monos “mensajeros del viento”

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Ana Paula Ojeda y Juan Palomino Monos, “Mensajeros del viento”

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Autor: Ana Paula Ojeda Ilustrador: Juan Palomino En este libro se narra el origen de los monos y su relación con el mundo de los humanos y de los dioses. El texto se apoya en los trabajos de reconocidos antropólogos e historiadores, con el fin de no simplificar la cosmovisión y las costumbres de diversas culturas indígenas de México en una narración superficial.

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Page 1: Monos “Mensajeros del viento”

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Page 2: Monos “Mensajeros del viento”
Page 3: Monos “Mensajeros del viento”
Page 4: Monos “Mensajeros del viento”

Ana Paula Ojeda y Juan PalominoMonos, “Mensajeros del viento”

Page 5: Monos “Mensajeros del viento”

Cuando aún no había días ni horas que contar,

cuando las cosas aún no tenían nombre, todas las semillas,

todos los frutos, todo lo que después sería alimento

se resguardaba dentro de una gran montaña custodiada por un enorme reptil;

algunos dicen que el reptil era la montaña misma.

Page 6: Monos “Mensajeros del viento”
Page 7: Monos “Mensajeros del viento”

Con los frutos y las semillas estaban guardadas las flores,

las plantas y las aves. Todo lo que daría vida al mundo.

Adentro estaba también el gran árbol del cacao, que sostenía el cielo.

Page 8: Monos “Mensajeros del viento”
Page 9: Monos “Mensajeros del viento”

Ya estaban listos para poblar la Tierra,

para construir sus casas y sus templos,

para tener a sus hijos, pero era imposible

vivir en un lugar así: peligroso, ajeno

e incontrolable.

Necesitaban someter al jaguar para hacer

este nuevo mundo habitable. De otro

modo, entre las tinieblas, el jaguar seguiría

devorándolos, rompiendo sus huesos,

tragando sus entrañas, comiendo sus

corazones.

Después de mucho tiempo de inmovilidad y de espera, un gran dios

tomó los alimentos, los frutos y las semillas, para dejarlos caer en el mundo,

rompiendo por primera vez el silencio de la creación.

Algunos dicen que así fue como el gran dios trajo el cacao al mundo,

con el resto de las semillas, pero hay quienes cuentan otra historia.