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“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2 ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO JULIO / 2012 Lo que cantaba Pablo El corazón del Adorador Un Músico conforme al corazón de Dios

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“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2

ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO

JULIO / 2012

Lo quecantaba

Pablo

El corazón delAdorador

Un Músicoconforme alcorazón de

Dios

“que prediques la Palabra...” 2 Timoteo 4:2

DIRECTORIO

Director: Misael Pascual López

Editora: Dinorah B. Méndez Ortiz

Diseño Editorial: Adán R. Fuentes Barrera

[email protected]

Distribución y Publicidad:Edgar A. López De la Paz

Lizbeth J. Azcorra Robledo

DIRECTORIO DEL S.T.B.M.

Presidente de la C.N.B.M.: José Trinidad Bonilla Morales

Vicepresidente de Educación Teológica: Elías Salvador Ramírez López

Presidente de CoEducate: Susana Irene Blake de Ramírez

Director: Daniel Jiménez TorijaDecano Académico: Misael Pascual López

Administrador: Fernando Hernández Zepeda

“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría;

Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios;

El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza;

Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno;

para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”.

(Salmo 100)

ÓRGANO FORMATIVO E INFORMATIVO DEL SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA MEXICANO

JULIO / 2012

EDITORIAL Por Misael Pascual

Misael Pascual López

AdorarLa adoración debe ser la experiencia cotidiana del creyente porque es el canal que propicia la comunión íntima con Dios.

nuestra NECESIDAD

AdorarLos hijos de Dios le adoramos a Él porque el ser humano

fue creado para adorarle como propósito principal. Eso

es lo que revelan las Escrituras. De esta manera, no

podemos alcanzar la felicidad plena hasta que ese

propósito no se cumpla en nuestras vidas. El salmista

declaraba: “Mi Señor eres tú, fuera de ti no poseo bien

alguno.” (Salmo 16:2). Es por eso que la anhelada

autorrealización humana que muchas veces es

sobredimensionada y promovida desde el humanismo,

puede ser un mero paliativo para la más profunda

necesidad del hombre de encontrarse con Dios si está

divorciada de este fin.

La adoración debe ser la experiencia cotidiana del

creyente porque es el canal que propicia la comunión

íntima con Dios. El testimonio de los hombres de la

Biblia que adoraron nos dice que recibieron dirección

constante de Él, como son los casos de Noé, Abraham,

Jacob y Elías, sólo por citar algunos. Encontraron refugio

en tiempos de prueba y fueron transformados, pero

sobre todo, recibieron visión para sus encomiendas

particulares.

Pero la adoración debe ser preservada de

reduccionismos como el que la instala sólo en el ámbito

de la música, y muchas veces sólo en cierta clase de

música, y aun más, con cierta clase de instrumentos que

se consideran “propios”; o como el que la confina a

lugares y horarios y la divorcia de la existencia humana

con todas sus dimensiones e implicaciones. Por ello, la

adoración es un concepto que debe ser revisado y

depurado a la luz de la Biblia para que recobre su

resplandor y atraiga al pueblo de Dios, tanto en lo

particular como en lo colectivo, para encontrarse con Él

en experiencias siempre crecientes. En esto último, el

presente número de Predica! intenta un modesto

aporte. Es nuestro deseo que los artículos aquí

contenidos nos alienten a adorar al Señor “en espíritu y

en verdad”.

¡Bendiciones!

necesidad

Para que la iglesia cumpla su misión debe aprender a adorar y para esto es necesario conocer más íntimamente al Dios que adoramos. De este modo, para que el creyente tenga un corazón adorador requiere centrarse en la persona de Dios.

El corazóndel AdoradorAdorador

Dinorah B. Méndez

“Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad”. (Salmo 30:4)

INTRODUCCIÓN

La adoración es la respuesta del ser humano a lo que Dios es y hace. La palabra proviene del latín y expresa la idea de reverenciar y honrar con sumo honor, amar en extremo y van implícitas las ideas de mérito, valía, consideración, importancia, dignidad, excelencia, y precio, por lo tanto la adoración significa reconocer y declarar la excelencia de Dios.

La experiencia de adoración es aquella en que el que adora siente la santidad y majestad del Señor y responde a sus requerimientos en obediencia y amor. Es una experiencia espiritual en la que el que adora entra en comunicación espiritual con el Dios trino. Es una relación entre Dios y el ser humano que hace que nuestro lenguaje resulte insuficiente para expresarla. Pero este encuentro es el punto de partida para desarrollar una mejor y mayor comprensión de Dios. De modo que la adoración se puede entender como un arte o disciplina que requiere tiempo y dedicación para perfeccionarla. Por lo tanto es imprescindible que el adorador conozca todo lo posible del Dios a quien adora y, en segundo lugar, que entienda sus propósitos generales y particularmente para su vida.

Para obtener este conocimiento, la Biblia es la única fuente objetiva y confiable. Así que el estudio bíblico cuidadoso es indispensable para la práctica de la adoración que agrada a Dios.

La adoración es tanto individual como colectiva (privada y pública). Y aún en el caso de la adoración pública se trata del encuentro íntimo y personal con Dios en Cristo. El creyente hace su contribución al culto público y recibe a cambio edificación y fuerza de quienes adoran con él. También se puede decir que el culto público es el ministerio primario de la iglesia pues antes de proclamar el evangelio y para que su predicación sea significativa y eficaz, la congregación en su conjunto y cada creyente en lo individual, deben experimentar la adoración. Se necesita un ambiente de adoración y reverencia para que la Palabra de Dios pueda encarnarse o hacerse viva en nuestros corazones.

La adoración se expresa en por lo menos cinco maneras: Como respuesta a lo que Dios ha hecho o dicho, como diálogo con él, como celebración de s u s o b ra s m a ra v i l l o s a s , c o m o d ra m a representando sus actos misericordiosos y como ofrenda de nuestra vida y/o bienes. Estas maneras de expresar la adoración da lugar a los distintos elementos y actos de adoración que se dan tanto de manera privada como pública: la oración, la ofrenda, la música, las ordenanzas, la proclamación, y los votos de consagración.

El corazóndel AdoradorAdorador

“...es imprescindible que el adorador conozca todo lo posible del Dios a quien adora y, en segundo lugar, que entienda sus propósitos generales y particularmente para su vida”.

“Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro Rey, cantad; porque Dios es el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia”. (Salmo 47:6-7)

Para que la iglesia cumpla su misión debe aprender a adorar y para esto es necesario conocer más íntimamente al Dios que adoramos. De este modo, para que el creyente tenga un corazón adorador requiere centrarse en la persona de Dios.

I. EL DIOS QUE ADORAMOS

La pregunta más importante que todo ser humano puede y debe hacer es: ¿Sabes cómo es Dios? Pero es más importante tener la respuesta correcta. Hay que tener un conocimiento verdadero de Dios, de otra manera la herejía puede ocupar su lugar. Por eso, la obligación más solemne de la iglesia es purificar y elevar el concepto de Dios, hasta que sea de veras digno de Él. Solamente así podrá darse la verdadera adoración.

A Dios le conocemos de manera innata (Génesis 1:26; Romanos 2:14-15), por deducción mental (Salmo 14:1, Romanos 1:19-20, Proverbios 1:9, 9:10) y por su revelación especial (Colosenses 1:15, Juan 1:18, Hebreos 1:1-4, 2 Timoteo 3:16-17).

En la Biblia se mencionan muchas características o atributos de Dios. Son afirmaciones de lo que se conoce de Dios, algo que se sabe de su naturaleza, algo que se puede sostener como verdadero acerca de Dios. Cuando adoramos a Dios, expresamos nuestro reconocimiento de quién y cómo es Él. Hablamos sobre su naturaleza, afirmamos algo verdadero de Dios y lo alabamos por ello. Es necesario conocer y comprender su auto-revelación porque si lo adoramos por ser algo, conviene que sea la verdad.

Un buen ejercicio es leer los Salmos 99, 100 y 145 para elaborar una lista de atributos de Dios que se encuentran en estos pasajes. Luego, meditar cuál de ellos le da más confianza para su presente y futuro y por qué.

Cuando adoramos a Dios, expresamos nuestro reconocimiento de quién y cómo es Él. Hablamos sobre su naturaleza, afirmamos algo verdadero de Dios y lo alabamos por ello.

“Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con júbilo. Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. Tocad la trompeta en la nueva luna, En el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne”. (Salmos 81:1-3)

Al levantar nuestro corazón a Dios en adoración, recibimos de Él, el motivo y la capacidad para arrepentirnos y consagrarnos a su servicio.

Venir a Dios, enfocando todo nuestro ser en Él y responder a su carácter, encontrarnos con Él, esto es la adoración.

II. EL CORAZÓN DEL ADORADOR

Dios nos dio la capacidad para tener comunión con Él, característica que solamente los seres humanos tienen porque estamos hechos en su imagen. Venir a Dios, enfocando todo nuestro ser en Él y responder a su carácter, encontrarnos con Él- esto es la adoración. Al levantar nuestro corazón a Dios en adoración, recibimos de Él, el motivo y la capacidad para arrepentirnos y consagrarnos a su servicio.

Así que algunas cualidades que el corazón de un adorador debe tener incluye reconocer que:

1. La adoración es una ofrenda a Dios, Él es el receptor.

2. La adoración es obedecer, es un requisito, no es opcional.

3. La adoración debe ser exclusiva para Él.

4. La adoración debe reconocer el carácter de Dios.

5. La adoración debe ubicar a Dios y al adorador en sus posiciones apropiadas. Entender quién y cómo es Dios nos pone en la posición y actitud de humildad y reverencia.

6. La adoración debe incluir la mente y las emociones. En Juan 4:23-24 se nos dice que la adoración debe ser en espíritu y en verdad. El espíritu nos hace pensar en el área afectiva o emotiva de nuestro ser. La verdad se refiere al área intelectual. Esto nos lleva a expresar nuestra adoración en alabanza, gratitud, reverencia, consagración, confesión o petición. Todo esto con base en el carácter, méritos y santidad de Dios.

La adoración a Dios debe ser la prioridad en nuestra vida, de otro modo algo más ocupa el lugar que

solamente Dios debe tener.

Un músicoconforme al corazón de Dios Con frecuencia, Martín Lutero decía “No sé

qué música tenga Dios para nosotros en el cielo, cuando nos ha dado una tan hermosa aquí en la tierra”.

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músico

1 Samuel 16:17-18 Jorge Eduardo Garay-Ortiz

Con estas palabras, Lutero ponderaba el lugar que la música tiene en la vida del pueblo de Dios. Pero para él, la música no sólo era un valioso recurso para la adoración o la instrucción cristiana; era también un poderoso instrumento para la edificación personal, razón por la que decía: “La experiencia prueba, que después de la Palabra de Dios sólo la música merece ser glorificada como señora y dominadora de las emociones del corazón humano”.

Aunque la música es mencionada en el Nuevo Testamento, no parece ser incluida en la liturgia formal de la iglesia, ni en sus listas de dones espirituales o ministerios; razón por la cual algunos aún discuten sobre la legitimidad bíblica de aquello que solemos llamar “ministerio Musical”. Sin embargo, si como san Pablo dice, “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16), nadie puede negar el valor que desde el Antiguo Testamento, la música ha tenido en la obra del Señor.

Más aún, la música ha sido relacionada de forma inseparable con algunos de los más ilustres personajes de la Biblia, como David rey de Israel, el virtual prototipo del ministro de música sagrada. David fue un brillante compositor, un cantante reconocido (de hecho, en los últimos 3000 años se han producido no menos de 3000 versiones de sus himnos); y fue también el padre de la venerable tradición musical judía. Pero más allá de sus habilidades musicales, David llenó un perfil que lo convirtió -desde su juventud- en un ministro conforme al corazón de Dios. Veamos cuál es ese perfil.

I. Usa sus Capacidades para la Gloria de Dios

Desde una época muy temprana en su vida, David fue reconocido como un individuo dotado de capacidades excepcionales; y una de las más señaladas, fue su talento musical. Esa es una de las primeras y una de las últimas cosas que la Biblia nos dice de él.

“Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra. Regocíjate y canta, oh moradora de Sión; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. (Isaías 12:4-6)

1 Roland H. Bainton. Here I Stand, a Life of Martin Luther (New York: The New American Library, Inc., 1950), p. 267.

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“...la música ha sido relacionada de forma inseparable con algunos de los más ilustres personajes de la Biblia, como David rey de Israel, el virtual prototipo del ministro de música sagrada”.

David entró en la historia del pueblo hebreo precisamente como un buen músico. Cuando el rey Saúl pidió que alguien tocara para aliviarlo de sus tormentos (una profunda depresión según la exégesis judía), un joven de la corte dio testimonio de David, diciendo que era un buen arpista. Y en su lecho de muerte, le fue otorgado el nombre “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1). Este nombre es por demás descriptivo, pues “dulce” (heb.íéòÄðÀ) es un adjetivo que significa “atractivo, deleitoso, armonioso”, porque la poesía y la música sólo alcanzan su máximo nivel, cuando son usadas para el servicio de Dios; cuando su motivo es el más Excelso de todos los seres. Fuera de Él, toda belleza es imperfecta en sí misma.

Por su parte, “cantor” (heb. ú?øîÄæÀP) describe a un intérprete de himnos para la gloria de Dios. David recibió con justicia este nombre, porque según Rashi (un rabino medieval) en tiempos del salmista, ningún canto fue entonado en los servicios del Templo, excepto aquellos que él compuso. Pero seguramente estaremos de acuerdo con Abarbanel (otro rabino de la Edad Media), quien dijo que los múltiples cantos y salmos de David no fueron un producto de su propia inspiración o talento, sino de la gracia de Dios, y del Espíritu Santo que le confirió una inspiración divina a sus palabras.

Junto a su virtuosismo musical, David fue un hombre con excepcionales dotes de liderazgo, y puede aún decirse que él fue el verdadero padre de la nación hebrea; no porque ésta haya nacido de su descendencia, sino porque fue él quien la unificó. David dio a Israel una era de paz y prosperidad sin precedentes, y bajo su liderazgo aquella débil docena de tribus se convirtió en una nación poderosa, respetada y temida por sus vecinos. De modo que R. C. Sproul está en lo correcto al llamarlo “David el Grande”.

Sin embargo, sus capacidades sólo lograron trascendencia en su uso y su motivación última; es decir, sólo obtuvieron su verdadero valor cuando fueron puestas al servicio de Dios. Esta actitud de entrega es mostradapor múltiples personajes bíblicos, como aquel muchacho anónimo del que habla la historia de la multiplicación de los peces y los panes (Juan 6:9).

Prácticamente no sabemos nada de ese niño, sólo que era alguien muy joven (gr. ðáéäÜñéïí: niñito, muchachito, diminutivo de ðáé~ò: niño). Pero ni los discípulos ni el propio niño sabían lo que el Maestro haría con todo lo que éste tenía: cinco panes y dos peces. El relato no dice que el Señor Jesús lanzara una campaña llamando a los niños a “apadrinar la sonrisa de un adulto”. Él no les pidió “Dona una merienda y haz feliz a un adulto”; así que, sin responder a una petición expresa, y sin tener en mente un posible milagro, el muchacho simplemente llevó a las manos del Señor y sin condiciones, todo cuanto tenía. Quería entregarlo a Él, para que Él hiciera lo que quisiera con su don. Ciertamente el Señor Jesús fue glorificado mediante el milagro, pero el muchacho tuvo su parte en el prodigio.

Asimismo, en la vida de David entendemos que un joven músico conforme al corazón de Dios, es aquel que pone sus capacidades al servicio de su Señor. Obviamente debe hacerlo con humildad y en su propio nivel de madurez. Y aunque las capacidades personales son dones de gracia (nadie hace nada para recibirlas), sin embargo su poseedor debe trabajar para desarrollarlas, mayormente cuando lo hace para la gloria de Dios.

“Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas”. (Isaías 42:10)

Boleta firmada por el Doctor Alejandro Treviño como Director del STBM en Monterrey.La misma corresponde al Hno. Manuel Urbina, quien fuera pastor en Nuevo León y Texas.

2 Rav.NossonScherman, Ed. The Stone Bible (Brooklyn: Mesorah Publications, ltd., 1996), p. 685.

3 Rav.NossonScherman, Ed. Prophets. Vol II (Brooklyn: MesorahPublications, ltd., 2002),p. 371.

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II. Tiene un Carácter FirmeLa de David fue una vida con propósito; y usó la fuerza de su carácter para alcanzar las metas que Dios le trazó. Aquí empiezan nuestros problemas, pues en sentido coloquial, cuando hablamos de alguien con un “carácter fuerte”, hablamos de alguien colérico, de mal genio o simplemente de alguien grosero. En los hechos, tenemos dificultades para distinguir entre conceptos como “carácter”, “temperamento” y “personalidad”. Así que una breve definición nos ayudará a entender qué es un carácter firme.

Por temperamento entendemos la combinación de características emocionales con las que nacemos, y que afectan de forma subconsciente nuestra conducta. Desde la antigüedad, se hizo evidente que algunas personas son abiertas y extrovertidas, en tanto que otras tímidas e introvertidas; que algunas se entusiasman por las artes, en tanto que otras lo hacen por actividades más físicas.

Por personalidad entendemos la manifestación externa de la persona, la imagen que presentamos a los otros. Aunque con frecuencia, la personalidad es sólo una agradable fachada, una imagen que trata de esconder un carácter desagradable o débil. Tristemente, algunos pueden pasarse la vida aparentando ser las personas que creen que deben ser, en lugar de actuar como realmente son. El carácter es en contraste, nuestro verdadero yo. La Biblia habla de él como el “hombre interior” (Efesios 3:17). Con frecuencia se le denomina “alma”, el asiento de la mente, la voluntad y las emociones. El carácter es pues, la suma del temperamento natural, la educación, los valores y la experiencia. De modo que al describir a David como “héroe valiente”, “varón de guerra” y hombre “entendido en asuntos”, se lo reconocía como un hombre de carácter firme, cuando era apenas un adolescente. Obviamente, semejante descripción no significaba que David fuera ya en ese momento un guerrero consumado, pero seguramente desde antes de su entrada a la corte, David era ya una leyenda entre los pastores, y de allí pudo anticiparse al formidable

“Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sión se gocen en su Rey”. (Salmo 149:1-2)

guerrero en quien finalmente se convirtió.

Regresando al relato del profeta Samuel, David y Saúl se conocieron en un marco muy singular: en medio de una profunda crisis del rey. Los intérpretes cristianos han visto dicha crisis como un caso de influencia maligna (un caso de posesión), mientras que los judíos la entienden llanamente como un problema siquiátrico. Pero al margen de la naturaleza verdadera de su problema (emocional o espiritual), Saúl pidió un buen músico para que lo auxiliara, pero encontró mucho más de lo que buscaba; porque realmente él necesitaba mucho más que las manos o el oído musical de un artista. David era un hombre “entendido en asuntos” (expresión que RV60 traduce como “prudente en palabras”, 1 Samuel 16:18), y el reino necesitaba los servicios del mejor hombre posible, de un hombre superior en cada aspecto de su vida. Finalmente, el joven en el relato, dijo de David “el Señor está con él”. Esta no era una afirmación ociosa. En la historia de la revelación, el Señor certificaba sus promesas con el solemne voto: “Yo estaré contigo”. Más de cien veces, la Biblia afirma que Dios estaba con alguien; pero su Presencia implicaba mucho más que su mera compañía, involucraba la manifestación de su carácter, de su poder, y la garantía de la fidelidad de sus promesas.

Sin embargo, es necesario recordar que “fuerte” (heb.ìéÄçÈ: valiente) no es un calificativo exclusivo para los varones, describe también a la mujer de Dios (Proverbios 31:10); Este adjetivo implica fuerza moral y espiritual que poseen tales personas (Proverbios 31:25). De modo que un ministro conforme al corazón de Dios –incluso si es adolescente- es aquel que utiliza la fuerza de su carácter en la toma de las decisiones que glorifican a su Señor; es aquel que es firme en lo bueno; es firme en glorificar a Dios; en la honra a los padres, en la pureza moral y sexual, y en la persecución de metas que lo conviertan en un individuo útil: a Dios, a su prójimo, y a sí mismo.

4 Tim La Haye.Manual del Temperamento (Miami: Editorial UNILIT, 1987),p. 17.5 Keil&Delitzsch.Commentary on the Old Testament. Vol. II (Peabody:Hendrickson Publishers, 1996), pp. 478-479.6 Rav.NossonScherman, Ed. Prophets. Vol II (Brooklyn:Mesorah Publications, ltd., 2002),p. 371.7 Walter C. Kaiser. Hacia una Teología del Antiguo Testamento (Miami:Editorial Vida, 2000),p. 126.

“...al describir a David como “héroe valiente”, “varón de guerra” y hombre “entendido en asuntos”, se lo reconocía como un hombre de carácter firme, cuando era apenas un adolescente”.

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III. Es Comprometido con DiosDesde su aparición en la crónica bíblica, se manifestó el compromiso espiritual de David, compromiso encarnado en una profunda piedad personal. Por piedad (heb. äãÈéñÄçÂ: Salmo 86:2) entendemos, la dedicación de todo el ser al servicio de Dios; la consagración de la vida al Señor. Es una actitud cimentada en el temor reverente, que en el Nuevo Testamento implica además la unión con Cristo (1 Timoteo 3:16). El celo de David por el Dios de Israel se hizo evidente cuando e s c u c h ó a G o l i a t injuriando al ejército hebreo, por lo que preguntó indignado ¿Quién es este filisteo incircunciso, para que p r o v o q u e a l o s escuadrones del Dios viviente? (1 Samuel 16:26).

Semejante ardor se hizo evidente también, cuando el frágil pastorcillo sentenció al gigante diciéndole: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el Nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.El Señor te entregará hoy en mi mano… y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel” (1 Samuel 17:45-47). Sin embargo, sólo podremos tener una imagen precisa de David, hasta unir al temible guerrero con el humilde adorador; hasta conciliar al gran estadista con el “pobre en espíritu” (Salmo 34:6). Y seguramente de todas sus palabras, las que mejor cifran el más básico de sus impulsos son: “Mi corazón está dispuesto, cantaré y entonaré salmos, esta es mi gloria…” (Salmo 108:1).

Además, David fue reconocido también por su enorme atractivo personal. El muchacho que habló de él ante el rey, lo describió como un “varón hermoso”. Cuando Goliat lo vio venir al encuentro, lo despreció “porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer”. Posiblemente alguien se esté preguntando ¿qué tiene que ver la belleza con la consagración? Responderemos a esa pregunta enseguida. No sé si es verdad que la belleza está en los ojos de quien mira, lo cierto es que la

“Entonces, en aquel día, David comenzó a aclamar a Jehová por mano de Asaf y de sus hermanos: Alabad a Jehová, invocad su nombre, dad a conocer en los pueblos sus obras. Cantad a él, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas”. (1 Crónicas 16:7-9)

belleza, junto con la fuerza y la inteligencia (y tal vez en ese orden), son las cualidades personales más apreciadas en nuestra cultura. La belleza puede ser alabada o criticada (incluso condenada); la belleza nos resulta excitante o intimidante, pero nunca indiferente. La Biblia elogia la belleza, la pondera en muchos de sus protagonistas (de hecho, eso es lo único bueno que dice de algunos de ellos: Absalón, Adonías, la “mujer ajena” de Proverbios, etc.); más aún, la considera una

bendición divina (Job 4 2 : 1 2 - 1 5 ; S a l m o 1 4 4 : 1 2 ) . P e r o l a subordina a otra clase de b e l l eza : l a b e l l eza interior, aquella belleza que el apóstol Pedro encarece en las mujeres c r i st ianas “Vuest ro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el

interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios…” (1 Pedro 3:3-5).

En suma, un individuo talentoso siempre resultará atractivo a los ojos de los demás, siempre será foco del interés y del encanto de los otros. Por esta razón, debe aprender también a ser mayordomo de su autoimagen y de su autoestima. Es importante atender esto, porque ni el talento, ni la popularidad, ni un ministerio fructífero, abren la puerta a nadie a un estado de excepción moral. Ni las capacidades excepcionales, ni los mayores logros o los mejores frutos ministeriales, colocan a nadie por encima de los preceptos de Dios. En honor a la verdad, sucede todo lo contrario: precisamente a quien más se le da, es a quien más se le demandará (Lucas 12:48).

“...sólo podremos tener una imagen precisa de David, hasta unir al temible guerrero con el humilde adorador; hasta conciliar al gran estadista con el “pobre en espíritu” (Salmo 34:6).

Conclusión

Martín Lutero decía sobre el valor de la música en la vida cristiana: "La música gobierna al mundo, endulza las costumbres, consuela al hombre en la aflicción. Es hija del cielo. Es el más bello y el más glorioso don de Dios. Es una disciplina; es una educadora; hace a las gentes más dulces, más amables, más morales, más razonables... La Música es un maravilloso don de Dios cercano a la teología. No renunciaría a mis escasos conocimientos musicales, salvo por razones de fuerza mayor...la juventud debería ser enseñada en el arte de la Música...ya que hace a la gente más habilidosa. Ciertamente me gustaría alabar la Música con todo mi corazón, como el excelente don de Dios que es y recomendárselo a todos...".

En la esfera cristiana, el escenario donde la música alcanza su expresión suprema, es nuestra vida; la melodía de los instrumentos que más agrada al Señor, es la de nuestros cuerpos sirviendo a la justicia (Romanos 6:13); la caja de resonancia donde mejor reverberan y se difunden las notas de nuestra alabanza, es la vida misma: una vida como la de David, rendida a Dios y entregada a su servicio. Por ese motivo, cuando el Señor juzgó la rebeldía de Saúl y lo desechó, dijo también que se había buscado “un varón conforme a su corazón” (1 Samuel 13:14). Esa debe ser la meta de todo músico cristiano.

Aunque en ese momento David era apenas un adolescente, demostró que una persona conforme al corazón de Dios es aquélla que hace la voluntad de su Señor (Hechos 13:22). Obviamente no se trata de individuos perfectos, David nunca lo fue… pero será alguien que se esfuerza por llegar a serlo. Los sabios de Israel intentan explicar la grandeza de David diciendo: “La mala inclinación (heb. òøÇÎøöÆéÅ: la naturaleza caída para los cristianos) no ejerció ningún poder sobre David. David no pudo soportar esa inclinación, y la mató en su corazón”. Sin embargo, la Biblia no enseña eso (Salmo 51:5; 1 Reyes 15:4). La conformidad con el corazón de Dios no es un milagro, ni una bendición congénita… es una decisión existencial, es un compromiso de vida.

“Cantad a Jehová toda la tierra, proclamad de día en día su salvación. Cantad entre las gentes su gloria, y en todos los pueblos sus maravillas. Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza, y de ser temido sobre todos los dioses”. (1 Crónicas 16:23-25)

Tampoco es obra del azar, o un fruto de la generación espontánea; es el fruto de una relación que se renueva de día en día (Mateo 16:24).

Cuando un músico busca la conformidad con el corazón de Dios, puede entonces cantar como lo hacía el salmista “Mi corazón está dispuesto, oh Dios; cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria…” (Salmo 108:1). Puesto que el verbo que nuestra versión traduce como “dispuesto” (heb.ï åëðÈ), significa también “fijo” (más bien “fijado”), queda claro porqué el eminente predicador británico Carlos H. Spurgeon decía sobre este texto: “Las ruedas del carro giran, pero el eje no; las aspas del molino giran por el viento, pero el molino permanece inmóvil; la tierra gira alrededor de su órbita, pero su centro está fijo. Así el cristiano en medio de las circunstancias y los avatares de la vida, puede decir 'mi corazón está fijado…'. Tal como el músico afina primero su instrumento y luego lo toca, así debe el siervo de Dios trabajar primero para poner su espíritu, su corazón y sus afectos, en un estado sólido y decidido para la adoración, para luego ir a ministrar”.

8 www.lacruzdecristo.com.ar/luteroylamusica.html9 Rav.YishaiChasidah. AnsheiHatanaj (Jerusalem:Mashabim, 2003),p. 135.10 Charles H. Spurgeon. El Tesoro de David. Vol. II (Barcelona:Editorial CLIE, 2001),p. 178.

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“... donde la música alcanza su expresión suprema, es nuestra vida; la melodía de los instrumentos que más agrada al Señor, es la de nuestros cuerpos sirviendo a la justicia (Romanos 6:13)”.

Lo que cantaba Pablo: La trayectoria de Jesús

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:9-11)

trayectoria

Ésta, pues, es una trayectoria de actitudes. En medio de

estos cambios de estado, en el himno se pone de relieve

la actitud de Jesucristo. Y actitud es, por cierto, la

respuesta emocional, mental y conductual ante las

diversas situaciones o estados en la existencia: Pensar,

juzgar, creer, tener disposición. De esta manera, la

trayectoria de Jesús, se relaciona con las siguientes

acciones:

I. SOLTAR

“…quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente…” (vv. 6-7a).

Lo que dice esta línea del himno es que Cristo tuvo una

existencia en la que participó de la esencia misma de

Dios, asunto en el que insiste en la expresión paralela del

mismo v. 6: “ser igual a Dios”. Dicha existencia era

gloriosa y privilegiada. Aquí, en relación con Jesús, hay

impl icaciones de eternidad, omnipotencia,

omnisciencia, divinidad. No obstante esa posición de

gloria eterna, su acto de soltar implicó a su vez otras

tres, a saber:

A. Tuvo disposición de abandonar sus privilegios y su

gloria. No es que Jesucristo quisiera apoderarse de la

naturaleza divina o usurparla, sino que teniéndola ya

con todo su esplendor, estuvo dispuesto a renunciar a

ella. Esto es prueba irrefutable de que Cristo existió

eternamente como Dios. Él es la expresión perfecta y

absoluta de la esencia de Dios.

B. Tuvo disposición de desprenderse de su grandeza

divina respecto de la cual Pablo llama la atención de sus

lectores. Cristo pasa de una situación de ventaja a una

de desventaja; de una posición de poder a una de

debilidad y fragilidad.

C. Tuvo disposición de renunciar a su relación favorable

con su Padre y con toda la existencia que le rodeaba en la

eternidad. De una relación de apego a abandono; de

cuidado a oposición.

(1)

(2)

“...antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. (Efesios 5:18-20)

Uno de los males que más han aquejado a las comunidades cristianas a lo largo de su existencia es la falta de unidad. Los pastores y líderes se desgastan mucho por mantener a la iglesia unida y cohesionada. Y a decir verdad, aun entre los mismos líderes esto no es algo sencillo.

Por ello necesitamos entender que cuando se solicita la unidad, no se hace sólo por el mero hecho de estar “juntos”, sino porque tenemos el fundamento y ejemplo de Jesús mismo. Si nos decimos Cristo-céntricos, debemos entonces imitar a Jesús de Nazaret en todo.

Ahora bien, cuando Pablo quiere argumentar y poner las

bases de la unidad en la iglesia de Filipos, escribe estas

líneas que constituyen una de las más bellas y profundas

expresiones de todo el Nuevo Testamento (Filipenses

2:5-11). El ritmo poético del texto en el original griego, el

paralelismo antitético con que se suceden las frases y

oraciones, y el cuidado con que se han escogido las

palabras, hace pensar que se trata de un himno que se

cantaba en la iglesia primitiva aún antes de Pablo, y que

el Apóstol cita porque el contenido de las estrofas

conecta de manera muy natural con la enseñanza que él

quiere trasmitir.

Así, aunque lleno de doctrina, el propósito primordial

del himno fue tributar a Jesús honor y gloria, y la

intención con la que Pablo lo cita es para sentar las bases

de la unidad. No es su intención hablar de doctrina, sino

hacer una llamada pastoral al cultivo de una actitud

como la de Jesús, porque lo que se necesita en las

iglesias no son mejores planes, ni mejores métodos,

sino mejores actitudes. Mejor dicho, lo que se necesita

es la mejor actitud, la de Cristo.

El himno resalta los estados de Cristo: el estado eterno,

prexistente y divino, y, el estado posterior, temporal y

humano. Aquí, la majestad y la humildad del Salvador se

colocan en fuertes contrastes. Con un extremo toca la

misma gloria de Dios, y con el otro, la vergonzosa cruz

donde Jesús murió. Así se resume la historia de la

salvación, y se muestra cómo ella se relaciona con la

actitud de Cristo en toda esa trayectoria que se pinta en

el v. 5: “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo

Jesús,…”

“...la majestad y la humildad del Salvador se colocan en fuertes contrastes. Con un extremo toca la misma gloria de Dios, y con el otro, la vergonzosa cruz donde Jesús murió”.

Lo que cantaba Pablo: La trayectoria de Jesús

B. Fue con Solidaridad: “tomando la naturaleza

de siervo” (v. 7). Tomar es agarrar, coger, recibir, obtener,

conseguir, quitar, sacar. La solidaridad tiene que ver con

esto porque es apropiarse de la situación de los demás,

hacerla nuestra en el amplio sentido de la palabra. Jesús

tomó lo nuestro; se hizo uno con nosotros en el ámbito

de la caída, del debilitamiento, y de los resultados del

pecado. Simplemente como un ser humano,

exactamente igual que los hombres en muchos

aspectos: ¿Vinieron ellos al mundo por el proceso

natural del nacimiento? Él también (Lucas 2:7). ¿Fueron

ellos envueltos en pañales (cf. Ezequiel 16:4)? Él

también (Lucas 2:7). ¿Crecían ellos? Él también (Lucas

1:80). ¿Tuvieron ellos hermanos y hermanas? Él

también (Mateo 13:56). ¿Aprendieron ellos un oficio? Él

también (Marcos 6:3). ¿Sufrieron ellos hambre, sed,

cansancio, sueño? Él también (Mateo 4:2; Juan 4:6, 7;

Marcos 4:38). ¿Se entristecieron y se enojaron ellos? Él

también (Marcos 3:5). ¿Lloraron? Él también (Juan

11:35). ¿Se regocijaban? Él también. ¿Estaban ellos

destinados a morir? Él también, aunque en su caso la

muerte fue física, voluntaria y vicaria (Juan 10:11).

C. Fue con humillación voluntaria. Bastante

hemos enfatizado sobre la verdad de que nuestro Dios y

Señor Jesucristo es Dios, y a la vez Señor humilde. Así, la

encarnación para servir es el acto de humildad por

antonomasia. La humildad no es un sentimiento, es una

decisión. Las palabras que se traducen como despojarse

y humillarse están en voz activa. Se humilló es un verbo

activo, no pasivo; no es ser humillado, es humillarse uno

mismo. Jesús tomo la iniciativa de ser humilde.

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. (Colosenses 3:16)

Renunció a las riquezas que poseía, pues siendo rico se

hizo pobre, dejando a un lado todo aquello que le

colocaba en posición de superioridad. Renunció a su

gloria celestial; una posición central y única que volvió a

ocupar al resucitar y ser exaltado pero con las marcas de

su servicio sacrificial (Apocalipsis 5). Renunció a la

autonomía de su autoridad. Jesús se volvió dependiente

no sólo de su Padre Eterno, sino también de unos

jóvenes proletarios de aquellos tiempos; dependiente

de la insensibilidad de un mesonero y de la maldad de

un rey celoso; de unos discípulos inconstantes y de un

traidor. Pero a nosotros qué complicado nos resulta ser

dependientes.

¿Cómo fue posible esto y qué implicaciones tiene? Es

imposible explicar. Es enigmático. No podemos ir más

allá de esto. Nos encontramos ante un adorable

misterio, un misterio de poder, sabiduría, humildad y ¡y

amor!

II. SERVIR

“… tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo… (vv. 7, 8).

Aunque se infiere que Cristo tomó la naturaleza

humana, el texto hace primero referencia la forma de

siervo. Pasó de forma de Dios a la forma de esclavo. Pero

el desprendimiento y la renuncia tenían un objetivo:

servir.

Jesús dijo que Él no había venido para ser servido. Eso

ocurría en el cielo, y los ángeles lo hacían. Él había

venido a servir, y eso a los seres humanos. A servir a

aquellos con los que fue vulnerable, de los que

dependió y hasta lo maltrataron. Veamos algunas

características de este servicio.

A. Fue con identificación: “semejante a los

seres humanos” (v. 7). No podemos servir si no estamos

identificados; es decir, si no nos hemos hecho uno con

aquellos que servimos. Desde poner las sillas, preparar

un refrigerio, etc. No puede haber servicio sin

identificación, sin conocimiento, sin acercamiento, sin

pertenencia, sin apego, sin contacto. Jesús sirvió

genuinamente a los seres humanos porque se identificó

profundamente con ellos.

Se humilló es un verbo activo, no pasivo; no es ser humillado, es humillarse uno mismo. Jesús tomo la iniciativa de ser humilde.

“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismoamor, unánimes, sintiendo una misma cosa”. (Filipenses 2:1-2)

Todo esto es un acto de obediencia a la voluntad de Dios

a la cual Jesucristo se sometió. Esta disposición a

despojarse a sí mismo por los demás es precisamente lo

que Pablo está proponiendo paradigmáticamente como

la manera de pensar que debiera caracterizar a los

filipenses y que debe caracterizar a los cristianos de hoy.

IV. ESPERAR

“Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (vv. 9-11).

En esta segunda parte del himno el sujeto de los verbos

ya no es Cristo. A Él le tocó soltar, servir y someterse. A

Dios le tocó darle vida al resucitarlo, exaltarle cuando lo

asciende, y a entregarle todo dominio en el día final.

Pero esto, Jesús lo tuvo que esperar, y lo sigue

esperando.

El ejemplo de nuestro Señor Jesucristo es puesto ante

nosotros para parecernos a Él en su vida si deseamos el

beneficio de su muerte. Ahora, todos deben rendir

homenaje solemne al nombre de Jesús; no sólo al

sonido de la palabra, sino a su autoridad. Confesar que

Jesucristo es el Señor, es para la gloria de Dios Padre;

porque es su voluntad que todos los hombres honren al

Hijo como honran al Padre (Juan 5:23). Aquí vemos los

motivos para el amor que Jesús se niega a sí mismo y que

ninguna otra cosa podría suplir.

CONCLUSIÓN:

Los seguidores de Jesús debemos ser advertidos respecto a la necesidad que tenemos de la unidad. Nuestro aporte para la unidad es nuestra actitud; ella será crucial para que se concrete la unidad. De esta manera, del texto estudiado podemos concluir que la mejor actitud que debemos asumir es la de Cristo, soltando nuestros derechos, sirviendo con ahínco y sometiéndonos con disposición a la voluntad de Dios, aunque en ello nos vaya la vida. Cuando los cristianos cultivemos esta actitud, la unidad florecerá en nuestras iglesias que muchas veces son un desierto donde lo único que impera son la desunión y las discordias.

III. SOMETERSE

“…y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”. (v.8) Este proceso comprende tres fases:

A. Obedecer sin titubeos. Alguien que es

obediente es también sumiso, tributario. Este es otro de

los grandes retos de nuestros tiempos. A las personas no

nos gusta obedecer. Se nos hace degradante y ofensivo.

La palabra “obediencia” en los idiomas originales

implica disponerse para oír. Pero a nosotros no nos

gusta poner atención a las instrucciones. Y para

justificarnos argumentamos que no oímos, que no

entendimos o que no se nos clarificó.

B. Obedecer hasta el extremo. Nuestra

obediencia debe ser a la manera de un deporte

extremo; es decir, aunque nos exponga a la muerte.

Ciertamente, la obediencia entraña riesgos. Pero la

obediencia que demanda Jesús es precisamente así, sin

límites ni condicionantes; sin intenciones de sacar

ventaja. Nuestro problema es que muchas veces

obedecemos esperando mayor retribución. La

obediencia de Cristo le llevó a la vergonzosa cruz. Sería

bueno evaluar nuestra obediencia a la luz de su ejemplo.

C. Obedecer sin derechos. “…¡y muerte de

cruz!” (v. 8c). Para los judíos, el colgado de un madero

era maldito (Deuteronomio 21:23; Gálatas 3:13); y para

los romanos, la muerte de cruz era una muerte

degradante a la que sus ciudadanos no podían ser

condenados. Esta clase de muerte era la maldición de

los injustos, de los que se quedaban sin derechos.

Jesús se negó a todo derecho por nosotros. “La única

persona en este mundo que tenía razón para hacer valer

sus derechos, los abandonó”. Las Escrituras declaran:

“Maldito por Dios el que muere en un madero”. En

efecto, cuando pendía del madero, Satanás y todas sus

huestes le asaltaban desde abajo; los hombres lo

escarnecían a su alrededor; Dios lo cubrió desde arriba

con el manto de las tinieblas, símbolo de maldición; y

desde adentro rompía su pecho aquel amargo grito:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

(Mateo 27:46). A este infierno, el infierno del Calvario es

al que descendió Cristo. Daniel Jiménez Torija es egresado del Seminario Teológico

Bautista Mexicano, y actualmente funge como director de la

misma institución.

OPERACIÓN JESÚS Es un manual de guerra que nos lleva durante

42 días de la mano del Capitán Jesús para vencer

en la batalla de la fe. Nos presenta un plan

sencillo a través del nombre de J.E.S.Ú.S.

Júntate con Jesús todo el día

Enseña de Jesús a otros

Sigue el ejemplo de Jesús

Únete al proyecto de Jesús

Sirve en el Cuerpo de Jesús

…Y mantén en la mira de tu vida a Jesús.

Primero Dios

Presenta el mismo desafío que Jesús hizo a sus discípulos

cuando dijo: “Ninguno puede servir a dos señores… mas buscad

primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estás cosas

os serán añadidas” Mateo 6:24 y 33.

Estos devocionales han sido escritos por jóvenes que nos invitan a

establecer una intensa comunión con Dios hasta ponerlo antes que

cualquier circunstancia de nuestra vida.

La Revolución Fundamental Te ayudará a encontrar los principios y valores que te permitirán revolucionar tu vida, serás guiado a implementar estrategias del reino de Cristo que te ayudarán a cambiar tu entorno: tu familia, tu comunidad, tu iglesia y el mundo.

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