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25 AÑOS ESTA REVISTA ACOMPAÑA LA EDICION DE PAGINAI12 . PROHIBIDA SU VENTA.

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2 Que la inocencia les valga,por Jorge Prim, Hugo Soriani y Ernesto Tiffenberg

POLITICA6 Coherencia/12, por Horacio Verbitsky

8 El Sur es otra historia, por Mario Wainfeld

10 De medios y tecnologías, por Luis Bruschtein

12 Elogio de la diversión, por Martín Granovsky

14 La voz del desaparecido, por Victoria Ginzberg

16 La primera aventura de Néstor Kirchner, por Fernando Cibeira

18 Ciudadanos de uniforme, por Nora Veiras

20 Descubrir la ciudad, por Santiago Rodríguez

22 Intelectuales y poder, por Javier Lorca

24 Aprender la democracia, por Sergio Kiernan

ECONOMIA26 La vida del rey dólar, por Alfredo Zaiat

28 La relación con el FMI, por David Cufré

30 El apagón, por Fernando Krakowiak

32 La verdad única, por Raúl Dellatorre

SOCIEDAD36 Dos sociedades, por Andrés Osojnik

38 Derechos e igualdad, por Eduardo Videla

40 A decir verdad, por Horacio Cecchi

42 Secar los platos, por Leonardo Moledo

44 Del teléfono a la Internet, por Mariano Blejman

46 De todas y todos, por Marta Dillon

48 ¿Queer o Cuit?, por Liliana Viola

EL MUNDO52 Cambio de balance, por Santiago O’Donnell

54 Nuevo paradigma, por Mercedes López San Miguel

56 Un mundo que se abre, por Eduardo Febbro

58 Ilusiones perdidas, por Marcelo Justo

DEPORTES60 Cebolla y oro, por Pablo Vignone

62 De Maradona a Messi, por Ariel Greco

64 Nostalgias y presentes, por Juan José Panno

CULTURA66 Triniton, Spica, Twitter, por Eduardo Fabregat

68 El canon argentino, por Juan Boido

70 Del sótano al PH, por Fernando D’Addario

72 Dónde está el Podio, por Gloria Guerrero

74 Amores irracionales, por Mariana Enriquez

76 Luca y tango, por Roque Casciero

77 Fotograma y pixel, por Luciano Monteagudo

78 La dictadura y el siglo, por Claudio Zeiger

25 AÑOS

Sumario

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también las páginas de los principales diarios reflejaronla transformación de la cultura política, a la vez quecondenaban al desván de los recuerdos cualquier pensa-miento alternativo.

Fueron por eso las tapas, el desenfado y el después co-nocido como “periodismo de investigación” las marcasde identidad que más llamaron la atención en los prime-

Hasta el 26 de mayo de 1987, el periodismoargentino se escribía en blanco y negro.

Cómodos con la rotación entre dictaduras y gobiernosciviles débiles, los grandes diarios casi se limitaban a latranscripción, más o menos adornada, de las grises gace-tillas de prensa de los distintos estamentos del poder,empezando por el económico, siguiendo por el militar,incluidas todas las instancias corporativas, tanto religio-sas cuanto sindicales, culturales y políticas.

La transición democrática había empezado unos añosantes, con la llegada a la presidencia de Raúl Alfonsín.Pero la periodística, al fin de cuentas otra de las corpo-raciones acostumbradas a compartir el poder, tuvo queesperar hasta que en la madrugada de ese día los prime-ros canillitas agregaran el voceo de “Página” a los tradi-cionales La Nación y Clarín.

La aparición de PáginaI12 generó un doble impacto.Por un lado, tanto por sus propios aportes como por loscambios que forzó en sus competidores, renovó la formaen que los medios se relacionaban con sus fuentes de in-formación y con los lectores. Por el otro, incorporó unavoz disonante que quebró el dominio absoluto del dis-curso único en la oferta periodística cotidiana.

Esta tardía “democratización” formal de los mediosacompañó a su manera a la que se iba desarrollando enla superestructura política. Así como las costumbrescuarteleras abandonaban de a poco el centro de la esce-na, a pesar de que los ejes centrales del país diseñadopor el establishment económico seguían consolidándose,

Por Jorge Prim, Hugo Soriani y Ernesto Tiffenberg

Que lainocencia les valga

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ros pasos de PáginaI12. Cuando cumplió diez años, enpleno menemismo, brillaba esa apertura formal que ha-bía incorporado al oficio y quedaba disimulado en el re-troceso general ese otro gran impacto planteado por eldiario desde su nacimiento: la apuesta a un camino ale-jado de las iluminadas autopistas del neoliberalismo.

En la última década, a medida que el país avanza en

la reparación de los grandes retrocesos de los ’80 y ’90,pero también en la expansión de derechos y horizonteseconómicos y sociales que se entroncan con las más am-biciosas expectativas populares de los últimos cincuentaaños, recuperó protagonismo el camino recorrido porPáginaI12 en la preservación de un espacio de pensa-miento alternativo.

Adquirieron así mayor visibilidad aquellas viejas ba-tallas emprendidas desde estas páginas en defensa de lopúblico, cuando todo indicaba que las privatizacioneseran un camino de ida. También el protagonismo otor-gado a los discriminados por género o condición social,cuando los derechos de las minorías parecían un don só-lo otorgado a las democracias del primer mundo. Y, so-bre todo, la persistencia en la memoria, verdad y justi-cia, de la mano de todos los organismos de derechos hu-manos, cuando las leyes de impunidad hacían impensa-ble aquello que hoy parece tan obvio, de que no hay pa-ís viable sin justicia, que no hay alfombra bajo la cual sepueda barrer el genocidio.

Esta revista se propone reflejar los cambios ocurridosen los últimos 25 años. Y una buena introducción al te-ma podría ser rescatar de la memoria un suplemento re-dactado con entusiasmo adolescente para sorprender lainocencia de los lectores un ya lejano 28 de diciembre.

Consistía en una tapa “trucha” del por entonces re-cién nacido PáginaI12, que presentaba las noticias me-nos imaginables con el único objetivo de rematar enuna sonrisa y el clásico “que la inocencia les valga”. Eltono elegido para la ocasión era optimista. Y las dos no-ticias centrales lo confirmaban: El gobierno de Alfonsínpresentaba un proyecto al Congreso para derogar las le-yes de obediencia debida y punto final y el FMI condo-naba la deuda de la Argentina.

Casi dos décadas después de aquella tapa, el Gobiernoenvió al Congreso un proyecto para anular las leyes deimpunidad y el juzgamiento de los delitos de lesa huma-nidad se convirtió en política de Estado en la Argenti-na.

Casi dos décadas y media después de aquella tapa, ladeuda con el Fondo Monetario dejó de ser un problema.Por desgracia, no fue una condonación unilateral porparte del FMI la que obró el milagro, como festejabaaquella broma de inocentes, sino una decisión soberanade un país decidido a romper el vínculo, después deaños y años en que las famosas recetas del organismo as-fixiaran la economía nacional, de la misma manera quehoy asfixian a Grecia y buena parte de Europa.

La distancia que va de esa humorada a dos de lasprincipales iniciativas gubernamentales de la última dé-cada quizá sirva de medida de los cambios ocurridos enel mundo, la sociedad argentina, los medios de comuni-cación y este diario, promotor y espejo de esos cambios.

Resulta difícil entonces resistir la tentación de so-ñar con otros saltos, con un país desarrollado e igua-litario inscripto en un continente desarrollado eigualitario, y esperar otro milagro: que al presentar larevista con que el diario festeje con sus lectores susprimeros cincuenta años de vida, esos sueños tam-bién se hayan cumplido

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JUICIOS GLOBALIZACION URSS

JUSTICIA MEMORIA ALFONSINDEMOCRACIA PARLAMENTO

ELECCION BANELCO POLITICACARAPINTADA SERVILLETA

DIVORCIO CONDENAS MADRESOBISPOSMENEMFLEXIBILIZACION

MONOPOLIOS PRIVATIZACIONAMNISTIA ENCUBRIMIENTO AMIA

ALIANZA DE LA RUA MASACRE

CORTE ASAMBLEAS CORRALITO

HELICOPTERO DUHALDEMUERTE

SOJA CARNALES OPOSICIONKIRCHNER PROGRESISMO YPF

LIDERAZGO GENERO CRISTINARETENCIONES PRODUCCION

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ciales que se quejaron por el compromiso que se les re-quería de dar la vida “por algo que no conocemos enprofundidad”. En cambio, accedieron a dar una desvaídarespuesta cuando el director apeló a los viejos reflejos yles recordó que era “una orden de la superioridad que de-bía cumplirse”. Incluso, hubo cuatro oficiales arrestadospor negarse a prestar el juramento. La foto mostraba unaformación del Ejército, en la que uno de los oficiales sesonaba la nariz con un pañuelo que le cubría la mitad dela cara. El título que escribí para la tapa decía “Sí, juro”y una volanta anunciaba “Fidelidad con dudas”. En elmes siguiente seguí día a día las negociaciones que con-cluyeron con la sanción de la ley de obediencia debida ysu reconocimiento por parte de la misma Cámara Fede-ral que en 1985 había condenado a Videla, Massera &

Me tocó escribir la nota de tapa del núme-ro 1 de Página, el 26 de mayo de 1987.

El día anterior, por primera vez, todos los oficiales, sub-oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas juraron fide-lidad a la Constitución Nacional. Esto que hoy pareceobvio era algo excepcional, apenas un mes y medio des-pués del alzamiento carapintada de Semana Santa. Tan-to, que en uno de los cursos de capitanes de la EscuelaSuperior de Guerra, el jefe tuvo que repetir tres veces lafórmula “¿Juráis por Dios y por la Patria observar y hacerobservar la Constitución Nacional, si fuera necesariohasta perder la vida?”. Entre intento e intento, hubo ofi-

Por Horacio Verbitsky

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Compañía. En la página 2 de la misma edición se narra-ba la denuncia que presenté junto con un grupo de diri-gentes del sindicato de canillitas contra la publicaciónde una solicitada con miles de firmas de solidaridad conVidela. Formaba parte de la escalada que pretendía aca-bar con el gobierno de Raúl Alfonsín, quese había permitido sentar en el banquillode los acusados a los salvadores de la Pa-tria. Patrocinado por la abogada del CELSAlicia Oliveira, aclaré que no pedía unacto de censura previa, sino que se previ-niera la comisión de un delito que ya ha-bía tenido principio de ejecución. El textode la solicitada era conocido antes de supublicación porque lo reprodujo el diarioLa Prensa. Los trabajadores de prensa deldiario Clarín habían repudiado “la solici-tada de neto corte golpista” y pedido a lasautoridades del matutino que no la publi-caran. Ese diario, igual que La Nación y LaPrensa rechazaron lo que considerabanuna intromisión en su política editorial, pero el juezMartín Irurzun accedió a mi solicitud y la solicitada re-cién se publicó en 1989, cuando ya no corría ningún pe-ligro la estabilidad institucional. Otras dos páginas deese primer número del diario informan de un viaje pre-

sidencial al Uruguay, en el que se trataron temas comu-nes a ambos países, la consolidación democrática y ladeuda externa y un título citaba una histórica frase deAlfonsín: “No hemos tomado la Bastilla”. Una páginade Sociedad denuncia el asesinato de tres jóvenes en In-

geniero Budge por tres suboficiales de lapolicía bonaerense y Juan Gelman escribedesde París sobre la necesidad de que sejuzgue a Klaus Barbie, detenido en Boliviay enviado a Lyon, por los crímenes contrala humanidad que cometió durante laocupación nazi de Francia. En el número2, Aldo Ferrer cuestiona la política eco-nómica de Alfonsín, dice que “no alcanzacon poner la casa en orden” y fundamentala necesidad de “vivir con lo nuestro, de-fendernos bien en el tema de la deuda,avanzar en la integración latinoamerica-na, apoyar a la empresa nacional y movi-lizar el ahorro nacional”. Y un reportaje aljuez Raúl Zaffaroni llevó por título a los

pocos días: “Después de la obediencia debida me sientoel subdirector de un manicomio”. Han pasado 25 años ypodemos mirarnos en ese espejo sin vergüenza. Perdi-mos el pelo, pero no las mañas, y seguimos en la mismahuella. No es poco

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discurso académico, conseguía adhesión de demasiadas éli-tes culturales. En ese contexto, la lucha por los derechoshumanos parecía haber topado con un final injusto, irrevo-cable, construido por los dos partidos políticos más popula-res... y sus votantes.

La crisis del 2001 y 2002 daba la impresión de ser irre-montable.

Las banderas más dignas jamás se arriaron, flamearon lomejor dentro de lo posible. Pero sus portadores, las grandesmilitancias de estas décadas, ocupaban el espacio de la resis-tencia. No es certero decir que estaban en soledad, sí bas-tante aislados, en minoría. Suele decirse (solemos decir)que las Madres y las Abuelas rondaron la Plaza solas poraños. Dos de ellas, entrañables, le comentaron algo lumino-so a este cronista en sendas charlas sostenidas años ha: NoraCortiñas y Laura Bonaparte. La cita no es textual pero laidea se respeta: “Nunca estuvimos solas del todo. En ese ca-so, no hubiéramos podido sostenernos”. Es un reconoci-miento que cabe hacer a los que más lucharon y a los que,como mejor pudieron, acompañaron su liderazgo. Pero eltablero estaba marcado: las mejores banderas eran enarbola-das por grupos relativamente chicos, la resistencia era el te-rritorio de los sectores más progresistas.

Eso cambió, vaya si cambió. Hoy día, si se preguntara sihay presidentes que me gustan (o si se formulara el interro-gante de modo más sofisticado) muy otra sería mi respuesta.

✱ ✱ ✱La política más sugestiva del mundo en el siglo XXI se

produce en América del Sur. Es un boom, si se quiere, quealgo tiene que ver con los términos del intercambio pero(como nada es monocausal en la sociedad) reconoce otrosmotivos, más ligados a la voluntad y a la acción humana.

El cronista arma su lista, el lector podrá pensar en la pro-pia. Evo Morales es el mejor presidente de la historia de Bo-livia, el más estable, el más representativo (el único repre-sentativo) de los pueblos originarios. Lula da Silva, uno delos grandes estadistas del mundo todo. Y el PT, la mayorconstrucción popular de la historia brasileña. Los tres go-biernos kirchneristas, la etapa de mayor gobernabilidad na-cional y popular en Argentina, con logros que superan lar-gamente a las carencias o errores. El Frente Amplio rompióla hegemonía de los partidos tradicionales del Uruguay y varedondeando su segundo mandato. Los presidentes RafaelCorrea y Hugo Chávez expresan con carisma opciones radi-cales de gigantesco arraigo en países con un sistema político

L a fecha no se recuerda, sí el contexto. Transcu-rrían los ’90, abismo al que empezó a caer en el

’87 aunque quizá no se notara. Era lunes, el cronista se apres-taba a llevar a sus hijos a la escuela. Estaban en el jardín y enel primario. PáginaI12 asomó por debajo de la puerta.

Uno de los pibes miró el título de tapa, no tendría diezaños pero era (ya entonces) un agudo observador.

–¿Hubo elecciones en otro país? (comprendió la tapa e in-dagó).

–Sí.–¿Y ganó el que vos no querías? (casi no preguntaba, co-

rroboraba una tendencia escuchada en cien tertulias familiares oamicales).

–Y...–¿Hay algún presidente en el mundo que te guste? Ni falta hacía contestar aunque lo hice: mayormente no

había. En Sudamérica, menos.✱ ✱ ✱

Hay etapas que se viven como interminables. Las crisisacortan las perspectivas, encierran en microclimas. La dic-tadura podía parecer infinita, era uno de sus objetivos y lesobraban herramientas para imponerlos. En democracia,las cuestiones son distintas pero hay instancias en las queda la impresión de que lo sustancial seguirá igual o empeo-rará. Si hay consenso social, se agigantan el agobio y lasensación de ajenidad del ciudadano (o del cronista) querechaza el statu quo.

Los noventa dejaban la impresión de ser eternos, sobre to-do porque su ideología cundía en la sociedad, colonizaba el

Por Mario Wainfeld

El Sur es otrahistoria

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En esta región se pulsea con los poderes establecidos,se discute la hegemonía de las corporaciones, los mono-polios mediáticos están en entredicho.

Líderes democráticos, incluyendo algunos bien templa-dos, se plantan frente al imperio. La consigna “No al AL-CA” fue coreada por Kirchner, Lula y Chávez, por eso sonótan firme y armoniosa.

Transformaciones que parecen sueños: abarcan al primerpresidente obrero, al primer indígena, a mujeres en la Casade Gobierno ayer en Chile y hoy en Brasil y en Argentina(reelegida, por añadidura). La ampliación de las libertadesciviles, el empoderamiento de sectores siempre relegadosno se produjeron en épocas de insurgencia armada, conolor a pólvora. Las reformas llegan con las fluctuaciones ymoderaciones propias de la democracia. Se suceden en estaetapa, con matices y con insistencia.

Distintos enfoques hay sobre la historia. Los que creenen el eterno retorno, en el péndulo que sólo se aleja paravolver, en los corsi y ricorsi de los que hablaba algún clásico.Cada cual pensará lo que le parezca. El cronista cree en ladialéctica, en la tensión constante, en la irrepetibilidad delas coyunturas. Nadie se baña dos veces en el mismo río,supone. Claro que hay variaciones, épocas de decadencia ode regresión. Hablar de “avances y retrocesos” es lícito(¿quién no lo intenta alguna vez?) pero esquemático, puessugiere una linealidad ajena a lo real.

Nada es eterno, se asume. El cambio puede cesar, lasderechas eventualmente volver. No será sencillo porquelos pueblos conscientes defienden sus conquistas. Pero noes imposible. Este artículo no pretende otro “fin de la his-toria”, relativamente virtuoso. Los adversarios y enemigosson de temer, la lucha continúa y (en sentido estricto) nocesa nunca.

Pero en estos años se comprobó que la acción políticaen democracia es fructífera, que las minorías pueden llegara ser mayorías, que los reclamos de resistentes pueden con-vertirse en programas de gobierno. Hemos desesperado dever llegar ese cambio. O lo hemos fantaseado, lo hemosimpulsado, lo vamos concretando..., y vale disfrutarlo. Estediario lo acompañó, cuando la resistencia parecía conde-nada al testimonio y las mejores militancias podían pare-cer sectas. Cambió con el contexto y ayudó a cambiarlo.Un buen motivo para celebrar, sin bajar la guardia

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diezmado y una economía colonizada. Y siguen las firmas...La integración es trabajosa y encuentra cien bretes, in-

cluidos los resquemores históricos, torpezas entre aliados,crueles imposiciones de la lógica económica del capitalis-mo periférico. Eppur, es la etapa de mayor paz y compren-sión mutua. Ha habido incluso intervenciones exitosas pa-ra frenar guerras o evitar golpes de Estado derechosos. Raraavis, única en siglos: la gobernabilidad se sostuvo desde acá,desde Brasilia y Buenos Aires especialmente, sin la tutelani la presencia de Estados Unidos.

La política propició esos escenarios, que soñaron tan-tos patriotas, militantes e intelectuales. Pero que no esta-ban en los diarios de hace 25, 20 o 15 años. No porquefueran imposibles sino porque, burla burlando, se estabanconstruyendo en las calles, en las Plazas, en las organiza-ciones políticas o sociales. Y también (aunque era pococomún percatarse) en las urnas, en tantas elecciones quese perdían, como podía corroborar hasta un pibe avispa-do de diez años.

✱ ✱ ✱Si hay elecciones en Europa y usted quiere apostar a ga-

nador, ponga “visitante”: los oficialismos son derrotados enfila india, tal es el rechazo a las políticas imperantes. En es-te Sur, juéguese por el local: son muchos más los gobiernosque triunfan, que revalidan, que son plebiscitados. Los pue-blos defienden sus intereses a través del voto.

La agenda del Viejo Mundo es monocorde, escrita porel sistema financiero, cruel con las gentes de a pie. Nohay seguridad jurídica para jubilados, empleados públicos,ahorristas pequeños o medianos cuyos derechos son cerce-nados a diario.

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hasta detalles mínimos, por ejemplo la forma de hacer unaentrevista o transmitir información desde otras partes delmundo, y ni hablar de los adelantos impresionantes en laindustria gráfica.

El tecleo de las máquinas de escribir desapareció, igualque el humo de los cigarrillos. Ruido y humo eran dos mar-cas esenciales de las redacciones y desaparecieron. El granarchivador cambió. Los grandes periodistas recortaban ypegaban todo. El tesoro más grande de los buenos, comoGregorio Selser, por ejemplo, era su archivo. Eso ya noexiste, ahora se guglea. Y hay que ser un hábil gugleador.

Y antes había que ¡recorrer el espinel!, intoxicarse concafé para mantener las fuentes, los contactos. Ahora losaparatitos intermedian todas las relaciones entre mails,Facebook y tweets, smartphone, tablets, notebooks y net-books. Los periodistas se han vuelto más saludables sintanto ruido, ni humo y sin tanto café. Desaparecierontambién las cenas después de los cierres, regadas con vi-no, whisky y más café hasta entrada la madrugada.

Silenciosamente, los medios electrónicos –sobre todo latelevisión– desplazaron a los medios gráficos y desaparecie-ron semanarios y diarios vespertinos. Desde esa preeminen-cia, la televisión acentuó un proceso que había comenzadocon otra idea, en la gráfica, en los años ’60 con La Opinión,y los periodistas terminaron por convertirse en protagonis-tas de las noticias, muchas veces más importantes que lasnoticias mismas.

Todo eso y mucho más fue sucediendo vertiginosamenteen estos 25 años desde que apareció PáginaI12 hasta ahora.En esos años se trastrocaron tradiciones periodísticas anti-guas y sagradas como viejas vacas, cayeron mitos y surgie-ron muchos más sobre la base de un abuso de la ilusión y lovirtual que sostienen a los medios.

Cuando apareció Internet y luego las redes sociales, sehabló de que la información se había democratizado, por-

Se dice que las nuevas tecnologías democratizany transforman. En el mundo de la información

cambiaron todo, pero democratizaronpoco. Lo que sí democratizó fue el deba-te político, en especial el que se dio al-rededor de la Ley de Servicios Audiovi-

suales. Las redacciones no tienennada que ver con las de hace

25 años. Cambiaron

Por Luis Bruschtein

Poder, comunicación y movimientos

políticos en Argentina

De medios ytecnologías

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Nicolás Zonvi

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que cualquiera que tuviera una computadora podía hacerseescuchar. Se habla mucho de la influencia de los internau-tas en la Primavera Arabe, pero aquí durante los noventaese proceso de diversificación tecnológica nunca llegó aponer en cuestión la hegemonía de los grandes medios.Mientras aparecían estas nuevas herramientas se producíaal mismo tiempo un poderoso proceso de concentraciónen los medios comerciales y así surgieron los multimedia,absolutamente blindados a cualquier disputa o debate quesiquiera mellara esa hegemonía. PáginaI12 sobrevivió to-dos esos años como una especie de corsario solitario siem-pre a punto de zozobrar en ese mar ajeno. Aun así, logróhacerse notar, instalar temas, pero desde un lugar de mino-ría. Más que su surgimiento, el gran fenómeno de PáginaI12 fue su permanencia. Porque hubo otros mediosparecidos que nunca pudieron sobrevivir más que algunosaños. PáginaI12 fue el único que lo logró tanto tiempo.

La aplicación de nuevas tecnologías cambió la vida delos periodistas y otro montón de cosas, pero no las relacio-nes de poder en el plano de la información y en el más ge-neral de la cultura. Desde su surgimiento, la idea dePáginaI12 siempre había sido intervenir en esa disputa,siendo conscientes de que la parte más decisiva de ella sedaba directamente en el plano de la política.

Podría decirse incluso que en la Argentina, al mismotiempo que se introducían nuevas tecnologías, los grandesmedios consolidaban su hegemonía ideológica. En esesentido, el surgimiento de PáginaI12 implicó más cambioen ese aspecto que todas las nuevas tecnologías. Sin em-bargo, el cambio más importante se dio en los últimosaños, cuando la política toma el debate sobre los mediosque habían impulsado sobre todo desde medios alternati-vos y PáginaI12 desde su origen.

El debate sobre la ley de medios amplificó así el cuestio-namiento al hegemonismo de los multimedia y por prime-

ra vez esos temas llegaron a la sociedad en general, que an-tes les prestaba poca atención. Se produce allí un cambiosaludable en la relación entre los medios y el público. Ellector, espectador o radioescucha pierde así la aceptaciónpasiva del mensaje ideológico de esa cultura dominanteque siempre se expresa en paralelo al poder económico ysus reflejos en la política. El debate sobre la ley de mediosubicó al público en el lugar activo desde donde puede dis-cernir, criticar y elegir.

Fue estimulante percibir que esa discusión, que fue elorigen de PáginaI12, se expandía en ese momento a todala sociedad. Y no fue sorpresiva la reacción corporativa yairada, de los grandes medios y de algunos periodistas fa-mosos que dejaban de ser indiscutidos o incuestionados. Eldebate sobre la ley de medios generó un punto de infle-xión hacia la práctica de un periodismo menos hipócritaque pueda asumir que siempre forma parte de una disputaideológica y económica en la sociedad

La ley de medios generó un punto de

inflexión hacia un periodismo menos

hipócrita que pueda asumir que siempre

forma parte de una disputa ideológica.

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ro, porque al final del día hay que dejar el diario hecho.O sea, el diario tiene que salir. O sea, está bien discutir,filosofar, arreglar el mundo y regodearse con una pala-bra bien puesta, pero todo eso es cháchara si un grupode gente no se organiza para consumar un producto in-dustrial sujeto a tiempos, formas y mercados. Y no im-porta si hoy cientos de miles leen Página no sólo en pa-pel sino en la web. El diario nunca deja ser un trabajocolectivo que remata en un momento del día y debe re-matar en un producto terminado. Porque así debe ser.Porque al día siguiente hay que hacer otro. Porque lavida sigue y hay que saber sorprenderse.

Hoy se habla mucho de agenda. Dejo el punto paralos buenos sociólogos. ¿Existe una agenda de temas? ¿Laselección de temas de los grandes medios es realmenteimbatible y agota la realidad? ¿Los habitantes de un paístoman sus decisiones cotidianas según lo que ven en latele o leen en los diarios? ¿O será que hablan de lo queven o leen, pero a veces –muchas veces– esa esfera tie-ne cierta autonomía respecto de la forma en que se dala convivencia entre 40 millones de personas? Y si esasí, ¿nada de lo que se hace en la tele, la radio, los dia-rios y la web sirve para nada?

Me parece, por experiencia propia, que los periodistasno somos los mejor dotados para contestar estas pregun-tas. Algún día me encantaría leer una investigaciónsustanciosa que no se quede en el análisis del discurso,sino que ilumine el contrapunto entre el ámbito de lacomunicación profesional y la realidad, con todos susvericuetos. Mientras tanto, me quedo con esta ensala-da, que me gusta bastante.

Me gusta trabajar en un diario que cuenta historias.Me gusta trabajar con periodistas que sienten orgullocuando les ponen nombre y apellido a esas historias.Que se meten bien abajo y cuentan los datos de la in-justicia. Me gusta una redacción que abra la cabeza atodas las dimensiones subjetivas y artísticas del ser hu-mano. Que en lugar de decir “los ’90” pueda recordarque fue uno de los pocos lugares que produjo informa-ción y abrió sus páginas para discutir la privatización deYPF o la feudalización educativa disfrazada de moderni-dad, por nombrar sólo dos reformas profundas que hi-cieron peor, mucho peor, a la Argentina.

Página tiene una visión concreta de la revisión judi-cial de los crímenes de lesa humanidad. Ayudó a ensan-char los límites puestos a la verdad, cuando la justiciaparecía imposible. Y después, cuando la justicia fue po-sible, otra vez, contribuyó a que actuara de un modomás articulado. Me gusta un diario que jugó muchas ve-ces a contracorriente sin buscar un alternativismo mar-ginal. Un caso: la defensa de las libertades individualescaricaturizada como galantismo. Otro: la apertura de laspáginas a los nuevos temas sociales de género, niñez yderechos civiles, los mismos que ahora se están trans-formando en ley y que –quién sabe–, quizás hasta seconcreten en una legislación sobre el aborto seguro, li-bre y gratuito. Nadie que sufriera la privación de justi-cia, de manera colectiva o individual se topó con laspuertas del diario cerradas. Al revés. Me siento bien enun diario que siempre miró con atención qué pasaba en

Perdón si alguien se ofende, pero en los últi-mos tiempos el debate sobre el ejercicio del

periodismo es aburrido y solemne. Por eso, a 25 años dela fundación de Página, debo confesarles algo: las re-dacciones son uno de los lugares más divertidos delmundo.

Claro que la redacción de un diario puede ser, segúnlas épocas, un sitio opresivo, agobiante, peligroso y dra-mático. Pero en todo caso, y lo lamento por mis colegasque se piensan a sí mismos como seres excepcionales,ésos pueden ser rasgos comunes a otros sitios. Una fá-brica. Una escuela. Un tribunal. La sociedad entera.

¿Qué es lo interesante de la redacción de Página?Que siempre fue una ensalada. Por lo pronto, una ensa-lada generacional que permitió aprender y transmitirlos trucos de un oficio que consiste en aplicar rigor ycuriosidad para averiguar qué pasa y contarlo de maneraentretenida. También fue una ensalada política quemezcló a periodistas con pasado militante en distintasorganizaciones, digamos que de la izquierda al centroiz-quierda, con periodistas sin ese pasado ni vocación poremprender un camino parecido. La característica inte-resante es que todos disfrutaron (disfrutamos) de esaensalada sin contaminarla con reproches. Y eso por tresmotivos. Uno, porque aprender de los demás es uno delos privilegios de la vida. Otro, porque una redacción esel palacio de la curiosidad, y entonces escuchar relatoso narrar historias se torna irresistible para gente conmosquitos en el tujes, como dirían mis viejos. El terce-

Por Martín Granovsky

Redacciones, generaciones, informaciones

Elogio de ladiversión

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el mundo (la Argentina no suele hacerlo) y especial-mente quiso descubrir cómo vivía Sudamérica. Me gus-ta un diario que no está determinado por la pauta pu-blicitaria, venga de donde venga. Y me gusta un diariotensionado por contradicciones que a veces tienen cos-tados duros o desagradables. La vida es apasionante,pero no fácil. Me gusta un diario que siempre quiso sa-lir a la calle y exponerse.

Ustedes se preguntarán qué es un diario. A esta alturano lo sé bien. Una empresa, una redacción, el gusto porel dato y la crónica, los lectores, un mundo de códigos,el placer de entenderse con guiños, pero también el desalir de los códigos y los guiños, un lugar que se siente

parte de la pluralidad social y no pretende agotarla porsu sola existencia, el lugar donde florece un oficio.

Bien, ¿y qué es lo malo de Página? Disculpen, peroeste diario es uno de mis lugares en el mundo, ycuando uno cumple 25 sólo piensa en festejar lo bue-no. De todos modos, con una mano en el corazón yotra en la cabeza, que de eso se trata la honestidadintelectual, me animo a dar una respuesta: para mí lobueno es más que lo malo. Siempre pongo unas fi-chas a que el diario refleje el pensamiento crítico. Yeso también es parte de la diversión

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Pablo Piovano

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te año los procesados por delitos de lesa humanidad su-maban 875, los condenados 281 y los juicios orales enmarcha, 13. Pero la transformación del país en torno deeste tema no es sólo una cuestión de cifras, de cuántosasesinos están adentro y cuántos afuera. Hacer justiciasobre los crímenes más horrendos cometidos desde el Es-tado implica, por ejemplo, poder mirar hacia el futurocon la frente en alto.

Hace 25 años la “opinión pública” dictaba que eracruel separar a niños que habían sido secuestrados de sussecuestradores. Todavía era de persona bien pensantesostener que sus padres desaparecidos algo habían he-cho. En 1987, el juicio a las Juntas –que fue, por si hayque aclararlo, histórico y ni qué decir si se lo comparacon las transiciones de los países vecinos– cada vez esta-ba más lejos y la impunidad, que los indultos terminaronde sellar, cada vez era más real. Hoy, la búsqueda, enmuchos casos, se hace “al revés”, los “chicos” (bueno, yano tanto) quieren saber. El tiempo transcurrido no seborra de un plumazo. El tiempo perdido es difícil que searecobrado, pero el derecho a la identidad es un valorque no se relativiza. La verdad, dicen quienes crecieronen la mentira, es lo que los hace libres. La verdad, la jus-ticia; como a ellos, al país.

Hace 25 años la noticia era que los represores volvíana las calles. En estos 25 años contamos cómo, primeromás lento y después más rapidito, regresaban a la cárcel.Hoy, que un militar o policía responsable de violacionesa los derechos humanos durante la última dictadura estépreso casi casi no es noticia. Lo es si está libre, si se esca-pa, si no lo juzgan, si lo amparan. Hoy, una vez encami-nado ese proceso, se puede profundizar en las responsabi-lidades civiles, judiciales y empresarias.

Hace 25 años (más o menos en promedio) los hijos dedesaparecidos terminaban la primaria. Siete años des-pués se juntaban para denunciar la impunidad, marca-ban las casas de los asesinos de sus padres, de los curas,de los médicos. Hoy son trabajadores, escritores, econo-mistas, actores, periodistas, politólogos, arquitectos, ve-terinarios, psicólogos y muchas otras cosas. Algunos sonabogados en los juicios sobre el terrorismo de Estado,funcionarios y diputados. Y muchos lo son, en parte,porque la llaga ya no arde. Hay mucho por saber, mu-chos por condenar, cuerpos por identificar, jóvenes porencontrar, pero los últimos años trajeron serenidad, po-der reflexionar desde otro lugar, sin necesidad de salir a

“Nos quedamos por tener fe. Nos fuimos por amar. Ganamos algo y algo se fue. Algunos hijos son padres

y algunas huellas ya son la piel.” (Charly García)

E l 26 de mayo de 1987 el proyecto de ley deObediencia Debida ya tenía media sanción

de Diputados. Tres días después de la salida de Pági-naI12, en la madrugada del 29 de mayo, el Día del Ejér-cito, el Senado debatió la iniciativa e introdujo modifi-caciones para que el beneficio alcanzara a coroneles ygenerales, que en un principio habían quedado afuera dela medida. El viernes 4 de junio PáginaI12 tituló Nochey Niebla. La Obediencia Debida ya era ley. Antonio Do-mingo Bussi aclaraba que nunca había tenido mando detropa, que –como todos– “había cumplido órdenes”, nofuera cosa que lo excluyeran del flamante beneficio.Mientras, anunciaba su intención de desembarcar en lapolítica. El 22 de junio de 1987 la Corte Suprema decla-ró constitucional la Ley de Obediencia Debida. Dos díasdespués, PáginaI12 anunciaba que más de 150 represo-res recuperaban su libertad. Norberto Cozzani, JorgeAntonio Bergés y Miguel Osvaldo Etchecolatz estabanen las fotos de tapa. Adentro, seguían los nombres: Al-fredo Astiz, Jorge Acosta, Juan Antonio Azic, AdolfoDonda, Julio Simón, Antonio del Cerro, Eduardo Ruffo,Aníbal Gordon... Lo que cambió al día de hoy es bienconocido por los lectores de este diario. Para ponerlo ennúmeros –según datos de la Procuración–, a marzo de es-

Por Victoria Ginzberg

Derechos humanos, ejercicio de la memoria

La voz deldesaparecido

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Una pesadilla recurrente que tenían

era que sobrevivían y cuando llegaban a sus

casas y contaban lo que les habían hecho,

nadie los escuchaba.

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gritar la bronca a los cuatro vientos para canalizar de al-guna manera la impotencia.

Hace 25 años los represores callaban. Aunque teníanvoceros. En 1987 Héctor Ríos Ereñú decía que el Ejérci-to, la fuerza que conducía, era “el glorioso partero de lahistoria” y que aunque se habían apartado un poco de laley durante la última dictadura (no decía dictadura), ha-bía que reconocer la “nobleza de propósitos y la legitimi-dad de objetivos”. Ahora, el dictador Jorge Rafael Vide-la está en medio de un ataque de verborragia. Sus decla-raciones son históricamente relevantes, pero, como dijoen una entrevista a este diario la socióloga ValentinaSalvi, si quiere ser escuchado, no puede negar lo que yano puede ser negado. Por eso admite “siete u ocho mil”muertes, a las que no termina de llamar asesinatos. Perono conmueve. No abre una grieta. No impacta.

Distinto fue con el ex marino Adolfo Scilingo. Suconfesión fue un terremoto, un sacudón para una socie-dad que estaba como adormecida y marcó a una genera-ción que estaba lista para ingresar a la vida pública. Sci-lingo, El Vuelo, puso en marcha un mecanismo: una in-terpelación al pasado, una marcha masiva, un juez espa-ñol que decidió escuchar, los escraches, jueces argenti-nos que también entendieron. Un mecanismo que pudo

existir y sostenerse porque el movimiento de derechoshumanos de este país, encabezado por las Madres yAbuelas de Plaza de Mayo y otras organizaciones, nuncase rindieron, y que pudo funcionar a pleno gracias a ladecisión política del kirchnerismo. Antes, durante y des-pués de Scilingo y Videla, hablaron y hablan los sobrevi-vientes de los centros clandestinos de detención, loscompañeros de militancia de los desaparecidos, los fami-liares de los muertos, asesinados y secuestrados.

Cuenta Primo Levi que los oficiales nazis les decían alos prisioneros de Auschwitz que nadie se iba a enterar delo que había pasado porque los iban a matar a todos, peroque, si alguien quedaba vivo, igual nadie les iba a creer. Ytambién que una pesadilla recurrente que tenían era quesobrevivían y cuando llegaban a sus casas y contaban loque les habían hecho, nadie los escuchaba, todos mira-ban para otro lado. Pilar Calveiro, doctora en CienciaPolítica y ex detenida de la ESMA, señala que algo simi-lar ocurría con los desaparecidos de la última dictadura.

Desde hace 25 años PáginaI12 es el lugar de resonan-cia de la voz de los sobrevivientes, de las familias de losdesaparecidos. Fue, en lo que se refiere al proceso de me-moria, verdad y justicia un actor relevante. Sólo por esoya vale la pena ser parte

Télam

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óvalos, que después hicimos obleas y se pegaban comolas direcciones de las casas. Decían arriba ‘Kirchner’ yabajo ‘Intendente’. Nada más. Y las pegábamos nos-otros, los militantes, casa por casa.” La elección fueajustadísima: superó al candidato radical Roberto Ló-pez por apenas 111 sufragios.

Aquella campaña chiquita, casi artesanal, de 1987marcó el comienzo. Porque el envión del triunfo lepermitió sumar bancas de legisladores provinciales en1989, una de ellas para Cristina Kirchner. Ya era porentonces el Frente para la Victoria, aunque “santacru-ceña”. CFK asegura que siempre su primera reacciónfue negarse a presentarse como candidata. “Van a de-cir que soy la mujer del intendente”, se excusó enaquella primera ocasión. Pero cedió, como cedería va-rias veces luego.

La hiperinflación se había deglutido el gobierno deRaúl Alfonsín y el justicialismo había vuelto al poderde la mano de Carlos Menem. Kirchner llegó a la go-bernación en 1991, ganándole a Puricelli por ley delemas. El margen también fue apretado –una marca ensu vida– pero eso no era lo más grave: asumió la pro-vincia con las cuentas en rojo furioso, sin caja ni parapagar los sueldos. Tampoco manejaba la estructura deljusticialismo provincial, ni contaba con intendentesque le respondieran. Como sucedería cuando llegó a laPresidencia, algunos le pronosticaron un mandato bre-ve: gobernó 12 años. Al asumir decretó la emergenciaeconómica y redujo las remuneraciones entre un 10 yun 15 por ciento. Aseguran que su primer pico de po-pularidad fue a los seis meses, cuando empezó a devol-ver lo recortado más intereses.

A l mismo tiempo que PáginaI12 aparecíapara cambiar el periodismo en la Argenti-

na, el embrión de un nuevo agrupamiento político to-maba forma en Río Gallegos. Ese movimiento condu-ce desde hace nueve años los destinos de la Casa Ro-sada y –todo lo indica– marcará un antes y un despuésen la construcción política en el país. Coincidente-mente, lo conseguirá incorporando muchas de las ban-deras levantadas por este diario durante 25 años, ideasprogresistas que se creían atractivas apenas para deter-minadas minorías, como la política de memoria, ver-dad y justicia en el campo de los derechos humanos,de llevar adelante una economía independiente de lasrecetas de los organismos financieros o de hacer jugaral Estado un rol preponderante en el campo de lo polí-tico, lo económico y lo social.

Por aquel mayo de 1987, los Kirchner se encontra-ban en medio de la campaña electoral que concluiríacon Néstor Kirchner en la intendencia de Río Galle-gos, su primer cargo electivo. El entonces gobernadory hoy ministro de Defensa, Arturo Puricelli, lo habíadesignado al frente de la Caja de Previsión Social yKirchner había sabido aprovechar la oportunidad im-primiéndole una dinámica fuera de lo común a su ges-tión y volviéndolo conocido en la provincia.

Con todo, aquella faena del ’87 no fue sencilla. “Fueuna campaña genial –recordaría luego Cristina Kirch-ner en el libro La Presidenta, de Sandra Russo–. Duróun año. No hubo fotos de Néstor. Salimos con unos

Por Fernando Cibeira

Con una campaña artesanal, ganaba en 1987 laintendencia de Río Gallegos

La primeraaventura

de NéstorKirchner

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Si para algunos era difícil imaginar cómo haría paracompletar su primer mandato como gobernador, ob-viamente nadie deliraba con la presidencia. Menos él.Según cuenta el actual embajador Dante Dovena enel libro El último peronista, de Walter Curia, cuandose lanzó a la intendencia de Río Gallegos lo quisoconvencer de que él se postulara en Caleta Olivia.“Gordo, ayudame y yo te ayudo. En cuatro años va-mos por la gobernación y en veinte por la presiden-cia”, le dijo. Su amigo lanzó la carcajada.

Falló por cuatro años. Ni él ni nadie podían preverlo que pasaría en el país en 2001, lo que lo terminódepositando en la Rosada casi por casualidad y antesde lo imaginado. No era tan raro que llegara a presi-dente un candidato con discurso de centroizquierda.A su manera, Raúl Alfonsín, el primer Carlos Menemy Fernando de la Rúa también lo habían hecho. Pero,una vez en la Rosada, entraba en juego el posibilismoy los márgenes cada vez más estrechos para actuar sincondicionamientos, ya sea los impuestos desde afuerao por grupos de intereses locales. Bueno, eso fue loque cambió.

Ya el discurso en el Hotel Panamericano, el día que

Carlos Menem se bajó del ballottage y lo privó de untriunfo contundente, resultó extraño. Era el presiden-te electo y el mensaje fue aún más duro que durantela campaña. “No voy a ser presa de las corporacio-nes”, avisó. Recuerdo los comentarios, de vuelta en laredacción. “Parecía un discurso para PáginaI12”, medijo un compañero.

Antes de asumir viajó a El Calafate junto a Cristi-na Kirchner. En el reportaje que dio a este diario enla hostería Los Notros, frente al glaciar, buscó dejarlas cosas en claro. “No hay ni habrá ningún pacto aespaldas de la sociedad y de la gente con ningunacorporación ni institución ni Corte. No vamos a ha-cer ningún pacto que garantice la impunidad en laArgentina”, respondió para desbaratar las fuertesversiones –en verdad, una idea de Eduardo Duhal-de– de que la Corte Suprema menemista estaba dis-puesta a invalidar los fallos que habían declaradonulas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final,cuestión de cerrar todas las causas por crímenes de ladictadura. Fue la tapa de ese domingo de PáginaI12,como para que quedara constancia del compromiso.No sólo que no hubo ningún pacto, sino que la pri-mera pelea de las varias que afrontó la gestión kirch-nerista fue para cambiar aquella Corte menemistapor otra integrada por jueces independientes y deprestigio.

Un cuarto de siglo atrás nacía PáginaI12 y el kirch-nerismo buscaba su primer éxito electoral. Podríanhaber fracasado y probablemente la historia hubierasido diferente. No fue lo que sucedió, y hoy la Argen-tina cambió

“Gordo, ayudame y yo te ayudo.

En cuatro años vamos por la gobernación

y en veinte por la presidencia”, le dijo.

Su amigo lanzó la carcajada.

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“Fidelidad con dudas: Sí, juro.” El primertítulo de la primera plana de PáginaI12

reflejaba el poder todavía latente de los militares ace-chando la democracia. Poco después del primer levanta-miento carapintada, las Fuerzas Armadas eran obligadasa jurar lealtad a la Constitución. Hace veinticinco años,ésa era una noticia de tapa. La sola naturalización de eserito, que ya ningún diario elegiría para sorprender a suslectores, muestra cómo se redefinió el tablero político enla Argentina: el “Partido Militar” pasó a la historia.

A lo largo del siglo XX seis golpes militares habían en-tronizado en la Presidencia a catorce dictadores. Lasatrocidades del terrorismo de Estado signaron el retornoa la democracia. El gobierno de Raúl Alfonsín eligió lavía judicial para revisar el pasado reciente. La todavíapoderosa corporación castrense hizo valer las armas y lo-gró cercenar un proceso inédito en América latina. Pasa-ron dos décadas hasta que el Congreso anulara las leyesPor Nora Veiras

El fin del “Partido Militar” y las Fuerzas Armadas

en democracia

Ciudadanos de uniforme

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EFE

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de Punto Final y Obediencia Debida y poco más paraque la Corte hiciera lo propio con los indultos de CarlosMenem. El camino de justicia volvió a despejarse y losorganismos defensores de los derechos humanos empeza-ron a comprobar cómo las denuncias se transformabanen pruebas que terminaban en condenas.

“La represión ilegal es un tema de la Justicia, no es unproblema de las Fuerzas Armadas”, fue la explicaciónque despuntó en los oficiales de alto rango. El derroterono había sido sencillo para empezar a hacer carne undiscurso que implica desterrar de la mentalidad castrenseel espíritu de cuerpo con el que los responsables de ladictadura impregnaron a todos los uniformados.

Durante los largos diez años del menemismo, la últimaasonada carapintada había sido sofocada por los “leales”.Con los indultos a represores y jefes montoneros, Me-nem intentó clausurar ese pasado reciente. Eliminó des-pués el Servicio Militar Obligatorio y el general MartínBalza ensayó la primera autocrítica por la “obedienciadebida”, la cobertura para justificar secuestros, torturas,asesinatos y desapariciones. El alineamiento con los Es-tados Unidos incluyó a los militares como enviados enlas naves a la Guerra del Golfo. Por entonces despunta-ron los intentos por buscarles un sentido en la participa-ción en misiones de paz en el mundo.

En 1988 se había aprobado con inusitado consenso la

Ley de Defensa Nacional que vedó a las Fuerzas Arma-das la participación en conflictos de seguridad interior.Una frontera tallada por la sangrienta experiencia delterrorismo de Estado. Una decisión que distancia a laArgentina de las líneas directrices del Departamento deEstado para América latina, consecuente promotor de lainjerencia militar en asuntos internos siempre que seanajenos. Recién en 2006, la ley se reglamentó, pero esafrontera no fue transgredida ni siquiera durante el go-bierno de Eduardo Duhalde, momento en que la crisissocial llevó a evaluar, inclusive, la posibilidad de sacar alos militares a la calle.

Paradójicamente, el avance de los juicios por violacio-nes a los derechos humanos permitió el rediseño de lospilares de las instituciones castrenses. Durante el kirch-nerismo se reformó el Código de Justicia Militar que eli-minó el fuero especial y, al mismo tiempo, garantizó elderecho a la defensa. Se empezaron a cambiar los planesde estudio de las escuelas de formación de oficiales ysuboficiales, quizá la transformación más ambiciosa ymás demandante de un seguimiento permanente para

verificar resultados. En este contexto, la definición delos militares como “ciudadanos de uniforme” apunta asituar el rol en el que se debe dar la integración de quie-nes siguen detentando la hegemonía del poder armadopara defender la Nación.

En el 2000, el entonces jefe del Ejército, RicardoBrinzoni, le envió apoyo a Córdoba a Luciano BenjamínMenéndez, quien había sido detenido por negarse a de-clarar en un juicio por la Verdad. En 2004, su sucesor,Roberto Bendini, cumplió la orden de descolgar los cua-dros de Videla y Bignone del Colegio Militar y la ESMAse convirtió en Museo de la Memoria. Menéndez acu-mula condenas a perpetuidad que sólo alteran a sus ge-rontes contemporáneos. En veinticinco años, la expec-tativa por quién comandará las Fuerzas Armadas y porquiénes pasarán el rasero de los ascensos en el Senadofue disminuyendo casi hasta desaparecer de las noticias.

PáginaI12 fue testigo de la trabajosa mutación deuna institución atravesada por el terror que generó ylas resistencias para conjurar la impunidad. Una insti-tución que conducida por el poder político está ade-cuándose a un nuevo escenario de integración regionalsin hipótesis de conflicto. Una institución formada poroficiales que, casi sin excepciones, no tiene ya a geno-cidas entre sus filas

El avance de los juicios por violaciones a los

derechos humanos permitió el rediseño de los

pilares de las instituciones castrenses.

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ser gobernados por un delegado del presidente a elegiral jefe de Gobierno que conduce sus destinos.

En la época en que salió PáginaI12 la ciudad era un dis-trito que dependía de la Nación, donde el presidente nom-braba al intendente. Los porteños sólo elegían a nivel locala los 60 integrantes del viejo Concejo Deliberante, quedictaba ordenanzas de menor cuantía que las leyes que hoydicta la Legislatura, y consejeros vecinales. El designadoentonces por Alfonsín era Facundo Suárez Lastra, anotadohoy entre los radicales que se opusieron a la recuperaciónde YPF, aunque lejos de los primeros planos. Eran días enque la cuestión militar casi monopolizaba el debate políticonacional y en la ciudad se discutían, entre otras cosas, có-mo recuperar la olvidada Costanera Sur y qué hacer con lareserva ecológica.

El radicalismo y el peronismo eran los dos partidos fuer-tes; el Partido Intransigente, de Oscar Alende, y la UCe-Dé, del capitán ingeniero Alvaro Alsogaray, se disputabanel título de tercera fuerza. En la ciudad todos se preparabanpara las legislativas del 6 de septiembre de ese año, que enel plano nacional ganaría el peronismo y marcarían el prin-cipio del fin del gobierno alfonsinista. Aún en baja, los ra-dicales demostraron que nadie interpelaba a los porteñoscomo ellos y les sacaron más de 15 puntos a los peronistas.El primer candidato a diputado de la UCR fue Jesús Rodrí-guez y prometía, entre otras cosas, “extender a más del do-ble la red de subterráneos”. Eso no cambió: en todas laselecciones posteriores hubo promesas de que se ampliaríanlos subtes y ni siquiera los que se fijaron metas más modes-tas como Mauricio Macri –que se comprometió a hacer 10kilómetros por año– cumplieron: del ’96 a la fecha se cons-truyeron 25,06 kilómetros de túneles, o sea, a razón de 1,5kilómetro por año.

Entre los candidatos para las elecciones ’87 asomabantambién otras figuras que en los años siguientes serían pro-tagonistas centrales de la política porteña: en la lista pero-nista competía Jorge Domínguez y la UCeDé llevaba en suboleta a Adelina Dalesio de Viola. En Diputados, ya senta-do en una banca, los esperaba Carlos Grosso.

El desembarco de Carlos Menem en la Casa Rosada estu-vo acompañado de un cambio de timón en la ciudad. Gros-so llegó a la Municipalidad con el antecedente de ser unade las estrellas de la Renovación Peronista y la promesa detransformar a Buenos Aires en “La reina del Plata”; tuvoque irse a los tres años, signado por hechos de corrupciónque lo convirtieron en una de las figuras emblemáticas delmenemismo. De sus días al frente del gobierno porteño lo

La primera nota de PáginaI12 sobre la Capi-tal Federal fue publicada el 28 de mayo de

1987. Lo curioso es que no se refería a la ciudad deBuenos Aires. “Tedioso debate por el traslado a Vied-ma”, consignaba en su título, y daba cuenta de que Di-putados había aprobado en general la iniciativa de Ra-úl Alfonsín de llevar a Río Negro la sede del gobiernonacional. Aquel proyecto quedó en la nada y 25 añosdespués las instituciones federales continúan en terri-torio porteño, pero muchas otras cosas cambiaron.Buenos Aires es, de hecho, el distrito que mayorescambios políticos e institucionales tuvo de entonces ala fecha. En un cuarto de siglo la ciudad obtuvo –aun-que todavía limitada– su autonomía, sancionó unaConstitución señera en lo que refiere a los derechos ygarantías de sus habitantes y los porteños pasaron de

Por Santiago Rodríguez

La evolución de Buenos Airesdesde la ley de autonomía

Descubrir la ciudad

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más recordado fueron los escándalos como el de la escuelashopping o la entrega del Campo de Golf y el Velódromo;también la renegociación del contrato para la recolecciónde la basura, que convirtió en principal contratista de laciudad a Manliba, una de las empresas de grupo familiar delhoy jefe de Gobierno Macri, del que Grosso siempre ha si-do uno de sus principales asesores políticos.

Más discreto fue el paso de su reemplazante, Saúl Bouer,a quien lo sucedió Domínguez dos años después. Domín-guez fue el último intendente porteño y el último peronistaen gobernar un distrito siempre esquivo al peronismo. Nose lo recuerda por eso, sino por desalojos como el de las fa-milias de la Villa 31 que vivían en la traza de la autopista

Illia y de comercios instalados en espacios públicos. Pasó ala historia por eso con el apodo de Topadora Domínguez.

Fernando de la Rúa fue el primer jefe de Gobierno. Do-mínguez le dio pelea en las urnas, pero el resultado estabacantado, tan cantado como que el radical llegaba a la Jefa-tura de Gobierno para usarla como trampolín hacia la pre-sidencia que alcanzaría tres años después. Las eleccionesfueron en 1996, un año que marcó un antes y un despuéspara la ciudad. Además de jefe de Gobierno, se eligieronentonces los convencionales que redactaron la Constitu-ción local. El texto fue sancionado el 1 de octubre de esemismo año y como ningún otro en el país consagró dere-chos y garantías para los porteños. En ese rubro ganó el Fre-paso, repitiendo el éxito de dos años antes del Frente Gran-de en la elección de convencionales para la reforma de la

Buenos Aires es, de hecho, el distrito que

mayores cambios políticos e institucionales

tuvo de entonces a la fecha.

Constitución Nacional. Fue aquella reforma del ’94 la quedeterminó la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, queel menemismo limitó después a través de leyes sancionadaspor el Congreso.

En 1999 De la Rúa dio los “100 pasos” que en su campa-ña a presidente dijo que separaban la Jefatura de Gobiernode la Presidencia, y su vice Enrique Olivera tomó la postahasta el término de su mandato. Pretendía un segundomandato, pero los radicales habían formado la Alianza conel Frepaso y el acuerdo era que Aníbal Ibarra fuese el candi-dato. El frepasista conducía la Legislatura porteña, que en1997 llegó para reemplazar a un Concejo Deliberante total-mente desprestigiado y convertido a fuerza de escándalosen sinónimo de corrupción.

Ibarra sí pudo cumplir, con el respaldo del kirchnerismo,el sueño de la reelección. Soportó al cabo de su primermandato la peor crisis económica y política que recuerdaArgentina, una crisis que desintegró la Alianza que lo llevóal poder y borró del mapa al radicalismo, que por años ha-bía dominado la política porteña. Logró capearla y en losdías de escasez priorizó las áreas sociales de su administra-ción. No consiguió, sin embargo, terminar su segundo man-dato: fue incapaz de armar un entramado político propio yno tuvo una red que lo contuviera cuando fueron por su ca-beza por la tragedia de República Cromañón. Fue destitui-do el 7 de marzo de 2006; el macrismo se anotó ese día lavictoria que Macri no había podido obtener en las urnas el14 de septiembre de 2003 en un ballottage mano a manocon Ibarra.

Al frente del gobierno quedó el vice Jorge Telerman. Te-nía también sueños se reelección y gestionó en función deellos. No le alcanzó: en las elecciones de 2007 ofreció susservicios de candidato al kirchnerismo, pero la Casa Rosa-da no los aceptó y nominó a Daniel Filmus. Telerman noentró siquiera en la segunda vuelta en la que Macri derrotóa su adversario K. Lo de Macri, a partir de entonces, es his-toria conocida

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anarquista, una enemistad reforzada, para marcar un hitosimbólico y caro a esas generaciones, por la Noche de losBastones Largos). La expresión más notoria de ese procesofue el vínculo de Raúl Alfonsín con el llamado Grupo Es-meralda, que llegó a funcionar como una unidad de asesoríapara el presidente radical. Algo de esa experiencia pervive,con una tensión afín entre autonomía y compromiso, enCarta Abierta, el espacio de intelectuales y artistas surgidoen los últimos años, bajo la presidencia de Cristina Kirch-ner. Entre ambos casos se pueden trazar líneas de continui-dad y de divergencia.

Típicamente, las intervenciones de intelectuales puedenser individuales o colectivas, y eso puede variar en funcióndel capital simbólico acumulado por cada quien. El que seconsidera con suficientes lauros y renombre puede tomarposición a título personal (el libro, el ensayo, la apariciónen los medios de comunicación), mientras que el que carecedel capital suficiente puede optar por la expresión colectiva(el manifiesto). Sin embargo, tanto el Grupo Esmeralda co-mo Carta Abierta emergieron como espacios de reunión demiembros del campo cultural con reconocimiento (JuanCarlos Portantiero y Horacio González, para citar apenas unnombre de cada sector), junto a otros menos destacados. Laperseverancia de la modalidad colectiva de intervenciónparece marcar una tendencia del último período democráti-

Pese a lo que se suele decir, pese a la supuestatradición antiintelectualista de la política ar-

gentina, en un país donde escritores e historiadores pensa-ron la nación antes de que existiera, la participación de losintelectuales en la cosa pública, en el ejercicio del poder, ra-ra vez ha estado ausente. Es habitual señalar que, en los últi-mos 25 años, esa participación sufrió un hiato, un bache, enla década del 90. No parece cierto: parece, más bien, queesa década fue hegemonizada (dejando de lado las figurasdel intelectual cínico y el ironista) por un tipo específico (ymenguado) de intelectual, el experto, en este caso el exper-to en economía, en determinadas doctrinas de la economía,el saber que entonces subsumió a la política (por eso una delas escasas contrafiguras del experto neoliberal fue represen-tada por otros economistas, los del Grupo Fénix). Menosdiscutida, antes y después de ese período hubo una evidenteparticipación política, cerca de los gobiernos, de los intelec-tuales, entendidos, ya en un sentido no tan acotado, comoaquellos que intervienen en la vida pública legitimándosecon el capital cultural que les conceden sus diplomas uni-versitarios (“los títulos de nobleza de nuestras sociedades”,observó Pierre Bourdieu), cierta obra y cierta trayectoria enalgún campo del saber.

Con la recuperación de la democracia, numerosos inte-lectuales formados en las ciencias sociales y las humanida-des (pero no sólo) procesaron la sangrienta derrota de losproyectos revolucionarios de los ’60 y ’70 y, gramsciana-mente, revisaron su distanciamiento del Estado (concebidocomo enemigo desde una larga tradición de izquierda y

Por Javier Lorca

Entre el compromiso y la autonomía

Intelectualesy el poder

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El desafío mayor para unos y otros quizás haya

sido y siga siendo la generación, junto al oído

de los gobernantes, de pensamiento crítico.

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co: si bien antes en la historia se registraron otros casos, engeneral predominó la figura eminente y, cuando actuarongrupos, fueron conformados alrededor de –por ejemplo–una revista Sur, Contorno, Punto de vista, por caso), noconstituidos ad hoc para intervenir en política.

En las circunstancias del surgimiento del Grupo Esmeral-da y de Carta Abierta también hay similitudes. Ambos na-cieron en momentos de revitalización de lo público, de vi-da social intensa, con la política concebida como factor detransformación, con fe en que las ideas pueden alimentar lapraxis: el primero, en 1984, tras el final de la dictadura, enplena primavera democrática; la segunda, en 2008, en ple-no conflicto del kirchnerismo con las corporaciones rura-les. Otro rasgo común sería que los dos conjuntos de inte-lectuales se sintieron seducidos por presidentes que propo-nían un discurso progresista, que en mayor o menor medidase presentaban abiertos a escucharlos y que, con sus inicia-tivas, fracturaban lo que hasta entonces había sido el tonodominante en sus partidos, la UCR y el PJ. De allí que tan-to unos como otros intelectuales mostraran sintonía con lafigura presidencial, pero distancia y prevención respecto delos partidos oficialistas.

Pero en esas similitudes de origen latían, a la vez, clarasdiferencias. Los miembros del Grupo Esmeralda fueronconvocados desde el propio entorno de Alfonsín, constitu-yeron un conjunto cerrado que contaba con financiamien-to estatal y fueron organizados en diferentes subgrupos condiferentes funciones, realizaban análisis y sondeos, presen-taban informes y redactaban discursos para el presidente.Su rol principal asumía la antigua modalidad de ser “conse-jeros del rey”. Carta Abierta se formó “al calor de los acon-tecimientos” como un espacio abierto de discusión y mani-

festación, con carácter asambleario y, al menos hasta hoy,nunca tuvo tanta organicidad respecto del gobierno. Sosla-yando la cuestión de si fue una decisión deliberada o de sino tuvo más remedio (dada la estrecha estructura decisio-nal del poder kirchnerista), al conservar relativa autonomíasu rol principal ha asumido la modalidad del comentariomatizado por propuestas, siempre encarnado en una apues-ta por el lenguaje ensayístico.

Otra divergencia germinal parece haberles trazado desti-nos de alguna manera cruzados a estos conjuntos de inte-lectuales. Si el Grupo Esmeralda se formó en el mejor mo-mento de Alfonsín, con esperanzadas pretensiones “ofensi-vas”, de avanzar sobre los restos de una nación asolada porla dictadura, su desafío nunca superado fue enfrentar, a par-tir de 1987, los dilemas y los límites que comenzaban a cer-car a ese gobierno. Carta Abierta, en cambio, se erigió conun afán “defensivo” cuando el kirchnerismo atravesaba suetapa de mayor debilidad, y en los años siguientes, con larecuperación del gobierno de Cristina Kirchner, su desafíofue (es) reescribirse del lado del poder.

De todos modos, el desafío mayor para unos y otros qui-zás haya sido y siga siendo, como han sabido reconocer al-gunos de sus protagonistas, la generación, junto al oído delos políticos, de pensamiento crítico, el pensamiento quepiensa contra sí mismo, contra sus propias convicciones ysupuestos. El sayo excede a los intelectuales cercanos a ungobierno, no se libran de su alcance los espacios que seproponen alternativos sin poner en cuestión el sustrato desus ideas ni revisar posiciones ya tomadas antes de empe-zar a pensar. Acaso sea una dificultad intrínseca a la in-trincada convivencia entre las lógicas de la política y lasde la reflexión crítica

Sergio Goya

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Con lo que el fenómeno más notable y la marca másclara de madurez política de nuestra sociedad es el surgi-miento de microagendas, de intereses y agrupamientos queno van por todo sino por un problema en particular. Eco-logistas, militantes gay, patrimonialistas, por mencionartres sectores, son etiquetas que abarcan a personas deidentidades políticas muy pero muy diversas que lograntrabajar juntos por un tema.

Esto es una lectura más detallada, si no sutil, de la reali-dad. El nicho no es ceguera ni negación de la política, asícomo la ONG no es antipartido. De hecho, si se concibela convivencia social como un constante ir y venir entreel arriba y el abajo, la cosa resulta perfectamente esperabley explicable.

Un campo de acción que creció explosivamente en estosúltimos años y deja en claro estas tensiones es el del uso dela ciudad. Hace 25 años el tema ni se mencionaba, porqueno existía excepto como estudio histórico de la desaparicióndel patrimonio y como estudio académico de los problemasde la alta densidad urbana. En algo más de cinco años, pro-testar por la construcción de una torre, movilizarse para ba-jar las alturas constructivas en un barrio, pelearles a las ex-cepciones y controlar los muchos favores municipales a lasempresas privadas pasó a ser algo natural y cotidiano.

Hasta el lenguaje cambió. Cuando PáginaI12 comenzó adecir que un edificio patrimonial era destruido y no demoli-

do, parecía una toma de posición drástica. Hoy la palabra sedesliza hasta en diarios muy cuidadosos de no ofender a susavisadores corporativos. Hasta hace muy poco, preservar elpatrimonio era cosa de nostálgicos que querían “transformarla ciudad en un museo”, como dijo en público más de un ar-quitecto encumbrado. Hoy nadie se anima a hacer el ridícu-lo con semejante frase, ni siquiera los arquitectos.

El gobierno porteño de Mauricio Macri fue tomadocompletamente por sorpresa por este tipo de política, quele creó dolores de cabeza inesperados. La cantidad de am-paros judiciales que paralizaron obras públicas y privadas,obligando a la Ciudad a defender sus actos en tribunaleses notable. El crecimiento de las ONG urbanas –de Bastade Demoler, de Proteger Barracas, de SOS Caballito, dela Protocomuna– es un derrame que llega a los rinconesurbanos más perdidos, despertando a vecinos. Las agen-das son apolíticas y tremendamente políticas a la vez:conservar un empedrado, frenar un negoción, parar unarenovación urbana.

Y si los verbos son siempre negativos –conservar, frenar,parar, detener, impedir–, las acciones no son pasivas. Es quehacer que algunos escuchen allá arriba requiere niveles deenergía realmente altos

Era un país muy tímido porque todavía estabaarrinconado. Nadie se engañaba sobre los mili-

tares, el poder económico, los intereses sectoriales, la Igle-sia. Ya no estaban en la Casa Rosada pero pisaban fuerte,como pisan los dueños.

La vida argentina de fines de los ochenta era un ensan-che gradual de espacios, una verdadera construcción de de-mocracia en el sentido más simple del término. Había quesacarse de encima el olor a muerte, dejar de mirar por enci-ma del hombro y tener audacias como salir sin documentos.Todo era política, política y su rama casera, la economía,con muy pocos espacios para otras agendas. Se hablaba dederechos civiles cuando la policía le pegaba cuatro tiros aalgún pibe o presentaba a un acusado que confesaba comoconfiesa el conejo del chiste: “soy un zorro, soy un zorro”. Yse votaba por algo que no fuera un candidato sólo en casoscomo el del canal de Beagle, cuando entre paparruchadas ynubes de Ubeda entendimos que nos iban a llevar a otraguerra, si podían.

Un rasgo cierto de que vivimos en otro planeta mentalno es Internet, el cable o la música digitalizada, sino que es-te nivel de autoritarismo e interferencia constante les pare-ce a los chicos un mal cuento. Este éxito social es el fin deuna larga, muy larga pelea desde el llano de grupos que an-tes no existían y eran simplemente inconcebibles. Que lapolicía tire menos es producto de tantas madres del dolor,de tantas personas que tomaron el nombre de una víctima yvolvieron a decir que nunca más, y también de que el Esta-do empiece a oír y hacer caso.

Por Sergio Kiernan

Política, microagendas y ONG

Aprender lademocracia

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Ecologistas, militantes gay, patrimonialistas,

por mencionar tres sectores, son etiquetas

que abarcan identidades políticas

muy pero muy diversas.

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AUH CRECIMIENTO EMPLEO

BANCO CENTRAL INDUSTRIAMONEDA AGUINALDO CREDITO

CONSTRUCCION ECONOMIACRISIS TRABAJO JUBILACIONES

IMPUESTOS SINDICATOS TASASACCIONES DEUDA DESARROLLO

RECESION CAPITAL INFLACIONDOLAR PROGRESO PETROLEO

PRODUCTIVIDAD DEPOSITOSMINERI A BANCOS TECNOLOGIA

DEFAULTCORRALITO EMPRESAS

MERCOSUR CAMPO SERVICIOS

DESENDEUDAMIENTO FMI SALARIO

DESARROLLO BONOS SOJA

INVERSION PARITARIAS ESTADO

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der adquisitivo del dólar se redujo a la mitaden 25 años.

Incrédulos, amantes del billete verde, hipno-tizados con el rostro de Benjamin Franklin en elpapel de 100, tienen la oportunidad de hacer laprueba ingresando awww.bls.gov/data/inflation_calculator.htm. En Esta-dos Unidos, para comprar una canasta de bienes y ser-vicios de 100 dólares de 1987 hoy se necesitan 201,93dólares. El doble. El poder adquisitivo en ese lapso des-cendió 50 por ciento, y esa pérdida fue en los mejoresaños del dólar como moneda universal.

El futuro de esa divisa es incierto en base a la megaemi-sión de dólares dispuesta por la banca central estadouni-dense y la sucesión de acuerdos de países asiáticos y lati-noamericanos para desdolarizar el comercio bilateral:

China-Japón y Argentina-Brasil, entre los más im-portantes.

Desde fines de 2008 la Fedno ha detenido su frenéticaemisión de dólares. El Quan-titative Easing, como se de-nomina en la jerga de es-pecialistas la ronda de im-presión de billetes, ya

tiene dos episodios. Elprimero, que comenzó enlos últimos meses de2008, representó una ex-

pansión equivalente alimpactante 90 por cientode la base monetaria para

En 1987, el dólar era la moneda de aceptaciónuniversal, hegemonía que consolidó a partir

de la inconvertibilidad de la divisa por oro en agosto de1971 y el shock petrolero de 1973. El billete verde era lamoneda de reserva mundial sin ninguna competencia cer-cana. El euro irrumpió recién en el 2001. El dólar era ele-gido para el ahorro, el comercio internacional y medio depago en grandes operaciones, en especial inmobiliarias,en varias economías fuera de Estados Unidos. No habíadudas de que esa moneda era la dominante, la que brinda-ba seguridad y protección para mantener el poder adquisi-tivo de los ingresos.

En 25 años algo cambió, aunque la mayoría de los ar-gentinos con poco o mucho excedente de capitales, pade-ciendo el trastorno obsesivo compulsivo por el dó-lar, no quieran ni puedan admitirlo.

El dólar está dejando de ser la monedapreferida de valor de reserva en lospaíses que se perfilan como nuevaspotencias económicas mundia-les. La perspectiva de esa di-visa tiene así un horizontede declive. La velocidad deese proceso puede adquiririntensidad o ser lento, peroinevitable teniendo en cuen-ta que ya en ese período deapogeo, cuando era el rey delmundo de las monedas, el po-

Por Alfredo Zaiat

La moneda de referenciaperdió la mitad de su

valor desde 1987

La vida delrey dólar

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comprar los denominados “activos tóxicos” del sectorprivado (créditos subprime y otros instrumentos financie-ros respaldados por hipotecas). El segundo, implementa-

do el año pasado, fue equivalente al 30por ciento de la base moneta-ria, ya ampliada por la rondaanterior, para comprar bonosdel Tesoro de Estados Unidos.

En total, fueron 2,4 billonesde dólares.

El movimiento de deprecia-ción del dólar en la economía

global en los últimos 25 años noes una cuestión que ha inquietadoa los agentes económicos argenti-

nos con excedentes de capital. Siexiste un factor de inestabilidad de lar-

go plazo para la economía argentina es elderrumbe del dólar como moneda univer-

sal, opción que no es considerada improba-ble por las potencias emergentes. El efecto

pobreza de la decadencia del dólar se convier-te en un elemento que no debe subestimarse en

la economía doméstica.La conducta dolarizadora tiene motivos econó-

micos, políticos y culturales, en una economía bimo-netaria que arrastra la pesada mochila de haber pade-cido un régimen de convertibilidad durante diez años

que profundizó esos rasgos. La hiperdevaluación de lamoneda doméstica en 25 años, lapso en el que hubo uncambio de denominación del signo monetario, del australal peso, es uno de los principales elementos explicativosde la dolarización de la economía.

En mayo de 1987, el tipo de cambio cotizaba a 2,06australes. Luego de la quita de cuatro ceros, el signo mo-netario pasó a denominarse peso. En mayo de 2012, elprecio del dólar en las casas de cambio se ubicó en 4,46pesos por unidad, equivalente a 44.600 australes. Una ca-nasta de bienes y servicios básicos, umbral de pobreza, te-nía un valor equivalente a 140 dólares hace 25 años; hoy,107 dólares.

La depreciación de la moneda doméstica ha empujadoa la dolarización de ahorros, aunque en los últimos diezaños ha sido una poco rentable inversión financiera. Laconveniencia entre dólar y tasa de interés en pesos o res-pecto de cualquier otra alternativa, como inmuebles ur-banos, campos, acciones, títulos públicos, oro, bienes du-rables, encuentra al billete verde como la peor opción delos últimos diez años. Esto sin considerar que es una mo-neda que se ha devaluado a nivel internacional y que superspectiva no es alentadora como reserva de valor.

¿Qué pasará con el dólar en los próximos 25 años?Ya sabemos lo que sucedió hasta las Bodas de Plata dePáginaI12. Para las de Oro, ¿el dólar seguirá siendouna moneda importante?

El futuro es incierto en base a la megaemisión de dólares y la sucesión de

acuerdos de países asiáticos y latinoamericanos para desdolarizar el comercio.

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parte de lo que se llamó “Plan Baker”. La otra mitaddel juego del Fondo fue ejercer como un auditor feroz,a fin de garantizar que las naciones no sacaran los piesdel plato. “Las condicionalidades de los programas deajuste estructural fueron estableciendo el ‘Consensode Washington’”, describe Frenkel.

Los rasgos generales de ese vínculo con el FMI ter-minaron de adquirir forma con la llegada de Menem yCavallo al poder. El desmantelamiento del Estado, laprimacía del sector financiero, las relaciones carnalescon Estados Unidos, la apertura comercial y la anula-ción de derechos laborales, como grandes ejes, tuvie-ron al Fondo como propulsor y a la vez como escudo,para justificar la elección de ese camino como partede una imposición externa, que también lo era. ElFMI daba letra desde afuera. Era uno de los responsa-bles del relato, como se dice hoy.

Para 1998 las consecuencias eran evidentes. Es unaño que refleja bien el grado de sometimiento y resig-nación alcanzados en esa etapa. Se puede ver en unrepaso de las crónicas de la época de los medios domi-nantes. El diario La Nación publicó 1050 artículos re-lacionados con el FMI en 1998, a razón de casi trespor día. El 1 de diciembre, por ejemplo, se escribía losiguiente: “El Ministerio de Economía comenzó a des-plegar todo su poder de seducción para convencer alos técnicos del Fondo Monetario de que el Gobiernocerrará el año fiscal ‘con lo justo, pero dentro de laspautas comprometidas’ en el acuerdo de facilidadesextendidas”. Todos los días, o casi, había una nota querelataba la próxima visita de una misión del FMI, quelos técnicos ya habían llegado, que exigían una refor-

En 1987 ya se sabía cómo eran las cosas,qué se podía esperar de la relación y quié-

nes serían los ganadores y perdedores. Lo habían deja-do claro tres años antes Mavi Díaz y María GabrielaEpumer: “Hoy me vi en el espejo y respiré hondo, medi cuenta de que por vos estoy tocando fondo” (Mone-tario Internacional), cantaban las Viudas e Hijas, consabiduría hitera. Para entonces la Argentina ya habíapasado por la experiencia de once acuerdos stand bycon el FMI, cuatro de financiamiento compensatorio yun convenio de servicios petroleros. Arturo Frondizihabía inaugurado la saga en 1958. A Raúl Alfonsín letocó dar inicio a la etapa “moderna” de los acuerdoscon el Fondo.

El caudillo radical cedió al primer convenio el 4 dediciembre de 1984, cuando no pudo sostener la pre-tensión inicial de su ministro de Economía, BernardoGrinspun, de declarar odiosa la deuda contraída en ladictadura. Las presiones del FMI y de la banca acree-dora, encabezada por el Citigroup, para que la Argen-tina se sometiera a las reglas del sistema financiero in-ternacional terminaron por barrer los gestos de resis-tencia del primer momento.

El economista Roberto Frenkel, quien vivió de cer-ca ese proceso como funcionario de Alfonsín, lo expli-ca hoy con claridad. El FMI, dice, actuó desde media-dos de los ochenta como prestamista de los países endesarrollo para que pudieran acomodar la deuda con labanca extranjera, básicamente norteamericana. Fue

Por David Cufré

De la cultura neoliberal a los nostálgicos del Fondo

La relacióncon el FMI

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del FMI y dijo: “Pensamos extender el período deprueba de los trabajadores, generalizar el IVA y con-trolar el déficit fiscal”. Más tarde vendrían el aumen-to de la edad jubilatoria de las mujeres, la ley Banelcode reforma laboral, el recorte de jubilaciones y sala-rios, la suba de impuestos y el final en helicóptero. Elfinal se precipitó cuando el Fondo pasó a aplicar la te-oría del “moral hazard”, para castigar a los países queno habían sido “responsables” en la aplicación delajuste y a los inversores por haber confiado en esasnaciones, como si el FMI no hubiera sido el autor delguión que terminaba en estrepitoso fracaso.

El gobierno de Eduardo Duhalde padeció el despre-cio y el maltrato del Fondo. Una comisión de “nota-bles” le decía lo que tenía que hacer. Anne Krueger,la dama de hierro, se fastidiaba ante cada visita defuncionarios argentinos. La relación empezó a dar ungiro en noviembre de 2002, cuando el ministro deEconomía, Roberto Lavagna, aconsejó endurecer laposición argentina y se declaró el default con el Ban-co Mundial.

Cuando Néstor Kirchner ya había asumido y plan-teó una reestructuración de la deuda dura con losacreedores, el FMI olvidó esa parte del “moral hazard”y presionó todo lo que pudo –sin éxito– para mejorarlos pagos a los bonistas. El único acuerdo con el Fon-do que parió ese gobierno fue a costa de amenazar conel default con el organismo. Y en cuanto tuvo posibi-lidad, en diciembre de 2005, le pagó toda la deuda deuna vez y se acabó la relación, hasta nuestros días.Fue una bisagra en la historia.

Esa decisión sacó del primer plano nombres comoCamdessus, Stanley Fischer, Horst Köhler, RodrigoRato, Anne Krueger, Teresa Ter Minassian, TomásRaichman, Vito Tanzi, Anoop Singh, Claudio Lo-ser, John Thornton, John Dodsworth, Pier Padoa,Shigeo Kashiwagi, Hans Tietmayer, Andrew Croc-kett, Luis Rojo, John Crow, Thomas Dawson, y tér-minos como stand by, préstamo de reservas suple-mentarias, crédito puente, metas cualitativas, metascuantitativas, waiver, revisiones trimestrales y ven-cimientos impostergables. “El imaginario colectivosobre la política económica estaba construido entorno de la relación con el Fondo”, describía por en-tonces el economista Aldo Ferrer. “El tiempo enor-me y las energías que perdíamos en discutir conellos, en estar pendientes de lo que decían o dejabande decir, lo ganamos para reflexionar y actuar sobrelos problemas reales, como la pobreza, el desempleoy la desigualdad”, agregaba. El FMI fue un instru-mento de dominación de las potencias, y tambiénuna vía para justificar las políticas promovidas porsectores hegemónicos locales. De ahí que todavíahoy haya quienes piden retomar la relación con elorganismo, nostálgicos de otros tiempos

ma laboral, que el proyecto del Gobierno no les satis-facía y eso podía hacer caer el acuerdo, que había queprivatizar el Banco Nación, que no se podía demorarmás la desregulación de las obras sociales sindicales ytantas otras cosas. En 1998 hubo tres viajes de buró-cratas del Fondo a la Argentina, otros tres del minis-tro de Economía, Roque Fernández, a Washington, laparticipación del propio Menem en la asamblea anualdel organismo –recibido con honores– y visitas de mi-nistros y legisladores a la sede del Fondo. La presenciadel FMI en la agenda política y económica era cons-tante, y todo se hacía en función a esa relación.

“El director gerente, Michel Camdessus, no ahorróelogios para el país por las reformas encaradas. ‘Loque ha hecho la Argentina hasta ahora es muy sólidoy ha realizado una magnífica labor. Estamos trabajan-do con ese país porque es un cliente ejemplar’”, decíael titular del FMI en octubre del ’98, apelando al re-curso del palo y la (supuesta) zanahoria.

El gobierno de De la Rúa no cambió el rumbo. Esmás, aún no había empezado y ya mostraba lo que se-ría. El 26 de septiembre de 1999, José Luis Machinea,futuro ministro de Economía, fue a la asamblea anual

“Lo que ha hecho la Argentina hasta

ahora es muy sólido y ha realizado una

magnífica labor. Estamos trabajando con ese

país porque es un cliente ejemplar.”

Adrián Pérez

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de cortes concluyó el 2 de mayo, una vez que Atuchay Embalse comenzaron a operar de nuevo, pero el sis-tema eléctrico continuó entre algodones.

El 15 de agosto Atucha salió de servicio otra vezpor un desperfecto. Entonces, el aporte de las repre-sas hidroeléctricas continuaba siendo escaso por lasequía, lo que obligó a forzar aún más a las centralestérmicas, hasta que en diciembre el sistema colapsó.El lunes 12 volvieron los cortes de luz. La empresaestatal Segba dividió a la ciudad de Buenos Aires endiez zonas, desde A1 hasta E2, donde iba cortando laluz rotativamente en turnos de cinco horas. Un es-quema similar implementó en el conurbano. Todoslos días se difundía un largo listado con el detalle delos cortes por área. La promesa oficial fue que la inte-rrupción del servicio duraría dos semanas, pero loque vino después fue peor.

El 20 de diciembre el gobierno limitó el horario deemisión de los canales de 12 a 24 horas, redujo elalumbrado público a la mitad y ordenó apagar vidrie-ras y marquesinas. Una semana después, ya con Em-balse también fuera de servicio por otro desperfecto,se ampliaron los cortes al microcentro, incluyendohospitales, bancos y dependencias oficiales. El gobier-no decretó la emergencia energética en el país el 4 deenero. La medida extendió los cortes de luz a seis ho-ras diarias, en dos turnos de tres horas, y redujo lastransmisiones televisivas a cuatro horas (de 19 a 23).Sólo se emitían noticieros y los programas de mayoréxito, como Atrévase a soñar, con Berugo Carámbu-la; Finalísima, con Leonardo Simons, y Tiempo Nue-vo, con Bernardo Neustadt y Mariano Grondona.

En medio de ese caos, las declaraciones de los fun-cionarios no hacían más que echar leña al fuego.“Hay derroche de energía porque la demanda de elec-tricidad crece al nivel de los países desarrollados”,afirmó el secretario de Energía, Roberto Echarte, el 7de enero. Su antecesor, Jorge Lapeña, tan crítico enlos últimos años de la política energética kirchnerista,justificaba la situación. “El problema que atraviesa elsector eléctrico, si bien es de características graves,no es estructural”, remarcó en un informe del Insti-tuto Argentino de la Energía General Mosconi. Lape-ña decía que la potencia instalada era suficiente, peroque la crisis se debía a “una sequía extraordinaria”,“un desperfecto inusual en Atucha 1”, “la ausencia

L a televisión abierta y el cable transmitíansólo de 19 a 23; la primera función de los

cines y los partidos de fútbol nocturnos habían sidosuspendidos; los bancos abrían de 8 a 12; los viernesy los lunes había asueto administrativo; los trenescirculaban con un cronograma de emergencia y estabaprohibido utilizar la electricidad para iluminar vidrie-ras, marquesinas y letreros. Los cortes de luz eran deseis horas diarias. En el conurbano faltaba agua pota-ble y los vecinos hacían largas colas frente a camio-nes cisterna del Ejército. La noche del viernes 13 deenero de 1989 el presidente Raúl Alfonsín convocó asus funcionarios a la quinta de Olivos para analizar lasituación. El ministro de Obras y Servicios Públicos,Rodolfo Terragno, detalló allí el estado del suminis-tro y las medidas adoptadas para tratar de evitar unapagón generalizado. Lo hizo en una sala iluminadaapenas con un sol de noche.

La crisis energética había activado las primerasalarmas en abril de 1988. El lunes 18 de ese mes elgobierno empezó a aplicar cortes de luz rotativos entres turnos de cinco horas. El secretario de Energía,Roberto Echarte, informó entonces que la medida sehabía tomado por el bajo caudal de los ríos que ali-mentaban a grandes represas, como El Chocón, Ali-curá y Salto Grande, y porque las dos centrales nu-cleares –Atucha y Embalse– se encontraban fuera deservicio. Además, la escasa disponibilidad del parquetérmico también generó complicaciones. Aquella serie

Por Fernando Krakowiak

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Una mujer rompió con una maza cuatro

vidrieras del supermercado El Hogar Obrero.

“Yo no puedo dormir por el calor y la falta de

luz y acá la derrochan alumbrando vidrieras.”

El apagón

Los cortes de luz de1988/1989. La peor crisis

energética en 25 años

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cortes por zona. Las protestas de la población erangeneralizadas e incluso llegó a haber enfrentamientosentre los que no tenían energía y los que la “derro-chaban”. Una madrugada, una mujer rompió con unamaza cuatro vidrieras del supermercado El HogarObrero, en Rivadavia al 5100. “Yo no puedo dormirpor el calor y la falta de luz y acá la derrochan alum-brando vidrieras”, afirmó. Lo que mucha gente nosabía –y seguro hubiera generado aún más irritación–es que, mientras sufría los cortes, las principales in-dustrias recibían el suministro sin interrupciones y aprecio subsidiado.

Finalmente, una mejora en el caudal de los ríos hi-zo que en marzo de 1989 la situación comenzara a“normalizarse” y con la hiperinflación de los mesessiguientes la crisis energética quedó en segundo pla-no. En mayo, Carlos Menem ganó las elecciones y en1992 privatizó Segba, Agua y Energía Eléctrica e Hi-dronor, desmembrando el sector. El pésimo desempe-ño de las empresas públicas durante el alfonsinismodio argumentos para enajenar el patrimonio público ydespedir a miles de trabajadores. La privatización vi-no de la mano de un fuerte ajuste de tarifas y su do-larización.

La oferta de energía en esos años aumentó por lacreciente hidraulicidad del sistema, el ingreso de cen-trales que se encontraban en construcción antes de laprivatización (Piedra del Aguila, Atucha II y algunasturbinas de Yacyretá) y de térmicas de ciclo combi-nado a gas natural. No obstante, eso no impidió queen el verano de 1999 se produjera otro apagón en elárea concesionada a la distribuidora Edesur por in-cumplimiento en materia de inversiones en un con-texto de escasa regulación estatal.

La crisis de 2001 derivó en la pesificación y elcongelamiento de las tarifas. El kirchnerismo autori-zó desde 2003 sólo subas marginales, pero incremen-tó la inversión pública y los subsidios en el sector pa-ra acompañar el crecimiento económico. En el esla-bón de la generación incorporó las centrales SanMartín y Belgrano, la hidroeléctrica Caracoles, laCentral Pilar, amplió la hidroeléctrica Río Grande,concluyó Yacyretá, sumó generadores móviles y alen-tó la inversión privada a través del plan Energía Plus.También sumó 3600 kilómetros de líneas de alta ten-sión, incluyendo la interconexión NEA-NOA. Aligual que en los ’90, el punto crítico en el sectoreléctrico continúa siendo el eslabón de la distribu-ción con una red administrada por el capital privadoque evidencia una fuerte desinversión. Eso motivóamplios cortes de energía en el verano de 2011, quese reiteraron en menor dimensión cuando las tempe-raturas fueron extremas. No obstante, en estos últi-mos veinticinco años nunca volvió a haber una crisisenergética como la de fines de la década del 80

de El Chocón por falla imprevisible en su presa” y“alta indisponibilidad del equipamiento térmico”. Lasexcusas igual no alcanzaron para disimular la falta deinversiones y mantenimiento, motivadas por los re-cortes del gasto público de un gobierno que puso elpago de la deuda como prioridad excluyente. Ni si-quiera la recesión económica ayudó a evitar la crisisenergética.

A mediados de enero, la posibilidad de un apagóngeneralizado estaba cada vez más cerca. Ya ni siquie-ra se respetaba el cronograma de seis horas diarias de

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su vigencia se remonta a la segunda mitad de la décadadel 70. Pero sí cabría precisar que entre el lanzamientodel Plan Primavera (agosto de 1988) y el surgimiento delplan de convertibilidad (abril de 1991), el paradigma ne-oliberal alcanzó un grado de consenso tal que generó lascondiciones para su consolidación.

En el lenguaje económico de la época, la inflación muyrápidamente pasó a ser la “híper”, explicada por un au-mento del 120 al 150 por ciento en pocos meses (de mayoa agosto de 1988) en los precios al consumidor y en losmayoristas. Las tarifas de los servicios públicos, con subasdel 15 al 20 por ciento en junio, acompañaban, mientrasque “la ineficiencia” en sus prestaciones era otro de lostópicos preferidos por los medios hegemónicos.

Los “especialistas” opinaban, subrayando el “déficit” dedichas empresas y la “incapacidad del Estado” para hacerfrente a las inversiones necesarias para su modernización.Por otra parte, un “Estado deficitario” y con un nivel de“gasto público desmesurado” no podía tener otra conse-cuencia que incrementar el nivel de endeudamiento pú-blico y realimentar “la espiral inflacionaria”, otro término

de época. Mientras que auguraban “la quiebra del sistemaprevisional” al compás del desfinanciamiento del Estado.

Los referidos “especialistas” no eran otros, obviamente,que los economistas que oficiaban de voceros de los gru-pos empresarios concentrados (CEMA, FIEL, Mediterrá-nea). El propósito de sus argumentos también resultó cla-ro al pasar el tiempo: ser funcionales a los intereses querepresentaban, que muy pronto serían los beneficiarios dela política de privatizaciones.

La identificación del Estado con la ineficiencia en la ges-tión, incapacidad inversora y fuente de inestabilidad políti-ca, se contraponía a la de un empresariado eficiente, ávidode invertir si se le garantizaban “las condiciones y la seguri-dad jurídica” y de criterios homogéneos en cuanto a su vi-sión del mundo. Todo apuntaba a demostrar que había “unasalida natural” de la crisis. Los servicios públicos, el sistemajubilatorio y toda actividad que tuviera vinculación con elaparato productivo del país debía estar en manos privadas,que los modernizaría y les haría ganar en eficiencia.

La simpleza argumental se complementaba con la pos-tura condenatoria a quienes se opusieran, incluidos lostrabajadores de las empresas públicas que enfrentaban laamenaza de perder sus puestos de trabajo. El discurso eco-

¿Cuál era el debate económico hace 25 años?¿En qué medida reflejaba las preocupaciones

sociales de la época? ¿La agenda económica respondía aesas necesidades, o simplemente preparaban el campo pa-ra lo que se venía?

La economía argentina había arrancado la década del80 en crisis, como consecuencia directa de la imposición,a sangre y fuego, del modelo de apertura y de predominiode los capitales financieros que se impuso de la mano de ladictadura y de Martínez de Hoz. El gobierno democráticode Raúl Alfonsín, con el Plan Austral (1985), dictaminóque el principal problema económico a combatir era la in-flación, pero la experiencia del programa de estabilizaciónde la moneda terminó en un rotundo fracaso. Sin embar-go, la vigencia del plan se estiró hasta agosto de 1988,cuando se lanzó el Plan Primavera, que no resultó una so-lución a la crisis, sino su detonante.

¿Cómo se reflejaba esa situación en la discusión econó-mica? Con un cuadro de aceleración inflacionaria y un Es-tado en quiebra, no fue difícil imponer en la opinión pú-blica la sensación de caos y vacío de poder. Pero la inteli-gencia de los sectores dominantes estuvo dada en la formaen que se hizo la lectura de esa realidad, cómo se imputa-ron las responsabilidades y cómo se señalaron los caminos“posibles”. En definitiva, la clave fue la forma en que, des-de los medios hegemónicos, se impuso “la agenda”, es de-cir, el debate económico.

No sería exacto decir que a partir de 1988 se impone elpensamiento neoliberal en la economía argentina, porque

Por Raúl Dellatorre

Democracia política,dictadura económica

La verdadúnica

no admitedebate

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Antes de la batalla política, el neoliberalismo

ya había ganado la batalla cultural.

El debate económico había quedado

resuelto antes de comenzar.

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los límites de la campaña electoral hacia las presidencialesde 1989. No fue casual que los tres candidatos más votadosen esas elecciones terminaran identificados plenamente conel ideario neoliberal: Carlos Menem, Eduardo Angeloz yAlvaro Alsogaray. Antes de la batalla política, el neolibera-lismo ya había ganado la batalla cultural. El debate econó-mico había quedado resuelto antes de comenzar.

Veinticinco años después, a una década de la implo-sión de la convertibilidad, aquel relato parece una pesa-dilla imposible, una suerte de ejercicio de hipnosis so-bre el conjunto de la sociedad. La anulación de la posi-bilidad de pensar, la pérdida del sentido crítico. Veinti-cinco años después, el debate sobre el rol del Estado esuna discusión abierta, el acceso a los servicios públicosvuelve a ser un derecho, “el mundo” desconocido, delque se aseguraba que nos caeríamos, ahora es el que ha-bla de la Argentina como una posibilidad distinta. Esemundo devuelve la imagen de una Europa en crisis, so-metida al mismo discurso único que asoló al país, justa-mente, dos décadas y media atrás. Una imagen que obli-ga a recordar que aquello aquí también pasó. Y dejó do-lor, exclusión, injusticia y alimentó egoísmos. Ojalá sehaya aprendido la lección

nómico dominante los ubicó en el lugar de quienes “sólodefienden sus privilegios perjudicando al conjunto de lapoblación”. En definitiva, todos los males económicos dela sociedad –la inflación que corroía los salarios, las bajasjubilaciones, los malos servicios– eran únicamente pro-ducto del “excesivo intervencionismo estatal”.

El discurso dominante se impuso. Los criterios del pen-samiento neoliberal se convirtieron en verdades absolu-tas. Las políticas recomendadas por los medios hegemóni-cos y el pensamiento dominante no eran una opción ide-ológica, sino una “salida natural”. Por otra parte, existíauna “experiencia en el resto del mundo” no demostradani comprobable, que aseguraba que aquéllas eran “las fór-mulas exitosas”. Con la sensación de la “necesidad” y la“urgencia”, el país ingresó a partir de 1989 en la voráginede la reforma del Estado, las privatizaciones, las desregula-ciones sobre la actividad privada, la precarización laboraly el retroceso del espacio público con la convicción deque atravesaba el portal de ingreso a “la modernidad”.

Entre 1987 y 1989, los últimos dos años del primer perío-do democrático posdictadura, los temas económicos eran losdominantes en la discusión política. Fueron los que marca-ron la debacle del período alfonsinista y los que delinearon

Víctor Bugge

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OVEJA DOLLY LINUX TRANSDENGUE OZONOCROMAÑONMAIL DIGITALTRANSBORDADORAPPLE GLIFOSATO SOCIEDADGRIPE A BLUMBERG CANDELAHANTAVIRUS TRATA INTERNETBARREDAKATRINA FACEBOOK CELULAR WIKIPEDIA EL NIÑOMUERTE DIGNA FUKUSHIMAYOUTUBEABORTO33 MINEROSSIDA COMPACT CELULAS MADRE HUBBLE MARIA SOLEDADLAPA MATRIMONIO IGUALITARIOPLAYSTATION TSUNAMI MITCHBELSUNCE WINDOWS KURSKDALMASSO SMS CONCORDE

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Nada de eso ocurrió: luego del pico inicial de pare-jas que esperaron años por la posibilidad de regulari-zar su situación, los divorcios entraron en una mesetamás o menos estable y el país no sucumbió a ningúncataclismo.

Ese año el alfonsinismo entró en un declive quepreparó el terreno –hiperinflaciones mediante– parala consolidación del neoliberalismo en el país. Y enese marco, las preocupaciones sociales viraron a otrosejes. La batalla por los derechos individuales cedía ala urgencia de la creciente desigualdad o la desocupa-ción.

La policía tenía cheque en blanco para el disciplina-miento social. Fueron los años del gatillo fácil exacer-bado. Fueron los años de las razzias indiscriminadas: en1991 moría Walter Bulacio, víctima de la violenciauniformada. Ese mismo año, la Corte Suprema recha-zaba la posibilidad de que una organización que teníacomo objetivo la defensa de la diversidad sexual tuvie-ra personería jurídica. La Comunidad Homosexual Ar-gentina recién la pudo obtener después de una campa-ña de denuncia internacional.

El estado de situación no se modificó con la llegadade la Alianza, a pesar del origen ideológico de buenaparte de sus componentes. Y la crisis de 2001 terminóde pulverizar cualquier intento de ampliación de dere-chos y libertades civiles, a pesar de la efervescenciaasamblearia que ganaba las calles.

Fue la recuperación económica de la era kirchneristala que posibilitó volver a debatir sobre libertades y de-rechos. La recuperación económica y, por cierto, la de-cisión política. Pedro Zerolo, el artífice del matrimonioigualitario en España, explicaba en su momento que eltrabajo del colectivo de la diversidad sexual era funda-mental para lograr esa conquista, pero que sin decisiónpolítica del Gobierno era imposible.

Así se verificó también aquí: la historia de luchas delas organizaciones gays y lesbianas pudo coronar unaconquista histórica recién cuando recibió un apoyo fir-me del Gobierno. Y aunque volvió a aparecer el discur-so sobre la debacle social usado para rechazar el divor-cio (idéntico además al registrado 120 años antes,cuando se buscaba impedir que la inscripción de los ca-samientos pasara de la Iglesia al Estado) ya no hubomultitudes en las calles. Contra la ley de matrimonioigualitario, el color naranja pudo reunir apenas a unospocos miles en la Plaza del Congreso.

La posibilidad legal de que personas del mismo sexopuedan casarse es tal vez el cambio cultural de mayorimpacto, pero en definitiva uno más de una lista queya había arrancado antes.

La implementación del Programa de Salud Sexual yProcreación Responsable fue un paso formidable parael reconocimiento de los derechos sexuales y reproduc-tivos, principalmente de las mujeres, y el acceso direc-

¿Alguien puede imaginar hoy, mientras lapantalla emite de fondo a Tinelli, que algu-

na vez un programa televisivo fue levantado porque in-cluyó una encuesta callejera en la que el cronista con-sultaba a los transeúntes sobre la relación entre el ta-maño del pene y el placer sexual femenino?

Eso sucedió un tiempo antes de la salida de este dia-rio. El programa, que abordaba aspectos vinculados a lasexualidad, no sólo fue levantado de Canal 7, sino quesu conductor no pudo renovar el contrato una vez ven-cido. El diario La Nación se hizo eco del escándalo...publicando un editorial en el que tildaba de pornógrafoal conductor desplazado: “¿Educación sexual o porno-grafía?”, llevaba por título.

Era una sociedad que con su pacatería naïf vivía co-mo gran conquista la sanción de la ley de divorciovincular. Y vaya si lo era. Ocurrió ocho días despuésde la salida de PáginaI12. El 3 de junio de 1987, elSenado convertía en ley la primera gran ampliaciónde los derechos civiles en la Argentina democrática.Una conquista que Alfonsín sí pudo cristalizar, en sin-tonía con dos avances logrados poco tiempo antes: lapatria potestad compartida y la igualdad de hijos ma-trimoniales o extramatrimoniales. El divorcio llegódespués de una marcha que había congregado a unas50 mil personas en Plaza de Mayo, momento cúlminede la cruzada emprendida por la Iglesia y otros sectoresconservadores que pronosticaban la disolución de lasociedad argentina.

Por Andrés Osojnik

Los nuevos derechos civiles

Veinticincoaños, dos

sociedades

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to y gratuito de los métodos anticonceptivos, aun conlas trabas y dificultades que subsisten.

El fin del “patronato” y la ley que cambió la visiónsobre los niños, las niñas y los adolescentes llevaronnuevos derechos a un sector al que nunca se lo habíaconsiderado más allá de la mirada proteccionista.

La ley de salud mental fijó una serie de garantías pa-ra las personas con ese tipo de enfermedades y cambiótambién el paradigma: las personas con discapacidadesmentales son sujetos de derechos y no meros objetosde la asistencia médica. La internación compulsiva esel último recurso, no el inicial. Apunte necesario: lafalta de reglamentación es una deuda que traba la ple-na vigencia de la ley.

Es posible incluir como conquista de los derechosciviles la nueva ley de servicios audiovisuales de co-municación: el flujo informativo ya no tiene comoprotagonistas a los oligopolios mediáticos sino al ciu-dadano, en su derecho a la comunicación y al ejercicioplural de la libertad de expresión. Aquí, el apunteobliga a señalar que la implementación de la norma ysu consolidación son una pelea que debe seguir dándo-se desde todos los sectores que pugnan por la democra-tización de la palabra.

La ley contra la violencia de género, también condemoras en su puesta en marcha por la falta de fondospara su aplicación integral, no deja de ser un avancefenomenal en la defensa de los derechos de las muje-res. La norma contra la trata de personas con fines deexplotación tanto laboral como sexual también lo es.Lo mismo que la veda para los avisos vinculados al co-mercio sexual y el tráfico de mujeres con ese fin.

Está en marcha el debate por la despenalización dela tenencia de estupefacientes para el consumo perso-nal: un cambio que elimina al usuario de drogas delárea penal y lo ubica en el sistema de salud.

Y acaban de ser aprobadas la ley que otorga el dere-cho al paciente y sus familiares a elegir una muertecon dignidad, y la que establece el respeto a la identi-dad de género y permite la posibilidad a las personastrans de cambiar de nombre en el documento o acce-der a la reasignación sexual.

La discusión en curso sobre la modificación del Có-digo Civil, para adaptar la legislación a la realidad dela vida cotidiana y ampliar los derechos de las perso-nas, viene a coronar la lista, aunque otros debates es-peran su turno, como el derecho a la interrupción vo-luntaria del embarazo.

Meses atrás, veinticinco años después de aquel epi-sodio de Canal 7, otro programa de televisión volviósobre el tema del tamaño. Hubo también encuesta ca-llejera, hubo sexólogos que opinaban y hasta hubouna explicación pedagógica sobre el modo de tomar lamedida.

Esta vez no hubo editoriales escandalizados

Meses atrás otro programa de televisión volvió

sobre el tema del tamaño. Hubo también

encuesta callejera. Esta vez no hubo

editoriales escandalizados.

Leandro Teysseire

Télam

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rechos a la educación “a partir de los 45 días de vida”; a lasalud integral y gratuita, desarrollando “una política de me-dicamentos que garantice el acceso a toda la población”; aun ambiente sano, obligando a “una evaluación previa delimpacto ambiental de todo emprendimiento” con efectosrelevantes, y a una vivienda digna, para lo cual el Estadodebería “resolver progresivamente el déficit habitacional,dando prioridad a los sectores de pobreza crítica”.

Dieciséis años después de esa declaración, no hubo dema-siados avances para garantizar esos derechos. En los últimos

Buenos Aires es una ciudad plagada de con-trastes. Y para muestras, sólo basta con algu-

nas miradas a su paisaje, donde conviven el progresismocon la exclusión.

Hace casi 25 años, el 27 de agosto de 1987, se inaugu-raba en la ciudad el Premetro. Era un intento del enton-ces gobierno municipal –que no era electo sino designadopor el presidente, en ese momento Raúl Alfonsín– de re-parar en parte las enormes desigualdades que existían en-tre los habitantes del norte y el sur de la ciudad, en estecaso en materia de transporte. Un cuarto de siglo después,ese tranvía de fin de siglo sigue circulando convertido enla oveja negra del sistema de subtes al que pertenece: noagregó una sola estación a su recorrido inicial y es la líneacon menor frecuencia de circulación. La desigualdad y elabandono, por contagio –y falta de voluntad–, superarona las buenas intenciones.

Avanzar sobre las desigualdades, no sólo las geográficas si-no, sobre todo, las sociales y económicas, estuvo en el espí-ritu de los convencionales que redactaron la Constituciónporteña de 1996, incluso avanzando sobre las garantías y de-rechos que consagra la Constitución Nacional. Una de lasrarezas de la historia política de esta ciudad es que la mismaelección que consagró a Fernando de la Rúa como primerjefe de Gobierno, impuso como primera minoría en la Con-vención Constituyente al entonces Frepaso, cuya lista inte-graban Eugenio Zaffaroni, Graciela Fernández Meijide,Aníbal Ibarra y Nilda Garré, entre otros.

En esa norma fundacional quedaron consagrados los de-

Por Eduardo Videla

La larga batalla por eliminarla exclusión en la ciudad

Derechos e igualdad

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años, incluso, el desembarco de un gobierno conservadorobligó a la sociedad a ponerse en alerta: el intento de res-tringir el acceso a los hospitales públicos a extranjeros ypersonas provenientes de otras provincias apenas inició sugestión; el desalojo violento y clandestino de las personasen situación de calle; la construcción descontrolada de edi-ficios, que además del daño ambiental ha provocado de-rrumbes fatales, son apenas algunos ejemplos.

La gestión PRO casi no invirtió en ladrillos y cementopara vivienda, pero no se fijó en gastos a la hora de cu-

brir el empedrado o reemplazarlo por asfalto, de manerade favorecer la circulación ágil y rápida de vehículos, queluego saturan el centro.

En numerosas ocasiones, ciudadanos y organizacioneshan debido recurrir a otra garantía constitucional, la deun recurso de amparo ante la Justicia “contra todo acto uomisión de las autoridades” que lesione derechos recono-cidos en la ley. Así, muchas veces los jueces frenaron me-didas arbitrarias u obligaron a adoptar otras y salvar asíomisiones que vulneraban derechos. Ejemplos: la cons-

trucción de salas para jardines maternales o preescolares,que se hace en cumplimiento de un acuerdo judicial; o laurbanización de la Villa 20, que pese al fallo que lo dis-pone, para poner a salvo de la contaminación a miles defamilias, no se cumple.

Así, en ocasiones, los jueces se convirtieron en cogober-nantes, como corresponde a un sistema republicano, contres poderes. Hubo, es cierto, algún abuso del amparo y laconsiguiente queja del oficialismo –este y los anteriores– deque los jueces les impedían gobernar. Pero nada parece tangrave cuando se trata de resguardar derechos. Sobre todoen una ciudad donde tantos derechos no han podido tor-cerles el brazo a las desigualdades

En los últimos años un gobierno conservador obligó

a la sociedad a ponerse en alerta: el intento de

restringir el acceso a los hospitales públicos.

Bernardino Avila

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Por Horacio Cecchi

Los cambios en la percepción de los medios

A decirverdad

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El título puede ser cualquiera, como la sección,desde política hasta deportes, no importa el

diario. Hoy no va a sorprender a nadie escuchar en la ca-lle el comentario quisquilloso del tipo “bueno, a éste lobanca el diario tal o el diario cual”. O escuchar que la pu-blicidad avanzó dentro de las noticias y algún esponsor“banca” una nota. O que la falta de cobertura de un tematiene por detrás intereses que la posibilitan. Insisto, delentrelíneas hoy no se salva nadie. Y eso es bueno.

Un cuarto de siglo atrás, semejante lectura analíticaera no sólo imposible sino que lo era por impensable.Creer sin más lo que se informaba era cosa de todos losdías. Se mantenía la idea de que la noticia era la trans-misión pura de la realidad, la “verdad” en las noticias.Argentina llevaba apenas cuatro años de sorprenderse,sin haber incorporado como reflejo todavía, si no la dudasobre lo informado, la sospecha de que lo informado y larealidad son dos planos diferentes.

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El nacimiento de PáginaI12 y su éxito inmediato, supermanencia, fueron posibles porque en la realidad in-formada se abría una brecha que daba espacio a la críticade la información mediante la ironía.

Un año antes, La noticia rebelde abría buena parte elcamino con raíces en la revista Humor. El humor, laironía, la forma más sutil de cuestionar la realidad o lasversiones de la realidad que no es otra cosa que la in-formación.

Después llegó Las Patas de la Mentira, Televisión Regis-trada. Hoy 678, capaz de enrostrar directamente los cir-cuitos de la información, especialmente política. Y quetambién abrió el espacio para ejercer una crítica seme-jante sobre su propia función informativa.

La polémica entre el Gobierno y el multimedio a par-tir especialmente de los cacerolazos sojeros por las reten-ciones móviles, multiplicada después por el Fútbol paratodos, y la ley de medios, muestran los efectos de la críti-ca pública sobre la “verdad” de la información porquedesnudaron, hicieron evidentes, el pordetrás de la fun-ción periodística. Amenazado el Gran emisor en sus in-

Semejante lectura analítica era no sólo imposible sino impensable.

Creer sin más lo que se informaba era cosa de todos los días.

tereses, sus respuestas hicieron evidente qué interesessostienen lo que ofrece como realidad. El uso de la ima-gen se hizo evidente como mensaje cuando la misma fo-to de Cristina junto al féretro de Néstor se mostró en latapa del multimedio recortando la masa de gente que larodeaba. La “verdad” la mostraba y la dejaba sola (aisla-da) o mostraba el inmenso apoyo que la sostuvo.

Hoy la televisión recogió el guante de la crisis de vera-cidad, por llamarla de algún modo. Programas críticoscoexisten con los impactos más fuertes de la “verdad” enlas noticias. Lo que en el ’99, en Villa Ramallo, llevó va-rios meses (no me refiero a la sospecha periodística sinoa la credibilidad pública de esas sospechas como una cer-teza), en 2011, desnudar la trama de la “pueblada” deAyacucho demoró apenas un día.

El uso de la información coexiste y permanecerásiempre porque es un efecto oscuro de la libertad parainformar. Lo que se modificó profundamente de 25años a esta parte es la lectura crítica de que ya disponeel lector interesado en saber de qué se trata aquello quese le dice

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La secretaría se movió al compás de los vaivenes delgobierno de Alfonsín y de sus dificultades económicas.Si quería construir, y lo hacía, el terreno era pantanoso,y terminó hundiéndose en el desastre neoliberal queMenem traería consigo a partir del ’89. Y aquí viene elepisodio central, la frase épica que Cavallo dejó para laposteridad: “Que los científicos se vayan a lavar los pla-tos”. Es un clásico, y se ha dicho muchas veces, pero ésa

S i se pide un balance de la ciencia en estos25 años se podría resumir en una línea:

“Antes era un desastre y ahora las cosas van bien”. Perono creo que el celoso editor de este fascículo lo acepte,así que vamos un poco más allá.

Todas las culturas tienen momentos de auge y deca-dencia, y suele suceder –y no es muy complicado enten-derlo– que la investigación científica y la creación ar-tística y todas esas actividades acompañen esos ciclos.

También ocurrió aquí, naturalmente. Pero con la par-ticularidad de que los ciclos fueron muy cortos. Hubo unempeño decidido de destruir la investigación científicapor los dictadores del ’66 con un generalete medio im-bécil a la cabeza que consideraba con toda correcciónque la ciencia era peligrosa para sus deseos de destruc-ción; terminada la dictadura, las cosas empezaron a re-construirse despacio y según los vaivenes vacilantes delpaís. En el ’76 vino un mazazo aún más fuerte por partede la nueva dictadura genocida que esta vez no sólo selimitó a provocar cesantías y exilios en masa sino que seencargó de asesinar directamente a una buena cantidadde científicos. Cuando la dictadura se hundió en mediode su propia impotencia, ya que lo único que sabían ha-cer bien era secuestrar, torturar, desaparecer y ejecutarla aventura también homicida de Malvinas, la restaura-ción democrática llevó a la Secretaría de Ciencia y Téc-nica al doctor Manuel Sadosky: todo un símbolo, ya quehabía sido uno de los protagonistas de la “época de oro”de la Universidad de Buenos Aires de los años 1955-56.

Por Leonardo Moledo

La ciencia argentina sale de la crisis

Secar los platos

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Leandro Teysseire

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es la función de los clásicos, ¿no? Por algo lo son.Y los clásicos no vienen solos: dos años antes, el 9

de julio de 1992, el entonces presidente Menem, lue-go de una multitudinaria marcha por la educación pú-blica y en repudio al proyecto de Ley de Federal deEducación, dijo: “Yo los llamo a la reflexión. El hornono está para bollos. Yo no estoy en contra de esta am-plia libertad que se vive en la República Argentina.Pero no vaya a ser cosa que volvamos a tener otrocontingente de Madres de Plaza de Mayo reclamandopor sus hijos”. El entonces presidente añadió que “es-tas movilizaciones son el territorio que aprovechanpara infiltrarse los terroristas” y mencionó a “losmiembros del Movimiento Todos por la Patria, quehicieron lo de La Tablada y andan sueltos por ahí”.De estas frases tampoco hay que olvidarse. Y final-mente, el 23 de septiembre de 1994, Domingo Cava-llo mandó a “lavar los platos” a los investigadores delConicet, que rechazaron un proyecto del Ministeriode Economía para privatizar el organismo. “Algunosde ellos dan vergüenza por la calidad con que se losselecciona. Hay que optimizar la selección, porque, sino, esto no camina”, dijo.

Y dijo más: “En la Argentina deja muchísimo que de-sear cómo se han seleccionado los investigadores cien-tíficos y cómo trabajan, y basta leer los artículos en losdiarios; hay que leer artículos de gente que ostenta eltítulo de investigador del Conicet y que dan vergüenza,a mí como universitario, como una persona que ha de-dicado mucho tiempo al estudio y a la investigación,me da vergüenza en muchos casos ver la calidad pobrí-sima de gente que se titula investigador del Conicet y

que actúan en el ámbito de las universidades y cosaspor el estilo. Creo que en la Argentina se impone ac-tuar con seriedad, aquí hay que seleccionar muy bienquién queda en la carrera del investigador, hay que verqué aporte ha hecho, si ha estado diez años de investi-gador o quince años de investigación, qué ha publica-do, qué nuevo aporte hizo al conocimiento o a la apli-cación de alguna técnica conocida pero adaptada al pa-ís; y a los que no hayan producido nada y que tengandiez, quince años hay que mandarlos a lavar los platos yque salgan de la carrera del investigador; si no empeza-mos a utilizar bien los recursos, obviamente el país nova a ir para adelante”.

Y no hablaba en broma: el proyecto privatizador delConicet estaba en marcha, y quizá la reacción que pro-dujo esa frase canallesca (cavallesca) consiguió frenarlo.

Después, la Alianza, la crisis y la investigación cien-tífica hundiéndose, como todo.

El gobierno de Néstor Kirchner empezó la reversiónde ese proceso. La Secretaría de Ciencia y Técnica acargo de Julio Del Bono empezó a ser apoyada con de-cretos y dinero; las becas aumentaban, la carrera delConicet se abría, la ciencia era tomada en serio. Luego,el gobierno de Cristina elevó la ciencia al rango de po-lítica de Estado, al crear el Ministerio de Ciencia yTecnología.

La verdad, no tengo ganas de hacer una lista de todaslas medidas a favor de la ciencia que se han tomado eneste tiempo. Durante añares, los políticos se la pasabandiciendo que “la ciencia era importante”, pero no locomprendían, y seguramente no lo creían. Finalmenteparece que lo entendieron. Y con entusiasmo

Durante añares, los políticos se la

pasaban diciendo que “la ciencia era

importante”, pero no lo comprendían.

Finalmente parece que lo entendieron.Leandro Teysseire

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máquina con otra,enviar los paquetesde información(mensajes de correosy posteos en foros). Lamáquina usaba un mo-dem dial up, llamabapor teléfono a otra pro-vincia o a otro país,enviaba y recibía lospaquetes comprimidoslo máximo posible ydescolgaba lo más rápi-do que podía, puestoque las comunicacio-nes eran extremada-mente caras. Eran muypocas las personas quehacían esos llamadosinternacionales, y elresto de los usuarios seconectaba localmente.Si uno quería conectarseinternacionalmente, te-nía que esperar que el res-ponsable del nodo local de Fi-doNet llamara por teléfono –por lo general enhorario nocturno– para subir y bajar datos. Hasta la llega-da de la Internet comercial en 1995, FidoNet era el únicoservicio no privado para mandar mensajes entre Milnet,Arpanet y Minitel.

Pobre Minitel, por cierto, el revolucionario inventofrancés hizo que la llegada de Internet se demorara: elconservadurismo galo vio con recelo el despliegue delgran monstruo norteamericano. Y se les hizo tarde. La redvenía para comérselo todo. El invento creado por VintCerf y Robert Kahn entre la academia y el ejército norte-americano evolucionó desde comienzo de los ’70 hastaque en 1994 la red comercial abarató los costos de losmodem y las velocidades que pasaron de 300 bits por se-gundo a 56 mil bits por segundo. Ahora, gracias a la ban-da ancha las conexiones más básicas rondan los 25 millo-nes de bits (algo de 3 megas, digamos). La invocación a laburbuja de comienzos de 2000, cuando casi no había queexplicar qué era un navegador, aceleró el cableado delplaneta y mejoró la velocidad del tráfico de datos que –yase sabe– pasaron a ser digitales.

En el año 2001, el emprendedor de Internet WencesCasares –que se llevó más de 500 millones de dólares ven-diendo Patagon– le dijo a un grupo de emprendedores ar-

En el año 1987 las casas valían más si teníanteléfono. Algunas personas eran tratadas de

manera diferencial: por ejemplo, si un médico se mudabaa una casa sin teléfono la línea era colocada con mayorceleridad. Si no, había que esperar uno, dos, tres añoshasta que llegara el cable. Los avisos en el diario en papeldecían “c/telef”. Veinticinco años después, ya casi nadiellama a los teléfonos de línea. Y es muy probable que enun futuro no muy lejano todos dejemos de usarlos. Peroen el año 1987 no había masivamente otra manera deinteractuar en tiempo real que no fuera con el teléfono.Salvo, claro, en algunos reductos vanguardistas, donde seusaban las líneas de teléfonos para conectar otros artefac-tos también vanguardistas. “La web es a Internet lo que lallamada telefónica es al teléfono”, le había dicho el editorde la revista Wired Chris Anderson a PáginaI12 un tiem-po atrás en San Francisco. La web es el tránsito de infor-mación a través de una estructura que se comporta de for-ma orgánica. Y la tendencia cruzada parecería ser así: to-do lo que la cultura mundial ha ganado en libertad de ex-presión, pareciera haberlo perdido en derechos individua-les a la privacidad y el anonimato.

En 1987 sólo existía el correo electrónico por medio decomunicaciones telefónicas discadas, según recuerda Jor-ge Amodio, pionero de la conexión a la red, que ahora vi-ve en Estados Unidos y trabaja en la “Internet de las co-sas”. Cuando nació PáginaI12, existía un sistema inven-tado tres años antes por Tom Jennings que se llamaba Fi-doNet y usaba la estructura telefónica para conectar una

Por Mariano Blejman

El fantástico cambio tecnológico del cambio de siglo

Del teléfono a la Internet

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ography, una de las consultoras enancho de banda más poderosas. Te-leGeography construye mapas decableados a nivel global y manejaestadísticas certeras sobre los volú-

menes de datos desde el 2000. Segúnesta empresa, el mundo pasó de traficar

0.28 Tbs (terabytes por segundos) a54.89 tbs en apenas 12 años. Esto es algo

así como un 19,5 mil por ciento. Pero estodavía más impresionante si se tiene encuenta que el crecimiento del tráfico mun-dial fue exponencial desde 2007, cuando secontabilizaban 8tbs, luego 14 tbs, 24 tbs,37 tbs hasta 54 tbs. Podría decirse que enlos últimos dos años se duplicó el tráfico dela red, lo cual hace comprender que laapuesta a guardar datos en la “nube” es im-posible de detener. E incluso, la estructuraprivada de las empresas de Internet comoGoogle, Facebook, Amazon o Apple so-brepasan las de cualquier país.

En Argentina el tráfico creció de 0,01 Tbs en2003 (los primeros años en los que se tiene re-gistro) hasta 0,86 Tbs en 2012, generando unaumento del 8500 por ciento. Las direcciones

de Internet liberadas por la Icann (el órgano quecontrola la red) pasaron de “cero” en 1987 a ocho

millones de paquetes en 1995 (preparando el terre-no para la Internet comercial). Luego hubo un cre-

cimiento paulatino desde 2005 y un decrecimiento en2011 (cuando se acabaron las 4300 millones de direcciones en suversión ipv4). El asunto es que se espera que gracias a una nuevaforma de numerar las computadoras conectadas (IPv6) en 20años habrá 50 mil millones de “cosas” conectadas. Y ahí está denuevo Amodio, ahora, en Estados Unidos trabajando en nuevostipos de conectividades.

Desconoce este cronista variables de crecimientos degrandes irrupciones tecnológicas (tal vez la máquina devapor, la radio, la televisión), pero cuesta imaginar unatransformación tan rápida y transformadora como la quese produjo con Internet a escala global. No sabemos sidentro de los próximos 25 años PáginaI12 se lea de ma-nera telepática y la tarjeta SUBE pueda ser usada para lateletransportación. Pero los cambios que la red está con-formando desde el punto de vista cultural y neuronal sonirreversibles. Pero si la concentración de medios de co-municación era una cuestión preocupante a nivel mun-dial a comienzos de los ’90, la concentración de Internetes escalofriante: una sola empresa llamada Level 3 acabade comprar Global Crossing para controlar cerca del 70por ciento del tráfico mundial de los datos. Así, mientrasmayor es el acceso a esa gran plataforma sobre la que to-davía faltan subirse cinco mil millones de personas, cadavez son menos los dueños de la infraestructura

gentinos cuando se caía la primera burbuja que si alguienapagaba la red en ese entonces “no pasaba nada” y elmundo podía seguir funcionando. Eso ya no es así. Segúnla International Telecommunications Union pasó de ha-ber un 82 por ciento de gente no conectada en 2006 a un65 por ciento en 2011. En 2012, mientras este diariocumple 25 años, Internet no sólo no puede dejar de fun-cionar, sino que va camino a convertirse en un derechohumano universal, según aseguró el relator de la ONUFrank La Rue. Es decir, no sólo no se puede apagar sinoque no hay nada que la reemplace, sino que es algo pare-cido al agua.

Este diario accedió en exclusiva a los datos de TeleGe-

En los últimos dos años se duplicó el

tráfico de la red, lo cual hace comprender

que la apuesta a guardar datos en la “nube”

es imposible de detener.

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ces era tratar de sacarme de la cabeza que el sida mataba,aunque a mis espaldas tenía una seguidilla de entierrosperfumados de jazmín y como horizonte una frase quecuando la repito todavía me muestra su filo: “Para qué tevestís así, si vos no podés coger”. Y la muerte, claro. Lamuerte a la que no me pensaba entregar, a la que llegaríaa besar si era necesario con mis botas puestas y mi mini-falda, con tantas ganas de amar y de coger, como siempre.¿Y qué?

Todo eso quedó escrito en este diario, cada quince díasprimero, cada semana después, durante diez años y dos li-bros que yo adoro y que también se regalaron un domingocada vez, con este diario.

La cotidianidad del Hospital Ramos Mejía, donde meatendía y me atiendo, estuvo reflejada en esas columnas.Ese pasillo con un banco de madera que sigue siendo lasala de espera me habilitó tantas anécdotas como pérdi-das. No todos sobrevivimos para gozar de este silencio dela enfermedad que imponen los tratamientos que en laArgentina empezaron a distribuirse al menos dos añosdespués de haber sido aprobados, y ni siquiera entoncesera fácil acceder. Por los trámites que pedían para entre-garlos, porque los análisis que se pedían en un lugar o enotro tenían autorización denegada porque “no estaba de-mostrada su eficacia”, como escuché en primera persona.

En aquel tiempo, y por largos años, no había travestisni personas trans esperando atención frente al consultorio151 del Ramos Mejía. Me acuerdo de Laura, nada más,saliendo de la sala de hombres donde estaba internada pa-ra pedir a escondidas un cigarrillo que fumamos juntascon cierto espanto de mi parte porque ella tenía neumo-nía y fumaba y tosía. Pero qué le iba a decir yo, si hubierahecho lo mismo. O no, vaya a saber, cada quien sabe dequé se trata la calidad de vida. Esa vez, antes de irme, lesubí unas maquinitas de afeitar y un rouge comprado en elkiosco. Era lo que hubiera deseado para mí, una mano pa-ra verme bien. Me agradeció la maquinita y me devolvióel rouge; no le gustó el color ni la calidad. Me fui con ver-güenza por pensar que a ella le iba a dar lo mismo. Cuan-do volví, un par de semanas después, ya no estaba. Se ha-bía ido en bolsa negra, sin más datos.

Esa breve historia también quedó escrita en este dia-rio. Como quedaron escritas otras historias de travestiscontadas por la pluma mágica de Cristian Alarcón, his-

Creo que hacía calor. Yo manejaba un Re-nault 12 ya viejo en el año ’94 al que ma-

nos anónimas le habían pintado en el capot tres letras gi-gantes como una amenaza: “PUT”. La última ya ni siquie-ra cabía en la superficie plateada. ¿Quién? ¿Por qué? Nun-ca lo supe: a una distancia de 18 años me resulta vandalis-mo al paso; en ese momento era una interpelación directaque no borré porque era caro y porque entonces salía a lacalle en actitud de ¿y qué?

Ese día de calor, sin embargo, estaba conmovida y an-siosa. Me quedaban treinta kilómetros sin autopista parallegar a Moreno, donde vivía, y no daba más. Paré en unaestación de servicio, puse monedas en un teléfono públi-co y prácticamente grité en el tubo: “¡Me compraron lascolumnas!” No me acuerdo si tenían título cuando entre-gué ese puñado de textos impresos en formulario conti-nuo en la redacción de PáginaI12 que empezarían a pu-blicarse en el suplemento NO un mes después, semanapor medio, cuando ya se llamaban “Convivir con Virus” yhabía quien las pasaba de largo porque, estando en un su-plemento de rock, no era difícil suponer que ahí se habla-ba del mítico grupo de música en los ’80 y tan sobrevi-viente como yo misma.

Pero no. Ahí se hablaba en primera persona de lo quesignificaba vivir con VIH en la Argentina, siendo mujer,en los ‘90. Me acuerdo casi de memoria el primer texto,tal vez porque lo leí impreso en el diario hasta gastarlo.Me quejaba de una campaña de bien público: “Metételoen la cabeza, el sida mata”. Todo lo que yo hacía enton-

Por Marta Dillon

Para el futuro de todas

y de todos

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Que digan después que las buenas

no son noticias. Frente a mi diario se

puede llorar y reír con ganas cada vez que

aparecen y se relatan en ese tono, que no

ahorra matices ni subjetividades.

Identidades, libertades y nuevas posibilidades

de hablar

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torias de combate y de militancia, historias de vida queleía y que vivía porque, militando en H.I.J.O.S., salimoscodo a codo con las travas para reclamar por el fin delas razzias, los edictos policiales y, después, el famosoCódigo de Convivencia. Me acuerdo de una columnade “Convivir con Virus” que contaba una fiesta en unliving diminuto donde mi hija Naná selló su relaciónfamiliar con Lohana Berkins, nuestra reina trava, enadelante la tía Lohana.

De lo que no pude escribir cuando los ’90 empezabana dar sus últimos estertores fue de la primera novia im-portante que tuve. Y eso que había contado todo tipode intimidades, desde el consuelo a solas después del re-chazo flagrante de algún caballero cobarde hasta las ci-tas que terminaban en acrobacias de alegría. De ella noescribí más que estúpidas metáforas. No me sentía habi-litada. Ni en el oficio de escribir, ni en mi mundo pri-vado. Tardé demasiado en contarle a mi hija quién eraen realidad Fernanda y me lo cobró con una ofensa queduró un siglo.

Vivir, amar, escribir es un tríptico en el que me veocomo en espejos enfrentados; con esas tres palabras con-trolo hasta los rulos de mi nuca. Y sin embargo, aquelamor se me desenredó de la pluma.

La ofensa de mi hija se terminó de curar, creo, cuando

la familia de la que hoy gozamos empezó a fraguar. Ape-nas antes de que empecemos a inventar con Liliana Violael suplemento Soy, un suplemento de diversidad sexualque sólo podía tener lugar en PáginaI12. Antes de que so-ñáramos, mi compañera Albertina y yo, que íbamos a ca-sarnos con libreta roja y juez de paz de abundante flequi-llo, con tantos invitados como podían entrar en nuestracasa, con nuestros hijos y nietos de testigos, con nuestrashermanas, hermanos, amigas y amigos como aliados.

Dos años después de aquel casamiento, fiesta gitana.Dos años después de haber escrito para y llorado frente aldiario mientras el “¡Viva la patria!” de Albertina encen-día la pantalla de un centenar de celulares, otro festejo,otro cambio histórico pone a trabajar el lagrimal y la ale-gría: la ley de identidad de género es un hecho. Y es enlas páginas de este diario donde esto se puede contar enprimera persona.

Que digan después que las buenas no son noticias.Frente a mi diario se puede llorar y reír con ganas cadavez que aparecen y se relatan en ese tono, que no ahorramatices ni subjetividades. Queda escrito, para nuestrxshijxs, para nuestrxs nietxs, para el futuro de todas y detodos, ahora que nos encontramos en el hospital y encualquier lado, con lo que falta y lo que sobra, viviendo,amando, escribiendo y leyendo

Télam

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rácter subversivo que adquirió justo hace 25 años,cuando los que cargaban con la palabra se la quedaroncomo arma de guerra.

Los insatisfechos con la división del mundo entreseñoras y señores, entre los normales de siempre y losnuevos normales, transexuales, travestis, sadomaso-quistas, gente extraña, bisexuales, asexuados y otraslacras que no piensan definirse con una cruz en uncasillero, encontraron un paraguas donde mojarsejuntos y salir a la calle. “Nos han enseñado que losbuenos maricas no se enojan. Mandalos a la mierdahasta que hayan estado un mes paseando de la manoen público con alguien de su mismo sexo. Cuando ha-yan pasado por eso podrás escuchar lo que tengan quedecir sobre la rabia trans, marica o torta. Mientrastanto, deciles que se callen y que escuchen”, decía en1990 una pancarta titulada “Odio a los Hétero” deQueer Nation (San Francisco), uno de los primeros ymás radicales grupos de choque. El movimiento emer-gió de la subcultura punk, de fanzines, de obreros yartistas tan enojados con la cultura heterosexual co-

mo con la gay y robó el modus operandi a la desobe-diencia civil pero en forma de besadas masivas, “inva-sión” de bares y centros comerciales, saqueos para sol-ventar gastos de promoción y remedios para el sida.Había y sigue habiendo en la góndola muchas degra-daciones para elegir: puto releva a homosexual, que asu vez relevó a sodomita, mientras que gay vino atraer un poco de alegría, algo de plata entre otros be-neficios burgueses de los que queer desconfía e inten-ta (con poco éxito) sortear. Por aquí, los putos pero-nistas reniegan del cipayismo del gay y redoblan laapuesta acomodando dos insultos/ identidades, aun-que dejen afuera a las Evitas, entre otras compañer-xas. Tal vez sea útil para este inútil ejercicio de tra-ducción poner que queer deriva de un término ale-mán (“que”), que significa “torcido, raro, desviado” yen esa línea, aunque perdiendo una de sus mayoresvirtudes, que es la de no tener género, se podrían pro-poner para la versión criolla algunos insultos pasadosde moda pero fundantes. Los “invertidos” o “degene-rados”, con toda su carga lasciva, podrían ser losqueer vernáculos, palabras con que la casta patria de-signó al otro bárbaro, esa población que se expande yse va de las manos, pesadilla para la élite de médicosgobernantes, que ensucia lo que toca, desde la raza a

Hoy la escena resulta aberrante por unani-midad, pero hace apenas 80 años era una

salida cultural para toda la familia alentada por empre-sarios del espectáculo y gobiernos europeos: entre 1876y 1930 se exhibieron personas en jaulas, un Gran Her-mano cara a cara, sin audio y con casting compulsivo,zoológicos humanos con ejemplares traídos de las tie-rras recién colonizadas que se promocionaban con elgancho de “les presentamos al hombre en su estado na-tural”. La naturaleza, esa ilusión de eslabón siempreperdido, regresaba a las ciudades capturada y expuestaen toda su abyección: los ejemplares eran deformes (es-taban sin ropa), mudos (tenían otro idioma), salvajes(vivían en el exilio), pero demostraban con su presen-cia lo bello y lo sano de la civilización. La palabraqueer empieza a circular por las calles del mundo an-glosajón en esos mismos años de alto racismo científicoen que se suspenden los zoológicos humanos (y se pre-paran las cámaras de exterminio). ¿Qué quería decir“queer” a principios del siglo XX? Difícil traducir (ymás difícil sentir) una palabra que en castellano nossuena más a “cuit” o a “cuis” que a “puto, marica, torti-llera, travuco, marimacho”, que es todo lo que nom-braba entonces, bastante menos de lo que nombra aho-ra devenida Teoría Queer, con muchos libros publica-dos y gran influencia en otras ramas de la academia.Además, atrapada en los aires de superioridad y de co-olness que vienen con todo lo importado, queer aquí nodespide el mal olor que tiene en inglés ni exuda el ca-

Por Liliana Viola

Una palabra incómoda quellegó para quedarse

¿Queer o Cuit?

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Difícil traducir una palabra que en castellano

nos suena más a “cuit” o a “cuis” que a

“puto, marica, tortillera, travuco, marimacho”.

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la nacionalidad, la clase, los modos de reproducirse yde aparearse.

Antes que un movimiento y que una teoría, antes deconvertirse en grito de la moda o incluso en comodínpara señalar a un freak con tatuajes en los músculos yaritos, el término tuvo el mismo objetivo que aquellasescenas del zoo humano, desnudar, avergonzar al suje-to que se nombra, o más bien producir un sujeto nue-vo a partir de nombrarlo: porque la construcción deuna etnia de los homosexuales empieza con el agravio.Y la deconstrucción, con la avalancha de lo queer.

¿Qué significa queer ahora? Cada uno lo entiende des-de su experiencia y lo utiliza para definir su posición conel mundo. Si esto suena a chantada, también es parte su

condición de palabra bulto. Una las primeras teóricas eninstalar el término, Teresa de Lauretis, señalaba que “lacategoría queer toma su sentido cuando se enuncia enprimera persona”. ¿Qué significa entre nosotros? No sesabe, pero sin dudas una contribución a la sensación deinseguridad, en un contexto todavía densamente conser-vador. Una maestra de primer grado, escuela pública,consultada para un trabajo sobre “Percepción del géneroy roles”, informó, como la gran parte de las docentes,que “la división entre rosa y celeste sigue vigente, aligual que los juegos diferenciales para niños y niñas”.Aun así, por alguna razón, le pareció importante agregaruna pregunta que le hizo una de sus alumnas de 8 años:“Señorita, ¿dónde se puede estudiar para ser queer?”

Télam

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INDIGNADOS W. BUSH CHAVEZPINOCHET OBAMA CUMBRESCORREA ZAPATERO SARKOZY INDIGENISMO 11-9 EL MUNDO UNASUR CRISIS INMIGRANTES OSETIA ELECCIONES GUERRALULA ARDE LONDRES TONY BLAIRAJUSTE PETROLEO KHADAFISTATFOR PUTIN BENEDICTO XVIMURDOCH RAJOY HU JINTAOGRECIA FIDEL COCHE-BOMBAFARC CARABINEROS REHENESGENOCIDIO ETA HONDURASWIKILEAKS DILMA NORCOREA GUANTANAMO AFGANISTAN EVOPRIMAVERA ARABEPARO

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aún más el gasto militar, con una guerra contra Irak queterminó en una victoria pírrica, con los soldados yanquisque llegaron a las puertas de Bagdad y luego se llamaron aretirada, dejando a Saddam Hussein más poderoso queantes. El gobierno de Bush duró un solo término de cua-tro años. El heredero de Reagan se tuvo que ir en 1993 enmedio de una fuerte recesión. Los ocho años de Bill Clin-ton sirvieron para tapar el agujero del déficit y frenar porun tiempo el ímpetu militarista de los estadounidenses.Pero en el 2000 el delfín de Clinton, Al Gore, perdió laspresidenciales contra Bush hijo por un puñado de votosen una elección presidencial marcada por la sospecha defraude.

A partir de entonces el derrumbe se aceleró. Bush hijoera un fanático religioso ultraconservador que encima tu-vo que lidiar con el atentado del 9/11. Para vengarse delatentado mandó a sus soldados a pelear en Irak y Afganis-tán y terminó hundido en el pantano, desnudando su im-potencia ante todo el mundo. Bush hijo siguió las políti-cas de Reagan de desregular la economía, lo cual tuvoconsecuencias desastrosas cuando la burbuja especulativaexplotó, con la crisis del 2008. Bush hijo también imitó aReagan y les volvió a bajar los impuestos a los ricos, locual, sumado a que emprendió no una sino dos guerras,hizo que Estados Unidos apilara nuevamente un déficitgigantesco.

Ese déficit nos lleva al segundo dato geoestratégico, yaque a partir de 2010 China es el mayor comprador de bo-nos del Tesoro estadounidense, es decir, de la deuda quegenera ese país. El ascenso de China en los últimos 25años ha sido vertiginoso. Bajo el liderazgo de Deng XiaoPing había iniciado su apertura económica al mundo. Ellíder chino visitó Estados Unidos, normalizó relacionescon Japón, aflojó las tensiones con Taiwan y consiguióque le devolvieran Hong Kong en 1997 y Macao dos añosmás tarde. En China Deng comandó un programa de re-formas llamado “las cuatro modernizaciones” (agro, in-dustria, ciencia y tecnología y fuerzas armadas). El resul-tado fue una verdadera revolución industrial a través delo que Deng llamó “socialismo de mercado”. Al darles li-bertad a los municipios para que optaran por sus propiasestrategias de crecimiento propugnó el desarrollo de la in-dustria liviana a nivel local. Mientras tanto, los bancos seocuparon de financiar emprendimientos de industria pe-sada, los trabajadores recibieron incentivos por rendi-miento y los puestos dirigenciales en las empresas estata-

Si tomamos como referencia el año en que sefundó PáginaI12, el declive de Estados Uni-

dos y el auge de China son dos de los datos geoestratégi-cos más salientes de los últimos 25 años.

El primero está más documentado. En 1987 todavía fal-taban dos años para que cayera el Muro. Estados Unidosganaba la Guerra Fría y se consolidaba como primera po-tencia mundial, al tiempo que ejercía su hegemonía en lasAméricas, donde varios países completaban sus transicio-nes de las dictaduras de los ’60 y ’70 a los gobiernos neoli-berales de los ’90. En el ’87 en Estados Unidos gobernabael cowboy Ronald Reagan, el mismo que les ordenó a losrusos que derribaran el Muro. Su presidencia puede ser unbuen punto de partida para marcar el ocaso estadouniden-se. Reagan había asumido en 1980, en medio de una crisiscon Irán y con una economía estancada y amenazada porla inflación, que alcanzaba el 15 por ciento anual, cifrainédita para ese país. Reagan aplicó la vieja receta neoli-beral y en un punto le dio buenos resultados. Al final desu mandato la inflación había caído al cuatro por ciento yla economía pasó a crecer del cero y pico por ciento en1979 a más de cuatro puntos ocho años después. Pero Re-agan también hizo un desastre. Aumentó el gasto militarcomo nunca desde la guerra de Vietnam, les bajó los im-puestos a los ricos, recortó el gasto social, aumentó la po-breza y la desigualdad, infló el déficit, torció el brazo delmovimiento sindical, desreguló el sector financiero yadoptó soluciones de mercado para distintos problemas.

Bush padre mantuvo esas políticas pero aumentando

Por Santiago O’Donnell

El ascenso de China, la caída relativa de EE.UU.

El cambio enel balance de poder

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Un informe del FMI señala que el producto

bruto interno de China superará al de

Estados Unidos en 2016, convirtiéndose

en la primera economía mundial.

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les fueron ocupados por tecnócratas profesionalmenteentrenados, desplazando a los cuadros de la época deMao. En 1989 China había duplicado el producto brutointerno de 1980. En 1995 ya lo había cuadruplicado. En2001 China se unió a la Organización Mundial del Co-mercio y salió agresivamente a conquistar mercados parasus productos de exportación.

Había empezado la era de “crecimiento a tasas chinas”por arriba del diez por ciento anual y la influencia del gi-gante asiático empezaba a desplegarse fronteras afuera.Fue una expansión gradual, que empezó en el vecindario,se trasladó a los países petroleros africanos y de ahí a La-tinoamérica, Estados Unidos y Europa. Un informe delFondo Monetario Internacional del 2011 señala que elproducto bruto interno de China superará al de EstadosUnidos en 2016, convirtiéndose en la primera economíamundial, cuando hace una década la producción estadou-nidense triplicaba la de China.

El dato pertenece al libro Viaje al fin del mundo: la crisisfinanciera internacional, el repliegue de Estados Unidos y elauge de China de Rafael Bielsa y Rodrigo Lloret. “No va aser sencillo para China mantener el nivel de inversión, elcrecimiento del consumo, el flujo crediticio y la competi-tividad de su producción exportable evitando al mismotiempo la creación de burbujas de activos, el aumento delos precios de los productos destinados al mercado inter-no, la violación de regulaciones (por ejemplo en el mer-cado inmobiliario) y la demanda de mejores retribucio-nes que, de no ser satisfechas, pueden conllevar al des-contento social”, alertan los autores.

Sin embargo, advertencias sobre la supuesta fragilidadde la llamada “burbuja china” se vienen escuchando des-de la década neoliberal, sin que nada impida que el gi-gante asiático siga desplegando su creciente influenciaglobal. Hoy día es muy difícil vivir en un país que no estéinvadido de manufacturas chinas, que no dependa de in-versiones chinas para desarrollar proyectos de infraes-tructura o que no precise a China como principal com-prador de sus exportaciones primarias.

También sería prematuro decir que en un futuro más omenos cercano China reemplazará a Estados Unidos co-mo la superpotencia dominante en el mundo. Más bienvamos a un mundo más colegiado, con los poderes másequilibrados, con más oportunidades para los países endesarrollo, con las ideas que sostenían el predomino delcapital financiero en retirada, y con el surgimiento deuna nueva fuerza basada en una cultura y una idiosincra-sia bastante desconocidas en Occidente, que promueveun modelo de desarrollo muy distinto al que predominóen el mundo en los últimos 25 años

EFE

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de sus fronteras. Hoy se fortalecieron los intercambiosde productos industriales, siendo el sector automotoruno de los más dinámicos.

En los noventa la característica de los gobiernos latinoa-mericanos fue sacralizar la actividad empresaria, en tantose estigmatizaba el papel del Estado en la economía. CarlosMenem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú, el mismoPinochet en Chile, Miguel de La Madrid en México y Car-los Andrés Pérez en Venezuela, cada uno con su estilo,aplicaron duros ajustes y privatizaron empresas públicas.Menem vendió a capitales extranjeros YPF, Aerolíneas Ar-gentinas y Entel, entre otras empresas del Estado. La inte-gración se miraba con el prisma del libre comercio y semantenían relaciones carnales con Estados Unidos.

Un poco después, Hugo Chávez accedió al poder en Ve-nezuela, encarnando un proceso de cambio que apuntó amodificar la lógica capitalista y redistribuir la renta petrole-ra. A nivel latinoamericano, se lanzó a la política integra-dora. Andrés Kozel, director de la Maestría de Estudios La-tinoamericanos de la Universidad de San Martín, señalaque la presencia del líder bolivariano cambió los términosdel debate político. “Chávez marca un ariete a donde losdemás se deben posicionar. Se usa otro lenguaje a partir deél, se dejó de hablar de ajuste. Representa un nuevo posi-cionamiento ideológico, con un impulso nacionalizador ydistribucionista. Chávez es el nuevo factor del 2000.”

Señal de que comenzaba a tomar forma un bloqueprogresista en la región, en 2000 la Concertación chile-na volvió a ganar las elecciones, pero esta vez con uncandidato socialista: Ricardo Lagos. En 2002, en sucuarto intento, Luiz Inácio Lula da Silva, líder del Parti-do de los Trabajadores, resultó electo con la votaciónmás alta jamás alcanzada por un candidato brasileño. EnArgentina, dos años después del cacerolazo y el que “sevayan todos”, llegó a la presidencia Néstor Kirchner. En2004, el frenteamplista Tabaré Vázquez accedía al pala-cio de gobierno en Uruguay. Y al año siguiente EvoMorales fue elegido presidente en Bolivia, liderando unmovimiento indígena y popular.

La Cumbre de Mar del Plata de 2005 fue un punto de in-flexión, un rechazo de la mayoría de los países de la región

América latina hoy está más integrada que ha-ce 25 años. El Mercosur logró sobrevivir pese

a los pronósticos más apocalípticos y las izquierdas consti-tuyeron gobiernos en un número significativo de países,buscando revertir las consecuencias que dejó el tsunamineoliberal de los años noventa y recuperando la soberaníade los recursos naturales.

A mediados de los ochenta, en países como Argentina,Uruguay y Brasil comenzó un período de vuelta a la de-mocracia. Esos gobiernos estuvieron más atentos a cum-plir con las políticas económicas impuestas por los orga-nismos de crédito internacionales, a pagar la deuda exter-na y combatir la inflación, que a luchar contra el hambrey las desigualdades sociales. En Chile, la larga dictaduraterminaría en 1990, tras el triunfo contundente del “No”a la continuidad de Augusto Pinochet en el plebiscito de1988. Mientras que en Chile, Brasil y Uruguay una am-nistía impedía llevar al banquillo a los genocidas, en Ar-gentina, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se llevó acabo el juicio a las juntas en 1985. En la sala de aquel tri-bunal quedó repicando como un eco la frase del fiscal Ju-lio César Strassera, “señores jueces, nunca más”, seguidadel aplauso y griterío del público, mientras la cámara en-focaba a los condenados.

Un primer modelo de integración regional se creó conla firma del Tratado de Asunción en 1991, que dio ori-gen al Mercosur. Los fundadores –Argentina, Brasil,Uruguay y Paraguay– acordaron como meta establecerun área de libre circulación de bienes y personas dentro

Por Mercedes López San Miguel

América latina del ajuste a la integración regional

El nuevoparadigma

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a la integración del Acuerdo de Libre Comercio de lasAméricas (ALCA) que propuso Estados Unidos bajo elgobierno de Bush hijo. “Alca, al carajo”, dijo Chávez conhabitual desparpajo en las calles de la ciudad balnearia.Hubo alguna señal en sentido contrario. Durante el man-dato de Tabaré Vázquez, Uruguay coqueteó con la posibili-dad de firmar un Tratado de Libre Comercio con EstadosUnidos. El intento elevó la temperatura con sus socios delMercosur y reveló las dificultades en los procesos de inte-gración entre economías de diferente tamaño. En 2008,doce países firmaban el tratado constitutivo de la UniónSuramericana de Naciones, un instrumento político nuevoa nivel regional. Unasur actuó como bloque efectivo fren-te a propósitos desestabilizadores del oriente bolivianocontra el gobierno de Evo y, más recientemente, contra unintento de golpe contra Rafael Correa en Ecuador.

En general, las economías crecieron la última década.Eso permitió que hubiera inversión en lo social y reduc-ción de la pobreza en Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguayy Argentina. Hay países que hoy están fuera del eje progre-sista: México, Chile y Colombia. “México es grande a ni-vel regional. El Tratado de Libre Comercio de 1994 san-cionó el bilateralismo y la dependencia estrecha. El 80 por

Unasur actuó como bloque efectivo

frente a propósitos desestabilizadores del

oriente boliviano y contra un intento de

golpe contra Correa en Ecuador.

ciento de sus exportaciones van a Estados Unidos. Méxi-co, que era productor de maíz, pasó a ser importador de ali-mentos”, afirma Kozel. Para el analista, uno de los retos de estos procesos es superar el paradigma extractivo, dejarde ser productores primarios y lograr responder al desafíode la inversión y la innovación tecnológica. “Si con estadécada de crecimiento y con las medidas que se imple-mentan se va a poder responder al desafío de la innova-ción tecnológica, que significa quebrar el círculo de subor-dinación tecnológica. Aun si logramos eso, está el proble-ma de la viabilidad de que toda la región alcance estánda-res productivos altos.”

Hoy los gobiernos progresistas reabren debates sobre losrecursos estratégicos cruciales como la energía o el agua,algo que parecía clausurado en el pasado. Un pasado en elque Estados Unidos solía tener mucha mayor injerencia enla región. Hoy, varios países de América latina establecenuna relación más horizontal con el gigante del Norte

AFP

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lentas y prolongadas de la historia moderna. Recién en1993, luego de la firma de los Acuerdos de Oslo entre elgobierno israelí de Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, la “re-volución de las piedras” entró en un remanso hasta su re-activación, en el año 2000.

Los acuerdos de Oslo negociados en secreto entre is-raelíes y palestinos significaron un reconocimiento explí-cito de los derechos palestinos y la legitimización deArafat y de la OLP (Organización para la Liberación dePalestina) como interlocutores viables. El 13 de septiem-bre de 1993, Rabin, Arafat y el presidente norteamerica-no Bill Clinton firmaron en Washington una declara-ción de principios que puso en marcha un proceso nego-ciador. Oslo desembocó en la modificación de la carta dela OLP, de donde se suprimieron los artículos que llama-ban a la desaparición de Israel, en el retorno de YasserArafat a Palestina (1994), y en la creación de la Autori-dad Palestina. Lo que no se había conseguido en mediosiglo se obtuvo gracias a una negociación facilitada por lallegada al poder del laborista Yitzhak Rabin y las trans-formaciones de Arafat. Los acuerdos de Oslo son herede-ros de la primera guerra del Golfo consecutiva a la inva-sión de Kuwait por parte de Irak. Oslo es una matriz. Eltrastorno de esa guerra, que vio a una armada multina-cional compuesta por más de un millón de hombres ata-car un país árabe, llevó al ex presidente norteamericanoGeorge Bush (padre) a impulsar un proceso de negocia-ción multilateral destinado a solucionar las crisis de Me-dio Oriente. Pero cuando Occidente se mete, las armas ylas tergiversaciones nunca están lejos. Bush padre y susaliados desalojaron de Kuwait al difunto presidente ira-quí Saddam Hussein, pero le dejaron el aparato militar yrepresivo en pie (la Guardia Republicana) para queaplastara la revuelta de los chiítas del sur que el mismoBush había llamado a levantarse para derrocar a Saddam.Las heridas de la prolongada guerra entre Irán e Irak aún

estaban abiertas. En septiem-bre de 1980, impulsado y ar-mado por Occidente, Saddamatacó a Irán en plena revolu-ción del imán Khomeini. Laguerra terminó en 1988 y dejóel tendal de un millón demuertos.

Casi un año antes, en febre-ro de 1987, las tropas de lahoy extinguida Unión Sovié-tica se retiraron de Afganis-tán, vencidas por una alianzade mujaidines y terroristas res-paldada por Occidente. Afga-nistán es otra matriz: de allínace el islamismo radical tal ycomo lo conocemos hoy. Ensu voluntad de poner de rodi-

En un cuarto de siglo, el mundo árabe musul-mán conoció aceleraciones fulgurantes de la

historia y retrocesos dramáticos, episodios de violencia,pactos de paz y guerras impensables. A pesar de las dosguerras del Golfo (1991 y 2003), de las dos guerras de Af-ganistán –la invasión soviética entre 1979 y 1989 y la in-vasión occidental de 2001–, la sangrienta guerra entreIrán e Irak (1980-1988), los atentados de Nueva York, lairrupción de Al Qaida y las revueltas árabes que a partirde 2001 sacaron del poder a cuatro protosaurios –el tune-cino Ben Ali, el egipcio HosniMubarak, el libio MuammarKhadafi y el yemenita Ali Sa-leh–, los años que nos separande 1987 están empapados ydeterminados por el conflictoisraelo-palestino y los turbiosmanejos de las potencias occi-dentales en esa región delmundo. Los 25 años transcu-rridos se abren con la explo-sión de la primera Intifada enlos territorios palestinos, el 9de noviembre de 1987. La lla-mada “revolución de las pie-dras” estalló como una protes-ta masiva contra la ocupaciónisraelí hasta convertirse enuna de las protestas más vio-

Por Eduardo Febbro

Los formidables cambios enel universo árabe musulmán

Un nuevomundo que

se abre

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EFE

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llas a su enemigo histórico, Estados Unidos financió, en-trenó y armó un ejército de islamistas radicales que, conla ayuda de Pakistán, contribuyeron a la derrota del ejér-cito rojo. De esa “victoria” occidental contra el ejércitorojo nació Bin Laden, hábil soldado de la causa que lue-go, a raíz de la primera guerra del Golfo, se revelaría con-tra sus antiguos socios y la corrupta monarquía saudí quehabía osado prestar su territorio para que Estados Unidosinstalara sus bases y atacara a Irak. El retiro de los sovié-ticos de Afganistán, la primera guerra del Golfo, Acuer-dos de Oslo, Al Qaida: todo está ligado en un círculo fa-tal que conduce a un masivo baño de sangre: los atenta-dos contra las Torres Gemelas, en septiembre de 2001, lainvasión de Afganistán por Estados Unidos a fines de2002 con el pretexto de sacar del poder a los talibán ydestruir la estructura de Al Qaida y, por último, la segun-da guerra del Golfo, es decir, la invasión de Irak y el de-rrocamiento de Saddam Hussein.

En 1998, Pakistán se convirtió en el primer país mu-sulmán en detentar una bomba atómica. Los Acuerdosde Oslo jamás trajeron la paz esperada. El primer minis-tro israelí Yitzhak Rabin murió en Tel Aviv en 1995,asesinado por un extremista judío. Yasser Arafat murióen París en noviembre de 2004 víctima de una enferme-dad que lo dejó fuera de juego al cabo de un prolongadositio militar impuesto por Israel en torno de la sede dela presidencia (Ramalá, Cisjordania), a partir de 2002.Desde los años 2000, Osama bin Laden inventó el te-rrorismo globalizado, pero murió en 2011 en un operati-vo militar norteamericano contra la guarida en la que seescondía desde hacía muchos años en Pakistán. Todoparecía congelado hasta que Mohamed Buazizi despertóa la historia. Este joven vendedor ambulante tunecinose inmoló en diciembre de 2010 en su pueblo natal, SidiBuziz (centro de Túnez). Humillado por las autoridadesy maltratado por la policía, Mohamed Buazizi se pren-dió fuego. Con su cuerpo encendió las revueltas árabesde Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen, Jordania, Ma-rruecos y Bahrein. La historia, en manos de dictadores amenudo apoyados por las potencias occidentales, se pu-so en movimiento en una nueva confrontación que si-gue en curso entre fuerzas democráticas y la contrarre-volución conservadora

Los 25 años transcurridos se abren con la

explosión de la primera Intifada en los

territorios palestinos, el 9 de noviembre de 1987.

EFE

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En 1987 la Comunidad Económica Europea te-nía doce miembros, con la reciente incorpora-

ción de España y Portugal. La Unión Europea de hoy tie-ne 27 y es la entidad económica más importante del pla-neta, responsable de más del 25 por ciento del PBI mun-dial. Mirado desde la perspectiva de los últimos 25 años,el proyecto paneuropeo que comenzó con la posguerra esun clamoroso éxito. Visto desde la actual crisis de la Eu-rozona, hay sobradas razones para pensar que ese éxitopuede disolverse en la arena movediza de la historia.

En los ’80 el proyecto paneuropeo, nacido del hartazgode las dos guerras mundiales y el espectro de la Guerra Fría,marchaba a todo vapor y se convertía en un modelo a imi-tar. Bajo la batuta del entonces presidente de la ComisiónEuropea, el socialista Jacques Delors, se dieron los pasosfundamentales para plasmar el objetivo primordial de con-vertir a la Comunidad en Unión, un mercado único con li-bre circulación de personas, mercaderías, bienes y servicios,y una política aduanera común. “La Unión Europea apun-taba a una creciente integración política de todos losmiembros. Esto creó bastantes fricciones, en especial conMargaret Thatcher y el Reino Unido”, indicó a PáginaI12Hans Kundnani, director editorial del primer “thinktank”paneuropeo, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Delors comparaba al proyecto con una bicicleta en laque hay que seguir avanzando permanentemente porque siuno deja de pedalear se cae. El Tratado de Maastricht de

Por Marcelo Justo

La Unión Europea, de lautopía a la crisis del euro

Ilusionesperdidas25

OS

1992 extendía la unidad económica plasmada en el mer-cado único a las áreas de relaciones exteriores, justicia yseguridad, donde se buscaba una creciente convergencia yhomogeneización de todos los miembros. El Tratado sen-taba las bases del futuro euro, la moneda económica co-mún, a la que se integrarían los países que cumplieran conciertos requisitos básicos. “La idea original del proyecto,encarnada en ese momento por Delors, era seguir avan-zando hacia una integración cada vez más profunda a to-do nivel entre todas las naciones”, señaló Kundnani.

La otra cara de esta política era una continua amplia-ción de las fronteras de la Unión Europea. En los ’90 seincorporaron Austria, Finlandia, Suecia. Montada a la bi-cicleta de Delors y con el nuevo panorama creado por elfin de la Guerra Fría, la Unión comenzó a avanzar haciauna de sus más ambiciosas apuestas: la incorporación delos países del Este. En 2004 se sumaron diez y ocho eranex países comunistas. En la primera ola estaban Polonia,Estonia, Lituania, Letonia, la República Checa, Hungría,Eslovaquia y Eslovenia. En 2007 lo hicieron Bulgaria yRumania. “La expansión del proyecto paneuropeo ha sidoel gran éxito de la UE. Y no es sólo la ampliación. Es tam-bién el poder que ha ganado como bloque para tener máspeso a nivel mundial”, señala Kundnani.

El nuevo milenio vio también nacer la gran apuestaque hoy amenaza a toda la UE: el euro. En 2002 secompletó la conversión de monedas. La lira, el marco,la peseta, el franco dejaron de existir, para dar paso a la

moneda única lanzada con toda la pompa de los grandessueños. Los primeros años fueron de un aparente éxito.La fortaleza del euro lo convertía en una alternativa aldólar, la tasa de interés de que gozaban sus miembrospermitía financiar la inversión y el consumo, generandoun ciclo de crecimiento económico imposible antes desu existencia para la mayoría de sus miembros. El esta-llido financiero de 2008 hizo añicos esa ilusión. La cri-sis de la deuda soberana, desatada con Grecia en 2010,ha dejado al euro contra las cuerdas. “Es fácil ver ahoraque había defectos estructurales en un comienzo. No sepodía crear una moneda común sin una autoridad co-mún presupuestaria y una entidad que hiciera cumplirlas reglas del Tratado de Maastricht. Ni siquiera Alema-nia o Francia respetaron las reglas. No se puede descar-tar una implosión del euro, pero pienso que va a sobre-vivir. Delors temía que si se dejaba de pedalear laUnión Europea se estancaría o desintegraría, pero locierto es que existe también el peligro de avanzar dema-siado rápido. Muchos piensan que eso fue lo que pasócon el euro”, explicó Kundnani

La fortaleza del euro lo convertía en una

alternativa al dólar, la tasa de interés

de que gozaban sus miembros permitía

financiar inversión y consumo.

AFP

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GENTILE MARADONA CONTE

BIELSA ESPINOLA MARANGONI

MORRESI NAPOLI NALBANDIAN

PICHOT GALLEGO DEPORTESAYMARGINOBILIWOLKOWYSKI

FRANCESCOLI FILLOL ATENASNOCIONI SABATINI DEL POTRO

MESSI PASSARELLA RIQUELME

BASQUETBOL LEONAS GAUDIO

MAGNANO TEVEZ BARDACH

SELECCION TRAVERSO PEREZCURUCHET ALONSO FUTBOL

PORTA BIANCHI BARCELONABEIJING CASTELLANI BOCHINI

MARTINEZ SEUL MILINKOVIC

ORTEGA GOYCOCHEA SCOLA

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quetbol, como era común verlo en los primeros años, deldiario y del riojano como mandatario.

Un repaso más o menos rápido de los más memoriosos(de los que no han quedado muchos) sugiere que la últi-ma tapa de Deportes en PáginaI12 –exceptuando losmundiales, en los que el fútbol toma el control del plane-ta y la actuación de la Selección Argentina pasa a ser lamáxima preocupación nacional– fue la del 12 de agostode 2009, cuando la Asociación del Fútbol Argentinorompió su contrato con Torneos y Competencias. “A lapelotita” fue el título. La anterior a ésa data de casi cincoaños antes, el 15 de septiembre de 2004, el día siguienteal que Marcelo Bielsa anunciara de manera inesperada surenuncia al cargo de entrenador de la Selección: “El Re-nunciamiento histórico” se tituló.

Menos de un mes antes de esa primera plana había teni-do lugar un acontecimiento formidable. El 29 de agosto de2004 se produjo un doble episodio de naturaleza asombro-sa, calificado en la edición del día siguiente como el “díamás esplendoroso de la historia del deporte nacional”. Fueel impacto más notable de la actividad deportiva argenti-na desde la salida de PáginaI12 hasta la actualidad.

Cuando el diario conquistó la calle, un cuarto de sigloatrás, faltaba poco menos de un año para los Juegos de Se-úl. Aquella Argentina posdictatorial tenía entre sus asig-naturas pendientes la del deporte olímpico. No se conse-guía una medalla desde Munich 1972: sapo en Montreal1976, boicot a Moscú 1980, otro papelón en Los Angeles1984. PáginaI12 debió esperar más de 17 años para podertitular en tapa “Oro Puro”.

Más como producto de aciertos individuales o arrestosprofesionales que de políticas deportivas, el deporte ar-gentino arañó en varias ocasiones durante estos años eloro que se le negaba desde la última conquista de los re-meros Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero en Helsin-

Pocos recuerdan ya que PáginaI12 nació sinsección Deportes. La ausencia no era mera

responsabilidad de la falta de una edición del lunes, quese cubrió a partir de 1998, sino acaso porque la pelota po-día esperar. (Tampoco es algo que deba sorprender: ElGráfico no tuvo deportes sino hasta un par de años des-pués de su aparición en 1919.) Antes de que terminara1987, los deportes comenzaron a aparecer tímidamenteen el diario. Así como entró último al concierto de sec-ciones, al deporte también le costó ganarse un lugar comotema principal en la tapa de PáginaI12, y acaso lo logrómenos veces que Carlos Menem jugando al fútbol (con lacamiseta de la Selección) o picando una pelota de bás-

Por Pablo Vignone

Argentina en los Juegos Olímpicos

De la cebolla al oro

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En las disciplinas de conjunto más

populares del planeta, los argentinos

habían prevalecido, gracias a la fuerte

estructura de las federaciones.

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ki 1952. Inexorablemente se ahogó en la raya.En Seúl 1988, Gaby Sabatini se puso a tiro del oro, pe-

ro cayó en la final ante Steffi Graf; en Atlanta 1996, elseleccionado de Daniel Passarella, integrado por profesio-nales, fue derrotado sorpresivamente por Nigeria en elcierre del partido definitivo, y el correntino Carlos Mau-ricio Espínola quedó atrás del windsurfista griego NikosKaklamanakis. Siempre cebollitas. En Sydney 2000 nacíael indomable espíritu de las Leonas, pero las canguras deAustralia saltaban primero hacia el oro. Y Espínola vol-vía a ser plata, esta vez tras el austríaco Christoph Sieber.

Hasta Atenas 2004. Una maravilla que la Argentinaque salía de las profundidades sociales se permitía disfru-tar con repentino gozo antes que con esperanza. Porqueel mismo día, el 28 de agosto, la Selección Argentina deFútbol que comandaba el propio Bielsa, dos semanas an-tes de su renuncia, le ganaba 1-0 a Paraguay en la finalcon un gol tempranero de Carlitos Tevez, conquistandoasí el primer oro olímpico en más de medio siglo y la úni-ca distinción internacional que le escaseaba al fútbol ar-gentino, y un rato más tarde, la Generación Dorada delbásquetbol nacional, la del quinteto inicial de Ginóbili,Scola, Pepe Sánchez, Nocioni y Wolkowyski, comanda-da por Rubén Magnano, superaba 84-69 a Italia para lo-grar el segundo oro en menos de 24 horas.

El domingo 29, el tema central de la tapa fue un repor-taje al ministro de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffa-roni, pero el deporte tuvo su merecido sitio en lo alto dela portada. Fue aquel bendito “Oro puro”. En las dos disci-plinas de conjunto más populares del planeta, los depor-tistas argentinos habían prevalecido, gracias a la fuerte es-tructura de las respectivas federaciones antes que al éxitocontundente de una nueva política oficial en el rubro.

Esos frutos comienzan a verse. Desde entonces, aque-llos oros han encontrado compañía. El fútbol argentinorepitió el oro en Beijing 2008 y el ciclismo lo acompañócon las medallas doradas de Juan Curuchet y Walter Pé-rez en la prueba americana. Eso es lo que ha cambiado enel deporte olímpico nacional en los últimos 25 años. Lapolítica deportiva del Estado más el apoyo privado a tra-vés de la constitución del Ente Nacional de Alto Rendi-miento (Enard) mostrará tímidamente su potencial enLondres 2012, y más rotundamente en Río 2016.

Estamos dispuestos a consagrarles varias tapas

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“Nunca saldrá otro Maradona.” La fra-se se escuchaba cada día. Diego Ma-

radona era el indiscutido rey del fútbol mundial. Diezmeses antes, en México, había llevado de la mano a laSelección Argentina a su segundo título mundial y ha-bía terminado de confirmar que al podio histórico deAlfredo Di Stéfano, Pelé y Johan Cruyff era necesariosumarle un nuevo pedestal. En Nápoles ya se había con-vertido en un dios a la par de San Gennaro, el patronode la ciudad, luego del primer Scudetto de la historia delhumilde Napoli, logrado apenas unos días antes, el 10de mayo de 1987. Y miles de niños de diferentes partesdel mundo eran bautizados en su honor como Diego Ar-mando –una nota de Clarín cuando Maradona cumplió50 años reflejó que hay 57 jugadores profesionales endistintas ligas del mundo con ese nombre–. Pero claro,ninguno igual. Jamás habría otro Maradona.

Un año antes, ya había nacido Diego Armando Sina-gra, pero su madre Cristiana todavía luchaba –y luchómuchos años más– para que el astro asumiera su paterni-dad. Y en abril de 1987 llegaba al mundo Dalma Nerea,su primera hija con Claudia Villafañe. Era evidente, nun-ca más iba a surgir otro Maradona. Sin embargo, la histo-ria fue diferente. Cuando PáginaI12 empezaba a ver laluz, Celia Cuccitini disfrutaba en Rosario del último mesde su embarazo. Junto a su marido Jorge esperaba al tercervarón después de Rodrigo y Matías. El pequeño finalmen-te nació el 24 de junio y lo llamaron Lionel Andrés: 25años más tarde, casi nadie duda de que el mundo del fút-bol está ante el nuevo Maradona.

En los hechos, Messi soporta con nota alta cualquiercomparación con el Maradona futbolista. Ya fue distin-guido tres veces seguidas con el Balón de Oro al mejorjugador del mundo, premio que Maradona no pudo lo-grar porque en su época estaba limitado a jugadores eu-ropeos. Por caso, en 1986 se lo entregaron al ruso IgorBelanov. Con Barcelona, el rosarino ya ganó cinco ve-ces la liga de España, en tres ocasiones la ChampionsLeague y en dos oportunidades el Mundial de Clubes.Es el mayor anotador de la historia del club catalán yhace unos días se convirtió en el máximo goleador enuna misma temporada, al superar la marca del alemánGerd Müller de 1973. Ni el Maradona en esplendor pu-do igualar esos logros, aunque el fútbol y, sobre todo,los arbitrajes eran bien distintos en esa época: los dosdefensores que mejor lo controlaron, el italiano Gentiley el peruano Reyna, hubiesen sido expulsados en el pri-mer tiempo con las reglas actuales. Pero eso no invalidaa Messi.

La Selección parece ser la deuda pendiente de Messi. Yel parece no es casual. Cuando PáginaI12 nacía, Marado-na estaba próximo a cumplir 27 años, ya era campeón del

Por Ariel Greco

El fútbol entre dos mitos mundiales

De Maradona

a Messi

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Es muy probable que a Messi nunca se lo vea

despotricando contra la FIFA, ni intentando

formar un sindicato de jugadores,

ni insultando italianos porque silban el Himno.PI62

Pablo Piovano

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el goleador del torneo, luego de ha-ber arrancado como suplente de Pa-blo Vitti y Gustavo Oberman. Tam-bién se colgó, luego de una arduadisputa con Barcelona por el permi-so para viajar, la medalla dorada enlos Juegos Olímpicos de Beijing, cer-tamen que Maradona no tuvo lasuerte de disputar. Está claro que,más que la Selección, la única cuen-

ta de Messi es ganar un Mundial.El formulario que Messi más lejos está de completar es

el del mito Maradona. Su fútbol podrá ser genial, peropor su personalidad difícilmente sea tomado como labandera que es, fue y será Maradona. Y es muy probableque a Messi nunca se lo vea despotricando contra la FI-FA, ni intentando formar un sindicato de jugadores, niinsultando italianos –ni catalanes– porque silban el Him-no, ni mostrando un tobillo inflamado como una pelotapor televisión, pero luego desparramando brasileños en elterreno de juego. Pero, para saber la dimensión de su mi-to, habrá que esperar hasta los 50 años de PáginaI12

mundo y llevaba 26 de los 34 goles que tiene con la ca-miseta argentina. Lionel está a punto de cumplir 25, lle-va 22 tantos y ya comparte el quinto puesto junto a Leo-poldo Luque y Daniel Passarella como goleador histórico,detrás de Gabriel Batistuta (56), Hernán Crespo (35),Maradona (34) y Luis Artime (24).

Los dos fueron campeones del mundo juveniles con laSelección Argentina y elegidos mejor jugador del tor-neo. ¿La gran diferencia? Diego en Japón ’79 estaba ro-deado de grandes estrellas y formaba una dupla letal conRamón Díaz –goleador del campeonato–, mientras queMessi en Holanda ’05 se las tuvo que ingeniar solo y fue

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La palabra “penales” en una nota gremial era laúnica referencia deportiva del número 1 de

PáginaI12. Se trataba de la noticia que daba cuenta de laactividad que desarrollarían los trabajadores en huelga deLa Razón para difundir su lucha por evitar el cierre deldiario. Habían conseguido que arqueros famosos, entreellos el Pato Fillol, fueran a la cancha de Independiente aque todo el mundo les pateara penales. En esos años el fút-bol no ocupaba el espacio que hoy tiene en general en losmedios. No existía Olé, tampoco TyC Sports, los suple-mentos deportivos eran flaquitos, funcionaba una sola es-cuela de periodismo deportivo, el Círculo de PeriodistasDeportivos, y los domingos a la noche había una cita obli-gada en la tele con Todos los goles, un programa que resu-mía la fecha y que conducían Marcelo Araujo, Julio Ricar-do (luego reemplazado por Adrián Paenza), FernandoNiembro y el hombre del moñito, Dante Zavatarelli. Encada programa llevaban un invitado que elegía el mejorgol de la jornada. La anécdota más recordada es que unavez el brasileño Dino Sani, que era el entrenador de Boca,eligió como el mejor gol de la fecha ¡un gol en contra!,ante el estupor de los conductores y los televidentes...

En esos tiempos, los partidos se jugaban casi todos a lamisma hora, los domingos a la tarde, y las transmisiones ra-diales, en las que se repartían la audiencia Víctor Hugo Mo-rales y José María Muñoz, sonaban como orquestas celestia-les con múltiples voces que entraban y salían, desde las dife-rentes conexiones o estudios centrales. Se escuchaba un pip

Por Juan José Panno

El fútbol en la vida y en los medios

Nostalgias ypresentes

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Sy eso significaba que se había producido un gol o algún he-cho importante en otra cancha. Hace exactamente un añose dio una transmisión de esas características en un sábadoen el que se definían los descensos y las promociones. Hizorevivir aquellas gloriosas emisiones de altri tempi.

La siempre riesgosa referencia nostálgica que hace brillarel pasado se puede encadenar con los nombres de los prota-gonistas. En 1987, en el medio juego de River, Gallego sos-tenía el andamiaje para que se lucieran Gorosito, PatricioHernández y Claudio Morresi, a quien no se le cruzaba porla cabeza que alguna vez podía ser secretario de Deportes. AAlonso le programaban el partido de despedida y Frances-coli declaraba que estaba arrepentido de haberse ido delclub de Núñez. En Boca Melgar, Tapia y Dykstra triplica-ban la idea de enganche; en Indepediente tocaban Giusti,Marangoni, Reinoso y Bochini; en San Lorenzo el Ruso Si-viski, Ortega Sánchez y Frutos; en Racing, Cordero, Co-lombatti y Acuña. Y así todos.

El campeonato 1986/87 fue un único torneo largo, delque se vuelve a hablar ahora, con 20 equipos, partidos deida y vuelta, y el viejo (y más equitativo) sistema de pun-tos: dos para el ganador, uno para empate. La lucha en lapunta se mantuvo hasta el final y se consagró campeónRosario Central, que tenía a Omar Palma, como estandar-te, con 49 puntos. Detrás quedaron Newell’s con 48, Inde-pendiente con 47, Boca con 46 y Racing con 44. Comobonus se hizo una Liguilla clasificatoria para la Libertado-

res, en la que Independiente superó a Boca en la final. Elpromedio de gol por partido de aquel campeonato habíasido de 2,84, por encima del actual, que no llega a los dosgoles (1,99) por encuentro. Nada que ver, claro, con eltorneo de 1938, que rompió todos los records con un pro-medio de 4,90 por encuentro. En ese campeonato, en 32partidos Independiente metió 115 goles, River 105, Ra-cing 102 y Talleres de Remedios de Escalada, que se fue aldescenso, 55 goles nada menos.

La idea de que lo mejor siempre está en lo viejo no esnueva, por supuesto. Hoy se extraña a los ídolos como Bo-chini, Gatti o Alonso; del mismo modo en que en el tiempoen que jugaban ellos se añoraba a la Máquina de River y enla época de la Máquina se decía que el verdadero fútbol lopracticaban los profesores de Estudiantes en esa delanteraque conformaban Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita.

En 1929 le hicieron un reportaje al mítico Jorge Brown,emblema de Alumni y de la selección nacional a principiosde siglo. Le preguntaron si iba a ver a fútbol y respondió queno “porque fútbol era el que se jugaba antes”. El remanidobrillo del espejo retrovisor.

En el medio de la bizantina discusión entre lo de ayer y lode hoy, hay que ofrecerle un avance de varios casilleros alpresente: hoy existe Fútbol para todos y en PáginaI12 loslunes sale el suplemento Líbero

Le preguntaron si iba a ver a fútbol y respondió

que no “porque fútbol era el que se jugaba

antes”. El remanido brillo del espejo retrovisor.

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SBARAGLIA LARREA SPINETTACAPUSOTTO LEON ALEANDROBORGES ZITARROSA DOLINASOLANAS WEICH CULTURACORTAZAR CALAMARO PEÑADE LA GUARDA HERRERO TATOALCON SANTAOLALLA BOCCA CADILLACS COSSA CARNAGHIFAVIO SIMULADORES BURMANFITO MORAN CAMPANELLA OLMEDO TOSCANO LIZARAZUDARIN CHINA CHARLY BADIAMERCEDES MANCERA LALOCORTESE TXI MARIA ELENA GASALLA BIONDI CHA CHA CHACORTESE ALIVERTI SORIANO

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de telenovelas. Durante diez días, y a pesar de mi di-plomática resistencia, la inefable Adelita me puso altanto de todo lo necesario para seguir la trama: el tras-pié juvenil de la dueña de una casa de modas con unseminarista, su embarazo no deseado y el abandono deuna niña en la Casa de Expósitos, la reaparición de esaniña como la humilde modelo Cristina/Cristal (la algoredondeada Jeanette Rodríguez) y su prohibido roman-ce con el millonario galán Carlos Mata (¡¡Carlos Ma-ta!!), hijastro de la señora Victoria merodeado por lapérfida Marión... madres solteras, maridos adúlteros,vínculos de sangre desconocidos, un accidente que de-jaba paralítica a la adolescente frívola de la familia,malos malísimos, desfiles de cotillón y actuaciones demadera balsa, en ese inefable cóctel de las novelas dela tarde de los ’80. Que eran como una especie de ca-

Quizá fue en 1986 y no en 1987, pero a losefectos es más o menos lo mismo.

PáginaI12 tenía el olor flamante de la tinta nueva, perolo que éste que escribe tenía en las narices era el olordel yeso fraguando, gracias a una lesión en la gambaque condenaba al reposo absoluto. Aún no eran tiem-pos de dos o tres aparatos de televisión: en la casa habíauna sola pantalla que se compartía y se negociaba deacuerdo con intereses, horarios y posibilidades de pro-gramación. No era fácil. Para cualquier persona cuyaedad sea similar a la del diario esto sonará a una dimen-sión paralela o un planeta desconocido, pero lo ciertoes que en 1987 en el hogar había cuatro canales. Sí, al-guien sabía del amigo de un primo de la sobrina de unconocido que vivía en Belgrano y tenía algo llamadoVideo Cable Comunicación (VCC), donde había comoquince canales y no pasaban publicidad. Pero en el ba-rrio de Flores sólo se creía en los aparecidos y milagritosque relataba Alejandro Dolina en las páginas deHumor. En los aún novedosos colores Trinitron, a vecesse enganchaba el Canal 2 de La Plata, pero la oferta deentretenimiento catódico se reducía a Canal 13, Canal11, Canal 9 y ATC. Y a arreglarse.

Lo que tenía que arreglarse era la gamba, y por esono había mayor opción que ir de la cama al baño yvuelta a empezar, a dormir, leer o plantar la vista en latele. No hubiera sido tan grave si cada tarde mi abuelano hubiera tenido una cita de honor con Cristal, unode los más rancios productos de la factoría venezolana

Por Eduardo Fabregat

Los cambios en los medios por los cambios

en la tecnología

Trinitron,Spica,

Twitter

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El yeso fraguó y abandoné la cama, con lo

que no pude acompañar a mi abuela en los

seguramente felices momentos del desenlace.

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dena nacional: si Adela no hubiera seguido a Cristalen el 9, seguramente seguiría alguna bazofia similar enel 13 o en el 11. Quizás El derecho de nacer, esa oda ul-tracatólica con Verónica Castro, aunque uno tiende arecordar que en el 11 ya estaba El Chavo, y no eran ca-pítulos estreno.

El yeso fraguó y abandoné la cama, con lo que no pu-de acompañar a mi abuela en los seguramente felicesmomentos del desenlace. Pero la aneda da cuenta decuán distintas son las cosas hoy en el mundo de laTV... y, en algún detalle, cuán parecidas. Las novelasde hoy (aunque se haya adoptado el término “tira”) po-drán lucir muy actualizadas, pero ciertos tópicos se re-piten de manera cíclica y al parecer inevitable. Lo quesí ha cambiado de manera indiscutida es el medio, detantas y tan variadas maneras que se hace imposible re-sumirlo aquí. Basta esta recortada semblanza de lo quefue para comprender la magnitud de lo sucedido en es-tos 25 años... aunque buena parte de los mayores saltosse haya dado más bien en los últimos diez. En 1987 notuiteabas sobre el avance de tu yeso mientras CarlosMata inducía al vómito cantando la canción de títulosde Cristal y tu abuela se enjugaba las lágrimas. En 1987

no elegías uno de cinco canalesde noticias para seguir el len-

tísimo derrotero del generalAlais hacia la base del alza-miento carapintada de AldoRico. En términos televisivos,1987 luce hoy parecido a unaépoca de las cavernas: cuandoPáginaI12 se asomó a los quios-cos por primera vez, el televi-dente argentino desconocía eltérmino zapping.

Curiosamente, el salto no pare-ce tan grosero en lo que hace a laradio. No es que el medio no hayaexperimentado innovaciones tec-nológicas; el sonido ha mejorado,los modos de transmisión también,y la explosión de plataformas digi-tales hacen que hoy el oyente co-nozca el rostro y apariencia dequien está frente al micrófono deun modo que por entonces sólo selograba yendo a un estudio que ad-mitiera público, o con el contactode alguien que pudiera introducirloal reino sagrado de Radio Bangkok.Pero la esencia de la radio sigue te-niendo cosas intocadas, ajenas a to-do vértigo de cambios. A nadie se leocurriría hoy ver un Barcelona-RealMadrid en un Ranser blanco y negrocon perillas manuales (¡clack!¡clack!), pero escuchar un programa a

través de una Spica o la Noblex 7 Ma-res no afecta en lo más mínimo la experien-

cia radial. Nadie desdeña el aporte de las redes socialesa quienes trabajan el aire, pero es más bien algo que su-ma a lo que rodea a la radio. También resulta intere-sante la búsqueda de expansión del formato que realizaPergolini, pero esa trilladísima “magia” de la radio sesigue sosteniendo en algo tan básico y tan poco necesi-tado de otras cosas como alguien frente al micro conalgo para decir, alguien frente a la consola, alguien delotro lado del parlante con ganas de escuchar. Y unamúsica que ponga el moño.

25 años después, Adela ya no está. Y sospecho quehoy apenas podría entender la existencia de un canaldedicado a un non stop de telenovelas: entre las cosasque le atraían de ese caldo grueso de pasiones prefabri-cadas estaba lo inexorable y efímero del rito. La obliga-ción de plantarse cada día a las 15 frente a la pantallapara sufrir con la pobre Cristal y comentar qué lindoque está hoy Luis Alfredo y qué terca doña Victoria ymirá Eduardito, ves, ésa es Marión, es malísima, perovas a ver que al final la va a pagar.

A veces uno quisiera tener un DVR –eso que en1987 podría ser considerado un plato volador– dondeestén registrados esos momentos con olor a yeso, y notanto replay inútil

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cualquier luz a conveniencia parece el secreto de las inespe-radas cruzas de la cultura argentina: así como Borges podíahacer dialogar a los cuchilleros y a los gauchos con las sagasescandinavas y Dante, ese principio explicaba también aPiazzolla y Los Beatles encontrándose en los discos de Al-mendra. Toda la cultura argentina del siglo XIX y XX pare-ce medirse con, contra o a través de Borges. Nada parecehaber escapado de él. Pero a pesar de los aires elitistas quese le quisieron adjudicar a algunos y la repercusión popularde otros, ese canon, su justificación omnívora pero selecti-va, erudita pero libre, se encontraba alejado por igual delaval burocrático de la académica como de la bendición ins-tantánea del mercado, sostenido en cambio por el lado másinquieto, curioso y progresista de la sociedad: la cultura li-bresca de la clase media. El país de María Elena Walsh, delDi Tella, de Mafalda, de las primeras escuelas psicoanalíti-cas, de las editoriales y las traducciones argentinas, de laslibrerías de la avenida Corrientes, el país donde respira-ba Serrat cuando lo asfixiaba el franquismo y el paísque podía tener un pie en el Boom, pero otro en Pa-rís (Cortázar), así como Almendra tenía un pie enLos Beatles y otro en el tango canción (o Manalen el blues), donde no había sólo revistas cultu-rales sino cultura en las revistas, con escritores,artistas plásticos, ilustradores e intelectualesen sus staffs. Siempre es difícil decir cuándoempieza algo, y puede que el derrumbe dela clase media cultural haya empezadocon la policía de Onganía entrandoa las universidades, puede que ha-ya detonado de manera subte-rránea con la censura, elasesinato y el exilio duran-te la dictadura, perotambién es muy proba-ble que las grietas evi-dentes que anticipa-ban su derrumbe es-trepitoso empezarana abrirse entre los al-zamientos carapin-tadas y la hiperin-flación. La culturaargentina no vol-vería a verse enese último reflejoapolíneo del ’86.Como un espejode la clase mediaque la creó, lacultura se astilló. Ycon ella, la cultura jo-ven que había sido la fuerzade la década. El espíritu del under–siempre un reservorio de talento para la década si-

Por Juan Ignacio Boido

De Borges a Internet

El canonargentino

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Siempre es difícil decir cuándo empieza real-mente algo, pero es mucho lo que tuvo que

terminar en 1986 para que empezara todo lo que empezó en1987. Aquel fue el año del estertor de la primavera alfonsi-nista, del Maradona del Mundial de México y el de lamuerte de Borges. Todo lo que pasaría después, en estos 25años, puede medirse contra ese último reflejo en aparienciaapolíneo de la Argentina que fue 1986. La muerte de Bor-ges no tuvo la gloria de México ’86, una cumbre –casi unsímbolo de la reparación democrática– que hasta ahora nose volvió a escalar. Ni mucho menos estuvo cubierta de losominosos augurios de la Ley de Punto Final promulgada envísperas de esa Navidad. Sin embargo, más silenciosa, mássimbólica, su muerte en Ginebra, lejos del país, durante elmismo mes del Mundial, puede verse como el símbolo de lamuerte de todo un universo cultural. Borges había dichodurante décadas, una y otra vez, sentirse al final de una lar-ga tradición. Dedicó su vida y su obra a ubicarse en esa cul-tura occidental que veía extinguirse, y para hacerlo cons-truyó, con humor y conveniencia, su pedestal local: el ca-non argentino. Erigió el Martín Fierro por sobre Don Segun-do Sombra como el libro fundante de la literatura argentina,opuso su Luna de enfrente al Lunario sentimental de Lugones,decretó la futilidad de la novela que nunca escribiría, y–por sobre todo– en El escritor argentino y la tradición, for-muló el principio más extraordinario de libertad artística eintelectual: al no haber una tradición milenaria sobre lasespaldas del escritor de una literatura marginal, toda la tra-dición occidental le pertenece. Ese prisma capaz de atraer

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guiente– terminaría de evaporarse con las crisis económicasy las muertes de personas como Batato Barea, Luca Prodan,Federico Moura y Miguel Abuelo. Nombres ya conocidoscomo Calamaro y Fito Páez se iban o planeaban irse delpaís. Vinieron los años del aguante, con Charly García re-plegado en las catacumbas de Say No More y los Redon-dos de Ricota convirtiendo sus shows en oscuras liturgiasde resistencia y autogestión. El rock chabón, grunge rabio-so de la Argentina, esparciéndose por el conurbano, hijosinesperados de Manal y Pappo, con los amplificadores, lasguitarras y los compacts del 1 a 1. Las cifras de los bestse-llers literarios se alejaban cada vez más de lo que algunavez habían sido. Los grandes premios se devaluaron o seextinguieron. Surgieron las editoriales y las galerías inde-pendientes, al margen de una cultura que se volvió susten-table sólo cuando se convertía en evento, feria, fenómenoo entretenimiento. No fue menor el papel que cumplióPáginaI12 al momento de algutinar lo que parecía resistiry sobrevivir. Pero esa zona intermedia y fértil, indepen-diente del mandato de la publicidad y de la legitimaciónacadémica, se asfixiaba cada vez más. ¿Cuántos libros po-día comprar y leer alguien con dos trabajos que no suma-ban un sueldo? El sistema de movilidad social basada en

la educación llegaba casi a un punto muerto. El 2001 yCromañón fueron sus corolarios más tristes. La di-

versidad que emergió, acá y allá, como el pasto quese abre paso entre los escombros, empujada por

una voluntad impenitente, fue una de susconsecuencias más inesperadas. Internet,

contemporánea de la lenta recuperaciónde los últimos años, llegó como la plata-

forma perfecta para esta diversidaddonde la pluralidad se impone a la

jerarquía. Con la muerte de Borgesnace el aleph, no por su presunta

anticipación de Internet sinoporque efectivamente, aunquedespués de Cromañón se ha-yan clausurado los sótanos,en el fondo de una casavieja de San Telmo, Pa-lermo o Constitución,puede verse todo al mis-mo tiempo: chicos can-tando tango, escuchan-do reggae y bailando hiphop, presentaciones denovelas, lecturas de poe-sía, fiestas con cumbia,haikus pornográficos, uncurso de yoga y una mues-

tra de fotos del Gauchito Gil.Ya dejamos atrás el final de una larga tradi-

ción. Estamos en la prehistoria de algo que todavía nosabemos qué será

El país de María Elena Walsh, del Di Tella,

de Mafalda, de las primeras escuelas

psicoanalíticas, de las editoriales y

las traducciones argentinas,

de las librerías de la avenida Corrientes.

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Por Fernando D’Addario

Escenas contraculturales y planetas diferentes

Del sótano al PH

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Veníamos escapando de la cana en nuestro ha-bitual circuito turístico de los sábados (esqui-

na de Cemento-cerveza en la calle-patrullero-adentro, opuerta del teatro Arlequines-cerveza en la calle-patrulle-ro-adentro, etc.) y al pasar por Venezuela al 300 dos tiposen sillas de ruedas –a quienes diez minutos más tarde vi-mos levantarse y bailar como si nada– nos invitaron a ba-jar a un sótano donde íbamos a conocer “muchas cosas ri-cas” (sic). En una centésima de segundo cotejamos los ín-dices de peligrosidad ambiental –las luces azules del pa-trullero asomaban por la esquina y una chica disfrazada deno sé qué animal subió del sótano cantando en lenguasextrañas– y decidimos bajar. Algún tiempo después nosenteramos de que “eso” era el hoy mítico Parakultural pe-ro, en ese momento, uno de mis amigos, inmune a la le-yenda futura, me preguntó en voz baja: “¿Quiénes son to-dos estos putos?”. No me lo preguntaba en voz baja por unprurito de urbanidad, sino porque tenía miedo de que esosputos nos sometieran a algún tipo de tormento retro-futu-rista, o que directamente nos cagaran a trompadas, y eso

sí que habría sido difícil de explicar cuando fuéramos aver a Memphis la Blusera. ¿Quiénes eran? ¿Batato? ¿Tor-tonese? ¿Urdapilleta? ¿De qué planeta habían bajado? ¿Oen qué planeta estábamos viviendo nosotros?

Era la primavera de 1987 (otro de mis amigos dice queera 1988, pero para esta nota sirve que haya sido 1987) ynuestra idea de progresismo se limitaba a condenar la dic-tadura, a la militancia involuntaria contra la brutalidadpolicial y a la adscripción ingenua a cierta variante deltrotskismo criollo. Pero de algún modo, aunque nos ho-rrorizara el sólo pensarlo, teníamos la cultura milica meti-da en la sangre, en la familia, en el barrio, en el fútbol yen el rock. El Parakultural nos estaba abriendo la cabezade un palazo, como la policía, pero al revés. Poco tiempomás tarde descubrimos a Los Melli y al año siguiente,guiados por una recomendación de PáginaI12, nos inter-namos en el Rojas para darnos una sobredosis de Maco-cos, mujeres y rock. Había algo allí que se escapaba del ca-non. No estábamos en condiciones de teorizar al respecto,pero lo sentíamos en el cuerpo. Nosotros lo sintetizába-mos con una expresión que hoy reconozco endogámica ypueril: “Esto sí que es rock del bueno”. Porque la vida dela contracultura –suponíamos erróneamente– sólo podíatransitar por los alrededores del eje rockero. Según pare-

Había algo allí que se escapaba del canon. No

estábamos en condiciones de teorizar al

respecto, pero lo sentíamos en el cuerpo.

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ce, no necesitábamos ni a Shakespeare ni a los aburridosteatristas argentinos.

Pero llegó la década del ’90, en coexistencia conflictivacon el menemismo (quizá sea injusto encorsetar dentro dela expresión “menemismo” una cultura de desmantelamien-to político, social y económico que lo excedió largamente anivel global, pero eso es lo que tuvimos acá) y se amontona-ron oportunidades para superar o para ratificar viejos prejui-cios. Descubrí en las obras Angelito, de Tito Cossa, o en Ro-jos globos rojos, de Eduardo Pavlovsky, el imperativo de resis-tir en la utopía, más allá de la casilla genérica que nos impu-siera la industria cultural. En la vieja redacción de avenidaBelgrano, Hilda Cabrera –la mejor periodista de teatro de laArgentina– me contagiaba la opción por los clásicos (losgriegos de hace 2300 años y los de hoy también), como unainvitación a resignificar una y otra vez los problemas eter-nos de la humanidad. Curiosamente, estaba volviendo así amis lecturas de la infancia y la preadolescencia, cuando sen-tía que el mundo era una gran historia que me tenían quecontar Eurípides y mi viejo.

La efemérides invita también a las confesiones: cuando

entré por segunda vez al Parakultural sentí que me estabavolviendo puto, y cuando entré por segunda vez al teatroCervantes sentí que me estaba volviendo viejo. Quién sa-be si finalmente sobreviví a los ’90, pero también terminésintiendo que la corrosiva posmodernidad del teatro deSpregelburd nos estaba definiendo como sociedad. El si-glo XXI derribó otro tipo de convenciones: hoy los auto-res más prestigiosos del off pueden ser al mismo tiempoalternativos y comerciales, como si la esquizofrenia se hu-biera apoderado de todos (nosotros).

Los sótanos de este siglo son PH reciclados de PalermoSoho. Un par de semanas atrás, en uno de estos minigalpo-nes estilizados, acepté con gusto una copita de buen Malbecantes de la función. Y después otra, por qué no. Y me sentéen unas sillas cuidadamente rústicas, junto a una treintenade cómplices, a disfrutar de un alegato teatral contra la hi-pocresía y el conformismo. ¿Será que la segunda vez queuno entra a estos PH de Palermo Soho para ver teatro sevuelve irremediablemente un pequeñoburgués hijo de puta?¿O este planteo culposo será sólo un mínimo daño colateraldespués de haber leído PáginaI12 durante 25 años?

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Foto: Pablo Piovano

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Fue aquí, en PáginaI12 y pocas horas de comenzadoel nuevo milenio, donde Andrés Calamaro reclamó

su derecho a ser reconocido como miembro del Olimpo de losMejores Músicos del Rock cantado por argentinos. Los anti-guos y tradicionales inquilinos del Podio recogieron el guante;Charly García –todavía sin cachetes– dijo al suplemento NO:“A mí me odian, pero es de envidia. Les encantaría ser yo, perono pueden...”; Fito Páez se rió: “Me parece una humorada deAndrés... Imagínese a Borges peleando por el Nº 1 con RobertoArlt”. Cerati, honorable, rindió honores a la dupla Spinetta-García. León Gieco, de cuya obra PáginaI12 había publicadopoco antes La historia ésta (siete magníficos CD con sus inédi-tos, rarezas y versiones nuevas de sus temas históricos), estabafuera de cualquier cuadro de Zeus, trabajando en Bandidos rura-les, uno de los discos más aplaudidos de su carrera.

Luis Alberto Spinetta, por supuesto, y como era su costumbre,no dijo nada.

Si el rock local lleva ya medio siglo de vida, la mitad de esamitad es mucho tiempo. Durante los últimos 25 años el género mu-tó, se incendió; hubo cenizas y pocas aves Fénix. Y aquel irrele-vante Podio sigue allí, para quien quiera ubicar sus fichas. Pági-naI12 las ve pasar, incendiado, y dando biberones a los Fénix pa-jaritos.

Hace algunas semanas Charly fue cacheteado en sus cachetes,a lo bestia: “¿Te gusta más cómo estás ahora, o te gustaba más có-mo estabas antes?”. Y el genio respondió: “Antes, me gustaba co-mo estaba antes; ahora, me gusta más cómo estoy ahora”.

A todos nosotros acá nos pasa igual. Luis Alberto, por supuesto, y como es su costumbre, sigue di-

ciendo todo

Grandes nombres de veinticinco años

Donde está el PodioPor Gloria Guerrero

Foto: Arnaldo Pampillón

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Foto: Pablo

Piovano

Foto: Alejandro Elías

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Lugano, Hurlingham, Villa Celina. El rock ya no veníade la zona norte de Buenos Aires. De a poco se alejaba dela ciudad y abandonaba su identidad cosmopolita por otrade orilla, de frontera. En 1991, ese público desenfrenado ydevoto encontró un enemigo cuando, después de una raz-zia policial fuera del Estadio Obras, murió tras varios díasde agonía Walter Bulacio, un adolescente golpeado porlas fuerzas de seguridad. Los cantos antipoliciales, las ben-galas traídas del fútbol para iluminar la liturgia, los gigan-tescos pogos de cuarenta mil personas, las banderas: el pú-blico era el espectáculo y el protagonista. Juntar dineropara tomar tres colectivos y llegar al show. El amor por lacamiseta. La queja mezclada con el orgullo, el mangueocon la arrogancia. Veinte mil personas, sesenta mil perso-nas, muchas veces convocadas por mero boca a boca enuna década en que Internet era embrión, o por apenasuna línea en la agenda de algún suplemento rockero.

Sin embargo el movimiento de masas juvenil más im-portante de los años ’90 pasó casi por completo bajo radardel periodismo y los medios por una razón muy sencilla:era despreciado. Los grupos sonaban mal. Las letras eranmalas. Los logos, horribles. El conservadurismo de ese pú-blico que hablaba de familia, asado, amigos, tango y esqui-na resultaba irritante para quienes deseaban ese rock devanguardia y ruptura que asomaba en los años ’80, tantomúsicos como público y críticos. Para quienes entendíanque una cultura joven no podía –no debía– ser retrógrada.Estos jóvenes viejos y arengados no le gustaban a nadie. Ynadie estaba dispuesto a pensar qué estaba sucediendo.Rápida y despectivamente al movimiento se le arrojó elnombre de rock barrial o chabón. Y así se clausuró.

No se quiso pensar en por qué se desintegraba la barreraentre artista y público. No se quiso pensar por qué esoschicos querían protagonismo, por qué ansiaban ser vistos,por qué echaban mano de lo más primitivo (de lo más co-nocido) para hacerse visibles; nadie vio la frustración quecausaba esa invisibilidad ni el extrañísimo tono sacrificial

L a liturgia empezó lentamente, pero cuando seinstaló, sucedió lo que sucede con los ritos:

pareció que el ritual había existido desde siempre, codifi-cado, inmodificable, permanente. Los primeros años ’80habían visto cómo se masificaba el rock y se consolidabacomo la cultura juvenil principal. Pero el fin de la décadadel ’80 y los años ’90 vieron transformarse ese proceso enalgo más: en una procesión de sábado a la noche quearrastraba jóvenes del conurbano detrás de sus bandas ele-gidas con una fidelidad y persistencia heredada del fútbol–una pasión desproporcionada, irracional– y también deun intento ciego de mantener el último tenue lazo socialpercibido como estable en momentos de derrumbe econó-mico: el barrio, la esquina, la tribu de mi calle.

En 1988, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricotaeditaron el disco Un baión para el ojo idiota, que losarrancó de un –a esa altura relativo– under para lanzar-los a la más brutal popularidad. Era una banda que cre-cía sin la ayuda de las discográficas, sin aparecer en TV,sin conceder entrevistas; que crecía con letras esotéri-cas y excéntricas, interpretadas y estudiadas por los fanscomo quien se reclina sobre un grimorio; era la bandaque prometía el ascenso social simbólico vía la autoges-tión, una ilusión que no encontraría jamás espejo en lapráctica para su público y en consecuencia se haría aúnmás poderosa como mito.

Ese cambio de década encontraba a los jóvenes abra-zando a otras bandas con las que sentían cercanía geográ-fica y de origen, bandas de El Palomar, Mataderos, Villa

Por Mariana Enriquez

Del rock chabón al Guitar Hero y la Playstation

Amoresirracionales

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La liturgia juvenil que comenzó alrededor de

1987-1988 llegó a su fin el 30 de diciembre de

2004 con el incendio de República Cromañón.

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de, por ejemplo, las largas marchas para ver a los Redon-ditos de Ricota en sus shows en el interior del país. Nadiequiso ver el elemento destructivo, esa ansia de inmola-ción vagamente contenido, esa extraña y poco rebeldeforma de no futuro. Muy pocos vieron el riesgo, el acer-carse demasiado al fuego, una cercanía vacía, un precipi-cio. El estadio Obras irrespirable por una, dos, cuarentabengalas y el milagro de que nadie se quemara. Las tribu-nas tan llenas que moverse era imposible, salvo para caer.Fogatas espontáneas; corridas con la policía detrás; gaseslacrimógenos y remeras meadas, usadas como barbijo paracontrarrestar el ahogo. Y, con los años, la incoherenciaque se hace insoportable: las bandas adoradas, los mismosde siempre, a quienes se les ruega que no cambien nunca–porque ese público, con su ascenso social obturado, nopuede cambiar– crecen y se enriquecen y siguen hablandocomo si sus experiencias siguieran siendo las del origen.La autenticidad se diluye en hipocresía. Es un callejón sinsalida. Mientras Carlos Menem y Fernando de la Rúa–como jefe de Gobierno de Buenos Aires– se fotografíancon los Rolling Stones, sugiriendo que no pueden darlesun futuro a los jóvenes, pero sí pueden regalarles a estosviejos amados, el movimiento llamado a las apuradas ba-rrial se paraliza, se canibaliza, se ahoga: se muere, comotodo lo que no puede crecer.

La liturgia juvenil que comenzó alrededor de 1987-

1988 llegó a su fin el 30 de diciembre de 2004 con el in-cendio de República Cromañón, cuando los cuerpos,tantos y sin embargo tan poco visibles hasta entonces,empezaron a verse, apilados, muertos, en una calle deOnce. El incendio, provocado por pirotecnia, mató a194 personas que no murieron quemadas: murieron aho-gadas y en la oscuridad, asfixiadas en gases tóxicos.

Y ocurrió lo que, por la magnitud y extensión del fenó-meno, parecía imposible: la liturgia desapareció. O se re-dujo hasta la intrascendencia. ¿Las hordas de fieles, debanderas, de cantos, de luces, de aguante? Como si nuncahubieran existido, se disolvieron en lo que, al fin, es laatomización de las culturas juveniles que veinticincoaños después son cumbia y Playstation, bullying y red so-cial, Guitar Hero y pop, hip hop y la inesperada, sorpresi-va y masiva militancia política, la televisión y concurso,baile y alcohol; todo esto estuvo antes, estuvo en esosaños entre Un Baión y Cromañón (¡la casual rima!), peroocupaba la periferia, las patas del gran saurio central queya no existe, que nadie extraña. Las grandes movilizacio-nes juveniles de aquellos años albergaban un desconten-to que oscilaba entre la expresión política de una resis-tencia no articulada y el más absoluto rechazo por la po-lítica, confundidos en una anarquía naïf, descabezada.Hoy los apéndices crecidos parecen preferir sus pequeñasvidas antes que la entrega total de una inmensa muerte

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“Parece mentira.” Eso decía mi abuela ca-da vez que le hablaban de la aparición

de algún aparato innovador o de cómo habían cambiadolas cosas en un determinado número de años. Y sí, parecementira que el panorama de la música popular en la Ar-gentina –y en el resto del mundo también– haya cambia-do tanto desde 1987. Más de una revolución en la indus-tria y en los sonidos se ha anunciado desde entonces, tan-to sobre papel como en pantallas de diversos tipos –Inter-net y los dispositivos móviles eran ideas de ciencia ficciónpor entonces–, y seguramente quedarán unas cuantas máspor venir. Sin ánimo ni espacio para hacer un balance deun cuarto de siglo, se agolpan en la mente de modo desor-denado datos, cifras, ascensos y caídas, pérdidas trá-gicas, momentos inolvidables, nombres de es-trellas y estrellados, conciertos que formanparte del inconsciente colectivo, separa-ciones y “operativos retorno”, recupe-raciones históricas y heridas abiertascomo Cromañón...

En 1987, por ejemplo, murió LucaProdan. Un tano que cayó a la Argen-tina soñando la recuperación de susadicciones con el solo incentivo de unafoto de un amigo en las sierras de Córdoba.Que apenas vivió en el país unos pocos años, pero lossuficientes para dar vuelta como una media lo que se en-tendía acá como rock. Que trajo sonidos diferentes, ideasque no podían por entonces llegar a la velocidad de un

Por Roque Casciero

Géneros, retornos,paradigmas en la música

de los argentinos

Luca y la vuelta del tango

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Sclick como en el presen-te, y los integró a sus vi-vencias callejeras enBuenos Aires y el oestedel conurbano (ahí don-

de está el agite). Y quefue influencia para todo lo

que vino después, más allá dedicotomías como Redondos-Soda

Stereo o barriales-alternativos.Soda: 1987 fue el año en que se desató la sodamanía en

América latina, gracias a Signos. Ese disco fue el primeroen ser editado en compact disc, lo cual no importaba mu-cho porque, ¿quién tenía entonces un reproductor decompact disc? Pasaron unos cuantos años antes de que elformato se convirtiera en el standard, antes de la apari-ción del mp3 y todo lo que vino después. Pero sí, enton-ces parecía mentira poder escuchar con esa calidad de au-dio –nadie nos había dicho que para que la música entraraen ese disquito plástico le podaban frecuencias que siguenestando en los ahora nuevamente vigentes vinilos–, quenos hacía poner la piel de gallina así estuviéramos escu-chando música que no nos gustaba, sólo por el placer delaudiófilo ante la nueva maravilla.

Como el vinilo, el tango y el folklore eran catalogadoscomo parte del pasado en 1987. Je. La revancha vendría

de la mano de artistas nuevos, pero también de genera-ciones que abrieron los oídos más allá de las imposicionesdel mercado. El 2x4, que es mucho más que “la soja deBuenos Aires”, encontró a pibes que se deslumbrabancon Piazzolla –¿cómo no hacerlo?–, pero que indagabanen lo anterior para generar un sonido nuevo, con una po-tencia tantas veces calificada de “rockera”... ¡como si eltango no tuviera polenta! Y el folklore, que resistía en elinterior, se cruzó con otras sonoridades para enriquecerse

en variedad de matices y propuestas.¿Quién editaba un disco en 1987? Las difi-cultades para que un artista nuevo pudiera

dar a conocer su música eran inmensas:salvo que apareciera el interés de unacompañía discográfica, el camino de laindependencia era más que arduo. LosRedondos, entre otros, abrieron la hue-

lla, y la tecnología generó tantos cam-bios que hoy cualquiera puede grabar un

álbum y ponerlo a disposición del mundo.Que el mundo le preste atención es otro tema,

lo mismo que si el mundo debería prestarle atención.Pero, claro, la música sigue siendo placer para el alma,

eso no lo cambian ni veinticinco años ni mil. Y eso sí queno parece mentira

Como el vinilo, el tango y el folklore eran

catalogados como parte del pasado en 1987. Je.

La revancha vendría de la mano de artistas nuevos.

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noso color negro– recién empezaba a asomar en la Argen-tina y todavía faltaba un par de años para que los video-clubes surgieran como hongos, hasta en el más apartadobarrio porteño. Ese sueño –el de construir la videotecapropia como quien construye su biblioteca personal– to-davía era una rémora analógica, pero prefiguraba la ex-plosión actual del digital. Ya no era necesario cumplircon el ritual de la sala oscura y la experiencia colectivapara ver una película sin cortes publicitarios: bastaba con

quedarse en pantuflas frente al televisor. La pantalla, es cierto, se había reducido, pe-ro no tanto como hoy, que al mismo tiempoque hay plasmas como paredes también sepuede ver (¿ver?) la última novedad deHollywood en un I-pad o en un teléfono

celular. Y ya nadie imagina una videotecaporque se supone (aunque no es verdad) que

ya está toda allí, infinita, en el espacio intangiblede la red de redes, al alcance de un par de clicks.

También perdieron algo de su aura romántica las burlasa la censura. Antes una película clandestina debía sortearlos puestos aduaneros contrabandeando milagrosamenteuna decena de pesadas latas de celuloide, como sucedíapor ejemplo con Andrei Tarkovski y el cine soviético pre-Glasnost. Durante el último Festival de Cannes, en cam-bio, Jafar Panahi, prisionero del régimen iraní, envió supelícula This Is Not a Film en un... pendrive.

Si a comienzos de los sesenta la eclosión de la nouvellevague y de los nuevos cines nacionales se dio de la manode la aparición de cámaras más livianas y equipos de gra-bación de sonido portátiles, en los últimos 25 años laprogresiva digitalización de la imagen cinematográficaprovocó un efecto menos homogéneo pero más expansi-vo. Junto a productos de consumo hipermasivo comoToy Story (1995) de Pixar –el primer largometraje de lahistoria del cine creado íntegramente a partir de imáge-nes generadas por computadora– resurgía, con la apari-

ción del MiniDV, el viejo sueño de la camé-ra stylo de Alexandre Astruc, la cámaratan liviana y personal como una lapicera

con la cual escribir un diario íntimo, comohizo Alain Cavalier en La rencontre (1996),

la primera de sus muchas aventuras posterio-res como “filmeur”. Casi para la misma época,

por acá nomás, en Ituzaingó, Raúl Perrone sedaba a conocer con Labios de churrasco (1994),

filmada en un precario formato video que antici-paba la democratización del cine que luego pondría

al alcance la tecnología digital.Hablando de cine argentino: la transformación

también parece abismal. En 1987, en una democraciaaún incipiente y con el Oscar a La historia oficial todavíafresco, la cartelera de estrenos nacionales todavía estabaregida, sin embargo, por los resabios de la dictadura conpelículas de Emilio Vieyra, Enrique Carreras, García Fe-rré y Hugo y Gerardo Sofovich. Basta mencionar ahoralos nombres de Pablo Trapero, Lucrecia Martel, LisandroAlonso, Albertina Carri, Mariano Llinás, Celina Murga,Santiago Mitre, Juan José Campanella para advertir cuán-to cambió nuestro cine en estos años

Diecinueve mil extras llegó a reunir BernardoBertolucci en Pekín para las escenas de masas

de El último emperador, su bella fábula sobre el poderoso Hi-jo del Cielo que terminó sus días como simple jardinero yque le valió el Oscar de Hollywood a la mejor película de1987. Y fue, quizás, la última gran superproducción enfilmarse de esa manera: “Sin tomas ni posproducciónen digital, porque fue antes del digital, cuando to-davía se filmaba gente real”, como recordaba hacepoco su productor, el inglés Jeremy Thomas.Trece años después, Gladiador, la “Caesar Sa-lad” de Ridley Scott protagonizada por Rus-sell Crowe, también ganadora del Oscar,reducía las grotescas proporciones épicasde su tema a los pixeles con que la pro-ducción había reemplazado a las masasde Roma, convirtiéndolas en merospuntos virtuales en el espacio. La CGI(Computer Generated Imaginery) habíallegado para quedarse, para siempre. Y PáginaI12 toda-vía se editaba –y lo seguiría haciendo por mucho tiempo–en blanco y negro.

La revolución digital impregnó todas y cada una de lasesferas de la vida cotidiana, pero en el campo específicodel cine el último cuarto de siglo

–del que fue testigo este diario– provocó cambios drás-ticos, copernicanos, tanto en la producción como en ladistribución, exhibición y consumo personal. En 1987, elhoy fenecido VHS –esas robustas cajas plásticas de omi-

Por Luciano Monteagudo

La revolución digital en el cine comercial

y en el de autor

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Del fotograma

al pixel

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dad? Y además, no estamos hablando de la literatura mun-dial, sino de un recorte sudamericano y más recorte toda-vía, argentino. En cuyo caso, es inevitable señalar, sobre elrecorte general, el corte tajante de la dictadura militar ytodas sus secuelas, algo que se extendería un poco más alládel años 1983. Pero más allá de toda salvedad, prevencióny paraguas abierto, es cierto que este cuarto de siglo que,paradójicamente abarca dos, es un cuarto propio.

Respiración artificial (Ricardo Piglia), Ultimos días de lavíctima (José Pablo Feinmann), Flores robadas en los jardi-nes de Quilmes (Jorge Asís), En otra parte (Rodolfo Raba-nal), entre otros libros, habían marcado en el inicio de losaños ’80 un claro clima de transición hacia el futuro, ape-nas entrevisto, desde ya, novelas aún cifradas en muchosaspectos, diversas formas de atravesar la niebla, líneas defuga. Todas ellas tantean, más que un estilo, un modo dedecir, una búsqueda de cómo hablar bajo ciertas circuns-tancias tan subterráneas como sangrientas, desde adentroo desde el afuera, de la historia. Como avisa un título deAndrés Rivera, buscan “Una lectura de la historia”. A fal-ta de novelas de dictadores, que no hubo. Y también, máscerradas sobre un clima propio, se pueden agregar Lasmuecas del miedo de Enrique Medina, por qué no.

También La reina de las nieves de Elvio Gandolfo, encompañía de, por ejemplo, La luz argentina de César Aira,los primeros golpes a ciegas de la contundencia fogwillia-na, el deslumbrante puñado de cuentos de Ejércitos imagi-narios, predecesor de otro libro clave de entonces, Los pi-chiciegos, al filo de la guerra de Malvinas/fin de dictadura.(Desde ya este tipo de enumeraciones es el reino de la in-justicia, porque no hay manera de incluirlo todo y porquela subjetividad se monta en el recorte, vayan las disculpas

Veinticinco años es un tiempo suficiente paramirar con los largavistas el panorama desde el

puente. Es una cifra rotunda, incuestionable y tiene el dis-creto encanto de que ya se puede hablar de “un cuarto desiglo”, como quien se toma un cuartito de pastilla, porejemplo, un ansiolítico. No es medio ni una pastilla ente-ra. Pero algo es. De los 25 años que nos convocan (1987-2012) se debería hacer la salvedad de que corremos el ries-go de adolecer de la enfermedad de la sábana: un pococorta o un poco larga. Es decir, si todavía se discute cuán-do terminó el siglo XX, si en el último día de 1999 o diezaños antes, con la caída del Muro de Berlín, ¿cómo no dis-cutir cuándo se terminó lo que venía antes de ese cuartode siglo, cuándo comenzó lo nuevo, lo que aún persiste, apesar del vértigo que se le imprime al sentido de la nove-

Por Claudio Zeiger

Los cambios en la literatura argentina

La dictadura y el siglo

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del caso.) Esa zona de transición iluminaba la variedad yla heterogeneidad que iba a ser, sí, la incuestionable in-signia de lo que estaba por venir.

En los años ’80 (dictadura y apertura; autocensura y ex-plosión; resistencia y testimonio), la literatura argentinacambió lenta pero segura, y empezó a parecerse más a loque es hoy en día, un mosaico desplegado sobre un huecogrande cuya profundidad es insondable y vertiginosa: elfin de la centralidad que se había impuesto en décadas an-teriores, sobre todo alrededor de la relación entre literatu-ra y política. Si se quiere deshilvanarla en hilos de unatrama, podría hablarse de las sucesivas y confrontativasconexiones entre hacer la novela o la revolución, literatu-ra comprometida con la realidad o con la literatura; el re-alismo versus la experiencia autónoma del lenguaje.

Las secuelas de la dictadura se entremezclaron con lanecesidad de una renovación mental, un estado de áni-mo de las nuevas camadas que confrontaban a la vez conel espíritu anarco romántico de los ’60 y el espíritu hípermovilizado de los setenta.

No es menor señalar que en esos años, a partir de1984, se nos va muriendo biológicamente el corazón dela literatura argentina: Cortázar, Borges, Mujica Lainez,Silvina Ocampo, Bioy, Puig, Marta Lynch, Beatriz Gui-do, entre otros, sucumben a la muerte, esa costumbre quesuele tener la gente, inclusive los escritores, inclusiveBorges. Sabato, en 2011, culminó cien años de soledad(dicho sin ironía: fue un marginado de la república de lasletras, presidida por doña Victoria Ocampo, que a la sa-zón había fallecido en plena dictadura, 1979), y su muer-te vino a clausurar definitivamente el siglo XX literario.

Los últimos veinticinco años son los del descubrimien-to argentino de Juan José Saer (un escritor del “interior”que casi sin pasar por Buenos Aires se afincó en París yfue recuperado desde la carrera de Letras de varias univer-sidades, no sólo en Buenos Aires). Son los años del éxito(imperdonable en el marco de cierto snobismo intelectual

que la literatura argentina arrastra como un lastre de dé-cadas) de Osvaldo Soriano. Son también los años de Fog-will, Briante, Forn, Fresán, Saccomanno, Dal Masetto;son los años en los que precisamente PáginaI12 se asientacomo un “diario de escritores”, una marca de origen queva a subsistir hasta hoy. Son los años en que la poesía bus-ca refugios cálidos y ásperos y autogestionados en la déca-da del ’90, frente a la ola privatista y mercantil que no de-ja lugar a la poesía porque la poesía no se vende. Pero hayque señalar también, a riesgo de ser polémicos, que el au-ge del mercado editorial y aperturista de los ’90 trajo unaposibilidad de democratización del acceso a las letras (co-mo los concursos) en un campo intelectual muy cerrado,muy de padres a hijos y entre nos. Ese mercado expandióun minifenómeno de best seller nacional (módico compa-rado con el boom de los ’60) y sobre todo incentivó el au-ge del periodismo de investigación y la novela histórica,hoy en franco retroceso frente a la crónica inmediatista yel libro anti K hecho con recortes de diarios.

Después vino la crisis de 2001 –vorágine e inundación–que dejaría un tendal de unos pocos libros que buscaronreflexionar sobre lo que había pasado, cerrando, sin pro-ponérselo seguramente, un balance precario de los años’90. Y se supone que hay al menos dos camadas de nuevosnarradores en actividad (nacidos, a grandes rasgos, en losaños ’60 y ’70), muchas editoriales independientes y untiempo que no termina de pensarse a sí mismo pero que sedebate entre lo subjetivo y un nuevo sentimiento colecti-vo. O quizá todo sea un espejismo y aún estamos termi-nando de enterrar las últimas hilachas del siglo XX, la úl-tima generación de viejos persistentes, aferrados a una ju-ventud y un quehacer que no entra en 140 caracteres

Quizá todo sea un espejismo y aún

estamos terminando de enterrar las

últimas hilachas del siglo XX, la última

generación de viejos persistentes.

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DIRECCIÓN

Presidente:Fernando Sokolowicz

Vicepresidente:Dr. Jorge Ernesto Prim

Gerente General:Hugo Soriani

Director Periodístico:Ernesto Tiffenberg

DEPARTAMENTO DEADMINISTRACIÓN

Subgerente General:Enrique DíazGerente:Ricardo BadíaJefa:María Pía Puga

DEPARTAMENTO DEEXTENSIÓN CULTURAL

Gerente: Carlos González (Gandhi)

DEPARTAMENTODE PRODUCCIÓN

Gerente: Víctor O. Vigo

DEPARTAMENTODE CIRCULACIÓN

Gerente:Julio MogordoyJefe de Interior: Jorge Amoretti

DEPARTAMENTODE PUBLICIDAD

Gerente: Miguel A. GonzálezJefe: Julio César Gilardoni

Dirección: Ernesto Tiffenberg

Edición: Sergio Kiernan

DIAGRAMACIÓN

Jefe: Gabriel R. MinvielleDiagramador: Walter Molina

Ilustración de tapa: Daniel Paz

EDICIÓN FOTOGRÁFICA

Alejandro ElíasAdrián PérezLucía Grossman

TALLER

Jefe: Daniel ArandaCorrección:Ana PepeRetoque de Imágenes en Photoshop:Gabriel ZelarayánMaximiliano CardinaleAlfredo ArgentoPreimpresión:Sergio MonteleoneRubén Ruarte

DEPARTAMENTO DE SISTEMAS

Jefe: Rafael Zarlenga

Colaboración en la Producción de Avisos:Ana PaolettiUlises GuedeKarina Malek

IMPRESO EN:Kollor Press S.A.Uruguay 124, Avellaneda, Prov. de Buenos Aires,en el mes de mayo de 2012.

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