misiÓn, visiÓn y valores de un lÍder

MISIÓN, VISIÓN Y VALORES DE UN LÍDER

TRASCIENDE Página 1



LA MISIÓN EN EL LIDERAZGO

Así como esperas en Dios, Él tiene expectativa acerca de lo que plantó en ti cuando fuiste creado; así que, activa la fe de que presentarás excelentes respuestas mediante tu liderazgo, pues Dios así lo espera.

RECURSOS PARA CUMPLIR LA MISION:

Llevar a cabo nuestra misión es muy demandante, por lo que se requiere tener diferentes herramientas para poder efectuarla. Conocer el equipamiento que necesitamos, nos dará garantía de saber con qué contamos, cómo y cuándo usarlo y para ello, el primer recurso a resaltar es el siguiente:

1. DIOS

Es el punto de partida en todo lo que hacemos. Un detalle muy interesante a considerar es que, cuando el Señor le designaba a alguien un liderazgo, usaba la expresión: “Yo estoy contigo” y siempre les acompañó.

Recibiremos ataques, procedentes de personas que no creen en nuestro ministerio y por diferentes causas, es posible que desmayemos como lo hiciera el profeta Jeremías, a quien Jehová tuvo que recordarle quién era: Creador de todo lo existente; por ende, está por encima de los que nos hacen la guerra, ¡es el Todopoderoso y no hay nada imposible para Él!

Cuando Dios dice: “Estaré contigo” nos está confiando Su existencia y nos brinda Su apoyo, mientras nos garantiza el éxito en lo que Él espera de nosotros.

Para nosotros, los cristianos, Dios es el recurso principal más importante, seguro y tan fundamental, que preferimos no salir si Él no va con nosotros; tal como le dijera Moisés, cuando el pueblo de Israel, por su desobediencia, provocó a Dios a negarse ir con ellos.

Hoy contamos con el Espíritu Santo, que es Dios mismo, dentro de nosotros. Identifiquemos su presencia y en cada Misión tengamos pendiente su poder, atreviéndonos a continuar confiadamente a cumplir nuestra misión.

2. FE

Es la consecuencia de haber reconocido a Dios. La primera aplicación de la fe, entre varias que posee, es la salvación, ya que Dios por este medio, recupera al ser humano a una comunión con Él por la gracia, el amor y la misericordia de nuestro Padre Dios manifestada.



La salvación nos beneficia y nos responsabiliza en las tareas que debemos atender. Para caminar con Dios, debemos tener fe y aplicarla a nosotros mismos. Así, tendremos un enfoque y una expectativa positiva de nosotros mismos. Al enfocarnos en nuestros errores, defectos y dificultades, nos olvidamos de nuestras virtudes y tendemos a desconfiar de nosotros mismos, a pesar de creer plenamente en Dios. El conocimiento de Dios sobrepasa todo juicio que tengamos de nosotros y aún así, sabiendo de nuestras debilidades, nos llama para cumplir su propósito, por eso desarraiguemos todo pesimismo de nuestra vida y aprovechemos las habilidades que el Señor ha puesto en nuestras manos. La Misión supera la realidad en la que nos encontramos, ya que nos mueve a una aspiración que en el momento no lo vemos realizado. Quizás estés viendo que tus condiciones actuales no califican para lo que te has propuesto alcanzar; por esto es que debes tener fe para que puedas notar todo el potencial que Dios ha depositado en ti.

3. VISIÓN Es otro recurso para la Misión que nos ayuda a procurar la razón de ser, nos ubica y nos señala, dándonos la dirección de la meta a alcanzar; convirtiéndose en el recordatorio de todo el trayecto en la misión y motivándonos en tiempos de crisis. Un ejemplo práctico: Cuando se realiza una construcción, se pone una imagen del resultado final del edificio terminado, con la siguiente información: “Esto se construirá aquí”. A pesar de que habrá etapas en las que no se asemeja nada a lo publicado, el anuncio sigue informando que se continuará trabajando hasta convertirse en lo que promueve la imagen. Así es la Visión dentro de la Misión.

4. POTENCIAL Es la capacidad de hacer todo lo que Dios ha diseñado para nosotros. No es realización; es capacidad para realizar. Dios no nos pedirá algo si antes no nos ha dotado de potencial para forjarlo. No nos excusemos porque aún no estamos preparados para emprender; identifiquemos estos recursos en nuestro interior antes de pensar en ayudas exteriores. Dios nos equipó de todo cuanto necesitamos, descubrámoslo.



Si no nos atrevemos a empezar con lo poco, será imposible alcanzar los grandes resultados que hemos imaginado. Tenemos a Dios, tenemos fe, tenemos visión y potencial. ¡Tenemos los recursos!

5. LAS PERSONAS Ningún líder podrá ejercer la misión solo, mucho menos si viene de Dios. Siempre necesitaremos gente a nuestro lado; unos nos identificarán y a otros les tendremos que llamar. Hay personas que necesitan de nosotros para despertar y activarse en lo que Dios nos ha llamado a hacer y de lo cual ellos son parte. Toda Misión insta de un equipo corporativo, dentro del cual habrá un personal dispuesto y otro grupo negativo, por lo que debemos reconocer las debilidades que eviten bloquear la llegada de los conflictivos y evitarlos. No limitemos nuestro equipo a ser seguidores de forma dependiente e inútil; es preciso entrenarlos, empoderarlos, direccionarlos, enfocarlos hacia lo que le da motivo a nuestro proyecto. Nunca digamos que no hemos podido porque estamos solos. Siempre hay personas que se van a identificar con nuestra Misión. Cuando nuestra vista se mantiene fija a una Visión y nuestro compromiso permanece alineado a una Misión, todos los que desean ser guiados se conectarán a nosotros, a pesar de que algunos se devolverán del camino y otros nunca creerán en ti. Una de las primeras cosas que hizo Jesucristo, el mayor modelo de liderazgo y de valores que nos definen y nos dan una identidad, fue buscar personas para posicionarlas en diferentes áreas y luego que subió a los cielos, Su Visión, Misión y Valores se han mantenido en la tierra hasta el día de hoy. ¿QUIÉNES IRÁN A LA MISIÓN? Cabe destacar que, en la Misión de Jesús, unos fueron calificados a seguirle y otros no. En la porción bíblica registrada en Lucas 14:15-24, leemos:

La gran cena

“Al oír esto, uno de los invitados le dijo a Jesús: — ¡La bendición más grande será participar en la gran fiesta del reino de Dios! Jesús le respondió: —En cierta ocasión, un hombre organizó una gran cena e invitó a mucha gente. Cuando llegó la hora, envió a su sirviente para que llamara a los invitados y les dijera: “Vengan, ya todo está listo”. Pero cada uno de los invitados dio una excusa, y rechazó la invitación. Uno dijo: “Dile a tu amo que por favor me disculpe, pues acabo de comprar un terreno y necesito ir a verlo.”



Otro dijo: “Le ruego que me disculpe, pues hoy compré cinco yuntas de bueyes y tengo que probarlas”. Otro más dijo: “Acabo de casarme; dile que no puedo ir”. El sirviente regresó y le contó a su amo todo esto. El amo se enojó mucho y le dijo: “Ve enseguida a las calles y callejones de la ciudad, y trae a cenar a los pobres, a los tullidos, a los ciegos y a los cojos. Cuando el sirviente regresó, le dijo: “Señor, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía queda lugar en la casa. El amo le ordenó: “Ve por las calles y callejones, y obliga a la gente a entrar. Quiero que mi casa se llene. Pero ninguno de los que invité la primera vez probará un bocado de mi cena.”

Esta parábola nos habla de la respuesta de Jesús al ilustrar en ella la reacción de Israel ante la invitación de Dios a su reino. Esto tiene que ver con la Misión. Se encontrarán personas que siempre manifestarán excusas.

También la parábola del sembrador en Mateo 13:1-9

El ejemplo de las semillas

“Ese mismo día, Jesús salió de la casa donde estaba, fue a la orilla del Lago de Galilea, y allí se sentó para enseñar. Como mucha gente llegó a escucharlo, tuvo que subir a una barca y sentarse para enseñar desde allí. La gente permaneció de pie en la playa. Jesús les enseñó muchas cosas por medio de ejemplos y comparaciones. Les puso esta comparación: Un campesino salió a sembrar trigo. Mientras sembraba, algunas semillas cayeron en el camino. Poco después vinieron unos pájaros y se las comieron. Otras semillas cayeron en un terreno con muchas piedras y poca tierra. Allí pronto brotaron plantas de trigo, pues la tierra era poco profunda. Pero las plantas no vivieron mucho tiempo porque no tenían buenas raíces, y se quemaron cuando salió el sol. Otras semillas cayeron entre espinos. Cuando los espinos crecieron, apretaron las espigas de trigo y no las dejaron crecer. Pero otras semillas cayeron en tierra buena y produjeron una cosecha muy buena. En algunos casos, las semillas sembradas produjeron espigas con cien semillas, otras produjeron espigas con sesenta semillas, y otras produjeron espigas con treinta semillas.

¡Ustedes, si en verdad tienen oídos, presten mucha atención!”

Acá nos muestras 4 tipos de suelos que representan los diferentes modelos de personas: Uno no asumió la comprensión de la palabra y perdió de vista el mensaje, por lo que su duración fue muy corta; el segundo le recibe con gozo, pero las piedras, que son el estado de su corazón, hizo que las dificultades lo volvieran a su antigua condición y los espinos figuran a los que están inclinados a este mundo, al afán por las riquezas; pero hubo uno que produjo resultados permanentes y abundantes en la Misión encomendada.



No todos los que escucharon a Jesús le siguieron. Lo podemos observar en La Palabra, según Juan 6:66- 69

“Desde ese momento, muchos de los que seguían a Jesús lo abandonaron. Entonces Jesús les preguntó a sus doce apóstoles: — ¿También ustedes quieren irse? Simón Pedro le contestó: — ¿Y a quién seguiríamos, Señor? Sólo tus palabras dan vida eterna. Nosotros hemos creído en ti, y sabemos que tú eres el Hijo de Dios.”

Los que se comprometen, no se van aunque se les pida (como lo hicieron los apóstoles). Jesús nunca le rogó a los que le rechazaron que vinieran con Él; hacía el llamado y al final, quedaban los fieles. Él estaba claro en que no todos eran capaces de acompañarlo. Conocía las artimañas de los que también querían aprovecharse de su ministerio. Así tendrás seguidores que solo querrán conectarse a tus beneficios, como el caso de Lot, que siguió a Abraham y luego de ser bendecido, se separó. Una mala experiencia no debe determinar el nivel de confianza en los que quieren acercarse a ti. El don del discernimiento lo imparte el Espíritu Santo, pero hay otro que se adquiere con la madurez y es la capacidad de evaluar. Existen personas fieles. También están las personas almáticas que quieren seguirte, pero sin renunciar a sus sentimientos. Estos terminan siendo más íntegros con sus emociones que con lo que Dios les ha entregado. Los que quieren dividirse entre lo personal y lo espiritual tampoco califican para ir a la Misión. Jueces 7 citamos la Misión de Gedeón (la victoria de Israel por medio de la mano de Dios). Aquí, Dios descalifica a millares con la prueba del miedo. De 35,000, solo 300 calificaron para quedarse en la batalla con Gedeón. Algunos estarán contigo hasta saciar sus necesidades e intereses, a pesar de que muestren estar atentos al compromiso. CAUSAS DE LAS DIFICULTADES: No somos libres de los obstáculos y no todos vienen de afuera. Unos las ocasionamos nosotros y otros las produce Dios, los cuales debemos afrontar con valentía y obediencia, ya que si Dios las permite es porque algo colaborará con el cumplimiento de nuestra Misión. Cuando es Dios que nos presenta pruebas, debemos reposar confiados, tranquilos porque Él tiene el control, pero si somos nosotros que ocasionamos las dificultades (pecado, malas decisiones, incredulidad, desobediencia, mala administración), debemos ser diligentes y corregirnos. Como líderes, es necesario asumir nuestra responsabilidad. No nos luce echar la culpa a otros.



Es posible que con nuestros propios medios y habilidades, logremos ciertos resultados bajo el pecado, pero hay una característica que tiene la bendición de Dios y esta es, que no añade tristeza. Cuando agradamos al Señor, Su bendición nos favorece.

¡Cuántos fracasos de grandes proyectos por un fraude!, familias que han sido destruidas por un adulterio… El pecado trae daños hasta irreparables en una Visión.

LA DESOBEDIENCIA EN LA MISION Desobedecer la Palabra de Dios, la Misión, Visión y los Valores que tenemos, nos mantiene inconstantes frente a las pruebas, ya que éstas nos examinan si somos fieles ante nuestro enfoque. A veces queremos caminar en el propósito divino pero en desacuerdo con las pautas asignadas por el Padre.

LAS MALAS DECISIONES Estas se convierten en ocasiones para las dificultades en el camino de la Misión. Los líderes que han sido llamados por Dios y que han reconocido su designio deben sopesar correctamente su desempeño. Hagamos que nuestras decisiones sean dependientes de Dios, alineadas y sujetas a su voluntad mediante la constante oración.

FALTA DE CONSEJOS Estar rodeado de gente de experiencia es de sabios. Pedir un consejo no es debilidad, sino más bien, fortaleza. La Biblia dice que en la multitud de consejos hay sabiduría.

POCAS MOTIVACIONES Es imprescindible analizar si las intenciones y los motivos están sometidas bajo el comando de Dios y si colaboran a la Misión. Además, gestionar que nuestros resultados sean óptimos, ya que ellos vitalizan nuestros esfuerzos.

LA MALA ADMINISTRACIÓN Es impresionante el poder que tiene la administración. Dios determina, comunica y manifiesta su plan, nos da una Visión, designándonos un liderazgo que nos compromete con una Misión, pero nuestra administración puede convertir lo que vino de Dios en un mal resultado. Seamos líderes competentes y capaces de conducirnos eficazmente. Observemos cómo administramos el tiempo, la gente, los recursos. Dios nos ha llamado a ser gerentes de asuntos eternos en cualquier ámbito, ya sea familiar, laboral y/o ministerial; por lo que debemos honrarlo con la excelencia en nuestro servicio.

LA INCREDULIDAD Cuando dejamos de creer, evadimos la ruta que Dios nos ha trazado y es entonces cuando caemos en tentaciones y métodos que contradicen el diseño de nuestra Misión. A veces la incredulidad no está en nosotros, sino en los que se levantan en contra nuestra por falta de confianza y a éstos debemos resistir.



LOS RESULTADOS

Son un de las principales motivaciones. Una Misión sin resultados es un sueño sin realización. Es frustrante ver cómo se concede el crédito, los incrédulos que criticaron y apostaron al fracaso, cuando no prometemos un rendimiento positivo. La creación completa fue plasmada con un propósito y se confirma con los resultados. Toda Misión genuina viaja hacia su ejecución y sus resultados son el producto que cada paso de siembra debe ir engendrando. Tanto a corto como a mediano y largo plazo; tomando en cuenta que hay etapas para sembrar y otras para cosechar, así pues, no veremos los resultados de inmediato; no obstante, sí los veremos a su tiempo. Dichos resultados sirven y se convierten en perseverancia, como motivo de fe. Nos invita a seguir adelante y, no es que el líder dependa totalmente de las motivaciones, sin embargo, necesita de ellas. La gente que nos rodea necesita ver efectos tangibles en lo que hacemos, ya que eso los moverá a creer para las próximas tareas de la Misión. Por ejemplo: Dios le entregó una Misión a Moisés con el objetivo de sacar a Israel de Egipto con la intención de que ellos conozcan al Dios de sus padres. El destino era llevarlos a tierras de Canaán, un pueblo independiente como nación. Sucede que, en la Misión, mientras se presentaron los desencantos y aprietos, vieron resultados de parte de Dios manifiestos en milagros y el pueblo se motivaba para seguir persistiendo. Los estímulos para el líder y su equipo provienen de los frutos evidentes en su desarrollo. Los que no nos creyeron cuando no había resultados se unirán cuando lo vean, e incluso, algunos terminarán entendiendo lo que antes desechaban y tendremos que recibirlos. Semejante a la historia del nacimiento de Juan el bautista, cuando Zacarías no creyó a la promesa; pero cuando vio el embarazo reaccionó y confesó el nombre del niño. Nuestros resultados son nuestra honra y recompensa. Aprendamos a tener esperanza en los tiempos de siembra, así como a regocijarnos en las épocas de cosecha, sin que nadie nos quite ese derecho. Cada vez que sea notorio un cumplimiento de las promesas del Señor, hagamos una celebración, testifiquemos públicamente. Igual con la familia, la empresa… ¡celebremos!



Somos líderes de resultados. Identifiquemos lo que Dios nos ha encomendado y oremos para que seamos fieles y aún cuando no se ve nada, nos ayude a poner en práctica cada enseñanza para nuestro crecimiento espiritual y personal.

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