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WALTER D. MIGNOLO ELEMENTOS PAI\A UNA 'moníA DEL TEXTO LITERAIUO EDITORIAL CRIT ICA

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Page 1: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

WALTER D. MIGNOLOELEMENTOS

PAI\A UNA 'moníADEL TEXTO LITERAIUO

EDITORIAL CRITICA

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PHILOLOGIA. f.f. Cienciacompuefta y adornada de laGramática, Hhetórica, Hifto­ria, Poesía, Antigüedades,Interpretación de Autores, ygeneralmente de la Crítica,con efpeculación general detodas las demás Ciencias. Esvoz Griega. Lat. Philologia.

Diccionario de Autoridades

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ELEMENTOSPARA UNA TEORíA

DEL TEXTO LITERARIO

FILOLOGíADirector: FRANCISCO RICO

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WALTER MIGNOLO

ELEMENTOSPARA UNA TEORíA

DEL TEXTO LITERARIO

EDITORIAL CRíTICAGrupo editorial Grijalbo

BARCELONA

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Para Wylie.

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PREFACIO

El libro que presento en estas líneas es el resultado de un deseo) deuna obsesión. Ambos son inseparables, si ello no es, también, redundan­te; ambos se remontan a los años de preparación de la licenciatura enletras) se continúan en la tesis doctoral) en la enseñan-za; ambos jus­tifican las virtudes) defectos del libro. En la fórmula «virtudes) de­feaos» no debe leerse un temprano pedido de disculpas, sino más bienuna alusión a cierta realidad del campo de estudio reconocido comohispanismo: en los años de preparación de la licenciatura (mediadosde la década de los sesenta), nos encontrábamos con una tradición esti­lística pero, al mismo tiempo, con una ausencia de revisiones) aauali­7,!tciones de los planteamientos teóricos, con relación a lo que estabaocurriendo en otras áreas de los estudios literarios. Tal ausencia nos de­jaba en un estado de cierta insatisfacción ante lo que el campo hispánicoofrecía. Teníamos, sinduda, los esbo7,fJs deuna tradición: laspropuestasteóricas de Amado) de Ddmaso Alonso; sus prolongaciones en las in­vestigaciones de C. Bousoño; dos libros fundamentales (El deslinde) La crítica en la edad ateniense) de Alfonso Reyes;), posteriormen­te La estructura de la obra literaria de Félix Martínn.. Bonati. N ocreo que olvide muchos nombres;) si no menciono la escuela filológicafundada por don Ramón Menéndn.. Pidal) sus prolongaciones, tantoen España como en América, es porque -pese a su importancia- su

, relación con los problemas que nos preocupaban era, a mi entender, in-o directa. Contaba además el hecho de que la tradición teórica era, deal­guna manera, marginal en un área de estudios donde las tendencias do­minantes se orientaban hacia la investigación empírica, más que hacialos planteamientos teóricos (ésta es la constatación de un hecho más que

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una evaluación; nopretendo decir que las investig,aciones empíricas ten­g,an «menor» importancia que las investig,aciones teóricas). Debido aesta situación de{ campo de estudio del área hispánica, toda investig,a­ción teórica emprendida hacia mediados de la década del sesenta erauna empresa necesariamente aislada, a causa, precisamente, de la ausen­cia de una tradición en la cual inscribirla. Poresta ra7!n, la presenta­ción de este libro comien7.tl con una referencia personal más que con suinscripción en el marco de un pensamiento teórico o de una «escue­la»; por esta ra,ón, también, comenzamos hablando de «virtudes ydefectos».

La experiencia personal tiene, vista en retrospección, dos momentosbásicos: el primero es el de las inoestigaciones para completar la tesisdoctoral; el seg,undo, posterior a ella, es la experiencia didáctica. Conrespecto al primero, al,reali7.tlr la tesis en un centro de estudios (École'Pratique des Hautes Études) enrolado en otra leng,ua y otra cultura,los problemas del hispanismo fueron, para míy durante este período,ajenos a la experiencia teórica. Con respecto al seg,undo, mi habilita­ción para la enseñan7.tl de literaturas hispánicas, y la posibilidad decomen7.tlr la experiencia didáctica en una universidad francesa (Tou­louse), donde el hispanismo forma parte de las leng,uas extranjeras,hi7,p emerg,er el reverso de la primera experiencia: la teoría era total­mente ajena a los problemas' del hispanismo. Esta experiencia docentetiene su particularidad en relación a la que se pueda tener en paíseshispánicos: al ser el hispanismo parte de las leng,uas extranjeras, es enestos casos más acentuada la tendencia a considerar que los estudiosteóricos conciernen a los departamentos de literaturas nacionales (fran­cesa o ing,lesa), o, en último caso, a los departamentos de literaturascomparadas. Al enfrentarme con estudiantes que asistían a las clasesinteresados en las literaturas hispánicas, se acentuaba más la separa­ción entre el prog,rama de estudios hispánicos y mis preocupaciones porla teoría literaria. Esta separación, relacionada con el programa deestudios que el estudiante debía cumplir en vistas a los exámenes quedebía preparar, restring,ía el tiempo dedicable a los problemas teóricos.La situación se dificultaba debido al hecho de que la bibliog,rafía exis­tente estuviera referida a las literaturas no hispánicas. De esta situa­ción fue naciendo la necesidad de forjarme mi propia concepción de la

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PREFACIO II

teoría del texto literario, para sortear el «entre-espacio» que separabael deseo de la obligación. Este proceso fue transformando la tesis doc­toral en las páginas del presente libro.

El orden topo-lógico -y no necesariamente crono-lógico- de losproblemas que en él se anali7¿n y el orden de su distribución tiene, comomomento inicial, las reflexiones sobre el objeto y la forma de la teoría:los aspectos sustantivos y los aspectos metodológicos. Con respecto al pri­mero es evidente, desde el formalismo ruso, que el objeto de estudio noestá constituido por la literatura sino por su especificidad, la literarie­dad. N o obstante, las cosas no son tan claras puesto que con la tradi­ción del término hemos heredado, no sólo elproblema, sino también larespuesta: la literariedad interpretada sobre la base de determinadosmecanismos verbales. A poco que se indague, la respuesta resulta insa­tisfactoria por dos ratpnes: la primera es que la literariedad, en su in­terpretación, reduce el fenómeno literario al privilegio de un númeroreducido de estructuras verbales; la segunda es que la interpretación dela literariedad se apoya demasiado en un tipo de literatura que se co­rresponde con un modelo lingüístico: el fonológico. Entre los muchosfenómenos que este modelo no puede explicar se encuentra, en su adya­cencia inmediata, el de la poesía que se construye más sobre la grafíaque sobre el sonido. Pero también, a poco de indagar, nos dimos cuentade que la herencia delformalismo ruso había dejado dos líneas de con­tinuidad: una que pasa por Praga y termina en R. Jakobson; otra,mássilenciosa, que pasa por M. Baktiny termina en la escuela de Tar­tu (e.g., J. Lotman, B. Uspenski). De la primera aprendimos a reco­nocer equivalencias y paralelismos; de la segunda a diferenciar el textodel no-texto, el sistema primario de modeli7¿ción del sistema secunda­rio de modeli7¿ción. La distinción entre el texto y el no-texto resultade una importancia fundamental, puesto que pone en evidencia que elprimero es el resultado de un procesamiento cultural de la información:el no-texto, producido y olvidado, es un punto de referencia (y la clasecomplementaria) del texto, producido y almacenado en la memoriacultural. Llegados a este punto es necesario hacer explícitas las dimen­siones del sustantivo «texto» y del adjetivo «literario»: si el texto esuna construcción verbal que cumple una función cultural, J por el/a

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se conserva en una cultura, el texto literario resulta de una operaciónde selección de un subconjunto de estructuras verbales a partirdel con­junto total de las estructuras del texto.

Puesta la cuestión en estos términos, el problema no es tanto el dedefinir la literariedad, sino el de describir las condiciones bajo lascuales ésta llega a darse. Al formular en forma abstracta las relacio­nes entre el no-texto, el texto y el texto literario, se hace evidente quela interpretación de la literariedad no es una cuestión que ataña a lateoría, puesto que la interpretación (como respuesta a la preguna «¿ quées lo que hace de un mensaje verbal una obra de arte?J») es un hechoproducido constantemente en la evolución cultural, variable según losmomentos históricos y las concepciones estéticas, a las cuales la teoría nopuede reducir a una de valor «unioersal». De esta manera la litera­riedad deja de exigir a la teoría una interpretación, porque ella estásiendo constantemente interpretada (por cada escuela, por cada autor,por cada movimiento). En relación a la teoría, el concepto debe «va­ciarse') de una respuesta, de un contenido, de una interpretación, por­que respuestas, contenidos e interpretaciones son variables en el procesohistórico; al vaciarse de contenido, el concepto pasa a ser un punto mó­vil y abstracto cuya variabilidad es la variabilidad de la historia li­teraria misma.

Planteado en estos términos el problema del objeto. es necesariohacer una breve referencia sobre la forma de definirlo (en la teoría).El hecho fundamental al respecto es que la teoría no es una estruc­tura conceptual que se «aplica» o se ((proyecta» sobre un objetoexistente y externo a ella. sino que el objeto es parte de la estruc­tura conceptual de la teoría. Porque el objeto no es externo a la teo­ría, es por lo que su definición no es posible sin referencias al discursoque lo define. Aunque, la mayoría de las veces, la definición del ob­jeto pasa en silencio el discurso que lo conceptual~, que lo construye,dejando a éste en la transparencia de un discurso neutral que postulala universalidad. Esta constatación no sólo es básica para la construc­ción de una teoría del texto literario, sino también para anal~r laforma de otras teorías.

Así esbo7.,!ldos, los problemas del objeto y de la forma de la teoríapueden resumirse en dos grandes líneas: 1) especificar las condiciones

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PREFACIO 13

abstractas .'fue definen el objeto de estudio (especificidad literaria, li­terariedad) y describir las condiciones empíricas en las cuales se ma­nifiesta la literariedad en diversos períodos históricos; 2) explicitarla forma de la teoría, su alcance y su ámbito operativo.

1) En la indagación de la especificidad literaria, los aspectosdel aprendn¿je de la lengua y del aprendi7,!lje de la literatura se pre­sentan como un punto capital, dado el énfasis puesto en la transposi­ción de modelos lingüísticos a los fundamentos de la teoría literaria.Al pensar esta relación, surgen varias inconsistencias: una es la depen­sar la literatura como un sistema, paralelo al sistema de la lengua;la otra es la depensar en una competencia literaria, paralela a la com­petencia lingüística. Al comparar los hechos de lengua con los fenóme­nos literarios, la diferencia radical surge en el momento de comprobar,por un lado, lo temprano e «inconsciente- del aprendi7,!lje de la len­gua; por otro, lo tardío y «consciente» del aprendi7,!lje de la literatu­ra. Además, entre uno y otro, es necesario considerar una serie de ni­veles que median entre la lengua y la literatura (e.g., los grados de con­ceptuali7,!lción, el manejo creciente de estructuras conceptuales no ver­bales, etc.). Al comprobar esta diferencia, es útil recurrir a las nocio­nes de sistema primario y de sistema secundario y reducirla a una ex­trema abstracción: por un lado nos encontramos con los fenómenos dela lengua, de incumbencia del lingüista (sistema primario); por otro,con los de la literatura, de incumbencia del teórico de la literatura(sistema secundario). Al tra"Zar esta distinción, se hace también evi­dente que, si hasta este momento hemos contado con «teorias lingüís­ticas de la literatura», es necesario despegarse de ellas y pensar en c<teo­rías literarias de la lengua». En el límite entre el texto y el no-texto,entre el sistema primario y el secundario, muchos fenómenos son comu­nes a lingüistas y teóricos de la literatura. Pero sabemos también quelos fenómenos son neutrales en relación a los datos que en ellos selec­cionan las teorías. El objeto de la teoría del texto literario comien7,!la bosquejarse, de esta manera, en las relaciones entre dos conjuntos: eldel sistema primario y las estructuras verbales del no-texto; y el del sis­tema secundario y las estructuras verbales del texto. Las ra\9nes quejustifican esta orientación son, por un lado, el hecho de que el texto y

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el texto literario estén formados por la materia verbal, y porello no seasiempre posible tra7,!lr las distinciones entre estructuras (frásticas, na­rrativas, figurales) que se inscriben en el sistema primario o el secunda­rio; por otro lado, el hecho de que, partiendo de una estructura verbalcualquiera, reconocida su inscripción en el sistema secundario, es posi­ble describirla mediante una regla; pero, al mismo tiempo, las estruc­turas generables a partir de tal regla, no necesariamente se inscribiránen el sistema secundario y/o en el texto literario.

Estas constataciones nos conducen a abandonar la búsqueda de laespecificidad literaria en los fenómenos puramente verbales y a cons­truir otra dimensión. Ésta, que parte de la distinción entre texto y no­texto, entre sistema primario y sistema secundario, se configura en tresaspectos:

a) La inscripción de estructuras verbales en el sistema secunda­rio (e.g., texto y texto literario) es el resultado de un proceso intencio­nal (consciente en cuanto intención de producción), pensable como pro­ceso de semiotización o semiosis. Este proceso es el que nos permiteanalÍ7,!lr la transformación de las estructuras verbales inscritas en elsistema primario en estructuras verbales inscritas en el sistema secun­dario.

b) El proceso de !emioti7,!lción no depende exclusivamente de lasformas que adquieren determinadas estructuras verbales (e.g., metá­foras), sino también del conocimiento, por parte del emisor y del recep­tor, de los códigos pragmáticos [situacionales} que regulan lasformasposibles de semioti"Zación.

En el caso del texto literario es necesario contar, además de conlas condiciones pragmáticas, con una metalengua literaria (que deahora en adelante mencionaremos con la forma abreviada de meta­lengua), en la cual se constituye el concepto de literatura, y en la quese «decide» el tipo de estructura verbal que puede o no ser semioti7,!lda,que debe serlo de talo cual manera, de modo que «la marquesa salióa las cinco», por ejemplo, puede encontrarse como estructura verbal re­lacionable con una metalengua que postula la mimesis, pero no conuna metalengua que postula contra ella. En este momento, la metalen­gua aparece como un condicionante fundamental del texto literario,

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PREFACIO 15

dado que éste comien7.fl a bosquejarse como un tipo de texto cuya exis­tencia se delimita en su auto-definición. Tal afirmación no implicaque el texto literario sea el único cuya delimitación es inseparable dela metalengua, sino que su especificidad parece residir en la metalen­gua que lo autodefine. La metalengua, como manifestación, puede en­contrarse no sólo en discursos externos al texto literario mismo (cartas,ensayos, tratados), sino también en los incluidos como parte de éste (e.g.,Don Quijote).

e) El proceso de semioti7.flción que permite explicar la literarie­dad por las relaciones entre el texto y el no-texto, por un lado, y, porotro, entre el texto y la metalengua, exige también, en tercer lugar, re­lacionar la semiosis con un sistema comunicaaonal en el cual ésta secumple en la interacción de un organismo emisor y de un organismoreceptor. De ello resulta que si, por una parte, la especificidad litera­ria es «indecidible» en términos de estructuras aisladas y sin la pro­yección de las estructuras verbales en el conjunto conceptual de la me­talengua, por otra parte, resulta también impensable sin referencia aun organismo emisor y a un organismo receptor en cuyas intenaonali­dades se procesa la información.

2) Al pasar de los problemas sustantivos a los metodológicos,al ámbito operativo de la teoría, es necesario comen7.flr por una seriede distinciones. En primer lugar, diferenciar el sentido amplio de lanoción de teoría de su sentido restringido. En sentido amplio, pode­mos decir que desde la reflexión platónica y aristotélica existieron teo­rías de la literatura. Pero, a su ve; cuando hablamos de teoría en sen­tido amplio nos referimos a un tipo de teoría en la, cual ésta va ligadaa la metalengua. Al revisar las poéticas tradicionales, nos damos cuen­ta de que, al mismo tiempo que se postula una teoría literaria general,ésta se asienta sobre una concepción de la literatura que es, desde nues­tro punto de vista, manifestación de la metalengua (e.g., el conceptode mimesis ilustra, a mi entender, el «encabalgamiento» entre teoríay metalengua). La teoría en sentido amplio y en sus relaciones~con lametalengua definen un paradigma que podemos llamar normativo:laspoéticas nosólo trataban de describir elfenómeno literario sino tam­bién (en sus relaciones con las retóricas) de suministrar las reglas del

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bien hacer. del hacer con arte. Es ésta una de las ratpnes porlas cua­les las poéticas, en el paradigma normativo, estuvieron unidas al artecomo ciencia del hacer, más que (o también) a la filosofía como cien­cia del saber (volveremos sobre este punto en el capítulo 1). El para­digma normativo se ve despla'Z¿1do cuando la denominación de «poé­tica», recuperada porelformalismo ruso, se incorpora al paradigma deI~ ciencia moderna: la poética, como teoría literaria, se sitúaen la cien­cia del saber. A esta concepción de teoría es a la que nos referimos comoteoría en sentido restringido (analítico), y cuyo punto de referencia loconstituye la definición de teoría en la filosofía de la ciencia.

En el ámbito de la teoría en sentido restringido, podemos distin­guir, a su Ve7" entre teoría general y teoría particular o regional. Laprimera define su objeto buscando explicaciones plausibles delfinómenoliterario; las segundas, definen su objeto buscando explicaciones plausi­bles de aspectos particulari'Z¿1dos del finómeno literario. Esta distin­ción implica, a su Ve7" la especificación de las relaciones que se estable­cen entre el/as. Estas relaciones pueden plantearse bajo dos aspectos:a) una teoría regional puede formularse sin hacer explícitos los prin­cipios de la teoría general; ésta, no obstante, siempre existe, aunque noesté claramente formulada; b) una teoría regional puede formularsecomo expansión de una teoría general; en este caso las teorías regiona­les se formulan como derivación del cuerpo central de la teoría gene­ral hacia la descripción de finómenos empíricos específicos.

Al tra7,!lr esta segunda relación, podemos volver sobre la primeray proponer que las teorías regionales, sin una teoría general explícitaque las soporte, pertenecen al orden de las generali-zaciones empíricas.Esta afirmación tiene su fundamento en un principio aceptado: pode­mos reconocer dos tipos de afirmaciones, aquel/as que se relacionan conobservaciones directas y aquel/as que intentan formular leyes genera­les. Por el contrario, si la teoría regional está ligada y es el resultadode la derivación de la teoría general, lasgenerali7,!lciones no serán em­píricas, sino reguladas por el ámbito operativo de la teoría general. E,¡el primer caso, la generali7,!lción emptrica es el resultado de una teoríano explícitamente formulada y de injerencias extraídas a partir de losdatos; en tanto que, en la segunda, los datos delimitados en el cúmulode fenómenos empíricos están regulados por el cuerpo central de la teo-

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PREFACIO 17

ría general. Esta segunda alternativa es la que tratamos de exponeren este libro.

En 1) nos referimos a los problemas sustantivos; en 2) a los pro­blemas metodológicos. Ambos configuran lo que aquí denominamosceteorla del texto literario» y cuya distribución es la siguiente:

En el capítulo 1 se discuten, por un lado, los problemas relaciona­dos con los fenómenos que designan nociones tales como «literatura»y ~poesí.p}; y, por otro, la relación de estos conceptos con eldiscurso con­ceptual en el cual se insertan (teoría o metalengua). En este marco dereferencia se discuten los aspectos sustantivos de la teorfa del texto li­terario (el concepto fundamental es el de proceso de semioti7.tJción) ylos aspectos metodológicos, es decir, la definición del objeto conceptual(texto literario), y el desarrollo de la descripción del objeto en un mode­lo teórico (teoría del texto literario). Finalmente, se anali7.tJn las no­ciones de teorla general, teoría regional y sus relaciones mutuas. Loscapítulos 2 y 3 están destinados a ampliar la definición del procesode semioti7.tJción. En el capítulo 2, se anali7.tJn las áreas de contacto(límites) entre las estructuras verbales inscritas en el sistema primarioy las semioti7.tJdas e inscritas en el sistema secundario. Los ejemploselegidos para ilustrar este punto no deben hacer perder de vista que elproblema fundamental no es talo cual tipo de semiosis, sino elprocesomismo de semioti7.tJción. En el capítulo 3, la atención se despla7.tJ delos límites entre sistema primario y secundario, hacia la configuraciónde este último. Para ello, partiendo de las relaciones entre uno y otrosistema anali7.tJdas en el capítulo 2, el capítulo 3 pone énfasis en lasemiosis y en sus relaciones con la metalengua. El capItulo 4 está des­tinado a bosquejar los aspectos fundamentales del sistema comunica­cional, sobre el cual es posible proyectar elproceso de semioti7.tJción ana­li7.tldo en los capítulos 2 y 3. Se anali7.tJn laspropiedades de la comu­nicación literaria y las condiciones para la elaboración de modelos des­tinados a describir la conducta del organismo emisor y del organismoreceptor en el proceso de semioti7.tJción.

Finalmente, seria preciso anotar que hay, al menos, dos manerasextremas de acercarse al fenómeno literario: una mediante la construc­ción de modelos abstractos; otra, tomando los hechos tal como ocurren

2.-MIGNOLO

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18 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

y describiéndolos en sus particularidades. Cada una de estas manerasestaría, a su v~ sujeta a distintas posibilidades. Nuestro interés sesitúa en la primera. Una de las estrategias posibles, en este caso, seríala construcción de modelos formales (basados en la lógica), en los quela construcción de «sistemas formales» iría incorporando, paso a paso,laspropiedades del texto literario. Otrade las estrategias (la que segui­mos en este trabajo) sería construir modelos «menos» formales puestoque, para nosotros, el problema fundamental es, precisamente, el de ex­plicitar cuáles son para la teoría las propiedades que reconocemos comopertinentes al texto literario. De esta forma, los aspectos sustantivosocupan un lugar central en nuestro análisis: creemos que, cualesquierasean las ventajas de la formali-r.:zción, ésta resultaría de poca utilidadsi se construye sobre una concepción no analítica del concepto de litera­tura o de texto literario.

Este libro, como ya dije, es la prolongación de la tesis de tercer ciclo(Modeles et poérique/ presentada en 1J73 ante la École Pratiquedes Hautes Études (París). Desde ese momento hasta la ficha, las deu­das han crecido. Quiero expresar, en primer lugar, mi reconocimientohacia la Universidad Nacional de Córdoba, por una beca para estu­dios de post-graduado en el extranjero; a R. Bartbes, G. Genette,J. Andreu y G. Baudot porfacilitar el camino de la terminación dela tesis; a A. M. Barrenechea, E. Pe7...:\9ni, H. Libertella y T. Ka­mens-r.:zin, por leer y comentar la primera versión del manuscrito en es­pañol. Y, finalmente, a L. Lápet¿ Grigera, F. Martíne-z Bonati yC. Goié, quienes contribuyeron en las correcciones finales del manus­crito. El resultado es por cierto de mi responsabilidad, y en nada com­promete a quienes destinaron gentilmente parte de su tiempo a señalarerrores y deficiencias. He seguido las observaciones que se me han hechohasta donde me fue posible. Los errores y deficiencias restantes deberán,espero, ser corregidos en el futuro.

Ann Arbor, mayo 1976 - mayo 1977.

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Capítulo 1

ELCAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS

1.1. INTRODUCCIÓN

1.1.1. Gran parte de los estudios literarios,' en el presentesiglo. intentan organizarse bajo los modelos de la lingüística, dela semiología y de la filosofía de la ciencia, De esta triple expe­riencia comenzamos a entrever que el problema fundamental noreside tanto en buscar modelos en una disciplina particular e in­corporarlos a los estudios literarios, sino en repensar el objetivomismo de la teoría literaria, Podemos adelantar ya que al resul-

1, Nos cucontramos aqui con una vanedad tcrminolú¡(ica 'lu,' quisier« especificaren rclaciún al uso 'lU" haremos de ella en este libro. En primer lugar, por «estudios litera­rios •• nos retcrinu» ~t un campo inditcrenciado de.' actividades e intuitivamente rcconn­cido. Dentro J,' ,'''e campo..Ip.ln'ce un tipo especifico Je actividad 'lu,' '" Jesi~na. conmuchas scmejanza«, u Tl'()rí~1 lucr.rria u. «Teoría Jr l.. literatura u. «Cicncu de la lireraru­ra», ce Poética». y yuiz~is con .d!{unols nociones m.is. Estos términos Sl' emplear.in cuan­Jo se rriier.lIl a su contexto J,' origen: es decir, si hahLllnos J,' R. \V cllck y A. Warren,nos rvferircnu» a l.. «rcoria de.' l.1 literatura», si ~d formalismo ruso, usaremo-, «poética»,etc. El marco epistemolú¡(ico 'lue subyace a cIJa una de las expresiones con 'lue '" J,'Si~na

la actividad teórica. scr.i l'hoz.•Jo en ,'sle capitulo. A partir de entonces uvarcmos la <"Xpre­siún trori« dtl texto ltterurto en un sentido l'pl'l'iiico [se dcscrihc en d aparta­Jo 1,5,) 'lue la ditcrcnci.r J,' l." rcst.uucv. Por otr.• p.mc, si .0\ contronr,rr lemias habla­mos Je lenri.• del 1<"X 10 literario en referencia .11 fomulismo ruso, por "j,'mplo. dio im­plica 'lue "SI.II11os haciendo nuestros tal,'s o cuales aspeclos 'lue, para dios. correspondían~, la poéuca. Lo mismo ocurre.' con ti' expresiones «literatura», «liicraricdad». «poevia »,

«pocncid,rd». P.IrJ l~'t.l' valen la, mismas advertencias hl'ch;l' con respecto a la teoría.Por nuestra p.&rtl' propondremos en correspondencia con la c.'xprr!'lo¡(')J1 teori« di¡ textoliterario. 1.1 nocion J"/tx/o v Je texto ltterarto, '1",. ser.in JáiniJ"s en 1.4.

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20 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

tado de esta reflexión la denominaremos «teoría del texto litera­rio». La enseñanza extraída de las transposiciones de modelos lin­güísticos y semióticos es la de haber comprendido que no es deltodo evidente cuál es el objeto de la teoría del texto literario yademás que debemos desconfiar de la evidencia según la cual esteobjeto estaría dado por las obras entendidas o aceptadas comoliterarias. Desconfiar de la evidencia nos obliga a buscar otras al­ternativas. Entre ellas la fundamentación de una teoría del textoliterario que explicite sus aspectos sustantivos y metodológicos.Vale decir. qué es lo que debe ser estudiado por la teoría del textoliterario y cuáles son las formas más adecuadas para hacerlo. Nin­guno de los dos aspectos sugiere la elaboración de una receta. sinomás bien la delimitación de un campo de problemas que se cons­tituye como campo de trabajo.

Este campo de trabajo -en su generalidad y en el mundo his­pánico- ha sido ya señalado por Dámaso Alonso a mediados desiglo al apuntar que «estarnos en los comienzos de los caminosque pueden llevar hacia la creación de una Ciencia de la Litera­tura» (1951. p. 11). Sabemos también que D. Alonso nunca dejóaclarado el objeto de tal ciencia de la literatura y éste quedó expre­sado en formulaciones ambiguas: « Y esa pregunta ("qué es unpoema...• este poema?") es una pregunta científica. estrictamentehablando. la única pregunta científica sobre materia literaria» (1951.p. 45). Sin asumir necesariamente estas propuestas específicas.podemos insistir en las generales: «Y hemos echado a andar sinesperanzas de meta, pues a la meta -el conocimiento científicototal de la obra literaria- sólo podrá aproximarse la investiga­ción mediante el trabajo coordinado de muchos años y de verda­deros equipos de estudiosos» (1951. pp. 11-12). Dejemos de ladoentonces el hecho que la meta sea {(el conocimiento científico to­tal de la obra literaria». e insistamos -apoyados en principios queexplicitaremos en su momento- en que la teoría del texto litera­rio puede ser concebida como un programa de investigación. comola elaboración de la plataforma de ese programa, cuyo desarrollosobrepasa los esfuerzos y las posibilidades individuales.

No debe verse. en esta afirmación. una posición que sostenga

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 21

la «unificación de la teoría del texto literario». Ni, en consecuen­cia, ver en ella la creencia en un campo homogéneo de trabajo.Si hay «homogeneidad», ésta es sólo un momento de un «pa­radigma sociológico» 2 que agrupa a los investigadores unidospor su preocupación en el ámbito de la «teoría literaria» o «poé­tica». La heterogeneidad se hace evidente cuando consideramoslas posibilidades que ofrece el campo para la elaboración de di­versas «teorías paniculares». Ahora bien, al considerar lo ya he­cho, es inevitable el intento de homogeneizar. Es decir, las dife­rentes, teorías son «evaluadas» en referencia a una teoría especí­fica. Esta, como punto de referencia, es un punto móvil, y no fijo,dado que será inmediatamente descentrado cuando. ya no sea pun­to de referencia del análisis, sino una de las teorías analizadas.¿Cuál es entonces nuestro «punto de referencia», como momen­to del análisis en el cual se intenta explicitar la teoría del texto li­terario como programa de investigación?

1.1.2. Comencemos, como primer paso, recordando la si­tuación en la que nos encontramos, haciendo una breve referencia

2. La noción de «paradigma» remite obviamente a la obra de lb. Kuhn (1962.1970, 1974). Lo que no es tan obvio es en qué sentido remite a ella. El propio Kuhn,refiriéndose a los críticos que le reprocharon no haber agregado un índice conceptual a suprimer libro (1962) sobre el tema, se defiende diciendo que, en tal libro, el artículo«paradigma» hubiera tenido una entrada como «p. I y passim». M. Masterrnan (1970)puntualizó 21 sentidos del término «paradigma» en el libro de Kuhn. Por nuestra parte,siguiendo a M. Masterman y a Kuhn (1974), hablaremos de paradigma en tres senti­dos: a) «paradigma metafísico», con el cual nos referiremos a las creencias, a los princi­pios generales que sustentan toda teoría: los principios generales no explicados sino asu­midas; b) «paradigma sociológico» será empleado para referirnos al grupo de investiga­dores que se «reúne» en torno a un tipo de actividad [e.g., la actividad teórica en elcampo de los estudios literarios podría también ser aplicado a la agrupación de «especia.listas» en un área literaria determinada): «reúne», entrecomillado, significa que el grupodista de ser homogéneo: pero, a la va, hay un grupo que «detenta el poder» y que re­presenta las pautas de investigación en el área; es este grupo, también. el que detenta elpoder «judicial» con respecto a los nuevos investigadores que entrarán o no entrarán en¿I: () finalmente, hablaremos de un «paradigma conceptual» (<<construct paradigm», entérminos de M. Masterrnan] para referirnos a los «instrumentos» (conceptos) que «reú­nen», en este sentido, a los investigadores en un área específica (e.g., las nociones de sin­tagma y paradigma trasladadas de Saussure a los estudios literarios); de nuevo aquí «reú­ne» implica que este campo no es homogéneo, puesto que las mismas nociones pueden serempleadas en distintos paradigmas metafísicos,

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histórica. La expresión Literaturwissenschafi ingresa en el vocabu­lario de los estudios literarios hacia fines del siglo XIX (E. R. Cur­tius, 1948, p. 11). Esto se produce en el contexto de las discu­siones que, generadas por el positivismo, separan las «ciencias dela naturaleza» de las «ciencias del espíritu» (R. Aaron, 1969,pp. 65-67). Gran parte de la trayectoria seguida en los progra­mas para una «ciencia de la literatura» mantiene esta base epis­temológica. Pero, por otro lado, la re-introducción del vocablo«poética» operó un desplazamiento epistemológico en relacióna ella. Nos encontramos así -a principios del siglo XX- frente,a dos alternativas: una que podríamos clasificar como idiográfica(énfasis en el acontecimiento); otra como nomotética (énfasis enlo general). Ambas tendencias tienen, sin embargo, un punto encomún: son ellas las que reemplazan el discurso normativo sobrela literatura representado por las «poéticas», las investigacionesempíricas de la filología, el análisis de textos, la crítica literaria...Podríamos ver aquí el primer momento de gestación de un para­digma sociológico y conceptual.

La escisión del paradigma conceptual se da, desde sus comien­zos, en la separación entre tendencia nomotética y tendencia idio­gráfica. No obstante, y paradójicamente, ambas tienen sus bases.en la lingüística. Para la primera, el acontecimiento lo constituyela obra literaria en su singularidad (<<este poema» en la expresiónde D. Alonso); la segunda reemplaza la singularidad por la bús­queda del sistema. Resumido metafóricamente: la una da impor­tancia al habla, la otra a la lengua. Esta metáfora tiene sus fun­damentos. La publicación de la Estética de B. Croce (1908) yde Positivismus und Idealismus in der Sprachwissenschafi de K. Voss­ler (1904 y 1905) marca la aparición de una tendencia que 'semanifiesta contra los neogramáticos, dado que éstos, al buscardeterminaciones empíricas para describir los actos lingüísticos,dejan de lado el aspecto espiritual de la producción. F. de Saussure,como Vossler, también se manifiesta contra los neogramáticos,pero por diferentes razones: lo hace para subrayar la falta de defi­nición del objeto teórico de la lingüística, dado que sus investi­gaciones no apuntan hacia el sistema de la lengua, sino hacia las

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manifestaciones concretas de unidades lingüísticas. D. Alonso de­riva, como se sabe, su aparato conceptual de Saussure (D. Alon­so, 1950, pp. 20-33; D. Alonso y C. Bousoño, 1951, pp. 23­41), pero lo corrige integrándolo en el molde de la tradición voss­leriana. O, si se quiere. en el de un Bally más cercano de Vosslerque de Saussure, Esta toma de posición, en el contexto de la es­tilística hispánica, está sugerida en la introducción de Amado Alon­so a la traducción de la Filosofía del lenf,uaje de K. Vossler (A.Alonso, 194h, pp. 16-17). En ella A. Alonso señala que K. Voss­ler quiere que la lingüística sea una ciencia del espíritu y, en con­secuencia, busca -en el complejo fenómeno del lenguaje- aque­llos aspectos que lo manifiestan. Estas manifestaciones son, a suvez, menos dóciles a las conclusiones mecánico-cuantitativas. Laconducta del espíritu, prosigue Alonso, no es igual a la conductade la materia; por lo tanto, una ciencia (o conocimiento sistemá­tico) que tenga como objeto propio la actividad del espíritu, nopuede calcarse sobre las ciencias cuyo objeto son las condicionesde la materia. El objetivo de la lingüística, concluye, es un pro­ducto para el positivismo de Saussure; en Vossler, en cambio, seantepone la producción al producto. el momento espiritual de lacreación al momento mecanizado del sistema.

La tendencia nomotética surge, en el campo de los estudiosliterarios, en la obra de R. Ingarden (1931) y en la tradición de'la filosofía del lenguaje; y, también, en el formalismo ruso, en for­ma paralela y confluyente con la lingüística de Saussure. A la obrade R. Ingarden nos referiremos más en detalle en el apartado si­guiente. En cuanto al formalismo ruso, se encuentra un programaresumido de la tendencia nornotética en R. Jakobson y J. Tynjanov(192 8, pp. 79-81). En este artículo se examina la utilidad quelas nociones de lengua y habla, sincronía y diacronía. pueden pres­tar a los estudios literarios; como también la necesidad de fundar,sobre una base estable. la ciencia literaria y lingüística en Rusia.La expresión «una base estable» nos permite resumir lo que enellos vemos, hoy, como la primera toma de conciencia y el primeracercamiento a los problemas metodológicos y epistemológicosque involucra la formulación de una teoría (B. Eikhenbaum,

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1925).3 A lo largo de cincuenta años, han variado las posicionesmetodológicas. No obstante -como lo veremos en los apartados2 y 3 de este mismo capítulo- se acepta todavía la creencia deque la formulación de una teoría del texto literario debe trabajarsobre la generalidad de su objeto y no sobre la particularidad delacontecimiento.

Años después, T. Todorov (1968, pp. 102-103) define latarea de la poética afirmando que ésta no es la de articular unaparáfrasis, un resumen razonado de la obra concreta, sino la deproponer una teoría de la estructura y del funcionamiento del dis­curso literario: las obras particulares sólo son las manifestacionesdel sistema; en consecuencia, para este autor, la ciencia literariano se ocupa de la literatura real sino de la literatura posible. Antelas previsibles objeciones que puede generar esta afirmación, re­lativas a la desnaturalización del objeto «literatura», Todorov laspreviene recordando a Kant y afirmando que el método es el quecrea el objeto y que, por lo tanto, el objeto de una teoría no estádado naturalmente sino que es el resultado de una elaboraciónabstracta. Se podría resumir esta posición diciendo que en ella elacierto fundamental es la preocupación por delimitar el objeto dela teoría, y que sus limitaciones residen en la poca atención otorga­da a la estructura de la teoría. Estas se advierten en su busca in­tuitiva del objeto a través de los conceptos de la lingüística estruc­tural en un momento en que ésta es cuestionada en sus funda­mentes."

3. Como ejemplo de esta afirmación podemos recordar un párrafo de B. M. Ei­khenbaum que data de 1929 [Eikhenbaum, 1929) y encabeza su artículo (de gran inte­rés, por otro lado. para la "evolución» interna del formalismo) sobre "d contexto litera­rio ..; "We do not apprehend aU ehe facrs at once; it isn'r always the same faers we rakein. and not always the sarne correlations of faces we need bring out. Nol tvtrylhi"gwt

~"o'" or (ollldgtl lo ~"O/ol ",a~ts a (O""ta;o" i" Ollr ",i"ds lI"dlrso",tsptlifi( (O,,(tplllal signothat is, rurns from sheer contingency into a faer of certain particular meaning (...)Without theory no historical system would be possible because there would beno prin­cipie for selecting and conceptualizíng facts» (p. J6; la cursiva es mía).

4.' T. Todorov, en 1973. modifica ligeramente su posición de 1968 [Todorov,1973. 1968). No obstante. dio no invalida nuestra apreciación puesto que la reacción deT. Todorov (1973) ante ciertas tendencias recientes a la superteorización (p. 27) le llevaa poner énfasis en la necesidad Jr conceptualizar, Pero. ¿cómo es posible proponer con-

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Un paso fundamental en la tendencia nomotética lo consti­tuye el surgimiento de la lingüística generativo-transformacionaly las transposiciones a las que da lugar en la busca de fundamen­tos de la teoría del texto literario. La importancia de ésta no debe.sin embargo. situarse en la novedad de los conceptos que propone.sino más bien en su gesto de base que consiste en precisar. no sóloel objeto. sino también la estructura de la teoría lingüística (N.Chomsky. 1965. pp. 15-17; 30-47). Es éste. además. uno delos puntos básicos sobre los cuales N. Chomsky (1964) traza ladiferencia entre lingüística estructural y lingüística generativo­transformacional. Esta táctica comienza a manifestarse. en los es­tudios literarios, a mediados de la década del sesenta (M. Bier­wisch, 1965; K. Hanneborg, 1967). y tiene su expresión másdecisiva en T. van Dijk (19.72, pp. 165-178). T. van Dijk poneénfasis en la necesidad de delimitar el dominio de la investigaciónliteraria; considera necesario eliminar los malentendidos que. entrealgunos investigadores de la literatura, llevan a suponer que elobjeto está naturalmente dado. Para disipar este malentendidoopina que debemos, por una parte, seleccionar y hacer explícitas.en los textos literarios. las propiedades relevantes que han de serdescritas por la teoría; y. por otra parte, que es necesario decidirlos criterios sobre cuya base tal selección puede realizarse. Definelos fundamentos teóricos de la investigación literaria no sólo porsu objeto sino también por el modo de acercamiento a tal objeto.vale decir, por el tipo de discurso que se construirá para dar cuen­ta de las propiedades del objeto; lo cual requiere llevar adelantelos principios de una fundamentación metateórica. T. van Dijkdestaca la necesidad de considerar los criterios, los objetivos y

cepeos si carecemos de una teoría que guíe nuestra conceptualiaaciénj' Cuando esto ocu­rre. y lo vemos a menudo en nuestros días. la conceptualización resulta muchas veces deuna transposición a veces inconsciente. a veces apresurada. de los conceptos de otras dis­ciplinas: la teoría no se construirá comenzando por transponer concq>tos sino que debe­rá, primero. delimitar su objeto de estudio y la estructura de la teoría para saber. preci­samente. qué conceptos pueden ser de utilidad. Esta afirmación es extrema. soy cons­ciente, puesto que los dos fenómenos no se pueden deslindar de manera tajante; no obs­tante, asumo el dogmatismo por cuanto intuyo en este aspecto un problema no sólo de laactividad teórica, sino también de una gran parte del campo de los estudio. literarios.

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los métodos adecuados de investigación literaria en relación conlos criterios de la investigación científica en general. Por otra par­te. al tomar la teoría lingüística como modelo «analógico» de laorganización de la teoría literaria. propone. también, una primeradelimitación del objeto de la teoría: la extensión previa de la lin­güística de la frase a una lingüística del discurso le permite pensarque. por un lado. la literatura -antes de ser caracterizada como«discurso literario»- es lisa y llanamente un discurso con eepre­ponderancia» de estructuras lingüísticas particulares. micro y ma­cro-estructurales (gráficas y fónicas. sintácticas y semánticas; te­matizaciones antitéticas. permutaciones temporales. etc.). De elloderiva que una de las primeras tareas de la teoría literaria o poé­tica es la de describir las «reglas suplementarias» que dan cuenta detales estructuras particulares en relación a las estructuras «nor­males» de la frase y del discurso.

1.1.3. Estas consideraciones. aunque breves. pueden sersuficientes para situar el ámbito operativo de una teoría del textoliterario en la generalidad de un campo de estudio. En primer lu­gar. el hablar de teoría nos fuerza a situarnos en la tendencia no­motética, o. en caso contrario. a hacer explícito el sentido que ledamos al vocablo. Ahora bien. ¿qué relación tiene entonces la teo­ría con otro tipo de actividades que podemos también incluir enel campo de los estudios literarios? Recordemos que R. Welleky A. Warren (1956) dividían el campo entre la crítica. la historiay la teoría. y daban a ésta un lugar de privilegio en relación a lasotras dos. Para D. Alonso (1950). y luego para R. Barthes(1967). el campo se divide en la lectura. la crítica y la ciencia.Hoy. crítica y lectura tienen sentidos ambiguos: la primera man­tiene su sentido tradicional a la vez que. modificada con el adje­tivo «nueva crítica». altera su sentido de origen. Por otro lado.el uso de lectura. al ser extraído también de su sentido original.tiende. por una parte. a reemplazar al vocablo crítica y a la acti,vidad que éste designa y. por otra. tiende a ser su equivalente. Encuanto a la historia. ésta es separada completamente de la ciencia

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por D. Alonso (1951, pp. 46 Y 74), a la va que hoy podemosdecir, recuperando ciertas afirmaciones del formalismo ruso, quela historia no puede ser concebida como una mera sucesión crono­lógica (de autores, de obras, de movimientos) y que necesita deuna base teórica, por la simple razón de que sería difícil hacer his­toria en un campo específico sin saber de qué se hará la historia.

Para evitar las ambigüedades que subyacen a las divisionesdel campo de estudio antes mencionadas, convendría -quizás­diferenciar actividades por el tipo de acercamiento al objeto: las«tres semiologías», propuestas por G. G. Granger (1968, pp.141-143) podrían sernos de cierta utilidad. Podríamos así ha­blar de una «semiología 1», agrupando bajo este rótulo todasaquellas actividades que se inscriben en la mayor cercanía del acon­tecimiento singular (obras), y que podríamos ejemplificar con lacrítica (<<nueva y vieja»], con distintas formas de lectura y conciertas tendencias filológicas y hermenéuticas. Cualesquiera seanlas diferencias que puedan establecerse entre los ejemplos citados,nos interesa recalcar que su proximidad al objeto singular las reúneen sus objetivos. Por otro lado. podríamos hablar de una «semio­logía 11» cuyo mejor ejemplo, fuera del campo literario, lo ofre­cen las descripciones de mitos de Claude Lévi-Strauss, La semiolo­gía 11 tendría como característica distintiva la busca de «simu­lacros del objeto», lo cual le daría un primer grado de alejamientodel hecho singular. En el campo de la literatura podría ejempli­ficarse con lo que R. Barthes llamó «actividad estructuralista» ydefinió, precisamente, como la constitución de simulacros del ob­jeto. Por fin, hablaríamos de una «semiología 111». en la que in­cluiríamos las tendencias propiamente teóricas, y cuyo objetivose define en la constitución de discursos cuasi-formales cuyo sis­tema conceptual envía sólo virtualmente a los hechos singulares.En palabras de A. C. Benjamín (1936), podríamos decir que lasemiología 111 (Benjamin hablaba de la ciencia), «a través deldiscurso formal, habla de cosas que no existen para transmitir in­formación sobre cosas que, obviamente. sí existen».

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1.2. EL CONCEPTO DE LITERATURA

1.2.1. Puede parecer extraño. o paradójico, plantear la ne­cesidad de volver sobre el concepto de literatura. puesto que elhábito lo impondría como un concepto evidente en sí mismo." Di­cha evidencia comienza a adquirir una incómoda movilidad si serelaciona el concepto con las tres semiologías. En la semiología 1es donde éste tiene quizás su lugar más estable: el estudio críticode la singularidad literaria implica una selección y una herenciay en ellas se trasmite el ámbito del concepto. Para la semiología Ilesta seguridad al menos se debilita. puesto que el simulacro ate­núa las connotaciones estéticas y emotivas. reduciendo la singu­laridad a esquemas conceptuales. Para la semiología III es un pro­blema puesto que, en una primera aproximación. el concepto deliteratura no podría aludir al objeto mismo de la teoría. ya queéste nos «ofrece» las incertidumbres de la ambigüedad; nos se­ría difícil. para dar un primer ejemplo. aceptar. sin más, la divi­sión entre lo literario y lo no-literario. de la misma manera quela lingüística asume lo gramatical y lo no-gramatical. Continuan­do con el ejemplo de la lingüística. nos encontramos. quizás. alproponernos la elaboración de una teoría del texto literario. ante

~. Digamos también qut el conctI'tO de literatura, y la familia correspondiente, sonconctptos «vacíos» [semejante a los de «lo bello», «lo bueno», etc.], donde las ambigüe­dades son inevitables debido a las propias características del conctpto: al ser «vacíos»estos conctI'tos permiten qut se los interprete según la conveniencia de los prtsuputstosideológicos qut rigen el discurso en el cual se insertan. E. Dupréel llamó a este tipo deconctptos «ideas confusas» (E. Dupréel, 1949). J. M. Ellis (1974) trata de combatir vi­gorosamtntt esta situación. N o obstante la riqueza de ideas qut siembran este trabajo.Ellis mantiene un campo de «ideas confusas» cuando se refiere a «los estudios literarios».«la teoría literaria», «la crítica literaria». Estas expresiones no sólo son intercambiablessino qUt adquieren, en su trabajo. una movilidad difícil de circunscribir. La prtgunta esentonces: ~ cómo se puede combatir la noción de literatura si no se comienza por el dis­

curso qut la conceptualiza P La noción de literatura, o bien es una noción de consumo gt­neral, qut designa cierto «producto en el macado», o bien es un concepto teórico y cons­truido. En este último caso, la validez y alcance del conctI'to dependerá del sistema deconceptos con el cual el de literatura tstá en correlación; su «definición», por lo tanto.es relativa al discurso qut concepeualiza. Creo, por estas razones, qUt no es posible definirel ser d. la literatura sin referencias al serdel discurso qUt la define, Es claro. en este sen­tido. el intento de R. Ohmann (1971); en cuanto al «concepto» literatura, puede con­sultarse a M. Beardsley ( I 973 ).

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la misma necesidad que forzó a Saussure a separar los elementospertinentes a la lengua de aquellos espúreos que correspondían oal habla o al lenguaje.

1.2.2. Toda teoría es inseparable de su objeto. Por estarazón, los formalistas rusos introdujeron el concepto de literariedadpara designar el objeto de estudio y escapar, así, a las ambigüeda­des propias de la noción de literatura. Sobre el concepto de litera­riedad volveremos en las páginas siguientes. Lo que nos interesa,por el momento, es la operación que pone de manifiesto su apa­rición. Ésta puede verse, en primer lugar, como una operación«normal» de mención y de clasificación de un campo de hechos,mediante el uso de conceptos: toda clasificación depende de losatributos que seleccionamos. Esquemáticamente expuesto:

Un campo de hechos X se menciona y se clasifica mediante unconjunto conceptual Y. Si queremos dar un paso más, podemoshablar de un tercer nivel de conceptos, Z, que se refiere a las re­laciones entre X e Y. Ésta es, simplemente, la operación que pun­tualiza el problema: ¿qué conjunto de hechos X designamos conel conjunto conceptual Y (e.g., literatura)?; ¿de qué manera po­demos analizar esta relación mediante un «meta-conjunto» con­ceptual Z?

La historia de un concepto es, al mismo tiempo, la historiade una clasificación. Cuando esta clasificación es una operaciónteórica, en su sentido general, podemos creer que las clasificacio­nes están dadas en la naturaleza o en la cultura, y que nuestro tra­bajo consiste en descubrir/as. Sin entrar en esta ardua discusiónfilosófica, prefiero asumir por conveniencia operativa que a las

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clasificaciones las inventamos y no las descubrimos (J. Bruner, J.Goodnow, A. G. A. Austin, 1956, pp. 1-22): inventamos la cla­sificación de X mediante un discurso conceptual Y; a su vez, ana­lizamos esta relación mediante un discurso conceptual Z. No creoser redundante si, bajo esta perspectiva, recuerdo algunos de losmomentos, como ejemplo ilustrativo del problema de la delimi­tación del conjunto X en la teoría literaria, de las clasificacionespoesía / literatura. Ello nos llevará, también, a establecer relacio­nes con Y y con Z.

1) En la antigua Grecia hacer estaba relacionado con la cosahecha, con la acción de hacer y con el hacedor. La célebre obser­vación de Platón (El Banquete, 205c) designa la fa­bricación de todo objeto como poiesis: y el hacer poesía es sólo unaparte de la actividad de fabricación, cuyo hacedor es el poeta. T e­nemos así esbozado el conjunto conceptual Y que distribuye elcampo de X en dos sub-conjuntos. el primero del cual (hacer poe­sía). que designaremos con Xl' está incluido en X (poiesis); pero,para poder distinguir Xl de la generalidad de X (y para clasificar­lo dentro de ella), XI debe tener ciertos atributos seleccionablespara su clasificación. Si aceptamos con E. R. Curtius (1948. p.213). que « La dignidad metafísica de la poesía no (proviene) dela subjetividad del poeta, sino de una fuerza sobrehumana», y lla­mamos a esta «fuerza sobrehumana» Xz, entonces XI adquiere suparticularidad dentro del conjunto X en cuanto se ve impregnadapor un principio «exterior» designado por Xz' Tenemos así unade las primeras «interpretaciones» de la relación entre el discur­so y y los hechos X. Esta relación se establece por la clasificaciónde X que inventa el discurso Y. Hagamos un paréntesis e intro­duzcamos en él una observación: nos interesa mantener siempreel esquema abstracto, puesto que en él puede apreciarse que, sibien continuamos tratando de resolver el mismo tipo de relación.cada interpretación que demos de ella, está sujeta a las formas ge­nerales mediante las cuales toda cultura organiza el «mundo».Esta obvic=dad, muchas veces olvidada, se hace más clara si recor­damos que Aristóteles, no sólo organiza el conjunto X mediante

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un discurso Y. al igual que Platón, sino que también inventa el dis­curso Z: analiza la situación de la poética como discurso sobre lapoesía. Para ello le es necesario cambiar de nivel y es así que, paraAristóteles, la poética es inseparable de la filosofía: divide a éstaen teórica. práctica y poiética.

2) Sin embargo, por lo que sabemos de la problemática la­tina. el discurso poético (como discurso conceptual) pierde interés,mientras que parece haber ocupado su lugar otro tipo de discurso y,que no procede de un pensamiento filosófico sino de una pragmá­tica: la retórica. Cuando el vocablo lttteratura entra en el diccio­nario, lo hace como calco latino correspondiente al de grammaticagriego; y. como él, con el doble sentido de uso de la lengua y dearte de leer y de escribir. En este caso, los hechos del tipo x '-X2'

son designados como «poetarum enarrationern», y llegan a cons­tituirse como el objeto estudiado por dos tipos de discurso: la gra­mática y la retórica. El campo se re-distribuye porque el obje­to XI-X2 se clasifica por un doble discurso en Y:

X (X,-X2: «poetarum enarrationem»]

~~Y, (gramática: «recti 4 _-. Y2 (retórica: «beni

loquendi scientia ») discendi scientia»]

Z (discurso del litteratus: conocedorde la gramática, de la retórica yde la «poetarum enarrationern»]

3) Pasemos, en un tercer ejemplo, a principios del si­glo XVIII. Pero antes recordemos, que el Renacimiento redescu­bre la poética y la distingue de la retórica. En esta dirección sepuede interpretar la preocupación y aclaración del Pinciano dellamar a su estudio Pbilosopbia A Iltigua Poética (1 596), f('cupe-

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randa, a fines del siglo XVI. el sentido originario del término; ypasando, de este modo, sobre la redistribución gramática y retó­rica que lo había. eclipsado en la Edad Media latina. Este eclipsedel sentido de «poética», y su paulatino resurgimiento explicaría,además, las interferencias entre retórica y poética en los siglos XIIy XIII, según se puede inferir de Les arts poétiques recopiladas porE. Faral (1971).

Para el siglo XVIII podríamos, valiéndonos del DiccionariodeAutoridades, y de las fuentes de los siglos XVI y XVII que en éstese citan, clasificar dos familias de palabras: a) literatura, letras,literato (literatissimo) y b) poema, poesía, poeta, poética.

a) La palabra LITERATURA no parece coincidir con el usoque, en nuestros días, designa «obras literarias». Sería sin embar­go más cercano, aunque sin coincidir exactamente, el uso que enla actualidad designa el estudio y no las obras. Para LITERATURAla entrada es, en dicho Diccionario: «El conocimiento y cienciade las letras. Es voz puramente latina: Literatura». Este sentidose deriva, presumiblemente, de la tradición gramática y retórica,dado que, para LITERATO, la entrada es: «Erudito y docto yadornado de letras. Es voz latina: Literatus». Por su parte, LETRAS.para el mismo diccionario, está también ligada a la ciencia. Lacita de santa Teresa parece referirse, claramente, a la teología;en tanto que la de Alderete (((En todo el qual tiempo se hablóen Roma aquella lengua; si bien no tan elegante y copiosa comoquando se professaban buenas letras»), si bien pudiera hacernospensar que está más cerca del sentido moderno debido al sintagmabuenas letras, parece referirse al de «las humanidades e.P Por su

6. Es quizás en este sentido en el que el diccionario agrega LITERATISSIMO: «Muiliterato y erudito»; y lo ejemplifica con «El mui venerable varón e lireraeissimo varonAntonio de Nebrixa, nuestro Preceptor». Por su parte. Hurtado de Mendoza (Guerra dtGranada, libro 1), emplea la noción de letrado: y letras en relación a la jurisprudencia:«(...) cosas públicas en manos de letrados, gente media entre los grandes y pequeños (...)cuya profesión eran lnras legales. comedimiento, secreto. (...)>>. Cervantes (Don Qu;jott.l. 37) se refiere, claramente. a las letras humanas -en oposición a las divinas- en rela­ción con la jurisprudencia: «(...) hablo de las letras humanas. que es su fin poner en supunto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo. entender y hacer que lasbuenas leyes se guarden».

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parte, la voz latina Literatas genera dos vocablos castellanos: uno,el ya aludido, LITERATO; y el otro, LETRADO. Éste, a su vez,tiene dos entradas que nos interesa recordar: 1) «El docto en lasciencias que porque estas se llaman letras, se le dió este nombre.Viene del latino Literatas, que significa lo mismo». La cita de san­ta Teresa, en esta entrada, lo liga a la entrada que el diccionarioda para LETRAS, y 2) «LETRADO: Se llama comúnmente alAbogado». En este sentido, LETRAS está también ligada a la ju­risprudencia. Finalmente, para LITERARIO. la entrada es: «Loque pertenece a las letras, ciencias o estudios. Es voz latina: Li­terarius», Esta última referencia es ilustrativa por cuanto pareceresumir, de alguna manera, la familia de palabras que estamos ana­lizando: lo LITERARIO nos remite al conjunto Y (ciencia o estu­dios) y no al conjunto XI-X2 (fenómenos descritos por el discur­so Y). La referencia al padre Suárez, en la entrada de LITERARIO.parece establecer una relación entre lo literario y lo filosófico. Estarelación se explica. aparentemente, en la entrada de CIENCIA:«Conocimiento cierto de alguna cosa por sus causas y principios:por lo cual se llaman assi las Facultades, como la Theologia, Phi­losophia, Jurisprudencia, Medicina y otras». Las referencias an­teriores bien podrían hacer suponer que LITERATURA sería unade las «Facultades que se llaman Ciencia» y que en la entrada deCIENCIA no se mencionan (sey otras»].

b) Veamos ahora la otra familia. PoÉTICA se define como:«Lo mismo que Poesía. También se llama así la obra o tratadoen que se señalan las reglas y preceptos necesarios para la mayorperfección de las obras poéticas». ¿De qué manera POÉTICA eslo mismo que Poesía? Lo es en cuanto. para POESÍA. podríamosdividir en dos la entrada correspondiente: 1) «Ciencia que ense­ña a componer y a hacer versos»; y 2) «Se llama también la mis­ma obra o escrito compuesto en verso», Lo mismo, en la entradade POÉTICA. parece referirse al punto 1) de la entrada de POESÍA.pero no al 2). Vale decir que POÉTICA es, también. la ciencia queenseña a hacer versos y, por añadidura. el tratado en donde tal cien­cia se trasmite. Para POEMA tenemos: «En su riguroso sentidosignifica qualquier obra. en verso o en prosa, en que se imita a la na-

J. - MIGNOLO

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turaleza» (la cursiva es mía). En este caso POEMA se refiere cla­ramente al conjunto xl-xZ' POETA. por su parte y en oposicióna LITERATO. no es el que sabe sino el que hace: « El que tiene nu­men de hacer versos o los hace según arte». Por lo tanto. POÉTICAy pOEsíA. en su sentido compartido ((ciencia que enseña a com­poner y a hacer versos»), es ciencia del hacer y no ciencia del saber.La clave. si la hay. sería el «hacer según arte», puesto que la en­trada para ARTE nos dice: «La facultad que prescribe reglas ypreceptos para hacer rectamente las cosas. Debajo de este nom­bre se entiende la generalidad de las artes liberales y mecánicas».Dejemos de lado la tentación de ramificamos por las «artes li­berales y mecánicas», pero digamos, sin embargo. que la distri­bución aristotélica parece haber sido re-distribuida. En la redis­tribución se mantiene un elemento: la diferencia entre las artesútiles (mecánicas) y las hermosas (liberales); y se ha modificadootro: la poética ya no es ciencia del saber. como part) de la filo­sofía, sino del hacer. como parte de las artes. El saber ha sido ocu­pado por LITERATURA y las dos familias de palabras son así dosparadigmas bien diferenciados: el uno integra la literatura a la cien­cia (Y1); y el otro, la poética a las artes (Yz). Poema y poesía (estaúltima en su segunda definición) designan el conjunto XI-XZ' Eldiscurso Z parece haber sido relegado a las letras cuyo agente esel Literato.

4) Hasta este momento vemos que de ninguna manera elconcepto de literatura se emplea para designar los hechos x ¡-Xz.Este empleo surge, al parecer, en la Edad Moderna. Y. como con­secuencia, literatura y poesía pasan a ser conceptos que distribuyenel conjunto XI-XZ en fenómenos de distinta naturaleza. El ejern­plo más claro en este sentido, y también por su relación con la tra­dición retórica y poética esbozada en las páginas anteriores. es elde Benedetto Croce. Para Croce uno de los problemas es el detrazar la diferencia entre literatura y poesía (1935). Al repartirel campo de fenómenos en XI-XZ' el vocablo literatura ingresa comodesignador de una parte de los fenómenos que deben ser estudia­dos y no ya del conjunto o discurso conceptualizador. Este dis-

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curso (Y), para Croce (en la tradición de Hegel), tiene el nombrede Estética. El problema comienza, para el autor, cuando com­prueba que los mismos conceptos que aparecen en las Poéticasaparecen también en las Retóricas. Pero Crece encuentra, en lassegundas, un total desconocimiento y una «ofensa» del ser de lapoesía (1951, p. 268). Al mismo tiempo, esta constatación le ofre­ce las bases necesarias para trazar la distinción entre literatura ypoesía: la diferencia reside en la función de la palabra en una yen otra. En la poesía no es aplicable el concepto retórico de loconveniente, ni tampoco la división entre forma y contenido, nitampoco la diferencia entre palabra literal y palabra figurada: laexpresión poética es siempre literal y siempre figurada ((La pa­rola nella poesia non é veste della poesía, ma é la poesía stessa»;1951, p. 268). El concepto de lo conveniente, como también lasdivisiones entre forma y contenido, entre sentido literal y sentidofigurado, sí son aplicables a la literatura. De esta manera, la lite­ratura se sitúa en el reino de la prosa y de la retórica, en tanto quela poesía en el de la poética y en el del verso. La diferencia, ensu generalidad, reside en las «actitudes del espíritu»: la belleza, .único criterio de la poesía, es «fulgor teorético»; lo convenien­te, único criterio de la prosa, es «orden práctico». La distribuciónde Crece, en relación al diagrama 2 consiste, entonces, en dife­renciar dos tipos de fenómenos entre los hechos a estudiar (litera­tura y poesía) y en dar otro nombre (con todas sus consecuenciasconceptuales) al discurso Y que los estudia. Éste, a su vez, divi­dido en dos aspectos de acuerdo con la división en el objeto: laestética, cuyo objeto es la poesía, y la historia de la civilización,que se ocupa de la literatura.

1.2.3. Los ejemplos analizados hasta aquí nos muestranla variabilidad entre el objeto y el discurso que lo conceptualiza.Hay, por cierto, una constante. Pero ésta, como sistema concep­tual, varía con el desplazamiento de conceptos que se producenen el discurso teórico o en la metalengua. La pregunta a formu­lar sería: ¿esa constante es indicadora. de alguna manera, de al-

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guna esencia universal que puede ser caracterizada de una vez parasiempre, más allá del desplazamiento histórico de los conceptos?Pregunta fundamental para la teoría del texto literario; dado quex¡-Xl es el objeto de Y. la definición del primero será lo que ca­racterice el objeto de la teoría. Pero, entonces ¿qué atributos de­bemos seleccionar en el fenómeno Xl-Xl? Comenzamos esta dis­cusión mencionando el toncepto de literariedad, como una posi­ble respuesta. Pero. todavía. ¿este concepto se refiere a atributosconstantes y universales? 0, por el contrario. si consideramos eldesplazamiento de conceptos. ¿el concepto de literariedad es unode los que, antes de ser aceptado como objeto de la teoría, debeser analizado en el marco epistemológico del desplazamiento déconceptos? Si aceptamos la segunda posibilidad ¿qué nos quedacomo designación del objeto de la teoría. ya que el de lirerariedad,aunque discutido. presentaba. sin embargo. una solución cómoda?Retomemos dos de los mayores intentos. en el presente siglo, deformular el objeto de estudio sobre bases sistemáticas: el que tratade delimitar la estructura de la obra de arte literaria y el que tra­ta de delimitar lo específico de la literatura (e.g., la lirerariedad).

A) La obra de R. Ingarden (1931) es un esfuerzo por de­limitar los atributos de la relación Xl-Xl' cuyo título testimoniaun desplazamiento paradigmático que se traducirá en el área delos conceptos: Kunstwer~ (obra de arte, producción artística) remi­te. por un lado. a la conceptualización de poesía / poema que vi­mos para el siglo XVIII: pero también remite, Ingarden lo seña­la, a la opinión general (doxa) que se tiene, en su momento. dela obra literaria. Ingarden señala, al respecto, que a diario nos en­frentamos con obras literarias. las leemos, las evaluamos, etc., ysu existencia nos resulta tan natural que nos parece conocer el ob­jeto, universal y exhaustivamente. A esto agrega que nuestro co­nocimiento de la obra de arte literaria no es sólo inadecuada sinotambién vaga e incierta. El intento de Ingarden consistirá en darbases sistemáticas a nuestra doxa. El primer paso, en esta tarea,consiste. en la separación de todo lo que es espúreo en la consti­tución del objeto (evaluación. estudio del autor, etc.], operación

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que no deja de recordarnos la preocupación de Saussure por se­parar la lengua de! habla y de! lenguaje. Una vez marcado lo es­púreo, Ingarden se dedica a definir los cuatro estratos que carac­terizan y definen la esencia óntica de la obra literaria. En este mo­mento, e! concepto de obra de arte literaria pasa a ser una cons­trucción abstracta. Nos interesa señalar dos aspectos de esta po­sición: e! primero es que e! esfuerzo por delimitar e! objeto, su esen­cia óntica, tiene como presupuestos (o como paradigma metafísico)la tradición de la filosofía de! ser (lo cual genera e! concepto deesencia óntica) y, a la vez, una tradición más reciente que, en opo­sición al estudio empírico de hechos aislados y al principio de cau­salidad de la mecánica clásica (ver 1.5.2.), producirá las nocionesde sistema y de estructura. De la confluencia de un paradigma con­ceptual filosófico y otro experimental, pero dominado por el pri­mero, surge entonces la delimitación de! objeto. Si aceptamos estalectura de la obra de Ingarden podemos decir que su operaciónse define por lo que presupone: que es posible aceptar una nociónde literatura y luego definir rigurosamente los fenómenos a loscuales ésta alude; que es necesario definir la esencia óntica de! fe­nómeno «obra de arte literaria». De esta operación resultaría quetal esfuerzo postula las características universales como generaliza­ción de presupuestos históricos particulares.

En e! mundo hispánico, el libro de Félix Martínez BonatiI (1960) se inscribe en e! paradigma que funda Ingarden. La dife­

rencia que se establece es conceptual y consiste en desplazar laestructura óntica hacia la estructura fenoménica. A Martínez Bo­nati le resulta necesario este desplazamiento puesto que, nos dice,en e! planteo de Ingarden «toda obra literaria es de la mismaconstrucción óntica, pero no muestra en todo sentido la mismaestructura fenoménica, la cual difiere considerablemente (oo.) ene! drama, la narración y Ía lírica» (p. 36). El riguroso estudio deMartínez Bonati no debe ocultarnos que, en cuanto al conceptode literatura que nos ocupa en este apartado, se mantiene e! pa­radigma metafísico de Ingarden. Bonati contribuye, además, aaclararnos la reducción que se opera en el concepto: «Entende­mos "literatura" en e! sentido estricto de esta expresión, que co-

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rresponde al sentido lato de "poesía". Las expresiones "literatu­ra". "obra literaria". "obra poética". "poesía" y "poema" sonusadas aquí indistintamente» (p. 13). Como resultado de esta de­finición podemos ver que el desplazamiento del paradigma con­ceptual. propuesto por Bonati, queda. como dijimos. absorbidoen el paradigma metafísico fundado por Ingarden y vale para elprimero la observación que hicimos para el segundo sobre el es­fuerzo por buscar las características esenciales que sobrepasan lasdiferencias históricas. La discusión de estos presupuestos (quepreocupó a los lingüistas en los últimos años) nos llevaría dema­siado lejos; puesto que. si es discutible la postulación de una «gra­mática universal», resulta todavía más discutible la del conceptode literatura o de obra literaria: ésta. en oposición a la gramáti­ca. se sitúa -al parecer- más cerca de la actuación que de la com­petencia (ver I. 5.• y cap. 4). Por esta razón creemos que la cons­trucción de un discurso conceptual (Y) que trata de delimitar launiversalidad del objeto literario (XI-X2)' resulta -reconocido elrigor de las postulaciones y su validez histórica- inadecuada comoconceptualización del «fenómeno literario».

B) La noción de lirerariedad, como alternativa. surge enotro paradigma metafísico y conceptual que no apunta hacia laesencia sino hacia la especificidad: no busca la estructura ontoló­gica sino ciertas características distintivas en los mecanismos lin­güísticos que particularicen el discurso verbal literario. Para si­tuar esta postulación. vale la pena recordar que el desplazamientometafísico. marcado por las «ciencias experimentales» más quepor el discurso filosófico. guarda. sin embargo. ciertas huellas deeste último. La diferencia entre «lengua literaria» y «lengua poé­tica» (manifiestas en las tesis de 1929 del Círculo Lingüístico dePraga) nos remite a la distinción croceana: la poesía es concebidacomo «lengua poética» y ésta. que no debe confundirse con lalengua de comunicación. se caracteriza por mecanismos verbalesque radican en los planos fonológico. léxico. sintáctico y semán­tico; la «lengua literaria». por el contrario. se distingue de la len­gua popular y expresa la vida de la cultura y de la civilización;

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su función cultural radica en la ampliación y modificación del vo­cabulario. En el plano de los conceptos, aparece aquí una primeraambigüedad que no será resuelta: el concepto «literariedad»para designar fenómenos que corresponden a la «poeticidad».?R. Jakobson, en 1921, afirmaba que «El objeto de la ciencia lite­raria no es la literatura sino la literariedad, es decir, aquello que hacede una obra dada una obra de arte» (citado por B. Eikhenbaum,1925). En 1960 (R. Jakobson, 1960), el mismo autor sistema­tiza esta primera formulación al fundamentar lo que podríamosllamar «teoría lingüística de la literatura» (pero que el mismo R.Jakobson llama «poética»], Esta fundamentación, como se sabe,se basa en unos pocos principios: a) el lenguaje poético desplaza,en relación al sistema de la lengua y de su manifestación en el ha­bla, el principio de equivalencia del eje de la semejanza al eje dela contigüidad; b) este desplazamiento caracteriza una de las seisfunciones del mensaje, la que está centrada sobre el mensaje mismo,y c) esta función es designada como función poética. Función poé­tica sería entonces equivalente a Iiterariedad: en 1973, R. Jakob­son (p. 486) nos dice, por un lado, que la literariedad se definecomo una operación que transforma la palabra en obra poética y,por otro, que la poética puede ser definida como el estudio lingüís­tico de la función poética, tanto el de los mensajes verbales en ge­neral, como el de la poesía en particular. Tenemos aquí entoncescaracterizado el conjunto Xl-X2 como función poética o literariedady el conjunto Y como poética. Lo que surge, en primer lugar, esque la validez de la definición de la función poética lo es sólo paraun período histórico y para un tipo de poesía (obsérvese su insis­tencia en Hopkins); pero deja de lado otro tipo de poesía del mis­mo momento histórico (¿por qué Hopkins y no Mallarmé o Apol-

. 7. Las relaciones entre los conceptos de poericidad y de lirerariedad son de sumo'~lterés .para analizar de qué manera el desplazamiento de un paradigma hacia otro man­t,;ne. Sin embargo. las huellas metafísicas del primero. Esta distinción se mantiene toda­via entre algunos repr~entant~ de la gramática textual (que denominaremos de ahora enadelante, «gramática del discurso» para evitar las confusiones del uso de la expresión textoy textual en el sentido que damos en este libro; ver nota 10): ver J. Petófi (197S.pp. 117 Y 123). Sobre la noción de poencidad puede consultarse también el interesanteartículo de F. Lázaro Carreter (1975).

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linaire?) que escapa al modelo de base fonológica que sustenta lapoesía de Hopkins y que se corresponde con el interés del lingüis­ta, y deja también de lado el hecho de que, en ciertos períodoshistóricos, la función poética fuera localizada en la conativa o la re­ferencial. De modo que, si aceptamos esta formulación, debe­mos hacerlo no en su postulación original que intenta fundamentarla poética, sino en su alcance particular que es la fundamentaciónde una poética como un modelo que permite describir y explicarciertos fenómenos lingüísticos."

Llegados a este punto, podemos decir que, tanto en el para­digma conceptual-metafísico que se funda en la búsqueda de laestructura de la obra literaria como el que se funda en la búsquedade la función poética, es necesario distinguir dos facetas: la pri­mera, que intenta la delimitación del objeto de estudio (cosa queimplica su definición) y que postula la generalización de un con­cepto de la literatura que es histórico, debería ser considerada comouna «generalización empírica» (ver nota 13), cuya validez estálimitada por los hechos (o datos) particulares que le sirven de fun­damento; la segunda, que intenta describir ciertos fenómenos par­ticulares de las experiencias empíricas reconocidas como literarias,que debería ser analizado en su aspecto metodológico. Para nues­tras intenciones (resumidas al final de 1.1.1., al hablar de nuestropunto de referencia para proponer una teoría del texto literario), lamás relevante es la primera faceta: ella es la que constituye nuestro

ll. El prohlcm.• fundamental reside. a mi entender. en que -desde un pumo de vis­IJ k.¡.\ico- cuando se afirma que la función poética se corresponde con la función delmensaje qu,' se centr.• en el mensaje mismo. se mezclan en esta afirmación dos niveles:por un lado. un nivel que propont un mecanismo (función) del mensaje que se define. tamobién, por lo que no ,"S [i.e .. las cinco funciones restantes que se relegan cuando la «domi­nanten l'\ I.t función mcnsaic-mensaje}; por otro lado, se asume un principio metafísico:que esa ,"S la función poética y no otra. I..<í¡.\icamente tal proposición sería semejante a: laestructura verb••1 A. m.ís el principio metafísico B. " i¡.IUal a la función x. Pero. en estemomento. podemos dOl.•r del principio B a cualquiera de las Olras tunooncs. Y aparen­temente hay ejemplos: ver, e.g.. el resumen introductorio de ,\1 H Abrams (19 ~ 3) don­de clasifica cuatro tipos. de "definiciones" del hecho iiterar io que se podrían hacer corres­ponder con otras funciones de IJS seIS mencionadas en el modelo comunicacional deR. jakobson.

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punto de referencia, punto de referencia que hemos tratado deespecificar con las notas sobre la variación del concepto literatura /poesía y con el breve resumen de las tendencias teóricas en el si­glo xx. Comenzamos a derivar. entonces, a partir del punto dereferencia.

1.3. DEFINICIONES REALES Y DEFINICIONES OPERATIVAS

Para aclarar este problema que acabamos de plantear, a la vezque para introducir nuestra perspectiva ante él. nos puede ser deutilidad recordar algunos conceptos manejados en la filosofía dela ciencia. C. G. Hempel (1952) distingue entre dos tipos de defi­niciones: las reales y las nominales; estas últimas son definicionesen el interior de un sistema teórico. Considera como definicionesreales (o esenciales) aquellas que intentan captar «la naturalezaesencial» o los «atributos esenciales» de alguna entidad; pero ob­serva que la noción de naturaleza esencial es demasiado vaga paraprestar utilidad a los propósitos de una investigación rigurosa. porcuanto toda definición real o esencial implica la postulación de louniversal. Si relacionamos estas observaciones con nuestro plan­teamiento en torno a la noción de literatura y a los fenómenos queésta designa. el problema surge cuando pensamos que todas lasdefiniciones consideradas se acercan al tipo de definición real: seseleccionan determinados atributos y se «eleva» a estos a la cate­goría de universal. Dicho de otra manera: toda definición de lite­ratura / poesía es válida en su ámbito específico. como toda defi­nición. pero da lugar al cuestionamiento cuando lo específico sepostula como general. En cuanto tales. las definiciones reales oesenciales presentan un problema de difícil solución cuando se tra­ta de decidir cuál de entre ellas es la más adecuada. Una primeradecisión sería la de sostener que todas y ninguna. Todas. porquerescatan una clase de fenómenos relevantes y. al hacerlo. sitúan sumarco de referencia histórico y epistemológico; ninguna. porque laoperación que transforma lo específico en general deja de lado laselección de atributos relevantes para otras definiciones. igual-

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mente válidas, del objeto. En consecuencia, no puede haber «acu­mulación y crecimiento» de las formas de conocer el objeto, pues­to que las definiciones reales no se integran en un proceso evo­lutivo sino acumulativo. Esta observación tiene su fundamento enla creencia de que todo conocimiento teórico (científico) estáhecho de conjeturas y de refutaciones, y, en este proceso, hay unaconstante transformación evolutiva en la cual la teoría T 2 es unarefutación de TI' de modo que T 2 se construye sobre los «restos»de TI' Tal interacción no existe en las definiciones reales y por esose tiene la sensación de que, a cada paso, es necesario «empezartodo de nuevo». Por esta razón dijimos que en las definicionesreales el conocimiento es acumulativo y no evolutivo.

Este es, a mi entender, el serio problema que nos presentan lasdefiniciones reales de lo literario / poético. Creo que seguir poreste camino (redefinir nociones ya establecidas sin cuestionar elámbito de su gestación) nos conduce a un callejón sin salida. Másque proponer nuevas definiciones, que tomen atributos no selec­cionados por las anteriores (R. Ohrnann, 1971), se hace entoncesnecesario replantear las condiciones mismas de las definiciones delobjeto de estudio. Es decir, debemos cambiar el tipo de definiciónmás que ofrecer nuevas definiciones reales del objeto. Una alter­nativa la ofrecen las definiciones nominales dentro del sistema deuna teoría o las definiciones operativas. Antes de llegar a estas últi­mas, indaguemos un poco más en la definición real: una definiciónreal supondría, para el caso de la literatura, una operación quepuede expresarse de la manera siguiente:

1) X es una obra o un discurso literario / poético si y sólosi satisface las condiciones C;

2) r., == Cx

donde C representa un complejo de condiciones necesariasJ suficien­tes para caracterizar la entidad L. La ventaja de esta formulaciónes la de ser lo suficientemente comprensiva como para permitirnosanalizar la situación de las definiciones reales. C x es, de algunamanera, un conjunto vacío, una constante cuyas variables están

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constituidas por los conceptos instrurnenralizados de toda defi­nición real. ex puede tener, entonces, diversas interpretaciones queespecifiquen la estructura y la función de Lx. Pero, en este caso, denuevo la misma pregunta: ¿de qué manera decidir cuál es (da me­jor» definición?

Para ofrecer alternativas a estas definiciones es necesarioampliar el campo de la argumentación. Al hacerlo, comprobamos,en primer lugar, que las definiciones existentes de lo literario / poé­tico apelan tanto a características internas como a principios deorden metafísico. En ningún momento se considera que la exis­tencia del fenómeno «literatura» sea un complejo que, como es­tructura verbal, depende (y se delimita) en relación a todas las con­ductas verbales de un mundo cultural; ni tampoco se considera queel discurso literario / poético sea un tipo de discurso que se auto­clasifica y que para hacerlo produce su propio metalenguaje. Valedecir que la función verbal comunicativa común a todos los gruposhumanos que, como tales, se definen por el uso de la palabra, puedeconsiderarse como una parte de los «procesos sociales primarios).Estos procesos, a su vez, dan lugar a formaciones simbólicas (ensentido general) cuya existencia surge del empleo, de las formasmateriales, de los procesos primarios en diferentes contextos decomunicación. Digamos que estas formaciones simbólicas puedenser designadas como «procesos secundarios». Dentro de estacategorización, la operación que decide clasificar las distintas for­mas de los procesos secundarios, puede analizarse desde dos pers­pectivas: por un lado, puede considerarse como parte de estosprocesos, y en este caso tendríamos las formas de la metalengua,inseparable de los procesos mismos de simbolización; por otrolado, tendríamos un nivel operativo que se ocupa de analizar,tanto un determinado tipo de formación simbólica como la meta­lengua que contribuye a definirlo. No todos los procesos simbó­licos van acompañados de su propio metalenguaje: así podemoscomprobar que lo que intuitivamente denominamos folklore esuna «práctica» sin metalengua; en tanto que lo que denomina­mos literatura / poesía es una práctica más su metalengua. Si estoes cieno, todo intento teórico de «definir» la literatura / poesía

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es una operación redundante (y quizás reductora) puesto que ladefinición es un hecho cultural que acompaña al discurso litera­rio / poético (y quizás marca su existencia misma). De esta ma­nera podemos decir que ciertos procesos secundarios implicanla creación de una metalengua, por medio de la cual un tipo dediscurso se define a sí mismo, a la vez que se diferencia de otrostipos de discursos, en cuanto procesos secundarios. En el casode lo que intuimos como literatura, cualquiera sea la manifesta­ción de este metalenguaje (tratados específicos, canas. ensayoso inclusión directa en las «obras literarias»: e.g. Don Quijote).éste va produciendo «conceptos de literatura / poesía» cuya va­riación es indicada por la variación de normas (estéticas. evalua­tivas, morales. etc.]. En consecuencia, en el metalenguaje. comosistematización de una norma. todos los conceptos de «literatura /poesía» son igualmente válidos: tanto el de Hopkins basado enlos paralelismos. como el de Lezama Lima construido sobre losconceptos de lo causal y de lo incondicionado, o la tradición aris­totélica fundada sobre la mímesis. Estas observaciones nos permi­ten desplazar el contexto en el cual el concepto de literatura fuetradicionalmente discutido y definido:

a) Si postulamos. junto al discurso literario, una rnetalenguacomo proceso secundario de conceptualización, ésta es una indi­cación de que los fenómenos «literario / poéticos» aparecen en elmomento en que se toma conciencia de la diversidad de formacio­nes simbólicas y se intenta clasificarlas. La primera consecuenciade esta comprobación es que toda definición real o esencial correel riesgo de confundirse con la definición de la metalengua. Lasdefiniciones normativas de la metalengua no pueden ser generali­zadas porque ellas son parte de los fenómenos que deben ser descritos yexplicados por la teoría. Lo cual nos fuerza a situar en distintos pla­nos metalengua y teoría.

b) Como consecuencia de a), es necesario deslindar los variosusos que podemos dar a la noción de teoría. Se conoce. en primerlugar. la insistencia reciente sobre el hecho de que la literatura esuna práctica que engendra su propia teorización. A esta dimensión

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de la noción de teoría la denominamos metalengua. Ella no es,como puede advertirse, privilegio de un determinado tipo de lite­ratura. sino quizás una de las particularidades que trazan los lími­tes del universo que reconocemos como literario. La metalengua,como teoría, difiere de lo que aquí denominaremos «teoría deltexto literario» porque se sitúan en diferentes planos de especula­ción. En este último caso. podemos decir que la noción de "teoría»adquiere la dimensión de "programa de investigación»; mientrasque, en el primer caso (el de la metalengua), la "teoría» es expre­sión de una norma y como tal implica un cuerpo de proposicionesde escritura y de lectura. Para la "teoría» del texto literario pode­mos aplicar el criterio de reducción: una teoría TI es reductible auna teoría T z si T z propone un sistema de hipótesis más compren­sivo para describir y explicar los hechos que se había propuesto TI.El criterio de reducción no es aplicable al caso de la teoría comometalengua, puesto que, en él, todas las teorías tienen igual vali­dez en su dimensión histórica; el único criterio de evaluación.en este caso. sería de orden ideológico. Lo cual no quiere decir queen la teoría como programa de investigación el criterio ideológicono sea aplicable: el criterio de reducción nos lleva a decidir. en elproceso de evolución del conocimiento, por qué una teoría esmejor que otra. No podríamos decir lo mismo, aplicando el crite­rio de reducción. para decidir que el Naturalismo es mejor que elRomanticismo; o que el principio de equivalencias es «mejor» queel principio mimético para caracterizar lo literario / poético. Aun­que no sean reductibles los unos a los otros, los metalenguajes seevalúan mutuamente (principio de acción y de reacción); para lateoría del texto literario éstos son equivalentes, en cuanto rnetalen­guajes, y aquélla no puede "hacerse cargo» de los valores queéstos sustentan. Lo que "evalúa» la teoría del texto literario no sonlos metalenguajes sino otras teorías que se sitúan en el mismo nivelque ella. Por esta razón pudimos «evaluar» algunos de los intentosde fundamentar una poética o teoría literaria, en el presente siglo,viendo en ellos la confusión a propósito de la definición esencial,que se toca con la metalengua, al mismo tiempo que se proponecomo delimitación general del objeto de estudio.

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46 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

La distinción entre teoría como metalengua y teoría como pro­grama de investigación. puede ser una primera vía para explicarnospor qué ha sido tan difícil responder a la pregunta «¿qué es litera­tura?», puesto que en la metalengua todas las definiciones son váli­das en sí mismas y. para la teoría. como programa de investiga­ción. se trata de una pregunta mal formulada. R. Carnap (1969.p. 312) imagina un filósofo que podría afirmar lo siguiente: «Has­ta ahora nadie ha podido darnos. y quizás nadie podrá darnosnunca. una respuesta directa al interrogante: "¿ Qué es la electri­cidad?': Así. la electricidad será siempre uno de los grandes e in­sondables misterios del universo». R. Carnap concluye diciendoque no hay aquí ningún misterio. O. si lo hay. es porque éste escreado por una pregunta mal planteada. puesto que la preguntaexige definiciones imposibles. En la teoría este «error» puede co­rregirse formulando preguntas a las que se responde con definicio­nes operativas más que esencialistas. El camino a este acceso lo se­ñala el ejemplo de las matemáticas: en matemáticas se entiendepor teoría un sistema axiomático (teoría de conjuntos. teoría degrupos. de matrices. etc.), Estos sistemas no «refieren» al mundoempírico y la teoría denota un orden puramente analítico. Por elcontrario. cuando la noción de teoría se emplea para designar sis­temas axiomáticos con alcance empírico (teoría de la relatividad.teoría cuántica. teoría económica. etc.), cambia su sentido pri­mero. puesto que los términos del sistema axiomático (electrón.campo. valor de uso. inconsciente. etc.) deben ser interpretados dea/g,ún modo que pueda vincularlos con fenómenos específicos (ob­servables e inobservables). A este «algún modo» es al que podemosdarle la dimensión de definición operativa e ilustrarla con un rá­pido ejemplo: cuando la teoría de la relatividad devaluó la nociónde Tiempo Absoluto (noción discutida en el discurso filosófico me­diante el empleo de definiciones reales). las definiciones opera­tivas se impusieron en los métodos de la física. Estas no asumenque las propiedades (o atributos) sean inherentes al objeto que esnecesario definir. sino que las propiedades son nombres otorgadosa las interacciones de un objeto con el mundo exterior. El color deja

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así de concebirse como una propiedad específica de los cuerpospara ser concebido como interacción de un cuerpo con la luz deldía. La interacción es la propiedad que interesa, puesto que el colorcambia según la intensidad de la fuente luminosa y desaparece conla ausencia de luz (J. O1lmo, 1967, pp. 632-634). Extendiendoestas observaciones hacia el campo de problemas que se presentana la teoría del texto literario, podemos sugerir que una definiciónoperativa de la literatura no hay que buscarla en las propiedadesesenciales (estructura óntica) o específicas (.literariedad) del objeto,sino en las interacciones entre, por un lado, un conjunto de estímu­los verbales y, por otro, un sistema de valores localizados en los«ejecutores" de este sistema: quienes escriben, quienes leen, quie­nes interpretan.

lA. EL PROCESO DE SEMIOTIZACIÓN: UNA DEFINICIÓNOPERATIVA DEL TEXTO LITERARIO

1.4.1. En el párrafo precedente tratamos de sostener quetoda respuesta a la pregunta sobre la naturaleza de la literatura,sobre qué es lo que hace de un mensaje verbal una obra de arte, et­cétera., es necesariamente una respuesta parcial, sujeta a condicio­nes históricas que, por tanto, resulta imposible aceptar como pos­tulación de la «universalidad» literaria. Sugerimos que toda defi­nición semejante de la lirerariedad responde a las característicasde las definiciones reales de un objeto, y, además, que estas defi­niciones dificultan la programación de investigaciones empíricasmás que contribuir a ellas. Por lo tanto, sería contradictorio diri­girnos hacia la búsqueda de nuevas definiciones reales que cubranlos huecos de las definiciones precedentes. Nos parece, en cambio,más eficaz dirigirnos hacia la elucidación de los[enomenos a los cua­les nos referimos, por tradición, con los adjetivos literario / poético,ya la elucidación de sus condiciones de existencia. Vale decir, ¿quéimplicamos cuando designamos un conjunto de fenómenos discur­sivos como literario / poéricos r, ¿cuáles son los fenómenos delmundo externo con los cuales los fenómenos literario / poéticos

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48 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

intersectan? Para responder a estas preguntas, debemos distinguirdos momentos en el análisis: el que se refiere a la formación deltexto y el que se refiere a la formación de lo literario. Sobre el usoque daremos de ahora en adelante a este vocablo, son necesariasdos observaciones: en primer lugar, resumimos en él todos aquellosfenómenos que se han designado, en la tradición, como literarioso como poéticos. Vale decir que ignoramos, en un primer momen­to, la distinción propuesta por B. Croce; en segundo lugar, y esteaspecto es el que justifica el paréntesis del título de este apartado(que eliminaremos en las páginas siguientes por comodidad expo­sitiva), el término «literario» designa un espacio que debe ser ca­racterizado y, por lo tanto, el paréntesis vale también como signode interrogación. Volvamos, para tratar de responderla, a una delas preguntas formuladas líneas más arriba: ¿cuáles son los fenó­menos del mundo externo a los fenómenos literarios con los cualeséstos intersectan? Enumeremos algunas de las posibilidades quepueden conducirnos a una definición operativa:

a) El concepto de literatura, extraído de su ámbito interno ysituado en una perspectiva que contemple la organización de lacultura, designa un tipo de mensajes reconocible como tal -e intui­tivamente- por cualquier persona que ha sido socializada en talo cual organización cultural. Podemos decir, siguiendo a J. Lot­man (1976a), que este fenómeno pone en funcionamiento un doblecódigo: serían literarios aquellos fenómenos que, por un lado, es­tán codificados según las reglas de la lengua natural (incluidaslas «figuras» puesto que, en la práctica, construimos a diario sími­les y metáforas; y con sólo una escolaridad elemental somoscapaces de reconocerlas) y, por otro lado, por un código extralin­guístico que podemos designar como norma. Vale decir que la pro­ducción y recepción de un discurso como literario actualiza un pro­ceso lingüístico y un proceso psicosocial que otorga, al proceso lin­güístico, una valencia; esta valencia otorga a los mecanismos ver­bales su lugar de pertenencia como miembros de conjuntos discur­sivos. Podemos imaginar esta valencia como una matriz social quedieta la organización y distribución de formas discursivas en el

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 49

sistema de la cultura. Tal matriz sería pensable no como un «fiche­ro» sino más bien como la fut1'7.fl que permite su reorganizaciónconstante.

Las clasificaciones de discursos, en el interior de un grupo so­cial, pueden realizarse en varios niveles. El primero sería el nivelde reconocimiento pragmático de situaciones en las cuales tal tipode discurso es permitido y tal otro no. B. Malinowski (1928,pp. 96 - 111) analizó las situaciones pragmáticas que, entre los me­lanesios, admiten el cuento folklórico, el relato mítico o la leyenda.El segundo nivel se daría cuando una o cada una de las formasdiscursivas intenta codificar (o cifrar) -desde el «interior» de susituación pragmática- los límites de tal tipo de discurso. En estecaso podríamos hablar del surgimiento de una metalengua, en lacual una forma discursiva se auto-define. Esta noción es de sumaimportancia para el caso de los discursos literarios puesto que po­dríamos avanzar, de manera general, que una de las condicionesprimarias de la caracterización de lo literario se debe, precisamente,a la metalengua. En fin, un tercer nivel estaría dado por la teoríapara la cual el dominio de análisis está dado tanto por la formadiscursiva (lengua objeto) como por la auto-reflexión de ésta (meta­lengua). Para el caso de la literatura, la metalengua, cualquierasea la forma en la cual ésta se manifiesta (tratados específicos,inclusión directa en las propias obras, cartas o ensayos de los mis­mos escritores), va produciendo ((conceptos de literatura» cuyavariación es indicada por la variación de normas estéticas. En lametalengua, corno sistematización de una norma, todos los con­ceptos de literatura tienen igual validez.

b) Retomemos, desde otra perspectiva, la noción de doblecódigo. Este supone un proceso de comunicación en el cual existenun organismo productor y un organismo receptor en los cuales eldoble código se actualiza. Es decir, ambos organismos conocenuna lengua determinada, como así también un conjunto de valorescuya función es la de otorgar una valencia a determinadas estruc­turas verbales en determinados contextos situacionales. Las es­tructuras verbales pueden transmitirse como conjunto de sonidos o

4.-MIGNOLO

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50 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

como conjunto de signos gráficos en una superficie plana (página.piedra. cuero. etc.). EL hecho de que estos estímulos (gráficos oacústicos) sean algo más que estímulos. es un indicio del código quelos sustenta. Podemos referir. como ejemplo. el diagrama l. Ahorabien. al introducir a los participantes de la situación de comunica­ción. habría que distinguir diferentes posibilidades que condicio­nan «la forma» general del mensaje. En el primer tipo. la co­presencia de dos interlocutores produce la forma dialogada. la cuales abierta en su programación. Es decir, no hay una situación dediálogo condicionada por una regla: la frase a debe ser la primera(la que abre el diálogo) y la frase 't la última (la que cierra el diá­logo). En el segundo tipo. la ce-presencia de los interlocutoresno implica necesariamente que los roles de emisor y receptor seintercambien. dado que éstos están asignados desde el comienzo(i.e.. una conferencia). En este caso la «forma» del mensaje no esabierta sino cerrada: debe haber un plan de comienzo y fin de laconferencia. Dijimos un plan. Es obvio que el plan es una estruc­tura básica que podemos pensar en toda situación de comunicaciónen la cual el rol del emisor está marcado. Este plan inicial se orga­niza (o detalla) mediante bloques semánticos (estructuras de con­tenido) que se manifiestan. a su vez. en estructuras sintácticas yproposicionales (ver cap. 4. para más detalles). El final de esteproceso es una superficie acústica de sonidos que recibe la audien­cia. Supongamos ahora, como tercer tipo, que la situación no es lade un conferenciante y su audiencia sino la de un escritor y suslectores. El proceso. en su generalidad, es el mismo; sólo que loque reciben los lectores es una superficie gráfica de signos. Demodo que. en las situaciones de comunicaciones marcadas (dondelos roles de emisor y receptor no son intercambiables). podemosimaginar un organismo productor que. para producir una superficiede signos acústicos o gráficos. procesa y selecciona -a partir delcúmulo de información proveniente del mundo externo- aquellaque es pertinente para el proyecto que debe cumplir. El criterio depertinencia. que permite seleccionar la información. estaría funda­mentalmente marcado por la capacidad del organismo para organi­zar estructuras conceptuales mediante la concatenación de uni-

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 51

dades lingüísticas; y. además. por la capacidad para poder adecuareste proceso a la situación. la cual está marcada por las expectati­vas del organismo receptor. De modo que «la forma general delmensaje» no es una propiedad del mensaje mismo. sino de un acuer­do (código) presupuesto que sitúa «frente a frente» un organismoemisor y un organismo receptor (cE. cap. 4).

Hasta este momento hemos elaborado la situación teniendosobre todo en cuenta el rol del emisor. En el organismo receptor.el proceso es inverso. Lo primero que éste «encuentra» son lasseñales acústicas o gráficas que reconstruye. primero. en estruc­turas proposicionales y organiza luego en bloques semánticos parareestructurar. finalmente. el plan o esquema general: momento de«comprensión». si así se puede expresar, del mensaje. En todo or­den de comunicación. la expresión «no entiendo», por parte delreceptor. se debe -aparentemente- a la imposibilidad de recons­truir la estructura o plan general del mensaje. En algunos casos.ciertos tipos de estructuras comunicacionales exigen que el plan.que reconstruye el receptor. coincida con el «intentado» por el emi­sor; en cuyo caso es posible hablar del «éxito del acto sérnico»(1. Prieto. 1968). En el tipo de comunicación literaria la situa­ción es. obviamente, más compleja. En primer lugar. podríamosdecir que en ella hay siempre éxito del acto sérnico, se corres­ponda o no el plan de recepción con el plan de emisión. Estesería el caso que estudian los psicólogos como «respuesta lite­raria» (literary response, N. N. Hollands, 1968) y corresponderíaa la «lectura» como actividad social. En segundo lugar. podríamoshablar de un tipo de recepción en la cual el criterio de «éxito delacto sérnico» no es pertinente: sería el caso de toda crítica (semio­logía 1) o de todo análisis que reconstruye un simulacro (se­miología 11) que no «intenta» reconstruir el plan general sino «in­terpretar» la organización proposicional y/o los bloques semánti­cos. Finalmente, cabría un tipo de recepción para el cual sí es perti­nente el criterio de «éxito del acto sérnico» y sería aquella posiciónsostenida (y re-evaluada) por los hermeneutistas (E. D. Hirsch.Jr .• 1967). Para la teoría del texto literario. no se trata de propo-

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sDIAGRAMA 1

+Plan/Esquema

~

ORGANISMO __....,----. PRODUCTOR

e:et

o

Cúmulo -+de: -+

Información-+

Bloques semánticos

~Estructuras smtáctico-proposicionale:s

Superficie:gráfica ofónica

Se

L----.ORGANISMO.­RECEPTOR

ee

.-- Cúmulo

.-- de'--Información

o

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 53

ner un nuevo tipo de recepción sino de describir (y enumerar) lascondiciones bajo las cuales todo acto de recepción es posible.

e) Además de los elementos «externos» enumerados en losaparrados a) y b), deben considerarse también los factores que afec­tan la forma misma del discurso: lo que toda literatura tiene en co­mún con toda forma discursiva verbal. En primer lugar, el discursopuede ser conceptualizado como una derivación. En las cienciasformales, la derivación es una operación sintáctica que consiste enla construcción de frases bien formadas y en la sucesión de secuen­cias ordenadas de frases, la formación de frases y de secuenciasgeneradas por reglas de formación y de transformación lo suficien­temente explícitas como para indicar, sin ambigüedades, qué es lopermitido y qué lo no-permitido en una derivación. Una de lascondiciones básicas, en este proceso, es que la verdad (lógica) seaconservada en la derivación. La derivación formal ha sido tomadacomo modelo analógico para concebir el discurso «natural» comouna derivación en la cual una de las restricciones fundamentales esque, en la conexión de frases, no debe preservarse la verdad sino«cierta información semántica» contenida en las frases preceden­tes. Además de esta información semántica, en la cual suponemosse apoya la organización derivativa del discurso natural, es nece­sario contar también con la «referencia», que es también un ele­mento de cohesión en el proceso derivativo. En segundo lugar, sila derivación mantiene cierta información semántica y cieno cam­po referencial constituye un primer nivel de la construcción del dis­curso, es necesario dar cuenta de un segundo nivel de mecanismosverbales, los cuales pueden, o no, estar directamente relacionadoscon la conservación de la información semántica o con el camporeferencial. Un discurso puede integrar repetición de sonidos, cons­trucciones sintácticas y semánticas paralelas, alteraciones tempo­rales, etc.; en fin, toda una clase de mecanismos verbales que nopertenecen al orden de la lengua (y de la lingüística) y que pode­mos denominar «figurabilidad discursiva». Estos mecanismos, valela pena insistir, no son de por sí «literarios» sino que, para serlo,necesitan ser «proyectados» sobre un código normativo.

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54 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

d) ¿En qué sentido podemos elaborar tal «código norma­tivo»? Para esbozar una respuesta supongamos, primero, dos mo­mentos en los que puede analizarse el discurso tal como ha sidoexpuesto en el punto anterior: al primero lo llamaremos «sistemaprimario»? y nos referimos, como ejemplo ilustrativo, a toda rea-

9. Las conceptos de sistema primario y sistema secundario provienen de la semió­tica soviética y. en el sentido que les damos aquí. de J. Lotman (1970. pp. 34-40). Noobstante. el empleo que de ellos hacemos en este libro difiere de la concepción pro­puesta por el autor citado. La propuesta de J. Lotman puede resumirse en los puntossiguientes :

1) El arte es un sistema secundario de modelización. entendiendo la noción desecundario en relación a la lengua natural. que ejemplificaría el sistema pri­mario de modelización. Pero. con ello. Lotrnan quiere significar mis que eluso de la lengua natural como rnacerial de los sistemas secundarios. puesto quesi así fuera sería imposible hablar de sistema secundario de modelización en lapintura. la música; en fin. para las otras artes,

2) La relación que se establece entonces entre el arte como sistema secundario demodelización y la lengua natural como sistema primario. puede considerar­se en dos aspectos:a) La lengua natural no es sólo el primer sistema de signos sino el sistema

de comunicación más poderoso en la colectividad humana. Y. en virtudde su misma estructura. ejerce una influencia decisiva en la psicologíahumana y en la conducta social.

b) Como consecuencia de la asunción anterior. Lotrnan propone que lossistemas secundarios de modelización (verbales y no verbales) se confi­guran sobre la base del sistema de la lengua natural. El ejemplo que ilustraesta proposición es el siguiente: la música es claramente distinta de laslenguas naturales puesto que no tiene relaciones semántico-referencialesobligatorias. No obstante. encontramos en nuestros días la descripciónde un texto musical como una organización sintagmática. La mismo ocurreen el caso de la pintura y del cine (J. Lotman, 1970).

Aceptamos entonces la distinción de Lorman, pero diferimos de sus proposicionesen los siguientes puntos:

e) El hecho de que la teoría contemporánea encuentre en la música o en lapintura organizaciones sintagmáticas y paradigmáticas no es una evidenciaconvincente (y me animaría a decir pertinente] para mostrar que las artesno verbales se modelan sobre la base del sistema de la lengua. Todo Jo queel ejemplo muestra es que EL MODELO TEÚRICO PRODUCIDO PARA DES·CRIBIR LA LENGUA PUEDE EXTENDERSE A LA DESCRIPClÚN DE OTROSSISTEMAS DE SIGNOS Y. en consecuencia. es un ejemplo de una opera­ción teórica que consiste en la extrapolación de modelos. PERO NO NECE·SARIAMENTE LAS RELACIONES ENTRE LOS OBJETOS QUE LOS MODELOSDESCRIBEN

d) La propuesta de Lotman se basa. a mi entender. en la aceptación de lalengua como modeladora de los procesos cognitivos. Sobre este punto mep.uece más convincente la posición inversa sostenida por E. Lenneberg(1967. pp. 255-266.329-362): a saber. que la estructura de los procesoscognitivos es la que modela la lengua y. en consecuencia. todos los proce-

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 55

lización verbal en el orden de la comunicación cotidiana; al segun­do lo llamaremos «sistema secundario» y éste sería ilustrado portoda realización verbal que, por un lado, no pertenezca al ordendel sistema primario y, por otro lado, necesite de situaciones decomunicación distintas del primero. llamaremos «verbo-simbó­licas» a las conductas verbales que se inscriben en el sistema secun­dario. Ahora bien, todo hablante de una lengua y miembro de unacultura está capacitado para producir y entender formas verbo-sim­bólicas. Pero no toda producción simbólica tiene el mismo «desti­no» en el interior de una comunidad cultural: la cultura conservaciertos discursos que se inscriben en el sistema secundario y rechaza(o ignora) a otros. Así, por ejemplo, una carta no es conservadaa menos que el emisor de ella tenga asignado un rol de cierta rele­vancia en la estructura social. O se recupera, si una carta ha que-

sos «simbólicos». Por lo tanto. lo qu~ debería contarse como base de lossistemas de modelación, serían las capacidades humanas para organizar lainformación idtntificando. diftrtnciando y combinando. Y. en segundo lugar.los objetos simbólicos qu~ construy~ a partir de tales capacidades cogni­tivas. La lengua (natural) sería así una de las estructuras simbólicas posi­bles cuya categorización de sistema primario no indicaría. necesariamente,qu~ ella sea la base modeladora de todo sistema simbólico. Lo primarioindicaría. en este caso. sólo la función comunicativa que ella time m elgrupo social y qu~ su utilización «iguale» a los usuarios en la simetría deroles. Contrario a lo qu~ ocurre en los proc~os que actualizan el sistemasecundario (pero. en este caso. no entendiendo el artecomo único ejemplodel sistema secundario) en donde la estructura de comunicación se define porla asimetría de roles: el sermón del párroco. una conferencia, un libro mar­can el polo de la emisión y el de la recepción como asimétricos. Si bienel arte puede considerarse como parte dd sistema secundario. aquél nocubre la totalidad de este último. Además, y por lo qu~ acabamos de decir,la lengua natural puede considerarse como moddadora del «arte verballiterario», p~o no necesariamente de las otras artes. Para ello sería nece­sario considerar. para cada caso. la correspondiente manifestación primariaen rdación a las bases cognitivas gen~ral~. Así. para la pintura. las estruc­turas primarias estarían dadas por la conceptualización visual del espacioy los signos producidos para su representación (e.g .• línea. figuras geomé­tricas. etc.]. De igual manera, para el caso de la música. sería necesarioelaborar la estructura del sistema primario, teniendo en cuenta la capacidadhumana para articular sonidos. que sobrepasa, como es obvio. la articu­lación «fonética» de los sonidos en la lengua natural.

Con estas observaciones quer~mos subrayar el hecho de que.cuando hablamos de sis­tema primario y de sistema secundario. nuestro «universo del discurso» lo constituyensólo y únicamente los actos verbales [orales y escritos] de lenguaje.

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56 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

dado olvidada y si la persona X ha llegado a tener una importan­cia social que no tenía en el momento de haberla escrito. Este ejem­plo pone de manifiesto un primer orden de hechos con respectoa la conservación de discursos verbo-simbólicos. Podemos intro­ducir un segundo orden: la existencia misma de la forma epistolaren una cultura permite que ésta aproveche de ella y la extraiga desu contexto de origen. para insertarla en otros discursos. y darleasí distintas valencias en cuanto estructura simbólica: así vemos,en la tradición de occidente. que la epístola ocupa un lugar de im­portancia en ciertas retóricas y que. por otro lado, se toma como«forma fictiva» de discursos literarios. Mencionamos. en el ejem­plo de la carta, dos órdenes de hechos: el primero ilustra el casoen el cual las estructuras verbo-simbólicas son conservadas en unacultura puesto que tienen en ella una función determinada. Lla­maremos texto, 10 en consecuencia. a toda forma discursiva verbo­simbólica, que se inscribe en el sistema secundario J que, además. esconservada en una cultura. A partir de este principio podemos de­rivar la noción de texto literario. Para ello nos es necesario des­hacer lo hecho y volver sobre la noción de doble código: el textose define por un doble código en el cual, primero, las estructurasverbales que se inscriben en el sistema primario son «transforma-

10. Llegamos aquí a otra cuestión terminológica. El vocablo texto se emplea hoyen numerosos sentidos. En el primero. texto se tmp/ta en un uso generalizado y reemplaza.en este caso. a la noción de obra; cualesquiera que sean los presupuestOS que llevan a estereemplazo. En un segundo sentido. y de una manera rigurosa. se emplea en la «rext­grammaro para definir la construcción abstracta, «equivalente o a la noción de fras« en lalingüística que traza su límite en ella: texto y frase se diferencian. cornn construcciónabstracta. de enunciado y discurso que refieren a ocurrencias concretas. En tercer lugar.J. Krisreva emplea texto en un sentido más cercano a Lacan que a la lingüística: d texto.para J. Krisreva (1974) se define: a) como una práctica que pone en juego la situacióndel sujeto en la lengua (p. 30). Yb) en tanto práctica. el text» se diferencia de otras prác­ticas discursivas definidas. ellas también. por o en relación a la situación dd sujeto: la me­talengua, la narración y la contemplación (pp. 86-84). En cuarto lugar. la semiótica so­viética emplea la noción de texto no sólo con referencia a las construcciones verbales. sinode todo conjunto de símbolos que tiene una función en la cultura (J. Lorman y A. M. Pja­tigorskij. 1972); por lo tanto. la cultura no sólo se define como un sistema compuesto detextos sino que ella es a su vez un texto (8. Uspenski Yotros. 1973; J. Lotman. 1970.pp. 89-127). Por nuestra parte, emplearemos el concepto de texto: a) como derivacióndd sentido que tiene en la semiótica soviética; b) lo limitaremos a las estructuras verba­les. y c) lo fundaremos en el proceso de serniotización,

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 57

das» en estructuras verbo-simbólicas que se inscriben en el siste­ma secundario; segundo, algunas de estas estructuras son conser­vadas cuando la matriz social puede atribuirles cierta valencia.Lo literario, en consecuencia, es sólo un caso particular del texto:lo literario se define por un conjunto de motivaciones (normas) quehacen posible la producción J recuperación de textos en cuanto estruc­turas verbo-simbólicas en función cultural.))

1.4.2. Resumamos los argumentos avanzados hasta aquí:1) En primer lugar, tenemos el discurso como construcción

derivativa y figural; tal discurso. en la comunicación cotidianase inscribe en el orden del sistema primario (SP);

2) para que un discurso perteneciente a SP pueda inscribir­se en el sistema secundario (SS) es necesaria una transformacióndel contexto en el cual el discurso se produce; y/o una transfor­mación de ciertas estructuras verbales de la derivación o de la figu­rabilidad. Si se dan estas condiciones entraríamos en el orden delas estructuras verbo-simbólicas (E VS) ;

3) no todos los discursos del orden EVS son conservados.

110 Es oportuno recordar. aunque no nos detendremos sobre ello. las distincionesentre el texto y el antitexto (B. Uspenski y otros. 1973. p. 11): el antitexto ocupa unlugar ambiguo entre el texto y el no-texto (entre el sistema primario y el secundario], Po­dría decirse que el antitexto es el indicio de un conflicto de fuerzas en la cultura. en el cualel texto como representación de la «norma cultural» marca sus límites expulsando lo quelo pone en peligro. No obstante. la expulsión no llega necesariamente a relegar el textoque se margina al no-texto: lo relega hasta sus límites; en los límites entre ambos surge elantitexto. Los ejemplos que pueden ilustrar este momento de conflicto abundan: la des­trucción de los libros de «izquierda» en los regímenes totalitarios; la manifestación sim­bólica en R. Bradbury: Farmbeit 4J 1; la selección de libros al comienzo de Don Quijote;La Celmina se cuenta. en América. entre los textos que hay que relegar al antitexto:«(..o) por lo cual mandamos a todas las personas. hombres y mujeres de todo nuestro obis­pado de cualquier estado y condición que sean. que so pena de excomunión mayor. den­tro de cuatro días de publicación de esta constitución sinodal. nos traigan y envíen a lascasas de nuestras moradas todos los libros que se titulan Dianas. de cualquier autor quesean. y el libro que se tirula de Celestina. y los libros de caballerías. y las poesías torpesy desonestas» (constitución del sínodo diocesano de Tucumán, en 1597; citado porI. Leonard, 19B. P: 86)0 Podría recordarse también que en España -Luis Vives (Im­tru((ión de la mujer cristiana, 1524) y también Antonio de Guevara (Aviso de privadosJ doartn« de cortesano), 1539)- La Celestin« se considera como uno de los libros que «esaffrenta nombrarlos»: desde el sistema de sus presupuestos. el libro es antitexro.

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58 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

Si lo son, tales discursos pasan al nivel de texto. Ahora bien, notodas las EVS en SS cuentan con una metalengua. Si ésta existe,ella regula y hace explícitas las motivaciones que llevan a conservarel sub-conjunto X del conjunto EVS Si la metalengua no existeen forma explícita, ello no anula su existencia. Ella se manifiesta,de hecho, por la distribución que el grupo social practica en la cla­sificación de sus producciones verbales. Hablaremos, en conse­cuencia, de una rneralengua explícita (Mge) y de una metalenguaimplícita (Mg¡). De modo que el texto sería un conjunto que puederepresentarse:

a) T= {EVS+Mge_i}

4) La literatura, o lo literario, se define como un sub-conjuntodel conjunto texto (T) que se diferencia (o se delimita) por una par­ticularidad de Mge. Es decir que, en la representación abstracta,debemos dotar a la expresión Mgex de un sub-índice x elcual es unlugar vado y abierto a distintas interpretaciones (e.g., la belleza o elprincipio de equivalencia para lo poético, la conveniencia para lo li­terario, la mímesis para uno y otro, etc.). De modo que el textoliterario estaría «definido» por una variante en los elementos delconjunto a):

b) TL= (EVS+Mg ex I

5) La caracterización desarrollada de 1) a 4) depende, tam­bién. de las condiciones de emisión y de recepción. En el procesode producción, Mg impone condiciones para que se intente -deacuerdo con el contexto de situación- la inscripción de un «rnen­saje» en SS o en SP, en T o en TL. A su vez, en el proceso de re­cepción, como proceso individual pero dependiente de la colec­tivización de las normas, el receptor tiene total libertad para re­distribuir los valores y, en consecuencia, desplazar una estructuraverbal (en su generalidad de discurso) a cualquiera de los órdenesposibles. Así, por ejemplo. los discursos históricos del siglo XVIfueron producidos (en Hispanoamérica) con intención de inscri­birlos en el subconjunto T de SS. No obstante. los cambios de

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 59

normas y de valores hacen que hoy los captemos, también, comoinscritos en el subconjunto TL;

6) Finalmente, podemos adelantar que el objeto de la teoríadel texto literario, en los términos que acabamos de conceptuali7.,!lr, esel proceso de transformación de SP a SS. En este proceso (que desdeel apartado siguiente en adelante construiremos como proceso desemioti7.,!lción), que involucra también la emisión y la producción,los dos momentos fundamentales están marcados por a) la conver­sión de discursos en textos, y b) la especificación de ciertos textoscomo literarios.

1.5. EL OBJETO DE LA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

De acuerdo con lo dicho hasta aquí, se desprende que la no­ción de literatura designa fenómenos de distinto orden. En pri­mer lugar, podemos referirnos con ella -en un sentido general­a un dominio aceptado como tal en el proceso social de intercam­bio de mensajes de diversos órdenes. En segundo lugar, literatu­ra / poesía designarían propuestas programáticas (de escritura yde lectura) y corresponderían al orden del metalenguaje (Mg);finalmente, para la teoría, y en la perspectiva que asumimos en elpresente libro, literatura designa una construcción abstracta y bajola cual se integran sólo aquellos aspectos que la teoría se formula comopreguntas a responder (i.e., el proceso de semiotización como ob­jeto de la teoría): explicitar la fundación teórica, construir -en esaoperación- el concepto de literatura, son objetivos generales dela teoría del texto literario.

Para poder avanzar en la construcción de este programa, po­demos arriesgar algunas proposiciones basadas en la organizaciónde teorías más fuertemente estructuradas: así, es posible sugerirque el «contenido» de la teoría del texto literario (TTL) estaríaformado, básicamente, por tres órdenes de problemas, organiza­dos, como se verá, en dos niveles:a) en primer lugar, el orden de conocimientos establecidos en

el dominio de los estudios literarios (i.e., el caudal de cono-

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60 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

cimientos empíricos del que disponemos cuando nos enfren­tamos a un tópico específico ligado a los objetivos de lateoría) ;

b) en segundo lugar. el cuerpo de hipótesis. modelos y genera­lizaciones que, sobre la base del conocimiento empírico. y apartir de la transposición de modelos analógicos (ver1.4.1.b). dan «forma» a TTL;

c) en tercer lugar. y a medida que se configura la estructura dela teoría mediante el cuerpo de hipótesis. modelos, etc.• seorganiza la selección de conocimientos adquiridos. tomandoaquellos que son relevantes para la teoría; es decir, aquellospara los cuales, en cada momento del desarrollo teórico, esposible encontrar respuestas adecuadas.

En a) y c) estarían bosquejados los aspectos sustantivos de los dosniveles mencionados y en b) los aspectos metodológicos de la teo­ría. De esta primera organización de TTL surgen tres tipos depreguntas: 1) ¿qué es lo que conocemos sobre el fenómeno a in­vestigar? (en nuestro caso, ¿qué tipo de hipótesis han sido ya for­muladas que puedan ser integradas en el proceso de serniotización,aunque éstas. en su contexto de origen. no hayan sido propuestascomo tales?); 2) ¿qué es lo que queremos «descubrir» en el fenóme­no a investigar?; 3) ¿cuáles son los instrumentos más adecuadospara llevar adelante la tarea propuesta? A las preguntas 1) Y 2) res­ponderemos con principios generales (aspectos sustantivos) que sedesprenden del objeto de la teoría; a 3) responderemos con un sis­tema de conceptos y con la constante vigilancia sobre su pertinen­cia o adecuación para estructurar los principios generales: así. losconceptos ya introducidos. de SP. SS, EVS. Mg. etc. En 1.5.1. Y1.5.2. discutiremos por separado estos dos aspectos.

1.J.1. Aspectos sustantivos

Los principios generales que configuran el aspecto sustantivo tie­nen. como marco de referencia. la definición operativa del con­cepto de literatura: TL = {EVS + Mgex }. Esta definición irn-

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plica un proceso de transformación, como particularidad del pro­ceso de serniotización, de las inscripciones de SP en SS. Excep­tuando las posibles vías mediante las cuales podemos describir elproceso de serniotización (PS), podemos ver en éste la manifesta­ción de un dispositivo específico de una matriz•. social (puesta en eje­cución. claro está. por el individuo) que tiene por función la distri­bución de discursos y de textos en el orden de SP y SS. Este pri­mer principio puede enunciarse:

1) Toda organización cultural cuenta con un dispositivo tipoló­gico (DT) que distribuye y ordena discursos verbales en elorden SP o SS. y clasifica las estructuras verbales (EY) comoinscritas en SP y las estructuras verbo-simbólicas (EVS)como inscritas en SS.

De acuerdo con este principio, toda definición de lo literarioen Mg~x (o toda definición esencialista en la teoría) constituiríauna «interpretación» (ejecución) de DT. De tal manera que pode­mos sustentar la definición operativa de literatura con un segundoprmClplO:

2) La existencia de textos literarios consiste en (es el resultadode) una operación que proyecta un conjunto de valores, ex­presados en Mga , en un conjunto de mecanismos verbalesEVS.

Podemos dar un paso más y ver en 2) un corolario de un prin­cipio de carácter más general válido para todo tipo de texto:

3) En todo universo cultural, la existencia de textos T. del tipoy o del tipo X. consiste en (es el resultado de) una operaciónque proyecta un conjunto de valores x oJ. expresados en Mg,o implícitos en Mg¡, sobre un conjunto de mecanismos ver­bales EVS.

Este principio nos permite comprender que no es sólo el con­junto de mecanismosverbales el que define un tipo de texto, sinoque, en la clasificación, es fundamental la existencia de una nor­ma que activa la «evaluación» del dispositivo. Así, por ejemplo,un mecanismo verbal como el verso no es suficiente para clasificar

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62 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

lo literario / poético ya que éste se encuentra en discursos / textosque reconocemos como folklóricos, publicitarios, litúrgicos, etc. Deello podemos inferir que, por un lado, cuando el investigador en­cuentra lo poético (R. Jakobson, 1966) o también lo literario (F.Kramer, 1970) en discursos que son a la vt\.folklóricos, éste extraedeterminados mecanismos verbales de su contexto de origen paratransponerlos al contexto de su marco de referencia (metalengua oteoría). Lo cual supone, a su vez, que todo universo cultural distri­buye cede hecho» (Mg¡) sus formas discursivas / textuales, aun­que éstas no estén «organizadas» en Mge.

Los tres principios enumerados permiten inferir un cuarto, elcual se refiere, más explícitamente, al proceso de serniotiza­ción (PS):

4) El dispositivo tipológico que distribuye y ordena clases dediscursos / textos en una cultura, puede ser construido (teóri­camente) como un doble proceso de semiotización: 1) un pro­ceso que convierte las inscripciones EV de SP en EVS en SS; elresultado de este proceso es el texto (T); 2) un proceso queotorga una cualidad L (literario) a los EVS en T; el resultadode este proceso es la conversión de las EVS de T en EVSLde TI..

Tratemos de' especificar el principio 4) con la ayuda del dia­grama 2 :12 Dentro de las posibilidades que ofrece una lengua L.la formulación más general del proceso de semiotización puede serrepresentada por:

1) PS

Es decir, los elementos EV del conjunto SP son serniotizados enEVS del conjunto SS, como:

a) en el proceso de producción, intención que transforma o

. ~ 2. Este diagrama no tiene por objetivo el de representar la totalidad de la distri­bución de textos en una cultura. sino el de ilustrar -con más detalles-e nuestro conceptode prociSO de semtotrzaadn.

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reproduce mecanismos o estructuras E V para que sean inscritasen T. Un ejemplo que ilustra el caso de reproducción pueden serlos textos realistas los cuales, según el principio de la metalengua,tienen que reproducir el discurso o las estructuras discursivas delsistema primario, para que el texto sea aceptado, precisamente,como «real»; otros ejemplos pueden encontrarse en el énfasis delromanticismo en la lengua cotidiana; o en el esfuerzo de los escri­tores «gauchescos» por reproducir el habla del gaucho. Un ejemplodel proceso de semiotización, como transformación, puede encon­trarse en la poesía moderna: el símil, para tomar un caso, es unaestructura común en el sistema primario. En la poesía de PabloN eruda (Residencia en la tierra), el símil, abundantísirno, pretendesu inscripción en el «texto literario» como exigencia de la meta­lengua «surrealista»; exigencia que por otro lado lleva, necesaria­mente, a construir símiles que son anómalos semánticamente.Podemos decir que, en el caso de la transformación, el proceso desemiotización es marcado, en tanto que en la reproducción es no­marcado; entendiendo que, desde el momento en que una EV sereproduce como PS, la no-marca es una manera especial de marcar;

b) en la recepción, la intención está condicionada por la me­talengua: el receptor puede o no «aceptar» la intención del emisorpara que EVS se inscriba en T. Volvamos al ejemplo de la epís­tola: ésta puede ser «producida» por el emisor con intención deinscribirla en T, si éste es «consciente» de las reglas del juego((carta literaria»): puede, por el contrario, ser «producida» comoinscripción en SP (<cana amical»). En este segundo caso, el pro­ceso de recepción tiene la posibilidad de proyectar en la epístolaciertos valores de una metalengua Mgex si la carta lo permite y/oel emisor de la carta ocupa un rol social significativo como paraque la «carta arnical» sea de interés general. En este caso, es elproceso de recepción el que produce la inscripción y la carta pasaa constituir parte del acervo «literario» de una cultura. Podríamosconsiderar también la posibilidad de un proceso inverso que po­dríamos llamar de «deserniotización» (PdS): un ejemplo sería elcaso de una metáfora que, por su impacto cultural, se convierte en«cliché» y pasa a formar parte del «acervo» de SP. Lo que ocurre,

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DIAGRAMA 2

LENGUA L

---- PS interno -+1E.

PS

ss

1Texto

1-PSi,,,rno----+ í======l~~ El El

SP

1No-texto

1-¡;>i

PS interno 4..-------

-¡;>i

PdS

(E VS: colectivasorales; memoriaoral)

..

(EVS: colectivasregistradas;memoria escrita)

a) (EVS + Mgex: pro­ducción y transforma­ción en el paradigmaMgex)

b) (El Y El inscritos enE4 : operación de Mg exque «recupera» la lite­ratura popular: villan­cicos, romances, co-plas)

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2)

EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 65

entonces. es que la metáfora conserva su inscripción en SS. comoinscripción histórica. a la va. que. de ahí en adelante, ingresaen SP.

Ejemplifiquemos aún tomando el nivel 2) del diagrama. La re­presentación más simple del proceso de semiotización sería:

~ElE)--.~E3

E4

Este nivel nos permitiría situar el proceso de semiotización nosólo en relación a estructuras verbales específicas. sino también enrelación a «tipos de textos». De esta manera podemos ver que. apartir del estado) (El)' inscrito en el sistema primario, El marcaríaun tipo de semiotización de carácter colectivo y transmitido oral­mente. En E 3, los textos conservados en forma oral pasan a serguardados en la «memoria» gráfica de la cultura. En E 4 tendría­mos. entonces, dos tipos:a) el primero correspondería a la definición operativa de TL:

producción y recepción de «textos literarios» dentro de unparadigma especificado por la metalengua literaria a lo largode su transformación histórica;

b) el segundo correspondería a los textos que se inscriben en E 4

mediante una pura operación de la metalengua: «recupera­ción» de la literatura «popular» (villancicos. romances, coplas,refranes, etc., los cuales, en cuanto intención original de emi­sión. se inscribían -de manera consciente o no- en El o enE 3) ·

El párrafo anterior pretende ser una descripción de la «fórmu­la» 2). No obstante. si se observa con detenimiento el ejemplo dela recuperación de la literatura popular. es fácil ver que estamosante un proceso de semiotización ligeramente distinto al esque­matizado en 2). En el primer caso se trata de un proceso «exter­no»: de SP a SS; en tanto que, en el ejemplo de la recuperación dela literatura popular, el proceso es «interno»: en el interior de SS.De manera que podríamos reescribir 2) como:

l.-MIGNOLO

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66 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

-----..3) El

E4

Podríamos ilustrar el proceso interno de semiotización con unejemplo de la literatura gauchesca. Hilario Ascasubi publica en1851 (Comercio del Plata, Montevideo, 25 de mayo de 1851) su«Cielito Gauchi-Patriótico». El cielito, sabemos. es una formapopular que podemos situar en E2 y en E~. Esta forma pasa, comoproceso de semiotización interno. en la literatura gauchesca. a E.¡.Este ejemplo es claro y simple. Pero queda todavía otro proceso.de E.¡ a E 3 y E 2 que resulta de mucho más interés. El primer cuar­teto del cielito de Ascasubi se lee:

Por prima alta cantaréun cielito de a caballoi y viva la Patria Viejay el veinticinco de Mayo!

En el año 1921, bajo los auspicios del Consejo Nacional deEducación, se realizó una encuesta folklórica (Encuesta Folkló­rica del Magisterio) en la cual se recogieron varias versiones ora­les del cielito de Ascasubi. En ellas no sólo hay variaciones deloriginal. sino que, también, se ha olvidado el nombre del autor.Este hecho constituye ya un ejemplo de semiotización interna comopaso de E.¡ a E s- Veamos. sin embargo. cuáles son las particulari­dades de este paso, como forma de semiotización popular. En unade las versiones que recogió la encuesta, el cuarteto de Ascasubipasa a ser:

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Un cielito por pirmandales cantaré de a caballoi a la salú de Entre Ríosy al veinticinco de Mayo!

Las variaciones que interesa tener en cuenta. por la manera enque revelan el proceso interno de serniotización, son: a) introduc­ción de un regionalismo "Entre Ríos" que reemplaza al términomás nacional de "Patria Vieja" (no olvidemos que el cielito deAscasubi es publicado el 25 de mayo, fecha de conmemoraciónde la independencia); b) alteración de los sintagmas del primero ysegundo verso: /"Por prima alta cantaré" - "Un cielito por pir­manda'Y; /"un cielito de a caballo" - "les cantaré de a caba­llo"¿ La alteración es significativa por dos razones: por una parte,"cielito" y "prima alta" tienen cierta correlación semánticapuesto que el primero se refiere a la composición y el segundo a lamúsica; por la otra, "les cantaré" y "de a caballo" también la tie­nen por cuanto el primero se refiere al cantor y el segundo a la si­tuación o al modo en que cantará. No obstante esta correlación,la distribución es cruzada en el cuarteto de Ascasubi; en tanto quees paralela en la versión popular; e) cambio de "prima alta" por"pirrnanda", Al parecer no se ha comprendido. en la versión popu­lar. el sentido de "prima alta" y se ha conservado sólo una «serne­Janza sonora».

El objeto de la teoría del texto literario, repitamos. es el pro­ceso de serniotización en su doble aspecto: conversión de estruc­turas del sistema primario en el sistema secundario y clasificación.en el interior de éste, de un subconjunto particularizado como lite­rario. A partir de esta «primera etapa)), el trabajo teórico puedeseguir dos direcciones: a) elaboración abstracta de modelos quedescriban los mecanismos y las condiciones de los procesos desemiotización ; b) elaboración de modelos que describan ocurren­cias empíricas de procesos específicos de semiotización literaria.Volveremos sobre este segundo punto cuando, en el apartado 1.6..hablemos de la relación entre los niveles de generalización.

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68 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

1.f.2. Aspectos metodológicos

1.f.2.1. Antes de abordar los aspectos metodológicos, con­viene mencionar claramente el doble camino que estamos siguien­do: por un lado, y en un orden de mayor generalidad. nuestradiscusión se orienta hacia las condiciones de toda «teoría litera­ria»; por otro lado, y en un orden más específico. nuestra discusiónrnetateórica apoya una teoría que estamos proponiendo: la quedenominamos teoría del texto literario y cuyo objeto es el procesode semiotrtacidn. Insistamos. con respecto al orden de la genera­lidad, en que al plantear el problema de la teorización en un campoespecífico -en este caso el literario. en sentido amplio- es inevita­ble referirnos a la tradición de las ciencias empíricas -cuyo «pa­radigma» lo constituyen las ciencias físicas y naturales- y. funda­mentalmente, a la filosofía de la ciencia. Es de esta última. másque de las primeras, de la que podemos extraer los ejemplos-guíaspara la construcción de la teoría del texto literario. Esta insistenciaen la teorización que -para algunos puede resultar obsesiva, entanto que para otros ingenua- no debe ocultar dos hechos desingular importancia. El primero es que, al referirnos a la filosofíade la ciencia como ejemplo-guía, debemos hacernos eco de lastransformaciones -críticas. inseguridades, contrapropuestas, etc.­que afectan, en estos momentos. al campo de esta disciplina; rápi­damente esbozado, el concepto de teoría que se institucionaliza conel positivismo lógico y que concibe a éstas fundamentalmente enla forma axiomática, no es ya opinión común (volveremos sobreeste punto en el apartado 1.6.). El segundo es que, desde la pers­pectiva de la semiología I y/o II, todo intento de teorización pue­de parecer un esfuerzo sistemático. pero limitado; desde otras pers­pectivas más avanzadas (lingüística. antropología, etc.], la teoríadel texto literario puede parecer amplia y poco sistemática. 13

13. Definir lo que es una teoría no es tarea fácil. Un ejemplo claro del problema esel artículo de S. Bromberger (1963). Para nuestros propósitos actuales es suficiente re­cordar la posición sostenida. entre los filósofos de la ciencia. por P. Feyerabend (1962.pp. .28.9!). Feyerabend acepta un punto quizás común entre los filósofos de la ciencia:la distinción entre teoría y generalizaciones empíricas. Para nuestro caso. tal distinción espernnente puesto que en el campo de los estudios literarios nos manejamos. mayormente.

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Hechas estas salvedades. y con el fin de acercarnos a losaspectos metodológicos. podemos resumir el estado en que seencuentran las tentativas de teorización en el campo de la litera-

con generalizaciones empíricas. Ahora bien. el problema es que. si bien las generaliza­ciones empíricas no conducen necesariamente a una teoría. ello no les quita su valor heu­rístico. Pero. al ser generalizaciones basadas sobre hechos observados. son restringidasen su aplicación y refutables de una manera muy simple y directa mediante la mostraciónde evidencias contrarias. Un ejemplo en los estudios literarios: F. Stanzel ( 195 5) intentaexplicar la diferencia entre la epopeya y la novela. gnurali7.!zndo sobre la posición delnarrador. Su argumento es el siguiente: a) uno de los rasgos centrales de la novela es su«mediación en la presentación». pero b)descubre que este rasgo es aplicable también a laepopeya; r) generaliza entonces diciendo que la diferencia entre una y otra reside en laposición del narrador en uno y otro caso; ti) en la novela. lo que caracteriza al narrador essu posibilidad de «introducirse» en el relato. Basta mencionar La A raucana para res­tringir la generalización empírica a un número limitado de casos.

Volviendo a Feyerabend, nos interesa recordar que este autor sostiene que las teo­rías son muy generales y no restringidas a la evidencia: una teoría no se abandona ni serefuta con evidencias contrarias. sino mediante otro tipo de asunciones muy generalesy no restringidas: es decir. por otra teoría. De ello se deriva que la teoría no surge de lasinvestigaciones empíricas. sino que son las observaciones empíricas las que están guiadaspor la teoría. No debe verse por cierto una separación extrema en este caso puesto que lasteorías no surgen del vacío sino que surgen de las observaciones realizadas por las teoríasanteriores. así como de sus dificultades para resolver el comportamiento de ciertos fenó­menos (ver 1.5.2.2; con respecto a la validez de las investigaciones empíricas ver el inte­resante artículo de P. Feyerabend. 1968). Ahora bien. lo interesante en la posición deFeyerabend -dado que lo expuesto hasta aquí no difiere radicalmente de la concepciónde la investigación teórica propuesta por K. Popper (1935)- es que. al definir las teoríasde la manera expuesta, considera como teorías no sólo a aquellas que son reconocidas enel reino de la ciencia sino a toda construcción conceptual que se define por sus asuncionesgenerales y no restringidas. 1ndependientemenre de las críticas que se les puedan hacer aestas propuestas (P. Suppe, 1974). lo que me interesa señalar. en relación a nuestradiscusión en curso. son tres puntos: a) las teorías surgen cuando. como decía Platón enalgún diálogo (o presumiblemente Sócrates). debemos deádir sobre cuestiones más com­plejas que la de saber si en el canasto hay ocho o cinco manzanas (en este caso no hacefalta la teoría porque la cuestión se resuelve contando las manzanas); la teoría es nece­saria cuando no podemos resolver un dilema de esta manera. Para Feyerabend, los mitoso las creencias religiosas serían también especies de teorías; b) si aceptamos esta propues­ta. entonces la teoría no se define por su estructura [i.e.• axiomática. como lo sostuvieronlos representantes del positivismo lógico: P. Achinsrein y S. F. Barker, 1969). sino-quizás. podríamos arriesgar- por su función; r) el problema es entonces el de decidircuándo una teoría. aceptada como tal. es científica o no. Dos criterios podrían aplicarsepara resolver esta cuestión: el uno pragmático y el otro semántico. En el primero. unateoría sería aceptada como científica de acuerdo al paradigma de la ciencia «normal»en el sentido de Kuhn (1962); en el segundo. que sería a su vez un elemento del primero,podría ejemplificarse con el criterio de «refurabilidad» propuesto por K. Popper (1967.pp. 43-79; ver nota 14). Lo que quiero señalar. finalmente. es que teoría no necesaria­mente se identifica con formalización: la diferencia reside entre tener una teoría y expre­sar una teoría; la formalización es una posibilidad del txpresar (P. Achinsrein, 1968).

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70 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

tura, recordando una observación general de M. Bunge (197 Zb,p. 421): « Las primeras teorías que se presentan en un campoocupado por los coleccionistas de datos serán muy probablementeobjeto de la irrisión de estos, porque serán por fuerza demasiadoartificiales. demasiado abocetadas y demasiado imprecisas. Peroeste tipo de fácil crítica no suele promover el trabajo teorético yresponde a una errónea concepción de la naturaleza de las teo­rías». La concepción de las teorías. en Bunge. consiste en la bús­queda de un «sistema nervioso» (197 Zb, p. 414) que articule unconjunto inconexo de hipótesis. En la etapa preteórica, precisa­mente, las hipótesis no se conectan mutuamente sino que se presen­tan. la mayoría de las veces, en forma aislada: «un manojo dehipótesis sin coordinar, aunque siempre es mejor que la completafalta de ellas. puede compararse con un cúmulo de protoplasmassin sistema nervioso» (M. Bunge, 1972b, p. 415). Estas obser­vaciones de Bunge, que pueden chocar por su metaforismo deci­monónico. tienen sin embargo la ventaja de articular los pasosde las teorías y ser analíticos en la imprecisa generalidad que con­cibe las teorías como «conjunto coherente de conocimientos».Sin duda que toda teoría lo es. ¿pero cómo? ¿de qué manera?, y¿de qué nos sirve esta generalidad cuando debemos elaborar oanalizar teorías?

Volvamos a los aspectos metodológicos: asumiremos comoprimer principio, sobre el cual analizaremos los aspectos metodo­lógicos. que a) las teorías son parciales y sólo se ocupan de ciertosconjuntos de datos (en nuestro caso. aquellos relacionados con elproceso de semiotización y. de ninguna manera. una totalidad quese puede situar bajo la noción general de literatura); b) las teoríasson aproximadas y. por lo tanto. no están libres de errores; comoes hoy generalmente aceptado, el proceso de construcción teóricaestá hecho de conjeturas y de refutaciones. 14

14. S~ ac~pta hoy. en general. la posición básica de K. Popper (1967) ljue con­cibe el conocimiento científico como un proc~o de conjeturas y de refutaciones. El crite­rio de refurabilidad es, además. para Popper, el único qu~ permite establecer el «status»científico de una teoría. Si una teoría no es refutable. bien puede ser teoría en el sentidode Feverabend, pero. para Popper. no es científica. (Esta posición tiene un desarrolloepistemológico más detallado en K. Popper. 1972. especialrnent e pp. l· 3 I )

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 71

1.J.2.2. Para formular una teoría de alcance empmco esnecesario contar con un modelo (analógico) para la teoría. Estemodelo es el que sirve de base no sólo a una teoría específica sinoque, en cuanto metáfora dominante, se constituye como modelo devarias teorías. que intentan dar cuentas de diversos aspectos dela «realidad empírica». Así. por ejemplo. bajo la física newtonianase vivía en un mundo de cuerpos esféricos. de trayectorias pre­decibles y de acontecimientos B que eran causados por aconte­cimientos A. Para explicar esta causalidad se necesitaban deter­minados conceptos y. para ello. fueron creados los de energía ymateria. No obstante. el viejo principio de causalidad empleadoen la mecánica clásica comenzó a resultar insatisfactorio y se fuegestando un nuevo «paradigma» que dejó de considerar los acon­tecimientos aislados. para buscar las fuerzas que situaban un acon­tecimiento en relación con otros y configuraban. de este modo. unsistema. Al pasar del análisis de los procesos independientes alanálisis de los procesos relacionales, se introdujeron los conceptosde estructura y sistema. Éstos reemplazaron a los de energía y ma­teria y se constituyeron. a la vez. como los índices de una nuevametáfora dominante que sirvió de modelo analógico a diversasteorías: de esta manera, el marco epistemológico del modelo sis­témico explica la coincidencia del surgimiento de la lingüísticaestructural y del formalismo ruso. A su vez. con la emergencia dela cibernética, el modelo sistémico -si bien no podría decirse quefuera reemplazado- se vio confrontado con el modelo denomina­do de la caja negra. Éste. en las ciencias humanas. dio lugar a undesplazamiento del objeto de estudio: si bajo el modelo sistémicose trataba de describir el mensaje presuponiendo que éste estabaregulado por un sistema (i.e .. la lengua en la teoría de Saussure},

Queda así por discutir. y espero poder hacerlo en próxima oportunidad. el nivelJe ..cienci •• empírica .. o de "hermenéutica u de la teoría del texto literario y de la teoríalitcran•• ea general. Pienso en los trabajos que comienzan a plantear el problema (vernota I j) y. específicamente. en el análisis .. metareórico .. de Esa Irkoncn (1974) en re­lación a la lingüística [ver, especialmente. pp. 277.3(7).

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72 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

bajo el modelo de la caja negra se trata de describir, hipotética­mente, qué es lo que sucede (en la «mente» considerada comocaja negra) cuando se produce o se recibe un mensaje. La teoríadel texto literario adopta, en un segundo momento, este modeloalternativo: dicho brevemente Chomsky reemplaza a Saussure.Ahora bien, si es cierto que la lingüística generativo-transfor­macional sirve de guía para la fundación de la «poética gene­rativa» (T. van Dijk, 1972), este hecho no debe ocultar el otro:a saber, que el modelo analógico no «proviene» de la lingüís­tica, sino que -como matriz epistemológica- se extiende a todateoría que delimita, en su objeto de estudio, los procesos cogni­tivos. Si de estas generalidades queremos pasar al caso especí­fico de la teoría del texto literario, podemos decir que tanto nues­tra definición operativa de la literatura como su relación con losprocesos de emisión y de recepción, analizados en 1.4.l.b Y re­sumidos en el diagrama 1, están basados en el modelo de la cajanegra (ver, también, capítulo 4). De esto podemos inferir que todadefinición operacional es parcial y, además, no se produce en elvacío sino que está limitada por el modelo analógico que le sirvede base. En consecuencia, y de manera general, podemos tambiénafirmar que el primer paso metodológico en la formulación de unateoría es el que concierne al proceso de decisiones (de alcance epis­temológico) en el cual se selecciona el modelo para la teoría. Estepaso, a su vez, es el que conecta una teoría específica con los pro­blemas generales de la actividad teórica. En consecuencia, por«joven e inmadura» que sea toda tentativa de teorizar en el domi­nio de la generalidad literaria, no pueden dejar de tenerse en cuen­ta esos problemas: ellos son los que guiarán el ámbito de su estruc­turación como teoría en un dominio específico de investigación. Porlo tanto, los objetivos generales de la actividad teórica (i.e., clari­ficar los objetivos de la actividad teórica en el campo de los estu­dos literarios, analizar críticamente las teorías que emergen en elcampo del estudio, discutir sus alcances en un campo de estu­dio, etc.] no pueden ser ignorados en las «teorías regionales».De estos presupuestos podemos inferir que los problemas meto­dológicos que conciernen a la teoría del texto literario son el objeto

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 73

de la filosofía de la ciencia: por lo tanto, estos principios debenser actualizados en cada teoría regional. En otras palabras pode­mos decir, siguiendo a M. Bunge (197 2b, p. 46) que la estrategiacientífica, que tiende a construir estructuras conceptuales a partirde estructuras factuales, debe también ser resuelta mediante tácticasparticularizadas en cada teoría regional. De esta manera, la teoríadel texto literario no deberá perder de vista que la ciencia, comoprograma de investigación, es un proceso (el proceso de su estra­tegia) que cumple un ciclo normativizado: a) un cuerpo de cono­cimientos disponibles; b) la emergencia de un problema; c) laformulación de hipótesis que tienden a resolverlo; ti) la contrasta­ción de hipótesis; e) un nuevo cuerpo de conocimientos disponi­bles ; fJ la emergencia de un nuevo problema, etc. 1 j

Si queremos relacionar el esquema del ciclo normativizado dela investigación o de la actividad teórica con nuestra concepciónde la teoría del texto literario, nos encontramos con que en elpunto a) disponemos, en los estudios literarios, de un cuerpo con­solidado de conocimientos empíricos, pero no podríamos decir lomismo con respecto a los conocimientos teóricos. Al hacer estaafirmación, sería necesario distinguir, claro está, entre el tipo de«teorías» que son las antiguas poéticas y retóricas y el conceptode teoría tal como se maneja hoy en filosofía de la ciencia. Podríaagregarse, además, que, si bien no disponemos de un cuerpo cohe­rente de teorías, disponemos, en cambio, de brotes o de esbozos(j incluido el presente estudio l) que resumimos en la introduccióna este capítulo. Con respecto al punto b), y refiriéndonos concre­tamente a la teoría del texto literario, el problema emerge cuando

I 5. Quiero insistir sobre este punto para evitar la creencia de que la generalidad dela estrategia científica opera como una estructura madre. en algún mundo de conceptos. alcual las teorías regionales deberían alcanzar. Si bien la estrategia científica. en la defini­ción de Bunge, puede tomarse como una guía o programa de trabajo. no debe otorgárselela rigidez que. quizás. no pretende. La importancia de la autonomía regional reside enel descentramiento de las estructuras madres (para la lingüística. N. Chomsky. 1964;R. Botha, 1970). El problema de la autonomía regional. desde una perspectiva episte­mológica que difiere radicalmente de aquella que proviene de la "clásica » filosofía de laciencia. fue destacada por M. Serres (1972). En la teoría literaria general. estos proble­mas comienzan ya a ser discutidos; S. J. Schmidt (197 3a. 1973b. 1976; J. Ihwe, 1976;H. Gónner, 1976; B. Hrushovski, 1976; A. Lefevere, 1977).

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Cuerpo deconocimientos

disponible

~ Problema 1I

Técnica decontrastación

•Consecuenciascontrastables -. Estimación

Nuevo cuerpo

dede

~ conocimientos

/hipótesis

I Nuevo problema 1~ Evidencia

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 75

se delimita el objeto de la teoría. La formulación de las hipótesis,punto r), puede ser ejemplificada con la definición operativa de«texto literario». Este aspecto. creo, necesita mayores especifica­ciones. puesto que él es, a mi entender. un punto clave en la for­mulación teórica. Para ampliarlo introduciremos las nociones demodelo objeto (o modelo conceptual) y modelo teórico propuestas porM. Bunge (l972a. pp. 39- 52). 16 Bunge entiende por modeloobjeto cualquier representación esquemática de un dominio con­creto: el modelo objeto es una esquernatización que ignora la mayorparte de las variaciones individuales y del cúmulo de datos quese desprenden de los hechos concretos. De tal modo. podemos de­cir que nuestra definición operativa, en su extensión, se constituyecomo modelo objeto: por esta razón pudimos afirmar que «elproceso de semiotización es el objeto (modelo objeto, podríamosagregar ahora) de la teoría del texto literario». El modelo objetoes modelo de la teoría y debe ser diferenciado del modelo analó­gico en cuanto éste es modelo para la teoría: es, precisamente, enel modelo teórico en donde incide el modelo analógico puesto que.para desarrollar el modelo conceptual en un modelo teórico, éstea su vez debe ser insertado en una teoría de un grado mayor degeneralidad representada por el modelo analógico (modelo sisté­mico. de la caja negra, etc.].

16. Con la noción de modelo ocurre algo semejante a lo <jue ocurre con la nociónde teoría. Además de los dos sentidos del término <jue aceptamos en este trabajo. pue­den consultarse R. B. Braithwaire (1962): K. W. Deutsch (19n\; M. Hesse (1963.1965): E. H. Hurten (1954): G. Frey (1960); P. Achinsrein (1968): P. Caws(1965): L. Apostel (1960).

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76 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Modelo Modelo Modeloteórico¡ teórico l teórico"

i ! i ¡ i ¡Modelo Modelo Modeloobjeto I objero j objeto ,

Sobre tal diagrama podemos decir que el modelo teórico esuna teoría regional; o. mejor. que una teoría regional se «expre­sa» en el modelo teórico. Por otra parte. el modelo analógico re­sume un paradigma conceptual y metafísico en cuanto. por unlado. representa las asunciones compartidas por diferentes modelosteóricos (i.e.• describir el sistema: lingüístico. biológico. social. li­terario. etc.}; por otro lado. representa un paradigma conceptualpor cuanto los distintos modelos teóricos. basados en el mismomodelo analógico. tienen en común una misma red de conceptos(i.e., lengua / habla; estructura latente / estructura manifiesta:etc.). Lo que caracteriza a los diferentes modelos teóricos es la for­ma de articular los conceptos y. como consecuencia. su relación conel modelo objeto.

La relación entre modelo objeto y modelo teórico es doblepuesto que. por un lado. a partir de un modelo teórico [intuidoo claramente formulado) podemos formular un modelo conceptual;por otro lado. una vez que se ha formulado el modelo conceptual.es necesario explicitar el marco de la teoría para que éste alcanceel nivel del (o sea desarrollado en el) modelo teórico. En alguno~

casos. este modelo podría ser desarrollado mediante la inserción.en una teoría regional. de un modelo formal axiomático ya existen­te. al cual se le otorgaría una interpretación empírica. En otroscasos. en que la teoría formal no sea pertinente o no sea «desea­da», es necesario construir el «sistema nervioso» que permita des-

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 77

plegar el modelo objeto en una red conceptual. Tal red conceptualtiene su base en el modelo analógico pero, a su vez, el modeloteórico (como teoría regional) extiende, de hecho, la red de con­ceptos en la medida en que el modelo teórico debe desplegar elmodelo objeto. En el despliegue podemos leer el punto d) delciclo normativo de la investigación científica (la contrastación dehipótesis): es la capacidad del modelo teórico para describir yexplicar, en forma comprensiva, los fenómenos empíricos delimi­tados en el modelo conceptual y en la hipótesis inicial, la quepondrá a «prueba» el valor de la hipótesis y la validez de la teoría.En resumen, nos encontramos aquí frente a un problema básicode los aspectos metodológicos: en primer lugar, el de la descrip­ción de un modelo objeto que trace el objeto de la teoría; ensegundo lugar, el «despliegue» de éste en un modelo teórico, li­gado a un modelo analógico que le sirva de marco de referencia.Valgan estas sugerencias como posibles guías de búsqueda derespuestas a las preguntas que, implícitamente, nos sirvieron depunto de partida en este apartado: ¿cómo puede ser definido elobjeto de la teoría del texto literario?, ¿de qué manera puedenser formulados sus problemas y objetivos?, ¿cuáles son los pro­blemas metodológicos fundamentales?

1.6. OBSERVACIONES FINALES

A manera de resumen de lo dicho hasta el momento, nosocuparemos de dos aspectos que se desprenden de las observa­ciones anteriores: el primero de ellos se refiere al carácter generalde la investigación teórica y, como consecuencia, a qué tipo degeneralizaciones conduce la teoría del texto literario; el segundo,consecuencia del primero, se refiere a la distinción entre la nociónde teoría, en sentido amplio y en sentido estricto.

1.6.1. Una de las posibles cnncas a los objetivos de lateoría del texto literario puede provenir de aquellos que sostienen

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78 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

que la obra es única y compleja. Estos argumentos podrían ser:a) la generalización es inalcanzable porque todo hecho particulares irreductible en su complejidad, y b) la generalización es inútilporque pasa por sobre la «experiencia» (sensaciones, reacciones,respuestas) que provoca el hecho único. En el caso de los estudiosliterarios, estas objeciones podrían manifestarse, de manera másconcreta, como c) la obra literaria se caracteriza por su pluralidadde sentidos y, por lo tanto, la teoría es impotente frente a ella.

Sin duda que estas objeciones tienen un innegable grado deverdad (y de obviedad): el hecho singular es complejo. La falaciadel argumento no residiría en su aserción sino en su presuposición:la creencia de que la teoría debe dar cuenta de la complejidad de laexperiencia vivida ante un hecho singular; o que asumir la singu­laridad es la única manera de acercarnos al fenómeno literario.Lo curioso, como ejemplo ilustrativo del problema, es el dilemaante el que se encontró D. Alonso (y que, en mi conocimiento,nunca resolvió) entre la generalización de la «ciencia literaria» yla unicidad del «hecho literario». 17

Habría al menos dos maneras de responder a estas objeciones.La primera respuesta podríamos intentarla en relación a la expe­riencia de las ciencias sociales en las cuales el problema se presentóen términos semejantes R. S. Rudner (1966, pp. 68-70) trata deresponder al mismo tipo de objeciones sosteniendo, por un lado,que éstas son el resultado de un malentendido con respecto a losobjetivos de la ciencia (y de las teorías), que presume que el obje­tivo de ésta es la reproducción de la realidad y que, por lo tanto,

17. Un ejemplo claro de este dilema puede verse en algunos párrafos del propioD. Alonso (D. Alonso y C. Bousoño, 1951): «y esa prrgunta ("qué es un porma.... estepoema?"] es una prrgunta científica, estrictamente hablando. la única prrgunta cientí­fica sobre materia literaria. Con otras palabras: resolver ese problema es el objeto de unaciencia todavía inexistente [aunque otra cosa se mienta a veces por ahí): la Ciencia de laLiteratura» (p. 43). Por otra pane. después de haber organizado la «táctica de los con­juntos semejantes», D. Alonso concluye: «H e aquí un inmenso campo literario reducidoa riguroso sistema. Por la naturaleza misma del objeto. esa reducción era fácil. Si todo enla materia literaria pudiera ser tratado así. la constitución de una Ciencia de la Literaturano sería un problema» (p. 73). Ambos casos no sólo consisten en hacer ciencia de lo par­ticular sino. como consecuencia. el objtJO de la ciencia de la literatura no tiene límites,puc:sto que se confunde con el dominio dd fenómeno literario.

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 79

fracasa en la realización de tal tarea; por otro lado. que las cienciassociales fracasan en el intento de captar la alegría de un niño en eljuego social con sus padres, la angustia de un adolescente. o losmatices de interacción social en una reunión de directores deempresas. La segunda respuesta eliminaría la objeción mostrandosu aspecto paradójico: si es posible reconocer el fenómeno únicoes porque tenemos un marco de referencia general para reconocerlocomo hecho único.

Ahora bien, ¿qué tipo de generalizaciones permite la teoría deltexto literario en los términos en que ha sido planteada? Esteproblema requiere un tratamiento más extenso del que puedo darleaquí. Por otra parte. es importante mencionarlo para dar ciertasproyecciones a la teoría. El problema, en su sentido más amplio, esel siguiente: una teoría T es definida por su «cuerpo central»(<<hard core», 1. Lakatos, 1970, pp. 132-138) Y es éste el quedetermina el conjunto de sus posibles aplicaciones. Los axiomas(o principios) que configuran el cuerpo central bosquejan lasáreas a las cuales T puede ser extendida y las áreas a las cuales nopuede. Vale decir. ¿qué tipo de datos son releuantes'" para la teoríay qué tipo de modelos son relevantes para la extensión del modeloteórico? Ejemplifiquemos: los dos principios a) (da literariedades el objeto de la poética» y b) (do que define la literariedad sonlas construcciones equivalentes», pueden ser analizados en dosdirecciones. Una de ellas, a la cual ya nos referimos, la caracterizapor sus presupuestos esencialistas. Esto no quita que tales prin­cipios se constituyan como el ((cuerpo central» de una teoría. Deeste modo, estos principios permiten extender la hipótesis y apli­carla a descripciones empíricas sólo en aquellos casos en que laliterariedad, definida en b) tenga aplicación. La misma operaciónbosqueja el área de las no-aplicaciones (cartas, crónicas, memo­rias, etc.]. El criterio de relevancia es entonces fundamental, en elanálisis y en la construcción de teorías, para considerar el área defenómenos pertinentes en su campo de investigación. Siguiendo

18. La noción de relevancia en los estudios literarios fue tratada por H Giiuncr(1976). Para la filosofía de la ciencia ver P. Achinstein (1968. pp. 1-46 l·

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80 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

estas premisas, podemos enumerar, a modo de ejemplo, algunasáreas relevantes para la teoría del texto literario:

1) El primer tipo de generalización es, obviamente, el delcuerpo central de la teoría. Vale decir que la contrastación de lahipótesis puede realizarse de dos maneras: una, «poniéndola aprueba» en los enunciados que configuran el cuerpo central. Esta«prueba» consistirá en la contrastación de la hipótesis con datosde la misma clase que los que sustentaron su formulación (de esteaspecto nos ocuparemos en los tres capítulos siguientes); unasegunda manera es la de «extender» el ámbito operativo de lahipótesis del cuerpo central de la teoría para describir conjuntosde datos relevantes (pero no de la misma clase que los que sustenta­ron su formulación) para la teoría. Este último caso nos conducea un segundo tipo de generalización.

2) Al concebir el texto literario como proceso de semiotiza­ción (resumido en la «fórmula»: TL= {EVS + Mgex } ), pode­mos «derivan} (o pensar) en estructuras o subsistemas a partir deesta postulación inicial. Esta posibilidad no contradice la intuiciónque, en los conocimientos ya adquiridos en el campo de estudio, haclasificado distintos tipos y distintos niveles de textos literarios.La cuestión sería: ¿de qué manera una aproximación derivadade la teoría puede organizar (e integrar) los hechos empíricos comodatos de la teoría?, ¿una aproximación semejante puede agregarnuevos conocimientos a los ya adquiridos? No estoy en condi­ciones de responder a estas preguntas. Los ejemplos que siguensólo intentan sugerir posibilidades de hacerlo.

Caso 1. En el campo general de los estudios literarios se hablade «literatura picaresca», «literatura pastoril», «literatura. gau­chesca», etc. Olvidemos los adjetivos, por el momento, y pensemosen subsistemas abstractos que podemos denominar P, N, O. Ua­memos a estos subsistemas «universos», y tratemos de caracte­rizar a uno de ellos. El primer paso sería el de establecer la relaciónde tales universos con la caracterización (definición operativa) deltexto literario:

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 81

1) Todo universo P, construido como derivación de TL == {EVS + Mgcx } es, por definición, un universo quepertenece al orden de los sistemas secundarios. También pordefinición el universo P debe estar compuesto por:la) estructuras verbo-simbólicas EVS;lb) una metalengua Mgex que regula la conducta de los prac­

ticantes (((escritores))) que producen tal universo.

2) Todo universo P debe contener, además de los elementos men­cionados en 1), informaciones que lo particularizan como uni­verso P:2a) un vocabulario específico del universo P; que a su vez lo

diferencia de los universos O y N;2b) recurrencias de estructuras particulares EVS específicas

del universo P; que a su vez lo diferencian de O, N;2e) una metalengua Mgcp que caracteriza las particularidades

de P.

Tomemos, para ilustrar los puntos 1) Y 2) algunos ejemplos del«universo» gauchesco. En relación a 2a) los textos que son carac­terizados como gauchescos deben contener un vocabulario que seaidentificable con la región rioplatense de América del Sur y conun tipo específico de grupo social; en relación con 2a), las parti­cularidades de EVS pueden ser localizadas en la restricción que seimpone en el habla de los personajes (y/o de los narradores): elvocabulario específico debe integrarse a una morfología particu­lar que caracteriza este habla, de otra manera el texto no es con­siderado como parte del universo (el «Santos Vega» de Bartolo­mé Mitre, 1838, por ejemplo, no es considerado dentro del uni­verso); por otra parte, las condiciones que restringen la construc­ción del universo permiten que sean semiotizadas estructuras delos estados que designamos como E 2 y E, (refranes); con respec­to a 2e) podemos citar, como ejemplo contundente, algunos ver­sos de «Contestación del Gaucho a su amigo Marcelo Miran­da» de Hilario Ascasubi:

6. - MIGNOLO

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82 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

si ainsí es el gauchajé!deje que allá el dotorajese pronuncie en lo profundo.que los gauchos en el mundotenemos nuestro lenguaje.

Mi papel es peticito,pero es gaucho. y han de verque al Diablo le ha de correren cuanto a decir verdades;

Estos versos son indicadores de la metalengua que auto-define(auto-regula) la constitución del universo: el «ser del gaucho», eldoble sentido de «tener un lenguaje» (como morfología y comoconcepto) y, finalmente, el uso de tal lenguaje para decir «clara­mente las verdades». El metalenguaje. a su vez, traza los pro­pios límites del universo: «deje que allá el dororajeo.!?

Caso 2. El caso 2 puede ser construido tomando sólo, en unprimer momento. el punto la) (estructuras verbo-simbólicas) delcaso l. Lo que necesitamos para ello es descomponer el conjuntoEVS: vale decir, enumerar los posibles elementos del conjunto.Supongamos que los elementos de ese conjunto sean concebidosde la manera siguiente:

19. Un ejemplo interesante de esta posibilidad lo constituye el trabajo de M. Mcv­lakh (1975); como propuesta abstracta, J. Lorrnan (1975).

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 83

Destinatario

participa- no-partici­ción en el pació n en elenunciado enunciado

La combinación de un elemento del plano del enunciado conun elemento del plano de la enunciación nos daría una combina­ción elemental. Ésta implica, obviamente. dos (o más elementos) yreglas de combinación. Tomemos, como ejemplo, tres combina­ciones:

1) Destinador = Agente2) Destinatario = Agente3) Acciones + estructuras temáticas del tipo x4) Acciones + formas métricas.

En estas combinaciones las dos reglas aplicadas son = y +. Intro­duzcamos dos reglas de distinto nivel a las anteriores que nospermitan combinar las unidades elementales: la regla de compati­bilidad y la regla de incompatibilidad. La función de estas dos

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84 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

reglas es la de bosquejar el alcance empírico de las combinaciones.En la teoría es siempre posible aplicar la regla de compatibilidad;por el contrario, en la empiria es necesario aplicar las dos y laaplicación de la regla de incompatibilidad está regulada por losdatos que extraemos de los hechos empíricos. Así, por ejemplo, escompatible, en la teoría, construir una combinación como:

5) Destinatario = Agente (COMP) Acciones + formas mé­tricas.

En la empiria esta regla es aplicable en el caso del tipo de textosclasificados como «líricos» (yen alguno de ellos), en los que eldestinatario se identifica con el agente mediante el tú empleadopor el destinador; es, por el contrario, incompatible (INCOMP)con el tipo de textos clasificados como novela, para el cual debemodificarse uno de los elementos del segundo miembro de la regla:Acciones + formas no-métricas. Para que sea compatible con laempiria es necesario especificar el elemento «formas no-métricas»como «prosa» ya que si la primera es especificada como «versolibre» tendríamos nuevamente incompatibilidad.

Valga este escueto ejemplo para señalar dos aspectos de lageneralización en este orden: el primero se refiere a la descripciónde las posibles combinaciones de unidades elementales (1 a 4); elsegundo a la combinación de la combinación de unidades elemen­tales (5). Este aspecto de la generalización nos conduciría a au­mentar nuestro conocimiento sobre la forma «interna» de lasestructuras verbo-simbólicas (E VS); el segundo está ligado a laposible confrontación de lo que, en el cuerpo de conocimiento yaadquirido en los estudios literarios, se estudia como géneros(J. Donohue, 1943; el. Guillén, 1970). Este es, sin duda, un pro­blema que no podemos tratar aquí. No obstante podemos señalar,en cuanto está ligado con el caso 2, que el género, tal como lo co­nocemos en este momento, parece ser el resultado de dos instancias:una, es la particular combinación de varias combinaciones elemen­tales; otra, es función de la metalengua: vale decir, lo que unametalengua específica considera como épica, lírica, novela, etc.

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EL CAMPO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 85

Caso J. Un tercer caso de generalización lo constituía elestudio de los «cambios literarios». Para ello debemos contar, pre­viamente. con una formulación explícita de la estructura internade EVS; en segundo término. necesitamos introducir un factortemporal (t) que nos permita formular el problema en los términossiguientes:

1) la combinación elemental X, en el tiempo ti se modifica de lamanera y en el tiempo ti+ 1

Esta fórmula es también válida para la metalengua, lo cualpuede conducir a un análisis combinado de ambas o por separado.Con respecto al cambio en la metalengua es válida. para la teoríadel texto literario. la observación de R. Jakobson (1960) sobre lapoética: la elección que toda escuela o movimiento literario hacedel pasado es un problema que atañe a la diacronía. En formageneral podríamos bosquejar este aspecto de la generalización to­mando las combinaciones elementales señaladas de 1) a 4):

Destinador = Agente(A)

R, - ti 1s,- ,-,

Acciones + estructuras te­máticas de tipo x

(C)

Destinatario = Agente(8)

Acciones + formas métricas

(D)

Las relaciones que ilustran el problema del cambio serían.fundamentalmente:

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86 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

1) A-C: compatibles en el tiempo ti (surgimiento de la novela.por ejemplo: Robinson Crusoe); incompatible en ti _1 cuando.en la épica. por un lado, la relación era Destinador 1= Agentey. por otro, se encuentran variaciones en las estructuras temá­ticas;

2) C-B: compatibles en el tiempo ti (la poesía romántica interpretaal destinatario como «naturaleza» (le habla al océano, al pai­saje, etc.] y. en consecuencia. las estructuras temáticas se corres­ponden con el tipo de agente-destinatario; son incompatiblesen un tiempo ti + 1 donde el destinatario-agente ya no es inter­pretado como naturaleza. 20

En resumen. el cambio puede ser tratado. dentro del «cuerpocentral» de la teoría del texto literario, como un fenómeno derecornbinación, de hibridación o de entrecruzamiento de confi­guraciones que, formuladas de manera teórica como construccióndel conjunto EVS y sus posibles combinaciones, encuentran su«realización» en las obras (en cuanto hechos que suministranlos datos) y en la metalengua. En el conjunto de conocimientos ad­quiridos, es bien conocido el principio de acción y de reacción quecaracteriza el cambio de las propiedades de un sistema B comoreacción ante un sistema A. El estudio del cambio es, para la teoríadel texto literario. un tipo de generalización que analiza. en ladiacronía, las posibilidades de recombinación de los elementos delconjunto EVS.

1. ~.2. Agreguemos. finalmente, dos palabras para situar elalcance que le damos al concepto de teoría en el campo de los estu­dios literarios. En primer lugar, hablamos de «teoría literaria»en sentido amplio, como término rnetateórico, con el cual designa­mos a todas las posibles teorías generales en el campo de estudio: es

20. Algunas observaciones más extensas sobre este aspecto en W. Mignolo ( 197 ~.

1976a). donde se contiene también una bibliografía sobre discusiones recientes de estetópico.

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EL CA..\1PO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 87

decir, aquellas que, como tales, conceptualizan el fenómeno lite­rario. En este plano no interesa que la teoría sea de tendencia«esencialista» o de tendencia «Iogicisra» (operativa). Lo quecuenta es el hecho de situarse o de pertenecer al nivel de la semio­logía III. El análisis metateórico no ha comenzado todavía enlos estudios literarios, pero ello no es obstáculo para que podamosadelantar su aparición. De modo que teoría literaria, en sentidoamplio, resume la existencia de teorías específicas en el campo deestudio: la teoría lingüístico-transformacional sería así una teoríaespecífica en el interior de la teoría lingüística, en sentido amplio,que contiene, a su vez, otras teorías específicas: estructural, fun­cional, tagmémica, etc. De esta manera podríamos situar a la teoríadel texto literario como una teoría específica dentro del campo delos estudios literarios y de la teoría literaria general. Por lo tanto,si la teoría específica se identifica como tal por su «cuerpo cen­tral» (definición operativa del modelo objeto y de los principiosy/ o axiomas iniciales), el campo extensivo, que regula la teoríaespecífica y que permite contrastar la hipótesis en diversos tipos degeneralizaciones (ver 1.6.1.) constituiría el dominio de las subteo­rías o de los modelos de la teoría. Un ejemplo, exterior a los estu­dios literarios, lo suministraría la lingüística. J. Katz (1971,p. 104) se representa la teoría lingüístico-transformacional comoformada por tres componentes (fonológico, sintáctico y semánti­ca). A éstos los denomina «teoría fonológica», «teoría sintác­tica» y «teoría semántica». Obviamente, el término teoría, eneste caso, se sitúa en un plano distinto al de la denominación «reo­ría lingüístico-generativo rransforrnacional». La ampliación detoda teoría específica implica necesariamente una ampliación de su«cuerpo central» mediante la formulación de subteorías o demodelos de la teoría.

Los aspectos señalados en 1.6.1. y 1.6.2. son posibilidades quese derivan de la teoría del texto literario. Los restantes capítulosestarán concentrados en su «cuerpo central».

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Capítulo 2

LA CONFIGURACiÓNDEL SISTEMA PRIMARIO

2.1. INTRODUCCIÓN

2.1.1. Después de una página y media, en la apertura deceLa pharmacie de Platon», J. Derrida (1972, p. 73) escribe:«No estamos lejos de haber dicho ya lo que queríamos decir. Nues­tro léxico está casi agotado. (...) Puesto que hemos ya dicho todo,se deberá ser paciente si continuamos todavía un poco». Puederesultar una impertinencia la inserción de Derrida en un estudiode este tipo. N o obstante, sus palabras no distan de esta situación:los capítulos siguientes son una extensión, sobre lo dicho en elprImero.

En este capítulo nos ocuparemos de bosquejar los elementosdel sistema primario para localizar en él los elementos del conjuntode las estructuras verbales (E V), que son semiotizadas, en el sis­tema secundario, para configurar el conjunto de estructuras verbo­simbólicas (EVS). Hasta ahora hemos supuesto que sólo las estruc­turas verbales del sistema primario son semiotizadas. N os hemoslimitado a ellas para facilitar nuestros argumentos, pero sería erró­neo suponer tal cosa. Para dar una representación más adecuadadel sistema primario, debemos también contar en él con un con­junto de estructuras no-verbales (EnV). No obstante, y este es

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90 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

un punto de suma importancia. el proceso de semiotización reducelas En V a estructuras verbo-simbólicas. Un ejemplo de este pro­ceso es el de la mimesis: «el arte verbal» debe imitar o represen­tar «hechos con palabras». Hecha esta aclaración, lo que ocuparánuestra atención, en el presente capítulo, es el «punto de con­tacto» entre los sistemas primarios y secundarios: cuando los estu­dios de la gramática de una lengua toman ejemplos de obrasliterarias, ejemplifican, de manera clara, esta movilidad de ciertasestructuras verbales en ambos sistemas. En primer lugar, nos ocu­paremos de mostrar este punto de contacto en estructuras de frasesy en conexiones discursivas. En segundo lugar, daremos un ejem­plo de la serniotización «anagramárica», como un caso extremoen el cual las estructuras verbales serniotizadas tendrían, en elsistema primario, su manifestación en el juego de palabras y enla lengua articuladora de los sueños. Este es, a su vez, un casoen que es difícil trazar el límite entre lo verbal y lo no-verbal. Alsalir de la frase y de las estructuras lingüísticas discursivas, elpunto de contacto será localizado en las estructuras conceptuales.Éstas pueden ser rápidamente ejemplificadas, en el sistema pri­mario. refiriéndonos al caudal de conceptos con los que, en nues­tra vida cotidiana, organizamos el mundo. Ahora bien. estasestructuras, atendiendo a la perspectiva estrictamente lingüística.son no-verbales, pero son verbales si consideramos que se mani­fiestan en la lengua. Son, nuevamente, no-verbales si aceptamosque la lengua es el instrumento más usual para conceptualizar, perono el único. Finalmente, nos ocuparemos del aspecto enunciativoy, en este caso, la reducción a la situación verbal es inevitable,puesto que la enunciación remite a un acto verbal oral o escrito.

2.1.2. Las extensiones de la gramatIca de la frase a lagramática del discurso 1 abrieron nuevos caminos para la concep-

l. Sobre los problemas de la gramática del discurso (text-t,rammar). y en cuanto alas referencias indirectas de este párrafo. J. Petófi y H. Rieser (1973): J. Peróf (1975).Cuando hablo de las relaciones entre text-grammars y teoría literaria. lo hago -fundamen­talmente- sobre la base de T A van Dijk (1972): J. Ihwe (1973); J. Petof (1973).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 91

tualización del fenómeno literario. Un hecho fundamental es elde hacernos comprender que el texto literario es, ante todo y tam­bién, simplemente discurso. Esta constatación modificó la creenciaque nos hacía concebir ciertas estructuras verbales como especí­ficamente literarias. Símiles, metáforas, y otras tantas figuras deldiscurso que pululan en los manuales de retórica y ocupan todavíala atención de la renovación lingüístico-semiótica de las antiguasretóricas, pasan a tener otra dimensión cuando se considera queestas figuras no son privativas de la literatura; también metafori­zamos y construimos símiles en la lengua natural, y la filosofía dela ciencia otorga un capítulo especial a la analogía y a la metáfora.Es decir, las estructuras verbales que creíamos eran específicas dela literatura son, en realidad, momentos de una travesía que vade la lengua natural a diversos tipos de textos. Otro ejemplo dela importancia de este hecho puede verse en las anomalías que sepresentaron en el análisis «estructural» del relato. El hecho deque un modelo fundado sobre el material folklórico pudiera serextendido a relatos literarios, pictóricos, cinematográficos, tirascómicas, etc., presentaba cierta incomodidad para resolver la espe­cificidad de los relatos literarios. Una manera más clara de con­ceptualizar y escapar a la anomalía es la de haber llegado, primero,a comprender que el relato es un componente del sistema primarioy, segundo, que su función es la de organizar la conexión de accio­nes. La mayor complejidad, o la «semejanza», que encontramosen los relatos literarios es, precisamente, un ejemplo del procesode semiotización de las estructuras disposicionales primarias. Lasmotivaciones de su semiotización literaria, sus fundamentos esté­ticos y pragmáticos, los encontramos -desde temprano- en lametalengua de las poéticas y de las retóricas. La anomalía delrelato puede así ser mejor tratada, si se considera a éste como unelemento del conjunto EV, en el sistema primario, y se analizanluego los procesos de semiotización que lo convierten en elementosdel conjunto EVS, en el sistema secundario.

Para tratar este problema, dentro' del cuerpo central de lateoría del texto literario, tendremos como base diferentes nivelesde análisis:

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92 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

2

...._------A....-----( '\/1 Gf

Discursos de Gramática /'una lengua L --+ general de L --+ G d

~Gl

~

1r

En 1) tendríamos. en primer lugar. el área de los fenómenos verba­les de los que se ocupa la lingüística: gramática de la frase. Gf. Ygramática del discurso. Gd; en segundo lugar. tendríamos el ám­bito de una teoría lingüística de la literatura mediante la construc­ción de una gramática literaria. G¡. de la lengua L (T. van Dijk,1972. pp. 192-201). La teoría del texto literario comenzaríaen 2). donde termina la lingüística: mediante la construcciónde modelos de estructuras verbales frásticas (M de EVr). mode­los de estructuras verbales discursivas (M de EVd) y. finalmente.modelos de estructuras verbales «literarias» (M de EV¡).

Esta primera lectura del esquema requiere algunas observa­ciones adicionales: en primer lugar. los modelos de estructurasverbales tienen como objeto. en este nivel. trazar el punto de con­tacto entre los sistemas primarios y secundarios. Se podría asídecir que si en 1) se trata de una teoría lingüística de la literatura.en 2) se trata de una teoría «literaria» de la lingüística. En segun­do lugar. y en lo que respecta a M de EVf. la disposición en eldiagrama responde a la necesidad de una «imagen clara» de lascorrespondencias. No obstante. no hay que olvidar que el ejemplocon el que aclaramos este caso es el del juego de palabras o la ló­gica de los sueños que tienen su lugar de pertenencia en el sistemaprimario. Especificando aún estos dos puntos diríamos que:

1) Dada nuestra definición operativa de texto literario. elaspecto discursivo de todo texto. que puede ser descrito mediantelos mecanismos o técnicas de G¡ y G). tiene. sin embargo. una

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LA CONH(JURACION DEL SISTEMA PRIMARIO 93

función distinta cuando éste es serniotizado en el texto literario.Toda frase que integra un texto literario y que tiene, a la vez. lamisma estructura normativa de la gramática de una lengua en elsistema primario. se sitúa en un nivel semiótico distinto en el sis­tema secundario. Podemos hablar. en este caso, de serniotizacionesno marcadas: las que constituyen, por así decirlo. «el esqueleto»de un texto literario. Si un texto literario semiatiza estructuras dereconocimiento inmediato, podemos decir que éstas correspondena los aspectos no marcados de la serniotización. Un ejemplo: unenunciado como «Juan fue a la esquina» puede encontrarse tantoen un contexto del sistema primario como en un contexto del siste­ma secundario. La función. en el segundo, puede ser simplementeuna información que contribuye a configurar la estructura narra­tiva. Tal frase no tiene otra función que la de suministrar. en elsistema secundario, la información necesaria para la secuencianarrativa. Otro ejemplo: «Cuando volví al museo era casi denoche» (A. Bioy Casares. La Invención de More/). En este casolo que es semiatizado es la estructura semántico-conceptual de lasecuencia narrativa: «Volví al lugar x, en el tiempo 1». Perola frase, como tal. no lo es. Por otro lado. el grado cero o no mar­cado no debe confundirse con un fenómeno semejante. en cuantoa estructura, que ejemplifica la novela «realista», En este caso. todafrase tiene una marca semiótica por cuanto, en la meralengua, eltexto realista se propone como «imitación»; y la imitación esimpensable si se viola la estructura y el léxico normativo de unalengua 1. La marca. en este caso, consiste en fingir la no-marca.Por eso este tipo de serniotización ha podido ser caracterizadocomo un discurso que se construye con un léxico «de bolsillo»(G. Genette, 1968). o como un discurso que imita a otro discur­so (J. Kristeva, 1968. p. 61). Por el contrario, en una frase como«Asustar a un notario con un lirio cortado», la violación de ciertanorma conceptual es el indicador inmediato de la semiotizaciónmarcada.

2) La segunda modificación del esquema es la siguiente: sital partición gramatical de los textos de una lengua L es válidapara la lingüística del discurso. no necesariamente lo es para la

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teoría del texto literario. Para ésta, la «ayuda» que puede prestarla lingüística frástica y discursiva es la de suministrar un conjuntode técnicas para describir y situar, en relación a una lengua L, eltipo de estructuras lingüísticas semiotizadas. Cuando debemosencontrar, en la teoría, descripciones plausibles de la semiotizacióndel concepto de tiempo físico en los cuentos de J. L. Borges, losinstrumentos de la lingüística son ya de poco alcance.

2.2. CONEXIONES DISCURSIVAS

2.2.1. Aspectos !,enerales de la discursividad

¿De qué manera la lingüística del discurso puede ser un puntode referencia para la teoría del texto literario? En primer lugar,los aspectos que corresponden a la conexidad y a las condicionesnecesarias para que un discurso sea captado como una secuenciaconectada y estructurada de enunciados. Este hecho, como tal,no es una «novedad». Se podrían citar numerosos ejemplos deanálisis literarios, donde la conexidad está siempre presupuestapero nunca planteada. La «novedad» consiste en haber introdu­cido la noción de conexidad y en haberla formulado como uno delos aspectos relacionales (sobre el cual se pueden enumerar reglasde combinación) de los enunciados en el discurso.!

Este aspecto no escapó, por cierto, a los teóricos de la litera­tura. Roman Ingarden (1931, p. 144) nota que hay situacionesen las cuales un número de enunciados se siguen los unos a losotros sin conexiones entre sí. La lista de actividades de una agendasería un ejemplo. Las conexiones no residen en la información delos enunciados sino en la forma misma de la agenda. En otros ca-

2. Los problemas de la conexidad fueron tratados en los últimos años sobre labase de los trabajos de 1. Bellerr (1970) Yde H. Hiz (1969). Interesan. en este sentido.especialmente el de J. Lipski (1974) Yel de Z. Saloni y H. Trybulec ( 1974). En la lin­güística funcional inglesa. la importancia que M. A. K. Halliday otorgó a la noción decohesión (e.g.. 1964. pp. 248 ss: 1962). produjo algunos trabajos específicossobre otraslenguas: Th. H. Crowell (1973) YJ. Whetley (1973).

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sos, la sucesión de enunciados puede ser considerada como dis­curso (y aun como texto), aunque las conexiones no sean siempreclaras o precisas. Un ejemplo lo constituirían las «máximas» ylos «pensamientos». Las conexiones en este caso serán globa­les y estarán sostenidas por las informaciones sobre una concep­ción del mundo, sobre las ideas de un autor, sobre el sistema deideas de una época, etc. De estas observaciones podemos deri­var que el receptor, frente a una sucesión de enunciados, debe ac­tivar dos tipos de códigos para llegar a procesarlos: uno, contex­tual, que le permite situar la sucesión de enunciados en relacióna «formas» culturales codificadas (máximas, agendas, novelas,etc.}: otro, cotextual, que le permite ligar los enunciados entre sía partir de la información sintáctica y semántica que éstos sumi­nistran. Siguiendo con las observaciones de R. Ingarden, todasucesión de enunciados requiere que éstos sean tratados comomiembros de una organización mayor (párrafos, capítulos). Y és­tos, a su vez, «resumidos» y organizados en estructuras globales.Es obvio, en estos ejemplos, que la conexidad es un fenómeno bá­sico de EV y EVS; y que, en ciertos casos, la conexidad puededar lugar a un proceso de semiotización marcado. Si no lo es, eldiscurso, semiotizado en el sistema secundario, presupone la cone­xidad del sistema primario. La complejidad de los procesos co­nectivos plantea, para Ingarden, preguntas tales como: ¿cuálesson las propiedades de los enunciados sobre los cuales se articu­lan las conexiones?, ¿qué debe entenderse por conexiones entreenunciados?, ¿las conexiones (eagregan» algo y, en caso afirmati­vo, qué es lo que- agregan?, ¿cuáles son los tipos posibles de cone­xiones?

Para responder a algunas de estas preguntas, haciéndolas nues­tras, comencemos por imaginar un dispositivo abstracto (receptor)que debe «leer» un discurso. Para realizar esta tarea de maneratal que la entrada (input) de la información verbal se «convier­ta» en discurso a la salida (output), el dispositivo debe ser capazde conectar y estructurar la sucesión de enunciados. Es decir queel análisis de la conexidad hace intervenir a un receptor como ins­tancia abstracta de la construcción teórica (ver cap. 4). Es en la ins-

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tancia de la recepción donde podemos imaginar las reglas de loscódigos, cuya actualización hace que las informaciones de los enun­ciados se conviertan en secuencias ordenadas y estructuradas defrases. Vale decir que, por un lado, suponemos que las reglas noestán en el enunciado, sino en el dispositivo receptor; por otrolado, asumimos esta suposición como una construcción teórica,cuyo concepto de referencia es el de dispositivo, Baste decir, porel momento, que la conexión no es suficiente para que el disposi­tivo acepte la sucesión de enunciados como discurso, sino que debe,además, otorgarles cierta organh,flción, El dispositivo debe, porlo tanto, ser capaz de realizar operaciones tales como: a) cons­truir un «fichero» que registre todos los elementos (objetos, acon­tecimientos, nombres propios, pronombres) mencionados en eldiscurso; b) para que cada elemento registre lo que se ha dichosobre él; c) distinga e integre la introducción de todo nuevo ele­mento. El registro de tales apariciones permitirá, en la sucesiónde izquierda a derecha y del comienzo al fin, organizar (por pri­mitiva que sea tal organización) los elementos del discurso. Así,por ejemplo:

a) María compró un automóvil.b) Los automóviles son muy necesarios en la vida moderna.c) La vida moderna está llena de complicaciones.d) Las complicaciones hacen insoportable a Pedro.

Los elementos (nombres propios, sustantivos, etc.) que se re­piten, en pares de enunciados, serán reconocidos por el dispositi­vo; pero tal operación no será suficiente para atribuir organiza­ción alguna a tal sucesión. La conexión, en este caso, se producemediante la simple repetición de un elemento. Muy diferente esla sucesión siguiente extraída de A. Machado, Cancionero apócrifo:

a') La plaza tiene una torre.

b') La torre tiene un balcón.

c') El balcón tiene una dama.

d') La dama una blanca flor.

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Intuimos en este caso, sin embargo, semejante al primero, ciertaorganización. Podemos diferenciar los elementos y establecer en­tre ellos relaciones de inclusión (torre incluida en plaza; balcónen torre, etc.}, que permiten un primer grado de estructuración.Además, todas las relaciones de inclusión están gobernadas porun mismo verbo (tener), que articula la inclusión de nuevos indi­viduales. Por lo tanto, como primera aproximación, podemos de­cir que la conexión, en un sentido general, es todo tipo de rela­ción que puede establecerse entre, al menos, dos elementos de undiscurso. Esta relación puede ser representada, simplemente, comor (X, Y), lo que se lee «X está en relación r con Y>l. Tratemos deindagar en las concreciones posibles de r (X, Y) para luego daruna versión más específica de ella.

2.2.2. Coordinación y conexidad

Los fenómenos coordinativos llamaron mayormente la aten­ción, en los estudios literarios, a raíz del tipo de coordinación anó­mala manifiesta en la poesía moderna. Los fenómenos coordinati­vos fueron, también, notados por los estilistas, puesto que, en cier­tos casos, su relieve cuantitativo permitía encontrar particularida­des de estilo (L. T. Milic, 1970, pp. 243-257). La base de coor­dinación, en el sistema primario, lo constituyen los morfemas co­nectivos (u otras formas semejantes; Th. Crowell, 1973; J. Whet­ley, 1973) de las cuales disponen todas las lenguas (M. A. K.Halliday, 1966). Para el español, por ejemplo, tenemos morfe­mas de coordinación copulativos, distributivos, disyuntivos y ad­versativos (Real Academia Española, 1973, pp. 5O5-51 3).

2.2.2.1. Para el caso de los textos literarios, J. Cohen(1966) -apoyado en una observación de G. Antoine (1958),según la cual el discurso es una inmensa coordinación de enuncia­dos- señala que este fenómeno, aunque poco estudiado, es de fun­damental importancia para la poesía, la novela, la pintura, el cine.

7.-MIGNOLO

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La importancia de la coordinación es la de poner en evidencialas restricciones, particularmente semánticas, a las cuales estánsujetas las secuencias de enunciados. Si bien podemos comenzarpor dos formas coordinativas simples, una conexión sintáctica me­diante morfemas conectivos (y, pero, o, noobstante, porlo tanto, etc.]o por simple yuxtaposición (<<Son las cinco»; «Es hora de par­tir»], lo interesante es que, semánticamente, no toda secuencia ocualquier secuencia de enunciado puede ser coordinada: «Hacefrío y cuesta mil pesOS)) no sería admitido, excepto en condicio­nes bajo las cuales hubiera un contexto de sobreentendidos en loscuales ambas proposiciones tuvieran sentido. Los problemas dela coordinación fueron vistos y analizados por Amado Alonso(1940, pp. 10 3-106), en la poesía de Pablo N eruda. Alonso re­cuerda que la ley de coordinación requiere que los miembros coor­dinados sean de una misma categoría sintáctica: sustantivos, ad­jetivos. Y que, por lo tanto, también lo requiere la coordinaciónde enunciados. La equivalencia es entonces una restricción de lasintaxis: se coordinan entre sí imperativas, afirmativas, interro­gativas, etc.; pero coordinar una interrogativa con una afirmativao con una negativa, resultaría desconcertante. Uno de los ejemplostomados por Alonso:

y hagamos fuego. y silencio. y sonido.y ardamos. y callemos. y campanas.

En este ejemplo Alonso, obviamente, ve una anomalía coordinati­va que «consiste en seriar un sustantivo con dos verbos, uniéndo­los con la conjunción J, que, según las leyes del lenguaje, sólo uneelementos del mismo rango sintáctico: ardamos y callemos y (...)[verbo)» (p. 97). Básicamente, entonces, una coordinación esuna construcción que consiste en dos o más miembros (X, Y) queson (o deben ser) equivalentes en su función gramatical y estarligados, en el mismo nivel de la jerarquía estructural, por mediode un mecanismo conectivo (r) (S. Dik, 1968, p. 24). Tal defi­nición exige una serie de precisiones con respecto a su «status»gramatical, que no consideraré aquí.

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2.2.2.2. ¿De qué manera la coordinación puede ser situa­da en el «Íimite» compartido entre el sistema primario y el secun­dario? Avancemos tres posibles vías de tratamiento:

1) Las severas restricciones sintácticas, a las cuales están su­jetos los fenómenos coordinativos, que son de interés del lingüista,deben ser distinguidas de los fenómenos de orden más generalque escapan a la sintaxis, pero en los que. sin embargo, ésta es unpunto de referencia. N o el único. sin duda. y es su cuestionamientoel que -en nuestro~ días- ha recuperado, en oposición. la «sin­taxis» del sueño (J. F. Lyotard, 1971, pp. 239-279; J. Kristeva,1974. pp. 83-86 Y 265-274). Estos son, precisamente. los límitesque interesan a la teoría del texto (en el sentido empleado en elcap. 1) Ydel texto literario. Tomemos. en primer lugar, el principiosintáctico regulador de los discursos de una lengua, para poner derelieve otros modos de coordinación que no dependen, estricta­mente, de él. Un caso sería el principio de linealidad (Saussure,1916, pp. 170-171). Este no es un principio de la sintaxis, dadoque el mero hecho de que dos elementos sean consecutivos nogarantiza su coordinación sintáctica. Tal posibilidad. en el sistemaprimario, da lugar a serniotizaciones marcadas del principio de li­nealidad en el sistema secundario: aquellos discursos construidoseliminando. intencionalmente, los morfemas conectivos de lalengua. Otro caso sería el de la presencia de elementos equiva­lentes: los elementos que figuran en un enunciado lingüístico sonequivalentes, con respecto a su «status» en la estructura total delenunciado, y con respecto al lugar que ocupan en la secuencialineal: en (( La casa de la esquina tiene un techo rojo», techo rojoes un sintagma nominal a la derecha del verbo, en la secuencialineal; pero, también, depende de casa en la reorganización semán­tica de presencias equivalentes en el enunciado. Este principio seapoya, psicológicamente, en la habilidad del dispositivo paramemorizar los elementos sucesivos de una secuencia, y someterlosa interpretaciones inferidas de la base sintáctica de coordinación.

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En la novela moderna, por ejemplo, es común eliminar los morfe­mas conectivos o presuponerlos. Ello hace que, en la memoria delreceptor, dos enunciados o secuencias de enunciados consecutivosen la estructura lineal, 'no sean necesariamente conectados entre sí,pero, por el contrario, sí pueden serlo cuando, en la linealidad, eldispositivo se encuentra con un enunciado o secuencia de enuncia­dos que pueden conectarse, por su ce equivalencia», con uno de losenunciados o secuencias de enunciados precedentes. Lo que inte­resa al lingüista es la organización que subyace a los fenómenoscoordinativos (S. Dik, 1968, p. 56; A. Reichling y E. M. UWen­beck, 1964). Desde la perspectiva de la teoría del texto literario, elinterés que presentan los principios de linealidadJ de equivalencia, esel de permitirnos analh¿r instancias de semioti~ción sobre la basesintáctica de coordinación.

2) En el plano semántico, todo enunciado contiene un ciertogrado de información lingüística (sernas, rasgos distintivos), pero,en el contexto de situación, el enunciado contiene más informaciónque la de su mera categorización semántico-lingüística (ver 3.2.3.):un enunciado puede ser interpretado, en parte, por la informaciónalmacenada por el dispositivo receptor. Esta información incluye,no sólo un conocimiento de la lengua, sino también el de unasituación particular en la cual ocurre el enunciado, el de un cono­cimiento del mundo y el de la información suministrada por losenunciados que preceden a uno en particular. La interpretaciónccfinal» es, entonces, una función composicional entre la informa­ción lingüística del enunciado y la de aquellas no contenidas enél, sino en la memoria del dispositivo receptor. Este aspecto cons­tituye, quizás, una de las razones por las cuales ciertas concepcionesde la semántica se encuentran en un callejón sin salida cuandotienen que distinguir, por un lado, los elementos del enunciadoque pueden ser categorizados como lingüísticos, y, por otro,aquellos que pertenecen a un conocimiento no lingüístico del re­ceptor (J. Katz y J. Fodor, 1964). Así, por ejemplo, fuera de Ar­gentina, el enunciado «El presidente actual» puede dar lugar acomentarios de supuestos malentendidos y a una pregunta irónica,no por lo que conlleva el enunciado mismo, sino por lo que el

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receptor «conoce» sobre la inestabilidad política y los cambiosfrecuentes de presidentes. En el caso de «Juan no ama a Maríasino a la hija del patrón». el hecho de que tal enunciado puedaser interpretado como: a) Juan ama a María, no por lo que ellaes. sino porque María es la hija del patrón, y b) Juan no ama aMaría. sino a otra mujer que es hija del patrón. requiere. para eli­minar su ambigüedad, un conocimiento contextua} que refiere lasrelaciones amorosas entre Juan y María y que no están contenidasen el enunciado mismo. Es decir, que los dos miembros coordinados«Juan no ama a María. Juan ama a la hija del patrón», no presen­tan ninguna anomalía en cuanto a su función gramatical, pero lacoordinación resulta ambigua sin la información contextual, o sinel conocimiento que el receptor tiene de la situación en la cual elenunciado se produce. Nos encontramos aquí con otra posibilidadde serniotizar coordinaciones en el orden semántico. La búsquedade la ambigüedad sería la marca de semiotización en las reglassemánticas de coordinación que regulan el discurso en el sistemaprimario.

3) Sabemos que, en español, las conjunciones copulativasenlazan, como sumandos y sin connotaciones especiales, oracioneso elementos análogos de una oración gramatical (Real AcademiaEspañola, 1973, p. 506). Pero que, además y en ciertos casos, lacoordinación copulativa puede otorgar un valor adversativo,causal, consecutivo o temporal; casos en los cuales se trata de uncambio de significado y no de forma: «Cuando la primera oraciónes negativa y la segunda positiva afirmativa. suelen unirse simple­mente por). El sentido es, también, adversativo, como correspon­de a dos juicios contrarios; v. gr., Muchos teólogos ha) que no sonbuenos para el púlpito, ) son bonísimos para conocer lasfaltas o sobrasde los que predican» (Cervantes, Quijote, 11. 3) (Real AcademiaEspañola, 1973, p. 508). En estos casos, podemos recurrir a lanoción de valor semántico para referir a lo «nuevo» que se produceen este tipo de coordinación. Así:

1) María trabaja y Juan estudia.2) María trabaja. pero Juan estudia.3) María trabaja. aunque Juan estudia.

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En el caso más simple, que es el de 1), el valor sería el mismo queel de la yuxtaposición (sumando). Pero en los casos 2) y 3) no setrata solamente de «unir» los dos miembros de la coordinación,sino de insertar un tipo de información que se produce por ella. Laimportancia de este mecanismo reside en el hecho de imponer unaperspectiva conceptual mediante la coordinación:

Dieron su nombre a cada mes; contaron los medios meses por la cre­ciente y menguante della: contaron las semanas por los cuartos. aunqueno tuvieron nombres para los días de la semana. (Garcilaso de la Vega.Comentarios reales. libro II. cap. XXIII; la cursiva es mía.)

La coordinación adversativa (aunque) distribuye jerárquicamenteuna escala de valores: reconocimiento (implícito en el enunciante)de los valores admitidos en el hecho de «nombrar los días de lasemana» y desvalorar el ceno tener nombres para ellos». Esta infor­mación se agrega a los miembros coordinados. En Garcilaso, elmorfema de coordinación adversativa (aunque) tiene, por un lado,un valor que es paralelo al de la lengua. Como tal, su valor se­mántico puede ser resuelto mediante el ce-texto dado que sabemos,por el resto del libro, el esfuerzo de Garcilaso por destacar lasvirtudes de los Incas en detrimento de los vicios de los no- Incas:vale decir que, en el valor semántico de una simple coordinaciónen el sistema primario, se articula toda una estructura temática deldiscurso en el sistema secundario. Valdría entonces, para este caso(en donde se mantiene y se proyecta el valor semántico de EV enuna EVS), la imposición de verdad como «natural» (dada su apo­yatura en el sistema primario) en la organización de grupos so­ciales. En otros casos, la semiotización adversativa se encuentra,con rasgos distintos, en la literatura moderna. Por ejemplo:

1) Ana María era grande. Es larga y ancha todavía cuando se extien­de en la cabaña y la cama de hojas se hunde con su peso. Pero enaquel tiempo yo nadaba todas las mañanas en la playa; y la odiaba.

2) En el mundo de los hechos reales. yo no volví a ver a Ana Maríahasta seis meses después. Estaba' de espaldas. con los ojos cerrados.

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muerta, con una luz que hacía vacilar los pasos y que le movíaapenas la sombra de su nariz. Pero ya no tengo necesidad de ten­derle trampas estúpidas (J. C. Onetti, El Po'l,!J. 1939).

La coordinación adversativa repite. aquí. su función normativa enla lengua. La diferencia es que. como proceso de semiotización,ella es realizada en un ca-texto presupuesto: la información necesariapara entender el pero (en 1) está eliminada en el ce-texto prece­dente y suministrada, con posterioridad (en 2). en el desarrollolineal del discurso. En el caso del Inca podemos decir que el pro­ceso de serniotización utiliza y repite lo que está implícito en elsistema primario; en el caso de Onetti, la semiotización marca laposibilidad que ofrece el sistema primario «jugando» con los prin­cipios de linealidad y de equivalencia: la linealidad. interrumpidacomo secuencia de informaciones, es «recuperada» -tardíamen­te- como información equivalente a la información que introducela conjunción pero. En suma. dos ejemplos de serniotización en elborde entre el sistema primario y el sistema secundario; entre lalengua y el texto.

2.2.3. Pronombre J conexidad

La coordinación. como ejemplo de EVf. es, en el sistema pri­mario y en la noción lingüística de coordinación, un caso curiosoporque. a la vez que se toma en la lingüística de la frase (c. Smith,1969, pp. 95-142), ilustra un caso límite entre frase y el discurso:las coordinaciones unen dos o más frases. Los pronombres, comoejemplo de EV-t, son, también, un caso en cuestión, puesto quela lingüística los estudia en el interior de la frase (D. A. Reibel yS. A. Schane, 1969, pp. 143-224). Los «antecedentes faltan­tes» (J. Grinder y P. M. Postal, 1971, pp. 27 5-278) crearon.sin duda, una serie de problemas, tanto como los «islotes anafó­ricos» (P. M. Postal. 1969), puesto que en:

1) Lo vieron ayer en el parque.

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se necesita «algo más» que la frase aislada para completar el sen­tido (G. L. DeLisle, 1973): lo remite a un él implícito como pa­ciente del enunciado, en tanto que la desinencia n remite a un elloscomo agentes del enunciado. Esta frase necesita, para adquirir susentido cabal, del ca-texto previo o de un contexto de situaciónen el cual agente y paciente son conocidos por el receptor. ~

Este hecho ocurre porque «Hay una propiedad común a todoslos pronombres que no es morfológica ni propiamente sintáctica, aun­que tenga consecuencias de orden sintáctico. Son nulos o escasoslos contenidos semánticos del pronombre. No sabemos lo que signi­fica el pronombre esto, por ejemplo, pero sí para lo que sirve: paraseñalar algo que está ante nuestros ojos o algo que acabamos depronunciar o escribir» (Real Academia Española, 1973, p. 202;la cursiva es mía). La gramática de la Academia recupera -de lagramática griega-e, para el primer caso (cuando se señala algopor el demostrativo o algo que recordamos), el designativo deíctica;para el segundo (algo que acabamos de pronunciar o escribir), eldesignativo anafórico. K. Bühler (1934, pp. 199-201) propusouna distribución ligeramente distinta pero más cómoda: para loque vemos, usaba su conocida demostratio ad aculas; en tanto quepara lo que recordamos o acabamos de decir, su deixis en fantasma.Lo que nos interesa, en este apartado, es, principalmente, la deixisen fantasma. La demostratio ad aculas pertenece a otro nivel, queanalizaremos al final de este capítulo. Para adelantar la termino­logía, tanto en este capítulo como en la sección mencionada,emplearemos embrague para la demostratio ad aculas y anáfora parala deixis en fantasma. Esta división debe ser tenida en cuenta puestoque el embrague delimita el campo mostrativo en la coparticipa­ción de los interlocutores: en «esta casa», esta refiere a la casaque vemos mi interlocutor y yo y no a la que ha sido mencionadaen el discurso. En tanto que en «esa casa», esa puede ser ad aculas(embrague) en situaciones donde es mostrativo; y en fantasma

3. Entre los estudios recientes sobre la pronominalización en español, baste rnen­cionar el detallado estudio de E. C. García (19n). el qU( contiene, además, una com­pleca bibliografía.

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(anáfora) si la casa es la que se acaba de mencionar en el discurso.Ambos pertenecen a la categoría general de la deixis,"

Lo que nos retiene en este apartado es. entonces, la propiedadanafórica de los pronombres y las relaciones que se establecen enel umbral entre sistema primario y secundario. entre Gr y EVt . Lapropiedad anafórica de los pronombres hace que. en la extensióndel discurso. ellos funcionen como los puntos conectivos de una red.Si tomamos anáfora en sus dos sentidos posibles, como referen­cialidad a otras partes del discurso y como refirencialidad haciaatrás, podemos usar catdfora como rejerencialidad hacia adelante(H. Híz, 1969). En cuanto los pronombres pueden tener ambaspropiedades. su función en el discurso puede ser imaginada comolos puntos de una red unidos por varios caminos.

2)

Expresión metafórica sin duda: el pronombre, por su propiedadanafórica anida o teje (entre-teje). Esta propiedad referencial,tanto como la base de la composición con una red, fue puesta derelieve por K. Bühler (1934), insistiendo. además. en « el des­conocimiento moderno de la anáfora» (p. 563) Y en la importan­cia de K. Brugman y H. Paul en la recuperación de este conceptoexistente en la gramática griega. Lo importante, desde nuestropunto de vista. son los datos que recupera Bühler para señalar elpapel articulador de la metáfora:

4. Un ejemplo de la extensión de las relaciones anafóricas de la frase (P Postal,1972) lo ofrece el artículo de L. Lonzi (1970).

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El que dice enlace, en caso de que sea sensible a los valores etimológicos,piensa en lazos y nudos; los hechos se lo permiten. Ya los griegos lla­maban a las palabras de cierta clase aúvoEa~ol (oúvóeou«), y los la­tinos uncían mediante sus conjunaiones dos frases a un «yugo»; eran lasmismas palabras en la unidad de varias frases, que sugerían a los griegosla imagen de los lazos y a los latinos la dd yugo. Los creadores de lapalabra texto pensaban en tejido; pero no sé exactamente qué queríantrasladar específicamente del tejido a lo lingüístico (p. 562).

No sé si hoy podemos decir si sabemos ya lo que «querían tras­ladar específicamente del tejido a lo lingíiístico», pero segura­mente lo intuimos. J. Kristeva (1969. p. 81) ha recordado, opor­tunamente, la etimología griega de anáfora:

le mot anaphore signifie étymologiquement un mouvernent atraten un es­pace: anaphore en grec veut dire «surgissernent», «élévation», «ascensión»,«montée d'un fond ou retour vers l'arriere»: anaphori/cos = rdatif a;le préfixe ana qui exige le génitif, le datif ou l'accusatif signifie «rnou­vement vers, sur, ou a trauers quelque chose ; il s'emploie aussi pourdésigner une prisence continue dans la rnémoire ou dans la bouche ; pourHomere el d'autres poétes l'adverbe ana signifie «s'étaler sur toutl'espace, a travers et partout».

Con estas referencias en mano, volvamos a nuestro problema de larelación G, y EVt en la teoría del texto literario:

t) Tal vez esté lleno de rencor conmigo por haberlo dejado solo ennuestra última hora. it) Porque era también la mía iit) Él vino por mí.iv) No los buscaba a ustedes, simplemente era yo el final de su viaje, lacara que él soñaba ver muerta, restregada contra el lodo, y pisoteadahasta la desfiguración. v) Igual que lo que yo hice con su hermano; perolo hice cara a cara, José Alcancía, frente a él y frente a ti y tú nomásllorabas y temblabas de miedo. Vt) Desde entonces supe quien eras ycómo vendrías a buscarme. Te esperé un mes (...) (Juan Rulfo, Elhombre).

En todo discurso. cada objeto designado tiene su designador (nom­bre, pronombre) y toda ocurrencia de una expresión que refiere al

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mismo objeto debe introducir la repetición del nombre originalun sinónimo o un nuevo nombre para el objeto designado (E. V.Paduóeva, 1970). En todos estos casos es necesario que las rela­ciones entre los nombres sean diferenciadas o identificadas.

Un enunciado como «Juan fue a Craporepeck», Crapotepeckno tiene un referente (al menos yo no conozco ningún lugar coneste nombre), pero tiene una referencia impuesta por la proposi­ción: el verbo fue indica que Crapotepeck debe ser categorizadocomo lugar. En tanto que «[uan tiene un crapotepeck» obliga aidentificar la categorización de objeto. De modo que nos interesanaquí los mecanismos de identificación y de diferenciación de la re­ferencia; son fundamentales en la reconstrucción y conexión deldiscurso.

Así, en el ejemplo citado, una operación básica es la identifica­ción del narrador (del enunciante], y la diferenciación de éste conrespecto a los otros actores mencionados en el discurso. En esteproceso podemos identificar: 1) un actor designado por el pronom­bre ¡l, implícito en 1), que conforma el nosotros en conjunción conel yo narrativo, en el cual éste se incluye (<<era también la rnía»]y se excluye (celos buscaba a ustedes»}; 2) un él que identificamoscon el agente del viaje (<<era yo el final de su viaje»] y que es pro­nominalizado en iil) (<<Él vino por mí») y en iv) (cela cara que élsoñaba ver muerta»}; 3) un él que pronominaliza hermano en v),que identificamos en relación a un nosotros que incluye al agentedel viaje (en iii y iv) y donde el narrador cambia de niveles cuandodesigna a ellos (celo que yo hice con su hermano» en v), y tam­bién cuando se refiere como tú al agente del viaje (ccfrente a él yfrente a ti» en v). En suma, podemos identificar, aunque sólo de­signados por el pronombre, cuatro actores, divididos en dos clases,que son:

- El narrador que se presenta como paciente (que podemosidentificar como paciente): «él vino por mí»; y un él tam­bién identificado como paciente (<<haberlo dejado solo»],

- Un ¡l, designado también por un nombre propio (ccJosé Al­cancía»] identificado, primero, como agente (ccsu viaje»;

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«vino por rní»] y un él identificado como «hermano» delagente.

Si estas identificaciones son posibles, es porque, al mismo tiempo,operamos diferenciativarnente, y tal diferenciación se realiza en lamedida que identificamos a un actor como paciente y al otro comoagente, y que relacionamos a los otros actores con el uno o con elotro. Podemos esquematizar estas formas de ligar y diferenciarindividuales del discurso como sigue (B. Palek, 1968, p. 262):

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R~ R= R= R='- M m¡: m' rnj,:""---' • Z J ____

R# M n m,·· m J•• m h'

En este diagrama, M representa la entidad introducida en el dis­curso; y los sub-índices indican distintas entidades o individuales.Además, m y sus sub-índices representan, por un lado, las distintaspropiedades mediante las cuales identificamos una entidad; y, porotro, propiedades por las cuales diferenciamos una entidad deotra. Horizontalmente, R indica las relaciones de identificación(=); y. verticalmente, las relaciones de diferenciación (:#=).

El diagrama 3 como una posible ampliación de 2: muestrael papel articulador de la propiedad referencial (anafórica y cata­fórica) de los pronombres; y, también. la similaridad entre texto(en sentido de articulación del discurso en el sistema primario) ytejido: la propiedad anafórica no es exclusiva del texto literariosino de las EV en el sistema primario. Éstas pueden tener la mismafunción en los textos del sistema secundario, como mero esqueletoarticulador. Por el contrario. si están marcadas como en el juegopronominal del cuento de Rulfo, la semiotización enfatiza las posi­bilidades anafóricas en el sistema primario: la articulación entre

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 109

los agentes del cuento se «fija» en el pronombre y la ambigüedaddel título (¿a cuál de los agentes designa el hombre?) se expande enla red pronominal como serniotización de las propiedades anafó­ricas pronominales en el sistema primario. Podemos dar otrosejemplos que ilustren el umbral compartido, en los pronombres,por EV y EVS. Cobra, de Severo Sarduy, comienza de la siguientemanera:

4) Los encerraba en hormas desde que: amanecía, lesaplicaba comprc:sas de: alumbre. los castigaba (...)

Vale para este caso, en el plano EVt , lo dicho con respecto alejemplo 1). La función catafórica del pronombre, como serniotiza­ción, es la de referir a un nombre que todavía no ha sido mencio­nado. En EVt el comienzo de Cobra sería un «comienzo malformado del discurso» (G. L. DeLisie, 1973) puesto que los ras­gos (+HUMANO) (-HUMANO. +ANIMADO); (-HUMANO,-ANIMADO) serían indecidibles (aun contando los verbos, sus­tantivos y adjetivos), sin la mención previa del nombre ni de uncontexto apropiado. En las condiciones pragmáticas admitidaspor ciertas normas del sistema secundario, la semiotización esposible, precisamente, como «comienzo mal formado»: el nombre(cdos pies») vendrá después del pronombre. En «Todos losfuegos, el fuego» de Julio Cortázar:

5) Su obligación es mirar al palco (...)

se encuentra al comienzo de un párrafo. El pronombre posesivodebiera referir. en la secuencia del discurso, a los nombres deRoland, o de Jeanne o de Sonia, que figuran en el párrafo queprecede, inmediatamente, al párrafo que comienza con el posesivo.Sabemos, por otra parte, que el empleo de su da lugar a ambigüe­dades y que, por esta razón, suele sustituirse el posesivo por formasproposicionales: «su, de él». En el ejemplo de Cortázar, la semio­tización consiste en eliminar, en el comienzo del párrafo, la formaproposicional aclaratoria; y, además, en poner de relieve la ausen-

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110 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

cia de esta forma separando -por la inserción de un párrafo ínte­gro- el nombre (Marco) al cual remite el posesivo. Este meca­nismo, además, es uno de los varios empleados para producir, enel cuento, los fenómenos de ambigüedad sobre los fenómenos deconexidad. (W. Mignolo, 1976b)

En resumen, la pronominalización, en la frase y en el discurso,es un fenómeno de EV que puede, por un lado, ser tratado por lalingüística (Gf o Gt ) . Nuestro análisis destacó, en primer lugar, lasegunda posibilidad. Pero, al mismo tiempo, la pronominalización,como fenómeno de EV, fue tratada, desde la perspectiva de lateoría del texto literario, como EVt . Al dar este segundo pasovimos, en el fenómeno de la pronominalización, un fenómeno deconexiones anafóricas en red, que dan lugar a semiotizaciones posi­bles en EVS t .

2.2.4, Paragrama y conexidad

En el apartado 2.2.2., punto 1), señalamos ciertas posibili­dades de análisis de conexiones no estrictamente sintácticas (prin­cipios de linealidad y de equivalencias). El ejemplo del principioanafórico, en 2.2.3., Piede verse como una extensión «espacial»,en relación al de linealidad y de equivalencia. Por ello hablamos,metafóricamente, de red. El principio para-gramático (introducidopor Saussure, después de algunas vacilaciones; J. Starobinski,1971, p. 31) nos ofrece la posibilidad de dar un paso adelante enla dirección que acabamos de trazar.

La noción de paragrama ha suscitado ya una abundante biblio­grafía l y, al mismo tiempo, variados puntos de vista, Debido aello, es necesario volver brevemente sobre su historia con el finde especificar en qué sentido paragrama, como principio relacional,puede ser un concepto de la teoría del texto literario. En las inves-

5. La noción de paragrama ha provocado un número destacable de trabajos. entrelos cuales Th. Aron (1970); A. S. d'Avalle (1973); F. Rastier (1970); P. Wunder­li (1972). A. [ohnson, 1977.

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LA CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 111

tigaciones de Saussure, paragrama fue empleado para designar unconjunto de fenómenos que, localizados en el lenguaje, eran, sinembargo. irreductibles a los principios de la lingüística: el dis­curso, ante el paragrama, se presentaba como una «máscara», de­bajo de la cual un significante se resistía al significado. Añosdespués. la convergencia que produce J. Lacan (1966, pp. 493­530). de S. Freud con Saussure, da lugar. en las investigacionesliterarias, al establecimiento de relaciones entre la noción de para­grama. por un lado. y las de condensación y desplazamiento. deorigen freudiano, por otro: estos últimos conceptos permitiríanexplicar ciertos aspectos de la lengua poética que reemplazan elencadenamiento lineal de frases. por un tipo de organización quesería mejor representada por la teoría de los grafos (o gráficos)(J. Kristeva, 1974, pp. 230-231). El desplazamiento y la con­densación. como matriz del paragrama, lleva también, a J. Kris­teva, a buscar la formulación de una teoría del sujeto en la lengua.Además de la línea de problemas que surgen de la convergenciaseñalada, las investigaciones que llevaron a Saussure a introducirla noción de paragrama, provocaron -por otro lado- una aper­tura de orden epistemológico, en estrecha relación con la teoríadel sujeto en el psicoanálisis de J. Lacan.

Mencionamos estas direcciones de problemas que se despren­den de la noción con el objeto de separarlos del sentido que da­remos a paragrama en la teoría del texto literario. Dicho esto,podemos comenzar recordando la primera reinterpretación de lanoción introducida por J. Kristeva (1969, pp. 183-184), sin ne­cesariamente tomar otros empleos que esta autora da al término(1969, pp. 80-83). El paragrama, entonces, es reinterpretadocomo: 1) el conjunto del lenguaje poético concebido como unaespaciali'\!lción y un tipo especial de relación entre secuencias, quelo distinguen de la organización lineal, significante-significado,implicada por la concepción del signo lingüístico. y 2) este tipo derelaciones y de espacialización particular del lenguaje poético serepresenta como un sistema de conexiones múltiples que puededescribirse como una estructura en redparagramática, representablemediante un modelo tabular no lineal. El modelo tabular, pro-

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112 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

puesto originariamente por M. Serres (1964, pp. 11-21), en elcampo de la filosofía, nos permite pensar el tipo de relacionesparagramáticas como relaciones no lingüísticas, en el sentido enque son concebidas en G, o G r- Esta es otra de las razones quenos llevaron a hacer ciertas advertencias cuando, en la introducciónde este capítulo (2.1.1.), establecimos relaciones entre G( y EVS I ,

y entre G, y EVt . Estamos ahora en condiciones de retomar yespecificar el paso de la gramática del texto a los modelos deestructuras verbales y verbales simbólicas en la teoría del textoliterario.

Tomemos un caso que nos ejemplifique la posibilidad de inte­grar en la teoría del texto literario el tipo de modelos que puedencaptar las conexiones paragramáticas, así como la de especificarlos aspectos sustantivos que ellas presentan.

l ) llamaría como un tubo lle:no de: vie:nto o llanto.o una botell« echando c:spanto a borbotonc:s(P. Neruda, Residencia en la tierra, «Barcarola»],

En primer lugar podemos anotar, en estos versos, lo que salta a lavista. Dos isotopías de sonido: la repetición del fonema 11/ y delfonema Ibl, y sus dos alófonos (b) y ~); además, podernos con­siderar la semejanza de sonidos entre Ibl y Ipl, por un lado, yIpl Y Itl, por el otro. Estas semejanzas de sonidos están contem­pladas ya en el sistema primario. Lo que resaltaría, en relacióna él, es la combinación de los dos isotopías IY y Ibl, isotopías quetienen en común sólo el rasgo sonoro. La combinación de estasdos isotopías resulta, en relación al sistema primario, una «impo­sición» o una «suplernentariedad». Lo interesante es que tal su­plernentariedad adquiere la función de una «regla» que generauna cantidad notable de versos en Residencia en la tierra. Un ejem­plo lo encontramos en «Oda con un lamento»:

2) Tu lloras de:salud, de:ceéolla, de:abe:jas.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 113

Ahora bien. esta super-articulación del sonido «ignora». por asídecirlo. las relaciones con el sentido: la sintagmatización de sus­tantivos acompañados de preposición. prepara las equivalenciassemánticas (i.e.• lloras de angustia. de miedo. de desconsuelo), quehan sido «desplazadas» por la «regla» de la isotopía sonora su­plementaria. en el sistema secundario.

En «Barcarola» podemos, además. ejemplificar la super-ar­ticulación paragramática en relación al nivel morfológico:

3) esparcido en desgracias y olas desvencijadas:de lo sonoro el mar acusasus sombras recostadas, sus amapolas verdes (vv. 29· 31)

4) frente a una nueva noche.llena de olas.y soplaras en mi corazón de miedo frío.soplaras en la sangre sola de mi corazónsoplaras en su movimiento de paloma con llamas (vv. 34-48)

N O contamos con ninguna «regla». en el sistema primario, quenos autorice a tomar. de estos versos y a primera vista. las palabras«amapolas» y «palomas»; no habría instrumentos, en la lin­güística, que nos permitieran justificar esta abrupta selección. ex­cepto la virtud que tienen las palabras de ser identificadas por suseparabilidad, pausa sonora o espacio de la página. Hechas estassalvedades. podemos comenzar a «imaginar»; reescribamos lasdos palabras: /amap(ola)s/ y /p(al.0)masl. En la primera recono­cemos. entre paréntesis, una palabra. ola, y. en la segunda. lamisma palabra con la posición invertida de las vocales. abo Esquizás ya menos abrupto. ahora, encontrar olas, en la primera lí­nea del ejemplo 3); y. también. olas en la segunda línea delejemplo 4). Es quizás también posible señalar la repetición de/s(o)p(la)ras/ en las tres últimas líneas del ejemplo 4); comoasí también la repetición de /s(ola)mente/, al comienzo del poema(vv. 1 y 2); y. para no insistir demasiado. el título mismo: Bar­car(ola). Tenemos aquí bosquejada otra «regla», de orden para­gramático. que genera una cantidad notable de versos en Resi-

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114 PARA UNA TEORfA DEL TEXTO LITERARIO

dencia en la tierra: en «Oda para un lamento» encontramos denuevo la trilogía que ilustra la regla: palomas, en el primer verso;amapolas en el décimo, y olas en el trigésimo; al mismo tiempoencontramos /des(ola)dos/, /(o)ndu(las)f. y quizás, ya que entra­mos en el juego, el título mismo: «Oya para un Oa)ment(o)>>.

Consideremos, finalmente, un ejemplo relacio~ado con elorden sintáctico-semántico:

5) Yo hago la noche del soldado. el tiempo del hombre sinmelancolía ni exterminio

(ReJidencia en la tierra, "La noche del soldado»).

Melancolía y exterminio están conectados por un morfema (<<sin ...ni»], que en español es una doble negación. Pero, en este caso, losmiembros conectados no penenecen a la misma jerarquía funcio­nal: exterminio es un sustantivo derivado de un verbo. Tal deri­vación es imposible en el caso de melancolía, ya que no existe unverbo melancoli7¿r. Si pudiéramos imaginar tal verbo, éste seríaintransitivo y no transitivo, como lo es exterminar. Ambos puedenaparecer en estructuras de superficies semejantes: «El exterminio'de la ciudad», «La melancolía de la mujer», pero difieren en laestructura de base. Además, como sustantivos conectados, el unopuede ser sub-categorizado como (+ESTADO; +ABSTRACTO),en tanto que el otro como (+ACCIÓN: -CONCRETO). A pesarde todas las informaciones que los sitúan en distintos órdenes dela jerarquía funcional, ambos pueden ligarse paragramáricarnentemediante informaciones que ellos sugieren y que están contenidasen la lengua.

Comencemos por el diccionario. La entrada, con respecto aexterminio, es: «Acción de exterminar. Destruir totalmente unaespecie de cosas (..,). Aniquilar o devastar un sitio habitado; porejemplo, en la guerra: ..Los invasores exterminaron la ciudad"»(María Moliner, Diccionario de uso del español). Con respecto amelancolía, la entrada es: (( Propensión, habitual y circunstancial, ala tristeza: ..En cuanto estoy sola, me invade la melancolía" ». Loprimero que resalta, de las dos entradas, es la conexión de ambas

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 115

mediante la relación «cruzada» de invadir-invade, como verbo ycomo sustantivo: (( Los invasores exterminaron la ciudad », dondeexterminar (verbo) es acompañado de invasores (sustantivo). Entanto que en «Me invade la melancolía», melancolía, como sus­tantivo, va acompañado de invadir, como verbo. Es decir, existeuna configuración en la cual melancolía y exterminio se conectan,en el conocimiento de la lenra, mediante un verbo posible desustantivizar (invadir, invade. Además, melancolía y exterminioaceptan en su campo connotativo el rasgo "soledad". Para me­lancolía está contenido en el mismo ejemplo del diccionario:«Cuando estoy sola, me invade la melancolía». En cuanto a:«Los invasores exterminaron la ciudad» puede verse "melanco­lía" como rasgo connotado, ya que usualmente (en las noticiasperiodísticas), las referencias a exterminio o a destrucción vanacompañadas de sustantivos como de-sola-ción, donde "soledad"es un rasgo implícito. Si admitimos estas conexiones, como con­densación de diferentes series, admitiremos también que «Lanoche del soldado» (como título) impregna un campo connotativoen el cual "soledad" es fácilmente reconocible como informacióncultural: sabemos de la «soledad», «tristeza», «melancolía» delas noches de los soldados. Llegados a este punto podemos, toda­vía, poner en funcionamiento nuestra capacidad para el juego depalabras, para el trasvasarniento (condensación) de series signifi­cantes: los rasgos "solo" y "soledad" están contenidos en el sig­nificante de [soldado]: "sol(dad)o"; en tanto que "soldado" y "so­ledad" tienen una misma matriz significante: sol(e)dad(o)' o una

base de identificación [soldad], sobre la cual se traza la diferenciamediante dos vocales en distintas posiciones. Informaciones sufi­cientes para conectar, en el paragrama (super-articulación), lo queaparece como anomalía (desconexión) en el discurso. Estos ejem­plos extrañarían a cualquier defensor de la semántica formal. Noobstante, no podemos dejar de lado este aspecto de la produc­ción y recepción de discursos que son indicios de tipos posibles deprocesamientos de la información en cuanto serniotización mar­cada de los planos fonológicos, morfológicos y sintáctico-semán­ticos de la lengua.

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116 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

Hasta aquí hemos considerado algunos ejemplos de conexio­nes paragramáticas. La super-articulación de estas conexiones nosenfrenta con una situación para la cual, su misma complejidad, seorganiza por un tipo de mediación, cuya referencia la constituyenuestro conocimiento de la lengua; pero las conexiones paragra­máticas se super-ponen a ella. Las estructuras más cercanas, o se­mejantes. que encontramos en el sistema primario, son el «juegode palabras» (de ahí las relaciones que se establecen, después deFreud, entre el lenguaje de los niños y la lengua poética), en elchiste (en su relación con el inconsciente) y en los sueños. Comoproceso de semiotización, los ejemplos considerados tienen, ade­más, en la metalengua, una norma que preconiza la producción deeste tipo de estructuras (semiotización de estructuras primarias), yque se resume en la fórmula «escritura automática».

En la propuesta de M. Serres ( 1964), el modelo tabular puedeser desarrollado a partir de los siguientes elementos: a) un instante,b) una pluralidad de puntos, y c) una pluralidad de ramificaciones.Como ilustración, podríamos sugerir, para el caso de la sernioti­zación de las relaciones «morfológicas» en «Barcarola», unarepresentación:

OlaI ¡.

Solamente

...+

SolaBarcarola..

Amapola

~=~~ l .,,~=~

e:======="~ Soplaras.-------- --------.paloma ... ~ lamento+-- .-

El diagrama. en su totalidad, corresponde al instante; las palabrasa los puntos. y las flechas a los caminos: en éstos se marcan dostipos de articulaciones: el primero.. indica la relación de depen­dencia (marcada a partir de la palabra identificable o matricial); elsegundo~ la relación de analogía (formas análogas de inserción

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 117

de la palabra matricial). Esta representación permite destacar lasconexiones paragramáticas, como conexiones múltiples. que sesuperponen a la representación lineal discursiva «<adelante»,«atrás», en las conexiones anafóricas); o, en otras palabras. 10 quenos interesa es el paso, en el modelo, de la línea al espacio.

Para terminar, y relacionar fenómenos paragramáticos y mo­delo tabular con cuerpo central de la teoría. podríamos decir queeste tipo de semiotización de estructuras primarias consiste en unmovimiento que produce una espesura en la línea. una super-articu­lación que opaca el significado o lo desplaza. Estas dos propieda­des. que pueden encontrarse en el lenguaje de los niños o en eljuego de palabras, como EV. al ser semiotizadas, se acentúan (semarcan). produciendo cierta «violencia» en el espacio lingüístico.Esa violencia no puede ser captada por los modelos de la gramá­tica del discurso y es, por lo tanto. necesario buscar otro tipo demodelos para poder integrar estos procesos de semiotización en lateoría del texto literario.

2.3. CONEXIONES GLOBALES

2.3.1. Conexidad J narratividad

El descubrimiento que se hizo de V. Propp ( 1928), en Europay en América. en el último cuarto de siglo. constituyó una especiede tercera alternativa para el análisis de las estructuras narrativas,en el campo de los estudios literarios. En la primera alternativa sepodría situar la tradición de las retóricas y de las poéticas. Parala poética, la «narración literaria» (en la clasificación de H. Laus­berg, 1966. p. 261) estaba dividida en dos sub-genera: a) la narra­ción de cosas y procesos (subdividida. a su vez, en la fábula, lahistoria y el argumentum). y b) la narración personal (a la cual elmismo Lausberg agrega una dudosa comparación: «como novelapsicológica: Illud genus narrationis quod in personis positumest»], Para las retóricas. en cambio, la narración era parte de la in­oentio, que se dividía en exordium, narratio yargumentatio. La narra-

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118 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

tio, de acuerdo a los fines pragmáticos de las retóricas, era «utilis adpersuadendum expositio». Como segunda alternativa aparecen, porlos mismos años en que V. Propp lleva adelante sus investigacio­nes, las primeras propuestas para el estudio de la narración nove­lesca (P. Lubbock, 1921; E. M. Forster, 1927; E. Muir, 1929);esta tradición reaparece en los últimos años y tiene su resumenen el clásico libro de W. C. Booth (1961). La obra de Propp in­troduce, frente a las dos alternativas, una «retórica del cuentofolklórico», para la cual el objetivo mayor lo constituye su morfo­logía.

Las tres alternativas tienen, a pesar de las diferencias, un rasgoen común: son descripciones de estructuras ya semiotizadas. Porello, y de acuerdo con nuestros propósitos, es necesario situarnosen un momento anterior al de los conocimientos que nos ofrecenestas alternativas, y pensar que la narración (el hecho de narrar)es una actividad que practicamos a diario. Las estructuras narrati­vas, en este sentido, deben ser situadas en el sistema primario parapoder, sobre ellas, analizar el proceso de su semiotización. Al asu­mir esta perspectiva, podemos todavía precisarla diciendo que, enla tradición aludida, se puso de relieve el resultado más que elproceso de semiotización. Si, en cambio, partimos del sistema pri­mario, la narratividad puede ser tomada como el indicio de lacapacidad que tenemos para resumir y organizar estructuras glo­bales, sobre la base de la información lineal discursiva. Esta capa­cidad, aparentemente, nos remite a la articulación de estructurasconceptuales. El aspecto de la conexión de estructuras globalestampoco escapó a las poéticas, si bien, a juzgar por un ejemplo, laconexidad parecía ser una preocupación por la manera correcta deproducirlas más que por los modos de articulación: «Los episodiosépicos han de ser partes de la misma fábula y han de tener conexióncon el asunto de ella. De lo contrario se origina el defecto de lasfábulas episódicas,yerro propio de poetas irnpéritos, que, queriendohermosear y abultar sus poemas, e ignorando el verdadero modo yarte de hacerlo, echaron mano de episodios inconexos y fuera de lafábula» (Luzán, libro IV, cap. V; la cursiva es mía).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 119

2.3.2. Conexidad, mención J representación de acciones"

2.3.2.1. En el apresuramiento por «aplicar» el modelo dePropp al análisis de relatos literarios, pasó inadvertida (o no se leprestó demasiada atención) una oportuna observación de C. Bre­mond (1966, p. 76). Bremond observa que. a los tipos elemen­tales de narración. corresponden las formas más generales delcomportamiento humano. Propone. en consecuencia. buscar. apartir de las formas más simples de la narratividad (tales comolas secuencias, los roles. los encadenamientos de situaciones), lasclasificaciones de tipos simples de relatos. Concluye diciendo quela semiología del relato, como técnica de análisis literario. puedeser fecunda integrada a una antropología. La observación de Bre­mond nos remite, a mi entender. a las formas de la narratividaden el sistema primario. Son ellas las que nos darán las posibilidadesde situar. en el plano del relato. los procesos de su semiotización.Comencemos por un caso simple:

Abrió la puerta. Entró en el piso.

Es probable que la mayor parte de los receptores de estos dos'enunciados los interpreten algo así como: «Quien abrió la puertay entró al piso es quien vive en él». Si esto ocurre. es porquea la información del enunciado agregamos ciertas presuposicionesy asumimos que el piso pertenece a quien abrió la puerta. Además.suponemos que la puerta abierta es la puerta del departamento yno la del automóvil, la del baño. o la de la casa de Juan; supone­mos que el orden de las acciones (abrir. entrar) corresponden alorden de los enunciados. El orden de los enunciados podría alte­rarse (ee Entró al piso después de abrir la puerta»}, pero no el or-

6. Un panorama general de los problemas relacionados con la teoría de la acción.en A. R. Whire. ed. (1968); N. Care y Ch. Landesman, eds, (1968); M. Nowakows­ka (1973). En relación a la «narranvidad literaria», T. A. van Dijk (1976).

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120 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

den de las acciones. La información que agregamos a aquellasuministrada por el enunciado, es un ejemplo de las pautas dereconocimiento que operan como normas del comportamiento y desu comprensión: «normalmente» quien abre la puerta del piso yentra en él es el dueño; «normalmente» para entrar en el pisohace falta abrir la puerta, etc. Tales normas. institucional y social­mente organizadas e interiorizadas por el receptor, son partes delcódigo de comunicación que gobierna nuestra percepción de losacontecimientos, de una manera semejante a como la gramáticagobierna la percepción de la sintaxis del enunciado (H. Sacks,1972; A. Cicourel, 1974; B. Bernstein, 1971). Así, por ejemplo,retomando una de las observaciones anteriores, podemos vercómo la norma nos «dicta»: a) quien abrió la puerta y entró estabaafuera dado que b) la puerta se abre también para salir. En fin,la norma es un mecanismo socializado que categoriza las accionesy los acontecimientos en clases apropiadas (H. Sacks, 1972.pp. 338-339).

Estas observaciones nos permiten trazar un esquema inicialdiferenciando. a partir de «las acciones realizadas», los diferentesniveles de análisis:

1) las acciones realizadas;2) las acciones percibidas y la descripción que hacemos de ellas

en nuestra conducta verbal cotidiana; los tipos de enunciadosque empleamos para describirlas;

3) los lenguajes formales (o cuasi-formales) construidos para des­cribir la relación entre 1) Y 2): filosofía de la acción, sociolo­gía. ciencias de la conducta, semiología del relato;

4) los lenguajes formales (o cuasi-formales) que construimospara describir la manera en que describimos acciones: filosofíaanalítica.

Los dos primeros puntos nos remiten al objeto que debe ser anali­zado; los dos últimos. al lenguaje teórico. Aprovecharemos, enconsecuencia, conceptos ya establecidos en el lenguaje teóricopara situar el objeto de análisis en el sistema primario, sugiriendo

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LA CONHGURACION DEL SISTEMA PRIMARIO 121

-al mismo tiempo- modos posibles de semiotización que serananalizados más en detalle en 3.4.1.2.

2.3.2.2. El formalismo ruso (B. V. Tomachevski, 1925,p. 269) había diferenciado entre la «fable)) y el «sujct»: «Unfait divers que lauteur n'aura pas inventé peut lui servir de fable.Le sujet est une construction entiérernent artistique». TzvetanTodorov (1966. p. 126). haciendo una transposición metafóricade Ernile Benvenisre (1966. p. 238). llama «histoire» lo quepara Tomachevski es «fable» y «récit» lo que para éste es «su­jet». Estas divisiones (independientes de las de Benveniste querefieren al tiempo verbal) establecen una relación entre el punto2) y 3): cuando «leernos» o escuchamos. no procesamo~ accionesreali7.:zdas (motivaciones, deseos. condiciones sociales) sino infor­mación verbal; la semiología del relato es. fundamentalmente. unlenguaje para analizar. 2) y no 1). Sabemos que. en los estudiosliterarios. la con-fusión de estos dos niveles alimentó el trabajocrítico (además de ser una de las formas corrientes de lectura),analizando los «personajes» como «personas». Ello se explicadado que. como dijimos. la manera en que concebimos las accionesestá estrechamente ligada a nuestra capacidad para describirlas.Por lo tanto. el análisis de las condiciones bajo las cuales es posibleconectar estructuras globales (basadas en acciones o acontecimien­tos). debe tener en cuenta. en primer lugar. que la manera en la cualpercibimos las acciones. puede sólo ser analizada sobre la base dela socialización de los signos mediante los cuales las representamos(imágenes. signos verbales. diseños. etc.). Lo cual implica -y esprobablemente el origen de la con-fusión aludida- que los signosson el punto donde se articula el análisis de la acción, y el análisisde la manera en que representamos las acciones. A su vez. necesi­tamos nuevos signos (lenguajes formales o cuasi-formales) parahablar de las acciones como comportamiento humano y social yde su representación verbal (N. Rescher, 1967. pp. 216-219).Veamos. en primer lugar y con el objetivo de deslindar campos detrabajo. cuáles son los elementos necesarios para describir la

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122 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

manera en la que, en el sistema primario, nos «representamos lasacciones» :

a) un agente que realiza la aceren:b) un tipo de acción que puede clasificarse como acto-tipo: la

existencia de un ente (animado) que produce un cambio, conun objetivo y bajo ciertas circunstancias. Estos actos-tiposlos concebimos o los designamos con un verbo que puede sergeneralizado en el orden del «hacer»;

e) una modalidad de la acción: «abrir la puerta con violencia,dulcemente, impetuosamente», etc., que representamos mediantemodificadores ;

ti) un lugar de la acción que la sitúa en el espacio, en el tiempoy en relación al curso de actos cumplidos o de estados modi­ficados;

e) una racionalidad de la acción, concebida mediante conceptoscomo «motivación», «intención», «causa».

2.3.2.3. - Suponiendo que los aspectos enumerados de a) ae) corresponden al análisis que -en el lenguaje teórico de 3)­hacemos de 2), podemos pasar, entonces, a pensar cómo, en ellenguaje teórico, podemos también representarnos el nivel 1) (ac­ciones realizadas). En la elaboración de G. H. von W right ( 1967,pp. 12 1-1 35), los componentes de la acción pueden organizarseen un proceso que consiste en la transformación de un estado¡ aun estadoy. Representado en un diagrama en forma de árbol, ten­dríamos:

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 123

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-"------. • En

._E_k T_k• c:::::::: :Podemos encadenar una sucesión de acciones que comienzan

en E¿ (estado inicial) que tiene la primera transformación en TI; Yque da, como estado final, una de las posibilidades,y sólo una, de lasmarcadas a la derecha de TI (Eh, E¡, Ej, Ek). A su vez, cada estadofinal puede ser estado inicial de nuevas acciones y de procesos detransformación (Th, Ti. Tj, Tk), cuyo estado final está representadoa la derecha (Eh' ...En). En la medida en que sólo una de lasacciones es realizable, el agente se encuentra, en cada punto de loscaminos, frente a un proceso de decisiones. La acción de un orga­nismo (dejando de lado las acciones que deben realizarse en formaparalela, como respirar, mirar, oír, etc.] es un proceso de decisionesque implica una conducta serial: una acción y sólo una puede reali­zarse a la vez. En este sentido, toda conducta implica un sistemade elecciones (basado en una lógica de preferencias) y decisiones queejecutan las elecciones realizadas. Es obvio, como paréntesis, queeste tipo de análisis puede ser pertinente para conceptual izar lasacciones (o para describir las acciones realizadas), pero no necesaria­mente para conceptualÍ7,t¿lr el relato de acciones, Es importante señalar.al respecto, que el modelo propuesto por C. Bremond (1966) nocontempla la conducta de los agentes de la acción (o no sólo a és­tos), sino, fundamentalmente, el proceso de decisiones en el queestá involucrado el narrador de una secuencia de acciones. En elmodelo de Bremond (p. 61), la libertad para elegir el desarrollode la acción o de la secuencia implica un proceso de decisiones yde elecciones del acto narrativo y no en las acciones narradas.

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124 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

Volviendo al orden de la representación de la acción en ellenguaje teórico, podemos agregar que el proceso de elecciones,para ser representado. necesita de un operador que indique sumodalidad y especifique sus posibles restricciones. Las modalida­des pueden ser del orden de lo permitido o de lo preferido, y sonellas las que restringen la «libertad» del agente. De esta manera,podríamos agregar, en el diagrama 1, un signo (*) que indique laexistencia de restricciones posibles en el análisis de la acción. Taloperador contemplaría, al menos. tres tipos de restricciones: a) enciertos casos, el agente estaría completamente obligado a la ejecu­ción de la acción y, por lo tanto, no habría ni proceso de elecciónni proceso de decisión; b) en ciertos casos, el agente estaría restrin­gido por un número mínimo de posibilidades elegibles o conde­nado a la pasividad; c) en ciertos casos, el agente tendría variaselecciones posibles y, en consecuencia. el máximo grado de liber­tad. Este esquema, obviamente, es un esquema tipo y a él debería­mos agregar, para el análisis de la acción empírica. un númerodeterminado de variables psico-sociales. También es obvio queno nos interesa continuar por este camino. sino rescatar. de lodicho hasta el momento, aquello que pueda ser relevante para la«traducción» verbal de acciones no verbales. Siguiendo. entonces,con la enumeración de las restricciones posibles de las accionesno-verbales, podríamos agregar otro orden de restricciones: lasacciones pueden ser ejecutadas por a) la capacidad biológica pararealizar acciones (el hombre no puede volar o el pájaro no puedehablar) y b) la capacidad socializada para actuar violando o respe­tando las reglas del orden legal. moral, político, etc. En consecuen­cia, podemos decir que actuar es una función de aplicación de unconjunto de capacidades en un conjunto de posibilidades. Conceptual­mente. en el lenguaje teórico, la descripción de la acción estaríabasada sobre este conocimiento implícito; y este conocimientoimplícito sería, a la vez, una estructura conceptual que subyace atoda descripción de la acción.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 125

2.3.2.4. Las observaciones que preceden intentan bosquejaralgunas posibilidades de representar, en el lenguaje teórico, accio­nes realizadas en la conducta social. Ello nos permite proponer quelos procesos de semiotización pueden estar basados tanto en lasacciones realizadas como en la acción verbal mediante la cual, en la«vida diaria», representamos las acciones. El famoso episodio deRemedios elevándose al cielo, en Cien años de soledad (G. G. Már­quez, 1967), puede servirnos de ejemplo: el primer dato que tene­mos es que se ha semiotizado una capacidad biológica (el ser huma­no no puede elevarse, por sus propios medios, de la tierra); segun­do, para alguien que participa del contexto cultural donde el hechonarrado se sitúa, el proceso de semiotización puede resultar sólo la«repetición» o «reproducción» de una manera de conceptualizaracciones en la vida diaria en que se asume metafóricamente, porejemplo, que la ocurrencia de tales o cuales hechos se le figura al serhumano como elevación física; tercero, para alguien que no parti­cipa del contexto, la violación de la capacidad biológica de la ac­ción puede resultar un hecho cefantástico», y esta parece ser la basede la interpretación cerealista mágica» de una semiotización de lasposibilidades de la acción. En cuanto a la semiotización de la con­ducta verbal mediante la cual nos representamos la acción, podría­mos ejemplificar con las conocidas categorías de «verismo», {(COS­

turnbrismo», «realismo». En estos casos, no sólo se respetaríanlas capacidades biológicas y la capacidad socializada de la acción,sino que también se semiotizarían, como reproducción, las formasverbales en las cuales un grupo humano conceptualiza la acción: lamímesis y lo verosímil estarían relacionadas con este segundo prin­cipio. En otros casos, como en las novelas de M. Puig (e.g., Bo­quitas pintadas), podemos pensar que su «resistencia» al «realis­mo», «verismo», etc. proviene del hecho de que el proceso deserniotización marca claramente la manera en la cual un grupo hu­mano verbali~ las acciones: la marca en el lugar común de la len­gua (todos los personajes hablan o se expresan con frases hechas),separa la fusión de acción realizada y verbalización, como en elrealismo, para marcar fundamentalmente la serniotización de laconducta verbal.

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126 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

Diferenciadas ya acción realizada y conducta verbal que lasconceptualiza, podemos pasar al análisis de esta última (cf. D. Da­vidson, 1967). Supongamos un enunciado tal que

1) Juan fue a Madrid en mayo de 1965.

Podemos señalar un estado El' en el cual Juan no está en Madrid,una transformación T que es la acción de viajar, y un E 2 que esJuan en Madrid. Pero ¿qué hacemos con la fecha? Podemos decirque, con la fecha, indicamos el momento de la acción, de tal ma­nera que 1) sería una descripción del tipo:

2) La acción x consiste en el hecho de que Juan fue a Madrid; y laacción x tuvo lugar en mayo de 1965.

Ahora bien, no es obvio que aquí se trate de la representación de unaacción más bien que de la mención de dos acontecimientos: uno es laacción propiamente dicha y el otro es la fecha y el lugar de la ac­ción. La representación de la acción tendría lugar cuando conec­tamos las menciones que la detallan. Es decir, cuando éstas vanacompañadas de informaciones del orden de la modalidad o de laracionalidad de la acción; en el caso de «[uan fue» habría coinci­dencia de la mención y de la representación:

3) Juan fue a Madrid en mayo de 1965 por razones de familia (racio­nalidad). El viaje le costó muchos inconvenientes porque tuvo quepedir licencia en su trabajo (modalidad).

Lo que ganaríamos al diferenciar entre mención y representación dela acción es separar la acción «receptada» (representación) de lamanera en que es verbalizada (mención). En otras palabras, es po­sible conceptual izar una misma acción aunque esté mencionada endiferentes formas verbales: en el proceso de recepción retenemosun esquema que se corresponde con los elementos de base me­diante los cuales conceptuali7.,!lmos la acción. Podemos decir, por lotanto, que la socialización de los conceptos de la acción prima

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 127

sobre las estructuras verbales que la mencionan. Los elementos queconectamos cuando, en la recepción, representamos estructurasglobales son, entonces: a) mención del agente y de la acción((Juan fue»], b) mención de lugar y tiempo (Madrid, 1965) y c)mención de la racionalidad de la acción (<< Fue a Madrid por cues­tiones de familia»).

2.3.2.J. Ahora bien, en un relato no se trata de la menciónde los componentes de una acción, sino, por el contrario. de laconexión de representaciones de varias menciones:

4) El padre de Amalia murió cuando ella tenía seis años. El marido deAmalia murió cuando ella tenía dieciocho años. Después. Amaliafijó su residencia en Buenos Aires.

En este caso, tenemos la mención sucesiva de tres acontecimien­tos, en una secuencia verbal de enunciados. Suponiendo que 4) pu­diera ser una secuencia -como ejemplo de la mención de aconteci­mientas en la «vida cotidiana»->, las relaciones que podemos esta­blecer para describir la secuencia en un lenguaje teórico serían,aproximadamente:

4a) El acontecimiento x consiste en el hecho de que X murió.X tiene una relación de familia (padre) con el agente Y [Ama­lía).

4b) El acontecimiento 'Z consiste en el hecho de que Z murió.Z tiene una relación de familia (esposo) con y; -;;. es posteriora x.

4c) El acontecimiento y es que Y cambia su residencia de O (lu­gar no mencionado) a P (Buenos Aires); y es posterior a xpo;;,

Ahora bien, 4) puede ser mencionado de otra manera:

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128 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

5) Arnalia perdió al marido en el primer año de matrimonio y. comotampoco tenía al padre. fijó su residencia en Buenos Aires.

En 5) las tres menciones se repiten, pero se agrega todavía una, laracionalidad de la acción: Amalia fijó su residencia en BuenosAires a causa de la muerte de su padre y de su marido. En 4) lostres acontecimientos están mencionados en el orden sucesivo de suacontecer; pero, en 5) se agrega una relación de dependencia semán­tica entre las acciones: las acciones x y \. dependen de y. La relaciónde dependencia marca de alguna manera las acciones. puesto queya no las situamos a todas en el mismo nivel: las acciones depen­dientes contribuyen a marcar la acción principal. En este caso, x y\. preparan, utilizando un término de Propp, la acción y.

Estas distinciones nos permiten proponer que:

6) La representación de la acción es una operación que consiste enestablecer relaciones de dependencia semántica entre. al menos.tres órdenes de menciones de acontecimientos: a) relación dedependencia semántica entre mención de acciones; b) relación dedependencia semántica entre mención de agentes. y e) relaciónde dependencia semántica entre mención de objetos y menciónde estados.

La regla 6) da lugar a especificar las particularidades de las rela­ciones de dependencia semántica, tanto en el proceso de produc­ción como en el de recepción de un relato: quien produce (cuenta)un relato tiene la «libertad» de ser redundante y agregar toda lainformación necesaria, para que las relaciones de dependencia pue­dan ser inferidas, sin equívocos. por el receptor. Esta particula­ridad la supondríamos válida. en su generalidad. para el sistemaprimario. N o obstante. en el sistema secundario (textos literarios)ella dependerá, por un lado, de la metalengua ; y. por otro, del tipode menciones de acontecimientos que soportan la redundancia.O. podría ocurrir también, como en la «novela moderna», que se

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 129

suprima información para que las relaciones de dependencia se­mántica sean ambiguas; es decir, den lugar a varios conjuntos deinferencias. En estos tres casos, vemos obviamente la semiosis dela representación de la acción ligada a la metal engua: así comoen la novela moderna la semiosis consiste en dar lugar a ambigüe­dades en las relaciones de dependencia semántica, en otros casos laredundancia puede semiotizar la mención de estados (novela ro­mántica) o la mención de objetos (novela realista) (ver 3.3.2.2.).7

2.3.2.6. La posibilidad de distinguir tres órdenes en la men­ción de acontecimientos (regla 6) y de establecer entre ellos rela­ciones de dependencia semántica, nos suministra los instrumentosnecesarios para dar el primer paso hacia el análisis de las relacio­nes EV y EVS en la semiotización del relato:

7) Sola. abandonada en el mundo. Amalia, como esas flores sensitivasque se contraen al roce de la mano o a los rayos desmedidos del sol,se concentró en sí misma a vivir con las recordaciones de su infanciao con las creaciones de su imaginación alumbradas con los rayosdiáfanos y dorados de las ilusiones que. de VC'Z en cuando. se esca­pan de la luz íntima de los espíritus poetizados. y cruzan por esemundo sin forma ni color. que los sentidos no palpan, pero que exis­te, sin embargo. para la imaginación y para el alma.Sola. abandonada en el mundo. quiso también abandonar su tierranatal. donde hallaba a cada instante: los tristísimos recuerdos de susdesgracias, y vino a Buenos Aires a fijar su residencia (J. Mármol,Amalia, 1855).

Si relacionamos este ejemplo (en donde lo principal, cuantitativa­mente, es la mención de estados y la «incidencia» de los aconteci­mientos x y 'Z en J, anaforizados en «sola y abandonada») con eldiagrama de la acción analizado en 2.3.2.2., vemos que los nudos(El' T, E 2) son expandidos por medio de la adición de inforrnacio-

7. Algunos desarrollos en la teoría del relato. con posterioridad a Bremond y fuerade los que ha tenido en el folklore. en W. O. Hendricks (1972. 1973). Th. Pavel(1973). J. Ihwe (1972).

9.-MIGNOLO

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130 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

nes atribuidas al agente; o que especifican la incidencia de ciertosacontecimientos en la conducta de éste. Esta información puedeconsiderarse irrelevante en la dependencia semántica entre accio­nes (W. O. Hendricks, 1973). Pero no lo es, obviamente, para lasconfiguraciones conectivas globales (representación de la acción)en el proceso de recepción de un relato (ver 3.4.1. l.). Las infor­maciones agregadas connotan, por ejemplo, "belleza", "soledad",etc. Estas connotaciones pueden dar lugar a conectar las mencio­nes de un agente con otros agentes del relato, y justificar futurascaracterísticas de la información contenida en 7):

7a) Enunciados como «se concentró sobre sí misma" corresponde­rían a los atributos de estado. del orden del «pensar". «querer".«desear» o. con una terminología más sospechosa. serían des­cripciones de los «estados interiores del agente" [verbalizadaspor "querer" y «concentraríse]»: y sustantivizadas por «ilusio­nes". «imaginación". «recordaciones»], La introducción de lacomparación amplía el orden de los atributos ((com(} esas floressensitivas»).

7b) Podernos considerar otras maneras de agregar información li­gadas al agente. En 7a) los atributos son del orden del «ser" ydel «querer. desear»: otros atributos pueden agregarse en el ordendel «tener" o del «estar»: «( ... ) Amalia. envuelta en un peinadorde b.nista. euab« sentada sobre un sillón de damasco caña. de­l.mre de uno de los magníficos espejos de su guardarropa ("),,( )1)67. p. 162; la cursiva es mía); en donde el verbo y el posesivoindican la 1~~/(a de la adición atributiva.

h) Un tercer tipo de adición sería el que corresponde al estar m quese refiere a ti situación del agente en un entorno de "bll'tos físicos(mención de ohjetos}: « En medio de este museo de delicadezas fe­meniles. donde todo se reproducía al infinito (",)" (p. 162).

Estos tres puntos que sugieren la «lógica del agregado» queHcndricks (1973) refiere como «description assertions» y que no

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LA CONFIGURACIÚN DEL SISTEMA PRIMARIO 131

son relevantes para las dependencias entre acciones. son los pun­tos en donde podemos ver, con mayor claridad, las relaciones entrelas pautas internalizadas del curso de acciones y la verbalizaciónde éstas. Los atributos expanden la gama de posibilidades en latotalidad del relato. Así los atributos del agente Y pueden serconectados con la misma clase de atributos del agente P, para esta­blecer dependencias semánticas entre los agentes. La connotación«belleza», por ejemplo, en el orden del «sen). es un elemento co­nectivo (y diferenciativo), en la novela de Mármol. cuando Amaliaes «comparada» con la belleza de Agustina (pp. 214-217). La com­paración, en la estructura conceptual, puede resumirse en unafórmula simple; «Amalia es más bella que Agustina». Podríamosextendernos sobre el ejemplo 7), y analizar diferentes formas dedependencia semántica. Creemos que los ejemplos dados aclaransuficientemente el problema. Es válida, para este caso, la obser­vación de R. Barthes (1966. p. 7) sobre el hecho de que. en un re­lato, todo significa. El problema consiste en trazar la red de lasconexiones significativas. En ella pueden localizarse dos formas desemiotización narrativa; la semiotización de mención de aconteci­mientos, en sus diversos tipos, y la de las dependencias semánticasentre ellos.

2.3.3. Conexidad conceptual

2.3.3.1. Las nociones de mención de acontecimientos y derepresentación de acciones, introducidas en las páginas que prece­den, señalan un campo de problemas que se presenta antes de llegaral análisis de la función, tal como se sugiere en la obra clásica deV. Propp (1928). Para Propp, una proposición como: « Un miem­bro de la familia se aleja de la casa» es reductible a la función ale­jamiento. En este caso están involucradas dos operaciones que de­ben ser distinguidas: la primera es realizar la paráfrasis. la segundadar a la paráfrasis el nombre de una función. Dar un nombre a lafunción implica, claramente la entrada en el nivel del concepto.Esta última operación es de fundamental importancia. para Propp,

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132 PARA UNA TEORÍA' DEL TEXTO LITERARIO

puesto que no interesa. en su análisis. quién realiza la acción sino sumodalidad: lo importante son las funciones (valores constantes) yno las variables (mención de los acontecimientos. en nuestra termi­nología). Propp, a partir del análisis conectivo de funciones. llegaa proponer que puede llamarse cuento maravilloso. desde el puntode vista morfológico, todo desarrollo que. partiendo de una fe­choría, o de una falta, pasa por funciones intermedias. para llegar.finalmente, al matrimonio o a otras funciones utilizadas como de­senlace. A este desarrollo es al que Propp llama secuencia (p. 133):tales secuencias constituyen un ejemplo introductorio del aspectoque corresponde a las conexiones conceptuales.

2.3.3.2. Cuando pasamos de la mención y de la representa­ción de acciones a la interpretación de la mención, como función,debemos tener en cuenta que las relaciones entre funciones no tie­nen la misma jerarquía. Turnemos un ejemplo extraído del mismoPropp para ilustrar este punto. Propp nos dice que las funcionesABC t ("Fechoría"; "Transición"; "Principio de la acción contra­ria"; "Partida") representan el nudo de la intriga (p. 51). La ac­ción (en términos de Propp) se desarrolla a continuación. Señala.además. que la función A es de extrema importancia, porque da alcuento su movimiento. Por lo tanto. las funciones anteriores a Apueden ser consideradas como la parte preparatoria del cuento.Vale decir que tenemos ya, en esta observación, una primera orde­nación jerárquica de las funciones. Obviamente todas son funcio­nes, y todas son mención de acciones. pero unas son clasificadas enla preparación, las otras en la intriga. Tendríamos aquí esbozado elproblema de las dependencias entre funciones. Para aclarar su di­mensión. podemos sugerir tres tipos de dependencias:

Tipo 1. Dependencias jerárquicas. Este primer caso estaría repre­sentado por el ejemplo ya analizado: la primera función de la intri­ga (A: "Fechoría") y las preparatorias están en relación de depen­dencia jerárquica porque las funciones preparatorias dependen de la"Fechoría": vale decir, ellas están puestas para que la fechoría ocurra.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 133

Tipo 2. Dependencias cronológico-semánticas. Un primer análisisde la relación entre las funciones ABC t nos conduce a la depen­dencia cronológica entre ellas: B ocurre después de A, etc. En lacronología, la relación es de izquierda a derecha: la "Fechoría"provoca la "Transición", etc. En las dependencias semánticas, porel contrario, la relación es de derecha a izquierda. O, si se quiere,ABC están puestas para provocar la "Partida" del héroe: de modoque ABC dependen de t. Esta distinción es importante: de ella.resulta que podamos ver las relaciones cronológicas, en correspon­dencia con nuestra manera «cotidiana» de percibir la acción o lassecuencias de acciones realizadas. Por el contrario, las dependen­cias semánticas, ligadas a e inseparables de las cronológicas, pon­drían de manifiesto la manera de encadenar menciones de accio­nes por quien las relata: en la dependencia cronológica, la "Parti­da" ocurre porque antes ha ocurrido la "Fechoría"; en las dependen­cias semánticas, la "Fechoría" ocurre para que se produzca la"Partida". Si Propp puede decir que en A comienza la intriga yque, después de la intriga (ABCt), comienza la acción, es porque Aestá puesta en el relato para llegar a t.

Tipo 3. Dependencias mutuas. Propp señala que muchos cuentosse detienen en la función "Socorro" [n.? 22) cuando el héroe es sal­vado de sus perseguidores. La función anterior (n.o 21) es "Perse­cución". En la función "Partida" el héroe sale a perseguir; en"Persecución" es perseguido. El nombre otorgado a las distintasfunciones no debe ocultarnos el hecho de que ambas tienen un ele­mento en común (el desplazamiento del héroe) y distintas motiva­ciones (perseguidor en un caso, perseguido en otro). El cuento, nosdice Propp, no se termina nunca antes de la función "Socorro": valedecir, que hay una pauta, en el cuento folklórico, que hace que nohaya "Partida" sin "Persecución"; ni, obviamente, "Persecución"sin "Partida". Al mismo tiempo, la secuenciase inscribe en estos dosextremos: la nueva secuencia comienza cuando la "Fechoría"(Propp, 1928, p. 72) se repite: la dependencia mutua de dos fun­ciones paralelas e invertidas traza entonces los límites de la secuencia.

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134 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

En los dos primeros tipos de dependencias. encontramos laposibilidad de la organización entre funciones internas a la se­cuencia; el tipo 3 nos ofrece la posibilidad de organizarlas en unorden superior que es el de la secuencia misma. Ambas posibilida­des son ejemplos de las maneras mediante las cuales, tanto en laacción realizada como en su verbalización, reducimos la menciónde acontecimientos y la representación de la acción a conceptospara, luego, establecer relaciones de diferentes tipos entre ellos:son ejemplos de la reducción de las acciones realizadas, o de su for­ma verbal, a una organización conceptual. El resultado del análi­sis de estos procesos jerárquicos nos muestra que podemos cons­truir, a partir del modelo de la percepción de la acción (E¡,T,E l ) ,

modelos que nos permitan describir distintos niveles de conceptua­lización de la acción (i.e., conexidad conceptual). Estos niveles,situados en el sistema primario, nos permiten localizar procesos desemiotización, como inscripción conceptual de la narratividad enel sistema secundario: para poder analizar la serniotización del rela­to debemos, primero, contar con una «forma» válida para el sis­tema primario. De esta manera, la serniotización puede analizarseen: a) la mención de acontecimientos y b) en los diversos tipos dedependencias semánticas, sean éstas entre elementos del mismoorden (función con función, mención de estado con mención deestado, etc.], sean éstas entre elementos de distinto orden (funcióncon mención de estado; mención de acción con función, etc.). Aligual que en otros casos, es necesario tener en cuenta las serniotiza­ciones marcadas y no marcadas. La semiotización no marcada delrelato es, muchas veces, el esqueleto que soporta otros tipos deserniotización que no radican en la acción; puede haber tambiénuna semiosis en la cual la no-marca esconde una marca: tal es elcaso del relato mimético, para el que es necesaria la «reproduc­ción» de la manera en que conceptualizarnos la acción (verbal y no­verbal) en el sistema primario. Otra posibilidad es la de serniotizarlas dependencias cronológico-semánticas, como es el caso en el tipode relato que se ha impuesto en la novela moderna.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 135

2.3.4. Conexidad y procesamiento de la información

2.3.4.1. Comenzamos este capítulo señalando la importan­cia de los fenómenos conectivos como una de las posibilidades deconfigurar las estructuras verbales en el sistema primario y de tra­zar -sobre ellas- los procesos de serniotización que las inscribenen el sistema secundario. Un tratamiento riguroso de las conexio­nes requiere un entendimiento de las propiedades de los objetosconectados. de su posición de antecedente o consecuente (en la líneadel discurso) y de sus analogías en el espacio del paragrama. Paraambos casos vale la pregunta: ¿qué propiedades se conectan y quétipo de relaciones se establecen? Para limpiar el camino y trazar un«común denominador», podemos comenzar por una extensión dela relación r (X,Y). con la que terminamos el apartado 2.2.2.1.:

1) Dado un discurso D y dos (o más) proposiciones. pr( y pr2'las conexiones entre ellas pueden establecerse, en diferentesniveles. seleccionando las propiedades Px de pr( y Py de pr2;especificando, en cada caso, el tipo de relación R;

2) La enumeración de tipos de conexión, formulada en 1). váli­dos en el sistema primario, es la base necesaria para analizarlos procesos de su serniotización en las formas conectivas deestructuras verbales inscritas en el sistema secundario;

3) La enumeración de tipos de conexión. formulada en 1). sobrecuya base se analizan los procesos de su semiotización, formu­lado en 2), permitirá analizar el proceso de producción comouna semiosis que marca las jugadas. y el proceso de recepcióncomo una semiosis que las infiere.

Para los casos 1) Y 2) necesitamos modelos descriptivos dela conexidad y modelos descriptivos del proceso de serniotización:para el caso 3) necesitamos modelos del procesamiento de la infor­mación en el acto de producción y en el acto de recepción. Sobreeste último aspecto volveremos. más en detalle, en el capítulo 4.

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136 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERAIÜO

2.3.4.2. Sobre la base de la conexidad analizamos, con res­pecto al relato, dos niveles -descompuestos en varios aspectos­del procesamiento conceptual de la información:

A: 1) realizamos acciones no-verbales;2) las analizamos mediante un lenguaje teórico;

B: 1) realizamos acciones no-verbales;2) percibimos acciones no-verbales;3) «traducimos» acciones no-verbales en formas verbales

(emisión);4) interpretamos información verbal (recepción);5) analizamos las instancias 1), 2), 3) Y 4), en un lenguaje

teórico, en sí mismas o en su relación.

Lo que nos interesa primariamente son las instancias B: 3) Y4); su análisis nos sitúa en el nivel 5). La capacidad perceptiva(procesamiento de la información verbal y no-verbal) tiene su baseen el sistema primario. El mundo no-verbal está representado porclases en las categorías verbales: los sustantivos organizan clasesde objetos, las preposiciones relaciones en tiempo y espacio, losverbos movimientos o acciones, etc. En consecuencia, podemosdecir que, cuando procesamos información verbal, nuestro conoci­miento de la lengua nos sirve de base. En esta operación, no sóloacumulamos los conceptos inferidos del enunciado o de la secuen­cia, sino que vamos más allá que éstos: todo procesamiento de lainformación, verbal y no-verbal, en el sistema primario, presupo­ne, entonces, diversos tipos de operaciones mediante las cuales laorganizamos. Dejaremos aquí este punto para retomarlo en4.3.3.5. y 4.4.

2.4. MECANISMOS ENUNCIATIVOS

En los dos apartados precedentes hemos tratado de configu­rar el sistema primario, ateniéndonos, solamente, al enunciado.El acto enunciativo puede ser analizado en su autonomía, sobretodo después de la atención que recibió, en los últimos años, tanto

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 137

en los estudios literarios como en la lingüística. Al hacerlo, podre­mos trazar las correspondencias entre acto enunciativo, en el sis­tema primario, y formas de inscripción, en el sistema secundario,de la misma manera que lo hicimos para el enunciado.

Cuando decimos mecanismos enunciativos," podemos estarrefiriéndonos a dos clases de fenómenos, que es preciso deslindardesde el comienzo: uno es el acto enunciativo mismo y el otro esel punto de vista. Aunque, presumiblemente, el segundo tenga subase en el primero, nuestro propósito no es el de indagar en estaparticularidad, sino el de poder deslindarlos. Después de hacerlo,podremos detenernos, más específicamente, sobre el acto enuncia­tivo. Antes de dar este paso, conviene recordar que, si bien esta­mos familiarizados con la importancia otorgada en el siglo actualal punto de vista, primero en la novela (N. Friedman, 1955;F. van Rossum-Guyon, 1970) y segundo al análisis de la enuncia­ción en la lingüística (R. Jakobson, 1963, pp. 176-196; E. Ben­veniste, 1970), los mecanismos enunciativos no escaparon a lasantiguas poéticas ni a las retóricas. Siguiendo a H. Lausberg(1966, t. 1, p. 265, sin entrar en el detalle de otras clasificacionesconsideradas: 1967, t. 11, p. 455), podemos enumerar, a modo desimple ejemplo, tres genera que dependen, en su clasificación, cla­ramente del acto enunciativo; o, en palabras de Lausberg, de la«cualidad de la exposición»: el de la comedia y la tragedia, dondeobran las mismas personas representadas por los actores; el generaen el cual hay un informante o relato que cuenta las acciones y dis­cursos en estilo indirecto y, finalmente, el informante que cuenta yrelata, pero que reproduce los discursos de los personajes en estilodirecto. Esta tradición fue absorbida por la atención que se leprestó a la narración, en donde los «grados de directez» (H. Laus­berg, 1966, t. 11, p. 454) quedaron subordinados a ésta. Un se­gundo momento, de fundamental importancia, de donde presumi-

8. Esquematizando quizás demasiado. podríamos ver. en el análisis de la enuncia­ci6n en lingüística (yen cuanto repercuten en Jos estudios literarios). además de los fun­damentos que encontramos en R. Jakobson y E. Benveniste, aquellos que ofrece la teoríadel «speech act»: J. L. Austin (1962); J. Searle (1969). Algunos trabajos posterioresen O. Ducrot(1970). L.J. Cohen(1970). R. M. Hare(1970). T. Cohen(1973).

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138 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

blemente viene la acepción «punto de vista». es la perspectiva. quesurge en el Renacimiento ligada a la pintura (P. Francastel. 1951;B. Uspenski, 1972). Estas tradiciones, directa o indirectamente,son las que adquieren relevancia en los estudios actuales (B. Rom­berg,1962; F. Stanzel, 1955; R. Humphrey,1954) y son, también.las que, según G. Genette (1972, pp. 183 Y226). no han diferencia­do entre el modo y la vo; entre el punto de vista y la enunciación.

2.4.1. Enunciación y punto de vista

2.4.1.1. El punto de vista constituye. qUizas. uno de losproblemas que todavía no ha tenido una formulación sistemática enlos estudios literarios. Las clasificaciones existentes aparecen máscomo una lista de proposiciones al azar, donde las categorías pare­cen acumularse porque de alguna manera se relacionan con el pun­to de vista (N. Friedman, 1955), que como una articulación siste­mática. El primer hecho a notar. con respecto al punto de vista.es, a mi entender, que éste, aunque articulado sobre la lengua. vamás allá del alcance de sus categorías. para situarse en una dimen­sión más conceptual que lingüística. Por lo tanto, su tratamiento re­quiere un tipo de aproximación que indague por los caminos de lafilosofía analítica del conocimiento más que por los de la lingüís­tica. Repito que ello no implica abandonar las categorías de la len­gua, puesto que toda inferencia sobre el punto de vista, en laconducta verbal, no puede eludirlas; pero éstas dependen del con­cepto que, en un nivel superior, articula el punto de vista. Tome­mos un ejemplo que ilustre esta dependencia. E. Verón (1969,pp. 133-138) analizó dos artículos de periódicos que informansobre la muerte de Rosendo García, un gremialista de la Confede­ración General del Trabajo de Buenos Aires. En el análisis de losartículos, E. Verón pone de manifiesto el contenido ideológicoque subyace a la organización del mensaje. Sería muy complicadoejemplificar con su análisis (interesante, sin embargo. porque mos­traría el «punto de vista» articularse en la dispositio del mensaje).pero podemos tomarlo de base. En los dos periódicos. según el

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 139

análisis de Verón, que se manifiestan en favor de Rosendo García,la palabra utilizada, para designar el hecho y (en uno de los perió­dicos) preguntar por los culpables, es el lexema asesinar. La pre­gunta retórica es: «¿ Quién asesinó a Rosendo?». Años más tarde,Rodolfo Walsh (1969) publicó un libro en el que trata de «acla­rar el misterio» (puesto que la muerte de Rosendo García, comotoda acción política semejante, se ocultaba en la bruma), y el librose tituló ¿Quién mató a Rosendo? No es necesario leer el libro, niconocer la posición política de R. Walsh, para saber que, en él. sesostiene un «punto de vista» opuesto a los anteriores: el españoldispone de dos posibilidades para designar un acto voluntario quepodemos parafrasear como «quitar la vida»: matary asesinar. Ma­tar puede emplearse tanto para seres humanos como para seres no­humanos; en cambio, asesinar es únicamente aplicable a los se­res humanos: es inaceptable, en el uso, un enunciado como «asesi­naremos un pollo para el almuerzo del domingo». En el primercaso, la inserción de asesinar en el discurso enfatiza la afectividad,destacando la «maldad» de los culpables frente a la «boridad » dela víctima. En R. Walsh, para quien Rosendo García era un «ca­pitalista de juego», es «imposible» emplear asesinar puesto que talinserción léxica marca, connotativarnente, la simpatía del enun­ciante hacia la víctima. Como bien lo señala B. Uspenski (1973,p. 104), los planos fraseológicos e ideológicos son no-concurren­tes: el plano fraseológico se subordina al plano ideológico. Noobstante, el punto de vista depende, en este caso, de la elecciónentre dos posibilidades lexernáticas, es decir. de la lengua.

2.4.1.2. Cabría pensar, al presentar el problema del puntode vista en estos términos, que una manera factible de tratarlo escomenzar por la manifestación lingüística del discurso, para, lue­go, construir sobre ella la estructura conceptual que revela la posi­ción narrativa frente a los hechos narrados. Pero, si tomamos, porejemplo, la propuesta de B. Uspenski (1973), vemos que éste sitúael nivel ideológico, y no el fraseológico, como el componente com­posicional de base ((deep compositional structure»]. Los tres res-

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140 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

tantes componentes (fraseológico, espacio-temporal y psicoló­gico) se sitúan en la estructura de superficie «(csurface compositio­nal structure»]. Lo que surge del estudio de B. Uspenski es que,primero, resulta difícil sostener el equilibrio de su sistema, si situa­mos el componente ideológico como componente de base. Estaposibilidad sería, por un lado, admitida si se explicara, previa­mente, que el tópico en cuestión es el punto de vista ideológico yno el punto de vista en general. La estructura queda en desequili­brio porque el componente fraseológico también tiene, como elideológico, participación en los tres restantes. Por otro lado, po­dríamos restituir el equilibrio del sistema tomando por otro ca­mino. Así podríamos asumir, en primer lugar, y haciendo una tras­posición metafórica que autoriza la propia imagen de B. Uspenski,que la ideología es «un sistema de reglas semánticas para generarmensajes» (E. Verón, 1971, p. 253). Así definida, la ideología seconcibe como una matriz que antecede al lenguaje mismo; o, a lainversa, que el lenguaje se inscribe en la ideología. En segundo lu­gar, podríamos también tomar e interpretar ideología recuperandosu denotación de origen: «He tratado de hacer una descripciónexacta y detallada de nuestras facultades intelectuales, de sus prin­cipales fenómenos y de sus circunstancias más destacadas, en unapalabra. de los verdaderos elementos de la Ideología» (Destutt deTracy, 1801, vol. 1, prefacio). En este sentido podríamos inter­pretar ideología, en sentido general, como «sistema de ideas» cuyabase se encuentra en nuestras facultades intelectuales. Este concep­to, aplicado a la noción de punto de vista, designaría, en este caso,el «sistema de ideas» de un personaje, del narrador, del autor. Pero.entonces, sería necesario hablar de «punto de vista ideológico». enel sentido que acabamos de exponer reservando el concepto deideología. a secas, para designar un nivel que subyace y antecedea cualquier observador, sobre el cual quiere determinarse el puntode vista. Vale decir que esta distinción nos lleva a establecer dosniveles bien diferenciados de análisis: por un lado, situamos un ob­servador (organismo biológico, en una situación social determi­nada) marcado por los parámetros ideológicos de su cultura; y. porotro lado, nos ocupamos de una situación meramente discursiva

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LA CON¡;ll;URACION DEL SISTEM.\ PRIMARIO 141

para diferenciar, en ella, las distintas maneras en yue el objeto oacontecimiento es concebido. Estos dos planos, sin lugar a dudas,pueden ponerse en correlación pero, antes de hacerlo, hay yueempezar por no confundirlos. Un esqut:ma básico de los aspectosyue se presentan en el análisis del punto de vista se podrían resu­nur en:

cv.ilu.nluz~ar

Iver

L ..L.-_-r-_....L- ----l

saber

Punto devista:

Orden:

1)

Enunciado: 1ntormación frasl"Oló~i('(l­

discursiva

Enunciación:

Contexto de laenunciación:

Observador

rldenlogía

Retomemos la cuesnon donde la abandonamos: la decisiónsobre el componente de base, disputado por el componente ideoló­gico y fraseológico. La propuesta de B. Uspenski ofrece, sin lugara dudas, una sólida base de discusión. Partiendo de ella, y teniendoen cuenta las distinciones que acabamos de hacer, deben;os, enton­ces, resolver una contradicción entre, por un lado, nuestra afirma-

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142 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

ción inicial (el punto de vista es un fenómeno que debe ser analiza­do mediante categorías no-lingüísticas); y, por otro, nuestra afir­mación última: el nivel fraseológico es fundamental en el punto devista. Creo que la contradicción podría existir en el nivel sustan­tivo; pero creo, también, que no hay tal contradicción, puesto queel problema se presenta en el nivel metodológico. Aceptando loscuatro niveles propuestos por el propio B. Uspenski, necesitamos,sin embargo, un componente de base que, por una parte, esté des­provisto de las cargas semánticas de los cuatro en cuestión, y, porotra, los incluya igualmente a todos. Ese componente puede en­contrarse en el concepto que da origen al fenómeno: la perspec­tiva. El diagrama 1 representa las diversas perspectivas desde lascuales el observador Y aprehende el acontecimiento u objeto X.

Teniendo la perspectiva como base composicional, el diagramarepresentaría los ~asos y niveles siguientes: para aprehender elobjeto X, el observador Y produce un discurso. En el discurso seincluyen las informaciones lingüísticas que permiten inferir cuatroórdenes: lo que sabe el observador, lo que ve, lo que jU7.¡,a y loque evalúa. Cada orden está relacionado con un punto de vista:temporal, espacial, psicológico e ideológico. Las flechas marcan el«grado de directez» del observador en su propio discurso: valedecir, si presenta el objeto X de manera «objetiva» o «subjetiva».

Hasta aquí los elementos del diagrama composicional delpunto de vista. Si queremos integrar la ideología, debemos traba­jar con otro tipo de categorías analíticas que escapan al problemacornposicional, y que nos remiten a las categorías que definen lascondiciones de producción de discursos como una actividad social(M. Pécheux, 1969, pp. 16-23). Volviendo al aspecto composi­cional, podemos hacer algunas observaciones específicas que mues­tren su «funcionamiento». Sabemos, por ejemplo, que las lenguas(al menos las occidentales) disponen de categorías para marcar lasrelaciones temporales y espaciales, y también las evaluativas y losjuicios. Sabemos, también, que no sólo estas categorías evidencianel punto de vista sino que, del mismo modo, puede hacerlo ladispositio: no siempre podemos decir directamente lo que quere­mos, o no deseamos hacerlo. En ciertos casos «arreglamos» nues-

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 143

tro discurso de manera tal que la «evaluación», por ejemplo, nosurja directamente de la frase, sino de la disposición de los compo­nentes del mensaje. En cuanto al punto de vista espacial y tempo­ral, podemos justificarlo diciendo que la perspectiva espacialimplica siempre un ver del observador ante el objeto X; en cambio,lo temporal referiría al saber, aunque, claro está, la temporalidadno podría reducirse a esta categoría. No obstante, lo que el obser­vador no ve pero, sin embargo, menciona-evalúa-juzga-describe eslo que sabe: ese saber se refiere o bien a un ver anterior o a unainformación, también anterior, cualquiera sea el modo de su adqui­sición. Podemos todavía, para justificar el funcionamiento deldiagrama, tratar de interpretar algunas de las categorías de N.Friedman (1955) sobre esta base. Tomemos, como primer caso, elpunto de vista omnisciente ({(editorial ornniscience»). Este puntode vista se explicaría, en nuestro diagrama, primero, por la inser­ción del observador en su enunciado f¡ ; segundo, por una «in­vasión ilimitada) de los órdenes del ver y del saber en la aprehen­sión del objeto: el narrador lo ve y lo sabe todo. Un segundo casosería el de la omnisciencia selectiva múltiple: [omultiple selectiveomniscience»). En esta situación de observación, la primera particu­laridad sería que los observadores son varios y no uno; o, mejordicho, que el observador «disfraza» su posición desplazándola ha­cia múltiples observadores; la segunda particularidad sería queestos observadores otorgan, al observador que los presenta, lospoderes de la omnisciencia del primer caso. Si, en este caso, sepuede decir que no hay narrador, es porque el observador que pro­duce la escena o el cuadro deja un «espacio vacío» para que elreceptor pueda situarse en su propia perspectiva (ver 3.5.1.2.). Fi­nalmente, estos aspectos composicionales podrían ligarse a laideología por cuanto, en la estructura composicional, el observadortiene a su disposición los medios y las técnicas de un momentohistórico, en los que, como conjunto, se manifiesta la ideología.

Creo que la discusión precedente, si bien no intenta fundaruna «teoría del punto de vista», es suficiente para deslindar losproblemas que atañen a éste y, al mismo tiempo, diferenciarlos delos mecanismos enunciativos.

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144 PARA UNA TEURIA DEL TEXTO LITERARIO

2.4.1.J. ¿En qué consisten los mecanismos enunciativos?¿Cómo se configura e! espacio enunciativo? Comencemos porrecordar lo ya conocido por todos. R. Jakobson (1963. p. 181), alproponer una clasificación de las categorías verbales relacionadascon la situación en la que dos interlocutores intercambian mensa­jes, propone distinguir: 1) la enunciación, por un lado, y, porotro, su objeto o materia enunciada; además, 2) e! acto o procesoen sí mismo de uno cualquiera de sus protagonistas. De estas dosdistinciones, se derivan cuatro componentes: a) un acontecimientonarrado o proceso de! enunciado; b) un acto de! discurso o procesode la enunciación; e) un protagonista de! proceso del enunciado, yd) un protagonista de! proceso de la enunciación, sea este emisoro receptor. Para nuestros propósitos agregaremos a este esc¡uemados distinciones más: la primera se refiere al tiempo de la enuncia­ción; la segunda a los niveles de la enunciación. Nos ocuparemosde ellas y por separado en los apartados siguientes.

2.4.1.J.a. Es necesario distinguir, en todo acto enunciativo,entre dos ejes temporales: uno corresponde al ego, como eje de laenunciación; e! otro corresponde al ego (protagonista) como eje delenunciado. Un caso extremo, que ilustra la importancia de estadistinción (y que nos servirá luego para referirnos a su serniotiza­ción], es e! de la fusión de estos dos ejes en la simultaneidad deldecir y de! hacer. Si digo «estoy moviendo la silla», el ego delenunciado es, por una parte, e! mismo que e! ego de la enuncia­ción; por otra, e! acto de mover la silla y e! acto de decir C¡Ut lamuevo se cumplen al mismo tiempo. Ahora bien, hay casos en qut'e! tipo de actos no permite esta simultaneidad: no puedo decirccestoy tomando e! café» y hacerlo simultáneamente, puesto quetomar e! café implica obstruir e! órgano que produce la enuncia­ción. En este caso debe, necesariamente, producirse una relación«antes-después». por mínima que sea, entre la enunciación y elacto cumplido. Por e! contrario, si escribo «estoy escribiendo estas

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 145

líneas», tendríamos. nuevamente. fusión del decir y del hacer.Estos ejemplos son útiles para diferenciar dos aspectos en el tiempode la enunciación: el primero se refiere a la distinción entre enun­ciación oral, por un lado. y escrita, por otro; el segundo retomala distinción ya hecha (separación del eje temporal de la enuncia­ción del eje temporal del enunciado). para referirse fundamental­mente al ego de la enunciación. Nos ocuparemos, de inmediato.de 2); por su parte. 1) será retomado en 2.4.4.

É. Benveniste (1970, p. 15) nota que las formas verbalesarticulan, en el presente de la enunciación. las formas axiales dela temporalidad. La correspondencia entre forma verbal y organi­zación temporal es crucial, desde nuestra perspectiva. para situarlos problemas relativos al tiempo de la enunciación en el sistemaprimario. y analizar. sobre esta base, los procesos de su semioti­zación. Benveniste, en el mismo artículo. cuestiona la base innatade la temporalidad y la remite a la subjetividad de los parámetrosenunciativos. ya que, sostiene, el tiempo es producido en y por laenunciación. Para ello, agrega, la lengua distingue. entre las cate­gorías verbales. aquellas que tienen un estatuto pleno y permanen­te, de aquellas que son vacías y contingentes. Estas últimas sóloexisten en y por la enunciación ((ahora)), «mañana», «des­pués». etc.). Estos hechos. en el sistema primario, están ligadosa un fenómeno perceptivo básico. las categorías temporales sonuna de las formas elementales para organizar, en los procesoscognitivos, la información proveniente del «mundo». El organis­mo no procesa información según el orden de «entrada», sino quela procesa en secuencias organizadas por el «antes-ahora-des­pués». Esta base perceptiva nos enfrenta, por un lado, con el «ori­gen» de la categoría de tiempo en la organización consciente dela secuencialidad (W. Kóck, 1973, p. 41); y, por otro, sirve debase a la organización lingüística del tiempo, que sitúa al egocomo eje de la enunciación. Sobre estos dos hechos que acabamosde mencionar, y que le sirven de fundamento, podemos situar ladistinción entre el eje temporal de la enunciación y el del enun­ciado: quien enuncia debe hacerlo desde una perspectiva posterior,simultánea o anterior a los hechos que son la materia de su enun-

III - ~11t;NOLU

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146 PARA UNA iEüRiA DEL TEXTO LITERARIO

ciado. Estas relaciones comienzan, obviamente, en el sistema pri­mario y de ninguna manera constituyen un privilegio del relatoliterario. Un ejemplo de la situación de «anterioridad» y «pos­terioridad» de la enunciación lo encontramos en la situación co­mún del diálogo cotidiano donde. por un lado. los interlocutores(situados en la «posterioridad» de la enunciación) comentan losacontecimientos de la jornada y. situados en la «anterioridad».hacen planes para el futuro. La simultaneidad tendría su manifes­tación en el intercambio de ideas dialogadas: cuando un interlocu­tor dice «sobre tal punto yo pienso que... », su enunciación es-aplicando un concepto de J. L. Austin (1962) en otro contexto­el momento en que el decir es simultáneo con el hacer. Tenemosaquí configurado un primer aspecto del espacio enunciativo en elsistema primario; éste da lugar a los procesos de serniotización quelo inscriben. de manera particular. en el sistema secundario. Bás­tenas decir, ya que volveremos sobre este tópico en 3.5 .. que la si­tuación enunciativa «normal», no marcada, es aquella que se sitúacon posterioridad a los hechos narrados. Por el contrario, tanto lasimultaneidad como la anterioridad dan ya la sensación de ciertamarca puesta sobre el proceso de enunciación: en la simultaneidad.la «extrañeza» se produce por el hecho de que el narrador debemantener una simultaneidad constante entre el hacer y el decir; enla anterioridad. porque tiene que hablar de cosas que no han ocu­rrido; y de esta manera se alteran. en primer lugar. los órdenesdel ver y del saber que habíamos analizado en el punto de vista. Lasimultaneidad. por otra parte, sería más aceptada en ciertas formasde la lírica donde el enunciante se dirige a un tú que. según presu­pone. comparte el espacio de la enunciación. El problema. obvia­mente, es más complicado de lo que lo hacen aparecer estas pocasobservaciones. y lo retomaremos en su momento. Debemos. antes.ocuparnos de los niveles de la enunciación y de la configuracióndel espacio enunciativo.

2.4.1.3.b. Para situar el problema de los niveles de la enun­ciación es útil comenzar por un diagrama simple.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 147

2)

Emisor - - - - - ... Enunciado - - - - - ... ReceptorReceptor .... - - - - - Enunciado ..- - - - - Emisor

en el que supúnemos una escena dialogada, donde emisor y recep­tor están ca-presentes e intercambian constantemente sus roles.Agreguemos, sin embargo, un elemento que complica ligeramenteel esquema. Supongamos que el emisor A cuenta, al receptor B, loocurrido al amigo común C. Supongamos, también, que A le infor­ma a B no sólo de lo que C hi1Jl sino de lo que C dijo. Cualquierasea la manera que A elige para informar sobre el decir de C (estilodirecto o indirecto), lo que importa es que el hecho mismo deinformar sobre la acción verbal de C crea un espacio de enuncia­ción dentro del enunciado de A: un espacio de enunciación dondeel ego lo constituye C. Este hecho es, sin duda, más perceptibleen las «obras literarias» (debido a una complicación «artificial»de la situación enunciativa primaria, que veremos de inmediato),Por esta razón G. Genette (1972, p. 238) puede analizar conéxito esta interacción de niveles en la obra de M. Proust. No obs­tante, antes de llegar a las obras literarias, nos interesa sacar pro­vecho de estas distinciones en el sistema primario. Por lo tanto, yde acuerdo con la situación imaginada entre emisor A y receptor B,el diagrama 2 puede ser reestructurado así:

3)

Emisor,

(A)

Enunciado de AI

+Receptor,

(K)

Para A. el enunciado incluye la enunciación de C; para C. su enun­ciado es el que traza su relación con el receptorl (cuya existenciapuede o no estar mencionada en el enunciado de A. pero que estáimplícito si lo que A informa es lo que dijo C). El enunciado de A

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148 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

y de e, y por lo tanto sus respectivas posiciones enunciativas, sesitúan en distintos niveles: adaptando la terminología de G. Ge­nette (1972, pp. 238 ss.) a nuestros propósitos, podemos decir quela enunciación de e se sitúa en la diégesis de A; en tanto que laenunciación de A se sitúa en la extradiégesis.

2.4.2. 5ituación contextual y situación discursiva de la enunciación

Los dos niveles que acabamos de diferenciar se correspondencon dos situaciones distintas de enunciación: llamaremos situacióncontextual a la que corresponde al emisor A; y situación discursiva ala que se corresponde con la enunciación de e, dentro del enuncia­do de A. En la situación contextual, un hecho básico es que elreceptor tiene, como punto de referencia enunciativo, al emisor queestá frente a él. Esta evidencia básica de la situación contextua] haprovocado, en los estudios literarios, una abundante bibliografíaque confunde el «autor» con el emisor (hablante lírico o narrador)ficticio de la enunciación. Podemos ahora sugerir que la causa deesta confusión reside en la no diferenciación entre las dos situacio­nes de enunciación: el autor se sitúa en la enunciación contextua],en tanto que el emisor ficticio lo hace en la enunciación discursiva.Dado que de ahora en adelante adoptaremos esta distinción, espreciso adoptar también una terminología que diferencie al agentede uno y otro tipo de enunciación: los agentes de la situacióncontextual serán mencionados como emisor y receptor; en tantoque para los de la situación discursiva adoptaremos las designa­ciones de destinador y destinatario. De esta manera podemos bos­quejar la relación entre situación contextual y situación discursivaen la «obra literaria» (dejamos de lado, por el momento, el pro­ceso de semiotización y hablamos simplemente de «obra litera­ria», para marcar las correspondencias entre situación enunciativa,contextual y discursiva, en el sistema primario y en el sistema se­cundario):

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 149

4)Enunciado¡

I [, E"""~'------Iado1 I ]

Emisor (Autor) Destinador Destinatario

1IV'Situación discursiva

------------,vSituación contextua)

En primer lugar, al igual que en diagrama 3 el enunciado , delemisor incluye al destinador, a su enunciado- y al destinatario. Elenunciado, se produce en una situación contextual de enunciación,en la cual no nos interesa, por el momento, trazar las diferenciasentre la ea-presencia de emisor y receptor en la transmisión oral(folklore) y la no ca-presencia en la transmisión escrita. La situa­ción discursiva, en cambio, se refiere a la situación « ficticia» en laque se encuentran destinador y destinatario. N o vale la pena hoyinsistir sobre la autonomía de este nivel sobre el cual ya se hainsistido en demasía (F. Stanzel, 1955; W. Kayser, 1955, 1970;f. M. Bonati, 1960). Pero, sí vale la pena recordar la distinciónentre persona gramatical y persona psicológica, sobre la que insis­tió la lingüística moderna. Esta distinción nos importa por dosrazones: la primera, que desarrollaremos en 3.5., nos permite anali­zar situaciones serniorizadas en las cuales se juega, en diferentesniveles, con la identificación de yo gramatical con yo psicológico; lasegunda, que sí desarrollaremos a continuación. nos permite ar­ticular la diferencia entre situación contextua] y situación discursivasobre el triángulo pronominal y. sobre la base de éste. analizar lafunción de los deícticos en una y en otra. Veremos cómo estadiferencia entre dos situaciones de enunciación produce formas desemiosis que la inscriben, de manera particular, en el sistema se­cundario. Retomando las categorías verbales que constituyen losembragues (R. Jakobson, 1963, pp. 176-196). podemos trazarel esquema 5:

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ISO

~)

y,;(iSlr)

I

PARA UNA TEüRIA DEL TEXTO LITERARIO

Él[aquél]

Tú(l:S~)

I

Este esquema intenta mostrar la distinta función que tienen los de­mostrativos cuando éstos embragan, por un lado. sobre la situacióncontextual (triángulo externo) y cuando lo hacen en la situacióndiscursiva (triángulo interno). En el primer caso, se trata de unorganismo que procesa información del mundo y. en consecuencia.los embragues organizan esta información; en el segundo caso, nose trata de un ente biológico que utiliza las categorías de la lenguapara referirse al «mundo», sino de un ente gramatical, ficticio. quefija un ego de enunciación discursiva y que articula el espacioenunciativo en distintos niveles y en sus correspondientes coorde­nadas temporales."

2.4.3. Compensación J situación discursiva

2.4.3.1. É. Benveniste (1970. pp. 12-18) bosquejó el apa­rato formal de la enunciación. De sus propuestas conviene retener.en primer lugar y en relación a la situación contextual de la enun­ciación, la distribución de las diferentes categorías verbales (a lascuales aludimos en 2.4.3.); en segundo lugar, las formas tempo­rales determinadas por el ego como centro de la enunciación; y.

9. Es preciso recordar aquí la atención qu~ K. Hamburger (19n. p. 125) pr~sto

a la función de los deícticos en lo qu~ aquí llamamos situación discursiva de enunciación.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 151

en tercer lugar. las categorías modales, según las cuales el emi­sor se adhiere o no a su enunciado (interroga, niega o afirma).Tal aparato. inscrito en el código lingüístico, subyace a todasituación comunicativa. A éste deben agregarse los componentespragmáticos que. en la situación contextual, condicionan el empleode tal aparato formal. Agreguemos que. de acuerdo con nuestrasproposiciones, la situación pragmática debe también especificarsesegún se refiera a las normas del sistema primario o a las del sis­tema secundario. Para comenzar. lo que nos interesa retener delcomponente pragmático son dos casos: primero. el que determinala situación en la ce-presencia de emisor y receptor y. segundo. elque se construye cuando emisor y receptor no participan del mismocontexto de enunciación. Para elaborar esta distinción, comen­zaremos recordando el concepto de compensación. introducido porA. Martinet (1962) para distinguir la comunicación oral de laescrita, con relación al contexto de enunciación. Para este autor, lacompensación es necesaria en la comunicación escrita porque losuprasegmental de la oral -entonaciones, gestos. etc.- se pierdeen la primera: si en la versión oral yo cuento un determinado he­cho con expresiones de enojo. ira. etc.• y quiero. también, queéstos se evidencien en la descripción escrita. tengo que recurrirsea a signos específicos o a aclaraciones como. «dije con ira y enalta voz que (oo.)>>. Ahora bien. la noción de compensación podríaser aplicada. también, en sentido inverso, dado que. para Martinet,líay una sola dirección: primero lo oral y luego lo escrito. Si acep­tamos la dirección inversa. la expresión «dije con ira (oo.)>> debeser compensada. en la versión oral. con lo suprasegrnenral queimite la ira que me invadía en el momento de ocurrir el hecho queestoy narrando. H echas estas aclaraciones. utilizaremos la nociónde compensación para analizar los componentes de la situacióndiscursiva. Para ello, extenderemos el ámbito de referencia queesta noción tiene en Martiner.

2.4.3.2. É. Benveniste (1970. p. 18) observa que sería ne­cesario distinguir la enunciación oral de la enunciación escrita. La

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152 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

razón es que esta última. para Benveniste. se sitúa en dos planos:el escritor se enuncia escribiendo y. en el interior de su escritura.hace que otros individuos ((des individus»] enuncien. Los apar­tados 2.4.2. y 2.4.3. estuvieron destinados a aclarar estos niveles.Nuestra conclusión difiere de la de Benveniste: el «desdoblamien­to» es válido tanto para la comunicación oral como para la escrita.Vale decir que puede haber también situación discursiva en lacomunicación oral. Retomemos este análisis después de haberintroducido la noción de compensación. Supongamos un caso enel que voy a contar mis vacaciones del verano pasado en Franciaa un amigo X que tengo frente a mí; y que luego se las contaré.también. a mi amigo Y. ausente. para lo cual tendré que dirigirmepor carta. Agreguemos que el episodio que me interesa contarocurrió un sábado por la tarde. en la ciudad de Toulouse, en unbar del «boulevard de Strasbourg». Lo ocurrido. digamos. fueuna disputa con el propietario del bar. Puesto que se trata de unadisputa. tanto el propietario del bar como yo mismo. en tanto pro­tagonista de mi propio enunciado, hemos hablado. De modo quetengo que contarles a mis amigos X e Y. dos tipos de aconteci­mientas: los verbales y los no-verbales. Resulta obvio que tantoen la comunicación oral con mi amigo X, como en la escrita conmi amigo Y. el diálogo de la disputa. entre yo mismo y el propie­tario del bar. debe ser compensado: resulta obvio que. tanto en lacomunicación oral como en la escrita. alguien enuncia (yo) y. enel interior de su enunciado. otros enuncian (yo y el propietario).De modo que. «normalmente». la compensación de la situacióndiscursiva es necesaria por las propiedades que la definen: las deuna enunciación en el interior de un enunciado. proferido en unasituación contextua] específica.

Tomemos, como ilustración. un caso más complejo. extraídode Leopoldo Lugones ((La metarnúsica», Las fuero,fls extrañas.1926):

1) Como hiciera vanas semanas que no lo veía. al encontrarlo lepregunté:-~ Estás enfermo?

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 153

-No. mejor que nunca y alegre como unas pascuas. Si supieras loque me ha tenido absorto durante estos dos meses de encierro.

Éstas son las primeras palabras del cuento. El emisor es. obvia­mente. Lugones y el receptor yo o usted. o cualquiera que lea elcuento. En nuestros roles de emisor y de receptor. Lugones, ustedy yo estamos en la situación contextual. Dejemos. entonces. delado este aspecto. Pasemos a los dos niveles enunciativos que searticulan en el ejemplo. La primera frase (<<Como hiciera (...))es una información del destinador¡ (narrador del cuento) a sudestinatario. (tácito). De modo que el primero le cuenta al segundoque encontró a un amigo A. La forma de la expresión hace suponerque el destinatario. conoce también al agente A; puesto que eldestinador¡ se refiere a él por formas pronominales: «no lo veía».«le pregunté». El discurso podría continuarse en estilo indirecto.refiriéndose siempre al agente A por medio del pronombre. PeroLugones prefiere introducir el estilo directo. Al hacerlo, introduceuna nueva situación discursiva: el destinador¡ pasa a ser destina­dorj, y su amigo A el destinatarioj. Éste. a su vez, pasará a ser des­tinadory, dada la situación de diálogo que reproduce el estilo direc­to. Lo que interesa aquí es lo siguiente: el destinador¡ se encuentraen una situación discursiva. y, desde tal posición, compensa la situa­ción discursiva. en la cual, él y su amigo A enunciarán. La compen­sación se da en la frase inicial: «Como hiciera varias semanas queno lo veía (...)>>. Sin esta compensación. el cuento hubiera empeza­do por: «Al encontrarlo le pregunté: -¿Estás enferrno P». Si estehubiera sido el caso, la ausencia de compensación nos haría supo­ner que el destinatario¡ sabe que el destinador¡ le preguntó a A siestaba enfermo porque hacía varias semanas que no lo veía; y sabetambién que el destinador¡ supone que A estaba enfermo porquehacía varias semanas que no lo veía. Vale decir que la compensa­ción de la situación discursiva- da, al destinatario de la situacióndiscursiva ¡, las razones que llevaron a tal intercambio de palabras.Al haber dos situaciones discursivas, los parámetros temporalesadquieren sentido según que el ego de la enunciación se encuentreen la situación discursiva) o en la situación discursivaj, De este

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154 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

modo. «varias semanas» corresponde a la situación., en tanto quecedas meses» a la situacióny. Llegados a este punto, podemosreformular la observación de Benveniste, y decir que, en los men­sajes escritos u orales. tanto en aquellos producidos en contextospragmáticos primarios como secundarios, lo que interesa es espe­cificar y diferenciar los niveles de la situación discursiva J los gradosde su compensación.

2.4.3.3. En e! ejemplo de Lugones, e! grado de compensa­ción podría considerarse como un nivel de serniotización no mar­cada: bien podría ser esta una compensación que se encuentra en lacana a mi amigo Y. cuando, al hablarle de una persona conocidapor ambos. le digo: «El otro día al encontrarlo le pregunté». Perola compensación puede dar lugar. también. a serniotizaciones mar­cadas. El libro de Carlos Fuentes. Las buenas conciencias (19 59).nos suministra algunos ejemplos para ilustrar este caso:

2)

3)

Pertenecían, en palabras del tío Jorge Balcárcel, a una familia gua­najuatense de no escasos méritos y de extendido parentesco. Guana­juato es a México lo que Flandes a Europa: el cogollo, la esenciade un estilo. la casticidad exacta.

-¡Te acuerdas? A veces una familia de otro Estado contaba laviolencia y el saqueo. Entonces mamá decía que ésta no era laprimera revolución.

Señalemos, en primer lugar. que en 2) la situación en la que «eltío Balcárcel» enuncia está compensada por la mención mismade! enunciante: vale decir. que e! destinatario de esta informaciónconoce al «tío Balcárcel» y este conocimiento es e! que justificala referencia familiar y e! estilo indirecto libre con que el destina­dar informa sobre las palabras del «tío»: «una familia guana­juarense de no escasos méritos y de extendido parentesco)). Sicomparamos 2) con 3), vemos que ambos tienen en común la refe­rencia a las palabras de otro enunciante. Pero, en 3). se trata deuna enunciación dentro de otra enunciación (la del narrador de la

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LA CONfIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 155

novela). De modo que en 3) tenemos una situación discursiva, que.a su vez. introduce una tercera: «Entonces mamá decía que (...)).Lo que interesa en este pasaje de la situación, a la situación} es queel enunciante sustituye «aquélla» por «ésta» y se sitúa, por asídecirlo. en el lugar del ego (mamá) de la situación}. Al producirseesta sustitución. el demostrativo adquiere la doble función dedeictico y de embrague: deíctico, por cuanto se refiere a la men­ción que, en el diálogo en curso, se hizo de la revolución (((U nafamilia de otro Estado contaba la violencia y el saqueo»}: embra­gue. en la medida en que articula la conversación sobre el hecho«revolución». Si algo semejante ocurriera en una situación contex­tual, en el sistema primario, trataríamos de explicarlo como formadialectal, desconocimiento de ciertas reglas de la gramática, etc.Pero. si nos encontramos con estas formas en el sistema secundario,vemos en ellas las marcas de un proceso de serniotización.

2.4.3.4. Tomemos otra perspectiva para analizar este mis­mo problema: imaginemos la de un receptor, en la situación con­textual de comunicación. Cuando éste se encuentra con las prime­ras líneas de una novela como la citada, de C. Fuentes:

4) Jaime Ceballos no olvidaría esa noche (...)

El demostrativo al comienzo del discurso tendría, para el receptor.únicamente la función de embrague de la situación discursiva. Parael receptor, esa no puede ser deíctico, dado que no tiene un ce-textoanterior al cual el demostrativo pueda referirse. En cambio, cuandoel receptor se encuentra, en la última página de la novela. con:

5) Aqut//a noche. en el callejón oscuro de Guanajuaro. las palabras leatravesaron con dolor la lengua.

El demostrativo aquella organiza más «claramente» las cosas:con respecto a la situación discursiva. destinador y destinatarioquedan situados, mediante el aquella, como los interlocutores co-

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156 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

presentes en relación a un hecho del cual ellos están ausentes. Encambio. al comienzo de la novela, la sustitución de esa por aquellaacentúa. can respecto al destinador y al destinatario y no al recep­tor. más su función de deíctica que de embrague. Para el receptor,en cambio. la función deíctica de aquella es directa, puesto querefiere a la noche en cuestión que se acaba de narrar. En 4), elparámetro temporal también está marcado: puede decirse. en estecaso, que ayer sitúa al narrador en la «conciencia» del personaje.Preferiría sostener que ayer es otra marca de semiotización porla cual el emisor (o, si se quiere, el autor) marca las jugadas deic­ticas de la situación discursiva. No encuentro otra explicación paraaclarar, por un lado, estas recurrencias en la novela de C. Fuentesy, por otro. el hecho de que, en la segunda página de la novela,cuando comienza la narración retrospectiva que conducirá aldesenlace de esa noche, la primera frase sea:

6) Esta es la gran casa de cantera, habitada hasta el día de hoy porla familia.

El demostrativo. nuevamente, tiene dos lecturas. U na en su fun­ción de deíctico, dado que la «introducción» de la novela. quecomienza con el párrafo citado en 4), termina con: «La mansiónde cantera de la familia Ceballos abría su gran zagúan verde pararecibir a Jaime (... )>>. En este caso. esta podría referir a la mansiónque se acaba de mencionar. Pero, también cabría interpretar eldemostrativo en su autonomía de apertura del relato: esta seríaasí un embrague inicial en la que el receptor puede indicar aldestinador, señalando con la punta del dedo o con la cabeza, lacasa de referencia. Estos ejemplos nos llevan a suponer que el hechofundamental, en este tipo de semioti7.tlción, es la eliminación de lacompensación: se ha eliminado la situación discursiva 1 que encontrá­bamos en el ejemplo de Lugones. Todas estas ambigüedades. enla interpretación de los demostrativos, no tendrían lugar si. en 5),tuviéramos un comienzo de capítulo semejante a:

7) Cuando finalmente se encontraron frente a la casa de los Ceballos,X -señalándola con el dedo- le dijo a Y:

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA PRIMARIO 157

- Esta es la gran casa de: cantera, habitada hasta el día de: hoy porla familia.

2.4.3 .J. Concluyamos: estructuralmente, la distinción entresituación discursiva y situación contextua] es válida tanto para elsistema primario como para el sistema secundario. Los niveles de lasituación discursiva y los fenómenos de compensación pueden darsetanto en uno como en otro. Diremos, entonces, con referencia alsistema secundario, que en estos casos la situación discursiva, talcomo la encontramos en el sistema primario, se inscribe en el sis­tema secundario de modo no marcado. Pero, por otro lado, lasituación discursiva puede ser marcada. Esta marca se manifestaría,en el sistema secundario, por el uso consciente y ambiguo de losdeícticos y por la ausencia de compensación de la situación discur­sivay. La noción de compensación nos permite, entonces, percibirlas homologías entre la situación discursiva en ambos sistemas(primario y secundario) y, a la vez, nos da un punto de referenciapara analizar su semiosis en el texto literario. Dicha noción, ade­más, no se explica por sí misma, sino que es inseparable de lascondiciones pragmáticas que regulan, por un lado, la situacióncontextual en el sistema primario y, por otro, la situación contex­tual en el sistema secundario.

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Capítulo 3

LA CONFIGURACiÓN DELSISTEMA SECUNDARIO

3.1. INTRODUCCIÓN

En el capítulo precedente hemos tratado de señalar lo que la«familia» texto literario tiene en común, por un lado, con la «fa­milia» texto (definido como estructuras verbales conservadas); y,por otro, lo que ambos (texto y texto literario) tienen de baseno-textual (definida como estructura verbal inscrita en el sistemaprimario). Tomamos, como punto de partida, la perspectiva dela «poética generativa» (T. van Dijk, 1971, pp. 5-35) en dondese propone concebir, en una lengua L, dos tipos de discursos y,por lo tanto, dos tipos de gramáticas: una gramática natural (Gn)que daría cuenta de las estructuras «normativas» de una lengua, yuna gramática literaria (G¡), que daría cuenta de las estructuras«suplementarias» de tal lengua. Esta hipótesis supone, a su vez,dos tipos de competencia. una lingüística y la otra literaria, siendola última el modelo objeto de la poética. Esta hipótesis es suges­tiva, pero contiene una falacia, reconocida, sin embargo. por elpropio T. van Dijk (1972. pp. 194-195): las construccionesabstractas de estructuras G¡ pueden. de hecho, no ser aceptadascomo literarias por un grupo cultural. Este hecho muestra que lafalacia reside en proponer una gramática (G¡) como descripciónde la competencia literaria del hablante nativo, cuando -en reali-

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160 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

dad- el fenómeno literario. al parecer, tiene su fundación enla actuación y no en la competencia.

Para resolver esta contradicción. introdujimos el concepto deproceso de semiotización, y con él designamos el modelo objetode la teoría del texto literario. Esta hipótesis tiene. a nuestro pa­recer, la ventaja de delimitar. como objeto de estudio, el procesoque convierte las estructuras verbales (analizadas por la lingüísticaen la competencia y en la actuación), en estructuras verbales con­servadas (textos). Este proceso, que se evidencia en la actuación,podría articularse. si se quieren conservar las categorías de lapoética generativa, con la postulación de una «competencia co­municativa».' Pero, para ello. es necesario distinguir, en la compe­tencia comunicativa, dos complejos pragmáticos enteramente distin­tos: a estos complejos los diferenciamos refiriéndonos, a uno. comosistema primario y, al otro, como sistema secundario. Al proponeresta hipótesis pasamos de la teoría lingüística del texto literario (ode la literatura) a la teoría del texto literario (como teoría autóno­ma). Para diferenciar estas dos posiciones propusimos, metafóri­camente, llamar. a la primera, «teoría lingüística de la literatura»y. a la segunda, «teoría literaria de la lengua». Esta distinción.obviamente. no tiene el valor de concepto de la teoría y. por lotanto. su alcance es más didáctico que teórico. El proceso de se­miotización fue, primero, propuesto como un doble proceso y,segundo. analizado en varios aspectos: a) diferenciamos el no­texto (discurso verbal no-conservado) del texto (discurso verbalconservado); b) propusimos el criterio de conservación como deli­mitador de la noción de texto; c) analizamos el proceso de sernio­tización como operación que convierte el no-texto en texto; d)definimos el texto literario como un subconjunto del conjuntotexto; e) situamos la particularidad del texto literario en la conjun­ción entre metalengua y estructura verbal y no en la especificidadde esta última (literaria o poética): la metalengua es la que, en

1. Me refiero aquí a la extensión de la noción de «competencia lingüística .. a la et­nolingüística como noción de «competencia comunicativa » : D. H. H ymes (197 2a y1972b). Es interesante al respecto la discusión de R. Carnpbell y R. Walles (1970).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 161

nuestra hipótesis, impone un principio «externo» (X2 y XI' anali­zado en 1.2.) a las estructuras verbales y -en esta operación­condiciona la marca intencional del emisor y la inferencia interpre­tativa del receptor. Vale decir que la metalengua explícita o implí­cita [Mg, o Mg.) subyace, por un lado, a los procesos deemisión y de recepción y, por otro. son los procesos de emisión yde recepción los que modifican la estructura conceptual de la meta­lengua;j) analizamos como consecuencia de e) el proceso de semio­tización, en el texto literario. como una jugada marcada (intención)del emisor (autor), y como una jugada inferida (interpretación) delreceptor (lector. crítico, analista, historiador). La teoría del textoliterario, que también es un proceso de recepción, no tiene comoobjetivo, sin embargo. inferir y proponer tales o cuales procesosde semiotización; sino. por un lado, describir y explicar las estruc­turas generales y las condiciones de tal proceso; y, por otro, anali­-r¿r procesos de semiotización ya aceptados como marcas o comoinferencias. El primer aspecto corresponde a los objetivos genera­les de la teoría; el segundo a los particulares (ver 1.6.). Los puntosa) y j) soportan la definición del texto literario como doble proce­so de semiotización: una operación que proyecta estructuras verba­les en valores culturales (texto); y una operación que proyec­ta el texto sobre un conjunto de normas «estéticas» (texto lite­rario).

En el capítulo 2. indagamos las relaciones entre sistema pri­mario y sistema secundario. En este capítulo. nos ocuparemos deun aspecto del segundo: el del proceso de semiotización que con­vierte estructuras textuales en estructuras textuales literarias. Tama­remos como premisa implícita la articulación en la semiosis deltexto, y analizaremos la semiosis del texto literario. En consecuen­cia. así como las nociones de sistema primario y de sistema secun­dario fueron las bases de la argumentación en el capítulo 1, lametalengua lo será del presente capítulo: el/a es, a nuestro entender.la condición necesaria y suficiente para que un texto sea, a la ve'\.ytambién, un texto literario.

II.-MIGNOLO

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162 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

3.2. SEMIOTIZACIÚN DE ESTRUCTURAS FRÁSTICASy SUPLEMENTO

3.2.1. Introducción

Analizaremos, en primer lugar, la hipótesis de R. Jakobson(1960, p. 358), según la cual el discurso poético se define comoun discurso que desplaza el principio de equivalencias del paradig­ma al sintagma, de la selección a la combinación. En el capítulo 1,se analizaron las consecuencias epistemológicas de este principio.En éste nos detendremos sobre sus alcances sustantivos y metodo­lógicos. Este análisis nos permitirá: a) ver, detrás de esta hipótesis,un mecanismo más general, del cual las equivalencias son sólo uncaso: un tipo de semiotización que consiste en marcar estructuras(conexiones), teniendo como base las estructuras discursivas (cone­xiones) del discurso comunicacional; b) ver que la formulación dereglas discursivas para describir este fenómeno no es suficientepara explicar su «poeticidad» (su inscripción en el texto literario);y que esas reglas necesitan de los principios de una norma, quese manifiestan en la metalengua.

Comencemos por el ya bien conocido principio de selección yde combinación. Roman Jakobson (1963, pp. 43-67) propusoque toda construcción discursiva presupone una operación de selec­ción, paradigmática, entre formas equivalentes en la lengua, yuna operación de combinación de estas estructuras en el sintagma.Esta doble operación, que caracteriza el discurso comunicacional,debe ser modificada para explicar el funcionamiento del discursopoético: éste tiene en común, con el primero, los dos principiosenunciados, pero, además y a diferencia de aquél, sintagmati7ilcombinaciones equivalentes. Vale decir que de la selección de equi­valencias en el discurso comunicacional, pasamos a la combinaciónde equivalencias en el discurso poético; si el discurso comunica­cional presupone la presencia de estructuras no equivalentes, eldiscurso poético presupone la sintagmatización de estructuras equi­valentes. Jakobson se encuentra, sin embargo y de inmediato, conun problema: la metalengua (en el sentido que le da este autor y

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 163

no en el que le damos en este libro, como «rnetalengua literaria»],puede, también, explicarse a través del desplazamiento del princi­pio de equivalencias (ola función poética proyecta el principiode equivalencia del eje de la selección al eje de la cornbinación»).En consecuencia. un enunciado como: « La yegua es la esposa delcaballo (A= A)) puede ser explicado por la misma hipótesis. Pero.entre la poesía y la metalengua, nos dice Jakobson, hay una dife­rencia radical: en la metalengua, la secuencia se utiliza para cons­truir una ecuación; en la poesía, es la ecuación la que se utilizapara construir una secuencia. Explicación, sin duda, elegante; perono del todo satisfactoria.

Manfred Bierwisch (1965, p. 100) 2 ha sugerido la posibili­dad de considerar la propuesta de R. Jakobson e integrarla en elcuadro de la gramática generativo-transformacional. De estemodo habría que explicar la hipótesis de Jakobson mediante laconstrucción de reglas suplementarias que describirían la compe­tencia poética, como «suplemento» de la competencia lingüística.Pero, si la tarea de la gramática consiste en construir un aparatoque procese frases por medio de un dispositivo,

1) ¡-"'lllllTprct a ' -¡"lIl

sem.muca

¿cómo conectar la descripción de estructuras suplementarias (paraBierwisch poéticas) con la descripción gramatical de la frase? ¿Dequé manera esta hipótesis nos asegura que los fenómenos que des­cribe son poéticos; o, en nuestra terminología, estructuras semio-

2 Otra ,dt'Tll.Illl,1 l., otrcce el trabajo Je N Ruwcrt (1 ~(11): en llW1W a di"',,,i,,-!le' «polémicas» puede rccord.ir-v a M. I{il"fatl'rn' \ I~(6).l Culler (1 ~71 l. 1{ Fowler( 1~7j).

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164 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

dudas? Este problema podría descomponerse en dos aspectos: elde las estructuras «suplementarias» no-prosódicas y el de las pro­sódicas.

3.2.2. Estructuras no-prosódicas

Agreguemos al diagrama 1, siguiendo a Bierwisch, un opera­dor SO (descripción estructural), el cual especificaría todas las rela­ciones contenidas en la frase (sintácticas, fonéticas y semánticas).En adición, habría que considerar un mecanismo PS, que seleccio­naría dos tipos de SO generados por la gramática: SD 1 daría ladescripción estructural de las frases que corresponden a la compe­tencia lingüística, en tanto que S02 especificaría las que correspon­den a la competencia poética. 0, de manera menos drástica,PS determinaría cuáles de las dos SO corresponden más de cercaa regularidades receptibles como poéticas. Podemos pensar, de estamanera, que en toda secuencia de enunciados seleccionamos aque­llos datos que son descriptibles mediante las reglas de Gn ; tendría­mos, como resultado, descripciones estructurales SO i- Estasdescripciones constituirían, a su vez, la base sobre la cual seríaposible marcar grados de «poeticidad» caracterizados por descrip­ciones estructurales S02' Los dos tipos de descripciones estructu­rales, SOl y S02' podrían reducirse a uno (SO), el cual estaríaformado por dos complejos (e y C) de estructuras verbales. ¿Quéganaríamos en tal caso? Hagamos algunos comentarios sobre elejemplo clásico del análisis de equivalencias de R. Jakobson y C.Lévi-Strauss (1962):

Les arnoureux Icrvents et les savants ausréresAiment également. dans leur mure saison,Les chats puissants et doux, orgueil de la maison,Qui cornme eux sont frileux et comrne eux sédentaires.

El cuarteto. en su organización sintáctica (N. Ruwer, 1968) puede

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 165

ser enumerado, a modo de normalización, en una serie de enun­ciados de base:

1) les arnoureux fervents airnent les chats puissants e! doux2) les savants austéres airnent les chats puissants et doux3) les chats sont puissants et doux4) les chats sont l'orgueil de la maison5) les chats sont frileux et sédentaires6) les amoureux fervents sont frileux et sédentaires7) les savants ausreres sont frileux et sédentaires

Cada una de estas frases admite, en primer lugar, una descripciónestructural SOl; pero, en segundo lugar, nos harían falta reglas detransformación (e.g., la inserción de la cláusula, «qui»; la inser­ción de una frase subordinada, «dans leur mure saison», etc.]para obtener la estructura de superficie. Ahora bien, en el cuartetohay otro tipo de información que, si bien es lingüística, no dependeestrictamente de las reglas gramaticales. Jakobson y Lévi-Straussobservan, por ejemplo, que: a) los dos sujetos de la proposicióninicial tienen un solo predicado y un solo objeto; b) de esta ma­nera «Les amoureux fervems et les savants austéres» terminan porencontrar su identidad; e) tal identidad aparece por un interme­diario, «chats», que es semánticamente opuesto al sujeto (+ hu­mano vs. - humano). No obstante, ello sirve para unir dos condi­ciones humanas opuestas, subcategorizadas por /sensual/ vs. /in­telectual/; el) estas inferencias ponen de relieve un desplazamiento,en el cual, el sujeto es asumido por «les chats» que son, a su vez,«savants» y «arnoureux». Estas conclusiones son el resultado delas inferencias realizadas a partir del principio de combinación deequivalencias. Podemos introducir, ahora, en la descripción estruc­tural del cuarteto, los dos complejos C y C'. Al primero corres­ponden las informaciones organizadas por las reglas de la gramá­tica de la frase. Al segundo, aquellas informaciones que, basadasen las primeras, escapan a la gramática de la frase y se organi­zan en las reglas suplementarias que describen el principio de equi­valencia. Los dos complejos se conectan mediante un número n deelementos, comunes a SOl y a S02' Bierwisch (1970, p. 106)

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166 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

sugiere una fórmula para visualizar el principio de equivalenciacon relación a la descripción de la frase:2)

SD (C,C') ---+, SD (R (C, C') )

En esta fórmula, R (e,C') señala la relación entre ambos complejosy, como consecuencia, las estructuras equivalentes en la relaciónde ambos complejos. Pero Bierwisch, al hacer esta sugerencia, eslo suficientemente cauteloso como para advertir que esta formula­ción es dudosamente suficiente como explicación de los efectospoéticos. De este modo, en los casos en los que pueda aplicarse,se necesitaría, además, de otras condiciones para explicarlos. Valedecir que esta fórmula sólo indicaría la capacidad del hablante paraproducir y recibir estructuras complejas, a partir de estructuraslingüísticas simples, pero no necesariamente su «competenciapoética»: los avisos publicitarios serían también descriptiblesmediante esta regla, pero, no obstante, por muy «buena» que seala publicidad, nadie le atribuiría función poética. 0, de atribuirlacomo función secundaria (((1 like Ike»], ésta dependería no sólode factores lingüísticos, sino también extra-lingüísticos. La funcióndominante del mensaje publicitario es conativa, pero esta funciónno puede inferirse sólo de las informaciones lingüísticas; sino quese necesita, además, de condiciones pragmáticas.

Dijimos que las equivalencias, como estructuras verbales suple­mentarias, son un ejemplo de un tipo de semiotización. Esta clasede fenómenos, como todo proceso de serniotización, no se explica,en su calidad de texto literario, por lo específico de su construcciónverbal, sino por su correspondencia con una metalengua y encondiciones pragmáticas específicas. Tomaremos otro ejemplo,cuya característica reside en la «violación» sintagmática de rela­ciones paradigmáticas. 0, si se prefiere otra terminología, en laconstrucción de frases semánticamente anómalas. Retomemos elpoema «Barcarola», de Pablo Neruda, que ya nos sirvió deejemplo en el capítulo l.

1) Sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren consueño.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 167

En primer lugar, «tren con sueño» viola las reglas ca-textuales dela lengua porque «sueño» necesita de un sujeto (+ ANIMADO), Y«tren» se categoriza (- ANIMADO). Tendríamos una semi-fraseanómala. Pero, claro está, esto no es todo. Si dejamos de ladola semi-frase «con un ruido oscuro», podríamos parafrasear 1):

2) X sonaría con el mismo sonido con que suenan las ruedas de (del ode un) tren con sueño.

Si comparamos 1) con 2), vemos que uno de los problemas loconstituye la preposición en lugar de un morfema comparativo:«sonaría como sonido de tren con sueño» sería más «aceptable»que «sonaría con»; las propiedades de la proposición con (unión,adyacencia, concurrencia) no son aceptadas por un verbo comosonar y la repetición del mismo verbo después de la preposición:«sonaría con un ruido» es más aceptable que «sonaría con un so­nido». Además, el comparativo haría menos notoria la ausenciadel indefinido (<<un»): «sonaría como sonido» sería más acepta­ble que «sonaría con sonido».

Esta «incongruencia» del uso de la preposición que, comoacabamos de ver, genera una serie de posibilidades interpretativas,es una manera de marcar la semiosis de la estructura sintáctica. Alleer los poemas de Residencia en la tierra, comprobamos que lapreposición articula un número notable de versos, en los cualesintuimos ciertas anomalías:

3) a) con un ruido de llamas húmedas, quemando el cielob) tu lloras de salud, de cebolla. de abejac) solo puedo quererte con olas a la espaldati) asustar a un notario con un lirio cortadoe) dar muerte a una monja con un golpe de orejaj) yo paseo con calma. con ojos. con zapatos. con furia. con olvido

Podríamos analizar en detalle los distintos aspectos de estosejemplos. Para acortar el camino, sólo retendremos de ellos unaspecto: cada uno de estos versos puede ser descrito mediante

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168 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

reglas gramaticales. Deberíamos agregar, a cada regla, en la des­cripción de la preposición, las «licencias» otorgadas a ésta. Unavez que hayamos especificado las reglas que contemplan ciertaslicencias en el uso de la preposición, podremos generar un númeroinfinito de frases semejantes: es obvio que no todas ellas seránaceptadas como poéticas simplemente porque violan la inserción dela preposición o las correspondencias semánticas entre el verbo y elcomplemento unidos por la preposición.

llegamos así a comprobar que, tanto para las equivalenciascomo para cualquier tipo de alteración sintáctico-semántica, pode­mos «inventar» reglas que describan el «suplemento» estructu­ral. Ello no nos garantiza, sin embargo, que la aplicación de lamisma regla genere, automáticamente, enunciados poéticos. Eneste momento nos es necesario recurrir a la metalengua y a situa­ciones pragmáticas de comunicación. En el caso de N eruda, sabe­mos que la «licencia» a la que nos referimos está «otorgada» porla norma (metalengua) surrealista. Pero, si buscamos explicacionespor este camino, nos encontraremos con el mismo problema queacabamos de rechazar: podemos producir un tipo específico deverso, aplicando ciertas reglas gramaticales en conjunción conciertas normas literarias, pero esto todavía no nos garantiza lapoeticidad. Es entonces necesario introducir el componente prag­mático, dado que una frase o discurso es considerado poético enla conjunción de estructuras lingüísticas y metalengua, y enrelación con un conjunto de textos (memoria cultural y / o indivi­dual) que le sirven de marco de referencia al texto en cuestión: untexto no es poético en sí mismo, sino en relación con otros textos.llegamos aquí a un problema delicado cuando intentamos referirestas conclusiones al emisor y al receptor. Los dos polos del espec­tro presentan características bien distintas: el emisor puede inten­tar un discurso como poético pero éste necesita de la sanción delgrupo cultural que lo procesa. De manera que si el hacer poético esuna actividad que se inscribe en una norma, o que intenta transfor­mar una norma existente e imponer otra, esta intención y su resul­tado necesitan, también, de las inferencias de la recepción paraque el acto cumplido pueda inscribirse en la norma.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 169

En suma, la semiotización de estructuras verbales que podemosconcebir, aceptando la concepción lingüística, como estructurassuplementarias, son ejemplos de semiosis marcadas de estructu­ras no prosódicas. Éstas no pueden ser explicadas en su singulari­dad «poética», sino que deben ser integradas a la generalidad delproceso de semiotización: para el caso del texto literario (E4) , ala metalengua como norma que genera el «estilo»; y a la estruc­tura comunicacional (ver capítulo 4) que procesa el texto.

3.2.3. Estructuras prosódicas

Un segundo problema, que nota Bierwisch, con respecto a lasrelaciones entre las reglas gramaticales y el «sistema poético», esel de las estructuras prosódicas, tanto métricas como no-métricas(rima, aliteración, asonancia, etc.). Por un lado, el sistema métricose construye sobre la base de elementos del enunciado y de laconexión entre enunciados; por otro, las estructuras no-métricasson -al igual que las métricas- estructuras parásitas que tienen subase en las estructuras lingüísticas primarias. Para referirnos alposible tratamiento de este aspecto en la teoría del texto literariotomaremos un solo ejemplo; las estructuras métricas. Supongamosque sea posible hablar de una competencia métrica partiendo delprincipio que la periodicidad rítmica, manifiesta en todo discurso,es un fenómeno arraigado en nuestra capacidad para pautar so­nidos. El ritmo (caída y aumento de la entonación) que está a labase de todo acto de habla, es un principio organizador y unatécnica temporal de articulación. El paso siguiente, en la formaciónsimbólica, es la organización consciente (explícita o implícita) detal ritmicidad y la producción de enunciados rítrnicamente medi­dos. Que la base de la organización rítmica sea la cantidad o elacento es un factor que depende de períodos culturales y queestá sujeto a la metalengua (e.g., la discusión con respecto alacento, como factor relevante del verso en la lengua castellana,que comienza con la Gramática de la lengua de N ebrija), pero queen nada modifica sus fundamentos biológicos. Lo que interesa

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170 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

(T. Navarro Tomás, 1966. p. 35)

El papel del verso como parte de la expresión rítmica del pensamientose completa en la armonía de la estrofa. La estrofa en sus manifestacionesprimarias respondía a las líneas del canto acomodado a las evoluciones ymudanzas simétricas de la danza. Sin duda contribuyó también en otroterreno a definir la estrofa el ejemplo de las correlaciones de secuenciasy tropos de las melodías litúrgicas (...) Gran parte de los rasgos métricosque distinguen a cada período se fundan en el carácter de las estrofas.

, (T. Navarro Tomás, 1966. p. 41)

En tanto que la métrica es una pauta que se «superpone» a laorganización del enunciado, el verso tiene su base en ésta, ademásde otras pautas que se superponen a los enunciados y que conectanversos en la estrofa. En consecuencia, lo que cuenta fundamental­mente, en la métrica, es que organiza el discurso mediante dos tiposde pautas: las marcadas y las no-marcadas. Ello se construye sobrela base de las conexiones sintáctico-semánticas de una lengua dada,y agrega la «suplementariedad» métrica. De lo cual se derivaque el plan «métrico» es opcional para la conexión del discurso. Unbuen ejemplo de este hecho lo constituyen los estudiantes de primeraño de literatura que se fijan en el contenido conceptual y no enlas estructuras prosódicas. La base fuertemente regulada de lasmedidas, silábicas o acentuales, ha llevado a los estudiosos de la

señalar es que la métrica, sea acentual o silábica, se construyecomo suplemento de las estructuras gramaticales de una lenguadeterminada (J. Lotz, 1960, pp. 135-148) Y tiene, como estruc­tura subyacente, una capacidad biológica para pautar sonidos.

Comencemos por alguna parte donde rápidamente se sinte-ticen los problemas de la métrica ;'

El verso determina su figura y sus límites mediante la combinaciónde sílabas, acentos y pausas (...) El lenguaje adquiere forma versificadatan pronto como tales apoyos se organizan bajo proporciones semejantesde duración y sucesión.

3. Entre los trabajos recientes sobre las teorías métricas, además de los de M. Ha­lle y S. Keyser (1966). el número especial de Poetics editado por Beaver e Ihwe (J. C.Beaver y J. Ihwe eds., 1974), K. Magnuson (1974). En cuanto al estudio de textos«no-literarios» (o, al menos, no claramente). P. Kiparsky, 1970. De especial interés parala posición sostenida aquí es elde J. Lotman ( 197 6a).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 171

versificación a introducir la noción de «competencia métrica».El hecho de que el verso se estructure sobre sílabas. acentos y

pautas. lo hace depender de las reglas de una lengua determinada.Pero las pautas métricas están. además, condicionadas por reglaspragmáticas que restringen la situación de enunciación (¡no sehabla métricamente por teléfono para encargar pasteles !). Por otrolado, si teóricamente se pueden construir versos de extensionesilimitadas en el desempeño, éstos tienen un límite. dado que seríadifícil percibir versos de cuarenta y dos sílabas. De ahí que, apartir de la sílaba duodécima inclusive, los versos sean considera­dos compuestos. es decir. formados por dos versos simples separa­dos por una cesura. Podemos ahora preguntarnos: ¿en qué medidaes posible hablar de competencia métrica? Morris Halle (1970) YM. Halle y S. Keyser (1966) parecen implicarlo. Wolfgang Klein(1974). entre los jóvenes teóricos. separa radicalmente el procesode aprendizaje de la lengua, del proceso de aprendizaje del metro.Sostiene que, por un lado. la competencia lingüística es adquiridaen el curso de un largo y complejo proceso. en el cual están involu­cradas tanto las habilidades innatas como una larga experienciaacompañada de práctica. Por el contrario. podría hablarse -segúnKlein- de una capacidad métrica innata, dado que las reglas quegobiernan las pautas métricas se aprenden de la misma maneraque las fórmulas matemáticas o las leyes físicas. Creo que el argu­mento de Klein es erróneo y dos tipos de evidencias pueden seraducidos en favor de mi asunción:

a) Siguiendo el tipo de ejemplos que sostienen la argumentaciónde Klein, es exacto que si preguntamos a un hablante nativo:«,1 El nido desierto de mísera tórtola es un verso dactílico. anfi­bráquico o anapéstico?», difícilmente obtendremos respues­ta correcta e inmediata de la manera que podríamos obtenerlasi preguntamos: «¿ El muchacha golpeó el puerta es grama­tical o no?». Klein (p. 33) argumenta que para responder acuestiones sobre el verso. como la primera. se necesita alguienque conozca explícitamente los principios de la métrica encuestión. Esto es. sin duda. cierto pero. a mi entender. este

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172 PARA UNA TEORÍA OEL TEXTO LITERARIO

argumento es falaz porque mezcla dos niveles. Lo que corres­pondería preguntar, en el primer caso, es si el verso es pauta­do (métrico) o no. Esta pregunta tendría una respuesta afir­mativa inmediata por parte de un hablante de español. aunqueéste no conozca a Navarro Tomás. Por el contrario, pregun­tar si un verso es anfibráquico o anapésrico sería como pre­guntar, a otro nivel: «¿El sujeto del enunciado es un hacedorimplícito de la acción o viola reglas de subcategorización?».Estas preguntas pueden ser sólo contestadas por alguien quehaya aprendido «explícitamente» ciertas categorías de aná­lisis de la lengua. En resumen, la falacia del argumento deKlein es la de confundir la capacidad para producir y recibirpautas en los segmentos con la elaboración posterior capaz dedescribir y clasificar tales segmentos.

b) Podemos entonces hablar de una competencia métrica si porella entendemos la capacidad para percibir organizacionespautadas de sonidos. Habría que determinar en qué momentose adquiere ésta. Los libros para niños están escritos, a me­nudo, en pautas rítmicas y emplean también la rima. EricLenneberg (1967, p. 7) ha mostrado que durante un minutode discurso oral ocurren de 10.000 a 15.000 movimientosneurornusculares. Este hecho lleva a Lenneberg a preguntarsesi hay algún principio organizador que nos permite distinguiro marcar los sonidos. En la música es posible reconocer melo­días golpeando con los dedos o moviendo la cabeza. Despuésde diez segundos de escuchar el golpeteo, podemos decir siel golpeteo es pautado o realizado al azar (e.g., los bateríasde los conjuntos de jazz). Lo que está involucrado, en lapauta, es el tiempo que organiza la secuencia de sonidos. Estaorganización temporal del sonido es aparentemente válida,no sólo para el oído como órgano receptor, sino para todotipo de percepción sensorial: las pautas temporales consti­tuyen organizaciones moduladas. E. Lenneberg habla, en estecaso, de ritmo. El ritmo puede ser marcado por pulsos sepa­rados temporalmente o por oscilaciones que son alteracionesperiódicas entre dos estados. El ritmo que subyace al habla

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 173

parece estar marcado por alteraciones entre altos y bajostonales. Esta formulación, aunque no se tengan evidenciasempíricas satisfactorias, puede aceptarse como construcciónteórica. Ahora bien, tanto si el ritmo implícito en el hablaes un principio organizador como una técnica temporal dearticulación. eso quiere decir que tenemos en él una base sub­yacente y potencial de la métrica, una pauta de organizaciónde los movimientos que producen los sonidos del habla (E. Len­neberg, 1967, p. 118). Si la hipótesis de Lenneberg se sos­tiene, entonces la construcción verbal suplementaria pauta­da tiene, en primer lugar, sus bases en nuestra capacidadpara hablar y, en segundo lugar, en nuestra capacidad paraproducir organizaciones artificiales (sistema secundario), apartir de las conductas verbales del sistema primario. Habríauna competencia métrica, en consecuencia, si por métrica nosólo entendemos al contenido de los manuales de prosodia.sino, fundamentalmente, la capacidad para organizar seriespautadas de sonidos y superponerlas a la base sintáctico­semántica.

El metro organiza la medida del ritmo, la pauta del ritmo. Labase esencial del ritmo son los apoyos del acento espiratorio. Porlo tanto, definimos el discurso como una sucesión de enunciadosD = El'" E 2 ... En' en la cual todo enunciado E¡ (i :5 1) proveeinformaciones sintáctico-semánticas que se conectan con las que loanteceden; E¡ tiene, además, en el caso del verso, informacionesdel tipo x xx x X x que indican sus tiempos marcados y no-marca­dos. La marca que corresponde a las palabras acentuadas de unidioma, y que se diferencian de las no-acentuadas, debe estar dis­puesta en forma regulada para que un enunciado sea percibidocomo rítrnicamente pautado. Teoréticarnente, el verso se definiríacomo una frase (F -+ SN + SV + SV), a la cual agregaríamosun calificador (*). indicador de un dispositivo que describe laspautas de sonidos acentuados. Esto nos permite postular el versocomo un enunciado, más un calificador y, a la vez, separar el versode unidades que se basan en otros principios tales como la estrofa

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174 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

y el poema. Es decir, la estrofa, como organización interna, corres­ponde más bien a un plan o esquema organizativo que no dependede principios lingüísticos (aunque «suplementarios»] como elverso, sino que obedece a otra clase de reglas semióticas.

Hemos tratado de sostener que la «intuición» para producir yreceptar grupos pautados de sonidos es una capacidad biológica.En este sentido, podría hablarse de «competencia rítmica» dadoque las reglas de acentuación y de la organización numérica delas sílabas en el verso, reguladas por altos y bajos tonales, tendríasu base en la capacidad para pautar sonidos. Si esta suposiciónes correcta, tendríamos que es esta capacidad la que se semiotizacuando, tanto en el folklore (Ez) como en el texto (E 4) , encon­tramos formas verbales construidas y organizadas mediante un«suplemento» del enunciado; las medidas silábicas o acentualesque definen el verso. Cronológicamente, el verso aparecería comouna semiotización simple (no-marcada) de la competencia rítmica.Sabemos que el verso nace unido a la danza. Este caso constituiríaun primer proceso de semiosis. La «métrica» sería ya una expre­sión de la metalengua por cuanto su surgimiento estaría ligadoa la «reflexión» sobre la competencia rítmica, y al cómputo silá­bico o acentual consciente: vale decir, tendríamos reducción delverso a medida, y su expresión en la metalengua. Momento en elcual la competencia rítmica, manifiesta primero en Ez, pasaríaa E4.

A partir de este momento, el estudio diacrónico nos mostraríamás claramente el doble juego entre la competencia rítmica y lacompetencia métrica: la segunda sería así un resultado de la refle­xión sobre la primera. Sabemos por ejemplo que, en español, eloctosílabo es el verso más antiguo y figura en gran proporción enlos cantares de gesta. Este hecho no presenta ninguna sorpresa: esel más antiguo porque, al tener sus raíces en la medida básica de losgrupos fónicos de la lengua (Navarro Tomás, 1966, p. 71), es elmenos marcado como proceso de serniotización, y es el que puedesurgir como proceso de semiotización que no requiere una rnetalen­gua explícita. Dicho de otra manera, el octosílabo sería, para elespañol, el primer ejemplo de semiotización de la competencia

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 175

rítmica. Este hecho es, quizás, lo que hace que el octosílabo estéligado a textos folklóricos o a textos literarios, cuya metalenguaimpone un tipo de semiotización que tiene su base en el primero.En este sentido es interesante notar el destino que sufre el octosí­labo en el Renacimiento. Navarro Tomás (1966, p. 214) hablade expansión del octosílabo. La expansión se explicaría por unacomplicación de los tipos octosilábicos: «Del examen de algunosejemplos se puede deducir que el octosílabo en el presente período(Renacimiento), era manejado con amplia libertad en lo que serefiere al empleo de sus variedades rítmicas». Navarro Tomás nosdice, además, que en el Renacimiento, el tipo trocaico ocupaba laposición dominante. Tampoco este hecho debe sorprendernos: delos tres tipos de versos octosílabos (trocaico, dactílico y mixto), eltrocaico es el que distribuye las pautas sonoras con mayor simetría.Esto hace que su pervivencia esté marcada por dos aspectos: a) subase en los grupos fónicos de la lengua lo haría sobrevivir en laforma popular (donde tiene su origen); sobrevive así en el teatroy en la difusión del romance; b) la metalengua sería la que permiteexplicar que, en el Renacimiento, el tipo de verso dominante fuerael trocaico, que presenta, como dijimos, el mayor grado de simetríaentre los versos octosílabos. Una conclusión semejante podríamosextraer si examináramos las formas estróficas de las composicionesen versos. El soneto, por ejemplo, por su forma fija, representaun alto grado de artificialidad en las composiciones estróficas.Además, el soneto está estrechamente ligado al endecasílabo. Sa­bemos que nace en Italia en el siglo XIII y que de ahí pasa a Es­paña. Ahora bien, los períodos literarios que más lo privilegian,como es de esperar por el carácter de éste, son el eeSiglo de Oro»y el «Modernismo»: « Recuperó el soneto en el Modernismoprestigio semejante al que había alcanzado en sus mejores tiem­pos» (Navarro Tomás, 1966, p. 400). Los «mejores tiempos»,sabemos, es el Siglo de Oro: «Fue el soneto la composición pre­ferida entre las estrofas endecasílabas del siglo de oro» (p. 252).El soneto, como forma estrófica ligada a la metalengua tiene, comoes de esperar, una caída, como forma estrófica dominante, en elRomanticismo. Creo que estos casos son suficientes para ejempli-

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176 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

ficar nuestra hipótesis sobre el proceso de semiotización en lasformas prosódicas: base rítmica en el sistema primario designadacomo «competencia rítmica»; semiotización no marcada en lasformas versificadas en la danza y en el folklore: toma de concien­cia de tal capacidad y surgimiento de la metalengua (jue se mani­Iesta, por un lado. en el cómputo silábico. y, por otro. en lasformas complejas de la versificación. En cuanto a las formasestróficas. el soneto sería un ejemplo de serniosis marcada por: suforma fuertemente codificada; su relación con el endecasílabocomo forma «artificial» del verso; su empleo cuando la metalenguadominante codifica las preferencias por formas artificiales (e.g.,Siglo de Oro y Modernismo).

3.3. SEMIOTIZACIÓN DE CAMPOS SEMÁNTICOS

3.3.1. Campos semánticos y estructura léxico-conceptual"

Antes de Saussure la semántica estudiaba o bien la relación delas palabras con sus referentes (J. Lyons, 1968. cap. 9). o bienla evolución del sentido de una palabra. Después de Saussurc, secomenzó a hablar de campos asociativos asumiendo que todaunidad léxica puede asociarse con otras mediante conexiones desentidos o puramente formales: un término dado es el centrode una constelación. el punto donde convergen términos coordina­dos y donde la suma es indefinida. El ejemplo clásico del campoasociativo es para Saussure (1916. p. 175) el de enseignement­enseigner-enseignons / dément-justement / changement-armement / etc.En la lingüística estructural de Bloomfield, el léxico fue cuasi olvi­dado porqu<' se lo consideraba como un campo poco estructurado(H. Gleason, 1962). Aun la gramática generativa. en su primer

4 Dos resúmenes de )", problema, que se presentan en esta área de invc"'tigaci"'n.hasta los aúos cincuenta, "1I1 1", de H, Basihus ( 1952) Y S Ohman ( 195 31, Una PCTS'

pecriva más actual en el libro de E. A. Nida (1975 j. Má, cspecificamcntc merecen rccor­darse los trabaj", de E. Coseriu ( 1')64. 1')68 l. L:n amplio resumen Jc' las tl'Orí..s exis·tenrcs se encuentra en el libro de H. Geckeler ( 197 1l.

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LA CONFIGURACION DEL SISTEMA SECUNDARIO 177

momento. subordina el léxico a la sintaxis. Con el surgimiento dela teoría semántica como teoría independiente. el léxico. si bienqueda subordinado a la sintaxis. tiene también su objeto autónomode estudio: J. Katz y J. Fodor (1964. p. 493) sostienen. en unaprimera versión de la teoría. que ésta debe explicar los hechos bá­sicos que permiten determinar. al hablante nativo. el sentido deuna frase en función de sus constituyentes léxicos. Para explicareste fenómeno. prosiguen estos autores. la teoría debe estructu­rarse en dos componentes: un diccionario de las unidades léxicasde una lengua y un sistema de reglas de proyección. Estas reglasoperan sobre la descripción gramatical de la frase y sobre la entra­da del diccionario. para producir interpretaciones semánticas detodas las frases de una lengua. Tanto este modelo semántico comoel presentado por J. Greimas ( 1966). fueron los que renovaron. enlos estudios literarios. la descripción de estructuras léxico-temáti­cas (T. van Díjk, 1969; F. Rastier, 1972) relegadas hasta enton­ces al estudio de «grandes temas»: el amor. la muerte. la socie­dad. etc.

En forma paralela a esta línea. rápida y esquemáticamentetrazada. había surgido. con posterioridad a Saussure, la teoría delos campos semánticos. La aparición de los trabajos de J. Trier(1931). inspirados en parte por la teoría de Saussure, mostraronque era posible pensar el léxico de una lengua como una totalidadorganizada y estructurada. Los conceptos de campo semántico ycampo conceptual se introdujeron para articular la estructura lé­xica de una lengua. Bajo estas premisas. J. Trier estudió el campoléxico-intelectual del alto alemán medio hacia 1200 y. lo comparócon la distribución del mismo campo un siglo más tarde. En elprimer caso. el resultado que obtuvo fue la organización del campode los lexemas visbeit, k..unst y list. Este conjunto tenía, en 1200,un significado totalmente distinto al del alemán moderno: k..U11J/se refería a las habilidades cortesanas y caballerescas; en tantoque list, a las habilidades que caían fuera de la esfera cortesana.Ambos podían ser reemplazados por uisbeit, que los agrupaba: elúltimo resumía así el campo conceptual. dividido en dos campossemánticos por los lexemas k..unst y list. Esta trilogía. en su organi-

12 - MIGNULU

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178 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

zacion semántico-conceptual, sostenía dos principios fundamen­tales de la civilización medieval: el feudalismo y la universalidad.Pero. un siglo después. cuando se desvanece la infraestructurasocial, list desaparece del léxico del campo intelectual debido asus componentes peyorativos. Quedan wisheit, /e.unst y wá...~n:estos tres lexemas articulan el campo. hacia 1300. de una maneradistinta a la que se manifestaba en el siglo anterior. No se trata.para J. Trier, de un simple cambio léxico. sino de una reestructura­ción total del campo: wisheit ya no abarca el campo de toda la sa­biduría humana. sino que su valor se ha reducido para designar lasexperiencias religiosas y místicas; a la vez. /e.unst y wi'Z~n comien­zan a distinguir entre el conocimiento y el arte. Además. en estanueva distribución del campo semántico. los tres lexemas están enel mismo nivel jerárquico. sin que ninguno de ellos lo resuma.como había sido para wisheit un siglo anterior.

En un libro reciente. E. A. Nida (1975. pp. 174-193) habosquejado. desde la perspectiva del análisis cornponencial, variosde los problemas que se presentan en el estudio de los campossemánticos (para Nida «sernantic dornains»). Ha propuesto laorganización de cuatro dominios conceptuales que tienen. paraN ida. la particularidad de ser universales. tratando de mostrarque todas las lenguas hacen uso de ellos. Sin discutir esta últimasuposición. tomaremos su clasificación como instrumento de tra­bajo. dada la ventaja de su amplitud. Mantendremos el términode dominio semántico para estas categorías comprensivas. reservan­do el de campo semántico (CS) y el de campo conceptual (CC) paralas organizaciones específicas del léxico de los dominios semán­ticos. Para N ida (p. 175). los cuatro dominios son:

1) Entidades u objetos; pueden dividirse entre contables (hombres.árboles. animales) y no contables (sal. agua).

2) Acontecimientos; tanto acciones como procesos (correr. ir. ve­nir. haber. etc.).

3) Cualidades abstractas (lo bello. lo bueno; términos de la afec­tividad. etc.},

4) Cantidad (mucho. poco. alguno. etc.).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 179

Nida señala que cada una de estas esferas o dominios pueden tenersu correlato con las unidades gramaticales (entidades = sustanti­vos; acontecimientos = verbos. etc.}; pero, sostiene también. queel estudio del campo léxico debe realizarse en su propia autonomía.sin referencias a la gramática.

Sobre esta base, y para los fines que perseguimos en este libro,necesitamos una estructura analítica que nos permita distribuir, enunidades menores. la organización del campo semántico y con­ceptual en alguno de los dominios semánticos. La unidad de basees el lexema. Ahora bien, para que un lexema pueda ser organizadoen campos semánticos. necesitamos reconocer en él algunas propie­dades sobre las cuales basar su estructuración, en relación a otroslexemas del campo. Un lexema se analizaría, en primer lugar. endos componentes: los designadores y los formadores (G. Leech,1974, pp. 34 Y61). Con respecto a los primeros conviene recordarque en toda lengua pueden presentarse dos casos: un lexema tienevarios referentes; y un referente puede tener varios lexemas. Am­bos casos resumen el componente referencial de un lexema. Encuanto a los segundos, consideraremos al lexema compuesto porunidades menores como los fonemas y los sernas.

1)

1torrnadorcsn

LexemaI

un RI

varios L

Idl'signadorl's

I

varios Run L

A su vez necesitamos determinar las relaciones que nos permi­tan organizar los lexemas entre sí, en uno o más campos semán­ticos: utilizaremos los conceptos de semema, arcbilexema y claseléxica con valor de conct"ptos relacionales. Los primeros organizanlos sernas de un lexema; los segundos agrupan lexemas de un mismocampo semántico; y las clases léxicas agrupan lexemas de distin-

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180 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

tos campo~ semánticos. Esta distribución es necesaria puesto que.si tomamos por ejemplo el dominio entidades, podemos intentarla organización de un campo conceptual. partes del cuerpo. distri­buyéndolo en dos campos semánticos:

2)ce

PARTES DEL CUERPO

/~CS 1

lLexema:

. 1Sememas .

humano

bocadientesmanosojosetc.

CSz

Lexema: 1animal

Sernernas :1hocicodientes. colmillospatas

oJosetc.

Los lexemas organizados en 2), en relación al campo conceptualpartes del cuerpo pueden, a su vez. ser organizados en otros camposconceptuales y tomar, como tales, a humano o animal:

3)ce:

HUMANO

~~CS¡ CSz

Lexema:1femenino Lexema:1masculino

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 181

4)CC:

ANIMAL

¡ t ¡CS 1 CSZ CS l

~ ~ ¡Archilex: ~domésticos Archilex: salvajes Archilex: ~ de trabajo

~Lexemas: gato Lexemas: tigre Lexemas: caballo

perro león buey

Podríamos, todavía, tomar uno de los sememas (e.g., boca) delcuadro 2) y organizarlo como campo conceptual con relación alos campos semánticos que boca actualiza en una lengua. Sabemosque en castellano, como en inglés, boca puede ser usado en varioscontextos: uno de ellos como «desembocadura de un río». Ten­dríamos así:

5)CC:BOCA

es,

lSemema: boca (partes del

cuerpo)

+Sernas: objeto físico

concretoinanimado, parte de

entidad animadaaberturapara hablar, comer

es,¡

Sernema: boca (de un río)

¡Sernas: objeto físico

concretoinanimado. parte de una

entidad inanimadaaberturadonde las agua, son

descargadas

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182 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Cualquiera que sea el tipo de refinamiento analítico que puedaencontrarse entre los especialistas. lo que nos interesa con estosejemplos no es competir con ellos. sino ilustrar el principio de orga­nización de los campos conceptuales y semánticos. Este nos per­mite señalar que. por un lado, los campos semántico-conceptualesorganizan el léxico de una lengua en el sistema primario; y. porotro. que podemos trazar, sobre este tipo de organización léxica,las particularidades de los procesos de semiotización del espaciosemántico y conceptual. Los puntos que siguen (descomposiciónléxica, clases semánticas, variaciones léxicas y fusión conceptual)intentan ilustrar. sobre esta base, las posibilidades de los procesosde semiotización léxica, abiertas a las investigaciones empíricas.

3.3.1.1. Descomposición de lexemas (neologismos). - Podemoshablar. para comenzar. de dos tipos de neologismos: externos einternos a la lengua. El primer tipo no lo trataremos aquí, puestoque su operación de «traducción» nos llevaría a un terreno dis­tinto al de los campos semánticos de una lengua. Baste decir. paranuestros propósitos. que ellos no son menos interesantes comoprocesos de semiotización: el neologismo externo manifiesta laexistencia de un conflicto en la lengua donde se produce el texto;y este conflicto. que genera el neologismo. tiene también su mani­festación en la metalengua: los neologismos de Rubén Darío (ana­lizados por J. López-Morillo, 1944) son inseparables de la meta­lengua en la que Darío manifiesta su posición ante el español«literario». No es menos significativo el ejemplo de Dante, en laconfluencia del latín y del «volgare» (E. Curtius, 1948, p. 504):De vulgari eloquentia sería. desde nuestro punto de vista, la meta­lengua que justifica y motiva el neologismo.

En los neologismos internos, lo que nos interesa es que, en suestructura, ellos son el resultado de la descomposición de lexemasy. por lo tanto. implican la fusión de dos campos semánticos.Todos conocemos los neologismos en la poesía de César Vallejo.G. Meo Zilio (1967) los ha analizado en detalle y ha clasificadolas reglas de su formación. Tomemos dos ejemplos (Meo Zilio,

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 183

1967, p. 42): «es de madera mi paciencia I sorda, vejetal» e«yen mal asfaltado oxidente de muebles indúes vira I se asientaapenas el destino». Ambos neologismos se forman por la sustitu­ción de signos gráficos (g, j: ce, x); fonéticamente, Ixl para elprimer grupo y Iksl para el segundo.'

6)

Oxidente

óxido occidentees, es¡

Vejeral

nLexemas

----+~ vegetal vejezorizinariosC" CS, CS¡

Vernos. en este caso, la importancia de los fonemas entre los for­madores del lexema: la operación de descomposición y formaciónde un nuevo lexema tiene su punto de articulación en el grupofónico. Pero, el resultado es la integración de dos campos semán­ticos cuyos lexemas vejn.:vejetal se resumen en el neo-logo:

5, Es rreciso notar que la coincidencia fonética es sólo para el área hispánica quesesea: para e seseo. la grafía « de orridenre pertenece al grupo fónico Iks/: mientras que.para las zonas que lo distinguen. el grupo fónico es Ik-tt/.

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184 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

7)

ce.VEJETAL

Lexema:

Semas:

T1

vegetal

inmovilidad

sin sistemanervioso

alimento

inorgánico

Lexema:

Sernas:

vejez

estado

edad

aplicado a humanosy no humanos

aplicado a objetosanimados e inanimados

En cuanto a su función en el texto. es obvio decir que la relacióndel neologismo con la metalengua justifica su «status» textual,dado que no es necesario ser poeta para tener la licencia del neolo­gismo: este es un mecanismo verbal tan válido en el sistema pri­mario como en el secundario. En el caso de la poesía de C. Vallejoel neologismo. en su función textual. no puede ser explicado sólopor su estructura sino que debe ser inscrito en cierta metalenguade las «estéticas de vanguardia) que proponen «Ía fusión de loinesperado). Este aspecto de la metalengua es el que otorga al sí­mil y a la metáfora un lugar privilegiado en la poesía de vanguar­dia. puesto que en ellos encuentran la posibilidad más directa dereunir lo imprevisto. El neologismo interno. en Vallejo. es otramanera de semiotizar tal principio de la metalengua: la descom­posición léxica fusiona «inesperadamente» dos campos semánticosde valor desigual; dos campos semánticos cuya fusión no existeen el «entremundo» de la lengua. en el sistema primario. y que se

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 185

impone en el proceso de semiotización como exigencia y fundaciónde una metalengua.

3.3.1.2. Clases semánticas. - Las clases semánticas. en opo­sición al campo conceptual. permiten la organización de dos cam­pos semánticos sobre la base de un serna en común: sea que estoscampos correspondan a categorías de un mismo dominio (enti­dades) o a categorías de distintos dominios (entidades-aconteci­mientos). Tal organización presupone un grado más complejo queel del campo conceptual. debido. precisamente. a la clasificación«cruzada». Para los campos semántico-conceptuales puede decir­se que éstos son reconocidos. intuitivamente. en el sistema prima­rio. Si las clases semánticas también lo son. es cierto además quela clasificación «cruzada» exige un esfuerzo de comprensión mayorque el primero: las clases semánticas organizan dos campos semán­ticos a partir de un serna en común. El esquema general sería:

1)

es, Clase semántica, : CS¿Serna: x x'-'x Serna: x

Clase semántica¿:Serna: y y.-.y Serna: y

Ilustremos este caso con más detalles. E. A. N ida ( 197 5. pp. 178­186) resume los dominios semánticos bajo los cuales se está orga­nizando el diccionario griego del Nuevo Testamento cuyo usoestá destinado. principalmente, para los traductores de la Biblia.Pese a la complejidad de este trabajo, podemos sin embargo to­mar. en resumen. la clasificación de Nida, para ejemplificar algu­nos aspectos de las clases semánticas. Tendríamos entonces:

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186 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Dominio 1: ENTIDADES

Categoría A: No animadas

l. Naturales2. Manufacturadas

Categoría B: Animadas

l. Animales2. Humanos3. Poder sobre-natural

Dominio 11: ACONTECIMIENTOS

l. Físicos2. Fisiológicos3. Sensorios4. Intelectuales, etc.

Dominio 111: ABSTRACTOS

l. Tiempo2. Volumen3. Edad, etc.

Siguiendo esta clasificación, vemos que si reunimos animales yhumanas, en el campo conceptual partes del cuerpo, lo hacemos «sa­biendo intuitivamente» que éstos corresponden a una misma cate­goría semántica y a un mismo dominio. Pero si tenemos que rela­cionar partes del cuerpo con partes del mobiliario, sabemos que éstasconvergen en el dominio (entidades) y divergen en las categorías:animadas / no animadas. Pero la relación es posible en cuanto orga­niza clases semánticas: ambos tienen el serna fisico en común. Porel contrario, si se trata de relacionar el campo semántico-intelec­tual con partes del mobiliario, sabemos que éstos pertenecen a dosdominios totalmente distintos (entidades-acontecimientos); y porello podemos marcarlos con sernas semejantes pero opuestos (físico;-físico), (actividad; -actividad). etc. Este tipo de organización esde gran relevancia para el análisis de cierto tipo de serniorización

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 187

léxica: aquella que se define por la selección (y, por lo tanto, la pre­sencia o la ausencia) de: a) determinados campos semánticos dela lengua presentes en el texto (marcados cuantitativamente). y b)determinados campos semánticos ausentes del texto porque la pre­sencia de uno implica, en relación a la organización conceptual delsistema primario. la ausencia del otro. Este tipo de semiotizaciónléxica se pone de relieve cuando organizamos el campo concep­tual en clases semánticas.

Tomemos, como ilustración. un ejemplo que tiene la ventajade estar computado. En un análisis del léxico de Emma de JaneAusten y Jacob's Room de Virginia Woolf, las estadísticas dan loscómputos siguientes (K. Kroeber, 1967):

Emma .lacob 'J RoomSustantiuosPartes del cuerpo 31 128Ocupaciones 3 28Muebles. partes de la casa 19 IO~

Tiempo 67 108Sonidos 3 3~

Emoción. reacciones emocionales 74 l ~

Acciones mentales 47 13

VerboJSonidos escuchados (específicos) 9 29Movimientos. posiciones 28 83

AdjetivosColor 1 ~2

Emoción 49 22Valor 6~ 33

En primer lugar. podemos resumir parte de los resultados en eldiagrama 2:

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188 PARA UNA TEORfA DEL TEXTO LITERARIO

2)Emma Jacob's Room

F

co

No

F

co

Partes delcuerpo - +es¡

Muebleses, - +

Emocioneses, + -

Accionesmentales + -

es.

En segundo lugar, podemos leer el diagrama en relación a los cam­pos semánticos organizados en clases semánticas. Tendremos asídos tipos de organizaciones en clases:

Clase A: I ) los campos semánticos partes de/ cuerpo y mobiliario seorganizan en una clase semántica convergente medianteel serna (+ físico). pero divergente en cuanto la cate­goría (animado-inanimado)

2) los campos semánticos reacciones emocionales y accionesmenta/u, se organizan en una clase semántica convergen­te mediante el serna (- físico) y convergente en el domi­nio (acontecimientos)

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 189

Clase: B: 1) los campos semánticos parlf.! del cuerpo. por un lado, yreacciones emocionales y acciones mentales, por otro. diver­gen en el serna (+ físico; - iísico) y en el dominio (enti­dad es-acontecimientos)

2) los campos semánticos mobiliario, por un lado. y reac­ciones emocionales y acciones mentales, por otro. divergenen el serna (+ iísico; - iísico) y en el dominio (entida­des-acontecimientos)

Jacob's Room está caracterizado, de esta manera, como sernioti­zación léxica, tanto por la presencia indicada en A.I) como por laausencia que tal presencia implica: B.I) Y B.2.). De la mismamanera, Emma se caracteriza por la presencia de campos semánti­cos convergentes señalados en A.2), y por la ausencia que tal pre­sencia implica: B.I) y B.2.).

En la semiosis léxica entra en juego todo el dominio concep­tual que «organiza el mundo» en un momento y en una cultura.De modo que el proceso de serniotización impone una selección ental dominio: marca en cuanto selecciona, pero finge una no-marcasi la selección se corresponde con la articulación de los dominiossemánticos en el sistema primario. Este sería el caso de Emma yJacob's Room; no lo sería en el caso del neologismo analizado enVaBejo o en el tipo de fusión conceptual que predomina en partede la literatura del siglo xx. Ahora bien, si leemos el cómputoestadístico de las dos novelas siguiendo estas premisas, vemos que,en Emma, predominan los lexemas caracterizados por el rasgono-físico; en tanto que en Jacob's Room es a la inversa. Los títulosde las novelas son claros en cuanto a esta serniouzación: el unomarca el nombre; el otro el objeto (cuarto, habitación). Obvia­mente esta selección es una semiosis que no puede explicarsesino en conjunción con la metalengua que condiciona tal selec­ción: al romanticismo en el caso de Emma, y las pervivencias dela metalengua «realista» en Jacob's Room; fuera del hecho de que,en Virginia Woolf, comience a manifestarse otra metalengua quemarcará los aspectos de la construcción novelesca, más que los dela serniotización léxica.

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190 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

3.3.1.3. Variación y acumulación de sentidos. - 6 Este esun caso especial dentro de la semiotización léxica, puesto que invo­lucra no sólo la organización de campos semántico-conceptualesintuidos por el hablante nativo, sino también la configuración deun campo semántico-conceptual para el cual no es suficiente lainformación derivada de los componentes lexemáticos en unestado de la lengua. Para estos casos es necesario contar con la«enciclopedia». Esta configuración del campo léxico es operativacuando la semiosis tiene lugar en un estado de la lengua alejadodel estado en el cual se encuentra el teórico. La particularidad deeste caso requiere algunas distinciones con respecto al conocimien­to léxico de un «hablante nativo), en un estado específico de unalengua:

a) De las discusiones de E. Coseriu (1973, pp. 212-218) sobrelas relaciones entre diacronía y sincronía, se desprende que lalengua funciona sincrónicamente y se constituye diacrónicamen­te. Este hecho es el que lo lleva a diferenciar (1966, p. 192)las estructuras funcionales de las estructuras de la lengua. En otrolugar, Coseriu sostiene que «La lengua no es primero sistema

6. Dijimos al comienzo de este apartado que la semántica se había ocupado funda­mentalmente del estudio de las palabras con relación al referente y del cambio de sentidode las palabras. Gracias a estos estudios tenemos un material empírico abundante. Pero.lo que necesitarnos en estos momentos -y pienso en la teoría del texto literario- son hi­pótesis -más que datos- que nos lleven a discernir en ese terreno ambiguo del que seocupó la semántica histórica (cfr. Leo Spitzer). Por «ambiguo» no debe entenderse ungesto valorarivo. No es mi intención «enjuiciar» a la semántica histórica. Por «ambiguo»remito al hecho de que en estos estudios (y por esto el ejemplo de L. Spitzer es pertinente]las fronteras entre el sistema primario y el secundario no se trazan; si lo que interesa esla historia de una palabra en la lengua. la literatura puede contribuir a ello: si. por el con.trario, se trata de describir la recurrencia de una palabra en alguna obra literaria. entonceslos avatares de la palabra en la lengua pueden contribuir a ello. Las hipótesis son necesa­rias en el momento en '!ue pretendemos subrayar esa línea difusa y móvil entre la lengua yel texto. entre el sistema primario y secundario; las huellas de la semiosis en la historia deun vocablo. La lingüística moderna. en su preocupación por la semántica. no nos ayudaen esto porque la historia de la semántica. en los último. años. es la historia de un des­pojo. Algunas sugerencias que indaguen en un nivel de «inclusión» de información puedenencontrarse en U Eco ( 1976) Y en G. Leech ( 1974. pp. 1-68). Las páginas que siguensólo pretenden subrayar el problema en relación a lo que nos interesa. la semiosis en rela­ción a la acumulación de información.

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LA CONI'(GURACION DEL SISTEMA SECUNDARIO 191

y luego tradición. sino que es al mismo tiempo y en todo mo­mento. "tradición sistemática" o "sistema tradicional"»(1973. p. 214). Ello conduce a postular la existencia de he­chos diacrónicos en la sincronía y a reconocerlos como unaparte del conocimiento léxico del hablante. Para E. Nida( 197 5. p. 37) estos hechos serían el aspecto del conocimientode la lengua que no pueden ser representados en el diccionarioteórico. puesto que éste sólo puede contener aquellas infor­maciones de orden general que captan la «competencia léxi­ca» del hablante nativo.

b) Este hecho nos lleva. cuando no se trata de la lengua sino deltexto en donde se actualiza la lengua. a introducir otras dife­rencias: 1) Cuando nos encontramos con textos alejados en eltiempo. ya no podemos basarnos sobre el conocimiento de lalengua de que disponemos. como teóricos. con respecto al tex­to moderno. Este aspecto lo conocen muy bien los filólogos.2) Por lo tanto. el problema que se presenta en este caso. es eldel reconocimiento de las estructuras léxicas marcadas o no­marcadas en el proceso de semiotización. En el primer caso.surgen una serie de preguntas: ¿Cuáles son las huellas de esamarca? ,:Cuáles eran las estructuras funcionales (diacrónicas)en tal o cual estado de la lengua. que subyacían a tal lexema?¿Qué campos semánticos organizaba?

Un ejemplo que puede ilustrar este problema. para la teoría deltexto literario. lo constituyen los versos introductorios de las Sole­dades de Góngora, y las interpretaciones a que ha dado lugar:

Pasos de un peregrino son. errante.cuantos me dictó versos dulce M usa:

en soledad confusa.perdidos unos. otros inspirados.

(<<Soledad Primera»]

El lexema soledad, tanto en el español actual como en el delsiglo XVII. organiza dos campos semánticos: uno que podemos

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192 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

descomponer (estado; + físico) y otro (estado; afectivo). K. Voss­ler (1941, pp. 12-15) señala que el portugués dispone de dos con­juntos de lexemas para designar ambos campos. Para el primercaso dispone de «soidao», «solidao», «isolarnento», «retiro»; entanto que para el segundo dispone de «soidade» y «suidade».Parece también confirmar esta interpretación el análisis y las citasde Menina Mora que hace F. López Estrada (1974. p. 377): «Elamor es creador de soledad. y Ribeiro lo formula en esta expre­sión, que es definitoria de la obra: "Quantas donzellas corneo jaaaterra com as soidades que lhe deixararn cavaleiros, que corneooutra terra com outras soidades?" D. En cambie para el español,que sólo dispone de soledad, no es siempre claro cuál es el camposemántico aludido. En el libro Inventario (publicado en Medinadel Campo en 1565), Y estudiado por F. López Estrada (1949,pp. 99-133). uno de los relatos contenidos es Ausenciay soledad deamor. El título es sugestivo por lo que aparece como redundante:ausencia y soled,ad: ambos lexemas admiten los campos semánticos(estado; + físico) y (estado ; afectivo). La pieza parece contenerlosa ambos: (c( ...) en las primeras páginas el amante se encuentra arro­jado de un mundo hermoso. cuya belleza no deja de exaltar»(López Estrada. 1974. p. 369). Después que Góngora publicasus Soledades, J. de Jáuregui parece ignorar (voluntariamente o no)el doble campo semántico de soledad, y acusa a Góngora de haber­lo usado «impropissirnamente»: «Donde había tanta vecindad depueblos y tanta caterva que baila. juega. canta y zapatea hastacaer, cómo diablos pudo llamarle SoledadD (J. de jáuregui, Antído­to contra las Soledades). restringiendo el campo a (estado; + físico).En la defensa que hace de Góngora, D. García de Salcedo Coro­nel (Soledades de L. GÓngora). este autor. al contrario de jáuregui,extiende el campo semántico del lexema:

Este poema que D. Luis intitula "Soledades" (porti ajunto o porti verJo)es un género de composición que los latinos llamaron silva (oo.) Presumoque D. Luis quiso que a esta voz siloa correspondiese Joltdad en nuestralengua, y no impropiamente. pues si la silva significa en castellano selva obOJqut, qué cosa más solitaria.

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LA CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 193

En la interpretación de Salcedo Coronel se ha extendido, en pri­mer lugar. el campo conceptual mediante una operación asocia­tiva. que relaciona con la forma del verso, pero ignorando. tam­bién. el campo semántico (estado; afectivo); en segundo lugar.reemplaza el significado de soledad, en el poema. por su significan­te silva; en tercer lugar asocia la raíz etimológica de dos campossemánticos en español (silva y selva); asocia finalmente con selrael sentimiento de soledad. La «operación l) de Salcedo Coronel po­dría resumirse:

1)

madrigalsoneto

silva (Iatrn)

~siltia .•elea

~ ~CC 1 : CS~; CC1 : CS1 :

I I ! Igeografía bosque

llanuraforma literaria

etc.

Referencia --. tipo de formamétrica sinorden íijo

agrupación +- Referenciade árboles•soledad-.Connotación

Podremos o no estar de acuerdo con Salcedo Coronel. pero no po­demos negar la legitimidad de su operación: uno de los privilegiosde nuestra capacidad cognitiva es el de ir «más allá» de la infor­mación receptada. Esta operación. además. traza las corresponden­cias entre la serniotización (léxica en este caso) en el proceso deemisión y en el de recepción: toda semiotización (en la emisión)que hace ambigua a una estructura verbal. desencadena la plura­lidad de interpretaciones (campos semántico-conceptuales. en estecaso) en el proceso de recepción. De esta manera sería legítimo

13 MI(iMII.O

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194 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

agregar, al diagrama, otras informaciones que nos llevarían a mo­dificar el esquema:

a) La relación entre la refirencia de silva y de selva es conocidaen el contexto: Pedro Mexia en su Silva de varia lección(1 542) sostiene que ((y por esto le puse por nombre Silva, por­que en las selvas están las plantas sin orden ni regla».

b) Cuando D. Alonso (1956, p. 187) explica el sentido posiblede pasos y versos en relación a soledad, en ello parece implicarseque. como paráfrasis, podría aceptarse: (dos versos (son) ins­pirados en soledad confusa / los pasos (son) perdidos en sole­dad confusa».

Si esto fuera así, su aceptación nos llevaría a buscar informacionesno sólo sobre el lexema soledad, sino también sobre confusa, en lamedida en que el sentido de oscuro, turbado, intrincado, que el Dic­cionario de Autoridades da para confuso, haría suponer que, en laserniotización léxica, se está jugando con los dos campos semán­ticos (marcados en los designadores), que ya expresaba PedroMexia.

No es mi intención terciar en esta disputa ni proponer la co­rrecta interpretación de estos versos. Sólo quiero señalar la impor­tancia que la información «enciclopédica» tiene cuando se trata dedescribir semiosis léxicas que, en la historia, van unidas a la orga­nización del campo semántico en el proceso de recepción. Se po­dría objetar que no habría tanta diferencia en el análisis de estecaso en relación a los dos anteriores (3.3.2.1. y 3.3.2.2.): quepodríamos. a la manera de Trier, disponer de una estructura delcampo semántico de soledad a principios de los siglos XVI y XVIIrespectivamente. Pero, quedaría por ver todavía, a) cuáles son lasrelaciones entre la estructura del campo semántico conceptual dellexema soledad en la lengua (en el español de los siglos XVI y XVII),Y b) si esta estructura es suficiente para describir un proceso deserniotización que hace ambigua la estructura del campo por inter­ferencia con otros; o si, por el contrario, estas relaciones deben sercapturadas por las operaciones con clases semánticas relacionandocampos divergentes (soledad, confuso, silva, selva); contando, ade-

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 195

más, con la «movilidad» de la estructura del campo motivada porla acumulación de sentidos. 7

3.3.1.4. La fusión conceptual. - Algunos de los mecanismoslingüísticos que con más asiduidad caracterizan la «creatividadpoética», hasta el punto de olvidar que éstos pertenecen a una claseque es válida tanto en el lenguaje científico como en el lenguajecotidiano, son aquellos que tienen como base la analogía8 (símil,metáfora, sinestesia). No pretendo aquí decir nada nuevo con res­pecto a problemas tan largamente discutidos. Sólo quiero señalarlas bases que los fenómenos analógicos tienen en el sistema prima­rio; y el carácter «parásito» de su semiosis que da, a estos meca­nismos, un rango especial entre los fenómenos verbales. De másestá decir que todo tipo de metáfora, o de símil, como los quesiembran los manuales y los estudios literarios como ejemplos con­tundentes de la literariedad, son ejemplos de «actuación»: ellos ilus­tran distintos hallazgos, que se recortan sobre las analogías insti­tucionalizadas que han sido acumuladas en una lengua; acumu­lación sobre la cual se inserta, como «novedad», la analogía encuestión. Encontrar las analogías ocultas parece ser un aspecto dela creatividad lingüística, independiente del hecho de que ciertasculturas -como la occidental- hayan teorizado y hecho conscien­te tal fenómeno. La metáfora, por ejemplo, se caracteriza (en losmanuales), por una relación verbal condensada por la presenciade una o más ideas distintas. La relación metafórica ha sido des­crita como comparación, contraste, analogía, similaridad, fu­sión, etc. Los avances lingüísticos en la caracterización de las

7. Una interpretación semántica. y reciente. de estos versos en M. Molho (1969).8. La bibliografía sobre el tema. como se sabe. es inmensa. La única que representa

un cambio «técnico» en el análisis de la analogía es la que ha surgido en los últimos años:J. Cohen (1968). D. Bickerton (1969). F. Guenthner (1975). D. Mack (1975); es im­portante también señalar la segunda edición del Diaionnaire Jt poitiqut etdt rhitoriqut deH. Morier, quien dedica una extremada atención al símil y a la metáfora. Para la analo­gía y la metáfora en la filosofía de la ciencia. M. Black (1966). R. C. Lewontin(1963).M. Hesse (1963. 1966). La relación. en estos casos. entre la metáfora y el modelo marcael aspecto conceptual de la primera.

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196 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

estructuras verbales primarias nos han conducido a plantear elproblema de la metáfora en otros términos. Pero, al mismo tiem­po, nos han puesto ante la presencia del mecanismo en diversasescalas de la actividad verbal y conceptual. 9

El descubrimiento de Kepler, dicen, proviene de una analogíaentre la función del Padre en la Sagrada Trinidad y la función delSol en el Sistema del Universo. La analogía es un mecanismo co­mún en el lenguaje científico (M. Hesse, 1963). El pensamientometafórico es un modo peculiar de lograr una «penetración inte­lectual», que no necesaria y únicamente puede interpretarse comoun sustituto ornamental del pensamiento llano (M. Black, 1966,p. 232), tal como ocurre en la tradición retórica, donde la metá­fora es pane de los tropos o figuras: «Nosotros vemos, dice Aris­tóteles, una cosa en otra, y esto lisongea maravillosamente á laimaginación, porque nada le agrada tanto como la semejanza delos objetos ó las comparaciones. Estas relaciones ó ideas acesoriassuelen recordar á nuestra memoria mayor variedad de circunstan­cias, que la principal, herir mas agradablemente á la imaginación,seducir el corazon con mas suavidad, é inflamar el espíritu conmas energía» (Don Francisco Sánchez, Principios de retórica ypoética, 1805, p. 10). Concebir las analogías como «mecanismossuplementarios» no es lo mismo que concebirlas como «ornarnen-

9. No es mi intención aquí la de entrar en el detalle del análisis de la metáfora yde sus «adyacencias». Pero es sí necesario recordarlas para aclarar el sentido en queaquí usamos el concepto de analogía. En la Poitica (14 57b) se define la metáfora comoel despla-¡¿miento que da a un objeto el nombre de otro. La transferencia se funda. de estamanera. sobre la relación de género a especie. de especie a género y de especie a especie.Es en estas relaciones donde se funda. también, la analogía. Pero en la actualidad seclasifican como metonimia y sinécdoque. que se oponen a la metáfora. los tropos en loscuales la transferencia se realiza del género a la especie (mortales por hombres) o unarelación de la parte al todo (lItlas por navíos). La metáfora. entonces, en la definiciónde la Poitica es una metáfora condensada: así «la mañana de la vida» sería una rela­ción A:B::C:D. por cuanto se podría decir que «la mañana es al día lo que la juventuda la vida». Es también en este caso en que podemos hablar. y es lo que nos interesa aquí,de la fusión conceptual de dos campos semánticos. Esta relación valdría. obviamente.también para el símil: «la olla rodeada de pavas. como el ñandú por sus charabones»se leería de esta manera como «la olla es a la pava lo que el ñandú es a sus charabo­nes». Desde este punto de vista la diferencia entre símil y metáfora es de «superficie.. :el símil incluye en el enunciado todos los elementos en juego en tanto que la metáforalos «supone» (cf. Ch. Perelman, 1969).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 197

tos» (o «ideas accesorias»]: el suplemento se produce en la fusiónconceptual de dos campos semánticos. La suplernentariedad esun rasgo que se relaciona con la conservación del texto (en su fun­ción cultural), y con el sobre-trabajo en mecanismos verbales ins­critos en el sistema primario. En este caso, el problema reside ensituarlos dentro del esquema de la configuración textual. Comen­cemos por los siguientes casos:

1) El café es dulce y el sonido agudo.2) El café es agudo y el sonido dulce.3) El café es agudo como el sonido.4) El café es un sonido agudo.

Difícilmente alguien aceptaría estos enunciados como poetlCos.No obstante. reconocería en ellos ciertos rasgos de los que hemosaprendido en los manuales como definición de la sinestesia, delsímil, o de la metáfora. En el caso 2), fuera del hecho de que el«sonido dulce» es más aceptable que «el café (es) agudo», el meca­nismo es el mismo: en primer lugar, se trata del desplazamiento deuna adjetivación de un sustantivo a otro y. al mismo tiempo,de la violación de cienos rasgos ce-textuales -«café» no admite«agudo» y «sonido» no admite «dulcee->, En otro nivel de inter­pretación, diríamos que lo que se percibe por uno de los órganossensorios (gusto). es atribuído a lo que percibimos con otro (oído).En cuanto a 3), diríamos que el café tiene un rasgo (agudo), entreotros, que puede compartir con el sonido:

café sonidox ':\.y f

agudo' agudo

En 4). no se dice que a es como b sino que a es b. En todos estoscasos hay transferencias de rasgos o fusión de conceptos. La dife­rencia es que en 2) los dos miembros están coordinados con la con­junción (Y), en 3) por el comparativo (como), y en 4) por el verbo(ser). Es decir, la diferencia reside en la distribución sintáctica de

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198 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

rasgos semánticos. Ahora bien, de qué manera la distribución sin­táctica afecta, además, el sentido (en diversos niveles jerárquicos),es una cuestión que tocaremos, incidentalmente, refiriéndonos so­bre todo a la primera.

Retomemos las observaciones sobre la estructura léxica avan­zadas en 3.3.1.2. La teoría semántica puede pensarse en términosde un diccionario sémico y de reglas de proyección. El diccionario,dijimos, especifica las propiedades de los elementos léxicos (pala­bras) en términos de rasgos distintivos (+ Animado, - Animado,+ Humano, - Humano, etc.). Los rasgos no están todos al mismonivel, sino que se establecen entre ellos relaciones jerárquicas (J.Kan, 1972, p. 75). Las reglas de proyección combinan los dife­rentes rasgos y los integran en el ce-texto (estructura del enunciadoo del discurso). Podemos, entonces, distinguir entre dos tipos derasgos: formales y ce-textuales. Los primeros especifican; los se­gundos son los que restringen o determinan el co-texto en el cual,un determinado lexema, puede aparecer. En consecuencia, podría­mos explicar lo que ocurre en 1), 2) y 3) como violación de losrasgos ce-textuales, y así diríamos que «el café es agudo» es unaviolación de reglas ce-textuales, dado que «agudo» no puede seratribuido a «café». «Agudo» puede ser atribuido a un sustantivoque acepta los rasgos de la escala «ruido-silencio», o a una «viola­ción» ya codificada, como «una observación aguda», pero no a unsustantivo dominado por el rasgo «liquidez». Ahora bien, podríaobjetarse que la lista de rasgos o es infinita o se dejan de lado enella otros rasgos pertinentes (D. Bolinger, 1965). Pero, ¿cuálsería el marco de referencia para tal objeción? Podemos formularlo anterior, para salvar el escollo, de una manera diferente, y decirque la estructura semántica de una unidad léxica en un enunciadoconsiste en una proposición para-frástica de ese enunciado, y queésta contempla las relaciones entre las unidades léxicas. En tal casoasumimos, por un lado, un «programa» de actividades (la propo­sición, la paráfrasis), y, por otro, un conocimiento de la lengua ydel «mundo». En este procedimiento, la paráfrasis opera como unmecanismo de proyección de nuestros conocimientos sobre unenunciado. Estas observaciones son válidas para el análisis ais-

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 199

lado de la analogía, pero ¿qué ocurre cuando pasamos del enun­ciado al discurso? Comencemos por algunos enunciados y trate­mos de ver bajo qué condiciones se insertan o forman parte deun discurso:

1) (...) en el fogón, bajo cuya campana tomó lugar la olla.rodeada de pavas, como ñandúes por sus charabones,

[Güiraldes. Don Segundo Sombra, 1926. p. 98)

2) si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorandosonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren con sueño.como aguas vacilantes,como el otoño en hojas.como sangre,con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo,soñando como sueños o ramas o lluvias,o bocinas de pueno triste.

(Neruda, «Barcarola», Residencia en la tierra. 1925-(931)

3) El tiempo. como una substancia líquida. va cubriendo. como un an­tifaz, los rostros de los ancestros más alejados (...)

(Lezama Lima, Paradiso, 1968. p. 84)

Sobre la base de estos ejemplos podemos anotar una serie deaspectos sustantivos: en los tres casos, se trata de una confronta­ción entre sentido literal y sentido figurado. El sentido figurado noconstituye el suplemento, puesto que tanto el uno como el otro sonmecanismos que se inscriben en el sistema primario: hablamos amenudo en sentido figurado. El suplemento entonces es una sernio­tización, bajo determinadas condiciones de producción de men­sajes, de la relación entre sentido literal y figurado. En este caso,igual que en el de la semiotización léxica con respecto al vocablosoledad, el suplemento es una sobre-información, que resulta delproceso de semiotización. La información que sobrepasa el sentido(aún en el sistema primario) literal, involucra un conocimiento

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200 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

conceptual (codificado), que debe ser tenido en cuenta al describirlas reglas ce-textuales: sabemos que un tren no puede tener sueño.Todo tipo de construcción analógica, que agrega, además, infor­mación suplementaria, requiere contextos adecuados de produc­ción y de recepción. No puedo decir «el tren tiene sueño», si al­guien me pregunta, en una estación de ferrocarril, si conozco lascausas del atraso del tren de las cuatro. La sobre-información, queen un momento puede ser considerada como «creación» (semio­sis) tiene, como referencia, un estado particular de la lengua. Pero,también, toda creación analógica puede, a su vez, ser sobre-codifi­cada y convertirse en frases hechas que circulan en la lengua coti­diana: la metáfora del Martín Fierro, ce Yo soy toro en mi rodeo ytorazo en rodeo ajeno», ha pasado a ser, en Argentina, «slogan»publicitario para el anuncio del vino Toro.

En 1) Y 3) las comparaciones no violan rasgos co-textuales.Esto sí ocurre en 2). Además, nos es más fácil intuir las compara­ciones 1) Y 3) que las comparaciones de 2), lo cual implica quela violación de rasgos ce-textuales es, a la vez, la «transgresión» deestructuras conceptuales: podemos conceptualizar el tiempo comouna «substancia líquida»; nos resulta más difícil imaginar el «soni­do del corazón» como eeaguas vacilantes» o como un «fantasmablanco». El rasgo más notable del caso 2) sería esta violación deestructuras conceptuales que tiene, en su base, la configuraciónde rasgos semánticos.

El símil tiene una estructura abstracta general (<<a es como b»),en la cual los rasgos de b son atribuidos a ay, por el mismo gesto,la inversa es también posible. Dada la direccionalidad de la com­paración, la relación es simétrica en el fondo, aunque asimétricaen la superficie. Por otro lado, en cuanto el comparando (a) es unarticulador básico del discurso, el comparante (b) puede ser consi­derado como el articulador de una arborescencia de sentidossuplementarios. Mientras que la estructura lineal del discurso co-.necea enunciados y estructuras globales, las comparaciones articulanuna arborescencia semántica suplementaria en la cual los compa­rantes extienden los nudos discursivos constituidos por los com­parandos. Es notable comprobar que el discurso «realista» prác-

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 201

ricamente no emplea la comparación. En Don Segundo Sombra,construido bajo la metalengua «mundonovista», pero todavía re­gido de alguna manera por las normas naturalistas. el discursocomparativo no abandona jamás. pese a la gran cantidad de com­paraciones. la caracterización del campo semántico de la estruc­tura lineal: todas las comparaciones se cierran sobre las estructurastemáticas de la pampa; el comparante no «abandona» el camposemántico establecido por los comparandos. Resultarían sorpre­sivos o inaceptables comparaciones del tipo: «el fogón. bajo cuyacampana tomó lugar la olla. rodeada de pavas. como la moléculapor sus átomos». Si bien esta comparación presupone. de algunamanera. lo mismo que presupone «ñandúes por sus charabones»(i.e.• un núcleo y elementos que lo circundan). sería inaceptableo sorpresiva dado que escaparía a las reglas propuestas por la me­talengua en la cual se inscribe el texto. En consecuencia. las com­paraciones no alteran. obstruyen ni opacan el sentido del compa­rando. Caso contrario al de Neruda. En primer lugar. las compa­raciones de N eruda se basan (aunque no todas) en la anomalíasemántico-conceptual. En segundo lugar. la línea discursiva pri­maria se esparce en las arborescencias comparativas. En ce Barca­rola», por ejemplo:

como aguas vacilantes

como elotoño en hojas

si soplaras en mi corazón (éste) sonaría~_-~ como sangrecomo sueños o ramas () lluvias

como un fantasma blanco

etc.

El tema «<sonido del corazón»] se dispersa en diferentes campossemánticos: «aguas vacilantes», «otoño en hojas», «sangre)). etc.Algo semejante ocurre en Paradiso donde. además de las compa­raciones (como). la analogía está introducida por verbos (parecer,recordar) o por morfemas (semejan/es a, comparados con, erc.] que.sin ser anómalas. conectan el nudo comparando. con campos se­mánticos extraños a él.

Las observaciones anteriores nos permiten puntualizar lo si-

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202 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

guienre: primero, el símil y la metáfora, como estructuras enuncia­tivas aisladas (no integradas en un discurso), pueden ser analizadasy clasificadas, en sus diferentes posibilidades constructivas, a par­tir de una fórmula básica (D. Mack, 1975): la proposición A,compuesta por un argumento (ARG I) y su correspondiente pre­dicado (PREDI) es comparada (COMP) con la proposición Bcompuesta por un argumento (ARG l ) , por la repetición del pre­dicado de A (PREDI):

La olla está rodeada de pavas /como/ el ñandú (está rodeado) de charabones\..... -/ \ / \.....- _' \ ---'1

V Y V y-ARG 1 PREDI ARG 2 PRED,

'----~vr------'/

Proposición A COMP

La mayor particularidad de este esquema es la que ARG I YPREDI, de A, son siempre afirmados; mientras que PREDI, de B,es siempre presupuesto. La presuposición se apoya en un conoci­miento conceptual en la cultura en la cual el símil se produce: sesabe que el animal, cualquier animal, también el ñandú, estárodeado por sus «hijos». En el caso de las comparaciones de N e­ruda. la dificultad reside en no saber cuál es el PREDI presu­puesto, de la comparación, en la proposición B: no hay una pre­suposición codificada para «el sonido del fantasma blanco» comola hay para «ñandúes por sus charabones».

Insistamos, después de este ejemplo que nos remite a la estruc­tura de base de la analogía, sobre sus particularidades en el sistemaprimario. Hablamos ya de las operaciones de categorización y dediferenciación; y de la peculiaridad «humana» que ellas represen­tan, al hacer explícito el proceso (común a los animales desarro­llados) que organiza la información sensorial (E. Lenneberg,1967, pp. 331 Y 141 ss.). Aprendemos. desde niños. palabrascomo mamá y perro. por ejemplo. También sabemos que en ciertosestados del desarrollo del niño, toda mujer cercana a él es desig-

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 203

nada por mami y todo animal designado por perro. Aparentemente,hay ciertos rasgos, como sexo y edad, que determinan lo primero;y rasgos, como cuadrúpedo o algo así, que determinan lo segundo.La categorización va acompañada de la diferenciación, j ya queel niño no se equivoca y llama perro a un ente bípedo de sexo feme­nino y de cierta edad; ni llama mami a un ente cuadrúpedo! Ahorabien, supongamos que el niño se enfrenta con una perra rodeadade sus perritos y que se le dice que la perra es mami. Esta informa­ción le sorprendería. La sorpresa vendría del choque entre doscampos semánticos. Si el niño aprendió a diferenciar perro de mami,¿cómo un perro puede ser mami? En un estado superior, el niñoaprenderá a clasificar correctamente: esta clasificación implica quese ha comprendido la transferencia de sentidos que operan en unenunciado como la eeperra es mami». La comprensión de la trans­ferencia implica la incorporación de una nueva regla para la forma­ción de conceptos. Este hecho nos permite comprender que latransferencia es un mecanismo básico del aprendizaje de la lengua ydel aprendizaje de estructuras conceptuales. Si estos pudieron ser«privilegiados», como ornamento, en los tratados de retórica, de­bemos tener en cuenta que tal caracterización es posible para las re­glas suplementarias exigidas por el texto y no para las estructurasno-textuales puestas en práctica -en todo discurso. En un caso, lametáfora y el símil son parte de los mecanismos no-textuales;en otro, forman parte de un conjunto de reglas suplementariasque otorgan, a los símiles y a las metáforas. su derecho de ins­cripción en el texto. Dada esta doble función de la analogía queconstituye el símil y la metáfora, ¿cuáles son las relaciones entreanalogía, sinsentido y anomalía? La metáfora o el símil -la analo­gía en general- no implican, necesariamente, el uno o el otro. Elsinsentido o la anomalía surgen cuando la analogía se produce sobrepresuposiciones no codificadas en una cultura: esta es la tarea de la«invención» o de la «creación» artística y / o científica. Es sobrela base del conocimiento presupuesto como puede medirse la «no­vedad» de la invención (Eco, 1976, p. 27 5). Ahora bien, el movi­miento mismo de la cultura puede procesar tales estructuras con­ceptuales anómalas, corroer la metáfora, hasta hacerla pasar al

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204 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

«cliché» (M. Riffaterre, 1971, pp. 161-181) o al sentido común:a este proceso inverso es al que llamamos de-semiotización.

La suplementariedad de la analogía. su articulación en el dis­curso, y su inscripción en el texto. puede plantearse teniendo encuenta, al menos. tres niveles: 1) Tendemos a retener y a conectar.en las conexiones globales, lo que en el mecanismo abstracto de laanalogía sería la proposición afirmativa (ARG , y PROP 1) . Elcomparante es retenido en la medida en que converge y «aclara»al comparando. Lo presupuesto (PREP 1 de ARG 2) , es lo ccagre­gado» o suplementario, en la medida en que retenemos la lineali­dad de lo afirmado; 2) Esta tendencia «natural» puede plantearsede otra manera y considerar el discurso con expansiones analógicascomo un discurso configurado por diversos campos semánticos quese estructuran en la expansión comparativa. Si aceptamos estaposibilidad, entonces debemos concebir el discurso como espacioy no como línea. Aceptada esta proposición, la suplementariedadde la analogía es cuestionable. dado que ésta es un componentemás de la estructuración del espacio y no una estructura parásitade la línea; 3) Las posibilidades de concebir la analogía en el dis­curso de la manera 1) o 2). requieren un tratamiento metodológicoadecuado para la representación de su forma abstracta. Sin entraren este ámbito. quiero señalar un segundo problema relacionadocon la inscripción textual de la analogía: las condiciones pragmá­ticas del acto enunciativo analógico. Si el niño, por ejemplo, dice«tragué para afuera» para decir que vomitó, o dice que ccel árbolsangra» para decir que la savia corre por la parte exterior deltronco, la sonrisa de la madre no es la respuesta a la creación deuna analogía metafórica. sino más bien una respuesta a la ingenio­sidad (inconsciente) del niño. Por otra parte, si me encuentrocon enunciados semejantes (ccalas negras del mar», por ejemplo)y no son producidos por un niño sino por alguien que, en la socie­dad. es reconocido como poeta y el enunciado se encuentra enuno de sus poemas (Neruda, «Barcarola»}, entonces diré que setrata de una «creación metafórica». Las condiciones pragmáticas(¿quién enuncia?, ¿en qué contexto se produce la analogía?) sonfundamentales con respecto a la función que la analogía cumple (el

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 205

lugar que ocupa) en la historia de una lengua, su conservacióncomo ejemplo en el diccionario o como información en la «enci­clopedia». Ligadas a este nivel pragmático de «quién enuncia»,corresponde analizar las formas de «cómo enuncia». En este casola forma «exterior» de la analogía, y su función en la cultura, de­pende en gran medida de la metalengua (literaria) de un período;metalengua a la cual adhiere la producción analógica, se pliega alcódigo o se separa y llega a ser pane de un proceso de invención.Si esto ocurre, ello es el indicio de la instauración de una nuevametalengua (e.g., la poesía de vanguardia) y de la creación denuevas analogías.

3.4. SEMIOTIZACIÓN DE ESTRUCTURAS GLOBALES

3.4.1. Introducción

En el apartado 2.3 nos referimos a la organización de estruc­turas globales, tomando como base del análisis la mención deacontecimientos y la representación de acciones. Mencionamos,también, algunos aspectos en la tradición retórica y poética, cuan­do ésta se había ocupado de los aspectos narrativos. Dijimos,además, que tales análisis se justifican, en tal tradición, en tantoanálisis de estructuras ya serniotizadas: una narración entra en elreino de la poesía mediante la evaluación de sus propiedades imi­tativas. De otra manera, y en cienos casos, es relegada al discursohistórico (López Pinciano, Phi/osophia Antigua Poetica, epistolaquarta, 1596). En ambos casos, texto histórico o texto literario, laclasificación se basa sobre el resultado de la semiotización.

En este párrafo retomaremos las estructuras narrativas y des­criptivas desde otra perspectiva. En primer lugar y con respectoa las condiciones de su integración en un discurso narrativo; ensegundo lugar, señalaremos la relación de la descripción con lametalengua que la marca, en su función particular, con respectoa las estructuras narrativas. Con respec,to a estas últimas. fueronya tratadas en su base no-textual en el capítulo 2. En éste supon-

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206 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

dremos, además de este aspecto. un segundo. que corresponde atipos de semiotización no-marcada. Cuando esto ocurre. el héroeo el tipo de acciones narradas. deben ser significativas. de algúnmodo. para el grupo cultural donde el relato se produce. Las fun­ciones dominantes. en ese caso. aplicando una terminología yaconocida. serían referencial y conativa: el relato no instaura nin­guna marca específica. y crea las condiciones de recepción que noalteran los códigos de aceptación en el grupo cultural donde elrelato se produce. Este hecho es el que quizás justifique el que unmismo modelo narrativo, forjado para el folklore. fuera aplicablea relatos literarios. Sobre la base. por un lado, de las estructurasnarrativas inscritas en el sistema primario. y. por otro, la de lassemiotizaciones no-marcadas. nos ocuparemos de dos ejemplosde semiotizaciones narrativas marcadas.

3.4.1.1. Descripción. - Los manuales de literatura presentanla descripción como un mecanismo cuya función es la de «pintarescenas y circunstancias». Secundariamente, la subordinan a otrasformas de composición: argumentatio, expositio, narratio. Comotercera particularidad. se agrega que la descripción está especial­mente subordinada a la narración. con la cual va de la mano.

Gérard Genette (1969. pp. 49-70) ha dedicado un minuciosoestudio a las relaciones entre descripción y narración a partir de latradición aristotélica. Nota que. si bien la descripción es opuestaa la narración. esta oposición es un rasgo reciente de nuestra «con­ciencia literaria». Genette hace esta afirmación sosteniendo quetal distinción no aparece ni en Platón ni en Aristóteles. No pre­tendo trazar la historia de la noción de descripción de las antiguasretóricas. Sólo quiero recordar la importancia que ésta adquiere enlas retóricas latinas clásicas y fundamentalmente en las retóricasmedievales. como ejemplo de la atención recibida por la descrip­ción en función de la suplernentariedad que le otorga el procesode semiotización (E. Faral. 1971. p. 75; J. Murphy. 1974, pp.163-170). Matthieu de Vendóme, sin ser el único que se preocu­pa de la descripción. la incluye y la analiza como pane de su

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LA CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 207

«teoría. de los atributos de personas y de cosas (Ars oersificatoria,1175? pp. 77-92 Y 94-114). En cuanto a la descripción de per­sonas. puede centrarse en dos clases: descripción superficia/is, quese relacionaba con la belleza del cuerpo y con las apariencias. ydescripción intrínseca, que corresponde a los atributos interioresde la persona. Para la descripción de objetos o de cosas. M. deVendórne (11, pp. 107. 108, 111), da como ejemplo la descrip­ción de un jardín y la de las estaciones del año. Las descripcionesde batallas suministran los mejores ejemplos de la descripción liga­da a la narración. En general. para las retóricas, la descripción eraparte de la amplificación. Un cambio se produce en las retóricasdel siglo XVIII. Aunque se considera todavía en este siglo, en granparte. bajo el orden de la amplificación, ésta se ve modificada ensus fundamentos epistemológicos. Así Joseph Priestley (A Course01Lec/ures on Üratory and Criticism, 1777. lecture V), por ejemplo.sostiene que una narración debe ser concisa, mencionando sólo losacontecimientos más importantes y amplificándolos mediante eldetalle minucioso. Lo primero es suficiente en cuanto cumple conel propósito de informar al lector sobre un hecho o acontecimien­to particular; lo segundo es necesario, si el escritor quiere captarel interés del lector o afectarlo ernotivarnente. Esta concepciónde la descripción. el mismo Priestley lo señala, tiene como modelolos Principia Ma/hematica de N ewton. La demostración en estetratado. afirma Priestley, es extremadamente concisa; un grannúmero de pasos han sido omitidos en ella y pocos son los lectores.aún matemáticos. capaces de entenderlo sin comentarios. El co­men/ario, como la descripción, amplifica, supliendo los pasos quefueron suprimidos. A base de ello, Priestley da un paso fundamen­tal que ayuda a comprender las diferencias entre la descripción enlas novelas del siglo XIX con la descripción que se encuentra entextos anteriores: Priestley advierte la diferencia entre lo particulary lo universal y habla. así, por un lado, de justicia, /emplan7tl, ue­racidad, crueldad, etc., y por otro. de vicio y virtud. La novela delsiglo XIX es lo que quizás mejor ilustra esta tendencia a lo particu­lar que comienza a marcarse en las retóricas del siglo XVII I. lascuales, basadas en el modelo de N ewton, oponen lo general de la

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208 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

filosofía a lo particular de la poesía. De esta particularización, eldetalle en la descripción es un punto en cuestión. Estas variacionesen la relevancia que la descripción va adquiriendo entre la EdadMedia y el siglo XVIII, es correlativa con los cambios ocurridos enla estructura general del pensamiento. No obstante, ambas preocu­paciones justifican, pragmáticamente, la inserción de la descripciónen el discurso por medio de propósitos morales o estéticos; estruc­turalmente, la descripción se considera, en ambos períodos, unaparte de la amplificación. Lo que cambia es la tendencia a particu­larizar. Nos detendremos sobre este segundo punto. Con respectoa la inserción de la descripción en el discurso, G. Genette (1969,pp. 49-70) nota que, si bien puede haber descripción sin narración,la inversa no es posible. En el siglo XVIII, Hugh Blair (Lectureson Rbetoric and Belles Lettres, 1777, lecture XL) notaba algo seme­jante: hay pocas composiciones que puedan llamarse estrictamentedescriptivas, en las cuales el poeta quiera sólo describir sin emplearla narración de acciones o de sentimientos. Blair concluye soste­niendo. que la descripción es generalmente introducida para embe­llecer, más que como tema específico de una obra.

Podemos entonces tratar de resumir esta cuestión en dos pre­guntas: ¿Cuál es la función estructural de la descripción?, ¿cómose inserta una descripción en un discurso? Tomemos un ejemplopara, luego, detenernos sobre estas preguntas:

1) Juan fue a la esquina y habló por teléfono.2) Juan, vestido con camisa a cuadros y pantalones blancos llegó a la

esquina, mostrando una sonrisa de satisfacción por lo que acababade pasar. Antes de abrir la puerta de la cabina telefónica, contemplóel sol de la mañana, el parque, etc. Finalmente discó el número yquedó a la espera de la voz que interrumpiera el sonido monótonodel timbre, del otro lado del tubo.

La diferencia entre 1) Y 2) no reside en la mención de la acciónsino en la información que especifica la mención de estados. Porsu parte, no todos los atributos de las menciones de estados sonsemejantes; y es necesario distinguir entre las varias «clases» deinformaciones descriptivas. En el ejemplo 2), podemos ver: a) un

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LA CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 209

aspecto externo ((camisa», «pantalones»}: b) un indicio de un«estado interior» ((sonrisa de satisfacción»] ligado a una acciónque ya había tenido lugar ((por lo que acababa de pasan»; c) in­formaciones sobre el entorno ligadas a b) ((el parque», «el sol dela mañana»]: d) un aspecto ligado a la acción que está por cum­plirse ((el sonido monótono»]. Por su parte, estos atributos sedistribuyen. con respecto a la enunciación en dos órdenes diferen­tes: en uno, el narrador es un observador que. al parecer. «ve» y«sabe» lo que le ocurrió a Juan y «conoce» sus reacciones interio­res. Este «saber» es o bien imaginado o bien el narrador está re­pitiendo, sin mencionarlo. la narración que el mismo Juan le hizo.En otro, el narrador presenta los hechos sin penetrar en la interio­ridad del personaje. De manera que nos encontramos con dostipos de problemas relacionados con el análisis de la descripción:el primero se refiere a su relación con los restantes elementos deldiscurso [i.e., agentes u objetos); el segundo se refiere a la posiciónenunciativa y toca al «punto de vista». Este segundo aspecto lodejaremos aquí de lado (ver, sin embargo. 2.4.). Detengámonos,por el momento. en el primero, tomando para ello algunos ejem­plos extraídos de Sin rumbo (Eugenio Cambaceres, 1885) y deAma/ia (José Mármol. 1855):

1) (oo.) Arnalia. envuelta en un peinador de batista. estaba sentadasobre un sillón de damasco caña. delante de uno de los magníficosespejos de su guardarropa; su seno. casi descubierto. sus brazosdesnudos. sus ojos cerrados y su cabeza reclinada sobre el respaldodel sillón. dejando que su espléndida y ondeada cabellera (oo.)

Había algo de resplandor celestial en esa criatura de veintidósaños. en cuya hermosura la Naturaleza había agotado sus tesorosde perfecciones. y en cuyo semblante perfilado y bello. bañado deuna palidez ligerísima. matizado con un tenue rosado en el centrode sus mejillas, se dibujaba la expresión melancólica )' dulce deuna organización amorosamente sensible.

(Amalis)

2) En 1840 tenía apenas veinticinco años. La Naturaleza. pródiga.entusiasmada de su propia obra. había derramado sobre ella una

14 - MIGNOLO

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210 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

lluvia de sus más ricas gracias. y a su influjo había abierto sushojas la flor de una juventud que radiaba en todo el esplandor dela belleza. De una belleza de estatuario. de pintor. y a quien niel uno ni el otro podrían imitar exactamente. El cincel quebraríalos detalles del mármol antes de dar a la estatua los contornosdel seno y de los hombros de esa mujer; y el pincel no encontraríacómo combinar en las tintas el color indefinible de sus ojos. bri­llantes y aterciopelados unas veces. y otras con la sombra indecisade la media luz de ese color; ni dónde hallar tampoco el carmínde sus labios. el esmalte de sus dientes y el color de leche y rosade su cutis.

(Amalia)

3) El óvalo de almendra de sus ojos ne"gros y calientes. de esos ojosque brillan siendo un misterio la fuente de su luz. las líneas de sunariz ñata y graciosa. el dibujo tosco. pero provocante y lascivo.de su boca mordiendo nerviosa el labio inferior y mostrando unadoble fila de dientes blancos como granos de mazamorra. lasfacciones todas de su rostro parecían adquirir mayor prestigio enel tono de su tez de china. lisa. lustrosa y suave como un broncede Barbedienne.

(Sin rumbo)

4) Al cruzar una sobre otra las piernas. alzándose la pollera. mostróel pie. un pie corto. alto de empeine. lleno de carne. el delicado di­bujo del tobillo. la pantorrilla alta y gruesa. el rasgo amplio de losmuslos y al inclinarse. por entre los pliegues sueltos de su camisa sincorsé. las puntas duras de sus pechos ricos y redondos.

(Sin rumbo)

5) Alta. morena. esbelta. linda. sus ojos hoscos y como engarzadosen el fondo de" las órbitas. despedían un brillo intenso y sombrío;el surco de dos ojeras profundas los bordeaba revelando todo elfuego de su sangre romana.Desnuda. se adivinaba en ella la garra de una leona y el cuerpo deuna culebra.

(Sin rumbo)

6) Los ojos de aquél (Andrés) se detuvieron entonces en el pie dela prima donna, cuyos dedos se dibujaban calzados por los dedosde seda de la media. en la inflexión elegante de su pierna. a la vez

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 211

esbelta y gruesa, que el recogido de su pollera de Aída descubríahasta más arriba de la rodiUa.

(Sin rumbo)

Todas estas descripciones son informaciones sobre agentes mar­cados (+ Fem). Todas ellas ponen en funcionamiento una orga­nización fuertemente pautada. A saber:

a) En 1) «ojos cerrados»; en 2) «el color indefinible de susojos. brillantes y aterciopelados unas veces. y otras con lasombra indecisa de la media luz de ese colon). En 1) Y en 2).la introducción de los ojos está precedida por el «seno» yel «hombro»; en 2) «los contornos del seno y de los hom­bros»; en 1) «su seno, casi descubierto».

b) En 3). lo primero que ve Andrés. cuando llega al rancho deDonara, es que «se alzaba con la otra mano el ruedo de laenagua para taparse los senos» (p. 34). En una página másadelante, introduce la cabeza: «Acababa de trenzarse el pelolargo y grueso», a lo cual siguen los ojos: «ojos negros ycalientes. de esos ojos que brillan siendo un misterio la fuentede su luz».

c) En 4), la descripción se concentra y revela lo que 1) Y 2)ocultaba bajo la descripción de la vestimenta: piernas, pie,pantorrilla. muslos; y dejando ver lo que en 1) Y 2) se sugería:((puntas duras de sus pechos ricos y redondos».

d) En 5), la introducción de los ojos está precedida por el«aspecto general» (alta. esbelta. morena, linda) que en 1) Y2) es referido por una hipérbole (((algo de resplandor celes­tial». «sus más ricas gracias»], que contrasta con la eco­nomía del adjetivo: «sus ojos (...) desprendían un brillointenso y sombrío» (semejanza con «brillan siendo un mis­terio la fuente de su luz») y revelan «todo el fuego de susangre romana» (semejanza con «ojos negros y calientes»).

e) Finalmente. en 6) la insistencia en el pie, la pierna, el muslo(((más arriba de la rodilla») muestra una progresión inversa;esta vez de «abajo» hacia «arriba».

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212 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

A base de los ejemplos y observaciones anteriores podemosavanzar en el análisis de la estructura y función de la descripción,en cuanto a su inserción en el discurso. En general, podemos decirque el relato. estructura posibilidades lógico-temporales en tantoque la descripción estructura posibilidades lógico-espaciales: ladescripción estructura campos semánticos a partir de informa­ciones lexemáticas. Tomemos como base la descripción de un«personaje». La fórmula mínima de tal descripción sería, en estecaso, algo así como Ag + Atr. Los atributos pueden ser interpreta­dos como sexo, edad, estatuto social, propiedades físicas, mora­les, etc. Estamos, todavía, en la formulación de M. de Vendórne.U n segundo caso sería el de considerar la descripción del entornoen el cual se encuentra el agente: Ag + Atr + Ent. Para ligar Atro Ent a Ag necesitamos una función. Ésta puede ser localizadaen lo que el narrador (informante, enunciador) ve o sabe que ental momento tal Ag tiene tales Atr. El ver o saber justifica loslazos entre ellos. N o importa que en una situación discursiva, elpunto de vista cambie y sea otro (el agente X) que ve o que sabeque el agente Y tiene tales propiedades o atributos. En el ejemplo5), podría discutirse si es el narrador o si es Andrés quien justificala información final: «Desnuda, se adivinaba en ella (oo.)J. Lomismo vale para la descripción del entorno y para la justificaciónde su inserción en el discurso. Éstos, en general, están tambiénjustificados por el uer o el saber:

7) La luz de la mañana entraba en el retrete que los lectores conocenya. al través de las dobles cortinas de tul celeste y de batista, eiluminaba todos los objetos con ese colorido suave y delicado quese esparce sobre el Oriente cuando despunta el día.

(Amalia)

En este caso, la función (F) que introduce la descripción es «inter­pretada» por «la luz de la mañana entraba en el retrete», infor­mación que «cabalga» sobre «Ía luz de la mañana» y justificala inserción del Ent en el cual se situará al Ag:

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214 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

3) TI • rostro (de Donara)N • ojos, nariz, boca, dientesPr -----. que brillan siendo un misterio la fuente de su

luz; como granos de mazamorra; lustrosa ysuave como un bronce de Barbedienne,

Si aceptamos esta representación de la estructura que subyace atoda descripción. podemos entonces deducir de ella las formas enlas cuales una descripción puede insertarse en un bloque narrativo:

4) Op -----. Agente + F + Complejo Descriptivo (CO)Agente -----. nombre propio, pronombre

f .• -----. ver, mirar, encontrar a, introducir aeo --+ TI + N + Pr

TI --+ conjunto de elementos agrupados bajo un sus­tantivo

N --+ especificación de los elementos de conjunto TIPr --+ comparaciones, asociaciones, adjetivación

Podemos ahora sugerir dos posibles maneras de responder alas preguntas que planteamos al comienzo de este apartado: a) sila descripción organiza posibilidades léxico-espaciales, es entoncesposible pensar que su inserción en el discurso, a medida que seintroducen nuevos agentes y nuevos entornos, responde, en la emi­sión y en la recepción, al procesamiento y organización de estruc­turas globales; b) si la descripción llamó la atención de las anti­guas retóricas y poéticas es porque, pese a su estructura y funciónsemejante en los discursos del no-texto, cuando ésta se incluye enel texto, su relevancia ya no depende sólo de su estructura y de sufunción, sino de la metalengua que la justifica como inserción en elsistema secundario. Así para Blair. la descripción se introducecomo embellecimiento. Para el Pinciano, tres siglos antes, la des­cripción se justifica por su valor imitativo de objetos y lugares:«Assí que las descripciones de tiempos, lugares, palacios, bosquesy semeja(n)tes, como sean con imitación y verisimilitud. seránpoemas; y no lo será( n) si de imitación carece( n}» (E pistola quar­ta). Parece evidente que el carácter textual de la descripción resulta

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 215

de una aplicación de las normas (metalengua) que. en un contextodeterminado. le dan su función de texto (histórico o literario).Nadie tomaría el enunciado «Juan. vestido con camisa a cua­dros (...)>> como una descripción literaria. no obstante reconoceren el ejemplo los elementos que particularizan a una descripción.La norma que condiciona la inclusión de la descripción en el texto.condiciona también el tipo de interpretación que se hace de suestructura básica (TI + N + Pr). En el tipo de normas bajo lascuales escribe Mármol, una inserción predicativa como «Desnuda,se adivinaba en ella la garra de una leona y el cuerpo de una cu­lebra» sería inaceptable en Amalia. No lo es en el discurso deCambaceres, ¿Por qué? Porque el texto literario instaura aquí supropio orden de selección semántica para verbalizar una estructuraabstracta y tiene, en conjunción, la metalengua naturalista. Así,por ejemplo, Mármol nunca «baja» del uno, siempre cubierto ycomo parte integrante del busto en el cual Amalia es descrita. Entanto que Carnbaceres «baja» al pie para «subir» luego (eepan-,torrilla», «rnuslos»]. Repitamos entonces que la serniotizaciónde la descripción aparece como una proyección de la metalenguaen el texto y viceversa; siendo, a su vez, esta proyección la queinscribe la descripción en el texto. Como resumen, vale la penarecordar la observación de Roland Barthes (1968, pp. 86-87)con respecto a la descripción de Rouen insertada en Madame Bo­l'ary. Barthes nota que esta descripción, aparentemente desligadade toda secuencia funcional o de significados caracterológicos, noes escandalosa y se encuentra justificada por las leyes de la litera­tura: su «sentido. depende de la conformidad a las reglas cul­turales de la representación y de los imperativos de la normarealista.

3.4.1.2. Relato y «mundos posibles». - En 2.3.3.2., vimosde qué manera nuestra concepción de las acciones está estrecha­mente ligada a nuestra manera de representarlas. Ello nos permitióproponer que en la recepción de tal tipo de discursos se activa unacapacidad (socializada) para percibir estructuras conceptuales a

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216 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

partir de estructuras discursivas. De ello derivamos el aspectocognoscitivo involucrado en este proceso de recepción. A ello po­demos agregar que la clasificación mimética de enunciados quemencionan estados o acciones, importa quizás menos en su relacióncon el referente. que con la manera en la cual tales menciones sepliegan a las convenciones conceptuales socializadas. De estamanera deberíamos situar el criterio mimético en el proceso derecepción y analizarlo en relación a códigos perceptivos. Por lotanto. desde la perspectiva mimética. como caracterización de untipo particular de recepción. el enunciado que menciona estadosno difiere del enunciado que menciona acciones. U n primer gradode serniotización de ambos (ampliamente discutido en la tradiciónretórica) reside en la mayor adecuación a las expectativas filosó­ficas. morales o estéticas del grupo que detenta el poder del juicio(literario). en un momento y en una cultura determinada. Al res­pecto. vimos en el apartado precedente que las menciones deestados. organizadas en descripciones. se insertan en discursos másamplios; y de qué manera la semiotización de esta conducta verbaldel no-texto se realiza en conjunción con la metalengua. Algosemejante podría sostenerse con respecto a un primer nivel deserniotización del discurso. que organiza la mención de accionesen relato. La mayoría de los relatos que se conservan (novelescos.épicos. etc.) no se diferencian de los relatos del no-texto por laestructura. sino quizás por el tipo de acciones representadas. Accio­nes que. por una u otra razón. son consideradas significativas enun grupo cultural. En los relatos épicos. por ejemplo. la serniotiza­ción radica no tanto en el relato como en la versificación. en elrango del héroe, en la significación social de sus acciones. y enlas condiciones pragmáticas en las cuales tiene lugar el acto denarrar. Este complejo de condiciones parece otorgar. a un relato.su lugar especial (textual) entre todos los relatos posibles. En cier­tos relatos novelescos. de manera semejante. no hay semiotizaciónparticular de las estructuras narrativas. sino que ésta radica. quizás.en la semiotización de la descripción o en la configuración delplan global y en las referencias (explícitas o implícitas) a formasde conductas sociales. En resumen, la semiotización de un discurso

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LA CONI;((.;URAC10N DEL SISTEl\IA SECUNDARIO 217

descriptivo de acciones. en este primer nivel. se corresponde connuestros códigos perceptivos (en cuanto estructuras narrativas) yse refiere a creencias y expectativas que son marcadas. por susignificación en un grupo cultural. En este caso. como en la des­cripción. se trata fundamentalmente de la proyeccidn de estructurasno-textuales sobre un conjunto de ualores y de expectativas fuertementesocialrzadas expresadas en la metalengua.

3.4.1.2.1. Lo que nos interesa aquí analizar es un tipo deserniotización narrativa que opera «alterando» los códigos per­ceptivos. cuya recepción satisfactoria requiere una modificación dela manera de conceptualizar y conectar estructuras globales. Cuan­do digo satisfactoria. me refiero a un criterio de aceptación por elreceptor mismo: la información que no puede ser integrada (y .11­macenada] por los dispositivos perceptivos es «rechazada»; sólo seincorpora aquella que tiene acceso al ordenamiento acumulativo.En la recepción de textos. este nivel está indicado por las reaccio­nes. en las aulas de clase. tales como «Ah. ahora entiendo» o«No. todavía no entiendo». Aparentemente. este tipo de semio­tización de las estructuras narrativas (del cual Borges constituyeuno de los mejores ejemplos) está relacionado. en la modernidad.con un cambio epistemológico que. al menos en parte. es generadopor la física relativista y por su manera de afectar a la nociónde tiempo. En este sentido. y dicho primero en forma general paraentrar de inmediato en algunos detalles. se alteran las estructurasnarrativas. concebidas como una línea que va de izquierda a dere­cha y en donde las acciones realizadas y no-realizadas tienen elmismo «status». Es decir. que el agente. ante la necesidad de eje­cutar entre A o B. ejecuta A y B. Estas modificaciones en el relatoson inseparables de la metalengua que lo concibe. Los ejemploslos encontramos en el mismo Borges.

Detengámonos en este aspecto. J. L. Borges ( 1941) comentaque Ts'ui Pén concibe el tiempo de una manera diferente a la quese encuentra en los tratados filosóficos en la tradición de occi­dente:

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218 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

1) A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su [Tsui Pén] ante­pasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitasseries de tiempos. en una red creciente y vertiginosa de tiemposdivergentes. convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos lJuese aproximan. se bifurcan. se cortan o que secularmente se ignoran,abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esostiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros. yo, no usted; enotros. los dos. En éste. que un favorable azar le depara, usted h,lllegado a mi casa; en otro. usted. al atravesar el jardín. me haencontrado muerto; en otro. yo digo estas mismas palabras. perosoy un error. un fantasma.

(( El jardín de senderos que se bifurcan ..)

Estas observaciones de Borges presuponen la interiorización depautas lineales de percepción a las cuales modifica la concepciónde Ts'ui Pen. IO Lo «extraño» de la concepción de Ts'ui Pén es«extraño» porque se destaca sobre celo común» que garantiza suexistencia, Esta concepción teórica del tiempo afecta y sostiene elsuplemento en la estructura narrativa de Ts'ui Pén que opera, eneste caso, como modificación de la consecución lineal de accionesy de la temporalidad. Cuando hablamos de la organización deacciones en secuencias, a partir del esquema El (T) E2• no pres­tamos demasiada atención al factor temporal que está involucradoen el esquema, La conducta serial, en la ejecución de acciones.implica que una preceda a la otra o viceversa. Esta concepcióntemporal básica tiene, quizás, su origen en la manera en que pro-

10. Es preciso notar aquí la distinción entre tiempo cronológico (para el cual dis-ponemos de los días de la semana• del año. erc.): tiempo físico. que conceptual izamos.en el sistema primario. en la intuición del acontecer y. en el sistema secundario-cultural.con las teorías sobre d tiempo; y tiempo lingüístico (E. Traugott, 1975). Un enunciadocomo" El traje <jue vestiré ayer .. produce un sentimiento extraño por la incompatibilidadentre el verbo y el sustantivo. Su efecto es más lingüístico <jue físico-conceptual. Por elcontrario. en el caso de Borges, el tiempo lingüístico no se altera y la «operación .. delrelato consiste en alterar el tiempo físico-conceptual. De manera <jue, si d concepto deltiempo es inseparable de una "lógica .. [i.e .• resultado de una racionalidad). estos relatosnos sugieren la necesidad de «otra lógica » (i.e .• otra racionalidad). Lo curioso es <jUl' esalógica comienza a buscarse (A. N. Prior. 1957; N. Rescher y A Urquhart, 1971;N. Rescher, 1968 j.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SiSTEMA SECUNDARIO 219

cesamos y almacenamos todo tipo de información. Somos capacesde concebir sucesiones, de una manera no problemática, en todoslos fenómenos de nuestra vida cotidiana. El reconocimiento de unorden secuencial implica, obviamente, la temporalidad (¡desde lacocción de cualquier comida hasta la lectura de Cervantes !). Unapauta secuencial subyace a nuestra percepción de fenómenos indi­viduales. Por lo cual, una secuencia puede pensarse como un pro­grama de sucesiones temporales, que involucra estados-tipos (re­glas), repetibles en infinitos estados-ocurrencias (ejecuciones).Este esquema básico lo aplicamos en la recepción de cualquiernarración verbal. El primer fragmento de Borges se articula, comosuplemento, sobre esta estructura: sobre la base de la linealidad, esposible proponer la bifurcación. Podemos imaginar, como ejemplo,un sistema como estado de cosas (W. Ross Ashby, 1960, pp. 21­63). Tal estado no es instantáneo, sino que se sostiene en intervalostemporales, por cortos que estos sean (microsegundos, minutos,años). Cada intervalo temporal exhibe, en consecuencia, un estadoparticular del sistema. El sistema, por lo tanto, está gobernadopor leyes de transición cuya función es la de especificar que, si elestado del sistema en ti es D, en ti+ 1 será D'. Las leyes que go­biernan el sistema pueden pensarse como determinadas o indeter­minadas (o probabilitarias). Una ley determinada tendría la formade: «El estado D es siempre e invariablemente seguido por el esta­do D'». Una ley indeterminada tendría la forma de: «Un estadoD es seguido por un estado D' con la probabilidad p y por elestado D" con la probabilidad t'» (N. Rescher y A. Urquhart,1971). El estado probabilitario sigue las leyes de las cadenas deMarkov (Ross Ashby, 1960, pp. 226-236), en el sentido de quela probabilidad, que el sistema asumirá en el tiempo ti, es unafunción del estado del sistema en el tiempo ti-l ; Y es totalmenteindependiente del estado o de la historia del sistema, anterior ati-l. Es fácil relacionar este sistema imaginario con las restriccionesen la ejecución de acciones discutidas en 2.3. 3.2. Este esquema,válido para las acciones realizadas, lo es también para la «liber­tad» narrativa que organiza la secuencia de acciones. En narra­ciones fuertemente pautadas, como en los relatos que constituyen

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220 PARA UNA TEüRIA DEL TEXTO LITERARIO

la comunicación de masas, algunos estados del sistema están total­mente determinados: quien comete un crimen sed irremedia­blemente castigado, No lo son menos en muchos de los relatos"literarios», Cierto efecto estético se alcanza cuando, precisa­mente, un relato escapa a las probabilidades codificadas e instalauna nueva probabilidad o, en cierto sentido, una improbabilidad,En otros casos tales secuencias narrativas pueden pasar a formarparte de lo "fantástico» o de lo «maravilloso». En el caso de lano-alteración de las probabilidades del sistema estaríamos, denuevo, ante los efectos miméticos que no alteran las probabilidadesadmitidas por los códigos interiorizados por el grupo receptor.La improbabilidad puede ser rechazada y relegada al olvido (alno-texto), o recuperada como «fanrástico» o "maravilloso», Denuevo, las retóricas pueden suministrarnos los ejemplos necesariosen su constante resumen de creencias y expectativas, FranciscoSánchez (Principios de retórica J poética. 1805, cap, VI). a co­mienzos del siglo XIX. elimina las «furias y los espíritus» comoprobabilidades narrativas: "No creemos en hadas ni en encan­tamientos que en otro tiempo formaron el maravilloso de algunosmodernos, Las furias, los espíritus infernales, las virtudes y viciosalegóricamente personificados, ya en vez de causarnos agrado, nosfastidian», Tal codificación reduce a cero las probabilidades de lainserción de hadas y espíritus como parte de la estructura narra­tiva,"

11. Este aspecto era ya notado por el Ta"o. cuando intenta 'IIU.lr d "1'1~"1I delmilagro COII plena conciencia de 'lue lo maravilloso (prodigio ° mJla~ro) nene 'u h,l'" ,'11

convenciones socializadas: no es verosímil 11I creíble par,. d ni'tI.llI" 1" 'lue h.•h,.1 "d"creído por el idólatra: «Quanto dunque il maravigli"'o che port.ln" "'0' i (ji"vi e ~Ii

Apollini sia acompagnato da ogni probabilirá. da ogni verisinuluudinc. da o¡.:ni ll'l',kll~,

da o¡!ni grazia e da ogni autorirá, ciascuno di mediocre ¡(uidllio '" IH' potr.i 1.11I1ml'lltlavedere, leggendo I rnoderni scritrori. lila ne poeti annchi 'lu,'"'' (O," deoll" •.",'1' lenecon altra considerazione e quasi con altro ~u~to. non ~ollJ come ricrvutr d.rl \"ol¡..:o, 'l1.l

come approvale de 'ludia rdigiolle. qualunque dla lo"e» (Dl\fOnl del /,Uf'III<I "1'''1111

1594, 11), Ercilla, en La Araucan« (parte 11. canto IX) se encuentra ,'011 UII prohkm.1semejante cuando tiene que contar un mjL.l~ro: « Si lo, hombre... no \TIl I11d.l~rfl' t.m­tos I como se vieron en la edad pasad.• / es causa haber a¡(01'a pOl'!" s.lmos. / , rvt.rr l..ley cristiana autonzada.» Moraleja: el problema que se preSl'll!a vn el .11I;¡li", lucr.mo, \que toca a la clasificación «semántica» de cierto tipo de textos (fant;l!'ltiro. m.ir.rvillo-,o.extraño. «realismo rn.igico»], debcri.r, .mtc ... lit' l1e~Jr ;.l tal~ d;t~ifict<,:i(l'H''''lfur JrprnJc.'1l

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 221

La ficción de Ts'ui Pén opera sobre otro tipo de probabili­dades. O mejor. las anula reduciendo a cero la probabilidad delcumplimiento de una acción o de la otra, ya que todas se cumplen:

2) En todas las ficciones. cada vez que un hombre se enfrenta condiversas alternativas. opta por una y elimina las otras; en la delcasi inextricable Ts'uí Peno opta -simultáneamente- por todas.Crea. así, diversos porvenires. diversos tiempos. que también proli­feran y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. rangodigamos. tiene un secreto (E u); un desconocido llama a su puerta(El); Fang resuelve matarlo. Naturalmente. hay varios desenlacesposibles: Fang puede matar al intruso (El)' el intruso puede matara Fang (E ¡). ambos pueden salvarse (E 4 ) . ambos pueden morir (E .],etcétera. En la obra de Ts'ui Peno todos los desenlaces ocurren:cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones.

(( El jardín de senderos que se bifurcan»)

El modelo narrativo corriente, en cualquiera de sus versiones,respeta el sistema de probabilidades y la lógica de las acciones, enla medida en que toma una sola línea como real y reduce las otrasalternativas a probabilidades no realizadas. En la ficción de Ts'uiPén tal modelo no es adecuado, dado que no se trata de variantesde un mismo hecho, sino de historias que abarcan alternativas in­compatibles en un sistema ramificado. En éste, además. cada unade las probabilidades cumplidas es el punto de articulación de nuevasramificaciones. Supongamos una secuencia de acontecimientos El...E2 ... E 4. El modelo narrativo continuo, de tiempo unilineal,asume que, si el acontecimiento El es causa de E 2• El es anteriora E 2• En estos casos hay siempre una marca en el acontecimiento(Reichenbach, 1927, p. 36) o en la organización narrativa delacontecimiento (Barthes, 1966. pp. 11-14) que permite tal deci­sión. En un modelo de alternativas ramificadas. podemos ver laserie (El ...E 2 ... E 4) como una entre varias: (El ...E 2 ... E l ; El

del marco sem.innco-conceprual de un momento cultural. plantearse en su base abstractat. interacción de campos semántico-conceptuales v sus relaciones con las posibilidades depensar los límites de la dimensión humana.

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222 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

...E 3 •.. Eb) , etc. Antes de proseguir este desarrollo. es convenienterelacionar el esquema abstracto con los ejemplos borgianos. Tra­duzcamos las proposiciones de la segunda cita a las secuenciasalternativas de acciones, que acabamos de esquematizar:

fango digamos. tiene un secreto (Eo)

Un desconocido llama a la puerta (F 1)fang puede matar al intruso (El)El intruso puede matar a Fang (E,)Ambos pueden salvarse: fang se salva (E 4) : el intruso se salva (El)Ambos pueden morir: Fang muere (Eo): el intruso muere (E))Etcétera.

Todas estas posibilidades pueden ser representadas en un diagramaen forma de árbol (A. Prior. 1957; Rescher y Urquhart, 1971,pp. 68-76):

~o.;til'lI1polilll'al

--+ tiempo ramificado

El modelo ramificado de la lógica temporal y las estructurasramificadas de los relatos de Borges trastornan el concepto new­toniano-kantiano de la dimensionalidad temporal (Kant, Críticade la ra7in pura, libro 1). La diferencia entre ambos radica en queel modelo kantiano permite una posible configuración de aconteci-

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LA CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 223

miemos (una historia); en tanto que el modelo ramificado permitela configuración de posibles acontecimientos (varias historias). El mo­delo lineal toma una secuencia (digamos El' E 2• Ej. E 10) Ydeja lasotras como alternativas posibles. En «El jardín de senderos quese bifurcan», por el contrario. todas se realizan simultáneamente.En «La otra muerte» (Borges, 1949). el «escándalo de la razón»proviene de la realización de dos alternativas en conflicto quecrean «dos historias universales». En la primera (digamos El' E 2•

E IO) Pedro Damián murió en Entre Ríos. en 1946; en la segunda(digamos El' E~. E 7) en Masoller, en 1904. Al atribuir una co­nexión de estados (determinables o indeterminables). podemosconcebir que esas sucesiones de estados corresponden a «mundosposibles» que difieren en sus niveles. Es decir. que la sucesión El'E 2• E IU Y la sucesión El' El' E 7 se realizan simultáneamente endiferentes «mundos posibles»: «esa trama de tiempos que se apro­ximan. se bifurcan. se cortan o que secularmente se ignoran.abarca todas las posibilidades». Podríamos agregar «todas las pro­habilidades». Lo importante de esta concepción ramificada deltiempo es que. en la sucesión de estados. las secuencias pueden rea­lizarse simultáneamente. Es lo que ocurre en varias de las «histo­rias » de Borges. Ellas se construyen presuponiendo la concepciónlineal del tiempo. sobre la cual la consecución de acciones se rami­fica y da lugar a concebir «mundos posibles o.l/ en los cuales losacontecimientos pueden ocurrir «al mismo tiempo» y en «distintosmundos»: Dahl:nann puede morir en el hospital) en el sur almismo tiempo. pero en distintos «mundos posibles».

Para destacar más este tipo de serniotización. conviene comopararla con algunas posibilidades de complicación de la estructuralineal. a partir de las informaciones que permiten localizar losparámetros temporales del discurso representativo de acciones. En

12. La uocion d~ .. mundo posible» pro\'l~n~ di' la l<Í~icl. En d sentido en 'llll'Jol tomo ol'luí. se d~"rrol1ol en A. N. Prior ( 1962 l y en J. H intika ( 197 1l. Su scnud.. ~I"

neral denota «posible suceder de acontecimientos». y como «mundos posible... u rcnutc .•l." modalidades: conocer. creer, recordar, ~sp~rar. etc. La importancia 'lUI' tiene p"r"novotro. 1', Ja de ~""p.ll a los limites de! p~n'ar 'lU~ nos imponen e! jlll'~O hlll"'I11ICO di'conceptos real/irreal: realrdad/imaginación. ~1C.o v 'lU~ abundan en la inllTpn'lolCi,'JI1 di'B..r~" y de I~XIOS semejantes

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224 PARA UNA -tEORIA DEL TEXTO LITERARIO

estos. un acontecimiento A¡ en el tiempo t¡ . está relacionado con elque lo precede (t¡-d y con el que lo sigue (t¡+ I). En los relatos queno transgreden la linealidad narrativa. estas informaciones son,en general, explícitas. Así. por ejemplo. el comienzo de Amalia:«El 4 de mayo de 1840. a las diez y media de la noche. seis hom­bres atravesaban el patio de una pequeña casa de la calle de Bel­grano. en la ciudad de Buenos Aires». Establecido el punto de re­ferencia inicial. sobre el cual se fundarán las acciones sucesivas. elrelato puede avanzar complicando los parámetros que constituyenel punto de referencia. Gérard Generte (1972. pp. 77 -121) haestudiado en detalle algunas de estas posibilidades. Tomemoscomo ejemplo dos de ellas: supongamos una secuencia de accio­nes (El' E 2 ••• En). Esta sucesión puede ser complicada de la si­guiente manera: a) Dentro de la sucesión de hechos narrados entre(El ...En). puede insertarse, en un momento determinado del dis­curso. la acción E¡ que es «anterior» a E i- Si el relato primero hafijado su punto de referencia en 1840. por ejemplo. E¡ puede co­rresponder a un hecho ocurrido o situado en 1839. Esta tenden­cia es manifiesta en las narraciones del período romántico en laliteratura de América Latina. como así también en la generaciónmundonovista (c. Goié. 1972); b) La segunda posibilidad es la deinsertar (en el discurso) la acción E¡. con posterioridad a la acciónE 2• Pero E¡ se sitúa -en la sucesión de acciones (historia)- con«anterioridad» a E 2 y con «posterioridad» a El' Obviamente queestas manifestaciones retrospectivas pueden pensarse también demanera prospectiva. En su forma retrospectiva. ellas son detecta­bles desde los relatos homéricos (Geneue, 1972. p. 90).

Ahora bien. hay una gran diferencia entre la estructura quesubyace. por un lado. a la organización temporal lineal y. por otro.a la estructura ramificada. En la primera. el suplemento provienede la complicación cuantitativa mediante la inserción de aconteci­mientos que se superponen a la estructura lineal: las secuencias oacciones imbricadas están siempre afectadas por índices temporalesy espaciales no-convergentes. Tendríamos en este caso la siguienteregla:

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 225

1) Si el agente A ejecuta (o es protagonista de) la acción¡ (El) en tiYli. para que el agente A pueda ejecutar (o ser protagonista de) laacción, (E2) . deben modificarse o ti o li.

En tanto que para la bifurcación temporal sería válida una reglacomo:

2) Si el agente A ejecuta (o es protagonista) de la acción I (E¡) en tiYli. para que el agente A pueda ejecutar (o ser protagonista de) laacción, (E2) . sin modificación de los parámetros de tiempo y lugar(ti y li). el «mundo posible» debe cambiar.

En 2), tenemos dos posibilidades: a) diferentes acontecimientos secumplen en diferentes mundos y se conectan mediante la permanen­cia de los parámetros temporales y espaciales. y b) un mismoacontecimiento que ocurre en diferentes «mundos». Estos esquemasbásicos pueden explicar las diferencias entre la concepción deltiempo activada en relatos como Pedro Páramo (Rulfo, 1955),que serían derivables de 1); de relatos como Farabeuf(Elizondo,1962) o « La otra muerte» (Borges, 1949), derivables de una es­tructura de base como 2). En estos casos tenemos la sensación deque «algo se nos escapa», dado que un acontecimiento se desp/a-zao se repite en distintos «mundos posibles».

3.4.1.2.2. Podemos sugerir un tercer tipo de serniotizaciónnarrativa que requiere la percepción de la «dimensión» más quede la «línea». Si tomamos un relato como «Todos los fuegos, elfuego» (J. Cortázar}, éste puede ser leído como dos acciones para­lelas, aceptando como «fictivo» el hecho de que una pueda situarse(mediante nuestro conocimiento del mundo) a varios siglos dedistancia de la otra. U na forma de lectura (en tanto proceso derecepción) es aquella que corresponde a nuestras formas percep­tuales en el procesamiento cotidiano de la información, y a nues­tro conocimiento del «mundo». Otra forma de lectura es aquellaque suplementa la línea con la dimensión. Veamos más en detalleesta afirmación, deteniéndonos sobre el cuento de Julio Corrázar,

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226 PARA UNA Tl~ORfA DEL TEXTO LITERARIO

El primer elemento global percibido en el cuento son los dos mun­dos: romanidad (que podemos designar por A) y modernidad (quedesignamos por B). En cuanto a la percepción de estructuras glo­bales. es fácilmente intuible la división de ambos «mundos» en dosbloques: Al y B I ; A2 Y B2• Los dos primeros bloques (Al y B I)

se cierran con la muerte de Marco y de Jeanne; en tanto que losdos segundos (A2 y B2) . con la muerte del resto de los «persona­jes» producida por el fuego. Esta intuición nos sugiere que la com­petencia comunicativa permite conectar estructuras globales. iden­tificar intrigas independientes. e inferir formas conectivas. Lo queinteresa. en este caso. es el tipo de inferencias conectivas realiza­bles a partir de la información suministrada por el relato. Pode­mos. para comenzar, trazar un encadenamiento de funciones a par­tir de la representación de acciones en cada una de las micro­secuencias Al y B 1. De esta manera:

1) Al (en el circo romano):

AC (,ducha a realizar»]PA (<<proceso de la lucha»)AR (<<fin de la lucha»]

2) 13 1 (entre [eanne y Roland):

AC (<<ruptura a realizar » )

PA (<<proceso de ruptura »)

AR [.«ruptura realizada »)

La conexión entre ambas secuencias aparece en su desarrollo para­lelo v. fundamentalmente. en las conexiones entre enunciados. Así.por ~jemplo. en A). el momento en que Licas y el procónsul intu­yen la derrota de Marco. el procónsul se siente culpable por haberllevado a Marco a una arena de provincia y dice:

«AIg<) de él se ha quedado en Roma. bien se ve... «y elresto se quedará aquí. con el dinero que le aposté ...ríe Licas. « Por favor. no te pongas así... dice Roland.

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 227

La inserción de las palabras de Roland (B 1)' a continuación deldiálogo entre el procónsul y Licas «conecta», en la forma dialo­gada. los dos mundos. Hasta la mención de Roland, el diálogobien puede tomarse como una respuesta del procónsul a l~ afirma­ción de Licas. No obstante estas conexiones de los enunciados.la lucha (literal) entre Marco y el gigante negro en Al y la lucha(en sentido figurado) entre Roland y Jeanne en B l' mantienen suautonomía. En las secuencias A2 y B2 se produce, en cambio. nosólo la conexión entre enunciados sino un tipo especial de imbrica­ción entre las secuencias narrativas. Estas dos secuencias tienen, enprimer lugar. una conexión temática: la muerte de los protagonis­tas a causa del fuego. Así podemos especificar A2 y B2• marcandopor a la paráfrasis de la acción; y por [la función que es posible in­ferir a la acción:

3)A z:

AC (j: «posibilidad de incendio»; a: acción no descrita en laestructura de superficie)

PA (j: «propagación del incendio»; a: lienzo del viejo velarioque se desgarra)

AR (j: «incendio consumado»; a: acción no narrada - presu­mible muerte de Irene, el proc6nsul y Licas)

Bz:AC (j: «posibilidad de incendio»; a: el pañuelo de gasa que

arde en llamas)PA (j: «propagación del incendio»; a: acción no descrita en la

estructura de superficie)AR (j: «incendio consumado»; a: muerte de Sonia y Roland)

Podemos. para ser más claros, resumir estas observaciones en uncuadro de doble entrada:

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228 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

AC PA AR

+ +

El hecho capital que surge de esta «normalización» de las se­cuencias de acciones y de funciones es que, en ambos «mundos»,ha y una acción ausente (no-descrita), en la estructura de superficie:una secuencia de funciones (((posibilidad de incencio», ((propaga­ción del incendio», «incendio consumado») articula dos secuenciasde acciones: la del circo romano y la del departamento de Roland.El comiemp (AC) del incendio está ligado al departamento de Ro­land, la propagación (PA) al circo romano y la culminación (AR) aldepartamento de Roland. La suplementariedad como marca resi­de, en este caso, en la semiotización de las formas conectivas,tanto de los enunciados corno de las secuencias narrativas, Estasconexiones no son sólo «temáticas» sino que, en la semiotización,el texto propone informaciones suficientes para que, en la recep­ción, este tipo de inferencias sea posible. Correlativamente. la posi­bilidad de estas inferencias implica la «adición» de reglas suple­mentarias con respecto a la actividad perceptiva de narracionesno-textuales.

En resumen, hemos intentado situar tres tipos de serniotiza­ciones narrativas: a) U na posibilidad se refiere a la complicaciónde la estructura lineal y es, sin duda. el tipo más común dado quehacemos uso de este mecanismo en el no-texto. Lo practicamos.por ejemplo, cuando en el curso de una narración llegamos a unpunto en el cual nos damos cuenta de que hemos omitido algunainformación. e insertamos. con anterioridad al puma en cuestiónla información que creernos necesaria para su comprensión. b) Unasegunda posibilidad está dada por una modificación de las formasperceptuales de la temporalidad. Presumiblemente este es un hecho

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 229

de reciente surgimiento y está ligado a modificaciones en las con­cepciones del tiempo en el pensamiento filosófico. c) Una terceraposibilidad, que involucra también la temporalidad, aunque noestá fuertemente marcada, es la de semiotizar las interaccionesentre acontecimientos paralelos que se conectan por medio de se­cuencias narrativas. Todos estos tipos de semiotización son deorden conceptual más que lingüístico y pueden ser analizados enlas diferentes posibilidades que ofrecen los tiempos verbales; encuanto éstos son las bases lingüísticas para la organización con­ceptual del tiempo físico y cronológico.

3.5. SEMIOTIZACIÓN DEL ESPACIO ENUNCIATIVO

3.J.l. Introducción

Para analizar, pues, este caso de semiosis, partiremos, enprimer lugar, de la distinción entre situación contextual y situacióndiscursiva analizada en 2.5. II En segundo lugar, introduciremosdos nuevos conceptos: el de axia/idad y el de figuración. El pri­mero se refiere a la organización del espacio pronominal (pro­nombres, deícricos, embragues) de la situación discursiva de laenunciación. El segundo, a la posición que ocupa el destinador encuanto destinador: qué informaciones o ausencia de informacionestenemos sobre él, qué inferencias (y a partir de qué niveles] pode­mos realizar para reconstituir la «imagen. del destinador, Figura.en latín, significaba también simulacrum: podemos decir que elproblema, en la figuración, es cómo se simula el destinador.

3.J .1.1. Axia/idad. - En primer lugar, es necesario reto­mar el diagrama 5 de 2.4. 3.

13. Algunos de los trabajos que se relacionan con esta discusión aparecidos en losúltimos años. además del número especial de Langages, n" 17. dedicado a la enunciación.importan los de S. Lecointre y J. Lecalliot ( 1972. 1973); para el estudio de lo que aquíllamamos destinatario. G. Prince (1973); y. desde una perspectiva cercana a la nuestra.N. Tamir (1976). En cuanto a los estudios "clásicos» sobre el narrador. los de W. Kay­ser (19~~. 1970).1'. Sranzel (19~~). B. Romberg (1962). K. Hamburger (1951.pp. ~ ~ -194) YM artíncz Bonati ( 1960. especialmente. pp I 12 Y I I 7-125).

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230 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

i\él = (yo/tú del enunciado

/

\ ~~:/~tifjcable con

\' d." ,"""",,'6"1

/'0 "',yo

A este diagrama agregaremos una nueva dimensión: el que los pro­tagonistas de la situación discursiva puedan tener o no tener corre­latos con los protagonistas de la situación contextual (indicado porla doble flecha ~). En la situación discursiva de enuncia­ción. ia ausencia o presencia de correlación son ambas posibles;y son grados distintos de semiotización. El caso de la presenciade correlación es el que más lleva a «confusiones» con respecto ala falta de autonomía de la situación discursiva y, por ende. a laidentificación del yo de la situación discursiva con el yo de la situa­ción contextual. Lo mismo es válido para el caso de los otros pro­nombres. De la misma manera que el él de la situación discursivapuede ser correlacionado con una «persona)), exterior al espacioenunciativo. también pueden serlo los demás componentes delenunciado (descripciones. acciones. etc.]: nos encontramos eneste caso con el ya aludido. en estas páginas. efecto mimético.

Sobre el diagrama 1 podemos también señalar que el término«relato en tercera persona)), para el caso de la narración, es un totalcontrasentido: no es posible narrar en tercera persona. La confi­guración misma de la enunciación (tanto discursiva como contex­tual) hace que la única forma de narrar (de enunciar) sea en primerapersona. Tampoco puede haber. en consecuencia. «relato en se­gunda persona)). Estos casos sólo representan diferentes organi­zaciones axiales del espacio enunciativo. Puede haber enunciaciónpersonal o impersonal: es decir. el destinador deja las huellas

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 231

evidentes de su paso en el enunciado o trata de borrarlas, y darasí la sensación de objetividad. Para este último caso se ha llegadoa decir que no hay propiamente narrador (K. Hamburger, 1957,pp. 134-142). Valdría mejor decir que, de lo que se trata, esde una manera especial de semioti7,!lr el espacio enunciativo, tan codi­ficada como cualquier otro tipo de semiotización. Sabemos, comobien lo señala R. Barthes (1970, p. 149), que las ausencias signi­fican por el hecho mismo de ser ausencias: es decir, que sí hay na­rrador, pero semiotizado como ausente. En cuanto a la «narraciónen segunda persona», su particularidad reside en la distribuciónaxial que ésta actualiza. Cuando, por ejemplo, en la situación con­textual de enunciación se dice «tu leerás el diario», tal enunciadose inscribe en los actos de habla «elocutivos» (illocutionary) de or­den. En tanto que en la situación discursiva, tal enunciado no essolo «elocutivo» sino también y al mismo tiempo constatatiuo: 14

decir «tú leerás el diario» o «tú tomarás el tren de las ocho a Mi­lán» significa que, en el relato de esta «orden» es, a la vez, unaacción cumplida. Este tipo de enunciación es el reverso de la enun­ciación en la cual elyo que enuncia y elyo que actúa se identifican:en el enunciado elocutivo / constatativo de la situación discursivade enunciación, el tú de la enunciación y el tú del enunciado (el túcomo destinatario de la enunciación y el tú como agente del enun­ciado) son uno y el mismo.

Volvamos a la correlación entre los componentes axiales de lasituación discursiva y contextual. Esta correlación no debe lle­varnos a desatender la autonomía de la primera, ya que es ésta ladeterminante a la cual la segunda se subordina. Ello produce, claroestá. una particular distribución del tiempo y de los niveles de laenunciación, paralelos a la distribución axia!' La Araucana, deErcilla, ofrece un buen ejemplo para ilustrar el tipo de serniotiza­ción en el cual la distribución axial correlaciona los miembros dela situación discursiva con aquellos de la situación contextua]. 11

14. Ver J. L. Austin (1971).15. Sobre el narrador en La Araucana. A1barracín Sarmiento (J966. 1972) Y

Aura Bocaz (1976). quien. aunque estudia sólo a Tegualda como narradora, extiendesus observaciones a la situación general del narrador en el poema.

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232 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

a) Comencemos por analizar las relaciones yo-tú, en la situacióndiscursiva y sus correlaciones con la situación contextua] (Er­cilla, Felipe 11). En la apertura del libro se instaura un nivelde enunciación, prolongado a lo largo de la narración, en elque el destina dar se dirige. en registro argumentativo, al des­tinatario (yo-tú); además. esta direccionalidad implica a laspersonas que se correlacionan con el destinador y el destinata­rio (Ercilla-Felipe 11). Esta doble correlación. en la distribu­ción axial de los participantes del acto enunciativo (discursivoy contextual}, lo inscribe en las formas ya codificadas deenunciación que se identifican con la epístola y. en cierto sen­tido. con la autobiografía. Pero. además. se establecen lazosdirectos con la enunciación del discurso histórico, por cuantoel destinador asume la verdad de lo dicho (<<es relación sin co­rromper sacada / de la verdad. cortada a su medida», parte 1,canto 1). Sabemos que re/ación, en este caso y en el siglo XVI.significaba. en primera acepción. narración o informe. y quesus fuentes latinas eran re/atio y narratio. Y. en segunda acep­ción. re/ación remite al romance de sucesos. En este caso, el co­rrelativo latino es recitatio me/rica. En el caso de Ercilla, re/a­ción puede estar referida a ambos significados. con el énfasisen el primero: asume la recitatio metrica, pero enfati~ la narra­tio y la oeritas. La verdad está garantizada por el testimoniodirecto (visto y oído). y este hecho sirve. además. para corre­lacionar al destinador del discurso con la persona presencialde los hechos. Al mismo tiempo, la artificialidad de la trans­misión del testimonio (semiosis enunciativa), que «finge» laversión oral de lo que se escribe (<<Dad orejas. señor. a lo quedigo / que soy parte dello buen testigo», parte 1, canto 1),marca la situación discursiva de enunciación en relación a larecitatio me/rica. El primer hecho a señalar. después de estasobservaciones. es~ que en la distribución axial, y en los presu­puestos del acto enunciativo. ésre se presenta en forma de rela­to épico; pero la correlación ixial «identifica» el acto enun­ciativo con la epístola, la autobiografía y el discurso histórico.

!

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 233

b) Un segundo aspecto de la distribución axial corresponde a lacorrelación interna de la situación discursiva: entre elyo de laenunciación y el yo del enunciado. Esta correlación se com-plica. puesto que. por un lado. tenemos ya la correlación entre

el yo de la enunciación y la {(persona» Ercilla ; pero. por otro.tendremos la correlación del yo, agente del enunciado. conel «soldado» Ercilla, en posición de él en la situación contex­tual. Tomemos. en primer lugar. la correlación interna a lasituación discursiva entre destinador y agente. Los límites. eneste caso. son difíciles de trazar. No obstante, podemos co­menzar diferenciando lo que el agente ve y lo que el destina­dor sabe. En el primer caso. la información circula del agenteal destinador: puesto en términos abstractos (que eliminenla confusión en la «unidad» de la persona psicológica y sepa­ren las instancias discursivas). el dispositivo que observa trans­mite información al dispositivo que la procesa (escribe). En elsegundo caso. el dispositivo que sabe y el que procesa son partesde un mismo sistema; puesto que el sistema que procesa es elque ha recogido información que ni el agente, ni la persona,ni el soldado pueden ver (e.g .• las escenas que ocurren entrelos araucanos). Esta direccionalidad es importante porque lacorrelación entre agente y destinador permite, en el segundocaso. cambiar la direccionalidad y hacer circular la informa­ción en sentido inverso: lo que sabe el desrinador se trans­mite al agente. y el agente. que toma el lugar de narrador.cuenta lo que ha recibido del destinador a otros soldados (lahistoria de Dido). Esta situación se complica aún puesto que,en el enunciado. no sólo encontramos el agente. que se corre­laciona con el soldado, sino que el propio yo de la enunciacióndiscursiva pasa a ser materia del enunciado. Estos son losmomentos en los cuales el propio acto de escribir forma partedel relato: el acto de enunciación es la materia (el tema) delenunciado y se verbaliza por las referencias a lo que se dijo.se está diciendo o se dirá: ce Digo. pues, que los bárbaros lle­gando (oo.)>> (parte 1, canto IX); «en medio del repose de lagente / queriendo proseguir en mi escritura» (parte 11, canto

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234 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

XVII). etc. La función de esta sustancialización de la materiade la enunciación enfatiza la posición enunciativa misma.puesto que la función de esta inserción es la de marcar la dis­tancia y la transparencia (J. Dubois, 1969. pp. 104·106) quetranscribe (ordena. distribuye) los hechos ocurridos. De estamanera tenemos un segundo aspecto de la correlación en elvértice superior del triángulo: por un lado. el agente (sol­dado Ercilla) y los hechos del relato; por otro. los agentesy hechos de la guerra del arauco.

c) Retengamos, del punto anterior, dos instancias:c.l) aquella en la cual el destinador se confunde con el agen­

te y testigo (soldado);c.2) aquellas en las GUales el campo de los hechos narrados

le está vedado al agente (escenas entre los araucanos)y sólo tiene acceso el destinador del mensaje en su fun­ción de narrador (lo que sabe o lo que imagina; peroque presenta, en el artificio. como visto y oído).

Nos detendremos sobre este segundo aspecto a los efectos dever de qué manera la distribución axial de la situación discur­siva afecta la función de los parámetros temporales y espa­ciales. Comencemos por dos ejemplos:

1)Tenemos hoy la prueba aquí en la mano de Rengo yTucapel, que peleando por sólo presunción y orgullovano, como fieras se estan despedazando.

(parte 1Il. canto XXX)

2)Déjolo aquí indeciso, porque viendo el brazo enalto a Tucapel alzado. me culpo. me castigo yreprehendo de haberle tanto tiempo así dejado;pero a la historia y narración volviendo. meoisteis ya gritar a Rengo airado. que bajabasobre él la fiera espada por el gallardo brazogobernada.

(parte JJI, canto XXX)

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 235

En el primer verso de 1) hOJ y aquí operan como embraguesde la situación de enunciación y fijan la posición del destina­dar frente a los hechos narrados; este nivel es válido para lasituación discursiva pero no para la situación contextual, conla cual, en este caso, no hay correlato. Pero, además, la prue­ba entre los dos embragues da a éstos un valor de deícticos,puesto que la prueba es el exemplum que sostiene la argumen­tación sobre la «presunción y el orgullo» que precede a losversos citados. El ejemplo 2) es más claro en cuanto al doblejuego de la situación discursiva (embrague sobre el enunciadoy deíctico sobre la enunciación): dejol» aquí indeciso remite,anafóricamente, al discurso, al tema en discusión que «dejaindeciso»; pero, al mismo tiempo, este sintagma corta el temadel argumento para seguir con el relato: viendo, que finge lapresencia del narrador ante los hechos, es impensable en corre­lación con el contexto: por lo tanto. «ver el brazo alzado» estambién «ver el relato detenido» por el argumento sobre elorgullo y la presunción. De la misma manera. «haberlo tantotiempo así dejado» es, también, abandono del relato y no dela presencia ante los hechos: « pero a la historia y narraciónvolviendo». Doble juego de la situación discursiva que fingeuna «presencia» ante los hechos, por medio de los parámetrostemporales; pero en donde, a la vez. los embragues y los deíc­ricos marcan el acto de escribir sobre la observación del acto deluchar (lucha entre T ucapel y Rengo). desplazadas en su fun­ción de referencia espacial.

el) Este movimiento constante entre el «yo que escribe» y el «yo(fingido) que ve» da lugar a otro fenómeno interesante enla distribución axial: la conversión de verbos ceno perforrnati­vos» en función de «perforrnativos». Sabemos que J. L. Aus­tin (1962) llamó perforrnativos a los verbos que realizan laacción que expresan: ce Te digo que te calles». Los verbos comovolver y dejar quedan fuera de esta clasificación: eeJuan rolui»de Europa» o «Juan dejó el libro» no tiene nada de performa­tivo puesto que son dos cosas bien distintas el acto de decir yla acción sobre la que éste informa. En La Araucana, debido

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236 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

al doble juego aludido en la situación discursiva, la distribu­ción del destinador entre quien ve y quien escribe produce latransformación de los verbos constatativos en performativos:

3)A Lautaro dejemos. pues en esto.que mucho su proceso me detiene

que llegar a Penco me conviene

(parte 1, canto IV)

Los verbos dejar, detener, /legar, volver son, en la lengua, ver­bos constatativos ; pero, en este caso, su función es perforrna­tiva : decir que se deja a Lautaro, que su proceso lo detiene,que es forzoso volver y /legar a Penco, son acciones cumplidas.puesto que de hecho se deja la narración de Lautaro que lodetiene en la narración de otros sucesos; se vuelve y se /lega aPenco en el relato, pero no en el desplazamiento físico delnarrador. Decir que se llega a Penco es, al mismo tiempo, ha­cerlo en el relato, fingiendo el desplazamiento espacial deltestigo. Esta operación es casi una regla en la tercera partede La Araucana.

e) Veamos, como último ejemplo, la correlación temporal entreelyo que enuncia en la situación discursiva, y la «persona») Er­cilla en la situación contextua]. Sabemos que Ercilla llegó aChile en I 557 Y volvió a España en 1563. La primera partede La Araucana fue publicada en 1 569. la segunda en 1 578Y la tercera en 1589. El recorrido de los treinta años en lacomposición de las tres partes está indicado, por la situacióncontextua] de enunciación, en los prólogos de cada parte. Lasituación discursiva, por su parte, marca un tiempo distinto:el tiempo del relato se corresponde con los tres años pasadospor Ercilla en Chile: La A raucana termina narrando el em­barque de la ('persona» Ercilla. De manera que la última par­te del libro. escrita en la década de 1580, narra la partida delagente Ercilla y de la persona Ercilla (doble correlación; unala persona y la otra el soldado) en 1 560 (parte II 1, canto

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LA CONHGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 237

XXXVI). En la medida en que la situación discursiva fijaesta dimensión temporal, y que semiotiza temporalmente ladistribución axial, la batalla de Lepanto ( l 57 1) debe necesa­riamente entrar como prospección en el relato, dado que la se­miotización temporal ha situado al narrador entre 15 57 YI 560, Y éste da cuenta de una batalla que ocurrirá más deun decenio después. Se introduce entonces, como artificialidado como semiosis, el tópico del cansancio ((queriendo prose­guir en mi escritura / me sobrevino un súbido acidente»], re­pite el tópico del «poeta transportado» (Juan de Mena, Labe­rinto defortuna, estr. 13-19), Y desde lo alto de una colina uela batalla: «Tu desde aquí podras mirar atento / las diferentesarmas y naciones / (... ) / Quien fuera de lenguaje tan copioso /que pudiera explicar lo que alli vida» (parte I1, canto XVII).

Hemos tratado de mostrar, a través de un ejemplo, las gene­ralidades de la serniotización del espacio enunciativo. Es tambiénválido, para este caso, que cada tipo de semiotización del espacioenunciativo responde a una metalengua en vigencia. Para el casode Ercilla resulta interesante que, si bien adopta la «forma» dela epopeya, no sigue esta metalengua sino que se pliega a la me­talengua del discurso histórico del siglo XVI hispanoamericano:decir lo visto y lo oído, decir verdad. Del choque de la forma dela epopeya y de las exigencias del discurso histórico surge, comoresultado, esta particularidad de la semiotización axial. Ello nose da, obviamente, en los otros cronistas donde lisa y llanamenteidentifican, sin mediaciones, el espacio de la situación conrextualcon el de la situación discursiva. Ello no quiere decir que el JOcontextua] sea igual al JO discursivo: la construcción de la persona«Inca Garcilaso de la Vega» en Los comentarios reales es, al igualque la construcción de la persona « Ercilla », una serniotizacióndel JO contextual de enunciación. La diferencia reside en que lamediación es más directa, dado que la elección del discurso his­tórico no está «forzada» por la interferencia de una forma (laepopeya): la crónica, en la cual el destinador se construye en corre­lación con su persona, instaura, en la construcción del discurso,

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238 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

una particularidad en la semiotización del espacio enunciativo que,quizás, no se conocía hasta el momento. Al parecer, el espacioenunciativo del discurso histórico tenía, en la Edad Media espa­ñola (Benito Ruano, 1952, pp. 50-104), una configuración ente­ramente distinta a la que encontramos en el siglo XVI.

3,J.l.2. Figuración. - Henry James dijo, alguna vez, que hayunos 5.000.000 de situaciones narrativas. Si relacionamos la afir­mación de James con la axialidad, podemos reducir tal cantidad aunas pocas combinaciones en el doble triángulo pronominal. Si lareferimos a la figuración, al parecer no hay más que tres posibi­lidades: o el destinador (narrador o hablante) finge una comuni­cación oral, o finge una comunicación escrita, o, en las «técnicas»más actuales, finge un momento anterior al lenguaje (oral o escrito)que se ha denominado «monólogo interiore.!" No hay otra posi­bilidad puesto que el texto literario no puede escapar al punto dereferencia de la verbalización. Aparentemente, James se refería aotra cosa: la figuración de la persona que narra (un escritor, untrotador de mundos, un pícaro, etc., etc.}, y a la situación en la quenarra o finge hablar. Éstas sí son tan infinitas, como lo son lasposibilidades de genera: infinitas frases partiendo de una sola reglade gramática. Las tres posibilidades señaladas son básicas y esposible derivar de ellas otros modos de figuración enunciativa. Así,por ejemplo, la correlación entre el JO de la situación discursiva yel JO contextual: la correlación del JO de la situación discursivacon el JO agente del enunciado son circunstancias que dan lugara la construcción figural sobre la construcción axial: la figuraciónsurge de la simulación enunciativa, inferida de las informacionessobre la persona (e.g., Ercilla}, o sobre el agente (e.g., Ercillasoldado). Pero, al mismo tiempo. la figuración del enunciante nopuede escapar a las referencias verbales: al acto de escribir o al dehablar.

Partiendo entonces de las tres posibilidades básicas de la fi-

16. Ver R. Humphrey (1954) y D. Cohn (1966).

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 239

guración. trataremos de especificar algunas de las formas en queel destinador las «finge»:

a) La figuración es un mecanismo enunciativo cuya función es lade compensar. por un lado. el contexto en el cual emisor yreceptor están eo-presentes; y. por otro. compensar las reglaspragmáticas que regulan la situación de comunicación en elsistema primario. En el sistema secundario. la comunicaciónoral (folklore) se realiza en la ca-presencia de emisor y re­ceptor: la figuración enunciativa se da. no obstante. por elcambio de situación pragmática o, en ciertos casos, por lateatralidad de la máscara o del gesto. Cuando el enunciado dela transmisión oral serniotizada (E2) se transcribe (E 3) . sulectura produce de inmediato la sensación de la falta de com­pensación figurativa del contexto. Vemos así la diferenciaentre las piezas recogidas del folklore en las cuales, por ejem­plo, el tropo «Aquí me pongo a cantan> remite en forma mí­nima a la situación enunciativa. Pero. por el contrario. cuandoJ. Hernández lo adapta como comienzo del Martin Fierro(E 4 ) , el «Aquí me pongo a cantan> se convierte en el nudoque organizará la construcción figurativa del cantor. Las con­diciones pragmáticas del sistema secundario, así como la me­talengua del universo gauchesco (ver 1.6.1.), exigen la com­pensación, como figuración, del narrador: es una exigenciadel universo que el narrador se figure gaucho. Condición sinequa non para que el universo sea reconocido como tal: deahí entonces la abundancia de referencias, en muchos de lostextos de la poesía gauchesca, a la compensación de la situa­ción discursiva de enunciación (el encuentro entre dos gau­chos, el saludo, el comienzo del relato) como exigencia dela figuración enunciativa. Esta exigencia es tan marcada que.cuando no es el mismo narrador el que cuenta y «presenta laescena» (como en el comienzo del Martin Fierro), se intro­duce un narrador cuya función es la de presentar la escenadonde se desarrollará el canto o el cuento; pero éste nema­rtamente tiene que figurarse. al menos en el habla. como gau-

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240 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

cho. Es decir. sabemos por su dialecto y por la adopción delmismo tipo de versificación adoptado por el agente-narrador,que el narrador de la situación primera de enunciación (ver3.4.2.2.) se figura como gaucho (e.g .• Santos Vega. H. Asea­subi). Sabemos, también. que esta regla es básica para la cons­titución de universos que se identifican, en el dominio deltexto literario. por la figuración del narrador: «la novela pi­caresca» se inscribe, aparentemente, bajo esta condición.Si consideramos ahora aquellos casos en que el destinador nose identifica con el narrador principal e introduce a otro des­tinador del discurso, podemos encontrar un ejemplo intere­sante en la serniotización figural impuesta por el siglo XVIII:el destinador que se presenta como editor de cartas o demanuscritos encontrados. Dentro de este tipo de serniotiza­ción podrían, a su vez, distinguirse varios sub-tipos: 1) Eldestinador que. sin intermediario de un editor figurado. sefigura como el escritor de un diario. En este caso la particu­laridad de la figuración se centra en la relación entre destina­dor y destinatario: tanto en el diario como en las memorias,destinador y destinatario son uno y el mismo. I 7 El esquemacomunicacional aquí se re-distribuye puesto que en una puntadel espectro se figura un JO y. en la otra, el mismo yo quereemplaza al tú. 2) Si el narrador se figura emitiendo unrelato oral y no escrito. deberemos suponer. en la estructurafigural, un narrador «anterior» (implícito o explícito) quecuenta por escrito lo que el narrador del relato que leemoscuenta en forma oral.

b) Un segundo tipo de serniotización figural se presenta cuando,en el enunciado de la situación discursiva. se figura la eeper­sona» del «autor». Un ejemplo. ya mencionado. es el deErcilla: la figuración que, sobre la axialidad, construye a Er­cilla soldado y a Ercilla autor. informaciones que agregamos

17. Este caso se correspondería con la modificación qU( prop<lO( J. Lotman almodelo comunicacional de R. Jakobson. considerando qU( una posibilidad (S 'lU(. tantoen uno como en otro extremo de la cadena, no se encuentre la relación yo-tú sino yo-yo(J. Lotman, 1973 j.

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LA CON¡";IGURACION DEL SISTEMA SECUNDARIO 241

a la figuración enunciativa. Deben en este caso distinguirse.entre el tipo de informaciones que remiten a la axialidad, de lasque remiten a la figuración. Podemos ver esta diferencia to­mando un caso más simple que el de La Araucana. Un análi­sis de todos los momentos en que, en Los comentarios reales, seencuentran informaciones sobre el Inca Garcilaso de la Vega.mostraría cómo se construye la figura del «Inca Garcilaso»como figuración enunciativa. En tanto figuración. tal cons­trucción es cerrada: se limita a las únicas informaciones quetenemos en el libro; en cuanto persona, ésta sobrepasa lasinformaciones que han sido otorgadas en el texto. Una bio­grafía del Inca, pongamos por caso, no podría "reconstruir»la "persona» del Inca con la sola información de Los comen­tarios reales. En cuanto construcción axial. la serniotizaciónfigural no la modifica. puesto que ésta ha establecido desde elcomienzo, la correlación entre desrinador y emisor (autor).No la modifica: la confirma y la amplía. Este tipo de figura.ción es el que caracteriza cierto universo de textos cuya fina­lidad es el documento, en los que la figuración se justifica encuanto el narrador es testigo de los datos que describe o narra.El caso extremo de este tipo de construccion figural es laautobiografía. En ella, el agente del enunciado nos remite. acada instante, a la estructura figural de la enunciación. Dentrode este tipo de serniotización figural. podrían considerarsedos tipos: b.l) una figuración que tiene la forma que acaba­mos de describir, pero que. a diferencia de ella. no estableceningún lazo entre el yo de la situación discursiva y elyo de lasituación contextual: es lo que se ha llamado "biografía fic­ticia» (Lázaro Carreter, 1968). cuyo ejemplo lo constituyeEl Lazaril!» de Tormes: b.2) en segundo lugar. tendríamosuna figuración que es exactamente igual a la descrita en b) yen la que la única variante consiste en que remite a la personadel autor; pero el autor es ficticio: un ejemplo paradigmáticolo constituye el La'l,!lrillo de ciegos caminantes de Concolor­corvo. Sabemos que Concolorcorvo es un seudónimo (con­color-corvo) de una "persona ficticia». quien, no obstante,

16. - MIGNOLO

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242 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

aparece como autor del libro. En la semiotización, no essólo esto lo que cuenta, sino que el supuesto « autor» se cons­truya figuralmente en el enunciado, dando informacionessobre su origen, su condición social, su aspecto físico, sueducación, etc.

c) Un tercer tipo, ya mencionado, y quizás el más común, esaquel en que el espacio enunciativo no es aludido como espa­cio figural: el caso en que no hay, en el enunciado, ningunareferencia «directa» sobre el narrador. La ausencia de refe­rencia directa no debe hacernos pensar que no hay, en estoscasos, figuración. La figuración se mantiene en la función dequien narra: ésta consiste en «unir» los párrafos, los capítu­los, las escenas, etc. Hay siempre una sobre-información, unaredundancia, que establece la unión y en la que encontramosla marca figural del enunciante. Este tipo de figuración esimportante, sobre todo en relación al tipo de figuración enun­ciativa de la novela de los últimos años del siglo XX. cuandouna narración se presenta con «varios» enunciantes y cadauno de ellos tiene su esfera autónoma de enunciación. Eneste caso, la narración no está controlada por un narrador«principal» que otorga la palabra a los otros enuncianres(algo semejante a lo que ocurre en el teatro o en la narracióncinematográfica); lo que ocurre es que el espacio de la figu­ración enunciativa del narrador, cuya función es conectar, seha eliminado. En su lugar encontramos un «espacio vacío».La importancia del espacio vacío es la de hacer que, en lafiguración, el destinador y el destinatario ocupen el mismoespacio: este espacio es también, figurativa y provectiva­mente, ocupado por el receptor de la situación contextual.Lo que semiotiza esta figuración es la relación destinatario­receptor y, al hacerlo, elimina las «guías» del denominado«narrador ausente»: la eliminación de las conexiones explíci­tas en el texto la crea el «espacio vacío» como construcciónfigural. El receptor (lector), al ocupar ese espacio. debe eepo­nerlas»: es quizás este tipo de semiotización el que ha lle­vado a hablar de «la hora del lector».

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 243

Ejemplifiquemos, para cerrar este punto, de qué manera sepueden establecer relaciones entre la semiotización figural y lametalengua. Algunas especulaciones pueden ilustrar este aspecto.Las Confesiones de San Agustín (E. Vanee, 1973, pp. 163-167)no tienen el mismo carácter que las Conjessions de Rousseau. Enprimer lugar, San Agustín no narra una vida que se identifica conla de la persona (psicológica) cuya firma sostiene el discurso, sinoque construye un diálogo, a veces una argumentación, con undestinatario que es Dios. Rousseau narra la vida que se identificacon la persona del autor, cuyo destinatario son los hombres: ccJeforme une entreprise que n'eut jamais dexernple et dont 1'exécutionn'aura point d'imitateur. Je veux montrer a mes semblables unhomme dans toute la vérité de la nature; et cet homme ce serarnoi» (libro 1). Entre San Agustín y Rousseau, Montaigne (Essais)se acerca a San Agustín porque no narra sino que argumenta (o usael ensayo), pero tal argumentación, que no se encuentra en SanAgustín, hace del autor el tema: «Ainsi, lecteur, je suis moy­mesmes la matiére de mon libre» ((Au lecteur»). La afirmaciónde Montaigne puede tomarse como el indicio de una serniotizaciónnueva que conducirá a la forma de la autobiografía. No pretendopronunciarme demasiado en cuanto a la exactitud de estas ligerasafirmaciones, que simplemente están destinadas a ejemplificar laserniotización del espacio figural-enunciativo y su relación con lametalengua. Para ello, quiero refirirme también a las cautelosas ob­servaciones de Paul Zumthor ( 197 5, pp. 165 -180). Aparentementeno existe la autobiografía en la Edad Media, lo cual implica, enotros términos, que la correlación entre el JO de la situación dis­cursiva y el JO de la situación contextual no es semiotizada eneste período. Siguiendo a Zumthor, podemos agregar que la rela­ción autoral que comporta el uso del pronombre JO está condicio­nada. en el período aludido, por las particularidades de la meta­lengua. y que, presumiblemente, ésta ha cambiado entre el siglo XIIy el siglo XVIII. Si bien este punto toca a la relación de la sernioti­zación enunciativa con la metalengua, nos importa. por el mo­mento, volver sobre las formas que la primera asume. Podemos

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244 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

dar. para ello. otra serie de ejemplos sobre el mismo proceso. Porla misma razón de que no existe la autobiografía en la Edad Media(no es detectable tal serniotización del espacio enunciativo). es porlo que La vida de La7,!lrillo de Tormes introduce. en los códigos deproducción textual. una semiotización que puede ser consideradacomo forma nueva. Por lo cual parece correcto afirmar que estetexto inicia una forma que se codificará luego en el Gu'Zmán deAlfaratbe (C. Guillén, 1966). Lo primero a notar. en la sernio­tización de este espacio nuevo. es la posibilidad de otorgar alLa7,.t;lrillo la categoría de autobiografía. aunque con el agregadode fiaioa (F. Lázaro Carretero 1968). Ahora bien. cuando unaforma de semiotización, como estructura nueva. se conserva enla cultura. ésta se impone como una elección posible de futurostextos. Así. por ejemplo. Carlos de Sigüenza y Góngora incluyeentre sus Relaciones históricas (1690) los «Infortunios de AlonsoRarnírez» en donde opta por el espacio ya serniotizado de la«autobiografía fictiva», en el cual el narrador cuenta su propiavida pero no se identifica con el autor. De la misma manera queuna forma nueva se impone y se repite. puede. además. modificarseal interferir con otras formas discursivas. Se han discutido larga­mente las relaciones entre El la7,!lrillo de ciegos caminantes y lanovela picaresca (M. Bataillon, 1960; R. Mazzara, 1963). Lointeresante de esta comparación. en cuanto a la serniotización delespacio enunciativo. es que. en el caso de Concolorcorvo (como lonota E. Carilla. 1973. pp. 27-29). se trata de una estructura dis­cursiva o textual que corresponde más al «diario de viajes» que a la"autobiografía» (y es así como se lo recoge en determinados es­tudios de erudición. J. Torre Revello, 1940). Es decir. que laautobiografía fictiva en la novela picaresca es a la autobiografía. loque el diario fictivo (en Concolorcorvo) es al diario de viajes. Locual sugiere una modificación radical del espacio enunciativo: enLa vida de Lazarillo de Tormes, por ejemplo. la autobiografíaasume la forma de Carta (Guillén. 1966; F. Rico. 1966). entanto que Concolorcorvo asume la forma de Diario que se con­funde con las Memorias del visitador: "Después de haber des­cansado dos días en Potosí, pidió el visitador este diario. que

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 245

cotejó con sus memorias y le halló puntual en las postas y leguas»(parte l. cap. X). Parafraseando la observación de Zumthor, po­demos decir que algo ha pasado entre los «dos lazarillos». y eseacontecimiento es inseparable de la metalengua.

3.6. ENMARQUE

Finalmente debemos mencionar. aunque sea de manera breve.e! fenómeno de! enmarque. Dos serían los puntos de referenciasen relación a los cuales podemos situar e! enmarque en e! sistemaprimario y. a partir de él, derivar las formas posibles de semiotiza­ción: a) por un lado. e! enmarque se caracteriza por su ausenciaen la situación de comunicación verbal: en ésta no existe ningunapauta que indique y marque e! principio y e! fin de un diálogo;b) por otro lado. e! enmarque asociado a «principio-fin», tienesus raíces profundas en la interacción de! hombre con e! ambiente:los movimientos milenaristas, cuya «distopía» marca e! fin comodestrucción. presuponen un comienzo; la Biblia se estructura desdee! Génesis hasta e! Apocalipsis; imaginamos. en nuestra conductacotidiana. e! fin y e! comienzo de una vida como una trayectoriaenmarcada. etc.

No obstante. parecería que e! enmarque. relacionado con losconceptos «principio-fin», fuera una particularidad específica delos «textos artísticos». Limitándonos al texto literario. podríamoscomenzar señalando dos maneras a las cuales está sujeto el en­marque: la una es «física,) y equivale al marco en la pintura o a laescena de! teatro o la pantalla en e! cine: la página y el libro: laotra es cultural y está representada por e! módulo principio-fin.U n ejemplo de la operatividad de este segundo aspecto puedeofrecerlo la estructura fuertemente marcada. como principio y fin.de! soneto. Podemos decir que e! soneto es soneto porque lasreglas métricas son opcionales frente a lo obligatorio del enmarque.Podríamos visualizar esta afirmación en un diagrama:

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246 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

Soneto

opcionales

-<.metro rima

obligatorias

-<.14 versos 4 estrofas

»<.2 cuartetos 2 tercetos

e ilustrar e! diagrama con un soneto de Lope de Vega (La niñade plata, acto tercero, escena 1V) :

Un soneto me manda hacer Violanreque en mi vida me he visto en tanto aprietocatorce versos dicen que es sonetoburla burlando van los tres delante.

Ya estoy en el segundo y aun sospechoque voy los trece versos acabando;contad si son catorce y está hecho.

Ambos aspectos de! enmarque (físico y cultural) pueden ser semio­tizados en e! texto literario. El estudio de ambas semiosis puederesumirse, para centrar su importancia, en:a) El límite físico de! libro se asume, por un lado. como semiosis

no marcada, cuando éste se emplea corno e! sostén (o canal)físico en e! cual se transmite e! mensaje y donde se marcarán,en la serniosis, otras estructuras (semánticas, prosódicas, na­rrativas, etc.). Por e! contrario, en otros casos, e! libro mismopuede estar sujeto a una semiosis marcada (e.g .. DOr/ Quijote,que lee e! libro sobre él cuando lo estamos «levendo» comopersonaje). de la misma manera que en la pintura puede se­rniotizarse e! marco (e.g., Las Meninas); o en e! teatro, e!marco de la escena (e.g. Pirande!lo).

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LA CONfiGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 247

b) En lo que respecta al módulo principio-fin, la semiotizaciónpuede. por un lado. ser no-marcada. cuando este módulo setoma como un hecho «natural», y, por otro. puede ser se­miotizado 1) en el principio; 2) en el fin; o 3) en la ausenciade ambos. En el primer caso, tendríamos aquellos textos quemarcan el comienzo. inscribiendo en él el comienzo de unhecho cultural de importancia y cuya continuación está abier­ta al futuro: la historiografía indiana del siglo XVI podríaconstituir un ejemplo de la semiotización del principio: ésteestá marcado por el «descubrimiento». en tanto que el futuroqueda abierto al desarrollo histórico. Otro ejemplo lo cons­tituirían los relatos novelescos. autobiográficos o biográficos,que marcan el comienzo o el principio del libro con el co­mienzo de la vida del personaje. Por la misma razón, estoslibros pueden, al contrario, semiotizar el fin si lo que interesase localiza en el desenlace del tema o de la vida y no en elcomienzo. Finalmente, en los textos literarios actuales, lasemiosis se centra en la anulación del principio y del fin. ytiene su expresión metafórica, en la metalengua, en la frase«obra abierta».18

3.7. OBSERVACIONES FINALES

3 .1.1. Me/alengua

Cuando P. Francastel estudia el «nacimiento de un espacio»en el Quattrocento, parte de una premIsa general que toca a toda«expresión artística». P. Francastel (195 r. p. 24) observa que.en el dominio de la invención, hay dos aspectos absolutamente dis­tintos: el primero es el descubrimiento de un cuerpo. de un objeto

Il!. Este tema no cuenta con demasiada bibliografía en los estudios literarios, almenos en mi conocimiento. No obstante. el enmarque es tratado en B. Uspenski (1973.pp. I 37-IIU). en J. Lotman (1976b. pp. 197-20 1). v. con rt'SpeclOa la marca en el fin.B. 11. Smirh ( I 96l!). También poniendo énfasis en el fin. pero en un sentido más cultu­r..I. elhelio lihro de F Kerrnode (1966).

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248 PARA UNA TEüRIA DEL TEXTO LITERARIO

desconocido, de un principio, o de un nuevo método de la inter­pretación de hechos ya conocidos. Subraya, además, que es estaetapa la que constituye fundamentalmente la invención, aunqueella no sea suficiente para producir lo que Francastel llama «obrashumanas»: la invención, como segundo aspecto, desarrolla susposibilidades en la medida en que los principios o los métodos deinterpretación encuentran su realización en las «obras». Concluyeafirmando que esta /~Y explica por qué, en el Quartrocento, pode­mos hablar de la aparición de un nuevo método de representaciónplástica del espacio. Esta paráfrasis de Francastel tiene por obje­tivo ejemplificar. con un caso exterior al-texto literario, la relaciónentre texto y metalengua: las estructuras verbales, como las plás­ticas, no se producen al azar, por dictado de la musa o por inspi­ración sobrehumana del artista, sino que van indisociablernenteligadas a un «principio o método de interpretación»: en otraspalabras, a la invención de la meralengua. Cuáles son las relaciones«cronológicas» entre el texto y la metalengua (i.e .. si la metalenguaes «sentida» pero no formulada y, de igual manera, surge el tex­to; si el texto surge «antes» que la metalengua, etc.) es un hechoempírico que debe ser investigado para cada caso. pero que ennada cambia la hipótesis sobre la relación entre el texto y la me­talengua.

Podemos formular esta hipótesis de manera general (recor­dando, a la vez, las observaciones realizadas en 1.4.e.): todo textoes proyectado sobre estructuras conceptuales que se expresan enla rnetalengua. La metalengua no debe confundirse con el tratadoespecífico que la manifiesta o con la posición de un autor, sinoque, en la teoría, ella debe ser reconstruida. como modelo objeto.a partir de las informaciones dispersas (y a veces aparentementecontradictorias) entre los autores que la asumen y la practican, yentre los textos que la manifiestan. En términos abstractos, lasrelaciones entre el texto y la metalengua serían representablescomo una aplicación entre conjuntos: uno, el de las estructurasverbales serniotizadas, y el otro, el de las estructuras conceptualesde la metalengua. O viceversa, dado que la direccionalidad delproceso, como lo señalamos en el párrafo precedente, es una cues-

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1)

LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 249

tión de realización empírica que no invalida la hipótesis. Por lotanto. en la aplicación. el conjunto de partida y el de llegada sonintercambiables. Podemos formular estos dos conjuntos. en primerlugar. en los términos siguientes: los elementos del conjunto textoliterario (TL) serían las estructuras verbales del sistema primario(EV) y las estructuras simbólicas del sistema secundario (EVS).Por su parte. los elementos del conjunto metalengua (Mg) seríanun sistema de creencias (SC) (estéticos. conceptuales). un conjuntode técnicas (CT) y la racionalidad (Ra) de SC y CT. De maneraque todo proceso de semiotización, ligado a la metalengua, tendríacomo fórmula de base:

TL ={ EV, EVS).-~-'Mg = {Se. CT. Ra}

en donde .. - - J_ --.... se lee «función de proyección» y la di­rección de la proyección opera. como dijimos. en ambos sentidos.

Ahora bien. dado que toda proyección entre conjuntos es unaoperación que traza las correspondencias entre un elemento x deun conjunto X. y lo asocia con uno y sólo un elemento y del con­junto Y. la correspondencia entre un elemento del conjunto Y ydos elementos del conjunto X. o viceversa. puede darse cuandotrabajamos con conjuntos con más de un elemento. De esta ma­nera. podríamos visualizar 1) en 2):

2)TL Mg

x~o

z ::::.---------- p

y 4 q

En el presente capítulo tratamos. si no de desarrollar. al menos deejemplificar la relación entre el proceso de serniotización y lametalengua.

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250 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

3.1.2. Modelos sistémicos

En el apartado 1.6.1., hablamos del «cuerpo central» de lateoría y de las «extensiones» del cuerpo central hacia la estructu­ración de fenómenos empíricos. Introdujimos, para este caso, elcriterio de relevancia: el estudio de fenómenos empíricos, comoextensión del cuerpo central de la teoría, implica una selecciónde datos entre la totalidad de los hechos. En tal selección se mani­fiesta el principio de relevancia, puesto que no toda la informacióninferible de un grupo de textos es pertinente para la teoría. Reto­maremos la distinción entre cuerpo central y «extensión» paraintroducir los conceptos de modelos sistémicos, que designan losmodelos constitutivos del cuerpo central, y de modelos textémi­cos, que designan la clase de modelos que «extienden» el cuerpocentral.

El ámbito general en el cual pueden operar los modelos sis­témicos fue ejemplificado a lo largo de los capítulos 2 y 3. En estoscasos no tratamos con fenómenos empíricos concretos, con obraso conjunto de obras, dado que ellas, como «unidad», sobrepasanel dato que la teoría busca. Lo que nos interesó no fue la estructurade la obra, sino la estructura del objeto de la teoría: éste, designadocomo proceso de semiotización, se articulará en el conjunto demodelos sistémicos que describan y expliquen las diferentes facetasde su estructura. Hacer de la obra, o de un conjunto de obras, elobjetivo, modifica enteramente la racionalidad de la investigaciónteórica, puesto que ésta no puede «analizarse», como fenómenoempírico, por un modelo o por una teoría, sino que requiere, comotodo fenómeno empírico que quiera «totalizarse» (i.e., decir sobreella <do más que podamos»], una pluralidad de modelos. Deacuerdo con estas premisas, podemos esquematizar el alcance delos modelos sistémicos diciendo que su función es la de a) describirestructuras verbales del sistema primario, que son relevantes paralos procesos de semiotización, y b) describir la semiotización deestructuras verbales en su doble proceso: por un lado, inscripciónen el texto; y por otro, inscripción en el texto literario; contando,

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LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA SECUNDARIO 251

para este último caso, con la proyección de las estructuras verbalesen la metalengua.

3.1.3. Modelos textémicos

Los modelos textémicos, como extensión del cuerpo centralde la teoría, relacionan a ésta con los hechos empíricos a la vezque la suponen en todo momento. Vale decir que no es pertinente,para los modelos textémicos, la determinación del proceso de se­miotización y de los principios mediante los cuales las estructurasverbales semiotizadas actúan en conjunción con una metalengua,sino que lo es el estudio específico de un conjunto de estructurasverbales X en conjunción con una metalengua X'. La función deestos modelos no debe confundirse con la aplicación de la teoría (locual daría por resultado lo que la teoría trata de evitar; e.g.• tra­bajos del tipo « Los campos semánticos en la novela Y del autorZ»). Deberíamos. mejor. hablar de (interpretación de los mode­los sistémicos». entendiendo por interpretación la aplicación decontenidos empíricos en los modelos formales (P. Suppes, 1960.pp. 295-300; 1962. pp. 253-261). Por extensión, en la medidaen que los modelos sistémicos pueden o no ser formalizados (en elsentido fuerte del término), hablaremos de interpretación comoaplicación de los modelos textémicos en los conceptos de los modelossistémicos.

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Capítulo 4

LA CONFIGURACiÓN DELSISTEMA COMUNICACIONAL

4.1. INTRODUCCIÓN

En lA.b. introdujimos los conceptos de organismo emisory organismo receptor. A lo largo de los capítulos 2 y 3 aludimosa ellos. usando la forma simple de receptor y de emisor. Este capí­tulo está destinado a clarificar estos conceptos y a integrarlos enla configuración del sistema comunicacional. Al hacerlo. intenta­remos integrar el sistema comunicacional al objeto de la teoría deltexto literario. 1

l. Los aspectos relacionados con la producción y recepción del texto no fueronatendidos en los últimos años. Debido. quizás. al énfasis en la «estructura». la obra deR. lngarden que más se atendió fue su estudio de 1931. Su trabajo de 1937 (R. Ingar­den. 1931 y 1937). que también estudia con inusitado rigor el proceso «cognitivo» dela obra literaria. fue recibido con más entusiasmo por la filosofía que por la teoría lite­raria. No vaya discutir las formulaciones de Ingarden. Las menciono como punto de re­ferencia. Mi proposición. en este capítulo. es una alternativa. cuyas bases pueden resu­mirse como sigue: a) en primer lugar la relación entre «autor» y «lector» se asume comouna situación de comunicación v de intercambio de información: C. Cherrv (1957).W. Haas (1963). D. MacKay (1969). N. Wiener (1948. capítulo VIII: ;dnforma­ción, lenguaje y sociedad»), S. Goldman (19 l3); b) los modelos cibernéticos permitie­ron fundar un área de los estudios cognitivos. en oposición a la tendencia conductisra,en la cual interesan los fenómenos de la percepción y la construcción de modelos (simu­lados) que permitan describir el proceso que va de los preceptos a los conceptos: D. M.Armstrong (1961). R. Atkinson y R. M. Shiffrin (1968). R. N. Haber. ed. (1969).W. Wathen-Dunn, ed, (1967). W. B. Weimer y D. S Palerrno (1974). M. Maron( 196 5); e) la construcción de modelos que describen el proceso que va de lo, preceptos

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254 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Las ventajas, posibilidades y desventajas de tal propuesta se ve­rán sobre la marcha. No obstante, es preciso adelantar algunas dis­tinciones para evitar los malentendidos a que puede dar lugar la no­ción de «comunicación literaria», en los momentos en que el con­cepto de comunicación está cuestionado aun en la lingüística (O. Du­crot, 1972, pp. 1-24). La teoría de la comunicación (en el sentidode transmisión de informaciones) representa la perspectiva más ge­neral y abstracta en relación con situaciones semióticas de comunica­ción (entendiendo por semiótica el intercambio de signos en un gru­po cultural), y por lo tanto reduce la complejidad del proceso a susaspectos más elementales. C. Shannon y C. S. Weaver (1949,pp. 31-35) presentan el problema fundamental en términos de re­producción, en un extremo del espectro, del mensaje seleccionadoen el otro extremo. Con frecuencia, dicen los autores, el mensajetiene sentido: está referido a alguna entidad física o a algún sistemaconceptual. Este aspecto semántico de la comunicación es irrele­vante, prosiguen, para el problema que se plantea el ingeniero dela comunicación: el aspecto importante es que el mensaje en cues­tión es uno que ha sido seleccionado entre varios mensajes posibles.Por lo tanto, concluyen, el número de mensajes seleccionables deun conjunto se concibe como referencia de la cantidad de infor­mación producida cuando un mensaje es elegido entre varias posi­bles alternativas; alternativas que tienen, por otra parte, el mismovalor. De manera que, como concepción abstracta, la cuantifica­ción de la información está relacionada con un conjunto categorialde alternativas: en la teoría comunicacional, centrada sobre latransmisión de información, el objetivo no es tal o cual aconte­cimiento ocurrido (tal mensaje), sino el de su realización en el uni­verso de todos los mensajes posibles. Vemos así que cuando uningeniero de la comunicación (S. Goldman, 1953, pp. 30 ss.)construye modelos ideales, en los cuales un conjunto fijo de aconte­cimientos está relacionado con un conjunto fijo de mensajes, la

a los conceptos. suministra. por un lado. una base de discusión para el procesamientode un tipo específico de información que es la información verbal y semiotizada, y. porotro. la extensión del modelo perceptivo a la interacción entre dos organismos que inrer­cambian información: H, Blumer (1969). W. H. Geoghegan (1971).

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CONl'llilIRr\CION DEL SISTHIr\ CO¡\ll1NICACIONt\1. 255

variabilidad y «CITación" de la experiencia humana no tiene ca­bida. En el caso del ingeniero es posible predecir qUl'. para cadaocurrencia de un acontecimiento ,¡). de! conjunto A. se produciráun mensaje 1\1 l' Y para cada ocurrencia b). de! conjunto B. se pro­ducirá un mensaje 1'v1 2• Las alternativas están fijadas de antemanoen e! modelo. y obviamente éste está lejos de captar la complejidadde la comunicación humana. aun en e! sistema primario.

¿Qué queremos decir. entonces. cuando hablarnos de «comu­nicación literaria" y de transmisión de información? D. MacKay(1956. 1959) concibe la información como una cuestión de adap­tacion representactonal. La representación es. a su vez. una cuestiónde asociaciones. correlaciones. pautas complejas. Gltegorizacio­nes, etc. El hombre. con su capacidad para la organización simbó­lica. ha desarrollado medios poderosos de representado» (el habla.la escritura. los símbolos lógicos y matemáticos). Gracias a estacapacidad. no sólo llega a representaciones adecuadas de la infor­mación. sino a producir el concepto mismo de información y pasarasí al meta-nivel de la representacion de la representacion (teorías ljuetienen por objeto otras formas simbólicas). Por lo tanto. cuandohablamos de comunicación y de transmisión de la información(comunicación literaria). implicamos un sistema de representacionque. para el caso del organismo emisor. es e! mensaje como resul­tado del procesamiento de información verbal y no-verbal; y parael organismo receptor es un mensaje que se construye a partir delmensaje representado por el organismo emisor. Por representaciónno debe entenderse. en este contexto. lo que se entiende en rér­minos literarios: representación es todo sistema simbólico de sig­nos. independiente de su carácter referencial o no referencial del«mundo». Por lo tanto. al hablar de comunicación literaria. nosreferimos a un sistema abstracto sobre el cual podemos construira) el intercambio de representuaones entre dos organismos: b) ladescripción de las particularidades de tal intercambio. y e) las par­ticularidades de un tipo de intercambio en el cual ciertas estruc­turas verbales adquieren determinados valores. y se manifiestanmediante características específicas de emisión y recepción (procesode semiotización).

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256 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

4.2. TEXTO y DISCURSO

Las observaciones que preceden justifican la necesidad dedesarrollar e! concepto «comunicación literaria». Podemos comen­zar diciendo que una estructura verbal tiene la calidad de textoliterario cuando existe un organismo receptor o emisor para quiental decisión es posible; pero, además, esta operación no sólo pre­supone ambos organismos, sino que también presupone paráme­tros temporales y espaciales, sobre los cuales trazar e! contextopsico-sociológico de! intercambio de información. Es decir que:

1) Todo O R o O E está preparado para asigndr un valor f a un com­picjo de estructuras verbales scmiotizadas ; y la forma de la asigna.ción de la función f depende de las condiciones socio- culturalesmarcadas por un tiempo y un lugar.

2) El valor f depended de la l's!úa de acción de todo OE y/o ORoy de LlS normas socializadas llue le permitan proyectar un conjunto

de normas (estéticas. culturales] sohre un conjunto de estructurasverbales.

El proce~o de semiorización, desde el punto de vista pragrná­rico, puede ser construido a partir de tales condiciones de recep­ción y de emisión: si. en un primer momento, construimos a O EY O R como organismos que proce~an información, en un segundomomento, debemos especificar las particularidades l.Jue definen alprocesamiento de la información verbal y verbal semiotizada.Para avanzar en esta dirección. comenzaremos por una iormasimplificada del esquema comunicacional para. luego. situar enél las diferencias entre el procesamiento de la información verbalen el sistema primario y en el secundario:

1)

OE --------...,.~rslil11ulos verh.dl'S --------.... OR

Al hablar de comunicación y marcar « estímulos verbales », no ha-

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CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 257

blamos de la transmisión de sentidos. sino de señales gráficas (es­tímulos). que son el punto de llegada en el proceso de OE. y elpunto de partida en el proceso de OR. El sentido que se atribuyaa los estímulos será una función de los códigos socializados por O EY OR. pero de ninguna manera manifiestos en los estímulos ver­bales. Esta situación lleva a diferenciar el texto del discurso:

En el proceso de comunicación. el primer estado es el de lamera existencia de estímulos físicos (fónicos o gráficos). Para queOR otorgue un sentido a esos estímulos. debe reconocer en ellosuna organización. Si O E la reconoce. ello presupone que los es­tímulos físicos fueron producidos por O R de acuerdo a ciertaspautas. En lingüística. tales pautas están representadas por lasreglas gramaticales. En psicología cognitiva. se las reconoce comocódigos. Siguiendo estas enseñanzas. podemos suponer que laspautas de reconocimiento. en el caso de los estímulos verbales.están constituidas por dos tipos de reglas: aquellas que permiten lacomprensión de frases y aquellas que se refieren a la concatenaciónde frases en discursos. De esta manera. podemos situar la nociónde discurso en el sistema primario. De modo que el reconocimientodel texto y del texto literario implicaría otro tipo de pautas de reco­nocimiento dependientes de valores culturales: para dar cuenta delproceso de serniotización en el cual O E u O R otorgan a un dis­curso la categoría de texto. es necesario presuponer un discursosemiotizado mediante la aplicación de «reglas suplementarias».Este doble proceso. que nos ocupó en los capítulos 2 y 3. puede serresumido en el diagrama 2.

El diagrama 2 es una reproducción del diagrama l. en elcual se ha reemplazado «estímulos verbales» por las categoríasmediante las cuales podemos representar la «comunicación litera­na» entre OE y ORo Si relacionamos el diagrama 2 con el dia­grama l tendremos una idea de lo que implica. por un lado. latransmisión de información (estímulos tísicos): y. por otro. la «re­construcción» que debe tener lugar en ambos extremos del es­pectro: todo tipo de intercambio de «estímulos físicos», en con­diciones pragmáticas adecuadas para el proceso de serniotización,implica que OE y OR participan. si no en todas. al menos m

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DIAGRAMA 2Couduaa I'frbdlen ,}P PS

I>I'CUI{'O ~

Micro­estructuras

SP = Sistt'm.l primario

SS ~ Sistt'm.l secundario

PS Proceso dc semiotización~

OR

SITUACIÓN

CONTEXTUAL

Versificación(prosodia)Equivalencias-

acoplamientosCampos semánticos

(anomalía. símil.

mer.ifora)

Estructurasnarrativas

DescripcionesPersonajes

N iveles y estructu­ras temporales[.«mundos posi­bles..)

CompensaciónErnbragues-deícticosAxialidadFiguración

Conducta cerba! en S'}TEXTO LITERARIO

Fónica»Sintácticas ~.Sem.inucas -~Referenciales ..............

AgentesAcciones

Estados

Procesos

Situacióndiscursiva

f

f

¡

Macro­estructuras

EnunciaciónOE

"ITUACION

CONTEXTUAL

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 259

algunas de las pautas de reconocimiento bosquejadas en el diagra­ma 2. Los estímulos verbales son los «activadores» de talespautas. Desde la perspectiva de OE (siguiendo la lectura del dia­grama), la serniotización del discurso 'j su conversión en textosería, entonces, un ordenamiento especial de los estímulos: marcar­los para que aquello que no está presupuesto permita a OR ejercersus pautas de reconocimiento. De esta manera podemos decir que,en toda semiosis, el proceso de emisión tiene la ventaja de marcarlas jugadas; en tanto que el de recepción tiene la obligación de infe­rirlas. La comunicación literaria, por lo tanto, no debe ser enten­dida como una «transmisión de sentidos», de OE hacia OR, sinocomo una estructura compleja en la cual se actualizan códigos dereconocimiento, y éstos, a su vez, se proyectan sobre la organi­zación de los estímulos verbales en su doble función: discursiva ytextual.

4.3. EL SISTEMA COMUNICACIONAL

4.3.1.. Direcaonalidad

Las observaciones anteriores nos ofrecen una base de elabo­ración del sistema de comunicación literario, a la vez que puedenresponder a las posibles objeciones sobre lo irreductible del textoliterario al sistema comunicacional. Estas objeciones, que partenfundamentalmente de la direccionalidad de izquierda a derecha(dd autor al lector), serían desplazadas en el momento en queconsideramos tal direccionalidad sólo en el plano de los estímulosverbales. De esta manera podemos retomar el esquema 1), especi­ficado en el esquema 2), y marcar sobre él la direccionalidad endiversos planos del sistema comunicacional:

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260 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

3)TEXTO: EVS: SS

2

PS

DISCURSO: EV: SP 2

üE ----.~Estímulos verbales ----.~ OR

Como ya lo señaláramos, la direccionalidad de izquierda a de­recha sólo se cumple en l. En 2 y en 3 se produce un lugar de en­cuentro en el cual las «intenciones» de OE deben ser reconocidas yevaluadas por O R. Así, por ejemplo. en el proceso que se cumpleen 2, no todas las marcas puestas por OE serán necesariamente in­feridas por O R. Por otro lado. O R puede realizar inferencias (de­bido a un estado especial de su sistema), que lo llevan a resultadosinterpretativos que no se corresponden con las «intenciones» deOE. En el sistema de comunicación literario. un factor primordialde esta ocurrencia es que OE y OR no están ca-presentes en lamisma situación contextua] de comunicación. Por esta razón lascondiciones de comunicación son aún más complejas cuando am­bos están separados por grandes períodos temporales, y el contextode OE difiere radicalmente del de OR. En estos casos, el «d esti­no» de los estímulos verbales fijados en la grafía depende, en granmedida, de las decisiones de O R. Esta complejidad del sistema co­municacional que radica en la direccionalidad es la que justifica lanecesidad, en la teoría del texto literario, de elaborar modelos desíntesis y de análisis que describan los procesos de producción y derecepción; además de los modelos descriptivos de estructurasverbales que serán la base sobre la cual asentar los primeros. Deesta manera, un esquema más general de los objetivos de la teoríadel texto literario quedaría resumido como sigue:

1) elaboración de modelos descriptivos de la configuración dis­cursiva no-textual y semiotizada (textual-literaria), que nosocuparon en los capítulos 2 y 3;

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CONl-'tlJURACION DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 261

2) elaboración de modelos de la conducta del emisor (síntesis), y3) elaboración de modelos de la conducta del receptor [análisis].

Desde una perspectiva metodológica, pensar O E Y O R comouna construcción abstracta tiene la ventaja de dejar abierto el ca­mino a elaboraciones sistemáticas que reemplacen las proyeccionesintuitivas del analista con respecto al emisor (do que el autorintenta decir»), o de lo que se intuye como proyección personalhacia todo lector ((en este momento de la novela el lector intuyeque... » o «lo que siente un lector leyendo tal poema, una mañanade sol en la alameda del parque»]. Propondremos dos perspecti­vas para analizar diferentes aspectos de los sistemas O E Y O R:una pragmática y otra cognitiva. A ellas dedicamos las páginassiguientes.

4.3,2, OE Y OR: perspectiva prag,nática

La necesidad de elaborar las condiciones pragmáticas 2 delsistema de comunicación literario puede justificarse mediante cua­tro puntos fundamentales. En primer lugar, porque el carácter deimplicaciones de un lexema o de una estructura verbal serniotizadaes restringido por el contexto pragmático de su aparición. Seaesto algo que hacemos cuando interpretamos, sea que el contextolo fuerza, porque tal lexema o estructura verbal está fuertementecodificada en él. Así, si identificamos una estructura verbal comoverso, la actitud interpretativa que adoptemos hacia ella depen­derá, además, de nuestra aceptación -o de la codificación con­textual- de su carácter folklórico. publicitario, literario. etc. Deello se desprende, en segundo lugar, que hay una estrecha relación

2. El sentido en e! cual empleo la nocion de pragm.itic« tiene su fundación C'11 Ch.Morris (1939). La actualidad y transformaciones de esta herencia sOI1 di-cund.« porCh. Sayward (1974) Y por Hans Heinrich Lieb (1971). Por otro lado, dl'iJc' cont.irvrcon las renovaciones propuestas en la pragmática de R. ;l.lonta¡(lIl' (!')6X) y. l'I1 ot!"., Ii·nea, por H. P. Grice (1968). En estas consideraciones SI¡(O tund.rnunt.dmcntc ,1

L. Aposrel (1971). Es de interés también el reciente libro, editado por T ('.111 Dijk(1976).

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262 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

entre el contexto de uso (emisión y recepción) y los «mundos po­sibles» que serán invocados para determinar el valor y la funcióndel lexema o de la estructura verbal. En tercer lugar. podemosagregar que los «mundos posibles» son, por una parte, internos ydependen de la competencia frástica y discursiva de OE y OR.Por lo tanto, hay un plano del procesamiento de la informaciónque corresponde sólo a este nivel y que podría tener el mismovalor en diversos contextos. Pero, por otro lado y en cuarto lugar,toda situación contextua] relevante (así como la memoria que tieneel sistema de situaciones anteriores) condiciona las relaciones (y lainterpretación) de los diversos «mundos posibles» (o «textos par­ciales». ver 4.4.) que OE marcará y que OR inferirá.

Para avanzar en la elaboración de estas condiciones, es nece­sario otorgar una estructura interna a los sistemas OE y OR, en lacual puedan localizarse diferentes estados y diferentes momentosdel proceso. Podemos, entonces, comenzar suponiendo que, previoa la ejecución del acto discursivo (semiotizado o no). el organismose encuentra en un estado algo semejante a: ccOE sabe, cree queOR no sabe (le interesa) p». en donde p representa cualquier tipode información que condiciona y/o motiva la producción verbalde OE. Esta motivación de base conduce a un proceso de decisio­nes en el cual OE debe elegir. según las restricciones del contexto.la forma adecuada para ejecutar p. De ello podemos derivar que, ental estado del sistema. üE tiene un conocimiento parcial y presu­puesto del estado de O R, el cual condicionará su proceso de deci­siones. Podemos entonces dotar a OE de un segundo sistema«modal»: además de creer o saber que OR no sabe (o le intereJa) p.OE debe querer, desear, esperar que a OR le interese p. Sin este se­gundo componente modal no podríamos pensar la motivación ini­cial que conduce a la producción del discurso. A partir de estas dosmodalidades de O E Y O R en el sistema de cornuniccación, pode­mos imaginar. basados en L. Apostel (1971). una serie de situa­ciones que subyacen al acto de emisión-recepción:

1) OE produce un acontecimiento complejo D (discurso) quese manifiesta como estímulo verbal;

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2)3)

4)

5)

6)7)

8)9)

CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 263

oR percibe el acontecimiento complejo D';D' es una función x en D (D' = f (D, x)) dado que -por lasrazones expuestas al considerar la direccionalidad- las señalesverbales de D son los estímulos que inician el proceso derecepción;O E (sabe, cree) que O R percibe la función x de D', o quetiene posibilidades de percibirla. De otra manera no emitiríasu mensaje;OE (quiere, desea) que OR perciba D de la manera mencio­nada en 4). Si esto ocurre podríamos decir que, en el casoideal D = D';OR (sabe, cree) que OE produjo el complejo D;OE (sabe, cree) que si OR percibe D, entonces OR sabe queOE (sabe, cree) p;OE (quiere, desea) que OR sepa que OE (quiere, desea) p;la percepción de D' produce en O R un cambio de estado,dado que este tiene que reconocer en D' una clase de aconte­cimientos verbales) (conversación. publicidad, literatura) ydiferenciarlos de la clase '\.; etc.

Este tipo de situaciones que, debemos suponer, subyace a lasituación comunicati va, indica la complejidad de su realización.El caso más simple sería aquel que se representa en 5): O R infierelo que OE «quiso decir» (en la comunicación no-textual), o loque «quiso hacer» en el plano de la semiotización discursiva. Eneste último caso el plan (ver 4.3.6.). reconstruido por OR. corres­pondería al plan imaginado por O E. En términos propuestospor L. Prieto (1968), estaríamos ante el éxito del acto sérnico ;en tanto que D f= D' correspondería a su fracaso. Ahora bien, estaformulación tendría validez sólo en el sistema primario; sería másdifícil su aplicación en el plano de la serniotización discursiva queda lugar al texto literario, dada la complejidad direccional quesupusimos en este sistema de comunicación. Lo cual nos conducea suponer que la correspondencia D = D' sea sólo teórica y casiimposible en la práctica. Los ejemplos que pueden ilustrar estasconclusiones abundan. É. Zola. en el prefacio a la segunda edición

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264 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

de Tbérese Raquin, trata de poner en claro que el lector no entendióel sentido que él quiso producir. Sánchez Ferlosio, en la quintaedición de El Larama -ante la favorable acogida que el comienzoy el final de su novela (consideradas como sus «mejores páginas»)tuvo entre sus lectores-c. se ve impelido a aclarar que éstas fueron«extraídas» de un libro de geografía. Amado Alonso (1940,p. 119), al discutir ciertas formas del «sentido» en la poesía dePablo N eruda, recuerda unas palabras de Robert Brown: «Cuan­do escribí esos versos, sólo Dios y yo sabíamos su sentido; j hoysólo Dios lo sabe!». En el caso de Zola podríamos ver un ejemplode la situación en la cual OR atribuye a D' una función que OE nointentó en D. En el caso de Ferlosio. OE sabe que lo que cree ORno es adecuado según lo que OE sabe que no sabe OR. En el casode Brown, podemos ver que OR tiene la mayor libertad con res­pecto a la modalidad del querer de OE, en cuanto éste no marcaD para que OR llegue a inferir el plan que subyace a su produccióndiscursiva.

Debido a que en la comunicación literaria OE y OR no estánco-presentes (excepto en los casos de «poesía oral» que no con­templamos aquí) y que, además, la no ce-presencia puede estarmarcada por grandes intervalos de tiempo, la relación entre ambospuede manifestarse en diversas formas: 1) la recepción no secorresponde con la «intención» de OE, dado que OE y OR estánsituados en «mundos distintos», cualesquiera sean los datos queconsideremos para marcar esta diferencia; 2) OR no tiene suficien­te información y, por lo tanto, no puede realizar inferencias ade­cuadas a partir de D'. Sería el caso en que el (elector no entien­de», y esta «no-comprensión» se debería al desconocimiento delos códigos presupuestos en la acción discursiva de OE; 3) ORtiene más informaciones que OE, caso en el cual OR realiza infe­rencias que no fueron intentadas como marca en la producción deOE. Teniendo en cuenta estas tres posibilidades, podemos sugeriruna regla general que las contemple. Para ello agregaremos ladenominación de mensaje (M) a la función (f(D', x)) que delinea­mos en los casos 4) y 9), anteriormente:

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 265

lO) La percepción de un mensaje M provoca en OR un estadoE. por cuanto OR debe asumir que M pertenece a un con­junto determinado de mensajes M' (e.g.• literarios). Ladescripción estructural de M (descripción de estructurasdiscursivas textuales y serniotizadas]. que tiende a repre­sentar la conducta de O R. operará asumiendo que sóloaquellos mecanismos verbales que siguen ciertas reglas R(e.g., de semiotización) producirán mensajes del tipo M'.

Es en la especificación de R donde podemos localizar diver­sos estados del proceso receptivo, cuyas inferencias permiten darinterpretaciones plausibles de la función f (O', x). En la recepciónpodemos localizar. al menos, cuatro órdenes distintos en los quelas reglas R serían operativas: en primer lugar, la disponibilidaddel mismo código lingüístico con respecto al discurso producido;en segundo lugar. los códigos que permiten identificar y diferen­ciar tipos de discursos; en tercer lugar, un «conocimiento delmundo» que completará la información semántica del código lin­güístico; en cuarto lugar. los códigos de orden valorativo (e.g., es­téticos) que sitúan el discurso O en un orden jerárquico con respec­to a otros discursos conocidos por ORo La interpretación que haceA. Alonso de «El fantasma del buque de carga)) (P. Neruda, Re­sidencia en la tierra) puede ilustrarnos la aplicación de algunosaspectos de la regla 10). Alonso propone que elel sentimiento pro­voca la actividad de la fantasía y la fantasía da estructura al sen­timiento» (1940. p. 58). En esta interpretación podemos ver quelas inferencias se ordenan de la siguiente manera: se asume que Mpertenece a la clase de mensajes M' (poéticos); se deriva que losmensajes M' están motivados por una fuerza afectiva; se concluyeque M'. motivado por la afectividad, se estructura sobre la basede la fantasía. Esta, a su vez, es la premisa que justifica la presu­posición de que M' pertenece a la clase de mensajes poéticos.

Volvamos sobre la situación específica de la comunicaciónliteraria. caracterizada por la no co-presencia entre OE y OR. Esdecir, que en las situaciones pragmáticas que regulan el fenómeno«literario» (i.e .• situaciones reguladoras de la producción y recep-

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266 PARA UNA TEORIA DEL TEXTO LITERARIO

C10n de un tipo especial de mensajes). üE debe «imaginar» ()"pre-suponer)) un estado especial de ORo Podemos todavía ex­traer más consecuencias de este hecho: la presuposición () imagi­nación de üE está condicionada por el "espacio social» queambos organismos comparten. No puede entrar. sin duda. en elproceso de decisiones de O E ningún tipo de consideración sobreun O R en un futuro que escapa a las condiciones socio-culturalescompartidas. En el proceso de decisiones de OE. en un espaciosocial compartido en el cual imagina a ORo cuenta también supoder enunciar. En el poder enunciar se localiza un rol social: unsermón en la iglesia sólo puede ser producido por un párroco; ladefensa del acusado sólo puede hacerse por alguien que hayacumplido requisitos que le otorgan tal rol en el grupo social. etc.En la "institución literaria» tal poder es un reconocimiento socialde faao. Es este reconocimiento. y la conciencia de él por partede O E. lo que condiciona e! proceso de decisiones. Proceso dedecisiones que conduce a una elección de un tipo de discurso ene! cual se involucra la «imaginación" de ORo Así. por ejemplo.Karl Vossler (1960) testimonia la situación socio-cultural quecondiciona. en gran medida. e! surgimiento del trocar dos: e!deseo del vate de ser admirado y pertenecer a la corte es lo quecondiciona la modalidad de! querer como intención dirigida haciasu receptor. En sentido inverso. la aceptación, por el grupo. dela «oscuridad» de su discurso es un valor presupuesto en O E pore! cual este asume que O R le otorga el poder de la palabra. Unejemplo simétrico y opuesto lo ofrece la aparición de determinadasformas poéticas «oscuras" hacia mediados del siglo XIX En estecaso. la «oscuridad- indica un deseo de separación de cierta clasede OR y la imaginación de un ORo distinto al del grupo mayo­ritario. Por un mecanismo paradójico. es por la existencia de O RY por la constitución virtual de OR' (en la medida en que lasformas nuevas son incorporadas en los receptores). por lo que O Esiente o sabe que nene otorgado el poder de la palabra (J. Kristeva,1974. pp. 315-335. analiza el mismo fenómeno desde otra pers­pectiva).

Hay todavía otros elementos (pragmáticos) a tener en cuenta

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CONfiGURACIÓN OEL SISTEMA COMUNICACIONAL 267

con respecto a la manera en que el espacio cultural compartidocondiciona el proceso de decisiones de OE, y lo fuerza a la elec­ción de una forma discursiva. Si el candidato a presidente, porejemplo, cuenta a su esposa cuáles son los puntos fundamentalesde su plataforma política, el discurso que construya para hacerlodiferirá del discurso que deba producir para convencer a sus elec­tores. Y, viceversa, si la segunda fuera la forma que adopta paracomunicarse con su esposa, ésta lo tomaría como una broma ocomo un ejercicio, dado que consideraría no apropiada la aplica­ción de ciertas normas del contexto político a la situación de lacomunicación marital. Estas condiciones pragmáticas (externas)condicionan también el proceso de decisiones cuando se trata deproducir estructuras discursivas con la conciencia de su planosemiótico. Un ejemplo de esta situación lo constituye el momentoen que el latín da lugar al surgimiento de las lenguas romances.En este caso, es la conciencia de los sistemas primarios y secunda­rios la que impone restricciones a la producción de discursos (e.g.,Dante, Di volgare eloquentia), por cuanto las normas institucio­nales dictan cuáles discursos deben/pueden escribirse en «vol­gare» y cuáles en latín. López Pinciano escribe su Philosophiaantigua poetica en romance, pero tiene el cuidado de aclarar laparticularidad del hecho. Puesto en nuestros términos: este seríaun caso en el cual, en el espacio social compartido, OE sabe queel tipo de discurso T está ligado, por convención, a la lengua L.Por lo tanto, hacerlo en la lengua L' exige a OE advertir a ORque OE sabe la posible incompatibilidad de la decisión con respec­to a la norma. En otros casos, cuando OE opera «contra» lasnormas socio-culturales compartidas y produce una determinadaorganización de las señales verbales, de tal manera que «impide»un reconocimiento receptivo inmediato, estaríamos en la generali­dad de los fenómenos de «invención» o de cambios. En estoscasos, la invención o el cambio sería un fenómeno localizado enla producción, como un tipo especial de marca, que obliga a O Ra un tipo especial de inferencias que, hasta ese momento, y en unespacio cultural determinado, no se había practicado (e.g., el artede vanguardia).

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268 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

4.3.3. Coherencia y proceso de recepción

En el capítulo 2 analizamos los aspectos conectivos del dis­curso. Las conexiones son fenómenos relacionales que consisten.principalmente. en la organización de informaciones equivalentes.Las equivalencias. en los ejemplos analizados en el capítulo 2.estaban «dictadas» por presuposiciones teóricas. Sabemos ademásque. si bien la teoría puede hacer explícitos los criterios sobre loscuales basa el «descubrimiento» de equivalencias. éstas no son unprivilegio teórico del lenguaje, sino que responden a un fenómenomás general que tiene como base el principio de identificación.Por otra parte, podemos suponer que la recepción de todo discursopresupone en OE una cierta organización. aunque no explícita,para la cual OE está capacitado. Presumiblemente. la atribuciónde coherencia a una sucesión lineal de estímulos verbales es elresultado de un proceso organizativo que consiste en relacionar unnúmero mínimo de informaciones equivalentes. Si esto es así, po­demos asumir que la coherencia es fundamentalmente un fenómenoreceptivo. En última instancia, el procesamiento de informacionesequivalentes, que permite atribuir sentidos a un discurso, sería elmomento en el cual el receptor llega a reconstruir, a partir de losestímulos verbales, los códigos que fueron actualizados por el emi­sor del mensaje. De ello se deriva la limitación de toda posiciónque pretende sostener que toda la información para el procesa­miento de un discurso está contenida en él y sólo ella es necesa­ria. El único tipo de discurso para el cual esta premisa sería válidaestaría ejemplificado por el discurso formal. Es quizás por estarazón por lo que la noción de coherencia, mucho antes de ser intro­ducida en el análisis de discursos naturales (1. Bellert, 1970),tiene una larga trayectoria en el discurso filosófico. unida a lasnociones de sistema y de verdad. Tanto en los discursos naturalescomo en los discursos semiotizados, no son sólo las reglas (axiomá­ticas) las que juegan un papel definitorio en el acto de comunica­ción. sino que en éste interviene (como bien lo señala Bellert,

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CONHGURACION OEL SISTEMA COMUNICACIONAL 269

1970) un «conocimiento del mundo» que comparten DR y DE.Veamos un poco más de cerca las razones que pueden justificar

que la noción de coherencia designe la autosuficiencia de un sis­tema formal, pero que. a la vez. sea insuficiente como principiode organización de los discursos naturales y serniorizados, paralos cuales se requiere «otra" información. además de la contenidaen el discurso. F. H. Bradley (1914. p. 223) sugiere. para eldiscurso filosófico basado en los discursos formales. que la nociónde verdad es una expresión ideal del Universo; que es. a la vez.coherente y comprensiva. Por lo tanto. no debe entrar en conflictocon ella misma y debe ser realizada como un todo sistemático. Novoy a entrar en los detalles de la confluencia. así expresada. entrelas nociones de coherencia y de estructura. La noción de cohe­rencia adquiere mayor operatividad cuando. extraída de las reso­nancias metafísicas de la posición de Bradley. A. C. Ewing (1934.pp. 229-230) le otorga un contenido lógico: un conjunto de doso más proposiciones es coherente si 1) cada una de las proposi­ciones del conjunto sigue a las precedentes según una necesidadlógica. y las precedentes llenan el requisito de verdad: y 2) ningu­na de las proposiciones de la totalidad es lógicamente indepen­diente de las restantes proposiciones dd conjunto. Ewing justificaestas premisas. y en especial 2). sugiriendo que una manera simplede entender el contenido de esta noción es la de considerar aquelloscasos en los cuales d ideal de coherencia es admitido en los límiteso en el interior de un ámbito determinado. Los ejemplos que sumi­nistra son. por cierto. el de las teorías matemáticas y el de lasteorías bien definidas fuera de éstas. « Bien definidas" significa.en este caso. que la definición de los elementos, de las reglas deformación y de transformación. son la sola y única garantía de lacoherencia del discurso como derivación formal. La garantía decoherencia está dada por las características mismas del sistema. Unlenguaje formalizado está compuesto por las frases bien formadassegún: 1) un conjunto de símbolos o alfabeto y 2) un conjunto dereglas de formación que determina las combinaciones posiblesentre los símbolos. El aparato deductivo es así especificado apartir del lenguaje formalizado. para la obtención de un sistema

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270 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

formal. Dicho de otra manera, el sistema formal es el lenguajeformalizado y el aparato deductivo más 3) los axiomas constituidospor alguna fórmula del lenguaje formalizado y/o un conjunto dereglas de transformación que determinan cuáles fórmulas es posiblededucir de 3). De esta manera podemos caracterizar una deriva­ción formal en su aspecto sintáctico (construcción de frases bienformadas), semántico (valor de verdad) y pragmático (cierto fin,orientación del discurso en el conjunto de los sistemas formales).

Vemos, entonces, que sólo metafóricamente podemos carac­terizar un discurso natural como una derivación (ver 1.4.(.). Elúnico criterio que lo aproximaría al lenguaje formal sería el reco­nocimiento, por parte del receptor, de una frase bien formada quecumpliría con las exigencias de las reglas sintácticas. Pero sabemostambién que este criterio es relativo y depende de condicionespragmáticas, puesto que lo que es considerado como bien formadoen un sistema dialectal, puede ser considerado como mal formado(no-gramatical) en otro. Además, la noción de coherencia se aplicamás al aspecto semántico-pragmático que al sintáctico. Una frasecomo «El hijo menor de María está en México» no sólo requieresu aceptación como bien formada, sino que el receptor debe tam­bién saber y/o presupcner que María tiene más de un hijo, queMaría no vive en México, que México refiere tanto a un paíscomo a una ciudad y que, por ello, si el contexto no lo ha especifi­cado el interlocutor debe pedir explicaciones al emisor, etc.

En los discursos naturales y semiotizados, la coherencia es unaoperación de segundo orden en relación a la conexidad. Dijimos,en el capítulo 2, que una sucesión de enunciados puede estar co­nectada pero no estructurada. La estructuración, atribución decoherencia, no es una función ni necesaria ni suficiente de la co­nexión. Ésta depende de los grados de organización que üR puedaatribuir a una sucesión de estímulos verbales, mediante la activa­ción de códigos socializados comunes con los de O E. En el proce­so conectivo, las informaciones lingüísticas son fundamentalesaunque no únicas (e.g., «El hijo menor de María está en Mé­xico»). en tanto que, en el cohesivo, es necesaria la activación decódigos de reconocimiento que organicen las conexiones. Es en

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 271

este proceso donde operan las modalidades del saber y del querer:una construcción anómala, por ejemplo, tenderá a ser estructuradaen forma coherente, si el receptor sabe que ella es una licencia(literaria) permitida por la norma, o si sabe que el emisor no conocebien su propia lengua y es todavía incapaz de construir frasessintácticamente bien formadas. Marcadas las diferencias entre dis­cursos formales y naturales, nada impide que recurramos a losprimeros, tomándolos como modelo analógico para especificar elámbito de los fenómenos cohesivos en la configuración discursivay en su proceso de semiotización. Supongamos, para empezar yteniendo como referencia discursos no semiotizados, una deriva­ción simple en la cual los símbolos sean A, B, C, D, E, F, Ydondecontemos con una regla de implicación. En tal sistema, cadaproposición debe estar implicada por la anterior. Supongamos,además. que (A,B,C) sea un conjunto de proposiciones, dos delas cuales, A,B, permitan derivar la tercera C. Supongamos tam­bién que (D,E,F) sea un conjunto semejante pero independiente delprimero. El sistema S, compuesto por los dos conjuntos (A,B,C) y(D,E,F) debe satisfacer un principio como:

1) Cada proposición. en el sistema. sigue lógicamente a las preceden­tes, si todas las otras son verdaderas.

Pero, por definición, no satisface el principio 2):

2) Ningún conjunto de proposiciones puede ser lógicamente indepen­diente de las proposiciones restantes en el interior del sistema.

dado qi.le supusimos que (A,B,C) y (D,E,F) son semejantes peroindependientes. Para que el sistema cumpla o satisfaga el principio2}, es necesario introducir otras «exigencias» en la definición deS. Entre estas exigencias deberíamos contar las condiciones deconexión entre ambos sub-conjuntos y establecer que éstas son ne­cesarias para que S pueda ser considerado coherente:

3) Una proposición cualquiera de S debe tener. al menos. una conexióncon todas las proposiciones de S.

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272 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Este principio nos permitiría introducir uno de mayor generalidadque sostiene el criterio de coherencia:

4) Las proposiciones de S forman un tejido en el cual cada uno de loselementos (proposicionales) se relaciona lógica o semánticamentecon todos los elementos del conjunto pertinente y también delconjunto complementario.

Sobre la base de este principio, podríamos afirmar que S defineuna red conectada y estructurada, a la cual podemos aplicar el cri­terio de coherencia. Los principios enunciados son lo suficiente­mente generales como para referirse, al mismo tiempo. a discursosformales y naturales. Para ser más específicos, deberíamos trabajarcon definiciones de la verdad lógica para el primer caso, y de infor­mación semántica para el segundo.' Esto sería así debido a que laconservación de la verdad es requisito primario para el sistemaformal; pero no lo es para los discursos naturales, debido a que laexigencia mínima para éstos es que conserven cierta informaciónsemántica. suministrada por los enunciados que preceden al enun­ciado en consideración. Dicho de otra manera. un enunciado Sideberá conservar informaciones sémicas, temáticas y/o referen­ciales. en relación a los enunciados SI ...Si-I' A partir de estasconsideraciones. podemos retomar las posibilidades de 1) a 9)enumeradas en 4.3.2. Consideremos sólo dos como ejemplifi­cación:

1) O E produce un acontecimiento complejo D que se manifiestacomo estímulo verbal;

4) OE (sabe, cree) que OR percibe la función x de D', o que tieneposibilidades de percibirla.

Para que estas dos condiciones se cumplan. üE debe saber o creerque üR está en condiciones de conectar y de estructurar la secuen­cia D. que él emite. La coherencia será establecida. al menos en eldiscurso natural, cuando üR atribuya la función x y. en esta fun­ción. perciba el discurso como estructurado. según los parámetros

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 273

de la situación en la que OR y OE se encuentran ca-presentes. Siesta condición no se cumple, OR tiene la posibilidad de interrogara su interlocutor, pidiéndole más informaciones; y OE tiene laposibilidad de corregir a su interlocutor, si, en el desarrollo delintercambio, aquél percibe que OR no ha aplicado la funcióncorrecta. El caso es enteramente distinto en el sistema literario decomunicación. Tomemos un ejemplo antes de especular sobre estadiferencia. D. Alonso (1956, p. 22 3) interpreta unos versos deL. de Góngora, marcados con letras mayúsculas, en relación a laparáfrasis que, siguiendo a D. Alonso, damos de ellos:

(oo.) seguidala novia sale de villanas ciento Aa la verde florida palizada,cual nueva Fénix en flamantes plumas Bmatutinos del Sol rayos vestida,de cuanta surca el aire acompañada

monarquía canoray, vadeando nubes, las espumasdel rey corona de los otros ríos, Cen cuya orilla el viento hereda ahora

pequeños no vacíosde funerales bárbaros trofeos Dque el Egipto erigió a sus Ptolorneos. E

La paráfrasis que sugiere D. Alonso:

A = La novia sale con otras aldeanas;B = La Fénix resucitada con su cortejo de pájaros;C = La Fénix va volando hasta coronar el Nilo;D = El Nilo está a las orillas de las Pirámides;E = Las Pirámides fueron erigidas por Egipto a sus Ptolorneos.

La organización del ejemplo está realizada de tal manera depoder confrontarla con la definición del sistema abstracto co­nectado y estructurado que discutimos en las páginas precedentes:S = {(A,B,C); (D,E,F)}. En el discurso (semiatizado) de Gón­gora podemos ver que A está ligado a B por analogía. Lo que sepreserva, en este caso, es la información necesaria que funda la

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274 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

analogía. A partir de e ya no es demasiado «claro» qué es lo quese preserva de A. U na posibilidad sería la de continuar el símilcon una metáfora: (da novia vuela». A partir de C. podríamoshablar de conexión no estructurada (sugerida en 2.2.2.). en dondeel «predicado» de e es «sujeto» de D. y el «predicado» de D es«sujeto» de E. Podríamos seguir suponiendo. Lo que quiero sub­rayar con ello es que las conexiones (y la eventual coherencia) sonenteramente un proceso de inferencias de ORo en el que éste actuali­za su «saber acumulado» y donde acepta los presupuestos pragmá­ticos que sostienen al sistema de la comunicación literaria. Es decirque OE necesita de un criterio de relevancia que le permita organi­zar las conexiones en sub-estructuras (nudos) coherentes; y. ade­más. que le permita organizar estas sub-estructuras entre sí. En lainterpretación de D. Alonso. el criterio de relevancia se evidenciaen dos premisas: 1) estamos frente a un mecanismo recurrente enla poesía de Góngora (es decir. conocimiento de otra informaciónque no proviene del discurso considerado); 2) estamos frente auna comparación frecuente ((mujer hermosa = Fénix»] en lapoesía grecolatinizanre. Este criterio de relevancia no es. sinembargo. suficiente para soportar la coherencia de todo el párrafo.y Alonso concluye con un (desgraciadamente» que implica unaausencia de criterios para integrar. de manera relevante. C. O y E.por un lado. en relación con A y B. por el otro. Estos ejemplosnos permiten sugerir una interpretación más general del principio4). proponiendo que el criterio de coherencia. en el proceso recep­tivo. no depende de la información contenida en los estímulosverbales. sino en un «acto de invención» de OR que consiste enrecolectar informaciones del discurso y en organizarlas sobrela base de las informaciones acumuladas por la memoria del sis­tema. Este proceso puede ser representado en el esquema siguiente:

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DIAGRAMA 1

• Nudo ,(Lexemas)

1 111l1.,rma,iúll

~Informaciún

-ununistrad., •• Nudo, acumulada ypor d discurs» (Frases) codificada en OR

i iNudo,

• (Acciones.personajes. etc.]

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276 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

La invención de la coherencia está limitada por los códigos querestringen todo tipo de conducta verbal y por dimensiones prag­máticas. Este proceso consiste, primero, en la operación de conexi­dad que agrupa la información en sub-conjuntos (nudos) y, segun­do, en la de «cohesionar» los nudos entre sí (una extensión de estepunto en 4.3.5.). Este esquema general que sitúa el criterio decoherencia en el sistema de comunicación y no lo hace dependerúnicamente de los estímulos verbales, coincide con ciertas obser­vaciones -realizadas desde diferente perspectiva teórica- de Ro­man Ingarden (1937). Ingarden nota que las conexiones son invi­sibles. Por lo tanto, el receptor trata de encontrarlas y se asombracuando no las encuentra. Lo cual nos vuelve sobre los criteriospragmáticos que condicionan la atribución de coherencia: "en­contrar las conexiones» implica organizar la información de ma­nera tal que la totalidad pueda ser procesada como conectada yestructurada. Podemos reconocer de inmediato conexiones discur­sivas, pero necesitamos una segunda operación de «búsqueda»para atribuir la coherencia. La primera lectura de ciertos poemasde Trilce constituyen un ejemplo. Llegar a organizar la informa­ción de ellos de manera coherente implica la articulación de lasconexiones en la cual éstas se organicen según criterios de relevan­cia. De ahí que 1. Bellert subraye que la coherencia de un discursono se resuelve únicamente en las inferencias lingüísticas. sino quenecesite también del "conocimiento del mundo» del receptor. Enel campo de los estudios literarios podemos comprobar que latarea de la crítica ha sido y sigue siendo un trabajo de "inven­ción" de la coherencia: la coherencia es un problema de estrategiade interpretación. Desde esta perspectiva podemos preguntar:¿Cuáles son las condiciones que posibilitan la selección de unaclase de conexiones. para aceptar un discurso conectado comocoherente r, ¿de qué manera un enunciado contiene las informa­ciones que le atribuimos? ¿de qué manera establecemos conexionescon otros enunciados y recolectamos la información para agru­parlas en nudos? Si aceptamos los principios del sistema de comu­nicación literario esbozados hasta aquí. podemos sugerir que lasinformaciones ljue agrupamos en nudos son los datos ljue selec-

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 277

ciona el interpretador (OR). Atribuir coherencia a un discurso D.implica construir un sistema relacional consistente que organicelos datos extraídos del conjunto total de enunciados de D. Pode­mos suponer entonces que: a) todo receptor que acepta un discursoliterario como coherente (expresión común: «lo entiende»], reali­za una operación en la cual una masa amorfa de información esprocesada mediante una serie consistente de inferencias; b) el tipoespecial de procesamiento de la información que exige el sistemade comunicación literario consiste en una «imposición» de laestructuración. Los puntos a) y b) se establecen desde una ciertaperspectiva teórica. Por lo tanto. estos puntos constituyen «pro­blemas» para la teoría, cuya tarea consiste en elaborar (abstractar)las condiciones bajo las cuales a) y b) son posibles. Dado que esta­mos aceptando, en este capítulo, la importancia de OE y OR enel sistema cornunicacional literario, puede sernos de utilidad con­siderar a éstos desde una perspectiva cognitiva.

4.3.4. OE) OR: aspectos cognitivos 3

4.3.4.1. Presupusimos, desde el comienzo, la importanciade los componentes culturales en la conformación de lo que reco­nocemos como texto literario. La importancia que pueda teneresta presuposición radica en su posición teórica: en primer lugar.porque tiene detrás de sí la hipótesis que, en los últimos años.subrayó la prioridad y autonomía de los «estímulos verbales»(estructuras); en segundo lugar. porque este reconocimiento nosfuerza a buscar modelos posibles y adecuados que permitan siste­matizar la información que llamamos «componentes culturales».En 4.3.2. y 4.3.3. prestamos atención a los aspectos pragmáticos.

3. En estas consideraciones me "poyo. fundamentalmente, en ios estudios ya clá­sicos de F. C. Barden (19 32). Miller, Galanter y Pribram (1960) Y U. N eisser (1967).Estudios comprensivos de estos problemas en psicología cognitiva. con amplia bibliogra­fía. son los de B. Anderson (1975). A. Paivio (1971). W. B. Weimer y D. S. Paler­mo (1974). D~ especial interés con los problemas aquí tratados es también el de P. Gar·vino ed (1970).

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278 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

Ellos nos permitieron seleccionar cierto tipo de información rele­vante en el sistema de comunicación literario. pero no nos avanzódemasiado en el conocimiento «interno» de lo que llamamos OEy OR. Aparentemente es necesario recurrir aquí a otro tipo demodelos. El porqué y el qué tipo de modelos están sugeridos porciertas proposiciones recientes con respecto a la función culturaldel texto y a los «actos de invención» concebidos como altera­ción de códigos constituidos. Veamos más de cerca dos aspectos.

Por una parte, recordemos que en las tesis para el estudiosemiótico de la cultura. B. Uspenski y otros (1973) proponen unaserie de aspectos que conciernen la relación OE y OR (para diosdestinador y destinatario). Dado que el texto depende fuerte­mente de valores culturales, es necesario. en primer lugar, distin­guir aquellas culturas que se orientan, en la producción textual,hacia el uno o el otro extremo del sistema. Por ejemplo, todacultura que dé prioridad a la historia y a otras formas de la prosa(leyes, novelas. etc.) estará marcada, al mismo tiempo. por unaorientación hacia OR. En este caso coinciden. por así decirlo,celo más valioso» con celo más inteligible». Por el contrario, lasculturas orientadas hacia O E serán de tipo esotérico. Los textos«poéticos» (en un sentido general) constituyen el mejor ejemplopara este caso. Ambas orientaciones pueden resumirse apuntandoque. en el primer caso. OE respeta las pautas exigidas por OR.En tanto que. en el segundo. O R debe adaptarse a las pautas deOE. Ambos aspectos pueden contemplarse en la totalidad degrandes bloques que podemos identificar como culturas, o como«dominantes» en el interior de una cultura. En este caso nos esforzoso contemplar el aspecto diacrónico para analizar las fuerzasque condicionan el movimiento de la tendencia dominante mar­cando la orientación hacia O E u O R. Otro de los aspectos seña­lado por Uspenski y otros es el que se relaciona con la «canti­dad» de información suministrada por un texto: ésta no dependedel texto de referencia, sino de una función del texto en relacióna un conjunto de textos. El conjunto de textos puede determinarseen relación a un agregado que. considerado en su aspecto colectivo.podemos llamar con Lotrnan «receptor actual». La selección de

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CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 279

textos, por este receptor, estará regida por un conjunto de varia­bles tales como las normas estéticas, los valores generacionales yla pertenencia a un grupo social. La selección, por parte del emi­sor, puede contarse, en primer lugar, como una operación comúnal grupo cultural al que el receptor pertenece; pero el receptor tienetambién la «facultad» de aceptar o de rechazar, y proponer -porejemplo- nuevas normas estéticas. En este momento del procesopodemos localizar también la orientación: si rechaza las normas,el texto se orientará hacia O R; si no lo hace, se orienta hacia O E.Ahora bien, para la selección, es necesario que -tJnto en O Ecomo en OR- dispongan de cierta información acumulada(estructura de la memoria) que oriente la selección como procesa­miento de la información. Por otra parte, U. Eco (1976) analizalos modos de producción de signos y propone un modelo básicoque contempla al emisor y al receptor. Habría, según este mode­lo, un proceso que consistiría en tres etapas representadas en eldiagrama 2 (Eco, 1976, p. 248).

De esta manera el proceso de producción de signos se piensa,primero, como una etapa en la cual la información suministradapor el ambiente (cultural) es seleccionada por el sistema perceptivo;segundo, la información seleccionada por el sistema perceptivo seproyecta sobre una representación semántica (conceptual); tercero,esta representación semántica se proyecta sobre un conjunto detécnicas expresivas, ya codificadas; o, cuarto, se proyecta sobrereglas de transformación que permiten, a partir de una representa­ción semántica, generar una estructura sobre la base de la similari­dad. A partir de este esquema, el acto de invención tendría lugarcuando el «resultado expresivo» se constituye como un tipo deinformación que no puede ser procesado por el receptor, porquesu aparato perceptivo y conceptual «no está preparado» pararecibir tal tipo de información.

Estos dos ejemplos nos autorizan a retomar las instancias delos procesos de síntesis y de análisis, referidos para el análisis prag­mático, sobre la base de los modelos cibernéticos, elaborados paradar cuenta de los procesos cognitivos. Para el cibernético, latarea consiste en diseñar máquinas que actúen de manera «inreli-

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XI

(

-.Modelo

perceptivo

Proyección

porabstracción

DIAGRAMA 2

Modelosemántico

Proyección

porsimilitud

Expresión

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CONflGURACIÚN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 281

gente». Pero. al buscar analogías entre la máquina y el cerebro(W. Ross Ashby. 1960). se presentan varias diferencias. Cuandoel cibernético. por ejemplo. habla de una máquina. piensa en uncomputador más un programa. En el ser humano. esta diferenciano es clara y puede quizás ser vista analógicamente como unaestructura biológica (e.g .. el sistema nervioso). más factores heredi­tarios y su interacción con el ambiente (físico y cultural): debemospensar. en este caso. en un organismo «condicionado» genética­mente. cuyo «programa» se constituye en la interacción con elambiente. Sólo en este sentido es válida la metáfora: el cerebroes una máquina que procesa información. Aceptando la analogía.podemos avanzar hacia nuestro objetivo: el procesamiento de«cierto tipo de información» (discursos verbales y discursosverbales semiotizados). Antes de llegar a él. es necesario detenernosen algunos aspectos generales que conciernen al procesamiento dela información. Postulada la metáfora inicial según la cual el ce­rebro es una máquina que procesa información. debemos distinguirentre los procesos primarios y los secundarios. Con respecto a losprimeros. cuenta la información recibida por los órganos recepto­res. No nos interesa aquí llegar a especificar las zonas del cerebroen las cuales estos procesos son localizados (Barry F. Anderson,1975. pp. 25-108). sino marcar la diferencia entre los dos paraposteriores consideraciones del modelo de la comunicación lite­raria. Desde una perspectiva filogenética (que refiere a la evolu­ción de las especies) se ha comprobado que los organismos másprimitivos sólo perciben la luz. la situación. el movimiento y eltamaño; en tanto que algunos organismos más avanzados percibenformas y pautas más complejas. En este sentido podemos decirque los procesos primarios son aquellos en que la transformaciónde energía física en actividad nerviosa constituye el primer niveldel procesamiento de la información. Esta transformación implicauna selección de la información del ambiente y tal selección tienecomo límite la constitución misma del organismo. Los procesossecundarios comienzan cuando esta información es combinada ytambién cuando el organismo va más allá de la información reci­bida. Para dar este paso. es necesario que el organismo tenga

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282 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

cierta información acumulada (memoria), sobre la cual proyectay procesa toda nueva información. Referiremos a los procesossecundarios como producción simbólica, dando a este término unsentido general que abarca todo tipo de actividad instrumental yconceptual que caracteriza al organismo «humano».

Podemos asumir, de acuerdo con estos principios, que el orga­nismo interactúa con el ambiente, para mantener su estabilidad,intercambiando energía y materia. El intercambio presupone en elorganismo una selección que es, a la vez, una reducción de la com­plejidad del mundo externo. Para que haya selección y reducción,debe existir un principio de relevancia. Para los procesos primarios,podemos sostener que el criterio de relevancia es condicionadobiológicamente: no podemos percibir el sonido cuando éste sobre­pasa cierta frecuencia. Por otro lado, estas capacidades biológicasdependen del tipo de organismo. El organismo animal dispone deun «programa congénito» que le permite ejecutar ciertas acciones(caminar, comer) qne al organismo humano le requieren ciertoentrenamiento y aprendizaje. Por otro lado, es el aprendizaje y elentrenamiento el que condicionará el criterio de relevancia en losprocesos secundarios: podemos captar ciertos «sonidos desafi­nados» aunque no sepamos música; y, si la hemos estudiado, reci­biremos más información que otra persona que no haya tenido talentrenamiento. Podemos esquematizar diciendo que el cerebroes un procesador de información en dos grandes órdenes: a) aque­lla información que intercambia para mantener la estabilidad delorganismo y b) aquella a la que nos referimos como «estructurassimbólicas» y que conforman «el ambiente cultural». El criteriode relevancia es importante en este segundo caso dado que, de lamisma manera que podemos comprobar un umbral en la recepciónde la información física (umbral constituido por el programagenético), lo podemos suponer también para la información cul­tural (umbral constituido por el programa simbólico). De estamanera, el procesamiento de la información verbal (en sus diferen­tes planos) se nos presenta como un tipo o sub-conjunto específicoque pertenece al orden de la información simbólica. La consecuen­cia mayor de esta presuposición es que la estructura de la lengua

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 283

se funda en los procesos cognitivos y no a la inversa (E. Len­neberg. 1967. pp. 284-292). Se trataría en el caso de la lengua yde toda construcción semiotizada a partir de ésta. un "desarro­llo» de las dos operaciones básicas: identificación y diferen­ciación.

4.3.4.2. La construcción de modelos de la conducta de OEy OR, que se integren a la teoría del texto literario partiendo de laspremisas sugeridas en el párrafo anterior, hace necesario con­templar ciertos principios metodológicos destinados a circunscribirel alcance de la metáfora cibernética. Esta necesidad se funda, enprimer lugar, en el hecho de que el momento y el lugar de teori­zación es un aspecto particular del sistema OR. En segundo lugar,porque al asumir la metáfora "el cerebro es como una máquina»estamos asumiendo, al mismo tiempo, que la construcción de lossistemas OE y OR deberían ser «isomorfos» a los sistemas decada individuo emisor y receptor. No obstante la posibilidad depostular esta creencia. hay serias restricciones para justificar elisomorfismo entre el modelo del sistema OE y OR, por un lado, y«Ío que ocurre en la ernpiria», por el otro. Veamos estos dos as­pectos por separado.

El hecho de que el «momento» de teorización sea un aspectogeneral del sistema O R, obliga a tener en cuenta cuatro premisas:

1) La construcción teórica se sitúa en el lugar de un «observa­dor externo» al sistema de comunicación, OE .... estímulosverbales .... OR. Pero, a la vez, en cuanto es parte del pro­ceso de recepción, la teoría es también un momento de laproducción de signos (Eco, 1976) que pasa a formar partede la información simbólica en general y que incide -porun movimiento de retroalimentación (ver cuadro 3, p. 308),tanto en O E como en O R.

2) La construcción teórica describe las estructuras verbales dis­cursivas y serniotizadas que pasan a ser, así. el sistema de pre­ceptos y de conceptos que la teoría supondrá en O E Y O R.

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284 PARA UNA TEORIA DEL TEXTO L1TERAKIO

como sistemas que procesan información. Vale decir que la«colección» de estructuras verbales descritas por la teoríaes el punto de partida para determinar el tipo y el modode la información verbal que procesan OE y OR.

3) Los estímulos verbales que constituyen el intercambio entreOE y üR y que la teoría describe como estructuras verba­les (discursivas y semiotizadas) son las que posibilitan la de­terminación del principio de relevancia en O R: por ejemplo.hasta el momento en que los paralelismos gramaticales y lasequivalencias fónicas. sintácticas y semánticas no fueron«creadas» como estructuras verbales que pasan a ser siste­ma de preceptos y de conceptos en O R. éstas no eran con­sideradas relevantes. porque el sistema no estaba preparadopara percibirlas y procesarlas.

4) Hasta el momento supusimos que OE y OR son dos siste­mas que funcionan en «entidades» (individuos. organismos)diferentes o distintos. Esta situación es una de las posibles.por cuanto podemos considerar ambos sistemas en un mis­mo organismo. Llamemos S, al sistema de producción quesupusimos en OE. y llamemos S2 al sistema de recepciónque supusimos en O R. Ahora bien. en cuanto todo O E estambién un recep_or antes de ser un emisor. OE está dota­do de S, y de S2' A su vez. por cuanto OR -que naturalmenteestá provisto de S2- es a su vez un emisor potencial y estátambién dotado de S l' independientemente del hecho de <juelo lleve al nivel de ejecución. Esta formulación tiene ciertassemejanzas con la metáfora de la relación «escritura-lectu­ra» que popularizó la crítica de los últimos años.

Tomemos el segundo de los aspectos metodológicos señala­dos. La importancia que adquirió la noción de competencia en lalingüística generativo-transformacional llevó a tomar literalmentelo que en realidad puede ser considerado como una metáfora: elhecho de que las reglas gramaticales. descritas por la teoría. repre­senten lo que «realmente ocurre» en la cabeza de un hablante nati­vo. Es decir. que las reglas teóricas estén en relación isomorfa con

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CONfiGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 285

los procesos mentales. Esta creencia fue pronto cuestionada en lalingüística (Y. Wilks. 1974. pp. 77-95) y. mucho antes. por losestudios que se enfrentaban con el mismo problema en la antropo­logía cultural (A. Wallace y J. Atkins, 1960. pp. 58-80; R. Bur­ling. 1964. pp. 113-132). El carácter de observador del teórico.que le permite. en ciertos casos. inferir reglas a partir de la con­ducta de un organismo. no debe ocultar el hecho de que es inevi­table la proyección de lo que el mismo observador sabe con res­pecto a esa conducta. puesto que él mismo la practica. De maneraque. en lugar de postular el isomorfismo entre las «reglas formu­ladas» por el teórico y lo que ocurre en la mente del emisor y delreceptor. es quizás menos brillante. pero más realista. suponer quetales reglas son mecanismos convenientes y plausibles para descri­bir lo que ocurre en los sistemas O E Y O R cuando procesan y ge­neran información. De manera que el ámbito metodológico queopera en el momento en que la teoría del texto literario se enfren­ta a la descripción de las conductas de OE y ORo debe ser reco­nocido como una construcción que tiene una estructura del tipo:

DIAGRAMA 3

inferencias

descripciones de

Conducta observada(e.g. autores que se

___________---+. manitiesrun en susobras. cartas. etc. ;lectores que se mani­fiestan verbalmente o

por escrito)

Reglas. códigos ....41-----------­estructurasformuladas

Procesos mentales

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286 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

El proceso de inferencias, a partir del cual se formulan las re­glas (estructuras, códigos, etc.], implica que el observador sabe oha aprendido las reglas del juego. Se debe saber «leer» o «jugar alajedrez», antes de teorizar sobre los procesos de lectura o las reglasdel juego. Por lo cual, el ámbito metodológico, en este aspecto,puede resumirse en dos puntos: a) como teóricos somos miembrosde un grupo cultural con el cual compartimos ciertos códigos quegeneran una conducta común; b) tratamos de describir las formasde esa conducta de la cual somos también actores. Ahora bien, sial hacerlo no podemos todavía asumir la relación isornórfica entrenuestros diagramas sobre el papel y los procesos mentales, esto noinvalida ni el carácter heurístico de la teoría ni tampoco su rolideológico al introducir, en el campo de los estudios literarios, talesexigencias de teorización.

4.3.f. Recepción: preceptos, categorías, conceptos

4.3.J.1. Hasta el momento hemos hablado del proceso decomunicación literaria teniendo en cuenta, al mismo tiempo, O E YORo En las páginas que siguen serán considerados por separado.El hecho de comenzar por la recepción estaría doblemente justifi­cado. La primera razón que podríamos aludir es que es «más fácil»comprender que ejecutar: primero se comprende una lengua y lue­go se habla. Por el mismo motivo, y como segunda justificación,porque la incorporación del valor «literario», en el organismo, estardío y también precedente a la etapa de producción. Así, porejemplo, si bien el niño incorpora rápidamente estructuras narrati­vas (cccuentos infantiles»] y puede, a su vez, narrar cortas historiashasta en un segundo momento tardío de su socialización no llegaráa aceptar y producir estructuras narrativas «literarias». Dado qUt"la recepción de la «lirerariedad. es un hecho tardío, comenzaremospor tener en cuenta los aspectos más generales del acto de recep­ción para, luego, insertar en él la particularización receptiva delfenómeno literario.

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DIAGRAMA 4-------1

I. I

Técnicas 1. I

xpreslvas:

r--'ención ;

mbio :I

;-I 51

1. Si_tema 2 Sistema ejecutor 4. Sistema1

+--1-.. I

~perceptivo conceptual le.-

~ ---+ ...-~

........~ 6.

.-- 3 Memoria ----. Manto ca". __ ...

-+ ~

t ~ + t ¡ t

7. Sistema de valores..

o.

n

.1

n

"m

s Retroalimentación

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288 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

El proceso que podemos describir," en el diagrama 4, es elsiguiente: en «O» suponemos el cúmulo de información verbal queconstituye la intorrnación disponible para OR. En {( 1» suponemosun sistema de receptores (preceptos) constituidos, principalmente,por las reglas lingüísticas (frásticas y discursivas) que le permitenseleccionar aquella para la cual O R está preparado para procesarAsí, por ejemplo, no sería seleccionada ninguna información de undiscurso en un idioma que O R no conoce; o frases y conexiones defrases que no respetan la gramática de OR y que, por lo tanto, ésteno «entiende». En «2» podríamos hablar de un «sistema ejecutor»que estaría destinado a «organizar» (comparar, clasificar) la infor­mación seleccionada en « 1», Esta organización se ejecuta con laayuda del sub-sistema marcado en « 3», en el que suponemos lasunidades almacenadas (memoria) de experiencias previas. Es decir,si OR puede entender la frase «Juan es tonto» es porque tiene, ocuenta con, una regla N + V + Ad que le permite entender todaslas frases semejantes. Esto independientemente de la «imaginería»que puede acompañar la calificación de una persona como «tonta»,que se agregaría a la información de la frasco A la vez que el sis­tema ejecutor org,anhil' sobre la base de la información almace­nada en la memoria, puede también enviar a ésta todo trozo de in­formación que sea considerado nuevo y relevante. En {(4)> se repre­sentaría la etapa final del acto comprensivo donde, como resultadode {( 2» y {( 3», se formaría el concepto; éste podría, a su vez, seremitido y/o ejecutado como expresión. Para realizar esta etapa,OR dispondría de «técnicas» adecuadas y vigentes en la organi­zación cultural (así, por ejemplo, en el caso de la expresión ver­bal, dispondría de la lengua), señaladas en « 5»; y, en el caso deestructuras simbólicas más complejas, OR se encontraría ante unproceso de decisiones en su expresión: la mantención o la modifica­ción de las pautas que la cultura le suministra para ello. Extendien­do, rápidamente, el esquema al caso de la «interpretación» de tex-

4. Contemplamos aquí sólo algunos aspectos del esquema con el propósito de bos­quejar la generalidad del proceso de recepción y de runtualizar algunos de los problemassustantivos que se presentan en la «construcción» de sistema ORo

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 289

tos literarios, podemos decir que, si esta expresión se socializa (e.g.,signo escrito que circula en el grupo), pasa a ser, por un proceso deretroalimentación (marcado en ce 8»), fuente de información (mar­cado en ceO»), para un nuevo proceso de recepción. Además, ence 7 », tenemos en cuenta una etapa fundamental del proceso: el quecorresponde a los valores que operan en la etapa de organización({( 2»), de memorización (ce 3») Yde conceptualización (ce 4»). Pode­mos entonces ver que, con respecto al organismo receptor, el pro­ceso de semiotización no radicaría en la capacidad del organismopara captar estructuras verbales, sino para recibir estructuras ver­bales de cierto tipo, cuya decisión la haría el sistema ejecutor, sobrela base de ce 7».

La discusión llevada a este extremo puede parecer, de pronto,sin mucho sentido con relación al fin perseguido. Descendamospara conectarla con algunas de las preocupaciones teóricas conrespecto a la recepción de textos literarios. J. Culler (1975,p. 127) discute la manera en la cual las teorías del relato puedenser evaluadas, y concluye diciendo que éstas pueden serlo sólo enla medida en que tienen éxito en la descripción (o sirven de mo­delo) de algún aspecto particular de la competencia literaria. Cita,como ejemplo, la habilidad del lector para reconocer y resumirrelatos, para agrupar relatos semejantes, etc. El problema es¿cómo decidir cuál es la teoría que tiene mayor éxito en la des­cripción de la competencia si no disponemos de modelos (útiles ymanejables) acerca de la conducta de tal «lector»? Otro caso:S. J. Schmidt (197 3b, p 27) traza una lista de factores que debenser considerados en el análisis de la recepción del texto. Entre ellosmenciona: a) entrada (el texto como conjunto de signos); b) per­cepción del texto; c) descodificación: ti) reconocimiento de estruc­turas; e) análisis formal y estilístico. Esta enumeración debe sercomprendida sobre la base de los tres tipos de recepción que tieneen cuenta Schmidt: la lectura, la crítica, los estudios literarios.Ahora bien, ¿de qué manera podemos trazar esta diferencia sitampoco contamos con un modelo general de los procesos de re­cepción?, ¿cómo podemos dar cuenta de la descodificación si nointentamos elaborar, al mismo tiempo, modelos de las conductas

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290 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

receptivas en general y no sólo para los textos literarios? La teoríadel texto literario, entonces, puede ser concebida en dos grandesórdenes: uno que tiene como tarea la elaboración de un lenguajeadecuado (formal y/o cuasi formal) para describir estructuras ver­bales y estructuras verbales semiotizadas; el otro que tiene comotarea la elaboración de un lenguaje (formal o cuasi formal) paradescribir las conductas de emisión y de recepción. Resulta pre­cario, por lo tanto, asumir que una teoría es válida cuanto más seadecua a la competencia del {elector» o tener en cuenta, en el siste­ma de comunicación literaria, el aspecto de la descodificación sin-ni en uno ni en otro caso- avanzar en la elaboración del sistemareceptor.

En 2.3.4. Y en 3.3. enumeramos algunas posibilidades de laorganización conceptual de la información verbal. En ese mo­mento, nuestro interés era, sobre todo, la primera de las tareas queasignamos a la teoría del texto literario (e.g., elaboración de un len­guaje adecuado para describir estructuras verbales y semiotizadas).En este momento, podemos volver sobre ellas y relacionarlas conel cuadro trazado, como primera aproximación a la descripción delos procesos de recepción. El cuadro elaborado anteriormente indi­ca, en general, las etapas en las cuales, podemos suponer, que todainformación es recibida y organizada. No intentaré elaborar endetalle cada una de ellas. Me detendré en un ejemplo, para indicarlas posibilidades que esta perspectiva puede ofrecer en la elabora­ción de los procesos de recepción del texto literario. Comence­mos por lo obvio, retomando como ilustración el cuento de J. Rulfo«El Hombre» (ver 2.2.3.). La comprensión de la historia reque­rirá cierta forma de organización de la información, de tal maneraque se identifique a uno de los hombres como "perseguido" y alotro como "perseguidor". Esta identificación implica, al mismotiempo, una relación y en la relación el establecimiento de la dife­rencia. Estas dos operaciones implican que se debe reconocer, en eltexto, toda información que sea atribuida a uno o a otro de los pro­tagonistas. Vale decir que, junto con la operación de identificacióny de diferenciación, es necesario contar con la de clasificación de lainformación en la clase que se atribuye al perseguidor o al perse-

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 291

guido. El fracaso en la ejecución de estas operaciones dará. comoresultado. la no comprensión de la historia. Ahora bien. el ejem­plo elegido es particular. por cuanto el ordenamiento lineal de lainformación (de la primera a la última página del cuento) dificultala realización de estas operaciones por parte de un lector no acos­tumbrado a manejarse en él. No obstante. podemos suponer que elmismo tipo de operaciones se lleva a cabo para un relato que noofrezca alteraciones en la disposición. Si esto ocurre. estamos anteun caso en el que la organización de los estímulos verbales no alte­ra los modos o las pautas de identificación. diferenciación y clasi­ficación que el organismo ha aprendido en el proceso de sociali­zación. En uno y otro caso lo que ocurre es la puesta en práctica.en el sistema ejecutor, de la capacidad para categ,orh,flr y concep­tua/i7,flr (ver 4.4.). Estas. supuestamente. están a la base de los pro­cesos cognitivos. Por ejemplo. se considera que la capacidad paraorganizar en clases y en dicotomías (i.e.. "perseguido" vs. "per­seguidor") aparece en la infancia temprana. y las clasificacionesimbricadas y cruzadas (e.g .• la clasificación de instituciones -reli­gión, familia. gobierno- y cultura -hopi. winnebago. romana.española-o en donde cada institución está presente en cada culturay cada cultura cuenta con todas estas instituciones) se aprenden alfinal de la infancia (L. S. Vigotsky. 1962. pp. 33- 57; J. Pia­get. 1964).

Podemos suponer. en consecuencia. que la capacidad para «re­conocer y resumir» relatos está ligada a la capacidad para concep­tualizar a partir de las operaciones de categorización. Categorizarsería. en un sentido. la operación mediante la que el organismoreduce la complejidad de la información que extrae de un discurso(propiedades. atributos. formas. sernas. etc.] mediante su ordena­ción. Caregorizar sería. también. la identificación como acto de "co­locación" según un reconocimiento: si podemos identificar a unactor corno "perseguido" y al otro como "perseguidor", es porquetenemos ya almacenada la información necesaria para que tal iden­tificación sea posible. De no tenerla. deberíamos preguntar qué eslo que trata de hacer uno de los hombres con respecto al otro. Ca­tegorizar sería. también. reducir la necesidad de aprendizaje: cada

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292 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

vez .que leamos un relato en el cual A persigue a B, no tenemosnecesidad de aprender de nuevo qué significa perseguir, quién esel agente y quién el paciente en la acción de perseguir, etc. El «re­sumen de la historia» sería así un resultado posterior a las ope­raciones de categorización. Si decimos que ccA persigue a B, por­que B mató a la familia de A», y que «B mató a la familia de Aporque previamente A había matado al hermano de B», haríamosun resumen presumiblemente compartido por todo lector del cuen­to de Rulfo. «Presumiblemente» tiene aquí todo su peso, dado que,a falta de observaciones empíricas de cómo el lector llega a dar unarespuesta-resumen a partir de la información de un relato, no po­demos hacer otra cosa que manejarnos en la especulación consuposiciones.

El ejemplo anterior presupondría un lector "ingenuo", quienprocesa la información verbal de acuerdo a la manera de procesarla información en su contexto socio-cultural. Si consideramos otrotipo de lectura, como aquel que ejemplifican la crítica o los estu­dios literarios, nos encontraremos no con la aplicación de catego­rías ya adquiridas sino con su invención: es decir, con la búsquedaconstante de nuevas formas de agrupamiento. Tomemos de nuevoun ejemplo. El análisis de las estructuras equivalentes en poesíapracticado por R. Jakobson puede ilustrarnos el caso. La operaciónconsiste en agrupar cierto tipo de información y luego, en un se­gundo momento, organizarla en dicotomías. Para ello la forma delsoneto es apropiada: así las dicotomías se organizan sobre el pri­mer cuarteto y el último terceto; sobre el segundo cuarteto y elprimer terceto; sobre los dos tercetos o los dos cuartetos. Ahorabien, la categorización de la información fónica, sintáctica y se­mántica (de la manera en que la practica Jakobson) es una histo­ria completamente diferente al ejemplo supuesto en un lector "in­genuo", con respecto a la categorización y conceptualización deun relato. Para llegar a percibir tal información en un soneto elorganismo necesita de un entrenamiento especial. Si bien la cate­gorización es un proceso o una operación común a todo organis­mo, y podemos suponer que -en cierto nivel- la información lite­raria se procesa sobre la base de nuestro conocimiento (incons-

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 293

ciente] de la lengua y nuestro «conocimiento del mundo». la in­vención de categorías corresponde a la etapa en la cual el organis­mo receptor inventa descripciones funcionales del universo (ver4.3.). Estas invenciones son las que corresponderían a las etapas«5» y «6» de nuestro diagrama y que, por un proceso de retroali­mentación (<< 8»). pasarían a formar parte de la información dispo­nible para el organismo y. eventualmente, a ser incorporadas en él.La invención de categorías pasa a ser. en este momento. parte delas capacidades generales del organismo para procesar este tipo deinformación. semioti7¿da en la producción (emisión) e inventada enla recepción. De las observaciones anteriores se deriva, entonces.que un «lector» puede procesar la información de un texto (o de undiscurso) sin tener necesariamente en cuenta una clasificación espe­cífica de éste (i.e .• literario): puede así leer un relato por su interés«humano». Llegar a tomarlo en su calidad de literario implica queel organismo receptor ha incorporado ciertas reglas de lectura(para lo cual se requiere el entrenamiento), y un orden de valoresque le permiten proyectar. en un cúmulo de información verbal, unorden jerárquico que distingue y distribuye la información verbalen clases de discursos.

4.3.6. Plan, imagen, emisión

Abandonemos. por un instante, la estructura y conducta deOR y pasemos a üE. Para considerar una organización posiblede OE podemos partir de tres hechos. El primero es que todo or­ganismo. para actuar. requiere un plan. El segundo es que la pro­ducción verbal está marcada por un orden creciente (orden en elaprendizaje) que va de la estructura simple de la frase a estructurascomplejas de subordinación y de imbricación (E. Lenneberg. 1967.p. 285). En el proceso de serniotización de la conducta verbal,esta capacidad puede desarrollar estructuras imbricadas y subor­dinadas de un alto grado de complejidad (W. Mignolo, 1976b y1976c). En tercer lugar. debemos considerar el hecho de que. en laproducción del texto literario, el emisor es «consciente» de las

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294 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

normas y de las expectativas de sus interlocutores. Estos hechosmarcan grados diferentes en cuanto a la ejecución de conductasverbales. En un diálogo cotidiano, por ejemplo, el plan de (do quevamos a decir» se produce de manera casi instantánea con lo quevamos diciendo. Por el contrario, si se trata de una conferencia,la confección del plan es previa y más detallada.

Siguiendo con la analogía aceptada en 4.3.4. ((el cerebro escomo una máquina»], podemos suponer que en el desarrollo cul­turo-social del niño, éste va siendo «programado» para entender yproducir frases en su lengua. A diferencia de la máquina, el cere­bro tiene la capacidad de ir más allá de las instrucciones del pro­grama y puede intentar la ejecución de nuevas acciones. La inten­ción va ligada a un plan: si intento ir a Nueva York, debo realizaruna serie de actos que deben, obligatoriamente, estar en cierto or­den (debo tener el billete antes de tomar el avión). Esta serie de ac­tos se organizan en el plan, el cual en algunos casos puede ser confec­cionado con papel y lápiz; en otros, sólo se «bosqueja mentalmen­te». Escribir (producir) un texto tiene. en cuanto al trabajo con lalengua. un grado mayor de complicación que el intento de teneruna conversación con un amigo después del trabajo, o de tomar elavión para Nueva York. N o obstante, podemos pensar que la ne­cesidad del plan subsiste. En la literatura oral, aparentemente, laconfección del plan es cuasi simultánea con su ejecución y, en estecaso, la memoria (presumiblemente) tiene una importancia funda­mental. Albert B. Lord (1964, p. 31) observa que hay una creen­cia establecida de que los hombres de edad son mejores «cantores»que los jóvenes. j U n joven puede destacarse por su voz o por sumanera de cantar. pero ello no borra la creencia de que un hombrede edad ha tenido mástiempo para memorriar un canto que un hom­bre joven. La memoria y el plan tendrían. en la literatura oral, supunto de encuentro en la fórmula (((a group of words which isregularly employed under the sarne metrical conditions», M. Par­ry. citado por Lord, 1964. p. 30). Lord agrega, siguiendo a

5. Algunas extensiones y discusiones recientes de estos aspectos. en B. A. Stolzy R. S. Shannon, ed, (1976).

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CONHGURACION DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 295

Parry, que la fórmula no sólo sería importante para la audiencia,sino más, y fundamentalmente, para el cantor en «la rápida com­posición del cuento" (1964, p. 30): en la literatura oral se deberecurrir a la fórmula para ejecutar el plan. En la literatura escrita,el caso es opuesto. El escritor puede disponer de años para eje­cutarlo. Éste, a su vez, puede ir modificándose a medida que secumplen las primeras etapas, y también porque, en el largo tiempode la ejecución, el escritor puede ir incorporando informacionesque lo conducen a modificar el plan original. Un caso extremo se­ría, al menos conscientemente declarado, cierto tipo de literaturamoderna que negaría esta confección previa del Flan, para afirmarque éste se va constituyendo con el acto mismo de la escritura.Sería una manera específica de ejecución, cercana quizás a la dela literatura oral que, sin embargo, no invalida la necesidad delplan. De todas maneras, cualquiera sea la vía seguida para su con­fección, es evidente que si, en la recepción, es posible comprenderuna narración o un poema es porque se proyecta sobre ellos unaestructura global. Si esto ocurre, es porque el discurso suministralas informaciones necesarias para que OR «reconozca», en ellas,las huellas del plan de ejecución. De otra manera, el discurso seríarelegado al orden de lo ininteligible.

Lo que he intentado sugerir, en estas observaciones generales,es que el proceso de emisión puede ser considerado como la eje­cución de una serie de etapas que, partiendo de un discurso de re­ferencia, tienen un sentido «inverso» al de las etapas de la recep­ción. Mientras el proceso de recepción comienza, por así decir,con el contacto entre O R Y los estímulos verbales, el de emisióndebe ser considerado en los pasos previos cuyo resultado es la ca­dena discursiva. Uspenski y otros (1973, p. 16), al plantearse elproblema de la recodificación filológica de antiguos textos eslavos,han considerado la necesidad de la formulación de una teoría gene­ral de la reconstrucción (recodificación) que se base en un sistemacomún de postulados y de procedimientos formales. Para avanzaren tal reconstrucción han imaginado que la representación de lasetapas de producción de un texto puede postularse en forma aná­loga al trabajo de llna máquina automática que desarrollaría el tex-

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296 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

to desde la «intención general» hasta los niveles inferiores (fone­máticos y grafemáticos). El esquema general es:

DIAGRAMA 5

Intención general del texto

!Plano de los bloques semánticos mayores

¡Estructuras sintáctico-semánticas de las frases

¡Plano de las palabras

¡Nivel de grupos fónicos (sílabas)

!Nivel de los fonemas (o grafemas)

No vaya proseguir aquí las consecuencias que tal formulaciónpuede tener para los estudios filológicos. Me interesa más bienaprovechar este diagrama para desarrollar las posibilidades deanálisis de üE. En este punto, el diagrama podría ser empleadopara dos objetivos distintos. Por un lado podríamos tomarlo como«esquema» teórico para la generación (abstracta) de textos. En estesentido nos acercaríamos a los objetivos de la «gramática tex­tual» (J. Perófi, 1972, pp. 56-99). Por otro lado, y es la vía queseguiremos en las páginas siguientes, tal diagrama (y su desarrollo)representaría los códigos y las estructuras inferidas, para dar cuen­ta de (describir) la conducta del emisor (ver esquema 3, en4.3.4.2).

Para avanzar hacia un modelo conceptual de la conducta deüE debemos suponer, en éste, el sistema trazado para üR; dadoque, como ya dijimos, previo a la ejecución se constituye el aparatode recepción. De modo que üE está dotado de un «programa))

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CONFIGURACiÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 297

que, en el desarrollo socio-cultural, le ha facultado -primero­para ejecutar y comprender conductas verbales y -segundo­para otorgar un valor (semiotización); el dispositivo evaluativodel programa le permite distribuir las estructuras verbales en tiposde textos e intentar inscribirlas en la producción en determinadasexpectativas culturales. De modo que, si üE se «propone» (in­tenta) producir un texto literario (dejo de lado el caso en que untexto sería producido sin esta intención, y la calidad de talle fueraotorgada, con posterioridad, y en otro marco de referencia), elprograma sería el estado inicial, y en él se constituirían las posi­bilidades de trazar el plan. Para ello no es suficiente contar conel organismo y el programa, sino también con el contexto (prag­mático) en el cual el plan puede trazarse y ejecutarse. De estamanera podríamos desarrollar el diagrama 5 en el 6.

DIAGRAMA 6

1) a) Conocimiento de una lengua y de un conjunto de códigostextuales literarios (semióticos).

b) Condiciones socio-culturales en las cuales se encuentra OE.

1

1

2)

3)

4)

Plan general: deseo (bajo las condiciones 1) de comunicar (pro­ducir un discurso).

Elección de una forma de discurso de acuerdo a las posibilidadesen juego: e.g .. aceptación de formas existentes o producción deformas emergentes (im'tlltio). Esta etapa involucra una evaluaciónde la situación de comunicación qUl' condicionan las modalidadesdel querer y del desear.

Plan panicular:ti) Estructuras de base (conceptual) del discurso.b) Proposiciones (enunciados. párrafos) que verbalizan la estruc­

tura conceptual de base. acciones. agentes. descripciones. etc.e) Inserción léxica y manifestación micro-estructura] (conexión

entre enunciados j.d) Manifestación concreta de signos: «obra literaria u.

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298 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

La etapa 2) correspondería a un proceso general de decisiones conrespecto a la posibilidad de producir un tipo de discurso (e.g., lite­rario) en el marco general de tipos de textos y de normas dispo­nibles en el contexto cultural. Esta primera decisión se restringiríaen la etapa 3), en la medida en que en el interior de la clase detextos literarios, hay varias opciones posibles (<<géneros»); ade­más, habría que contar la opción entre el deseo de mantener ciertoscódigos aceptados en su cultura o de innovarlos. En 4), el «planparticular» marcaría el comienzo del discurso específico a produ­cir cuya decisión ha tenido lugar en 2) y 3). El plan, en amboscasos, opera como una jerarquía de instrucciones (G. Miller, E.Galanter y K. Pribrarn, 1960) y representa la manera en que OEcontrola, jerárquicamente, el orden de las operaciones. Ejemplifi­quemos esta suposición en los pasos de la etapa 4), que es la quese corresponde más de cerca con el esquema propuesto por B.Uspenski y otros (1973). Miller, Galanter y Pribram conciben laconducta que organiza el plan en dos tipos de unidades: molaresy moleculares. En nuestro caso podrían cambiarse estas denomina­ciones por las utilizadas en el campo de los estudios literarios yhablar de macroestructuras y de microestructuras. De esta manera,podríamos interpretar 4.a) como la organización (o planificación)de las unidades macroestructurales (e.g., el tema de un poema o lassituaciones de una novela). Esta etapa, situada en relación al pro­ceso de recepción, sería el resultado final de la lectura en la cualOR llega a «reconstruir» su plan; sea éste coincidente o no con laintención de OE (ver 4.3.2.). Volviendo a las etapas de produc­ción, podemos ver que estas unidades macroestructurales se pre­sentan como el «esqueleto» del plan, y que ellas necesitan -parasu concreción- de la realización de secuencias microestructuraleslocalizadas en 4.b) y 4.c). Indicando con mayúsculas las primerasy con minúsculas las segundas, podemos representarnos este proce­so en el diagrama 7:

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 299

DIAGRAMA 7

rd'C='f~

A B C

La,b,c--1El esquema (A, B, C) guía el plan en tanto que las etapas micro­estructurales (a, b, e; d, e, f) lo ejecutan. Refiriendo de nuevo esteesquema a la recepción, comprobamos nuevamente el proceso in­verso, en la medida en que el receptor debe pasar, primero, porlas unidades microestructurales para reconstruir, luego, el esque­leto del plan. La restricción aquí sería que, en la recepción, esnecesario pasar primero por la linealidad del discurso para llegara la categorización y a la conceptualización. En el proceso de pro­ducción, por el contrario, si bien se cuenta con el plan global, suejecución requiere proceder paso a paso, completando sus partesy desplazándolo hacia la concreción de las otras. Sabemos, porexperiencia y / o por intuición, que la producción de un discursodebe proceder mediante la construcción de enunciados; y para elloses necesaria la selección léxica, la combinación de componentesmacro y microcstructurales, la introducción de figuras, etc. Y sa­bemos también que la elección de los componentes verbales quese insertarán en el discurso dependerán «de la idea que tenemosde lo que queremos hacer» (4.a).

Lo dicho hasta el momento es sólo parte del proceso general.Para dar una idea más completa de la estructuración y ejecucióndel plan es necesario tener en cuenta la imagen. Miller, Galantery Pribram (1960) caracterizan la imagen como la totalidad delsaber acumulado por el organismo. Esta definición incluye nosólo los datos memorizados, sino también los «códigos» de catego­rización, clasificación y evaluación. Aceptando esta definiciónde la imagen, podemos ver, al mismo tiempo, que el plan formaparte de la imagen, dado que su construcción y ejecución formaparte de lo que el organismo ha aprendido y almacenado. A su vez,la imagen es fundamental para la ejecución del plan, puesto que

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300 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

las etapas de la construcción de éste y su desarrollo depende deaquélla. Además, el plan (como proceso jerárquico de control delorden en el que las secuencias de operaciones deben ser ejecutadas)puede «controlar» a la imagen. Pero también la imagen puede«irrumpir» en el plan. En ambos casos, el plan está fuertementesujeto a la imagen. En el caso de la «irrupción» de la imagen enel plan, podemos localizar muchos de los fenómenos a los cualesestamos acostumbrados en la literatura moderna. Una declaracióncomo la de Robert Brown (en la cual afirmaba que en el momentode escribir el poema sólo Dios y él sabían su sentido) indica que,si bien la construcción de un poema está guiada por la estructura­ción de un plan, es en la microestructura donde la imagen ejerceríasu función de opacidad, interfiriendo en la transparencia delsentido. Por otra parte, podemos buscar ejemplos donde el plancontrole a la imagen. Éstos pueden encontrarse en las épocas enlas cuales las «normas» dominantes tienden hacia la función refe­rencial del discurso. Estamos acostumbrados, por los estudios filo­lógicos, a ver cómo un autor -en el lapso de algunos años- corri­ge sus escritos. En estos casos podemos decir que ha ocurrido uncambio en la imagen (acumulación de nuevos conocimientos) queha producido un cambio en el plan, pero que -a la vez-, en lacorrección del manuscrito, ha controlado a la imagen. Así, loscambios producidos en el estilo de Antonio de Guevara entre laedición de Marco Aurelio (Sevilla, 1528) Y Relox de Príncipes(Valladolid, 1529) nos darían un ejemplo en el que la imagenmodifica al plan, pero éste se ejecuta con un control total de laimagen: (((...) la elocutio se convierte en fin último de todo y se­cundariamente se advierten modificaciones en las estructuras de lacomposición» (L. López Grigera, 1975): las modificaciones noalteran la base del plan, que reside, precisamente, en la compo­sición.

Las nociones de plan y de imagen no son útiles, quizás, pararealizar un análisis individual, para «interpretar» por qué deter­minado autor X introduce la frase tal, el vocablo talo el personajetal. La utilidad que esos conceptos pueden prestarnos es la depoder describir y explicar aspectos más generales de la producción

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 301

de textos literarios. ¿De qué manera, no obstante. podemos sermás concretos sobre la relación entre la imagen y el plan? Dijimosque la comprensión de un discurso como estructurado y conectadopresupone no sólo el conocimiento de reglas lingüísticas sino tam­bién un conocimiento del mundo. Esta premisa no es sólo asumidapor los lingüistas (1. Bellert, 1970) sino también por los estu­diosos de los procesos cognitivos (J. D. Bransford y N. S.MacCarrell, 1974. p. 208). Puesto en otros términos. la compren­sión de la conducta verbal presupondría un doble código (A. Pai­vio. 1971, pp. 20-25): en el discurso ni las frases ni las palabrasson almacenadas en la memoria sólo por su información lingüística.sino también por la información de la «imaginería no-verbal».Esto hace que una frase como «El muchacho resbaló en la nieve»sea comprendida. por un lado. en su estructura lingüística; pero.por otro, también por las posibles «imágenes» que asociamos atal acontecimiento. cualesquiera sean las diferencias individualesentre individuos que viven en un lugar de nieves permanentes o deindividuos que viven en un ambiente tropical. Por otra parte, unafrase como «El cuadrado de ocho es sesenta y cuatro» suprime(o restringe) la imaginería y debe ser descodificado únicamente ensu aspecto verbal o conceptual. La imagen. podemos suponer. estácompuesta por el almacenamiento de las «huellas» de experien­cias previas (U. Neisser, 1967. pp. 286 ss.). Ahora bien. estashuellas no sólo se activan para comprender, sino también paraproducir: una vez que he comprendido y almacenado una frasecomo «El muchacho resbaló en la nieve». no sólo puedo utilizar­la para repetirla frente a un hecho semejante. sino que puedoemplearla del mismo modo en un caso tal que ceTuvo una caídaespectacular como alguien que resbala en la nieve». aun cuandotal caída pueda haberse producido en pleno verano. N o importacuáles sean los atributos que selecciono del «hecho actual» pararelacionarlo con el hecho «memorizado». Lo importante es que.en el plan de lo que quiero decir, la imagen viene en mi ayuda.Busquemos un ejemplo más complejo. A. Alonso, en el cotejo delmanuscrito y de la edición definitiva del Fausto de Estanislao delCampo. anota las siguientes variantes (A. Alonso, 1943b, p. 25):

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302 PARA UNA TEORfA DEL TEXTO LITERARIO

Manuscrito

caibatraibacreicreta

Edición difinitilla

cáiatráiacréicréia

La «intención» de las variantes es clara: hacer que las expresio­nes lingüísticas provoquen una mayor sensación de «lengua gau­cha». En los términos que hemos expuesto, podemos decir que lasvariantes se corresponden con diversas etapas de la concrecióndel plan, cuya intención está guiada por la «reproducción» de la«lengua gaucha». Esta decisión está sostenida por la imagen: dequé manera los sonidos han sido almacenados y de qué manerase puede conseguir una grafía que dé lugar a una «imaginería»semejante a la que el emisor posee. Esa imagen se concreta en unaregla del plan: acentuar la primera vocal y suprimir la consonantefinal.

4.4. NIVELES DEL PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN

4.4.1. Insistamo . sobre la validez y/o alcance del modelocomunicacionai que estarnos proponiendo. Su alcance no puede ser,por el momento, más que conceptual. Ello no disminuye, sin em­bargo, su valor heurístico, sobre todo cuando pensamos que en losestudios literarios, cuando se hacen referencias al «lector» o al«autor», se hacen, en la mayoría de los casos, de manera muy pocosistemática. A veces, esta situación debe ser cuidadosamente ana­lizada, puesto que la categoría «lector», por ejemplo, se empleacomo una categoría explicativa y no meramente como «una ma­nera de hablar». Así es interesante observar que F. Stanzel (1955,pp. 28-29) basa su teoría de las formas narrativas, tomando comocategoría descriptiva y explicativa lo que él imagina puede pensarel lector. En ningún momento, y a pesar de la importancia queadquiere el concepto, se hace referencia alguna a su alcance y va­lidez. Creo, por estas y otras razones semejantes, que si, por un

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 303

lado, el sistema comunicacional es un componente del objeto dela teoría del texto literario, por otro, tal elaboración podría tam­bién extenderse al análisis de los sentidos que -en el campo lite­rario y fuera de la teoría- adquieren los conceptos de «lector»y de «autor».

El carácter abstracto de un modelo conceptual de los nivelesdel procesamiento de la información verbal exige, desde el co­mienzo, hacer ciertas distinciones. En primer lugar, hay que teneren cuenta que los modos de lectura (procesar información de untexto) son infinitos y que, si se los considera individualmente, noson sistematizables. Si, por el contrario, pasamos del individuo algrupo, nos encontramos en un grado de mayor generalidad, en elque las formas de procesar información deberán relacionarse conel «status» social, el acceso económico a la «cultura» y, funda­mentalmente, el grado de educación del grupo. Además de estasdos categorías de lectores, podríamos considerar aquellos para loscuales la lectura es su propio trabajo. También aquí podríamos dis­tinguir planos, puesto que, por un lado, estaría el tipo de receptorcuya lectura se manifiesta en la crítica de difusión, y, por otro, el«investigador» cuya preocupación es el refinamiento de los instru­mentos para procesar información; finalmente, los «autores» cuyaparticularidad de lectura está también ligada a su propio trabajo.La simple mención de algunos aspectos culturales que condicionanlas formas de recepción, nos indica la necesidad de investigacionesempíricas para hablar con cierta propiedad sobre el problema.Pero, al mismo tiempo, nos muestra que necesitamos también mo­delos conceptuales del procesamiento de la información para quelas investigaciones empíricas no se conviertan en clasificación dedatos, de relativa importancia para la teoría. La importancia delas distinciones de los niveles socio-culturales en el proceso derecepción no debe, tampoco, invalidar el alcance del modelo con­ceptual: es sensato pensar que -además de estas diferencias- tene­mos, en cuanto seres humanos, ciertas pautas comunes que apli­camos en el procesamiento de la información. Esta afirmaciónno intenta ocultar la desigualdad social bajo conceptos cognitivos;sólo pretende deslindar niveles de análisis.

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304 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Podríamos comenzar considerando dos estados en el procesoreceptivo: un estado I, en el cual consideraríamos las formas más«simples» mediante las cuales la información se organiza. Esteestado correspondería, según dijimos antes, a lo que, en psico­logía cognitiva, se denomina percepción primaria y percepciónsecundaria. La primera es la que comienza en la superficie de losórganos sensoriales, donde la energía física se transforma en activi­dad nerviosa. La percepción secundaria es la que (Cagrega» de­talles a los objetos «bosquejados» por la percepción primaria. Enla percepción primaria se realizan dos operaciones básicas: unaes la de seleccionar los rasgos pertinentes de la información reci­bida, y luego combinarlos entre ellos; la otra sería la de relacionarlos rasgos seleccionados y combinados con la información alma­cenada en la memoria. Habría que distinguir aquí entre el modode seleccionar, combinar y relacionar, como un proceso que depen­de del aprendizaje y la existencia misma de tal capacidad, que serelaciona con la constitución biológica del hombre y del animal(Barry Anderson, 1975, pp. 25-108; E. Lenneberg, 1967, pp.227-303).

El estado II se diferenciaría del anterior en las diferentes ma­neras de organizar y relacionar la información seleccionada y com­binada, por una capacidad ejercitada (entrenada) para ir más alláde la información recibida. De esta manera, el estado l se caracte­rizaría en la ejecución «natural» de las capacidades receptivas; entanto que el estado II se caracterizaría por la ejecución de una capa­cidad entrenada para procesar tal o cual tipo de información: la«lectura» de un parque botánico o de una ciudad no tendrá el mis­mo resultado en mi representación «ingenua» que en la de un arqui­tecto o la de un botánico, quienes han sido entrenados para leertales signos. Su lectura se corresponde, en este caso, con el esta­do 11; la mía con el estado 1. Un lector «ingenuo» de una novelatomaría, presumiblemente, los personajes, y las «reglas de combina­ción» serían aplicadas para reunir, en torno a ellos, las propieda­des de su ser como personajes. En la medida en que este lector notiene «entrenamiento. literario, las informaciones serían reunidasen torno al personaje y relacionadas con las actitudes de personas

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 305

que tal lector reconoce en la vida diaria. Por el contrario, un lector«avisado» aplicaría las reglas de combinación para relacionar deotra manera la materia. Así, por ejemplo, prestaría atención a lasdiferencias en la descripción de los personajes. a la adjetivación, alas secuencias narrativas, etc. Podríamos así seguir los pasos deuna extrema sofistificación en la cual, y con plena conciencia de lasreglas del juego, el lector «avisado» organizaría sérnicarnente ladescripción del personaje. Dicho brevemente, cuanto mayor es laconciencia «literaria» (procesos de serniotización), mayor es la com­plejidad de las unidades identificables y de las formas de agrupa­miento.

Estas observaciones presuponen que todo fenómeno de recep­ción de la información discursiva verbal no se realiza mediante laacumulación caótica de información, sino que, en él. se identificanunidades que luego se agrupan mediante la aplicación de reglas decombinación. Además, el tipo de unidades identificables y la ma­nera de organizarlas dependen del estado del sistema OR: del de­sarrollo de su sistema perceptivo y de su sistema ejecutor. Ahorabien, cualquiera sea el estado del sistema. podemos asumir que ladiferencia entre el estado 1 y el estado II es de grado y no de natu­raleza. La representación se resume en el diagrama 10:

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306 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

DIAGRAMA 10

hgura J

hgura 2

Estado [

Estado l l

La figura I correspondería a bajos niveles de identificación y a for­mas pobres de agrupamiento. En este caso. toda la información seagrupa bajo un mismo principio (regla); e.g .. todos los personajesde una novela son identificados en relación a la experiencia de lavida diaria. Por esta razón. el lector tendría dificultades en leer untexto del siglo Xi l , precisamente porque carecería de esa informa­ción. La figura 2 correspondería a las formas de procesamientode la información de un lector más entrenado. en el cual son mayo­res las identificaciones y mucho más complejas las formas de agru­pamiento. En ninguno de ambos casos se trataría de la interpreta­ción «total» de la información de un texto (puesto que. a medidaque el sistema se enriquece. mayores son. las identificaciones y lascombinaciones). sino de agrupaciones «parciales» de la informaciónde un texto. Los niveles de procesamiento tendrían. como resul­tado. la organización de la información en "textos parciales».

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 307

4.4.2. Con la introducción de la noción de «texto parcial»podemos volver sobre algunas de las observaciones realizadas. Delo dicho hasta aquí se desprende que la «obra literaria» es un cú­mulo de información (gráfica o fónica) enmarcada. El proceso derecepción tiene los límites del enmarque como restricción. Las se­ñales enmarcadas son la actuali7¿ción de un plan, en el proceso deproducción (Plan.], y el origen de la reconstrucción de un plan en elproceso de recepción (Plan.). La relación Planl-Planz puede serigualo desigual: OE produce un conjunto de estímulos (aplicandoreglas discursivas y su conocimiento del mundo) e intenta proyec­tar estos estímulos sobre un conjunto de valores (textuales y lite­rarios); üR recibe estos estímulos (direccionalidad de izquierda aderecha), los proyecta sobre su conocimiento de las reglas discur­sivas y sobre su conocimiento del mundo y también sobre el con­junto de valores textual-literarios. La direccionalidad en amboscasos opera como un lugar de encuentro en los códigos presupues­tos de üE y de ORo En el proceso de recepción no se ((agota» lainformación generada por los estímulos, sino que se «parcializa» yse acumula. Ello nos autoriza a «romper)) el concepto de «totalidadde la obra» y proponer la representación del proceso de recepcióncomo la organización de textos parciales.

Volviendo al diagrama 10, la «obra» es un espacio incierto,en el proceso de recepción, entre el discurso como una posibilidady los textos parciales como actualización: el discurso no se agotaen una interpretación y en cada interpretación organizamos dis­tintos niveles parciales. En cada una de esas interpretaciones, unsubcoujunto de señales concretas (estímulos) se organi\!J en discurso yse proyecta sobre las posibilidades (valores) del texto y de lo literario.El texto y lo literario no son un sistema (equivalente a la langue),sino el resultado de una capacidad «generativa» que permite apli­car reglas de semiotización sobre el conjunto de estímulos verbales:corrigiendo nuestra afirmación anterior podemos agregar que si la«obra literaria» es un lugar incierto es porque el concepto de obra resu­me, en otro marco epistemológico, el proceso de recepción que acabamosde descomponer. El texto parcial es un concepto postulado en corres-

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308 PARA UNA TEORIA OEL TEXTO LITERARIO

pondencia con la actividad del proceso de recepción. Explicitarla noción de texto parcial, describir su funcionamiento, es. al mis­mo tiempo. avanzar en la descripción de los procesos receptivos.Por lo tanto. su inserción permite comenzar «una nueva etapa» ypasar de las estructuras verbales y los procesos particulares de se­miotización (metáfora, descripción, narración, ete.) al análisis deniveles en el procesamiento de la informaciér : el texto parcial esuna unidad teórica resultante de la posibilidad de actualización delas formas básicas de procesamiento de la información (estado 1).Tales niveles pueden describirse como «formas de agrupamiento»:

a) Clases. Cuando comenzamos a leer un texto (supongamos unanarración novelesca). recibimos informaciones de orden con­ceptual que necesitamos agrupar para avanzar en la lectura.Una forma primaria de esta organización es la de coleccionarinformaciones y organizarlas en clases. Podemos así clasificarlos agentes por el sexo o por la edad. El discurso puede sumi­nistrarnos otras informaciones que clasificamos en el ordende la familia, de la clase social, etc., y así sucesivamente, a me­dida que encontramos distintos y nuevos agentes en el relato.A cada caso, lo que hacemos es seleccionar determinados ras­gos de un agente. y reunirlos y/o separarlos de los rasgos deotros agentes. Cuando dos cosas se reúnen en la misma clasees porque las diferencias entre ellas no son tenidas en cuenta.En suma, conectar estructuras conceptuales globales implica,como primera operación, la clasificación. el ordenamiento delos rasgos semejantes (de un agente. de los atributos. de unaacción, de objetos, etc.). Esta estrategia de agrupamiento esun ejercicio cuyo hábito adquirimos desde la infancia y que semanifiesta en los chistes del tipo: ¿En qué se parecen x e J?o ¿En qué se diferencian x eJ? Es posible, así, poner en unamisma clase un diario. una pintura y un libro, porque todosellos «cuentan historias»; una campana, un tocadiscos y unteléfono, porque todos «hacen ruido»; o clasificar juntos laradio y el teléfono, porque «se oyen»; el diario y el libro. por­que «se leen», etc. (J. Bruner y R. Olver, 1965).

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 309

b) Dicotomías. La tendencia a pensar en forma dicotómica esimportante en la organización de las actitudes, si aceptamosque la actitud está formada por una memoria y un compo­nente evaluativo (B. Anderson, 1975, p. 234). Las actitudesinvolucran «sentimientos», y los sentimientos se organizan entorno a lo positivo y a lo negativo. En este sentido, la dico­tomía es una operación sobre las clases y consiste en tomardos clases y agregar a ellas valores opuestos. Cierto tipo decomunicación de masas hace hincapié en este nivel recep­tivo, marcando, por ejemplo, «el héroe bueno y blanco» enoposición al «héroe malo y no blanco» (U. Eco, 1966, p. 91).Tipo de organización que se encuentra también marcada en la«buena literatura». En fin, la organi7,!Zción dicotómica consisteen agregar a las clases un valor que las opone en cuanto clases.

c) Jerarquías. Una de las estructuras fundamentales del orde­namiento es la de dependencia (o de dominación semántica deun término sobre otro). En un plano elemental (perceptivo),actualizamos las ordenaciones de dependencia en los roles,cuando relacionamos a éstos por el «más» o el «menos». Así,por ejemplo, si retomamos la relación entre Amalia y Agus­tina, Agustina es primero presentada como una mujer bella.La entrada de Amalia nos obliga a establecer una relación conAgustina de la cual inferimos que «Amalia es más bellaque Agustina». Si la dicotomía organiza clases y elementos delas clases entre sí, otorgándoles un valor, las jerarquías orga­nizan los elementos de una clase en órdenes de mayor y me­nor: los elementos que en la recepción agrupamos en una mis­ma clase, no los consideramos a todos en el mismo plano, sinoque les otorgamos distintos órdenes jerárquicos. En términoslingüísticos, las categorías de las que disponemos para organi­zar las jerarquías (<<más que», «igual», «menos que»], son in­feribles de marcadores léxicos (H. Clark, 1969, 1972).

ti) Imbricación. La imbricación es una operación paralela a lajerarquización. En una misma clase, los elementos no se orde­nan por dependencias jerárquicas sino por inclusión: los pája­ros blancos es un conjunto incluido en el conjunto de los pá-

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310 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

jaros; talo cual agente está incluido entre los héroes buenos omalos; las marcas silábicas o acentuales están incluidas en elmetro, etc. El ejemplo más claro de este proceso es, de nuevo,la organización narrativa global en la cual podemos distinguirentre la «línea principal de la acción» y acciones subordinadaso imbricadas en ella.

Este modelo conceptual para describir los niveles del procesa­miento de la información podría resumirse sobre la base del mode­lo propuesto por R. Atkinson y R. Shiffrin (1968):

salida

/entrada -...

Registrossensorios

Estado ..-------+ procesal

l •

\

Estadoprocesal

11

pérdida l pérdida 2

En primer lugar, la información de un texto no se percibe, dijimos,en su totalidad; la entrada a través de la vista o el oído tiene unaprimera pérdida en el nivel de los órganos sensorios. Esto nos ocu­rre a menudo cuando, creyendo que hemos leído bien un texto,alguien nos señala un aspecto que habíamos dejado de lado o queincluso no recordamos. Los niveles del procesamiento de informa­ción que acabamos de describir (clases, dicotomías, jerarquías, im­bricaciones) son pertinentes para el estado I. H abría aquí un se­gundo momento de pérdida, porque no todo lo que retenemos enla lectura lo empleamos en su totalidad cuando ordenamos la infor­mación en clases o en jerarquías. A su vez, el estado 11 que impli­caria. por un lado, la memoria de largo alcance proyectada sobretoda nueva información receptada (input), representaría, porotro, el desarrollo de las capacidades perceptivas del estado I. Valedecir que, en el estado 1, tendríamos las formas pobres de agrupa-

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CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA COMUNICACIONAL 311

miento; en tanto que en el estado 11 tendríamos la elaboraciónconsciente y el «refinamiento» de las categorías perceptivas básicasdel estado 1: el modelo semántico de A. J. Greimas (1966), porejemplo, podría verse, en nuestro modelo perceptivo, como el «re­finamiento» de la capacidad, en la percepción secundaria, paraorganizar los elementos de una clase en relaciones de oposición;en tanto que las equivalencias elaboradas por R. Jakobson (1960)serían el refinamiento de nuestra capacidad para organizar la infor­mación en clases e, incluso, para otorgarle formas lógicas de unalto grado de complejidad (W. Fischer, 1973). En la elaboraciónperceptiva del estado 11, procederíamos «generando posibles orga­nizaciones» y «eliminando» aquellas que no se corresponden con laspremisas y los axiomas que sostienen nuestra construcción (B. An­derson, 1971, pp. 5-24). Un modelo perceptivo de este ordenno nos conduce a hablar de un (elector ideal» o de un (elector corn­petente)) (S. Fish, 1970) -el cual no sería quizás más que proyec­ción de lo «competente)) que es el analista-; sino más bien a laconstrucción abstracta de un (elector posible», como organismoreceptor, elaborado sobre la base de nuestro conocimiento de laactividad cognoscitiva. Ello nos permite intentar cierta sistema­tización de los procesos receptivos que reemplaza en las especu­laciones no explícitas, ya mencionadas, del tipo «ante tal pasajeel lector piensa que.,.)), «tal descripción hace que el lector sientaque...». En su reemplazo, la construcción abstracta de un (electorposible» -como modelo de análisis- implica la elaboración demodelos que especifiquen nuestra capacidad para conceptualizar,nuestra capacidad para organizar los conceptos en clases, en dico­tomías, en jerarquías; y que especifiquen también las característi­cas de estas operaciones en el procesamiento de la informaciónverbal y no-verbal. Si esta elaboración es posible, habremos dadoun gran paso en la comprensión de los procesos de informaciónverbal más complejos (textos literarios), los cuales no pueden sepa­rarse de los mecanismos mediante los cuales procesamos la infor­mación verbal en el no-texto.

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Capítulo 5

CONCLUSIONES:LA TEORíA DEL TEXTO LITERARIOCOMO PROGRAMA DE INVESTIGACiÓN

5. l. En el capítulo 1 bosquejamos someramente la «historiade la teoría literaria» en la presente centuria. Dijimos que una delas debilidades de estas tentativas es la de usar el término teoría(Wellek y Warren, 1956, pp. 38-45; P. Stevick, 1967) o ciencia(L. Spirzer, 1960; D. Alonso, 1950, pp. 395 -416) por su supues­ta connotación de rigor, sin cuestionar, paradójicamente, el campode la investigación literaria. La noción de teoría/ciencia es me­ramente impuesta sobre un campo de problemas, en lugar de serel punto donde se articula una «nueva distribución del saber».Dámaso Alonso, por ejemplo, reconoce que la ciencia de la lite­ratura debe buscar lo general, pero esta generalidad la traza sobre«las obras literarias». El intento más riguroso para fundar los estu­dios literarios de una manera sistemática es sin duda el de RomanIngarden (1937 Y 1931 ). No obstante, su ontologización de laestructura de la obra literaria mantiene, por un lado, el presu­puesto «obra» y, por otro, cona el camino a todo posible «progra­ma de investigación», dado que su esfuerzo cierra el círculo deplanteas en un «sistema» cuya única posibilidad quedaría en unadecisión sobre su verdad o su falsedad (o por su reemplazo). El«momento estructuralista» marca el primer momento de un cam­bio de dirección, que se había anunciado ya en el formalismo ruso,en el cual la noción de sistema reemplaza a la de obra. La gra-

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314 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

manca transformacional, que da lugar a las formulaciones de lapoética generativa, da también lugar a un segundo desplazamien­to. Subrayando los «errores» previos, dedica un gran esfuerzopara aclarar las perspectivas metodológicas y poner a la teoría lite­raria en conexión con los problemas de la filosofía de la ciencia.El objeto de la teoría se postula entonces como una construcción queconsiste en seleccionar y explicar las propiedades relevantes detodo texto y de los textos literarios en particular (T. van Dijk,1972). En segundo lugar, se postula la necesidad de decisionessobre criterios metodológicos, los cuales son básicos para la des­cripción adecuada del objeto conceptual. El énfasis de esta ten­dencia puesto en la resolución de los problemas metodológicosdejó, sin embargo, los aspectos sustantivos en un segundo orden.La diferencia básica entre una gramática textual y una gramáticaliteraria no tuvo en cuenta la función cultural de la noción de textoy el proceso de semiotización que requiere la existencia de éste enla estructura socio-cultural. Son los trabajos de la semiótica sovié­tica (J. Lotman, 1970; B. Uspenski y otros, 197 3) los que intro­ducen esta nueva exigencia en la construcción del objeto de lateoría literaria. Finalmente, los trabajos provenientes del campode la antropología y de la psicología cognitiva ponen de relieve,basados en el modelo cibernético, la importancia de los modos deprocesar la información. Estos estudios repercuten en la teoría deltexto literario en la medida en que permiten revisar la hipótesissegún la cual la poeticidad residiría en el acto de comunicaciónque subraya el mensaje mismo. El cambio fundamental reside enel desplazamiento de las «estructuras» hacia la construcción teó­rica o hacia la proyección que la teoría puede realizar para darcuenta de los procesos de emisión y de recepción. Mi intención hasido la de bosquejar, sobre la base de este contexto, el ámbito ope­rativo de las preguntas (problemas) teóricas. Al hacerlo, mispropuestas bordearon la línea entre dos planos: uno, el de las cues­tiones metateóricas ; otro, el de la propuesta de un modelo-objetodefinido por el proceso de semiotización y por la configuracióndel sistema comunicacional.

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CONCLUSIONES 315

5.2. La tendencia hacia la fundamentación de la teoría deltexto literario puede considerarse como parte de un movimientogeneral de «formalización de las ciencias humanas» (G. GastonGranger, 1960). la cual incorpora. en los estudios literarios. unaorientación teórica que se produce en los años que siguen a la se­gunda guerra mundial. M. Bunge (197 2a) señala. al respecto. queeste cambio surge cuando la tendencia a clasificar y a especular sereemplaza por la construcción de sistemas hipotético-deductivos.y por el uso de la noción de modelo. A partir de entonces se con­cibe la construcción de una teoría en términos de la delimitaciónde un modelo objeto (modelo conceptual) y de la inserción de ésteen un modelo teórico (ver 1.4.b). La introducción de la noción demodelo y de modelo analógico (para la teoría) nos permitió situarla introducción de la noción de sistema. en la teoría del texto lite­rario. como la irrupción de un nuevo «paradigma».

f.2.1. El modelo comunicacional que funda en gran partelas formulaciones teóricas de la lingüística se transpuso a la poé­tica (R. jakobson, 1960). El énfasis en la estructura del mensajehizo olvidar. quizás. que en el sistema de comunicación cuenta.también. la conducta de OE y ORo Para incorporar este aspectose consideró la noción de «competencia». en la lingüística gene­rativo-transforrnacional, en términos de los modelos de la «cajanegra» (Ju. Apresian, 1973. p. 91). La «caja negra») es una trans­lación metafórica de una noción cibernética definida en el ámbitode la ingeniería eléctrica. Ésta consiste en una «caja cerrada» conterminales de entrada (input) en las que puede aplicarse cualquiertipo de perturbación. La caja está provista. además. de terminalesde salida (output) de las que debe deducirse lo que ha ocurrido enla «caja». al ser transformada la información de entrada en salida(W. Ross Ashby. 1960. pp. 122-164). Puesto en términos quepermitan una mayor generalización teórica. la relación podría ex-presarse como: .

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316 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

O=MI

donde 1 refiere al estado inicial del sistema o al conjunto de estímu­los (input); O representa el estado final o output; y M un operadorque vincula 1 con O (M. Bunge, 1972a. p. 62). Mario Bungeagrega una variante del «cajanegrisrno» y observa que este modelopuede dar lugar a dos posibilidades: a) si el análisis se realiza sobre1 u O. y M queda sin especificar. podemos hablar propiamentede «caja negra». pero si b) se intentan dar explicaciones del me­canismo M. entonces se trata de modelos de la «caja traslúcida».Más específicamente: «Esta interpretación comporta la hipoteti­zación de las entidades que componen M y la asignación de sig­nificado específico (físico. biológico. etc.) a todos los parámetros.de lo contrario no-interpretados. que usualmente infestan las teo­rías fenomenológicas» (1972a. p. 63).

f.2.2. Dejando de lado la tentación de extender la últimaobservación de M. Bunge a casos específicos de los estudios lite­rarios. a los cuales podría ser fácilmente «aplicada», tomaré la dis­tinción entre «caja negra» y «caja traslúcida» como marco de refe­rencia para situar los Modelos sistémicos y textémicos en relacióna los modelos del sistema comunicacional. En el primer caso, latarea de la teoría del texto literario tendría como objeto la cons­trucción de modelos sistémicos y texrérnicos, dejando sin especi­ficar los sistemas OE y ORo Esta tarea presupone la descripcióndel proceso de serniotización, ignorando lo que ocurre en la cajanegra. Por el contrario. la incorporación de modelos que repre­senten la conducta de üE y de OR nos sitúa en el nivel de la cajatraslúcida:

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CONCLUSIONES 317

Teoría del textoliterario

modelos de lacaja negra

modelos de lacaja traslúcida

{

{

sistémicos

textémicos

conducta de O E

conducta de O R

En el modelo de la caja traslúcida, la tarea consistiría en la descrip­ción de M que, hasta ahora, designamos por O E Y por O R. Eneste punto, es preciso recordar que ni el sistema de producción es es­pecífico de O E, ni el de recepción de O R: ambos sistemas estánpresupuestos en el organismo emisor y en el organismo receptor(todo individuo dispone de ambos sistemas). Si designamos por SIal primero y por S2 al segundo, podemos resumir los aspectosgenerales de la relación O E-O R en los puntos siguientes:

1) S I Y S2 son sistemas construidos para dar cuenta de la con­ducta de OE;

2) S 1 Y S2 son sistemas construidos para dar cuenta de la con­ducta de OR;

3) S1 se construye para dar cuenta de cierta conducta de O E yS2 para dar cuenta de cierta conducta de O R.

Ahora bien, si queremos otorgar una dimensión empírica a los sis­temas abstractos S1 Y S2 Y así relacionarlos con los procesos desemiorización, podemos introducir algunas variables que deben serconsideradas parte de la «actividad" que pueden desarrollar SI yS2; «actividad» que se constituye como el objeto que deben descri­bir los modelos de la caja traslúcida.

4) En primer lugar tendríamos los problemas de la herencia: ¿Enqué momento, en la construcción de S I YS2, podemos trazar

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318 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

la diferencia entre lo que es heredado de lo que es semiotrtado?De manera más directa: ¿ En qué momento de la socializa­ción, el niño o el adolescente adquieren la conciencia «litera­ria»? ¿Cuáles son las pautas adquiridas, hasta ese momento,que condicionan la incorporación de un módulo que la culturale impone? Dijimos que el ritmo puede considerarse como unelemento heredado o biológicamente fundado; pero tambiéndijimos que el proceso que hace del ritmo un componente delpoema y que basa en él las medidas de versificación es un pro­ceso tardío de semiotización: por lo tanto, ¿de qué manera yhasta qué punto la «herencia» condiciona los procesos de se­miotización?

5) El punto 4) toca también los problemas de la adaptación cul­tural. Desde este punto de vista, el proceso de semiotizaciónpuede considerarse como parte del proceso de «exploracióndel ambiente» y del descubrimiento (intuitivo) de diversos ni­veles de la conducta verbal: los poemas que todos escribimosen nuestra adolescencia ilustran este punto desde la perspec­tiva de la emisión; el descubrimiento que, en la misma época,hacemos de «autores famosos» o de «libros importantes» ilus­tra el de la recepción. Este aspecto de la «estrategia de explo­ración» marcaría el momento en el que una decisión es posi­ble, y en el que tal decisión pasa de la «estrategia de explora­ción» a la «estrategia de entrenamiento»: aprendizaje (comoentrenamiento) de mecanismos de emisión (escritura) o demecanismos de recepción (lectura, adquisición de conocimien­tos, refinamientos de las interpretaciones, etc.},

6) Finalmente, deberíamos considerar la etapa en la cual, üE yOR, habiendo pasado por los niveles 4) y 5), llegan al mo­mento de producción y de transformación: la adaptación al am­biente ha sido desplazada por el momento de la ejecución.Dentro de las alternativas que le ofrece el medio ambiente, laejecución (de emisión o de recepción) se ve constantementepresionada por, en términos extremos, dos probabilidades:emitir o receptar (interpretar) de acuerdo a los códigos adqui­ridos en el momento de la adaptación cultural; o transformar

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CONCLUSIONES 319

esos códigos para que ellos, a su vez, sean los que modifiquenla adaptación cultural de las generaciones futuras. Comoejemplo de esta etapa podemos mencionar el de los cambiosliterarios. Cuando se producen cambios literarios, ellos impli­can una transformación de las condiciones de adaptación cul­tural. Al mismo tiempo. este proceso de transformación dis­tribuye un lluevo orden de relaciones entre O E Y O R:

6a) OE está en condiciones de producir estructuras ver­bales que OR todavía no ha incorporado y, por lo tan­to. no está en condiciones de receptar (e.g .• movimien­tos de vanguardias);

6b) OR tiene, como parámetros, un contexto y un tiempoposterior al acto de emisión de OE y, por lo tanto. OR«sabe más» que OE y «Íee» en el mensaje de OE infor­maciones que éste no «intentó»;

6c) OE YOR se sitúan en el mismo proceso de adaptacióncultural y las pautas de recepción se «asemejan» a laspautas de producción.

Los modelos de la «caja traslúcida» tendrían como objetivo ladescripción de la configuración del sistema comunicacional en tér­minos de la estructura de S, y 52 Y de los procesos mediante loscuales éstos actúan en el entorno (herencia, adaptación, transfor­mación).

5.3. Cuando nos enfrentamos con la experiencia de las cien­cias formales y las ciencias empíricas formalizadas, nos encontra­mos con dos posibilidades: la primera es la de partir de modelosformales y darles una «interpretación»; la segunda es la de formu­lar una «teoría intuitiva» acerca de ciertos hechos antes de discutirlas posibilidades de formalización. La expresión «intuitiva» no debeentenderse como obra del azar sino de las condiciones históricas(la historia de una disciplina particular, estado del conocimiento endistintas disciplinas) en un momento dado. Sería una decisión du­dosa la de buscar modelos para el modelo objeto de la teoría lite-

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320 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

raria en las ciencias formales, sin antes haber decidido (de acuer­do con la materia empírica que se quiere explicar y con la tradicióny elementos disponibles a partir de otras disciplinas) qué es lo quese quiere explicar. Sin pretender una toma de posición empirista se­gún la cual una teoría debe surgir de la acumulación de datos, ninegar que la teoría debe ser formulada deductivamente, tampocopodemos olvidar los datos que queremos describir en nombre defórmulas que queremos «aplicar». Este es sin duda un espinosoproblema cuyas discusiones comienzan (S. Schmidt, 1976; J. Ihwe,1976) y que no nos detendrá en este momento. Lo que nos inte­resa es situar, con respecto a estas últimas reflexiones sobre laconstrucción de la teoría literaria, el terreno que hemos explorado:

1) El modelo objeto o modelo conceptual está constituido porla entidad texto literario en el proceso de comunicación entreOE y OR. El texto literario implica la comunicación y laconservación (en una cultura) mediante un proceso de semio­tización de la conducta verbal. En consecuencia, la teoría deltexto literario es un aspecto particular de la teoría general deltexto en la cual la gramática textual (GT) es también parte deella. La importancia de GT reside en la elaboración detalladade modelos descriptivos de estructuras no textuales en el sis­tema primario (no-semiotizadas).

2) En la descripción del proceso de comunicación no se actualizala totalidad del texto, el cual es un conjunto abierto represen­tado por los modelos sistémicos y textémicos, sino un con­junto de enunciados enmarcados en el discurso, a los cualesOE y OR otorgan el valor de texto.

3) El discurso, a su vez, puede considerarse como una estructuraheterogénea compuesta por sub-estructuras particulares quellamamos textos parciales (unidades semiotizadas). Esta formu­lación tiene, por un lado, la ventaja de escapar a la noción de«obra» y reemplazarla por las nociones de discurso y de textoparcial como construcciones teóricas (ni resumibles, ni iden­tificables con unidades como la obra, el poema o el libro ) delmodelo objeto: en el sistema comunicacionaL la teoría no se

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CONCLUSIONES 321

interesa tanto en describir «cómo se produce y recepta un li­bro». que describir como se producen y receptan estructurasverbales semiotizadas.

4) Para describir y esplicar el funcionamiento de la configuracióntextual (texto y textos parciales) en el sistema de comunica­ción literario es necesario elaborar la forma abstracta de OEY OR. de las circunstancias socio-lingüística-culturales quecondicionan este proceso. y de su adaptación al ambiente.

Para esquematizar el ámbito operativo de estos problemas.podemos distinguir tres áreas de trabajo que indican la orientaciónde las investigaciones de los últimos años. a la va. que proponenun campo de problemas a resolver y de formulaciones a especificar:

A) La teoría del texto literario puede ser elaborada sobre labase de la actividad que caracteriza la estrategia científica (verl. 5.2.2.). Esta estrategia no constituye una receta sino una «matrizdisciplinaria) (T. Kuhn. 1974. p. 463) que define un tipo de acti­vidad y reúne a quienes la practican. De la misma manera. quizás.que la metalengua es una «matriz disciplinaria) que reúne a lospracticantes de la literatura (escritores). La estrategia científicageneral debe elaborarse en tácticas particulares que constituyen lasdiferentes disciplinas cuyos objetivos delimitan campos específicosde investigación. S. Schmidt (l973b). siguiendo a 1. Lakatos, hasugerido concebir la teoría del texto literario como un programa deinvestigaciones, como una táctica integrada a la estrategia cientí­fica. Al concebir la teoría del texto literario como un programa(particular) de investigación. es necesario poner de relieve dosaspectos involucrados en éste:

1) El programa de investigación. en la concepción de 1. La­katos (1969). es cercano a una de las acepciones del paradigma deKuhn: el paradigma definido como «matriz disciplinaria». La«matriz disciplinaria» es, para Kuhn (1974), uno de los aspectosque da cohesión a la comunidad científica y cuyos elementos fun­damentales lo constituyen la generalización simbólica (<<lenguaje»particularizado construido en las disciplinas formales). los mode-

21- MIGNOLO

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322 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

los (modelos conceptuales que proveen analogías interpretativas) ylos «ejemplos» (soluciones de problemas tomados como «ejemplosparadigmáticos»]. Si a estos elementos de la «matriz disciplinaria»agregamos el ciclo normativizado de la estrategia. obtenemos una.representación bastante adecuada de los postulados básicos de laactividad científica como «programa de investigación». Éste. po­demos decir. genera modelos parciales como reproducciones con­ceptuales de estructuras factuales: «La ciencia. en cambio, no con­sigue más que reconstrucciones de la realidad que son problemáti­cas y no demostrables. En realidad, y por eso mismo. no suminis­tra nunca un modelo único de la realidad en cuanto todo, sino unconjunto de modelos parciales, tantos cuantas teorías tratan con dife­rentes aspectos de la realidad (...) El resultado de la investigaciónes un conjunto de enunciados (fórmulas) más o menos verdaderosy parcialmente interconectados. que se refieren a diferentes aspec­tos de la realidad» (M. Bunge, 1972b. p. 47).

2) La noción de paradigma tiene un contenido psicosocioló­gico que. a mi entender. no puede desligarse del primero (ver, sinembargo, Lakatos, 1969. pp. 149-151. 181-184). En este sen­tido, el paradigma designa la comunidad científica. compuesta porlos practicantes de una especialidad cuya cohesión está aseguradapor la educación (la cual transmite un «objetivo cornpartido») ypor el poder que ésta ejerce a través de los juicios en materia profe­sional. En la comunidad constituida por los investigadores de laliteratura. el surgimiento de la teoría del texto literario crea ciertaspolarizaciones debido a la existencia de «programas de investiga­ción en conflicto». Los estudios literarios están «dominados», engran medida. por una comunidad que ejerce el poder y cuyos valo­res se orientan hacia la «cantidad de conocimientos adquiridos»,más que hacia la elaboración de programas de investigación; ytambién. como se suele decir hoy. por quienes se orientan haciael «crecimiento del curriculurn» (traducible en retribuciones eco­nómicas), más que hacia «el crecimiento del saber». En este sen­tido, la tarea «técnica» de la construcción de la teoría del texto lite­rario va acompañada de una tarea político-institucional.

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CONCLUSIONES 323

B) Un segundo aspecto es el que concierne a la discusión demodelos para la teoría. Al hablar de modelos. en las páginas pre­cedentes. hablamos fundamentalmente de modelos de una teoría.En este caso (modelos para). los problemas a resolver, dentro deun programa de investigaciones. son de dos órdenes:

1) Uno corresponde a la discusión de los modelos analógicossustantivos para la teoría del texto literario. Por ejemplo, laasunción de que la literatura constituye un sistema como obje­to de la teoría (R. Jakobson y J. Tvnjanov, 1928; T. Todo­rov, 1973); la asunción de que la literatura puede concebirsecomo una capacidad (competencia comunicativo-literaria)para producir y comprender determinado tipo de textos(T. van Dijk, 1971; M. Bierwisch, 1970); o que el sistemaliterario de comunicación debe concebirse como un tipo par­ticular de comunicación dentro del proceso de comunicaciónsocial (S. Schrnidt, 1976; G. Wienold, 1971). constituyenmodelos analógicos sustantivos para la teoría del texto literario.

2) Por otro lado, es necesario discutir la adecuación de los mo­delos analógicos metodológicos. De esta manera, las decisio­nes conciernen al tipo de metalenguaje a emplear para la des­cripción de los componentes del modelo objeto. Éste puedeprovenir de la lógica, la lingüística o, en el caso de los com­ponentes O E y O R, de la teoría de sistemas o de la psicologíacognitiva. En cada caso, la discusión sobre la adecuación detales modelos (sustantivos y metodológicos) corresponde adecisiones a tomar dentro del programa de investigacióncomo estrategia particular.

C) Finalmente. y con respecto a los modelos teóricos de lateoría, es necesario modificar la noción de modelo teórico pro­puesta en el punto 5.3. Lo que propusimos, siguiendo a Bunge,como modelo teórico, tiene, para este autor, una referencia formal(lógico-matemático). En la teoría del texto literario esta puede seruna dimensión del modelo teórico. En consecuencia. debemos sub­rayar, para el modelo teórico. aquella dimensión que lo liga a la

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324 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

función de la metáfora. Esta noción. introducida por Max Black(1966). sostiene que los modelos teóricos pueden analizarse comoficciones heurísticas o como verdades existenciales. Lo que tienen encomún ambos tipos de modelos es la fusión conceptual. Lo que losdiferencia es la forma del símil, en los primeros, y la forma de lametáfora, en los segundos. Black elabora la diferencia con un ejem­plo extraído de Maxwell, para los primeros. y de Lord Kelvin, paralos segundos. Rápidamente dicho, el primero correspondería a laforma «El éter es como una materia real entre nosotros y las estre­Has» ((colección de propiedades imaginarias» de Maxwell); y elsegundo correspondería a la forma ee El éter es una materia realentre nosotros y las estrellas». La propiedad del modelo teóricoconsiste en «introducir un nuevo lenguaje o dialecto, sugerido poruna teoría conocida, pero ampliado a un nuevo dominio de apli­cación» (p. 225). La ventaja de esta operación surge cuandoBlack lo compara con la metáfora:

El empleo de modelos teóricos se asemeja al uso de metáforas por reque­rir la transferencia analógica de un vocabulario: la metáfora y la cons­trucción de modelos revelan relaciones nuevas (p. 234).

Una metáfora memorable tiene fuerza para poner en relación cognosciti­va y emotiva dos dominios separados. al emplear un lenguaje directa­mente apropiado a uno como lente para contemplar el otro: las impli­caciones, sugerencias y valores sustentantes entrelazados con el uso lite­ral de la expresión metafórica nos permiten ver un nuevo tema de una for­ma nueva; (...) Cosas muy parecidas pueden decirse sobre el papel de losmodelos en la investigación científica. (...) los modelos memorables de laciencia son "instrumentos especulativos», (...) ellos también dan lugar aun maridaje de cuestiones dispares. en virtud de una peculiar operaciónde transferencia de las implicaciones de unos campos cognoscitivos rela­tivamente bien organizados (...) (p. 232).

El uso de un modelo determinado puede no consistir en otra cosa queen una descripción forzada y artificial de un dominio suficientementeconocido ya de otra forma; pero puede ayudarnos también a advertir co­sas que de otro modo pasaríamos por alto. y a desplazar la importanciarelativa concedida a los detalles: brevemente, a ter nuevas vinculaciones(pp. 232-233).

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CONCLUSIONES 325

En suma. el maridaje terminológico que se entreteje en las ela­boraciones de la teoría del texto literario es una operación. en mu­chos casos inconsciente. del empleo de modelos teóricos. Ahorabien. si el valor heurístico de estos modelos no deja lugar a dudas.el empleo adecuado de ellos constituye una tarea fundamental de lateoría como programa de investigación. La construcción del mo­delo objeto (texto literario) mediante eluso de modelos teóricos. es~na forma de trabajo que no implica la reificación del modelo.Este. en un programa de investigación. es un conjunto de condicio­nes iniciales que no se propone como definitivo. sino, por el con­trario. que está destinado -como los mitos en la concepción deLévi-Strauss- a ser pulverizado para que nuevos modelos surjande sus restos. El empleo de modelos teóricos nos permite subrayarel aspecto heurístico de la teoría del texto literario como programade investigación. Sin negar la importancia que pueda tener la for­malización. podemos concluir parafraseando a M. Black, y decirque si hemos destacado tanto la importancia de los modelos y delas referencias a la construcción de teorías. ello se debió a la con­vicción de que la ciencia, como las humanidades o la «literatura»,es un asunto de imaginación.

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íNDICE DE NOMBRES

Aaron, R., 22, 327Abrams, M. H., 40 n., 327Achinsrein, P., 69 n., 75 n.,

79 n., 327Agustín, San, 243Albarracín Sarmiento, C; 231 n.,

328Alderete, B. J. de, 32Alemán, M., 244Alonso, A., 9, 23, 98. 264,

265, 301, 328Alonso. D., 9, 20, 22, 23, 26. 27,

78 Yn., 194.273,274,313.328

Andcrson, B. F., 277 n.. 281.304, 309, 311, 328

Anderson, R., 333Andreu, J. 18Antoine, G., 97, 329Apollinaire, G., 39-40Aposrel, L., 75 n., 261 n., 262.

329Apresian, Ju. D., 315. 329Aristóteles. 30, 31, 196, 206Arrnstrong, D. M., 253 n., 329Aron, Th., 110 n., 329Ascasubi, H., 66, 67,81-82.240Atkins, J.. 285, 364

Atkinson, R., 253 n., 310, 329Aura Bocaz, S., 231 n., 329Austen, j., 187, 188. 189Austin. A. G. A.. 30, 333Ausrin, l- L., 137 n., 146, 231 n.•

235, 330Ausubel, D.. 333d'Avalle, A. S.. 110 n.. 230

Baktin, M.. 11Bally. Ch., 23Bar-Hillel, Y.. 329, 344Barker, S. F., 69 n., 327Barrenechea, A. M., 18Barrhes, R., 18, 26. 27. 131.

215, 221, 231. 330Bartlerr, F. c.. 277 n., 330Basilius, H .. 176 n., 330Baraillon. M., 244. 330Baudot, G., 18Baumrin, B.. 333Beardsley, M.. 28 n., 331Beaver, J. C, 170 n.. 331Beck, M.. 354Békésy, G. v., 331Bellert, 1.. 94 n.. 268, 269, 276,

301. 331

Page 359: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

368 PARA UNA TEORIA J)EL TEXTO LITERARIO

Benjarnin, A. c. 27. 33 IBenveniste, É.. 121. 137 Y n.•

145.150.151. 152. 154.331

Bernstein, B.• 120. 331Bickerton. D .• 195 n.• 331Bierwisch, M .. 25. 163. 164.

165. 166. 169. 323. 331.343. 35i)

Binnick. R.. 357Biov Casares. A.. 93Bla~k. M .. 195 n.• 196. 324.

325. 332Blair. H .. 208. 214Bloomfield, L.. I 76Blurner. H .• 254 n.• 332Bogdan, R.. 339Bolinger, D.. 198. 332Bonati, F. Martínez, 9. 18. 37.

38. 149. 229 n., 332Boorh, W. c.. 118. 332Borges, l L.. 94, 21 7. 218 Y n.,

219. 222, 22 3 Y n., 22 5Borha, R. P.• 73 n.• 332Bouazis, e, 330Bousoño, C, 9, 23. 78 n.• 328Bowles, E., 348Bradbury. R., 57 n.Brad!ey. F. H .. 269. 332Brady, 331Braithwaite, R. B., 75 n., 333Bransford. lO.. 301, 333Bremond, e, 119. 123. 129 n.,

333Bromberger, S., 68 n., 333Brown, R., 264. 300Brugman, K.. 105Bruner, j, 30. 308, 333Bühler, K., 104. 105, 333

Bunge, M., 70, 73 Yn., 75,315,316. 322, 323. 334

Burling. R., 285, 334

Cambaceres, E., 209. 210. 21 l.215

Campbell, R., 160 n.. 334Campo. E. del. 301Careo N. S., 119 n., 334Carilla. E.. 244. 334Carnap. R.• 46. 334Caws, P., 75 n.. 334Cervantes, 15,32 n., 44.57 n.,

101. 219. 246Chabrol, c., 360Cherry, c.. 253 n.. 334, 352Chomsky, N., 25. 72. 73 n., 335Cicourel, A., 120. 335Clark, H., 309, 335Cohen, l, 97, 195 n.• 33 5Cohen, L. J., 137 n.. 335Cohen, T., 137 n., 336Cohn, D., 238 n., 336Concolorcorvo, 241, 244Cortázar, J. 109, 225Coseriu, E., 176 n., J90,191. 336Crece, B.. 22. 34. 35. 48, 336Crowell, Th. H., 94 n., 97. 336Crystal. D., 336Culler, J., 163 n., 289. 337Curtius, E. R., 22. 30. 182,337

Dante. 182, 267Darío, R., 182Dary, D.. 336 .Davidson, D .. 126, 337Davis, L.. 354

Page 360: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

ÍNDICE DE NOMBRES 369

De Ioe. D.. 86DeLisle. G. L.• 104. 109. 337Der Eng, l van. 363Derrida. J.• 89. 33 7Destun de: Tracy. 140Deutsch, K. W .• 75 n.• 337Dijk. '1'. A. van. 25. 72. 90 n.•

92.119 n.• 159. 177.261 n.•314.323. 337

Dik. S.• 98. 100. 338Donohue, J.. 84. 338Dubois, l. 234. 338Ducrot, O.. 137 n.• 254. 338.

362Dupréel, E.. 28 n.. 338

Eco. U.• 190 n.• 203. 279. 283.309. 338

Eikhenbaum, B.. 23. 24 n.. 39.339

Elizondo, S.. 22 5Ellis. J. M .. 28 n.• 339Ercilla, A. de. 69 n.• 220 n.• 231

Y n.• 232. 233. 234. 236.237. 238. 240, 241

Ewing. A. c.. 26<), 33<)

Faral, E.. ~ 2. 206. B<)hig!. H .. 33<)Feycrabend, P. K.. 68 n.. 6<) n..

70 n.• 339Fischer, W L.. 3 I l. 33<)Fish, S.. 3 J 1. 340Flasche. H.. 34<)Fodor, J. A.. 100. 177. 335.

347Forster, E. M.. 118. 340

Fowler, R.• 163 n.• 337. 340Francastel, P.• 138. 247. 248.

340Freernan, D. e, 332. 347Freud, S., 111Prey, G., 75 n., 340Friedman, N., 137. 138. 143,

340Fuentes. c. 154. 155. 156

Galanrer, E., 277 n., 298. 299.354

García, E. C; 104 n.• 340Garcia, R.• 138. 139García Márquez, G .• 125Garcilaso de la Vega (Inca). 102.

103. 237. 241Garvin, P .• 277 n.. 340Gcckeler, H .. 176 n.• 341Genene, G .. 18. 93. 138. 147.

148. 206. 208. 224. 341Geoghegan, W. H .. 254 n.. 341Gleason, H .. 176. 341Goodnow, J. J.. 30. 333Goié. c. 18.224.341Goldrnan, S.• 253 n.. 254. 341Góngora, L. de. 191. 192. 27 3Gottner. H .. 73 n.. 79 n.• 341Granger, G. G .. 27.315.342Greimas, A. J.. 177. 311. 342.

358Grice. H. P.. 261 n.• 342Grinder, J.. 103. 342Grygar. M .. 363Guenthner, F.• 195 n.. 342Guevaru, A. de. 57 n.. 300Guillén, c.. 84. 244. 342GÜiraldes. R.. 199. 201

Page 361: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

370 PARA UNA TEORiA DEL TEXTO LITERARIO

Gumperz, J. J.. 34 5. 360

Haas, W .. 253 n.• 342Haber. R. N.. 253 n.. 342Halle. M .. 170 n.• 171.343Halliday. M. A. K.. 94 n.. 97.

343Hamburger, K.• 150 n.. 229 n.•

231. 343Hamon, Ph.. 213. 343Hanneborg, K.. 25. 34 3Hare, R. M .. 137 n.• 343Hegel. G. W. F.. 35Heidolph, K.. 343. 356Heinrich Lieb. H .. 261 n.. 344Hempel, C. G.. 41. 344Hendricks, W. O .. 129 n.. 130.

344Hernández, J.. 239Hesse, M. B.. 75 n.. 195 n..

196. 344Hintika, J.. 22 3 n.. 344Hirsch. E. D.. 51. 344Híz. H .. 94 n.. 105. 344Hollands, N. N .. 51. 34 5Holmes, J.. 345Hopkins, J. M.• 39. 40. 44Houseldor, 341Hrushovski. B.. 73 n.. 34 5Humphrev, R.. 138. 238 n.. 345Hutten, E. H .. 75 n.. 345Hyrnes, D. H .. 160 n.. 345. 360

Ihwe, J.. 73 n.• 90 n.• 129 n..170 n.. 320. 345

Ingarden, R.• 23. 36. 37. 38.94.95.253 n.. 276. 313. 346

ltkonen, E.. 71 n.• 346

Jakobson. R.• 11. 23. 39. 40 n.•

62.85. 137 Y n.• 144. 149.162. 163. 164. 165.240 n.•292. 311. 3I 5. 323. 346

James. H .• 238[aúregui, J. de. 192[ohnson, A. L.. 110 n.• 347

Karnenszain, T.. 18Kant. I.. 24. 222Katz, J. J.. 87. 100. 177. 198.

335. 347Kayser, W .. 149. 229 n.. 347Kelvin, W. Th .. 324Kepler, 196Kermode, F.. 247 n.. 347Keyser, S. J.. 170 n.. 171. 343Kiparsky. P.. 170 n.. 347Klein, W .. 171. 172. 347Klibansky. R.. 354Kóck, W. K.. 145. 348Krarner. F.. 62. 348Kristcva. J.. 56 n.. 93. 99. 106.

111. 266. 348Kroeber, K.. 187. 348Kuhn. Th. S.. 21 n.. 69 n.. 321.­

348

Lacan, J.. 56 n.. 111. 348Lakatos, I.. 79. 321. 322. 348.

349. 353Landesrnan. Ch .. 119 n.. 334Lane, M .. BOLausberg, H . 117. 137. 349

Page 362: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

ÍNDICE DE NOMBRES 371

Lázaro Carreter, F., 39 n., 241,244, 349

Lecallior, J. 229 n., 349Lecointre, S., 229 n.• 349Leech, G., 179. 190 n., 349Lefevere, A., 73 n., 350Lenneberg, E. H., 54 n., 172,

173,202,283,293.304.350

Leonard, I. A., 57 n., 35OLevene, R., 362Lévi-Strauss, e, 27, 164, 165.

325, 346Lewontin, R. c., 195 n., 350Lezarna Lima, j., 44, 199, 201Libertella, H., 18Linsky, L.. 344Lipski, l. 94 n., 350Lonzi, L.. 105 n., 350Lope de Vega. 246López Estrada. F., 192, 350López Grigera, L., 18. 300, 350López-Morillo, l, 182, 351López Pinciano. véase Pincia-

no (El)Lord, A. B., 294. 351Lotman, J., 11,48, 54 n., 56 n.,

82 n.. 170 n., 240 n.. 247 n.,278.314,351

Lorz, j., 170, 351Lubbock, P., 118. 352Lugones, L., 152. 153. 154. 156Lund, H., 33 5. 358Luzán, I. de, 118Lyon~,J.,176. 331, 334. 3~2

Lyorard, J. r., 99, 352

MacCarreIL N. S.. 301, 333

Machado. A., 96Mack, D., 195 n., 202,352MacKay, D., 253 n., 255, 352Magnuson, K.. 170 n., 352Mallarmé, S., 39Malinowski, B., 49. 352Mármol. J., 129, 131, 209, 210,

212.213,215.224Maron, M. E., 2D n., 353Martinet, A.. 151, 353, 357Martínez Bonari, F.. véase Bonati,

f. MartínezMasterrnan, M . 2 1 n., 353Marejka. L.. 339. 346Maxwell, J. c.. 324Maxwell, G.• 339Mazzara, R. A.. 244. 353Mclntosh, A., 343Mena. Juan de. 237Mendoza, Hurtado de. 32 n.Menéndez Pida!' R., 9Meo Zilio. G.. 182. 353Mexia, P .. 194Meylakh. M.. 82 n., 353Mignolo, W., 87 n.. 110. 293.

353Milie, 1.. T.. 97. 354MilJer. G. A.. 277 n., 298. 299.

354Mitre. B., 81Molho, M.. 195 n., 354Moliner, M.. 114Montague, R.• 261 n.• 354Montaigne, M., 243Morier, H., 195 nMorris, Ch., 261 n.. 354Muir, E.. 118. 355Murphy. J. J.. 206, 355Musgrave, A.. 348. 349. 353

Page 363: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

372 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Nagel, 333Navarro Tomás, T., 170, 172.

174,175,355Nebrija, A. de, 32 n., 169Neisser, U., 277 n., 301, 355Neruda, P., 63, 98, 112, 113,

114, 166, 167, 168, 199.201, 204. 264. 265

Newton, l., 207, 218Nida, E. A., 176 n., 178, 179,

185, 191, 355Nidditch, P., 339Niiniluoto, i., 339Nowakowska, M., 119 n., 355

Ohrnan, S.. 176 n., 355Ohmann, R., 28 n.. 42, 355Olver, R., 308, 333Oneni, J. c.. 103

Paduceva. E. V., 107, 356Paivio, A.. 277 n., 30 l, 356Palek, B., 108, 356Palermo, D. S., 253 n., 277 n.,

333. 365Palmer, 331Parry, M.. 294. 295Paul, H., 105Paulkay. E., 341Pave!. Th., 129 n., 356Pécheux, M.. 142. 356Perelman. Ch., 196 n., 356Petóf], J. S., 39 n.. 90 n.. 296.

345. 348. 356. 357Pezzoni, E., 18

Piaget, J., 291, 357, 363Pinciano (El), 31, 205, 214, 267Pirandello, L., 246Pjarigorskij, A. M., 56 n., 35 1Platón, 30, 31, 69 n., 206Pomorska, K., 339, 346Popper, K. R., 69 n., 70 n., 357Postal, P. M., 103, 105 n., 342,

357Pribram, K. H., 277 n., 298,

299, 354Pride, J. B., 34 5Priestley, J., 207Prieto, L., 51, 263, 357Prince, G., 229 n., 331, 357Prior, A. N., 218 n., 222, 223

n., 357Propp, V., 117, 118, 119, 128,

131, 132. 133. 358Proust, M., 147Puig, M., 125

Rastier, F., 110 n., 177, 358Reibel, D. A., 103, 358Reichenbach. H .. 22 I. 358Reichling, A.. 100, 358Rescher, N., 121, 218 n., 219,

222.337.358,365Reyes. A., 9Rieser, H., 90n.. 345. 348, 357Rico. r., 244, 359Ritfaterre, M., 163 n.. 204.359Rojas. F. de, 57 n.Rornberg. B.. 138. 229 n., 359Ross Ashby. W., 219. 281, 315,

359Rossum-Guyon. F. van, 137.

359

Page 364: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

ÍNDICE DE NOMBRES 373

Rousseau, J. J.. 243Ruano. B.• 238. 359Rudner, R. S.. 78. 359Rulfo, l. 106. 108. 225. 290.

292Ruwer, N.• 163 n.• 164. 359

Sacks, H .. 120. 360Salcedo Coronel. García de. 192.

193Saloni, Z .. 94 n.. 360Sánchez, F.• 196. 220Sánchez Ferlosio, R.• 264Saporta, 341Sarduy, S.. 109Saussure, F. de. 21 n.• 22. 23.

29.37.71. 72. 99.110.lll.176. 177. 360

Sayward. Ch.• 261 n.. 360Schade, l. 353Schane, S. A.. 103. 358. 361Schmidr, S. J.. 73 n.• 289. 320.

321. 323. 360Schopenhauer, A.. 218Searle, l. 137 n.• 330. 347Sebeok, T.. 346. 351Serres. M.. 73 n.• 112. 116.

360Shannon, c.. 254. 361Shannon, R. S.• 294 n.• 361Shiffrin, R. M.. 253 n.. 310.

329Sigüenza y Góngora, C. de. 244Smirh, B. H .. 247 n.. 361Smith, c.. 103. 361Spene, J. T.. 329Spene, K. W .. 329Spitzer, L.. 190 n.. 313. 361

Stanzel, F.• 69 n.• 138. 149.229 n.• 302. 361

Srarobinski, l. 110. 361Srevick, Ph.. 313. 361Srolz, B. A.. 294 n.. 361Strevens, P.• 343Suárez, F.• 33Suppe, F.• 69 n.. 348. 362Suppes, P.. 251. 333. 362

Tamir, N .• 229 n.Tarski, 333Tasso, T.. 220 n.Teresa. Santa. 32. 33Todorov, T.. 24 Y n.. 25 n.• 121.

323. 339. 362Tomachevski, B. V.. 121. 362Torre Revello, J.. 244. 362Traugon, E.. 218 n.• 362Trier, J.. 177. 178. 194.363Trybulec, H .. 94 n.• 360Ts'ui Peno .217. 218. 221Tynjanov, J.. 23. 323. 346

Uhlenbeck, E. M.. 100. 358Ullmo, J.. 47. 363Ureña, P. H .• 363Urquhart, A.. 218 n.• 219. 222.

358Uspenski, B.. 11. 56 n.. 57 n..

138. 139. 140. 141. 142.247 n.. 278. 295. 298314. 351. 363

Vallejo. c.. 182. 184. 189Vanee, E.. 243. 363

Page 365: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

374 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

Vendóme, M. de, 206, 207212

Verón, E., 138, 139, 140, 364Vigotsky, L. S., 291, 364Vives. L., 57 n.Vossler, K., 22, 23. 192. 266.

328, 364

Wallace, A., 285, 364Walles, R., 160 n., 334Walsh, R., 139Warren, A., 19 n., 26,313,365Wathen-Dunn, W., 253 n., 364Weaver, C. S., 254, 361

Weimer, W. B., 2 ~ 3 n., 277 n.,333, 365

Wdlek, R., 19 n., 26, 313, 365Whetley, J., 94 n., 97. 365White, A. R., 119 n.. 365Wiener, N., 253 n., 353, 365Wienold, G., 323, 365Wilks, Y., 285, 365Woolf, V., 187, 188, 189Wright, G. H. von, 122, 365Wunderli, P., 110 n., 366

Zola, É., 263, 264Zumthor, P., 243. 245, 366

Page 366: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

íNDICE DE CONCEPTOS FUNDAMENTALES

La selección de conceptos no es aquí total. sino que se han contempladoaquellos que son de mayor peso en la argumentación. En algún sentido esteíndice complementa el «sumario» del libro. contribuyendo así a mostrar las rela­ciones que se establecen entre capítulos.

aprendizaje:de la lengua. 13de la literatura. 13. 3 18-3 19

caja negra. 71-72. 315·316caja traslúcida. 281-282.316-317.319coherencia (y recepción). 268·277competencia:

comunicativa. 160lingüística. 13. 159literaria. 13. 159métrica, 17 3-174rítmica. 173-174

conexidad (definición). 135-136conocimiento (fundación biológica del). 281·282descripción. 205 ·215

(historia). 206·208(estructura). 212-21 5

doble código:en semiótica. 48- 53en psicología cognitiva. 301

enunciación:compensación. 1 5O,I 57. 2 39

Page 367: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

376 PARA UNA TEORíA DEL TEXTO LITERARIO

conrextual, 148-1 50discursiva. 148-150. 151-157niveles. 146-148oral!escrita. 22. I 52Y punto de vista. I 38-143temporalidad. 145-146J axia/idad, 229-230. 238

estructura de la axialidad, 231-234Y meralengua, 237

J figuración, 238-245del canal de transmisión. 240Y compensación. 239oral/escrita/monologada. 238Y meralengua, 243-245de la persona. 240- 241

estudios literarios. 26-27gramática de la frase y del discurso. 90-94. 159gramática literaria. 93. 110. 159hispanismo. 10-11litaaturalpocsía:

concepto de. 28 y n.• 47-48. 59. 90clasificación. 29-35definiciones normativas. 44definiciones operativas. 57-60. 92-93definiciones reales. 41-44familia de la palabra literatura. 32-33familia de la palabra poesía. 33-34obra de arte literaria. 36-38

y estructura. 249y texto parcial. 307-308y unicidad. 79

metalengua literaria:definición. 44-45en conjunción con el texto literario. 58-59. 248-249explícita/implícita. 18-60. 63. 80. 161Y semiotización de:

anomalías semánticas. 166-169estructuras métricas. I 74-1 76estructuras léxicas. 184-185

Page 368: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

lNlJlCE DE CONCEPTOS FUNDAMENTALES 377

estructuras léxico-temáticas. 186-189analógica. 20J-20~

relato. 227·228estructuras temporales, 22 3-22 ~

niveles del relato. 228-229campos semánticos. 190-194la axialidad, 238-241la figuración. 243-244la descripción. 205. 214-215

Y emisión/recepción. 257-259. 293Y formas discursivas. 49

modelo:analógico (para la teoría). 71-77

cibernético. 71. 279. 314-319cognitivo. 72. 277-286comunicativo. 253-259. 315-316lingüístico. 11. 13. 72

de la teoría. 68-74. 77-80. 92-93. 323-325objeto (conceptual). 75-77. 315. 319-320para la teoría. 71-77. 80. 315. 323tabular. 116-117teórico. 7 5-77. 31 5. 32 5texrémico, 25Isistémico. 250-251

proceso de semiotización, 11·1 5. 67-68. 80. 89-91. 160-161definición. 60-67marcado vs. no-marcado. 63. 93.135.161. 169. 174-176.

205-206Y metalengua, 166objeto de la teoría del texto literario. 59-60. 160pronominal, 108-110coordinarivo, 97-100paragrarnático. 111-117Y equivalencias. 162-166y anomalías. 166-169y estructuras métricas. 169-1 76Y estructuras léxicas. 182. 185-189. 193·19-1Y estructura léxico-temática. 186-189Y analogía (símil y metáfora). I 9 5-205

Page 369: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

378 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

y relato. 125-133,215-229Y descripción, 212-21 5Y estructuras temporales, 218-22 5Y funciones del relato, 228-229y neologismo. 182-184y axialidad, 230-238Y figuración. 238-245Y emisión/recepción. 63-67. 259. 293

relato:mención de acciones, 119-131representación de acciones, 119-1 31modalidades de la acción, 122-127encadenamiento de acciones. 126-131encadenamiento de funciones, 132-134dependencias entre acontecimientos/funciones, 129-134conceptualización de la acción. 126. 134descripción (teórica) de la acción, 124

sistema comunicacional:teoría de la comunicación. 253-255la comunicación literaria. 17.255-257.259-261modelos de la comunicación literaria. 259-261emisor-receptor. 14. 17, 50-51, 261-267,317·319modelo conceptual de emisión/recepción. 283-286, 303-311proceso de emisión (producción). 63. 72

estructura de. 296-298plan, 293-299imagen. 299-301

proceso de recepción, 63. 72estructura de. 288-293. 310-311Y coherencia. 268-277y diferenciación, 283. 290-291e identificación. 283. 290-291contexto de. 262-267

sistema primario y sistema secundario. 89-91definición, 54-58articulación de, 105-1 09

en la pronorninalización, 105-109en la coordinación. 103-104en el paragrama, 11 7

Page 370: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

INDlCE DE CONCEPTOS ~UNDAMENTALES 379

en la mención de acciones. 119-134en el espacio enunciativo. I 36-1 50

composición:estímulos verbales. 50. 256-259. 262. 307-308estructuras verbales. 13-14. 57-59. 89-90. 106-110. 129estructuras verbo-simbólicas. n -59. 89. 109. I 12. 129modelos de estructuras verbales y verbo-simbólicas. 91-92

teoría:naturaleza de. 69 n.• 72objeto de. 11. 12forma de. 11. 12aspectos .sustantivos y metodológicos. 11-14en sentido amplio. I 5-16en sentido restringido. 16general. 16. 86particular. 12. 87regional. 72-76paradigma conceptual. 21 n.paradigma metafísico. 21 n.paradigma sociológico. 2 I n,

teoría del texto literario. 12. 45-47. 68. 160. 313- 314. 325definición. 19 n.historia. 22-26forma (estructura) de. 12. 59-60.72-77.316.319-320.325aspectos metodológicos. 11. 17. 20. 60. 68-77. 283-286aspectos sustantivos. 11. 17. 20. 59. 60-67niveles de generalización. 77-87

universos literarios. 80-82conjuntos literarios. 82-84cambios literarios. 85-86

paradigmas de. 20-21. 39-40cuerpo central. 79-80. 117objeto de (definición). 59-67. 283-286objetivos de. 13. 59-60.71. 78-79.161. 260Y ciencias humanas. 3I 5como programa de investigación. 21. 32 1-325

texto. 11. 13.48.56 n.. 159-161. 215.320definición. 58-59. 256-257Y discurso. 256-259. 270

Page 371: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

380 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

no-texto, 11, 13-14, 58·59, 160,215ami-texto, 54-55 n.texto parcial, 307-311, 320

texto literario, 159-161definición operativa, 56- 59Y recepción, 291-293y emisión, 293·302

Page 372: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

íNDICE

Prefacio. 9

Capítulo l. - El campo de los estudios literarios. 19

1.1. Introducción . 191.2. El concepto de literatura . 281.3. Definiciones reales y definiciones operativas. 411.4. El proceso de semiotización: una definición operativa del

texto (literario) . 471.5. El objeto de la teoría del texto literario . 59

1.5.1. Aspectos sustantivos . 601. 5.2. Aspectos metodológicos 68

1.6. Observaciones finales . 77

Capítulo 2. - La config,uración del sistema primario. 89

2.1. Introducción . 892.2. Conexiones discursivas . 94

2.2.1. Aspectos generales de la discursividad 942.2.2. Coordinación y conexidad . 972.2. 3. Pronombre y conexidad I032.2.4. Paragrama y conexidad. 110

2.3. Conexiones globales. 1172.3.1. Conexidad y narrarividad . 1172.3.2. Conexidad. mención y representación de ac-

clones. 1192.3.3. Conexidad conceptual . 13 12.3.4. Conexidad y procesamiento de la inforrnación . 135

2.4. Mecanismos enunciativos . l 36

Page 373: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

382 PARA UNA TEORÍA DEL TEXTO LITERARIO

2.4.1. Enunciación y punto de vista. 1382.4.2. Situación contextua] y situación discursiva de la

enunciación . 1482.4.3. Compensación y situación discursiva. 150

Capítulo 3. - La configuración del sistema secundario. 159

3.1. Introducción . 1593.2. Semiotización de estructuras frásticas y suplemento. 162

3.2.1. Introducción. 1623.2.2. Estructuras no-prosódicas . 1643.2.3. Estructuras prosódicas . 169

3.3. Semiotización de campos semánticos . 1763.3. l. Campos semánticos y estructura léxico-conceptual 176

3.3.1.1. Descomposición de lexemas (neolo-gismos) 182

3.3.1. 2. Clases semánticas . 18 53.3.1. 3. Variación y acumulación de sentidos. 1903.3.1.4. La fusión conceptual. 195

3.4. Serniotización de estructuras globales. 2053.4.1. Introducción. 205

3.4.1.1. Descripción 2063.4.1.2. Relato y «mundos posibles» 21 5

3.5. Serniorización del espacio enunciativo. 2293.5.1. Introducción. 229

3.5 1.1. Axialidad . 2293.5. 1.2. Figuración 238

3.6. Enmarque. 2453.7. Observaciones finales . 247

3.7.1. Meralengua . 2473.7.2. Modelos sistémicos. 2503.7.3. Modelos texrérnicos . 25 1

Capítulo 4. - La configuración del sistema comunicaaonal . 253

4.1. Introducción . 2534.2. Texto y discurso. 2564.3. El sistema comunicacional . 2 59

4.3. 1. Direccionalidad . 2 594.3.2. OE Y OR: perspectiva y pragmática. 261

Page 374: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

ÍNDICE 383

4.3.3. Coherencia y proceso de rece:pclOn 2684.3.4. OE Y OR: aspectos cognitivos. 2774.3. 5. Recepción: preceptos, categorías. conceptos . 2864.3.6. Plan. imagen. emisión. 293

4.4. Niveles de procesamiento de la información. 302

Capítulo 5. - Conclusiones¡ La teoría del texto literario como pro-grama de investigación 313

Referencias bibliográficas 327

lndtce de nombres . 367

India de conceptos fundamentales. 375

Page 375: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

FILOLOGtADirector: Francisco Rico

Títulos publicados:

Marcel BataillonERASMO y EL ERASMISMO

Mauricio MolhoSEMÁNTICA y POtTICA(GÓNGORA,QUEVEDO)

Walter MignoloELEMENTOS PARA UNA TEORÍADEL TEXTO LITERARIO

Carlos Blanco AguinagaJUVENTUD DEL 98

Maxime ChevalierFOLKLORE y LITERATURA:EL CUENTO ORALEN EL SIGLO DE ORO

En preparación:

Rafael LapesaLA LENGUA ESPAÑOLAEN LA tPOCA MODERNA

Leo SpitzerESTILO y ESTRUCTURAEN LA LITERATURA ESPAÑOLA

Raimundo LidaPROSAS DE QUEVEDO

Francisco Rico (ed.)HISTORIA Y CRtTICADE LA LITERATURA ESPAÑOLA

Fernando Lázaro Carreter (ed.)LENGUA ESPAÑOLAY LINGüíSTICA MODERNA

Page 376: Mignolo. Elementos para una teoría del texto literario

WALTEH D. l\IIGNOLOELEMENTOS

PA HA UNA TEO HfADEL TEXTO LlTEHA HlO

A 1. pngunta "¿ que h..~del men. aj e ~erbal una obrade arte?" h... tendido .. reo­pondu l . i1lt;mamente ...br..1.. ..,1.. bu. de 10 1 ru goaling ull tico•. Pero l. , ope<'ifj­cidad de la literatu.a entraa l. "oz deci. ivame" le en l.dinámica de la hil tori • . Eltext o le conligur. al p...,yee.t . ... u nu • • <Tuctu . .. . v....

bal• • orglUl izr.du en di, ­c ..no .obre u n.. cie rtatrama d. r u .lid. d.,. cultura..leo en . uyo ámbito le l• •otorg" una función y ...,b.eun .¡Itema .",,;111 d. norm...d. comunicació.. que 1.,.

u¡gn.. Un n.lor . La tan dr.b.tid.. " [iter .... i. d.d.. na ""

(y cambia) en una di ..lé<:ucad. p roducción y rece pción,d. f..cln.e. lingiiío!;"" . ymodelo. lociocultu ralco: elU llIo 1M! hace r n un pro",,"od•••minti zl.cibn 'lile W..he.Mignolo define lúcidamentee Hu. u .. con oignificativo.ejemplo•••p lUiol• • y l.ti·noam~ric lUlo• • p....a tend~r

puenteo ~nt.... la · t~orí a.- l a

in~~oti ga.;ón r la ~n .eñ anza

d ~ la lil.rotura.

EDITORl4..L CRÍTICA