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Alfa Omega Nº 394/18-III-2004 SEMANARIO CATÓLICO DE INFORMACIÓN EDIC. NACIONAL Tres días clave Del 11-M al 14-M

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Alfa OmegaNº 394/18-III-2004 SEMANARIO CATÓLICO DE INFORMACIÓN EDIC. NACIONAL

Tresdíasclave

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SUMARIO

Etapa II - Número 394Edición Nacional

Edita:

Fundación San Agustín.Arzobispado de Madrid

Delegado episcopal: Alfonso Simón Muñoz

Redacción: Calle de la Pasa, 3.

28005 Madrid.

Téls: 913651813/913667864

Fax: 913651188

Dirección de Internet:http://www.alfayomega.es

E-Mail: [email protected]

Director: Miguel Ángel Velasco Puente

Redactor Jefe: José Francisco Serrano Oceja

Director de Arte: Francisco Flores Domínguez

Redactores: Anabel Llamas Palacios,

Ricardo Benjumea Vega,

Juan Luis Vázquez,

Carmen María Imbert Paredes,

Jesús Colina Díez (Roma)

Secretaría de Redacción:Rut de los Silos Antón

Documentación:María Pazos Carretero

Elena de la Cueva Terrer

Internet: Beatriz Jaso Ollo

-Imprime y Distribuye: Diario ABC, S.L.-

Depósito legal: M-41.048-1995.

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2024-0801-18-3300023515

ΩΩAA

ΩΩAA

...y además

8 La foto

9 Criterios

10 Cartas

11 Ver, oír y contarlo

12 Aquí y ahora

Mi ciudad está herida

12 Iglesia en Madrid

Mi ciudad está herida

14 Testimonio

15 El Día del Señor

16-17 Raíces

Frente al Maligno

20-21 Mundo

Juan Pablo II, muy cerca

de los españoles

22-23 La vida

Desde la fe

24 El estreno de «La Pasión».

25 ¿Dónde estaba Dios el 11-M?

26-27 Hospital de campaña

contra la guerra terrorista.

28 El día en que todos

fueron solidarios.

29 Libros.

30 Televisión.

Con ojos de mujer.

31 No es verdad.

32 Contraportada

Mensaje de Juan Pablo II: «Actos que ofenden a Dios».Una obligada reflexión.«Cristo los conoce uno a uno»

Día del Seminario 2004:Dispuestos a servir a la Iglesia

3-7

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18-19

La voz del cardenal Rouco Varela, tras los atentados de Madrid:Una rendija de humanidad

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Al conocer la triste noticia de los execrablesatentados terroristas perpetrados esta ma-ñana en las estaciones de Atocha, el Pozo

del Tío Raimundo y Santa Eugenia, de Madrid,que han causado tantos muertos y numerosísimosheridos entre los ciudadanos que se dirigían a suspuestos de trabajo, y con crueldad han sumido endolor a sus familias y a la sociedad española engeneral, el Santo Padre desea reiterar su firme yabsoluta reprobación de tales injustificables actosque ofenden a Dios, violan el fundamental derechoa la vida y socavan la pacífica convivencia, anhe-lada vivamente por las comunidades eclesiales ypor el noble pueblo español.

Su Santidad, mientras ofrece sufragios por el

eterno descanso de los fallecidos, asegura su cer-canía a las familias que lloran a sus seres queri-dos. A la vez que ruega a Vuestra Eminencia queles haga llegar su más sentido pésame, expresasus mejores deseos por un pronto restablecimien-to de los heridos.

Alentando al querido pueblo español a proseguircon constancia y sin desánimos en el camino deuna convivencia pacífica y serena, invoca sobretodos la protección de la Virgen Inmaculada y, enprueba de afecto y señal de esperanza, le impartela bendición apostólica.

cardenal Angelo Sodano Secretario de Estado de Su Santidad

Mensaje de condolencia del Papa Juan Pablo II:

«Actos que ofenden a Dios»Éste es el texto íntegro del telegrama de pésame del Papa Juan Pablo II por lasvíctimas de los atentados terroristas perpetrados, la mañana del pasado jueves,en Madrid. El Santo Padre hizo llegar su misiva al cardenal Antonio MaríaRouco Varela, arzobispo de Madrid, a través del cardenal Angelo Sodano,Secretario de Estado del Vaticano

Declaraciones del cardenalAntonio María Rouco Varela

«Raíces perversas»

El cardenal arzobispo de Madrid, don AntonioMaría Rouco Varela, se encontraba, en el

momento del atentado, en Roma. Realizó susprimeras declaraciones a la Cadena COPE, pocodespués de conocer la noticia:

«Nos ha conmovido el alma; la condena delatentado nos sale por todos los poros del espíritu ydel cuerpo. Recordamos la condena tan clara ytan neta del terrorismo que los obispos españoleshacíamos, en el otoño del año 2002, en nuestraInstrucción pastoral sobre la valoración moral delterrorismo. Nos sale el llamar la atención sobreesas raíces tan perversas que lo alimentan, y nossale también la necesidad de afirmar que tenemosque estar unidos todos en esa condena, no darninguna ocasión, ninguna circunstancia favorablepara que puedan desarrollarse. Los que vivimosesta terrible noticia y estos terribles hechos, sobretodo el Arzobispado de Madrid, como es obvio, ytodos los obispos auxiliares, los sacerdotes, todoslos fieles de la diócesis de Madrid, todosaportamos nuestra cercanía, toda la colaboraciónque sea precisa en todos los órdenes de atención alos heridos, de consuelo a los familiares de losfallecidos; y, por supuesto, rezaremos mucho porellos, y estaremos muy cerca».

El Papa Juan Pablo II llama por teléfono al cardenal de Madrid

«Estoy conmovido»

El cardenal arzobispo de Madrid, AntonioMaría Rouco Varela, visitaba a los heridos en

el atentado terrorista del día anterior en diversoshospitales de Madrid. El teléfono móvil delcardenal sonó en el vestíbulo del Hospital de LaPrincesa. El Santo Padre Juan Pablo II llamaba alcardenal para manifestarle, de nuevo, su pesar ysu cercanía a la ciudad de Madrid y a todaEspaña: «Estoy muy conmovido», señaló el SantoPadre.

Le comunicó, además, que sentía la afliccióny el dolor de los heridos y de sus familias, que nodejaba de rezar por ellos y por los fallecidos, asícomo por la paz y por el final del terrorismo enEspaña. El Papa le pidió al señor cardenal quetransmitiera a Su Majestad el Rey estossentimientos y su bendición para todo el puebloespañol.

El Santo Padre ya había escrito al señorcardenal, por medio del Secretario de Estado, yhabía intentado ponerse en comunicacióntelefónica con él. No había sido posible porque elcardenal Rouco se encontraba en el avión deregreso a Madrid.

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«Hay, desgraciadamente, quienesse dejan tentar por ideologíasmaterialistas y de violencia.

Querría decirles, con afecto y firmeza –esmi voz la de quien ha sufrido personalmen-te la violencia–, que reflexionen en su ca-mino. La violencia no es un medio de cons-trucción. Ofende a Dios, a quien la sufre, ya quien la practica. El cristianismo prohíbebuscar soluciones por caminos de odio y demuerte». Ha llovido desde que Juan Pablo IIpronunció estas palabras en Loyola, en 1982.Casi un cuarto de siglo después, 201 sereshumanos inocentes han sido asesinados conatroz inhumanidad en Madrid.

«El terrorismo se ha transformado en unasofisticada red de connivencias políticas,técnicas y económicas, que supera los con-

fines nacionales y se expande hasta abarcara todo el mundo. El terrorismo se basa enel desprecio a la vida del hombre. Precisa-mente por eso, no sólo comete crímenes in-tolerables, sino en sí mismo es un auténticocrimen para la Humanidad». Son frases tam-bién de Juan Pablo II, en sus mensajes parala Jornada Mundial de la Paz, de los últimosaños.

Incomprensiblemente, injustificable-mente desde cualquier punto de vista, el te-rrorismo es el fenómeno más grave e in-quietante de la vida de nuestro país. Su cruelgravedad no está sólo en el número de ase-sinados, ni en la calidad de las víctimas –lamuerte de cada una de ellas sería ya sufi-ciente–, sino en el deletéreo poder que el te-rrorismo tiene de crear un clima generali-

zado de terror que hace difícil la vida de laspersonas, que bloquea peligrosamente losmecanismos de normalidad institucional,como la administración de justicia, y quecondiciona gravísimamente el normal desa-rrollo de la esperanza de todo un pueblo. Nose trata sólo de crueldad y de inhumanidad,sino de desestabilización de los fundamen-tos de la convivencia. Es necesario, pues,interrogarse sobre las causas y responsabi-lidades del terrorismo, el de los asesinos y elde todos sus cómplices, que de una u otramanera les dan un apoyo y una acogida ab-solutamente intolerables.

El terrorismo lo hace posible un grupoideológicamente homogéneo, con unos fi-nes claramente programados y con una es-trategia claramente definida. Para conseguiresos fines tan infames, los atentados debenser lo más espectaculares posible, de modoque tengan la más amplia resonancia en lasociedad; hay que reconocer, trágicamente,que, desde este punto de vista, el múltipleatentado de Atocha y de las otras estacionesdel Pozo del Tío Raimundo y de Santa Eu-genia es difícilmente superable, ya que enel convencional lenguaje de la retórica hasupuesto un auténtico salto cualitativo decriminalidad y de barbarie ya no busca ob-jetivos personales llamativos, sino que ase-sina indiscriminadamente.

Sin el menor ánimo de polémica inútil,se hace muy difícil entender, en estos mo-mentos, bastantes cosas: no se entiende có-mo profesionales de la política, de la cultu-ra y de la comunicación han podido ser tanirresponsables que han tratado, y tratan, dedesdramatizar y de minimizar una realidad atodas luces absolutamente preocupante, nosólo para la vida, primer e inalienable dere-cho de todo ser humano, sino también parala unidad de miles de familias, rotas, parael futuro de generaciones de jóvenes, de-sencantadas, y para la unidad y el bien co-mún de España. No es fácil entender deter-minados comportamientos políticos, deter-minados diálogos, determinadas cesiones,determinados intentos-trampa de desviaciónde culpabilidades, determinados pactos...No es fácil comprender semejante oleadade irresponsabilidad. Ni es creíble la hipó-crita coreografía de algunos personajillos yagrupaciones mínimamente representativosen este trágico momento de la historia deEspaña. Es en el día a día cuando se defien-de la vida, la dignidad, la libertad verdade-ra, no en declaraciones fingidamente com-pungidas, tan oportunistas como nada creí-bles, al calor de una sangre caliente, vertidavil y cobardamente. Eso está al alcance decualquiera. Lo digno, lo verdaderamente hu-mano, lo absolutamente exigible a cualquierfuerza política e institución pública dignade tal nombre es la lucha diaria contra el te-rrorismo: haciendo leyes en el Parlamento,pronunciando sentencias en el Tribunal deJusticia, haciendo una televisión respetable,utilizando responsablemente los medios de

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Una obligada reflexiónNunca en la historia reciente de la democracia española, la reflexión –imprescindible– ha sido tan obvia.

No es posible añadir algo nuevo informativamente. Sí es posible valorar, analizar. Es lo que ofrecemos a nuestros lectores:

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enemigo al que no se conoce y que hace to-do lo posible por no ser conocido en su or-ganigrama de muerte y de terror; de ahí lanecesidad de un centro bien dotado para co-nocer lo mejor posible al enemigo. Se tratade ser lo suficientemente hábiles y eficacespara hacer aquello que más pueda dañar alos terroristas, y nunca caer en la trampa delo que ellos andan buscando. La lucha al te-rrorismo debe ser exactamente lo que es:una operación de policía contra asesinos ar-mados que buscan subvertir las institucio-nes. Incluso en la utilización del lenguaje,conviene ser realistamente astutos: calificarde comandos (palabra que tiene una obviaconnotación militar) a quienes no son másque una banda de asesinos es contraprodu-cente.

La palabra justa contra el terrorismo no esvenganza: es justicia. A una administraciónrigurosa de la justicia debe acompañar elconvencimiento de que la necesaria acciónpolicial debe ir acompañada de medidas efi-caces y permanentes en la enseñanza, en los

medios de comunicación, en la cultura, y dela economía, etc. Sólo una cultura de la vidapuede vencer a una cultura de la muerte. Lavida es indivisible, como la verdad, comola libertad. No se puede defender la vidaself-service, hoy sí y mañana no, en esto sí,y en esto otro no; contra ETA y Al Qaedasí, pero contra el aborto no.

La vida es indivisible. Si no se entiendeasí, no se puede defender la vida. Lo únicoque se hará es retórica vacía, sin credibilidadalguna. Todo esto significa, por consiguiente,luchar contra las injusticias y disfunciones denuestra sociedad, que a algunos descere-brados les llevan a justificar el recurso a laviolencia terrorista. Esto significa, pues, tra-bajar positivamente, hora tras hora, a favorde los valores morales y religiosos que sonel sustrato básico de todo lo demás. Si eso secorroe, las consecuencias son inevitables, ya la vista de todos está.

Apartir de 1968, la ideología de la violen-cia, arraigada en el filón más propiamente re-volucionario del marxismo –conviene no ol-

comunicación social, escribiendo libros yperiódicos dignos de tal nombre, sembrandodesde la escuela primaria hasta la Univer-sidad dignidad y decencia ética.

Cómo combatir el terrorismo

¿Qué es posible hacer para eliminar elterrorismo?

Antes de entrar en lo más hondo del pro-blema, parece oportuno poner de relieve quela lucha contra el terrorismo debe ser en uni-dad de esfuerzos; no unidad de boquilla, si-no real; y que esta lucha no será ni fácil nibreve; no podrá tener un éxito rápido y se-guro. El terrorismo –y la violencia que cons-tituye su contexto inmediato– forma partede los males endémicos de las modernas so-ciedades industrializadas: es decir, de esosmales que brotan del modo mismo en quetales sociedades se constituyen y estructuran.Son males no pasajeros y contingentes, sinoprofundos, estructurales, de larga duración.Juan Pablo II y los obispos españoles hanhablado de estructuras de pecado.

Esto significa que, al igual que otras pla-gas sociales, como la droga, la criminali-dad, la prostitución, el alcoholismo, el te-rrorismo y la violencia no desapareceránnunca del todo de nuestra sociedad, aunquepueden cambiar sus formas históricas. Porello, aun sin resignarnos jamás al terroris-mo y combatiéndolo con todas nuestras fuer-zas, es realista no cultivar la ilusión de quese va a poder acabar con él fácilmente. Todainteligencia es poca a la hora de ponerse ma-nos a la obra en esta tarea. La firmeza nopuede dejar de lado la prudencia, la mesuraha de ser compatible con el máximo rigor.

Evidentemente, es necesario que, antesque nada, el Estado, en nombre de todos,haga todo lo posible mediante la ejemplarlabor de las Fuerzas de Seguridad y la siste-mática labor conjunta de los Servicios deInteligencia; y es necesaria la plena solida-ridad de todos en esta tarea. Las Fuerzas deSeguridad actúan admirablemente en tresniveles: el plano de prevención, cognosci-tivo-investigativo; el plano operativo; y elplano judicial. No se puede combatir a un

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En definitiva, no parece superfluo ni in-temperante recordar, una vez más, que estaindispensable labor de descontaminación cul-tural para acabar con el mito letal de la vio-lencia no puede ser impuesta por decreto, si-no que es labor ardua, constante, permanente,de todos los que tienen alguna responsabilidaden el ámbito de la cultura y de la formación dela mentalidad común: es decir, hablando enplata, de los que dirigen la enseñanza, de losque trabajan en los medios de comunicación,y muy especialmente en la televisión, de losque rigen la universidad. No se puede sem-brar en la escuela odio, mentira, rencor y pre-tender que, luego, se pueda recoger amor, con-vivencia, justicia, dignidad; no se puede pa-sarse la vida cargándose valores sagradosacreditados, y quejarse luego farisaicamentecuando ocurre lo que ocurrió en la madrileñaestación de Atocha y en las del Pozo del TíoRaimundo y de Santa Eugenia. No hay dere-cho a hacer eso. Y mucho menos camuflar to-do eso de democrático. Es oportuno y conve-niente presentar a las nuevas generaciones unsistema y una jerarquía de valores que en-cuentren prácticamente, en la vida de cadadía, correspondencia en los diversos ámbitos,y no situaciones inadmisibles de injusticia, deviolencia y de aniquilación de humanidad queson caldo de cultivo de las mayores aberra-ciones.

Y, sobre todo, no se puede prescindir im-punemente, suicidamente, de Dios en nues-tra sociedad, porque una sociedad sin Dios esuna sociedad contra el hombre. En el mo-mento de elevar nuestra oración al Dios Señorde la vida y de la muerte, por todas y cada unade las víctimas de este feroz atentado, y depedirle la verdadera esperanza para sus espo-sos, esposas, hijos, madres, padres, novios,novias, hay que proclamar que, si se pretendeuna vida sin Dios, se cae en los sucedáneosde los ídolos más incontrolables. La Ideología,el gran ídolo de nuestro tiempo, exige que elhombre sea aniquilado: eso es lo que hace elterrorismo, se llame ETAo Al Qaeda, asesinaren nombre de una nefanda ideología.

Alfa y Omega

vidar que ETAes marxista ideológicamente ybusca una sociedad marxista, por mucho queinteresadamente se les olvide a quienes pre-fieren tacharla de nazi y fascista–, se ha vistoreforzada con esa ideología libertaria del todovale, del relativismo rampante, cuyo gozneestá en la programada necesidad de tener ca-da vez más cosas y de ser cada vez menos, deconsiderar represivo lo que no es otra cosaque aplicación del sentido común. La corrienterevolucionaria marxista y el libertarismo re-lativista han generado ese cáncer de la vio-lencia, virus letal que ha contagiado a granparte de la juventud de nuestra sociedad y quela lleva a los extremismos más radicales.

Pablo VI, en la Exhortación apostólicaEvangelii nuntiandi, ya alertaba: «La Igle-sia no puede aceptar la violencia ni la muer-te de nadie como camino de liberación, por-que sabe que la violencia llama siempre a laviolencia y genera indefectiblemente nue-vas formas de opresión y de esclavitud, másduras y opresivas que aquellas de las que

pretendía liberarse». Y Juan Pablo II, en la Ir-landa de 1979, con el problema del Ulsteren carne viva, señaló: «El cristianismo nonos pide cerrar los ojos a los difíciles pro-blemas humanos, ni nos permite olvidar orechazar la realidad de injustas situacionessociales o internacionales. Lo que el cristia-nismo prohíbe es el recurso, en tales situa-ciones, a los caminos del odio, del asesisna-to de personas indefensas, a los métodos bru-tales del terrorismo... Proclamo, con la con-vicción de mi fe en Cristo, y con plenaconciencia de mi misión, que la violencia esun mal, que la violencia es inaceptable comosolución a los problemas, que la violenciaes indigna del hombre. La violencia es unamentira, porque va contra la verdad de la fey contra la verdad de nuestra humanidad. Laviolencia destruye lo que dice que quisieradefender: la dignidad, la vida, la libertad delos seres humanos. No creáis en la violen-cia; no apoyéis la violencia; ése no es el ca-mino cristiano».

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Arriba,concentración

espontánea en la Plaza

Mayor de Salamanca.Debajo, colas

para la donación de sangre

en la madrileñaPlaza de Castilla

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Acordémonos de los familiares que sufrenla gran prueba de su imprevista muerte, paraque encuentren en la fe la fortaleza necesariapara superar esta gran pena, para que sus lá-grimas y su sufrimiento se conviertan un díaen aquel gozo que nadie les podrá ya nuncaarrebatar. Pidámosle al Señor que a todos losque lloran ante la desgracia y la barbarie lessirva de alivio la comunión fraterna y la so-lidaridad cristiana de los que nos reunimosaquí para acopañarlos. Recordemos que Dios,que nunca deja de mirarnos con amor infi-nito, contempla cómo el dolor nos descon-cierta y cómo es débil nuestra fe, y pidámosleque nos ayude a aceptar el misterioso desig-nio de su Voluntad, que busca siempre la sal-vación de quienes somos sus hijos, tal comose ha realizado en nuestros hermanos muer-tos y como se cumplirá un día también encada uno de nosotros cuando Él lo determi-ne en su designio de amor.

Te pedimos ahora, Señor, que escuchesesta plegaria nuestra; te pedimos ahora queilumines la oscuridad y las tinieblas en quenos sume tanto dolor; te pedimos que con-cedas a todos nuestros hermanos tan violen-tamente muertos, vivir eternamente contigoen la felicidad eterna prometida.

Todos los que nos encontramos en esterecinto necesitamos de la fuerza de Dios.Nosotros, un pequeño grupo, estamos conellos también orando, porque los queremostener con nosotros. Estoy seguro de que mu-chos, en el fondo de su corazón, están espe-rando dirigir una palabra a Dios. Nosotrosahora, junto con todos los que estamos vi-viendo estos momentos, vamos a unirnos a laoracion de Jesús, la que Él mismo nos ha da-do, y vamos a prestar nuestras voces a todosaquellos que quisieran tener, e incluso a losque no lo saben y tanto lo necesitan, una vozpara decir como nosotros el Padre nuestro,Fuente inagotable que sacia la sed de vidaeterna de todos y cada uno de los seres hu-manos.

Esto nos ha herido, nos mata a todos.Pienso que el silencio ante Dios es lamejor actitud. La palabra de Dios nos

dice que pensemos en su gran amor y mise-ricordia, en que Él nos sigue queriendo a pe-sar de todo, en que somos suyos, y tambiénnos pide que pongamos ante el silencio deDios a los que sufren la pérdida de sus seresqueridos. Su Cristo ha muerto para que, des-de el sufrimiento humano, la muerte fueravencida. Ha muerto para resucitar. Quere-mos, con la sencillez del pobre y del débil,poner en esta Eucaristía sus vidas. A mí megustaría que supiésemos los nombres de ca-da uno de los que han sido víctimas, son víc-timas... Esos nombres los conoce Dios. Ca-da uno de nosotros conoce a alguno, pero Éllos conoce a todos, uno a uno.

También me gustaría poner delante deCristo resucitado a tantos padres, tantos her-manos, tantos amigos... Nosotros no pode-mos hacer más que mirarle a Él y esperarle aÉl. Esperamos sabiendo que un día llegaráel momento del triunfo definitivo; ¡ya ha lle-

gado en Jesucristo! Es Él Quien se hace pre-sente en la Eucaristía. Por eso, vamos a poneren este altar tanto dolor, para que sea trans-formado; y también para que nosotros po-damos ser signos cercanos a tanta necesidad.Jesús sabía que le fueron confiados tambiéntodos los que son víctimas. Todos los quesufren son los suyos, son su lote, y Él no losdejará. Celebramos la Eucaristía porque con-fiamos en que Dios nunca nos dejará, por-que no nos ha dejado Jesucristo. Mantenga-mos en el silencio del corazón esta esperan-za, que nos es dada, que no es un inventonuestro, sino el gran regalo de Dios.

Acudamos al Padre de la misericordia y alDios de todo consuelo, y pidámosle quevuelva sus ojos hacia nosotros sus siervos,que lloramos la trágica y violenta muerte deaquellos a los que amamos.

Pidamos por nuestros hermanos, arran-cados tan inesperadamente de nuestra con-vivencia terrena, para que el Señor los acoja.Pidamos a Dios que les perdone todos suspecados y les premie todas sus buenas obras.

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«Vamos a poner en estealtar tanto dolor, paraque sea transformado;y también para quenosotros podamos sersignos cercanosa tanta necesidad»

Celebraciones de la Eucaristía por las víctimas en la capilla habilitada en el IFEMA

«Cristo los conoce uno a uno»Desperté de mi perplejidad con los gritos de dolor en los pasillos, llevaba ya muchas horas sin hacerme a la idea de que aquello podía ser cierto. Recuerdo aquel grito, a aquella chica encogida de dolor, muchas carasdescompuestas por la pérdida... Entre los afectados: voluntarios; muchos de ellos, sacerdotes. Una persona dijo: «Echo de menos una capilla».Alfa y Omega asistió a una de las celebraciones de la Eucaristía en la capillahabilitada en el IFEMA. Fue oficiada por el obispo auxilar de Madrid monseñorEugenio Romero Pose. Les hacemos partícipes con estos fragmentos de su homilía:

Celebracióneucarística

en la capillainstalada en una

de las salas delIFEMA, la noche

del pasado11 de marzo

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11 M/LA FOTOΩΩ8

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n uno de los escenarios de la barbarie del 11-M, un niño, de la mano de su madre, dejó junto a las flores y las ve-las, el osito que se ve en la foto, con un papelito en el que se lee: «Por los niños víctimas de este atentado injusto»...Si alguien cree que los niños no se han enterado de lo que ha pasado, no ha entendido nada. Es muy posible quesean los que mejor lo han entendido y, desgraciadamente, es muy posible también que sean los que más van asufrir –¡Dios no lo quiera!– sus consecuencias. Casi doce millones de españoles –prácticamente más de la mitaddel pueblo español, si se descartan los imposibilitados– salió a la calle, bajo un aguacero inmisericorde en to-

da España. El grito más sentido fue: «¡No estamos todos, faltan doscientos!» Muy pocas veces en la historia de la dignidady de la nobleza del pueblo español se ha producido un hecho semejante. Ha sido admirable y emocionante. Lo difícil, cuan-do se raya a tan alto nivel moral, es la continuidad.

E

Los niños del 11-M

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11 M/CRITERIOS 18-III-2004 ΩΩ9 AA

Los obisposespañolescondenan el atentado

Todos los obispos españoles,colegial y personalmente,

han condenado los atentadosterroristas del pasado 11 demarzo. Han expresado a losfamiliares de las víctimasmortales y de los heridos sucercanía espiritual, y han pedidoque se ore al Dios de todoconsuelo para que dé fortaleza yesperanza a los heridos y a susfamilias. Se han referido a quenunca puede existir razón moralalguna para el terrorismo, y hanrecordado que es el momento deredoblar la colaboración con lasautoridades competentes en lalucha contra el terrorismo, elmomento de la caridad y de lasolidaridad con las víctimas.

El cardenal arzobispo deMadrid y sus obispos auxiliareshan recordado que «nadie puedecallar ante esta criminalmasacre. A la condena de tantosatentados, añadimos ahora la deesta tragedia que alcanzadimensiones de una increíbleviolencia indiscriminada.

Lo que ha sucedido es frutodel más grave de los pecados yde la ceguera del hombre: elatentar mortalmente contra lavida humana. La plaga delmundo actual, también denuestra España, es hoy elterrorismo.

Con inmensa tristeza, yprofundo e incontenible dolor,nos sumamos al de las familiasde las víctimas y queremos estarmuy cerca de ellas, y de todoslos heridos que sufren en supropia carne este brutal signo deodio, consecuencia del pecado.

Oramos al Dios de todamisericordia para que lasvíctimas alcancen la vida eternay, también, rogamos para queDios nos conceda la gracia deacoger en nuestros corazones elperdón.

Rezamos, con insistencia yconfianza, a Dios para quecambie las entrañas de losasesinos».

La hora del Maligno…y de la Cruz vencedora

ensáis que los galileos, cuyasangre vertió Pilatos, y losdieciocho que murieronaplastados por la torre de Si-loé eran más pecadores quelos demás galileos y los de-más habitantes de Jerusalén?

Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis igual-mente». Son palabras de Jesús proclamadas, precisa y co-mo providencialmente, en el Evangelio del pasado domin-go en todas las iglesias del mundo; también en Madrid. Noes necesario comentario alguno. Y no hace falta demasiadaperspicacia, basta no empeñarse en cerrar los ojos del co-razón, para reconocer que la raíz del mal, de todo mal, lle-ga hasta lo más profundo de las entrañas de todos los sereshumanos, y sólo Uno tiene el poder de arrancarla…, pero espreciso hacer el gesto de la máxima libertad, decirle quesí: «Hágase en mí según Tu palabra». No vale dar el sí a al-gunas de Sus palabras, y a otras el no; en unos lugares y cir-cunstancias sí, y en otros no; en la vida privada sí, y en la pú-blica no… «Si no os convertís –y eso no significa otra co-sa que el Sí absoluto y total a Él–, todos pereceréis igual-mente».

El mal –más exactamente, el Maligno– está ahí, sin pa-liativos. Vale la pena leer despacio el texto de las páginascentrales de este número. Y, desde luego, tener muy encuenta las palabras de nuestros obispos, que no dejan lugara dudas, en su Instrucción pastoral Valoración moral delterrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias,aprobada en su Asamblea Plenaria de noviembre de 2002:La dimensión moral es «la que debe guiar e iluminar a la ra-zón política, al afrontar el problema del terrorismo. El olvidode la dimensión moral es causa de un grave desorden quetiene consecuencias devastadoras para la vida social». Lasangrienta masacre del pasado jueves en Madrid bien cla-ramente lo pone de manifiesto. El olvido de uno solo delos preceptos de la Ley de Dios abre el camino al quebran-to de todos los demás, hasta de los más sagrados. No po-demos taparnos los oídos a las palabras de los obispos en elcitado documento: «El terrorismo merece la misma califi-cación moral absolutamente negativa que la eliminacióndirecta y voluntaria de un ser humano inocente prohibida porla ley natural y por el quinto mandamiento del Decálogo: Nomatarás». Al mal no se le vence sólo con las medidas de la

justicia, ciertamente indispensables, de legisladores, go-bernantes y jueces para que se detenga al malvado y se le ha-ga pagar su delito. La verdadera victoria sobre el mal sólose produce si, junto con las citadas medidas y en el tras-fondo de ellas y de la vida entera, se hace realidad la abun-dancia del bien, de todo bien, cuya única fuente es el pro-pio Bien Supremo, a cuya imagen y semejanza hemos sidocreados, sin reducir, y menos aún rechazar, ni uno solo desus sagrados mandamientos. Vivir en la Voluntad santa deDios no sólo no nos resta libertad alguna a los hombres,sino que es su única garantía, la única garantía de nuestro au-téntico bien y nuestra verdadera felicidad.

La dignidad de los seres humanos, y hoy es obligadofijar la mirada en la del pueblo español, ha sido muy gra-vemente herida, pero no humillada; y si el mal, ¡el Malig-no! –sin ambages, el arzobispo Primado de España no ha du-dado en afirmar que «sólo Satán» ha podido inducir a estabrutal masacre–, muestra su poder destructor, más grandey más fuerte es el Poder de Dios que, clavado en la Cruz,abrazando con su misericordia infinita todo el mal y todoslos sufrimientos de la Humanidad entera, ha vencido alMaligno, al pecado y a su más amargo fruto, la muerte.Desde entonces, los frutos de vida, y vida en plenitud, só-lo pueden brotar de ese Árbol bendito del que pende el Re-dentor. Esos frutos los estamos viendo estos días, y bienclaramente, por mucho que no quieran hablar de ellos losgrandes medios de comunicación –si no sirven al Bien y ala Verdad que nos hace libres, ¿de quién, necesariamente, se-rán esclavos?–

Ha habido entereza en el noble pueblo español, comodijo Su Majestad el Rey Don Juan Carlos: «El desaliento noestá hecho para los españoles», y como ha destacado elPresidente Aznar, hablando de su «fibra moral»; entereza yesperanza, tal y como se ha hecho patente estos días con in-contables pensamientos, palabras y obras, en definitiva demisericordia, inexplicables sin la fe cristiana. No es Satánel que vence. Es Cristo crucificado. Si, ante el misterio delmal, alguien siente la tentación –humanísima– de la rendi-ción y de la desesperanza, la Pasión de Cristo, que el pue-blo español se dispone a vivir en la ya cercana SemanaSanta, le pone bien delante de los ojos, si no se empeña encerrarlos –la impresionante película de Mel Gibson puedeservir de eficaz ayuda–, la verdadera, esperanzadora reali-dad, el verdadero sentido de lo que parece no tenerlo.

«¿P

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11 M/CARTASΩΩ10

18-III-2004AA

La voz de la Madre IglesiaDurante la manifestación por las víctimas del terrorismo

y por deseo expreso de los obispos de Madrid, las cam-panas de nuestras iglesias redoblaban en homenaje a lasvíctimas; era la voz dolorida y esperanzada de una Madre:la Iglesia, que sufre y consuela a sus hijos. Esta presencia no

pudo ser silenciada como se hizo en los medios de comu-nicación televisivos, a excepción de TMT-Popular Televi-sión. En el Telediario del señor Urdaci, de más de una horade duración, no hubo ni una sola imagen ni comentario al-guno de las visitas a hospitales de nuestros pastores, losobispos de Madrid, ni de las iglesias llenas de gente, inclu-yendo el masivo funeral en Nuestra Señora de la Almudena,ni un solo comentario de este piadoso fervor de tanta gen-te rezando y uniéndose al dolor de las familias de las vícti-mas.

Señor Rajoy, todos estamos agradecidos a este puebloque ha demostrado su generosidad y valor, y a tantos pro-fesionales como bomberos, Samur, Cruz Roja, médicos, sa-nitarios, psicólogos, forenses, servicios públicos, etc. En esalista interminable que leyó en su intervención, ¿cómo pudoomitir la presencia de tantos sacerdotes que fueron a consolarespiritualmente a estas familias y llevarles el amor de unDios que, como ellos, supo de dolor y sufrimiento? Ciertasvoces enmudecen ante estos hechos, pero muchos corazo-nes hablarán.

Dolores Izquierdo NavarroMadrid

Asumir la condición

En estos momentos, la mejor solidaridad que podemosdarles a las víctimas del atentado es sentirnos orgullosos

de ser lo que somos: españoles. Porque ésta, y no otra, es larazón, por la que les han matado. Algunos de ellos, proba-blemente no se sentirían identificados con la idea de Espa-ña, otros eran inmigrantes. Pero los asesinos les considera-ban españoles. Yo mismo, hace tiempo, no sentía comoahora ese orgullo. Pero los criminales nos obligan a tomarconciencia de nuestra realidad. Algo parecido pasó con losjudíos en la Alemania nazi: muchos de ellos, cuando iban adetenerles, ni siquiera sabían que eran judíos.

Ante esta agresión, caben dos actitudes. Una es aver-gonzarse, renegar de nuestra condición con la esperanzade que el criminal nos deje vivir un día más como escla-vos alienados. La otra, asumir la acusación de los asesinosy luchar. Luchar por nuestra vida y nuestra dignidad.

Leopoldo CuestaMadrid

Rezo por todos

Con inmenso dolor por lo sucedido en Madrid ayer jue-ves 11, y sintiéndolo como una herida propia y profun-

da, rezo por esa querida España, por su Iglesia, por su pue-blo y por los amigos más cercanos como ustedes, el queri-do equipo de Alfa y Omega. Que el Señor saque el mayorbien posible de la gran prueba que significa tan horroroso cri-men. Un fuerte abrazo.

Jaime AntúnezChile

Queridos hermanos

Desde Jerusalén, la tantas veces golpeada por el terrorasesino, enciendo una vela en mi casa y en mi sinago-

ga, junto a la que ya tengo encendida en mi corazón, y ele-vo una plegaria por el alma de las víctimas y por la sanaciónde los enfermos y heridos. Estamos unidos también en esteterrible momento. Con fraternal abrazo les saluda,

Rabbi Yerahmiel BarylkaJerusalén

Está llorando Madrid

Hoy, en la mañana del 12 de marzo de 2004, comien-zo a escribir estas líneas y viene a mis labios una ora-

ción popular que empieza así: «Señor, en el silencio de es-te día, vengo a pedirtepaz...» Paz para elmundo, paz para Espa-ña, paz para los cora-zones desgarrados detantas personas queayer se enfrentaron, degolpe, con una muertesin sentido y que hoyquerrán despertar deesta pesadilla y no po-drán. Paz para los co-razones insensibles delos asesinos que hoycelebrarán su victoria,la victoria de una gue-rra contra personas ino-centes, indefensas ydesprevenidas, que en-cuentran la muerte enun asiento de un tren.

Hoy, como en aque-lla mañana gris plomiza

del 12 de septiembre de 2001 en Nueva York, las sire-nas han cesado, dejando en su lugar el silencio abrumadorde la muerte, un silencio lleno de sollozos inconsolables,de preguntas sin respuesta, de oraciones desesperadas...

Y los privilegiados contemplamos con rabia e impo-tencia ese infierno en el que tantas personas se han vistosumergidas en pocos minutos, simplemente por dirigirse asu lugar de trabajo o de estudios, o por visitar nuestra ciu-dad. Gente buena, gente sencilla, trabajadores, estudian-tes, niños, mujeres embarazadas, padres, hijos, esposos,hermanos, amigos... No hay consuelo hoy en Madrid. Lascondenas, los pésames y los mensajes de apoyo se multi-plican desde todos los puntos de España y del mundo. Lacomunidad internacional entera se queda perpleja unavez más ante tanta barbarie; y el horror de las grotescasimágenes madrileñas inunda las pantallas de televisióndel mundo entero. La Unión Europea, las Naciones Uni-das se unen a esta condena mundial por tantas muertes ab-surdas.

Pero no es tanto el número de personas afectadas, cuan-to el dolor y la muerte de cada una de ellas lo que nosrevuelve hasta lo más íntimo de nuestro ser. Porque cadauna de esas personas tiene un valor único e irrepetible,digno del más profundo respeto y merecedor de protec-ción, de seguridad y de no encontrar la muerte como unapresa de caza. Porque cada una de las que no han muer-to, pero han quedado para siempre marcadas por ella,merecían tener consigo a sus seres queridos. Porque todasellas merecían vivir hoy como si nada hubiera sucedidoayer. Por eso, hoy no es posible el consuelo. Está llorandoMadrid.

Sonia Hernández Pradascorreo electrónico

Las cartas dirigidas a esta sección deberán ir firmadas y con DNI, y tener una extensión máxima de 20 líneas. Alfa y Omega se reserva el derecho de resumir su contenido

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Existe un prius, un antes, en el ejerciciode la democracia formal. El criterio queconforma la conciencia en la acción po-

lítica de cada ciudadano nace de un juiciosobre la realidad que nos constituye, y quenos rodea, a la que se aplican los principiosdel orden de la naturaleza y del bien comúnsocial. Hannah Arendt decía que la capa-cidad de juicio era un talento específica-mente político, similar al de la creación deopinión en las sociedades desarrolladas. Lasrelaciones entre la política y la verdad nohan sido del todo buenas desde que, en laépoca moderna, la verdad no se revela alhombre y se impone en su fascinación, si-no que es producida por la mente humana,articulada por la interpretación de quienestienen el poder, y consensuada por una opi-nión que se generaliza en los mecanismosde lo público y para lo público.

Los españoles hemos votado en un cli-ma y contexto de alteración de la cotidiani-dad, tras los execrables y sangrientos aten-tados del 11-M. El análisis de las conse-cuencias, en el ámbito moral, de las accionesterroristas pertenece a un momento anterioral de los efectos políticos de esos hechos.No es posible sanar los efectos de una ca-rencia de lógica, a la hora de enjuiciar elquién genérico y el por qué específico delos atentados terroristas con el estruendo delas consecuencias políticas subsiguientes.La onda expansiva de las bombas, y su am-plificación, generó una conmoción en el su-jeto ciudadano que hacía difícil y complejoel proceso de racionalización y transposi-ción de los criterios morales de análisis yjuicio de las consecuencias de los atentadosal ejercicio necesariamente democrático delas urnas. No es sólo un problema político, esun problema de construcción de una culturamoral ciudadana; una cultura que nace deuna cuidada y abierta antropología capaz dedar respuesta a los retos de la Historia. Si setambalea el fundamento de la antroplogía ala hora de enjuiciar los atentados, se tamba-leará inevitablemente la acción política ysu responsabilidad en el ejercicio de la ciu-dadanía. Poco beneficia que la pasión en laconformación del juicio político sea secun-dada por un baño de interpretaciones en laopinión pública y de movilizaciones de, eneste caso, la izquierda más militante, que loes en su más acendrada constitución.

No podemos olvidar aquí lo que Gio-vanni Sartori escribió en su libro ¿Qué es lademocracia?: «Aquí basta anticipar cómola izquierda se configura en televisión, esdecir, en imágenes. El punto central del pro-blema es que la televisión favorece la ac-ción y sofoca el pensamiento. Los eventosvideodignos (agotados los muertos que sean,los heridos, los incendios, las inundaciones,los terremotos, y otros desastres naturales)son las marchas, las protestas, la violencia.Sí, cualquier cabeza que habla es admitida:pero la preferencia va a las entrevistas ca-suales de quien nada tiene que decir; y dequien está obligado a tener, si no es otra co-sa ex officio, algo que decir en veinte minu-tos. Termina en que para el videodepen-diente, informado solamente por la televi-

sión –muchísimos hoy en día–, la políticase reduce a esto: por un lado, la acción di-recta y los eslóganes de los marchistas; y,por el otro, la retórica en píldoras y paraefectos del demagogo y del populista».

La respuesta moral a los atentados del11-M no puede nacer sólo del desahogo en elejercicio del voto, sino de la coherencia en elsostenimiento de ese criterio anterior queresponde a la concepción del hombre y delmundo, sobre la que se sostienen las políti-cas auténticamente generadoras de condi-ciones de paz personal y social. A los espa-ñoles se nos pidió que cumpliéramos connuestro deber de ciudadanos, el pasado do-mingo. Y ahora se nos pide coherencia conlas raíces de nuestra determinación moralcomo única solución purificadora de unosresultados, acatados en la obligación de res-peto a la autoridad legítimamente constitui-da, pero acrisolados en el fiel disenso fren-te a las concepciones antropológicas que lessustentan en cuestiones de primera magnitud,como son las relacionadas con la concep-ción de la familia, la vida y la educación,del hombre, en suma.

Hay citas que valen páginas enteras deperiódicos. Hannah Arendt, en su libro En-tre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios so-bre la reflexión política, ha escrito nítida-

mente la situación en la que nos encontra-mos: «La innegable afinidad de la menti-ra y la acción y el cambio del mundo –esdecir, la política– está limitada por la na-turaleza misma de las cosas abiertas a lafacultad de la acción del hombre. El fa-bricante de imágenes se equivoca cuan-do cree que puede anticipar los cambiosmintiendo acerca de los asuntos objetivosque todos quieren eliminar de alguna ma-nera. (…) Ni el pasado –y toda verdadfactual, por supuesto, se refiere al pasado–ni el presente, en la medida en que es unaconsecuencia del pasado, están abiertosa la acción; sólo el futuro lo está. Si el pa-sado y el presente se tratan como partesdel futuro –es decir, se vuelven a su anti-guo estado de potencialidad–, el campopolítico queda privado no sólo de fuerzaestabilizadora principal, sino también delpunto de partida del cambio, del que sir-ve para empezar algo nuevo. Lo que seinicia entonces es el constante moverse yrevolverse en la esterilidad total, algo ca-racterístico de muchas de las nuevas na-ciones que tuvieron la mala suerte de na-cer en la era de la propaganda».

José Francisco [email protected]

11 M/VER, OÍR Y CONTARLO 18-III-2004 ΩΩ11 AA

Un antes y un después

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11 M/AQUÍ Y AHORAΩΩ12

18-III-2004AA

Los terroristas consiguieron paralizar nosólo la red de transportes de Madrid;también era visible el bloqueo en cada

uno de sus ciudadanos… Imposible dar cré-dito ante las noticias, ante el continuo go-teo de víctimas: 45, 60, «quizá 100»… ¡¿Porqué?! ¡Esto no tiene sentido!

Millones de personas sintieron el terroren sus huesos. Un hijo, un hermano, un ami-go…, que –se sabe– llega cada mañana, máso menos a esa hora, a la estación de Atocha,para ir al trabajo, a la universidad o al instituto.A veces, pasaron horas antes de que la ma-dre supiera algo de la hija. Unas 1.500 per-sonas resultaron heridas; casi 200, muertas.

El cardenal arzobispo de Madrid dio ins-trucciones, a través de las Vicarías, para queno faltaran sacerdotes que acompañaran alas víctimas. «Es difícil tener una palabrapara una persona en estas condiciones», di-ce un sacerdote, que confiesa que llega aatender a las familias «sin saber muy bien»lo que tiene que hacer. «Pero es importanteque sepan que la Iglesia está aquí. Simple-mente estar: eso es lo más importante ahora;estar a disposición de estas personas hoy».

Durante toda la mañana, hubo un extrañosilencio en las cercanías de la glorieta deAtocha. Algunos vecinos se acercaban a pri-mera hora por si podían ayudar en algo. Na-die hablaba más de lo estrictamente im-prescindible. Pero la mayoría se había que-dado, simplemente, paralizada, en casa o yaen el trabajo: tristeza, dolor, rabia…, y unainfinidad de sentimientos imposibles de ex-plicar. Millones de personas lloraban en si-lencio; necesitaban encontrar algún tipo dedesahogo. En cuanto las autoridades dieronaviso de que se necesitaban donantes de san-

gre, la respuesta fue inmediata y masiva; enpocas horas, hubo que decir a la gente quedejara de acudir. ¡Había que hacer algo! Porla tarde, en la Puerta del Sol, se inició unamanifestación improvisada. Al día siguien-te, el mal tiempo no impidió la asistenciamultitudinaria a la manifestación oficial; derechazo a los terroristas, sí, pero también dedesahogo personal. La manifestación erabuena, también para esto, porque permitíagritar para romper la situación de bloqueopersonal a la que sometieron a millones depersonas los terroristas; porque permitió es-tar juntos, como una inmensa familia, a to-dos los ciudadanos de Madrid, que compar-ten un mismo sentimiento muy íntimo deprofundo dolor y tristeza.

El 11 de marzo circularon por Madridmuchos menos coches que en cualquier otrodía. ¡Había que dejar libre el paso a las am-bulancias! Los madrileños estuvieron todo eldía atentos a las radios, a las televisiones y alas ediciones especiales de los periódicos.En una comisaría cercana a Atocha, se re-cogieron mantas para llevar a los heridos.Bajó un policía al almacén, cerca de los ca-labozos. Un detenido oyó el revuelo y com-prendió enseguida lo que estaba pasando:«Madero, llévate también la mía», le dijo.Los demás hicieron lo mismo.

Entre los muertos, hubo también inmi-grantes. Sus familiares y amigos, a vecessin papeles, recibieron ánimos y garantíasde que nadie les iba a pedir ese día docu-mentos. Los hoteles pusieron sus habitacio-nes a disposición de las familias, gratis, ex-haustas después de haber pasado todo el díabuscando por los hospitales, primero, y en elimprovisado tanatorio del recinto ferial Juan

Carlos I, después. Muchas personas les lle-varon lo que creyeron que podría venir bien;se ofrecieron los psicólogos; los médicos ju-bilados también fueron; en los hospitales,sin que nadie diera ninguna orden, acudió atrabajar todo el mundo, también los de otrosturnos y los que tenían aquel día libre. A me-dia tarde, hubo un momento crítico: termi-naban las clases en los colegios, y los centrosse habían estado preparando para lo peor:habría niños a los que nadie iría a recoger.

El 11 de marzo terminó la campaña elec-toral, y los equipos de fútbol que jugabanen competiciones europeas intentaron con-seguir aplazamientos de la UEFA. Los te-rroristas no pueden secuestrar indefinida-mente la normalidad en España, pero ese díanadie tenía ánimos para mucho. Se suspen-dieron todo tipo de citas, de encuentros ycelebraciones; cerraron los cines y los tea-tros… La ciudad entera se puso de luto. Al-gunas emisoras de radio hicieron pausas,durante la mañana, para rezar, «creyentes yno creyentes», porque los datos que llega-ban eran demasiado trágicos, y no se podíahacer otra cosa que rezar, también los nocreyentes, «a su manera», como pidió unaemisora para nada sospechosa de clericalis-mo. Llegaban también noticias de fuera deMadrid: de cómo se estaba viviendo la tra-gedia en el resto de España, en Europa, enIberoamérica, en Tierra Santa, en todo elmundo… Es curioso cómo uno, en Madrid,se sentía gracias a esos gestos un poco re-confortado. Pero ni siquiera eso era capazde responder a la pregunta del sentido: ¿porqué, Señor, por qué?

Ricardo Benjumea

Impotencia, tristeza y búsqueda de sentido

Mi ciudad está heridaEl 11 de marzo de 2004 ha pasado ya a la historia de España como una de sus fechas más trágicas. Costaba dar créditoa la realidad: no eran sucesos lejanos, de Nueva York, Jerusalén o Yakarta; la noticia que estremecía a todo el planetase producía en Madrid, en las estaciones de Atocha, del Pozo del Tío Raimundo y de Santa Eugenia. La masacre tenía

rostros demasiado reales y concretos; siempre lo son, pero esta vez…

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11 M/AQUÍ Y AHORA 18-III-2004 ΩΩ13 AA

Anteayer, cuando me encontraba visi-tando a los heridos de los hospitalesde Madrid, en concreto en el vestí-

bulo del Hospital de la Princesa, sonaba el te-léfono móvil con una llamada personal delSanto Padre para expresarme una vez más,después del telegrama de la mañana del jue-ves, sus sentimientos de padre que quiereestar cerca de las víctimas de los terriblesatentados de Madrid y de sus familias, y pa-ra decirme que oraba mucho por nosotros yque era preciso seguir orando. Y, efectiva-mente, después de estos tres días de luto,después del dolor y sufrimiento inmensos,compartidos por tantas personas de bien dedentro y fuera de España, después de lo quehemos llorado, ha llegado la hora de la ora-ción serena, confiada y esperanzada: la ora-ción personal y la oración de toda la comu-nidad diocesana de Madrid. El comporta-miento admirable, frecuentemente heroico,mostrado en gestos de solidaridad y de ab-negación incondicionales por parte de tantosciudadanos de Madrid, nos anima y noscompromete a ello.

Debemos pedir, antes que nada, por losque han fallecido, víctimas de los ferocesataques terroristas en esa mañana madrileñadel pasado jueves, que iniciaban confiadaslas muchísimas personas de toda edad y con-dición que se disponían a comenzar la jor-nada habitual de estudio o de trabajo, y queel odio de unos asesinos sin corazón trun-caba trágicamente. Pedimos para que el Se-ñor los haya acogido en la gloria y felicidadde su Reino.

Nuestras peticiones han de referirse lue-go a los heridos y a su pronto y total resta-blecimiento: para que sientan, en medio desus tribulaciones y sufrimientos, el afectocálido y cercano de los suyos y la presenciatierna de la Virgen María, como una invita-ción a ofrecer todo lo que están pasando,tan duro y doloroso, por su propia santifi-cación y por la de todos los que les rodean,sabiéndose queridos y encomendados a Ella,la Madre del Salvador y Madre nuestra, Sa-lud de los enfermos, que no les defraudará.Y, por supuesto, hemos de orar con especialintensidad por los familiares de las víctimas.Necesitan ser confortadas con las ayudasnuestras, las de los hombres, que no les de-ben de faltar, y, muy singularmente, con lasdel aliento y gracia que vienen de Dios. Só-lo así se sostendrá y acrecentará su espe-ranza.

En nuestras plegarias no podemos olvi-dar a todos los que han colaborado en la pres-tación de los primeros auxilios a los afecta-dos por las explosiones y en la asistencia in-mediata a los heridos y a los familiares delas víctimas: las fuerzas de seguridad del Es-tado, funcionarios, el personal sanitario,ejemplar en su dedicación y entrega profe-sional, humana y cristiana, los voluntariosde todo tipo y procedencia, los sacerdotesque acudieron a ofrecer a los muertos y he-

ridos los cuidados del Buen Pastor para elalma y para el cuerpo, ciudadanos anóni-mos..., tantos que han demostrado con acti-tudes, muchas veces rayanas en el heroísmo,que el amor es más fuerte que el odio y quela muerte. Pedimos que el Señor les muestresu rostro y les anime a seguir siendo testi-gos explícitos o implícitos de la Buena No-ticia del amor misericordioso de Dios. ¿Po-drán, con su ejemplo, abrir una rendija dehumanidad y de arrepentimiento en el cora-zón desalmado de los terroristas y de sus in-ductores, por donde pueda entrar esa fuerzamisericordiosa de la gracia que los convier-ta y los mueva a la penitencia y al abandonoincondicional de las acciones terroristas? Pa-ra Dios, que nos ha dado a su Hijo hasta en-tregarlo a una muerte y una muerte de Cruz,no hay nada imposible, si se lo suplicamoscon humilde y amorosa perseverancia.

Clarividente prudencia

Y, finalmente, debemos orar por Madridy por España: que vuelva a encontrarse consus raíces cristianas, a las que apelaba elSanto Padre con tanta vehemencia en su úl-tima Visita apostólica a Madrid, en la ma-ñana de las canonizaciones. ¡Que la paz yla unidad solidaria de todos, y el bienestar es-piritual y material para todos sus hijos ilu-mine el horizonte de su inmediato futuro ysiempre! Pidamos de un modo especial portodos aquellos que han asumido la respon-sabilidad del bien común, por las más altasautoridades del Estado y sus colaboradores,para que el Señor les conceda clarividenteprudencia, fortaleza y espíritu de servicioen el noble empeño de superar y erradicar

el terrorismo en España para siempre, y deeste modo asegurar la pacífica y libre con-vivencia entre todos los españoles.

¿En quien mejor podremos depositarnuestras plegarias que en María, la Madrede Dios y Madre nuestra? A Ella nos con-fió su Hijo, Jesucristo, al pie de la Cruz, apunto de ofrecer su vida por la redencióndel mundo. Permitidme concluir mis pala-bras doloridas aunque plenas de esperanza,con la oración de Juan Pablo II por los jó-venes de España en la Vigilia de CuatroVientos: «¡Dios te salve, María, llena de gra-cia! Hoy te pido por los jóvenes de España,jóvenes llenos de sueños y esperanzas. Ellosson los centinelas del mañana, el pueblo delas bienaventuranzas; son la esperanza vi-va de la Iglesia y del Papa. Santa María, Ma-dre de los jóvenes, intercede para que seantestigos de Cristo resucitado, apóstoles hu-mildes y valientes del tercer milenio, heral-dos generosos del Evangelio. Santa María,Virgen Inmaculada, reza con nosotros, rezapor nosotros. Amén».

Que los jóvenes de España respondan asía la llamada del Papa en aquel atardecer inol-vidable: «Responded a la violencia ciega yal odio inhumano con el poder fascinantedel amor. Venced la enemistad con la fuerzadel perdón. Mantenéos lejos de toda formade nacionalismo exasperado, de racismo y deintolerancia. Testimoniad con vuestra vidaque las ideas no se imponen, sino que seproponen. Que imiten a los santos de la Pla-za de Colón que, «donde no había amor –enpalabras de san Juan de la Cruz–, pusieronamor y sacaron amor».

+ Antonio Mª Rouco Varela

El Presidente de la Conferencia Episcopal Española, tras los atentados del 11 M

Una rendija de humanidadEs la hora de la oración, después de los atentados terroristas del pasado jueves en Madrid: éste es el título

de la Exhortación pastoral que el cardenal arzobispo de Madrid ha escrito. Dice:

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11 M/IGLESIA EN MADRIDΩΩ12

18-III-2004AA

Los terroristas consiguieron paralizar nosólo la red de transportes de Madrid;también era visible el bloqueo en cada

uno de sus ciudadanos… Imposible dar cré-dito ante las noticias, ante el continuo go-teo de víctimas: 45, 60, «quizá 100»… ¡¿Porqué?! ¡Esto no tiene sentido!

Millones de personas sintieron el terroren sus huesos. Un hijo, un hermano, un ami-go…, que –se sabe– llega cada mañana, máso menos a esa hora, a la estación de Atocha,para ir al trabajo, a la universidad o al instituto.A veces, pasaron horas antes de que la ma-dre supiera algo de la hija. Unas 1.500 per-sonas resultaron heridas; casi 200, muertas.

El cardenal arzobispo de Madrid dio ins-trucciones, a través de las Vicarías, para queno faltaran sacerdotes que acompañaran alas víctimas. «Es difícil tener una palabrapara una persona en estas condiciones», di-ce un sacerdote, que confiesa que llega aatender a las familias «sin saber muy bien»lo que tiene que hacer. «Pero es importanteque sepan que la Iglesia está aquí. Simple-mente estar: eso es lo más importante ahora;estar a disposición de estas personas hoy».

Durante toda la mañana, hubo un extrañosilencio en las cercanías de la glorieta deAtocha. Algunos vecinos se acercaban a pri-mera hora por si podían ayudar en algo. Na-die hablaba más de lo estrictamente im-prescindible. Pero la mayoría se había que-dado, simplemente, paralizada, en casa o yaen el trabajo: tristeza, dolor, rabia…, y unainfinidad de sentimientos imposibles de ex-plicar. Millones de personas lloraban en si-lencio; necesitaban encontrar algún tipo dedesahogo. En cuanto las autoridades dieronaviso de que se necesitaban donantes de san-

gre, la respuesta fue inmediata y masiva; enpocas horas, hubo que decir a la gente quedejara de acudir. ¡Había que hacer algo! Porla tarde, en la Puerta del Sol, se inició unamanifestación improvisada. Al día siguien-te, el mal tiempo no impidió la asistenciamultitudinaria a la manifestación oficial; derechazo a los terroristas, sí, pero también dedesahogo personal. La manifestación erabuena, también para esto, porque permitíagritar para romper la situación de bloqueopersonal a la que sometieron a millones depersonas los terroristas; porque permitió es-tar juntos, como una inmensa familia, a to-dos los ciudadanos de Madrid, que compar-ten un mismo sentimiento muy íntimo deprofundo dolor y tristeza.

El 11 de marzo circularon por Madridmuchos menos coches que en cualquier otrodía. ¡Había que dejar libre el paso a las am-bulancias! Los madrileños estuvieron todo eldía atentos a las radios, a las televisiones y alas ediciones especiales de los periódicos.En una comisaría cercana a Atocha, se re-cogieron mantas para llevar a los heridos.Bajó un policía al almacén, cerca de los ca-labozos. Un detenido oyó el revuelo y com-prendió enseguida lo que estaba pasando:«Madero, llévate también la mía», le dijo.Los demás hicieron lo mismo.

Entre los muertos, hubo también inmi-grantes. Sus familiares y amigos, a vecessin papeles, recibieron ánimos y garantíasde que nadie les iba a pedir ese día docu-mentos. Los hoteles pusieron sus habitacio-nes a disposición de las familias, gratis, ex-haustas después de haber pasado todo el díabuscando por los hospitales, primero, y en elimprovisado tanatorio del recinto ferial Juan

Carlos I, después. Muchas personas les lle-varon lo que creyeron que podría venir bien;se ofrecieron los psicólogos; los médicos ju-bilados también fueron; en los hospitales,sin que nadie diera ninguna orden, acudió atrabajar todo el mundo, también los de otrosturnos y los que tenían aquel día libre. A me-dia tarde, hubo un momento crítico: termi-naban las clases en los colegios, y los centrosse habían estado preparando para lo peor:habría niños a los que nadie iría a recoger.

El 11 de marzo terminó la campaña elec-toral, y los equipos de fútbol que jugabanen competiciones europeas intentaron con-seguir aplazamientos de la UEFA. Los te-rroristas no pueden secuestrar indefinida-mente la normalidad en España, pero ese díanadie tenía ánimos para mucho. Se suspen-dieron todo tipo de citas, de encuentros ycelebraciones; cerraron los cines y los tea-tros… La ciudad entera se puso de luto. Al-gunas emisoras de radio hicieron pausas,durante la mañana, para rezar, «creyentes yno creyentes», porque los datos que llega-ban eran demasiado trágicos, y no se podíahacer otra cosa que rezar, también los nocreyentes, «a su manera», como pidió unaemisora para nada sospechosa de clericalis-mo. Llegaban también noticias de fuera deMadrid: de cómo se estaba viviendo la tra-gedia en el resto de España, en Europa, enIberoamérica, en Tierra Santa, en todo elmundo… Es curioso cómo uno, en Madrid,se sentía gracias a esos gestos un poco re-confortado. Pero ni siquiera eso era capazde responder a la pregunta del sentido: ¿porqué, Señor, por qué?

Ricardo Benjumea

Impotencia, tristeza y búsqueda de sentido

Mi ciudad está heridaEl 11 de marzo de 2004 ha pasado ya a la historia de España como una de sus fechas más trágicas. Costaba dar créditoa la realidad: no eran sucesos lejanos, de Nueva York, Jerusalén o Yakarta; la noticia que estremecía a todo el planetase producía en Madrid, en las estaciones de Atocha, del Pozo del Tío Raimundo y de Santa Eugenia. La masacre tenía

rostros demasiado reales y concretos; siempre lo son, pero esta vez…

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11 M/IGLESIA EN MADRID 18-III-2004 ΩΩ13 AA

Anteayer, cuando me encontraba visi-tando a los heridos de los hospitalesde Madrid, en concreto en el vestí-

bulo del Hospital de la Princesa, sonaba el te-léfono móvil con una llamada personal delSanto Padre para expresarme una vez más,después del telegrama de la mañana del jue-ves, sus sentimientos de padre que quiereestar cerca de las víctimas de los terriblesatentados de Madrid y de sus familias, y pa-ra decirme que oraba mucho por nosotros yque era preciso seguir orando. Y, efectiva-mente, después de estos tres días de luto,después del dolor y sufrimiento inmensos,compartidos por tantas personas de bien dedentro y fuera de España, después de lo quehemos llorado, ha llegado la hora de la ora-ción serena, confiada y esperanzada: la ora-ción personal y la oración de toda la comu-nidad diocesana de Madrid. El comporta-miento admirable, frecuentemente heroico,mostrado en gestos de solidaridad y de ab-negación incondicionales por parte de tantosciudadanos de Madrid, nos anima y noscompromete a ello.

Debemos pedir, antes que nada, por losque han fallecido, víctimas de los ferocesataques terroristas en esa mañana madrileñadel pasado jueves, que iniciaban confiadaslas muchísimas personas de toda edad y con-dición que se disponían a comenzar la jor-nada habitual de estudio o de trabajo, y queel odio de unos asesinos sin corazón trun-caba trágicamente. Pedimos para que el Se-ñor los haya acogido en la gloria y felicidadde su Reino.

Nuestras peticiones han de referirse lue-go a los heridos y a su pronto y total resta-blecimiento: para que sientan, en medio desus tribulaciones y sufrimientos, el afectocálido y cercano de los suyos y la presenciatierna de la Virgen María, como una invita-ción a ofrecer todo lo que están pasando,tan duro y doloroso, por su propia santifi-cación y por la de todos los que les rodean,sabiéndose queridos y encomendados a Ella,la Madre del Salvador y Madre nuestra, Sa-lud de los enfermos, que no les defraudará.Y, por supuesto, hemos de orar con especialintensidad por los familiares de las víctimas.Necesitan ser confortadas con las ayudasnuestras, las de los hombres, que no les de-ben de faltar, y, muy singularmente, con lasdel aliento y gracia que vienen de Dios. Só-lo así se sostendrá y acrecentará su espe-ranza.

En nuestras plegarias no podemos olvi-dar a todos los que han colaborado en la pres-tación de los primeros auxilios a los afecta-dos por las explosiones y en la asistencia in-mediata a los heridos y a los familiares delas víctimas: las fuerzas de seguridad del Es-tado, funcionarios, el personal sanitario,ejemplar en su dedicación y entrega profe-sional, humana y cristiana, los voluntariosde todo tipo y procedencia, los sacerdotesque acudieron a ofrecer a los muertos y he-

ridos los cuidados del Buen Pastor para elalma y para el cuerpo, ciudadanos anóni-mos..., tantos que han demostrado con acti-tudes, muchas veces rayanas en el heroísmo,que el amor es más fuerte que el odio y quela muerte. Pedimos que el Señor les muestresu rostro y les anime a seguir siendo testi-gos explícitos o implícitos de la Buena No-ticia del amor misericordioso de Dios. ¿Po-drán, con su ejemplo, abrir una rendija dehumanidad y de arrepentimiento en el cora-zón desalmado de los terroristas y de sus in-ductores, por donde pueda entrar esa fuerzamisericordiosa de la gracia que los convier-ta y los mueva a la penitencia y al abandonoincondicional de las acciones terroristas? Pa-ra Dios, que nos ha dado a su Hijo hasta en-tregarlo a una muerte y una muerte de Cruz,no hay nada imposible, si se lo suplicamoscon humilde y amorosa perseverancia.

Clarividente prudencia

Y, finalmente, debemos orar por Madridy por España: que vuelva a encontrarse consus raíces cristianas, a las que apelaba elSanto Padre con tanta vehemencia en su úl-tima Visita apostólica a Madrid, en la ma-ñana de las canonizaciones. ¡Que la paz yla unidad solidaria de todos, y el bienestar es-piritual y material para todos sus hijos ilu-mine el horizonte de su inmediato futuro ysiempre! Pidamos de un modo especial portodos aquellos que han asumido la respon-sabilidad del bien común, por las más altasautoridades del Estado y sus colaboradores,para que el Señor les conceda clarividenteprudencia, fortaleza y espíritu de servicioen el noble empeño de superar y erradicar

el terrorismo en España para siempre, y deeste modo asegurar la pacífica y libre con-vivencia entre todos los españoles.

¿En quien mejor podremos depositarnuestras plegarias que en María, la Madrede Dios y Madre nuestra? A Ella nos con-fió su Hijo, Jesucristo, al pie de la Cruz, apunto de ofrecer su vida por la redencióndel mundo. Permitidme concluir mis pala-bras doloridas aunque plenas de esperanza,con la oración de Juan Pablo II por los jó-venes de España en la Vigilia de CuatroVientos: «¡Dios te salve, María, llena de gra-cia! Hoy te pido por los jóvenes de España,jóvenes llenos de sueños y esperanzas. Ellosson los centinelas del mañana, el pueblo delas bienaventuranzas; son la esperanza vi-va de la Iglesia y del Papa. Santa María, Ma-dre de los jóvenes, intercede para que seantestigos de Cristo resucitado, apóstoles hu-mildes y valientes del tercer milenio, heral-dos generosos del Evangelio. Santa María,Virgen Inmaculada, reza con nosotros, rezapor nosotros. Amén».

Que los jóvenes de España respondan asía la llamada del Papa en aquel atardecer inol-vidable: «Responded a la violencia ciega yal odio inhumano con el poder fascinantedel amor. Venced la enemistad con la fuerzadel perdón. Mantenéos lejos de toda formade nacionalismo exasperado, de racismo y deintolerancia. Testimoniad con vuestra vidaque las ideas no se imponen, sino que seproponen. Que imiten a los santos de la Pla-za de Colón que, «donde no había amor –enpalabras de san Juan de la Cruz–, pusieronamor y sacaron amor».

+ Antonio Mª Rouco Varela

La voz del cardenal arzobispo, tras los atentados terroristas en Madrid

Una rendija de humanidadEs la hora de la oración, después de los atentados terroristas del pasado jueves en Madrid: éste es el título

de la Exhortación pastoral que el cardenal arzobispo de Madrid ha escrito. Dice:

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11 M/TESTIMONIOΩΩ14

18-III-2004AA

Así le dije a Maribel, en el IFEMA,durante la angustiosa espera de laconfirmación de la muerte de su

hijo: «Mujer, no llores». Son las mismaspalabras de Jesús a la viuda de Naín quellevaba a enterrar a su hijo. Maribel medio las gracias…, pero siguió llorando.Ninguna palabra, por certera que fuese,ningún gesto ni acción, por extraordinariosy sublimes que llegaran a ser, de los hom-bres, ni aun de los más expertos, eran ca-paces de acabar radicalmente con el llan-to de madres y padres, esposas y esposos,hijos, hermanos, familiares, amigos de losasesinados en la horrible masacre del pa-sado jueves en Madrid. Angustiados, susfamiliares pasaban horas interminables,a la espera de escuchar por los altavocesun nombre que les sacara de la terrible in-certidumbre en la que estaban sumidos.

Había calor humano; era de agradecersobremanera la cercanía de tantos que semostraban verdaderos hermanos, aunqueno lo fueran de sangre. Ese calor estabasiendo signo de una Presencia más alláde lo puramente humano. Muchos no lareconocían. Maribel estaba destrozada:«Ya no voy a poder seguir creyendo», medecía. La invité a rezar juntos y saqué demi bolsillo uno de los rosarios hechos porlos cristianos artesanos de Belén, que fueel expresivo obsequio recordatorio de lavisita del Papa Juan Pablo II a España, elpasado mes de mayo, con el que el mi-llón y medio de jóvenes en Cuatro Vientosrezaron con el Santo Padre. Se lo recordéa Maribel. Desgranando las Avemarías,respirábamos el aroma de esa Presenciadivina que transmite paz, la paz verdade-ra, justamente aquella que no podemosfabricar los hombres, ninguno de los hom-bres. Sólo Uno. Al recoger de nuevo mirosario, Maribel me dijo que echaba demenos una capilla.

En torno a la medianoche, en una delas salas del IFEMA, instalaron la capi-

lla. Allí, en una cajita insignificante, sobreel altar, estaba Cristo. Recé ante Él unosinstantes, y continué con Él, en medio detanto dolor, un dolor traspasado de unamor silencioso que hablaba de Su pre-sencia. Muchos no la reconocían. Por losaltavoces llamaron a otra familia, baja-ron camino del lugar de reconocimiento delos cadáveres un grupo de dominicanos,amigos de Marta; en realidad «somos co-mo hermanos», me dijeron. Con toda es-pontaneidad rezamos juntos por Marta, ypara que a todos el Señor nos confortara elalma.

Eran más de las dos de la madrugadacuando volví junto a Maribel, aún con laincertidumbre de la angustiosa espera deescuchar por los altavoces el nombre de sufamilia. «Yo no voy a poder vivir ya sin mihijo», me decía. Y yo no sabía cómo de-cirle que sí, que Dios nos ha creado para lavida, que la muerte no tiene la última pa-labra… Sólo podía ofrecerle mi pobre pre-sencia, mi cariño y mi amistad. «Tu hijonos espera. Entre tanto, no dudes en con-tar conmigo, como verdadero hermano»,le dije. Intercambiamos nuestras direc-ciones.

La viuda de Naín lloraba amargamen-te por su hijo muerto. Sin embargo, cuan-do Aquel nazareno cogió de la mano aljoven que llevaban a enterrar y lo levantócon vida, el llanto de la madre pudo trans-formarse en una alegría inimaginable has-ta entonces en el mundo. A cambio del hi-jo recobrado con vida, precisamente paradarnos a todos la única Vida que sacia eldeseo infinito de nuestro corazón, Aquelnazareno cargó con todos los pecados dela Humanidad entera y murió atrozmenteen una cruz… Hoy, como en Naín, Cristosigue diciendo, con toda la verdad del po-der infinito de su amor: «Mujer, no llo-res».

Alfonso Simón

«El consuelo pasa por agarrarse a la fe que te-nemos. Es momento de vivirla y de saber

descubrir detrás de todo esto al Señor, que no loquiere, pero que lo permite, porque los hombreshacemos mal y provocamos el sufrimiento. Mu-chas veces, no se puede decir nada para consolarmás que confíen en Dios, pero es muy duro; en-tonces, lo que uno tiene que hacer es escuchar. Nopuedes hacer otra cosa, te sientes impotente, na-da más que Dios está por encima de todo.

Si la persona no tiene fe, uno puede hacer, consu presencia, que la persona que está rota y está su-friendo se pueda apoyar en uno. El cristiano tieneque tener el corazón y los brazos abiertos paraacoger al otro; sentir el dolor, que es lo que esta-mos sintiendo. Sentimos el dolor de los herma-nos nuestros como si nos lo hubieran hecho a no-sotros. Estoy con pena, con dolor, con lágrimas,porque es como si nos lo hicieran a nosotros; y

damos un salto más..., es como si se lo hicieran aDios, se lo han hecho a Jesucristo. Todos los her-manos que han muerto son imagen de Jesucristo.Por eso, como dice el Papa, es una ofensa a Dios,al que tenemos que pedirle perdón».

M.

«Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.En este atentado Cristo se ofrecía de nuevo yendoen cada féretro. Quien ha volado con esas perso-nas ha sido Cristo, una vez más».

J.H.

«He oído muchas cosas, pero es muy durocuando, en vez de cifras, te encuentras con per-sonas. Uno ve cómo cada persona reacciona se-gún su carácter; hay que estar, escuchar... La gen-te está muy abierta a los actos de solidaridad. A ve-

ces, no esperan grandes cosas, sólo poder pro-nunciar el nombre de la persona a la que han per-dido. Encontrar la palabra justa, el consuelo, no estan sencillo..., estar es lo esencial».

J.

«Ante el dolor, la fe aporta a quien la tiene se-renidad y consuelo en medio de la desgracia; ra-zones para vivir y esperar. La persona sabe quees una barbaridad, pero también sabe que Jesúsmurió de una forma violenta y que Dios sabe más,puede más y tiene la eternidad. La visión de uncreyente, desde el trato habitual con Dios, en-tiende que eso que ha sucedido tiene una dimen-són trascendental que nos exige un compromisomayor como hombres.

J.

«Mujer, no llores»

La Iglesia estuvo allí

Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín. Mosaico de la catedral de Monreale,Palermo (siglo XII)

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El Evangelio de este domingo relata una de las pa-rábolas más entrañables y conocidas, exclusiva deLucas, el evangelista de la misericordia. En ella se

describe la misericordia de Dios hacia los pecadores y lareconciliación que su amor nos regala. Su intencionali-dad fundamental es poner de manifiesto el amor mise-ricordioso de Dios, más fuerte que nuestras miserias, elque se actualiza cada vez que celebramos el sacramen-to de la Penitencia.

Tres son los personajes de la parábola: el hijo pródi-go personifica el proceso del pecado (alejamiento vo-luntario del Padre) y de la conversión (retorno peniten-te). Su acto (reclamar la herencia en vida del Padre) esmuy ofensivo. Equivale a prescindir de Él y a desearlela muerte. Este proceso nos recuerda el camino seguidopor el secularismo y la cultura dominante: huir de lacasa paterna (Dios) para vivir sin hogar.

En un país lejano indica el corte drástico con la for-ma de vivir, pensar y actuar transmitida. Es el mundo enel que se ignora cuanto en casa se considera sagrado.El que esclaviza y hunde en la miseria y el sufrimiento.Pero el protagonista de toda esta historia es el corazóndel Padre, cuya poderosa fuerza de atracción es capaz delevantar al hijo de su postración y ponerle en camino.

El relato es una verdadera catequesis de la conversión.No basta descubrir el mal que hay en nosotros (recono-cerse pecador). Después de confesar la vana ilusión quees buscar la felicidad lejos de Dios, es necesario em-prender el camino hacia el Padre. El camino de la re-conciliación, el que lleva a la vida, al reino de Dios.

El hijo mayor aparentemente es un hijo modélico.Pero es el fariseo y escriba de todas las épocas, el hom-bre de la ley y la calculadora, el hombre de la justicia sinmisericordia, el que cumple pero no ama, el que acu-mula méritos y se cree justo, el que exige la paga. Es, enfin, el hombre que no entiende lo que es gracia, ni tienecorazón de hermano. Su queja manifiesta que vive laobediencia como una carga, y el servicio como una es-clavitud.

El Padre misericordioso no separa a los hijos en bue-nos o malos. Sólo el Padre es bueno, y desea que regre-sen los dos hijos. Quiere que ambos se sienten a su me-

sa y participen de su alegría. Ofrece su amor sin límitesa los dos, y por igual.

La parábola habla del amor que ya existía antes decualquier rechazo y que estará presente después de quese hayan producido todos los rechazos. Es el amor pri-mero y eterno de un Dios que es Padre, que siempre dala bienvenida a casa y siempre quiere celebrarlo. Toda lavida y la predicación de Jesús estuvieron dirigidas a dara conocer este Amor, el único que cura las heridas del pe-cado y nos regala de nuevo un corazón de hijo como elsuyo.

+ Juan Antonio Reig Plaobispo de Segorbe-Castellón

11 M/EL DÍA DEL SEÑOR 18-III-2004 ΩΩ15 AA

El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre yde su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. El hombre cristiano, conformado con

la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espíritu, las cuales le capacitan para cumplir la ley nuevadel amor. Por medio de este Espíritu, que es prenda de la herencia, se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue la redención del cuerpo.Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará tambiénvida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu que habita en vosotros. Urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar, con muchastribulaciones, contra el demonio, e incluso de padecer la muerte. Pero, asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegará,corroborado por la esperanza, a la resurrección. Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad,en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, ladivina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien aeste misterio pascual. Éste es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigmadel dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio lavida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: Abba!, ¡Padre!

Constitución Gaudium et spes, 22

Esto ha dicho el Concilio

Cuarto Domingo de Cuaresma

El Padremisericordioso

Evangelio

En aquel tiempo se acercaban a Je-sús los publicanos y los pecadores

a escucharle. Y los fariseos y los letra-dos murmuraban entre ellos: «Ése aco-ge a los pecadores y como con ellos».Jesús les dijo esta parábola:

«Un hombre tenía dos hijos: el me-nor de ellos dijo a su padre: Padre, da-me la parte que me toca de la fortuna.El padre les repartió los bienes. No mu-chos días después, el hijo menor, jun-tando todo lo suyo, emigró a un paíslejano, y allí derrochó su fortuna vi-viendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vi-no por aquella tierra un hombre terrible,y empezó él a pasar necesidad. Tanto leinsistió a un habitante de aquel país,que lo mandó a sus campos a guardarcerdos. Y nadie le daba de comer. Re-capacitando, se dijo: ¡Cuántos jorna-leros de mi padre tienen abundanciade pan, mientras yo aquí me muero dehambre! Me pondré en camino adondeestá mi padre y le diré: “Padre, he pe-cado contra el cielo y contra ti; ya nomerezco llamarme hijo tuyo: trátamecomo a uno de tus jornaleros”. Se pu-so en camino. Cuando todavía estabalejos, su padre lo vio y se conmovió;y echando a correr, se le echó al cuelloy se puso a besarlo. Y dijo a sus cria-dos: Sacad en seguida el mejor traje, yvestidlo; ponedle un anillo en la ma-no y sandalias en los pies; traed el ter-nero cebado y matadlo; celebremos unbanquete; porque este hijo mío estabamuerto y ha revivido; estaba perdido ylo hemos encontrado.

El hijo mayor estaba en el campo.Al volver y acercarse a la casa, se in-dignó y se negaba a entrar. El padre ledijo: Hijo, tú estás siempre conmigo,y todo lo mío es tuyo: deberías ale-grarte, porque este hermano tuyo es-taba muerto y ha revivido, estaba per-dido y lo hemos encontrado».

Lucas 15, 1-3. 11-32

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onoce las reglas del exorcismo, Damien?»–«Sí», respondió Karras. –«Es esencial evi-tar conversaciones con el demonio…» ¡Eldemonio! Le dio escalofríos la manera tannatural en que lo dijo. «No preste atención anada de lo que diga el demonio. Es un men-tiroso. Mentirá para confundirnos, pero tam-bién mezclará mentiras con verdades paraatacarnos. La ofensiva es psicológica, Da-mien. Y poderosa. No escuche. Recuerdeesto: no escuche».

Pensó un momento. Después continuósondeando: «Pero yo creo que el objetivodel demonio no es el poseso, sino noso-tros…, los observadores…, cada persona deesta casa. Y creo…, creo que lo que quiere esque nos desesperemos, que rechacemosnuestra propia humanidad. Y tal vez ahí es-té el centro de todo: en la indignidad. Porqueyo pienso que el creer en Dios, en últimainstancia, es una cuestión de amor, de acep-tar la posibilidad de que Dios pueda amar-nos…».

Merrin hizo otra pausa. Prosiguió máslentamente, abriendo su alma en un susu-rro: «Él sabe…, el demonio sabe dóndeatacar… Hace mucho tiempo que me sen-tía desesperado por no poder amar a miprójimo. Ciertas personas… me repelían.¿Cómo podría amarlas?, pensaba. Y esome atormentaba, Damien; me llevó a des-confiar de mí mismo…, y partiendo deaquí, desconfiar de mi Dios. Se hizo añicosmi fe…» Interesado, Karras levantó susojos hacia Merrin. –«¿Y qué pasó?», pre-guntó. –«Pues que, al fin, me di cuenta deque Dios nunca me pediría aquello que mees psicológicamente imposible, que el amorque Él me pedía estaba en mi voluntad y noquería decir que debía sentirlo como unaemoción. En absoluto. Me pedía que obra-ra con amor hacia los demás, y el hechode que lo hiciera con aquellos que me re-pelían, era un acto de amor más grandeque cualquier otro –movió la cabeza–. Séque todo esto debe parecerle muy obvio,Damien. Lo sé. Pero entonces no alcanza-ba a verlo. Extraña ceguera. ¡Cuántos ma-ridos y mujeres –exclamó con tristeza–creerán que ya no se aman porque sus co-razones no se conmueven al verse! ¡Ah,Dios querido! –movió la cabeza afirmati-vamente–. Damien, ahí radica la posesión;no tanto en las guerras, como algunos quie-

ren creer; y muy pocas veces en interven-ciones extraordinarias como ésta…, la deesta niña…, esta pobre criatura. No, yo loveo mucho más a menudo en cosas pe-queñas, Damien; en los mezquinos o ab-surdos rencores, en las equivocaciones, enla palabra cruel e insidiosa que las lenguasdesatadas lanzan entre amigos. Entre aman-tes. Unas cuantas de estas cosas –susurróMerrin–, y ya no es necesario que sea Sa-tán el que dirija nuestras guerras, pues lasdirigimos nosotros mismos…, nosotrosmismos…»

–«Chris, ¿qué cree usted que pasó? –lepreguntó suavemente el padre Merrin–.Como una no creyente, ¿opina que su hi-ja estuvo realmente posesa?» Cabizbaja,empezó a juguetear con la rosa. –«Comoha dicho usted, en lo que a Dios concier-ne presumo de no creyente, y, aunque noestoy muy segura, creo que lo sigo siendo.Pero en lo que respecta al diablo…, bue-no, eso es algo distinto. Lo podría aceptar,y en realidad lo acepto. Pero no sólo porlo que le ha pasado a Rags. Hablando engeneral, quiero decir –se encogió de hom-bros–. Si a uno se le ocurre pensar enDios, tiene que imaginarse que existe uno;y si existe, debe necesitar dormir millonesde años cada vez para no irritarse. ¿Se dacuenta de lo que quiero decir? Él nuncahabla. Pero el diablo no hace más que ha-cerse propaganda, padre». Durante un mo-mento, éste la miró; luego dijo en voz ba-ja: –«Pero si todo el mal del mundo le ha-ce pensar que puede existir el demonio,¿cómo explica usted todo el bien que hayen el mundo?» Aquella idea le hizo pes-tañear, mientras sostenía su mirada. Lue-go, bajó lo ojos.

W. Peter Blattyde El Exorcista

11 M/RAÍCESΩΩ16

18-III-2004AA

Frente al Maligno

«¿C

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11 M/RAÍCES 18-III-2004 ΩΩ17 AA

201 personas muertas y 200 familias que lloran su ausencia, más de 1.500 heridos de distinta consideración, 4 trenes convertidos en un infierno, y miles de voluntarios para las labores de rescate

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11 M/ESPAÑAΩΩ18

18-III-2004AA

El lema escogido para este año está to-mado del libro de los Hechos de losApóstoles: Hay más alegría en dar que

en recibir. Se trata de unas palabras del mis-mo Cristo, no recogidas en los evangelios,sino en la tradición oral de la que bebe Pablo.Como afirma el Cuaderno pastoral publica-do con ocasión del Día del Seminario de es-te año, «para Pablo, esta frase ha sido unaclave orientadora de su vida, tal como lo ex-plica a los presbíteros de Éfeso en el mo-mento de su despedida. Y así se la proponecomo testamento. Es una bienaventuranza,síntesis de las Bienaventuranzas del Sermóndel Monte y de la propia vida del Maestro. Enella se resume toda la teología del don».

Y es que no deja de resultar motivo dealegría que, aun en medio de un contextomaterialista como en el que viven hoy la ma-yoría de los jóvenes, año tras año seguimoscelebrando que Dios sigue llamando, y quehay jóvenes que responden a esta llamada.Comentando el pasaje del mercader que en-cuentra una perla preciosa, y deja todo lo quetiene para comprarla, dice san Gregorio Mag-no: «En comparación con esa perla, nada tie-ne valor, y el alma abandona todo cuanto ha-bía adquirido, derrama todo cuanto habíacongregado, considera como deforme todolo que le parecía bello en la tierra, porquesólo brilla en el alma el resplandor de aque-lla perla preciosa».

Día del Seminario 2004: Hay más alegría en dar que en recibir

Dispuestos a servir a la Iglesia

«El descubrimientode la vocación personales el momento más importantede toda existencia, comunicauna nueva belleza a las cosasy es preludio de otrosdescubrimientos y lucesnuevas»: estas palabrasde don Federico Suárezenmarcan con nitidezla celebración del Díadel Seminario, que tiene lugaren toda España durante este finde semana, con ocasiónde la fiesta de San José,Patrono de los seminarios ¡Merece la pena dar la vida por el Evangelio!

La nueva evangelización es una tarea de todos. En ella los laicos tienen un papel protagonista, es-pecialmente los matrimonios y las familias cristianas; sin embargo, la evangelización requiere hoy

con urgencia sacerdotes y personas consagradas. Ésta es la razón por la que deseo decir a cada unode vosotros, jóvenes: si sientes la llamada de Dios que te dice: ¡Sígueme!, no la acalles. Sé generoso,responde como María ofreciendo a Dios el sí gozoso de tu persona y de tu vida.

Os doy mi testimonio: yo fui ordenado sacerdote cuando tenía 26 años. Desde entonces han pa-sado 56.¡56 años! ¿Cuántos años tiene el Papa? ¡Casi 83! [Los jóvenes corean: «Eres joven»] ¡Un jo-ven de 83 años! ¡Bien! Al volver la mirada atrás y recordar estos años de mi vida, os puedo asegurarque vale la pena dedicarse a la causa de Cristo y, por amor a Él, consagrarse al servicio del hombre.¡Merece la pena dar la vida por el Evangelio y por los hermanos!

Juan Pablo II a los jóvenes Cuatro Vientos, mayo de 2003

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11 M/ESPAÑA 18-III-2004 ΩΩ19 AA

Los objetivos del Día del Seminario pa-ra este año son: acercar el Seminario dioce-sano (Mayor y Menor o Pre-Seminario) atoda la diócesis, de modo que se conozcamejor y se valore su importancia para la vi-da cristiana y el futuro de la Iglesia dioce-sana; sensibilizar a la sociedad y a la comu-nidad cristiana sobre la necesidad de la vo-cación sacerdotal y el servicio que prestanlos sacerdotes; motivar a los sacerdotes ydemás responsables de pastoral, catequis-tas, etc., para que descubran jóvenes y ni-ños que pueden ser candidatos al sacerdo-cio y les animen y preparen para ir al Semi-nario; potenciar en toda la comunidad cris-tiana la oración por las vocacionessacerdotales; y apoyar económicamente alSeminario, para que tenga medios suficien-tes y para que ninguna familia deje de en-viar un hijo al Seminario por problema dedinero.

Juan Luis Vázquez

Oración por las vocaciones

Jesucristo, Buen Pastor, Tú nos has dicho que hay

más alegría en dar que en recibir,y nos has dado ejemploentregando tu vidapor la salvación del mundo.Te pedimos por el Seminario de nuestra diócesis para que haya muchos niños y jóvenesdispuestos a seguir tus pasosy a servir a la Iglesia como sacerdotes, viviendo la alegríade hacer felices a los demás.Tú, que vives y reinaspor los siglos de los siglos. Amén.

ESTADÍSTICAS SEMINARIOS MAYORES 2003-2004curso 2003-04 nuevos abandonan ordenados

Albacete 5 0 2 4Alcalá 21 4 1 5Almería 17 2 2 0Astorga 12 1 1 1Ávila 6 0 1 1Barbastro 3 0 0 3Barcelona 68 14 4 8Bilbao 12 2 0 1Burgos 11 2 3 2Cádiz-Ceuta 26 3 1 5Calahorra 3 0 1 1Canarias 22 3 2 1Cartagena 55 9 11 11Ciudad Real 28 0 0 3Ciudad Rodrigo 4 1 0 0Córdoba 44 7 5 5Córdoba Redemptoris Mater 26 5 2 0Coria-Cáceres 9 3 0 4Cuenca 12 2 0 6Cuenca Otros Seminarios 71 15 3 7Getafe 85 15 4 8Gerona 9 3 0 1Granada 23 1 4 1Guadix-Baza 5 0 1 4Huelva 10 2 0 2Huesca 4 2 0 0Ibiza 2 0 0 0Jaca 1 0 0 1Jaén 30 3 2 4Jerez Frontera 17 4 4 2León 9 1 1 0Lérida 2 0 0 1Lugo 18 2 1 2Madrid 144 20 8 14Madrid Redemptoris Mater 82 8 7 7Málaga 34 8 4 4Mallorca 5 1 1 2Menorca 2 1 0 0Mérida-Badajoz 17 1 2 5Mondoñedo 8 2 0 0Orense 24 3 2 4Orihuela-Alicante 35 1 5 2Osma-Soria 2 0 0 2Oviedo 21 4 2 9Palencia 11 2 1 3Pamplona 14 6 0 3Plasencia 5 0 2 3Salamanca 8 0 0 1San Sebastián 9 2 1 2Santander 11 1 0 5Santiago 28 5 1 7Segorbe-Castellón 53 12 3 5Castellón Redemptoris Mater 18 4 2 0Segovia 4 0 1 0Sevilla 68 11 7 12Sigüenza 12 1 0 3Solsona 5 1 1 0Tarazona 3 2 0 2Tarragona 9 2 0 1Tenerife 42 11 0 6Teruel 3 1 0 3Toledo 105 24 12 12Tortosa 8 2 1 2Tuy-Vigo 9 0 4 1Urgell 4 1 2 0Valencia 76 6 7 9Valladolid 14 1 1 0Vic 2 1 1 0Vitoria 3 1 0 0Zamora 16 2 0 2Zaragoza 11 1 0 2Seminario castrense 2 1 3 0TOTAL 1.597 256 137 227

Fuente: Conferencia Episcopal Española

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11 M/MUNDOΩΩ20

18-III-2004AA

En el momento en que recibió las noti-cias de los dramáticos atentados del pa-sado jueves en Madrid, la reacción de

Juan Pablo II fue inmediata. Ante todo, co-mo de costumbre, quiso enviar un mensaje alcardenal Antonio María Rouco Varela, parahacer llegar su pésame a los seres queridosde las víctimas y su cercanía a los heridos.

A continuación, el Papa se retiró en ora-ción por las víctimas, por los heridos y porsus familiares. Después, cuando, en la tardedel jueves, las noticias que llegaban a Ro-ma comenzaban a confirmar las dimensionesde la tragedia, el Santo Padre pidió a sus co-laboradores que contactaran con el carde-nal Rouco para recibir información de pri-mera mano, en particular sobre el estado delas familias.

Dado que en el momento de los hechos elcardenal se encontraba en Roma, partici-pando en la Asamblea Plenaria del ConsejoPontificio de la Cultura, del que es miem-bro, el Santo Padre no pudo contactarle, pueshabía tomado ya un avión para regresar in-mediatamente a Madrid. El Papa llamó en-tonces a algunos de los españoles que co-noce. En concreto, telefoneó a su casa a donJoaquín Navarro-Valls, director de la Salade Prensa de la Santa Sede, para pedirle no-ticias. «Que sepan todos los españoles que elPapa está muy cerca de todos, que reza yque se siente muy cerca de todas las fami-lias», le dijo el Santo Padre a su portavoz.Navarro-Valls reveló estos detalles al día si-

guiente, al participar en una manifestación,organizada por la comunidad española, decondena del terrorismo y de apoyo a los fa-miliares de las víctimas en Roma, ante la se-de de la embajada de España ante Italia.

El Papa celebró la misa del viernes ensufragio de las víctimas de los atentados, se-gún ha podido saber Alfa y Omega. Despuésvolvió a buscar por teléfono al cardenal Rou-co. Lo encontró en su móvil mientras el car-denal se encontraba visitando a los heridosen los atentados terroristas, en el Hospitalde La Princesa. El arzobispo de Madrid des-cribió al Papa, a grandes rasgos, la movili-zación de la sociedad y de la Iglesia en Es-paña para ofrecer su ayuda humana y espi-ritual a las heridos, a sus familiares y seresqueridos.

«Estoy muy conmovido», le dijo el Pa-pa al cardenal, ante la aflicción y el dolorde los heridos y de sus familias, y le asegu-ró que no dejaba de rezar por ellos y por losfallecidos, así como por la paz y el final delterrorismo en España, según ha confirmadoel Arzobispado de Madrid en un comunica-do informativo posterior.

La voz del Papa fue una de las primerasque se elevó en el escenario internacionalpara condenar con firmeza total esos «in-justificables actos que ofenden a Dios, vio-lan el fundamental derecho a la vida y so-cavan la pacífica convivencia» .

Estas palabras del obispo de Roma for-man parte del telegrama dirigido al carde-

Juan Pablo II, muy cerca de los españoles

Juan Pablo II, durante

la alocución del Angelus,

el pasado domingo

Juan Pablo II ha seguido de cerca, informándose personalmente con el arzobispode Madrid, la evolución del estado de los heridos. El Pontífice ha promovido,además, la movilización de la solidaridad de la opinión pública mundial con España en estos momentos tan difíciles

Testimonio del cardenalAntonio María Javierre

Los verdaderosculpables

Cristo nos enseña a leer losacontecimientos a la luz del

Evangelio. Pensé mucho en ello estedomingo, precisamente, con lalectura del Evangelio. Relataba ladesgracia de los que murieron alderrumbarse la torre de Siloé.Entonces echaban la culpa a lasmismas víctimas. Cristoinmediatamente reacciona: «No esasí», y defiende la libertad humana.«Fijaos que ellos no son másculpables de lo que sois vosotros»,recuerda el Señor. En losacontecimientos que pertenecen ala Historia, trabajansimultáneamente Dios y el hombre.El binomio para poderlo leer es:gracia y libertad humana. No hayque olvidarse de la libertadhumana.

Han pasado los siglos; latentación que tenemos actualmentenosotros es no leer losacontecimientos históricos a la luzde ese binomio. Ahora, la libertadestá en primer plano, peroolvidamos la gracia de Dios. Poreso, en este caso concreto, debemosbuscar quiénes son los culpables.Entonces miraban sólo en sentidovertical, ahora lo buscamos sólo enel plano horizontal. Ni una cosa niotra; es decir, las dos a la vez: graciay libertad. El peligro que tenemoshoy es precisamente el decontentarnos únicamente con esavisión horizontal. La llamada delSeñor, entonces y hoy, es la misma:«Convertíos, porque todos soisigualmente culpables».

La causa profunda de estosacontecimientos hay que buscarlaen un mundo injusto, un mundo enel cual sufren los hombres, muerende hambre tantas personas, los ricoscontinúan aumentando su riqueza,los pobres cada vez más pobres. Esemundo es insoportable. Ése es elmal. Y de ese mal, somos todosculpables. «Convertíos», dice Jesús.No es un mensaje pesimista, másbien todo lo contrario. Cristo quierenuestra conversión individual.Somos células de un cuerpo vivo, yla salud de todo el cuerpo dependede cada una de las células.

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nal Rouco, en el que reaccionaba a los ataquesque, «con crueldad, han sumido en el dolor» alas familias de las víctimas «y a la sociedadespañola en general».

El domingo, Juan Pablo II dedicó el tradi-cional encuentro con los peregrinos congre-gados en la plaza de San Pedro del Vaticano aofrecer una reflexión a la luz del Evangeliosobre este «horrendo crimen», que «ha con-mocionado la opinión pública mundial».

El periódico de mayor tirada de Italia, IlCorriere della Sera, abordó al día siguientelos hechos, publicando una amplia entrevistacon Joaquín Navarro-Valls. Ante la preguntadel vaticanista Luigi Accattoli, sobre cuál fuesu primera reacción, el portavoz del Papa res-pondió: «¡Pobre patria mía –pensé una vezmás– marcada por la sangre!» Confesó que,al recibir las noticias, experimentó «una náu-sea tremenda, diría insoportable. Me ha con-movido la gran dignidad mostrada por todos:heridos, socorristas, autoridades. Entonces misentimiento fue este: ¡Pobre patria mía, tandigna en el dolor! Las imágenes de la gente

que lloraba y ayudaba, la visión de un pueblogolpeado en su cotidianidad indefensa: las per-sonas que iban al trabajo o a las escuelas. So-bre esta Humanidad inerme se ha arrojado elterror más sanguinario que ha conocido Eu-ropa tras la segunda guerra mundial».

Navarro-Valls reconoce que, en un primermomento, pensó en informarse sobre si entrelos fallecidos tenía algún amigo o conocido.«Lo pensé, e inmediatamente me arrepentí,por decirlo de algún modo», revela. «Me di-je: Aunque no conozca a nadie, ¡la tragediaes igual! El sentido de náusea, o de rebelión,con el pasar del tiempo, fue conformándose:ya no venía de ver la sangre, sino de la per-cepción del vacío espiritual y humano quedebe existir dentro de las personas que hanquerido esto. Quizá sólo una actitud nihilis-ta, la de quien ha perdido toda esperanza au-téntica, y ha decidido escribir el fin de la pro-pia historia puede explicar una opción tan in-humana».

Jesús Colina. Roma

18-III-2004 ΩΩAA11 M/MUNDO

ΩΩ21 AA

Habla el Papa

El justo se oponecon la paz

El Salmo 19 expresa claramente uncontraste entre la posición de los

enemigos, que se basan en la fuerzamaterial de sus carros y caballos; y laposición de los israelitas, que ponensu confianza en Dios y que, por tanto,salen victoriosos. (...)

A pesar de su carácter históricoligado a la guerra, el salmo puedeconvertirse en una invitación a nodejarse capturar nunca por laatracción de la violencia. Isaíasexclamaba también: «Ay, los que...se apoyan en la caballería y en loscarros porque son muy potentes, masno han puesto su mirada en el Santode Israel, ni al Señor han buscado».

Ante todo tipo de malicia, el justose opone con la fe, la benevolencia,el perdón, el ofrecimiento de la paz.El apóstol Pablo advertirá a loscristianos: «No devolváis a nadiemal por mal. Procurad el bien antetodos los hombres». Y el historiadorde la Iglesia de los primeros siglos,Eusebio de Cesarea, al comentarnuestro salmo, ampliará la miradahasta incluir el mal de la muerte queel cristiano sabe que puede vencerpor obra de Cristo: «Todas laspotencias adversas y los enemigos deDios escondidos y visibles, rostrosque huyen del mismo Salvador,caerán. Pero todos los que reciban lasalvación resurgirán de su antiguaruina». (...)

Saludo a los peregrinos de lenguaespañola, e invito a todos a que,confiando plenamente en Cristo,único salvador del género humano,cultiven sentimientos dereconciliación y de paz, queimpregnen también las relacionesentre los grupos y pueblos delmundo entero.

(10-III-2004)

Un grupo de fielesen la plaza de San

Pedro, a la horadel Ángelus

Ángelus del Papa: «Ante tanta barbaridad...,oración» La página evangélica que nos propone la liturgia en este domingo hace referencia a dos trágicos hechos

de las crónicas del tiempo de Jesús: la cruenta represión de una revuelta y el derrumbe de la torre de Si-loé sobre una muchedumbre. Nos hace pensar en la actualidad de nuestros días, marcados, por desgracia,por repetidas noticias de violencia y de muerte.

El domingo pasado ya hacía referencia a los polvorines de guerra y a los ataques terroristas queensangrientan varias partes del mundo. El jueves pasado tuvo lugar el dramático atentado en Madrid, queha provocado doscientas víctimas y más de mil heridos. El horrendo crimen ha conmocionado a laopinión pública mundial. Ante tanta barbaridad, uno se queda profundamente trastornado, y se preguntacómo es posible que el espíritu humano pueda llegar a concebir felonías tan execrables.

Al confirmar la absoluta condena de semejantes actos injustificables, expreso una vez más miparticipación en el dolor de los familiares de las víctimas y mi cercanía en la oración a los heridos y a susseres queridos.

Ha tenido un eco conmovido en todo el mundo el testimonio conjunto de solidaridad que se levantóde todas las partes de España el viernes pasado, con la participación de las autoridades de toda Europa.

Apoyándose en la contribución armónica de todas las fuerzas sanas del continente, es posible mirarhacia adelante con confianza y esperar en un futuro mejor. En particular, aquellos que creen en Dios,Creador y Padre, deben sentirse comprometidos a trabajar por la edificación de un mundo más fraterno ysolidario, a pesar de las dificultades y obstáculos que pueden encontrarse en este camino obligado einaplazable.

En las manos maternales de María, Virgen de la misericordia, ponemos de manera particular a lasvíctimas del terrible atentado terrorista de Madrid. Le pedimos que proteja y vele por la querida naciónespañola, por Europa y por el mundo entero.

(14-III-2004)

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Homenaje a Juan Pablo II

Ésta es la portada del libro que los Cruzados de Santa Maríaacaban de publicar, en homenaje al Papa Juan Pablo II en

el XXV aniversario de su pontificado. Recoge, con espléndidasfotografías a todo color, los 24 mensajes que el Santo Padre hahecho llegar con motivo de la celebración de la tradicionalVigilia de la Inmaculada cada año, el 8 de diciembre. Y esteaño coincide con el 150 aniversario de la proclamación deldogma de la Inmaculada Concepción y con el X aniversario dela muerte del padre Tomás Morales, jesuita, fundador de laCruzada de Santa María.

Schuman, hacia los altares

El arzobispo de Besançon, monseñor André Lacrampe, trassu reciente audiencia con el Papa Juan Pablo II, ha

confirmado que la Causa de beatificación de RobertSchuman, uno de los padres fundadores de la Europa unida,está ya en su recta final. El Santo Padre podría beatificarlo elpróximo mes de septiembre, durante una posible visita alParlamento de Estrasburgo. El arzobispo ha comentado:tenemos que estar presentes en los grandes debates sobre elfuturo de Europa, contribuyendo a darle un alma, comodesearía Robert Schuman.

El Día de la vida

Con motivo de la fiesta de la Encarnación del Señor (25 de marzo), se celebra en España eHispanoamérica el Día de la vida. La asociación Evangelium vitae ha promovido una Vigilia

por la vida, en la catedral de Santa María Real de la Almudena, de Madrid, el sábado 20, a las 19horas. Se invita especialmente a todas las madres embarazadas a unirse a esta Vigilia de oración,para que se reconozca la dignidad y sacralidad de toda vida humana y se la respete y protejadesde el primer momento de su concepción, hasta su fin natural. La Vigilia, que presidirámonseñor César Franco, obispo auxiliar de Madrid, comenzará con el rezo del Santo Rosario;tras la celebración de la Eucaristía, concluirá con una oración ante el Santísimo. La contribuciónde cuantos se sumen a esta oración universal por la vida, será entregada al Santo Padre en laaudiencia del 24 de marzo.

TMT-Popular TVtriplica su audiencia

En los últimos 5 meses, TMT-Popular TV ha triplicadoprácticamente su audiencia media diaria. En septiembre de

2003, su audiencia se cifraba en 135.000 espectadores, y enfebrero pasado eran casi medio millón diario. Cuenta con 16emisoras, aunque, a través de repetidores, su programaciónpuede verse en 40 provincias españolas. Como ocurre con todaslas televisiones locales, TMT- Popular TV necesita técnicamenteun amplificador. Para mayor información: Tel. 91 309 66 69; E-mail: [email protected]

Ha muerto el cardenalKoenig

Alos 99 años de edad, ha fallecido el cardenalFranz Koenig, arzobispo emérito de Viena. Era el

único miembro del colegio cardenalicio que quedabaen vida de los que fueron creados cardenales por elBeato Juan XXIII. El Papa Juan Pablo II ha resaltado,en un telegrama de pésame el servicio eclesial deeste insigne cardenal de la Santa Iglesia, que fue unode los más activos promotores del Concilio y delpost-concilio. Descanse en paz.

11 M/LA VIDAΩΩ22

18-III-2004AA

NombresHa fallecido, a los 79 años de edad, monseñor Rafael

Bellido Caro, obispo emérito de Jerez de la Fronte-ra, quien fue primer obispo de dicha diócesis. Na-cido en Arcos de la Frontera (Cádiz), fue ordenadosacerdote en 1948; monseñor Bellido fue obispoauxiliar de Sevilla desde 1973 hasta 1980, y obispode Jerez de la Frontera desde ese mismo año hastael año 2000. En la Conferencia Episcopal Españolaha pertenecido a las Comisiones episcopales deApostolado Seglar y de Migraciones, y durante va-rios años ha sido responsable nacional de PastoralGitana.

Juan Pablo II ha nombrado miembros de la ComisiónTeológica Internacional a dos españoles: el profe-sor Santiago del Cura, docente de Teología Dog-mática en la Facultad de Teología del Norte de Es-paña (Burgos), y al padre jesuita Luis Ladaria, pro-fesor de Teología Dogmática en la Pontificia Uni-versidad Gregoriana, de Roma. A este último le hadesignado, asimismo, Secretario General de la Co-misión Teológica Internacional. También el Papaha nombrado Presidenta de la Academia Pontifi-cia de Ciencias Sociales a la profesora Mary AnneGlenndon, catedrática de Derecho en la Universi-dad de Harvard, en Cambrigde, Estados Unidos.Fue la primera mujer que dirigió una delegaciónde la Santa Sede en la Conferencia de Pekín en1995. Está casada y tiene 3 hijas. Y por vez prime-ra, a dos mujeres teólogas, miembros de la Comi-sión Teológica Internacional: se trata de la alema-na Bárbara Hallensleben, profesora de la Facultadde Teología de Friburgo, Suiza, y de la estadouni-dense Sara Butler, profesora de Teología en la Uni-versidad de Saint Mary of the Lake, de Mundelein,Chicago.

El psicólogo don Luis Riesgo Ménguez pronuncia unaconferencia sobre El papel de los padres en cuantoeducadores, el próximo 24 de marzo, a las 20 horas,en la parroquia madrileña de San Miguel de losSantos (calle López de Hoyos, 19).

En defensa de la asignatura de Religión. Ante los repe-tidos ataques contra la enseñanza religiosa en laescuela, un grupo de padres, profesores y alumnos,han constituido en Valencia la Plataforma en de-fensa de la asignatura de Religión, cuya página webpuede consultarse en la red: www.vozclasereli-gión.org. Frente a la mayoritaria demanda de lospadres de familia que piden la enseñanza de la re-ligión en la escuela, se quiere silenciar la voz dela sociedad civil para imponer, en la educación,una concepción laicista de la vida, que busca, an-te todo, reducir lo religioso al ámbito estrictamen-te privado de la conciencia, sin ningún influjo en lavida social y cultural. Ante tal realidad, no cabecruzarse de brazos.

Hoy, a las 12 del mediodía, el Presidente del TribunalConstitucional, don Manuel Jiménez de Parga, pro-nuncia una conferencia en el Aula Magna del Se-minario de Madrid (calle San Buenaventura, 9), or-ganizada por la Facultad de Teología San Dámaso.Abordará el tema 25 Aniversario de la Constituciónespañola: balance y perspectivas.

El próximo jueves 25 de marzo, el Foro Juan Pablo II or-ganiza la mesa redonda Medios de comunicación:uso y credibilidad, que contará con la participa-ción de los periodistas Cristina López Schlichting,de la cadena COPE, Fernando de Haro, de TMT-Popular TV, y Alex del Rosal, del diario La Razón, yserá moderada por Miguel Ángel Velasco, directorde este semanario. El acto tendrá lugar en la sede delForo, en la parroquia de la Concepción de NuestraSeñora, de Madrid (calle Goya, 26), a las 20 horas.

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11 M/LA VIDA 18-III-2004 ΩΩ23 AA

Libros

«El presente libro aspira a ser unaexposición sucinta y clara de la

filosofía kantiana;pero, al mismotiempo, creo quepuede servir deintroducción para elestudio de losproblemas quepreocupan alpensamientocontemporáneo»: asíescribía, en abril de1917, el profesorManuel GarcíaMorente, uno de los

más importantes filósofos españoles de laprimera mitad del siglo XX, en el prólogo aeste libro, La filosofía de Kant, que ahoraedita Ediciones Cristiandad, al hilo de laconmemoración del bicentenario del granfilósofo alemán. «No se aprende filosofía»,decía Kant; «se aprende a filosofar». Kant esel pórtico que, por un lado, termina y cierrala labor del Renacimiento y, por el otro,abre la entrada a la nueva época que aúnvivimos. El profesor Juan Miguel Palaciosescribe, en la presentación de estas páginas:«El lector tiene en sus manos un libroexcepcional; sin duda, el de intención másambiciosa y sistemática. Hoy, la filosofía sediría que pretende volver anacrónicamentea la peor del siglo XIX; por eso sentimos lacreciente necesidad de libros como éste»,cuya última palabra, por cierto, eshumanismo.

Las autoras de estas páginas (Mary SalasLarrazábal y Teresa Rodríguez de Lecea),

con el título PilarBellosillo: nuevaimagen de mujer en laIglesia, que acaba deeditar la Federaciónde Movimientos de laAcción CatólicaEspañola, confiesanen la introducción:«Al comenzar aescribir este libro,tratábamos, en primerlugar, de resaltar elnombre y la obra de

una mujer que ha realizado una tarea degran significado en la segunda mital delsiglo XX; su trayectoria afecta tanto a la vidaespañola como a la internacional, en elterreno concreto de la evolución delpensamiento religioso acerca de lasmujeres. Pilar Bellosillo puso su empeño enuna tarea fundamental: la labor delreconocimiento de igualdad de las mujerescomo tarea de justicia en la Iglesia católica,y también en otras Iglesias cristianas, através del diálogo ecuménico. En los años50 era una tarea de gigantes poner sobre eltapete el cambio de mentalidad que esosignificaba».

Se ha realizado una cuidadosa labor debúsqueda de documentos, que tratan de daral libro valor de documento histórico.

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La dirección de la semana

La viñeta de la semanaMartinmorales, en ABC

Obispo arrestado en China

La política del régimen comunista chino respecto a la Iglesia católica se caracteriza por dar una de caly otra de arena. Al reciente anuncio de una progresiva normalización en el reconocimiento de la

libertad religiosa, ha sucedido la preocupación y la tristeza que ha causado en la Santa Sede la noticiadel arresto de monseñor Wei, obispo de Qiqihar. Fue arrestado el 5 de marzo pasado en el aeropuertode Harbin, al noroeste de China. La oficina de información de la Santa Sede ha precisado: «En el casode que haya imputaciones contra el obispo arrestado, deberían hacerse públicas, como sucede encualquier Estado de Derecho». La Santa Sede no tiene ningún motivo para dudar de la inocencia de esteobispo de 46 años de edad, ordenado en 1995. Actualmente son cincuenta los obispos y sacerdotesencarcelados o sometidos a trabajos forzados en China.

Felicitación de la Conferencia Episcopal

El Presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Antonio María Rouco Varela, yel Secretario General, padre Juan Antonio Martínez Camino, han hecho pública su

felicitación al candidato vencedor, como ha sido norma habitual después de la celebración deunas elecciones generales. Con fecha 15 de marzo de 2004, han dirigido una carta a don JoséLuis Rodríguez Zapatero, Secretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), enla que hacen llegar su felicitación al Secretario General del PSOE por los resultados obtenidosen las elecciones generales.

«La Iglesia –aseguran en su carta el Presidente y el Secretario de la CEE– ora siempre porlos gobernantes sin distinción alguna».

Y añaden: «El pueblo español, en un momento doloroso y delicado, le ha encomendado austed altas responsabilidades, cuyo desempeño demanda clarividencia y energía particulares».

Asimismo, el Presidente y el Secretario de la CEE reiteran al señor Rodríguez Zapatero la«disposición personal y la de la Conferencia Episcopal para colaborar sinceramente con lasautoridades legítimas del Estado en orden al mejor servicio del bien común, que incluye a loscatólicos y a todos los españoles».

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11 M/DESDE LA FEΩΩ24

18-III-2004AA

que nos ha mostrado Cristo puede curarnuestras heridas, nuestro dolor. Que todoaquel que cree, tiene ya, en este momento, lavida eterna. Que no es una frase hecha, sen-timental, sino un credo histórico. Me gus-taría invitar a todos a volver a la Iglesia, a de-jar de andar errantes, como si Dios no exis-tiera o no tuviera nada que decirnos. Megustaría proclamar a los cuatro vientos queCristo está vivo, y que está con nosotros to-dos los días, hasta el fin del mundo. Quedespués de la muerte viene la resurrección.Que si Cristo vive, viviremos con Él. Quepodemos tener la esperanza verdadera deque las víctimas que han fallecido han sidoacogidas ya por Aquel que es el Único Bue-no, y que confiamos en que vivirán a su la-do para siempre. Que la vida de verdad no esla que acaba aquí, sino vivir con Él, estarcon Él.

Nadie, después de asistir a la Pasión delSeñor, puede decir que Dios es malo, queno quiere nuestro bien, que nos hace vio-lencia. Él ha llevado sobre su cuerpo todosnuestros pecados; los de los terroristas, sí,y también los nuestros. Uno de los miem-bros del SAMUR que atendía a las familiasen el IFEMA me decía: «No creo que los te-rroristas piensen lo que están haciendo, quepuedan llegar a destruir doscientas familias.No piensan lo que hacen». Quizá nosotrostampoco pensamos lo que hacemos cada día,que con nuestra vida chata también pode-mos destruir una familia: la nuestra o la deotros, sí, pero también esa gran familia quees la Humanidad entera, pues así la ha pen-sado Dios desde el principio. Resuenan du-ras las palabras de Cristo en el Evangelio,pero más que nunca cargadas de verdad: «Sino os convertís, pereceréis del mismo mo-

do».Son bastantes las personas que me han

dicho: «Yo debería haber cogido ese tren,pero a última hora no lo cogí»; o «A esa ho-ra debía haber pasado por allí, pero lleguétarde». Son los mismos, quizá, con los queviajo cada día en el Metro, en dirección altrabajo o a mi casa, o los que me cruzo por lacalle todos los días. Para todos vosotros ten-go una gran noticia: Cristo nos ama, está vi-vo, resucitado, con nosotros. Es una noticiaque no sé contar de otra manera. Es la noti-cia que todo el mundo se merece escuchar,sin tener miedo o vergüenza de proclamarla,porque es algo histórico, es la verdad, la úni-ca verdad que importa. La muerte es el acon-tecimiento más libre, para los que se en-frentan a ella y también para sus familiares,porque en ella es cuando con más humildady más fuerza podemos abandonar nuestravida en manos del Único que la puede salvar.

Una de las psicólogas que trabajaban enel IFEMA me decía: «Esa familia que acabasde ver pasar llorando, lo hace de alegría,porque se han encontrado con un familiarque pensaban que estaba muerto». Me pa-reció un signo expresivo de una alegría ma-yor: aquella que nació en la mañana de Pas-cua. ¡Ojalá esta familia participe de los sen-timientos de la Virgen, que lloró de dolor,y también de alegría, cuando se encontrócon su Hijo resucitado! La esperanza no esuna palabra vacía, pronunciada ad hoc, enocasiones como ésta, sino que tiene un sus-trato histórico. Si Cristo vive, viviremos conÉl. Con sus heridas, hemos sido salvados.Ésta es mi noticia.

Juan Luis Vázquez11 de marzo de 2004

Aveces es difícil encontrar una buenanoticia entre la inmensa cantidad deinformación que nos avasalla todos

los días. Sin embargo, hoy tengo una grannoticia, una de las buenas; y la voy a soltarya, de sopetón, para no estropearla dándolemuchas vueltas. Ahí va: Cristo ha resucita-do. Murió, sí, pero está resucitado.

Hoy me levanté contento; gracias a unpase especial, iba a poder ver La Pasión deCristo, la esperada película de Mel Gibson,casi un mes antes de su estreno. Como nadaes casual en la vida, ha querido la Provi-dencia que viviese en un mismo día el aten-tado de Madrid y dicho estreno; revivir laPasión del Señor y vivir de cerca el sufri-miento de los familiares de las víctimas.

Lo primero que me viene a la mente esque, en circunstancias como las que hemosvivido hoy, es muy difícil decir que Dios esbueno, quizá porque hemos hecho de la fe unasunto privado, desgajado de nuestra vidacotidiana. En el pabellón 10 del IFEMA,donde los familiares de las víctimas se en-contraban a la espera de alguna noticia sobresus seres queridos, uno de los voluntariostrataba de ofrecer consuelo y apoyo psico-lógico. Le pregunté cómo hacían, si les ha-blaban de Dios o algo así, y me respondió:«No. Olvídate de Dios ahora». Y es que latentación de olvidarnos de Dios, de su Pasióny de su Cruz, es muy fuerte cuando todo setambalea.

Sin embargo, Él ha sido herido por nues-tras rebeldías, molido por nuestras culpas;y, con sus llagas, hemos sido curados. Así,con este pasaje del profeta Isaías, comienzala película que he visto esta mañana. Mesiento impotente; me gustaría hacer llegara todos que esto es verdad, que sólo el amor

En el IFEMA, con las familias, pocas horas después del atentado

El estreno de «La Pasión»

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Elie Wiesel, el periodista que acuñó eltérmino Holocausto, tenía doce añoscuando llegó una noche, en un vagón

de ganado, al campo de exterminio deAuschwitz. Entonces vio un foso del quesubían llamas gigantescas. Un camión seacercó al foso y descargó su carga: ¡eran ni-ños! Wiesel vivió para contarlo y decirnosque jamás olvidaría esa primera noche en elcampo, que hizo de su vida una larga nochebajo siete vueltas de llave; que jamás olvi-daría esa humareda y las caras de los niñosque vio convertirse en humo; que jamás ol-vidaría esos instantes que asesinaron a suDios en su alma, y que dieron a sus sueños elrostro del desierto; que jamás olvidaría esesilencio nocturno que le quitó para siemprelas ganas de vivir.

Yo estaba en Madrid el 11-M, el día enque un múltiple atentado reventaba variosvagones de tren, mataba a doscientas per-sonas y hería a más de mil. Me acordé deWiesel. ¿Dónde estaba Dios? Sé que no esuna pregunta original, pues el ser humanola lleva formulando desde que apareció so-bre la tierra y comprobó que su vida es siem-pre dramática. Pero es una pregunta obliga-da. La respuesta, en cambio, no lo es. Aun-que la existencia del dolor –en concreto, elsufrimiento de los inocentes– es el gran ar-gumento del ateísmo, la Humanidad hacreído de forma muy mayoritaria en Dios.

En cualquier caso, si Dios existe, ¿porqué permite el mal? Sin resolver el miste-rio de esta cuestión, una respuesta clásicadice que Dios puede no crear seres libres,

pero si los crea, no puede impedir que haganel mal: ha de respetar las reglas que Él mis-mo ha puesto. Otra de las respuestas tradi-cionales afirma que, aunque el mal no esquerido por Dios, no escapa a su providen-cia: es conocido, dirigido y ordenado por Éla algún fin. En este sentido, el psiquiatraViktor Frankl se preguntaba si un chimpan-cé, al que se ha inyectado una y otra vez pa-ra producir la vacuna de la poliomelitis –delsida, diríamos hoy–, sería capaz de enten-der el significado de su sufrimiento. ¿Y no esconcebible –concluye– que exista otra di-mensión, un mundo más allá del mundo delhombre, un mundo en el que la pregunta so-bre el significado último del sufrimiento hu-mano obtenga respuesta?

Lo cierto es que, si Dios es bueno y todo-poderoso, Él aparece como último responsa-ble del triunfo del mal, al menos por no im-pedirlo. Y, entonces, la historia humana seconvierte en el juicio a Dios. Hay épocas enlas que la opinión pública sienta a Dios en elbanquillo. Ya sucedió en el siglo de Voltaire.Y sucede en nuestros días. Cuando el perio-dista Vittorio Messori interpela sobre estepunto al obispo de Roma, la respuesta delPontífice, sin suprimir el misterio de la cues-tión, es de una radicalidad proporcionada ala magnitud del problema: el Dios bíblico en-tregó a su Hijo a la muerte en la cruz. ¿Po-día justificarse de otro modo ante la sufrien-te historia humana? ¿No es una prueba desolidaridad con el hombre que sufre? El hechode que Cristo haya permanecido clavado en lacruz hasta el final, el hecho de que sobre la

cruz haya podido decir, como todos los quesufren: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me hasabandonado?», ha quedado en la historia delhombre como el argumento más fuerte. «Sino hubiera existido esa agonía en la cruz –con-cluye Juan Pablo II–, la verdad de que Dios esAmor estaría por demostrar».

«¡No está lloviendo, está llorando!», re-petían los dos millones de manifestantes que,el viernes 12, paseaban su indignación y sutristeza por las calles de Madrid. Tenían ra-zón: el cielo lloraba, una vez más, la barba-rie de esta especie de los abismos. Pero laúltima palabra no la tiene el zarpazo del mal,ni el pelotón de psicólogos bienintencionadosque no pueden devolver la vida a los muertos.«Hoy mismo estarás conmigo en el Paraí-so», prometió Jesucristo a un moribundo tor-turado en una cruz. Si todos hemos queridoser madrileños con las víctimas del salvajeatentado, pienso que Cristo en la cruz es, es-tos días, más madrileño que ninguno. Y meparece que preguntarse dónde estaba Diosel 11-M sólo tiene una respuesta con sentido:Dios estaba clavado en una cruz, precisa-mente por la barbaridad del 11-M y por todaslas barbaridades de la historia humana. Si nofuera así, la Semana Santa sevillana –por po-ner un ejemplo muy querido y muy nuestro–sería mero folclore. O, con palabras durasde Shakespeare, un cuento que nada signi-fica, representado por una panda de idiotas.

Kant pensaba que Dios existe porque es-tamos hechos para la justicia. El absurdo quesupone, tantas veces, el triunfo insoportablede la injusticia, está pidiendo un Juez Su-premo que tenga la última palabra. Sócratesresumió ese argumento en una frase afortu-nada: «Si la muerte acaba con todo, seríaventajoso para los malos». Kant, que no secaracterizaba por su fervor religioso y sí porsu razón muy despierta, también pensaba queno es incompatible el sufrimiento humanocon la infinita bondad y omnipotencia deDios. Con las imágenes madrileñas aún enla retina, estas palabras nos pueden parecerescandalosas. Pero Kant nos diría, entonces,que un Dios infinitamente poderoso y buenobien podría compensar infinitamente cual-quier tragedia humana con un eternidad feliz.

San Agustín pone ese mismo argumentoen boca de un muerto que ha sumido en eldesconsuelo a sus seres queridos. Imagine-mos que son palabras de un niño a su madre:«No llores si me amas. ¡Si conocieras el donde Dios y lo que te espera en el cielo! ¡Si pu-dieras oír el cántico de los ángeles y vermeen medio de ellos! ¡Si por un instante pudierascontemplar, como yo, la Belleza ante la quepalidecen las bellezas! ¿Me has amado en elpaís de las sombras y no te resignas a verme enel de las realidades eternas? Créeme: cuandollegue el día que Dios haya fijado para quevengas a este cielo donde yo te precedo, vol-verás a ver a quien siempre te ama, y encon-trarás mi corazón con todas las ternuras pu-rificadas. Me encontrarás transfigurado, fe-liz, no esperando la muerte, sino avanzandocontigo por los senderos de la luz. Por tanto,enjuga tus lágrimas y no llores si me amas».

José Ramón Ayllón

¿Dónde estaba Dios el 11-M?

CLAVADO EN LA CRUZ.Fresco de Fra Angélico.Convento de San Marcos,Florencia

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Apenas habían pasado unos minutosdesde que varias explosiones en lasestaciones de tren de Atocha, Santa

Eugenia y Pozo del Tío Raimundo y todo elpersonal del Hospital Gregorio Marañón(médicos, enfermeros, celadores, e inclusoempleados de limpieza), estaban ya prepa-rados, formando una fila a las puertas de laentrada de Urgencias, dispuestos a recibir alos numerosos heridos.

Los atendían tan rápidamente como po-dían, los bajaban de las ambulancias en lasque llegaban sobre improvisadas camillas, delos coches patrulla y los taxis que hicieronlas veces de ambulancia, de los coches par-ticulares que se ofrecieron a trasladar a losheridos menos graves, e incluso de un au-tobús de la EMT cuyo conductor, ante lamagnitud de la tragedia, no dudó en trans-formarse en transporte hospitalario.

La calle Doctor Esquerdo, una de las prin-cipales vías de Madrid, atestada de vehículoshabitualmente en hora punta, se convirtió enun corredor exclusivo para las ambulancias,y uno de los dos sentidos quedó cerrado altráfico de particulares. Si algún conductorse atrevía a protestar, todos los demás le in-crepaban y le exigían comprensión para lasituación de emergencia. La calle Ibiza, ha-bitualmente un tranquilo bulevar por el que

se accede a las Urgencias del Hospital, secortó al tráfico. Y según cuenta el padre JesúsRoquero, párroco del vecino templo de SanVicente Ferrer, «toda la calle estaba llena decamillas, porque se sacaba a los enfermosde las ambulancias allí mismo», para agilizarla llegada de heridos. Don Jesús enseguida sepasó por el Hospital para echar las manosque fueran necesarias. La calle se atascabaentre heridos y camillas, las ambulancias lle-gaban de cinco en cinco.

Al llegar allí, el personal sanitario, re-vestido de profesionalidad y sin un minutoque dedicar al dolor que les inspiraban lasdantescas escenas y el terrible estado en elque llegaban los heridos, los iban pasando alas salas. Pero a pesar de que parecía que noiban a dar abasto, todos se pusieron manos ala obra.

Desconcierto inicial

Cuando les llegó la noticia del atentado,Urgencias se encontraba lleno de pacientesque habían llegado por motivos ordinarios,y la primera reacción del personal del hos-pital fue despejar la zona y desplazar los pa-cientes a otras plantas para dejar espacio alos heridos. En los primeros momentos sevivió un gran desconcierto: nadie sabía cuán-

tos heridos llegarían, se desconocía la mag-nitud de la desgracia y las necesidades quetendrían.

Al mediodía, algunos enfermeros salían adespejarse un poco, y comentaban a los pe-riodistas que habían vivido momentos de au-téntica locura. Rocío, enfermera supervisoradel servicio de Urgencias, no podía articularpalabra: «Si hablo, me voy a poner a llorar.Aquí ha venido gente de todo tipo, en muymalas condiciones y muy nerviosa. Tenemosgente en la UVI, gente que ha sido dada dealta, y gente que permanece ingresada».

Alicia Rodríguez, enfermera también enUrgencias, pudo explicar a Alfa y Omega conmás entereza cómo había sido la mañana:«Nos avisaron de que había habido un aten-tado en Atocha. Entonces empezamos a ha-cer hueco para los heridos. Ha venido mu-chísima gente en muy malas condiciones:arrancamiento de miembros, traumatismoscraneoencefálicos, abdominales…, y otrosmás leves. La verdad es que el hospital hafuncionado muy bien y han venido personasde todos los turnos a ayudar. Al principio fueun poco caótico, pues a muchos no podía-mos tomarles los datos por el estado en quellegaban, pero poco a poco comenzamos atenerlos más identificados. En general, ha-bía mucho miedo y nerviosismo. A mí meha impactado especialmente una mujer queya estaba dada de alta, que no dejaba de llo-rar al recordar la cantidad de muertos quehabía tenido que saltar para salir del vagón».

En los pasillos, un joven era trasladadode una habitación a otra en camilla. Tenía lacara salpicada de pequeños impactos de me-tralla. Miraba a la gente con ojos cansados;¿qué se le pasaría en esos momentos por lacabeza? Cerca, una joven, también en cami-lla, luchaba por mantener los ojos abiertos,mientras respiraba gracias a una mascarillaque le tapaba la mayor parte de la cara.

No siempre las imágenes son tan efica-ces como para ayudar a entender lo que deverdad ha sucedido. Muchas veces la menteno es capaz de asimilar las consecuencias deun hecho real. Era algo en boca de muchos:«Todavía no me lo puedo creer».

Del abrumador desconcierto y el movi-miento de los primeros minutos, se pasó auna especie de tensa calma a media maña-na. Los enfermos leves fueron dados de alta.Los que estaban un poco más graves fuerontrasladados a planta. Algunos estaban en losquirófanos en medio de operaciones, y losmenos, en la UVI. Urgencias se despejaba yquedaban allí una veintena de heridos.

«Vuestro Rey sufre con todos»

De repente, la inesperada visita de Su Ma-jestad la reina doña Sofía, acompañada por suhijo, el príncipe don Felipe, y su futura nue-ra, doña Letizia Ortiz, sumió los irregulares

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Al principio, caos y movimiento. Según avanzaba la mañana, silencio y tensacalma. Así se vivió la mañana en el Hospital Gregorio Marañón, uno de los que

más heridos recibió. El personal sanitario se volcó con la atención a las víctimas de los atentados, con asombrosa profesionalidad. El párroco

de la vecina parroquia San Vicente Ferrer daba una receta para salir adelante:crear a nuestro alrededor un ambiente de paz

Crónica de la mañana del atentado en el Gregorio Marañón

Hospital de campaña contra la guerra terrorista

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familiares de los heridos y llevarles hastalos incompletos y cambiantes listados queproporcionaba el Hospital. El caos de nom-bres era tal que, a las tres de la tarde, aúnno habían conseguido unificar los datos delos distintos hospitales. Algunos nombresse repetían, y otros, en cambio, no estaban.

Una psicóloga del centro explicó que es-taban teniendo muchas dificultades paraidentificar a los heridos, puesto que a mu-chos de ellos ni siquiera se les había pre-guntado el nombre, simplemente se les habíametido en un quirófano según llegaron.

Los médicos no querían que los familia-res pasaran directamente a ver a los heridos,porque las condiciones en que habían llega-do eran especialmente malas. Muchos deellos tenían el rostro bastante desfiguaradopor los cortes y los impactos de metralla.Otros muchos tenían algún miembro ampu-tado. Por eso los familiares empezaron a lle-var fotografías de sus seres queridos, paraque el propio personal sanitario se encarga-ra de los reconocimientos.

Muchas personas llegaban al Marañóndespués de haber visitado otros cinco hos-pitales más. Y la desesperación era terrible sien las listas de nombres no aparecía el quebuscaban, porque eso no significaba que sufamiliar estuviera necesariamente muerto,sino simplemente que aún no sabían nadade él.

Un grupo de psicólogos de Cruz Roja seafanaba por dar el mayor aliento posible a lasfamilias, pero, como explica el padre JesúsRoquero, «¿qué les vas a decir en ese mo-mento?» El capellán lo tenía claro, en esemomento lo único que quieren las familias esencontrar al que buscan. Por la tarde, donJesús casi no tenía palabras para hablar en lahomilía. Con la iglesia atestada de gente,trató de explicar cómo, «desde la fe hay quetratar de crear un ambiente de paz, educarpara aceptar al que piensa distinto, para queasí nunca más se pueda hablar de asesinos. Yasí, al aceptar al enemigo, al perdonar al quete injuria, se da el salto cualitativo al Jesús dela Cruz, que asumió en sí toda la barbaridadde este sinsentido». Para el padre Jesús, el re-medio para tanta violencia es sencillo: «Re-zar, orar, ofrecer y crear a nuestro alrededorun ambiente de paz. Que no basta con ir auna manifestación si nuestra propia casa latenemos llena de intransigencia».

Anabel Llamas y María Altaba

pasillos del Marañón en un leve revuelo.Los enfermos recibieron con timidez y conagrado la visita de los tres miembros de laCasa Real. La reina, silenciosa y compun-gida, sujetaba manos y daba caricias. El prín-cipe mostraba el rostro serio del dolor lle-vado por dentro. Y doña Letizia tenía la mi-rada estupefacta por lo que estaba viendo,quizá desde un frente tan cercano que ni co-mo periodista hubiera podido tener. Fuen-tes próximas a la Casa Real explicaron a Al-fa y Omega que ni doña Letizia ni doña So-fía pudieron aguantar el llanto cuando, yaocultas tras los cristales tintados del coche,recordaron la tristeza, la desesperación y laimpotencia de los familiares reunidos en elAula Magna del Marañón. Ya lo dijo donJuan Carlos, en su discurso televisado:«Vuestro rey sufre con todos vosotros».

Los heridos agradecieron mucho la visi-ta. Y quizá más las familias. Para el párrocode San Vicente Ferrer era curioso que, entrelas familias, se percibía bastante serenidad.No había llantos violentos, ni gritos desme-surados, sino una especie de silencio sobre-cogedor. Y parecía que, por un pacto invisi-ble, nadie se atrevía a romper.

«Nadie reaccionaba. No hubo, como enotros casos, exclamaciones en contra deDios, pidiéndole explicaciones. Aunque tam-bién es verdad que tampoco las hubo a fa-vor», explica don Jesús Roquero. De hecho,la pequeña capilla del Hospital estaba de-sierta. Sin embargo, fueron muchos los que,durante el día, quisieron dedicar un rato deoración en la vecina iglesia parroquial deSan Vicente Ferrer, porque ese día las mi-sas se celebraron para mucha más gente, «yfue algo espontáneo», dice el párroco.

Desde la fe

El capellán que estaba de guardia en elHospital, don Gumersindo, supo enseguidalo que tenían que hacer él y su compañero:«Hace falta que nos vean, tenemos que estarabajo [en Urgencias]». Pasaron por las ha-bitaciones a las que habían llegado los heri-dos, y un sacerdote que estaba de visita, elortodoxo rumano don Teófilo Moldovan, tu-vo a bien ocuparse de aquellas personas conlas que compartía el mismo idioma.

En el Aula Magna, habilitada para recibira las familias, la paciencia era el bien máspreciado. Los estudiantes del centro se ha-bían ofrecido voluntarios para guiar a los

11 de marzo, en Santa Eugenia

«Había gente que se daba la vuelta para ayudar»

Los viajeros giraban la cabeza para ver el destrozo de lasvías y el vagón siniestrado, a medida que el autobús iba

entrando en el barrio de Santa Eugenia, el mediodía del 11de marzo. Un boquete enorme partía en dos un vagón detren, un amasijo de hierros que se habían retorcido como sifueran de plastilina, dejando al aire el interior destrozado.Alrededor, fragmentos de casi todo. Un silencio notable,incluso en la distancia, envolvía aquel lugar.

La estación estaba acordonada. Un buen número deperiodistas hacía guardia desde primera hora de lamañana, con sus unidades móviles, cables, ayudantes…Sólo su presencia ya era sobrecogedora.

Los vecinos de Santa Eugenia habían pegado en susventanas carteles de Eta no. Algunos estaban asomados,observando todo lo que pasaba. Desde sus terrazasexplicaban que la explosión había movido sus camas y queel edificio que estaba en medio les había salvado. Algunos,al hablar, se echan a llorar y se meten en sus casas. Otrosrepetían constantemente que se habían salvado por unosminutos: «Hoy me dormí…»; «Hoy salí más tarde…»; «Ami hermano no le ha pillado de milagro…» Todo el mundotenía una historia particular.

Entre las vías y los bloques de viviendas, unconcesionario de coches. Dentro, los obreros despejabancristales y restos de metralla que había penetrado en todala nave. Todo estaba lleno de polvo.

José Antonio Arganda, mecánico de coches de esteconcesionario, había llegado a su trabajo a las 7:30 de lamañana. Al oír la explosión, pensó que la nave se veníaabajo. La onda expansiva abrió las ventanas delconcesionario y, al asomarse, pudo ver en primer plano losprimeros momentos de la masacre humana, pues elconcesionario está justo delante de las vías, y,desgraciadamente, delante también del vagón que saltó porlos aires: «Nada más asomarme, vi a un hombre tirado enlas vías, gente gritando, todo el mundo llamando porteléfono… Todo, al minuto de explotar la bomba. La puertadel vagón se había incrustado en el cristal blindado quetenemos en el techo, y le había hecho un agujero inmenso.Era muchísima gente, era para no escucharlo ni verlo, eratodo un crimen. Veías a gente sangrando por la cabeza, losbrazos, las piernas… La gente saltaba del tren como podía,pisándose unos a otros. Un señor se puso a quitar unaschapas de metal, trozos del vagón, y se encontró con unniño. Entonces se puso a gritar: ¡Es un niño, por Dios!

Después nos hemos ido a casa. Lo único que quería eraver a mi mujer y a mis hijos. Después de lo que has visto,lo único que te entra es añoranza y piensas que, igual queles había pasado a ellos, me podía haber pasado a mí».

La parroquia de Santa Eugenia, por la tarde, estaba llenade gente. Se celebraba el funeral por una joven, y todos suscompañeros habían acudido. Pero no sería el párroco, donPablo García, quien presidiera la ceremonia, pues estabade guardia, desde primera hora de la mañana, para poderatender a todas las víctimas del atentado y familiares queacudieran a la parroquia o necesitasen sus servicios: «Denuestra parroquia, hay gente que sabemos que han sidoafectados, aunque de momento no sabemos hasta quépunto, si están heridos, o fallecidos –decía, el jueves 11 demarzo por la tarde–. Hemos tenido muchísimas llamadas,de gente que se preocupaba, que nos preguntaba sinecesitábamos ayuda, también voluntarios de Cáritas… LaEucaristía de hoy ha sido más numerosa de lo que suele serun día entre semana. Además, probablemente el sábadotendremos una Vigilia de Oración. Vamos a necesitarbastante presencia, para acompañar, escuchar, darserenidad y testimoniar nuestra fe».

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Puerta del Sol, 11 de la mañana del 11-M. Un autobús de donaciones de san-gre y cinco furgonetas de Policía Na-

cional y Local son los únicos vehículos quecirculan por la céntrica plaza madrileña. Ha-ce sólo tres horas que los terroristas sem-braron de escenas dantescas las estaciones detren de Atocha, Santa Eugenia y Pozo delTío Raimundo. Y la cola de voluntarios dis-puestos a dar su sangre ya llega casi hasta laplaza de Ópera y da varias vueltas por Solantes de que todos esos madrileños –de re-sidencia, que no sólo de nacimiento–, anó-nimos, suban al autobús para poner su gra-nito de arena al aluvión solidario.

Un policía, que empieza a anunciar pormegafonía que ya no hace falta más sangrey a agradecer la colaboración ciudadana, ha-ce un cálculo aproximado: «Habrá unas3.000 personas entre los donantes. Yo estoyasombrado, nunca me esperé algo así. Losatentados han sido horribles, pero esta so-lidaridad espontánea hace de éste el peor y elmejor día al mismo tiempo. Hoy hemos vis-to lo peor del hombre, pero también lo me-jor».

Casi al principio de la larga hilera, cuatromonjas esperan su turno. «Hemos venidoen cuanto nos hemos enterado –dicen conla mirada serena, pero con toda la tristezade quien ha dedicado su vida a rezar por losdemás–; ahora, lo único que se puede haceres esto, rezar y guardar silencio».

A unos metros de ellas, una mujer deunos 50 años expresa con claridad meridia-na la evolución de sus sentimientos: «Pri-mero llega la indignación, después la rabia yahora la tristeza». No lo ha dudado, se halanzado a la calle en cuanto ha escuchadola llamada porque «es la obligación de cadauno» ayudar en momentos como éste. Otraseñora, Ana María, ha dejado lo que teníaque hacer en casa, las camas están aún sinhacer y no ha sacado nada para comer, «pe-ro ya se nos ocurrirá algo».

En plena calle, dos chicos y dos chicasvestidos con uniformes azul marino arras-tran un par de maletas. Estaban en uno delos trenes del AVE que sale de Atocha cuan-do escucharon las dos explosiones, una máspequeña, la segunda mucho mayor. Una delas chicas relata, con lágrimas en los ojos,

cómo veía salir a la gente llena de sangre.Uno de los chicos explica que muchos cris-tales de la estación de cercanías se rompie-ron sobre las cabezas y los rostros de losviajeros. La empresa les ha invitado a uncafé y les ha dado el día libre. Y ellos nohan dudado ni un momento en acercarse adonar su sangre, «por todos los que han re-sultado heridos y, en especial, porque algu-no de nuestros compañeros también estaríaen el tren».

A unos pasos, un chico joven aprovechapara estudiar mientras espera en la cola. Otroincluso se ha animado a pasear al perromientras espera, encantado, a que llegue suturno para la solidaridad. Incluso un cubanono ha dudado en dar su sangre, que, «aunquede negro, es igual que la de blanco», paraayudar a los vecinos de su pueblo adoptivo.

Un grupo de cinco chicos, de unos 30años, bien trajeados, explica sus sentimien-tos en la mañana más trágica de Madrid:«Indignación y resignación». En su traba-jo, el jefe les ha animado a que bajaran adonar sangre. Comentan lo ocurrido e in-troducen en la conversación tintes políticos:«La televisión vasca todavía no ha dicho na-da del atentado», explica uno. «Siempreigual», asevera otro.

Un guardia de seguridad recuerda el trenque se coge cada mañana sólo diez minutosantes de los que han volado por los aires enAtocha. «Qué suerte tienen los catalanes»,exclama en tono irónico en referencia al pac-to que Esquerra Republicana y su líder JosepLluis Carod-Rovira hicieron con los terro-ristas de ETA para que no cometieran aten-tados en Cataluña.

Frente a la larga cola, que ya gira por laPlaza de Celenque hacia Callao, desde lacalle Arenal, dos extranjeros se preguntanatónitos qué es esa improvisada manifesta-ción popular. Una joven les explica lo que haocurrido y ellos exclaman: «Increíble soli-daridad». Pero no todos están de acuerdo,porque un señor que pasa por allí con caramalhumorada asegura que «estas cosas hayque hacerlas en silencio, y no delante de to-do el mundo». Lo que no sabe es que mu-chos de los que están esperando para donarsangre, también lo hacen otros martes cual-quiera, y en sus carteras llevan el carnet dedonante, ya raído de tanto enseñarlo en lospuestos de extracción de sangre.

Dos empleados del Ayuntamiento, a losque también se animó a acudir cuanto antesa la llamada de emergencia, explican có-mo se ha producido este movimiento es-pontáneo que ha reunido a tantos madrile-ños. Junto a ellos, una mujer explica que«esto es lo normal, lo que tiene que ser.Cuando hace falta ayuda, hay que estarahí».

María Altaba

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Madrid se volcó para ayudar a las víctimas

El día en que todos fueron solidarios

Miles de personas se lanzaron a la calle para donar su sangre ante los llamamientos de las autoridades. Personas de todas las razas, edades y

procedencias sintieron la necesidad de poner su grano de arena para ayudar a las víctimas del atentado. Con la rabia contenida y mucha resignación,

todos entienden que su colaboración silenciosa es la forma de luchar contra el terrorismo

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Punto de vista

¿Íbamos todos en ese tren?

El pasado viernes, mi hijo de cuatro años, ala vuelta del cole, me dijo que habían re-

zado por los niños muertos, y que volvía antesporque había que «protestar por los malos».Las palabras de Fernando me interpelaron. Nohe ido a la iglesia de al lado de casa donde dia-riamente han ofrecido la misa por ellos, comoha hecho mi marido; no fui al funeral en la ca-tedral, como hizo mi suegra; ni siquiera a lamisa organizada por mis amigos antes de lamanifestación; al levantarme cada día, no hepedido para que el Señor dé consuelo y forta-leza a todos los que sufren, como hace mi ve-cina. Tampoco doné sangre, como mis alum-nos; ni acudí de voluntario a IFEMA, comoun sacerdote amigo y mi hermano; no prestémi coche, ni me ofrecí a llevar gente de hospitalen hospital, como tanta gente hizo.

Desde hace seis años, desde la manifesta-ción por Miguel Ángel Blanco, no he hechonada por ellos. Acaso he llamado alguna vez ala Asociación de Víctimas del Terrorismo pa-ra ver si necesitan algo. Acaso he ofrecido micasa para que pueda pasar el verano quien notiene a dónde ir. Acaso contribuyo a la educa-ción de algún niño huérfano...

Pero es que, cada vez que se ha producidoun atentado, tampoco he llamado para ver quétal se encuentra aquel conocido que hace añosperdió a alguien, y ahora revive dramática-mente el momento. Tampoco abro la bocacuando delante de mí hablan de víctimas ino-centes, como si guardias civiles, policías na-cionales y miembros de los tres ejércitos, susmujeres y sus hijos no fueran inocentes. Ni si-quiera protesto al ver cómo en la cabecera dela manifestación no hay sitio para el Presidentede la Asociación de Víctimas del Terrorismo,y sí para políticos que dan aire al terrorismo.

Sí; estamos muy afectados, conmociona-dos; sí, todos ibamos en ese tren. Pero no sea-mos hipócritas y fariseos. A nosotros, las per-sonas que viajaban en los vagones, las perso-nas que llevan treinta años sufriendo día a día,nos importan bien poco. Al día siguiente del en-tierro, funeral o manifestación, los dejamosabandonados.

Pero es que ni siquiera sostenemos con laoración a cada una de las personas que llevanaños viviendo con el dolor, el horror, la enfer-medad, la soledad y la incomprensión. Es queno nos tomamos en serio la tarea de educarhombres recios, fuertes y espirituales con vo-cación de servicio, espíritu de sacrificio. Esque no tenemos el valor cívico de exigir confuerza al Gobierno que ha salido de las urnasun compromiso firme y constante, en la luchacontra el terrorismo. Es que no nos damoscuenta de que, cuando olvidamos a Dios, aca-bamos matando al propio hombre.

Acordaos, Madre, que jamás se ha oído de-cir que ninguno de los que ha acudido a vues-tra presencia e implorado vuestro socorro ha-ya sido abandonado de Vos. Reina de los már-tires, Salud de los enfermos, Consoladora delos afligidos..., ruega por nosotros.

Carla Diez de Rivera

L I B R O S

Nuestra esperanza es demasiado nueva y demasiado vieja:/No sé qué quedaría de nosotros,/ si el amor no fuera fuer-za iluminada;/ y la fuerza no fuera amor errado». Estos

versos fueron escritos por Martin Buber, un filósofo del yo ydel tú, y, por tanto, del nosotros, que contribuyó de manera de-cisiva a la apertura de nuevos horizontes en la filosofía perso-nalista. Martin Buber creía en la antigua idea cabalística, cercanaal jasidim, según la cual a cada individuo se le ha asignado su ta-rea de reparación de la oscuridad mediante la liberación de laschispas de su luz. De esta misión se extraen una serie de res-ponsabilidades inalienables que pasan por la consideración de ladignidad un tú constitutivo para el yo. Un tú que es valor y no pre-cio, fin y no medio, y que se me presenta en permanente solici-tud cotidiana. Para Buber el humanismo hebreo es un humanis-mo creyente que tiene en cuenta lo que es y significa el aconte-cimiento, un encuentro interpersonal, kairós para los griegos yocassio para los latinos, y al que Emmanuel Mounier denominómaestro interior, en la estela de Péguy. En el acontecimientonacemos a lo más profundo, a lo más íntimo. Nacemos a la tras-cendencia y al encuentro con el Tú absoluto, con Dios, fuente depaz. No escatimó este autor hebreo, iniciador de un nuevo pen-

samiento de raíces judías, que vivimos la esperanza en tiempos de tribulación, que lo son tambiéndel eclipse de Dios. Sin embargo, para M. Buber, cuando el creyente camina, a veces en eclipse, laseguridad de que la Luz es fuente del eclipse, y no el eclipse la superación de la Luz, es garantía deun camino correctamente iniciado. Carlos Díaz, con su capacidad habitual de relación de concep-tos y contextos, a fuer de ideas, nos presenta en este libro una peculiar y personal perspectiva de Mar-tin Buber en el contexto de un pensamiento personalista y comunitario, en el que delegitima con acier-to algunos de los síntomas de nuestra cultura contemporánea. Por otra parte, nuestro autor añade queno existen, según su parecer, introducciones generales a la obra de Buber más allá de la limitada pre-sentación y traducción de algunos textos suyos ampliamente glosados en introducciones bio-bi-bliográficas. Son muy interesantes las páginas de este amplio perfil biográfico y de pensamiento deeste autor sobre las relaciones entre árabes y judíos. Buber, Lévinas, Rosenzweig son muy cons-cientes, en su pensamiento, de que la Revelación espera del hombre una respuesta, y la respuestaque Dios ofrece al hombre es el amor del hombre por su prójimo. Y no debemos olvidar el papel que,para estos filósofos judíos, juega la memoria de las víctimas, redención de la Historia.

José Francisco Serrano

La trascendencia en Martin BuberTítulo: El humanismo hebreo de Martin BuberAutor: Carlos DíazEditorial: Fundación Emmanuel Mounier

Nani León de Molina es profesora de Historia del Arte, publicista y madre defamilia numerosa. Y, sobre todo, es una aguda inteligencia y sensibilidad, a

la hora de escrutar el rostro oculto de la vida, que se manifiesta en la belleza desus formas y en la temperatura de la vida. En este conjunto de ensayos, que aú-nan su experiencia docente con su acreditado conocimiento de las variadas artes,nos ofrece una radiografía de lo cotidiano, de lo pequeño, sin lo cual no se entiendelo grande. Y, al mismo tiempo, deslegitima las grandes mentiras de la culturacontemporánea, y nos ayuda a descubrir las esencias del amor que construye unmundo nuevo, posible por real. De los preocupantes síntomas de vulgaridad, defalta de fidelidad, incoherencia, inmediatez, escribe muy claro, con una capaci-dad sorprendente para convencer al lector de la fuerza del sentido común que es-tá en lo real y que trasciende a lo real. Son especialmente interesantes sus textosdedicados a la mujer, a la compatibilidad entre el trabajo profesional y las res-ponsabilidades familiares. En suma, el rostro de un auténtico feminismo.

J. F. S.

Radiografía del amor cotidianoTítulo: Dibujando una realidad. La seducción de lo auténticoAutor: Nani León de MolinaEditorial: Rialp

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18-III-2004AA

Gentes

Televisión Con ojos de mujer

Gracias, señor cardenal

Nuestro pastor, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio MaríaRouco, nos ha dado a los madrileños el bálsamo de la esperanza

que procede de la fe en Cristo resucitado. En los terribles momentos vi-vidos el 11-M, cuando aún se procedía al traslado de las víctimas, el fu-neral en la catedral de la Almudena, aquella misma tarde del jueves, nosproporcionó paz interior y acrecentó el fuerte sentido de fraternidad quela desgracia hacía brotar de todos los corazones. Y lo mismo sucedióen la misa en el Pozo del Tío Raimundo, entre sus fieles más castigadospor la desgracia.

Gracias, señor cardenal. ¡Nos hacía tanta falta su palabra y su pre-sencia! Hacía mucho tiempo que no veíamos a un obispo sumarse a unamanifestación de solidaridad como la del viernes por la tarde.

Sin embargo, no hemos salido del escenario del dolor y el horror del1l-M. Somos sensibles a toda la angustia que aún sufren familiares, ami-gos, conocidos de las víctimas del maldito terrorismo. Tenemos muchoque rezar, mucho que pedir, mucho que dar. Seguimos bajo el shock queFrancisco Javier Fernández, 13 años, testigo desde su colegio, ha descritocon fuerza poética y palabras adultas: «Aquí viene el tren,/ vestido de ro-jo y blanco,/ rojo de sangre,/ blanco de espanto./ Aquí viene el tren,/vestido de muerte,/ matando personas/ que no tienen suerte»...

Mercedes Gordon

Juan Manuel de Prada, escritor

Francisco Alonso-Fernández, psiquiatra

Raniero Cantalamessa,Predicador de la Casa Pontificia

Pabellón 6

El jueves 11 había que estar en el Pabellón 6 de IFEMA. A veces, la urgencia delos acontecimientos desbarata todos los programas y todas las citas de las agen-

das, convirtiendo en irrisión lo que parece prioritario. La puerta principal del recintoestaba flanqueada por una ristra innumerable de cámaras de televisión apostadas pa-ra registrar el dolor de los que entraban y salían. Es evidente que declaracionesante los medios se esperaban pocas, porque cuando uno sufre la quemazón de un do-lor intenso se convierte, de repente, en un pequeño insecto que apenas advierte elmacrocosmos que lo rodea, y su visión en lontananza sólo alcanza un puñado de mi-límetros. Y eso lo midieron muy bien las cámaras: los rastrojos del dolor, las secuelasde una incertidumbre agónica, los rostros arrojados de sus moldes... Pero, cuandoentré por la puerta del pabellón, yo no podía ser una mera cámara de televisión. Por-taba mi silencio, mis brazos, mi sonrisa, las pocas palabras que un ser humanopuede administrar a un desconsolado para rehabilitarlo, y una pequeña cruz que es-trujé toda la noche en mi mano derecha mientras hablaba con aquellas familiasrotas. Ése era mi patrimonio exclusivo.

Mientras estaba de rodillas consolando a una mujer que había perdido a su ma-rido, se me acercó un joven de pelo a lo rasta, rasgado de piercings de la cabeza alos pies y, con mirada de cuchillo en boca, me dijo: «¡Aquí no vengas a vendernosa tu Dios!»; lo dijo con el desprecio del dueño de un local que pilla a un par de cha-vales in fraganti robando su género. En vez de marcharme, opté por cogerle las ma-nos y decirle: «Mira, yo sólo he venido a dar calor, es lo que me enseña mi fe». En-tonces, el joven se me echó a llorar y me pidió perdón. Nos convertimos en in-condicionales y, antes de que yo me marchara, me buscó para pegarme un abrazo.Uno de los voluntarios, Juan, un tipo de uno noventa y ojos de urdir mil proyectos,me contó que había venido a IFEMA porque su hermano murió hacía 10 añosmientras conducía una ambulancia del SAMUR. Aquella muerte súbita, que Juanaún no ha sabido encajar en su historial, le exigía su presencia en aquella jornadade dolor y rodearse de gente que había padecido la misma sorpresa de guillotina.«Necesito irme a la capilla –me dijo–; tengo que poner en orden todo lo que me es-tá sucediendo esta noche, Dios me tiene que ayudar a comprender el porqué deesta tragedia». Con Bárbara, una chiquita que había perdido a su novio a quienconocía desde los 10 años, hablé de la aparente inactividad de Dios: «Mira, Bárbara,la omnipotencia de Dios se ha hecho impotente frente a las decisiones de los co-razones, así de firme es nuestra dignidad. Tenemos la opción de sonreír a Dios o es-cupirlo, y Dios ha decidido maniatarse, no se puede empeñar en forzar nuestra de-cisión». Me abracé mucho a ella porque necesitaba un par de brazos que la sostu-vieran.

Bien entrada la madrugada salí del Pabellón 6, de nuevo por la puerta principal.Allí seguían las cámaras de televisión. No sé qué vieron, yo sólo he contado aquíun 15% de lo que vi.

Javier Alonso Sandoica

Las muestras de espontánea efusión que los ma-drileños están protagonizando en estos días trá-gicos constituyen otras tantas manifestacionesreligiosas, en el sentido más primigenio de lapalabra. Todos ellos han demostrado que poseenuna reserva de gasolina espiritual que perma-necía escondida, esperando una chispa que laincendiase. El dolor del prójimo ha sido esachispa; en su donación existe un impulso de na-turaleza religiosa, un deseo de religarse con elsufrimiento ajeno y hacerlo propio, de amar másestrechamente. Al matarnos, nos han dado másvida, nacida de la hermandad de la sangre.

En la naturaleza del ser humano está lo mejor y lopeor. Varios factores convierten a un hombre enterrorista: una infancia en un contexto de pocoamor o de violencia, una educación basada en ladesinformación a través del odio, fracasos senti-mentales y profesionales, contacto con grupos fa-náticos... En sus cabezas, hay un narcisismo depensamiento. Están convencidos de que poseenla verdad absoluta, y lo negativo que ellos alberganlo ven en los demás.

La muerte es el mayor de nuestros problemas, pe-ro ¡Cristo ha vencido la muerte! La venció no evi-tándola, sino pasando por ella, saboreando toda suamargura. Se adentró en ella igual que nosotros; loúnico que le sostenía era una indefectible con-fianza en el Padre, que le llevó a exclamar: «¡Pa-dre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» Lamuerte ya no es un muro, sino una Pascua, unpaso por el que el hombre entra en la vida ver-dadera. Lo único que tenemos que hacer es es-trecharnos a Cristo, anclarnos a Él. Lo importanteno es nuestra propia muerte, sino la muerte deCristo; no la calavera, sino el Crucificado.

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No es verdad

Supongo que ustedes se fijaron: nada másconocerse el resultado electoral, el ganadorsalió ante los focos de la tele tras un atrilen el que se veían las siglas ZP. Nunca dosletras fueron más simbólicas: Zapatero yPolanco. Zapatero y PRISA. Ninguno de losdos se creía hace diez días el resultado de laselecciones. Nunca una manipulación desin-formativa fue tan eficaz y nunca fue tan sui-cida dejar el decisivo ámbito de la políticainformativa en manos de los adversarios.Eso, de lo que cualquier profesional res-ponsable de la comunicación se avergüenza,ha sentado un precedente peligrosísimo: nose ha respetado la jornada de reflexión y,además, frente a tal desafuero, no ha ocu-rrido absolutamente nada; por tanto, a par-tir de ahora, ancha es Castilla en las jorna-das de reflexión que vengan. Han pasadoya unos días, y a la hora de escribir este co-mentario, el talante democrático de ZP noha dicho ni pío todavía sobre la burda peroeficacísima manipulación; no la ha conde-nado. Es lícito, cuando menos, preguntarsesi en cualquier otro país de democracia con-solidada se habría mantenido la consultaelectoral; aparte de que, si no se aplaza loque sea, por el asesinato de 201 personas,¿cuándo será lícito hacerlo? ¿De verdad creealguien con un mínimo sentido común y dela realidad que en estas elecciones los es-pañoles hemos votado reflexivamente? Otrapreguntita para que conste: ¿de verdad creealguien con sentido común y de la realidadque ETA no ha tenido nada que ver en estabarbarie?

Puestos a hablar de precedentes peligrosí-simos, a partir de ahora, si un grupo terrorista–el que sea, con boina o con turbante– quierecargarse unas elecciones, ya sabe lo que tieneque hacer dos días antes. En Estados Unidosya se lo están planteando de cara a las próxi-mas elecciones, obviamente. Lo hecho ya es-tá hecho, y ahora lo que conviene es mirar ha-cia el futuro. Los resultados electorales sonlegítimos, el cese del actual Gobierno del PPya está en el BOE, y quiero recordar que unservidor, aquí, en este rincón, se manifestó nouna sino muchas veces contrario a la guerra, de

la mano, tan clarividente como no aceptada,del Papa Juan Pablo II. Y se sigue manifes-tando, para que quede bien claro: contra laguerra de Iraq y contra cualquier otra guerra,porque nada bueno puede salir de ningunaguerra, jamás. Pero ahora hay que enfrentarsea lo que tenemos enfrente, y si ZP hace lo quedice que va a hacer y traiciona y deja en la es-tacada al pueblo iraquí, sentará otro prece-dente más peligroso todavía, porque el terro-rismo internacional, disfrazado de boina o deturbante, o de lo que sea, ya sabe lo que tieneque hacer. Así de fácil.

La situación real en este momento es deinseguridad, de incertidumbre. La realidad hademostrado que, por lo menos cuando hechosbrutales turban emocionalmente al pueblo, és-te no vota con el bolsillo, sino con el hígado.Yo ya he oído en alguna cadena de radio a jó-venes que han votado al PSOE y ya se arre-pienten de haberlo hecho. Me parece obligadodestacar la exquisita elegancia y el patriotismode los perdedores. Es mucho más difícil sa-ber perder que saber ganar. No hay nada nue-vo bajo el sol. A Churchill le echaron los in-gleses del Gobierno después de haber gana-do la guerra mundial.

Para quienes sólo cuando truena se acuer-dan de Dios y preguntan que dónde estabaDios el 11-M, en estas mismas páginas de Al-fa y Omega encontrarán la respuesta: clava-do en la cruz. Ignacio Sánchez Cámara ha es-crito en un luminoso artículo: «La presenciadel mal en estado puro aterra...; podemos lle-gar a interpelar a Dios y a su aparente silencio.Y, sin embargo, no es un misterio. El mal na-ce de los avatares del albedrío humano, de suuso perverso». No se puede decir mejor ni conmás verdad. Y Lorenzo Gomis ha escrito: «Elterrorismo mata, pero también despierta laconciencia de los buenos». Martín Luther Kinghabló de que el mayor escándalo del siglo XXno fue tanto quizás las fechorías de los per-versos, cuanto el silencio de los buenos. Si,al menos, en el futuro aprendiéramos que lasangre de nuestros muertos no se lava rin-diéndose al enemigo asesino...

Gonzalo de Berceo

Punto de vista

El error francés

Si a los católicos madrileños nos diera pororganizar una procesión religiosa todos los

lunes, a una hora punta, por la Castellana, laautoridad gubernativa estaría no ya legitimadapara, sino obligada a, prohibírnoslo eimpedírnoslo, aun por medio de la fuerza. Lalibertad para manifestar cualesquiera ideas ocreencias y, en general, la libertad de expresión,con la que confluyen en una de sus vertientes lalibertad religiosa y la ideológica, puede verselegítimamente limitada, en el ejercicio quecada uno hagamos de ella, en atención a losderechos de los demás y, en suma, en razón delbien común, del que forma parte el ordenpúblico. No es, pues, la naturaleza de lascreencias o ideas, sino la lesión que algunas desus manifestaciones puedan producir al biencomún lo que, en determinadas circunstancias,justificará / exigirá, en su caso, la limitación oprohibición de éstas. Quiere esto decir que, sideterminados símbolos o atuendos queexpresan una creencia religiosa resultan dehecho, en un determinado contexto, motivo deperturbación de la convivencia, su uso puede ydebe ser regulado / limitado de manera que seevite esa perturbación, mediante medidasproporcionadas a este fin. Pero, si esto es así, ylo es, resulta evidente que a ese mismo tipo deregulación o prohibición deben quedarsometidos, con independencia de que seanreligiosos o no, todos los símbolos, signos oatuendos cuya exhibición produzca los mismosnegativos efectos.

Recientemente ha sido aprobada en Franciala ley que prohíbe a los alumnos de escuelas,colegios y liceos públicos utilizar signos oatuendos «que manifiesten ostensiblemente unapertenencia religiosa». La ley francesa incurre,pues, en el grave error de prohibir esos signospor religiosos, siendo así que esos signospodrían ser prohibidos, cuando fuera el caso,no por religiosos, sino con independencia deque lo sean y a pesar de que lo sean, comocualesquiera otros signos, atuendos omanifestaciones (de los que la ley francesa seolvida), en cuanto, y sólo en cuanto, pudieranconsiderarse con fundamento, en determinadascircunstancias, perturbadores de la convivenciao impedimento para el desarrollo de lasordinarias actividades escolares. Para lo cual,por cierto, tampoco hubiera sido necesaria leyalguna, ya que en esta materia lo sensato esatender a cada caso, bajo los dictados de laprudencia, a partir de las normas generales deconvivencia, legales y reglamentarias, yaexistentes. ¿Qué pasa si el velo se convierte envanguardista prenda de la moda francesa...?

Pero ese llamativo error de la indicada leyfrancesa no es sino expresión de un error másradical: el de considerar la escuela públicacomo un órgano del propio Estado y revestida,por lo mismo, de la laicidad que sólo a éstecorresponde. Una vez más el laicismo escolarfrancés se revela indisolublemente atado a unestatismo educativo inconciliable con unsistema de libertades.

Teófilo González Vila

El Roto, en El País

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Alfa y Omega agradece la especial colaboración de:

Dios lloró en la tierra. Lloró en Atocha, en Santa Eugenia, en el Pozo delTío Raimundo. Dios purificó con sus lágrimas de Pasión la tierra so-bre la que los hijos de las tinieblas habían sembrado el odio y la muer-te. Alguien dijo una vez que el hombre es un ser para la muerte, ymuchos creyeron que podían congelar el tiempo de la muerte paraalcanzar una vida, otra vida, quizás perdurable. Alguien pensó quepodría congelar los segundos de la Historia, de una Historia que los ase-sinos habían sembrado de odio y violencia. Pero la Historia no se pa-ra, enmudece a lo sumo. La Historia, ya nuestra Historia, se ralentizaen las imagénes de televisión que todos nosotros, espectadores mudos,silentes, orantes, hemos grabado en nuestra conciencia con la sangreque corría por entre los regueros de las vías de un tren de cercanías, porlos andenes de aquellas estaciones que, por voluntad insidiosa de loshijos de las tinieblas, vástagos de la estirpe de Satán, convirtieron enparada definitiva de una trayectoria rota en su destino. Dios lloró enAtocha, en Santa Eugenia, en el Pozo del Tío Raimundo. Y lloró conlágrimas de esperanza por la libertad malherida, por la libertad trun-cada en ideología totalitaria.

Tiene la moderna parroquia de San Raimundo de Peñafort, en el Po-zo de la justicia y de la caridad, y del dolor, y de la indignación, ydel sufrimiento, una pequeña capilla con un sagrario en forma de tien-da de campaña. Y en una de sus esquinas, una imagen de la Virgen Do-lorosa, cubierta con un manto negro de luto, con las lágrimas pegadasde los hombres y de las mujeres que, el pasado fin de semana, hicie-ron de la mirada de la Madre Dolorosa su mirada. Nunca en esa esquinadel dolor, en esa capilla de la inhabitación del Cristo sufriente ennuestra alma, se habían cruzado tantas pupilas en el reflejo del cami-no de la cruz. Allí, en el calvario del Pozo del Tío Raimundo, y en elPozo del Tío Raimundo como calvario, el gemido de las víctimas

acompasaba los lamentos del alma. La iglesia del Pozo del Tío Rai-mundo tembló en sus cimientos, cuando el pueblo de Dios arrancócon la voz del alma, la única voz verdadera, la letra de amor de aque-lla canción dirigida a la Virgen Dolorosa del calvario madrileño, en laque le pedía que «nunca te olvides de mí». Y Dios lloraba lágrimas deesperanza que empapaban el corazón de aquellos hombres y de aque-llas mujeres que abarrotaban la pequeña iglesia de San Raimundo dePeñafort.

Y Dios lloró, también en la tierra, con quienes se sobrecogieron aloír una noticia de última hora que no querían oír, ni los periodistas con-tar; y con las familias de quienes teniendo un nombre y unos apellidosno figuraban en las listas de nombres y apellidos del apocalipsis delIFEMA y del cementerio de la Almudena; y con el miedo de tantos pa-dres cuando, al besar esa noche a sus hijos, estremecidos, se pregun-taron por el mundo futuro que les esperaba.

Y Dios lloró en la tierra, en Madrid, en España, en Europa y en elmundo, su mundo, el que Él creó para la felicidad de los hombres,cada vez que se levanta la cruz acompasada por el temblor y el terroren la tierra. Y Dios llora en el hombre para que sepa que no está sóloen su dolor, ni en sus lágrimas, de agua y de sangre. Lágrimas quecaen sobre la tierra y que fecundan la única esperanza: la muerte no tie-ne la última palabra, ni el odio, ni la violencia. La última palabra es devida, de resurrección, de liberación. Dios llora en la tierra para que loshombres no nos olvidemos de que, cuando lloramos, nuestras lágrimasno se diluyen en el mar de la muerte, sino en el río de la vida de su gra-cia redentora y liberadora, que, un día, acabó con la muerte y nosabrió las puertas de la vida eterna.

José Francisco Serrano

Y Dios lloró en Madrid

Un momento de la misa por el eterno descanso de las víctimas, presidiao por el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, en la parroquia del Pozo del Tío Raimundo