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SOCIEDAD PEM y POJH DESPUÉS DEL ESTALLIDO PABLO AZOCAR Fue el despido más grande de la historia de Chile y equivalió a más del triple de todos los traba- jadores del cobre del país: 82 mil personas que laboraban en el PEM y POJH, en Santiago, según cifras oficiales. Habían comenzado poco a po- co a buscar "reivindicaciones" que en otro contexto habrían po- dido aparecer irrisorias, pero que para ellos eran dramáticas caren- cias, como el pago en los días 15 y 20 sin retraso, como un permiso pre y postembarazo para las mu- jeres, como la no obligación de concurrir a actos de gobierno y como un trato digno y sin vigilan- cia en los días de pago. Empeza- ban a juntarse. Se hablaba de sin- dicato. Y de huelgas. Y no eran pocos a esas alturas: la fuerza potencial era considerable. De 72.695 personas que hubo en el Programa de Empleo Mínimo (PEM) en 1975. cuando se inició, se llegó a la cifra de 341.578 en 1983, lo que equivalía a alrede- dor del nueve por ciento de la fuerza de trabajo del pais. Todo quedó en nada: vino la re- presión gubernamental, con ba- leos y hasta un muerto incluidos, y luego las medidas. El Programa de Ocupación para Jefes de Ho- gar (POJH) fue dramáticamente disminuido en la capital y el Pro- grama de Empleo Mínimo casi desapareció. "Los pliegos eran inalcanzables", explicó, como en brutal ironía, el Intendente que había cursado los despidos. La primera reacción de los afectados fue de estupor y de in- dignación: la ocupación que ha- bían hallado como postrera alter- nativa de subsistencia, también les cerraba las puertas. Luego, entonces, intentaron rehacerse con reuniones, ollas comunes, ri- fas, malones, "onces", encuen- tros e incluso se intentó un sindi- cato de ex trabajadores del Em- pleo Mínimo. Transcurrieron los meses, sin embargo, y se fue im- poniendo el desaliento y, de al- gún modo, la resignación, el olvi- do. Represión abrumadora Cuando intentan explicar por qué fue tan pasiva la reacción de los trabajadores en un despido tan masivo, los analistas arguyen varios factores. Su organización era precaria: la fuerza y rapidez de las medidas no fueron previs- tas por ella y no contaban con el apoyo político que se hubiese re- querido. "Hay que pensar que la situación de los trabajadores era desesperada", dice un especialis- ta, "El Empleo Mínimo era su últi- ma alternativa, la única ocupa- ción estable que finalmente pu- dieron encontrar, y entonces en ese contexto las posibilidades reales de organizarse eran po- cas". Se estima que con los niveles de represión que hubo esto era previsible. Porque la agresión ex- terna es tan fuerte, tan abruma- dora, que se pierde la capacidad de convocatoria: hay un freno. El único recurso que les fue quedan- do a los trabajadores fue "salvar- se". Sobrevino entonces en un sector importante una sensación de "batalla perdida", lo que hizo aun más difícil la situación. El numeroso despido, sin em- bargo, no influyó de un modo de- cisivo en las tasas de cesantía. Dicen los especialistas que esto ocurre porque el Instiluto Nacio- nal de Estadísticas ha subvalua- do. No es tan fácil que un ex PEM aparezca como "desocupado" en las encuestas, porque para que esto ocurra es necesario, prime- ro, que le pregunten si buscó tra- bajo y, segundo, que él responda que sí, lo que no es tan probable por la desmotivación en que se encuentra un trabajador que vie- ne de ser despedido de su última y desesperada alternativa. De es- te modo, estos trabajadores sue- len aparecer técnicamente como "inactivos". Afirma un especialista que, en definitiva, lo que ocurre es que las tasas de desocupación del INE cumplen las metas que se ha fijado el gobierno, pero al ana- lizar se aprecia que los resultados son de dudosa confiabilidad, lo que está avalado por otras en- cuestas parciales y por las mis- mas de la Universidad de Chile. Dólares en juego Hoy la situación de los despedi- dos es incierta. Un número impor- tante ha continuado desocupado (con repercusiones importantes, como se aprecia en los testimo- nios más adelante), algunos han encontrado trabajos en el área privada, con sueldos de similar precariedad, y otros, están siendo recontratados en el POJH en sus comunas. Se dice, incluso, que la idea sería recontratar a un núme- ro aun superior al que laboraba en diciembre! cuando se produjo el gran despido. De ser así. esto se explica por las cuantiosas ven- tajas económicas que le reporta este peculiar sistema al gobierno, el que estaría dispuesto a afron- tar los riesgos políticos que con- lleva un esquema tan difícilmente controlable, con tal de preservar esas ganancias. Se dice que el gobierno estaría dispuesto a rea- lizar todos los despidos masivos que fuera necesario al no tener otra llave de control. Las ventajas que obtiene han sido demostradas. Los investiga- 180 I i-. •, g M '

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SOCIEDAD

PEM y POJH

DESPUÉS DEL ESTALLIDOPABLO AZOCAR

Fue el despido más grande dela historia de Chile y equivalió amás del triple de todos los traba-jadores del cobre del país: 82 milpersonas que laboraban en elPEM y POJH, en Santiago, segúncifras oficiales.

Habían comenzado poco a po-co a buscar "reivindicaciones"que en otro contexto habrían po-dido aparecer irrisorias, pero quepara ellos eran dramáticas caren-cias, como el pago en los días 15y 20 sin retraso, como un permisopre y postembarazo para las mu-jeres, como la no obligación deconcurrir a actos de gobierno ycomo un trato digno y sin vigilan-cia en los días de pago. Empeza-ban a juntarse. Se hablaba de sin-dicato. Y de huelgas. Y no eranpocos a esas alturas: la fuerzapotencial era considerable. De72.695 personas que hubo en elPrograma de Empleo Mínimo(PEM) en 1975. cuando se inició,se llegó a la cifra de 341.578 en1983, lo que equivalía a alrede-dor del nueve por ciento de lafuerza de trabajo del pais.

Todo quedó en nada: vino la re-presión gubernamental, con ba-leos y hasta un muerto incluidos,y luego las medidas. El Programade Ocupación para Jefes de Ho-gar (POJH) fue dramáticamentedisminuido en la capital y el Pro-grama de Empleo Mínimo casidesapareció. "Los pliegos eraninalcanzables", explicó, como enbrutal ironía, el Intendente quehabía cursado los despidos.

La primera reacción de losafectados fue de estupor y de in-dignación: la ocupación que ha-bían hallado como postrera alter-nativa de subsistencia, tambiénles cerraba las puertas. Luego,entonces, intentaron rehacersecon reuniones, ollas comunes, ri-fas, malones, "onces", encuen-

tros e incluso se intentó un sindi-cato de ex trabajadores del Em-pleo Mínimo. Transcurrieron losmeses, sin embargo, y se fue im-poniendo el desaliento y, de al-gún modo, la resignación, el olvi-do.

Represión abrumadora

Cuando intentan explicar porqué fue tan pasiva la reacción delos trabajadores en un despidotan masivo, los analistas arguyenvarios factores. Su organizaciónera precaria: la fuerza y rapidezde las medidas no fueron previs-tas por ella y no contaban con elapoyo político que se hubiese re-querido. "Hay que pensar que lasituación de los trabajadores eradesesperada", dice un especialis-ta, "El Empleo Mínimo era su últi-ma alternativa, la única ocupa-ción estable que finalmente pu-dieron encontrar, y entonces enese contexto las posibilidadesreales de organizarse eran po-cas".

Se estima que con los nivelesde represión que hubo esto eraprevisible. Porque la agresión ex-terna es tan fuerte, tan abruma-dora, que se pierde la capacidadde convocatoria: hay un freno. Elúnico recurso que les fue quedan-do a los trabajadores fue "salvar-se". Sobrevino entonces en unsector importante una sensaciónde "batalla perdida", lo que hizoaun más difícil la situación.

El numeroso despido, sin em-bargo, no influyó de un modo de-cisivo en las tasas de cesantía.Dicen los especialistas que estoocurre porque el Instiluto Nacio-nal de Estadísticas ha subvalua-do. No es tan fácil que un ex PEMaparezca como "desocupado" enlas encuestas, porque para queesto ocurra es necesario, prime-

ro, que le pregunten si buscó tra-bajo y, segundo, que él respondaque sí, lo que no es tan probablepor la desmotivación en que seencuentra un trabajador que vie-ne de ser despedido de su últimay desesperada alternativa. De es-te modo, estos trabajadores sue-len aparecer técnicamente como"inactivos". Afirma un especialistaque, en definitiva, lo que ocurrees que las tasas de desocupacióndel INE cumplen las metas que seha fijado el gobierno, pero al ana-lizar se aprecia que los resultadosson de dudosa confiabilidad, loque está avalado por otras en-cuestas parciales y por las mis-mas de la Universidad de Chile.

Dólares en juego

Hoy la situación de los despedi-dos es incierta. Un número impor-tante ha continuado desocupado(con repercusiones importantes,como se aprecia en los testimo-nios más adelante), algunos hanencontrado trabajos en el áreaprivada, con sueldos de similarprecariedad, y otros, están siendorecontratados en el POJH en suscomunas. Se dice, incluso, que laidea sería recontratar a un núme-ro aun superior al que laborabaen diciembre! cuando se produjoel gran despido. De ser así. estose explica por las cuantiosas ven-tajas económicas que le reportaeste peculiar sistema al gobierno,el que estaría dispuesto a afron-tar los riesgos políticos que con-lleva un esquema tan difícilmentecontrolable, con tal de preservaresas ganancias. Se dice que elgobierno estaría dispuesto a rea-lizar todos los despidos masivosque fuera necesario al no tenerotra llave de control.

Las ventajas que obtiene hansido demostradas. Los investiga-

180 I i-. •, g M '

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dores Jaime Ruiz-Tagle y Rober-to Urmeneta, del Programa deEconomía del Trabajo de ia Aca-demia de Humanismo Cristiano,descubrieron que los ocho añosde duración del Empleo Mínimole permitieron al Estado un ahorrode más de 1.500 millones de dó-lares. Esto por el hecho de haberpagado a los trabajadores incor-porados al PEM (180 mil cadaaño. en promedio) un ingreso pordebajo del salario mínimo legal.pese a que esas personas de-sarrollaron tareas productivas co-mo la construcción de la Carrete-ra Austral, caminos, saneamientode campamentos, construcciónde viviendas de emergencia, lim-pieza de canales de regadío, fae-nas de forestación y atención demenores en jardines infantiles(esto, según instruyó la circularoficial K-14, de enero de 1977).

De este modo, a juicio de los in-vestigadores, el PEM no ha sidoun subsidio a ios desocupados,como señala el gobierno, sino lisay llanamente "un sistema de su-perexplotación. donde los máspobres contribuyen con una cuotaextraordinaria a satisfacer las ne-cesidades de los pobres". Dicen:"En lugar de aliviar los problemassociales mediante una redistribu-ción progresiva de los ingresos,se recurre masivamente a la ex-plotación de la miseria".

"Destrucción de la familia"A juicio de Hugo Flores, presi-

dente dei movimiento poblacional

"Solidaridad", el problema quehan suscitado los despidos esgrave. "Hay que pensar que enlas poblaciones la cesantía a ve-ces es de un 70 o 75 por ciento, yel PEM y POJH eran las ocupa-ciones principales. Esto ha signifi-cado, en muchos casos, la des-trucción de la familia. Porque alverse sin ninguna perspectiva, sinningún horizonte, muchos se handedicado al alcoholismo o cosassimilares. Es la desesperación.Porque los hombres no puedentrabajar y entonces no se sientenpersonas y viene el descalabro.Con la mujer, que en algún mo-mento sostuvo ella la familia (en1983 contrataron más mujeresque hombres en el POJH), ahoraha ocurrido algo similar. Y los jó-venes, los hijos, por su parte, sequedan sin posibilidades de ir aestudiar, y permanecen dandovueltas en la casa, con lo queaumentan la drogadicción y laprostitución infantil Si cuando tra-bajaban en el Mínimo la situaciónera desesperante, ¡imagínesecomo es ahora! ¡Si con un salariode hambre la gente estaba mal,imagínese sin nada! Esto es gra-ve y, a la larga, es peligroso".

Para Nelson Carrizo, capatazde cuadrilla en el POJH, en la Po-blación José María Caro, lo vividopor los despedidos expresa el es-tado de la situación. "Porque elEmpleo Mínimo es la única 'em-presa' que va quedando en elpaís todas las otras han sido ex-

Una considerable tuerza potencial

terminadas por el sistema. Perola gente, al ser despedida, no sedesesperó, porque a estas altu-ras, en este suicidio humano, yahay resignación. Social y huma-namente, los trabajadores sien-ten que han caído ya muy bajo alestar en estos trabajos. Enton-ces, éste es sólo un nuevo golpe.Sólo incrementa los malos hábi-tos a los que ya había llevado lasituación, como el robo, el 'tragui-to', en fin. Es la degradación quetraen el hambre y la miseria. Lasmismas mujeres, en muchos ca-sos, han perdido bastante su cali-dad, cayendo por ahí. Es comoun país roto: si hubiera una gue-rra, yo no sé qué haría ei generalsin soldados, porque el pueblo nolo seguiría".

A continuación se incluyen lostestimonios de distintos trabaja-dores que fueron afectados por eldespido de diciembre:

P. S., ex PEM, La Cisterna: "Enla actualidad me dedico a hacerpololos'por ahí. La cosa está tre-menda. Pagan mal y sin contrato.Soy carpintero, lo que antes serespetaba. Es increíble, pero elser ex PEM le quita todo prestigioa uno y pagan esas mismas mise-rias".

L B., ex POJH, Santa Elena:"Yo me dedicaba al perfilado decalles. Estuve tres meses sin pe-ga' y, por fin, ahora pude reinscri-birme. Pero está 'la empanada1.Dicen que recontratan un día yluego dicen que o!ro, y los traba-jadores allí siguen, desespera-dos, cada mañana, tratando deconseguir sueldos de miseria".

P. M., ex POJH, Pudahuel: "Enestos días están reinscribiendo,pero yo soy muy debilucho, asique no tengo nada que hacer,Porque esto ya se ha transforma-do en una ley de la selva. Eso eslo que quieren: hacernos pelearcomo animales. Viera usted enesas mañanas, a las ocho, cuan-do inscriben: sólo alcanzan a en-tregar su carnet los más fuertes,los que a empujones logran llegara la mesa, porque sólo inscriben atreinta y hay 200, 400 esperando,esperando".

L. F., ex PEM, La Granja: "Yome fui a inscribir incluso a otrascomunas después que me echa-ron en diciembre. No hay caso.

MENSAJI '• i. H ívV- 181

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Pero casi da lo mismo, porque unamigo que io consiguió me diceque se gasta todo en micro. Escasi el hecho de sentirse traba-jando en algo estable lo único quealgunos buscan. Ni siquiera unplato de comida, a estas alturas".

M. M., ex POJH, Santa Elena:"Fui a buscar trabajo a una de es-tas firmas nuevas. Una que que-da frente al cementerio. Me dicuenta de que, aunque se decíaque eran particulares, se tratabadel mismo POJH disfrazado. Pa-gan 4.500 y descuentan un segu-ro. Cómo será que los pagos loshace la misma camioneta de la In-tendencia. ¡Particulares!"

J. E., ex POJH, La Florida:"Hasta hoy en mi comuna han re-contratado como a la mitad. A losdemás nos tienen con que volva-mos el día 16 y así. A la larga, loque pasa es que todo esto es unasunto de 'apitutados'. Mi situa-ción es desesperada. Soy dibu-jante técnico. Entré al POJH co-mo último recurso. Yo antes teniaincluso una casita. Ahora nada.Incluso se quemó mi hija por lascondiciones en que vivo ahora:una piecita donde están la cama,la cocina y todo".

H. C , ex PEM, La Florida: "Pa-rece que van a recontratarme enel POJH. Pero casi va siendo lomismo. ¿Qué se puede hacer concuatro mil pesos al mes? Nada.Yo pienso lo siguiente: si algúndía se echan a andar las indus-trias en este pais, ¡van a tenerque enseñarle a trabajar a la gen-te! Porque ha perdido la costum-bre de hacer lo que sabia, al tenerque arreglárselas en cualquiermanito. Ya nadie está acostum-brado a tener que cumplir un ho-rario y todo eso. No saben. Estaes una máquina que está oxida-da. ¿Quién podrá ponerle aceitealguna vez?"

P. N., ex PEM, Conchali. "Hoysólo se impone el matonaje. Vierausted la de arreglines' que haydentro del PEM y del POJH. Al-gún día se van a saber: que el ce-mento desaparecido, que las he-rramientas que un jefe se llevó, yasí. Mientras uno se va quedandosolo y llega a la casa todos losdías con ¡as manos vacías, y damucha pena mirar al hijo, a la mu-jer esperando, ."i

182 US MArO I