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PAVARINI, MASSIMO: Control y Dominación. Teorías criminológicas y proyecto hegemónico. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2013 (primera edición 1980). Pavarini, de filiación marxista (y redactor de la revista La questione criminale), elabora este libro para demostrar los límites de las diversas escuelas criminológicas y exponer la necesidad de una criminología liberadora. En este sentido, el texto tiene un fuerte objetivo militante. La premisa de la que parte la obra, es entender a las teorías criminológicas no simplemente como un conjunto de ideas sobre el crimen y los criminales, sino como ideologías del control y la dominación. De ahí surge su definición de criminología: pienso, en efecto, que bajo el término criminología se pueden comprender una pluralidad de discursos, una heterogeneidad de objetos y de métodos no homogeneizables entre sí pero orientados hacia la solución de un problema común: cómo garantizar el orden social. Una exigencia inmediatamente política, por lo tanto una preocupación sentida y necesaria en cualquier organización social; una necesidad capaz de legitimar, una y otra vez, cualquier saber teórico que se preste a este fin práctico” ( p. 17-19). La fecha de nacimiento de la criminología está con el nacimiento de la sociedad burguesa, y el nacimiento de la cárcel/fábrica. Por esa situación la modificación en las exigencias del saber criminológico responden a las exigencias impuestas por la evolución del capitalismo. Las novedades en el sistema, impactan de lleno en la producción del saber criminológico. La novedad de este abordaje es que marca el nacimiento de la criminología no con los reformadores del siglo XVIII, sino con los pensadores iusnaturalistas (Hobbes por ejemplo), que fueron los primeros en plantear los problemas del orden social en el capitalismo (fueron los primeros en plantear soluciones para el control y la disciplina social).

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Carcel y Fábrica

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Page 1: PAVARINI

PAVARINI, MASSIMO: Control y Dominación. Teorías criminológicas y proyecto hegemónico. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2013 (primera

edición 1980).

Pavarini, de filiación marxista (y redactor de la revista La questione criminale), elabora este libro para demostrar los límites de las diversas escuelas criminológicas y exponer la necesidad de una criminología liberadora. En este sentido, el texto tiene un fuerte objetivo militante. La premisa de la que parte la obra, es entender a las teorías criminológicas no simplemente como un conjunto de ideas sobre el crimen y los criminales, sino como ideologías del control y la dominación. De ahí surge su definición de criminología: “pienso, en efecto, que bajo el término criminología se pueden comprender una pluralidad de discursos, una heterogeneidad de objetos y de métodos no homogeneizables entre sí pero orientados hacia la solución de un problema común: cómo garantizar el orden social. Una exigencia inmediatamente política, por lo tanto una preocupación sentida y necesaria en cualquier organización social; una necesidad capaz de legitimar, una y otra vez, cualquier saber teórico que se preste a este fin práctico” (p. 17-19). La fecha de nacimiento de la criminología está con el nacimiento de la sociedad burguesa, y el nacimiento de la cárcel/fábrica. Por esa situación la modificación en las exigencias del saber criminológico responden a las exigencias impuestas por la evolución del capitalismo. Las novedades en el sistema, impactan de lleno en la producción del saber criminológico. La novedad de este abordaje es que marca el nacimiento de la criminología no con los reformadores del siglo XVIII, sino con los pensadores iusnaturalistas (Hobbes por ejemplo), que fueron los primeros en plantear los problemas del orden social en el capitalismo (fueron los primeros en plantear soluciones para el control y la disciplina social).

En este sentido, si las teorías criminológicas responden a las variaciones de la estructura de clases y del capitalismo, el positivismo surgió de esa forma. A mediados del siglo XIX, entra en crisis el paradigma liberal de igualdad de todos ante la ley, al notarse con mayor claridad la existencia de pobres y delincuentes. La mejor forma de justificar esta desigualdad era el surgimiento de teorías que nos dijeran que no todos eramos iguales. Además en el siglo XIX, comienzan a aparecer fuerzas contestatarias en el movimiento obrero, algunas muy radicalizadas. Los burgueses comenzaron a identificar en el proletariado un potencial criminal. La clase obrera era peligrosa. Señala que el positivismo surgió para dar respuestas a estas situaciones, algunas tranquilizadoras. Las razones del crimen, y los criminales eran naturales, biológicas, y no políticas. Había que individualizarlos y encerrarlos, pero el sistema podía seguir funcionando. Aún con

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medidas terapéuticas y de reforma social, el autor señala, que el positivismo siempre fue dócil a los intereses de orden y control del capitalismo decimonónico, este era su compromiso político (una lectura instrumental del positivismo). De todas formas, el autor en la p. 47 señala que el positivismo no solo puede reducirse a su carácter instrumental, ya que fue más complejo, pero sin embargo si terminó triunfando, prevaleciendo, aquellas versiones más afines al poder (más importancia de su variante etiológica de tipo bioantropométrico que la social).Las lecturas etiológicas sociales podían ser perjudiciales. (Si era la sociedad la que generaba ciertos comportamientos delincuenciales, estos no iban a desaparecer hasta que la sociedad no se modificara (relación causa-efecto, positivismo) (razonamiento mío). “Las causas del crimen se convierten así en el verdadero problema de la criminología positivista” (p. 99). (Problematizar si las causas del crimen no determinan la criminalidad de un sujeto o no)

El autor plantea que el positivismo al considerar a la sociedad como un bien y a la desviación como un mal, terminó como “un formidable aparato de legitimación de la política criminal de la época” (p. 49). A partir de aquí se habla de defensa social, un concepto que justifica las políticas de control y represión de las desviaciones, y la quita toda racionalidad al delito, los despoja de todo contenido político.Los criminales son siempre una minoría que no se adopta a la sociedad. Es una minoría sospechosa que hay que controlar y reprimir. El problema es si la sociedad y la desigualdad social que lleva a la pobrera del proletariado, la que mueve al delito, ahí los sospechosos dejan de ser minoría y son mayoría. (razonamiento mío).

Algunas críticas de Pavarini al positivismo criminológico.

1. La criminología positivista como ciencia normativa. Los positivistas no son autónomos, no definen su objeto de estudio. Ellos no definen lo que es un crimen, porque eso lo definen los códigos penales, las normas legales. Y los tipos de delitos no son definiciones atemporales, cambian con el tiempo. (importante ver en la tesis, como se reciben socialmente los atentados, porque no siempre fueron recibidos de la misma forma: más tranqui a Quintana, más tremendo lo de Falcón y el teatro Colón). Entonces el positivismo criminológico sigue siendo un saber normativo, aunque reniegue de eso. Al final y al cabo labura para cumplir las normas de unos. ( observar en la tesis si los criminólogos logran apartarse de las normas). El problema de esta crítica es que si las causas del crimen son el verdadero trabajo del criminólogo positivista y no la definición de criminal, ya dada por las normas legales, los criminólogos al discutir las causas también discuten

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el carácter de criminal o no de un sujeto. Al menos eso observo en los juicios. No necesariamente siempre se someten a las reglas.

2. Identificación entre objetividad científica y statu quo legal. Nuevamente, dice que los criminólogos positivistas se someten a las definiciones criminosas que defienden el statu quo.