módulo: mujeres, migraciones y diversidad cultural

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Paloma Fernández-Rasines Fundación Isonomía-Universitat Jaume I Postgrado: Políticas locales, género y desarrollo Profesora: Paloma Fernández Rasines Curso 2008/09 Módulo o tema docente: Mujeres, migraciones y diversidad cultural INTRODUCCIÓN: La inmigración reciente en nuestro entorno está produciendo nuevos modos de gestionar la diversidad cultural. Las interpretaciones de estos procesos migratorios en origen y destino forman parte de una dinámica que surge de importantes cambios sociales. Estos cambios transnacionales tienen lugar en el ámbito laboral, familiar, doméstico, comunitario; y suponen en ocasiones el cuestionamiento de las pautas culturales relativas a la visión del mundo, las tradiciones, los hábitos y las relaciones de género en todas sus dimensiones. TABLA DE CONTENIDOS: Continuidad y cambio cultural: la construcción de la alteridad y de las identidades...........................2 Actividad 1:............................................4 Integración social: por la igualdad en la diversidad. Androcentrismo e islamofobia en la gestión de las políticas migratorias..............................................5 Sociedades plurales, pluralismo cultural, multiculturalismos, interculturalidad. Modelos para la gestión de las políticas migratorias.....................8 Actividad 2:...........................................10 Las mujeres como sujeto político en las trayectorias migratorias.............................................11 Actividad 3:...........................................14 REFERENCIAS CITADAS:....................................16 CONCEPTOS/ GLOSARIO:....................................17 RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS:.................................18 ANEXO 1: Formato de presentación de actividad...........20 ANEXO 2: Solicitud colabora informante..................22

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Page 1: Módulo: Mujeres, migraciones y diversidad cultural

Paloma Fernández-Rasines

Fundación Isonomía-Universitat Jaume I

Postgrado: Políticas locales, género y desarrollo

Profesora: Paloma Fernández Rasines

Curso 2008/09

Módulo o tema docente: Mujeres, migraciones y diversidad cultural

INTRODUCCIÓN:

La inmigración reciente en nuestro entorno está produciendo nuevos modos de gestionar la diversidad cultural. Las interpretaciones de estos procesos migratorios en origen y destino forman parte de una dinámica que surge de importantes cambios sociales. Estos cambios transnacionales tienen lugar en el ámbito laboral, familiar, doméstico, comunitario; y suponen en ocasiones el cuestionamiento de las pautas culturales relativas a la visión del mundo, las tradiciones, los hábitos y las relaciones de género en todas sus dimensiones.

TABLA DE CONTENIDOS:

Continuidad y cambio cultural: la construcción de la alteridad y de las identidades.............................................................................................2

Actividad 1:.......................................................................................4Integración social: por la igualdad en la diversidad. Androcentrismo e islamofobia en la gestión de las políticas migratorias....................................5Sociedades plurales, pluralismo cultural, multiculturalismos, interculturalidad. Modelos para la gestión de las políticas migratorias......................................8

Actividad 2:.....................................................................................10Las mujeres como sujeto político en las trayectorias migratorias..................11

Actividad 3:.....................................................................................14REFERENCIAS CITADAS:.....................................................................16CONCEPTOS/ GLOSARIO:....................................................................17RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS:................................................................18ANEXO 1: Formato de presentación de actividad.......................................20ANEXO 2: Solicitud colabora informante...................................................22

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Continuidad y cambio cultural: la construcción de la alteridad y de las identidades

Lo que habitualmente llamamos inmigración en el marco del Estado español, responde a un fenómeno, relativamente reciente en el tiempo, de entrada de personas que proceden de lo que hemos dado en llamar países empobrecidos. Reciente en el tiempo, porque empieza a ser significativo sólo a partir de 1998. Sin embargo, es bueno considerar que hasta los años 80 teníamos más personas españolas residentes en el extranjero que personas extranjeras en nuestro país. En términos de transferencias monetarias es interesante saber que hasta este mismo año 2006, las personas españolas en el exterior enviaban más dinero a España que lo que envían las personas inmigrantes en nuestro país a sus lugares de origen. Según el Banco Mundial, España sigue obteniendo importantes ingresos económicos de sus emigrantes en el extranjero (Castelló, 2006). La actual situación de crisis ha hecho disminuir las remesas de los inmigrantes a sus países de origen aunque levemente en torno a un 7%.

Para datos cuantitativos más concretos de nuestro contexto pueden consultarse los anuarios del Instituto Nacional de Estadística. A modo de pincelada introductoria diremos que algunos datos están desagregados por sexo y, aunque se trata de una foto fija, podemos decir que de los tres colectivos mayoritarios, dos son claramente feminizados. Ecuador y Colombia, por este orden, tienen más mujeres que hombres. Si tenemos en cuenta, además, que estamos hablando mayoritariamente de su población activa, su tasa de actividad femenina es mucho más alta que la nuestra. De Marruecos, segundo colectivo en número de residentes, solemos decir que tiene un perfil masculinizado. Sin embargo, un análisis más atinado nos llevaría a decir que sigue un patrón de actividad económica por género bastante parecido al nuestro, donde la práctica totalidad de los hombres en edad reproductiva son activos, mientras que apenas la mitad de las mujeres en la misma franja de edad lo son1.

Es preciso recordar que extranjería no es sinónimo de inmigración y viceversa. Hemos construido “al inmigrante” como problemático2. Británicos y alemanes que residen en nuestro país o visitan nuestras costas no llevan ese etiquetaje aunque eventualmente pudieran merecerlo. “El inmigrante” es, de acuerdo con Manuel Delgado (2002) un personaje imaginario, un producto de nuestro imaginario simbólico. Producto que resulta ser el chivo expiatorio de buena parte de nuestros problemas. Ser inmigrante es una producción social. No basta con ser extranjero, sino también intruso, pobre, etnificado, excesivo y bárbaro. Sin embargo, es interesante reflexionar por qué Europa plantea la presencia de inmigrantes como un problema o una amenaza, cuando lo que supone la inmigración en realidad es una solución que asegura la supervivencia misma de nuestras sociedades urbanas (Delgado, 2002).

Existe la tendencia a imaginar también que antes de la llegada de esta inmigración reciente nuestro entorno cultural era bastante homogéneo. Es decir, nos parece que la diversidad es un fenómeno nuevo. Sin embargo, tal homogeneidad es un espejismo. Siempre ha habido identidades diferenciadas. La identidad y la diferencia son siempre relativas. Relativas a cuál sea el límite, la frontera y la distancia desde el punto de referencia. Podríamos hablar de identidades de muy diversos tipos: nacionales, lingüísticas, étnicas, de género, de clase... Estas identidades cohabitaban en permanente interacción y eventual conflicto antes de la llegada de las pateras. Las identidades se construyen y definen habitualmente por oposición o distancia a lo que construimos como alteridades. Así pues, existe un “nosotros” porque hemos creado también una imagen simbólica de “los otros”.

Por fortuna, las culturas no viven en compartimentos estancos y no son realidades esenciales e inamovibles. Hablamos de procesos culturales porque la evolución humana es obra del

1 Para un análisis crítico desde la perspectiva de género de la estructura económica y las categorías de actividad e inactividad en España recomiendo el texto de Rosario Otegui (1999).2 Utilizo el masculino no como genérico, sino como aparece en este etiquetaje concreto.

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desarrollo de interacciones diversas desde los primeros tiempos. Las migraciones y el mestizaje genético nos acompañan desde el origen de nuestra especie.

La especie humana ocurre entre la estabilidad y el cambio. En antropología social llamamos proceso de enculturación o endoculturación a lo que nos permite ser relativamente estables como grupo. La enculturación nos permite en cierta medida no cambiar. Este proceso explica la transmisión de unas generaciones a otras de la información que nos hace ser quienes somos y no “otros”. Así, enseñamos a nuestras criaturas que el cerdo se come, pero el perro no se come. En China no estarían del todo de acuerdo con esto último. En Pakistán no crían cerdos, al menos, no para comérselos. Enseñamos a nuestros hijos varones que no deben maquillarse y que los hombres no se visten con falda. Los bororo del Níger no entenderían bien esto y en buena parte de África y Oriente Medio, los hombres visten caftán. Aprendemos de nuestras generaciones precedentes los hábitos y lo que se debe o no se debe hacer. A tenor de esto, tendemos a juzgar al mundo tomando como referencia nuestros valores y costumbres heredadas. Esta tendencia al juicio centrado en nuestras costumbres se conoce como etnocentrismo.

Nos aseguramos de cierta estabilidad, pero no por esto nos convertimos en una homogeneidad dentro del “nosotros”. El hecho de que seamos diferentes al interior de una identidad compartida se explica por los diferentes procesos de socialización. Bien es cierto que la socialización supone el adoctrinamiento de los cuerpos y adiestramiento de las mentes por vía de las principales instituciones. Suele decirse que la escuela es la principal institución socializadora. Lo esperable es que tras largos años de institucionalización salgamos moldeables para nuestro determinado sistema social. Sin embargo, también durante este proceso de socialización vamos tomando conciencia de la estructura social, sus elementos y sus diferencias. Entonces nos vamos identificando con unos grupos determinados en relación a las estructuras de poder. La socialización es una fuente de nuevas identidades, siempre dinámicas, porque nos convierte en sujetos agentes dentro de la continua tensión del cambio social.

Las relaciones de poder explican que haya mayorías y minorías en términos culturales. Hablando en términos migratorios, habitualmente la mayoría corresponde con la identidad cultural receptora y las minorías van siendo incorporadas por las diversas identidades nuevas que van llegando desde otros lugares de origen. Como ya hemos visto, ni unas ni otras son homogéneas en su interior. En términos de Delgado (2002), no sería correcto pensar que las personas inmigrantes deben integrarse en nuestra sociedad porque, de hecho, ya la integran.

Los procesos de integración, tanto cultural como social, han de desarrollarse de manera conjunta. Veremos que la integración de la inmigración es un proceso complejo que depende principalmente de las decisiones que tome la sociedad receptora a la hora de gestionar la diversidad. A menudo escuchamos opiniones como “no quieren integrarse”. Es probable que lo que quiera indicar esta opinión es que no quieren adoptar nuestras costumbres. Técnicamente a esto lo llamaríamos aculturación o transculturación, esto es, la adaptación a unas nuevas pautas culturales. Debido a las relaciones de poder, este proceso no suele hacerse de manera negociada, sino que se imponen las normas y costumbres de la mayoría que se considera autóctona. Entonces lo llamamos asimilación y como tal no es una estrategia recomendable si entendemos que la diversidad es patrimonio de lo humano.

En todo caso, efectivamente nos preocupa que “los otros” no compartan nuestros valores básicos. Porque “nosotros” compartimos unos valores que nos son básicos. Tenemos además unas normas y las tenemos porque las cumplimos. Ahora bien, ¿cuáles son nuestros valores básicos? ¿Cuáles son nuestras normas en esta cultura compartida? Si estuviéramos de acuerdo en cuáles son nuestros valores y nuestras normas, ¿cuál es nuestro nivel habitual de cumplimiento y observancia?

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Estas son cuestiones clave que merecen ser debatidas y que pertenecen a lo que llamamos integración simbólica (Laparra/ Martínez de Lizarrondo, 2003). Se trata del imaginario que una sociedad posee sobre sí misma. Proporciona un sentimiento cohesivo identitario que se reproduce en sus individuos a través de sus principales instituciones socializadoras.

Un ejemplo de cómo funciona este mecanismo cohesivo es la afirmación de que con la inmigración estamos viendo una involución en la igualdad entre hombres y mujeres. Así escuchamos que “ellos son más machistas”, o más claramente “no respetan a las mujeres”. Por tanto, a ellas las entendemos como sumisas, indefensas y víctimas sin capacidad de reacción. Tendemos a culturalizar y esencializar los comportamientos y las actitudes: “su cultura es así”. Ello nos permite evitar entrar en el debate de cuáles son las condiciones materiales de la llamada situación de acogida, relativas a su condición legal, laboral y de vivienda fundamentalmente. La culturalización de los fenómenos nos permite también expiar las culpas de unos problemas que ya eran nuestros y no hemos resuelto: por ejemplo, la gran distancia entre el discurso y la práctica en cuanto a la igualdad de género en las llamadas sociedades avanzadas.

Actividad 1:

Trata de responder de manera reflexiva a esta vinculación entre inmigración y violencia de género. Recomiendo utilizar la lectura breve de: Fernández-Rasines (2003 b).

<http://revista.mugak.eu/articulos/show/223>

Extensión máxima de 600 palabras. Esta actividad computará un 20% de la nota en este tema. (Ver formato de presentación de actividad en anexo.)

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Integración social: por la igualdad en la diversidad. Androcentrismo e islamofobia en la gestión de las políticas migratorias.

Hemos visto en el tema anterior que la inmigración está construyéndose en nuestro contexto como una amenaza y como una fuente de alteridad en ocasiones problemática. Ante esto, parece que sentimos amenazada la cohesión social, como si hubiera habido un pretérito magnífico anterior a esta diversidad sobrevenida. Pareciera que nuestra integración simbólica estuviera en peligro.

Sin embargo, a pesar de nuestros miedos y nuestras fobias, propias de todo encuentro cultural, las administraciones han de hacer frente a políticas públicas para la gestión de estos nuevos procesos sociales. Las políticas actuales se pretenden integradoras, es decir, buscan la integración social. Recordemos que esto no es asimilación. La integración social supone el logro de la igualdad en la diversidad.

La integración social es objeto de debate en sí misma. De acuerdo con Laparra y Martínez de Lizarrondo (2003: 29), “¿puede una sociedad basada en el conflicto, en la contradicción de intereses entre distintos grupos sociales desarrollar a su vez dinámicas tendentes a la integración social?”. En este sentido, es preciso considerar que los procesos de integración pueden interpretarse siguiendo tres niveles de abstracción. Estos niveles pueden entenderse como fases que marcan la capacidad de un sistema social para el logro integrador.

Un primer nivel lo constituyen los procesos en la estructura social y económica, factores estructurales relativos a la actividad económica y la división internacional del trabajo. Un segundo nivel se libra en las instituciones políticas e ideológicas, algo que implica asumir procesos de decisión colectiva tanto en instancias estatales como locales y autonómicas. Un tercer nivel sitúa a individuos, familias y colectivos en sus procesos de respuesta como entes afectados pero también como agentes de cambio.

Proponemos aplicar un enfoque de género a la argumentación sobre estos niveles con objeto de tener una comprensión realmente crítica de la integración social. Resulta especialmente interesante para nuestro tema en cuestión si tenemos en cuenta que la mayoría de los matrimonios mixtos en nuestro contexto son los que contraen las mujeres extranjeras con los hombres autóctonos.

Sobre el primer nivel, podemos decir que el trabajo parece ser el elemento que define la inclusión o exclusión del sistema capitalista en que participamos. En este sentido, las mujeres quedan en buena parte excluidas. La relación de las mujeres con el trabajo y los derechos de ciudadanía es compleja y se explica en una historia de exclusión (Mestre, 2005). Esto es así porque las actividades vinculadas con el afecto y el cuidado a personas dependientes y también a personas activas se lleva la mayor parte del tiempo hábil de las mujeres. Sin embargo, ello no se computa como actividad económica sino que paradógicamente a eso lo llamamos “inactividad” (Otegui, 1999). Así tenemos que en nuestro país la mayoría de las personas llamadas inactivas para el sistema tributario son mujeres, siendo así aún a pesar de los cambios producidos desde mediados de los 90 que hicieron subir la tasa femenina de actividad a casi un punto por año. Ello se acompañó de una demanda masiva de servicio doméstico extracomunitario. De ese modo, la mayoría de las mujeres inmigrantes han logrado ser activas paradójicamente a través de la externalización de lo que nuestro aparato contable llama “inactividad” cuando lo realizan nuestras mujeres.

La noción de ciudadanía va asociada a la vida laboral. Las mujeres en tanto que predominan entre la llamada población inactiva están en condición de dependencia de quienes sí trabajan. La práctica totalidad de hombres en edad reproductiva son “activos”, no podemos decir lo mismo de las mujeres. Efectiva y simbólicamente, este sistema contable es androcéntrico y produce el efecto de minorizar a las mujeres como dependientes y sin valor intrínseco.

Esta dinámica del reparto sexual del trabajo en actividad/inactividad arrastra consecuencias exclusógenas más graves en la política migratoria. La tasa de actividad de las mujeres en España aumentó, en los momentos previos y durante el boom migratorio, en 5 puntos porcentuales desde 1993 hasta el primer trimestre de 2001 según datos del MTAS. Según datos del año 2000, los hombres se situaban casi tres puntos por debajo y las mujeres estábamos entonces en un 39%, casi 8 puntos por debajo de la media europea. La lectura

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europea de esto es que en España es preciso repartir el trabajo productivo que ahora se concentra todavía de modo dramático en los pater familias. Italia, España y Grecia eran en el cambio de milenio los países con la tasa de actividad femenina más baja. Esto no es porque las mujeres no hagamos nada sino porque el mercado laboral sigue el esquema de una sociedad bajo un sistema bastante patriarcal3.

Los datos sobre tasa de actividad en la UE-15 para 2007 indican una tasa de actividad femenina en España apenas un punto inferior a la media4. La tasa de actividad masculina resulta superar ahora en tres puntos la media. Ellos están en un 68% y nosotras en un 48%.

Así se explica que el stock de permisos de trabajo para el servicio doméstico se haya incrementado significativamente en los últimos años de la década de los 90 en España. En 1992 era de 25 mil, subiendo en 1995 a 37 mil y llegando en 1998 a 61 mil5. Este incremento se encuentra sostenido en los últimos años y es lo que ha propiciado una mayor incorporación de las mujeres autóctonas a la población económicamente activa y no un reparto equitativo con los hombres autóctonos. Hemos decidido postergar la negociación con nuestros compañeros varones en cuanto a la verdadera diatriba familiar-laboral. Mientras tanto la política migratoria sigue importando el trabajo unas mujeres para sustituir a otras (Fernández-Rasines P. y Martínez Virto, L., 2008)

El segundo nivel de abstracción para comprender los mecanismos de la integración social contempla la correlación de fuerzas en las instituciones. En este sentido, la situación de las mujeres se ve muy condicionada por la situación simbólica de dependencia arriba descrita. Así, determinadas ideologías como el racismo, sexismo, elitismo o meritocracia son fundamentalmente androcéntricas. Sabemos que existen aún muy pocas mujeres en puestos de responsabilidad. Se han dado pasos muy importantes tendentes al cambio en los últimos años en algunas administraciones públicas, sin embargo, el sector privado no lidera esta tendencia. La presencia paritaria por género en los órganos de decisión no garantizaría un cambio en las posiciones ideológicas, sin embargo, la escasa participación de las mujeres es en sí misma un déficit de democracia. Entonces, difícilmente una sociedad puede resultar integradora cuando tiene este grave conflicto autóctono por resolver.

En cuanto al tercer nivel, el relativo a la respuesta de individuos, familias y colectivos, una lectura de género nos obliga a tener en cuenta que una política migratoria que importa mano de obra de mujeres inmigrantes para pasar necesariamente al menos uno o dos años en el servicio doméstico, altamente desregularizado, puede esperar muy poco en términos adaptativos. Es decir, obliga a sus familias a hacer cambios inesperados y en ocasiones violentos. Buena parte de estas mujeres que fueron pioneras en las trayectorias migratorias se han convertido en sustento de sus grupos domésticos que ahora son transnacionales. Ellas han sido importantes correas de transmisión y de arrastre de otros miembros de su grupo familiar y de origen. Algo que en otra situación podría indicar cierta cota de empoderamiento se convierte en un factor vulnerabilizante. Ocurre que ellas han ido haciendo posible la reagrupación de sus familias y el sistema se encarga nuevamente de expulsarlas del mercado de trabajo.

La precarización del servicio doméstico deja de ser una alternativa razonable y tampoco lo es la flexibilización y subalternización que nos reserva la política de empleo a las mujeres. Una vez sus compañeros están aquí y logran un trabajo “pater familias” en construcción o industria, ellas vuelven a pasar al estatus de dependencia. En ocasiones encontramos también este patrón en los casos en los que las mujeres han optado por una unión o matrimonio con un hombre autóctono, ya sea como primera o sucesiva unión. Puede que las mujeres además del afecto encuentren un apoyo más sólido en ese tipo de uniones, no hemos de olvidar que los datos muestran que la mayoría de las uniones mixtas están integradas por mujer extranjera y hombre autóctono. Para el caso de Navarra, en 2001 los matrimonios de españoles con extranjeras duplicaban en número a los de extranjeros con españolas (López de Lera/ Izquierdo, 2005)

El sistema patriarcal se perpetúa. Por otra parte, la ineficaz política de vivienda produce convivencias indeseadas y en ocasiones propicia o incentiva hacinamiento y otros factores

3 Así lo indica también el estudio sobre inmigración y actividad económica sobre Italia y España (King y Zontini, 2000 en Fernandez-Rasines 2003).4 Datos disponibles online en el portal del Ministerio de Igualdad.5 Datos de Colectivo Ioé, 2001 b; en Fernández-Rasines 2003.

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exclusógenos como la propia violencia de género. Tenemos el dato en Navarra de que sólo una exigua minoría de personas inmigrantes han accedido a la vivienda en propiedad, estando la mayoría en régimen de alquiler (Urdániz, 2005)

Es preciso reflexionar sobre que la integración no ha de verse como algo que dependa de la voluntad de personas, familias y colectivos. Ni tampoco ha abordarse de modo culturalista, reduciendo el éxito integrador a la supuesta compatibilidad cultural. Es preciso tener en cuenta de qué modo la normativa migratoria perpetúa un sistema social que no es igualitario en destino.

Nuestro sistema se basa además en un sustrato cultural cristiano y católico. En este sentido, hemos de recordar que personas de Marruecos y Argelia se han ido asentando trabajando en nuestro país desde los años 80. Es sorprendente cómo en apenas una década desde 1998 se han visto desplazados por diferentes colectivos latinoamericanos, y muy significativamente ya lo fue en torno al año 2001 por el ecuatoriano que ya entonces le duplicaba en número. Este desplazamiento sólo se entiende mirando con los ojos del género y de la identidad cultural de raíz religiosa.

La migración norte-africana en España desde los 80 ha sido predominantemente masculina, vinculada al trabajo agrícola, de tradición musulmana y de lengua árabe. España, a pesar de ser constitucionalmente aconfesional, tiene una identidad nacional muy vinculada a una tradición católica robusta desde que los precisamente Reyes Católicos, allá por 1492, al mismo tiempo que sometían a los indios en las américas, expulsaban a musulmanes y judíos de la península ibérica.

La inmigración ecuatoriana no ha encontrado la barrera idiomática y tampoco se aleja tanto de la tradición cultural hispano-católica. Desde sus comienzos, ha sido predominantemente femenina y vinculada al servicio doméstico en áreas urbanas. En el caso de las pioneras, su nivel de instrucción era superior al de la población autóctona que se ocupaba en el mismo segmento laboral. La imagen de quienes llegan del Ecuador aparece como católica practicante, devota, servicial y comedida. Todo esto cae muy bien en una sociedad que no es tan practicante de la liturgia católica pero sí es profundamente xenófoba con cualquier representación de origen musulmán (Fernández-Rasines, 2003).

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Sociedades plurales, pluralismo cultural, multiculturalismos, interculturalidad. Modelos para la gestión de las políticas migratorias.

Efectivamente, el concepto de integración social no alude únicamente al aspecto económico sino a resolver procesos de exclusión y marginación social en el terreno político. Necesariamente tendrá que resolver aspectos para la emancipación y el empoderamiento en el ámbito de los derechos de ciudadanía. Las propuestas integradoras proceden de las filosofías tendentes al pluralismo cultural que, como veremos, son ideas relativamente recientes.

El pluralismo cultural se perfila como modelo integrador a partir de los años 60 del siglo XX. Son sus principales contenidos la aceptación de las diferencias y su valoración en positivo. Se comprende el reconocimiento y el derecho a la diferencia en tanto que especificidad. Si bien, esto ha podido abrirse a fenómenos indeseables como nuevos racismos excluyentes, el pluralismo cultural se ampara en la igualdad de acceso a los derechos y deberes de ciudadanía (Giménez, 2000).

En consonancia con el debate postsocialista en torno a la justicia social, la tensión inclusión/exclusión en los derechos de ciudadanía puede diseñarse a partir de un doble eje. Por un lado, habría de garantizarse la redistribución en términos de acceso a recursos y bienes. Por otro lado, las políticas del reconocimiento tratarían de responder a las demandas más actuales de algunos grupos cuya especificidad resulta degradada por los modelos sociales dominantes de interpretación y evaluación (Taylor, 1992).

En este sentido, Nancy Fraser (2000) nos hablaba del dilema redistribución-reconocimiento, argumentando que la distinción entre injusticia económica e injusticia cultural es meramente analítica porque en la práctica social actúan conjuntamente. Esta autora aborda el género y la raza como diferenciaciones humanas paradigmáticas de la expresión de este dilema.

Se ha dicho que los pueblos antiguos simplemente se ignoraban o bien, de otro modo, se aniquilaban unos a otros. Cabe pensar que universalismo es el origen del racismo y también del sexismo. Es la Ilustración la que introduce la noción de la ciudadanía moderna con base en la igualdad de los hombres en términos jurídicos. Pero esta igualdad iba a necesitar de algunos criterios de orden jerárquico.

El Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau aparece como principal generador de las ideas universalistas. Podemos considerar entonces que el democratismo universal y el contractualismo del siglo XVIII en occidente es el referente para buena parte de nuestro marco institucional, moral y de modos de vida actuales. Para Rousseau, la aparición de la propiedad privada habría provocado el abandono del estado natural primigenio. Ello necesariamente habría precisado del pacto entre hombres, cesión y control de libertades que hizo viable la convivencia en la nueva comunidad politica de las repúblicas modernas.

Con esto, la familia resulta ser la sociedad original y requiere de un orden jerárquico. El Estado moderno ideal ha de ser una república en la cual cada nuevo hombre es jefe de familia y ciudadano. El fin de la servidumbre natural y el logro de la igualdad entre los hombres necesitan de una exclusión primera, una exclusión íntima, la que resulta de la sujeción de las mujeres. En palabras de Amelia Valcárcel (2000), las mujeres encarnan esa masa pre-cívica que reproduce dentro del Estado el orden natural. No son ciudadanas porque son madres y esposas. Estas ideas del contractualismo se encuentran como pilares fundacionales en buena parte de la teoría social moderna y, podría decirse también, contemporánea.

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En palabras de Eduardo Menéndez (2002) fue la Ilustración durante el siglo XVIII la que con su doctrina basada en el derecho natural propuso la existencia de una naturaleza humana universal pero sería el historicismo del siglo XIX lo que iba a permitir la afirmación de las identidades culturales, y nacionales en su caso. Según Menéndez, la exclusión del otro resulta de un proceso de continuidad/ discontinuidad en el que tanto el particularismo racista como el historicista se desarrollan en paralelo. Las prácticas discriminatorias se irán produciendo con apoyo en los racismos o en los culturalismos, siendo las fuerzas sociales y las tendencias ideológicas dominantes las que actúen en cada caso como agentes excluyentes.

Verena Stolcke (1999) nos habla de nuevas retóricas para la exclusión haciendo un análisis del racismo moderno que se plasma en los discursos xenófobos y las políticas migratorias restrictivas en Europa. Argumenta que el fundamentalismo cultural es la ideología que legitima la hegemonía de lo nacional frente a lo extranjero. Y ello reproduce la ilusión de que la identidad del estado-nación resulta un elemento cohesivo de manera natural y esa integración social se percibe amenazada por la invasión inmigrante.

El multiculturalismo surge como modelo de política pública contra la uniformización al amparo de los planteamientos anti-asimilacionistas del pluralismo cultural (Giménez, 2000). En tanto que modelo de gestión de las políticas públicas, responsabilidad de los distintos estados soberanos, sería más preciso hablar de multiculturalismos. Es decir, del reconocimiento del hecho multicultural en los diferentes países que han diseñado sus modelos. Así, podríamos hablar de los modelos de EEUU, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania y Suecia, por citar algunos más significativos.

Las políticas de inmigración de estos países han ido perfilando diferentes modos de gestionar las realidades multiculturales. Hagamos un repaso somero de algunos de estos modelos:

En la vieja Europa, Alemania tuvo a partir de los años 60 una política de rotación de inmigrantes, a través de lo que se ha entendido como “trabajadores invitados”. Este planteamiento previo no ha previsto la integración social puesto que no se contempla la permanencia. En la práctica, este modelo ha propiciado la exclusión social de los Gastarbeiter, trabajadores hombres que podían llevar a su familia pero con el propósito firme de retornar a su país de origen tan pronto como fuera posible. Esta legislación migratoria invisibiliza el potencial activo de las mujeres y las relega a ser dependientes de sus padres o maridos.

En Reino Unido, el modelo del multiculturalismo pasa por establecer cuotas de acceso a las diferentes comunidades establecidas como tales. En este sentido, existe el riesgo de la prevalencia de relativismo cultural, con el prejuicio que ello podría acarrear a las mujeres de las comunidades que reclaman una tradición fuertemente patriarcal como seña de identidad.

Por otra parte, el modelo de Francia se basa en la prevalencia de una identidad nacional fuerte sostenida por el requerimiento innegociable de la laicidad. Esto se ha venido traduciendo en un modelo islamófobo que resulta asimilacionista. En términos de género, tiende a considerar a las mujeres de grupos minoritarios como víctimas y como menores a efectos de representación.

Suecia ha apostado por una política realmente integradora y lo ha hecho a través de una apuesta por la participación política activa y pasiva de las personas inmigrantes, así como el compromiso de garantizar su participación de modo paritario en las instituciones. Algo similar viene ocurriendo también en Canadá.

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Sin embargo, EEUU aplicó un modelo multicultural pensado para la fusión cultural. La metáfora de la fusión o amalgama cultural “melting pot”, o crisol de culturas, quisiera indicar que el resultado de la fusión sería una síntesis nueva. Lejos de este resultado, en la práctica el modelo estadounidense es asimilacionista y se basa en una identidad nacional WASP, sustentada en la hegemonía blanca, anglosajona, protestante y, por ello, patriarcal.

Pensar en una síntesis realmente nueva, resultado del encuentro entre culturas, donde la participación política de las partes esté garantizada y ello modifique estructuras fundamentales para la socialización, como son el sistema educativo y los medios de comunicación, nos llevaría al ejercicio de la interculturalidad. Sin embargo, estamos todavía tratando de trazar los pasos para esta nueva vía.

Recordando a Delgado (2003), las personas inmigrantes de hecho integran la sociedad y además resulta paradógico pensar por qué se trata de mostrar la inmigración como un problema y una amenaza, cuando en realidad es la solución para el mantenimiento de nuestras sociedades. Hacemos de ello un chivo expiatorio y en ocasiones las políticas han hecho de ello un motivo. Se han centrado más en el control de fronteras y la persecución policial que en la dotación institucional para lograr una integración real en todos los ámbitos. Un ejemplo de ello fue el plan GRECO (Laparra/ Martínez de Lizarrondo, 2003).

Este tipo de actuaciones suelen ir acompañadas de flujos informativos poco claros y contrastados. Por ejemplo, la vinculación que se viene haciendo de inmigración con inseguridad y delincuencia.

Actividad 2:

Vinculación entre inmigración, inseguridad y delincuencia ¿Son los inmigrantes los que más delinquen?

Responde a esta pregunta de manera reflexiva analizando los datos relativos a extranjería sobre detenciones, delitos y condenas según Unzurrunzaga (2002). Responde también analizando el vínculo entre inmigración y delincuencia según los informes de la Comisión Europea citados en El País (2003).

Extensión máxima, 600 palabras. Esta actividad computará un 30% de la nota en este tema. (Ver formato de presentación de actividad en anexo.)

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Las mujeres como sujeto político en las trayectorias migratorias

En este tema quiero tratar el caso de la inmigración ecuatoriana a España en los últimos años. Su análisis nos servirá como caso que ilustra el papel de las mujeres como pioneras y agentes activos que han sido figuras nodales en los grupos domésticos y de parentesco a ambos lados del proceso migratorio. Nos servirá también para analizar la situación diferencial de hombres y mujeres en la estructura económica, y cómo la globalización de los cuidados a través del servicio doméstico reproduce nuevamente la subordinación de las mujeres. Lo que sigue es un extracto adaptado de un texto más extenso (Fernández-Rasines, 2003). En estas páginas he evitado las referencias bibliográficas, que pueden encontrarse en el texto citado.

El colectivo ecuatoriano en España se ha convertido en el más significativo en términos cuantitativos en los últimos años. Los estudios sobre migraciones están precisando de análisis sobre los países de origen y sobre las circunstancias que puedan explicar estos movimientos humanos. Vamos a intentar dar algunas claves que nos sirvan para entender qué razones provocaron el masivo exilio económico desde Ecuador a España desde 1997.

Podemos decir que la emigración ecuatoriana a España surge como efecto de la crisis que atraviesa el país desde 1995. Ecuador está tratando de remontar uno de los procesos más críticos de su historia reciente. Desde mediados de la pasada década de los 90, una inesperada confluencia de desastres naturales, definición de fronteras, ajuste económico, desajuste financiero, dolarización y desgobierno, ha ido minando la confianza en las instituciones nacionales. Estos y otros acontecimientos resultantes de una galopante corrupción política y de las élites financieras, con el apoyo de gestores supranacionales, han conseguido hacer del país lo que sus propias gentes llaman un relajo.

La magnitud de este proceso migratorio tal vez sea un síntoma de quiebra en la confianza por la reconstrucción nacional. Sin embargo, las divisas que hombres y mujeres envían al Ecuador desde el exilio económico están permitiendo que el país pueda ir recomponiendo sus dolidas estructuras6. El monto de remesas desde 1995 se ha multiplicado por cuatro, siendo el segundo ingreso en importancia para la economía ecuatoriana después del procedente del petróleo, principal recurso exportable del país desde los años setenta.

Los efectos de una economía en grave crisis como son una inflación desmedida y el congelamiento y secuestro definitivo de gran parte de los depósitos de ahorro en 1998, hicieron que la mayoría de la población se empobreciera en términos reales y tuviera que valerse cada vez con menos. La satisfacción de las necesidades básicas se fue haciendo inalcanzable para la mayoría y algo tan apreciado como dar educación a las jóvenes generaciones fue pasando a ser verdaderamente un lujo. Esto es lo que dicen las personas que han migrado. No escapaban de la miseria. No había pobreza en sus hogares cuando optaron por salir. Precisamente la emigración era vista como la vía para no empobrecerse.

A través de los medios de comunicación nos llega información que a menudo nos hace tener una visión determinada sobre la realidad. En este caso, si miramos la prensa diaria vemos algunos artículos que parecen ensayos ciertamente etnográficos que se basan en relatos de vida de las personas migrantes.

“La pobreza se arrastra”, así reza uno de los testimonios que he recogido de las citas que aparecen en la prensa española sobre migrantes del Ecuador7. En esa nota de prensa se narra cómo Nelly se hizo cargo de Evelyn, de nueve años, hija de su prima Narcisa para que ésta

6 Sólo en el año 2000 el ingreso por remesas fue de 1.350 dólares USA (Ciudad, 2001; en Fernández-Rasines 2003 a).

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pudiera emigrar a España. Narcisa trabajaba en Lorca, Murcia, en enero de 2001 después del accidente en que murieron varias personas sin papeles de nacionalidad ecuatoriana. Esto marcaba un antes y un después para la inmigración ecuatoriana sin papeles en Murcia. El suceso y sus consecuencias convocaron a los medios de comunicación que combinaban la información puntual con este cierto arte etnográfico recogiendo la palabras de hombres y mujeres que trabajaban en Lorca y buscando parte de sus parientes en el Ecuador para hacer lo propio allá.

Una periodista transcribía para el diario El País estas palabras de Narcisa cuando le hablaba de su hija en el Ecuador: “Se oponía a quedarse sin mamá. Le expliqué que yo no ganaba lo suficiente para pagar sus estudios, y una intenta que los hijos salgan adelante”. Otro periodista recogía en Quito el testimonio de Nelly, informando de que también ella era madre soltera como su prima y que ambas nacieron en un ambiente rural cerca de la frontera con Colombia. Ocho años atrás habían migrado a Quito para trabajar como empleadas domésticas.

El caso presentado parece verosímil, no obstante he de decir que yo no he conocido a ninguna mujer que haya emigrado a España en esas fechas y que en el Ecuador trabajara como empleada doméstica. Las distintas investigaciones nos han mostrado que no emigra la gente con menos recursos.

En cualquier caso, quiero llamar la atención sobre la asociación que hace la periodista entre miseria, madres solteras y sus hijas. La miseria es un estado que no deja lugar a la reacción. Tiene un sentido congelante que sitúa a quien la padece en el lugar de la víctima inmóvil. Pensando nuevamente en la verosimilitud del caso propuesto, Narcisa emigra porque tanto ella como su entorno parental cercano ha decidido que su hija Evelyn no puede, bajo ningún concepto, abandonar la escuela. Quisiera subrayar que bien vale hacer una interpretación más ajustada. Parece claro que Narcisa, Nelly y Evelyn están en una red parental de organización que se sitúa en la acción. La miseria por el contrario es no acción.

Esta vinculación no es gratuita y pienso está muy influenciada por el discurso de la feminización de la pobreza cuando se aplica de manera descontextualizada e incompleta. Una idea que sitúa a las mujeres del tercer mundo en el espacio de la vulnerabilidad asegurándose así una población objeto para la labor asistencial gestionada por las políticas del Norte para el desarrollo en el Sur en toda su amplitud8.

Pensemos hasta qué punto damos por hecho que las mujeres ecuatorianas que están hoy entre nosotros se dedicaban allí a las labores del hogar. Sin embargo, según el censo de población y vivienda de 1999, en Ecuador había 3,4 millones de mujeres en edad de trabajar y esto nos lleva a hablar de la actividad económica9. Tenemos que las mujeres eran el 41% de la población económicamente activa, PEA, ocupada en la Encuesta de Condiciones de Vida de 1999.

Veamos cómo la crisis ha afectado de manera muy significativa a la situación de empleo de las mujeres. Si miramos la evolución del mercado laboral entre 1997 y 1999 tenemos que los datos de participación laboral de los hombres permanecen relativamente estables y hasta se

7 Informa Tereixa Constenla en Lorca y Marcia Cevallos en Quito para El País: “El Ecuador pasa por Lorca” (El País, 2001; en Fernández-Rasines 2003 a).8 Para una contextualización del concepto de pobreza estructural y su vinculación con la gestión asistencial de la llamada jefatura de hogar femenina en un área suburbana del distrito metropolitano de Quito puede consultarse Fernández-Rasines (2001: 98, 151), en Fernández-Rasines 2003 a.9 Rosario Otegui argumenta cómo el concepto de actividad económica minimiza la participación de las mujeres en la economía y está fundamentado en un paradigma androcéntrico que subyace al pensamiento socio estadístico dominante y que se muestra como una lectura neutra de la realidad (Otegui, 1999).

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aprecia un incremento en la tasa global de participación de los varones, del 71% al 75%. Sin embargo, para el caso de las mujeres vemos que su porcentaje en la PEA se ha reducido en 13 puntos y que su tasa global de participación lo ha hecho en 17 puntos, de 43% a 26%. Viendo los datos de los grupos de clasificación en el mercado laboral según sexo en 1997, tenemos que entre las personas ocupadas adecuadamente en el sector moderno (sector mayoritario), hay más de dos hombres por cada mujer.

El desempleo afecta al 7% de los hombres activos y el subempleo en este sector afecta a un 8%. Por su parte, las mujeres además de estar subrepresentadas en este sector que ocupa cerca de la mitad de la PEA, tienen una tasa de desempleo del 13% y una tasa de subempleo también del 13%.

Si tuviéramos que hacer un perfil laboral de las mujeres según los datos de 1997, de cada diez mujeres ocupadas, más de cuatro trabajan en el sector informal urbano. Apenas llegan a cuatro las que logran insertarse adecuadamente y más de una trabaja en el servicio doméstico, mientras su ocupación en el sector agrícola no es significativa10. Esta situación puede haber sido punto de partida a la emigración principalmente femenina a España.

Vemos que la crisis ha precarizado más la situación laboral de las mujeres. Tal vez por eso la decisión de que migraran las mujeres en los grupos que precisamente no eran pobres.

Tal como se recoge en el resumen ejecutivo del informe del Banco Mundial sobre crisis, pobreza y servicios sociales, los niveles de pobreza y desigualdad social en el Ecuador se han agudizado en los últimos años. Entre 1995 y 1998 el porcentaje de la población pobre aumentó en 12 puntos. Los datos indican que el perfil de la pobreza es la fotografía de la población rural, indígena, proveniente de hogares ampliados con un mayor número de criaturas y en los que la madre tiene nivel educativo bajo. El informe puntualiza que los hogares afectados por la pobreza en ocasiones han sufrido la desintegración debido a que los adultos han optado por emigrar en busca de trabajo, o bien, han sido las criaturas quienes han sido enviadas a vivir con familiares en áreas urbanas para que puedan asistir a la escuela (World Bank, 2000).

Al contrario de lo que apunta el informe del Banco Mundial, la mayoría de la emigración a España no corresponde con este perfil rural, indígena y de pobreza feminizada y desinstruida. A partir de 1995 se estima que más del 67% de las personas que migran al exterior proceden de zonas urbanas y que el 53% procede de hogares que se sitúan en el 40% más rico según la medición por quintiles de ingresos per cápita (León, 2001)11. Además, sabemos que mayoritariamente fueron mujeres las primeras en llegar y que sus niveles de instrucción superan ligeramente a los de sus compañeros varones.

Así aparece en los trabajos con base en encuestas en Murcia, Navarra; y en particular sobre personal del servicio doméstico en Madrid, Cataluña y Andalucía, donde se localizan casi el 80% de empleos en este sector. En cuanto a la composición por sexo, en 1998 del total de residentes del Ecuador en España, el 67% eran mujeres, siendo el 55% en el año 200012.

En 1998 el 74% de los permisos de trabajo concedidos en España a inmigrantes del Ecuador eran de mujeres. En la misma fecha, el 68% del total de estos permisos era para el sector de

10 Análisis de elaboración propia a partir de los datos recogidos por el SIISE, Sistema de Indicadores Sociales del Ecuador, del Censo de Población y Vivienda y las Encuestas urbanas de empleo y subempleo.11 Datos de la Encuesta de medición de indicadores sobre la niñez y los hogares (EMEDINHO) realizada por el INEC, Insto. Nac. de Estadística y Censos de Ecuador en noviembre de 2000.12 Véase en Murcia (García-Nieto, 2000), Navarra (Laparra, 2000), Madrid, Cataluña y Andalucía (Colectivo IOÉ, 2001 a, 2001 d); en Fernández-Rasines 2003 a.

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empleo doméstico y limpieza. Las mujeres ecuatorianas, como antes lo hicieron filipinas, dominicanas y peruanas, vienen a cubrir demandas de servicio doméstico que ya casi estaban extinguidas en España, como lo es la modalidad de internamiento. También cubren demandas de cuidado a personas dependientes y ancianas, en un país cada vez más envejecido cuyas políticas gerontológicas y psiquiátricas estimulan el cuidado domiciliario.

Por lo tanto, la inmigración ecuatoriana ha caído estupendamente en un país en el que no hemos logrado una negociación familiar equitativa en las tareas domésticas de la ayuda y el cuidado. Pero esto no siempre sale a la luz porque la ficción androcéntrica es poderosamente seductora.

La evidencia etnográfica nos dice que en los primeros años hubo un perfil importante de mujeres pioneras. Dicho de otro modo, para el caso ecuatoriano las mujeres llegaron abriendo el camino. Desde antes de 1998 fueron llegando con un proyecto familiar que se concretó en lo siguiente: Trabajar intensamente en el servicio doméstico de manera principal, lograr de sus patrones el pre-contrato y con sus ahorros regresar al Ecuador para el trámite de volver a España como trabajadoras regulares y con algún otro familiar que podía ser su hermana o prima y después su compañero, su hermano, su hijo, su primo. Se ha comprobado que las madres y las abuelas han sido la base de la organización transnacional de esta migración.

Es preciso decir que los hombres han tenido una integración laboral más problemática porque el trabajo agrícola y de la construcción está competido y tiene mucho de estacional. Los ingresos de los hombres son más discontinuos y sus trabajos son más expuestos a la irregularidad y los impagos.

Hoy tenemos que el colectivo ecuatoriano aparece equilibrado en términos de composición según la variable sexo pero será importante recordar que inicialmente llegaron las mujeres. Ellas fueron pioneras y agentes de arrastre. Fueron en gran medida responsables del mantenimiento de sus grupos domésticos en origen y fueron ellas quienes hicieron posible que los miembros de su entorno, sus hermanos, sus compañeros llegaran después aquí.

Actividad 3:

Entrevista a una mujer que haya inmigrado después de 1998. Se trata de preguntarle acerca de su edad, año de llegada a España, cuál era su situación laboral o de actividad antes de salir de su país. Sus estudios o formación, su origen rural o urbano y migraciones campo-ciudad o internacionales previas en ella o su familia. Si ha formado familia con pareja de su país o pareja con persona autóctona en destino. Si tenía una persona aquí que la recibía y qué tipo de relación las unía, así como si ella ha servido de vínculo para que otras personas de su entorno hayan llegado después, incluidos procesos de reagrupamiento familiar. En qué actividades ha trabajado en España. Es preciso indicar por qué hemos elegido a esta persona informante (la conocemos por tal causa, hemos accedido a ella de tal manera, etc...)

Requerimiento metodológico: Es preciso recordar que la persona informante nos presta su tiempo para nuestro interés, entonces hemos de acercarnos a su conveniencia en fecha y lugar. Por motivos éticos del ejercicio de investigación, la persona entrevistada habrá de firmar su consentimiento en colaborar de manera anónima. Para ello se le ha de explicar el motivo de la entrevista, su duración y convenir lugar y fecha (Ver: Solicitud colabora informante, en el anexo). Esto se adjuntara en la entrega de la actividad.

La entrevista no durará más de 30 minutos, el análisis de los datos ha de presentarse en un máximo de 1200 palabras. Esta actividad computará un 50% de la nota en este tema. (Ver formato de presentación de actividad, en anexo).

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REFERENCIAS CITADAS:

CASTELLÓ, Vicente (2006) “La inmigración, riqueza mundial”, Cinco Días, 2 de julio de 2006.

DELGADO RUIZ, Manuel (2003) “¿Quién puede ser inmigrante en la ciudad?”, VV.AA.: Exclusión social y diversidad cultural. Donostia: Mugak: 10-24.

FERNÁNDEZ-RASINES, Paloma (2003b) “Violencia de género, racismo y xenofobia”. Mugak, nº 24.

FERNÁNDEZ-RASINES, P. (2003a) “Trayectorias migratorias y la ficción de la masculinidad hegemónica” en Bretón, V. y García, F. (eds): Estado, etnicidad y movimientos sociales en América Latina. Barcelona: Icaria (319-346)

FERNÁNDEZ-RASINES P. y MARTÍNEZ VIRTO, L. (2008) “Mujeres migrantes precarizadas por la nueva gestión de los trabajos reproductivos”, en Gregorio, C. (edit.): Los trabajos de las mujeres en el contexto de la globalización: sexo, afectos y cuidados. Granada (Publicación en curso)

FRASER, Nancy (2000) “¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas de la justicia en la era postsocialista”. New Left Review, nº 0, 126-155.

GIMÉNEZ, Carlos (2000) “Evolución y vigencia del pluralismo cultural: del multiculturalismo a la interculturalidad”, en Marla Casáus y Carlos Giménez (eds.): Guatemala hoy: reflexiones y perspectivas interdisciplinares. México: UAM: 19-42.

LAPARRA, Miguel y MARTÍNEZ DE LIZARRONDO, Antidio (2003) “Integración y políticas de integración” En: Laparra, Miguel (ed.) 2003: Extranjeros en el purgatorio : integración social de los inmigrantes en el espacio local. Barcelona: Bellaterra: 21-60.

LÓPEZ DE LERA, D. e IZQUIERDO, A. (2005) “Inmigración y población: incidencia de la población extranjera en Navarra”, en LAPARRA, M. (coord) El impacto de la inmigración en una sociedad que se transforma. Pamplona: Departamento de Bienestar Social, Deporte y Juventud, Gobierno de Navarra

MENÉNDEZ, E. (2002b) La parte negada de la cultura. Barcelona, Bellaterra.

MESTRE, Ruth (2005) “8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora que somos todas”, Aportes Andinos, 13: 1-4.

OTEGUI, Rosario (1999) “La invisibilidad del trabajo femenino. Androcentrismo de las categorías de actividad e inactividad”, en NUÑO, Laura (comp.) Mujeres: de lo privado a lo público. Madrid: Tecnos.

SAN ROMÁN, Teresa (1996). Los muros de la separación. Ensayo sobre alterofobia y filantropía. Barcelona, Tecnos.

STOLCKE, Verena (1999) “La nueva retórica de la exclusión en Europa”. [En línea] Revista Internacional de Ciencias Sociales, RICS nº 159. Página web de la versión electrónica de la revista <http://www.unesco.org/issj/rics159/stolckespa.html>

TAYLOR, Charles (1992) Multiculturalism and “The Politics of Recognition”. New Jersey, Princeton University Press.

VALCÁRCEL, Amelia (2000) “La memoria colectiva y los retos del feminismo”. En: Valcárcel. A. y Romero, R., eds. Los desafíos del feminismo ante el siglo XXI. Sevilla, Hypatia.

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CONCEPTOS/ GLOSARIO:

Por su rigurosidad, recomiendo visitar el glosario on line realizado para el proyecto ESLEE por Natividad Gallardo (Universidad de Granada), Nadia Rodríguez y Bettina Schnnell (Universidad Pontificia de Comillas).

http://www.eslee.org/migraciones.php?glosario=migraciones

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RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS:

FERNÁNDEZ-RASINES, Paloma (2003) “Trayectorias migratorias y la ficción de la masculinidad hegemónica”. En: Bretón, V. y García, F. , eds. Estado, etnicidad y movimientos sociales en América Latina. Barcelona, Icaria: 319-346.

“Una de los principales virtudes del capítulo es el análisis de las relacionesde género y de la importancia esencial de la función de la mujer ecuatoriana en los flujos migratorios. El artículo entra en una de las cuestiones esenciales que atañen a este importante colectivo: pone de relieve hasta qué punto la mujer es pionera en la llegada a España, motor de la reunificación familiar y soporte del mantenimiento de los hijos en Ecuador mientras dure el tortuoso proceso de reunificación, para el caso de las abuelas. La comprensión de la inmigración ecuatoriana en España es tan compleja que invita a su vez a la realización de estudios monográficos e interdisciplinares. Sin embargo, la línea de investigación desarrollada aquí por parte de la autora resulta esencial para el acercamiento a uno de los aspectos más característicos de este flujo migratorio.” (ESPASANDIN, 2004: 238)

Puede consultarse reseña de ESPASANDIN, Jesús (2004) “Reseña bibliográfica: Estado, etnicidad y movimientos sociales en América Latina. Ecuador en crisis”. Revista Complutense de Historia de América, vol. 30: 238-239.

GARCÍA-CANO TORRICO, María (2000) “El estudio de la migración no comunitaria femenina en el contexto expañol”, Actas del II Congreso sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas. Madrid 5-7 octubre 2000: 1-22.

Según la propia autora, este texto:

“(...)pretende hacer un repaso por los distintos trabajos que sobre inmigración no comunitaria femenina se han venido desarrollando en los últimos años en el contexto español (...) La tradición teórica y de investigación sobre la temática de inmigración en España es reciente, apenas se remonta más allá de finales de los años ochenta. De esta corta historia en el campo de las migraciones, la atención a las desigualdades de género ha sido obviada en la mayoría de los casos, y en otros sin embargo, ha sido entendida como la mera atención, central y exclusiva, de las mujeres convertidas éstas en objeto de estudio de los procesos migratorios pero ajenas al contexto más amplio donde se estructuran y perfilan las relaciones sociales entre hombres y mujeres. Así pues, el objetivo que nos planteamos no se limita de forma exclusiva a revisar la literatura sobre migración y mujer (s) en España, sino que además, pretende estudiar en qué medida el ámbito de las migraciones ha impulsado el desarrollo de una dimensión teórica y analítica que incluye el estudio de las diferencias, también las de género.” (GARCÍA-CANO, 2000:1)

“la revisión de la literatura científica acerca de los trabajos interesados en el estudio de los procesos migratorios femeninos a España, nos permite hacer la siguiente propuesta: una primera etapa la cual se interesa en su visualización, centrados en describir las características sociodemográficas de “la mujer migrante” que reside y trabaja en distintos contextos geográficos del ámbito nacional; en segundo lugar, nos encontramos con estudios cualitativos que hablan de “las mujeres inmigrantes” en términos de “problema” y “víctimas” del orden social existente; por último, destacamos aquellos trabajos que conciben los procesos migratorios como un proceso global y, desde una perspectiva de género, estudian las condiciones contextuales tanto de origen como de acogida.” (Op. cit. 2000:5)

“el estudio de los procesos migratorios desde una perspectiva de género además de profundizar en el análisis de las causas de la discriminación por razón de género, incide en los mecanismos que hacen posible el cambio. Esta última cuestión entra de lleno en una opción mucho más pragmática que se articula a partir de la integración y

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participación de las mujeres en un nuevo modelo de relaciones sociales. El modelo de acción al que nos referimos es el de empoderamiento...” (Op. cit. 2000:19)

MALGESINI, Graciela y GIMÉNEZ, Carlos (1997) Guía de conceptos sobre migraciones, racismo e interculturalidad. Madrid: La Cueva del Oso.

“...(E)l libro es un buen texto de consulta que invita no sólo a reflexionar sobre los conceptos, sino también a discutir sus connotaciones ideológicas, históricas, sociales y su elaboración misma como categorías analíticas y como construcciones sociales asociadas a la noción de ‘otredad’ (...) En cada uno de los 57 conceptos incluidos en la Guía, los autores inician con una revisión de cada categoría analítica y su génesis histórica o conceptual con objeto de introducirnos a las distintas acepciones que puede tener un término, ubicando atinadamente la historia de su formulación como categoría de análisis, a la par que su uso cotidiano como noción socialmente compartida o concepto intelectualmente reconocido como tal. De igual forma, incluyen en cada apartado referencias cruzadas y referencias bibliográficas pertinentes sobre cada tema” (Anguiano, 2000: 1)

Consultar reseña de ANGUIANO, Mª Eugenia (2000) “Reseña de Guía de conceptos sobre migraciones...” Frontera Norte, 24 (13): 1-3.

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=13602409&iCveNum=156

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ANEXO 1: Formato de presentación de actividad

Módulo: Mujeres, migraciones y diversidad cultural

Postgrado: Políticas locales, género y desarrollo

Profesora responsable: Paloma Fernández-Rasines, Universidad Pública de Navarra.

APELLIDO, Nombre

Actividad (nº)

(Aquí comenzará el texto...

Lo que sigue son instrucciones para el formato de edición:

- Puedes utilizar cualquier letra estándar en tipo y número legible.

- El interlineado es libre.

- Mantén los márgenes habituales.

- Utiliza el contador de palabras en menú “herramientas”. Al final indica el número de palabras resultantes, que no habrá de exceder el máximo indicado en cada actividad.

- Una vez terminado el texto, aplicar el corrector ortográfico en menú “herramientas” ó F7. Al final del texto indicarás que lo has aplicado.

- Normas de citación:

Citas en el texto: Obras con un autor/a : Mateos (2001) comparó los estudios realizados por… / …en un reciente estudio sobre nuevas tecnologías en la educación (Mateos, 2001)… / En 2001, Mateos realizó un estudio sobre… /

Obras con múltiples autores/as (cuando un trabajo tiene dos autores, se citan ambos nombres cada vez que la referencia ocurre en el texto; cuando un trabajo tiene más de tres o más autores se citan todos la primera vez que aparece la referencia en el texto, mientras que en las citas siguientes del mismo trabajo se escribe sólo el apellido del primer autor seguido de et al. y el año de publicación): Morales y Vallejo (1998) encontraron… / Almeida, Manzano y Morales (2000)… / (posteriores) Almeida et al. (2000).

Citas textuales (cuando las citas directas son de menos de 40 palabras se incorporan a la narrativa del texto entre comillas, pero cuando son mayores se destacan en el texto en forma de bloque, usando la tabulación; en ambos casos se indica el número de página de la cita): “en los últimos años está aumentando el interés por el estudio de las nuevas tecnologías en Educación Infantil” (Mateos, 2001, p. 214).

- Referencias citadas: Si has utilizado alguna referencia bibliográfica externa al módulo, has de indicarla al final del texto como “referencias citadas” por orden alfabético de autor/a. Véase formato de referencias de libro, capítulo y artículo.

Libro : MALGESINI, Graciela y GIMÉNEZ, Carlos (1997) Guía de conceptos sobre migraciones, racismo e interculturalidad. Madrid: La Cueva del Oso.

Capítulo de libro : FERNÁNDEZ-RASINES, Paloma (2003) “Trayectorias migratorias y la ficción de la masculinidad hegemónica”. En: Bretón, V. y García, F. , eds. Estado, etnicidad y movimientos sociales en América Latina. Barcelona, Icaria, 319-346.

Artículo : AGUSTÍN, Laura Mª (2003): “La familia española, la industria del sexo y ‘las migrantes’”. Mugak, nº 23: 7-16.

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Palabras: (nº)

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Corrector ortográfico aplicado

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ANEXO 2: Solicitud colabora informante

SOLICITUD DE COLABORACIÓN PARA INFORMANTE

La persona abajo firmante está de acuerdo con ser informante para un ejercicio del Módulo: “Mujeres, migraciones y diversidad cultural” impartida en el Curso de Postgrado: Políticas locales, género y desarrollo”. Fundación Isonomía-Universitat Jaume I.

La profesora responsable del módulo: Paloma Fernández-Rasines, agradece su colaboración y declara que la información proporcionada por las personas entrevistadas es estrictamente confidencial. Podrá ser utilizada únicamente para propósitos educativos y de investigación académica pero en ningún caso para perjudicar a las personas informantes que han colaborado.

Nombre y apellido (ficticios):

Firma de conformidad.

Fecha:

Lugar:

(copia para adjuntar al ejercicio).

SOLICITUD DE COLABORACIÓN PARA INFORMANTE

La persona abajo firmante está de acuerdo con ser informante para un ejercicio del Módulo: “Mujeres, migraciones y diversidad cultural” impartida en el Curso de Postgrado: Políticas locales, género y desarrollo”. Fundación Isonomía-Universitat Jaume I.

La profesora responsable del módulo: Paloma Fernández-Rasines, agradece su colaboración y declara que la información proporcionada por las personas entrevistadas es estrictamente confidencial. Podrá ser utilizada únicamente para propósitos educativos y de investigación académica pero en ningún caso para perjudicar a las personas informantes que han colaborado.

Nombre y apellido (ficticios):

Firma de conformidad.

Fecha:

Lugar:

(copia para la persona informante).

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