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1 SAN DANIEL COMBONI novena a: (1831-1881)

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SAN DANIEL COMBONInovena a :

( 183 1 - 188 1 )

Título: Novena a San Daniel Comboni

Editor:Pastoral Juvenil Comboniana en el PerúP. Edison López Camones MCCJ

Primera Edición, octubre 2016

Puede ImprimirseP. Luis Barrera Pacheco MCCJSup. Prov. de los Misioneros Combonianos de Perú - Chile

Diseño y diagramación: Hungría Alipio

Impreso en Gráfica Julio Torres CuyaAv. Fernando Teran 929 - Chorrillos

Centro Vocacional de los Misioneros CombonianosJr. Sucre 680 – San Miguel – Lima 32.e-mail [email protected]: centro vocacional Comboni

Centro de Animación MisioneraProlongación Arenales 796 - Miraflores - LimaTeléfono [email protected]

Impreso en Perú/Printer Peru

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2016-11956

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PRESENTACIÓN

“Aun siendo Obispo, vivo como los otros misioneros, y con ellos, como cualquier otro religioso. Antes al contrario, trabajo día y noche para ayudar en la misión; y mientras todos duermen tranquilos, yo trabajo ante mi escritorio por amor a Jesucristo y a los pobres negros, cuando podría vivir cómodamente en Eu-ropa si hubiese querido aceptar esplendidos puestos diplomá-ticos al servicio de la Iglesia” Daniel Comboni (Escritos 6812)

Desde el 05 de octubre del 2003, fecha en que el Papa Juan Pablo II declaró Santo a Daniel Comboni, éste ya no pertenece solo a la familia comboniana, sino que pertenece a la Iglesia universal. El carisma misionero que Daniel Comboni recibió del Espíritu Santo y que vivió con pasión heroica, es presentado ahora por la Iglesia como un tesoro que pertenece a todo el Pueblo de Dios.

Esta novena quiere ser un instrumento en la mano de los devo-tos de San Daniel Comboni, para no solo conocer el tesoro que encierra la persona de San Daniel Comboni, sino para ayudar-nos a todos a ser misioneros de Jesucristo, y anunciarlo con el testimonio de nuestras vidas, además despertar en nosotros el amor a Dios y a los pobres, sobre todo a aquellos que aún no han escuchado la alegre noticia de Jesucristo salvador del mundo.

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San Daniel Comboni nos ayude abrir las puestas de nuestros corazones a los gritos de los crucificados de la historia, así como lo hizo Él. Sirva esta novena para acercarnos más a Dios que nos llama y nos envía anunciar su palabra a todas las crea-turas hasta los confines del mundo.

Esta novena es un intento de compartir con todos los devotos de San Daniel Comboni las riquezas espirituales que encierra su persona y su gran amor a los pobres, especialmente a los afri-canos que hasta hoy siguen sufriendo a causa del egoísmo de los hombres. Que nuestras oraciones ayuden a la humanidad a cambiar las situaciones de esclavitud que denigra la dignidad humana.

P. Luis Alberto Barrera PachecoSuperior Provincial

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Daniel Comboni: hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de África Central y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia.

La vida de Comboni nos muestra que, cuando Dios interviene y en-cuentra una persona generosa y disponible, se realizan grandes cosas.

HIJO ÚNICO - PADRES SANTOS Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, en una familia de campesinos al servicio de un rico señor de la zona. Su padre Luigi y su madre Domenica se sienten muy unidos a Daniel, que es el cuarto de ocho hijos, muertos casi todos ellos en edad temprana. Ellos tres forman una familia unida, de fe pro-funda y rica de valores humanos, pero pobre de medios materiales. La pobreza de la familia empuja a Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.

SAN DANIEL COMBONI( 183 1 - 188 1 )

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Durante estos años pasados en Verona Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de África Central, atraído por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del continente africano. En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después parte para la misión de África junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la bendición de su madre Domenica que llega a decir: «Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga».

EN EL CORAZÓN DE ÁFRICA - CON ÁFRICA EN EL CORAZÓN Después de cuatro meses de viaje, el grupo de misioneros del que for-ma parte Comboni llega a Jartum, la capital de Sudán. El impacto con la realidad Africana es muy fuerte. Daniel se da cuenta en seguida de las dificultades que la nueva misión comporta. Fatigas, clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros misione-ros, pobreza de la gente abandonada a sí misma, todo ello empuja a Comboni a ir hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo. Desde la misión de Santa Cruz escribe a sus padres: «Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa».

Asistiendo a la muerte de un joven compañero misionero, Comboni no se desanima y se siente confirmado en la decisión de continuar su misión: «África o muerte!».

Cuando regresa a Italia, el recuerdo de África y de sus gentes, empujan a Comboni a preparar una nueva estrategia misionera. En 1864, reco-gido en oración sobre la tumba de San Pedro en Roma, Daniel tiene una fulgurante intuición que lo lleva a elaborar su famoso «Plan para la regeneración de África», un proyecto misionero que puede resumirse

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en la expresión «Salvar África por medio de África», fruto de su ilimita-da confianza en las capacidades humanas y religiosas de los pueblos africanos.

UN OBISPO MISIONERO ORIGINALEn medio de muchas dificultades e incomprensiones, Daniel Comboni intuye que la sociedad europea y la Iglesia deben tomarse más en se-rio la misión de África Central. Para lograrlo se dedica con todas sus fuerzas a la animación misionera por toda Europa, pidiendo ayudas espirituales y materiales para la misión africana tanto a reyes, obispos y señores como a la gente sencilla y pobre. Y funda una revista misio-nera, la primera en Italia, como instrumento de animación misionera.

Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a África llevan a Comboni a fundar en 1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas.

Como teólogo del Obispo de Verona participa en el Concilio Vaticano I, consiguiendo que 70 obispos firmen una petición en favor de la evan-gelización de África Central (Postulatum pro Nigris Africæ Centralis).

El 2 de julio de 1877, Comboni es nombrado Vicario Apostólico de África Central y consagrado Obispo un mes más tarde. Este nombra-miento confirma que sus ideas y sus acciones, que muchos conside-ran arriesgadas e incluso ilusorias, son eficaces para el anuncio del Evangelio y la liberación del continente africano.

Durante los años 1877-1878, Comboni sufre en el cuerpo y en el espí-ritu, junto con sus misioneros y misioneras, las consecuencias de una sequía sin precedentes en Sudán, que diezma la población local, agota al personal misionero y bloquea la actividad evangelizadora.

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LA CRUZ COMO «AMIGA Y ESPOSA» En 1880 Comboni vuelve a África por octava y última vez, para estar al lado de sus misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a prueba por el cansan-cio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo. El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nun-ca lo ha abandonado «como fiel y amada esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. «Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá».

Comboni acertó. Su obra no ha muerto. Como todas las grandes rea-lidades que « nacen al pie de la cruz », sigue viva gracias al don que de la propia vida han hecho y hacen tantos hombres y mujeres que han querido seguir a Comboni por el camino difícil y fascinante de la misión entre los pueblos más pobres en la fe y más abandonados de la solidaridad de los hombres.

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“LAS OBRAS DE DIOS NACEN, CRECEN Y FLORECEN AL PIE DE LA CRUZ”

Motivación: Al inicio de nuestra novena en honor a San Daniel Comboni, el símbolo que hoy nos acompaña es la Cruz, que tanto significó en la vida de Comboni. Se enciende la primera vela.

Canto inicial

DÍA PRIMERO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo admirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Del Evangelio de San Lucas 9, 22-27“El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.

Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su

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vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ése la salva-rá. Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde? Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles.

Pero de verdad os digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.”

De los escritos de San Daniel Comboni (6084-6085)Hace cerca de dos semanas recibí en Ischl, adonde fui a presentar mis respetos al Emperador de Austria, protector de la Misión, su venerada carta del 3 de los corrientes; y habiendo comprendido bien todo el al-cance y el significado de la misma, me he puesto a meditar seriamente si, dada mi poca valía y debilidad, aún puedo ser verdaderamente útil al apostolado africano, sin duda el más arduo y espinoso de la tierra, o si por el contrario le resulto perjudicial. Tanto más cuanto que ahora, a causa de las innumerables fatigas, privaciones, enfermedades, fiebres, preocupaciones, luchas y contradicciones soportadas durante muchos años, y especialmente en el último terrible período de la carestía y epide-mia, me he vuelto realmente más sensible a los golpes de la adversidad y mucho más débil para llevar las cruces.

Pero como siempre se debe confiar únicamente en Dios y en su gracia, pues quien confía en sí mismo, confía (con perdón) en el mayor asno de este mundo, y considerando que las obras de Dios nacen siempre al pie del Calvario y que deben ser marcadas con el adorable sello de la Cruz, he pensado abandonarme en brazos de la divina providencia, que es fuente de caridad para los desdichados y protectora siempre de la inocencia y la justicia, y en consecuencia ponerme en manos de mis Superiores.

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Reflexión:

LAS OBRAS DE DIOS NACEN, CRECEN Y FLORECEN AL PIE DE LA CRUZEn varias ocasiones D. Comboni va a compartir esta expresión o pa-recidas, pero todas relacionadas con la experiencia de cruz que hace desde niño. Su vida ha estado marcada por la cruz y en ella ha sabido encontrar la sabiduría y la fuerza para poder realizar su vocación mi-sionera. Le ha sido tan común esta experiencia en su vida que incluso la ha tomado por esposa, como en sus propios escritos expresa.

Ya desde niño, Daniel Comboni, ha visto morir a algunos de sus her-manos, de ocho hijos nacidos él es el único sobreviviente. Siendo to-davía un adolescente de doce años debe dejar a sus padres, su pueblo natal, Limone Sul Garda, para ir hasta Verona y dar continuidad a sus estudios. Recién ordenado sacerdote, con 26 años debe tomar una dura decisión, dejar a sus ancianos padres y partir para el Sudán (Áfri-ca) o abandonar la idea de ser misionero en estas tierras del África central a la cual se había consagrado desde los 18 años, ya sabemos que después de hacer un discernimiento el Señor le pide para partir confiando a sus padres a la divina providencia. Ya en su primer viaje, unos meses después de su llegada a la misión africana, recibe la noti-cia de la muerte de su querida madre. A los dos años de haber llegado a la misión deben regresar para Italia, la expedición ha sido un gran fracaso, de cinco misioneros que partieron solo han quedado dos, los demás han muerto de enfermedades tropicales, por eso que junto a la tumba de su compañero P. Oliboni D. Comboni jura: “¡O África o muerte!”… y a lo largo de toda su vida la cruz fue una constante en su vivir, problemas en los viajes, naufragios, deudas, críticas, sentir-se abandonado por todos, calumnias levantadas sobre él, pero sobre todo a Comboni lo que más le aflige y le duele es el trato dado a los africanos que son comprados y vendidos como mercancía, y es en la Cruz de Cristo donde él encuentra toda la fuerza para romper las ca-denas que oprimen al continente negro, las cadenas de la esclavitud, de la enfermedad, la explotación y en definitiva la muerte… por eso

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que casi al final de su vida recoge esta frase como fruto de toda una vida entregada por la salvación de los más pobres y abandonados, Comboni entiende que todas esas cruces han sido consecuencia de un compromiso concreto, de una entrega generosa, como la de Jesús, que la cruz pesa pero la esperanza de la Resurrección y la liberación del pueblo africano es mucho más fuerte que el peso de todas las cruces juntas. Junto a esas cruces Comboni ha sentido la presencia del calor y la ternura del Corazón traspasado de Cristo, por eso que él se hace como Jesús, pan partido que se parte y se reparte, corazón abierto y traspasado para todos, sabe acoger y perdonar a todos.

Daniel Comboni ha profundizado tanto en esta mística de la Cruz que incluso en varias ocasiones escribe pidiendo para que oren y pidan que el Señor le envíe cruces y así poder ofrecerlas por la salvación del continente negro.

El ejemplo de San Daniel Comboni nos motiva a cada uno de nosotros a ponernos también en camino atrás del Maestro y hacer realidad las palabras de Jesús: “Si alguno quiere venir detrás de mí, niéguese así mismo, tome su cruz y sígame...” (Mc 8, 34).

Canto de interiorización

Peticiones:En este primer día de novena a San Daniel Comboni, presentamos nuestras súplicas a Dios Padre.

1. Por todos los creyentes en Cristo; para que como San Daniel Com-boni seamos testigos del amor de Dios en el mundo, por interce-sión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Por los pastores de la Iglesia; para que sepan transmitir sin miedo el mensaje liberador de Cristo, por intercesión de San Daniel Com-boni roguemos al Señor.

3. Por los que rigen las naciones; para que procuren siempre el bien-estar y la paz de todos los ciudadanos, por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

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4. Por todos los que sufren; para que no pierdan la esperanza en Cris-to y su recompensa sea grande en el cielo, por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

5. Por nosotros, aquí reunidos, por nuestras familias, por nuestra co-munidad para que imitemos la valentía de san Daniel Comboni y seamos los mensajeros de Cristo, por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Escucha, Señor, nuestras súplicas, que por intercesión de san Daniel Comboni, abogado e intercesor te presentamos. Por Jesucristo, nues-tro Señor.

Padre nuestro…Ave María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; des-pierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cris-to sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.

Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

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“SANTOS Y CAPACES”Motivación: bienvenidos queridos hermanos (as) a este segundo día de nuestra novena, el símbolo que nos acompañará el día de hoy es la imagen de San Daniel Comboni, nuestro santo fundador. Se encienden la segunda vela.

Canto inicial

DÍA SEGUNDO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén

Del Evangelio según San Juan 13, 31-35 Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, Dios glorificará al Hijo en sí mismo, y lo hará muy pronto. Mis queridos hijos, poco tiempo me queda para es-tar con ustedes. Me buscarán, y lo que antes les dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.

Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos

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a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.

De los escritos de San Daniel Comboni (6655)Por tanto, en cuanto a la educación religiosa, usted siga haciendo como hasta ahora, y como es su deseo, porque yo conozco bien y profundamente su espíritu y su intención: formar elementos santos y capaces. Lo uno sin lo otro vale poco para el que sigue la carrera apostólica. El misionero y la misionera no pueden ir solos al paraíso. Solos irán al infierno. El misionero y la misionera deben ir al cielo acompañado de las almas salvadas. Y aunque ante todo han de ser santos, o sea, completamente ajenos al pecado y a la ofensa a Dios, y humildes, eso no basta: necesitan tener caridad, que es la que los hace capaces.

Reflexión:

MISIONEROS “SANTOS Y CAPACES”

San Daniel Comboni - como todos los Santos- tuvo una profunda ex-periencia del amor de Dios que cambió toda su vida. Toda su existencia fue una continua respuesta a este amor de Dios, esto se tradujo con-cretamente en el servicio a los más pobres, concretamente el África central de su época, por quien vivió, trabajó, lucho y murió. Este ardor por la misión que llevaba dentro se deja vislumbrar en todos sus escri-tos, en sus deseos y proyectos. Es así que cuando quiere dar algunas indicaciones al formador (P. Sembianti) de los candidatos de su Insti-tuto naciente le dice “Forma elementos santos y capaces. Lo uno sin lo otro vale poco para quien quiere ser misionero”. Sin duda Comboni quería que sus misioneros fuesen personas auténticas, con una pro-funda experiencia de Dios y una ardiente caridad, es decir amor a Dios y amor al prójimo. En este sentido la centralidad de la persona de Jesús en la vida del misionero es irrenunciable, sin esta experiencia profunda, constante, creativa y siempre renovada no seremos capaces de amar

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a los pobres como los amó Jesús. Esta clave que Comboni comparte con P. Sembianti es fundamental en la vida de todo creyente, santidad y caridad van de la mano. Todo discípulo de Jesús está llamado a amar como Dios le ha amado primero.

San Daniel Comboni sabe bien que la esencia del discipulado es el amor, un amor que nos libera y nos envía, un amor que nos hace misioneros capaces de amar a los pobre y descubrir en ellos el rostro sufriente de Jesucristo. Solo si nos sentimos amados profundamente por Jesús seremos capaces de dar amor y de amar a los últimos de la historia, no con una mirada filantrópica, sino con los mismos senti-mientos del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, las cuida y las defiende, las apacienta con amor y les da vida plena.

“Santos y Capaces” para Comboni significa ser personas autenti-ca, no se puede vivir de la apariencia, fingiendo santidad y llenos de egoísmo. Esto es muy importante para nuestro tiempo en que esta-mos tentados a cultivar solo el mundo exterior, la apariencia, la pre-sentación y olvidamos el mundo interior, los valores, la autenticidad, la verdadera libertad interior que nos lleva al encuentro con nosotros mismos y con Dios. El hombre que vive de la apariencia terminará por encontrarse en una vaciedad y sin sentido de la vida. Comboni nos recuerda que la caridad nos hace capaces de todo, esta caridad que brota del encuentro con Jesús y con el prójimo, es pues inseparable en la vida del discípulo amor a Dios y amor al prójimo. Si, la caridad nos hace capaces de dar la vida sin reservas, de ponerla en riesgo a fin de servir y amar a los pobres, solo así podemos explicar la vida de tantos Santos que se dieron completamente a la causa del Evangelio.

En efecto, cuando Jesús da a sus discípulos el mandamiento del amor (Jn. 13, 34-35) les dirá que “por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos míos” (Jn. 13, 35). Para Comboni el misionero, el discípulo es aquel que amado por Dios ama a sus hermanos como Dios lo amó primero. Alguien que ha ex-perimentado el amor de Dios no queda como antes, se transforma y

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anuncia las maravillas que Dios ha hecho en él. Cuanto más nuestra vida está centrada en Dios seremos más libres para amar sin medidas, seremos capaces de hacer presente en medio del mundo la forma de vida de Jesucristo Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.

Si queremos ser santos y capaces, tenemos que encontrarnos y de-jarnos encontrar por Jesucristo que nos libera de toda atadura, y nos envía al mundo como testigos del amor misericordioso de Dios.

P. Luis Barrera Pacheco MCCJ

Canto de interiorización

Peticiones: Nuestro buen hacer en este mundo consiste en hacer la voluntad del Padre, que seamos santos como él mismo es santo, y con Comboni deseaba para sus misioneros, con humildad presenta-mos a Dios nuestras oraciones:

1. Te pedimos Padre, por el Papa los obispos y sacerdotes, misio-neros y misioneras para que no cesen de proclamar el Evangelio con su palabra, su ejemplo y su vida. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Te pedimos Padre, por todos los fieles del mundo para que su corazón esté atento a las inspiraciones del Espíritu y sepamos acoger a todo aquel que necesite de nosotros. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

3. Te pedimos Padre, por los enfermos, los necesitados, los pobres, los que no encuentran trabajo, para que tengan siempre cerca una mano amiga que les socorra en sus vicisitudes. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

4. Te pedimos Padre, por las familias, para que las asistas en su que-hacer diario y sepan afrontar, desde la unidad, los retos que se plantean en su caminar. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

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5. Por todos nosotros, para que nunca olvidemos que Comboni quiso que sus misioneros fueran Santos y Capaces en el hoy de la Misión. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Padre, haz que crezcamos cada día más en el amor a Ti y sepamos abandonarnos en el cumplimiento de tu voluntad. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; des-pierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cris-to sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.

Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

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“SALVAR AFRICA POR MEDIO DE ÁFRICA”Motivación: bienvenidos queridos hermanos y her-manas a este tercer día de novena. El símbolo que nos acompañara el día de hoy es el mapa del con-tinente Africano, tierras tan amadas por San Daniel Comboni. Se enciende nuestra tercera vela.

Canto inicial

DÍA TERCERO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Del Evangelio según San Marcos 6, 34-37“Al desembarcar, vio Jesús un gran gentío, sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Como se hacía tarde, los discípulos se acercaron a decirle: el lugar esta deshabi-tado y ya es muy tarde. Despídelos para que vayan a los poblados y aldeas de los alrededores y se compren algo de comer. Jesús les respondió: Den-les ustedes de comer”.

De los escritos de San Daniel Comboni 2753Sobre un asunto tan relevante nos hemos dicho a nosotros mismos: «¿Y no se podría asegurar mejor la conquista de la infeliz Nigricia, situando

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nuestra base de operaciones allí donde el africano vive y no cambia, y el europeo trabaja y no sucumbe? ¿No se podría promover la conversión de África por medio de África?» Esta gran idea ha quedado como una fijación en nuestro pensamiento, y la regeneración de África con África misma nos parece el único Programa que se debe seguir para realizar tan brillante conquista. Por eso, en nuestra pequeñez, hemos creído lí-cito sugerir humildemente un camino que al seguirlo permita alcanzar con mayor probabilidad la alta meta a la que por otra parte se orientan siempre todos los pensamientos de nuestra vida, y por la que estaremos contentos de derramar nuestra sangre hasta la última gota.

Reflexión:

“SALVAR ÁFRICA POR MEDIO DE ÁFRICA”

El continente africano en tiempo de Comboni vivía en situaciones muy penosas y difíciles, las enfermedades, la hambruna y sobre todo el co-mercio nefasto de los esclavos, por el que millones de africanos fueron conducidos como esclavos a América.

Como Jesús, el Buen Pastor, Comboni, mirando a África y los africa-nos “sintió lástima, porque eran como ovejas sin pastor”. Se com-prometió y entrego totalmente su vida para la evangelización de estos pueblos abandonados con su famoso grito “O África o Muerte”.

Los diferentes intentos de evangelización del África no han prosperado por las razones que el mismo Comboni explica bien en una de sus cartas: “La experiencia ha demostrado claramente que el misionero europeo no puede trabajar en la obra de la redención de aquellas ar-dientes regiones del África interior, ya que pone en cons tante peligro su vida misma. No puede soportar el peso de las fatigas y de las múl-tiples necesidades, ni tampoco las incle mencias del clima. También la misma experiencia ha demos trado que el negro no puede recibir en Europa una formación católica completa que le ayude después a permanecer en una disposición constante de ánimo y de cuerpo para

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volver a su tierra natal a promover la propagación de la fe. Para él es duro y difícil vivir en Europa, y, en el caso de que vuelva a África, ya no es apto (para el trabajo entre sus connacionales), debido a que en Europa ha adquirido una educación y una serie de usos y costumbres propios de esta civilización que repugnan y son dañosos para la con-dición de vida africana”.

Ante esta realidad, San Daniel Comboni, bajo la inspiración del Espíritu Santo, concibió un plan cuyo objetivo era la «regeneración de África con África misma».

Su propuesta era, pues, fundar en la costa africana una serie de esta-blecimientos misioneros, que unen la evangelización y la civilización o promoción humana; provistos de escuelas, centros de salud, se-minarios y universidad y administrados con juntamente por europeos y nativos hasta que los africanos estuvie ran en condiciones de auto-gestionarse plenamente. En tales centros se pre pararía personal local que luego, por irradiación, extendería en el interior del continente la enseñanza recibida, tanto civil como religiosa.

Hoy en día, los Herederos del carisma y espíritu misionero de Combo-ni (Religiosos sacerdotes, hermanos y hermanas y laicos) trabajan en 4 continentes en el mundo. Los africanos no sólo evangelizan en su propio continente sino que están presentes en las obras misioneras de la Iglesia en el mundo entero como miembros de diferentes Congraga-ciones u Organizaciones apostólicas.

Así pues, San Daniel Comboni con su lema “Salvar por medio de Áfri-ca” ha sido un Gran profeta para África y toda la Iglesia.

P. Eliseo Laye MCCJ

Canto de interiorización

Peticiones: Cristo nos invita a mirar lo trascendente de esta vida, a saber leer los signos de los tiempos, como lo hizo Comboni, al con-

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templar la realidad del pueblo Africano. Puestos los ojos en el Padre, por medio de Jesucristo nos atrevemos a pedirle:

1. Te pedimos por la Iglesia católica, para que con la ayuda del Espíritu Santo, sepa discernir los signos de los tiempos y sepa responder a las necesidades espirituales del hombre de hoy. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Te pedimos por los gobernantes, para que dejando de mirar sus propios intereses, levanten los ojos al Padre y vislumbren su fun-ción de servidores del pueblo. Por intercesión de San Daniel Com-boni roguemos al Señor.

3. Te pedimos por los jóvenes para que sean testigos de la resurrec-ción de Cristo en sus ambientes y puedan acoger con generosidad la invitación del Señor a dejarlo todo y seguirlo. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

4. Te pedimos por todos los que buscan y no encuentran, y viven ne-cesitados tanto de lo material, como lo espiritual o afectivo, para que encuentren en la Iglesia, personas que sepan satisfacer sus necesi-dades. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

5. Por los matrimonios cristianos, para que sean vivero de vocacio-nes católicas y promuevan una visión trascendente del caminar diario. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Padre, queremos seguir perseverando en tu conocimiento y ser cada día más fieles al mensaje de tu Hijo, concédenos lo que con fe y espe-ranza te hemos pedido por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; des-pierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cris-to sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.

Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-

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ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

“ÁFRICA O MUERTE”Motivación: bienvenidos queridos hermanos y her-manas a este cuarto día de novena. Hoy, como sím-bolo nos acompaña la foto del mártir Comboniano Hno. Godfrey Kiryowa, se encienden la cuarta vela.

Canto inicial

DÍA CUARTO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

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Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

De la primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses 2, 1-2, 4-8Pues bien saben, hermanos, que nuestra permanencia entre ustedes no ha sido estéril. A pesar de los sufrimientos en injurias que, como saben, padecimos en Filipos, les anunciamos el evangelio en medio de muchas dificultades, pero llenos de confianza en nuestro Dios. Puesto que Dios nos ha juzgado dignos de confiarnos su evangelio, hablamos no como quien busca agradar a los hombres, sino a Dios, que conoce hasta lo más profundo de nuestro ser. Dios es testigo, y ustedes lo saben, de que nunca nos dejamos llevar por la adulación o la avaricia; tampoco hemos buscado glorias humanas, ni de ustedes ni de nadie. Y aunque podría-mos haber hecho sentir nuestra autoridad como apóstoles de Cristo, nos comportamos afablemente con ustedes, como una madre cuida a sus hijos con amor. Tanto amor les teníamos que ansiábamos entregar-les, no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas. A tal punto llegaba nuestro amor por ustedes.

De los escritos de San Daniel Comboni (4049)Hace 27 años y 62 días que juré morir por África Central. He pasado las mayores dificultades, he soportado las fatigas más enormes, he visto muchas veces la muerte junto a mí y, a pesar de tantas privacio-nes y penalidades, el Corazón de Jesús ha mantenido en mi espíritu y en el corazón de mis misioneros y de mis buenas Hermanas de San José de la Aparición la perseverancia, de tal modo que nuestro grito de guerra será hasta el final: «¡Nigricia o muerte!»

Tenemos el consuelo de ver los cimientos de nuestra Obra sólidamente echados para triunfar en nuestro objetivo de ver la bandera de la Cruz flamear allí donde nunca ha sido escuchada la Palabra del Evangelio, gracias a la Propagación de la Fe y a las obras que nos han ayudado.

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Reflexión:ÁFRICA O MUERTE

Comboni escribía esta frase, que le habría inspirado en varias ocasio-nes de su vida, en especial cuando más dificultades se encontraban, cinco años antes de su fallecimiento. Justamente cuando hacía un pe-queño recuento de lo que había sido su vida dedicada a los africanos. Una dedicación que él había asumido como una consagración total. Recordaba la fecha y la hora exacta cuando hizo aquel juramento, que resume al decir “África o Muerte”.

Eran tiempos de eslóganes maximalistas que inspiraban las luchas de independencia de las colonias del continente Americano y las re-voluciones sociales de Europa. La disyuntiva proponía que no había alternativa, o se conseguía el objetivo de la contienda o mejor perecer en el intento. Sin embargo, la proclama de San Daniel Comboni resulta un tanto contradictoria porque fuera que consiguiese dedicar su vida a África, o fuera que no lo hiciera, en sendos caminos se encontraba con la muerte. El mismo lo explica, “He pasado grandes dificultades, he soportado las fatigas más enormes, he visto muchas veces la muerte junto a mí.” Son palabras similares a las que Pablo escribe a los tesalonicenses o los corintios (2Cor 12,10).

Comboni vivió cincuenta años, pero bien fue por la gracia de Dios porque la mayor parte de los compañeros con quienes compartió la misión africana fallecían a los pocos meses de llegar a las regiones inhóspitas del continente. La muerte de sus amigos le afirmaba más y más en su vocación: debía dedicar cualquier energía que tuviera para el beneficio de los pueblos africanos, fuese este empeño una tarea de pocos o de muchos años. Se arriesgó a una muerte temprana; pero el Señor lo mantuvo a flote hasta su edad madura para que bien pudiera asentar la misión del África Central y de aquellos que tendrían que continuar con su tarea una vez el ya no estuviera; porque nadie vive para siempre en este mundo.

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Tanto asimiló África en su persona que consideraba que vivir sin respi-rar para que los africanos se beneficiasen de sus fuerzas era como es-tar muerto. Comboni pone el sentido a su existir en su dedicación total a los pueblos de África. Quería que los africanos de entonces, pasasen a gozar de los privilegios de ser Hijos de Dios. Que se les reconociera su dignidad como seres humanos. Que no les privasen de la libertad en la que nacían. Porque en aquel entonces las potencias europeas miraban a África con codicia, tenían hambre de sus materias primas, e incluso no les importaba mucho las consecuencias que su extracción tuviera para la población. Comboni al contrario de los mandatarios europeos no quiere enriquecerse a costa de los africanos, sino que quiere que los africanos se enriquezcan gracias a él mismo. De ahí que se desvivió para liberar a esclavos, y para montar las misiones de Jartum, Santa Cruz o la colonia de Malbes. Sabía que ser esclavo no es condición de ningún ser humano, y que los africanos tenían que ser hijos de Dios igual que cualquier otra persona del mundo.

El grito de Comboni tiene tanto sentido entonces como hoy, porque hay esclavitudes impuestas y modos de vivir que nos esclavizan por culpa de nuestra ignorancia, por más que se acepten deslumbrados por las modas, o resignados por las dependencias, o engañados por las propagandas. Hoy es fácil confundir dignidad, libertad, humanidad. Aquel interés de Comboni por las poblaciones que más sufrían sigue siendo válido independientemente del color de las personas que estén bajo el yugo o su procedencia geográfica. Por más que queremos vivir en comodidad, la vida verdadera es aquella que disfruta en la libertad de los Hijos de Dios. Pero la libertad no es algo que se regala, sino que se conquista, y para ello hay que tener los medios y las condiciones. Eso es lo que hizo Comboni proporcionar los medios para que las personas concretas los utilizasen y llegasen a vivir por opción propia como hijos de Dios y con el orgullo de tener su dignidad íntegra.

San Daniel Comboni vivió muriendo poco a poco para regalar vida a los pueblos de África. Y eso mismo es lo que hacen los misioneros

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que llevan el evangelio de Jesús a las poblaciones más desdichadas, las que sufren en sus carnes las condiciones infrahumanas similares a aquellos de los africanos del siglo XIX aunque estemos en el XXI.

P Tomas Herreros Baroja MCCJ.

Canto de interiorización

Peticiones: Elevemos nuestras plegarias a Dios Padre y pongamos sobre el altar nuestras necesidades y las de todos nuestros herma-nos y hermanas.

1. Por el Papa Francisco, por el Obispo de nuestra diócesis y por todos los obispos de la tierra, para que renueven, día a día, su radical promesa de seguimiento a Jesús y que sepan transmitirla al resto del pueblo de Dios. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Por los organismos internacionales y por los políticos de todo el mundo para que trabajen inspirados por Jesús y consigan la erra-dicación de la pobreza, la desaparición del racismo y el final de cualquier forma de explotación. Y para que desaparezcan todas las amenazas de guerra. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

3. Por los científicos de todo el mundo y de todas las especialida-des, para que sus descubrimientos hagan más felices a todos los hombres y mujeres de la Tierra, de esta Tierra que Dios nos dio. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

4. Por los niños, para que los ángeles del Señor los acompañen siem-pre y crezcan sin dolor, ni pena, ni hambre, y reciban mucho amor. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

5. Por los más pobres y desgraciados, por los solitarios y los olvida-dos, para que el Señor Jesús los auxilie y, a la vez, promueva en nosotros todo el amor necesario para atenderlos y ayudarlos siem-pre. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

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6. Por nosotros, para que sigamos a Cristo y que su cercanía no per-mita adoremos a ningún ídolo de estos tiempos: el dinero, el poder, el consumo sin freno y la injusticia. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Permite, Dios Padre nuestro, que tu ángel lleve al altar del cielo estas humildes súplicas que te hacemos en este día. Por Jesucristo, Nues-tro Señor.

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; despierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cristo sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

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“QUIERO HACER CAUSA COMúN CON CADA UNO DE USTEDES”

Motivación: sean bienvenidos a este quinto día de novena en recuerdo de San Daniel Comboni. Nues-tro símbolo hoy, es el mapa del Perú donde se se-ñalan la presencia Comboniana en estas tierras. Se enciende la quinta vela.

Canto inicial

DÍA QUINTO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Lectura del Evangelio Según San Juan 10, 11-18“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; no como el jornalero que ni es verdadero pastor ni propietario de las ove-jas. El jornalero cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. Y el lobo las arrebata y las dispersa. El jornalero se porta así, porque trabaja únicamente por el sueldo y no tiene interés por las ovejas. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí; lo mismo que mi Padre me conoce a mí, yo lo conozco a él y doy mi vida por las ovejas. Pero tengo otras ovejas que no están en este rebaño, también

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a estas tengo que atraerlas para que escuchen mi voz. Entonces se formara un rebaño único, balo la guía de un solo pastor. El Padre me ama, porque yo doy mi vida para recuperarla de nuevo. Nadie tiene poder para quitármela; soy yo quien la doy por mi propia voluntad. Yo tengo poder para darla y para recuperarla de nuevo. Esta es la misión que recibí de mi Padre”.

De los escritos de San Daniel Comboni (3158 -3159)Tengan la seguridad de que mi alma les corresponde con un amor ilimitado para todos los tiempos y para todas las personas. Yo vuelvo entre ustedes para ya nunca dejar de ser suyo, y totalmente consa-grado para siempre a su mayor bien. El día y la noche, el sol y la lluvia me encontrarán igualmente y siempre dispuesto a atender sus nece-sidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Su bien será el mío, y Sus penas serán también las mías.

Quiero hacer causa común con cada uno de ustedes, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por ustedes pueda dar la vida. No ignoro la gravedad del peso que me echo encima, ya que como pastor, maestro y médico de sus almas tendré que velar por ustedes, instruir-los y corregirlos; defender a los oprimidos sin dañar a los opresores, reprobar el error sin censurar al que yerra, condenar el escándalo y el pecado sin dejar de compadecer a los pecadores, buscar a los des-carriados sin alentar el vicio: en una palabra, ser a la vez padre y juez. Pero me resigno a ello, en la esperanza de que todos ustedes me ayu-daran a llevar este peso con júbilo y con alegría en el nombre de Dios.

Reflexión:SAN DANIEL COMBONI, PASTOR DE ÁFRICA

Hace poco vi un video sobre la vida de Comboni en dibujos animados. Allí podemos contemplar los momentos decisivos e importantes de la vida de Comboni donde él renuncia a sí mismo y opta en favor

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de África y son muy emotivos esos momentos, lo fue para él y lo es para nosotros cuando lo contemplamos. Uno de esos momentos fue cuando tuvo que dejar a sus padres, él siendo el único sobreviviente de ocho hijos, tiene que irse al África dejándolos ya de edad avanzada y solos sumidos en la pobreza; sin embargo, Comboni, después de mucha oración y discernimiento, se embarca para el África siendo fiel al llamado y la vocación recibida y lo será ciertamente hasta el final de su vida. Otro momento decisivo fue durante la primera expedición, aunque llegaron a la misión de Santa Cruz con muchas dificultades y penurias, tuvieron que afrontar la muerte de Francisco Oliboni, la muerte de su madre en Europa y muchas otras muertes de misione-ros debido a la malaria. A pesar de ello no se desanima y sigue con la obra en favor de los africanos. Y así podemos contemplar muchos momentos de opción por la vocación recibida en la vida de Comboni.Es muy emotiva la homilía de Comboni cuando llega a Jartum, capital de Sudán, como Obispo del Vicariato del África Central. Allí expresa su opción clara y radical: “Quiero hacer causa común con cada uno de ustedes, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por ustedes pueda dar la vida”. De nuestros días podemos traducir “hacer causa común” como “me solidarizo con ustedes” o “quiero alegrarme con ustedes o sufrir con ustedes”. Y de hecho así lo hizo. De nuestros días hablamos de inculturación, es decir de insertarnos con la gen-te con lo que son: lengua, costumbres, maneras de pensar y hacer, etc. Esa es la manera de vivir de todo misionero y por supuesto del misionero comboniano. También se usa “hacer causa común con la gente”, es decir, solidarizarnos con ella y asumir sus vivencias, sus desafíos y dificultades. En otra parte de la homilía Comboni afirma que: “El día y la noche, el sol y la lluvia me encontrarán igualmente y siempre dispuesto a atender vuestras necesidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón.” Aquí Comboni destaca una actitud de acogida y del otro por quien se vive sin discriminación. Acoge a todos en su corazón. Una vez más es la actitud del misionero

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que va a misión para acoger a todos sin excepción y hacer de todos protagonistas de la misión.

Finalmente, toda la vida de Comboni nos invita a recordar la frase de Jesús: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Esta frase es el resumen de la vida de Jesús pero también la de San Daniel Comboni. También esto nos recuerda la frase: “Yo soy el buen Pastor, el buen Pastor da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11)

Mirando la vida de San Daniel Comboni podemos concluir que él es el buen Pastor del África Central porque dio la vida entera a la causa afri-cana que en ese tiempo nadie, ni siquiera la Iglesia apostaba por ella. Sin embargo fue necesaria que la vida de este santo, y tantos otros, fuera sacrificada para que la evangelización comience a dar frutos en este continente.

P. Percy Carbonero mccj

Canto de interiorización

Peticiones: Estamos llamados a construir el Reino de Dios, junto al resto de hombres que conviven con nosotros. Muchas veces nos ignoramos mutuamente y no sabemos hacer causa común con los más pobres. Hoy le pedimos al Padre que nos ayude a reconocerlo en los demás.

1. Por la Iglesia para que entre todos hagamos de ella un lugar de acogida a todos aquellos que llama el Espíritu Santo. Por interce-sión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Por todos los hombres de la tierra, para que buscando lo que une y dejando a un lado las diferencias construyamos un futuro mejor para todos. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

3. Por todos los enfermos, para que el Espíritu despierte en su ambien-te personas atentas a sus necesidades viendo en ellos el rostro de Cristo. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

4. Por todos los que dedican su vida a la extensión del Reino, para que sean verdaderos profetas de Dios y no decaigan en su com-

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promiso evangelizador. Por intercesión de San Daniel Comboni ro-guemos al Señor.

5. Por aquellos que viven momentos de prueba para que encuentren en los hermanos gestos y apoyos para vencer en esa oscuridad. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Padre, acoge con bondad estas plegarias dando a tu pueblo una luz nueva para que sepa reconocerte en los hermanos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; despierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cristo sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

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“LA CRUZ COMO FIEL Y AMADA ESPOSA”Motivación: bienvenidos a nuestro sexto día de no-vena. El símbolo que nos acompaña el día de hoy es el rosario misionero, que nos recuerda nuestra necesidad y compromiso de orar por la humanidad entera. Se enciende la sexta vela.

Canto inicial

DÍA SEXTO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Lectura del Evangelio según San Mateo 16, 24-28En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir con-migo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y enton-ces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del Hombre con majestad.

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De los escritos de San Daniel Comboni (1710)Ya veo y comprendo que la cruz me es tan amiga, y la tengo siempre tan cerca, que desde hace tiempo la he elegido por Esposa inseparable y eterna. Y con la cruz como amada compañera y maestra sapientísi-ma de prudencia y sagacidad, con María como mi madre queridísima, y con Jesús todo mío, no temo, Emmo. Príncipe, ni las tormentas de Roma, ni las tempestades de Egipto, ni los torbellinos de Verona, ni los nubarrones de Lyón y París; y ciertamente, con paso lento y seguro, andando sobre las espinas, llegaré a iniciar establemente e implantar la ideada Obra de la Regeneración de la Nigricia central, que tantos han abandonado, y que es la obra más difícil y fatigosa del apostolado ca-tólico. Naturalmente me encomiendo, aunque indigno de ser atendido, a V. Em.a Rma.: sea Ud. para mí jefe, médico, maestro y padre. Yo no tengo otra preocupación por ahora que la de establecer bien el pequeño Seminario de Verona y los dos pequeños Institutos de El Cairo. Don Ale-jandro Dalbosco, que es una perla para el Seminario veronés, me dice que D. Rolleri es un buen misionero: poco a poco lo haremos todo. Veo verificarse en la práctica lo que V. Em.a tuvo la bondad de decirme de palabra y por escrito: tiempo, lentitud, prudencia, oración, y yo añado también Cruz; pero cruz que venga de Dios, no que sea el resultado la propia falta de juicio, me parece oír a V. Em.a hacer esta salvedad.

Reciba, para terminar, mis expresiones de la más profunda venera-ción. Y mientras le pido perdón por todo, le beso la sagrada púrpura y me declaro.

Reflexión:“LA CRUZ COMO FIEL Y AMADA ESPOSA….”

La vida del misionero entregado, está jalonada de muchos momentos de dificultad que ponen a prueba su vocación. Es lo que vivió Daniel Comboni a lo largo de sus 26 años de vida misionera en África y Europa.

El África en que él se aventuró era todavía un continente inexplorado, sobre todo a nivel de ideas y costumbres europeas, pero con muchas

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dificultades prácticas para misioneros y exploradores. A pesar de esta realidad, el sacerdote Comboni decidió ir a trabajar en aquella tierra, aun sabiendo que difícilmente regresaría con vida.

Una constante en su vida fue el dolor, las pruebas, los momentos difíciles que le tocó vivir: “Ya veo y comprendo que la cruz me es tan amiga y la tengo siempre tan cerca, que desde hace tiempo la he ele-gido como esposa inseparable y eterna” (Esc.1710). A pesar de tanta dificultad de todo tipo, nunca se echó atrás en su afán misionero por devolver a los africanos la dignidad humana tan pisoteada en por la pobreza, la esclavitud y los abusos colonialistas del siglo XIX.

Por encima de todo, Daniel Comboni ve en el hombre africano la ima-gen del mismo Jesús, y esto le da fuerzas para no caer en el desa-liento. En todos esos momentos difíciles, él encuentra la fortaleza en María y Jesús: “Con María como mi madre queridísima, y con Jesús todo mío, no temo” (Esc.1710).

La vida de Comboni fue una entrega continua a la misión, a la misión difícil, a esa misión a la que muchos no encontraban una explicación, pero su vocación fue una entrega constante.

Su vida fue intensa, frenética y vivida cada día con la urgencia de la misión. La suya fue una vida llena de sufrimientos pero con mucha fe, y llena de muchos acontecimientos y aventuras que nos daría para escribir muchos relatos misioneros.

Daniel Comboni tuvo muchos enfrentamientos, sobre todo dentro del clero, que le produjeron mucha amargura y le dificultaron sus proyec-tos, sobre todo, su idea de formar a los africanos para que ellos fueran el objeto de su propia formación y evangelización.

La misión o evangelización de África, era para Comboni un proceso de imprevisible duración. Él se daba cuenta que la inculturación del Evangelio en África, tenía que avanzar y renunciar a ciertas fórmulas o prácticas que él había vivido en su formación europea, en esa segunda mitad del siglo XIX en que le tocó vivir la experiencia africana.

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Esta misma visión la trasladó a la formación de los africanos, resal-tando sus valores propios de la cultura. Muchos africanos de hoy ven en Comboni el hombre que puso toda su confianza en ellos para que tuvieran una formación más africana y no tanto europea.

En África el sufrimiento físico y espiritual era máximo. En aquellos am-bientes dominaban la soledad, el silencio, el abandono, el sentimiento de ser extranjero, el clima insoportable, las lenguas imposibles, los fracasos… y también, al final de su vida muchas incomprensiones. También las fiebres contribuyeron a que entregara su vida al Señor a los 50 años de edad.

P. Valentín García mccj

Canto de interiorización

Peticiones: Hoy la invitación de Jesús a seguirle implica tomar la cruz, pero nuestro ánimo no comprende este aspecto del caminar cristiano. Pedimos al Padre que nos mande la ayuda del Espíritu como conseje-ro, fortaleza y abogado.

1. Padre, te pedimos por el Papa para que lo asistas en sus decisiones, lo fortalezcas en sus acciones y lo llenes de sabiduría en sus predicacio-nes. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Padre, te pedimos por todos los pueblos de la tierra, para que ce-sen las guerras y todos puedan convivir en sus lugares de origen en paz y prosperidad. Por intercesión de San Daniel Comboni ro-guemos al Señor.

3. Padre, te pedimos por todos aquellos que han dejado enfriar su fe, para que el soplo del Espíritu avive esa llama y den cada día pruebas más fuertes de su crecimiento espiritual. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

4. Padre, te pedimos por los enfermos, para que en su situación se-pan abrazar la cruz y den testimonio de fe en ese obrar sereno y confiado en tu misericordia. Por intercesión de San Daniel Combo-ni roguemos al Señor.

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5. Por todos nosotros, para que encontremos en nuestra Cruz de cada día la fortalezca nuestra fe y demos frutos acordes con ese crecimiento interior. Por intercesión de San Daniel Comboni rogue-mos al Señor.

Padre, con confianza y fe el pueblo unido presenta estas necesidades, atiende generosamente sus plegarias que te presentamos por Jesu-cristo Nuestro Señor.

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; despierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cristo sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.

Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

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“SI MIL VIDAS TUVIERA, TODAS LAS DARIA PARA LA MISION”

Motivación: sean bienvenidos a nuestro séptimo día de novena. Todos llevamos en nuestros corazones a tantos misioneros Combonianos que hemos conocido y que con el testimonio de sus vidas desgastadas por la misión nos han mostrado el rostro misericordioso del Dios de la vida. El símbolo que nos acompaña hoy es un cuadro con algunas fotos de misioneros Com-bonianos que hemos conocido y siguen dando su vida por la Misión. Encendemos nuestra séptima vela.

Canto inicial

DÍA SÉPTIMO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

De la primera Carta del Aposto San Pablo a los Corintios 9, 16 – 18 Porque anunciar el evangelio no es para mí un motivo de gloria; es una obligación que tengo, ¡y pobre de mí si no anunciara el evangelio! Me-recería recompensa si hiciera esto por propia iniciativa, pero si cumplo con una misión que otro me ha confiado ¿Dónde está mi recompensa? Está en que, anunciando el evangelio, lo hago gratuitamente.

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De los escritos de San Daniel Comboni (6438)Transcurridos diez años, la S. Congregación constatará los resultados de mi Obra en África Central, y lo hecho por aquellos que sin los ne-cesarios preparativos, estudios y trabajos previos se hayan lanzado imprudentemente a empresas osadas, sin haber estudiado bastante el terreno sembrado de espinas. Sería feliz de engañarme; pero me temo que estoy en lo cierto, porque he hecho al respecto grandes estudios y tengo mucha experiencia. Por lo demás, mis ideas las expongo y expondré siempre subordinadamente sólo a Propaganda o al Sumo Pontífice, y no a otros, porque lo único que me preocupa es el puro bien de la Iglesia y de África, por las que daría cien vidas si las tuviese.

Reflexión:

“SI MIL VIDAS TUVIERA, TODAS LAS DARÍA PARA LA MISIÓN”

Sólo aquel que haya experimentado la pasión por un ideal, fuese éste cual fuese, podrá experimentar el deseo de consumir su vida al máxi-mo con tal de llevar al culmen su propósito. Es cierto que ningún ser humano puede tener la posibilidad de vivir una vida tras otra y ago-tarlas todas con la misma finalidad, pero cuando San Daniel Comboni expresó el deseo de ofrecer, si le fuese posible, hasta mil vidas nos indica la tendencia de extralimitarse en sus empeños, en el desmedir-se en esfuerzos con tal de llevar a cabo su ideal. Pero ¿Cuál es ese ideal que arde en el corazón de Comboni que empuja a nuestro Santo a confirmar su deseo de consumir y desmedirse con su propia vida?

Ese ideal tiene un nombre y para él era “La Misión”, pero ¿Cuál era esa Misión?, ella se resumía en “El África Central” por el que veía a un Cristo con un Corazón Abierto y Traspasado que se consumía en Amor por el Pueblo más pobre y necesitado. Él concibió en su propia experiencia a un Cristo que desmedidamente se ofreció por la humanidad en una Cruz y a partir de esa experiencia comprendió que su vida tenía sentido en la medida en que la ofreciera de esa misma manera, agotando su vida con tal de incluir esa “perla negra” a la Corona de la Iglesia.

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Su empeño por evangelizar a un pueblo que desconocía a Cristo y sacarlo de condiciones infrahumanas como era sobre todo las con-diciones de esclavitud en el contexto del siglo XIX, fue humanamente hablando desmedido puesto que todo giraba en torno a esa cristiana ambición: El Plan por la regeneración del África Central, la continua búsqueda de recursos que lo llevó a sensibilizar los corazones de rei-nos y monarcas de su tiempo, la búsqueda de misioneros y formación de los mismos con tal de multiplicar esfuerzos que se empeñen en la evangelización, la creación del grupo de las Pias Madres de la Nigrizia; es decir todo esmero fue hecho con tal de responder a ese llamado, la de consumir su vida por el Pueblo más pobre y abandonado.

Providencialmente, cuando parecía que el fuego de esa pasión que en-cendió Comboni en los corazones de tantos que lo rodeaban, se extin-guía después de su muerte y después de las grandes pruebas por las que atravesaron sus primeros misioneros, El buen Cristo que arde de amor por aquel que aún no lo conoce, hizo renacer de pequeños trozos de carbón que dejó el fuego de la pasión del Santo, llamaradas que se diseminaban en todo el continente africano y que desbordaba sus propios límites haciendo del deseo de San Daniel Comboni una realidad, sus mil vidas ofrecidas por la misión se vería concretizado en la ofrenda de la vida que hace cada misionero de Comboni por la misión.

Sólo aquel que hace la experiencia del amor de Dios que se ofrece por el más pobre y abandonado es capaz de darle sentido a su propia vida en esa misma lógica, ofreciéndola sin límite hasta agotar el último esfuerzo con tal de unirse al mismo plan de Dios.

Hno. Luis Humberto Gonzales Jimenes MCCJ

Canto de interiorización

Peticiones: Muchas trabas y problemas tenemos en nuestra vida de fe, tanto individualmente como dentro de la Iglesia. Pedimos al Padre luz y fortaleza para afrontarlos desde la esperanza que nos da la Re-surrección de Cristo.

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1. Por el Papa Francisco, por los obispos y sacerdotes, por los con-sagrados, por los misioneros y el pueblo fiel, para que seamos sembradores de paz y misericordia. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Por todos los pueblos de la tierra, para procuren la paz entre ellos y procuren una convivencia fundada en la justicia. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

3. Por los que sufren el dolor de la enfermedad, los horrores de la guerra y del terrorismo. Por los cristianos perseguidos, los emi-grantes, los refugiados, para que encuentren manos acogedoras que se ayuden a salir de su situación.

4. Por los que pasan por un periodo de prueba en su fe, para que no les falte nunca el auxilio del Señor, ni el consejo del hermano. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

5. Por las familias cristianas, en particular aquellas que pasan momen-tos de crisis, para que el Señor ilumine sus corazones con su Amor y logren superar los retos que se presentan en el caminar en esta vida. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

6. Por todos nosotros, para que busquemos siempre servir desde la humildad del último puesto. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Padre, acoge estas plegarias que tu pueblo te presenta e ilumínanos en el combate contra el mal. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; des-pierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cris-to sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.

Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

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Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

“JURAME QUE SERAS FIEL A TU VOCACION”Motivación: bienvenidos a nuestro penúltimo día de novena. El símbolo que nos acompaña el día de hoy es la imagen de unas sandalias, que representa la llamada continua que el Señor hace a nuestros mi-sioneros a ponerse siempre en camino, fieles a su vocación recibida. Encendemos nuestra octava vela.

Canto inicial

DÍA OCTAVO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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Del Evangelio Según San Juan 21, 15 – 19Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: « ¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme»

Testimonio del Joven Misionero Juan DichtlComboni dice al joven misionero Juan Dichtl, quien lo acompaña en su lecho de muerte, le dice: «Júrame que serás fiel a tu vocación misio-nera». En el juramento de este joven se refleja el compromiso de miles de misioneros y misioneras que entregaron, entregan y entregarán su vida a Cristo para su misión entre los pueblos no evangelizados.

Reflexión: La vocación es siempre, y en primer lugar, una elección divina, cua-lesquiera que fueran las circunstancias que acompañaron el momento en que se aceptó esa elección. Hablamos de vocación a nivel general, laico comprometido, religiosa, sacerdotal o misionera.

La fidelidad a la vocación sea cual sea, es fidelidad a Dios, a la misión que nos encarga, para lo que hemos sido creados: el modo concreto y personal de dar gloria a Dios. Desde donde nos encontremos, por ejemplo, el matrimonio tiene que mostrar en la familia, el compromiso que se adquiere con la esposa, el esposo y las responsabilidades que se tienen para con los hijos, dando testimonio cristiano. Cada uno desde el momento y situación en la que se encuentre, buscando res-ponder a la vocación a la que Dios nos llama. “Y subiendo al monte

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llamó a los que él quiso, y fueron junto a él. Y eligió a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios. Y formó el grupo de los doce” (Mc.3, 13).

Cristo elige a los suyos, y este llamamiento es su único título. Je-sús llama con imperio y ternura. Nunca los llamados merecieron en modo alguno la vocación para la que fueron elegidos, ni por su buena conducta, ni por sus condiciones personales. Es más, Dios suele lla-mar a su servicio y para sus obras, a personas con virtudes y cualida-des no tan sobresalientes, para lo que realizarán con la ayuda divina.

Para Daniel Comboni, la fidelidad a su vocación misionera, no conoce es-pacio, ni tiempo, él es misionero las 24 horas del día, los 365 días del año. No se ahorra ninguna fatiga, ningún viaje, ningún esfuerzo. Es a este estilo de fidelidad que Comboni, en su lecho de muerte pide a su joven misio-nero. Lo invita a darse todo, a cumplir hasta las últimas consecuencias su compromiso misionero. Son las mismas palabras del evangelio, cuando Jesús nos dice que solo quien persevera hasta el final se salvara (Mt 24, 13). Comboni, entonces, invita cada uno de los que compartimos su ideal misionero a no ahorrarnos nada, a perseverar hasta el final, a ensuciarnos la mano todos los días en el servicio que se nos ha encomendado. En una sociedad que nos empuja a relativizar nuestras opciones y elecciones, Comboni exige de sus misioneros radicalidad, entrega total y perpetua. No es suficiente con estar, con el permanecer hace falta entrega, creatividad, compromiso, perseverancia. Estos son los elementos que haces concreta la fidelidad a nuestra vocación. Que san Daniel Comboni, infunda en noso-tros esa misma certeza de su vocación y ese mismo ardor en la entrega generosa de nuestra vida.

P. Edison López Camones MCCJ

Canto de interiorización

Peticiones: Hoy se nos pide fidelidad, perseverancia que nace de una escucha a Dios con todo corazón, pero los buenos propósitos chocan con la soberbia de nuestra carne. Pedimos pues al Padre que nos dé un corazón sencillo y atento a las necesidades de los demás.

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1. Te pedimos, Padre, por el Papa Francisco, para que sepa trasmitir a todos la fuerza que reside en el servicio generoso y desinteresado a todos los hombres cumpliendo Tu voluntad. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Te pedimos, Padre, por todos los pueblos de la tierra, para que con un corazón generoso, sepan ver en la justicia para con el prójimo, el camino hacia la paz y la prosperidad. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

3. Te pedimos, Padre, por todos los necesitados de pan material, para que suscites buenos samaritanos que atiendan con prestezas sus necesi-dades. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

4. Te pedimos, Padre, por todos los misioneros y misioneras Com-bonianos, para que ante cualquier necesidad u obstáculo, no de-caigan en su entrega generosa y fiel hasta el final de sus días. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

5. Te pedimos, Padre, por las familias, para que en este tiempo, vivan con más intensidad la caridad entre ellos y el servicio hacia los más necesitados. Por intercesión de San Daniel Comboni rogue-mos al Señor.

Padre, atiende con generosidad estas oraciones que el pueblo con-fiado, humildemente te presenta. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; des-pierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cris-to sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.

Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misioneros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo encar-nado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz verdadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colabo-radores. Amén.

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Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén.

“LLAMADOS A SER UN PEQUEÑO CENACULO DE APÓSTOLES”

Motivación: bienvenidos a nuestro último día de no-vena, llenos de gratitud, nos dejamos acompañar por el planisferio que contiene todas las presencias de los mi-sioneros Combonianos en el mundo y oramos por cada una de ellas que están llamadas a ser, según el deseo de san Daniel Comboni, un pequeño cenáculo de apóstoles. Encendemos nuestra última vela.

Canto inicial

DÍA NOVENO

Oración para todos los días:Padre que has manifestado en San Daniel Comboni un ejemplo ad-mirable de amor a ti y a los pueblos de África, concédenos por su intercesión ser transformados por la caridad que brota del Corazón traspasado de Cristo, Buen Pastor.

Haz que, imitando su santidad y su celo misionero, nos consagre-mos enteramente como comunidad de apóstoles a la regeneración de los más pobres y abandonados para alabanza de tu gloria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 42 – 47Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión, y en el partimiento del pan, y en las oraciones.

Y toda persona tenía temor; y muchas maravillas y señales eran he-chas por los apóstoles. Y todos los que creían estaban juntos; y te-nían todas las cosas comunes; Y vendían las posesiones, y las ha-ciendas, y las repartían a todos, según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón, ala-bando a Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos.

De los escritos de San Daniel Comboni 2647-2648El objeto de este instituto no sale de la órbita de las funciones es-trictamente sacerdotales: es l cumplimiento el mandato dirigido por Cristo a sus discípulos de predicar el Evangelio a todas las gentes; es la continuación del Ministerio apostólico, por el que todo el mundo ha participado de los inefables beneficios del cristianismo. Y tiene como finalidad especifica la regeneración de los pueblos negros, que son los más necesitados y abandonados del universo.

Este instituto se vuelve por ellos como un pequeño Cenáculo de Após-toles para África, un punto luminoso que envía hasta el centro de la Nigricia tantos rayos como solícitos y virtuosos Misioneros salen de su Seno. Y estos rayos, que juntos resplandecen y calientan, necesa-riamente revelan la naturaleza del Centro del que proceden.

Reflexión: UN PEQUEÑO CENACULO DE APOSTOLES

La vida de Comboni nos frece el día de hoy, una profunda convicción: el de que sus misioneros y misioneras y todos aquellos que de alguna manera, comparten su carisma, vivan y realicen su misión, no como islas o individuos que confiando sólo en sus propias fuerzas. El desea que su familia misionera sea un auténtico cenáculo de apóstoles.

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Como sabemos, toda la práctica de Jesús camina hacia una experien-cia que se consolida en el Cenáculo: “Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes” (Lc 22, 15). Es en esta experiencia en el Cenáculo, que Jesús, con actitudes, gestos y palabras, revela una nueva visión de las cosas, un nuevo orden, un nuevo punto de partida.

En el corazón de esta experiencia está la llamada gratuita y personal que Jesús realiza: “Llamó a los que quiso… para estar con él y para enviarlos a anunciar el mensaje (Mc 3, 13 – 14). “No me escogie-ron ustedes a mí sino que Yo les escogí a ustedes” (Jn 15,16). Esta experiencia de gratuidad lleva al misionero a vivir el poder como un ejercicio de servicio (Mt 24, 28). “El que quiera ser el primero, deberá comportarse como el último “(Mt 20,26).

Dicen los biógrafos de Comboni, que él no deseaba fundar un Instituto Religioso, como los entonces existentes. A él lo empujaron las necesi-dades que descubrió en la misión. Al fundar sus Institutos Misioneros, como nos lo recuerdas sus reglas de 1872, Comboni sueña con una experiencia religiosa misionera eclesial que sea como CENACULO DE APOSTOLES “Este Instituto se vuelve como un pequeño Cenáculo de Apóstoles para África, un punto luminoso que envía hasta el centro de la Nigrizia tantos rayos como solícitos y virtuosos misioneros salen de su seno. (E. 2648) en la cual se viva la experiencia de la consagración y misión en armonía con la interculturalidad.

La expresión “pequeño cenáculo de apóstoles” conlleva una realidad dialéctica que habla de dos movimientos: ad intra (cenáculo) vida co-mún, familiaridad, fraternidad y ad extra (apostólico) para servir a la misión. Realidades que necesariamente se necesitan, se atraen y se fecundan recíprocamente.

Con el adjetivo “pequeño” nos recuerda, que nuestra familia misione-ra, es apenas una pequeña semilla, semejante al grano de mostaza (Mt 13, 31-32); que La vida misionera no es para muchos. Y que por eso, estamos llamados a ser una presencia que sea principio de cambio, origen de transformación, nuncio de un estilo diverso de ser y actuar en función del Reino.

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El cenáculo. Es la palabra que nos trae a la mente el hogar, la familia, la acogida y la fraternidad, en una palabra la vida compartida con otras personas. Comboni siempre se opuso a que sus misioneros vivieran y trabajaran solos. Comboni propone la realidad del cenáculo y recuerda que con los discípulos estaba siempre el Maestro. Una comunidad que no tenga a Jesucristo al centro de su vida y de sus intereses es una comunidad cerrada donde fácilmente aparece el egoísmo, la au-tosuficiencia, la competencia y la rivalidad.

Es de “Apóstoles”. La meta que nos trazamos como comunidad, como misioneros, es la colaborar en la propagación del Reino. Vivimos en co-munidad para experimentar el amor, compartir los ideales y prepararnos para partir. El apóstol es el enviado. La comunidad es proyecto, estilo y realización, pero la meta es el Reino, entendido como un estilo de vida completamente nuevo, entre aquellas personas más abandonadas.

Comboni habla de rayos que emanan del Centro del cenáculo y brillan llevando calor a donde hace falta. Es el ardor del corazón del Buen Pas-tor que alcanza a la humanidad entera, y es también, lo que nosotros, hijos e hijas de Comboni, estamos llamados a vivir para que, con nues-tro modo de vivir y nuestros servicio misionero, seamos un anuncio y una denuncia de los valores del reino en nuestro mundo de hoy.

Canto de interiorización

Peticiones: invoquemos, hermanos, la Misericordia de Dios Padre, para el Pueblo Santo de Dios y para todos los hombres y mujeres de la Tierra. Oremos por las necesidades de todos.

1. Por el Papa Francisco, por los obispos, presbíteros y diáconos para que nunca les falte la Gracia de Dios y amor para todos los herma-nos. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

2. Por los laicos comprometidos, por todos aquellos que trabajan por los hermanos en las parroquias y los diferentes movimientos ecle-siales. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

3. Por la paz en el mundo, para que desaparezcan las guerras y el terrorismo y que, como decía el Profeta Isaías, las lanzas se con-

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viertan en podaderas. Por intercesión de San Daniel Comboni ro-guemos al Señor.

4. Por los enfermos de cuerpo y alma, para que nunca les falte nues-tro apoyo y amor fraterno. Por intercesión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

5. Por los emigrantes, los exiliados, los que no tienen casa y aquellos, que por cualquier causa, estén lejos de sus familias. Por interce-sión de San Daniel Comboni roguemos al Señor.

Concede, Dios Padre de todos, lo que este pueblo reunido en tu nom-bre te pide con fe. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Padre nuestroAve María

Oración por las Misiones y Vocaciones¡Oh Padre!, tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; des-pierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cristo sea testimoniando y anunciado a todos los que aún no le conocen.Por intercesión de San Daniel Comboni sostén y alienta a los misione-ros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.Virgen maría, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo en-carnado al mundo, dirige la humanidad hacia Aquel que es la luz ver-dadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores. Amén.

Oración finalDios, Padre de todas las gentes, que por el celo apostólico del Santo Obispo Daniel, has extendido tu iglesia entre los pueblos de África, concédele, por su intercesión, crecer en la fe y en la santidad, y en-riquecerse siempre con nuevos hijos, para gloria de tu Nombre. Por Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dio, por los siglos de los siglos. Amén. Acción sugerida:

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¿YO MISIONERO Y TÚ?A lo largo de la historia de la Iglesia, nos encontramos frecuentemente en frente de la misión y de la compasión. Mujeres y hombres de gran coraje y de gran per-severancia. Una multitud humana consagrada a la fecundidad misionera suscita la admiración y la acción de gracias.

Es verdad, se necesita de un claro llamado para afrontar la misión extrema, que es a la vez difícil y peligrosa, pero que también es fuente de una alegría indescriptible. Sin embargo, estoy convencido que Jesús no se cansa de llamar a mujeres y hombres a consagrarse al Señor para llevar a los pobres su Amor incondicional. Es así que los Misioneros Combonianos proponen seriamente la cuestión: «¿Yo misionero (a) y tú?» «¿Porque Yo no?», «¿Cómo se puede proceder?»

También puedes ser un misionero del amor de Dios en medios de los que más lo necesitan. También puedes decir sí puedo, puedes darte cuenta que eres capaz, que tienes todas las características para ser un misionero de la alegría.

¿Qué esperas ?... ¿Acaso no te agrada la idea de compartir tu vida, de compartir tu fe y lo que posees abrazando el camino de las misiones?Ya es hora que te preguntes y tomes consciencia de lo que Dios espera y desea para ti...

Abrazar la vida misionera puede ser tu camino, ¿qué te cuesta intentarlo?, deja el miedo y lánzate a este mundo fascinante y maravilloso de las misiones.

Es momento de dar el paso y que te pongas en movimiento, ya pasó el tiempo de estar estático, sé diferente. Es hora de pasar de la teoría a la práctica, de la idea a la acción.

¿Yo Misionero y tú quién eres? ¿Qué quieres para tu vida? ¿Qué has elegido? ¿Ya encontraste tu verdadero espacio que te brinda satisfacción en donde puedes com-partir tu vida con total plenitud?

¿Quién eres? ¿Que buscas? ¿Estas satisfecho con lo que haces?

Te invito a descubrir y a descubrirte…

Todos estamos invitados a discernir el llamado de Dios en nuestras vidas, somos misioneros por naturaleza y lo podemos ser a un más por convicción y de manera radical.

Hoy puede ser que Dios te está llamando, no lo dejes esperando, hoy puede ser el comienzo de una nueva vida misionera para ti... hoy puede ser el comienzo de tu destino misionero, puede ser tu primer y grande paso...

Dios te quiere misionero… Jesús te llama para continuar su misión... No lo dejes esperando… hay mucha gente necesitada que espera de ti...