quc le es ProPio.

64

Page 61: Perspectivas Sobre La Metafora

tropos y consrrucciones reróricas- aparecía en el área lin-güística que para algunos autores recibe el nombre de prag-mática. Se trataba, así, la metáfora con más énfasis en el usoque en el significado.

Davidson, por ejemplo, que aparece como viniendo delpasado neopositivista (recienre pasado) a enfrenta¡se con losnuevos y aparenremente victoriosos defensores de I¿ tradiciónsemántica de la meráfora (Richards, Black, Goodman, Ri-coeur) rechaza incluso el diagnósrico de énfasis. para é1, lametáfora "peftenece exclusivamente al dominio del uso" y noexiste ningún senrido o significado peculiar de las expresio-nes metafó¡icas

-niogún significado o conreoido cognosci-

tivo implícito y como sugerido bajo el senrido lite¡al- sinoque éstas obran su prodigio mediante el llano sentido literalde las expresiones que las forman. Y puesro que, asi tomadas(directa y únicamente en lunción de su senrido literal), lasmeráforas son crcaturas falsas, paradojales, contradictorias,absurdas o imposibles, debemos admirir que en su caso no setrata propiamente de expresiones que tienen la tarea designificar, ni de sentencias o proposiciones. Si arendemos a suempleo correctame¡te descub¡i¡emos que se trata de meros¡ecursos Iingüísricos que medianre su significado lireralobr¿rn a través de la imaginación con vistas a llama¡ nuestraatención, a orientarnos hacia un hecho, relación o contenidoen las cosas de la fo¡ma como, po¡ ejemplo, Io logran uncoscor¡ón o un bastonazo.

Pongamos un ejemplo. Supongamos que alguien dice: ,,La

asistencia económica a los países del Te¡cer Mundo es unapíldora anticoncepriva". Si tomamos esta expresión en susentido literal, resulra obviamenre falsa. Tradicional, y ram-bién o¡dina¡iamente, interpreramos esta meráfora como unaexpresión que se desdobla en dos planos: uno literal en que la

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Page 62: Perspectivas Sobre La Metafora

proposición es falsa; y uno metafórico en que es (o tiene lapretensión de ser) verdadera. Lo que hace Davidson es recha-

zar este segundo plano de la interpretación tradicio¡al u

o¡dinaria. Todo lo que la metáforalogra, según este autor, lologra como lo que literalmente es. Y puesto que lireralrnentees una proposición falsa debemos, entonces, aceptar que está

funcionando de otra manera, que está logrando lo que lograde forma distinta de como lo logran las proposiciones

-porotros conductos que el empleado por las proposiciones. Es la

razón de las imágenes que hemos usado: un coscorrón o unbasto¡azo. Y el bastonazo ilustra mejor lo que quiere decirDavrdron. Porqrre un bastón cs ¡:rra rnoyxrsr n,) lÍrrx c¿rsrr-

¿¡ar. Tampoco son para afirmar un lrccho las proposicionesfalsas, ni las absurd¿s. Si cligo 'La asistencia económica a los

países del Tercer Mundo es una píldora anticonceptiva" estoy

usando una proposición {álsa no como se usan éstas normal-mente

-es decir, sin darme cuenta de que es falsa y como si

fue¡a ve¡dadera o con el propósito de engañar sino sabiendoque es falsa y sabienclo que todos saben que lo es. Y esto

quiere decir que no la estoy empleando como p¡oposición, delmismo modo que cuando doy el basronazo no estoy haciendo

uso normal del bastón. Repitamos todo esto con palabras delpropio Davidson:

"Con justicia, debe hace¡se notar que Ia pretensión de que

una metáfora provoca o sugiere cierta concepción de su obje-to, más que expresarla directamente, es un lugar común. Así,A¡istóteles dice que Ia metáfora p¡oduce una'percepción de

semejanzas'. Black, siguiendo a Richards, dice que una me-

táfora 'evoca' ciert¿ ¡espuesta: 'el oyente adecuado será condu-cido por una metáfirra a construir un. . . sisrema'. Esta nociónes resumida en lo que clijo He¡áclito del o¡áculo délfrco: 'Nodice ni oculta, sugiere'.

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Page 63: Perspectivas Sobre La Metafora

"No rengo nada que dispurar con esras descripciones de losefecros de la meráfora, sino únicamente con la opinión asocia_da sobre cóma se supone que la metáfora los produce. Lo queniego es que la metáfora ¡ealice es¡e trabajo mediante unsignificado especial suyo, un conrenido cognoscitivo específi-co. No creo, como Richards, que la metáfora p¡oduzca su¡esultado mediante un significado que resulta de la inte¡acción de dos ideas; es, en mi opinión, equivocado decir, conOwen Ba¡field, que una meráfo¡a'dice una cosa y significaotra: o con Black que una merafora afirma o implrca ciertascosas complejas gracias a un significado especial y que de estamattera cumple su trabajo de suministrar una ,intuición'.

Unametáfora realtza su trabajo a través de otros inte¡mediarios.Suponer que sólo puede ser efectiva t¡ansmitiendo un men_saje cifrado es como pensa! que una broma o un sueñoenuncian alguna proposición que un intérprere agudo puedetraducir en prosa llana. La broma, el sueño o la me¡áforapueden, como un cuadro o un puñetazo en la cabeza, hacernosapreciar cierto hecho, pero no significando el hecho oexpresándolo"l].

73 .Concepción pragmática aersusc1ncepción Jenántica de la metáfora

Hay mucha sustancia en las argumentaciones de David-son contra las teo¡ías semánticas de la metáfo¡a. Considéresede nuevo el caso de la asisre¡cia económica a los países delTercer Mu¡do. Alguien quiere decirnos que dicha asistenciano tie¡e más objeto que evirar los peligros de la eclosión

33 llhar M*aphor: Meaa.

61

Page 64: Perspectivas Sobre La Metafora

demográfica. En lugar de expresarlo así, llanamente' opta

po, .Ápuq,.t".u. ..,e contenido en una metáfbra O podemos

áecir: opta por dejarlo implícito, por velarlo en una alusión'

por distaociarlo en una asociación' por ocultarlo bajo una

para.loja o .rn enigma, etc. ¿Por qué? Porque es un bromista'

,r.r cínico, un retórico; porque está furioso, porque se fía más

de la imaginación que del puro entendimiento' porque es un

demagogo, un pedagogo, etc Pero, ¿qué hay con el que

escucha? Aparentemente, todo el aparato de probables moti-

vos, recursos y expedientes clel que optó Por exP¡esalse en

términos metafóricos se aParta como con un movimiento de

la mano meramente substituyenclo la metáfora por una pará-

frasis o traducción literal. En lugar de "La asistencia econó-

mica a los países del Tercer Mundo es una píldora anticoncep-

tiva", ponemos: "I-a asistencia económica a los paises del

Tercer Mundo sólo tiene por objeto evitar los peligros de Ia

eclosión demográfica". O algo por el estilo de esto' Sin

embargo, hay universal acuerdo sobre la pérdida de fuerza y la

modificación cle sentido que se experimenta al sustituir la

meráfora por una paráfrasis. No sólo esto También hay

amplia aceptación de la imposibilidad de parafrasear las

-.ráfuror. Volvamos al que escucha ¿Está en verdad en

condiciones de raducir la metáfora a una expresión literal

equivalente como hemos supuesto? Si alguien me dice: "La

asistencia económica a los países del Tercer Mundo es una

píldora anticonceptiva", con un equivalente literal muy claro

y conciso en su me¡te, en el momento de emplear esta

metáfora, ello no tiene ¡elación necesaria con lo que ocurre en

la mente mía al escucharlo. La expresión "píldora anticoncep-

tiva" puede transformarse para mí en una PersPectiva metafó-

¡ica sobre el Tercer Mundo dife¡ente de los problemas demo-

gráficos. lncluso, al escuchar la sentenci¿ metaforica (sin

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Page 65: Perspectivas Sobre La Metafora

¡elación a un contex¡o que pueda dererminar su lectura) lomás probable es que me remita a mayores alturas y la tomecomo una alusión al interés de los países altamente indusrria-lizados en mantener, o incluso reducir, los niveles de indus-t¡ialización del Tercer Mundo. Hay todas las entradas que se

quieran -en

té¡minos económicos, sociales, cultu¡ales, mi-Iitares o políticos para la metáfora de la 'esterilización delTe¡ce¡ Mundo'. Pero, siendo esto así, ¿qué traducción literalde una expresión metafórica dará el que la escucha? Incluso elque la expresa, por mucho que haya recur¡ido a una metáforacon el propósito de dar expresión metafórica a un pensamien-to que pudo expresar literalmente, tendria que reconocer quela metáfora dice

-sugiere o implica- más de lo que diría la

expresión lite¡al de su pensamieoto. El quería decir, llana-mente, que la asistencia económica a los países del Te¡ce¡Mundo tiene po¡ objero evita¡ los peligros de la eclosióndemográfica. Optó (supongamos que se contenía de golpearcon furia sobre la mesa) por desviarse del camino de las

expresiones lite¡ales. Con palabras de Owen Barfield, oprópor "decir una cosa y significar otra", optó por decir "píldo¡aanticoncepriva" para significar el objeto de la asistencia eco-nómica. Aparentemente, buscaba da¡ forma más viva, máspintoresca, más atractiva y contundente a su pensamiento. Elproblema es que aho¡a, entre la risa, el asomb¡o, la relucta¡-cia y las exclamaciooes de sus colegas expertos en 'desa¡¡ollo

del subdesarrollo', el creado¡ de la metáfora se encuentra conuna situación acaso indeseada por él mismo: la asisrenciaeconómica a los países del Tercer Mundo comienza a t¡ansfor-marse ante sus ojos en una gigantesca píldora anticooceptivay la relación precisa entre lo que se proponía decir lireralmen-te y Ia expresión metafórica por Ia cual optó desaparece anteuna avalancha de asociaciones insospechadas. "Deci¡ una cosa

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Page 66: Perspectivas Sobre La Metafora

y siÉínificar otra" -con

la fórmula de Barfield- o "decir una

cosa con Ia in¡encióo de que se entienda otra" -con

Ia de

Agustín parece empresa simple. Pero no lo es; por lo

menos, no lo es en el caso de la metáfora. Se ha dicho r-¡na cos¿

-una figura pintoresca, Sraciosa, caricatutesca, alusiva, su-

gerente, etc.- por otra, y en el instanre mismo de decirla, la

otra aparece infinitamente rebasada. No hay forma de lograr

una paráfrasis lite¡al de lo que se ha dicho.

Es la dificultad de traduci¡ la metáfora, sustituyéndola por

una paráfrasis literal, lo que conduce de modo más obvio a la

postura de Davidson. Sobre la paráfrasis Iiteral se dividen los

estr¡diosos entre quienes sostienen que siempre es posible

encontra¡ una y quienes opinan que la metáfora es -por

lomenos en Ia e¡orme mayoría de los casos- literalmenteintr¿ducible. Los primeros, con todo, están de acuerdo en

que resulta, muchas veces difícil, casi imposible, traducir

literalmenre una metáfora. En surna, tanto unos como otros

coinciden en que la metáfora puede cumplir una funciónsignificativa y comunicativa de modo peculiar y secreto El

ataque c{e Davidson tiene su punto de partida aquí, en este

misrerio del significado metaforiro. que se rehúsa a transfor-

marse en significado literal. l¡ sospecha es que no haya,

contrariamente a Io que sostienen las teo¡ías semánticas de la

metáfor¿, ningún significado metafórico y que la metáfora oo

tenga más posibitidad de empleo que mediante el sentido

literal de los términos que Ia forman, Esta es Ia tesis general

que adopta Davidson. Citemos todavía a este autor:"EI error principal contra el que dirigiré mis invectivas es

la idea de que una metáfora posee, además de su sentido osignificado literal, otro senrido o significado. Esta idea es

común a muchos que han escrito sobre la metáfora: se encuen-

tra en los trabajos li¡erarios de críticos como Richards, Emp-

10

Page 67: Perspectivas Sobre La Metafora

son y \üFinrers; filósofos desde A¡istóteles a Max Black;psicólogos desde Freud a Skinner; lingüistas desde Platón a

U¡iel \lein¡eich y George Lakoff. La idea toma muchasformas, desde la relativamente simple eo Aristóteles hasta larelativamenre compleja en Black. I-a idea aparece en escrito-¡es que manrienen que se puede producir una paráfrasis lireralde una metáfora, pero es también comparuida po! los que loniegan.

^lgunos enfatizan una especial captación que puede

inspirar la metáfora e insisten que el Ieoguaje ordinario, en sufuncionamienro usual, no produce tal captación. Sin emba¡-go, esta concepción considera la meráfora como una forma decomunicación paralela a la comunicación o¡dina¡ia: comuni-ca verdades o falsedades sobre el mundo de la misma maneraque el lenguaje llano; aunque el mensaje puede ser considera-do más exótico, profundo o artificiosamente ataviado"34.

Paul Ricoeur, que se encuentra entre los que en la actuali-dad encabezan la inrerpretación semántica de la metáfora, nodice menos que Davidson:

"Po¡ una reoría semántica (de Ia meráfora) €nriendo unainvestigación de Ia capacidad de la metáfora de suminist¡a¡información i¡t¡aducible y, en consecuencia, de la pretensiónde la metáfora de suministrar un conocimienro profundoverdadero de la realidad (tome trte insight about reality)-15.

Lo sorprendente, pues, es que sobre una proposición apa-reotemenre idéntica pueda haber tan tajante oposición. Nosólo eso. En la actualidad, Davidson parece ser la únicapersona que adopta esta postura. Como él mismo se encargade señalar, aquellos que anres que él han ¡echazado la inte¡-

i{ Vhac Metaphor Mean.1t The Meraphorical Process.

1t

Page 68: Perspectivas Sobre La Metafora

pretacióo semántic,r han abundado en denuncias sobre el

ca¡ácte¡ confuso y la orientación puramente emotiva de la

metáfora. Pero se han detenido allí. Los neopositivistas, por

ejemplo, no tenían causa contra la metáfora siempre que se

m¿ntuvier¿ fue¡a clel áml¡ito de la filosofÍa y la ciencia. Si la

metáfora 'significaba', ello era así, con comillas -es

decir, en

sentido t¡aslaticio, caricaturesco y sin relación ninguna con el

lenguaje científico. De todos modos todaví¿ significaba.

Davidson, va más allá, a pesar de que todo ha cambiado en los

últimos años. La reacción contra los extremos imposibles del

neopositivismo, los nuevos cánones heuristicos, el éxito me-

todológico de los concepcos de isomorfismo, analogía, mode-

lo, simulación, etc., significó una merecida oportunidadpara los "amigos de la metáfora". Contra éstos, Davidsonaparece como el último de los mohicanos; pero igual de

noble, respetable y contundente. El golpe que devuelve -noexiste ningún significado metafórico nos remite a la cues-

tión del significaclr¡, irresuelta, a la espera de enormes ¡es-

puestas aún sin obtener en el campo de la psicokrgía, la Iógicay la lingüística. Iin esencia, todo parece reducirse a esa

cuestión. Dice Ted Coben:

"La cuestión cent¡al se refiere al significado. ¿Posee unjuicio metafórico, además de su significado literal (en rela-

ción con el cual el juicio será típicamente absurdo, falso o

insustancial), otro significado (metafórico) en el cr.¡al reside

tanto su capacidad de ser verdadero como de suminist¡ar ese

impulso de captación que obtenemos de algunas buenas

metáforas? ¿O es la magia de la metáfora no una cuestión del

significado de sus palabras, sino un rasgo clel contexto de su

empleo, de su 'pragm/rtica'? Esta cuestión no puede debatirse

completamente, o siquiera aprec iablemen te, por mucbo

12

Page 69: Perspectivas Sobre La Metafora

tiempo, sin Ia base de una teoría general del significado"l.'.Desde esta perspectiva, Ia mayoría esrá proponiendo la

noción semánrica de la metáfora, en rérminos generales,como una condición necesaria de una reo¡ía general delsigoificado, en el sentido que ninguna tal teoría podríaaceprarse si no da lugar al significado de la metáfora (elsi¡nificado merrloricol. Davidson. por su parre. esr¡ria re-chazando esta exigencia: para él no existe ningún significadometafó¡ico, ningún contenido implícito, codificado, en lametáforai y la teoría general del significado no riene que

^grcgar a sus problemas legítimos los que pueda acarreat la

cuestión de la metáfora.En esta dispura, se siente uno inclinado a raros a reduci¡la

a una cuesrión de palabras. ¿Por qué no podríamos ernplear eltérmino "significado" de modo de aba¡car con él lo que todos,Davidson incluido, reconocen que obra la metáfo¡a? Porejemplo, refiriéndose a los "efecros" del empleo de la metáfo-¡a, Davidson los caracteriza diciendo que la meráfora "provo-ca o sugiere cie¡ta visió¡ de su objeto más bien que decirladirecta y expl ícitamente", y agrega que no riene nada queobjetar contra "estas descripciones de los efecros de la metáfo-ra". ¿Por qué no pod¡íamos nomb¡ar capacidad de significaresta capacidad de la merafora de provocar o sugerir cierrevisión de un objeto? Al fin de cuentas, ¿no es esra capracióndel objeto provocada o sugerida por la meráfora exacramentelo que tenemos en visra cuando decimos que entendemos loque una meráfora significa? Davidson tiene un a¡gumenropara rechazar este proyecro. No se t¡a¡a me¡amenre de unsignificado metafórico, de una teoría puramente semántica,sino de una teoría que está como parapetada tras la teoría

16 Meraphor and the Cr¡lcivarion of Inrimacy.

11

Page 70: Perspectivas Sobre La Metafora

semánrica, pe¡o que se establece independientemente de ella:

la teoría de que la metáfora contiene u¡ elemento cognosciti-

vo que sólo ella puede transmitir y que tal elemento es lo que

uno debe captar si va a camprender la metáfora. En una

palabra, no es tanto el'significado metafórico'como el'con-tenido cognoscitivo lo que Davidson tiene en vista. No se

trata tanto de que la metáfora sugiera o provoque de modo no

di¡ecro cierra visión de su objeto; tales efectos de Ia metáfora

podrían estipularse como su significado. De lo que en verdad

se t¡ata es de la teoría de la metáfbra como un instrumento de

conocimiento insustituible. No se trata de que haya un

significado en la ¡¡eráfor¿ en relacióo con el objeto, sino que

este significado sea verdadero, y verdadero de un modo que

sólo la metáfora puede aportar.Así, los adversarios que Davidson tiene en vista son teóri-

cos de la metáfora como Black y Ricoeur; y lo que parece

horrorizarlo es que alguien pueda pretender que hay formas o

facultades del conocimiento ocultas baio velos que no pode-

mos remover y cjerciéndose fuera de los límites tradicionales

del conocimiento: la percepción y el juicio."...1o que intentamos al 'parafrasear' una metáfbra no

puede ser suministrar su significado, porque éste se encuen

tra en la superficie; más bien, intentamos evocar lo que la

metáfora trae a nuest¡a atención. Puedo imaginar a alguien

que concede esto, obviándolo como no más que una insisten-

cia en Iimitar el empleo de la palabra 'significado'. Esto se¡ía

una equivocación. El er¡or central sobre la meráfo¡a es más

fácilmente atac¿do cuando toma la forma de una teo¡ía del

significado metafórico, pero detrás de esa teoría, y formula-ble dc modo independiente, se enclrent¡a la tesis de <¡ue,

asociado a la metáfora, va un contenido cognoscitivo que su

autor desea comunicar y que el intérpretc debe aprehender

74

Page 71: Perspectivas Sobre La Metafora

pa¡a captar el mensaje. Esta teoría es falsa, llamemos o no aeste pretendido contenido cognoscitivo un significado"lT.

14. La ruetáfora cunl arrna retthica

Volvamos a Black. La comparación del modo como opera unametáfora con el empleo de un vidrio ahumado cuadriculadocon líneas transpa¡entes

-es decir, la imagen de la metáfora

como un filt¡o- es lo que mejor se presra para rerene¡ lasideas de este autor. Dice Black que la metáfor¡ "selecciona,enfatiza, suprime y organiza cualidades del sujero principal,implicando juicios (o ptoposiciones) a su respecro que nor-malmente se aplican al sujeto subsidiario"r8. El filr¡o elvid¡io ahumado cuad¡iculado, que interpongo entre mimirada y el cielo suprime las partes de éste que interceptan lasá¡eas ahumadas del vidrio; selecciona las partes que se perci-ben a lo largo de las líneas transparenres; enfatiza dichaspartes; y finalmente las organiza de acuerdo al patrón de)reticulado. Además, mediante el filrro como sistema dereferencia (piénsese en una fotografía de una parte del cielo a

través de un retículo) aplico a la pate del cielo filrrada -y

enúltima instancia a esa parte del cielo sin más- determinaciones de posición, distancia, ángulo que son dere¡minacionespropias del filtro.

Considérense ejemplos de metáforas en términos de estaimagen del filrro. Po¡ ejemplo, hablando de dictadores, lashay de todas las variedades zoológicas. Incluso, disputanentre sí, dejando muy a la vista su condición de filtros. ..para

17 What Metaphors Mean.\3 Black: Mo¡.l¿t¡ at¿l Metaphm (cir.a<1o por Davidson).

7t

Page 72: Perspectivas Sobre La Metafora

mí es un chacal", dice alguien hablando de un general lati-noamericano que ha tomado el poder. "Para mí es un zorro",

responde un segundo. "¡Un asno es lo que es!", interviene un

rercero. IJna multitud de metáforas disputan por el título:gorila, hiena, ganso, papagayo. La disputa de las metáforas

tiene que ver con Ia forma como cada una filtra su obieto en

oposición a las restantes. Mientras que existe una cantidad de

contenidos filt¡ados que parece común a todas ellas y sustan-

cial -n cuanto el filt¡o en todos los casos se refiere a

animales popularmente relegados al repudio- cada una lleva

su énfasis sob¡e distintos aspectos. Si aplico el filmo-hiena,

por elemplo, estoy poniendo el énfasis sobre aspectos del

dictador mili¡ar que se avienen con la forma de vida de este

animal de acuerdo a la representación popular: eo primer

lugar, su muy dudoso régimen dietético; su risa asquerosa,

ávida y sardónica e¡ medio del banquete de carroña; pero

también su osadía postrera, a la zaga de las moscas, sus

melindres a distancia segura, su fiereza postmortem, su

oportunismo armado hasta los dientes y entre despojos. Sí, es

muy explicable que un adversario resentido P¡oPonga este

filtro como un artefacto que destaca, selecciona y organiza los

rasgos del dictador milita¡ de la manera que más le acomoda.

Desde tuego, y en casos como éste, la función del filtro está

muy lejos de las que Black -y

muchos otros con é[- asignan

a Ia metáfora en conexión con la ciencia y el progreso del

conocimiento. En el caso del que aplica el filtro-hiena al

dictador milita¡, y muy aparentemente en la Pu[Jna Por

aplicar un filtro más bien que otro, esramos más, muy más

allá de Black. Estamos explotando sus ptincipios: estamos

disputando por el filtro a aplicar porque damos por desconta-

da la aplicabilidad cle todos los ñltros y por descontado

también que la exclusividad de un filtro sobre los otros

16

Page 73: Perspectivas Sobre La Metafora

condena a[ personaie filt¡ado a una especie de existenciapreestablecida y única. Incluso más: puede ocurrir que nos

encontremos fabricando un monstruo a nuestro gusto. Por-que, una vez aplicado el filtro podemos encontrar que haypoco o nada filtrado, sin que ello impida juzgar y obrar comosi el filt¡o suminis¡rara un calco exacto de la realidad. Desdeesta petspectiva, la noción de metáfora propuesta por Black se

aviene con lo que de uo modo u orro ha sido siempre observa-do: que Ia metáfora conlleva el riesgo de abuso por vía de unaespecie de proloogación alegórica; que la metáfora (como

pide Aristóteles) debe ser adecuada; que la meráfora debesometerse al crite¡io del contexro en que aparece; que lametáfora debe tanro adiciona¡ como susrrae! al exrende¡semediante cualificación. Todo esro supooe la existencia yoperación de algo como lo que Black ilama un filtro y,además, cierta autonomía de este a¡tefacto que puede muybien exceder sus límires hasta el extremo de anular y hastainve¡tir su operación. El repudio, rambiéo, de Ia meráfora----como aparece, por ejemplo, en Hobbes y Locke-- puedeconside¡arse como una prueba en negativo de Io que Blackafirma: que existen funciones significativas y cognoscitivasde la operación metafórica. Cuando éstas son rebasadas ytergiversadas por el abuso de la metáfora, por la falsificaciónde una cosa valiéndose del postulado de que esrá como cifladaen otra, es cuando hacen senair su existencia. Es esre ladoabusivo de la aplicación de la metáfora lo que explica surepudio. Y sería deseable que se pudie¡a esrimar el perjuicioen comparación con la ventaja de su empleo. Como diceR.M. \üTeaver: "Al fin de cuentas, [a retórica, noble o vil, es

un gran poder en el mundo; y de acuerdo coo esto observamosque en el centro de la vida pública de cada pueblo hay unaguerra feroz sobre quién cont¡olará los medios de la propaga-

71

Page 74: Perspectivas Sobre La Metafora

ción retórica" le. Esta observación permite apreciar que lo que

empezamos a señalar como inocente contienda por aplicar

metáforas es solamente un detalle de una batalla campal por

apropiarse los comandos de la retórica. Comenzamos a aleiar-

nos de los planos en que seguramente valen las loas de Black,

Goodman, Richards, Ricoeur, Quine, a los trabaios milagro-

sos de la metáfora. Desde que nos volvemos del lado de los

'asuntos humanos' -la política, los negocios, el arte, la

religión, Ias ideologías, los si¡dicatos, [a prensa, el cine, la

radio, la televisión, la educación- cabe preguntarse (¿Cabe

preguntarse, o es esta f¡ase también una pura muletilla

retórica? ¿Y qué de la pregunta anterior? ¿También retórica?)

sobre los riesgos de promover hasta los planos del conoci-

miento y el discurso, ptocedimientos que hasta aquí fueron

contenidos en tos dominios siempre inestables, desconfiables

y ries¡¡osos de la ¡etó¡ica. Si se da a la metáfora, en el camPo

de Ia gnoseología y la metodología, ese status de insrrumento

insustituible, sob¡e todo cuando se abren perspectivas hacia

te¡¡itorios todavía inexplorados, ¿no se pone con ello un sello

de respetabilidad que Puede llevarse a todas partes? Si el filtrorepresentado por la metáfora suministra una capración de su

objeto que ninguna paráfrasis literal puede sustituir y si

(como pretende Black), es justamente esa captación, ese

conocimiento especial de su obieto, lo que se pierde sin

esperanzas de recuperación cuando sustituimos la metáfora

por una paráfrasis literal, ¿no es obvio que estamos atribuyen-

do a la metáfora una función cognoscitiva insustituible, por

Io menos mientras no tengamos medios más directos de

le Texro desracado porT. Szasz como e¡í¡rafe de sL¡ lib¡o turl Krau¡ a¡¡t ¡he

Satl-Dan¡r¡.

7u

Page 75: Perspectivas Sobre La Metafora

acceder a su obiero (y, eventualmenre, corregir hasta loirreconocible la captación que la metáfora nos ofrece)?

Piénsese en las metáforas de la teología, la filosofía místi-ca, la metafísica, la psicología profunda, la filosofía de lahistoria. ¿Daremos, a falta de algo mejor, status de sabiduría,de intuición, a un conjunto de afi¡maciones que tomadas alpie de la letra carecen de sentido, como el alma y el cuerpo, lavida futura, la unión con el absoluto, los primeros principios,el fin úlrimo, e.c.? lY qué decir de las ciencias sociales?Considé¡ense f¡ases como "da¡winismo social". "sociedad

represiva", "lucha de clases", "sociedad progresiva", "socie-dad reaccionaria", "sociedad abierta". ¿Qué posibilidad tene-¡¡65 ¡lg 6q¡¡¡91¿¡

-como puede eveotualmente ser el caso de

filros o modelos empleados en ciencias ¡¿¡u¡¿lss- ql srn-pleo de expresiones como éstas en luga¡ que, po. el contrario,sean ellas las que impongan sobre nosorros todo un mundoaplastante de deformaciones2

15.Vino nuero en odres uiejos

Hay una frase hecha para referirse a la fo¡ma como nosapropiamos una esfera nueva de fenómenos

-sociales, cultu-

rales, científicos, tecnológicos, etc.- que no están rodavíaen punto de ser correcra y cabalmente asimilados. Decimosque pensamos lo nuevo medianre conceptos viejos. Esra f¡asepretende formular una relación exact¿mente opuesta a la que,según Black, se produce ent¡e la metáfo¡a y su objero. En esreúltimo caso, aplicando a un objeto los at¡ibutos comunesasociados a la exp¡esión metafórica utilizamos un viejo apara-to de conceptos y representaciones archisabjdos pata tÍaz tdesde él una perspectiva sobre algo que resulta nueva e

79

Page 76: Perspectivas Sobre La Metafora

instructiva. Por eieniplo: "Un espectro pena en Europa' el

espectro del Comunismo". Aquí, se nos propone el filtro-

arpaaa.o pu.u mirar el Comunismo. En especial, las conduc-

tas rituales de la religión ante los espectros filtran' Ias con-

ductas políticas y policiales de los poderes europeos frente al

comunismo: "todos los poderes de la vieja Europa han forma-

do una sanra ali¿nza para exorcizar este esPectro: el Papa y el

Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los espías

de la policía alemana". (En este desarrollo me tafórico -quepara Aristóteles sería una cualificacióo por adición- se

muest¡an ¡ambién los problemas del filtro cle Black La frase

"vieja Europa pretende corregir la inadecuación de la metá-

fora. Es contra el régimen enemiSo que resulta un espectro el

Comunismo. Aun así, la metáfola no parece feliz y casi a

renglón se¡luido, la misma existencia del Manifiesto Comu

nista se propone como el abandono de "este cuento de viejas

del espectro del Comunismo ).

Por el contra¡io. cuando nos referimos a contenidos nuevos

pensados mediante conceptos viejos, cambiamos el énfasis y'

con ello, ¡odo el senrido de la operación Por eiemplo' el

Imperio Romano como metáfora del Cristianismo; o las

colonias españolas a comienzos del siglo xlx como metáforas

de Ia Revolución Francesa; o los países del Tercer Mundo

como metáloras de la Revolución Industlial El punto es

conlroveitible, acaso; pero cuando en casos como éstos habla-

mos dc contenidos nuevos PaÍa (oncePtos viejos esramos

indicando que no se trata ya de la novedad, la c¡eatividad' el

descubrimiento aportados Pol un esquema vieio aplicado a

algo nuevo, sino muy al contrario de la deformación, tergi-

versación. falsificación, estagnación, etc , de Io nuevo en lo

viejo. Es el proverbio evangélico del vino nuevo en odres

viejos, que desde antiguo suministra, como hecho a la medi-

ll0

Page 77: Perspectivas Sobre La Metafora

da, el reverso de la doctrina de Black de la metáfo¡a. Para éste

el filtro represenra Ia función creado¡a, heurística, orientado-ra, ordenadora de lo viejo que lo ¡uevo emplea como unpacrón de referencia. Para el proverbio evangélico, con¡ra¡ia-mente, el filtro representa un dique de contención que niegalos mensajes t¡ansformado¡es de Io nuevo. Los ¡evolucionarios conductores de masas y profetas se inclinaráo por la"cont¡adicción antagírnica" entre Io viejo y lo nuevo. Sus

descendientes, por cl conrrario, aplicarán a 1o nuevo, comoun marco de hierro. los con, epros qr te rcuñeron sus ¡ncesrrus.A la'lucha de lo nuevo contra lo viejo'sucede la'lucha de loviejo contra lo nuevo'. O, mejor, no hay ninguna sucesiónsino que ambas operaciones coexisten, chocan, se equilibrany combinan de mil maneras, ¿Cómo hacerse cargo de lo nuevosin la asistencia de lo viejo? ¿Cómo puede irrumpir algonuevo sin desalojar algo viejo? Desde esra perspecriva, elfiltro de Black aparece como sólo una de las dos fases de unaoperación que 'dialectiza' ambas perspectivas: la de lo viejosobre lo nuevo y ia de lo nuevo sobre lo viejo.

16.La metáfora cono rímil

También correspondió a Aristóteles of¡ecer la teoría máspopular de la relación entre símil y metáfora: que la metáibrano es más que un símil al que hemos suprimido la palabra (opalabras) que expresa la compa¡ación.

"El símil es también una meráfor¿: l¿ diferencia es leve.Cuando el poera dice de Aquiles que 'se revolvía entre losenemigos como un león" es ello un sín-ril; cuando dice de él:"el león se revolvía' es meráfo¡a. En este último caso, siendoambos valerosos, €l poera ha rransferido a Aquiles el nomb¡e

8l

Page 78: Perspectivas Sobre La Metafora

de león. Los símiles son tan útiles en Prosa como en verso;

pero no a menudo, Porque son de naturaleza poética Ha de

empleárselos tal como lo son las metáfo¡as porque son real-

mente la misma cosa, excepto por la diferencia señalada"a0'

Este texto no deia dudas sobre cómo piensa Aristóteles la

relación entre símil y metáfora "Aquiles es como un león" es

simil; "Aquiles es un león'es metáfora Al decir que Aquiles

es como un león. nos fundamos en la valentía de ambos'

Siendo ambos valientes, doy a uno el nombre del otro por esta

razon. Lir J ilerent i¿ cn I on(es s( m¿l 'ilrs¡

¡ría t omo 'uPresionde la particula compar¿tiva. Pero, ¿sería leve como dice

Aristóteles? Porque en el primer caso símil- comParamos

dos cosas. En el segundo -metáfora-

nombramos una cosa

con el nomb¡e de ot¡a. No sólo eso En el primer caso

- Aquiles cs com., un Ieón - exPresamos Lrna proposicirin

simple y verdadera. En el segundo caso -"Aquiles

es un

Ieón'-si queremos que la proposición sea simple' es falsa; si

queremos que sea verdadera, deia de ser simple y tenemos

q,.re, de algún modo, considerafla en dos planos: el literal y el

metafórico.Es seguramente esta conside¡ación la que ha llevado a

ulguno, ^ insistir sob¡e la "diferencia leve" de que habla

Aiistóteles. Si un hombre de su tamaño dice que la diferencia

entre símil y metáfora es leve, que el símil es también u¡a

metáfora, y que símil y met^fon han de emplearse de la

misma manera porque "son realmente Ia mismacosa"' ¿cómo

no concluir que la única diferencia entre el símil y la metáfora

resicle en la forma gramatical en qLre cada uno se expresa y que

la metáfb¡a no es más que la elipsis -es decir' la abrevia-

ción- del símili' De acuerdo a esta teoría -de la metáfora

40 Retóffia, l4o6b, 20-21 .

Page 79: Perspectivas Sobre La Metafora

como un símil elíprico- no habría dos planos del significa-do, uno literal y orro metafórico, sino que el significadolite¡al de la meráfora sería el significaclo literal del símilcorrespondiente. La diferencia puramente verbal eotre símily ¡neráfo¡a no tendría más interprecación posible que la quecorresponde a una elipsis. Si en lugar de ,,Las noticias deprensa se difunden más en un sentido que en orro,,, se dice"Las noticias se difunden más en un sentido,' no se ha alre¡adoel significado de la proposición primitiva. Tan inofensivacomo la elipsis sería la meráfora. "Aquiles es un león" no esmás que la elipsis de "Aquiles es como un león". Ningúnmisre¡io.

O rambién se puede explicar la doble significación <le lametáfora como puro efecto concomirante de la elipsis sobre elsímil. Pa¡a decirlo con meráfo¡as: el significado merafóricose¡ía el arco iris de la elipsis: Se quita la palabra,,como" y escomo si se ab¡iera una rendija ¡¡ramatical que oos produce laimpresión de identidad de dos cosas cuando lo único quehemos hecho es dejar rácira su relación, que es de s emejanza,analogía o similirud. La caída en esra ilusión se proba¡ía enque mientr¿s el símil es ordinariamente ve¡dade¡o, la cor¡es_pondiente meráfora es ordina¡iamente falsa.

Los que rechazan que la dife¡e¡cia en¡re símil y metáforasea leve rienen a su disposición otra explicación de la relaciónentre ambos. En esre caso, no se rrata ya de la metáfora comoun símil elíptico cuyo significado corresponde al significadolite¡al del símil

-por ejemplo, el significado de ,,Aquiles

esu¡ Ieó¡" es el significado de,,Aquiles es como un león"_sino como uoa expresión que posee dos significados: unolireral, casi siempre sin sentido y absu¡do, y uno metafo¡ico.La teo¡ía en cuestión identifica el significado merafó¡ico deuna meráfora con el significado lireral del símil que le corres_

83

Page 80: Perspectivas Sobre La Metafora

ponde. Por eiemPlo, la proposición "El corazón de F¡ancisco

es,r,ra flor de lisi, literalmente falsa, tiene como significado

metafórico el significado literal del símil: "El corazón de

Fraocisco es como una flor de lis", que se reputa verdadero'

En este caso, lo que antes dijimos a propósito de la teoría de la

metáfora como símil eliptico -a saber, que el doble signifi-

caclo de la metáfora no es más que una ilusión de duplicación

que se produce por la lorma flr¿matical de la elipsis- no

.i"n. yu uolid.r. Si hay correspondencia entre símil y metáfo-

.u -en

al sentido de que a cada símil corresponde una

meráfora y a c¿da metáfora un símil- ésta no consiste en la

correspondencia que resulta de la pura abreviación CL¡ando

en lugar de decirle a uno que nos asquea: "¡Usted es como un

...doi" I" espetamos (como en efecto lo hacemos) "¡Usted es

un cerdol" no estamos abreviando, según esta nueva teoría'

Estamos diciendo lo mismo en ambos c^sos, Pero no en el

sentido de que en el segundo meramente ahorramos palabras'

La diferencia de la metáfora resPecto de la elipsis reside en que

la metáfora tiene dos significados y que, esencialmente, obra

combinando esos dos sisnificados "iusted es un cerdo!"

emplea el significado de "¡Usted es como un cerdol" con un

atavío que, aunque resulta ostensiblemente falso, tiene un

efecto mortal del que carece el mero símil'

Una seria dificultad de esta teoría se puede apreciar en

el mismo eiemplo que hemos dado' Por lo demÁ, es igr:al de

evide¡te tanto en el insulto como en la alabanza Porque

insultando o alalr¿ndo mediante expresiones metafóricas pa-

rece esencial la aplicación directa clel término Si se tom¿ el

símil como un término de apreciación, tenclría que decirse

que insultando (o alabando) es sobre todo de eso de lo que se

trata: de aplicación directa del término, oo de comparacio-

nes. Quien exclama "¡Usted es un cerdo! ' tiene un cerdo ante

84

Page 81: Perspectivas Sobre La Metafora

los ojos, quiere tenerlo, y no está dispuesto a escuchar argu-mentos sobre que no hay tal cerdo y que sólo se trata de una

comparación. Incluso, puede agregarse que toda Ia maravillade la metáfo¡a ¡elumbra aquí, cuando insultando (o alabando)

desconocemos todo elemento de mediación, de atenuaciónmediante relaciones.

(Quizá sea éste u¡ buen lugar para señalar una ¡elaciónentre hipérbole y metáfora. En el amplio dominio de lapersuasión, la metáfora aparecería como una especie de Iahipérbole. Enco¡trándonos en disposición de aumenta¡ o

disminui¡, las relaciones implicadas por el símil no resisti¡íanla presión del impulso hiperbolizante. Se produciría un cam-bio de categoría: de la ¡elación a la susrancia, No se es comoun cerdo, se es un cerdo. Esta sería una teoría psicológico-afectiva de Ia metáfora. La metáfora resultaría de una combi-nación del símil y la hipérbole: el impulso hiperbólico, más

allá de cierro grado, destruiría la estructura relacional delsímil y resolvería sus términos en rigurosa identidad).

77 . Maáfora wrsus sínil

La idea de que la metáfo¡a no es esrricramente un símil -seaporque ¡o de¡iva de un símil, sea porque al derivar se

transfo¡ma en un artefacto categorialmente distinro del sí-mil- tiene el aplauso y Ia aceptación de quienes no pierdende vista Ia cuestión retórico-práctica de qué se hace con las

metáfo¡as. Si la metáfora fue¡a un símil -sea

elípricamentesea por vía de su significado metafórico- sería más difícilexplicar lo que es capaz de obrar en el terrero prácti-co-religioso, político, ético, ideológico. Por ejemplo, si

cr-rando se dice de los comunistas que son perros sarnosos o de

8t

Page 82: Perspectivas Sobre La Metafora

los iudros que son pir-'jus. fuera el)o sólo la etipsis de un srmil

" ..a .ir,^",n, tio Iiteral de un símil nu resulrarta ran ftcil

explicar lo que obra¡ tales metáfo¡as'

tn-n obraruo Davidson, el símil meramente afirma que

.,,.r. jor.oru, hay similitud, Pero no se propone detallarla'

Esa es la ¡azón de clue en general el símil sea verdadero'

pc,rque al no dct¡ll¡r qucJ'' firme en lo q'-re so\riene for

Itr,i,l a.' ¡r, nc ipio de ltre rod¿s t¡s cosa' son ' omu c'¡das l¡'

cosas. (Y esto -sea

dicho al pasar- vale como un argumento

mJs par.{ qurenes sep.,ran lc mrlrlorr Jel stmil; porquc mten'

;;;; :;; "i sim,l, .rpovrndose sobre un princip. general de

,¿anrr¿ra, cs Senrralrnenle uerdaJero' la meráforn' descono-

.i"ndo .,r, p.i-,t.ipio general de diferencia' es ¡¡eneralmente

i^i*l p*á el piincipio mismo clel símil -la similaridad

"ri"a^A- a, u lo ua, la razó¡ de su escasa fuerza Y si su

i"".r^ ", "r.^t", ¿cómo podría ser símil Ia metáfora con la

fuerza que tiene?

Para que el símil adquiera una ciena eficacia práctica se

,aqui... qu" r..rpecifiquen los deralles de la similitud; y en

.r,"."ro, la cuestión antes casi tautológica de la verdad.del

,i-¡i ," ,."nrfor-u en Ia cuestión ordinaria de la verdad: el

.i-it a.,utto¿o ., ue¡dadero o falso eo función de sus detalles

¿El comunista es como un perro sarnoso? ¿El judío es como

un piojo? De acuerdo Pero lo son también todos los otros l)e

pu-, t,r..d y yo. Ahora' seamos más específicos Para dar

.,"-pfor, ..tu.do Ho-t'o hace símiles con Diómedes en el

auapo aa batalla no dice meramente que se movía por el

.o-po da batalla como un torrente de invierno o como un

l.O.l t" .t priner símil, Diómecles "embesría a través del

a"anpo ao-o u., torrente invernal que ha rebasado sus barre-

,u, en ple.ta i.,,.tndación; ni diques ni muros Pueden contener-

lo auundo se hincha con las lluvias del cielo' y rápidamente

86

Page 83: Perspectivas Sobre La Metafora

irrumpe destruyendo los campos que las fuertes manos delhomb¡e han levanrado". En el segundo, "era como un leónque algún pastor montañés ha he¡ido, pero no rematado,mientras t¡ata de saltar el muro para araca¡ a los corderos; elpastor ha suscitado la furia de la besria y no puede defendet elrebaño, de manera que corre a refugiarse en la cabaña mien-tras los corderos aterrados ante el abandono se amontonan yasfixian mienrras el león brinca junro al muro"al. Tales sonejemplos de cualificación del símil que, en el caso de lapoesra. tiene el objero de susclrar en nosorros una imlgenviva, convincente y nítida, y que en casos o¡dinarios atañe alos límites de la comparación. Cuando escuchamos decir "Elcomunista es como un pe¡ro sarnoso" esperamos naturalmen-te la cualificación para saber a qué atenernos. Así como está,el símil puede, según sean nuestros hábitos y formación,suscita¡ una variedad infinita de disposiciones, desde curar alcomunista a la brevedad posible hasta eliminarlo allí dondeapafezca.

Todo esto vale en apoyo de las teorías que disringuen entresímil y metáfora. Aunque no parece una forma inequívoca deargumentar. En primer lugar, podría cuestionarse que lo quela metáfora obra en el terreno práctico lo obre mejor -o demodo más fácil de explicar- desvinculada del símil. Porqueel símil tiene un sopone eo las cosas (o pretend€ renerlo) quela meráfora, desprendida del símil, explícitamente excluiría.Cualquiera es como un pe¡ro sa¡noso; pero, salvo el perrosa¡noso mismo, nadie es un perto sarnoso. Así, la metáforaconsiderada como una expresión en sí es lireralmenre unabsurdo y un sin senrido, y no se puede preteoder que comotal obre como obra sino por la implícira similitud <¡ue afirma.

4t lliaü, ti6ro v.

a7

Page 84: Perspectivas Sobre La Metafora

De Himmler se cita una frase sobre Ia política antisemita

del Tercer Reich: "El antisemitismo es como despiojarse'

Sacarse los piojos no es una cuestión ideológica Es asunto de

limpieza". Hay aqui el empleo de un símil que tiene sobre la

metáfora la ventaia de un punto de apoyo factual -aurlque

sea de contenido pobrísimo, más una invitación, una colu-

sión, que una aserción- que da una apariencia cle verd¿cl a

sus implicaciones. El símil, podríamos decir por este ejem-

plo, inocula lo que Ia metáfora pregona.

Pero, ¿por qué no podríamos vincular símil y meráfora

justamente en función de lo que obran y reconciliando las

cloctrinas que los separan con las que los juntan? Si dice

Himmler, "el antisemitismo es como despiojarse" para justi

ficar las prácticas antisemitas del Tercer Reich, ¿hay diferen-

cia, desde el punto devista de tales prácticas, si hubiera dicho

en vez: "el antisemitismo es despiojarse"?'O' si hubiera sido

esta última la consigna -u¡¿ rn6¡[fq¡a- ¿habría algo de

impropio en decir, viendo actuar los guardias SS en los

campos de exterminio "es como si se despiojaran"? Cuanc{o se

acrúa, ¿qué importa llamar a la metáfora, símil? Cuando aúrn

oo 5e aL!ú¡. qué importa llam¡r al srmil, met¡lor¿1

Es en la transició¡ entre ioacción y acción donde surge la

diferencia. Y como en esta transición -igual

que en todas,

hay fases o grados- puede introducirse aquí otra figura: el

paralelo. El paralelo es aún más insiclioso que el s mil,

aunque carece en sí mismo de Ia fuerza que el símil posee por

su conexión (o pretensión de conexión) factual. El paralelo no

vincula y deja al que escucha (o lee) la tarea de vincular' La

¿¡radación sería, cntonces: paralelo, símil, metáfor¿ (o' mris

adecuadamente, alegoría). Por eiemplo: "los comunistas dis-

frutan repasando las ve¡ificaciones de su ideología; también

los perros sarnosos disfrutan repasando las empciones de su

88

Page 85: Perspectivas Sobre La Metafora

sarna". Hasra la palabra "también" puede considerarse aquífueta de lugar. El paralelo quiere posar de objetivo. Hay dosdescripciones de suyo adecuadas. El pamlelo quiere reducirsea la humilde pero militanre tarea de llama¡ nuesrra arenciónsob¡e ambas. A nosotros corresponde jtrzgar si se sobreponeno no. El símil es así la respuesta a la sugerencia del paralelo.Pero, en su orientación hacia la meráfora, apa¡ece como losandamios de los consr¡uctores, los bocetos cle los pintores olas consrrt¡cciones auxilia¡es de los geómetras. Cuando, porejemplo, el orador (o su pírblico) ha pasado del símil a lametáfora, los comunistas son perros sarnosos y como ralesserán tratados.

18.Del stnil a la netáfora

Quienes distinguen ent¡e símil y metáfora -es

decir, quie-n€s rechazan tanro la docrri¡a de la metáfora como elipsis deun símil y la doctrina del sigoificado metafó¡ico como elsignificado lite¡al de un símil correspondieore rienen unabuena causa, apare¡temenre, alegando que si el significadometafó¡ico de una meráfora fuera el significado literal de unsímil que le corresponde

-por ejemplo, el significado meta-

fó¡ico de "los comunisras son pe¡¡os sarnosos" sería el signifi-cado literal de "los comunist¿s soo como perros sarnosos"-no hab¡ía entonces senrido en alegar que el significado implicito de las exp¡esiones metafó¡icas es inexpresable, que nin-guna paráfrasis lite¡al de una metáfora puede rescatar susignificado, que la metáfora comprende información intraducible, etc. Porque, ¿qué dificultad habría e¡ rraducir lametáfo¡a? En lugar de 'es"

-o sus equivalentes- no habría

más que susrituir "es como , o sus equivalentes. por ejemplo:

89

Page 86: Perspectivas Sobre La Metafora

En rusar de Er varon o"'f ilillTl,il';;,::::T:;:lvarón cuyo coÍazon es como la tlol

mento aplastante Siquiera contra quienes alegan la intradu-

cibilidad de la metálura r': ^ ¡ndis'uril¡le qr'rc hry relaSin embargu, P¿r(ce lJmbren I

.'-'"",.""''i.,i v metjforr t t::,:t,:Íl'i:i"'iliIJI:siquiera una t hve para ot^"*i',:ll:"":^ t,.i, ,", .r ., -ir ,.Es en ,erminos de temel¿nza r rdc r ' ';;1,.,

"ior" fo ¡*. .n fu

funda en la categoría de semelanza' - i'.*0"J, ..-.i^.-,

identidad. Pero, ¿cómo contra"it"r"-¿. ,r"" l¿.irtidad más o

Bradley dice que la:t-ti'nt'::.1.,*, vrces emplcamo\ esrr

menos rnespc(ific¡Jr y que ttt]]ir"."'ru," i-i.nirnn, J.

(.rregona de moclo lnmrdiato-Y, ( onrunlo de dos prin.ipr.rs

articular distrnr¡ment( cl Jurto'.o¡¡r .i^l,rl' J. t. *n*,"".

opuest.'s: rdenrrJeJ t dlerencr'', -"u',''o, "*¡n'irno.

¿a l"o 'l pensamienro tt'ti:t'. "", -0.".1vJ,,,.*" .-oil,. o"a.articulación de estos PrinctPtos

:H; ;; -;, : o :ti, :' u_l

Tl'I"" 1"'- i:l';'J;:il, :;',::nrvel másllro. Asr. la¿.lxflp.tot'a"^..

a,0"" ," "r,,a",*,""fasr en que cl pensamienro sctl" 'rri. i". J"-"",. *pU.ir.,

dc sus conreni'los "" t: t*""t""

.:;. i.n,"n'rntt "attu"¡tsuficientemenre cl¡rr Y Jistinta'

;;::';';.;';;;l-" *'o':''o'::o:l:',1::,':l :l:i:'"i: i:.liferencia, Pero eximiéndose

il:::ffi^;'; iJ""'id^d v <liferencia' Así se exp'ica' el

0,,^uo'" toras ras :*':-l:: ::;: ::iT.li ;:'lJ; "l fi ::;

explica tambien qr're lil (ual'Ircr

ser exhaustiva'"' ., I J o. o,,. . u u" o:

li1"L1.],::Tjl ^^: J,:::T"; :il:adscribimos semeianza stno t<

a2 A¡arient)a l Ralidad' ll' 9tt2

90

Page 87: Perspectivas Sobre La Metafora

un león; Aquiles es un león. Así, hemos eliminado la flojedaddel símil. Así, también, hemos eliminado su verdad. Porqueno hemos ido de la semejanza a la identidad por la vía de unpensar que disc¡imina y explicita la inte¡na ¡aturaleza de lacosa. El paso del símil a la metáfora es una especie (conlicencia esra vez) de atropello categorial. Se pasa de unacategoría a otra sin mediación, se aniquilan las diferenciaspara imponer la idenridad. Aquiles es un leó¡. Esramos en el¡eino de la fantasía y el capricho. Esr¿ monstruosidad care¿io-rial es, probablemente, la razón de que una rradición hayainsisrido en que la metáfora, de cualquier manera, siga siendosímil. Así, según dicha tradición, el símil recurre a una cosa

para significar orra por vía de una comparación explícita; y lametáfora hace lo mismo, sólo que la comparación quedaimplícita. Como reza el enigma: 'De algún modo', hay un"como" en "Aquiles es un león".

Y si no es ésta la ¡espuesta -porque,

contra todo inrento,la verdad es que en la meráfo¡a vamos desde la semejanza a laidentidad (y así del sentido y la ve¡dad al sinsentido y lafalsedadF ¿cuál es enronces? Si pasamos del símil a lametáfora, cierramentc el símil queda implicado en la nuevaexpresión. ¿Cómo no va a ser como un piojo el judío si es unpiojo? El problema es que ahora, en el plano de la metáfora,tenemos más, infinitamente más de lo que pueda soñarse enel plano del símil. Por deci¡lo así, renemos el símil de todoslos símiles: un perro sarnoso en sus cúarro patas. ¿Cómo pudoobrarse este milagro? Ya lo dijimos: medi¿nte un cambio decatego¡ía, yenclo de la semejanza a la identidad, salrando deuna categoria a la ot¡a sin considerar el costo en significado yen verdad, tan alro es el reembolso en ré¡minos prácticos.Porque aqui viene a centra$e todo: en lo que se hace con lasmeráíoras y en la medida en que lo que se hace con ellas

91

Page 88: Perspectivas Sobre La Metafora

depende precisamente de que no son similes De allí que los

qr.ra.lafi.nd.n la teori¿ semántic¿ ¡le la r¡ctáfora ¡cchacen la

.ed,¡cció¡ de la metáf<rra ¿l símil' sostengan la autonomia cle

la me¡áfora y busquen su cx¡llicación en ocras latitudes'

doncie el tránsito cie le semejanza a l¿ identitlad tenclri¿

connotaciones cognoscitivas especiales y no sería en absoluto

un puro y brutal atropello cate¿;orial sino cl traspaso a un

.nun¿o,1" insospechacias perspectivas, un n-rundo ¡raravil lo-

\o. suFcrrnlr. .lcs.ril¡ntr. lrrrtrls¡i"'

Porc¡ue éstas son ias imágenes asociad'rs 1¡ la escucia cle los

que d"Á.nden la capacidad significativa y cognoscitiva de la

metáft¡ra. lst:rs y no las que traerían a lir imaginación nuestro

piojo 1u<1ío y llLlcstÍo Perro sarnoso conunista Ni una pala-

ir.^'rnlr.".llur, ,-ri l,n" palabrt sobre c¡ue un campo nazi de

extermini<¡ puecia consiclerarse como una "respuesta" a las

"sugerencias y desafios" cle la metáfora- I]ero' ¿no tendriamos

qu.l incluir también el cxterminio de los rcgin.renes cotalita

,ior an ar,", maravill¿rs de la met/¡fora1 Un particlario de las

teorías semáoticas tendría q're consider¿r un camPo de exter-

r¡inio nazi como una rcalización flntásrica' metalórica Se

está tratando ¿ los jLrdíos' a los gitanos, a los impeclrdc's' e los

¡r¿¡¡ 65s¡Lr.rlcs. .r l()s as,n l.tlrs lirer'rllnrntr (omo f ioios

19.Lo¡ dos líún.r del habla metafórica

Descle luego, podetnos hacer rle hecho hacenros una

clistinción, separanclo l¡ me¡áibra quc obru rllá en lo alto'

donde ,r.,est.a incapaciclacl cxPresiva es, ¡>or dccirlo así' el

cri¡erio mismo cle L¿ sublirli'lad del objeto Como en los

92

Page 89: Perspectivas Sobre La Metafora

diálogos de Platón, cuando aparece la alegoría -es

decir, unahistoria hecha roda ente¡a de metáforas- como fundamentometafísico; o como en las Escriruras segúrn nos advierceAgustín, y en nuest¡os días Ricoeur cuando lo liter¿lmenteindecible nos obliga a la figuración metafó¡ica. El poeta, elreligioso, el metafisico y hasta el cienrífico a su manera esrándispuesros a reconocer estas alturas que rrascienden las posibilidades del habla literal y en que recurrimos al expedientede expresar una "csfera o dimensió¡ del ser" tomando l¿perspectiva de una esfe¡a habitual. La psicologia, en especialla llamada psicología introspeccionista, esrá como consrruidasobre el fundamenro de la me¡áfora. He aquí un pasaje tanviejo como famoso que profesa con una gracia metafóricainimitable lo que la escuela introspeccionista r¡ata de obviarmediante apara(osos términos, cie¡tíficos pero ajenos:

"Y llego a los dominios y espaciosos palacios de mi memo-ri¿, donde se encuentran los teso¡os de innumerables imáge-nes, llevados allí desde cosas de todos los géneros percibidaspor los sentidos. Hay alli, además, todo lo que ¡rensamos, sea

aumentando sea disminrryendo, o alterando por otros mediosaquellas cosas a que han llegado los senridos; y rodas lasimágenes que el olvido no ha devorado y sepultaclo han sidodepositadas y atesoradas allí. Cuando entro, pido que se

traiga la que deseo y ésta se presenta inmediaramente; hay lasque deben ser buscadas por más tiempo, a las que se debea¡¡ancar de intrincados escondrijos; otras acorneten en rropel,y mientras es una la requerida y deseada, se adelantan comoinquiriendo: '.'Acaso es a mí?' A éstas aparto, con la mano demi corazón, de la faz de mi memoria, hasta que la deseada semuestra a la vista, saliendo de su sec¡ero lugar. Otras emer-gen prestamente, en orden perfecto: las que están al frentedan lugar a las que siguen; y al hace¡lo desaparecen de la

9l

Page 90: Perspectivas Sobre La Metafora

vista, lislas Pdra volver cuanclo yo lo clesco Toclo lo cual riene

lugar cuando re¡rito algttnir coslt de mer¡lori¡ ''J'

Se ha dicho que hasta aquí nadt salrmos so[rre l¿ naturale-

za cle la ¡nemorit y quc no hacemos más que proceder al

respccto Inecliante la clescrilrcit-rtt y ll analtlgía' Tanll¡ií'o' es

un hecl¡o que las tlcscri¡-ciones y antlogies r¡fieciclts han

hecho sicrr-rprc uso de l¡s tecnoloSíirs tmpleittlo ¡ror cl hom-

bre ¡rara alntacenar inlirrrnacitin. No son, al fin cic cucntas'

más que methforas. Asi, "¡n¿les tle la mernoria', 'almacencs

de la mc¡roria , "archivos de I¿r $cmoria , tencr algo grirba-

do, regisrra.lo, ¡rchivado en la n-remoria", "ci¡ct¡itos de la

me¡¡or ia" . E n la actua liclad, ptoyecrírmos en lil ntemoria coclo

el aparato c1e almacenaniento y reproducciótr cle las computa-

dor¡s. Iln fin, mic¡tras noclcscubra l¿ciencia los mecanismtls

mediante los cuales se alnt¿cenrr infi¡rmación quc quecla a

r-lisposici<ln cle em¡rleo ulcerior, la memoria seguirá siendo

.lescrir¿ medianre ¡nalogias y, cn ítltimo extremo, mccliante

nletáibras.

Queda la cuestión de si, a este res¡:'ecto, czrbe contrastar Ia

ciencia a la met¿ilsica, la religirin, la moral y el arte; es decir'

si las metáloras que surgcn cn llrs limircs ¡rcru¿rles del conoci-

miento cientifico tienen el clestino (como otr¿s eventualnten-

te en el pasado) cle dcsaparecer o si, rnós bien, hay extremos en

que esto nunca podrá lograrse Hay un pensamiento de

I-eib.riz q,-,e sigue válido: Si imaginamos un cerebro sufi':ien-

temente grande como Para movernos dentro de él y v sitar

h¡rt¡ sus ulcrmns y menudt-,s resqurcio( es sc¡uro qur Por mis

que lo recorramos una y otra vez con todo cuidado y en rodo

su dctalle nunca v¿rmos a encontrarnos con una sensación Es

ésta la especie cle ctrestiones que parecen constituir un límite

1r Asu.tín, CaaJunxe:,l;bro X t2

94

Page 91: Perspectivas Sobre La Metafora

impasable y que pa¡ecen dar una base segura de permanenciaal habla metafó¡ica.

Pero, ¿qué hay con Ia orra pa¡te de la distinció¡? Lasmetáforas como recursos de Ia incapacidad expresiva en lasaltas esfe¡as de la ¡eflexión, la contemplación y el sentimientono son las únicas. Podemos figurarnos t¡es niveles de laexpresión rnetafórica: el alto

-por ejemplo, cuando nos

referimos a nuesrra vida espiritual mediante metáforas o¡ales:'bebe¡ en las fuentes de la sabidu¡ía'- el medio

-porejemplo, cuando decimos a la amada 'palomita,- y el bajoouest¡o 'pe¡!o sarnoso y nuestro'piojo'. No se trata de unadistinción simple. Tanto el nivel alto como el bajo represen-ta¡ían las metáfo¡as que no esramos en condiciones de t¡adu_cir. En esto se opond¡ían ambos al nivel medio, esencialmen-te parafraseable. Entre sí, los niveles alto y bajo se opoodríanpor el conrenido. Este principio, en términos llanos, sosrieneque oos elevamos a alturas en que no hay palabras paraexpfesar nuestra experiencia; y, también, que descendemos ahondu¡as en que igualmente nos falla el lenguaje. En lasalturas inefables, se r¡ara de los principios de la verdad, labelleza y el amor; en las simas, también inefables, de susconr¡arios (enca¡nados todos en la persona del demonio mis_mo): ta falsedad, la fealdad y el odio- Viniendo a tales simas,tartamudeamos igual que en las alturas. El odio en susextremos pierde todo apoyo en el habla lire¡al. Tal como elamo!.

Desde luego, podemos dar al amo¡ su fundamenro en elobjeto amado; y, por el conrario, funda¡ el odio en ladisposición del sujero. Así, la experiencia inefable del queama es impotencia del lenguaje; en tanro que la reacciónta¡tamuda del que odia es pura ofuscación. pero esto no esmás qLre una opción.

95

Page 92: Perspectivas Sobre La Metafora

Hay un artículo de J P Stern sobre el novelisra alemán

Giintúer Grass que puede servirnos aquí P¿ra ilustr¿r un¿

oocion distintr" segun Srern' el ¡r'rhlrma (on !u( se

"ii..nr" Cor..,,.l siÉu¡(nl(: Can thc uns¡eak'l-,l¡ ohsceni-

,t ,i",.U,¡ irselt rlrc ThirJ Rriclr l'e frcrron¡rlise(l xr rlll '

irrr"^¿. ¿a lo¡rar este obierrvo el riesg" ss ' ¡"r a t'n bJr''.u

;;; ;; t" .l.r-fi1"d.'o' "C) la tolerancia complaciente o la

desesperación ani<1r-rilante" s¡ern estima que Grass ha sortea

¿".r',. ri.tgt logrondo ttn equilibrio entre el horror y la

.,r,¡diunldui, moitrán.lonos "la paradoja de que las prácticas

cliarias y horrores del Tercer Reich corren paralelamente con

l¿s oractrcas di¿ri,, y horrores del munclo ordinario; que es¡as

,..lr h"-., .nn y ,,"rnp'e han si<lo una parte de la condicion

n"-^", t qr.ta ar," .á.toaitie nto -quiero

decir que las

rnonrr.r-to.iduda, .on humanas y que la humanidad es mons-

.r.roru- d.b" ,". .aptaclo plenamente y no disminuido por Ia

i",*tu 0". ¡,rovient dt la repetición y la familiaridad' no

o.."it,i"i¿" ttt embargo que clestruya ni el sentimiento de

'utrocidod ni la capacida<l de interpretación' la capacidad de

"*,rtt.url., a,, el n,vel Je Ia ficciun Lo qu< lc novela de Grass'

;;'rt o-t," y bl rsfemo ¡notlo rrar'r 'lc comuntccr es la

pur"dojo (i. t"'.uol la muene de Cristo es la suprema ilustra-

lió.r¡ .1" qu" ,o.lo "s

ordinario y todo es especial" ' Quizás haya

logrudo óünther Grass el equilibrio de que habla Stern (por

desconrado que no vamos a caer en la universal seducción de

tu.r¡,i.^ ti,"ru.in que nos lleva a aceptar que algo se ha

logrudo porqr.,e ^lguien

nos dice en lerras de moldr que se ha

ro-g.oaui ro c¡ue me importa contrastar aquí es la idea de

St'"rn.ob.e lo cotidiano y el horror' Lo cotidiano se allega al

aa G¡nthn Grav'¡ Uniqneae:s, Lond'cto llevi¿w of Books' 5- 18 February'

rc)u1.

96

Page 93: Perspectivas Sobre La Metafora

horror, lo'cotidianiza'; el hor¡or se allega a lo cotidiano, lo'ho¡roriza'. Un poco como diciendo al salir del teat¡o: "Ybien, el sujeto maró al pad¡e, se casó con la madre, todo sins¿berlo. Cuando lo supo, se arrancó los ojos. ¿Y qué? Yoconozco muchos casos de tipos a los que a¡rancan los ojos yque no han hecho nada; y muchos casos rambién de ripos queasesinan a manos Ilenas sin que les roquen un ojo. ¿Dóndeestá el horror? No en el teatro, po¡ supuesto. Yo vengo defuera y no me sienro horro¡izado". Las cir-¡dades del mundo

-en especial sus poblaciones marginales- están llenas de

todos los ho¡rores que se puedan soñar, Y más, mucho mástodavía. He aquí, pues, una fórmula para resolvet problemascomo los que c¡ea a los esc¡itores alemanes posteriores a laSegunda Guerra Mundial la Alemania de Hitle¡ de lamisma especie que los de la Rusia de Stalin, la Uganda de ldiAmín, la Cambodia de Pol Pot. Basta con arinar con locotidiano que hay en el horror (p. ej. , la imagen ya cliché deljefe del campo de exterminio, colocando todas las mañanastiernas hojas de lechuga a sus canarios) y con el horror que hayen lo cotidiano (por ejemplo, el padre ebrio que viola a su

pequeña hija sobre el jergón hediondo). O si no una fo¡mulapara resolver tales problemas literarios, una con Ia que Sle¡ndice que se resuelven.

La verdad sea dicha: esta teo¡ía de Stern que hermana locotidiano y lo horroroso parece cong¡ueote con la lirelaturade nuestro tiempo, a la que corresponde la feisima empresa decrear sus ficcio¡es con la materia prima del ho¡¡or. De unapatte, está el riesgo de caer en Ia insensibilización

-cuandoson millones ios asesinados por las dictaduras y los estadostotalitarios, la literatu¡a que denuncia la persecución, eldespojo, el confinamiento, la tortura y el asesinato masivostiene el prospecro de r¡ansformarse en una fastidiosa canrile-

')1

Page 94: Perspectivas Sobre La Metafora

na- de la otra, el riesgo de caer en lo que podemos llamar'

siguiendo a Stern, Ia transformación del material en lo demo-

níaco. En este segundo caso (el que nos interesa a nosotros y

que venimos rastreando clesde nuestra ProPuesta división de

las metáforas), dice Stern que "existe el riesgo de que las

metáforas, elabo¡adas con vistas a exPresar el terrible' 'inex-

presable mal, se t¡ansftrrmen en t'na intolerable oscuridad

que trascie.tda i.tcomprensiblemente la experiencia mundana

llo qu" Grurr, en Años de Pe¡to sati¡iza en las sentencias

oroar.,lura, de Martín Heidegger" segírn Stern' entonces' lo

horroroso -ct¡anclo

es empleado como materia prima por el

artista- está en riesgo de perderse en lo trivial o en lo

demoníaco. Günther Grass -autor

que ha tomado en sus

manos las más ho¡ro¡osas de las materias de que se tenga

memoria, Ios hechos del Tercer Reich- hábría sorteado esta

disyuntiva de acuerdo a Ster¡ En el supuesto de que fue¡a así

(alio que no es evidente ni con mucho ya que la lectura de

Gr:uss -cuyo.

mé.iros no sólo literarios, son ¡rara mí indiscu-

tibles- no ofrece impresión ninguna de equilibrio, de supe-

ración y elevación sino que reiten sin ¡'arar furia' impoten-

cia, sarcasmo, desesperación y desgarramiento' sin con'ar sus

Iargas y reiteradas caídas justamente en lo que Stern teme: el

siri'boiismo críptico y la trascendencia declamatoria' metafó-

rica y oscura en el meior estilo alemán) ello no remueve

todavía la cuestión de lo cotidiano y el horror- En el supuesto

de que el artista tuviera recetas para habérselas con :l horror

-no tenemos que ir muy lejos en esros tiemPos Par¡ Poner a

disposición del artista las cantidades y especies de horror que

desee- quedaría pendiente todavía l¿ cuestión del horror

mismo. Si el escriror, maestro dcl habla, tiene que idear

estraregias para haberselas con el lrorror' si rsas esrrategias

b,r..un'disnluer'.'neutralizar' el horro¡ mediante expedien-

98

Page 95: Perspectivas Sobre La Metafora

tes como amalgama¡lo con lo cotidiano, si, así y todo, esasestrateSias fallan a visra de todos, ¿qué decir de la relación a loho¡ro¡oso mismo, sin mediaciones esteriza¡tes ni eufemis-mos? De la forma como estamos privados lireralmente dehabla cuando se pone el sol o oos mi¡a la amada, así lo estamostambién ante lo hor¡o¡oso. La experiencia inefable cancela lascategorías habiruales de lo experienciado y nos compele aromper las ¡eglas de l¿ dicción literal. Es como con losci¡cuiros elécrricos: el límire de carga se ha sobrepasado.Vemos al funcionario nazi agirado ante la sola imagen <ieljudío. 'Son...¡son piojos! iEso son!". Un circuiro nuevo,co¡no hecho a la medida, da curso expedito a rodos loscontenidos. Adiós neuralgias y cefalalgias de la incapacidadexpresiva. En adel¿nte el anlisemirismo se rratara comocuestión de higiene.

Este primer piso, o subterráneo, de la división de lasmetáforas no aparece en las discusiones. pero, si Ias metáforasson filtros que permiten organizar ur¡ o¡den de cosas enté¡minos de or¡as, ¿por qué no tomar el ejemplo

-no de

Ricardo que s5 u¡ 16g¡* del comunista visto desde lap€rspectiva del perro sarnoso¿4t Tiene, como hemos visto,una fuerza ilustrativa que ya se quisieran todos los Aquiles ylos Rica¡dos juntos. Porque mientras son escasos los leonesque se retiran resentidos a sus cuevas porque les quitaron unaleona, ¿no son millones los comunisras encer¡ados, rortu¡a_dos, corridos y asesinados como no lo soñara un perro sarnosoni en la peor de sus pesadillas? pe¡o no sólo fuerza ilusrativa,sino también, y en alto grado, persuasiva. porque las meráfo_

{t Este rra¡o del comunista que desde lue6o repudiamos con rodas nuesrrasfuerzas no va, sin embargo, a obnubilarnos sobÍe cómo rrara el comunisra a

99

Page 96: Perspectivas Sobre La Metafora

ras del odio nos Pon'^'^ o': 1:-:1:'il.'iJ;:,Hi::T::v^ bura v enrarecid¿ contemPlaclor

fr:: : '"" ;;;;s .reares u-na mazT^"Tl;"l".,l;lll,'11

f,,rrura. un campo de ( on( en t rac ':r';;¡:ru..o" i. o.i'.*. o.una losa comt¡n, una cámara de ga

;;;;;;"t de carcelerus' de médicos v psicologos conse¡e-

,"r,1. .ul',t* o"tmi( os e:<Pertos eo d::jli;ii::il?iil.samientos no son ntnguna broma'ii.''^""" i. """ -;"li :"i.;^:l'ill; ;Siillll ll llDerro sarnoso o Lrn Pioio en las ma

por el estado totalitario/ -^- en consrderar las meráforas

Hav totlav¡a una ventaJJ mas

." lll,'.*t' t"t*orra del subsuelo Y es sue en esre 1a1111

lL o'"r. "

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t':l-'f ,tiill,i:1, fili :l ill ; :l:

arsumentación El horror obra s

ilil""'''",.'-*'arios El rosr ro Pal,'J::'1i,fi:i:':""?l::IuÉios tlemblan' el cuerPo enrtr

,"i"1,.* "., " a "' "

* ":':'.:: :o'ff : ;":t"T.T"1l'J iT,? -

se van formando las imagcnes ve

?1,ur.'ii l^""-ot^ble' lo indecible 'on incorporados íntegra'

...r.L]"'ttott'ts lam lliarcs Preferibleel at ropello cat ego-

:l;;:';""';';i: l; "*": t:::::"": ?:l:ll"'.'J^'J::::,T ::el propio' ¡ ¡odo orro a:1,:::";"

i.^i,.r.,.naiao.deiar lo horroroso sustdncralrn

2O.Metáfora Y rePresún

Asr. la mct¿for¿ se muestra en ¡ela'ión (on l¡ no(ión de

il',. Ñ;;;i;; -"'u",,' ''."'i l:::: ,:: iffi:i::i::rl:exoresarnos literalmente no se retl

-ar"[ir,,o. religioso o estetrco nr a l¡ ceid¿ en las simas Jel

tu0

Page 97: Perspectivas Sobre La Metafora

horror y el espanto. Podemos estar impedidos, asimismo, por

reglas sociales, culturales, morales, que no podemos trans-

gredir sin desquiciar las bases mismas de la convivencia. En el

intento de dar lugar al impulso de transgredirlas, el lenguaje,

de puro instrumento de descripción y comunicación, se

transforma en un a¡tefacto de las más variadas estrategias y

subterfugios. La alusión, el eufemismo, el equívoco, la iro-nía, la indirecta, la insinuación, la elipsis, la antífrasis, el

retruécano, el énfasis cumplen con frecuencia esra fu¡ción de

transgleso¡es emboscados de las reglas sociales a que el len-

guaje debe responder. Pero no en fronteras peligrosas. En

éstas, la transgresión se divide según la forma del riesgo.

Cua¡do se corren riesgos de represión política o religiosa

surgen Ia fábula, Ia alegoría, la parábola y la sátira.

Cuando se atenta contra los principios de la propia con-

ducta la transgresión se torna remota, simbólica, implícita,involunraria e inconscien¡e. Así explica Fretd el laptit Iin-ptae; y tambiéo, del modo como las culturas primitivasdando indirecta expresión a su modo de percibir las cosas

c¡eaban monstruos en que se amontonaban dispares anhelos,

ansiedades, t€mo¡es y ave¡siones. Así piensa Freud que se

construyen los sueños, cuyos contenidos monst¡uosos e ila-

ciones absurdas son un lenguaje cifrado de forma tan íntimaque ni nosotros mismos sabemos de los discursos que con

ellos nos dirigimos a nosotros mismos. Esta transgresión

paradojal en que ni siquiera Ios transgresores saben que

transS¡eden, se explicaría por el ca¡ácter mismo de la rePre-

sión transgredida, que es el pilar y fundamento no sólo de la

entera sociedad sino de la personalidad misma del trans-

g¡esor.

Esta explicación simbólica del lafixs linguae y el sueño la

extienden los freudianos como es de esperar a toda la esfera del

l0l

Page 98: Perspectivas Sobre La Metafora

afte; y aún más allá. La cultu¡a entera estaría, según Freud,

levantada sobre fundamentos represivos El arte se¡ía como

una manera sustitutiva, simbólica y alucinatoria de transgre-

dir los principios represivos. Y en la neurosis tendríamos una

fo¡ma más dramática de este cometido. Este enfoque de Ia

cultura y la sociedad en términos de represión y transgresión

simbólica de la represión abre un dominio de vigencia nunca

antes concebido a las formas no literales del lenguaje Prácti-

camente todas las esleras del habla se ven invadidas y trastro-

cadas por los nuevos c¡iterios. lncluso, no hay nada que sea,

en rigor, literal. Por encima de todo no es literal lo que

celosamente pretende sedo.

Un ejemplo límite de los extremos alcanzados por el

freudismo en su intento por reducir el habla prácticamente en

todas sus esferas a pura estrategia de traosgresión simbólica y

ocultamiento alegórico tras la fachada de la seriedad y laliteralidad es el que ofrece el ataque de los freudianos r uno de

los campeones del uso propio del lenguaje, quien dcsde los

inicios mismos del freudismo no podía menos que oPonerse a

las ambivalencias con que ral escuela estaba infec¡anclo el

lenguaje. Para Karl Krauss uno de los escrito¡es vieneses

más influyentes de su época y que cuenta entre sus cliscípulos

hombres destacados en esferas tan separadas como la música

(A. Schónberg), la iurisprudencia (H. Kelsen), Ia arquitectu-

¡a (A. Loos) y la filosofía (L. Wittgenstein)- el escritor, el

pensador, el a¡tista deben por encima de todo respetar la

esfera y dimensiooes propias cle los obietos de qu: se ocupan

Un aforismo de KraLrss que ha pasado a simboliza¡ su enrera

actitud frente a la situación cultural de su tiempo hace

juegos, llenos de ironía y sarcasmo antifreudianos, con jarros

y bacines: toclo lo que él se propone, afirma Krauss, es

mostrar la distincióo que existe entre el iarro y el bacín' y que

102

Page 99: Perspectivas Sobre La Metafora

es tal distinción por encima de todo la que ofrece un espacioen que es posible la cultura; en el frente enemigo están los quequitan a Ia cultura su condición más íntima de posibilidad,los qLre (volviendo a la metáfora, aunque con los freudianos nolo es en modo alguno sino la ler¡a misma de sus hechos) enIugar de usar el jarro como jarro y el bacín como bacín, se

dividen entre los que emplean el jarro como bacín y los queemplean el bacín como jarro46.

Pues bien, a este crítico que no sólo apuntaba sobre una delas claves cenrrales de la metodología freudiana sino que se

ofrecía como ejemplo vivo de los procedimientos que abieray exacramenre se le oponían, no ruvieron dificultades losdiscípulos de F¡eud en aplicarle meticulosamente la cirugíade su arte psicoanalítico. Así, el periódico que Krauss atacabasin tregua con acusaciones de filisreísmo y corrupción

-elNeae Freie Presse- se transformó, en un informe que FritzWittels presenró a la Sociedad Psicoanalítica de Yiena en1910 con el objeto de dejar caer la lápida definitiva delfreudismo oficial sob¡e el 'caso K¡auss', en el gran órganosexual del padre de Krauss, y el Fackel (La Axtorcba), lapequeña revista que Krauss editaba, se t¡ansformó en elpequeño órgano sexual del hijo. De manera que el objetivopurista y toda la vida de polemista de K¡auss no e¡a más

-para los miemb¡os de la Sociedad Psicoanalítica de Viena

(entre quienes se contaban para ese entonces F¡eud, Adler, O.Rank y Stekel)- que una realización sustitutiva (neu¡órica,po¡ descontado), simbólica y velada del deseo (prohibido en

a6 A. .¡anik y S Toulmin, V/¡tgenrtein's Vielu.

103

Page 100: Perspectivas Sobre La Metafora

el acto mismo de la creación de la cultura) de asesinar al padre

y quedarse con la madre47.

Otro ejemplo que agita el propio Krauss y que muestra

hasta dónde están dispuestos los psicoanalistas a llevar su obra

de ¡educción del arte a mera estrategia de sustitución que

permite realizar de forma simbólica conductas social y moral-

mente inaceptables es la explicación del "Aprendiz de

Brujo", obra de Goethe, a partir de los suprrestos impulsos

masturbatorios de su auto¡. Dice Krauss que un psicoanalista

le dio una interpretación del "Aprendiz de Brujo" como "una

evidencia indisputable de los impulsos masturbatorios de su

autor". Y agrega que se enfureció "no ranto por el contenido

intelectual de Ia imputación como po¡ su increíble bajeza

mo¡al":"Sentí que aquí se estaba adicionando una nueva locura a la

vieja estupidez de la crítica y la interpretación Iiterarias

tradicionales.. . Se me calmó asegurándome quc tal inter¡rre-

tación psicoanalítica se ¡efiere solamente al inconsciente de

Goethe. .. ¿Goethe locoi' ¡Dios mío! ¡Podríamos aprovechar-

lo! ¡Tal vez la humaniclad querrá arrodillarse y, temiendo por

su propia salud, rogar a Dios por más locura!".

Cualquiera sea Ia fuerza que la defensa de la propiedad en

el empleo del lenguaie pueda tener, parece indiscutible que

una situación de carácter represivo tiene efecros sob¡e la

conducta lingüística incompatibles con la noción de propie-

dad en la expresión. Krauss, entonces, tenía qt e relacionar

las dos cosas; pero, por todo ltt que sabemos, se cuidaba más

a7 Sobre Krauss y los freudianos. ver Thornas S¡¿sz' Katl Krat¡¡ and the

Soal Do¡or¡.

104

Page 101: Perspectivas Sobre La Metafora

bien de apartarlas. ¿Y cuáles serían las condiciones pararesponder a las exigencias de Krauss y expresa¡oos con pro-piedad

-llamar " jarr6tt" al jarrón y "bacín" al bacín? Este

autor tenía que conocer más que nadie la natu¡aleza ideal eidealizanre de sus exigencias. ¿Qué pasaba, por ejemplo, conél mismo que *no exageremos diciendo que se expresaba élcon propiedad- denunciaba sin vacilación a los que mezcla-ban las cosas

-pot ejemplo la mescolanza de información y

opinión que vendían al público los edito¡es de Neu Frej¿Prerre y que era uno de los principales blancos de Krauss? Susbiógrafos y simpatizantes (sólo ahora, casi medio siglo des-pués de su muerte comienzan a hacerse oír) reconocen que susdenuncias le valieron la aplicación del silencio oficial. Y porlo que leemos, pa¡ece que su condición e¡a doblementeelocuente. Porque, de una parte, tenía el respeto y la admi¡a-ción de los hombres más connotados de la Viena de sus años; ypor otra, era altamente acreedor al silencio oficial que se leaplicaba sin que oadie chisrara. Combinación más que signi,ficativa y nada de escasa. Pero lo que importa señalar aquí es

cómo las exigencias de propiedad en la exp¡esión por parre deKrauss, ponían en juego fuerzas que actuando mosrraban elsinsentido de esas exigencias. Como da¡ coces contra elaguijón. ¿Qué más obvio que la necesidad de nombrar "jarro"al jarro y "bacín'' al bacín? Pero, también, ¿qué más obvioque, tan pronro el jarro y el bacín eorran en'el contexto de lasrelaciones de poder', hay que andarse con cuidado con lasemántica? Hay un pasaje en un discurso de Czeslaw Miloszque (lo elegimos entre ranros otros sólo porque es más fresco)

Podemos citar aquí y que se refiere a "un descubrimientorelativamenre recienre: que quienquiera empuña el poder estambién capaz de conrrolar el lenguaje y no sólo mediante laprohibición de la censura sino también cambiando el signifi-

105

Page 102: Perspectivas Sobre La Metafora

cado de las palabrus"l8. Un desc'rbrimiento relativamente

recie.rte. Acuso, contemporáneo con la i¡vención del len-

guaje. Estamos llenos cle palabras que un buen día se pusieron

i signifi.u, g.u.ius a los mecanismos del poder de que habla

lrtil"os. loreiemplo, palabras conlo "virtud"' "alma"' "espíri-

tu", "caridad" y muchas cle la misma especie que Para clertas

posturas nombran el Ahsr-'luto sin mcdir' ion' sc pusieron' en

verdad, a significar un buen día; y no Por Pura Sracra y

epifania del Ser. Ni eran tampoco extensiones metafóricas de

aru, que ,a la, oc,trren a los poeras y que -haciendo

nosotros'

lo, ,ara, ao-rl.tar, una comúo sinécdoque- conside¡amos

que son las únicas extensiones metafóricas que hay' que seria

ridículo imaginar a un tirano haciendo extcnsiones metafóri-

cas. Pe¡o la v-erdad es que de pronto el alma se hizo sustancial'

eterna y obieto de disputa a muerte entre el bien y el mal; de

pronr; el espíritu se transformó en una especie de so-

plo-cenlficudl caído de las alturas; de pronto la caridad se

hizo..,niversal y obligatoria; y la virtud deió de ser la mera y

concreta exceleocia viril para trasladarse entera' pero sln

hueso, a las esf-eras inaccesibles, literalmente inaccesibles del

hombre nuevo, el hombre de las castas de Pablo (que antes era I

Saulo pero que podía también sin mucho cosmético transfor-

marse;n Pa;lo; ir así de Jerusalem a Roma en el mismo lapso

en que, yendo a Damasco, iba de Roma a Jerusalem) Así las

.or"., .á.t Ia semántica, las metáfo¡as y el poder' Pero más

aun: porque et poder puede hacer que un lerm¡no que no

signiáco .,adu lá signifique todo; y tambié¡ a la in rersa Y

m"ás todavía puede el Poder' Permitir, por eiemplo' que

medio siglo.lesp.tés la misma espe'cie de poderes que hundió

as The Nob¿l L¿cutrr' 19¿10, The Ncw York Ilevicw of Dooks' March J'

rrSl

l Olr

Page 103: Perspectivas Sobre La Metafora

a un sujeto lo exhume. Y más rodavía: permitir (en esta era deglobalización del poder y nulificación del individuo) que digasus discu¡sos sobre el poder y la semántica uno de sus súbditosindividualistas, porque como ésre mismo se encarga de decir(así son las paradojas de la globalización) "nuestro planetaque, con su proliferación fantástica de nar mulia, se hacecada vez más pequeño, es testigo de un proceso que escapa a ladefinición, caracte¡izado por el rechazo de recordar". ¿euéimporta enronces recorda¡ a Krauss? No daña más y mañanava a estar orra vez olvidado.

De mane¡a, entonces, que el poder tiene que ver connuestras posibilidades de expresión. Sólo que no de la formaabsoluta que frecuenremente se supone, es decir, imponiendola rergivrrsacion o cl silencio sin restricciones a una masamaleable al infioiro. El sujeto reprimido despliega mil recur-sos para eludir su condición, entre los que se cue¡tan tambiéntodos los artilugios del habla oblicua, vacía, disf¡azada,deformada, t¡ansferida. Tales recursos

-puede concebirse-

suben en surileza en proporcióo del riesgo, desde los ext¡e-mos actualmente casi inocuos de las fábulas a lo Esopo (que noestamos en condiciones de juzgar en qué extremos de peligrocolocaban en tiempos de su 'primera edición') hasta las oscu-ras y entrañables a¡rimañas simbólicas que han descubiertoFreud y sus seguidores.

21. Krauss ur¡u Fre d

Volviendo sob¡e Krauss y sus exigencias acerca del jarro y elbacín, podemos enfrenta¡ dos texros: el suyo y el de Aristóte-les, "Da¡ a la cosa el nombre que perrenece a otra", es laesencia del habla metafórica para Aristóreles. El rexto deK¡auss dice así:

107

Page 104: Perspectivas Sobre La Metafora

"Adolf Loos y yo -él

literalmente y yo gramaticalmen-

te- no hemos hecho más que mostrar <1ue existe una diferen-

cia entre uo jarro y un bacín, y c¡ue es tal distinción la qLre por

encima de todo surninistra un espacio en que es posible la

cultura. Los otros, los que no logran hacer esta distinción' se

dividen entrc los que usan el jarro como bacín y los que usan

el bacín como iarro"49.

La cuestión, entonces' de Ia eventual desavenencia de los

textos de Aristóreles y Krauss en lo que respecta al empleo

merafórico del lenguaie, parecc de soluciírn fácil No se trata

de nombrar una cosa con el nombre de ot¡a ---dar al bacin cl

nombre cle " larro", o al iarro el de "hacín"- sino de emplear

una en lu¡¡ar de la otra -hacer'cosas'

en el jarro que deben

hace¡se en el bacín, o hace¡ con el bacín cosas que deben

hacerse con el jarro. De modo que no hay aquí causa ninguna

en cont¡a de Ia metáfora. ¡Qué dificultad -usando

la imaSi-

ne¡ía de Black o Ia terminología de Burke- podría haber en

mirar el bacín desde la perspectiva del jarro o en'filr¡a¡'eljarro mediante el bacín? Ninguna, mientras a la sustitución

metafórica.le los nombres oo suceda Ia sustitución literal de

las cosas nombradas. En este sentido' Krauss es¡aría (como lo

demuest¡an sus escritos) exento de la manía de la literalidad

L¡ diferenci¿ nu es r on Arisroteles sino cun otros y se muesrra

en que mientras él hacía empleo explícito y público.de sus

mer;foras, otros se cuidaban mucho, ocultándolas baio la

apa¡iencia de expresiones literales La diferenciá, apunta

Szasz es la entre el buen retórico y el mal retóric r' Contras-

" El re'..o "s

cicndo Por bntSraf¡s y comentaristas y siemP'c como un

pensamicnto fundamental, que sio duda lo es, cualquiera sea nuestm

10f.t

Page 105: Perspectivas Sobre La Metafora

rr¡

rando enrre el empleo que Krauss y Freud hacen de la

metáfora, dice este autor:"...cada uno, Freud y Krauss, se propuso producir un

impacto en el lenguaje: uno, ocultando sus metáforas como(si fueran) descubrimientos cientificos y tratamientos médi-cos; el orro, revelando sus metáforas como polémica y poesía,

ingenio y juego de palabras. Así, cada uno es un tipo diferen-te de retórico, diferencia que se muestra, primero, en el modo

en que cada uno usa el lenguaje y, segundo, en el objetivo que

cada uno persigue en su inflexible contienda teórica"to.

Pero, ¿es la cuestión retó¡ica la que importa aquí en

primer lugar, en el sentido de que Krauss es el noble retórico

que deja explícita su artillería metafórica, empleada con el

loable propósito de esclarecer, en tanto que Freud la enmasca-

ra de cientificidad y la aplica con el objeto innoble de oscure-

cer y confundir? Porque trasladándonos a un plano más

amplio y menos personal, los términos del planteo de Szasz

parecen invertirse. Supongamos que Freud y los de su círculotuvieran esta inclinación solapada de emplear el bacin en

Iugar del jarro y la i¡clinación, también, de inducir subrepti-ciamente en oros dicha inclinació¡. Supongamos, asimis-

mo, que Krauss se propusiera por eocima de rodo y eo toda

oportunidad, fue¡a ésta privada o pública, separar -paraconserva¡ la imagen que él mismo emplea- las funciones

propias del bacín de las funciones propias del jarro. ¿Quéocurre con ambas posiciones si vamos desde este punto de

vista personal y doméstico al más amplio de la sociedad y lacultura? Porque es en este plano donde se decide. Freud, en

este plano, no está obrando para indLrcir confusiones. Al

10 Karl Knw and ¡h? SnLl.Dotta,\, p. \¿.

109

Page 106: Perspectivas Sobre La Metafora

menos así parece a un observador imparcial y al que trata de

conducir a algún resultado concreto las observaciones de

Freud. No se trata de confundir sino de analizar hechos de la

psicología individual que son de antemano confusos. No es

Freud -siquiera

en es¡e contexto de puro observador y

analista- quien está emPleando el iarro en lugar del bacín

Ni ertá ramporo FrerrJ inJrrci.ndo ¿ los otros a que conlun-

dan el empleo de ambos utensilios. La situación parece más

que obvia: son los otros los que confunden el uso de las cosas;

en ranto que lo que hace Freud es tratar de desen¡edar los

elementos que hay en esta confusión. O mi¡ando sobre lo

mismo desde el otro extremo, el de Krauss: no son los otros

los que están fi¡mes en sus distinciones mient¡as K¡auss se

desempeña como el Cerbero que no permite que entre Ia

confusión; sino que aparece este Polemista, por el contrario,

como uno que se debate donde la confusión impera Krauss es

como si dijera: "Ustedes no deben confundir los empleos

propios de las cosas". Freud es como si dijera: "Ustedes

confunden los empleos propios de las cosas". De modoque no

hay ningírn conflicto entre ambos "rctóricos", como Parece

suponer Szasz. Conflicto podría haber allí donde Krauss,

descendiendo de su tri[¡una admonitoria, viniera al plano en

que debe decidirse si en tal o cual caso hay confusión o no; si,

por ejemplo, un poeta está, y en qué medida está, haciendo

uso del lenguaje y sus posibilidades de expresión y comunica-

ción como se usa el bacín o como se usa el jarro. Por ejemplo

(porque no todo ha de ser fijación anal), ¿qué direr'tos de un

poeta que está empleando las eu[onías, asonancias, asociacio-

nes y figuras del habla para convencernos de la existencia o no

existencia de Dios, de la Dictadura del Proletariado, del

Dete¡minismo Histó¡ico, la Libre Comperencia, la Coexis-

tencia Pacífica, el Equilibrio Ecológico, la Intangibilidad de

110

Page 107: Perspectivas Sobre La Metafora

la Cultura, el Folklore, el Arte Popular, los Mass Media, elProgreso, la Ciencia, la Democracia, etc. ? ¿A dónde tendríaque co¡rer á guarecerse K¡auss si tratara de obrar sus exigen-cias no desde lo alto del pontificado sino en el terreno dondelas ideas se realizan2 Por lo visto, sin embargo, parece que notendría que correr mucho; parece que el pasado, la tradición,abundan en este tipo de excelencia y que hay lugares segurosciento por ciento. U¡o piensa en Esquilo y Sófocles, enPlatón y Agustín, Dante y Erasmo, Shakespeare y Goerhe...Pero, ¿es verdad que estos ejemplos de excelencia lite¡a¡iaestán exenros de infinitas y eno¡mes caídas en lo impropio?¿No hay que decir de ellos también, como de cse periodismoque mezcla los hechos con sus resonancias en el periodistamismo y que tanto indignaba a Krauss, que hacían unhermoso e inr¡incado todo con las descripciones de los hechosy sus valoraciones de los mismos? Cuando, por ejemplo, se

nos habla, en un senaido u orro, de la esclavitud, de laautoridad de los reyes, de las Escrituras y revelaciones, de lascostumbres de los pueblos, de las facult¿des o inclinacionesdel alma, de las leyes y el derecho, de los imperativos mora-les, de las masas, de las cl¿ses inferiores, del orden, lajerarquía, la iotefiracióo social, etc., ¿no renemos uoa y milveces esa percepción, que a Ia vez nos aierra y nos deprime, deuna armonía milagrosa entre lo que el autor describe y lo queproclama? ¡Ilemos encontrado alguna vez un auto¡ que notraiga su huevo listo y no venga confiadamente en busca de lagallina que lo va a poner?

Esta es, por desconrado, sólo una entre las dimensiones dela impropiedacl en la expresión, la bastardía lite¡aria. Basta-rí¿. claro est.i. (laJ.r su cxLension e r mportJn( i.r, pira retroce-der y reexaminar el concepto de propiedad de la expresión.Pero hay otros niveles. Freud y los freudianos tienen más que

111

Page 108: Perspectivas Sobre La Metafora

conrarnos. Tienen que contarnos de autores que se mastutb¿n

escribiendo o eiecutan (simbólicamente) una serie de otras

depnvaciones ¡rintantlo, lilmando, esculpiendo. Y la verd¿d

es que no son algunos los arrtores que sublirtan, y así enmas-

caÍan, sLrs hondas y asociirles motivaciofles. Irreucl y los freu-

dianos redrrcen el arte toclo -y mucho mís que el arte, en

verclacl- a un producro de tendencias social, rloral y fami-

liarmente incleseables que buscan una especie de satislacción

corr-r¡rrometida, enmascarada, que la socieclacl y sus institu-ciones toleran y hasra enaltecentr. Sienclo esto asi, ¡qué

diremos del emplco crocado clel bacín y el iarro? Pareciera que

todo sc troclra- Krauss ncis clice que atenerse en la acciítn a kl

que las cosas propiamente son, respetat su oaruraleza y evirar

su fálsificación son r.¡na condición esencial de l¿ cultura.

F'reud, por su parte, pretende descubrir en l¿ ¡aiz misma de la

cultura, el qtid pro t1tto, el compromiso, la ambigüedad, la

ambivalencia y toda una serie de princi¡rios de esta especie

Así, tendríamos que aceptar clos nocio¡res cle cultu¡a: una

dcseabie y otrl reirl, para dccirlo e¡ dos ¡ralabras. Y ltabria

mucho más que uo?r ncra disri¡cirjn cntre cllas, ¡>or<1ue

mientras una toma Por principio escncial hacet y tlantener

una sepalación por ejemplo, entre ornamento y función,

en arcluitecrura, entre ser y valor, en filosofia, entre realidad y

rerórica, en política, entre idolatría y adoración, en reli-gión la ot¡a toma por base la conquista de la disrinciónmediante el enmasca¡amiento, el disimulo, la confusión. En

el primer caso, el principio de vertebración obra :omo deber

explícito; en el scgundo, como deseo im¡rlícito No se trata,

t' Sit¡uiera, esta cra la explicación del arrt.luc tcnír Knuss a la vista y la

mas consistente de las dos que se dan popularmentc como cxPlicaciones

freudianas dcl arte.

I l2

Page 109: Perspectivas Sobre La Metafora

ar"

po¡ ejemplo en este segundo caso, de Dios in proptia panna,sino <ie Ia imagen del padre proyectada para prolongar hacia

la vida adulta las fo¡mas infantiles de la seguridaci. Ni se

trata, en el caso del político, de un puro funcionario de laadministración del Estado y el bienestar del pueblo, sino de

ansia de poder con vistas a crearse las condiciones del padreabsoluto y la sa¡isfacción unive¡sal.

De modo, entences, que en esta oposición entre Krauss yFreud el tema de la metáfora queda como enfrentado a las

interpretaciones de metáfora eo senrido estricto y metáfota en

sentido amplio. Desde el punto de vista del freudismo la

metáfora se proyectaría prácticamente al ámbito e¡tero de lacultura. Por todas pa¡tes, las respuestas cultu¡ales <lel hom-bre a las demandas de Ia sociedad y Ia naturaleza, incompati-bles con la satisfacción de sus deseos, tendrían que interpre-tarse, fundamenralmente, como estrategias de la libido con

vistas a eludir las barreras, saltarlas, o imaginarlas inexisten-tes y, correlativamente, satisfacerse real o imaginariamente.En uno y otro caso el deseo aceptaria sustituir su objeto,satisfacerse en un elemenro distinto del propio. El deseo en el

nivel de la cultura sería, por antonomasia, enti-Krauss: em-plearía unas cosas en lugar de otras. Pero no meramente unas

en lugar de ot¡as, metafo¡izando así de mane¡¿ inofensiva y

puramente estetizante. El deseo --- <l deseo que la censura y la

represión han empujado más allá de la concie¡cia- haríametáforas con lo opuesto, ¡evelándose así como el más audaz

de los a¡tífices. Para satisfacer el impulso de exhibi¡ lae¡ecció¡ -el deseo en su realidad última y plena de deseo

levanta¡ía una estatua lálica en una plaza pública; pa¡a satisfa-cer sus impulsos pueriles masturbatorios recurriría al apten-diz de brujo; al aprendiz de cura o a la lámpara de Aladino. La

imagen de K¡auss con jarros y bacines sería asi, ni más ni

1ll

Page 110: Perspectivas Sobre La Metafora

menos, una figura del todo aiustada: cuando alguien está

usando un jarro, averiguar si es bacín; cuando alguien está

usando un bacín, averiguar si es jarro Nunca falla.

22. M*áfora y bisociación

Vimos que Burke y Black conciben la metáfora de forma en

general similar. Lo que el primero dice con la noción de

perspectiva lo expresa el otro (más o menos en el mismo

sentido) con la imagen del filtro. Vimos, también, que para

Davidson Ia metáfon no es una proposición (algo que sea

significativo y, así, verdadero o falso) sino un simulac¡o de

proposición que se emplea para llamar la ate¡ción sobre un

significado, un hecho o una verdad. También, para los que

defienden la teoría semántica de la metáfora, como vimos, la

metáfora implica una "in¡ovación semántica" (la expresión es

de Ricoeur), un nuevo si¡¡nificado o una nueva verdad que

sólo a ella corresponde expresar y que resulta de otrt manera

intraducible. Todas estas nociones sobre la metáfbra puecien

desglosarse de la noción de bisociación, acuñacla por Koestler

con vistas a explicar el fenómeno de la creación artistica,

científica y tecnológicat2.Koestle¡ introduce el término "bisociación" para nombrar

la inte¡sección de dos planos asociativos o universos de dis-

curso que ordinariamente se consideran como universos sepa-

rados y hasta incompatibles. De Pronto, alguien hace conver-

ger ambos planos, produciendo un resultado in':sperado. Es,

pues, algo que supone cambiar la perspect iva .r recr¡rt ir 'r uo

'2 El término empleado por Koes¡ler ver The A af Cftatio"

114

Page 111: Perspectivas Sobre La Metafora

filtro hasta aquí no empleado. Ambos planos asociativos e¡anhasta aquí mundos separados; de acuerdo a los principiosformales que obraban en uno de ellos sólo atendíamos a loshechos que se producían en ese mismo plano. De pronto,alguien ofrece otro plano asociativo como perspectiva o filtroaplicado al primero. Tal convergencia, hasra aquí inédira y enprimera instancia paradojal, produce un cambio igualmenteinédito en nuesrra percepción de los hechos. Dicho rodavía deotra mane¡a: la lógica habitual de acuerdo a la cual conside¡á-bamos los hechos dentro de una esfe¡a es como invadida.peoetrada o poseída por la lógica de otra esfera. De estaforma, los hechos salen del marco en que ordinariamente lospercibimos y se pone n a obedece¡

-o por lo menos a respon-

der- a una nueva Iógica produciendo resultados nuevos ysorprendentes. Un ejemplo que puede servirnos aquí es elreferido más atrás sob¡e la doct¡ina freudiana de los sueños.Hasta antes de Freud (digámoslo así para simplificarts) elplano asociarivo de los deseos y el plano asociativo de lossueños oo parecían avenirse. Desea¡ cosas imposibles era unsueño. I-a interpretación de los sueños ofrecida por Freud,como sarisfacción alucinatoria y simbólica de deseos reprimi-dos, suministra un ejemplo de bisociación: los conrenidos delos sueños, considerados ordinariamente como caprichos de laimaginación, vagabundeos de la fantasía, vacaciones de laasociación de ideas, etc., son puestos bajo la perspectiva delos deseos reprimidos, los deseos que en la vida de vigilia nopodemos satisfacer.

La noción de bisociación, sin embar¡¡o, parece más adecua-

51 Lict'rcnberg, por ejemplo, ha dicho much¿s cosas profundas sobre elsueño: si la gente quisiera relarar sinceramen¡e sus sueños, sabríamos másde ella ¡tr éstos que por sr¡ rosrro". (áf¡¡lzrar).

1lt

Page 112: Perspectivas Sobre La Metafora

da que las cle perspectiva y filtro La noción de persPectiva

sugiere que la cosa cae bajo el ángulo de ot¡a cosa La relación

.riJr," c,rmo desde fuera de Ia cosa Así también el filtro

impone a la cosa una rel¿ción extrínseca, por mucho que

Black insista en la doble y dinámica ¡elación de interacción

La iclea de Koestlcr nos Propone uni Penetración más honda

del fenómeno. Una imagen sería (la emplea el mismo Koes-

tler) ta de dos medios que oscilan con diferenles frecuenti:rs

Allí donde ambos medios se intersecan las p¿rtículas comien-

zan a vil¡rar animadas' ahora, por la combinación de las

oscilaciones de ambos medios. De este motlo, no se trata de

pura perspectiva ni de puro filtro. Si aplicamos a la metáfora

esta noción de bisociación la condicióo de interacción parece

asegurada. Dice Koestler refiriéndose a la bisociación que:1

. .. es la petcepción fu una situación a idza ' I'' en dot marcas de

,efrrerrio, M, y -M.'

Et ,.'t"'o L, en que los dos marcos de

.efere.rcia se intersecan, vibra simultáneamcnte en dos longi-

rucles de onda cliferentes' por decirlo así Mientras esta situa-

ción insótita perdura, L no está meramente vinculado con un

aonaa*to uroci^tiuu, sino bisociado con dos"54'

En el caso de la metáfora, la noción de bisociación así

definida permite dar cuenta -además

de Ias otras de perspec-

tiva (Burke), filtro (Black), innovación semántica (Ricoeur)'

apliLccron pragmática (Davidsonr- de Ia más o menos uni-

u...ul-"n,. .ecorrocidu capacidad de la metáfora de decir

algo que ninguna paráfrasis literal podía traducir' En efecto'

el co.tc.pto de bisociación se aviene con el rle perspectiva

(cada plano pone al otro en perspectiva): se av;ene' asimismo'

con el de filtro (ambos planos, M¡ y M2' se filtran mutua-

mente); incluye también la innovación semántica (abre toda

ta Art ol Cftation, ?. 15.

116

Page 113: Perspectivas Sobre La Metafora

una nueva dimensión de significación); finalmente, com-prende ese factor que Davidson comenta con la frase "puñeta-zo en la cabeza" (que se da en la línea de intersección de los

planos M1 y M2 el momeoto del ¡eureka!, el asombro, laperplelidad, la exaltación, la carcajada, etc.). Pero, rambién,como decimos, da cuenta de esa int¡aducible captación que

logra la metáfora. Porque, de acuerdo a la ooción de bisocia-c¡on cr¡ando dos planos asociarivos se in¡ersecan. esramos

requeridos ---debido a la esencia misma de nuesr¡a 'educación

occidental' como nunca debié¡amos ni pudiéramos estarlo--{s decir, estamos requeridos de pensar la cont¡adicción lzpropid pefilia. No se t¡ata ya

-como en las doct¡inas de

Burke y Black- de capta¡ una cosa meramente en términosde otra sino de 'vib¡a¡' simultáneamente en dos conrextosasr¡ciativos diferentes. Esta condición es la que daría a lametáfora su status paradojal, sinsentido y absurdo.

Con la noción koesrle¡iana de bisociación somos pues

llevados a considerar este aspecto de la metáfora: el p¡oyecto

de pensar Io contradictorio. La estrategia seguida ai respecto

consistente en prolongar dos planos asociativos hasta sr-¡ inter-sección o desviarlos hasta lograr su converÉiencia. Con el

ejemplo de Koestle¡: Sancho Panza es Sa¡cho Panza; don

Quijote es Don Quijore. Cada uno en su "plano asociativo"parece previsible y hasta inocuo. La receta del humo¡ incom-parable de Cervantes consiste en el principio y manera de

oscila¡ la nar¡ació¡ entre los contextos asociativos divergentesde un loco soñador y un gordo buenazo y carnal.

El mismo Koestler se encarga de aproximar bisociacirjn,metdlora y analogre refiriendose x proposrro Jr la ,;perl-ción bisociativa en las esferas del arte y la ciencia- a "la

est¡echa relación entre el hombre de ciencia que ve unaanalogia donde nadie la vio antes y el descub¡imiento del

iL-

t17

Page 114: Perspectivas Sobre La Metafora

poeta de una metáfora o un símil oriSinales" Y dice también

de las metáforas que "ent¡e las más simples existen referencias

de un sentido a otro: un color 'cálido', una voz 'dulce', una luz

'incisiva'; los labios 'ciegos' de Swinburne, las manos'ciegas'

de Blake. Tales combinaciones de matrices sensoriales dife-

rentes suminist¡an una riqueza nueva o multidimensionali-

dad a la experiencia de modo que, otra vez con Swinburne, 'la

luz es oída como música, l¿ música vista como luz'J5-

La noción koestle¡iatra de bisociación se avienc t¿mbién

con la noción de "impertinencia semántica" que Ricoeur

-siguiendo aJ. Cohen- int¡oduce en la cliscusión sobre la

semántica de la metáfora. En la intersección de dos planos

asociativos la impertinencia semántica pasa de imPertinencia

a regla. La'línea'de inrersección de los dos planos es el'h:gargeométrico' de todas las'impertinencias posibles. De modo

que en esta noción de intersección quedao comprendidas toda

una serie rr¿tlicional de otras no, iones ¡so. i¡J¿s a la meráfor¿

como las aristotélicas de comPosición por adición y sus!rac-

ció¡, las de paralelo, alegoría, fábula y parábola

También, la noción de "innovación semántica" encuetrtra

respuesta apropiada en la ¡oción -como

se ve, bastante

general- koestleriana de bisociación. Sin convergencia de

planos no hay innovación concebible, sino que todo ocurre de

acuerdo a la común y bien establecida [ógica de cada plaoo

asocia¡ivo. Todo lo que, dentro de un plano, aparezca como

un nuevo predicado, una nueva proPosición, uo nuevo cono-

cimiento, no tendrá más que el carácter de urta 'prolongación'

en el respectivo plano. Es la bisociación, ,a intersección de

dos planos hasta aquí paralelos o divergentes -pot eiemplo,

la intersección del plano de la evolución de las es¡xcies,

tt The Act ¿f crc¿t;a,1, p? )2o-l

118

Page 115: Perspectivas Sobre La Metafora

pl '')

¡econocida ya por la Historia Natu¡al, y el plano de Iaregulación de la población, descrito asimismo por la Demo_grafia, <¡ue condujo a Darwin a intuir el mecanismo de laselección natural- lo que produce una muracióo semántica,un cambio hasta aquí inédiro en la significación de las pala-b¡as.

23 . Il isociación y czncepción pragmáticade la metáfora

¿Cómo conciliar Ia concepción de 1a metáfb¡a en ré¡mi-nos de bisociación y lo que Davidson dice

-y que se aviene

con las más comunes tradiciones sob¡e el habla metafó¡ica-sobre la me ráfora como empleo pragmárico y no semántico (osólo auxiliarmente semántico) de las palabrasl Virnos quepara este autor la metáfora no obra su efecco signiñcando, que"suponer que (la metáfora) sólo puede se¡ efectiva r¡ansmi,tiendo nn mensaje codificado es como pensar qLre una bromao un sueño formulan un juicio que un intérprete dotadopuede restablecer en prosa llana" y que "la broma, el sueño ola metáfora, a la manera de un golpe en Ia cabeza o un cuadro,pueden hacernos irpreciar algún hecho, pero no representandoo expresando el hecho". En el caso de la noción koesrlerianade bisociación, esra idea que Davidson expresa con la imagende un golpe en la cabeza se incluye, como dijimos, en elfenómeno mismo de la inre¡sección de los dos planos asociati-vos que para Koestler produce catarsis en el caso del arte.explosión en el caso del chiste, y una combinación de ambasen el caso de la inruición del científico. En las tres categoríasque Koesrler considera

-el cómico, el cienrífico y el arris-

ta - la interse,cion de los phnos aso(r¡tivos riene. pues.

119

Page 116: Perspectivas Sobre La Metafora

igual que cn l)avidson, el se¡ticlo de u¡ra súbira s¿rcudicla o

descarga quc, por más que cambie nuestra percepción cle las

coslrs. trasciende cie la neut¡¿ forlnulación de un juicio La

súbita convergenci¿ bist¡ciadora de cios planos asociativos es

taml¡ién como "ern golpe en le c¿beza": nos tesití¡a como Por

compulsión. Y también cono en Davitlson, en Koesr)er no

podemos.letallar, ni riene scntido cletallar, lo uue vemos en

el mornento clel shock.

Pero lo que mejor aproxima ln t¡etálom cn Daviclson a l¡noción de bisociación es la fbrma misr¡a cle la intersccción de

dos planos asociativ¡rs t1rre, cie acuer.lo a la clefinicitin que

Kocstlcr ofiece, son co¡tsistenrcs en sí mismos, pero, entre sí,

"o¡dinaria¡¡ente incompatibles"; por lo crral, siguienclo coo

los términos del mismo Koestler, la percepción de un aconte-

cimiento L, cn l¡ inter'¡,, ion, su¡one la ¡erce¡ciun de .tlgL-r

que "vibra simultáneamente en dos longitudes cle onda dife-

rentes". Peroesto, en términos llanos, significaquea lo largo

de la línea de intersección de los dos planos asociativos la

percepción se encuentra en una peculiar sitLración: l¡ del

perro que quiere seguir ir clos anros; con la diferencia que allí

donde el perro se detiene, perpleio, la percepción de algún

modo se las arregla para respondcr a los dos impulsos al

mismo tiempo. Por esta condición esencial de la bisociación,

hemos indicado más atrás que la metáfora (que es bisociaclora)

nos pone en el t¡ance absurdo de pensar lo cont¡ac{ictorio.

¿Cómo puede lograrlo si no es prescindiendo de ¡oda instan-

cia discu¡siva o lógica y dándonos, conro dice Davidson, un

golpe en la cabeza?

Así, vemos que la noción koestlcri¿rnl cle bisociación,

aplicada a la metáforr, resulta más explicatoria qrre ll de

Davidson. Si no ¡rodemos traducir liter¿lmente lo que lrmetáfora clice, si lo quc la mctáfora dice tie¡re la peculiariclacl

t2t)

Page 117: Perspectivas Sobre La Metafora

de es¡ar como indisolublemente ligado a la expresión metafó

rica, es porque sin la concu¡¡encia simul¡á¡ea de ios dos

planos asociacivos oo hay nretáfora. Metáfora sólo hay en la

intersección electiva de los dos planos. Po¡ eso, t¡mbién,resulra imposible identificar Io que la metáfora dice con un

significado o una verdad: porque la metáfora se ha situado e¡la inte¡sección cle ambos planos para decir lo que dice; es

decir, ha recurrido a la paradoja de habla¡ con con¡¡adiccio-

nes, recurrir al siosentido y al absurdo para comunicar su

mensaje.

Taml¡ién, la bisociación puede explicar que tantiu veces la

metáfora no nos diga nada. Porque en tales casos, se trataríade una muest¡a de incapacidad o resistencia a abaodooar las

formas habiruales de percepción. Después de rodo, no es

quien lea o quien escuche quien ve, originalmente, una cosa

en términos de orra, sino el que ha creado la metáfora.Proponernos una metáfora original es invitarnos a romper el

orden de las cosas, algo que no todos, ni siquiera muchos,están dispuesros a cumplir o en condiciones de hacerlo.

Romper el orden de las cosas y hacerlo sustituyéndolas por

algo que sc of¡ece como una paradoja o un sinsentido tieneasomos de actividad siniestr¡. Así aparece, por ejemplo, lo

demoniaco en pintores como Bosch y Breughel: como la¡educción de lo real a puro mecanismo que se puede trastrocarsin rest¡icciones. La metáfora incluye también y, al parecer,

en su esencia misma, esta licencia que burla la unidad ysustantividad de lo real. Y así también aparece cuando se la

conci[r en términos de bisociación. Y la noción entera de

bisociación aparece también así, especialmente en los domi-nios primero y tercero de la división de Koestler: lo cómico ylo a¡tistico. Ta¡to en un dominio como en ot¡o la licenciabisociadora no encuentra límites, y si¡ mucha demo¡a esta-

121

Page 118: Perspectivas Sobre La Metafora

r¡os en un puoto e¡ quc todo se ha clcsatado y to.lo p¿reccpermirido.

Surge aqui esta noción cle lo c¡ue sc dcsar¿, Io que se poncfuera de juego, lo que piercle el quicio dentro del que ordina-¡i¿mente se encu¿dra. Desde esta pcrspccriva ia bisociaciírnadquiere colorcs amenazdntes. ¿Qué, por ejemplo, impiclcl¡isocia¡ la'intcrrogación

-a la que eventualmenrc pueclc

sometersc a csc entre trágico y lúcido Rulrashov crcado por clmismo Kr¡cstler>('- con e) plano asociativo dc la carniccría?Como dicc un pcrsonaje (desde lucgo, lo han dicho muchosotros y no cs más verdadero porquc lo digan ni nenos port¡ucno lo cliga nadie) de una novela de V.S. Nai¡raul, rorlo vicne a

parar en el primer ¿¡olpc en los tcstícnlos. Como si un hechcr

implicara por sí solo ver un plano en rérminos de orro l¿'interrogación' en términos dc carniccri¿ y con el se ro¡¡-piera la repulsir a inte¡secaalos, se crLrz¿¡a un límirc impucsto:r la imaginación por cl hábito, la lb¡m¡ci¡in, la crrltura;iímite que garantiza un fundamcnco y <¡ue ula vcz reclucido a

pura concención y relatividacl ¡os co¡r.lucc al cinismo, el

n ih ilrsmo v cl Lrús. L\ segur¿rnenrc cn un ( uo tert{ ' r'um,, esrr

<¡ue se valornn cxigencias cc¡mo las cle K. Krauss y gue herloscomcnt¿do rnás irt¡ás, cje ernplear el jarro como jarro y el

bacin como bacín. Porque parccc incuesrionable que hay rodoun hcmisferio de procligios en la metáfora --y csra vez en l¿bisociación quc no aparecen cuando se juega sólo el primcracto <lc las crcacioncs dcl ¿r¡tist.r, los c¡rcantos dcl crir¡ico c¡ las

maraviilas del científico. Ver al juclío o ¿l comL¡nisra en

tér¡ninos de higicne siguc siendo un enormc cjcmplo cle lcr

quc queremos <lccir.

\t'Oúnúk!¿¿ ¿l ¡l¿Jlotlid, cs cl rítolo cn csp¿ñol .le esta noleli

t))

Page 119: Perspectivas Sobre La Metafora

24. Barfield.El argtmento contra la literalidad ori$nal

Una cuestión implícita en el enfoque de Burke que mencio,namos más atrás sob¡e la forma como se originan las palabrasque ticnen significado 'inrnaterial' o 'espiritual' es tratada enur hcrmoso aunque cuestionable argumento de Owen Bar-fielcl sob¡e el significado de la palabra 'lite¡al't7. La doctrinaque examina Ba¡ficld cs la que sostiene que las palabras consignificado'inmaterial','espirirual','mental', etc., han ex-perimentado una transición que va desde un empleo literal ymaterial, pasando por un empleo metafórico, hasta un nuevoemplco literal pero esta vez inmate¡ial. Y el problema quedecimos quc esth implícito en el enfoque de Burke y queBarfielcl confronta en su argumcnto sobre el término "lite¡al"se refierc precisa.mente a Ia última etapa de los términos de

significado io¡n¿rterial o espiritual. "Estilo', para ¡omar uncjemplo ya considerado, es originalmente el nombre de uninstrumento con que, en tiempos antiguos, se grababan las

letras sob¡e ¡ablillas cnceradas. Luego, el término se empleómetafóricamentc para aludir a la cualidad de la esc¡ituramisma y, podemos suponer, con posterioridad pero rodavíamctalóricamente a ia mancra de escribir, de hablar, de pen-snr, actuar. Final¡¡cntc, "estilo" significa lo que significómetaliiricanrcnte; sólo quc csta vez de modo lireral. Barfield,siguicn<lo ¿ C.S. Lewis, detecta dos cuesriones en esta

transición (<1uc conenta¡¡os cn Burke como "extensión meta-ftirica"). La primera es la cuestión cuándo. ¿Cuándo sc protlu-

t7 7 he Manin| aJ tbe Word 'l,rtaat'. Mxapbor and Slnhat. Butterwo¡ths

Scienrillc Publica¡ions, London, 1960.

123

Page 120: Perspectivas Sobre La Metafora

ce la t¡ansfbrmación cle Ia metáfo¡a en palabra de empleolite¡al inm¿te¡ial

-en nuest¡o ejemplo, cuándo la palabra

"estilo" dcja de ser un expedienre metafo¡ico para designarliteralnente el modo de ser de una persona? Esta cuestión nos

remite a una indagación histórica, Iingúística que nos sitúa

en los dominios de la pragmática y la filología. l,a otracuestión se refiere al qué, es decir, a qué significa una palabra

cle empleo prinritivo material cuando, más allá de su empleomcrafórico, comienza a ft¡ncionar nuevamente como palalrra

literal pero esta vez con significado inmaterial. Con nuestroejcmplo, "estilo" significa primitiva y literalmente un ins-

trumenro; luego, por extensión metafórica, viene a significarliteralrnenre algo que ya no se toma ent¡c las manos como el

rtl/zr sino aigo que, muy seria y no muy rnetafóricamente, no

sabemos cómo romar. Pero antes de e¡t¡ar en las eno¡mes

proyecciones cle csta cuestión, esbocemos el ar¡;umento de

Ba¡field sob¡e el significado de la palabra "literal".

En primer lugar, Ba¡field utiliza la distinción introdr¡cidapor l.A. Richards entre vehículo y contenido (ubicle and

lezzor). Distinguirnos desdc siempre dos opcraciones aplica-bles a una cxpresión metafír¡ica de acue¡do a las frases "toma-

da literalmente , 'tomada metafóricamente". Cuando toma-mos lireralmente una expresión metafórica, estamos conside-

ranclo lo que Richards nombra "vehículo"; cuando la toma-

mos metafó¡icamcnte, atendemos a Io que este autor llama"conce¡ido".

Con esta distinción, B¡¡¡field confronta dos escuelas res-

pecto al contcnido de la metáfora: aquélla para la cual el

contenido de una "metáf'ora si¿inificativa" es siempre posible

de expresión literal; y aquélla para la cual uo siempre es asi.

Barfield propone para ambas escuelas las distinciones, respec-

t24

Page 121: Perspectivas Sobre La Metafora

tivameote, "explicacionisra" e "implicacionista" (exp/icatio-tt, inplicatnnitt). El dilema que se p¡csenra a la escr.¡ela

explicacionista es el siguiente: el conrenido inmaterial de lametáfbra por ej.; la ¡¡s¡{fo¡¿ "g5¡ile"- tuvo <¡ue poderexpresarsc lireralmente la vez primera que la expresión literal"cstilo" se empleó merafóricame nte. En tal casq se hubierarequerido de un lenguaje literal con significado inmate¡ial(al¿¡o contrario a la hipótesis sob¡e cómo se originan lasexpresiones literales con significaclo inmarerial *a saber, apartir del empleo mcrafiirico de palabras que literalmentesignifican algo material). En cuanto a los que sostiene¡ que elcontenido de Ia metáfbra no pueda siempre traducirse literal-mente

-los rnie¡¡b¡os de la escuela implicacionista- nopodemos decir que están en mejores condiciones; porquedeben sostener que el conrenido de las metáforas <¡ue signifi-can algo inmatcrial fuc concebido apartc de su vehículo y suasistcncia dcl lenguaje.

¿De dónde surge csta aporía? lin r.rpinión de Barfield, de unstlpucsto sobrc el ernplco <ic la palabra "literal". para esteautor dicho supucsro esrá implícito en la muy generalizadadoct¡ina sob¡e córno se ori¡¡inan las palabras de significadoinmaterial, doctrina para Ia cual l¿s palabras que llegan a

adquirir esta especie de significado pasan por ctapas, en laprimera de las cuales no son vehículos y tienen significadolite¡al material y en la última de las cuales vuelven a no servehículos, pero esra vez con significado iireral i¡rnate¡ial.Barfield utiliza, respccrivxmcnre, las cxpresioncs borx liteta!y acbieued literal para disringuir estas dos especies <le literali-dad. El supuesto del que hablamos y del que se originan lasdificultades sobre la literalidad de las expresiones de signifi-cado lireral iomaterial que enfrentan tanto la escuela explica-cionista como la implicacionisra se rcfiere a Ja aceptaciírn de Ia

r25

Page 122: Perspectivas Sobre La Metafora

lite¡alidad'nacida' como el punro de partida de la llamada''extensión metafórica".

El cuad¡o es más o menos así. Si digo "aliento" (es uneiemplo que emplea Barfield -<¡ind- y que, como se verá,

tiene ¡elevancia para la conclusión que sostiene) y suponÉlo

que en su empleo primitivo ordinario esta expresión signifi-caba única y distintamente el aire que se inhala y exhala; yIuego, mediante empleo metafórico de csta expresión (que es

gitita en latín) llego a la última etapa de la serie, en que

tiene otra vez empleo lite¡al, surge la cues¡ión de su significa-do lite¡al. ¿A qué se refiere "espíritu"? E¡a el cootenido de

una metáfora. Pero, hemos visto que si aceptamos la doctrinaexplicacionista de la metáfora no podríamos separar dichocontenido (como no sea trasl¿dándolo a ot¡o vehículo, es

decir, a ora meráfora). Si ¡os trasladamos a la doctrinaimplicacionista tenemos que aceprar que "espíritu" no es mas

que una expresión en últi¡r-ro ext¡emo metafórica o renemos

que sostener que podemos concebi¡ el conrenido cle Ia mctáfo-ra "espíritu" sin.ecur¡ir a ningún auxilio lingúístico, algoque nosotros no sabemos cómo realiza¡ y que, por taofo, el

que sostiene tal conclusión debe¡ía -no

sabemos cómo-mostrarnos que es posible.

Este es el estado de la cuestión. Tiene, desde luego, una

salida -o

acaso más de una- diferente de Ia que ofrece

Barfield: que la palabra de significado inmate¡ial "espíritu",tomada lite¡almente, no significa nada. O, también, que sólo

ob¡a como metáfbra y que no puede se¡ tomada lite¡almente,a riesgo de incurrir en el primero y más grande de los abusos:

conferi¡ existencia a lo que no existe. Ba¡fleld, por su paite,considera que la palabra "espíritu" tiene empleo literal. Refi-riéndose a Anatole France, para quien el merafísico no es más

que un maestro de ruidos vacíos, objeta que "nadie, como no

r26

Page 123: Perspectivas Sobre La Metafora

se^ u¡ erpr,¡ fffl piensa se¡iameore que la palabr¿ 'espí¡iru'significa 'aliento' cn la acrualidad'. Si, pues, la palabra"espíritu" tiene cmpleo litc¡al ¡o es posible cl proyectocomúnmente aceptado: <¡ue las palabras de ¡efe¡encia inmate-rial se originan dc palabrns literalcs con referencia materialpor extensión metafórica. De algún modo, en cl empleooriginal de la palabra "alienro" lo c¡uc vino a ser después elrefe¡ente de "espíritu" estaba ya im¡rlicado. Lo quc significaesta aceptirción puedc expresarse, con la terrlinología deBarfield, ¡ech¿zando l¡r común docr¡ina de la litcralidad'nacida dc las lnlab¡irs de referencia mare¡ial. Si fucran cn talsentido lireralcs sería imposible, partiendo dc ellas, alctnzarla literalid¡cl'consr¡uid¿' Qchieue¿l /itera/ne¡¡) inmaterial. Pe-ro, ésta sc alcanza cn efccto. LLrego, dichas palabras nopueden scr litcralcs c¡ cl m<lclo supucsro.

'fal es c'l argumenro dc B¿¡field sob¡e la litcralidad'naci-da . lis clccir, según este autor, sc trata dc una supersticiónmás sobrc cl Jcnguaje. Iista vcz cndosal¡le a clrrienes máshablan clc supcrsticiítn, puesto quc son éstos *ios ncopositi-vistas- Ios que se al-crra¡r a tal especic dc literalitla<l como sifire¡¡ ésta el fundamcnto último dcl sabc'¡. No quiere estodecir que Barfield rechacc la literalidacl que ral escuela depensamiento opone a las formas clescuidadas y colftrsas dellenguaje. Lo quc rechaza es quc cl neopositivista, cl cmpiristaló¡¡ico o cl fikisofo del lenguaje, prerendan devolver a las

palabras al¡;ún senrido lite¡al originario cuando busc¿n clefl-nirlas ¡¡ecliante análisis o por vía senso-cxpcricncial .

Pero, ¿no es ésc justamente cl supuesto tras toda estaconcepción de la fiiosofía como análisis lirgiiístico y verifica-ción senso-cxpcrienc ial , ir sabcr, q r-rc tras las fo¡mas comoordina¡iamcntc pr¿cricdmos el uso dcl lenguaje existe el usoadecuado, propio de éste, uso que ricne la lireralidad <ie la

121

Page 124: Perspectivas Sobre La Metafora

referenci^ ¡ratc¡iiri coDto ¡nedida cle propicdad significativa?Barfielc{, por su pa¡re, rechaza esra prerensión. La lite¡alidad(¡r qu( 5c cspr:ci.rliz.rr lc,s filús,,firs nci,porirrvisrJ\ es, cn )uopirión, tao construida cor¡o l¿ lite¡alidad de las palabras

con refe¡encia inm¿teri¿rl. Los neopositivistas y sus congéne¡es son vistos por Barfield cor¡o servidores diligentes dc)

lenguajc cliscursivo, uo instrumento (agreguemos nosotros)adecuado a los rcquerimicntos de la ciencia y la técnica. 'fallenguaje discursivt), acot¿do, dcfinido, distinto y exlcto esl

sin duda. como Lrna mon(da de cursc¡ nccesa¡io c¡r los cio¡ni-nios <le la práctica y la comunic¿rci<ln de cientilicos y técnicos;

¡reto no pucde aspirar a erigir su lite¡alidad rígida, conven-cional, atórnica y ciega en medida e ideal del lcnguajc sinmás.

¿Qué debernos, entonces, sostene¡ ¿l ¡e¡nativamcnte 1 Pa¡a

Ilarfield no hay dudas. I-a literalicla<l 'nacida'es un mito.Toda litcralitlad es 'construida . Y podernos construi¡' la

lite¡ali<lacl porquc las palabras, originariirncntc metalilicas,tienen originariamcntc la estructura de un vchícul{t con unco¡¡tcnido. Prcscincliendo de la refcrencia dcl contenicio lle-gamos a.lar a la pirlabra ul sigoificado lrtatcrial; prcsciDdieD-

do de la rcfcrencia del vehículo, llegamos a const¡uir la

literalicl¿d clc las palabras espirituirlcs. Asi, por ejemplo, la

palabra "aliento" Qtintl) en su empleo prirnitivo con-rprenclía

corno fundidos los dos significa<los quc, lL¡ego cle una largahistoria, llcgarian a esci¡rdirsc cn dos distintas exprcsio¡rcs

iite¡ales: un¡ matc¡ial, "alicnto", y otra inmatcrial, "espíri-

tu . ln( irr\o.,.tlre sost, nrr que Iu5 \un( ( l\t(,\ Llr¡,,lsiFn.rrn'r\,rlos té¡¡rinos "aliento" y 'espíriru" estaban originariamcnteimplica<ios cor¡o cn natural afinidad. A cstc rcs¡rccto, f-iar-

fielcl cica a Bruno Snell qurcn, cracardo de la mctáforl cn

Homero "sostiene quc el ho¡nl¡rc nuoca podría inber llegaclo

I 2l.t

Page 125: Perspectivas Sobre La Metafora

a cxpe¡l¡nentar una roca anrropomó¡ficamc¡re si no sc hubic_ta experimcnr,iilo rJrnbtcn J \t m,snto [,r umurlr(Jrncnte,

Si la conclusión de Barlleld fuera co¡recra, sus implicacio_ncs, sin cxa¿;erar en absoluto, arrasarían biblioteca_s. El mis_mo se.encarga de enumerar algunas. En primer lugar, las yaaludicias: <¡rrc no hay litcralidad ,nacitia; que t"nro el lenguaje literal marerial como el inmarerial irnplican un procesohis¡ó¡ico de construcción; qrre los concepros relarivos al rnun_do mate¡iai y al espiritual son uriginariamcnte afines; que laproycccirin clcl n¡u¡clo i¡¡crio¡ e¡ el ¡¡unclo físico supone laproyección dcl muntio físico cn cl interior; c¡ue Ja literalidadde la fllosofia del lcnguajc no es rnás quc una litcralida<J'const¡uida' y cJiscursiva.

. Pelo hay más. I-a rcspucsta común a la prcgunta sobre elsigni[icaiio clc Ias palabras quc por mec]io de cxrensión neta-fórica y a ¡rartir clc su significaciórr lirc¡al rnaccrial han venidoa tencr signifit.aclo litcrai inl¡aterial __co¡to .,cspírJtu,,,"pcnsarrricnto",'enrendimic¡rto",,,cmociírn',, ..p,rn,l"ru_

ción', "clis¡osicirln ", 'conducta', etc._- es que taies palabras, en su nr:cva conciición, se refieren a enridade;. Elidcalisra y el nominalisra convicne¡r en la misma especic derecurso lógico. Dific¡en e¡trc sí todo lo <¡Lrc se pucda loncebirsobre ei significado de las ¡ralabras abst.^.aur. b"ru 1,".,on r'r,racucrdo extraorclinario: para anbos las lralabras abstracrasnomb¡an enricl¿des. Dcsde luego, tal estratcgia tienc quc vercon el sr4)ucsro irlplícito sobrc la lite¡alidacl ,nacida,- Si l¡sp,rlrhr.rs Jt sr¡nitrrrJ,, irnr¡rcri¡l h.,r, .lc ernpl..rrsc.on

'soliter¿1, dc algrin rlroclo cieben imira¡ o repecir cl ripo dclircralid¿d clc qr.rc han parrido. Ijabía algo, un obieto mate-tial. a c¡rrc la palabra sc a¡)icaba cn su cm¡rlco literal origina_¡io. Asi tamtrií'¡ clebc habcr algo a lo quc la 1.,alal.,r. se r[licacuando, lucr¡<¡ dc l):rsa¡ la erap¿r mcr¿rfó¡ica intc¡meclia. vuel_

Page 126: Perspectivas Sobre La Metafora

ve a ser literal. Esto a que la palabra inmaterial se aplica es

una entid¿d real, en el caso del idealista, o una entidad

ficticia, en el caso del nominalista; pero en ambos casos una

entidad. La doctrina de Ba¡field ¡ie¡e la consecuencia de

eliminar este recurse a las entidades lógicas, porque, en

primer lugar, no hay ya ningún modelo de literalidad'naci-

da'; y, en segundo, porque la cuestión dcl significado de los

ré¡minos literalcs 'construidos' se aplica igualmente a los

términos inmateriales que a los mate¡ialest8.

21 . Literahdad 'en las cosas'

y 'en las afecciones del aln¿'

Parece innegable que las dificultades que cnfrentamos al

preguntarnos por el significado de los términos literalcs de

significado inmace¡ial resultan del cuadro que nos hemos

hecho sobre Ia literalidad material previa de esos términos'

Pa¡ece cla¡o quc partiendo de esa lite¡alidad 'en las cosas'

hacia una eventual literalidad 'en las afecciones del alma'

estam.rs fre¿lu.,ndo Je ¿nlemano un¿ ruinu. un tno5 y un

sinsentido. ¿Qué puede quedar de toda la forma dc la lite¡ali-

dad material cuando tratamos de hacerla vale¡ en ¡elación con

nuestros estados y P¡ocesos internos -por nombrarlos de

alguna manera? L¿ alternativa e¡cuentra aqui toda su fuerza'

La literalidad'cn las cosas'es tan construida'como Ia lite¡ali-

dad 'en las afecciones clel ¿lma'. Ambas están como implicitas

en cl habla prirnitiva. No sólo implícitas: ambas son como

5s Al respecto p'c.1e considcr¡rse la cririca a las definiciones ostensivas que

ha elaborado Wittgcnste¡n en sus PhilotophrLal la'*tigatiats

l l0

Page 127: Perspectivas Sobre La Metafora

anverso y ¡cvr¡so de una activiclad única que tiene el destinode escinciirse cn la cxpericncia ulrerior y cuya escisión rrcrpuecle expJicarse sin t¡¿rer ¿l argumenro su prinitiva idenri_dad. Así, ento¡ces, podemos entencier un si¡núme¡o dehechos y srrperar un sinnúmero de clificultades que rcsultabande darle un carácrer ¡rrevio, ¡rrimorclial y básico al contrasteeotre el hombrc y el mundo, el sujcto y el objeto, el espiriru yla natu¡aleza, ctc.

Lo zrnterior puede ponerse en relación con la célebre aporíacxpuesra por Plarrin en uno de sus diálo¿¡os. Se rrat¿ de unaparadoja que paralizaría todo inrento de investigar. Menónargur¡cnra an¡e Sóc¡atcs:

"¿Cómo vas a examinar lo que de ningLro:r rnancra cono_ccs.rEnrre tanr¡s cuestiones no siLbidas, .;qué cuestión especí-fica propondrris2 Y suponiendo c¡uc casualmenrc l:r averi!ües,;ctirno vas i¡ tcconoccr Io cluc no co¡roces1"t9.

El dilena <¡uc csgrirne Mcnrin ticuc, como rodo dilem¿, sulunda¡nent<¡ e¡ una tajante clisyuntiva. Esta vez, entrc cono_c-ir¡icnro c ignorancia. No hay mocJo dc orienrarnos respectoclc lo que i¿¡norarnos, puesro quc lo ignoramos. Así, cnnuesf Ío c¿so, si hemos inst¿lado un artef¡rcto *la mctáfbracon vistas a lograr acceso des<le lo c¡ue sabemos (y que seexpresa en lenguaje literal) hacia Jo tlue ignorarnos, ;córnopodemos r11'r¡g¡¡ ¿ la ¡r¡cr.rh,r¡ urr,r I , ¡nd ir. ron ,¡ue l.r.1e rncr.,rnetáfora/ La comparación se justifica. por Io clemás. clelmodo cor¡o Barfield parriendo de las dificulracles de la literalidad 'nacida' encuenrra c¡uc "ni la naru¡aleza ni el hombreserá¡ jamás c¡rrcndiclos, aunque cicrtarnentc la naru¡alezalísica y cluizris tanrbién cl hombre- pucrlen enrrecanro sermuy lriibilrnente zra riltu/¿dal, hasrir clue no a.epremos que ln

l3l

Page 128: Perspectivas Sobre La Metafora

naturaleza es la imagen refleiada del yo consciente e incons-

ciente del hombre", así también el Sócrates del diálogo

platónico a que aludimos encuentra que no hay salida para el

dilema que esgrime Mcnón mient¡as oo se acepte que el alma

tiene de algún modo sabidas todas las cosas del mundo'

Parece, sin embargo, indiscutible que existc una clara

separación entre ia literalidad 'en las cosas'y la literalidad'en

las afecciones del alma'. Cualquiera sea su condición de algo

derivado o'construido', la literalidad 'en las cosas'aparece sin

más como el modelo de literalidad Por el contrario, la

literalidad 'en las afeccioncs dcl alma' no surge como algo de

suyo a partir de la experiencia primitiva y debe acornodarse a

la literalidad en las cosas'. Esto implica el traslacio desde 'las

cosas' a las'afecciones del ¡tlma' del carácter de'entidad' <¡ue

transforma a éstas en obietos abstractos o ideales" Aden-rris,

como una y otra vez hemos visto, la liceralidad va desde los

nombres de las cosas a l<¡s nomb¡es de las 'afeccioncs del

alma. El mismo Barfield convie¡re en marcar la separ:rción

entre a¡¡bas formas de literalidad de manera extrema cuando,

a propósito de la a¡caica estrategia de designar met¿fiirica-

mente lo inmate¡iai (objetivo o interno) mediantc tl'rminos

que literalmente significan lo material (ob,etivo o externo)

sufliere que la experiencia primitiva no reconoce todavía en

los fcnómenos psiquicos "la especie de cosas para las cuales

hay palabras"Gi .

En verdad, aquí se muestra el qúr/ de la difercncia Del

mistcrio t.LmbLén. Los tcoómcnos psrquicos. prra esta prrmc-

ra instancia de designación metafórica, son la especie de cosas

para las cuales no hay palabras ¿Porqué"laespeciedecos¿s"?

¿q,ré o..,rr" cuando recurrimos a las palabras literales de

& fhe n*z in! ol tbe \Vtnl "l'tnral

t32

Page 129: Perspectivas Sobre La Metafora

signillcado m¿rcrial para dcsignar lo inmateriall 2Por quétiene qrre haber ¡rirlabras para dcsi¡,;nar y enunciar io 'inrcrno'del moclo como las hay para clesignar l:rs cosas del mundofísico/ ,;Por c¡r-ré tienc quc haber, sin más, palabrasi, Elcaml¡ir¡ dc aplicación <lcl len¿¡uajc cn esre caso reprcsenta talvuelco y atrcpeilo quc vacilarnos sobre ningún logro signiñ-ca(ivo como no sea cn térrninos met¿rfiiricos. Y por más que elgiro sea féliz, ampliameote aceptado y llevaclo a t¡avés del usoy la general acel)t¿rción al nivcl de las expresiones literales,mrrchos se rcsisrcn a aceptar quc hay liter:rliclad; eo r¿rnro queotros, qL¡e lo acc¡rtan, exigcrr <¡ue se distinga cntre esra lbrmade litcr¿lidad y la lircralidad urclina¡ia. Así se explrcan loscomportamicntos h¿ci¿ lo a¡carco en el habla a que se refiereRurke habl¿¡do <le mcronimia y ir<rsía; así se cxplica que elpocta se dcvuclva h¡ci:r l¡ basc prirnicrva y plásrica del hablaabstracta; c¡ue el f ilirsoiir

-como por cjemplo Heidegger

busclue un ca¡rino l¡acia la rnctafísica por Ja vía de ¡ecuperarel habla origin;rria; que e) positivistr busque una conexión designificado para cl lcnguajc absr¡¿cro e¡ cl re¡rc¡o de laveriflcacirin senso cxpericncial, operacional, convencional,deflnitoria, ctc., <¡ue el conductista simplemenre p¡escindadel crnplco de cstc lenguaje, y, linalmeltc, que cl escépticoreduzca la met¿¡física a un puro juego dc ruidos.

Dicho de orr¿ manera, si acepca¡nos el argrrmenro deB¡rliclcl rechazan<lo la literalidad'nacicla' y aceptando que ensu origen las palabras poseían ya la estructur¿ vehícu-io contcni.lo y c¡ue tle este modo esraba en los inicios comogarantid2l la

-irnpropiamentc llamada, de acuerdo a esta

dg¡¡¡i¡¡n- cxrensir'rn metalórica, todavía tenemos <¡ue pre-guntdrnos sobrc la litcralidad 'construida' a partir de esta[¡asc. De una ¡rarte, la litcralidad 'en las cosirs';de la otra, lalitcralidacl cn l¿s afcccioncs dcl ¿i¡¡a'. O tambié¡. de una

r))

Page 130: Perspectivas Sobre La Metafora

parte, la connoración o dc¡rotaci<in, significxcióo, xplica-ci(rn, refirencia dcl vehiculo; cle la c¡tra, la connotacicln,

ctc., del contenido. ¿Por qué, podemos preguota¡, no desa-

rrollafon cada uno por separado -vchículo

y contenido- su

fbrrna cspccífica dc litc¡alidadi' ¿Por c¡ué la literalidad 'cn las

cosas' lr¿bía de ser el n¡odclo dc la liter¡liclad 'cn las afecciones

del alma i' Pero, hay dcsdc lrLcgo, más pre¡luncas de tenorespcculativo. ;Por ejemplo, por qué es ei vehiculo, y no cl

contenido, cl que de¡otx l¿rs cosas? lPor qué lo externo se

cxprcsi! cn cl vchículo y lo intcrno c¡i el co¡rtcnidol' ¿Nodebc¡¡os, aclerniís, tcconoccr en ger¡cr¿l rr¡ra clifi'¡cncia en ia

forma corno significa cl vchículo y la lirrna como sigoilica cl

conteniclo/ Bartield, rcchazan.lo la ckrctrin¿ cor¡irn según la

cual el "lenguaie'inm^reti^|"' (' innldÍerit /' languge) se produ-ce por extensión tr-tetafórica, no rechaza <1uc pucda prod,rcirsepor extcnsión ligurativa6 L. La dif¿rencia parece ser cscncial cn

cl caso de su argumcnto. Pcro, ¿lo cs sin cualiflcación1

Cuando, dacla la cstructura vehiculo-contenido <lc las palrbras primitivas, utilizamos las palabras dc modo <1r.rc su

significado-vcbículo no cs Jo clrre denotamos sino <¡ue, como

se clice, cstamos empleándolo sóio figurativamente, ¿nos

hen.ros separado csencialmente dcl habla metaiórica? Barfieldparece distinguir entre habla figurativa y habla metafórica

considerando a esta irltim¿r corno "un acto rnent¿l definido de

sustitución". El cjemplo que le parccc apropiado es "cscrítpu-

I'r "...es obvio c¡uc las palabras Je cstc lcngrrajc 'inmircri.tl ..vr¡,oñ,eroncn un ticmpo. lo quc l)amamos aquí utbnlot ton un¡ rcfcrc¡cia fisicrr

inncdiata, que rienen coma r)/ttcn¡¡lLt el lenB|r^¡e inrn.rtcrial . (), cvittndorórminos técnicos, cs obvio quc fuuon cmpleadas fsz'z runerrc. ¡Lst,r'mos jrrstilitados para dccir c1,.rc son. o fucftrr, ern¡lcadas nextlihaautnrc?('lbe Mennirg af the \Votd ltte1,rl ).

t14

Page 131: Perspectivas Sobre La Metafora

lo", <¡ue Cicerón habría empleado por primera vez con inten-tos rctóricos62. La cuestión, entonces, puede planrearse así: sihal¡ía un fundamento en el uso de la palabra para darle el girometafórico; y si dicho fundamcnto no es el mismo cuando enlugar de "un acro mental definido de susritución" la expre-sión adquiere significado inmare¡i¿l a rravés del tiempo y demodo indefinido (algo asi, suponemos, tiene Da¡field enmente cuando opone "metafórico" a "figurativo"). Al fin decuentas quiencs hablan de meráfora, en Jugar de figura,ounca dejan de aceptar que el uso merafórico tiene su funda-¡nento en una relación de analogía, similitud o semejanza en<¡ue de algún modo la exprcsión implica prcviamente a suempleo metafórico. ¿Cómo, si no, íbamos sic¡uiera a propo-nerla como metáfo¡¿/ parece, entonces, que no hay unadifercncia rajante entre mcráfora y figura como Barfieldquicre postular. lil ¡rroblema no reside en que los términos deemplco primitivo material y literal de pronto comience¡ asignificar ¡nccafóricamente algo inm¿rreri^l qtre previamenteno significaban ni irnplicaban de ninguna manera y que, altérmino de una scrie, terminan si¿;nificando de modo lireral.El problema reside, más bien, en que el vehículo, en oposi-ción al conrenido, ticne significado material y en que es lasignificación del vehículo la destinada a consriruirse en mo-delo de lite¡alidad. Y que ello es así, y de modo resalrante, lomuesrran las escuelas positivistes y conductistas. ¿Cómopod¡ía propone¡se la reducción de toda la fiaseología intros-pectiva a rérminos 'observables, computables y mensurables'si en el hcmisle¡io <lcl co¡tenido, opuesto al vehículo, apare-cicran rnuesrras scguras de una fbrma alternativa de liter¿li-

62 "Escrúpub ' cs lircralrnenre "pcclrLrsco y en el caso del cmpleo mctafóri-co ooml¡ra a rrn estaclo afecrivo cspecitico como "un pedrrrsco en cl zaparo .

I J5

Page 132: Perspectivas Sobre La Metafora

dadi De modo que, en conclusión, no tendriamos que decir

que Ia metáfora rep¡esenta una alternatlva de explicación

insostenible de la forma como se o¡igina el lenguaje de

contenido 'inmaterial', sino que, más bien, la metáfora es una

cspecificación (o mejor, modalidad) del lenguaje figurativo

que tiene, incidentalmente, la ventaja de llamar nuest¡a

atención hacia el misterio clel habla ligurativa que t¡aslada al

hemisfe¡io'espiritual' una Iiteralidad que a tal punto parece

inadecuacla, que una y otra vez, desde un án¡¡ulo y otro, han

vuelto los autores ¿ no ver en ella más significado que no-ser y

vaciedad.

26. La netáfora dade el punto de uista

de la p:icologia del daarrnl/o

La metáfora viene ocupando también a la psicología del

desa¡¡ollo. La escuela de Piaget ha instalado toda una base

experimental y conceptual que permite incu¡siona¡ el lenó-

meno de la metáfbra especialmente desde los ángulos que

suministra el crite¡io de las etapas del desarrollo infantil y en

conexión coo la adquisición de competencia lingúística. En

una contribución al simposio Metaphor: Tbe concepnal Leap,

auspiciado por la Universidad de Chicago, cn 1978, Howard

Gardner y Ellen Winne¡ suministran un info¡me sucinto

sob¡e el estado de la i nvesti¡1ación61. La investigación busca

averiguar en qué etapas se establecen determinadas fo¡mas de

(omperencla met¡lórica y cttales son lor [¿ctores que iucgan

en su logro. A este respecto se investigan: la capacidad de

" tbe D'tetoptt'nr ot Naaph('rh L¡",|?anrc' lnllh altan' lat HtruntniDiriPlines.

l16

Page 133: Perspectivas Sobre La Metafora

par¿rfrasca¡ (o traducir a rérminos lire¡ales) una meráfora, deidentificar el principio de la eficacia metafó¡ica, de producirmetáfo¡as, cle evalu¿¡ entre diferentes metáforas coo vistas aelegir la mris apropiada. Los resultados requieren todas lasreservas, cualificaciones y críticas que valen en general paralos resrrltados quc se obriencn en esta especie cle investigación(en especial, cultu¡ales y sociales); ¿demás, en el caso de lacomperencia mctafórica, valc la conside¡¿ción del estadoincipiente de este género de invcstigaciones. Asi y todo,algunos resulrados parecen suministrar siquiera una basemínima ¡rara consideraciones guc tienen implicancia en otrosplanos. Lo que más intcresa en esta conexión se refiere a lacompetencia productora de metáforas. El centro de la cues_tión puede situarse en la ctapa dc competencia lingúísrico-li-te¡al. Ilsta cubre principalmente el período escol¿¡. El niñoen la escuela comienza a dominar y fijar conexiones categoria_Ies <¡ue asignirn a Ias palabras la univocidad de la clasificacióncon toda la constelaci(rn de operaciones que ésta implica(subordinación, coordinación, inclusión, definición, etc.).Ei empleo metafijrico del len¿¡uaje se c{ivide así, grotto modo,en dos etapas: una anre¡io¡ a la etapa I ingüístico-literal y otrasubsiguieote (entre Ia infancia y la adolcscencia). En la etapalingüísrico-literal, cl niño experimenta el traslado metafóricocomo una tensión y sc resiste a recu¡¡ir a este empleo no_lite¡al del lenguaje. Si esto es así, resulta entonces que debehace¡sc una distinción ent¡e la metáfora en el niño preescolary Ia rnetáfbra en cl niño preadolescentc: mienr¡as este írltimotiene adquiricJa r¡na técnic¿ de conceptuación en relación corrla cual ticne un scntido inequívoco el t¡aslado me¡afórico

-la transgresi(rn conce¡rtual, la "impertinencia semántica",el atropcllo cirregorial- cn cl primero no existe (por lo menosen la forma plcna y estrble c¡ue aclquierc cn Ia edad escola¡) la

t31

Page 134: Perspectivas Sobre La Metafora

relcrcoci¿ de un rigor literal por desvío clel cual se entiende la

metáfora. Si esto es así' cabría prcguntarse sobre la naturaleza

clc la ¡¡etáfora, cn orden a establece¡ si puede hablarse con

propiedad de competencia metafórica en el Diño precscolar'

Si o.llterimos a la doctrilla más popular (la metiifora como

dcsvío desdc un uso literal previo del leoguaie) tendriamos

que respontler negativamente lil niño preescolar no sería ese

*t li*" g".tio r¡etafórico de que mlrchas veces se hal¡la sino

,,rá. bi"n.tn productor natural de sinsenridos que de pronto

aciert¿. haciendo sonar la flauta- llsta line¿ de irlplicación

no.lrt., serutrrc cll cl ¡n¡l¡sis v cv'rlll ic¡rrn 'le ¡rt'dut to'

iitcr.r¡ru¡ r,'¡t¡o lor cle ['-]w¿rd Lc¡r v Lcsis ( rrr"ll y l'r

cspontáncir resPuest¡ quc encuentran cn cl ¡iño tle cs¡ cclacl'

Asi, t^mbién, la proyección antropornórf icir en el mun'ltr

animrl y la animacii¡n dc la naturalezil eotcra car'rc(crlstrcas

.le lt fhntasia infantil tcndrían qr'rc ver con esta indepenclencia

I'rclrrtr.tl cn qtrc<c unt u<ntra cl rltlantt ¡rttr'st"i'tr' (r'!l\ll(lrrn

i,*, *. r,,u, ,nJ., ,"n',un y ''nsredal en el uso rr:rns¡rt stv'r Jt

lu, polrt.ur. Por otra parte, la conductn antimctirfórica dc lir

.ltapo lingti¡t ¡.u-t iteral respondc pcrfictamente a este e¡r1o-

.¡u". Mi.n,r^, cl pequeño preescolar juega a placer con las

¡ialabras, el niño de la etapa lin¡1iiístico-literal inicia el cani-

nu d"l .igu, y Ia exactitud hasta extrc¡nos tales que muchas

ua.", ,.tii"tr' pnn"rlo en riesgtl de caer cn una especie de

f¿rna¡isrno simbrjlico"l La integración normal de esta compe-

t.n.I.,. frn.rlmenlc. abrirr'l l't ¡t'sibrlrdrd '1r la tom¡'crencin

mctafórica e¡ sentido cstricto

,'1,, Lru( !r Jtrrnr¿ Ln (unLxrun,"n I'r,omF Icn.r¡ "dol'-'enr"o l"'

¡.""'rl-. L" '".,0.,',

r,'n cl m"rn'¡l''rlo¡hsrr¿cr" l¡csl crul¿trunvl¡

:;;;;:;;;; ; n"''sir;a"a ""' por ejempro. Pi¿Ret\ rbe,ry af Inkthct,'14t-onín,t,.rr,.

iJ Ginsburg v Svtuia oPPcr- valc P¡raLclamcnrc en el área

.]e l, .ompet"nc,o lingiiíscico_litcral

118

Page 135: Perspectivas Sobre La Metafora

Cono deci¡¡os, todo este enfbque es función del conceptode metáfora que estamos empleando y que se avlene con una

noción ¡elativamente establccida. Por ejemplo, con lo qucA¡is¡ócelcs dice sobre la metáfi¡¡a como r¡ansÉa¡esión enrre

¡iénc¡os y especics, con lo que hemos cnconcrado en Cohen y

Ricoeur sobre 'impertirrencia semántica , o coo lo quc diceKocstler sob¡c inte¡sección de planos asociativos, o bisoci¿r-

ciírn. Tambií'n cl 'filtro'de lllack y el 'golpe cn la cabcza'deDavidson pueden subordinarse a esta noción general que, dcal¿¡ún nrodo, ¡educe Ia metáfora a un 'recurso', una'esrrate-gia y tanbién con la liase de llarfielcl, u¡ 'acto ¡¡ental<ieflnido clc sustitució¡ . lll adolcscc¡te <¡uc adquicre compe-tencia ¡netafórica, de acue¡do a esta noción, conoce cl sentid<r

y alcancc de lo c¡ue hace, la n turaleza y límites dc la transgre-sión.

Pero, ¿<Jr.rí' clirc¡nos .lc la otrir rnoclaliclacl de la ¡necáloraque sc prcse'rtu cn ctapas ¡rrccsco)arcsi'Gardner y Winnerlit ¡r('rr r¡rr¡,rll(rn:rrrvir fluc \u¡{crrr:

"Pucdc scr quc la tctrtpran¿ co¡rcluctl mcta irica dcl niñotcnga a la vez fuertes paralcios e intercsantcs clivergcncias con

la competcncia metafirrica más madura que cnconrramos eo

algunos adultos y, en espcc;al, en los arrisr¿s litera¡ios. En

una etap¿ teD)prana, las propieda.les .lel 'nomb¡e nue.,o'pueden estar indisoluble¡¡ente fusionadas con el obieto: el

lápiz se pueclc transfirDtar en un torpcclo náutico, con pr€tensioncs dc abolir la realiclacl, y no ¡ruede entonces deducirsenin¿¡una competcnci¿ metafórica. En una ctapa algo más

t¿¡dia. a la cdad de cuatro o cinco arlos, el nrño está co¡scicntede <¡ue cl Jápiz 'no es rcdlmcnre un torpcdo náutico, pemdebido a que cl cerco cntrc estos dos conceptos no ha sidofijado toclavia con flrmcz¡, csta aboliciiin cic lrrs conccptos

ordinarios no asur¡c mrrctra lucrza Másarribaen laescalaclel

t19

Page 136: Perspectivas Sobre La Metafora

desarrollo. en la edad dc la escuela clcmental, los niños

¡esienten estas transgresiones categóricas' tanto que pucden

llegar a resistirsc a toda implicación en juegos metafóricos'

Sólo en lc¡s ahos que prcccden a i,r adolesce¡rci¿, cr'untlo l¿s

prácticas categoriales de la cultura se han consoli(li¡clo' se

encuentra otra vez el niño dispuesto a cmplcar ¡¡ctafórica

mente el leoguaje. Iln tal etapa, los niños permiten de nucvo

el ¡cnombrar mctafórico, pcro difieren clc los pequciros prccs-

colares en su mayor.onciencia dc cluc Ja tcnsi(ln ha sicio

superada. Si (con algr.rnas auto¡idades) sosluviéralnos que

mientras mayor cs la supcrncií)n dc lir tcnsión, tnayor cs el

logro (de competcncia metafórica) entonces la conlpetcnciit

metaló¡ica clcl adolescente sólo tcnd¡ía r-rna semcjanza dc

familia con la primera, más tlescuiclada expcrimentación

lingüística, del niño preescolar"r'''

Es Jct ir, cn la cra¡"r pru s' ol rr' l ' inir¡'r' rrr ' " 'rr'1u " rr' i r

metafórica scrí¿r como unt primera y fcbJc aparicitin de kr quc

se¡á más adela¡te su rcalizació¡ ma<lLl¡a Il l)ulM) quc tros

importa dcstacar en escc cnfb<¡ue sc rcficrc ¡ l¡s cl<is fascs <1uc

se suceden en el niño preescolar y que sc acucrclan al paclriitr

leibniziano rlcl dcsarrollo interno dc la ¡r¡ó¡r:rda'. es clccir' lltransición clcsde la percc¡rción confus¿ a ll clistintir: primero

los dos conceptos o nociones - Ii¡'tiz" y rorpcclo"- se

idcntifican o confunden; luc¿3o' se van esci¡rcliendo o clistin-

guiendo. Esta fusión mental dc l:rs nociones -¡9¡¡e ¡od95

podemos obscruor "n

los juegos dc los niños no es sugerida

lpo. lo -"nur.,r., .ignificativt frecuencia nrr lo cs) sino que el

rriño pu.,,a" acloptarla espontáne¿mentc Ocu¡re como si cl

hecho cle no estar firme¡¡entc establect'las las distinc¡oncs'

favorecie¡¡ un impulso cconómico de iclentificacitin Lo cluc

6\ '1'be DerElot)ne"t ú ltut¿pha/r Ca,|ntt"'(

r40

Page 137: Perspectivas Sobre La Metafora

nos lmporra cs hacc¡ llotar c(nllo esta,no_competencia'Deta_fórica parecc sol¡revivir a ln aclqrrisición de competencia; y(umo {Jbc prcxunt.rrse si cl esr¡du Jc lu,lun, (oniusion oiclentific¡ción ¡rocional no cs ¿lgo csc¡rcial a Ia conductalnetafiirica y Jo quc obran las rncráfor¿s_ Así como la competc¡¡cia rDerafórica es débil cn el inf¿nte prcescolzrr y bienert ¡ L,lrt r,lrr en el ,r, i,,lr s, nn rc . L rbrJ prctu r rr irrsr quc o( urr econ Ia lusión nocional a que el inf¿ote preescolar rccurre de¡¡raner¿ espotrtánca y dc la tlcdicla e¡ quc cl supuesto de ur¡des;rrrollo cle cornpcrenci¡ ¡¡er¿rfóric¿ que rermina po¡ eliminirr cl csrado prirnario dc confusirin no es más que unaconstrucción o standard ideal. Cuanclo cl niñr¡ co¡rsider¿r ellápiz como un rorpedo, lacrúa co¡r más entrega a la idertifica_' ¡rt'¡ 'luc. u.'nJo cj J",llt 1,, ,unsi.l,.r,r ,l ,,r,,t,,n,r¡,,.r,lno unpcrro sanroso? Sc dicc del poer¿ quc es un niño. Se dicctambión qrrc cl niñt¡ cs cmcl. La imagcn c¡ue ¡rodcmos hacer-tt¡'s,l- u¡r,lus.r¡r,,j1,,, n ,¡rrc l:, t.x1,li, ir.r.i.rn lLrgrel cn cl ¡iirucscolar rlcsaloja la idcntificrción ¡tctalórict (lLle encontramoscrr cl ¡iiro ¡rrccscolar cs ajcna, dcsdc lucgu, a ia lorma cornoPiagcr rlcscriLrc lr succsi¡jn y irlrern¡ncia dc Jas c,tapas deJ<lcsa¡¡olio. Tarnl¡iérr la cscucla dc f¡eu<l nos c¡lscña a tenerpresentc la pcrsistcncia <lc lo a¡caico <¡ inlanril cn el clcsa¡rollodc la personaliciacl. Col rescrvas cor¡o ésras tcndriamos queprcguntarnos qué ocu¡re dc hccho en cl plano del compona-¡niento merafil¡ico en el ho¡¡brc madLrro. [sro si¡r c]esc.ontarla otr¿ linca dc inqrrisici(rn: clc la rncclicla en quc la metáforano es un protlucto;l p?rrtir cic ia compctencia litcral o, por lo¡¡cnos, qLlc no lo es exclrrsiv¡me¡tc ¡ l)¿lrtir dr dicha compe_te¡rcia. Sc dicc y hcrr-ros hecho rcfcrcncin a cllo miis arrás-c¡ue las rntrrifirras son vitalcs cn las már¿lenes cada vez másamplias rle l¡ cicncra y la lilosofia que ,,a lo largo cle lasrtárgcnes tllostiiic¡s <lc la cicncia podernos encont¡ar razones

14 I

Page 138: Perspectivas Sobre La Metafora

para cuestion¿Lr estruct[ras concePtuales básicas" y que en

tales ocasioncs 'sólo las mettifb¡as pueden comenza¡ a ilu¡ni-na¡ el nuevo ordc¡"66. Si ha de se¡ asi, sc trata de nn lado

luminoso e inspirado¡ del tema.

Pero, hay ciertamente mucho en "las márgencs de la,.ienrta y la lilo.olr¿ ; y l.r mt¡¡lhr¡ (lcllc Jqul (rr(J\ lnun\rs

luminosas a str habcr. Ese l;i¡riz clue se manipula como si luerl

un torpedo, por ejemplo, Dos hacc pensiir cn la tclació¡conversa ¿lcncrall las arrnas quc sc manil>ulan como si lucran

juguctes. I-a me¿ida, pucs, cn que la metáfor¿ obra co¡no

identificación, fusiól y confusión no Parecc reducirsc a una

etapa pueril dcl desarrollo del niño. Ni parecc, ¡¡/¡s ¿rllii cle cs¿

etapa, reciucirse a pura impotencia dc exprcsión y 'cicsajuste

estructural'. Hay coda una escuela - como hemos visto-que sc resistc a concebir ia metáfbra cot¡o Lltlil exprcsión

Iingiiística tr¿rducible a un lert¡¡uaje litcral. Ils dccir, para

toda una escuela de pensamiento, vehíctrlo y tcnor están

rn,Ii.olt¡l'lcrncnte lr¡atlos. Y nu)olocsLr: l¡ mct:rlor'r' r'rntrnl

ca conocimie¡rto. De mo.lo c¡uc no sería cntonccs sicluicra

p¿ra todos l.L lite¡alidad el luminostl y exclusivo lremisferio

en contraste con el cual la met/rfora sól<¡ scría un primer y

cstulto conato en el pcqueño preescolar y no más que una

cliversión y una especie de Plástica lingiiisrica en el adulto67.

"" W. Quin", A Pn'n a¡l Attt¿l¡h|r.

"r Sot¡¡c l¡ rnct,ifora idcntificatoria cn cl pcriodo prcescolar ¡ucclc establc

ccr uo^ rclncrón con hs ideas dc Oqcn Ba¡licl esboz¡rdas más Irtris sobrc la

i,r\rÁn prinlrv,r ,1, v, hr, ulLr r' , ',ntrlr,lo

14)

Page 139: Perspectivas Sobre La Metafora

27 . fu|etálora; lntpertinencia .ren¿ántica

l "equíaoco categorial"

Hegcl, haciendo chanzas con la imporencia cle lo quc, a parrirde la t¡adición creada por él mismo, conoccmos con la deno_minación "rrniversal absrracto", describe a un comprador queen la frutería pide frutas, cxacta y rigurosamente fruras. Enverdad, ni siquicra "exacra y rigurosamente" flutillas podríanvendérselc, si¡o las frutillas quc hay, y muchas gracias.Berkeley argumentaba de moclo parecido contra I^s,,i.l"^sgeneralcs", quc sc exp¡esan colt palabriu abstractas, y no veíade dónde podian-ros r¡aer un conte¡ido para la palabra..trián_gulo sin cspecificación -es decir, cómo podríamos procu_rarnos un triángulo que no lucra ¡i cscalcn<¡ ni isírsceles niequilátcro. Ni a Hegcl nia Berkeley, pues, escapaba la falaciacon univc¡salcs abstracros quc, eo nucstro tiempo ha sidopucsta de nucvo cl circulación por G. Ryle con la dcnominación catcgory rnist¿ke

-cs decir, "e<¡uívoco categorial".,s_ Si

por cjernplo, aiguicn visira l¿ t/nivcrsiclad dc Oxfuld y sc lemuestran los colegios, bibliotccas, museos, laborarorios yedificios de adminis¡ración puede volvcr a su casa con lasensación de quc la Universidad dc Oxford, propiarnente, nose l¿ nostra¡on. T¿l como si yendo a comprar frutas volvierauno con la impresión dc que lo han embauca<io por<1ue sólo levendie¡on manz¿nas o naranjas o plátanos, erc_ Esta especiede tri<¡uiñuela lógica ha tcnido ocupirdo buen tiempo u lo,filrisofos('e. Puede identific¿¡sc t¿rmbión cn rérminos pura_

¡" tt- t ,,,,tt.r \1,r,/ I'1,1 ,¡,r 8,",1,. J,,r,., Iñn,1...1''' R,,,r"'.1",c rt¡rq,rn,cr,,,.,,,,rt.t.,,,.a,,,,.1,.frr,.¡,,n1. !tu. r(r.r \.,\us¡articulares pcro quc no vci¡ nr¡r8Lin Vnso Unrversal

I,1 l

Page 140: Perspectivas Sobre La Metafora

mente lingriisticos; el mismo Berkelcy, tratando dc explicar

esta falacia y la forma como variada, rcitcrada e impcnsada-

¡nente caemos eo ella la atribuía a los modos y operaciones del

lenguaje. He aqui, Por eiernPlo, una observación dc Berkeley

que ha recibido ulterior¡¡entc toda espccie dc aplicaciones

cntre los 'fiIósofos del lcnguaie': . . se considcra que rodo

nombre tiene, o clebe tener, unn significación prccisa y

establecida, lo que inclina a los hombres a pensar que existen

ciertas ideas abstractas dcterminadas que consrituycn la única

y verdadera significación de cadir nombre gcneral"?o I"a

observación puede extenderse -más

allh cle la doctrina dc las

ideas abstractas en Locke- a l¿r varicdacl cnte¡a dc los "equi-

vocos categoriales ', que se reclucen a r.rn traspaso <le significa-

dc¡ sobre la cuestionable base dc la sc¡rrcianza dc las cxpresio-

nes. Así, por cjemplo, del mocio con¡o decimos <ic alguien

quc es político, decimos de alguicn <1uc cs u¡ra flccirin l)c

doncle podcmos cac¡ en ia tentación dc poblar el rnuntlo con

ficciones, además de políticos. Asirnismo, dcl Inodo comir

decimos cle la impuntualidad que es reprcnsiblc, deci¡nos dcl

horlbre impuntuai <¡uc lo es t¿u¡bién. Y de allí ¡ro<lernos

inferir la coexistencia de cosas ¡bst¡actas y cosas concrct¿s'

El "equívoco catcgorial" consiste, pucs, en ubicar algo en

una categoría diferente de la que lc corres¡,ondc. Tal cr¡or se

conretc cu¿rnc{o. debido a Ia semejanza de las exprcsiones,

cclulvo(dmo:, t¿ disrinc¡on ds l¡5 ¡ate¡¡orirts'

EI caso de las "extensiones metafii¡icls'que hcmos exa¡li-

nado más atrás y que tienen como resultado la int¡oclucci<in

del lenguaje'inmate¡ial' a partir del icnguajc'matcri:rl' ha

sido taml¡ién enfoc¿do en té¡minos de "ecluivoco catcgorial '

'o'th¿ t'r¡ul¡le¡ al Hma Un¿entdn¿¡rl lnt¡ocluction

144

Page 141: Perspectivas Sobre La Metafora

(Cuál es cl efecto rnás importantc rlc, la ,,cxte¡sión metafó¡i

ca" qrre va de lo'm¿tcrial'a lo,irlrnate¡ial'l puede responde¡se así, en cortas paiabras: u¡ duaiisr¡o de ri¡ro carrcsiano.Explicacio cn rérminos de armoní¿r ¡rrcestablecida. ocasiona-lisrno. p.Lral, lrsrn6 l,st(,,ti\roJugiLi, (, c¡ritc.norrrcrr.rlrsm,r. pe_ro sienrpre inasiblc e insatisf¿rctorio en últi¡na instancia_ Heaquí, pucs, un arrcfacto para eli¡¡ina¡ el ciualismo cartesiaoo:la "extcnsión metafó¡ica" gvc ln Tttttrtitida conscrui¡ talescre¿rruras lircrales con¡o la mente, el entenclimiento, la vo_luntad, l¿r irnaginación, las pasioncs, ha fo¡z:rdo cn cxccso laIicencia <¡uc se concecle a la rrecálora, liccncia se¡¡ún la cualpuede ésta traspasar las frontcras carcgoriales, pero en elentendido de <¡ue nunca pucdc ser orra cosa quc meráfor¿.Asi, por e¡cmplo, cuando a la objcción de Diógines _que veel vaso, ircro no ld v.rseida(l

- rcspon<lc platón qu" "llu

,"debe a quc no ticnc ojos para ver la ,vaseidarl'

cor¡o sí los cicn¡,para vcr cl vaso, la intplicación _a saber, que platón estádotado clc las cios especics rcc¡ucr.iclas de ojos_- no pue<ic bajonin¿¡ún res¡recto cxrencicrsc m¿is allá de Ia liccncia metafóric:r.a ricsgo dc cacr en el "cc¡uívoco catcgoriai ,.

'l'al extensión, con todo, hal¡¡ia hccho su camino sinobst¡ucción y sc desplcgaría pJenamcnte cn lo quc es paraRyle el dualismo cartesiano, cn cl cual I" mente se co¡sideracorllo una eoridad en Ia rnisma catcgoría que el cuerpo, conactividades, operaciones, funcio¡es, estarlos, etc., en ci ¡¡is_mo sentido en que los at¡ibuimos al cuerpo. El clualisrno, deltodo acepr¿rble para l)escartes

-por<1ue no podemos abstracr

cle su fii<¡sofi¿ srrs ¡nás arraigadas creencias reli¡¡iosas ap^re_cc, para un pensa<lor de ia cra cicntífic¿ y recnoJógica comoRylc, no ya corlo la doctrina, a medias clcfcnclible a mcdiasno, cle "el ¿lma e¡ cl cucrl)o" sino como la ¿l¡su¡da falacia <lc"el espcctro cn la máquina .

ltt

Page 142: Perspectivas Sobre La Metafora

De moclo, purls, que ¡'>odernos enfircar el efecto de la"ex(ensióD mecafó¡ica" desde este nucvo ángulo: qLre sobre la

base de cioctrinas rcligiosas que adhicrcn a la noción -deampli:rs ¡:royeccioncs culturales- que podemos clenomina¡

co¡r la fr¿se "cl alm¿ en cl cuer¡ro', la "cxtcnsión metafórica"

no pociía en noclo alguno terrtet cacr bajo cl anirtemir clc

"cquívoco categorizrl". lil alma, sus opcraciones, sus fáculta-

des, su sustancialidad, agercia y existenciir cstaban allí y no

habia n¡rcla dc r¡rirravilloso. ni ¡¡ucl¡o ¡¡cnos,lc falacioso' en

llegar a ella gror la via dc la analogia nrerafórica con el cuerpo

Pero, desde que el alma se esfumó y no lrubo más nada a qué

llcgar, surgió la obvia cucsti<jn cic c<ino ¡rucde n¿clic caer en

ia ilusión de llegar a algo. Nada más simplc de responcicr

cuanclo no hay ya dogrnas religiosos guc rcverenciar: lremos

constrrrido un espcctrr¡ con cxtensioncs metafiiricas proyecta-

das sobre cl vacio. l)c rnodo que a c¡uienes, ajcnos al 1>asa<1o y

sus concenidos, se Prcgllntan y vuelvcn a preguntar sobre

cómo puclo incrrrrirse en tanaño "equívoco categortal no hay

más gue retnitirlos a épocas cn quc prevalccían proposicioncs

<lc dimensión muy encumbrada sob¡e Dios, el alma y laexistencia futura.

Hcrnos indicado que lir " irn1>ertinencia sernhntica" que se

revela en la metrifbra -"impertinencia

semántica" y "equí-

voco catcgorial" son casi formal¡¡¡e¡rce sinónimos- es tolcra

da por c¡uicnes.lenunci¿rn el "equívoco categorial" siempre

c¡ue la rretírlora no exceda los limites dc la liccncia poética o

retórica. Al¿¡o c¡ue Ios partidirrios dc la escuela scmántica no

estarhn dispucsros aconcr(ler- Paraellos-¿parac¡uiél no?-atenerse a las normas quc, obviarnentc, impone Ia doctrioa

del "cquívoco categorial" c<¡uivale a esttech¿r las vias de la

curiosiclad, la investigación y la innovación ¿Cómo podria,

por ejcm¡-,1o, ocrr¡rir nada como Ia bisociación de Koestler, la

t16

Page 143: Perspectivas Sobre La Metafora

perspccriva dc Ilu¡kc, cl fllt¡t¡ de [.]iirck sin dcsconoce¡ lasan)en{zanres implicacioncs dcl "cquivoco cirtegorial"i, por ltrdc"rlás, ni un encmigo cie la escucla semiintica como D¿vid-son aceptaria ur¡a rcstricción tJcl ti¡ro "c<¡uívoco cacegorial',;Ia mctáfo¡a, para ó1, obrir io c¡uc obra en conexión con elsignificado y Ia verdatl precisarnentc recutrierido ¡ roda espe-cic clc cransgrcsión liter¡rl. Pc¡t¡ incluso más: parcce quc,desdc Ia pcrspectiva de la metáfbr¿ y los recursos y empleosmctafóricos, cl "equívoco categorial sc t¡ansforma hasta elpunto cle no consricui¡ ningún ecluívoco y, po¡ el contra¡io,¡cP¡csenta L¡t recLlrso justtrmentc con vistas a <lesentrañar ydcfinir nucvos conceptos. Dc ¡roclo <¡uc "cquívoco catego-rial c 'irn¡rcrtincnci¡ semántic¿" no sc conlunclirían dcspuéscle coclo, sioo quc <¡uetlarizrn ubicados como e¡r lados opuesrosde lo clue l'o.lcmos.lcnomjna¡ "clt¡rinio del conccl>co" (o cle

lirs "categorits ). IIJ "ct1uívoco categorial ' caería cn la especie.lcl error, csta vcz <or¡sistc¡lcc c¡ trartrr un objeto (fcnrimcno,¿ctiviclad, o¡rcntcir'rn, etc.) c'n ll categoría cle otro"; en ranro<.¡uc la "im1>crtincncia scmiinricir" perrcncccría a la cspecie deJas operacioncs c¡rrc rcaliza l:r irnaginaci(rrr. Ambas opcracioncs

-"equívoco categorial' e "impcrrinencja 5s¡n1¡¡¡i6¿"-

consisriria¡ en lo mismo, con las difcrencias quc existen cntreun acto impensaclo y estlrlro y un ar¡cbaro auclaz y creaclor.

Así, cn rclaciiin con lo que hcmos nonbrado clcsentraña¡y ciefinir nrrcvos concel>tos" cl recurso lin¡1üistico mctafóricono sería nrás <¡uc r.rn conjunto de habilidades con vistas a

aprehendcr y manipular, como cn prime¡a aproxinación,nociones que rodavía no hemos levantado hasta los niveles clccxplicitación y cxactitucl dcl crincc¡rto. Quizás lo mris adecua-do lrara caprar cs¡a noción clc metáfcrra como desp)icguehcterodoxo tle rccursr¡s'equívoco categorial", transgre-sión Jógica", "irnpcrtinencia scmánticir", "bisociación",

t11

Page 144: Perspectivas Sobre La Metafora

ctc.- es Ia imagen de la mónada espiritual -que

nos ofrece

Leibniz- en proceso de desarrollo desde la expericncia inme-

diata, senso-afectiva, a la forma clara y clistinta de la apercep-

ción. Las transgresiones categoriales que obra la metáfo¡a sólo

se¡ían tales desde el punto de vista de una etapa del proceso de

explicitación del concepto. El concepto clesarrollado y explí-

cito se encargaría de confirmar y justificar todo el proceso que

él coronaTl. También, con esta imagen de un Proceso que Por

interna exigencia de coherencia y explicitación transita desde

lo confuso a lo distinto, podernos dar lugar a un ctxrcepto de

imcgin.rcion .le tipo k:rnriano. La esrrategia consistcnrc cn

transgredir los Iímites cateSoriales sería col¡o una función

propia de la imaginación que comportaria así como el csque-

ma de una síntesis que espontáneamente y a priori se aplicaría

a los contenidos de la experiencia anticipando y haciendo

posibie el despliegue ulterior y explícito del concepto El

trabajo de la imaginación i¡ía más allá de pasiva y fortuita-

mente combinar ideas por contigüidad o semeianza De este

modo, asimismo, las categorías que más atrás toma¡los en

consicleración tratando de las relaciones entre metáfora y

símil -cs

decir, semejanza, identidad y diferencia- apare-

ce¡ían extrañamente combinadas en el tránsito que va de la

imaginación al entendimiento. El genio propio de la imagi-

nación consistiría en barruntar, instigar, convulsionar y

transgredir animado del me¡o instinto de un orden que

finalmente se revclará en términos de principio y conexión

Iógica ri¡¡urosa. En este empeño, la imaginación, anticipao-

do ¿ su mane¡a lo que sólo ulterior¡¡ente recibi¡á la sanción

de las facultades del concepto, no puede menos que aParecer'

'r Esta imagen puede enconrrarsc en Hcggl, Bradley y rodos Ios filósofos

que aceptan la doctrina <le los grados de la realidaci y ta verdad

148

Page 145: Perspectivas Sobre La Metafora

desde la ¡erspectiva del entendimiento, como una facultaddel prodigio que obra transgrediendo siste máticamente las

normas del rigor, la racionalidad, la exactitud, etc., identifi-cando lo diferente, aproximando lo remoto, si¡tetizando Iorecalcirrante. Hay rrn pasaje en el artículo ya aludido de P.

Ricocur que puede ayudar a esclarece¡ todo esto:"Sin volver a mi anterio¡ crítica sobre los prejuicios con-

cernientcs a la imaginación que pueden impedir que se hagajusticia a la imaginación productiva Q rodrtire inagiration),quiero subrayar un rasgo de la asimilación p¡edicativa que

puede clar apoyo a mi afirmación de que el modo de ¡elaciónca¡actcrístico del proceso metafórico muestra una afinidadtípica co¡ eI esr1uenatitmo de Kant. Me ¡clie¡o al carácte¡

paradójico de la asimilación predicativa que ha sido compa¡a-da por algunos autores con el concepto de'equívoco catego-rial' dc Rylc que consiste en p¡escnta¡ los hechos que pertene-

cen a una catcSo¡ía en términos apropiados a otra. Todonucvo modo dc relación (metafórico) va contra una categori-zación previa quc resiste o, más bien, cede resistiendo, como

dice Nelson Gc¡r¡dman. Esto es lo que pres€rva Ia idea de

impertiocncia o incongruencia semántica. Con vistas a pto-ducir una metáfo¡a se debe continuar identificando la previaincompatibilidacl ¿ ,r¿ués ¡le la nueva compatibilidad. La

¿similación predicativa implica de este modo una peculiar

cspccie Je rcnsiun que no e5 tanlu entre un suieto y urt

predicado como entre conSluencia e incongruencia semánti-cas. La captación de la semejanza es la percepción del conflic-to entre la incompatibilidad prévia y la nueva compatibili-d¿d. La 'distancia' se preserva dentro de la 'proximidad'. Verlo semejante es ver lo mismo a pesar de, y a rravés de, lodile¡ente. Est¿r tcnsirin entre identidad y diferencia caracreri-za la estructura lógica de la semejanza. De acuerdo con esto,

149

Page 146: Perspectivas Sobre La Metafora

la imaginacitin es la upatrtlad de producir nuevas cspecics de

asimil¿ción y dc producirlas nct pot encina ¿/¿ las diierencias'

conro en el concePto, sioo a Pes¿rr de y a través de las

dife¡encias. La imaginación es esa ctaPa cn lt producción de

géneros cn que la alinidad gcnérica no h¿r alcanzado el ¡ivel dc

la paz y rcposo conceptual, sino que Permanece cogida en la

gucrra entre distancia y proximidad, entrc lo rcmoto y Iocercano. En este sentido, Podemos h¿blar con Gadame¡ de la

mctafirriciclacl fundamcntal clel pensanriento en la medida en

<1ue l:r figura deJ lenguaje que llamamos '¡¡etáfora' nos Pcr-

mite dar un vistazo al procedimiento general ¡ledii¡nre cl cual

proclucimos conceP(os Esto se debc a quc en cl proccscr

mctafórico el movimicnto hacia el género es detenido por la

resisrencia de la d ifelencia y ' por dec irlo así, intcrce¡rtado por

la figura <ie ia retórica"72

Iil lenguaie y la postura dc este pasaie cle Ricoeur ¡ecr'rcr

cian a llradlcy y sL¡ manera poética de investigar )os más

abstr:rctos problen-ras de lógica. l'ambién, Iccturts como la

anterior sugiercn por si solas la posibilidaci de una caractcro-

logía estilisticLL de l¿s corrie¡tes filosóficas. Un filósofo cle la

escucla :rn¿rlític¡ sc estrefilecería ante el empleo dc expres(>

ncs como ve¡ lo misno a pesar de, y a través de, lo difcrco-

tc", "cl nivcl de la paz y el reposo conceptual"' "la guerra

entredisranciay proximidad, "cl movimicnto haciacl géne-

ro clctenicio por la resistencia dc la diférc¡cia "

En u¡r tiemPo

no muy lcjano, cxpresiones conro éstas -tomadas

principal-

nente clc k¡s textos dc Brad ley o Bosanquet- eran coosidera-

,.las sol¡tncnte plra cjemplificar la producciírn lite¡al del

sinsenticlo; y conlo gemas insustituibles, en verclad Como

clccinros, todo parece camtriar c¡r nuestros días, hasta el

''? P. ttirocur, Itu ¡1ttd\hffi / l'nt:$!

1i0

Page 147: Perspectivas Sobre La Metafora

extremo que criatL¡tas como l¿ metáfbnr, a¡tes encerradas

rigunrsamente en bs lir¡itcs tle l¿r retó¡ica, aparccen ahora

como flgu¡as del concepto, fbrmas del conocinicnco y hasta

fuences dcl sal¡e¡.

I-a tensión conceptual cle quc habla lticoeur tiene quizás su

corres¡rondiente psicoklgico cn l¿r tensión que observa la

cscucla clc Piaget cn la conducta lingüistica del adolcsccnte

escolar. 'l'ambién, la noción de "movimiento hacia el género'

puede pooerse en ¡elación con las t¡cs primcras especies de

metáfbras que enumera Aristiitclcs -cs

decir, "desde el

género a la cspecic, descle lt especic al géncro, clesde la cspecie

a la cspccic". lln los t¡es casos, el ¡:,rincipio ¿¡c¡eral residi¡ía

cn la incliscrirnin¿ción. l)csclc quc la relación entre el géncro

y sus cspccics constituyc una síntcsis exhaustiva y explícita no

hay yl firndlnrclto ¡rarir confr.rn<lir o trastroc¿r ¿mbos niveles

o sLls(ituir rrrrDbrcs im¡rropiamente. Cada vcz que nombra-rnos cl géncrr c,¡n cl nornl>re dc l:r cs¡rccic, la especie con el

ruoml¡rc dcl géncro o la cspecic con cl noml¡re de otra cspcctc

coordina.l¿ cllo inclica c¡uc Ias clistinciones en algún sentido

son dél>ilcs, sca porquc no se han co¡solidado todavia, sca

porque no encuentran eco cn la rcalidad por muy rigurosas y

racion¿les quc sean. Quc cicrtas cosas no ren¿;an nombres no

siempre inciica flojedad clc patte nuestra. C), cle otra mancra,

lo <1ue cicrros cspiritus llamarian Oojedatl, otros preferiríanll¿rmar cconomía o ¡calismo. Asi, rnuchas vcces, por más que

dispongamos del sistcrna completo del 'género y sus especies

nos resistimos a nombra¡ toclas sus partcs. O, tarnbién, por

más quc está a la visra que se t¡ata de cosrs diferentes optamos

i¡discriminadamente por el misnro nombre para todas. En

este sentido. la met¿il'ora es un¿ criatura a veces de la más sana

y sensata cconornía, a veccs clc kr que l-Iegel llamnba impo-tencia dc la ¡aturalcza (y r¡uc orros, menos 'idealistas', prefe

It r

Page 148: Perspectivas Sobre La Metafora

ri¡án llama¡ impotencia del concepto). Lo que quiere decir

que nu es ne(esario que en el empleo de metílloras enconlrc-

mos lo que le parece a Ricoeu¡ una especie de fotografía del

proceso que va de la imaginación a Ia conceptuación Es

dectr, la Inerjlora no I iene que ser neLcs.triamrnre una oper.r-

. ión a que rccu rrr mos cn lus primcros conrtus con visrrs J u nx

aprehensión científica de las cosas, sino que puede rambién

revela¡ un rechazo que hace la natu¡aleza de nuest¡as distin-

ciones e un rechazo que hacemos de ellas nosot¡os mismos en

nuest¡a práctica lingüística. La naturalcza está poblada de lo

que, desde el punto de vista de tales distinciones cs ambigüe-

dad encarnada. Y nuestra conducta lingüística está también

rebasada por expresiones'confusas y equívocas" En lo que no

hay nada que rept diar ni a la naturaleza ni a nuestra práctica'

Hegel no está de acuerdo con esto, y rcpudia a ia naturalc-

za, por ejemplo, porque sobrepuso cn un mismo órgano

operaciones tan distantes y opuestas como las de orinar y

copular. Del mismo Hegel se dice que respondió a quicn le

objetabl q.re la ¡ealidad ¡o estaba de acuerdo con sus ideas:

''Tanto peor para la realidad'. Lo que puede scr ¡oda una

audacia intelectual, sin que ello remugva el hecho de que la

realidad no se detiene en consideraciones de pureza concep-

rual y encarga sin vacila¡ a un mismo órgano de l;u operacio-

nes más dispares. ¿Puede haber contraste más chocante que

roer un hueso y recitar un poemai' Más chocante, se entiende,

desde el punto de vista de la pwrcza y rigor del concepto que

repudia los "equivocos catego¡iales". Pero no desde el punto

de vista de la naturaleza misma que sabe dispersar lo ambiguo

en el tiempo y el espacio se dice ahora- en

contextos diferentes. Lo mismo vale para las palabras que

-también en los tiempos qr.¡e corren- han venido a tene¡

significado sólo en el contexto en que se l:rs emplea Con lo

r52

Page 149: Perspectivas Sobre La Metafora

cual, siquiera en rérminos prácticos, desaparecen o¡di¡a¡ia-mente los riesgos cle la ambigüet1ad.

No cs pues en toclos los casos "el proccso de movimienrohactacl gencro l,'quc la mer.rftrra nos¡crmire rerromosi ru

ob¡a¡ consistiera siempre en relacionar lo próximo y lo rerno-to b:rjo un género toclavía inexplícito, tarea que pondría enfunciones una especie de esquematismo teproductivo de unaespccie de ima¿¡inación kantiana que cstaría como en laan¡esal¿r dcl enrendimienro, la facultacl del concepto porcxcelencia. El cuadro que sugiere cl rexto de Ricoeu¡ tiene eli¡convenie¡tc dc implicar "el proceso de movimienro hacia el

coocepto" cada vcz que mecliante metáfbras aproximamos Iorcmoto o, si¡nplemente , cada vez <¡ue cmpleamos metáforas-A<i. cl (

' 'n( r'lro scrr.r lr rnetr lcgrrim.r v crr ¡nnr r¡'ro <irm¡,rcalcanzaLrlc de estc movi¡nie¡to l¡acia el concepto que lamct:ífrrra dc rno.lo t¿n c¿racteris¡ico rcprcscntaria. Tras cada

mctátor¿, ¡rucclc clccirse, hay ¡:rlrra Ricoeur el anu¡cio de uncolcepro c¡ proccso de explicitacitin. Es, al fil de cuentas, elrnislno crr:rdro <1uc nos haccrnos cuando hablamos cor¡o lohacc Quinc dc las n.riirgencs fllosófic¿s de la cienciado¡rdc las r¡etáfbras ayudan cn cl "cucstionamicnto cle cst¡uc-turas conceptuales b/rsicas" y a "ilu¡ninar el nuevo orden"-Pero, ¿qué di¡emos allí dondc la naturaleza rcsiste o allídonde nrtestro cornpottarniento Iingüístico i¡lual insiste cn¡esisti¡1 Más at¡ás aluclimos a un tcxro dc frcud que ¡roclemoscicar aquí dc nuevo, csta vcz cornpleto:

"Si tuviéramos que evaluar nrresrras es¡>eculacioncs sobreei insrinto de vida y cl instinro cle ¡¡uc¡tc no nos perturbaríaque tantos proccsos se produzcan c¡ue resultan sorprcndentesy difíciles tlc re¡rreseotar, como un ins¡i¡to expulsado porotro o dcvoivié¡dt¡sc dcJ ego a ul objero, etc. Esto resulra tansólo de que cstarnos obligados a procccler mcclianre conceptos

t5 )

Page 150: Perspectivas Sobre La Metafora

científicos, es deci¡, con las expresiones metafóricas peculia-

res de la psicología (o más correctamente: de la psicología <le

ias capas profundas). De otro modo, no seríamos cn absoluto

capaccs de describir los procesos corespondientes, ni siquicracapaces de notarlos, de hecho. Los dcfcctos de nuest¡¿ des

cripcirin desaparecerian probablemente si ¡-,udiéramos susti-tuir los términos psicológicos por términos fisiológicos o

químicos. También éstos, sólo constituyen un lenguaje me-

tafórico, pero támiJiar para nosotros por un tiempo mucho

más largo y, quizás, también nlás simple"TJ.

Para este autor, entonces, incluso los conceptos que acu-

irtn l.rr ticnr r.r\ n¡, son cn riltr¡rr¿ irsranci¿ rnis que merah,'

ras. El texto que citarnos ptodr.rce la irr-rpresión de quc tam-bién para Iireud

-probabler¡ente influido aquí por Fritz

Mautncr cl plano cntero clel lenguajc está poblado de

metáforas y ,-lerivados metalóricos. Y el hecho no cambiaporque la metáfora sea ¿hora dead nktr.phlr', ¡ruesto que si

buscar¡os en cste último caso el conceptq, no vamos a lograr

otro resultado que una 'metáfi)ia revivida'. De donde tenclría

mos <¡ue concluir que, siquiera en una alta proporcirin ,Je la

¿ctividad rnetafórica, no ha habido ninguna culminación de

ese movimiento hacia cl géncro dc que nos habla Ricocur.

Así, también, hemos visto que por "extcnsión ¡¡c'tafóri-ca , ha llegado a const¡uirse todo un sistema de o¡rcracioncs,

mecanismos, funciones que nos reprcscnta¡¡os como cl tarn-

bicn rr¡r't.rlorrru sr\remJ ,lc un.r l\rqu¡5. ttn suictu o Ltn vo.

Pero, de acuerdo irl cuadro que nos ofrecc Ricocur, el proccstr

metafiirico aqui irnplicado no se¡ía rnás qrrc una moclaliclad

figurativa del "movimiento hacia el concepto . El yo y sus

facultadcs scrian corr-ro cl cum¡rlimiento y mcta de un intcnto

i\ ^1it

¿//,i del I'ritt4'n ¡l¿l Pl¿c¿r.

I 51t

Page 151: Perspectivas Sobre La Metafora

iniciado en los ¡rivcics figurativos cle la imaginacicin. por elcontritrio, vcrnos qtre ni un |sicólogo dc la talla de F¡eud está<lispuesto a desconoccr el ingredic¡rc metaiirico <1uc perm:i-ncce irredr¡cido c¡ corlas estits rcPrcsentaciones. lncluso,tendria <¡uc ¿¿l¡e¿l?r¡se (luc en el caso de talcs result¡clos clc iaaplicación rrcrafóric¿

-como 'rl yo y sus fircultades , 'el yo y

sus af¿ccit)ncs'. 'el aima y sus opc[^ciorles', ctc. , no sc rrata dei¡lpotencia (1c l¿r narrrraleza, clel concclrto o cle pura cconorníalingiiistica. Como hemos visto más atriis. a prt¡rósito deBariielcl, <luecla Ja rnuy scria altcr¡ativa clc ja vaciedacl absoluta, es ciccir, quc las expresioncs dc origcn metafórico de lacs¡rccie concicncia, subconcicncia, voluuta<J, libicl<¡. ccc., nos(jlo no rcprcscntcn u¡r "movi¡¡ic¡to hacit el góncro" sioo c¡r-Le

rto sc¿rr rn;is clüc (1')¡roLlos ruidos ¡rliisricos -¿llarnémoslosasí/ l)xrd aParenrar rrn significatlo donde cn vcr.lacl no hayninguno. Asi. corlo con csos ob¡crrjs arqucripicos rle placirn

-quc Bcrkclcy ridiculiza csas ¡c¿ljda(lcs pe¡fect^s qLre sc

obtiencn, cor¡o cliccn los matenriricos, "pasando ai Iínrice" yque ¡ros colduccltr casi sin pcrcibi¡ la solucirin de ci¡¡¡inui-dad, desclc un mu¡cJo de cosas rnuy scnsibies y muy concretas¡ un Inundo clc cos¡rs irletlcs l¡ atquer4)icas, así tambiénva¡¡os dcl hornl>rc cxisrcnrc al sujcco psicoltigico y cle ústc alstrjtto iilosr-rtico ¡.,or cjcmplo, cl srrlcto trasccnclcntal, tran-scnr¡riricr>- ¿srcntodc lirculta(les, Licol)cr¿icrones, hrnciones:<lc cs<¡uernatisrlos;r priori. l¡rr cicmplo, rJuc obran clescle su¡nundo sLrpcrcmpírico conexrones Dcccsa¡i¿s, síntcsis prcrletc¡mi¡¡¿d¡rs, leyes etcrnas, concxioncs fi.¡rmalcs dent¡o clc lascualcs se ordenan las cxpericncias. Cuando, sin e¡¡bargo,obrando co¡¡rr si el-ccriva¡¡cnte hul¡ier¿ ope¡¿ldo en csra conr-t¡ucci(in cl "rnovin)icnro clel concclrrg" -la cransicirin <lrrc va.ics,lt l.r trtt;r¡irr.r, i',¡¡ ,¡ l.¡ 1rr¡¡¡(.¡,¡¡¡.¡ ¡.¡ ,lrr,,rem(,r ur.¡Palabra rn;is sr¡¡jaalttiv¡ sob¡c ja vcr(lad de csos concc¡.rtos,

t5t

Page 152: Perspectivas Sobre La Metafora

sobre el g¡ado y fbrma de realidad que corresponde a su

significado, cuando -para

poner un e jemplo y, acaso, dejara

la vista toda ia problemática que han estado como t¡amitán-

dose entre bastidores mienttas en esccna aparecen la metáfo-

ra, la imaginación y la 'revolución se¡¡ántica'- Pregunta-mos sobre 'el alma y el ego trascendental', 'la inmortalidad y

el e¡¡o trascendental', 'Dios y el cgo trascendcntal', ¿se nos

dirá que no hay aquí relación ninguna, que el sujeto trascen-

dental no es más que un nombre para una cspecie de operacio-

nes meramente postuladas como condiciones a priori de

posibilidad ?

28. I-a metáfora dade el punto rfu aista

neilrortrio/ógico

En l¿rs últimas décadas, las investigaciones neurofisiológicas

han llegado a extremos que sacuden los cimientos puramentc

especulativos, fenomenológicos o ideológicos dc la psicolo-

gía, Ia gnoseologia y la lógica, Pa¡a empezar. Uno de los

grandes capítulos de estas investigaciones comprende la cspe-

cialización de los hemisferios ceret'¡ales. En particular' la

especialización verbal del hemisibrio izquicrdoT¿ Esta últi-ma sostienen algunos- ha significado una deformació¡

sistemática y cnorme de la percepción que tenemos de nuestra

mente y Jc nosotr',s mismos Thorn.rs R BI¿kesicc lo [ormu'

la categóricamente así: "un exdmen verbal de nuestros pensa-

mientos revelará tan sólo pcnslmientos que puedan expresar-

se verbalme¡te7t. Dada la precminencia de las formas verba-

" The Sc[,',¿ t' Buor, K. Poppct y J.C. ltcla" 't he Rryht B,?i¿, Anchor P.ess, 1r80.

i t6

l

I

Page 153: Perspectivas Sobre La Metafora

les de comr.rnicacirj¡r sc ha caído cn la fácil y fálsa noción deldotninio de la cornunicación por el lenguaje y de la capacidadnatural de ésre clc c¡aduci¡lo codo a información verbai. Enfilosofía, por cjemplo, han llegado algunos al ex¡¡emo deidentificar Ienguaje y pensamicnt<.r; lo que equivaldría a

afirmar, en términos de los dos hemisferios cerebralcs, quesólo uno de ellos es el asiento del pensamiento.

L¡ mtderna ncrrr,,frsiul,,grr l,rr( L( (onfirm.rr (rá., uc, . n,,

más fuerza que la mente humana no es simplc y que a lanoción de ¡rcnsamiento verbal rcsponcic otra, opuesra y cotnpleocntarir, cle pensamiento no-verbal. Fin general aun-guc alguoos rnancj¿n la relación como tajante dicotomía- la

rncote írp¿rece dividida cn la división misma del cerebro:

mientras ci hcmisferio izcluierdo con su control del lenguajedo¡ni¡ra cl cam¡ro clc las tarcas ¡n;rliticas, lirgicas, explicato-rias, e¡c., cl rlcrccho ticnc su fircrte co funciones como laintr¡irro¡r. lir rrrrtcsrs. l.¡ r,,¡ltf,rlrr.ron. cr,.

Dc rno.lo rluc tarnbién la cspeci:rliz;rcirin -latcralización,división rlcl trabajo-- de los tlos hcnisfc¡ios ccrebrales se

oiiccc conro una basc clc cxplicación dc antiguas y hasca aquíinsuperables o1-rosicioncs. Del rnodo como l). Mo¡ris of¡cce,para ex¡rlicar toda lir gama de insolubles oposicioncs ¡rsicoso-cioculturalcs, la hipótcsis de un doble p¡og¡amafi logenético/6; clel nrodocomo P.D. Maclcan cncuenrraen la

t r r r I ¡ r i ¡ i Ci n , I c I ,r rr L,ro ((J!t,t(C/ll y c\( ru( rrtrJs a¡L ¿tLr5

la razón cle un conflic¡o insuperablc en todo proyecro socio-cultu¡ai humano;7: así también au¡ores como Biakeslec con-side¡a¡r cl cont¡¿sre fu¡rcional dc los dos hcmisfe¡ios cercl¡¡a-les como l¿l base ¡¡ate¡ial clc ci¡rdinales oposicioncs, hasta

" 'r'b, NnAd At,t.1' ll tfttttu Or,¡tr'lt tJ //t¿ Bt¿D¡ Bthal,r'/t.

151

Page 154: Perspectivas Sobre La Metafora

aquí 0otirntcs o explicardas en térmi¡ros purarnc¡tc cspccL¡la-

tivos o miticos. Por ejemplo, oposiciones de la es¡recie carte,s\an?, itt/xili0-dt.trx,l//i (con toda la co¡rstcl¿cit-rn dc con¡r¿stes

implrcados cn los ¡rlanos clc l¿ fllosofí¿, la nretoclología, la

pedagogia y la cultura en general) cstarían material y fisiológicanrcntc insralaclas dc ¿rcue¡do a ias evidcncias ya incuesrio-nablcs cle lls invcsti¡¡acioncs sobre cl ccrcbro.

I-a nocióo dc una participación complcmentaria y armo-niosa de a¡¡bos lrcmrsfcrios no cs en ¡¡oclo alguno oLrvia; y

aunque rnLLchos aLrtores se refieren a l¡ dicotornía de las

funciones ce¡eb¡¿les corro si se tt¿tara clc una r¡cion^l (livisión del trabajo, la ver.lad cs quc dicha división se cx¡>rcsa

culturalmente de un modo que d¿ much¿r f uerz¡ ¡ l¿ ¡¡ocirin tlcr,rn dominio mono¡rólico y dictatorial drl hcmislerio izguicr-<lo. Nucst¡¿ cultu¡a occidental, por lo menos, vist¡ clcsclc cl.rrrgurlu ,lt csr,,5 nucvi'\ dc.< Lrbrr¡nicntur ¡l'¡r',., (,'n \rrénfasis y casi cxclr¡sivis¡¡o de lo <iiscu¡sivo, lo racion¡l, lt¡

lógicancncc concatcnado, fundaclo, validado, etc-- cor¡oun dcsplieguc c|rmin¡rntc y urrilateral clel he¡¡isfe¡io iz-quierdo.

Como el lenguaje desplicga sus condicioncs csl'rccificas

rigor, univocidacl, concaten¿ción lrigica, cohcrencia ¡¡ra-matical, c¡c. por sobre todo en su forma clc lcnguajcescrito y cor¡o 1¿ escritura fuc introducida hace s(rlo un¿s

cu¿¡tas cleccnas de siglos (sin considcrar que el verdadero

impacto <ie la escritura obra ¿ rravés de la imprenta, inventa-

da rcciéo en cl sigb x v), entonccs, el conf)icto <¡ue sc plantcaa<1uí como ia espccialización y oposicirin dc los hernisferios

cerebralcs es de historia rccicnte y sc reducc -a despccho de

todas las cspccr,rlacio¡lc's a tr¡vés de l¡ histori¿ cle la filosofla--al co¡flicto cic dos mccanismos,:le aprehensión que sc sucede¡r

en la evoluciii¡r clcl sistema ncrvioso. Como dice lllakeslee, el

ii8

Page 155: Perspectivas Sobre La Metafora

lro¡nbrc estuvo:rplicanclo l)or cicntos de rnilcs dc años lasfb¡mas intrritivas, gesráltic¿s de:rprehensión, que ¿hora sonel patrimonio del hcr¡isfe¡io clerecho; y clu¡aorc rodo csecicmpo

-si comp¿ramos con Ia explosión cultur¿l ir¡iciacla

hacc unos niles clc ¿ños con l¿ invención <le Ia cscrirun-- ncr

dvanzó nalia. l)c modo, cnronces, que 1ludiera pareccr ina-propiado plxDtc¿r la cucsrión dcl conflicto dc los dos hemisférios y la domrnación clcl izquierclo toda vcz que los éxitos delIctt¡u.r¡r' y i.r c', ri¡ rrr,r crr.rn .r l¡ vi.r.¡

Cabc pensar, sin crnb¿¡rgo, cluc son consiclcracio¡es clc estaespccic lo qur da pábulo ai co¡rllicto dc los dos hcrnisfcrios yfuerza a la clorni¡ación clel ircmistcrio izquierdo. Por<¡ue no sctr¡t¿ dc (l()s mccanismos cic aprehcnsión que mcramente scsuccdcn, no se rrata cle la simple sustirucióD

-si irlsuna vcz

er) l.r naturalcza se produce un hccho asi cle uno por otro cnunil suefte de secucncia evolutiva. sino cle una combinacióndc lunciones c¡ue se com¡rlerncnr?rn, sin (luc ello excluya qLre

tr¡osirori:r o (lcllnitiv¿rncnre se r¡ucsrrcn conflictivas y hasrai¡co¡rP¡tr l)lcs.

l-o t¡uc irnporta, ¡rucs, cs rcducir cl cc¡uívoco y dar libertaclal juego de los principios cncarnados c¡ cada uno dc loshc¡nisferios cercbrales

-algo c¡ue no poclemos si<1uic¡a deci¡

que sea el c¡etlo dominical cle nuestra cuitura. A cste respec-ro, hay un cua(lro muy instructivo qr.rc Blakcslec nos ofrccc yque pone a la vista la cicga mar¿¡inirción dcl hemisferiocle¡ccho e¡ ran impo¡tdnte territorio co¡¡o el de l¿ educación.En las condiciones emincnremenre verbales en quc debecn¡narcarsc toda fb¡mación, no pucde sorp¡ender la do¡¡i¡ra-ción del hcmisfirio izquicrclo y lt reprocirrcción siscemáticade esra dominación. To(lo lo c¡ue responde a la kigica clel

pcnsamiento vcrbal el conccpro, la deflnición, Ia prucba,cl ¿rgumento, cl ordenamicnto tlc l¡s irlcirs, el ex¿rnen críri-

t59

Page 156: Perspectivas Sobre La Metafora

coJ etc. es ¿rle ntado como la figura misma de la inteligencia

y la excelencia mental. Por el cont¡ario, la intuición en todas

sus formas (sensible, estética, moral, intelectual) es aceptada

como no más que t¡n ba¡¡unto, como una tosca aproximación

que dejada a su suerte no tiene destino, como apenas la

confusa y enmarañada primera aparición de un contenido

todavr¡¡dis¡anc¡¡excesivade I¿ iicul¡ad racion¿l Loscfc, r,.rs

de esta marginación, el dispendio estulto de energia espiri^

tu¿1, el abandono, desconocimiento y frustración de c¡iaturas

sensiblemente dotadas, pondrán al borde de las lágrinras a los

pedagogos del ftrtu¡o. El cuadro de Blakeslce a que nos

¡eferimos nos cuenta de dos escola¡es que han logrado escu

rrirse de su clase de álgebra'"Ambos detestan el álgebra y piensan que está firera dc su

alcance. Prefie¡en iugar a la pelota y la lanzan ale¿¡rcmente,

uno al ot¡o, tan lejos como pueden. Cada vez que sc arroja la

pelota el muchacho que tiene que cogerla calcula sin dificui-

tad su trayectoria y su velocidad, anula el efecto del viento, cl

declive del ter¡eno, y la alc¡¡za perfectamente Jugando así

exhiben una comPrensión no-verbal muy sofisticada de la

cienci¿ física que no podrían siquiera comenzar a explicar'

Este es efectivo conocimiento basado en aprendizaje no-ver-

bal. A partir de este conocimiento están en condiciones de

resolver problemas mucho más complicados que las ecuacio-

nes algebraicas de las que huyen. De hecho, aunque terminen

sus estudios y reciban su grado en física, probablemente

nunca podrán const¡uir ecuaciones que predigan el lugar a

que llegará la pelota tan bie¡ como lo hacen ¡uto-máticanente"78.

13 Tbe Right Brdin, p. 20.

r60

Page 157: Perspectivas Sobre La Metafora

Un conrrasre como éste debierur ser experie¡cia común detodo pedagogo, en especial cuando se rrara de la enseñanza demate¡ias cientificas y empleo del lenguaje maremático. Aveces se alcanzan ext¡emos casi ridículos, cuando hay qucllenar una pizarra de símbolos pata probur con ,rn despliej,reimpresionante de rigor lo que en un pluno int,ritirro o p.á.tico

:", r:'r:ll. en un insrgnrfic.rnre Acs¡o ralgo ,nri,rto , e.u

l¿bula del ¡rrrtn de los monrcs). Considcr.r". ¡,r, "¡"-plo.este p¡inc4)io o regla de lógica proposicional:

(pvq)-p)q

Es necesario probar una buena cantidad de reo¡cmas enCálculo Proposicional antes de llegar a éste. ¿y qué es lo queafirmal Nada ¡nás obvio: Si uno <le clos h..hor.ieb" o.ur.i. yno ocur¡c uno, entonces, dete ocu¡¡ir el otro. Los estoicos,tratando dc esrc principio, nos advertían que hasta los perrosrnost¡aban conocerlo muy bien cuantlo, sigr,iendo una liebre<¡uc sc cscurría sin sef vista er un¿ encrucijirda tentaban con elolfato una mra y, si ¡ro había ¿llí ¡astros, echaban a correr sinmás indagaciones por la otra.

O considé¡esc el caso de un profesor cle geomet¡ia elemen_tal que, lucgo de traza¡ la diagonal de un cuad¡ado en elpizarrón, sc vueive a la audiencia de pegueños preguntando:¿Cómo son las partes que resultan? Es difícil que concibamosuna unanimicJad más perfecta que la respuesta: ¡lguales! Sinembargo, dadas lla exi¿¡encias fo¡males de nuestia pedogo_gía, no nos parecerá inútil y pedante g.,c el profesor mrrevi lacabeza mofándose de tan perf-ecta unanimidad. como si losseres humanos estuvie¡an condenados indefecriblemente a laignorancia toda vez que dan un paso sin previamente probarquc esrá permicido da¡lo.

161

Page 158: Perspectivas Sobre La Metafora

Así, pues, principios que seguimos, srn siquiera saber quelo hacemos

-como, por ejemplo, cuando abrimos la puerta,

cuando damos un paso, cuando alargamos el brazo para

alcanza¡ un objeto, cuando miramos a través de un vidrio,etc.- y que sólo son detalles casi imperceptibles en toda lava¡iedad de ¡eglas que aplicamos cotidianamente y en nues-tras más menudas operaciones, requieren, cuando los ¡emiti-mos a nuestras rc¡¡las lógicas cle aprehensión, toda una elabo-

ración previa que si fuera confiada a Ia capacidad de cada

individuo por sí sólo, seguramente implicaría el colapso

instantáneo de Ia especie entera puesto que no habría uno solo

cnLr( los h\rmbres,.luc puJrcr.r dar sigurcru un p.rsu.

Desde luego, muchas veces la i¡tuición se muestra def¿c

tuosa; y si cambiáramos de tirano eligiéndola en lugar de larazón, no serí¿ asombroso que Ia tierra volviera ¿ ser plana.Pero ello no quiere decir que confiándonos a la razón las cosas

se endcrecen sin más, sobre sus reales fundamentos. Lo quc

dice Blakeslee <lue "el examen verbal de nuestros pensa-

mientos revela¡á tan sólo pensamientos que pueden expresar-

se verbalmente" indica que hay todo un hemisferio de

nuestra actividad mental que, si nos reducirnos a investiga¡locoo los isstrumentos del lenguaje y de la lógica, quedará

inaccesible. No sólo eso: puesto que, accesible o no, ese

hemisferio igual desempeña las funciones que le correspon-den, igual nos cquipa con una forma de acceso a las cosas

-asaber, su aprehensión globalística, gestáltica, sintética, vi-sual, intuitiva, etc.-, entonces, el imperialismo dcl herr.ris-

ferio izquierdo tendrá por resultado que estamos 'racionali-

zando' nuestra visión del mundo, pretendiendo que lo vcmos

entero cuando sólo lo vemos en parte. Una idea cor¡o ésta se

hace plausible cuando considcramos Ios resultaclos ol¡tenidos

de los nume¡osos experimentos hechos con sujetos que tienen

r62

Page 159: Perspectivas Sobre La Metafora

cl¿ñado susrancialmcnre un he¡nisfe'rio cercbrai, o a los que sc

les ha ext¡aído del trxlo un lremisferio, o a los quc se les hanscparado los clos hemisferios cc¡rr¿ndo ¿ través clel cuerpocalloso. E¡ t¿les condicioncs se puede idenrificar la proceden,cia dc u¡a ordcn po¡ eieltrplo, mover una mano- yvcrificar, cuando la orden proviene del hemisferio derecho,que el lremisferio izc¡uierclo cstá siemp¡e tomando cont¡ol: ncr

rcsidicndo cn él ni la motivación ni la orden no vacila en

inventar n¡ofiv¿ciones. Estos hechos, verificados abundante ydivcrsamcntc cn casos clinicos han scrvido como punto dcparticla p:rra oricntarsc en casos norm:rles y verificar el domi-nio dc'l hcmisflrio izc¡uierdo en roda su ma¡¡nituclTe.

lllakcslce vc cn csra dicoromía del cerebro suficienre fun-damcnto para ur¡lur¡entar la cxistcncia cle clos mc¡tes: una

vcrbal, ¿nalítrca, conscruccional; la otra silenciosa, sintética,totalístic¿r. La aluditl:r clo¡ninación clel hcrnisferio izquierdo,su pretensi(rn cle reduci¡ toda la cohciucta ¿ motivaciones que

emanandcé1, ricne porciicrocscindir laco¡rductadel motivo¡eal. Este hecho verific¿do en términos dc la cspccializaciónde los dos hemisfe¡ios ticne por rcsulrado ¡¡asladar la ¡esis de

Freucl a una basc más firmc y ostcnsiblc. En otras palabras, lanoción ficucliana de una mente inconsciente coincidiría con lanoción de u¡ra ri)cntc silcnciosa. Oon palirlrras dc"l mismoBlakeslec:

"El corcc¡rto dc L¡na mentc inconscicnte fue creado para

explicar cl obvio y vncío cnt¡c nr¡cscr¿r conducta y los pensa-

mientos grre observamos cll nLrcstra mente mediante inttos-

"/ En la actualiJa.l se a¡rli.¿n cuarrlr csl,ccies ¿c mórock,s cn esta especic dr:irrvcstigacioncs, scgún sc trate dc af;rsias por lcsirin cc¡cb¡ai. clc ¿ftcracrorrcsrraositorias por cs¡inrulaci(in clécrri(a o quim,c^, o rcsrs nudirivos (Poppcrancl Ecltss,'1tu Sll an.l 'tt Bra¡n).

163

Page 160: Perspectivas Sobre La Metafora

pección. Cuando miramos en nosotros mismos y describi-

mos, analizamos o discutimos lo que vemos, lo hacemos con

palabra.t. Por tanto, los pensamientos y recuerdos no ve¡bales

del cerebro son ignorados. Intentando racionalizar la brecha

manifiesta, el cerebro izquierdo atribuye los resultados de los

pensamientos del ce¡ebro derecho a una entidad misteriosa

llamada mente inconsciente"'"('.De modo entonces que podemos amar, odiar, tcmer,

despreciar, desea¡, etc., sin estar en condiciones de expresar

ni siquiera a nosotros mismos- con palabras tales ¡notiva-

ciones. Conducirnos de acuerdo a ellas, sin ¡rocler explicar la

razón de nuestra conducta. Todo ello en toda una amplia

gama de situaciones (se trata de la mitad de lucstro ccrebro) y

sin que entren en cuenta para nada los principios que un

analista frcudiano, por ej. , consideraría adecuados a la situa-

ción (como, por ej., la agencia de un trauma infantil, una

fi jación, una represión, erc.).

Las irnplicacioncs de la dicotomía de los her¡isferios ccrc

b¡ales son amplias como la entera extensión de la cultura.

También alcanzan al ámbito de la metáfora, aunque no hay

todavía un cuadro claro sobre el desempeño de ambos hemis-

ferios en ¡elación con Ia competencia metafó¡ica. El que sea

un hemisferiq cerebral el que tiene a su cargo el lenguaje -nla enotme mayoría de los casos, el izquierdo- podría sugerir

un resultado simple: que las personas con daños en dicho

hemisferio ven afectada su competencia metafó¡ica, en tanto

que no ocurre así en el caso de las personas con daños en el otro

hemisferio. Sin embargo, y por el contrario, el que sea el

hemisfe¡io derecho el que tiene a su cargo las formas intuiti-vas de aprehensión con todos sus derivados hacia la afectivi-

to The Right Brain, 14.

164

Page 161: Perspectivas Sobre La Metafora

dad, la cstética y las artes, hace espcrar que le corrcsponde uopapel principal en el plano de la competencia mctafórica y

que, por tanto) ésta tendría que presentarse afectada en los

casos de personas con lesiones en el hcmisferio derecho. En

verdad, dada la dicotomia de los hemisfe¡ios cerebrales,

podría anticiparse quc los rcsultados de las experiencias que a

este efecto se ¡ealizan combinan de alguna mane¡a ambas

predicciones. Porque la metáfora, por encima de roda teoríadc la mctáfora, consiste cn un empleo impropio del lenguajeque rompc la lite¡alidad en a¡as de lo figurativo; pero así y

todo se produce corno fenómeno linÉiüístico. Dicho de otra¡¡anera: cl fenómcno cntero ,le la met:ífota requiere Ia contri-bución de ambos hemisferios.

Los resultados sobre la competencia metafórica en suietos

que tienen dañados uno u ot¡o hemisf-erio confirman esta

noción. Por cjemplo, quienes padecen lesi<¡nes en el hemisfe-rio izquicrdo tienen dific.rltades en parafrasear, pero no en

aplicar la mcráfora; los lesionados en el derecho, por el

conrrarro, no ticncn clificultades cn parafrasear una metáfora,pero si en aplicarla3r. lls decir, los resultados coinciden

¡rrlectamcnte con lo quc poclía anciciparsc en térmínos de la

especialización de ambos hemisferios y todo indica que, en

sujetos normales, el hemis[erio izquierdo da principalmentecuenta del elemento semántico en la competencia metafórica,

en tanto que el hemisferio derecho cubre en general el ele-

mento pragmárico.La división del trabajo o late¡alización de los hemisférios

cerebrales -el

que uno desempeñe las funciones <1ue irnpli-can verbalización y el otro cubra l¿u tarcas de una menteintuitiva, silenciosa y rotalística- ofrece, entonces, una base

31 C¡r,lne¡ an,l wieoet,'Ihe Dotlop¡te'1t oI frteta\hor', Ca p¿tenre

165

Page 162: Perspectivas Sobre La Metafora

materi¿l, fisiológica, dcsde la cual es posible lanzar un enfo-que que en general responda a las mírltiples doctrinas y

cspeculaciones en torno ¿ la metáfora. Lo que ya hemos

implicado sobre semántica y pragmática en la con.rpetencia

metafórica y la interacción de ambos hemisferios podrítbastar para cnglobar todo lo que hay que decir, desde lape¡spectiva neurofisiológica accrca de la discusiírn general

sobre la r¡etáfb¡a.El que en los casos de hemisferio izquierdo dañaclo no haya

paráfrasis, pero si nplicación dc la metáfora, en ranto que locont¡ario ocurre en los casos del lremisferio de¡ccho tlañado,

estaría indicando que el hemisfe¡io derecho está en condicio-nes de emplear el lenguaje utilizando valorcs quc éstc posec

para exp¡esa¡ algo que literalmente (es dccir, por sí rr-rismo)

no puede expresar. El hemisfério derecho cs, por cxcelencia,

silencioso; el izquierdo, por excelencia, pariante (y oycntc).

El encuentro de ambos hemisferios en el lenguaje -poclría-

mos antic4)ar sin más sólo pucdc lograrse en un punto dc

encuent¡o o coml¡inación cnrre lo verbal y lo inefáblc. Así se

explicaría ese sentimiento en que rodos -unos

tnás, otros

menos- coinciden eD un elemento o contenido dc la metáfb-

ra que no puede traducir la paráfrasis. Ese contenido inefáL¡le,

intraducible, rep¡esenta la intervención ciel hemisferio dcrc-

cho. LIna vez que reernplaztn-ros Ia mctálbra por la parálrasis

literal, el hemisfe¡kr derecho vuelve a ser sordo (y el lenguajc

deja de contcner lo incfable).

También adquiriría una basc más firme desde csta pers-

pectiva ia elaboración sobrc metáfora e imaginación. No se

trataría, eso sí, dc un concepto especulativo alte¡nativo dc

imaginación (por ej., Kant ve¡sus Hume) sino de un ¡ecurso

represcntativo quc se desprende obviamcnte de los lacto¡es

implicados: en el intento de expresarse en el elemento ve¡bal

166

Page 163: Perspectivas Sobre La Metafora

cl hemisferio derecho ¡o puedc ¡nenos quc desplegar lofigurativo en lo verbal. ;De qué otro rnoclo poclrí:r exprcsarsc?

Sin embargo, no tenclría sentido pretender quc la metáfora

-en cua¡rto represcota este híbrido tle los clos hemisferios--es como la primera aparici(rn .lc lo que tiene ei destino de

desar¡olla¡se como un conccpro. Iln la merlida en quc eihe¡nisfcrio derecho piensa de una fo¡ma esencialmente novc¡bal del¡c haber algo irreductible a lo verb¡l en la mctálb¡a.Así la nt¡ción <Ie " c/utl tutaltbor", cle rrn:r metiifora quc ha

dejado de scrlo pa¡a rr¿nsformarce en una cxpresión de em-plco literal, o significaría un cambio scmiintico, en el sentidodc aclsc¡ibir un ernpleo litcral a la cxprcsión, o sirr-r1>lcrnente

una metáfora! emple:rda aho¡a comc¡ ciiché, pcro sicn-rpre

metáfora

Po¡ lo cual, la iclea dc Davidson de c¡ue la mctáfbra es un:r

expresión ordinarianente sin sencido quc rcaiiza una dlusióna t¡avés del uso podria complenrcntarse con la orra de que no

Puedc ser rrás quc alusión, pucsto que lo aluclido no es

susceptiblc dc exprcsión lite¡¿I. Así, la noción cle pragrnáricase prestaría para cnrenclcr Ia rc'lación de ¡mbos hemisferios a

través rlcl lcnguajc; cl hcmisfc¡io dcrccllr cnl-arizaría el uso

sobrc cl siglificado; y cl bcmisii'rio izquicrckr, cn orden avcrbaliza¡ ias lornas dc aprchensión tlel clc¡ccho, ha¡ía or¡otallto.

lln toclas esas a¡rroximaciones y sr¡¿aereocias habría cluc

insistir, sin embargo, cn la oposición verbal-i¡cfablc. Elhe misferio clerecho cmplca el lc'nguajc cle fbrma esenci¿lmen-te no-litcral. Que lirs irlusioncs hcch¿rs de csta t'brma conduz-caD a nucvas iclcas, a nuevas pe¡spectiv¿s y descrrbrimientos¡o al-ecta en nacla a la fbrma como el hemisferio derecho se

expresa ¿ travi's <lcl lcnguaje: la figura, q,.rc no podenost¡aducir a discu¡so litcrirl. Por ejerrplo, crrando Agustín dice

16t

Page 164: Perspectivas Sobre La Metafora

gue lo caracteristico dcl habla rctóric.r co¡rsiste tn deci¡ un¿

cosa con la intención de clue sc cntiend¿ otra, debernos

distinguir: o iremos e¡masca¡irdo una exprcsión lite¡al t¡as

una fi¡¡ura o hcmos ¡ecu¡rido a una flgLrr¿ porque no ¡odia-rnos exprcsarnos de ot¡¿ mancfa. Iis en esta segunda irlternati-va dondc hay Lu¡1ar para las figuras del hcmislerio ,-le¡echo.

Así consideracla, como alusión que apunta mediante love¡l¡al h¡cia lo inetáble, la mctáfo¡a no puec{e scr t¡atada

co¡¡o cl envoltt¡rio retórico de un contenido quc debemos

t¡¿duci¡ a términos literalcs. Hacer esto írltimo sería practi-car la estratagema del hemisferio izquierdo que no cree más

que en lo verba). El ¡echazo dcl artistade clarcuentaexp)icitny razonlda de sus creacioncs, la cl¿isica relr¡ctancia que suscita

el crítico literario, cl lrorror que inducen cn cl poeta la lógicay la secuencia de las ideas son expresiones dc cste principio.

La cuestión dcl porqué de la r¡ctáfora seria, clescle la

perspectiva de los dos hemisferios, tle trámite complejo. C)

,.rna de clos cosas o (rnás probabiemente) ambas: ( 1) el hcmis-

terio clerechr¡ pugna po¡ hacersc prescnte en el lcnguajc

re¿ccionando co¡tra Ja lregemonía clel hemisferio izquierdo y

gcnerando el habla figurada; (2) ei he¡nisfcrio izt¡uierdo,

csfo¡zándose por verbalizarlo toclo, recurte a la 1i¿¡ura comcr

único mrdi¡r de apropiación dcl hemisferio clerccho.

T¿nl¡ión, l¿ existencia del lrabla figurada podría poncrsc

cn ¡cl¿rciti¡r con la'divisiirn cerebral dcl ttabaio'como un

inclicadr¡¡ cl¡: armonía o conflicto cn dicha divisións2.

ts) ()"izas irrpoltc sc¡i¡la¡ sol¡rc e! cnfoquc ncuroiisiológico quc no cs la

cspeci¡l;z¡ción o L¡rcr¡lización dc los hcmislc¡rrs lo que cucota cn la

discLrsión sioo cl hccho dc la cspccr¡liz¿ción. Cualquic.a ser cl asicnto

rna¡cri¡l dc las funcioncs dc rprchcns;ón lingüísric¿ una, Scstáltica la

orrLr lo quc cucnta aquí cs su rcalichd.

r6f]

Page 165: Perspectivas Sobre La Metafora

Sobre "extcnsión metafórica" cabría también decir algodesde esta pcrspectiva. Desde luego, no todas las cosas rie¡e¡nombre; y la analogía metafó¡ica tiene algo <1ue hacer con

¡elación a esta carencia: ponerla dc manificsto y, a su manera,

subsana¡la. lis así que surgcn nombres como "la boca delbuzón", "las ventanillas de la nariz", "el ojo de la cerradura","el árbol gencalógico", erc. También las metáforas de especie

a especie, dc género a especie, de especie a género (para

conservar las dcscripciones que nos ofrece Aristóteles) revelan

y subsanan a su manera la carencia de nombre. Por ejemplo,''libro (de cuentas)", "regla (de cálculo)", 'estrella (de mar)","dinero", erc. Pero que tales cspecies de metáfora respondan a

la cirrencia de nomb¡e no significa que cada vez que las

cmplcamos sea porque nombramos algo o porque aludimos a

algo que puecle ser nombrado. Un caso ¡elevante a este

respccro cs l¡ extensión metafórica", de que tratamos más

atrás. Por cjemplo, cuando Placírn, respondiendo a Diógenes

<¡ue alega c¡ue vc el vaso pero no la Vaseidad, le dice que no la

ve porquc c¿rcce de los ojos con que se ven las Formas, o

ldeas, cst:i proponiéndonos un¿ extensión metafó¡ica. Si Dió-genes ag¡ega¡a que escucha la múrsica, pero no la Musicali-dad; que huelc el pcrfume, pero no la Irerfumeidad; que gusta

los higos pero no la Higuidad, etc., Platón respondería que

carece de las narices, las orejas, la lengua, etc. ¿decuadas. Yesta "cxrensión metafórica" que va, mediaote una supuesta

analogía, 'desde la sensibilidacl hasta el entendimiento' cs

sólo un dctalle del cuadro que resulta cuando vamos 'desde losensible a lo inteligible (llradley se refiere en algún lugar a las

personas que de nin¿¡ún modo aceptarán poner un pie en el

Cielo si no l¿s ¿dmiten con su perro).

La cuestión central de la exrensión metafórica" consiste,

pues, c'n si no es el mismo artcfácto que estamos empleando

169

Page 166: Perspectivas Sobre La Metafora

-la analogía merafó¡ica- el qr.'e produce la ilusión de que

hay allí una cosa y asi, también, la ilusión de un nombre que

falta. Ya nos referimos al argumenro de Ba¡field gue rechaza

la noción de una literalidad original de significado material*'l)zrn literalnetr' como una base de la extensión metafó¡i-ca. En esta dirección podrían emplearse también los resulta-

dos de la neu¡ofisiología. La lateralización de los hemisfe¡ios

cerebrales; el que tal especialización implique un proceso

-un desarrollo que llega a su término ent¡e los cuatro y cinco

años-; el que antes de alcanzarse este extremo por daño

del hemisferio izquierdo, por ejemplo-- pueda el hemisfiriode¡echo hace¡se cargo del Ienguaje; el que este mismo hemis-ferio, con rodo, posea competencias específicas en conexióncon el habla

-por ejemplo, expresividad y ritmosl todo ello

puede argumentarse en favo¡ de una concepción menos racio-

nalista de la "extensión metafó¡ica" y de acucrdo a la cual la

conexión ent¡e lo sensible y lo espiritual -lo

fisico y loinmate¡ial- se debe a una especie de contacto, de colabora-

ción o compromiso, de ambos hemisfe¡ios el que ha desarro-

llado las funciones del habla, el nomb¡e y la literalidad; y el

que rnantiene formas de captación inaccesibles a las técnicas

del lenguaje. Si no tuvié¡amos más base firme que la iiterali-dad

-si tuvié¡amos, después de todo, que identifica¡ len-

guaje y pensamiento-, entonces, la "extensión metafórica",la denominación de lo espiritual mediaote lo material, nos

colocaría f¡ente a un enigma sin solución. Si, por el contrario,debemos ¡econoce¡ la existencia de todo un nuevo hemisferio

del pensamiento (viejo, en verdad) -no

sólo a través de

atisbos, intuiciones, apasionados alegatos, sino en los térmi-nos de una sólida y consistente investigación- ¿qué peligro

31 Tbe Self an¿ it Btuin.

170

Page 167: Perspectivas Sobre La Metafora

puede habcr, o qué rempecabezas, en las concesioncs quc elpensamiento inefablc haga al habla con visras a enconrraralguna forma cle expresirin verbal?

'fambién ¡ruedcn considcrarse los resultados dc ia i¡vesti

gación neurof.isioJógica sobre el lcnguaje en relación con krqrre Burke sos[icne sobrc su empleo lireral y su empJeofigurado. Dijirnos quc para esre au¡or el límirc ent¡e elmor¡ento ligurativo y el literal no es ¡odo lo rajante <¡ue latradicirin quiere hacernos creer. Adernás, para Bu¡ke, l¡relación dc las figuras (por lo menos las cuarro muy principa-l,'s ,lc ,¡u,. él sr ,,crl'.1 t n cl ¡,tt1ucn', (ns.ryo qu. rcncmo\

Prercote, .l saber, metáfora, ntetoni¡Di¿r. sinécdoque e ironía)cs tal <¡ue cle una cualquicra se va a Ias rcstantcs sin tcner c¡ue

lorzar el paso. La sugerencia, así, de un principio único tras elcmpJco figuraclo del lenguajc sc aviene, así, con cl hechofi¡ndame¡rtai clc la l¿rre¡alización de los hemisferios; se aviene,asinismo, con Ia hipóresis de Bron Zaidel dc ur primerrnomeoto efl cl desar¡ollo infanril (hasra ances dc los cuacro ocinco años) en quc los dos hemisfe¡ios no se han diferenciadosuflcic¡rtc¡ncntc rcspccto dc la comperencia lingüisrica yestán cn con.licioncs tlc rcalizar ¡nás o rncnos lc¡ misl¡o. Si acst<i sc agrcga cl principio del ¡raralelismo filoon togcnét ico yIo c¡uc llurkc dicc s<¡brc realismc¡ poético y la vuelra a loatcirico que c¡racteriza l:r metonimia qrre, al revés de la"extcnsión mer:rfórica", va dc lo espirirual a lo corpóreo*tcncmos Ltn cuadro de cafbques convergcntcs quc tlan consis-tencra ¿r la nociiio clel habla figurada como producto anfibio, ocornpromiso, dc dos fbr¡nas opucsras de aprehcnsión.

Las nocio¡rcs .le perspectiva, intc¡acción y bisociaciónexpuestas ¡nás atriis cn relación coD el habla mctaforica,cncuentran t¿mbién un lugar cn el amplio enfoque queresulta de romar como ccntro de rcflrcncia l¿¡ lateraiización de

17l

Page 168: Perspectivas Sobre La Metafora

Ios hcmisferios cereb¡ales. En lo que resPecta a la posesión y

empleo del lenguaje, dicha lateralización tendria por causa

las exigencias altamente refinadas de cont¡ol moto¡ hechas en

Ios niveles finales de competencia lingüística. Tales exigen-

cias implican que sea el hemisferio cerebral (común¡nente el

izquicrdo) mejor dotado en neu¡onas el que, a partir de cierto

momento, tome de modo dominante el cont¡ol del habla

"Entre tanto, el otro hemisferio --comúnmente el ,le¡echo-retrorede con rel,rcion ¿l lengLraje. ¡ero reticnc su competen-

cia en comprensión (underutanding). Esta comprensión es par-

ticularmente valiosa cuando se trata .le interpretar conceptos

gestálticos. . . "3".

Así, no hab¡ía mucho miste¡io en la c¡eatividad mctafóri-

c¿. La inte¡¿cción de los hemisfe¡ios en el plano de Ia compe-

tencia lin¡¡iiística calzaría perfectamente con lo que esencial

mente es una figura del lenguaje. Así, también, la metáfora

podría considerarse como rccíproca persPectiva' o bisocia-

ción, de lo totalístico y lo analítico.

3a Popper y Ecclcs, 'tbe Self a*l iu lSrdn'

considcra aquí sc rlebc a [. Z-¡idel.

t]2

p 107. LJ hiPo(ctrs que [cclcs