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1 LOS MEDIDORES DE LA LLUVIA EN LA HISTORIA Ignacio de Estal Aparicio Introducción Unos 10.000 años a. de C. el clima había cambiado, la ultima glaciación se había producido, cesaron las bruscas e intermitentes temperaturas gélidas, convirtiendo al hombre en sedentario, cambiando la azarosa vida de cazador errante y desarraigado por otra, en que la continuada contemplación del entorno le llenará de confianza y conocimientos. Desde los primeros momentos, el hombre ha utilizado en su provecho todo lo que estaba a su alcance: palos, piedras, huesos, pieles.... y por supuesto el agua, la supo apreciar como a su vida, porque era su vida. La guardó, la llevo consigo, sabía de los recipientes naturales, manejaba a la perfección el más grande o el más adecuado. Lejos de fuentes y arroyos fue capaz de recoger el agua de lluvia o aprovechar la que quedaba en las hondonadas de las piedras e incluso conservarla contra animales y evaporación. Eran los primeros medidores de la lluvia. Cuando encontró un lugar que podía satisfacer su medio de vida, permaneció en él, la contemplación diaria del paisaje, la silueta de las montañas recortadas sobre los bellos contrastes del horizonte, los aromas repetitivos de cada estación, produjeron un lento cambio en su interior. La sensación de incertidumbre fue sustituida por otra de seguridad que permitió que los sentimientos se metieran en su alma y,... se construyeron poblados. Le gustaba el entorno familiar, era amigable, y descubrió que la vida podía ser mucho menos difícil, descubrió los cereales, las plantas comestibles,... aprendió a cultivarlas, mejorarlas, domesticar animales y a cuidar de su entorno, puesto que de él dependía su supervivencia. Día tras día encendiendo fuego, apilando diversas piedras y barro, descubrió la cerámica en su forma más primitiva; también la artesanía del calzado, el curtido de pieles, la rueda,… Seguramente que los vasos campaniformes fueron empleados para recoger el agua de la lluvia y sin saberlo, sabían que los volúmenes obtenidos dependían de la lluvia caída, a más lluvia más volumen, la práctica de acumulación de agua se ponía más de manifiesto en las épocas de sequía, había que mitigar su sed y la de sus animales, dar de beber a ovejas, perros, caballos, bueyes,... Pero esto no sucedió en todos los lugares al mismo tiempo, mientras que unos pueblos, entre ellos Europa, se encontraba en la Edad de Piedra, otros como Mesopotamia y Egipto entraban en la historia, dejándonos monumentos que nos hacen estremecer, e ideas nos hacen sonreír,... pero no hay lugar para la sonrisa. En cada momento, en cada circunstancia, el hombre evolucionó según los parámetros de su entorno, y el genio afloró en aquel que supo domesticar las escurridizas lenguas de fuego o hizo resonar un árbol hueco, llenando su alma de nostalgia.

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LOS MEDIDORES DE LA LLUVIA EN LA HISTORIA

Ignacio de Estal Aparicio

Introducción

Unos 10.000 años a. de C. el clima había cambiado, la ultima glaciación se había producido, cesaron las bruscas e intermitentes temperaturas gélidas, convirtiendo al hombre en sedentario, cambiando la azarosa vida de cazador errante y desarraigado por otra, en que la continuada contemplación del entorno le llenará de confianza y conocimientos.

Desde los primeros momentos, el hombre ha utilizado en su provecho todo lo que estaba a su alcance: palos, piedras, huesos, pieles.... y por supuesto el agua, la supo apreciar como a su vida, porque era su vida. La guardó, la llevo consigo, sabía de los recipientes naturales, manejaba a la perfección el más grande o el más adecuado. Lejos de fuentes y arroyos fue capaz de recoger el agua de lluvia o aprovechar la que quedaba en las hondonadas de las piedras e incluso conservarla contra animales y evaporación. Eran los primeros medidores de la lluvia.

Cuando encontró un lugar que podía satisfacer su medio de vida, permaneció en él, la contemplación diaria del paisaje, la silueta de las montañas recortadas sobre los bellos contrastes del horizonte, los aromas repetitivos de cada estación, produjeron un lento cambio en su interior. La sensación de incertidumbre fue sustituida por otra de seguridad que permitió que los sentimientos se metieran en su alma y,... se construyeron poblados.

Le gustaba el entorno familiar, era amigable, y descubrió que la vida podía ser mucho menos difícil, descubrió los cereales, las plantas comestibles,... aprendió a cultivarlas, mejorarlas, domesticar animales y a cuidar de su entorno, puesto que de él dependía su supervivencia. Día tras día encendiendo fuego, apilando diversas piedras y barro, descubrió la cerámica en su forma más primitiva; también la artesanía del calzado, el curtido de pieles, la rueda,… Seguramente que los vasos campaniformes fueron empleados para recoger el agua de la lluvia y sin saberlo, sabían que los volúmenes obtenidos dependían de la lluvia caída, a más lluvia más volumen, la práctica de acumulación de agua se ponía más de manifiesto en las épocas de sequía, había que mitigar su sed y la de sus animales, dar de beber a ovejas, perros, caballos, bueyes,...

Pero esto no sucedió en todos los lugares al mismo tiempo, mientras que unos pueblos, entre ellos Europa, se encontraba en la Edad de Piedra, otros como Mesopotamia y Egipto entraban en la historia, dejándonos monumentos que nos hacen estremecer, e ideas nos hacen sonreír,... pero no hay lugar para la sonrisa. En cada momento, en cada circunstancia, el hombre evolucionó según los parámetros de su entorno, y el genio afloró en aquel que supo domesticar las escurridizas lenguas de fuego o hizo resonar un árbol hueco, llenando su alma de nostalgia.

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La importancia del agua en las primeras civilizaciones

Resulta al menos curioso, que la cuna de la civilización se la disputen dos zonas geográficas en las que la precipitación media anual oscila entre los 40 y los 300 litros por metro cuadrado al año, pero regadas por grandes ríos. Una se extiende desde las costas del Mediterráneo Oriental hasta el Golfo Pérsico; "tierras entre ríos" –Eúfrates y Tigris–, y la otra en el no muy lejano Egipto y su regalo: el Nilo. (Nota: La precipitación media anual de España está en unos 700 l/m2 al año).

La relativa cercanía geográfica hace pensar en la influencia de una en otra, pero el enorme Desierto Arábigo asegura la separación entre ambas, excepcionalmente conectadas por las zonas mediterráneas del norte.

En cada zona, en cada lugar, se emplearon unos cultivos y no otros, luego sabían del agua de que podían disponer o de otra manera, el número de litros de precipitación media anual. Conocían la migración de las aves, la floración de las plantas, el desarrollo de los insectos; o lo que es lo mismo, tenían una idea clara del clima.

Ya en Jericó tenemos un deposito que data del 6000 a. C, lo que implica que cada mañana después de cada lluvia, alguien comprobaba su nivel, y no lejos de allí, en la zona esteparia y montañosa del norte de Siria, más de 1.000 años más tarde ya se regaban los campos con canales. Poco después, nacía la ciudad de Nabada (ver figura 1), centro de poder y de comercio, en cuyas entrañas se gestó una de las cunas de la civilización, fue destruida y abandonada en diversas ocasiones de su historia y vuelta a habitar y reconstruir a intervalos de cientos de años. En esas tierras de lluvias no muy abundantes se luchaba por el agua y por las rutas comerciales.

Figura 1.- Localización geográfica de algunas de las principales ciudades surgidas durante las primeras civilizaciones humanas que aparecieron en Mesopotamia

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Mucho más al sur y miles de años más tarde, alrededor del 3500 a. C. la Civilización Sumeria que además de por sus lienzos ha pasado a la historia por sus canales y diques, controlaban el agua de los ríos y la llevaban a los campos, lo que implicaba tecnologías en que eran necesarios sistemas de rueda capaces de subir agua,… el gran invento redondo les sirvió para construir carretas, tornos de alfarero, maquinas de guerra,... y como lo que les sobraba era arcilla y lo que les faltaba era madera, inventaron los arcos para salvar los espacios.

Manejaban perfectamente el concepto de volumen y habían establecido una serie de pesos y medidas estándar para las transacciones, cuyo incumplimiento o falseamiento traía consigo severos castigos. Dejaron infinidad de documentos en tablillas y rodillos de barro cocido, en una escritura pictográfica, madre de la posteriormente llamada cuneiforme, que da paso a la historia escrita con referencias concretas en el devenir del tiempo.

El uso de los metales

Los metales escasean en estado puro aunque se conocen desde hace muchos años. Es en esta época cuando comienzan a fundirse de forma consciente, con lo que se establecen notables ventajas sobre la Edad de Piedra anterior. Se encuentran trozos de cobre o de estaño por casualidad entre las cenizas del hogar y los trabajan. Es una técnica algo más compleja que la de la cerámica, pero los hornos cerrados pueden alcanzar sin grandes problemas los 700 ºC; después, la mezcla en las proporciones adecuadas, la fabricación de crisoles y el conseguir temperaturas suficientemente altas, cercanas a los 1200 ºC, y aparecen los sistemas de purificación de las escorias, pero no es fácil; en la fundición aparecen vapores sulfurosos tóxicos que se desprenden de la calcopirita,... encuentran otros materiales que son mucho menos tóxicos, como la malaquita,... se las ingenian para que los metales ya fundidos líquidos, como el agua,... escurran por una superficie al rojo para ser recogido en moldes.

Para mucho después se consigue la mezcla idónea de los lingotes; para ello era necesario aumentar las calorías de la madera, pero la madera está llena de agua, por lo que se inventa como desecarla para convertirla en carbón,... el bronce... un ocho por ciento de estaño,... su avance fue rápido, sólo frenado por la escasez de materia prima... y el plomo no es capaz de sustituir con éxito al estaño.

Pero algo transformó sus vidas, un metal frente al cual sus espadas se mellaban como si fueran de madera, era el hierro, estamos a unos 2000 a. C., lo traían los Hititas, allá hacia el sur del mar Negro, aunque en la lejana y desconocida China parece que ya lo usaban. Sea como fuere, llegó a ser más preciado que el oro, sustituyó rápidamente al bronce y su elaboración, infinitamente más compleja, fue rápidamente asimilada pues contaban con materia prima abundante.

En toda la zona se han encontrado canales como el del Tigris, que data del 2550 a. C, y ciudades como Uruk (actualmente en Irak), que tenia 50.000 habitantes y que disponía de alcantarillado para canalizar las aguas residuales. Tenían enormes templos. En la actualidad se conservan dos pisos de un templo de ladrillo cocido al sol, con hendiduras a intervalos para facilitar los desagües (Figura 2). Aún se pueden ver unos tubos de

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arcilla que desde la zona de las plegarias, canalizan agua y alimentos a la zona de los muertos.

Figura 2.- Ruinas del antiguo templo de Uruk donde se aprecian los aliviaderos para el agua referidos en el texto. Su construcción data del año 3.000 a. de C.

Se han encontrado toda clase de pozos y recipientes, ejemplo de su claro conocimiento de los volúmenes y caudales. Pensamos que eran capaces de medir la precipitación por el método de cambiar el agua del cacharro ancho y grande de recogida, a otro unitario más estrecho y largo, lo que les proporcionaba una precisión adecuada a un clima casi desértico, con 90 mm de precipitación anual. Muchos años mas tarde, los Sumerios fueron conquistados por los Arcadios, formando el Primer Imperio Babilónico que se extendió por el Mediterráneo y el Golfo Pérsico.

El agua en el Antiguo Egipto y en otras civilizaciones

Pero retrocedamos un poco más en el tiempo, tal vez los primeros pueblos nómadas del mundo dejaron de serlo hacia el año 7000 a. C. en Egipto, una tierra inigualable para la agricultura, abundante agua gracias al Nilo, abundante material de construcción,… se multiplicaron las aldeas, crecieron, se desarrollaron... Unos cientos de años después, hacia el 5500 a. C., en el periodo Predinástico, se conocían la cerámica fabricada con tierra cocida y adornada con pinturas, y mil años mas tarde se conocían ya los ungüentos que guardan en tarros,... dominan los volúmenes,... conocen el cobre con el que fabrican pequeñas estatuas e inventan los bálsamos, alquimia pura egipcia allá por el 4000 a. C. "...el dios Osiris resucita de la muerte después de ser envuelto en vendas..."

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Figura 3.- La presencia del río Nilo fue determinante para el florecimiento de la Civilización Egipcia. En la imagen vemos el interior de un nilómetro, usado para llevar un un estricto control de las crecidas del río.

Las ciudades son numerosas y bien desarrolladas, tenían un Ministerio de irrigación y aún quedan restos del embalse Sadd-al-Kafra, construido a 32 km al sur del Cairo, allá por el 2500 a. C. Construían relojes de agua, haciéndola pasar de un recinto a otro.

Mientras tanto, los chinos machacaban hierbas para curar, luego conocían los cuencos y los volúmenes y construían también relojes de agua. En el Valle del Indo, la civilización Harapa, hacia el 3000 a. C., construían las ciudades más adelantadas del mundo antiguo, sus casas tenían aseos y las cloacas estaban canalizadas con tuberías de cerámica.

Escritos sobre alquimia aparecen en la India unos 1.000 años a. C en el Libro de Los Vedas; conocían el azufre, el mercurio, el crisol,... e hicieron experimentos con gases empleando vejigas para demostrar que algunas de estas sustancias eran menos densas que el aire, y descubrieron también que el aire caliente asciende. Si conocían esto, conocían todos los secretos del agua.

Y en el Nuevo Mundo, concretamente en el Perú de 2000 a. C., había ciudades para 200 habitantes y canales con una agricultura próspera; tanto, que cuando llegó a Europa el maíz, la patata, el cacao,... fueron considerados como productos milagrosos. Tal desarrollo implicaba un perfecto conocimiento del agua y de los volúmenes.

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De vuelta a Mesopotamia y China

Dando vueltas en el espacio y en el tiempo, otra vez en Mesopotámia, los Asirios -900 a. C.-, depositarios en gran parte de la antigua civilización de la zona, recopilaron 150 plantas medicinales durante los 1.500 años que duró su civilización.

Los babilonios, por su parte, pensaban que lo primero fue el agua y que la tierra se formó a partir de ella de una manera semejante a como se forma un delta, claro que con la ayuda de Marduk, dios de la lluvia, el rayo y el trueno, que puso una estera sobre la superficie de las aguas y amontonó tierra sobre ella,... y dado que la lluvia media en la zona es de 200 mm anuales, es de comprender que la tecnología a gran escala fuera la hidrológica, por lo que se construyeron infinidad de diques y canales en Mesopotamia para controlar los desbordamientos y asegurar el regadío de los cultivos. Intentaban también predecir el tiempo, especialmente a través de los halos de la Luna y el Sol. C. Construían veletas y los vientos los asociaban ya a las lluvias.

Venus y la Luna han sido en muchas culturas deidades relacionadas con la lluvia, la fertilidad de la tierra, la geometría del ocho y lo femenino, y la idea ha permanecido hasta nosotros pasando por culturas tan avanzadas como la griega y la romana.

En el 550 a. C., Nabuconodosor construye los jardines de Babilonia, aunque no se han encontrado vestigios de ellos, por lo que algunos historiadores niegan su existencia, atribuyéndola más bien a los jardines del rey Senaquerib y su nieto Asurbanipal, que estaban situados más al norte. La leyenda dice que ocupaban una superficie equivalente a 65 campos de fútbol, colgados en el aire y regados por las aguas del Eúfrates que subían mediante complicados engranajes y poleas. En cualquier caso, sus enemigos y conquistadores medos se encargaron de borrar cualquier vestigio del imperio asirio.

Y en la misma época, de nuevo los chinos, se dice que conocían el cinabrio y la madreperla y que gastaron parte de su esfuerzo buscando por el mundo entero el elixir de la inmortalidad, el cual se escondía en forma de un oro liquido,... el oro era la esencia fecunda del sol, el mercurio la de la Luna. En su búsqueda no encontraron la eterna juventud, pero hicieron grandes progresos en cuanto a la química, tratamiento de minerales por fundición, farmacología, botánica, y adoptaron en sus comportamientos una teoría de la relatividad, resumida en los conceptos del yin y del yang. El mercurio podía comportarse como una sustancia yin con el azufre, pero como una sustancia yang con la plata. Ello significa que conocían un gran número de utensilios de laboratorio, disolvían como muchos otros pueblos metales en agua y en vinagre concentrado, buscaban disolver el oro para poderlo beber.

Y caminando por la historia en busca de los medidores de lluvia, llegamos a la India unos 400 a. C. en que se medía la precipitación.

La Grecia clásica

Entre tanto, en el Mediterráneo, recortado entre filigranas de mar y montañas, aparece GRECIA, una civilización breve, de no más de 300 años, que representa la

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CIVILIZACIÓN por excelencia, de la cual somos herederos. Su arquitectura, de líneas rectas, euclidiana, de magnificencia, con el Partenón (Figura 4) proyectando sus rayos hacia la eternidad.

Figura 4.- El Partenón de la acrópolis de Atenas, símbolo por excelencia de la Civilización Griega, es considerado como una de las obras arquitectónicas más bellas de la humanidad.

Thales de Mileto (624-546 a. C.) describe por primera vez un desconcertante ciclo del agua: las aguas lo llenaban todo, había una burbuja de aire. Le siguen grandes pensadores, matemáticos y filósofos: Anaximandro, Pitágoras, Anáxagoras,...y entre todos ellos, en el 550 a. C., el tirano y pirata Polícrates, que construyó en la isla de Samos una verdadera obra de ingeniería de la época, naturalmente con ayuda de los esclavos; un túnel de más de un kilómetro de largo, para llevar agua a la ciudad.

Y saltamos cien años, Empédocles, en un momento de respiro en el repertorio de sus mezclas con el amor, el bien, el mal y la discordia, hizo experimentos con la clepsidra o ladrón de agua, variedad de la ya inventada por los egipcios, y que consistía en un artilugio de cocina capaz de coger agua del puchero sin coger los garbanzos. Es un recipiente sensiblemente esférico generalmente de barro cuya parte inferior disponía de varios orificios y en la parte superior terminaba en un pitorro estrecho y largo cuya apertura o cierre se controlaba con el dedo pulgar, de tal modo que si el recipiente contenía agua ésta no caía, y si estaba vacío y se introducía en el agua ésta no entraba. El porqué de tal fenómeno le llamó mucho la atención. Lo difícil fue hacerse la pregunta: ¿Que impedía entrar al agua? La respuesta fue inmediata, no podía ser otra cosa que aire. La clepsidra ha pasado a la historia como reloj de agua, dado que una variedad de la misma se usó durante mucho tiempo para este fin.

Y las referencias históricas del 480 a. C nos dicen que las ciudades griegas disponían de complejas obras sanitarias.

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Demócrito, Platón,… y sobre todos el inigualable Aristóteles (340 a. C.), cuyas teorías fueron seguidas durante 2.000 años. Durante toda la Edad Media se repitieron sus ideas. Aristóteles creía que todo se componía de los cuatro cuerpos: tierra, fuego, aire y agua, y que todos los demás salían de ellos, buscó el quimérico movimiento continuo, especuló sobre la formación de las nubes y la lluvia: "…cuando la humedad se adueña de la atmósfera inferior se crean diferentes tipos de precipitación...".

Su discípulo Teofrasto (300 a. C.) escribió un tratado sobre los "Signos del Tiempo", en donde aparecen "Signos de la Lluvia" y "Signos de Tormenta", que describía gran cantidad de reglas para pronosticar los fenómenos meteorológicos, basadas en la observación empírica, sin estructuras físicas o matemáticas. Distinguía las nubes que eran señal de lluvia de las que no, y en su tratado "Libro de las Señales" se describe, por ejemplo, el comportamiento de las ovejas, la forma de moverse el ciempiés,… la de arder una lámpara durante una tempestad, el amanecer rojizo, el halo alrededor del sol y de la luna como presagios de lluvia, mientras que el atardecer rojizo lo que presagia es buen tiempo. El citado libro describe más de 200 presagios de lluvia y buen tiempo y unos cuantos de lo que iba a suceder al año siguiente.

De la misma época es Canón, que escribió un tratado de Astronomía compuesto de siete libros. Es famoso su calendario, en donde especifica la salida y puesta de los astros y su asociación a los cambios del tiempo y pronósticos meteorológicos a lo largo del año. Por ejemplo, la estación para navegar está marcada con el orto y el ocaso de las Pléyades, la salida de Sirio indicaba el punto de máximo calor,...

Arquímedes (287-212 a. C.) estudia la hidrostática –su conocido Principio–, descubre la equivalencia entre los volúmenes del cilindro y la esfera, así como métodos de integración para el calculo de áreas y volúmenes. Casi al mismo tiempo, Eratóstenes (240 a. C.) se percató de que el sol estaba en la vertical de Siena en el solsticio de verano (máxima altura), pues se reflejaba en el fondo del agua de un pozo, cosa que en Alejandría, ciudad en la que vivía y cuidaba de su famosa biblioteca, no sucedía. Con la ayuda de unos cuantos palos y a partir de sus sombras, fue capaz de medir el ángulo que formaban los rayos del sol entre ambos puntos y que resultó ser de 7,2 grados que se correspondían con un arco de 800 km; la distancia que separaba ambas ciudades. Con sencillos cálculos y a sabiendas que se encontraban en el mismo meridiano, determinó que el radio de la Tierra era de 6.400 Km. ¡Increíble!

Los atenientes nos han dejado observatorios, tienen esculpidos los ocho vientos y el tiempo asociado a cada uno. Usaban la veleta para su medida y también medían la lluvia mediante reglas, y seguramente por cambio de vasija. Las deidades lo controlaban todo, pero siempre sospecharon que el tiempo se debía a causas naturales y no a la ira de los dioses. Los trabajos manuales estaban reservados para los esclavos, por lo que no se dieron cuenta que cuando experimentaban acertaban. Así, Herón de Alejandría inventó la eolipila, precursora de la turbina de vapor; una esfera situada sobre una caldera, a la que el vapor hace girar en su salida por dos tubos excéntricos. Su energía la empleó en mover pequeños dispositivos, pero fue una excepción, la esclavitud les proporcionaba los suficientes recursos energéticos.

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La China eterna

Y volvemos a la mítica China. En el año 100 a. C conocían las técnicas del recocido del hierro, calentar y enfriar, procedimiento nada fácil, desconocido hasta entonces, ya que era necesaria una arcilla refractaria capaz de aguantar altas temperaturas. Con ella construyeron hornos especiales de inyección de aire, imprescindibles en el forjado, y emplearon utensilios que no se conocieron en Europa hasta el siglo XVII, importados precisamente desde aquí. Es posible que éstas técnicas fueran el germen de la revolución agrícola europea.

Poco después, Zhang Heng concebía el universo: "...El cielo es como un huevo de gallina y redondo como el proyectil de una ballesta. La Tierra es como la yema del huevo y está sola en el centro. El cielo se sostiene por la acción del gas y la Tierra flota sobre el agua...". A él se debe un ingenioso sismógrafo de bolas que se deslizaba desde orificios representados por bocas de dragones, y aunque no tenemos referencias, con esas técnicas es casi seguro que fueran capaces de medir la lluvia.

Por aquella época y en la zona persa, los herederos de milenarios conocimientos en obras hidráulicas, construyeron 1.700 embalses con sus correspondientes canales y complejos sistemas subterráneos, en una grandiosa exhibición de poder, llevada a cabo con los cautivos de guerra.

Los Romanos y la obra hidráulica

Y llegamos a Roma, una continuación de la cultura griega, aunque desarrollada de una manera práctica. Sus conocimientos sobre el agua son amplios, sus ciudades y asentamientos tenían que estar siempre cerca de una fuente, construían termas lujosísimas, hacían presas y toda clase de obras hidráulicas, son típicos los acueductos, el primero fue el Aqua Appia (Roma 312 a. C.). Dominaban el arte de los trazados y las pendientes en muchos tramos iban profundamente enterradas para que sus aguas no fueran un objetivo fácil, como por ejemplo el envenenamiento, por parte de sus enemigos.

Salvaban los desniveles pronunciados mediante acueductos como el de Segovia (Figura 5), o, si no eran excesivos, mediante sifones, empleando cañerías de plomo o cerámica según los casos. Calculaban las resistencias que debían soportar los diámetros de los tubos en ascensos y descensos, lo que implica detallados conocimientos sobre las presiones y principios hidrodinámicos, velocidad y aceleración del agua en los forzados cambios de dirección.

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Figura 5.- El acueducto de Segovia fue construido hacia el año 100 d. C., en tiempos del emperador Vespasiano, y constituye la obra hidráulica romana más destacada de la Península Ibérica. El imponente monumento de piedra es en realidad el puente sobre el que discurre el acueducto, que recorría originalmente más de 15 kilómetros antes de llegar a la ciudad.

Además, sus obras gozaban de un esmerado mantenimiento e inspección. Al llegar el agua a la ciudad, ésta se recogía en un depósito que solía tener un aspecto monumental ("castillos de agua"). Estos depósitos estaban decorados. (Vitrubio, Libro VIII).

Su manera de trabajar no deja lugar a dudas, y a las pruebas nos remitimos: dos mil años después, hemos visto, durante los grandes aguaceros, saltar el agua y tapar por completo un pequeño puente romano, y al bajar el nivel no había causado ningún desperfecto, y así año tras año y temporal tras temporal.

En cuanto a la vivienda, era más cómoda que la griega. La vida se desenvolvía alrededor de un patio donde estaba el pozo, estructura que se ha mantenido en muchos pueblos de Europa prácticamente hasta la actualidad.

Siempre ha habido inundaciones y catástrofes debidas a la lluvia. De todas las culturas y en todas las épocas hay referencias escritas interminables; por eso, como única excepción en esta narración y por coincidir con el cero histórico, vamos a incluir un pasaje escrito por, quien mejor que, el propio César, y precisamente en Hispania:

"…los afranianos porque, aunque la opinión de todo el mundo los juzgaba con menos coraje, habían resistido el cuerpo a cuerpo tanto tiempo, habían aguantado la acometida de los nuestros, desde un principio habían mantenido ocupada la posición y la colina

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que había sido motivo de la lucha y habían forzado a los nuestros a retroceder en el primer choque; y los nuestros, por haber mantenido el combate cinco horas seguidas,..."

"...Sucedió, todavía, un contratiempo imprevisto al cabo de dos días de estos hechos. Se desató una tormenta tal que no consta que nunca se hubiera visto en aquellos lugares una lluvia más fuerte, además, hizo fundir las nieves de las montañas y el agua subió por encima de las partes más altas de las riberas de los ríos, y en un solo día rompió los dos puentes que Gayo Fabio había construido. Esta situación creó grandes dificultades al ejército de César. Efectivamente, como que el campamento se encontraba entre los dos ríos, el Segre y el Cinca, con un espacio de treinta millas en medio, nadie podía atravesar ninguno de los dos ríos, y se veían forzados a no salir de este estrecho espacio. Ni los pueblos que se habían acercado a la amistad del César podían proveerlo de trigo, ni los hombres que habían ido demasiado lejos a forrajear, bloqueados por los ríos, podían volver..."

"Al otro día, los jefes contrarios, muy turbados por haber perdido toda esperanza de las provisiones y del viaje al Ebro, consultaban sobre lo que se debía hacer. Un camino tenían, caso de querer volver a Mérida; otro, si escogían el ir a Tarraco. Estando en estas deliberaciones, tienen aviso de que sus aguadores eran molestados de nuestra caballería; sabido esto, ponen a trechos varios piquetes de a caballo y patrullas de tropas auxiliares, entreverando cohortes de las legiones, y empiezan a tirar una trinchera desde los reales al agua, para poder, cubiertos y sin que fuese menester poner cuerpos de guardia, ir a sacarla."

Figura 6.- Localización geográfica del lugar, situado en la margen izquierda del río Ebro, donde, como aparece indicado en el mapa, tuvo lugar la contienda militar referida en el texto.

"En una hora mudaron notablemente de aspecto las cosas. Concluido el puente, cinco ciudades principales declaradas amigas, corrientes las provisiones, desvanecidos los rumores de los socorros de las legiones que decían venir con Pompeyo por Mauritania; muchas comunidades de las más remotas, renuncian a la amistad de Afranio y siguen el partido de César. Con lo cual, perturbados los contrarios, César por no tener siempre que destacar la caballería dando un gran rodeo por el puente, visto un paraje a propósito,

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determinó abrir zanjas de treinta pies en hondo para echar por ellas parte del río Segre y con eso hacerlo vadeable."

Este pasaje, escrito por el propio César, en que se nos muestra cómo eran capaces de controlar enormes caudales, nos hace estremecer.

La Edad Media

Con la disolución del Imperio Romano, los pueblos y regiones bajo su mandato o influencia entran en una lenta e inexorable zona de silencio; una Edad a la que se ha dado en llamar Media (Caída del imperio Romano de Occidente, año 476). Vuelve a imperar la ley del más fuerte y los grupos humanos se unen en grupúsculos, y con la única intención de sobrevivir, se someten a aquel que sea capaz de darles protección. Pero aún se producen algunos descubrimientos aislados, aunque como herencia directa de la sabiduría aristotélica. Así, aunque la fermentación de los frutos y sus efectos embriagantes se conocen desde los tiempos prehistóricos, no es hasta aproximadamente el año 300 cuando en Alejandría, siguiendo las enseñanzas de Zósimo, se fabrican los primeros artilugios capaces de separar el "pneuma" del vino, en otras palabras, descubrían el alcohol.

En Europa, una frágil cultura se refugia en los monasterios y se inicia un lento y aislado caminar con diferencias abismales en el desarrollo de unos lugares a otros. Los experimentos científicos son considerados como brujería,... sólo salvados por una incipiente industria de la guerra, en donde aparecieron los primeros ingenios mecánicos: grandes ballestas de acero, sistemas de tensado,...

Casiodoro (490-573) aconseja la construcción de baños para el aseo, especialmente en los monasterios, y por parte de los pueblos germánicos empiezan a emplearse las aguas medicinales, como Wiesbaden y Baden-Baden, que aún mantienen su reputación medicinal. Mientras, en otras zonas aparecen los druidas como depositarios del saber de las ciencias, generalmente médicas, con la elaboración de brebajes y pócimas. En muchos lugares, los monjes, además de la famélica ciencia, se encargan de la provisión de agua, pues las medidas de higiene tan bien observadas por los romanos, se van degradando.

El Islam y el aprovechamiento del agua

A principios del siglo VIII, la España Visigoda con ejércitos a pie, sin un solo caballo, cae ante las tremendas cargas de la caballería del Islam, hasta que en el 732 el ejército franco, también de infantería y al mando de Carlos Martel, derrota a la caballería musulmana cerca de Poitiers, lo que puso limite a su expansión hacia el norte.

Es ahora cuando comienzan a aparecer las pequeñas y pobres fortificaciones, aprovechando al máximo la orografía escarpada del terreno, pero los túneles excavados por el enemigo hacían caer con facilidad las débiles murallas, por lo que comienzan las construcciones con variedades como el cerco por foso, a ser posible lleno de agua o sobre roca para evitar la provocación de grietas con el posterior hundimiento de los muros.

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Con los castillos aparecen los aljibes para poder disponer de agua en tiempos de asedio, algunos muy sofisticados divididos en sectores. Se trata de una construcción generalmente abovedada, excavada en el suelo para aprovechar el agua de lluvia, y recubierto de pintura contra las filtraciones llamada almagra. Conocían, por tanto, dos ingredientes de la medida de la lluvia, la capacidad del aljibe y la superficie del castillo capaz de suminístrale agua: la cuenca. Por toda Europa se extendieron estas construcciones, aunque las del sur se alejan mucho del castillo-palacio centroeuropeo.

Las casas del Islam, generalmente asentadas en zonas poco lluviosas, cuentan con un patio alrededor del cual se conforma la vivienda, con servicio sanitario constituido por letrinas con pozos negros y establos separados. Los pozos ciegos estaban arquitectónicamente preparados para evitar indeseados desbordamientos en caso de importantes precipitaciones, con alcantarillado adecuado que llevaban los deshechos fuera del poblado, a una zona especialmente dedicada a excrementos y basuras. Para las techumbres se utilizan tejas y se construyen canalillos de desagüe, empleando también tubos cerámicos. En el patio se almacena el agua y otros líquidos contenidos en tinajas situadas debajo de la confluencia de los tejados para recoger el agua de lluvia, descansan sobre adecuados reposaderos especialmente construidos para recibir el agua resudada.

Figura 7.- Patio con estanque de uno de los Palacios Nazaríes de la Alhambra de Granada.

En ocasiones, en vez de patio se trata de un jardincillo central y siempre con un orificio y canal de desagüe hacia el exterior. Otros aportes de agua se realizaban desde la fuente pública, incluso a través de un sistema de aguadores, que en algunas zonas ha persistido hasta la actualidad. No se puede negar, por tanto, que el valor de las medidas de agua estuviera perfectamente fijado, y que cuando la lluvia hacia su aparición, el dueño de la tinaja valoraba en monedas el dinero ahorrado en el aguador, luego conocían perfectamente el volumen caído.

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Las cerámicas típicamente islámicas están pintadas "al Manganeso" o "a la Almagra", vidriadas en "Verde y Manganeso" también llamada cerámica "califal" o "tipo Medina Azahara". Predominan los colores azules y blancos y las formas son muy diversas: cuencos, platos, jarras, tarros de botica, tazones y tapaderas, jarras, jarritos, copas, redomas, ataifores, jofainas y cuencos con asas de orejas y cazuelas y... no podían faltar por supuesto las cuscuseras.

Los árabes, personificados entre otros muchos por Yahya al-Bitriq, comienzan a traducir Los Meteorológicos de Aristóteles, especialmente en Bagdad a mediados del siglo XI. De sus escritos se derivan de los conocimientos reflejados por Avicena y su discípulo al-Biruni, que descubre, de nuevo, el Principio de Arquímedes, Avenpace (Bajja) y Averroes (Ibn Rusd), sobre las precipitaciones, halo y arco iris, que perseguían predecir el tiempo, cuando podía "...llover reparadoramente o granizar sin misericordia...", pero desgraciadamente sus estudios para prevenir el tiempo se mezclaron con la Vía Láctea y las estrellas, mermando su capacidad científica en aras de una astrología tal vez inevitable por la presión del campesinado que reclamaba predicciones especificas, y que para no ser menos, mercaderes, estrategas del mar, médicos,... entraban en la puja, presionando a su vez por la ocurrencia de una lluvia adecuada a sus particulares intereses.

Entre los medidores de la lluvia árabes resplandece Al-Kindi, que hace una mezcla de todo lo conocido (griegos, persas, hindúes,...) e intenta explicar los principios de la meteorología, la humedad, la lluvia,... Asegura que el movimiento del Sol es el origen de las cuatro estaciones y dice por primera vez cosas geniales, como que el calor produce la expansión del aire y el frío su contracción... pero la fuerza astrológica es tan poderosa que añade "...las predicciones meteorológicas deben hacerse cuatro veces al mes, coincidiendo con las fases de la Luna...", e incluye las inundaciones en la "astrología natural". Su influencia se hace sentir aún en la actualidad dentro de los trasnochados campos ocultistas.

Figura 8.- Sello del Servicio Postal de Siria dedicado a la figura de Al-Kindi (801-873)

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La situación geográfica de una región, marca diferencias en el desenvolvimiento de la vida, de las costumbres y de los hogares. En las casas de lugares de abundantes precipitaciones, como sucede en las zonas del norte peninsular, la vida familiar no se desenvuelve alrededor del patio, pues carecen de él; en cambio, se aíslan del húmedo suelo por pilares que mitigan la humedad.

En la zona cristiana proliferan los monasterios, cuyos claustros solían estar ajardinados en cuatro partes, con un pozo o una fuente en el centro, con cuatro canalillos portadores de agua y con los tejados de los edificios con inclinaciones adecuadas según la pluviosidad de la zona: hacia el patio en los lugares secos y hacia el exterior en los húmedos.

Los utensilios capaces de captar líquidos son innumerables, generalmente de cerámica, destinados al almacenamiento, transporte y conservación del agua. Las primeras cerámicas que aparecen en Cantabria y Castilla son herederas de la visigoda: ánforas, jarras, ollas, pequeños cuencos, tazones,... cuyas principales características eran la pobreza en sílice y la decoración estampillada. En general carecían de vidriado, y en el caso de tenerlo, sólo por la parte interna, con la única finalidad de impermeabilizar. Son muy conocidas las de Castrogeriz (Burgos) y Castrotoraz (Salamanca).

Los depósitos de agua son innumerables; en un lugar tan al norte como Andorra, se encuentra el depósito de agua conocido como "Baño de la Reina Mora", excavado en la roca y cerrado por un muro de piedra de talla y pulido perfecto en su cara interior, para evitar posibles escapes de agua. Desde aquí se distribuye el agua por medio de un canal.

Mientras tanto los medidores de lluvia relatan que en 989 se produce una lluvia de peces en Sajonia...

Las primeras máquinas

Alrededor del año 1000 aparecen por toda Europa las primeras máquinas como fuente de energía, y en poco tiempo se cuentan por miles los molinos de agua y también de viento, cuya energía se emplea para moler el grano, subir el agua y otros muchos quehaceres de la época, lo que facilita el desarrollo de la industria textil. La fabricación de tejidos se perfecciona y proliferan los batanes, especialmente los hidráulicos, que multiplicaba por dos o tres el rendimiento. También la rueca de hilar, que se irá poco a poco perfeccionando hasta llegar al telar. Todo ello, asentado cerca de los ríos por dos motivos, el empleo de su energía y el aumento de humedad, lo que disminuía el número de incendios. No conocían la electricidad, pero conocían el peligro de las chispas.

En muchas zonas, se desecan pantanos e incluso se roba tierra al mar, la rotación de cultivos pasa de bienal a trienal y se aumenta la producción agrícola que va siendo muy necesaria dado el aumento de población. Se construyen pequeños canales y embalses para regar y evitar el desbordamiento de los ríos y aunque no se llegó a dominar la regeneración de los suelos, ya que prácticamente eran desconocidas las prácticas de abonado, si que conocían que el rendimiento del caballo por unidad de forraje era superior al del buey, pero el dominio de la técnica del herraje impedía en muchos casos

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su aplicación, por lo que hubo zonas en donde los bueyes han seguido usándose hasta prácticamente la actualidad.

Florecieron las pilas bautismales primorosamente adornadas, no solo en las iglesias, sino en los castillos y murallas, "...cuyo agua limpiaba el alma y permitía la entrada..." a la iglesia, a la ciudad,...

Se construyen hermosos parques, hasta de 6.000 metros cuadrados, junto a grandes ríos. Destaca, en el Duero, el Parque del Románico de San Esteban de Gormaz (Soria).

En los siglos XI y XII, aparecen las peregrinaciones o viajes a lugares sagrados: el Santo Sepulcro de Tierra Santa, el sepulcro de San Pedro en Roma y del Apóstol Santiago en Compostela. El peregrino es portador de una calabaza llena de agua.

Aparecen las vidrieras, fundamentalmente para catedrales, con multitud de colores, cortándose y montándose sobre un marco de plomo que le servía de soporte para su composición. Florece el chapado de latón con pedrería, así como la orfebrería en plata también con pedrería (patena de Santo Domingo), lo que implicaba un conocimiento químico bien desarrollado con mezclas especiales y medidas exactas.

Se inician los viajes de comercio hacia China, de donde se traen técnicas y conocimientos. En 1205 se importan secretos sobre mezclas incendiarias, que lejos de emplearse en los fuegos artificiales de su origen, se emplearon para la guerra, especialmente en los combates navales. Una bola lanzada contra un barco de madera podía hundirlo.

En 1240, el polifacético Alberto Magno escribe Meteora, en el que plasma numerosas observaciones propias, como la analogía entre el arco iris (de ahí el nombre) y los colores descompuestos por un cristal de cuarzo, la formación de la lluvia y la redondez de las gotas.

La gestión de los recursos hidráulicos fue durante siglos la tecnología más importante del Islam, en 1250 de nuestra Era, se construyó en Irán el primer embalse en arco, y en España los musulmanes construyeron gran número de embalses entre los que destacan el de Córdoba y los del Turia, que tenían una capacidad total acorde con el río, lo que indica sus conocimientos sobre caudales y niveles freáticos.

La Alquimia, balbuceante desarrollo científico

En 1324, el franciscano Della Marca apunta un nuevo y tímido enfoque a las teorías aristotélicas y aparecen alquimistas que comienzan a manejar el concepto "...de que hacían falta cantidades determinadas para que reaccionaran con otras, también en una cantidad determinada". Parece que Jabir obtuvo por primera vez ácido sulfúrico, conociéndose también los ácidos clorhídrico y nítrico, y por tanto una larga serie de utensilios de laboratorio de química, dado que eran capaces de fabricar esmaltes imposibles de conseguir sin un conocimiento profundo de éstos ácidos.

Mientras tanto, los medidores de lluvia relatan que en 1345 se produce una lluvia de sapos,...

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En cuanto a la ciencia, no se había avanzado nada desde de Aristóteles, la Tierra continuaba estando inmóvil, el Sol y los planetas giraban en unas esferas cristalinas y transparentes. Seguían imperando los cuatro elementos fundamentales: fuego, aire, agua y tierra, y el hombre estaba compuesto por esos cuatro mismos elementos, que se corresponden con los cuatro humores corporales: bilis amarilla (colérico), bilis negra (melancólico), sangre (alegre) y flema (flemático). Si existe equilibrio entre los cuatro humores el hombre mantiene un carácter armonioso.

En 1357, el alza en los precios provoca la escasez de alimentos, lo que derivó en una hambruna que se hizo sentir en gran parte de Europa. Debido a las malas condiciones higiénicas, la mala conservación de los suministros de agua y la necesidad de consumirla estancada, propició la aparición de enfermedades como la poliomielitis y todo tipo de enfermedades mentales, y para colmo la "peste negra" (Figura 9) que azotó Europa durante tres años, y esporádicos brotes durante los siguientes cincuenta, llevándose más de la tercera parte de su población, lo que supuso un duro golpe para la sociedad feudal.

Figura 9.- Miniatura extraída de un libro fechado en Inglaterra entre los años 1360 y 1375, donde varios monjes desfigurados por la peste están siendo bendecidos.

La actividad económica base de la Edad Media era la agricultura que a su vez era función de los fenómenos climatológicos, que según las creencias del momento estaban sujetos a los mágicos designios religiosos. La relación con Dios marcaba la buena o la mala cosecha, ya que Éste podría premiarles o castigarles con lluvias propicias o sequías despiadadas. La amenaza era colgada cada domingo sobre sus cabezas... Si eran malos, o si no tenían una adecuada relación con Dios, serían castigados con hambre y calamidades. La cultura religiosa marcaba, por tanto, su supervivencia, para esa

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convivencia con Dios y los clérigos exigían los diezmos y las primicias, pero la religión cristiana hizo el milagro de mantener unidos los pueblos mas diversos, lo que tal vez supuso la supervivencia de Occidente.

Superada la crisis, se hicieron navegables muchos ríos mediante canales para que la carga y descarga de las galeras fuera rentable. También comenzó la estandarización, fundamentalmente para barcos, de tal forma que las diversas piezas fueran universales, lo que aceleraba la producción y reducción de costos. El aprovechamiento de la fuerza del agua y llevar ésta de los niveles bajos a los altos constituyó toda una variada técnica de imaginación.

Edad Moderna, la ciencia toma las riendas

A partir del reinado de los Reyes Católicos y la concentración de su poder, multitud de castillos son destruidos coincidiendo con el final de las insurrecciones nobiliarias y con el descubrimiento de América, en 1492 se da por comenzada la EDAD MODERNA. La característica fundamental de este tiempo, es la puesta a prueba de todos los conocimientos científicos, lo que produjo una verdadera avalancha de descubrimientos, lenta al principio como todo proceso exponencial.

En el siglo XV ya existían aparatos capaces de medir la precipitación y la humedad, y en España hay referencias de observaciones escritas en algunas localidades dispersas sin conexión entre ellas, pero no conocemos los métodos empleados para llevar a cabo éstas medidas, así que el honor del descubrimiento del primer pluviómetro con referencia histórica, se le atribuye al rey coreano Sejong el Grande (Dinastía Choson 1394-1450 d. C) y su hijo Munjong, que en 1441 inventaron y estandarizaron un pluviómetro (Figura 10), y que, debido a su alto rango gubernativo, consiguieron que todos los pueblos agrícolas tuvieran su medidor de precipitación. Tenemos referencias de que el diámetro de la boca de recepción era de 14 cm.

Figura 10.- Reproducción del pluviómetro coreano del rey Sejong

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Galileo Galilei (1564-1642) fue el padre de la ciencia actual, rompiendo con las teorías de Aristóteles (382-322 a. C) y de Claudio Ptolomeo (87-150 d. C), revolucionando con la experimentación y las matemáticas todas las ciencias.

Le siguen Blaise Pascal (1623-1662) que estudió la hidrostática y cuyas ecuaciones perduran, Robert Hook (1635-1703), famoso por su ley de tracción elástica y que además de otros muchos aparatos inventó un pluviógrafo, el arquitecto y científico Sir Christopher Wren, que en 1662 inventó un pluviómetro de vasos que fue usado en los observatorios de su tiempo y en la agricultura, y Daniel Bernoulli (1700-1782) con su "Hydrodynamica", sencillamente colosal desde la primera edición, modificada con posterioridad, que está compuesta por trece sesiones, como él las llama, en las que estudian con todo detalle los fluidos.

Es imposible dejar de citar a Robert Boyle (1627-1691), que con su infatigable experimentación lo abarcó casi todo, y a Josep Stepling (1752), que hizo medidas de precipitación en el Observatorio Astronómico de Praga y estudió fenómenos meteorológicos adversos, especialmente las tormentas, así como su aplicación a la navegación, dando conferencias en varios países, entre ellos España.

Desde 1697, se tienen observaciones de lluvia tomadas en el Observatorio de Kew, al SW de Londres, y en España las primeras observaciones oficiales comienzan en el “Real Observatorio de Cádiz" de San Fernando, fundado en 1753 a propuesta del famoso marino y científico Jorge Juan para la formación de los guardiamarinas. Un tiempo después se comienza con las observaciones meteorológicas, cuyas observaciones pluviométricas han resultado ser de suma importancia, ya que constituyen la serie de datos más larga de España. También hay referencias en 1767 del Observatorio del Colegio Imperial, de la Compañía de Jesús, que por avatares políticos dura poco tiempo en España, pero que en el resto de Europa se pueden contabilizar hasta una treintena de observatorios.

El Real Observatorio de San Fernando puso los cimientos de la Meteorología en España, ya que sus observaciones sirvieron de base para la posterior creación de once observatorios adscritos a Universidades como Alicante, Barcelona, Bilbao, Granada, Oviedo, Salamanca, Santiago, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza, que se completaron con otros once en 1860, ubicados generalmente en Institutos de Segunda Enseñanza, normalizándose desde entonces la publicación de resúmenes climatológicos, y que culmina en 1885 con la designación de una unidad central en el Observatorio Astronómico de Madrid.

Richard Towneley ideó un aparato para medir la cantidad de lluvia, aunque en general las medidas meteorológicas estaban muy poco desarrolladas respecto a las de otras ciencias como la física o la química, y desde luego poco respaldadas por estudios teóricos y matemáticos. Esto sólo tendría lugar por el impulso definitivo producido alrededor de 1845 con la llegada del telégrafo de Morse, que permitió el intercambio de datos en tiempo real.

En 1873, se crea la OMI (Organización Meteorológica Internacional), precursora de la OMM (Organización Meteorológica Mundial, en inglés WMO), fundada en 1950, y actualmente con un departamento para Instrumentos y Métodos de Observación (CIMO).

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Es de destacar Ramón Jardí Borras (1881-1972), que inventó un extraordinario pluviógrafo para medir la intensidad de la lluvia, que pasamos a describir por dos motivos, por su ingenio y por ser español. Consiste en un vástago cónico unido en una misma pieza a un flotador en su parte superior, de tal manera que el agua de la lluvia hace subir el flotador y con él, al vástago cónico que obtura concéntricamente el desagüe con lo que se establece un equilibrio entre el agua que entra en el pluviómetro y el agua que sale, de tal forma que un máximo de precipitación desequilibra hacia arriba el conjunto marcando este máximo con una plumilla en una banda de papel. Una variante del mismo se construyó en EEUU.

En la misma época, Nipher aplica la pantalla pluviométrica para mitigar los remolinos de viento, y a finales del siglo XIX en Canadá se emplea un pluviómetro cuyo diámetro de boca era 11.3 cm. (100 cm² de área, el más pequeño del mundo). Para darnos una idea, en EEUU el diámetro era de 20.3 cm. En el Observatorio del Retiro entre 1912 y 1917 se realizan medidas con diversos pluviómetros de diferentes tamaños de boca y alturas, con cuyos resultados el entonces Servicio Meteorológico Español recomienda el uso del pluviómetro Hellmann.

Figura 11.- Jardín meteorológico del antiguo Observatorio Central del Retiro. La fotografía fue tomada en 1917, y en ella se observan alineados en el pasillo de la izquierda los distintos pluviómetros usados para elegir el más idóneo, tal y como se relata en el texto.

Gustav J. G. Hellmann (1854-1939), que fue director del Instituto Meteorológico de Prusia, ideó un pluviómetro, de uso hoy generalizado, consistente en un cilindro formado por varios vasos con los dispositivos adecuados para recoger el agua y con las cámaras de aire necesarias para evitar en lo posible la evaporación, así como una profundidad y dispositivos calculados para evitar la salida del agua por rebote de las gotas. Naturalmente, la boca de recepción del vaso colector está limitada por un perfil

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muy afilado, calibrado en su sección recta (200 cm²) y acorde con una probeta matemáticamente relacionada con esta área de recepción.

Para la medida de la precipitación en la actualidad hay diversas redes mundiales, que particularizadas para España podemos resumir en:

Red sinóptica, compuesta por observatorios de superficie y de sondeo. Red de estaciones automáticas. Red de radares meteorológicos, en España hay 14 radares que cubren la geografía nacional. Red de detección de rayos, con 15 equipos que dan cobertura a la Península y Baleares. Estaciones termopluviométricas: 2460. Estaciones pluviométricas: 2430.

Con los programas de Vigilancia Meteorológica Mundial (VMM) y el Sistema Mundial de Observación (SMO), se captan y difunden datos de 10.000 estaciones de tierra, 7.000 barcos, 3.000 aeronaves, tres satélites de orbita polar y cinco geoestacionarios (dos americanos, un japonés, un ruso y el Meteosat de la Agencia Europea del Espacio).

Actualmente la WMO/CIMO con 112 miembros, continua, como es su deber, con estudios sobre el agua y la precipitación.

Bibliografía

Diccionario de Física. H. Franke. Labor 1967. Enciclopedia Marín 1978. Los grandes descubrimientos perdidos. Dick Teresi. Crítica 2004. A hombros de gigante. Stephen Hawking. Crítica 2004. Agencia Estatal de Meteorología. (AEMET) (www.aemet.es) Internet (varias páginas web, sin precisar). Investigación y Ciencia. Revistas diversas. Mundo Científico. Revistas diversas. Organización Meteorológica Mundial (OMM) (WMO/CIMO) (www.wmo.ch ) Testigos de la Historia. Pedro Voltes. Espasa 1997. La Revolución Científica. A. Baig y M. Austench. Alhambra. Roehampton University. (Kew Observatory. London).