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Revista Internacional del Trabajo, vol. 123 (2004), núm. 1-2 Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2004 Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización Marilyn CARR * y Martha CHEN ** l presente artículo explora las pautas de la exclusión y la integra- E ción sociales desde la perspectiva de los trabajadores pobres (sobre todo, las mujeres) de los países en desarrollo. Nuestro propósito no consiste en analizar sus causas o medir sus consecuencias, sino en perfilar los diferentes tipos de exclusión y de integración sociales que se desenvuelven en el marco de los procesos de integración de la econo- mía mundial impulsados por la liberalización del comercio. Nos centra- remos en la reorganización de la producción en sistemas de alcance mundial, principalmente las cadenas mundiales de valor y las zonas francas industriales (zonas maquiladoras), y en la reorganización de la producción nacional motivada por la apertura comercial. Comparare- mos estos procesos interrelacionados y los contrastaremos con ejem- plos de algunos sectores clave — prendas de vestir, productos forestales no madereros, elaboración de alimentos, horticultura y construcción — de unos cuantos países: Filipinas, India, Sri Lanka y Tailandia en Asia; Chile, México y Perú en América Latina; y Kenya, Sudáfrica, Uganda y Zimbabwe en África. En el escenario europeo, la mayoría de los análisis de la exclusión social y de la población activa tienen por objeto el desempleo prolongado o los obstáculos al empleo, es decir, la privación de posibilidades de traba- jo; en cambio, en los países en desarrollo, en donde la mayoría de la población activa no ha tenido jamás un empleo estable, la noción de de- sempleo es algo problemática. Así pues, el eje de nuestra investigación no * Investigadora asociada del Instituto de Estudios del Desarrollo de Sussex y ex directora de la red de mujeres WIEGO (Global Markets Programme, Women in Informal Employment: Globalizing and Organizing); dirección electrónica: [email protected]. ** Profesora de Políticas Públicas de la Escuela de Administración Kennedy de la Universidad de Harvard y coor- dinadora de la red WIEGO; dirección electrónica: [email protected]. El presente ar- tículo se basa en un documento de trabajo redactado por las autoras para la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, constituida por la OIT.

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Revista Internacional del Trabajo,

vol. 123 (2004), núm. 1-2

Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2004

Mujeres y hombres ante la exclusiónsocial y la mundialización

Marilyn CARR

*

y Martha CHEN

**

l presente artículo explora las pautas de la exclusión y la integra-

E

ción sociales desde la perspectiva de los trabajadores pobres(sobre todo, las mujeres) de los países en desarrollo. Nuestro propósitono consiste en analizar sus causas o medir sus consecuencias, sino enperfilar los diferentes tipos de exclusión y de integración sociales que sedesenvuelven en el marco de los procesos de integración de la econo-mía mundial impulsados por la liberalización del comercio. Nos centra-remos en la reorganización de la producción en sistemas de alcancemundial, principalmente las cadenas mundiales de valor y las zonasfrancas industriales (zonas maquiladoras), y en la reorganización de laproducción nacional motivada por la apertura comercial. Comparare-mos estos procesos interrelacionados y los contrastaremos con ejem-plos de algunos sectores clave — prendas de vestir, productos forestalesno madereros, elaboración de alimentos, horticultura y construcción —de unos cuantos países: Filipinas, India, Sri Lanka y Tailandia en Asia;Chile, México y Perú en América Latina; y Kenya, Sudáfrica, Uganday Zimbabwe en África.

En el escenario europeo, la mayoría de los análisis de la exclusiónsocial y de la población activa tienen por objeto el desempleo prolongadoo los obstáculos al empleo, es decir, la privación de posibilidades de traba-jo; en cambio, en los países en desarrollo, en donde la mayoría de lapoblación activa no ha tenido jamás un empleo estable, la noción de de-sempleo es algo problemática. Así pues, el eje de nuestra investigación no

* Investigadora asociada del Instituto de Estudios del Desarrollo de Sussex y ex directorade la red de mujeres WIEGO (Global Markets Programme, Women in Informal Employment:Globalizing and Organizing); dirección electrónica: [email protected]. ** Profesora dePolíticas Públicas de la Escuela de Administración Kennedy de la Universidad de Harvard y coor-dinadora de la red WIEGO; dirección electrónica: [email protected]. El presente ar-tículo se basa en un documento de trabajo redactado por las autoras para la Comisión Mundialsobre la Dimensión Social de la Globalización, constituida por la OIT.

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será el desempleo en sí mismo, sino la índole de las oportunidades de tra-bajo que se dan en el entorno de la mundialización, sobre todo por lo quehace a la

integración

(de los trabajadores asalariados) y a los

obstáculos ala integración

(de los trabajadores autónomos) en los sistemas de produc-ción mundiales, y las

formas de exclusión

que aparecen en los sistemas deproducción nacionales a consecuencia del aumento de las importacionesy de otras facetas de la liberalización comercial.

El artículo consta de tres partes principales. A modo de explica-ción de los antecedentes, en la primera de ellas definiremos los concep-tos empleados y estudiaremos algunas de las cuestiones planteadas ac-tualmente a propósito de la exclusión y de la integración sociales. En lasegunda analizaremos varios ejemplos de tres procesos generales de ex-clusión e integración sociales ligados a la mundialización: las condicio-nes en que se produce la integración de los trabajadores asalariados enlos sistemas de producción mundiales; los obstáculos a la integración delos trabajadores autónomos en esos mismos sistemas y las pautas de ex-clusión de los sistemas de producción nacionales asociadas a las impor-taciones y a otros aspectos de la liberalización del comercio. En la ter-cera parte veremos las enseñanzas que cabe extraer de los ejemploscitados, en primer lugar para el análisis de la exclusión social en las cir-cunstancias de los países en desarrollo y, a continuación, para la fijaciónde las políticas destinadas a combatir la exclusión social que trae consi-go la integración económica mundial.

Esbozo de los conceptos y problemas

Los sistemas de producción mundiales y el nexode las exportaciones

La economía mundial ha sufrido transformaciones profundas du-rante los últimos decenios. Uno de los cambios que ha experimentadoes la reorganización de la producción en sistemas internacionales, cuyoselementos más conocidos son las cadenas mundiales de valor y las zo-nas francas industriales. Aunque estos elementos interactúan de formascomplejas, consideraremos que cada uno de ellos es un «sistema» dife-rente en el sentido de que la fuerza que lo impulsa y gobierna es iden-tificable y distintiva. De hecho, la mayoría de las zonas francas indus-triales son establecidas y administradas por las autoridades públicas depaíses del Sur del planeta y la mayoría de las cadenas mundiales de va-lor están impulsadas y administradas por las principales empresas com-pradoras o productoras del Norte. Es importante observar, con todo,que en la vida real no es nítida la distinción — a fines de análisis — en-tre las cadenas mundiales de valor y las zonas francas industriales, por-que las empresas de estas últimas abastecen a las cadenas mundiales devalor y éstas subcontratan actividades en aquéllas.

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De ambos sistemas se afirma que crean nuevos puestos de trabajo,mas el empleo en las cadenas mundiales de valor es muchas veces pre-cario porque las principales empresas están dispuestas a trasladar laproducción de un país a otro en razón de las ventajas competitivas, quecomprenden las políticas de estímulo que ofrecen los países. Asimismo,las zonas francas industriales de varios países han pasado recientemen-te a procedimientos de producción con mayor densidad de capital querequieren menos trabajadores o trabajadores más cualificados.

También es importante recordar que los trabajadores por cuentapropia (también llamados autónomos e independientes) que ejercenfuera de las zonas francas industriales también están inmersos en distin-to grado en los sistemas de producción mundiales. Algunos quedan ab-sorbidos en ellos contra su voluntad y en condiciones que les son desfa-vorables; otros buscan activamente establecer vínculos con mercadosde exportación de mayor valor — inevitablemente por intermedio dealgún tipo de cadena de producción —, pero no siempre lo logran porlos obstáculos con que tropiezan para entrar en ellos. Además, las in-versiones de las grandes empresas en actividades de producción o ela-boración destinadas a la exportación que usan recursos y materias pri-mas del país pueden absorber toda la oferta o aumentar el precio deesos recursos naturales, obligando a personas anteriormente estableci-das por cuenta propia — por ejemplo, pequeños campesinos o pescado-res — a convertirse en trabajadores por cuenta ajena, sin autonomía niseguridad.

En ambos tipos de sistemas se producen dos cambios sustanciales:

a)

de las relaciones obrero-patronales a las relaciones entre empresas yautoridades públicas (en el caso de las zonas francas industriales) o a re-laciones entre empresas (en el de las cadenas de valor); y

b)

de basarseante todo en la producción (y en los trabajadores) a hacerlo en la distri-bución (y los consumidores). Estas variaciones están acompañadas deprocesos específicos de exclusión e integración. Por ejemplo, paraatraer inversiones extranjeras directas (IED), a menudo las autorida-des públicas eximen a las zonas francas industriales de impuestos y nor-mas vigentes en el país, con lo cual fomentan relaciones laborales noamparadas por la legislación del trabajo ni por la protección social. Enlas cadenas mundiales de valor, la empresa principal suele negociar di-rectamente sólo con la empresa subcontratista situada en el primer es-labón, gracias a lo cual conserva el dominio de la propia cadena y exclu-ye de todo trato directo y de los beneficios consiguientes a las empresasrelegadas a los eslabones inferiores.

Para entender las pautas de la exclusión y de la integración en elmarco de estos sistemas debemos comprender las distintas facetas decada uno de ellos: la estructura de insumos-producto y las relacioneseconómicas correspondientes; el emplazamiento geográfico y la orga-nización espacial; la estructura de gobierno y las relaciones de fuerza

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(es decir, quién domina en la cadena de valor o en la zona franca indus-trial), y la influencia de la normativa vigente, tanto nacional como in-ternacional (Gereffi, 1999).

La competencia dentro de los sistemas de producción nacionales y el nexo de las importaciones

Otra característica notable de la transformación que sufre la econo-mía mundial es la liberalización del comercio y los movimientos consi-guientes de mercancías dentro de los países y de un país a otro. Aunquesuelen mejorar la eficiencia, también pueden agravar la inestabilidad delos mercados de productos y laborales, en detrimento de los trabajadoresno cualificados y de los autónomos (Jhabvala y Kanbur, 2002). A pesar desus beneficios, la liberalización tiene consecuencias alarmantes para lostrabajadores no cualificados, que pueden materializarse no sólo en la pér-dida del empleo, sino en una disminución del salario, la capacidad de ne-gociación y la estabilidad laboral. A su vez, cada una de estas mermas co-rresponde a sendos aspectos de la exclusión social: en este caso, exclusiónno sólo de las oportunidades de trabajo, sino también de los beneficios sa-lariales y no salariales del empleo. Cada uno de estos rasgos está igual-mente asociado a uno o más cambios inducidos por los bienes importa-dos y por la liberalización del comercio en general, concretamente: loscambios de la demanda, la tecnología, la competencia y las disposicionesinstitucionales. Sobresale entre ellos el que las importaciones a bajo pre-cio de alimentos y otros bienes de consumo causan muchas veces la expul-sión del mercado de los trabajadores autónomos y de las pequeñas em-presas y microempresas del país que producían los mismos bienes.

La exclusión y la integración sociales

Tal como se ha definido originalmente en Europa, la exclusión so-cial consiste en dejar fuera a una parte de los ciudadanos del «contratosocial» y, para ser más precisos, del empleo estable tradicional. Recien-temente se ha aplicado también esta noción a los países en desarrollo yse ha ampliado de manera tal que abarca los procesos en virtud de loscuales determinadas comunidades quedan excluidas o marginadas porla acción del desarrollo social, económico y político. Esta ampliación haobligado a replantear radicalmente el concepto porque la situación dela mayoría de los países en desarrollo no es ni mucho menos la de la ma-yoría de los países europeos. Durante los últimos años en casi todas lasnaciones de Europa se ha producido un retroceso del pleno empleo ydel Estado de bienestar, a pesar de lo cual la mayoría de los trabajado-res todavía tiene un empleo asalariado clásico y la mayoría de los ciu-dadanos está en una situación de relativo bienestar. En cambio, enla mayoría de los países en desarrollo nunca ha habido pleno empleo ni

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ha existido un verdadero Estado de bienestar, como consecuencia de locual una gran parte de los trabajadores son autónomos o asalariadoscon un régimen de empleo atípico, y la mayoría de sus ciudadanos go-zan de un bienestar relativamente menor.

El empleo informal

El nuevo concepto de «empleo informal» propuesto por la OIT ala Conferencia Internacional del Trabajo en 2002 lo define como el em-pleo sin contrato estable, prestaciones laborales ni protección social(OIT, 2002a y 2002b). Consta de dos elementos fundamentales: el tra-bajo por cuenta propia en empresas de la economía informal y el em-pleo remunerado en puestos de trabajo informales. El antiguo conceptode «sector informal» — elaborado a partir de las características de laempresa (pequeña y no declarada) — abarcaba a los trabajadores autó-nomos con negocios informales y a los empleados remunerados de losmismos, pero no a los eventuales sin empleador fijo, ni a los trabajado-res del hogar, los trabajadores a domicilio ni otros trabajadores indus-triales subcontratados por empresas regulares, ni tampoco, por último,a los trabajadores no declarados de empresas regulares o informales.Conforme a la nueva noción, el empleo remunerado en puestos de tra-bajo informales abarca todas estas categorías más los asalariados de lasempresas informales.

La idea fundamental es que ambos tipos de empleo informal — eltrabajo por cuenta propia y el empleo remunerado — van unidos a lainexistencia de contratos estables, prestaciones laborales y protección so-cial, así como a unas remuneraciones medias bajas. Naturalmente, hay di-ferencias entre ambos subcolectivos. Por lo general, los trabajadores au-tónomos se enfrentan a problemas de exclusión de los mercados decapitales y de productos, mientras que los trabajadores asalariados estánintegrados en los mercados laborales en condiciones desfavorables. Coin-ciden en que carecen de capacidad de negociación en los mercados y enestar privados de protección social. La mayoría de los trabajadores autó-nomos, sobre todo los que trabajan solos, y de los trabajadores remunera-dos de la economía informal no pueden pagarse la protección social; po-cos de estos últimos suelen gozar de prestaciones y protección ligadas alempleo que ejercen, y pocos trabajadores o productores de la economíainformal suelen recibir algo del Estado en concepto de protección.

Al definir el trabajo informal por referencia a la situación en el em-pleo (el tipo de relación de trabajo), el nuevo concepto de empleo infor-mal constituye, pues, un cambio teórico radical. En primer lugar, trasladaen parte la responsabilidad del trabajo informal de los trabajadores infor-males a las estructuras regulares (públicas y privadas). La anterior ma-nera de enfocar la cuestión daba por supuesto que los trabajadores delsector informal esquivaban los requisitos del trabajo regular, es decir, la

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declaración a las autoridades y el pago de impuestos. Según el nuevomodo de plantear el concepto de economía informal, estos trabajadoresquisieran gozar de los beneficios de la regularización — un trabajo esta-ble, prestaciones laborales, protección social y representación —, pero lasempresas regulares o la normativa oficial los «excluyen» de esos benefi-cios. Conforme a la nueva teoría, el empleo informal es resultado de unproceso de exclusión de las ventajas no salariales del trabajo.

Las vertientes sociosexuales

Las identidades adscritas a las personas — en particular, su per-tenencia étnica y su condición masculina o femenina — son a menudola causa de su exclusión o integración en el trabajo, como se mani-fiesta, por ejemplo, en la fragmentación de los mercados laborales atenor del sexo, la pertenencia étnica o ambas cosas a la vez. Conside-remos, por poner un caso, la compleja interacción del sexo, la casta yla religión para determinar quién hace cada trabajo en una ciudad dela India. En Ciudad de Ahmedabad, por ejemplo, al igual que pordoquier en la India, las mujeres abundan de manera desproporcio-nada en la economía informal: más del 80 por ciento de las trabajado-ras se ganan la vida en ella, frente al 65 por ciento de los trabajadoresvarones. Además, dentro de la economía informal también hay dife-rencias sociosexuales por lo que se refiere a la situación en el empleoy al lugar de trabajo: un porcentaje insignificante de las trabajadorasde la economía informal son empleadoras y un número sorprendente-mente pequeño de ellas son operarias independientes por cuenta pro-pia; la mayoría son jornaleras eventuales, trabajadoras a domicilio o tra-bajadoras familiares no remuneradas

1

. De hecho, hay casi diez vecesmás mujeres que hombres que trabajan a domicilio y el número detrabajadoras por cuenta propia sin ningún asalariado es más del dobleque el de los varones.

En muchas comunidades, los obstáculos tradicionales impiden to-davía a las mujeres salir de sus hogares para trabajar. En Ahmedabad,y en toda la India, así sucede sobre todo en el caso de las musulmanas,aunque también en el de las hindúes de muchas de las castas superiores.A algunas mujeres el ser la persona que asume en lo fundamental, o ex-clusivamente, las tareas del hogar, comprendida la crianza de los hijos,también les impide trabajar fuera del hogar o de la zona en que residen.

1

En otros lugares también hay «comerciantes dependientes», que dependen de mayoristaspara obtener sus mercancías o que venden a comisión. En Ahmedabad, muchas vendedoras calle-jeras dependen de comerciantes mayoristas que les suministran las mercancías a crédito, pero,aparte de eso, son independientes.

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Todo lo anterior hace que haya diferencias muy marcadas entre hom-bres y mujeres en los centros de trabajo: en Ahmedabad casi el 70 porciento de las mujeres, frente a menos del 10 por ciento de los hombres,trabaja en su hogar o en el de su empleador; menos del 8 por ciento delas mujeres, frente a más del 27 por ciento de los hombres, trabaja enlas calles o en obras de construcción, y menos del 22 por ciento, frentea casi el 60 por ciento de los hombres, trabaja en fábricas u oficinas.También hay grandes diferencias entre las mujeres en lo que se refiereal lugar en que trabajan. La mayoría de las musulmanas y de las hindúesde castas superiores, si trabajan, lo hacen en su hogar; en cambio, hayun porcentaje mayor de mujeres hindúes de las castas medias y un por-centaje mucho mayor de las castas inferiores que ejercen un trabajoasalariado fuera del hogar.

Se ha escrito un gran número de páginas, en la India y en otros paí-ses, acerca de por qué trabajan las mujeres a domicilio. Dos escuelas depensamiento centran la reflexión en los factores de la oferta: una afirmaque las mujeres

prefieren

trabajar en el hogar por la comodidad que supo-ne no tener que acudir a otro lugar y por la flexibilidad de los horarios la-borales, que les permiten compaginar el trabajo remunerado con las fae-nas domésticas y el cuidado de los familiares; la otra afirma que lasmujeres están

condicionadas

por las normas sociosexuales (de género) vi-gentes para asumir esa triple carga de trabajo y restringir su movilidad.Según esta segunda escuela, las mujeres no «eligen», sino que se ven

obli-gadas

a trabajar en el hogar. Una tercera escuela considera primordial lademanda de mano de obra y afirma que las normas sociosexuales vigen-tes se traducen en las consiguientes pautas del mismo carácter en el terre-no de las oportunidades laborales. Nosotras hemos llegado a la conclu-sión de que todos los factores citados coadyuvan a la concentración de lasmujeres en actividades realizadas en el hogar y a la fragmentación delmercado de trabajo según el sexo lo mismo en la economía regular que enla informal.

Ahora bien, aunque la mundialización tiene a menudo consecuen-cias diferentes en las personas de uno y otro sexo, las «trabajadoras» ylos «trabajadores varones» no son colectivos homogéneos, por lo quelas repercusiones varían en los distintos colectivos de hombres y muje-res. A decir verdad, el impacto de la mundialización económica en lostrabajadores — comprendidas las pautas conexas de exclusión e inte-gración sociales — depende, por lo general, del tipo de trabajo que rea-lice cada uno (por ejemplo, según se trate de un trabajo asalariado o deproducción por cuenta propia) y de su edad, instrucción escolar y per-tenencia étnica. Asimismo, es importantísimo

dónde

viven y trabajan,ya que hay grandes diferencias entre las distintas políticas nacionales ylocales.

En los apartados que vienen a continuación acometeremos el aná-lisis — y daremos ejemplos — de cómo se articulan recíprocamente los

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factores siguientes: las relaciones e identidades definidas socialmente(«género», pertenencia étnica, «raza» y religión); las identidades rela-cionadas con el trabajo; la aparición de sistemas de producción mundia-les y las variaciones de los sistemas de producción nacionales ligadas ala mundialización; por último, las formas y los patrones de la exclusióny la integración sociales. Mas como los mecanismos de exclusión socialen el mundo del trabajo no sólo varían en función del sexo y del tipo detrabajo, sino, asimismo, según los diferentes sectores económicos, siste-mas de producción y regiones, hemos tenido que hacer una selecciónpara poder explicar mejor esos mecanismos complejos dentro de nues-tras limitaciones temporales y espaciales. De ahí el que hayamos deci-dido centrarnos en la compleja interacción de la exclusión y la integra-ción sociales desde la perspectiva de los trabajadores y productoresinformales que mantienen alguna relación, por intermedio de las expor-taciones o las importaciones, con la economía mundial.

La mundialización, la exclusión socialy el trabajo

En este apartado trataremos de exponer cómo algunos de los cam-bios de mayor importancia que están acaeciendo en los sistemas de pro-ducción mundiales influyen en la exclusión o la integración sociales delos productores o trabajadores que constituyen la mano de obra tradi-cional de la economía informal — o ingresan de nuevas en ella —, pres-tando especial atención a la situación de la mujer. Para ello tomaremosejemplos de diversos países de Asia, África y América Latina y abarca-remos a los trabajadores (por cuenta propia y asalariados) de la econo-mía informal. Analizaremos los tres tipos de cambios siguientes:

a)

Los casos en que el crecimiento y el desarrollo impulsados por lasexportaciones han dado lugar a un aumento de la integración delos trabajadores en la economía mundial, pero en condicionescuestionables o indeseables y con posibilidades inciertas de perdu-ración.

b)

Los casos en que los obstáculos al ingreso han impedido a los tra-bajadores por cuenta propia aprovechar las nuevas oportunidadeseconómicas que brinda la liberalización del comercio y de las in-versiones.

c)

Los casos en que la liberalización del comercio y de las inversionesha provocado la desaparición de empresas nacionales o de puestosde trabajo remunerados en el país al haber inundado el mercadocon importaciones y servicios baratos, que compiten en posiciónventajosa por los recursos naturales locales, y al haber modificadolas necesidades de las empresas en materia de tecnología y perso-nal calificado.

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Cómo funciona la integración en los sistemasde producción mundiales

La industria impulsada por las exportaciones

Una de las características más conocidas de la mundialización es lacreación masiva de puestos de trabajo en la industria manufacturera ex-portadora de los países en desarrollo, sobre todo en Asia meridional yoriental y en América Latina. A partir del decenio de 1960, ello se fomen-tó con la instalación de zonas francas industriales que ofrecían a las em-presas extranjeras acicates consistentes en exoneraciones temporales deimpuestos, mano de obra barata y un entorno «sin sindicatos». Estas zo-nas plantearon muchos problemas, entre otros, su aislamiento de las co-munidades en que estaban enclavadas y el consiguiente desarraigo de lostrabajadores (la mayoría de los cuales habían emigrado a ellas desdeotros lugares); pero crearon una cantidad importante de puestos de tra-bajo, sobre todo para mujeres jóvenes, dando a muchas de ellas una alter-nativa satisfactoria a otros tipos de trabajo peores en otros lugares o unamanera de escapar a un entorno familiar oprimente. Según las cifras másrecientes, en 1995 se habían creado en esas zonas unos 27 millones depuestos de trabajo — ocupados en un 70 a 80 por ciento por mujeres —,principalmente de industrias con alta densidad de mano de obra como lasde fabricación de prendas de vestir, calzado y aparatos electrónicos.

Ahora bien, últimamente las empresas multinacionales han deja-do de realizar inversiones extranjeras directas en los países en desarro-llo, sustituyéndolas por la coordinación directa de cadenas de produc-ción mundiales: se ocupan de la distribución y la venta al por menor, ysubcontratan la producción a empresas de dichos países. Aunque en laszonas francas industriales todavía sigue habiendo cierta actividad pro-ductiva, las cadenas de producción mundiales se propagan ahora másampliamente por las economías y de ellas forma parte toda una serie deactividades de subcontratación con empresas que llegan hasta los traba-jadores a domicilio con arreglo a diversas modalidades de contratación.Estas cadenas de producción de mercancías basadas en el consumo si-guen concentrándose en productos con gran densidad de trabajo quefabrica o monta una mano de obra predominantemente femenina. Elque las mujeres estén confinadas a los subsectores de predominio feme-nino hace que permanezcan segregadas y concentradas en la periferiadel proceso de producción y en el extremo inferior de la cadena de mer-cancías. Normalmente, la remuneración de su trabajo es inferior al10 por ciento del precio final de venta de lo que producen, no puedenintervenir para modificar sus condiciones de trabajo y carecen de me-dios para lograr equilibrar las relaciones de fuerza y el reparto de laplusvalía entre el capital y el trabajo.

Si bien es cierto que estas transformaciones han traído oportunida-des de empleo para las mujeres de los países respectivos y que les ha

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permitido integrarse en la economía mundial, hay varios problemas quedeben sopesarse para calibrar las consecuencias en materia de exclusión eintegración sociales. En particular, se debe poner en tela de juicio la cali-dad de esos empleos: lo normal es que los salarios sean bajísimos, que lascondiciones de trabajo sean pésimas, que rara vez los contratos se pon-gan por escrito y que las trabajadoras no gocen casi nunca de prestacio-nes como las licencias por maternidad, enfermedad y vacaciones y el se-guro de enfermedad. De hecho, las empresas que prefieren emplear amujeres jóvenes en trabajos industriales — a menudo, porque se las tienepor dóciles y poco propensas a realizar actividades sindicales o a reivindi-car salarios y condiciones de trabajo mejores — suelen poner fin a la rela-ción laboral cuando la trabajadora contrae matrimonio o se queda emba-razada. Más precaria aún es la situación de quienes trabajan a domicilioen las cadenas mundiales de mercancías, ya que estas personas están másaisladas que las de las fábricas y tienen un vínculo más tenue con su em-pleador. Inevitablemente, los trabajadores a domicilio están peor paga-dos que los que desempeñan una labor similar en fábricas y muchos deellos trabajaban antes en fábricas de las que fueron despedidos para redu-cir costos. Así pues, en la industria manufacturera impulsada por las ex-portaciones se observan dos patrones.

Primero, muchas mujeres jóvenes han logrado incorporarse a lapoblación activa pero en condiciones que no son, desde luego, óptimas,aunque sí posiblemente mejores que las demás existentes en otras par-tes de la economía nacional (Kabeer, 2000). Además, la diferencia deremuneración entre mujeres y hombres en las fábricas exportadoras esmenor que en el resto de las fábricas nacionales. Por ejemplo, las traba-jadoras no cualificadas de las fábricas de prendas de vestir para la ex-portación de Bangladesh ganan casi lo mismo (el 90 por ciento) que losvarones no cualificados, frente a sólo el 57 por ciento fuera de esos es-tablecimientos (Joekes, 1999). Con todo, persiste la discriminación yaque hay poquísimas mujeres que ocupen puestos de supervisión o querequieran una cualificación (los cuales están mejor remunerados que eltrabajo no cualificado). Además, en muchos países sigue habiendo con-siderables diferencias de remuneración entre mujeres y hombres y unamarcada segregación profesional. De hecho, según investigaciones re-cientes, las economías asiáticas en que son más acusadas las diferenciasde remuneración son precisamente las que han crecido más deprisa(Unni, 2002).

Segundo, muchas mujeres que antes estaban ocupadas en la pro-ducción fabril (con o sin contratos y prestaciones) han sido excluidas yhacen en gran medida el mismo trabajo en su hogar, pero en condicio-nes mucho peores. Los trabajadores a domicilio, sin excepción, estánpeor pagados que los asalariados de las fábricas de la economía infor-mal y no perciben prestaciones de sus empleadores, quienes, además,ocultan a menudo su vinculación con esos trabajadores detrás de una

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complicada red de contratistas y subcontratistas, eludiendo de estemodo toda responsabilidad.

Con este telón de fondo, varios factores pesan en la actualidad sobrela situación de las mujeres que trabajan en las industrias exportadoras.

La saturación de los mercados

Uno de estos factores es que los mercados de productos con grandensidad de mano de obra se están saturando y que acusan una compe-tencia encarnizada. Ante ello, al parecer las empresas adoptan una dedos estrategias, ninguna de las cuales contribuye a mejorar las condicio-nes de integración de las trabajadoras en la economía mundial. La pri-mera estrategia consiste en que las multinacionales procuran conservary aumentar su cuota de mercado en las industrias existentes vendiendoa precios inferiores a los de sus competidores, normalmente disminu-yendo los costos del trabajo en una carrera competitiva por ver quiénconsigue pagar menos. Facilitan esta manera de actuar la mayor capa-cidad de las empresas para sustituir con trabajadores eventuales y a do-micilio a los trabajadores fijos dentro del propio país (flexibilización dela mano de obra) y la agilidad con que el capital puede traspasar lasfronteras en busca de mano de obra más barata. Por ejemplo, cuandolos trabajadores de las fábricas de calzado de Indonesia lograron unasubida de su jornal de cerca de un dólar estadounidense gracias a lossindicatos, NIKE se limitó a trasladar su fuente de aprovisionamiento aViet Nam para ahorrarse este aumento de costos. De modo similar, loscompradores europeos de prendas de vestir confeccionadas han aban-donado a sus proveedores de Tailandia por otros de China y Viet Nam,donde la mano de obra cuesta un 30 por ciento menos. Esta medida hasupuesto para los trabajadores fabriles y a domicilio tailandeses de laindustria de la confección un descenso de la remuneración y la pérdidade empleos (Lund y Nicholson, 2004). Así pues, los mismos factoresque estimularon la «integración» de las mujeres en la economía mun-dial — en trabajos sin cualificación, con bajos salarios y baja producti-vidad — las postergan ahora a posiciones cada vez peor consideradas yremuneradas.

Estas trabajadoras se encuentran marginadas (o excluidas) no por-que estén desempleadas, sino porque tienen unos tipos de trabajo y unascondiciones laborales que las condenan a ocupaciones mal remuneradasy de baja productividad que entrañan una presión y una monotonía cadavez mayores, dado que las empresas quieren sacar el mayor provecho po-sible de su personal. Esta estrategia empresarial también resulta perni-ciosa para las propias empresas que la siguen, que quedan atrapadas enel círculo vicioso de una dependencia excesiva de la mano de obra bara-ta, explotación desmesurada de los recursos naturales y producción demercancías genéricas que pueden conducirles a un empobrecimiento alargo plazo, aunque por el momento crezca su volumen de negocio. La

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verdadera creación de riqueza tiene lugar cuando las empresas ponen enpráctica las alianzas, la reflexión estratégica y la innovación necesariaspara dar el salto desde unas fuentes de ventaja competitiva fáciles de imi-tar, pero que no son duraderas, a otras más perfeccionadas y sostenibles(Forstater, MacDonald y Raynard, 2002).

Los tratados comerciales regionales están fomentando los movi-mientos de capitales por todo el planeta y la consiguiente pérdida depuestos de trabajo y de posibilidades de ganancias en los lugares de losque se marchan. Por ejemplo, a raíz de la firma del Tratado de LibreComercio de América del Norte (TLCAN) se cerraron ciento cincuen-ta fábricas y se perdieron 123.000 puestos de trabajo en la industria dela confección del Caribe al trasladarse la producción a México paraaprovechar el régimen franco de exportaciones al mercado de los Esta-dos Unidos. Otros factores alientan el traslado de la producción deprendas de vestir de Asia a las zonas periféricas de Europa y Américadel Norte, entre los que destacan los apremios para que los artículos sefabriquen «al momento», con el fin de cumplir unos plazos muy rápidosde entrega de las mercancías encargadas. Por ejemplo, The Limited, fa-bricante de la ropa interior Victoria’s Secret, inauguró recientementeuna planta en México: a pesar de que los salarios en este país son tresveces superiores a los que se abonan en Sri Lanka, era más económicoproducir en México gracias a los ahorros de tiempo, costos de transpor-te e impuestos. De hecho, ha habido una disminución constante de lasimportaciones de los Estados Unidos de prendas de vestir asiáticas, quepasaron del 83 por ciento del total en 1980 al 41 por ciento en 1996. Nosólo es más barato y más rápido fabricar en la puerta misma del merca-do destinatario, sino que, además, permite a los fabricantes del sectortextil estadounidense suministrar el grueso de los tejidos, cosa que nopueden hacer con los proveedores asiáticos (OIT, 1998).

La otra estrategia que pueden seguir las multinacionales ante elproblema de la competencia en los mercados a la exportación de pro-ductos con gran densidad de mano de obra es diversificar su producciónen artículos de diferentes tipos que arrojen rendimientos más elevadosen partes del mercado poco saturadas. En los países en los que actúande este modo está disminuyendo el porcentaje de mujeres empleadasen las zonas francas industriales, porque se contrata a más hombres enlas nuevas industrias que son más avanzadas tecnológicamente y nece-sitan niveles superiores de capacitación (que los hombres tienen másposibilidades de adquirir). En Malasia, la proporción de trabajadorasdentro de las zonas francas industriales disminuyó del 75 por ciento en1980 al 54 por ciento en 1990 (Joekes, 1999); en México, la presencia fe-menina en las maquiladoras pasó del 77 por ciento en 1982 al 60 porciento en 1990 (Ghosh, 1995) y del 45 por ciento en 1991 al 35 por cientoen 1993 en el conjunto del sector exportador (Ghiara, 1999). Sucede,pues, que, si bien no es necesaria la cualificación profesional para en-

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161

contrar un empleo en las primeras fases de la industrialización volcadaen la exportación, cada vez es más importante ahora para adaptarse amercados que cambian velozmente. Como consecuencia de ello, las tra-bajadoras no cualificadas están siendo excluidas de la fase más recientey con mayor intensidad de tecnología de la mundialización, en que sepasa de trabajar «más duramente» a trabajar «con más cabeza».

El auge del empleo inestable

Otro factor negativo para las trabajadoras de las industrias exporta-doras a resultas de su integración en la economía mundial es el aumentode la inestabilidad y de la vulnerabilidad, particularmente patente en lacrisis financiera asiática de finales del decenio de 1990, que causó el cierrede centenares de fábricas exportadoras financiadas con inversiones ex-tranjeras directas y, sobre todo, con inversiones de cartera. En 1997 hubouna salida neta de fondos privados de veinte mil millones de dólares esta-dounidenses del Asia oriental y sudoriental, frente a unas entradas netasde setenta mil millones en 1995 y de ochenta mil millones en 1996 (Joe-kes, 1999). El número de desempleados pasó de 5,3 millones de trabaja-dores en 1996 a 18 millones en 1998. La mayoría de los cesantes fueronmujeres, algunas de las cuales acaso hayan conseguido otro trabajo a do-micilio dentro de cadenas de subcontratación. Ahora bien, muchos traba-jadores a domicilio también perdieron su fuente de ingresos al cerrar lasfábricas. En Filipinas, el primer año de la crisis cerraron más de doscien-tas fábricas de prendas de vestir y los trabajadores a domicilio que lasabastecían tuvieron que establecerse por cuenta propia normalmentecomo vendedores callejeros o incluso recicladores de basura, a cambio deunos ingresos irrisorios, por carecer de acceso a la cualificación profesio-nal, la tecnología y los préstamos necesarios para montar empresas másrentables (Carr, 1998)

2

.Las reestructuraciones acometidas para hacer frente a las crisis — y

a la necesidad de aumentar la competitividad internacional — han tenidoconsecuencias similares en otras partes del mundo. En Sudáfrica, la rees-tructuración de las industrias con gran densidad de mano de obra, comola de prendas de vestir, está causando el despido de centenares de trabaja-doras, de las que un número todavía desconocido tal vez consiga trabajara domicilio para la industria del vestido. Además, la reestructuración está

2

La jerarquía según la situación en el empleo dentro de la economía informal es lasiguiente: los empleadores, los operarios por cuenta propia que dirigen empresas familiares o rea-lizan actividades unipersonales (algunas de las cuales son de supervivencia), los trabajadores porcuenta ajena de distintos tipos (desde los asalariados de empresas informales a los jornaleros even-tuales, pasando por los empleados del hogar y los trabajadores en régimen de subcontratación) ylos trabajadores industriales que realizan sus tareas fuera del establecimiento. En la mayoría delos sectores de la mayoría de los países, los ingresos del trabajo medios disminuyen conforme eltrabajador se encuentra más abajo en la citada jerarquía y, por lo general, las mujeres están sobre-rrepresentadas en el estrato menos remunerado de la misma (actividad industrial a domicilio) einfrarrepresentadas en el mejor remunerado (empleadores).

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Revista Internacional del Trabajo

relegando a las mujeres que ya se encuentran en la economía informal alos estratos inferiores y menos estables de la misma: por ejemplo, a losfabricantes autónomos de prendas de vestir que pierden su nicho de mer-cado muchas veces no les queda más posibilidad que convertirse en traba-jadores subcontratados del mismo ramo, y otros trabajadores por cuentapropia de diferentes ocupaciones que se ven en este trance a veces termi-nan por dedicarse a recoger desechos o reciclar basuras para ganarse lavida (Chen, Jhabvala y Lund, 2002).

Los datos empíricos indican que, después de una recesión, las muje-res tienen menos probabilidades que los hombres de encontrar un traba-jo del mismo nivel o en las mismas condiciones que antes. En México, du-rante la crisis de 1995 fueron despedidas muchísimas mujeres de todos lossectores. Cuando llegó la recuperación, normalmente consiguieron em-pleo en pequeños establecimientos de la economía informal y los hom-bres ocuparon los puestos de trabajo regulares que aquéllas desempeña-ban anteriormente. El 52 por ciento de las mujeres de la industria textil yde prendas de vestir trabaja ahora en empresas de menos de cinco em-pleados, sin prestaciones ni seguridad social (Cardero, Barron y GómezLuna, 2000).

En resumen, en la industria exportadora las mujeres — que fueronal principio las ganadoras del proceso de mundialización — están em-peorando ahora. Ceden terreno en la producción fabril, porque pierdenpuestos de trabajo y prestaciones laborales, y cada día dependen más deun trabajo a domicilio peor remunerado y de las actividades por cuentapropia más marginales de la economía informal, como la venta.

Las exportaciones agrícolas no tradicionales

Aunque África ha quedado excluida en gran parte de la industria-lización basada en las exportaciones — fundamentalmente porque enese continente abunda más la tierra que la mano de obra no cualifica-da —, ha logrado incorporarse a las cadenas mundiales de valor de untipo diferente, las de exportaciones agrícolas no tradicionales como fru-tas frescas, verduras, hortalizas y flores, destinadas sobre todo a losmercados europeos. Las exportaciones de productos hortícolas de Áfri-ca se han multiplicado por dos desde 1980, y en 1996 fueron superioresa sus exportaciones de todos los demás productos básicos (como el caféy el algodón), con excepción del cacao (Lund y Nicholson, 2004). Lasmujeres son también quienes más participan en estas cadenas y a quie-nes más afectan, ya que constituyen hasta el 90 por ciento de la manode obra de este sector en crecimiento acelerado (División para el Ade-lanto de la Mujer, 1999). De múltiples maneras, la estructura de estascadenas mundiales de valor reproduce la de las cadenas de manufactu-ras con alta densidad de trabajo de Asia y Centroamérica, en las queuna gran empresa controla cada cadena y las mujeres faenan en grandes«haciendas fabriles» por salarios bajísimos, en malas condiciones labo-

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rales y sin percibir la menor prestación. A decir verdad, las condicionesen que se incorporan a estas cadenas son indiscutiblemente peores quelas de los trabajadores de la industria, por los dos motivos que expon-dremos a continuación.

Primero, el trabajo es estacional, lo que hace que sea difícil ganarun salario que permita vivir todo el año. Las investigaciones efectuadasen Sudáfrica muestran que, si bien en las cadenas hay algunos trabaja-dores fijos, suelen ser hombres (el 74 por ciento) y las mujeres formanel grueso de la mano de obra temporera o eventual (69 por ciento), sincontratos ni prestaciones. Desde luego, la flexibilidad reinante se debeen parte al carácter estacional del trabajo, pero corresponde también alas prácticas de contratación a que recurren los empleadores para redu-cir al mínimo su relación contractual con los trabajadores. Como lasmujeres constituyen la mayoría de la mano de obra flexible, están rela-tivamente más «excluidas» que los trabajadores varones. Además, estáen boga la subcontratación de trabajadores; en el marco de este régi-men, el contratista fija las condiciones de trabajo y la remuneración delos operarios, exonerando de esa responsabilidad a los productores mis-mos. Así se logra una «flexibilización» mayor del empleo y, por consi-guiente, se agravan la inestabilidad y la vulnerabilidad de los trabajado-res. El régimen de subcontratación es un obstáculo formidable para ladifusión de la protección social y de otras prestaciones en el sector, yaque hace más difícil localizar y supervisar al empleador (es decir, al con-tratista) que si el productor emplease directamente a los trabajadores

3

.Segundo, la producción hortícola entraña normalmente riesgos

para la salud mayores que los de la industria manufacturera con grandensidad de mano de obra:

a)

alergias, irritación ocular, problemas der-matológicos y tasas superiores de malformación al nacimiento de los hi-jos de las trabajadoras temporeras que manipulan productos químicostóxicos sin tener ni formación ni vestimenta de protección adecuadas;

b)

dolencias estomacales e infecciones de la vesícula causadas por la fal-ta de agua potable y de aseos, y

c)

dolores y molestias musculares, lum-bago y reumatismo por los esfuerzos físicos y los largos horarios queexige el trabajo, a menudo en lugares húmedos y fríos (Lund y Nichol-son, 2004). La presión de los consumidores del Norte está obligando a

3

Se han observado prácticas similares en la industria de fabricación de cigarrillos

bidi

de laIndia, cuyos empleadores y comerciantes se esfuerzan en evitar la legislación laboral, para lo cualuna parte de ellos ha pasado del sistema directo de entregar materias primas a los trabajadores adomicilio, que les devuelven directamente

bidis

totalmente elaborados, a: 1) el sistema de subcon-tratas en el que un contratista proporciona los materiales y recibe

bidis

elaborados, y 2) el sistemade compras

sate

, en el que los comerciantes o los subcontratistas «venden» las materias primas alos trabajadores y les «compran» los

bidis

elaborados. En este último caso, los empleadores y loscomerciantes quedan eximidos de buen número de normas negando que los trabajadores seanempleados suyos (Chen y Snodgrass, 2001).

164

Revista Internacional del Trabajo

los supermercados a comprar a empresas que toman medidas para re-ducir los riesgos de sus métodos de producción para la salud y para elmedio natural, pero ello está provocando, en parte, la aparición de unacadena de mercancías integrada más verticalmente en la que los super-mercados cada vez intervienen más en todas las fases del proceso deproducción, lo cual tiene consecuencias directas en la integración y laexclusión de los distintos agentes económicos y en la división de funcio-nes dentro de la cadena (Dolan y Tewari, 2001, y Barndt, 1999).

América Latina también ha registrado un aumento considerablede sus exportaciones agrícolas no tradicionales. Entre 1985 y 1992, laproducción de frutas, verduras, hortalizas y flores aumentó a ritmosanuales del 17,2 por ciento en Centroamérica y del 48 por ciento enSudamérica (excluido el Brasil). Las pautas de empleo son similares alas observadas en África. Por ejemplo, en Chile, que pasó de exportar340.000 toneladas de fruta en 1982 a 1,2 millones de toneladas en 1994,las mujeres sólo desempeñan el 5 por ciento de los trabajos fijos, peroocupan el 52 por ciento de los temporeros. El rápido crecimiento deeste sector, aunado a la presión que ejercen los supermercados del Nor-te para garantizar los niveles que sus clientes exigen, ha obligado a mu-chos campesinos a abandonar sus tierras. Muchos de ellos forman parteahora de los 300.000 trabajadores estacionales de las empresas chilenasque exportan productos agrícolas no tradicionales (Barrientos y otros,1999).

También están empezando a consolidarse las exportaciones agrí-colas no tradicionales de Asia, y el valor del comercio mundial de estosproductos supera ya el del comercio de granos. Este negocio es, pues,una parte importante — y cada vez mayor — de la economía mundial,con todo lo que ello supone para la exclusión y la integración socialesde los productores y trabajadores informales del Sur, e incluso de lasmujeres que trabajan en la economía informal del Norte. Según estu-dios de la exportación de fruta de Chile a los Estados Unidos

(ibíd.)

yde tomates de México al Canadá (Barndt, 1999), las mujeres que traba-jan en los supermercados norteamericanos también lo hacen a tiempoparcial, son convocadas cada vez con un plazo brevísimo, tienen sala-rios bajos y no perciben prestaciones laborales.

La exportación de servicios

Entre los rasgos que caracterizan la fase actual de la mundializa-ción está el que los países han pasado a estar cada vez más conectadosmediante la información que circula en soporte electrónico. De hecho,la «digitalización» (o «numeralización») de la información ha hecho po-sible, y por lo general económico, trasladar la labor de tratamiento dedatos, tanto de la industria como del sector de los servicios, a oficinas ydependencias laborales alejadas de las instalaciones principales, inclusoal extranjero. En algunos países en desarrollo, las mujeres han sido las

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165

receptoras fundamentales de este trabajo redistribuido por el planeta(Mitter, 2003).

Este tipo de sistema mundial también reproduce las pautas cons-tatadas en la industria exportadora: se contrata a grandes cantidades demujeres jóvenes en las unidades de la economía informatizada que estásurgiendo — por ejemplo, los centros de atención de llamadas telefóni-cas de clientes —, lo cual brinda nuevas oportunidades de integración,pero en condiciones muy alejadas de los contratos estables y de la sin-dicación. Aunque las necesidades de cualificaciones profesionales deeste sector son mayores que las de la industria y las de la agricultura notradicional, en él las mujeres siguen confinadas en el extremo de la je-rarquía que agrupa a los trabajadores poco cualificados y sin perspecti-vas serias de avance profesional y suelen estar mucho más concentradasen los centros de registro de datos y atención a los clientes que en losequipos que se ocupan directamente de los programas informáticos. Elregistro de datos ha sido hasta ahora una cantera prometedora de em-pleos para mujeres, mas la evolución de la tecnología podría dar lugaral despido de las que carezcan de la formación profesional y las aptitu-des necesarias para adaptarse

4

. Además, el registro de datos se estáconvirtiendo también en un negocio «migratorio»; ya se conocen, porejemplo, casos de tareas de registro de datos trasladadas de la India(donde se pagan salarios relativamente elevados de 1.250 dólares esta-dounidenses al año) a países africanos como Ghana (donde rigen sala-rios relativamente bajos de 480 dólares al año). Lo mismo que sucedecon otros tipos de actividades con gran densidad de mano de obra enlos que también predominan las mujeres, son preocupantes los riesgospara la salud a largo plazo, que han hecho que se tilde a las empresas deregistro de datos de «establecimientos electrónicos en los que se explo-ta despiadadamente a los trabajadores»

(ibíd.)

.Una actividad aparecida recientemente en el ciberespacio es la de

los servicios de atención al cliente, que proporcionan a mujeres y hom-bres de escasa instrucción una ocupación no manual. La realizan nor-malmente por cuenta de empresas extranjeras — por ejemplo, BritishAirways o American Express — mujeres solteras de 20 a 25 años deedad, que constituyen del 40 al 70 por ciento de esos trabajadores. Lossalarios de este tipo de trabajo son superiores a los abonados en lamayoría de las industrias de exportación, pero el trabajo es duro y, amenudo, monótono. Los trabajadores deben simular que son europeoso norteamericanos y que hablan desde allí, haciéndolo con el acentoidóneo; la tensión es elevada, como consecuencia de la enorme com-petitividad reinante, pues se conceden incentivos a quienes obtienen

4

Por ejemplo, todos los trabajadores de los «digipuertos» de Jamaica son mujeres, y en laIndia la mayoría de los puestos de trabajo de registro de datos de líneas aéreas, bancos y compa-ñías de seguros están ocupados por mujeres.

166

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mejores resultados, y porque deben conversar amablemente con unosclientes que muchas veces se muestran insultantes e, incluso, histéricos.La consecuencia de ello es que la tasa de «quemados» (hastiados pro-fesionalmente) es elevadísima en este tipo de trabajo. Con todo, las mu-jeres lo consideran un interludio entre la escuela y el matrimonio y noles preocupan la duración del empleo, los contratos, las prestaciones niuna posible carrera profesional (Mitter, 2003).

Los obstáculos a la integración en los sistemasde producción mundiales

Económicamente hablando, la mundialización arroja ganadores yperdedores; el resultado depende de cada persona: quién es, dónde se en-cuentra y cómo se gana la vida. Como ya hemos dicho, algunas mujeres delos países en desarrollo han podido en cierta medida beneficiarse de su in-tegración en tanto que trabajadoras asalariadas a la economía mundial,aunque sea cuestionable la calidad de su empleo y aunque los beneficiosindividuales con frecuencia duren poco. Además, conforme evoluciona lamundialización, más precarias parecen las perspectivas de las mujeres engeneral, porque su carencia de cualificaciones técnicas — en compara-ción con las de los trabajadores varones — limita su capacidad para adap-tarse a los cambios de las condiciones del mercado laboral y situarse enempleos más avanzados tecnológicamente.

Muchas de las mujeres que han pasado a desempeñar un trabajoasalariado en industrias exportadoras y cadenas mundiales de valor se ga-naban antes la vida como trabajadoras por cuenta propia y, si pierden suempleo en el sector exportador, muchas veces no les queda sino volver altrabajo autónomo, que — con la excepción de las artesanías — hasta aho-ra ha estado circunscrito al mercado local o nacional. Pues bien, la mun-dialización está abriendo nuevas posibilidades de que los trabajadoresautónomos intervengan directamente en la exportación de lo que produ-cen, siempre y cuando dispongan de medios para aprovecharlas.

Lamentablemente, son muchos los obstáculos que restringen lacapacidad de los trabajadores autónomos para entrar en los mercadosmundiales y, por lo general, abundan más en el caso de las mujeres. Lamayoría de estos escollos radican en la exclusión de los mercados defactores de producción (por ejemplo, la imposibilidad de tener acceso atierras, créditos, capacitación profesional, tecnología, infraestructuras einformación acerca de los mercados y los precios). Otras barreras sonla carencia de capacidad de organización para fundar cooperativas oasociaciones; la falta de posibilidades de expresión y de representacióny, sobre todo en las mujeres, la falta de movilidad (por restricciones cul-turales) y de tiempo (a causa de las responsabilidades del hogar). Lainexistencia de un entorno político y regulador propicio puede impedir,asimismo, el acceso de las microempresas a los mercados de exporta-

Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización

167

ción. Todos estos obstáculos al ingreso en los mercados mundiales pe-san en los sectores agrícola, industrial y de servicios (comprendidas lasempresas relacionadas con la tecnología de la información y la comuni-cación, como los negocios de telequioscos) y obligan a quienes no de-sean quedar excluidos a tomar varias medidas:

a)

aumentar la produc-tividad y la calidad para ajustarse a los niveles superiores que exigen losmercados de exportación;

b)

diversificar sus productos para entrar enestos mercados; y

c)

crear por vez primera un negocio de exportación.Se observan dos tendencias en el trabajo por cuenta propia en la

economía informal: la primera es que muchos de los trabajadores autóno-mos están siendo absorbidos en los sistemas de producción mundiales,con frecuencia sin su consentimiento o conocimiento o incluso contra suvoluntad, y en condiciones que no les son ni mucho menos plenamente fa-vorables. Es, por ejemplo, lo que les está pasando a muchos silvicultoresque se ganan la vida recogiendo y vendiendo productos forestales no ma-dereros como plantas medicinales, setas, nueces de distintos árboles y es-pecias. Por definición, esos trabajadores viven en zonas remotas y sólopueden llegar a los mercados — incluso a los nacionales — a través de unacadena de intermediarios. Como en los mercados mundiales está aumen-tando la demanda de esos productos (de los que ya hay ciento cincuentaque tienen gran importancia en el comercio internacional), las empresasextranjeras están cada vez más interesadas en comercializarlos. Por ejem-plo, las empresas de productos cosméticos de Europa, Norteamérica y elJapón y, últimamente, las fabricantes de chocolate constituyen un merca-do en expansión y lucrativo para la manteca de galam elaborada. El au-mento de la demanda está empujando al alza el precio final de esta man-teca en los mercados del Norte, pero las mujeres que recogen nueces degalam en el África occidental no están al corriente y siguen vendiendo suscosechas a los intermediarios de siempre, que introducen las nueces enuna cadena mundial de valor cada día más rentable para ellos (además deseguir abasteciendo los mercados nacional y regional). De este modo, lasrecogedoras de nueces de galam se encuentran ahora integradas en cade-nas mundiales de valor, pero sin saberlo y sin tener medio alguno de ex-plotar unos mercados más rentables en beneficio propio (Carr y Chen,2002).

La segunda tendencia consiste en que algunos trabajadores porcuenta propia han conseguido encaramarse a los mercados mundiales encondiciones beneficiosas gracias a diversas estrategias — entre ellas, la deafiliarse a asociaciones y cooperativas —, a menudo con asistencia de or-ganizaciones no gubernamentales nacionales o internacionales, organis-mos oficiales y promotores sociales del lugar. Ejemplo de esto son lasbordadoras a domicilio miembros de la Asociación de Trabajadoras porCuenta Propia (SEWA) de la India, que venden sus productos en Nortea-mérica y en Europa a través de cooperativas de producción y de comer-cialización, con el sostén de su Centro de Facilitación del Comercio, que

168

Revista Internacional del Trabajo

lleva a cabo en su nombre todas la actividades de comercialización inter-nacional necesarias (Secretaría del Commonwealth, 2002). En muchospaíses en desarrollo, asociaciones y cooperativas de pequeños campesi-nos han abierto también canales permanentes para vender mercancías alNorte (por ejemplo, las cooperativas cafeteras de Colombia). Tambiénhay promotores sociales que han creado empresas exportadoras asocián-dose a pequeños campesinos o artesanos, como la ugandesa Fruits of theNile, que exporta al Reino Unido frutos secos recolectados por más decien campesinas; estas mujeres siguen siendo productoras independien-tes, pero ahora ganan el doble que cuando vendían la fruta fresca en elmercado nacional (African Centre/WIEGO, 2002).

A este respecto, es evidentemente una estrategia primordial posibi-litar a colectivos de trabajadores por cuenta propia el organizarse de ma-neras que les ayuden a superar los obstáculos a su integración en la eco-nomía mundial. A diferencia de lo que les sucede a las recolectoras denueces de galam o a los trabajadores asalariados a que nos hemos referi-do antes, este método deja en manos de los productores las decisionesacerca de cómo, dónde y cuándo trabajar. Ahora bien, las medidas adop-tadas por algunas agrupaciones de trabajadores por cuenta propia parasuperar la exclusión pueden desembocar en la exclusión de otros colecti-vos débiles, como ha pasado en el Camerún, donde se han formado variasasociaciones de afiliación voluntaria para establecer regímenes de seguri-dad social no oficiales y alternativas financieras a los bancos oficiales, gra-cias a lo cual los miembros de una etnia — los bamilekes — han logradoutilizar las asociaciones crediticias no oficiales

(tontines)

en beneficio desus intereses comerciales y, a fin de cuentas, monopolizar actividades co-merciales lucrativas de las que han excluido a otros colectivos vulnera-bles (Rodgers, Gore y Figueiredo, 1995).

Nuevas formas de exclusión de los sistemasde producción nacionales

Hay, por último, muchos casos en los que la mundialización des-truye los medios de vida de los trabajadores informales o empeora suscondiciones de trabajo y empleo, sobre todo a causa de la aparición deempresas extranjeras que emplean tecnologías más avanzadas y mono-polizan los suministros nacionales de materias primas y de la llegadamasiva de importaciones baratas.

Las tecnologías importadas

El sector de la construcción de la India es un buen ejemplo decómo las empresas extranjeras están destruyendo puestos de trabajonacionales: la condición imprescindible impuesta por el régimen de laOrganización Mundial del Comercio (OMC) de que las licitaciones es-tén abiertas a las firmas de otros países ha facilitado la entrada en el

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169

país de muchas grandes empresas internacionales. La presencia de al-gunas de ellas es cada vez más patente en los proyectos de construccióny mejora de infraestructuras financiados con fondos oficiales o en elmarco de acuerdos de asistencia bilateral o multilateral. El aumento dela mecanización consiguiente está causando numerosos despidos enmuchas obras de construcción, sobre todo en las que antes era costum-bre la presencia de mujeres en tareas como la excavación de zanjas y elacarreo de ladrillos. La respuesta de las autoridades indias ha sido ayu-dar a las empresas del país a que modernicen sus capacidades tecnoló-gicas para que puedan competir con las extranjeras, medida que ha pro-vocado aún mayores pérdidas de puestos de trabajo a causa de lamecanización. En suma, las mujeres tienen más probabilidades de que-dar desempleadas que los hombres y aparecen tareas consistentes enaplicar tecnologías nuevas que es casi seguro que realizarán hombres,no mujeres. Como las mujeres no tienen formación en oficios de laconstrucción como albañilería — de los que existe una demanda en au-mento —, sucede que la aparición de una economía más abierta acarreapara ellas una pérdida masiva de posibilidades de empleo (Jhabvala yKanbur, 2002).

En otros sectores de la India y de otros países del Asia meridionalse producen cambios similares en la población activa: cuando la nebu-lización de plaguicidas sustituye a la extirpación a mano de las malashierbas (ocupación tradicional de mujeres), lo más probable es quesean los hombres quienes manejen los aparatos nebulizadores. Los mo-linos de arroz mecanizados están a cargo principalmente de hombres, ylas mujeres que tradicionalmente aplicaban métodos manuales paradescascarar el arroz pierden su medio de sustento. En el sector textil dela India los telares manuales están siendo sustituidos rápidamente portelares eléctricos y, entre éstos, los de menor calidad por otros mejores;en el sector de elaboración de alimentos, empresas multinacionales queefectúan enormes inversiones y cuentan con una tecnología de puntaestán sustituyendo a pequeñas plantas con gran densidad de mano deobra que daban trabajo a miles de mujeres (Comisión Nacional de Tra-bajo, 2001). En Sri Lanka, la política de fomento de las exportacionesha hecho que el tratamiento de la corteza de coco para extraer la fibrapase a las plantas mecanizadas propiedad de hombres con acceso al cré-dito, en detrimento de las plantas manuales a cargo de mujeres con es-casas posibilidades de conseguir créditos (Bajaj, 2001).

La competencia de las importaciones

La producción de aceites de cocina es un buen ejemplo de cómo laliberalización económica puede causar el cierre de empresas nacionalesy la desaparición de puestos de trabajo informales a causa de la compe-tencia de las importaciones, como sucede en la mayoría de los paísesafricanos, en los que han cerrado pequeñas plantas de elaboración de

170

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aceite ante la competencia de los aceites de cocina importados del Asiasudoriental (African Centre/WIEGO, 2002). De manera similar, en laIndia se calcula que han sido perdidos tres millones de empleos a resul-tas del cierre de pequeñas almazaras en las que se producía aceite de se-milla de mostaza, a raíz de la llegada masiva de aceite de soja del conti-nente americano (Shiva, 2000).

Otros casos de destrucción de empresas y empleos informales y dedisminución de los precios de productos nacionales son el retroceso delcultivo del maíz en México por efecto del TLCAN, que se calcula queha causado la pérdida de casi un millón de medios de subsistencia(Madeley, 2000), y el descenso de los precios pagados a las recolectorasde goma en la India debido a las importaciones masivas de goma del Su-dán. En este segundo caso, agrava el problema el que la ley obliga a losrecolectores de goma a venderla al Departamento de Silvicultura en lu-gar de a los comerciantes privados, que pagan precios muy superiores(Jhabvala y Kanbur, 2002).

Otra ilustración más de la destrucción de empleo causada por lacompetencia es lo que está sucediendo en las empresas de venta alpor menor nacionales con la llegada de los grandes almacenes ex-tranjeros: una de las consecuencias del TLCAN ha sido la rápidaproliferación de supermercados con precios rebajados como K-Marty Wal-Mart en México, con las consiguientes presiones sobre losnegocios del país (Beneria y Lind, 1995). En el África meridional yoriental también han proliferado ya los supermercados más allá delos barrios de clase media de las grandes ciudades, por las ciudadesmás pequeñas y las zonas pobres, donde están ganando muchoterreno a los minoristas y también a los pequeños productores de ali-mentos, que se ven obligados a efectuar inversiones y adoptar prácti-cas nuevas para evitar ser desbancados de sus mercados tradiciona-les (Weatherspoon y Reardon, 2003).

El control de las materias primas y los recursos naturales

Los gobiernos de muchos países han alentado activamente las in-versiones extranjeras en actividades de transformación de materias pri-mas y recursos naturales para la exportación a fin de captar divisas, ha-ciéndolo casi siempre sin tener en cuenta sus consecuencias en laeconomía nacional y en los miles de empresas informales, pequeñoscampesinos y trabajadores que han resultado perjudicados.

Pongamos un ejemplo: presionados para que se dediquen a culti-vos comerciales destinados a la exportación, muchos Estados indioshan autorizado a empresas privadas a adquirir centenares de acres detierra (un acre equivale a algo menos de media hectárea). El de Maha-rastraha ha eximido los proyectos hortícolas de la norma que imponeun tope a la adquisición de tierras; el de Madhya Pradesh ofrece tierraa empresas privadas en régimen de arrendamiento a largo plazo; los de

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171

Andhra Pradesh y Tamil Nadu han autorizado a empresas privadas aadquirir más de trescientos acres de tierra para establecer factorías decamarones para la exportación. Un porcentaje considerable de la pro-ducción agrícola de esas tierras abastecerá la floreciente rama de elabo-ración de alimentos, en la que participan muchas multinacionales(Shiva, 2000). Ahora bien, aunque la exportación de productos comoflores, frutas y camarones aportará sin duda divisas, se destruirán milesde puestos de trabajo y muchos pequeños campesinos se verán obliga-dos a vender sus tierras y a convertirse en jornaleros eventuales, con loque perderán la independencia y su rango social. Se ha calculado que lacría industrial de camarones destruye en la India quince puestos de tra-bajo por cada uno que crea

(ibíd.)

.En otros países — por ejemplo, en Tailandia — el descenso de los

ingresos agrícolas ha obligado a los pequeños campesinos a convertirseen trabajadores bajo contrato de multinacionales que producen maízsin madurar y otros cultivos para la exportación. Al principio, las em-presas aportan simientes y abonos y compran el producto a precios ga-rantizados y los campesinos pueden sobrevivir con dos cosechas al año,pero, con el paso del tiempo, los rendimientos empiezan a disminuir yse hace necesario cultivar hasta seis cosechas al año, con el consiguientedesmedro del suelo. Cuando los campesinos ya no pueden arrostrar elaumento de sus gastos en semillas y abonos, las multinacionales se tras-ladan a otro país en el que alientan a más campesinos a ponerse a pro-ducir para los mercados de exportación con idénticas consecuencias ne-fastas

(ibíd.

y

Thai Development Newsletter

, 1998).De modo semejante, varios gobiernos de África han impulsado las

inversiones extranjeras en el tratamiento de pescado para la exporta-ción. Por ejemplo, la liberalización de las políticas comercial y de inver-siones en los tres países bañados por el lago Victoria ha dado lugar alestablecimiento de unas cincuenta factorías de elaboración de pescadomodernas y con gran densidad de capital, que exportan su produccióna Europa y el Japón. Debido a ello, miles de mujeres han perdido supuesto de trabajo de ahumadoras y saladoras de pescado para el mer-cado nacional y, además, apenas queda pescado, cuando lo hay, para elconsumo local, lo cual tiene consecuencias desastrosas de malnutricióninfantil (Jansen, Abila y Owino, 1999). Algo muy parecido sucede en elSenegal, donde las flotillas de pesca y las factorías de elaboración depescado europeas han convertido a las trabajadoras autónomas del sec-tor de la pesca en jornaleras asalariadas que, a menudo, tienen queaguardar hasta dos o tres días a la puerta de la factoría hasta que se lascontrata.

En todos los casos expuestos, los trabajadores y productores in-formales — aunque aún les queden algunos medios de subsistencia —quedan excluidos ahora de los tipos de trabajo que prefieren a conse-cuencia del avance de la mundialización.

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Revista Internacional del Trabajo

Síntesis y consecuencias políticas

Esta parte — la última — se divide en dos epígrafes. En el pri-mero extraeremos algunas conclusiones generales de lo dicho acercade la articulación entre la mundialización, la exclusión social y el tra-bajo en el mundo en desarrollo; en el segundo estudiaremos qué sepuede hacer mediante las políticas locales, nacionales e internaciona-les para promover la integración social a medida que avanza la mun-dialización económica, considerando, entre otras cosas, las diferenciassociosexuales existentes. Además, daremos algunos ejemplos de loque se está haciendo para promover la integración social en condicio-nes más favorables.

Conclusiones generales acerca de la exclusión socialen el ámbito laboral

Hasta el decenio de 1970, la mayoría de los países de Europa yNorteamérica disfrutaron de una era de pleno (o casi pleno) empleoy de un vigoroso Estado de bienestar, pero en los últimos años muchoshan evolucionado hacia una mayor flexibilidad del mercado laboral y elresquebrajamiento del Estado de bienestar. El aumento del desempleoy la proliferación del empleo precario — vistos como dos dimensio-nes de la exclusión social — se achacan en parte a la liberalización delcomercio.

Sin embargo, en la mayoría de los países en desarrollo nunca hahabido pleno empleo ni un Estado de bienestar. Hasta ahora, la exclu-sión social en ellos consistía fundamentalmente en trabajar de modoconstante en la economía informal, ya sea por cuenta propia o por cuen-ta ajena. Durante los últimos decenios ha aumentado la proporción detrabajos precarios, lo cual se puede atribuir indistintamente a la libera-lización del comercio, a otras reformas económicas y a las estrategias delas empresas de la economía regular.

Como el concepto de desempleo no encaja en esta realidad, hemoscentrado nuestro artículo tanto en las condiciones de integración de lostrabajadores en el mercado laboral como en los tipos de exclusión delos mismos. Además, también se piensa generalmente que la mundializa-ción crea empleos en los países en desarrollo. Por todo ello, los interro-gantes que es menester formular son en realidad: «¿qué tipo de trabajosaparecen? y ¿en qué condiciones?». De ahí el que el debate en torno a laexclusión y la integración sociales en el mundo en desarrollo difiera algodel debate en los países desarrollados: atiende más a las condiciones decontratación y de trabajo que al desempleo, a las formas precarias de tra-bajo por cuenta propia que al empleo remunerado y al mercado de losfactores de producción que meramente al mercado laboral.

Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización

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La jerarquía de los procesos de exclusión

Como muestran los ejemplos que hemos citado en la parte ante-rior, no se puede entender el asunto de la exclusión y la integración so-ciales como una

dicotomía

absoluta porque hay muchos procesos de ex-clusión y de integración que, a menudo, actúan de manera simultánea.Estos procesos variados tampoco discurren sencillamente a lo largo deuna línea continua, en un extremo de la cual estaría la plena exclusióny en el otro la plena integración; antes bien, acaso la mejor manera deconceptuar los distintos procesos de exclusión o integración socialesconsista en verlos como una

jerarquía

que funciona como un todo y queafecta de modos distintos a cada uno de los trabajadores y productores.Esta jerarquía de la exclusión social está estructurada por institucionesy agentes dominantes, nacionales y supranacionales, que rigen de dis-tinto modo el entorno político y normativo general, el sistema econó-mico concreto (zona franca industrial, cadena de valor, subsector, etc.)en el que actúa la mano de obra y las estructuras sociales subyacentesque determinan quién posee qué y qué hace cada cual.

Para comprender cómo actúa la jerarquía de la exclusión y la inte-gración sociales en el mundo del trabajo debemos dar respuesta a trespreguntas: ¿exclusión de qué o integración en qué?, ¿cómo? y ¿causadapor quién? En el recuadro exponemos las respuestas a nuestro juicioidóneas.

Los agentes dominantes enumerados en la columna de la derechadel recuadro determinan quién queda excluido de los recursos econó-micos (columna de la izquierda) o integrado en ellos por la influencia queejercen en las instituciones y normas sociales predominantes, en las tran-

Recuadro. Tres preguntas acerca de la exclusión social en los paísesen desarrollo

¿Exclusión de qué? ¿Cómo? ¿Por quién?

Tierra

Vivienda

Otros activos productivos

Crédito/ahorro

Empleo estable/trabajoproductivo

Ingresos

Derechos de los trabaja-dores y prestacioneslaborales

Transaccionesen el mercado

Políticas y leyes

Normas sociales

Las «reglas del juego»

Agentes dominantes:

Estado

Sector privado

Sociedad civil

Comunidad

Familia

Instituciones dominantes

174

Revista Internacional del Trabajo

sacciones en los mercados y en las políticas y leyes (columna central).Dicho de otro modo, las estructuras, instituciones y normas de la colum-na del centro están determinadas socialmente por los agentes dominan-tes de la columna de la derecha. El dominio que ejercen y las normas o re-glas que dictan pueden ser expresos y formales o tácitos e informales ouna mezcla de ambos.

Desde la perspectiva de las relaciones sociosexuales, este plantea-miento conlleva la idea de que los agentes dominantes en la comunidady la familia determinan las normas sociales que rigen las funciones dehombres y mujeres y las relaciones entre ellos. Estas normas socio-sexuales no sólo condicionan la asignación de los recursos económicosen el seno de la familia, sino que sustentan la fragmentación de los mer-cados y los sesgos de los planes políticos y de las leyes. En resumen, deesta línea de análisis se desprende que:

Los procesos de exclusión o integración con respecto a los bienesdeseados operan por conducto de los mercados y las políticas yleyes que, a su vez, están regidos por agentes poderosos y por ins-tituciones que permean toda la sociedad.

Los mercados y las políticas y leyes están arraigados en la socie-dad, es decir, han sido concebidos o están regidos por agentespoderosos que actúan en las diversas instituciones de tipo formal einformal y de ámbito local, nacional e internacional.

La exclusión y la integración no tienen únicamente por causa laintervención de los agentes y las instituciones del Estado, sino tam-bién la de otras instituciones y otros agentes (sector privado, socie-dad civil, familia y comunidad).

● La causa de la exclusión y de la integración radica en la interven-ción de los agentes e instituciones del Estado, los mercados, lasociedad civil, la familia y la comunidad no sólo en los planos localy nacional, sino en el internacional.

● Los procesos de exclusión e integración no sólo se desenvuelvenen los mercados laborales o a propósito de la seguridad social, taly como se concibió originalmente en Europa, sino en otros merca-dos de los factores de producción y en el ámbito de otras políticas,leyes y normas de carácter social, económico y político.

Los procesos de exclusión e integraciónsegún el sistema productivo

Para comprender cómo actúan los procesos de exclusión dentro decada sistema de producción, debemos responder a una serie de pregun-tas más concretas:

La estructura de insumos-producto y las relaciones económicas co-rrespondientes: ¿quién hace qué para quién?, ¿con qué tipo de contrato?

Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización 175

Emplazamiento/s geográfico/s y organización espacial: ¿dónde es-tán ubicadas la producción y la distribución?, ¿cómo están estructura-das u organizadas?

Estructura de gobierno y relaciones de poder del sistema: ¿quiéndomina las cadenas o zonas francas industriales concretas?

Influencias reguladoras: ¿cómo se regulan estos sistemas?, ¿quiénlos regula?, ¿en los planos local, nacional e internacional?

En este artículo hemos analizado tres esferas de exclusión e inte-gración sociales relacionadas con el trabajo que guardan relación con lamundialización económica. La primera comprende los casos en que elcrecimiento y el desarrollo impulsados por las exportaciones han fo-mentado la integración de los trabajadores en la economía mundial,pero en condiciones cuestionables o indeseables y con pocas posibilida-des de que ésta perdure. En cuanto a las estructuras de insumos-pro-ducto, las mayoría de los sistemas de producción mundiales — tanto lascadenas de valor como las zonas francas industriales — tienen un nú-cleo de trabajadores (contratados directamente) junto con trabajadoresperiféricos (contratados indirectamente a través de subcontratas). Enmuchas cadenas mundiales de valor las funciones esenciales están con-centradas en uno o más lugares básicos y las periféricas se subcontratanen múltiples lugares periféricos, lo cual refuerza todavía más la diferen-cia entre los trabajadores primordiales y los periféricos o secundarios.En muchas zonas francas industriales, incluso los primeros tienen con-tratos precarios y pocas prestaciones no salariales.

Por lo que se refiere al emplazamiento geográfico y la organizaciónespacial, la mayoría de las zonas francas industriales se han instalado tra-dicionalmente en enclaves destinados a esta finalidad. En los últimostiempos, algunos países han ampliado sus límites geográficos, incluyendociudades enteras (por ejemplo, China) o incluso todo el territorio nacio-nal (Mauricio y Sri Lanka). Sea como fuere, normalmente las zonas fran-cas industriales están en un solo país, mientras que los centros de produc-ción de las cadenas mundiales de valor suelen estar desperdigados porvarios países. Esta distinción territorial obedece a la diferencia que existeentre los agentes dominantes: las zonas francas industriales son una crea-ción de los gobiernos y las cadenas de valor están impulsadas por las em-presas (multinacionales). En ambos casos, una empresa dominante pue-de decidir trasladar la producción a otro país o reorganizarla atendiendoa las ventajas comparativas de los distintos lugares, las variaciones de lademanda u otras consideraciones económicas.

En cuanto al gobierno interno y la regulación externa, las zonasfrancas industriales y las cadenas mundiales de valor son muy distintas,por la razón ya mencionada: los agentes dominantes y sus respectivosintereses son diferentes. En la mayoría de las cadenas, la mano deobra productiva está alejada del centro de dirección y de poder, siendo

176 Revista Internacional del Trabajo

normalmente mayor la distancia en las cadenas orientadas al consumidorque en aquellas cuyo motor son los productores. Mas, como ya hemos di-cho, la distinción entre zonas francas industriales y cadenas mundiales devalor no es tajante en la vida real, porque la mayoría de las empresasde las zonas francas pertenecen a una o más cadenas y porque muchas deéstas tienen empresas que actúan a partir de las zonas francas; ahora bien,salvo las creadas para abastecer a una sola empresa extranjera, las zonasfrancas tienen una estructura de gobierno y de incentivos diferente de lade las cadenas.

La segunda esfera de exclusión e integración comprende los casosen que los obstáculos al ingreso han impedido a los trabajadores porcuenta propia aprovechar las nuevas oportunidades económicas resultan-tes de la liberalización del comercio y las inversiones. Ocurre cuando losempresarios autónomos no pueden entrar en, ni competir con, los proce-sos de insumos-producto orientados a la exportación que hemos descrito.Éstos se encuentran en posición todavía más desfavorable cuando las em-presas principales de determinados sectores exportadores trasladan o re-organizan la producción. Aunque consigan poner un pie en tanto queabastecedores o contratistas en una cadena de exportación, es muy pro-bable que queden excluidos de los procesos de gobierno interno de ella.También es corriente que la regulación externa de la cadena dependa delos inversores extranjeros que actúan dentro de ella, y no de los producto-res nacionales que trabajan a su servicio, lo cual priva a las empresas na-cionales (sobre todo, a las muy pequeñas) de los incentivos y exencionesofrecidos a las empresas extranjeras.

La tercera esfera está constituida por los casos en que la liberali-zación del comercio y de las inversiones — especialmente en el marcode las «reglas del juego» establecidas por las empresas multinaciona-les y las instituciones financieras internacionales — ha desembocadoen la desaparición de empresas nacionales o empleos remunerados.En estas circunstancias, los cambios que ocurren en determinadossubsectores de la economía nacional, impulsados por el aumento delas importaciones y de las inversiones extranjeras, están causando lapérdida de empleos remunerados (debido a las nuevas necesidades decualificaciones profesionales y de tecnología) y de trabajos por cuentapropia (debido a las innovaciones tecnológicas, la competencia por lasmaterias primas y la competencia en los mercados de productos). Ellova unido a desplazamientos de los lugares de producción (por ejem-plo, al entrar empresas extranjeras en los mercados locales de mate-rias primas y mano de obra) y de distribución (los productos extran-jeros inundan los mercados locales). A menudo, acompaña a estasvariaciones una ruptura de las formas tradicionales de gobierno in-terno, informales y formales, cuando las empresas extranjeras empie-zan a competir en los sectores nacionales. Las nuevas formas de go-bierno interno y regulación externa que aparecen están muchas veces

Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización 177

escoradas hacia las empresas extranjeras o, al menos, las grandes em-presas. Por ejemplo, el costo de la adhesión a la nueva junta que rigeel sector de la construcción de la India una vez liberalizado es tan altoque pocas empresas nacionales, salvo las de gran dimensión, puedenpermitírselo (Jhabvala y Kanbur, 2002).

Propuesta de estrategia política generalComo se desprende del análisis anterior, difícilmente podríamos

calificar de fruto «natural» de las fuerzas del mercado a los resultadossociales de la integración económica mundial. Se trata más bien de re-sultados «políticos» determinados por las decisiones — en cuanto a po-líticas, tecnologías y transacciones comerciales — de los agentes y lasinstituciones dominantes, lo cual da motivo para ser optimistas, ya quees ciertamente posible cambiar las políticas, siempre y cuando se com-prenda de manera cabal el funcionamiento de las instituciones y losprocesos dominantes. Además, la comprensión de cómo se gestan la ex-clusión y la integración sociales en las distintas circunstancias deberíaposibilitar el promover una integración mayor o en mejores condicio-nes. A partir de estos supuestos, proponemos las siguientes recomenda-ciones de estrategia política para afrontar cada uno de los tres ámbitosde exclusión e integración sociales más arriba pormenorizados.

Objetivos políticosÁmbito 1. Los objetivos políticos primordiales con respecto a los

trabajadores asalariados de los sistemas de producción mundiales debenser ampliar la cobertura de las normas del trabajo y las medidas de protec-ción social a todos los trabajadores, de la economía regular y de la infor-mal. Se debería hacer promoviendo en cada caso un conjunto de conve-nios colectivos, leyes laborales nacionales y normas internacionales,comprendidos los convenios de la OIT y los códigos de conducta de adop-ción voluntaria. La finalidad de esta promoción de las normas internacio-nales del trabajo, y de las normativas reguladoras afines, debe ser mejo-rar y reforzar la legislación laboral nacional, pero no ocupar su lugar. Ypara conseguir que se lleven a la práctica las normas internacionales y lasleyes nacionales, también habrá que promover disposiciones en materiade negociación, que amparen por igual a todos los trabajadores de la eco-nomía regular y de la informal.

Ámbito 2. En cuanto a los empresarios autónomos y trabajadorespor cuenta propia que tratan de competir en los mercados mundiales,el objetivo político principal debe ser ofrecerles servicios financieros,servicios de desarrollo empresarial y conjuntos de incentivos para fo-mentar el acceso a los mercados y sistemas de producción mundiales yla competitividad dentro de ellos. Lo mejor sería que estos servicios seprestaran mediante alguna forma de colaboración entre el sector priva-

178 Revista Internacional del Trabajo

do, las organizaciones no gubernamentales y el Estado, y que éste se en-cargara de la supervisión y aportara subvenciones y otros estímulos.

Ámbito 3. En cuanto a los empresarios y trabajadores autónomosque tratan de competir con empresas extranjeras para adquirir materiasprimas, los principales medios de actuación serían unas políticas comer-cial y de precios favorables a ellos que tuviesen en cuenta las funcionesy necesidades de las microempresas y de las actividades por cuenta pro-pia. Con respecto a los trabajadores asalariados que tratan de competiren los mercados laborales nacionales, los objetivos principales deberíanser actualizar las cualificaciones profesionales y establecer servicios decolocación, que también habrían de prestarse mediante la debida cola-boración, según proceda, del sector privado, las organizaciones no gu-bernamentales y el Estado, con la supervisión y el apoyo de éste.

Además de perseguir estos objetivos políticos propios de cada ám-bito, el fomento de la integración social en el mundo del trabajo exigeefectuar reformas en dos esferas muy amplias. La primera consiste enla corrección de cuatro tipos de sesgos existentes en el entorno político,regulador e institucional.

Corregir los sesgos del sistema

Sesgos contra los trabajadores (que favorecen al capital)

En el marco de la mundialización, los más llamativos de estos ses-gos son los que permiten a las empresas trasladar rápida y fácilmentesus actividades de producción a otros países sin la menor obligaciónpara con los trabajadores y sin parar mientes en si éstos pierden el tra-bajo a causa de ello. Aunque todavía no están generalizadas, se hanpropuesto varias medidas para aumentar la responsabilidad de las em-presas en tales casos; consisten en disposiciones jurídicas o de otra ín-dole para inducir a las empresas a dar avisos e indemnizaciones de des-pido y en alentar a los Estados a gravar con un impuesto a las empresasque retiran sus inversiones a fin de sufragar las correspondientes in-demnizaciones por despido.

Sesgos contra el trabajo informal (que favorecen a los trabajadoresde la economía regular)

Estos sesgos se hallan incrustados, consciente o inconscientemen-te, en la legislación laboral, las estadísticas sobre la población activa yel movimiento sindical internacional. Las conclusiones de las discusio-nes generales celebradas por la Conferencia Internacional del Trabajo(CIT) en 2002 y 2003 formulan unas directrices, y un mandato, parasubsanar algunas distorsiones desfavorables a los trabajadores de laeconomía informal. En concreto, la definición de la economía informalfundada en el empleo (y el consiguiente marco estadístico) suscrita enlas conclusiones del año 2002 deberá ser adoptada oficialmente por la

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Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET). Ade-más, las conclusiones de la CIT del año 2003 acerca del alcance de la re-lación de trabajo propugnan que se adopten medidas jurídicas naciona-les e internacionales destinadas, en primer lugar, a impedir que lasempresas disimulen la relación de trabajo y, en segundo lugar, a aclarary ampliar el ámbito de aplicación del derecho laboral.

Sesgos contra las microempresas y los trabajadores por cuenta propia(que favorecen a las empresas más grandes)

En lo fundamental, estos sesgos se producen en las políticas de fo-mento del comercio y desarrollo de empresas. Así, por ejemplo, en un es-tudio reciente encargado por el concejo de Durban (Sudáfrica), se recal-ca que los conjuntos de medidas de estímulo, fomento del comercio yservicios de promoción que la ciudad ofrece a los empresarios son másventajosos para las grandes empresas (Budlender, 2000). Un método di-ferente, que el concejo de Durban está tratando de promover en la actua-lidad, consiste en destinar explícita y sistemáticamente todas estas medi-das y servicios a las microempresas, especialmente a las dirigidas pormujeres o por personas de comunidades étnicas minoritarias (o por per-sonas que reúnan ambas condiciones). Otra manera de reducir los sesgosde este tipo es ayudar a organizaciones comerciales alternativas, en parti-cular a las que, como Comercio Justo de Oxfam, se esfuerzan en que susproveedores sigan unos principios comerciales éticos (Wilshaw, 2002).De modo similar, deben apoyarse los proyectos experimentales que tie-nen por objeto abrir los cauces comerciales normales a agrupaciones deproductoras de la economía informal, como los que promueve la SEWAen colaboración con otras entidades como el Gobierno de la India, elBanco Mundial y la red mundial de mujeres WIEGO (Women in Infor-mal Employment: Globalizing and Organizing).

Sesgos contra las mujeres (que favorecen a los hombres)

Estos sesgos, que no sólo se plasman en las relaciones entre muje-res y hombres, sino en las relaciones comerciales y en la fragmentacióndel mercado laboral, agravan todos los demás tipos de sesgos. Por con-siguiente, se debe consultar a las trabajadoras y, lo que sería aún mejor,se las debe invitar a afiliarse a los sindicatos y a participar en las activi-dades de éstos, en las negociaciones colectivas, en las negociaciones entorno a la legislación laboral de sus respectivos países y en la formula-ción de las normas internacionales, comprendidos los convenios, direc-trices y recomendaciones de la OIT, para que en ellos se recojan y abor-den sus aspiraciones.

Se han fundado muchas agrupaciones femeninas, algunas de ellaspor iniciativa de mujeres del movimiento sindical oficial, para promo-ver y defender a las trabajadoras. En muchos casos están formadas portrabajadoras y tratan de conseguir que el derecho laboral o las normas

180 Revista Internacional del Trabajo

del trabajo nacionales e internacionales atiendan los intereses y aspira-ciones propios de las mujeres. Por ejemplo, la SEWA estuvo represen-tada recientemente en la Comisión Nacional de Trabajo que instituyóla India para redactar un proyecto de ley de carácter general sobre lamano de obra de la economía informal. De modo similar, el Movimien-to de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas María Elena Cuadra(MEC), una asociación autónoma de mujeres nicaragüense, elaboró unCódigo Ético nacional que ratificó por decreto el Ministerio de Trabajoy que firmaron posteriormente los empleadores de la Zona de LibreComercio de Managua (Prieto, Hadjipateras y Turner, 2002). El MECha intervenido además activamente en la Red Centroamericana de Mu-jeres en Solidaridad con las Trabajadoras de la Maquila, que lucha porconseguir que no se margine a las mujeres cuando se elaboren o deba-tan códigos de conducta (ibíd.).

Hay que dar más voz y voto a los trabajadoresde ingresos bajos

La segunda intervención necesaria es la reforma de las institucio-nes que coordinan o rigen las transacciones comerciales y la integraciónmundial aumentando la voz y el voto de los trabajadores y productoresde ingresos bajos en estas instituciones. No nos referimos únicamente alas instituciones del mercado, regulares o informales, que rigen y regu-lan las cadenas mundiales de valor, las zonas francas industriales y lossubsectores económicos nacionales; hablamos también de los organis-mos intergubernamentales que elaboran las normas del trabajo y laspolíticas comerciales internacionales (fundamentalmente, la OIT y laOrganización Mundial del Comercio (OMC)). Al respecto, sería perti-nente que participasen otras entidades — empresas, asociaciones em-presariales y alianzas de múltiples interesados directos — que elaborancódigos de conducta de aplicación voluntaria. Salvo algunas excepcio-nes notables como las que hemos mencionado, los llamados «intereses»de los trabajadores de la economía informal han estado «representa-dos» hasta la fecha en esas instituciones por los gobiernos, los sindicatosoficiales o algunas organizaciones no gubernamentales, no por los re-presentantes de agrupaciones de trabajadores y productores de la eco-nomía informal. En los debates acerca de los códigos de conducta, porejemplo, cada vez se reconoce más que en la formulación, la puesta enpráctica y la supervisión del cumplimiento de esos códigos no se hatenido suficientemente en cuenta la perspectiva de los trabajadoresdel Sur del planeta, sobre todo la de las trabajadoras (Jenkins, Pearsony Seyfang, 2002).

Haremos constar, por último, que para que las instituciones encar-gadas de formular las políticas y las normas se responsabilicen y rindancuentas es necesario promover y fortalecer las organizaciones de trabaja-dores y productores de la economía informal. A menos que éstos se orga-

Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización 181

nicen eficazmente y obtengan voz y voto en las instituciones principalesde la sociedad, la integración económica mundial les seguirá dejando almargen o les impondrá unas condiciones lesivas para sus intereses.

Hasta hace poco se ha dado por supuesto que, por definición, lostrabajadores de la economía informal no estaban organizados. Puesbien, se ha constatado recientemente que esta parte de la población ac-tiva ha estado y está siendo organizada por los sindicatos oficiales y porasociaciones sindicales alternativas y ONG que actúan en defensa delos trabajadores. Sin embargo, hasta ahora pocas organizaciones inte-gradas realmente por trabajadores de la economía informal han sido re-conocidas por las centrales sindicales nacionales y por el movimientosindical internacional, como ilustra la experiencia de la SEWA en la In-dia. Esta asociación fue fundada por un abogado y organizador de sin-dicatos en 1972, en tanto que sindicato de trabajadoras de la economíainformal, pero le costó dos años ser inscrita como sindicato, más de diezque la reconocieran algunas Federaciones Sindicales Internacionales,más de veinte que se la invitara a incorporarse al Congreso Nacional delTrabajo de la India y treinta ser invitada en calidad de miembro oficialde la delegación de trabajadores indios en la Conferencia Internacio-nal del Trabajo. Al tiempo que trataba de ser reconocida oficialmenteen el seno del movimiento sindical internacional, la SEWA ha inspira-do a otros tres movimientos internacionales: el de mujeres, el de micro-financiación y el de trabajadores y productores de la economía infor-mal, cada día más importante.

Desde comienzos del decenio de 1990, la alianza internacionalHomeNet — por conducto de sus filiales nacionales y regionales, inte-gradas por asociaciones populares y ONG dedicadas a la defensa de losintereses de los trabajadores y de las mujeres — se ha dedicado a forta-lecer las asociaciones de trabajadores de la industria a domicilio y deotras personas que trabajan en su hogar y a promover «su visibilidad ysu voz y voto». A mediados de dicho decenio, HomeNet y las organiza-ciones que la componen desempeñaron un importante papel en la cam-paña gracias a la cual se aprobó en 1996 el Convenio de la OIT sobre eltrabajo a domicilio (núm. 177). Más recientemente, ha colaborado conla Iniciativa a favor de un Comercio Ético puesta en marcha en el ReinoUnido y con la Campaña Vestidos Limpios estudiando si (y de qué ma-nera) se puede ampliar el ámbito de aplicación y el contenido de los có-digos de conducta, empezando por el ramo de las prendas de vestir,para cubrir y amparar a los trabajadores de la industria a domicilio yotras personas que trabajan en su hogar (Brill, 2002). De manera simi-lar, la recientemente creada alianza internacional de vendedorescallejeros StreetNet — constituida por asociaciones de vendedores ca-llejeros y federaciones nacionales de asociaciones de vendedores calle-jeros — se propone reforzar las agrupaciones constituidas por estostrabajadores y ayudarles a negociar con las instituciones que regulan la

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venta callejera (por ejemplo, la policía, los concejos municipales y lasasociaciones de comerciantes) y reforzar su voz y su representación enlos órganos que deciden las políticas que les afectan.

Observaciones finalesEn resumen, no existe una panacea, ni tampoco unos cuantos re-

medios seguros, para hacer frente acertadamente a la compleja combi-nación de factores ligados a la integración mundial que niegan a las per-sonas toda posibilidad de trabajo o sólo se la dan en condiciones nadafavorables. Con respecto a los trabajadores y productores autónomos,hace falta una serie de medidas de promoción que acrezcan su compe-titividad en la economía mundial, desde políticas comerciales a servi-cios de fomento empresarial. En el caso de los trabajadores asalariados,habrá que combinar varias medidas de protección que reduzcan sus des-ventajas y su indefensión en el mercado de trabajo mundial: leyes y nor-mas laborales, convenios colectivos y políticas de formación profesio-nal. Además de estas medidas concretas, se impone efectuar reformasen dos ámbitos generales: reformas (políticas y normativas) que corrijanel escoramiento que tiene todo el orden socioeconómico en contra delos trabajadores, sobre todo los de la economía informal y las mujerestrabajadoras; y reformas institucionales que fortalezcan a las organiza-ciones de trabajadores y productores de la economía informal y pro-muevan su representación en los órganos encargados de trazar las polí-ticas y fijar las normas que les afectan. A este respecto, es evidente quelos organismos internacionales, y el sistema de gobernación mundial engeneral, han de establecer los marcos y normas internacionales necesa-rios para que dichas medidas y reformas se implanten en los planos na-cional y local. Es absolutamente fundamental que los organismos inter-nacionales y las redes o alianzas mundiales se pongan al frente de lapromoción de la democracia económica mundial fomentando la repre-sentación en sus deliberaciones de las asociaciones de trabajadores dela economía informal, sobre todo las constituidas por mujeres.

La exclusión social y la pobrezaLa perspectiva adoptada en este artículo muestra que la exclusión

y la integración sociales son conceptos analíticos que se refieren a me-canismos o procesos causales, no a resultados ni a condiciones. Dichode otro modo, la exclusión y la integración desfavorable son una causade los ingresos bajos y de otras manifestaciones de la pobreza, no indi-cadores ni características paralelas de la privación o de la desventaja enla sociedad. De hecho, nos basamos en la premisa de que la exclusión— y, con más razón aún, la integración en condiciones desfavorables —de diferentes esferas del trabajo y el empleo es un factor decisivo de la

Mujeres y hombres ante la exclusión social y la mundialización 183

pobreza y la desigualdad. Al mismo tiempo, reconocemos que hay pro-cesos de retroacción por los cuales las situaciones consiguientes de po-breza y desigualdad pueden reforzar los mecanismos de exclusión e in-clusión. Confiemos en que los ejemplos y el análisis que acabamos deexponer estimulen e informen nuevas investigaciones acerca de losnexos existentes entre la mundialización, la pobreza, la exclusión socialy el trabajo.

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