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Javier Menndez Llamazares

El mtodo Cou

Primera edicin: mayo de 2009

Javier Menndez Llamazares, 2009 de la presente edicin: Editorial Funambulista, 2009 c/ Alberto Aguilera, 8 - 28015 Madrid

www.funambulista.net www.elmetodocoue.com www.javiermenendezllamazares.es

ISBN: 978-84-96601-67-3 Dep. Legal:

Motivo de la cubierta: Manuel Llamazares y su prometida; fotografa tomada en 1944 en el estudio Artifo, Berln (Archivo familiar del autor)

Fotografa del autor: Juan Jos Cacho, www.cachuco.com

Impresin y produccin grfica: Apel Grficas Impreso en Espaa

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperacin de la informacin ni transmitir parte alguna de esta publicacin, cualquiera que sea el medio empleado electrnico, mecnico, fotocopia, grabacin, etc. sin el permiso previo por escrito de los titulares del copyright.

ADvERtENCIA AL LECtOREl protagonista de esta novela, Manuel Llamazares, existi realmente, y vivi muchas de las aventuras que en ella se le atribuyen. No obstante, es posible que algunos de los hechos referidos no ocurrieran exactamente como aqu se narran, al tratarse de la recreacin artstica de una antigua historia familiar, cuya transmisin oral a lo largo de seis dcadas sin duda aadi muchos elementos legendarios al relato. A pesar de inspirarse en hechos verdicos es una obra de ficcin y, si bien he intentado respetar la ambientacin de la poca, muchos datos histricos han sido voluntariamente alterados. Asimismo, los dems personajes y circunstancias de la novela, aunque puedan presentar muchas semejanzas con personas y sucesos reales, son tambin recreaciones literarias.

I EL IMPERIO EN LLAMAS

La tarde en Werneuchen era tan apacible que ni siquiera pareca que Europa estuviera en guerra. tan slo unas horas antes los aviones norteamericanos haban hecho saltar por los aires cuatro manzanas enteras del centro de Berln, y en cuanto anocheciera los bombarderos de la raf arrasaran otro barrio residencial, como cada noche. Pero desde el aerdromo de la Escuela de Pilotos de Caza no se vean las llamas que asolaban la gran ciudad, y las distantes columnas de humo parecan tranquilas chimeneas de los lejanos tiempos de paz. Inexplicablemente, el aerdromo de Werneuchen haba sido respetado por los bombardeos. Importaba poco que se debiera a sus frreas defensas antiareas dispona de una docena de unidades de flak, unos lanzamisiles mviles de gran eficacia o a la estrategia aliada de dirigir sus ataques a la poblacin, en lugar de hacia objetivos militares, con la intencin de forzar la oposicin popular contra el gobierno nazi; el hecho era que aquellas pistas se encontraban en condiciones idneas, y seguan siendo utilizadas por los Junkers-52 que la Legacin Espaola de Berln utilizaba como nica conexin15

directa con la Pennsula, los mismos aviones de enlace que durante ao y medio haba pilotado Manuel Llamazares, y que ahora servan como simple valija diplomtica. En esta ocasin, la valija transportara algo ms. Jacinto Alemany aparc su Opel Kapitn junto a la enfermera de la base. An llevaba en la mano el carn diplomtico que le haba franqueado el paso, y al que se aferraba desde haca meses como un nufrago a su tabla. Con la ayuda del doctor Legner sac del coche a un joven que apenas poda mantenerse en pie. Enseguida fue instalado en una camilla, y una manta ocult su uniforme de teniente de la Luftwaffe. A diferencia de los edificios de la capital, en los pabellones de Werneuchen las ventanas an tenan cristales, aunque apenas contaban con medicamentos o material sanitario. El dbil sol de noviembre ya decaa, y el viento del Este anunciaba nieve. Pero nada de esto importaba al joven piloto, que a duras penas se mantena consciente. Usted, qu opina, Legner? Resistir el viaje? quiso saber Alemany, que haba sacado una botella de coac de su abrigo y haca gala de generosidad hispnica invitando a los soldados del puesto de socorro. Maldita sea! Cmo quiere que lo sepa? Lo nico seguro se revolva el doctor Legner, que en realidad era veterinario es que, si permanece aqu, morir sin remedio: la infeccin le va a deshacer por dentro; naturalmente, siempre que antes no le alcance una bomba. Han probado ya en La Charit ? intervino el alfrez Ganuza, encargado de tripular el Junkers hasta Espaa, que acababa de unirse al grupo. Es el hospital que corresponde a los divisionarios. te puedo dar dos malas noticias, Ganuza. La primera es que el Hospital de Sangre ya no es ms que un montn de escombros. La segunda, que ya no existen divisionarios. Los voluntarios espaoles se retiraron oficialmente en junio puntualiz innecesariamente16

Alemany, pues el mismo Ganuza haba visto cmo su propio destino cambiaba tras los acuerdos del 22 de mayo, abandonando la disciplina del ejrcito alemn para figurar como personal diplomtico. Adems, lo que Llamazares necesita es penicilina, y eso no hay modo de encontrarlo ya en Berln. Acomodar al joven convaleciente en el Junkers sera complicado; el Ju-52 era en realidad un avin de carga que, con las restricciones de combustible, result ser el ms adecuado para transportar la valija diplomtica, por su bajo consumo. Sus casi dos metros de altura eran difciles de encajar en los asientos plegables que se utilizaban para el pasaje. El alfrez seal hacia la bodega, donde se haba habilitado una especie de litera, en la que un arns permita sujetar a los enfermos que no podan viajar en los asientos; los pilotos lo llamaban el nicho. Manuel Llamazares conoca bien aquel avin; en l haba cruzado el Este de Europa cientos de veces, enlazando el Estado Mayor de Berln con la Divisin Azul y la Escuadrilla Azul. A los dos frentes llevaba rdenes, correspondencia y avituallamiento; tambin repuestos y cuanto pudiera ser necesario en primera lnea de combate. De regreso a Berln traa correo, algn herido y parte del estado de nimo de la tropa, que poco a poco iba decayendo ante el avance sovitico. Pero en esta ocasin no estara l a los mandos; incluso mantener los ojos abiertos le supona un esfuerzo inaudito. Ganuza, tendrs que desviarte de tu ruta: este paquete hay que entregarlo en el aerdromo de Len dijo Alemany, sealando a Manuel Llamazares. Haban instalado la camilla en el nicho, y le haban sujetado con el arns. Esto es muy irregular, Seor Agregado protest el alfrez; nadie me dijo nada en la Legacin. Con cunto arreglamos esto? pregunt Alemany, abriendo una gastada maleta de piel que habra de viajar con Llamazares. Dos mil marcos? tres mil?17

Alemany le arroj tres fajos de Reichsmark. Como si me da un milln, Agregado. Esas estampitas no valen ya nada repuso el alfrez, devolvindole el dinero, que Alemany volvi a guardar en la maleta. Qu poda ofrecer a aquel piloto, si era l mismo quien transportaba el caf y el licor con el que los diplomticos espaoles doblegaban las voluntades alemanas? En realidad, poco tendra que ofrecer un estraperlista de medio pelo a quien tiene la llave del contrabando. Si los rufianes no tienen argumentos, a qu puede apelar un hombre honesto?, se deca Alemany. Ganuza, muchacho, piensa que maana puedes ser t el que tenga que volver hecho un pelele. Adems, es un camarada, tu compaero; cuando t bajas del avin, l sube. Seguro que en muchas ocasiones ha tenido que ocupar tu lugar, y no creo que haya puesto ningn problema. Ya, seor, pero las rdenes Con todo respeto, me pide usted que me juegue el pescuezo. Ganuza, Llamazares tiene cuarenta de fiebre, y una infeccin que lo est pudriendo por dentro; o hacemos algo, o se nos a va fundir entre las manos. Y me vas a venir ahora con la superioridad y esas vainas? Es que no tienes sangre en las venas, que ves agonizar a un hombre y no te inmutas? En realidad, pocos, en Berln o en el frente, podan permitirse el lujo de la conmiseracin, pues la muerte era moneda de cambio desde haca ya aos, y el horror inicial haba acabado por dar paso a la indiferencia, como un mecanismo de defensa que permitiera mantener la cordura en aquella situacin desesperada. Pero la muerte en general no es lo mismo que una muerte concreta, y menos la de alguien que sabe tu nombre, y al que puedes ver los ojos. El alfrez sac del bolsillo un pauelo, para secarse un sudor inexistente, y se qued en silencio unos instantes, observando el bordado de aquel trozo de tela. MG, Miguel Ganuza. Y, al lado, una18

torre y un nogal. Sera cierto lo que acababa de or, que no tena sangre en las venas? tan slo tena veintitrs aos, pero su infancia en Navarra se le antojaba ya muy lejana. Entonces se extraaba de que su sangre no fuera azul, pues algn da heredara el ttulo de Barn de Ganuza. Haba crecido entre libros con pastas de pergamino, en un pueblo con casas de piedra y blasones en las fachadas. Enamorado de la msica, se haba mudado a Berln para convertirse en un gran intrprete de flauta. Luego llegara el alistamiento forzoso, la intercesin familiar para lograr un buen destino, los cursos de pilotaje; nada que l hubiera decidido. Desde entonces haba intentado ser un buen soldado, cumplir con su cometido y, sobre todo, no pensar en ello. A cambio, haba sido incapaz de volver a tocar su instrumento; lo colocaba bajo sus labios, pero, al soplar, pareca que le faltaba el aliento, y no consegua emitir ningn sonido. tambin su carcter haba cambiado; se mostraba seco y cortante, y hablaba lo menos posible. Miguel Ganuza volvi a pasarse el pauelo por la frente, para enjugar nuevas gotas imaginarias. Qu le importaba a l esa guerra? Qu le importaban las ordenanzas, si estaba en juego la vida de un ser humano? Finalmente, el alfrez cedi. A fin de cuentas, no sera la primera vez que llevaba pasajeros ocultos en la bodega: haca meses que, a instancias del agregado Ruiz Santaella, estaba transportando clandestinamente a sefarditas, y a judos con falso pasaporte espaol, hacia territorio seguro. Alemany entreg a Ganuza una carpeta llena de documentos; se trataba del salvoconducto del joven piloto y una carta para el comandante de la Escuela de Aviacin, adems de los visados para cruzar el territorio aliado y los bonos de combustible, pues era necesario repostar dos veces, en Gante y en Burdeos. tras la retirada de los espaoles, la guerra se haba complicado para los alemanes; ya no se trataba de ganar, sino de resistir a cualquier precio. Y el segundo fren19

te, en Occidente, haba desgarrado la Europa nazi como unas tijeras rasgan el papel: Pars haba sido liberado en agosto, dejando aislada a Espaa de la rbita alemana. El retomado estatuto de neutralidad y los acuerdos con britnicos y norteamericanos permitan an el paso, pero siempre es peligroso sobrevolar un campo de combate: apenas haca dos semanas que uno de los aviones-correo espaoles haba sido derribado sobre Francia; aquellos pilotos transportaban la prensa internacional, por lo que para ellos no era un secreto que muchos republicanos haban combatido con la resistencia, y que al tomar Pars haban escrito sobre sus tanques los nombres de batallas de la Guerra de Espaa. En las pginas de Paris-Soir haba aparecido la foto de un carro de combate con la leyenda Durruti, que los espaoles trataron de ignorar como si nadie la hubiera visto. El doctor Legner y Alemany se acercaron al nicho, donde Manuel pareca dormido. Estaba plido, l, que tena el rostro moreno incluso en lo ms crudo del invierno. El agregado le at la maleta de piel a la camilla. Luego sac un sobre del bolsillo de la chaqueta, cogi varias condecoraciones y se las prendi en la guerrera. Manuel, puedes orme? pregunt el doctor, mientras le colgaba al cuello una bolsita en la que haba escrito: Medizin; atiende, es importante: slo tienes nueve dosis de penicilina, y debes ingerir una pastilla cada ocho horas. En cuanto tomes tierra comuncaselo al cuerpo mdico. El joven convaleciente trat de incorporarse, pero el arns de seguridad se lo impidi. Con un hilo de voz, se dirigi al veterinario: Legner, no se preocupe tanto por esos virus. Qu dao pueden hacerme unos bichos tan pequeos, si ni siquiera pueden verse? El doctor anot en una cuartilla la dosis requerida, en alemn y en francs, y con cinta de embalar la fij en la guerrera del joven. Inmediatamente, Alemany le pidi la pluma, y escribi encima la traduccin al castellano.20

Adnde piensa que va, Legner? En la nueva Espaa no se habla ms lengua que la del Imperio ironiz el agregado, devolviendo la pluma al doctor, que sufra visiblemente al ver aquella pieza maestra en manos ajenas. Hermosa pluma; de factura inglesa, supongo. Seor Alemany, en el Reich hace tiempo que nadie tiene pluma; tales vicios slo los toleran los pueblos decadentes, que piensan que con sus estilogrficas Montblanc o Parker pueden acallar nuestros museres y nuestros caones. Brindemos por ello, camaradas! propuso el agregado, sacando del fondo del abrigo una nueva botella de coac. Por la libertad de expresin? intervino, sorprendido, el alfrez Ganuza. No, joven; siempre hay que brindar por las cosas que nos hacen felices. Brindemos por los maestros: por Falla, por Benavente, por Romero de torres y por Belmonte; brindemos por las mujeres que nos esperan, en alguna parte. Yo, con su permiso, voy a brindar por Rosita Serrano, por las plumas que vesta cuando cantaba La Paloma. Y, sobre todo, por las que no vestan las coristas sentenci el doctor, dando buena cuenta de su racin de coac; cada vez que recordaba los tiempos de paz pensaba en aquella hermosa muchacha chilena, y en las bailarinas que la acompaaban sobre el escenario. Seores, es muy grata su compaa, pero quiz a este joven le estn esperando en casa cort el alfrez. La partida era inminente. El doctor Legner se despidi de Manuel Llamazares, que se limitaba a asentir con la cabeza ante sus recomendaciones. Luego Jacinto Alemany, pese a no ser un hombre propenso a la efusividad, le dio un emotivo abrazo. No quera ni mirarlo, y se retiraba ya deseando buena suerte, cuando not que el joven le haba agarrado el brazo.21

Estacin de Anhalter, taquilla 353 murmur Llamazares al odo del agregado, mientras le entregaba una pequea llave. No lo olvides! tres, cinco, tres! Alemany se guard la llave en un bolsillo y sali del avin sin mirar atrs, con el gesto desencajado. Deba de estar empezando a lloviznar, porque unas gotas de agua corran por sus mejillas. Junto a l caminaba el doctor Legner, con las manos en los bolsillos. Se dirigan a la comandancia, cuando el ruido del Junkers cruzando la pista hasta despegarse de la tierra les hizo quedarse unos segundos ensimismados. Espero que el bloqueo aliado contra Espaa no afecte a los medicamentos dijo Legner, como formulando un deseo. Ya no hay bloqueo, estamos en su bando. Y, de todos modos, con bloqueo o sin bloqueo, en Espaa se puede comprar todo: slo es cuestin de dinero. Si se puede comprar la voluntad de un ministro, cmo no se va a poder conseguir un poco de penicilina?

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II vIEJOS CONOCIDOS

todos los vuelos de pasaJeros entre Alemania y Espaa se haban suspendido en septiembre de 1944. Los aliados controlaban ya completamente el cielo sobre Francia. nicamente se mantenan los vuelos militares nocturnos, que se amparaban en un pretendido carcter diplomtico para cruzar Europa de un modo casi clandestino. Habitualmente, el vuelo duraba unas doce horas, pues era necesario hacer, al menos, dos escalas, en las que repostar combustible y reajustar la mecnica. Desde octubre, el avance aliado haba multiplicado la burocracia, y el papeleo consuma casi tanto tiempo como el propio vuelo: pese a pertenecer a un pas neutral, era necesario acreditar a los tripulantes, declarar los puntos de origen y destino, entregar el inventario de la carga y conseguir que en cada control sellaran los visados. Problema aparte era el de la seguridad. El trayecto no estaba exento de riesgos: en dos meses haban sido abatidos tres aparatos. Aquella noche en la que parti Manuel Llamazares salieron de Berln tres aviones de carga. tan slo uno llegara a su destino. Cuando Jacinto Alemany entr en la embajada, el agregado de aviacin le estaba esperando.23

tengo entendido que ha ordenado la evacuacin de mi cabo le interpel el comandante Larrea, con mucha firmeza. Su cabo? pregunt Alemany con indiferencia, mientras encenda un cigarrillo. El cabo Llamazares, mi asistente precis Larrea, que se ajustaba la guerrera, como pretendiendo resaltar su porte aristocrtico. El teniente Llamazares precisa atencin mdica urgente, y en las actuales circunstancias no resulta aconsejable que permanezca en Berln. Con todos los respetos, Alemany: como agregado areo, me corresponda a m tomar esa decisin. A fin de cuentas, yo soy el responsable de los hombres bajo mi mando. Djese de chchara, comandante. Si un espaol agoniza en tierra extraa, es asunto de todos auxiliarle, y no perderse en el laberinto del protocolo. Auxiliarle? Se refiere usted con eso a dejarlo en manos de un veterinario amante del coac? Puedo asegurarle que no hay grandes diferencias anatmicas entre los simios y algunos humanos cort Alemany, clavando su mirada en la del militar; incluso hay hombres mucho ms idiotas que un gorila, y ms rastreros que una vbora. Insisto: exijo conocer el paradero de mi asistente bram Larrea, que pretenda hacer valer su corpulencia y su altura, tratando de intimidar a su oponente. El propio embajador ha firmado la orden de repatriacin afirm Alemany, blandiendo una carpeta. Dentro slo haba una hoja en blanco, aunque no fue necesario mostrarla, pues el comandante no lleg a dudar de su sinceridad; de todos modos, si tiene alguna queja, puede formular una protesta por el conducto oficial. No, no; lo nico que pido es que se me informe de lo concerniente a mi tarea. No es de recibo licenciar a mi asistente sin permiso de la superioridad.24

Larrea, despierte: el teniente Llamazares no es su asistente. Agregado, me temo que est usted en un error sentenci el comandante, sonriendo malvolamente: para el Ejrcito Espaol, Llamazares es cabo. Quiz para los alemanes tenga otra graduacin, pero este suelo que pisamos usted y yo es espaol. Y su amigo Llamazares es cabo. Un puto cabo. Larrea se despidi con un portazo. Alemany no se inquiet demasiado; de sobra conoca ya el punto de vista de los militares sobre aquel asunto. Precisamente por eso no poda dejar a Manuel abandonado a su suerte en la Base Area de Len. Al teniente Llamazares ya no le quedaba all ningn aliado; sin embargo, contaba con un enemigo de peso, como mnimo: el brigada valenzuela. Desde que Manuel consiguiera aquel espectacular ascenso, tras la hazaa del rescate en el aerdromo de Klin, el enfrentamiento entre ambos haba sido tan enconado que de sus diferencias llegaron a hacerse chascarrillos y hasta romances en los campamentos de la Escuadrilla. Lamentablemente, se haban formado dos bandos: de una parte, la tropa, que apoyaba a Manuel. Por otro lado, la oficialidad, que prefera al brigada. Finalmente, la cuerda se rompi por el extremo ms dbil, no sin que antes Manuel hubiera de verse relegado y humillado, maltratado por una jerarqua que vea tambalearse sus privilegios ante la pujanza de jvenes sin apellido y sin referencias, pero decididos a coger el mundo con sus propias manos. Dado que Manuel Llamazares iba a ser tratado en Espaa como un simple cabo, tena pocas probabilidades de recibir la atencin necesaria; en el glorioso ejrcito espaol, esos lujos estaban reservados para la lite dirigente. En ms de una ocasin, en las interminables recepciones de la embajada, haba escuchado a los oficiales y jefes bromear, afirmando que los seres humanos comienzan de teniente para arriba. No era extrao verles discutir, acalorados, con sus uniformes de gala, presumiendo de pedigr, de los ttulos que haban comprado sus bisabuelos cuando la Hacienda de Isabel II cay en25

bancarrota; lucan su exquisita educacin britnica, presuman de su perfecto francs y organizaban maquiavlicas conjuras monrquicas; nada de ello ocultaba el hecho de que combatan defendiendo una bandera ajena. Por Manuel, nadie iba a mover un dedo; si las medicinas escaseaban, no iban a reservarlas para el dscolo cabo. Y si, en el mejor de los casos, le ingresaban en un hospital, igualmente habra que comprar las medicinas en el mercado negro. Adems, en Len estaba el brigada valenzuela, cuya enemistad con Manuel Llamazares era manifiesta, en especial desde que ste le salvara la vida, algo que el suboficial no le podra perdonar jams. La mejor solucin para l era reponerse en la casa de su padre. Alemany se lamentaba ahora de no haber acompaado a su amigo en aquel vuelo, pero l no tena excusa alguna para ausentarse de Berln. Descartados los militares, tuvo la idea de recurrir a los falangistas. No es que el Movimiento fuera a tener una especial consideracin con aquel muchacho que, aos atrs, se haba jugado la piel en el frente ruso. Aquellos hroes no eran, precisamente, un valor en alza. El pas estaba inmerso en un radical giro de opinin, dando la espalda al bloque alemn, y reconvirtindose al credo aliado, que se daba ya por inevitable vencedor de la guerra. Los voluntarios de la Divisin y de la Escuadrilla Azul ya no eran ms que un mal recuerdo, un lastre que deban soltar antes de sentarse a la mesa de negociacin en la que tendra lugar el reparto de Europa. Pero an quedaban entre los altos cargos de la Falange algunos idealistas, e incluso algunos antiguos divisionarios, que no escatimaran medios para homenajear a un nuevo hroe de la Campaa de Rusia. Manuel no necesitaba homenajes, sino cierta notoriedad que le garantizase la inmunidad frente a los militares. Si se le organizaba un recibimiento, y el traslado hasta la casa paterna, no se atreveran con l. Y es que, dado el estado de total postracin del joven, ninguna precaucin resultaba superflua. Haba que intentarlo.26

Gobierno de Len, Arriba Espaa! contest, con tono solemne, una voz al otro lado del telfono. Le hablo de la Legacin Espaola en Berln; es preciso que hable inmediatamente con el gobernador ataj Alemany, que miraba su reloj: eran ms de las siete, del domingo 19 de noviembre de 1944. El Seor Gobernador no est disponible. Quin le llama? Es preciso que me comunique con l; cmo puedo localizarle? De nueve a dos, firme en su puesto, como es procedente en la nueva Espaa. Y ahora identifquese. Alemany al aparato. ver usted, es muy importante que el gobernador sepa que maana llegar un avin con Identifquese o tendr que cortar la comunicacin. Soy el agregado de prensa en Berln. Por favor, es un caso urgente, est en juego la vida de un hombre. Pero es que no hablo en cristiano? Identifquese! Alemany, Jacinto. Agregado de la Embajada de Espaa en Berln. Cdula personal B-1589634. Y ahora, me va a atender de una vez? Oiga, un respeto usted no sabe con quin est hablando. Quin es usted? Recaredo Garabaya, caballero mutilado, cruz del Mrito Individual. Camisa vieja, de febrero del treinta y seis, eh? Y ordenanza del Excelentsimo Gobierno Civil de Len, para servir a Dios y a usted. Recaredo, escuche S? vyase a la mierda, hombre. Alemany trat de quitarse el mal sabor de boca con un trago de jerez. No pudo evitar recordar las depuraciones de 1939 entre los empleados del estado. Debido a su simpata por la Repblica, o incluso a su tibieza hacia el nuevo rgimen, decenas de miles de27

funcionarios fueron separados de la administracin, quedando en su mayora condenados a trabajos precarios y mal pagados. Y eso en el caso de que pudieran conseguir empleo. Esto produjo muchas vacantes, que fueron rellenadas por un aluvin de afectos al bando nacional; ocho de cada diez plazas se reservaron para las vctimas de la guerra: los mutilados, los cautivos aquellos que haban sufrido prisin en la zona republicana y los ex-combatientes. Los mritos habituales de diligencia y capacidad de trabajo slo contaban, pues, para un reducido nmero de empleados pblicos que accedan a su puesto por el anticuado sistema de la oposicin. Estos hubieron de cargar sobre sus espaldas no slo con el peso de la administracin, sino tambin con la incompetencia de sus compaeros. Como aquel conserje, de tantos humos, que acababa de frustrar las intenciones de Alemany. Alemany encendi otro cigarrillo. No consegua acostumbrarse al tabaco americano que le enviaban por la valija; tantos meses de bloqueo, de fumar pitillos de consejero, que no eran ms que picadura liada, haban acabado por torcerle el gusto. Cuando aspiraba aquel tabaco rubio, apenas le saba a nada, por ms que les arrancara las boquillas. Claro que los cigarrillos alemanes eran mucho peores; aunque hasta 1943 haba fumado Ramses, o Zinken, el racionamiento los haba convertido en miserables pitillos de apenas dos centmetros, al final de un largo filtro de cartn. En aquellos das, los cigarrillos americanos, con la boquilla anaranjada, eran un autntico tesoro, lejos del alcance de la mayora de los alemanes. El agregado apag su Duke s filter : tena asuntos ms importantes que atender. Si se trataba de hacer ruido, el mejor camino sera la prensa. Por ms amordazada que estuviera y Alemany era muy consciente de ello; no en vano haba colaborado en la redaccin de la Ley de Prensa, e incluso se haba visto forzado a ejercer como censor, segua siendo el altavoz ms eficaz para hacer circular cualquier tipo de informacin. Era tambin un buen conocedor de la red de radio28

difusin espaola, pues haba elaborado varios informes para que Antonio tovar diseara su Radio Nacional. Alemany pidi a la telefonista que le comunicara con la emisora de Len, en Espaa. EAJ 63, Radio Len. Buenas tardes, en qu puedo ayudarle? contest una voz de mujer. El cambio de talante resultaba, cuando menos, alentador. La perfecta diccin y la entonacin le hizo pensar que se trataba de una locutora; no era extrao que la postracin en la que el pas estaba sumido afectase tambin a las empresas privadas, en las que los empleados deban encargarse de todo tipo de tareas subalternas. Deseara hablar con la direccin o el responsable de informativos. Soy Jacinto Alemany, de la Jefatura de Falange en Berln. En realidad, tan slo ocupaba la agregadura de prensa de la embajada, y su pertenencia a Falange era ms bien testimonial, por no decir obligada. Sin embargo, la reciente muerte de Ignacio Oyarzbal acababa de dejar vacante la plaza del Jefe de la Falange berlinesa, que significaba una especie de jerarqua paralela a la oficial, y en la que l estaba de algn modo encuadrado, de modo que, en realidad, no se trataba de una mentira, sino de una leve exageracin de la realidad. Al habla Antonio Getino, subdirector de Radio Len inform al cabo de un momento una voz atildada. Pero haba llegado el momento de dejar de lado la cortesa: Aqu la Jefatura Nacional de Falange; le habla Jacinto Alemany. Le transmito tambin rdenes expresas del embajador vidal. Maana, alrededor de las 12 horas, llegar al aerdromo de Len el teniente Llamazares. Se trata de un hroe de la Escuadrilla Azul, pero se encuentra gravemente enfermo. Es preciso que se d a la noticia la mxima difusin, y se resalte el valor del joven piloto. Se trata de un divisionario? Porque hemos recibido indicaciones contrarias respecto a los soldados de la Divisin Azul que se han pasado al ejrcito alemn.29

No, no. Ya le he dicho que era miembro de la Escuadrilla Azul. Y cul es la diferencia? Se trataba de cuerpos diferentes, incluso combatieron en frentes diferentes. La Escuadrilla era una unidad area integrada en la Luftwaffe, sin ninguna relacin con la Divisin Azul. Aun as, los espaoles combatientes bajo bandera alemana fueron declarados fuera de la ley en junio. El teniente no combata, desde el repliegue espaol ha servido en la legacin, sin relacin con el ejrcito alemn. Pero ahora precisa atencin mdica urgente, por lo que ser repatriado. Y, a fin de cuentas, estamos hablando de un hroe condecorado; es que le van a negar un recibimiento como se merece? Como usted diga; pero, no vamos a recibir una consigna? se extra Getino, pues era costumbre que las instrucciones llegaran a los medios de comunicacin en forma de consignas, unas circulares en las que la autoridad detallaba la informacin que deba difundirse, de qu modo e incluso la valoracin y el estado de nimo que deba transmitir la noticia. Mire, joven, si le envo la consigna desde Berln va a llegar mucho ms tarde que el piloto. Pero si tiene dudas, puedo hacer que le telefonee el gobernador civil, o el propio ministro, como prefiera. No ser necesario recul Getino, al que la mencin de la autoridad pareca escocer; enseguida informar a mi superiores de las novedades. Para localizarle, seor Alemn? Legacin Espaola en Berln, el nmero de telfono es el 4008. Pregunte por Jacinto Alemany; a-le-ma, con ee. Entendido? A sus rdenes, seor. Mientras Manuel Llamazares deliraba atado a la litera de un avin, en la redaccin de Radio Len eaJ-63, a tres mil kilmetros del aerdromo de Werneuchen, ton Getino esperaba a que la secretaria le ordenase pasar, y se entretena atusndose el mostacho30

ayudado por el reflejo de la ventana. Luca un bigotillo a la moda, recortado por arriba, hasta convertirse apenas en una lnea que enmarcaba los labios. Entr en el despacho del director con paso firme, casi marcial. Seor director, hemos recibido una llamada del Delegado Nacional de Falange en Alemania. No estoy para nadie, ton, y menos para perder el tiempo con nimiedades le cort el director. Era la vspera del aniversario de la muerte de Jos Antonio Primo de Rivera, que se haba convertido en una efemride oficial, de celebracin obligatoria. Incluso le haban dado un nombre ms que elocuente: el Da del Dolor, en el que tambin se recordaba a los camaradas cados. La actividad en la redaccin era frentica; por favor, abrevia. Al parecer est de camino un hroe de la campaa de Rusia, y nos peda que diramos a la noticia la mxima difusin inform Getino, con tono diligente. A Crmenes le costaba mucho disimular su antipata por aquel jovenzuelo, tan escaso de talento como de luces, que le haban impuesto desde la Delegacin Provincial. Se rumoreaba que era hijo de alguien importante, y la mejor prueba de ello haba sido su inscripcin en el Registro de Periodistas sin necesidad de examen alguno. Crmenes se frot los ojos durante unos instantes, tomndose su tiempo para valorar aquella informacin. Es que nadie lee las consignas del Ministerio? Espaa no est en guerra! O sea, que no hay hroes ni de Rusia ni de Sebastopol grit el director, mientras exhiba unos folios con el membrete de Instruccin Pblica; lo dice bien claro: Se evitar todo tipo de informacin que pudiera interpretarse como propaganda del bando germano. todo esto es muy extrao; quin has dicho que era el tipo ese que telefone? Bueno, dijo llamarse Alemn, seor director respondi Getino.31

Alemani? pregunt Crmenes con la frente perlada de sudor. Jacinto Alemn, o Alemae, algo raro. Con ee, creo. Un escalofro recorri la columna vertebral de Crmenes. Llevaba aos evitando recordar aquella noche en el cuartel de valladolid; el interrogador vesta el uniforme negro de Falange, y encima el correaje y una insignia con el yugo y las flechas en el pecho. Le hizo varias preguntas acerca de los disturbios del 19 de julio en Len; al parecer, aprovechando el revuelo formado con la llegada de las columnas mineras, un grupo de sindicalistas haba secuestrado al dueo de la Imprenta Muiz, donde Crmenes trabajaba como cajista. El joven explic que haba acudido a valladolid a recoger una partida de papel, y que cuando quiso embarcar las resmas en un camin se encontr con que el ejrcito haba requisado todos los vehculos de la ciudad. todava tena el albarn del proveedor; lo sac de un bolsillo y se lo entreg al agente. Enseguida se arrepinti: record que, junto a la factura, sujeto con una goma, haba escondido el carn de la Confederacin. El falangista escrut los papeles durante unos interminables minutos. Luego mir fugazmente al sospechoso que, pese al lamentable aspecto que presentaba, apenas tendra dieciocho aos, y orden traer vino y un emparedado. Est usted en edad militar, Crmenes. Presntese con esta cdula en la comandancia de Falange. Necesitan un tipgrafo para imprimir el boletn del partido. Crmenes respir aliviado, por primera vez en tres das. Luego revis los papeles que le entreg el interrogador; un volante con la firma J. Alemany y los documentos de la imprenta, pero ni rastro del carn. El falangista, a modo de despedida, se permiti darle un consejo: Es mejor que no vuelva a Len en una temporada: al parecer los rojos antes de huir hicieron una escabechina. Entre otras cosas, quemaron los archivos sindicales.32

todo esto record vctor Crmenes, mientras el meritorio Getino se entretena jugando con su pitillera de oro, ordenando una y otra vez los cigarrillos Lucky que acababa de recibir de contrabando. De pronto, cambi su gesto; se puso en pie de un salto y con paso decidido se encamin hacia el cuarto sin ventanas que utilizaban de archivo. No fue preciso revolver demasiado; el director tena buena memoria, especialmente para las circulares del Ministerio. Enseguida encontr la consigna, que a pesar de prohibir los boletines informativos, permita las noticias locales. Y el regreso de un hroe leons era, a todas luces, una noticia local. Unos minutos ms tarde sonaba el telfono de Jacinto Alemany en la Legacin Espaola de Berln. Era Crmenes, el director de Radio Len. Quera todos los detalles acerca del hroe que estaba a punto de llegar a la ciudad. Seor director, un ltimo favor expuso Alemany, que no haba reconocido a su interlocutor: sera posible que por su conducto se informase al Gobierno Civil? Las secretarias de la legacin llevan todo el da tratando de localizar al gobernador, pero no hay forma de dar con l. Djelo todo en mis manos, seor Alemani; precisamente dentro de unos minutos voy a reunirme con l se despidi Crmenes, aliviado por no haber sido reconocido. Espaa es un cuartel, se dijo Alemany para sus adentros. Luego record a un viejo amigo con el que comparta, entre otras cosas, nombre de pila, un bilbano risueo y fondn, que escriba cuentos de humor, y dijo en voz alta: Qu pas, Miquelarena!

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III UN RECIBIMIENtO DIGNO DE UN HROE

vctor Crmenes encontr al gobernador, Carlos Arias, en el Hotel Oliden. Aquella tarde se haba celebrado una corrida de toros, en beneficio de los hurfanos de guerra, que tambin haba servido de reclamo para atraer a la mayor cantidad posible de gente a la manifestacin del da siguiente, 20 de noviembre. Como presidente del festejo haba actuado su antecesor en el cargo, Carlos Pinilla, que ahora ocupaba en Madrid un alto cargo, la Direccin General de Administraciones Pblicas. En el reservado que esa noche ocupaban el gobernador y sus invitados se decida buena parte del futuro de la provincia. Periodista, llegas justo a tiempo: te hemos reservado el manjar ms exquisito salud el gobernador. Mozo! Un plato de criadillas para el seor. Acabo de cenar, muchas gracias se disculp Crmenes, que en realidad llevaba en ayunas desde el almuerzo, pero al que la sola mencin de aquel guiso era capaz de volverle de color azul; pero de buen grado les aceptara un caf. Caf! grit entonces el gobernador.35

Caf! exclam a su vez Pinilla. Ambos profirieron sonoras carcajadas, a las que se fueron uniendo, con fingido entusiasmo, las del resto de invitados. Rea en falsete el alcalde Amilivia, con el pelo lleno de fijador, que estaba all para negociar la construccin de una nueva plaza de toros. Rea risueo el presidente de la Cultural, el equipo de ftbol de la ciudad, al que Pinilla donara un milln de pesetas para el nuevo estadio, y que ahora peda una nueva subvencin para rematar las obras. Rea con estruendo el cronista oficial de la ciudad, Benito Cascallana, ms conocido como Mocasines, que guardaba en la cartera el manuscrito de un libro de versos y que aspiraba a un puesto de asistente en Madrid, quizs a las rdenes de Pinilla. Rea con ganas el industrial Arsenio Cantalapiedra, que acababa de firmar un convenio en exclusiva con varios de los presentes para aprovisionarles de carbn de sus minas del Bierzo, aunque an no las haba comprado. Pero sobre todo rea el teniente coronel Fierro, que no poda disimular su satisfaccin al ver tan felices a los ciudadanos de la nueva Espaa. Pinilla y Arias miraban con desdn a aquel coro de aduladores; slo ellos vean la gracia a aquel pueril caf, adoptado como santo y sea en tiempos de la Repblica, cuando en las refriegas callejeras lo utilizaban los pistoleros para identificarse entre ellos. Con ese cafe gritaban, en realidad, Camaradas, Arriba Falange Espaola. vctor Crmenes no se encontraba demasiado cmodo en aquella compaa, y daba vueltas y ms vueltas a su caf, hastiado ante el espectculo de servilismo de las fuerzas vivas. Ech en falta al obispo bendiciendo con su hisopo los alimentos que iban a comer, pero en aquellos tiempos de nacional-catolicismo Iglesia y Falange an pugnaban por acaparar ms parcelas de poder, sin apenas darse cuenta de que era el Ejrcito, y en especial su cabeza, quien detentaba el mando absoluto. Y qu le trae por aqu, periodista? Porque esta tarde no le he visto en la plaza se interes finalmente el gobernador.36

Una noticia de Berln Y con galones de teniente de la Luftwaffe. Maana llegar al aeropuerto de la virgen del Camino un hroe de la Campaa de Rusia, y tengo rdenes de arriba de organizarle un buen recibimiento. Dios mo, otro irreductible? van a acabar con nosotros! se quej amargamente Arias, y se volvi hacia Pinilla, ignorando al periodista. Nunca faltan recalcitrantes para recordar los errores del pasado. Cada vez que el Pravda publica que un espaol se ha alistado en las SS, los americanos nos suspenden los bonos de combustibles, y nos pasamos un mes sin gasolina ni para mecheros. Al parecer ya no era combatiente, sino un antiguo piloto agregado a la embajada, un tal Llamazares precis Crmenes, que no se daba por vencido. Llamazares? salt, como activado por un resorte, el antiguo gobernador Pinilla, que llevaba un rato apretando los dientes, mientras se guardaba su opinin sobre los errores del pasado; Manuel Llamazares? No puedo creerlo! De qu hablas, Carlos? Es que le conoces? quiso saber Arias. Por supuesto, y t tambin! Su fotografa apareci en todos los peridicos del mundo aclar. Pinilla haba servido como voluntario en la Divisin Azul, abandonando su cargo de gobernador civil para combatir como soldado raso sobre la nieve de Rusia; haba visto morir a tantos camaradas que toleraba muy mal cualquier comentario poco afortunado sobre el tema. Sera noviembre, o tal vez octubre del 41. Los divisionarios acabbamos de entrar en combate; llegaron las primeras bajas, las primeras victorias, y los alemanes decidieron publicar un reportaje sobre los voluntarios extranjeros en el frente. Y para la portada eligieron a aquel chico y lo vistieron de piloto. No lo recuerdas? Si pareca una estrella de cine! Decan que era la cara de la Divisin Azul, aunque los guripas le llambamos el cara de la Divisin Azul, porque nadie le haba visto37

en las trincheras; pensbamos que estaba de permiso permanente, dejndose hacer fotos en los estudios de Berln. Entonces, qu era? Un actor? Un maniqu? Qu va, qu va: un voluntario, como el resto. Lo que ocurra es que los aviadores combatan en otro frente, pero a la tropa no nos informaban de nada. Ms tarde nos enteramos de que el cara era un soldado de la Escuadrilla Azul, al parecer un escribiente o un furrier, que en la Batalla de Klin salv a todo el escaln de tierra de una ofensiva sovitica. Fue el ascenso ms meterico del que tenga noticia: de soldado raso a teniente. No tiene pecho bastante para las medallas que ha ganado. A vctor Crmenes le quitaron inmediatamente el asunto de las manos: Pinilla hizo llamar a su asistente, y anunci que quedaba a su cargo todo lo relativo al recibimiento del hroe. El periodista se sinti aliviado. La maana del 20 de noviembre fue muy ajetreada para Carlos Pinilla; reunido con el gobernador y sus asistentes, tambin fueron llamados vctor Crmenes y ton Getino; la misin era adecuar convenientemente el calendario del da, pues la bienvenida al joven piloto sera el acto principal. La primera medida fue organizar un comit de recepcin para el hroe de Klin. Entre los actos del Da del Dolor habra que incluir la bienvenida al piloto. Estuvo de acuerdo con Arias en impedir que los militares capitalizaran el homenaje; a fin de cuentas, la aventura divisionaria nunca deba de haberse dejado escapar de las manos falangistas, pues en tal caso otro gallo le hubiese cantado a Stalin. Acordaron que Llamazares sera recogido inmediatamente por un reducido grupo de autoridades en el propio aeropuerto, y trasladado a la ciudad. Los actos se desarrollaran en la sede del Gobierno Civil: se concentrara a las bases en la plaza de Calvo Sotelo, y los discursos se dirigiran desde el balcn del gobernador. Para recibir al piloto en el aeropuerto se escogi al presidente de la Diputacin Provincial, ya que la institucin contaba con un es38

plndido Mercedes-Benz descapotable, idneo para cruzar el centro de la ciudad. El presidente de la Diputacin, Manuel Marqus, no opuso el menor impedimento; aunque la cercana del invierno no pareca aconsejar un paseo en coche descubierto, le pareci mucho ms sensato acatar la disciplina de rigor. A lo largo del recorrido se situara a los flechas y arqueros de la Organizacin Juvenil, que desde las aceras lanzaran vtores al paso del convoy. Si fuera necesario, se situara tambin a las chicas de la Seccin Femenina y a los muchachos del seu, o incluso se movilizara a los alumnos de los colegios vecinos, siguiendo la rutina habitual para las visitas oficiales. Luego, todos acudiran a la plaza de Calvo Sotelo, donde se uniran a los falangistas, los miembros del Sindicato vertical, los soldados del cuartel de Almansa, los voluntarios de Accin Catlica y el resto de simpatizantes a los que se invitara a congregarse en la zona, con la presencia de las fuerzas vivas de la ciudad. Buscando un mayor dramatismo a la escenificacin del retorno del guerrero, uno de los asistentes propuso localizar a la madre del piloto. Con todos los respetos, seores, pero qu pinta una madre en todo esto? plante ton Getino. De dnde has sacado a este botarate, Carlos? se extra Pinilla. vamos a ver, mozalbete: acaso hay algo ms sagrado que una madre? Pero si ante el propio Jesucristo slo intercede su Madre, a quin va a aorar un hroe si no es a su madre? O es que nunca has visto el brazo de un legionario? Pues ah est la respuesta: amor de madre. Dios mo, pero es que ganamos una cruzada para esto? Nadie se atrevi a replicar, ante muestra tan aplastante de lgica nacional-catolicista. Crmenes se dijo para sus adentros que hubiera sido mucho ms elegante recordar a Coriolano, aquel general romano que se pas al enemigo, y que al frente de sus huestes fuera detenido por su propia madre, a las mismas puertas de la Repblica. Pero el periodista se guard muy bien de expresar su opinin en voz alta:39

por comentarios mucho ms inocentes haba ms de un reportero picando piedra en el valle de los Cados. A ltima hora se decidi localizar a la madre del piloto. No era una tarea difcil, ya que los servicios de seguridad tenan un ingente fichero en el que estaban registrados todos los ciudadanos. Pronto descubrieron que el hroe de Klin era hurfano de madre. Eduviges Robles, maestra nacional de instruccin pblica. Fallecida en 1929 a resultas del mal de moda recit un ujier, portador de la mala noticia. En los archivos constaban como nicos familiares vivos su padre y su hermano. El padre, Pantalen Llamazares, era alguacil de un pequeo ayuntamiento. Su hermano Graciano serva como guardia civil en Cacabelos, en El Bierzo. Se resolvi avisar a ambos aunque, para mayor seguridad, se radiara la noticia por la eaJ-63 cada media hora. todo quedaba, pues, dispuesto.

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