pagotín pereñín pachín
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SRMCEDIOTORIAL
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Universidad GalileoFacultad de Ciencias de la Comunicación (FACOM)Diseño Editorial 2015Licda. Lisa Renata Quan Lainsiesta
Integrantes: Sucely Coralia Cortez Ortiz...........................................Rigoberto López Ordóñez..............................................Michelle Estefania Jiménez Castillo..............................Cristian Gerardo Ambrocio Olivares ...........................
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SRMCEDIOTORIAL
ÍNDICE
Capítulo 1Pagotín Pereñín Pachín, el duende
Capítulo 2El abeto incompleto
Capítulo 3Una navidad distinta
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CAPÍTULO 1
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Pagotín Pereñín Pachín vivía en un
agujero al pie del árbol más alto,
grueso y anciano del Bosque Más o
Menos Encantado.
Pagotín Pereñín Pachín era un duende
no muy alto, regordete, pelirrojo,
pecoso y con un gran culete.
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La mayor parte del año nadie prestaba demasiada
atención al pequeño duende pero cuando llegaba
el inverno... Ah, cuando llegaba el invierno Pagotín
Pereñín Pachín se volvía la mar de importante.
Súper importante. Importantísimo. Tan importante
que sin él la Navidad no sería Navidad. Bueno, sí que
sería Navidad pero no sería una Navidad como tiene
que ser la Navidad. Sería una navidad... distinta...
diferente... rara...
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Todos los años, por Navidad, los habitantes del Bos-
que Más o Menos Encantado se reunían en un claro1
justo en el centro del bosque. Y justo en el centro
de ese claro había un abeto2. El abeto más alto. El
abeto más grueso. El abeto más anciano de todo el
bosque. Y ese abeto era el abeto en el que vivía Pa-
gotín Pereñín Pachín y él, el pequeño, el regordete,
el pelirrojo, pecoso de gran culete, era el encargado
de decorarlo.
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En cuanto Pagotín Pereñín Pachín
olía el frío en el aire del bosque,
sacaba todos los preciosos adornos
del enorme sótano donde estaban
guardados y vigilaba atentamente el
cielo, atento de cualquier detalle que
le indicara que estaba a punto de caer
la primera gran nevada. Y cuando
caía dejando al gran abeto totalmetne
cubierto de blanco, Pagotín Pereñín
Pachín ponía manos a la obra.
Corría arriba y abajo por todo el abeto,
cargando con brillante espumillón y
adornos de todos los colores.
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El pequeño duende tarda dos días enteros en acabar
de decorar el abeto y la noche del último día, llama
a todos los habitantes del bosque y pide a las hadas
que lo iluminen con sus luces mágicas.
Entonces se oye un gran “¡Oooooooohhhh! y Pagotín
Pereñín Pachín sonríe de oreja a Oreja, satisfecho y
feliz con el trabajo bien hecho.
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CAPÍTULO 2
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Pero la última Navidad la cosa fue
diferente y Pagotín Pereñín Pachín
no se quedó nada contento pero nada
de nada.
—A este abeto le fata algo - pensó
Pagotín Pereñín Pachín -. Le falta algo
y no sé qué puede ser.
Pagotín se Alejó un poco para verlo
mejor pero no sirvió de nada.
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Pagotín Pereñín se alejó otro poco más a ver si así...
pero no sirvió de nada.
Pagotín Pereñín se alejo otro poco más para ver si
por fín... y entonces, miró al cielo y vio lo que faltaba:
— ¡Una estrella! -casi gritó-. ¡Una preciosa estrella
en lo más alto! ¡Eso es lo que le faltaba!
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¿Pero de dónde iba a sacar una estrella?
Pues del cielo, claro ¿de dónde si no?
Subiría la cima de la montaña donde
vivía aquel dragón tan gruñón, cogería
una estrella, la traería hasta el bosque
y luego la pondría en el abeto. ¡Sería
super mega extra fácil!
Dicho y hecho, sin tan siquiera pararse
a cenar, el duende regordete, se puso
en marcha y, a ratos silbando, a ratos
saltando, a ratos cantando, Pagotín
Pereñín Pachín, llegó a la montaña.
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Subió por ella muy despacito, con mucho cuidadito,
fijándose bien dónde ponía sus pies pequeñitos y
a ratos resbalando, a ratos trastabilando y a ratos
trepando, Pagotín Pereñín Pachín, llegó a la cima.
Miró hacia el cielo.
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Estiró los brazos.
Se puso de puntillas y estiró los brazos.
Se subio a una gran piedra, se puso de puntillas y
estiró los brazos.
Dio saltitos subido a la gran piedra de puntillas y
estirando los brazos.
Cayó sobre su gran culete más de dos y de tres
veces... pero nada, imposible, no podía coger de
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aquellas estrellas por mucho que quisiera.
Cuando cayó la cuarta vez, Pagotín Pereñín Pachín
oyó una risita.
¿Quién se estaba riendo de él?
Pagotín miró a la derecha pero allí no había nadie.
Pagotín Pereñín miró a la izquierda y tampoco vio a
nadie por allá.
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Pagotín Pereñín Pachín miró detrás suyo y de su
gran culete pero no, por aquel lado tampoco había
nadie.
y la risa sonó otra vez... ¿desde arriba?
El pequeño duende levantó la cabeza y por fin vio
quien se reía tantísimo.
Era una estrella. Nada menos que una estrella.
Después de tanto caminar, subir trepar y saltar,
había una estrella casi justo sobre sus narices...
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y se estaba riendo de él.
Cuando, por fin, Pagotín Pereñín Pachín consiguió
cerrar la boca, la estrella le preguntó quién era y
Pagotín se lo dijo y le contó qué hacía allí y lo que
quería.
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CAPÍTULO 3
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La estrella se enfadó un poco
-muy poco, casi nada- porque a
las estrellas no les gusta nada la idea
de que alguien intente secuentrarlas
-bueno, ni a las estrellas, ni a los
duendes, ni a los niños... -pero como
veía que, en realidad, el duende del
gran culete no tenía mala intención se
le pasó enseguida y dijo:
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— Bueno, las noches son muy aburridas aquí arriba
y a mí no me importaría tener un poco de compañía
así que, si quieres, me puedes enseñar dónde está
ese árbol tuyo y yo, cada noche, bajaré hasta allí.
Pagotín Pereñín Pachín, brincó, gritó dio volteretas...
y se cayó otras dos o treves veces más haciendo que
la estrellita se partiera de risa.
Y pagotín le mostró a la pequeña estrella dónde
estaba el Bosque Más o Menos Encntado.
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Y la llevó hasta el gran abeto en el centro del claro
que está en el centro del bosque.
Y a la estrella le gustó. Le gustó muchísimo. Así que,
cada noche, mientras fue Navidad, la estrellita bajaba
hasta el árbol, se sentaba en lo más alto y, desde allí,
charlaba y reía con todos los habitantes del bosque.
Y lo pasó tan bien, tan bien y se hizo tan amiga
de todos que , cuando acabo la navidad, la estrella
contiuó bajando cada noche, para estar con ellos.
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No ha habido, no hay, ni habrá árbol de Navidad más
bonito que el abeto que, cada año, decora el duende
regordete, pelirrojo y de gran culete: Pagotín Pereñín
Pachín.
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Atención:Este libro es un trabajo universitario puramente educativo sin propósito comercial. Los nombres, historia, personajes, lugares, eventos e incidentes son producto de la autora Dolores Espinoza.
El diseño tiene un propósito educativo para el curso de Diseño Editorial, sin fines lucrativos.
EDITORIAL SRMC
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Michelle Jiménez, Cristian ambrocio, Inc.
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