p10 river

1
FOTO: TELAM 10 Newsweek 6 de Julio, 2011 EL NEFASTO DOMINGO 26 de junio, Eduardo Drucaroff estuvo en la platea San Martín del estadio Monumental, como cada partido que River jugaba como local. Sin tanta esperanza, sino “por el compro- miso de estar en las buenas y en las malas, como dice la hinchada”, explica. “Después sentí resignación, tristeza, estuve acongo- jado, deprimido y con mucho fastidio”. Son sensaciones por las que la enorme mayoría de los hinchas de River atravesó al consumarse el descenso del equipo, y que llevaron a muchos a sufrir trastornos de ansiedad, profundas depresiones y has- ta vergüenza social. Pero Drucaroff sabía de qué se trataba: médico psicoanalista, es uno de los tantos especialistas en salud mental que, como simpatizantes “millona- rios”, también sufrieron en carne propia la pérdida de categoría. Con menor o mayor distancia inte- lectual de la pasión futbolera, con visión crítica y analítica, estos profesionales atra- vesaron momentos inéditos. “Lo que sí fui trabajando en mi propio análisis es el he- cho de que nada de lo que ocurría depen- día de mí”, señala Drucaroff. “En eso me ayudó mi profesión”. Otro que estuvo en la cancha en la re- vancha con Belgrano es el médico psiquia- tra Juan Manuel Bulacio, presidente del centro de docencia, investigación y aten- ción integral en salud mental ICCAp. “Com- prendí una vez más que el fútbol es como la vida, incomprensible a veces, y lleno de os- cilaciones”, escribió en su blog. “Y aunque cueste entenderlo, pensé que estábamos frente a una gran oportunidad. De volver a crecer, de renovar las esperanzas, de mos- trar dignidad y grandeza. La vida sin con- trastes no puede apreciarse ni valorarse”. “Esto es tradición familiar: todos los Salvarezza del país somos hinchas de Ri- ver”. La sentencia del psicogerontólogo Leopoldo Salvarezza tiene base histórica: en la casa de sus abuelos en el barrio de La Boca se llevó a cabo, en 1901, la fundación de River Plate, por la fusión de los clubes Santa Rosa y La Rosales. Su tío Luis fue el tesorero de la primera Comisión Directiva y su abuela, nada menos que la encargada de confeccionar la clásica camiseta, al co- ser una banda roja en diagonal a la camise- ta blanca que usaban al comienzo. Autor de El fantasma de la vejez (Edi- torial Tekné) entre otros libros, Salvarezza cree que “el problema es futuro”, porque el descenso significa desde el punto de vista psiquiátrico “un duelo, y el asunto es que para elaborarlo hay que encontrar la forma de sustituir lo perdido por una situación distinta que lo lleve a incluirse socialmente de nuevo. Pero la solución en River parece ser más empresarial que futbolística”. Drucaroff, en tanto, no coincide en el diagnóstico del duelo, por- que cree que el descenso no es una muerte, sino una pérdida que tiene reparación posible. “Creo que pode- mos recomenzar, se puede volver de esta situación”, se esperanza. Al igual que Drucaroff, el psicoa- nalista Oscar Zack era un apasionado futbolero adolescente durante los 18 años de sequía de títulos que afectó a River entre 1958 y 1975, y cree que aquel sufrimiento lo golpeó más que esta tristeza. “En parte porque me curé un poco de la pasión que genera el fútbol”, dice. ¿La pasión como en- fermedad? “La futbolera es en parte patológica. La dimensión irracional de la pasión lleva a lo peor”, subraya. El actor, psiquiatra e hincha de River Diego Peretti reflexionó en su cuenta de Twitter el 30 de junio: “La vida es una comedia para aquellos que piensan y una tragedia para aquellos que sienten”. Para el psicólogo de Trelew Fausto Niell, hermano del futbolista Franco (hoy en México), el descenso significó “un du- rísimo cachetazo, brutal”, en gran par- te porque primaba entre los hinchas un pensamiento mágico. “Durante un tiempo existió una negación de la situación y des- de un punto de vista de un mundo mágico, se esperó siempre que la cuestión se fuera a resolver. Sin embargo, la realidad marcó otra cosa”, dijo al diario La Jornada. Aún desde la visión menos pasional y más intelectual, ningún “millonario” del mundo psi fue impermeable al desasosiego. “En mi hogar se miraba con cierta extrañeza la pasión extrema a la que llegaban los faná- ticos”, cuenta Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) e hijo de Arnaldo, el padre del psi- coanálisis en el país. “Así que me crié en el entusiasmo deportivo y en una mirada ob- servadora y crítica respecto a qué extensión pudiera llevarse el fanatismo o el desplaza- miento de los problemas inconscientes de cada cual unidos en fenómenos de masa. Y pese a que muchas veces me dije que en realidad era sólo un partido de fútbol, otra parte de mí sufría la derrota como un dolor más primario”. Y esta derrota fue de las que más se sufrieron. La desazón de los simpatizantes, el día del empate con Belgrano. En carne propia EL “DUELO” DEL DESCENSO, SEGÚN LOS PSIQUIATRAS Y PSICÓLOGOS QUE SON HINCHAS DE RIVER. Por Cristian H. Savio Periscopio “Lo que fui trabajando en mi análisis fue que nada de lo que ocurría dependía de mí”. 257-River.indd 38 05/07/2011 10:16:41 p.m.

Upload: cristian-h-savio

Post on 07-Apr-2016

217 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

 

TRANSCRIPT

FOT

O:

TE

LAM

10Newsweek 6 de Julio, 2011

EL NEFASTO DOMINGO 26 de junio, Eduardo Drucaroff estuvo en la platea San Martín del estadio Monumental, como cada partido que River jugaba como local. Sin tanta esperanza, sino “por el compro-miso de estar en las buenas y en las malas, como dice la hinchada”, explica. “Después sentí resignación, tristeza, estuve acongo-jado, deprimido y con mucho fastidio”. Son sensaciones por las que la enorme mayoría de los hinchas de River atravesó al consumarse el descenso del equipo, y que llevaron a muchos a sufrir trastornos de ansiedad, profundas depresiones y has-ta vergüenza social. Pero Drucaroff sabía de qué se trataba: médico psicoanalista, es uno de los tantos especialistas en salud mental que, como simpatizantes “millona-rios”, también sufrieron en carne propia la pérdida de categoría.

Con menor o mayor distancia inte-lectual de la pasión futbolera, con visión crítica y analítica, estos profesionales atra-vesaron momentos inéditos. “Lo que sí fui trabajando en mi propio análisis es el he-cho de que nada de lo que ocurría depen-día de mí”, señala Drucaroff. “En eso me ayudó mi profesión”.

Otro que estuvo en la cancha en la re-vancha con Belgrano es el médico psiquia-tra Juan Manuel Bulacio, presidente del centro de docencia, investigación y aten-ción integral en salud mental ICCAp. “Com-prendí una vez más que el fútbol es como la vida, incomprensible a veces, y lleno de os-cilaciones”, escribió en su blog. “Y aunque cueste entenderlo, pensé que estábamos frente a una gran oportunidad. De volver a crecer, de renovar las esperanzas, de mos-trar dignidad y grandeza. La vida sin con-trastes no puede apreciarse ni valorarse”.

“Esto es tradición familiar: todos los Salvarezza del país somos hinchas de Ri-

ver”. La sentencia del psicogerontólogo Leopoldo Salvarezza tiene base histórica: en la casa de sus abuelos en el barrio de La Boca se llevó a cabo, en 1901, la fundación de River Plate, por la fusión de los clubes Santa Rosa y La Rosales. Su tío Luis fue el tesorero de la primera Comisión Directiva y su abuela, nada menos que la encargada de confeccionar la clásica camiseta, al co-ser una banda roja en diagonal a la camise-ta blanca que usaban al comienzo.

Autor de El fantasma de la vejez (Edi-torial Tekné) entre otros libros, Salvarezza cree que “el problema es futuro”, porque el descenso significa desde el punto de vista psiquiátrico “un duelo, y el asunto es que para elaborarlo hay que encontrar la forma de sustituir lo perdido por una situación distinta que lo lleve a incluirse socialmente de nuevo. Pero la solución en River parece ser más empresarial que futbolística”.

Drucaroff, en tanto, no coincide en el diagnóstico del duelo, por-que cree que el descenso no es una muerte, sino una pérdida que tiene reparación posible. “Creo que pode-mos recomenzar, se puede volver de esta situación”, se esperanza.

Al igual que Drucaroff, el psicoa-nalista Oscar Zack era un apasionado futbolero adolescente durante los 18 años de sequía de títulos que afectó a River entre 1958 y 1975, y cree que aquel sufrimiento lo golpeó más que esta tristeza. “En parte porque me curé un poco de la pasión que genera el fútbol”, dice. ¿La pasión como en-fermedad? “La futbolera es en parte patológica. La dimensión irracional de la pasión lleva a lo peor”, subraya. El actor, psiquiatra e hincha de River Diego Peretti reflexionó en su cuenta de Twitter el 30 de junio: “La vida es

una comedia para aquellos que piensan y una tragedia para aquellos que sienten”.

Para el psicólogo de Trelew Fausto Niell, hermano del futbolista Franco (hoy en México), el descenso significó “un du-rísimo cachetazo, brutal”, en gran par-te porque primaba entre los hinchas un pensamiento mágico. “Durante un tiempo existió una negación de la situación y des-de un punto de vista de un mundo mágico, se esperó siempre que la cuestión se fuera a resolver. Sin embargo, la realidad marcó otra cosa”, dijo al diario La Jornada.

Aún desde la visión menos pasional y más intelectual, ningún “millonario” del mundo psi fue impermeable al desasosiego. “En mi hogar se miraba con cierta extrañeza la pasión extrema a la que llegaban los faná-ticos”, cuenta Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) e hijo de Arnaldo, el padre del psi-coanálisis en el país. “Así que me crié en el entusiasmo deportivo y en una mirada ob-servadora y crítica respecto a qué extensión pudiera llevarse el fanatismo o el desplaza-miento de los problemas inconscientes de cada cual unidos en fenómenos de masa. Y pese a que muchas veces me dije que en realidad era sólo un partido de fútbol, otra parte de mí sufría la derrota como un dolor más primario”. Y esta derrota fue de las que más se sufrieron.

La desazón de los simpatizantes, el día del empate con Belgrano.

En carne propiaEL “DUELO” DEL DESCENSO, SEGÚN LOS PSIQUIATRAS Y PSICÓLOGOS QUE SON HINCHAS DE RIVER.

Por Cristian H. Savio

Periscopio

“Lo que fui trabajando en mi análisis fue que nada de lo que ocurría dependía de mí”.

257-River.indd 38 05/07/2011 10:16:41 p.m.