nº 30-cuaresma 2009

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PARROQUIA de San Nicolás Cuaresma 2009 (nº 30) Cuaresma de la conversión Con la imposición de la ceniza iniciamos el tiempo de Cuaresma, cuarenta días en los que estamos llamados a la conversión de nuestro corazón a Dios y a su amor, siguiendo a Jesús que nos dice: ¡Convertíos y creed en el Evangelio! (Mc 1, 15). Los hombres necesitamos convertirnos, porque continuamente nos apartamos de la senda de la vida verdadera, la que Dios nos ofrece: vivir en el amor a Él y a los demás. Ese alejamiento de la voluntad de Dios es lo que llamamos pecado en sus múltiples expre- siones: odios, envidias, mentiras, discordias, materialismos, infidelidades,… La maravilla de la fe cristiana es que Dios nunca nos deja abandonados en esa situación de pecado, sino que sale a nuestro encuen- tro,nos acoge, nos escucha y nos perdona. Eso es lo que celebramos en el sacramento de la penitencia. Cualquier situación por la que atrave- semos tiene remedio, si nos acercamos con humildad al Señor para re- cibir su misericordia y perdón. Por eso, en esta Cuaresma la Iglesia nos invita a recibir el perdón. El pecado nos destruye, pero Dios es más fuerte y nos salva. En la parroquia encontraréis el perdón de Cristo en los sacerdotes que os esperamos en cada confesonario para deciros: ¡Vete en paz, tus pecados están perdonados! Vuestro párroco INTERIOR: MENSAJE ÍNTEGRO DEL PAPA PARA LA CUARESMA 2009: "EL AYUNO COMO AYU- DA PARA SACIAR EL HAMBRE DE DIOS". Gran colecta contra el hambre, a pesar de la crisis: 22.000 € ¡Muchas gracias!

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de la crisis: 22.000 € ¡Muchas gracias! de San Nicolás I NTERIOR : M ENSAJE ÍNTEGRO DEL P APA PARA LA C UARESMA 2009: " EL AYUNO COMO AYU- DA PARA SACIAR EL HAMBRE DE D IOS ". Gran colecta contra el hambre, a pesar Cuaresma 2009 (nº 30) El ministerio del confesionario le entusias- maba y nunca le faltaban penitentes. Cada mil confesiones hacía una fiesta. 30.000 penitentes fueron atendidos por D. Ciriaco

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PARROQUIA de San Nicolás

Cuaresma 2009 (nº 30)

Cuaresma de la conversión Con la imposición de la ceniza iniciamos el tiempo de Cuaresma,

cuarenta días en los que estamos llamados a la conversión de nuestro corazón a Dios y a su amor, siguiendo a Jesús que nos dice: ¡Convertíos y creed en el Evangelio! (Mc 1, 15).

Los hombres necesitamos convertirnos, porque continuamente nos apartamos de la senda de la vida verdadera, la que Dios nos ofrece: vivir en el amor a Él y a los demás. Ese alejamiento de la voluntad de Dios es lo que llamamos pecado en sus múltiples expre-siones: odios, envidias, mentiras, discordias, materialismos, infidelidades,…

La maravilla de la fe cristiana es que Dios nunca nos deja abandonados en esa situación de pecado, sino que sale a nuestro encuen-tro,nos acoge, nos escucha y nos perdona. Eso es lo que celebramos en el sacramento de la penitencia. Cualquier situación por la que atrave-semos tiene remedio, si nos acercamos con humildad al Señor para re-cibir su misericordia y perdón. Por eso, en esta Cuaresma la Iglesia nos invita a recibir el perdón. El pecado nos destruye, pero Dios es más fuerte y nos salva. En la parroquia encontraréis el perdón de Cristo en los sacerdotes que os esperamos en cada confesonario para deciros: ¡Vete en paz, tus pecados están perdonados!

Vuestro párroco

INTERIOR: MENSAJE ÍNTEGRO DEL PAPA PARA LA CUARESMA 2009: "EL AYUNO COMO AYU-

DA PARA SACIAR EL HAMBRE DE DIOS".

Gran colecta contra el hambre, a pesar

de la crisis: 22.000 € ¡Muchas gracias!

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FALLECIÓ DON CIRIACO ALDAVE, el confesor de San Nicolás

El Señor lo llamó el pasado 6 de febrero. Tenía 80 años. Nació en Muruzábal el 18 de diciembre de 1928. Era el cuarto hijo de Andrés y Saturnina, de un total de siete hermanos. Realizó todos sus estudios en el Seminario de Pamplona, donde fue ordena-do sacerdote el 19 de septiembre de 1953. Pasó por numerosos destinos parroquiales: Ripa-Latasa, Armañanazas, Añorbe, Murillo el Fruto, Funes y Yesa, hasta recabar en nuestra parroquia como jubilado en 1998.

Llegó a San Nicolás tras una larga hospitalización; vivía ya en el Retiro Sacerdotal. Parecía que su ministerio activo se había acabado. Sin em-bargo, Dios le había preparado otros planes, que sólo se explican desde su Providencia amo-rosa.

A los pocos días de su incorporación al confesionario de San Nicolás creyó estar viviendo un sueño. Al año ya había confesado a 3.422 penitentes. En estos últimos diez años la cifra de penitentes atendidos por D. Ciriaco se ha acercado a los 30.000. El ministerio del confesonario le entusiasmaba y nunca le faltaban penitentes. Cada mil confesiones hacía una fiesta. En su confesonario de San Nicolás revivió la alegría del ministerio y mantuvo su salud hasta el último momento. Su última eucaristía en la parroquia fue el día de Navidad. En verdad, podemos aplicar a su sacerdocio las palabras del mayordomo de las bodas de Caná: “Señor, has guardado el vino mejor para la última hora”. El bien que Don Ciriaco ha hecho en este ministerio sólo lo saben Dios y los penitentes reconciliados, pero estamos seguros de que ha salvado infinidad de situaciones humanas necesitadas de misericordia. Las palabras de Juan Pablo II, “cada confesionario es un lugar privile-giado y bendito desde el cual, canceladas las divisiones, nace nuevo e

incontaminado un hombre reconciliado, un mundo reconciliado” se han cumplido en Don Ciriaco.

Durante su enfermedad ha estado muy acompañado por voluntarios de la Parroquia. Sus funerales en Mu-ruzábal estuvieron presididos por el Sr. Arzobispo. Al día siguiente, se celebró una solemne Eucaristía por su eterno descanso en San Nicolás, en la que estuvieron presentes los párrocos jubilados, junto a una dece-na de sacerdotes y cientos de fieles que abarrotaron el templo.

30.000 penitentes fueron atendidos por D. Ciriaco

El ministerio del confesionario le entusias-maba y nunca le faltaban penitentes. Cada mil confesiones hacía una fiesta.

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MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA 2009 "Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mateo 4, 2)

Benedicto XVI propone el ayuno como ayuda para saciar el hambre de Dios

¡Queridos hermanos y hermanas! Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiri-tual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor: la oración, el ayuno y la limosna, para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, "ahuyenta los pecados, lava las cul-pas, devuelve la inocencia a los caídos, la

alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos" (Pregón pascual).

El sentido bíblico del ayuno En mi Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexio-nar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. La Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desier-to antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: "Je-sús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4, 1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (1R 19, 8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.

Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, pri-varnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escritu-ras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encon-tramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abs-

Las Sagradas Escrituras y toda la tradi-ción cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayu-da para evitar el pecado y todo lo que induce a él.

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tenga de consumir el fruto prohibido: "De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no come-rás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio" (Gn 2, 16-17). Comentando la orden divina, San Basilio observa que "el ayuno ya existía en el paraíso", y "la primera orden en este sentido fue dada a Adán". Por lo tanto, concluye: "El ‘no debes comer' es, pues, la ley del ayuno y de la abstinencia" (Sermo de jejunio). Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida, invi-tando al pueblo reunido a ayunar "para humillarnos delante de nuestro Dios" (8, 21). El Todopoderoso escuchó su oración y aseguró su favor y su protección. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron, como tes-timonio de su sinceridad, un ayuno diciendo: "A ver si Dios se arrepien-te y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos" (3, 9). También en esa ocasión Dios vio sus obras y les perdonó.

En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban es-

crupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que "ve en lo secreto y te re-compensará" (Mt 6, 18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al térmi-no de los 40 días pasados en el desierto,

que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4, 4). El verdadero ayuno tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (Jn 4, 34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y mise-ricordia. La práctica del ayuno está muy presente en la primera comu-nidad cristiana (Hch 13, 3; 14, 22; 27, 21; 2Co 6, 5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del "viejo Adán" y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recu-rrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: "El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al supli-car, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica" (Sermo 43).

El verdadero ayuno tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (Jn 4, 34)

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El sentido actual del ayuno En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marca-da por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida tera-péutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una "terapia" para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la nece-sidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no "vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos" (Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la citada Constitución apostólica,

valorizando el significado au-téntico y perenne de esta anti-gua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del

prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio (Mt 22, 34-40). La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la perso-na, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimi-dad con el Señor. San Agustín, que conocía bien sus propias inclinacio-nes negativas y las definía "retorcidísima y enredadísima complicación de nudos" (Confesiones, II, 10.18), en su tratado La utilidad del ayuno, escribía: "Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura" (Sermo 400). Privarse del alimento material que nu-tre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nu-trirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permiti-mos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.

Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera

carta San Juan nos pone en guardia: "Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" (3, 17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (Deus caritas est, 15). Al es-coger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, de-mostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y

ayudarnos a mortificar nues-tro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios

y del prójimo,

dar unidad a la persona, cuer-po y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la inti-midad con el Señor

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atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comuni-dades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comuni-dad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (2Co, 8-9; Rm 15, 25-27), y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (Didascalia V, 20, 18). También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal. Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cual-quier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por vo-luntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayu-da al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno litúrgi-co cuaresmal exhorta: "Utamur ergo parcius, / verbis, cibis et potibus, /

somno, iocis et arctius / perstemus in custodia - Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor atención". Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como últi-mo fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de

Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la

Cuaresma. Que nos acompañe la Beata Virgen María, Causa nostræ

laetitiæ, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en "taberná-culo viviente de Dios". Con este deseo, asegurando mis oraciones para que cada creyente y cada comunidad eclesial recorra un provechoso itinerario cuaresmal, os imparto de corazón a todos la Bendición Apostó-lica.

Vaticano, 11 de diciembre de 2008-BENEDICTUS PP. XVI-

liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta ca-da vez más en "tabernáculo viviente de Dios"

tomar conciencia de la situación en la que

viven muchos de nuestros hermanos

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El pasado viernes 30 de enero, Benedicto XVI nombró a Raúl Chau, nuevo obispo auxi-liar de Lima. Raúl se encuentra en Pamplona desde hace dos años, realizando la Licencia-tura en Teología en la Universidad de Nava-rra. El nombramiento episcopal lo sorprendió cuando culminaba dichos estudios, en la especialidad de Moral y Espiritualidad. Du-rante este tiempo ha ejercido su ministerio sacerdotal en nuestra parroquia, en la que celebra misa y confiesa.

Raúl nació en Lima el 15 de setiembre de 1967. A sus 41 años, es el quinto obispo más joven del mundo. Sus padres son Don

Raúl Chau y Doña Alejandrina Quispe. Es el mayor de cinco hermanos. Contador Público por la Universidad de Lima, fue ordenado sacerdote el 16 de julio de 1998 en dicha ciudad. Ha desempeñado su labor en esa diócesis como Secretario de la Curia Arzobispal, Maestro de Ceremonias de la Catedral, Vicario en la Parroquia Santa Rosa en Lince y responsa-ble de las actividades de ayuda humanitaria de Cáritas Diocesana.

El nuevo obispo presidió la Misa solemne de la Fiesta de San Blas, dis-frutó bendiciendo los alimentos a lo largo de todo el día y compartió la comida con todos los sacerdotes y seminaristas de la parroquia, que de ese modo festejaron su nombramiento.

Primeras Confesiones El pasado 16 de febrero los 21 niños que próxi-mamente recibi-rán su Primera Comunión, cele-braron su prime-ra confesión a-compañados de sus padres y catequistas. Re-cibieron un crucifijo de recuerdo y al final tuvieron una merendola juntos, como en la parábola del hijo pródigo. Así festejaron la alegría del perdón.

Benedicto XVI nombra obispo auxiliar de LIMA (Perú) a Raúl Chau, sacerdote colaborador en San Nicolás

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Programa de Cuaresma TODOS LOS DÍAS (de lunes a viernes)

LAUDES: 9:40 h. VÍA CRUCIS: 11:45 h. VÍSPERAS cantadas: los JUEVES a las 19:30 h.

RETIRO ESPIRITUAL: Sábado 7 de marzo, en las Marianistas de Huarte (ABIERTO A TODOS) HORARIO: 10:00 h. salida desde la Parroquia. Incluye comida. 17:00 h. Conclusión PONENTE: Don Santiago Cañardo. INSCRIPCIONES: Sacristía y Despacho.

JAVIERADA PARROQUIAL: SÁBADO, 14 de marzo

Dos posibilidades. 1) Salida a las 9:00 BUS Pamplona – Loiti (para los que quieran ir desde allí a pie: 20 kms.) 2) Salida a las 12:30: BUS del Pº Sarasate. Comida, 15:00 Vía crucis. 17:00 Eucaristía presidida por el Arzobispo. Al finalizar: Regreso a Pamplona en el BUS, todos juntos. INSCRIPCIONES: Sacristía y Despacho (Tel. 948221281).

Próximos bautizos: Sábado, 11 de abril (Vigilia Pascual)

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1. Alianza, pecado, conversión. 2. La oración. 3. La obediencia de la Pasión. 4. La fuerza de la Resurrección. 5. La eucaristía, actualización del Misterio

Del 2 al 6 de marzo (de lunes a viernes), a las 18:00 h. en el templo, a cargo de Don Félix Mª Arocena (Prof. de Liturgia).