oroz reta, jose san agustin, nuestro hermano

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    AGUSTN, NUESTRO HERMANOJos Oroz Reta

    A TI, AMIGO LECTORA veces, quizs con frecuencia, has odo hablar de san Agustn. Pero qu sabes t de ese

    santo? Podras decirme dnde naci? en qu aos, al menos en qu siglo vivi? Conoces talgunos detalles de la vida de ese gran santo?

    Vivi hace ya muchos aos. Naci hace ya ms de 1600 aos. Agustn no es espaol, ni

    francs, ni italiano. Es un berebere del Norte de frica, donde floreci, muy brillante y fecunda,una de las cristiandades ms vivas de los primeros siglos.

    Agustn, de nio, sinti muchas ganas de jugar. Agustnsinti desde pequeo gran atraccinhacia los estudios, pese a sus cualidades extraordinarias en la escuela. Pero hizo buena carrera enlas letras, y lleg a ser profesor en la escuela de su pueblo, y ms tarde en Roma, y luego enMiln. Sus excelentes cualidades literarias y, sobre todo, su oratoria eran bien conocidas detodos.

    Pero ese gnero de vida no le satisfaca por entero. Se senta insatisfecho en su profesin.Agustn buscaba el descanso en la filosofa, en la posesin de la verdad. Qu es la verdad?Dnde puede encontrar el hombre la verdad y la felicidad? Dnde est Dios? Cmo es que

    Dios, tan bueno y tan bondadoso, permite el mal que hay en el mundo?A los 32 aos, aquel profesor de retrica descubre a Cristo o, ms exactamente, Cristo se

    deja encontrar por Agustn que pide el bautismo. Y, una vez bautizado, Agustn ya no vive sinopara Dios. Abandona toda la gloria del mundo. Abandona Miln, donde desempea el cargooficial de maestro de retrica y regresa a su frica natal, que ya nunca ms dejar.

    Con un grupo de amigos comienza a vivir como monje, dedicado por competo al estudio dela Sagrada Escritura y al servicio de Dios y de sus hermanos.

    Pronto su fama de hombre de Dios llega muy lejos, y los cristianos de su pueblo y de lasciudades vecinas le ruegan que acepte el sacerdocio. Y ms tarde el episcopado.

    Y, durante ms de cuarenta aos, dentro de una vida sencilla y pobre, Agustn no cesa de

    hacer conocer a cristianos y a paganos, de su patria y del extranjero, el amor de Dios que hacambiado el rumbo de su vida.

    Agustn es un predicador famoso de la palabra de Dios.

    Agustn se convierte en un escritor extraordinario y, al mismo tiempo, es un luchadorterrible contra los errores o herejas que aparecen en la Iglesia africana.

    Agustn es infatigable y brillante luchador, maestro excepcional y formador de incontablesobispos, y sacerdotes, y monjes que, desde aquellas regiones de Hipona y de Cartago, llevarn elmensaje del evangelio a otras ciudades del Norte de frica e incluso del Sur de Italia, y deEspaa, y de Francia.

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    De esto hace ya ms de 1600 aos Y pese a tantos aos como nos separan de aquellos

    tiempos, incluso en nuestros das Agustn sigue estando vivo.Aquel Obispo de Hipona no ha cesado de darnos lecciones de vida cristiana gracias a sus

    enseanzas contenidas en sus innumerables libros, y sobre todo por medio del ejemplo de suvida, entregada por completo a Dios y a los hombres.

    Aquel santo africano de los siglos IV y V es uno de los ms grandes santos de la Iglesia detodos los tiempos. Y, al mismo tiempo, se presenta ante los que buscan a Dios, los que estudian elcamino de la verdad y de la felicidad, como el hermano y compaero de su caminar, que lrecorri antes que ellos, superando las mismas dificultades y obstculos y peligros. Por eso teinvito a la lectura de estas pginas.

    Las he escrito para ayudarte a descubrir, al menos parcialmente, algunos de los rasgos ms

    notables del santo que deseas seguir e imitar. Con frecuencia ser el mismo Agustn el que, comohermano mayor, gua y maestro, te contar sus aventuras y te mostrar el camino que debesseguir, en su propia vida.

    Contempla y admira su vida!

    Escucha y pon en prctica sus lecciones!

    CAPTULO 1

    U IO COMO LOS DEMS

    Agustn naci el da 13 de noviembre del ao 354, en Tagaste, la actual Souk-Ahras, situadaen Argelia, en la frontera tunecina. Cuando naci Agustn, Tagaste perteneca a la provincia deNumidia, que los romanos haban colonizado en el siglo I a. C.

    Agustn es de raza berebere, pero es ciudadano romano y habla la lengua latina, que loscolonizadores romanos han llevado a los pueblos conquistados: Espaa, Francia, Rumania.

    Padres de Agustn

    En Tagaste casi todos los habitantes son cristianos. Siguiendo la costumbre de aquellostiempos, aunque la madre de Agustn, Mnica, era una cristiana muy fervorosa, el nio no fue

    bautizado. Con frecuencia se esperaba a que el nio llegase a una edad un poco avanzada pararecibir el bautismo y, mediante l, verse libre de todos los pecados.

    Aquellos cristianos pensaban que los pecados cometidos despus del bautismo eran muchoms graves y se perdonaban con ms dificultad. En consecuencia, los cristianos preferan serpurificados por las aguas del bautismo lo ms tarde posible.

    El nio Agustn, de acuerdo con la costumbre de entonces, recibe el signo de la cruz sobre lafrente, y en sus labios, la sal consagrada. Con esos ritos, queda ya inscrito entre los catecmenos.

    Patricio, el padre de Agustn, es un propietario modesto que pertenece a los notables de laciudad. Hombre serio y formal, ha permanecido pagano, como muchos de los habitantes del

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    frica del Norte de aquellos tiempos. Pero sabe respetar la fe cristiana de su esposa y deja que la

    madre eduque religiosamente a sus hijos.Los padres de Agustn tienen un carcter muy diferente. Mnica ha recibido de una anciana

    criada de la casa la educacin que convena a las jvenes de su tiempo. Mnica se entrega encuerpo y alma al servicio de su marido, y sabe satisfacer sus deseos y caprichos, al tiempo quelogra soportar con alegra sus violentos ataques de clera.

    Educada en honestidad y templanza, y sujeta ms por ti a sus padres que por suspadres a ti, llegada a la plenitud de la edad nbil, fue entregada en matrimonio a unvarn, al que sirvi como a su seor, y se esforz por ganarlo para ti, predicndole de ticon sus costumbres, con que la adornaste y hermoseabas, hacindola amable yejemplar con su marido.

    Y de tal modo soport las cargos del matrimonio, que jams tuvo en este punto lamenor ria con su esposo desleal, pues esperaba que tu misericordia vendra sobre l, yconfiaba que tu gracia le hara casto.

    Confesiones 9, 9, 19

    Dulzura de Mnica

    Adems Mnica sabe restablecer igualmente la paz entre las personas enemistadas. Consuavidad, prudencia y discrecin logra evitar los chismes y los cuentos que las vecinas le hacenllegar.

    Tambin, oh Dios mo! le habas concedido este otro gran don: de mostrarse

    pacfica, siempre que poda, entre personas discordes y enfrentadas de tal modo que,oyendo de una parte y de otra recprocas y amargas recriminaciones, cuales suelevomitar la enemistad y la discordia, nunca iba a contar a una de las partes lo que habaodo de la otra. Tan slo comunicaba lo que poda contribuir a desenconar las heridas ya reconciliar las personas.

    Confesiones 9, 9, 21.

    La madre de Agustn era lo que ahora se dice una buena mujer, piadosa. Mnica orabacontinuamente por la conversin de toda su familia. Saba sufrir en silencio y esperaba la hora delSeor.

    Y Dios vea con paciencia y con amor la actitud de aquella buena mujer. Y despus de

    muchos aos, finalmente, tuvo la alegra de ver a su marido convertido a la verdadera fe.

    Apasionado por el juego

    Agustn va creciendo como un nio cualquiera, y como los otros nios de su edad, a vecestrata de hacer trampas en el juego con tal de ganar a toda costa. La pasin del juego se habadespertado muy pronto en aquel pequeo africano que en las luchas amaba la soberbia de lavictoria, como reconoce l mismo.

    Le cautivaban los espectculos pblicos, que tenan lugar en su pueblo y, como nos recuerdal mismo, una curiosidad cada vez ms fuerte brillaba en mis ojos ante las diversiones de losmayores.

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    Aquel nio se presentaba entre sus amigos como el jefe de la pandilla, y la viveza y agudeza

    de su ingenio le abran fcilmente el camino hacia la gloria.Agustn tampoco se distingua mucho de los nios de ahora.

    Cuando yo era nio, no me gustaba estudiar, y aborreca que se me forzara en laescuela. Y, a pesar de todo, me obligaban a ello; y ahora s que con ello me hacan ungran bien. A m me costaba mucho estudiar, y slo aprenda las letras porque a ello meobligaban mis maestros y mis padres.

    Confesiones 1, 12, 19.

    A pesar de todo, como aquel jovencito da muestras de una inteligencia excepcional, todos sequedan boquiabiertos cuando Agustn declama pasajes de Virgilio, de Salustio, de Cicern, deTerencio y de otros autores que los nios de entonces deban aprender de memoria en la escuela.

    Un da el maestro se ve sorprendido ante un trabajo que Agustn le ha presentado: cree que loha copiado o que han sido otras personas las que se lo han hecho. Piensa que Agustn ha hechotrampas, como las haca a veces en el juego. Y ante el asombro y la admiracin del maestro y desus compaeros, Agustn, en un alarde de memoria, les recita pasajes que nadie conoca.

    La letra con sangre entra

    Para poder lograr honras humanas y falsas riquezas, me enviaron a la escuelapara que aprendiera unas letras cuya utilidad ignoraba yo por aquellos aos de miniez. Y si era perezoso en aprender aquellas letras, mis maestros me azotaban: sistemaalabado por los mayores.

    Y yo, nio todava, comenc a invocarte como a mi refugio y amparo. Y en estasoraciones rompa las ataduras de mi lengua, y a pesar de mis pocos aos te suplicabacon fervor que no me azotasen en la escuela.

    Y cuando t no me escuchabas, lo cual suceda para mi bien, se rean las personasmayores e incluso mis padres. Con todo, mis padres no deseaban que me ocurriesenada malo del castigo de mis azotes, que a m me resultaban muy dolorosos ypesados.

    Confesiones 1, 9, 14.

    A la vista de estos recuerdos de juventud, hemos de creer que realmente eran muy duros

    aquellos castigos de la escuela, sobre todo para un alma tan delicada como la de Agustn.Podemos adivinar que as como sufra ante los azotes de la escuela, el joven Agustn disfrutabacon los triunfos en el juego y el xito entre sus compaeros.

    CAPTULO 2

    DE TAGASTE A MADAURA

    Pero, a pesar de todo, aquel nio, inteligente y despierto, ha logrado trabajar bien en laescuela de su pueblo y ha terminado los estudios con brillantez.

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    Tagaste, donde ha pasado su infancia, no es ms que un pueblo sin importancia que no ofrece

    ninguna salida al joven Agustn. Y Patricio que se ha dado cuenta de las cualidades excepcionalesde su hijo, lo enva a proseguir sus estudios a Madaura, la actual Mdaourouch, a la edad de 12 13 aos.

    Sobresale en la escuela

    A esta edad Agustn no ha cambiado de carcter. Y como siempre aborrece que le obliguen atrabajar y le impongan esfuerzos ajenos al gusto de su edad. Siente gran aficin a la poesa. Y,dotado de una memoria prodigiosa, contina cosechando triunfos en la escuela. Aprende pasajesenteros de los principales autores que se estudiaban en la escuela: Terencio, Plauto, Sneca,Salustio, Horacio, Apuleyo, Cicern y, sobre todo, el gran poeta Virgilio.

    Detesta a Homero, que le obligaba a aprender la gramtica griega y un enorme vocabulario.Virgilio, en cambio, le resulta encantador. Lo lee directamente en latn, su lengua materna,

    como los nios espaoles leen las obras de nuestros mejores escritores.

    Dido y Eneas

    Agustn se siente locamente atrado por los hermosos versos de Virgilio, que cuentan lahistoria legendaria de los amores de Dido, la reina de Cartago, y de Eneas, el valeroso hroetroyano, nobilsimo antecesor de los romanos.

    Segn los mtodos de entonces, su maestro le manda escribir unas pginas sobre el tema deDido y de Eneas. Agustn se esfuerza algo ms que de ordinario y es tal el xito de aquellas

    pginas, que el maestro le ruega que lo lea en alta voz para toda la escuela. Sus compaeros leaplauden entusiasmados, y el joven escritor se siente completamente satisfecho de su triunfo.

    Recuerdo de la escuela

    Las experiencias de esos aos de estudiante en Madaura, nos las describe Agustn al final delprimer libro de las Confesiones. Aconsejamos al lector la lectura de los captulos 19 y 20 de eselibro.

    En uno tenemos la confesin del mal que le hizo la escuela, y el otro contiene un cntico deaccin de gracias a Dios que permiti aquella experiencia, al Seor que es el autor de todo cuantoel hombre posee de bueno y de precioso.

    Con todo, Seor, creador y dueo del universo,Dios mo, te doy gracias,aunque te hubieras contentado con hacerme slo nio.Porque aun entonces yo era, y viva, y senta,y tena yo cuidado de mi integridad,que era reflejo de tu unidad.Buscaba yo en todo momentola unidad interior,y me deleitaba sobre todoen la posesin de la verdad.

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    No quera que me engaasen:

    tena buena memoriay me iba instruyendo con la conversacin.Me deleitaba la amistad,esquivaba el dolor, la ignorancia y el desprecio.Qu hay en un ser animado como el hombreque no sea admirable y digno de alabanza?Pero todos estos dones son regalos de Dios,pues no fui yo quien me los di.

    Bueno es el que me hizo,y l es mi bien y en l salto de gozopor todos los bienes que integraban mi niez.En lo que yo entonces pecaba era en buscarno en l, sino en sus criaturas,en m mismo y en los dems,los deleites, las honras, las verdades.Por eso luegocaa yo en tristezas, confusiones, errores.

    Gracias te doy, dulzura ma y honor mo,confianza ma y Dios mo;gracias te doy por tus dones:gurdamelos.

    As me guardars tambin a m,y los dones que me distese aumentarn y perfeccionarn.Y yo ser contigoporque eres t el que me diste la existencia.

    Confesiones 1, 20, 31.

    Podemos pensar que Agustn exagera, al menos en parte, su conducta durante aquellos aosde estudiante en Madaura. Cuando escribe sus Confesiones, ya siendo obispo de Hipona, mira suvida desde otra perspectiva. Los pecados de la juventud siempre son comprensibles, aunque nopor eso sean justificables.

    Y el hecho es que, pese a la conducta que nos reflejan los textos de las Confesiones, el jovenestudiante de Madaura aprovech bien las lecciones de sus maestros. Los amigos de Patricio leaconsejaron que enviara a su hijo a Cartago, la capital poltica y universitaria. All, por supuesto,podra seguir los estudios superiores que le abriran las puertas de la sociedad intelectual deentonces.

    Pensando en Cartago

    Pero para esto haca falta mucho dinero y los padres de Agustn no disponan de lo que suhijo necesitaba. Por eso, a los diecisis aos los estudios de Agustn se ven bruscamenteinterrumpidos, en espera de una ayuda econmica que le permita marchar a Cartago, brillantemetrpoli poltica y literaria del frica romana del Norte.

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    Y qu va a hacer Agustn, a los diecisis aos, a la espera de que su padre pueda reunir las

    economas necesarias para enviarle a estudiar a Cartago?Piensa Agustn en ayudar a su padre a cultivar sus campos y ganarse l mismo el sustento

    cotidiano, al tiempo que logra algunas economas en la casa paterna?

    Sin duda, Agustn, que ya ha comenzado sus estudios especiales en Madaura, se considerasuperior a los nios y jvenes de su edad que, por no haber podido estudiar, se ven obligados aayudar a sus padres en las faenas del campo.

    Aquel ao decimosexto de mi edad, se hubo de imponer un descanso forzado porla falta de recursos familiares, y libre de escuela tuve que vivir con mis padres.Entonces creci selvticamente sobre mi cabeza el matorral enmaraado de mis viciosy no haba mano que los arrancase.

    Confesiones 2, 3, 6.

    Aquel ao estuvieron interrumpidos mis estudios. Mis padres me llamaron deMadaura, aquella ciudad vecina, en donde yo haba comenzado mis andanzas, con laintencin de iniciarme en la literatura y la elocuencia. Y mientras tanto mi padre,ciudadano de Tagaste harto pobre, haca los preparativos para un viaje mo ms largo, aCartago, con ms ilusin que dinero.

    Confesiones 2 3, 5.

    Patricio se senta orgulloso de su hijo Agustn y estaba dispuesto a imponerse los mayoressacrificios y privaciones con tal de poder pagar unos estudios que slo estaban al alcance de losms ricos. Ninguno de los muchos conciudadanos de Tagaste, mucho ms ricos que mi padre, sehaban impuesto para sus hijos semejantes sacrificios, observa Agustn.

    Y como dir el autor de las Confesiones, reconociendo el sacrificio de su familia, mi padregastaba para su hijo ms de lo que le consenta su fortuna: mi padre me daba dinero suficientepara mis viajes y para mis estudios.

    El obispo de Hipona, cuarenta aos ms tarde, confiesa admirado su gratitud por lo que supadre ha hecho por l. Es de hijos bien nacidos reconocer lo que los padres han hecho, con sussacrificios y privaciones, por el porvenir y el bienestar de sus hijos.

    Aos de ociosidad

    Y Agustn, en vez de hacer algo serio durante aquel ao de estudios interrumpidos enTagaste, prefiere perder el tiempo con sus compaeros. No ha recibido el bautismo ni lainstruccin religiosa que en aquellos meses tal vez habra podido a ayudarle a evitar el mal.

    Amar y ser amado

    Pese a los consejos de su madre, Agustn emprende los torcidos caminos por los quecaminan los que vuelven la espalda a Dios, y no el rostro. Agustn se siente feliz en aquellasvacaciones forzadas, y siente los primeros atractivos de la amistad y del amor.

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    Y en medio de aquella ociosidad y holganza, el joven Agustn se deja arrastrar por las

    fuerzas de la naturaleza viciada. Carente de la gracia y auxilio de Dios, el joven no puede resistira las tentaciones de toda clase que se presentan a su rededor.

    Me haba hecho sordo con el ruidode la cadena de mi mortalidad,justo castigo de la soberbia de mi alma,y me iba alejando cada vez ms de ti,y t lo consentas.

    Y me agitaba, y derramaba, y esparca,y herva con mis fornicaciones,y t callabas, oh tardo consuelo mo!

    T callabas entonces,y yo me iba cada vez ms lejos de titras muchsimas semillas estriles de dolorescon una soberbia abyecciny con una inquieta laxitud.

    Confesiones 2, 2, 2.

    La ociosidad se presta fcilmente al desorden y a toda clase de pecados. Los jvenes que notienen nada bueno que hacer, encuentran muchas ocasiones para hacer el mal.

    Las peras ajenas

    Y Agustn, como tantos jvenes de todos los tiempos, siente el atractivo de apoderarse de loajeno. Y como l observa muy acertadamente, quise hurtar y hurt. Y lo hice, no impelido porninguna pobreza o necesidad, sino simplemente por penuria y hasto de justicia y por demasa deiniquidad, puesto que rob aquello mismo de que yo abundaba y que, adems, era mucho mejor.

    He aqu cmo nos describe nuestro santo la escena famosa del hurto de las peras:

    Haba un peral, en las inmediaciones de nuestra via, cargado de peras que, nipor el aspecto ni por el sabor, tenan nada de apetecibles. Hacia la medianoche, pueshasta aquella hora habamos alargado el juego, segn nuestra mala costumbre, fuimos asacudir el peral y robar su fruto, unos cuantos jvenes de malas costumbres. Y nosllevamos de all grandes cargas, no para regalo nuestro, sino para arrojarlas a loscerdos. Y si llegamos a comer algunas, fue slo para darnos el gustazo de hacer lo quenos estaba prohibido.

    Confesiones 2, 4, 9.

    Y un poco mas adelante, cuando vuelve a recordar la escena de las peras, escribe Agustn:Yo solo jams cometera aquel hurto, en el cual no me agradaba lo que hurtaba, sino el hurtar. Ysi cometiera el hurto, yo solo, de ninguna manera me complaciera en l ni lo cometiera. Ohamistad enemiga en demasa, seduccin inescrutable del alma, ganas de hacer mal porpasatiempo y juego, apetito del dao ajeno sin provecho alguno propio!

    He aqu la reflexin agustiniana sobre el efecto pernicioso de las malas compaas, que confrecuencia arrastran al pecado a los ms serios y formales.

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    CAPTULO 3EL ESTUDIATE DE CARTAGO

    Y despus de aquel ao de vacaciones forzosas, Agustn vuelve a emprender los estudios conalegra, gracias a la generosidad de Romaniano, rico mecenas de la ciudad y amigo de su familia.

    Y esta vez es Cartago, una de las capitales del Imperio junto con Roma, Bizancio, Antioquay Alejandra. La ciudad, que haba disputado a Roma la soberana del Mediterrneo durante lasguerras pnicas, va a ejercer una influencia decisiva en el alma de aquel provinciano que llega aestudiar, con la ilusin de triunfar en la vida.

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    Aficin al teatroNaturalmente la primera preocupacin de nuestro joven estudiante es asistir a los

    espectculos que se desarrollaban en los teatros de la ciudad: tragedias, comedias, peras yballets se representaban sin cesar.

    Y no digamos nada de las carreras de carros y de caballos que enloquecan a los cartagineses.

    Agustn tiene que estudiar la literatura latina, el arte de la palabra y la declamacin enpblico, la filosofa, la msica, la geometra, las matemticas, la biologa, un poco de medicina yun poco de derecho romano. Estas disciplinas sern las que ms tarde formarn el trivium y elquadrivium, en los programas de la edad media, y las asignaturas que en tiempos de Agustnpreparaban a los jvenes para la carrera del foro.

    Cartago es un puerto donde viven habitantes de todas las razas, de todas las religiones y detodas las lenguas. El latn es la lengua oficial, pero los comerciantes y los marineros hablan engriego, mientras que los campesinos utilizan la lengua pnica, que haban heredado de susantepasados.

    Hay muchos cristianos en esta ciudad, aunque, desgraciadamente, estn divididos en variassectas. A su lado hay tambin muchos paganos, y algunos de los cristianos siguen aferrados a suscostumbres tradicionales, adorando una multitud de dioses y de diosas, al lado del verdaderoDios.

    La ciudad del vicio

    Como sucede en otras grandes ciudades, dos cosas dominan la vida de Cartago: el dinero ylos placeres. De ah las mentiras, la corrupcin de costumbres y los falsos testimonios, que sonlos vicios frecuentes en aquella gran ciudad. Agustn nos dibuja as el mundo aquel en que le va atocar vivir.

    Llegu a Cartago, y por todas partes crepitaba en torno mo un hervidero y comosartn de viciosos amores.

    Confesiones 3, 1, 1.

    Y el joven provinciano se siente subyugado por aquella vida de diversiones y de placeres,sobre todo por las representaciones teatrales, llenas de las imgenes de mis miserias y deincentivos del fuego de mi pasin, como nos dice l mismo.

    Los juegos del estadio, los combates de gladiadores, las representaciones pblicas ocupabanuna gran parte de las jornadas de muchos de los habitantes de Cartago.

    Amor y amistad

    Agustn se encuentra en plena pubertad y, al igual que casi todos los jvenes de su edad, sesiente atrado e impulsado por el amor y la amistad.

    Desconocemos el nombre de aquella mujer que Agustn describe de esta forma tan velada.De aquella unin naci un hijo, llamado Adeodato. Tal vez ni Agustn ni su amiga deseaban unhijo en aquellas circunstancias: l, un simple estudiante, y ella, seguramente pobre.

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    Pero como quiera que Dios les concedi aquel hijo, ellos lo reciben como regalo de Dios de

    ah el nombre Adeodato, es decir, regalo de Dios y Agustn lo amar con toda su alma y loguardar siempre consigo.

    Procurar la educacin y formacin de aquel nio que morir muy pronto, a la edad dediecisiete aos. Adeodato es un nio muy inteligente que, algunos aos ms tarde, en el retiro deCasiciaco, ser uno de los ms fieles e inteligentes discpulos de Agustn.

    Muere Patricio

    El ao 371 muere Patricio, y Agustn se hace cargo de su madre y de sus hermanos. Pese alos desrdenes, plenamente explicables en aquella sociedad pagana en que se desarrolla su vida,Agustn se mantiene bastante formal. Frecuenta una banda de jovenzuelos bastante traviesos,

    pero l no participa en sus burlas y juegos pesados.

    Invitacin a la filosofa

    Agustn contaba ya cerca de veinte aos cuando se encontr con los grandes libros de lafilosofa. Y un buen da cay en sus manos, con profunda admiracin, la obra de Cicern, elfamoso orador y filsofo romano. Y ley uno de los libros de Cicern, titulado Hortensius, quepor desgracia no ha llegado hasta nosotros.

    Y la lectura de esta obra extraordinaria le descubri el campo de las realidades invisibles ysuscit en su alma el gusto y la aficin por la bsqueda de la sabidura y de la verdad. Y a partirde la lectura de ese libro, Agustn comenz a caminar conscientemente hacia Dios, verdad

    suprema.Poco despus Agustn comienza a leer los libros de las Sagradas Escrituras, pero no loscomprende, y adems los encuentra mal escritos, sin estilo.

    Para poder entender los libros inspirados se necesita una preparacin ms profunda queAgustn no posee todava. Por otro lado, su formacin en las letras de los clsicos latinos leimpeda apreciar la belleza literaria de la Biblia.

    En busca de la verdad

    Decepcionado en su primer encuentro con la Biblia, Agustn trata de buscar el camino de laverdad.

    Entre sus compaeros de estudios hay algunos que pertenecen a la secta de los maniqueos, ystos le prometen descubrirle la verdad que l anda buscando desde hace tiempo.

    Pero tampoco stos lograron calmar la sed de la verdad, y de nuevo se ve decepcionado en suinterior. Agustn se ha visto seducido por aquella funesta hereja de los maniqueos, que con sudoctrina de los dos principios, el Bien y el Mal, destrozaba la Iglesia africana.

    Los maniqueos admitan dos principios, que dominaban el mundo y todos losacontecimientos y acciones de los hombres. El principio del bien es el espritu, y la materia esproducto y dominio del principio del mal. Haba que evitar tener hijos que son efecto de lamateria, para que la humanidad acabara cuanto antes, y as el espritu pudiera renovar todas lascosas.

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    Esta filosofa de los dos principios ser seguida durante nueve aos por el joven Agustn, que

    como muchos otros pensadores estaba profundamente preocupado por el problema del mal entrelos hombres. No cree todava en la responsabilidad del hombre cuando peca, y as le resulta msfcil y sencillo explicar todos los pecados por la intervencin del principio del mal.

    Yo ignoraba aquella otra realidad, la nica que realmente existe, y picado comopor un aguijn fui a situarme en las filas de aquellos necios impostores y les preguntde dnde proceda el mal, y si Dios estaba limitado, como el hombre, dentro de unasformas corpreas.

    Confesiones 3, 7, 12.

    CAPTULO 4EL PROFESOR DE RETRICA

    Agustn, al tiempo que estudia cuanto cae en sus manos, se siente subyugado por los librosde astrologa. Aunque el cristianismo es la religin principal del Imperio, las ciencias ocultasestn de moda por todas partes.

    El joven estudiante se sinti atrado por cuanto se refera a la prediccin del porvenir, y confrecuencia consultaba a los astrlogos, al tiempo que lea con avidez cuanto poda. Incluso sesentir capaz de hacer un horscopo y piensa en la posibilidad de explicar el destino de loshombres gracias a la influencia de los astros.

    San Agustn nos cuenta en sus Confesiones, donde podemos descubrir muchos detalles de suvida, sobre todo en lo que se refiere a su aspecto espiritual o luchas de su alma para encontrar laverdad, hasta qu punto cuando era joven se senta atrado por las ciencias ocultas. En estotambin era uno de los jvenes de nuestros das, que suelen consultar con frecuencia el horscopoque les corresponde.

    Atencin al horscopo!

    Adems Agustn vea que aquellos astrlogos no practicaban sacrificios a los dioses, nitampoco se dirigan a ningn espritu sobrenatural. Sencillamente se limitaban a estudiar laposicin de los astros de ah su nombre de astrlogos o matemticos, pues crean que todo

    se reduca al estudio de los nmeros que intervenan en la conjuncin de dos astros en elmomento en que se produca la concepcin o el nacimiento de un hombre, o cuando iba a tenerlugar un acontecimiento de importancia.

    En su tiempo, como ahora en los nuestros, haba un astrlogo de mucha fama que, adems deinteligente y prudente, era muy perito en la medicina. En cierta ocasin este mdico famoso, queentonces era procnsul, es decir, la autoridad que sustitua al cnsul, haba presidido un concursode poesa, ganado por Agustn y premiado con la corona de laurel de los vencedores, que leimpuso nuestro mdico.

    A partir de ese momento se estableci una amistad muy fuerte entre el procnsul y Agustn.Hablaron muchas veces juntos y sali a relucir que los dos amigos, uno hace aos y el otro ahora,

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    eran muy aficionados a los horscopos o respuestas de los astrlogos. Pero el mdico ya se haba

    desengaado y convenci a nuestro joven a que abandonara aquella aficin desmesurada por loshorscopos. Logr que Agustn tomara la decisin de emplear el tiempo y su inteligencia encosas ms provechosas y serias

    No le fue difcil al mdico convencer al joven con el ejemplo de poner su propia experienciay desengao. Le dijo que, cuando era joven, haba pensado dedicarse por completo a laastrologa. Casi se decidi a esa profesin, pues pensaba que, si haba logrado entender losescritos de medicina del famoso Hipcrates, tambin podra comprender los otros libros de loshorscopos. Pero abandon su primera aficin, pues se haba convencido de que lo que decan losastrlogos era falso y no le pareca digno de un hombre serio y prudente ganarse la vidaengaando a otros hombres.

    Hay que ver lo que vale un buen ejemplo, cuando el que lo recibe desea realmente cambiarde vida y se presta a las razones que le dan las personas mayores!

    Agustn no olvidar con facilidad la discusin con aquel famoso mdico, aunque nunca sevio plenamente convencido por la doctrina de los astrlogos. Para el joven estudiante, elargumento del azar no pasar de ser una simple hiptesis. Por otra parte, admirabaprofundamente la ciencia de los astrnomos que, en realidad, eran los ms grandes sabios de laantigedad. La astrologa, para Agustn, era como una prolongacin natural de la astronoma.

    De nuevo en Tagaste

    Terminados sus estudios en Cartago, Agustn regresa a Tagaste como profesor de gramtica.Su madre descubre, desilusionada, que su hijo se ha convertido al maniquesmo. Incluso se habaconvertido en un ardiente propagandista de la nueva religin en la que haba logrado inscribir aun gran nmero de sus amigos, especialmente a su discpulo Alipio e incluso a su protectorRomaniano.

    Mnica no pudo aceptar la conversin de su hijo y, al menos durante algn tiempo, no quisorecibirlo en casa, y Agustn, una vez ms, acudi a la generosidad de Romaniano.

    Agustn se considera, en el ejercicio de su profesin de gramtico y retrico de Tagaste yCartago, vendedor de palabrera. Aquella profesin permita al joven Agustn una ciertaindependencia econmica y, al mismo tiempo, poda abrirle las puertas de la sociedad,facilitndole los xitos y triunfos del foro y de los tribunales de justicia.

    Las lgrimas de una madreMientras tanto, la madre de Agustn contina sin desfallecer en sus oraciones para conseguir

    la conversin de su hijo. El valor de las lgrimas de una madre slo lo pueden apreciar los hijosbien nacidos, y Dios no puede permanecer insensible ante la insistencia de una madre que busca eimplora para su hijo la verdad en el camino de la vida. Aunque Mnica no ha querido recibir ensu casa al hijo maniqueo, sigue rogando a Dios por la conversin de Agustn.

    Entonces Mnica comprendi que su hijo terminara por convertirse al verdadero Dios, alDios de Jess y no al Dios de Mani. Y tras el sueo acept la presencia de su hijo en su propiacasa.

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    La muerte del amigo

    Hemos dicho que Agustn senta una insaciable hambre de amar y ser amado. Ascomprendemos mejor la profunda impresin que le produjo la muerte de un amigo de infanciaque l haba convertido al maniquesmo. La descripcin que nos hace Agustn de este amigo esde lo ms emotivo y delicado que podamos imaginar. He aqu algunos pasajes.

    En tu presencia mi madre lloraba por m ms de lo que lloran las madre losfunerales corporales de sus hijos. De ti, Dios mo, le vino aquel sueo con el cual laconsolaste, y se avino a vivir conmigo en la misma casa. Lo cual antes ella no querahacer por aversin y odio de mis blasfemos errores.

    Pues es de saber que se vio en sueos, estando en pie encima de una regla demadera, y que vena hacia ella un joven resplandeciente, alegre y sonriente, mientras

    ella estaba triste y consumida de dolor.Y el joven, preguntndole las causas de su dolor y de sus lgrimas cotidianas, y

    habindole ella respondido que lloraba mi perdicin y mis errores, le mand que setranquilizase. Y le advirti que viera que all mismo donde ella estaba tambin estarayo. Y ante estas palabras prest atencin a su rededor y vio que yo estaba sobre lamisma regla, en pie, a su lado.

    Confesiones 3, 11, 19.

    En aquellos aos en que yo comenc a ensearen el municipio en que nac,habame ganado un amigo, especialmente querido

    por la comunidad de los estudios,de mi misma edad,y, como yo, lozano en la flor de la juventud

    Y un da aquel amigo qued tendido,sin sentido, mucho rato, con un sudor mortal.Como se desesperase de su curacin,fue bautizado sin saberlo l.

    Yo no di ninguna importancia a ello,presumiendo que su alma retendra con ms fijezalo que yo le haba enseado

    que la operacin que se efectuaba en el cuerpode quien no lo senta.

    Pero sucedi muy al revs, pues mejor y cur.Y al momento, en cuanto pude hablar con l,intent burlarme delante de ldel bautismo que l haba recibido,ausente totalmente de cuerpo y de alma,pues l no saba que lo haba recibido.Y al orme, se enfureci como ante un enemigo,y con notable y repentina libertad

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    me notific que, si quera ser su amigo,

    deba abstenerme de decirle tales cosas.Confesiones 4, 4, 8.

    Aunque su amigo mejor y cur de aquellas fiebres, poco despus volvi a sentirse enfermo:pocos das despus, estando yo ausente, le asaltaron de nuevo las calenturas y muri.

    La tristeza que la muerte de su amigo provoc en su corazn fue terrible, como podemosapreciar por las palabras con que el mismo Agustn nos describe sus sentimientos personales mssecretos:

    Con qu dolor qued mi corazn enlutado!Todo cuanto yo miraba era muerte,y mi patria era mi suplicio,y la casa de mis padres, una infinita desolacin.

    Todo lo que yo haba comunicado con mi amigose troc, sin l, en terrible sufrimiento.Mis ojos le buscaban por todas partes,y no podan encontrarlo

    Yo mismo me haba convertidoen un gran enigma para m.Yo me preguntaba:Por qu ests triste, alma ma?Por qu esta profunda tribulacin?

    Y yo no saba qu responder a mis preguntas.Confesiones 4, 4, 9.

    Y poco despus de la muerte de su amigo, Agustn se decide a abandonar Tagaste, sin decirnada a nadie. Tan slo comunica sus planes a su amigo Romaniano. As, pues, cierra su escuelade Tagaste y regresa a Cartago, buscando mejorar de situacin y, en parte tambin, para olvidar lamuerte de su amigo.

    Pero tampoco en Cartago encuentra lo que busca. Los alumnos de su escuela son muyalborotadores, en clase y fuera de ella. Agustn, como seala l mismo, no abandona Cartago enbus-ca de mayores ganancias y mayor honra, sino hastiado por el comportamiento de suspaisanos.

    Haba odo que los jvenes de Roma estudiaban con ms tranquilidad, y se vean frenadoscon una disciplina ms rgida: no se precipitaban tumultuosamente y de tropel en el aula de quienno era su maestro.

    La diferencia entre los estudiantes de Cartago y de Roma, al menos en lo que la famacontaba de ellos, era muy grande. En Cartago, es intemperante y fea la licencia de los escolares:irrumpen con escndalo y gritero en el aula ajena, y cnica y furiosamente perturban el orden quecada maestro tiene establecido en inters de sus propios alumnos.

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    Adems Roma era ms importante que Cartago y all le sera ms fcil conseguir una

    buena situacin, econmica y social. Y, aparte de todo eso, en Roma iba a encontrarse con sumejor amigo, Alipio, que haba iniciado sus estudios de derecho en la capital del Imperio.

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    CAPTULO 5

    RUMBO A ITALIA:ROMA Y MIL

    Y un buen da, sin prevenir a nadie, y tratando a toda costa que su madre no sospechara nadadel viaje, Agustn se embarca hacia Italia, en donde iba a encontrar la solucin a sus problemasintelectuales y donde iba a hallar una respuesta satisfactoria a sus dudas religiosas.

    Dios le iba a librar de las aguas del mar, en travesas siempre difciles y peligrosas, paraconducirlo hasta las aguas regeneradoras del bautismo.

    Estancia en Roma

    Los comienzos de su estancia en Roma no fueron muy agradables, pues muy pronto cayenfermo.

    Y he aqu que una vez llegado a Roma fui visitado por el azote de una dolenciacorporal Y agravndose las calenturas, yo ya me iba y pereca Y ni siquiera enaquel peligro tan grande deseaba yo tu bautismo. Mejor era de nio, cuando lo solicitde la piedad de mi madre. Haba crecido para mi deshonra, y en mi demencia meburlaba de los consejos de tu medicina, que no consentiste que yo muriera en aquelestado dos veces.

    Confesiones 5, 9, 16.Agustn sigue frecuentando la amistad de los maniqueos, pero poco a poco se vadesengaando de ellos y se vuelve hacia los filsofos que ensean que la sabidura es difcil deencontrar.

    El sabio es el hombre que busca sin cesar la verdad, pero que la encuentra con dificultad. Poreso, el joven profesor no est seguro de nada. Y su inquietud ante los graves problemas de la vidano encuentra sosiego en ninguna escuela.

    Por otro lado, los estudiantes de Roma, aunque ciertamente siguen con mayor atencin quelos de Cartago las lecciones del maestro, abandonan la clase para no tener que pagar los estudiosestipulados a final de mes. Y Agustn tiene que alimentar su familia y necesita ganar el pan de

    cada da.Como en otras ocasiones, el joven profesor no pierde la ocasin para dejar retratados sus

    sentimientos ante la actitud de esos estudiantes romanos:

    Odiaba a stos mi corazn, aunque no con odio perfecto, porque realmente msles aborreca por el perjuicio que a m me causaban que por la injusticia misma queellos cometan. Injustos son, sin duda, los que as obran, amando unas burlas y engaospasajeros y alejndose de ti, Dios mo.

    Confesiones 5, 12, 22.

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    De Roma a MilnY un da se entera de que en Miln estn buscando un maestro y profesor de retrica. Han

    enviado unas cartas al Prefecto de Roma, Smaco, para que l anuncie oficialmente y convoquepblicamente el concurso.

    Un amigo le presenta al Prefecto de Roma. Se trata de un pagano, tal vez un maniqueo, queno ama a los cristianos y que detesta a Ambrosio, el obispo catlico de Miln. Su candidatura esaceptada por Smaco, y tras un examen satisfactorio, en que el joven profesor de Cartago muestrasobradamente su preparacin y sus cualidades, Agustin obtiene la ctedra de Miln.

    Y el africano de Tagaste se ha convertido en un alto funcionario, respetable y envidiado demuchos por su situacin, con un porvenir econmico asegurado, y con amplias posibilidades de

    una notable carrera en el foro y en los tribunales y en la administracin.Agustn cuenta a la sazn treinta aos, que es la edad en que maduran las ms profundas

    crisis intelectuales. Acompaado de su hijo Adeodato y la madre de ste, Agustn, tras unospocos meses de estancia en Roma, marcha a Miln.

    Poco despus llega tambin Mnica, con el hermano de Agustn y los hijos de ste. Losamigos de Cartago se renen en torno a su maestro: Alipio, que ha encontrado un cargo oficial enla corte del Emperador; Nebridio y Romaniano que, con frecuencia, tiene que venir a Miln paraarreglar sus negocios.

    Cuando Agustn lleg a Miln, ya no crea en la secta de los maniqueos, aunque tampocoestaba muy cerca del cristianismo. Las crticas de los maniqueos contra la Biblia le parecan

    irrefutables. No haba tratado de leer la Biblia haca aos, y no haba comprendido nada? Enrealidad haba muchas cosas en la Escritura que le escandalizaban. Y adems su lectura le parecacarente de inters.

    La figura de Ambrosio

    Desde su llegada a Miln, el joven profesor va a saludar a Ambrosio, el obispo de la ciudad.Tal vez podamos ver en esas primeras visitas sencillamente un acto de mera educacin social. Oquizs la personalidad de Ambrosio representaba un inters y atractivo especial, pues se tratabade un personaje clebre y famoso.

    Hijo de un alto funcionario de la corte, rpidamente haba sido nombrado gobernador de

    Miln. Y un da en que tiene que intervenir para restablecer el orden pblico en la ciudad, losfieles, al ver la actitud del gobernador y apreciando sus dotes de prudencia, exclaman todos auna: Ambrosio, obispo! Ambrosio, obispo!

    Ambrosio, a la sazn, era un simple catecmeno. Es bautizado inmediatamente y una semanams tarde, el antiguo gobernador es consagrado obispo de Miln.

    Ambrosio haba hecho una carrera brillante de estudios de retrica y de derecho, de filosofay de historia. Y adems posea el don de la palabra.

    Agustn haba perdido ya la esperanza de encontrar la verdad en la Iglesia catlica, y, pese atodo, le gustaba aquel obispo excepcional. La extrema bondad que se respiraba a su rededor leatraa, y, siempre que predicaba el obispo, all estaba Agustn.

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    No es que pensara en su conversin, sino que se senta subyugado por la personalidad del

    obispo. Adems quera comprobar por s mismo si su elocuencia era tan extraordinaria como sedeca por todas partes.

    Agustn frente a Ambrosio

    Agustn senta una viva curiosidad por la persona de Ambrosio y, como observa el curiosoaficionado a la predicacin del obispo de Miln, comenz a amarle. Con todo, la personalidad deAmbrosio parece que no se dej influenciar muy fcilmente de aquel joven profesor de retricaque, segn haba odo, Smaco haba enviado a Miln para espiar al obispo y presentarse comodifcil rival en las cuestiones del estado.

    El joven profesor sabe apreciar las palabras del obispo, aunque no se siente partcipe de sus

    ideas.Yo estaba pendiente de sus palabras, admite Agustn, pero no senta curiosidad

    por lo que deca; antes bien, las despreciaba. Me deleitaba la suavidad de su discurso.Ciertamente era ms docto que el maniqueo Fausto, pero tena menos gracia y mehalagaba menos su manera de hablar.

    Y poco a poco Agustn se va interesando en la predicacin de Ambrosio, no slo por labelleza de su estilo, sino cautivado tambin por el don de su doctrina.

    Las palabras del obispo le van descubriendo el sentido de las Escrituras, muy diferente de lainterpretacin de los maniqueos. Agustn tendr cuidado en recoger los detalles de las primerasvisitas que hizo al obispo de Miln.

    Desengao de Fausto

    De la comparacin entre Fausto, el maniqueo, y Ambrosio, el obispo catlico, Agustn llegaa la conclusin que Fausto se descarriaba por las falaces mentiras de los maniqueos, mientrasque Ambrosio enseaba salubrrimamente la salud. Pero la salvacin est lejos de los pecadores,como yo era entonces. Y, no obstante, yo me acercaba a ella dia a dia, aun sin darme cuenta,confiesa Agustn.

    Poco a poco, el profesor de Miln va sintiendo vergenza de haber credo en las mentiras ypatraas de los maniqueos, en lo que se refera a la fe de los cristianos. Su corazn ibaencontrando, insensiblemente, la alegra de vivir, junto con la seguridad de poder llegar a la

    verdad.Trata de lograr una entrevista personal con Ambrosio, pero ste se encuentra siempre muy

    ocupado, y Agustn no se atreve a robarle un tiempo precioso que el obispo tiene que dedicar a laadministracin y enseanza de sus fieles.

    Encuentro con Simpliciano

    Y un buen da, ante la imposibilidad de obtener una entrevista con Ambrosio, tal como l ladeseaba y necesitaba, se le ocurri la idea de acudir a Simpliciano, buen siervo de Dios en quienresplandeca la gracia divina.

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    Este buen anciano lo acoge con bondad, y ambos se entretienen en largos y sabrosas

    conversaciones. Simpliciano le habla de Victorino, un sabio pagano que, en sus libros, habaatacado con violencia las palabras de Jess. Pero despus de algunos combates espirituales,Victorino sinti el toque de Dios y se convirti en discpulo de Cristo.

    Este anciano glorioso Mario Victorino no tuvo vergenza de hacersediscpulo de tu Cristo, de hacerse infante de tu fuente bautismal. Y dobl su cuello alyugo de la humildad y abati su frente al oprobio de la cruz.

    Cuando estuvo imbuido en los artculos elementales de la catequesis, hizo inscribirsu nombre para la regeneracin bautismal. Roma se admir y se alegr la Iglesia.

    Y cuando Victorino se encaram, en presencia de todo el pueblo, para pronunciarla frmula de la profesin de fe, los asistentes que le conocan, repitironse unos a

    otros su nombre ruidosamente, con murmullos de congratulacin.Y estall una aclamacin sorda en la boca de quienes no podan sofocar su jbilo:

    Victorino! Victorino! La aclamacin sorda se hizo ovacin clara por el gozo deverle, y a la ovacin sucedi el silencio por el deseo de orle. Proclam l su fe veraz,con admirable seguridad y dominio de s mismo.

    Queran todos llevrselo arrebatado, y meterlo en su corazn. Y de hecho se lollevaron, amando y gozando. El amor y el jbilo fueron las manos con que loraptaron.

    Confesiones 8, 2, 5.

    Poco a poco, casi sin darse cuenta, Agustn se va acercando a la verdad que, con tantoahnco, haba ido buscando. El encuentro y abrazo de la verdad exiga, pese a todo, una dura ycostosa batalla que el joven profesor de Miln va a librar, asistido de la gracia de Dios, y ayudadopor el ejemplo de los santos.

    CAPTULO 6

    HACIA LA UEVA VIDA

    Dios se vale de todos los medios posibles para realizar sus planes salvficos en favor de loshombres. Esta vez va a ser la visita que recibe Agustn, acompaado de Alipio, de un ciertoPonticiano.

    Visita de Ponticiano

    Agustn nos describe con toda clase de detalles este hecho, al parecer sin mayoresconsecuencias ni trascendencia.

    Un da vino a nuestra casa a vernos a m y a Alipio un cierto Ponticiano, africanoy por lo tanto compatriota nuestro, que ocupaba en la corte un alto empleo. No s loque deseaba de nosotros. Nos sentamos para hablar. Por casualidad encima de la mesade juego, que estaba delante de nosotros, vio un libro.

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    Lo tom, lo abri y se dio cuenta de que se trataba de las Epstolas de san Pablo.

    Esto le sorprendi mucho, porque pensaba que sera alguno de los libros cuyo manejoasiduo me impona mi profesin. Entonces l, sonrindome y mirndome a la cara, mefelicit y me expres su asombro por haber hallado aquel libro.

    Confesiones 8, 6, 14.

    Agustn le manifest su inters por aquellos libros sagrados, que lea con la mximaatencin.

    La conversacin cay luego, por iniciativa de Ponticiano, sobre un tal Antonio, monje deEgipto, cuyo nombre resplandeca muy brillante entre los siervos de Dios, aunque para Alipio yAgustn resultaba desconocido por completo hasta entonces. Ponticiano les cont las maravillas yprodigios de aquel varn, fundador de los monjes de Egipto.

    Los militares de Trveris

    Luego, pasando de una cosa a otra como sucede en las conversaciones, Ponticiano les cont aAlipio y a Agustn un caso que le haba sucedido a l mismo, cuando, en cierta ocasin, seencontraba en Trveris.

    Con otros tres militares, sali a dar un paseo por los jardines contiguos a las murallas de laciudad. Dos de los compaeros se alejaron de los otros dos y, sin saber cmo, entraron en unacasita donde viva un siervo de Dios. All los dos amigos encontraron un libro que narraba la vidade Antonio.

    Comenzaron a leer dicha vida y quedaron admirados ante las maravillas que Dios haba

    realizado en aquel santo varn.Tras un tiempo de reflexin, ante la realidad de su carrera militar y los premios que Dios

    prometa a los que le siguieran, ellos tomaron la decisin de quedarse en aquella pobre cabaa.Los dos estaban ya comprometidos en matrimonio. Y cuando sus esposas oyeron esto de susprometidos, consagraron tambin ellas a Dios su virginidad.

    Los indoctos arrebatan el cielo

    Agustn se sinti profundamente impresionado por el relato de aquellos dos compaeros desu amigo y compatriota Ponticiano, y cuando ste se hubo marchado, se precipit sobre sucompaero Alipio y exclam:

    Qu es lo que aguardamos nosotros?Qu significa lo que hemos odode boca de Ponticiano?Se levantan los indoctos y arrebatan el cielo,mientras nosotros,con toda nuestra ciencia y sin corazn,nos revolcamos en la carne y en la sangre.Por ventura, porque ellos van delante,tenemos nosotros vergenza de seguirlos,y no la tenemos siquiera de no seguirlos?

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    Confesiones 8, 8, 19.

    Agustn va a librar la batalla decisiva, en la que la gracia de Dios va a salir victoriosa. Lossermones de Ambrosio, los relatos de Simpliciano, el ejemplo de los compaeros de su amigoPonticiano han ido calando muy profundamente en el corazn de Agustn.

    Pese a todo, la conversin y el cambio profundo y total exiga una decisin firme, queAgustn no era capaz de tomar en aquellos momentos. De ah sus dudas, sus momentos devacilacin y de indecisin. Se senta retenido por el peso y la fuerza de su vida pasada.

    Me retenanlas bagatelas de las bagatelasy las vanidades de las vanidades,antiguas amigos mas,

    y me tiraban de su vestido de carne,y me decan a voz baja:

    Es cierto que nos dejos?Desde este momentono estaremos jams contigo?Desde este momentono te ser lcito esto ni aquellopor siempre jams?

    Yo las oa como de lejos,menos que a media voz,

    pues no me contradecan cara a cara,con bro y libertadsalindome al encuentro,sino como ronroneando a mi espalda,como pellizcndome a hurto en mi huida,para que volviese el rostro a mirarlas.Me retardaban, no obstante,en mi indecisinde arrancarme y sacudirme de ellasy de llegar de un vigoroso brincoa donde me llamaban.

    Confesiones 8, 11, 26.Son los momentos previos a la gran decisin de Agustn.

    El ltimo combate

    Por un lado, la presencia de las costumbres y hbitos de su vida pasada, y por otro, lainvitacin de la continencia, serena y grave, baada la faz de una sonrisa honesta, que leinvitaba con blando halago para que se acercara a ella sin recelo, y extenda para acogerle yabrazarle sus amigables manos rebosantes de mil buenos ejemplos.

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    Es la fuerza del buen ejemplo de los amigos el factor determinante, a veces decisivo, en

    muchos momentos cruciales de la vida.y la virtud se burlaba de m

    y me animaba, con dulzura, en mi interior,a seguir los buenos ejemplos:Y no podrs t lo que han podido stos

    y lo que han podido tantos otros,

    hermanos tuyos en las luchas,

    con las mismas dificultades que tu?

    Y, ante aquellas voces de la virtud, yosenta vergenza

    y no me decida a dar el paso decisivo.Confesiones 8. 11, 27.

    Agustn, temiendo estallar en llanto, se levant y se alej de donde estaba Alipio. Sin sabercmo, se tendi debajo de una higuera y comenz a llorar con profusin. Y de su boca seescaparon estas palabras, que describen perfectamente el estado de su alma antes de laconversin:

    Y t, Seor, hasta cuando?hasta cuando vas a estar enojado?No te acuerdes de mis antiguas iniquidades.

    Cunto tiempo, cunto tiempo?

    Maana, y siempre maanaPor qu no muy pronto?Por qu no terminar ahora mismocon todas mis faltas?

    As hablaba yo, y lloraba amargamentecon el corazn partido de dolor.Y he aqu que oigo una voz de la casa vecina,voz de nio o de nia, no lo s,que deca y repeta muchas veces,con cadencia de canto:Toma y lee! Toma y lee!

    Confesiones 8, 12, 28-29

    Victoria de Dios

    Trastornado por estas palabras, Agustn trata de comprobar si esa frase formaba parte dealguna cancin infantil que l pudiera conocer. Pero no record haber odo jams cantinelaparecida.

    Y se convenci de que en aquella voz se encerraba una invitacin amorosa de Dios.Inmediatamente detiene el llanto, se levanta y vuelve a casa.

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    All encuentra el volumen de las Cartas de san Pablo. Abre el libro y las primeras frases que

    saltan a sus ojos son stas:No en comilonas ni en embriagueces,

    no en lechos ni en liviandades,no en contiendas ni en emulaciones,sino revestos de nuestro Seor Jesucristoy no cuidis de la carne con demasiados deseos.

    Rom. 13, 13.

    Agustn no quiso leer ms. Aquellas palabras de san Pablo fueron las que, de una vez parasiempre, como si una gran luz de seguridad se hubiera infundido en su corazn, hicieron quedesaparecieran para siempre todas las tinieblas de sus dudas.

    Inmediatamente va a contar todo a su amigo Alipio, y los dos corren presurosos a comunicara Mnica lo que ha sucedido.

    Y la madre exulta de gozo,triunfa y te bendice, Seor,a ti que eres poderoso para darnosms de lo que pedimos o entendemos,porque veaque le habas concedido en mms de lo que ella te sola suplicarcon lgrimas y gemidos lastimeros.

    Confesiones 8, 12, 30.

    Oracin del convertido

    Y aos ms tarde, cuando el convertido compone el libro de sus Confesiones, de la pluma deAgustn brota esta hermossima oracin, la plegaria gozosa y reconocida del convertido:

    Tarde te am,hermosura tan antigua y tan nueva!,tarde te am.

    He aqu que t estabas dentro de m,y yo estaba fuera de m mismo.

    Y yo te buscaba fuera.Y yo, pobre hombre,

    con la insolencia de mi fealdad,me arrojaba en medio de las hermosurasque t habas creado.

    T estabas conmigo,y yo no estaba contigo.Me mantenan alejado de titodas aquellas cosas,que, de no estar en ti, no existiran.

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    Pero t me llamaste, y me gritaste,

    y me abriste la sordera de mis odos.T brillaste, y tu luz resplandeci,y ahuyentaste la ceguera de mis ojos.Derramaste tu perfume.Lo inhal al respirar y suspiro por ti.He gustado tu dulzuray tengo hambre y sed.Me has tocado, y tu paz me ha encendido.

    Confesiones 10, 27, 38.

    Se trata de la descripcin detallada, aunque siempre imperfecta, de un estado mstico en que

    Dios se ha comunicado al alma de Agustn, que ha encontrado el sosiego, la verdad y la paz en elabrazo final y total con Dios.

    CAPTULO 7

    CAMBIO DE PROFESI

    Estamos en el ao 386, y Agustn va a cumplir sus 32. Acaba de vivir el da mas importantede su vida, tras aquellas palabras del jardn de Miln. Nunca haba disfrutado de una buena salud,ni tan siquiera de joven. Y al terminar el curso le asalta una especie de gripe, con graves

    molestias en el pecho y en la garganta.Esa enfermedad y la impresin sobrenatural que ha sentido unos meses antes le aconsejan

    presentar su dimisin como profesor.

    Agustn y Ambrosio

    Seguramente Agustn se ha entrevistado con Ambrosio y le ha expuesto el estado de su alma.

    Antes de su conversin, Agustn haba pensado fundar una especie de fraternidad en vidacomn con algunos de sus amigos y discpulos, deseosos, como l, de profundizar en lascuestiones fundamentales de la filosofa. Deban estudiar y reflexionar juntos, y adems deberanestablecer unos fondos comunes, poniendo a disposicin de todos los bienes materiales de cada

    uno. El proyecto de Agustn era bien claro, pero haba graves dificultades para llevarlo a laprctica.

    Una vez convertido, Agustn lleva a cabo aquella idea, en compaa de alguno de sus fielescompaeros de estudios y partcipes de sus mismas preocupaciones espirituales.

    En Casiciaco

    Su amigo Verecundo, profesor de gramtica, se ha visto profundamente impresionado por laconversin de Agustn. Participa tambin de la idea de aquella comunidad, con que haba soadosu amigo. Le presta una propiedad que posee a unos 30 kilmetros de Miln, en Casiciaco. Acambio, le ruega se emplee y cuide de los trabajadores que atienden el campo.

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    Y all Agustn va a pasar algn tiempo con sus amigos ms entraables. All va a vivir con su

    madre, Mnica, su hijo Adeodoto, su hermano Navigio, y dos primos suyos que han venido defrica. No poda faltar el amigo del alma, Alipio, que tambin desea recibir el bautismo. Mnicaes la que se ocupa de aquella familia, la que preside las comidas y la que lleva la direccin de lacasa.

    Es el tiempo de las vacaciones, pero all, en Casiciaco, todos trabajan. Por la maana,Agustn da clases de gramtica y de retrica a Licencio, hijo de Romaniano, y a un antiguoalumno de Miln. Despus de comer discuten sobre las principales cuestiones de religin y defilosofa.

    Y como en toda reunin de intelectuales, bien organizada, no falta nunca quien toma porescrito todo el proceso de la discusin.

    Filosofa y oracin

    Pero, en medio de aquellas discusiones filosficas, Agustn y sus amigos encuentran siempreun tiempo, para la oracin, sirvindose de los salmos de David:

    Qu gritos, Dios mo, diriga hacia ti,al leer los salmos de David,cnticos fieles, tonadas de piedad,que excluyen el espritu engredocuando apenas comenzaba el camino de vuestro amor!

    Qu voces diriga hacia ti, en aquellos salmos,

    y cmo me inflamaba en ellos,y me enardeca para recitarlos,si me fuera posible,hasta los ltimos confines del orbe!

    T eres, Seor, el mismoporque no te mudas,y en ti se halla el descansoque pone olvido a todos los trabajos.T solo, Seor, me has constituidoen esperanza

    Y en lo ms profundo de mi ser yo sentala eficacia de tu amor,y gozoso en la fe alababa tu nombre.Pero esa misma fe no me permita seguridad algunade mis pecados pasados,no perdonados todavapor vuestro bautismo.

    Confesiones 9, 4, 8 y 12.

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    Este perodo de reflexin y de vida comn, en que se juntan las discusiones filosficas y

    religiosas al lado de momentos de oracin y de plegarias, constituye una etapa muy importante enla evolucin intelectual de san Agustn.

    El antiguo profesor de retrica y lector infatigable de las obras de los filsofos antiguos vatomando gusto por aquella otra literatura que, en otros tiempos, le haba parecido despreciable, acausa de su estilo, ms descuidado y sencillo que el de los grandes escritores paganos.

    La filosofa antigua le va abriendo paso para establecer las bases de la filosofa cristiana.

    Bautismo

    Pasados seis o siete meses en el retiro de Casiciaco, un poco antes de la cuaresma del ao387, Alipio, Agustn y Adeodoto marchan a Miln para ser inscritos entre los catecmenos que

    van a recibir el bautismo. Y el 25 de abril, en la vigilia pascual, los tres reciben el bautismo demanos del obispo Ambrosio.

    Agustn describe, en una breve frase, los efectos del bautismo:

    Recibimos el bautismo,y huy de nosotros toda ansiedadde la vida pasada.

    Confesiones 9, 6, 14.

    Al margen de los efectos sobrenaturales del bautismo, que se reflejan en esa nueva vida,Agustn no puede por menos de hacernos partcipes de los sentimientos de su alma:

    En aquellos das de mi bautismono me hartaba de la admirable dulzurade considerar la alteza de tu providenciasobre la salud del gnero humano.

    Cunto llor al escucharlos himnos y cnticos de tus fieles,emocionados por las voces de tu Iglesia,que canta con acentos tan dulces!Aquellas voces entraban en mis odos,y tu verdad se derreta en mi corazn.Con eso se enardeca el afecto de la piedad,

    y corran sin duelo las lgrimas.Y aquellas lgrimas me saban a miel.

    Confesiones 9, 6, 14.

    Poco tiempo despus del bautismo, quizs a comienzo de agosto, Agustn piensa regresar asu frica natal. No sabemos los motivos fundamentales de esta decisin.

    Lejos de Miln

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    Quizs deseaba alejarse lo ms posible de Miln, donde haba conocido los mayores triunfos

    de su vida. Tal vez intentaba cortar con todo su pasado e implantar en su patria africana el gnerode vida monacal que haba conocido gracias a la narracin de Simpliciano y Ponticiano.

    El caso es que abandona Miln, y en compaa de sus fieles amigos y de su madre se dirigeal puerto de Ostia, cerca de Roma. De all partir el barco que lo conducir a Cartago.

    A la espera del barco

    Pero los barcos deben esperar a que el tiempo favorable les permita una travesa tranquila ysin peligros. As, Agustn y su madre tienen que aguardar en Ostia.

    Y una tarde, la madre y el hijo contemplan el cielo del atardecer desde la ventana del jardninterior de la casa donde se hospedan. Los dos se sienten embriagados de una paz especial, propia

    de las almas amigas de Dios.

    xtasis de Ostia

    Y, a la luz de esa verdad sobrenatural, Agustn y su madre llegan a comprender que ladelectacin de los sentidos corporales, por grande y viva que sea la luz material donde ellairradia no es nada en comparacin con la extraordinaria alegra que procede del conocimiento yamor de Dios.

    Hablbamos solos los dos,con gran dulzura recproca.

    Olvidando lo pasado,proyectados hacia lo por venir,buscbamos juntos,a la luz de la verdad presente que eres t,cul sera la vida eterna de los santos,que ni ojo vio, ni oreja oy,ni subi en corazn de hombre.Abramos la boca del corazn,anhelante y sedienta,a los soberanos raudales de tu manantial,fuente de vida, que est en ti.

    Confesiones 9, 10, 23.Y en medio de aquellas reflexiones del espritu, madre e hijo fueron subiendo a lo alto.

    Y arribamos a aquella reginde abundancia indeficiente,donde siempre apacientas a tu pueblocon el pbulo de la verdad.All la vida es la sabidura,hacedora de todas estas cosas,y de las que fueron,y de las que han de ser

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    Y mientras bamos hablando

    de la sabidura eterna,anhelantes y deseosos,llegamos a tocarla un pocoen un supremo alzamientoy vuelo del corazn.

    Confesiones 9, 10, 24.

    ltimos consejos

    Y despus de unos momentos de intensa comunin entre las dos almas, ante el pensamientode la verdad y de la sabidura eternas, Mnica manifest a su hijo:

    Por lo que a m toca,ninguna cosa me deleita en este mundo.No s qu ms har ya aqu,consumada y colmada yatoda esperanza de este mundo.Una sola cosa habapor la cual yo deseaba detenerme aquy era la de verte catlico,antes de mi muerte.Con creces Dios ha coronado mi deseo,pues te veo ahora siervo suyo,

    con absoluto desdn de la felicidad terrena.Qu hago yo aqu?

    Confesiones 9, 10, 26.

    Pasados apenas cinco das, Mnica cay en cama con unas fiebres muy altas. Un da tuvo undesmayo, quedando por un poco privada de los sentidos.

    Repuesta y vindonos a nosotros atnitos de tristeza, nos dijo: Enterris aqu a vuestramadre.

    El hermano de Agustn, al or aquellas palabras de su madre, dijo unas palabras en las quepareca indicar su deseo de enterrar a su madre en la patria africana y no en tierras tan lejanas.

    Cuando Mnica oy o adivin ms bien la intencin de su hijo, reprendile con la mirada, ymirando con ojos tristes a sus hijos les dijo:

    Enterrad este cuerpo en cualquier parte,y no os preocupis ms de l.Tan slo os ruegoque os acordis de m ante el altar del Seordoquiera os hallis.

    Confesiones 9, 11, 27.

    Muerte de Mnica

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    Y poco despus agravndose en su enfermedad, a los nueve das de caer en cama, a los

    cincuenta y seis aos de su edad, cuando Agustn contaba treinta y tres, Mnica fue liberada delcuerpo, y su alma religiosa y piadosa, como la describe san Agustn, subi a gozar de la presenciade Dios al que haba siempre servido en esta tierra.

    Y Agustn termina la primera parte de sus Confesiones con un recuerdo emocionado a sumadre. En sus palabras late el amor filial ms puro y al mismo tiempo podemos descubrir lasensibilidad espiritual del gran mstico de Occidente.

    He aqu algunas de las frases de este final:

    Descanse, pues, en paz con su marido,antes del cual y despus del cualno se cas con ningn otro hombre:

    con su marido a quien sirvi,ofrecindote a ti el fruto de su paciencia,que fue ganarlo para ti.

    Inspiradme, Seor mo y Dios mo,inspira a tus siervos,hermanos mos, hijos tuyos, seores mos,a los cuales yo sirvocon el corazn y con la vozy con la pluma.

    Inspira a todos los que esto leyeren,

    que se acuerden en tu altar de Mnica,sierva tuya,y de Patricio, que fue su esposo,por cuya carneme introdujiste en esta vida no s cmo.

    Acurdense con afecto de piedadde mis padres, en esta vida transitoria,y de mis hermanos,cuyo padre eresen la catlica Madre Iglesia.

    Acurdense de mis conciudadanosen la eterna Jerusaln,por la cual suspira tu puebloen su peregrinacin,desde su partida hasta el retorno,para que aquella supremademanda suyapor los ruegos de muchosse vea satisfecha y colmadams copiosamente

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    que por la indigencia de mis oraciones,

    por la humildad de mi confesin.Confesiones 9, 13, 37.

    CAPTULO 8

    EL REGRESO A LA PATRIA

    No sabemos con certeza cmo la muerte de Mnica hizo cambiar los planes de Agustn. Envez de embarcarse para su frica natal, Agustn se dirige de nuevo a Roma, donde va a pasar casiun ao.

    Tal vez la llegada del invierno le hizo temer la travesa. Quizs, por razones polticas, elpuerto de Ostia se ha visto paralizado por completo durante algn tiempo, lo que ha obligado aljoven bautizado a detenerse en Roma. En efecto, un general africano se ha alzado contra Roma yha cortado todo el trfico martimo entre Ostia y Cartago.

    De nuevo, Roma

    Sea lo que fuere, Agustn y sus amigos se asientan de nuevo en Roma, y el neo-converso va atratar de convertir a la verdadera fe a los que antes haba desviado del buen camino hacia elmaniquesmo.

    En Roma Agustn recoge materiales para sus libros. Visita los monasterios de la ciudad.Estudia la organizacin interna de los mismos con vistas al monasterio ideal que l piensaimplantar en su patria.

    La secta de los maniqueos, que l haba seguido aos atrs, se le aparece con todo el peligroque entraa, y as escribe sus primeras obras polmicas: Las costumbres de la Iglesia catlica yLas costumbres de los maniqueos.

    Aunque ms tarde aadir, corregir y suprimir detalles de esas dos obras, es en Romadonde se ha inspirado para descubrir en toda su realidad la secta de los maniqueos.

    Por fin, en los ltimos meses del ao 388, Agustn puede embarcarse para su patria. Esta vez,el adis va a ser definitivo, y ya nunca jams regresar a Italia.

    Ni Roma ni Miln, donde ha pasado unos aos tan fecundos y tan decisivos para su vida, noslo humana sino, sobre todo, espiritual, volvern a ver a aquel profesor de retrica, al granconvertido de Miln.

    Pese a la fama que muy pronto va a lograr el joven obispo de Hipona, no abandonar nuncajams su frica natal, por ms que de todas partes venan a escuchar sus consejos.

    Cartago, a la vista

    A los treinta y cinco aos, y tras cinco de ausencia en Italia, Agustn vuelve a contemplar elpuerto de Cartago, en donde Mnica tanto haba llorado por la conversin de su hijo. Y alldesembarca, acompaado de sus fieles compaeros Alipio, Navigio y Adeodato.

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    Como Agustn posee en Tagaste algunos bienes que le ha dejado su madre, all se instala con

    su hijo y sus discpulos. Y all va a fundar una especie de monasterio para seglares como es l ysus compaeros. Habr una vida comn, con sus ratos de oracin y meditacin, todos juntos. Y almismo tiempo, l podr dedicarse al estudio y tratar de ensear a cuantos acudan all.

    Podemos imaginar que la vida de aquel primer monasterio seglar no era excesivamenterigurosa. Agustn, adems de la direccin espiritual del grupo, se dedica al estudio de la Escrituray la correccin de las obras que haba iniciado en Miln y en Roma. As sabemos que en Tagastetermina, por ejemplo, los seis libros del Sobre la msica.

    Adems, dada ya la fama del convertido de Miln, acuden a Agustn todos susconciudadanos que tienen algunas dificultades de cualquier orden que sea. Saben que siguesiendo, a pesar de su conversin, un hombre influyente, con relaciones en las altas esferas de la

    administracin civil y de la Iglesia catlica.Agustn, en aquel monasterio de Tagaste se ha convertido en el padre, el hermano, el

    amigo paciente y desinteresado de todos. No olvida a los amigos que viven lejos, y a todos dirigesus epstolas: Nebridio, Romaniano, Paulino de Nola, entre otros.

    Muere Adeodato

    Durante el tiempo que vive en Tagaste muere su hijo Adeodato, a los 18 20 aos. Aqueljoven de extraordinaria inteligencia, que ya apareci entre los interlocutores de los dilogos deCasiciaco y con el que dialoga en la obra, titulada Del maestro, no pudo por menos de dejar unrecuerdo muy vivo en el corazn de su padre Agustn.

    Adeodato seguir siempre junto a su padre que senta un cario muy especial por aquel hijo,nacido del pecado, como reconoce humildemente en las Confesiones.

    Era un joven muy dcil y bueno, y superaba a muchas personas mayores, pese a sus pocosaos. Agustn, como siempre, no dudar un momento en reconocer que todas aquellas cualidadesbuenas de su hijo eran don y regalo de Dios, incluso la misma instruccin y buena educacin quesu padre trataba de inculcarle siempre.

    Cuando habla Adeodato en la obra tituladaDel maestro dilogo entre Agustn y su hijoel padre se queda admirado de la agudeza y del ingenio de aquel jovenzuelo de diecisis aos.Incluso le daba miedo ver el talento extraordinario, y Agustn tema de lo que podra serAdeodato cuando llegara a la madurez de edad y de sus estudios.

    Pero todos aquellos planes de Agustn, ilusionados y al mismo tiempo llenos de miedo anteel porvenir, se vinieron abajo con la temprana desaparicin de Adeodato.

    Cuando, aos ms tarde, escribe sus Confesiones y recuerda los hechos principales de sujuventud, entre los que no poda faltar el recuerdo carioso de su hijo.

    Llegada a Hipona

    Despus de dos aos en Tagaste, un buen dia Agustn recibe una llamada de un amigo de laciudad de Hipona, hoy Annaba - Bona, antes de la independencia de Argelia.

    Hipona es una ciudad que puede contar unos 30.000 habitantes. Es una antigua ciudadfenicia, que los romanos haban convertido en colonia romana. Los campesinos de esa ciudad no

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    conocen sino la lengua pnica, aunque en la ciudad se habla el latn, como en el resto de las

    ciudades romanas del norte de frica.La venida de Agustn a Hipona coincide con un momento especial en la historia interna de

    aquella sede episcopal.

    El anciano obispo Valerio ya no puede administrar como l quisiera aquella dicesis, ni losfieles se sienten satisfechos. Y es que Valerio desconoce por completo el pnico y, lo que esmucho ms grave, habla con dificultad la lengua latina: por si fuera poco esa dificultad deexpresin, sus fuerzas han disminuido notablemente.

    Era preciso encontrar un sacerdote joven que pudiera ayudar al anciano obispo. Y es que,adems, en la dicesis de Hipona no hay muchos sacerdotes.

    En cierta ocasin, cuando el obispo desde su sede se quejaba de esta falta de sacerdotes,estando all presente Agustn, la multitud se precipit sobre l y lo condujo gritando ante elObispo: Queremos a Agustn como sacerdote; Agustn, sacerdote!

    Agustn sacerdote

    Y Valerio, agradeciendo a Dios esta eleccin de Agustn, lo orden sacerdote, y lo asocicomo valioso colaborador en los asuntos de la dicesis. Agustn acept la voluntad del pueblo,como una seal de la voluntad de Dios, aunque se senta incapaz de cumplir dignamente con suministerio. Por eso pidi a su obispo le concediera algn tiempo para prepararse un poco para sunuevo ministerio.

    Monasterio de HiponaPero, aun estando en Hipona, Agustn segua pensando en su idea de fundar un monasterio.

    Y as estableci all una nueva comunidad y comenz a vivir con Evodio, Severo, Posidio y otrosla vida retirada y en comn que haba iniciado en Tagaste.

    La prudencia de Agustn se senta en todos los detalles, y as para recordar continuamente aaquellos monjes el precepto de la caridad y el espritu de comprensin para con los hermanos,hizo gravar en las paredes del comedor unos versos latinos, que traducidos a nuestra lenguadecan:

    El que guste calumniar de los ausentes es

    indigno de sentarse a nuestra mesa.Y nos cuenta Posidio, compaero y bigrafo del santo, que, como algunos de sus colegas y

    amigos en el episcopado hubieran olvidado aquellos versos, los reprendi con severidad y, llenode un caritativo rigor, les dijo: O se borran esos versos de la pared, o yo debo ausentarme de estacasa.

    Agustn ejerca en Hipona el cargo de presbtero y superior de aquel monasterio que habafundado. Era el apstol de la ciudad y al mismo tiempo el predicador incansable de la palabra deDios contra los enemigos de la Iglesia: Donatistas, maniqueos.

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    Agustn, obispo

    Valerio se siente satisfecho de su presbtero, hombre tan elocuente y admirado de todos losfieles. Dada su avanzada edad, piensa que el joven sacerdote podra muy bien ser su sucesor. Y,despus de vencer algunos obstculos personales, es consagrado obispo por Megalio, primado deNumidia, el ao 395.

    Poco despus muere Valerio, y sobre las espaldas de Agustn cae el peso de aquella dicesis.Las cualidades personales del nuevo obispo, su santidad y sus dotes de gobierno y sus facultadescomo escritor y predicador van a hacer de Agustn el obispo ms clebre de su tiempo.

    La dignidad episcopal es, para Agustn, una carga pesada que slo por obediencia podrsoportar. Entregado por completo al servicio de sus hermanos, por amor de Dios, va a superartodas las dificultades que lleva consigo tal cargo. Sabe que la Iglesia de Cristo lo necesita para

    defenderla de todos los peligros que se ciernen a su derredor.Lo ms importante, a los ojos de Agustn obispo, es el anuncio de la palabra de Dios a los

    fieles que se le han encomendado. La predicacin es el primero y fundamental de sus deberes. Yal oficio de predicador dedicar todas sus fuerzas durante 34 aos que va a durar su vida comoobispo.

    Predicador del evangelio

    Incansable, predica todos los das, y a veces dos y tres veces al da. Se nos han conservadoms de 500 sermones suyos, escritos por sus fieles secretarios.

    Y podemos afirmar que eso, por mucho que parezca en la vida tan fecunda como escritor de

    Agustn, representa una parte tan slo de lo que realmente predic.La predicacin de Agustn es una conversacin directa con sus fieles, que reaccionan con

    espontaneidad cuando algo de lo que oyen de boca de su obispo les choca o llama su atencin.

    Los fieles de Hipona son ms bien personas sencillas: campesinos, marineros, pequeoscomerciantes, artesanos que, a veces, no comprenden lo que les dice el obispo. Y ste paramantener su atencin al vivo no duda en contarles historietas, y emplea comparaciones de la vidade todos los das, del campo, del mar, de la vida de los pjaros, de los animales. Agustn logra,gracias a todos estos medios, que los oyentes le escuchen y comprendan el mensaje que deseahacer llegar hasta ellos.

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    CAPTULO 9

    LOS AOS DIFCILES

    La vida de Agustn como obispo corre entre Hipona y Cartago, a donde tiene que acudirmuchas veces para cumplir con un deber de caridad para sus colegas en el episcopado.

    En Cartago se celebran las reuniones ms solemnes de la Iglesia de frica. Y all tienen lugarlos congresos o reuniones con los enemigos de la Iglesia. Y en todos esos casos yacontecimientos de especial importancia, Agustn es uno de los invitados a tomar parte en lasdiscusiones.

    En los primeros aos del siglo V se dejan sentir las invasiones de los godos, de los vndalosy de otras tribus del norte en sus movimientos expansionistas.

    El saqueo de Roma

    Y el 24 de agosto del ao 410, los godos de Alarico entraron en Roma por la Va Salaria ydaban fuego a la ciudad imperial. El saqueo de la ciudad dur, segn la historia, tres das y tresnoches. Aunque las crnicas hablan de una destruccin completa, parece que, en realidad, no fuetanto, aunque ciertamente se puede hablar de una verdadera catstrofe.

    Los paganos, que todava existan, achacaron aquella desgracia nacional al haber abandonado

    los cristianos el culto de los dioses paganos, custodios solcitos del Imperio romano.Agustn tuvo que salir al paso de aquellas acusaciones, y asi escribi la Ciudad de Dios,donde expone la realidad de la historia vista desde una concepcin cristiana de los hechos que sesuceden en el mundo, de acuerdo con los planes universales de la providencia.

    La sociedad romana, ante las invasiones de los brbaros, se va descomponiendo poco a poco.As no es de extraar la actitud de los paganos en las calles de Cartago. Pese a todo, el emperadorHonorio quiere a toda costa restablecer la unidad de la Iglesia en frica.

    Concilio de Cartago

    Y para ello convoca a los obispos catlicos y donatistas que se renan en Cartago, bajo la

    presidencia del legado imperial Marcelino.Son dieciocho obispos por cada bando. El 8 de junio del ao 411, Agustn hace una

    exposicin tan brillante de la Iglesia catlica, que el legado Marcelino condena a los donatistas yordena que entreguen sus iglesias a los catlicos.

    Pero la paz no va a durar mucho tiempo en Cartago. Hay siempre intrigas y aspiraciones demando en aquella sociedad, en la que eran tan frecuentes las sublevaciones de generales. Elemperador Honorio sabr reaccionar enrgicamente contra Heracliano y los somete con facilidad.

    Los donatistas siguen luchando, descontentos de la actitud del legado Marcelino, que esdecapitado, pese a la intervencin vigorosa de Agustn ante el conde Marino.

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    El monje PelagioLos errores se van sucediendo, casi sin interrupcin. A los donatistas y maniqueos, que

    Agustn ha logrado poner en situacin evidente de enemigos de la verdadera Iglesia, se unen mstarde los partidarios de un monje bretn, llamado Pelagio. Este cree que el hombre por suspropias fuerzas puede practicar el bien, sin necesidad de la gracia y de los auxilios divinos. Bastacon querer hacer el bien, y el hombre puede realizar ese deseo por s mismo, sin la ayuda de Dios.

    Las cualidades humanas de Pelagio, que es un monje virtuoso y honrado, logran engaar alos cristianos. Incluso el mismo papa Zsimo aprueba la doctrina pelagiana, que otros obisposcondenan, junto con Agustn.

    El emperador expulsa de Roma a Pelagio: y luego el papa Inocencio I, el ao 417 condena

    solemnemente la hereja pelagiana. En este combate antipelagiano, Agustn ha ganado el titulo deDoctor de la gracia.

    Al margen de los problemas esencialmente propios de la Iglesia, Agustn se siente tambinpreocupado por los problemas materiales y terrenos que se refieren al porvenir de la sociedadromana, en Italia y en las provincias romanas.

    El conde Bonifacio ha logrado defender valientemente la ciudad de Marsella contra losgodos. Poco despus es nombrado gobernador del frica.

    Ante los deseos del conde Bonifacio de hacerse monje, tras la muerte de su esposa, Agustnle aconseja que siga al frente del ejrcito, pues Roma y la Iglesia tienen necesidad de l para sudefensa Incluso con las armas, le dice, podis servir a Dios. A veces hay que hacer la guerra

    para conservar la paz.Agustn sabe muy bien que, en tiempos de extremo peligro, poner la espada al servicio de la

    justicia es un deber de conciencia. Es cierto que si el hombre estuviera sometido a la ley de Dios,no habra necesidad de la guerra. Pero, cuando el equilibrio de la paz se rompe, hay querestablecerlo a toda costa

    El conde Bonifacio, que durante algn tiempo haba seguido fielmente los consejos deAgustn, poco a poco fue cambiando de conducta. Casado en segundas nupcias con una jovenarriana, se vio profundamente influenciado por su nueva esposa. Consinti en bautizar a su hijaen la hereja y se entreg a toda clase de desrdenes.

    Hacia el ao 427 como consecuencias de intrigas palaciegas, cuyo secreto no conocemos del

    todo, Bonifacio fue destituido de su mando y declarado enemigo pblico.

    El peligro de los vndalos

    Y en lugar de someterse a la autoridad, el conde se rebel contra Roma, y llam en su ayudaa los vndalos, que a la sazn ya haban llegado a Espaa.Genserico y sus huestes acudieron muy pronto a la llamada de Bonifacio y la provincia ms ricadel Imperio romano se vio presa del fuego y de las armas enemigas.

    Posidio, obispo de Calama, testigo ocular de la invasin de los brbaros, nos ha dejado estadescripcin desoladora:

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    Algn tiempo despus dispuso la divina providencia que numerosas tropas de

    brbaros crueles, vndalos y alanos, mezclados con los godos y otras gentes venidas deEspaa, dotadas con toda clase de armas, y avezadas a la guerra, desembarcaran eirrumpieran en frica.

    Luego de atravesar todas las regiones de Mauritania, penetraron en nuestrasprovincias, dejando en todas partes huellas de su crueldad y barbarie, asolndolo todocon incendios, saqueos, pillajes, despojos y otros innumerables y horribles males.

    No tenan ningn miramiento al sexo ni a la edad. No perdonaban a sacerdotes ni alos ministros de Dios, ni respetaban los ornamentos sagrados, ni los edificios dedicadosal culto divino.

    Vida de san Agustn, 28.

    Ante las hordas brbaras, algunos obispos han preferido permanecer al lado de sus fieles,para sostenerlos con su ejemplo en aquellas horas difciles. Otros, en cambio, han huido. Hancredo que, al quedar muy pocos fieles, ellos tambin, obispos y sacerdotes, podran abandonar ladicesis y las parroquias a ellos encomendadas.

    Agustn admiti el razonamiento. Pero no llega a comprender que hayan sido todos los quese han marchado lo ms rpidamente posible. En realidad debera haber habido una dignaemulacin para ver quin se quedaba con los fieles.

    Pese a que el conde Bonifacio acababa de reconciliarse con el gobierno de Ravena, y aunqueel conde Daro haba sido enviado por la corte para entablar negociaciones definitivas, ya eratarde. La entrevista de Daro ante Bonifacio fue muy positiva.

    Pero los brbaros ante la perspectiva de apoderarse de aquel rico granero del Imperio, queera el frica, no hicieron caso de nada. Bonifacio declar la batalla a los vndalos, pero stos levencieron y le obligaron a refugiarse en Hipona.

    Asedio de Hipona

    A finales de mayo o principios de junio del ao 430, los Vndalos comenzaron el asedio deHipona. Agustn no cambi en nada el rgimen de su vida ordinaria: orar, leer, escribir, ensearel evangelio y ayudar a sus fieles.

    Su bigrafo, Posidio, nos cuenta los ltimos das de Agustn:

    Catorce meses dur el asedio completo, porque bloquearon la ciudad totalmentehasta por la parte del litoral. All me refugi yo con otros obispos, y all permanecimosdurante el tiempo del asedio. Tema de nuestras conversaciones era la comndesgracia

    Un da, conversando en la mesa con Agustn, ste nos dijo: Habis de saber queyo en este tiempo de angustias pido a Dios o que libre a la ciudad del cerco de losenemigos o, si es otro su beneplcito, fortifique a sus siervos para cumplir su voluntad,o me arrebate a m de este mundo para llevarme junto a l.

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    Deca esto para nuestra instruccin y edificacin. Y despus, a su ejemplo,

    nosotros, todos los nuestros y los cristianos de la ciudad, elevbamos a Dios la mismasplica.

    Vida de san Agustn 28-29.

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    Enfermedad de AgustnDios escuch las oraciones de su siervo. Antes de que terminara el tercer mes del asedio,

    Agustn cay enfermo. Al sentir las fiebres elevadas de su enfermedad, se dio cuenta de que susdas estaban contados. Agustn nunca haba disfrutado de muy buena salud. El conde Daro lehaba enviado algunos remedios que su mdico le haba recomendado. Pero Agustn era anciano,y las fatigas, las emociones, las angustias, las privaciones, impuestas por el cerco, no eran elmejor ambiente para su enfermedad.

    Los das de la enfermedad fueron para Agustn una buena ocasin para recordar su vidapasada y para dar gracias a Dios por los beneficios recibidos, al tiempo que peda perdn a loshermanos y a Dios por los pecados de su vida pasada.

    En la pared de su habitacin se haban copiado algunos salmos penitenciales que el enfermopoda recitar desde su lecho. No cesaba de repetir los salmos que, en tantas ocasiones, habacantado en la iglesia con sus fieles.

    Legado de libros

    Agustn era pobre, y nada se haba reservado para s. Todo lo haba repartido entre los fielesy los pobres que acudan a la puerta de su casa. Tan slo se haba reservado sus libros. Los que lhaba escrito y los que haba adquirido o recibido de sus amigos. Una de sus ltimasrecomendaciones fue que conservaran cuidadosamente su biblioteca.

    Agustn quera que sus discpulos fueran amigos de sus libros en los que Dios segua

    dictando sus palabras de vida eterna.Agustn tena todava vivo el recuerdo de aquel libro de Cicern, elHortensius, que le habahecho cambiar de vida. No poda olvidar tampoco las Enadas de Plotino, que le ayudaron paraavanzar en el camino de Dios. Y como iba a prescindir del libro de los libros, la Biblia, a cuyalectura y explicacin y meditacin haba dedicado todos los aos de su