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Page 1: oy a contarles una historia enredos de los dedos monton… · pero no sé por qué ese día cuatro de ellos tuvieron el desatino de juzgar y criticar a su vecino. —¿Qué pasa con
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Voy a contarles una historia

que viene hoy a mi memoria:

es la discusión de cinco hermanos,

me refiero a los dedos de mis manos.

Page 3: oy a contarles una historia enredos de los dedos monton… · pero no sé por qué ese día cuatro de ellos tuvieron el desatino de juzgar y criticar a su vecino. —¿Qué pasa con

Siempre habían vivido en armonía,

pero no sé por qué ese día

cuatro de ellos tuvieron el desatino

de juzgar y criticar a su vecino.

—¿Qué pasa con Dedo Pulgar,

con su apariencia tan vulgar?

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Lo digo por su bien, no es que critique

—dijo pomposo el Dedo Meñique.

—Mmm, tienes razón, pequeño

—opinó Dedo Medio, frunciendo el ceño—.

Es chaparrito y gordito, perdón que me meta,

pero yo en su lugar haría ejercicio y dieta.

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Dedo Índice que les dice:

—Alguien de rechoncha figura

no puede estar a nuestra altura,

y si lo ofendo... ¡pues ni modos!

Yo lo digo por el bien de todos.

Dedo Medio dijo de manera brusca:

—De Pulgar hay algo que no me gusta:

con la mano abierta o puño cerrado,

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nosotros siempre estamos del mismo lado,

pero él siempre mira en otra dirección.

¿Será que piensa distinto? ¡Eso es traición!

Y mientras no cambie su manera de ser,

tratos con él no quiero tener.

Dedo Pulgar, lastimado ante tanta ofensa,

no sabía ni qué decir en su defensa,

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se sintió muy mal por ser diferente

y aceptó su culpa pacientemente.

Y aunque le decía su instinto

que es bueno ser distinto,

las imposiciones de sus hermanos acata

para mantener así una paz barata.

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Yo recuerdo bien ese aciago día,

ya que mi mano no me respondía.

Cuando quise comer una rica sopa,

no pude llevar la cuchara a mi boca.

No es que la mano se me entuma o me duela,

pero me salía toda chueca la tarea de la escuela.

Si la maestra la revisa, seguro me regaña,

pues mis letras parecen patas de araña.

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¿Qué me estaba pasando? No lo sabía...

Todo lo que agarraba, se me caía,

al jugar perdía y no porque me distrajera,

pero siempre ponía “papel”, no “roca” ni “tijera”.

¿Conque crees que exagero o que lo invento?

Te invito, entonces, a que hagas el experimento:

usa tu mano con los dedos en el mismo lado,

verás que es difícil y muy cansado.

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Entonces mis dedos hablaron con preocupación,

habían perdido agilidad, habilidad y precisión;

y después de un análisis meticuloso y detallado,

concluyeron que Pulgar debía regresar a su lado.

Pidiéndole disculpas de corazón,

reconocieron que siempre tuvo razón

de ser como era y de pensar lo que quisiese,

pues con distintas opiniones, el grupo se enriquece.

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Vieron que es soberbia y ego desmedido

querer controlar al que vive contigo.

Pulgar muy gustoso no dudó en perdonar

y muy contento regresó a su lugar.

Por eso, te aconsejo:

cuando llegue la tentación a tu mente

de juzgar a la persona que es diferente,

recuerda estas humildes palabras que cuentan

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la aventura de los dedos que, por ser diferentes,

se complementan.

Por fin regresó la armonía y la paz,

porque mis dedos ya no discutieron jamás.

Mmm, bueno, el otro día sí hubo un enojo,

cuando mi oído se peleó con mi ojo.

Todo por una cuestión irrisoria,

pero bueno, ésa ya es otra historia…

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