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MITOS Y MIRADAS SOBRE MUROS DEL PASADO
“Secretario general Gorbachov, si busca la paz, si busca la prosperidad de la Unión Soviética y de Europa
Oriental, si busca la liberalización… ¡Venga usted a esta puerta! ¡Señor Gorbachov, abra usted esta puerta!
¡Señor Gorbachov, derribe este muro!” (Ronald Reagan).
RESUMEN: Veinte años después de la caída del Muro de Berlín, evento que simbolizó la
progresiva desaparición de las fórmulas denominadas “socialismo real”, tomaremos dos
países como referencia para dar cuenta del proceso que culminó con tal experiencia: Polonia y
la República Democrática Alemana. Con este propósito, a la luz de la obra del periodista
Michael Meyer, El año que cambió el mundo, retomaremos los mitos en torno a la caída del
Muro de Berlín en 1989.
INTRODUCCION
Dos años antes que el símbolo del comunismo se desplome, cual profeta y con las
puertas de Bradenburgo a sus espaldas como escenario, Reagan, anticipaba los hechos del 9
de noviembre de 1989, los cuales marcaron un cambio definitivo en el escenario
internacional. La caída del Muro de Berlín produjo el colapso del socialismo real que subyugó
a los pueblos de Europa Central. Después de cuarenta años de totalitarismo comunista, con la
desaparición de los regímenes socialistas, por primera vez en su historia los países que
estuvieron bajo la influencia soviética, emprendieron la singular tarea de transformación de
sus estructuras económicas, políticas y sociales para equipararse a los países democráticos de
Europa Occidental, inclinándose hacia la integración con las comunidades europeas, así como
a la Alianza Atlántica.
A partir de ello, nos parece acertada la definición que Michael Meyer1 hace de 1989
como El año que cambió el mundo, y con la cual le da título a su obra en la que relata los
hechos que desencadenaron la caída de la Cortina de Hierro. En ella el autor plantea que se
han tejido una serie de mitos, verdades que se cree indiscutibles, en torno a lo ocurrido en ese
año: el primero, referido al pueblo, sostiene que el conjunto de los ciudadanos del este,
oprimidos y empobrecidos, siguiendo el modelo occidental, se levantaron en masa y
1 Director de Comunicaciones del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Durante veinte años fue corresponsal y editor de la revista Newsweek; entre 1988 y 1992 estuvo asignado como editor jefe para Alemania, Europa Central y los Balcanes
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depusieron a la cúpula comunista; el segundo, referido al papel desempeñado por la historia,
al fin del comunismo como algo inexorable, predeterminado; y, el último, que coloca a
Estados Unidos como país liberador de los sistemas opresivos. (Meyer, 2009; 14)
En función de lo anterior, nos parece pertinente realizar un análisis con perspectiva
histórica de aquel acontecimiento, que nos permita poner de manifiesto cuáles fueron las
implicancias del modelo soviético; qué procesos dieron origen a su particular
descomposición; y en este punto determinar en qué grado se ajustan los mitos enunciados.
Nuestro estudio se ceñirá a las experiencias de Polonia y Alemania, a partir de la segunda
posguerra mundial hasta finales de la década del 80’, por considerarlas representativas dentro
de este proceso. En primer lugar, realizaremos un abordaje sobre los lineamientos generales
del modelo soviético, para luego, referirnos de manera particular a los casos de Polonia y
Alemania, y así arribar a la conclusión final.
MODELO SOVIETICO: características generales.
En primer lugar, es necesario destacar que la construcción del bloque socialista estuvo
sustentada en dos principios fundamentales que guiaron la política de la Unión Soviética, por
un lado, la creencia en la necesidad de fortalecer la seguridad a lo largo de sus fronteras frente
a la constante amenaza de los estados capitalistas occidentales; por el otro, su pretensión de
extender a todo el globo, principalmente a los países que conforman su área de seguridad, el
sistema político económico que adoptó tras la Revolución de Octubre. (Bogdan, 1991; 257)
Laszlo Nagy señala a 1948 como el año del viraje decisivo, es decir, en el que se
puede ubicar el punto de partida de la construcción del socialismo en Europa Central. La
presencia efectiva del Ejército Rojo y la influencia predominante de la ideología marxista-
leninista-estalinista en los movimientos de resistencia de la región constituyeron factores
determinantes para la construcción del bloque. Ésta última se erige como doctrina infalible,
universal y exclusiva que fundamenta toda acción política, económica y social, cuyas ideas
principales se resumen en: 1) el Estado, en las manos del partido comunista, es el instrumento
y autoridad suprema de las masas trabajadoras; 2) la lucha de clases no cesa, se acrecienta; 3)
el partido comunista soviético es el ejemplo a seguir; la Unión Soviética es la tutora de los
regímenes socialistas; ensalzamiento de Stalin como juez supremo de la aplicación de la
doctrina; y 4) profesión del antiimperialismo, la fe prosoviética, y el antioccidentalismo.
Todas ellas se consumaron políticamente en democracias populares, cuyas cúpulas, de manera
paulatina, las fue cooptando el partido comunista.
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La aplicación de la ideología en la economía se tradujo en un único objetivo: la
maximización de los beneficios a partir de la planificación, que tenía como precondición la
colectivización de la agricultura y la nacionalización de la industria, que desde los años del
viraje se fue llevando a cabo en distintos niveles. En tanto que, fue manifiesta la intolerancia
frente a cualquier oposición que impida la consecución del proyecto socialista. Así, la Unión
Soviética logra en unos años someter a un conjunto de países, con diferentes grados de
desarrollo, a una ley uniforme, con el fin de construir una sociedad sin clases, sin explotación:
el comunismo.
POLONIA
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Polonia queda bajo dominación
soviética. De esta forma, se habían cambiado de manera significativa las fronteras del Estado
polaco.2 En efecto, la ocupación alemana de Polonia se cambia por la ocupación soviética,
“presentando la originalidad de ser considerada oficialmente como aliada y amiga de la Unión
Soviética” (Bogdan, 1991). Con la entrada del Ejército Rojo empieza en la República Polaca
el proceso de estalinización, según el modelo practicado en la Unión Soviética.
El 14 de mayo de 1955, se establece el Pacto de Varsovia, tratado de amistad,
cooperación y asistencia mutua, entre la Unión Soviética y siete países de Europa Central
como reacción a la entrada de la República Federal Alemana (RFA) en la OTAN, el cual
estaba dirigido a preservar la hegemonía militar y política soviética sobre las llamadas
democracias populares.
En 1956, durante el XX Congreso del Partido Comunista Soviético (PCS), Nikita
Kruschev en el Informe Secreto denuncia la universalización de los métodos terroristas
policiales provocando una crisis importante en Polonia. De esta forma, “comenzaba el periodo
de deshielo, la sociedad esperaba la liberalización y humanización del sistema. En este
sentido, Edward Ochab tuvo el valor de transmitir el poder al reformador Wladislaw
Gomulka, antes de que las tensiones se transformasen en un baño de sangre”. (Martelli, 2009)
Las protestas de los obreros en la ciudad de Poznan (1956) supusieron la más grande
manifestación contra los comunistas.
2 La Conferencia de Yalta, reunida desde el 4 hasta el 11 de febrero de 1945, se celebró durante la II Guerra Mundial en el palacio de Livadiya, situado en las proximidades de la ciudad de Yalta, enclavada en la costa meridional de la península de Crimea (en la actualidad perteneciente a Ucrania). De acuerdo con el plan soviético anterior, establecía en la línea Curzon la nueva frontera polaco-soviética y atribuía a Polonia compensaciones territoriales a expensas de Alemania.
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Los trabajadores polacos habían demostrado fuerza y autonomía en los años ´70,
culminando con huelgas en los astilleros del Báltico en agosto de 1980, organizadas en el
movimiento sindical autónomo Solidaridad, cuya acción obliga al Gobierno a escuchar sus
reivindicaciones económicas y de libertad sindical. Durante largos dieciséis meses, Polonia
vive una situación revolucionaria que debilita severamente al Partido Comunista.
A fines de 1981, bajo la fuerte presión de la Unión Soviética, el gobierno polaco
decidió destruir Solidaridad, imponiendo el estado de guerra. Pero no pudo evitar que la
mayoría de la población siguiera en la oposición y exigiera, de manera implícita y silenciosa,
avanzar en la democracia. Si bien el gobierno del general Jaruzelski encarceló a miles de
dirigentes, sindicalistas e integrantes de las organizaciones de oposición, “no logró impedir el
surgimiento de una élite política alternativa, de facto, y el renacimiento conexo de la auténtica
vida política en Polonia…aunque esa nueva vida todavía funcionaba en parte por debajo de la
superficie oficial” (Brzezinski, 1989). El gobierno debió resignarse a negociar una solución
política. Meyer señala que la postura adoptada por Jaruzelsk de “estrechar entre sus brazos a
Solidaridad” abrió paso a la revolución polaca de 1989. Incluso, las bases del partido
visualizan que con esta decisión se estaba desmantelando el socialismo en Polonia, el partido
estaba contribuyendo a su propio fin.
“Solidaridad se había convertido en algo mucho más que un mero movimiento
sindical: ahora era oposición política (….) llegó a representar la búsqueda de una renovación
de la vida social, económica y política” (Meyer 2009: 68). Incluso el nombre del movimiento
señalaba una “nueva realidad de conciencia compartida, de confianza colectiva y de una
alianza entre distintas capas y clases sociales”. “Solidaridad también capitalizó los fracasos
tangibles del sistema comunista. (…) El sistema comunista ya no representaba el progreso
social para ninguna de las grandes clases sociales”. (Brzezinski, 1989)
Cabe resaltar que esta idea acerca de la impotencia de sistema comunista como
reparador de los problemas sociales, económicos, políticos que aquejaban a los países de Este,
gravitaba no sólo en la sociedad en general sino en el seno mismo de la dirigencia comunista
de tales países. En este sentido, a finales de 1988 en una entrevista, Pozsgay, el ministro de
estado de Hungría, fue determinante: “El comunismo no funciona (….) Ha llegado al final de
sus días. Es un obstáculo para el progreso en todos los ámbitos: político, social y económico”
(citado en Meyer, 2009) Es útil recuperar la imagen que utiliza el politólogo Zbigniew
Brzezinki al asemejar el repudio orgánico del comunismo por parte de los pueblos dominados
con el rechazo, por el cuerpo humano, de un órgano trasplantado.
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En cuanto a las negociaciones entre Solidaridad y el gobierno polaco, Meyer destaca la
mirada de los principales actores involucrados En efecto, rescata la opinión de un líder
sindical: Jaruzelski, fue quien se percata de que la cosa ya no estaba funcionando, no sólo el
comunismo sino todo el sistema. Tuvo la grandeza de verlo teniendo en cuenta que nadie
sabía a que conducirían tales negociaciones. Para Meyer, el gobierno buscaba un socio con
quien compartir la culpa del fracaso del sistema.
“El cambio empezó en Polonia del mismo modo que en buena parte del
resto de Europa oriental, a saber, gracias a una combinación de ceguera, oportunismo
y conveniencia. (…) La vieja guardia al intentar remediar sus debilidades, se
consideró capaz de controlar el cambio. Pero no tomó la dimensión de la fuerza de
los eventos que puso en marcha.” (Meyer, 2009)
El 7 de abril de 1989, como resultado de la mesa redonda polaca, Solidaridad no sólo
recuperó su legitimidad tras siete años de proscripción por la ley marcial, sino que además,
obtuvo el derecho a participar y competir en “las elecciones parlamentarias libres de junio de
1989: las primeras elecciones de ese tipo en el país desde la Segunda Guerra Mundial”
(Laqueur, 1994). Este pacto3 histórico abrió la puerta a los acontecimientos ocurridos luego en
Polonia y que se precipitaron en el resto de Europa Central después de la apertura del Muro de
Berlín.
ALEMANIA
El período entre los años 1945 y1989 estuvo marcado por el contexto de la Guerra
Fría, enfrentamiento que se dio entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Como
consecuencia de ésto y del tratado de Yalta4, Alemania quedó dividida entre la República
Democrática Alemana (este) y la República Federal Alemana (oeste) conformada por los
aliados británicos, franceses y estadounidenses. “A medida que las tres zonas occidentales se
transformaban en una RFA cada vez más independiente, la zona soviética se convertía en una
RDA(…) esta segunda Alemania fue rápidamente integrada en el bloque soviético” (Nagy,
1975: 86) Tal como se observa en el siguiente mapa.3 De acuerdo al este pacto, “Solidaridad solo podía aspirar a un tercio de los escaños en el Sejm, la cámara baja de la asamblea legislativa (cámara de diputados); las dos terceras partes de escaños faltantes estaban reservados para los comunistas. Se crearía una nueva cámara alta, el Senado, pero su papel se limitaría a revisar la legislación propuesta por la cámara baja. Los puesto claves, como los ministerios de defensa y del interior, seguirían en manos de los comunistas, así como la presidencia”. (Meyer, 2009)4 Acuerdo entre las potencias aliadas, por el cual Berlín sería dividido en sectores y administrado conjuntamente.
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En 1948 la tensión entre el bloque soviético y el occidental aumenta, se cortan algunos
accesos por tierra y como consecuencia Berlín queda oficialmente dividida. “El suministro de
corriente eléctrica y de carbón fue suspendido, y el 24 de junio, con el pretexto de que había
que efectuar reparaciones sobre los puentes del Elba, se prohibió totalmente la circulación por
la autopista, el ferrocarril y los canales. Berlín estaba totalmente separada del mundo
<<capitalista>>, y la transformación de la guerra fría en caliente parecía inminente” (Nagy,
1975; 85)
Al morir Stalin, la República Democrática Alemana se encontraba en una difícil
situación. Además de los problemas económicos habituales en todos los países de Europa
Central, se enfrentaba a una ola de descontentos que se “traducía en lo que ha dado en
llamarse el plebiscito a pie. Miles de explotadores agrícolas hostiles a la colectivización de la
tierra, de obreros decepcionados por el régimen y con sus salarios” (Bogdan, 1991: 300). Ésto
generaba oleadas de protestas y rebeliones y la necesidad de los individuos de la República
Democrática Alemana de migrar hacia el Oeste. Las manifestaciones obreras pronto se
transformaban en manifestaciones antisovieticas.
La división de Alemania se vio representada por la construcción de un paredón,
conocido como El Muro de Berlín que se constituyó como un símbolo de la Guerra Fría, y fue
también llamado Telón de Acero.
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De esta manera se cerraban las fronteras poniendo fin a la posibilidad de emigración
por los descontentos hacia el régimen. Al mismo tiempo Alemania del Este, intentó calmar el
descontento popular a partir de una mejora en el nivel de vida popular. Gracias a ello, al grado
de desarrollo industrial y a las masivas exportaciones de productos con valor agregado, logró
en los ´60 posicionarse con un alto índice de crecimiento. Para 1968 el nivel de vida era el
mejor de todos los países del Este.
El milagro económico conocido como 'Wirtschaftswunder' representa la pronta
reconstrucción y desarrollo de las economías de Alemania occidental y Austria, destruidas por
la guerra. Aunque la República Democrática Alemana también experimentó un importante
crecimiento, la recuperación de los occidentales delataba las diferencias económicas a un lado
y el otro de la frontera. Durante los años ´70, las relaciones entre la República Democrática
Alemana y la Unión Soviética fueron buenas, sintonía que no se rompería hasta la llegada de
Gorbachov5 al Kremlin.
En 1985, el líder soviético Mijaíl Gorbachov anuncia el estancamiento de la economía
soviética e introduce progresivas reformas en el régimen de la Unión Soviética, la
reorganización era necesaria. Comienza una paulatina apertura del régimen e invita a otros
países comunistas a seguir sus pasos, pero Honecker6, en Alemania, asegura que no había
nada que reformar. Inicialmente, las reformas implementadas por Gorbachov fueron llamadas
Perestroika y Glasnost. Se inicia así una reestructuración económica y el establecimiento de
mecanismos como la transparencia de información. Liberalización, apertura, transparencia.
La Perestroika fue una reforma basada en la reestructuración de la economía, en
búsqueda de la subsistencia de la Unión Soviética y de sacar al país de la grave crisis
económica impulsando al desarrollo y la modernización. Buscaba la adaptación al mercado,
basándose en una mayor autonomía local de manera de poder desarrollar con más fuerza a la
industria. Hacia una liberalización económica, buscaba terminar con la corrupción. En cuanto
5 Fue elegido miembro del Sóviet Supremo (1970), del Comité Central del Partido (1971; secretario de Agricultura en 1978) y del Politburó (1980). Esta rápida ascensión culminó con su elección como secretario general del Partido Comunista de la URSS tras la muerte de Chernenko (1985), por un estrecho margen de votos; obtenía así el máximo poder de la declinante potencia soviética, que se completaría con su nombramiento como presidente del Sóviet Supremo y jefe del Estado (1988).6 En 1967 fue designado sucesor del líder de la RDA, Walter Ulbricht, quien dimitió en 1971, año en que Honecker se convirtió en secretario general del SED y en jefe del Estado, con lo que controlaba a un tiempo el partido y el ejecutivo. Bajo su gobierno, la RDA se convirtió en el Estado con mayor represión política, pero también en el país con mayor crecimiento económico de los pertenecientes a la órbita soviética. Permitió el establecimiento de ciertos lazos financieros con la RFA, de la cual recibió ayuda económica, y consiguió que Bonn reconociera la existencia de la RDA como Estado independiente.
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a la política exterior, Gorbachov, tendía a la negociación de la reducción de armamento y a la
pacificación de las relaciones internacionales, retirando las tropas soviéticas en Afganistán.
Este proyecto fue acompañado por la Glasnost, permitiendo un aumento de la libertad
de expresión y de opinión, en contraste con el periodo anterior, caracterizado por la ejecución
de aquellos opositores al sistema. Se permitía con ésto, una devolución de miradas hacia el
gobierno soviético, dejando ver los defectos del mismo. La Glasnost permitió el conocimiento
público de graves problemas sociales y económicos, tales como la defectuosa calidad de las
viviendas, los problemas de abastecimiento de alimentos, el alcoholismo, la contaminación
ambiental, y como consecuencia se generó un aumento paulatinamente en la cantidad y
calidad de las críticas realizadas por la sociedad.
A lo largo de la obra de Meyer, resultan interesante las distintas voces que suma a su
relato para dar cuenta de la complejidad del proceso que dio como resultado: la caída del
Muro. En este sentido, resalta que “a pesar de que todos los problemas que enfrentaban-
escasez de muchos productos básicos, estándares de vida en descenso, represión política- la
mayoría de los alemanes del Este no querían dejar su país contrario a la opinión que se
fomentaba en Occidente”. (Meyer, 2009:137)
Ante el debacle de la mayoría de los regímenes del Este, los dirigentes soviéticos tanto
en Polonia como en la República Democrática Alemana pedían que “la pertenencia de esos
países al Pacto de Varsovia se mantuviera con solidez” (Lévesque, 2009) Pues, este pacto
constituía uno de los principales atributos de la Unión Soviética ya que garantizaba cierta
asimétrica estratégica frente a Estado Unidos.
Los `80 fueron años en los que aumentaron las disidencias. Fue creciendo el germen
de un movimiento opositor que se haría visible en los últimos años de la década. Algunos de
los grupos disidentes más importantes se aglutinan en torno a la Iglesia. Fuerzas opositoras en
la República Democrática Alemana protagonizaron la revolución de 1989 que condujo al fin
de la división alemana el 9 de noviembre de 1989 derribando el muro y abriendo paso a la
reunificación alemana. “Las montañas que rodeaban el horizonte de la Guerra Fría empezaron
a tambalearse y finalmente se derrumbaron. El comunismo polaco fue el primero en caer. A
continuación los gobernantes húngaros publicaron un pan de abdicación. En agosto las
Republicas del Báltico de la Unión Soviética empezaron a exigir su independencia. En
noviembre Honecker de Alemania Oriental fue derrocado y el 9 de noviembre se abrió el
Muro de Berlín” (Ascherson, 2009)
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CONCLUSIÓN:
A partir del triunfo de la revolución bolchevique en 1917, se alzaron dentro y fuera de
Rusia distintas voces, algunas expresaban el entusiasmo por el triunfo de la revolución
proletaria, mientras otras se indignaban y reconocían una nueva amenaza para la civilización
occidental.“Si para algunos el sistema soviético es la superación de todas las contradicciones
sociales, una especie de paraíso terrestre para otros no es otra cosa que la infame represión, un
infierno sobre la tierra”. (Patula, 1993; 15)
El Muro de Berlín se derrumba debido a, principalmente, tres hechos ocurridos
durante la década de 1980. En primer lugar, las huelgas de agosto de 1980 en Polonia ponen
en evidencia una contradicción fundamental: la clase trabajadora se opone a un presunto
“estado obrero” y al supuesto “Partido de la clase obrera”. De esta forma, la teoría oficial
sobre la que se basaba el comunismo de estado se viene abajo. En segundo lugar, en Moscú,
en marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov es elegido secretario general del Partido Comunista de la
Unión Soviética. Lanza la “pereistroika” y la “glanost”, iniciando la reforma del comunismo
soviético. En tercer lugar, en 1989, en Pekín, en vísperas de una visita de Mijaíl Gorbachov,
miles de manifestantes reclaman reformas similares a las que se llevan a cabo en la Unión
Soviética. El Gobierno Chino hace intervenir al Ejército, siendo el resultado: cientos de
muertos y condena internacional del régimen de Pekín. En el mismo año, ciudadanos de
Alemania del Este salen a la calle para exigir reformas democráticas, las autoridades dudan en
disparar o no, sobre las multitudes. Moscú anuncia que sus tropas estacionadas en Europa
Central no participarán en ninguna represión. La intensidad de las manifestaciones se
multiplica. El Muro de Berlín cae. En unos meses, uno tras otro, los regímenes comunistas de
Europa son barridos.
Si bien la mayoría de los procesos políticos llevados a cabo en el conjunto de países
que conformaron el bloque socialista guardaron características similares, cierto es que, sólo
compartían la particularidad de su pertenencia a la órbita de dominio soviético, tal como
hemos podido ver en los dos casos analizados. Las diferencias en sus niveles de desarrollo se
evidenciaron en el desequilibrio general que supuso la implantación del modelo de soviético,
sobre todo después de 1955: Alemania duplica su producción industrial, pero disminuye la
agrícola en el mismo período en que ésta última para Polonia era más favorable.
Por otra parte, si comparamos la Caída del Muro de Berlín con otros momentos
trascendentales de la historia, podemos afirmar que el argumento de Meyer es pertinente en
cuanto a los mitos que este hito suscita, pues si bien hubo un levantamiento en masa, éste fue
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de carácter espontáneo, impulsado por un error involuntario del vocero del Politburó alemán.
No hubo una gran crisis internacional que enmarcara los acontecimientos del 9 de noviembre
de 1989. Y mucho menos, que éstos puedan atribuirse al accionar de Estados Unidos, y por
consiguiente el símbolo de la victoria de occidente.
El muro de Berlín se había convertido en el símbolo de la división del mundo. La gran
cortina de hierro que comenzó a agrietarse para 1988, termina por derrumbarse en 1989. El
año 1991 marcó el final del gran mito de la Unión Soviética del siglo XX. Fueron los hijos del
propio sistema los que acabaron con él.
Ahora bien, tal como señala Norberto Bobbio si bien el comunismo histórico fracasó,
los problemas que éste se proponía resolver siguen vigentes. En este sentido, es necesario
cuestionar la capacidad de las democracias actuales para responder a tales problemas.
Siguiendo este análisis, varios autores coinciden en que “muchos muros recorren las
megalópolis del mundo actual, que separan de manera más o menos abrupta a ricos y pobres,
instalados e inmigrantes, viejos y jóvenes, bienpensantes y rebeldes” (Augé, 2001)
Para concluir y en el marco del aniversario por los 20 años de la Caída del Muro, no
debemos olvidar que hay otros muros que deben ser derribados, Palestina, Corea, Cisjordania,
Arabia Saudita, Chipre, son algunos, entre varios de los países que deberían seguir este
ejemplo.
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Bibliografía
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Ascherson, Neal (2009): “1989: el año en que el mundo se dio vuelta”, en Revista Ñ (Buenos Aires), N°12.
Bogdan, Henry (1991) La historia de los países del Este, Buenos Aires, Vergara.
Brzezinski, Zbgniew (1989) El gran fracaso, Buenos Aires, Vergara.
Laqueur, Walter (1994) La Europa de nuestro tiempo. Desde el final de la Segunda Guerra
mundial hasta la década de los 90, Buenos Aires, Vergara.
Lévesque, Jacques (2009) “Apogeo y declinación de la política europea de Mijaíl Gorbachov” en Radvanyi, Jean y Vidal, Dominique (coord.) Rusia: de Lenin a Putin (Buenos Aires, Capital Intelectual).
Martelli, Roger (2009) “La risa de Gamal Abdel Nasser, las lágrimas de Budapest”
Meyer, Michael: (2009) El año que cambio el mundo: la historia secreta detrás de la caída del Muro de Berlín, Bogotá, Moderna.
Nagy, Laszlo: (1968) Democracias populare. Del bloque soviético al comunismo de las
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Patula, Jan (1993) “Europa del Este: Del Stalinismo a la Democracia”, México Siglo XXI.
Radvanyi, Jean y Vidal, Dominique (coord.) Rusia: de Lenin a Putin (Buenos Aires, Capital Intelectual).
Sitios Web Consultados
http://usuarios.lycos.es/christianlr/01d51a93a00bc2104/01d51a93a00c8e939.htmlhttp://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gorbachov.htmhttp://www.caeeco.com.ar/ensayos.htm
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