nosotros los otros, no. 7, 2007

17
--------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 2009 24 realmente está a cargo de ma- nejar las necesidades de la co- munidad. - Están sobrecargados. - No, no es por eso. A mí me discriminan por el solo hecho de hacer esta denuncia. (…). Una pregunta, señor intenden- te. ¿Hasta dónde termina el lí- mite territorial del Parque? - Eso es lo que yo quisiera ver en la realidad. Hay un tema legal, porque para la ley de Parques, para la mensura de Parques, la laguna está dentro del parque. Pero es un tema de mensura. Pongámonos de acuerdo en una reunión, vendrán técnicos de Parques, revisemos los instrumentos legales. Si hace falta, cam- biemos, modifiquemos los instrumentos legales. Y, si no hay acuerdo, se negociará, en términos no de negocio sino de entendimiento, de acuerdo. Acordemos. Me gustaría zan- jar esa situación. - Ese es el tema. La laguna está a nombre del Parque, pero hay una parte que nos correspon- de a nosotros. Y los guarda- parques pasan los límites de la laguna hacia donde estamos. - Actúan sobre la laguna. - No, salen de la laguna y reco- rren la costa de nuestra casa. - No es corriente. - A menudo, siempre. No- sotros queremos libertad de pescar y acceder al agua. Eso es lo que queremos. No quere- mos pelear con ustedes. - Definamos la mensura. Y definamos el manejo de los recursos. - Donde está su límite y donde está el nuestro. Eso es lo que queremos”. “- Y después, lo que corres- ponde a nosotros, está amo- jonado ya nuestra tierra acá. Vos sabés bien que están en el medio de la laguna, lo que es nuestro. Pero por qué la gen- te está achicando a nosotros, tenemos mucha gente nueva todavía, nuestros hijos. Con este pedacito, con estas 5000 ha, ya no caben más nuestras familias. Entonces queremos alambrar lo que es nuestro. Lo que te corresponde, te corres- ponde. Lo que corresponde a nosotros, porque es nuestro. Y ahora vos tenés que poner los límites de tu alambrado adonde te corresponde. Noso- tros vamos a alinear lo que es nuestro. Pero cómo vamos a tener abierto y usted también abierto. No hay alambre, lo que corresponde (poblador de la Colonia La Primavera). - Más que alambrado, me gus- taría definir los mojones. Por- que alambrado es de vecinos que dan la espalda. Yo no es- toy dispuesto a dar la espalda. Por eso ni siquiera alambra- do, porque los buenos vecinos no necesitan alambrado. De- finamos mojones (intendente del Parque Nacional Río Pil- comayo) . - No, no. - Bueno, si quiere alambrado …”.

Upload: megantylor

Post on 09-Nov-2015

224 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Nosotros los Otros, No. 7, 2007

TRANSCRIPT

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200924

    realmente est a cargo de ma-nejar las necesidades de la co-munidad.- Estn sobrecargados.- No, no es por eso. A m me discriminan por el solo hecho de hacer esta denuncia. (). Una pregunta, seor intenden-te. Hasta dnde termina el l-mite territorial del Parque?- Eso es lo que yo quisiera ver en la realidad. Hay un tema legal, porque para la ley de Parques, para la mensura de Parques, la laguna est dentro del parque. Pero es un tema de mensura. Pongmonos

    de acuerdo en una reunin, vendrn tcnicos de Parques, revisemos los instrumentos legales. Si hace falta, cam-biemos, modifiquemos los instrumentos legales. Y, si no hay acuerdo, se negociar, en trminos no de negocio sino de entendimiento, de acuerdo. Acordemos. Me gustara zan-jar esa situacin.- Ese es el tema. La laguna est a nombre del Parque, pero hay una parte que nos correspon-de a nosotros. Y los guarda-parques pasan los lmites de la laguna hacia donde estamos.

    - Actan sobre la laguna.- No, salen de la laguna y reco-rren la costa de nuestra casa.- No es corriente.- A menudo, siempre. No-sotros queremos libertad de pescar y acceder al agua. Eso es lo que queremos. No quere-mos pelear con ustedes.- Definamos la mensura. Y definamos el manejo de los recursos.- Donde est su lmite y donde est el nuestro. Eso es lo que queremos.

    - Y despus, lo que corres-ponde a nosotros, est amo-jonado ya nuestra tierra ac. Vos sabs bien que estn en el medio de la laguna, lo que es nuestro. Pero por qu la gen-te est achicando a nosotros, tenemos mucha gente nueva todava, nuestros hijos. Con este pedacito, con estas 5000 ha, ya no caben ms nuestras familias. Entonces queremos alambrar lo que es nuestro. Lo que te corresponde, te corres-ponde. Lo que corresponde a nosotros, porque es nuestro. Y ahora vos tens que poner los lmites de tu alambrado adonde te corresponde. Noso-tros vamos a alinear lo que es nuestro. Pero cmo vamos a tener abierto y usted tambin abierto. No hay alambre, lo que corresponde (poblador de la Colonia La Primavera).- Ms que alambrado, me gus-tara definir los mojones. Por-que alambrado es de vecinos que dan la espalda. Yo no es-toy dispuesto a dar la espalda. Por eso ni siquiera alambra-do, porque los buenos vecinos no necesitan alambrado. De-finamos mojones (intendente del Parque Nacional Ro Pil-comayo).- No, no.- Bueno, si quiere alambrado .

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 25

    Comunidad La Prima-vera, Departamento Pilco-mayo, Provincia de Formosa. La comunidad La Primavera, del pueblo indgena toba, se rene en asamblea para tra-tar el accionar del Parque Na-cional Pilcomayo. Asimismo, por los lmites del parque en relacin con las tierras de la comunidad indgena La Pri-mavera. El ltimo tema pro-puesto es el uso de la laguna y el acceso a los recursos na-turales. Se inicia la asamblea con la presencia de los miem-bros de la Direccin de Pue-blos Originarios y Recursos Naturales, dependiente de la Secretara de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nacin, de miembros del Di-rectorio de la Administracin de Parques Nacionales para la regin NEA, el seor pre-sidente del ICA por el pueblo pilag, y el seor secretario del Instituto de Comunidades Aborgenes de la provincia de Formosa, y los miembros de la comunidad se expresaron ante las autoridades. Inicia el seor cacique. Con respecto al primer tema, dieron tes-

    timonio de las humillacio-nes sufridas. Los dos casos ms graves, en los cuales en oportunidad de pescar en la laguna, los parqueros les sacaron las carnadas, las re-des, los baldes que usaban para su subsistencia y de sus hijos y de ellos mismos. Esto se agrav porque les sacaron sus ropas, sus pertenencias, como frazadas, y se volvieron a sus casas slo en short. Se sumaron testimonios de si-milar descripcin. En otros casos slo se les ahuyentaba y se corra a las mujeres e hi-jos que recogan agua en la laguna para tomar. En otros testimonios les quitaban sus instrumentos de pesca y se los arrojaba al agua. Ante la pregunta sobre la fecha, el lugar e identificacin de los responsables, los tobas die-ron la descripcin fsica de los mismos, as como algn nombre, del cual se tom nota. En el primer caso, no slo se los priv de sus pren-das, sino que posteriormente se les prendi fuego. En todos los casos, de los testimonios participaron hombres, muje-

    res y nios de 13 y 16 aos. Con respecto a los responsa-bles, portaban armas de 12 de calibre, revlver y lazo, e iban a caballo. Para el se-gundo punto, los lmites del Parque con relacin a la co-munidad, se acord realizar una reunin de trabajo entre las mximas autoridades de APN y la comunidad de La Primavera, con la participa-cin de la Direccin de Pue-blos Originarios y del ICA. Para el punto tres, el uso de laguna, se decidir y ser el tema central a abordar en la reunin de trabajo acordada. El cacique e integrantes de las comunidades afirmaron que la denuncia efectuada genere una medida de san-cin y reparacin por parte de APN para que nunca ms se vuelvan a repetir estos ca-sos de abuso. La directora asegur que estas denuncias sern investigadas hasta sus ltimas consecuencias por ser un grave caso de viola-cin a los derechos humanos. Firman al pie todos los pre-sentes a las 16.40 hs del da 30 de mayo de 2007.

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200926

    1) introduccin

    Una de las principales reivindicaciones de los Pueblos Originarios en la Argentina actual es el derecho a la Educacin Intercultural Bilinge (EIB). Por EIB se entiende aquella educacin que se propone como enraizada en la cultura de los educandos indgenas aun-que abierta a la incorporacin de elementos y contenidos de otros horizontes culturales as como tambin, supone ser llevada a cabo a travs de dos lenguas: la lengua materna indgena y una segunda lengua o sea, el espaol, por ser la lengua oficial del Esta-do (Resolucin 107/99 Consejo Federal de Cultura y Educacin). A nivel legal, tanto la Constitucin Nacional como muchas otras provinciales, y leyes educativas e indigenis-tas provinciales y nacionales, incorporan este derecho y obligan a los Estados a garan-tizarlo. Sin embargo, hasta el momento, la EIB no constituye una poltica de Estado.

    La provincia de Salta, mbito que nos ocupa particularmente, no permanece ajena a esta realidad, a pesar de ser la formacin provincial con mayor diversidad cultural y lin-gstica del pas y con altos niveles de vitalidad lingstica. Una serie de argumentos esboza-dos desde los propios agentes del sistema edu-cativo, por cierto ampliamente cuestionables, dilata las propuestas y acciones destinadas a la implementacin de proyectos de EIB.

    Uno de esos argumentos plantea como El problema la ausencia de una estandari-zacin1 de las lenguas indgenas. Es decir, se considera como un obstculo para el dise-o de proyectos de EIB, las variedades dia-lectales de las distintas lenguas aborgenes existentes en la provincia.2 Desde nuestra

    1 Se entiende por lenguas estandarizadas aquellas que tienen escritura, estn normalizadas y poseen recur-sos didcticos para ser usadas en contextos educativos (Acua, 2003).

    2 Dichas variedades dialectales presentan una diver-

    perspectiva, tal diversidad dialectal ms que un problema constituye una riqueza y nos obliga a buscar estrategias creativas para su tratamiento. As es que, a partir de la nece-sidad de tener en cuenta la/s lengua/s de los educandos en el proceso de enseanza apren-dizaje y la incidencia altamente positiva de la utilizacin de las lenguas maternas indgenas (tanto en su oralidad como en su escritura) en el contexto del aula, es que sostenemos que los debates sobre la grafa de las lenguas indgenas no deben retrasar la posibilidad de producir escritura en dichas lenguas. En ese sentido, coincidimos con Emilia Ferreiro en que una visin demasiado normativa de la ortografa puede inhibir ms que favorecer a los utilizadores potenciales. Una escritu-ra viva es aquella efectivamente utilizada, a riesgo de ser transformada o inclusive defor-mada durante su utilizacin. Por ello mismo sera necesario pensar en estrategias que im-pulsen un aumento en el nmero de produc-tores de textos diversos, as como multiplicar las ocasiones de produccin.

    En este sentido, desde nuestro traba-jo de extensin universitaria con maestros indgenas del Municipio Santa Victoria Este (Salta),3 apostamos a la produccin de los textos y su difusin, ya que es el mismo pro-ceso de generacin de esta prctica lo que ha-bilita precisamente el debate acerca de cul

    sidad de formas ortogrficas, al haberse construido distintos alfabetos por parte de misioneros anglicanos, lingistas y antroplogos.

    3 La experiencia de trabajo en el rea educativa con auxiliares bilinges de las etnias wich, chulup, cho-rote y toba del Departamento Rivadavia en la provincia de Salta fue iniciada en el ao 1999. Dicha prctica de trabajo conjunta reposa en el paradigma de la Educa-cin Popular y de la Educacin Intercultural y Bilinge (EIB). Desde este marco, se ha trabajado en talleres de capacitacin sobre legislacin de EIB, formulacin de proyectos educativos, alfabetizacin en lengua mater-na aborigen, construccin de materiales didcticos y de lectura en lenguas aborgenes para uso escolar y plani-ficaciones ulicas.

    EIB en el chaco salteo. Reflexiones sobre experiencias de produccin de textos en lenguas aborgenesJuan Pablo Cervera Novo, Graciela Corbato, Carina Giraudo, Carolina Hecht, Soledad Losada, Graciela Pais, Ivanna Petz, Mariana Schmidt Comisin Educacin

    q

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 27

    o cules sern las pautas de escritura a uti-lizar y los sentidos que eso implica. Esta re-flexin debe ser parte necesaria en el mismo desarrollo del proceso. Consideramos que trabajar slo desde la perspectiva tcnica de cmo se escribe o qu grafema se utiliza para determinado fonema es una prctica que di-vorcia a la lengua de los hablantes. En este sentido, compartimos el planteo de Acua cuando cuestiona dicha perspectiva: Sole-mos referirnos a las lenguas como si fueran independientes de los hablantes y como si las acciones que se ejercen sobre ellas no tuvie-ran consecuencia en la vida de las personas. Nos preocupan la extincin de las lenguas, su empobrecimiento, su falta de escritura o que no estn estandarizadas. () Y los ha-blantes? Qu tiene que ver todo esto con los hablantes? Dnde estn los hablantes? Qu necesitan los hablantes? (Acua, 2007).

    Este proyecto colectivo comenz con un proceso de construccin de conocimiento que nos condujo a disear lneas de accin orientadas a la capacitacin de maestros bi-linges para la formulacin de proyectos de EIB. El trabajo que presentamos en este ar-tculo refiere justamente a una de las ltimas instancias de este proceso: la produccin de materiales escritos en lenguas indgenas. Se-guimos a Marta Tom respecto de que para llevar adelante un proyecto de alfabetizacin en lengua materna es imprescindible contar con textos escritos en esas lenguas. Como mencionamos al principio, su carencia cons-tituye el argumento privilegiado para afirmar la imposibilidad de implementar proyectos de EIB. Abrindonos entonces del crculo vi-cioso entre la falta de materiales de lectura escritos, la imposibilidad de su realizacin y las dificultades para la puesta en prctica de la alfabetizacin en lengua materna, se inici una etapa de produccin de textos escritos en lenguas aborgenes.

    2) sobre La Produccin de materiaLes escritos en Lenguas indgenas

    a) eL taLLer como mbito de Produccin de textos

    Transcurridos ya siete aos de trabajo con maestros bilinges, la estrategia de taller o gru-pos de discusin se nos impuso como la opcin ms adecuada para cualquier tipo de construc-cin conjunta de conocimiento. Partimos de

    reconocer que los agentes que formamos parte del mundo social poseemos un conocimiento del mismo y sabemos que se puede incidir so-bre ese mundo a partir de actuar sobre los sa-beres que de l tenemos. En este sentido va la estrategia de taller con educadores bilinges, al favorecer el estudio y la reflexin sobre los sa-beres previos, las propias prcticas educativas y el desarrollo de un proceso de construccin y apropiacin del conocimiento.4

    Adoptar tal estrategia metodolgica nos sita en una reflexin sobre la produc-cin hegemnica del conocimiento social as como tambin sobre la dinmica de la ca-pacitacin docente. En ese sentido, nuestra opcin metodolgica implica un posiciona-miento terico en relacin con la produccin, circulacin y apropiacin de saberes, ya que se intenta producir conocimiento con y para los agentes sociales involucrados.

    De manera particular en lo que res-pecta a la produccin de textos, se prioriz la escritura de manera colectiva. La necesidad de consensos para la escritura en las distin-tas lenguas y la reflexin sobre las mismas, posibilitando la toma de decisiones respecto a los criterios de escritura, fueron las nuevas razones para continuar manteniendo la es-trategia de taller.

    b) La traduccin deL documento memorias de La guerra deL chaco

    En el marco de la elaboracin del docu-mento Memorias de la Guerra del Chaco (1932-1935), llevado a cabo por la comisin de Territorio e Historiografa del CEDCAPI durante los aos 2004 y 2005, los ancianos participantes manifestaron la necesidad de traducir el documento elaborado como snte-sis del trabajo a las cuatro lenguas indgenas que se hablan en la zona (wich, chorote, toba

    4 Para profundizar en este tema, confrontar con ponencia presentada en I Jornadas de Investigadores en Antropolo-ga Social, Facultad de Filosofa y Letras, UBA, 2003.

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200928

    y chulup), con el fin de incorporarlo en la es-cuela como contenido de enseanza y como material de difusin a nivel comunitario. Dado que los maestros bilinges cuentan con la experiencia de produccin de materiales didcticos y de lectura, desde la comisin de Educacin nos comprometimos a colaborar con la traduccin de este documento.5

    Esta demanda ha permitido dar conti-nuidad al proyecto de elaboracin de materia-les didcticos y de lectura en lengua materna, y en este caso en particular, articulando el trabajo escolar con demandas especficas de las comunidades.

    A diferencia de otras instancias de produccin de textos, en esta ocasin con-tbamos con el material escrito en espaol. Esta caracterstica implic los siguientes ni-veles de complejidad por los cuales atraves el trabajo de traduccin:

    la traduccin se hara del espaol a -las lenguas indgenas de la regin

    de una escritura estandarizada a una -no estandarizada

    sera una traduccin de un material -escrito que incluy las marcas de ora-lidad propias de los ancianos partici-pantes en el proceso de elaboracin de dicho material y un conjunto de citas donde se expresa dicha oralidad, cuya seleccin ha implicado consensuar cri-

    5 Este trabajo se ha podido efectuar gracias a un subsidio recibido en el marco del proyecto de Voluntariado Univer-sitario titulado Produccin de materiales didcticos y de lectura en lenguas aborgenes del Ministerio de Educa-cin, Ciencia y Tecnologa de la Repblica Argentina.

    terios desconocidos para quienes no participamos de la elaboracin de di-cho texto.

    Fue necesario buscar nuevos consensos y pautar el trabajo en el taller de manera di-ferente a otras oportunidades en las cuales el texto se fue construyendo directamente en lengua indgena.

    aLgunos consensos aLcanzados

    En primera instancia, nos dimos el tiempo donde se debati ampliamente sobre el tipo de texto que se iba a escribir, repensando centralmente su funcionalidad (uso escolar y comunitario). Esta cuestin puso en ten-sin, desde el comienzo, la demanda de los ancianos de las comunidades respecto de la traduccin del documento elaborado por ellos. Debamos seguir el texto tal cual es-taba? Es este material interpretable para quienes participan del contexto ulico? Es-tas preguntas evocaron la problemtica que presenta toda traduccin: la traduccin es trmino a trmino, es decir, un respeto ab-soluto por la linealidad del texto, o debe im-plicar cierta adecuacin de manera tal que resulte interpretable? En otras palabras, la traduccin del espaol a cualquier lengua debe respetar o no los recursos lingsticos que sta presenta, es decir que el material sea interpretable en la lengua en que se lo tradu-ce y no una mera versin donde se cambia el cdigo pero se mantiene una estructura castellanizante?

    Respecto de lo planteado, se acord que el texto en espaol funciona como texto

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 29

    soporte-disparador, ya que no se hace una traduccin mecnica sino que se elabora un nuevo texto representativo para las personas de la comunidad en sus propias lenguas. La traduccin la entendemos como la genera-cin de un texto nuevo, ya que consensuamos que no slo se traduce el cdigo sino que se debe contemplar que ese discurso resulte in-terpretable significativamente en la lengua a la que se lo traduce.

    Llegados a tal consenso, vuelve a po-nerse en cuestin aquel acuerdo acerca de que el texto en espaol a traducir presentaba la caracterstica de haber respetado pautas de oralidad. Nos preguntamos entonces res-pecto de estas marcas de oralidad, en qu contexto se produjo la entrevista, cmo se seleccion tal cita, qu deja oculto tal selec-cin. Estos interrogantes nos remitieron a reflexionar sobre la selectividad en el hecho de escribir historia.

    Adems, nos vimos imbuidos en una reflexin respecto de cmo utilizar las entre-vistas y los fragmentos seleccionados cuando quienes estamos produciendo la traduccin desconocemos los criterios utilizados para tal recorte. Nos dimos cuenta de que no es lo mismo traducir una cita que el cuerpo de un texto.

    Finalmente, a fin de no quedarnos em-pantanados en este debate, retrasando por lo tanto el trabajo, y con la certeza de que todo texto es una versin nunca definitiva del mis-mo, se priorizaron en esta oportunidad las representaciones de los maestros bilinges respecto del valor que ellos les asignaban a la voz de los ancianos y se acord una traduc-cin trmino a trmino de la cita. De todas maneras, an continuamos interrogndonos respecto de este dilema.

    Ms all de estos cuestionamientos, de las distintas respuestas que fueron apare-ciendo, lo cierto es que consensuamos que el producto final de este trabajo constituira di-ferentes versiones en las diferentes lenguas.

    sobre La dinmica de Los taLLeres

    Como se mencion, la estrategia de taller permiti el debate y la bsqueda de aquellos consensos ineludibles para este trabajo es-pecfico. Llegados a algunos acuerdos base en los talleres que constituyeron instancias plenarias, el trabajo continuaba en grupos de discusin que funcionaban paralela-

    mente y que estaban nucleados de acuerdo a caractersticas lingsticas (wichi, chorote, toba y chulup).6

    Cada grupo lingstico puso en prc-tica distintas modalidades de trabajo: en al-gunos, en un primer momento, la dinmica const de la lectura en castellano y en voz alta del punto que se iba a trabajar (a modo de lecto-comprensin). En un segundo mo-mento, la discusin grupal de la idea que se presentaba. En un tercer momento, se avan-zaba en el escrito con los debates respecto de las modalidades ortogrficas a utilizar.

    En otros momentos del proceso, la operatoria de traduccin supuso la divisin del trabajo (cada maestro trabaj una hoja distinta de manera individual) y luego se lle-vaba a cabo la puesta en comn en el grupo lingstico. De tener dudas con la traduccin, se consultaban mutuamente, o si haba al-guna duda respecto del significado de una palabra en espaol, nos consultaban y se consultaban tambin entre ellos. Esta moda-lidad le imprimi ms rapidez pero perdi riqueza en la discusin del texto y la lengua.

    De esta manera, se fue avanzando en distintas jornadas.7 Al cierre de las mis-mas, nos entregaban el material con lo que se haba avanzado, que luego tipebamos en Buenos Aires, no sin dificultad. Al comien-zo de cada nueva reunin se entregaban las versiones impresas y se trabajaba sobre las mismas. Aqu comenzaban nuevamente, al ver el texto escrito en papel, objetivado, los debates respecto de las formas ortogrficas a utilizar, las modalidades dialectales, y cuales seran las ms convenientes para cada caso. Cabe aclarar que al sumarse nuevos hablan-tes en las distintas reuniones, los consensos alcanzados volvan a redefinirse. Dada esta situacin, tuvimos que rediscutir si la estan-darizacin de una lengua es condicin nece-saria para la produccin de textos. Luego de esta nueva vuelta al origen en trminos de produccin de textos en lenguas no estan-darizadas, acordamos respetar el criterio de la traduccin de cada jornada (que expresa obviamente distintas formaciones) sabiendo que sobre eso ya escrito se puede y debe vol-ver a debatir.

    6 Cabe aclarar que los cuatro grupos lingsticos inicia-ron el trabajo. El wich y el chorote han podido cerrarlo, quedando pendiente la traduccin al chulup y el toba.

    7 El proceso de traduccin/ produccin se realiz a lo lar-go de tres talleres, que constaron de dos das cada uno.

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200930

    3) debates abiertos

    Todas estas reflexiones metalingsticas for-maron parte del proceso de capacitacin de los mismos maestros y de quienes participa-mos en el mismo. La produccin/ traduccin de textos, al implicar una reflexin sobre la lengua (a la vez que sobre la historia), nos oblig a reflexionar sobre diversos aspectos lingsticos: cmo se efecta el traspaso al cdigo escrito de una lengua tradicional-mente grafa?, cules son las estrategias discursivas propias de la lengua verncula?, es posible hablar de estrategias discursivas propias, cuando las construcciones alfabti-cas estuvieron tan ligadas con los procesos de dominacin sobre los grupos aborgenes?, en qu forma se elige contar la historia?, en qu grafa se la transcribe?, cmo trascen-der el pantano de las discusiones ortogrfi-cas?, cundo se opta por un neologismo en lengua indgena y en qu contexto de produc-cin?, cundo se opta por un prstamo del espaol y por qu? De este modo, el trabajo tcnico de traduccin se convirti en un espacio para la capacitacin de los auxilia-res bilinges en la prctica de escritura en la medida en que no result ajeno. Dicha prc-tica est atravesada por mltiples tensiones,

    estando constituida como un campo de po-der y disputas entre los diferentes sistemas de grafa en la regin.

    Otras reflexiones tambin rondaron este trabajo, dejando otros debates abiertos, no ya en el plano lingstico: por qu la necesidad de textos escritos en lenguas aborgenes?, cul es el poder de la escritura y de lo escrito?, es posi-ble pensar en la existencia de distintos estilos de escribir la historia? y en tal caso, qu supone? En definitiva, cmo se construye el campo de lo decible en esta coyuntura?

    bibLiografa

    ACUA, Leonor (2003) Lengua y Escritura. Mdulos de capacitacin docente, N 1. Programa DIRLI: Buenos Aires.

    ACUA, Leonor (2007) Lenguas y hablantes. En: http://www.unidadenladiversidad.com/historico/opinion/opinion_ant/2007/febrero_2007/opinion_210207.htm

    TOME, Marta (2003, 2004, 2005, 2006 y 2007), comunicacin personal. Mimeo.

    Resolucin N 107/99 (Consejo Federal de Cultura y Educacin, Ministerio de Educacin).

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 31

    A los 13 das del mes de noviembre de 2005 y como resultado del debate realizado en el Primer Encuentro Universidad y Movimien-tos Sociales, en el cual estuvieron presentes representantes e integrantes del Movimien-to Campesino de Formosa, Frente Popular Daro Santilln, Movimiento de Trabajado-res Desocupados de Claypole, Cooperativa Chilavert, Junta Interna ATE Industria y Comercio, Programa Permanente de Exten-sin, Investigacin y Desarrollo en Comu-nidades Aborgenes (Facultad de Filosofa y Letras, UBA), Organizaciones de migrantes Tobas del Gran la Plata, Asamblea Popular de Liniers, Programa Facultad Abierta (Se-cretara de Extensin Universitaria, Facul-tad de Filosofa y Letras, UBA), Equipo de Educacin Popular Pauelos en Rebelda (Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo), Cooperativa La Cacerola, Agencia de Noticias Red Accin, lista Roja y Negra ATE Segemar y Minera, Centro de Estudios Interdisciplinarios en ciencias Etnolings-ticas y Antropolgico Sociales de la Facul-tad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario), Asamblea Popular de Parque Avellaneda, Asociacin Toba QAD-HUOQTE (Rosario), Encuentro Intersindical Clasista, Red y Revista Theomai, Comisin Contra la Represin Policial e Impunidad Zona Norte (GBA), Colectivo Nuevo Proyec-to Histrico, Revista Herramienta, Progra-ma Nexos de articulacin entre Universidad y Movimientos Sociales (UNQ) y docentes de la Universidad Nacional de Misiones, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue, de la

    Declaracin 1 Encuentro Nacional la Universidad y los Movimientos Sociales

    Facultad de Ciencias Sociales de la Univer-sidad de Buenos Aires e investigadores del CONICET, se resuelve acordar los siguientes principios y propuestas.

    En un contexto en el cual las relaciones sociales capitalistas llevan al deterioro de la salud, el trabajo, el medio ambiente, la cul-tura, y la educacin; la produccin, objetivos y usos del conocimiento en las instituciones acadmicas y cientficas es predominante-mente funcional a esta lgica de deterioro. Impulsando de este modo mecanismos de competencia, individualismo y acumulacin privada del conocimiento y del conjunto de los procesos sociales.

    En tensin con este contexto, dentro de las organizaciones y movimientos sociales se generan estrategias alternativas de pro-duccin de conocimientos que desarrollan soluciones creativas a los conflictos y proble-mas de acuerdo a los intereses de las clases populares, las cuales deben ser consideradas al momento de definir polticas econmico-sociales, acadmicas y cientficas.

    Consideramos que la Universidad no puede quedar ajena a estos desarrollos que se proponen desde los sectores populares y a su vez entendemos como imprescindibles la participacin efectiva de las organizaciones y movimientos sociales en la construccin de la universidad pblica.

    Por todo esto, nos proponemos y convo-camos a contribuir a potenciar los encuentros entre Universidad y Movimientos y Organiza-ciones Sociales con el objetivo de hacer uso social de los recursos comunes a travs de una Red de Articulacin.

    Los objetivos de esta Red Universidad - Movimientos Sociales

    son:

    democratizar la informacin y el conocimiento -

    dejar de lado las prcticas asistencialistas en pos de un proceso -

    de articulacin igualitario

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200932

    construir una doble va de articulacin, con los movimientos -

    sociales participando en la universidad y la universidad en los

    procesos que generan los movimientos sociales

    repensar los marcos conceptuales y visiones a partir de los cua- -

    les se definen los problemas del conocimiento y de la accin

    promover el conocimiento de las necesidades y de los recursos -

    humanos disponibles socialmente

    discutir y definir conjuntamente programas de estudio, de in- -

    vestigacin y de extensin

    identificar y jerarquizar en forma conjunta los problemas rele- -

    vantes de investigacin y docencia

    impulsar un fructfero intercambio de informacin -

    favorecer el acompaamiento mutuo en las luchas y acciones -

    generar estrategias de difusin de las propuestas y actividades, -

    as como mecanismos de solidaridad ante amenazas y actos de

    intimidacin y represin

    fortalecer, como propsito inmediato, los espacios de aquellos -

    sectores que en las universidades trabajan comprometidamente

    con los movimientos sociales

    c

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 33

    En diciembre de 2006 se realiz el primer Taller de Capacitacin para enfermeros y agentes sanitarios en la comunidad aborigen denominada Kilmetro 6. El tema trabajado fue la deteccin y tratamiento de parasitosis. Paralelamente, se investig la prevalencia de parsitos intestinales en esta comunidad re-colectando muestras de materia fecal de la poblacin, tanto en nios como en adultos.

    breve descriPcin de La comunidad

    La comunidad de Kilmetro 6 est ubicada, a esta misma distancia, hacia el este de la ciudad de Tartagal, por la ruta N 86, en el Municipio de Tartagal, Departamento de San Martn, Provincia de Salta.

    A lo largo de la ruta que conduce a esta comunidad se hallan asentadas varias comu-nidades aborgenes de distintas etnias. Debido a que el camino es de tierra, en pocas de llu-vias se torna intransitable y de difcil acceso.

    La comunidad de Kilmetro 6 cuenta con mil habitantes aproximadamente, y est integrada por las etnias Wichi, Chorote, Toba y Guaran.

    A diferencia de las comunidades que habitan en el monte, la de Kilmetro 6 es pe-riurbana, puesto que se trata de un barrio pe-rifrico a Tartagal. Los caminos son de tierra; las viviendas estn construidas con paredes de material y techo de chapa y en algunos casos con paredes de adobe, paja y caa, y son ha-bitadas en condiciones de hacinamiento. Los habitantes cuentan con letrinas ubicadas en el exterior de sus viviendas y el agua que utilizan es de red proveniente de Tartagal. La misma se deposita en un tanque general y luego es distribuida a cada casa a travs de mangueras de goma y se recoge en baldes.

    En la comunidad existe una escuela primaria donde funciona un comedor co-munitario, que generalmente no cuenta con

    servicio de agua. Para la atencin de la sa-lud se dispone de un Centro de Salud don-de atiende un mdico clnico todos los das. Adems, hay dos enfermeras que trabajan en forma permanente y un grupo de seis agentes sanitarios que representan el nexo entre la comunidad y el mdico. En el caso de reque-rir una atencin ms compleja el paciente es derivado al Hospital de Tartagal.

    acerca deL trabajo desarroLLado

    Se brind un taller orientado a los agentes sa-nitarios y trabajadores de la salud indgenas de esa comunidad y en l participaron, ade-ms, representantes de salud de otras diez comunidades. Se trabaj sobre la identifica-cin de parsitos, las distintas tipologas que existen, el diagnstico y la prevencin. A par-tir de este trabajo, y de la constante inquie-tud de la comunidad y de los trabajadores de salud de la zona, se planific colectivamente una toma de muestras con la intencin de determinar la presencia de protozoarios y helmintos intestinales en la comunidad.

    As, a fines de 2006, con la colabora-cin del Departamento de Bioqumica clnica de la Facultad de Farmacia y Bioqumica de la UBA, se llev a cabo un estudio que revel el problema de salud que constituyen las pa-rasitosis intestinales en esta comunidad. Se trabaj con muestras de materia fecal de in-dividuos de entre 1 y 49 aos de edad, y la co-munidad particip activamente y se mostr colaborando constantemente con el estudio.

    resuLtados deL anLisis ParasitoLgico

    Se recolectaron y analizaron 112 muestras de materia fecal, de las cuales 106 (94.6%) resultaron positivas para parsitos entricos y 6 (5.4%) fueron negativas.

    Investigacin de parsitos intestinales en una comunidad aborigen de la Provincia de Salta (Argentina) Capacitacin de agentes sanitarios y enfermeros para la prevencin de parasitosis Mara Alejandra Dellacasa y Franco IuvaroComisin de Salud y Medio Ambiente

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200934

    Los datos obtenidos son los siguientes1:

    La alta prevalencia de parasitosis detectada en esta investigacin podra relacionarse con distintos factores de riesgo, tales como la di-seminacin y supervivencia de los distintos estados de los helmintos en el suelo. Otro de los factores relacionados estara representa-do por las caractersticas climticas del rea, entre las que figuran perodos de lluvias in-tensas que favorecen el desarrollo y propaga-cin de las parasitosis.

    La falta de uso de calzado justificara la presencia de infecciones causadas, tanto por Strongyloides stercoralis como por Un-cinarias. La falta de disponibilidad de agua potable segura para el consumo humano est vinculada con la presencia de deter-

    1 Investigacin de parsitos intestinales en una comu-nidad aborigen de la Provincia de Salta, Argentina. Menghi C., Iuvaro F., Dellacasa M. A. y Gatta C. Revista Medicina, 2007 (en prensa).

    minados protozoarios, tales como Giardia lamblia, Entamoeba histolytica/E.dispar, Blastocystis hominis y Entamoeba coli, en-tre otros.

    Los datos obtenidos en este informe reflejan condiciones higinico-sanitarias de-ficientes en la comunidad estudiada.

    difusin de Los resuLtados

    Una vez terminados los anlisis de las mues-tras, se realiz un nuevo viaje a la comunidad de Kilmetro 6 para entregarles el informe final. Dicho informe no slo muestra un cua-dro de la de situacin sanitaria de esa zona, sino que adems representa una herramienta para poder realizar los reclamos pertinentes a las autoridades sanitarias.

    Pensamos en dos instancias. Una en la que trabajamos con los agentes sanitarios y trabajadores de la salud indgenas en un

    6 (5,4%) Negativos

    112 muestras(100%) 44 (41, 5%) Poliparsitados (ms de 4 parsitos)

    32 (30,2%) Triparasitados 106 (94,6%) Positivos 18 (16,9%) Biparasitados

    12 (11,3%) Monoparasitados

    Blastocystis Hominis (58,9%) Protozoarios Entamoeba (51,8%) Giardia Lamblia (27,7%) Entamoeba Histolyticaje. Dispar (24,1%)

    Uncinarias (58%) Helmintos Hymenolepsis Nana (31%) Stronglyloides Stercoralis (24,1%)

    Parsitos ms frecuentes encontrados

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 35

    nuevo taller sobre los resultados obtenidos y los posibles causales. Y una segunda ins-tancia en la que propusimos una charla / ta-ller ampliado con la participacin de toda la comunidad, para difundir los resultados del estudio, trabajar sobre las posibles medidas preventivas y el tratamiento. Pero adems, intentaremos abordar colectivamente cules pueden ser las soluciones que se propongan para esta problemtica, tanto en el plano in-dividual, pero sobre todo comunitariamente; entendiendo que se trata de un problema de todos. Se entregaron cartillas explicativas y material de difusin sobre el tema. La mayo-ra de los participantes del encuentro coinci-dieron en la necesidad de este tipo de talleres porque les permite acceder a conocimientos y trabajar ciertas temticas que no se traba-jan desde el hospital.

    Un punto fundamental result la idea de poder brindar una capacitacin a los agentes de salud sobre parsitos para que ellos pudieran, a su vez, replicar y compartir con la gente de sus comunidades, tanto en las escuelas como en las visitas domiciliarias que realizan.

    concLusiones

    A pesar de los importantes avances tecno-lgicos y la tendencia a mejorar la calidad de vida de la poblacin, las parasitosis tradi-cionales continan estando presentes en los pases menos desarrollados.

    Una disposicin inadecuada de ex-cretas, la falta de provisin de agua potable, la desnutricin, una exposicin repetida de vectores y la presencia de diversas zoonosis, conjuntamente con situaciones de exclusin, pobreza y hacinamiento, promueven una pre-valencia de parasitosis intestinales elevadas en estas comunidades.

    De acuerdo a la OMS y la OPS, la pre-sencia, prevalencia e incidencia de parasito-sis es un muy buen indicador del estado de salud de la poblacin.

    Frente al fenmeno parasitario se debe priorizar la situacin epidemiolgica de cada persona, para lo cual es importante contar con informacin local y generar pro-gramas acordes a cada realidad geogrfica y sociocultural. En la prevencin primaria de las parasitosis se deben considerar me-didas colectivas e individuales, generales y especficas. Se propone el modelo de respon-sabilidad compartida en el control de enfer-medades infecciosas. En este modelo existe una gran responsabilidad de las autoridades de salud en brindar un saneamiento ambien-tal adecuado y una educacin sanitaria apro-piada desde los primeros aos de vida desde los colegios, medios de comunicacin, etc. Adems, se requiere, en este modelo, de la responsabilidad de cada individuo, a partir de asumir prcticas de autocuidado, lo que no debe confundirse con culpabilizar a los enfermos por su situacin, ni dejar de lado los contextos de pobreza y exclusin social en que se hallan insertos.

    Sera conveniente realizar relevamien-tos epidemiolgicos en las distintas poblacio-nes aborgenes de la regin e incluso del pas, para poder profundizar los conocimientos y datos existentes acerca de su situacin sani-taria. Por otro lado, resulta fundamental im-plementar polticas sanitarias planificadas localmente tendientes a mejorar las deficien-tes condiciones de salud en estas comunida-des que han sido histricamente relegadas.

    agradecimientos

    El trabajo de investigacin se realiz en conjunto con las Bioqumicas Claudia Irene Menghi y Claudia Liliana Gatta del Depar-tamento de Bioqumica Clnica, Facultad de Farmacia y Bioqumica, Hospital de Clnicas, Universidad de Buenos Aires (UBA).

    Los autores agradecen a toda la co-munidad de Kilmetro 6 y especialmente a los enfermeros aborgenes Iris Lpez, Cirilo Gmez y Roberto Lpez.

    n

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200936

    Segn el ltimo censo de poblacin y vivien-da realizado en el ao 2001, la poblacin total de Venezuela se computa en poco menos de 25 millones de habitantes (24.920.902 para ser exactos); de esta cifra casi 535 mil perso-nas (con ms precisin 534.816) pertenecen a alguno de los 34 pueblos indgenas que ha-bitan el espacio territorial venezolano, antes inclusive de la conformacin de Venezuela como Estado-Nacin. Este ltimo nmero significa que aproximadamente el 2,2% de la poblacin total de Venezuela est confor-mada por pueblos indgenas. La cifra puede parecernos baja si la comparamos con los da-tos porcentuales de los dems pases andinos en donde la poblacin indgena puede oscilar entre el 38% (Ecuador) y el 63% (Bolivia), o con algunas naciones centroamericanas en donde los pueblos indgenas representan en-tre el 17% (Honduras) y el 66% (Guatemala) de la poblacin. No obstante, la poblacin indgena en Venezuela constituye un porcen-taje relevante en la conformacin tnica de la nacin si la cotejamos con otros pases sud-americanos como Brasil donde la poblacin indgena haciende apenas al 0,8%, o Chile en donde los pueblos indgenas representan slo el 1,5% del total de la poblacin. Cabe desta-car que Venezuela posee una extraordinaria diversidad tnica atribuida no slo a la exis-tencia de los pueblos indgenas sino tambin a la fuerte presencia de afroamericanos que han ocupado la nacin desde la poca colo-nial cuando fueron forzados por la trata de esclavos a servir como tales en las plantacio-nes de cacao y caf en la regiones central y centro-oriental del pas. Estas dos antiguas

    Pueblos indgenas, Estado y democracia en VenezuelaPablo Quintero*

    * Antroplogo de la Universidad Central de Venezuela, Doctorando en Antropologa de la Universidad de Bue-nos Aires. [email protected].

    herencias sumadas a las fuertes migraciones rabes, sobre todo Sirio-Libanesas, en las primeras dcadas del siglo XX, los despla-zamientos migratorios de varios pases lati-noamericanos hacia Venezuela a partir del fuerte crecimiento econmico que se vivi en el pas en la segunda mitad del siglo XX, y aunadas a las extensas corrientes migra-torias hacia Venezuela que ha ocasionado el conflicto armado en la Repblica de Colom-bia (aproximadamente el 6% de la poblacin venezolana es de origen colombiano) hacen de Venezuela una nacin sumamente diversa y distante de la homogeneidad blanca cauc-sica que pretendi instalar el proyecto civili-zatorio eurocntrico de las elites criollas.

    Estas caractersticas particulares de la conformacin social del pas le confieren al 2,2% de la poblacin total, representada por los pueblos indgenas, un nmero de significa-tiva relevancia. Pero no es solamente impor-tante el porcentaje poblacional de los pueblos indgenas sino adems su extensa diversidad caracterizada por la existencia de 34 etnias distintas, 20 de ellas agrupadas en cinco fa-milias lingsticas de diferentes orgenes. Ellas son: Arawayo, Chaima, Eep, Karia, Kuiva, Mapoyo, Pemn, Yawarana, Ykuana y Yukpa (Familia Lingstica Caribe); Arawako, A, Baniwa, Bar, Kurripako, Piapoko, Ware-kena y Wayu (Familia lingstica Arawak); Hoti y Puinave (Familia Lingstica Maku); Yeral (Familia lingstica Tupi); Bar (Familia lingstica Chibcha); Arutani, Japreria, Jiwi, Kumanagoto, Mako, Piaroa, Pum, Sliva, Sanem, Sap, Warao y Yanomam (familias lingsticas independientes).

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 37

    La conquista y colonizacin del antiguo terri-torio venezolano por parte de Espaa desde el ao de 1508, cuando Coln se topa con las desembocaduras del ro Orinoco en la parte nor-oriental del pas, supuso el exterminio de las poblaciones indgenas que ocupaban las regiones centrales y centro-occidentales del pas, a pesar de la frrea resistencia que mos-traron algunas de ellas. El patrn de asen-tamiento espaol se estableci a partir del control de las zonas costeras para la explota-cin de las perlas tanto en las costas de tierra firme como en las islas de Margarita, Coche y Cubagua; adems del establecimiento de puertos fluviales orientados hacia la ruta co-mercial del Atlntico. Asimismo, el control del territorio central de Venezuela les permi-ti desarrollar extensas plantaciones de caf y cacao, aqu fueron exterminadas por com-pleto las poblaciones indgenas que ocupaban la zonas de los llanos y sabanas centrales. De la misma forma, fueron exterminadas las po-blaciones indgenas de origen Chibcha que habitaban los Andes venezolanos en donde se ubicaron tambin grandes plantaciones

    de caf e importantes rutas comerciales que unan la antigua Provincia de Venezuela con el Virreinato del Per. Ntese en el mapa la carencia de pueblos indgenas en estas re-giones, centrales, centro-occidentales y an-dinas. Otro espacio de profunda apropiacin territorial por parte del colonialismo espaol fue la regin sur de Venezuela (Amazonia), caracterizada por la presencia de una gran cantidad de oro, plata y otros recursos de suma importancia geopoltica ubicados en esta zona. No obstante, aqu la dominacin de la poblacin indgena se efectu bajo otros derroteros diferentes al exterminio, pues al necesitar de mano de obra para la faena en las minas, el trabajo (domstico) indgena fue subsumido a la lgica de la extraccin de recursos minerales por el proto-capitalismo espaol. Esto supuso, como ya hemos insi-nuado, la subsistencia subalternizada de los grupos indgenas en esta regin, la de mayor presencia indgena en Venezuela.

    Con la independencia de Venezuela en la primera mitad del siglo XIX, se con-sigui la emancipacin poltica de las clases

    Grupo tnico Porcentaje (dentro de la poblacin indgena total) Grupo tnicoPorcentaje (dentro de la poblacin indgena total)

    Akawayo 0,04 Mapoyo 0,07

    A (Paraujano) 2,19 Pemn 5,28

    Arawako 0,10 Piapoko 0,37

    Arutani 0,05 Piaroa 2,80

    Baniwa 0,47 Puinave 2,01

    Bar 0,55 Pum (Yaruro) 1,60

    Bari 0,43 Sliva 0,05

    Chaima 0,73 Sanem 5,91

    Eep (Panare) 0,82 Sap 0,03

    Jiwi (Guajibo) 2,88 Warao 7,04

    Japreria 0,04 Warekena 0,11

    Hoti (Jodi) 0,15 Wayu 56,23

    Karia 3,26 Yanomam 2,39

    Kuiva 0,08 Yawarana 0,07

    Kumanagoto 0,10 Ykuana 1,27

    Kurripako 0,96 Yeral (engat) 0,25

    Mako 0,22 Yukpa 1,42

    XII Censo de Poblacin y Vivienda

    Fuente: Instituto Nacional de Estadstica.

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200938

    dominantes representadas por el patriciado terrateniente de los blancos criollos, pero sta no supuso la democratizacin de las relaciones sociales ni el alcance de la igual-dad para todos los grupos que habitaban la nacin. Es decir, el colonialismo instaurado por los europeos en Venezuela continu de mano de los sectores hegemnicos blancos (europeizados). Los indgenas, as como otros grupos subalternos, siguieron supedi-tados a la dominacin, esta vez por parte de las elites criollas que controlaban el Estado venezolano y el capital nacional que a par-tir del siglo XX realiz la transicin desde el medio de produccin agrcola hacia el petrleo como principal recurso natural de exportacin. La continuacin de la colonia-lidad como patrn de poder, que se extendi desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la ltima dcada del siglo XX, se vio fracturada por la aparicin de las rebeliones populares y militares que desde 1989 han intentado trasformar el orden de exclusin social exis-tente en Venezuela por un modelo social, econmico y cultural de igualdad. El punto mximo de estas luchas populares llevadas a cabo por los sectores histricamente ex-cluidos acaba por conllevar en las elecciones presidenciales de 1998 a Hugo Chvez como el primer presidente mestizo (o indio como lo han llamado despectivamente los sectores hegemnicos opuestos a su liderazgo) en la historia del pas. Desde aqu en adelante, la tendencia sobresaliente en Venezuela se ha dirigido desde el gobierno nacional a superar la exclusin y alcanzar la equidad, achicando las brechas econmicas y sociales existentes. Es aqu donde los pueblos indgenas como tantos otros actores subalternos han visto una clara mejora en el reconocimiento de sus derechos y en la inclusin como ciudadanos de una repblica que es, y se reconoce, como plural y diversa en todos los aspectos.

    [ver mapa]

    Como hemos dicho, desde la ltima dca-da del recin pasado siglo XX, la protesta y movilizacin de los sectores histricamente excluidos fue una de las caractersticas prin-cipales de la dinmica social venezolana. Para los pueblos indgenas esta poca sig-nific el nacimiento de varias organizacio-nes indgenas que coordinaban las acciones polticas de las diferentes etnias agrupadas

    por regiones geogrficas en dichas organi-zaciones. As la consolidacin del movimien-to indgena se motoriz por la constitucin de estas organizaciones supra-tnicas que posibilitaron un accionar conjunto del mo-vimiento indgena en pos de sus reivindica-ciones particulares ligadas principalmente a los reclamos por derechos territoriales, de autonoma, de educacin y de salud. Las organizaciones aqu constituidas, Organi-zacin de Pueblos Indgenas del Amazonas (ORPIA), Organizacin de Pueblos Indgenas del Zulia (ORPIZ), Unin de Comunidades Indgenas Warao (UCIW), Organizacin de Pueblos Indgenas de Apure (ORPIAP), Fede-racin de Pueblos Indgenas de Bolvar (FIB), entre otros colectivos de menor extensin, se reunieron en torno al Consejo Nacional Indio de Venezuela (CONIVE) que fue creado por el Estado venezolano en 1990 para atender la problemtica indgena. Al principio el CONI-VE logr efectivamente que se visibilizaran a nivel nacional no slo la existencia de los pue-blos y comunidades indgenas sino que pudo adems mostrar la marginada situacin de los pueblos indgenas en el pas. No obstante, transcurrido poco ms de un lustro, el CO-NIVE se transform peligrosamente en una institucin encargada de acallar los reclamos indgenas y, contrario a su papel anterior, de diluir las luchas de estos pueblos a los cuales supuestamente representaba.

    Sin embargo, a partir de 1999, con la disolucin del antiguo Congreso Nacional y la creacin de la Asamblea Nacional Cons-tituyente, se dio comienzo en Venezuela a la redaccin de la nueva Constitucin Na-cional que, como se planific, dara inicio a una nueva etapa de inclusin e igualdad en el Estado, la cual, para el caso puntual de los pueblos indgenas, se ha venido efec-tivizando a partir del reconocimiento cons-titucional (por primera vez en la historia de la nacin) de su existencia y de sus plenos derechos en todos los mbitos territoriales, econmicos, sociales y culturales. La inclu-sin de estos artculos en la carta magna venezolana le ha permitido al movimiento indgena importantes victorias en el cam-po judicial, adems de acceder a derechos fundamentales de los cuales siempre fue-ron excluidos. Asimismo, en el ao 2005 se discuti y aprob en la misma Asamblea Nacional la Ley Orgnica de Pueblos y Co-munidades Indgenas que, aunada a las

  • Junio 2009 ----------------------------------------------------------------- --------------------------------------- 39

    disposiciones constitucionales, represen-ta un extraordinario instrumento jurdico para lograr las tan ansiadas reivindicacio-nes indgenas que an adeuda el Estado. Es importante destacar que desde la creacin de la Asamblea Nacional en el ao 1999 los pueblos indgenas cuentan con tres diputa-dos nacionales, a saber, Nohely Pocaterra

    (Wayu), Guillermo Guevara (Jiwi) y Jos Luis Gonzlez (Pemn), que los representan en los asuntos de Estado. De esta manera, tanto la Constitucin de la Repblica Boli-variana de Venezuela como la Ley Orgnica de Pueblos y Comunidades Indgenas fueron dispuestas por las propias organizaciones que nuclean a los pueblos indgenas a travs

    Mapa de Pueblos y Territorios Indgenas

    Fuente: Instituto Geogrfico de Venezuela.

  • --------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Junio 200940

    de la mediacin de los tres diputados antes mencionados ante la Asamblea Nacional.

    A pesar de estos valiosos instrumentos jurdicos y de la pretensin de justicia social que caracteriza al gobierno del presidente Chvez, la situacin de algunas comunidades indgenas sigue, an hoy en da, siendo pre-ocupante: desde hace aos, algunos colonos criollos han arrebatado por la fuerza tierras pertenecientes a varias comunidades de la etnia Jiwi en el Estado Apure las cuales no han podido recuperar sus tierras a pesar de los sostenidos reclamos ante las autoridades; una gran cantidad de comunidades de la et-nia Warao en el Estado Delta Amacuro han visto su calidad de vida sumamente afectada por el proyecto de desarrollo estatal Plata-forma Deltana que pretende sustraer los hi-drocarburos ubicados debajo del territorio de estas comunidades, el proyecto an no se ha detenido, ni siquiera ha sido repensado a partir de la presencia de las comunidades que all habitan; la explotacin del carbn por parte de empresas transnacionales en la Sie-rra de Perij en el Estado Zulia ha deparado una fragante violacin de los derechos de la

    etnia Yukpa, el Estado an no ha garantizado estos derechos. Es evidente que las normas jurdicas no concuerdan con la totalidad de la vida social. Si as fuera, bastara con leer la constitucin de una nacin cualquiera para comprender cmo se efectan en la realidad las relaciones sociales. Pero, obviamente, distan mucho las abstracciones configuradas por el derecho moderno eurocntrico de las realidades sociales mediadas por los ejerci-cios concretos de poder. El asunto reside en trasformar las relaciones sociales y los ima-ginarios constitutivos de la colonialidad del poder, y para esta tarea no basta con el di-seo de instrumentos legales, que si bien se erigen como dispositivos fundamentales, no representan por si solos el alcance de un nue-vo orden social. La creacin a principios del 2007 del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indgenas es una medida estatal que pretende ir ms all de los instrumen-tos legales para solucionar efectivamente los problemas indgenas an existentes en Venezuela. Muchos esperamos que este ma-yor empoderamiento de los pueblos indgenas sea vigoroso, duradero y efectivo.

    z

    orfen