número extraordinario conmemorativo 1974-1994 || ana lydia vega y la re-escritura de la historia

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Ana Lydia Vega y la re-escritura de la historia Author(s): Elena Olazagasti-Segovia Source: Letras Femeninas, , Número Extraordinario Conmemorativo 1974-1994 (1994), pp. 123- 129 Published by: Asociacion Internacional de Literatura y Cultura Femenina Hispanica Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23022483 . Accessed: 15/06/2014 03:33 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Asociacion Internacional de Literatura y Cultura Femenina Hispanica is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Letras Femeninas. http://www.jstor.org This content downloaded from 91.229.229.111 on Sun, 15 Jun 2014 03:33:32 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Ana Lydia Vega y la re-escritura de la historiaAuthor(s): Elena Olazagasti-SegoviaSource: Letras Femeninas, , Número Extraordinario Conmemorativo 1974-1994 (1994), pp. 123-129Published by: Asociacion Internacional de Literatura y Cultura Femenina HispanicaStable URL: http://www.jstor.org/stable/23022483 .

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Ana Lydia Vega y la re-escritura de la historia

Elena Olazagasti-Segovia Vanderbilt University

Segun Linda Hutcheon, uno de los objetivos revisionistas del posmodernismo es desnaturalizar la historia, y una de sus consecuencias es cobrar conciencia de

la diferencia entre los eventos del pasado y los hechos historicos que construimos de ellos (57). A pesar de que todos los eventos son hechos historicos potenciales, no todos llegan a serlo (75), pero los que se quedan fuera, en realidad no se han

quedado fuera: los dejaron allf. No es de extrafiar que en los ultimos afios se haya dado un resurgimiento de la novela historica ni que sean en su mayoria las

mujeres las que se han dedicado a latarea de re-presentar figuras femeninas (mal) tratadas en las presentaciones tradicionales producto de una optica masculina.

Brian McHale observa que el revisionismo de la novela historica

posmodernista se manifiesta en dos formas: (1) se revisa el contenido,

reinterpretando el record historico, amenudo demistificandoy desenmascarando la versi6n ortodoxa del pasado; y (2) se transforman las convenciones y normas

de la fiction historica (90). "La historia apocrifa," como el la llama, contradice la version oficial ya sea porque complementa el record historico, al restaurar lo

que se habia perdido o suprimido, o bien porque desplaza totalmente la historia oficial. Mientras en el primero de los casos, se opera en lo que el denomina "las

areas oscuras de la historia," es decir, aquellos aspectos sobre los cuales el record

oficial no dice nada, pero se mantiene dentro de las limitaciones de "la historia," en el segundo, estas se violan abiertamente. Estas limitaciones son no contradecir

el record oficial, respetar el Weltanschauung y ofrecer un re-cuento realista (87

88). Con su ultimo libro publicado, Falsas cronicas del sur (1991), Ana Lydia

Vega nos provee un ejemplo del primer tipo de historia apocrifa.1 En ellas se

recuperan ocho sucesos que no pasaron a la historia oficial de cuatro pueblos del

litoral surefio de Puerto Rico (Arroyo, pueblo natal de la madre de la autora,

Ponce, Guayama y Patillas). El periodo historico se extiende desde la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros di'as, y aunque no se sigue estrictamente un

orden cronologico, la primera de las "falsas cronicas" se basa en los sucesos mas

antiguos y la ultima en los mas recientes. Cada cronica lleva una breve nota

introductoria que provee information sobre su marco espacio-temporal.

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En el prologo se vuelve a insistir en la contradiction del titulo, aunque invirtiendo los terminos. Esta "cronica de la falsification" (1) debe de ser la unica que no es falsa, por tratarse de la explication del volumen. Quedamos enterados del origen del libro—"la historia, la leyenda y la tradition oral de los

pueblos costeros del sur puertorriquefio"—y de los metodos utilizados para

rescatar la information—a partir de sus entrevistas con sureftos, acude a

bibliotecas publicas y archivos privados para rastrear "las obsesiones y preferencias" de sus informantes. Desde el principio, por lo tanto, se le concede

prioridad a la voz popular, algo a lo que, dicho sea de paso, la autora tiene

acostumbrados a sus lectores, como depositaria de la information que solo

despues ir£ a confrontar con la que ha pasado a los textos oficiales.

Afortunadamente para nosotros, su investigation solo consigue "confirmar la

proteica multiplicidad de 'los hechos' y la desconcertante ambigiiedad de las

perspectivas" y podemos imaginarnos lo tentadora que debe de haber resultado

para una escritora como Ana Lydia Vega esta invitation a ofrecer su version

personal.

En el presente trabajo me interesa examinar la primera de las narraciones

que componen el libro, "El baul de Miss Florence," el relato m&s extenso y

ambicioso de todos, asi como el mas subversivo. Por la nota introductoria nos

enteramos de que esta "falsa cronica" pretende explicar las tragicas muertes de

los habitantes de la hacienda "La Enriqueta" de Arroyo: el hacendado santomeflo de origen danes, Edward Lind, su esposa, Susan Walker Morse, hija del celebre Samuel Morse, y su hijo, Charles.

"La Enriqueta" es una especie de plantation tropical, mundo aparte que solo

abre sus puertas para permitirles la entrada a otros colonos que tambien habitan

mundos similares. Para usar la denomination de Jose Luis Gonzalez, se trata del

"segundo piso" que se le echa a Puerto Rico a principios del siglo XIX, como resultado de la Real C6dula de Gracias de 1815. Explica Gonzalez que el triunfo de la revolution haitiana de 1804, con la subsiguiente independencia del pais y la abolition de la esclavitud, trajo consigo la ruina de su industria azucarera.

Espana vio entonces, por una parte, la oportunidad para conquistar el mercado,

pero, por otra, la amenaza de que se repitiera en Puerto Rico lo que habia sucedido en Haiti (45-46). La Real Cedula de Gracias, en opinion de Gonzalez, "sirvio para abrir las puertas de la Isla a todo extranjero bianco capaz de aportar capitales, conocimientos tecnicos en la production de azucar, y esclavos" (46). "La Enriqueta" pertenecia a uno de esos tantos extranjeros que se beneficiaron

de esta medida, Christian Friedrich Overman (Overman 7). Edward Lind, su

cunado, fueadministradorde la hacienda desde 1841 (Overman 19)hasta 1852, cuando se convirtio en su duefio y ademas adquirio otra central azucarera

contigua, "La Concordia" (Overman 33). De todas las voces posibles, Vega escoge la de una de las institutrices del

heredero, Florence Jane, quien en el relato dice haber trabajado alii desde 1856 hasta 1859. En diciembre de 1885, por el New York Times, se entera de la muerte de su antigua patrona. La noticia es la magdalena proustiana que lleva a Florence

a releer el diario de aquellos tres aflos, guardado cuidadosamente en el baul al

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que se refiere el titulo, y a decidir regresar a la Isla, donde se entera de lo sucedido entre 1859 y 1885.

El subtftulo de la narracion, "Fragmentos para un novelon romantico," por

su evidente carga de ironia, se ocupa de adelantarnos que en esta re-presentaci6n

de aquellos aflos no hallaremos su nost&lgica idealizaci6n. Si por un lado asi' se

ubica la narracion en el peri'odo historico-literario y se captura el

Weltaunschauung, tambien se nos advierte sobre la intenci6n parodica, una de

las estrategias posmodernistas favoritas para revisar el pasado (Hutcheon 103)

y que asimismo ha distinguido a Vega.2 Ciertamente el asunto narrado es pr6digo en temas y situaciones propios de este tipo de obra. Una r&pida enumeration

dejaria el siguiente saldo: el motivo inicial—la noticia de una muerte tragica— ,1a vuelta al pasado, el exotismo del lugar, la decoraci6n de la casa sefiorial, la

melancolia de la patrona, la (desbordante) virilidad del patron, el conflicto

matrimonial y el subsiguiente triangulo amoroso, las jerarquias sociales, el

despertar de la sexualidad del hijo, los amores frustrados, el conflicto entre la

obligaci6n y la vocation, la corriente subterranea de las luchas poh'ticas, el

suicidio (no uno, sino tres) como respuesta a la frustration amorosa o al tedio

vital, la locura, la visita al cementerio, las ruinas, el fuego devorador de los

recuerdos... No falta nada de lo que podriamos esperar, y como si la presencia de estos topicos no fuera suficiente, tambien contamos con la de la protagonista

y narradora principal y el tono que le imprime a su relato. El talento mimetico

de Vega, que la hace sobresalir entre sus contemporaneos por su chispeante re

creaci6n de la lengua popular, el "plebeyismo" de que habla Jose Luis Gonzalez

(92), estd intacto y no podemos menos que admirar su re-creacion de la lengua amanerada de esta discreta heroina victoriana.

Miss Florence Jane, a la luz de su diario, se sabe uno de los sirvientes, aunque

es evidente que en ese microcosmos no es uno m&s. Despues de todo, es la

institutriz del heredero, es blanca, britanica, educada en Oxford, por lo cual

ocupa una posicion de privilegio. Observa tanto hacia arriba como hacia abajo,

pero, como es de esperar, sus simpati'as estan claramente con los de arriba, si bien

en ocasiones, con la mojigateria que tambien la caracteriza, deja constancia de

su reprobation de algunas de sus costumbres. Aunque no es ni siquiera igual a

ellos en cuanto a la posicion economica y social, se considera mas y mejor

educada. Si esa es su actitud hacia los de arriba, ya podemos estar preparados

para lo que piensa de los de abajo. Su discurso imperialista, salpicado de

comentarios despreciativos contra todo, lacomida, las costumbres, laapariencia de los lugarefios—en especial por su convivencia con los africanos—llega al

colmo por la naturalidad con que despacha ciertos asuntos. Sirva de ejemplo lo

que apunta en su diario a rafz de la llegada de un huracan: "los negros habian sido

encerrados con los animates, bajo fuertes trancas, en los dos barracones mejor

asegurados" (40). Florence es testigo, y participa gozosa, del artificioso refinamiento de la

vida de los transplantados a este paraiso tropical, quienes desde este mundo

enajenado y enajenante que se han construido se dedican al disfrute de los

excesos tropicales en la flora, la fauna, las frutas y el paisaje, hasta que la otra

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cara de la realidad tropical se cuela por medio de sus otros excesos: el calor, la

sequia, el huracan, las lluvias torrenciales, los insectos, la fiebre. Parece ser que

resulta inutil el esmero por mantenerlo todo bajo control, pues este ambiente

empecinadamente hostil lo resiste y se encarga periodicamente de recordarles su

extranjerfa. Edward Lind, tal vez por haber nacido y crecido en otra de las islas, es el unico a quien no le afectan los exabruptos tropicales, sino que, por el

contrario, lo realzan y hasta le sirven de marco adecuado a su conducta de (c)ruda

virilidad. La fragil institutriz no solo cae victima de la fiebre; tambien es presa facil

del hacendado, aunque muy discretamente, como es de esperar de una persona

de sus cualidades. La lectura de su diario le hace recordar la atraccion que supo

despertar en ella este hombre, y no tarda mucho en decidir que debe regresar a

Puerto Rico so pretexto de presentar personalmente sus condolencias. Es

evidente que abriga la esperanza de que su profesion y su "apellido [que] mas

parece un nombre" (15)—comentario del patron—,asi como el hecho de que el se llame Edward y sea el prototipo de la audacia masculina, no sean lo unico en comun con Jane Eyre para que el final de su historia personal sea tambien el mismo. No en balde Florence dice que encuentra "refrescante" (27) la lectura de

Charlotte Bronte, quien, es bueno recordar, habia muerto recientemente, en

1855. No nos sorprende que para su regreso a "La Enriqueta" prefiera llevar un

vestido de seda rosada "con un corte mas favorecedor" (65) en lugar del gris que

habia llevado durante el viaje. La vision de la hacienda en ruinas tambien se acomodaria a ese libreto que parece guiarla, si no fuera porque alii no queda nada

ni nadie, con la excepcion de la criada principal, quien le informa, entre otras

cosas, del suicidio de Charlie. Cuando Florence acude al cementerio a visitar la tumba de su antiguo discipulo, tambien encuentra, sin aviso previo y para su total

desolacion, la tumba del patron. Ya nada la detiene alii.

Miss Florence, tan prolija al registrar con pormenores la vida diaria en "La

Enriqueta," en lo que se refiere a la incorporation de sucesos de indole politica se muestra parca, cuando no desinteresada y hasta asustada. Muy de pasada

apenas se mencionan los levantamientos de esclavos africanos en las Antillas

Francesas, en el piano internacional, la insurrection de los esclavos de otra de

las plantaciones y la fuga de varios de los de "La Enriqueta," en el local. Seran

"eventos," para seguir a Hutcheon, pero ninguno alcanza la categoria de "hecho" en el diario de Florence. Y es que la hacienda es un mundo hermetico—ella misma se refiere en una ocasion al "circulo magico de sus jardines" (33)—y sus habitantes viven comodamente en 61, protegidos como dentro de una redoma.

Por eso, cuando el joven doctor Rene Fouchard se muestra atraido por Florence

pero ella intuye que el esta involucrado en la causa antiesclavista, esto es motivo

suficiente para que ella muy diplomaticamente lo rehuya. Florence prefiere no

contaminarse "con un comportamiento que amenaza no solo mi position sino la

de mis protectores" (33). La asepsia que en Florence es voluntaria, en el caso del heredero de la

hacienda es obligatoria. Su primer amor frustrado lo es precisamente por tratarse de una criolla, hija de un pequefio comerciante. La negativa de Lind no tiene

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grandes consecuencias para su hijo entonces porque coincide con la ida de este

para estudiar en el extranjero. La chica, en cambio, se suicida. Cuando Charlie

vuelva a enamorarse, y esta vez peor, dadas las circunstancias, pues es de una

mulata, la frustracion desembocara en el suicidio de el.

Sin embargo, Charlie solo parece llegar a cobrar conciencia de la enajenacion de su crianza cuando se encuentra en Paris estudiando pintura y en ocasion de

una visita al taller de un artista no identificado por su nombre—solo se dice que su "especialidad son las frutas y legumbres tropicales" (62)—pero que unicamente

puede ser Francisco Oiler (1833-1917).3 El amigo frances que lo lleva a

conocerlo comenta: "Tengo entendido que es portorriqueno, como tu." La

reacci6n de Charlie no puede ser mis reveladora. En una carta a su antigua

institutriz confiesa lo siguiente:

s61o mi temor a ofenderlo me impidio echarmele a rei'r en la cara.

^Portorriqueflo? i,Que cosa significa ese novel epiteto cuyo sonido jamas

captaron mis oi'dos mientras vivi en Arroyo? Una afinidad geografica no es

ciertamente razon suficiente como para extender tan a la ligera un gentilicio.

Y menos aun cuando los padres de uno se han comportado siempre como si

"La Enriqueta" fuese el centro deslocalizado de un universo eternamente

ajeno. (62)

No menos tragica y mas enigmatica es la figura de Susan Morse. Huerfana

de madre a temprana edad y practicamente abandonada por el padre, en su

matrimonio con Lind no encuentra mayor compania. Su marido esta tan ausente

de lacasacomo lo estuvo su padre, aunque no siempre por asuntos profesionales.

Ella se limita fielmente a cumplir el papel que le corresponde como esposa del hacendado supervisando las tareas domesticas asignadas a los sirvientes y

tolerando los frecuentes arranques de violenciay malgenio del marido, asi como

sus no menos frecuentes amorios con las criadas. Su desgano vital se ve

interrumpido brevemente por la llegada de alguna amiga y alguna que otra

funcion social, y muy especialmente por la visita del padre. Pero ese estado de

euforia s61o sirve para que, una vez desaparecido su motivo, se haga mas notoria

su soledad.

Las largas temporadas que pasa en casa de su padre en Nueva York le sirven,

en sus palabras, "para remediar el dafio causado a los pulmones y la sangre por

los rigores del tropico" (7), adem&s de que allf puede llevar la vida cultural que la entusiasma y que no le es accesible en su "exilio antillano" (11). A su regreso de uno de esos viajes afirma: "Una va perdiendo la sensibilidad a fuerza de no

ver mas que negros y cafia" (34). Aunque en su biblioteca cuenta, segun Florence, con "una impresionante coleccion de literatura francesa y britanica" (21), entre

cuyos libros figuran uno de Mary Wollstonecraft y otro de Margaret Fuller,

ambas defensoras reconocidas de los derechos de las mujeres, especialmente de

la educacion y la igualdad, en ningun momento demuestra haber asimilado esas

lecturas. A raiz de la muerte del hijo, pierde la raz6n y es poco mas que un

fantasma. Marginada mas que nunca por el marido, a la muerte de este y en la

ruina total, regresa a Nueva York pero en el trayecto desaparece en altamar.

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Como seflalaba Vega en la nota introductoria, el atractivo de un mundo

saldado y envuelto en el misterio provoca su re-creacion, para lo cual es evidente

que la autora se mueve dentro de los h'mites del record oficial, como recomendaba

McHale. Ademas de la noticia del New York Times (8 diciembre) con la que se da inicio al relato, asi como el correspondiente obituario (9 diciembre), se puede trazar la procedencia de la informacion "historica"—principalmente todo lo relacionado con la description de "La Enriqueta," la visita de Samuel Morse y su posterior estadia en Paris, el suicidio de Charlie, la caracterizacion de Susan

y sus ultimos aflos en la hacienda—por lo menos hasta dos libros sobre Samuel Morse y una historia de la hacienda. Cuando en varias ocasiones se copia textualmente, se usan comillas o se le atribuye la informacion a algtin personaje.

En esta re-presentacion desde adentro, por medio de uno de los suyos, se

transparenta una denuncia de su corrupci6n, su oquedad, su decadencia y desaparici6n final. No por accidente, la organization del libro en tres partes (Miss Florence recibe la noticia y reacciona releyendo el diario; el regreso a Puerto Rico; el regreso de Puerto Rico) describe una estructura circular que

insiste en esta caracterizacion. Si se le ha olvidado es porque no merece ser

recordado. Tras la recuperation del tiempo perdido tenemos que concluir que

cualquiertiempo pasado no fue mejor. Su re-creacion devuelve burlonamente el mismo desprecio que los colonizadores sentian por la colonia. La abolition de la esclavitud, proceso historico que no fue evitado por subterfugios como la Cedula de 1815 sino s61o aplazado, es el golpe de gracia que sella la ruina del sefior de "La Enriqueta." Como si las deudas que tenia, a pesar de todo el dinero

que su suegro le habia prestado, y los inconvenientes que le estaba causando el

gobierno fueran poco, el tener que pagarles a los que antes trabajaban sin paga fue el colmo (70). Asi, ir6nicamente, la desaparicion de esta familia coincide con una de las manifestaciones del recien nacido sentimiento nacionalista de las

postrimerias del siglo, en efecto uno de sus mas preciados logros, aunque de

ningun interes para Florence, y se convierte en metafora del fracaso de la

operation colonialista. Quedan, claro est&, recordatorios aunque de dudosa

indole: las ruinas de la hacienda, las tumbas en el cementerio, una calle de

Arroyo, pueblo mulato, que lleva el nombre de Samuel Morse, "quien nunca brillo por su abolicionismo" (2), los ojos verdes del mulato Andres. El baul de Miss Florence, sin embargo, se quedara tan vacio como el mundo que su duefta habito porque a su regreso de la Isla la desengafiada institutriz quema todo lo que tan cuidadosamente habia guardado en 61 por veintisiete aflos.

NOTAS

1 No es la primera vez que Vega muestra interes por algun asunto de caracter

hist6rico. Ya en el cuento "Sobre tumbas y heroes," que forma parte de su libro Pasion

de historia (1987), habi'a tratado el temade larevolucion nacionalista del Grito de Lares.

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Olazagasti-Segovia

2 Nuevamente es necesario recordar el cuento "Sobre tumbas y heroes" citado

anteriormente, porque tarn bi en lleva un subti'tulo que delata la intencionada parodia

literaria: "Folletin de caballeria boricua." 3 En 1850 el pintor bayamones se traslad6 a Madrid, donde permanecio hasta 1857

cuando viajo a Paris. Alii se hizo amigo de Pissarro y Cezanne, y se destaco por su

predileccion por los bodegones. Para un examen del motivo de la naturaleza muerta

vease el ensayo de M. Benitez.

OBRAS CITADAS

"Death of Prof. Morse's Daughter." New York Times 9 Dec. 1885: 8.

"Probably a Suicide." New York Times 8 Dec. 1885: 1.

Benitez, Marimar. "Francisco Oiler Tropical Still Life." Latin American Art 4.3 (Fall

1992): 57-59.

Gonzalez, Jose Luis. "El pais de cuatro pisos." El pais de cuatro pisosy otros ensayos.

7a ed. Rio Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracan, 1989. 11-42.

. "Plebeyismo y arte en el Puerto Rico de hoy." El pais de cuatro pisosy otros

ensayos. 7a ed. Rio Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracan, 1989. 85-97.

Hutcheon, Linda. The Politics of Postmodernism. London and New York: Routledge,

1989.

Mabee, Carleton. The American Leonardo. A Life of Samuel F. B. Morse. New York:

Alfred A. Knopf, 1943.McHale, Brian. Postmodernist Fiction. New York and

London: Methuen, 1987.

Morse, Edward Lind, ed. Samuel F. B. Morse; His Letters and Journals. 2 vols. Boston

and New York: Houghton Mifflin Co., 1914.

Overman, C. T. A Family Plantation. The History of the Puerto Rican Hacienda "La

Enriqueta." Victoria, British Columbia, Canada: C.T. Overman, 1975.

Vega, Ana Lydia. "El baul de Miss Florence: Fragmentos para un novelon romantico."

Falsas cronicas del sur. Rio Piedras, Puerto Rico: Editorial de la U de Puerto

Rico, 1991. 2-84.

. "Sobre tumbas y heroes (Folletin de caballeria boricua)." Pasion de historia.

Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 1987. 101-45.

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