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Manuel Formoso PERENNIDAD DE MAQUIA VELO Summary: In 1513 Niccolo Michiavelli sent a small volume to Lorenzo de Medici, containing his political. knowledge obtained through the study of history and a long practice. Since that time The Prince has acquired a great celebrity opening an unfinished debate. To be efficient politics must be unmoral, otherwise we condemn ourselves to the failure, bound by current moral. The existence of a double moral pattern applied by Machiavelli shows the beginning of the State's reason and possibly the cause of his perennity. Resumen: En 1513 Nicolás Maquiavelo envIO, al Magnífico Lorenzo de Medicis, su conocimiento politico, obtenido gracias al estudio de la historia y de una larga práctica, recopilado en un pequeño vo- lumen. Desde esa fehca, El Príncipe, ha tenido una gran celebridad, suscitando una polémica que no termina. Para ser eficaz, la política debe ser inmo- ralo bien nos condenaremos al fracaso, sujetándo- nos a la moral corriente. La existencia de un doble patrón moral, aplicado por Maquiavelo, descubre la razón de Estado y, muy posiblemente, la causa de su perennidad. En el mes de diciembre de 1513, Nicolás Ma- quiavelo, desde su ocio forzado en San Casciano, escribió tristemente a su amigo Francesco Vettori, a la sazón embajador de Florencia en Roma, lo siguiente: "Es así que, sumido en esta vulgar existencia, trato de impedir que el cerebro se me enmohezca llegada la tar- de, regreso a mi casa y entro en mi estudio penetro en el santuario de los grandes hombres de la antiguedad; reci- bido por ellos con bondad y buena voluntad, me alimento de esta comida que ha sido hecha para mi sólo y para la cual he nacido ... Y como ha dicho el Dante no hay cien- cia si no se retiene lo que se ha comprendido, yo anoto todo aquello que de nuestras conversaciones me ha pareci- do de alguna importancia y con ello he compuesto un opúsculo, de los Principados, en el cual abordo mi tema, investigando cuál es la esencia de los principados, cuantas clases hay de ellos, cómo se adquieren, cómo se mantie- nen y por qué se pierden ... " (1). Este pequeño opúsculo, que la posteridad va a conocer con el nombre de "El Príncipe", circulará privadamente hasta el año de 1532. En esa fecha verán la luz dos ediciones, una en Roma y otra en Florencia, iniciándose una no interrumpida publi- cidad hasta nuestros días. ¿Por qué tan grande y extraordinaria celebridad? ¿Por qué algunos tex- tos políticos adquiren gran resonancia histórica, mientras que otros de no menor calidad, permane- cen en el olvido, como bien se pregunta Jean-Jac- ques Chevallier? (2). En este artículo trataremos de dar respuesta parcial a esta pregunta. Expondremos las razones que explican, según nuestro criterio, la celebridad y sobre todo la perennidad de Nicolás Maquiavelo, no sin antes hacer referencia a algunos juicios so- bre su pensamiento, aspectos de su vida y expo- sición de algunas de sus ideas principales. Nicolás Maquiavelo, que descansa en algún lugar de la Iglesia de Santa Croce en Florencía, fue justa- mente homenajeado por un extravagante lord in- glés en el siglo XVIII, que le hizo construir un hermoso cenotafio, en el cual inscribió lo siguien- te: "Tanto nomine,nullumpar elogiurn". Gran re- nombre el de Maquiavelo, pero ninguno a la altura de su mérito. En verdad Maquiavelo ha tenido un renombre extraorindario en el cual se han mezclado los más admirables conceptos con los más deni- grantes juicios. La lectura de sus escritos ha provo- cado, a través de más de cuatro siglos, una polémi- Rev. Fil. Univ. Costa Rica, XXIII (58), 161-168, 1985

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Page 1: PERENNIDAD DEMAQUIAVELO de Filosofía UCR/Vol. XXIII... · Desde esa fehca, El Príncipe, ha tenido una gran celebridad, suscitando una polémica que no ... los últimos tiempos,

Manuel Formoso

PERENNIDAD DE MAQUIA VELO

Summary: In 1513 Niccolo Michiavelli senta small volume to Lorenzo de Medici, containinghis political. knowledge obtained through the studyof history and a long practice. Since that time ThePrince has acquired a great celebrity opening anunfinished debate. To be efficient politics must beunmoral, otherwise we condemn ourselves to thefailure, bound by current moral. The existence ofa double moral pattern applied by Machiavellishows the beginning of the State's reason andpossibly the cause of his perennity.

Resumen: En 1513 Nicolás Maquiavelo envIO,al Magnífico Lorenzo de Medicis, su conocimientopolitico, obtenido gracias al estudio de la historia yde una larga práctica, recopilado en un pequeño vo-lumen. Desde esa fehca, El Príncipe, ha tenido unagran celebridad, suscitando una polémica que notermina. Para ser eficaz, la política debe ser inmo-ralo bien nos condenaremos al fracaso, sujetándo-nos a la moral corriente. La existencia de un doblepatrón moral, aplicado por Maquiavelo, descubre larazón de Estado y, muy posiblemente, la causa desu perennidad.

En el mes de diciembre de 1513, Nicolás Ma-quiavelo, desde su ocio forzado en San Casciano,escribió tristemente a su amigo Francesco Vettori,a la sazón embajador de Florencia en Roma, losiguiente:

"Es así que, sumido en esta vulgar existencia, trato deimpedir que el cerebro se me enmohezca llegada la tar-de, regreso a mi casa y entro en mi estudio penetro en elsantuario de los grandes hombres de la antiguedad; reci-bido por ellos con bondad y buena voluntad, me alimento

de esta comida que ha sido hecha para mi sólo y para lacual he nacido ... Y como ha dicho el Dante no hay cien-cia si no se retiene lo que se ha comprendido, yo anototodo aquello que de nuestras conversaciones me ha pareci-do de alguna importancia y con ello he compuesto unopúsculo, de los Principados, en el cual abordo mi tema,investigando cuál es la esencia de los principados, cuantasclases hay de ellos, cómo se adquieren, cómo se mantie-nen y por qué se pierden ... " (1).

Este pequeño opúsculo, que la posteridad va aconocer con el nombre de "El Príncipe", circularáprivadamente hasta el año de 1532. En esa fechaverán la luz dos ediciones, una en Roma y otra enFlorencia, iniciándose una no interrumpida publi-cidad hasta nuestros días. ¿Por qué tan grande yextraordinaria celebridad? ¿Por qué algunos tex-tos políticos adquiren gran resonancia histórica,mientras que otros de no menor calidad, permane-cen en el olvido, como bien se pregunta Jean-Jac-ques Chevallier? (2).

En este artículo trataremos de dar respuestaparcial a esta pregunta. Expondremos las razonesque explican, según nuestro criterio, la celebridady sobre todo la perennidad de Nicolás Maquiavelo,no sin antes hacer referencia a algunos juicios so-bre su pensamiento, aspectos de su vida y expo-sición de algunas de sus ideas principales.

Nicolás Maquiavelo, que descansa en algún lugarde la Iglesia de Santa Croce en Florencía, fue justa-mente homenajeado por un extravagante lord in-glés en el siglo XVIII, que le hizo construir unhermoso cenotafio, en el cual inscribió lo siguien-te: "Tanto nomine,nullumpar elogiurn". Gran re-nombre el de Maquiavelo, pero ninguno a la alturade su mérito. En verdad Maquiavelo ha tenido unrenombre extraorindario en el cual se han mezcladolos más admirables conceptos con los más deni-grantes juicios. La lectura de sus escritos ha provo-cado, a través de más de cuatro siglos, una polémi-

Rev. Fil. Univ. Costa Rica, XXIII (58), 161-168, 1985

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ea que lejos de cesar, crece con el avance de laCiencia Política y naturahnente, con la importan-cia que tiene en nuestros días el juego terrible queencierra el ejercicio del poder.

George Sabine, en su Historia de la Teoría Polí-tica nos ha dicho que:

"El carácter de Maquiavelo y el verdadero significado desu filosofía han sido uno de los enigmas de la historiamoderna. Se le ha presentado como a un clínico total, unpatriota apasionado, un nacionalista ardiente, un jesuÍtapolítico, un demócrata convencido y un adulador carentede escrúpulos que buscaba el favor de los déspotas. Pro-bablemente hay algo de verdad en todas y cada una deestas opiniones, por incompatibles que sean. Pero lo queno es cierto en modo alguno, es que ninguna de ellas déuna visión completa de Maquiavelo y su pensamien-to" (3).

En realidad con Maquiavelo ha ocurrido lo queseñala George Mounin (4) cuando nos dice que hasido leído muy de prisa, muy polémicamente, muyexclusivamente en contra o a favor. No es sino enlos últimos tiempos, cuando de la política se inten-ta hacer un conocimiento científico, que Maquia-'velo ha sido estudiado desde una óptica apropiada.En realidad lo que más frecuentemente ha ocurri-do es lo que ya en 1639 dijera G. Naudé: "todo elmundo ataca e insulta a este autor. Sin embargotodo el mundo lo sigue y practica, principalmenteaquellos que lo atacan ..." (5).

Sin ánimo de hacer aquí 1a biografía de Maquia-velo, creemos que es importante señalar algunoshechos de su vida, indispensables para la adecuadacomprensión de su pensamiento. El primero deellos es recordar que, de 1498 a 1512, Maquiavelotuvo una intensa práctica política. Ocupó el cargode Jefe de la Segunda Cancillería del gobierno re-publicano de Florencia, con Piero Soderini a lacabeza como Gonfaloniero. El puesto de Jefe de laSegunda Cancillería no fue, como algunos equivo-cadamente han creído ver, un cargo semejante a unMinisterio de Relaciones Exteriores. Más bien setrataba de un puesto de segundo orden, mal remu-nerado, sobre todo cuando Maquiavelo tenía quecumplir tareas en el exterior. Las cartas en que selamenta de esto, y que han llegado hasta nuestrosdías, son muy reveladoras (6).

Lo que si es importante retener, es que desdeesta Segunda Cancillería Maquiavelo entró en con-tacto con los personajes políticos más importantesde la península itálica y de los nacientes estadosnacionales de Europa. Si bien las cosas no se deci-dían en Florencia, al menos por aquella espléndidaciudad pasaban los hilos conductores de la intensa

accion diplomática y militar de los primeros añosdel siglo XVI. Las grandes naciones como España yFrancia, no dirimían directamente sus conflictos, ycomo sucede en nuestros días, preferían tomar co-mo campo de batalla el territorio de un tercer esta-do (fragmentado y débil como era Italia) para me-dir sin mayores consecuencias sus fuerzas.

Fue así como Nicolás Maquiavelo durante 14años tuvo numerosas entrevistas con el Rey deFrancia, los papas Alejandro VI y Julio II, el empe-rador Maximiliano, César Borgia y centenares deotros personajes menores, como cardenales, obis-pos, duques y demás señores con poder, que tantocolor dieron a la época.

Particularmente importante es recordar algunascaracterísticas políticas del momento en que viveMaquiavelo. Es la transición que se opera del mun-do medieval a la época moderna. Es dejar atrásaquella problemática política, en la cual los pode-res de la Iglesia y el Imperio se erguían con voca-ción universal, sobre un variado mosaico de pe-queños señores feudales, ejerciendo su poder sobre1jmitados territorios. En su excelente introduccióna la edición de El Príncipe de la Universidad dePuerto Rico, Luis Arocena nos ha dicho:

"En la Italia de la segunda mitad del siglo XV y primeradel XVI la liquidación de las estructuras políticas medie-vales y la gestación de las destinadas a caracterizar el Esta-do moderno, asumió formas dramáticas y muy espectacu-lares. EIf medio de una serie de conflictos interminables,guerras, revoluciones, alianzas, treguas breves, y tratadosde paz que no valían el papel en que se escribían, en mediode pugnas sociales y rivalidades económicas, entre asaltos,saqueos, conjuraciones y desmanes de toda orden, entreaventuras de condotieros y batallas en las que se jugaba elprestigio de las potencias de Europa, aparecían y desapa-recían estados en Italia, mermaban su poderío unos y loacrecentaban otros, perdían su señorío varios príncipes,mientras había quienes se amañaban para establecer otrosnuevos" (7).

La tragedia de Italia, que Nicolás Maquiavelovio con mayor claridad que nadie, es la de estarfragmentada en al menos cinco grandes polos polí-ticos, ninguno de los cuales era tan poderoso comopara imponerse a los otros, pero sí lo suficiente-mente fuerte como para mantener la división. Elmás importante de ellos, al centro de la península,los Estados Pontificios. Cerca de ellos, la ciudad deFlorencia. Al Norte, en el este Venecia y en eloeste Milán. Y al Sur, el reino de Nápoles. Maqui-avelo, en el capítulo XXVI de El Príncipe, conlenguaje emotivo, cargado de fuerte patriotismo,insta a Lorenzo de Medicis, nieto del Magnífico y

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sobrino del reinante papa León X, para que apro-veche la oportunidad que la fortuna le brinda de rea-lizar la gran tarea política que pondría a Italia a laaltura de los otros estados nacionales. Pero estepríncipe Medicis no atendió el consejo e Italia tuvoque esperar, en medio de mil tragedias y humilla-ciones, hasta bien pasada la segunda mitad del sigloXIX, para realizar la unidad nacional.

Otro aspecto importante de recordar sobre laépoca de Maquiavelo es el grave estado de corrup-ción que se vivía. En medio del espléndido desarro-llo de las artes, particularmente la pintura y la es-cultura, generosamente sufragadas por un gran flo-recimiento económico, con gran actividad del co-mercio y la banca internacional, el hombre con suvoluntad conquistaba nuevos territorios, antes so-metidos a la soberanía de Dios. Pero este ampliarseel campo de la voluntad del hombre no se hizo sinpagar un precio de carácter moral. Desasido de lasanteriores trabas morales, quedó la acción delhombre girando libremente, atraída por la inme-diatez de lo concreto. Así la codicia y el ansia demayor poder, llevaron a los hombres a utilizarcualquier medio, no importando su naturaleza, contal de que fueran eficaces para alcanzar el fin de-seado. Sabine lo apunta claramente, cuando escri-be:

"La sociedad y la política italianas, tal como las concebíaMaquiavelo y como, de acuerdo con él, cree la mayorparte de los historiadores, son un ejemplo peculiar de unestado de decadencia institucional. Era una sociedad inte-lectualmente brillante y artísticamente creadora, másemancipada que cualquier otra de Europa de las trabas dela autoridad y dispuesta a enfrentarse al mundo con unespíritu friamente racional y empírico, y presa, sin embar-go de la corrupción política y la más baja degradación mo-ral. Las instituciones cívicas antiguas estaban muertas.Ideas medievales que como las de la Iglesia y el Imperio, to-davía en los días del Dante, podían despertar un noble en-tusiasmo, no eran ya ni siquiera recuerdos. La crueldad yel asesinato se habían convertido en procedimientos nor-males de gobierno; la buena fe y la lealtad en escrúpulosinfantiles ... la fuerza, y la astucia, en claves del éxito. Elli-bertinaje y el desenfreno eran tan frecuentes que no pro-ducían comentarios. Y el egoísmo franco y desembozado,sólo necesitaba del éxito para justificarse ... " (8).

Para desventura personal de Maquiavelo, peropara la buena fortuna de la posteridad que ha leídosus obras con pasión, el gobierno de la república deFlorencia cae derrotado en el año de 1512 y denuevo, la poderosa familia Medicis recobra el po-der en la ciudad en la que tanto tiempo va a per-manecer. Maquiavelo, que ha estado largos años enmedio del poder y con trato frecuente de los más

poderosos personajes de su época, saldrá pobre yarruinado de su cargo de la Segunda Cancillería.Por un breve plazo se verá perseguido, encarceladoy hasta torturado, por los nuevos amos del poder.Luego abandonará la ciudad para residir en unapequeña propiedad suya, con una sencilla casa,ubicada en las cercanías de San Casciano, a unospocos kilómetros de Florencia.

En su rústico retiro Maquiavelo no va a estartranquilo. Ansía retornar al poder, no tanto paraobtener beneficios materiales, que necesita paraatender a su numerosa familia, como porque re-quiere estar dentro del juego político, que es supasión. La valiosa carta a Francesco Vettori, del 10de diciembre de 1513, que parcialmente citamos alinicio de este artículo, es un testimonio de las an-gustias materiales de Maquiavelo, pero sobre todoespirituales, por estar lejos del alimento para elcual había nacido. Si bien Maquiavelo fue hombreculto y nacido en el Renacimiento, las bellas artesno fueron su preocupación. Vivió rodeado de losmaravillosos testimonios que las artes alcanzaronen ese momento, que engalanaban palacios e igle-sias de Florencia, sin que llamaran mayormente suatención. En realidad su única y gran pasión fue lapolítica, y de ello nos dejó como insuperablespruebas, numerosas obras escritas.

En los años que van a mediar entre 1513 y1527, fecha de su muerte, Maquiavelo va a escribirlos Discursos sobre la Primera Década de Tito Li-vio, el Arte de la Guerra, Historia de Florencia ynaturalmente su más célebre obra, El Príncipe. Esde hacer notar que no hay contradicción entreellas, ya que todas responden a un mismo método,aunque tengan diferentes propósitos o varíen ensus contenidos. Por ejemplo, entre los Discursos yEl Príncipe, no hay oposición, lo que ocurre es queen éste último Maquiavelo trata de la única formapolítica viable para el momento en que vive, lamonarquía absoluta. En tanto que en los Discursosse ocupa de otras muchas cosas más, por ejemplo,de mostrar su admiración por el gobierno populary por la república romana, en la cual imagina nohay corrupción política y puede operar el respetoa las leyes.

Antes de entrar a analizar algunos conceptosfundamentales de Maquiavelo, digamos unas brevespalabras acerca de su método. A diferencia de lagran mayoría de los pensadores políticos, Maquia-velo tuvo una práctica política sumamente impor-tante. Conoció el ejercicio del poder en sus más

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pular costarricense que dijo don Ricardo Jiménez,"en política todo está permitido, menos perder".

Para lograr su propósito Maquiavelo toma encuenta tres nociones: la virtud, la fortuna y la ne-cesidad. Si bien nunca nos llega a dar una defini-ción de lo que entiende por "virtud" es claro quela idea que de ella se hace no corresponde exacta-mente a la virtud cristiana. Es más bien un concep-to que recuerda la "areté' de los griegos. Es esacapacidad de hacer algo excelentemente, comocuando calificamos a un violinista de "virtuoso"sin entrar a conocer si el alcohólico, engaña a sumujer o no paga las cuentas del hotel.

Oreste Tommasini, en su clásico estudio sobreMaquiavelo nos ha defmido la virtud como "ciertacapacidad para la eficacia" (11) y del "EstudioPreliminar" de Luis Arocena, antes citado (12), he-mos sacado estas notas calificativas de la conductadel príncipe, que hacen "virtuosa" su voluntad:

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variadas formas y lo ejerció intensamente. De ahíque no nos sorprende que parte de su método seael recurrir a la realidad, al dato concreto. El empi-rismo de Maquiavelo guarda ilustre relación con elanterior de Aristóteles, posterior de Montesquieu yanuncia lo que será uno de los fundamentos de lamoderna Ciencia Política. Pero se acompaña, ade-más, por un constante estudio de la historia, de loshechos políticos realizados en el pasado por losgrandes hombres. No es aquí el lugar para entraren mayores explicaciones, simplemente digamosque esto es posible gracias a su idea inmutable dela naturaleza humana y al carácter repetitivo que leatribuye al acontecer histórico.

Son muy frecuentes las veces que Maquiavelorecomienda algobernante el estudio de la historia,tanto en los Discursos como en El Príncipe, comocuando afirma que:

"El que estudia las cosas de ahora y las antiguas, conocefácilmente que en todas las ciudades y en todos los pue-blos han existido y existen los mismos deseos y las mismaspasiones; de suerte que examinando con atención los suce-sos de la antigüedad, cualquier gobierno republicano prevélo que ha de ocurrir ... '" (9).

Pero ningún texto más claro y hermoso que elque encontramos en la Dedicatoria a Lorenzo elMagnífico, cuando le ofrece su más preciado bien,su saber político, adquirido penosamente a travésde largos años de práctica y estudio. Así le dijo alPrincipe Medicis, que no supo valorar tan exquisi-ta ofrenda:

"Deseando yo mismo, ofrecer a Vuestra Magnificencia al-gún testimonio de mi deseo de servirle, no he encontradoentre mis bienes nada más querido o que estime tantocomo el conocimiento de las acciones de los grandes hom-bres, adquirido mediante una larga experiencia de las co-sas modernas y un continuo estudio de las antiguas" (IO).

¿Qué es lo que se propone Maquiavelo cuandorecomienda el estudio de las acciones de los gran-des hombres, de los antiguos y los modernos? Sepropone lograr la efectividad de la acción política.Dar a la voluntad del gobernante las mayores posi-bilidades de alcanzar el éxito, porque a final decuentas ¿qué otra cosa es el ejercicio del podersino el imponer la voluntad a los otros? Triunfaren política, no ser vencido, alcanzar el fin propues-to, ha sido desde siempre el primer valor en laconducta de los príncipes, monarcas, déspotas opresidentes de la república. Como dice el saber po-

1. Clara inteligencia para calcular los recursos queintervienen en la acción.

2. Vivo sentido de la realidad.3. Rápido entendimiento de lo que las circunstan-

cias autorizan.4. Decisión para tomar recursos heróicos.5. Capacidad para disimular el juego.6. Soltura para desprenderse de los escrúpulos mo-

rales corrientes.

Pero la voluntad del hombre no actúa en el va-CÍo. Entra en contacto con una realidad que tienecaracterísticas particulares, según los tiempos. A-demás se ve favorecida o castigada por la fortuna.Hay un juego entre la virtud, la fortuna y la necesi-dad, que explica la obligación de ser siempre flexi-ble y dispuesto a acatar lo que la vida impone, si sequiere triunfar.

Intentemos aclarar primero que es lo que en-tiende Maquiavelo por fortuna. En parte son todasaquellas cosas no previsibles, porque en la comple-jidad del acto político intervienen muchos factoresy no siempre es posible conocerlos todos. Pero lafortuna en Maquiaelo también tiene algo que vercon aquella diosa de la antigüedad, ciega y capri-chosa en sus designios, que a veces favorece a unhombre y lo eleva considerablemente, para quecumpla con lo que ella ha deseado. O bien, enotras oportunidades, castiga implacablemente, sinque haya fuerza humana que pueda resistirla.

Numerosos son los textos que nos ha dejadoMaquiavelo sobre la fortuna. Notable por su belle-

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za y penetración psicológica es todo el capítuloXXV de El Príncipe. Por el momento solamenteveamos la descripción que hace de la fortuna:

"Me parece la fortuna uno de esos terribles ríos que, cuan-do se hinchan, inundan las llanuras, derriban árboles yedificios, se llevan la tierra de una parte y la depositan enotra; no hay quien escape al acercarse la riada, se cede a suasalto, sin poder oponerse a él en modo alguno ... siendovariable la fortuna y obstinados los hom bres en sus actos,son felices cuando van de acuerdo con los tiempos e infeli-ces cuando no se conforman a ellos. Creo que e mejor serimpetuoso que circunspecto, porque la fortuna es mujery, si se quiere dorninarla, hay que maltratarla y tenerla afreno ... como mujer que es, gusta de los jóvenes, que tie-nen menos miramientos, son más brutales y la sometencon más audacia" (13).

y en Los Discursos encontramos este texto, ple-no de sugerencias:

"Afirmo una vez más ser absolutamente cierto y estardemostrado en toda la historia, que los hombres puedensecundar a la fortuna y no contrarrestarla; pueden tejersus hilos, pero no rornperlos" (14).

Sin embargo, como buen renacentista, Maquia-velo estima que resta un gran espacio para laacción del hombre y que no debemos dejar todoen manos de Dios. Por lo menos la mitad de nues-tras acciones las gobierna la fortuna, dejándonos laotra a nuestro arbitrio (15). Pero este arbitrio nose da libremente, sino que encuentra otro límite,una resistencia muy concreta nacida del ser de lascosas. La acción deí político se produce en untiempo determinado, bajo unas circunstancias muyprecisas. A veces son favorables, otras contrarias,pero en todos los casos tenemos que aceptarlascomo necesarias, si no queremos ir al fracaso. Y lopeor que podríamos hacer es confundir la realidadcon nuestros deseos. Este es el sentido de la necesi-dad en Maquiavelo, que también tiene que ver conel realismo de su pensamiento, tantas veces señala-do, y que se aprecia claramente en el siguientetexto:

"Son muchos los que han imaginado repúblicas y princi-pados que nunca existieron ni se les ha conocido enrealidad, porque hay tal distancia de cómo se vive a cómose debiera vivir, que quien deja lo que se hace por lo quedebería hacerse, no hace más que aprender la ruina en vezde la salvación propia" (16).

Al prescribir Maquiavelo una voluntad virtuosaal principe, que se verá ayudada (o anulada) por la

fortuna, y ubicada correctamente en las circuns-tancias del momento, el Secretario Florentino estápersiguiendo alcanzar lo más preciado que puedehaber para un político: llegar al poder, mantenerseen él, acrecentarlo y prevenir las causas que hacenperderIo. Lo llamativo y original que tiene el análi-sis de Maquiavelo, es que contempla a la políticacomo a una actividad que se sustenta en sí misma,que es autónoma y que no requiere de otras consi-deraciones externas a ella, para justificar sus actos.Oportuna es la cita de Sabine en la que apunta:

"Da por supuesto naturalmente que la política es un finen sí... la finalidad de la política es conservar y aumentarel poder político, y el patrón para juzgarla es su éxito enla consecución de ese propósito. Que una política seacruel, desleal o injusta, es cosa para Maquiavelo indiferen-te, aunque se da perfectamente cuenta de que tales cuali-dades pueden influir en su éxito. Trata con frecuencia delas ventajas que la inmoralidad hábilmente utilizada puedeproporcionar a los fines de un gobernante, y esto ha cau-sado principalmente la mala reputación del florentino. Perola mayor parte de su obra no es tanto inmoral cuantoamoral. Se limita a abstraer la política de toda otra conside-ración y escribe acerca de ella como si fuera un fin ení" (17).

umerosísimos son los textos que se podríantraer aquí, en los cuales Maquiavelo recomienda elempleo de cualquier medio, por censurable quepueda parecer, con tal de alcanzar el fin propuesto.Particularmente ilustrativo s son los capítulos XV,XVII Y XVIII de El Príncipe. Para sujetamos a loslímites establecidos para un artículo como éste,tan sólo veamos tres textos que considero sobresa-lientes. El primero, tomado de los Discursos, diceasí:

" ingún hombre sabio censurará el empleo de algún pro-cedimiento extraordinario para fundar un reino uorganizar una república; pero conviene al fundador que,cuando el hecho lo acuse, el resultado lo excuse; y si estees bueno, como sucedió en el caso de Rómulo, siempre sele absolverá" (18).

Rómulo, para consolidar Roma, mató a Remo.Pero la grandeza de su obra, según Maquiavelo, loha absolvído. En otra parte de lus Discursos encon-tramos quizás el texto más claro sobre la conductadel político en busca del éxito, aunque la moraltenga que ser violada. Así nos dice:

"Cuando se trate de tomar una resolución de la que de-penda por entero la salud del Estado, nadie debe dedetenerse en consideraciones sobre lo justo, o lo injusto,lo piadoso o lo cruel, lo glorioso o lo ignominioso; omfta-se todo esto y tómese resueltamente aquel partido que

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salve al Estado y mantenga su libertad" (19).

y finalmente un texto muy revelador en el cualMaquiavelo distingue entre la moral común y co-rriente a que están sometidos todos los hombres,que de ninguna manera desautoriza para ellos, peroque puede resultar perjudicial para el príncipe. Nose trata de que el príncipe sea siempre malo, sinosencillamente que cuando lo requiera el éxito de lafinalidad política, deberá saber entrar con pie fu-me en el mal. Este texto es del célebre capítuloXVIII, antes mencionado. Dice así:

"Es cosa que conviene entender bien: que un príncipe,sobre todo un príncipe nuevo, no debe observar todo loque hace que los hombres sean tenidos por buenos, por-que en ocasiones, para defender su Estado, necesitará ac-tuar contra la lealtad, la caridad, la humanidad y la reli-gión. Tiene que contar con un ánimo dispuesto a moversesegún sople el viento de la fortuna e impongan las diferen-tes circunstancias, sin apartarse del bien -si es posihle-pero sabiendo también entrar en el mal, si es necesa-rio" (20).

Encontramos aquí uno de los temas más discu-tidos acerca de Maquiavelo. Los choques que sesuscitan entre la moral y la actividad de un políti-co, que pretende ser eficaz. El dilema que quedaplanteado es el de una política sujeta a la moral,pero condenada al fracaso, o bien una política efi-caz pero inmoral. En torno a este tema se hanproducido las mayores discrepancias acerca de laobra de Maquiavelo, calificándola algunos, comoSabine o Cassirer, no de inmoral sino de amoral. Obien condenándola otros por francamente inmoral,como ha sido hecho durante siglos por una corrien-te de pensamiento cercana al cristianismo. De loque no hay duda es de que:

"Su gran mérito no es el de haber resuelto el dilema de lasrelaciones entre la política y la moral... su mérito es el dehaber formulado este problema de una manera tal -cíni-ea, brillante, insostenible- que el dilema después de él noha podido ser olvidado o esquivado" (21).

Pensamos que podría haber otra manera de conside-rar estas relaciones, entre moral y política, en Ma-quiavelo. Podemos comenzar por distinguir entrela conducta del hombre corriente, del ciudadano,en sus actividades privadas y la conducta del gober-nante, del hombre público. La conducta privadadebe ser juzgada por la moral privada y la conduc-ta del gobernante, y sobre todo, la conducta delEstado, debe de ser juzgada por la moral pública.

En el momento en que Maquiavelo escribe está

surgiendo a la vida el Estado moderno. A partir desu aparición muchas cosas cambiarán en el gobier-no de los hombres. Sobre todo se dará una mayordiferencia entre el ámbito de lo público y lo priva-do. Será posible distinguir claramente la actividaddel hombre político, de la del hombre privado,ocupado de sus cosas particulares.

El príncipe de Maquiavelo es un hombre de car-ne y hueso, como César Borgia, pero también elsímbolo del Estado. Será ese personaje, que con eltranscurso de los tiempos se fortalecerá, hasta lle-gar a ser el más poderoso, hasta llegar a ser ElLeviatán, como dirá Thomas Hobbes, unos cuantosaños después de Maquiavelo. Cuando el Estadocomienza a actuar requerirá normas diferentes parajuzgar sus actos.

En el siglo XVII será particularmente reveladorlo que ocurre en Francia. El Cardenal Richelieuejerce el poder con firme mano, claros propósitosy ninguna duda de lo que tiene que hacer. Bienpuede tratarse de mentir, envenenar o suprimir acualquier ser humano, que estorbe a la consolida-ción de la monarquía absoluta francesa. El Estadorequerirá para ser comprendido y juzgado, otranorma distinta de la del particular. Tenemos queechar mano a la razón de estado, a la legalidadpropia de este nuevo ser moral, que ha aparecidoen escena. Como lo dice Friedrich Meinecke:

"La razón de Estado es norma de la acción política, la leymotriz del Estado. Ella indica al hombre de gobierno loque debe hacer para conservar el Estado vigoroso y fuer-te ... la "razón" del Estado consiste también en el recono-cerse a sí mismo y conocer su ambiente, y en el extraerluego de tal conocimiento los principios normativos de laacción" (22).

En el momento que Maquiavelo escribe, la ra-zón de Estado se nos presenta particularmenteviolenta, descarnada, pero eficaz. Conforme los si-glos han ido transucrriendo, la razón de Estado seha ido domando, cubriendo con el manto púdicode la ley. Pero sigue teniendo el mismo carácterterrible e implacable de siempre. Cuando está enjuego la salvación del Estado, todo se puede hacer.Ya sea como en una guerra, en la cual el deber esmatar al enemigo, destruir sus ciudades y arreba-tarle su riqueza. O bien, en circunstancias menosgraves, pero igualmente dramáticas, como cuandoen nuestros días la Guardia Rural ha tenido quematar campesinos o dirigentes obreros, para resta-blecer el orden que una huelga o una toma detierras había alterado. O igualmente cuando el Or-

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PERENNIDAD DE MAQUlAVELO

ganismo de Investigación Judicial (011) mata sos-pechosos de ser terroristas, que no acataron suorden de detenerse, para ser interrogados.

Tenemos que concluir en que existe un doblepatrón moral. Hay unas normas para juzgar los ac-tos de los sencillos ciudadanos, y otras para apli-carlas a los gobernantes, que encarnan la voluntaddel Estado. Si bien Maquiavelo no llega a emplearla expresión "razón de estado", el concepto estápresente en toda su obra, y la distinción anteriorentre actividad privada y pública, muy bien esta-blecida. Por ejemplo en los Discursos:

"Necesita, además, edificar nuevos pueblos, destruyendolos antiguos: trasladar los habitantes de un sitio a otro: nodejar, en fin, nada como estaba ... Son estos medios crue-Iísimos, no sólo anticristianos, sino inhumanos; todos de-ben evitarlos, prefiriendo la vida de ciudadano a ser rey acosta de tanta destrucción de hombres. Quien no quiereseguir este buen camino y desee conservar la dominación.necesita ejecutar dichas maldades" (23).

Si aceptamos la existencia de este doble patrónmoral, Maquiavelo no es inmoral, ni amoral, senci-llamente ha descubierto que la política, y el gober-nante que la ejecuta, están sometidos a otra esferamoral, que no puede ser la corriente de los ciuda-danos.

Si bien desde el punto de vista ético es discu-tible la aceptación de dos morales, de lo que nopuede caber duda es que la práctica de los go-bernantes, tanto los de nuestros días como el restode los habidos en los siglos que nos separan deMaquiavelo, ha estado amparada por sus preceptos.Cuando un Ministro de Hacienda es interrogadopor la prensa, para saber si es cierto que el colón vaa ser devaluado, no puede responder con la verdadsin provocar el pánico financiero. Cuando un Presi-dente de la República es preguntado acerca de susactos inmediatos, en relación con una potencia ve-cina que pone en peligro la paz, no puede responderingenuamente con la verdad, sin exponer a los de-fensores de la nación, a verse atrapados por el ene-migo.

En fin, que por abundantes y conocidos noseguimos dando ejemplos de actos del Estado, o de

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sus representantes, que para no ser calificados dedelitos, mentiras, o corrupción, han de ser juzga-dos con un patrón moral diferente al utilizado paralos actos de los ciudadanos comunes y corrientes.

Justamente de aquí nace la celebridad y peren-nidad de Maquiavelo. Las máximas que prescribepara alcanzar el éxito político, siguen estando tanvigentes en nuestros días como en sus tiempos decorrupción en Florencia. El Estado, que deberíaser la persona moral destinada a realizar el biencomún en la sociedad, sencillamente no lo puederealizar, y para alcanzar determinados logros par-ciales, se ve obligado a cometer diversas iniqui-dades.

Los preceptos políticos de Maquiavelo han sidopensados para una sociedad en conflicto en la cuales imposible lograr el consenso acerca de lo buenopara todos. Si no existieran las contradicciones en-tre los distintos grupos sociales, si sus intereses nofueran opuestos y definitivamente antagónicos, elgobernante podría aspirar a escuchar a todos, aconocer los distintos puntos de vista y a formularlo que más tarde Rousseau llamará Voluntad Gene-ral.

La perennidad de Maquiavelo no establece unjuicio moral adverso al Secretario Florentino, quefue el hombre menos maquiavélico de este mundo,sino que nos lleva a la lamentable conclusión deque son nuestros tiempos corruptos los que lo ha-cen oportuno y aplicable en cada momento de lavida política. La lectura de El Príncipe apasiona nosólo por la prosa tersa, directa y fría de su autor,sino también por la vigencia y actualidad de susjuicios.

Pocas cosas hay más delicadas que las profesíasen política. Sin embargo, para terminar, nos atre-vemos a pronosticar que Maquiavelo no perderávigencia hasta que no actúe eficazmente ese"príncipe moderno", como lo llama AntonioGramsci, capaz de cambiar las cosas radicalmente,y restablecer la virtud antigua, permitiendo la soli-daridad entre los hombres y terminando con esepacto con el Diablo, que ha sido la práctica políti-ca hasta nuestros días.

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168 MANUEL FORMOSO

(1) Machiavel: Le Prince et autres textes. Ed. 10-18,Saint Amand, 1962. p.179 (Traducción de M.F.H.).

(2) Chevallier, Jean-Jacques. Les grandes Oeuvres Po-litiques, Ed. Armand Colin, París, 1964, p.2 ss.

(3) Sabine, George, Historia de la Teoria Polftica. Ed.Fondo de Cultura Económica, México, 1963. P.263.

(4) Mounin, George, Machiavel, Ed. P.U.F., Paris,1964, p.15.

(5) Naude, G. citado por Arocena, Luis. Estudio Preli-minar en Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Ed. Universi-dad de Puerto Rico, Madrid, 1955. p.24.

(6) Ridolfi, Roberto, Maquiavelo, Ed. RenacimientoS.A., México, 1961, p.4 7.

(7) Arocena, Luis, Op. cit. p.94.(8) Sabine, George. Op. cit. p.253.(9) Maquiavelo, Nicolás, Obras Políticas, Ed , Ateneo,

Buenos Aires, 1965, p.155.(ID) Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe. Dedicatoria al

Magnifico Lorenzo de Medicis, Traducción de M.F.H. sinimprimir.

(l l ) Tommasini, Oreste, Citado por Arocena, Luis.Op. cit., p.7.

NOTAS

(12) Arocena, Luis, Op. cit., p.76.(13) Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Ed. Planeta, Ma-

drid, 1983, p.1l5.(14) Maquiavelo, Nicolás,obras Políticas, Ed. Ateneo,

Buenos Aires, 1965, p.305.(15) Maquiavelo, Nicolás, El Principe, Ed , Planeta, Ma-

drid, 1983, p.1l5.(16) Ibidem, p.72.(17) Sabine, George, Op. cit., p.254.(l8) Maquiavelo, Nicolás. Obras Politicas, Ed. Ateneo,

Buenos Aires, 1965, p.86.(19) Ibidem, p.436.(20) Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Ed. Planeta, Ma-

drid, 1983, p.83.(21) Mounin, George, Op. cit., p.38.(22) Meinecke, Friedrich. La idea de la razón de Esta-

do en la historia moderna, citado por Arocena, Luis, Op.cit., p.97, cita 103.

(23) Maquiavelo, Nicolás. Obras Politicas, Ed. Ateneo,Buenos Aires, 1965, p.126.