patricio meller - estudiantes, el problema no es el lucro, es el mercado

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Libro escaneado útil para centrar el debate sobre educación hoy en día. LÉELO.

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Page 1: Patricio Meller - Estudiantes, el problema no es el lucro, es el mercado

OrtiversiWios,

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uqbar

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U N I V E R S I T A R I O S , ¡EL P R O B L E M A N O ES E L L U C R O , ES EL M ER( IAD() ! Patricio Meller

Santiago de Chile, Uqbar Editores, 2011

146 p. 15,5x22,5 cm

I S B N : 978-956-8601-94-2

Materia: economía - universidades - políticas públicas

Queda prohibida toda reproducción total o parcial de esta obra a excepción de citas y notas para trabajos y estudios de divulgación científica y cultural, mencionando la procedencia de las mismas.

© Uqbar Editores, septiembre 2011 Teléfono 2247239 Av. Las Condes 7172 A , Las Condes Santiago de Chile www.uqbareditores.cl

© U N I V E R S I T A R I O S , ¡EL P R O B L E M A N O ES E L L U C R O , ES E L M E R C A D O !

© Patricio Meller

I S B N : 978-956-8601-94-2

Dirección editorial: Isabel M . Buzeta Page Asistencia editorial: Carlos Loyola Lobo Diseño portada: Josefa Méndez Amunátegui Diagramación: Salgó Ltda. Impresión: CyC Impresores

Impreso en Chile / Printed in Chile

Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías.

Son aves que no se asustan de animal ni policía,

y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría.

Caramba y zamba la cosa, que viva la astronomía.

Violeta Parra

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ÍNDICE

Síntesis del problema universitario 11

LOS NÚMEROS QUE IMPORTAN 19

LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS

A LAS CARNICERÍAS 31

EL CRÉDITO UNIVERSITARIO 49

LUCRO O NO LUCRO, ¿ES ESE EL DILEMA? 75

CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES 89

LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES 107

EL MERCADO HA INVADIDO LA UNIVERSIDAD 121

Referencias bibliográficas 143

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SÍNTESIS DEL PROBLEMA UNIVERSITARIO

1. Antecedentes Empíricos Fundamentales

E l costo de las universidades chilenas es el más alto del planeta: 41% PIB/cápita. E l aumento de los aranceles es muy elevado: 60% (sobre UF) en doce años. Un hijo universitario implica un gasto superior al 40% del ingreso familiar de los tres menores quintiles de ingresos. E l gasto público chileno en educación superior es 0,5% (PIB), el menor del mundo. Los universitarios chilenos tienen el mayor en­deudamiento de todos los países: la relación deu­da total (vinculada al financiamiento del costo de la universidad) respecto del ingreso anual (como profesional) es 174%.

2. Planteamiento de los estudiantes

Para los estudiantes «el sistema universitario hay que cambiarlo porque fracasó». Pero, ¿cuáles son los in­dicadores asociados a este fracaso? Las universidades

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

chilenas han enfrentado satisfactoriamente la gran ex­pansión de la matrícula universitaria de 128.000 estu­diantes en 1990 a cerca de 600.000 en el 2011. Además, desde el punto de vista de la movilidad social, se ha señalado reiteradamente que actualmente siete de cada diez estudiantes constituyen la primera generación que ingresa a la universidad.

A pesar de los indicadores anteriores hay un gran malestar por la forma que está operando el sistema universitario chileno. Los dirigentes estudiantiles han considerado la existencia del lucro como el factor deter­minante de este malestar.

3. El problema no es el lucro, es el mercado

Si se acabaran las universidades con fines de lucro ¿van a disminuir los montos de los aranceles universitarios, va a mejorar la calidad del resto de las universidades, se va a evitar el ritmo de incremento acelerado de los aranceles (por sobre la inflación), va a aumentar el cré­dito universitario y va a disminuir el costo de este, no va a haber más morosidad? Innegablemente no. Los uni­versitarios han confundido lucro con mercado. Puede existir mercado sin lucro, y suele haber mucho lucro, particularmente en mercados oligopólicos colusivos, cuando no prevalece la competencia del mercado.

En síntesis, el problema no es el lucro, es el mercado.

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S ÍNTESIS DEL PROBLEMA UNIVERSITARIO

4. El mercado ha invadido la universidad

La concepción del mercado plantea que la compe­tencia entre las sesenta universidades va a generar una educación universitaria con aranceles bajos y de alta calidad, así como sucede en el mercado de las carnicerías. Pero las universidades chilenas no compiten vía precios; luego no existe la necesidad de autorregulación para fijar los aranceles. E l re­sultado observado es que los aranceles universita­rios son relativamente los más caros del mundo y tienen un alto ritmo de incremento real (muy por encima de la inflación). E l problema de la calidad de la docencia no es resuelta por la competencia del mercado. Los es­tudiantes no pueden comparar ni tampoco dis­criminar la calidad pedagógica de docentes de distintas universidades. No existe una metodo­logía para evaluar comparativamente la calidad del aprendizaje de los estudiantes de diferentes universidades.

Por otra parte, al haber una masificación de la educación superior, hay una pérdida de calidad del aprendizaje debido a dos fenómenos distintos. Primero, al ingresar un mayor número de estu­diantes, se admiten alumnos con menores aptitu­des. Los profesores tienden a adaptar el nivel de enseñanza al nivel del alumno promedio. Segun­do, para evitar un incremento de los costos, las

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

universidades amplían el número de alumnos por cada clase y, además, contratan profesores-hora. E l resultado de todo esto es que los estudiantes pagan más por una educación universitaria de menor calidad.

c. La lógica del mercado va asociada al autofinan­ciamiento de las universidades. A l suponer que las universidades operan en un mercado competitivo y asimilarlas a «como si fueran» una empresa pro­ductiva más, se les exige autofinanciarse. La con­secuencia práctica es la disminución considerable del aporte público a la educación superior.

d. La lógica del mercado también se ha extendido a quién debe financiar la educación universitaria. La educación universitaria sería fundamental­mente un bien privado y, en consecuencia, debie­ran pagarla los estudiantes y sus familias.

e. E l mercado laboral crea presiones para la profe-sionalización (y especialización) de las carreras universitarias. Así surge la universidad profesio­nalizante; la universidad se transforma en una es­pecie de fábrica productora de «MacEstudiantes». La orientación profesionalizante de las universi­dades genera especialistas que «saben mucho de poco y nada del resto».

f. Como no es rentable en el mercado, hay una pérdi­da del rol fundamental de la universidad de «hacer sentido de su época»; esto es generar una síntesis interpretativa del mundo que nos rodea, decantar

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S ÍNTESIS DEL PROBLEMA UNIVERSITARIO

la cultura común, reflexionar sobre lo que debiera ser una sociedad éticamente justa, construir una visión histórica compartida. Cabe preguntarse «¿qué tipo de seres humanos estamos formando?» Los jóvenes ingresan a la universidad con la ilu­sión de que van a encontrar respuestas a las inte­rrogantes existenciales básicas ¿quién soy?, ¿qué es el Hombre?, ¿cuál es el sentido de la Vida?, ¿ha­cia dónde vamos? La frustración es enorme; estas preguntas no están en el temario de los cursos de la mayoría de las carreras. La universidad no ofre­ce al joven estudiante una visión (o un conjunto de visiones alternativas) de cómo es el Mundo y que es lo que es el Hombre. En breve, «el poder y la ética del mercado» han desvirtuado y distorsionado de manera decisiva el quehacer académico de la universidad. Dada la situación actual la universidad va a vivir en un contexto en que predominan el mercado y el sec­tor privado. «¿Se puede vender todo lo que hay en la universidad siempre que el precio sea el adecuado?»

E l modelo del mercado aplicado al sistema de educación superior no proporciona un marco so­bre cómo funciona todo el sistema. Aún más, en esta concepción no se estima que sea necesario elaborar o tener dicho marco general.

Tampoco existe una visión de largo plazo. ¿Adonde va este sistema de sesenta universidades?,

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UNIVERSITARIOS. ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Mel ler

¿van a seguir habiendo sesenta?, ¿qué carreras se van a expandir y cuales se van a contraer? Según el modelo del mercado, estas no son preguntas per­tinentes como para analizarlas a nivel global. Los directivos de cada universidad saben lo que hacen y cada uno va a encontrar la respuesta óptima en su respectivo islote.

Por esto, cuando los dirigentes estudiantiles emplazan al gobierno pidiéndole una visión y es­trategia respecto de la educación superior, es decir, ¿cuál es el proyecto educativo chileno?, ¿para qué se quiere la educación superior?, ¿cuál es la carta de navegación en educación?, en el gobierno ni siquiera entienden las preguntas. No hay política de Estado respecto de la educación ¡y creen que no la necesitan!

5. Clones universitarios

Una universidad para preservar su función esencial tie­ne que evitar dos riesgos extremos para no tener clones como egresados. Por una parte, que el dueño le diga (o le imponga) a los profesores lo que pueden y lo que no pueden enseñar, y la forma de cómo hacerlo. Esto es lo que haría realmente una institución de adoctri­namiento. Por otra parte, que el aparato político o las agencias públicas politicen la actividad académica. Una universidad politizada va a generar muchas opiniones,

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S ÍNTESIS DEL PROBLEMA UNIVERSITARIO

pero ningún conocimiento. Estos dos riesgos se pueden prevenir si se respeta la libertad académica.

6. ¿Por qué es importante la universidad?

La universidad refleja los valores y el carácter de la so­ciedad a la que pertenece. «La universidad es el faro y la brújula de la sociedad». Según cuan bien o mal lo haga la universidad, así le irá al país. La universidad es una institución muy importante para que quede sometida al mercado o al arbitrio de las decisiones de los funda-mentalistas marketeros.

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LOS NÚMEROS QUE IMPORTAN

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H a y numerosas estadísticas sobre diversas variables relacionadas a las universidades chilenas. Esto, obvia­mente, complica la comprensión y el análisis de lo que sucede en el debate universitario. En este capítulo se presentan los cinco hechos empíricos fundamentales para el debate sobre educación universitaria.

ler. Hecho empírico: costo de las universidades chilenas

La principal variable económica es el precio; en este caso sería el precio o costo (aranceles) de las universi­dades. Cuando se vive en un mundo global, es necesario comparar lo que sucede aquí con lo que pasa en el resto del mundo.

Utilizando como indicador el costo promedio de los aranceles universitarios en relación al PIB/cápi-ta de un país es posible construir el Gráfico 1 para un conjunto de países. En el caso chileno se obtiene un

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indicador cuyo valor es 0,41; esto significa que el aran­cel promedio de las universidades chilenas es el 41% del PIB/cápita de Chile. Nuestro PIB/cápita es alrededor de US$15.0001; luego el valor anual promedio de los aran­celes sería US$6.150 lo cual corresponde a $283.000 mensuales (diez meses por año).

Gráfico 1 RELACIÓN ARANCELES ES*/PIB PER CÁPITA

(2007)

0,5 i

* ES: educación superior. Fuente: 0ECD (2009).

A continuación de Chile están Corea (del Sur) y E E . U U . cuyos costos relativos universitarios son un 20% y un 35% inferiores (respectivamente) al costo local chileno. Luego viene Japón con un indicador de 0,20 que es la mitad del valor del indicador chileno; luego, el

1 PIB/cápita según PPC (Paridad de Poder de Compra).

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LOS N Ú M E R O S QUE IMPORTAN

costo relativo de las universidades japonesas es el 50% del costo de las universidades chilenas2.

Por otra parte, el Gráfico 1 revela que hay muchos países, especialmente europeos, cuyas universidades son casi gratuitas. En estos casos el costo universitario está siendo cubierto principalmente por el Estado; como contrapartida, las familias tienen que pagar (mayores) impuestos para sufragar dichos gastos. Esta relación público/privada para financiar las universidades será examinada más adelante.

En breve, el costo de la educación universita­ria chilena (relativo al PIB/cápita) es el más alto del planeta.

¿Por qué son tan elevados los aranceles de las uni­versidades chilenas? ¿Cómo se determinan estos pre­cios? ¿Cuál es la estructura de costos subyacente? Estas interrogantes se analizan posteriormente.

2o. Hecho empírico: expansión de la matrícula universitaria

Dado estos costos tan elevados de las universidades chi­lenas, ¿qué está sucediendo con el deseo (o demanda)

Cabe señalar que EE.UU. , Japón y Corea (del Sur) son los tres países que tienen las universidades más caras del mundo, cuando estos costos se miden en una misma moneda, por ej., dólares.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

de los jóvenes por ingresar a estudiar carreras univer­sitarias? La teoría económica sugiere que altos precios desincentivan la demanda.

No obstante lo anterior, el ingreso (matrícula nue­va) a las universidades ha aumentado casi al 7% anual durante la última década. En efecto, el Gráfico 2 mues­tra una aceleración en el ingreso a las universidades a partir del año 2000; la matrícula nueva universitaria al­canza a 151.586 estudiantes en el 2010 (la matrícula universitaria total llega a 562.583 jóvenes). Incluso la matrícula universitaria de los jóvenes de las familias de los quintiles de más bajos ingresos son los que exhiben mayores tasas de incorporación a las universidades.

Gráfico 2 EVOLUCIÓN MATRÍCULA NU EVADEN UNIVERSIDADES

(1987-2008)

160.000

140.000

120.000

100.000

80.000

60.000

40.000

20.000

1987 1994 1997 2000 2004 2007 2010

Fuente: Meller, Patricio: Carreras universitarias, rentabilidad, selectividad y discriminación, Uqbar Editores, Chile, 2010.

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LOS N Ú M E R O S QUE IMPORTAN

¿Por qué siendo tan caras las universidades chi­lenas, aumenta tanto la matrícula universitaria? Altos precios ¿atraen a más estudiantes? ¿Por qué estudiantes de familias de menores ingresos optan por ir a univer­sidades tan caras?

Como veremos hay dos respuestas distintas: la alta tasa de retorno de la educación universitaria y la gran expansión del crédito para la educación superior.

Tabla 1 TASA CRECIMIENTO (PROM. ANUAL) DE MATRICULADOS

(2000-2008)

Matrícula Nueva 2000-2008

Matrícula Total 2000-2008

Total Univ. 6.8% 6.4% Estatal 3.3% 3.2% Privada 8.4% 8.1% RM 8.6% 7.5% Otras regiones 4.8% 5.3% RM- Estatal 1.3% 0.8% RM- Privada 10.8% 10.2% Reg,- Estatal 4.6% 5.0% Reg.- Privada 4.9% 5.4%

Fuente: Meller, Patricio: Carreras universitarias, rentabilidad, selectividad y discriminación, Uqbar Editores, Chile, 2010.

3er. Hecho empírico: elevado ritmo de aumento de los aranceles

Considerando el período 1997-2009, el nivel promedio de los aranceles universitarios crece en términos reales

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

casi un 60% (descontando la inflación). En el Gráfico 3 es posible apreciar que este aumento del 60% ocurre en todo tipo de universidad: privadas y estatales, localiza­das en Santiago (R.M.) o en regiones.

Gráfico 3 EVOLUCIÓN EFECTIVA DE LOS ARANCELES ES* VS.

EVOLUCIÓN SEGÚN IPC (1997-2009)

1997 2000 2005 2009

Privadas R.M. Observado — — Privadas R.M. IPC

Estatales Regionales Observado — — Estatales Regionales IPC

* ES: educación superior. Fuente: Consejo Superior de Educación y Banco Central.

Observando los incrementos de los aranceles en carreras específicas se observa aumentos (en términos reales, descontando por inflación) de 150% en Odon­tología, 120% en Medicina, 60% en Ingeniería y 45% en Pedagogía. Esto implica, por ejemplo, que el costo de estudiar Medicina (en UF) se ha más que duplicado en doce años (Gráfico 4).

¿Por qué ocurre este gran aumento de aranceles?, ¿cuáles son los factores de costos que están detrás? Puesto

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LOS N Ú M E R O S QUE IMPORTAN

que ha aumentado tanto la matrícula universitaria ¿no hay economías de escala que hagan disminuir los costos?

Gráfico 4 AUMENTOS REALES DE LOS ARANCELES

EN CARRERAS SELECCIONADAS (1997-2009)

160%

m Odontología Medicina Ingeniería Civil Educación Pedagogía Trabajo Social

Parvularia Educación Básica

Fuente: Consejo Superior de Educación y Banco Central.

4o. Hecho empírico: incidencia en el ingreso familiar

Se cree que la expansión del crédito y la reducción del costo de este, vía reducción de la tasa de interés, re­solvería el problema de los jóvenes universitarios. Sin embargo, el factor central radica en el alto costo de los aranceles universitarios. Si consideramos que el ingre­so promedio de una familia del decil 6 es alrededor de $700.000 mensuales ( C A S E N ) , un arancel promedio de $280.000/mes representa el 40% de su ingreso mensual. En breve, el costo de un estudiante universitario supera

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

el 40% del ingreso familiar de los 3 quintiles inferiores. Esto es posible apreciar en el Gráfico 5.

Dado que hay becas para los jóvenes de los dos quintiles menores, que no cubren el 100% del universo, la incidencia de los aranceles se reduce en esos quintiles (Gráfico 5). Pero lo que queda en evidencia es que para la supuesta clase media, quintiles 3 y 4, el costo de un solo hijo tiene una incidencia similar (o mayor) que el gasto en vivienda.

Gráfico 5 INCIDENCIA DE COSTO ES* (1 HIJO) EN

INGRESO FAMILIAR POR QUINTILES (2006)

120%

100%

| 80% M C S 60%

* Sin Beca 2 40 % [ , < • Con Beca

20?

I. 0%

I I • I I l i l i

3 Quintil

* ES: educación superior. Fuente: CSE y CASEN.

5o. Hecho empírico: reducido aporte público a las universidades

E l gasto público chileno en educación superior (% PIB) es el menor del mundo; 0,5% del PIB. En Brasil y

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LOS N Ú M E R O S QUE IMPORTAN

México este porcentaje es superior al 0,8%; mientras que en E E . U U . y Australia el gasto público (% PIB) en educación superior es 1,4% y 1,1% respectivamente. En síntesis, Chile está entre los países con menor gasto público por estudiante en educación superior.

Gráfico 6 GASTO PÚBLICO EN ES* COMO % DEL PIB

* ES: educación superior. Fuente: 0ECD (2009).

Como consecuencia de lo anterior, Chile es por lejos, el país con mayor coeficiente gasto privado/gasto público en educación superior. Por cada peso que aporta el estado a la educación universitaria, los jóvenes y sus familias tienen que poner cinco pesos (Gráfico 7). En cambio en E E . U U . , Japón y Perú las familias aportan dos dólares por cada dólar de aporte público. En Australia y Colombia el aporte familiar disminuye a un dólar; esto es, hay un matching de 1 a 1 entre el aporte público y pri­vado en el financiamiento del costo de las universidades.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

Por lo tanto, Chile tiene el mayor costo relativo de la educación universitaria. Además, esta tiene que ser financiada privadamente por el joven y por sus fa­milias. ¿Por qué se ha privatizado el financiamiento de la educación universitaria? Esta interrogante constituye un aspecto fundamental para los jóvenes universitarios. Una mezcla de situación compleja y estrecha del gas­to familiar en el presente y problemas con el endeuda­miento futuro del joven profesional.

Gráfico 7 RELACIÓN GASTO PRIVADO/PÚBLICO EN EDUCACIÓN SUPERIOR

6

5

4

3

2

1

° f s / / w / / / / /

Fuente: UNESCO.

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LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS A LAS CARNICERÍAS

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E l consenso vigente plantea que las universidades chi­lenas operan en mercados competitivos. En este senti­do, las universidades se debieran comportar igual que cualquier empresa productiva. En este capítulo veremos la lógica o ilógica del uso del mercado para establecer el modo de funcionamiento de las universidades.

Para explicar el funcionamiento de un mercado competitivo, Adam Smith decía que un carnicero que vende carne de alta calidad a un precio reducido no lo hace porque tenga un espíritu filantrópico. Sabe que si él no se comporta así, otro carnicero lo hará, y él se que­dará sin clientes. En breve, es la «mano invisible» de la competencia lo que induce a los productores a generar bienes de alta calidad y bajos precios.

Esta lógica del mercado competitivo es la que constituye la base conceptual de la Ley de 1981 sobre la educación superior. En consecuencia, como hay sesenta universidades en el país se esperaría que si se compor­taran como las carnicerías, tendríamos una educación universitaria de alta calidad y con reducidos aranceles.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

diría que el Estado no tiene por qué intervenir para fijar aranceles. Sin embargo, el primer cuestionamiento que hay a este mercado competitivo es que la competencia entre universidades no es vía precios ni aranceles ya que estos no bajan, al contrario, sólo suben.

Por otra parte, se desconoce cuál es el valor agre­gado de una universidad. Luego, el segundo cuestio­namiento está asociado a cómo se determinan los precios, esto es, cuáles son los factores determinantes del valor de la matrícula y de los aranceles de las uni­versidades. Cuando un joven paga $283.000 mensuales por estudiar, ¿qué es lo que está recibiendo a cambio si no se puede medir el valor agregado de la universidad ni evaluar la calidad de la enseñanza? ¿Es el cobro de $283.000 el monto adecuado por lo que le está dando una institución universitaria al estudiante?

La respuesta económica convencional diría que si el mercado es competitivo, los $283.000 correspon­derían al precio de equilibrio y, por lo tanto, al precio óptimo (o «socialmente justo»). Pero el problema ob­servado en la realidad de la educación superior chilena, como se señaló previamente, es que las universidades no compiten vía precio; ¿ha visto Ud. alguna universi­dad reduciendo aranceles para atraer a los estudiantes de otra universidad?

Las universidades compiten vía marketing, va­liéndose de un nutrido avisaje en variados medios de comunicación. Así es como vemos fotos frecuentes en las páginas sociales, fotos de edificios y áreas verdes,

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LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS A LAS CARNICERÍAS

etc. ¿Cuál es la relación entre este tipo de fotos y la calidad de la docencia (e investigación) de una uni­versidad? E l resultado de este proceso competitivo es el significativo incremento de los costos, con el con­siguiente aumento de los aranceles universitarios, los que están totalmente disociados del valor agregado a la formación de los estudiantes. E l gasto universita­rio en marketing está en segundo o tercer lugar entre los distintos sectores. No hay intención de ponerse de acuerdo entre las universidades para minimizar lo que gastan en marketing y los principales ganadores son los medios de comunicación.

Tradicionalmente la competencia entre las uni­versidades ha sido vía prestigio académico. Lo que tratan las universidades de hacer es atraer a los estu­diantes con mayor puntaje de PSU. A l mismo tiempo, tratan de atraer a los académicos con mayor prestigio o con mayor potencial, ofreciendo remuneraciones muy atractivas. Las publicaciones ISI (Institute for Scienti­fic Information) estarían asociadas al prestigio de los académicos.

En resumen, las universidades se embarcan en una especie de «carrera armamentista» gastando recur­sos en mejorar y ampliar su infraestructura, ampliar las áreas deportivas y de recreación para estudiantes y pro­fesores, adquisición de la última tecnología informática, equipamiento de laboratorios, suscripciones a revistas y bases de datos, actividades de difusión y marketing. Todo esto genera aumento de costos.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

Adam Smith estaría sorprendido. Mientras más compiten las universidades entre sí, más aumentan los aranceles3.

Por otra parte, al suponer que las universidades operan en un mercado competitivo y asimilarlas a «como si fueran» una empresa productiva más, se les exige autofinanciarse. Los requerimientos de auto­financiamiento presionan al alza de los aranceles y al aumento del monto de créditos proporcionados por el sector público. E l encarecimiento del estudio univer­sitario se está transformando en un problema social y político análogo al del creciente costo de la salud.

En concordancia con lo anterior, el financiamien-to público para la educación universitaria y para las universidades estatales ha disminuido. Para enfrentar los costos crecientes, las universidades estatales se han visto obligadas a utilizar el aumento de los aranceles como un mecanismo para generar recursos. Esto gene­ra un malestar en el Estado por cuanto mayores aran­celes universitarios afectan negativamente el objetivo público de mayor acceso a la educación superior. Ade­más, como se señaló antes, este aumento de aranceles produce tensiones políticas. Luego, el Estado exige a las universidades estatales que «rindan cuenta» en el cum­plimiento de un objetivo público. Los recursos públicos tienen que satisfacer demandas públicas.

Esta situación también sucede en EE.UU. ; ver Ehrenberg (2001).

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LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS A LAS CARNICERÍAS

La tercera diferencia crucial está asociada a las características del bien o servicio producido. Un sand­wich de carne es claramente un bien privado que sólo beneficia a quien se lo come; luego, es lógico que sea pagado privadamente. En cambio, la educación tiene una mezcla de beneficios privados y públicos. La «teo­ría del capital humano» considera la educación como una inversión análoga a una inversión financiera; cuan­do un joven estudia, está invirtiendo en sí mismo. Esto quiere decir que el joven va a ser el gran beneficiario de dicha inversión; por consiguiente, este enfoque enfatiza los beneficios privados que genera la educación univer­sitaria4. Sin embargo, la sociedad percibe que también hay ciertas externalidades públicas.

Esta característica de la educación de tener com­ponentes privados y públicos incide de manera funda­mental sobre la modalidad de financiamiento, esto es ¿quién debiera pagar la educación universitaria?, ¿los jóvenes estudiantes?, ¿las familias de los estudiantes?, ¿toda la sociedad (vía impuestos)?

En relación al financiamiento privado de la edu­cación superior se observa una paradoja. Hace más de treinta años atrás, cuando la educación superior era gratuita, sólo accedía a ella una élite. Principalmente, los grupos de altos ingresos. Ahora, cuando la educa­ción superior es masiva y siete de cada diez estudiantes

4 Ver Meller (2010) para estimaciones de la tasa de retorno de la inversión al estudiar diversas carreras universitarias.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

son primera generación en ingresar a la universidad, el costo de ella es privado y relativamente el más alto del mundo. Desde 1981 en adelante se ha considerado la educación superior como un bien similar a los bienes de consumo. Ha pasado a ser esencialmente de naturaleza privada y tiene que ser pagada por quien la consume. En este esquema, el Estado no tiene nada que apor­tar al financiamiento de la educación superior. Por otra parte, si existen estudiantes y familias que no pueden pagar aranceles universitarios y puesto que el mercado de capitales no le presta a todos los que solicitan un préstamo, el rol del Estado pasa a ser el de proporcionar créditos a quienes no puedan financiar la educación, o bien, crear un mercado de crédito para la educación su­perior (con aval estatal).

A continuación, revisaremos algunos de los bie­nes públicos generados por las universidades. Desta­caremos tres: la instrucción de las élites, la movilidad social y la formación de capital humano.

De los egresados de las universidades, sale la élite que ocupará los altos cargos de los distintos estamentos públicos de los países. Entonces es preciso proporcio­nar a los estudiantes una motivación por los problemas sociales y ciudadanos del país. Además, darles una vi­sión y comprensión del mundo actual. En breve, que los egresados universitarios no sólo sean buenos profesio­nales sino seres humanos más completos.

La universidad surge como una invención pa-radojal. La sociedad crea una institución dedicada a

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LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS A LAS CARNICERÍAS

cuestionar y a criticar objetivamente la estructura, el desempeño y la trayectoria política y social de sí misma (de esta misma sociedad). Este cuestionamiento fusti-gador ha permitido corregir las deficiencias y problemas existentes y ha contribuido a mejorar las interacciones sociales. Con el transcurso del tiempo la universidad logra fortalecer su status privilegiado. No es casualidad, entonces, que eventualmente gran parte de la élite y la mayoría de los líderes de la sociedad hayan estado en la universidad5.

La universidad es un mecanismo de movilidad social para las minorías y los grupos de bajos ingresos. E l objetivo de acceso a la universidad debiera consti­tuir un objetivo prioritario del Estado. En una sociedad democrática la movilidad social constituye un princi­pio fundamental. Esto es particularmente válido en un país que se caracteriza por una falta de equidad en la distribución del ingreso. La movilidad social constituye el mecanismo para disociar el futuro de los hijos de la situación restrictiva que han enfrentado sus padres en el pasado y en el presente.

La sociedad percibe que la universidad es el prin­cipal y probablemente el único mecanismo de movili­dad social existente en Chile. En efecto, la tolerancia a las grandes disparidades de ingreso existentes ha de­pendido de la creencia de que «los hijos de los de abajo

Referencias sobre este tópico se encuentran en Meller & M e ­ller (2007).

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

pueden eventualmente llegar arriba». Esto implica que mayores contingentes de jóvenes, particularmente de las familias de menores ingresos, puedan acceder a la educación superior.

Ha habido un aumento importante del número de jóvenes procedentes de los quintiles inferiores de in­gresos que han ingresado a la educación superior. Se dice que un 70% de los jóvenes universitarios tienen padres que nunca accedieron a este nivel educacional. Sin embargo, como se señaló previamente, el acceso a este tipo de educación es condición necesaria, pero no suficiente, para que opere el mecanismo de la movilidad social. Los jóvenes que ingresan tienen que finalizar de manera exitosa sus estudios y egresar con credenciales, ie. con un título; además, tienen que tener las califi­caciones y la capacidad para desempeñarse adecuada­mente en el mercado laboral.

¿Qué ha sucedido con aquellos que obtienen un título?, ¿cómo ha sido su inserción en el mercado la­boral? Dada la notoria expansión de egresados de la educación superior, es legítimo preguntarse hasta qué punto la economía logra absorberlos a todos. Si bien es efectivo que hay un déficit de profesionales a nivel agregado (Meller & Rappoport, 2004), sin embargo también puede haber una sobreoferta en varias ca­rreras específicas. En consecuencia, hay jóvenes con título universitario que pueden estar sub-ocupados o en actividades informales. En la medida que haya un gran número de estos jóvenes y gran parte de ellos

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LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS A LAS CARNICERIAS

pertenezcan a familias de los quintiles inferiores, habría un serio cuestionamiento al funcionamiento de la educación superior como mecanismo de movi­lidad social. Esto afectaría seriamente la tolerancia prevaleciente a las grandes disparidades de ingreso existentes.

E l problema de la finalización de los estudios de la educación superior y la obtención de un título es más general y no se restringe sólo a los jóvenes de las fami­lias de bajos ingresos. A la sociedad en su conjunto le preocupa el hecho de que un gran número de jóvenes que ingresan a la universidad no finalicen sus estudios. «Las sociedades latinoamericanas todavía perciben a sus instituciones de educación superior principalmente como mecanismos de concesiones de credenciales edu­cativas» (Schwartzman, 1994, pág. 20). Aún más, es de­masiado elevado el número de fracaso de los jóvenes en su primer año de estudios; estas tasas fluctúan en torno del 20%.

No es cuestión de reducir los estándares acadé­micos, aprobar a todo el mundo y que todos los jóvenes que son admitidos terminen eventualmente con un tí­tulo. Los jóvenes que se titulan tienen que cumplir con un estándar mínimo adecuado; profesionales ineptos pueden producir serios costos humanos y sociales. Sin embargo, debiera ser motivo de preocupación central de toda institución velar por el eventual éxito de todos sus alumnos. Los alumnos no son sólo consumidores que están comprando servicios; también son seres humanos

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que tienen sentimientos a quienes un fracaso los afecta en su desarrollo personal6.

Las universidades son autorreferentes y se tien­den a aislar en su torre de marfil. A la sociedad le gus­taría que internalizaran sus preocupaciones. Por ej., ¿están conscientes las universidades de la importancia de la docencia y el aprendizaje tanto para los jóvenes como para sus familias?, ¿sucede esto también en las universidades que consideran la investigación como su actividad central?, ¿qué hacen las universidades por la incorporación de sus egresados en el mercado laboral?

Hay un tercer tipo de bien público generado por las universidades. La sociedad quiere y aspira a que un porcentaje creciente de la población adquiera educación superior. Esto se ha transformado en una necesidad compartida en este siglo X X I , siglo del conocimiento, de la innovación y de la información. Lo necesita la economía para aumentar su competitividad y alcanzar mayores ritmos de crecimiento. Lo requiere la sociedad para poder abordar, analizar y resolver los crecientes y difíciles problemas y dilemas que genera el mundo moderno.

Si bien es posible afirmar que todo consumidor es un ser hu­mano que tiene sentimientos, supongamos un consumidor que compra una sandía, después de probarla decide que real­mente no le gusta y la bota a la basura. Esto no se considera un fracaso ni afecta su desarrollo personal.

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LAS UNIVERSIDADES SON DISTINTAS A LAS CARNICERÍAS

Los beneficios públicos están asociados al efecto positivo que tiene un mayor nivel de capital humano sobre el crecimiento económico; además, una socie­dad con más profesionales incrementa el capital social generando una mayor calidad de vida.

Dado el planteamiento anterior, una educación universitaria genera bienes públicos y privados. En con­secuencia, el financiamiento de la educación superior debiera tener aportes públicos y privados; la composi­ción de estos aportes es algo que establece cada socie­dad. En la mayoría de los países de la O E C D el aporte público supera en porcentaje al privado, esto significa que se percibe que los beneficios públicos superan a los privados. En Chile, en cambio, el aporte público es el 20% del aporte privado, es decir, se cree que la educa­ción universitaria es primordialmente un bien privado. Esta diferente valoración de la educación universitaria en los países de la O E C D y en Chile está asociada al hecho de que aquí aún persiste la idea de que no habría diferencia entre estudiar en la universidad y comer car­ne. ¿Esto es lo que realmente piensa y quiere la socie­dad chilena? Los jóvenes están presionando para que se establezca una clara diferencia.

En otras palabras, el resto del mundo no considera a la educación superior como una inversión en capital humano que solo produce beneficios privados. La ma­yoría de los países considera que debe existir un subsi­dio a la educación superior (ver Gráfico 6). Le asignan la característica de ser un bien público que genera una

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serie de beneficios públicos y sociales que van más allá de los que internalizan y captan los estudiantes.

Por último, un principio básico de los mercados competitivos es la validez de la «ley de un solo precio». En cada mercado hay un solo precio para el bien en cuestión. La aplicación de esta «ley de un solo precio» conduce al cuestionamiento de la aplicación de aran­celes diferenciados en el cobro de las universidades; en breve, se ha consensuado la noción de que todos los es­tudiantes debieran pagar el mismo arancel en la misma universidad.

Sin embargo, no es efectivo que los aranceles sean parejos en la mayoría de las universidades del mundo. Lo que tiende a prevalecer es la discriminación de pre­cios. Aún más, en las mejores universidades norteame­ricanas, por ej., la Universidad de Harvard (que tiene alrededor de cincuenta postulantes por cada vacante), esta selecciona en primera instancia a los alumnos que serán admitidos. Luego, en segunda instancia, determi­na caso a caso el arancel que el estudiante seleccionado pagará, según la capacidad de pago de la familia. E n ­tonces, habrá estudiantes que recibirán una beca com­pleta, otros que recibirán un 50% de beca, y otros que pagarán 100% o más, del arancel total.

En el caso chileno, también se utiliza la discri­minación de aranceles. Las universidades que quieren atraer a estudiantes con mejor puntaje PSU, les otorgan aranceles gratuitos a través de varios años. En la Uni ­versidad de Chile, sólo el 50% de los estudiantes paga

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el arancel total, el 30% de los estudiantes paga el 65% y el 20% restante tiene un subsidio (beca) completo o casi completo.

La sugerencia es terminar con la idea de los aran­celes parejos. Si existen aranceles disparejos en la edu­cación media, por qué no replicar esto en la educación superior. Los jóvenes provenientes de colegios parti­culares pagados pagarían en aranceles universitarios al menos lo mismo que pagan en educación media; ya han demostrado tener «disposición a pagar» y «capaci­dad de pago». Este no sería un procedimiento difícil de implementar.

Por otra parte, aquellos jóvenes que proceden del resto de los colegios (municipales y particulares sub­vencionados) no debieran tener una educación univer­sitaria gratuita7. Es necesario distinguir dos conceptos diferentes. Igualdad de oportunidades y acceso a la edu­cación superior no implican lógicamente universidad

E l planteamiento que han efectuado los jóvenes recientemen­te de «educación universitaria gratuita para todos» tiene dos objeciones serias: (1) E l costo de esto sería cerca de US$3.400 millones por año. Este monto simplemente no es financiable. (2) Por otro lado, si hay jóvenes cuyas familias (altos ingresos) pueden pagar el costo de las universidades, entonces ¿por qué debiera hacerlo el resto de la sociedad? Esta sería obviamente una redistribución regresiva. Lo que está implícito en el plan­teamiento de las directivas estudiantiles es el uso del supuesto implícito de la validez de la «ley de solo precio» para todos, lo cual implica validar el uso conceptual del mercado competiti­vo como criterio de decisión para las universidades.

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gratuita. A los jóvenes que tienen el talento y el poten­cial, independientemente de la familia de la cual pro­vienen, hay que facilitarles el acceso a la universidad. Esto puede ser vía beca y/o crédito para financiar los estudios. La proporción entre beca y crédito es algo que la sociedad debe definir. No hay criterios técnicos para definir estos porcentajes.

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Las universidades chilenas son muy caras, estos aran­celes tienen que financiarlos principalmente los jó ­venes estudiantes y sus familias, lo que representa un porcentaje elevado del presupuesto familiar incluso para los grupos de ingresos de clase media. Veremos cuáles son los mecanismos existentes para resolver este problema.

Hay dos mecanismos diferentes que utiliza el Es­tado chileno para ayudar a los estudiantes con el finan-ciamiento del costo universitario: becas y créditos.

Examinemos en primer lugar la evidencia em­pírica sobre las becas. Hay una variada gama de be­cas. Becas Bicentenario, Nuevo Milenio, Juan Gómez Millas, Excelencia Académica, Puntajes PSU, Voca­ción de Profesor, Hijos de Profesionales de la Edu­cación. Hay otro tipo de becas para fines especiales: Becas Indígena, Presidente de la República, Progra­mas de Reparación, Mantención para la Educación Superior, Integración Territorial. Suponiendo que cada estudiante (universitario) recibe un solo tipo de

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beca8, el número total de beneficiarios sería alrededor de 180.000, lo cual superaría el total de estudiantes de los dos quintiles de menores ingresos (135.000 estudiantes). Sin embargo, según la información del C N E (Consejo Nacional de Educación) el número de estudiantes becados muestra que sólo 40.000 jóvenes de los dos quintiles inferiores son beneficiarios de las becas. Incluso hay más jóvenes becados del quintil su­perior (Q5) que en el quintil inferior (Ql) .

Cabe preguntarse cuáles son los criterios para la asignación de las diversas becas y, además, si estos cri­terios son consistentes entre sí. En una sociedad tan inequitativa como la chilena, la sensatez sugeriría que el grueso de las becas se concentrara en los dos quintiles de menores ingresos. ¿Puede un joven postular a más de una beca? Si puede ¿a cuántas? Si no puede, ¿cómo se controla esto?

En el caso de las becas convencionales (tricente­nario, Nuevo Milenio, etc.) el monto promedio de estas becas es de $1.600.000 por año. Las becas para fines específicos (Mantención, Presidente de la República, Indígena, etc.) el promedio anual es de $316.000.

Este es un supuesto algo fuerte, por cuanto hay muchos estu­diantes que reciben más de una beca. Como hay tantas ven­tanillas distintas para cada beca, es imposible cuantificar el número preciso de estudiantes becados. Pero más grave que esto es la ausencia de controles respecto del número de becas que recibe cada joven; ¿será muy difícil utilizar el RUT para resolver este problema?

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EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

Tabla 2 BECAS Y CRÉDITOS PARA ESTUDIANTES

UNIVERSITARIOS EN CHILE

(2009)

Univ. Privadas

CRUCH* Total Estudiantes

Total en millones de pesos3

Crédito con Aval del Estado (CAE)

94,734 27,785 122,519 282,255

Fondo Solidario de Crédito Universita­rio (FSCU)

- 87,317 87,317 73,063

Becas1 73,750 73,750 117,963 Becas para Fines Especiales2

114,154 36,039

* Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas. 1 Incluye Becas Bicentenario, Nuevo Milenio, Juan Gómez Millas, Excelencia Académica, Puntajes PSU, Vocación de Profesor, Hijos de Profesionales de la Educación. 2 Incluye Becas Indígena, Presidente de la República, Programas de Repara­ción, Mantención para la Educación Superior, Integración Territorial. 3 Calculado con cifras del 2009, utilizando pesos reales de agosto del 2008. Fuente: SIES. Fuente: Banco Mundial (2011), «Guía 2011. Becas y Créditos».

Dada la gran variedad de becas existentes y la dis­crepancia en los montos de estas, una sugerencia obvia consiste en tener una agencia y/o ventanilla única para la recepción y asignación de las becas; además, habría que homogeneizar los requerimientos y los montos en cuestión. Presumiblemente, habría que definir cuáles son los grupos objetivos que debieran concentrar las becas; esto requiere marginar a los grupos de lobby.

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En resumen, el número de becas canalizadas hacia los jóvenes de los dos quintiles inferiores representa el 30% del total de estudiantes de ese grupo. Los montos (promedio) de las becas son reducidos. Luego, hay que aumentar sustancialmente la cobertura de los becarios de los dos quintiles inferiores y también es necesario incrementar los montos de las becas.

Los estudiantes universitarios que no obtienen una beca tienen la posibilidad de endeudarse a través de la solicitud de un crédito. Dados los montos de becas seña­lados previamente, incluso los becarios requieren endeu­darse. Hay trabas y dificultades que enfrenta un joven para tener acceso a un crédito en el sistema financiero que le permita financiar la universidad. Para enfren­tar esto, el Estado ha implementado tres mecanismos crediticios distintos:

a. Fondo Solidario de Crédito Universitario (FSCU) cuyos recursos son proporcionados por el Estado y administrados por las universidades ( C R U C H ) . La tasa de interés (real) de este crédito para los estudiantes es 2% (sobre UF) .

b. Crédito con Aval Estatal (CAE) que es un pro­grama cuyos recursos son proporcionados por los bancos. Estos recursos tienen garantía estatal y de las universidades. La tasa de interés (real) de este crédito para los estudiantes es alrededor del 6% (sobre UF) .

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c. Crédito Corfo con recursos del Estado y adminis­trado por el sistema financiero. La tasa de interés (real) de este crédito para los estudiantes es alre­dedor del 8% (sobre U F ) .

Para el año 2009 (según Banco Mundial, 2011) hay casi 90.000 estudiantes con crédito F S C U sólo dis­ponible para los universitarios de las universidades del C R U C H , cuyo monto promedio es de $837.000. En el caso del C A E hay un total superior a los 120.000 estu­diantes con un monto promedio de $2.304.000.

Tabla 3 COBERTURA DE BECAS Y CRÉDITOS SEGÚN QUINTILES

(Año 2010,%)

Q1 02 03 Q4 Q5 Composición Estudianta­do Universitario Según Quintiles

10 14 17 23 36

Porcentaje de Estudiantes Becados en cada Quintil 29 31 25 18 11

Porcentaje de Estudiantes con Créditos en cada Quintil 57 61 61 50 21

Notación: Q1: quintil de ingresos más bajos; Q5: quintil de ingresos más altos. Matrícula universitaria total en 2010: 562.583 estudiantes. Fuente: índices CNE (Consejo Nacional de Educación).

Alrededor del 60% de los estudiantes de los tres quintiles de más bajos ingresos, Q l , Q2 y Q3 está en­deudado. En el quintil 4 hay un 50% de los universita­rios que tiene deuda; en cambio en el quintil superior

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sólo un 20% de los estudiantes tiene deuda. Sin em­bargo, en este caso, es importante examinar los núme­ros absolutos. Si suponemos que los quintiles Q3 y Q4 corresponden a clase media, la mitad del total de jó­venes universitarios endeudados (123.000 estudiantes) corresponden a familias de clase media.

Tabla 4 NÚMERO DE ESTUDIANTES, N° BECAS Y

N° CRÉDITOS SEGÚN QUINTILES (Año 2010, N° miles)

Q1 02 03 Q4 05 Número Estudiantes Univer­sitarios Según Quintiles 56,3 78,8 95,6 129,4 202,5

Número de Estudiantes Becados en cada Quintil 16,3 24,4 23,9 23,3 22,3

Número de Estudiantes con Créditos en cada Quintil 32,1 48,0 58,3 64,7 42,5

Notación: Q1: quintil de ingresos más bajos; Q5: quintil de ingresos más alto. Matrícula universitaria total en 2010: 562.583 estudiantes. Fuente: índices CNE (Consejo Nacional de Educación).

En breve, hay un significativo número de estu­diantes endeudados a través de todos los quintiles de ingresos. Dado que en general los créditos están asocia­dos a los aranceles de referencia y estos son de un 2% a un 40% inferiores a los aranceles efectivos, muchos estudiantes deben endeudarse con más de una institu­ción. Lamentablemente, no existe la información con­solidada de créditos a nivel de cada estudiante; esto

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permitiría saber cuál es la magnitud de las deudas a nivel personal9.

No obstante lo anterior, utilizaremos diversos in­dicadores comparativos para examinar la situación de los estudiantes deudores. E l Banco Mundial (2011) utiliza un indicador que mide la recuperación teórica de los programas de préstamos estudiantiles comparan­do el valor de los reembolsos que debieran pagar los estudiantes con el valor de los costos del programa de créditos 1 0. E l Gráfico 8 muestra que Chile (utilizan­do el programa C A E 2010) es el país con el indicador más elevado; incluso este supera el 100%. En cambio, en todos los otros países los indicadores son inferiores a 100%, y en muchos países como Australia, Corea (del Sur), México y Alemania los indicadores son inferiores al 80%. ¿Qué significa esto? En todos los países, con excepción de Chile, los programas de crédito para los universitarios tienen un subsidio (oculto) implícito. Esto significa que aun si los estudiantes pagaran el to­tal del crédito concedido, los recursos recuperados no alcanzan a cubrir todo el costo del programa. Esto se

Una muestra de 5.000 estudiantes de educación superior pro­porciona la siguiente evidencia: el 10% tiene una deuda supe­rior a los $20 millones y el 55% de los estudiantes tiene una deuda superior a $10 millones; ver www.yodebo.cl. Obsérvese que estos no son los reembolsos efectivos efectua­dos por los estudiantes. Luego, un país con un alto indica­dor puede tener en la práctica una baja tasa de recuperación del crédito.

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explica porque la totalidad de los países 1 1 , salvo Chile, tienen indicadores menores al 100%.

Gráfico 8 REEMBOLSO TEÓRICO DE LOS ALUMNOS COMO % DEL COSTO

DEL PROGRAMA DE CRÉDITO UNIVERSITARIO

*CAE 2010. Fuente: Shen, Hua y Ziderman (2008) en Banco Mundial (2011).

A continuación veremos la relación existente en­tre el nivel de endeudamiento en que están involucra­dos los estudiantes chilenos y su futura capacidad de pago. Nuevamente se aprecia comparativamente que los estudiantes chilenos tienen una dudosa situación de «privilegio». En efecto, en la mayoría de los países de­sarrollados los jóvenes profesionales egresados tienen

1 1 Ver Banco Mundial (2011) un listado de cuarenta países con características similares a la de los países incluidos en el gráfico.

fi 8

EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

obligaciones mensuales de pago de su crédito univer­sitario que representan entre un 2,6% y un 7% de su ingreso mensual; esto es válido en Alemania, Australia, Canadá, Reino Unido y EE.UU. En cambio en Chi ­le, los (eventuales) profesionales tienen compromisos mensuales de pago de su deuda universitaria por un porcentaje que alcanza el 18% de su (eventual) ingreso mensual; esto se mantiene por los quince años después de egresado.

Tabla 5 COMPARACIÓN INTERNACIONAL DE INDICADORES DE DEUDA

DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS Relación de las Obliga­ciones (Cuota mensual/

Ingreso mensual)

Relación Deuda/ Ingreso Anual

Alemania 3.1% 14%

Países Bajos 2.6% 31%

Nueva Zelanda 6.4% 36%

Australia 4.0% 39%

Reino Unido 2.9% 10% Canadá 6.6% 50%

Estados Unidos 3.6 - 6.7% 57%

Suecia 3.8% 79%

Colombia n.d. 94% Chile1

(promedio ponderado) 18% 174%

1 Período de pago de quince años. Fuente: Banco Mundial, 2011; Colombia, información del Ixetex, 2010. Chile, Futuro Laboral, 2009-2010; otros de Alex Usher, «Patrones de deuda globales», Canadían Higher Education Report Series (sep. 2005).

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Además, al comparar el nivel de deuda total (vin­culada al financiamiento del costo de la universidad) que adquieren los estudiantes con el ingreso anual se observa lo siguiente: En varios países como Alemania, Australia, Holanda, Nueva Zelanda, Reino Unido, la relación deuda total/ingreso anual (como profesional) es inferior al 40%; en Canadá y en E E . U U . es inferior al 60%. En cambio en Chile los (eventuales) profesionales tienen un coeficiente deuda/ingreso anual que alcan­za al 174% (Banco Mundial, 2011). Como se puede ver, la magnitud de este indicador es peor que la grave situación de endeudamiento de Grecia.

Considerando el número de beneficiarios y los montos, el programa crediticio C A E se ha convertido en el principal programa crediticio para los estudiantes universitarios. Sintetizando la evidencia recién revisada nos muestra que (para el C A E ) :

(i) En todos los países, con excepción de Chile, los programas de crédito para los universitarios tie­nen un subsidio (oculto) implícito; en muchos países este subsidio (oculto) supera el 20% del costo del crédito.

(ii) En la mayoría de los países desarrollados los jó­venes profesionales egresados tienen obligaciones mensuales de pago de su crédito universitario que representan entre un 2,6% y un 7% de su ingre­so mensual. En cambio en Chile, los (eventuales) profesionales tienen compromisos mensuales de

(¡0

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pago de su deuda universitaria por un porcenta­je que alcanza el 18% de su (eventual) ingreso mensual.

(iii) En varios países desarrollados la relación deu­da total (vinculada al financiamiento del cos­to de la universidad) respecto del ingreso anual (como profesional) es inferior al 40%. En cam­bio en Chile los (eventuales) profesionales tienen un coeficiente deuda/ingreso anual que alcanza al 174%.

Los diversos indicadores anteriores muestran que los universitarios chilenos devengan un nivel de endeu­damiento que es presumiblemente por lejos, el más alto del mundo. Esto obviamente afecta el estado de ánimo de los estudiantes y de sus familias; «¿estudiar para ter­minar súper-endeudado (hasta el cuello) y luego traba­jar para tratar de pagar los préstamos?»

Por otra parte, esta situación genera un alto grado de morosidad. Es así como en el caso del Fondo Solida­rio Universitario (FSCU) hay cerca de un 50% de moro­sidad. En el caso del C A E , el porcentaje de morosidad es cercano al 40%; este porcentaje es similar a través de todos los quintiles de ingreso.

Un buen sistema de crédito para la educación su­perior requiere un diseño cuidadoso que incluya los siguientes componentes (Barr, 2004): (i) Un sistema de pago del crédito asociado al ingreso contingente

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del egresado. Esto significa que el estudiante paga las cuotas del préstamo según el nivel de ingreso que tenga; si estuviera desempleado (sin ingreso), la cuota del crédito se reduce a cero. Este esquema protege al estudiante contra eventuales riesgos imprevistos, (ii) Una tasa «razonable» de interés del crédito; esto es in­terpretado en Australia y el Reino Unido como que es el Estado quien proporciona un subsidio al crédito para que el estudiante asuma una tasa de interés que sea cero, (iii) E l monto del crédito debiera cubrir los aranceles y además un suplemento para cubrir costos de mantención.

En el caso chileno habría que implementar el sis­tema de pago asociado al ingreso contingente. Este es­quema es utilizado en los siguientes países (Chapman, 2009): Australia, Canadá, E E . U U . , Hungría, Irlan­da, Malasia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Tailandia. Además, es necesario estipular el porcentaje del ingre­so destinado a pagar el crédito. Hemos visto que en el caso de diversos países este porcentaje es inferior al 7%. No es necesario que haya un porcentaje fijo igual para todos. Podría aplicarse un porcentaje variable entre 5% y 10% según el nivel de ingreso de los eventuales profe­sionales; 5% para los profesionales con menores ingre­sos y 10% para los profesionales con mayores ingresos. Para efecto de asegurar el pago, habría que involucrar al Servicio de Impuestos Internos.

Respecto de la tasa de interés del crédito queremos sugerir el siguiente esquema referido específicamente al

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sistema C A E . Para este efecto, describiremos con cierto detalle la mecánica de funcionamiento del C A E 1 2 .

E l C A E fue creado en el año 2005. Para involucrar al sistema financiero, el Estado incentiva a los bancos a proporcionarles préstamos a los estudiantes garan­tizando el 90% de estos créditos. Los beneficios son claros: aumentar el acceso a la educación superior otor­gando créditos a alumnos que de otra manera hubieran quedado fuera del sistema. No cabe duda que equiparar las oportunidades de los jóvenes es clave para generar una sociedad más equitativa, al tiempo que se aumenta la competitividad del país.

En el año 2010, el 23% de la matrícula total de la educación superior utilizaba el C A E como mecanis­mo de financiamiento. Esto representa más de 200.000 estudiantes.

E l funcionamiento del C A E es el siguiente: alum­nos nuevos o antiguos con méritos académicos preesta­blecidos postulan a través de la Comisión Ingresa. Una vez seleccionado como beneficiario, el joven tiene que matricularse en la institución de educación superior y aceptar (vía firma) el contrato de préstamo con una entidad financiera asignada. Luego el banco se encar­ga de pagar los aranceles a la institución de educación superior. Los beneficiarios comienzan a acumular los

Esta propuesta ha sido elaborada conjuntamente por el autor y Rodrigo Moser.

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intereses sobre el crédito a partir del pago del primer arancel. Cuando finaliza sus estudios, el joven egresado cuenta con 18 meses de gracia, luego de los cuales co­mienza a pagar la deuda acumulada.

Por el lado de los bancos, el sistema C A E es más complejo. Una vez que la Comisión Ingresa determina quiénes son los beneficiarios del C A E , los agrupa en carteras similares que ofrece a los bancos. E l Estado luego fija la tasa de interés que deben cobrar los ban­cos. Para incentivar a los bancos a participar en este esquema, se les ofrece la posibilidad de que vendan cada uno una parte de la cartera de vuelta al Estado. Sin embargo, la administración de esta cartera sigue a cargo de cada banco. Así, al momento de pagar los aranceles de la cartera del Estado, cada banco debe uti­lizar sus fondos y luego solicitar el reembolso al Esta­do. Este reembolso se hace por el monto completo más un «premio». Tanto el «porcentaje de reventa» como el «premio» son las variables que los bancos ofertan en la licitación.

Este mecanismo de reventa al Estado de la carte­ra de créditos licitada por los bancos con un «premio» tiene por objetivo subsidiar el C A E , de manera de po­der fijar una tasa de interés menor a la que cobrarían los bancos si otorgaran los créditos directamente. En el año 2010 se reguló que el «porcentaje de reventa» no debiera superar el 50%. Por otra parte, el «premio» (promedio) cobrado por esta reventa por el conjunto de

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EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

bancos fue de 30%13. En definitiva, el Estado subsidia a los bancos en vez de subsidiar a los estudiantes.

E l resultado de lo anterior es que un banco es dueño de la mitad de la cartera original y el Estado es dueño del otro 50%. Examinando la rentabilidad que obtienen los bancos por el sistema C A E se puede apre­ciar que la mitad de la cartera inicial que ha sido reven­dida al Estado se transforma en un proyecto sin riesgo y con una rentabilidad del 30%.

Con respecto a la otra mitad de la cartera (de cré­ditos) que sigue perteneciendo al banco, esta cartera en general ha tenido una tasa de interés real cercana al 6% (sobre UF) . Dado que, en caso de mora, la institución financiera puede hacer efectivo el aval del Estado del 90% de la deuda acumulada, entonces sólo un 5% de la cartera original de la que es dueño el banco tiene riesgo. Pero hay que recordar que, al revisar el banco el perfil de los estudiantes que están en la cartera de créditos, entonces va a revender al Estado los créditos más riesgosos y/o de carreras con mayor duración. Lue­go, el riesgo de la cartera con la que se queda el banco luego de la reventa es menor que el riesgo de la cartera licitada originalmente.

En el año 2009 el «porcentaje de reventa» superó el 68%; por otra parte, el «premio» (promedio) cobrado por esta reventa por el conjunto de bancos fue de 52,6%. Puede apreciarse que la ganancia de los bancos con el C A E fue elevadísima. Esto llevó a limitar el «porcentaje de reventa» al 50%.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

E n consecuencia, en el año 2010 los bancos ob­tuvieron una rentabilidad del 30% por la cartera reven­dida (50% del total) y un porcentaje cercano al 6% por la cartera retenida (50% del total). Entonces los ban­cos (en promedio) percibieron una tasa de retorno del 18% real (sobre U F ) por una inversión prácticamente sin riesgo. E n consecuencia, incluso si los estudian­tes enfrentaran una tasa de interés de 0% real por sus préstamos, los bancos tendrían una rentabilidad del 15% real, la cual es superior al 11.4% promedio de los créditos de consumo.

Dado que el sistema C A E es tan rentable entonces por qué no ha habido una mayor demanda por parte de los bancos por participar de este sistema. ¿Por qué no se ha observado una mayor competencia en línea con el premio esperado? Hay un problema con la regulación financiera. A l no existir una reglamentación específica para los créditos con aval del Estado, los bancos de­ben tratar estas inversiones como créditos de consumo (los más riesgosos) y provisionarse de manera acorde. Así, el costo de oportunidad del capital inmovilizado se resta a la alta rentabilidad de los créditos del C A E , re­duciendo el beneficio neto para los bancos. Esto incide en el cálculo de la rentabilidad de los bancos descrita previamente.

Entonces, si los bancos provisionaran en el caso del C A E solamente por la fracción de la cartera no ava­lada por el Estado (10%), habría un aumento en la ren­tabilidad efectiva cercana a los montos calculados. Para

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EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

esto se requiere, ya sea modificar la regulación para que reconozca las garantías del Estado en este tipo de créditos (en línea con Basilea I I 1 4 ) , o cambiar la regu­lación específica del C A E para permitir a los bancos disminuir el nivel de provisiones en este tipo de crédito. Esto es algo de injerencia interna que podría resolver la S B I F (Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras).

E n breve, si la S B I F modifica la regulación para que los bancos provisionen solo el 10% sin aval estatal, el crédito C A E podría implementarse con una tasa de 0% ( U F ) de interés.

Las propuestas sugeridas previamente (cobro del crédito universitario según el ingreso contingente y uso de una tasa de interés de 0%) ¿resolverían los proble­mas de los estudiantes de educación superior? Lamen­tablemente la respuesta es negativa. Estas dos medidas que son muy importantes no afectan en nada el gran nivel de endeudamiento que contraen los estudian­tes. E l problema de fondo radica en el elevado nivel de los aranceles universitarios y su acelerado ritmo de crecimiento.

Obsérvese que la existencia de un esquema de fi-nanciamiento de la educación universitaria con aval es­tatal genera incentivos que tienden a agravar el nivel de endeudamiento de los estudiantes. E n efecto, todos los

Basilea II: norma de regulación bancaria establecida en la c iu­dad de Basilea, válida para todos los bancos del mundo.

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UNIVERSITARIOS. ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

agentes involucrados tienden a incrementar los montos respectivos. Las universidades aumentan los aranceles por cuanto existe un sector financiero que va a propor­cionar el crédito para pagarlos; los bancos van a aumen­tar el costo de los préstamos sin importarles que los estudiantes no puedan eventualmente pagar, porque le cobrarán al aval (el Estado), y los estudiantes que valo­rizan notoria y justificadamente la obtención del título profesional, pagarán los aranceles crecientes confiando implícitamente en que las presiones sociales y protestas futuras lograrán un «perdonazo». Esto es lo que se ha llamado «la burbuja de la educación superior». ¿Y quién pagará la cuenta? E l Estado, o sea toda la población.

Entonces, ¿existe una solución? Una solución simple y trivial, educación univer­

sitaria gratuita para todos, supuestamente resuelve el problema. Aranceles nulos generan un nivel nulo de en­deudamiento de los estudiantes y en consecuencia «des­aparecería el problema». Pero el costo efectivo actual de la educación universitaria consistente en un monto su­perior a los US$3.600 millones anuales15 (un 1,8% PIB) no se desvanece; esto equivale a casi el 40% del gasto público en educación. Obviamente es un monto extre­madamente elevado. Aún más, ¿cuál es la lógica para restringir la gratuidad sólo a la educación universitaria y no a toda la educación superior? ¿Por qué excluir a los

Se ha supuesto un total de 600.000 universitarios pagando alrededor de US$6.000 por año.

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EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

jóvenes que van a los C F T (Centros de Formación Téc­nica) y a los IP (Institutos Profesionales), especialmente si se considera que provienen mayoritariamente de los quintiles de menores ingresos? A l extender la gratuidad a toda la educación superior, los recursos requeridos al­canzarían a los US$4.500 millones anuales16. En breve, este monto es simplemente no financiable.

Se ha afirmado que «la educación superior es un derecho». Pero de aquí no se infiere que tenga que ser gratuita. La comida es una necesidad vital para la exis­tencia; sin embargo, los supermercados (o las ferias) no la regalan. En una sociedad meritocrática el objetivo planteado es el de igualdad de oportunidades de acceso a la educación superior. En efecto, el objetivo central debiera ser que los jóvenes que tienen el talento y el potencial puedan ingresar a la universidad. Una inte­rrogante diferente es ¿cuánto debieran pagar?

En otras palabras, el ingreso a las universidades debiera tener dos etapas separadas, de manera similar a lo que hacen las mejores universidades norteameri­canas. En la primera etapa se selecciona a los «mejores estudiantes» ya sea vía puntaje PSU o ranking de los alumnos en sus colegios o una mezcla de ambos crite­rios. Luego, en la segunda etapa, se determina cuánto pagará cada estudiante.

Se ha estimado en 400.000 el contingente estudiantil de C F T e IP; el costo promedio por estudiante es cercano a US$2.200 por año.

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Reiterando la pregunta ¿cuánto debiera pagar cada estudiante universitario? Considerando la falta de equidad de esta situación prevaleciente en el país, la respuesta lógica es «según la capacidad de pago». Los jóvenes que egresan de los colegios particulares paga­dos han demostrado capacidad de pago y disposición apagar. Estos jóvenes pertenecen al quintil de ingresos más alto de la población; entonces, ¿por qué habría que subsidiarlos proporcionándoles educación universitaria gratuita? En consecuencia, estos jóvenes debieran pagar el 100% del arancel

Veamos la situación del pago universitario de los jóvenes que no provienen de los colegios particulares pagados. A nuestro juicio, dado que la tasa de retorno (promedio) generada por una carrera universitaria es superior al 20% (ver Meller, 2010) esto implica que hay un beneficio privado importante captado por quienes llegan a ser profesionales. En otras palabras, debiera haber capacidad de pago. Esto es válido si se utiliza el cobro (de las cuotas del crédito) asociado al ingreso contingente con una tasa de interés reducida o nula. No obstante lo anterior, y para evitar cargas elevadas de endeudamiento, debiera haber un arancel diferen­ciado para los jóvenes que no pertenecen al quintil superior (Q5). E l debate local ha estado influido nega­tivamente por el principio de «aranceles parejos». Este principio ha resultado novedoso y eficiente cuando ha sido aplicado al comercio exterior; las importaciones de bienes pagan las mismas tarifas (o aranceles). Sin

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EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

embargo el uso de aranceles parejos para la educación universitaria, «todos los estudiantes pagan los mismo», es un principio francamente anacrónico y regresivo, particularmente en una sociedad tan poco equitativa. A mi juicio, debiera penalizarse a aquellas universi­dades retrógradas que aplican aranceles parejos en la educación superior.

Se ha argumentado que es difícil la implementa-ción de aranceles diferenciados. Una propuesta simple de cobro de aranceles diferenciados es la siguiente: (a) Los jóvenes del quintil Q5 pagarían un 100% del aran­cel, (b) Los jóvenes de los quintiles Q4 y Q3 (clase me­dia) pagarían un 67% del arancel cobrado a los jóvenes del quintil superior Q5. (c) Los jóvenes de los quintiles Q2 y Q l (clase baja) pagarían un 33% del arancel co­brado a los jóvenes del quintil superior Q5.

Pero, ¿qué incentivos tendrían las universidades para implementar el esquema de aranceles propuesto? En efecto, hay un problema delicado que se le origina a las universidades en su financiamiento al admitir es­tudiantes que paguen un monto inferior al del arancel completo. Se sugiere el siguiente esquema que incluye el principio de matching. Para cubrir la brecha resultan­te (por el pago de aranceles menores por los jóvenes de los quintiles Q l a Q4), la mitad de esta sería financiada por la universidad con recursos internos, y el otro 50% correspondería a subsidios transferidos por el Estado. E l costo fiscal para la implementación de este esquema

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de aranceles diferenciados es de US$334 millones para las universidades; y US$430 millones al aplicarse para toda la educación superior. Obviamente la implemen-tación de este esquema requiere mecanismos de moni-toreo, control y fiscalización con elevadas multas por infracciones.

Hay un problema pendiente, ¿cómo evitar el au­mento acelerado de los aranceles universitarios? En efecto, los esquemas crediticios (con recursos y/o aval estatal) están vinculados a los «aranceles de referencia», los cuales se van reajustando según IPC. Pero los aran­celes que tienen que pagar los estudiantes correspon­den a los aranceles efectivos que son establecidos por las universidades, y que tienen un ritmo de crecimien­to muy superior al del IPC . Hay que admitir, de una vez por todas, que el modelo competitivo aplicado a las universidades no frena el alza de los aranceles; la «mano invisible» del mercado no funciona para que se alcance un arancel de equilibrio. Las universidades no compiten vía precios; no reducen aranceles para atraer estudiantes de otras universidades.

En otras palabras, las universidades no se van a autorregular y no van a frenar los incrementos de aran­celes. Luego, se requiere la intervención del Estado para establecer los niveles adecuados de aranceles. Este de­biera ser el rol central de la Superintendencia de Edu­cación Superior; por su parte todas las universidades debieran transparentar los costos directamente asocia­dos a la docencia de la educación universitaria.

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EL CRÉDITO UNIVERSITARIO

Como diría Adam Smith, dejemos que la «mano invisible» del mercado competitivo opere en las carni­cerías y en las zapaterías, pero no en la educación supe­rior. En un país como Chile, las universidades requieren regulación de aranceles.

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LUCRO O NO LUCRO, ¿ES ESE EL DILEMA?

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Interrogantes básicas: ¿En que afecta a la educación universitaria la existencia de universidades con fines de lucro?, ¿en que afecta a la educación universitaria la no existencia de universidades con fines de lucro?, ¿qué pasa en otros países, existen o no existen univer­sidades con fines de lucro?, desde la óptica de un joven estudiante ¿qué diferencia le significa estudiar en una universidad con o sin fines de lucro?

La resolución del asunto del lucro no va a estar asociada al tipo de respuesta que se proporcione a las interrogantes básicas. Hay una dimensión ideológica-política que no se puede ignorar. Por ello en este ca­pítulo revisaremos ambos aspectos relacionados a la temática del lucro.

Es conveniente tener una perspectiva intertem­poral e internacional sobre el rol que ha adquirido ac­tualmente el sector privado en la educación superior (ES). Levy (2011) proporciona la siguiente evidencia: (i) Hace un par de décadas atrás muchos países no per­mitían que hubiera ES privada. Hoy esta representa más

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del 30% de la ES mundial; alrededor de 35 millones de estudiantes, (ii) América Latina es la región que posee el mayor porcentaje de participación del sector privado en la ES; alrededor del 48%. (iii) Los países latinoame­ricanos con mayor participación privada en la ES son Brasil, Chile y E l Salvador; tienen un porcentaje cerca­no al 70% de estudiantes matriculados en instituciones privadas de ES.

Las universidades que poseen legalmente fines de lucro son aún un porcentaje reducido. «Muchos ciuda­danos y gobiernos en el mundo consideran el lucro y la ES como inherentemente contradictorios, lo que vuelve políticamente difícil la legalización de este sector». «In­cluso los expertos dentro de un país determinado no siempre están de acuerdo sobre si las universidades con fines de lucro están permitidas o si existen» (Levy 2011, págs. 148-9). En Brasil y E E . U U . las instituciones de ES con fines de lucro son legales y representan respectiva­mente un 19% y un 10 % de la matrícula total. E l cono­cido grupo internacional privado Lauréate ha eludido la legislación vigente en Chile y México de prohibición de instituciones con fines de lucro y posee en cada país instituciones que tienen una matrícula superior a los 100.000 estudiantes de ES.

Considerando ahora la matrícula universitaria chilena se observa (Meller, 2010):

(i) Más del 80% de los estudiantes está en uni­versidades privadas, (ii) En la última década, mientras las universidades estatales crecieron (en promedio) un

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LUCRO 0 NO LUCRO, ¿ES ESE EL DILEMA?

3,3% anualmente, las privadas lo hicieron al 8,4% por año. Pero dentro de estas, si se excluye a las universi­dades (privadas) del C R U C H , las nuevas universidades privadas tienen un crecimiento anual de 18,9% en la década de 1990 y de 11,4% en esta última década.

Como las universidades con fines de lucro no son legales, no existe la información empírica al respecto. Dadas las cifras anteriores podría suponerse que la ma­trícula de las universidades con fines de lucro represen­taría cerca del 40% del total de las privadas17; es decir poco más del 30% del total del estudiantado universita­rio, casi 180.000 alumnos.

Entonces, las universidades con fines de lucro han desempeñado un doble rol importante. En primer lu­gar, han posibilitado la gran expansión universitaria de las dos últimas décadas. Además, puesto que la com­posición mayoritaria de sus estudiantes proviene de los quintiles de menores ingresos18, han contribuido a la movilidad social.

Revisaremos la evidencia existente sobre el com­portamiento de las universidades con fines de lucro (UFL) . Como estas supuestamente no existen en Chile, utilizaremos la evidencia externa de E E . U U . sobre el rol

En Brasil un 50% de las universidades privadas son universi­dades con fines de lucro (Cowan, 2004). Estas universidades tienden a no ser muy estrictas con los re­querimientos de puntaje de la prueba PSU.

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que están desempeñando allá las U F L 1 9 . Veremos que hay abundantes quejas en E E . U U . contra las U F L :

a. A los profesores de las U F L se les dice «bajen los requerimientos para aprobar un curso; de esta forma están ayudando a un joven de una fami­lia de bajos ingresos»; los profesores «son induci­dos a poner notas altas para mantener contentos a los alumnos», «entreténgalos y reténgalos, esa es su pega»; «hay incentivos monetarios para los profesores que reduzcan la tasa de deserción y que incrementen la tasa de aprobación» (Kelly Field, 2011).

b. Sólo el 22% de los estudiantes de las U F L logra graduarse comparado con el 55% de los estu­diantes de las universidades estatales y 65% de las universidades privadas sin fines de lucro. La universidad de Phoenix, la más grande U F L con 400.000 estudiantes tiene una tasa de graduación del 9%. (Kevin Kiley, 2010).

c. E l Presidente Obama acusa a las U F L de «indu­cir a los estudiantes a solicitar una deuda que no pueden financiar a cambio de un grado y título que no pueden usar» (Finantial Time, 2010). La G A O (Government Accountability Office) ha de­nunciado a reclutadores de las quince principales

1 9 A l buscar en Google UFL («profit universities*) hay 389 mi­llones de resultados.

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LUCRO 0 NO LUCRO, ¿ES ESE EL DILEMA?

U F L de E E . U U . de prácticas de marketing frau­dulentas; inducen a los estudiantes a endeudarse diciéndoles que «este tipo de crédito no es como el de un auto; si no pagas, no te van a enjuiciar» (Washington Post, 2010). La matrícula de las U F L ha alcanzado a casi dos millones de estudiantes los cuales han solicitado préstamos fiscales por más de US$20 mil millones. Esto sugiere que la matrícula de las U F L se expande gracias a los préstamos otorgados por el gobierno federal. Los estudiantes de las U F L tienen una morosidad del 40% de los préstamos federales,

d. Las U F L tienen incentivos para reducir la calidad. E l objetivo de maximización de ganancia induce a estas instituciones a reducir costos vía disminu­ción de la calidad de la educación 2 0. Un mecanis­mo de esto se observa en el caso chileno en que las U F L contratan muchos «profesores hora» que tienden a ser «profesionales que quieren compar­tir su experiencia y su conocimiento con estudian­tes» (Lemaitre, 2011). En Chile, la preocupación por la calidad de los profesionales de las nuevas universidades privadas conduce a la creación de la nueva institucionalidad para controlar la cali­dad (ver Lemaitre, 2011; Brunner, 2009). No es

Nótese que aquí hay una falla del sistema de mercados en que la competencia supuestamente debiera generar un aumento de la calidad.

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casualidad, entonces, que las U F L no aparezcan en los rankings internacionales,

e. Las U F L han transformado la educación uni­versitaria en un proceso productivo similar al de una «fábrica de hamburguesas», McEducation; la formación de profesionales se convierte en una más de las miles de transacciones de mercado observadas en la economía (Batley 6c Badway, 2004).

Pero también hay argumentos favorables a las U F L :

a. En Brasil se percibe que las U F L han cumplido un importante rol favorable a la equidad por cuanto han permitido la gran expansión de la matrícula universitaria. A l establecer requerimientos de in­greso más bajos, horarios flexibles y ubicaciones geográficas fuera de las áreas metropolitanas, han posibilitado que muchos brasileños obtengan di­plomas universitarios que de otra manera no los hubieran conseguido. (Cowan, 2004).

b. Las U F L son más flexibles que el resto. En el caso norteamericano se observa que las U F L han adoptado un modelo estilizado para captar a adultos que trabajan. Esto implica no utilizar el rígido formato de cursos convencionales y la infraestructura de las universidades tradicionales; las U F L ofrecen cursos segmentados a horarios ajustables y en lugares movibles. Es así como las

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U F L pueden responder a cambios del mercado y a las variaciones de la demanda de los estudiantes (Batley & Badway, 2004).

c. Las U F L han creado un nuevo modelo de nego­cios para la educación universitaria, con econo­mías de escala y utilizando más intensivamente toda la tecnología comunicacional; además, se fo­calizan más en la enseñanza y en el aprendizaje. Hay ayudantes de cátedra disponibles las 24 ho­ras, los siete días de la semana (Steven Pearlstein, 2010).

d. Las universidades convencionales (de E E . U U . ) también tienen altas tasas de deserción y de mo­rosidad. Aún cuando las tasas de las U F L son algo más elevadas, hay que considerar que los estu­diantes de las U F L son jóvenes de más alto riesgo académico.

En síntesis, «las universidades con fines de lucro no son todas enteramente malas ni las universidades estatales son todas enteramente buenas» (Cowan, 2004; Brasil). «Hay algunas U F L malas pero no por eso hay que eliminarlas a todas» (editorial Washington Post). En efecto, «hay U F L que tienen un desempeño similar a las que no tienen fines de lucro; y hay universidades sin fines de lucro que se parecen a las UFL» (Goldie Blumenstyk, 2011; E E U U ) .

En E E . U U . (U.S .A. Department of Education) han surgido diversas propuestas orientadas a supervisar

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y regular el comportamiento de las U F L . Las U F L de­bieran hacerse responsables de los supuestos beneficios económicos que prometen a sus estudiantes. Según un planteamiento del Presidente Obama estas U F L de­bieran preparar y capacitar a sus estudiantes para que puedan desempeñarse en empleos productivos y que ganen una remuneración que les permita pagar el cré­dito que han solicitado. Para velar por el cumplimiento de este efecto se ha sugerido el uso de indicadores cuo­ta deuda/ingreso mensual, en que el gobierno define empíricamente la cota de estos indicadores.

Esta propuesta parece atractiva. Pero si hay uni­versidades sin fines de lucro (estatales o privadas) en que sus egresados no se diferencian mucho de los egre­sados de las U F L , entonces ¿por qué no se establece ese planteamiento como algo general para todas las universidades?

Dada esta discusión, parece conveniente abor­dar una cuestión delicada. Las universidades chilenas tradicionales del C R U C H ¿no están involucradas en actividades lucrativas? Una respuesta formal sería la si­guiente. Hay que distinguir entre lucro y excedente. Las universidades tradicionales (del C R U C H ) , debido a la política de autofinanciamiento, realizan actividades que generan excedentes. Estos excedentes se reinvierten en las actividades universitarias; en concreto, no hay distri­bución de excedentes a través del mecanismo de bonos especiales o «premios monetarios» para las autoridades universitarias (o para los dueños de la universidad). En

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LUCRO 0 NO LUCRO, ¿ES ESE EL DILEMA?

las U F L , parte de los excedentes son transferidos a los dueños, lo cual los transforma en lucro21.

Lo anterior sugiere implícitamente que hay di­versos mecanismos por medio de los cuales una U F L puede transformar todas sus ganancias en excedentes, reduciendo su nivel de lucro a cero. Luego, aún cuan­do haya una superintendencia de Educación Superior controlando a las U F L , estas van a encontrar la vía para transferir el eventual lucro a sus dueños. Luego, ¿tiene sentido legislar para que no haya U F L si esta ley va a ser violada como lo ha sido hasta ahora?

E l debate sobre el lucro tiene una dimensión ideológica-política que hace difícil su solución si nos centramos en aspectos puramente técnicos. E l lucro es un «símbolo».

Estar «contra el lucro» es una consigna emble­mática; es como estar «contra el capitalismo». En el capitalismo las empresas tienen como objetivo la maxi-mización de ganancias. La generación de ganancias ge­nera recursos para las empresas las cuales reinvierten y permiten la expansión de la producción. En breve, la maximización de ganancias constituye el motor del

Según el diario El Mostrador (agosto 17, 2011) la Universi­dad Andrés Bello (33.000 estudiantes) habría tenido una utilidad de $14.500 millones (US$32 millones) y la utilidad de la Universidad Autónoma (14.000 estudiantes) sería casi $12.000 millones (US$26 millones); si los dueños retiran esos montos (por diversas vías), ese es el lucro generado por esas universidades.

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crecimiento económico y, por lo tanto, el motor del ca­pitalismo. Atacar el lucro (o ganancia) implica atacar al sistema capitalista.

Pero, ¿por qué habría que prohibir las universi­dades con fines de lucro y no hacer lo mismo con los C F T (Centros de Formación Técnica) e IP (Institutos Profesionales)? No hay una respuesta lógica. Augusto Pinochet dictó en 1981 una ley que prohibía las univer­sidades con fines de lucro y ese es el punto de referen­cia. ¿Se puede entonces cambiar esa ley?, ¿«vamos a ser más retrógrados que Pinochet»? 2 2

¿Es la existencia de las U F L el problema principal de la educación universitaria?

Si se acabaran las U F L , ¿disminuirán los arance­les y mejorará la calidad del resto de las universidades? Obviamente, no. Y tampoco se va a debilitar el sistema capitalista.

Es por esto que, a mi juicio, focalizar el proble­ma de las universidades fundamentalmente en el lucro desvía el debate de los problemas de fondo: elevados aranceles, calidad y endeudamiento.

Desde el punto de vista de un joven estudiante ¿qué diferencia podría tener para él el estudiar en una universidad con o sin fines de lucro? Lo fundamental para un joven es ingresar a una universidad. E l joven no ingresa a una universidad estatal o a una universidad

Jorge Arrate en un debate en la radio de la Universidad de Chile.

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LUCRO 0 NO LUCRO, ¿ES ESE EL DILEMA?

con fines de lucro o a una universidad sin fines de lucro. Ingresa a la universidad.

La universidad lo va a formar en tres dimensio­nes diferentes. Como profesional capaz y responsable; como ciudadano criterioso preocupado del bienestar social y como ser humano que comprende el mundo en el cual vivimos. Para que esto suceda hay ciertos prin­cipios básicos que cada universidad debiera acatar: (i) Excelencia académica, lo cual requiere que haya una especie de claustro académico que vele por la contra­tación de los profesores sobre la base de antecedentes académicos. Por el lado de los estudiantes tiene que haber centros de alumnos que velen por las cuestiones gremiales de los estudiantes y que supervisen la calidad de la docencia, (ii) Pluralismo de alumnos y profesores, (iii) Libertad académica.

Si todas las universidades cumplen con estos principios, y hay mecanismos institucionales como la superintendencia de Educación Superior que supervise y fiscalice esto, no interesa realmente que haya U F L . Tal vez, como se plantea en E E . U U . y Brasil, a estas U F L

hay que supervisarlas permanentemente y con mayor profundidad que al resto.

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

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«Educación de calidad» es una de las peticiones y aspira­ciones de los escolares, estudiantes universitarios y, en rea­lidad, de toda la sociedad. ¿Quién podría discrepar de este objetivo? Entonces, ¿por qué no se implementa? Como veremos en este capítulo, hay serias dificultades para defi­nir qué es la calidad en la educación y cómo se mide esta calidad. En consecuencia, no es en absoluto trivial iden­tificar y definir las políticas adecuadas para aumentar la calidad de la educación. En síntesis, sabemos lo que que­remos pero no tenemos la menor idea de cómo lograrlo.

Pero seamos más pragmáticos y examinemos una cuestión importante. Las universidades chilenas ¿son buenas o más o menos?, ¿qué calidad tienen? Para res­ponder esto no es lógico utilizar la institucionalidad nacional preocupada de evaluar la calidad de las institu­ciones de educación superior, por ejemplo, la Comisión Nacional de Acreditación ( C N A ) 2 3 . Aun cuando el rol

Para la historia y la lógica de las políticas, programas e insti­tucionalidad vinculada a la calidad de la educación superior,

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

de esta institucionalidad es dar garantías públicas de la calidad de una determinada institución de educación superior que ha sido acreditada, para este efecto utiliza estándares mínimos (de calidad) que se infieren de las instituciones existentes en el país 2 4 .

Se ha sugerido enfocar el tema de la calidad de una universidad desde tres ángulos diversos (Nichol­son, 2011): (i) Calidad considerada como un proceso de transformación; esto pone énfasis en el valor agregado por la institución, (ii) Calidad asociada a insumos de gran capacidad que producen un excelente resultado, (iii) Calidad cuantificada monetariamente, vía tasas de retorno y/o remuneraciones en el mercado profesional.

Utilizando una combinación de los mecanismos descritos previamente para operacionalizar el concepto de calidad, podemos construir un gráfico comparativo sobre el valor agregado de las universidades chilenas respecto de las universidades de los países desarrollados. E l resultado obtenido es sorprendente. En el Gráfico 9 se aprecia que el valor agregado de las universidades chilenas25 es muy superior al de los países de la O C D E ;

ver Brunner (2009); incluye Programa de Mejoramiento de la Equidad y Calidad (MECESUP), Convenios de Desempeño para el Desarrollo de Áreas Prioritarias, Comisiones de Acre­ditación de Pregrado, Comisión Nacional de Acreditación (Ley N° 20.129; 2006).

2 4 Ver M.J . Lemaitre (2011) y Brunner (2009). 2 5 Para la metodología de cálculo del valor agregado de las uni­

versidades chilenas, ver Lara, Meller y Valdés (2010).

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

incluso llega a triplicar a las de E E . U U . , consideradas las mejores universidades del mundo. Luego, pareciera que las universidades chilenas tienen una calidad óptima desde el punto de vista internacional.

Sin embargo, el tipo de resultado observado nos obliga a hacernos varias preguntas: ¿Por qué las univer­sidades chilenas no están entre las cincuenta o cien me­jores universidades del mundo? ¿Por qué no vienen los estudiantes de E E . U U . , Europa o Asia a estudiar y gra­duarse en Chile? ¿Será por problemas de información, de idioma, distancia? Tal vez no han visto este gráfico. Obviamente la respuesta es otra.

Gráfico 9 VPN* DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN

PAÍSES DESARROLLADOS Y CHILE (Miles de US$)

-

Chile

EE.UU. •

Alemania I I M I W 64 -

OECD H i 52 - Las universidades chilenas son las Australia 47 Las universidades chilenas son las

- que tienen mayor valor agregado Canadá 24

Corea 21

España 20

Suecia 17

( 1 50 100 150 200 250 300 350 Miles de USS

* VPN: Valor Presente Neto. Fuente: OECD (2009), Education at a Glance, valor promedio. Datos para Chile: Lara, Meller y Valdés (2010).

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

La metodología de cálculo del valor agregado de las universidades se hace con respecto a la educación media o secundaria. Por lo tanto, el valor agregado de la educación universitaria chilena es alto respecto de la base de comparación, la cual corresponde a la educa­ción media; el nivel de la educación escolar chilena es relativamente muy bajo. En cambio, en los países de­sarrollados, no existe un desnivel tan grande como acá entre los jóvenes que sólo tienen educación escolar y los que tienen educación universitaria. Por esto en Chile, lograr acceder a la universidad produce un cambio radi­cal en las perspectivas futuras de los jóvenes egresados de la educación media.

En síntesis, lo que revela el gráfico anterior, no es la alta calidad de las universidades chilenas sino la precaria calidad de la educación escolar.

Para tener una idea aproximada de la calidad de las universidades chilenas veamos ahora los rankings internacionales convencionales de comparación de universidades. Estos rankings son un fenómeno global relativamente reciente que ha adquirido gran populari­dad. Diversas razones motivan la elaboración de estos rankings globales (Stensaker &, Kehm, 2011). (i) Los rankings responden a la demanda por información res­pecto de la calidad de las universidades. Esto se acen­túa cuando se aprecia que ha habido un gran aumento de universidades, (ii) Los rankings actúan como un mecanismo de control social respecto de las universi­dades que quedan en los lugares de abajo de este. Por

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

otra parte, se convierten en una especie de mecanismo de regulación, en que la mayoría trata de imitar a las universidades que están en la parte de arriba del ran-king. (iii) Los rankings inducen a las universidades a una competencia por prestigio y por establecer una identidad propia.

En el ranking elaborado por el diario inglés The Times (Higher Education Suplement) sobre las dos­cientas mejores universidades del mundo, no hay nin­guna universidad latinoamericana. La metodología utilizada consistió en encuestas dirigidas a 13.400 aca­démicos de 131 países. Los indicadores de desempe­ño utilizados fueron: cantidad de citas de artículos de investigación, cantidad de investigadores, cantidad de estudiantes con doctorado, mezcla internacional entre estudiantes y profesores, innovación (N° de patentes). Dado los indicadores utilizados, no resulta extraño que no aparecieran universidades latinoamericanas. E l co­mentario de The Times es sarcástico: «Las universida­des latinoamericanas no causan la misma sensación que sus equipos de fútbol».

Afortunadamente hay diversos rankings inter­nacionales. En el QS World University Ranking del 2010 aparecen diez universidades latinoamericanas (de un total considerado de 700) entre las 500 mejo­res universidades del mundo. Hay sólo dos universida­des chilenas: la Universidad Católica (lugar 331) y la Universidad de Chile (lugar 367). En este caso los in­dicadores utilizados fueron número de investigaciones

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

publicadas y opiniones de los pares. Algo similar sucede con el Shanghai University Ranking.

Un «ranking mundial de universidades de la web» (webometrics) que cubre 12.000 universidades y que in­cluye a la totalidad de las universidades chilenas, pro­porciona para el año 2011 los siguientes resultados para la categoría académica (scholar): (i) Sólo hay cuatro universidades chilenas entre las primeras mil; Univer­sidad de Chile (lugar 244), Universidad Católica (lugar 577), Universidad Austral (lugar 806) y Universidad de Concepción (lugar 935). (ii) En el rango siguien­te 1.000 a 2.000 hay ocho universidades chilenas, (iii) En el que sigue 2.000 a 5.000 hay quince universidades chilenas, (iv) Más allá del lugar 5.000 del ranking, están el resto de las universidades chilenas (33).

Dada la evidencia existente podría decirse que las universidades chilenas no están en los lugares top de los rankings internacionales.

Un mecanismo de consuelo consistiría en privile­giar las críticas que se han efectuado a la metodología de elaboración de los rankings: (i) ¿Por qué se usan esos indicadores y no otros? (ii) ¿Cómo se combinan distin­tos indicadores?, ¿cómo se determinan las ponderacio­nes que se le da a cada indicador? (iii) Una universidad puede ser buena en una disciplina y no en otra; ¿cómo se discrimina? (iv) E n resumen, un solo indicador (lu­gar en el ranking) no puede proporcionar la informa­ción completa respecto de lo que hace una universidad y, en consecuencia, ser el indicador de su calidad.

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

No obstante los cuestionamientos, los rankings tienen un efecto pernicioso. Inducen a las universida­des a mejorar los lugares en los cuales aparecen y tra­tan de quedar por arriba de su competencia local. Esto lleva a las universidades a invertir recursos en mejorar aquellos indicadores utilizados en la elaboración de los rankings. Este es otro factor de aumento de costos que luego repercute en alzas de aranceles.

Guste o no guste, los rankings desempeñan un rol en la percepción de la gente con respecto a la calidad de las universidades, aun cuando sea sobre bases me­todológicas imprecisas. Algo capta, referente a la cali­dad relativa de las universidades. No es casualidad que sean la Universidad de Chile y la Universidad Católica las dos universidades chilenas que más destacan en los rankings. Por otra parte, ha habido una participación de expertos sugiriendo los indicadores más adecuados que están vinculados directa o indirectamente a la calidad de una universidad. En el caso de los insumos principa­les se utilizan las características académicas de alumnos y profesores; aterrizando esto en Chile, significa impor­tar el puntaje de corte de la PSU y el nivel y cantidad de profesores con postgrado. Faltan indicadores asociados al know how y la calidad de los egresados.

Imitando lo que se hace a nivel escolar con las pruebas internacionales PISA para determinar la calidad de los escolares chilenos, utilizaremos un test internacio­nal de comprensión de lectura a nivel de profesionales y gerentes.

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADOI Patricio Meller

Aplicaremos un enfoque utilitarista para evaluar la calidad de los egresados de las universidades chilenas. Estamos viviendo en un mundo global. Los profesiona­les que egresan de las universidades chilenas ¿tienen la capacidad adecuada para desempeñarse en este entorno globalizado?, ¿podrían sustituir a los ejecutivos egresa­dos de universidades de países desarrollados que ocu­pan los altos cargos de las empresas multinacionales?

E l factor humano desempeña un rol crucial en este mundo global. En efecto, la globalización ha trans­formado al planeta en un solo gran mercado. En este mercado globalizado «todo se mueve»: hay libre co­mercio de bienes y servicios, libre flujo de inversiones, libre movilidad de flujos financieros, las innovaciones técnicas y la nueva tecnología llegan rápidamente a to­das partes. Todo se mueve... menos la gente; el factor trabajo se queda en sus respectivos países. Es cierto que hay migraciones, pero la magnitud de estas es relativa­mente reducida; el flujo de trabajadores migrantes es inferior al l%o (uno por mil) de la fuerza de trabajo mundial, mientras que el stock de migrantes es alrede­dor del 3,5% de la población mundial.

Desde un punto de vista empírico, podría decirse que el factor humano es un «factor fijo» en el mundo globalizado; no cruza fronteras. En esta globalización, lo que se mueve se transforma en commodity. Enton­ces, el aumento de la competitividad internacional va a estar asociada al factor fijo, esto es a la gente. De ahí que la implicancia de la política económica enfatice la

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

formación de capital humano. Pero se necesita capital humano con capacidad de generación de ideas particu­larmente para el siglo X X I , el siglo del conocimiento, la información y la innovación. Se cree que las universida­des son cruciales para esto (¿es así?).

Desde el punto de vista productivo y competitivo los profesionales y gerentes constituyen la cúspide de los tipos de capital humano. Luego resulta de interés exa­minar la calidad de los profesionales y gerentes chilenos.

No existen mediciones directas de comparación in­ternacional de la calidad de los profesionales y gerentes. En este mundo global, parte de las destrezas que debie­ran tener son las habilidades de comprensión de lectura, puesto que en este siglo X X I son cruciales la información y el conocimiento. Luego, es fundamental que un profe­sional y/o gerente adquiera, comprenda y procese ade­cuadamente (y oportunamente) la información existente.

Para medir esta habilidad, se ha aplicado a perso­nas adultas la encuesta IALS (International Adult Lite-racy Survey; 25 a 64 años) que se basa en un indicador moderno con graduación continua de comprensión de lectura. La misma encuesta fue aplicada a una muestra suficientemente grande de personas en veinte países, entre los que se encontraba Chile ( O E C D , 2000). En este tipo de test internacional, Chile ocupó el penúltimo lugar del ranking. Tuvimos suerte que estaba Portugal.

Es cierto que la mayoría de los veinte países eran países desarrollados. Sin embargo, el problema más grave radica en las magnitudes encontradas. En Canadá,

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

Finlandia, Noruega, E E . U U . y Australia cerca del 40% de los profesionales y gerentes demuestra aptitudes ade­cuadas (niveles 4 y 5) para el siglo de la información y del conocimiento. En cambio en Chile sólo el 10% de los profesionales y gerentes logra esos niveles. Por otro lado, casi el 60% de los profesionales y gerentes chilenos tienen un deplorable grado de comprensión de lectura (niveles 1 y 2), esto es, son «analfabetos digitales funcionales» 2 6. Cabe señalar que este test fue aplicado aquí y en idioma español. En la mayoría de los otros países el porcentaje de profesionales y gerentes con bajo grado de comprensión de lectura es inferior al 25%.

Gráfico 10 PROFESIONALES Y GERENTES CON ALTA

COMPRENSIÓN DE LECTURA (Nivel 4/5)

60% "i —

Canadá Finlandia Noruega Estados Australia Nueva Irlanda Chile Portugal Unidos Zelanda

Fuente: IALS 0ECD (2000).

2 6 «Analfabetos digitales funcionales»: son aquellos que manejan muy bien la tecnología digital, pero no son capaces de com­prender la información contenida.

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

Gráfico 11 PROFESIONALES Y GERENTES CON DEFICIENTE

COMPRENSIÓN DE LECTURA (Nivel 1/2)

Portugal Chile Irlanda Nueva Estados Canadá Australia Noruega Finlandia Zelanda Unidos

Fuente: IALS 0ECD (2000).

La implicancia es bastante negativa para la cali­dad de nuestra educación superior. Si la mayoría de la cúspide de la estructura ocupacional chilena no entien­de lo que lee, entonces ¿quién va a generar ideas aquí en este siglo XXI?

Es imperioso implementar el enfoque moderno de capital humano de los países desarrollados. Forma­ción continua a través del ciclo de vida, es decir forma­ción permanente «desde la cuna a la tumba». Hasta los profesionales y gerentes tienen que reactualizarse permanentemente.

En resumen, el desafío existente para que la eco­nomía chilena sea competitiva internacionalmente y logre ritmos de crecimientos cercanos al 7% no es

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menor. Un alto porcentaje de nuestros profesionales y gerentes tiene que aumentar notoriamente su habilidad de comprensión de lectura.

Una digresión. Un interesante libro de Oscar Luis Molina (2006) plantea las características asociadas a países en los que prevalece una cultura oral y una cultu­ra impresa. La nuestra y la de casi toda América Latina es una cultura oral; esto es lo que influye notoriamente en la baja calidad educacional de la población, y no sólo de los niños que dan la prueba S I M C E , sino que como hemos visto también incluye a los profesionales.

La cultura oral corresponde a la etapa pre-mo-derna. La modernidad empieza con la imprenta (año 1455). En una sociedad basada en la cultura oral ope­ra un mecanismo de transmisión materno-infantil. Las relaciones sociales tienen una estructura tipo clan, basada en relaciones de parentesco. En las empresas y en los partidos políticos predominan las relaciones fa­miliares en desmedro de relaciones profesionales o de ciudadanos.

En una sociedad oral, la palabra desempeña un rol fundamental; «así se hacían las cosas», «siempre fue así». Esto genera mitos y clichés, lo cual condiciona y restringe la acción de las personas. La percepción del mundo y la manera de pensar se tornan dicotómicas. E l todo o nada, amigo-enemigo, nosotros-ellos.

En breve, la cultura oral es terreno fértil para el fundamentalismo, para los rituales y para los actos sim­bólicos. De aquí surge una desconfianza hacia todo lo

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

nuevo y a no confiar en los vecinos. Vale la pena distin­guir entre nuevo y novedoso; nuevo se refiere aquí a las ideas, y novedoso, a las cosas materiales. Alguien puede odiar las nuevas ideas y simultáneamente ser fanático de los novedosos equipos electrónicos.

Para la comprensión del mundo, la sociedad oral utiliza el «mito de la escalera». Cada individuo ocu­pa un determinado peldaño de la escalera el cual está determinado por la cuna. Este sitio no es fácilmente modificable. En consecuencia, el «mito de la escalera» justifica el statu quo y la inmovilidad.

Los técnicos y expertos que hay en la sociedad oral tienen la información y son meros repetidores de lo que se genera en las sociedades con cultura impresa. Estos expertos asumen que son los sacerdotes de la mo­dernidad; sin embargo, confunden modernización con eficiencia técnica.

En las sociedades con cultura impresa, los libros desempeñan el rol principal. Las personas expuestas a la palabra impresa adquieren necesariamente un mayor grado de racionalidad; aumenta la disposición al análi­sis y al cuestionamiento. Hay distintas interpretaciones respecto de lo que se lee; esto induce a mayor apertura mental y una aceptación y valoración del pluralismo.

La lectura es una acción individual que permite captar la existencia de un mundo complejo. Esto puede aumentar la angustia y reducir la certidumbre respecto del futuro. Pero genera desafíos, lo cual estimula el pen­sar y la creatividad.

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Las reformas educacionales en Chile se han he­cho al margen del libro; los textos escolares no son libros propiamente tal. ¿Existen cifras sobre cuántos libros lee un escolar y un universitario por mes? ¿Por qué no hacer un ranking de colegios y universidades según el número de libros que leen los escolares y los estudiantes universitarios?

En breve, la calidad de la educación está asociada a la cantidad y tipo de libros que leen los escolares y los estudiantes universitarios.

En Suecia en el siglo X V I I se decreta como obli­gatoria la lectura en la enseñanza escolar. En el censo de población sueco del siglo X V I I hay dos preguntas: ¿lee Ud. bien?, ¿lee Ud. regularmente? En el censo chileno de población de 2003 no hay ninguna pre­gunta sobre el número de libros que hay en la casa o el número de libros que leen las personas; en cambio hay numerosas preguntas respecto del número y tipo de distintos electrodomésticos. E l mensaje es claro: en Chile los electrodomésticos importan y los libros no. Además, se puede apreciar que la distancia a la cual estamos de los países escandinavos es superior a un siglo.

En Estados Unidos, las bibliotecas compran un millón de libros a la semana. Ajustando por la dife­rencia poblacional esto correspondería a que en Chile las bibliotecas compraran 50.000 libros a la semana. E l presupuesto anual de la D I B A M alcanza para comprar 50.000 libros...por año. En Finlandia la gente compra

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CALIDAD DE LAS UNIVERSIDADES

en promedio ocho libros por año; aquí en Chile, el pro­medio es apenas de un libro anual por persona.

Para competir en el mundo moderno del siglo X X I es necesario generar ideas y capacidad para innovar. D i ­fícilmente va a poder hacerlo un país en que predomina la cultura oral. Una reforma educacional cuyo propósito fundamental es mejorar la calidad debiera plantearse un objetivo simple pero crucial: Aprender a leer libros. Habría que partir en el primer año básico y reiterar­lo en toda la educación básica, media y universitaria. E l ideal sería incluir también a la población adulta, la presente y la futura.

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LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES

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E n 1980 sólo había ocho universidades; hoy hay más de sesenta. ¿Cómo son los egresados de estas nuevas universidades? E l 70% de los alumnos universitarios en Chile estudia en planteles privados. ¿Debiera impor­tar el hecho que muchas de estas universidades tengan dueños con una determinada tendencia religiosa y/o ideológica?

Además de conocimiento, las universidades transmiten valores, por lo que si los dueños de alguno de estos centros de estudio sólo contratan a profesores que piensan como ellos y con su mismo tipo de valo­res, nos enfrentamos a una verdadera «universidad de los clones». Sus profesionales egresados son, entonces, perfectos clones, con los mismos valores e ideología que los dueños.

L a composición homogénea de los alumnos re­fuerza este concepto, porque parte del aprendizaje universitario se genera en la interacción con los compa­ñeros, lo que exige diversidad. Pero si las universidades reproducen la composición de los colegios, entonces los

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

alumnos se juntan con sus similares y la burbuja univer­sitaria reemplaza a la burbuja colegial.

Los Gráficos 12 y 13 permiten visualizar esta burbuja universitaria para un conjunto de universi­dades seleccionadas de Santiago. Los estudiantes que ingresan a una universidad provienen de tres tipos de colegios de enseñanza media: particular pagado ( P P ) , particular subvencionado (PS) y municipalizados (M) . E n el Gráfico se utiliza el «Indicador de Segregación» que mide el porcentaje de los estudiantes de colegios P P respecto del total. Se observa lo siguiente: (i) Hay dos universidades, Los Andes y Adolfo Ibáñez, en que so­bre el 80% de sus estudiantes provienen de los colegios P P . Le siguen dos universidades, Católica ( P U C ) y De l

Gráfico 12 INDICADOR DE SEGREGACIÓN

(Particular Pagados / Total)

Universidades "Cota Mil"

Fuente: CNED, Consejo Nacional de Educación.

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LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES

Desarrollo ( U D D ) cuyos porcentajes están en torno del 65%. (ii) Por otra parte, hay dos universidades (de San­tiago) que se caracterizan por tener bajos porcentajes de alumnos de los colegios P P , U S A C H con 10%, Santa María ( U T F S M ) con 22% y Andrés Bello con 25%.

Gráfico 13

INDICADOR DE NO-DIVERSIDAD (Particular Pagados/Total)

Fuente: CNED, Consejo Nacional de Educación.

E n el Gráfico 13 se utiliza el «Indicador de N o -Diversidad»2 7 que mide el número de alumnos de cole­gios P P respecto del número de alumnos de colegios M ; esto implica cuántos alumnos provenientes de colegios P P hay por cada alumno proveniente de colegios M . Los

Este Indicador ha sido sugerido por Rodrigo Moser.

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resultados obtenidos son: (i) H a y dos universidades, Los Andes y Adolfo Ibáñez, que tienen 22 alumnos PP por cada alumno M ; hay una tercera universidad, U D D en que esta relación es de 13 a uno. (ii) E n el resto de las universidades, esta relación se reduce a un dígito.

Tabla 6 INDICADORES DE DIVERSIDAD ESTUDIANTIL SEGÚN TIPO DE

COLEGIO PARA UNIVERSIDADES SELECCIONADAS* (2010)

Universidad

Particular Pagado /Total

Particular Pagado /Municipal Universidad

[Porcentaje] [Número]

Los Andes (UANDES) 81% 22

Del Desarrollo (UDD) 65% 13

Adolfo Ibáñez (UAI) 81% 22

U.de Chile (UCH) 36% 2

Católica (PUC) 66% 6

De Santiago (USACH) 10% 0

Federico Santa María (UTFSM) 22% 1

De Concepción (UCONCE)** 14% 0

Diego Portales (UDP) 44% 3

Andrés Bello (UNAB) 25% 1

Mayor (UMAYOFí) 42% 3

* Sedes en Santiago. ** Sede Concepción.

Fuente: CNED, Consejo Nacional de Educación.

Utilizando conjuntamente ambos indicadores, el «Indicador de Segregación» y el «Indicador de N o - D i ­versidad», es posible apreciar que el padre Felipe Berríos

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LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES

(2009)2 8 tenía razón: las tres universidades de cota mil , Los Andes, Adolfo Ibáñez y U D D (Del Desarrollo) se caracterizan por segregar y tener un bajo grado de diver­sidad. N o obstante las airadas reacciones de los ejecu­tivos y egresados de esas universidades ante la columna del padre Berríos, la interrogante formulada por este si­gue vigente: ¿se estarán dando cuenta los estudiantes de estas universidades de la existencia del Chile «real», o se estarían formando en una «burbuja»?

E l rol de la universidad es educar a los jóvenes para que tengan pensamiento propio, para lo que -entre otras cosas- se requiere que en cada curso se produzca una suerte de «mercado de las ideas», donde los futuros profesionales sean expuestos a un intercambio amplio, fundamentado y diverso de pensamientos u opiniones. Esto permite que cada joven descubra su propia verdad de entre un set de planteamientos diferentes y no a tra­vés de una sola postura dogmática.

Por otra parte, ¿pueden los profesores universita­rios plantear ideas distintas a las de los dueños? (Me-nand, 1996).

De ahí que la responsabilidad de un académico, tanto de universidades privadas como estatales, sea con la sociedad (y con sus pares). N o con los dueños de la universidad. Así de tajante.

Para clarificar esto, veamos cuál es la diferencia entre una universidad y una consultora (que emplea

2 8 Revista El Sábado de El Mercurio, 3 de enero, 2009.

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UNIVERSITARIOS. ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADO! Patricio Meller

profesionales). Cuando una empresa (o una agencia pú­blica) contrata a una consultora para analizar un pro­blema o una situación específica, le interesa el análisis, pero también le plantea o impone cuáles son las conclu­siones que desea como resultado. Cuando una empresa contrata a la universidad para analizar un problema o una situación específica, los académicos tienen la i n ­dependencia para generar cualquier tipo de conclusio­nes, aun cuando estas vayan contra los intereses de la empresa contratante. De aquí es posible extrapolar que los propietarios de una universidad (privada o estatal) no pueden imponer su visión y sesgos a los profesores; luego, no pueden despedir a un buen académico por discrepancias ideológicas. E n una consultora, por an­tonomasia, no hay restricciones al respecto; los dueños deciden a quién contratan y a quién despiden.

Para preservar su función esencial, una universi­dad tiene que evitar que su dueño (empresario privado, administración estatal o grupo religioso) le restrinja o le imponga a los profesores lo que pueden y lo que no pueden enseñar. Más allá de lo ya expuesto, esto es lo que haría una institución de adoctrinamiento dedicada al proselitismo. Desde el punto de vista de las políti­cas públicas, ¿debiera haber financiamiento o subsidios públicos para este tipo de universidades?

¿Por qué quién financia los gastos de la universi­dad, sea un agente privado o público, no debe tener el control de lo que se enseña? ¿Por qué el dueño (privado o público) de una universidad tiene el derecho a cerrar

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LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES

la universidad pero no puede despedir a un (buen) aca­démico con el cual tiene serias discrepancias ideoló­gicas? L a respuesta ha estado asociada al concepto de libertad académica.

L a libertad académica implica que un profesor universitario debe ser juzgado por la calidad de su que­hacer académico y esta únicamente la pueden evaluar sus pares.

Para que la universidad pueda cumplir de manera seria con los roles de docente e investigación, requiere tener autonomía. E n efecto, el proceso de producción académica es bastante más complejo y problemático que los (procesos) asociados a los sectores productivos. E l aprendizaje y la transferencia de conocimiento son asuntos que no se pueden estandarizar. L a secuencia de enseñanza de una materia, la mejor forma de expli­car un determinado tópico, la selección de los ejemplos adecuados, la distinción entre lo relevante y lo acce­sorio, el tipo de preguntas o problemas de las evalua­ciones, etc., varían a través de las distintas disciplinas y a través de los profesores. Basta con señalar algunas cuestiones básicas asociadas al proceso pedagógico para visualizar la magnitud de la labor involucrada; ¿cómo conseguir que haya aprendizaje?, ¿cómo lograr que el neófito «aprenda a aprender»?, ¿cómo hacer que los estudiantes adquieran criterio?

Por otra parte, en el proceso de investigación uni­versitaria es imposible establecer reglas, y los resultados de esta investigación son (en general) imprevisibles.

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¿Cómo funciona el proceso creativo?, ¿cómo surgen las ideas?, ¿cómo anticipar lo que se va a encontrar o des­cubrir antes de efectuar la investigación?

E n breve, la docencia y la investigación requie­ren un alto grado de libertad de acción intelectual para los académicos y para que la universidad pueda cumplir cabalmente con su función. L a autonomía universitaria implica que la comunidad académica tiene el poder de decisión sobre el quehacer de la universidad sin ningu­na interferencia externa.

L a premisa de que «el que pone la plata pide la música» puede que genere algunas canciones, pero no.. . universidad. N o es obvio por qué la sociedad decide proporcionar recursos a una institución como la univer­sidad para que pueda generar crítica y cuestionamiento a los líderes y grupos de poder de esa misma sociedad.

L a libertad académica no es una especie de «bono extra» que perciben los profesores universitarios (Has­kell, 1996). E n realidad, es el principio fundamen­tal que legitima todo el quehacer académico, desde la contratación de profesores hasta lo que se enseña en la sala de clase. E n un juicio resuelto por la corte supre­ma de E E . U U . (año 1967) el juez Brennan (a nombre de la mayoría de los jueces supremos) planteó que «la libertad académica (...) es un valor trascendente para todos y no sólo para los profesores involucrados (...) L a sala de clase es una especie de mercado de las ideas. E l futuro de la nación depende de líderes que han sido expuestos a un intercambio amplio y sólido de ideas en

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LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES

que cada uno descubre la verdad entre un conjunto de diversas posiciones y no a través de una sola postura dogmática» (citado en Haskell, 1996, pág.47).

Reiterando, la responsabilidad de un académico es principalmente con la sociedad y con sus pares y no con los dueños de la universidad; su deber es con el sa­ber y el conocimiento ante los cuales la universidad está éticamente comprometida. L a relación debiera ser aná­loga a la de un paciente que escoge un doctor para que resuelva qué hacer ante una enfermedad; una vez que el paciente selecciona al doctor, es este el que establece el tratamiento, por cuanto es el que tiene las ventajas comparativas del know how.

Dado el propósito central de la universidad de generación de nuevo conocimiento, resulta crucial que haya un ambiente de cuestionamiento crítico y libre i n ­tercambio de ideas y opiniones.

L a libertad académica es importante para que las personas alcancen el ideal del individualismo ético (Rescher, 1996). Todo ser humano tiene que tener la posibilidad de definir lo que quiere hacer con su vida y la responsabilidad de tratar de lograr el mayor éxito posible. Luego, la libertad académica actúa como estí­mulo y protección de la definición de las convicciones personales. Los opositores de la cultura del indivi­dualismo ético son los partidarios de la cultura de la homogeneidad y de la conformidad, como el caso de Khomeini en Irán y Torquemada en la España de la Inquisición.

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Una universidad que preserva su función esen­cial tiene que evitar dos riesgos extremos para no tener clones como egresados. Por una parte, que el dueño le diga (o le imponga) a los profesores lo que pueden y lo que no pueden enseñar, y la forma cómo hacerlo. Esto es lo que haría realmente una institución de adoctri­namiento. Por otra parte, que el aparato político o las agencias públicas politicen la actividad académica. Una universidad politizada va a generar muchas opiniones, pero ningún conocimiento. Estos dos riesgos se pueden prevenir si se respeta la libertad académica.

Por eso son imperativos la libertad académica y el pluralismo (tanto en profesores como en alumnos). Hay un pluralismo mal entendido basado en el prin­cipio de libertad de elección. Cuando existe un amplio espectro de universidades controladas por grupos con ideologías o valores diferentes y cada joven, utilizando el principio de libertad de elección puede escoger don­de estudiar, según sus preferencias, entonces ¿por qué preocuparse de lo que hacen los dueños?

Porque esta es una situación ideal para la gene­ración de clones de diferentes colores, pero que siguen siendo sólo clones. Cada joven universitario tiene que estar expuesto a conocer posiciones diferentes y dis­crepantes. Obviamente, hay excepciones; presumible­mente existen jóvenes (espero que pocos) que quieren convertirse en clones.

L a universidad es el ámbito propicio para el deba­te franco, abierto y crítico de los temas relevantes para

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LA UNIVERSIDAD DE LOS CLONES

la sociedad. Por esto es importante que todos los pun­tos de vista tengan la posibilidad de ser expuestos.

L a cuestión de fondo radica en que este problema se ha tornado cada vez más agudo. Los «responsables de la clonación» no sólo son los dueños (o los rectores estatales), sino que también los mismos profesores uni­versitarios. Las facultades tienen el sesgo de contratar a profesores que hacen lo mismo que los que ya están adentro. E n breve, traen a nuevos clones. Además, todo esto coexiste con los fundamentalismos académicos (¿se acuerdan de los Chicago boys}).

E n síntesis, ¿por qué es problemático para un país que haya universidades que sólo generan clones? P r i ­mero, porque la estabilidad política puede verse afectada ante pugnas entre clones fundamentalistas de distinto signo. Y , segundo, tan importante como el punto ante­rior, porque el crecimiento económico requiere de agen­tes habilidosos con capacidad innovadora para imaginar cosas nuevas. Los clones, en tanto, sólo están capacita­dos para repetir como papagayos lo que aprendieron.

Si concordamos que este siglo X X I es el de las ideas, entonces las universidades no debieran estar dedicadas a la clonación, sino que decididamente a la creatividad y a la innovación.

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EL MERCADO HA INVADIDO LA UNIVERSIDAD

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L o s escolares antes y los universitarios ahora, están planteando cuestiones de fondo respecto de la educa­ción chilena. E n efecto, la «revolución pingüina» de los escolares (2006) puso como foco central en el debate el problema de la calidad de la educación básica y media. Hemos visto una gran diversidad de propuestas focali­zadas y orientadas a mejorar la calidad de este tipo de enseñanza.

E l cuestionamiento de los universitarios es más complejo, a ratos disperso y confuso. E n efecto, ¿qué tienen que ver con la educación universitaria las de­mandas por una «asamblea constituyente», el «plebis­cito» y la «nacionalización del cobre»? A l plantear esto en un debate con los estudiantes de Ingeniería (de la U . de Chile) y sugerirles que deberían focalizar sus de­mandas en torno a los problemas que les afectaban d i ­rectamente como los elevados aranceles, la calidad de la enseñanza, lo costoso que era el crédito universitario y el delicado problema de la morosidad, la respues­ta fue: «Ud., profesor, no entiende nada; este ya no es

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UNIVERSITARIOS, ¡EL PROBLEMA NO ES EL LUCRO, ES EL MERCADOI Patricio Meller

un movimiento estudiantil... ahora es un movimiento nacional».

Sin embargo, los dirigentes estudiantiles tienen la película más clara y más acotada. Para ellos «el siste­ma (universitario) hay que cambiarlo. ¿Por qué?, por­que el sistema actual simplemente fracasó» (Camila Vallejo, presidenta de la F E C H , El Mostrador, agosto 18,2011). Pero, ¿cuáles son los indicadores asociados a este fracaso? Las universidades chilenas han enfrenta­do satisfactoriamente la gran expansión de la matrícula universitaria de 128.000 estudiantes en 1990 a cerca de 600.000 en el 2011. Además, desde el punto de vista de la movilidad social, se ha señalado reiteradamente que en la actualidad siete de cada diez estudiantes constitu­yen la primera generación que ingresa a la universidad.

Entonces, ¿por qué se habla de fracaso? A pesar de los indicadores anteriores hay un gran malestar por la forma en que está operando el sistema universitario chileno. Los dirigentes estudiantiles han considerado la existencia del lucro como el factor determinante de este malestar. Ojalá la explicación del problema fuera tan simple, porque entonces la solución estaría a la vuelta de la esquina. N o sería necesario siquiera una reforma constitucional ni una nueva legislación. Es cuestión de crear los mecanismos para una vigilancia y fiscalización estricta con elevadísimas multas a quienes infrinjan d i ­recta o indirectamente la legislación vigente que prohi­be las U F L . Incluso se podría incorporar a los dirigentes estudiantiles en estas funciones de fiscalización.

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Reiterando lo que se ha planteado previamente, si se acabaran las U F L , ¿van a disminuir los montos de los aranceles universitarios, va a mejorar la calidad del resto de las universidades, se va a evitar el ritmo de incremento acelerado de los aranceles (por sobre la inflación), va a aumentar el crédito universitario y va a disminuir el cos­to de este, no va a haber más morosidad? Innegablemen­te, no. Entonces la raíz del malestar estudiantil no está vinculada realmente al lucro; este tiene la particularidad de ser más visible. Pero el factor cabal de fondo de ese malestar es «el mercado», el hecho de que sea el mercado el condicionante del comportamiento de las universida­des. Los universitarios han confundido lucro con merca­do. Puede existir mercado sin lucro, y suele haber mucho lucro, particularmente en mercados oligopólicos colusi-vos, cuando no prevalece la competencia del mercado.

E n síntesis, estimados universitarios: «el problema no es el lucro, es el mercado».

Veamos a continuación cómo el mercado ha inva­dido el quehacer universitario y el funcionamiento de todo el sistema. Esto permitirá comprender por qué la solución del malestar universitario es tan compleja.

1. L a concepción del modelo de mercados compe­titivos condiciona la visión prevaleciente sobre el contexto en el cual funcionan las universidades chilenas. Como hay sesenta universidades, según la teoría del mercado, la competencia entre es­tas va a generar una educación universitaria con

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aranceles bajos y de alta calidad, así como sucede en el mercado de las carnicerías y de las zapaterías. Pero el sistema universitario no ha funcionado así.

Las universidades chilenas no compiten vía pre­cios; luego, no existe la necesidad de autorregulación para fijar los aranceles. E l resultado observado es que los aranceles universitarios son relativamente los más caros del mundo y tienen un ritmo de incremento real significativo (muy por encima de la inflación).

Si bien las universidades no compiten vía precio, eso no significa que no haya competencia; esta es vía prestigio, mecanismos de atracción de los mejores estu­diantes y profesores, etc., lo cual genera costos crecien­tes. Cada universidad enfrenta un mercado altamente competitivo que genera el «dilema del prisionero»2 9

(Kirp, 2004). L a acción aislada de cada universidad incrementa los costos de esta, pero además induce un aumento de costos de cada una de las otras universi­dades. U n ejemplo fehaciente lo constituyen los gastos en marketing y avisaje; cada universidad trata de «em­patar» el avisaje de las otras lo cual genera una espiral de gastos en que los únicos y grandes ganadores son

2 9 E l «dilema del prisionero» es un problema fundamental de la teoría de juegos que muestra que dos personas deciden no cooperar entre sí aun cuando ambas se beneficiarían si coope­raran entre ellas. L a decisión basada en el criterio individual (o egoísta) es opuesta a la decisión basada en el criterio coope­rativo (conjunto) o del bien común.

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los medios de comunicación. Algo similar sucede con los sobresueldos que se ofrecen (y pagan) a los «pro­fesores estrellas»; estos sobresueldos actúan como grúa para atraerlos desde otras universidades. Esta situación es uno de esos casos de ineficiencia inducida por la competencia que produce un despilfarro de recursos de las universidades, con costos progresivos que generan aranceles crecientes permanentemente.

L o anterior sugiere que este es un mercado en el cual se requiere que haya regulación por parte del Es­tado. Hay una falla de coordinación entre las univer­sidades lo que genera ineficiencias y despilfarras que terminan pagando los estudiantes.

Por otra parte, las universidades tienen que mos­trar y transparentar sus estructuras de costos asociados a la docencia. Actualmente, parte de los aranceles que pagan los estudiantes está cubriendo gastos vinculados a investigación. Si esta investigación es un bien público, ¿por qué la están financiando los estudiantes? L a pre­gunta básica sigue vigente, ¿cómo se determina el nivel de los aranceles que pagan los estudiantes? Se requiere estudios de costos realizados por agencias del Estado, por cuanto la cuenta asociada a la investigación debería pagarla este. Por eso es que el Estado tiene que estar directamente involucrado en la determinación del nivel de los aranceles y en su ritmo de incremento.

2. Resulta extraño que el problema de la calidad de la docencia no la resuelva la competencia del mer­cado. Como vimos, las universidades no compiten

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vía precio; luego, parecería obvio que debieran ha­cerlo vía calidad de la docencia. Sin embargo, tam­poco hay mucha preocupación por la calidad; no hay, en general, competencia vía calidad de la en­señanza y del aprendizaje. L a explicación de esto está relacionada con que los estudiantes no pue­den comparar ni tampoco discriminar (no tienen elementos de juicio especialmente al ingresar a la universidad) la calidad pedagógica de docentes de distintas universidades. Por otra parte, no existe una metodología para evaluar comparativamen­te la calidad del aprendizaje de los estudiantes de distintas universidades; se requerirían pruebas na­cionales similares a las de la P S U (o P A A ) para los egresados-titulados de diversas carreras.

Los profesores universitarios (jornada completa) no sólo tienen que hacer docencia sino también inves­tigación. Existe un largo debate sobre la interrelación entre estas dos actividades. Se plantea que la investi­gación es condición necesaria pero no suficiente para hacer buena docencia. L a labor de investigación obliga a los académicos a estar al día en los últimos avances de su especialidad y esto se utiliza para la docencia. Pero no es obvio que un buen investigador tenga precisa­mente buenas aptitudes pedagógicas; aún más, para los profesores universitarios no existen cátedras de ins­trucción o enseñanza para transformarlos en distin­guidos docentes. Por otra parte, en la promoción de la

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carrera académica sólo interesan (sólo se computan) los artículos publicados; en consecuencia, los acadé­micos no tienen incentivos para hacer excelentes cla­ses. Esto, obviamente, afecta el nivel de aprendizaje de los estudiantes.

A l haber una masificación de la educación supe­rior, hay una pérdida de calidad del aprendizaje de­bido a dos fenómenos distintos. Primero, al ingresar un mayor número de estudiantes, se admiten alumnos con menores aptitudes. Los profesores tienden a adap­tar el nivel de enseñanza al nivel del alumno prome­dio. Segundo, para evitar un incremento de los costos, las universidades amplían el número de alumnos por cada clase y, además, contratan profesores-hora (jor­nada parcial). E l resultado de todo esto es que los alumnos pagan más por una educación universitaria de menor calidad.

Además, la política de «dejar que funcione el mercado» en la educación superior, puede tener conse­cuencias similares a lo que ha sucedido con la televisión chilena. Cuando las universidades intensifican la com­petencia por atraer estudiantes a través de maximizar las fotos en las páginas de la vida social y,o aumentar los avisos publicitarios (web, periódicos, radio, letreros l u ­minosos, afiches, lienzos, etc.) o incrementando el nú­mero de programas que proporcionan grados y títulos universitarios en tiempo récord, el resultado final puede ser similar a la mediocridad de la farándula televisiva (Duderstadt, 2003).

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N o está demás señalar la diferencia básica que hay entre la televisión comercial y la educación superior. Para la televisión comercial la cantidad de espectadores constituye la dimensión central; si la vulgaridad atrae gente, esto define el tipo de programas. E n el caso de la universidad, la calidad representa la característica bá­sica del quehacer académico. Cuando está presente el problema del financiamiento, la universidad tiene que resolver adecuadamente el dilema de la calidad versus la cantidad. Privilegiar la cantidad de estudiantes pue­de que maximice los ingresos en el corto plazo pero a costa del prestigio institucional de largo plazo. Por otra parte, un excesivo celo en la calidad (de la admisión de estudiantes) puede afectar la viabilidad institucional de largo plazo; en este caso, lo que no debe sacrificarse nunca es la calidad de la docencia y los requerimientos mínimos para aprobar las cátedras.

3. L a lógica del mercado va asociada al autofinan­ciamiento de las universidades. A l suponer que las universidades operan en un mercado competiti­vo y asimilarlas a «como si fueran» una empresa productiva más, se les exige autofinanciarse. Hay argumentos válidos para sugerir que el Estado discrimine entre las universidades y dé un finan­ciamiento preferencial a las estatales; mal que mal, el Estado es el dueño de esas universidades. Sin embargo, en Chile se ha preferido privile­giar los derechos adquiridos. Esto implica que las

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universidades que tienen tratamiento preferencial son las del C R U C H ; ¿por qué?, ¡porque existían antes! E n breve, esto es monopolio de los dere­chos adquiridos.

Veremos más adelante los graves problemas y distorsiones que genera esta política del autofinancia­miento. L a consecuencia práctica es la disminución considerable del aporte público a la educación superior. Como se ha visto previamente, Chile tiene el menor porcentaje del mundo de apoyo público relativo (PIB) a la educación superior.

4. Como consecuencia de lo anterior, la lógica del mercado también se ha extendido a quién debe fi­nanciar la educación universitaria. Para este efecto se ha argumentado que la educación universitaria sería fundamentalmente un bien privado y, por lo tanto, debieran pagarla los estudiantes y sus fami­lias. U n a alta autoridad argumentó que la «edu­cación universitaria es un bien de consumo» igual que una hamburguesa; luego, el que se come la hamburguesa la paga.

E n los países desarrollados la educación superior es considerada una mezcla de bien público y privado y el Estado da un importante apoyo a los estudiantes universitarios.

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5. Como se señaló previamente, en los mercados competitivos prevalece la «ley de un solo precio». E n cada mercado el mismo precio se le aplica a cada consumidor; en una cafetería todos pagan el mismo valor por una taza de café expreso. Se ha consensuado la noción de que todos los estudiantes debieran pagar el mismo arancel para la misma ca­rrera en la misma universidad. L a aplicación de esta «ley de un solo precio» conduce a la aplicación de aranceles parejos en el cobro de las universidades.

Sin embargo, en una sociedad con tal falta de equidad como la chilena, el uso de aranceles parejos constituye un principio retrógrado; se está tratando igual a estudiantes que tienen diferente capacidad de pago. E n las universidades norteamericanas se aplican aranceles diferenciados de acuerdo a la capacidad de pago de las familias de los estudiantes. E n resumen, se viola la «ley de un solo precio» y se aplica discrimina­ción de aranceles según el nivel de ingreso de la familia de los estudiantes.

Una modalidad de implementación del principio de aranceles diferenciados es el uso de becas y créditos. Dado que estos créditos preferenciales y becas tienden a estar focalizados en los jóvenes de las familias de ba­jos ingresos, el uso de aranceles parejos para el resto afecta principalmente a los estudiantes de clase media.

Hay un par de cuestiones adicionales. ¿Cómo se determina el monto de las becas y de los créditos?, ¿qué

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es lo que debieran financiar?, ¿cuál es el ritmo anual de incremento que tienen?, ¿se reajustan según I P C o según el índice de aumento de los aranceles universitarios?

Nuevamente aquí vemos que no puede haber dos mecanismos de reajuste de las variables del sistema uni­versitario que vayan por vías desvinculadas. Si las becas y los créditos están asociados a los aranceles de refe­rencia los cuales se reajustan según I P C mientras que la reajustabilidad de los aranceles efectivos cobrados por las universidades queda al arbitrio de estas, se van a se­guir generando los problemas observados hoy; arance­les que tienen alta incidencia en el presupuesto familiar, becas y créditos con montos insuficientes, aumento de la morosidad, etc. Luego, como se señaló previamente, el Estado tiene que asegurar y estar involucrado en la consistencia de ambos mecanismos de reajustabilidad.

6. E l mercado laboral crea presiones para la profe-sionalización (y especialización) de las carreras universitarias. Así surge la universidad profesiona­lizante; la universidad se transforma en una espe­cie de fábrica productora de «MacEstudiantes» 3 0. Esto se refuerza con la actitud que tienen mu­chos estudiantes cuyo interés en el ingreso a la universidad está orientado fundamentalmente en la obtención de un título, el cual es el mecanismo o credencial para encontrar un empleo. L a actitud

Bailey, Badway & Gumport (2004).

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de estos estudiantes consiste en «pasar» cursos y aprender algunas habilidades y técnicas (las rece­tas y fórmulas para aprobar pruebas y exámenes). N o hay una inquietud por adquirir conocimiento para tener una mejor comprensión del mundo que nos rodea; «interesa más el título que el conoci­miento» (Pvhodes, 2001, pág.35).

L a orientación profesionalizante de las universi­dades genera especialistas que «saben mucho de poco y nada del resto» (Ortega y Gasset, 1930; Bloom, 1987). Los departamentos académicos se transforman en el mundo de referencia casi exclusivo tanto de los es­tudiantes como de los profesores; ambos están total­mente aislados del resto del orbe. Sólo hay interacción entre ellos mismos, o sea, entre clones. N o existe la universidad.

7. Como supuestamente no es rentable en el merca­do, hay una pérdida del rol fundamental de la uni­versidad de «hacer sentido de su época»; esto es, generar una síntesis interpretativa del mundo que nos rodea, decantar la cultura común, reflexionar sobre lo que debiera ser una sociedad éticamente justa, construir una visión histórica compartida (Brunner, 2002, págs.35-37).

Cabe preguntarse «¿qué tipo de seres humanos estamos formando?» E l tiempo para reflexionar sobre

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la muerte no es cuando el joven médico está afanado en la sala de operaciones, sino que durante la discusión de la sala de clases (Pvhodes, 2001). L a implicancia de esto es que es importante enseñar los elementos centrales de cada profesión, pero no basta sólo eso. Hay que pre­ocuparse de la formación humanista de cada profesio­nal. Los egresados de la universidad son ante todo seres humanos que además tienen una profesión específica.

Al ian Bloom (1987) amplía esta deficiencia exis­tente hoy. Los jóvenes ingresan a la universidad con la ilusión de que van a encontrar respuestas a las inte­rrogantes existenciales básicas ¿quién soy?, ¿qué es el Hombre?, ¿cuál es el sentido de la Vida?, ¿hacia dónde vamos? L a frustración es enorme: estas preguntas no están en el temario de los cursos de la mayoría de las carreras. L a universidad no ofrece al joven estudiante una visión (o un conjunto de visiones alternativas) de cómo es el mundo y que es lo que es el Hombre. L a propuesta de Al ian Bloom está orientada a reintrodu-cir en un lugar privilegiado del currículo universitario (de todas las carreras) los cursos de formación general y humanística. Los jóvenes universitarios debieran co­menzar leyendo y discutiendo las perspectivas y plan­teamientos que tenían Sócrates, Platón y Aristóteles y terminar con las visiones de los pensadores actuales; además, debieran leer a los «clásicos» desde Shakespea­re y Cervantes a Kafka y Borges.

Es interesante destacar que esto ha sido plantea­do respecto del sistema universitario norteamericano

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en que los alumnos ingresan inicialmente al «college», donde toman ramos en una gran variedad de discipli­nas. Esto contrasta con el esquema de las universidades chilenas en que los alumnos no se matriculan realmen­te en algo equivalente al «college» norteamericano, sino que ingresan a una facultad; i.e., los jóvenes entran a una facultad y no a la universidad. Como se señaló pre­viamente, la facultad es una especie de túnel (que tiene una extensión que fluctúa entre cinco y siete años) en el cual adquieren una prioridad casi exclusiva sólo aquellas materias que tengan que ver con el grado profesional que va adquirir el estudiante; en este «túnel universi­tario» no es posible ni rentable mirar lo que sucede en otras disciplinas.

Volviendo al cuestionamiento de Al ian Bloom, ¿qué visión del mundo adquieren los egresados uni­versitarios chilenos? L a respuesta es simple: ninguna. ¿Cuántos libros o artículos no vinculados a su carrera leen los estudiantes universitarios? L a respuesta es si­milar: ninguno.

Entonces, ¿por qué causa tanta sorpresa el pé­simo desempeño de los profesionales chilenos en los tests internacionales de comprensión de lectura? Como vimos, casi el 60% de los profesionales (y gerentes) chilenos es catalogado como «analfabeto digital fun­cional» (año 2000). Aún más, ¿cuál es el grado de com­prensión que tienen del complejo mundo global en que vivimos? Muchos altos ejecutivos-profesionales creen que Santiago es el centro del planeta y CasaPiedra, la

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sede del debate sobre la situación mundial; más toda­vía, para ellos las ponencias y argumentos debieran ser en español y usar palabras fáciles.

8. E n breve, «el poder y la ética del mercado» han desvirtuado y distorsionado de manera decisiva el quehacer académico de la universidad (Kirp, 2004). Dada la situación actual, la universidad va a vivir en un contexto en que predominan el mer­cado y el sector privado. Luego, el ex presidente de la Universidad de Harvard Derek Bok (2003, pág.3) pregunta: «¿Se puede vender todo lo que hay en la universidad siempre que el precio sea el adecuado?»

Quienes trabajamos en la universidad comenza­mos a pensar y a actuar condicionados por el mercado. Incluso en la más pública y prestigiosa de las universi­dades estatales, la Universidad de Chile, la facultad de Economía y Administración cambió su nombre para estar más acorde a los tiempos y ahora se llama facul­tad de Economía y Negocios (FEN). Esperemos que en un tiempo más no vuelva a cambiar nuevamente su nombre por el de Facultad del Lucro.

9. E l modelo del mercado aplicado al sistema de educación superior no proporciona un marco so­bre cómo funciona todo el sistema. Aún más, en esta concepción no se estima que sea necesario

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elaborar o tener dicho marco general. E n efecto, el modelo del mercado supone la descentraliza­ción de la toma de decisiones. Cada universidad es una especie de islote separado que sabe lo que hace y maximiza su objetivo. L a teoría del mer­cado dice que gracias a la competencia se logra el mejor sistema de educación para Chile.

Tampoco existe una visión de largo plazo. ¿Adon­de va este sistema de sesenta universidades?, ¿van a se­guir habiendo sesenta?, ¿qué carreras se van a expandir y cuáles se van a contraer? Según el modelo del merca­do, estas no son preguntas pertinentes como para anali­zarlas a nivel global. Los directivos de cada universidad saben lo que hacen y cada uno va a encontrar la res­puesta óptima en su respectivo islote.

Por esto cuando los dirigentes estudiantiles em­plazan al gobierno para exigir una respuesta sobre cuál es la visión y la estrategia respecto de la educación su­perior (o incluso respecto de la educación en general), es decir, ¿cuál es el proyecto educativo chileno?, ¿para qué se quiere la educación superior?, ¿cuál es la carta de navegación en educación?, en el gobierno ni siquie­ra entienden las preguntas. N o hay política de Estado respecto de la educación... ¡y creen que no la necesitan!

Entonces según el modelo del mercado ¿para qué existe un ministerio de Educación? Para repartir calu-gas y constituir mesas de diálogo cuando los estudian­tes salen a protestar.

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10. Sin embargo, la universidad es una institución muy importante para que quede sometida al mer­cado o al arbitrio de las decisiones de los funda-mentalistas marketeros. Las diversas acepciones de universidad ilustran la variedad de roles que esta ha tenido, tiene o que la sociedad cree que esta desempeña 3 1. L a universidad es «el espacio de la luz, de la libertad y del aprendizaje»; «es una institución pedagógica donde se adquiere el conocimiento universal»; «es el lugar que preser­va el saber y constituye el principal transmisor de este»; «resguarda y transfiere los valores y la herencia cultural a través de las generaciones»; «ambiente en el cual se debaten y germinan las ideas»; «es el ámbito propicio para que los inte­lectuales desplieguen todo su potencial»; «instru­ye a la élite y líderes de la sociedad»; «prepara a los profesionales y futuros empresarios que son necesarios para el desarrollo económico». E n breve, «la universidad es el faro (y la brújula) de la sociedad» (para algunas referencias de las c i ­tas anteriores ver Duderstadt, 2003; Bowen & Shapiro, 1998).

Por otra parte, la universidad es una de las institu­ciones más resistentes al cambio. Por casi ochocientos

Ver Mel ler & Mel ler (2007) para un análisis más profundo y extenso sobre este tema.

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años ha constituido el mecanismo central de acumu­lación y transmisión del conocimiento y de formación de las élites de la sociedad. Si una persona culta del siglo X I I nos visitara hoy, la universidad sería una de las pocas cosas que le resultaría familiar. E l proceso de cambio en la universidad se caracteriza por ser lento, lineal y las modificaciones son bastante graduales. E l debate académico respecto - inc luso- a reformas curri-culares marginales puede superar una década. Pero, en la actualidad, como lo señala el presidente de la Univer­sidad de Michigan, las universidades «no pueden dar­se el lujo de continuar con este ritmo parsimonioso ni pueden restringir la magnitud de las transformaciones; esto requiere una tarea de gran magnitud para repensar y reconvertir nuestras universidades».

¿Podrán las universidades chilenas enfrentar los desafíos imperantes? L a universidad refleja los valores y el carácter de la sociedad a la que pertenece. Por esto, como señalan Duderstadt (2003) y Kerr (1995) «según cuan bien o mal lo haga la universidad, así le irá al país».

Este libro termina en el párrafo anterior. E l pro­pósito es ayudar a clarificar el contexto del debate uni­versitario. E n consecuencia, no corresponde presentar una lista de propuestas para «arreglar» el problema.

Hay tres excelentes informes complementarios que proporcionan recomendaciones para mejorar el sistema de educación superior chileno. E l Informe del Consejo Asesor Presidencial para la Educación Supe­rior (2008), el Informe de Educación Terciaria de la

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O E C D - Banco Mundia l (2009) y el Informe sobre el C A E del Banco Mundia l (2011). Esta trilogía constitu­ye una excelente base para elaborar la carta de navega­ción de la educación superior chilena.

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Patricio Meller sostiene que focalizar el problema de las universidades principalmente en el lucro, desvía el debate de los asuntos de fondo: ele­vados aranceles, calidad, endeudamiento y de cómo el mercado ha inva­dido la universidad.

Universitarios, ¡el problema no es el lucro, es el mercado! presenta da­tos concretos que ayudan a clarificar por qué las respuestas del gobierno no satisfacen las peticiones de los estudiantes.

Se plantean aquí interrogantes como ¿qué entienden por lucro y por mercado, tanto estudiantes como autoridades? o ¿cómo habría que re­gular el mercado en el caso del sistema universitario?

Escrito en un lenguaje claro y cercano, el autor se refiere a la consideración de quienes postulan la educación universitaria como un bien privado; en­trega datos sorprendentes sobre el costo de las universidades chilenas, el más alto del planeta, y el terrible endeudamiento de los universitarios. Una propuesta personal y novedosa cuya lectura se hace necesaria para sentarse a conversar sobre el estado de la educación en Chile.