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Arte para cuestionar el totalitarismo ESPECIAL ESPECIAL 20 21 Domingo 28.01.2018 Vallarta Opina Domingo 28.01.2018 Vallarta Opina ENTREVISTA CON HENRY ERIC HERNÁNDEZ, ARTISTA CUBANO n LA OFICINA de Proyectos Culturales inaugura la exhibición “El fin del gran relato” Ramón Domínguez Villalobos Puerto Vallarta E ste viernes tuve la opor- tunidad de entrevistar al artista y curador cubano Henry Eric Hernández, en la Oficina de Proyectos Culturales (OPC), por motivo de la inaugura- ción de su nueva exposición “El fin del gran relato”, que compila una serie de obras de 12 artistas cubanos que subyace en la idea de el arte para entender o criticar el totalitarismo. Exposición donde también está presente un proyec- to de “Poesía Visual”, y que está abierta al público desde el sábado 27 hasta mayo. ORIGEN DEL PROYECTO Henry Eric relata que conoció a Pilar Pérez, la directora de la OPC, y que ha trabajado con ella en dos ocasiones; en una exposición cu- rada por Kevin Powell, y otra con la que culmina la década de los 90 del arte cubano. Asimismo ha pu- blicado dos libros, uno sobre cine documental y otro sobre la obra de intervención, en la editorial que también dirige Pilar, Perce- val Press. La idea surgió, pues, el año pasado mientras Hernández exhibía en España y comunicó su idea a Pérez. Luego de un viaje del personal de OPC fue que se fraguó la exhibición de “El fin del gran re- lato”. En sus palabras, Henry Eric destaca las cualidades que tiene la OPC para la sociedad de Puerto Vallarta y su relación con la comu- nidad artística. Piensa que el desti- no inevitable de la Oficina es el de convertirse en un centro cultural que medie entre la galería privada y los grandes museos como el Mu- seo de las Artes (MUSA) de Guada- lajara con la exposición “Delimita- tions” de ERRE Ramírez, proyecto que fue presentado en OPC el año pasado y ahora se inauguró en la capital del estado. EXPOSICIÓN El también académico, me com- partió las ideas fundamentales para realizar esta exposición: “El fin del gran relato es una frase he- cha, estereotipada prácticamente, que se ha utilizado en muchas áreas como la historia, la filosofía. De alguna manera, desde la ilus- tración, la colocan en el siglo XIX, pero incluso, desde que se arran- can la cabeza de los reyes esa frase estaba ya de otra manera. Y al final siempre ha tenido que ver con el “rehacerse” de cada nación. Me in- teresaba retomar esa frase hecha y volcarla a esta exposición para reunir una serie de obras, más que de artistas, me interesaban obras específicas y artistas especí- ficos. A partir de ahí empezamos a trabajar de una manera colectiva; con la premisa esencial de cubrir dos preocupaciones: analizar el imaginario construido sobre el cu- bano revolucionario visto por los intelectuales de izquierda, donde entraron otros textos poesía, lite- ratura, diferentes representacio- nes…” Visto desde la crítica, la aca- demia y la experiencia creadora, esta exposición significa el repen- sar de la producción artística de Cuba llevada al plano internacio- nal. Idea que no podía alejarse de la investigación histórica sobre lo cubano. “Me interesaba ver cómo se maneja el imaginario de la moda cubana en los últimos años. Se ha dado una especie de estereo- tipación de la cultura. A partir de los 90 se genera un discurso críti- co donde se discutía el arte cuba- no desde la utopía.” Cuando la isla se pone en los ojos del mundo y se genera un alto índice de turismo, entre otros factores, se siente una nueva etapa dentro de los estudios cubanos. “Cuando cae el muro de Berlín, Cuba se vuelve un fetiche mundial.” “A partir de esto surgen expo- siciones, textos críticos que dis- cuten el contexto cubano desde la utopía. Pienso que hay una falla crítica sobre el arte cubano.” Falla que el artista quiere solventar, po- niendo en discusión las variantes que tiene esa ruptura crítica. Una de las corrientes que estu- dia Hernández es el imaginario totalitario. Entonces, esta exposi- ción busca dar luz sobre el totali- tarismo desde el arte cubano. Se revalúa el contexto cubano hacia un contexto internacional, com- parando el totalitarismo con otros espacios. “Me interesaba bajar este con- cepto hacia la crítica del arte. Me parecía importante revisar con los mismos artistas y con obras simi- lares para discutir el contexto cu- bano desde el totalitarismo.” Pues opina él mismo que ninguna per- sona puede ser considerada “apo- lítica”, o de ser así se trata de una persona irresponsable. Para él, todo acto tiene consecuencias po- líticas y es responsabilidad pensar en ello y actuar en consecuencia. Posterior a esta exhibición se realizará un catálogo con textos críticos de autores cubanos, in- cluido el propio Hernández. Don- de se tocará la producción artística y la exposición. El texto está pre- parado para que salga en septiem- bre de este mismo año. Define su labor de curador como una labor de aglutinar di- ferentes estratos como el mismo artístico, el intelectual, el crítico, trabajando de manera colectiva con los otros creadores. Para ilustrar de mejor manera esta conversación, reproducimos de manera íntegra el texto fir- mado por el propio Hernández a continuación. EL FIN DEL GRAN RELATO En su ensayo para el catálogo de la exposición colectiva While Cuba Waits: Art from the Nineties, que tuvo lugar en Track 16 Gallery, Los Angeles, en 1999, el crítico cultural Kevin Power escribía: El inmenso carisma de [Fidel] Castro podría haber hecho que el gobierno evitara la crisis política y esto hubiera significado un mo- vimiento hacia un estado demo- crático multipartidista. Cuánto tiempo pueden mantener esta si- tuación es la pregunta del millón. ¿Qué va a suceder cuando muera Castro? ¿Hasta qué punto existe una estructura alternativa eficaz dentro de los componentes y en- tramados niveles de la burocracia gubernamental que ablandaría las cosas y facilitaría los cambios que probablemente sean la mejor esperanza para una transición pa- cífica y útil? Casi veinte años después, puede que se sigan apostando millones para obtener respuestas o expli- caciones con respecto a dichas cuestiones; es por ello que al día de hoy vale la pena recontextua- lizar las mismas: Fidel Castro ha muerto; antes de pasar a otra vida ya había cedido por derecho propio a su hermano Raúl Castro la dirección del país, perpetuan- do la imposibilidad de cualquier alternativa dentro del aparato gubernamental que no sea la de la militarización de todos los sectores; situación que deja me- ridianamente claro que no hay “ablandamiento” y mucho menos pluripartidismo en el futuro. Por tanto, aunque el gobierno cubano haya ampliado las reformas eco- nómicas establecidas desde 1993 y haya promovido cambios en el ámbito migratorio, la transición hacia la democracia sigue siendo algo indiferente para quienes vi- ven presionados por la precarie- dad cotidiana y sigue resultando un costoso anhelo para las organi- zaciones y partidos ilegales que se oponen al mismo dentro de la isla; gobierno que, de más está decirlo, siempre ha considerado tal proce- so como una aberración política. Por supuesto que este contexto se ha visto complementado por el deshielo diplomático entre Cuba y Estados Unidos a partir del 17 de diciembre de 2014. Un momento de revival imaginario en el que la comisión cubana advirtió en más de una ocasión a su homóloga es- tadounidense que no admitiría en la mesa de negociación discusión alguna con relación a la legaliza- ción del pluripartidismo y sobre la violación de los derechos huma- nos en Cuba. En definitiva, si vol- vemos sobre la pregunta de Kevin Power y subrayamos los sustanti- vos eficacia, esperanza y utilidad, no sólo nos damos cuenta de que estos son esenciales para cual- quier gestión política encamina- da a construir un mejor porvenir, sino que quedamos convencidos de que los mismos están suspen- didos del pensamiento burocráti- co cubano actual siempre que se trate de fomentar la democracia. Todo parece indicar que no lle- gará el fin del gran relato, ese al que nos empujan los políticos y que nos dictan los historiadores, basado en la transmisión mítica del pasado, la obediente cons- trucción del presente y la inco- rruptible anunciación del futuro. Sin embargo, no podemos dejar de imaginar y vivir su constante construcción; aun cuando des- conozcamos su desenlace, aun cuando no podamos, e incluso no queramos, escapar de su trama. Es por ello que la historia, inevitable- mente, existe como un texto cuya dimensión se decide sobre la base de su inserción en una constela- ción imaginaria específica, casi siempre reducida y reductora: inamovible. Y es por ello también que el gran relato nunca fracasa. Pues sus imágenes -las imágenes- fracasan únicamente cuando de- jamos de encontrar en ellas analo- gías con aquello que las precede, o cuando dejamos de relacionarlas con el mundo que habitamos, fic- cionándolas hasta darles forma de documento para que resguarden nuestras vidas. Lo cierto es que más allá de la fe en el porvenir y de lo que po- damos ver materializado de éste, hay un ejercicio ciudadano que no podemos perder de vista: el hecho de cepillar la historia a contrapelo; de trastocar el gran relato colocán- dolo cara a cara con su propio ima- ginario; de revertir desde el arte toda narración. Tal ejercicio rela- ciona las obras de esta exposición. Cada uno de los artistas hace gala del pensamiento de Arthur C. Dan- to, cuando subraya que donde no hay narrador no hay historia; cada una de sus obras es una sentencia narrativa que cepilla a contrapelo un gesto, un evento, una circuns- tancia, componentes siempre de, aun cuando su origen se deba a lo más íntimo o personal, la imagen del gran relato nacional. Mucho se viene hablando, den- tro y fuera de Cuba, de “apertura” y “cambio”. Esto ha delineado un imaginario en el que, sin haberse definido el sistema cubano como totalitario, se apuesta por la conti- nuidad de su autoritarismo apun- talado esta vez por la economía de libre mercado. Un imaginario en el que, si miramos por ejemplo la parcela del arte y más especí- ficamente su narración crítica más avisada, vemos que ésta aún discute las producciones en torno al concepto de utopía; nunca con relación al término totalitarismo. Sirva pues, la exposición El fin del Gran Relato, como pretexto para discutir el contexto cuba- no desde y hacia los marcos del totalitarismo. Henry Eric Hernández La Habana / Diciembre, 2017 Ángel Delgado Carlos Garaicoa Celia-Yunior Ezequiel O. Suárez Isabel Cristina y Laura Pérez Insua Jorge Luis Marrero José Ángel Toirac Los Carpinteros Manuel Alcayde Majendíe Reyner Leyva Novo Yornel Martínez Elías Henry Eric Hernández ARTISTAS k Cuando cae el muro de Berlín, Cuba se vuelve un fetiche mundial.” CUANDO ya no vuelen las cigüeñas. (detalle) Manuel Alcayde, 1990. DIENTEPERRO. Celia-Yunior. 2007-2017. POESÍA para ver. Yornel Martínez PARA TRANSFORMAR la palabra política en hechos, finalmente. Carlos Garaicoa, 2004. REVOLUCIÓN es una abstracción. Reynier Leyva Novo. 2007-2017. CUANDO ya no vuelen las cigüeñas. Manuel Alcayde, 1990.

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Page 1: PARA TRANSFORMAR la palabra política en hechos ... · artista y curador cubano ... nuidad de su autoritarismo apun- ... no desde y hacia los marcos del totalitarismo. Henry Eric

Arte para cuestionar el totalitarismo

ESPECIAL ESPECIAL20 21Domingo 28.01.2018 • Vallarta Opina Domingo 28.01.2018 • Vallarta Opina

ENTREVISTA CON HENRY ERIC HERNÁNDEZ, ARTISTA CUBANO

n LA OFICINA de Proyectos Culturales inaugura la exhibición “El fin del gran relato” Ramón Domínguez VillalobosPuerto Vallarta

Este viernes tuve la opor-tunidad de entrevistar al artista y curador cubano Henry Eric Hernández, en

la Oficina de Proyectos Culturales (OPC), por motivo de la inaugura-ción de su nueva exposición “El fin del gran relato”, que compila una serie de obras de 12 artistas cubanos que subyace en la idea de el arte para entender o criticar el totalitarismo. Exposición donde también está presente un proyec-to de “Poesía Visual”, y que está abierta al público desde el sábado 27 hasta mayo.

ORIGEN DEL PROYECTO Henry Eric relata que conoció a

Pilar Pérez, la directora de la OPC, y que ha trabajado con ella en dos ocasiones; en una exposición cu-rada por Kevin Powell, y otra con la que culmina la década de los 90 del arte cubano. Asimismo ha pu-blicado dos libros, uno sobre cine documental y otro sobre la obra de intervención, en la editorial que también dirige Pilar, Perce-val Press. La idea surgió, pues, el año pasado mientras Hernández exhibía en España y comunicó su idea a Pérez. Luego de un viaje del personal de OPC fue que se fraguó la exhibición de “El fin del gran re-lato”. En sus palabras, Henry Eric destaca las cualidades que tiene la OPC para la sociedad de Puerto Vallarta y su relación con la comu-nidad artística. Piensa que el desti-no inevitable de la Oficina es el de convertirse en un centro cultural que medie entre la galería privada y los grandes museos como el Mu-seo de las Artes (MUSA) de Guada-lajara con la exposición “Delimita-tions” de ERRE Ramírez, proyecto que fue presentado en OPC el año pasado y ahora se inauguró en la capital del estado.

EXPOSICIÓN El también académico, me com-

partió las ideas fundamentales para realizar esta exposición: “El fin del gran relato es una frase he-cha, estereotipada prácticamente, que se ha utilizado en muchas áreas como la historia, la filosofía. De alguna manera, desde la ilus-tración, la colocan en el siglo XIX, pero incluso, desde que se arran-can la cabeza de los reyes esa frase estaba ya de otra manera. Y al final siempre ha tenido que ver con el “rehacerse” de cada nación. Me in-

teresaba retomar esa frase hecha y volcarla a esta exposición para reunir una serie de obras, más que de artistas, me interesaban obras específicas y artistas especí-ficos. A partir de ahí empezamos a trabajar de una manera colectiva; con la premisa esencial de cubrir dos preocupaciones: analizar el imaginario construido sobre el cu-bano revolucionario visto por los intelectuales de izquierda, donde entraron otros textos poesía, lite-ratura, diferentes representacio-nes…” Visto desde la crítica, la aca-

demia y la experiencia creadora, esta exposición significa el repen-sar de la producción artística de Cuba llevada al plano internacio-nal. Idea que no podía alejarse de la investigación histórica sobre lo cubano. “Me interesaba ver cómo se maneja el imaginario de la moda cubana en los últimos años. Se ha dado una especie de estereo-tipación de la cultura. A partir de los 90 se genera un discurso críti-co donde se discutía el arte cuba-no desde la utopía.” Cuando la isla se pone en los ojos del mundo y se

genera un alto índice de turismo, entre otros factores, se siente una nueva etapa dentro de los estudios cubanos. “Cuando cae el muro de Berlín, Cuba se vuelve un fetiche mundial.”

“A partir de esto surgen expo-siciones, textos críticos que dis-cuten el contexto cubano desde

la utopía. Pienso que hay una falla crítica sobre el arte cubano.” Falla que el artista quiere solventar, po-niendo en discusión las variantes que tiene esa ruptura crítica.

Una de las corrientes que estu-dia Hernández es el imaginario totalitario. Entonces, esta exposi-ción busca dar luz sobre el totali-tarismo desde el arte cubano. Se revalúa el contexto cubano hacia un contexto internacional, com-parando el totalitarismo con otros espacios.

“Me interesaba bajar este con-

cepto hacia la crítica del arte. Me parecía importante revisar con los mismos artistas y con obras simi-lares para discutir el contexto cu-bano desde el totalitarismo.” Pues opina él mismo que ninguna per-sona puede ser considerada “apo-lítica”, o de ser así se trata de una persona irresponsable. Para él, todo acto tiene consecuencias po-líticas y es responsabilidad pensar en ello y actuar en consecuencia.

Posterior a esta exhibición se realizará un catálogo con textos críticos de autores cubanos, in-cluido el propio Hernández. Don-de se tocará la producción artística y la exposición. El texto está pre-parado para que salga en septiem-bre de este mismo año.

Define su labor de curador como una labor de aglutinar di-ferentes estratos como el mismo artístico, el intelectual, el crítico, trabajando de manera colectiva con los otros creadores.

Para ilustrar de mejor manera esta conversación, reproducimos de manera íntegra el texto fir-mado por el propio Hernández a continuación.

EL FIN DEL GRAN RELATOEn su ensayo para el catálogo de

la exposición colectiva While Cuba Waits: Art from the Nineties, que tuvo lugar en Track 16 Gallery, Los Angeles, en 1999, el crítico cultural Kevin Power escribía:

El inmenso carisma de [Fidel] Castro podría haber hecho que el gobierno evitara la crisis política y esto hubiera significado un mo-vimiento hacia un estado demo-crático multipartidista. Cuánto tiempo pueden mantener esta si-tuación es la pregunta del millón. ¿Qué va a suceder cuando muera Castro? ¿Hasta qué punto existe

una estructura alternativa eficaz dentro de los componentes y en-tramados niveles de la burocracia gubernamental que ablandaría las cosas y facilitaría los cambios que probablemente sean la mejor esperanza para una transición pa-cífica y útil?

Casi veinte años después, puede que se sigan apostando millones para obtener respuestas o expli-caciones con respecto a dichas cuestiones; es por ello que al día de hoy vale la pena recontextua-

lizar las mismas: Fidel Castro ha muerto; antes de pasar a otra vida ya había cedido por derecho propio a su hermano Raúl Castro la dirección del país, perpetuan-do la imposibilidad de cualquier alternativa dentro del aparato gubernamental que no sea la de la militarización de todos los sectores; situación que deja me-ridianamente claro que no hay “ablandamiento” y mucho menos pluripartidismo en el futuro. Por tanto, aunque el gobierno cubano haya ampliado las reformas eco-nómicas establecidas desde 1993 y haya promovido cambios en el ámbito migratorio, la transición hacia la democracia sigue siendo algo indiferente para quienes vi-ven presionados por la precarie-dad cotidiana y sigue resultando un costoso anhelo para las organi-zaciones y partidos ilegales que se oponen al mismo dentro de la isla; gobierno que, de más está decirlo, siempre ha considerado tal proce-so como una aberración política.

Por supuesto que este contexto se ha visto complementado por el deshielo diplomático entre Cuba y Estados Unidos a partir del 17 de

diciembre de 2014. Un momento de revival imaginario en el que la comisión cubana advirtió en más de una ocasión a su homóloga es-tadounidense que no admitiría en la mesa de negociación discusión alguna con relación a la legaliza-ción del pluripartidismo y sobre la violación de los derechos huma-nos en Cuba. En definitiva, si vol-vemos sobre la pregunta de Kevin Power y subrayamos los sustanti-vos eficacia, esperanza y utilidad, no sólo nos damos cuenta de que estos son esenciales para cual-quier gestión política encamina-da a construir un mejor porvenir, sino que quedamos convencidos de que los mismos están suspen-didos del pensamiento burocráti-co cubano actual siempre que se trate de fomentar la democracia.

Todo parece indicar que no lle-gará el fin del gran relato, ese al que nos empujan los políticos y que nos dictan los historiadores, basado en la transmisión mítica del pasado, la obediente cons-trucción del presente y la inco-rruptible anunciación del futuro. Sin embargo, no podemos dejar de imaginar y vivir su constante construcción; aun cuando des-conozcamos su desenlace, aun cuando no podamos, e incluso no queramos, escapar de su trama. Es por ello que la historia, inevitable-mente, existe como un texto cuya dimensión se decide sobre la base de su inserción en una constela-ción imaginaria específica, casi siempre reducida y reductora: inamovible. Y es por ello también que el gran relato nunca fracasa. Pues sus imágenes -las imágenes- fracasan únicamente cuando de-jamos de encontrar en ellas analo-gías con aquello que las precede, o cuando dejamos de relacionarlas

con el mundo que habitamos, fic-cionándolas hasta darles forma de documento para que resguarden nuestras vidas.

Lo cierto es que más allá de la fe en el porvenir y de lo que po-damos ver materializado de éste, hay un ejercicio ciudadano que no podemos perder de vista: el hecho de cepillar la historia a contrapelo; de trastocar el gran relato colocán-dolo cara a cara con su propio ima-ginario; de revertir desde el arte toda narración. Tal ejercicio rela-ciona las obras de esta exposición. Cada uno de los artistas hace gala del pensamiento de Arthur C. Dan-to, cuando subraya que donde no hay narrador no hay historia; cada una de sus obras es una sentencia narrativa que cepilla a contrapelo un gesto, un evento, una circuns-tancia, componentes siempre de, aun cuando su origen se deba a lo más íntimo o personal, la imagen del gran relato nacional.

Mucho se viene hablando, den-tro y fuera de Cuba, de “apertura” y “cambio”. Esto ha delineado un imaginario en el que, sin haberse definido el sistema cubano como totalitario, se apuesta por la conti-nuidad de su autoritarismo apun-talado esta vez por la economía de libre mercado. Un imaginario en el que, si miramos por ejemplo la parcela del arte y más especí-ficamente su narración crítica más avisada, vemos que ésta aún discute las producciones en torno al concepto de utopía; nunca con relación al término totalitarismo. Sirva pues, la exposición El fin del Gran Relato, como pretexto para discutir el contexto cuba-no desde y hacia los marcos del totalitarismo.

Henry Eric HernándezLa Habana / Diciembre, 2017

Ángel DelgadoCarlos GaraicoaCelia-YuniorEzequiel O. SuárezIsabel Cristina y Laura Pérez InsuaJorge Luis MarreroJosé Ángel ToiracLos CarpinterosManuel Alcayde MajendíeReyner Leyva NovoYornel Martínez ElíasHenry Eric Hernández

ARTISTAS k

“Cuando cae el muro de Berlín,

Cuba se vuelve un fetiche mundial.”

CUANDO ya no vuelen las cigüeñas.(detalle)Manuel Alcayde, 1990.

DIENTEPERRO. Celia-Yunior. 2007-2017. POESÍA para ver. Yornel Martínez

PARA TRANSFORMAR la palabra política en hechos, finalmente.Carlos Garaicoa, 2004.

REVOLUCIÓN es una abstracción.Reynier Leyva Novo. 2007-2017.

CUANDO ya no vuelen las cigüeñas.Manuel Alcayde, 1990.