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Nueva historia general de Panamá Calvo Alfredo DIRECTOR Castillero VOLUMEN ,7OMO 1 OR DIRECT DIRECT

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  • Nueva historiageneral de Panamá

    CalvoAlfredo

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    Castillero

    VOLUMEN OMO 1

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  • Nueva historiaNueva historiageneral de Panamágeneral de Panamá

    VOLUMEN I • TOMO 1

  • CCalvoalvoAlfredo

    DIR

    ECTO

    R

    Castillero

    Nueva historiaNueva historiageneral de Panamágeneral de Panamá

    VVOLUMENOLUMEN I • T I • TOMOOMO 1 1

    LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS • EL ORDEN COLONIAL

  • ISBN 978-9962-706-60-1 (obra completa)ISBN 978-9962-706-61-8 (volumen I, tomo 1)

    Castillero Calvo, Alfredo (director y editor). Nueva historia general de Panamá. Seis tomos.Comisión 500 Años de Fundación de la Ciudad de Panamá, Phoenix Design Aid A/S,Dinamarca-Panamá, 2019.

    Primera edición: Castillero Calvo, Alfredo (director y editor). Historia general de Panamá.Cinco tomos. Comité Nacional del Centenario, Editorial D’vinni Impresores, Bogotá-Pa-namá, 2004.

    © Las ideas, opiniones y la presentación de los datos que aparecen en esta obra son res-ponsabilidad de los autores y constituyen su propia propiedad intelectual. Se reservantodos los derechos.

    Ni la totalidad ni parte de esta obra puede reproducirse por ningún procedimiento elec-trónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacena-miento de información y sistema de recuperación, sin autorización expresa de sus autores,de acuerdo a lo que establecen las leyes de la República de Panamá.

    Ilustración de cubierta delantera:Grabado que representa la toma de posesión del Mar del Sur por Balboa. Colección Vicente

    Ilustración de guardas:Vista de la ciudad de Panamá desde playa Prieta, por J. Cardero, dibujante de la expediciónMalaspina, c 1790. Museo de América, Madrid.

    Edición y diagramación:Editora Novo Art, S.A.www.editoranovoart.comPedro Antonio Argudo, concepto gráfico, diagramación y cubiertas.Montserrat de Adames, edición de textos y estilo.

    Impreso por Phoenix Design Aid A/S, una empresa CO2 neutral acreditada en los camposde calidad (ISO 9001), medio ambiente (ISO14001) y responsabilidad social corporativa(DS49001); proveedora aprobada de productos certificados FSC™. Impreso en papel re-ciclable, ecológico sin cloro y con tintas vegetales.

    Esta obra forma parte de la Biblioteca 500, iniciativa de la Comisión 500 años de Fundaciónde la Ciudad de Panamá (1519-2019) de la Alcaldía de Panamá. La Comisión 500 añoscuenta con el apoyo estratégico, logístico y administrativo del Programa de las NacionesUnidas para el Desarrollo (PNUD). Sitio web: www.ciudadpanama500.org

  • Agradecimientos especiales

    Junta Directiva, Comisión 500 Años deFundación de la Ciudad de Panamá

    José I. Blandón, Alcaldía de Panamá. Presidente

    Xiomara Pérez, Ministerio de Relaciones Exteriores. Vicepresidenta

    Isabel Velarde, Autoridad del Turismo de Panamá. Secretaria

    Eda Ruth Soto, Autoridad del Canal de Panamá. Tesorera

    Alexandra Schjelderup, Alcaldía de Panamá. Subsecretaria

    Priscilla Vásquez, Instituto Nacional de Cultura. Subtesorera

    Petra Serracín de Franco, Ministerio de Educación. Vocal

    Tomás Mendizabal, Asociación de Antropología e Historia de Panamá. Vocal

    Equipo de trabajo, Panamá 500,Alcaldía de Panamá

    Alexandra Schjelderup, directora de Cultura

    Mariel García Spooner, subdirectora de Cultura

    Víctor Saucedo, jefe de Protocolo

    Jairo Morán, oficial de Protocolo

    Yerasmy Fuentes, coordinadora de Relaciones Públicas

    María Gabriela Samudio, apoyo de movilización de recursos

    Nelly Bryant, Secretaría General

    Dayana Echeverría, Secretaría General

  • Programa de las Naciones Unidaspara el Desarrollo

    Linda Maguire, representante residentePatricia Pérez, oficial de programa

    Annie Ramos, asociada de programaGiovanny Moreno, asistente de programa

    Equipo coordinador, Comisión 500 Años de la Ciudad

    Mónica J. Mora, coordinadoraJonathan Hernández, coordinador Museo de la Ciudad

    Mónica Alvarado, coordinadora de comunicacionesTeresa Williams, asistente de proyectoYessica Moreno, asistente de proyecto

    Ruth Betancourt, productoraJuan Antonio Tarté, diseñador gráfico

    Laura Díaz, administración de redes socialesJairo Coumelis, fotógrafo

    Comité de Producción de Conocimiento

    Alex Nieto Montilla†

    Aminta Núñez†

    Francisco HerreraGraciela de Podest

    Josefina ZuritaKatti Osorio

    Manuel RiveraMarcela CamargoMiriam Miranda

    Tomás Mendizabal

  • Índice

    Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    Prefacio a la Nueva historia general de Panamá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    Reseña bibliográfica de la Historia general de Panamá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13Allan J. Kuethe

    Reseña bibliográfica de la Historia general de Panamá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19Pamela S. Murray

    Introducción general a la primera edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

    PRIMERA PARTE

    Las sociedades originarias

    Capítulo I Panamá prehispánico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39Richard G. Cooke, Luis A. Sánchez H., Nicole Smith-Guzmán y Alexandra Lara-Kraudy

    Capítulo II Panamá indígena: 1501-1550 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115Richard G. Cooke y Luis A. Sánchez H.

    SEGuNDA PARTE

    El orden colonial

    Capítulo I Los primeros europeos. El descubrimientodel Istmo: de Bastidas a Balboa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163Alfredo Castillero Calvo

  • Capítulo II Conquista y fundación de las primerasciudades: 1514-1526 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo III Reorganización económica y políticadel espacio: 1519-1597 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo IV Conquista y colonización de Veragua:siglos XVI-XVII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo V Orígenes de la alimentación colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo VI El Cabildo y la lucha por el poder: 1508-1821 . . . . . . . . . . . . . . . . . 337Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo VII La Audiencia de Tierra Firme . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo VIII Venalidad de los cargos públicos y nacimientode la primera oligarquía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo IX Estructuras demográficas y mestizaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo X Color y movilidad social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 475Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo XI La experiencia misional: siglos XVI-XVIII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo XII Las ferias del trópico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 545Alfredo Castillero Calvo

  • PRESENTACIóNA LA

    Nueva historia general de Panamá

    José Isabel Blandón FigueroaPresidente, Junta Directiva

    Comisión 500 Años de Fundación de la Ciudad de PanamáAlcalde del Distrito de Panamá

    Para la Comisión de los 500 Años de Fundación de la Ciudad de Panamá,la Alcaldía de Panamá y el Programa de Naciones unidas para el Desarrollo,constituye un enorme orgullo que la segunda edición actualizada de la HistoriaGeneral de Panamá, forme parte de la Colección Biblioteca 500, uno de los pro-gramas pensados y ejecutados para rendirle homenaje a la primera ciudad fun-dada por los conquistadores españoles, en el litoral Pacífico del continenteamericano.

    La primera edición de esta monumental obra se publicó en 2004, para con-memorar el Centenario de la República, y teniendo como promotor, editor, co-ordinador y por supuesto, principal escritor, al más destacado historiadorcontemporáneo de Panamá, el doctor Alfredo Castillero Calvo.

    En aquella ocasión, la publicación se convirtió en un hito sin precedentesen la bibliografía nacional, por tratarse de un abarcador recorrido por la histo-ria del Istmo, desde los tiempos previos a la llegada de los españoles, las lucesy sombras de la Conquista, la azarosa época de unión a Colombia y, por su-puesto, los avatares de nuestra historia republicana, así como la evolución desus instituciones.

    La obra, que en su segunda edición incluye tres volúmenes en seis tomos,incorpora los cambios ocurridos durante los catorce años transcurridos desdeque viera la luz por primera vez.

    Además, como en su versión original, la obra cuenta con la participación deuna pléyade de autores, especialistas en diversas áreas, que hacen de la Nuevahistoria general de Panamá, una obra coral de gran riqueza.

  • 10 X Presentación

    La celebración de los 500 años de fundación de la ciudad de Panamá se hadesarrollado en base a cuatro ejes temáticos: Panamá histórico, Panamá di-versa, Panamá solidaria y Panamá posible. Son ejes que han hecho posible elenriquecedor camino, que ha permitido recuperar y reconocer la ciudad comoun escenario singular para la participación ciudadana, el abrazo solidario, oel reconocimiento del otro como parte de ese todo diverso que nos caracteriza.

    La Nueva historia general de Panamá, enmarcada en el eje Panamá históricode la celebración, enriquece la colección editorial Biblioteca 500, y constituye unverdadero orgullo para todos los que formamos parte de la histórica fiesta.

  • PREFACIOA LA

    Nueva historia general de Panamá

    Alfredo Castillero CalvoDirector de la Nueva historia general de Panamá

    Cada libro tiene su propia historia. La primera edición de la Historia generalde Panamá, publicada el año 2004, tiene la suya y los que la conocen recordaránlos inquietantes avatares que padeció, desde su concepción hasta que salió a laluz pública. Aquella se hizo para conmemorar el primer centenario de nuestraindependencia de Colombia, por lo que debía aparecer el año anterior, peroluego de superar angustiosas dificultades finalmente vio la luz y su impacto sehizo sentir de inmediato. Esta nueva edición está dedicada también a conme-morar otro gran hito de nuestra historia: 500 años de fundación de la ciudad dePanamá.

    Aquella primera edición no circuló como correspondía y pronto quedó fueradel alcance del público, convirtiéndose en una de las obras de historia más bus-cadas en el medio académico. Así y todo no pocos especialistas tuvieron accesoa ella, aclamándola sin reservas con entusiasmo. Prueba de ello son las elogiosasreseñas que se publicaron en revistas académicas de los Estados unidos, comola de la profesora Pamela S. Murray, de la universidad de Alabama, en Birming-ham, y la del gran historiador americanista Allan J. Kuethe, profesor emérito dela Texas Tech university y que se incluyen a continuación de este prefacio.

    Dos retos fundamentales debíamos enfrentar para iniciar esta nueva edición.Por una parte, mejorar su presentación, ya que uno de los mayores inconvenien-tes de la primera era el tamaño de las fuentes utilizadas, demasiado pequeñas eincómodas para la lectura. Por otro, la necesidad de actualizar los textos que asílo requiriesen. En buena medida era hacer una obra nueva, ya que luego detranscurridos tres lustros, los conocimientos en materia historiográfica habíanhecho importantes avances, con nuevas y reveladoras aportaciones que no po-dían ignorarse, para no mencionar aquellos capítulos que trataban de temas de

  • 12 X Prefacio

    política, instituciones, economía y otros aspectos contemporáneos que necesa-riamente debían ser puestos al día. Así se hizo en un buen número de capítulos,aunque otros se reproducen tal como aparecen en la primera edición; estos últi-mos, sea porque sus autores lamentablemente ya no están con nosotros, o bienporque no consideraron necesario actualizarlos. El resultado ha sido una obravirtualmente nueva, con enriquecedores contenidos y editada de forma muchomás decorosa que la anterior. Gracias a tales mejoras de contenido y presentaciónesta nueva edición es más extensa y de los cinco tomos originales ha aumentadoa seis con un formato mayor.

    Mi lista de agradecimientos es larga, pero me limitaré a lo esencial. En pri-mer lugar, debo agradecer al alcalde y presidente de la Comisión 500 años deFundación de Ciudad de Panamá, José I. Blandón, quien acogió cálidamente mipropuesta para reeditar y actualizar la Historia general de Panamá, a la vicealcal-desa Raisa Banfield y a los demás miembros de la Comisión, y muy particular-mente al arqueólogo Tomás Mendizábal, que me consta le puso mucho empeñoa este proyecto desde sus inicios.

    Un redoblado agradecimiento se merecen, desde luego, los coautores, enespecial mi colaborador de tantos proyectos, Fernando Aparicio, y aquellos quese esmeraron por actualizar sus trabajos. Un agradecimiento aparte debo dedi-carle a mi admirado amigo Richard Cooke quien, pese a su delicado estado desalud, y realizando un gran esfuerzo, entregó su aportación actualizada atiempo. Aquí debo dedicarle también un reconocimiento especial a Montserratde Adames y a Pedro A. Argudo, quienes realizaron una formidable tarea edi-torial, con el rigor y el buen gusto que amerita una obra tan exigente como esta.Huelga decir que sin todos ellos esta obra habría sido imposible.

    Para mí ha sido un gran honor y motivo de alegría ver de nuevo publicadaesta obra con sus correcciones y añadidos por lo que me pareció oportuno, ade-más de justo, rebautizarla como Nueva historia general de Panamá.

  • RESEñA BIBLIOGRáFICADE LA

    Historia general de Panamá1

    Allan J. Kuethe,profesor emérito de la Texas Tech University

    El Comité Nacional del Centenario de la República comisionó esta ambi-ciosa publicación en celebración del primer Centenario de la Independencia dePanamá. Con la colaboración de 38 autores en 90 capítulos, la obra comprendedesde la época prehispánica hasta el presente. El decano de los historiadores pa-nameños, Alfredo Castillero Calvo, de la universidad de Panamá, organizó yeditó la obra. La Historia general procura documentar la emergencia de la nacio-nalidad panameña, primero durante su temprana germinación como una sub-cultura única en la encrucijada del Imperio español en América, luego tratandode afirmar su identidad mientras luchaba por su autonomía cuando era partede Colombia, y finalmente bajo el sofocante tutelaje de los Estados unidos, hastaalcanzar su genuina independencia. Los tres volúmenes están divididos en cincotomos: el primer volumen, dedicado al período colonial, se divide en dos partes;el segundo, al siglo XIX, en solo uno; y el tercero y último, dedicado al siglo XX,en dos tomos. Impreso en forma atractiva, el libro abunda en grabados, fotogra-fías, mapas y cuadros estadísticos.

    El volumen I contiene 35 capítulos. Los primeros dos están dedicados al pe-ríodo prehispánico, escritos por Richard Cooke y Luis Alberto Sánchez. Casti-llero Calvo –reconocida autoridad del Panamá colonial– redactó 31 de losrestantes 33. Culminación de una vida de trabajo, algunos de los capítulos deCastillero actualizan sus publicaciones anteriores, mientras que otros los escribióexpresamente para esta obra. Soberbiamente elaborados, todos ellos están basa-dos en exhaustivas investigaciones en archivos españoles y colombianos. Este

    1 Publicada en la revista Hispanic American Historical Review, febrero de 2006, y en su versión al castellano en la revistaTareas, número 123, Panamá, mayo-agosto de 2006.

  • 14 X Reseña bibliográfica

    volumen está repleto de dimensiones hasta ahora desconocidas de la historiapanameña y, en un sentido amplio, aporta importantes interioridades sobre laexperiencia colonial hispanoamericana.

    De interés especial para el lector general son los capítulos sobre el comerciocolonial, un tema en el cual Castillero ha desarrollado especial dominio. Él ana-liza el funcionamiento del sistema de galeones, desde la producción de plata enPotosí hasta su llegada a España. Al hacerlo, avanza más allá de las formalidadesinstitucionales, para examinar las condiciones físicas que afectaban la navega-ción, el carácter de los mismos mercaderes, y asuntos referentes a la infraestruc-tura. Especial énfasis le dedica, por supuesto, a la fase transístmica del proceso.Castillero demuestra que mientras la plata iba de Panamá a Portobelo relativa-mente rápido, la mercancía viajaba lentamente en la dirección opuesta, primerosiguiendo la costa y luego por el río Chagres hasta Cruces. Se completaba el úl-timo tramo hasta el Pacífico a lomo de mula. Mercaderes y cargadores perma-necían hasta ocho meses en el Istmo antes de regresar al Perú. Las ferias deNombre de Dios/Portobelo eran así solo un capítulo de un tedioso y complicadoproceso. Muchas ferias se celebraban en abril y mayo, no cuando la política reallo prescribía. Finalmente, Castillero aporta una detallada descripción del com-plejo sistema fiscal aplicado al comercio transístmico.

    Igualmente impresionante es la descripción que hace Castillero de la élitecolonial, que ejercía un papel prominente en el manejo del comercio transístmico.Mediante una reconstrucción prosopográfica, él documenta las redes del poderestablecida durante generaciones, las estrategias matrimoniales comprendidas,y cómo se involucraba en este proceso el acceder a un cargo público. La oligar-quía apareció muy temprano, surgiendo entre colonos sevillanos entre 1530 y1560. Mientras desplegaba tempranas inclinaciones capitalistas, a la vez exhibíapersistentes valores feudales. Cuando los oficios vendibles y renunciables se tor-naron accesibles, las familias de la élite consiguieron estabilizar sus posicionesmediante la adquisición de cargos en la administración real. un capítulo sobreel Cabildo documenta sus funciones como un instrumento del control local,mientras que otro sobre la Audiencia, muestra cómo la aristocracia panameñallegó a dominar a los agentes de la autoridad real. Mediante el matrimonio, laélite incorporaba en sus familias a los españoles que llegaban para asumir posi-ciones administrativas y cargos militares o para dedicarse al comercio, un pro-ceso que se mantuvo a lo largo del período colonial y que de alguna manera halogrado persistir hasta los tiempos actuales.

    Castillero argumenta que las élites panameñas se caracterizaban por unadiversidad de intereses, dedicándose no solo el comercio transístmico y los ofi-cios públicos o eclesiásticos, sino también a empresas tales como el transporte,las rentas urbanas, la minería, la ganadería, y aun la pesquería de perlas. A me-dida que avanzaba el siglo XVII y un creciente flujo de plata del Perú pasaba alo largo de la ruta transístmica con destino a Europa, los comerciantes locales

  • Nueva historia general de Panamá X 15

    manejaban por sí mismos alrededor del 10% de los negocios durante las feriasde Portobelo. Más aún, Castillero documenta un comercio con Oriente hastaahora desconocido, en el que los panameños intercambiaban perlas por seda yporcelana. En efecto, en un capítulo sobre la vida cotidiana, él muestra (básica-mente utilizando testamentos) que una cultura material extraordinariamenterica se desarrolló en la ruta transístmica.

    una extensa y compleja sucesión de acontecimientos adversos, acompaña-dos de desastres naturales, convergieron a mediados del siglo XVII para produ-cir una intensa crisis que duraría décadas, lo que provocó una progresivadecadencia de la economía panameña. La caída de la producción de oro y platay el colapso del sistema de galeones; la interrupción del comercio esclavista trasla ruptura de Portugal con Madrid; hambrunas, epidemias y naufragios, todoello exacerbado por asaltos piráticos (incluyendo la destrucción de la ciudad dePanamá por Morgan en 1671), condujeron al colapso económico y al descensode la población. Castillero profundiza en esta coyuntura para analizar la super-vivencia de conductas de la vieja elite y el carácter de un decadente sistemacolonial.

    Con la pérdida de regularidad de los galeones durante el temprano sigloXVIII y su interrupción después de 1739, los ingresos de Panamá empezaron adepender más y más de los subsidios militares procedentes del Perú, que data-ban desde 1663. Tres capítulos analizan el régimen castrense y las dotacionesmilitares, las fortificaciones y el financiamiento de las defensas. Otro se refiere adiversos aspectos de las reformas borbónicas, especialmente el referente a la de-cisiva contribución al tesoro colonial procedente del monopolio del tabaco. Lasdiferentes manifestaciones de la trata esclavista y el contrabando, eran tambiénotras áreas de la actividad económica de Panamá, pero Castillero muestra quelos esfuerzos creativos que se intentaron en la segunda mitad del siglo para im-pulsar la economía con un nuevo producto motor, básicamente fracasaron.

    Castillero ha realizado una contribución particularmente notable durantesu carrera al estudiar el rol de las ciudades como el instrumento básico para laorganización del espacio panameño, y aquí ofrece una síntesis de sus trabajos.Es sugerente su argumento de que los planificadores de la nueva ciudad de Pa-namá (construida en un sitio nuevo tras el brutal saqueo y destrucción de Pa-namá la Vieja por Henry Morgan), limitaron el tamaño de la ciudad a solo 300solares para asegurarse de que solo los blancos pudieran residir dentro de susmurallas. Los demás pobladores fueron forzados a vivir en extramuros en unasolución que, Castillero sugiere, bien pudiera ser único en la América española.Considerable atención dedica también a las características arquitectónicas de losedificios civiles y religiosos.

    En otros capítulos Castillero analiza la disminución de la población indígenadurante la conquista, la temprana desaparición de le encomienda indígena, elproceso del mestizaje y el sistema esclavista. Dedica un extenso capítulo a la

  • 16 X Reseña bibliográfica

    conquista de Veragua, cuyos duques eran descendientes de Colón, dando a luznueva información sobre la incorporación de ese vital distrito occidental a losdominios reales. La Iglesia, sus múltiples personalidades, y sus diversas funcio-nes, reciben especial tratamiento. Dos capítulos tratan las características de ladieta panameña; donde, según argumenta Castillero, los gustos españoles per-sistieron entre las élites hasta bien avanzado el siglo XVIII, cuando finalmentelas contribuciones nativas como el maíz y los plátanos ganaron creciente acep-tación. Esto ocurrió en un momento en que, según muestra su análisis de losprecios, una economía deprimida redujo las opciones culinarias. Abundante, yrelativamente barata, la carne de res completaba la dieta panameña.

    Angeles Ramos Baquero le añade a los textos relativos al período colonialdos excelentes capítulos. uno documenta la nutrida importación de esculturasy pinturas, así como su producción por artistas locales (muy poca de la cual,desafortunadamente, ha sobrevivido). El otro trata el tema de los plateros colo-niales. Plata procedente del Alto Perú con destino a España por supuesto quepermanecía en manos panameñas. Recurriendo a la prosopografía, Ramos Ba-quero logra reunir más de cien biografías de estos plateros y resalta su promi-nente aunque aún desconocida contribución a la cultura material panameña.

    El volumen II consta de 20 capítulos dedicados al siglo XIX y al períodohasta la declaración de independencia de Panamá de Colombia el 3 de noviem-bre de 1903. Cubre una amplia gama de tópicos, aunque no tan extensa como elperíodo colonial o el siglo XX. Este volumen se enfoca en las realidades políticas(especialmente las que se refieren a las difíciles relaciones entre Panamá y Bo-gotá), al desarrollo económico (particularmente el resurgimiento de la funcióntransístmica de Panamá), la planificación para la construcción del Canal y la sub-siguiente experiencia francesa. Castillero Calvo escribió tres de los capítulos deeste volumen, dos relativos a la economía a inicios del siglo XIX y otro en el cualpropone una reinterpretación del movimiento independentista panameño de1821. Además, fue el coautor, junto a Michael Conniff, de otro capítulo sobre laplanificación del Canal. una diversidad de temas ocupa el resto del volumen,incluyendo el cambio ambiental, la literatura del siglo XIX y la vida urbana du-rante la década de 1880.

    El volumen abre con una verdadera sorpresa. Durante la alianza británica,que siguió a la invasión francesa a España durante las subsecuentes guerras deindependencia, Panamá recuperó su posición anterior como encrucijada comer-cial. La mayoría de la plata que salía del Alto Perú y Nueva España, argumentaCastillero, abandonó las rutas tradicionales de Veracruz y Buenos Aires, y en sulugar pasó a través de Panamá en su vía a Jamaica para pagar por los productosingleses. La población de la ciudad de Panamá, que había permanecido estan-cada en unos 7,000 a 8,000 mil habitantes, se expandió, alcanzando cerca de11,000 personas para 1822. Este crecimiento demográfico fue acompañado de unresurgimiento de la élite histórica. En el segundo capítulo, Castillero primero

  • Nueva historia general de Panamá X 17

    relaciona estos eventos favorables con la fidelidad hacia España que Panamámostró inicialmente, pero muestra cómo las nuevas realidades socioeconómicas,que aparecieron tanto en la capital como en el interior del país después de 1818,abrieron las puertas a una eventual ruptura, aunque bajo el tutelaje colombiano.Luego de estos sucesos, Panamá volvió a experimentar un período de parálisisy decadencia económica que se extendió hasta el descubrimiento de las minasde oro en California; el primer ferrocarril transcontinental del hemisferio rees-tableció al Istmo como un importante paso interoceánico y convirtió a una regiónadormecida y retrasada del hemisferio occidental, en el receptor de las más avan-zadas tecnologías de la comunicación de la época. una breve fase de estanca-miento económico siguió a la construcción del ferrocarril transcontinental en losEstados unidos (1869), pero el interés por un canal interoceánico restauró per-manentemente la función histórica del Istmo.

    Fernando Aparicio contribuyó con la mayoría del material referente a la his-toria política del siglo XIX, con capítulos acerca del Estado federal (1855-1863),la Constitución de Río Negro, la «Regeneración» (1886-1903) y, significativa-mente, otros dos en los cuales examina la sociedad y los eventos políticos de1903. Mientras que el Estado federal les otorgó a los panameños significativosmárgenes de autogobierno, la represión impuesta por Núñez desencadenó lasfuerzas nacionalistas que eventualmente se expresaron en la declaración de in-dependencia panameña. Aparicio argumenta que fueron muchos los factoresque estuvieron envueltos en el establecimiento de una nación independiente yno meramente el imperialismo de los Estados unidos.

    Los 32 capítulos del tercer volumen tratan una rica variedad de temas, loscuales van desde los relativos a la situación política, económica y social, hastatópicos más especializados tales como la sociedad rural, género, medicina, sis-tema de seguridad social, arquitectura, instituciones culturales y las actividadesde recreación, incluyendo el deporte y la música. Apartándose de la influenciaejercida por el Canal operado por manos extranjeras y su Zona del Canal, estoscapítulos muestran que los panameños continuaron desarrollando una culturay una identidad nacional muy propia. El tema dominante, sin embargo, gira entorno a las relaciones entre Panamá y los Estados unidos, la operación del Canaly los conflictos y luchas nacionalistas que alcanzaron su clímax con el restable-cimiento de la soberanía panameña sobre la franja territorial que había estadobajo control estadounidense.

    Entre los diversos temas examinados, algunos llaman particularmente laatención. Conniff ofrece un capítulo sucinto sobre la construcción del Canal. Car-los Bolívar Pedreschi brinda una perspectiva detallada de las desiguales nego-ciaciones de su país con los Estados unidos hasta el fallido Tratado de 1967,mientras que Reymundo Gurdián Guerra –remontándose a la trágica confron-tación de enero de 1964 en la Escuela Superior de Balboa– hábilmente traza elcambiante carácter de las relaciones bilaterales hasta la transferencia del Canal

  • 18 X Reseña bibliográfica

    el 31 de diciembre de 1999. Dada su importancia para la operación del canal in-teroceánico, el capítulo de Guillermo Castro sobre los factores ambientales es es-pecialmente valioso. Otros capítulos que se refieren al reclutamiento de obrerosafroantillanos y chinos destacan el tema de la inmigración durante los siglos XIXy XX. Nicolás Ardito Barletta, expresidente de Panamá y vicepresidente delBanco Mundial, contribuye con un comentario sólido e inteligente acerca deldesarrollo de la poderosa industria bancaria panameña, en tanto que HumbertoJirón Soto revela cómo Panamá explotó su favorable posición geográfica paraasegurar y registrar bajo su bandera un porcentaje prominente de la marina mer-cante mundial.

    La Historia general de Panamá debe servir como una obra de referencia básicapara cualquier biblioteca que se refiera a la historia de América Latina. Esta esuna única y masiva contribución, sin precedentes en la historiografía panameñaen razón de su amplitud temática, la profundidad de sus análisis y la calidad desus investigaciones. La mayoría de los autores son panameños. Se espera que esteesfuerzo despierte un mayor interés del público acerca de su herencia histórica.En este sentido, Castillero Calvo sostiene que estos volúmenes y sus muchos ca-pítulos no deben ser tomados como la palabra final, sino como el punto de partidade renovados debates acerca del pasado. Como todos aquellos que han trabajadoen la historia de Panamá lo saben, pero que otros no siempre reconocen, Panamáes mucho más que un producto del imperialismo norteamericano.

  • 1 Publicada en la revista The Americas, a Quartely Review of Inter-American Cultural History, volumen 6, número 31, juliode 2006. Traducida al castellano por el director de la Nueva historia general de Panamá.

    RESEñA BIBLIOGRáFICADE LA

    Historia general de Panamá1

    Pamela S. Murray,profesora de la Universidad de Alabama, Birmingham

    En la historia moderna de América Latina –señalada por el nacimiento, cons-trucción y consolidación de las naciones soberanas– Panamá es una flor tardía. Aligual que Cuba, alcanzó tarde su independencia, hace apenas un siglo. A diferenciade Cuba, Panamá se liberó no de los colonizadores españoles, sino de distantes yfratricidas dominadores. La sangrienta guerra de los Mil Días (1899-1902) pavimentóel camino. Mientras se tambaleaba de los devastadores efectos de este conflicto,los panameños encontraron la oportunidad de alcanzar su largamente diferidosueño de independencia. Se separaron de Colombia con la cooperación de Estadosunidos en 1903. Esta cooperación, por supuesto, formaba parte de un pacto fáus-tico, y para el resto del siglo, la promesa de independencia resultaría coja y hueca;una percepción que quedaría confirmada por la dramática invasión de Estadosunidos en 1989 (y la captura del dictador Manuel Antonio Noriega) hace precisa-mente 17 años. Sin embargo, la reciente celebración de sus cien años de indepen-dencia formal ha permitido a los historiadores hacer inventario y observar esepasado desde una perspectiva más amplia. El resultado ha sido la magistral, aun-que desigual, Historia general de Panamá en cinco volúmenes.

    Aunque vagamente comparable al multivolumen, de múltiples autores,común en otras partes de la región (por ejemplo la Nueva historia de Colombia yla Nueva historia del Ecuador), la Historia general no tiene precedentes. Reúne porprimera vez el trabajo de una nueva generación de académicos entrenados, entreellos el propio Castillero, uno de los más consumados representantes de esa

  • 20 X Reseña bibliográfica

    generación, así como el principal autor de los primeros dos tomos o volúmenesde la Historia. Ella contiene un relato exhaustivo de la extensa y tumultuosa his-toria de Panamá, incluyendo cerca de 400 años de un pasado notable anterior asu independencia. Muchos de esos eventos han sido ignorados por los historia-dores anteriores (incluyendo académicos anglófonos que en general continúanpasando por alto a Panamá) y la Historia brinda una importante rectificación;tres de sus cinco volúmenes cubren los siglos XVI a XIX, con los primeros dosdedicados exclusivamente al período colonial. Este trabajo también intenta atraerel interés de la población culta. Muchos de los volúmenes incluyen numerososmapas, fotografías e ilustraciones, así como el correspondiente aparato de citasy bibliografía. La introducción de Castillero, contenida en el primer tomo, in-cluye un especial recordatorio a los lectores panameños, exhortándoles a apren-der y reconocer la realidad de su rico pasado colectivo. «La identidad de lospueblos se sustenta sobre la conciencia de su pasado», les dice.

    Los primeros dos tomos son especialmente importantes por su propósitorevisionista y de popularización. Ambos son los más extensos de la colección,promediando 18 capítulos cada uno, y aparte de los dos ensayos del primer tomosobre el Panamá precolombino por los arqueólogos Richard Cooke y Luis Al-berto Sánchez Herrera, están dedicados a la por mucho tiempo descuidadaépoca colonial. También ellos profundizan en una cornucopia de temas. Hay ca-pítulos (todos virtualmente escritos por Castillero) sobre los inicios de la coloni-zación, la producción y consumo de alimentos, el surgimiento de los primerosgrupos elitistas criollos, o primeras oligarquías, la esclavitud y el comercio es-clavista; el mestizaje, la cultura material, las milicias coloniales y la defensa, laIglesia y la sociedad, las ferias en Nombre de Dios y Portobelo, la arquitecturaurbana, etc. El capítulo 10 del primer tomo, por ejemplo, estudia el fascinantetema de la raza y la ascendente movilidad de la población de color. Titulado«Color y movilidad social», describe una situación semejante a la de los afro-mestizos en la Cuba de fines del período colonial y de la población urbana delsur de Luisiana, especialmente Nueva Orleans.

    A medida que la población urbana de Panamá se volvió crecientemente mu-lata (debido a que desde temprano existió un desproporcionado número dehombres y relativa escasez de mujeres; al sostenido influjo de esclavos africanosparcialmente hispanizados; y la tendencia de muchos hombres blancos de unirsecon mujeres de color), la población masculina de origen africano encontró cre-cientes oportunidades de escalar en los estratos sociales. Castillero cita numero-sos ejemplos de sus avances sociales, incluyendo una exitosa demanda judicialen 1750 de los mercaderes mulatos contra el establishment de comerciantes blan-cos de la ciudad de Panamá; un caso que considera de gran importancia simbó-lica en la lucha por la dignidad y los derechos de los afromestizos.

    Igualmente fascinante es el capítulo 13 sobre «El transporte transístmico ylas comunicaciones regional». Aquí, Castillero ofrece una original mirada al

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    papel vital una vez jugado por Panamá en el tráfico entre España y los dominiossudamericanos, especialmente Perú. Citando relatos de viajeros, nos conduce alo largo de las principales rutas usadas para cruzar el Istmo antes de la cons-trucción del Ferrocarril de Panamá, destacando en particular, la naturaleza e im-portancia del relativamente bajo costo de la ruta del río Chagres. También nosofrece sugerencias para futuras investigaciones. En efecto, uno de los más va-liosos aspectos de la Historia general descansa en la crítica implícita y a veces ex-plícita de los autores a la historiografía convencional panameña, junto con eldescubrimiento de nuevas vías para la investigación, fuentes y metodologías.

    Los últimos tres tomos de la Historia, uno sobre el siglo XIX, dos sobre elsiglo XX, carecen de la cohesión y unidad exhibida en los primeros dos. Estopuede atribuirse, en parte, al hecho de ser el trabajo de muchos autores, aunquetambién sugiere una cierta carencia general de coordinación editorial. Por mo-mentos, los capítulos tienen el aspecto de haber sido apresuradamente colocadosjuntos; entre estos, algunos de los tomos del siglo XX, por ejemplo, hay ciertadesconexión así como descuido, por ejemplo repetición de frases y párrafos; quepudieron haberse evitado con la ayuda de un corrector de pruebas. Aparte estosaspectos técnicos, los colaboradores de los tres tomos hacen mucho por revelarla compleja génesis del moderno Panamá. Los temas abarcan desde los tumul-tuosos 82 años del Istmo como apéndice político de Colombia, hasta sus más re-cientes relaciones con Estados unidos y las negociaciones que condujeron a larecuperación del Canal. Hay capítulos de literatura, trabajo, vida cotidiana, afro-panameños, inmigración, música y mujeres; hay dos sobre medio ambiente. Entotal, los varios autores de la Historia merecen ser encomiados por su esfuerzocolectivo al recuperar amplios fragmentos de un ayer que ha sido pasado poralto, no reconocido, desconocido, y aun negado. Su trabajo demuestra que, pesea sus dilemas de soberanía (pos-1903); o, dadas las extrañas intimidades entreel Gobierno de los Estados unidos y los pasados dictadores militares paname-ños, un tema que la Historia apenas toca, los modernos panameños tienen unarica, complicada y dramática historia, una para sentirse orgullosos y avanzarhacia adelante.

  • INTRODuCCIóN GENERALA LA PRIMERA EDICIóN

    Contenido y propósitos de laHistoria general de Panamá

    Alfredo Castillero CalvoDirector de la Historia general de Panamá

    La identidad de los pueblos se sustenta sobre la conciencia de su pasado.Mientras más fuerte es esa identidad más sólido es su sentido de historicidad,de pertenencia a un pasado común. Pero esa acumulación de experiencias co-lectivas a lo largo de los siglos solo adquiere significado y trascendencia cuandose convierte en memoria escrita, ya que es así como la memoria se hace perma-nente y durable.

    Los países avanzados lo comprenden así, y de ahí la enorme importanciaque le conceden a su historia. Es decir, a la labor de sus historiadores, a la publi-cación de obras especializadas y de textos, y a la promoción de los valores na-cionales basados en el conocimiento del pasado. Son notables los esfuerzos quese han hecho en ese sentido por nuestros países vecinos, donde desde el sigloXIX se han publicado colecciones de documentos y obras generales, de un volu-men y categoría científica que jamás se ha conocido o siquiera intentado en Pa-namá. Historias como la de José Gil Fortoul en ocho tomos para Venezuela, pesea los años transcurridos desde su primera impresión, todavía siguen siendofuentes obligadas de consulta. Lo mismo sucede con las colecciones documen-tales de fines del XIX, como las de León Fernández y de Manuel María Peraltapara Costa Rica, la Colección de documentos sobre la geografía y la historia de Colom-bia, de Antonio B. Cuervo, publicada en Bogotá en 1891, y la Colección Somozapara la historia temprana de Centroamérica, publicada a mediados del siglo XXpor Carlos Molina Argüello con documentación del Archivo de Indias. En 1971Guillermo Morón publicó otra Historia general para Venezuela en cinco tomos.En las décadas de 1980 y 1990, Colombia primero y luego Centroamérica y Gua-temala han publicado impresionantes Historias generales en varios volúmenes

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    con la participación de sus mejores investigadores, que son un modelo de serie-dad académica. La de Guatemala, dirigida por Jorge Luján, ha sido publicadatambién en CD-ROM, para que desde cualquier computadora puedan acceder aella los estudiantes.

    Con un retraso imperdonable, Panamá no ha producido nada parecido,salvo algunas historias generales o compendios para estudiantes de primaria ode secundaria, escritas con criterios historiográficos anticuados. Son obsoletasy poco útiles. La mayoría son inaccesibles y por ser ya muy viejas, desconocenlas aportaciones que ha producido la última generación de historiadores. Sonnecesarios nuevos métodos, nuevos enfoques y hace falta incorporar una in-mensa documentación que antes se desconocía pero que desde hace una trein-tena de años han empezado a rescatar los investigadores de nuestra generación.

    Todo esto es tan incomprensible como inaceptable en un país con una his-toria tan rica como lo es la de Panamá, que fue centro del mayor intercambio demetales preciosos y mercancías durante el período colonial; foco esencial parala distribución de la trata esclavista a fines del siglo XVII; paradigma económico,social, político y urbano de la América colonial; gran motor de la modernizaciónde los transportes e intercambios comerciales de la economía intercontinental apartir del Gold Rush; sede de una de las maravillas de la ingeniería mundial,donde se aplicaron las más avanzadas innovaciones en el campo de la medicinay la tecnología.

    Pocos países en América fueron sacudidos tan violentamente por la Revo-lución de los Transportes de mediados del siglo XIX; o por las expectativas cre-adas durante la construcción del canal por los franceses. Ninguno fue testigo detantas muertes por epidemias, como lo fue el Istmo durante las obras, o experi-mentó una sacudida financiera tan estremecedora mientras avanzaban las exca-vaciones. Tras el fracaso del Canal Francés, la expresión «un Panamá» se empezóa emplear en toda Francia y en gran parte de Europa, como símbolo de corrup-ción y escándalo. La masiva inmigración multiétnica de mano de obra para laconstrucción del ferrocarril y luego del Canal Francés y del norteamericano,pocas veces, si alguna, se observó en el continente durante aquellos años. Nin-gún otro país en América sufrió tan repetidas veces el intervencionismo militarpor parte de la nación más poderosa del hemisferio. Y pocos países americanosfueron tan apetecidos por las naciones más poderosas de Occidente. Al par quePanamá proyectaba en el exterior una imagen aciaga, por su insalubridad y porel fracaso francés, también concitaba un intenso interés entre las potencias, por-que tenía el inmenso activo de su posición geográfica, única en el continente.

    Pero Panamá era un país pequeño y despoblado, con escasos recursos hu-manos y financieros y su proyecto nacional, es decir, el que trataban de realizarsus propios habitantes, para explotar en su beneficio su principal recurso naturaly para autogobernarse, parecía un sueño irrealizable. Cuando creyó haberlo re-alizado, se encontró con la amarga desilusión de que su soberanía quedaba

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    mediatizada y de que su principal recurso natural sería explotado por otra na-ción más poderosa, que solo le dejaba las migajas. Para recuperar lo uno y lootro, tuvo que negociar con todas las desventajas durante varias generaciones.Al otro lado de la mesa se sentaba la potencia económica y militar más poderosadel mundo. Todo estaba de su parte. Ejercía la soberanía efectiva sobre el Canal,del cual era dueño, y tenía en sus manos un tratado a perpetuidad. Panamá teníade su lado la opinión internacional, y una voluntad irrefrenable por reivindicarsus derechos sobre el Canal, lo que no era suficiente. Las probabilidades de éxitoparecían mínimas porque se enfrentaba a un adversario que parecía invencible.Pero luego de tres cuartos de siglo de forcejeos y enfrentamientos, pudo recupe-rar su principal recurso natural y la plena soberanía sobre la totalidad de su te-rritorio. La amenaza de una presencia extranjera comprometida por el Tratadode 1903 «a perpetuidad», se desvaneció en menos de un siglo. Lograrlo fue unagran conquista y, para el concierto de naciones, un modelo de concertación entreuna superpotencia y un país pequeño.

    Lejos de conocerse en profundidad estos y muchos otros aspectos no menosimportantes puesto que también forman el sustrato de nuestra personalidad his-tórica, los conocemos muy mal o los ignoramos del todo, y en su lugar nuestroconocimiento del pasado se reduce a un minúsculo repertorio de nombres y defechas, de batallas y de monótonos sucesos episódicos. A falta de un sólido cono-cimiento de nuestro pasado, nos hemos convencido de que nuestra identidad na-cional la constituyen únicamente las manifestaciones folclóricas y basamos nuestroorgullo patrio en un extravagante repertorio de anécdotas intrascendentes de du-doso fundamento científico o en mitos inspirados en fabulaciones populares.

    La Historia general de Panamá se propone superar todo eso. Lo hace convo-cando a los mejores historiadores y especialistas de las disciplinas afines quehan hecho aportaciones importantes sobre nuestro pasado, contribuyendo contrabajos originales. Constituye una obra colectiva con la participación de nume-rosos autores, pero cohesionados bajo un plan común y unas ideas fuerza quesirven de guía general a la obra.

    Dado que se trata de un esfuerzo que carece de precedentes, y que tiene elpropósito de aprovechar al máximo la experiencia y el saber acumulado por ge-neraciones de panameños –al que se suman las valiosas aportaciones de profe-sionales de la historia extranjeros que han encontrado su vocación estudiandonuestro pasado–, la obra se divide en tres grandes volúmenes que por su ampliocontenido y variedad temática serán necesariamente extensos. El primero estu-dia las sociedades originarias prehispánicas y el período colonial. El segundovolumen está dedicado al siglo XIX hasta 1903. El tercero comprenderá la historiade nuestro primer siglo de república.

    En esta Historia general se plantean y debaten problemas que usualmente hadescuidado la historiografía, pero que no han dejado de inquietar o intrigar aalgunos historiadores en los últimos años. También nos ha interesado revisar

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    ciertos tópicos o asuntos muy debatidos y que, precisamente por ser temasestablecidos e inexcusables, necesitan incorporar lo más reciente del debate.Hemos querido presentar una obra nueva, refrescante, orientadora, que ademásde ofrecer una panorámica amplia, sirva de orientación al profesional, a los es-tudiantes y al público sobre el estado actual del pensamiento historiográfico, entextos escritos por los mejores especialistas en la materia.

    uno de los propósitos fundamentales de esta Historia general es contribuir aenriquecer nuestra percepción del pasado como hecho histórico y aportar ele-mentos de juicio con objeto de estimular al panameño a pensar históricamente.Aspiramos a que la lectura de esta Historia general ayude a sus lectores a habi-tuarse a un tipo de historia distinto al tradicional, a descubrir que hay otras ma-neras de hacer historia y que el pasado panameño es de una extraordinariariqueza, seguramente mucho mayor de la que habían pensado. En ella descu-brirán que los hombres y mujeres de épocas pasadas pensaban y se comportabande manera muy distinta a nosotros, pero que también se comportaban a menudocomo lo hacemos hoy; que las élites de entonces eran tan mudables y dinámicascomo las actuales, y que los grandes motores que pulsaban la vida de la sociedadno eran solo de carácter económico, o meramente conflictos de clase, o los queexistían entre categorías de comerciantes, financistas, transportistas, ganaderoso casatenientes.

    En el primer volumen, dedicado mayormente al período colonial, el lectordescubrirá que los miembros de nuestra élite eran a la vez mercaderes, dueñosde mulas, armadores, ganaderos, prestamistas, mineros, tratantes de esclavos ocaseros, y que se sentían atraídos por cualesquier actividad que prometiera be-neficios, teniendo una red de intercambios lucrativos que se extendía más alláde las fronteras de Tierra Firme.

    Los lectores se sorprenderán al descubrir que, no obstante la dependenciaexterna del sistema económico en el cual estaba inserto Panamá, algunas de suspeores coyunturas se debieron a factores de origen endógeno ocasionados porfenómenos naturales, como los incendios y las epidemias, o a factores extraeco-nómicos como la invasión de Henry Morgan. De hecho, esta invasión produjoun impacto de consecuencias colosales: devastó la población, arruinó a muchasde las familias más ricas y obligó al Imperio a movilizar grandes recursos parareconstruir la capital, mudándola a otro sitio a un costo enorme. Descubriránque la peor coyuntura del siglo XVII, que se inicia a partir de 1631, se produjocomo resultado de una letal combinación de factores adversos, tanto endógenoscomo exógenos, y en la que jugaron un papel decisivo las fuerzas de la natura-leza, es decir, fuerzas ajenas a lo económico. Así también sucedió tras el ataquede Edward Vernon a Portobelo en 1739, cuya secuela fue la eliminación del sis-tema de ferias y galeones, con lo cual Panamá perdió el más sólido pilar de sueconomía de servicios, o cuando tuvieron lugar las crisis provocadas por las gue-rras napoleónicas y de la independencia hispanoamericana. Durante las guerras

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    de Independencia, a partir de 1809, se produjo un extraordinario renacer de lostránsitos a través del Istmo al abrirse el comercio entre Jamaica y Guadalajaravía Panamá, y al volver a salir por la ruta panameña la plata producida por lasminas del virreinato peruano, una plata que había dejado de seguir esta rutadesde 1739, al cancelarse el sistema de las ferias y galeones. Por primera y únicavez, toda la producción metalífera de los principales centros mineros del conti-nente siguió la ruta de Panamá, que se convierte en un activo centro comercialpara la redistribución de mercancías británicas. Mercaderes panameños, britá-nicos, jamaicanos, novohispanos o peruanos, se concentran en la ruta del Istmo,entre 1809 y 1818, intercambiando la plata de los dos virreinatos por manufac-tura británica, con la que se abastecen los ávidos mercados del Pacífico desde elsur de México a Perú, mal abastecidos durante la guerra por la interrupción delos circuitos comerciales tradicionales. Este comercio fue el origen de grandesfortunas en Panamá, como las de Ventura Martínez, Blas y Mariano Arosemena,Juan de la Cruz Pérez y Pedro de Olasagarre. Se trata de una coyuntura econó-mica hasta ahora virtualmente desconocida por nuestra historiografía.

    Estos hechos evidencian que no se puede reducir el estudio del pasado soloa conflictos de clase, ni a todo fenómeno subyace una razón económica, porquela historia no es tan simple, ni está hecha de categorías abstractas, sino de indi-viduos concretos, con sus pasiones, mezquindades, carencias, temores, sueñose ilusiones, y la impulsa una dialéctica pulsada por múltiples factores, dondelas representaciones mentales, las instituciones, la codicia y el poder, junto conlas necesidades materiales de la sociedad e incluso los miedos, la guerra y lascalamidades naturales como las pestes y los incendios, actúan entre sí creandouna realidad irrepetible.

    Pocas situaciones como la que experimentó Panamá durante «la peor crisisdel siglo XVII» (que tuvo lugar entre 1640 y 1673), o la crisis ocasionada por laclausura de las ferias a partir de 1739, exponen mejor el enfrentamiento entreinvestigación histórica que se apoya en documentos y elucubraciones especula-tivas basadas en categorizaciones teóricas. Lo que no quiere decir que usar abun-dante documentación baste por sí sola para hacer buena historia, o que la buenahistoria puede hacerse sin una base teórica. Tampoco el análisis de los datos con-cretos está libre de conjeturas y especulaciones. Pero el historiador debe reivin-dicar cuantas veces sea necesario la preeminencia de la prueba documental.

    Como su título indica, el primer volumen está dedicado a las sociedades ori-ginarias y el orden colonial. Es por ello que a las sociedades prehispánicas se de-dican dos capítulos fundamentales, sin cuya discusión muchas cosas del períodocolonial no se comprenderían, como el cambio de una organización del espaciopara el consumo doméstico, a una racionalidad geográfica basada en la explo-tación de la ruta transístmica para propiciar su interoceanidad, insertando alIstmo en la economía de mercado y en el sistema capitalista mundial. Estos doscapítulos nos revelan prolijamente el resultado de las últimas excavaciones

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    arqueológicas que tanto han enriquecido nuestro conocimiento de las sociedadesoriginarias, desde las primeras evidencias de la presencia humana en el Istmohasta el momento del contacto.

    La obra continúa con los capítulos correspondientes a la llegada de los pri-meros europeos, aunque con un tratamiento muy distinto al tradicional. Luegotrata el tema de la Conquista, para más adelante analizar la fase nuclear del pe-ríodo colonial iberoamericano, que se extiende aproximadamente desde media-dos del siglo XVI, tras la asunción de Felipe II al trono imperial, hasta el impactoque producen las reformas borbónicas a fines del período colonial. Dedica unamplio espacio al momento en que España empieza a percibir con claridad el po-tencial del Nuevo Mundo y a organizar su ámbito geográfico en circunscripcionesadministrativas y económicas funcionales, es decir, cuando esos vastos territoriosse incorporan de manera efectiva al Imperio. Por entonces se establece con carác-ter permanente el sistema comercial basado en las ferias y las flotas; se organizala explotación sistemática de los yacimientos metalíferos; se implanta definitiva-mente la normativa pobladora; se crean, para separarlas, la república de indios yla república de españoles, y se extiende a las nuevas colonias el espíritu postri-dentino, que convierte al Imperio en una sola unidad, con un único dios y unúnico monarca, a los que se debe obedecer ciega e incuestionablemente.

    un amplio capítulo está dedicado al estudio de las plantas y los animalescuya introducción masiva desde los albores de la Conquista, produjo la mayorrevolución biológica jamás conocida por el hombre, transformando profunda-mente y para siempre el paisaje del Nuevo Mundo a la vez que revolucionandola dieta e introduciendo nuevos patrones gastronómicos. La organización socialpreexistente se vio sustancialmente modificada por una concepción espacial, po-lítica y económica muy distinta. Se inaugura la revolución urbanística más sor-prendente de la Historia, a escala nunca antes ni después acometida, y la ciudadse convierte en el gran instrumento articulador y controlador del territorio, a lavez que en el principal agente civilizatorio de las Américas. un puñado de hom-bres, dotados de cultura y conocimientos tecnológicos antes desconocidos en elNuevo Mundo, se posesiona de este e implanta creencias, valores, enfermedadese instituciones novedosas. Lo hizo con agresividad, de manera avasalladora eirresistible, porque llegó para quedarse. Pocas veces, si alguna, se acometió em-presa humana tan ambiciosa, a la vez que duradera. El istmo de Panamá fue unterritorio excepcional de experimentación para cada uno de estos procesos. Dehecho, la historia de lo que aconteció en Panamá durante las fases tempranas dela llegada de los europeos al Istmo, tuvo características paradigmáticas.

    En esta Historia general se examinan ampliamente las fases sucesivas de esteproceso, desde los comienzos hasta su consolidación, a lo largo de tres siglos. Seanaliza, así, el trasvase de una civilización sobre un territorio nuevo, al que pre-tendía transformar de arriba abajo para recrearlo a su imagen y semejanza. Era unespacio ocupado ya y el resultado de ese ambicioso y arrogante proyecto imperial

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    fue, según las regiones, más o menos efectivo. En algunas zonas del continente eldominio español casi no llegó a concretarse. De hecho, se ha calculado que soloun tercio del territorio centroamericano estaba bajo efectivo control colonial. EnPanamá la situación era la misma, y vastos territorios permanecían hasta el fin delperíodo colonial bajo el control de sus primitivos dueños y donde la presencia es-pañola era virtualmente inexistente. También vastos territorios permanecían se-mivacíos, y en ellos el proyecto civilizatorio hispánico apenas se hacía sentir. Elresultado fue, a la postre, el mestizaje biológico y cultural quizá más impresionantede la Historia, sin que ese fuera el objetivo buscado. Sin proponérselo, y proba-blemente deseando algo muy distinto, lo que consiguió el proyecto imperial es-pañol fue sentar las bases de un continente criollo.

    una Historia general así concebida no podía ocuparse meramente de la eco-nomía o de las instituciones. Debía interesarse también por las transformacionesque sufrió la dieta indígena y las adaptaciones del peninsular a la oferta alimen-taria americana; la explotación de la mano de obra; la esclavitud; el mestizaje; lacultura política en distintos ámbitos y no solo en el de las autoridades superioresy desde la perspectiva imperial; la cultura popular y no únicamente la de las éli-tes; el funcionamiento de las comunicaciones y los sistemas de transporte; lasfortificaciones y la financiación de la defensa; el comercio interregional y no so-lamente el de las grandes rutas transatlánticas entre la metrópoli y sus colonias;el rechazo o la aceptación, por parte de los indígenas, de la ofensiva evangeliza-dora, así como de la metodología de la evangelización; el poder de la Iglesia, nosolo como agente político, sino también económico y cultural; las implicacionesculturales y políticas de un Estado de índole tan férreamente confesional; y lagénesis de un hombre americano nuevo, forjado por el intercambio cultural ybiológico, que empieza a percibirse a sí mismo como un ser distinto de sus pri-mos peninsulares. Esta obra se interesa, en efecto, por discutir y plantear casicualquier actividad humana relacionada con el hombre de América y sus vín-culos con España durante esos tres siglos e incluye muchos temas que anterior-mente carecían de historia1.

    Los mismos criterios epistemológicos se han seguido en la selección y tra-tamiento de la temática de los siguientes volúmenes, donde el lector no especia-lizado encontrará temas novedosos de los que probablemente no tenía noticia.O se sorprenderá de la diversidad de fenómenos, acontecimientos y procesos delos que jamás había escuchado. Pocos, en efecto, habrán sospechado, para darun solo ejemplo, que Panamá tiene una historia ambiental. O descubrirá quegran parte de la historia que le era familiar se basaba en mitos y fabulaciones

    1 Los tres últimos párrafos recogen, con leves variantes, lo que afirmé en la «Introducción» del volumen III de la Historiageneral de América Latina de la uNeSCo (editorial Trotta/uNeSCo, 2000) y que redacté con la colaboración de mi colegay amigo Allan J. Kuethe. Fue precisamente mi participación en el proyecto de uNeSCo lo que me sugirió la idea de laHistoria general de Panamá y, consecuentemente, esta sigue igual orientación epistemológica, y trata de adaptarparecidos contenidos y organización temática aplicables a la historia de Panamá.

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    que han maquillado nuestra visión del pasado. O se sorprenderá que muchasde las prácticas políticas y conductas morales de nuestra sociedad son herederasde una rancia tradición que ya lleva siglos de existencia.

    El resultado es la obra que el lector tiene en sus manos. Sería inexacto ase-gurar que en ella se ha dado satisfacción a la aspiración totalizante que la inspiródesde un principio, ya que no es libro de una sola pluma, ni pretendía serlo,como tampoco agota todos los temas posibles, lo que tampoco es uno de sus ob-jetivos. Este texto pone de relieve, precisamente, lo prometedora que resulta lainvestigación histórica para las futuras generaciones y los amplios horizontesque se abren al estudioso. No pretende ser una obra final o definitiva, sino unafuente de estímulo y orientación y, si es posible, de inspiración de nuevas voca-ciones de historiadores. Confiamos que esta Historia general sirva de testimoniode la vitalidad y continuo crecimiento de la historiografía panameña actual.

    Sin embargo, debe recordarse que tradicionalmente nuestros historiadoreshan insistido mucho en cargar la balanza en favor del período que se inicia en1903, como si el nacimiento de nuestra nación, y el de nuestra identidad nacionaltuvieran su origen en esa fecha. Pero como el lector advertirá tras la lectura delos dos primeros volúmenes, nuestra identidad y nuestro pasado remontan susorígenes a raíces mucho más lejanas y profundas que ya han cumplido el mediomilenio.

    Como señalé en un discurso reciente: «Nos referimos a 1903 como si los cua-tro siglos que lo precedieron, tan llenos de tensiones internas, con muchas sacu-didas y amenazas de adentro y de afuera, no hubiesen significado nada en laacumulación de nuestras experiencias colectivas, en el proceso del mestizaje, enla formación de nuestra sociedad, con sus prejuicios, sus ideologías, sus mentali-dades, su religión, sus hábitos alimenticios, sus miedos y sus ilusiones. Y olvi-dando que fue durante esos 400 años previos, que se fraguaron nuestrasestructuras económicas, con un Interior dominado por la ganadería, y un istmocentral consagrado al transitismo»2. De hecho, la conmemoración del Centenariode la República debe servirnos para tenerlo presente. Situados en esta perspectiva,tiene pleno sentido esta Historia general, ya que ella se inspira en el convencimientode que las conmemoraciones centenarias deben ser ocasión para reflexionar sobreel pasado, haciendo una revisión profunda de lo que hemos sido para comprendermejor nuestro presente y anticipar, con mayor sabiduría, nuestro incierto futuro.

    Nuestro nacionalismo, al igual que el nacimiento del liberalismo, tal comoocurrió en todos los países occidentales, se originó en el siglo XIX, pero antes dealcanzar su madurez en el siglo XX, pasó por un largo período de germinaciónque debe retrotraerse a los siglos coloniales. Pero si el nacionalismo y el trasfondoideológico que le sirve de base, han constituido los soportes fundamentales de

    2 «el centenario y Panamá la Vieja como Patrimonio Mundial», Tareas, número 115, Panamá, septiembre-diciembrede 2003.

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    nuestra legitimación como pueblo y como unidad nacional, es necesario que esalegitimación tenga su apoyo en la conciencia histórica, porque de otro modo lanecesaria legitimidad de nuestra sociedad descansaría en el vacío. Esta Historiageneral tiene por ello el propósito de contribuir a actualizar los criterios nacio-nales y nacionalistas procurando hacerlos concordar con el momento históricoque vive nuestra sociedad. Pero ello solo es posible apoyándonos en la necesariacomprensión de las sociedades históricas que nos han precedido y sobre las cua-les hemos construido nuestra sociedad presente.

    La Historia general que hoy se entrega al lector tiene como objetivo primor-dial contribuir a la renovación de la conciencia histórica de la sociedad pana-meña y, por consiguiente, promover el sentido nacional y de identidad, tannecesitados en nuestro actual momento histórico. Al hacerlo, hemos tratado decomprender mejor nuestro pasado y en nuestro esfuerzo tratamos también dehacerlo entender a nuestros lectores.

    Algunos trabajos son el resultado de toda una vida de investigación, o almenos de muchos años de trabajo, o bien son adaptaciones resumidas y reela-boradas de tesis o de capítulos de tesis doctorales o de maestría. Otros son sín-tesis magistrales basadas en numerosos trabajos previos, propios del autor oajenos. Algunos capítulos están basados en investigaciones ex novo, específica-mente realizadas para esta Historia general y en las que, como le consta al queesto escribe, se dedicaron muchos meses de fatigosa investigación. Algunos tie-nen el aire fresco del ensayo, ágil, sugerente e innovativo; pero no son pocos losque se presentan con el aparato erudito del género monográfico. El carácter delos primeros responde a la existencia de publicaciones previas y a que se tratade temas que no son del todo ignorados, pero cuyo autor ha introducido su pro-pia visión, revisando lo ya conocido o reinterpretándolo según sus propias in-vestigaciones y conocimientos. Las monografías son necesariamente másextensas y tachonadas de citas eruditas, porque deben documentar las referen-cias que sustentan sus datos e interpretaciones, y desarrollar y plantear temasque por primera vez se exponen al público. Pero unos y otros –ensayos y mono-grafías– tienen el aura de la originalidad y la innovación. El lector atento no de-jará de advertir que muchos capítulos exhalan un aroma de frescura y novedad,y en no pocos, de compromiso con el cambio social.

    En aquellos autores que tratan de historia reciente, al lector no se le escaparáque los mismos escriben sobre hechos que les ha tocado vivir, como actores ocomo testigos, reviviendo de esa manera el sentido prístino de la Historia, cuyaraíz etimológica griega (istorie en dialecto jónico), derivada a su vez de una raízeuropea (wid-, weid-) significa «ver», estar ahí y observar lo que sucedía, dedonde se derivó el griego ístor, que significa testigo, «el que ve», que a su vezHerodoto, el «padre de la historia» según Cicerón, convirtió en historia, en el sen-tido de investigación, indagación, pesquisa, que era como, en efecto, la entendíanlos primeros historiadores.

  • 32 X Introducción

    El lector observará algunas asimetrías en la extensión de los distintos capí-tulos. Encontrará algunos muy largos; otros le parecerán demasiado cortos. Estotiene varias explicaciones, pero la fundamental responde a las propias directricesde esta Historia general. Se ha querido conceder más espacio a aquellos temassobre los cuales no hay virtualmente bibliografía precedente y que se dan a co-nocer por primera vez al público, así, los que se han concebido como monogra-fías; en algunos casos se trata de temas sobre los cuales ya se han hecho algunaspublicaciones, pero estas se encuentran en revistas especializadas y de difícil al-cance para el público en general. Los de menor extensión nos remiten a una bi-bliografía preexistente y accesible a la cual puede acudir el lector interesado.

    El lector avisado también echará de menos algunos temas. A una obra deesta naturaleza y magnitud, en la que se luchó contra el tiempo, no puede pe-dírsele que cubra «todos» los temas pertinentes a nuestra historia. Esto habríasido imposible. Después de todo, ¿cuáles son «todos» los temas? Cada genera-ción descubre nuevos temas, y el conocimiento del pasado se enriquece cons-tantemente. De hecho, esta Historia general incluye muchos temas queposiblemente el lector común ni siquiera sospecha, o que probablemente no con-sidere digno de interés. Pero no hay duda de que hay temas «obvios» y ya esta-blecidos que hubiéramos querido incluir. Sin embargo, como sucede enproyectos como este, o no siempre se encontró al autor adecuado y dispuesto acolaborar o, en algunos casos diré que excepcionales, el autor seleccionado, queya había aceptado, finalmente no entregó su trabajo, cosa que hay que lamentarprofundamente. No le quepa duda al lector que varios de esos temas que «fal-tan», fueron contemplados. Después de todo, probablemente los temas que echede menos, los encontrará desarrollados en obras actualmente en circulación (por-que de otra manera no le serían familiares, ni echaría de menos). Por otra parte,debemos confiar que esta no será la última Historia general de Panamá que se es-criba durante esta generación, y cuando esta nueva historia se proyecte, en ellapodrán incorporarse todos esos temas que «faltan», y nada deseamos más quepueda superar con creces la que hoy se ofrece al público. La nuestra es solo unprimer paso de un largo camino que apenas empezamos a recorrer. Es el mo-desto aporte de nuestra generación para la que viene y que necesariamente de-berá superarnos. Como historiadores y custodios de la memoria colectiva a quenos obliga nuestro oficio, nos empeñamos en cumplir con la función de agentestransmisores de nuestra cultura y de nuestro pasado, que tratamos de conservary revivir, para que otros, mejor dotados, continúen conservándolos y reviviendo.

    Se hace necesaria una aclaración final en lo referente a la periodización y ala consecuente extensión de los distintos volúmenes. Las periodizaciones histó-ricas son construcciones arbitrarias y responden a racionalizaciones basadas casisiempre en la perspectiva del que las propone. Los marcos temporales general-mente aplicados a la época prehispánica o la colonial, han sido tradicionalmenteimpuestos desde la perspectiva del grupo hegemónico local, en nuestro caso por

  • Nueva historia general de Panamá X 33

    la élite criolla y sus descendientes. Para las poblaciones indígenas, todavía su-mergidas en una temporalidad cultural e histórica distinta a la occidental, la vi-sión es otra. Su sentido de la historia es circular e intemporal y es ajeno a laprogresión cronológica, mientras que la concepción convencional de la historiaoccidental es lineal o progresiva, y se desarrolla como un encadenamiento dehechos con una fecha que sirve de punto de partida y un final, cuyo desenlacetriunfal parece inevitable.

    Pero ahora sabemos que los hechos históricos no se comportan linealmente,ni son el resultado de procesos que tienen un solo origen y que, inexorablemente,encuentran un fin ineluctable, como la coronación de una continuidad tautoló-gica. La historia es más compleja que eso, y responde a muy diversos factoresque se interrelacionan entre sí, en una red tejida por líneas o tendencias que asu vez comparten otras evoluciones simultáneas y paralelas, que suelen tenerorígenes distintos, y que se encaminan a sucesivas rupturas o bifurcaciones nosiempre con un final inevitable o incluso deseable. Los hechos históricos tienenorígenes diversos y son producto de una causalidad múltiple. Son ramas de unárbol cuyas raíces se pierden en el tiempo y que muy a menudo permanecen enla oscuridad o nunca alcanzamos a conocer o sospechar. Nada más engañosoque buscar o identificar, como enseñaba la historiografía tradicional, causas in-mediatas o lejanas (C. M. Gasteazoro hablaba también de «causas permanen-tes»), porque ellas no siempre explican lo que hace falta aclarar. Llegamos adonde estamos como resultado de muchos procesos discontinuos, y no como laculminación inexorable o mecánica de un ascenso ininterrumpido que nos haconducido a un final glorioso, o fatal, según los casos.

    Son esas rupturas, esos giros violentos o traumáticos, que lanzan a las so-ciedades hacia nuevos horizontes –pero que no siempre son los mejores para elconjunto de la sociedad–, los que anuncian el nacimiento de una nueva era, ode un nuevo período. Cada período además, tiene sus propias rupturas episó-dicas o de crisis, que son de duración más corta, esos segmentos temporales lla-mados «coyunturas», como aquella del siglo XVII, que se inicia hacia 1631 y seextiende hasta la mudanza a la Nueva Panamá en 1673, y que he llamado «lapeor crisis del siglo», o la que se inicia a partir de 1739, cuando cesa el sistemade ferias y galeones y Panamá se hunde en un profundo estancamiento econó-mico que no termina hasta 1809, o la que se produce entre 1821 y 1849, tambiéncaracterizada por la parálisis comercial, o el trepidante período que va de 1849a 1869, gracias al Gold Rush y al ferrocarril transístmico, o aquellas que son mar-cadas por eventos de naturaleza política, como la creación del Estado federal en1855, el golpe de Estado de 1968 o la resistencia civilista contra la dictadura deNoriega entre 1987 y 1989.

    Como es obvio, cada país o región responde a sus propias periodizacionesy tiene sus propias coyunturas. Sus ritmos históricos y los factores que jalonanel comportamiento de sus sociedades no necesariamente coinciden con los de

  • 34 X Introducción

    otros países de la región, o de otros continentes. Nuestro siglo XIX, en sentidoestricto, no empieza en 1800 y termina en 1900. Realmente empieza en 1821 ytermina en 1903. Es un «siglo corto», de solo 82 años. Algunos autores sugierenpara Europa que el siglo XIX termina en 1914, cuando estalla la Primera GuerraMundial. Pero bien visto, para Panamá el siglo XX arranca en 1903, con su inde-pendencia y el inicio de la construcción del Canal por los norteamericanos, doshechos fundamentales que lo lanzan a una nueva modernidad. Podría conside-rarse que termina en 1999, coincidiendo literalmente con el fin de siglo, graciasa la recuperación plena de nuestra soberanía territorial, al realizarse la transfe-rencia del canal a Panamá de manos de los Estados unidos, un hecho que es de-cisivo para nuestra evolución histórica como nación. El 31 de diciembre 1999marca un antes y un después, y son momentos pivotales de esta índole los queprecisamente determinan los criterios de periodización.

    Sin embargo, la extensión del contenido correspondiente a cada período deesta Historia general, también depende del nivel de conocimiento e investigacio-nes que hasta la fecha se ha profundizado o acumulado. Antes se sabía muchomás del siglo XIX que de la Colonia, pero ahora esta situación se ha invertido,gracias a la gran cantidad de conocimientos que los estudiosos han ido acumu-lando en las últimas décadas. Ya no se puede decir, como solía hacerlo CarlosManuel Gasteazoro, que el siglo XVII era el «siglo más oscuro de nuestra histo-ria». De hecho, es probable que ahora sepamos más del siglo XVII que del XVIII.También sabemos mucho más del movimiento comercial de Panamá durante laColonia que lo que se sabe del comercio para el siglo XIX o principios del XX.Son desigualdades que nada tienen que ver con el marco temporal, sino másbien con la disponibilidad de las fuentes documentales o el interés y dedicaciónde los estudiosos.

    Por otra parte, la Colonia, desde la primera presencia española con Rodrigode Bastidas, hasta la independencia de 1821, se extiende por un lapso de 320años, y la masa documental que conservan los archivos es, en el caso de Panamá,muchísimo más rica que la que se ha conservado para el siglo XIX, por lo que esmucho más lo que hasta la fecha se ha podido conocer sobre la Colonia, que paratiempos más recientes. Esto es igualmente válido para la documentación delsiglo XX, sobre todo de las primeras décadas, debido a la pérdida de gran partede las fuentes de archivo y a la endémica precariedad con que se ha conservadola documentación.

    Así, no debe sorprender al lector que el volumen dedicado al período co-lonial sea mucho más extenso que el dedicado al siglo XIX, y que igualmenteeste sea mucho menor que el del siglo XX. De esa manera, por razones prácticas,se han trasladado dos capítulos correspondientes al período colonial para elvolumen del siglo XIX. Me refiero a los capítulos titulados «Despegue comercialpreindependentista», y «La independencia de 1821». Asimismo, los dos capí-tulos dedicados a 1903 («Panamá en 1903», y «Alcanzamos por fin la Victoria...:

  • Nueva historia general de Panamá X 35

    tensiones y contradicciones de 3 de noviembre de 1903), se han incluido en elvolumen del siglo XIX y no en el del siglo XX, aun cuando desde el punto devisto cronológico correspondan a este último. Se trata no solo de una simple so-lución práctica, ya que se logra de esa manera un mayor balance en la extensiónde los volúmenes, sino que además se corresponde mejor con los criterios de pe-riodización aquí apuntados.

    Concluiré aclarando que esta Historia general no es una historia de consenso,ni pretende ser «la» historia oficial de Panamá, aun cuando se trata de una obrapatrocinada por el Gobierno nacional y se publica con ocasión de una celebracióncentenaria. Nada podría ser menos objetivo ni científico, y nada más alejado denuestra visión de la historia. Las historias de intención consensuada siemprehan fracasado. ¿Cómo ponernos todos de acuerdo sobre lo que se propuso o seaceptó en la larga serie de tratados entre Panamá y los Estados unidos en tornoal tema del Canal? ¿Comparte toda nuestra sociedad la misma opinión sobre elgobierno torrijista? Y si hay una «Leyenda Dorada» contrapuesta a una «Le-yenda Negra» en torno a 1903, es porque las opiniones están frontalmente divi-didas. Los hechos pivotales de la historia siempre son objeto de controversia.Conscientes de ello, a ningún autor se le pidió que se sujetara a una agenda his-toriográfica, o que se mostrara prudente en sus pronunciamientos interpretati-vos, o que disimulase sus simpatías ideológicas, y menos aún que utilizara untono conciliador o discreto al tratar aspectos sensibles de nuestro pasado. Todolo contrario. Puesto que esta obra es el resultado de un esfuerzo colectivo en elque participa un número plural de autores, que proceden de distintas naciona-lidades, responden a diferentes escuelas historiográficas, metodologías y enfo-ques, y que además algunos no son propiamente historiadores sino profesionalesde otras disciplinas, no debiera sorprender que cuando los temas se solapen osean tangentes, se produzcan divergencias e incluso conclusiones opuestas. Másbien se esperaba que cada punto abriera una ventana para el debate, y que si setrataba de un tema discutible, que este no se maquillara, ni que se suavizaransus aristas, porque a cada autor se le indicó que debía ser fiel a su propia visióninterpretativa, cualquiera que esta fuese. Esto es así, porque nuestro propósitoha sido mostrar las nuevas líneas de reflexión historiográfica, lo que se ha hechoy lo que queda por hacer, hasta dónde se ha llegado y lo mucho que aún faltapor descubrir, y porque esta Historia general solo pretende trazar un rumbo, se-ñalando los campos que en un futuro próximo se deben desbrozar, abriendonuevos senderos a la investigación para que otros continúen avanzando.

  • PRIMERA PARTE

    Las sociedades originarias

  • CAPíTuLO I

    Panamá prehispánico

    Richard G. Cooke1, Luis A. Sánchez H.2,Nicole Smith-Guzmán3 y Alexandra Lara-Kraudy4

    La historia es el estudio del pasado en base a lamayor variedad posible de fuentes de información.

    —John Davies, A history of Wales, p. 1

    Introducción

    Luis Alberto Sánchez Herrera y yo escribimos la primera versión de este ca-pítulo en 2002-03, 15 años atrás. Desde entonces, se han realizado muchas in-vestigaciones, no solo en arqueología sensu stricto, sino, también, en disciplinasafines, como antropología física, paleoecología y genética de poblaciones y geo-logía, las que se han vuelto imprescindibles para los estudiosos de los orígenes,la dispersión y la supervivencia de los pueblos originarios del istmo de Panamáa los que se dedican estos dos capítulos. Tanta actividad intelectual ha condu-cido, no solo a un buen acervo de nuevos datos substantivos, sino también a no-vedosas metodologías de campo y análisis. Las investigaciones recientes hanabarcado, no solo las regiones culturales bien estudiadas como Gran Coclé yGran Chiriquí, sino también zonas menos conocidas arqueológicamente, comoBocas del Toro, el Caribe central y las provincias de Panamá y Panamá Oeste(inclusive el archipiélago de las Perlas). Leeremos en el siguiente capítulo, queexiste una pingüe documentación colonial sobre «los de la lengua cueva», cuyosterritorios abarcaron, en el año 1502, desde las faldas orientales del volcán pleis-tocénico de El Valle, hasta el golfo de urabá, por el Caribe, y el golfo de San Mi-guel, por el Pacífico. Es desafortunado que la arqueología de campo no hayacubierto aún un porcentaje adecuado de este amplio territorio a lo largo del cuallas descripciones de los cronistas del contacto español ponen en valor comunidades

  • vibrantes, las que se equivalían en complejidad a aquellas mejor estudiadas del Pa-namá central y occidental. ¡Ojalá en una futura versión de la Historia general, sepueda presentar un resumen de la prehistoria ístmica que sea más equitativo en locultural y geográfico que los dos anteriores!5.

    Dedicatoria

    Dedicamos estos dos capítulos a las memorias de cuatro insignes investiga-dores, cuyos aportes enriquecieron con mucho nuestros conocimientos de lospueblos originarios del pasado y presente, y cuyas ausencias han dejado pro-fundos vacíos intelectuales y de amistad: Philip Young, Olga Linares, AdolfoConstenla umaña y Tomás Arias de Para.

    Preludio: el pasado y la actualidad de los pueblos originarios

    Es probable que más de quince milenios hayan transcurrido desde que arri-baron al istmo de Panamá, los antepasados remotos de los siete grupos origina-rios que aun residen en esta angosta franja de tierra, es decir, los bribri, los nasodjërdi (otrora teribe), los ngäbe, los buglé, los guna, los emberá y los wounaan.La mayor parte de los estudiantes de la nación ya saben de memoria los nombresde estas etnias. Las lenguas que hablan pertenecen a dos agrupaciones lingüís-ticas denominadas «chibchenses» (las cinco primeras) y «chocoanas» (los dosúltimas). Según los estudiosos de la historia de los idiomas del Nuevo Mundo,ambas agrupaciones lingüísticas están emparentadas más cercanamente entresí, que con otras6, lo cual constata que los vernáculos actuales se desarrollarondurante muchos milenios en las mismas regiones geográficas.

    Las siete etnias istmeñas son las únicas sobrevivientes actuales a la violentainvasión española acaecida –estrictamente en el contexto de la historiografía pa-nameña– a partir del año 1502 de la Era Común (EC)7, cuando el almirante Cris-tóbal Colón estableció un asentamiento efímero en la desembocadura del ríoBelén8 en la ventosa costa del Caribe de la provincia de Veraguas9, dando inicioa una presencia ibérica que muy pronto se volvería permanente, destructiva ydrásticamente transformadora.

    La subsiguiente invasión militar a las tierras istmeñas, encabezadas por lashuestes de Pedro Arias de ávila, o «Pedrarias», fue obra de tropas que se bene-ficiaban de armas muy superiores y de estrategias de combate, las que les dieronuna ventaja clara y desigual sobre los pueblos originarios, cuya filosofía delconflicto era el polo opuesto a la de los europeos y cuyas armas ofensivas con-feccionadas de madera, piedra, hueso y los dientes de animales, eran menosmortíferas que las espadas, las armas de fuego y los perros de guerra de losibéricos. La grave desigualdad militar entre los originarios y los forasteros seha aceptado como una de las causas de la rápida reducción de la población

    40 X Panamá prehispánico

  • preeuropea del Istmo. Pero de ninguna manera fue la única. La introducción deenfermedades epidémicas evolucionadas en la Eurasia exacerbó grandementela mortandad de los istmeños, puesto que no tenían defensa natural alguna10.

    una perogrullada en el pensar popular sostiene que algunas de las siete etniassupervivientes no son «panameñas», sino «suramericanas», o, con mayor precisióngeográfica, «colombianas»11. Sin embargo, ¡la existencia de las repúblicas de Pa-namá y Colombia se remonta a tan solo 116 años atrás (1903-2019)! Para los queestudiamos la milenaria trayectoria histórica de los pueblos originarios, la geopo-lítica reciente resulta confusa. El afirmar que los emberá –una de las siete etniasactuales– «vinieron de Colombia», es correcto únicamente en el contexto de la si-tuación geopolítica que regía a partir del año 1903 EC. Por el contrario, si nos ate-nemos a una definición geológica, las cuencas de dos grandes ríos que correnexclusivamente en el actual territorio colombiano –el río Atrato hacia el mar Caribey el río San Juan hacia el océano Pacífico oriental– pertenecen al puente terrestrecentroamericano12. Ambas cuencas estaban ligadas en lo cultural y social al istmode Panamá durante las eras precolombinas y colonial, y aún lo están13.

    Historia polisémica

    A diferencia de otras culturas prehispánicas del Nuevo Mundo que son mun-dialmente famosas, como los aztecas, zapotecas y mayas de Mesoamérica, los ha-bitantes precolombinos de Panamá desconocían los sistemas de escritura, de aquíque nos harán falta en este capítulo, muchas de las clases de información que seencuentran en los textos, tanto de la historia documental de la tradición europeaoccidental, como de las sociedades variablemente alfabetizadas de la Mesoaméricaprecolombina. Extrañaremos aquí los nombres de las personas, los personajes delas religiones, los nombres de las plantas y de los animales, las fechas calendáricas,los relatos de los eventos importantes, como las batallas, los tratados y los conve-nios y, por último, los conocimientos astronómicos. Encontraremos esta clase deinformación en el capítulo II, aunque tan solo aquella que fue registrada por lasplumas de algunos letrados educados en la Europa occidental católica.

    Los textos de las sociedades originarias de Panamá son de otra índole y con-sisten en las imágenes pintadas, modeladas, esculpidas o grabadas, las que en-contramos en la alfarería, la orfebrería, la glíptica14 y las tallas en hueso, marfil,piedras volcánicas y hasta en madera y resina (allí donde estos materiales se re-sisten al húmedo clima tropical) (figura 1). Todos estos objetos acusan una grancomplejidad conceptual y etológica15 plasmada en simbolismos complejos y po-lisémicos16, los que eran entendibles únicamente por los usuarios de la culturamaterial que sobrevivió en cada tradición cultural y geográfica. En la figura 2,ofrecemos una interpretación filoeuropea de un grupo de símbolos que estánpintados en un plato policromado que pertenece a la vajilla que lleva la etiquetatipológica de «Conte Temprano»17 (750 y 900 años EC) (figura 2)18.

    Nueva historia general de Panamá X 41

  • a

    b

    dc

    e f

    g

    i

    h

    j

    l

    k

    no

    m

    q

    pPiedratallada

    Piedralasqueada

    Concha

    Glíptica

    Madera

    Orfebrería

    Alfarería

  • Nueva historia general de Panamá X 43

    Figura 1. Los pueblos originarios de la era Precolombina eran artesanos insignes. He aquí un resu-men gráfico de su destreza.a: Lagarto, oro, fundido en molde, Playa Venado, Museo Dumbarton oaks, Washington, D.C., ee. uu.;b: láminas de oro martilladas con espirales divergentes, tumbaga, cerro Juan Díaz*; c: nariguera,oro, Miraflores (CHo-3), río Bayano*; d: lagarto bicéfalo, oro, el Caño*; e: vasija con asas verticales,decorada con pintura «negativa», Chiriquí, procedencia desconocida (Colección del Museo Bowers,Los Ángele