modulo enfoques sobre lo pÚblico …cdim.esap.edu.co/bancomedios/documentos...
TRANSCRIPT
MODULO ENFOQUES SOBRE LO PÚBLICO
JUSTIFICACIÓN DEL MÓDULO
UNIDAD UNO
1. Lo público en la antigüedad………………………………………….6
A. Grecia…………………………………………………………………6
B. Roma……………………………………………………… …………..8
C. Edad Media…………………………………………………… .……..9
Preguntas de trabajo
Debates
Taller
UNIDAD DOS
2. Lo público en la modernidad………………………………………12
a. Las tesis contractualistas…….………………………………..13
b. Las tesis liberales. Kant y Locke….…………………………..15
c. La concepción hegeliano –marxista…………………………..17
d. La concepción democrática. Tocqueville……………………..19
Preguntas de trabajo
Debates
Taller
Capítulo especial para trabajo del estudiante
Lo público en la historia de Colombia
UNIDAD TRES
1. Lo público y las transformaciones del Estado contemporáneo ….
2. Lo público y la crisis del Estado……………………………………30
3. Debates contemporáneos sobre lo público ( Habermas, Arendt, Rawls,
Castoriadis, Levinas). ¿Lo público en sustitución del Estado?
- 2. a. Lo público en Jurgen Habermas. ………………………30
- 2. b. Lo público en Hannah Arendt………………………….32
- 2. c. Lo público en John Rawls…………………… ………..33
- 2. d. Lo público en Emmanuel Levitas………………………34
Preguntas de trabajo
Debates
UNIDAD CUATRO
1.Dimensiones de lo público…………………………………………..35
2. Lo público y las nuevas formas de la ciudadanía (Lo públ
globalización)……………………………………………………………35
3. Lo público económico (los bienes públicos) ………..………………38
4. Lo público jurídico (el espacio público) (lo público en l a Constitución
Política)……………………………………………………………………39
5. Lo público cultural (homogeneidad, heterogeneidad, totalidad,
fragmentación,
inclusión)…………………………………………….……………………40
Preguntas de trabajo
Debates
Taller
UNIDAD CINCO
1. Formas de administración de lo público……………………………..49
2. Para una reconstrucción de lo público……………….……………….51
Autores consultados……………………………………………………..53
ENFOQUES SOBRE LO PÚBLICO
Justificación del Módulo
La discusión sobre lo público, en tiempos de reconfiguración del Estado y de
predominio de los mecanismos de mercado como factor determinante de las
interacciones en la sociedad, se hace más apremiante que nunca. Esta
discusión debe realizarse sobre la naturaleza de lo
transformación, su concreción en lo nacional, pero también en lo mundial y
en lo local. Los desafíos que las nuevas formas de lo público plantean a la
teoría política, a las ciencias sociales en general, a la acción colectiva y, por
supuesto, a la gestión pública, son temas de relevancia social que el
escenario académico debe contribuir con su entendimiento.
Un primer problema a plantear en relación con la administración
que tanto los contenidos normativos como académicos se hicieron bajo el
paradigma de la centralidad del Estado en la vida social e individual, que es
uno de los rasgos que caracteriza a la era moderna. De suerte que para
entender la importancia y la emergencia de lo público, en el contexto de la
administración pública, tanto como categoría filosófica, política, jurídica y
científica, es necesario entender una metamorfosis que no ha terminado de
concluir, como es el cambio de lo estatal a lo privado, y de ahí a lo público
Lo público, como ese escenario de encuentro simbólico de ci
ciudadanas en sociedades fragmentadas y atravesadas por diferentes
vectores de desintegración (pero también de integración) será el objeto
fundamental de estudio de este módulo. Si todavía está en el trasfondo de
una escuela de administración pú blica la intención de “administrar” (o
gestionar –que no es lo mismo, pero es igual) es necesario preguntarse qué
es lo que hoy todavía puede administrarse. Es decir, ¿Cuál es ese universo
de recursos institucionales, simbólicos y materiales, que aún se ex
función de alguna pretensión de acción colectiva ordenadora que no se agota
en el mercado, ni en la sociedad civil , ni el Estado. Todo indica que puede ser
lo público , pero que lo sepamos no significa, necesariamente, que lo podamos
ver, al menos con facilidad.
Objetivo general
Conocer en profundidad la historia y la evolución del concepto de lo público
en función de una articulación con los requerimientos de la gestión pública
contemporánea.
Objetivos específicos
Identificar los distintos enfoques filosóficos sobre el concepto de lo público y
su recepción en la teoría política y la administración pública.
Entender la evolución del concepto de lo público en la historia colombiana y
su actual configuración a la luz de los desafíos de la globali zación y de la
reforma del Estado.
Proponer elementos teóricos para una reconceptualización de lo público de
acuerdo con las características del régimen político colombiano.
UNIDAD UNO
1. Lo público en la antigüedad
A. Grecia
Una de las primeras nociones de lo público que se tiene de la antigüedad
hace referencia a la polis griega que se vivió en Atenas entre los siglos VIII a
VI A.C. En la vida política griega del período micénico no existía una
diferenciación entre la esfera pública y la esfera pr ivada tal y como la
entendemos en la modernidad. Si bien el número de personas que podían
participar de la vida política era reducido –estaban excluidos la
los menos de edad, lss esclavos y los extranjeros -, cualquiera que adquiriera
la condición de hombre político –zoon politikòn - podía expresar sus
opiniones y hacer valer su palabra en la esfera pública1.
Lo público era un todo –si puede decirse- y en esa medida, el ciudadano
ateniense no precisaba de un representante para la defensa de sus in
La otra visión de lo público se dio en Esparta, donde la democracia fue
vivida de manera distinta a como se vivió en Atenas.
Veamos un extracto de un texto de José Nun que nos ayuda a entender esta
diferencia entre la democracia ateniense y la espartana que de alguna
manera prefigura dos distintas nociones de lo público en la modernidad.
“importa diferenciar entre dos grandes interpretaciones de la
participación de los ciudadanos en el espacio público, ambas de larga
prosapia. Una es precisamente la de la democracia entendida como
expresión efectiva de la voluntad general, es decir, como gobierno del 1 Advertencia metodológica. Es necesario ser cuidadoso con el uso de categorías modernas, talesciudadano, Estado, democracia, concebidas en escenarios históricos distintos y que pueden servir para observar realidades anteriores , en retrospectiva, con las debidas limitaciones.
pueblo. La otra, en cambio concibe principalmente a la participación
popular como soporte del gobierno de los políticos”. (Nun, José, 2002.
¿Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos? Fondo de Cultura
Económica, colección popular, página 24).
Hannah Arendt ha enriquecido la discusión sobre los orígenes de lo público
en la Grecia antigua, y su obra es considerada un inevitable punto de
partida de la discusión. Para la pensadora de origen judío para los griegos
una cosa era el ser social y otra cosa el ser político.
El pensamiento político aristotélico recogió en la expresión zoon politikon
dos de los atributos fundamentales del hombre que ya prefiguraba el
pensamiento presocrático: su capacidad de acción en sociedad (praxis
capacidad de argumentar, de discurso (lexis). La vida política (bios polítikos)
que solo era posible en la ciudad, en la polis, excluía otras esferas de la vida
humana, lo que podríamos llamar la esfera privada.
La esfera pública griega era entonces el escenario para actuar en colectivo y
argumentar en colectivo, el universo de la acción y de la palabra, pero en
función del colectivo. Lo demás, los asuntos que no trascienden a lo público
estaba reservado a la familia. Según Arendt:
“El nacimiento de la ciudad-estado significó que el hombre recibía
además de su vida privada, una especie de segunda vida, su bios
polítikos. Ahora todo ciudadano pertenece a dos órdenes de
y hay una tajante distinción entre lo que es suyo (ilion) y lo que es
comunal (koinon)”. Arendt, Hannah, 1993. La Condición Humana,
Paidos, página 39.
Una primera puesta en escena de la tensi ón entre lo público y lo privado
el mundo griego, se puede ver en la tragedia de Sófocles, Antígona.
Antígona, hija de Edipo, rey de Tebas, y de Yocasta, contra la
voluntad de Creonte dio sepultura a su hermano Polinices
ordenó enterrarla viva junto a su hermano pero ella se suicidó antes
de ser ejecutada. Hemón, hijo de Creonte quien estaba enamorado de
Antífona, también se suicidó junto a la tumba de su amada.
En Antígona queda evidenciada la disyuntiva en acatar el deber interno con
su familia o las leyes de la ciudad. Es decir, entre lo privado y lo público.
Antífona fue sentenciada –habría que agregar que sin fórmula de juicio
desacatar las leyes de la ciudad, el deber hacia lo público.
destacar la reflexión de Arendt cuando señala que la esfera privada, la
familia, es la esfera de las necesidades mientras que la esfera pública, la de
las leyes, es la esfera de libertad. Uno de los rasgos que trascendió desde la
Antigüedad hasta la modernidad es que el mundo de las leyes, el Estado
esfera pública, podemos decir provisionalmente- es la esfera necesaria para
asegurar la libertad de las personas.
Sin embargo, podemos preguntarnos, mucho antes de revisar el aporte de la
teoría política liberal: ¿Es en la esfera pública donde el ciudadano ateniense
se sentía libre por oposición al ciudadano moderno donde es en la esfera
privada –la que no puede ser objeto de intervención por parte del Estado
dónde el ciudadano se siente libre? ¿Es lo público moderno una negación de
la libertad?
B. Roma
El concepto de lo público en Rom a difiere del de Grecia, ya que allí se
prefigura una esfera distinta del individuo y del Estado (la res pública, la
cosa pública), que es la esfera social, la cual lograría su consolidación en la
era moderna en el Estado- nación. La republica, esa forma de organización
política que sucedió a la monarquía etrusca en los siglos VI y IV A.C. se
caracterizó por ser la esfera de las acciones y de los intereses públicos, una
forma de entender lo que era opuesto a lo privado o familiar, que era lo
central en el pensamiento romano, y de ahí la enorme construcción teórica
en torno del derecho privado y la pobre reflexión sobre lo público. Pero según
la propia Arendt, acaso derivada de una mala traducción al latín del término
polis, los romanos entendieron que por un lado existía la cosa pública
pública) y , por otro, la civitas, un espacio donde el individuo realiza
transacciones comerciales –fundamentalmente compra y venta de esclavos
que no es la esfera privada familiar y tampoco es la esfera pública
entendieron los griegos . Este dato es interesante retenerlo para retomarlo
más adelante cuando se discuta la evolución del concepto de lo público
modernidad, porque una cuidadosa genealogía podría llevarnos a concluir
que la forma de lo público que trascendió al mundo occidental y que hoy se
encuentra en la mayor parte de las constituciones estaba más cerca del
concepto romano que del concepto griego. No en vano la ciudad (la civitas), el
espacio por excelencia de la decantación de lo público en el mu ndo moderno
es una acepción de origen latino.
C. Edad Media
En la edad media –ese período histórico que va desde el siglo V hasta el siglo
XV, y que ha sido recogida por la literatura política contemporánea (de
manera equivocada) como una era oscura par a el pensamiento político
surge un espacio distinto al de la polis griega y al de la res pública romana:
el espacio secular.
La Iglesia Católica compartió con los reyes el poder político, pero en el
tránsito hacia la modernidad –influido entre otros fenómenos por la
Reforma Protestante- se empezó a evidenciar una fragmentación de ese
poder. Por un lado, el poder de los reyes, el poder terrenal, el poder
temporal. Y, por otro, el poder divino, el poder de los Papas. Expresiones
tomadas del Cristianismo como “dar a Dios lo que es de Dios y a Cesar lo
que es del Cesar” o “mi Reino no es de este mundo”, ejemplifican la disputa
que reyes y Papas tenían sobre el ejercicio del poder político. Volvamos a
Arendt:
“La desaparición de la zanja que los antiguos tenían que sal
superar la estrecha esfera doméstica y adentrarse en la política es
esencialmente un fenómeno moderno. Tal separación entre lo público
y lo privado aún existía de algún modo en la Edad Media, si bien
había perdido gran parte de su significado y cambiado por completo
su emplazamiento. Se ha señalado con exactitud, que, tras la
del Imperio Romano, la Iglesia católica ofreci ó a los hombres un
sustituto a la ciudadanía que anteriormente había
prerrogativa del gobierno municipal. La tensión medieval entre la
oscuridad de la vida cotidiana y el grandioso resplandor que
todo lo sagrado, con el concomitente ascenso de lo se
religioso, corresponde en much os aspectos al ascenso de lo
público en la antigüedad. Claro está que la diferencia es m
ya que por muy mundana que llegara a ser la Iglesia, en esencia
siempre era otro interés mundano el que mantenía unida a la
comunidad de creyentes. Mientras que cabe identificar con cierta
dificultad lo público y lo religioso, la esfera secular bajo el feudalismo
fue por entero lo que había sido en la antigüedad la esfera privada. Su
característica fue la absorción, por la esfera doméstica, de todas las
actividades y, por tanto, la ausencia de una esfera pública”.
Hannah, 1993. La Condición Humana. Paidos., Páginas 45 y 46.
Preguntas de trabajo
1. Pensando en esos tres períodos de la historia ¿Existe alguna
diferencia entre lo público y lo político?
2. ¿Cómo definiría la polis griega y cuáles sus carac
fundamentales?
3. ¿Cómo definiría la res pública y la civitas romana, y cuáles sus
características fundamentales?
4. ¿Cómo caracterizar lo público en la Edad Media?
5. ¿Qué rasgos de la esfera pública en la Antigüedad trascendieron a la
Era Moderna?
Debates
Los alumnos discutirán sobre la diferenciación entre lo público, lo político y
lo social.
Taller
- El estudiante deberá leer la tragedia Antígona de Sófocles y redactar
un escrito de dos páginas reflexionando sobre lo público y lo privad
en el mundo helénico.
- El estudiante leerá completo el capítulo II de la Condición Humana de
Hannah Arendt y realizará una reseña sobre los aspectos más
destacados de la discusión sobre el surgimiento de la esfera pública.
UNIDAD DOS
2. Lo público en la modernidad.
Si para los griegos la vida privada (ilion ) es la vida inútil, la de los necios, y
para los romanos el refugio temporal del ciudadano al margen de la
pública, en el mundo moderno, la esfera privada es el dato sobre el que se
construye toda la teoría política, según Arendt, no tanto para oponerla a la
esfera pública –a la sociedad política- sino para oponerla a la sociedad civil,
a la esfera social.
El concepto de lo público es fundamentalmente una creación moderna. En
términos sencillos lo público es lo que está a la vista de todos y debe gozar de
la máxima publicidad posible porque concierne a todos. En la antigüedad lo
público se obtenía por exclusión mientras que en la modernidad por
inclusión. Otra característica esencial de lo público –acaso un legado
insospechado del pensamiento griego - es que lo público, la esfera pública, es
aquel lugar –en principio inmaterial- donde el hombre se hace libre y
defiende su libertad por medio de las palabras, donde está proscrita la
violencia. Pero esto no fue siempre así. Retomemos a Arendt:
“La esfera público-política cumplía con dos condiciones esenciales: a)
Permitía a todos los ciudadanos ser vistos y oídos por todos, es decir la
más amplia publicidad para un hecho visible desde todas las
perspectivas p osibles. En este ámbito la presencia de los otros
asegura la realidad del mundo y la publicidad es lo que permite hacer
brillar a través de siglos cualquier cosa que los hombres quieran
salvar de la ruina natural del tiempo y b) Posibilitaba un m
común diferenciado del lugar que se poseía privadamente en él. El
mundo de los asuntos humanos comunes. Esta esfera era el lugar
donde los hombres podían mostrar su unicidad, su distinción y
alteridad a través del discurso y la acción. Aquí ellos enc
recinto donde podían revelar quienes eran. La esfera pública era el
sitio donde todo individuo tenía que distinguirse constantemente de
los demás, demostrar con acciones únicas o logros que era el mejor
(aien aristevien). La esfera privada en cambio era regida por la
necesidad. Tenía un rasgo privativo primordial: en ella, los hombres
estaban privados de realizar algo más permanente que la vida misma.
Estaban privados de la presencia de los demás”.
Arendt, Hannah. De la Historia a la Acción, Pa idós, 1995, pp.89
Pero no podemos olvidar que lo público en la modernidad tendió a
confundirse con la esfera estatal y, en esa medida, no necesariamente a que
la prescindencia de la violencia fuera un atributo de lo público. Esa fue una
característica desarrollada posteriormente. Más aún, lo público también
tuvo cierta tendencia –especialmente en la teoría liberal - a confundirse con
la sociedad civil, como el ámbito de acción del individuo ajena al Estado. En
la teoría hegeliana esta distinción se dio entre sociedad política y sociedad
civil, como conceptos antinómicos, donde cada uno se explica por la negación
del otro. Lo que no es sociedad política es sociedad civil y viceversa. Pero
propiamente, lo público, o se reducía a lo estatal o se diferenciab
habría de alcanzar carta de naturaleza sino hasta bien entrado el siglo XX.
e. La s tesis contractualistas.
En Hobbes lo público quedaba subordinado al poder del soberano. La
sociedad civil debería entregar su soberanía al Estado para obtener
seguridad y el individuo debe prácticamente desaparecer de la esfera
pública. En la medida en que los hombres acordaban que el Estado se
encargaría de la seguridad, la esfera privada parecía diluirse. Sin embargo,
en Hobbes hay una idea que nos puede servir para seguir rastreando el
concepto de lo público.
En efecto, Hobbes acepta que existe un dominio privado donde no puede
tener injerencia el Estado. Es un dominio privado donde se puede ejercer
una serie de libertades relacionadas con la economía, tales como compra y
venta de productos, la selección de la vivienda y de la alimentación, el tipo
de educación que se considere más adecuada. Para Hobbbes estos espacios
son denominados “espacios privados”. Este punto es interesante porque
prefigura lo que más adelante, especialmente en las teorías liberales
económicas del siglo XIX (Smith, Ricardo), podría ser la esfera del mercado.
Como una esfera que no debería estar sometida al arbitrio del Estado.
En esa medida, van surgiendo distintas categorías: Estado, sociedad civil,
mercado, esfera privada. Cuando surge el concepto de ciudadanía
desarrollado en una unidad posterior - surge un escenario donde todas estas
categorías tratarán de conciliarse, precisamente en la esfera pública.
En Rousseau también hay una conquista importante para la definición de lo
público, más allá de lo estatal. La voluntad general sería la correspondencia
entre soberanía popular y opinión pública. Solo que en la obra del ginebrino,
esta opinión pública de manera indefectible se articula con la política y se
considera fundamento del Estado. Es decir, en Rousseau, lo público es lo
estatal, con un ingrediente señalado por Arendt: en su obra hay espacio para
lo social, como una esfera distinta de lo político donde el individuo pued
dedicarse al cultivo de las artes y de la reflexión en la intimidad de su hogar.
Para este autor, lo social, más que lo político, constituía una fuente de
opresión de la que el individuo debería escapar.
Lo cierto es que la democracia directa que plantea Rousseau, sin
intermediación entre el Estado y el ciudadano, deja muy poco espacio para lo
público. Lo público, se reitera, deviene en político.
f. Las tesis liberales. Kant y Locke
Por oposición a Hobbes y su Estado de seguridad, surge el Estado
constitucional de Locke, justamente para reaccionar a los riesgos de excesos
de poder que supone la teoría hobbesiana.
En Locke sí hay espacio para una esfera distinta del Estado y de la
intimidad que es una primera expresión de lo que más adelante se conocería
como opinión pública, sin duda, un concepto emparentado con
que de alguna manera lo contiene y le da forma. Locke sostiene que los
hombres deben conservar para sí, ajeno a la intervención del soberano, una
ley de la opinión o de reputación, como ese ámbito que le permite al
ciudadano juzgar si las acciones de sus gobernantes son justas y legítimas.
Es una manifestación de la llamada ley moral por oposición a la ley civil que
es producida por la Asamblea representativa.
En la medida en que en L ocke el Estado no es la antítesis de la sociedad civil
sino el instrumento de su consolidación y de su consumación, surge un
espacio dentro de esa sociedad civil que no se agota en el Estado, que es un
espacio reservado al individuo pero con vocación de ha cerse público por
medio de la opinión pública, de la ley moral. Este aporte de Locke es muy
interesante porque permite subrayar uno de los rasgos característicos de lo
público en la actualidad, como es que surge de la sociedad civil y trasciende
el Estado.
En Locke una cosa es el espacio político, el que se deriva de la delegación de
los ciudadanos a los representantes y otra cosa el espacio público
de deliberación de los ciudadanos que conservan una vez hecha la
delegación, y que es el ámbito que permite a los ciudadanos juzgar las
acciones de los representantes.
Esta diferenciación se deriva de la radical distinción que hay en la obra de
Locke entre Estado y sociedad civil.
Kant introduce otro elemento a la discusión sobre lo públi
pregunta en su texto ¿Qué es la ilustración? sobre la naturaleza de lo
público y responde que una sociedad es ilustrada cuando sus miembros
hacen uso público de la razón. Dice el filósofo de Konisberg:
“…Entiendo por uso público de la propia razón el que alguien hace de
ella, en cuanto docto, y ante la totalidad del público del mundo de
lectores. Llamo uso privado al empleo de la razón que se le permite al
hombre dentro de un puesto civil o de una función que se le confía.
Ahora bien, en muchas ocupaciones concernientes al interés de la
comunidad son necesarios ciertos mecanismos, por medio de los cuales
algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente
pasivo, para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los
dirija hacia fines públicos , o al menos, para que se limite la destrucción
de los mismos. Como es natural, en este caso no es permitido razonar,
sino que se necesita obedecer. Pero en cuanto a esta parte de la máquina,
se la considera miembro de una comunida d íntegra o, incluso, de la
sociedad cosmopolita; en cuanto se la estima en su calidad de docto que,
mediante escritos, se dirige a un público en sentido propio, puede razonar
sobre todo, sin que por ello padezcan las ocupaciones que en parte le son
asignadas en cuanto miembro pasivo…”
Puede interpretarse legítimamente que Kant atribuía a ciertos ciudadanos
ilustrados el poder de razonar públicamente y de debatir los asuntos que
concernía al Estado, en un esfuerzo por diferenciar la política de la moral, e
la misma línea de Locke. Es decir, en el pensamiento kantiano hay un
espacio reservado al individuo –más allá de su esfera íntima-
público sin que sea subsumido por el Estado.
g. La concepción hegeliano – marxista
En Hegel hay un espacio entre la familia y el Estado –entre el mundo
patriarcal y el mundo político- que es la sociedad civil- entendida como una
esfera de vida ética: “la manifestación de los juicios, de las opiniones
consejos de los individuos particulares sobre asuntos generales”
Nicola. 1998. En Diccionario de Política. Fondo de Cultura Económica,
undécima edición, página 1077, tomo II. Méjico)
Allí caben las actividades económicas, familiares, y está conformada por las
llamadas organizaciones o asociaciones intermedias, tales
corporaciones gremiales, asociaciones de voluntariado, sindicatos,
encargadas de administrar el llamado bienestar general. Las transacciones
en esta sociedad civil están regidas por la llamada ley civil y, por tanto, no
están subordinadas al Estado. La opinión pública se forma en el
la sociedad civil.
En Marx h ay una denuncia de ese escenario que se abre paso entre el
Estado y la sociedad civil, la opinión pública, en el sentido de llamarla falsa
conciencia. Veamos un pasaje de la Cuestión Judía:
“El Estado político acabado es, por su esencia, la vida genérica
hombre por oposición a su vida material. Todas las premisas de esta vida
egoísta permanecen en pie al margen de la esfera del Estado, en la
sociedad civil, pero como cualidades de ésta. Allí donde el Estado político
ha alcanzado su verdadero desarrollo, lleva el hombre, no sólo en el
pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la vida
vida, una celestial y otra terrenal, la vida en la comunidad política
que se considera como ser colectivo, y la vida en la sociedad civil
que actúa cómo particular; considera a los otros hombres como medios, se
degrada a sí mismo como medio y se convierte en juguete de poderes
extraños. El Estado político se comporta con respecto a la sociedad civil
de un modo tan espiritualista como el cielo con respecto a la tierra. Se
halla con respecto a ella en la misma contraposición y la supera del
mismo modo que la religión la limitación del mundo profan
reconociéndola también de nuevo, restaurándola y dejándose
necesariamente dominar por ella. El hombre en su inmediata realidad,
en la sociedad civil, es un ser profano. Aquí, donde pasa ante sí mismo y
ante los otros por un individuo real, es una manifestación
verdad. Por el contrario, en el Estado, donde el hombre es considerado
como un ser genérico, es el miembro imaginario de una imaginaria
soberanía, se halla despojado de su vida individual real y dotado de una
generalidad irreal”. (Negrillas nuestras).
Marx señala que en la formación del Estado político se ha despolitizado a la
sociedad civil, y esa nueva condición del individuo, entre el Estado y su ser
colectivo, es una falsa conciencia porque se niega su condición de clase.
público no es el pueblo, la sociedad burguesa no es la sociedad general, el
burgués no es el ciudadano, el público de los particulares no es la razón
pública. La opinión pública no es más que la ideología del Estado político
burgués”. (Mateucci, Nicola. 1998. En Diccionario de Política. Fondo de
Cultura Económica, undécima edición, página 1078, tomo II. Méjico).
Marx es ambiguo en este punto, pero una posible interpretación indicaría
que esta falsa conciencia de la opinión pública culminará cuando la so
tenga identidad ante la desaparición del Estado, que es también la
desaparición de las clases sociales, porque el interés de lo público trasciende
a la propiedad, para cuya garantía fue creado el Estado y el derecho
y, por lo tanto, para hacer valer como justa – o natural- la dominación de
una clase por otra. Podría pensarse que en Marx lo público es la sociedad
civil sin Estado. Es interesante esta perspectiva para contraponerla a las
nociones de lo público que incorporan el mercado, porque en el marxismo lo
público excluiría lo económico.
h. La concepción democrática . Tocqueville.
El Estado democrático de Tocqueville es una reacción a las teorías del
Estado total- como en Hegel - donde la sociedad se disuelve en el Estado
político. Consideró el autor francés que un Estado que domina a la sociedad
civil y no la deja desarrollarse, en nombre de la defensa del interés general,
es el camino al autoritarismo. Pensaba que era necesario dejar que la
sociedad civil desarrollara su autonomía
Tocqueville defendió la creación de instituciones sociales y de asociaciones
civiles que defendieran intereses por fuera del control estatal. Asociaciones
científicas, literarias, profesionales, religiosas, culturales deberían servir de
contrapeso al Estado y darle una dimensión colectiva al individuo más allá
de su condición obrera. Sin duda lo del francés era una crítica tanto al
estatismo como al marxismo. Señalaba que estas asociaciones eran las
únicas encargadas de asegurar la democracia , puesto que el individu
la posibilidad de mirar más allá de sus intereses egoístas sin caer en la
burocratización de la vida que supone el Estado. Este espacio de opinión
debería ser reforzado p or medios de comunicación independientes que
impidiera la manipulación que de la opinión pública pudiera hacer la clase
dirigente en su favor. Es decir, advertía sobre los riesgos de que los
hicieran público lo que era de su interés como dirigentes. Sin duda para
nuestro análisis, el aporte de este autor en la reconstrucci ón histórica del
concepto de lo público es fundamental.
Preguntas de trabajo
- ¿Cuál es la diferencia entre espacio público y espacio político?
- ¿Cuál es el aporte de las teorías contractualistas a la construcción de
lo público?
- Señale la correspondencia entre opinión pública y esfera pública.
- ¿Por qué Marx señala que la opinión pública es ideología?
- ¿Cuál es el aporte de Alexis de Tocqueville al concepto de lo público?
Debates
Se discutirá sobre la pertinencia de la diferencia entre lo estatal y lo pú
Taller
El estudiante deberá leer el texto La cuestión judía de Karl
reflexionará en un ensayo de dos páginas sobre los aportes marxistas a
la noción de lo público.
El estudiante deberá leer el texto ¿Qué es la Ilustración de Kant y
reflexionará en un escrito de dos páginas sobre el aporte del autor a la
discusión de lo público.
Capítulo especial para trabajo del estudiante
Lo público en la historia de Colombia
El estudiante deberá hacer una investigación para determinar cómo fue
recogido –o no- el concepto de lo público en cinco períodos distintos de la
historia constitucional colombiana. En relación con la Constitución de 1991,
la investigación deberá estar acompañada de pronunciamientos de la Co
Constitucional
- en la fundación de la república (periodo colonial y pos colonial)
- en la regeneración
- en la Constitución de 1936
- en el Frente Nacional
- en la Constitución de 1991
Se sugiere varios textos:
Colombia antes de la Independencia de Anthony Mcfarlane, para el período
colonial; el Estado y la política en el siglo XIX de Alvaro Tirado Mejía
el siglo XIX; La Regeneración, primer Frente Nacional, de Fernando Guillén
Martínez para el período de la Regeneración; los Tomo I y II de la
Historia de Colombia de Editorial Planeta, específicamente los capítulos
relacionados con el gobierno de López Pumarejo y la creación del Frente
Nacional.
UNIDAD TRES
1. Lo público y las transformaciones del Estado contemporáneo
Empecemos esta unidad sobre la construcción de lo público con apart
extensos pero enriquecedores - de un texto de Fernando Uricoechea sobre la
historia del concepto que ayudará al estudiante a desarrollar una
perspectiva histórica y analítica.
“El concepto de lo público ha venido despertando un notorio interés en
amplios sectores de la opinión pública internacional de las últimas
décadas. Este despertar surge, de modo superficialmente curioso,
justamente cuando la globalización planetaria del mercado y sus
instituciones –arena paradigmática de lo privado- ha adquirido u
presencia explosiva y sin precedentes en la historia de las economías
políticas. El predominio relativo del mercado y la economía frente al
Estado y la política, junto con el dinamismo creciente de lo privado,
debido al intercambio, ha generado así conciencia nerviosa de que lo
público vive un período teóricamente problemático y prácticamente
crítico….”
“…Lo primero que hay que destacar es que el concepto de lo público
no es una realidad necesariamente constitutiva de los social, como por
ejemplo, lo sagrado…”.
“…La cuna de lo público es, como quisiera proponer a continuación,
Occidente. Fueron unos accidentes históricos que se dieron y que se
combinaron en Occidente los que hicieron posible que la institución de
lo público surgiera originariamente allí”.
“…Tres elementos son cruciales. Un primer factor, decisivo para la
Constitución de lo público fue el cristianismo….” El carácter, sin
hipérboles, revolucionario de la doctrina cristiana del amor radica
junto con su devaluación del ritualismo y su énfa
racionalización ética de la conducta -en sus consecuencias
universalizantes ya señaladas, con diferentes énfasis, por Hegel,
Marx y Weber. En esencia, el prójimo deja de ser el miembro de mi
grupo particular, cualquiera que éste sea etnia, tribu, clan, familia. El
prójimo es el otro como ser genérico: el ser humano sin demarcaciones
particularistas de ninguna naturaleza. El prójimo es el hombre, tout
court.”
“El carácter universalizante de dicho mensaje fue, a su turno,
sociológicamente decisivo para el desarrollo histórico de lo público en
la medida en que hizo posible la formación de experiencias societarias
fundadas en la dinámica teológica de la interacción social, por
oposición a las anteriores experiencias comunitarias fundadas en la
comunidad de origen. El paradigma histórico de ese nuevo modo de
experiencia vino a ofrecerlo la ciudad en Occidente”.
“…La ciudad en Occidente…tuvo otra identidad. No era un agregado
de grupos étnicos. No era un mero asentamiento. Tenía una identidad
corporativa: una carta de nacimiento institucional y un ayuntamiento
municipal que le confería poder político para gobernarse de modo
autónomo. Die Stadtluf macht frei decía el habitante de esas primeras
ciudades. El aire de la ciudad libera. Nos emancipa del particu
patrimonial o feudal y nos hace ciudadanos: miembros de una
corporación política, construida sobre el consenso colectivo de
voluntades. Fue en ese espacio urbano, construido de modo político,
donde surgió la institución de lo público. La institución de lo público
está, pues, íntimamente vinculada con el surgimiento y el desarrollo
de la noción de ciudadanía”.
“Existe, además del cristianismo y de la ciudad occidental, un tercer
factor decisivo para el desarrollo histórico de la institución de lo
público, a saber: el nacimiento del mercado como institución rectora
del intercambio y del principio de asignación de los recursos
materiales y simbólicos” “…El mercado viene a completar la obra
iniciada por el cristianismo y la ciudad, a saber: la universal
lo humano como experiencia social, la eliminación de cualquier rezago
de adscripción privilegiada en nombre de la sangre, del sexo, del
status o de cualquier otro criterio diferenciador y, con ello, puso a
todos los individuos en pie de igualad”.
“¿Cómo podemos, con esos antecedentes históricos, identificar con más
precisión la naturaleza de lo público? Una primera aclaración se
impone: lo público no significa lo mismo que lo colectivo. Todo lo
público es colectivo, pero no todo lo colectivo es público. Lo colectivo es
todo aquello que asume un carácter moralmente obligatorio. Lo
colectivo no es una simple sumatoria contractual de voluntades
individuales. La vida colectiva es la vida compartida con carácter
consensual y, por tanto, de carácter ob ligante, porque surge de un
pacto colectivo silencioso, pero moralmente reconocido y no de un
contrato social. Es la vida en la que se viven los valores de la
comunidad. No hay vida colectiva en manicomios o penitenciarias. La
vida pública, por otra parte, es aquel sector de la vida colectiva que
atiende las aspiraciones y anhelos ciudadanos que trascienden la
esfera privada, pero que afectan a ésta. Podría decirse, simplificando,
que la vida pública es la que atiende el destino de la comunidad
mientras que la vida colectiva es la que gravita en torno a un origen”.
“Desde luego que la vida pública y la vida colectiva hacen referencia
primordial a los valores - aquellos objetos ideal y virtualmente
deseables para todos- antes que a los intereses, aquellos obj
los cuales no hay consenso en cuanto a su deseabilidad o
preferencia….””…Pero mientras que la vida colectiva da por sentado y
presupone el acuerdo consensual asociado al orden social, la vida
pública procura, dentro del espacio público, ya sea definir los valores
prioritarios que deben orientar la administración y gobierno de los
social y/ o definir nuevos valores para el mismo efecto…” (Uricoechea,
Fernando. Lo público: historia y estructura. En, revista Trans
# 1, Universidad Nacional, sede Bogotá, Diciembre de 2001.)
Este importante texto pone en situación la discusión sobre el origen de lo
público. Lo primero que es necesario resaltar en el texto de Uricoechea es
que la confluencia de la ética cristina, el surgimiento de la ciudad y del
mercado, como mecanismo de integración social, fue lo que hizo posible el
origen de un espacio distinto al del Estado y al de la política, que sería lo
público.
Debemos subrayar que las nuevas concepciones de lo público refuerzan esta
estructura: es en la alteridad, en el reconocimiento del otro, en el espacio
urbano, la ciudad, y en el mercado que se constituye la esfera pública como
una instancia ética –Locke- que hace contrapeso al espacio político y al
sistema estatal.
Tenemos claro que lo público es un fenómeno moderno que surge
históricamente a la par con el Estado, de suerte que su desarrollo está
íntimamente ligado con las transformaciones de la esfera estatal. En el
Estado liberal lo público se configura como una instancia de refugio de la
esfera privada para albergar un nuevo sujeto político: el individuo que no se
disolvía en la esfera política. Por eso la concepción pred ominante de lo
público durante el período histórico del Estado liberal sea la de Locke, como
una esfera de opinión civil de ciudadanos libres e informados que hacen
contrapeso al soberano para evitar abusos y para asegurar que la
administración de los bienes colectivos se haga con sentido público. No en
vano la idea de opinión pública que es central en la discusión de lo público
en el siglo XX (Habermas) deriva de esa noción liberal inglesa.
En el Estado de Bienestar que empieza a delinearse a principios del siglo XX
y que logra su consolidación luego de la segunda guerra mundial, lo público
se amplía con el surgimiento de otros act ores políticos, tales como sindicatos,
movimientos sociales, y ya en la década de los 60 con el auge de otros
movimientos sociales, como el ecologista y el feminista, como los más
relevantes. La esfera pública se expande y tiende a confundirse con una
especie de sociedad civil a mpliada , pero la desborda, porque la esfera
pública no aspira el acceso al poder político. La esfera pública en sus
desarrollos recientes sería el espacio que logra conciliar lo estatal y lo
político, con los social y lo económico. En términos descriptivos, lo público
podría verse como lo muestra esta figura:
EP
Estado
Mercado
SociedadCivil
¿Cómo se construye este escenario de lo público no estatal?
Es necesario ser cuidadosos sobre el tipo de espacio público que se produce
en la conjunción de estas tres esferas de organización de la sociedad. No es
un producto puro, en el sentido de que allí cada esfera contribuye con una
tercera parte sobre el resultado general. Depende del grado de desarrollo y
fortaleza del Estado, de la sociedad y del mercado. As í, puede haber espacios
públicos muy influidos por el Estado (como las sociedades europeas)
espacios públicos muy influidos por la sociedad (como Japón)
mercado (como Estados Unidos). Pero también puede darse que en un
momento dado predomine la conjunción de dos de ellos sobre el otro.
Como lo señala Charles A. Reilly (1999): “Evidentemente, ningún miembro
aislado de la trinidad social Estado -mercado-sociedad civil puede existir sin
los otros; hay una tensión permanente entre ellos, Uno espera q
se perciba como creativa y que la división tanto del trabajo como del poder
resulte ser factible y eficaz. En ausencia de mercados perfectamente
competitivos, el Estado debe intervenir con capacidad reguladora. Pero como
los Estados son imperfectos en sí mismos, necesitan mecanismos de control
de la sociedad civil. Y como la sociedad civil también es imperfecta e
incompleta, tanto el Estado como el mercado deben jugar un papel para
asegurar los derechos, canalizar los intereses y generar emple
Charles A., (1999). “El Equilibrio entre el Estado, el mercado y la sociedad
civil. Las ONG para un nuevo consenso de desarrollo”. En:
desigualdad en América Latina, temas y nuevos desafíos . Victor E. Tokman
y Guillermo O’Donell, compiladores. Paidos, Buenos Aires, Argentina.
En esas discontinuidades y tensiones, surge lo público no estatal
público señalado en el cruce de las tres esferas como EP, y que sigue estando
muy influenciado por el Estado, habida cuenta de que es la esfera que
tradicionalmente ha representado lo público, lo colectivo, pero donde el
mercado y la sociedad civil, cada vez juegan más un papel determinante en
su configuración.
Lo público más allá de lo estatal es ese ámbito de acción de
corresponsabilidad entre Estado, mercado y sociedad civil, producto de la
transformación que ha experimentado la acción estatal en las últimas dos
décadas, caracterizada por una pérdida de su centralidad en la acción
política y la emergencia de otros actores sociales tales como, agentes de
mercado, organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales que
aspiran a construir respuestas colectivas a problemas colectivos.
En el paradigma donde el Estado proveía prácticamente todos los recursos y
todas las soluciones , y la política pública se entendía como el producto de la
perfecta sintonía del aparato burocrático con las sensibilidades y demandas
ciudadanas, se partía del supuesto de la complementariedad entre Estado y
sociedad civil. Sin embargo, cada vez hay mayor elaboración teórica acerca
de la debilidad de este supuesto y de su insuficiencia para desarrollar una
teoría de la gobernabilidad en América latina.
Es a partir de los trabajos de Jurgen Habermas que se abre un escenario de
discusión sobre la transformación de las articulaciones entre Estado y
sociedad civil, especialmente en la configuración de un espacio donde los
actores privados se reencuentran en la discusión de aquellos temas que
atañe a la mayoría, es el espacio público que viene a sustituir, o
en algunos casos, la esfera pública tradicional de la sociedad moderna que se
concreta en los parlamentos.
La política moderna ya no se agota en el Estado, la cosa pública se realiza en
la interacción del aparato institucional del Estado, el sistema político, la
sociedad civil mercantil – el mercado- y no mercantil – Tercer sector,
movimientos sociales y ciudadanos individualmente considerados. Como lo
señala Cunill (1997): “dicho espacio corresponde a un nivel ubicado entre la
esfera privada y el Estado, y actúa como la caja de resonancia de los
problemas de la sociedad que deben ser trabajados por el sistema político
Cunill Grau, Nuria, (1997). “Repensando lo público a través de la sociedad.
Nuevas formas de gestión pública y representación social”
Latinoamericano de Administración para el D esarrollo, CLAD, Nueva
Sociedad. Caracas, Venezuela.
2. Lo público y la crisis del Estado
Si lo público se forma a la sombra de la crisis del Estado, resulta pertinente
detenerse en algunos discursos filosófico –políticos contemporáneos sobre la
naturaleza de la crisis del Estado y de los posibles desarrollos d e la
concepción de lo público.
Debates contemporáneos sobre lo público ( Habermas, Arendt, Rawls,
Castoriadis, Levinas). ¿Lo público en sustitución del Estado?
- 2. a. Lo público en Jurgen Habermas.
En la extensa obra de Habermas nos interesa resaltar, para efectos de la
discusión sobre lo público, su concepción de la política republicana. Veamos:
“De acuerdo con la concepción republicana, la política no se agotaría
en dicha función de mediación, sino que representaría más bien un
actor constitutivo del proceso de socialización en su conjunto. La
política se concibe como una forma de reflexión de un entramado de
vida ético (Locke, siempre Locke). Constituye el medio con el que los
miembros de las comunidades en cierto sentido solidarias asumen su
recíproca dependencia y con el que en su calidad de ciudadanos
prosiguen y configuran con voluntad y conciencia las relaciones de
reconocimiento recíproco con las que se encuentran convirtiéndolas
una asociación de miembros libres e iguales. Con ellos la
arquitectónica liberal del Estado y de la sociedad experimenta una
importante transformación: junto a la instancia de regulación
jerárquica de la soberanía estatal y la instancia de r egulación
descentralizada del mercado, esto es, junto al poder administrativo y
a los intereses privados, surge la solidaridad como una tercera fuente
de integración social”. Es decir, en nuestra lógica, el surgimiento de lo
público.
“…En la concepción republicana, el espacio público político y, como
infraestructura suya la sociedad civil cobran un significado
estratégico: conjuntamente deben asegurar su fuerza integradora y su
autonomía a la práctica del entendimiento mutuo entre los
ciudadanos”. Habermas, Jurgen, La Inclusión del Otro.
Barcelona, 2002.
Ahora bien, a esta formación de lo público Habermas agrega el concepto de
la acción comunicativa como el medio para conseguir esos consensos de
legitimidad para la acción social y la acción estatal. En efecto:
“Según la concepción republicana, el proceso de formación de la
opinión y de la voluntad política en el espacio público y en el
parlamento no obedece a las estructuras de los procesos de mercado
sino a las estructuras propias de una comunicación pública orientada
al entendimiento. El paradigma de la política, concebida en el sentido
de una práctica de autodeterminación ciudadana, no es el mecado,
sino el diálogo”.
Para lograr esto se precisa de ciudadanos libres e iguales, por eso el espacio
público sólo ha sido posible en esa ficción legal creada por el Estado liberal.
Igualdad formal que, como diría Nieztche, se ha vuelto verdad en el
discurso político y en la reivindicación de identidad de los distintos actores
sociales que conforman la esfera pública.
- Lo público en Hannah Arendt.
La esfera pública en Ar endt adquiere claramente una identidad más allá de
lo estatal. Sigue siendo un espacio ético donde el ciudadano desarrolla su
autonomía, refuerza sus identidades y trasciende de lo individual a alo
colectivo sin desaparecer en lo político. Según la pensadora alemana
“La palabra “público” significa dos fenómenos estrechamente
relacionados, si bien no idénticos por completo. En primer lugar si
que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y
tiene la más amplia publicidad posible. Para nosotros, la apariencia
algo que ven y oyen otros al igual que nosotros –constituye la realidad…”
“…En segundo lugar, el término público significa el propio mundo, en
cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído
privadamente en él. Este mundo, sin embargo, no es idéntico a la Tierra
o a la naturaleza, como el limitado espacio para el movimiento de los
hombres y la condición general de la vida orgánica. Más bien está
relacionado con los objetos fabricados por las manos del hombre, así como
con los asuntos de quienes habitan juntos en el mundo hecho por el
hombre. Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo de
cosas está entre quienes lo tienen en común, al igual que la mesa está
localizada entre los que se sientan alrededor; el mundo, como todo lo que
está en medio, une y separa a los hombres al mismo tiempo”.
En Arendt hay un claro llamado a entender la dimensión histórica y
contingente de lo público. Es decir, lo público no está dado de antemano,
es algo que es necesario construir, por medio del diálogo, de la
solidaridad, del compromiso ético para l a acción. De suerte que si se
asocia la crisis del Estado como una forma de la crisis de lo público, no
necesariamente, es una relación de causa efecto en el sentido mecánico.
Lo público puede reconstituirse aún en tiempos del desvanecimiento del
Estado y de la esfera política. En últimas la lucha por la reconstitución
de lo público deviene en una forma de redemocratización de la vida
social.
- Lo público en John Rawls.
Uno de los pensadores liberales más influyentes del siglo XX fue el
estadounidense John Rawls. Para él, lo público es una concepci
política de la vida colectiva que se caracteriza por que es un espacio que
ocupan ciudadanos libres que procuran una justa asignación de bienes
públicos mediante la deliberación democrática. Dice Rawls en su obra
The idea of public reason revisited, citada por Carlos Peña en
“La Tesis del consenso superpuesto y el debate liberal comunitario
Revista Estudios Públicos # 82 (www.cepchile.cl)
“Tal razón es pública en tres sentidos: como la razón de
ciudadanos libres e iguales, esto es, la razón del público; su
tema es el bien público concerniente a las cuestiones
fundamentales de la justicia política [...]; y su contenido y
naturaleza son públicos, siendo expresados en un razonamiento
público”.
Es preciso destacar el énfasis puesto en la naturaleza ética de lo público,
muy en la tradición de pensamiento liberal, desde Locke y Kant hasta
Rawls y Mouffe, como un rasgo que puede oponerse al Estado, ya sea
para corregir la asignación que se sustenta en la legitimidad democrática
y no satisface la exigencias de lo público. Esta caracterización ética es
fundamental para conservar ese rasgo no estrictamente político de la
lucha por lo público
- Lo público en Emmanuel Levinas
De Emmanuel Levinas n os interesa destacar para culminar esta
reconstrucción filosófica de lo público, su noción del otro, de la ética de la
alteridad y de la diferencia. Consideramos que es en la alteridad, en la
aceptación del otro –en su diferencia o en su excepcionalidad
también se construye y toma forma lo público. Lo público, podría decirse,
es el otro, o mejor, el espacio que soy capaz de construir con otros en
cuanto diferentes – o excepcionales, según algunas interpretaciones
Levinas sostiene que la única forma acep table de la subjetividad
ciudadano contemporáneo, agregamos nosotros - es el reconocimiento del
otro, como alguien a quien debo aceptar en la convivencia, no sólo en la
tolerancia pasiva sino en la interacción constructivo-destructiva, en la
transformación que supone una existencia libre.
Preguntas de trabajo
- ¿Cuál es la importancia de la obra de John Locke en el surgimiento de
la esfera pública?
2 Gutiérrez, Claudia. Emmanuel Levinas o lo excepcional como ética. Universidad de París 8, Vincennes, Saint Denis, 2003.
- ¿Cuál es el aporte de Habermas y de Arendt al debate sobre el
surgimiento de la esfera pública?
- ¿Por qué se puede decir con Levinas que lo público es el otro?
- ¿Cuál es la diferencia histórica y conceptual entre sociedad civil y
esfera pública?
- ¿Cómo explica la crisis del Estado liberal el surgimiento de la esfera
pública?
Debates
El estudiante debatirá sobre la crisis de lo público en Colombia.
UNIDAD CUATRO
1. Dimensiones de lo público
Lo público tiene varias formas de presentarse o de leerse. Otra forma de
decirlo es que el ciudadan@ tiene distintas formas de acceder a lo público,
bien sea a través de lo cultural, lo jurídico e incluso lo político, por ejemplo a
través de los espacios de participación ciudadana o democracia directa que
están diseñados para la toma de decisiones de políticas públicas. Esto
supone que lo público en la modernidad y la for mación de ciudadanía son
las dos caras de una misma moneda. Para continuar con la reconstrucción
del concepto de lo público es necesario abordar el debate sobre la ciudadanía,
que es el escenario donde no sólo se reconfigura lo público sino dónde se
juega la vida la democracia en tanto forma de organización social.
2. Lo público y las nuevas formas de la ciudadanía (Lo público en la
globalización)
La globalización ha sido percibida inicialmente como un fenómeno
económico, pero necesariamente con consecuen cias políticas, éticas,
culturales. Uno de los escenarios dónde se ha realizado el fenómeno de la
globalización ha sido la ciudad. Podríamos decir que la globalización es
fundamentalmente un fenómeno de ciudades que tiene consecuencias sobre
los hábitat rurales en cuanto se modifican los patrones de consumo, de
aglomeración en los países y los criterios de distribución de las cargas y de
las responsabilidades en una sociedad.
Hay quienes sostienen que la globalización es la verdadera revolución de las
telecomunicaciones iniciada en la década de los 60’ y que hoy estamos ad
portas de entrar en una llamada sociedad global, que supondría que todos
los seres del planeta estarían interconectados y comunicados, lo que
supondría enormes beneficios para todos, pero también enormes riesgos en
la medida en que la globalización desafía las identidades y acelera patrones
de consumo y de comportamiento que causarían más daño ecológico del que
ya se produce.
Que este mundo global sólo sería posible en la ciudad, es
premisas más radicales y sugerentes que se conoce en el debate político
contemporáneo.
Hemos logrado establecer que cuando hablamos de ciudad en el mundo
contemporáneo estamos más cerca de la civitas romana que de la
griega. Y estamos hablando de un espacio común en el que ese nuevo sujeto
político, el ciudadano, desarrolla su existencia. Pero esta existencia no se
desarrolla necesariamente de una manera pacífica, es decir, la ciudad no es
un espacio dado, no es un orden establecido, la ciudad es un espacio de
encuentros y de desencuentros, de diálogo y de confrontaciones, de justicias
y de injusticias, es un espacio por construir donde se supone que sujetos
autónomos pautan reglas de convivencia. Como señala Italo Calvino:
“Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de
miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas,
sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra”.
Por eso cuando aterrizamos el debate sobre lo público, en tiempos de
globalización, necesariamente llegamos a la ciudad y al espacio público,
como la caracterización más concreta de lo publico. La Agenda Habitat II de
Naciones Unidas, o cumbre de Estambul, posicionó el debate sobre lo
urbano, la ciudad y la globalización a escala planetaria en términos de
espacio público, en la definición propuesta por Fernando Viviescas.
“Espacio público entendido como sustento jurídico y político de la
expresión autónoma, de la creatividad individual
socialización, la critica, la decan tación y depuración colectiva de los
planteamientos, de los criterios, de los imaginarios. Y espacio público
también como entidad física, como continente y determinante de la
calidad de lo que se dice, de lo que se piensa, de los que se juega
goza- y de lo que se diverge. Espacio público entonces como
cualificador de la existencia individual y colectiva, y del ejercicio, uso
y disfrute de la ciudadanía” (Viviescas, Fernando. La Agenda Habitat
II en los fundamentos para la formulación de una política de
público. En, Revista Ensayo y Error, # 1, Noviembre de 1996, Bogotá
Colombia).
Ahora bien, la ciudad como fenómeno político y sociológico
fundamentalmente, un fenómeno económico. Según Max Weber,
“Si se pretendiese definir la ciudad desde una perspectiva puramente
económica sería una aglomeración en la cual la mayor parte de sus
habitantes viven de la industria y del comercio y no de la
agricultura…”.
Igualmente señala que:
“Otro factor que habría que tener en cuenta para poder hablar d
ciudad es la existencia de intercambios comerciales regulares, y no
solo ocasionales en la localidad, intercambios que constituyan un
componente esencial en los modos de vida de sus habitantes, es decir,
que la localidad se caracterice por poseer un mercado”
Y de otro lado sostiene:
“Hablaremos de ciudad, en el sentido económico, cuando la población
residente en una localidad satisfaga una parte económicamente
sustancial de sus necesidades en el mercado local, gracias sobre todo a
los productos que dicha población, y las de los alrededores inmediatos,
hayan fabricado o se hayan procurado para venderlos en le mercado.
Toda ciudad, en el sentido que le hemos conferido aquí a esta palabra,
es un lugar de mercado, es decir, toda ciudad tiene como centro
económico del asentamiento un mercado”. (Weber, Max. La Ciudad.
Ediciones de La Piqueta, Madrid, 1987)
En la comprensión de lo público en la modernidad el componente económico
es fundamental. Por eso es necesario abordar la perspectiva de lo público en
lo económico, que no coincide con lo público jurídico pero que puede darle
sustento.
3. Lo público económico (los bienes públicos)
Los bienes públicos económicos son bienes que benefician a toda la
comunidad independientemente de si cada individuo desea adq
El ejemplo clásico de bien público es la seguridad nacional.
públicos tienen varias características : no son excluyentes porque no es fácil
ni deseable- excluir a una persona del beneficio de disfrutar el bien público,
como por ej emplo el aire puro; no son rivales porque en cualquier nivel de
producción el costo marginal de suministrar el bien a una persona más es
igual a cero –en un salón, si llega una persona más, la cuenta de la luz no se
aumentará- y; como es difícil determinar la disposición a pagar
disfrute de los bienes públicos, dado que los individuos no tienen los
incentivos para pagar por algo que de todos modos será suministrado, los
bienes públicos se consideran una falla de mercado pues la producción de
dichos bienes sería ineficiente. En esa medida, se considera que la provisión
de bienes públicos debería estar a cargo del Estado quien la financiaría con
los impuestos de todos.
La intervención del Estado en materia económica se justificaría para
corregir las fallas del mercado, una de las cuales son los bienes públicos.
Esta concepción de lo público: lo que favorece a todos pero que no es dable
financiarlo privadamente, está en el centro de las discusiones sobre el papel
del Estado en una economía globalizada y necesariamente en la redefinición
de lo público, como quiera que el espacio de lo público también estaría
conformado por aquellos bines públicos que deberían seguir siendo
en una perspectiva pública, es decir, con financiación vía impuestos. Los
procesos de privatización han contribuido a la erosión de lo público,
entendidos como procesos de vaciamiento de lo público por razones de
eficiencia económica.
4. Lo público jurídico (el espacio público) (lo público en la Constitución
Política)
Una de las dificultades para encontrar una definición inequívoca de lo
público es que las perspectivas económicas, jurídicas y soc
siempre coinciden y, las políticas públicas –que sería el modo de conciliar las
distintas lecturas sobre lo público- a menudo privilegian una perspectiva
sobre otra. Para simplificar diríamos que el espacio público es la
manifestación jurídica de lo público. Tal y como lo señala el urbanista
catalán Jordi Borja:
“El espacio público es un concepto jurídico : un espacio sometido a una
regulación específica por parte de la Administración Pública,
propietaria o que posee la facultad de dominio del
garantiza su accesibilidad a todos y fija las condiciones de su
utilización y de instalación de actividades. El espacio público moderno
proviene de la separación formal (legal) entre la propiedad privada
urbana (expresada en el catastro y vincu lada normalmente al derecho
de edificar) y la propiedad pública (o dominio público por subrogación
normativa o por adquisición de derecho mediante cesión) que
normalmente supone reservar este suelo libre de c onstrucciones
(excepto equipamientos colectivos y servicios públicos) y cuyo destino
son usos sociales característicos de la vida urbana (esparcimiento,
actos colectivos, movilidad, actividades culturales y a veces
comerciales, referentes simbólicos monumentales, etc.)” (Borja, Jordi.
Ciudadanía y espacio público. En Revista Foro # 40, Ediciones Foro
Nacional por Colombia. Diciembre 2000- Enero 2001. Bogotá
Colombia).
El espacio público ha sido uno de los legados importantes de la conferencia
Habitat II junto con el de calidad de vida. El primero como el escenario
donde debe replantarse la vida en sociedad y, el segundo, como el norte de la
intervención estatal y ciudadana. Sin embargo, es necesario advertir que la
discusión sobre lo público no se agota en el espacio público, simplemente se
trata de una de sus manifestaciones más concretas. Porque lo público
trasciende el espacio físico para transformarse en un escenario de
producción de sentido, de identidad, de construcción de ciudadanos que
apuestan porque la vida en comunidad no se reduzca a la d
ciudadana. (Una interesante reflexión sobre la construcción de ciudadanía,
lo público y la democracia directa aparece en un texto publicado en los
números 4,5 y 6 de la Revista Pretil de la Universidad Piloto de Colombia,
La Ciudad en la Era de la Globalización de Juan Luis Piñón).
5. Lo público cultural (homogeneidad, heterogeneidad, totalidad,
fragmentación, inclusión)
Ahora bien, el espacio público también tiene una dimensión cultural. Como
lo señal el propio Borja en el texto ya referido:
“El espacio público también tiene una dimensión socio-cultural. Es un
lugar de relación y de identificación, de contacto entre las gentes, de
animación urbana, a veces de expresión comunitaria. La dinámica
propia de la ciudad y los comportamientos de sus gentes pueden crear
espacios públicos que jurídicamente no lo son, o que no estaban
previstos como tales, abiertos o cerrados, de paso o a los que hay que
ir. Puede ser una fábrica o un depósito abandonados, o un espacio
intersticial entre edificaciones. Lo son casi siempre los accesos a
estaciones y puntos intermodales de transporte y a veces reservas de
suelo para una obra pública o de protección ecológica. En todos estos
casos lo que define la naturaleza del espacio público es el uso y no el
estatuto jurídico”.
Y lo cultural es un componente fundamental de la construcción de lo público,
de los enfoques sobre lo público. La cultura, entendida en sentido amplio
como un sistema de valores, de ideas, de tradiciones, de simbologías, de
creencias, de comportamientos, de patrones de consumo (Kuper, Ad
Cultura. La versión de los antropólogos. Paidos, Barcelona, 2001
componente fundamental de la construcción de lo público. Lo jurídico es su
sustento, lo político es su contraparte y lo cultural es la esencia de lo
público, de ahí la dificultad de una definición normativa de lo público, en la
medida que en que cada especificidad cultural denotaría el alcance de lo
público en una sociedad.
Por ejemplo, si hemos destacado que el concepto de lo público es
construcción Occidental y su condición secular es una de sus características,
ello no significa que en el mundo musulmán no exista un escenario público,
donde lo político, lo civil y lo religioso están profundamente imbricados. En
esa medida, es importante abrir el debate sobre la globalización y la
redefinición del espacio público a partir del desafío que supone incluir
dentro del espacio público nuevas cosmovisiones, la llamada cuestión del
multiculturalismo que está lejos de resolverse a favor de lec turas pluralistas
y democráticas. Especialmente llama la atención el debate actual que se
está dando en Europa y en Francia sobre la prohibición de portar en ciertos
espacios públicos –específicamente la escuela pública francesa - símbolos que
denoten la pertenencia a un credo religioso. Veamos una puesta en escena
de ese debate en el texto de una académica europea, Gema Martin Muñoz:
“Hemos pasado de un discurso políticamente correcto sobre la
construcción de sociedades multiculturales, en el que prácticame
todo el mundo se veía obligado a decir que la diversidad cultural es
una realidad inevitable y positiva, a pronunciamientos categóricos
sobre los males de la multiculturalidad y la amenaza que supone para
nuestros valores. En uno y otro caso ha faltado reflexión y debate
profundo al respecto. La cuestión está, como decía muy bien Iñaki
Gabilondo recientemente, en que nos lanzamos a hablar antes que a
pensar, y, añado yo, esto ocurre de manera sistemática cuando se
cruza el Islam de por medio. Porque, seamos sinceros, la cuestión
cultural sólo emerge y ocupa la primera fila de nuestro debate social
cuando se trata de musulmanes. Entonces se abre la caja de Pandora,
el profundo rechazo que existe contra el universo islámico se desata y
el proceso se convierte en una satanización social de los musulmanes
en el que todos opinan y pocos piensan racionalmente y con
conocimiento real.
Y esto ocurre cuando en realidad el debate es otro. Primero,
plantearse seriamente qué queremos decir con integración, porque
muchas veces, cuando la cuestión cultural emerge, es el instrumento
para ocultar otras deficiencias sociales y laborales mucho más
importantes. Por eso, que nadie pretenda convencernos de que por ser
cristiano o católico se resuelve mejor la cuestión de la in
los inmigrantes, eso es un discurso ideológico al servicio de la
islamofobia; o que sean los inmigrantes los que amenazan nuestro
laicismo, cuando éste, en realidad, en nuestro país es muy imperfecto.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la cuestión de la
multiculturalidad tiene múltiples vertientes que proceden de una
variedad enorme de comunidades nuevas procedentes de muchas
geografías con universos culturales y mentales diferentes que nos
llevan inevitablemente a un proceso de tran sformación y adecuación
mutua, lo cual no es, en efecto, fácil. Pero no lo estamos pensando
globalmente, sólo improvisamos (¡y de qué manera!) cuando surge la
visibilidad que más nos molesta: la islámica, dando a entender de
manera irresponsable que esos complicados reajustes son exclusivos
de los inmigrantes que proceden de ese mundo, cuando sabemos
perfectamente que no es así, que nuevos símbolos culturales,
concepciones patriarcales y problemas generacionales se dan también
en las otras comunidades insta ladas en nuestro país (y, desde luego,
también en las nuestras). Pero sólo a los musulmanes les exigimos un
visado de perfección. A los musulmanes se les exige siempre presentar
sus credenciales democráticas para probar que pueden ser integrados
en la soci edad, en vez de ser al contrario, como hacemos con los
demás: que su comportamiento muestre que no pueden serlo.
Y en este sentido hay que decir que la cuestión del pañuelo que ha
surgido recientemente responde más a nuestros fetiches anti
islámicos que a un problema de integración. La asociación marroquí
ATIME, nada sospechosa de islamista, sino, por el contrario, en una
órbita muy secularizada, ha explicado insistentemente que el pañuelo
es un signo de identidad cultural, no de un proselitismo islámico
partidario de la discriminación de la mujer. No estamos ante el velo
que cubre el rostro de la mujer porque la quiere usurpar su
individualidad en el espacio público. Nos negamos a entender el
carácter multidimensional del velo en el mundo musulmán porque
sólo aceptamos la interpretación inequívoca que nosotros hemos hecho
de él. Mujeres que a ojos de las sociedades europeas y occidentales en
general son simplemente 'víctimas de la violencia machista del islam,
o del integrismo islámico', no quieren ser vista s bajo otros prismas y
menos aún como víctimas de la incomprensión occidental que les
impide usar ese símbolo de identidad musulmana.
Nadie pretende ocultar que existen desafíos y reestructuraciones
complejas, pero hay que afrontarlas conociendo bien nuest
y la realidad de los que vienen de fuera.
Con respecto a nuestra realidad, hay que comenzar diciendo que si no
nos desprendemos de nuestros prejuicios y atavismos anti
no vamos a ser capaces de resolver positivamente dichos desafíos.
Esto no es nuevo, pero desde el 11 de septiembre se han reforzado
nuestros recelos hacia el mundo musulmán de manera alarmante y
los grandes perdedores de esta situación son los musulmanes que
viven en nuestro llamado mundo occidental (de ahí que se haya r
la frontera y muchos se atrevan a defender que 'no queremos
multiculturalismo', sin parecer darse cuenta de la inadmisible
traición a los principios democráticos que ello supone).
La cuestión está en que tenemos que ser conscientes de que existe un
arraigado y perverso 'paradigma cultural consensuado' en las
sociedades occidentales con respecto a las sociedades árabes y
musulmanas que se basa en falaces criterios esencialistas: como una
cultura cerrada, inmodificable en sus aspectos fundamentales, lo qu
desemboca en una visión de cultura inferior o atrasada (portadora de
tradicionalismo inmutable, irracionalidad, agresividad) determinada
a ese destino sin solución. Y, por tanto, la diversidad cultural es
siempre interpretada en negativo. No obstante, no somos conscientes
de las contradicciones en que caemos, e incluso la responsabilidad
compartida que tenemos con respecto a la perpetuación de
interpretaciones islámicas retrógradas, que, desde luego, existen en el
mundo musulmán.
¿Nos hemos parado a pensar que toda nuestra enorme preocupación y
rechazo, legítimos por supuesto, hacia quienes representan versiones
culturales retrógradas en el mundo musulmán nos limitamos a
volcarlas injustamente en contra de los musulmanes que están en
nuestro suelo cuando, sin embargo, no reaccionamos ni nos
movilizamos ante la inaceptable situación actual que consiste en
tener como aliados estratégicos en ese mundo musulmán a toda una
serie de dictadores que violan diariamente los derechos humanos y
son los principales responsables de que se impongan las versiones
más ultratradicionalistas y patriarcales del Islam? Son ellos, nuestros
aliados protegidos desde Occidente, y ahora en esta 'lucha contra el
terrorismo' más que nunca, quienes están asfixiando y aniquilando a
los actores y grupos democráticos, tanto secularizados como
reformistas islámicos capaces de modernizar la interpretación del
Islam. A nosotros nos repugna todo lo negativo que hay en el mundo
musulmán desde nuestras posiciones esencialistas, que no quieren ver
lo que realmente pasa allí y prefieren seguir pensando que es un
mundo monolítico, retrasado y sin capacidad de transformación, y
etnocéntricas porque nos permiten proclamarnos en los
representantes universales de la civilización, cuando en realidad
estamos contribuyendo a que la democracia, la libertad y el Estado de
derecho no se desarrollen en esa parte del mundo.
Pero no sólo no ayudamos a poner las condiciones para que esa
trágica situación mejore allí, sino que aquí, donde existe el espacio y
la libertad suficientes para que esas transformaciones sociales puedan
tener lugar entre los musulmanes, los estigmatizamos y les exigimos
a priori que sean perfectos. No, no sólo perfectos, sino también que
dejen de ser musulmanes.
Entendamos que lo realmente importante es la educación de las
niñas, y que es la educación lo que marca la divisoria y el futuro de
esa mujer, no el que quieran llevar un pañuelo en la cabeza. Y
entendamos que para muchas mujeres musulmanas que se visten así
voluntariamente el significado pueda ser el de un signo de identidad
cultural y no su aceptación de la sumisión a los hombres. Los caminos
de la transformación social son múltiples y no tienen por qué seguir
los pasos que nos empecinamos en predestinar desde nuestra
convicción de estar en la posesión de la verdad civilizacional. No
hagamos noticia de todo lo que se presenta con denominación
islámica, parémonos a pensar que, por el contrario, la consolidación
de las segundas y terceras generaciones de musulmanes en Europa
está motivando importantes transformaciones en la vivencia islámica
de estos jóvenes (se sienten europeos, se asocian, reorientan su
formación religiosa, redefinen las modalidades de sus actividades
sociales...), pero que eso n o significa que vayan a dejar de ser
musulmanes, sino que pueden ser los musulmanes con mayor
capacidad de modernizar el Islam. Por ello, conozcamos al otro, no le
prejuzguemos y no tratemos de interpretarlo siempre desde nuestros
a priori, desde nuestra irresponsable ignorancia de la diversidad
mundo musulmán, porque podemos quebrar un proceso cargado de
futuro”.
Otra de las precauciones que es necesario tener presente a la hora de
enmarcar el debate sobre lo público contemporáneo, en el espacio público, es
la tendencia físico arquitectónica que tiene a privilegiar el espacio público
como un conjunto vacío para la estética y la contemplación, donde el
ciudadano se vacía de contenido y no puede estar en el espacio público ni
apropiárselo parcialmente con sus patrones de uso y de consum
ciudadano en esta lógica es un ave de paso en el espacio público, porque
siempre termina pesando más las definiciones jurídico -formales que
estructuran los poderes formalizados.
Preguntas de trabajo
- ¿Qué es el espacio público?
- ¿Cómo se articu la la discusión sobre lo público, el espacio público y la
ciudadanía?
- ¿Cuáles son las claves del debate sobre lo público y multiculturalidad?
- ¿Cuales son los desafíos de la construcción de ciudadanía en un
mundo globalizado?
- ¿Cuál sería el estado del arte de la discusión en Colombia sobre lo
público y la diversidad étnica, cultural y regional que reconoce la
Constitución de 1991?
Debates
Con base en la sentencias de tutela de la Corte Constitucional SU 360 de
1999 y T-772 de 2003, el estudiante conocerá en profundidad la naturaleza
del debate sobre espacio público y vendedores ambulantes
dándose en Colombia. Deberá hacer una reseña de los aspectos más
destacados de dicho debate.
Taller
El estudiante se dirigirá en su ciudad o municipio a un sitio paradigmático
definido como espacio público –una plaza pública, un parque-
una especie de bitácora de actividades relevantes que se desarrollan
típicamente en un espacio público. A partir de esa observación elaborará su
propia definición de espacio público y de lo público.
UNIDAD CINCO
1. Formas de administración de lo público
No podríamos hablar de lo público sin hablar de administración de lo público
en un programa de posgrado en una Escuela de administración Pública. De
hecho, podría pensarse que el debate sobre los enfoques de lo público
escuela como la Esap, debe conducir necesariamente a cómo administrar lo
público.
Ahora bien, la forma como el debate sobre lo público ha ingresado a la
administración pública es a través del discurso de políticas públicas.
Genéricamente se entiende por políticas públicas al programa de acción
gubernamental necesario para resolver problemas públicos. Esta definición,
un tanto tautológica, ha venido siendo cuestionada pues le atribu
centralidad especial a la acción del Estado y tiende a confundir cualquier
acción estatal y gubernamental con una política pública. (Lahera, Eugenio.
Introducción a las políticas públicas. Fondo de Cu ltura Económica, Santiago
de Chile, 2002.)
Para hablar de políticas públicas hay que ir más allá del Estado, justamente
a lo público, y para conformar esa esfera pública es necesario incorporar en
el discurso y en la práctica, además del Estado, a la sociedad civil y a la
esfera del mercado. Así tendrem os que una política pública es
acción y de información gubernamental que se define democráticamente con
la participación de la sociedad civil y del sector privado para enfrentar
problemas públicos. Según Pierre Muller, una política pública “es
de mediación social, en la medida en que el objeto de cada política pública es
tomar a cargo los desajustes que pueden ocurrir entre un sector y otros
sectores, o aún entre un sector y la sociedad en general”. (Muller, Pierre. Las
Políticas Públicas. Universidad Externado de Colombia, serie Estudios de
Caso en políticas públicas, Bogotá, Febrero de 2002).
Las políticas públicas son la forma de darle contenido a la discusión de lo
público. En cada política pública se juega la definición de lo púb
ser objeto de intervención. Así por ejemplo, una política pública de espacio
público que privilegie el aspecto de seguridad ciudadana apostará por
espacios públicos restringidos, mientras que una política que opte por el
espacio público como un espacio para la convivencia, lo hará por espacios
públicos abiertos.
Un elemento importante de conjunción entre lo público y las políticas
públicas tiene que ver con los actores que participan de las distintas fases de
elaboración de una política pública. Por supuesto que los gobiernos que han
sido elegidos democráticamente tienen un plus de legitimidad para definir
políticas públicas, pero para que estas se orienten efectivamente a lo público
deben incorporar, tanto en la fase de definición del problem a, como en la de
toma de decisiones, en la implementación y en la evaluación, los actores
sociales y políticos que sufren y entienden el problema. En esa medida la
participación de la sociedad civil, del Tercer Sector –que no es otra cosa que
la sociedad civil organizada- y del sector privado, resulta fundamental.
Esta forma de gestión de lo público ha sido recibida en el discurso y en la
práctica de los organismos financieros internacionales, tales como el Banco
Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, bajo la fórmula de buen
gobierno (governanza) o good governance. Según Andre-Noel Roth Deubel:
“El enfoque del bien gobierno consiste en un marco amplio de
propuestas teóricas y prácticas para determinar y crear las
condiciones necesarias para que un gobierno logre sus objetivos. Parte
del supuesto de que tanto todo el gobierno como todo el mercado han
fracasado. A pesar de que el concepto tenga en la literatura
especializada varios sentidos, todos concuerdan en considerar que el
buen gobierno hace referencia a estilos de gobernar que otorgan una
importancia primordial a aquellos mecanismos de gobierno que no se
basan exclusivamente en los mecanismos tradicionales de la
autoridad y de la sanción, sino que más bien crean estructuras que
son resultado de la interacción de una multitud de actores sociales y
políticos dotados de cierta autoridad y que se influyen mutuamente.
Es decir, que se trata de crear escenarios, estrategias y mecanismos
de participación o de inclusión de organizaciones no estatales
aumentar las posibilidades de éxito de su gestión” (Roth Deubel
Andre N. Políticas Públicas. Formulación, implementación y
evaluación. Ediciones Aurora, páginas 111 y 112, Bogotá, Septiembre
de 2002.)
2. Para una reconstrucción del concepto de lo público
El concepto de lo público es inasible, no tiene un estatuto definido ni en la
ciencia política ni en la sociología, sin embargo ha adquirido cierto prestigio
académico para denotar un espacio en el que el individuo no sólo se siente
parte de un conglomerado, y en esa medida resigna parte de su libertad y de
su autonomía, sino como un espacio de posibilidades para construir y
reconstruir su identidad y su sentido. Lo público podemos verlo como un
espacio en permanente construcción para resolver esa tensión central de la
modernidad condensada en la expresión kantiana de la
sociabilidad.
El prestigio de lo público se explica por el declive del Estado que fue la
forma como los seres humanos modernos nos hemos sentido vinculados a lo
colectivo mediante el mecanismo de la representación. En la medida en que
el Estado se ha desdibujado, ya sea porque los políticos se han apoderado de
él, o porque en su nombre se subvierte lo social, o porque el ser individual ya
no se reconoce en una es fera cuyas pautas normativas no le conciernen,
entre otras cosas porque n o ha contribuido con su deliberación a su
formación (Habermas), aparece la esfera pública, una suerte de reserva
moral colectiva que no se subordina al Estado pero que de todos modos
sentido social a la existencia. Lo público es el mundo de la política pero
también el de la solidaridad, es el mundo de los intercambios económicos
pero también el de la formación de las identidades.
Preguntas de trabajo
- ¿Qué son las políticas públicas y cómo se asocian con la discusión
sobre lo público?
- ¿Cuál es la importancia del Tercer Sector en la construcción de lo
público?
- ¿Cómo se articula la participación ciudadana y la construcción de lo
público?
- ¿Sigue siendo relevante la expresión la gestión de lo público más allá
de lo estatal para caracterizar el debate sobre la reconstrucción de lo
público?
- ¿Qué es el Buen Gobierno y cómo se articula con la discusión sobre lo
público
Taller
El estudiante está en condiciones de elaborar un documento q
desde el punto de vista histórico y conceptual la evolución de la discusión
sobre lo público y proponga una definición y una agenda de trabajo de
investigación.
AUTORES CONSULTADOS.
Arendt, Hannah, La Condición Humana, Paidos, Barcelona, 1993.
Barbero, Jesús Martín. Transformaciones comunicativas y tecnológicas de lo
público. En, Lo público: una pregunta desde la sociedad civil. Memorias del
V Encuentro Iberoamericano del Tercer Sector, Colombia 2000, Bogotá 2001.
Barbero, Jesús Martín. Des-figuraciones de la política y nuevas figuras de lo
público. En, Revista Foro # 45, Bogotá, 2002.
Borja, Jordi. Ciudadanía y Espacio Público. En Revista Foro # 40. Ediciones
Foro nacional por Colombia; Bogotá, Diciembre 2000, enero de 2001
Borja, Jordi. La Ciudad conquistada. Alianza Editorial, Barcelona, 2003.
Bresser Pereira, Luiz Carlos & Cunill Grau, Nuria. Lo público no estatal en
la reformadle Estado. Piados, Clad, Buenos Aires, Argentina, 1998.
Camacho Guizado, Alvaro. Democracia, exclusión y construcción de lo
público en Colombia. En, Exclusión social y construcción de lo público en
Colombia. Valencia, Gutiérrez, Alberto, Editor. Cidse, Cerec; Bogotá, 2001.
Camps, Victoria. Elementos históricos del concepto de lo público. En, Lo
público: una pregunta desde la sociedad civil. Memorias del V Encuentro
Iberoamericano del Tercer Sector, Colombia 2000, Bogotá 2001.
Castoriadis, Cornelius. ¿Qué democracia? En, Figuras de lo pensable.
Frónesis. Cátedra Universitat de Valencia. Madrid, 1999.
Cunill Grau, Nuria. Repensando lo público a través de la sociedad. Nuevas
formas de gestión pública y representación social. Centro latinoamericano
de administración para el desarrollo, Clad, Caracas, Venezuela, 1997.
D’Agostini Franca. Analíticos y continentales . Guía de la Filosofía de los
últimos treinta años. Ediciones Cátedra. Madrid, 2000.
Fuentes, Carlos. Hacia un nuevo contrato social para el siglo XXI. IV
Encuentro Iberoamericano del Tercer Sector. Buenos Aires Argentina, 1998
Garay Salamanca, Luis Jorge. Ciudadanía: lo público. Democracia. Textos y
notas. Bogotá, 2000.
Garay Salamanca, Luis Jorge. Una nota sobre la construcción de lo público.
En, Lo público: una pregunta desde la sociedad civil. Memorias del V
Encuentro Iberoamericano del Tercer Sector, Colombia 2000, Bogotá 2001.
Garcés Lloreda, María Teresa. Lo público: una forma de redimensionar el
papel del Estado y la Sociedad Civil en los procesos de control social. En,
Revista Sindéresis # 6, Auditoria General de la Nación, Bogotá, septiembre
de 2002.
Giddens, Anthony. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en
nuestras vidas. Taurus, Madrid, 1999.
Guillén Martínez, Fernando. La Regeneración: Primer Frente nacional,
Carlos Valencia Editores, Bogotá 1986.
Habermas, Jurgen. Histori a y Crítica de la Opinión Pública. Editorial
Gustavo Gili, Buenos Aires, 1982.
Habermas, Jurgen. La inclusión del Otro, Estudios de teoría política. Paidos,
Barcelona, 2002.
Hoffman, Odile. Acerca de la fragilidad de los espacios públicos. . En,
Exclusión social y construcción de lo público en Colombia. Valencia,
Gutiérrez, Alberto, Editor. Cidse, Cerec; Bogotá, 2001.
Jaramillo Vélez, Rubén. Sobre el origen de la esfera de lo público. En,
Revista Trans # 1; lo público y lo privado. Universidad Naciona
Colombia, sede Bogotá, Bogotá 2001.
Kuper, Adam. Cultura. La versión de los antropólogos. Paidos, Barcelona,
2001.
Lahera, Eugenio, Introducción a las políticas públicas. Fondo de Cultura
Económica. Breviarios, Santiago de Chile, Chile, 2002.
Lefebvre, Henri. El derecho a la ciudad. Ediciones Península, Barcelona,
1978.
Levinas, Emmanuel. Entre nosotros. Ensayos para pensar en otro. Pre
textos. Madrid, 2001.
McFarlane, Anthony. Colombia antes de la Independencia. Economía,
sociedad y política bajo el dominio Borbón. Banco de la República, el Ancora
editores, Bogotá, 1997.
Mockus, Antanas. La pregunta por lo público de la sociedad civil. En, Lo
público: una pregunta desde la sociedad civil. Memorias del V Encuentro
Iberoamericano del Tercer Sector, Colombia 2000, Bogotá 2001.
Mouffe, Ch antal. La paradoja democrática. Gedisa , Barcelona, 2003.
Monedero, Juan Carlos, editor. Cansancio del leviatán. Problemas políticos
en la mundialización. Editorial Trotta. Madrid, 2003.
Muller, Pierre. Las Políticas Públicas. Universidad Externado de Colombia.
Bogotá, 2002.
Nun, José. Democracia: ¿Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos?
Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
Ortiz, Renato. Mundialización y Cultura. Convenio Andrés Bello. Bogotá.
Colombia, 2004.
Pecaut, Daniel. Crisis y construcción de lo público. En, Lo público: una
pregunta desde la sociedad civil. Memorias del V Encuentro Iberoamericano
del Tercer Sector, Colombia 2000, Bogotá 2001.
Piñón, Juan Luis. La ciudad en la era de la globalización. En, Revista Pretil
Números 4, 5 y 6. Universidad Piloto de Colombia, Bogotá, 2003, 2004, 2005.
Rabonitkof, Nora. Lo público y sus problemas: notas para una
reconsideración. En, Revista Internacional de Filosofía Política # 2; UAM,
UNED; Madrid, 1993.
Reilly, Charles . El equilibrio entre el Estado, el mercado y la sociedad civil.
Las ONG para un nuevo consenso de desarrollo. En, Pobreza y desigualdad
en América latina. Tokman, Victor & O’Donnel, Guillermo, compiladores.
Paidos, Buenos Aires, 1999.
Roth Deubel, Andre-Noel. Políticas Públicas. Formulación, implementación
y evaluación. Ediciones Aurora, Bogotá, 2002.
Salcedo Hansen, Rodrigo. El Espacio público en el debate actual. Una
reflexión crítica sobre el urbanismo posmoderno. En Revista Eure
Santiago de Chile, 2002.
Thiebaut, Carlos. Vindicación del ciudadano. Un sujeto reflexivo en una
sociedad compleja. Paidos, Barcelona, 1998.
Touchard. Jean. Historia de la Ideas Políticas. Tecnos, quinta
Madrid, 1996.
Uricoechea, Fernan do. Lo público: historia y estructura. En, Revista Trans #
1; lo público y lo privado. Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá,
Bogotá 2001.
Valencia Gutiérrez, Alberto. Exclusión social y construcción de lo público en
Colombia. En, Exclusión social y construcción de lo público en Colombia.
Valencia, Gutiérrez, Alberto, Editor. Cidse, Cerec; Bogotá, 2001.
Weber, Max. La ciudad, Ediciones de la Piqueta. Madrid, 1987.
Vernant, Jean Pierre. Los orígenes del pensamiento griego. Paidos,
Barcelona, 1992.
Viviescas, Fernando. La agenda Habitat II en los fundamentos para la
formulación de una política de espacio público. En, Revista Ensayo y Error #
1, Bogotá 1996.
Viviescas, Fernando. La planeación urbana y el espacio público. En, Revista
Ensayo y Error # 4, Bogotá ,1998.