mis poemas y más

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Leyendas, poesías, refranes y másSi te encanta la literatura y los cuentos de terror, ¡léenos! En esta revista te puedes encontrar con diferentes lecturas para tus momentos de ocio, te encantara y veras lo rápido que pasa el tiempo leyéndola. 2012 2 Angélica Creations 13/09/2012

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En esta revista puede encontrar textos distractivos de todo tipo.

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Leyendas, poesías, refranes y más… Si te encanta la literatura y los cuentos de terror, ¡léenos!

En esta revista te puedes encontrar con diferentes lecturas para tus momentos de ocio, te encantara y veras lo rápido que pasa el tiempo leyéndola.

2012

2 Angélica Creations

13/09/2012

SSáábbaaddoo

MMee lleevvaannttéé tteemmpprraannoo yy

aanndduuvvee ddeessccaallzzaa

PPoorr llooss ccoorrrreeddoorreess:: bbaajjéé aa llooss

jjaarrddiinneess

YY bbeesséé llaass ppllaannttaass

AAbbssoorrbbíí llooss vvaahhooss lliimmppiiooss ddee

llaa ttiieerrrraa,,

TTiirraaddaa eenn llaa ggrraammaa;;

MMee bbaaññéé eenn llaa ffuueennttee qquuee

vveerrddeess aacchhiirraass

CCiirrccuunnddaann.. MMááss ttaarrddee,,

mmoojjaaddooss ddee aagguuaa

PPeeiinnéé mmiiss ccaabbeellllooss.. PPeerrffuumméé

llaass mmaannooss

CCoonn zzuummoo oolloorroossoo ddee

ddiiaammeellaass.. GGaarrzzaass

QQuuiissqquuiilllloossaass,, ffiinnaass,,

DDee mmii ffaallddaa hhuurrttaarroonn

ddoorraaddaass mmiiggaajjaass..

LLuueeggoo ppuussee ttrraajjee ddee ccllaarríínn

mmááss lleevvee

QQuuee llaa mmiissmmaa ggaassaa..

DDee uunn ssaallttoo lliiggeerroo lllleevvéé hhaassttaa

eell vveessttííbbuulloo

MMii ssiillllóónn ddee ppaajjaa..

FFiijjooss eenn llaa vveerrjjaa mmiiss oojjooss

qquueeddaarroonn,,

FFiijjooss eenn llaa vveerrjjaa..

EEll rreelloojj mmee ddiijjoo:: ddiieezz ddee llaa

mmaaññaannaa..

AAddeennttrroo uunn ssoonniiddoo ddee lloozzaa yy

ccrriissttaalleess::

CCoommeeddoorr eenn ssoommbbrraa;; mmaannooss

qquuee aapprreessttaabbaann

MMaanntteelleess..

AAffuueerraa,, ssooll ccoommoo nnoo hhee vviissttoo

SSoobbrree eell mmáárrmmooll bbllaannccoo ddee llaa

eessccaalliinnaattaa..

FFiijjooss eenn llaa vveerrjjaa ssiigguuiieerroonn

mmiiss oojjooss,,

FFiijjooss.. TTee eessppeerraabbaa..

La caricia perdida

Se me va de los dedos la

caricia sin causa, se me va de los dedos...

En el viento, al rodar,

la caricia que vaga sin destino ni objeto,

la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,

pude amar al primero que acertara a llegar.

Nadie llega. Están solos los

floridos senderos. La caricia perdida,

rodará... rodará...

Si en el viento te llaman

esta noche, viajero, si estremece las ramas un

dulce suspirar, si te oprime los dedos una

mano pequeña

que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni la

boca que besa,

si es el aire quien teje la ilusión de llamar,

oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,

en el viento fundida, ¿me reconocerás?

(Languidez)

¡Ven, dolor! ¡Golpéame, dolor! Tu ala de

cuervo bate sobre mi frente y la

azucena de mi alma estremece, que

más buena

me sentiré bajo tu golpe acerbo.

Derrámate en mi ser, ponte

en mi verbo,

dilúyete en el cauce de mi vena

y arrástrame impasible a la condena

de atarme a tu cadalso como

un siervo.

No tengas compasión. ¡Clava tu dardo!

De la sangre que brote yo

haré un bardo que cantará a tu dardo una

elegía.

Mi alma será el cantor y tu

aletazo será el germen caído en el

regazo de la tierra en que brota mi

poesía.

Voy a dormir

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera; una constelación, la que te guste;

todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias... Ah, un

encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido.

¡Adiós!

Las cosas que mueren jamás resucitan,

las cosas que mueren no tornan jamás,

se quiebran los vasos y el vidrio que queda ¡es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama

dos veces seguidas no florecerán...

Las flores tronchadas por el viento impío ¡se agotan por siempre, por siempre jamás!

Los días que fueron, los días perdidos,

los días inertes ya no volverán.

¡Qué tristes las horas que se desgranaron

bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras

nefastas,

las sombras creadas por nuestra maldad!

¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas, las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...

—de llagas infectas—¡cúbrete de mal!

¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,

corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!

¡Adiós mi alegría llena de bondad!

¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas, las cosas celestes que no vuelven más! ...

La Leyenda De Xtabay

Vivían en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban los vecinos la XKEBAN, que es

como decir la pecadora, y a la otra la llamaba la UTZ-COLEL, que es como decir mujer

buena. La XKEBAN era muy bella, pero se daba continuamente al pecado de amor. Por

esto, las gentes honradas del lugar la despreciaban y huían de ella como la de cosa

hedionda. En más de una ocasión se había pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin

de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La UTZ-COLEL, era virtuosa,

recta y austera además de bella. Jamás había cometido un desliz de amor y gozaba del

aprecio de todo el vecindario.

No bostante sus pecados, la XKEBAN era muy compasiva y socorría a los mendigos que

llegaban a ella en demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a

los animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la gente.

Aunque virtuosa de cuerpo, la UTZ-COLEL era rígida y dura de carácter: Desdeñaba a

los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los enfermos por

repugnancia.

Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufrió su corazón como la piel de la

serpiente. Un día ocurrió que los vecinos no vieron salir de su casa a la XKEBAN, pasó

otro día, y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la XKEBAN había muerto,

abandonada; solamente sus animales cuidaban su cadáver, lamiéndole las manos y

ahuyentándole las moscas. El perfume que aromaba a todo el pueblo se desprendía de su

cuerpo. Cuando la noticia llegó a oídos de la UTZ-COLEL, ésta rió despectivamente.

Es imposible que el cadáver de una gran pecadora pueda desprender perfume alguno

exclamó. Más bien hedará a carne podrida. PERO era mujer curiosa y quiso convencerse

por sí misma. Fué al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo, con sorna: Cosa del

demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y añadió: Si el cadáver de esta mujer

mala huele tan aromáticamente, mi cadáver olerá mejor. Al entierro de la XKEBAN solo

fueron los humildes a quienes había socorrido, los enfermos a los que había curado; pero

por donde cruzó el cortejo se fue dilatando el perfume, y al día siguiente la tumba

amaneció cubierta de flores silvestres.

Poco tiempo después falleció la UTZ-COLEL, había muerto virgen y seguramente el cielo

se abriría inmediatamente para su alma. Pero ¡OH SORPRESA! contra lo que ella misma y

todos habían esperado, su cadáver empezó a desprender un hedor insoportable, como de

carne podrida. El vecindario lo atribuyó a malas artes del demonio y acudió en gran número

a su entierro llevando ramos de flores para adornar su tumba: Flores que al amanecer

desaparecieron por "malas artes del demonio", volvieron a decir.

Siguió pasando el tiempo, y es sabido que después de muerta la XKEBAN se convirtió en

una florecilla dulce, sencilla y olorosa llamada XTABENTUN. El jugo de esa florecilla

embriaga dulcemente tal como embriagó en vida el amor de la XKEBAN. En cambio, la

UTZ-COLEL se convirtió después de muerta en la flor de TZACAM, que es un cactus

erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien,

huele en forma desagradable y al tocarla es fácil punzarse.

Convertida la falsa mujer en la flor del TZACAM se dió a reflexionar, envidiosa, en el

extremo caso de la XKEBAN, hasta llegar a la conclusión de que seguramente porque sus

pecados habían sido de amor, le ocurrió todo lo bueno que le ocurrió después de muerta. Y

entonces pensó en imitarla entregándose también al amor. Sin caer en la cuenta de que si las

cosas habían sucedido así, fue por la bondad del corazón de la XKEBAN, quien se

entregaba al amor por un impulso generoso y natural. Llamando en su ayuda a los malos

espíritus, la UTZ-COLEL consiguió la gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera,

convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto

porque la dureza de su corazón no le permitía otro.

Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer XTABAY la que surge del

TZACAM, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve pasar a un hombre vuelve a

la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de TZACAM

erizado de púas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin

los asesina en el frenesí de un amor infernal.

LA LLORONA

En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y sólo se escuchan los gritos rudos con que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen los campesinos que allá, por el río, alejándose y acercándose con intervalos, deteniéndose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos de las cercanías, una voz lastimera llama la atención de los viajeros.

Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las márgenes del río buscando algo, algo que ha perdido y que no hallará jamás. Atemoriza a los chicuelos que han oído, contada por los labios marchitos de la abuela, la historia enternecedora de aquella mujer que vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su gemido eterno.

Era una pobre campesina cuya adolescencia se había deslizado en medio de la tranquilidad escuchando con agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en las ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo anunciaba la aurora, y se dirigía hacia el río a traer agua con sus tinajas de barro, despertando, al pasar, a las vacas que descansaban en el camino.

Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que llegó a la hacienda de la familia del patrón en la época de verano, la hermosa campesina pudo observar el lujo y la coquetería de las señoritas que venían de San José. Hizo la comparación entre los encantos de aquellas mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de ellas, que poseían una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedicó a imitarías.

Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la trajo a la capital donde, al poco tiempo, fue corrompida por sus compañeras y los grandes vicios que se tienen en las capitales, y el grado de libertinaje en el que son absorbidas por las metrópolis. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono con su cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las casas de tolerancia. Cuando sintió que iba a ser madre, se retiró "de la capital y volvió a la casa paterna. A escondidas de su familia dio a luz a una preciosa niñita que arrojó enseguida al sitio en donde el río era mas profundo, en un momento de incapacidad y temor a enfrentar a un padre o una sociedad que actuó de esa forma. Después se volvió loca y, según los campesinos, el arrepentimiento la hace vagar ahora por las orillas de los riachuelos buscando siempre el cadáver de su hija que no volverá a encontrar.

Esta triste leyenda que, día a día la vemos con más frecuencia que ayer, debido al crecimiento de la sociedad, de que ya no son los ríos, sino las letrinas y tanques sépticos donde el respeto por la vida ha pasado a otro plano, nos lleva a pensar que estamos obligados a educar más a nuestros hijos e hijas, para evitar lamentarnos y ser más consecuentes con lo que nos rodea. De entonces acá, oye el viajero a la orilla de los ríos, cuando en callada noche atraviesa el bosque, aves quejumbrosos, desgarradores y terribles

que paralizan la sangre. Es la Llorona que busca a su hija...

El Jinete sin Cabeza

Se dice que en un pueblo muy aislado de toda civilización se contaba la historia de un jinete que acostumbraba a hacer su recorrido por las noches en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y menos por las noches, a hacer esos recorridos.

En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos desapareció del lugar, sin dar señas de su desaparición. Pasaron los años y la gente ya se había olvidado de esa persona, y fue en una noche igual a la que desapareció, que se escuchó nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la curiosidad muchas personas se asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue que ese jinete no tenia cabeza. La gente horrorizada se metió a sus casas y no se explicaban lo que habían visto...

El Cuadro de Rose Mary

Aarón Jones conducía a su casa, donde su esposa, Audrey Simmons, lo esperaba. Se

habían casado hacia dos años, aún no tenían hijos, aunque sí los deseaban. La casa

parecía muy sola, faltaba el ruido de los niños pequeños corriendo por sus pasillos y

los gritos de alegría mientras juegan.

Aarón pensaba en eso todos los días cuando recorría el trayecto a casa, pero esta vez

sus pensamientos fueron interrumpidos por una preciosa imagen: había un cuadro

abandonado en mitad de la carretera, un cuadro que parecía mostrar a una mujer de la

época colonial tomando el té mientras leía un libro cubierta por una sombrilla del

mismo color que su hermoso vestido rojo carmesí. Estaba cubierto de polvo y tenía un

recuadro de metal en la parte inferior de su marco, una leyenda tal vez. Al pasar la

manga de su camisa se pudo leer “Rose Mary”. Maravillado por la belleza del cuadro,

Aarón lo subió a su vehículo pues era algo encantador que pensaba colocar en la

habitación principal, justo en lo alto de la pared, donde se vería muy bien y todos los

visitantes dirían que era espectacular y preguntarían sobre su origen, carcomidos en

secreto por la envidia.

Con una sonrisa en su rostro Aarón continuó en el largo trayecto hacia su hogar, dulce

hogar, donde seguramente su esposa Audrey lo esperaría con una sonrisa en la

puerta, como una fiel guardiana.

—Cariño, al fin llegas, te estoy esperando, la cena está lista, está saliendo del horno.

—le dijo Audrey abriendo la puerta para entrar a casa, pero Aarón la detuvo cuando

dio media vuelta.

—Espera, tengo que mostrarte algo, quedarás impresionada al verlo. Es algo

maravilloso, además debe valer una fortuna, amor.

Aarón lo sacó del auto, donde lo aprisionaba con una avaricia inmensa, Audrey sólo lo

miró de reojo, no le llamaba la atención la pintura.

Después entraron a casa ya que fuera hacía un poco de frío. Mientras Aarón colgaba

en la pared el cuadro, Audrey servía la cena, los dos se sentaron en la mesa, pero él

no dejaba de observar el retrato, parecía enamorado de la pintura, parecía ausente, su

mente estaba ocupada con la imagen.

—¿Podrías dejar de verlo? —dijo Audrey con celos y enojo: odiaba ese cuadro cada

vez más, parecía que quería robarle el amor de su marido, tal vez por eso se había

atravesado en su camino.-

Él simplemente contemplaba aquella imagen colonial, sin siquiera darse cuenta de lo

que pasaba a su lado, perdido en la imaginación, en los cabellos de la chica y en

aquellos ojos que parecían reflejarlo. Parecía tan real, pero solo era un cuadro, un

cuadro que ni respirar podía

—Es qué acaso no lo ves, es una hermosa obra de arte.

Al oír eso, Audrey se levantó lanzando la vajilla con un fuerte estruendo sobre la mesa

de caoba, pero a su marido pareció interesarle poco que se retirara del comedor

enfadada. No dejaba de contemplar aquel cuadro, solo faltaba que se moviera y le

hablara.

“Es hermosa”, susurró para él solo, se retiró de la mesa y salió al patio, pero en su

mente seguía aquella mujer invitándolo a entrar en aquel antiguo lugar de primavera.

Todo parecía quedar pequeño ante su nueva adquisición, “la casa es muy pequeña

para esta maravillosa pintura”, pensaba Aarón sin importarle la opinión de su mujer ni

el hecho de que viviera en un impresionante caserón.

“Ojalá la pintura viviera”, comentó para sí mismo mientras contemplaba el cielo

estrellado y sentía el viento fresco que corría en ese día sin nubes donde se veía

fácilmente la maravilla de la Naturaleza, estupenda sin duda alguna, pero carente de

intensidad en comparación con la maravilla que tenía en casa (y no precisamente se

refería a su esposa…).

Algo extraño le sucedía con esa mujer del retrato, algo que ni Dios mismo podía

explicar, una obsesión que llevaba a otro nivel superior.

“Que el cuadro viva”, se dijo en voz baja tal vez para que los vecinos que ahora

dormían no lo escucharan, o solo para que su mujer que lo observaba por la ventana

no se enfadara.

Entró a su casa de nuevo cuando las luces se apagaban. No tenía importancia saber

qué hora era, ni qué pensaría de él su mujer. Ya adentro, entre las sombras miró a

aquella mujer tomando el té. Una mujer de belleza enigmática, con algo que no sabría

muy bien definir pero que le atraía de manera increíble. No importaba si no era del

gusto de su pareja, si Audrey no quería el cuadro con él, él mismo se iría solo con su

nueva y preciosa mujer de pintura.

Subió la escalera paso a paso lentamente hasta llegar a lo que era su habitación. Allí

su mujer dormía o eso parecía, pues quizá solo aparentaba dormir para no tener una

pelea más. Ellos rara vez peleaban, pero Audrey era muy celosa. “Qué estúpidas que

pueden volverse las mujeres cuando sienten celos. Tener celos de un cuadro, como si

la chica del cuadro fuese a cobrar vida y seducirme, ¡vaya idiotez!”, se dijo

interiormente Aarón mientras miraba a Audrey con cierto disgusto, aunque luego le

vino a la mente la chica del cuadro y todo lo que quiso fue dormir para soñar con ella,

para estar en sus brazos y bucear en el encanto de sus ojos…

Abrió sus ojos, frente a él, en aquel ventanal de su habitación, el sol resplandecía.

Rose Mary estaba sentada. Tomaba el té con la elegancia de toda una princesa,

brillaba como una estrella, resplandecía como el sol y era elegante como la luna.

—Siéntate, cariño, ven aquí a mi lado.

Lo invitaba a sentarse. Él, con una sonrisa de enamorado atontado, tomando su mano

enguantada empezó a besarle. Ella lo observaba con tanta maravilla y cariño.

De pronto observó por la ventana: las nubes tapaban el sol y un torbellino empezó a

girar en su dirección, se hacía más y más grande, como un gigantesco tornado. Chocó

en su ventana mientras los cristales se rompían, y él despertó, despertó de aquel

sueño que no quería abandonar.

Fue como si el ruido de los vidrios que estallaban lo hubiera devuelto a la realidad, o al

menos eso parecía.

Bajó las escaleras con cansancio y sin cuidado, no le importaba tropezar, aún llevaba

la misma ropa de ayer.

Llegó hasta la habitación principal, la puerta se encontraba abierta. El cuadro que

daba vista hacia la cocina no estaba, de seguro fue esa fastidiosa niña a la cual tenía

como esposa, una chica molesta y explosiva.

Algo sin embargo había pasado: ahí seguía esa mujer clavada en la pared, pero había

algo extraño en ella, había crecido, se había expandido, la torre Eiffel de Paris se

observaba, y un paisaje crecía a su lado. Se veía la casa de ella y un castillo,

personas bailando, hombres retratando a las más bellas damas y una orquesta clásica

Definitivamente el cuadro había sido alterado, pero era imposible que lo hubiese hecho

Audrey pues ella nunca había tocado brocha alguna y los cambios eran formidables.

O quién sabe, quizá contrató a un gran pintor, mas… ¿dónde rayos estaba Audrey?

Tal vez estaba de compras en el supermercado y había olvidado cerrar su puerta.

Aarón giró su cuello: el cuadro crecía más y más, como si fueran raíces creciendo

sobre su pared. Una planta maravillosa, que se extendía en las ventanas, las tapizaba

como si fueran ladrillos de un mágico castillo. Y el cuadro crecía más y más, con los

duques de Francia, señoritas y ancianos elegantes, flores rojas que parecían abrirse

de pétalo en pétalo, mariposas y aves que revoloteaban en el cielo, ventanales

gigantes donde la luz se filtraba, niños jugueteando ante sus ojos maravillados. Todo

era tan extraño, tan mágico y confuso en aquel proceso que se desplegó hasta que el

lugar en que él se hallaba fue sellado y, así como salida de la nada, Rose estaba

frente a él, mirándolo con dulzura (y algo de pasión) porque había sido el hombre que

la recogió en aquella oscura y fría noche, el hombre que la colocó en un cálido hogar.

—¿Quieres estar conmigo? —preguntó entusiasmada aquella mujer y él asintió con

una seña afirmativa, besó sus labios, mientras ella resbalaba por su cuello, con un

tremenda pasión, mostrando su escote.

—Espera, aquí no se puede, antes tienes que hacerme un favor, sobre todo si quieres

estar conmigo —dijo aquella mujer mientras él afirmaba sus acciones sin dejar de

tocarla.

—Mata a tu esposa.

Al oír eso él se detuvo un momento, la miró a sus claros ojos, a sus pupilas que

parecían dilatarse un poco. Estando en sí, se habría negado rotundamente, se habría

indignado, a pesar de lo tonta que a veces le parecía Audrey. Pero el punto es que

estaba fuera de sí mismo. Estaba atrapado, encantado por esa mirada que le ofrecía

cosas por las que renunciaría al mismo cielo así que…¿Por qué no condenarse al

infierno y matar a Audrey?

—Sí, por ti asesinaría hasta al archiduque de Francia. —dijo Aarón arrebatado y

continuó besando los brazos de ella sin que ésta se opusiese a su cariño.

……….

Un portazo lo despertó (ahora sí realmente despertó), su esposa había llegado, el

cuadro no se encontraba en la pared, ella sostenía una bolsa, tal vez era el almuerzo

de esa mañana.

—¿Dónde está? —preguntó dirigiéndose hacia Audrey.

—¿Dónde está? —decía más enfurecido.

—¿Dónde está?… No sé dónde está y no me interesa, tal vez se fue caminando. —

dijo ella con ironía y luego caminó hacia donde estaba la cocina, dejó la bolsa sobre la

mesa, y de espaldas empezó a hablar.

—Te dejé un poco del almuerzo en el refrigerador, lo calientas en el microondas.

Tras decir eso, giró y se encontró cara a cara con su marido. Un golpe en la cabeza la

hizo caer. Aarón había tomado de un estante cercano el retrato (grande y con marco

de acero) de su boda y, con ese símbolo de unión, le había propinado un golpe

bárbaro…

Audrey abrió un poco los ojos pero la sangre le nublaba la vista. No podía reaccionar,

no podía creer lo que estaba pasando. Todo lo que sentía era miedo, decepción y un

breve e intenso relámpago de dolor y compasión por la monstruosa transformación

que había experimentado su marido.

—¿Aarón? Dime qué te hizo la mujer del cuadro, dime qué te hice yo —dijo Audrey

con los ojos nublados ya no solo por la sangre sino por las últimas lágrimas que lloró

antes de que Aarón despertase de la duda que por un momento detuvo sus manos

asesinas…

Fue un golpe tras otro. Nada lo detenía, ni los gritos de ella ni el ver como su carita se

iba transformando en un penoso amasijo de carne y hueso. Solo se detuvo al

reventarle el cráneo

La escena era horrenda pero pronto estaría fuera de ese lugar. Qué más daban esas

manchas de sangre. Arrastró su cuerpo hasta el baño manchando el suelo de

escarlata. Abrió el grifo del agua y esta empezó a salir llenando rápidamente la

bañera, allí puso el cadáver de Audrey con la mitad del cráneo aplastado.

—Te lo dije, perra, ¿dónde está mi cuadro?

Miró al cadáver y lo colocó sobre el agua que se estancaba en aquella bañera, el

rostro de su mujer se hundía en la clara agua provocando que fuera difícil de ver. El

agua carmesí y el negro de sus cabellos era una combinación extraña que mareaba,

pero él salió de aquel cuarto sin importarle que el agua continuara saliendo hasta

desbordarse.

El sótano era el lugar más seguro en que Audrey podría haber ocultado su cuadro. Y

ahí estaba oculto detrás de algunos oxidados metales. Se encontraba partido a la

mitad y Rose Mary parecía haber desaparecido de la pintura.

De pronto un susurro resopló en su nuca: era ella, su querida Rose Mary, la dueña de

su alma, aquella que le robó sus acciones, su cerebro, su corazón…

Giró su cuello. Corrió tras ella escaleras arriba como un niño dispuesto a abrir sus

regalos en la mañana de navidad. Un lazo que antes había adornado su preciosa

cabellera color fuego se encontraba en la entrada de la cocina marcándole donde

había entrado su amor: ahí estaba esa hermosa pelirroja, tomando el té.

Cuando el reloj marcaba las doce, su sueño se cumplió.

—Vamos, amor, lo has logrado, has llegado a mi corazón cumpliendo mi suplica, eres

un honorable caballero.

Sirvió té en una pequeña taza, Aarón se sentó sobre el sofá y empezó a besarla.

—Vamos, toma tu té, y estaremos juntos por siempre, vamos, bébelo.

De un solo trago el té pasó por su garganta, la taza rodó por la alfombra y él cayó en

brazos de su Rose. Entonces sus ojos empezaron a nublarse y a fallar. En unos pocos

minutos, la vida de Aarón se apagó.

Gerald Taylor, el vecino de los Jones, se extrañó porque hacía semanas que no había

visto a Aarón y Audrey salir de su hogar. Por eso un día fue a tocar su puerta, pero

nadie respondía y un olor nauseabundo invadía el ambiente, como si un perro

estuviera pudriéndose.

Dentro se escuchaba el goteo constante del agua, incluso el suelo del jardín se

encontraba húmedo, la hierba había crecido hasta casi llegar a sus rodillas, la

cerradura de la puerta no tenía candado alguno y el cadáver de Aarón se podía ver a

pocos metros de la entrada de la casa, inerte en el suelo de la cocina. Consternado,

Gerald salió corriendo al primer teléfono que encontró y la Policía llegó en instantes.

El forense y los peritos tenían una teoría, pero el agua había dañado muchas pruebas.

En opinión de los forenses, al parecer habían golpeado brutalmente a Audrey

Simmons hasta reventarle la mitad del cráneo, tras lo cual la arrastraron hasta la

bañera.

El presunto culpable era Aarón Jones, el cual se había suicidado ingiriendo un té con

cianuro. Misteriosamente, de entre todos los posibles elementos vinculables al

siniestro una cosa no quedó dañada por la humedad: se trataba de una pintura que

alguien había depositado sobre una de las sillas de la cocina, como si estuviera

compartiendo su último sorbo con ella. Como por arte de magia el cuadro se había

reparado solo y en él se veía a una enigmática y hermosa mujer que tomaba el té y

llevaba un vestido escotado casi tan rojo como sus largos y ondulados cabellos;

debajo de ella se podía leer la siguiente leyenda: ‹‹Rose Mary››.

—Que hermosa mujer, tiene una mirada especial —dijo uno de los agentes pensando

para sus adentros en quedarse con el cuadro después de acabadas las

investigaciones.

—Cuidado vaya a ser que esté embrujada. ¿No ves que ella fue la causante de todo

esto? —le dijo otro oficial en tono burlón, a lo que el primero respondió con una

carcajada y entonces, dándole la espalda al cuadro, ambos rieron mientras, en algún

punto del futuro, los ojos verde-esmeralda de Rose Mary se volvían más negros que la

noche y otro baño de sangre empañaba la felicidad de un nuevo matrimonio…

El cuadro del niño que llora

Bruno Amadio, popularmente conocido como Bragolin, es un pintor español de fama

algo extraña. Nacido en Sevilla, pintó una serie de 27 cuadros llamados "Niños

Llorones". La leyenda dice que los niños pintados eran de un orfanato y que murieron

en un incendio, por tanto los cuadros están malditos.

Según la leyenda, este pintor, frustrado por su nula fama como artista, habría hecho

un pacto con el Diablo para que sus pinturas fueran bien recibidas por la sociedad.

Después de eso, realizó una serie de trabajos en los que destacaba la presencia de

niños llorando. Uno de esos cuadros fue realizado a un niño que vivía en un orfanato.

Más tarde, el orfanato se incendió con el niño adentro, y desde entonces se ha dicho

que ese cuadro en especial adquirió el espíritu del niño.Este fue el cuadro del que mas

copias se reprodujeron en España y se distribuyeron al mundo.

En los 50 se dieron muchos casos de casas incendiadas donde se encontraba una

reproducción de dicho cuadro, quemándose todo, incluido cadáveres, y lo curioso de

todo esto es que el cuadro permanecía colgado en la pared sin un solo rasguño. Los

que investigaron el caso no hallaron una explicación a este fenómeno, solo lo llamaron

La maldición del niño llorón.

Segun como se observe el cuadro se puede ver el rostro de un demonio en el, para

ello hay que darle la vuelta 90º en sentido de las agujas del reloj.

Se dice que al ver el cuadro, uno siente como el niño de ojos llorosos y mirada tierna

te sigue con la mirada, se siente un ambiente que te pone los pelos de punta. Mucha

gente posee este cuadro, pero dice que solo ataca a aquellos que descubren que el

cuadro esta encantado, en la noche se escuchan lamentos lejanos, el niño sale del

cuadro sube a tu habitación y te quita la vida, si es que no mueres antes de la

impresión al ver su rostro endemoniado. Luego incendia la casa con todos adentro y

borra así la evidencia de su crimen.

Puede que fueran una serie de casualidades. Aunque hay quien dice que más de un

par de casualidades se convierte en un fenómeno extraño que no obedece al azar.

ALUXES

Estos míticos seres son constantemente comparados con los duendes por

ser pequeños y traviesos. Las antiguas poblaciones mayas creaban a estos

seres con barro virgen y en algunos casos se cuenta que se le derramaban

algunas gotas de sangre para que este tenga un vinculo mas fuerte con su

creador, el cual debía elaborarlo durante 7 semanas ya que solamente se

podía hacer los viernes y no debían medir más de dos palmos, se le hacían

oraciones y ofrendas, para que cobrasen vida y se dejaban en lugares

ocultos, el cual debían proteger, estos eran usualmente puestos en las

milpas para cuidar la cosecha de los animales y los ladrones, a los cuales les

tiraban pedradas al entrar sin permiso en esos lugares, cuidado por aluxes.

Y cuando la cosecha no era buena o estaba en malas condiciones, estos

cambiaban las cosechas con las más bonitas que encontraban. Al morir su

creador estos traviesos hombrecitos quedaban al servicio de yum-kaax dios

del maíz y cuando aquella propiedad era reconocida por otro dueño los

aluxes les hacían maldad a las personas y a sus cultivos, bromas tan

pesadas como apedrear su casa para no dejarlos dormir, maltratar a sus

animales como sus perros o sus gallinas e incluso hacerse visibles para

asustar a los niños, el nuevo propietario debía ofrecerles una comida tanto

como oraciones, de las cuales la miel y el pozol de maíz eran sus favoritas,

aceptando así al nuevo amo al cual debían servir estos podían vivir cientos

de años e incluso aun siguen por ahí esperando a alguien con quien jugar.

Se cuenta que en la actualidad en pueblos mayas no tan desarrollados

todavía crean a estos seres, para que cuiden sus tierras. Aunque es muy

raro hoy en día encontrar aluxes en su forma de barro que sean auténticos.

Todavía podemos encontrar dos ejemplares en los cenotes de dzitnup cerca

de Valladolid, estos cuidan el cenote de Samulá y están en una pequeña

cueva a la cual es imposible llegar. Pero se pueden observar. Estos podrían

tener cientos de años.

[Quien bien te

quiere te hará llorar.]

La memoria es como el mal amigo; cuando más falta te hace, te falla.

Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.

Cuando el hombre es celoso, molesta; cuando no lo es, irrita.

Más vale feo y bueno que guapo y perverso.

El: Cuando pase por tu casa te vi apurada lavando no será mezticita que algo estas ocultando Ella: Que ciencias ocultas te traes con eso de mi lavado solo estoy quitando el quiritz de tu calzoncillo piteado.

Te quiero linda mestiza como el barco al vendaval aunque ronques por las noches y perfumes mi jacal

DICEN QUE SOY CABEZON ESO NI QUIEN LO DUDE SI ASI TENGO LA CABEZA COMO TENDRE EL .. CORAZON

DICEN QUE EN LOS ANGELES SE COME MUCHO PAN PERO LO QUE TODOS SABEMOS ES QUE EL MASTER DE ESTA PAGINA ES DAN

Te quiero linda mestiza Como el barco al vendaval Aunque rónques por las noches Y perfumes mi jacal

Sentir no quiero

la cascada de tu risa

navegando en mi recuerdo

y la cadena de tus brazos

arropándome en tu pecho.

Algún día te escribiré un poema que no

mencione el aire ni la noche;

un poema que omita los nombres de las flores,

que no tenga jazmines o magnolias.

Si no fuera porque la distancia nos separa

te visitaría entre los pliegues de la noche, apasionadamente,

como visita el rocío los pétalos de la rosa;

y besaría ardorosamente tus labios rojos

y arrebataría tu talle, de la cintura a cuello.

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

Ya mis ojos están ciegos,

por el resplandor de los tuyos.

Ya mis labios quedan mudos

al besar los labios tuyos.