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PERRY ANDERSON Transiciones de la antigüedad al feudalismo EL MARCO GERMÁNICO ¿Cuál era el sistema social de estos invasores? En tiempos de cesar, eran agricultores sedentarios con una economía predominantemente pastoril, con un modo de producción primitiva y comunal, la propiedad privada de la tierra era desconocida y todos los año los jefes de las tribus asignaban partes a los clanes para la cultivaban. Las redistribuciones periódicas impedían grandes diferencias de riqueza entre clanes y familias, aunque los rebaños eran propiedad privada y constituían la riqueza de los principales guerreros de las tribus. Esta rudimentaria estructura social se modificó con la llegada de los romanos al Rin. El comercio de artículos de lujo a través de la frontera produjo una creciente estratificación (para comprar los artículos vendían sus rebaño o capturaban germanos de otras tribus y los vendían como esclavos). En tiempos de tácito la tierra ya era distribuida a personas concretas, y disminuía la frecuencia de estas redistribuciones. Las tribus carecían de fijeza territorial, este sistema agrario favorecía la guerra estacional y permitía frecuentes y masivos movimientos migratorios. Estaban surgiendo linajes dinásticos de carácter casi monárquico de los que salían jefes electivos situados por encima del consejo, además los dirigentes de cada tribu habían reunido un séquito de guerreros que trascendían las unidades clánicas de parentesco, estos sequitos procedían de la nobleza se mantenían con el producto de las tierras que les habían asignado y estaban alejados de todas participación en la producción agraria: formaban el núcleo permanente de la división de clase de una actividad coactiva institucionalizada. Las luchas entre guerreros del común y jefes nobiliarios estallaron más de una vez, la diplomacia romana atizaba esas disputas por medio de subvenciones y alianzas con el objetivo de frenas la presión de los barbaros sobre la frontera y de que cristalizara un estrato de dirigentes aristócratas deseos de colaborar con roma. Así pues por medio del intercambio comercial y de la intervención diplomática la presión romana acelero la diferenciación social y la desintegración de los modos de producción comunales, los pueblos que tenían un contacto más estrecho con el imperio fueron los más afectados. Cuanto más perduraba el sistema imperial romano más tendía el poder de su influjo y de su ejemplo a arrastrar a las tribus situadas en la frontera a una mayor diferenciación social y niveles más altos de organización política y militar. A partir de la época de marco Aurelio los aumentos de la presión bárbara no fueron fortuitos, sino que fueron las consecuencias estructurales de propia existencia su triunfo. Dentro del propio imperio romano los ejércitos utilizaban cada vez más guerreros germanos, a mediados del siglo IV un porcentaje alto de oficiales y generales eran de origen germano y estaban políticamente integrados al universo social de roma. Estos representaron un poderoso refuerzo de las corrientes de estratificación y diferenciación social: la autarquía política, el rango social, la disciplina militar y la remuneración monetaria fueron lecciones aprendidas en el exterior y fácilmente asimiladas en el interior por los jefes. LAS INVASIONES

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En el presente texto se encuentra un esbozo sobre el contenido del texto transiciones de la antigüedad al feudalismo de Perry Anderson. El resumen abarca la invasiones germánicas y las síntesis feudal. Luego se presenta un resumen de el estado absolutista del mismo autor. Es ideal para comprender a grandes rasgos la historia medieval y moderna de Europa.

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PERRY ANDERSONTransiciones de la antigüedad al feudalismoEL MARCO GERMÁNICO

¿Cuál era el sistema social de estos invasores? En tiempos de cesar, eran agricultores sedentarios con una economía predominantemente pastoril, con un modo de producción primitiva y comunal, la propiedad privada de la tierra era desconocida y todos los año los jefes de las tribus asignaban partes a los clanes para la cultivaban. Las redistribuciones periódicas impedían grandes diferencias de riqueza entre clanes y familias, aunque los rebaños eran propiedad privada y constituían la riqueza de los principales guerreros de las tribus. Esta rudimentaria estructura social se modificó con la llegada de los romanos al Rin. El comercio de artículos de lujo a través de la frontera produjo una creciente estratificación (para comprar los artículos vendían sus rebaño o capturaban germanos de otras tribus y los vendían como esclavos). En tiempos de tácito la tierra ya era distribuida a personas concretas, y disminuía la frecuencia de estas redistribuciones. Las tribus carecían de fijeza territorial, este sistema agrario favorecía la guerra estacional y permitía frecuentes y masivos movimientos migratorios. Estaban surgiendo linajes dinásticos de carácter casi monárquico de los que salían jefes electivos situados por encima del consejo, además los dirigentes de cada tribu habían reunido un séquito de guerreros que trascendían las unidades clánicas de parentesco, estos sequitos procedían de la nobleza se mantenían con el producto de las tierras que les habían asignado y estaban alejados de todas participación en la producción agraria: formaban el núcleo permanente de la división de clase de una actividad coactiva institucionalizada. Las luchas entre guerreros del común y jefes nobiliarios estallaron más de una vez, la diplomacia romana atizaba esas disputas por medio de subvenciones y alianzas con el objetivo de frenas la presión de los barbaros sobre la frontera y de que cristalizara un estrato de dirigentes aristócratas deseos de colaborar con roma.

Así pues por medio del intercambio comercial y de la intervención diplomática la presión romana acelero la diferenciación social y la desintegración de los modos de producción comunales, los pueblos que tenían un contacto más estrecho con el imperio fueron los más afectados. Cuanto más perduraba el sistema imperial romano más tendía el poder de su influjo y de su ejemplo a arrastrar a las tribus situadas en la frontera a una mayor diferenciación social y niveles más altos de organización política y militar. A partir de la época de marco Aurelio los aumentos de la presión bárbara no fueron fortuitos, sino que fueron las consecuencias estructurales de propia existencia su triunfo. Dentro del propio imperio romano los ejércitos utilizaban cada vez más guerreros germanos, a mediados del siglo IV un porcentaje alto de oficiales y generales eran de origen germano y estaban políticamente integrados al universo social de roma. Estos representaron un poderoso refuerzo de las corrientes de estratificación y diferenciación social: la autarquía política, el rango social, la disciplina militar y la remuneración monetaria fueron lecciones aprendidas en el exterior y fácilmente asimiladas en el interior por los jefes.

LAS INVASIONESLas invasiones germánicas tuvieron lugar en dos fases sucesivas.1° fase: völkerwanderungenLa primera fase comenzó en el año 406 con una marchas por los hielos del Rin de una confederación de suevos,

vándalos y alanos, el 410 los visigodos saquean roma el mando de Alarico. En carácter de esta irrupción inicial fue en realidad muy complejo y contradictorio, porque fue al mismo tiempo el ataque más radicalmente destructor de los pueblos germánicos contra el occidente romano y el más claramente conservador recto al legado latino. La unidad militar política y económica de occidente quedo irreversiblemente destrozada. Ahogada a la deriva de su administración tradicional, las provincias cayeron en el desorden y la confusión endémicos; las culturas locales arcaicas y enterradas resurgían a medida que la pátina romana se resquebrajaba. Las tribus germánicas que hicieron pedazos al imperio no eran capaces de sustituirlo con un orden político nuevo o coherente. Los pueblos barbaros a pesar de su progresiva estratificación eran todavía comunidades primitivas e incipientes: ninguno había conocido un estado territorial duradero, no tenían escritura, pocos poseían un sistema de propiedad. Estas dificultades se intensificaron a causa de la pauta geográfica: el asentamiento final de cada pueblo bárbaro había quedado muy lejos de su punto de partida. El resultado fue que los grupos de colonos germanos tuvieron desde el principio un número reducido debido a los largos itinerarios recorridos y la posibilidad de conseguir refuerzos. En consecuencia se apoyaban fuertemente en las preexistentes estructuras imperiales, que conservaron siempre que fue posible y en combinación con sus equivalentes germánicos para formar un sistemático dualismo institucional.

El primer problema que debieron resolver fue la disposición económica de la tierra. La solución adoptada fue un modelo similar al de las anteriores prácticas romana: el régimen de hospitalitas. Este concedía a los huéspedes barbaros dos tercios de las extensión cultivada en grandes fincas, esta distribución de la tierra probablemente afecto muy poco la

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estructura de la sociedad romana local dado el pequeño número de conquistadores barbaros, por el contrario su efecto sobre las comunidades germanas tuvo que ser necesariamente muy drástico, porque las parcelas no se asignaban indistintamente a los guerreros germánicos recién llegado. Parece probable que se apropiaran de la tierra los optimates de los clanes que inmediatamente asentaban en ella a hombres de su tribu como arrendatarios o pequeños propietarios pobres. Los primeros se convirtieron en los iguales de la aristocracia, mientras que los últimos cayeron bajo la dependencia económica de estos. Al cabo de una generación ya se había consolidad sobre la tierra una aristocracia germánica con un campesinado dependiente.

La forma política y jurídica de los germanos estaba fundad en un dualismo oficial que administrativa y legalmente dividía al reino en dos órdenes distintos, prueba de la incapacidad de los invasores de organizar un sistema político coherente. Los reinos germánicos característicos de esta fase eran todavía monarquías rudimentarias con inseguras normas sucesorias que se basaban en los sequitos domésticos (situados a medio camino entre los secuaces personales tribales y los nobles feudales). La comunidad romana por su parte conservo normalmente su estructura administrativa, con sus unidades y funcionarios condales y su propio sistema jurídico, desempeñados en ambos por la clase terrateniente. Los sistemas legales germánicos mostraban a menudo fuertes influencias latinas, inevitables una vez que las costumbres orales se convirtieron en códigos escritos, por otra parte el espíritu de estos elementos era generalmente hostil a los principios de parentesco y de clan insertos en las antiguas civilizaciones bárbaras. La pauta ideológica fue similar. Todos los grandes invasores germánicos eran todavía paganos, la organización social tribal era inseparable de la religión tribal. El paso político a un sistema territorial de estados fue igualmente acompañado por la conversión ideológica al cristianismo, que en todos los casos parece haberse producido una generación después del cruce inicial de las fronteras. Los invasores adoptaron unánimemente el arrianismo y no la ortodoxa católica, y aseguraron en consecuencia su distinta identidad religiosa dentro del universo común del cristianismo. La consecuencia fue una iglesia germánica paralela a la iglesia romana.

El impacto económico, político e ideológico de la primera oleada de invasiones quedo así relativamente limitado en su alcance una vez que hubo culminado la primera e irreversible demolición de las defensas imperiales. Conscientes dela disparidad entre lo que habían destruido y los que podían construir, la mayoría de los dirigentes germanos se afanaron por restaurar la mayor parte los edificios romanos. En general modificaron las estructuras de forma relativamente limitada, más por fisión que por fusión. Se mantuvo la esclavitud agrícola en gran escala junto con las otras instituciones rurales básicas del imperio de occidente, incluyendo el colonato. Así mientras las ciudades continuaban su decadencia el campo salió casi indemne de la primera ola de invasiones. Además en ningún sitio cambio la frontera lingüística entre el mundo latino y el germano.

2° oleada inmigratoriaLa segunda oleada fue la que determino de forma profunda y permanente el mapa definitivo del feudalismo

occidental. Los tres episodios fundamentales fueron, la conquista franca de la Galia, la ocupación anglosajona de Inglaterra y el descenso lombardo sobre Italia. La diferencia entre las oleadas radica en que en esta última las migraciones representaron una extensión relativamente modesta y lineal desde una base geográfica adyacente. Las líneas de comunicación entre las nuevas regiones conquistadas y las patrias recién habitadas eran por tanto muy cortas, de tal modo que constantemente podían llegar nuevos contingentes de tribus idénticas o aliadas. La profundidad de esta segunda ola de migraciones puedo apreciarse por los cambios lingüísticos que provoco. Inglaterra fue germanizada en bloque a medida que se extendía la colonización anglosajona y las márgenes celtas de la isla ni siquiera suministraron una dosis de su vocabulario a la lengua. La sedimentación cultural de la primera ola de conquistas fue mucho más profunda que las primeras.

Una de las principales razones fue que la primera ola ya había barrido toda resistencia organizada por el sistema imperial. El regio y frágil dualismo fue desapareciendo gradualmente en el siglo VI, tuvo lugar un lento proceso de fusión que integro elementos germánicos y romanos. El más importante de estos acontecimientos fue un nuevo sistema agrario. Ya no se hacía uso de sistemas hospitalitas, los dirigentes francos y lombardos se limitaron a confiscar en gran escala los latifundios locales y lo distribuyeron entre sus sequitos nobiliarios: el cambio de mano de la gran propiedad agraria fue mucho mayor en la segunda ola de invasiones que en la primera. En este periodo aparecen las comunidades aldeanas que habían de constituir un rasgo del feudalismo medieval. Este fenómeno puede atribuirse a dos procesos: el derrumbe del dominio romano que socavó la estabilidad de sistema de villas y las tradiciones agrarias tribales que llegaron con los migrantes germánicos. Así reaparecieron las parcelas alodiales campesinas y las tierras comunales de la aldea. Está claro que en Inglaterra, Francia e Italia un campesinado nativo y libre fue inicialmente uno de los elementos de las migraciones germanas, aunque su volumen no puede determinarse.

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Esta segunda ola de invasiones a la vez que producía una aristocracia germánica pobló el campo con comunidades aldeanas duraderas y núcleos de pequeña propiedad campesinas. Políticamente marco el fin de las administraciones y los derechos dualistas con la desaparición del legado jurídico romano. El derecho germánico paso a ser gradualmente el dominante, mientras los impuestos sobre la tierra se derrumbaron ante la resistencia de la población. Por otra parte el separatismo religioso germano empezó a desaparecer, todos adoptaron el catolicismo. Con estos cambios se produjo un cambio constante matrimonial y un proceso de asimilación de las dos clases terratenientes (la romana y la germana). La superposición de meras adaptaciones dualista no produjo sin embargo una nueva forma política sólida y permanente, para esto sería necesaria una síntesis.

HACIA LA SINTESISLa síntesis histórica que tuvo lugar fue por supuesto el feudalismo. El origen primigenio de las instituciones

específicamente feudales parece a menudo inexplicable, dada la ambigüedad de las fuentes y el paralelismo de los dos sistemas sociales antecedentes. El vasallaje pudo a ver tenido sus raíces en el comitatus germano como en la clientela galo romana: dos formas de sequito aristocráticos. El feudo puede remontarse a las prácticas eclesiásticas romanotardías y a los repartos tribales de tierras germanos. El señorío procede de la villa galo-romana, la aldea fue una herencia germánica. La servidumbre desciende probablemente del colonus romano y de la lenta degradación de los campesinos germanos libres por la encomendación a los guerreros de los clanes.

El sistema legal y constitucional que se desarrolló durante la edad media fue igualmente hibrido, con una justicia de carácter popular y una tradición de obligaciones formalmente reciprocas entre dominantes y dominados. Por otra parte el legado romano de derecho codificado y escrito tuvo también una importancia capital. Pero hubo una sola institución que abarco todo el periodo de transición de la antigüedad a la edad media: la iglesia. En la antigüedad tardía la iglesia contribuyo al debilitamiento de la capacidad de resistencia del sistema imperial romano. El basto aparato clerical fue una de las principales razones del excesivo parasitario que agotó a la economía y a la sociedad romana, porque de esta forma una segunda burocracia se sumó a la ya opresiva carga del estado secular. Pero a su vez esta misma iglesia fue el ámbito donde aparecieron los primeros síntomas de la liberación de la técnica y la cultura en un mundo construido sobre la esclavitud en el que el trabajo manual estaba identificado con la servidumbre y se consideraba degradante. Este modo de producción condujo a una parálisis técnica en el que no existía ningún impulso para producir mejora. La iglesia cristiana supuso una transformación de este modelo, con el surgimiento con el ascetismo y el activismo. Fueron los principios monásticos los que reivindicaron el trabajo intelectual y el manual como unidos al servicio de dios, las faenas agrícolas adquirieron la dignidad de la adoración divina y fueron realizada por monjes instruidos: con ello caía una de las barreras culturales para el descubrimiento y el progreso tecnológico.

La iglesia fue sin duda directamente responsable de otra enorme y silencio transformación: un gigantesco proceso de asimilación y adaptación de la cultura clásica a una población más amplia. La manifestación de esta transmisión fue otra vez el idioma, con la cristianización de imperio el clero emprendió la conversión de las masas rurales y latinizo para siempre su lengua en los siglos IV y V. las lenguas romance fueron el resultado final de esa popularización. Esta realización fundamental de la iglesia indica su verdadero lugar en la transición hacia el feudalismo. Su eficacia no hay que buscarla en las relaciones económicas o en las relaciones sociales sino en toda la esfera cultura situada por encima de aquellas. La antigüedad clásica se definía por tener una superestructura sofisticada y compleja y una infraestructura material tosca y simple. Cuando llego al colapso parecía imposible que su legado superestructural sobreviviera. Para eso era necesaria una vasija específica suficientemente alejada de las instituciones clásicas y sin embargo moldeado en su seno, como la iglesia cumplió esta función.

La iglesia fue el mentor oficial del primer intento de renovar el imperio en occidente, la monarquía carolingia en la que se formaron las bases para la formación del feudalismo. E el año 800 Carlo Magno asumió el título de emperador de occidente, su pretensiones imperiales respondía a una verdadera revitalización administrativa y cultural. El sistema monetario se reformo y se estandarizo, y se patrocinó una renovación de la literatura, filosofía y educación. Su unidad básica fue el condado, los nobles de confianza eran nombrados con poderes militares y judiciales. Estos dignatarios no cobraran un salario sino que recibían una parte de las rentas locales. Los lazos intermatrimoniales y las emigraciones de las familias terratenientes crearon la base social para una aristocracia supraétnica. Al mismo tiempo se impusieron los missi dominici, reserva móvil de agentes imperiales directos plenipotenciarios. Cada vez se utilizaron los documentos escritos. Pero las verdades innovaciones de la época estaban en la gradual aparición de las instituciones fundamentales del feudalismo. En la época de Carlo Magno el vasallaje (homenaje personal) y el beneficio (concesión de tierras) se fundieron lentamente. Una clase social terrateniente (vassi dominici) se desarrolló en el campo, constituyendo el núcleo del ejército carolingio, otros vasallos eran titulares de beneficios de príncipes que a su vez eran vasallos del supremo soberano. Además las inmunidades legales inicialmente específicas de la iglesia comenzaron a extenderse a los

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guerreros. El resultado final de esto fue la aparición del feudo como concesión delegada de tierra investida con poderes jurídicos y políticos a cambio del servicio militar.

Mientras tanto las continuas guerras tendieron a degradar progresivamente la situación de la población rural. La guerra se convirtió en la lejana prerrogativa de una nobleza montada, mientras que un campesinado sedentario trabaja en casa. Fue en este periodo cuando tomo forma la característica unidad feudal de producción cultivada por un campesinado dependiente.

A la muerte de Carlo Magno las instituciones fundamentales del feudalismo estaban presentes. Muy pronto se hizo evidente que la rápida expansión de beneficios y su creciente condición hereditaria tendía a socavar el aparato estatal carolingio. La unidad interna del imperio se hundió muy pronto en las guerras civiles. Los ataques exteriores realizados por vikingos, sarracenos y magiares pulverizaron todo el sistema que aún quedaba en pie. Fue entonces cuando el campo se vio surcado en castillos y fortificaciones privados erigidos por señores rurales sin ninguna autorización imperial con objeto de resistir los ataques y afincar su poderío local. El campesinado que ya había caído en la creciente sujeción fue ahora definitivamente arrojado a una condición de servidumbre generalizada.

El estado absolutistaEL ESTADO ABSOLUTISTA EN OCCIDENTEEn el trascurso del siglo XVI apareció en occidente el estado absolutista. La controversia acerca de la naturaleza histórica de estas monarquías persiste desde que Engels, en una frase célebre, determino que eran el producto de un equilibrio de clase entre la nueva nobleza de clase y la burguesía urbana, pero estas reflexiones sobre el absolutismo eran más o menos fortuitas y alusivas: ninguno de los fundadores del materialismo histórico hizo jamás una teorización directa de las nuevas monarquías. Las monarquías absolutas introdujeron ejércitos y burocracia permanente, un sistema nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado unificado, todas estas características parecen a simple vistas capitalista. Sin embargo, un estudio más detenido de las estructuras del estado absolutista niega esto. El fin de la servidumbre no significo la desaparición de las relaciones feudales en el campo ya que la dependencia personal no desapareció sino la renta n trabajo se transformó en renta en forma de dinero, pero el trabajo no se separó de las relaciones sociales de su existencia, es decir no se trasformó en fuerza de trabajo. Los señores que continuaron siendo propietarios de los medios de producción fueron los nobles terratenientes, es decir que la clase económica y políticamente dominante en el absolutismo fue la misma: la aristocracia feudal.Anderson considera que el absolutismo fue un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal, destinados a mantener las a las masas campesinas en su posición social tradicional. (El estado absolutista fue el nuevo caparazón político de una nobleza amenazada).El feudalismo como modo de producción se definía originariamente por una unidad orgánica de economía y política paradójicamente distribuida en una cadena de soberanías fragmentadas a lo largo de la formación social. La institución de la servidumbre como mecanismo de extracción del excedente fundía, en el nivel de la aldea, la explotación económica y la coerción político legal. El señor a su vez tenía que prestar servicios de caballería a un señor supremo. Con la conmutación generalizada de las cargas por una renta en dinero la unidad celular de la opresión política y económica del campesinado se vio gravemente debilitada y en peligro de disolución. El poder de clase de los señores feudales quedo directamente amenazado por la desaparición gradual de la servidumbre. El resultado fue el desplazamiento de la coerción política en un sentido ascendente, el resultado de esto fue un aparato reforzado de poder real cuya función política permanente era la represión de las masas campesinas. Los miembros de la clase aristocrática que perdieron los derechos políticos registraron avances de la propiedad como reverso del mismo proceso histórico.Al mismo tiempo la aristocracia tenía que adaptarse a un nuevo antagonista: la burguesía mercantil que se había desarrollado en las ciudades. La ciudad medieval pudo desarrollarse gracias a la dispersión jerárquica de la soberanía en el modo de producción feudal, que había liberado a las economías urbanas de la dominación directa de una clase dominante rural, de hecho al condición de su existencia fue la destotalizacion. Da ahí la resistencia de las ciudades a lo largo de la peor crisis del siglo XIV. Considerada a distancia esta vitalidad económica y social actuó como una interferencia objetiva y constante en la lucha de clases por la tierra y bloqueo cualquier solución regresiva que quisieran darle los nobles. A fines del s XV se pudo superar la crisis de la economía feudal gracias a una combinación de los factores de producción entre los que jugaron un papel principal avances tecnológicos específicamente urbanos.Esta fue precisamente las época en que acaeció un resurgimiento dela autoridad y la unidad políticas, así la estructura de los estados absolutistas estaba determinada fundamentalmente por el reagrupamiento feudal contra el campesinado tras la disolución de la servidumbre, pero estaba sobre determinada secundariamente por el auge de una burguesía urbana.

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Las fuerzas duales que produjeron las nuevas monarquías encontraron una sola condensación jurídica: el resurgimiento del derecho romano. Económicamente la recuperación e introducción del derecho civil clásico favoreció el desarrollo del capital libe en la ciudad y en el campo, fue un signo de la expansión de las relaciones capitalista en las ciudades y en el campo y respondía a los interés vitales de la burguesía. Pero políticamente el derecho romano corresponde a las exigencias de los estados feudales reorganizados, de hecho el determinante principal de la adopción del derecho romano radica en el giro de los gobiernos monárquico hacia el incremento de los poderes centrales. Hay que recordar que el derecho romano comprendía dos sectores, el derecho civil y el derecho público. El carácter jurídicamente incondicional de la propiedad privada consagrada por el primero, encontró su equivalente contradictorio en la naturaleza absoluta de la soberanía ejercida por el segundo. El doble movimiento social incierto en las estructura del absolutismo encontró su concordancia jurídica en el derecho romano.El principal efecto de la modernización jurídica fue pues el reforzamiento del dominio de la clase feudal mediante las innovaciones que anunciaron su llegada: ejército, burocracia, impuestos, comercio y diplomacia.Ejercito: al principio no constituían un ejército nacional obligatorio sino una masa mixta en la que mercenarios extranjeros desempeñaban un papel central. La razón de este fenómeno fue la negativa de la clase noble a armar a sus campesinos. La función de estos nuevos soldados era diferente a la capitalista ya que en esa época la guerra era el modo nacional y rápido del que disponía cualquier clase dominante para expandir la extracción de excedentes. Era lógico que la clase dominante fuese militar ya que eran una función intrínseca a su posición económica. Los estados absolutistas reflejaban esa racionalidad, era maquinas construidas especialmente para el campo de batalla. Los primeros impuestos generales se recaudaron para financiar las guerras.La burguesía civil y el sistema de impuestos: el modo de integración de nobleza feudal en el estado absolutista adopto la forma de adquisición de cargos, este sistema se convirtió en un soporte financiero fundamental y permitió el relativo ascenso de la burguesía. Además el estado gravo sobre todo a los pobres, la transición económica de prestaciones en trabajo a rentas de dinero vino acompañada por la aparición de impuestos para financiar las guerras. No existía ninguna concepción de ciudadano jurídico y la clase señorial estaba exenta del impuesto directo (Por lo que la renta seguía siendo feudal).Mercantilismo: presenta al misma ambigüedad que la democracia. El mercantilismo exigía las barreras particularistas esforzándose por crear un mercado interno unificado. Alentaba la exportación de bienes a la vez que prohibía la de metales preciosos en la creencia de que existía una cantidad fija de riqueza, por lo que era profundamente belicista al hacer hincapié en la rentabilidad de la guerra. Su razonamiento era feudal.Diplomacia: Nació como un sistema internacional de estados en el que había un a perpetua exploración de los puntos débiles y de los peligros que podían emanar de los otros estados. La contracción de la pirámide feudal en las nuevas monarquías centralizadas de la Europa renacentista produjo por primera vez un sistema formalizado de presión e intercambio inter-estatal, con el establecimiento de la nueva institución de las embajadas en el extranjero. Con todo los instrumentos de la diplomacia no eran todavía armas de un estado nacional, aun no existía el nacionalismo, la legitimidad del monarca era la dinastía y no el territorio. El estado se concebía como patrimonio del monarca y por tanto el título de propiedad podía adquirirse por la unió de personas. El mecanismo supremo de la diplomacia era pues, el matrimonio, espejo pacifico de la guerra, aunque las maniobrar matrimoniales eran menos costosas como medio de expansión proporcionaban resultados menos inmediatos.La paradoja del estado absolutista fue que representaba fundamentalmente un aparato para la protección de la propiedad y los privilegios aristocráticos, pero al mismo tiempo los medios por los que se realizaba esta protección podían asegurar simultáneamente los interés básicos de las nacientes burguesías: suprimió un gran número de barreras comerciales internas y patrocino aranceles exteriores contra las competidores extranjeros, proporciona al capital usurario inversiones lucrativas en la hacienda pública, movilizo la propiedad feudal por medio de la incautación de las tierras eclesiásticas, etc. en otras palabras el estado absolutista realizo algunas funcione parciales e la acumulación originaria necesaria para el triunfo final del modo de producción capitalista. Las razones por la que pudo llevar a cabo esa función fue que esos capitales podían desarrollarse dentro de los límites establecidos por el macro feudal reorganizado. La centralización económica, el proteccionismo y la expansión ultramarina engrandecieron al último Estado feudal a la vez que beneficiaban a la primer a burguesía. Incrementaron los ingresos fiscales del primero al proporcionar oportunidades de negocio a la segunda.

CLASE Y ESTADO: PROBLEMAS DE PERIODIZACIONEs preciso ofrecer alguna explicación de las relaciones entre la clase noble y el absolutismo, porque nada puede estar menos justificado que da r por supuesto que se trataba de una relación sin problemas y de armonía natural desde su

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comienzo Puede afirmarse, por el contrario, que la periodización real del absolutismo en Occidente debe buscarse precisamente en la cambiante relación entre la nobleza y la monarquía. Las monarquías medievales fueron una amalgama inestable de soberanos feudales y reyes ungidos. En el primer periodo esta función imponía limites muy estrechos a la base económica de la monarquía el soberano tenía que sacar sus rentas de sus propias tierra, aparte de esos gozaba de ciertos ingresos financieros. Estas formas de rente fueron muy pronto inadecuadas incluso par a las exiguas obligaciones gubernamentales características del sistema político medieval. La necesidad apremiante y permanente de obtener sumas sustanciales fuera del ámbito de sus rentas tradicionales condujo prácticamente a todas las monarquías medievales a convocar a los «Estados» de su reino cada cierto tiempo, con objeto de recaudar impuestos. Tales convocatorias se hicieron cada vez más frecuentes y prominentes en Europa occidental a partir del siglo XIII, cuando las tareas del gobierno feudal se hicieron más complejas y el nivel de finanzas necesario par a ellas se volvió igualmente más exigentes. los órdenes político y económico estaban fundidos en una cadena de obligaciones y deberes personales, nunca existió ninguna base legal par a recaudaciones económicas generales realizadas por el monarca fuer a de la jerarquía de las soberanías intermedias. Los «Estados del reino» representaban usualmente a la nobleza, al clero y a los burgueses urbanos y estaban organizados bien en un sencillo sistema de tres curias o en otro algo diferente de dos cámaras. Aparte de su función esencial como instrumento fiscal del Estado medieval, esos estados cumplían otra función crucial en el sistema político feudal. Eran las representaciones colectivas de uno de los principios más profundos de la jerarquía feudal dentro de la nobleza: el deber del vasallo de prestar no sólo auxilium, sino también consilium a su señor feudal; en otras palabras, el derecho a da su consejo solemne en materias graves que afectasen a ambas partes. Estas consultas no debilitaban necesariamente al soberano feudal; por el contrario, podían reforzarle en las crisis internas o externas al proporcionarle un oportuno apoyo político. Esas instituciones fueron llamadas a la existencia fundamentalmente para extender la base fiscal de la monarquía, pero, a la vez que cumplían ese objetivo, incrementaron también el potencial control colectivo de la nobleza sobre la monarquía.En la práctica, los Estados continuaron reuniéndose en ocasiones esporádicas y los impuestos recaudados por la monarquía siguieron siendo relativamente modestos. El contraste entre ese modelo de monarquía medieval de Estados y el de la primera época del absolutismo resulta bastante marcado Para muchos nobles, el cambio significó una oportunidad de fortuna y de fama, a la que se aferraron con avidez; para muchos otros, significó la indignidad o la ruina, contra las que se rebelaron; para la mayoría, entrañó un largo y difícil proceso de adaptación y reconversión, a través de sucesivas generaciones. En el curso de este proceso, la última aristocracia feudal se vio obligada a abandona r viejas tradiciones y a adquirir muchos nuevos saberes. La época del Renacimiento presenció, pues, la primer a fase de la consolidación del absolutismo, cuando éste todavía estaba relativamente próximo al modelo monárquico antecedente. Hasta la mitad del siglo, los Estados se mantuvieron. El gran auge secular del siglo xvi, provocado tanto por el rápido crecimiento demográfico como por la llegada de los metales preciosos y el comercio americanos, facilitó el crédito a los príncipes europeos y permitió un gran incremento de sus desembolsos sin una correspondiente y sólida expansión del sistema fiscal. La administración burocrática creció rápidamente, pero en todas partes fue presa de la colonización de las grandes casas que competían por los privilegios políticos y los beneficios económicos de los cargos. Las aristocracias occidentales habían comenzado a adquirir una educación universitaria y una fluidez cultural reservada, hasta ese momento, a los clérigos. De todas formas, no habían desmilitarizado aún su vida privada, los monarcas reinantes tenían que contar generalmente con sus magnates como fuerza independiente a la que había que conceder posiciones adecuadas a su rango: las huellas de una simétrica pirámide medieval todavía eran visibles en el entorno del soberano. Únicamente en la segunda mitad del siglo comenzaron los primeros teóricos del absolutismo a propagar las concepciones del derecho divino, que elevaban el poder real muy por encima de la lealtad limitada y recíproca de la soberanía regia medieval, Bodin fue el primero. Ningún Estado absolutista pudo disponer nunca a placer de la libertad ni de las tierras de la nobleza, ni de la burguesía, del modo en que pudieron hacerlo las tiranías asiáticas coetáneas. Tampoco pudieron alcanzar una centralización administrativa ni una unificación jurídica completas; el poder del absolutismo operaba, en último término, dentro de los necesarios límites de la clase cuyos intereses afianzaba. Los cien años siguientes presenciaron la implantación plena del Estado absolutista en un siglo de depresión agrícola y demográfica y de continua baja de los precios. Es en este momento ruando los efectos de la «revolución militar» se dejan sentir decisivamente. El costo de estas enormes máquinas militares creó profunda s crisis de ingresos en los estados absolutistas. Por lo general, se intensificó la presión de los impuestos sobre las masas. Simultáneamente, la venta de cargos y honores públicos se convirtió en un expediente financiero de capital importancia par a todas las monarquías, siendo sistematizado en una forma desconocida en el siglo anterior. El resultado fue la integración de un creciente número de burgueses en las filas de los funcionarios del Estado, que se profesionalizaron cada vez más, y la reorganización de los vínculos entre la nobleza y el aparato de Estado. La venta de cargos no era un mero instrumento

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económico para obtener ingresos procedentes de las clases propi etarias. Estaba también al servicio de una función política: bloqueó la formación, dentro del Estado, de sistemas de clientela de los grandes, que no dependían de impersonal es contribuciones en metálico, sino de las conexiones y prestigio personales de un gran señor y de su casa. Evidentemente, todo consistía en cambiar un parasitismo por otro: en lugar de patronazgo, venalidad. El aumento de la burocratización de los cargos produjo, a su vez nuevos tipos de altos administradores, que se reclutaban normalmente de la nobleza y esperaban los beneficios convencionales del cargo, pero que estaban imbuidos de un riguroso respeto hacia el estado. La extensión de la guerra, la burocratización de los cargos, la intensificación de los impuestos, la erosión de las clientelas, todo empujaba a la desaparición de los poderes intermedios entre el estado y el pueblo. El florecimiento y vigor máximos del estado absolutista supusieron también la sofocante presión de los derechos y las autonomías tradicionales de la clase noble. en el siglo XVII sucedieron repetidas rebeliones locales nobiliarias contra el estado absolutista, esta reacción nunca pudo convertirse en un asalto unido y total de la aristocracia contra la monarquía porque ambas estaban unidas por un cordón umbilical de clase. En el siglo XVIII Una nueva estabilidad y armonía prevalecieron, a medida que cambiaba la coyuntura económica internacional v comenzaban cien años de relativa prosperidad en la mayor par t e de Europa mientras la nobleza volvía a ganar confianza en su capacidad para regir los destinos del Estado. Con esta situación de fondo, se extendió por toda Europa una cultura cosmopolita y elitista de corte y salón, tipificada por la nueva preeminencia del francés como idioma internacional del discurso diplomático y político. Naturalmente, debajo de ese barniz esta cultura estaba mucho más profundamente penetrada que nunca por las ideas de la burguesía ascendente.

ESPAÑAEl auge de la España de los Habsburgo ocupa una posición cualitativamente distinta en el proceso general de absolutización. El alcance y el impacto del absolutismo español entre las otras monarquías occidentales de esta época fue, en sentido estricto, desmesurado. Su presión internacional actuó como específica sobredeterminación de los modelos nacionales del resto del continente, a causa del poder y la riqueza desproporcionados que tenía a su disposición La monarquía española debió su preeminencia a la combinación de dos conjuntos de recursos: por una parte, su casa real se benefició más que ninguna otra familia europea de los pactos de política matrimonial dinástica, por otra parte, la conquista colonial del Nuevo Mundo le suministró una superabundancia de metales preciosos. Dirigido y organizado dentro de unas estructuras que eran todavía notablemente señoriales el pillaje de américa fue al mismo tiempo y a pesar de eso el acto singular más espectacular de la acumulación originaria del capital durante el renacimiento. Naturalmente, nunca se planteó ningún problema acerca de los intereses económicos y sociales a los que respondía principal y permanentemente el aparato político de la monarquía española. Ningún otro de los grandes estados absolutistas de Europa occidental habría de tener un carácter tan nobiliario o tan enemigo del desarrollo burgués. Paradoja del estado español: hacia el exterior es el estado más fuerte y más influyente de Europa occidental, pero hacia el interior es un estado débil y limitado (montaje destartalado solo unido por el monarca). Las razones de esta paradoja están dadas por la relación triangular entre el imperio americano, el imperio europeo y la patria ibéricaEl absolutismo español nació de la unión de Castilla y Aragón, efectuada por el matrimonio de Isabel I y Fernando II en 1469. Castilla poseía una economía lanera es trashumante, la rápida expansión de la lana, que proporcionó las bases par a las fortunas de tantas casas aristocráticas, estimuló al mismo tiempo el crecimiento urbano y el comercio exterior. Políticamente, su constitución era curiosamente inestable. Castilla-León fue uno de los primeros reinos medievales de Europa que desarrolló un sistema de Estados, pero había establecido ningún molde jurídico, las Cortes fueron siempre, de hecho, una asamblea ocasional e indefinida. El carácter económico y político del reino de Aragón ofrecía un fuerte contraste con el de Castilla. El alto Aragón del interior abrigaba el sistema señorial más represivo de la península Ibérica; Cataluña, por otra parte, había sido tradicionalmente el centro de un imperio mercantil en el Mediterráneo; Valencia, se situaba socialmente entre Aragón y Cataluña. Por otra parte, el contraste político entre ambos reinos no era menos sorprendente. En Aragón podía encontrarse, quizá, la estructura de Estados más compleja y defensiva que existía en Europa, por lo Fernando e Isabel tomaron, comprensiblemente, el obvio camino de concentrarse en el establecimiento de un poder real inconmovible en Castilla, donde las condiciones para ello eran mucho más propicias. Así pues, los dos monarcas pusieron en práctica un programa metódico de reorganización económica. Las órdenes militares fueron decapitadas, y sus vastas posesiones de tierras y rentas anexionadas. Fueron demolidos castillos de baronías,

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desterrados señores fronterizos y prohibidas las guerras privadas, a autonomía municipal de las ciudades quedó suprimida, se conquistó para el estado los beneficios eclesiásticos. La máquina de Estado castellana, en otras palabras, fue racionalizada y modernizada. Pero la nueva monarquía nunca contrapuso esta máquina al conjunto de la clase aristocrática. Las altas posiciones militares y diplomáticas siempre quedaron reservadas para los magnates. En Aragón, por otra parte, nunca se intentó un programa político de alcance comparable, lo único que Fernando pudo conseguir fue la pacificación social y la restauración de la última constitución medieval. en este contexto la inquisición fue la única institución española unitaria en la península, y sirvió como tremendo aparato ideológico para compensar la división y dispersión administrativa reales del Estado.La subida de Carlos V al trono iba a complicar, pero no a modificar sustancialmente e, este modelo; en último término si algo hizo fue acentuarlo. El resultado más inmediato de la llegada de un soberano Habsburgo fue una corte nueva, llena de extranjeros. Las extorsiones financieras del nuevo régimen provocaron muy pronto en Castilla una ola de intensa xenofobia popular. La rebelión comunera de 1520-1521 consiguió el apoyo inicial de muchos nobles de las ciudades, pero su fuerza impulsora fueron las masas artesanas populares de las ciudades, y su liderazgo dominante fue la burguesía urbana. Su derrota ante los ejércitos reales, a los que se había unido el grueso de la aristocracia una vez que se hizo evidente el radicalismo potencial de la sublevación, representó pues un momento crítico en la consolidación del absolutismo español: el aplastamiento de la rebelión comunera eliminó realmente los últimos vestigios de una constitución contractual en Castilla.LA dimensión y el gasto de os ejércitos aumentaron durante el reinado de Carlos V los ingresos se habían triplicado, pero las deudas reales eran tan grandes que su heredero tuvo que declarar formalmente la bancarrota del Estado. El imperio español del Viejo Mundo heredado por Felipe II, siempre administrativamente dividido se estaba haciendo económicamente insostenible. El descubrimiento de las minas del Potosí incrementó enormemente el flujo de metales preciosos coloniales a Sevilla. El suministro de grandes cantidades de plata desde las Américas se convirtió a par t i r de entonces en una ayuda decisiva para el Estado español, porque proporciono al absolutismo hispánico una renta extraordinaria. De esta forma, e absolutismo español pudo continuar prescindiendo durante largo tiempo de la lenta unificación fiscal y administrativa que fue la condición previa del absolutismo en otros países. Castilla tuvo que soportar prácticamente sola la carga fiscal de las i interminables campañas en el extranjero: tras de ella estaban, precisamente, las minas de las Indias. Pero la incidencia total del tributo americano en los presupuestos imperiales españoles era, desde luego, mucho menor de lo que se suponía popularmente en aquel tiempo. Los metales americanos tuvieron también un impacto en la economía española: se desarrolló un floreciente comercio con las colonias, principalmente en textiles, aceite y vino. El control monopolista de este mercado cerrado benefició inicialmente a los productores castellanos, que pudieron vender en él a precios inflacionarios. Hubo en este proceso, sin embargo, dos movimientos fatales para el conjunto de la economía castellana. En prime r lugar, el incremento de la demanda colonial provocó una mayor conversión hacia el vino y el olivo de tierras destinadas antes a la producción de cereal, esto haría de España uno de los primeros países importadores de grano del mundo. El influjo de los metales preciosos procedentes del Nuevo Mundo provocó también un parasitismo que minó y paralizó progresivamente las manufacturas de Castilla, la inflación acelerada elevó los costos de producción de la industria textil que ya no pudo competir ni siquiera en el mercado americano.El mismo imperio que inyectaba recursos en el aparato militar del estado estaba arruinando el potencial productivo de castilla, pero ambos efectos estaban íntimamente ligados: si el imperio americano era la perdición de la economía española, el imperio Europeo era la ruina del estado de los Habsburgo. Sin los embarques de metales preciosos, el colosal esfuerzo bélico de Felipe II hubiera sido impensable. Y fue precisamente este esfuerzo lo que habría de derrumbar la original estructura del absolutismo español. Con todo, el balance internacional al final de su reinado era todavía aparentemente formidable, lo que resultó peligroso par a sus sucesores, a los que legó un sentido intacto de su estatura continental. En España, por otra parte, el legado de Felipe II al comenzar el siglo xvii era más visiblemente sombrío. Castilla tenía ahora por vez primer a una capital fija en Madrid, pero la unificación administrativa de los patrimonios dinásticos no se prosiguió, sin embargo, con coherencia alguna. La oportunidad para una solución

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centralista se dejó escapar deliberadamente. Mientras tanto, la situación económica de la monarquía y del país se fue deteriorando.La subida al trono de Felipe III fue seguida de la paz con Inglaterra (1604), una nueva bancarrota (1607) y la reticente firma de una tregua con Holanda (1609). La paz trajo consigo una pródiga ostentación cortesana y la multiplicación de los honores. Mucho más grave a largo plazo, sin embargo, fue la silenciosa transformación que estaba teniendo lugar en el conjunto de la relación comercial entre España y América. Aproximadamente desde 1600 en adelante, las colonias americanas estaban alcanzando cada vez más la autosuficiencia en los artículos básicos que habían importado tradicionalmente de España, además las minas americanas entraron en crisis. El modelo de importación colonial cambiaba hacia bienes manufacturados más sofisticados, que España no podía proveer, y que llevaban de contrabando los comerciantes ingleses u holandeses.El acceso de Felipe IV al trono, y la subida del autoritario conde-duque de Olivares al más alto poder en Madrid, coincidieron con una sublevación en las tierras de Bohemia de la rama austríaca de los Habsburgo. Aparecía así ahora la ocasión para aplastar al protestantismo en Alemania, por lo se entró en la guerra de los 30 años. La entrada de Francia en la guerra inclino definitivamente la balanza contra España, debido a la nueva naturaleza y el peso que estaba adquiriendo el absolutismo francés. Además costos de la guerra provocaron la instalación de nuevos tributos que sin embargo no fueron suficientes, ya que eran soportados prácticamente solo por castilla. Olivares se percató de los graves peligros que entrañaba par a el sistema del Estado la falta de una integración central y de la aislada y peligrosa hegemonía de Castilla dentro de ese sistema, propuso a Felipe IV una profunda reforma de toda la estructura, pero la presión se hizo sentir, sobre todo de Cataluña y el proyecto no se llevó a cabo. Olivares decidió forzar la entrada de Cataluña en la guerra atacando a Francia a través de su frontera, este juego temerario se volvió contra sus autores de forma desastrosa. La nobleza catalana, provoco la ocupación francesa con objeto de atajar los peligros del radicalismo popular y bloquear una reconquista castellana. Cataluña se convirtió, durante una década, en protectorado francés.El reinado paralítico de Carlos II presenció la reconquista del poder político central por los grandes que se aseguraron la dominación directa del Estado con el golpe aristocrático de 1677. Ese mismo reinado experimentó la más negra depresión económica del siglo, con cierre de industrias colapso de la moneda, reversión a un intercambio de trueque, escasez de alimentos y disturbios por el pan. A su muerte se dio una guerra de sucesión española renovó el absolutismo en Madrid, al liquidar sus ingobernables responsabilidades exteriores. Una nueva dinastía francesa se instaló en España. La monarquía borbónica consiguió lo que los Habsburgo habían sido incapaces de hacer: Por medio de, importación de la experiencia y de las técnicas mucho más avanzadas del absolutismo francés, los funcionarios civiles crearon en el siglo XVIII un Estado unitario y centralizado. Con todo la obra de la burocracia Carolina que racionalizó el Estado español no pudo revitalizar a la sociedad española. Era ya demasiado tarde para iniciar un desarrollo comparable al de Francia o Inglaterra.

FRANCIAFrancia presenta una evolución muy distinta a la del modelo hispánico. El absolutismo no gozó aquí de unas ventajas tan tempranas como en España, en la forma de un lucrativo imperio ultramarino. Por otra parte, tampoco tuvo que enfrentarse en el interior a los permanentes problemas estructural es de unir reinos dispares. El control político real de la monarquía francesa nunca fue territorialmente uniforme: siempre fue menor en la periferia del país, disminuyendo progresivamente en las provincias recién adquiridas y más lejanas de París. la historia de la construcción del absolutismo francés habría de ser la de una progresión convulsiva hacia un Estado monárquico centralizado, repetidamente interrumpida por recaídas en la desintegración y en la anarquía provincial , seguidas de una reacción intensificada hacia la concentración del poder monárquico. Las tres grandes rupturas al orden político fueron, naturalmente, la guerra de los Cien años en el siglo xv, las guerras de religión en el siglo xvi y la Fronda en el siglo xvii. La lenta centralización concéntrica de los reyes Capeto expuesta más arriba, llegó a un final abrupto con la extinción de su linaje a mediados del siglo xiv, que fue la señal par al comienzo de la guerra de los Cien Años. Para lo que aquí nos interesa, el legado fundamenta l de los largos sufrimientos de la guerra de los Cien Años fue su contribución final a la emancipación fiscal y

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militar de la monarquía de los límites del anterior sistema político medieval. En efecto, la guerra sólo pudo ser ganada gracias al abandono del sistema señorial de servicios de caballería y con la creación de un ejército regular pagado. Para poner en pie este ejército la aristocracia francesa concedió el primer impuesto importante, la taille royale. La nobleza, el clero y algunas ciudades quedaron exentas de su pago y en el curso del siguiente siglo la definición legal de la nobleza en Francia fue, precisamente, la exención hereditaria de la taille. Del mismo modo que los reyes Capeto habían acompañado su extensión del control monárquico con la cesión de patrimonios principescos, también los primeros reyes Valois combinaron la reafirmación de la unidad monárquica con la delegación del poder provincial en una aristocracia bien atrincherada. El aparato coactivo y fiscal del Estado central todavía era muy pequeño. La nobleza retuvo, pues, el poder autónomo local por la fuerza de sus propi as espadas, de las que dependía, en último término, la estabilidad de toda la estructura social. Así pues, la guerra de los Cien Años legó a la monarquía francesa impuestos y ejércitos permanentes, pero no una nueva administración civil de ámbito nacional. En las dos décadas siguientes, Carlos VII I y Luis XI I absorbieron Bretaña —el último principado importante todavía independiente - por medio de sucesivos matrimonios con sus herederas. Sin embargo, la «nueva monarquía» inaugurada por Luis XI no era en absoluto un Estado centralizado o integrado. Francia quedó dividida en unas 12 gobernadurías, cuya administración fue confiada a príncipes reales o a destacados nobles. Entre la subida al trono de Carlos VII y la muerte de Luis XII, fundaron nuevos parlements. No por ello se vieron todavía gravemente recortadas las libertadas urbanas, aunque la posición de la oligarquía patricia dentro de los parlements se reafirmó a costa de los gremios y de los pequeños patronos. A pesar de los notables avances registrados por la monarquía, los fundamentos sociales para una centralización política vertical aun no estaban preparados. En este contexto, no contra el renacimiento de la monarquía, sino merced a él, fue en el que los Estados Generales recobraron un nuevo vigor tras la guerra de los Cien Años. En Francia, como en todas partes, el impulso inicial para la convocatoria de los Estados fue la necesidad dinástica de obtener de los súbditos del reino el apoyo par a la política fiscal y extranjera. Pero las asambleas regionales que elegían a sus diputados para los Estados Generales siempre se negaban a concederles el mandato de votar impuestos nacionales. El resultado fue que los reyes franceses, al ser incapaces de conseguir las contribuciones financieras que deseaban de los Estados nacionales dejaron gradualmente de convocarlos por completo. A corto plazo, todo esto contribuyó a un completo fracaso de ah autoridad real; pero a largo plazo, por supuesto, iba a facilitar la tarea del absolutismo.En la primera mitad del siglo XVI, Francisco I y Enrique II gobernaron un próspero reino que crecía sin cesar. La actividad representativa disminuyó progresivamente: los Estados Generales dejaron otra vez de existir, y la política exterior tendió a convertirse en coto exclusivo del rey. Los funcionarios jurídicos extendieron gradualmente los derechos legales de la monarquía. El control de los nombramientos de la jerarquía eclesiástica se consiguió mediante el concordato de Bolonia con el papado. Pero ni Francisco I ni Enrique I I eran todavía nada que pudiera semejarse a unos reyes autocráticos. Mientras tanto el prestigio dinástico en el interior se vio favorecido por las constantes guerras exteriores en Italia, a las que los reyes Valois condujeron a su nobleza. Las guerras se convirtieron en una magnífica salida par a la perenne belicosidad nobiliaria. La monarquía española derroto a Francia, pero en ultimo termino la derrota en esta primera aventura extranjera probablemente ayudó a asegurar unos fundamentos más sólidos y compact os al absolutismo francés, que se vio forzado a encastillarse en su propio territorio.La muerte de Enrique II precipitó a Francia en cuarenta años de aniquiladoras luchas internas. Las guerras civiles que se desencadenaron fueron iniciadas, desde luego, por los conflictos religiosos que acompañaron a la Reforma. Pero esas guerras ofrecen una especie de radiografía del cuerpo político a finales del siglo xvi, en la medida en que exponen las múltiples tensiones y contradicciones de la formación social francesa. Las guerras de religión fueron dirigidas, desde el principio hasta el fin, por los tres grandes linajes rivales. Sin embargo, una vez en marcha, la lucha desencadenó conflictos sociales más profundos que los del secesionismo feudal. Cuando el sur se perdió ante los ejércitos protestantes , una presión redoblada de impuestos reales par a la guerra cayó sobre las ciudades católicas coaligadas del norte. La miseria urbana que resultó de estos hechos en la década de 1580 provocó una radicalización de la Santa Liga en las ciudades. n las ciudades del norte estallaron revoluciones municipales. En París, el poder fue tomado por un

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comité dictatorial de funcionarios y clérigos descontentos, apoyados por las hambrientas masas de la plebe y una falange fanática de monjes y predicadores. Esta doble radicalización en la ciudad y en el campo fue lo que finalmente reunificó a la clase dominante: la nobleza comenzó a cerrar filas tan pronto como existió un peligro real de levantamiento desde abajo. Enrique IV aceptó tácticamente el catolicismo, reunió a los patrocinadores aristocráticos de la Liga, aisló a los comités y suprimió las rebeliones campesinas. Las guerras de religión terminaron con la reafirmación del Estado real.A partir de este momento, el absolutismo francés llegó con relativa rapidez a su madurez. Enrique IV estableció la presencia real y el poder central en París por vez primera, reconstruyendo la ciudad y convirtiéndola en capital permanente del reino. La pacificación civil fue acompañada de una atención especial hacia la recuperación agrícola y la promoción del comercio de exportación. La evolución institucional más importante del reinado fue la introducción de la paulette en 1604: la venta de cargos en el aparato del Estado, que había existido durante más de un siglo, fue estabilizada por el procedimiento de Paulet de hacerlos hereditarios a cambio del pago de un pequeño porcentaje anual sobre su valor de compra, medida destinada no sólo a aumentar los ingresos de la monarquía, sino también a aislar a la burocracia de la influencia de los potentados. La multiplicación de los cargos venales, en los que ahora se refugiaba una nueva noblesse de robe, imposibilitaba el control firme de la dinastía sobre las instituciones de la justicia pública y las finanzas y dispersaba, tanto central como localmente, el poder burocrático. A pesar de todo, fue en esta misma época cuando, curiosamente entrelazada con este sistema, Richelieu y sus sucesores comenzaron a construir una maquinaria administrativa racionalizada: creo el sistema de intendants que eran funcionarios enviados con poderes omnímodos a las provincias, sus cargos eran revocables y no se podían comprar. Mientras el papel de los intendants se hacía progresivamente más prominente y autoritario, la magistratura de los diversos parlements de la tierra, campeones del legalismo y el particularismo, se convirtió en el portavoz más ruidoso de la resistencia de los officiers contra los intendants. La relación entre impuestos y cargas en la época tradicional ha sido conceptualizada como una tensión entre la renta feudal centralizada y la local. En cierto sentido, esta duplicación económica se reproducía en las estructuras políticas del absolutismo francés. En efecto, la misma complejidad de la arquitectura del Estado fue la que permitió una unificación lenta pero ininterrumpida de la propia clase noble, que se adaptó gradualmente al nuevo molde centralizado. Simultáneamente, por otra parte, se conseguía la proeza de i ntegrar a la naciente burguesía francesa en el circuito del Estado feudal, porque la compra de cargos representaba una inversión tan rentable que el capital se desviaba continuamente de las aventuras manufactureras o mercantil es hacia una colusión usurera con el Estado absolutista. La consecuencia social fue la creación de una burguesía que tendía a asimilarse crecientemente con la aristocracia a través de las exenciones y los privilegios de los cargos. El resultado fue llevar a una vía muer t a la evolución política de la burguesía francesa durante ciento cincuenta años. El peso de todo este aparato cayó sobre los pobres. El Estado feudal reorganizado golpeó sin piedad a las masas rural es y urbanas. Las nuevas estructuras del absolutismo francés recibieron su bautismo de fuego en la guerra europea. El éxito francés en la lucha contra España coincidió, efectivamente, con la consolidación interior del complejo burocrático dual a u e elevó al primer Estado borbónico. Las emergencias militares del conflicto facilitaron la imposición de intendants en las zonas invadidas o amenazadas; al mismo tiempo, sus enormes gastos financieros exigieron una venta de cargos sin precedentes. Los costos reales de la guerra fueron soportados por los pobres, entre los que provocó grandes estragos sociales. Las presiones fiscales del absolutismo de guerra provocaron una constante marejada de rebeliones desesperadas de las masas urbanas y rurales durante toda esta década. En cierto sentido, la Fronda puede considerarse como la cresta más alta de esta larga ola de rebeliones populares , en la que durante un breve período algunos sectores de la alta nobleza, de la magistratura de los titulares de cargos y de la burguesía municipal utilizaron a las masas descontentas par a sus propi os fines contra el Estado absolutista. Aunque la presión social desde abajo fue probablemente más apremiante, la Fronda fue en realidad menos peligrosa par a el Estado monárquico que las guerras de religión, porque las clases propi etarias estaban ahora más unidas. La misma profundidad del malestar popular revelado por la Fronda recorto la última ruptura emocional con la monarquía protagonizada por la aristocracia disidente. En adelante, la aristocracia habría de sentar cabeza bajo el absolutismo consumado y solar de Luis XIV. El

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nuevo soberano asumió el mando personal de todo el Aparato de Estado en 1661. Una vez que la autoridad real y el poder ejecutivo se reunieron en un único soberano, todo el potencial político del absolutismo francés llegó rápidamente a su plenitud. Los parlements fueron silenciados, y su pretensión de presentar protestas antes de registrar los edictos reales quedó anulada; los estados ya no pudieron discutir ni negociar los impuestos. La alta nobleza tuvo que residir en Versalles y quedo separada del señorío efectivo de sus dominios territoriales. En un plano inferior la red de intentands cubría ya la totalidad de Francia. Además se creó una fuerza permanente de policía, aumento el volumen del ejército y se introdujeron la paga regular, la instrucción y los uniformes. El absolutismo francés alcanzo su apoteosis institucional en las últimas décadas del SXVII. Se lanzó un ambicioso programa mercantilista para acelerar el desarrollo manufacturero y comercial de Francia; fue este mismo mercantilismo sin embargo el que condujo a invadir Holanda. Esta guerra provoco que se aumentara la venta de cargos y se incrementara los impuestos. La miseria y el hambre provocaron nuevos levantamientos campesinos y en esta ocasión ningún señor intento usarlos para sus propios fines. Sin embargo el restablecimiento de la paz se limitó a aumentar la arrogancia del absolutismo borbónico. La entrada de Francia a la guerra de sucesión española aumento los problemas internos. La tranquilidad solo llego con la derrota. La paradoja del absolutismo francés fue que su mayor brillantes interior no coincidió con su mayor predominio internacional: la construcción institucional y la expansión internacional estuvieron desfasadas esto sucedió porque el estado francés tenía un tiempo distinto al del absolutismo a de los países marítimos. El desarrollo económico del capitalismo inglés y la consolidación política de su estado sobre pasaron al absolutismo francés: los verdaderos vencedores de la guerra de sucesión fueron los comerciantes y los banqueros de Londres, con ella comenzó el imperialismo mundial británico.La llegada de la regencia en 1715 anunció la reacción social ante este fracaso: la nobleza llevo a cabo una reaparición. La nueva época acentuó el carácter clasista del absolutismo. Al mismo tiempo sucedía un crecimiento en las filas y la fortuna de la burguesía local. La expansión comercial estimuló la urbanización. Por otra parte con el monopolio aristocrático había descendido la venta de cargos, por lo que las inversiones burguesas se volcaron al comercio. La monarquía por su parte se mostró incapaz de proteger los intereses burgueses incluso cuando coincidían con los del estado.La guerra de la independencia norteamericana permitió que Francia consiguiera una venganza sobre Londres pero no produjo ninguna ganancia hacia esta. En 1778 la deuda del estado era tan grande que se decidió imponer una contribución a la nobleza y al clero. Esto provocó un levantamiento de la aristocracia, pero luego se volcó hacia una revolución burguesa. La crisis fiscal que sirvió como detonador de la revolución fue provocada por su incapacidad jurídica para agravar con impuestos a la clase que representaba, esto precipito su común caída. INGLATERRAEn la edad media la monarquía feudal de Inglaterra fue en términos generales más poderosa que la francesa, a pesar de ello la monarquía medieval más fuerte produjo el absolutismo más débil y de más corta duración. La primera centralización productiva del feudalismo normando había generado una clase noble muy reducida, además las ciudades fueron desde el principio parte de la heredad real y gozaron de privilegios comerciales sin la autonomía política de las ciudades continentales. Los señores eclesiásticos tampoco dispusieron nunca de enclaves señoriales amplios y consolidados. El resultado fue una centralización concurrente del poder real y de la representación nobiliaria dentro del sistema político medieval, estos procesos fueron complementarios el poder monárquico solo podía sostenerse fuera de los límites de su soberanía gracias al consenso de las asambleas. En este mismo proceso al poder personal del monarca le siguieron muy pronto las instituciones colectivas de la clase dominante: los parlamentos. Una monarquía centralizada produjo una asamblea unificada. Otras dos consecuencias se siguieron a la temprana centralización del sistema político. En primer lugar los parlamentos aseguraron una limitación negativa tradicional del poder legislativo real. En segundo lugar se dio una fusión entre la monarquía y la nobleza en el plana judicial y administrativo local.La nobleza inglesa era una clase tan militarizada y depredadora como cualquier otra en Europa. En la guerra de los 100 años lucharon esencialmente compañías contratadas reclutadas para la monarquía, no participo en ella ningún ejército permanente. La superioridad de los ingles durante este conflicto no residió en el control del poderío marítimo ya que las flotas medievales era solo para el transporte de tropas, el predominio ingles fue el producto de la solidez de la

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integración política y la capacidad administrativa para explotar su patrimonio y agrupar a la nobleza. Nada cambio hasta que Carlos VII no reorganizo el sistema político feudal francés sobre una nueva base, una vez desaparecido sus aliados las fuerzas inglesas fueron expulsadas.Con la guerra de las dos rosas comenzó la dinastía Tudor, el reinado de Enrique IV preparo gradualmente la aparición de una nueva monarquía en Inglaterra. Antes de la guerra los parlamentos eran prácticamente anuales pero cuando aumento la seguridad interior y se consolido el poder de los Tudor Enrique VII desecho esta institución. El gobierno monárquico se ejercía a través de una pequeña cámara de consejeros personales y su objetivo principal consistía en subyugar el desenfrenado poderío señorial del periodo precedente. Lo dominios reales se ampliaron en gran medida por la recuperación de tierras, y los ingresos se triplicaron. Los primeros 20 años de Enrique VIII aportaron pocos cambios. Pero la crisis matrimonial y el consiguiente punto puerto con el papado transformaron repentinamente toda la situación política. Enrique convoco a lo que habría de convertirse en el parlamento más largo de la historia para movilizar en su favor a la clase terrateniente en su disputa con el papado y para asegurar su aprobación de la incautación política de la iglesia por el estado en Inglaterra. Esta revitalización del parlamento no significo un debilitamiento del poder real sino un nuevo impulso para realzarlo: se disolvieron los monasterios y se expropiaron sus tierras; la burocracia central fue ampliada y organizada; el aparato estatal de represión aumento sin cesar durante todo el reinado. La forma en el que Enrique VIII hizo uso del parlamento fue legalista: era un medio necesario para sus propios fines. Sin embargo la nueva monarquía Tudor aun carecía de un sólido aparato militar. La construcción de un ejército fuerte era una condición indispensable para la supervivencia de las monarquías, el estado ingles quedo al margen de esto a causa de su situación insular y que no era necesario ni posible construirlo. Sin embargo el rey era todavía incapaz de comprender la nueva situación internacional y fue eso la raíz de todo el error de cálculo en el divorcio: no se percataron de que el papado estaba obligado a someterse al poder de los Habsburgo. Este descubrimiento lo impulso a realizar la reforma.Además la monarquía pretendió intervenir en las guerras valois – Habsburgo, esto traería consecuencias decisivas para todo el destino de la monarquía inglesa: para financiarla se recurrió a la venta de la propiedad agraria que acaba de obtener de los monasterios. A largo plazo esta transferencia de propiedades debilito al estado y reforzó a la gentry. Además se diluyeron las ilusiones militares de la nobleza lo que permitió a la aristocracia prescindir de un aparato de guerra, es decir se produjo una desmilitarización de la clase noble, además en Inglaterra no se daba derogaciones de rangos nobiliarios lo que permitió una conversión de la aristocracia hacia las actividades comerciales. Surgió así un sector capitalista rural. El correlato de esta clase era un estado que tenía una pequeña burocracia, una fiscalidad limitada y carecía de ejército.Durante la minoría de edad de Eduardo VI se dio una lucha entre los grandes señores y la unidad del estado se vio temporalmente amenazada. El reinado de Isabel restableció y desarrollo el estatus quo sin ninguna innovación radical. La influencia política y la prosperidad de la gentry con la cual los Tudor se habían aliado inicialmente para contrapesar a los pares era ahora un obstáculo para las prerrogativas reales. En esta época también se desarrolló un nuevo ejército, en una escala modesta y se conquistó Irlanda. Pero el carácter de la clase terrateniente se situaba ya no en la guerra sino en el equipamiento nabal, las consecuencias de estos fueron 2: la sustitución de la guerra terrestre por la naval alejo la práctica de la violencia militar, desplazándola al mar. En segundo lugar el interés nabal se dirigió también hacia una orientación comercial ya que la armada por naturaleza era un instrumento dual.La extinción de los Tudor y la llegada de los Estuardo creó una situación política nueva para la monarquía, Escocia se unió a Inglaterra mediante el vínculo personal. La dinastía Estuardo fue incapaz de hacer grandes cosas contra el desorden dentro del país durante los siguientes 150 años, mientras escocia se ataba cada vez más a Francia por medio de alianzas. En todo el reino eran frecuentes las guerras privadas. Jacobo utilizando a unos nobles contra otros intentó reorganizar escocia, pero su estructura aún mantenía un contraste notable con la de Inglaterra ya que aún había casas nobles que controlaban grandes zonas del país, la sociedad aún conservaba un carácter fuertemente medieval. A pesar de todo, la dinastía Estuardo persiguió los ideales del absolutismo. El carácter mucho más desarrollado de la sociedad inglesa le hizo creer que era más fácil de gobernar.

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Económicamente empezó a surgir el sistema tríadico compuesto por el señor, el arrendatario y el jornalero, a finales del Siglo XVII Inglaterra ya contaba con un mercado interno y el capitalismo agrario-mercantil había experimentado avances más rápidos que los de cualquier otra nación. Como no había necesidad de un gran ejército el nivel impositivo era bajo lo que permitió la prosperidad del campesinado. Eso hizo posible el abandono del cultivo directo por la aristocracia y la gentry y su sustitución por el arriendo de la tierra. Esto también imposibilito la aparición de una aristocracia.Carlos I abordo la tarea del absolutismo más avanzado. Los caprichos de su política exterior debilitaron a la monarquía sin embargo la política fue relativamente coherente: se disolvió el parlamento, la monarquía se acercó a la nobleza y excluyo a la gentry y sus nuevos intereses mercantiles. El aparato económico apareció sujeto a fuertes restricciones fiscales. Se recurrió a la venta de cargos como una importante fuente de ingresos pero estos dispositivos se mostraron inadecuados.Por una extraña ironía el absolutismo continental se había construido sobre sus ejércitos, mientras que el insular solo podía existir mientras no tuviera necesidad de crearlo. Solo el parlamento podía proveer los recursos financieros para la creación de un ejército, pero si este era convocado desmantelaría la autoridad real. Los nobles no podían revelarse porque carecían de instrumentos militares para hacerlo. Un levantamiento en los estados escoces fue lo que proveyó la fuerza militar necesaria. El rey tuvo que convocar al parlamento y este suprimo los avances de la monarquía esto llevo a una guerra civil. El absolutismo ingles se vio arrastrado a la crisis por la aristocracia pero fue derribado por fuerzas capitalistas.